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PURCHASED FOR THE
UNIVERSITY OF TORONTO LIBRARY
FROM THE
CANADÁ COUNCIL SPECIAL GRANT
FOR
LáTIIÍ MEi^LCJ^ STUDISS
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Año XIV-N.' 157
^boletín
Abril: 1922
DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
ORGHHO De Lñ flcfloemifl nncionñc oe historia
DIRECTOR,
EDUARDO POSADA
F
5
REDACTORES,
LUIS AUGUSTO CUERVO
ROBERTO CORTAZAli
v./f
Bogotá— República de Colombia /
GOBIERnO
nm ^
DKL GENERAL L. CANAL Y DEL DOCTOR M. DEL RÍO, 13^^*48613
Para mediados de 1861 la situación del Gobierno de
ia ConfederacioQ Granadina era harto difícil. La legiti-
midad sucumbía, y la revolución avanzaba rápida e incon-
tenible hacia la capital.
Esta situación angustiosa del Gobierno la agravaba la
circunstancia de no haber Presidente electo, ni Designa-
dos que pudieran asumir el ejercicio del poder supremo
en el caso de que la victoria coronara las armas de los re-
volucionarios.
En tan apurada emergencia, el Procurador General,
encargado del Gobierno, presintiendo «los futuros aconte-
cimientos y que cayeran en manos del Dictador los Secre-
tarios de Estado, nombró, el 13 de julio al General
Leonardo Canal, que desempeñaba a la sazón el puesto de
Intendente en Santander, Secretario de Gobierno y Gue^
rra, para que funcionase en caso necesario (i). Este nom-
bramiento le fue enviado al General Canal con el señor
don Máximo A. Nieto (ii). Herido después gravemente el
señor don Juan Crisóstomo Uribe en la batalla del 18 de
julio, revalidó su dimisión de la Secretaría de Gobierno y
Guerra, y el Procurador General ratificó el nombramien-
to del General Canal.
La batalla del 18 de julio de 1861 fue adversa a las
armas nacionales. El Procurador General, señor Calvo,
después de haberse asilado en la Legación Británica, fue
hecho preso, y los Secretarios de Estado, a excepción de!
doctor Uribe, quien quedó gravemente herido y falleció
poco después, se asilaron en otras Legaciones. El Gobierno
legítimo quedaii)a por el momento sin Jefe superior, acé-
falo; y así lo estuvo hasta el 30 del mismo mes de julio, pues
XIV- i
BOLETÍN DK HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
en esta fecha el Secretario de Hacienda, doctor don Igna-
cio Gutiérrez Vergfara, asumiendo las responsabilidades
consiguientes a Jas grandes resoluciones, se declaró en ejer-
cicio del Poder Ejecutivo, de acuerdo con el artículo 42
de la Constitución que regía en aquella época. Oculto, aho-
ra en una casa y luego en otra, al fin el Dictador dio con
él y le hizo apresar el 25 de enero de 1862. Nuevamente que-
daba la autoridad suprema en acefalía.
El General don Leonardo Canal, depositario único de
la legitimidad, luchaba heroicamente en Santander contra
ios huestes bien numerosos de los rebeldes; mas no siendo
aquel territorio campo de acción propicia para el desarrollo
de sus operaciones militares, ni para asumir el ejercicio
del Gobierno, se dirigió al Sur, al Cauca, en donde abun-
daban los elementos favorables a la causa que representa-
ba. En su marcha «atropello» en Boyacá.el Ejército que
regía en persona el General Mosquera; entró en Bo-
gotá, donde sostuvo reñido combate contra las fuerzas de la
guarnición encerradas en el edificio de San Agustín, con-
vertido en inexpugnable fortaleza, y atravesó los Estados de
Cundinamarca y Antioquia. Cuando estuvo en territorio
cancano, y cuando lo juzgó conveniente, se declaró en ejer-
cicio del Poder Ejecutivo]] en La Venta o La Unión, el día
18 de julio (iii), estableciendo la residencia del Gobierno
en la ciudad de Pasto (iv).
Su Secretario de Estado en el Despacho de Relaciones
Exteriores comunicó tal acto a los Gobiernos extranjeros
por medio de la carta oficial que reproducimos:
* Con) eder ación Granadina— Poder Ejecutivo Nacional— Des-
■pacho de Relactones Exteriotes — Pasto, a 2y de julio
de 1862.
Señor: «Tengo la honra de poner en conocimiento de
Vuestra Excelencia que el 18 del mes corriente, y confor-
me al artículo 42 de la Constitución Federal, se encargó del
Poder Ejecutivo de la Confederación el ciudadano General
Leonardo Canal, Secretario de Estado en los Despachos de
Gobierno y Guerra.
«En el adjunto Baletin oficial auténtico hallara Vues-
tra Excelencia el Decreto y demás documentos de la ma-
teria (iii).
«Al ordenarme el ciudadano Presidente que participe
a Vuestra Excelencia este acontecimiento, me ha encarga-
do manifestavle que el Gobierno cuenta con el general
apoyo de la opinión nacional y con los demás elementos
necesarios para restablecer en breve el orden legal en todo
el territorio de la República; y me ha prevenido también
asegurarle como lo verifico, su sincera y firme resoliicíón
GOBIERNO DEL GENERAL L. CANAL
de cultivar y estrechar más las amistosas relaciones que
por fortuna ligan al Gobierno y pueblo de la Confedera-
ción con el Gobierno y pueblo de ... .
, «Sírvase Vuestra Excelencia aceptar ios sentimientos
de profundo respeto y alta estima con que me suscribo de
Vuestra Excelencia atentamente.
«Su muy obediente servidor, Vicente Cáidenas
«Al Excelentísimo señor Ministro de Relaciones Eiteriore» de....>
KRepertotio Colombiano, tomo v, Bog^oti, 1880).
El General Canal tuvo por Ministro o Secretario de
Estado a don Sergio Arboleda, en el Despacho de Gobierno
y Guerra, a quien reemplazó accidentalmente su Oficial
Mayor don Rafael Ramírez Castro; al doctor don Vicente
Cárdenas, en el Despacho de Relaciones Exteriores, y al
doctor don Joaquín Fernando Vélez, en el de Hacienda.
Durante una ausencia del señor doctor Cárdenas se encar-
gó de la Secretaría el Oficial Mayor de ella, don Adolfo
Sicard y Pérez. Mientras se hacía cargo de la Secretaría de
Hacienda el doctor Vélez, la desempeñó también el Oficial
Mayor don Luciudo Almeida; don Sergio Arboleda reem-
plazó luego al doctor Cárdenas, y a aquél, el doctor don Ma-
nuel del Río (v).
Las necesidades de la campaña hacían indispensable
la presencia del General Canal al frente de las tropas; pero
no pudiendo mandar en persona el Ejército, según lo pre-
ceptuaba la atribución 6* del artículo [43 de la Constitu-
ción (vm), dejó el Poder Ejecutivo a cargo del Secretario
de Estado, de mayor edad, que lo era el doctor Manuel del
Río, quien asumió este alto cargo el día 6 de noviembre
del citado año de 1862 (vi£).
Aherrojado en las bóvedas de un castillo de Cartagena,
el Procurador General de la Confederación, don Bartolomé
Calvo, el General Canal, encargado del Gobierno de la Na-
ción, nombró Procurador interino al señor General don
Julio Arboleda (viii), y más tarde, y por excusa de éste,
al mismo señor Calvo, quien ya, para esta última fecha, ha-
bía terminado su período de Procurador (ix), pero ausente
este señor, correspondió al doctor del Río encargarse del
Poder Ejecutivo el día 6 de noviembre de 1862. Durante
el corto período de su Gobierno fue asesinado vil y cobar-
demente el General Arboleda en la tristemente célebre
montaña de Berruecos; la guerra llegó a su término con el
triunfo de los revolucionarios, y el Gobierno de la Confede-
ración cesó de hecho el día 16 de enero de 1863 (x). En
esta fecha el doctor del Río. sus Secretarios de Estado, el
BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
General Canal y algfúa personal de su Estado Ma3'or, se
pusieron en marcha hacia la vecina República del Ecuador.
El tratado que puso término a la guerra fue celebra-
do, en Cali, por el señor General don Gabriel Reyes Patria,
General en Jefe del Ejército revolucionario del Sur, y don
Evaristo Delgado y don José María Bucheli, comisionados
del señor General Canal. General en Jefe de los Ejércitos
de la Confederación.
Este tratado fue aprobado en la misma fecha de su
celebración en Cali, el 29 de diciembre, por el General Re*
yes Patria, y el día 13 de enero siguiente, en Pasto, por el
General Canal (xi).
El doctor Del Río fijó su residencia en el Ecuador, en
donde murió el 16 de enero de 1874, en la ciudad de Gua-
yaquil. Su honorabilidad, nunca desmentida, le hizo acree-
dor a la estimación, siempre constante, de aquella culta
sociedad.
TüLio Samper y Graü
(i) La legitimidad de la Confederación Granadina, por
don Ignacio Gutiérrez Ponce, Boletín de Historia y Anti-
güedades, año VIH.
(ri) Bogotá, enero 13 d« 1915 -Señor don Tullo Samper y Grau.
Presente.
Muy estimado señor y amigo:
La atenta carta de usted, fechada el 30 de noviembre
último, no llegó a mi poder hasta ayer, por haber estado
fuera de la ciudad en los últimos días de diciembre y pri-
meros de este mes.
Respecto de lo que usted desea saber sobre el, General
Leonardo Canal, le diré lo siguiente :
El día 14 de julio de 1861 salí de esta capital, en cali-
dad de posta, llevando unos pliegos del Gobierno para el
General Canal, y se me dijo gue tino de ellos contenia el
nombramiento de dicho General para Secretario de Gobierno,
a fin de gue si llegaba el caso, -pudiera ejercer el Poder Ejecu-
tivo. Entregué dichos pliegos al General Canal, en Pam-
plona, a fines del citado mes de julio.
Sin más por hoy, ofrezco a usted mí cooperación en la
obra que usted ha acometido, y me suscribo su atento ser-
vidor y amigo, Máximo A. Nieto.
(lu) Leonardo Canal, Secretario de Estado del Despacho
de Gobierno y Guerra de la Confederación Granadina,
Gobernador constitucional del Estado de Santander y Ge-
neral en Jefe del Ejército del Norte, considerando:
GOBIERNO DFX GENERAL L. CANAL
1° Que el artículo 42 de la Constitución previene que
en todo caso de falta absoluta o temporal del Presidente
de la Confederación, asumirá este título y ejercerá el Po-
der Ejecutivo uno de los tres Designados que por mayoría
absoluta elegirá el Congreso, designando el orden en que
deberán entrar a ejercer sus funciones, y que cuando
ninguno de los Designados se hallaren en la capital de la
Confederación, o no pudiere por cualquiera otra causa en-
cargarse del Poder Ejecutivo quedará éste, accidental-
mente, á cargo del Procurador General, y en su defecto,
del Secretario de Estado de mayor edad.
2° Que yo fui nombrado Secretario de Estado en el
Despacho de Gobierno y Guerra, por renuncia que hizo el
distinguido ciudadano que lo desempeñaba, señor don Cri-
sóstomo Uribe, a consecuencia de la mortal herida que re-
cibió combatiendo heroicamente en la desgraciada batalla
del 18 de julio de 1861.
3^ Que aun cuando admití oportunamente el destino,
y he sido excitado por varios funcionarios públicos y por
multitud de ciudadanos para que me declare en ejercicio
del Poder Ejecutivo, me he abstenido hasta ahora de ha-
cerlo, con la esperanza^de que lo verificará cualquiera de los
señores Ignacio Gutiérrez o Manuel María Mallarino, Se*
cretarios de Estado' de los Despachos de Hacienda y Re-
laciones Exteriores.
49 Que encontrándose preso, bajo el poder de ios re-
beldes, el señor Gutiérrez, y hallándose el señor Mallarino
en el territorio que los mismos rebeldes dominan, sin li-
bertad para poder pasar a alguno de los Estados en donde
se conserva el orden público, se hallan imposibilitados para
el ejercicio de sus funciones, y que por lo mismo soy yo el
único Secretario de Estado hábil para ejercer el Poder
Ejecutivo.
5° Que habiéndose prolongado la guerra, complicado
los acontecimientos y suscitado cuestiones con algunos
Gobiernos extranjeros que exigen pronta y satisfactoria so-
lución, es de imperiosa necesidad que yo asuma el ejer-
cicio del Poder Ejecutivo tanto para dar unidad a los es-
fuerzos que los empleados subalternos y los buenos ciuda-
danos hacen en defensa de la santa causa de la luz, de la
moral y deja civilización, como para mantener las relacio-
nes de amistad y buena armonía que ligan a la República
con las naciones extranjeras, decreto:
Artículo 19 Por ministerio de la Constitución y de las
leyes asumo el título de Presidente de la Confederación
Granadina, y ejerzo el Poder Ejecutivo Nacional.
BOLKTÍN DE HISTORIA Y ANTIGUKD-<VDE;S
Artículo 2° Nómbrase Secretarios de Estado a los se-
ñores Sergio Arboleda, para el Despacho de Gobierno y
Guerra; Marceliano Vélez, para el de Hacienda; y Manuel
José González para el de Relaciones Exteriores.
Artículo 39 Restablecido que sea el orden público en
todo el territorio de la Confederación, resignaré el mando
en manos del empleado a quien, por la Constitución, corres-
ponda el ejercicio del Poder Ejecutivo, con anterioridad al
Secretario de Estado de mayor edad.
Artículo 49 Les ciudadanos nombrados legítimamen-
te Ministros Plenipotenciarios y Flncargados de Negocio»
de la Confederación en países extranjeros, continuarán en
el ejercicio de sus funciones; también continuarán desem-
peñando sus destinos los demás empleados nacionales, has-
ta que sean reemplazados conforme a las leyes.
Artículo S.° Comuniqúese a los Intendentes, Goberna-
dores de los Estados y demás empleados legítimos de Ir
Confederación.
Publíquese y circúlese — La Unión. 18 de julio de 1862.
Leonardo Canal.
IV. El Presidente de la Confederación Granadina, en
uso de la autorización que le concede el artículo 4." de la
Ley de 30 de abril de 1859, para trasladar, provisionalmen-
te, en caso de grave turbación del orden general, la capital
de la Confederación al lugar que las circunstancias indi-
quen como más conveniente, decreta:
Artículo único. Desígnase, para los efectos legales, la
ciudad de Pasto como capital provisoria de la República.
Dado en Pasto a 26 de julio de \%i¡l— Leonardo Canal.
El Secretario de Gobierno y Guerra, Sergio Arboleda.
V. Don Rafael Ramírez, honorable caballero, digno de
todo crédito y Oficial Mayor que fue de la Secretaría de
Gobierno y Guerra del Gobierno de la Confederación, 1862
a 1863, nos escribió, con fecha 12 de septiembre de 1906,
una extensa carta que reproduciremos en la cota núme-
ro x, de la cual hemos extractado los datos referentes al
Ministerio del General Canal y al del señor doctor Del Río.
Estos datos del señor Ramírez Castro han sido confirma-
dos después con la publicación del libro Don Julio Arboleda
en el Sur de Colombia, el cual contiene una documentación
que por tantos años se creyó perdida. Como omitiera el se-
ñor Ramírez Castro el nombre de pila del señor Almeida,
lo pedimos, con otros datos, al señor doctor don Evaristo
Delgado, quien nos contestó así:
GOBIERNO DEL GENERAL L. CANAL
eBog^otá, abril 7 de 1911 — Señor don Tulio Samper y Grau— Ba-
rranquilla.
«Distinguido señor y amigo : Lleno de pena estoy con
usted por haber retardado mi respuesta a sus apreciables
cartas de 20 de octubre y 12 de diciembre último y 14 del
próximo pasado, porque estuve esperando que me contes-
tara rai lamentado amigo el Ilustrísimo señor Obispo de
Pasto, doctor Perea, acerca de El Esfedador que le pedí
con interés. Desgraciadamente la muerte lo arrebató pre-
maturamente. Igual recomendación he hecho al doctor Ju-
lián Buchelide Pasto, ex-Gobernador de Nariño.
^Res-pecio de los datos que dio a usied el señor don Rafael
Ramírez Castro, a que se reüere su afredahle del 20 de ociu-
hi e, los ratifico en todas sus partes.
«Llene el vacío del nombre del señor Almeida, que es
Lucindo.
«Olvidaba decir a usted que hice una prolija investiga-
ción en la Biblioteca Nacional acerca de El Espectador, de
Pasto, de 1861 a 1863, y sólo encontré unos dos números
finales, que no tienen ningún interés.
«Sin otro asunto por hoy, me es grato suscribirme de
usted afectísimo, obediente, seguro servidor, Evaristo Del-
gado.*
(vi) Artículo 43 de la Constitución de 1858: «Son atri-
budones del Presidente de la Confederación: ...
«6^ Dirigir la guerra como Jefe superior de los Ejérci-
tos y Marina de la Confederación, sin que pueda mandar -per-
sonalmente las fuerzas de mar y tierra, >
(vil) El Presidente de la Confederación Granadina, de
conformidad con lo dispuesto en el artículo 42 de la Cons-
titución Nacional, y debiendo separarse del ejercicio del
Poder Ejecutivo para tomar el mando de una parte del
Ejército, decreta: Artículo único. El Secretario de Estado
de mayor edad, que lo es el señor Manuel del Río, queda
encargado, durante la separación del infrascrito, del Poder
Ejecutivo Nacional — Dado en Pasto a 6 de noviembre de
\^b2—Leona7 do Canal— Dq orden del ciudadano Presiden-
te, el Subsecretario de Hacienda, encargado del Despacho,
L. Ahneida.
(viii) El Presidente de la Confederación Granadina, en
uso^de sus atribuciones legales, y considerando:
1.° Que el señor Bartolomé Calvo, Procurador General
de la Nación, se encuentra preso en las bóvedas de Carta-
gena, bajo el poder de los rebeldes, y que los tres suplen-
tes nombrados para subrogarle, por la Cámara de Repre-
8 boletín de historia y antigüedades
sentantes, en las últimas sesiones del Congreso, han termi-
nado su período.
2*? Que el artículo 35 de la Ley de 29 de junio de 1858,
orgánica del Poder Judicial, ordena que en el caso de falta
absoluta del Procurador General de la Nación, lo subroga-
rá uno de los tres suplentes que por orden numérico nom-
brará cada año la Cámara de Representantes; y que, cuan-
do la falta fuere temporal, o cuando faltaren absoluta o
temporalmente los suplentes, y en los casos de impedimen-
to para intervenir en algún negocio determinado, nombra-
rá el Poder Ejecutivo un Procurador interino, o sustitu-
to, según el caso.
3.** Que, en consecuencia, debe procederse a hacer el
nombramiento del ciudadano que haya de ocupar el puesto
de Procurador General de la Nación.
49 Que este empleado es el llamado por el artículo 42
de la Constitución Nacional, de preferencia a los Secreta-
rios de Estado, a Ejercer el Poder Ejecutivo de la Confe-
deración, en caso de falta absoluta o temporal del Presiden-
te y de los tres Designados nombrados por el Congreso.
5° Que nada es más natural, al tratar de hacer un
nombramiento de tan alta importancia, que escogerá uno
de aquellos ciudadanos que. por sus relevantes cualidades,
haya merecido la confianza de los pueblos y del Congreso,
para llamarlo a la Presidencia de la República.
69 Que el ciudadano General Julio Arboleda es, en la
actualidad, el Presidente electo de la Confederación, pues
en las últimas elecciones nacionales, para proveer ese desti-
no, en propiedad, obtuvo una considerable mayoría de vo-
tos; y además fue nombrado por el último Congreso consti-
tucional primer Designado para el ejercicio del Poder Eje-
cutivo; y
79 Que haciéndose el nombramiento de Procurador
General de la Nación, en el ciudadano General Arboleda,
y entrando como tal a ejercer el Poder Ejecutivo, se con-
sultan a un mismo tiempo el principio de legitimidad y el
de respeto y sumisión a la voluntad soberana de los pueblos
y del Congreso, que sucesivamente lo han nombrado para
Presidente y Designado, decreta:
Artículo único. Nómbrase al ciudadano General Julio
Arboleda Procurador General de la Nación, y excítesele
para que ee haga cargo de este destino, y asuma luego, como
tal Procurador, el título de Presidente de la Confederación,
y entre en ejercicio del Poder Ejecutivo Nacional.
Dado en Pasto a 17 de agosto de 1862- -Leonardo Canal.
El Secretario de Gobierno y Guerra, Manuel del /?lo—El
GOBIERNO DEL GENERAL L. CANAL
Secretario de Relaciones Exterior es, Vicente Cárdenas— Por
el señor Secretario de Hacienda, el Subsecretario, L. Al-
meida.
(ix). El Presidente de la Confederación Granadina, en
uso de la facultad que se le confiere por la última parte del
artículo 35 de la Ley de 29 de junio de 1858. orgfánica del
Poder Judicial, decreta:
Artículo único. Nómbrase al señor Bartolomé Calvo
Procurador General de la Nación, cuyo empleo desempe-
ñará interinamente, entretanto que la Cámara de Repre-
sentantes hace el nombramiento en propiedad, conforme a
lo dispuesto en el artículo 60 de la Constitución Nacional.
Dado en Pasto a 30 de octubre de 1862 — Leonardo Canal
El Secretario de Gobierno y Guerra. Manuel del Rio.
(i) Bogotá, 12 de septiembie de 1906— Señor General don Tulio
Samper y Grau— Barranquilla.
Muy estimado señor General: Circunstancias indepen-
dientes de mi voluntad me habían impedido contestar la
apreciable carta de usted, de 29 de mayo último; y lo hago
ahora con sumo g^usto, por el asunto de que se trata y por
dar a Usted una prueba de afecto y atención.
Envío a usted por separado los datos relativos al Gene-
ral Canal y al doctor Del Río.
Acabo de ver en el Boletín de Histokl\ y Antigüe-
dades (a) un trabajo de usted, al cual le pusieron una nota
en que se dice que el General Canal desempeñó el poder
Ejecutivo hasta el 31 de diciembre de 1862, no siendo sino
hasta principios de noviembre de ese año. como lo verá
usted en mi relación. La nota del periódico no es exacta, y
lo aseguro así porque mi relación la he tomado de apunta-
mientos hechos en la época a que me refiero.
Felicito a usted por sus magníficos trabajos históricos,
de los cuales conozco un laborioso y espléndido cuadro, que
es muy difícil superar.
Quedo profundamente agradecido a usted por la honra
que me ha dispensado con su carta, y por las bondadosas
expresiones con que rae favorece.
Ofrezco a usted mi amistad y mis servicios, y me sus-
cribo de usted deseoso servidor y amigo, Rafael Ramírez
Castro
(a) Número 38, año iv.
10 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Recuerdos de la campafia de 1861 a 1863,
Ei 18 de julio de 1861 fue herido mortalmente, en la
batalla librada ese día en Bogotá, el doctor Juan Crisóstomo
Uribe, Secretario de Gobierno y Guerra^ del señor don
Bartolomé Calvo, quien como Procurador General de la Na-
ción ejercía el Poder Ejecutivo. Por esta causa nombró el
señor Calvo, en reemplazó del doctor Uribe, al señor Gene-
ral don Leonal Canal (b). Según supe después, el nombra-
miento lo llevó al Norte el señor Máximo A. Nieto, quien
vive en esta ciudad; y al General Jenaro Moya le oí decir
que había visto la comunicación que contenía el nombra-
miento mencionado.
El General Canal vino aquí con su Ejército en febre-
ro del año siguiente (1862); yo me le uní antes de llegar a
la capital, y seguí con él hasta el sur de la República.
El 18 de julio de 1862 se encargó el General Canal del
Poder Ejecutivo en el pueblo de La Venta o La Unión, y
gobernó hasta los primeros días de noviembre del mismo
ano.
Como prueba de que desempeñó el empleo de Presi-
dente de la Confederación Granadina, cito los hechos de
haber nombrado Secretario de Gobierno y Guerra al señor
doctor don Sergio Arboleda; de Relaciones Exteriores, al
señor doctor don Vicente Cárdenas, y de Hacienda, al se-
ñor doctor don Joaquín F. Vélez; y de que, posteriormen-
te, nombró Ministro Diplomático ante el Gobierno del
Ecuador al expresado señor don Sergio Arboleda, quien
desempeñó el empleo, pues fue reconocido como tal por el
Gobierno ecuatoriano.
De estos hechos doy testimonio por haber sido testigo
ocular y actor en muchos de ellos, con motivo de haber des-
empeñado el cargo de Oficial Mayor de la Secretaría de
Gobierno y Guerra para que fui nombrado por el mismo
General Canal; y es del caso expresar que no me atengo sólo
a mi memoria al hacer esta relación, sino que la he tomado
de apuntamientos hechos en la época a que me he referido.
El señor doctor don Manuel del Río, cartagenero, re*
Bidente a la razón en Pasto, fue nombrado por el General
Canal Procurador General de la Nación (?), y en calidad
de tal asumió el Poder Ejecutivo en noviembre de 1862, y lo
efetció hasta el 16 de enero de 1863, fecha en la cual salimos
de Pasto para el Ecuador. El General Canal dejó el Poder
para encargarse del mando del Ejército.
Bogotá, septiembre de \^0b— Rafael Ramírez Castro.
(b) Véase la nota número 11.
EL ARCHIVO DEL MARISCAL DE AYACüCHO 11
Olvidaba decir que accidentalmente reemplacé como
Oficial Mayor al doctor Arboleda; que el señor don Adolfo
Sicard y Pérez reemplazó al doctor Cárdenas, por ausen-
cia de éste en una comisión importante del General Canal,
y el señor Almeida, también Oficial Mayor — lo mismo que
el señor Sicard y Pérez, — se encargó de la Secretaría de Ha*
cienda. mientras se hacía cargo de ella el señor doctor don
Joaquín F. Vélez.
El i6 de enero de 1863 salimos de Pasto para el Ecua-
dor, por haberse celebrado un tratado de paz entre el Ge-
neral Reyes Patria y el General Canal — Ramírez Castro.
(xi) Del Boletín Oficial del Gobierno del Cauca, número
103, publicado en/ Popayán el 25 de enero de 1863, tomamos
este documento:
^Confederación Granadina —Estado del Cauca -El General
en Jefe de los Isjércitos de la Confederación — Cuartel Ge-
netal en Pasto, a 13 de enero de 1863 — Ntimero 116.
«Señor General Gabriel Reyes Patria.
<Examinado el convenio de paz que usted me remite
adjunto a su comunicación de 31 del próximo pasado, que
he contestado en esta misma fecha, bajo el número 115, he
dictado la resolución siguiente:
"Apruébase el convenio de paz celebrado el día 29 de
diciembre próximo pasado en la ciudad de Cali entre el
General Gabriel Reyes Patria y mis comisionados, los seño-
res Evaristo Delgado y José María Bucheli."
«Lo que tengo la satisfacción de transcribir a usted
para ios efectos convenientes, reservándome, como lo he
dicho en mi citada comunicación, el derecho de recabaren
la conferencia a que se ha servido invitarme, el otorgamien-
to de otras condiciones que tiendan fexciusivamente ala
efectividad y consolidación de la paz que hemos alcanzado.
«Me repito de usted muy atento, obsecuente servidor,
^Leonardo Canah
Eh flRGBlVO DEfa ÍDflRISCflfa DE flyflCÜCBO
Yale University Ltbrery— New Haven, Conn., agrosto 21—21.
La historia de la revolución de independencia de His-
pano América ha tenido como ulna de sus bases principales
la correspondencia particular del Libertador en las Memo-
rias de O'Leary; los documentos de Blanco y Azpurúa, y el
Archivo de Santander publicado en los últimos años. Pero
12 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
nada se ha estudiado respecto al archivo que debió dejar
el Mariscal Sucre. Laa cartas de éste para el Libertador y
para otros militares de la Independencia se hallan en las
obras mencionadas, pero la correspondencia privada de
estos Jefes para él y los papeles y documentos que necesa-
riamente debió dejar permanecen inéditos, y quizá para
muchos sea desconocida la existencia de este archivo y el
lugar donde se ha conservado.
Por vueltas inexplicables de la suerte, los papeles del
Mariscal Sucre no se guandan en medio del hogar colom-
biano, donde él hubiera querido dejarlos, sino que, digna-
mente apreciados, se conservan bajo la custodia de la Biblio-
teca de la Universidad de Yale, en New Haven, Estado de
Connecticut. Son propiedad particular del ilustre Profesor
Hiram Bingham, quien, siguiendo en 1906 la ruta de los li-
bertadores de 1819, transmontó los Andes hasta llegar a
Boyacá. y escribió luego una obra de viajes por Colombia
y Venezuela, en la que dejó también valiosas páginas de
nuestra historia nacional.
*
* *
«No siempre se recuerda que las primeras colonizacio-
nes de Sur América son anteriores a las de los ingleses en
Norte América en más de cien años — ha escrito el Profesor
Bingham,— y que cuando los puritanos desembarcaron en
las costas de la Nueva Inglaterra en 1621, ya había ciuda-
des de Sur América que podían vanagloriarse de una his-
toria más larga que la que Chicago puede contar ahora.
Cuando Harvard, nuestra más antigua Universidad, era ape-
nas una idea en la mente de unos pocos ingleses, la Univer-
sidad de San Marcos, en Lima, era ya una institución bien
organizada.»
Cuando hemos recorrido los edificios de Harvard en
Cambridge y de Yale en New Haven y hemos repasado laa
colecciones de retratos que guardan en su Memorial Halls^
nos parecen estos casi modernos al recordar el Aula Máxi-
ma del Colegio del Rosario y las galerías de San Bartolomé
en Bogotá, que se remontan a la mitad del siglo xvii.
Cuando en 1718 comenzaron a levantarse los edificios de
Yale que ahora contemplamos, y la Universidad de Har-
vard era apenas sostenida por los recursos particulares de
los colonos ingleses, el Colegio del Rosario ya llevaba más
de medio siglo de existencia y tenía Constituciones aproba-
das por Felipe iv de ICspaña y preeminencias iguales a las
de los Colegios Mayores de Salamanca, todo lo cual hace
del instituto de fray Cristóbal de Torres iuno de los más
antiguos y valiosos principios de la cultura y de la educa-
ción hispanoamericana.
EL ARCHIVO DEL MARISCAL DE I^YACüCHO 13
Ya que no bajo los techos patrios, bien está que a la
sombra de los muros de Yaie se custodien los papeles del
Mariscal de Ayacucho.
♦
Con sólo mencionar este archivo se puede formar idea
de su valor: 2,128 cartas y documentos, en su gfran mayoría
inéditos, que le dan las proporciones de las Memorias de
O'Leary y del Archivo Santander. Son la correspondencia
con Bolívar, Córdoba, Santander, Flores, Salom, Soublette.
Olmedo, Ibarra, los Generales peruanos, ecuatorianos, y
todos los que desde antes de 1820 lo acompañaron hasta
1830. Todas estas cartas y papeles se hallan correctamente
conservados y con índices y numeración adecuada, en cajas
de seguridad de Yale.
O'Connor refiere en sus Meinotias que Sucre era un tra-
bajador infatigable: «Pasaba las noches—dice— escribien-
do sin descanso; él mismo, de su propio puño, a las autori-
dades locales. Curas, etc., y su actividad y laboriosidad nos
tenían a todos admirados.»
Hojeando este archivo hemos hallado confirmada per-
fectamente esta aseveración del General irlandés; hay mul-
titud de documentos, borradores de notas, de proclamas y
cartas de puno y letra de Sucre, y allí puede verse el curso
que iba siguiendo su pensamiento al escribir por las correc-
ciones, entrerrenglonaduras, cambios y borrones que dejó
en los originales. El legajo de documentos número 2025 es
un cuaderno copiador de comunicaciones de 1820, de letra
de Sucre, quien además escribía al margen de las cartas
que recibía. El documento número 1276 es la clave reser-
vada que usaba con los demás Jefes del Ejército del Liber-
tlidor.
El General Urdaneta le escribió desde Angostura el 18
de agosto de 1818:
«Santander segufra dentro de tres días a Casanare con
algunos Oficiales, y puede hacer una campana brillante,
pues como los godos esfán distraídos por el Sur, según di-
cen los mismos reinosos, es muy fácil con mil hombres
apoderarse de las Provincias de Pamplona, Socorro y aun
Tunja >
Los acontecimientos superaron las previsiones de Ur-
daneta, quien quizá consideró demasiado pensar que aque-
lla habría de ser la campaña libertadora de la Nueva Gra-
nada.
Desde Quito, el 3 de diciembre de 1822, envío el Gene-
ral Flores, por orden de Bolívar, el Coronel Maza a Sucre,
para que sirviera a sus órdenes en alguna de las Divisiones
14 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
de SU mando. Sabido es que Maza, a pesar de ser «el ángel
exterminador de las huestes realistas,» era vigilado de cerca
por el Libertador, debido a sus conocidas aficiones en la
vida privada. Al enviarle a Sucre este valiente soldado le
dice Flores: «No tenga a este Oficial sin destino efectivo en
la División, pues por el contrario, quiere Su Excelencia el
Libertador que ejerza comisiones batiéndose, si es posible,
todos los días. ...» Tales eran los soldados de nuestra Inde-
pendencia.
Nombrado Sucre Jefe del Ejército del Sur en reemplazo
de Valdés. inicio la campana de 1821, arreglando ante todo
la situación en el Valle del Cauca, «con su conducta conci-
liadora y sus maneras afables, unidas a la energía y firmeza
de su carácter,» como dice O'Leary. En el archivo pueden
irse viendo las comunicaciones, noticias y órdenes; los inci-
dentes diarios de la campaña, la situación y posibilidades
del Ejército, etc. Los documentos números 1857 A. B, C, D
y F son la relación completa de la oficialidad y tropa que
peleó en Pichincha, con expresión de muertos, heridos, etc.
y luego muchos documentos, de no menor valor, sobre Junín
y Ayacucho, los cuales es verdaderamente emocionante
hojear, pues son los primeros recibidos y expedidos por el
vencedor en aquella gran contienda por la libertad de Sur
América.
En cuanto a las ideas políticas de Sucre, pueden estu-
diarse en su archivo, entreoíros en un documento de su
letra útulaáo J^royecio, bases sobre la ¡ey tundatnentnl de la
limón de los fueblos de Colombia pata que se ado-pten en la
Constitución por el Congreso. Gobierno republicano con
separación de poderes; Presidencia no vitalicia; poderes
sin facultades extraordinarias; resfionsabilidad de los Mi-
nistros ante el Ministerio Público; voz de los Ministros en el"
Congreso y facultad de presentar proyectos; Administra-
ción departamental, civil, separada de la militar; igualdad
legal; seguridad personal; inviolabilidad de la propiedad;
libertad de imprenta, y derecho de petición. Si se estudian
estas bases de acuerdo con la situación de entonces, con
los rumbos que iba tomando la política suramericana; con
las diversas tendencias con que se iniciaba la vida indepen-
diente de las Repúblicas separadas de España, surgirá ía
figura civil del mandatario de Bolivia, del Presidente del
Congreso Admirable de 1830, y se hallará quizá la clave de
muchos acontecimientos trascendentales que son todavía
una incógnita por despejar en la historia de Sur América,
*
* *
La pluma de los contemporáneos y de loa historiadores
de Sucre se ha complacido en alabar la figura moral de
EL ARCHIVO DP:L MARISCAL DE AYACüCHO 15
Sucre. Bolívar envainó la espada, a raíz de Ayacucho. para
escribir su biografía: «El era el alma del Ejercitó en que
servía; él metodizaba todo; él lo dirigía todo, más que con
esa modestia, con esa gracia con que hermosea cuanto eje-
cuta.> En 1821 había dicho a O'Leáry: «Sucre tiene los
conocimientos profesionales de Soublette; el bondadoso ca-
rácter de Briceño, el talento de Santander y la actividad de
Salom.» Y a Perú de la Croix le dijo: «Sucre es la cabeza
mejor organizada de Colombia .> Y cuando l^legó a San-
ta Marta la noticia de la maldita Berruecos, exclamó con
dolor: «¡Santo Dios! Han matado a Abel.í^ "^
El protector San Martín escribió sobre Sucre:
«Bravo y activo en alto grado, reunía a estas cualida-
des una prudencia consumada, y era un excelente adminis-
trador. No sólo poseía mucha instrucción, sino también
conocimientos militares más extensos quizá que los del Ge-
neral Bolívar.*
El chileno Vicuña Mackenna lo ha llamado «el Was-
hington del Sur,» y el venezolano Villanueva dice: «A los ím-
petus de Bolívar sabía oponerle la extremada delicadeza de
su modestia siempre pura, y a sus caprichos derivados de su
temperamento y de su índole dominadora y absoluta, con-
testaba siempre con respuestas sencillas pero lógicas, reves-
tidas de formas suaves y seductoras.» Era pues el elemen-
to necesario al lado de Bolívar: era el contrapeso, la reflexión,
la meditación al lado de los desbordes de la imaginación
genial. Así fue como, completándose el uno al otro, realiza-
ron los hechos gloriosos que crearon a Colombia en Boyacá,
al Ecuador en Pichincha, a Bolivia en Junín, a Venezuela
en Carabobo, al Perú en Ayacucho: cada victoria creó una
patria y fundó una República.
Pero Sucre era todavía más, por cuanto con su genero-
sidad y su benevolencia sellaba los triunfos sobre sus enemi-
gos: el tratado de 1820, que negoció con Morillo, era digno de
su alma; como dijo Bolívar: «la benignidad, el genio de la be-
nevolencia lo dictaron.» El más reciente de los biógrafos de
Bolívar, el Profesor de Historia de la Universidad de Co-
lumbia en Nueva York, Mr. G. A. Sherweil, dice así; «Es
difícil concebir cómo Sucre pudo tener enemigos; él, que
fue quizá la más pura, la más bondadosa figura de la inde-
pendencia de toda la América; él, que todo era generosidad,
perdón y benevolencia.» («It is diffu«jalt to conceive how
Sucre could have had enemies. he who waa perhaps the
purest and kindest figure of alí the América war cf inde-
16 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
pendence; all generosity, forgiveness and benevolen-
ce>).(l).
Sucre era, en suma, <el copo de nieve sobre el charco
de sangre,» como dice C. Pereira, y según la fórmula defi-
nitiva hallada por Bolívar, «era la piedad aplicada a la
guerra.'
Su archivo conservado como una reliquia en la Univer-
sidad de Yale^s una base de documentación que ha de con-
firmar o de rectificar muchas páginas de historia, y una
fuente de inspiración que siga guiando la vida política de
Hispano Americana por las sendas de la justicia, de la tra-
dición y de la verdad que señaló la espada del Mariscal de
Ayacucho.
Nicolás García Samudio
Eh flRC5L170 DEh GEHERAh SflHCfinDER
Señor Presidente de la Academia Nacional de Historia — Presente.
Nombrados por la Academia para desempeñar una
comisión relativa al archivo del General Santander, tene-
mos el honor de presentar a la corporación el siguiente
informe:
Para investigar los hechos oyendo previamente a los
señores don Ernesto Restrepo Tirado y don Juan B. Pérez
y Soto, y poner de nuestra parte los medios tendientes a
la consecución del archivo para la Academia, como así lo
acordó ésta, dirigimos sendas comunicaciones a dichos se-
ñores, con copias auténticas de las proposiciones de 19 de
agosto y 19 de noviembre del año próximo pasado, y pre-
sentamos al señor Juez 3*? del Circuito de Bogotá, en lo
criminal, que tiene a su conocimiento el asunto, una nota
sobre el particular.
El señor Restrepo Tirado contestó en carta de que ya
dimos conocimiento a la Academia, carta que se insertó,
en parte, en el acta de una sesión reciente; la Comisión
aún no ha recibido respuesta del señor Pérez y Soto. Tan
pronto como la contestación llegue a nuestro poder, dare-
mos conocimiento de ella a la Academia.
El señor Juez citado tuvo a bien nombrarnos peritos
para que diésemos concepto sobre ciertos puntos que for-
muló, y puso en uuestro poder el archivo para el estudio.
Después de un examen detenido délos papeles, cartas y
documentos, en que empleamos varios meses, presentamos
(1) Simón Bolívar. A sketch of his Ufe and his work. Washing-
ton, 1921.
EL ARCHIVO DEL GENERAL SANTANDER . 17
el concepto oficialmente al Juzgado, y solicitamos por es-
crito de éste que en atención al encargo que nos dio la
Academia, al concepto pericial y a que el instituto ha
acordado continuar la publicación del archivo, se deposite
éste en la Academia hasta que se decida por la justicia or-
dinaria la cuestión pendiente en tan delicado asunto, para
lograr la conservación y seguridad de lo que resta de tan
valiosos papeles. Advertimos al Juzgado que los académicos
que designe como depositarios están prontos a dar las se-
guridades previas que se exijan.
Presentamos atentamente a la Academia un ejemplar
del concepto que rendímos al Juzgado, y en atención a él
nos permitimos proponer:
Dése conocimiento al Gobierno, por el conducto re-
gular, del concepto sobre el archivo del General Francisco
de P. Santander, dado por la Comisión nombrada por la
Academia, con el fin de que si lo estima conveniente en
vista del estudio que haga el señor Procurador General de
la Nación, se inicie la acción civil respectiva en defensa de
los derechos de la República (1).
Del señor Presidente muy atentos servidores,
Jesús M. Henao— Rufino Gutíbrrez — Maximiliano
Grillo.
Bogotá, octubre de 1921.
CONCEPTO PRESENTADO A LA ACADEMIA CON EL INFORME ANTERIOR
I
Sefior Juez 3? del Circuito de Bogotá, en lo Criminal — Presente.
La Academia Nacional de Historia, a la cual tenemos
el honor de pertenecer, y usted, nos han honrado con la
delicada y trascendental comisión relativa al archivo del
ilustre Hombre de las Leyes, que vamos a desempeñar, ver-
dad sabida y buena fe guardada, en la exposición que sigue.
Recibimos del Juzgado varios paquetes envueltos en
periódicos y algunos tomos que contienen cartas y docu-
mentos manuscritos pertenecientes al inapreciable archivo
de que se trata. Examinamos detenida y minuciosamente
cada uno de los paquetes y tomos, y esa labor silenciosa y
paciente explica y justifica el lapso necesario para poder
elaborar o dar forma a nuestro concepto. No hemos leído
todos los documentos, porque no era preciso; nos hemos
(1) La Academia aprobó esla proposición por unanimidad de
votos, después de leído el concepto que sigue.
rxv— 2
18 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
concretado a los más importantes de cada volumen, para
poder dar idea de su contenido, teniendo presente la consi-
deración de que muchos de ellos corren publicados en diez
y siete volúmenes por una Comisión de la Academia.
Como resultado del examen o estudio, presentamos por
separado, en cuatro fojas útiles, una relación del conteniio
de cada paqueteo tomo, del número de documentos de
cada uno y de sus folios, de la cual resultan: 31 paquetes
(incluyendo los tomos empastados) que contienen 2,501 do-
cumentos y cartas, con un total de 5,456 folios, salvo error
u omisión. En resumen, los paquetes son 24, formados por
cartas y documentos que fueron desprendidos o descosidos
de los tomos o volúmenes de que hacían parte, según el plan
o sistema que se empleó hace años en su encuademación; y
los tomos o volúmenes empastados e intactos, conforme los
arregló el benemérito servidor y cultivador de la historia
nacional, señor don Roberto Suárez, son 7, así, según reza
el lomo de cada uno: tomo xv, 1826-1827; tomo xvi, 1828-
1831; tomo xvii, 1831-1832; tomo xvm, 1832-1834; tomo
XIX, 1834-1835;^ tomo xx, 1835-1836, y tomo xxi, 1836-
1837. Estos volúmenes intactos forman hoy lo que queda,
entre lo que nos ha entregado el Juzgado para el estudio,
del antiguo arreglo del archivo que llevó a cabo el citado
señor Suárez.
Damos por incorporada aquí la relación del contenido
actual del archivo que hemos formulado por separado para
8U mejor consulta, yllamamos la atención a que enella no se
computan los documentos y folios de los paquetes números
XIV y XX, porque juzgamos que no pertenecen al archivo
del General Santander. Además debe quedar constancia
de que todos los paquetes estaban cerrados y con la indica-
ción cada uno del contenido de los folios, contenido que en
algunos resultó mayor o menor al verificar la cuenta de ta-
les folios.
Estudiamos también las diligencias del juicio ordinario
que se ventiló en el Juzgado 3° del Circuito de Bogotá, en lo
civil, iniciado por el señor don Ernesto Restrepo Tirado,
en su carácter de cónyuge de la señora doña Clementina
Suárez Santander, contra la señora doña María Costa de
Suárez y los señores don Laureano García Ortiz y don Luis
Soto L., y en ellas consta la diligencia de entrega judicial
del archivo, en 13 de abril de 1916, al señor Restrepo T. Ni
en esa entrega ni en la que se hizo primeramente al depo-
sitario nombrado, señor don José Joaquín Guerra, consta un
detal o índice de cada volumen; apenas se indican el número
de documentos y el de los folios de cada tomo. Presentamos
por separado la relación de esa entrega judicial, real y ma-
terial, verificada en la fecha expresada, la cual formu-
EL ARCHIVO DEL GENERAL SANTANDER 19
lamos teniendo a la vista las diferentes dilig'encia» de en-
trega que hizo el Juzgado al depositario señor Guerra, y
aparece de ella que el antiguo archivo se componía de vein-
titrés tomos, que el número de documentos alcanzaba a 3,336
y los folios a 7.546. Además resulta también el número de
documentos que contenía cada tomo, y que los quinto y déci-
mo estaban formados con la correspondencia del Libertador
Bolívar con el General Santander. Comparada esta relación
con la del contenido actual de que ya hicimos mérito, apa-
rece, salvo error u omisión, que el archivo no está com-
pleto: faltan 835 documentos, o 2,090 folios. Esta grave mu-
tilación se nota en nuestra relación separada, pues en ella
no figuran cartas o documentos originales de Bolívar, de
Sucre y de algunos otros personajes o servidores públicos.
La excepcional colección de documentos manuscrito»,
originales, que constituyen el archivo, es de tan grande im-
portancia histórica, que aclara, adiciona o complementa las
demás que existan sobre la historia de la revolución de in-
dependencia de los países de la América Española, sobre la
constitución y existencia efímera de la Gran Colombia y
sobre la organización de la Nueva Granada, hoy nueva Co-
lombia. Bastaríaleer cualquiera de los diez y siete volúme-
nes publicados^ para persuadirse de esta verdad, que es ya
de pública notoriedad. En una palabra, diríase que, sin el
archivo, la historia de la emancipación quedaría incompleta,
y la de nuestro país sin raíces sólidas que la sustenten; y
esto se deduce fácilmente si bien se mira la posición influ-
yente de Santander, su intervención directa en las armas y
en la Administración Pública, su época y la colaboración de
los diferentes personajes y hombres públicos que contribu-
yeron, cual más, cual menos a la obra común: América li-
bre.
La verdad sobre la importancia del archivo resulta ma-
nifiesta en las mismas diligencias del juicio ordinario de
que arriba hicimos mérito, seguido por el señor Restrepo
Tirado. Trayendo a la vista esa actuación, aparece que di-
cho señor, en el incidente sobre embargo o depósito preven-
tivo del archivo, levantó una información de declaraciones
de testigos a fin de establecer este hecho capital que for-
muló él mismo en estos términos: «Que el archivo que ac-
tualmente se halla en poder de Laureano García Ortiz se
compone de gran número de documentos de importancia
que pueden ser sustraídos, transportados, ocultados o em-
peorados, con grave perjuicio para Colombia, para la histo-
ria de la República y para los representantes de la sucesión
del mencionado General Santander.» Los testigos aducidos
fueron los académicos señores don Pedro María Ibáñez, don
20 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Nicolás García Zamudio y don José Dolores Monsalve, quie-
nes afirmaron tal hecho; y el señor Restrepo Tirado, al pre-
sentar esa prueba para pedir revocación del auto en que se
negó el embarg"o preventivo, dijo en su memorial: «En tres
fojas útiles presento una información sumariade testigos há-
biles y notoriamente honorables, para comprobar que el ar-
chivo del General Francisco de Paula Santander, que actual-
mente se halla en poder del doctor Laureano García Ortiz,
se compone de gran número de documentos importantes,
que pueden ser sustraídos, transportados, ocultados o
empeorados con grave perjgicio no sólo para los herederos
sino para los intereses de Colombia.> Más adelante, tratán-
dose de la naturaleza de una fianza, dijo el mismo señor
Restrepo Tirado en otro escrito: *A pesar de que es pú-
blico y notorio que el mencionado archivo tiene un valor
inapreciable para Colombia, y que aun considerado en el
solo carácter económico tendría que apreciarse en muchos
miles de pesos, mal podría determinarse que fianza de-
bería prestarse por el doctor García Ortiz.» Además, el
señor Magistrado que decretó el embargo preventivo,
en auto de 14 de noviembre de 1913 dijo: «Dejando a
un lado lo que tiene de importante para el país y para
la humanidad la conservación de los documentos relativos
a la vida pública de un hombre como el General Santan-
der, uno de los fundadores de la nacionalidad colombia-
na, militar y estadista en grado eminente, dejando aparte,
porque de todos es sabido que una nación sin historia es-
crita es una simple expresión geográfica , . . . >
Bien puede concluirse, pues, que nuestro concepto so-
bre la importancia o valor histórico del archivo, no es ais-
lado: se respalda en el de los notables académicos citados,
señores Restrepo Tirado, Ibáñez, García Zamudio y Mon-
salve, y en el muy valioso del Juez señor doctor José G. La-
borde, quien fue alta mentalidad bien conocida y apreciada.
Pero hay todavía más: el concepto de los extraños cristali-
zará mejor nuestro pensamiento sobre la importancia del
monumento histórico de que hablamos. La obra «Memorias
del Perú en el arbitraje sobre sus límites con el Ecuador,
presentada a Su Majestad el Real Arbitro, por don Maria-
no H. Cornejo y don Felipe de Osma, Plenipotenciariosdel
Perú— tomo 2.°, Barcelona. Imprenta de Henrich y Cía.
en conmandita. Calle de Córcega, 348. 1916, > — trae fotogra-
fiada en varias láminas una carta perteneciente al archivo,
fechada en Guayaquil en agosto 3 de 1822 y dirigida por
Bolívar a Santander, en la cual se lee este párrafo: «Tenga
usted entendido que el Corregimiento de Jaén lo han ocu-
pado los del Perú, y que Mainas pertenece al Perú por
ÉL ARCHIVO DEL GENERAL SANTANDER 21
una Real Orden muy moderna; que también está ocupada
por fuerzas del Perú. Siempre tendremos que dejar a Jaén
por Mainas, y adelantar si es posible nuestros límites de la
costa más allá de Tumbes. Yo mej informaré de todo en el
viaje que voy a hacer, y daré parte al Gobierno de mi opi-
nión.> Los señores Plenipotenciarios peruanos comentan
así: *E1 Perú debería presentar este párrafo al augusto ar-
bitro en letras de oro. Es su defensa suprema e incontes-
table. Todas las frases de este período revelan un pensa-
miento político, y a pesar de su forma, o más bien por ella,
descubren la verdad de los hechos. . . . Bolívar no pudo pre-
ver que al escribir estas líneas dictaba la sentencia en un
pleito que se iba a resolver ochenta y cuatro años más tarde*
(páginas 175 y 181). Esta carta desapareció del archivo
como todas las demás de Bolívar, y fue publicada enjel vo-
lumen VIH del Archivo Santander^ páginas 340 a 344. Dire-
mos de paso que para que las líneas de Bolívar tengan toda
la importancia de una sentencia irrevocable que se les su-
pone, el arbitro debe pesarlas y compararlas con estas otras
del mismo autor en carta dirigida a Santander posterior-
mente, desde Quito, en 30 de enero de 1823: «Por esta con-
sideración—dice— mi opinión es que nosotros debemos hacer
la paz. si podemos lograr esta inmensa ventaja, aunque
sea aisladamente y sin contar con otro Estado que con Co-
lombia sola. Bien entendido que las Provincias de Braca,
Moros y Mainas deheti quedar por nosotros, segtín los limites
de i8io.'> (Volumen ix del Archivo citado, página 223).
Dado lo hasta aquí expuesto, creemos que se ostenta para
el Juzgado a quien tenemos el honor de dirigirnos, y para
todos, brillante y victoriosa, la verdad del valor histórico
del archivo del General Santander; y si esto es incontesta-
ble, conceptuamos que conforme al espíritu del Decreto
legislativo número 21 de 8 de marzo de 1906 {Diafo Ofi-
cial número 12594), el archivo quedó incluido entre los
objetos que por su carácter singular y reconocido valor
histórico no podían desde aquella fecha sacarse del país «sin
previo permiso del Gobierno, por conducto del Ministerio
de Instrucción Pública. > Verdad es que tales manuscritos
no quedaron expresamente señalados allí, pero los casos que
señala el artículo 2*? de! Decreto son ejemplos, y la razón de
ser de la prohibición admite la misma disposición para el
caso o ejemplo que se contempla. Si hoy se pensara en sacar
nuevamente el archivo del territorio de la Nación, el acto
quedaría sujeto alas disposiciones de la Ley 47 de 1920.
hacia la cual llamamos respetuosamente la atención de las
autoridades que deban intervenir en la fiel ejecución de las
leyes.
22 BOLETÍN DE HISTORIA V ANTIGÜEDADES
ir
Se dijo antes que el benemérito señor don Roberto
Suárez arresfló el archivo, y conviene darle a esta afirma-
ción toda la amplitud conveniente, para dejar la verdad his-
tórica en su natural asiento. El señor Suárez se sirvió bri-
llantemente del archivo para publicar varios artículos de
carácter histórico en la muy conocida y apreciada revista
mensual El Repertorio Colombiano^ del distinguido pu-
blicista doctor don Carlos Martínez Silva. En ella vieron
la luz, entre otros estudios con documentos del archivo,
Colombia y Cuba, José María Córdoba y La Romántica
Aventura. De éste es el traslado que va a hacerse de una
pág^ina que da a conocer la historia o las vicisitudes del ar"
chivo durante muchos años.
El señor Suárez inserta el sigfuiente párrafo dei doctor
Dieg:o Mendoza: «Cuenta el señor Ricardo Becerra que el
General Santander dio orden a sus albaceas testamentarios
de que su archivo fuese oportunamente aprovechado en
servicio de la historia patria. El señor Roberto Suárez,
actual poseedor de ese archivo, ha comenzado a hacer uso
de él conforme lo habrán visto los lectores de ^//P^^^y^/o-
rio Colombiano y La Crónica.> «Me sorprende mucho— con-
tinúa el señor Suárez — que el doctor Mendoza haya bus-
cado la lejana referencia del señor Becerra, pudiendo
apelar a una más cercana y mejor informada, como es la
del mismo doctor Mendoza, a quien le constan mejor que al
señor Becerra los hechos que voy a relatar, pues ha estado
riendo en mi casa ese archivo desde que era una masa in*
forme de papeles, hasta que se convirtió en una colección
ordenada, empastada y con sus índices completos. . . . En la
cláusula 34^ encarg-a (testamento de Santander) encareci-
damente a sus albaceas "designar y recompensar a la per-
sona que se encargue de arreglar todos mis papeles oficia-
les y particulares y escribir, según ellos y los papeles im-
presos, una especie de historia de mi vida pública y de
mis servicios a la patria, que acredite a la posteridad que
he procurado ser un ciudadano útil a ella."
«En consecuencia de esas disposiciones, emprendió la
ardua labor el respetabilísimo doctor Francisco Seto, su
compadre y el mejor de sus amigos, como lo califica en el
mismo testamento; labor que fue, por desgracia, detenida
por su muerte ocurrida poco tiempo después.
«La familia del finado doctor Soto devolvió el archivo
a la viuda del General Santander, en cuyas manos estuvo
hasta el año de 1858, en que le fue entregado con e! mismo
objeto a los señores doctores Ezequiel Rojas y Carlos Mar-
EL ARCHIVO DEL GENERAL SANTANDER 23
tía. Ellos lo devolvieron en 1862 (sin llevar a cabo trabajo
alguno que yo sepa), conservando el doctor Martín en su
poder algunas piezas muy notables, que son las que está
hoy publicando en La Revista Ilusiiada el señor don Pe-
dro Carlos Manrique.
«En 1868, próximas a ausentarse del país las dos hijas
del General Santander, creyeron que el eminente doctor
Manuel Murillo érala persona adecuada para emprender
ese trabajo, y le entregaron el archivo acompañado de una
carta tan bellamente escrita como noblemente contestada,
y que siento no tener entre mis papeles para darme el pla-
cer de publicarla.
«No era esta elección, sin embargo, la más a propósito
para llevar a cabo la tarea. El gran talento del doctor Mu-
rillo no estaba acompañado de cualidades pacientes, que
reñían con su carácter batallador y con esas dotes de man-
do que le dieron tan firme autoridad en su partido.
«Un día del año de 1876 me mandó llamar el doctor
Murillo a su casa, y me dijo poco más o menos las palabras
siguientes: "Estos baúles que están aquí encierran el archi-
vo del General Santander; yo no los he abierto siquiera
para emprender el trabajo que me suplicaron sus hijas,
porque me siento ya muy viejo y muy cansado. Natural-
mente ya no viviré mucho tiempo, y muchas noches no he
podido dormir pensando que estos papeles pudieran extra-
viarse. Quiero que queden en manos seguras, y por eso
le suplico que se los lleve ahora mismo, lo cual me quitará
una gran preocupación. Usted está joven, y debe erapren*
der esa tarea. . . "
«Por muchos años no di principio al trabajo material
de ordenación de ese archivo, porque rae arredraba la
enormidad de la labor, a pesar de haber sido generosa"
mente estimulado a ello con delicadas instancias de la única
hija sobreviviente del General Santander, la distinguida y
brillante señora doña Clementina Santander de Freyre.
«No encontrándome con fuerzas para tanto, le ofrecí
que yo me haría cargo del trabajo material si una inteli-
gencia de primera línea se encargaba de su dirección.
Aceptado por ella, vino, como era natural, el primero a
nuestro espíritu el nombre del doctor Santiago Pérez, a
quien ambos escribimos en un mismo día. . . . Por desgra-
cia las circunstancias prácticas del doctor Pérez le impedían
por entonces consagrarse a esta tarea, y me contestó la
carta que transcribo como un documento grandemente su-
gestivo y de grave importancia: "Mucho le agradezco (ha-
bla el doctor Pérez en carta de 23 de febrero de 1884, diri-
gida al señor Suárez) la espontaneidad enteramente amis-
24 BOLETÍN DE HISTORIA V ANTIGÜEDADES
tosa con que se ha servido suministrarme informes acerca
de los materiales allegados para escribir la vida del Gene-
ral Santander, y acerca también de las vicisitudes sobreve-
nidas en la ejecución de este trabajo.,.. Por desgracia
para mí, el asunto, del modo como se presenta, queda fuera
de mi alcance, pues resulta que el trabajo está todo por
hacer.... Semejante labor exige una aplicación absoluta
por tiempo suficiente y con dotes y medios proporcionales.
Temeridad fuera intentar el llevarla a cabo como por dia-
tracción de afanosos quehaceres cotidianos y de las aten-
ciones de todo género que son indeclinables eo una vida ya
gastada y siempre jornalera como la mía. Así es que, sin
agregar sobre el asunto más que la expresión de mis agra-
decimientos por la buena opinión que de mis aptitudes ha
sido manifestada, le pongo término aquí. > . . "
«Después de este paso (sigue el señor Suárez), di mu-
chos otros. En dondequiera que yo veía asomar una dote
de estudio, una inteligencia, una aptitud, buscaba el medio
de comprometerla para este fin. Entretanto principié a
clasificar y poner en orden ese archivo, convirtiéndolo de
un cúmulo aterrador de papeles en degreño, en una colec-
ción de tomos empastados, con sus índices minuciosos,
constante de 3,476 cartas y documentos elegidos entre los
de mayor importancia, en donde campean las firmas de
Bolívar y San Martín, Sucre y O'Higgins, Zea y Nariño,
Anzoátegui y Manrique, Urdaneta y Páez, Roscio y Osorio,
Restrepo y Gual, BriceSo Méndez y Córdoba, Joaquín
Mosquera y Aranzazu, Alejandro Vélez y Flores, Revenga
y Nariño, Vargas Tejada y Márquez, Cuervo y Arismen-
di. Castillo Rada y Soublette, Lacroix y Fortoul, Concha
y Nariño, París y Brion, el Padre Blanco y Cortés Mada-
riaga, Azuero y Padilla, Borrero y Sarda, Peñalver y Ló-
pez Méndez, García del Río y Herrán, Fernández Madrid
y Olmedo. López y Pombo, Obando y Narvarte, Floren*
tino González y Arganil. A eslo he agregado una colección
de obras de historia, cuadernos, hojas sueltas y periódicos,
del tiempo todos de la Gran Colombia, que en número de
cerca de 400 volúmenes constituyen una de las más comple-
tas colecciones del país. Y tengo la vanidad de creer que no
sea inferior en cantidad de libros impresos a las de los
señores doctor Vicente Restrepo y don Antonio Clavijo
Duran, ya que como riqueza en documentos inéditos y ori-
ginales no creo que tenga rival en Sur América.
«Recuerdo, entre otros, haber solicitado la colaboración
de los señores José Ignacio Escobar, Juan Manuel Rudas,
Facundo Mutis Duran, José Camacho Carrizosa, Laureano
García y Diego Mendoza. Justamente invité a los tres últi-
EL ARCHIVO DEL GENERAL SANTANDER 25
mos a que lleváramos a cabo la obra por períodos, encar-
gándose cada uno de una época perfectamente separada
por los años como por la índole de las circunstancias. Esta
vez fue la única que el proyecto asumió una forma seria, y
muchas noches y muy gratas pasamos en mi casa, Mendoza,
Camacho, García y yo discutiendo los detalle» y tratando
de ponernos de acuerdo en el método de la exposición. A mí
me tocaba la parte primera hasta el año de 1826, excluyendo
lo relativo aK empréstito, de lo cual debía hacer el señor
Laureano García una monografía separada; al doctor Men-
doza, de 1826 a 1830, y al doctor Camacho lo relativo a la
Nueva Granada, de 1830 a 1840. Forma tan definitiva tomó
el propósito, que el doctor Camacho me pidió, y le di con
el mayor placer, una gran parte del archivo de la época que
a él correspondía, sin que hasta ahora me haya ocurrido
reclamársela.
<Poco antes de iniciar esta asociación, había creído yo
de mi deber dar parte de mi intento a la señora doña Cle-
mentina Santander de Freyre, como la persona más intere-
Bada en su ejecución, y al eminente doctor Poción Soto. . , »
El señor Suárez inserta la carta que en 16 de abril de
1895 dirigió al doctor Soto, en la cual le dijo, entre otras
cosas: «Pues bien, el General Santander manifestó su vo-
luntad de que su biógrafo fuera el respetable doctor Soto,
y es tradicional en mi familia (varias veces lo oí a mi tío
Antonio María Silva y a mi padre) que él dio principio a
su trabajo. Si fue así, ¿existirá? El tuvo poco tiempo para
ello, pues murió pocos años después, pero si algo hizo, sería
ese trabajo de gran precio y un excelente derrotero.» El
señor doctor Foción Soto contestó desde Maracaibo, en
carta de 20 de mayo de 1895: «Cuando S. Camacho Roldan
escribió el ligero boceto biográfico a que usted se refiere,
me interesé vivamente con él para que acometiese la obra
de escribir la historia documentada de esa vida tan corta
como llena, pero me contestó que carecía de tiempo para
ello y sobre todo de documentos, pues él probablemente
ignoraba el paradero de los que estuvieron en manos de los
señores doctores Rojas y Martín, lo que también me era
desconocido. Ahora bien, es cierto que mi padre se encargó
de escribir esa historia, y desde cierto punto de vista era el
más llamado a hacerlo, pues nadie mejor que él podía estar
al cabo de multitud de incidentes y circunstancias que co*
bijaron a esos dos amigos casi inseparables, aun cuando
esta misma ventaja debería naturalmente quitar a la obra
la imparcialidad necesaria. La muerte sorprendió a mi pa-
dre en 1846, sin que hubiese podido sino iniciar su trabajo,
del cual tenía escrita precisamente la parte menos impor*
26 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
tante, si se quiere, desde 1810 hasta 1819 o 1821. Esa parte,
puesta en limpio, fue entregada a la señora viuda del Ge*
neral Santander; yo suponía que ese escrito hubiese corrido
la suerte de todos los demás documentos que mi padre reci*
biera, y que eran como tres o cuatro baúles de impresos y
manuscritos, todos los cuales creía yo estaban completa-
mente perdidos o a lo menos mutilados. Mi padre dejó al-
gunos manuscritos, los cuales tenía yo, así como el borra-
dor de ese principio de historia, pero desgraciadamente se
perdieron en el terremoto de Cúcuta en 1875, y entre ellos
estaban las cartas que el General Santander había escrito a
mi padre. ...»
«La hija del General Santander (sigue el relato del se-
ñor Suárez), en carta de 20 de septiembre de 1896, me dice
lo siguiente: "El proyectoque usted me comunica sobre la
magna obra que ha emprendido, me ha henchido el corazón
de júbilo: al resplandor de la gloria que ella dará a mi padre,
todas mis ansiedades y los mezquinos intereses del presente
desaparecen. Usted sabe que este ha sido uno de los votos
ardientes de mi alma, no sólo porque soy su hija, porque
es la herencia inmortal que lego a mis hijos, sino porque
fue la suprema voluntad de mi madre, que si dejó el mundo
con dolor, fue porque esta parte de su misión quedaba por
llenarse. Mi gozo es completo porque sea usted el autor de
esa obra."
«Estos hechos son como los he narrado, y celebro que
el doctor Mendoza me haya dado ocasión para hacerlos
conocer, más hoy, después de un suelto que trae el número
310 de La Crónica^ cuyo autor me es desconocido, en que
se insinúa la idea de que el Gobierno celebre un contrato
conmigo para la publicación del archivo del General San"
tander. Ellos explicarán mi perseverante esfuerzo para
conseguir un resultado, en servicio del cual he puesto mi
mejor voluntad, pero que las proporciones de la obra, a la
cual sería necesario dedicar toda una vida, han hecho tan
difícil." {^El Repertorio Colombiano, volumen xviii, pági-
nas 406 3 416).
Hasta aquí el interasante relato del señor Suárez, que
persuade que él salvó el archivo de una pérdida total, lo
ordenó y empastó, lo mantuvo en seguridadad, y con gran
celo y patriotismo quiso realizar la magna obra de publicar
la vida documentada del General Santander. Conviene ano-
tar que el señor Suárez, tenaz en su empeño, presentó a
las Cámaras Legislativas de 1898 un memorial, en el cual
ofreció el archivo para que fuese publicado por la Nación.
La idea o el propósito de una publicación nacional
aparece claramente manifestado en el documento o acta
EL ARCHIVO DEL GENERAL SANTANDER 27
que insertó el Tribunal Superior en el auto de 14 de no-
viembre de 1913, en que decretó el secuestro preventivo
de los volúmenes empastados que constituyen el archivo. En
efecto, la muerte sorprendió en sus pasos al señor Suárez,
y su muy apreciable viuda, la señora doña María Costa de
Suárez, confío los tomos arregflados a la custodia y vigilancia
de una Junta depositaria, compuesta de los señores don
Fraocisco de la Torre, don Pablo Valeozuela, don Luis
Soto L., don Manuel de Freyre y Santander y don Lau-
reano García Ortiz. Consta en dicha acta que el señor don
Eduardo Posada, «comisionado por el Gobierno para los
fines de la reunión, y como tal invitado a ella, se había visto
obligado a excusarse por atenciones ineludibles en el Minis-
terio de Relaciones Exteriores,» y que «la señora Costa de
Suárez manifestó a los concurrentes que tratándose déla
publicación de tan valioso archivo, publicación que el Go-
bierno Nacional se proponía hacer a costa de la Nación y
en homenaje a la memoria de tan grande hombre de Estado,
ella se creía en el deber, como actual depositaria del archivo,
de disponer lo conveniente para que tal publicación se hi-
ciese en un todo de acuerdo con los deseos del General San-
tander y ajustándose al plan que su finado esposo el señor
Roberto Suárez había determinado en cumplimiento de
aquellos deseos; que proponiéndose ella ausentarse próxi-
mamente del país, había pensado en la constitución de
una Junta depositaria de tan importantes documentos, en-
cargada de su custodia y de dirigir y reglamentar de
acuerdo con el Gobierno su publicación.... En seguida se
trató de la manera práctica de principiar a dar cumpli-
miento a la comisión, y se fijaron algunos puntos de detalle
que se convino en dejar para próxima ocasión su adopción
definitiva.» Esta acta lleva la fecha de 1^ de junio de 1906.
III
La Junta depositaria conservó el archivo por varios
años, y vino luego el juicio ordinario de que al principio se
ha hablado, el cual terminó con sentencia del Tribunal Su-
perior del Distrito Judicial ie Bogotá, de fecha 29 de no-
viembre de 1915, que resolviólos siguientes puntos: «El ar-
chivo de documentos compuesto de veintidós volúmenes em-
pastados, dice (error, porque son veintitrés los recibidos por
el señor Restrepo Tirado), que la señora María Costa de Suá-
rez, como viuda del doctor Roberto Suárez, tenía en su poder
y entregó en calidad de depósito a varios caballeros, entre
ellos a los señores Laureano García Ortiz y Luis Soto L.,
pertenece a la sucesión del General Francisco de Paula
Santander; se condena a la señora María Costa de Suárez
28 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
y al señor Luis Soto L. a entregar el mencionado archivo
a la señora Clementina Suárez Santander de Restrepo, en
su calidad de heredera del General; la señora Suárez San-
tander de Restrepo tiene derecho a la propiedad y a la te"
nencia del archivo a que se refiere este pleito, sin perjuicio
de las acciones que tengfan o puedan tener los demás here-
deros o representantes del General Santander; entregúese
el archivo a la señora Clementina Suárez Santander de
Restrepo o a quien represente sus derechos, dentro de tres
días de notificada esta sentencia.» Para la exposición que
en seguida se va a hacer, conviene trasladar aquí el último
párrafo de la parte expositiva de la sentencia. Dice asi:
«Por consiguiente, la actora, nieta legítima del General
Santander, tiene derecho a que se declare que le pertenece
el archivo que fue el de aquel grande hombre, y a que se
le mantenga en la propiedad de él, sin perjuicio de los de-
rechos de los demás herederos, una vez que la cosa deman*
dada está en poder de terceros que no alegan sobre ella ni
propiedad ni posesión, y que no aparece adjudicada a nin-
gún otro de los herederos.»
Los terceros que tenían la cosa demandada no alegaron
ni podían alegar sobre ella propiedad ci posesión, puesto
que eran simples tenedores en virtud del depósito de que
trata el acta relativa a la junta constituida por la señora
viuda de Suárez; y la cosa demandada en ningún tiempo se
adjudicó a los herederos o a ninguno de ellos, porque no fue
esa la voluntad del General Santander. Del relato del señor
Suárez resulta que el propósito de los herederos fue man-
tener y conservar el archivo para publicar la obra histórica
que se inició y que no pudieron llevar a término por las
dificultades varias que apunta el señor Suárez.
En el número 39 del Boletín de Historia y Antigüe-
dades revista de la Academia Nacional de Historia, se pu-
blicó el testamento de Santander, testamento solemne ce-
rrado, que escribió de su puño y letra en cincuenta y dos
cláusulas numeradas, en Bogotá, a 1.9 de enero de 1838, y
que fue protocolado al día siguiente de su muerte, el 7 de
mayo de 1840, por la escritura respectiva, ante el Escribano
Público Joaquín Zapata y Porras. En ese protocolo, que
pertenece hoy al archivo de la Notaría 1^ de Bogotá, hemos
estudiado el testamento para apoyar las consideraciones
que luego se verán.
La cláusula 45^ del testamento dice: «ítem declaro so-
lemnemente que todos los hechos que he referido en los
Apuntamientos para las memorias de Colombia y Nueva Gra-
nada, publicados por mí en esta ciuda, del día 22 de octubre
de 1837, son todos ciertos y positivos. . ..> Evidentemente,
EL ARCHIVO DEL GENERAL SANTANDER 29
Santander hizo la publicación de la obra que cita, y tenemos
a la vista la edición que hizo de ella en París, en 1869, el se-
ñor don Manuel Suárez Fortoul. El autor la escribió para
defenderse de los ataques que se le hacían, y la apoyó en
muchos documentos de su archivo que puso como A-péndice
al fin de la obra, lo cual persuade que Santander estimaba
altamente sus cartas y documentos de distintas proceden-
cias relativos a las campañas )' a su Administración Pública.
Incluyó, por ejemplo, la carta autógrafa que hemos visto en
el archivo, que le dirigió de Leiva el General Narifío el 12
de octubre de 1823, dos meses antes de la muerte de este,
para acreditar con ella que mantuvieron hasta el fin amis-
tosas relaciones; y en la Conclusión de la obra, página 102,
dice: «Los que tanto se jactan de haber defendido la ver-
dadera libertad de ebtoa países, presenten un solo documen-
to donde hayan hablado con la dignidad de un republicano
perseguido por sus opiniones y hechos contrarios a pro-
yectos liberticidas. A su tiempo saldrá a luz la correspon-
dencia que tuve con el General Bolívar sobre eitos proyec-
tos.... Los documentos que han podido contener estos
apuntamientos, bastarán por ahora a llenar el objeto que
me propuse. Juzgúeseme por ellos.>
Volviendo al testamento, diremos que es una manifes-
tación de la voluntad muy clara, minuciosa y ordenada, en
que el testador dispuso del todo de sus bienes y expresó
sus mandatos sin ambigüedades; esa escritura revela el
mismo carácter del hombre. En ella declara cuáles son sus
bienes raíces y los determina con precisión; en cuanto a loa
bienes muebles dice que siendo muy difícil enumerar todos
los que tiene, como libros, alhajas, vajillas, etc., son pro-
pios suyos «todos los que se encuentren en mi casa de Bo-
gotá, y en las de Hatogrande y la Resaca, así como cuales-
quiera otros que tenga depositados, prestados o en poder
de alguna persona»; particulariza sus créditos activos y pa-
sivos; declara corrientes y canceladas unas cuentas relativas
al manejo de dos de sus fincas; ratifica una donación quelfa-
bía hecho de una casa a su hermana y a las hijas de ésta; deja
una relación de los gastos que ha hecho con su renta en so-
corro de viudas, huérfanos y desvalidos y para proteger
establecimientos de instrucción, beneficencia y piedad, y
para ayuda de varios actos útiles al país, y manda que se
publique por la imprenta; dispone sobre la libertad de sus
esclavos; instituye por sus herederos a sus hijos legítimos y
a su esposa, por iguales partes; hace varios legados a deter-
minadas personas, y manda que se conserven siempre en su
familia, según el más inmediato parentesco con él, una caja
de polvo, una camándula de piedras finas, una casaca uni-
30 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
forme de General, una espada y unas medallas, el libro déla
Constitución que le servía de consulta durante su gobierno
de la Nueva Granada, y otros objetos. Entre los diversos ca-
sos que previo para instituir herederos extraños, en la cláu-
sula 33^ señaló el relativo a la República, y en la siguiente dis-
puso esto: «34^ ítem los dos mil y quinientos pesos que tengo
ordenadose saquen del quinto de mis bienes, en todo casólos
destino en la forma siguiente: mil y quinientos pesos para
recompensar la persona que se encargue de arreglar todos
mis papeles oficiales y particulares y escribir, según ellos y
los papeles impresos, una especie de historia de mi vida pú-
blica y de mis servicios a la patria, que acredite a la poste-
ridad que he procurado ser un ciudadano útil a ella; y los
otros mil pesos para que se imprima dicho trabajo, cuya
operación encargo encarecidamente a mis albaceas y here-
deros.> Concuerda con esta cláusula la parte final de la 44^,
que dice: «Preferí a la amistad de Bolívar el cumplimiento
de mis deberes, y tengo la satisfacción de que jamás dejé
de hablarle francamente .... Así consta de nuestra corres-
pondencia privada, que se tendrá presente para escribir lo
que dejo encargado en la cláusula 34^ de este testamento. >
El tenor de estas disposiciones es sumamente claro: se
destina una suma para pagar a quien se encargue de arre-
glar el archivo (papeles oficiales y particulares) y de escri-
bir la vida de Santander, y otra para que se imprima la
obra (dicho trabajo), operación esta que el testador enco-
mendó con encarecimiento a sus albaceas y herederos. Los
albaceas que designó en primer término fueron su esposa
doña Sixta Pontón, el doctor Francisco Soto y el presbí-
tero Francisco Oberto (cláusula 46^). Los dos mil quinien-
tos pesos que se deben sacar del quinto de sus bienes, los
destina en la forma dicha en todo caso, es decir, aun en
aquel que previo en la cláusula 33^ para instituir por he-
redera a la República, y obsérvese que el archivo no se deja
a los herederos, pues a éstos y a los albaceas sólo les impuso
la obligación de imprimir la obra pagando la suma señalada
(mil pesos). La vida pública debía escribirse según los pa-
peles oficiales y particulares y los impresos, es decir, que
debía ser una obra fundada o documentada, de modo que
propiamente el testador no mandaba imprimir o publicar
su archivo únicamente; quedaba a juicio del escritor de la
obra publicar los documentos fundamentales. El hecho de
disponer el arreglo del archivo para que sirviese de fun-
damento a la historia de la vida pública del testador, de-
muestra, sin lugar a duda, que éste separó aquél de la masa
partible de sus bienes para que sirviese sólo al fin indicado,
o sea de fundamento a la obra sobre la historia de su vida.
EL ARCHIVO DEL GENERAL SANTANDER 31
de modo que ni los albaceas ni los herederos podían dispo-
ner a su arbitrio, como cosa propia, de tales papeles o ar-
chivo, pues en relación con éste no tenían sino que llenar la
obligfación que les impuso el testador. Y nótese que el tes-
tamento contiene dos cláusulas especiales, 40^, 41^, sobre
institución de legados y conservación en la familia de se-
ñalados efectos; pero Santander a nadie legó su archivo ni
dispuso que éste fuese conservado siempre en su familia
segiín e¡ más inmediato parentesco con éi, como así lo or-
denó respecto de otros bienes muebles. Además, si alguien
puede suponer que el archivo puede estimarse como incluí-
do en la denominación general de papeles de la sucesión,
tal supuesto es inadmisible, porque el mismo testador, al
determinar sus bienes, señaló también sus títulos y escri-
turas que le daban la propiedad de ellos, e indicó los docu-
mentos privados relativos a sus negocios y a sus créditos
activos y pasivos, y sus libros de cuentas y recibos, todo lo
cual interesaba sólo a los herederos como a tales; y respec-
to de sus papeles oficiales y particulares, entre los cuales
quedó incluida de modo expreso la correspondencia priva-
da con Bolívar, los separó, ya se ha dicho, de la masa par-
tibie y ordenó el arreglo de ellos para que se escribiese la
historia de su vida.
Santander quería que la posteridad conociese su vida
pública y sus servicios a la Nación, para acreditar o dar
testimonio con aquellos documentos que él había procurado
ser un ciudadano útil a la pattia. Según esto, la obra o his-
toria de verdadero interés público es de la Nación o debe
serlo, puesto que a ella le atañe exclusivamente, dado que
es la historia de ella misma en un lapso determinado. En
efecto, escribir la vida de Santander equivale a hacer la his-
toria nacional desde fines del régimen colonial hasta la época
de la muerte de aquél, labor grande, de exposición completa
y lúcida, de disquisición y controversia ya en lo militar, ya
en el vasto campo de la administración y de la ardiente po"
lítica, estudiando primero la Colonia subyugada y airada
después, luego la primitiva Colombia, y por último la Nueva
Granada en sus primeros pasos, hasta 1840; y todo esto debe
escribirse sobre el archivo, que es su apoyo o fundamento
y como tal, inseparable de la obra. Con esto se forma más
cabal idea del alcance de la afirmación de los señores aca-
démicos arriba nombrados, al asegurar que la sustracción,
el transporte, la ocultación o el deterioro de loa documen-
tos que forman el archivo causa grave perjuicio a Colombia
y a la historia de la República.
La obra no puede separarse de esos originales o archi-
vo que es la piedra angular; a ella le pertenece en todo
32 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
tiempo, para que pueda demostrar sus afirmaciones o con-
clusiones con la exhibición del original, llegado el caso; y
como demostración patente y manifiesta de esto ahí está lo
que dejamos expuesto sobre la carta de Bolívar exhibida en
láminas fotográficas por los Plenipotenciarios del Perú en
la cuestión de límites de esta República con el Ecuador; eso
mismo no podría hacerse hoy, por lo menos aftiuí, con la otra
carta de Bolívar que citamos, porque esa correspondencia
desapareció del archivo. En asuntos históricos de suyo con"
trovertibles, y más si están vinculados a ellos grandes inte*
reses que se relacionan con la honra o fama de las personas,
con la política y la administración, con el territorio, etc.,
no puede dejarse de la mano el precioso original o docu-
mento autógrafo, que es como el espejo en que se mira el
asunto con claridad, y muestra al historiador fácilmente
los ápices déla cuestión para entenderla bien y juzgarla
con sabiduría. Ahora, debe considerarse el texto mismo de
los documentos del archivo o su naturaleza, para que se vea
el interés público que de él se desprende y que atañe a la
Nación.
En la relación o resumen que presentamos por sepa'
rado del contenido actual del archivo, se dan a conocer los
nombres más importantes de los autores de las cartas y se
indica simplemente que éstas versan sobre asuntos públicos,
pues son contadas las que tienen carácter puramente amis-
toso o personal con prescindencia de la cosa pública. En
aquellos documentos se trata de campañas, de funciones de
armas y de batallas en los países que formaron la primera
Colombia, en el Perú y en Bolivia; de asuntos políticos y de
gobierno, de cuestiones económicas y fiscales, de asuntos
territoriales e internacionales y de la situación general,
social y política de algunos otros países de América y de
Europa. Muchas de esas cartas, por su mismo contexto, por
las circunstancias en que aparece que las escribieron sus
autores, por las indicaciones que contienen, pueden consi"
derarse como comunicaciones oficiales que sirvieron sin
duda para ejecutar una operación o adoptar determinada
medida por el superior o por el Jefe del Gobierno; y en
muchas de ellas se lee que el autor se sefiere a determinado
oficio que ya había remitido y que en su carta quiere am-
pliar indicando lo que no le pareció conveniente decir en
la comunicación oficial, o la causa o motivo de señalada me*
dida, providencia o propósito con sus peculiares circuns-
tancias. Diríase por esto que esas cartas confidenciales con-
tienen la sustancia principal del oficio a que se refieren, y
que son como el nervio o el alma de él; de donde se sigue
que alguna parte del archivo es complemento inseparable
KL ARCHIVO DEL GEN8RAL SANTANDER 33
délas comunicaciones oficiales que deben reposar en el ar-
chivo de la Nación y que forma con éstas un todo que cons-
tituye el fundamento o la fuente fidedigna de la historia.
La Nación no tuvo intervención ninguna en el juicio
que falló el Tribunal Superior, y la sentencia de que antes
se hizo mención sólo afecta a las partes que intervinieron
en la controversia; de modo que si ella inicia, como debe
hacerlo en nuestro concepto, la correspondiente acción
civil en defensa de sus derechos sagrados, no puede oponér-
sele la presunción legal de verdad relativa y convencional
denominada la cosa juzgada, porque dada la índole de esta
y las condiciones que deben concurrir para que obligue al
respeto y aceptación de la sentencia a los contendientes,
bastaría anotar que la demanda no es entre las mismas par*
tes propuesta por una contra otra en la misma cualidad, y
que la causa, o sea el hecho jurídico que constituye el fun-
damento del derecho, es distinta. En síntesis, el juicio que
definió el Tribunal Superior no tiene ni puede tener
efectos sino respecto de aquellos que en él tomaron parte.
CONCLUSIONES
La exposición que hemos hecho nos permite contestar
afirmativamente las cuestiones que el Juzgado ha sometido
a nuestro dictamen, en la forma que sigue:
1*? El archivo del General Francisco de Paula Santan-
der contiene comunicaciones y documentos de trascenden*
tal importancia para Colombia, sea que se la considere por
sí sola o que se mire su historia con relación a las Repú-
blicas limítrofes y a otras naciones de Sur América. Tan
preciosa colección no sólo se refiere a hechos de la magna
guerra de la Independencia, sino a asuntos de gobierno, de
política y de administración pública, de hacienda, de re-
laciones exteriores y de otros.
2^ Dado lo ya expuesto sobre el testamento del General
Santander y sobre el texto o naturaleza de tales documen-
tos, éstos pertenecen a la Nación.
3*? Por las mismas razones aducidas, los manuscritos
del archivo que versan sobre los asuntos indicados y que
constituyen los fundamentos de la historia, no pueden ni
deben ser materia de transacciones comerciales, sin menos*
cabo de los intereses patrios.
Dejamos así terminada nuestra misión.
Del señor Juez muy respetuosos y obedientes servidores,
Jesús M. Henao — Maximiliano Grillo— Rufino Gu-
tiérrez.
Bogotá, octubre 8 de 1921.
xrv— 3
34
BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
RELACIÓN O RESUMEN
DEL CONTENIDO ACTUAL DEL ARCHIVO DEL GENERAL SANTAN-
DER, ENTREGADO POR EL JUEZ 3*? DEL CIRCUITO EN LO CRIMINAL,
A LOS PERITOS PARA QUE DEN SU DICTAMEN.
Paquetes
y tomos
de docu-
mentos.
Número de
documentos
de cada uno.
Folios.
I.
n.
in.
IV,
V.
VI.
vn.
Cartas de don Pedro Gual. Casi
todas tratan sólo de asuntos pú-
blicos, especialmente de hacien-
da 36 94
Cartas del Coronel Antonio Mora-
les y una carta privada de su es-
posa Carmen Vitores de M. To-
das; las cartas de Morales se
refieren a asuntos públicos; hay
una nota oficial en papel timbrado
y una copia de una arenga dirigi-
da al Libertador cuando llegó al
Socorro en febrero de 1819 19 57
Cartas de don José Manuel Res-
trepo, sobre asuntos públicos to-
das ellas. Contiene una del Gene-
ral Domingo Caicedo, de marzo de
1820, para el General Santander. 37 78
Cartas del General José Padilla.
Diez y siete versan sobre asuntos
de carácter público, y una sobre
un incidente personal 18 32
Cartas de don Joaquín Mosquera.
Todas versan sobre asuntos pú-
blicos 9 22
Cartas de don J. M. del Castillo
Rada, sobre asuntos públicos.
Contienen un proyecto sobre una
emisión de documentos de crédi-
to, respaldada por las salinas te-
rrestres 14 40
Cartas del General Jcsé María
Córdoba, sobre campañas de la
guerra de la Independencia. En
carta de julio de 1826, de Cocha-
bamba, dice que le envió al Ge-
neral Santander una relación de
133
323
EL ARCHIVO DEL GENERAL SANTANDER
35
VIII.
IX.
Paquetes
y tomos
de docu-
mentos.
Vienen
la campana de Ayacucho, y la
«explicación de un nuevo orden
de Columna Ayacucho en el cual
formé la División de mi mando en
aquella batalla>
Cartas del General Bartolomé
Salom, sobre campañas en Vene-
zuela, en 1820
Cartas del General Daniel F.
O'Leary, sobre asuntos públicos.
Hay una del mismo al General
Tomás de Heres, y otra al Liber-
tador con una posdata de éste; las
demás, ocho, dirigidas al Gene-
ral Santander
Cartas del General Manuel Val-
dés. sobre asuntos de las campa-
ñas, y una proclama del mismo a
los habitantes de Popayán ....
Cartas del General Carlos Sou-
blette, sobre asuntos públicos, y
aun pudieran considerarse como
oficiales algunas de ellas. Hay
una carta firmada por el General
Santander, dirigida a Francisco
Rivas, y tres en papel timbrado..
Cartas del Coronel José Félix
Blanco, sobre asuntos de política
y de las campañas. Contienen co-
pia de una proclama del General
J. A. Páez y de un decreto del
mismo, de 1826 . . ,
xra. Cartas del General José María Ca-
rreño, dirigidas al General San-
tander. Contienen copia de una
carta del General Salom, en que
transmite ciertas censuras de Bo-
lívar a la conducta de Carreño..
XTV. Copias de cartas del Genera! San-
tander, así: nueve al General Ma-
riano Montilla, una a la esposa
del mismo, una a J. Rafael Re-
X.
XI.
xn.
Námero de
documentos
de cada uno.
133
36
Folio».
323
85
17
10
28
25
81
26
67
30
73
17
41
Pasan
288
712
^ BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Número de
Paquetes documentos
y tomos ¿e cada uno.
de docu- Folios,
mentos. _ i-^«
Vienen... y 288 712
venga; trece no tienen dirección;
una del General Montilla a San-
tander, y una de Santander al Li-
bertador. Todas sobre asuntos
públicos, menos la carta a la es-
posa de Montilla. Se ve que estos
documentos, que son 26, en 65
folios, no fueron empastados, y
no pueden considerarse pertene
cientes al archivo de Santander.
XV Cartas del General Pedro Bnce-
ño Méndez, sobre asuntos públi-
cos, menos una de carácter pri-
vado. Contienen dos copias: una
de una carta del Libertador, en
clave, en parte, y otra de una
carta de Briceño al General Ur- ^^ ^^^
daneta •• •/ ".;'"
rvi. Cartas del General Mariano Mon-
tilla, dirigidas al General Santan-
der, sobre asuntos públicos. Con-
tienen copia de una dirigida al
General Soublette y un plano de .
la bahía y lago de Maracaibo.
Tres están en papel timbrado y
una tiene carácter claramente ^^ ^^^
oficial • • V* • ' "ñ" IL
xvn Cartas del General José A. Paez
al General Santander, sobre asun-
tos públicos. Contienen, entre
otras, copia de carta de Santan-
der a Páez, sobre la acusación de
éste; un estado de las tropas que
existían en Valencia después del
sitio de Puertocabello; copia de
las notas de Santander a la car-
ta de Páez de 16 de julio de 182b,
y copia de carta de Santander
en que le aconseja a Paez la su-
misión a las leyes. ;••
xvin. Miscelánea de cartas de vanos,
entre otros. José María Vergara,
Pasan ^^1 U8Í
EL ARCmVO DEL GENERAL SANTANDER 37
Paquetes Número de
y tomos documentos
de docu> de cada uno.
mentos. Foltoá.
Vienen 491 1,187
José Concha, José María Mantilla,
Pedro Fortoul, M. Santamaría,
Luis Francisco de Rieux, J. V.
Forey K. (quien propone a San-
tander en 1823 la naveg^ación por
vapor), Lino de Clemente y José
Ucrós. Sobre asuntos públicos. . . 140 291
XIX. Miscelánea de cartas de varios,
entre otros, Leandro Palacio,
Manuel José Hurtado, Agustín
Gutiérrez y Moreno, F. Monto-
ya, M. A. Arrubla, Juan de Fran-
cisco Martín y Juan F. CalcaHo,
M. Santamaría, Guadalupe Vic-
toria, Eloy Valenzuela e Ignacio
Tejada. Sobre asuntos públicos. . 143 307
XX. Miscelánea de cartas del señor Ar-
zobispo Mosquera a don Joaquín
Mosquera, y de Manuel María
Mosquera a sus hermanos. Contie-
ne también unas pocas dirigidas a
Rufino Cuervo, Francisco Monto-
ya, Manuel A. Arrubla y Anselmo
Pineda, una de Ignacio Gutié-
rrez a Tomás C. Mosquera, y
otra de éste. No están foliadas,
Bon 204; se ve que no fueron em-
pastadas y no puede considerar-
que hacen parte del archivo del
General Santander.
XXI. Tomo de cartas de 1836 a 1837,
está empastado e intacto confor-
me al arreglo que hizo de todo el
archivo el señor don Roberto Suá-
rez. Contiene cartas, entre otras,
de Juan de Dios Aranzazu, el Ar-
zobispo Mosquera, Rufino Cuer-
vo, copia del concepto de Lino de
Pombo sobre la cuestión france-
sa, de Juan José Flores, Pedro Al-
cántara Herrán, José Hilario Ló-
pez, Lorenzo M. Lleras, Antonio
Pasan 774 1»785
38 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Paquetea Número de
y tomos documentos
de docu- de cada uno.
mentoa. Folios.
Vienen 774 1,785
Morales, Joaquín y Tomás C. de
Mosquera, José María Obando,
Salvador, Obispo de Popayán;
Lino de Pombp, Vicente Roca-
fuerte, Santander a. Flores e
Ignacio Tejada, Ministro en el
Vaticano. Asuntos públicos.. 169 350
XXII. Cartas del General Borrero y de
otros personajes, como Joaquín
París, el Obispo Jiménez, de Popa-
yán; JoséMaríaSalazar, Alejandro
Osorio, Andrés M. Rosillo, Luis
López Méndez, y de Santander a
Osorio y a José Manuel Restrepo.
Versan sobre asuntos públicos. . . 89 187
xxni. Miscelánea de cartas de varios a
Santander, entre otros, J. García
del Río, sobre separación del Ge-
neral San Martín del gobierno
del Perú; José de Lámar, San-
tiago Marino, Manuel Purreyron,
Jerónimo Agüero, FranciscoCon-
de, José Gabriel Pérez, J. A. Mi-
ralla, Manuel de Vidaurre, Luis
Vargas Tejada (en verso). J. Illin-
grot, Luis A. Baralt (oficial),
Francisco Carabaño, J. J. de Ol-
medo, Ramón Freiré, Supremo
Director de Chile (oficial), Hi-
pólito Unanue, Antonio Nariño,
José de San Martín y Bernardo
O'Higgins. Sobre asuntos públi-
cos....^ 121 276
XXIV. Miscelánea de cartas que contie-
ne, entre otros documentos: car-
tas y mensajes de Santander, ex-
pediente sobre la conducta mi-
litar del mismo en 1814, proposi-
ciones de las Cámaras en copias
oficiales, opinión de Castillo sobre
el patronato, cuenta de las su mas
t[ue ha producido el empréstito
Pasan 1,153 2,598
EL ARCHIVO DEL GENERAL SANTANDER
39
Paquetes
y tomos
de docu-
mentos.
Número de
documentos
de cada uno.
Vienen
Zea-Hurtado, proclamas de San-
tander, carta de Juan Germán
Roscio, extracto de las provi-
dencias comunicadas a la Vice-
presidencia por el Ministerio de
Guerra en 1820, progreso de las
fuerzas sutiles sobre la plaza de
Cartagena, y otros documentos y
oficios en copia u originales
XXV. Tomo de cartas de 1828-1831; es-
tá empastado e intacto conforme
al arreglo que hizo el señor don
Roberto Suárez. Contiene, entre
otros documentos, el Reglamento
de la Convención de Ocaña, re-
presentación de la minoría, expo-
sición de Santander al Congreso
de 1830 con motivo de sus perse-
cuciones, decreto del Vicepresi-
dente de la República, en que se
levanta a Santander la pena de
confinamiento, y copias de docu-
mentos sobre proyecto de monar-
quía, del Consejo de Kstado de
1829
xxvL Tomo de cartas de 1835-1835;
está empastado e intacto confor-
al arreglo del señor don Roberto
Suárez. Contiene cartas del Ar-
zobispo Mosquera, de don Joa-
quín Mosquera, del General Páez.
del General Borrero, Juan José
Flores, Vicente Rócafuerte, Juan
de Dios Aranzazu y José María
Obando, y un apéndice al folleto
La Nueva Granada al empezar el
año de 1836 ,
xxvn. Tomo de cartas de 1834-1836;
está empastado e intacto confor-
me al arreglo que hizo el señor
don Roberto Suárez. Contiene
cartas de J. M. Obando, Juan
Polios.
1,153 2,598
187
432
160
350
167
357
Pasan 1,667 3,737
40 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Paquetes Número de
y tomos documentos
de docu* de cada uno.
mentos. Folios.
Vienen 1,667 3,737
José Folres, José Hilario López,
Arzobispo Mosquera, Salvador
Córdoba, Rufino Cuervo, José A.
Páez, Pedro A. Herrán e Ingna-
cio Tejada 161 350
xxvin Cartas de 1831-1832. Tomo em-
pastado e intacto conforme al arre-
glo del señor don Roberto Suárez.
Contiene, entre muchos otros do-
cumentos, comunicación del Se-
cretario déla Convención de 1831
al General Santander; nota de
Obando en que comunica oficial-
mente a Santander la designación
que le hizo la Convención Grana-
dina para Presidente de la Repú-
blica; cartas de Florentino Gon-
zález, Pedro A. Herrán, José Bo-
ñaparte, Juan José Flores, José
Ignacio de Márquez, Joaquín
Mosquera, José Antonio Páez,
José Ignacio París y otros 180 351
XXIX. Tomo de cartas de 1832-1834,
empastado e intacto conforme al
arreglo del señor don Roberto
Suárez. Contiene cartas, entre
otras, de Juan José Flores, José
María Obando, Salvador Córdoba,
Pedro Carujo, Vicente Azuero,
Joaquín Mosquera, José Antonio
Páez; uní nota del Consejo de
Estado y letras de cuartel del
General Santander y liquidación
de los sueldos del mismo 166 350
XXX. Miscelánea de cartas y documen-
tos de diferentes años. Contiene
cartas del General José Francisco
Bermúdez, J. Escalona, Juan Paz
del Castillo, José Anzoátegui,
Francisco A. Zea Cuna de éste so-
bre asuntos de familia), Francisco
de Peñalver, J. R. Revenga, Lino
Pasan 2,174 4,788
EL ARCHIVO DEL GENERAL SANTANDER
41
Paquetes
y tomos
de docu-
mentos .
Número de
documentos
de cada uno.
Vienen .......
de Clemente, Juan B. Arismendi,
M. Manrique, Juan G. Roscio,
Alejandro Osorio y Francisco Ja-
vier Yáñez . .
XXXI. Tomo de cartas de 1826-1827, em-
pastado e intacto conforme al
arreglo del señor don Roberto
Suárez, Contiene cartas de E.
Borrero, José María Ortega, José
María Córdoba, Rufino Cuervo,
José Fernández Madrid, Juan
JciS Flores, Pedro Gual, José
Padilla, José Manuel Restrepo,
Antonio Obando, Carlos Soublet-
te, Alejandro Vélez y otros.. ...
Sumas
Folios.
2,174 4,788
146
313
181
355
2501 5456
ARCHIVO DEL GENERAL SANTANDER
RECIBIDO JUDICIALMENTE POR EL SEÑOR ERNESTO RESTREPO
TIRADO, EN 13 DE ABRIL DE 1916
Tomos.
1
2
3
4
5
6
7
8
10
11
12
Número de
documentos
de cada
tomo.
150
146
118
119
137
115
121
160
142
89
167
164
(Casi todos del Gene-
ral Bolívar).
(Todos del General
Bolívar).
Folios
de
cada
tomo.
317
328
244
250
350
256
260
377
325
343
360
360
Pasan 1,628
3,770
42
BOLETÍN DE mSTORIA Y ANTIGÜEDADES
Domos.
Número de
documentos
de cada
tomo.
Vienen. ..
. .. 1,628
13
109
14
170
15
, 177
16
150
17
184
18
167
19
160
20
169
21
169
22
143
23
110
Sumas. . . .
. . 3,336
F olios
de
cada
tomo.
3,770
360
373
355
350
356
350
352
367
350
280
283
7,546
flCflDEÍDIfl nflCIOnflfa DE BlSTORIfl
Extracto de las actas. 1921.
15 DE NOVIEMBRE
El Círculo Militar del Ecuador pide la lista de las pu-
blicaciones de la Academia, pues tiene interés en adquirir
todo lo que ella haya publicado.
El Ministro de Gobierno solicita una información, lo
más completa posible, sobre la historia de la bandera y es-
cudo nacionales, y de las publicaciones que se hayan hecho
sobre ella.
El señor Gijón y Caamaño avisa que tiene treinta y dos
cartas del doctor Rufino Cuervo, dirigidas a don José Ma-
nuel Giióu, y que las remitirá para el Epistolario que aquí
se está publicando.
Los señores Moros, Villaveces y Monsalve informaron
sobre los cuadros de Paya y Boyacá, pintados por el señor
Rafael Tavera, y propusieron una felicitación a su autor,
la cual fue aprobada.
Fue presentado como candidato para miembro corres-
pondiente el señor Vicente J. Arboleda.
El Director de la Oficina de Información en Londres,
señor Medina, envía una colección de la revista que sirve
de órgano a esa oficina, en la cual se ha publicado un dia-
rio inédito del General O'Leary.
Se acordó manifestar al señor Daniel O'Leary, resi-
dente en Londres, y dueño de dicho diario, que la Acade-
ACADEMIA NACIONAL DE HI5?T0RIA 43
mia agradecería le enviara algunos de los documentos iné-
ditos de su archivo.
La Biblioteca Nacional del Uruguay envió varios libros
de alta importancia.
Da las gracias el señor Arroyo, por su nombramiento
de miembro de número.
El Secretario de Relacioiles Exteriores remite una
copia de la carta del Gobernador de Cartagena, doctor
Francisco de Muerga, del año de 1631, al Rey de España,
en la cual hace una descripción de la isla de San Andrés, y
menciona la de Roncador.
El Tribunal Superior de Cundinamarca pide copia
auténtica del informe rendido en 1908 por los señores León
Gómez y Guerra, sobre las presillas del Mariscal de Aya-
cucbo.
El señor Rivas informó sobre los documentos hallados
por el señor García Zamudio en la Biblioteca Pública de
Nueva York, en el cual expresa cuáles de ellos han sido ya
publicados; y pidió que se solitara de dicho señor una ins-
pección al archivo del General Herrán, que se halla en The
Geo7getozvn Univetsity, lo cual fue aprobado.
El señor J. M. Portocarrero remitió unas cartas de
varios proceres dirigidas al General Vergara; se acordó
publicarlas en el Boletín.
El señor Carlos Echeverri envió su libro A-puntes f ara
la historia de Pereira, el cual fue pasado en comisión.
El señor Enrique Ortega presentó la lista de Alcaldes
de Bogotá, que ha empezado a publicar en el Registro Mu-
nicifal.
Se resolvió enviar a la Unión Panamericana de Was-
hington algunos escritos sobre el General Santander, que
fueron de allá solicitados para el número que el Boletín de
dicha Unión va a dedicarle.
El señor Cortázar manifestó que a su próxima sesión
llevaría los materiales que tiene para la continuación de la
obra Archivo Santander^ a fin de que la Academia resolvie-
ra sobre su publicación.
El señor Cónsul de Colombia en Huelva pidió las pu-
blicaciones de la Academia.
El Ministro de Gobierno solicitó treinta ejemplares del
númerollS del Boletín de la Academia, editado enimprenta
particular. Se resolvió contestarle que ese número había sido
costeado por el señor Posadaj y que a él debía pedírselo.
Se presentaron varios informes sobre nombramiento
de miembros correspondientes, pero no se consideraron por
falta del número requerido para esto.
44 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
/ 1922
15 DB FEBRERO (l)
El señor Grillo avisa que le sería grato cumplir en Río
de Janeiro las órdenes de la Academia.
El Ministro de Agricultura solicita cinco ejemplares
de uno de los volúmenes de H Biblioteca de Historia Nacional
{Monografías), para remitirlos a las Oficinas de Informa-
ción, en el exterior.
La Oficina de Estadística de Cali solicita la obra La
Re-pública de Colombia, impresa en Bruselas.
La Sociedad de Geografía italiana da las gracias por el
ejemplar de la biografía del señor Codazzi, que ella había
pedido y que recibió oportunamente, y pide unos números
del Boletín de Historia.
La Biblioteca de la Universidad de Yale (Estados Uni-
dos) solicita igualmente algunos números del Boletín, que
hacen falta en su colección.
El señor W. Heims, de Leipzig (Alemania), ofrece en
venta a la Academia un manuscrito del filósofo Feuerfach,-
en nueve mil marcos. Se resolvió contestarle que por no
tener ello relación con nuestra historia, no lo compraría.
El capellán de la cárcel de Buga solicita las publicacio-
nes de la Academia para la biblioteca que está fundando.
El R. P. J. Martínez envía una colección del perió-
dico que ha publicado en Támara y que contiene trabajos
históricos.
La Biblioteca pública de Nueva York envía el Boletín
que ella publica y hace notar que están incompletas allá las
colecciones de la Biblioteca de Historia Nacional^ del Bole-
tín de la Academia, a fin de que se le manden los volúmenes
que le faltan.
El señor Valentín Macía remite, de Armenia, el folleto
que ha publicado sobre la fundación de dicha población.
Pasó en comisión al señor Correa.
El señor Negret manifiesta su agradecimiento por ha-
ber sido premiado su trabajo sobre la batalla de Bom-
bona.
Los señores A. Terrero y T. Gutiérrez envían varias
circulares de Caracas, referentes a la fundación de la Re-
vista Hispano Americana.
El Director de El Heraldo, de Medellín, manifiesta
que desearía las publicaciones de la Academia, para su
salón de lectura.
íl) Durante los meses de diciembre y enero estuvo la Academia
en vacaciones, conforme al reglamento; y el 1? de febrero no hubo
sesión por falta de quorum.
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA 45
El señor Manacorda participa, de Montevideo, que
ha sido nombrado Director del Archivo y Museo Histórico
Nacional.
El Jefe de la Oficina de Estadística de Barranquilla
avisa el recibo de los tomos xv, xx y xxi, de la Biblioteca de
Hisioria Nacional y de la Cam-paña Libertadora de 1821^ y
presenta sus agradecimientos.
El señor A. M. Londoño envía unos certificados rela-
tivos a la autentecidad de un manuscrito de Cristóbal Co-
lón. El señor Posada manifiesta que hace algún tiempo re-
cibió una carta del ilustre historiador de Colón, señor Vi-
gnau, a quien le había transmitido una copia de aquél, en
ia cual trata sobre el asunto. En comisión al señor Mesa.
Los señores Arrubla y Cuervo Márquez informan so-
bre las reglas para el nombramiento de miembros corres-
pondientes de la Real Academia de Ciencias Morales y Po-
líticas de Madrid, las cuales habían sido transmitidas por el
señor Ministro de España.
Los señores Riva»y Marroquín informan sobre los do-
cumentos que ha enviado el señor Restrepo Tirado, de Se-
villa, y proponen se agradezca a dicho señor tal envío, y se
le excite a que continúe en esa patriótica labor, lo cual fue
aprobado.
El señor Posada manifiesta que dicho señor ha hallado
también un documento con la firma autógrafa de Rodrigo
Bastidas, y presenta una fotografía de él, hallazgo que ha
producido vivo regocijo en Santa Marta, por no ser conoci-
da antes la firma de su fundador.
Se aprueba una proposición de pesar por la muerte del
miembro de número señor Manuel María Fajardo, y de los
correspondientes, señoresManuelCarreño yDelioCifuentes.
Fue presentado como candidato para miembro corres-
pondiente el señor Cayetano CoU y Tosté, distinguido his-
toriador de Puerto Rico.
Los señores Posada y Rivas participaron que el Ayun-
tamiento de Sevilla les ha concedido el título de ciudada-
nos de aquella ciudad, por su asistencia al Congreso de His-
toria y Geografía que se reunió allí, el año pasado y pre-
sentaron una relación que, de las labores de dicho Congreso,
ha hecho la inteligente historiadora americana Miss Wri-
ght, en una revista de los Estados Unidos, y en la cual
menciona de manera honrosa a los representantes de la
Academia.
1^ DE MARZO
Se recibieron cuatro composiciones de Ibagué, Pasto,
Ospina y Bogotá, sobre la batalla de Bombona, que ^se
envían para el concurso abierto por el Grobierno de Nariño.
46 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
La Biblioteca Pública de Nueva York manifiesta no
haberrecibidoalgunosnúmerosdel Boletín que hacen falta
en BU colección.
El señor Negret expresa su deseo de que se publique
su trabajo sobre Bombona. Se pasó en comisión al señor
Flórez.
El señor Gabino Charri, de Neiva, consulta sobre la
actuación de los batallones Bogotá y Vargas en la batalla de
Bombona, pues hay contradicción en algunas publicaciones
sobre ello.
El señor Posada presentó el trabajo Historiadores del
Nuevo Reino de Gr añada ^ que ha escrito en Mompós el
doctor P. M. Rebollo; y el Estudio sobre la esclavitud, cora-
puesto por el señor Roberto Rojas. Se pasaron en comisión.
Fueron propuestos como candidatos para miembros
correspondientes los señores Carlos Blanco, del ejército de
Bolivia, Manuel Bobrilla, del ejército del Perú, y fray Mar-
celino Ganuza, religioso.
15 de marzo
La Junta de Festejos del Centenario de Bombona co-
municó de Pasto que el Jurado Calificador puede estudiar
trabajos que se envíen hasta el día 20.
El Director de la Biblioteca Nacional de Honduras
acusó recibo del último volumen de la Biblioteca de Historia
Nacional, y pide los que faltan en su colección.
El Ministro de Instrucción Pública acusó recibo de
la proposición aprobada por la Academia sobre el Archivo
del General Santander, en noviembre del año pasado, que
oportunamente le había sido comunicada.
El señor J. M. Pinto participa de Tunja que ha solici-
tado de la Asamblea de aquel Departamento que se resta-
blezcan los nombres antiguos de los Municipios, y que de-
sea saber la opinión de la Academia.
El R. P. Fabo envió de Manizales varias obras impor-
tantes, de las cuales es autor. 4^^^
Se resolvió solicitar del Gobierno se dé estricto cum-"^
plimiento a la ley que ordenó la compra de la Quinta de
Bolívar, pues aún se adeuda el valor de ella.
Se aprobó una proposición de pesar a la ciudad de
Mompós, con motivo del incendio que destruyó parte con-
siderable de ella.
Fueron admitidos como miembros correspondientes
fray Marcelino Ganuza y fray Bernardo Merizalde, auto-
res de una monografía sobre las misiones de los agustinos
en Colombia, y de una historia de las misiones en las re-
giones del Pacífico, respectivamente; y los señores Arcesio
Guzmán, autor de la monografía de Almaguer, Vicente
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA 47
Javier Arboleda, Cunninghame Graham, y R. Verneau,
quienes han publicado diversas obras relativas a nuestra
historia y geografía.
El señor Gómez Calvo manifestó la conveniencia de
hacer algunas reparaciones a la Quinta de Bolívar.
Fueron elegidos para dirigir la publicación de los
nuevos volúmenes del Archivo Santander los señores Men-
doza, Arrubla y Henao.
Se leyó una comunicación de un distinguido extran-
jero, en la cual llama la atención sobre la destrucción de las
murallas de Cartagena, y se resolvió comisionar al señor
Flórez Alvarez, quien sigue para esa ciudad, a fin de que
informe a la Academia sobre el asunto.
El señor Posada presentó algunos escritos sobre asun-
tos históricos del señor Luis Acebedo, los cuales fueron
pasados en comisión.
Se aprobó una proposición de saludo a la señora Blanca
de los Ríos, por su revista Raza Esfañola^ en la cual se pu-
blican artículos importantes sobre nuestro país.
El señor Triana propuso se pidiera al Gobierno alguna
disposición que facilite el viaje délos comisionados para
recibir la expedición etnográfica y arqueológica americana,
que llegará próximamente.
• 1° DE ABRIL
La Oficina de Longitudes envió dos ejemplares del fo-
Ifeto Coordenadas Geográficas, y pide que la Academia se
sirva hacerle las observaciones y adiciones que estime con-
veniente.
El señor Mesa informó que a la Academia no le corres-
pondía autenticar firmas, como se había solicitado de ella
con respecto a una documentación de un autógrafo de Cris-
tóbal Colón, lo cual fue aprobado.
El Gobernador de Nariño preguntó por telégrafo
cuántos trabajos habían Ikgadopara el concurso del cente-
nario de Bombona.
El señor B. Heyder envió varias publicaciones del
Deustch-Sudarnerikanischer Instituto de Alemania.
Los señores Acebedo, Arroyo y Quijano presentaron
el informe sobre el concurso de Bombona. Se aprobó lo que
en él se pide:
Que se dé el primer premio al trabajo firmado Martín
del Río, y si hubiere un segundo premio, al firmado Lope
de Ayala. Abiertas las cubiertas correspondientes, resulta-
ron ser los autores los señores Nemesiano Rincón y Luis
Pordomo Torres.
48 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Se aprobó un voto de aplauso a la Sociedad de Embe-
llecimiento por haber organizado la exposición de vistas del
antiguo y moderno Bogotá, que tuvo lugar en la Quinta de
Bolívar.
El señor Restrepo envió de Sevilla copia de una docu-
mentación sobre la campaña de don Juan de Borja contra
los indios pijaos.
El Ayuntamiento de Madrid comunicó que le ha pues-
to el nombre de Jiménez de Quesada a una de las calles de
aquella ciudad, como fue pedido en el Congreso de Sevilla.
Se aprobó una proposición de agradecimiento.
Los señores Marroquín y Restrepo propusieron que en
cada una de las sesiones se tratara, por un miembro de la
corporación, sobre un tema histórico durante un cuarto de
hora, lo cual fue aprobado.
nocfls
Bogoti, 4 de septiembre de 1920
Señor Ministro de Relaciones Exteriores:
Tengo el gusto de remitir a Su Señoría el catálogo de
cien mapas de la Biblioteca Nacional. Es el principio del
trabajo que he emprendido y que ofrecí hacer gratuita-
mente a Su Señoría ahora días.
Como verá Su Señoría, he anotado al frente las fechas
y los nombres de autores. Allí figura uno de los mártires de
Cartagena, Manuel Anguiano, y otro que parece ser obra
de Caldas.
Están la mayor parte en muy mal estado, y convenien-
te sería que a los más deteriorados se les pusiera en lá Ofi-
cina de Longitudes algún papel o lienzo al respaldo antes de
que se pierdan los pedazos. Ya hay algunos incompletos.
Difícil me ha sido, en muchos, juntar las diferentes partes.
Todos estaban cubiertos espesamente de polvo y en com-
pleto desorden.
Conseguí que en la Biblioteca Nacional se pusieran en
el salón bajo, unos estantes que existían en otra pieza sin
prestar utilidad, y allí he colocado los cien mapas ya catalo-
gados. Los arreglé de a diez en cada anaquel, y esto facili-
tará su consulta y conservación. No rodarán ya más por el
suelo, si acaso se respeta este arreglo. A todos les puse el
número correspondiente con lápiz rojo, bien visible.
En esta tarea me han ayudado eficazmente el señor
Maximiliano Uribe, empleado de ese Ministerio, y el señor
Roberto Triana, estudiante de la Facultad de Derecho.
NOTAS 49
Próximamente remitiré a Su Señoría la continuación
de este trabajo.
Soy de Su Señoría atento servidor y compatriota,
E. Posada
República de Colombia— Ministerio de Relaciones Exteriores — Sec-
ción !?• — Número 652 — Bogotá, septiembre 16 de 1920.
Señor doctor Eduardo Posada — Presente.
Me es gfrato avisar a usted recibo de su estimable co-
municación fechada el 4 último, y del catálog-o anexo, for-
mado por usted, con laudable celo patriótico, por comisión
de este Ministerio, que contiene la lista de cien mapas de los
existentes en la Biblioteca Nacional, catálogo a que este
Ministerio da la merecida importancia, y por cuya confec-
ción expresa a usted de modo muy cordial sus ag^radeci-
mientos.
A la Oficina de Longitudes, de acuerdo con su sug-estión,
me he dirigido para que de allí se envíe un empleado idó-
neo que repare las cartas que se encuentran en mal estado
de entre las ya catalogadas.
Cuando esté terminada la labor, muy afortunadamente
confiada a la ciencia y diligencia de usted, y se halle en po-
der de este Ministerio el catálogo completo de estos ma-
pas, el cual se depositará en la Biblioteca del Ministerio,
se resolverá de acuerdo con la Comisión Asesora de Rela-
ciones Exteriores y con la Oficina de Longitudes, si es
conveniente su publicación.
Reciba usted las seguridades de mi consideración muy
distinguida, L. García Oriiz.
Bogotá, septiembre 27 de 1921
Señor Presidente de la Academia de Historia — La ciudad.
Señor: Determinó esta corporación, en su sesión ante-
rior, que la obra del doctor Rivas intitulada Diccionario
Biog}áJico de los -primeros descubtidor es y conquistadores del
Nuevo Reino de Gf añada formase uno de los volúmenes de
la Biblioteca de Historia Nacional^ y que se me diese aviso
de esto.
Altamente agradezco a la Academia la atención que se
ha tenido al acordar esto último, y paso a manifestar mi dic-
tamen sobre aquella determinación, como uno de los fun-
dadores de dicha Biblioteca y hoy su único director.
Conozco gran parte de la obra mencionada, y he podido
apreciar su grandísimo mérito. Será pues uno de los más
XIV— 4
50 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
importantes volúmenes de dicha colección, y con vivo pla-
cer doy mi consentimiento para que forme parte de ella.
Aproyecho esta ocasión para manifestar el deseo de
que los volúmenes de la Biblioteca de Historia Nacional s&zn
lo más uniforme posible, en su formato, de modo que todos
tengfan más de 29 pliegos (de 16 páginas), sin pasar de 32;
lleven al frente el escudo de la Academia, 5'^ la portada
a dos tintas; sean iguales a La Patria Boba, que fue el
primero de la colección, en las dimensiones de las páginas;
y se ponga en el lomo su título y número, como los llevan
éste y algunos más. Conveniente sería, también, que no se
imprimieran varios volúmenes al tiempo, 3' que se siguiera
en orden la numeración, sin hacer saltos en ella. Hoy están
en prensa el escrito por el señor Orjuela, sobre el sacrificio
de Ricaurte, y el segundo tomo de la Bibliografía Bogotana^
por el infrascrito. Podría emprenderse la edición de la
obra del doctor Rivas al concluir aquél, pues por mi parte
suspendería gustoso mi obra para darle el turno al libro de
que se trata. De todo volumen deben hacerse mil ejempla-
res para que no resulten unos más abundantes que otros.
Repito las gracias a la Academia por el reconocimiento
de mis derechos en esta empresa, y me suscribo de usted
atento, seguro servidor y colega, E. Posada,
inFOROlES
NOTARÍA 1^ DE BOGOTÁ
Señor PresLdente de la Academia de Historia.
En una de las últimas sesiones de la Academia se me
confió el encargo de practicar una visita a la Notaría 1^ de
esta ciudad, con ánimo de conocer el estado en que se ha-
lla esta oficina, y con el de ver las mejoras que pudieran
introducirse en ella, previa la solicitud a la autoridad co-
rrespondiente. Sin duda el pensamiento de la Academia al
ordenar esta visita a notarías y demás luguras que guardan
documentos preciosos, con el fin patriótico ya enunciado,
será bien acogido por los señores dirigentes de la cosa pú-
blica, que han de ver en estos procedimientos el deseo de
contribuir a la mejor conservación de lo que es y puede ser
fuente de nuestras investigaciones históricas.
De la visita que he practicado en la Notaría 1^ he obteni-
do el convencimiento de que es necesario legislar sobre este
asunto, o al menos tomar algunas providencias que evítenla
pérdida lenta pero segura de muchos protocolos. El señor
doctor don Heliodoro Ramos Ruiz, Notario 1*?, opina que el
INFORMES 51
Gobierno o la Academia deben solicitar del Congreso la ex-
pedición de una ley sobre conservación de archivos notaria-
les, cuya parte esencial debería disponer el traslado de los
protocolos de las diferentes notarías de cada Departamen-
to a la respectiva capital, aumentando así el archivo depar-
tamental, mediante las seguridades exigidas por la impor-
tancia de tales documentos. Es claro que al trasladar los
protocolos a los archivos seccionales se dejarían en cada
oficina de notaría los volúmenes correspondientes a treio'
ta o cuarenta años anteriores, con el objeto de atender el
servicio público antes de la prescripción que determina
la ley.
Pasando ahora concretamente al estado en que se en-
cuéntrala Notaría 1^, informaré a la Academia que se halla
instalada en un local relativamente amplio, de la calle 13,
bajo de techos, regularmente ventilado pero húmedo quizá
en demasía. En estantes bien ordenados se ven los protoco-
los encuadernados con pastas de cuero en su mayor parte.
Como preguntase al actual Notario si había recibido la ofi-
cina por inventario, me manifestó no haberlo hecho de
esta manera de manos de su antecesor, don Enrique Ra-
mos, porque no existía anteriormente alguno al respecto,
pues el señor Ramos recibió de su antecesor, señor Jor-
ge Gaitán, sin cuenta y razón ios protocolos existentes.
Es este un defecto muy generalizado entre nosotros, que
debe extirparse por medio del buen ejemplo de las oficinas
bien organizadas, donde el sucesor no se encuentre a oscu-
ras en ningún momento, ya que un inventario bien elabora-
do es como un magnífico empleado que conserva la tradi-
ción de la oficina.
Me" permití aconsejar al señor Ramos Ruiz empezara a
elaborar el inventario de la notaría de su cargo, no porque
corra riesgo de llegar a ser el antecesor de nadie, sino por-
que esa labor será benéfica para el público y para el mismo
empleado, que a cada paso tendrá que hacer uso dé los pro-
tocolos en las cuestiones de su cargo.
La Notaría 1^ conserva en dos lugares diferentes los
protocolos más antiguos. Con pesar se registra que el tiem-
po ha desleído buena parte de aquellos documentos, que
a haber sido guardados cuidadosamente de la acción de la
humedad, de la polilla y del aire, no presentarían aquella
huella de destrucción y deterioro, sino esotra que da el
paso de los años y de los siglos, y 'que imprime en las cosas
un sello de majestad y en la mente del que las contempla
un sentimiento de profundo respeto hacia generaciones que
aún parecen vivir en la hoja desteñida y amarillenta de un
instrumento público, que produjo sensaciones diversas, en-
gendró derechos y deberes y fue como grano de arena en
52 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
el pedestal del derecho de propiedad. Sacudiendo la gruesa
- capa de polvo secular que cubre varios de aquellos volú-
menes, hube de buscar la fecha más antigua que pudiera ha-
llarse en loa lomos desleídos, y es admirable ver el año de
1585 haciendo el oficio de la mayor antigüedad entre sus
compañeros, y de ahí para acá podría afirmarse que se en-
cuentran instrumentos de todos los años. Abierto uno cual-
quiera de aquellos tomos envejecidos, y que reclaman, por
su solemne vetustez, un tratamiento mejor, es no menos ad-
mirable ver la calidad de las tintas y la forma de la letra de
que hicieron usólos escribanos y escribientes para trans-
mitir la voluntad de los vecinos de la naciente ciudad de
Quesada.
Lo más importante que guarda la Notaría 1^ de Bo-
gotá hace parte del protocolo del año de 1830. En aquel
volumen, de pocas hojas, cuidadosamente guardado bajo
llave y en magnífica pasta de cuero, se encuentra el origi-
nal de la escritura de donación que de la Quinta de Porto-
carrero hizo el Libertador y padre de la Patria a su di-
lecto amigo don José Ignacio París. Aquel instrumento he-
cho con las formalidades vigentes entonces, fue suscrito el
28 de enero, y da fe de su autenticidad don Joaquín Zapata
y Porras, Escribano Público de Gobierno, Hacienda y
Guerra.
En algunas encuademaciones de los protocolos de 1896
se cometió e\ error de ejecutar la obra con tablas, de suerte
que al asegurar a éstas los papeles, se usó de clavos, que
perforaron malamente el legajo, produciendo oscuridad en
la apreciación original de algunas palabras. No es esto muy
grave, y de 1896 para acá no se ha incurrido segunda
vez en el error, pero creo de necesidad anotarlo para
prevenir el caso en algún notario futuro, menos escru-
puloso que el señor Ramos Ruiz, cuya consagración, hono-
rabilidad y competencia están lejos de la menor duda.
PaTa demostrar el crecimiento de nuestras transaccio-
nes notariales, bastará anotar que el protocolo de 1918 con-
tiene 2,126 instrumentos; el de 1919, 3,123, y la cifra de lo
que va corrido del presente año alcanza ya a la considerable
de 2,762.
Para concluir, señor Presidente, me permito propo-
ner que el presente informe se conserve en la Secretaría
para cuando lleguen otros análogos como resultado de las vi-
sitas a que aludí al principio, y se redacte por una Comisión
de la Academia un memorial al Gobierno o a quien corres-
ponda, con el objeto de pedirlo que la Academia juzgue
conveniente a la mejor conservación y arreglo de documen-
tos que han de ser arsenal preciosísimo de nuestros anales.
PublíqucM. /?. Cortázar
INFORMES 53
CAMPAÑA LIBERTADORA DE ANTIOQüIA
Señor Presidente de la Academia Nacional de Historia— Presente.
La corporación que usted dignamente preside abrió
en el ano pasado, siguiendo laydable tradición, un concurso
sobre el siguiente tema:
«Campaña libertadora de Antioquia, el río Magdalena
y la Costa, desde la batalla de Boyacá hasta el sitio y toma
de Cartagena.»
Para juzgar los trabajos que se presentasen sobre el
tema dado, la Presidencia nos honró con el cargo de miem-
bros del Jurado Calificador, y, en consecuencia, rendimos
el informe del caso.
Sólo se presntó al concurso un trabajo, en nueve pági-
nas, bajo el título de Fragmento. Una fagina tara la histo-
ria, y con el seudónimo de Rumichaca. Este estudio, aun
cuando está escrito en estilo fácil y correcto, y es una di-
sertación histórica apreciable, no llena las condiciones del
tema propuesto, que de suyo es mby comprensivo, puesto
que se trata de apreciar las consecuencias de la batalla de
Boyacá en una parte importante del territorio colombiano,
a través de varias campañas parciales que culminaron en el
sitio y toma de Cartagena por las armas libertadoras. El
autor se contrajo a esbozar la figura de nuestro beneméri-
to Hermógenes Maza, que fue sin duda uno de los caudillos
salientes en el lapso que comprende el tema; y contempla-
do así el trabajo histórico, tiene mérito.
Por lo expuesto, proponemos:
Declárase desierto el concurso abierto por la Acade-
mia en 1919, sobre el tema arriba indicado. Si el autor del
T^ra^wew/o que se presentó !o tiene a bien, publíquese en
el BoLKTÍN de la corporación.
Bogotá, octubre de 1920— Señor Presidente. Jesús M,
Henao — Ger ardo Ar rubia — Luis Augusto Cuetvo.
INDÍCE DEL ARCHIVO NACIONAL.
Señores miembros de la Academia.
El señor don Roberto Rojas Gómez se ocupa en hacer
un «índice cronológico de la sección colonial del Archivo
Nacional,» y ha enviado a la Academia una muestra de él.
Nos eran conocidos los méritos del señor Rojas, por ha-
berlo visto en estas labores, en nuestras frecuentes visitas
al mencionado archivo. Conoce él, como ninguno, aquel teso-
ro de nuestra historia; sabe descifrar las letras más ininte-
54 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
ligibles de otros siglos y las abreviaturas enigmáticas tan
usadas entonces; y baila fácilmente, uo obstante las defi-
ciencias y errores de los catálogos y la confusión que se
hizo al empastar los volúmenes, cualquier documento que
se necesite para algíin estudiq.
El trabajo que ha emprendido es una obra seria, metó-
dica, inteligente y de utilidad inmensa. Sabido es por vos-
otros cuan grande es la dificultad de orientarse en ese in-
menso depósito de manuscritos; de encontrar la pieza que
se busca, y de poderla leer y copiar, si acaso es hallada. El
señor Rojas, con su catálogo, facilita inmensamente !a ta-
rea. Ha tenido el acierto de dividir su índice según las di-
versas materias de que tratan aquellos legajos, y nos envía
hoy lo relativo a correos, anotando al lado el tomo, el de-
partamento y la página. Da, además, el título de cada papel
o códice, con pormenores, y no con laconismo o expresio-
nes vagas, como se ha puesto generalmente en estos catálo-
gos. Ahí no se ve aquello de «Miscelánea,» «Papeles ira-
portantes,» «Documentos varios,» «Escritos inútiles» y otras
frases semejantes que hemos visto frecuentemente, sin nin-
gún otro detalle. El orden cronológico seguido por el se-
ñor Rojas es el más conveniente, pues así puede seguirse
la marcha de cada asunto a través de nuestros anales. Para
los que quieran hacer monografías será este trabajo de
utilidad inapreciable; y al verlo se comprende que, más
que tablas del archivo, son como cuadros sinópticos de la
historia de los asuntos administrativos y políticos de nues-
tro país.
El día en que los catálogos de nuestros archivos sean
impresos y se les haga circular, no sólo en la ciudad sino por
toda la República, y en el extranjero, serán numerosas las
copias que solicitarán muchas personas amigas de la histo-
ria y geografía, bien para asuntos personales, ya para dife-
rentes propósitos; y muchas gentes podrán beneficiarse con
el trabajo que ello proporcione.
En consideración a todo esto, os proponemos:
La Academia de Historia aplaude con entusiasmo la
labor emprendida por el señor don Roberto Rojas Gómez,
de hacer un catálogo cronológico del Archivo Nacional; de-
clara que la muestra que se le ha presentado es ua trabajo
de alto aprecio; y vería con placer que el Congreso Na-
cional le diera su apoyo, por ser obra de justicia y de ira-
portante beneficio para la Nación.
Señores académicos. Eduardo Posada — Manuel M.
Tobar,
INFORMES 55
LA METÁFORA CHIBCHA
Señor Presidente de la Academia Nacional de Historia.
Tenemos el honor de informar, a virtud de comisión
que se nos confió, acerca del trabajo presentado a la Aca-
demia por el doutor don Migfuel Triana, y que se intitula
L,a metáfora chihcha y los nombres geográficos.
El autor de aquel estudio es ventajosamente conocido
en el país y fuera de él, por varias obras escritas en estilo
ameno, eruditas y llenas de originales investigaciones. Ahí
están sus libros de viajes por el Sur de Colombia j Al Meta,
que lo acreditan como publicista inteligente.
Y por lo que se refiere a las disciplinas históricas, los
recientes artículos de Triana robre las piedras pintadas de
los chibchas, que vieron la luz en una revista ilustrada de la
capital, revelan al crítico sagaz que ha sabido abrir nuevos y
amplios horizontes en el campo, apenas transitado por unos
pocos hombres de ciencia de la prehistoria colombiana.
Viniendo ahora al trabajo sobre* el cual versa este in-
forme, tiene él. a nuestro juicio, mérito real. Es una nueva
muestra del fino espíritu de investigación de su autor, quien
con paso audaz penetra por derroteros desconocidos en el
estudio de los chibchas, %ación de la más avanzada entre
las que constituyeron la gran familia andina. Apartán-
dose del sentir de cuantos han estudiado la índole del idio-
ma chibcha y las facultades psíquicas de aquellos aboríge-
nes, el doctor Triana, previo un análisis metódico, concluye
afirmando que tal lengua fue pintoresca en sus expresiones,
y que el pueblo chibcha poseyó en alto grado la facultad
imaginativa. Basta este enunciado para que la Academia se
percate de la atrayente novedad que aporta al estudio in-
cipiente de nuestra prehistoria el autor de La metáfora
chibcha y los nombres geográficos.
Por lo dicho, vuestra Comisión os propone:
Acéptese como miembro correspondiente de la Aca-
demia Nacional de Historia al doctor don Miguel Triana.
Bogotá, agosto 16 de 1921 — Señor Presidente, vuestra
Comisión. Gerardo Af rubia — R. Cortáza?.
NOMBRAMIENTO DE MIEMBRO CORRESPONDIENTE
Bogotá, 22 de septiembre de 1921
Señor Presidente de la Academia Nacional de Historia— Presente.
Nos es grato informar sobre la candidatura del señor
don Miguel Arroyo Diez para llenar la plaza de número
declarada vacante por fallecimiento del señor don Tulio
Ospina (que en paz descanse).
56 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
El candidato es individuo correspondiente de la Aca-
demia desde el año de 1907, y tiene méritos más que sufi-
cientes para el ascenso de que se trata, pues es autor de
los siguientes trabajos, publicados en su mayor parte en la
revista Pofayán:
Monografías: Obras del Cabildo dePopayán (Puente de
Cauca, 1780); La Cuchilla del Tambo; La Torre del Reloj.
Estudios cfiticos-hisióricos:'H\%ioY\íL Pedagógica ¿Cuán-
do nació Caldas? ¿De dónde era don Miguel Montalvo?
¿Cuándo se fundó Popayán?
Biografías : El Capitán español Francisco de Mosquera
y Figueroa; el Capitán español don Pedro de Velasco; don
Pedro Agustín de Valencia y Castillo; don José Rafael Ar-
boleda y Arroyo; doña Asunción Tenorio; el General José
María Cabal; don Camilo Torres; don Miguel de Pombo;
don Francisco Antonio Ulloa; el General Julián Trujillo;
don Francisco de Paula Urrutia; don José Rafael Mos-
quera; don Liborio Mejía; don José Rufino Cuervo; el Ge-
neral Francisco de Paula Santander.
Estudios vados: Las Cortes de Cádiz; Centenario de
Manuel María Mallarino; el cuarto centenario del descu-
brimiento del Pacífico; Estudio Critico sobre la Geografía
del Cauca, por Tomás Maya; Breve estudio sobre don Mi-
guel Antonio Caro; La Virgen de Chiquinquirá; Centena-
rio del fusilamiento de Caldas; Mártires caucanos de la
Independencia; Nacimiento y muerte de Julio Arboleda;
Algo sobre Obando; Bolívar y España; La Legión Británi-
ca; Los Arboledas; Los hermanos Mosqueras <, Manuel José
y Manuel María); Reseña histórica de Popayán; El Negro
Manuel Segundo.
Además ha publicado y anotado (en asocio del señor
Antonino Olano), la Historia de la Gobernación de Popayán
por don Jaime Arroyo, y la Historia de los Tipitenorios y
los Pambazos del siglo xvii.
En consecuencia, vuestra Comisión propone:
Nómbrese individuo de número de la Academia Na-
cional de Historia, para ocuparla vacante del señor don
Tulio Ospina al correspondiente señor don Miguel Arroyo
"Dí^z—José María Restrepo Sáenz — Rufino Gutiérrez.
MONOGRAFÍA DE ALMAGÜER
Bogotá, septiembre 9 de 1921
Señor Presidente de la Academia de Historia de Antigüedades— Pre-
sente .
Para corresponder al honor que se me hizo en la sesión
anterior, al pasarme en comisión para su estudio la Mo-
INFORMES 57
nografia del Disiriio de Almaguef , Q^crxtdi por t\ señor don
Arcesio Guzmán, actual Representante en el Congreso por
el Departamento del Cauca, he estudiado con atención ese
trabajo.
La Gobernación del Cauca, por decreto número 498
de 1911, abrió un concurso para premiar, entre otras pro-
ducciones, los textos de enseñanza, mapas del Departamen-
to y cuadros estadísticos de producción agrícola, de gana-
dería y de industria. El señor Guzmán presentó a ese con-
curso su Monografía de Ahnaguer, y la Junta General de
los concursos no pudo considerarla, porque estaba fuera del
programa trazado para el concurso; pero el Jurado Califi-
cador, «asesorado por persona muy competente en el co-
nocimiento de la Provincia de Caldas,> consideró «como
obra de mérito verdaderamente notable esta. Monografía, y
en su informe manifestó que sentía que no entrara «en el
marco de la sección científica determinado por el decreto,»
y solicitó que a falta de premio ofrecido se hiciera una
mención honorífica de la obra y se publicara «para bien
de todos los amantes de la ilustración en Colombia.» La
Junta General declaró que estaba «en un todo de acuerdo
con el concepto anterior,» y que «como la Monografía de
que se trata representa un esfuerzo muy inteligente que
no puede pasar inadvertido, máxime si se tiene en cuenta
que si como Caldense (firma que llevaba el trabajo) hubiera
otros que se dedicaran a escribir circunstanciadamente la
geografía de cada distrito, podría obtenerse la más com-
pleta geografía del Departamento, > se le concedió al autor
de la Monografía «una medalla de primera clase y un di-
ploma de la misma categoría,» y además se ordenó que se
publicara la obra por cuenta del Departamento y que déla
edición se ent-cegaran cincuenta ejemplares al autor.
Los anteriores conceptos están firmados por los miem-
bros de la Junta General, señores Alfredo Garcés, Eudoxio
Constaín, Simón Rojas, Joaquín Rebolledo y Miguel J.
Arroyo.
Estos conceptos, muy autorizados, porque son de per-
sonas de indiscutible competencia, hacen innecesario el
mío, de poco valor ante los de ellos; pero como me precio
de conocer bastante toda la Provincia de Caldas, me per-
mito agregar algunas palabras.
Contiene la M,onografía noticias precisas y muy deta-
lladas sobre la situación del Municipio, límites, extensión,
producciones, industrias, comercio, vías de comunicación,
cordilleras, ríos, páramos, habitantes, instrucción pública,
gobierno, población, capacidad fiscal, división territorial,
58 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
etc., lo mismo que de la cabecera del Distrito y de cada
uno de los Corregimientos que lo componen.
Esto sólo bastaría para recomendar la obra del señor
Guzmán como de gran mérito, porque los datos que contie-
ne sirven para conocer con exactitud lo que es Almaguer.
Pero el mayor mérito de la obra quizá no está en esos de.
talles sino en las pormenorizadas y extensas noticias histó"
ricas de lo que fue aquel territorio antes de la Colonia, de
su conquista, de la fundación de la noble ciudad, de la épo-
ca colonial, de au actuación en la guerra de la Independen-
cia, de los acontecimientos más notables ocurridos allí du-
rante la República, de la gran riqueza que en otro tiempo
tuvo su industria minera, y de las muy acertadas medidas
que las autoridades dictaron e hicieron cumplir para evitar
quería que aquí \\arm.mos pesie de Santos ¿9// invadiera a los
pobladores de la región.
Como complemento de la historia de Almaguer contie-
ne la Monografía biografías completas de algunos de los
principales hijos de la población que figuraron en tiempo
de la Colonia y durante la guerra de la Independencia,
como la del muy ilustre procer presbítero doctor Domin-
go Belisario Gómez, fundador de la población de Bolívar,
capital hoy de la Provincia de Caldas, compañero que fue
de Bolívar y de Nariño en sus campañas del Sur, y sacer-
dote que por sus relevantes prendas ocupó altos puestos en
la jerarquía eclesiástica. Es sensible que no se hayan agre-
gado algunas biografías de nobles alraaguereños que hicie-
ron papel prominente como jefes de los patianos.
La Monografía tiene además el mérito de estar escrita
en estilo claro, elegante y conciso.
Mi concepto sobre este trabajo lo resumo en la siguien-
te proposición, que presento con mucho gusto y con todo
respeto a mis dignos colegas como un tributo de aplauso al
señor Guzmán:
Por llenar \^ Mo7wgrafia de Almaguer las condiciones
fijadas por la Academia de Historia y Antigüedades en la
proposición aprobada en la sesión del 5 de marzo del pre-
sente año. téngase como candito al señor Arcesio Guzmán,
autor de ella, para miembro correspondiente de esta cor-
poración, y publíquese ese trabajo en el Boletín.
Rufino Gutiérrez.
hfl BflCflhhfl DE BOmBOIlfl
(Para mi distinguido amigo el doctor Luis Augusto CuerTo).
Dolor profundo, amargura intensa, se apoderan de todo
corazón patriota al recordar la campaña de 1822. Campaña
LA BATALLA DE BOMBONA 59
sangrienta y cruel, como ning-una, que hace pensar de cuan"
to es capaz el hombre que persig-ue como único ideal la li-
bertad. En esta campaña inaudita aparece radiante, colo-
sal, gloriosa, la figura procera de Bolívar: lo atajaban las
rocas inaccesibles de Cariaco; detenían su marcha las hon-
donadas y los abismos y los ríos; diezmaban sus batallones
las llanuras inclementes del Patía; aniquilaban sus fuerzas
las feroces guerrillas de los pastusos; el terreno era desco-
nocido; el plan del enemigo, ignorado; y con todo esto, y a
pesar de la naturaleza, pobre, desnudo, enfermo, abando-
nado y débil, el ejército libertador desfilaba por las pam-
pas de Bombona el 7 de abril de 1822, teniendo como ob-
jetivo táctico intermedio para llegar a Pasto, las escarpa-
das alturas del Cariaco, que sirven de base al nevado del
Galera, en su flanco occidental.
Llevaban los patriotas a su cabeza hombres como Bolí-
var, Torres. París, Valdés y muchos otros acostumbrados
a vencer; tostados por el so; de las batallas; ungidos con el
óleo de la sangre, y resueltos, en fin, a ofrendar el mísero
patrimonio de la vida donde fuera menester. El General
Torres, que dirigía el ala derecha, al frente de setecientos
cuarenta hombres, atacó violentamente a los pastusos; a las
dos de la tarde de ese memorable día; pero éstos lo recha-
zaron, dejando el bravo jefe patriota, al retirarse, cien
muertos y treinta heridos entre las grietas profundas de
ese valle infernal. Desesperado Torres, se unió al General
París, y rehabilitado con nuevas fuerzas y mejores bríos,
se lanzó sobre el centro realista, defendido por los españoles
a las órdenes de don Basilio García. Para coronar la cima
que ocupaba García, en un desfiladero como el de las Ter-
mopilas, en la posición militar más ventajosa déla tierra,
se imponía un arresto sobrehumano, una resolución firme e
irrevocable, un heroísmo supremo. Empezaron los patriotas
a descender por una honda cañada bajo la nube de fuego
de las fuerzas españolas, y expuestos a morir despedazados
por las enormes piedras que desde la altura arrojábanlos
pastusos. Pero para esos héroes, para esos mártires, todo
sacrificio era pequeño y todo peligro despreciable; y entre
las charcas de sangre, amparados de la serranía unas veces,
y de la densidad de la niebla otras, lograron ascender al
más elevado pico de aquel nevado inmortal, que sirvió de
sepulcro a los más valerosos soldados de la libertad, vencedo-
res en Carabobo y Boyacá. En esta arriesgada acción que-
daron heridos la mayor parte de loa soldados, todos los ofi-
ciales y todos los jefes, inclusive Torres y París. Los dos
gloriosos batallones de la guardia colombiana, el Bogoti y
el Vargas^ desaparecieron entre las rocas, sin que hubiera
60 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
un solo medio de salvarlos; porque la lluvia de fuego era
horrible, porque el coraje de los realistas era admirable,
porque el empuje de los pastusos era irresistible; y nadie
podía dar un paso adelante sin peligro de perecer. Por eso
el gran Bolívar, que parecía no conmoverse ante nada, ese
día dejó deslizar una lágrima de compasión por sus solda-
dos, que advirtió Barreto con dolor.
Para darle estímulo, para infundirle confianza en el
triunfo, le dijo Bolívar a Valdés en el momento más angus-
tioso de la batalla: «¡General, qué bien entra mi gente!>
Y Valdés, con el más profundo de los desconsuelos, le
contestó: «Sí, mi General, pero no sale.»
Este pequeño diálogo entre los grandes jefes patriotas de
Bombona, da una idea precisa de esa horrible hecatombe,
que muchos historiadores han considerado como un error
de Bolívar, y que nosotros no nos atrevemos a calificar.
Eran las cinco de la tarde, y el combate estaba en todo
su fragor; Bolívar había perdido toda esperanza; pero Valdés
hizo el último esfuerzo, la postrera intentona; logró subir a
una pequeña altiplaniciedominadapor las fuerzas de don Ba-
silio García, y ordenó al batallón Rifles cargar a la bayoneta.
El Aragón, Cuerpo de línea español y de reserva, recibió
también con bayoneta armada el ataque del Rifles; y dicen
los que allí estuvieron, que todos los combatientes, asusta-
dos, lívidos de horror, paralizados de asombro, suspendieron
los fuegos para mirar con avidez el más encarnizado cho-
que de dos batallones que se disputaban, cuerpo a cuerpo,
el laurel de la gloria. Este fue el momento épico, fue ésta
la hora inmortal. A las seis de la tarde Valdés había venci-
do, y tenía de refuerzo el batallón Vencedor. Pero las som-
bras de la noche cobijaron aquel campo de muerte, y lo
que había sido un triunfo de los patriotas se convirtió en
una retirada lenta e intencionada de Bolívar, por motivo
del agotamiento de sus tropas, por el desconocimiento ab-
soluto del terreno y por la sombra intensa que podía favo-
recer a los realistas y procurarles una reacción favorable.
Bolívar se replegó sobre la población de Consacá, con el áni-
mo de hospitalizar a sus heridos y de conseguir recursos
para sus diezmados batallones. Los pastusos y los españoles
regresarona Pasto con el propósito de reorganizarse y prepa-
rarse para defender la ciudad en caso de que el Libertador
pretendiera sitiarlos. Pero éste, siempre previsor y sereno,
temiendo un asalto de fuerzas superiores, resolvió seguir
por El Peñol y situarse en el Tablón de Guascaurco. bri-
llante posición militar defendida por las hoyas de tres
grandes ríos. Allí permaneció acampado hasta que tuvo
conocimiento del triunfo obtenido en Pichincha, el 25 de
EXORDIO 61
mayo, por el Mariscal Sucre, y entonces determinó dirigir
una comunicación a don Basilio García, con el objeto de con-
cluir las capitulaciones, y al efecto envió en comisión a don
José Gabriel Pérez. Cuando los pastusoa se dieron cuenta de
la intimación de Bolívar, montaron en cólera y pretendie-
ron asesinar a don Basilio García, pero la oportuna inter-
vención del Obispo y de la nobleza calmó los ánimos y se
sometieron al armisticio.
Bolívar entró a Pasto, el 8 de junio de 1822, después
de sufrir todos los horrores de esta legendaria campaña,
donde el infortunio y el dolor corrieron parejas con el he-
roísmo y la constancia. Para darnos una idea de la situa-
ción del ejército patriota en la campaña de Pasto, oigamos
al célebre historiador Groot:
« . . El Libertador no estaba en estado de seguir ade-
lante sin recibir refuerzos, porque por experiencia supo
que guerrear en el territorio de Patía o Pasto, contra pa-
tianos y pastusos, era algo diferente que guerrear en Ve-
nezuela. En Pasto encontraron su sepulcro hombres valien-
tes que habían hecho las campañas más difíciles en Vene-
zuela.»
Este es el resumen de esa terrible batalla, que paralizó
tantas vidas preciosas. Después de cien años de admiración,
inclinamos hoy los colombianos libres, con profundo respe-
to, nuestras frentes, por todos los sacrificios, por todos los
dolores, por todo el heroísmo de los mártires de Bombona.
José Ma.ría Garcés Bej araño
EXORDIO (1)
Bastidas es el precursor de nuestra conquista. Cierto
que ya, antes de él, al poniente y al levante, habían tocado
el territorio dos marinos intrépidos: Colón y Ojeda, y que
ellos habían puesto las columnas extremas de nuestro pór-
tico sobre el mar Caribe; pero es Bastidas quien, como co-
rriendo a los lados la verja de un inmenso parque, abre nues-
tra comarca a las miradas del mundo, y une esos dos lími-
tes donde pusieran sus mojones aquellos iniciadores de tan
magna empresa.
El va desde esa península que se avanza sobre el mar,
como un bastión de titanes, hasta donde el océano, como to-
mando desquite de aquella invasión, penetra en la tierra
firme y forma un golfo resplandeciente y magnífico. El fija
(1) Prólogo de la obra Rodrigo de Bastidas, por Rodrigo Nogue-
ra. Bogotá. 1920.
62 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
el croquis definitivo de nuestro litoral sobre el Atlántico,
que hasta entonces aparecía vag-o e indeciso, pues apenas
habían adivinado confusamente sus perfiles, e! iiustre des-
cubridor del Nuevo Mundo, al delinear sus planps en la
costa del istmo, y Juan de la Cosa, al trazar su hermoso
mapa, bordeando los arrecifes de la Goajira.
Cuan interesante la figura de ese notario de Sevilla,
que bota su pluma de gfanso, su salvadera y sus perg-aminos
para cruzar e! piéiago y correr aventuras per el mundo que
acaba de descubrirse. Mágica tarea la de ese hon;bre desli-
zándose, en desmantelados bajeles, a lo largo de esas playas
del océano, y descubriendo, ante las gentes del viejo mundo,
el contorno de la cabeza de un continente.
Y así como fuera el Bautista, por las riberas del Jor-
dán, predicando la buena nueva y derramando sobre las
cabezas el agua lustral, va Bastidas, por las orillas del mar,
bautizando con sus linfas cada ensenada y cada promonto-
rio, cada montana y cada islote, cada pueblo que allí baña
sus cimientos y cada río que allí arroja sus ondas, y anun-
ciando la llegada de una civilización a esas bárbaras re-
giones.
Aún se guardan, a pesar de nuestras torpes mutaciones
¿e nombres, algunas de esas denominaciones que él hicie-
ra- Ahí están, principalmente, como recuerdo eterno
¿e su paso, los dos apodos bíblicosde las dos santas del ca-
lendario: Marta yMagdalena. Quienes los llevan, ciudad y
río, proclaman su gloria: una desde su blanca sierra que se
destaca como un nimbo sobre la frente de Colombia, y el
otro, al entrar impetuoso al océano y endulzarle a éste, en
ancha zona, sus amargas olas.
Y con Bastidas se inició también la lucha de las dos ra-
zas. Ejecuta él los primeros episodios de ese colosal poema
que había de desarrollarse luego en toda la extensión del
país. Se libran a su lado esas primeras contiendas con que se
empieza el empuje avasallador que fue arrollando las tribus
y que, como alud formidable, cubrió esa tierra que extendía
hacia el sur sus campos de esmeralda y sus montes de zafiro.
Tras él, al contemplar el escenario que se ofrecía a sus
proezas, se lanza la turba de audaces aventureros— crueles o
magnánimos, ignorantes o letrados, ambiciosos o altruis-
tas,— y subiendo los ríos o cruzando^las serranías, van al co-
razón del país, y hallan allá, como tierra de promisión,
campos fértiles, veneros de oro y climas paradisíacos. Y
buscan después, aún no saciadas sus ansias, lo que no halla-
ron jamás, un país dorado, empedrado de diamantes, con
ricos palacios, como fueran los argonautas, en pesquisa del
áureo vellocino, en las horas vespertinas de la historia del
mundo.
EXORDIO 63
Pero al lado de tanto esplendor aparece la sombra in-
fausta. También con Bastidas, aunque sin culpa de él, se
inauguran las querellas oprobiosas, las intrig-as nausea-
bundas, las rivalidades insensatas, y, como consecuencia de
todo ello, esa serie de crímenes que pusieron borrones en
la soberbia epopeya.
ICuán cínica es esa conspiración contra él para quitar-
le el mando, cuan repugnante todas esas maniobras para
despojarlo de sus laureles, y cuan negra esa hora en que se
clava a su pecho generoso un puñal maldito!
Bien ha hecho el joven Noguera en trazarnos la silueta
del conquistador. No teníamos una biografía de él, sino
apenas breves menciones de sus actos en las historias ge-
nerales o esbozos rápidos de su figura. Y lo ha hecho
con erudición y arte: se destaca, como veréis, lector ama-
do, en las siguientes páginas, luminosa y vivida, la imagen
de aquel ardoroso sevillano.
El autor fue, hace unos tres auos, alumno de la Escue-
la Militar, donde lo conocimos y tuvimos ocasión de apre-
ciar su inteligencia y cultura. Luego dejó el yatagán para
servir el puesto de Secretario de Hacienda en su Departa-
mento natal, y allí mostró su pericia en finanzas. Ha amado
siempre el estudio de nuestros anales y nos ha dado ya na-
rraciones amenas. El haber nacido en Santa Marta y qui-
zás el llevar como nombre de pila el mismo del fundador
de la ciudad, que le fue puesto, sin duda, en homenajea
este, han movido, especialmente, su pluma, a investigar esa
vida y a dibujarla con la maestría que se verá en los capí-
tulos de este folleto.
Tuvimos, ahora tiempos, ocasión de llamar la atención
de nuestros rebuscadores de historia sobre las fechas asig-
nadas generalmente para la fundación de Santa Marta, e
hicimos not^r que este nombre se había dado a la tierra
mucho antes de aquel acontecimiento, y que resultaban dos
viajes de Bastidas, cuando muchos historiadores sólo men-
Clonaban uno. También apuntamos, por ahí en una aposti-
lla, que la tumba de este descubridor existía en Santo Do-
mingo, por haber llegado a nuestras manos una historia de
esa isla donde ello se relataba, y cómo su lápida podía ser-
vir para aclarar detalles de la vida de este hijo del Betis.
Tal vez este aporte nuestro al estudio de esa biografía,
o quizás el recuerdo de un maestro, de sus días de cadete,
hicieron que nuestro amigo nos designara para escribir el
prefacio de su obra. Con vivo gusto ponemos estas primeras
líneas, pero somos tan sólo el conserje que introduce al vi-
sitante a una suntuosa morada. Amigo lector, siga usted,
que adentro está el autor con pluma de oro, provisto de
documentos y en un elegante escritorio.
64 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Nos permitimos, sí, decir, como todo portero entro-
metido, otros pormenores que hemos hallado sobre el bio-
S^rañado, y que vienen a comprobar, aún más, la residen-
cia de él en la isla Española, entre sus dos expediciones.
En la diligrencia para el repartimiento de indios que se
hizo en la ciudad de Santo Domingo el 9 de diciembre de
1S14, hay este párrafo: «Asimismo se le encomendó (a Juan
Guillen) diez naborías de casa de las que registró Rodrigo
de Bastidas, que son las siete allegadas,» y más adelante
dice: «Para la obra de la iglesia de la dicha ciudad se depo-
sitaron en Rodrigo de Bastidas, vecino de la dicha ciudad,
por el tiempo que se contienen y declara en una cédula que
Su Alteza dio a petición del Obispo de la dicha iglesia acerca
de lo susodicho, cincuenta personas de servicio en la cacica
Catabano de Higuey.> Y después hay estas otras dos parti-
das: «A Gonzalo Cazalla se le encomendó siete naborías de
casa que registró Rodrigo de Bastidas.... A Rodrigo de
Bastidas, casado en Castilla, se le encomendó diez naborías
de casa de las que él registró.»
Tenemos también este dato que puede agregarse a los
que pone el señor Noguera sobre la vida que llevó el des-
cubridor en la citada isla: «La dicha ciudad de Santo Do-
mingo tiene a la entrada del dicho río una fortaleza grande
y muy fuerte, de que es Alcaide don Rodrigo de Bastidas,
yerno de Oviedo, el coronista de Su Majestad.» (1).
Todos tropezamos con el nombre de Bastidas al abrir
los libros de historia nacional, aun los más pequeños com-
pendios, pero pasamos de prisa las hojas y tan sólo el nom-
bre queda sonando en nuestros oídos. Fue, sin embargo,
una vida intensa, y justo es remomorarla con amplitud.
Estas páginas hacen seguir sus pasos y sentir su acción
trascendental y fecunda.
Así como en la ciudad antillana se guardan con venera-
ción sus restos y la pátina de cuatro siglos no ha desteñido
su epitafio, conservemos nosotros siempre fresca la memoria
de aquel que pusiera la primera huella sobre la arena don-
de termina su curso la arteria que brota en el corazón del
país, que cruza su territorio recibiendo las venas de todos
los confines y que da vida y vigor a nuestra patria; de aquel
que colocara la primera piedra de la risueña metrópoli que
había de recibir, centurias después, el estertor de Bolívar.
Bastidas es para Colombia lo que Colón es para la
América.
Eduardo Posada
(1) Encontramos éste y los anteriores datos en Documentos Iné-
ditos del Archivo de Indias, tomo 1', páginas 19, 115, 122, 132 y 141.
boletín
Año XIV-N.' 158 W^i II P I I rV Mayo: 1922
DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
oROHno De £fl flcfloemifl nflcionflí oe historia
DIRECTOR, REDACTORES,
EDUARDO POSADA LUIS AUGUSTO CUERVO
ROBERTO CORTÁZAR
Bogotá — República de Colombia
inFORfllES
CONGRESO DE SEVILLA
Señor Presidente de la Academia Nacional de Historia.
Señor: Tenemos el gusto de presentar a usted una co-
pia del informe que hemos rendido a Su Señoría el Ministro
de Relaciones Exteriores, sobre el desempeño de la misión
que tuvo a bien encomendarnos, para el Congreso de His-
toria y Geografía de Sevilla.
Bien que a la Academia hemos tenido el gusto de in-
formarle, en varias ocasiones, con respecto a nuestras la-
bores'como Delegados a dicho Congreso, hacemos extensi-
vo a ella aquel informe para que queden, en una sola pieza,
los detalles de nuestra misión, puedan conocerlos los colegas
que no nos han oído y se publiquen en el Boletín, si ello
se estimare conveniente.
Repetimos, una vez más, a la Academia y a cada uno
de sus miembros los sentimientos de alta gratitud por el
honor que se nos hizo al designarnos para aquella distingui-
da representación.
Bogotá, 15 de agosto de 1921.
Señor Presidente, Raijnundo Rivas — Eduardo Posada
A Su Señoría el Ministro de Relaciones Exteriores.
Señor: Nos es honroso dar cumplimiento al deber de
informar a Su Señoría sobre la misión que nos fue encomen-
dada de representar a Colombia en el segundo Congreso
Hispanoamericano de Historia y Geografía, reunido en Se-
villa.
Encaminados a la capital de Andalucía, por distintas
vías, nos reunimos en dicha ciudad en los últimos días de
abril, e inmediatamente nos pusimos en comunicación con
xrv— 5
66 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
los organizadores del Congreso; con los Delegados de los di-
versos países y entidades que iban llegando, y con el señor
doctor Luciano Herrera, Encargado de Negocios en Ma-
drid e invitado a concurrir a las sesiones del Congreso por
la Comisión Directiva.
El día 30 de dicho mes tuvo lugar la junta preparato-
ria, y en ella se acordó la Mesa de Honor y las Comisiones
de la Mesa de cada una de las Secciones. Presidió esta jun-
ta el señor Marqués de Figueroa, de la Academia de Histo-
ria de Madrid.
El día 2 de mayo, a las cuatro de la tarde, tuvo lugar,
en el magnífico Palacio de Artes e Industrias de la Plaza de
América, la sesión inaugural. Celebróse el acto en el gran
salón central, bellamente adornado con los tapices del Ayun-
tamiento, del célebre pintor Bacarisas, y profusión de flores.
Presidió la sesión y pronunció el discurso de estilo el señor
Ministro de Instrucción Pública, señor Aparicio, quien te-
nía a su derecha al Eminentísimo señor Cardenal Almaraz;
al Alcalde de Sevilla, señor Conde de Urbina, y al Gober-
nador Civil, señor Elio, y a su izquierda al Director de la
Real Academia de la Historia y Presidente efectivo del
Congreso, señor Marqués de Laurencín, al Capitán General
interino, y al señor Marqués de Peralta. En los otros asien-
tos del estrado se instalaron las demás autoridades de Se-
villa; los ex-Ministros de Estado, señores Cañal y Borbolla;
el Director General de Bellas Artes, señor García de Lea-
niz, y el del Instituto Geográfico, don Severo Gómez Nú-
ñez; el Ministro Plenipotenciario del Brasil, don Abelardo
Pecanha; la señorita Wright, notable historiadora norte-
americana, y los Delegados de España y de las República»
hispanoamericanas. El resto del salón estuvo destinado al
público, y allí asistieron distinguidas damas y personas no-
tables.
Abierta la sesión por el Ministro, el Secretario General,
don Jerónimo Bécker, hizo la historia del Congreso, inicia-
do en el que se celebró en 1914 y aplazado por consecuen-
cia de la guerra, y puso de relieve su importancia como
factor para estrechar los lazos de amistad entre España y
América. En seguida hablaron el señor Director de la Real
Academia de Historia; el señor Ministro del Brasil, en nom-
bre de los pueblos que colonizó Portugal; el señor Alcalde
de Sevilla; y el primero de los suscritos, quien rindió a la
Madre Patria el homenaje de las naciones hispanoameri-
canas. Fue pues una distinción la que se hizo a la Delega-
ción colombiana al designar auno desús miembros para
llevar la palabra en dicho acto.
El Congreso se dividió en cuatro Secciones: 1^ Sección
Preespañola, común a América y Filipinas; 2^ Sección, de^
INFORMES 67
Histoi ia de América; 3^ Sección, de Geogfrafía de América,
y 4^ Sección, de Historia y Geografía de Filipinas. Los dig-
natarios de las Secciones fueron los siguientes:
A/esa de Honot — Presidentes: Excelentísimos señores
Ministro de Instrucción Pública; Cardenal Almaraz; Conde
de Urbina; Alcalde de Sevilla; Ministros de las Repúblicas
americanas acreditados en Maüiid; Manuel Valladares,
Ministro de Guatemala en París; Pedro Rodríguez de la
Borbolla, ex-Ministro; Carlos Cañal, ex-Ministro; Director
General de Bellas Artes; Director del Instituto Geográfico.
Vicepresidentes: Raimundo Rivas, Representante del Go-
bierno de Colombia y Presidente de la Academia de Histo-
ria de Bogotá; Eduardo Posada, Representante del Gobier-
no de Colombia y Secretario de la Academia de la Historia
de Bogotá; Luis Ulloa, Representante del Gobierno del
Perú; Pascual Guaglianone, Representante del Gobierno
argentino; Ernesto de la Cruz, Representante del Gobierno
de Chile; Salvador Manijo, Representante del Gobierno de
Cuba; Francisco A. de Icaza, Representante del Gobierno
de Méjico; Luciano Herrera, Encargado de Negocios de
Colombia; Ismael S. Fuentes, Encargado de Negocios de
El Salvador; Pelayo Quintero, Representante del Gobierno
de Honduras y Presidente de la Academia Hispanoame-
ricana de Ciencias y Artes de Cádiz; Adolfo Carranza y se-
ñor don Marcos U. Ayala, Representantes del Ateneo His-
panoamericano y de la Academia Americana de la Historia
de Buenos Aires; Ernesto Restrepo Tirado, Representante
del Gobierno de Colombia y de la Academia de la Historia
de Cartagena de Indias; don José M. Pérez Sarmiento, Re-
presentante del Gobierno de Colombia y de la Academia
Hispanoamericana de Cádiz; Gonzalo Zaldumbide, Repre-
sentante de la Academia de la Historia de Quito; Ilnstrísi
mos señores Gobernador Civil; Presidente de la Diputación
Provincial; Deán de la Santa Iglesia Catedral; Rector de la
Catedral; Presidente de la Audiencia y Delegado de Ha-
cienda; Excentísimos señores Gobernador Militar; Dele-
gado de Hacienda; Marqués de Tablantes; Marqués de
Torrenueva; Conde de Aguiar, y señor Presidente del
Círculo de Labradores; Diego de Ángulo, Presidente del
Ateneo de Sevilla, y Representante de la Residencia de Es-
tudiantes de Madrid.
Mesa efectiva — Presidente: Excelentísimo señor Mar-
qués de Laurencín, Vicepresidentes: Excentísimos señores
Marqués de Figueroa; Alcibíades Pecanha, Ministro Ple-
nipotenciario del Brasil; señores Pascual Guaglianone, Re-
presentante del Gobierno de la República Argentina, y Ri-
cardo Beltrán y Róspide.
68 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Secretario General: Exceltntísimo señor don Jerónimo
Bécker.
Secretarios: Excelentísimos señores don Joaquín de
Ciria; don Francisco V. Silva; don Santiagfo Montoto; don
Marcos U. Ayala.
Mesa de las Secciones—Stccxón Preespañola común a
América y Filipinas. Presidente: señor don Pelayo Quin-
tero. Vicepresidentes: señores don Raimundo Rivas; señor
don Pedro Torres Lanzas, Jefe del Archivo General de
Indias.
Secretarios: señor don Francisco Navas del Valle; se-
ñorita Sara S. de Ibalgué.
Sección de Historia de Améríca — Presidente : señor
don Luciano Herrera. Vicepresidentes: señores don Ismael
G. Fuentes; señor don Ramón de Manjarrés.
Secretarios: señor don José M. Pérez Sarmiento; señot
don Ricardo Beltrán y González.
Sección Geográfica de /áw^/vW/— Presidente: Excelen-
tísimo señor don Ricardo Beltrán y Róspide. Vicepresi-
dentes: señores don Pascual Guaglianone y don Gustavo
Fernándes Bastos.
Secretarios: señores don Germán Latorre y don José
Romero Filgfueira.
Sección de Historia y Geografía de Filipinas — Prt&í-
dente: Excelentísimo señor don Antonio Blásquez. Vice-
presidentes: Reverendo Padre Pablo Pastélls y señor Ma-
nuel Rodiíguez Navas. Secretarios: señores don Salvador
Massio y don Cristóbal Bermúdez Plata.
Las Secciones se reunieron en los días 4, 5, 6 y 7 de
mayo para la presentación y estudio de los'trabajos presen-
tados, y para acordar conclusiones, y el día 10 tuvo lugar la
sesión solemne de clausura. Tuvimos el gusto de presentar,
en las tres primeras Secciones citadas, varios trabajos rela-
tivos a nuestra historia y geografía, a saber: «Datos biográ-
ficos del Adelantado Quesada.> «Diccionario Biográfico de
los primeros descubridores y conquistadores del Nuevo Rei-
no de Granada.» «Estudio bibliográfico sobre lenguas indí-
genas de Colombia. «Diccionario geográfico.» «Cronología y
cartografía de Colombia.»
Entre los importantes trabajos presentados al Congre-
so por los Delegados españoles y americanos recordamos
los siguientes:
«Prehistoria e historia precolombiana de las Antillas,»
por don Calixto Massó. «Criollos empleados,» por don Ma-
nuel de Castro y López. «Textos Escolares,» por el mismo.
«Historia de la educación piíblica en Santiago del Estero,»
INFORMES 69
por don Camilo Quiazio. «La enseñanza de la Historia y la
solidaridad hispanoamericana, > por José R. del Franco.
«Formalidades forenses en la época colonial, > por el Reve-
rendo Padre Grenón. <E1 Famatino de Rosas de Oquendo,*
por el presbítero don Pablo Cabrera. «La Religión colonial,»
por el Padre fray José M. Liqueno. «Carácter de la colo-
nización española en América,» por el Padre Ángel Clave-
ro Navarro. «El primer poema escrito en Cuba. Documen-
tos inéditos referentes al Obispo fray Juan de las Cabezas,»
por don José María Chacón y Calvo. «El Padre fray Juan
Infante,» por don Adolfo R. Rivera. «Don José de Beitia
Linaje y su libro Norte de la Contratación de las Indias,»
por don Santiago Montoto de Sedas. «Pedro Valdés, Gober-
nador de Cuba,» por Miss J. A. Wright. «España en Améri-
ca,» por don Adolfo S. Carranza. «La denominación Améri-
ca Latina,» por don Ramón Manjarrés. «Sobre la revista
Archivo Ibero Americano» y «Los doce primeros apóstoles
de Méjico,» por el Padre Anastasio López. «La unidad his-
tórica de la Península Ibérica y los primeros descubrimien-
tos del territorio hoy Brasil,» por don A. Huertas. «Manera
como deben hacerse y publicarse las investigaciones lleva-
das a cabo en el archivo de Indias,» por Miss J. A. Wright.
«Reseña cronológica de las principales exploraciones hidro-
gráficas realizadas por los españoles en las costas del Conti-
nente hispanoamericano,» por don Gonzalo Fernández Bas-
tos. «Itinerario marítimo de California al río de La Plata,»
por don Francisco Silva. «El estrecho de Magallanes y su
territorio,» por don Javier Fernández. «Trabajos geo-
gráficos y colonizadores de los misioneros jesuítas en Ca-
lifornia,» por el Reverendo Padre Constantino Bayle.
«Un viaje precolombiano de los chinos a la América del
Norte.» por el doctor Massip. «Algunos documentos del
Archivo de Indias sobre ciudades chilenas,» por don Jesús
Pavón y don Luis Jiménez Placer. «El Amazonas. Navega-
ción de los ríos y las cascadas,» por don Abelardo Pe-
canha. «El macizo de los Andes colombianos,» por don Joa-
quín Emilio Cardoso. «Un nuevo reiato de la expedición
de Loaisa,» por don Antonio Biásquez. «Noticias de una
geografía en las islas Filipinas,» manuscrito inédito del si-
glo XVIII, por don Ángel Biásquez Jiménez. «Descubrimien-
tos y conquistas de los castellanos en el Extremo Oriente,»
por el Padre P. Pastélls. «Origen de las misiones francis-
canas en el Extremo Oriente» y «Fray Juan de Placen-
cia y sus relaciones sobre las costumbres de los filipinos,»
por el Padre Lorenzo Pérez. «índice de personas nobles y
otras de calidad que han estado en Filipinas desde 1521
hasta 1898,» por don E. Bentana. «Diccionario de Filipinas
70 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES "^
con la revisión de lo que al respecto lleva publicado la Aca-
demia Kspañola,> por el mismo. «índice biográfico de los
que asistieron al descubrimiento de las islas Filipinas,» por
don W. E. Retana, trabajo publicado en el número espe-
cial de «Raza Española. > dirigida por la ilustre escritora
doña Blanca délos Ríos Lampérez, con motivo del cuarto
centenario del descubrimiento de las Filipinas.
Además de estos trabajos importantes--y de otros que
involuntariamente hayamos omitido anotar — oyó el Con-
greso las eruditas conferencias dictadas por el señor Mar-
qués de Figueroa y por don Jerónimo Bécker. Versó la
primera sobre «Las navegaciones oceánicas y la civilización
peninsular personificada en Magallanes»; y fue tema de la
segunda la acción de España en América. Tuvieron lugar
estas conferencias, así como las juntas de las Secciones del
Congreso y solemne de clausura, en el salón de actos del
monumental edificio del Archivo de Indias, la histórica Casa
Lonja de Sevilla.
El Congreso discutió y aprobó las siguientes conclusio-
nes, algunas de ellas presentadas por la Delegación colom-
biana:
«l^ Solicitar de los Gobiernos hispanoamericanos enco-
mienden a sus Delegados ante los Congresos internacionales
de carácter científico, literario o político, el reconocimiento
de la lengua castellana como uno de los idiomas oficiales de
dichos Congresos.
«2^ Estimando de suprema necesidad que las corrien-
tes de aproximación que felizmentente existen entre Es-
paña y las Repúblicas hispanoamericanas tomen cauces
propios para asegurar en el porvenir la intimidad de las re-
laciones y el acuerdo espiritual que entre unas y otras de-
ben existir, declara:
«Que es indispensable que las corporaciones que en Es-
paña y en los países hispanoamericanos se consagran al
estudio del Derecho Internacional, procuren armonizar los
principios que en la esfera de la Ciencia ha proclamado
América, y las doctrinas mantenidas por España respecto
de) particular, a fin de que las conclusiones a que se llegue
puedan servir de norma en sus relaciones a todos los pue-
blos de origen español, y
«Que adoptando un procedimiento análogo u] emplado
por los Estados escandinavos, u otro que se estime mejor,
se procure que la ley mercantil en España y en las Repú-
blicas americanas se inspire en principios análogos, con lo
cual se facilitaría grandemente el comercio entre una y
otras.
INFORMES 71
«3^ Que con objeto de convertir en realidad el voto san-
cionado por el primer Congreso de Historia y Geografía His-
panoamericanas, referente a la creación de un Centro Inter-
nacional de Investigaciones históricas americanas con sede
en Madrid o Sevilla, el segundo Congreso resuelve que enco-
miende a una Comisión constituida por los miembros de la
Mesa Directiva, residentes en España, y por un número igual
de diplomáticos americanos, la constitución del referido
Centro de Investigaciones; y que la Comisión que se designe
redactará el programa de trabajos y el reglamento del
Centro, fijará el presupuesto de sus gastos, determinará la
cuota que se solicitará de cada uno de los Gobiernos his-
panoamericanos y comunicará a éstos, antes del 1° de sep-
tiembre próximo, por intermedio de los respectivos Re-
presentantes diplomáticos, la constitución definitiva del
Centro.
«Autorízase a la Mesa Directiva del Congreso para
designar por mayoría de votos los diplomáticos que integra-
rán la Comisión creada.
«4^ El Congreso declara que hay conveoiencia científica
y didáctica en crear como Sección en las Facultades de Filo-
sofía y Letras, o como instituto independiente en cada una
de las Universidades, una Escuela de Geografía, destinada
a la formación del profesorado que ha de atender las cá-
tedras de dicho ramo de estudios en los establecimientos de
segunda enseñanza, en. los del magisterio y en los técnicos.
«Que el plan de estudios de dicho Escuela deberá com-
prender, como mínimum, los siguientes cursos: 1^, Geogra-
fía matemática y Física terrestre; 2°, Topografía; 3^, Geo-
logía y Paleontología; 4^, Geografía física (dos cursos);
5°, Biogeografía; 6^, Antropogeografía; 7*?, Geografía econó-
mica y política; 8°, Estadística; 9°, Geografía física del país,
en que funciona la Escuela; 10, Geografía política y econó-
mica del país en que funciona la Escuela; 11, Historia de la
Ciencia geográfica y de los descubrimientos; 12, Problemas
modernos de la Geografía; 13 Cartografía (dos cursos);
14, Seminario de Geografía económica y política (dos cur-
sos); 15, Tres excursiones, de una duración de diez días,
como mínimum, cada una, a lugat es geográficos típicos.
Y, además, como ramas didácticas: Pedagogía general;
Metodología especial y práctica déla enseñanza (tres se-
mestres).
«Que para ingresar en la Escuela de Geografía se re-
quiera poseer el certificado de bachiller, o de maestro nor-
mal, o comprobar poseer una preparación equivalente.
«El Congreso recomienda el estudio, en forma siste-
mática y científica, de la influencia ejercida por los ele-
72 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
mentes antropogeográficos en la evolución social y política
de los pueblos americanos.
«5^ El Congreso aprueba, hace suya y coloca bajos sus
altos auspicios la iniciativa que tiende a hacer de la ense-
ñanza de la Historia, rectamente explicada, el medio más
práctico y decisivo para llegar al anhelado advenimiento de
la comunión espiritual de la raza hispanoamericana.
«Invita oficialmente a los Gobiernos de todas las nacio-
nes de Hispano América para que incorporen a sus respecti-
vos programas de instrucción pública la enseñanza especial
de la Historia de España y de la conquista, colonización y
emancipación del Continente americano, expuesta con sin-
cera lealtad y con la extensión que su importancia reclama.
«Ruega especialmente al Gobierno español que apoye
oficialmente esta iniciativa y proceda con urgencia a adap-
tarla, incorporando a los programas de las Escuelas del Es-
tado la enseñanza de la Historia de la emancipación de las
Repúblicas americanas, y de su respectiva Geografía física
y política, con igual criterio de honesta investigación y sana
crítica.
«6^ Que estima como la labor más urgente y necesaria
a realizarse por los archivos americanos la publicación si-
multánea de los catálogos de documentos que se refieren al
coloniaje, independencia y organización política.
«Que, sin perjuicio de la obra que realizan los Archi-
vos, hay verdadera conveniencia científica en que las Uni-
versidades americanas se preocupen de la publicación, en
series, de los documentos que se conservan en los archivos,
públicos o privados, de su zona de inñuencia.
«Que es necesario crear en las Facultades de Filosofía
y Letras una Sección de Historia e incorporar a sus planes
un curso teóricopráctico de introducción a los estudios
históricos americanos y un Seminario de investigación, con
asistencia obligatoria.
«Que hay urgencia en que los países americanos se
preocupen de la publicación sistemática de los documentos
que reflejen la vida económica, social y política de la época
colonial y que se conservan en los archivos españoles y
americanos.
«Que es procedente iniciar a los jóvenes que cursan los
últimos años del bachillerato en el estudio de los documen-
tos que se refieren a la independencia y organización polí-
tica, por lo que se recomienda la publicación de textos con
documentos.
«Que por razones de orden científico, didáctico y ame-
ricanista, estima procedente recomendar a los autores de
textos de Historia el evitar los paralelos entre las figuras
de proceres déla independencia americana.
INFORMAS
«7^ El Congreso estima necesario crear en Sevilla, en
el local del Archivo General de Indias, una biblioteca públi-
ca americana, dividida en tantas secciones cuantas son las
Repúblicas que constituyen el Nuevo Mundo, y acuerda un
voto de simpatía y de cordialísima adhesión al mencionado
Archivo.
«8^ Considerando que las fuentes para el verdadero
conocimiento de la Historia de América desde su descubri-
miento están principalmente en los documentos que guar-
dan los archivos de España y de las naciones americanas,
declara que vería con agrado que las autoridades respecti-
vas de quienes dependar dichos archivos, publiquen catá-
logos generales de los documentos que aquéllos contienen,
a fin de hacer fácil su conocimiento a los estudiosos y en
garantía de la verdad histórica.
«9^ Aunque en cumplimiento de las conclusiones apro-
badas en 1914, el próximo Congreso debía reunirse en
América, el actual, teniendo en cuenta el espíritu de dichas
conclusiones, y queriendo demostrar su gratitud a Sevilla,
acuerda que el tercer Congreso se celebre en esta culta
y bellísima ciudad en 1924, coincidiendo con la Exposición
que en la misma se prepara.
<A1 propio tiempo resuelve que el cuarto Congreso te
reúna en Buenos Aires en 1926.
«10^ Como acto de reconocimiento a Sevilla, se invita a
los Delegados americanos a que gestionen de sus respectivas
autoridades den el nombre de dicha histórica ciudad a una
de Iss calles de sus capitales.
<11^ El Congreso solicita del Excelentísimo Ayunta-
miento de Madrid dé a una de las calles de dicha capital el
nombre de Jiménez de Quesada, uno de los más notables,
por sus múltiples cualidades, entretlos fundadores de la na-
cionalidades americanas.
«Igual excitación hace al Excelentísimo Ayuntamiento
de Granada, en atención a que, según todas las probabili-
dades, se meció en dicha ciudad o en sus cercanías la cuna
de tan esclarecido letrado y guerrero.
«12^ Siendo muy difícil a los aficionados a estudios his-
tóricos adquirir datos auténticos y precisos, referentes a
los hallazgos arqueológicos producto de las primitivas civi-
lizaciones americanas, y con el objeto de fomentar las ex-
cavaciones y contribuir eficazmente a la difusión de los es-
tudios prehistóricos, hispanos y americanos, el Congreso
resuelve gestionar por medio de los señores Representante»
de las diferentes naciones hispanoamericanas la creación o
fomento de Juntas oficiales de antigüedades y excavaciones
análogas a las de España.
74 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
«Publicación anual de memorias, dando cuenta detalla-
da de los trabajos efectuados, e intercambio de ellos entre
las Juntas que existan y Academias de Historia de los di-
versos países; y
«Autorización oficial para poder cambiar entre las
Juntas y Museos oficiales los ejemplares repetidos proce-
dentes de las excavaciones; y que se fomente el estudio del
Folklore en cada uno de los países hispanoamericanos.
«13^ El Congreso de Historia y Geografía Hispano-
americanas, al terminar su tareas, deja constancia de bu
profundo reconocimiento a los Magistados de la ciudad, al
Comité de Exposición Hispanoamericana, a la Cámara de
Comercio, al Ateneo y al Centro Social de Labradores y
Propietarios, por los gentiles y espléndidos agasajos de que
el Congreso ha sido objeto y que han hecho más grata, si
cabe, a los Congresistas todos, y especialmente a las Dele-
gaciones americanas, su permanencia en la hospitalaria y
maravillosa ciudad de Sevilla, tan evocadora y tan cara al
corazón de los americanos.
«14^ El Congreso declara que la política colonial espa-
ñola estuvo inspirada en los mismos conceptos que regían
en dicha época en España, ampaifendo a la vez que los inte-
reses económicos de la Metrópoli, el progreso de las colo-
nias y la defensa de los pobladores indígenas con una sabia
legislación; y que, como consecuencia de la valiosa obra que
representa para el hispanoamericanismo la celebración del
segundo Congreso hispanoamericano de Geografía e Histo-
ria reunido en Sevilla, y de la importancia que para Espa-
ña y las Repúblicas americanas tendría el viaje del Sobera-
no español, por unanimidad, el Congreso vería con agrado
que Su Majestad el Rey don Alfonsoxiii se sirviera realizar
cuanto antes su proyectado viaje a América.
«15^ Considerando impropia la denominación de Amé-
rica Latina aplicada a los países descubiertos y colonizados
por los españoles, el Congreso declara que la única apro-
piada es la de América Kspañola o Repúblicas Hispanoame-
ricanas.
«16^ El Congreso acuerda dar por reproducidas aquí las
conclusiones de 1914, que no han sido aún llevadas a cabo.»
Alternaron con los trabajos del Congreso varios festejos
con que la ciudad de Sevilla — exponente altísimo de la le-
gendaria hospitalidad española- obsequió a los Delegados.
Entre esas fiestas, llenas de briljantez y cultura y que deja-
ron huella i raborrable en nuestro ánimo, citaremos la aristo-
crática Buñoladaen la Caseta de ferias del Real Círculo de
labradores y propietarios, a la cual concurrieron las da-
mas ataviadas con el traje clásico español, y hubo bailes ña-
mencos; el banquete dado por el Comité ejecutivo de la
INFORMES 75
Exposición Hispanoamericana en el Pabellón Regio de la
misma; la recepción particular de la Excelentísima señora
Condesa de Lebrija, en su magnífico Palacio, -que es un
verdadero museo, en el cual se guardan, entre otras rique-
zas, varios de los más hermosos mosaicos extraídos de las
ruinas de Itálica; la recepción oficial dada por el ilustre
Ayuntamiento de Sevilla en la Casa Consistorial, en la cual
tuvimos los Delegados oportunidad de admirar innumera-
bles tesoros históricos que allí se custodian, tales como los
estandartes del Rey San Fernando, ganador de la ciudad,
códices y manuscritos antiquísimos, y autógrafos de hom-
bres celebres; y un paseo por el Guadalquivir, obsequiado
por la Junta de obras del puerto. En la recepción del
Ayuntamiento, previo un elocuente discurso del señor Te-
niente Alcalde, los Delegados hispanoamericanos fuimos
honrados con el título de hijos adoptivos de Sevilla, e igual-
mente recibimos la distinción de ser elegidos miembros
honorarios del Comité de la Exposición, la cual, según lo
resuelto, debe tener lugar el año de 1924, a tiempo con la
reunión del tercer Congreso de Historia y Geografía.
Privadamente convinimos con muchos Delegados en
canje de publicaciones, y en dar a conocer cada uno en su
país las labores de los centros y de las personalidades que
se dedican en Hispano América al estudio de la Historia.
Fue este Congreso un espectáculo de fraternidad en-
tre todas las naciones americanas, y de amor y respeto ha-
cia la Madre Patria. Se formaron allí vínculos de estrecha
cordialidad que habrán de conservarse perpetuamente, y
que traerán saludables consecuencias para todas las que
allí tomaron parte, especialmente en loque respecta al
cultivo de la Historia y de la Geografía del Nuevo Mundo.
Presentamos también este^nforme en nombre de nues-
tros distinguidos compañeros de Delegación, General Er-
nesto Restrepo Tirado, Cónsul en Sevilla, y don José Ma-
nuel Pérez Sarmiento. Cónsul en Cádiz, quienes no pueden
suscribirlo por hallarse ausentes de esta ciudad, y cuya
tinosa colaboración, lo mismo que la de don Luciano He-
rrera, nuestro Encargado de Negocios en Madrid, fue
factor importante en la labor que a grandes rasgos queda
expuesta.
Renovando a Su Señoría y por su digno conducto a Su
Excelencia el Presidente de ¡a República el testimonio de
nuestro profundo agradecimiento por la confianza en nos-
otros depositada, tenemos el honor de suscribirnos, con
sentimientos de la más distinguida consideración, atentos,
seguros servidores y compataiotas,
Raimundo Rivas — Eduardo Posada
Bogotá, agosto 7 de 1921.
76 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
raiEíTlBRO CORRESPOnOIEnTE
Señores miembros de la Academia Nacional de Historia.
Un distinguido miembro correspondiente de la Acade-
mia, el doctor Ramón Correa, con el entusiasmo que des-
pierta en él cuanto se relaciona con la Historia Patria, se
ha anticipado a emitir concepto por la prensa acerca de la
obra recientemente publicada en la capital del Departa-
mento de Nariño por el benemérito General doctor Gusta-
vo S. Guerrero, que lleva por título Causa célebre seguida
en Pasto al extranjero don Alejandro Macaulay, y que ha
sido sometida a mi examen por el señor Presidente de esta
ilustre corporación. De manera que para el acertado des-
empeño de mi cometido, me bastaría reproducir aquí las
frases pertinentes del antedicho académico, cuyas opinio-
nes, por lo autorizadas, tienen para mí el carácter de fallo
definitivo, y están además a cubierto de toda sospecha de
parcialidad; las mías, aun prescindiendo de su modesto ori-
ífen, podrían acaso ser consideradas como mera expresión
de los sentimientos personales que naturalmente me predis-
ponen en favor de la obra misma y del autor, por tratarse
en ella de reivindicar la honra del terruño y estar yoligfado
al General Guerrero por vínculos regionales y de vieja
amistad. Vayan, no obstante, algunas observaciones de mi
propio discurso a corroborar las ideas expuestas de ante-
mano sobre el particular.
Me atrevo a decir, parodiando las expresiones de un
insigne escritor, que la mitad, por lo menos, si no las tres
cuartas partes de la historia de Colombia, permanece ente-
rrada. Enterrada en el famoso Archivo de Indias de Sevilla,
fuente preciosa y rara vez explotada de información colo-
nial; enterrada en nuestras bibliotecas piiblicas. en las de
Venezuela, Ecuador, Perú, Boliviay demás Repúblicas sur-
americanas; enterrada en los protocolos de las Notarías,
Concejos, Prefecturas, Juzgados y Alcaldías, de las cinco
naciones libertadas por Bolívar; enterrada en los anaqueles
de las librerías de los hombres de letras; enterrada, por
ultimo, hasta en el rincón oscuro que en todas partes se
destina al depósito de papeles y otros objetos en desuso.
Mientras no se proceda a exhumar prolijamente la multi-
tud incalculable de documentos inéditos exparctdos aquí y
allá, en toda la extensión del territorio patrio y fuera de
él, cualquir esfuerzo que se haga para complementar, con
los elementos disponibles actualmente, la historia del país,
resultará infecundo, y, a más de infecundo, perjudicial;
puesto que sólo habrá de contribuir a intrincar cada vez el
MIEMBRO CORRESPONDIENTE 77
laberinto de dudas, contradicciones, vacíos e inexactitudes
que se observan al través de las distintas obras que consti-
tuyen el acopio nacional en la materia. Por la sencilla ra-
zón de que ninguno de nuestros historiógrafos, ni aun los
mejores reputados, podrán gloriarse de contar con los da-
tos indispensables para establecer en su punto la verded de
los hechos a que se extiende'su narración, y ni siquiera les
es dado disponer de una carta geográfica perfecta de la
República, que les permita determinar coa precisión los
lugares, teatro de tantos y tan diversos acontecimientos.
A mi juicio, la obra de reconstrucción en referencia
demanda todavía media centuria siquiera de labor ince-
sante. A la generación actual sólo le incumbe recoger y
acumular con paciencia benedictina los elementos disper-
sos de que be hablado, y disponer así el campo de acción de
las futuras generaciones, que son las únicas llamadas a aco-
meter y ejecutar con probabilidades de buen éxito la empre-
sa magna que todos ambicionamos. Cuantose intente ahora,
sin las condiciones requeridas, no pasará de ser, repito, un
esfuerzo más o menos laudable, pero estéril, propicio ape-
nas a la propagación de fábulas e inexactitudes, de que
está plagada la epopeya nacional. Y no debe nunca olvidar-
se al respecto la sentencia de don Miguel Antorio Caro:
<La historia no es fábula sino verdad. Quien no ame la
verdad antes que todo no escriba historias, porque no hará
otra cosa que acumular ruinas y crear escombros.»
Corresponde pues a vosotros encauzar la corriente in-
telectual del país en ese sentido.
Penetrado, como el que más, de las ideas que acabo de
expresar, el ilustrado autor del volumen que motiva este
informe, viene desde mucho tiempo atrás acrecentando el
acervo de documentos y noticias aplicables al fin que señalo
como norte de las aspiraciones comunes en la materia que
constituye el objeto primordial de vuestras tareas, con te-
nacidad y acierto verdaderamente recomendables. Prime-
ro, en su condición de gobernante dispuso y llevó a cabo en
Nariño la publicación de una serie de documentos, a cual
más interesantes, relacionados con los hechos acaecidos en
el sur de la República durante la guerra magna, documen-
tos que repetidas veces han servido a propios y extraños
para rectificar conceptos erróneos, aclarar dudas y llenar
vacíos en las páginas referentes a la independencia nacio-
nal. Ahora, encaminando de nuevo su actividad por el rum-
bo que le señalan sus aficiones de hombre de estudio y
sagaz investigador de noticias pretéritas, presenta a la consi-
deración de los dedicados a esta clase de investigaciones, en
edición nítida, el proceso antes inédito del Coronel Alejan-
78 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
dro Macaulay, precedido de un estudio crítico de gran
valor histórico y sobresaliente mérito literario, que cir-
culó desde 1884 en las columnas del Correo del Sur, j ^q
debe a la bien tajada pluma del doctor Joaquín Guerrero,
de quien heredó Gustavo su hijo, con la sangfre, las inclina-
ciones y talentos de que ha dado muestras repetidas en los
diversos campos en los cuales ha ejercitado su capacidad
individual. Con uno y otro documento ha logrado él termi-
nar para siempre toda divergencia acerca de la traición
atribuida a los pastusos en la célebre jornada de Catambu-
co, hacer recaer sobre quienes lo merecen la responsabili-
dad de la hecatombe sangrienta que sobrevino después
como consecuencia de esa inesperada acción de armas, y
demostrar de manera irrefutable la hidalguía y lealtad ca-
racterísticas del pueblo valeroso, tan mal comprendido como
peor calificado hasta ahora, que se precia de contar al Ge-
neral Guerrero entre sus hijos ilustres.
Si de las obras mencionadas se pasa a considerar los
méritos personales del autor, son muchos los títulos que
asignan a éste lugar prominente entre sus compatriotas.
Lo mismo que en la prensa, en los campos de batalla, en el
estadio de la política, en el foro, en los parlamentos, etc.,
desde su temprana edad ha prestado y continúa prestando
importantes servicios a la patria colombiana. Justo es reco-
nocerlo así y dar de ello piíblico testimonio, en obsequio
del aludido personaje y para estímulo de cuantos se hallen
dispuestos a emprender la misma áspera senda recorrida
por él en los ya largos años de su fecunda existencia.
Fundado en lo que antecede, concluyo proponiéndoos
respetuosamente adoptéis la siguiente resolución:
La Academia Nacional de Historia, visto el informe
que acaba de leerse, acoge en su seno, con el carácter de
miembro correspondiente, al señor don Gustavo S. Gue-
rrero.
Comuníquesele y procédase a extenderle el título res-
pectivo. Bogotá, mayo 16 de 1921 — Señores académicos,
vuestra Comisión. Daniel Zar ama.
DISCURSO
Venimos hoy aquí los hijos de América a celebrar en
la mansión solariega una de esas efemérides que concen-
tran, en un solo haz de fulgores, los épicos recuerdos de la
raza. Y desde las poblaciones que en los flancos de los An
des fundaron nuestros abuelos, en recuerdo de aquellas e n
que se mecieron sus cunas, atravesando los mares que hace
DÍSCÜRSO 79
cuatro siglos surcaron las carabelas de Mag-allanes y Sebas-
tián Elcano, traemos a la Madre Patria el saludo, fecundo
en promesas y palpitante de entusiasmo, de las naciones
hispanas del mundo de Colón.
Ayer, el cumplimiento de la misión histórica que co-
rrespondió a España al descubrir y colonizar inmensa parte
del Continente, formó una cadena humana que sobre el
Atlántico mantuvo en estrecho contacto a los miembros
de la familia que lo mismo laboraba la tierra en las már-
genes clásicas del Ebro y del Guadalquivir, como en las
ubérrimas del Amazonas o del Orinoco. Hoy, la conmemora-
ción de las fechas culminantes en el período que dio a Euro-
pa campo para el empleo de todas las energías, inicia, en sen-
tido inverso, una corriente que de las Repúblicas america-
nas trae a este suelo, desarrollada al calor tiel trópico y en
el contacto con una naturaleza cuyo eterno florecimiento
constituye una enseñanza para el hombre, la misma savia
que la Península infundió, pródiga y generosamente, en
nuestras venas. Es que acaso empieza ya a cumplirse aque-
lla ley sociológica señalada por un pensador como el más
bello programa de educación: la de los padres a los hijos
a fin de transmitirles el fruto sazonado déla experiencia
con las cualidades atávicas de la raza; la de los hijos a los
padres para infundirles ese hábito de renovación que es
el privilegio divino de la juventud.
Pasó ya para siempre el período heroico en que los an-
dantes caballeros de la aventura esculpieron el poema de la
conquista con hazañas que encontrarían sitio apropiado eu
las gestas del Mió Cid o de Bernardo del Carpió. En nues-
tros días, ya no forma Hernán Cortés auréola a su cabeza
con el rojizo resplandor del incedio cuyas llamas hacen des-
tacar su figura en el panorama de la Historia; ni sueña Pi-
zarro, en perdido islote del Pacífico, en que habrán de aca-
riciar las plumas de su yelmo los rayos de un sol que serán
de gloria para sus armas y de oro para su bolsa vacía; ni
alienta Juan Ponce de León el delirio de beber en la Flori-
da el agua de la Fuente de Juvencio que ha de volver a su
organismo el perdido vigor. No ya Quesadas y Valdivias,
Sotos y Benalcázares, Losadas y Almagros, bardados en
bronce, con las viseras levantadas, dominan, bajo los brazos
interrogantes de la Cruz del Sur, el suelo que chafa el cor-
cel de guerra en su continuo galope, con el intento de vol-
ver a la Corte para ofrendar ante los pies del Rayo de la
Guerra o del Rey Prudente» como modernos Reyes Magos,
nosólo el incienso, la mirra y el áureo metal, sino los terri-
torios mismos en que se han dado cita todas las maravillas.
Ya no se despuebla como en el siglo xvi Sevilla, la hechicera
80 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
que aprisiona todo el encanto inenarrable de Andalucía,
porque las gentes se agolpan ante las puertas de la Casa de
Contratación en busca de permiso para pasar a Indias, ni
los hermanos de las Teresas de Jesús y los nietos de Garci-
lasoS/de la Veg-a, piensan que es Nueva España o el Perú el
palenque propicio para que aniden en los cuarteles del an-
tiguo escudo otras aves heráldicas; y si viviera el Monarca
de las Letras, don Miguel de Cervantes Saavedra, es proba-
ble que no intentaría una de las salidas del Ingenioso Hidal-
go por los arenales que circundan a Cartagena del Poniente.
Mas sí está terminado el cuadro de la conquista y coloniza-
ción— queno puede tener en todos sus detalles, como desean
quienes abrigan aún la ingenua ilusión de que la Historia
puede hacerse por seres impecables, los tonos claros de un
cielo de Murillo, sino los colores, a trechos luminosos y en
parte sombríos, con que don Diego de Velásquez aprisionó
la vida,— Icuán erróneo es el concepto de que a España no
queda acción intensa que desarrollar en las que fueron has-
ta ayer sus colonias, y son hoy Estados que aspiran a que
se encauce en normas de fraternidad y de justicia la mar-
cha futura de las sociedades!
La nueva misión que le incumbe es la de ser como el
imán adonde converjan todos los pueblos que tienen su
origen en el solar ibérico, para formar así un solo foco que
irradie la luz del ideal y el fuego de comunes aspiraciones
sobre todo el universo. Há mucho tiempo que voces que
tienen mayor resonancia y armonía que la desconocida que
hoy se atreve. hablaros, han ensalzado la grandeza que en-
cierra la culminación de tal empeño. Mas ya eshora de que
él no sea tan sólo el generoso anhelo de algunos miles de
pensadores, sino la realidad, más bella aún, y que ha de
comprender todas las manifestaciones de la actividad hu-
mana, lo mismo las que son los dones propios de Apolo y de
Minerva, que aquellas que tienen su representación en los
atributos de Vulcano y de Mercurio. Debemos dejar a un
lado las palabras, cuyo atractivo esteriliza el campo de ac-
ción si no son el fiel trasunto de los hechos, para rimar con
actos diarios el cántico de unión de España con las Ameri-
cas. Y reunirse para evocar la Historia— que narrada en
un idioma que tiene a la vez la dulzura de las uvas malague-
ñas y la grave sonoridad de les aceros que se templan en
las ondas del Tajo, se convierte en hilo milagroso que nos
lleva desde pretéritas edades hasta los días futuros en que
habremos de fundirnos en una confederación ideal — es uno
de esos acontecimientos que lleva al espíritu el risueño ger-
minar de muchos optimismos.
En este jardín paradisíaco, éntrela floración de las ro-
sas y bajo el azul de los cielos, ante la mirada de innúmeros
LAS PIEDRAS DE LEIVA 81
seres que por él divagan, está ya el símbolo de esta alianza.
Allí, cerrando círculo con los leones de Castilla que ostentó
en sus blasones el Almirante de las Indias, se levanta la es-
trella de los hijos de Arauca y la de la isla cantada por el
poeta del Niágara, y brilla el sol que fertiliza las regiones
bolivianas, los campos que amaba Rodó y los que hume-
decieron con su sangre los hijos del Paraguay. Allí palpitan
las manos, que si lograron unirse sobre el Plata, también pue-
den estrecharse a través del Océano; galopa el potro de las
llanuras venezolanas que domó el centauro Páez. y detiene
su paso ligero la llama del Perú; paran su vuelo el libre
cóndor de Colombia y el águila indomable de Méjico; se yer-
guen, como atalayas del porvenir, el Chimborazo ecuatoriano
y los altos montes que campean en los escudos de Honduras
y Costa Rica, el Salvador y Nicaragua; cierra sus alas de
púrpura el quetzal, cuyo canto interrumpió para siempre la
tizona de Alvarado, y despliegan sus colores los estandartes
de la Española, donde quiso dormir su sueno eterno el gran
Descubridor. Que ese concierto magnífico se realice efecti-
vamente en un escenario que abarca todo el mundo y tiene
para desarrollarse la plenitud de los tiempos, y habrá lleva-
do a efecto la Madre Patria, como también nosotros al
agruparnos en torno de su pendón legendario, la más tras-
cendental y armoniosa de todas sus empresas.
Y hoy que, convocados por la voz del augusto Soberano
Su Majestad don Alfonso xra, quien reina en España por
derecho de nacimiento y en las Américas por la conquista
de la simpatía, nos reunimos en esta urbe que custodia el
depósito sagrado sobre el cual vela la Musa de la Historia,
ante los recuerdos que se agolpan a la mente en muda cata-
rata y las ilimitadas perspectivas que columbran los ojos
del alma, repitamos el grito de ^alarma de uno de nuestros
grandes poetas, grito que es al mismo tiempo la síntesis de
los lazos que nos unen con fuerza indestructible;
Que la raza esté en pie y el brazo listo,
que va en el barco el Capitán Cervantes
y arriba flota el pabellón de Cristo.
(Pronunciado por el señor R. Rivas en el Congreso de
Sevilla).
hflS PIEDRAS DE hEI\7fl
A INMEDIACIONES DE SANTA SOFÍA
En el pintoresco valle de Ricaurte y muy cerca del río
Sutamarchán, que lo atraviesa de Sur a Norte, en la vereda
4e «El Salto y Lavandera,> perteneciente a la jurisdicción
XIV— 6
82 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
de la histórica Villa de Leiva, dominios que fueron del cé*
lebre Monarca indígena^Zaquenzipa. se encuentran las fa-
mosas piedras de jeroglíficos que vamos a describir, ig-no-
radas aún por los arqueólogos, como lo están también en la
región de Santa Sofía, para los versados en los estudios
geológicos, el hoyo de «La Romera> y las hermosas y gi-
gantescas cuevas de «El Hayal» y «Las Hornillas,» entre
otras muchas curiosidades naturales.
Consiste el notable monumento chibcha citado arriba,
en dos grandes piedras: plana la una en su parte superior,
como una tallada mesa, y tiene por diámetro la dimensión
de cuatro metros; y la otra, más regular severa, afectando
una forma piramidal.
En los contornos de ambas se ven varios conjuntos de
jeroglíficos, grabados como a cincel, algunos de los cuales
han ido desapareciendo con la acción del tiempo y con las
capas de musgo que tratan de borrar esa página valiosa,
aunque indiscifrada, de nuestra prehistoria nacional.
Los grupos más visibles permiten adivinar ora la re-
presentación del cuerpo humano con los brazos abiertos y
levantados; ora la imagen del sol, su más excelsa divinidad;
ora la silueta de la rana, con la cual parece simbolizaron la
abundancia de las aguas; ora el estandarte, signo de la gue-
rra, y la flor, emblema de la agricultura; ora, en fin, manos
abiertas, momias y cráneos humanos, todo lo cual nos dice
de sus costumbres y de su religirn, desús ritos fúnebres,
de sus ideas y de su grado de adelanto en relación con los
otros pueblos del continente. En medio de esas representa-
ciones hay variedad de líneas caprichosas, como imitación de
figuras geométricas, interpretativas tal vez de incompren-
sibles atributos. Las piedras se hallan orientadas hacia el
lago de Fúquen-?, y en torno de ellas aparecen excavacio-
nes, maso menos recientes, hechas, sin duda, con el pro-
pósito de buscar tesoros imaginarios. A corta distancia
del monumento existen dos cementerios de indios, de
los cuales se han extraído, en poca cantidad, oro y esme-
raldas.
Parece que en sus migraciones, los indios dejaban es-
culpida en las piedras, las huellas de su paso y el indicio del
desarrollo de sus energías mentales. Estas piedras hablan, y
su enigmático lenguaje será, por mucho tiempo, la inquie-
tante incógnita de las pocas inteligencias que se esfuerzan
hoy por conocer la dinámica social de las tribus que habi-
taron nuestro territorio y que luchan por salvar del olvido
cuanto pudo librarse de la acción devastadora de la con-
quista: anales, tradiciones, monumentos, todo lo que sirve
para enriquecer la historia de la patria, para ilustrar y
LA ESCLAVITUD EN COLOMBIA 83
completar, en algfuna forma, las escasas noticias que posee-
mos acerca del antigfuo imperio de los chibchas.
Santa Sofía, noviembre de 1921.
Peregrino Sáenz
fafl ESCbflUITUD En CObOmBlfl
Honorables académicos de la Historia.
Examinando viejos protocolos, llamóme la atención una
marca que representa una corona sobre las letras P. F. Por
el momento pensé fuese algún signo de escribano, pero leí-
das unas cuantas líneas de aquel documento, comprendí lo
que en realidad era: nada menos que la marca real, el fac-
símil del hierro con que se herraba a I03 esclavos, y del cual
acompaño también copia en el presente estudio. Entonce»
surgió en mí la idea de escribir algunas páginas sobre la
esclavitud. Pensé que pudiera hacerlo, y me entregué a la
obra, que concluida ya, someto a la consabida imparciali-
dad de vuestros fallos. Si al leerla, por ventura una aura de
emoción fuere a suspirar en vuestros recuerdos; si un sen-
timiento de condolencia os sobrecogiere por aquellos que
largos siglos, en luchas silenciosas pero caldeadas al rojo
blanco de la tragedia, gimieron sin esperanza bajo el látigo
de la servidumbre; si al leerlo os fuere dado decir que ha
sido acertado, entonces podré creer que he cumplido con el
encargo que me impuse un día, de sorprender bajo el polvo
de las edades, historias ya olvidadas, ¿olorosas confidencias
de la esclavitud. Si lo contrario, valga como excusa la buena
voluntad que como humilde flor de un recuerdo ofrendo a
la memoria de aquellas víctimas en aras de la historia, so-
bre los altares del pasado.
Bogotá, febrero de 1922.
Honorables académicos.
Roberto Rojas Gómez
ESTUDIO SOBRE LA ESCLAVITUD
No es posible señalar cuál fuese el momento preciso en
que unos cuántos, sintiéndose más fuertes, impusieron a los
más débiles el yugo de la servidumbre. La génesis de la es-
clavitud, como la de tantas otras bárbaras instituciones, se
pierde en la noche de lo pasado. No es posible sin embargo
que ella existiese en los primeros días de la vida del mundo.
Las necesidades más urgentes, las puramente materia-
84 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
les, Únicas que acaso era dado sentir a generaciones rudi-
mentarias, llenábanse sin mayor esfuerzo con lo que natural-
mente la tierra producía; el interés y la propiedad entonces
desconocidos, no eran propicios elementos al desarrollo de
la esclavitud. Por ende, no es dudoso que el primer paso
de la humanidad ala servidumbre fuese dado con el pri-
mero a la rudimentaria y viciosa civilización de tan remo-
tos tiempos. Desarrollados entonces los primeros gférmenes
del interés, las primeras ideas de la propiedad, empezó a la
sombra de aquéllos a diseñarse el espectro de la servidum-
bre, acentuáronse sus contornos, y avanzando con la vora-
cidad de los contagios universales, acabó por adueñarse del
mundo, cristalizándose en inicuas leyes que se perpetuaron
al través de innumerables siglos, sucumbiendo en ella ge-
neraciones de infelices que siempre tuvieron obligaciones y
jamás derechos, que esperaron en vano, hasta que con la
angustia en el alma y en el corazón, y el cuerpo hecho jiro*
nes, se desplomaron sobre el cadáver de todas sus esperan-
zas, mientras la muerte, único, triste y último consuelo de
sus hondas amarguras, cerraba aquellos ojos que habían
llorado tanto, y los libraba de una vida que habían ido de-
jando hecha pedazos en los zarzales del doloroso calvario
que en este mundo les tocara recorrer.
Como consecuencia de la iniquidad de aquellas leyes
que consagraban la esclavitud como un derecho de vida y
muerte del fuerte contra el débil, surgió el odioso tráfico.
Por cargamentos, como fardos, se introducían los esclavos
para ser vendidos, y a tanto llegó la fiebre de este comercio,
que en algunas naciones, como la India, los maridos vendían
a sus mujeres, los padres a sus hijos, pretextando para
ello la miseria y carestías de aquel país, aunque en el fondo,
la relajación de los lazos de familia era el verdadero motivo,
ya que las causas que ellos alegaron se han ensoñoreado
también en otras naciones, sin que a pesar de ello se hubie-
se visto que apelasen a semejantes extremos.
En Egipto los prisioneros de guerra y los criminales
eran vendidos como esclavos, condenados a las minas, don-
de cargados de cadenas, y sin perdonar ni a los enfermos ni
valetudinarios ni ancianos, trabajaban hasta que la muerte
ponía fin a tantos padecimientos.
Entre los hebreos eran condenados a la servidumbre
los que hurtaban o debían y no restituían o pagaban: eran
vendidos como esclavos; y acreedores hubo que llevaran el
desenfreno de la usura hasta el grado de esclavizar también
a las mujeres, hijos e hijas de sus deudores.
En Grecia los prisioneros de guerra eran también ven-
didos como esclavos y empleados en el cultivo de la tierra.
LA ESCLAVITUD EN COLOMBIA 8Í
Y a tal gfrado llegó el tráfico de estos infelices, que fue pre-
ciso se nombraran jueces encargados de prevenir ,108 frau-
des. Pero ningún país de la antigüedad tuvo tan numerosos
esclavos ni traficó tanto ni tan espantosamente con ellos
como Roma.. También allí había en la materia tan amplias
autorizaciones, que los hombres podían vender hasta sus
hijos. Los esclavos se dividían ordinariamente en dos clases:
públicos, que eran los que pertecían al Estado, y privados,
que pertenecían a los particulares. En casi todas las nacio-
nes los amos tenían derecho de vida y muerte sobre sus es-
clavos. Los marcaban con hierro candente hasta en el ros-
tro; se les ponía collar como a los perros; se les negaba el
asilo; no podían contratar, ni nada por el estilo, puesto que
no eran ciudadanos sino cosas; no se les llamaba casi nunca
por sus nombres, sino con la palabra «piezas»: tantas pie-
zas de esclavos; y en las embarcaciones se les designaba por
toneladas: tantas toneladas de negros; y se les azotaba hasta
dejarlos exánimes. Maso menos esto sucedía en todas par-
tes, como se verá por documentos irrefutables en el curso
de este estudio.
El cristianismo no desarraigó de un golpe la esclavitud,
porque había intereses creados, costumbres bárbaras que
habían formado una segunda naturaleza, pero injusto sería
quien negare que dulcificó en cuanto fue posible la amar-
gura de aquellos desgraciados convertidos en mercancías y
máquinas de carga, porque la humanidad, que no tuvo paz
ni con los animales, a quienes sometió a todos sus caprichos
y barbaridades, tampoco pudo tenerla con sus semejantes,
y también los esclavizó.
Transformada en Europa la esclavitud lentamente
bajo la benéfica influencia del cristianismo, reapareció en
América con toda la ferocidad de su primitiva barbarie.
Las colonias españolas no podían ser excepción de tales ho-
rrores; los mismos interesesjque hicieron ley la esclavitud
en otras naciones, la hicieron también en éstas. Para los
siervos no prodigóla esperanza sus sonrisas, ni el sol sus res-
plandores, ni la noche sus estrellas. Concebidos en la escla-
vitud, nacidos en la esclavitud, arrullados en el regazo de
la servidumbre con los cantos de la muerte y del dolor, para
ellos no cantaron las aves en la enramada florecida cánticos
de amor que arrullaran los sueños de sus noches y las au-
roras de sus sombríos amaneceres, porque nó, porque ellos
vivían, pero vivían con la muerte en el corazón, bajo la no-
che de su existencia, tan sólo consagrada a enriquecer la ha-
cienda de sus amos. ¿Ilusiones? iOh! los esclavos nunca las
tuvieron, y si alguna vez en sus sueños pudieron acariciar-
las, se desojaron como los pétalos de las rosas en la violen-
86 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
cía de las tempestades, se dispersaron como las plumas que
las aves dejaron entre sus nidos cuando se fueron al infinito,
a la muerte, a la nada, a donde van las ilusiones que nos ol-
vidan, a donde van las esperanzas que para siempre nos
abandonan, a donde va lo que nunca vuelve! La vida para
ellos no pudo ser sino alg-o tan horrendo como la sangre
con que el verdugo enrojeció sus cuerpos, algo tan som-
brío como la humedad de las lágrimas que congeló la
muerte en la negrura de la noche de sus pupilas. ¡La tierra
prometida estaba tan lejos, que no alcanzaron ni a divisar
el humo desús hogares elevándose en columnas bajo el
azul de la lontananza, ni a escuchar siquiera entre sus sue-
ños el himno de los libres!
Así planteado el asunto, veamos los documentos, que
nos dirán la pura realidad.
«Don Sebastián de Eslava, Caballero de la Orden de
Santiago, Capitán General de los Reales Ejércitos, Virrey,
Gobernador y Capitán General del Nuevo Reino de Gra-
nada y Provincias agregadas, y Presidente de la Real Au-
diencia y Cancillería de la ciudad de Santafé por el Rey
nuestro señor, etc. Por cuanto después de estar prescrito
el término que se asignó para el indulto de negros ilícita-
mente introducidos en esta Provincia y la de Santa Marta,
por el año pasado de mil setecientos y cuarenta, se ha tenido
noticia en este superior Gobierno de hallarse negros sin
marca, ya sea por malicia de sus dueños o porque después
se han introducido, por cuyas razones hube de conceder
nuevo indulto en esta ciudad y su jurisdicción, de que ha
resultado beneficio a la Real Hacienda en la contribución
de los derechos que se han exigido de las manifestaciones
que se han hecho, y esperándose que el mismo provecho se
ccTnsiga en la villa de Mompós, en cuyo distrito se asegura
existe porción de negros de mala entrada, y debiendo aten*
der al alivio de los vasallos de Su Majestad, y que gocen
aquellos del mismo beneficio que han gozado los de esta ciu-
dad y su jurisdicción, he venido en extender por decreto
de este día la concesión del indulto a la expresada villa.
«Dado en Cartagena a dos de enero de 1743.»
«En la Villa de Santa Cruz de Mompós, en 6 de marzo
de 1743 años, ante los señores doctor don Juan Bautista Ba-
hamonde Taboada, Consultor del Santo Oficio de la Inqui-
sición, Oidor de la Real Audiencia de Panamá, Teniente
Gobernador, Auditor General de Guerra déla Plaza y Pro-
vincia de Cartagena de Indias; Contador don Nicolás de la
Lastra Riva Agüero, Oficial de la Real Hacienda de esta
LA ESCLAVITUD EN COLOMBIA 87
villa por Su Majestad, y de las capas agregadas a ésta,
Jueces privativos para el indulto y marca de esclavos por el
Excelentísimo señor Virrey de este Reino, pareció don
Cosme González, vecino de esta villa, y dijo que hacía e
hizo manifestación de dos negros para efecto de su marca,
en conformidad del despacho publicado, los que son, a saber:
Manuel, casta Mina (nacionalidad), de veinticinco años; con
tres rayas en el entrecejo y cinco en cada sien; y Francis-
co, casta Congo, sin señal alguna, de diez y ocho años, y
ambos se marcaron en el pecho con la marca real del mar-
gen, y el dicho don Cosme González exhibió la cantidad de
su importe, que son ciento y veinte pesos por ambos dos es-
clavos, y entraron en la caja destinada para este efecto, y
mandaron se le diese el despacho necesario, y lo firmó coa
sus mercedes, de que yo el presente Escribano doy fe.
«Doctor don Juan Bautista Bahamonde — Don Nico-
lás de LA Lastra Riva de Agüero- Cosme González.
Ante mí José Castellón, Escribano de Su Majestad.»
«En la villa de Santa Cruz de Mompós, el mismo día,
mes y año, ante los señores Jueces comisarios de de esta
causa y de mí el Escribano, pareció don Pedro Berrueco
Samaniego, vecino de esta villa, e hizo manifestación de un
negro nombrado Francisco, casta Congo, de edad de vein-
tidós años, con seis piqueticos menudos junto a la sien iz-
quierda, el cual se hubo por admitido a dicho indulto, y
medida, se halló ser pieza de Indias, y se marcó con la real
marca del margen y se exhibió la cantidad de sesenta pe-
sos, que entró en la Real Caja, etc. >
«El doctor don Pedro Borras, abogado de esta Real Au-
diencia y P'rocurador General de esta villa de Nuestra Se-
ñora de Leiva, previas las solemnidades de derecho nece-
sarias, ante Vuestra Señoría parezco y digo: Que movido
de la obligación de patrocinar a los pobres de toda solemni-
dad, como defensor de ellos, me veo en la presente ocasión
precisado a buscar en el recto Tribunal de Vuestra Mer-
ced el amparo y protección que solicita Juan Andrés de
Silva, mulato esclavo de , vecino de la ciudad de
Vélez. Este en consorcio de María Catalina de Atuesta,
su legítima consorte, también sujeta a la misma servidum-
t)re, pasó a esta villa fugitivo, en solicitud de sujeto que
lo quisiere comprar, por no poder sufrir el maltrata-
miento y atrocísimo castigo que con inhumana crueldad
bao experimentado en el penoso y dilatado tiempo de sa
esclavitud, no por parte del expresado amo, sino por lu
4e , su legítima mujer, quien continuadamen-
88 BOLETÍN DE fflSTORIA Y ANTIGÜEDADES
te los mortifica con insufribles castigfos. Y no obstante
que por tan justos motivos como éste, compete a éstos
acción fundada en terminantes disposiciones de derecho
para solicir amo a su satisfacción, en el día no aspiran al
logro de este favor, por hallarse inhábil de poderlo ejecutar
el Juan Andrés de Silva, por padecer la fea e inaudita tacha
de estar marcado en el rostro hacía los dos carrillos con la
marca de dos eses, de la que acostumbraba la referida
poner a sus esclavos. No pensaba el defensor que
entre cristianos se llegare a cometer tan execrable exceso,
digno por su gravedad del más severo castigo y escarmien-
to, por la inmediata, atroz injuria que con el se ha irrogado
al Artífice Divino que con su infinito poder y sabiduría for-
mó la cara del hombre a imagen y semejanza de la suya
para distinguirle y engrandecerle entre las demás criatu-
ras. Las leyes que santamente prohiben a los Jueces impo-
ner a los reos de cualesquier delitos la pena de señalarles
la cara con fuego, sólo miraron como único y principalísi-
mo objeto de esta prohibición, el evitar y precaver la inju-
ria que con ello se hace al mismo Artífice Supremo. ¿Y
qué diremos a vista de tan justa y sabia disposición y del
exceso cometido por la en haber señalado y que-
mado en la cara con una marquilla de plata hecha ascua
a su infeliz criado Juan Andrés de Silva? No otra cosa sino
que por tan reprensible exceso ha quedado este pobre
imposibilitado de poder adquirir nuevo amo para sacudir
el yugo de tan penosa servidumbre, y pareciéndole al de-
fensor que por este motivo ha adquirido pleno derecho a
la libertad que reclama en satisfacción de la atroz injuria
que se le ha irrogado por la referida . . . . , su señora, con la
notable deformidad que se le ha imprimido en la cara con
dicha marca, espera que en vista de los expuestos funda-
mentos, accediendo ustedes a esta solicitud, se sirva librar
pronta providencia, compeliéndose por ella a la mencio-
nada ala que sin réplica ni contradicción alguna otor-
gue la correspondiente carta de libertad al expresado Juan
Andrés de Silva, por ser así conforme a justicia, etc.
< Pedro Boiras^
«En la Villa de Leiva, en 7 de noviembre de 1780 años.
Yo el Escribano Público del Número y Cabildo en ella y su
jurisdisción, en virtud de lo mandado en el decreto antece-
dente, habiendo comparecido Juan Andrés de Silva, esclavo
que expresa ser de , vecino de la ciudad de Vélez,
a presencia del señor Corregidor y Justicia Mayor de
„eBta Provincia, le reconocí el rostro al citado esclavo, y en
cada carrillo se le halló tener grabada esta señal o fierro:
LA ESCLAVITUD EN COLOMBIA 89
S Y; expuso que quien lo marcó fue su dicho amo....
. . . . , sienao bastante pequeño, que no se acuerda qué años
tendría. En cuyo acto mediante el mismo mandamiento
pregunté al dicho esclavo si en casa del citado su amo
había algún otro marcado, y dijo que nó, y sólo sí que
hermano del dicho su amo, tiene dos esclavos he-
rrados con la misma cifra, y que don tiene dos o
tres con igual fierro, que no hace reflexión qué otros haya
por aquella jurisdicción, pero que los más acostumbran
señalar a sus esclavos, y quien hace oficio de herrador cuan-
do se ofrece, es Tomás de Safra, y para que conste, etc.
<José Gregorio Sánchez>
El expediente fue remitido a la Real Audiencia en 14
de diciembre de 1780. El Fiscal de ésta, señor Moreno, con
fecha 10 de enero de 1781 dijo: «Que siendo digno de pron-
to y eficaz remedio el abuso de acostumbrar en Vélez los
dueños de esclavos tener cifra para marcarlos a fuego en
el rostro, se debían tomar severas providencias, perdiendo
el esclavo los que tal atrocidad cometían, y siendo además
severamente castigados, para lo cual debía en el presente
caso levantarse información y recoger las marcas que an-
duvieren en poder de particulares.> La Audiencia devolvió
el expediente al Corregidor de Tunja para que practicara
las diligencias correspondientes y devolviese a .... los
esclavos con la caución de no castigarlos por esta causa.
.... presentó un memorial de agravios, en que habla de los
perjuicios que le causaban las fugas de aquéllos, pero cuida
mucho de callar las causas que las motivaban, que no eran
otras que el mal trato que losamos les daban. Termina
manifestando estar pronto a otorgar la caución juratoria
de que los recibirá y tratará de su venta sin castigarlos
mientras estén en su poder.
«Digo yo don Jorge Crowe, Factor Principal, y yo don
Diego Ord, Factores y Administradores de la Real Com-
pañía del Asiento de la Gran Bretaña, establecido para la
introducción de negros esclavos en esta América, que ven-
demos realmente y con efecto a don , y por mano
de don una negrita de los introducidos por la ba-
landra nombrada "El San Jorge." de casta, edad y señales
como al pie de ésta se refiere, marcada con la marca real
en el pecho derecho, y con la marca de este Asiento en la
espalda izquierda, como a la margen, en precio y cantidad
de doscientos y quince pesos de a ocho reales. Cuya cantidad
pagará de contado dicho don a nos dichos Facto-
res. La cual dicha negrita vendemos con todas sus tachas,
90 BOLETÍN DÉ HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
malas O buenas, alma en boca, costal de huesos, con todas
sus enfermedades, ocultas y manifiestas, exceptuamos sola-
mente gota coral, o por otro término, mal de corazón, y es
condición que para poderse valer de la redhibitoria del es-
clavo, o esclavos, que tuviesen esta enfermedad, se ha de
hacer notoria y constante en término de dos meses de la fe-
cha de este instrumento conforme al uso, y en esta referida
forma, yo don acepto la venta, y recibo la dicha
negrita, y para que conste y en señal de posesión, he fir-
mado duplicado de este instrumento, que queda en la Real
Factoría. Y para que pueda dicho don ,. disponer
de la dicha negrita como más bien le convenga, nos los di-
chos Factores otorgamos y firmamos el presente, teniendo
al pie de él, recibo del B^actor, de la cantidad que impor-
tare la esclava mencionada en este despacho, que es fecho
en esta Factoría de Cartagena de Indias en veinte y seis
de enero de mil setecientos treinta y seis, siendo la negrita
contenida en este despacho de casta Mondongo, de edad de
trece años, con trescarreritas de rajaduras en el estómago.
<Torge Croive^ Dtego Ord*
Como se ve pues por los anteriores documentos, los es-
clavos no solamente eran herrados con la marca real, sino
que también los amos tenían sus marcas particulares, que
les aplicaban como a bien tenían y donde les pareciera, y
en último caso empleaban instrumentos punzantes y cortan-
tes, con los cuales les hacían sajaduras y piquetes, de ma-
nera tal, que aquellos infelices no solamente servían para
enriquecer la hacienda de sus amos sino además como papel
de dibujo o talla de grabado o fardo de mercancía, que se-
gún va pasando de mano en mano, va recibiendo sellos y
contrasellos. La marca real de que va un facsímil en el
presente estudio, consistía como se ve, en una corona real
sobre las letras P. E. algunas veces, P. F. otras, o bien la
corona real únicamente.
Por una de tantas aberraciones de la especie humana,
el ser útil, que trae como natural consecuencia la compen-
sación, sólo sirvió a aquellos infelices para hacerlos más des-
graciados; el solo hecho de tener un valor mercantil, fue un
motivo poderoso para perseguirlos con más encarnizamiento,
para darles caza como a las fieras hasta en sus mismas gua-
ridas, para llevarlos a los jardines zoológicos, donde se pa-
gan a envidiables precios. El incremento que tomó este
comercio fue tan formidable, tan espantosas fueron sus
proporciones, que se fundaron empresas para la explotación
de aquella mercancía en grande escala, y ni aun linajudas
damas desdeñaron aquel negocio, como bien se echa de ver
LA ESCLAVITUD EN COLOMBIA 91
por la siguiente relación de reales cédulas, órdenes, pode-
res, concesiones y asientos o contratos otorgados en la ma-
teria:
«Real Cédula fechada en Madrid a 19 de febrero de
1682, concediendo nuevo Asiento a Juan Barroso y Pozo por
cinco años para la introducción de negros, por haberse
cumplido los cinco del asiento que se ajustó con el Consu-
lado y comercio de Sevilla, para la introducción de diez mil
toneladas de esclavos.>
«Concesión a doña Francisca de Miranda y Gómez,
Marquesa de Valde Hoyos, vecina de Cartagena, para in-
troducir mil negros bozales (recién sacados en su país), los
que se le entregaron marcados con la Marca Real en el pe-
cho derecho. Año 1763. >
«Real Cédula fechada en San Lorenzo, a 24 de noviem-
bre de 1791, Concediendo libertad para el comercio de
negros con los Virreinatos de Santafé, Buenos Aires, Capi-
tanía General de Caracas e islas de Santo Domingo, Cuba
y Puerto Rico, a españoles y extranjeros.>
«Real Cédula dada en Aranjuez a 1^ de mayo de 1773,
concediendo gracias y ampliaciones a laCompañía de Asiento
General de negros para los dominios de América, que co-
rría a nombre de Aguirre y Aristegui, del comercio de
Cádiz,»
«Real Orden dada en San Ildefonso a 22 de agosto de
1778, sobre que la Compañía del Asiento General de negros
de Cartagena deposite por los que introdujere la mitad de
los derechos de marca de su primera contrata, por el año
de prórroga que se le concedió. >
«Poder que da Antonio Fernández" Delbas, Adminis-
trador General de la renta de esclavos que se navegan en
las Indias, de Castilla, del Cabo Verde, de Guinea y Angola,
a Jorge Fernández Delbas, su hijo, residente en Cartagena,
otorgado en Lisboa a 3 de enero de 1619.*
Cartagena, como es natural, fue el foco de aquel co-
mercio. Allí llegaban los grandes cargamentos, allí donde
Pedro Claver, el ^anto apóstol de la esclavitud, les prodi-
gaba el consuelo posible en aquellos tiempos, en aquella edad
de hierro, en aquella era en que la humanidad fue lo más
inhumano que hayan podido contemplar los siglos bajo el
cielo impasible, sereno, puro y hermoso, mudo testigo de
tan inmensas iniquidades.
Pero no eran tan sólo las penalidades de la navegación,
durante la cual venían amontonados como bultos y encade-
nados coma perros; no era tan sólo el doloroso resquemor
92 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
del fierro candente sobre el ébano de sus carnes, lo único
que pudiera atormentarlos; esto apenas era un principio del
calvario que debían recorrer hasta que la muerte, desnu-
dándolos de sus carnes doloridas, hiciera blanquear sus hue-
sos en las veredas de aquel camino. Su vida no érala vida
sino la expectativa, pero la expectativa constante de un
sufrimiento, como se verá por los siguientes documentos:
«En Tadó, a 17 de octubre de 1795, yo dicho Juez
(José Alvarez del Pino), para el efecto de la información
mandada hacer, hice comparecer a don Miguel Gómez, a
quien hice saber el oficio librado a mí por el señor Gober-
nador de estas Provincias, don José Micaeli, y en su virtud
el auto que antecede, y en su inteligencia le recibí jura-
mento, que hizo según derecho, por Dios Nuestro Señor y
una señal de cruz, a cuyo cargo ofreció decir verdad.
Preguntado, dijo que el día trece del presei^te, como a las
nueve de la noche, hallándose en casa del Corregidor Ma-
nuel Sanclemente, en compañía de otros, jugando ropilla,
se presentó una negra (Agustina) de don . ante
dicho Corregidor, pidiendo por el amor de Dios y en méri-
tos de justicia la amparase, que temía que sobre aquel
castigo excesivo que tenía recibido, la volviese a castigar
su amo, según las amenazas que le hizo este mismo día en
casa de Patricia, donde la tenía su amo para que le curase
las llagas que con el castigo se le habían hecho, y a este
reclamóle preguntó el Corregidor qué motivo había dado
para semejante castigo, y dicha negra respondió que su
amo suponía la falta de dos velas que dice le faltaron en
una porción de sebo que se labró un día antes. Con esta ra-
zón mandó el Corregidor hicieran reconocimiento de aquel
castigo, y habiendo hecho el reconocimiento, se le halló
llagada hasta las corvas.>
Más adelante dice la esclava: «que lo que ella presumía
era que su amo intentaba que con aquel castigo mal na-
ciere el hijo de él mismo.» Esto se verificó según consta del
siguiente documento:
«En el pueblo de San Francisco del Tadó, a 12 de mayo
de 1796, yo José Micaeli, Gobernador de estas Provincias
del Chocó, digo que hallándome en la capital de Nóvita, se
me dio parte que don residente en este pueblo,
a quien ya se había amonestado antes de ahora por el rigu-
roso castigo que dio a dos esclavos suyos, uno varón (Juan
de Dios) y la otra mujer (Agustina), había reincidido cas-
tigando a la esclava, de cuyas resultas mal nació una cria-
tura.»
Es digno de hacerse notar que el tal negó aquella
paternidad, atribuyéndosela al esclavo Juan de Dios, ale-
LA ESCLAVITUD KN COLOMBIA 9S
gando esto como justificación de los martirios a que los so-
metió; y la causa que se le siguió por estas crueldades no
tuvo más efecto que condenarlo en costas, leve castigo para
tanto crimen.
«En la ciudad de Cartagena, a 1^ de febrero de 1603, el
dicho Alcalde Juan de Porras presentó por testigo a Cos-
me de Albornoz, cirujano, del cual fue recibido juramento
por Dios Nuestro Señor en forma de derecho, y pregun-
tado al tenor de la cabeza del proceso, dijo: que habrá mes
y medio poco más o menos que viviendo este testigo en com-
pañía de Francisco Núñez, que es un bahareque en medio
de palmas, de la casa y aposento donde vive doña .... . . . ,
vio que la dicha doña .... colgó a la dicha negra María
angola o conga (natural de aquellos lugaresj como una ha-
maca, los pies a un cabo y la cabeza a otro, y la dio muchos
azotes.>
Varias declaraciones hay sobre ese hecho. No obstan-
te, la Real Audiencia revocó la sentencia por la cual el Al-
calde condenó a aquella dama en veinticinco pesos oro de
veinte quilates, y mandó devolvérselos, según consta en la
sentencia de dicha Audiencia, fecha 22 de noviembre de
1604.
<En Mompós a 4 de abril de 1639, Gregorio de Alvarez,
Alcalde de Santa Hermandad, hizo parecer a Susana, ne-
gra presa, de la cual se recibió juramento por Dios Nues-
tro Señor y sobre una señal de cruz, y lo hizo y prometió
decir verdad, y se le hicieron las preguntas siguientes:
"Fue preguntada qué tanto tiempo hace que se huyó; dijo
que hará tres meses se huyó del servicio de su ama ,
por el rigor con que azota así a esta declarante como a las
demás negras, y para que conste al dicho Alcalde le mues-
tra las señales. Y parecieron señales de verdugones grue-
sos y blancos, como señales de haber tenido llagas. Lo cual
mandó el dicho Alcalde así se pusiese por diligencia. >
Declaraciones semejantes fueron rendidas por las es-
clavas María e Isabel, quienes dicen haber estado a punto
de muerte por los azotes, cuyas señales constaron al Alcal-
de. No puedo resistir la tentación de copiar las palabras de
la esclava Isabel. Dice así:
<Que habrá tres meses, poco más o menos, se huyó, y la
causa por que se ha huido es por los rigurosos castigos que
la ha hecho doña su ama, poniéndola muchas veces en
riesgo de perder la vida por ser sin piedad loa azotes que
la hacía dar y daba; que aunque esta declarante se valió de
personas principales que la apadrinasen con la dicha su
ama y le rogasen no la tratase tan mal, no aprovechaba,
94 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
antes se irritaba y la metía en prisión muy rig^urosa, y la
azotaba, y lo mismo bacía a las demás sus esclavas compa-
neras de esta declarante, que viéndose apurada de tan
excesivo castigo, sin causa que para ello le diere a la dicha
su ama, le hizo maltener a esta declarante una criatura a
fuerza de azotes que le hacía dar amarrada, tan crueles, y
en las caderas; que muchas personas vieron en la criatura
que malnació señales de los dichos azotes.»
El Fiscal dio la siguiente vista:
«Muy poderoso señor:
«El doctor Jorge Herrera y Castillo, vuestro Fiscal, he
visto a la letra estos autos hechos por el Gobernador de
Cartagena (Melchor de Aguilera), y su Teniente (Fernan-
do de Berrío) de oficio de la Real Justicia, contra doña ...
. . . . , mujer de , vecinos de la villa de Mompós, so-
bre haber castigado rigurosamente a sus esclavos, y del
castigfo haberse seguido la muerte de algunos, y conforme
lo que de los autos resulta Vuestra Alteza ha de agravar la
sentencia dada por dicho Gobernador contra dicha doña
. . . , condenándola en todas las penas en que ha incurrido,
que para que así se mande y haga, hago todos los pedimen-
tos en derecho necesarios, y siéndolo, la pongo acusación en
forma, y pido justicia y juro, etc. En Santafé 26 de enero
de 1640.»
La sentencia del Gobernador a que se refiere el Fiscal,
fue la de pagar cuatrocientos pesos a la Cámara; y que las
esclavas fueren vendidas con la condición de no volver a po-
der de doña ....
A pesar de todo, la Real Audiencia revocó, y sólo con-
denó a la doña .... a pagar veinte pasos.
Una de las dolorosas escenas de la esclavitud, era el caso
de dar algunas esclavas muerte a sus hijos para librarlos de
una vida de servidumbre. Sabían que, como ellas, llevarían
la pena en el alma, sufrirían azotes y serían marcados con
el fierro candente hasta en el rostro. Matábanlos por piedad
y por amor. Hay palabras cuyo sentido en el primer mo-
mento no se desentraña. ¡Matar por amor! ¿Así de buenas a
primeras, no os parece el más grande de los absurdos? Y sin
embargo no lo es. El caso délas esclavas que mataban a sus
hijos es una demostración la más práctica de aquello. ¡Oh,
amor, que nos das vida, que nos das vida yque también nos
matas!
Más aún: las esclavas no solamente mataban a sus hijos,
sino que atentaban también contra sus propias vidas para
morir juntos. Tenemos pues que los esclavos también se
suicidaban. El instinto de conservación, este instinto tan
LA ESCLAVITUD EN COLOMBIA 95
desarrollado aun en los más microscópicos gérmenes tí-
vientes, era sofocado por los dolores de la esclavitud, y ape-
laban a ese atentado contra la naturaleza, contra el instinto,
como a la única puerta de escape, como al último recurso
preferible a tan desgraciada vida. 'Iban al encuentro de la
muerte como los gladiadores en la arena del circo de los
Calígulas y Nerones, al encuentro de las fieras.
Veamos los siguientes documentos que con dolorosa y
elocuente precisión nos darán la prueba de aquellos casos:
«En dicha villa (del Socorro), en 16 del mismo mes y
año (abril de 1796), el señor Alcalde Ordinario, asociado de
mí el Escribano, se constituyó a la Real Cárcel de mujeres
para efecto de lo mandado, en la que hizo comparecer a una
mujer libre de todas prisiones, a la que por ante mí recibió
juramento; le instruyó en él, bajo el cual prometió decir ver-
dad en lo que supiere y le fuere preguntado, y siéndolo
cómo se llama, de dónde es vecina, qué edad, si es esclava o
libre, dijo: Que se llama Juana María de la Cruz; que es
vecina de esta villa; que es mayor de veinticinco años; que
es esclava de don Preguntada si sabe la causa de
su prisión y quién la puso presa, dijo: que está presa de
orden del señor Alcalde de primer voto, ante quien ella se
presentó, por haber dado muerte a dos hijassuyas. llamadas
María Mónica y María Eulalia, en el sitio de Majabita. alas
cuales dio la muerte ahogándolas en un pozo de agua que
hace junto a la casa de su referido amo. Preguntándole qué
motivo tuvo para darles la muerte a sus dos hijas, dijo que
el motivo que tuvo fue ver que su señora esposa
de su referido amo, las maltraba mucho con rejo y con palo,
siendo la mayor de cinco a seis años, y que aunque les decía
a sus amos que no les quería servir, que le buscasen otro
para ella y sus hijas, le respondieron que en cuanto les
diera el montón de plata que les había costado, saldría de
su casa, y que este requerimiento les hizo más de cuatro
ocasiones, y que a la confesante igualmente la castigaban,
y que en una de ellas fue colgada, y su amo le dio unos
cuatro o cinco azotes. Preguntada por qué causa o motivo
sus amos castigaban a ésta y a sus hijas, dijo: que su seño-
ra, sin causa ni motivo, las castigaba, pues a la hora que
tenía cólera con la confesante, decía que sus hijas la habíin
de pagar, a causa de no poderle pegar a la confesante, por-
que ésta cuando su señora la quería castigar, le andaba
huyendo, y que a su hija la mayor de las ahogadas, que
andaba en cinco o seis años, la tenía aborrecida su señora,
y cuando mandaba llamar a su señora con la dicha su hija
para que viniera a comer a la cocina, la echaba a pellizcos y
a palos, y que cuando ésta le iba a llevar en otras ocasiones
96 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
la comida adentro a su señora, le tiraba con el plato a la
cara, y cada instante estaba maldiciendo su señora a ésta y
sus dos hijas, y que por todas estas razones, por no ver pa-
decer más a sus hijos, fue que les dio la muerte; que su
señora no dejaba a la confesante salir a oír misa sino era
cada cinco o seis meses, y que en seis o siete años que les ha
servido no le han dado más naguas que las que tiene actual,
y para vestirse tenía que trabajar los días de fiesta, pues
hubo año que sólo le dieron una camisa, y para lavarla tenía
que quedar desnuda, y siempre fue muy poco lo que le
dieron para que se vistiera, pues para salir a misa o a con-
fesarse cada año, tenía que buscar quien le prestare con
qué poder salir. Y aunque se le hicieron otras varias pre-
guntas, siempre respondió lo mismo.>
En esta causa ocurrió un incidente curioso: la esclava
se fugó, según consta en la siguiente nota:
«En veinticinco de este raes (mayo) se huyó la mulata,
y para que conste lo anoto.>
El proceso continuó su curso; se libraron requisitorias,
pero la esclava no pareció. Pasaron nueve años, al cabo de
los cuales fue sentenciada a muerte, pero habiendo alegado
el Protector de Esclavos don Tomás Tenorio Carvajal,
causas de nulidad, tales como la no intervención del Protec-
tor en la confesión de la sindicada, y no haberse averiguado
los ultrajes que de sus amos recibía, lo que hubiera podido
servir como atenuante en la defensa, la Real Audiencia con-
denó en unas cuantas multas a los que actuaron como Jue-
ces, y en cuanto a seténela, no se cumplió ninguna, puesto
que la esclava no pareció.
«En la villa de la Purificación de Nuestra Señora, en 3
de febrero de 1768, yo don Ignacio Díaz de Arrigui, Alcal-
de Ordinario más antiguo de dicha villa, para la prosecu-
ción de este sumario hice comparecer ante mí a don Salva-
dor de Albis, becino de esta villa, de quien en presencia de
los testigos con quienes actúo por no haber Escribano, re-
cibí juramento, etc., y habiéndole leído el escrito que va
por cabeza de este sumario, dijo: que habiendo ido en com-
pañía del doctor don el 28 del mes pasado a ayu-
darle a pasar sus ganados del río Prado, para contarlos,
estaban en ese ejercicio cuando llevaron noticia a dicho don
.... de que la negra Felipa había dado de puñaladas a la
negrita Catalina y al negro Víctor, de cinco y diez y seis
años de edad, respectivamente; que a aquél lo había casi
degollado, y que ella misma se había dado una puñalada,
con cuya noticia se vino el declarante a fuerza de carrera
LA ESCLAVITUD KN COLOMBIA 97
al río de Prado, en donde encontró a la negra Felipa con
una herida en el estómago, echando por ella mucha sangre,
y a la negrita Catalina, con dos heridas en el estómago, y al
negro Víctor, con una cruel herida en la garganta, y que
preguntándole el setior don Pedro (el amo) a dicha Felipa
quién les había dado aquellas heridas, respondió que ella se
las había dado a sus dos hijos y a ella misma, porque le ha-
bía quitado su amo su hija, la que más quería, y que lo que
sentía era que no hubieran muerto todos juntos; y que le
consta al que declara que Cil día siguiente murió la negrita
Catalina.»
Está causa terminó con el fallecimiento de la esclava»
según consta de la siguiente nota:
«En la ciudad de Santafé, a 17 de agosto de 1768, yo el
Receptor pasé de orden de los señores de esta Real Audien-
cia a la casa de niños expósitos, donde se hallaba presa una
negra que dijeron llamarse Felipa, por el delito de homici-
dio, y preguntando al Mayordomo por la dicha negra, res-
pondió había fallecido en el día de hoy, en cuya virtud me
condujo a una pieza, donde se halla un cuerpo difunto, con
una frazada encima y dos velas a los lados, diciéndome ser
la referida negra, por lo que me llegué y la llamé por su
nombre, diciendo: "Felipa, Felipa, Felipa," y no me respon-
dió, por estar al parecer difunta, y por que conste pongo la
presente en dicho día, mes y año.>
«En el sitio de Santa Rosa de Osos, jurisdicción de la
ciudad de Antioquia, a 22 de mayo de 1804, el señor don
• Mateo Zapata, Teniente de Gobernador, dijo que por cuan-
to el día de ayer, como a las ocho de la noche, encontró José
Torcuato Pino colgado en un árbol, ahorcándose con una
cabuya, a Julián, esclavo de don a quien
soltó y condujo a casa de mí el Escribano, en donde estaba
de orden del Juzgado hasta que pareciese su amo y se de-
terminase la demanda pidiendo se le obligase a venderlo,
porque no le daba de vestir, e informado de la situación en
que se había encontrado por el expresado Torcuato, mandó
lo llevase y pusiese preso en el cepo con un par de grillos,
en la pieza que sirve de cárcel, j que en averiguación del
delito se ponga este auto de oficio, cabeza de proceso, etc.>
El esclavo fue sentenciado el 23 de agosto de 1805 por
esa tentativa de suicidio a que sirviese en la fábrica de la
iglesia parroquial de Medellín durante dos años. El Protec-
tor de EJSclavos, don Tomás Tenorio Carvajal, con fecháis
de diciembre de 1805, expuso; «Que la crueldad comproba-
da de los amos del Julián lo arrastró al despecho, del cual
98 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
fue consecuencia el intento de matarse, y sin duda alguna a
ese tiempo estaba también demente. > Terminó pidiendo se
diese providencia en orden a la tiránica conducta que . . .
.... y su consorte doña acostumbraban con sus es-
clavos, y que también se tuviese en cuenta no haber sido
apelada la sentencia por parte del defensor precedente ni
del acusador.
La crueldad de los amos a que el Protector se refiere
está comprobada especialmente en la respuesta séptima por
considerable número de testigfos. En cuanto a la demencia
del esclavo, se deduce de la misma incoherencia de sus pa-
labras, en las cuales mezcla lo material con lo ultraterreno,
y así dice unas veces que sus amos no lo vestían, otras, que
no le quisieron dar un rosario, y por eso los malos espíritus
se apoderaron de él, empujándolo a la tentación de matar-
se. La lectura de este proceso deja en el alma una impre-
sión dolorosa, y se presiente que en la mente de aquel infe-
liz las negras alas de la locura, estremecidas por el dolor,
se agitaban lúgubremente como las alas de un ave negra
en el momento de la agonía.
Otra de las dolorosas escenas de la esclavitud era la se-
paración: los amos podían separar a los hijos de las madres,
a las mujeres de sus esposos. Las esclavas no debían tener
sentimientos maternales, eso era lujo de la nobleza, privile-
gio de la aristocracia; por eso quitaban los hijos a aquellas
madres como se quitan a los animales para regalarlos, ven-
derlos o enajenarlos en cualquier forma, y así se despedían
unos de otros, muchas veces para no volverse a ver jamás
en este mundo. En los documentos anteriores hemos visto
ya el caso, y todavía lo veremos en el siguiente:
«Juana Jacinta, morena, digo que estando como estoy,
casada con Francisco Biatara, esclavo de . . . . ,
y siendo yo de , y estando ambos en
esta ciudad (Santafé), el dicho mi amo me vendió a
, vecino de Muzo, el cual me llevó a la
dicha ciudad apartándome del dicho mi marido, y estuve
en la dicha ciudad cinco años sirviendo al dicho
. . y su mujer, donde padecí muchos trabajos y maltrata-
mientos, así de hambres y desnudez como de azotes y otros
maltratos, sin causa ni razón alguna que para ello hubiere,
en tal manera que teniendo yo una negrita hija mía y del
dicho mi marido, de edad de cinco años poco más o menos,
sin causa que para ello hubiere, pues no la podía dar una
muchachita tan pequeña, la mujer del dicho
la trató un día con tanta crueldad, que después de haberla
azotado un día excesivamente, le dio un golpe con un pie,
tan grande, que vino a morir la dicha muchachita dentro
LA KSCLAVITUD EN COLOMBIA 99
de muy breve tiempo, sin que desde que recibió el dicho
golpe y azotes pudiese comer cosa alguna, ni aun pasar
agua, y viendo tanto rigor y tan grandes malos tratos, y
que estaba descasada del dicho mi marido, me vine a esta
ciudad por que no me matasen a mí como a la dicha mi hija,
y habiéndosele mandado por la justicia eclesiástica me ven-
diese en esta ciudad parí que hiciese vida con dicho mi
marido, vino aquí el dicho y alegó contrato
en que el dicho dice que le vende al dicho mi
marido, para con este fingimiento sacarme de esta ciudad y
llevarme a la de Muzo a matarme con malos tratamientos,
etc. Agosto 25 de 1638. >
El amo ... negó los cargos y manifestó
que estaba dispuesto a venderla junto con su marido.
La violenta situación de esos infelices solía dar lugar
también a escenas de desesperación que lanzaban a veces al
esclavo a matar al amo. Otros, por su carácter tímido, por
su pobreza de espíritu, porque creían que ese era su desti-
no y que por tanto no debían, aspirar a más, no protestaban,
nada decían, pero odiaban de muerte a sus verdugos. Los
tiranos podrán ser adulados y temidos, pero jamás podrán
ser amados. De la esclavitud, de la servidumbre, no brotan
nunca benévolos sentimientos; el sufrimiento engendra un
rencor que se lleva en el corazón y que algún día puede es-
tallar, como lleva el volcán en sus entrañas algún rescoldo
que de un momento a otro puede inflamarse. El exceso de
electricidad en las nubes forma el rayo; los roces fuertes
provocan explosiones; y la presión engendra el estallido.
Las generaciones del pasado jamás quisieron conven-
cerse de que más moscas atrae una gota de miel que un ba-
rril de vinagre, y cifraron toda su gloria en hacerse odiar
y hacerse temer, pero jamás en hacerse amar. Los matones
fueron los amos del mundo en aquellos tiempos; hoy, cuando
más, clientela de presidio.
Veamos la verdad de las anteriores palabras en los
siguientes documentos:
«En el sitio o Bodega de Bebará, en 10 de julio de 1788»
yo don Melchor de Betancourt, Fiscal en la Real Audiencia
Pretorial de este Reino, Gobernador y Visitador General de
estas Provincias, dije: que en virtud de habérseme pre-
sentado un negro nombrado Joaquín, esclavo de
, en esta fecha, como a las dos de la tarde, con una
herida en el brazo, acompañado de don Luis Díaz, don Ja-
vier de Potes y don José Antonio Polo, y sin haber parte
que pida, se denunció el dicho negro, expresando que en
este mismo día había muerto a palos con un cabo de hacha
a su señora, por decir el dicho que lo hostilizaba y maltra-
100 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
taba con castigo en el trabajo, significando haberse arreba-
tado de impaciencia para ejecutar este delito, y en atención
a haberse él mismo delatado, le hice poner en captura, bien
asegurado, etc.»
El defensor Juan Gómez, con fecha 30 de agosto de
1V88, presentó un interrogatorio, del cual tomamos las si-
guientes preguntas:
«A la primera, digan si les consta que la
.... trataba a los esclavos con mucho rigor. Segunda, digan
de qué le resultó la muerte al mulato Pablo, si fue del ba-
rretazo que le tiró desde el borde de un hoyo, y lo resistió
en el pecho, y en el mismo instante comenzó a vomitar san-
gre, y en pocos días murió. Tercera, si les consta lo que su-
cedió con la mujer de Joaquín de Rivera, que después de
un riguroso castigo de azotes pasó a la inhumanidad de
pringarla con ají y fuego, de que se le originó la muerte.
Cuarta, si estando tan enfermo de una pierna y cargado de
males el expresado Rivera, la cargaba en una silla, y para
si tenía algún deslizo resbalaba, le daba con un tolete de
palo en la boca o en la cabeza, que para el efecto llevaba, y
no obstante, le hacía trabajar para sostener la casa y tres
nietas, queriendo que el trabajo de uno fuere como el de
muchos.»
Los testigos Enrique Piedrahita, Joaquín Rizo y Ma-
nuel José de la Romana dijeron constarles algunas de las
anteriores preguntas, de vista; otras, de oírlas públicamehte,
y otras, dicen, no les constan.
A pesar de ello no se consideraron como atenuantes, y
el esclavo Rivera fue condenado a la última pena, según
consta de los siguientes documentos:
«En el pueblo de San Francisco de Qüibdó, capital de
la Provincia del Citará, en 26 de octubre de 1789, para dar
cumplimiento a lo mandado por la sentencia que antecede,
fue sacado de la Real Cárcel de este pueblo el reo Joaquín
de Rivera, con asistencia de mí, el Escribano, la de don
José de Ramos y Várela, Corregidor del pueblo de Lloró,
etc., con el pregonero que iba publicando "en alta voz el
pregón. Fue conducido (arrastrando desde la cárcel hasta
horca) por las calles públicas y acostumbradas de este pue-
blo, hasta que habiendo 'llegado al sitio, siendo como las
once, fue colgado en ella del pescuezo por el mulato
, quien tiraba de los pies del reo, y por su poca ha-
bilidad, se mandó a cuatro milicianos por el Teniente
le tirasen al pecho, lo que ejecutaron hasta
que al parecer murió, etc.
«Inmediatamente, siendo como las tres de la tarde, en
LA ESCLAVITUD EN COLOLOMBIA 101
cumplimiento de lo mandado, el mulato Nicolás lo bajó de
la horca y cortó la mano derecha, y se la llevó para freiría,
y siguió con un cabo y dos milicianos al sitio de Belén para
fijar dicha mano en una escarpia.»
Viene una nota que dice haberse ejecutado la sentencia
fijándose la mano en el sitio de Bebará.
Como se ve, la justicia no era igual para los amos que
para los esclavos; los delitos cometidos por éstos se casti-
gaban con el ultimo suplicio; en los cometidos por los amos
respecto de sus esclavos, como también lo hemos visto ya
comprobado con documentos, mucho era si se les hacía pa-
gar veinte pesos como costas del proceso. También hemos
visto que a veces las autoridades obligaban a los amos crue-
les a que vendieran sus esclavos a otros que les dieran mejor
vida, pero solía suceder que el nuevo amo resultara peor.
Esto trae a la memoria el caso aquel de un individuo que
diz que se había casado muchas veces; preguntado porqué
hacía eso, dijo que buscaba la mujer ideal; cada vez que se
casaba creía haberla encontrado, pero pasado algún tiempo
se llamaba a engaño. Tal sucedía también a los esclavos:
buscaban el amo ideal, y como en el juego de pelota, pasa-
ban de mano en mano sin encontrarlo nunca.
Los esclavos podían rescatarse comprando su libertad
al amo, si éste convenía, pero también en los más de los ca-
sos era un miraje muy ilusorio. La primera dificultad era
la consecución del dinero; ya hemos visto que no podían
hacer negocios;los amos no les pagaban su trabajo, y mucho
era si les permitían trabajar los días de fiesta para su propio
beneficio, y emplear esas pobres economías en ropa, porque
tampoco se las daban; por consiguiente, la consecución de
cien, doscientos o cuatrocientos pesos que la libertad les
costara, era un problema que sólo se resolvía en muchos
años de economías del triste producto del trabajo de los
días festivos, completado con limosnas que personas compa-
sivas les proporcionaban. Completa la suma a fuerza de tan
dolorosas economías, entregaban el dinero al amo, pero un
nuevo y terrible desengaño les esperaba: el amo recibía el
dinero y retenía la libertad; el esclavo solía quejarse a la
justicia, pero aquél, entonces, negaba haber recibido el di-
nero, o lo confesaba, alegando que el esclavo se lo había
robado, como se verá en los siguientes documentos:
«Señor Gobernador y Capitán General:
«Paulina, de color pardo, esclava de las minas que dejó
Juan Jacinto Palomino en el río de San Agustín, para obra
pía en beneficio de las benditas ánimas del Purgatorio,
cuyo patrono y administrador es el doctor don
vecino y Alférez Real de Cali, ante vuestra merced
102 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
parezco y digo: que el año de 733, con mi industria y a costa
de unos pesos que tenía adquiridos con mi trabajo los días
festivos, como es costumbre en las cuadrillas de labor de
minas, hice un roza de maíz en dicho río San Agustín, a
vista, ciencia y paciencia de Nicolás de la Serna, minero, y
estando ya dicha roza en positura (posibilidad) de poderse
coger, pretendió comprarme el maíz que produjera el Ca-
pitán Gregorio de Zúñiga. cogiéndola con sus esclavos y pa-
gándome el colado de maíz a dos pesos y medio de oro por
la necesidad que había en la ocasión, como consta de la
carta que escribió a Nicolás Serna, que es la que presento
original, y porque la hacienda de mi amo se hallaba con al-
guna falta de bastimento, no quiso dicho minero que co-
rriese el trato, pasando a coger en dicha roza con los escla-
vos déla cuadrilla ciento sesenta y seis colados, entrando en
la hacienda los ciento sesenta, que dichos colados al dicho
precio hacen cuatrocientos pesos oro, de los cuales me es
deudora la hacienda, y aunque he pretendido se me dé li-
bertad por la cantidad que fuere justo, y se me pague la de-
masía, no lo he podido c(Jnseguir, etc. Por lo cual suplico a
vuestra merced sea amparada en la libertad que debo go-
zar por el precio justo.» Enero 24 de 1738.
La declaración de Serna y la carta a que la esclava hace
referencia están de acuerdo con el contenido de su petición.
El Gobernador del Chocó, don Antonio Cavero, dictó auto
ordenando se otorgase a Paulina la carta de libertad dentro
del término de sesenta días, por el justo precio de su avalúo,
devolviéndole el sobrante de la suma que demandaba. Fue
avaluada por cuatrocientos pesos. Notificada la sentencia a
don amo de Paulina, alegó contra ésta,
presentó información para desvanecer los cargos y pruebas,
y apeló a la Real Audiencia, ante la cual presentó un memo-
ria! de que tomamos la siguiente parte:
«Don , en nombre de don ....
, en la causa de Paulina Montano, sobre la liber-
tad que pretende, digo que habiendo suplicado del auto
proveído en dicha causa en lo que le es gravoso a mi parte,
se virvió Vuestra Alteza admitirme la súplica, en cuya con-
secuencia se ha de servir Vuestra Alteza como lo suplico, re-
vocar dicho auto en cuanto a que sea libre la dicha Pauli-
na, pues que esta libertad la pretendió por decir que una
roza de maíz que se hizo en la hacienda habrá cuatro años,
fue costeada con unos pesos de oro que había adquirido con
su trabajo los días festivos, con que cuanto fuere como ella
digo, lo que únicamente hizo fue pagar los indios que roza-
ran el monte, etc.»
LA ESCLAVITUD EN COLOMBIA 10^
Más adelante dice que sólo tenía derecho a que se le pa-
gasen los costos suplidos, que sólo serían treinta pesos, lo
cual no equivalía al valor de la libertad; que no había pro-
bado tener permiso para trabajar los días festivos, ni haber
trabajado, y que tampoco por ser una constumbre, podía'
presumirse que el oro que tenía fuere de su trabajo, por-
que lo mismo podía presumirse que fuere hurtado de la mi-
na mientras no se probase lo contrario. Y así en pesadísimo
estilo, sigfue haciendo objeciones tinterillescas y sofísticas
para probar que los esclavos no podían hacer rozas ni tener
oro aun cuando lo sacasen con licencia en los días festivos,
todo esto para estorbar la libertad de aquella infeliz. No sa-
bemos qué resolviera en definitiva la Audiencia, porque el
expediente no da más luz en el asunto.
«Francisco Bernáldez, en nombre de Isabel, color negra,
que está presa en la Cárcel Real de esta Corte, por el poder
que de ella tengo, de que hago presentación, digo que es
así que trayendo . . . .* ya difunto, vecino
que fue de la ciudad de Mariquita, a la dicha mi parte a
esta ciudad, como heredero de , difunto,
cuya esclava era la dicha mi parte, y estando con el dicho
en esta ciudad, trató de venderla y la vendió a
residente en esta Corte, y al tiempo
que se trató la dicha venta, se hizo y fue con pacto y condi-
ción que el dicho sacó al dicho ,
y él la aceptó, que dándole la dicha mi parte doscientos pesos
de buen oro por su libertad, él aceptase y fuese obligado a ello,
para en cuenta y parte del pago, de lo cual, el dicho .... reci-
bió de la dicha negra cierta cantidad de pesos oro que ella no
sabe declarar cuántos, que le habían dado en limosna para
ayuda a la dicha su libertad, y debajo de esto y con este
gravamen se celebró la dicha venta, y el dicho ,
movido de piedad, viendo que la dicha negra está muy vieja,
enferma y tullida, y en alguna remuneración, y haber cria-
do como dicen que crió a la mujer de dicho .... enEspana,
no sólo condescendió con el dicho pacto, pero desde luego
que la hubo del dicho , le dijo que
no tuviere pena, porque él cumpliría con ella lo dicho, y que
para que más presto sucediere adquirir los dineros que le
había de dar por la libertad, le dio expresa licencia y facul-
tad, pues no podía prestar otro servicio, por su vejez, para
que amasase pan de por sí, para vender como lo hacía, e
hizo en su presencia y sabiduría, teniendo casa de por sí,
usando de este trato, vendiendo y contratando como mujer
libre, y el dicho ... confesó muchas veces ante muchas
104 . BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
personas que la dicha Isabel era libre, y no estando oblig^ada
a cautiverio sino a pagar los doscientos pesos, descontándose
lo recibido, ahora poco acá el dicho sin causa legítima,
la ha vendido a , y la puso en la Cárcel
diz que para entregársela, etc.»— Septiembre 16 de 1567.
La Real Audiencia ordenó que no pudiese entregarla
hasta que no se determinase el asunto.
El presentó memorial en el cual dice lo
siguiente:
« , teniendo una esclava mía. negra'
llamada Isabel, la concerté en venta con el Capitán.
, y es así que muchos esclavos que en esta ciudad
se venden, favoreciéndose de otros esclavos de ella, se han
huido y los han ocultado, y así han venido los dueños a per-
der sus esclavos. Atento a lo cual, para redimir semejante
daño y por me constar tener necesidad de remediarlo, tomé
la dicha mi esclava y la metí en la Cárcel Real de esta Corte
hasta tanto que el dicho la llevase como
esclava suya; después de lo cual Francisco Bernáldez. Pro-
curador de esta Real Audiencia, a fiíi de me defraudar mu-
cho número de pesos de oro y hacienda que la dicha Isabel
me ha robado de mi casa, y con su industria y mi hacienda
ha granjeado, y son míos y me pertenecen por ser bienes y
hacienda mía y adquirida por la dicha esclava mía, cautiva,
ha pedido en esta Real Audiencia con siniestra relación, que
la dicha mi esclava ha de ser por Vuestra Alte^^a dada por
libre, etc.»
Sigue alegando contra el Procurodor en pesadísimo
lenguaje sofístico y rabulesco, todo para estorbar la liber-
tad de aquella infeliz.
En este proceso se dictó la siguiente sentencia:
«En la ciudad de Santafé, a 3 días del mes de octubre
de 1567 años, los señores Presidente y Oidores de la Audien-
cia de Su Majestad, habiendo visto los autos e pedimientos
entre Isabel, esclava, y su amo, dije-
ron que mandaban, y mandaron, que la dicha Isabel sirva al
dicho su amo y para ello sea suelta de la prisión en qué está,
al cual mandaron que no la maltrate ni la transporte hasta
tanto que por esta Real Audiencia otra cosa se provea, y a
ella se le da licencia para que siga su justicia en la dicha
Audiencia sobre su libertad.»
En conclusión, la esclavitud puede resumirse en los si-
guientes términos: primero: los esclavos tenían un Protec-
tor más de fórmula que real no porque éste no trabajase
concienzudamente por sus defendidos, sino porque la justi-
LA ESCLAVITUD EN COLOMBIA 105
cia estaba siempre más de parte de los amos que de los es-
clavos. Los que aquel cargo desempeñaban, justo es decirlo,
hacían cuanto estaba a su alcance, probaban hasta la sacie-
dad la tiranía de los amos, para lo cual tampoco necesita-
ban de ir tan lejos; allí no más, en el cuerpo de los esclavos.
• en los verdugones, en las llagas, en los rastros dolorosos 5"
sangrientos, en las marcas y contramarcas infamantes; allí.
estaba el proceso dolorosamente elocuente, desgraciada-
mente cierto, para demostrar hasta la saciedad qué tanto
eacruol, qué tanto es egoísta, qué tanto es duro el corazón
humano. Segundo: todos los recursos de los esclavos para
conseguir la libertad eran nulos, salvo la fuga y la muerte;
la fuga, siempre que huyeran a veinte o treinta leguas de
distancia para no ser conocidos por los sellos y contrasellos,
y devueltos a sus amos; y la muerte, porque j^a sabemos que
es la gran libertadora contra la cual nada pueden los tira-
nos de este mundo.
¡Largas generaciones de infelices! Menos cruel la muer-
te que sus dueños, los libró para siempre del dolor, y más
compasiva la madre tierra, no les rechazó por negros ni por
feos, recibiólos amorosa en sus entrañas, y formó de su feah
dad y su negrura flores en cuyos cálices vertieron las go-
tas de su llanto las auroras y el tibior de sus ósculos el sol.
A más de las causas que hemos señalado, otro elemen-
to propicio para el fomento de la esclavitud fue la ignoran-
cia en que sistemáticamente los tuvieron. Los déspotas de
todos los tiempos han comprendido siempre que el látigo
de la tiranía no puede esgrimirse entre individuos a quie-
nes la ciencia ha enseñado a conocer sus deberes pero tam-
bién sus derechos.
Si os quisiese referir una por una todas las tragedias de
la esclavitud entre nosotros, y si ciertos límites pudiesen
traspasarse sin violar el santuario de ciertos sentimientos,
os causaría espasmos de horrores infinitos; mas puntos haj'
de tan encendidos colores, que la pluma se detiene vacilan-
te, y el dedo del silencio se impone sobre los labios como el
sello del recato y del pudor.
Si me propusiese historiar una por una los páginas de
aquella inmensidad de protocolos donde yacen consignadas
en polvorientos y borrosos caracteres las dolorosas y trági-
cas memorias de la esclavitud, acaso consiguiera proyectar
en vuestras conciencias un bosquejo aunque pálido de aque-
llas luchas silenciosas pero caldeadas al rojo blanco de la
tragedia, de la amargura de aquellas generaciones que du-
rante centurias llevaron a la boca un pan humedecido con las
lágrimas de la servidumbre, como el Nazareno a sus labios
moribundos una esponja empapada en el vinagre y la hiél
de la pasión. Pero nó; ni el placer ni el dolor deben ser apu-
lOG BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
rados hasta las heces, porque el exceso de aquél rekja los
sentimientos, y el de este otro vuelve jirones el corazón
donde forma el nido. Y sería repetirme indefinidamente
para demostrar lo que por sí no necesita de tantas demos-
traciones; tal es esa tendencia dominadora, brutal, egoís-
ta y pretensiosa de media humanidad sobre la otra^ media,^
tanto más destructora entonces, cuanto era ley, verdadera
ley del embudo, en cuya parte ang-ost^ sucumbieron tantos
infelices bajo el férreo tacón de aquellos nobles, verdaderos
señores de horca y cuchillo, si es que señorío puede caber
entre individuos de los cuales el menos malo en la actua-
lidad merecería una celda en los presidios de Ceuta. Pero,
en fin, se ha abusado tanto de las palabras: Nerón se apelli-
do divino, se llamó dios, se le erigieron estatuas, y cuantos
a quienes el mundo ha proclamado grandes, y cuya memo-
ria ha querido perpetuar en la eternidad del bronce, no
pudieron acaso presentar ante el Tribunal de Dios, cOmo
los antiguos amos, sino los sangrientos despojos de sus víc-
timas.
Ilnfelices víctimas! ¡Largas generaciones de mártiresl
¡Y la tierra prometida estaba tan lejos! Aquel que hubiera
de salvarlos aún estaba en los limbos de la mente del Señor,
en el país ignoto de las almas, de donde vienen éstas a unir-
se con los seres que el amor anima y un soplo divinal des-
pierta del sueño de la nada. Aún no llegaba el mimado del
amor, de la guerra y de la gloria. Aún no llegaba esa águi-
la esplendente que un día en un delirio voló sobre el Chim-
borazo, y con las alas extendidas sobre el diamante que le
sirvió de lecho, contempló sobre el cielo de cinco naciones
predilectas extendido como enseña triunfadora el iris de
la libertad. Ellos no oyeron aquellas sublimes palabras del
Padre de la Patria: «Libres serán en adelante vuestros pa-
dres, libres vuestros hermanos, libres vuestros esposos, y li-
bres los hijos de vuestro amor.>
No obstante la presión ejercida sóbrelos mártires de
la servidumbre, éstos solían levantarse a veces contra los
amos en grandes masas. Tales movimientos no eran otra
cosa que preludios de libertad, amagamientos de indepen-
dencia, la lucha del instinto contra la fuerza bruta, el estre-
mecimiento de la fiera que sacúdelos barrotes de la jaula
que la aprisiona, porque,
Ser libre es un. instinto y un derecho;
la libertad es hecho
aun cuando en contra el despotismo vibre;
es flor que cuando se halla comprimida
batalla por la vida
hasta que se abre encantadora y libre.
LA ESCLAVITUD EN COLOMBIA 107
Tal fue la historia de la esclavitud,, pero la emancipa-
ción de las colonias, la proclamación de la República, la
abolición de las monarquías obsolutas, debían acabar con
ella, y acabaron. Entre nosotros el primer golpe de muerte
asestado contra ella fueron aquellas palabras, sublimes pa-
labras del Padre de la Patria, al Congreso de Venezuela:
<Yo abandono a vuestra soberana decisión la reforma
o revocación de todos mis estatutos o decretos; pero imploro
la confirmación de la libertad de los esclavos, como implo-
raría mi vida y la vida de la República. >
No obstante aquella petición, la libertad no se decretó
sino basta el advenimiento de la administración López, por-
que la humanidad no tan fácilmente renuncia a sus odiosos
privilegios; porque la humanidad, como el caos, no deja pene-
trar a torrentes la luz en sus entrañas sino lentamente, por
medio de las grandes revoluciones de la naturaleza; pero al
fin penetra. La esclavitud y la crueldad dejaron de ser ley.
El progreso, el avance de las ideas, el empuje incontenible
de la civilización, fueron arrojando a la vera del camino
esas malas yerbas, como basura vil, como rezago infame,
como herencia morbosa de tiempos desgraciados que, a
Dios gracias, no volverán 3'a nunca, como no vuelven atrás
las corrientes que se alejan, como las corrientes de la vida,
arrastrando con ellas los despojos de las grandezas y peque-
neces de un mundo perverso y presumido, que ni siquiera
sabe de dónde viene ni a dónde va.
Las fieras humanas tuvieron que replegarse en la som-
bra, donde si ejercen dominio, lo ejercen clandestinamente,
al amparo de la impunidad 3' al auxilio de otros, pero no ya
al amparo de la ley, sino a espaldas de ésta, porque hay
leyes para investigar los delitos, jueces para castigar a los
verdugos y sanción que contra todo acto inmoral protesta
y contra todo brote salvaje se levanta.
La eternidad de aquella noche tuvo un fin: la claridad
del día. Y bajo el cielo de un continente donde durante
largáis centurias sólo se oyeron los ayes de la servidumbre,
resonaron por fin también aquellas palabras, queridísimas
palabras del himno de los libres:
Cesó kt horrible noche,
la libertad sublime
derrama las auroras
de su invencible luz.
Hemos hallado los documentos sobre la esclavitud, cita-
dos en este escrito, en los siguientes códices:
, Archivo Nacional. Salón de la Colonia. Miscelánea, to-
mo 87, páginas 763 a 764-769 vuelta a 770 vuelta y 772
vuelta. Negros y esclavos de Boyacá, tomo 2°, páginas 54 a 61.
108 boletín de historia y antigüedades
De Cundinamarca. tomo 8.°, página 496, tomo 6.", pág-inas
256 a 259 vuelta. De Antioquia, tomo 4.", páginas 715 a 716.
De Cundinamarca, tomo 89, páginas 449 a 457. Del Magda-
lena, tomo 4°, páginas 55 a 58. De Bolívar, tomo 4^. página
411, tomo 5^, páginas 239 a 244. Del Cauca, tomo 1*^, pági-
nas 711 a 712 y 719. Del Magdalena, tomo 1.°, páginas 516,
vuelta a 517 y 550. De Bolívar, tomo 1.", páginas 13 a 22,
218 231 y 232. De Santander, tomo 4.°, páginas 316 a 118, ,
vuelta y 365 a 366. Del Tolima, tomo 2°, páginas 639 vuelta
a 647 vuelta. De Bolívar, tomo 12, páginas 790, 834 a 845,
853 y 857. De Boyacá, tomo 2.", páginas 549 y 551. Del Cau-
ca, tomo l.^ páginas 543. 570 a 571, 574, 435 a 440 y 538 a
540. De Cundinamarca, tomo 1^, páginas 499, 501 y 517. (1)
Roberto Rojas Gómez
flCflDEmifl nflcionflb de biscoria
Extracto de las actas.
1.° DE MAYO
1. Kl Gobernador de Narino manifiesta su agradeci-
miento por la comunicación sobre el concurso de Bombona.
2. El señor Lasprilla, miembro correspondiente, comu-
nica que hasido designado Secretario de la Oficina de In-
formación en Londres, se despide de la Academia y ofrece
sus servicios en aquella ciudad.
3. La Biblioteca de Harvard avisa que en un reciente
incendio fueron destruidos cuatro volúmenes del Boletín
DE Historia, y solicita se le envíen nuevamente, por los
cuales pagará el valor correspondiente.
4. La Sociedad de Embellecimiento transmite una reso-
lución de la Municipalidad de Facatativá, sobre conserva-
ción de las piedras históricas que hay en aquella ciudad.
5. El señor Quijano Wallis envía desde Roma la contes-
tación qi^ da al informe del señor Arboleda sobre sus Me-
morias. Fueron leídas sus observaciones y se pasaron en
comisión al señor Monsalve.
6. El señor A. M. Moreno solicita que se active la re-
dacción de la biografía del General Moreno, para lo cual
había enviado algunos documentos.
7. Fue presentado como candidato para socio corres-
pondiente el Mayor Luis Acebedo.
8. Se resolvió celebrar una sesión solemne el día 25 de
los corrientes como homenaje en el centenario de la batalla
de Pichincha.
(1) Aunque los nombres que figuran en los documentos no son de
personas conocidas, hemos creído conveniente suprimirlos.
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA 109
9. Fueron nombrados representantes de la Academia
en la exhumación de los restos del procer Carlos Montúfar,
que tendrá lugar en Buga, el doctor Tulio E. Tascón y a
los socios que señale el Centro de Historia de Cali.
10. Fue elegido miembro correspondiente el señor Coll
y Tosté, historiador de Puerto Rico.
11. Se informó, por la Secretaría, que la Corte Supre-
ma de Justicia había enviado un exhorto en el cual se pedía
un concepto sobre el camino por donde entraron a esta ciu-
dad el ejército patriota en 1819, y el del General Mosquera
en 1860 para un pleito relacionado con el Ferrocarril del
Norte. Pasó en comisión a los señores Trjana, Guerra y
Gutiérrez.
12. El señor Marroquín (presbítero) leyó una inte-
resante conferencia sobre el primer obispado en el país.
13. El señor Zawadsky (presbítero), comunica de Cali
que el Centro Vallecaucano de Historia celebró el 7 de abril
sesión solemne para conmemorar el centenario de la bata-
lla de Bombona, y que él dio un* conferencia sobre el
asunto.
14. El señor Otero D'Acosta manifiesta que tiene lista
su obra Cronicón solariego „\í¡. cual publicará en Manizales. y
que desea saber si ella podría ser un volumen de la Biblio-
teca Nacional de Historia. Esta corporación manifestó su
complacencia por esto, y señaló los requisitos de formato,
paginación, número de ejemplares, etc., etc., necesarios
para esto.
15. El señor Posada manifestó que había recibido un
telegrama de Caracas, en el cual se le pedían fotografías
del campo de Bombona e inmediaciones, para un cuadro
que prepara el señor Tito Salas.
16. Fueron designados los académicos que deben hacer
lecturas históricas en las diez próximas sesiones.
17. El señor Rivas presentó varios documentos de im-
portancia, enviados por el señor Restrepo Tirado y copia-
dos del Archivo de Indias en Sevilla.
18. La Biblioteca Nacional de Francia manifiesta que
posee tan sólo la Vida de Hetrán, El Tribuno de iSio y Re-
laciones de viando, y que desea completar esta colección,
"que hace tanto honor a la ciencia colombiana."
19. La Biblioteca Nacional del Salvador solicita igual-
mente algunos volúmenes de la Biblioteca de Historia Na-
cional.
20. Se informó que el medallón del historiador Restre-
po, que recordaba la casa que él habitó, había desaparecido.
Se comisionó al señor Rivas para procurar su reposición.
1 10 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
21. Fue nombrado el señor Monsalve orador para la se-
sión solemne.
15 DE MAYO
1. El señor Medina Chirinos, de Maracaibo, envíala
publicación que ha hecho, intitulada: «La batalla de Cara-
bobo no selló la independecia de Venezuela; fue la batalla
naval de Maracaibo la que selló a la vez la independecia de
la Gran Colombia.»
2. Se aprobó una proposición, en la cual se solicita del
Gobierno alguna providencia para salvar al Museo del aban-
dono en que se halla, a ñn de que pueda volverse a abrir
para el público.
3. Se informó que los restos de don Pedro Gual exis-
ten aún en la ig-lesia de Facatativá, y se proyecta un mau-
soleo para ellos en la Catedral.
4. Se hizo el programa de la sesión solemne que ten-
drá lug-ar con motivo del centenario de la batalla de Pi-
chincha.
5. Se nombró la coiflisión encargada de los festejos del
20 de julio y 7 de agosto, la cual quedó compuesta de los se-
ñores Restrepo Sáenz, Gómez Restrepo, Robledo y Ramos.
6. El señor Enrique Ortega Ricaurte presentó la conti-
nuación de la lista de los alcaldes de Bogotá, en tiempo
de la colonia.
7. El Comité organizador del Congreso de Americanis-
tas, que se reunirá en Río de Janeiro, participa que las se-
siones tendrán lugar del 20 al 30 de agosto del presente año,
envía el programa de ellas, y nombra propagandista de él
en Colombia al señor Posada.
8. El señor Rivas dio cuenta de que se había firmado
la escritura de compra de la Quinta de Bolívar, la cual pasó
al fin a ser propiedad nacional.
9. El señor José María Restrepo leyó un estudio sobre
el guerrillero'José María Ardila.
PROPOSIGIOnES
(15 DE FEBRERO DE 1922)
La Academia Nacional de Historia deja constancia, al
reanudar sus tareas en el presente año, de su hondísimo
pesar por la muerte del miembro de número señor doctor
don Manuel María Fajardo, que con tanta probidad y celo
sirvió durante varios años el puesto de Tesorero, y que ayu-
dó siempre con acierto singular a las tareas de la corpora-
ción ; y de los miembros correspondientes señores Manuel
Carreño y Delio Cifuentes, quienes fueron igualmente cola-
PROPOSICIONES 111
boradores inteligentes y eficaces de sus labores históricas.
Todos*tre8 han dejado aquí un gran vacío y en el país una
huella de estimación y simpatía. También presenta la Aca-
demia su sincero pésame al distinguido académico don Ru-
fino Gutiérrez por la muerte de una de sus señoritas hijas.
El Presidente de la Academia transmitirá a las familias de
dichos señores estas manifestaciones de condolencia.
(15 DE marzo)
La Academia Nacional de Historia ha visto con alto re-
gocijo las labores de la distinguida escritora señora doña
Blanca de los Ríos de Lampérez, en pro de la cordialidad y
unión hispanoamericana, y de la evocación de sus gloriosos
recuerdos, especialmente en su revista Raza Española; y le
envía, junto con su sincero aplauso, los votos que hace por
su ventura personal y la prosperidad de sus tarcas.
(15 DE mayo)
La Academia Nacional de Historia, consideranno: 1°,
que. uno de los fines del instituto es velar por la conser-
vación de los objetos históricos; 2.°, que el Museo Na-
cional, en las condiciones en que se halla instalado en
la actualidad, no presta servicio alguno, y están en vía
de dañarse o perderse definitivamente muchos de los
objetos que lo integran; 3°, que las gestiones hechas por
el Ministerio de Instrucción Pública para adquirir un local
adecuado no han dado hasta el momento presente resul-
tado satisfactorio, y que la Academia, por los informes
recibidos, es de concepto que no tiene las condiciones ne-
cesarias el local que dicho Despacho tiene en negocio para
el Museo; 4.°, que la Ley 40 de 1920, por su artículo 19 au-
torizó al Gobierno Nacional para enviar al Museo Histórico
de la Quinta de Bolívar los objetos pertenecientes al Li-
bertador que se encuentren en el Museo Nacional y en
otros edificios públicos, acuerda:
1." Solicitar respetuosamente del Gobierno Nacional,
por conducto del señor Ministro de Instrucción Pública, se
proceda a dar cumplimiento al citado artículo 19 de la Ley
47 de 1920, para construir así el Museo Boliviano en la his-
tórica Quinta que ha pasado ya a ser del dominio de la Na-
ción; 2°, que mientras se construye o se consigue un local
apropiado para el Museo Nacional, se depositen en la mis-
ma Quinta de Bolívar todos los objetos relativos a la época
de la independencia de Colombia. Con esta medida se con
seguirá, por una parte, que dichos objetos estén a la vista
del público en lugar adecuado, y, por otra, facilitar la labor
112 BOLKTÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
del Ministerio para instalar en otro local las otras depen-
dencias del Museo con no pequeña economía para el Teso-
i'O Público; 3^, solicitar igualmente del Gobierno Nacional,
por conducto del Ministerio del ramo, que se dé cumpli-
miento a lo dispuesto en el artículo 21 de la citada Ley 47
de 1920, por el cual encargó al Ministerio de Gobierno dic-
tar las medidas convenientes con el fin de dotar el Museo
de la Quinta de Bolívar de la garantía y vigilancia necesa-
rias para que los objetos que en ella se custodien queden
en seguridad completa.
(25 DE mayo)
La Academia Nacional de Historia conmemora con
hondo regocijo y férvido entusiasmo el centenario de Pi-
chincha, la jornada épica que selló la independencia del
Ecuador y puso nuevos y hermosos laureles en las bande-
ras de Colombia. Y al rememorar, en su secular aniversario,
este acontecimiento tan fausto, tan patriótico y de trascen-
dencia grandísima, hace votos por que el sol glorioso que
alumbró la cuna de la Nación ecuatoriana, siga brillando
sobre sus destinos y haga brotar siempre, en sus ciudades y
campiñas, el sosiego, la abundancia y la alegría. Manifiesta
también esta corporación su ardiente anhelo porque las dos
naciones, hijas ambas de la generosa tierra castellana, y que
mecidas fueron en su infancia bajo el mismo techo y arru-
lladas por las dianas de las mismas victorias, estén siempre
en vínculo fraternal, y la historia futura las halle estre-
chando sus manos con afecto sincero y perpetuo, así como
eternamente las bañan, en sus costas, las olas tranquilas de
un igual océano y las ata en su interior la cadena gigantesca
de los Andes.
La Academia ruega al Excelentísimo señor don Au-
gusto Aguirre Aparicio, Ministro del país hermano de
nuestra Patria, se sirva presentar al Gobierno y pueblo
ecuatorianos estos sentimientos de admiración y cariño y
recibir las felicitaciones de ella en este día de tan inmorta-
les recuerdos.
inFORmE
Señor Presidente de la Academia, Nacional de Hiitoria — La ciudad.
Tenemos el honor, para cumplir un precepto regrla-
mentario, y en obedecimiento a la comisión que nos confias-
teis, de rendir informe acerca de los méritos del reputado
publicista español don Jerónimo Bécker, quien ha sido pro-
puesto como candidato para miembro correspondiente de
nuestra Academia.
GUERRA CON LOS FIJAOS 113
El señor Bécker es individuo de número de la Real
Academia de la Historia y del Instituto Geográfico de Ma-
drid y correspondiente de muchas corporaciones similares;
fue Secretario General del Congreso de Historia y Geogra-
fía Hispanoamericano reunido en Sevilla en el presente
ano, y es autor de importantes trabajos sobre historia de
la Península y de América. Por lo que se refiere a nuestro
país, el señor Bécker ha publicado varias monografías, ta-
les como La Política española en las Indias, en donde se tra-
ta de la organización y funciones de las audiencias, y JLos
Virreyes del Ahuevo Reino de Granada^ obra monumental
ésta, escrita en asocio de nuestro distinguido compatriota
don José María Rivas Groot, y de la cual, según informa-
ciones de la prensa, acaba de ver la luz el tomo primero,
que abarca la época que va de la Presidencia de Cabrera y
Dávalos al nombramiento de Pedrosay Guerrero, quien es-
tableció el Virreinato. Vuestra Comisión, en virtud de lo
expuesto, es propone:
Acéptese como miembro correspondiente de la Acade-
mia Nacional de Historia al señor don Jerónimo Bécker.
Señor Presidente, vuestra Comisión, Gerardo Arrubla,
Arimo Qiiijano — Bogotá, septiembre 28 de 1921.
GUERRA con h05 PlüflOS (1)
Los sucesos que hasta hoy a tenido la guerra de los
Pijaos que V. M. G. me tiene encargada contiene la rela-
ción que será con esta e la tomada desde sus primeros
principios para que con mas claridad se heche de ver la
grandeza de esta guerra como sea tratado y esta solamiea-
to y destrucción que estos bárbaros han hecho no solo de
las provincias contiguas a ellos sino de otras muy remo-
tas a donde sean estendido, y fué precisamente necesario
que yo emprendiese esta guerra con la fuerza y pujan9a
que se verá por las mismas razones que contiene mi rela-
ción, y porque estos bárbaros no podían ser reprimidos
por otro camino pienso que con la continuación que de mi
parte a de aver en muy breve tiempo; a de llegar a estado
que se jusgue por acabada, quedo tratando de volver per-
sonalmente, espero que ha de ser este casi el último esfuerzo
(1) El señor Ernesto Restrepo ha enviado, de Sevilla, a la Aca-
demia documentos de altísima importancia copiados por él en el Ar-
chivo de Indias, entre ellos una Relación sobre la guerra de los
pijaos. Publicamos hoy la nota de don Juan de Borja que a ella
precede, y en los próximos números irá dicha Relación.
XIV— 8
114 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
porque junto con el que el gobernador don Francisco Sar-
miento ha de hacer por la parte de Popayán, y el que ya
tengfo asentado con don Pedro de Velasco por Timaná, cuya
capitulación envió a V. M., donde van espresados todos los
motivos que me inclinaron de (roto), en cumplimiento me
ha parecido suplicar de nuevo a V. M. que sirviéndose de
confirmalla se sirva assi mismo de remitírmela con cargos
de que no se le entregue al capn. Velasco, hasta que ente-
ramente aya tenido eífecto su ofrecimiento porque assi ser-
virá de seguridad y también (sabiendo que esta ya en mi
poder) apresurara más las cosas de su cargo por comen§ar
a gozar los premios más aynas.
Es este Pedro de Velasco el hombre mas rico que ay
en la Gobernación de Popayán de capacidad y talento para
ocuparse en cosa tan importante, inteligente y cuidadosa,
y en cuya ayuda tengo librada gran parte del breve y buen
subceso, y considere V. M. que lo que él pide por lo mucho
que promete, suele dar un gobernador, con no mas aten-
dencias que las de su particular respeto o gusto.
Con estaorden que e dado para que aun mismo se haga
la entrada por Popayán y Timaná, y este Reino, espero se
harán los efectos que refiere.
Muy gran costa se han tenido las compañías que se han
levantado a sueldo de V. Md., y las municiones y bastimen-
tos; que lo uno y lo otro, es lo primero que en este Reino
sea hecho con paga cierta y segura, todo a sido hasta ahora
sin gastar ninguna cosa de la azienda de V. Md.. sino pro-
curado de los arbitrios justos que V. M. tiene permitidos
y aprobados por su cédula real de 5 de junio de 1607, en la
cual solo excepta que no se use de la composición de las
personas que han pasado sin licencia, y ésta nunca yo la
hize, porque aunque escribí a V. Md. que me valía de las
instrucciones y cédulas de V. Md. de los que pasan e stas
partes sin licencia, y viven en ellas, fue amenazando con la
ejecución para que se inclinasen asta servir en la guerra
por la falta que acia de otra gente, y no solo no los compuse
pero antes llevaron sueldo de V. Md., y esto con alguna"
disimulación conveniente por entonces; de cuya verdad va
certificación de los officiales reales.
Esta guerra por las grandes dificultades que tiene cau-
sadas de las rapasidad y asperesa de la tierra no se puede
hacer sin que concurran indios amigos de este Reino que
ayuden a los españoles, porque los que están en comarca de
los Pijaos y más vesinos a ellos no son suficientes, hacese
con mucha moderación y atendiendo a la utilidad pública
que a todas se sigue.
Por la relación de esta guerra verá V. Md. que estos
indios cometen las mayores y mas desusadas crueldades de
EPISTOLARIO DEL VIRREY ESLAVA 115
quantas oy se saben en el mundo, y assi en tiempo donde
no heran también entendidas las condeno V. Md. a esclano-
mia de diez años. E hallado por esperiencia que esto trae
muy grave inconveniente porque estos indios son de tan
bárbara e indómita naturalesa que aunque en muy tierna
edad los captiven y estén los dies años en ese lazitud se
vuelven a su natural y éstos son los que mayores daños ha-
cen y han hecho en nosotras y así es conveniente y presisa-
mente necesario que V. Md. los declare por esclavos per*
petuamente no solamente a elios pero a toda su descenden-
cia como se hace con los negros y moros; guarde Dios a V.
Md. como la cristiandad ha menester — De Santa Fé 20 de
junio de 1608 — Don Juan de Borj'a.
Dice al margen: <Q se consulte a Su Md. q' se pueden
dar por esclavos estos indioz como lo dize el govor. en la
forma q' se hizo con los de chile. >
ePlSTOCRRlO De£ VlRRCy eS£flVfl
No existiendo la Relación de mando de este mandata-
rio, el de mayor relieve indudablemente entre todos los de
la Colonia por la coyuntura que le proporcionó el ataque de
Cartagena, hemos creído conveniente dar a la publicidad
algunas cartas que dan fe de las medidas del señor Eslava
tocante a la administración del Virreinato, las cuales dan
idea asimismo de la habilidad del gran estadista, que a pesar
de vivir al pie del cañón durante los dos primeros años de su
período (en los aprestos al principio y luego en la defensa
de la plaza), no se desentendía de asunto alguno de aquí,
por insignificante que fuese. Allí está la historia fidedigna
de esa administración, caracterizada además del famoso com-
bate, por el hecho de tocar en suerte a su representante la
reinstalación del Virreinato, y por la circunstancia singu-
lar de no haberse asomado aquél al interior del país una
vez siquiera en todo su período, 1740-1749.
Los originales de dichas cartas se encuentran en un le-
gajo inserto en el volumen xix del Archivo Nacional, rela-
tivo a Virreyes, encabezado con esta leyenda:
«Quaderno de cartas escriptas por el Exmo. señor se'
vastian de Eslava, escriptas a esta Rl. Aud^ durante e'
tiempo de su /M. Virreinato. >
En la reproducción de ellas hemos tenido que alterar el
orden en que se hallan para seguir el cronológico, el cual
habremos de interrumpir asimismo cuando la necesidad lo
requiera, a fin de presentar conjuntas las cartas relativas a
un mismo suceso. ^
116 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
* Reinstalación del Virreinato
«Señores míos (l), acompaño á Vs. dos Reales Cédulas
que comprehendan la forma, y facultades con que se ha de
erig"ir este Virreynato, lo que se debe practicar en los ne-
gocios en que hubiere discordia, y no ofreciéndoseme duda
en el restablecimiento por que el cumplimiento del Real
literal contexto ministra la mas acertada regla para la di-
rección, me aseguro en lo segundo que no violentando in-
clinaciones, propongo al servicio una continuada paz acre-
úitora concorde de felicidad del Gobierno, gloriándome
particionero de las medras que produzca la unidad en los
ánimos, y uniformidad de voluntades.
«Nuestro señor Guarde a V. S. mus. as. y Cartagena 5
"de mayo de 1740.>
Con fecha idéntica aparece otra, en la cual designa al
Presidente González Manrique «para anticipar la toma de
posesión» conforme a real cédula, y en la cual anuncia ya
también el sitio de la plaza.
«Siendo preferente a todos los encargos que me ha fia-
do la piedad de S. M. con el Virreynato de este Reyno el
de asegurar las Plazas y Presidios de esta Costa, remito la
Real Cédula expedida para anticipar la toma de posesión,
por medio de Don Juan Francisco González Manrique, a
■quien la dirijo con el poder especial correspondiente. Par-
ticipóle a V. S. con mi promoción esperando facilitará un
acto tan preciso para que no se me retarde el gusto de mi-
rarme como individuo de esse Tribunal, que solóse consi-
derará caveza para admitir y promover los sabios consejos
con que me prometo auxilie y ilumine V. E. mi conducta a
fin de dirigirla a los aciertos á que aspiro, sostenido del
selo, y amor del Real servicio, que experimentará en mí, y
supongo en V. S. a quien me ofrezco afectuoso, deseando
las ocasiones de acreditarlo y de que N. Señor Guarde a V,
S.» etc.
Consecuentes con nuestro propósito empezamos a inte-
rrumpir el orden cronológico para reproducir aquí, en el
lugar de otra de las tresiínicas de mayo, una carta de junio
en que el señor Eslava establece la jurisdicción de González
Manrique.
«Cartagena y junio 22 de 1740
«Enterado por la que recivo del Real Acuerdo con data
de 4 del corriente de la pretensión de Don Francisco Gon-
zález Manrique sobre que devía quedar substituyendo mi
persona por el término de mi ausencia, y habérsele conce-
(1) En la parte inferior lleva la dirección de todas las demás:
«Sres, Oydores de la Rl. Aud* de Santa Fée.»
UN DIARIO DE O'lEARY ll7
dido por esa Audiencia este honor sin acto que denote pro-
piedad ni uso de jurisdicción, declaro: que por el mismo he-
cho de haver tomado en mi nombre posesión de los empleos
que se me han conferido, cessó en el uso de su Presidencia,
y en todo lo honorífico que le pertenecía, y que por mi au-
sencia recayó en esa Real Audiencia, sin que por mi carta,
ni posdata, haya cláusula que pueda inducir subdelegfa-
ción alguna: Y ansí lo tendrá entendido el Real Acuerdo
para su observancia. >
Y son estas tres cartas todo cuanto sobre reinstalación
del Virreinato consta en el Epistolario.
Suspendemos aquí reservándonosla otra carta de mayo
para abrir con ella la serie de las relativas al Ataque de Car-
tagena, que empezaremos a publicar en la próxima entre-
ga, y habrá de ocupar unas cuantas,
Roheito Triana
un DIARIO DE O'hBflRy (1)
Un representante de esta Revista tuvo ocasión de exa-
minar recientemente en casa de don Daniel O'Leary San-
tamaría (2), digno nieto del ilustre procer general Daniel
Florencio O'Leary, el valioso archivo que los descendien-
tes del amigo y ayudante de campo de Bolívar guardan
con religioso respeto.
Cuando bajo los auspicios del gobierno de Venezuela
se publicaron en Caracas las Memorias del General O'Lea-
ry, el presidente Guzmán Blanco puso por condición que
los originales de la magna obra de O'Leary quedaran de-
positados en los archivo del país; pero el nieto del procer
conserva aquí en Londres muchos papeles interesantes que
Colombia podría adquirir para nuestra biblioteca de estu-
dios históricos.
Existen en el archivo del señor O'Leary Santamaría
bellas cartas de Bolívar, algunas de puño y letra del Liber-
tador, y otros documentos de mérito histórico indiscutible.
Entre éstos, y debido a la amabilidad de don Daniel, en-
contramos un pequeño cuaderno, escrito de puño y letra
del general O'Leary, en el cual consignó sus impresiones
cuando salió de Lima, acompañando a Bolívar, en 1825. El
diario en cuestión tiene el mérito de haber sido escrito por
el general O'Leary cuando este hijo de Irlanda — que todo
lo había abandonado en su patria para ir a luchar por la
(1) De The Colombian Trade Review, de Londres, tomamos este
artículo. Fue publicado en los námeros de marzo y abril de 1921.
(2) La madre de este caballero era colombiana.
118 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
libertad de Colombia y del Perú — apenas empezaba a en-
sayar su pluma en lengfua castellana. Según nos informó el
nieto del procer, este diario ha permanecido inédito hasta
ahora, y nos autorizó para publicarlo en esta Revista.
Hemos respetado la puntuación y la ortografía del
ilustre autor del diario, y nuestros lectores no podrán me-
nos de reconocer que ya por esa época había logrado el ere-
neral O'Leary bastante familiaridad con el idioma caste-
llano. Dice así:
«Abril 11 de 1825 —De Lima salimos el 11 a las cuatro
de la tarde con tres amigos antiguos. No hay nada de más
agradable que viajar con amigos antiguos después de co-
mer y beber un poco vino antig-tw. Así fue. El camino, como
todos los de la costa del Perú, es lleno de arena. A las ocho
llegamos a Lurin. A la distancia de tres cuartos de legua
se ven árboles y terreno cultivado. Aunque era de noche y
oscuro, parecía el país alegre. Al entrar al pueblo hay un
buen puente. Hubo mucha iluminación.
«12 DE ABRIL — Salimos a las cinco de la mañana, y llega-
mos a las diez a Chilca. Aquí encontramos a los indios del
pueblo llenos de regocijo y bien vestidos. En esta jurisdic-
ción hay tres mil almas que existen por su industria. No
hay agua sino la muy mala que se recoge de los pozos. Las
mujeres tienen buenas caras. Aquí hacen sombreros de
paja, tabaqueras y telas de algodón, que se cambian por las
necesidades de la vida. El pueblo es malo. Alas 2 p. m. con-
tinuamos nuestra marcha, y después de cuatro leguas de
un camino árido y desagradable, subimos un cerro de are-
na, y de allí vimos con placer un valle delicioso. Todos los
árboles y plantas de un temperamento caliente. Qué her-
moso contraste. Pasamos por una pequeña población lla-
mada San Antonio, que depende de Chilca, y de allí en cuar-
to de hora terminamos la jornada, llegando a Mala. Mala es
un buen pueblo, tiene como mil habitantes. El campo es
bien cultivado. En el camino de hoy pasamos por unos sa-
litres excelentes. Con muy poco trabajo se pueden hacer
famosos caminos endureciéndolos con sal.
«13 DE ABRIL — Hoy salimos al amanecer. Nada puede
exceder el caJor. A las doce llegamos a Matarratones, la ha-
cienda del Señor Unanue. La casa es buena y el paisaje
magnífico. Los productos son ricos y la caña de azúcar es
de mejor calidad. Pasamos aquí el día y noche del 12, y el
13 fui a Montalbán, la hacienda del ex-director de Chile, el
General O'Higgins. Comí aquí con este caballero y el Dr.
Moore. A la tarde marchamos. Pasamos por Cañete- Pocos
valles en la costa del Perú son más fértiles o pintorescos
que el de Cañete. Sus productos son ricos. Pero puede me-
UN DIARIO DE o'lEARY 119
jorarse infinitamente como posee un río que lleva bastante
agua para todo el valle. Sin parar en Cañete continuamos
el viaje a las 10 p. m. Llegamos a Chincha alta. Dormimos
aquí, y el día 14 seguímos a Chincha baja. Todo esto parece
un jardín. Naranjales hermosos en todo el camino, y se en-
cuentran a cada paso con ruinas de fortificaciones, templos
y edificios de indios. Monumentos que recuerdan la barba-
rie española y la civilización de esta inocente raza que alio-
ra otra vez, bajo un sistema benéfico y liberal, llegará a otu-
par destinos dignos de la inocencia y virtud. Todo el día
14 quedamos en Chincha baja, y el 15 de Abril salimos a las
4 y /^ a. m., montamos a caballo y seguímos a Pisco. Toda
la jornada de hoy ha sido muy agradable. Una mañana fres-
ca. El mar por la derecha y a la izquierda un monte. Alre-
dedor de Pisco hay varias haciendas de caña y viñas, &c.,
&c. Este puerto es célebre en los anales de la Revolución.
Aquí fue donde desembarcó el ejército libertador a las
órdenes del Gral. San Martín, en el año de 20. La bahía es
mala; sin embargo hay mucho comercio. Los extranjeros
cambian los efectos europeos y americanos por el aguar-
diente que se hace en el país. Este se extrae de la uva. En
el tiempo de los españoles este solo ramo producía un mi-
llón y doscientos mil pesos. El pueblo contiene mil habitan-
tes. Todo alrededor es bien cultivado. Al sur como tres
leguas está el bello valle de Chinchunza. Mucho fue el en-
tusiasmo que demostraron estos habitantes a la entrada del
Libertador. Quedamos aquí el 15, y el 16 a la tarde salimos.
Esta jornada es bien incómoda por el viento y polvo. A las
8 p. m. llegamos a la hacienda de Villacurri. Después de
una buena cena dormimos aquí, y el día siguiente (17 de
Abril) marchamos para lea y entramos a las doce, habiendo
almorzado en la hacienda de Macacona. Aquí fue donde los
patriotas encontraron con la primera desgracia después de
la venida de San Martín. Una división a la orden del Gral.
Tristán fue sorprendida y dispersa por una española. lea
es uno de los mejores pueblos de esta parte de la costa.
Aquí se hace de la uva un excelente aguardiente que lla-
man Italia. Como en los otros pueblos por donde transita-
mos se recibió al Libertador con entusiasmo. Hemos teni-
do convites, bailes y funciones de todas clases. Desde el 17
hasta el 22 descansamos aquí.
«22 DE ABRIL— A las tres p. m. marchamos, y a las seis,
después de 6 leguas de un muy incómodo camino, llegamos
al sitio llamado Aguado de los Patos. Esta hacienda perte-
nece al Estado; produce algodón, maíz y algunas uvas. Que-
damos en ésta hasta el día siguiente a las 3 p. m.
«23 DE ABRIL — Marchamos a las 3 p. m., después de
comer. El camino sigue por inmensos llanos de arena. A
120 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
medio camino entramos por el que se llama de los Incas,
por haber sido hecho en su tiempo, como de sies varas de
ancho, con pequeñas piedras fijadas a los lados. Este que
pasamos lo llamaron el de la Costa, y conduce desde aquí
hasta de Cuzco, de donde llevan otros diferentes direcciones
el imperio. No puede darse prueba más incontestable del
grado de civilización a que habían llegado los aborígenes de
este país cuando Pizarro introdujo entre ellos sus infames
companeros trayendo con sus banderas el crimen, la muerte
y la desolación.
«A las 9 p. m. llegamos a Hauyuri, una hacienda perte-
neciente al Convento de la Merced. Dormimos aquí, y el 24
de abril marchamos a las 8, ya las diez a. m. llegamos a Palpa,
distancia de tres leguas. A la entrada de este miserable pue-
blo, que está situado en un pequeño valledel mismo nombre,
encontramos a todos los habitantes que venían a recibir a
S. E. demostrando el mayor regocijo. Tuvimos un baile, y
el día después, abril 25, continuamos la marcha. A las
8 a. m. llegamos a San Javier, una magnífica hacienda
perteneciente a' Estado. Fue esta propiedad de los jesuítas;
y como en todas las haciendas de esta orden, se ve todo me-
jor y con más regularidad que en las demás. La habitación
esta arruinada ahora por el descuido de su administrador.
La iglesia está muy bien edificada. Los altares son de ma-
dera (carved) con imágenes y pinturas por todas partes.
A los lados de los muros están suspendidas pinturas que
describen la historia del fundador de esta orden. Las es-
clavas cantaron un tedeum de una voz tan alta que espe-
raba despertarían a San Ignacio de Loyola. A las tres de
la tarde seguímos la marcha. A la distancia de una legua
al Sud está la hacienda de San José. Esta pertenecía a los
jesuítas, y de consiguiente es en el día del gobierno. Como
en San Javier, todo tiene aquí un aire de magnificencia. La
iglesia es hermosa pero la habitación destruida.
«A las 7/^ p. m. llegamos a Nasca. Todo el pueblo es-
taba iluminado con mucho gusto.
«Después de almorzar acompañé a S. E. a ver las cañe-
rías que existen desde el tiempo de los lucas. Se llaman f li-
gios. Es ciertamente bien remarcable el conocimiento que
tenían los gentiles en este particular. Los pugios se for-
man de este modo. Excavan la tierra hasta encontrar con
agua. Entonces conducen el agua por un canal subte-
rráneo por los terrenos que quieren regar. Los canales
que he visto son bien hechos. Jamás pierden un pie de tie-
rra, y siempre buscan un plano, evitando hasta donde sea
posible hacer declives innecesarios, para que de este modo
el arroyo no destruya la obra en su curso. Cuando pensa-
mos que estos indios no tenían hierro o útiles de cualquiera
UN DIARIO DE o'lEARY 121
clase más de los que proporcionó la naturaleza, entonces
es que sabemos apreciar lo que han hecho. ¿Cómo es posible
transitar por estos desiertos donde todos los días se encuen-
tran monumentos de este género sin detestar a los españo-
les? Pobres víctimas de la sed de sangre, esto es todo lo que
queda de ellos. Hombres cuyo único crimen fue el haber
adorado el sol, y ciertamente ninguno otro culto pudo
haber sido más natural, antes que la luz del evangelio eclip-
só a este espléndido luminario. Nasca es un pueblo mise-
rable y muy irregular, tendrá dos mil habitantes. En la
plaza está una columna dedicada al Libertador del Perú.
«Abril 27— Marchamos a las seis de la mañana, y a las
nueve llegamos a,... donde almorzamos y comimos alas
tres p. m., seguímos para Pongo, una pascuana sin agua,
donde dormimos. En este camino pasamos la raya que divi-
de el departamento de Arequipa del de Lima.
«Abril 28 -A las siete p. m. marchamos a Acari, primer
pueblo del norte de Arequipa, una miserable aldea. El calor
es excesivo porque el pueblo está circundado de inmensos
cerros de arena. La noche es bella. Los altos árboles al pie
del cerro son hermosos, todo es pintoresco. Parecen los ce*
rros y los árboles como la vejez vigilando sobre la juventud.
Hablé con una anciana que me dice que se acuerda haber
visto a estos cerros de arena al occidente del pueblo cuando
era una cuarta parte menos. Esta aldea se llamaba antes
Nacari (lugar de desastres). En este estrecho valle como
en el de Jauca, adonde vamos mañana, se siembra en gran
cantidad ají, en el cual consiste su comercio, llevándole a
la sierra donde se cambia por las manufacturas del país.
«Abril 29 — A las cuatro de la tarde salimos para Jauca,
donde llegamos a las siete. La población es corta, compues-
ta de 30 a 40 casas, y poco más o menos de cien moradores.
Dormimos aquí. El ruido de las olas del mar, que dista pocas
cuadras, es bien agradable, particularmente a uno como yo
que nací en su seno.
«Abril 30 — De Jauca seguímos nuestro viaje; dos leguas
corre el camino por la orilla del océano. ¡Qué majestuosa
vista! jQué magnífico el clamor de sus aguas! Pensaba en
los días de mi niñez y del bello verso de Homero, acompa-
ñando con mis recuerdos el anciano que lloraba por su
hija:. .El camino en esta tarde era mas interesante que los
que en general pasamos. Se ven ruinas de poblaciones indias
hechas de piedra todas regadas de calaveras y huesos. El
paisaje alrededor de Atiquipa es alegre y verde; hasta
los mismos cerros son dignos del risueño de la naturaleza.
Hay varios manantiales de agua, obra de los gentiles, que
es causa de la fertilidad del país. Cerca de este pueblo
(Atiquipa) adonde llegamos a las 7 p. ra., tradición dice
122 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
que existe lo que llaman un entierro, es decir, lugar donde
sepultaron los indios su plata. El cura me dice que la boca
del entierro se ha tapado con un peñasco de 20 varas de
diámetro, y que un religioso en una ocasión, ahora años, em-
pezaba a excavarlo, y encontró con un pequeño ídolo de oro,
y que según las señas, debían haber inmensas riquezas en
este sitio. El fraile, habiendo recibido aviso de una herma-
na suya, monja en un convento, que el tesoro no le tocaba
a él sino a alguno de otra nación, dejó su empresa. La vista
de esta aldea (que contendrá como 30 o 40 habitantes), es
muy hermosa. A la 5 p. m. se avistó un buque grande, que
nos pareció el navíp Camhtidge. Si alguna persona amada
estuviese embarcada en aquel buque como hubiéramos fija-
do nuestros ojos y nuestros pensamientos sobre él, así pen-
só Santana.
«1 DE MAYO— Quedamos, toda la mañana de hoy en An-
tiquipa; el temperamento es excelente. A las 4 p. m.
marchamos; el camino por dos leguas es divertido, al me"
nos agradable, habiendo vestigios de verdura y algunos
árboles. Dista de Chala 4 leguas, adonde llegamos a las 7/^
p. m. Chala esta situada en una quebrada verde y hermosa,
cubierta de inmensos árboles, de olivos, de plátanos, de
limas, de naranjas, etc., etc. Habrá en lá población como
50 habitaciones; el agua es buena. Chala es ouerto de mar.
«2 DE MAYO — A AYz salimos de Chala. Una gran parte
del camino es por la playa; llegamos a las 8^ a la pascuana
llamada de Lobos, 15 leguas. Dormimos aquí, y el 3 a las 5
de la mañana continuamos la marcha hasta Ático, un mise-
rable lugar conteniendo como 20 moradores. Aquí en esta
quebrada hay muchos y muy altos olivos, pe; o casi secos.
Restamos aquí todo el día del 3, y el 4 de mayo, a las 3, se-
guímos hasta la pascuana de Tambilo, donde dormimos.
Este camino toma hacia el interior, es muy pedrugoso. El
día 5 de mayo marchamos al amanecer a Carabeli. El ca-
mino es horrible, teniendo que transitar por pequeños ce-
rros. Llegamos a Carabeli a las 8 a. m. Este pueblo ha sido
destruido por un terremoto el día que San Martín entró
en Lima.
«6 DE MAYO — A las tres de la tarde marchamos. El ca-
mino es horrible, en algunas partes; a las 7 llegamos ala
pascuana de Chinchín.
«8 DE MAYO — Seguímos la marcha a las 10 a. m. Como
a la mitad del camino sentimos bastante frío, y nieblas cu-
brieron toda la atmósfera. Los cerros son cubiertos de
poca yerba. A las 5 p. m. llegamos a Ocana. Este valle es
bonito. Tiene un río que no es siempre vadeable; el pue-
blo es miserable.
«9 DE MAYO — De Ocana fuimos a Camana. Este es un
FASTOS DE SANTAFÉ 123
hermoso valle con un río bastante caudaloso. La villa y su
jurisdicción contendrán de 3 a 4,000 habitantes. La gfente
es alegre y agradable; las mujeres tienen buenas caras y
geralmente muy blancas.
«10 DE MAYO — Seguímos a Quilca. Este es el puerto de
Arequipa, pero como todos los de la costa del Perú, es malo.
El río de Arequipa, que reúne en su curso varios otros, se
desemboca aquí. El pueblo se compone de unos ranchos.
El navio Cambridge estaba aquí a nuestra llegada, y probó
ser el mismo que vimos desde Atiquipa; S. E. y nosotros
comimos a bordo, donde fuimos recibidos con hospitalidad
por su comandante.
«11 DE MAYO— Salimos a las 7. El camino hasta Siguas
es un inmenso llano. A la hacienda de Pachaqui llegamos a
las 12 p. m.
«12 DE MAYO — Salimos al amanecer. El camino es un
vasto desierto. Llegamos al mediodía a Víctor. Este valle
es bonito. Por el centro corre un río claro y hondo.
«13 DE MAYO— Llegamos a la aldea de un Uchuma-
yo, donde las corporaciones vinieron a saludar al Liberta-
dor. Tuve el placer de ver aquí algunos antiguos compa-
ñeros de armas.
«14 DE MAYO — Entramos a la ciudad de Arequipa. (En-
tre esta fecha y el 10 de junio el diario está en blanco).
«10 DE JUNIO— Marchamos con dirección al Cuzco, y
llegamos a Congallo, un miserable pueblo de indios. El frío
aquí es insoportable y el país casi un desierto.
«11 DE JUNIO— Salimos a las 8 a. m., y pasando por'un
camino algo escabroso al pie del volcán que se llama de Are-
quipa. Este viaje poco presenta de interesante. Llegamos
a las 11 a la pascuana Apo. Aquí el frío es peor que el de
Cangallo.
«11 DE JUNIO. Llegamos a Tancapulco, la hacienda del
señor Ribero. La jornada nos divirtió. Todo el camino fue
decorado de arcos triunfales colocados sobre el hielo en las
cimas de los Andes. Los habitantes de todo el país mues-
tran mucho patriotismo. A todos lados se ven llamas, vicu-
ñas y otros animales nativos del Perú. La noche sentimos
un excesivo frío.
«13 DE JUNIO — Llegamos a la Ventilla; el frío es hoy
menor y el camino mas interesante.»
FASTOS DE SfinTflFE
Vino a nuestras manos, por fino obsequio de un discí-
pulo, el joven Sabas Meléndez, un cuadernito amarillento y
deteriorado, que a duras penas hemos podido descifrar.
Eran los apuntes de un santafereño, y aunque son casi todos
L24 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
sobre nacimientos, matrimonios y defunciones de poco inte-
rés, por no referirse ellos a personas con alguna notoriedad,
hay, sin embargo, algunas efemérides que pueden ser útiles
para los amigos de estudiar la historia de nuestra capital.
No era propiamente un diario, sino un libro de recuerdos,
pues de un año pasa a otro anterior; pero viene a comple-
mentar los de Vargas Jurado y Caballero, que publicamos
en la Patria Boba, y el de Ramírez, de que hablamos en este
Boletín en junio de 1911. (Ano vii página 23). Hé aquí un
extracto de dicho manuscrito:
«En este ano de 1793 son Alcaldes ordinarios el doctor
don Carlos de Burgos y don Pepe Ayala. El 21 de abril del
año 93 fue la consagración del señor Obispo de Mérida, se-
ñor Torrijos.
«El 31 de diciembre del año 91 murió don Pedro ligar-
te, sábado en la tarde, y lo enterraron el día de año nuevo
en la Capuchina, el año de 92.
«El 17 de marzo de 89 se publicó el bando en esta ciu-
dad, que había muerto el Rey Carlos 3^ El 18 fue el bando
que se había coronado Carlos iv.
«El 14 de diciembre del año de 88 salió de Cartagena
para esta ciudad el Excelentísimo señor Virrey.
«En 28 de mayo de 1786. día domingo, en la noche, a la
una y media, se quemó el Palacio. En 20 de dicho arriba se
comenzaron los cimientos de la torre de San Francisco del
presente año de 1786.
«El 2 de agosto del año 95. día domingo, en la noche, se
ahogó don Francisco Tobar y Buendía, en Techo. En este
mismo día y noche prendieron al doctor don José Antonio
Ricaurte, abogado de esta Real Audiencia, por orden de di-
cha Real Audiencia, bajo partida de registro, por los albo-
rotos del levantamiento de la plaza de Cartagena. Estuvo el
cadáver de dicho Tobar en el agua cuatro días, y lo ente-
rraron en la Catedral, en la Capilla de Nuestra Señora del
Topo.
«En 29 de enero de 1796 murió el cura de Las Nieves,
doctor don Diego Díaz de Arcaya, viernes en la noche. En
dicho día se marcharon los pasquinistas para España.
«En 30 de septiembre de 97, a las cuatro de la mañana,
día sábado, murió en la Cabrera, viniendo para acá, el señor
Prebendado don Juan de Dios Pey Andrade. En 27 de mayo
de 98, sábado en la tarde, creció el río de San Francisco y
se arrastró una casa y otra volteó; reventó el cerro de Mon-
serrante por tres partes.
«Año de 97. Alcaldes ordinarios: don Silvestre Trillo y
don Francisco Domínguez.
«Año de 98. Alcaldes ordinarios de primer voto: don Vi-
cente Rojas y de segundo don Lorenzo Marroquín y Sierra.
FASTOS DE SANTAFÉ 125
Entró el Excelentísimo señor don Pedro de Mendinuenta,
Virrey de este Nuevo Reino, hoy 18 de marzo, en la tarde,
de] año de 1797.
«Este año de 1799 entró en martes. Alcaldes ordinarios:
don Jorgfe Lozano y don Fernando Zuleta.
«Eí 18 de enero de este año, día viernes, se publicó el
bando en que Su Majestad pide que todas los arrentados y
ricos ie presten dinero dando el 5 por 109 de réditos para
el gasto de la guerra, y que se les tendría presente. El 28
de septiembre, día sábado del presente año, entró a esta
ciudad el señor Arzobispo.
«Alcaldes ordinarios de primer voto: don Fernando
Rodrígfuez. y de segundo, don Nicolás de Ugarte. Año de
1800.
«1801. En este año fueron elegidos por este Muy Ilustre
Cabildo a don Vicente Rojas y el doctor don Carlos de Bur-
gos, qujjifnes no (^ininteligible) si vienen porque renunciaron
ambos de la vara.
«Año de 1802, Alcaldes ordinarios de primer voto: don
Juan Santa María, y de segundo, don Miguel de {^ininteligi-
ble). En 5 de noviembre del año de 802 se mató a puñala-
das el doctor don Felipe del Campo, canónigo de esta santa
iglesia metropolitana, y lo enterraron en su iglesia el día
siguiente, en la tarde.
«1803. Alcaldes ordinarios de primer voto: el doctor don
Ignacio San Miguel, y de segundo, don Juan Gómez. En 14
de enero se publicaron las paces, día viernes, contra el
ingles y nuestro católico Monarca. El 31 de marzo se> pu-
blicó el bando sobre el indulto. El 12 de agosto, viernes,
por la tarde, arcarbuceai'on en la Huerta de Jaimes a Juan
José Regena, soldado del batallón Auxiliar, por haber mata-
do el día 24 de junio a otro soldado de su mismo cuerpo, y
lo enterraron en San Agustín. En 22 de septiembre, jueves,
a las siete 3' cuarto de la mañana, se fue para España el
Excelentísimo señor don Pedro Mendinueta y Muzquiz; go"
bernó cinco años seis meses cuatro días. En 18 de octubre
arcarbucearon a José Vega, soldado del batallón Auxiliar,
por haber herido a su cabo, en el destacamento de Fucha;
está enterrado en el panteón de San Agustín.
«Enero 1° de 1804, domingo. Alcaldes ordinarios: pri-
mer voto, doctor Juan Antonio Uricoechea; de segundo, don
Gregorio Alvarez del Pino (1).
«En 20 de octubre, sábado, subieron a su capilla a Nues-
tra Señora de Guadalupe.
«Enero 1^ de 1805, martes. Alcaldes ordinarios: de pri-
mer voto, don Pedro Ricaurte y don Antonio La Ravo. En
(1) Más adelante repite este dato, pero a Alvarez lo llama Joa-
quín.
126 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
1° de febrero, viernes, por la tarde, bendijeron la sacristía
de la Catedral.
«En 21 de ag^osto 1807 ahorcaron a Sotelo. El 30 de di-
ciembre bajaron las campanas de la Catedral. Alcaides
nuevos del año 1808, don Nicolás de Rivas y don Juan Nepo-
muceno Cabrera. Pvl28 de agosto llegó don Sinforoso Mutis,
sábado en la tarde. En el mismo año se usaron las escarape*
las de nuestro Rey.
«En 1809, 1^ de enero. Alcaldes nuevos: don Luis Cay-
cedo y don José Antonio ligarte.
«El 4 de mayo, a las cinco d-í la tarde, llegó el señor
Regente.
«En 1810, 1*? de enero. Alcaldes ordinarios: de primer
voto, el doctor Pey; de segundo, don Juan Gómez, A los
siete meses de su gobierno sucedió que el doctor Morales
tuvo pendencia en la calle real, en una mercadería, con el
chapetón Llórente, porque habló del Conde don Fulano
Villavicencio, diciendo que se {suprimimos la palabra que
trae el mnnusctiío) en el y los americanos; entorjces se le
avanzó el dicho doctor Morales, en unión de don Sinforoso
Mutis, y dieron parte al señor Pey, y entonces lo prendie-
ron a dicho Llórente; en el resto de la tarde, y juntamente,
los prendieron a los siguientes chapetones (la fecha de este
suceso fue día viernes, a 20 de julio), al chapetón Infiesta,
el señor Pey, pues él mismo lo trajo, en unión de un pi-
quete de soldados, y se supo que la noche del 20 de julio,
viernes, a la media noche, habían salido a degüello, por se-
ñora y abogada de este reino Santa Librada. Sabemos que
tenían proyectado los chapetones para esa noche, primera-
mente en cada barrio pegarle fuego, una casa, y por con-
siguiente tocar a fuego, y a esta novedad salir todo el pue-
blo, luego empezaban el degüello a toda la gente, chicos y
grandes, y los que se escapaban vendidos unos a 5 reales,
otros a 3 y otros a 2. En este mismo día 20 amanecimos
todos los patriotas en la plaza, juntamente tratándose del
Ayuntamiento y congregación de la Junta. El día 21, a la
madrugada, ya estaba completa la Suprema Junta. Su nú-
mero de estos sujetos, 32. Primeramente don José Miguel
Pey, el Juez ordinario segundo, don Juan Gómez, don José
María Moledo, don Manuel Alvarez, don Sinforoso Mutis,
doctor Benítez, doctor Azuero, el señor Gil, canónigo, crio-
llo de Caracas, don Fulano Pombo, el doctor Tenorio, don
Pedro Groot, don Justo Castro, el doctor M-oralitos, don
Fruto Gutiérrez, el señor Rosillo, canónigo, el doctor Uma-
ña, doctor Gómez, don Luis Azula, don José Santamaría, el
chapetón Incluso Benjumea, el doctor Plata, cura de la
Catedral. En fin, para no detenerme, los restantes sujetos,
no me acuerdo de ellos; pero son 32. Prendieron al Oidor
FASTOS DE SANTAFÉ 127
Alba el día 22, por la tarde, a las dos, poco más o menos, y
al Regente, por la mañana, a las 11 del día, en unión del
Oidor Carrión, y los pusieron en la cárcel de corte. El 23
prendieron al Oidor Frías, a las once del día, y también lo
entraron en la cárcel de corte, en el calabozo de las brujas,
en unión del otro Oidor Mancilla. El 25 prendieron ai Vi-
rrey en unión de su mujer, día miércoles por la tarde, día
de Santiago, con la mayor preparación de mucha gente
armada, y lo traspusieron a las cinco de la tarde en la Adua-
na; la Virreina, al convento de la Enseñanza. Salieron los
cinco garnachas de la cárcel desterrados, el Alba y el Frías
para el Socorro, y Mancilla, el Regente y Carrión, para
Cartagena, el 1*? de agosto, a las once y media del día. En
este mismo día entró el Condecito, a las cinco y media de
la tarde, y lo recibieron con mucha decencia en el Palacio
Arzobispal. Le pusieron una muy completa mesa de re-
fresco.
<Se puso toda la gente rótulos de cinta, en los sombre-
ros, en los que se decía: "Viva la Suprema Junta del Nuevo
Reino de Granada." El 20 disparó una pistola el dicho cha-
petón Infiesta, cuando toda la gente presente, permisión de
Dios, pues no le tocó a ninguna persona, y dio el balazo al
suelo.
«El 22 sacaron déla Capuchina al señor Rosillo, domin-
go, a las doce del día, con la mayor alegría y sumo triunfo,
en manos de dos hombres hasta el Cabildo, y luego que llegó
hizo una relación al público, que hizo verter lágrimas, en
agradecimiento de haberlo libertado de una tan larga pri-
sión, al mismo tiempo para esta entrada de dicho señor, en-
colcharon todos los balcones y ventanas, y el del Virrey
sin nada, y entonces todos los del país dijeron que si no po-
nían colchas despedazarían el balcón, e inmediatamente pu-
sieron. El 22 sacaron al balcón al Oidor Alba para verlo si
estaba con prisiones, y porque toda la gente lo pidió, y por
consiguiente al Oidor Frías, y como ya era noche, alumbra-
ron para los pies, y se le vieron las prisiones.
«El 5 de agosto, domingo por la noche, salió de la casa
de administración de aguardiente un carro triunfal y el
retrato de Fernando 7*?, y condujeron al Cabildo en proce-
sión todo el pueblo echando muchos vivas, con música, mu-
chos voladores. Trajeron el retrato en un trono de plata, y
los alumbrantes fueronla oficialidad de Cartagena, todos con
hachas de cera; luego lo pusieron frente al cabildo, y a un
rato salió el doctor don Fruto Gutiérrez a la galería y rela-
tó una loa la más famosa, que todos quedaron asombradlos
y llenos de sumo gozo; volvieron a llevar el retrato a la mis-
ma administración a las nueve y media de la noche.
128 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
«Agosto 13. Pontón, el procurador, dijo que no debía
estar el Virrey en la aduana, pues no era prisión esa parte
tan decente para un reo como dicho Virrey; y originado de
este autor, se acaloró todo el populacho, y pidieron que lo
pasasen a la cárcel de corte. Se puso por obra y se trató de
ir a sacarlo, y para esta obra se puso la gente desde
la puerta de la aduana hasta la puerta de la cárcel de
corte, formando una calle. Vinieron a sacarlo al Virrey
el señor vocal doctor Rosillo y don José María Carbonell.
Cuando salió dicho Virrey eran las dos y media de la tarde,
y lo metieron en un calabozo con un par de grillos y sin co-
municación. En este mismo día también tuvo un maltra-
tamiento don Pedro Gasea: dijo que todos eran unos borra-
chos a los de la guardia de la aduana. Este mismo día lu-
nes pidió una revendedora al señor Carbonell que le diera
facultad para ir a sacar, en unión de las demás revendedo-
ras, muchas carniceras, mondongueras y de todo ejercicio
de carnes, pues no se metió ninguna mujer decente; se les
concedió que fueran todas las mujeres a la Enseñanza y sa-
caran n la Virreina.»
El resto á'¿l folleto está bastante deteriorado. Apenas
puede leerse en la última hoja la noticia de la entrada de
Serviez con la Virgen de Chiquinquirá, y luego la de las
tropas españolas.
El autor de los apuntes parece que fue un señor Es-
canden, pues dice en una de sus anotaciones:
«Murió don Francisco Escandón, mi amado padre, hoy
día viernes, a 6 de mayo, a las diez del día, y está enterra-
do en San Francisco. Año de 1791. >
E. Posada
flPOSTIhhfl
¿Cuál fue la primera ascensión en los aires que se hizo
en Bogotá?
Entendemos que el precursor de la navegación aérea
fue José María Fldrez, quien se elevó en la atmósfera en
septiembre de 1844. Bl Dia del 1*? de octubre de ese año
trae este suelto:
«Viaje aéreo de José María Flórez. En un globo de
lienzo de 2.5 varas de alto y 15 de ancho, elevóse como 650
varas castellanas. El punto de partida, el patio del Colegio
del Rosario, y el de descenso, el tejado de una casa conti-
gua al hospital de mujeres. Viose en gran peligro, echó
mano de un cable con nudos, sufrió un golpe. La ascensión
fue el miércoles 27 de septiembre de 1844.>— £". P.
BOLETÍN
Año XIV-N.' 159 r\\ 11 r I I X^ Agosto: 1922
DE HISTORIA Y A N T I G U E D A D E S
ORGflno De cñ flcfloemifl rmcionflí oe historia
DIRECTOR, «REDACTORES,
EDUARDO POSADA LUIS AUGUSTO CUERVO
ROBERTO CORTÁZAR
Bogotá— República de Colombia
GUERRA DE hOS PÍDAOS (1)
Relación y discurso de la guerra, que por especial cédula y
borden de Sus Mag** cometida a don Joan de Borja Presidente
goyor y Capp'° general del Nuevo Rey"» de Granada sehacencon-
tra los Indios Rebeldes de la Provincia de los Pijaos con apunta-
miento breve de la discrep"" dellas conforme, a la demarcación de
la ciudad de Santa Fé cabeza de dicho Rey"" y asiento de la R'
Audiencia del. t
La dicha ciudad de Santa Fé esta situada a la parte septen-
trional de la linea equinocial en altura de quatro grados y quarenta
y quatro minutos en la cumbre de una cordillera prolongada de
nordeste a sudoeste, en tierra llana, fresca y fértil y aunque con
poca declinación hieren siempre los rayos solares perpendicular-
mente templase la fuerza de su calor, con la elevación del sitio que
se avecina a la frialdad de la media región del aire y la interposi-
ción ordinaria de las nubes con otras causas superiores que la ex-
periencia advierte.
Al ocidente de la dicha ciudad treinta le^as apartada corre
otra cordillera del norte al sur donde los dichos yns" Pijaos hacen
Su abitación y morada y en distancia de veinte leguas mas al oci-
dente ay otra cordillera cassi paralela que corre al mesmo rumbo
algo torcida de noroeste al sueste y se juntan las dos con la prime-
ra en la Gobernación de Popaian donde está poblada la ciudad de
Almáguer cien leguas al sur de la de Santa Fé, y de todas tres se
hace la gran cordillera que passa por las Provincias de Perú y Chi-
le hasta el estrecho de Magallanes en Longitud de dos mil leguas.
De los tres ramos de cordillera referidos en el remate de la
segunda (de quien particularmente se trata en esta relación), na-
cen dos rios muy caudalosos el de la Magdalena al oriente y el de
Cauca al ocidente casi de igual grandeza con otros muchos que
entran en ellos en distancias breves fertilizando la tierra y regalan-
(1) Enviado de Sevilla por el señor Restrepo Tirado, como se dijo
en el número anterior.
XIV— 9
130 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
dola con abundancia de pescados y aguas frías: llevan su curso al
norte el uno entre la primera y esta cordillera por tierras llanas
donde están pobladas las ciudades de Timaná, Tocaima, Ibague y
las de Mariquita, y el otro entre la tercera cordillera por los pue<
blos de la Gobernación de Popayan.
Estos dos rios principales se juntan mas abajo de la Villa dt
Mompox, en la parte que hace principio la mis» cordillera en
cuyo remate nacen antes que se incorpore en las otras y la acom-
'pañan en doscientas leguas que vierte a los lados quedando ella
como ysla enmedio y perdiendo en las juntas el nombre del uno
con el de la Magdalena, entran en la mar 9erca de la Ciudad de
Santa Marta.
La dicha cordillera donde avitan los Indios rebeldes es la de
mayor aspereza que se cono§e en todas las Indias de altísimos ce-
rros y quebradas hondas, espesísimos bosques y muchos riscos y
despeñaderos de muy gran peligro sin apacibilidades de tierra
llana con mas apropiada disposición para fieras 'que para avitacion
de hombres humanos.
Los Indios viven en lo mas interior y oculto de la sierra en
los nacimientos de los rios que hacen gran concavidad y avertura
con muchas cuchillas peladas que decienden de lo alto de la
montaña hasta el rio en concierto como los dedos de la mano con
distancias iguales de una y dos y tres leguas de caida muy peina-
das y de extraordinaria angostura que desde afuera parece que
con dificultad se puede subir ni aun trepando, ni caber mas de un
solo hombre en hilera y entre una y otra cuchilla tienen quebradas
de mucha hondura y arcabuco con arroyos de agua continua.
En lo más alto de las dichas cuchillas donde se juntan con la
montaña hacen sus casas solitarias y apartadas unas de otras que
pocas veces se hallan dos o tres en compañía pero todas a la vista
de las concavidades de los rios tomando por espaldas la montaña
y por frente la angosta caida de las cuchillas y a los lados las que-
bradas que hagen entre una y otra, y tienen diversas puertas apli-
cadas para todas las retiradas y por donde quiera que fueren aco-
metidos se libran por la contraria parte metiéndose en la montaña
o en las quebradas de los lados o echándose por las cuchillas a la
profundidad de los rios y para reparo de algún repentino y des-
' cuidado asalto hacen también cuevas dentro de las casas que por
debajo de tierra salen a las barrancas mas cercanas y ocultas.
Desde la ciudad de Yavague que es la primera frontera de
Hespañoles arrimada a la otra cordillera treinta leguas de la de
Santa Fé al oriente comienza el principio de la guerra y losserrosy
concavidades que los rios hacen en las cabeceras de sus nacimien-
tos a quien llaman Provincias por ser en ellas la avitacion hordina-
ria de los Indios. Las mas circunvecinas a la dicha ciudad de
Yavague que al presente se hallan avitadas son las de Mola Caco-
taima y Otaima y luego sucesivamente las de Maito Veuni y Amoya
donde se considera la principal fortaleza y centro de la guerra por
ser la mayor población de yndios la que ay en ella y pasando un
OüERRA DE LOS FIJAOS 131
rio grande que sale de esta Provincia de su propio nombre prosi-
guen las de Culuculiuma, Ambeima, Irico, Paloma, Ululu,Vulima,
Namey, Luluma, Yumbo, Totumo, Quítala, Orli, Maulu, Tumuro,
learco, Natagaima, Ataroza, Aparoje, Usmeche, Valleviciosa,
Naceci y Las jCarnejerias que confinan con la Villa de Timaná
que es la última frontera de Hespafloles ochenta leguas de la de
Ibague a la parte del Sur.
Las Provincias referidas entre las dichas fronteras van pro-
longadas de norte al sur conforme a longitud de la cordillera y
todas miran al oriente y en la contraria parten al ocidente vertien-
tes a la Gobernación de Popayan. La primera frontera de Hespa-
ñoles que correspoade en derecho de las de Ibague es la ciudad
de Cartago y la postrera hacia el sur la de Caloto y en medio de
las dos la de Buga y aunque en su comarca ay pocos Indios re-
beldes que son los de Canchuma, Vulira, Bintimay, Totoxambo
acuden las de una parte a la otra pasando la cordillera a inquie-
tar y hacer daños y robos en los términos y caminos reales de
los dichos pueblos.
De mas de las dichas Provincias de los Indios rebeldes a
quien se atribuye el nombre común Pixao ay otra nación que lla-
man Paeces que confinan con pueblos de la Governacion de Popa-
yan |al cabo de la d ha cordillera en tierra mas apacible y llana
donde se puede andar a caballo con menos dificultad y trabajo y
nunca estos an tenido amistad ni correspondencia con los Pixaos
por ser diferentes en lengua naturaleza y costumbres y gente mas
política generosa y limpia y de mucha industria y valor en las ar-
mas defendiendo con ellas solamente su tierra sin salir a buscar
inquietudes en la agena: Tampoco acostumbran comer carne hu-
mana ni las crueldades asaltos y traiciones que los otros hacen y
se contentan con su libertad rehusando la servidumbre de los
Hespañoles aunque están encomendados en ellos y acuden a ser-
vir de amigos en la guerra y a otros trabajos de poca importancia.
En la tierra llana que ay entre la primera y segunda cordillera
en las riberas del Rio grande de la Magdalena avitan otros Indios
llamados Coyaimas, Guaurox y Tamagalaes que son retirados de
la Sierra por grandes discordias y asentada enemistad que tienen
los unos con los otros los cuales por estar en despoblado a vista de
los caminos reales an hecho de ordinario en ellos y en los térmi-
nos de la ciudad de Tocaima y en los Sutágaos muchos asaltos
contra los naturales de Pas pasageros y contratantes que andan
de este Rey°<' al Pira y siendo encomendados en vecinos de la
Ciudad de Ibague an bivido siempre en su libertad entre la pas y
la guerra ayudando solamente a la que se hacia contra los de la
Sierra sus enemigos.
Todos los Indios del nombre común de Pixaos en llano y sie-
rra hablan una misma lengua con poca diferencia de algunos voca-
blos y son conformes en sus bárbaras costumbres ritos y ceremo-
nias y en la manera de las armas y exersÍ9io de la guerra.
132 BOLETÍN DE HISTORIA Y íiNTIGUEDADES
Alcanzan de ninguna suerte conocimientos ni luz del verda-
dero Dios sino confusa noticia de que ay criador de las cosas a
quien llaman Locombo o Cóndor significaciones abuelas del tiem-
po y abundancia del como cosa eterna e infinita y no le tienen
entera devoción por causa de otra abucion del Demonio introdu-
cida por tradición antigua de que ubo entre ellos un yndio llamado
Nacuco con la cabeza herida que hacia muchos prodigios y mila-
gros tomando varias formas y profetizando las cosas y sucgesos
futuros^ al cual atribueen la creación del mundo y que aviándose
aficionado de una yndia que se llamaría ybasnaca le engañó ella
en defensa de su castidad mandándole entrar en una cueva para
acudir a su ruego y afición y que le dejó dentro encerrado con mu-
cha piedra y tierra donde quedó ahogado y añadiendo a estas otras
fábulas torpes y bárbaras fingiendo que de allí calieron un bolean
grande y dos fuentes de aguas caliente y fria que están en la Sierra
de Itaima jurisdicción de la Ciudad de Ibague en el camino que
va a la de Cartago.
Ai entre ellos otra tradición mas creíble de que en la Provin-
cia de Anaima poco tiempo antes que los Hespañoles entrasen en
este Rey"" hubo un yndio predicador de mucho recogimiento y
estrecha vida que andaba por todos los mercados borracheras y
públicas congregaciones persuadiéndolos que no se comiesen unos
a otros ni cometiesen otros grandes peccados porque para castigo
de ellos avian de venir hombres blancos caballeros en leones pe-
leando con rayos y truenos a consumir y sujetarlos 0. perpetua ser-
vidumbre.
Generalmente son grandes ydólatras y tienen muy abomina-
bles supersticiones y en todas sus casas ydolos de madera y barro
grandes y chicos los unos de asiento y los otros para llevar con-
sigo a las jornadas y caminos que fueren y los adoran y pintan con
colores como quando ellos salen a la guerra y les hacen sacrificios
. y ofrendas de chicha, masato y otras comidas y frutos de la tierra.
Respetan mucho a los hechiceros que llaman Mohanes y los
tienen en gran veneración y crédito y para emprender cualquiera
facción de guerra ayuna primero el Mohán por tiempo de ocho
dias sin comer mas que un puño de maiz y un paxarillo o pecesito
muy pequeño y de una totuma o calabasillo de chicha que le po-
nen bebe con una pajuela hueca y en los primeros seis dias enteros
' con sus noches no duerme de ninguna manera y esta siempre
echado en una hamaca colgada en el aire atÍ9ando un fogón en-
cendido de lumbre que junto a si tiene de horquetas de leño se-
cadas a la sombra sin que el sol la toque.
El dia antes que aya de acabar el ayuno ponen a co§er cierta
cantidad de bollos de maiz con mucha quenta y ceremonias y pre-
vienen gran suma de tinajas de chicha todos los que an de salir a
la guerra para esperar la respuesta de su oráculo, y el ayunador se
levanta cumpliendo con la obligación de su oficio y les manifiesta
la rrevelacion que ha soñado declarando la significación de ella y
luego acuden al cosinamiento de los bollos y a la calor déla ceniza
GUERRA DE LOS FIJAOS 133
del fuego que el Mohán ati9ava en el ayuno y si ella estuviera
blanca y los bollos sanos y enteros tienen por dichoso agüero y si
la ceniza sale bermeja y los bollos partidos por muy mala sefial de
que an de morir los que fueren a la jornada y la difieren para otra
ocasión y sueflo mas favorable.
Después que el Mohán aya continuado su penitencia y ayu-
no hasta tener buen sueño ceniza blanca y bollos sanos salen
contentos a la guerra con siguridad de que todos an de volrer sin
desgracia y al tiempo de la partida se juntan los viejos y viejas de
lá comarca y escupen a los soldados que es lá "bendición que les
echan para preservarlos del peligro y daño y el caudillo les per-'
suade a que por flogedad y poco ánimo no le hagan inciertW su
próspero agüero y si en las jornadas les sucyede mal y les matan
gente le dan al Mohán en pago de su agüero muchoá palos y algu-
na vez la muerte y le piden satisfacción del daflo que han rrecivido
a que está obligado. Y aunque vuelvan sanos sino consiguen el
efecto de la pretencion que llevan priban de oficio al ayunador de
común parecer y acuerdo.
Si cuando van marchando tropie9a alguno y se lastima el dedo
del pie se vuelve a su casa y a los buenos suc9esos llaman ávidos
con dedo sano y de ninguna suerte el caudillo se abriga ni se cubre
con ropa cuando duerme y le cercan con fuego a la redonda y en
toda la jornada no come sal ni axi ni duerme con mujer y final-
mente son tan inclinados a sueños y agüeros que cuando caen
enfermos disen que es por causa de algún sueño y si tienen noticia
de lo que soñó en aquella ocasión le buscan los parientes del en-
fermo y le dan de palos o le matan si el doliente muere.
Todos los años en dia señalado hacen fiesta al onor del tiem-
po con estrafias ceremonias formando un bulto de hombre hueco
texido de paxa menuda y le llenan por dentro de toda variedad de
legumbres y frutos de la tierra y mucho masato que es una masa
blanda que hacen con maiz y cuando le tienen bien relleno le
echan a rodar por una ladera muy derecha señalando el puesto
hasta a donde hubiere de rrodar y se echan los yndios tras el y a
los que les alcansaren antes del tiempo señalado los jusgan por
bien afortunados que an de gosar gran prosperidad aquel año, y
para elegir el mayordomo de esta cofradía beben mucha chicha
en casa del que haga la fiesta y el declara por sueño el que le há
de suceder en el oficio y para celebrar la fiesta procuran aventajar-
se con alguna obsientación de mas devoción y diligencia.
Son comunmente muy enamorados y en gran manera celosos
y vengativos del agravio que rreciben en las mujeres y tienen todas
las que pueden adquirir y los maridos dan el dote a los padres de
ellas con ca9a de bolateria y otros regalos y desde que se comien-
za á tratar el casamiento hase el desposado las cementeras dé
maiz que entre ellos se conciertan y quando las tienen de sazón
pide la mujer y eitrega a los suegros y parientes las cementeras
que a hecho y recive otra que en trueco le dan para su sUstentb.
134 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Quando enviudan las mujeres no tocan con las manos las va-
sijas de casa que sirvieron en vida del marido y si fuere forzoso
tomar alguna es con un lienzo o paño por que no se les pegue la
muerte del difunto y le celebran las obsequias con mucha chicha
habiendo borrachera con ella y las viudas no se tornan a casar en
largo tiempo reputándolas por desgraciadas y que la que acabó un
marido matará también otros y ordinariamente se casan viudos
con viudas.
No se casan las. donceMas hasta que les baxe su costumbre
por entender que antes de ella no pueden tener hijos y traen las
piernas debajo de las rodillas y en sima de los tovillos y los bra-
zos por las muñecas y molleros muy apretados con muchas bueltas
de cordel delgado para abultar en medio y adelgasar los extremos
y la primera noche que duermen con los maridos sueltan sus liga-
duras en señal de que no quedan doncellas y a las que no lo fue-
ren cuando se casan las matan sus maridos por el engaño que les
an hecho.
A los niños luego que nacen les entablan las cabezas hasta
que se les unda la frente y el cogote y, le quiebran y estiran la na-
riz para que le quede corva y larga. Los nombres que les ponen
son los de las aves y animales, arboles yervas y frutas y otras sig-
nificativas de algún sucgesor y el primer nombre del nacimiento
les dura hasta que se casan o hagan alguna gran hazaña en la gue-
rra y entonces le mudan y ponen otro.
Son las mugeres muy encogidas y onestas y pocas o ninguna
qué sea común entre ellas y a las adúlteras castigan en5errandolas
primero en una 'choza para que todos los mancebos solteros que
oviere en la Provincia las gozen y se aprovechen de ellas por
afrenta de su deliio y después la ponen en una encru9ijada de ca-
minos enterradas hasta la cintura y alli arriba descubierta para ape-
drealla hasta que la matan. x
Para curar sus enfermedades y heridas tienen y cono9en
muchas yerbas y los hervalarios y médicos dellas son los moha-
nes y hechiceros y cuando a plican las yervas hacen invocaciones
al Demonio con muchas ceremonias y cantares. Y a los difuntos
entierran con solemnidad y concurso de gente en vnas bóvedas de
las concavidades y cuevas de la tierra sin que el cuerpo toque a
ellas y le ponen provisión de chicha y comidas y los que entierran
al difunto no se atreben a 9embrar cosa alguna hasta purificarse en
la corriente de un rio donde se meten can muchas ramas en las
manos y mojándolas en el agua se azotan con ellas valientemente
cantando endechas al difunto hasta aver cumplido bien con esta
ceremonia.
El mas estrañí) y abominable v¡5io que entre ellos se conoge es
la fiera inclinación da comer carne humana eitimándola grandemen-
te y prefiriendo su gusto del de todas las demás cosas criadas para
el sustento del hombre y aunque le tienen por costumbre antigua
hallanse agora tan 9evado3 y encirnizados en la carne cristiana
que el mayor fundamento de sus inquietudes y guerras se encami-
GÜKRBA DB LOS FIJAOS 13S
na al sabor y deleite de este cruel vicio ha5Íendo partición y car-
nicería de las personas que prenden y en sus cuerpos notables
crueldades cortándoles las carnes a pedazos menudos estando bivo
comiéndoselos en su presencia poco a poco y a Jas criaturas tiernas
asándolas enteras en barbacoa a. modo de parrillas Las llevan en el
zurrón comiendo dellas por el camino o colgadas con un cordel al
pescuezo. Y para la suma de la espantable ynumanídad de estos
bárbaros se ha visto en esta guerra que a los soldados muertos y
enterrados de diez dias en su tierra los han desenterrado y comido
sin reparar en la hediondez y corrupción de los podridos cadá-
veres.
El sustento común de su tierra es el maiz que con mucha fer-
tilidad y abundancia se coje en la montaña hasiendo rosas y
labranzas en lo interior y oculto de ellas derribando árboles y ra-
mas del arcabuco y quando esta seco lo que an rosado y cortado
$iembran el maiz en todo el aña sin excepción ni variayion del
tiempo por ser el desta región muy uniforme y ansi mismo 9iem-'
bran y cogen mucha cantidad de frisóles y diversidad de raices
que llaman arracachas yucas batatas turmas de tierra y otras
legumbres de gran sustento y buen gusto. Comen el maiz co9ido
y tostado y del uno y otro hacen provisión para las yornadas lle-
vando harina tostada y bollos cocidos y ma9ato metido en cala-
ba9os y sobretodo su principal sustento y regalo es el brevage de
chicha con que se embriagan para solemai9ar la alegría de los
buenos suc9esos y las juntas y preven9Íones de guerra y los demás
actos y congregaciones públicas y secretas sin que en vida y muer-
te aya de aver cosa que no sea autori9ada con la chicha, y no
tienen en su tierra ningún género de carne ni pescado para el
sustento hordinario e'cepto algún venado o ca9a menuda de pá-
jaros que matan con cerbatanas y por carecer dellas apetecen la
carne con notable exceso y la comen de todas especies de aves y
animales particularmente ratones y otras malas savandijas aun-
que su mayor regalo triunpho y gloria es la carne humana.
Es gente feroz y bien dispuesta tienen las frentes hundidas por
artificio y gala y las narices corvas y largas, en lo demás bien pro-
porcionados y robustos y en gran manera agües sueltos y alenta-
dos qiie andan por la azpereza de la Montaña y Sierra con más
ligereza que en el llano y en cuanto al trage de sus vestidos y ca-
belleras largas conforme al uso común de todas las Yndias.
No tienen ninguna inteligencia de interés ni grangeria ni otra
ocupación ni ofi9io mas de la inquietud y exercicio de la guerra y
son muy valientes y determinados en ella y grandes sufridores de
trabajos y de notable valor y ánimo en rrecibir la muerte y qual-
quier género de tormento sin quexarse ni haver desvío ni señal de
sentimiento mas que si fuesen insensibles. Y entre las armas mayor
inclinación muestran a la pica que la juegan con mucha desembol-
tura destreza y maña. Usan también dardos arrofadi9os y macanag
hechas a manera de espada o montante de cortezas durísimas de
palmas de quatro dedos de ancho afiladas y no acostumbran arcos
136 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
fiándose en la fuerza y valentía de sus personas que las juntan ga-
llarda y osadamente con el enemigo mas que en lo industrioso arro-
jadÍ9o y apartado de las flechas y no reconocen ningún superior ni
cacique sino al que mas valiente fuere y a los agoreros mohanes, a
los niños desde muy tiernos enseñan a jugar la lan5a con cañas y
varas delgadas proporcionadas a la fuerza de su edad.
También hacen gran daño y ofensa con la pedreria gruesa que
suelen amontonar en sitios encumbrados sobre angostas cuchillas y
laderas en pasos forfosos que están sujetos al peligro de sus galgas
que con impetuosa furia y espantable ruido derriban sobre los
Hespañoles que pasan en derecho de ellas sin otro rreparo mas de
la preven5ion de rreconocer con cuidado los sitios de este peligro
y ganan primero lo alto para asegurar a los demás el paso.
El ardid de guerra m""" en astu§ia y peligro que mas de ordi-
nario acostumbran son las emboscadas que ha9en en la espesura
del monte sobre algún barrancoso y estrecho camino en cuya orilla
se ponen a los lados limpiando plasuelas para jugar las lan9as sin
impedim*** de los árboles y rramas dejando solamente muy entreíe-
xida y cerrada una delgada pared del monte que corresponde al
camino donde es imposible poderse ver la emboscada y al tiempo
que los Hespañoles van entrando en ella acometen por diversas
partes con gran furia y boceria y si durasen en los acometimientos
tan repentinos y breves con dificultad se podria escapar de ellos
pero esperándoles con buena reportación y cuidado se retiran pres-
to por el daño de la arcabucería aunque de cualquier manera que
vean alguna confusión y flaqueza en n*re gente siguen la victoria
con ánimo y perseverancia.
Raras veces dejan de suc§eder desgracias y muertes en los
que con descuido entran en emboscadas porque el sitio dellas y la
angostura del camino dan lugar para ayudar y favorecerse los sol-
dados que mec'es*m« marchan uno a uno su5esivamente llevando
entremetidos los yndios cargueros de la comida y de ning* manera
pueden caber dos en hilera ni rrebolver atrás ni adelante sin rom-
per por el monte o atropellar y desbaratar a los compañeros que
tienen ocupado el camino y ansi a de pelear de fuerza cada uno en
el puesto que le acometieren los yndios y ellos no pueden desbara-
tar con facilidad por la flaqueza con que se camina en extrechos
pasos de montaña espesa y no ay otro remedio para el peligro de
las emboscadas sino la prevención y continuo cuidado de entrar en
ellas con las armas alistadas y cuerdas caladas llevando a delante
yndios amigos de experiencia y perros de rastro que rreconozcan.
No se puede entender por noticia cierta la derivación y po-
bla9on de estos yndios en una cordillera tan azpera y montuosa
mas de que con mediano discurso. De algunas consideraciones se
presume que la de9endencia dellas procede de Indios Panches de
los términos de Ibague y Tocaima circunvecinos a la sierra que
fueron los mas belicosos de este Reyno a quien en valor y lengua y
en la costumbre de las frentes hundidas se parecen los Indios Pi-
xaos y por discordias que entre ellos se ofrecieron se rretiro la parte
vencida y flaca a la siguridady fortaleza de la sierra.
GUERRA DE LOS FIJAOS 137
Creciendo después el número de otra gente inquieta que cada
dia se les iria juntando particularmente quando los Hespañoles co-
men5aron a conquistar la tierra llana se alargaron por la longitud
de la sierra hasta los confines de los Indios Pae§es que están en el
remate della y tienen su deriva9ion de otras tierras de la Goberna-
ción de Popayan aunque por las mismas causas de inquietudes y
guerras que tuvieron con otros se poblaron en aquella parte sien-
do vencidos y echados de su natural.
Al tiempo que los Hespañoles entraron a la conquista de este
Reyno después que reconocieron la disposición de la tierra pobla-
ron en lo mas siguro y llano della dejando las dificultades y peligros
de la sierra como generalmente en todas las Indias a suc9edido
quedando algunas reliquias de inquietud y guerra y aunque en
las primeras entradas de Quito y Popayan se rredujeron los
Pae5es.
Nunca los Pixaos de ningún cap^^^ fueron conquistados ni se
atrevieron a entrar en la fragosidad y azpereza de su tierra y
quando el Adelantado Sebastian de Venalca9ar después de haber
sujetado y poblado las Provincias de su Gobernación paso a con-
quistar la de este Reyno sin entender que se oviesen anticipado
otros Hespañoles comento a haser su jornada por la falda de la
cordillera y saliendo los yndios Pixaos al encuentro le mataron
cinco hombres y se desvio del peligro dellos llevando su campo
por otro camino mas desembarazado y seguro.
Aviendose después poblado la ciudad de Ibague en frontera
de los dichos Indios Pixaos despertaron la guerra con ellos sujetan-
do a los nías circunve5inos de tierra algo apacible y buena con
grandes dificultades dilación y trabajos y no pudiéndose sustentar
donde al principio se poblaron les hicieron salir al llano y querién-
dose alargar algunos vecinos a mayores cosas entro el Capp"" Ire-
xo en la Provincia de Amoya con 9ien hombres y salió desbaratado
y perdido dejando muerta a toda su gente.
El Cap»" Domingo Lo9ano otro vecino conquistador de la
dicha ciudad soldado de valor y experien9ia salió con buena
gente a la misma conquista y escarmentado en el su9eso ageno no
quiso entrar en la sierra y paso por la falda della a la tierra de los
Pae9es y pobló en ella una ciudad que permaneció poco y a el le
mataron los Yndios y se desbarataron su gente y designios.
El Cap*»^ Pedro Talaverano asimismo de dha Ciudad salió
también con gente a su costa y entro en la Provincia de Cacataim a
que es la mas cercana y salió desbaratado de ella y se pobló en el
llano sobre un Rio que llaman el Escurial ddnde se desmanteló su
Pueblo y Gente sin importancia.
Teniendo la ciudad de Ibague 9adula del Emperador para
poblar una Vil leta en su jur¡sdl9ton cometieron el efecto della al
Capp»° Diego de Bocanegra el qual pasando adelante del sitio que
señalaron Pablo a Santiago de la frontera en nombre de su Mag^
y se despobló luego con pleitos y diferencias que tuvo con la Cui-
dad y aviéndole dado la R' Audiencia de este Reyno comisión y
i
138 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
socorro para continuar la redu^íon que avia comen9ado torno a
entrar a ella y puso otro pueblo llamado Medina de las Torres en
la mesa del Chaparral en frontera de las Provincias de Amoya y
Ambayme y los Yndios le quemaron el pueblo y le tornó a rehedi-
ficar en la rribera de Tetuan quatro leguas del primero y sedespo*
bló de aquel sitio y bolvio a poblar sobre el Rio de Coello seis
leguas de la dha ciudad de Ibague de donde asimismo se despo-
bló sin poderse sustentar ni permanecer.
Con semejantes jornadas de vana obstentacion de los parti-
culares quitando y poniendo pueblos de poca fuerza y fundamento
entrando y saliendo sin efecto importante levantaron los ánimos a
los Indios perdiendo la estimación y respecto a los Hespafioles no
solamen^" para pelear y vencerlos en la Sierra pero también para
salir al llano y saquearles sus propias casas hasiendasy heredades
matando a los yndios amigos que tenian de servicio y llevando
muchos despojos de armas rropa y herramientas para cultivar y
beneficiar sus rro9as y cementeras por haber quedado ensoberveci-
dos y gallardos de las victorias ganadas con sUs flacas entradas y
breves salidas.
Viendo que el atrevimiento de los dichos Yndios yva cada
dia creciendo procui^aron la R* Audiencia y los Presidentes de este
Rey"*" poner remedio a las inquietudes y daños que las Repúbli-
cas rrecivian inviando algunos Capitanes y gente al castigo del
enemigo sin que dello resultase ninguna importancia considerable
y pareciéndole al D°' Antonio Gon§aIez medio mas eficaz el to-
mar asiento con pers* de caudal que se encargase de la guerra hizo
capitulación y con9ierto con Bernardino de México vecino de la
ciudad de Tunja el cual se encargo de la rreducion y conquista de
ios dhos Indios dándosele la tierra de ellos en Governacion por
dos vidas agregándole la ciudad de Ibagué y la de Timaná con
obligación de que el oviese de poblar otros tres pueblos y susten-
tarlos por algunos años gastando en ella treinta mil p«* de oro
cuya capitulación y nombramiento confirmo Su Mag*^ y le despa-
cho titulo.
En virtud dello entro con ciento y treinta hombres gpnte lu-
cida y buena y con mucha prevención de armas munigiones y
bastimentos y puso su pobla9ion y asiento en la mesa del Chapa-
rral a vista de las dichas Provincias de Amoya y Ambeima quatro
leguas desviado de la Sierra y enla primera fac9ion que entro su
maese de Campo y gente a la Provincia de Otaima le desbarataron
los Yndios con muerte de algunos soldados y quedaron todos tan
desmayados que nunca ¿pas pudo entablar las cosas de la guerra
con ningún fundamen** y se despobló de donde estaba y paso a la
otra parte del rio grande de la Magdalena y torno a poblar y des-
poblar en el Valle de Neyva dejando desamparada la empresa se
bolbio a su casa perdiendo la hacienda y Govierno.
Quedó tan acrecentada la soberbia de los Yádios seflqriando
mas de cien leguas de tierra por sierra y llano que sin impedimen-
to se alargaban a dose leguas de la ciudad de Santa Fé batiendo
GÜERKA DK LOS KJAOS 139
en las fronteras tan hordinaríos asalto» que de ninguna manera po-
dian vivir con seguridad dentro ni fuera de los pueblos ni acudir
al beneficio de las haciendas del campo sin notable riezgo ni pa-
sar por los caminos reales no llevando escolta de mucha gente
aunque la R' Audi* inviaba alguna con caudillos de confianza ai
reparo y castigo de las dhas inquietudes y ellos se bolvian con
breve asistencia por no poderse sustentar ni permane9er en la tie-
rra del enemigo.
Finalmente an sido tan continuos y graves los daños que an
hecho de sesenta años a esta parte que muy pocos Capitanes an
entrado en su tierra a quien no ayan hechado del la desbarratado y
vencido con muerte de muchos Hespafioles y an desmantelado
entre la primera y segunda cordillera al oriente desde la ciudad
de Timana hasta la de Ibague doze pueblos de Hespafloles que
son el que pobló el Cap^ Domingo Baño y el del Cap" Potalavera-
no y quatro del Cap»*» Diego de Bocanegra en diversas partes y
dos del Governador Muxica y la Ciudad de San Sebastian de la
plata y La Villa de Neiva. La de los Angeles y Villavieja fuera de
otros muchos y notables daños que an hecho entre la segunda y
tercera cordillera al occidente en los pueblos de la Governacion
de Popayan desmantelando los unos y destruyendo los otros y a
sus hasiendas y heredades de manera que no se pueden sustentar
los vecinos y los hasen vivir por fuerza en los dichos pueblos por
el inconveniente de que se despueblen.
Teniendo el Rey^^^^s^ noticia de las dichas inquietudes y gra-
ves daños que sus vasallos y Repúblicas recivian de tan atrevidos
y crueles bárbaros cometió la rreduccion y castigo dellos con §e-
dula particular fecha en Ventosilla a veinte y cinco dias del mes de
abril de mili seiscientos y cinco años a Don Juan de Borja a quien
avia proveído por Gobernador y Capp'" general de este dicho
Reyno y Presidente de la R^ audi* del por que en la profesión ca-
lidad y obligaciones de supers» sea como daba bien el cuidado y
diligencia de la dha reducion con facultad de levantar y conducir
gente en la jurisdicción de otras Audiencias y para gastar de la R*
hasienda lo que no se pudiese excusar.
Mostró el dicho Presidente muy gran rreconocimiento y gusto
de que su Mag<^ le ovise encargado la guerra contra los dichos
yndios Pixaos y los Carares del Rio de la Magdalena que inquieta-
ban con hordinarios asaltos y rrobos el comercio y trato de los
mercaderes y navegación de las canoas, Y desde Hespaña antes
que se embarcase comen9o a tomar noticia de las cosas encamina-
das a la dicha reducion y luego que llegó a este Reino trato della
sin dilación manifestando la determinación y deseo que tenia de
ponerle en execucion y hasiendo venir a la ciudad de Santa Fe al
Governador de Popayan y a los Capitanes y personas de mayor
experiencia de esta tierra y junto en acuerdo para conferir todos
los medios tocantes al castigo de los dichos yndios especialmente
la convenencia forcosa de que en nombre de Su Mag* se hiciese la
guerra por la obediencia respeto y voluntad con que los soldado»
140 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
vecinos encomenderos caballeros aventureros y mucha gente prin-
cipal acudiria a seguir en ella con mas siguridad y perseverancia
escusando los inconvenientes graves que se avian seguido de aver
puesto esta obligación a cargo de personas particulares cuya auto-
ridad y fuercas de cualquier manera serian siempre inferiores a las
que requeria un enemigo tan superior y gallardo y con muchas ad-
bertencias bien comunicadas y entendidas quedo esta resolución
asentada y señalado el tiempo gente y prevenciones necesarias
para dar principio a la guerra.
Y aviendo hallado en la conferencia y disputa de las cosas
della mucha diversidad de opiniones encontradas y poca luz y
conformidad sobre la dispos"" y entradas de la tierra del enemigo
determino de allanar primero este inconveniente enbiando gente
y personas de confianza a reconocer la dicha tierra y mirar con
diligencia y cuidado los sitios y dificultades de su aspereza parti-
cularmente en la Provincia de Amoya que la figuraban por inexpug-
nable respeto del desbarate del Cap'" Texo y no aver entrado en
ella después acá ninguno y finalmen* para traer el desengaño de
todo lo que convenia tener advertencia cierta primero que se em-
prendiese con fundamento firme la dicha reducción y conquista.
Porque ansi mismo hubo otra variedad y confusión sobre los
yndios Coyaimas que biven en el llano de que hera necesario re-
ducirlos primero a otra parte donde mas a mano se pudiese ayudar
dellos representando las conveniencias y naturaleza de estos yn-
dios conforme a los designios de cada uno, mando el dicho Presi-
dente que también se mirase la disposición de la tierra donde
avitan y la importancia y siguridad de su amistad para meterlos en
la guerra contra los de la Sierra que son sus enemigos.
Para la gran dificultad de este principio hiso elección de lá
pers* del Cap*" Domingo de Heraso a quien su mag»* avia hecho
mcd, de ocupar en el Gobierno de las provincias de los Musos y
Colimas teniendo atención a los servicios que en diferentes tiempos
partes y cosas le tiene hechos particularmente en las de Chile en
cuya guerra avia trabajado mucho tiempo y sacado della las expe-
riencias y noticias que para la dirección de esta avian de ser de
grande consideración por lo menos en lo que la una a la otra se
semejan. Diole título de su Teniente de Cap^" general y la gente
necesaria para las efectos referidos con la qual salió para el mes
de Junio de mili seis9Íentos y seis años con borden secreta d q'
conforme a la inteligencia y estado de las cosas presentes y sucesos
de la dicha jornada si pareciese conveniente desde luego poner
presidio en la frontera mas importante del enemigo se pusiese para
mayor confusión suya y desengaño del fundamento con que se le
avia de entablar la guerra sin alear mano della hasta dejarle rren-
dido y castigado y nombro ansi mismo por Cap'" y sargento mayor
al Alférez P<* Venegas cuyos lucidos servicios en Flandes y parti-
culares en te do el sitio de Ostende y en las mayores ocasiones del
tiempo de su Alteza del Archiduque son notorias y por otras mu-
chas partes que en el concurren para esta facción y para quantas
fueren importantes al servicio de su mag^ y bien de sus Reynos.
GUERRA DE LOS FIJAOS 141
En el mismo tiempo que se trataba de esta prevención la te-
nian hecha los yndios para ir conjunta general sobre la ciudad de
Ibague y dejarla asolada por advertencia y solicitud de un yndio
de su nación llamado Belaza natural de la Provincia de Lacataima
muy ladino que desde niño se avia creado en casa de un vesino
de la dicha ciudad y se huyo della para conducir y traer la dicha
junta y esperaron en la Montaña a que nra gente que a la sazón
yva caminando a su tierra pasase adelante y a dies y ocho de
Julio a media noche entraron al pueblo y quemaron algunas casas
de Paxay mataron en el arabal de los yndios de servicio cinquenta
o sesenta personas dellos y dos mugeres mestizas y con el despojo
que con orevedad pudieron sacar se rretiraron luego sin que la
gente de la Ciudad les oviese hecho rresistencia ni daño y llevaron
consigo a dos muchachas mestizas hijas de un vecino.
Luego que el Gov<" que iva marchando tuvo noticia de la
entrada del enemigo en la dha ciudad despachó al Sargento Ma-
yor con gente al socorro della y el Cap»° Joan Baptista de los
Reyes con tropa sufi9iente al encuentro de los yndios caminando
de noche por no ser sentidos. Y aunque no se pudo tomar la de-
lantera a todos diose alcance a una parcialidad que estaba alojada
y se les quito una de las miíchachas mestizas y otra yndia Christiana
y parte del despojo que llevavan y quedaron muertos quince o
veinte yndios y dos yndias presas y muchos heridos que con la os-
curidad de la noche se escondieron y murieron en su tierrra.
Después que se recogió la gente que salió al socorro del pue-
blo y encuentro del enemigo camino nuestro campo a su tierra y
tomando sitio acomodado para alojar los bagajes se previno luego
la primera entrada en la Provincia de Maito con bastante fuerza y
prevención de las cosas necesarias llevando una tropa de yndios
Coyaimas para experimentar la importancia y seguridad dellas.
Con esta tropa fueron el Maese de Campo Bocanegra y el Sargento
Mayor Venegas.
Aviendose acabado la jornada de la dha Provincia entro el
Gov" en la de Amoya no secreto como se avia entrado en Maito
sino gallardéandose con caxas y vanderas para que echase de ver
el enemigo quanto se estimavan sus mayores fuerzas quales nunca
quisieron aventurar en batalla con aver sido muy solicitados de
nra parte con muchas diligencias quemando casas y talando comi-
das y puniéndoles ordinarias emboscadas donde se mataron algu-
nos yndios y se prendieron dos que era ne^es* para la noticia y
guias que se deseaban por no aver ninguna pers' que supiese la
disposición y caminos de la Sierra.
Visto que los yndios de Amoya no querían venir a las manos
con aver prevenido Junta General para ello paso nro campo a la
Provincia de Ambeima y en ella se hicieron las mismas diligencias
asolando casas y comidas y se sacaron siete prisioneros y otros
siete de la Provincia de Yuco sin que en ninguna parte rreciviesen
daño los Hespañoles y considerando el inconveniente que se se-
guía de que tan buen principio y entrada se malograse con breve
142 BOLETÍN DB HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
salida como otras veces solía se acordó de poner presidio ea la
mesa del Chaparral y se hizo el fuerte de Santo Lorenzo a vista de
las dichas Provincias en frente de la de Amoya y se cumplió ente-
ramente la Ynstruc^ion y Horden del dho Presidente sacando ver-
dadera noticia y satisfacción de las cosas que tenían confusión y
duda.
Al mismo tiempo que la gente s<; ocupava en la jornada y
efectos referidos socorrió el Presidente a la ciudad de Ibague in-
viando al licenciado Luis Henrique Oidor de esta Rl Audiencia
sujeto de gran diligencia y actividad y que antes en la guerra de
Carare se avia señalado en muchas cosas importantes de que su
Mag** se a dado por servido y en este también se devian algunas
buenas ¡inteligencias y direcciones a que favoreciese y amparase
las necesidades de aquella ciudad. Y que Don Joan de Artieda
ve-ino encomendero de la de Santa Fé con una tropa de soldados
que con la mayor presteza que fue pusible se rrecogieron fuese a
rresidir en la dha ciudad de Ibague y que el dho licenciado Luis
Henrique procurase meter alguna gente por Cacataima para que
viese el enemigo la brevedad del reparo y diligencias de su castigo
y salieron dos tropas en diferentes veces. La una bolvio luego con
algunos prisioneros y la otra se alargó hasta donde estava el Presi-
dio de Sant Lorenzo y se rrecogió porque el ynvierno no dava lu-
gar para mas dilación.
También tenia prevenido el Presidente que por la p*» de'Ti-
mana saliese alguna gente para las que diligencias fuesen generales
a un tiempo y aviendo acudido )ien a las de su obligación el Go-
vernador de aquella Villa Ysidro Coronado Soldado conocido y
señalado en Ytalia y Borgofia y Flandes en las galeras y jornadas
de Ynglaterra acompañado de los vecinos subditos de su govierno
hizo una gran presa de ochenta y cinco enemigos y de dies y
siete dellos que eran yndios de lanza (que acá comunmente llama-
mos gandules) se hizo justicia publica en esta Plaza de Santa Fé e
aviendoles catequÍ9ado primero los Padres de la Compañía de Je-
sús bastantemente conforme a la brevedad que la ejecución de la
pena rrequeria ellos y recivido agua de baptismo con general
contento de toda la República ansi de ver lavadas como castigadas
sus culpas, de manera que para comenzar con siguro fundamento
la guerra pre9edieron tan importantes prevenciones y efectos.
Sintiendo mucho el enemigo el grave peso del yugo que se
le avia puesto con el presidio de Sant Lorenzo hizo junta general
de todos los Yndios y vinieron sobre el fuerte con determinación
de quemarle por ser las ca9as cubiertas de paxa y con la confusión y
peligro del fuego acometer y matar a los soldados que estavan den-
tro y para ello trajeron gran suma de hachones de palo de yesca
puestos en las puntas de dardos arojadizos y la noche que querian
executar su intento fueron sentidos de las postas y llovió rigurosa-
mente con que Dios quiso defender el fuerte y retirar el enemigo
porque estando la gente advertida y con cuidado no se atrevió a
esperar otra coyuntura ni designio y se bolvió a su tierra sin con-
seguir el efecto que pretendía.
GUBtKA DE LCS FIJAOS 143
Aviendo entendido el Presidente la relación y noticias que se
aTian sacado de las dhas Provincias y el presidio que quedaba
puesto en frontera de las de Amoya Maito y Ambeima y la guerra
bien empeñada y el enemigo desengañado de las prevenciones del
su castigo mando hacer acuerdo general y junta de nuevos Capi-
tanes soldados y personas prácticas con asistencia del Arzobispo
de este Reyno Visitador Oidores y Fiscal de la R* Audiencia para
tratar con firme resolución y medios suficientes la reducción de los
odhs yndios y con largo discurso de razones bien consideradas se
acordó el modo que pareció mas acertado de hazer la guerra con
tropas de gente suelta sin poner presidios en la montafla por ser
dificultosos de sustentar en ella con comidas de acarreto que no se
pu'eden meter en cavallos sino con mucha moderación en hombros
de yndios amigos ni los contrarios tienen estavilidad ni fundamen-
to en parte ninguna y discurren por todas libres de ympedimanto
espiando siempre con diligencia las ocasiones de su provecho o
daño desviándose de las unas y procurando executar con seguridad
las otras, estando los Hespafloles a la vista en sitios inmudables, y
porque los peligros encubiertos son de mayor rre5elo y espanto
hera bien que el enemigo anduviese con el mismo cuidado y sobre-
Salto que nos hase andar con afechanzas sin poderle prevenir sus
ardides y engaños secretos.
Advirtióse pues por mas acertado seguirle con tropas sobresa-
salientes y excusar los inconvenientes de los presidios en tierra tan
áspera y montuosa reciviendo las muni5iünes y bastimentos en el
fuerte de Sant Lorenzo que estava en sitio llano y acomodado para
las correspondencias de paz y guerra y se señalo a los soldados
que sirviesen en ella cien pesos de sueldo cada año y el sustento
ne9esario.
Considerando prudentemente el progreso de la guerra pasada
y los grandes inconvenientes que se avian seguido de flacas entra-
das y salidas de poco fundamento dejando siempre a los yndios
victoriosos y soberbios en su tierra para rebolver sobre los nuestros
con tantos daños como se ven presentes en las repúblicas que
quedan desmanteladas y perdidas, determino el Presidente auto-
rizar esta empresa con su persona acreditando la rreputacion de
los Hespafioles y borrar la sobrada estimación del enemigo con el
justo castigo de sus delitos.
Hera muy forzoso medio el de la salida del Presidente para
entablar con el fundamento que convenia una guerra tan antigua y
estendida en tierra al parecer ynexpugnable cuya aspereza y difi-
cultades prometían alguna imposibilidad con gente visoña inclinada
a h livertad y vida ociosa como es la de las Yndias si la interven-
ción autoridad y respeto de persona tan grave no obligara con la
imitación de su mobimiento a seguirle muchos vesinos cavalleros y
hombres principales por aventureros escusando con ellos y otros
advitrios justificados el gasto grande de la R' hasienda.
Las personas que siguieron al Presidente en esta empresa y
oficiales que llevo para la guerra fueron:
-144 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
El Maestro Fray Pedro Leonardo Provincial de la borden de
Sant Agustin y Vicario del Ar9obispo deste Reyno.
Alonso Gutiérrez de Escobar Capellán mayor del exército.
Joan Gutiérrez Clérigo Presvitero.
Isidoro Cobo Presvitero.
El Capitán Domingo de Heraso Gov" de Muso. Teniente del
Capitán General.
Diego de Bocanegra Maese de Campo.
Ysidro Coronado Gov" de Timana.
El Gov** Diego de Hospina Alguasil mayor de la R' Audi'
Cappa**» de la esquadra de Aventureros.
Don Fran" Maldonado Cavallero del abito de Santiago.
Don Antonio Maldonado su hijo.
Andrés Pérez de Pisa contador de su Mag** y deste exército.
Don Hernando de Mendoza Gentil hombre de Guión.
Don Pedro Henriquez Tesorero de la R' hasienda de este
Reyno.
Hernando de Ángulo escrivano ds Cámara de la R' Audiencia
secretario del Presidente,
Joan de Valladolid Pagador General.
El Licenciado Alvaro de Aimon Médico.
El Cap*° Pedro Vanegas sargento mayor del exército.
Martin de Orellano su ayudante.
El Gov" Antonio de Olalla cap»° de Infantería de una com-
pañía.
Don Fran''» Osorio su Alférez.
Jostiniano de Zea Sargento de esta Compañía.^
Hernando Beltran de Calcedo veslno encomendero de la Ciu-
dad de los Remedios Cap**» de Infantería de otra Compañía.
Antonio de Arnalte su Alféres.
Martin Xlmenes Sargento de esta Compañía.
Don Bernardlno de Moxlca sobrino y heredero húnlco de
Bcrno de Moxlca Gov°' Perpetuo y que fue de estas Provincias de
Fixaos Por su Mag<* Capp*^ de Infantería de una Compañía.
Joan dellanos de Valdez su Alférez.
Joan de Brlflas Sargento de esta Compañía.
Joan Baptlsta de los Reyes Capp*"» de Infantería entretenido
Joan Martínez del Busto Capp de Infantería entretenido.
Joan de Ortega de Timana y Joan Ortega Mexla.
Y Al' Xlmenez Capitanes entretenidos.
Al° Rulz Saajosa vecino encomendero de la ciudad de Ibague
Capp*"* del fuerte de Sant Lorenzo y de la Guarda del Presidente.
Ambrosio de Morales su Alférez.
El Cappa»» Sebastian Hernández Bocanegra Proveedor del
exército.
. Thomas a Bad Tenedor de Bastimentos Aventureros.
El Cappa»» Gómez Suarez de Figueroa con su esquadra.
El Cappan Gon9alo de León venaro con la suya.
Joan de Zarate Conotra.
GUERRA DE LOS FIJAOS 145
El Cappan Phelipe de Rojas con su escuadra.
Don Pedro de Otalora con su escuadra.
Gon^alb de Horosco con su escuadra.
Joan de Betancor con la suya.
Don Antonio Osorio vesino encomendero de Santa Fée.
Don Franco de Cárdenas.
Don Antonio Sai.
Diego de Poveda.
Fran«o de Bohorquez.
Hernando de Hospina,
Don Joan de Padilla,
Los Alféreces Gar9¡a de Zanizares Joan de la Muela Pedro
Martin Martin de Arguinichea.
Joan Becerra y Joan y Andrés Rubio hermanos sin otras mu-
chas personas que por todas llegaron a numero de cien hombres
aventureros que ellos y lo rrestante del exercito llegaron al cum-
plimiento de quatrocientos Infantes.
Siguió a este exercito una Compañia que el Gov'"" de Muso le-
vanto en su distrito de cincuenta soldados bien Peltrechados de
armas y municiones cuyo Capp*" fue Frano de Poveda y Fran*"
de Avila su Alférez, y por Sargento Ysidro Ruiz Lanchero.
Antes de todo esto el Presidente tenia hordenado al Gov^"^ de
Popayán Don Vasco de Mendoza y Silva lo que convenia que
hiciese por su parte escriviendo al Presidente y Oidores de la
Au«*' de Quito sobre la buena corresponden9ia en las cosas de la
guerra y disponiendo a otras pers** de importancia para que en
ella ayudasen al Governador de manera que se pudiesen comentar
Jas entradas en la tierra del enemigo.
Y en la ocasión de su partida se le ofreció al Press'^ muy gran
impedimento con la pr£cipitada muerte del Visitador de la Aud'
Don Nufio de Villavisengio y novedad en los negocios mas graves
del Reyo quedando algunos Oidores abstenidos de sus ofifios y no
sentenciadas que pretendieron volver o sus plazas a cuyo reparo y
al inventario de los papeles y asiento y seguridad de todas las co-
sas pendientes de la dha visita. Acudió con particular cuidado y
diligencia sin al9ar mano del despacho de la guerra aunque se de-
seava la suspensión della pur la confusión y soledad de su ausen-
cia pero satisfecho y cierto del asiento que dejava tan firme y
seguro. Asi en las materias de visita como particularm^" en el Go-
vierno y administración de justicia que quedava a cargo de los dos
Oidores restantes Licenciados Luis Henriquez y Vazques de Zisne-
ros y Li9end° Quadrado Solanilla fiscal en lo tocante a su ministerio
y ansi mismo por no perder tan buena coyuntura y prevenciones
que estavan dispuestas ni dar lugar a los inconvenientes que de la
dilación se seguian puso en execu9usion la partida y salió de la
ciudad de Sante Feé a 27 de Henero de 1607.
Poniendo en camino la diligencia que convenia para, llevar
delante las municiones y pertrechos de guerra y yndios amigos de
este Reyno que son precisamente necesarios para la mejor y mas
XIV— 10
146 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
fácil expedición della llego al frente de Sant Loren9o a los 21 de
febrero y luego mando haser junta y acuerdo de Capitanes y per-
sonas de consejo y experiéngia para determinar las primeras entra-
das con la mayor seguridad y buen fundamento posible y en una
conformidad Pareció a todos que por la cortedad y encogimiento
de la guerra pasa«í' conque avia crecido el ánimo y atrevimiento
del enemigo seria acertado aplicar el remedio por lo contrario
hasiendo demostra5ion de fuerzas en todas partes y ocupar aua
mismo tiempo tes Provincias de mas reputación y gente sin dejar
lugar vacio para sus congrega9¡ones y juntas teniendo que defen-
der y guardarse cada uno en su tierra.
Para la Provincia de Amoya se señalaron dos compañías de
ciento y veinte hombres con borden de haser la entrada Por do»
partes en que la dividen un Rio Grande de su nombre que corre
por medio y el primer dia que entro la una compañia por la parte
que le cabia que era la de Muso y su Capitán Fran®" de Poveda se
apartaron dos soldados al agua de una quebrada honda y montuo-
sa desviándose solos de la demás compañia donde a9ertaronaestar
algunos yndios emboscados y como no pierden coyuntura ni per-
donan Descuidos mataron a los dos en castigo de su demasiada
confian9a, y a los ocho dias acometieron a la gente que estava en
su alojamiento que hera la mitad porque con la rrestante avia sa-
lido un caudillo a buscar comidas y llevaron a manos a otro solda-
do en la misma aguada. Y nra gente peleo con ellos y loshisieron
retirar con muchos muertos y heridos a aviendo de pasar con la
victoria adelante desmayo alguna gente nueva y obligaron al
Capp2" que dio las devidas muestras de su valor que estaba muy
mal herido a salir fuera de la Prov' aunque el Presidente mando
luego rreparar este daño despachando con brevedad nuevo socorra
y acrecentadas fuerzas para que se juntasen con el Gov*"" Antonio
de Olalla Cap"" de la otra Comp* que pOr diferente parte avia en-
trado en la Prov' y quitasen al enemigo la gloria de aver echado
dello a una tropa y de la que se avia retirado fueron por Capita-
nes Joan de Ortega de Timana y Joan Martinez del Busto.
Todos los yndios de la sierra tienen el n" común de Pixaos
contra quien principal""*® se endere^ava esta guerra que según la
mas común opinión y lo que los prisioneros deponen serian enton-
ces dos mil yndios gandules andavan en aquella sazón jurítos dis-
curriendo por la comarca procurando entender los designios del
Presidente y asi dificultosamente se podia despachar escolta a nin-
guna Prov* que fuese con menos de cinquenta hombres y como en
este tiempo creQia en el Presidente el deseo de saber que suc^eso
avia tenido el Capitán Olalla que tanto tiempo avia que no se te-
nia noticia del supuesto que en el fuerte ya faltava gente fuese
para bolver por andar derramada la que avia en las Proviricias dio
borden a los Capitanes Ortega y Bustos que llevasen un perro de
los que estavan aquerenciados en el fuerte para que llegados a la
dha Provincia de Amoya y entendido la sertidumbre de esto le
soltasen con este aviso ocupáronse en este viage qua'tro dias y des-
GUERRA DE LOS PIJAOS ~ 147
pues de aver reconocido la esquadra del Cap*" Olalla que andava
campeando y estava fortificado en la misma Prov» y entendido la
presa que avia hecho </e enemigos y otros buenos sürgesos escri-
vieron una carta dando quenta de tudo ello al Presi'« y le metieron
en un pedazo pequeño de caña hueca y la ataron al cuello del
perro y lo soltaron y aquel mismo dia llego al fuerte y de este ad-
vitrio se uso en otras ocasiones que se entendia que el enemigo
tenia ocupados los pasos con emboscadas y otros peligros.
A la Compañia de aventureros y su Cap^^i el Gov"'^ Diego de
Hospina sujeto de gran experiencia en, descubrimientos y conquis-
tas de estas partes ágil y alentado con ventajas para la disposición
de tierra tan azpera y guerra tan travajosa encargó con todo el
número de los cien aventureros la Prov' de Maito con borden de
correr las de Otaima y Cocataima que están vesinos los unas de los
otros y aviendo hecho su fortificación y alojamiento sobre las co-
midas del enemigo para salárselas y sustentarse con ellas comenta-
ron la guerra con buena diligencia y en las primeras ocasiones al
paso de un estrecho camino le mataron un soldado por averse
apartado de los demás aunque siempre fueron teniendo dichosos
sucesos desbaratando a los Yndios las veces que^ venian a las ma-
no» y sacaron algunos prisioneros y por traición y concierto de uno
dellos (qua hasia oficio de espia doble) Prometiendo que sacaría
de paz a sus compañeros los trajo en junta gec* al prevenidos
para ganar la palizada y alojamientos de los Hespañoles después
de mediodia quando ellos estaban retirados en sus rranchos y de-
jando en la montaña una miiy gran emboscada cerca del fuerte
entro en el una tropa de las mas atrevidas y belicosas para allanar
la p'-imera dificultad y puerta a los otros y acometieron con grande
atrebimiento a los Hespañoles que estavan dentro divididos y des-
cuidados y con particular favor de Dios se libraron de tan notable
peligro acudiendo a las armas prestamente y los cenaron con
muerte de algunos mas señalados por la rremision que los de fuera
tuvieron en darles socorro.
A la Prov» de Ambeima se despacharon dos Capitanes don
Bernardino de Moxica con treinta soldados de su compañia y Joan
Martínez del Busto con otros treinta yendo por cabo destas tropas
el Gov"!" Ysidro Coronado que se alojo en ella para talar las comi-
das y haser la guerra conforme la borden que llevaba y por aver
sucedido el estropicio de Amoya quedando aquella parte princi-
pal desamparada y el enemigo con brio y arrogancia convino em-
biar al reparo estas Compañías que estavan en Ambeima y treinta
hombres de la que avia salido de Amoya y entablar el castigo della
con fuerza suficiente.
En compañia del Sargento Mayor P Vanegas al Cap«" Her-
nando de Cai^edo con sus sesenta soldados se encargaron de las
Provincias mas apartadas hazia el Sur y discurriendo por ellas se
adelanto el Sargento M""" con la mitad de la gente a la ligera si-
guiendo una huella fresca que avian visto de cavallos que los
Yndios hurtaron del fuerte de Sant Lorenzo los quales viendo venir
148 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
los Hespañoles se quedaron emboscados en la montaña de Maulo
pasado el rio de quitala y de los primeros que iban en la banguar-
dia que entraron descuidados en la emboscada mataron al Ayu-
dante Orellana y al Sargento gimenez y a otros tres soldados
salieron heridos el Sargento Mayor dos criados del Presidente An-
tonio Jafer de dos lanzadas y Joan de Salcedo de cinco a Amal-
le y Diego Martin executando esto con gran violencit y presteza
de las primeras lanzadas de manera que no se pudieron favorecer
ni rremediar y aunque pretendieron los enemigos aumentar la vic-
toria se defendieron ios nuestros valerosomente arcabuceándolos
hasta que por la aspereza del sitio y aver sobtevenido la noche se
rretiraron al alojamiento donde estaban los compañeros dejando
heridos y muertos algunos yndios de los de la emboscada.
Bien pensó el enemigo que con estas pequeñas y prim** des-
gracias saldrían los Hespañoles de su tierra desamparando la gue-
rra como acostumbraban en el tiempo pasado por menores ocasio-
nes pero los de aora fueron de mucha importancia pra despertar
el cuidado de los soldados y escarmentar con daño ageno aumen-
tando el deseo de la venganza con m*"" vigila icia y recato parti-
culai mente viendo la resolución y animo del Presidente de no
al^ar mano de la empresa que se avia comentado por ningún caso
de los que pudie'sen tener remedio.
Con brevedad se invió otra vez gente de li mas cal-ñcada y
lucida del campo de Ia~ Prov^ de Ambeima que avia quedado
vasia por aver sacado della el socorro que se despacho a la de
Amoya llenóla a su cargo el Maese de Campo Diego de Bocane-
gra y para en caso que el faltase se encomendava al The Don ''edro
Henriquez fueron en esta tropa Don Ant Maldonado Don Fran*'°
de Cárdenas Joan de Carate Don Antonio Sai Don Joan de Pa-
dilla y porque en este mismo tiempo se descubrió una labranza de
maiz desde el tuerte en la Sierra que esta sobre /a Prov* de Am-
beima vertientes a la de Yrico y Paloma se hordeno al Cap'^ Al»
Ruiz que con diez y ocho compañeros fuese y la talase y que
aviando hecho lo mismo en^ Paloma diese vista al Maese de Campo
hizolo asi a aviendo llegada al aU)jamiento que tenia en Ambeima
dio borden al Maese de Campo en que se rrecorriese aquella Prov"
y se talasen todas las comidas y aviendolo cometido Al tésS" Don
P Henrique y Cap*'^ Al" Ruiz lo hisieron matando y prendiendo
ochoY.idioscon loqual en todas partes se apretó bibamentela gue-
rra teniendo con los Yndios hordinarias escaramuzas y requentros
en sitios muy peligrosos donde ellos ponían sus emboscadas y
muchas prevenciones de galgas y reparos y con aver venido a las
marfos en todas las ocasiones que an podido con ventaja suya
siempre han sido desbaratados y vencidos con muerte y prisión de
muchos yndios quedando nuestra gente victoriosa y pratica en la
tierra contra las asechanzas y ardides de los yndios perdiendo el
miedo a sus acornetimientos repentino? y boceria.
Viéndose los yndios por todas partes tan acosados sinefperan-
9a de poder echar los Hespañoles de su tierra procuraron intentar
GUERRA DE LOS FIJAOS 149
otro rremedio saliendo algunos de la Prov* de Amoya a tratar de
paces fingidas y aunque se les entendió el intento que traían da
rredimir su negagion y comidas para mayor justificación y pruebe
de su malicia y engaño los rrecivió el Presidente con mucha pie-
dad y blandura como si fueran amigos de obligación verdadera y
los embio a su tierra regalados y bes'idos Pn^metiendo buena es-
timación y tratamiento si dejando la inquietud que traian se qui-
siesen reducir al amistad cristiana con que no oviesen de quedar en
la sierra cuya disposición y fortaleza les era ocasión de sus diaños y
en la tierra llana a vista de la suya se les daria la comodidad que
quisiesen con mayor ventaja.
Sevados con el regalo de los primeros Yndios que salieron de
paz acudieron otros con la misma pretensión y engaño atribuyen-
do ignorancia ma el buen acogimiento que g'° se les hasia y procu-
raron por este medio rreservar las comidas y sacar de su tierra a
los Hespañoles que andavan hasiendo la guerra y que se les diesen
los- prisioneros que en nuestro poder estavan. Y como no pudieron
acomodar su barbara malicia volvieron a la montaña a padecer
las necesidades travajos y peligros con que viven sin comidas casa
ni abrigo por no rrendirse ni sujetarse.
Visto que la Compañia de los aventureros no se pudo desocu-
par en la Prov^ de Maito con la brevedad que se enlendia previno
el Presidente otra compañia de gente escogida para entrar en las
de Otaime y Cacataima que son las fronteras mas circunvesinas a
la ciudad de Ibague y los yndios mas inquietos y atrevidos de
toda la guerra y mui rrespetados en ella por los daños que an he-
cho y aver desbaratado en su tierra la gente del Cap"i Talaverano
y la del Gov"'' Moxica y desvanecidos con estas victorias y otros
favorables suc9esos que siempre an tenido aguardaron a nra gente
en el camino con osadia y arrogancia aunque les duro poco siendo
desbaratados diversas veces que vinieron a las manos y deshechas
sus emboscadas juntas de gentes trai5iones y reparos y aviendoles
talado todas las comidas y quemado casas y corredo la tierra sin
dejar en ella casa rieservada salió esta compañia a la dicha ^iudad
de Ibague por ser la salida mas cercana para reformarse de muni-
ciones y bastimentos fue por Capan della yn° Baptiste de los Reyes
y la gente esccgida de lo mas florido del exército.
El Maese de Campo Bocanegra con la compañia que andava
en Ambeima también avia salido al reparo de la mesma necesidad
después de aber hecho algunas talas y paVeciendole al Presidente
quan importante era acavar de talar aquella Provincia y que de
todo punto quedase desmantelada por ser recttácu'o de la gente
que se retirava de Amoya ordeno al Capan Joan Martinez del Bus-
to que luego tornase a entrarse con la buena gente de su compañia
y aunque se avian hecho primero dos entradas breves bolvieron
tercera bes a rrecorrer todos los rincones de la dha Provincia con
gran diligencia y cuidado y se hallaron machas ro^as y casas ocul-
tas en la montaña quebradas y escondrijos della que quedaron
quemadas y asolados y la tierra desmantelada y desyerta retiran-
150 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
dose los yndios a otras avita^iones apartadas y saco esta compañía
dies y siete prisioneros muy lucida y gallarda presa.
Aunque el Presidente en su prim' entrada llevo mui bien en-
tendido lo mucho que importara que esta guerra fuese universal y
aun misjQO tiempo no -solo en el ^entro y entrañas de las provincias
donde yva a rresidir sino también en las extremidades y confinés
de la tierra que el enemigo ocupava para que con un daño general
que por todas partes le avia de sobrevenir y el estrépito de las
armas fuese mayor la confusión. Luego que llego al fuerte de Sant
Lorenzo verificó por experiencia y bivas congeturas que este traja
era eficasisima y muy conveniente su breve e\'"^ y asi denuevo
alentó al Govor de Popayan que hisiese luego la entrada que tenia
hordenada por aquella parte dándosela de nuevo que se estendiese
por todas las otras que por cualquier via entendiese ocupara el
enemigo. Y demás de esto luego invio horden muy apretada a la
Villa de Timana para que de alli saliese otra escuadra que corriese
todas las provincias comarcas hasiendo los daños que pudiese el
enemigo conforme la orden que vinieron a rrecivir del Presidente
al fuerte de Sant Lorenzo la qu' pusieron en efecto con mucho cui-
dado y diligencia. Por el mes de agosto de 1607 con quarenta
soldados bien prevenidos y pertrechados de armas y municiones y
buen número de yndios amigos y aviendo asistido en tierra del
enemigo algunos días y corrido y talado las provincias hasta la
que llaman de las Carnijerias y Cutiva, tornaron a salir aviendo
hecho la tala de jementeras y captiva do veinte y siete yndios sin
los que dejaron muertos en los rrecuentros que tuvieron.
Con el continuo exersicio de la guerra y el largo tiempo que
avia que se asistía en ella yban enfermando algunos soldados y a
otros se dava lijenjia para salir al Reyno y porque con esto no se
disminuyese el exército en ocasión donde hera necesaria reforfalle
hordeno el Presidente que en la ciudad de Mariquita se levantase
una compañía de gente y se llevase al dicho fuerte y aviendolo co-
metido a don Antonio de Gaona y Guebara Correg"'" de la dha
ciudad y de las otras del partido de tierra caliente con muy gran
diligencia y cuidado lo puso luego en efecto juntando cinquenta
soldados mucha parte del los mulatos que en esta guerra son de mui
gran importancia con los quales personalmente llego al fuerte de
Sant Lorenzo a principio de julio de 1607.
En este tiempo que ya hera cinco meses después que el Pres^
entró en la guerra estavan las cosas della bien encaminadas y las
del gobierno de paz yvan sintiendo su aus* y falta y los negocian-
tes al riesgo y trabajos de la larga distancia del camino y univer-
salmente todos los negocios del Rcy"o el daño que rrecivian sin su
dueño por cuyo respeto y otras justas causas y rasones tocantes al
bien del estado común acordó de mudar sitio al fuerte de Sant Lo-
renjo a la ciudad de Ibagué por ser frontera y parte cómoda para
las expediciones de los negocios de paz y de guerra y porque las
cosas della no desmayasen con su mudanza antes rreciviesen mayor
aliento y brio trajo de la ciudad de Santa Fé a su muger y familia
Guerra de los fijaos 151
a la inquietud y extrepito de las armas y la metía en la soledad de
un pueblo desmantelado dejando antes de su partida trabado y co-
menjado a edificar un fuerte nuevo de tapias nombrado San Joan
junto al de Sn Lorengo que por ser de pali§ada se iva cayendo y
estava aportillado y peligroso. Algunos dias antes el Gob^' Do-
mingo de Heraso con ocasión y ne§esidad de acudir a las casas de
su gobierno se avia ausentado del fuerte envióle borden el Presi-
dente que volviese y nombróle de nuevo para la asistencia de el y
la Superitendencia de la guerra por su teniente de Capan General.
Pocos dias después que el Presidente llegó a'* dha ciudad de
Ibague salió a ella la compañía que andava en las Provincias de
Otaima y Cacataima y sin ninguna dilación previno su despacho
porque no se detuviesen en poblado y los tornó a inviar bien preve-
nidos de lo neces" a las mismas Provincias para volverla a rrecorrer
y apurar al enemigo con hordinaríos sobresaltos y deligencias co-
rriendo toda la sierra por ló mas alto de ella junto a los paramos
hasta la Provincia de Amoya donde la guerra tenia mas cuerpo y
rresistengia y en cumplimiento de la borden que Uevava paso esta
compañía por lo mas áspero de toda la cordillera descubriendo los
caminos secretos quebradas sitios y escondrijos della y desbarato
al fuerte de Güalara que hera la mayor seguridad y reparo de los
yndios en un Peñol inexpugnable y finalmente venciendo todas
las dificultades y peligros entro en Amoya por la cumbre de la sie-
rra aviendo hecho presa de diez y ocho yndios los cuales por ir
mas desembarragados embio a la ciudad de Ibague escoltados con
los aventureros.
Cuya compañía en esta misma ocasión avia acabado todo lo
que estaba a su cargo en la Prov* dé Maito dejándole degierta y
asolada y al enemigo rretirado a otras tierras desamparando la suya
después de muchas diligencias ardides y engaños que los yndios
intentaron en su defensa provando su fortuna en diversos recuen-
tros de emboscadas y malos pasos donde les parecía la ocasión y
sitio favorable aunque en toda perdieron la esperanza de remedio
y algunos la vida y se sacaron treinta prisioneros.
Luego que llegaron al fuerte de Sant Lorenzo se acordó que
la mayor parte de los soldados saliese a donde estava el Presiden-
te tornando a entrar por la mesma Provincia de Maito de trasno-
chada y pasar a las de Otaima y Cacataima donde a la sa9on
quedaba la otra gente para apurar y perseguir a los yndios por ser
los mas inquietos y culpables en todos los daños de la guerra pa-
sada y por no poderse sustentar largo tiempo en las dichas Pro-
vincias salieron dellas los dichos soldados aventureros después de
averias corrido y talado algunas comidas que no se pudieron hallar
«n las demás entradas y fueron a la ciudad de Ibague conforma la
horden que llevavan a cargo de Felipe de Rojas.
Y porque los vesinos della atemorigados de los daños que an
rrecíbido estaban rre9elosos de alguna retirada de yndios escondí-
dos en la comarca del pueblo despacho el Presidente al Sargento
Mayor P. Venegas con una tropa de gente sufigiente a descubrir y
152 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
correr toda la montaña valles quebradas y rrincones circunvesinos
a la dicha ciudad llevando alguna gente della por todas las partes
donde se viese disposición o sospecha de yndios retirados y no
aviendo hallado ninguna noticia ni rrastro dellos dio la buelta y
a los del pueblo la siguridad y satisfa5ion que deseaban.
Visto que la Provincia de Amoya sustentava la guerra en igual
peso por no aversele podido acabar de talar todas las comidas y
con la provisión y abundancia dellas se entretenia pareció conve-
niente quitarle con brevedad y diligencia este alivio acrecentando
nras fuerzas con mas número de gente y para este efecto se invio
por el mes de agosto la compañia del Cap*" Busto que avia salida
de Ambeima con borden de al^ar el alojamiento que hasta enton-
ces y siempre avian tenido en un sitio y discurrir con dos tropas
suficientes por toda la Provincia y los Valle lomas y quebradas della
hasta la cumbre del Cáramo qup es inabitable a donde vino a salir
la otra compañía del Cap"" Baptista de los Reyes que el Presiden-
te avia despachado desde Ibague al mesmo intento y se juntaron
entre todos mas de doscientos soldados y otros tantos yndios ami-
gos de servicio que para talar y destruir son de importancia y
rrepartidos por todas partes apretaron al enemigo con gran dili-
gencia quitándole totalm® las comidas y al animo que fundava en
ellas y los yndios quedaron metidos en las quebradas y oculto»
rrincones de la montaña después de aver provado el ultimo reme-
dio de las armas siendo con mucho daño suyo quedando desbara-
tados y vengidos.
Con los continuos y rigurosos trabajos de la guerra yva faltan-
do alguna gente del numero que avia entrado en ella y porque de
ninguna manera pudiese sentir el enemigo la disminución de nues-
tras fuercas fue previniendo el Presi*» el suplirniento de los que
avian faltado y particularmente mando juntar una compañia de
soldados pardos que son los mulatos de esta tierra gente exercitada
en trabajo y los envió al fuerte de Sant Lorenco con borden de
haser alto quatro leguas antes de llegar a el y a ayudar a cimbrar
ün cementera de maiz que estava dispuesta en la rivera de Tetuan
para el sustento de la gente de guerra y escusar los grandes gastos
de las comidas de acarreto.
Aviendose seguido la guerra con tan gran demostración y
asistencia general apretando al enemigo en todas las provincias
aun tiempo sin dejarles comidas con que poderse sustentar en su
tierra se considerava que si no se rendia en ella se avia de retirar
a otra mas apartada y sigura y con las diligencias que se hasian
para saver su movimiento se tuvo noticia que en distancia de cinco
jornadas en lo interior de la cordillera que corresponde a las es-
paldas de Yrico y Palama estava una provincia de yndics nitura-
les retirados llamada Ululu y con un yndio que por tener a su
muger y hijos en prisión dio esta advertencia se despacho luego
la compañia de los Pardos que a la sazón llegava al fuerte estando -
toda la demás gente en Amoya y fue a cargo del Cap*" Joan de
Ortega de Timana y salió a. 27 de agosto con cinquenta y tres
GUERRA DE LOS FIJAOS 153
hombres y borden de descubrir la dha provincia y otra qualquiera
que se pudiese hallar de yndios rrebeldes y luego que llegase tan-
tease la poblíí^ion de comidas y casas que tuviesen y si conforme a
ellas pare9ie-e que las fuerzas que llevavan eran inferiores a las del
enemigo se fortaleciesen en sitio cómodo y siguro para recoger la
comida necesaria hasta dar aviso Qon el yndio de guia y aguardar
el socorro que con brevedad se les inviaria y si no se le ofre9iese
ocasión de peligro reconociese la tierra' hasiendo la demarca5ion
de los sitios y naturaleza della advirtiendo las cosas de considera-
5ion que hallase sin alargar la jornada a donde la importancia
pudiese ser dudosa y la diIa9¡on de dificultades ciertas.
El Cap*" dio aviso con el mesmo yndio que a tres de Sep*»' a
ocho dias después que salió del fuerte de Sant Loren9o avia llegado
a la provincia de Bulima diferente de la que llevava noticia y que
avia hallado muestras de mucha gente retirada con pobla9Íon y
roseria nueva y que del sitio donde estava se parecían otras mu-
chas y que conforme a la disposición y aspereza de la tierra serian
menester ducientos hombres para su conquista y que el podria en-
tretenerse y asistir en ella hasta los 20 de septiembre por falta de
municiones y bastimentos.
Aviendose visto su Ron y aviso y lo mucho que convenia in-
bearles socorro antes de que por nefesidad se rretirasen de aque-
llas provincias se previno luego la compañia del Cap'í^ Baptista de
los Reyes que el Presidente avia despachado por Otaima y Ca-
cataima para Amoya de donde salió el segundo dia que llego dho
aviso y partió del fuerte a diez y seis de Sep''^ con municiones y
bastimentos para las dos compsñias y la superintendencia de la jor-
nada con sesenta y dos soldados escogidos a cumplimiento a 115
con los pardos que andavan fuera llevando borden de ir encamina-
do a la par^^ y sitio donde ellas estuviesen y juntarse los unos coa
los otros y tomar entera R''" y advertencia de la dispusi§ion y cali-
dad de la tierra que huviesen andado y después de averse comuni-
cado conferido y tratado entre los dos capitanes y soldados de
experiencia el modo que mas a§ertado les pareC-ese descubriesen
todas las provincias y retiradas de Yns° rebeldes que corren hasia
el Sur hasta los confines de los yndios pae^es sin dejar que haser
para otra diligencia ni jornada advirtieHdo la diferencia de los yn-
dios naturales de aquella tierra que por estar tan aparta>.^a no te-
nían tanta not* de los hespañoles ni culpa en los delitos que avían
cometido los que se jvan retirando por el temor del castigo y con-
venia usar de rigor en los unos y mucha suavidad en los otros
procurándolos reducir con blandos medios.
Dentro de ocho dias se juntaron estas dos compañías mas
abajo de la Provi^ de Bulima en el rio de Vamay y en una confor-
midad y acuerdo comeii^aron a correr la tierra y hallaron en ella
rocerías antiguas y sitios de casas viej is con muestras de aver ávido
muchas naturales que según la R"" de tres prisioneros que se avian
cogido murieron de pestilencia y guerras que uvo entre ellos de
manera que al presente estava todo despoblado y saviendo lo
154 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
yndios rebeldes la desocupación de , aquella tierra trasladaron su
abitacion a ella retirándose los de Maito Ambeima Yrico y Paloma
y algunos de Otaima y Cacataima y de Calasama que es en la pro-
vincia de Amoya a las que están treinta leguas mas adelante por
la longitud de la sierra y tenían prevenidas muchas comidas de
sementeras de maiz, arracacha yuca y batatas de comunidad para
los que quedavan entretejiendo la guerra por disimular la retirada
que peco a poco pretendían haser sin ser sentidos y al fin aviendo-
lo sido se les talaron todas las comidas que Sembraron y les deja-
ron quemadas las casas y asolada su nueva avitacion hasta la
provincia de los Tonucos y Totumos que son las últimas que se
an podido descubrir en la cordillera.
Viéndose los yndios tan perseguidos y desesperados determina-
ron de aguardar emboscados en un sitio muy peligroso previniendo
muchos golpes y rreparos en el paraje donde seis meses antes avian
muerto a los cinco soldados y para asegurar su lans" pusieron tres
caballos sueltos a vista y saliendo aquel día una tropa de treinta
hombres por aquella parte entraron los diez en la emboscada
apartados de los demás y el enemigo cerro luego para llevárselos a
manos sin rrespeto de los arcabuces andando amochazos asidos
■dellos hasta sacar las vaquetas for9ejando y aunque heran pocos
pelearon tan valientemente que quitaron a los yndios un soldado
que entre muchos llevaban en bracos y se defendieron con extraño
valor y animo hasta que les acudió el socorro de los demás com-
pañeros que estaban 9erca y el enemigo se retiró con muerte de
algunos yndios y muchos que fueron heridos en la rrefriega y no
aviendo mas tierra que andar ni que haser en todo lo que avian
visto y andado volvieron las dhas compañías después de dos meses
de asísten5ia pasando gran necesidad de comidas y de ca'5ado por
averse acabado lo uno y lo otro en tan larga distancia y ásperos
caminos con impedimento de muchos ríos muy caudalosos que no
se podían pasar sin haser balsa y puentes.
Aviendose entendido por un yndio espía que existe en el fuer-
te con los hespañoles donde le tienen en prisión su muger y hijos
que un sitio de las quebradas Anaitoma muy secreto estava escon-
dido un yndio belicoso de Amoya con su familia salió el Cap*°
Busto con una tropa de gente a 26 de setiembre en busca suya
llevando por guia al que dio el aviso y aunque no se pudo prender
al que iva a buscar por haberse huido al monte trajo su mujer y
dos hijos dejándole corladas las ro^as de maíz yuca y batatas que
se hallaron.
A veinte y quatro y a veinte y seis de octubre se rrecogio al
fuerte nuevo de San Joan toda la gente que andava fuera por no
aver quedado que talar ni en que haser daño al enemigo, desde la
ciudad de Ibague que es la primera frontera hasta la Prov' de Tomu-
xo en sesenta leguas de cordillera donde se estiende la guerra y ser
imposible poderla continuar en el estado presen*^ contra yndios
derramados y escondidos entre quebradas y rriscos y en los mas
ocultos rrincones y cuevas de la montaña sin comida casas ni abri-
GUERRA DE LOS FIJAOS ISS
go en el temperamento riguroso de la sierra con la dudosa y flaca
provisión y sustento de raices y yervas y savandijas por no querer-
se sujetar a la obbediencia de los hespañoles esperando que los
ex9esivos trabajos de la azpereza de la tierra y falta de comidas les
a de obligar a salir della.
Considerando los impedimentos de la guerra y la disimulada
suspen§ion que se devia haser en ella para dar algún aliento a los
toldados y al enemigo lugar de rrecogerse a §embrar otra vez su
tierra pues de cualquier manera en otra mas remota y apartada
seria mas dificultoso su seguimiento acordó el Pres^« de bolver a la
ciudad de Santa Fe en la breve desocupa9¡on de este tiempo y
acudir a la obligación precisa de los negocios graves de la Aud'y
gobierno universal del Reino y al despacho y prevenyion de las
cosas necesarias para la segunda entrada que se avia de haser a
talar las comidas que oviesen §embrado los yndios antes que lle-
gasen a sazón ni se pudiesen aprovechar dellas que es el último
remedio que les queda para rendir o dejarse morir desesperados.
En el Ínterin que se aguardava a la entrada de las sigundas
talas se aprovechaban también buscar ocasiones de importancia en
que los soldados a quien se dan las presas que se liasen tuviesen
aprovechamiento embiando primero a espiar los rretraimientos de
los yndios comarcanos con les que andan en nt"> poder al amor de
las mujeres prisioneras y aviendo precedido esta dilig* salieron a lo
de nobiembre dos tropas de gente la uua a la Prov* de Maito y
Beuni y la otra a las de Yrico y Ambeima a buscar algunos yndios
que uviesen quedado escondidos después que !os demás se rretira-
ron a otras partes y con la buena dilig* y maña que se dieron los
soldados de trasnochada se sacaron de Maito nueve prisioneros de-
jando ahorcado a un yndio belicoso y de Ambeima otros quatro y
entre ellos a un hechicero mohán de quien luego se hiso justi5iay
quitaron las comidas que avian 9embrado confiados de que por
estar las dhas provincias despobladas de sus naturales no se volvie-
ra a entrar en ellos.
En el estado referido quedava la redu9ion de los yndios pixaos
por fin del año de. 1607 aviendose aprestado la guerra en todas
partes con la mayor demostrafion y diligencias posibles venciendo
las dificultades de una tierra tan inexepugnable y la fuerza y sobe-
ranía de un enemigo que estaba victorioso y gallardo y aora se
halla tan flaco y acobardado que desamparando su tierra ande bus-
cando abitacion en las agenas y por no hallar parte sigura este
metido en montes y quebradas sin reparo alguno ni atreverse a
haser lumbre porque no se descubran los humos y según la relación
y noticias que nos dan los espías es mucho el número de yndios
mujeres y niños que se mueren de hambre y enfermedades y los
que la guerra a disminuido de un año a esta parte son mas de
seiscientas personas entre prisioneros y muertos peleando y con la
sigunda entrada que el Presidente esta disponiendo se esperan con
el favor de Dios muy buenos sugesos y resolución en lo restante.
Del ejército de la guerra y las noti5ias y experiencia que el
156 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Presidente saco con su larga asistencia en el fuerte de Sant Loren-
zo y ciudad de Ibague resulto tomar resolución en dos puntos que
eligió por fundamentales por prosecución de la guerra del añcsig**
que luego generalmente al principio del año, se comenzase en todas
las provincias sin excetar ninguna la tala de las cementeras y la
segunda que la guerra fuese universal en toda la tierra que por cual-
quiera via se entendiese hera avitada de pixaos paresiendo que esta
no se podia haser sin admitir una capitulación que al Presidente
se le propuso por parte de Pedro de Velasco vesino de la ciudad
de Popayan a los primearos principios de esta guerra; le dio aviso
que nuevamente lo viniese a tratar a cuyo efecto llegaron a la ciu'
dad de Ibague el Gov"' de Popayan y el dicho Pedro Velasco
donde ya avia dias que rresidia el Presidente y aviéndole parecido
necesario venir a la ciudad da Santa Fe ansi para dar forma a esta
capitulación como para prevenir la guerra futura mando conducir
algunas compañías de hespañoles y yn"" de que ya se carecia con
la larga continuación y asistencia de todo el año y dejando la dha
ciudad de Ibague con buena provisión y en el fuerte de San Joan
y todas las provincias como esta dicho la superintendencia general
de la guerra al Cap**^ De mingo de Heraso Gov***" de Muso su Lu-
gartenic;nte de Cap*" General partió para la ciudad de Santa Fe
donde llego a los seis de noviembre.
Luego inmediatamente después de la llegada del Presidente
se efectuó la capitulación del Cap*" Pedro de Velasco admitiéndo-
le sus ofrecimientos y uno entre otros es que asistirá todo el tiem-
po que durare esta guerra con cien hombres y ducientos yndios
amigos y mas si fuere menester en el sitio donde se dividen y re-
matan los términos entre los yndios pae§es y pixaos y discubrira
con su gente las provincias que alli ay y estendiendose hasta la
que llaman de las Carnicerías y cordillera general y de alli hasta
Timanade donde fue nombrado por Gov"^ por tienSpo de seis años.
Los motivos que el Presidente tuvo para abracar esta capitu-
lación y insinuar en ella por expresa obüg"" de Pedro de Velasco
el termino que a de correr fue pareciendoie que por este camina
tendría mas fácil expedi§ion el segundo fundamento con que lleva
encaminada esta guerra porque según la computación general que
esta hecha de la larga distancia que contienen en si estas provin-
cias a convenido dividirlas en tres partes que son a la;? que comun-
mente se viene a reducir esta guerra. Una qi^ sea la de este Reino
y otra la de Pcipayarí y la ultima eíta de paeces y Timana que son
las que abracan e incluyen en si toda la avitacion de estos pixaos
y saliendo a un mismo tiempo de cada una de estas tres partes o
haser \i guerra con solo correr cada tropa lo comprehendido en su
demarcación y se dan visto los unos con los otros y no les queda
mas termmo que correr ni al enemigo receptáculo ninguno en que
asegurarse ni a donde huir que no sea hallado. Pedro de Velasco
fue despachado en esta conformidad para que desde luego comen-
Case a poner en efecto las cosas necesaria,s a su obligación.
Aviendose dispuesto esta capitulación en la forma referida y
GUERRA DE LOS FIJAOS 157
ha'landose el Presidente desembaraQicio de muchos negocios del
gobierno común y de comisiones particulares de su mag"* que esta-
van represadas comento a tratar los de esta guerra y la de Carare
de que va relación particular y paregiendo que se agercava el prin-
cipio del año de i6o8 en que se avia de comengar mando prevenir
los pertrechos de armas municiones y vituallas que fueron menes-
ter y que en esta ciudad y la de Tunja se levantase una compañía
de cinquenta o sesenta hombres porque ya en el fuerte no se halla-
van mas de ducientos y se juzgava por muy corte numero para
esta empresa y estando todo aprestado hordeno el Gov"*" de Muso
que sin diferrillo por no dar ocasión al enemigo que se aprovecha-
se de lo que tenia gemlJrado entrasen luego las compañías a enten-
der en la segunda tala y que presupuestos que ya general™^^ estava
hecha en todas las dichas provincias y solo rrestava por hazereen
las de Amoya, Otaíma y Cacat;uma entrasen juntas sin dividirse a
la dicha Provincia de Amoya y aviendo discurrido por toda ella y
hecho buenos efectos entrase por las cabegeras de la dicha Prov*
en la de Otainia y que la compañía de este Reino fuese vía recta a
. la ciudad de Ibague desde adonde con algunos soldados vaquia-
nos de la misma ciudad y otros que se hordeno al Cov"'' embiaSe
desde el, fuerte entrase por las provincias circunvecinas a la dicha
ciudad recorriéndolas todas hasta ir a parar a las dichas provincias
de Otaíma y Cacataima y de allí al fuerte de San Joan conforme la
borden e ynstru^ion que llevo del Presidente. ,^
En el mismo tiempo y sazón que se davan estas hordenes por
el Presidente y las rrecivía el Gov°r los yndíos coyaimas que esta-
van ensa devoción y alianzas vista la prevención que hasiamos
para acometer al enemigo y el cuidado y aparato que en ella po-
níamos se dispusieron ellos a haser lo mismo y ansí aviendo tenido
noticia en la Prov'' de Maito en un rincón oculto de la sierra de
Calara ma estavan retirados algunos yndios pixaos los acometieron
y mataron quatro prendiendo diez y seis saqueándolos de mucha
ropa y otrss cosas que allí tenían lo qual y los prisioneros se les
dieron para que usasen de todo como a ávido en la guerra.
El Gov°r de Muso en cumplimiento del borden que tenia del
Presidente luego que entro el principio del año de 1608 comento
a disponer la entrada y a los nueve Hen° partieron del fuerte de
San Joan^n una tropa de tres compañías giento y dos hespañoles
y ciento y trece yndios amigos endergando todos juntos su derrota
a la Prov* de Amoya por la parte de Anaitoma desde donde acor-
daron ir divididos en dos tropas una encubierta por la montaña y
otra descubierta con el bagaje ambas talando y destruyendo las
vituallas como cosa a que mas principalmente yvan mirando en
esta entrada y para que el enemigo oprimido con la fuerza de este
rigor saliese a campaña executose esto ansí discurriendo las tropas
por todos los valles y montañas quebradas y rrincones hasta el re-
mate y cumbre de la cordillera y paramo inabitabie sin dejar
ningún sitio reservado en cuyo circuito se captibaron veinte y
siete personas ocho yndios de guerra que quedaron ahorcados en
158 BOLETÍN DE HISTOiaA Y ANTIGÜEDADES
SU misma tierra y los demás fueron niños y mujeres admitiendo
también de paz cinco yndios que de su voluntad vinieron en busca
de sus mujeres y hijos que estavan en prisión.
Taláronse en toda esta comarca du9ienta3 y cinco labranza»
de maíz y otras legumbres no hallando en toda ella (siendo como
esta dho la de mayor fuer5a y numero de Ynd'.) ninguna abitacion
de casas ni rresisten^ia de enemigos aunque por muchos caminos
fueron provocados buscándolas por lo mas interior de las monta-
fias con tropas de poca gente y muy dividida y otras varias trabas
y discursos que para esto se intentaron y aviendo hallado los ca-
minos 9errados y toda la Prov* conun general silencio se presu-
mió que esto nacia de algún ardid de guerra de los muchos que
estos barbaros suelen inventar sobre lo qual se hiso dilig* con los
prisioneros y todos en una conformidad declararon que los Ynd'. de
la dha Prov* andaban divididos rrecelandose los unos de los otros
y de que si los hespañoles prendían alguno avian de manifestar los
demás y que ponian gran cuidado en no pelear y muy mayor
en procurar salvar sus familias muchas de las quales ya no se sus-
tentavan sino con yervas y raices silvestres dejnndose morir obsti-
nadamente antes que venir a poder de los hespañoles por el temor
con que se hallaron en la entrada que hicieron en Ibague y ansi
iban divilitados sin genero de fuer§a y bigor para pelear y que los
mas dellos se avian retiíado a partes muy remotas donde les pare-
cia que no podria alcansarles la guerra.
Aviendose hecho este castigo y tala en la Prov* de Amoya y
entendido que no quedava otra ninguna cosa por haser en ella se
junto el campo y acordó pasar a la Prov* de Otaima siguiendo su
derrota por las cabeceras de Amoya que son las rai§es de la cordi-
llera ynavitable y yéndose metiendo ya por la montaña de la Prov'
de Otaima hallaron algunos yndios y niños muertos al parecer de
hambre y sin enterrar que no causo pequeña admiración por la
gen' costumbre que tienen de dar con extraordinario cuidado se-
pultura a los difuntos.
Fuese prosiguiendo la guerra por la misma traca que en la
Provincia de Amoya y con ser esta de Otaima fértil y abundante y
los Ynd". que la an ocupado muy belicosos no se hallo en toda ella
quien la abitase porque aunque se captivaron trece personas y en-
tre ellas dos yndios de guerra que luego fueron ahorcados confesa-
ron que eran naturales de Amoya y se avian retirado alli y que
mucha de la gente de esta Prov* de Otaima era muerta en esta
guerra y de hambre y de enfermedades vieronse muchas sepolturas
nuevas en que se avian enterrado que daban testimonio de esta
verdad y aviendo corrido toda esta Prov* sin dejar rreservadaning*
cosa della hasta en las mismas raices del paramo y cordillera no
se hallaron mas de quarenta labranzas de maiz y otras legumbres
que quedaron taladas,
Pareciendole a esta tropa que ya por aquella p*« no avia cosa
considerable en que ocuparse acordaron dividirse en tresesquadras
la una que via rrecta bolviese al fuerte de San Juan con los prisio-
GUERRA DE LOS FIJAOS 159
ñeros y la otra que también tomase la mis* derrota atravesando las
Provincias de Maito y Veuni viendo si avia en ellas alguna cosa que
haser y la otra fuese a la Prov* de Cacataima donde ya se presu-
mia que hallarla la compaflia de Ibague no aviendo ocupado toda
la tropa en esta facción mas de quinse dias.
La coaipañia que iva al fuerte con los prisioneros dio aviso al
Gov""" de que hisiese luego Prov°" de vituallas por ir en extrema
necesidad dallas reciviendo el hvíso al punto le despacho una es-
colta de diez soldados y otros tantos ynd'. amigos con este socorro
y como los de guerra andavan derramados por las Prov** sin tener
lugar siguro que n) estuviese ocupado de hespafio!es párese que
viniéndose rretirando por el valle de Maito abajo algunos ynd'.
enemigos huyendo de la tropa que trai la presa súbitamente dÍ3ron
en manos de la escolta que le venia a socorrer y de ocho persona*
que heran fueron presos siete y dejando ahorcado en aquel sitia
uñ yndio prosiguieron su viaje y aviend ) encontrado luego la tro-
pa dieron la buelta al fuerte d )nde otro dia siguiente llegaron y la
que tomo la via de Mdito y Veuni tardo algunos mas porque la
torno rrecorrer procurando haser presa de enemigos y le hallo di-
sierta y solam'^ talo quatro labranzas de maiz que estavan muy
ocultas. La otra tropa que paso a Cacataima siguió su derrota y
siempre en su viaje yendo juntas y divididas procuraron mucha
brevedad por ir faltos de vituallas y no averias en las provincias.
Pocos dias antes que el Gov'»'' de Muso despachase la tropa
que fue a la Prov» de Amoya a entender en la segunda tala llego
al fuerte de San Joan un yndio pixao natural de la Prov" de Maito
cortadas ambas manos y sigun pare5Ío muchos tiempos avia casti-
gos muy hordinarios que con poca advertencia y consideración
comunmente hasian algs de les Capitanes que en el principio de
la reltt5ion van nombrados que entraron a la pacificación de estas
Provin9¡as porque en el discurso de esta guerra también salió aver
al Presidente de paz fingido otro yndio que según su disposición
por los mismos Capitanes le avian sido cortadas las narices y el
labio superior este yndio de las narices cortadas se llamaba Meta-
co, y vino solo de su voluntad a ver al Gov"'' y pa ser de buena
razan muy sagaz y astuto de autoridad y mucha estimación entre
los yndios se le hiso el tratamiento aventajado que todas estas par-
tes requerían persuadiéndole a que por su medio e inteligencia se-
ria bien que se hisiese la rredu9ion de sus compañeros a que satis-
figo con bivas rasones pidiendo licencia aquel mesmo dia al Gov""^
para bolverse la cual se le concedió dejándole lleno de justas sos-
pechas.
Luego a los quince dias siguientes bolvio al fuerte el yndio
Metaco acompañado de otros dos donde se le continuo el regalo y
buen tratamiento, y al dia siguiente trataron de bolberse los doi
compañeros dándoles fácilmente Ii9en§ia para ello con la exorta^ion
hordiuaiia de que persuadiesen a los demás que dejasen la guerra
y que tratasen de reducirse y en este intermedio ya las tropas avian
salido del fuerte a ocuparse en la segunda tala.
160 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Los dos yndios se fueron con la ligen^ia que se les dio prome-
tiendo volverían y el Metaco quedo solo en e! fuerte y por ser de
las parces referidas se aumentava mas cada dia el buen tratamiento
de su pers" y teniendo re9elo que por la sagacidad que con su tra-
to descubría y la forma de aver venido se podia justamente presu-
mir alguna grave cautela hordeno el Gov°^ a un soldado que con
buena di5imula5inn le trajese siempre a la vista permitiéndole an-
dar a su voluntad por dentro y fuera del fuerte en cuya considera-
^ion-y ver su sitio y la trafa de! hera toda su ocupagion sin que
todo el tiempo que alli estava se le conociese que pusiese en otra
cosa su cuidado.
Uno de les dos yns° bolvio a los seis dias al fuerte cortado el
cabello y con públicas demostraciones de estar falto de juicio no
dando ningnna razón de su embajada con cuya venida al de las
manos cortadas subitam*^ se altero sin poderlo reprimir con su sa-
gacidad intentando y aun sin li^en^ia del Gov"'' irse a su tierra
porque con una continua inquietud y con pequeña causa de tener
mojados sus vestidos y puestos al sol entrava y salia muy amenudo
disimulándose con buena prudencia la fuga manifiesta que preten-
día haser y estando el Gov"*" examinando la causa que este yndio
tenia de venir con esta novedad al Metaco se alarga del fuerte me-
tiéndose por la mayor asperesa de una quebrada que a al este
vesina y el soldado de su guardia tras el y aviendole aIcan9ado y
puestose en rresistencía le obligo a dejarle alli muerto.
El Gov^*" fue avisado luego de este suseso y juntándolo con la
novedad con que el otro yndio avia venido y aviendo hcrdenado
que esta muerte no se publicase antes que el yndio Metaca se avia
huido para sacar a luz el maltrato que ya se descubría imponiendo
muy gran culpa al yn° que se mostrava loco desta fuga ha&ta po-
nerlo a quistion de tormento en el qual declaro que la primer
venida del yn** de las manos cortadas fue a persuasión de Vilaque
cacique de la Prov' de Maito para que con su maña y astucia vi-
niese a rreconocer el fuerte y viese la disposision del y si con faci-
lidad se podria quemar y aviendo buelto con la razón que llevo se
conformaron los yndios de esta Provn* con los de Otaima y todos
juntos acordaron que bolviese al fuerte el yndio Metaco en la for-
ma que esta dho a entretener a los hespañoles hasta la noche de
este dia o la siguiente que los yns de estas Provinsias avian de ve-
nir a quemarlo por no hallar otro camino con que obligarles a salir
de su tierra y oue la instansia que el yn» Metaco avia puesto en
irse era por estar concertado entre todos que uno de los dos saliese
al camino aquel dia a dar quenta de lo que avia para que con ma-
yor fai5lidad se pudiese executar lo que estava concertado con lo
qual el Gov'^ mando ahorcar este yndio y el fuerte se libro de este
peligro.
A los veinte y cinco de henero partió a la ciudad de Ibague
la tropa que por^ aquella parte avia hordenado^l Presidente entrase
a las provinjias de Otaima y Cacataima con setenta y seis hespa-
floles y ochenta yn»' amigos endereso su viaje y derrota por las
GUERRA DE LOS FIJAOS 161
cabeceras del rio de Yuamo a dar per las espaldas del fuerte' de
Calarca y Gualara pringipales cabe9as de estas provincias procu-
rando en aquella larga distancia haser alguna pre§a de enemigos y
tala general de vituallas y no se hallaron ning°* ni rastro ni señal
de haverlos y solaraen^<^ se talaron tres o quatro labranzas de maiz
y sin otro ninguno embargo llegaron al fuerte de Gualara a los
siete de febrero donde se sitio.
Una de las tres topas que salieron del fuerte de San Joan a
esta segunda tala a quien toco la entrada en la provincia de Ca-
cataima después de averst; apartado de los demás la corno por una
y otra parte del rio hasta la de Mole hallándolas desiertas porque
solamente se talaron dos rosas de tnaiz y sin aver visto enemigos
ningunos ni rrastro deljos prosiguió su viaje encaminando la de-
rrota del al dho fueite de Gualara y el mismo dia siete de febrero
les descubrió y hallo en el alojada la tropa que avia salido de
Ibague.
í^mbas pare5e se descubrieron en aquel sitio a un mesmo
tiempo teniendo en medio el rio de Yuamo y la que venia de
Amoya acordó de pasarla este dia y allegando al alojamiento don-
de estava la de Ibague le dio larga quenta de los buenos efectos
que avia hecho la esquadra que salió del fuerte de San Joan y que
todas las provincias quedaban taladas y particularmente las de
Otaima donde la suya iba dirigida.
Con esta 9ertificacion que tuvo el Cap*"» Philipe de Rojas cabp
de la compañía que entro por la ciudad de Ibague de que ya la
Prov* de Otaima estaba talada que hera donde piincipalmen lleva-
va endere9ada su jornada hiso junta de la gente mas lucida e im-
portante de su campo y de la que nuevamente avia concurrido a la
esquadra de Amoya para tomar resolu5ion y acuerdo de la mas
conveniente derrota que devian seguir para mejor acierto de la
guerra.
Lo que en esta junta entre otras cosas propuso fué las horde-
nes e instrucciones que llevava del Pres**^ la avian dirigido por ei
viaje y derrota que hasta aquel sitio avia traido y que lo prosiguie-
se hasta haser la tala general en la Prov* de Otaima y Cacataima
y de alli pasase al fuerte de San Joan donde rrecibiese nueva bor-
den del Gov^r de Muso para la jornada de Bulira y que pues la
ida a la Prov* de Otaima ya cesava contenerla hecha como se cer-
tificaba por el Capulí y soldados presentes que ayudaron a haserla
y el se hallava con su compañía entera y sin necesidad de muni-
ciones ni bastimentos y en paraje que avia ygual distan9ia desde
aquel sitio al fuerte de San Juan como desde alli a la provincia de
Bulira y que por estar ya el ibierno tan adelante hera mas conve-
niente que el tiempo que se avia de gastar en pasar al dicho fuerte
de San Joan se consumiese en irvia recta a Bulira por-tenerse no-
ticia cierta que alli eran las principales retiradas del enemigo y a
donde tenia hechas mayores 9emenleras y para que esto se hisiese
con mas justifica9ion cada uno diese libremente el parecer que te-
nia sobre elloá.
XIV— 11
162 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
La mayor parte de esta gente la tuvo en que desde aquel pa-
raje saliese la jornada deBulira con cuya resolución el Cap*" escogió
cínquenta y seis hombres y los yndios amigos que p* acompañarlos
fueron menester y los veinte restantes que juzga por no necesarios
imbio al fuerte de San Joan con la tropa que al! i estava y otro dia
siguiente prosiguiendo la derrota que avia tomado por las cabece-
ras del rio de Yoamo partió a la Prov* de Bulira.
El mesmo dia tarnbien partió de aquel sitio para el fuerte de
San Joan la tropa que avia venido coniendo aquellas provincias y
por haser algunos buenos efectos se fue estendiendo por los mas
encubiertos rincones y quebradas de la tierra donde sin aver halla
do enemigos ni mas rastro ni señal dallos que dos rosas de riíaiz y
cinco de legumbres que dexaron taladas llegaron al dho fuerte de
San Joan en ocasión que ya el Gov"'' llevava muy adelante la pre-
ven9ion y despacho de la jornada de los Totumos.
El Cap*" Fhelipe de Rojas poniendo en efecto la rresolucion
que avia lomado de haser su viaje a la provincia de Bulira por las
cabeceras de Y. amo partió de fuerte de Gualara a los 9 de febre-
ro y aviendo rrecorrido toda aquella comarca sin reáerbar siiio ni
lugar oculto hasta la misma cordillera fueron talando muchas la-
branzas de maiz y otras legumbres y sin aver visto enemigos mas
de nueve ynd°' y muchachos que en diversas partes fueron presos
atravesaron el paramo con inmensos trabajos asi por la azperesa q
tiene y no hallar camino ni quien los guiase a la tierra que busca-
ban como por ser esta la primera jornada que las tropas hespañolas
hasian por esta via del paramo a la Gobernaijion de Popayan y
llegaron a la provincia de Bulira la qual hallarían que eslava talada
según las demostraciones por la gente del Gov*"" f'oi Basco y a
los 22 de febrero entraron en el fuerte que en la m's* Prov* tenia
el dho Gov"" a quien dieron aviso delio y aviendoles proveído
abundantemente de vituallas de que ya estavan muy faltos les invio
borden que pasasen a otro fuerte que llaman de la Paila que esta
mas adelante desde donde por avisos del Gcv°r tomaron resolución
de irse a la ciudad de Buga que cae en aquella comarca para re-
formarse de salud y de otras cosas neces*' pira la gente de esta
tropa que del largo camino y muchos trabajos que en el se pade-
cieron se hallava muy falta y desacomodada.
Luego que el Gov""" Domingo de Heraso tuvo juntas y reco-
gidas las cfjmpañias que andavan ocupadas en esta sigunda tala
con las prevenciones atrasadas que ya teni i hechas puso en execu-
cion la jornada de los Tutumos nombrando por cabo della al Cap"
Baptista de los* Reyes y que llevase consigo a los Capitanes Busto
y Ortega Mexia con 80 soldados entresacados en todo el exercito
muy bien prevenidos y pertrechados de armas bastimentos municio-
nes y con ellos partió del dho fuerte a los i8 de febiero de este año.
Aviendo marchado algunos dias al campo pareció conveniente
dividirlo en esquadras que corriesen la tierra y la talasen y el
Cap'" Baptista de los Reyes por falta de salud se sitio en las rrive-
.ras del rio de Quítala y ordeno al Cap*'''Armalta que con treinta
GUERRA DE LOS FIJAOS 163
soldados fuese a rrecono9er la tierra que avia de la otra parte del
rio de Quitala y después de puesto en efecto yendo un dia mar-
chando hallaron por la via que caminavan huella y rastro fresco de
enemigos con que se advirtió a todos que fuesen apercividos y con
cuidado y aviendo llegado a un puesto que hasia una manera de
ensillada cubierta no de montaña pero de malezas muy espesa
cuyo sitio por ser acomodado para emboscada tenia el enemigo
ocupado por ambos lados y la f.-ente con mas de du^ientos yns de
guerra y nra tropa fue entrando por ella casi la mayor parte de la
banguardia y siendo uno de los delanteros Antonio Méndez mulato
descubrió un yndio con su lanza que estabji tendido en el suelo y
con mucha disimulación calo la cuerda y le dio un balaso que le
dejo muerto y los demás yns" que estavan emboscados por aquel
lado se levantaron con gran grita y algazara llevando arrastrando
al que mato el mulato y luego súbitamente con presteza increible
los demás yns" que estavan en el otro lado acometieron la ban-
guardia y en un instante sin poder ser resistidos mataron a lanza-
das ocho soldados entre los quaits fueron el A feres Morsillo y
sargento Calderón y hirieron otros tres y entre ellos al Cap'" Ar-
malte despidiendo losynd'. mucha cantidad de piedras y dardos
arrojadizos y siguiendo su vict^-ria llegaron a las manos con los
soldados vivos y dellos les qiiit.)ron siete arcabuces. La retaguar-
dia que esta va mas superior por serlo e! sitio en que se hallo repa-
ro en el y dio una gran carga al enemigo que por mucho espacio
estav a vista suya a menos de tiro de arcabuz, entiéndese que
murieron en esta rrefriega quarenta ynd'. enemigos y los demás
visto el daño que recivian de la arcabuceria se rietiraron desampa-
rando aqued sitio y nra tropa se bolvio al R*.
Después de este suc^eso se prosiguió la tala de 9ementeras en
todaíi aqueHas pfovin5ias y particularmente en la del Tomuro don-
de principalmente yban dirigidos halláronse muchas Iabran9as de
maiz mayores que todas las que hasta entonces se avian visto y
entre ellas dos que se juzgo tendrian mas de mili fanegadas y avien-
do tenido muchos recuentros con los enemigos en que murieron
algunos y fueron presos cator9í dieron la buelta al fuerte de San
Joan.
La compañia del Cap*" Fhelipe de Rojas y otra de Cristoval
Quintero que el Gov^r de Popayán avia conducido en su govierno
estuvieron algunos dias en la ciudad de Buga descansando en los
grandes trabajos que p3de9ieron en su viaje y hallándose ya con
fuer9as y comodidad para salir a campaña ordenaron de ir desde
alii via recta al sitio donde los prisioneros testifica van estavan reti-
rados mucha canti^ de ynd'. de la Prov* de Amoya y que otra tropa
de quarenta ynd', de aquella GovO" a quien llaman gorrones muy
ágiles y alentados y enemigos de los pixaos con dose hespañoles
entrasen en la provincia de Bulira a haser los daños que pudiesen
al enemigo.
Con este presupuesto fueron marchando los hespañoles al
lugar señalado de la retirada que hera en la provincia que llaman
164 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Buga la grande y aviendose acercado a un paraje donde tuvieron
noti9ia que estavan se dio orden que el bagaje hiz ese alli alto y
que el Cap*" Quintero con veinte hombres de su compañía y Al<*
Cobo con otrcs veinte de la de Fhelipe de Rojas fuesen a rrecono-
cer aquel sitio y aviendolo hecho asi se dividieron en quatro es-
quadras que a un mismo tiempo acometieron el alojamiento donde
a los 19 de abril que su^edici/ueron muertos trece ynd'. gandules y
quarenta y tres chicos y grandes presos.
Y ansi mismo Calieron los yndios gorrones que se avian d'írra-
mado por aquella provincia hasiendo presa de diez enemigos y
matando tres o quatro.
Lqs yndios cpyaimas hiendo quan decaida andan los enemigos
mientras nra gente a imbernado an hecho por si solos algunos asal-
tos en ellos con prisión y muerte de cinco gandules y quince per-
sonas de todas suertes.
En este estado queda la guerra hasta oi veinte de junio de
1608 y el Presidente aperciyido para partir de esta ciudad a prose-
guirla un dia después de S^. Pedro.
QUmifl DE BOblVflR
Escritura de venta.
Número setecientos veintisiete — En la ciudad de Bogotá, De-
partamento de Cundinamarca. República de Colombia, a quince de
mayo de mil novecientos veintidós, ante mí, Roberto Pinzón Sán-
chez, Notario segundo de este Circuito, y los testigos instrumenta-
les señores Raimundo Rivas y Rafael Escallón, varones mayores
de veintiún años, vecinos de esta ciudad, de buen crédito y en
quienes no existe impedimento legal, comparecieron los señores
doctor Miguel Arroyo Dí¿z, General Víctor M. Salazar y doctor
Alfonso Robledo, varones vecinos de esta ciudad de Bogotá, ma-
yores de edad, capaces en el ejercicio de sus derechos civiles, a
quienes conozco personalmente, y expusieron:
Primero. Que el primero de los exponentes, o sea Arroyo Diez,
obra en este acto en su carácter de Ministro de Hacienda de la
República.
Que el segundo de los exponentes, o sea Salazar, obra en este
acto, en su carácter de Ministro de Gobierno de la República,
condición en la cual es Presidente de la Junta denominada de la
Quinta y Museo de Bolívar.
La constitución de la mencionada Junta fue decretada por la
Ley 53 de 19 ig, por la cual se apropian fondos para la compra de
la Quinta de Bolívar.
Que el tercero de los exponentes, o sea Robledo, obra en este
acto en su propio nombre, advirtiendo, además, que procede en
un todo de acuerdo con la Sociedad de Embellecimiento de Bogo-
QUINTA DE BOLÍVAR 165
tá, de la cual es miembro el exponent», pues esta escritura tiene
por fin el realizar el patriótico intento que dicha Sociedad formó
y que hoy logra llevar a feliz término, de procurar que la histórica
Quinta de Bolívar pase a ser propiedad de la Nación y sirva para
perpetuar allí el glorioso recuerdo del Libertador de Colombia.
Segundo. Que por escritura pública número quinientos veiií-
tiocho, pasada ante el Notario segundo de este Circuito, con fecha
veintiuno de marzo de mil novecientos diez y nueve, el otorgante
Alfonso Robledo compró a la señorita Matilde Moneada la finca
raíz que se conoce con el nombre de Quinta de Bolívar, alinderada
así (aquí los linderos).
Tercero. Que la adquisición de la Quinta descrita la hizo el
. exponente Robledo, obrando, como ya se ha dicho, de acuerdo
con la Sociedad de Embellecimiento de Bogotá, con el ánimo de
transmitir a la Nación la propiedad de dicho inmueble mediante
una suscripción patriótica en que tomasen parte tanto las entidades
públicas como las particulares y los ciudadanos que tuviesen a
bien contribuir a este homenaje ofrecido a la memoria del Li-
bertador.
Correspondiendo a la excitación que a tal efecto hizo la Socie-
dad de Embellecimiento, secundada por importantes órganos de la
Prensa, los D.epartamentos de Antioquia, Atlántico, Cauca, Cundi-
namarca, Norte de Santander y Narifio acudieron al llamamiento
votando, por el ministerio de sus respectivas Asambleas, algunas
partidas del Erario de esas entidades con destino a aquel objeto. A
su realización igualmente cooperaron la Junta de Fesiejos del Cen-
tenario de Boyacá, la Sociedad de Manizales, donde se organizó
una velada literaria para allegar recursos, la Municipalidad de Toro
y muchísimos ciudadanos de distintas secciones del país.
Cuarto. Que el Congreso Nacional, por su parte, en hs sesio-
nes de 1918 y 1919 dictó la Ley 53, de ese año, por medio de la
cual destinó la cantidad de $ 20,000 del Tesoro Nacional para
completar el valor de la Quinta de Bolívar y adquirir los objetos
que a juicio de la Sociedad de Embellecimiento deben figuraren el
Museo Boliviano. Constituyó, además, la misma Ley una Junta
llamada «Junta de la Quinta y Museo de Bolívar,» compuesta del
Ministro de Gobierno, del Gobernador de Cundinamarca, del Al-
calde de la capital y del Presidente de la Sociedad de Embelleci-
miento, para que tal entidad tomara a su cargo la percepción e
inversión de la suma con que el Tesoro Nacional contribuye a la
adquisición de la Quinta y a la fundación del Museo Boliviano,
toda lo cual debe ser propiedad de la Nación y quedar bajo la
custodia de la Junta referida.
Quinto. Que en tal virtud, el otorgante Robledo, por medio
de la presente escritura pública, transmite a título de venta a la
Nación la propiedad de la finca raíz de que viene hablando, o sea
la Quinta de Bolívar, con el terreno en que está edificada y con
todas sus anexidades y dependencias, conforme a la descripción,
situación y linderos que se han especificado en la clásula segunda
del presente instrumento.
166 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Sexto. Que el precio' de esta venta es el mismo por el cual
adquirió dicha propiedad el exponente Robledo, o sea la cantidad
de vemticuatro mil pesos en moneda corriente, suma que el ven-
dedor declara haber recibido a su satisfacción, así: diez y seis mil
doscientos pesos que la Nación le ha pagado por conducto de la
Junta de la Quinta y Museo de Bolívar, tomados de les veinte mil
pesos que la Ley 53 de 1919 destinó para completar el valor de
esa propiedad; y los siete mil ochocientos pesos testantes que ha
recibido de la misma Junta, tomados del producto de la suscripción
pública de que anteriormente se hizo relación.
Séptimo. Que el expresado inmueble no lo ha vendido ni
enajenado el exponente a persona o entidad alguna distinta de la
Nación, y está libre de hipoteca, embargo, f)leito pendiente y con-
diciones resolutorias, pues aunque en la escritura por la cual la
señorita Matilde Moneada le transmitió a Robledo la propiedad de
la finca aparece que quedó pendiente una parte del precio, cuyo
pago fue asegurado con garantía hipotecaria constituida sobre la
misma finca, hoy el precio está totalmente pagado con sus intere-
ses correspondientes al señor Eduardo Moneada M. como cesio-
nario de aquella señorita, en dicho crédito, por lo cual el nombra-
do señor Eduardo Moneada M. ha firmado la escritura pública
número seiscientos noventa y uno, de fecha ocho, del presente mes,
otorgada en esta Notaría, instrumento en el cual declaró cancelado
el crédito que existía a su favor proveniente del precio de venta
de la Quinta de Bolívar y cincelada, en consecuencia, la hipoteca
que garantizaba dicho crédito.
Octavo. Que desde que el exponente kobledo adquirió la
Quinta de B-^-lívar la entregó a la Sociedad de Embellecimiento,
para que ésta la administrara y llevara a cabo el propósito que
inspiró la adquisición de esa propiedad. La referida corporación
transmitió a su vez la Quinta a la Junta creada por la Ley 53 de
19 1 9, tan pronto como dicha ent.dad fue constituida. Por este
motivo la Junta ha atendido al servicio de los intereses de la suma
invertida en la compra de la Quinta, según aparece en el informe
que con esta misnía fecha rinde el señor Tesorero de la menciona-
da Junta.
Noveno. El otorgante doctor Miguel Arroyo Diez declaró:
que en su caiácter de Ministro de Hacienda y autorizado por el
Excelentísimo señor Designado en ejercicio del Poder Ejecutivo,
acepta para la Nación la presente escritura pública y la propiedad
del inmueble llamado Quinta de Bulívar, quedando así cumplido
lo que dispone el artículo 5.° de la Ley 53 de 1919.
Décimo. El otorgante General Víctor Manuel Salazar, Mi-
nistro de Gobierno, a su vez manifestó: que en su calidad de Pre-
sidente de la Junta de la Quinta y Museo de Bolívar, creada por
el artículo i.« de la Ley que antes sé citó, acepta y firma también
esta escritura, expresando que la Jutita de que se habla tiene
recibida la Quinta de Bolívar, y que ésta se halla bajo la custodia
de la misma Junta desde que ésta fue creada.
INFOKMES 167
Undécinoo. Todos los' otrorgantes declararon, por último,
que al llevar a cabo el, contrato solemne que ha sido consignado
en las precedentes clá^ulas, es su propósito darle cumplida ejecu-
ción al noble intento que ha guiado tanto a la Sociedad de Embe-
llecimiento como al Congreso de 1Q19 y al Gobierno, de que la
Quinta, que en diversas ocasiones sirvió de mansión al Libertador,
sea destinada única y exclusivamente para organizar y conservar en
ella una Biblioteca y un Museo Bolivianos, que mantengan siempre
vivo en el pueblo de Colombia ei recuerdo y el culto del Padre de
la Patria.
Leído que les fue este instrumento a los otorgantes, lo apro-
baron y firmaron con los testigos mencionados, y por ante mí, que-
dando advertidos de la formalidad del registro, de todo lo cual
doy fe.
(Firmados) Alfonso Robledo — Miguel Arroyo Diez — Víctor AT.
Solazar —Raimundo Rávas — Rafael Escallón — Roberto Pinzón Sán-
chez, Notario segundo.
inFORíTlES
I
DOCUMHNTOS QUE EXISTEN EN NUEVA YORK
Señor Presidente de la Academia Nacional de Historia — Presente.
Nuestro distinguido colega el doctor Nicolás Gircía Zamudio
ha dirigido a la Academia varias notas muy importantes, relativas
a documentos que interesan a la historia de Colombia y se hallan
en archivos y bibliotecas públicos de I is Estados Unidos de Amé-
rica. Una de esas notas, que tiene fecha de 3 de agosto pasado,
me fue dada en comisión, y sobre e.la tengo el hon<jr de informa-
ros lo siguiente:
Según el señor Garcia Zamudio, existen en el departamento
de manuscritos de la Biblioteca Pública de Nueva York varios do-
cumentos relativos a nuestra historia colonial, los cuales ha estado
estudiando y copiando con el propósito de darlos a la publicidad
acompañados de apuntes que los ilustran. Dichos documentos,
apunta nuestro colega, hicieron parte de la colección formada por
don Antonio de Uguina de Madrid, quien los obtuvo en su mayor
parte del señor Muñoz, autor de una «Historia del Nuevo 'Mun-
do,» y del señor Navarrete, el compilador de los viajes célebres, y
después de pasar por manos de diferentes dueños, entre ellos el
señor l'ermaux-Compans, nombre grato a los historiógrafos del
antiguo Imperio de los chibchas, hallaron por fin sitio al parecer
definitivo en la Biblioteca de la gran metrópoli americana. Los que
se refieren a la historia del Nuevo Reino de Granada son, según la
nota a que me refiero, los siguientes:
I. Una copia de la «Relación Histotial» del Padre Simón en
dos gruesos volúmenes, copia tomada de los originales que repo-
saban en el convento de San Francisco de Santafé. s
168 BOLETÍN I>E HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
II. El «Itinerario de Correos del Nuevo Reino de Granada
y Tierra Firme,» etc., etc., por don José Antonio de Pando, Ad-
ministrador principal comisionado para el establecimiento y arre-
gjo de dicha renta en los Virreinatos de Santafé y del Perú, con
residencia en la capital de Lima,
III. «Relación de lo que sucedió en la jornada de Amagua y
el Dorado que fue a descubrir el Gobernador Pedro de Ursúa,»
etc., por don Francisco Vásquez, soldado que fue de Aguirre.
IV. «Relación hecha a Su Majestad del descubrimiento y con-
quista del Nuevo Reino de Granada,» eic., por Juan de San
Martín y Antonio de Lebrija; y
V. «Estado del Virreinato de Santafé, Nuevo Reino de Gra-
nada, y relación del gobierno y mando del Excelentísimo señor
Baylío Frey don Pedro Mesía de la Cerda,» por el doctor Fran-
cisco Antonio Moreno y Escandón. 1772.
Todos estos documentos, sobre los cuales solicita datos
nuestro colega García Zamudio, si bien muy valiosos para el his-
toriador, se hallan publicados totalmente o en su mayor parte. Me
referiré a cada uno de eilos por separado.
I. «Relación Historial» de fray Pedro Simón. Como es sabi-
do, la primera parte de las «Noticias Historiales de la Conquista
de Tierra Firme» — que comprende siete noticias— fue publicada
en Cuenca en 1626- 1627, y reimpresa en 1882 por el doctor Me-
dardo Rivas, quien publicó, nueve años después, por vez primera,'
las partes segunda y tercera délas «Noticias Historiales,» con siete
noticias cada una, advirtiendo que la impresión se hacía «sobre
los manuscritos de la Biblioteca Nacional.» Muy probablemente
esos manuscritos son los antiguos originales que reposaban en el
convento de San Francisco de Santafé, de lr»s cuales se tomó la
copia que se halla en la Biblioteca de Nueva York \1 hablar de la
publicación hecha por el doctor Rivas, decía con justicia nuestro
benemérito colega^ Eduardo Posada en el prólogo a la «Biblioteca
de Historia Nacional» : «Justo es, al emprender toda noble tarea,
recordar a los precursores. El esfuerzo que hoy hacemos, sencillo
en otro país pero de gran fatiga en Colombia, ha sido ya hecho en
otras ocasiones. Don Medardo Rivas fundó una colección de
«Obras Históricas de Colombia,» en la cual alcanzó a publicar
once volúmenes: la historia de Piedrahita, en un tomo; ladeGroot,
en cinco; la del Padre Simón, en igual número. Reimpresiones
aquellas dos, así como el primer tomo del Franciscano, y publi-
cados por primera vez los otros cuatro de éste; hizo con tal obra,
el señor Rivas, gran beneficio a esta clase de estudios.» Debemos
observar, sin embargo, que la ^corrección de pruebas no se hizo
con la escrupulosidad debida, lo que dio por resultado la altera-
ción de no pocos nombres históricos y geográficos. Sería muy de
desearse que la Academia tomara cartas en el asunto y nombrara
una Comisión que comparara cuidadosamente la obra publicada
con sus originales, para corregir los errores de imprenta, con lo
cual prestaría aún mayor servicio la oportuna publicación del doc-
tor Medardo Rivas.
INFORMES 169
II. «Itinerario de Correos,» por don Juan Antonio Pando.
Don Manuel José Guzmán, en su estudio sobre el correo en Co-
lombia, publicado en el número 46 del Boletín dk Historia, co-
rrespondiente a julio de 1907, cita el «Reglamento de instalación
de correos de correspondencia de Santafé de Bogotá a Cartagena
dé Indias,» y extracta algunas noticias de ese documento. Al pa-
recer, el pequeño volumen empastado a que se refiere el doctor
García Zamudio, y que se haHa en la Biblioteca de Nueva York,
contiene mayor cantidad de datos, recogidos por el mismo comi-
sionado Pando, que los que tuvo a la vista el señor Guzmán para
la preparación de su monografía. Quizás lo más conveniente en el
particular es enviar al doctor García Zamudio el mencionado nú-
mero del Boletín, para que en vista de él pueda juzgar que parte
del Itinerario del señor Pando puede considerarse como inédito y
merece copiarse y publicarse.
III. «Relación de lo que sucedió en la jornada de Amagua y
el Dorado,» por Francisco Vásquez. El historiógrafo español don
Segundo de Izpizua en el tomo v de su laboriosa obra «Los vascos
en América» — tomo consagrado íntegramente a narrar los cscuros
comienzos, prodigiosos viajes y desastrado fin de Lope de Aguirre,
cuya legendaria figura realza tanto que, dejándose llevar de su en-
tusiasmo por las innegables proezas realizadas por el legendario
aventurero y rebelde, llega a proclamarlo precursor y primer már-
tir de la independencia americana, — menciona varias veces la «Re-
lación» escrita por Francisco Vásquez, y agrega que está publicada
en el tomo xx de los editados por la Sociedad de Bibliófilos espa-
ñoles— Madrid 1881, — con una extensa e interesante «Advertencia
preliminai» por el Marqués de la Fuensanta del Valle. Por cierto
que el señor Izpizua ataca a Vásquez tachándolo de muy parcial
en contra de Aguirre, por haber escrito su «Relación» con posterio-
ridad a los sucesos, incurriendo en varias inexactitudes, y lo hace
responsable en mucha parte de las sombras qué envuelven a su
héroe, dado que fray Pedrf> de Aguado siguió fielmente a Vás'
quez y a su vez fray^ Pedro S món copió a Aguad y popularizó la
trágica vida de ese vasco de! siglo Xvi.
IV. «Relación del descubrimiento y conquista del Nuevo
Reino,» por Juan de San Martín y Antonio de Lebrija. Crej que ese
«manuscrito de catorce hojas» sea la misma carta dirigida al Em-
perador por los Oficiales Reales de la expedición de Quesada, San
Martín y Lebrija, carta publicada en el libro xxvi, capítulo XI de
la «Historia Generaly Natural de las Indias,» por el Cspitán Gon-
zalo Fernández de Oviedo- y Valdés, primer cronista del Nuevo
Mundo. Madrid — 1852 —Tomo 11, obra de donde la han tomado
distintos historiadores. Me fundo para este concepto tanto en el
tamaño de la «Relación,» que concuerda con el de la carta, cuanto
porque ésta fue publicada por el mencionado señor Termaux-Com-
pans en su ensayo sobre la antigua Cundinamarca. En todo caso,
para que nuestro colega pueda aclarar definitivamente el punto,
copio los párrafos primero y final dé la epístola aludida:
170 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Primero. «Ya á Vuestra Magestad !e será notorio como el
adelantado don Pedro Hernández de Lugo vino a la cibdad y
provincia de Sancta Marta por gobernador,» etc.
Final. «E de aqui todos juntos nos partimos á ocho deste mes
de ju'io (1.539) en una nao, que al pre.ssente está en este Puer-
to, que va a los Reinos de España. Plega a Nuestro Señor Dios
que siempre las Vitorias de Vuestra Magestad vayan en cresci-
miento de muchos mas reinos y señoríos, é aumento de nuestra
santa fé catholica. — S. C. C. M. -Criados y Vasallos de Vuestra
Magestad que sus reales pies y ma^os besan -Johan de Sanct Mar-
tín— Antonio de Lebrixa.»
V. «Estado del Virreinato de Santa Fé, etc.,» por el doctor don
Fran:isco Antonio Moreno y Escandón, 1772. Como muy bien lo
dice el doctor García Zamudio, esta relación, cunsiderada como
anónima, fue publicada en parte por el diplomático peruano señor
García y García en su colección de Relaciones de Mando de los Vi-
rreyes del Nuevo Reino de Granada, impresa en Nueva York en
1869, pero el completo de este valioso estudio, o sea todos los pá-
rrafos ralativos a Real Hacienda, Correos, Monedn, Estado litera-
rio, eclesiástico y militar, etc., de la hoy República de Colombia,
no se hallan inéditos, como supone nuestro colega, pues U Rela-
ción completa vio la luz pública en el tomo iv— correspondiente
al .segundo semestro del año de 1870 — ^de los «Anales de la Uni-
versidad Nacional.» Empero, como el órgano de la antigua y glo-
riosa Universidad de Colombia es ya una curiosidad bibliográfica,
muy conveniente sería que la Academia reprodujese en sus publi-
caciones el estudio del célebre Fiscal, lustre de la época colonial,
tomándolo sí de los «Anales,» para evitar al doctor García Zamudio
el trabajo de copiar el manuscrito newyorkino, y acompañándolo
de un facsímile del mapa elaborado por el mismo Moreno y Es-
candón. Esta interesante carta geográfica, de la cual se conserva
un ejemplar en la Comisión Asesora del Ministerio de Relaciones
Exteriores, se titula así: «Plan geográfico del Virreynato de Santa-
fé de Bogotá, Nuevo Reyno de Granada, que manifiesta su de-
marcación territorial, islas, rios principales, provincias y plaz-js de
armas; lo qucNOCupan indios bárbaros y naciones extranjeras; de-
mostrando los confines de los dos Reynos de Lima y México, y
establecimientos de Portugal, sus lindantes; con notas historiales
del ingreso anual de sus rentas reales, y noticias relativas a su
actual estado civil, político y militar, formado en servicio del
Rey Nuestro Señor por el doctor don Francisco Moreno y Escan-
dón, Fiscal Protector de la Real Audiencia de Santafé y Juez Con-
servador de Rentas. Lo delineó don Joseph Aparicio Morata, año
de 1772. Gobernando el Reyno el Excelentísimo señor Baylio
Frey don Pedro Messía de la Cerda.» Contiene el mapa datos por
demás interesantes, y una curiosa ilustración gráfica de la capital
del Virreinato, por todo lo cual haría la Academia un servicio de
consideración si lograra publicarlo en la forma conveniente.
INFORMES 171
Como el doctor García Zamudio anuncia en su nota que se
prepara a escribir acerca de la personalidad admirable que fue el
Fiscal Moreno y Escandón, y sin duda hará un trabajo tan serio y
meritorio como sus anteriores producciones, que nuestro instituto
ha aplaudido como era de justicia, debe remitírsele la biografía de
este personaje, escrita por don José Manuel Marroquín, reproducida
en su mayor parte en «El Porvenir» dirigido por nuestro consocio
el doctor Arturo Quijano, quien me ha facilitado oportunamente
un eiemplar.
Aun cuando se aoarta de los temas que cobija en su carta el
doctor García Zamudio, aprovecho la ocasión para formular por
escrito una insinuación que ya hice verbalmente a la Academia: la
de dar encargo a nuestro diligente compañero de investigar el ar-
chivo del procer y Presidente de Colombia General Pedro Al-
cántara Herrán. Este archivo, de interés que parece superfluo
encaracer, se halla depositado, según informes que he recibido, en
la Universidad de Georgetown, Washington, donde lo dejó un
deudo cercano del General. Sería por todo extremo conveniente
que el doctor García Zamudio lotí[rara consultarlo, tomara nota de
sus más importantes documentos, y obtuviera, si ello es posible,
permiso para copiarlos. Si esto último se lograse, podría autori-
zársele igualmente, previo envío del presupuesto respectivo, para
pagar el trabajo de uno o dos copistas por cuenta de la Academia,
si la erogación está dentro de las posibilidades de este cuerpo. En
todo caso, para el instituto es de mucho valor el concepto que el
doctor García Zamudio se forme del mencionado archivo.
En consecuencia, y si mis ilustrados colegas no tienen obje-
ción que hacer al presente informe, tengo el honor de prop(jner
como conclusiones lasi'íjiguientes:
I. o Transcríbase el anterior informe al doctor Nicolás García
Zamudio como respuesta a su carta de fecha 3 de agosto, y dígase-
le que la Academia de Historia ve con gran complacencia que sus
labores en ei Consulado colombi no en Nueva York no han amor-
tiguado su entusiasmo por la historia patria, y aplaude sus merito-
rias investigaciones.
2° Dígase también al doctor García Zamudio que la Acade-
mia agradecería que verificara una inspección al archivo del General
Pedro Alcántara Herrán, que se halla en cThe Georgetown Uni-
vergity,^ con el objeto de enviar un concepto detallado sobre la
importancia d^ ios documentos que contiene, número aproximado
de ellos, facilidades para la consulta y autenticación de las copias,
costo de éstas, etc. ■'
Bogotá, octubre 31 de 192 r.
Señor Presidente, vuestra Comisión,
Raimükdo Rivas.
172 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
II
DOCUMENTOS ENVIADOS DE SEVILLA
Señor Presidente de la Academia Nacional de Historia— Presente.
Entre las épocas dhe la historia de Colombia más oscuras por
falta de documentos fidedignos, y, al mismo tiempo más interesan-
tes para conocer el origen y evolución de nuestra nacionalidad, se
encuentra, sin duda, la que se refiere a la organización del Nuevo
Reino de Granada, como entidad colonial española, una vez cerra-
do, a lo menos en parte, el período heroico, sangriento y tormen-
toso de la Conquista. Esa época ocupa muy pocas páginas en las
obras de nuestros cronistas e historiadores, como si en realidad ca-
reciera de importancia, teniéndola tan grande, y diríase que e\
brillo que despiden los aceros y cotas de malla de los descubrido-
res y allanadores de las tierras sirve precisamente para dejar en la
sombra las figuras de los funcionarios enviados por el Monarca,
con las Leyes de Indias en la mano, a establecer el régimen civil en
esa scciedad que se iniciaba entre los espasmos de. dolor de una
raza vencida y los apetitos y ambiciones de sus férreos domi-
nadores.
A dar luz vivísima sobre el lapso que va de la fundación de la
Real Audiencia de Santafé a las medidas tomadas por sus Oidores
para la defensa de Cartagena contra los corsarios, a quienes esti-
mulaba el éxito del célebre Sir Francisco Drake, vienen los docu-
mentos copiados en el Archivo General de Indias por nuestro
colega el ceñor General Ernesto Restrepo Tirado, quien presta con
esta labor servicio invaluable a los estudios histór'cos. Son esos
documentos las comunicaciones dirigidas por los Presidentes, Vi-
sitadores, Oidores y Fiscales a la Corte, ya directamente al Rey,
ya al mismo Soberano por intermedio de su Consejo de Indias. E
inútil parece encarecer el concurso que tales documentos aportan al
conocimiento exacto tanto de las disposiciones emanadas de la
Corona con el objeto de armonizar, sobre bases de justicia y equi-
dad, los derechos de los conquistidores con los de los antiguos
habitantes del suelo, como de las dificultades que para que esas
disposiciones fuesen una realidad resultaban bien de íh distancia
entre las colonias y la Corte, ora de la índole de la gente de espa-
da, que miraba con desvío a la de gola, y, también, de los defectos
que caracterizaron a mi^óhos de los miembros de las Audiencias
de Indias
La labor del académico Reí trepo Tirado, «más de paciencia
y consagración que de inteligencia,» según dice él mismo, ha sido
realizada con un esfuerzo y un conocimiento de la materia muy
grandes. Muchos lamentarán que los documentos no hayan sido
copiados ad pedem iiterac, con lo cual sin duda conservarían más
el sabor de la época y mayor autenticidad, pero, por otra parte,
como acertadamente lo dice nuestro colega, prestan quizás en la
forma escogida, despojados de toda palabrería inútil y de frecuen-
INFORMES 173
tes repeticiones, un servicio más efectivo al investigador, quien
halla en una síntesis, orde lada cronológica y acertadamente, todos
los datos que encierran esas múltiples epístolas.
En la parte de su trabajo que envía ahora a la Academia
nuestro Cónsul en Sevilla, se encuentran datos nuevos y asaz inte-
resantes sobre todos los acontecimientos acaecidos en el interior
del Reino de 1547 a 1586, y anotamos de paso los que se refieren
al conflicto entre el Mariscal Robledo, cuya vida quedó marcada
con un rápido y sangriento ocaso, y el Adelantado Benalcázar,
tachado por unos de manteiier inteligencias culpable-' con los Pi-
zarros, y señalado- por otros como leal y meritísimo vasallo del
Emperador; a las penalidades del viaje de don Miguel Diez de Ar-
mendáriz, al estado del Reino a su llegada como Gobernado'^, dificul-
tades para implantar las nuevas leyes sobre encomiendas, y quejas
dadas Címlra el gobierno de sus antecesores, especialmente contra
don Alons > Luis de Lugo, en cuya defensa alegaba su deudo y
lugarteniente Lf)pe Montalvo de Lugc; y los referentes al nom-
bramiento y venida de los primeros Oidores a fin de establecer la
Rea! Audiencia. Allí aparecen detalles curiosos sobre las visitas
de encomiendas a que estaban obligados los Oidores, y sueldos y
prerrogativas de que disfrutaban; acerca de los crímenes del som-
brío Visitador Montano, y respecto del período de mando del Pre-
sidente don Andrés Díaz Venero de Leiva, cuyas providencias
para mejorar la situación del Reino no fueron suficientes para evi-
tar una rigurosa residencia, pues parecieron poco más de 3,000
hojas de papel sellado para acumular los cargos contra este pru-
dente mandatario. No menos interesantes son los que se refieren
al coste de hs mercancías y derechos que causaban para entrar a la
recién fundada colonia; a la manera como la Audiencia gobernaba
la inmensa porción de territorio americano puesta bajo su cuidado,
a la fundación de ciudades, laboreo de las minas, y, finalmente, a
las enconadas competencias entre el Arzobispo y la Audiencia, y
en el seno de este mismo alto Tribunal entre el Presidente y los
Oidores, y a la manera como se solicitaban y concedían las enco-
miendas, que fueron siempre un semillero de pleitos para el Poder
Judicial y un azote, en el'mayor número de los casos, para los in-
dígenas, no obstante la legislación prudencial que imperaba en la
materia.
Los legajos comprendidos en la sección del Archivo de Indias
titulada «Real Audiencia-» y que son los que en extracto envía
ahora el General Restrepo Tirado, sirven para precisar muchos
puntos de la historia eclesiástica y civil; aclarar las dudas sobie las
fechas en que tuvieron lugar los acontecimientos, y conocer, en su
verdadera atmósfera, la vida de la Colonia durante sus primeros
cincuenta años. Ellos nos hacen casi contemporáneos de los hom-
bres que figuraron en esa época ya tan lejana, y ponen también de
relieve la dificultad enorme que encontraba el Monarca para go-
bernar, por sobre el inmenso Atlántico, sus posesiones americanas,
dado que sus representantes describían siempre con los más risue-
174 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
ños colores la obra que adelantaban en su nombre, y que muy esca-
so era el resultado práctico que se derivaba del envío de Visitadores
regios, pues casi siempre resultaban dos partidos, el del Visitador
y el de los residenciados, cada uno de los cuales enviaba a la Cor-
te relaciones que le eran favorables, y en las cuales, con el testi-
monio de personas que se consideraban abomdas, se pintaba al
adversario con los más negros colures. Ejemplo elocyente de esto
dan las cartas contradictorias dirigidas al Rey don Felipe il por
el Visitador don Juan Bautista Monzón y por sus deudos, de un
lado, y del otro, por el Presidente don Lope de Armer\dáriz y los
Oidores, en esa reñida lucha que principió con el matümíuiio tan
sonado del hijo de Monzón con la riquísima doña Jerónima de
Orrego, la hija única del conquistado'- Antón de Olaya; se des-
arrolló con peripecias tan notables como la intervención dei Arzo-
bispo fray Luis Zapata de Cárdenas en fnvor de la Audiencia y la
suspensión del Presidente y sus partidarios, y terminó, a lo menos
en Santafé, con la prisión íi mano armada del Visitador y la pre-
matura muerte de su hijo don Fernando, quien por tan co^to
tiempo pudo gozar de su combatida luna de miel y de los pin ües
provechos de la encomienda de Bogotá. Sobre esos incidentes,
que podrían ser materia para un cuadro de costumbres de tan in-
teresante lectura como el que trazó la pluma del insigne don José
Caicedo Rojas en las páginas de «Di>n Alvaro,» hay en los docu-'
mentos a que nos referimos detalles preciosísim< s.
Con un atractivo parecido al que tienen las picantes páginas
de Rodríguez Fre-le, se leen muchas de esas comunicaciones de
los altos funcionarios del Nuevo Reino de Granada al Monarca de
las Españas. Es la historia fiel de esa época, o, mejor di. ho, es la
vida íntima de los Presidentes y Oidores y personas de represen-
tación vista entre bastidores, con toda su crudeza, ya que esas
cartas tenían en su mayor parte carácter reservado, lena de las
minucias decisivas que tánt > influyen en los acontecimientos y no
se columbran en el panorama inmenso de la historia, y en que se
ponen de relieve las rencillas y emulaciones, los odios mortales y
las feroces antipatías que entontes, como hoy. geimman entre los
mismos que tienen a su cargo orientar y regular la man ha de los
asociados Por esos documentos pasan, con sus rasgos psicológicos
que los hacen distinguir unos de otros, como en una cinta cinema-
tográfica, el Visitador don Miguel Diez de A'mendári¿, don An-
drés Venero de Leiva, el bueno, y don Francisco B iceño, cuyo
carácter pusilánime queda marcado con pu petición al Emperador
de que se quemasen sus cartas una vez leídas; los Oidores Beltrán
de Góngora, Andrés López de Galarza, Alon><o de Grajeda, Tomás
López, Melchor Pérez de Arteaga, Diego de ViPafañ^, Juan López
de Cepeda, el Fiscpl García de Valverde, el Fis.-al Alonso de la
Torre, ,cuyo comportamiento mereció tantas censuras; Diego de
Narváez. Francisco de Anuncibay, «cuyos am^ res eran e' hazme-
rreír de la ciudad»; Luis Cortés de Mesa, a quien no valió su no-
bleza de sangre para librarse del patíbulo a que lo condujeron sus
APUNTES HISTÓRICOS 175
vicios; Antonio de Cetina, Pedro de Zorrilla, Miguel de Orozco,
Juan Ruiz de Mora, cuyas aventuras antes de pisar las costas del
Nuevo Reino son un entretenido capítulo de los anales de los fili-
busteros; Cristóbal de Azcoeta, fallecido pronta y misteriosamente
a poco tiempo de llegar a Santafé; Prieto de Orellana, Gaspar de
Peralta, Pérez de Saiazar y Francisco Guillen Chaparro. Y todot
esos aspectos, ya encomiables, ^)ra dignos de la reprobación de
la posteridad, que presentan los hombres dirigentes en la obra de
la colonización española, sirven para poner en su exacto color la
«leyenda gris» de esa misma obra, que no es la negra de los anti-
hispanófilos, que lo ven todo cul)ierto con las sombras de errores
monstruosos y de crímenes más monstruosos óún, patrocinados por
el Gobierno español, ni la blanca de los críticos tan entusiastas
como crédulos, que quisieran que se apreciase la labor de los con-
quistadores y funcionario^ que vinieron de la Península, como si
toda ella se destacase sobre un fondo inmaculado.
Creemos que bastan estas poca'^ consideraciones para que la
Academia pueda apreciar en lo que vale el mérito de la tarea
que adelanta en Sevilla el señor General Restrepo Tirado, al for-
mar el inventario y extractar los principales documentos que se
refieren a la historia de la hoy Repúolicd de Colombia, y se guar-
dan en el monumental Archivo de Indias; así como la importancia
que tienen los papeles referentes a la Real Audiencia, en el período
de 1547 a 1586, que ha enviado a la corporación. En consecuencia
os proponemos respetuosamente: s,
La Academia Nacional de Historia agradece debidamente al
señor General Ernesto Restrepo Tirado el envío que ha hecho a
la corporación de muv importantes documentos relativos al esta-
blecimiento del régimen civil en el Nuevo Reino de Granada, y lo
excita a que continúe en esta patriótica labor, que es de gran tras-
cendencia para el cultivo de los estudios históricos, basados sobre
fuentes fidedignas.
Los señores Director y Redactores del Boletín de Historia y
Antigüed.ades quedan comisionados para gestionar la publicación,
a la mayor brevedad posible, y con carácter preferencial, de los
aludidos documentos, ya sea en el órgano de la Academia, o bien
en un volumen separado, si a juicio de ellos fuere preferible.
Raimund'"- Rivas — José Manuel Marroquí n O.
Bogotá, ener'^ de 1922.
flPUnCES B15C0RIC05 DE SAH bUIS
(hoy Sevilla)
De la alta Sierra de la Cimitarra se desprende un estribo Je la
Cordillera Central, que tiene su término en el alto de Santa Bár-
bara en la ciudad de Cartago. En la poética y pintoresca planicie
176 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
O meseta de! nombrado estribo se llevó a cabo la fundación de la
ciudad de San Luis el día ii de julio del año de 1903. Los prime-
ros vecinos se reunieron y nombraron una junta pobladora com-
puesta de los señores Eliseo Muñoz, Luis F. Sánchez, Heiiodoro
Cebailos, Manuel de los Dolores Lozano y Ricardo Arias. Estos,
como miemb,ros principales, y suplentes, Vicente Sánchez, Tomás
Cebailos, Ramón Arias, Asnoraldo León y Virgilio Hoyos. Al se-
ñor Antonio María Gómez lo eligieron secretario de la junta. Ade-
más nombraron como juez poblador al señor don Jesús Matia
Correa.
Don Heraclio Uribe U., en sus exploraciones hechas al lugar
cuando todD era montañas, habla señalado el campo donde debía
desarrollarse el plano de la ciudad con sus respectivas plazas y ca-
lles. La junta dio principio a entregar o adjudicar solares, com-
prometidos los vecinos a derribar monte, limpiar calles y construir
casas a la mayor brevedad.
Con verdadera fe se dio manos a la obra. El poderoso puño
antioqueño, armado del hacha, el calabozo y el machete dio cuenta
bien breve de la selva virgen. Y a donde meses antes el tigre reco-
rriera cauteloso, nace como al evoco de un conjuro la floreciente
ciudad. A.U)S*di)S años de fundación, ya contábanse más de tres-
cientas casas aun cuando mal construidas y de corta vida. La po-
blación se veía crecer, pues las familias que entraban a poblar eran
numerosas, especialmente las de origen antioqueño. Por este tiem-
j)o el mercado era bastante abundante: se expendía algún ganado,
(tres reses y quince cerdos). La circulación de dinero era buena, y
los vecinos emprendían la construcción de una cómoda capilla.
También fundaron dos escuelas para niños de uno y otro sexo.
La población iba viento en popa a toda vela, pero sin que se
haya podido averiguar la qausa, San Luis sufrió repentinamente
una de .adencia pasmosa, durante la cual se creyó quedaría borra-
do del mapa nacional. Lus vecinos salían a bandadas, y por carta
que conservo de un amigo, dice que llegaron a quedar deshabitadas
como doscientas casas ¿El motivo? No se sabe, porque su posición
es hermosa y poética: arriba, la rica Cordillera Central, cruzada de
filones de oro y plata, con terrenos inmejorables para ganadería,
cultivo de la papa, el trigo y el arroz; y abajo, el paraíso terrenal,
el portentoso Valle del Cauca, donde aún suelen escucharse las
confidencias de María, que llenaron de inmortalidad a Jorge Isaacs;
Un amigo me decía: «no sabemos porqué se quiere acabar
San Luis. Pero lo que parece es que el ángel exterminador hubie-
• ra pasado por allí cotí ánimo de acabar con toda iniciativa y todo
progreso de aquel pueblo.»
No obstante, San Luis poco a poco empezó a reaccionar. Vol-
vieron algunos de sus primeros pobladores, vinieron otros nuevos,
y en el momepto de consignar esta memoria, el porvenir de San
Luis no se discute.
A las dos escuelas asisten algo más de ciento veinte niños. Se
cuentan cinco tiendas de mercancía y varias de granos.
LOS CONQUISTADORES DEL IBÍPEEaO CHIBCHA 177
Las rentas del Corregimiento ascienden a más de cuatrocien-
tos pesos oro anual, fuera de la participación en la de licores.
Los habitantes pasan de tres mil, y son muy hospitalarios, so-
brios y laboriosos. Se dedican a la agricultura, preferentemente al
café, caña y pasto de Micay, por el cual sienten mucho apego.
Hay cuatro vías de comunicación con Armenia, Zarzal y Bu-
galagrande.
En resumen: está dividida el área de San Luis en 420 manza-
nas. Cada manzana, en ocho solares de jo metros de frente por 40
de centro cada solar. Las calles son de 10 metros de ancho. Cruza
la población de oriente a occidente la quebrada denominada «Saa
José.»
Tal era por aquellos días San Luis, la que más tarde ha veni-
do a llamarse Sevilla. Floreciente y rica ciudad del Valle, que
cuenta algo más de 15,000 habitantes, llenos de fe en el porve-
nir y dirigidos espiritualmente por el virtuoso y sabio ministro del
Señor, doctor Zawadsky, cura inteligente y progresista, querido de
los más y odiado de los menos, pero que promete muchas con-
quistas para la civilización y muchas almas para su Dios.
Valentín Macías
Armenia, agosto 24 de 1922.
h05 COnQUISCñDORES DEh imPERIO Cf5iBC6fl
¿Con cuántos compañeros realizó Quesada la gloriosa conquista
del Imperio de los Chibchas? En el volumen 11 del «Descubrimien-
to y Conquista de Colombia» (la obra más moderna y completa
publicada hasta hoy sobre esos asuntos), trata el doctor Restrepo
Tirado de reconstruir la nómina de aquellos atrevidos sacres que
desde las playas de Barrancabermeja alzaron vuelo hacia la alti-
planicie diciendo a sus conmilitones de los bergantines: ^Esperad-
nos diez meses, y si al cabo de ellos no hemos retornado, poned
proas hacia Santa Marta » Acto de intrepidez que hace recor-
dar al de Cortés, destruyendo sus naves... ~...
En su reconstrucción toma el doctor Restrepo como base la
lista que publicó Ocáriz en sus «Geneologías,» en la cual, dice el
moderno histoiiador, enuméranse 16 1 individuos. Crea el doctor
Restrepo que a esa nómina pueden agregarse los nombres de Alon-
so Martín, Diego Suárez, Jorge Celi y Juan Sánchez, completán-
dose así 165 soldados; por último, propone que se adicione
también en dilema el nombre de Juan Duarte (dementizado en el
Opón) o el de Baltasar Maldonado (soldado indiscutiblemente de
Quesada) para completar así i65 hombres en total, que parece ser
el número que acepta el doctor Restrepo. Toma asimismo en
consideracióa este autor la versión de abonados historiadores en
que se declara que el número de soldados era de 170, e interrógase
si, en tal caso, podríanse agregar los nombres de Francisco Gutié-
rrez d« Murcia, Juan Ortiz de Zarate y Hernando de Salinas, o
xnr— 12
178 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
sean ^ soldados más, que unidos a los 167 (contando a Duarte)
completarían los 170 enunciados. Vamos al examen.
En primer lugar, aunque Ocárizen el texto del «Preludio» dice
que fueron 166 soldados, en la lista apenas saca 162 y no i6r,
como contó el doctor Restrepo. A estos 162 debemos agregar el
nombre de Quesada (que no figura en la lista), y ya tendríamos
163. Este resultado falsea la base tomada por el doctor Restrepo
Tirado, bien sea que se admita, separada o conjuntamente, la
agregación de los nombres de los cuatro conquistadores mencio-
nados primeramente, bien de los dos propuestos en segundo tér-
mino o de los tres citados en último.
De otro lado, entre los nombres propuestos como adicionables,
no todos podrían admitirse sin previo examen. Alonso Martín,
por ejemplo, tiene trazas de ser el mismo Alonso Martín, portu-
gués; y Juan Sánchez parece ser también el mismo Juan Sánchez
de Toledo, ambos incluidos por Ocáriz dentro de la nómina de 161
individuos. Francisco Gutiérrez de Murcia debería rechazarse,
pues este fue, sin lugar a duda, compañero de Lugo; el compañero
de Quesada fue un Francisco de Murcia, a quien enumera Ocáriz
en su lista. Hernando de Salinas resulta asimismo dudoso, o por lo
menos no lo hemos hallado mencionado en la lista que escribió Que-
sada en 1575, ni en la posterior hecha a fines del siglo xvi por el
conquistador Juan de Montalvo ante el Escribano Juan de Castañe-
da, ni en la adición que a esta lista hizo Rodríguez Fresle, ni en la
de Simón, escrita a fines del primer cuarto del siglo xvii, nien la de
Ocáriz, que si bien es cierto fue compuesta siglo y medio después
de los sucesos, resulta autorizada, así por la clase de empleo que
tenía el genealogista, como por su reconocida versación en estos
asuntos, aunque con alguna frecuencia yerra, como se lo compro-
bamos en las notas sobre conquistadores del capítulo xvi de nues-
tro libro «Cronicón Solariego,» actualmente en prensa, y en otros
pasajes del texto del mismo.
A nuestro juicio, es imposible hacer una nómina satisfactoria
de los compañeros de Quesada en la conquista de los chibchas, si
se han de tomar como base las cinco listas mencionadas en el pá-
rrafo anterior, porque la escrita por Quesada, que podría ser la de
mayor autoridad, tuvo apenas por objeto dar una relación de los
compañeros que vivían o residían en el Nuevo Reino de Granada
en 1575, por lo cual resulta defi'^iente. Las otras se escribieron
muchos años después, cuando ya las memorias fl.iqueaban y mu-
chos documentos estaban desconocidos en los archivos, lo que
trajo como consecuencia las omisiones, las confusiones de nombres
y apellidos, trastrocándolos y repitiéndolos y aun tiastrueques
entre nombres de soldados de Quesada y Federmann.
Mas si fuera solamente I ) anterior, quedaba todavía alguna
esperanza de que, mediante un cuidadoso e tudio, se pudiera sacar
una nómina muy aceptable; pero resulta que ni el estudio podría
acometerse, porque oara hacerlo habría que partir de la base de
cierta cantidad fija de conquistadores, es decir, una cifra o número
LOS CONQUISTADORES DEL IMPERIO CHIBCHA 179
total de ellos, y este es un punto en que ni historiadores ni actortt
están siquiera conformes. Veamos.
Juan de Castellanos, actor e historiador, dice que eran «cielito
sesenta y seis, tan solamente,» inclusive Juanes Duarte. Fresle y
Simón aceptan también i66, y ese mismo número admite Ocáriz
(aunque no le resulte en su lista), a quien siguen Piedrahita y Zamo-
ra. De otro lado, los Capitanes Lebrija y San Martín, actores en la
Conquista, hablan en su «Memorial» de '70 soldados, número que
admite Oviedo y Valdés, cronista contemporáneo de estos hechos
y que tuvo en ci'nsulta los manuscritos historiales deQuesada. 170
admiten también Aguado, historiador anterior a Castellanos, y que
recogió datos, viva voce, de los mismos conquistadores, asi como
el cronista Herrera, quien disfrutó también de los papeles deQue-
sada. Por último, la «Relación del descubrimiento y pacificación
de la Provincia de Santafé.» documento que parece coetáneo a la
conquista chibcha,y que inserta Serrano y Sanz en sus «Relaciones
Históricas de América,» hace subir el número a 175 soldados.
Si anarquía existe entre las versiones de los historiadores, en-
tre los mismos actores de la conquista la disparidad resulta mayor.
Juan de Montalvo declaró el 10 de noviembre de 1584, en la
respuesta a la séptima pregunta de la «Probanza de Servicios» de
Antonio Díaz Cardoso, que los soldados llegados a la altiplanicie
fueron 162. Diego Romero declara en la «Probanza de Servicios» de
Diego Suárez Montañés, hecha en 1583, que fueron 165 soldados.
Antonio de Castro, otro soldado de Quesada, al contestar a la se-
gunda pregunta de la «Probanza» de Antonio Ruiz, dice: «y el
dicho Adelantado envió a don Gonzalo Jiménez de Quesada a
descubrir este Nuevo Reino con 850 hombres, y llegaron de ellos
166 hombres.» El Capitán Juan Tafur declara en la «Probanza» de
servicios de Quesada. hecha en «576, que eran 166 soldados.
(Véase nuestra obra «El Licenciado Jiménez de Quesada,» pági-
na 12).
Mas no termina aún la lista de inconformidades. En la «Pro-
banza» de Suárez Rendón, hecha en 1561, y publicada en el «Ar-
chivo Historial» número 11, en la décima pregunta se dice que los
soldados eran ¡67, y el mismísimo Quesada, al rendir su declara-
ción juramentada, acepta ese número. Cristóbal Bernal, al deponer,
en 1575, sobre la cuarta pregunta de la «Probanza» de Cristóbal
Ruiz, dice: «que este testigo, como dicho teniente, es uno de los
primeros pobladores, descubridores y conquistadores deste Nue-
vo Reyno, e uno de los ciento e setenta que subieron a este Reyno
con el dicho Adelantado don Gonzalo Jiménez de Quesada.»
Al mismo número de 170 suben Pedro del Acebo Sotelo (Se-
cretario de Quesada) y el Mariscal Hernán Venegas Carrillo,
cuando declararon en la «Probanza de Servicios» de Quesada.
(Obra citada, páginas 69 y 74). A los prohij;idores de la versión
de los 170 soldados podemos agregar los nombres de los Capita-
nes Lebrija y San Martín, que la aceptan, v a los de la versión
de i66 podríamos también agregar el voto de Castellanos. Suman-
180 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
do estos tres nombres, con los de conquistadores mencionados
atrás, tendríamos, en resumen: que un conquistador declara que
fueron 162 soldados. Otro conquistador, que fueron 165. Tres con-
quistadores, que eran 166. Dos eos conquistadores (Quesada y Suá-
rez Rendón), que fueron 167. Y cuatro, que eran 170.
No cabe mayor disparidad, y por tanto, repetimos que resulta
un imposible hacer una nómina aceptable de los militares de Que-
sada en la conquista del Nuevo Reino, pues por hallarse desco-
nocida la cifra exacta del total de los soldados no queda base
para componer el catálogo nominal de ellos (i).
La clave de este tan interesante asunto podría hallarse en la
lista del repartimento de las riquezas obtenidas en la sobredicha
conquista, documento a que hace referencia Quesada en la deposi-
ción que rindió en el pleito que tuvo con el marino Juan Castella-
nos, según podrá verse en nuestro artículo «Un pleito de la conquista
neogranadina», que publicamos en el número 130 del Boletín de
Historia y Antigüedades. Nada de extraño seria que ese docu-
mento se halle en el Archivo General de Indias de Sevilla, pues
con él debió de tener rozamiento la Casa de Contratación cuando
estuvo averiguando los supuestos robos de Quesada y de otros
conquistadores en la mencionada conquista. Hoy, que tenemos en
Sevilla de Cónsul al meritorio historiador doctor Restrepo Tirado,
se presenta la oportunidad para una búsqueda concienzuda e inte-
ligente, que ojalá pudiérase llevar a cabo.
Volviendo a la lista del doctor Restrepo de que hablamos al
empezar estas lineas, manifestamos que es muy loable el esfuerzo
hecho alli para levantar el catálogo de los soldados que conquista-
ron el tercer imperio indígena de América. El mentado historiador,
para poder sacar los resultados que allí obtuvo, debió de hacer un
estudio muy paciente y laborioso, de que no tienen idea sino
aquellas personas que se dedican a esa clase de disciplinas. A la
lista en mención agregaríamos, además de Celi y Maldonado,
propuestos por el doctor Restrepo Tirado, los nombres de Diego
de Aguilar y de Francisco de San Martín, que no hemos visto en
ninguna lista de las publicadas hasta hoy. El primero entró a dicha
conquista con el título de Veedor (Fiscal de Hacienda Real) en
reemplazo de Ortún Velasco, quien se devolvió de Barrancaberme-
ja; el segundo fue un humilde soldado, quien regresó a España en
1539 con Quesada, y allá se quedó y allá lo encontramos rindien-
do declaración en el pleito de Quesada y Castellanos que dejamos
citado atrás.
Enrique Otero D'Costa
(1) Ahora años hicimos también un ensayo de análisis sobre estas
listas de los compañeros de Quesada, el cual fue reproducido en este
Boletín, tomo v, página 573. abril de 1909— (E. P).
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA 181
flCflDEÍDIfl nflCIOnflb DE BlSCORIfl
Extracto de las actas.
23 DE MATO (sesión solemDe).
Fue aprobada la pj oposición que se publicó en el número an-
terior, en conmemoración de la batalla de Pichincha.
El señor Monsalve hizo una relación sobre los antecedentes y
desarrollo de esta gloriosa jornada.
El señor Ministro del Ecuador manifestó a la Academia, en
nombre de su Gobierno, sinceros agradecimientos por la participa-
ción de ella en este centenario.
El señor Cortázar presentó impresa ia traducción que habla
hecho del libro Simón Boiivar, escrito en inglés por A. Sherwell.
I.» DB JUlíIÜ
El Servicio Internacional del Trabajo envía, de Ginebra, la
lista de las publicaciones que ha hecho esa oficina, y participa que
tiene cuantos documentos sean susceptibles de informar de todo lo
relativo al trabajo en el mundo enteío.
El editor del Anuarié Mínefva, de Berlín, pide datos sobre el
personal y publicaciones de la Academia para insertarlas en su
nueva edición.
El Ministro de Instrucción Pública solicita un informe sobre
la marcha del instituto para insertarla en la memoria que presen-
tará 8.1 próximo Congreso.
El Rector de la Facultad de Ingeniería expresa su agradeci-
miento por la oferta de publicaciones de la Acauemia que se le ha
hecho para la biblioteca de dicha Facultad.
El Conservador en Jefe de la Biblioteca Real de Búlgica co-
munica que tiene ésta solamente los volúmenes ix y x de la co-
lección que publica la Academia, y que desearla completarla.
El señor L, Pérez solicita, de Valencia (Venezuela), una sus-
cripción al Boletín.
El Director de la Biblioteca Nacional de Quito propone el
canje del Boletín de la Academia Ecuatoriana de Historia por el
de la Academia Colombiana.
El señor C. A. Lemus envía para su estudio un libro impreso
en el año de 1721, y que tiene datos sobre el colegio de San Bar-
tolomé y sobre el Arzobispo Lobo Guerrero.
El señor Marroquín (presbítero) presenta un informe sobre la
obra Historiadores del Nuevo Reino de Granada, que ha escrito el
señor Rebollo, Mompós.
£1 señor Eduardo Restrepo da lectura a un trabajo sobre el
banquero francés Ouvrard y sus negociaciones con Colombia en
1828. Se designó al señor García Ortiz para la lectura histórica en
la próxima sesión.
182 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Se nombró a los señores Rivas y Restrepo Sáenz para fijar los
objetos del Museo que deben llevarse a la Quinta de Bolívar.
Se nombró a los señores Marroquin, García Ortiz y Restrepo
Sáenz para hablar con el Procurador sobre gestiones en el asunto
del archivo Santander.
1 .0 DE JULIO
Se leyeron comunicaciones de las Bibliotecas de Francia y Ve-
nezuela, que acusan recibo de libros enviados por la Academia.
Se recibieron catorce paquetes de publicaciones enviadas por
Smithsonian Institution.
El señor Cunningham manifiesta, de Londres, su agradeci-
miento por el nombramiento de miembro correspondiente, y anun-
cia que ha terminado su obra sobre Jiménez de Quesada.
Se leyeron comunicaciones de The New York Public Library
y de la Biblioteca Nacional del Ecuador, en las cuales solicitan
algunas de las publicaciones de la Academia.
El señor M. J. García avisa, de Concoriia, que tiene escrito un
Diccionario Biográfico de Ctlombia, e incluye las bases de sus-
cripción a la obra.
El Ministro de Instrucción Pública manifiesta que atenderá
con mucho gusto la indicación que le haga la Academia de un
Ipcal apropiado para el Museo. Se resolvió señalarle el edificio de
Santa Inés, el cual podría servir también para la Academia.
El mismo solicita que la Academia nombre a uno de sus
miembros para que f jrme parte de la Comisión que hará el inven-
tario de dicho Museo. Fue nombrado el señor Moros.
El señor León Gómez se dirige a la Academia, para recordarle
que ella había resuelto hacer publicar por el Gobierno sus trabajos
históricos, y solicita su cumplimiento. Se pasó en comisión.
El Ministro de Gobierno solicita el dictamen de la Academia
sobie unas reliquias del Libertador, donadas por el señor Turner,
y que el Gobernador del Magdalena reclama para la Quinta de San
Pedro Alejandrino.
El Concejo Municipal de Chaparral solicita se le informe
cuándo fue creado este distrito, y qué límites le fueron señalados.
El señor García Ortiz, habló sobre un diario que el General
Santander escribió durante su viaje a Europa, y sobre u.i episodio
relacionado con el asesinato del Mariscal Sucre.
Se acordó registrar en el acta que, debido a una indicación
hecha por el señor M. A. Caro, ahora veinte años, se había encon-
trado recientemente y publicado la parte de la obra de Juan de Cas-
tellanos, que estaba inédita.
15 DE JULIO
La Biblioteca Municipal de Guayaquil comunica el envío de
varios impresos ecuatorianos, como canje de las publicaciones de la
Academia.
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA 183
La Sociedad Jurídica Literaria de la Universidad Nacional
invita a la sesión solemne, con motivo del aniversario de su fun-
dación.
El Comité de pavimentación de la calle 26 solicita un contin-
gente voluntario para dicha obra.
El Director del Museo envía el inventario de los objetos que
se han entregado a la Junta de la Quinta de Bolívar, y anuncia las
mejoras que proyecta hacer en dicho establecimiento.
El Ministro de Colombia en Madrid envía los estatutos del
Centro Internacional de investigaciones históricas americanas, que
se acaba de crear en la metrópoli española, de acuerdo con las
conclusiones del Congreso de Sevilla.
Fueron designados representantes de la Academia, en el Con-
greso Internacional de Historia de América, que se celebrará en
Río de Janeiro, los académicos Carlos Cuervo y Max. Grillo.
El señor Triana presenta su obra impresa e ilustrada La civili-
zación chibcha, y pasa en comisión al señor Mendoza.
Fueron presentados como candidatos para miembros corres-
pondientes los señores José E. Machado, de Caracas; C. Medina
Chirinas, de Maracaibo, y Moisés S. Bertoni, del Paraguay.
El señor Villaveces hizo la lectura de esta sesión. Trató ella
sobre el personaje santafereño don Pastor Losada.
I." DE AGOSTO
La Biblioteca Nacional de Francia y la Biblioteca Municipal
de Guayaquil avisan haber recibido varias publicaciones de la
Academia.
El señor Coll y Foste, de Puerto Rico, manifiesta su agrade-
cimiento por haber sido nombrado miembro correspondiente.
El señor Ministro del Brasil comunica su propósito de hacer
una lectura, en la Academia, sobre conmemoración del centenario
de la independencia de dicha nación. Se resolvió expresarle el
placer que se tendría en oír esta conferencia del distinguido diplo-
mático e historiador, y se comisionó al señor Posada para fijar con
él el día en que debe tener lugar.
Se resolvió dirigir al Congreso una petición para que expida
una ley que impida la demolición de las murallas de Cartagena.
Se resolvió pedir al señor Ministro de Gobierno se sirva orde-
nar se publiquen en la Imprenta Nacional los escritos del señor
León Gómez,
Se manifestó al señor A. Lemus su agradecimiento por un libro
raro sobre el Colegio de San Bartolomé, publicado en tiempos de
la Colonia, y que dio a conocer de la Academia; y se le excitó a
reimprimirlo.
Se recibió un trabajo firmado Oriente, para el concurso del
presente año, el cual versa sobre La mujer en la Independencia.
El señor J. M. Núñez envió su obra Historia de San Sebastián
de Tenerife.
184 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Se resolvió aplaudir a la Cámara de Representantes por haber
improbado el proyecto de destruir el edificio de Santo Domingo, y se
le pide expida una ley sobre conservación de monumentos públicos.
Se resolvió indicar al señor Director de Correos que conven-
dría pasar a esta Academia o a la Biblioteca Nacional los rezagos
de impreso's más bien que venderlos, como se ha anunciado.
Se resolvió solicitar del señor Ministro de Obras Públicas la
composición del muro del salón de la Academia que da sobre la
calle 10, el cual está muy deteriorado.
Se resolvió hacer nuevas gestiones ante el Procurador de la
Nación sobre el Archivo Santander.
Se recibieron algunos legajos de documentos importante», co-
piados en el Archivo de Indias, en Sevilla.
El señor Monsalve hizo la lectura histórica que se acostumbra
en todas las sesiones. Versó ella sobre episodios del régimen del
terror.
1 5 DE AGOSTO
El señor Ministro del Brasil hizo una lectura sobre el centena-
rio de la independencia de su país. El Tiempo de esta ciudad dijo
lo siguiente: «Muy interesante estuvo el discurso pronunciado por
el señor ArgeuGuimaraes, Ministro del Brasil, en la sesión del miér-
coles. Tuvo al principio frases de exquisita galantería para Bogotá,
y especialmente para la Academia. Hizo luego una relación muy
amena de todos los festejos y congresos que tendrían lugar en Río
de Janeiro en el próximo mes, con motivo del centenario de aquella
simpática Nación. Manifestó toda la trascendencia que tiene esa
conmemoración para el acercamiento y la fraternidad de las nacio-
nes americanas. Puso después de relieve los vínculos que unen a
Colombia y al Brasil, y dijo cómo la misma geografía une estre-
chamente a los dos países. Recordó en seguida los nombres de dos
brasileros que, perseguidos por sus ideas republicanas, buscaron
refugio en Colombia: Abreu Lima y Natividade Saldanha, el pri-
mero soldado de Bolívar, y el segundo profesor de humanidades
en Bogotá. «Batidos, dijo, de la adversidad, vencieron la larga y
penosa jornada que separa a Pernambuco de los Andes y vinieron
a Colombia.» Al hacer la silueta del segundo, citó las Reminiscen-
eias de don Juan Francisco Ortiz, y una apostilla del señor Posada,
quienes habían evocado el recuerdo de este poeta olvidado. Tuvo
igualmente cariñosas frases para Labatut, el procer de nuestra In-
dependencia, que partió luego para el Brasil, y pasó allá sus últi-
mos años. Habló, al terminar, de la red amazónica y de las cues-
tiones económicas, comunes a ambos pueblos, y especialmente del
café, que es la riqueza de una y otra nación, «Tanto los académi-
cos como el selecto grupo que asistió a esta lectura, oyeron com-
placidos las palabras del distinguido diplomático y las aplaudieron
con altísimo entusiasmo.»
ACADEMIA NACIONAL DE HITORIA 185
I .*• DB SEPTIEMBRE
— Las Bibliotecas Nacionales de Francia, de Venezuela y del
Uruguay y la Biblioteca Real de Bélgica, acusan recibo de publi-
caciones de la Academia.
- La Junta del Centenario del doctor Uribe Ángel, de Envi-
gado, invita a la fiesta que allí tendrá lugar, y pide se designe
quien represente a la Academia. Fueron nombrados los señores
Emilio Robledo y Arturo Correa.
— El Director de Obras Públicas municipales solicita un retra-
to del Padre Quevedo, pues se propone restaurar la estatua de
éste en la pila de su nombre.
— El señor Ministro de Relaciones Exteriores remite dos
ejemplares de la Memoria presentada al Congreso.
— El señor Ministro de Gobierno avisa que ha dado orden al
Archivero Naci<jnal de que permita la entrada a sus oficinas a los
miembros de U Academia que ésta designe.
— El Presidente del Centro literario e histórico cjosé Joaquín
Ortiz,» de Chiquinqurá, participa la fundación de éste y solicita el
nombramiento de correspondientes de la Academia, para algunos
de sus miembros.
— El señor Flórez Vicuña, de Santiago de Chile, pide algunos
datos sobre el Arzobispo Flórez Ordóñez, del procer Juan José
Flórez y del Virrey Manuel Antonio Flórez
— El señor Posada presenta una carta que ha recibido del
señor Pereira, Cónsul de Los Angeles, en la cual solicita fotogra-
fías y fotograbados de Colombia para los Magazines ilustrados de
California; y otra del mismo señor sobre la importancia de formar
en la Biblioteca Nacional y en las otras bibliotecas públicas una
sección especial de las obras que se escriben en el extranjero sobre
nuestro país, muchas de las cuales son aquí desconociias.
— El mismo señor Posada presenta una carta del señor Erland
Nordenskiold, Director del Museo de Gothemburg (Suecia), quien
le habla sobre la reunión del xxi Congreso de Americanistas en
aquella ciudad, y le envía una de sus obras.
— El Comité Organizador del xx Congreso de Americanistas,
que actualmente se reúne en Río de Janeiro, manifiesta al Secreta-
rio de la Academia su agradecimiento por la propaganda que ha
hecho sobre él, y le envía el título de miembro de dicho Congreso.
— El señor Bejarano hizo una relación sobre el primer movi-
miento revolucionario de Venezuela y sobre un curioso manuscri-
to que trata de los iniciadores de él.
15 DX SSFTIEMBRX
Informó el Presidente que había nombrado a los señores Or-
juela, Gómez Restrepo y Guerra miembros del Jurado para el
concurso del presente año.
186 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
El Secretario manifestó que ya se iba a empezar, en la Impren-
ta Nacional, a imprimir lo que falta del tomo 4.0 de «Las Crónicas
de Bogotá,» suspendidas por la muerte del doctor Ibáñez, y que se
tomarían para ello ios capítulos de la primera edición.
Se encargó a los académicos señores Mendoza y Cuervo el
presentar a la Cámara de Representantes, de la cual son miembros,
un proyecto que declare monumento nacional las murallas de Car-
tagena, y otro que ordene enviar a la Quinta de Bolívar todos los
objetos de la época de la Independencia que existan en el Museo
Nacional.
Se leyeron varias comunicaciones de bibliotecas extranjeras,
que acusan recibo de las publicaciones de la Academia.
El Secretario informó que estaban impresas las boletas que
servirán para hacer investigaciones en el Archivo Nacional a los
miembros de la Academia.
Fueron leídas, por el mismo, algunas cartas en que le piden
datos sobre asuntos históricos. Entre ellas una del señor H. Conté
de Penonomé, sobre el historiador Fernández de Piedrahita; y otra
del señor D. García, de Cali, sobre los proceres M. del Campo La-
rraondo e Ignacio Herrera.
El señor J. M. Pinto, de Tunja, envía la partida de bautismo
de! General Santos Gutiérrez.
El señor G. Restrepo, de Medeltín, solicita informe sobre dos
obras, manuscrit-as, del señor A. Restrepo, que fueron enviadas a
la Academia hace algunos años. Se resolvió buscarlas en el archivo
del doctor Ibáñez.
El señor J. Macías, de Armenia, envía unos ¿puntes históricos
acerca de San Luis (hoy Sevilla).
El señor Triana participa la publicación que ha hecho, en
Londres, el señor Cunningham Grrtham, de un libro sf)bre Jiménez
de Quesada.
Fue elegido orador para la sesión solemne el señor Bejarano.
El señor Pérez Sarmiento hizo la leciura que toca a dicha se-
sión. Versó ella sobre el «Uti possidetis» y la legislación española
en los días de la conquista y de la Colonia.
PROPOSICIONES
(1* de agosto).
I, Contéstese al señor Ministro de Guerra que la Academia
Nacional de Historia, en diversas ocasiones, ha emitido concepto
en el sentido de que es de todo punto inconveniente la demolición
de las históricas murallas de Cartagena; y que con el objeto de im-
pedir que se adelante esa obra de destrucción, se dirigirá al Con-
greso Nacional en solicitud de que se expida una ley por la cual
se declare monumento nacional dichas murallas e interesar en el
particular al señor Ministro de Obras Públicas para, que en el inte-
COMUNICACIONES 187
rregno se dicten por ese Despacho las medidas que estime conve-
nientes para corregir los abusos a que se refiere en su telegrama el
seflor Dávila Flórez.
II. La Academia Nacional de Historia, teniendo conocimien-
to de que en la Cámara de Representantes se presentó un proyecto
por el cual se ordena la demolición del actual edificio de Santo
Domingo y que él ha sido negado, cree de su deber manifestar a
dicha corporación su aplauso por esta negativa, pues habría sido
inconveniente tal medida, una vez que dicho edificio es un valioso
monumento histórico y una joya arquitectónica, que lejos de afear
la ciudad le sirve de solaz y de adorno. La Academia conceptúa,
además, que convendríe se expidiera una ley por la cual se ordene
que todo edificio declarado monumento nacional, no puede ser
destruido y debe conservarse cuidadosamente, como se ha hecho
en otros países. La designación de ellos podría hacerse luego, por
decreto especial del Ministerio de Instrucción Pública, a solicitud
de esta Academia o de alguna junta formada para ello. En cuanto
al edificio de que se trata, sería acertado volver a descubrir sus
corredores, convertidos hoy en oficinas; y restablecer en toda su
amplitud, el antiguo patio occidental que fue partido por mitad
hace ya varios años.
III. La Academia Nacional de Historia ha sabido que se van
a vender al peso y en pública subasta los impresos que han que-
dado rezagados en el Correo, y se permite por esto indicar, al señor
Director del ramo, que sería tal vez mas conveniente pasarlos a la
Biblioteca Nacional o a esta Academia, pues hay en ellos proba-
blemente publicaciones importantes que es sensible sean des-
truidas.
IV. Manifiéstese al señor Ministro de Obras Públicas que el
muro de la calle lo, del histórico Salón de Grados, está en muy
mal estado, y las aguas lluvias pueden causa" daños gravísimos; y
que presentan allí aspecto desagradable esos carteles sucios y des-
pegados. Convendría, pues, reparar esa pared, pintarla y prohibir
en ella la ñjación de avisos.
comuniGflcionES
RODRIGO DK BASTIDAS
Consulado de la República de Colombia— Seyilla (España)— Sep-
tiembre 7 de 1921.
Señor Presidente de la Municipalidad de Santa Marta.
Estimado compatriota:
La Municipalidad de Santa Marta, que usted tan dignamente
preside, se ha dirigido a las autoridades de esta ciudad en averi-
guación de un retrato de Rodrigo de Bastidas. Estas han consultado
el Archivo Indias, cuyo Director se ha dirigido a mí, pues nada
han podido conseguir. Ustedes han olvidado que Colombia tiene
188 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
aquí un Cónsul, Presidente que ha sido en varias ocasiones de
nuestra Academia, encargado de buscar documentos relativos a
nuestra historia y tan apasionado de las glorias patrias, que se ha-
bría sentido orgulloso de recibir el encargo de esa Municipalidad.
Aquí me he puesto en relaciones con una familia de Bastidas
que se dice descender «de uno de los primeros descubridores de
América.» Con ellos me he puesto en la pista de un grabado anti-
guo de nuestro héroe y que ha pasado a manos de un anticuario.
Si consigo el retrato, tendré el gusto de remitirlo. Si lo encuentro
y no me lo ceden, puedo hacer una buena copia al óleo. Para
ello necesito autorización de esa Municipalidad. Como usted sabe,
aquí hay para ello artistas competentísimos. Sólo desearía saber
en este caso si se ha votado alguna suma para ese trabajo, para
según ello contratar el artista.
Deseoso de prestar este servicio a esa para mí tan simpática
población, me suscribo de usted atento servidor y compatriota,
Ernesto Restrepo Tirado
Consulado de la República de Colombia— Sevilla (Etpaña)— Octu-
bre 17 de 1921.
Señor Presidente de la Municipalidad de Santa Marta.
Muy estimado compatriota:
Al fin hemos hallado en el Archivo, donde menos se espera-
ba, la firma de Rodrigo de Bastidas. A su regreso del viaje de
exploración que hizo con Juan de la Cosa, las riquezas que traía
fueren depositadas, por orden del Rey, en un rico mercader de Se-
villa, Alonso de la Torre, y el Obispo de Córdoba fue encargado
de liquidar lo que se debía a sus compañeros de expedición y girar
por esas sumas. Le remito una copia que hice sacar de la obliga-
ción y fianza que tuvo que otorgar Bastidas, único documento que
hasta la fecha se haya encontrado con su firma, que, como usted
verá, si consideramos la época en que la puso, no es la de un
hombre ordinario.
De las liquidaciones hechas por el Obispo podría sacarse la
lista de los que lo acompañaron. De usted atento y seguro servidor,
Ernesto Restrepo Tirado
CIUDADANOS DE SEVILLA
Excelentísimo sefior:
Llegaron a nuestras manos los diplomas en los cuales se hace
constar que el ilustre Ayuntamiento de esa siempre noble e inven-
cible ciudad nos ha concedido el título de Ciudadanos honorarios
de Sevilla.
PARTIDA DE NACIMIENTO 189
Altísimo es el honor que con ello hemos recibido, y el cual
nos ha producido intenso regocijo. Ese título es un valioso tro-
feo que guardaremos cariñosamente y con los mayores sentimien-
tos de gratitud.
La prensa de esta ciudad ha dado cuenta de la distinción que
se nos ha otorgado, y bien placentero ha sido para nuestros con-
ciudadanos ver esta muestra de benevolencia y filial afecto que se
ha dado en la madre patia a los miembros del Congreso de Histo-
ria y Geografía Hispanoamericano.
Reiteramos a Su Excelencia y al Excelentísimo Ayuntamiento
nuestro profundo agradecimiento, hacemos votos por su prosperi-
dad y ventura y nos suscribimos sus respetuosos atentos y seguros
servidores,
Raimundo Rivas — Eduardo Posada
Bogotá, enero 20 de 1922.
A Su Excelencia el señor Conde de Urbina, Alcalde de la ciudad y
Presidente del Excelentísimo Ayuntamiento— Sevilla.
PARTIDA DE nflCÍÍDIEnTO
DEL GENERAL SANTOS GUTIÉRREZ
El infrascrito Cura párroco del Cocuy, certifica que en el tomo
número 5.° de bautismos, al folio 36, se registra una partida que
a la letra dice:
*José de ios Sanies Gutiérrez. En dos de noviembre de mil
ochocientos veinte, baptizé, solemnemente a un niño de nueve
días de nacido, a quien llamé José de los Santos, hijo legítimo de
Juan Ignacio Gutiérrez y María Ramos Prieto, fueron padrinos
Juan José Quintero Trujillo y María Natividad Barreto, los que
advertí su obligación y parentesco espiritual, de lo que aoy fe,
«José Ignacio Olejira. (Rubricado).»
Expedido en £1 Cocuy a nueve de agosto de mil novecientos
veinte — El Cura párroco, Afarco Aurelio Quintero.
Con motivo del centenario del General Gutiérrez, remitimos
entonces copia de la partida anterior al señor Presidente del Cen-
tro de Historia de Tunja, para su publicidad, y como hasta la
fecha no se ha publicado, la remitimos hoy al Boleiiíh de Histo-
ria Y Antigüedades, con el mismo objeto. ,
José Migükl Pinto
Tunja, 4 de septiembre de 1922
IndÍTÍduo correspondiente de la Academia
Nacional de Historia.
190 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
flPOSCIhhflS
En 1823 fue enviada a Chile, por la Santa Sede, una misión
apostólica, compuesta de Monseñor Giovanni Muzi, el canónigo
doctor Mastai Ferretti, que fue más tarde el Papa Pío ix, y el
abate Jallusti. La relación del viaje fue escrita por este último y
publicada en Roma en 1827 (i).
Se embarcaron ellos en Genova en octubre de aquel aflo, y ai
mes siguiente pasaron por las islas Canarias.
«El 5 en la tarde, dice el relato del viaje, la pequeña ciudad
de Santa Cruz se dejaba aun en el Sur, o, mejor dicho, sus luces
brillaban a lo lejos. La noche había llegado, y los pasajeros dor-
mían profundamente, cuando las palabras estridentes que se esca-
paban del portavoz los despertaron a todos sobresaltados. El btick
genovés se encontraba en presencia de una fragata armada en gue-
rra. Las historia» más que terrificantes que se hacían circular en-
tonces sobre los corsarios colombianos hacían el despertar poco
agradable Se sabía que unos meses antes la tripulación de un
navio genovés fue aprisionada por uno de estos salteadores del
mar, había sido saqueada y arrojada sobre una playa desierta, con
un saco de galletas por toda provisión. Era, en efecto, un corsario
de Colombia que raciocinaba así en inglés, en la noche, al Capitán
Capello; esta visita fue rápida a pesar de lo amenazante. El corsa-
rio se hizo mostrar los papeles de abordo y examinó los tripulantes;
y una botella de excelente málaga, que le fue ofrecida, selló su
tratado de amistad con la pacíñca Eloísa.* ^
¿Quién sería este corsario al servicio de Colombia? ^O sería
más bien de otra nación, una vez que parece que los nuestros no se
aventuraban más allá de la línea tropical?
Damos este apunte a los investigadores de nuestra guerra ma-
rítima. Pueda que se halle el dato preciso por ahí entre las hojas
de los antiguos legajos De este viaje se hizo un extracto y se pu-
blicó en «Le Tour du Monde,» tomo i.°, página 226, yes allí donde
hemos leído este curioso episodio. Hubo sí, entonces, naves colom-
bianas en mares europeos, pero parece que no eran corsarias. En
carta de Fernández Madrid a Santander, escrita en París el 4 de
septiembre de 1826, le da esta noticia: «Ha llegado al Havre un
buque colombiano procedente de Lima; aún no sabemos cómo se
ha recibido o si se ha pretendido que abata su pabellón al entrar.
Estaré a la mira para reclamar vigorosamente en el caso del más
leve desaire.» Y en un periódico antiguo que hablaba de Fernán-
(1) Sioria delle missioni apostoUche de Stuto del Chile, colla dese-
ricione del viae:gio dül vechio al nuovo mundo, fatto del auiofe.^Ope-
ra di Guissepe Sallusti. Roma. 1827, 4 vol, inS?, con mapa.
APOSTILLAS 191
dec Madrid dice: cDurante su residencia en París entró ei buque
colombiano Ayacucho y no salió sin enarbolar el pabellón nació*
nal.» En el «Journal de Debats» del 27 de octubre de 1826, hablan-
do de las relaciones de España y sus colonias, hay este párrafo:
cMr. de Pradt manifiesta todos los riesgos de esta situación políti-
ca; corsarios americanos infestan ya las costas de España y parali-
zan su comercio.» (i). Esto sí parece ratificar lo relatado por el
abate Jallusti.
«
Una vez escribimos un ligero boceto sobre el procer Aury,
olvidado casi por completo en las nóminas de los campeones de la
independencia; pero nada pudimos decir sobre su muerte. Luego
hemos tropezado con pormenores sobre ello y aparentemente con-
tradictorios.
En una carta que escribió Santander a José Joaquín París,
fechada en La Laguna, el 10 de febrero de 18 19, le dice: cLa cor-
beta Ninfa ha sido tomada por Aury, quien murió en la acción al
entrar a ella al abordaje.»
Y Perú de la Croix, en un folleto titulado Seño* es del Tribunal
de Censura, refiere que Aury murió el 29 de agosto de 1821, en San
Andrés (2).
El sucesor de Aury en el mando, en nuestras is'as, fue Severo
Courtois. En la Gaceta de Cartagena de 28 de diciembre de 1822
salió un articulo contra este, firmado^/ Censor, el cual fue acusado
por dicho Courtois. En defensa del artículo salió Perú de la Croix.
Creemos por estos testimonios que hubo un personaje del
mismo apellido del jefe que luchó por allá en el mar Caribe, y que
aquél murió, en oriente, poco antes de la batalla de Boyacá.
En una relación de los gastos del empréstito de 1824 halla-
mos esta partida:
«Letra número 230. En favor del señor Severo Courtois por
pago de fletes y carena de buques que sirvieron a la República
por 759 libras, 14 sh.>
Ahora años, en una «Apostilla, > hablamos del yate de Byron,
en Italia, que se llamaba Bolívar. Ahora, con motivo del cente-
nario de la muerte de Sheliey, se ha recordado en la prensa euro-
pea la vida de los dos poetas en las costas azuladas del Medite-
rráneo.
En un bello artículo de M. Edmond Pilón, donde hace tiernas
evocaciones del trágico fin de Sheliey y de Williams (<Revue des
deux Mordes,^ 15 de julio), hemos visto mencionada aquella em-
(1) Este párrafo citado en cLa América y la Europa.»
(2) Se halla en la Biblioteca Nacional, 344-71-4.
192 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
barcación que sirvió al gran lírico inglés para sus paseos por esas
bellísimas ondas.
El yate de Byron, o sea el Boiiva*, era una nave opulenta,
y ei poeta estaba orgulloso de ella. Su Capitán era Edward John
Trelawny, íntimo amigo de los dos vates de Albión.
«Hacía largo tiempo — dice el citado autor — que Shelley soña-
ba poseer, con el ejemplo de ¿yron, una embarcación que le per-
mitiera navegar según pu fantasía en medio de todos los meandros
de las islas, hasta el fondo de todos los estrechos y de todos los
golfos. Esta especie de embriaguez náutica era compartida por
Williams, y es esto lo que explica, sin duda, porqué ni el uno ni
el otro de los dos amigos aceptaron el consejo que les dio Trelaw-
ny de pedir al Capitán Roberts que les construyera, como se había
pensado primero, una goleta de un modelo americano. Esta cons-
trucción habría exigido algún tiempo, y lo que Williams y Shelley
querían era obtener, en un breve plazo, una chalupa ligera, res-
pondiendo a su fantasía, y que Roberts pudo poner en obra inme-
diatamente.»
Esta fue bautizada primero con el nombre de Don Juan, en
honor del héroe de Byron, pero luego tomó el nombre shakespe-
reano de Ariel. Apenas estuvo lista, dice M. Pilón, no hubo
proeza a la cual no se entregaran Williams y Shelley, en compañía
del Bolívar, que era un bajel muy superior al de ellos. Otras
veces sólo el Ariel se lanzaba en medio de las olas y recorría las
aguas del Tirreno y del Adriático. El lunes 8 de julio de 1822 una
tempestad hizo naufragar el débil barco, y perecieron los dos ami-
gos. Hallados sus cadáveres en la ribera, días después, a larga
distancia uno de otro, Byron los hizo quemar en una fúnebre pira
y recogió en una urna sus cenizas.
¿Qué suerte corrió el Bolívar} Nada sabemos sobre ello.
Quizás lo llevaría Byron a Grecia y allá fue destruido o cambió de
nombre. Podemos sí saber como era él, pues el escritor de la vieja
revista nos da una preciosa indicación.
M. Guido Biagi, en un libro titulado «The last days of Percy
Bysshe Shelley, New de ails from un published documents.» Lon-
don, 1898, trae un croquis de los dos yates, el Bolívar y el
Ariel. No creemos exista dicho libro en estas alturas andinas,
para hacer reproducir la nave que llevó el nombre del Libertador;
pero importante sí es saber dónde está ella dibujada, para buscarla el
día en que se haga una obra ilustrada, en memoria de Bolívar, y
se coleccionen todos los tributos ofrendados a su nombre inmortal.
Una curiosidad nos despierta también este episodio. ¿Bolívar
llegaría a saber este homenaje que le rindiera el gran bardo britá-
nico? Parece que nó, porque en su correspondencia no hemos visto
ninguna mención sobre ello.
YERRO
El presente número corresponde al mes de septiembre, como se
ve en la portada. Por error se puso agoto en la página 129.
boletín
Año XIV-N,' 160 f-\í II r"" I i \\Á Diciembre: 1922
DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
OKOflno De cñ ncRDemifl nncionflc oe historia
OntECTOR, KKDACTORES,
EDUARDO POSADA LUIS AUGUSTO CUERVO
ROBERTO CORTÁZAR
Bogotá— República de Colombia
mFORIDE DEh SECRECflRlO (1)
Tócame por segunda vez el honor de informaros sobre las
tareas de la Academia. Hace un año os hice la relación de la
marcha de ella desde la sensible muerte de mi antecesor el
doctor IbáñeZy hasta el 12 de octubre de iqzo, y pasaré hoy a se-
fialaros lo que se ha hecho en la corporación desde esa fecha hasta
la presente hora.
Feliz ha sido la vida de la Academia en estos doce meses:
todos sus miembros han laborado, sin cesar, por el progreso de
ella, y se han cosechado magníficos frutos. Sus sesiones se han ce-
lebrado con toda exactitud los días reglamentarios, el i." y el 15
de cada mes, y de esas reuniones ha tenido conocimiento el pú-
blico por los extractos que de las actas se han dado a la prensa.
Allí ha podido verse cómo se presta un solícito cuidado a
cuantos asuntos se relacionen con nuestra historia, con la gloria de
nuestros grandes hombres y con los monumentos y reliquias de
nuestro pasado; cómo está ella en relación constante con otros
centros análogos del país y del extranjero; cómo su nombre es
cada día, y por doquiera, más conocido y apieciado; cómo ha
despertado su acción aficciones intensas por la investigación de
nuestras crónicas, por la adquisición de datos biográficos y por
la aclaración de misteriosas tradiciones; y cómo ha tomado parte
en cuanta obra se refiera a perpetuar el recuerdo de arcaicas
hazañas y de virtudes y méritos de nuestros antepasados.
No ha tenido, pues, ella tan sólo una tarea de exhumación sino
que colabora en las empresas del presente y funda y levanta monu-
mentos para el porvenir. Mira es cierto a los tiempos pretéritos, y
es esa su principal misión, pero de ellos saca lecciones para la vida
moderna, y pone, sm destruir los viejos trofeos, cimientos firmes
y serios para las otras del futuro.
Tuvo la Academia el dolor de perder, en este año, a dos
miembros de núnerc: los señores Hernando Holguín y Tulio Os-
(1) Por aglomeración de materiales no se había publicado ante»
«ste informe.
xir— 13
194 BOLETÍN DE fflSTORIA Y ANTIGÜEDADES
pina. Bien lamentada fue la muerte de tan preclaros escritores:
habían ambos participado, con singular inteligencia y actividad
perenne, en nuestras faenas, y por eso la historia, junto con el foro»
la literatura y la ciencia, ha llorado sobre las tumbas de tan be-
neméritos cultivadores de ella. Aquí sus colegas, en el templo de
Clíü, guardaremos su memoria con hondo cariño y altísimo res*
peto.
Por el recargo de trabajos en la Imprenta Nacional ha salido
con lentitud el Boletín de la Academia, pero en estos días
aparecerán las entregas que estaban retrasadas, y en breve se com-
plétala el tomt» XIII de tan importante publicación.
De la Biblioteca de Historia Nacional han aparecido do»
nuevos volúmenes: el segundo tomo de la vida de Antonio Villa-
vicencio, por el señor Monsalve, y las actas del Congreso de An-
gostura, por los señores Cuervo y Coi tazar. Aquél es no sólo una
biografía de tan ilustre procer, sino una narración interesantí-
sima de los acontecimientos que tuvieron lugar en nuestro pai$
desde 18 (2 hasta la ocupación de nuestra capital por Morillo y la
muerte en el patíbulo del comisionado regio, cuya llegada ocasionó
la revolución del 20 de julio. Contiene tan erudito estudi'^ episo-
dios y documentos antes no conocidos y que su autor ha buscado
con paciente tesón en los viejos legijos de nuestros archivos, y
lo acompaña un copioso índice a'fabético, de bastante beneficio
para los que estudian los hombres de aquella época. Se hillaráa
en esas páginas quizás un tanto vehementes los epítetos que pro-
diga a los adversarios y aun a algunos de los proceres, pero ello
se explica sise tiene en cuenta que los historiadores al evocar
horas de lucha se trasladan a ellas, se impregnan de las pasiones
de entonces y hasta usan, a veces, los vocablos de la contienda.
El otro es una compilación de !as actas de aquel cuerpo reunido
en las liberas del Orinoco, en medio de la cruenta lucha, y que
puso la piedra fundamental de nuestro poder legislativo. Útilísi-
ma para nuestra historia, así como para la de Venezuela, es esta
publicación, y dignos de a'abanza son los autores de ella. Tan in-
teresante es dicho libro que el lector quisiera unas páginas más
con otros capítulos sobre tan augusta asamblea.
En prensa están, hace algún tiempo, varios volúmenes de esta
serie de obras históricas, como el del señor Oijuela, sobre el sacrifi*
cío de Ricaurte, en el cual se comprueba la verdad del grandioso
holocausto de San Mateo; el 2." tomo de las Monografías dtl se-
ñor Gutiérrez, que como el !.*>, contendrá preciosísimts datos para
nuestra historia y nuestra geografía; las actas del Congreso de
Cúcuta, también por los señores Cuervo y Cortázar, que será una
abundante y nutrida información sobre lo acontecido en aquella
corporación, reunida hace un siglo exactamente en nuestra hermo-
sa frontera; y la continuación de la Bibliografía Bogotana de este
vuestro Secretario, en la cual enumeta hs producciones de la im-
prenta en esta ciudad desde 1820 en adelante y que es tan sólo un
trabajo de paciencia, obra de carpintetía, para tomar una frase del
argot bogotano.
INFORME DEL SECRETARIO 195
Ya os manifesté, en la sesión pasada, la conveniencia de que
se guarde el mayor orden j toda armonía para ia impresión de
estús vulúmenes, pues fue el principal propósito de sus fundadores
la publicación de libros de historia nacional en forma uniforme y
metódica.
Abrióse en octubre de 1919 el concurso que celebra todos
los años la Academia, y fue señalado como t'^ma: Campaña Liber^
tador» de Aniioguia, el rio Magdalena y la Casta, desde la batalla
de Boyacá hasta el sitio y toma de Cartagena. Y en la sesión del
2 de noviembre del año pasado fue presentado e! informe corres-
pondiente por los señores Arrubla, Cuervo y Henao, en el cual pi-
dieron se declarara desierto el concurso, y asi lo aprobó la Acade-
mia. Lamentable es que en esa ocasión no se hubieran presentado,
como en los años anteriores, trabajos meritorios y que mostraran
bien honda afición- a estos patrióticos estudios. En cambio, para
el torneo de este año, y que es sobre la Campaña del Sur, especial'
mente Bombona, sí ha llegado alguna memoria que desarrolla
esta tf'sis con magnífico acierto.
Ha velado la Academia, como en otros años, por la conser-
vación de los ed-ficios que tengan mérito histórico o artístico y
que aquí se destruyen precipitadamente, sin tratar de salvar al
menos algunas de sus partículas. El señor Conde de Brettes, ¡a-
teligente escritor y sabio viajero, nos llamó la atención, en su
última visita a Colombia, hacia las reparaciones que se efectuaban
en la iglesia de Pasca y con las cuales corría peligro la antiquí-
sima y curiosa portada de ella. Varios académicos se interesaron
igualmente por la casa cural de Fontibón, de un marcado sabor
colonial y llena de dulcísimos lecuerdos. La Academia hizo las
gestiones necesarias para evitar la destrucción de esos monumen-
tos, y algo se ha logrado conseguir.
Sobre la Quinta de 6:)livar, poblada de épicas añoranzas, ha
seguido velando para su arreglo y conservación, pero aún no se
hi podido, por diversas circunstancias, establecer allí el Museo
Boliviano Sigue, ;jin embargo, trabajando en ello, y pueda que
logre éste inagurarse el próximo año, fen el día de la patria. Seria
este el más lujoso número de los festejos.
Con respecto a inscripciones conmemorativas que se están
perdiendo o borrando, o que yacen por ahí olvidadas y descono-
cidas, hi procurad 5 la Academia ya impedir su extravío o des-
gaste. y\ sacarlas del triste abandono en que se hallan.
S )bre la casa donde habitó Narifto se resolvió que debería
subsanarse el error cometido al colocar la lápida en el costado
norte del Parque de Santander, debiendo ser en el oriental; y se
dispuso, igualmente, poner otra lápida en la casa donde nació
dicho patricio. Aún no han tenido cumplimiento estas disposicio-
nes, pero sin duda se harán ambas cosas muy próximamente.
Sobre algunos de les héroes de la Independencia se han hecho
investigaciones sustanciales, que han venido a aclarar detalles do
■US biografías. Debido a labor acuciosa y sensata el Reverando
196 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Padre Merizalde halló ia partida de bautismo del General Juan
José Neira, el caudillo legendario de homéricas hizañas. y resul-
tó que él nació en el Molino del Cárcamo, situado en Ii.s cercanía»
de la Villa de Leiva. El señor Cura párroco de Nunchía halló el
testamento del General Moreno, el luchador aguerrido del Llano y
campeón constante en las horas en que todo parecía perdido para
la patria.
Al sefior Ministro de Colombia en Venezuela se le envió ei
retrato de Girardot, que había pedido para el afamado pintor se-
ñor Salas, quien va a colocar la ñgura de aquel gallardo piócer,
de gloria inmarcesible, en uno de sus cuadros.
Fue invitada nuestra corporación a los centenarios de! Gene-
ral Santos Gutiérrez en el Cocuy, Departamento de Boyacá; de la
batalla de San Juan de la Ciénaga, Departamento del M;4gdalena;7
del Congreso de Cúcuta, Departamento de Santander. No pudo ir
a ellos comisión de su seno, como se tuvo el propósito, pero fue-
ron nombradas personas de esos lugares paia que la representaran
en las ceiemonias y festejos.
Ha patrocinado también la erección de un monumento a
Mutis, el benemérito gaditano que hizo de nuestro país su segun-
da patria, y que es como el padre de nuestros estudios científicos.
Sus cenizas, se sabe, reposan en la iglesia de Santa Inés, pero se
ignora el lugar preciso donde se hallan, en dicho templo, por ha-
ber sido cubieitas y cambiadas las lápidas que allí existían; de las
cuales, sin duda, una sería la de Mutis. Quizás una rebusca minu-
ciosa logre encontrar aquéllas, algún día, con la debida precisión.
Anhelo ferviente ha sido de nuestro centro la conservación y
arreglo de los archivos públicos, y hacia ellos tiende constante-
mente miradas vigilantes. A los archivos notariales han hecho al-
gunos de sus miembros visitas y han dado infurmes sobre ellos.
ICuán ricos son esos protocolos para la historia del país y principal-
mente para la de nuestra capital! Recuerdo haber visto, ah^^ra
aflos, en una de ellas un legajo que corresoondía al año de 1558,
veinte años después de la fundación de Bogotá, cuando aún no
había llegado a la mayor edad, ^i acaso la de las villas fuera la
mií-ma de los individuos, y que allí estaban autógrafas las firmas
de Acebo Sotelo, el Secretario de Jiménez de Quesada, y de otros
de los titanes que, al lado del perínclito licenciado, mecieron, en
día inolvidable, la cuna de esta ciudad, hoy gran metrópoli, que
pronto cumplirá sus cuatro siglos. Ese solo mamotreto, copiado
íntegramente y con el debido cuidado, por hábil paleógrafo, seria
por sí solo y sin necesidad de comentario alguno, precio.->ísima na-
rración; pero se ha informado que ya hoy no parece ese códice, el
cual se debía haber tenido guardado en cofre de hierro, con siete
cerraduras y siete sellos.
Tesoro grande es también ei Archivo de Cundinaraarca, y la
Academia, secundada que fue por el G.jbernador señor Restrepo,
ha iniciad.) un pian para su arreglo, c.it ilog tción y traslado a salo-
nes seguros y amplios. Los señores Cortázar, Guerra y Quijano
tienen la comisión de este asutito.
INFORME DEL SECRETARIO 197
El sefior Archivero del Congreso pidió se hiciera por ta Aca-
demia una visita a la oficina que está a su caigo. Bien arreglada,
con orden y pulcritud, apaiece aquella extensa e importante docu-
mentación. El señor Gabino Charri nos llamó la atención al rico
arsenal de manuscritos histói icos que guarda el archivo de Neiva,
y la Academia se dirigió a las autoridades de aquella ciudad a fin
de que se cuiden con esmero tan valiosos papeles. El señor Rufino
Gutiérrez puso también en conocimiento de esta corporación la
existencia de curioso arhivo en Pasto, y se comunicó allá, igual-
mente, el deseo de que se procurara la conservación, con patriótico
cariño, de esos arcaicos documentos.
Al señor don Pedro López le fueron entregadas unas breves
relaciones de las batallas de Pichincha, Junio y Ayacucho que
había solicitado para ponerlas en los vapores de estos nombres
que él ha hecho construir recientemente.
Conferencias tuvieron lugar después de mi anterior informe la
del señor Gómez Barrientos, apreciable escritor antioquefto, sobre
el Padre Botero, personaje singular que figuró en los días de la
Nueva Granada; la de nuestro colega doctor León Gómez (leída
por su h jo), sobre los poetas de la Lira Nueva, constelación que
apareció, ahora treinta años, en nuestro cielo literario, y que ya la
muerte apagó algunas d : sus estrellas; y la del señor Mediz Bolio,
ilustrado diplomático mejicano, que cosechó aquí, en poco tiempo,
tantos aplausos y tantas simpatías, sobie los aborígenes de su país,
la cual fue acompañada de proyecciones ile altísimo inteiés. El
sefior Quijano tiene preparada una erudita y amena sobre las rela-
ciones políticas, literarias y sociales de Colombia con Méjico, la
cual escribió a propósito del centenario de aquella ilustre nación,
cabeza de Hispano América y cuna de perínclitos varones, celebra-
do há pocos días, y que leerá el 28 del presente mes, onomástico
del Libertador.
Tccóle a la Academia, en este año, organizar los festejos pa-
trios de acuerdo con la ley expedida, en 19:9, por la cual se le
encomendó esta misión. La escasa suma que se le dio para ello, el
ser la primera vez que iba a encabezar estos espectáculos, así como
otras circunstancias, impidieron darle a la conmemoración de nues-
tros grandes aniversarios todo el esplendor que ella hubiera que-
rido y que tal vez logrará en otras ocasiones más propi:ias; pero sí
se hizo un esfuerzo por darle novedad y corrección al programa de
las festividades. Un número de él fueron los juegos olímpicos que
por primera vez se han celebrado en nuestro país. Iniciador de
éstos fue el señor Coronel Acebedo, Director de la Escuela Militar
y miembro correspondiente de la Academia. Tuvieron ellos éxito,
no obstante que no hubo tiempo para dar a conocer esa feliz idea
por todo el país, y mostrar y hacer palpable a todos la importancia
de ella. Grato fue, sin embargo, ver aquí, en las cumbres andinas,
los deportes de la antigua Grecia y contemplar a nuestros cadetes
arrojando el disco como se vieran en remota antigüedad los varoni-
les discóbolos en los valles helénicos.
198 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Se hizo también una exposición de vitrinas con objetos histó-
ricos. Sinsible es que no se hubieran mostrado en bastantes alma-
cenes reliquias de nuestra grandiosa epopeya. Existen en Btgotá
inuchÍ!>imos recuerdos de los mártires y campeones de la indepen-
cia, utensilios de esa época, publicaciones patrióticas de tales días,
retratos y medallas, armas y uniformes, y despojos de los campos
de batalla, que se guardan en los hogares con veneración y cariño.
¿Qué mejor ocasión de mostrarle al público tales trofeos, que la
de estas efemérides sagradas? Tal vez en otra ocasión se atienda
con mayor amplitud esta excitación, con lo cual no sólo se rinde
un tributo de gratitud y admiración a los padres de la patria,
sino que se da una lección objetiva de historia y se engalanan
nuestras calles. Si fuere unánime esa manifestación, sería Bogotá,
f)or una o dos noches, un inmenso museo, y revivirían, durante ellas,
as sombras augustas de nuestros genios y el espléndido cuadro de
hazañas ingentes y maravillosas que deben ser envocadas sin cesar.
Confiemos en que si volviera a proyectarse tal cosa nuestros co-
merciantes harán un pa'éntesis a sus realizaciones y exposiciones
de baratijas, por unas horas, y convertirán sus muestrarios en pano-
plias de espadas vetustas y oxidadas, en cofres de condecoraciones
ganadas en los campos de batalla, en relicarios de objetos al pa-
recer insignificante pero que tienen, por el paso de los años y por
las proezas de quienes los usaron, un cierto sello de gloria y de
grandeza. Pero si fueron pocos les ciudad^inos que tomaron partici-
pición en este concurso, exhibieron ellos, en cambio, preseas de
alto aprecio, y gran deleite tuvo e! público en contemplar asi el
mérito histórico de ellas como el arte exquisito con que fueron
arregladas.
Muchas disposiciones ha dado ia Academia sobre asuntos de
historia y de geografía, bien que esta última no sea enteramente de
su resorte, pero sabido es que ella forma, con la cronología, los ojos
de la historia. Haria muy extenso este informe si mencionara todas
las proposiciones acordadas, y mi limitaré a señalar la del señor
Gutiérrez, sobre excitación al Gobierno a fin de que haga levantar,
por comisiones nombradas en cada Municipio, datos históricos,
geográficos y estadísticos de ellos. Llevada a efecto esta determi-
nación, tendremos, así, monografías exactas y completas tanto de
nuestras populosas ciudades como de las más recónditas aldeas.
Por ausencia del Presidente señor Rivas y del Secretario que
os habla, desempeñaron sus puestos, durante seis meses, los seño-
res Robledo y Cuervo. Bien palpables sorv* sus altas prendas, y
sería lugar común hablaros de ellas. Baste decir que sus manos
rigieron con todo acierto y tino nuestra corporación. Por re-
nuncia del señor Fajardo se encargó del empleo de Tesorero
el señor Guerra, quien también lo declinó, poco tiempo después,
y fue nombrado entonces el señor Wills Pradilla; a todos tres
debe la Academia sincero agradecimiento por la buena volun-
tad y alta competencia con que le han servido. El señor Cortá-
zar se encargó en reemplazo del señor Cuervo del puesto de Se-
INFORME DEL SECRETARIO 199
cretario auxiliar, también durante seis meses, y llenó sus funciones
con su acostumbrada laboriosidad e inteligencia. El señor Mesa ha
continuado al frente de la biblioteca, la cual marcha, merced a sus
cuidados, en bastante prosperidad. T<^do está arreglado y cata-
logado debidamente. Es ya crecido el número de sus libros y fo-
lletos, y pronto habrá necesidad de una nueva sala para ella. Ha-
ciendo esfuerzos, dada la falta de recursos con que cuenta la
Academia, ha logrado dicho empleado la encuademación de no
pocos volúmenes. Esta biblioteca, asi como la de mi propiedad
particular, que puse en el mismo local, temporalmente, al servicio
de la Academia, como consta en mi anterior informe, son consul-
tadas frecuentemente por personas estudiosas, a quienes se atien-
de con la debida amabilidad
Al regresar el señor Rivas y yo a esta ciudad dimos cuenta a
la Academia sobre nuestras labores en el Congreso hispanoameri-
cano de historia y geografía que se celebró en mayo, en la ciudad
de Sevilla, y sería una repetición volver sobre ello en esta infor-
mación. También presentamos detallada relación a este repeclo al
señor Ministro de Relaciones Exteriores, y ella fue leída en una de
las anteriores sesiones y se publicará en el Bolbtím conforme a los
deseos de la Academia.
El señor Rivas informó también especialmente sobre el archi-
vo de Bolívar que existe en París, en poder del señor Embajador
de España, que es nieto del señor don Juan Defrancisco Martín,
procer de la Indepenpencia y albacea del Libertador, el cual ar-
chivo, dicho señor ha puesto a disposición de los gobiernos de
Colombia, Venezuela y Ecuador. De ello dio la Academia opor-
tuno aviso al señor Presidente de la República y a los señores
Ministros de Relaciones Exteriores y de Instrucción Pública, a
fin de que se hicieran las gtstíones del caso.
El señor García Zamudio, que envía constantemente intere-
santes correspondencias, desde Nueva York, sobre libros y manus-
critos exiitentes en los Estados Unidos relacionados con nuestra
historia, ha remitido últimamente una relación sobre los papeles de
Sucre que se encuentra en New Haven, en la Universidad de Yale,
y en el cual hay 2,128 cartas y documentos en su gran mayo-
ría inéditos. «Son — dice dicho académico — la correspondencia con
Bolívar, Córdoba, Santander, Flores. Salón, Soublette, Olmedo,
Ibarta, los generales peruanos y ecuatorianos y todos los que des-
de antes de 1820 lo acompañaron hasta 1830. Todas estas cartas
Se hallan conservadas y con índices y numeración adecuada, en
las cajas de seguridad de Vale.»
Miembros correspondientes han sido nombrados, en estos doce
meses, !qs señores Gustavo Guerrero, autor de sesudos trabajos
históricos, entre éstos uno, reciente, que mencionaré más adelan-
te; Miguel Triana, que ha publicado en varias ocasiones obras
bien notables de historia y geografía y que se ocupa acualmente
en hondas investigaciones subre los jeroglíficos que nos han que-
dado de nuestros aborígenes. Bien que aun sean conjeturas, mués-
200 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
tran ellas que se está en el rastro y que quizás la inteligencia y
laboriosidad de nuestro co'ega logre al fin arrancar su secreto a
aquellas enigmáticas inscripciones, que indelebles han permane-
cido ante el pas3 de los siglos, como Chompollion descifrara un
día los signos de los primitivos egipcios, cubiertas durante evo»
por un velo impenetrable de misterio, Y Ernesto Murilio, que
acaba de editar lujoso libro sobre sucesos de historia contemporá-
neí^, y de cuya ágil pluma esperamos que penetre, como taladro,
en épocas más remotas y haga saltar de ella epi>od¡os y conseja»
que yacen cubiertos por seculares cortezas.
Entre las producciones de alguna extensión que se han hecho
por miembros correspondientes, además del que acabo de raeucio-
nar, y que trata sobre la muerte del General Uribe, tenemos los
siguientes: Recuefios autobiográficos A€< señor Quijano Wallis. ga-
lano escritor y personaje que figuró siempre con brillo especial en
nuestros palenques sociales, políticos y literarios. El proceso de
Alejandro Macaulay, preciosa documental ion publicada por el
ya citado señor Guerrero y que revela datos curiosísimos sobre
aquella tragedia de los primeros años de la magna contienda
que estaba hasta ahora un poco «eDulosa. La Campaña Liberta-
dora de 1821, por el Capitán Fiórez Alvarez, estudio laborioso y me-
tódico sobre las operaciones que se desarreglaron en el Norte des-
pués de Boyacá y culminaron en la hecatombe gloriosa de Cárabo-
bo, y al cual acompañan documentos antes ignotos y hallados por
el autor en nuestros archivos, tras savia y paciente búsqueda. Céle-
bres imágenes y santuarios de Nnestia Señora en Colombia, del Re-
verendo P<»dre Mesanza, publicado en España, y que es aporte
notable para nuestra historia y geografía, como todos los escritos
de este distinguido dominicano, y de quien ha publicado el Bole-
tín, así como otras revistas y diarios del país minuciosas y acerta-
das monografías.
Elegidos fueron en la anterior sesión, como miembros de nú-
mero, los señores Laureano García y Miguel Arroyo. Elocuentes y
sustanciosas producciones les deben nuestros anales, y bastante
conocidos son sus méritos para hacer de ellos enumeración en este
infirme. Limitóme tan sólo a señalar el placer con que estos exi-
mios escritores fueron recibidos en nuestra corporación y el aplau-
so que el público ha tributado a esta designación, con la cual se
llenaron los sillones vacantes por la muerte de los preclaros colega»
señores Ospina y Ilolguin,
El concurso anual que celebra la Academia, y que será
premiado en el próxim') año, se resolvió que fuese sobre este
teraa:Zí mtijer^n la miependencia, teína que al mismo tiempo que
da margen pjra profundas investigaciones y hará agrupar en ua
haz las biografías de todas las damas que figuraron en una u otra
forma en el escenario de la magna contienda, rendirá a sus memo-
riis altísimo tributo de veneración y gratitud. Allí podrán evocar-
se las sombras no sólo de las que sufrieron el martirio, sino de la»
que colaboraron, de alguna otra manera, a la redención de la patria.
OBISPADO DE SANTA MARTA 201
Allí, desde la que rompiera el edicto de extorsiones, ea la plaza del
Socorro, hasta la que cayera acribillada a balazos en nuestra plaza
principal, dando ejemplo de singular valor y de patriotismo inex*
tingible. Muchas de esas fguras están aún en la penumbra y con-
viene se destaquen con toda precisión en nuestros fastos. ¡Cuántos
nombres no habrán por ahí oividadosy de cuántos no tenemos sino
datos indecisos y confusos! Los que tomaren parte en este torneo
podrán darnos mucha luz sobre ellas y decirnos también si hubo
en realidad ese gran número de heroínas que registra una publica-
ción, de hace unos dos o tres años, en la cual, desgraciadamente, no
se expresaron las fuentes de información conforme a los modernos
preceptos científicos para estas tareas.
Los centros históricos de los Departamentos laboran eficaz-
mente, y debemos a ellos estudios de fama y relieve. He de men-
cionar especialmerte les trabajos del señor Otero D'Costa, quien
ha publicado en el Archivo Historial de Manizales, que tan savia-
mente dirige, las biografías de don Eloy Valenzuela y del almi-
rante Padilla, que son investigaciones profundas y completas, asi
como documentos curiosísimos que ha hecho copiar del Archivo
de Indias.
Entre las obras publicadas en Europa referentes a nuestra his-
toria anotaré las eruditas memorias del sabio doct ir Rivet, miem-
bro correspondiente, sobre las tribus e idiomas indígenas de nuestro
país, de una erudición y laboriosidad pasmosa; v el libro Cartage-
na y tas orillas del Smú de1 señor Cunighan Graham, el literato
inglés que tanto conoce a Sur América, libro donde revela sus vas-
ta ilustración y su talento amplio y brillantísimo.
Los radios de acción de la Academia se prolongan cada día y
llegan ellos aun a lejanas tierras. Del extranjero se piden sus publi-
caciones y se busca el relacionarse con ella; y por todo el país se
propaga, en entusiasmador oleaje, el afán por el estudio de nuestro
pasado y por fijarlo, con verdad y pureza, en majestuoso recuerdo,
para que las generaciones futuras conozcan y respeten sus hechos
gloriosos y conserven, llenas de veneración y ternura, la memoria
de sus grandes hombres.
Eduardo Posada
Bogotá, octubre 12 de 1921.
OBISPADO DE SflnTfí mflRTfl
CARTA DE DON FRANCISCO DE LOS BARRIOS Y TOLEDO, OBISPO DE
SANIA MARTA, PARA DONDE SALIÓ DESDE SANLÚJAR EN 4 DE NO-
VIEMBRE DE 1552, LLEGADD EN 6 DE FEBRERO DK 1553
Refiere lo ocurrido en el viaje, que lo hizo en la Armada del
General Carreño, expresando que de los cincuenta y cinco navios
de la expedición se perdieron tres junto a Canarias, y cuando salie-
ron de allí se prendió fuego la Capitana en 12 de enero, perecien-
do trescientas personas, entre ellas García del Busto, General de
202 BOLKTÍN DE mSTORIA Y ANTIGÜEDADES
Popayán, su mujer, hijos y famili-j, salvándose sólo Pedro Her-
nández del Busto, hermano de aquél, el General Carreño, y diez y
ocho marineros; dicen que los temporales obh'garon dividirse los
doce navios, que tuvieron que arribar a Berbería, de donde fueron
a Cartagena, llegando sólo treinta y tres de los cincuenta y cinco
navios. Por último da cuenta del estado en que encontró a su llega-
das diversos lugares. Costa del Rio Grande, 15 de abril de 1553.
Muy altos y muy poderosos señores: Fue Dios Nuestro Señor
seruido que saliésemos de la Barra de Sant Lucar a quatro dias del
mes de noviembre del año p^ssado de ciquenta y dos, tomamos en
quatorce dias la Isla de la Gomera y en tres el refesco necesario.
Salimos de alli á veinte y dos del dicho mes, nauegamos (ochenta ó
cien leguas por la mar, dionos un vendaual tan desecho que pensa-
mos todos perdernos. Durónos este tiempo seis dias con sus noches
y con andar todos los nauios á árbol seco, boluionos el tiempo se-
senta leguas atrás de las Canarias. £n este interim nos tomaron
frateses un nauio que se nos quedo Zorrero y otros dos se fueron a
fondo por que hacia mucha agua y otros diez ó doce faltaron por-
que tomaron la costa de Berueria y arribaron primero a Cartagena
que las flota* quedamos treinta y tres nauios de ciquenta y Qinco que
salimos del puerto. Zesado el vendaual boluimos a caminar para
las Islas de Canarias y llegamos a vista della quasi dos legjas y allí
estujmos treinta dias a árbol seco que no podimos tomar la gran
Canaria y no nauegamos nuestra derrota, por que estaua en aquel
puerto el almirante con otros dos ó tres nauios, y ellos no osauan
salir ni venir á nosotros aunque les hazia tiempo por miedo de los
fran9eses que los tenian a vista y nosotios no podiamos arribar á
ella por que nos era contrario. Ea este interim acometieron a la ar-
mada quatro nauios franceses, y llegáronse tan «jerca de nosotros que
nos podian tirar por que andan muy a la ligera y los nuestros tan
cargados que no solamente no podían ni pelear pero ni nauegar y so-
bre esto importa mucho a la ronsiencia y seruicio de Su Magestad
que V. al aduierta y mande que en la visitación y nauios que salen
de Hespaña se tenga grandissima solicitudy vigilancia que no se ha-
gan los embustes y traiciones que se hazen cerca de la visita de los
nauios (^ue dexan salir de esos puertos nauios podridos y que ha-
zen agua como harneros) y tan cargados de mercaderias y gente
que no pueden nauegar en ninguui manera ni valerse. Y como los
señores de ellos los dejan alia asegurados y sus mercaduriasy ha-
cienda huelgan de desallos hundir e anegar en la mar sainando sus
personas en Ins bateles y pierden los pasageros sus personas y ha-
ziendas y lo que es peor que si valen las mercaderias quinientos y
el nauio mil aseguran lo doblado de lo que valen, y es assi que
lo vimos por experiencia en esta jornada que pudiera llegar el na-
uio a puerto y sainarlo y las mercaderias e no quisieron si no de-
xarlu y era hondo porque dicen que en el puerto no queda obliga-
do el asegurador &&. \,
OBISPADO DÍ5 SANTA MARTA 203
A cabo de treinta dias tomamos á ia Gran Canaria cinco dias
antes de nauídad y ay estuuimos la pascua aunque ia vigilia deila
después de tañido a vísperas nos hizo embarcar el General Carreflo
y se hizo á ia vela con tiempo contrario y nos truxo toda la noche
buena muriendo por ia mar hasta que Dios seruido definfoi^^rle
con temporal que voluiese á la mar puedo al segundo dia de pas-
cua por que el primero no diximos misa ni la vimos. Salimos de
ia Gran Canaria el penúltimo dia de diciembre y nauegamos doce
dias y jueves en la noche a doze de henero a las diez o honze de ia
noche salto el fuego del farol de la Capitana que era muy grande y
descon93rtado 3» que traia y prendido en el nauio y quemóse todo
a vista de toda la flota sin poderlo remediar. Perecieron en el tr«-
cientas personas entre las cuales murió el muy honnrrado cauallero
Garcia de Busto que V. Alteza enbiaua por su Güber.iador a Po-
paian y su mujer y quatro hijas doncellas y los hermanos y parien-
tes del y ella que consigo lleuauan. Escapó sólo un hermano del
Gobernador que se llama Pero Hernández de Busto por que se
echo a nado y saluose en el batel con el General Carrefto y otros
diez y ocho marineros; a este cauallero yo le recibí en mi nauio y
lo etraido y traigo siempre conmigo y le tendré siempre en mi
compañía hasta que V. ai mande otra cosa. Por ques muy honrra-
do cauallero y tiene méritos v auilidad para emplearse en seruicio-
de Vuestra Real Alteza y asertara muy bien sobre el qualquier offi-
cío que fuere seruido deledar y dexolo muy merecido los grandes
seruicios de su hermano pues pereció en seruicio de Vuestra Coro-
na Real (el y toda su porteridad) y no creo qe pueda persona nin-
guna de su linaje mas propinqua ni en quien se emplee mejor la
paga de tan grande servicio. De mi parte suplico humillmente a
Vuestra Real Alteza buelua los ojos de su clemencia a mirar a este
noble cauallero que escapo en cueros, como lo parió su madre, y
padece gran necezidad y ningún remedio tiene si no el que espera
de Vuestra Real Clemencia.
Tomamos el puerto de Santa Marta a seis dias del mes de he-
brero y luego la posesión de nyestra Iglesia por virtud de las Bu-
las de su Santidad. Mandóme por una que haga su juramento
acostumbrado que suelen hacer 1 3S prelados y defender la Iglesia y
fauorecella y no cosnpirar contra el Pontifi9e &»&. Bisitare litnina
apostolorum y de dos en dos años y que este jutamento .sehnga en
manos del Obispo de Sint Juan de Puerto Rico o del de Cuba por
que les fue hecha reUcion de que estañan mas propinguos y aco-
modados, a nuestra derrota. Yorogue mucho al General que venia
en nuestro nauio que tomásemos a Puerto Rico o a Santo Domin-
go donde dizen residen el Ovispo de Sant Juan y el me prometió
de hazello a si por que el lo traia por instrucción y mandato de
Vuestra Real Alteza y había de tomar el tesoro de Vuestra Real
Alteza que esta en Santo Domingo, Y llegados a la Dominica don-
de se hauia de tomar la derrota dionos un temporal tan forzoso
que en ninguna manera «os dexó arribar auaque lo trabajó grande-
mente toda la flota. Lo de Cuba no era camino v asi ni en la una
204 BOLETÍN DE fflSTOKIA Y ANTIGÜEDADES
parte ni en la otra no se pudo hacer el voto porque lis cosas de
la mar no son en manos de los hombre'?. Llegados a Santa Marta
yo visité aquella iglesia y la ordené lo mejor que pude y eslue
ayi dos meses esperando si biniese algún nauío para ir a Cuba ó a
Santo Domingo a hazer el sobre dicho voto y juramento y no vinie»
ron porque ningún nauio osa caminar solo por miedo de franceses
y visto que aquel no auia remedio determiné de ir por tierra ai Rio
de la Hacha para embarcarme alli a una de las dos partes porque
me dijeron que alli se avruia mas presto un nauio y yendo por el
camino hayé que se hauian leuantado los indios de Buritaca los
quales soban esta- de paz y la causa de sus amotinamientos fue por
que embiaron los Oydores del Nuevo Reino a un Capitán que lla-
man Pedro de Uifua sobrino del Licenciado Miguel Diaz a poblar
el valle que llaman de Taiiona ques en estas tieiras de Santa Marta
y enbió delante ciertos soldados y bizuños que acá llaman chapeto-
nes y no tenían intelligencia ni lengua de las costumbres de los in-
dios y hicieronles algunas uexíi^iones y malos tratamientos tomán-
doles los mantenimientos y haziendas y viendo esto aleáronse qua-
tro o cinco pueblos y mataron y hirieron algunos hespaftoles. Yo
rogué y exorté y aun requeri a este Capitán sobre diiho que no
hiziese la entrada y no quiso dexarla dehazei y visto esto y que no
podia pasar a executar mi deseo y voluntad dexé el camino que
ileuaua no embargante que la ciudad me requirrio que no rae em-
barcase y no saliese del ovispado por que assi conuenia al seruicio
de Nuestro Señor y de Vuestra Alteza, yo me embarque por la
mar y bine a la boca del Rio Giande que baxa del Reino y embar-
queme en el en una canoa y subo visitando nuestra iglesia y e
visitado la de Tenerife y esta de esta ciudad de Tamalameque don-
de al presente estamos y por que aqui topé mansHJero para Hespaña
parecióme dar cuenta a Vuestra Real Alteza de lo hecho hasta aqui
aunque quedo con escrúpulo aunque e hecho todo lo que es en mi
para ir a efectuar y hazer el voto que su Santidad me manda en
uno de los dos prelados yndiferentemente y con obligación de lo
hazer si no se saca dispensación yo escriuo amo solicitador de
Diego de Auila para que lo procure y solicite y pida Vuestro Real
auxilio y fauor a Vuesta Real Alteza suplico se lo mande dar y si
el legado que en esa Real Corte reside tuuiere autoridad para dis-
pensar en lo que por mi memorial pediré se ympetrey si el legado
no la tuuiere se escriba al vuestro embaxador para que de su san-
tidad la alcanza que este voto o juramento se haga tn manos del
Ovispo de Popaian que es prelado mas conjunto a nuestro obispa-
do y puedo yr por tierra. Por que si huuiese de baxar del Reino y
bolverme a embarcar para Santo Domingo, ó para Cuba primero
que boluiese a subir a el se acabaria la vida, y es grandísima la
necesidad que hoy en estas partes ay de la existencia de los pre-
lados y asi suplico a Vuestra Real Alteza que con presteza mande
prouuer las iglesias que están sin pastores por que es cosa impor-
tantisima al seruicio de Dios y de Vuestra Real Alteza, que es
grande la falta de christiandad que ay en estas partes no solamen-
OBISPADO DK SANTA MARTA 205
te en las naturales pero aun en los hespañoles y muy maior de
ministros que administren la fé y doctrina á los unos y á los otro».
Y esas ministros que ay son las heses y escoria que hespaña dese-
cha por no podellos sufrir y aunque nos, en llegado al Reino, por
que estoy cient leguas del desembarcadero pero sabido que las or«
denes que en el estauuan fundadas y la chtistiandad que predica-
ron todas están dissipadas y destruidas. Poi que assi I j orden de
dominicos como de fran§iscos y las cabt9as de ellas por ser enfer-
mas y no las que deuian desaanpararon aquellh iglesia y todos los
fraües huuieron dell a la causa de esto ni quien tenga la cu'pa yo no
lo se ni la puedo desir a Vuestra Alteza por que no tengo cierta in-
formasion delio, alia la abra sa^ido por que abram aportado algu-
nos dellos cuando la tenga bastante yo la diré a su tiempo lo que
al presente puedo desir es que aun que hasen gian cargo a los oy-
dores de Vuestra Real Audiencia los quales yo no conozco ni evis-
to, ninguno dellos, pero por lo que se y tengo entenoido de lo do
las ordenes no puedo descargar la gran culpa a las cabe§isy rec-
tores dello's que fueron fray Juseph de Robles vicario de lt.»s domi-
nicos y fray Jerónimo custodio de los franciscos por que por nin-
gún aggrauuio ni estorsion que nuestros oidores les hisiesen deuian
ni era licUo desamparar como desampararon aquella iglesia y la fe
y euangelio que tenian fundada y predicada a los yndios por que
me dicen que los mas an apostatados dellas y vueltose a sus ritos
y 9eremonias lo cual pudieron escusas con dar aviso de sus aggra-
uiüs a Vuestra Real Alteza para que los mandara remediar pero
ellos dieron grandes ocasiones para tilo.
£ dado cuenta dello a Vuestra Real Alteza aunque de paso
para benir a imferir esta conclusión y digo que la maior nesecidad
que ay al presente en todas estas vuestras indias y especialmente en
estas Iglesias del Nueuo Reino es de ministros assi de clérigos como
de frailes que sean t^les quales conuuienén para predicar el sacro
euangelio y la fe de Xristo a ynfieles por que acá las mas iglesias
están sin sacerdotes ni curaS y esos que ay en algunas todas son de
frayles renegados y de los clérigos prohibidos yo estoy determinado
de no dexar acá ninguno destos como Vuestra Real Alteza rae lo
manda por su 5'ídula y asi quedaran las iglesias desiertas y desam-
paradas en cargo a Vuestra Real Alteza U consiencia y descargo la
mia en esto que con presteza mande prouuer de ministros asi de
clérigos como de reí i- giosjs que íea tales por que yo no puedo ha-
cer mas que por uno y el pastor poco puede guardar sin perros.
Una cosa se me cfrece de anisar a Vuestra Alteza importanti-
sima a su re^l seruicio y a la conseruacion y augmento déla goure-
nacion desta Prouincia de Santa Marta y es que es muy necesario
que en aquel puerto de Santa Marta se haga una fortaleza y se ador-
ne de artilleria para que la defienda y ampare de los franceses y
enemigos por que sin esta en nunguna manera se puede conseruar
ni subs tentar alii población ninguna si no que de nt9esidad an de
desamparar aquel puerto y es el mejor que ay en todas nuestras
yndias por que ya muchas veces lo han robado y quemado lo»
206 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
franceses y agora esos diez ó doze veciuos que allí están todos tie»
nen las haciendas escondidas en otras partes y ellos la capa en ei
hombro para desampararlo huiendo de sus enemigos y asi estaua*
mos todos esperándolos esos pocos de dias que ay estuuimos por
que nos venian dando alcancé por la mar y a ios prisioneros que
tomaron dixeron que abian de robar los puertos como hisieron a
Lan9arote y Fuerte Ventura. Al presente no se me offrece otra
cosa de que dar aviso a Vuestra Real Alteza llegado al Reino lo
daré de lo que a'li pasare guarde y conserue Nuestro Señor su
Real Estado como por todos se desea. Fecha en esta ciudad de
Tamalame, que en la costa del Rio Grande a quince dias del mes
de abril de 1553 años. Muy altos y muy poderosos señores. El
perpetuo Cappeilan de Vuestra Real Alteza. El Obispo de Sancta
Marta. (Rubricado).
En el documento y en forma de carpetilla dice lo siguiente, en
la parte dedicada a la dirección: A los muy altos y muy poderosos
señores. Presidente y Oydores del Real Consejo de Yn^ias en los
Reynos de su Majestad. )J< A su Alteza del Obispo de Santa
Marta de xv de abril de 155J. Comen§ída a ver. Vista y que se le
responda que el tenga cuidado de estas cosas; que castigue con ri-
gor a los que hizieron malos tratamientos a los yndios; y que tra-
ten bien a los religiosos. (2,019 Estante 2, cajón 2, legajo 3/18
R." 26. Archivo de Indias).
¿QÜIEH E$ Eh flUCOR DEh SOnETO
«A VOZ CORRIENDO VOY, BRAZOS SAGRADOS?»
No há mucho, disertando sobre el célebre soneto «No me
mueve, mi Dios, para quererte....,» atribuido a varios, pero sobre
todo a San Faancisco Javier, puse de relieve las conjeturas que
hacen probabilísima la opinión de que, no el soneto mismo, pero
las ideas de él, son realmente del grande Apóstol de las Indias ( 1).
Hoy no se trata de conjeturas: hoy poseo sobre otro tema de-
batido un grado de certeza capaz de satisfacer a la crítica más
«xigente. V<>y a descubrir el nombre del autor de otro soneto ce-
lebériimo que por casi un siglo ha circulado con nombre falso o
sin nombre alguno.
Un poco de historia. Pero antes repitamos, para los que no lo
tengan presente, la bella y sentidísima plegaria:
(1) Vid. Raza Española número 3, pág'g-as 58 y siguientes. La
importantísima publicación franciscana Archivo Ibero-Americano,
en !»u número xxxviii ^marzo-abri! i920K páerinas 311-314, trata d«
e.-ta insignifícante producción mía. Lo agradezco si-iceramente; y
aunque las razones por mí aducidas dice el autor de la crítica (sin
prob'irlo) que no son «plausibles, > me abstendré de toda polémica,
por creerla inútil en el presente caso.
¿QUIÉN KS EL AUTOR DEL SONETO 207
A voz corriendo voy, brazos sagrados,
En la cruz sacrosanta descubiertos,
Que para recibiime estáis abiertos
Y por no castigaime estáis clavados;
A voz, ojos divinos eclipsados,
De tanta sangre y lágrimas cubiertos.
Que para perdonarme estáis despiertos
Y por no confundirme estáis cerrados;
A voz, clavados pies para no huirme;
A voz. cabeza baja por llamarme;
A voz. sangre vettida para ungirme;
A voz, costado abierto, quiero unirme:
A voz, clavos preciosos, quiero atarme
Con ligadura dulce, estable y fírme (1).
Escribiendo la «Historia de la Literatura» de su patria el eru-
dito y ameno Vergara y Vergara (2), se iiizo vocciro de aquella
creencia qup, universal hasta la época de aquella obra, daba al
doctor Juan Manuel García de Tejada, sacerdote colombiano (o sea
neogra«)adÍQo), el derecho de propiedad sobre el hermoso soneto,
y como de ese autor lo publicó, sin poner ea ello la menor duda.
No sabía Vergara y Vergara que su autoridad iba a §cabar de
desorientar la opinión, pues su dicho valía más que todos los de-
vocionarios y antologías en que también aparecía el soneto como
obra de García de Tejada.
Gómez Restrepo, anotando con su acostumbrada maestría de
critícala segunda edición de la citada Historia, pone al pie del
soneto las siguientes palabras:
«Aunque nadie parece disputar hasta ahora la paternidad de
este soneto a García Tejada, pues no hace mucho lo reprodujo
con su nombre el conocido periódico Blanco y I'/ sgr o, de Madiid,
en un número de semana santa, haremos notar que en el número
cuarto del Investigador Católico^ periódico que se publicaba en Bo-
gotá en 183b (cuando aún vivía el doctor García, aunque lejos de la
Patria), aparece reproducida tal composición con las inicíalas P.
de V. y P., que no sospechamos a quién puedan corresponder (3).>
Más tarde Menéndez y Pelayo, al tratar el mismo asunto en
sus admirables comentarios acerca de la poesía hispanoamericana,
copia los anteriores conceptos de Gómez Restrepo, y añade por
8U parte:
(1) Esta es la forma en que lo presenta Gómez Restrepo, seguido
por Menéndez y Pelayo, a quien citaré en seguida. Otros leen en el
último verso:
cPara quedar unido, atado y firme.>
lo cual parece más propio, si se considera la forma original. qu«
daremos al fín.
(2) Historia de la Literatura en Nueva Granada, por José María
Vergara y Vei gara— Desde la Conquista hasta la Independencia
(1538-1820). B gota, 18o7.
13/ El mismo título anterior. Segunda edición. Con prólogo j
anotaciones de Antonio Gómez Restrepo. Bogotá, 1905 (vid. página
452).
208 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
cTengo casi la seguridad de haber !eído este soneto en las
obrasdeagún poeta anterior a Tejada, pero no puedo recordar
quién sea (i).»
En los últimos años la incertidumbre ha hecho que se repro-
duzca ei poemita como anónimo, y asi lo vemos, por ejemplo, en
una bella estampa del Crucifijo de Velásquez, impresa poco há
en Madrid, y en el distinguido diario El Debate de la misma villa,
COI respondiente al jueves santo de este año (2). Todavía la reciente
colección titulada Las mejores cien poeiixs líricas colombianas atri-
buye aquel dije a García de Tejada, si bien en los índices descubre
su escrúpulo el atildado antologista (3) poniendo un punto inte-
rrogante después del nombre del autor.
Pues bien: ese autor, anterior a García de Tejada, en quien
Menéndez y Pelayo creía haber leído, sin conseivar su nombre
(cosa en él admirable), el aludido soneto, ese autor es el poeta
portugués doctor Manuel de Nóbrega.
Porque el soneto es portugués, y como portugués aparece des-
de principios del siglo xviii, por lo menos, hasta que bien entrado
ya el siglo xix hace su aparición en la literatura castellana. Su-
ponemos que lo traduj ) García de Tejada, y al publicarlo dio oca-
sión a que se le creyese hijo de su ingenio.
El doctor Manuel de Nóbrega fue natural de Lisboa, y floreció
en la mitad del siglo xvii. Citante Barbosa Macnado, en su Btblio-
iheca Lusitana (4), y en su Diccionario fíib.'iagraphico Portugtuz
Innocencio de Silva (5), elogiando su Epicedio del Príncipe Don
(1) Historia de la Poesía Hispanoamericana. Tomo 11 ■ Madrid,
1913. (páginas?).
(J) Tanto en la imagen comeen El Debate hallamos una varia-
ción, que consiste en mudar el segundo terceto en otro en que entra
el Corazón Adorable de Jesús:
<En voí, costado abierto, quiero hundirme.
Y en ese Corazón anonadarme.
Y en su volcán de amores consumirme>:
bella idea, y que además corrige la flojedad del último verso del
terceto primitivo; pero que, por destruir la unidad de estilo, creo
no merecerá la aprobación de los eruditos: fuera de que estos monu-
mentos antiguos debieran declararse intangibles por decreto del
gusto universal. .. .
(3) El distinguido joven jesuíta Padre José Vargas Tamayo.
(4) Tomo III (Lisboa. 1752). página 324, donde parece aludir al
objeto de esta investigación cuando, al enum-rar las poesías de Nó-
brega, dice: «Soneto e Égloga a morte da senhora D* María de
Ataide, 16.S0 (Disb ). O soneto, a página 27 vers.; a EgU.ga, a página
70 vers.» Y si así es. permítaseme opinar que anduvo pocj acertado
el Summarto da BibUothecu Lusitana cuando (en su tomo iii. página
147) da cuenta sólo del Epicedio (inf. cit.) y de la Égloga, dejando
escondido un tesoro como el del sonet.) que estudiamos.
(5) Tomo VI, página 69. Comprendemos que no haya hecho men-
ción del soneto, por el carácter bibliogrático de su obra: no lo hallaría
publicado aparte. Sin embargo, puede muy bien creerse que la in-
SOBRE EL AUTOR DE CIERTO SONETO 209
Teodosio (i) y su Égloga en la mueite de doña María de
Ataide (2).
La primera obra de valor critico que sepamos haya publicado
nuestro soneto es la Nueva Floresta, del Padre Manuel Bernardes,
del Oratorio de Lisboa (3). Fue esto en 17 ri; y de ese año en ade-
lante, multitud de libros de piedad, así en Portugal como en el
Brasil, lo repiodujeron con la firma del mismo Nóbrega. Cun ella
aparece también en el «Novo Mensajeiro do Corcízao de Jesús,» en
1898 (4).
Óigase ahora el texto original del primoroso y ungido sone-
to, y adviértase con cuánto mayor naturalidad fluye el verso y
cuánto más delicados resultan algunos epítetos, denunciando su
genuino origen:
A vos correndo vou, bracos sagrados,
Nessa cruz sacrosanta descubertos.
Que para receber-me estaes abertos
E para castigar-me estaes cravados;
A vos, olhos divinos eclipsados,
De tanto sangue e lagrimas cubertos.
Que para perdoar-me estaes despertó*
E por nao devassar-rae estaes fechados;
A v6s, pregados pés por nao fugir-me;
A vos, cabeSa baixa pxjr chamar-me;
A vos, sangue vertido para ungir-me;
A vos, lado patente, quero unir-me;
A vos, cravos preciosos, quero atar-me,
Para ficar unido, atado e firme.
No será fuera de propósito recordar un pasaje bellísimo de
San Agustín (en inspiración artística, como en todo lo demás, ge-
nio incomparable):
«Mirad esa cabeza inclinada para besaros; ese corazón abierto
para amaros; esos brazos extendidos para abrazaros; ese cuerpo
todo manifiesto para redimiros. Pensad cuan grandes son estas co-
sas, pesadlas en la balanza de vuestra corazón, y fíjese todo El en
cluyó en aquella cita: cTen tambetn algum'aspoesias ñas "Memorias
Fúnebres de D?^ Maria de Ataide," etc.»; pues según Barbosa Ma-
chado (cita anterior), en un mismo volumen se hallan un soneto y la
égloga, y ya hemos conjeturado con bastante fundamento que ese
soneto es el que nos ocupa.
(Ij «Epicedio inconsolavel a morte do serenissimo principe de
Portugal D. Theodosio, que falleceu em 15 de maio de 1653,» Lis-
boa. . . ., 1653. «Consta de veinte e seis oitavas rythmadas.»
(2) Citado poco há en las notas.
(3) Tomo iif, página 207. Pone el soneto en la misma forma que
lo daré al fin. y nombra al doctor Nóbrega como a su autor univer-
salmente reconocido.
4) Debo los datos de este párrafo, y algún otro, a la finísi-
ma bondad del egregio literato portugués Padre Antonio Antunes
Vieira, S. J.
XIV— 14
210 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
vuestro pecho quien por vosotros estuvo todo El fijo en uaa.
cruz (i).»
¿No inspiraría este pasaje al autor del soneto? La semejanza
es harto clara. Y me atrevo a pensar, aparte de la posibilidad de
que «los genios se encuentren,» que si Nóbrega no se propuso de
un modo explícito la imitación, es muy probable al menos que
ésta surgiera de la impresión que suele quedar en el espíritu des-
pués de meditar una sentencia luminosa o de contemplar un cua-
dro maestro. Dijo, no recuerdo dónde, el divino Platón que hay una
especie de generación en la belleza.... (Esti tokos tis en to kalo).
D. Resttepo, S. J.
Nota — Por equivocación tipográfica se puso al principio, en el
texto y en el soneto castellano, voz: léase vos.
inFORíDES
I
MANUSCRITOS DK JIMÉNEZ DE QUESADA (2)
Honorables Representantes:
Hasta no há mucho tiempo los historiadores colombianos ig-
noraban el número preciso de obras escritas por el Licenciado
Gonzalo Jiménez de Quesada, conquistador del Nuevo Reino. Pero
un erudito y concienzudo escritor, quien se ocultó bajo el seudó-
nimo de E. de Saldanha, en admirable monografía, de pocos co-
nocida, ha estudiado con tan certero criterio y tan convincente
lógica histórica el asunto, que hoy podemos saber con casi abso-
luta certeza cuáles fueron esas obras del Adelantado, extraviadas
o perdidas desde hace muchos años, porque no fueron oportuna-
mente publicadas.
Nuestros historiadores, empezando por el benemérito autor de
la Historia de la Literatura en Nneva Gt añada, habían creido
que el ilustre Licenciado bolamente había compuesto, en materia
que con la conquista de nuestro país se rozaba, un libro que todos
titulaban Ratos de Suesca o Compendio Historial. Mas resulta de
las investigaciones que con serena critica ha realizado el modesto
y erudito compatriota, a quien hemos citado, que los Ratos de
Suesca y el Compendio Historial son obras bien distintas, com-
puestas por el Licenciado en épocas diferentes de su fecunda y agi-
(1) clnspíce caput hoc inclinatum, ad osculandum, cor apertum
ad dilig-endum, brachia extensa ad amplectemdum, totum corpus
expositum ad redimendum; haec quanta sint cog'itate; haec ín statera
vestri cordis appendite: et totus vobis figatur in corde, qui totus pro
TObis fuit aífixus in cruco (Lib. de Virgin).
(2) Por falta de espacio no se había publicado este informe, que
fue presentado a la Cámara de Representantes en 1920.
INFORMES 211
tada existencia. «Nunca llorarán las letras históricas de Colombia
— dice Saldanha — lágrimas suficientes para lamentar como es de-
bido la pérdida de este valioso documento (el Compendio His-
torial). Sábese que de él existieron dos ejemplares: el uno fue a
Espafia, sin duda, para entrar a las prensas, y el otro existía en
Bogotá, y lo tuvo a mano Zamora a fines del siglo xvii cuando
escribió su dominicana crónica. Es probable que el mamotreto
formara parte de la biblioteca del convento de Santo Domingo, a
la cual fuera a parar, junto con la librería del Adelantado, donada
por éste al dicho convento, según refiere Zamora en la página
273 de su crónica.
«Piedrahita vio el manuscrito en España, y nos ha dejado so-
bre él los siguientes detallas: "encontré en una de las librerías de
la Corte con el Compendio Historial de las conquistas del Nue-
vo Reino que hizo, escribió y remitió a España el Adelantado don
Gonzalo Jiménez de Quesada, pero con tal mala estrella que por
más de ochenta años había pasado por los ultrajes de manuscrito
entre el concurso de muchos libros impresos." Más adelante agre-
ga que el Adelantado "afirma, escribía el compendio modestode
sus hazañas al mismo tiempo que ejecutaba muchas de ellas en las
guerras de los guasquies y gualíes, por los años de 1572 y i573t'*
a lo cual añade Piedrahita que a Quesada "privilegió la naturaleza
para que acertase a escribir con templanza lo que primero obró
con valentía."»
Los Ratos de Suesca fue una obra de Quesada, anterior al
Compendio Historial. Está perfectamente probado, por la licen-
cia que, para ser impreso el libro, concedió el Rey, que el escrito
del Licenciado se hallabí en la Península el 4 de noviembre de
1568. El Compendio Historial, como dicho queda, con ei apo-
yo del testimonio del Obispo Piedrahita, fue compuesto por el
conquistador en los años de 1572-1573. Los Ratos de Suesca, ver-
saba, según la licencia del Rey, «sobre materias y cosas tocantes a
Indias,» de muy provechosa lectura.
Parece que escribió también el adelantado un «Gran Cua-
derno,a que consultaron algunos contemporáneos del conquista-
dor, entre ello- don Juan de Castellanos.
En 1886 un célebre erudito español, don Marcos de la Espa-
da, publica la siguiente curiosa noticia:
«Quiero recordar que algún escritor neogranadino asegura
que se encontraba manuscrito en la Biblioteca de Santafé (el Com-
pendio), y que desapareció de allí en el primer tercio de nuestro
siglo.... Conservo en mi poder y guardo con mucho aprecio carta
del malogrado y distinguido escritor argentino, señor Aurelio
Prado y Rojas, que me dice:
"En una excursión que he hecho del Norte (de España?) he
encontrado un señor de Salamanca que dice poseer un manuscrito
del conquistador Jiménez de Quesada, referente al Nuevo Reino
de Granada, y que desea publicar; pero sin contaj con los recur-
212 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
SOS necesarios para ello, me he acordado de usted, y espero que
en el caso que el libro éatre en el plan de sus publicaciones para
comunicárselo al interesado."
«Por desgracia — agrega el señor De la Espada — poco después
de escrita esta carta (en Madi id el 30 de agosto de 187U), murió
el señor Prado y Rojas y no pude averiguar nada sobre el manus-
crito de su referencia.»
Se ha venido repitiendo desde que por primera vez lo dijo
Vergara y Vergara, que el manuscrito del Compendio Historial
existía en la Biblioteca Nacional en el año de 184.8, y que de allí
lo tomó el historiador Plaza para consultarlo en la composición de
sus Memorias para la Historia de la Nueva Granada. El señor
de Saldanha desvanece con minuciosa investigación la especie que
atribuye a Plaza la pérdida del manuscrito de Quesada.
Escribió Quesada, asimismo, las siguientes obras: Apunta-
ciones y noticias sobre la historia de Paulo Jovio; Anales del
Emperador Carlos t; Las diferencias de la guerra de los dos
mundos, y Colección de sermones con destino a ser predicados
en las festividades de Nuestra Señora.
Todas se perdieron. Por los fragmentos que de la primera se
citan puede juzgarse lo interesante que sería conocerla en toda su
extensión. Es probable que en alguna o algunas de esas obras
diera el Adelantado datos acerca de su vida antes de 1535, año
desde el cual empieza a ser conocido como conquistador del Nue-
vo Remo.
A vuestra Comisión ha pasado para informar en segundo
debate el proyecto de ley «por la cual se dictan algunas medidas
para la consecución de una obra histórica.»
Muy laudable encontramos la iniciativa propuesta por el ho-
norable Representante doctor Luis Cotes. Destina su proyecto la
suma de dos mil pesos del Erario con el fin de comprar, a quien
los presentare, los manuscritos del Conquistador Jiménez de Que-
sada. De la anterior exposición despréndese que se hallan intere-
sados en descubrir el paradero de los manuscritos, no sólo de los
Ratos de Suesca y del Compendio Historial, sino de todas las obras
de Quesada, los historiadores y eruditos de nuestro país y de la
Península Española.
No juzgamos eficaz el medio que propone el distinguido au-
tor del proyecto para llegar a la adquisición de los manuscritos
del Adelantado, que se consideran perdidos; de modo que hemos
creído conveniente prescindir de la mayor parte de las disposicio-
nes del proyecto que estudiamos, reduciéndolas a lo esencial.
En consecuencia os proponemos:
«Dése segundo debate al proyecto de ley "por la cual se dic-
tan algunas medidas para la conservación de una obra histórica,"
teniendo en cuenta las modificaciones que en pliego separado te-
nemos el honor de presentar a la honorable Cámara. >
Honorables Representantes, vuestra Comisión. Max Grillo.
Hernando Holguiny Caro — Carlos M. Pérez.
INFORMES 213
II
CONCURSO DK 1921
Señores Académicos:
Honrados con el nombramiento de Jurados para calificar las
obras presentadas al concurso reglamentario abierto por la Aca-
demia Nacional de Historia para el presente año, tenemos el ho-
nor de presentar nuestro informe de la manera siguiente:
La Academia, teniendo en cuenta que el concurso anual veni-
dero seria cerrado y calificado cuando ya habría pasado el cente-
nario de dos acontecimientos tan dignos de recordarse como las
batallas de Bombona y de Pichincha, que fueron las que dieron
cima a la integración de la Gran Colombia; considerando la ex-
traordinaria influencia política que esos dos hechos de armas tu-
vieron en nuestra patiia; y advirtiendo la importancia que para
la causa de la independencia revistió la campaña del sur, dirigida
por los dos más notables caudillos que en esa época luchaban por
la emancipación colombiana, resolvió que la materia que debía
ser estudiada por los que aspirasen al premio del concurso del
presente año fuesen: La campaña libertadora del Sur y especialmen-
te la batalla de Bombona.
Para el ti ampo en que debían presentarse los trabajos y la
ocasión en que debían ser calificados no podía ser más oportuna
la tesis, ni podía darse a muchos de nuestros laboriosos investiga-
dores o historiógrafos un tema tan fecundo y de tantas fases para
el estudio como ese. Tal vez la misma importancia de la materia,
o acaso porque el buen éxito de otros concursos ha demostrado
que en casos como el presente no se sale airoso con estudios su-
perficiales, en el presente año no se ha presentado ai certamen
más que un trabajo, y por consiguiente hace falta al Jurado Cali-
ficador un término de comparación, toda vez que el lauro se dis-
cierne siempre a un vencedor. Y es esta circunstancia una dificul-
tad no pequeña para que vuestra Comisión pueda decl&rar sin es-
crúpulo el mérito comparativo de la obra presentada.
Pasando al único trabajo que se nos ha presentado, que tiene
por titulo: Campaña del Sur y especialmente la batalla de Bombo-
na, y por seudónimo H. I. J., podemos expresar en los siguientes
términos las impresiones que en nosotros ha dejado su lectura:
La obra consta de dos partes: la primera lleva el mismo título
de todo el trabajo, y la segunda se titula: Homenaje al Liberta-
dor. Esta segunda parte, la menos extensa, no requiere tstudio
del Jurado, y ni aun siquiera su concepto. Es un verdadero y her-
moso florilegio, que nosotros no osaríamos punzar con el escalpelo
de la crítica, pues que en lo general es una colección de los más
bellos pensamientos de escritores notables que han tocado la per-
sonalidad del Libertador, y aun de este mismo, y de otros perso-
najes que si no fueron literatos les abona sus palabras la verdad
de la historia como compañeros o conocedores personales del hé-
214 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
roe americano: allí se leen Camilo Torres, Bello, Humboldt, José
Manuel Restrepo, los Mosqueras, O'Leary, Sucre, O'Connor, La-
fayette, Santander, M. A. Caro, Olmedo, Páez, Anzoátegui, en
fin, una multitud de pensamientos de compatriotas y extranjeros,
que sirven si no para glorificar y engrandecer la personalidad de
aquél de quien dijo el poeta que su porvenir son los tiempos y el
Amazonas el riego que fecunda sus laureles, sí para conservar en
la memoria de las generaciones tanta grandeza y tanta gloria.
La primera parte, es decir, la que forma casi todo el trabajo
de historia, consta de xix capítulos muy bien presentados, con un
buen plano topográfico de la batalla de Bombona, y unas magní-
ficas fotografías bien claras y expresivas tomadas de aquellos cam-
pos legendarios, de sus contornos, del mismo punto de Cariaco, en
donde se verificó aquel inmortal y glorioso hecho de armas. Tiene
un buen índice inicial de los capítulos y de las ilustraciones que
en él se encuentran.
Por lo mismo que la obra que examinamos tiene un gran mé-
rito, y como prueba al desconocido autor de ella de que estima-
mos el valor de su trabajo, nos vamos a permitir hacerle algunas
observaciones:
A lo general de su importante monografía le anotaremos que
así como tuvo el cuidado de citar algunos de los autores de las
transcripciones entre comillas, para ser consecuente, ha debido
hacerlo con todas; y que, aunque a la Academia no le hará falta
el que se diga de qué fuentes son tomados los dates o dónde pue-
den encontrarse, hay sin embargo precisión de que ellas sean ci-
tadas para que la generalidad de los lectores puedan verificar la
exactitud histórica. Hoy esta clase de estudios es de ampliación y
rectificación.
Las apreciaciones de carácter técnico se acostumbra ponerlas en
las obras de historia como premisas, o como consecuencias del he-
cho historiado, o como móvil del personaje, o como manera de
obrar quien las determina, o como ligero comentario de la narración,
todo según el caso; pero jamás dislocadas, ni formando cláusulas
separadas, porque entonces dejan de ser obra narrativa para con-
vertirse en tratado didáctico sobre la materia a que se refiere el
comentario; en la presente monografía esas apreciaciones o aplica-
ciones hacen que el lector se considere como sentado en los ban-
cos de la Escuela de Cadetes o de la Superior de Guerra.
A la página 2.* de la obra le observamos:
i.'iMientras el General Manuel Valdés dejaba desorganizar y
corromper el Ejército del Sur en el Valle del Cauca, después de
Pitayé, el Libertador se ocupaba en la organización del Ejército
del Norte y prepararlo para combatir contra las divisiones de
Morillo, en dirigir las eperaciones del Magdalena, de Santa Marta,
de Cartagena, de Maracaibo, del Apure, y del sur y oriente de
Caracas; en dirigir la política del país, comunicar órdenes a todas
partes, enviar comisionados al extranjero, poner en gran pie mi-
INFORMES 215
litar toda la nación, etc., etc.; su ocupación sobre el armisticio no
fue más que un incidente notable de la campaña, y eso por la
ocasión que le brindaron las autoridades españolas,
2." La derrota de Genoy, infligida por las tropas españolas a
las republicanas, tuvo lugar el día 2 de febrero y nó de septiembre
del año que allí se cita.
3.<' Bolívar, que tantas veces había repetido su órdenes para
que Valdés marchase sobre Quito, resolvió al fin (21 de diciembre
de 1820) ir personalmente a dirigir esa campaña y resolver algunas
dudas sobre el armisticio, Valdés no cumplía las órdenes o las
cumplía tardíamente.
A la página 3.*:
1.° El General Sucre llegó con los comisionados Moles y Mo-
rales para notificar el armisticio a Popayán el día 24 de enero. Val-
dés salió de Patía hacia el sur, es decir, hacia Genoy y Pasto, el
día 15 para no aguardar a que Sucre que iba a reemplazarlo, toma*
ra el mando.
2." La Provincia de Guayaquil era considerada por Bolívar y
los demás patriotas como incluida en el armisticio; Aimerich fue
quien se opuso a que se la considerase incluida, pretextando que
era una dependencia del Perú, Esta era una de las dudas que el
Libertador quería aclarar personalmente en su viaje al sur, viaje
que no pudo llevar a cabo entonces, porque hubo de regresar desde
La Mesa hasta Venezuela, alcanzado por don Antonio van Halen,
que vino en posta a avisarle haber llegado los comisionados espa-
ñoles Sartorio y Espelius.
A la página 6.*:
Lavcomisión que se dio al General Mires (entonces Coronel),
para que se entendiese con el Gobierno de Guayaquil fue con fe-
cha 10 de enero; y al General Sucre en reemplazo de Mires, con
las mismas instrucciones y otras que se le agregaron, con fecha
25 del mismo mes, es decir, al día siguiente del en que el futuro
Mariscal de Ayacucho llegó a Popayán.
A la página 7.':
El General Sucre se embarcó en Buenaventura (o Cascajal
como se llamaba entonces el puerto) el día 3 de abril, y no el 14.
Por ser su navegación escasa de vientos y haber tenido tres días
calma, no llegó a Tumaco sino el lo de abril.
A la página 1 1 :
El escuadrón que despachó el General Sucre en busca de
Aimerich y que encontró la columna de éste cerca de Yaguachí,
antes de emprender la retirada, no efectuó una marcha retró-
gada equivocada o por equivocación; lo sucedido fue que mar-
chando por tierra a Babahoyo, se encontró con todo el grueso de
la división de Aimerich, y hubiese sido temeridad imperdonable
que comprometiese combate la única caballería que tenía Sucre.
Él esquivar el encuentro con Aimerich hizo retardar dos días ai
jefe patriota, pero en cambio esa travesía se hizo mejor porque
durante la demora Sucre le hizo preparar caballos de remonta.
216 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
A la página 17:
Sin duda que el General Sucre no debió ceder de su resolu-
ción de no bajar de la cordillera a la llanura de Atnbato. en donde
los realistas podrían hacer franco y libre uso de la superioridad de
su caballería, pero es preciso entender que aunque hubo influen-
cias morales y militares que le obligaron a quebrantar esa resolu-
ción, como él mismo lo confiesa en carta escrita el Libertador, no
fue esa condescendencia — sin embargo de que ese gran corazón
asume toda la respoasabilidad — la causa del desastre de Guachi.
Aquel nobilísimo jefe condescendió hasta cierto punto, hasta po-
nerse en contacto con el enemigo, o por ver qué ventaja, pudiera
obtener sobre él. o calcular el apoyo que debía prestar a otra
porción de sa ejército que un poco lejos de allí a órdenes de Illin-
grot podía verse comprometida. «Me fui en persona — dice Sucre
en su parte oficial al General Santander — a reconocer las inmedia-
ciones, nunca con el objeto de empeñar la acción^ porque yo desea-
ba esperar los resultados de Illingrot, sino de proporcionar un
punto en que bien apoyados descubriésemos positivamente la fuer-
za del enemigo y obrásemos libremente.» La causa verdadera e
innegable del fracaso de Guachi estuvo en que, como el General
Sucre, para conseguir lo que se proponía, debió hacer tomar por la
fuerza la casa y cercado de piedras que allí había, así lo ordenó al
General Mires y al Jefe de Ustado Mayor para que lo ejecutaran
mientras él hacía personalmente el reconocimiento que necesitaba;
pero esos jefes, llevados de una iniciativa inconsulta, de su impru-
dencia y de su impaciencia por combatir, aprovechando la corta
ausencia del General en Jefe, comprometieron el combate mn tro-
pas valerosas pero inexpertas e indisciplinadas, que se enardecían y
empujan con denuedo contra el enemigo, mientras éste más las en-
gañaba con la maniobra de fingidas retiradas hasta encerrarlas
entre las mismas cercas y chambas que deseaban quitar a los rea-
listas. Si en las consecuencias de este desastre es cuando más re-
saltan las grandes cualidades que para General en Jefe brillaban
en la joven personalidad del vencedor en Pichincha y Ayacucho,
hay que admirar más la nobleza de aquella índole angelical que lo
hace asumir una responsabilidad ante el Libertador Presidente
para evitar el enojo de éste contra otras personas y para no sufrir
la mengua de excusarse con culpas ajenas.
A la página 39:
Los pastusos y patianos eran excelentes conocedores del te-
rreno; el Batallón de Aragón podía conocerlo en las posiciones en
que había estado antes; pero el tiatallón de Cataluña, que desde
que vino de España no había salido de Panamá hasta que lo sacó
Murgeón, pisaba por primera vez aquel territorio.
Estas observaciones que acabamos de hacer nos autorizan
para tener la satisfacción de decir que si se hubiesen presentado
otros trabajos al concurso, difícilmente hubiesen triunfado sobre el
presente, o pudiesen ser obras de mayor excelencia, porque la que
INFORMES 217
acabamos de criticar sobre estar escrita con estilo sencillo y severo,
como deben ser las de historia, y además claro, elegante y castizo^
revela en su autor buen criterio de investigador, genio laborioso
y que no se deja coger de la desidia para llegar al fin que en su
tarea se propone; las fuentes en que abrevó sus conocimientos son
en lo general de origen puro, sus deducciones y comentarios se
enderezan a la verdad histórica, y ha sabido tejer bien la suce-
sión de Ic^s acontecimientos. Esta obra, no por la carencia de otra
para comparar, sino por lo que es en sí misma, es una obra de con-
sideración, es muy digna de aplauso, y merece los honores del triun-
fo. El esmero con que ha sido trabajada esta monografía, hasta el
punto de que el autor trae, con vistas fotográficas, el más completo
y variado conocimiento del teatro de aquella gloriosa y sangrienta
epopeya, no solamente ilustra y deleita, sino que hace contemplar
casi a lo vivo los detalles de aquella tragedia en que el Gran Bo-
lívar, grave y sereno, de pies sobre una pieiray dominando con su
mirada de fuego las exabrutas desigualdades del terreno, con su
radiosa espada señalaba el punto de sacrificio, y, más que con los
elementos materiales, con su prestigio propulsor, conducía los ba-
tallones libertadores por sobre sus propios cadáveres y obligaba a
la fortuna a romper con la victoria el dilema fatal de aniquilar a)
enemigo o morir en la refriega antes que contemplar el desastre
completo de los triunfos que desde los deltas del Orinoco debían
conducirlo a las cumbres argentíferas del Potosí.
La interesantísima página histórica con que H. I. J. viene a
enriquecer nuestros anales, tiene, entre otros muchos méritos, el
muy grande de haber interpretado el pensamiento de la Academia,
poniendo en la obra la debida concatenación y dependencia que
había entre las operaciones del Presidente Libertador de Coloni-
bia y las del General Sucre, como que dimanaban de un mismo
cerebro, eran parte de un mismo plan y conducían a un mismo
fin. Tampoco es de callar el mérito del trabajo que examinamos
en lo que se refiere al juicio crítico que hace sobre aquellos escri-
tores que por no detenerse a meditar en las circunstancias esotéricas
en que se hallaba el Libertador cuando empeñó la batalla de Bom-
bona, se han atrevido a censurar un hecho que, como muchos de la
historia militar, no están al alcance sino del pensamiento que los
concibe, de los motivos que los impulsan y de las necesidades que
los determinan.
En fin, y para no alargarnos más sobre una obra que H. 1. J.
publicará con beneplácito de todos los amantes de la historia, los
infrascritos miembros del Jurado Calificador nos atrevemos a con-
ceptuar que, aunque el trabajo que hemos estuadiado no se pue-
de considerar mejor que otro, por no haberse presentado más qué
éste, sería injusto declarar desierto el certamen, y por !o mismo
debe concederle el premio a su autor, excitándolo, eso sí, a que le
haga algunas correcciones antes de publicarlo.
Bogotá, octubre lo de 1921—/. D. Monsalve — Diego Mendo-
za— Gerardo Ar rubia.
218 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
III
MIEMBROS CORRESPONDIENTES
Señor Presidente de la Academia Nacional de Historia — Presente.
Tenemos el gusto de informar a usted sobre la propuesta he-
cha para miembros correspondientes en los señores R, B. Cunnin-
gham Graham y R. Verneau, en la sesión anterior y que nos fue
pasada en comisión.
Bien merecedores son ambos escritores de este titulo. El
seftor Graham, viajero ilustre y hombre de altísima ilustración, ha
publicado varias obras sobre historia americana, y colabora sin ce-
sar en revistas y diarios, con artículos sobre esta materia, y en
unas y otras ha tratado asuntos relativos a nuestro país. Reciente-
mente acaba de editar un libro titulado «Cartagena y las orillas
del Sinú,» todo él, como se ve por el título, sobre una de nuestras
ciudades principales y sobre una de nuestras más bellas comarcas.
En este volumen hay largos y sustanciosos capítulos concernientes
a nuestra historia; él por sí solo lo haría acresdor a esta distinción.
El señor Verneau es Vicepresidente de la Sociedad de Ame-
ricanistas de París y Director del Museo del Trocadero, que, como
es sabido, encierra tesoros arqueológicos, referentes algunos a
nuestro país. En casi todas las entregas del Boletín de la Socie
dad mencionada hay algún escrito del señor Verneau sobre histo-
ria americana. Nos bastará citar el que trae la última entrega, que
trata de cerámica de los aborigénes y en la cual hay datos relativos
a las tribus de nuestro país.
Por estas consideraciones, y de acuerdo con el reglamento,
hacemos la siguiente proposición: Nómbrase miembros corres-
pondientes de la Academia Nacional de Historia a los señores R.
B. Cunningham Graham y R. Verneau.
Bogotá, noviembre 2 de 1921 — Señor Presidente, Manuel
Villaveces— Ricardo Moros Urbina.
IV
MIEMBRO CORRESPONDIENTE
Señor Presidente de la Academia:
Títulos bien sólidos tiene el señor don Cayetano Coll y Tosté
para ser designado como miembro correspondiente de esta corpo-
ración. Dirige él, con erudición y amenidad, el Boletín Histórico
de Puerto Rico, en el cual sirve con eficacia no tan sólo a la
historia de esa simpática isla, sino a la de todos los paíseí america-
nos. Ocho volúmenes ha publicado, y en ellos se hallan preciosos
datos de antigüedades antillanas, episodios de nuestras nacionali-
dades, biografías de hombres célebres y artículos sobre asuntos
que se rozan coa las crónicas del Nuevo Mundo.
Hojeando esa colección se hallan capítulos relativos a nuestro
país. En el tomo de 192 1 hemos visto unas cartas del Obispo Bas-
INFORMES 219
tidas, el hijo del fundador de Santa Marta; un relato sobre las
consecuencias de la batalla de Carabobo; algunas curiosas noticias
sobre don Miguel Latorre, el compañero de Morillo; y sobre un
soldado llamado como el héroe de Boyará, José Antonio Anzóa-
tegui, y que fue a dar a la tierra de Borinquén; y otros escritos
que tienen nexos con nuestros anales. Hay allí también estudios
sobre instrucción pública, esclavitud y amonedación, que tocan con
la historia de Colombia y de las naciones hermanas.
Pero la obra histórica de! doctor Tosté no está limitada a esta
revista, bien que ella es por sí sola bastante para reconocerlo como
uno de los más eximios servidores de Clío. Ha publicado muchas
otras obras sobre la materia, entre ellas Historia de la Instrucción
Pública en Puerto Rico hasta el año de 1898, en la cual campean
la investigación honda, la redacción ordenada y metódica, y el
criterio justo, lúcido y certero. Asimismo «Colón en Puerto Rico,»
«Prehistoria de Puerto Rico,» etc., etc. ,
No hablaremos aquí de los méritos del doctor Tosté como
político, lingüista y médico, ni de otros varios que lo colocan
entre los hijos más ilustres de las Antillas, pues son ellos ajenos a
las labores de nuestro Cuerpo. Pero sí diremos que le han abierto
las puertas de varias academias y centros científicos como la So-
ciedad de Historia de Puerto Rico; la Real Academia Española
de Historia, las Academias de Historia de Cuba y Venezuela, las
Academias Antillanas de la Lengua y de Medicina, el Ateneo
Puertorriqueño, la Sociedad de Escritores y Artistas; y lo han lle-
vado a elevados puestos, como Gobernador regional, Subsecretario
de Agricultura, Industria y Comercio, Delegado de la Cámara Au-
tonomista; Secretario de Hacienda, y otros tantos.
En atención a estas ejecutorias hacemos la siguiente propuesta:
Nómbrase miembro correspondiente de la Academia Nacional de
Historia al señor doctor don Cayetano Coll y Tosté.
Bogotá, abril i." de 1922 — Señor Presidente. R. Cortázar.
Gerardo Arrubla.
HISTORIADORES DEL NUBVO REINO DE GRANADA
Señor Presidente de la Academia Nacional de Historia:
Basta una rápida lectura del estudió bibliográfico y cronoló-
gico sobre los Historiadores del Nuevo Reino de Granada, que
presenta a la Academia el correspondiente señor presbítero doctor
don Pedro M. Rebollo, para llevar al ánimo el convencimiento de
que es un trabajo original, importante y que viene a ser no so-
lamente útilísimo sino necesario para los que se ocupan en estu-
dios históricos.
Como el autor lo reconoce en la introducción, es difícil que
una obra de esta naturaleza sea completa, y podrá, por lo tanto, ser
enriquecida con nuevos datos por el mism:» autor o por otro afi-
cionado a estos estudios, principalmente en lo tocante a referen-
220 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
cias relativas al lugar y año de la publicación de los documentos y
libros citados, y al lugar en donde hoy se encuentran y pueden
ser consultados.
Así, por vía de ejemplo, puedo indicar las siguientes referen-
cias: Colección Muñoz (cerca de cien tomos). Biblioteca de la
Real Academia de Historia de Madrid, Manuscrito original de
Aguado, Manuscrito original del Epitome de la conquista del Nue-
vo Reino de Granada, Archivo Histórico Nacional de Madrid (en
una vitrina de la sala de manuscritos raros), Relación del descubri-
miento y conquista del Nuevo Reino de Granada, por Juan de San
Martin y Alonso de Lebiija. (Archivo de Indias, estante i, cajón
I, legajo ^'y ). Este documento está publicado en la colección Rela-
ciones Históricas de América de la Sociedad de Bibliófilos Espa-
ñoles. (Biblioteca del Ateneo de Madrid. 138, estante 37).
Como datos nuevos, no incluidos en el trabajo del doctor Re-
bollo, puedo indicar la «Relación del descubrimiento y población
de la Provincia de Santa Marta» (Archivo general de ludias, es-
tante i, cajón r. legajo i). Fue publicada y se encuentra en la
Biblioteca del Ateneo de Madrid (138, estante 37). «Cedulario de
las Provincias de Santa Marta y Cartagena de Indias.» (Siglo xvi,
1529-1535), tomo I. Publicado por la Librería Victoriano Suátez
en 1913. Madrid. Preciados 48.
Para dar cumplimiento a la comisión que se me ha dado, me
permito someter a la aprobación de la Academia la siguiente pro-
posición: En vista del trabajo presentado por el académico corres-
pondiente presbítero doctor don Pedro M. Rebollo, sobre «Historia-
dores del Nuevo Reino de Granada,» la Academia resuelve: i." Dar
un voto de aplauso a su autor por la importancia y utilidad dé
dicha obra. 2.' Ordenar su publicación en próximo número del
BoLETÍíT DE Historia y Antigüedades. 3.** Una vez hecha la pu-
blicación, remitirla a todos los Centros Históricos de la Repúbli-
ca, suplicando se envíen a esta Academia todos los datos y refe-
rencias que puedan obtenerse entre los miembros de dichos Cen-
tros, relativos a bibliografía de Nueva Granada. 4.° Pasar en
comisión con el mismo fin el trabajo del académico doctor Re-
bollo a todos los miembros de esta Academia Nacional. 5.» Nom-
brar, por la Presidencia, una Comisión permanente, formada por
tres académicos de número, que reciba y ordene los datos que se
envíen a la Academia, de suerte que pueda formarse más tarde
una bibliografía tan completa como sea posible de documentos y
publicaciones relativas a la historia colonial de la Nueva Granada.
Bogotá, junio i," de 1922 — Señor Presidente, /osé Manuel
Marroquin, presbítero.
VI
MIEMBROS CORRESPONDIENTES
Señor Presidente de la Academia Nacional Historia:
Pasamos a informar a usted sobre las candidaturas de los se-
ñores Moisés S. Bertoni, José E. Machado y Carlos Medina Chi-
UN DOMINICO COLOMBIANO MÁRTIR 221
rinos, quienes han sido presentados para miembros correspon-
dientes.
El señor Bertoni es un distinguido paraguayo, que ha publi-
cado varios trabajos sobre prehistoria americana de altísimo inte-
rés, especialmente en la revista «Anales Científicos Paraguayos.»
Allí ha tratado con elevado criterio y profunda erudición sobre la
raza guaraní. En alguno de siis capítulos ha mostrado la huella
que existe en nuestro país de aquella raza y enumerado algunos
nombres geográficos que pertenecen a aquel idioma.
El señor Machado nos dio hace poco su precioso libro «Vie-
jos cantos y viejos cajitores,» que dedicó galantemente al Secre-
tario de nuestra Academia, y en el cual se rememoran muchas de
las trovas y endechas de la guerra magna, con anotaciones de
grande interés para la historia. También son de él otras obras bien
notables, como «Rasgos Biográficos del General Francisco Miran-
da,» «Rarezas Bibliogrráficas.» «Recuerdos de Santa Marta,»
«Cancionero Popular Venezolano» y «Centón Lírico.» Tiene en
preparación «Apuntes sobre una Biblioteca,» «Escarceos Biblio-
gráficos,» «Historia Anecdótica de Venezuela,» «Rectificación de
Valores,» y otras varias.
El señor Medma Chirinos dirige en Maracaibo el periódico
«El Siglo,» en el cual publica constantemente artículos relativos a
la historia de Colombia, de algunos de los cuales ya la Academia
ha tenido conocimiento. Recientemente publicó uno intitulado «La
batalla de Maracaibo fue la que aseguró la independencia de Ve-
nezuela.» Muestra en él su hondo conocimiento de los anales de
la Gran Colombia y su crítica imparcial y serena. En todos sus
escritos revela vasta ilustración y claro talento.
En atención a estas condiciones que reúnen los tres mencio-
nados escritores, y que sus nombres son ya bien conocidos en el
mundo de las letras y beneméritos en el campo de la historia, ha-
cemos la siguiente proposición: Nómbrase miembros correspon-
dientes de la Academia a los señores Moisés S. Bertoni, del Para-
guay; José E. Machado, de Caracas, y Caries Medina Chirinos,
de Maracaibo.
Bogotá, agosto i.» de 1922 — Señor Presidente. Miguel Tria-
na — Manuel Villaveces.
un Dominico cobomBiano ídarcir
Cuanto más estudiamos nuestra historia, más nos convence-
mos de los muchos tesoros ocultos que hay en ella.
A vuela pluma voy a contar a los amigos de la historia un
hecho bien curioso, ignorado de muchos y sabido de muy
pocos.
Muchos se figuran que la evangelización de Colombia, y en ge-
neral de la América, no pidió la sangre de muchos de sus intrépi-
dos misioneros; que todo se llevó a feliz término por las vías di-
plomáticas, o cuando menos, por medio de las armas. En algunas
222 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
partes si, pero en lo general, no fue este el medio ordinario. Mu-
chos sacrificios, muchas privaciones y actos heroicos, en todos lo»
órdenes de la vida les fue preciso imponerse para ver coronada su
grandiosa obra los misioneros.
A fines del siglo xvii tomó el hábito de Santo Domingo, en el
convento de Nuestra Señora del Rosario de Bogotá, un joven de
las principales familias que por aquellos años integraban la socie-
dad de la capital del Virreinato.
Quizá por alguna oposición a que continuase en la Orden, re-
solvió retirarse de Bogotá, pidió al Superior de la Provincia li-
cencia para trasladarse a Tunja, gracia que le fue concedida.
Cumplidos todos los requisitos canónicos y particulares de la
Orden, hizo su profesión en manos del Padre Prior del convento
de Santo Domingo de Tunja. El acta oficial de este acto dice:
«Profesión del Hno. Fr. Miguel FIórez. En veinte i tres de
marzo de este presente año de mil seiscientos i noventa i siete
años, entre las cuatro i las cinco de la tarde hizo profesión para
Religioso de choro, el hermano Fr. Miguel FIórez habiendo to-
mado el habito en el Convento de Nuestra Sa. del Rosario de la
Ciudad de Santafé, i venido a este de Tunja con licencia de N. M..
R. Pe. Pfol. Mro. Fr. Diego Márquez, siendo Prior de este dicho
Convento, quien le dio la Profesión, el Pdo. Fr. Laureano Salvador,
y Provincial de esta Proc», dicho M. R. P. Mro. Fr. Diego Máquez,
y Maestro General de la Orden, N. R™". Pe. Mro. Fr. Antonino
Cloche y porque conste, lo firmamos ut supra. Fr. Laureano Sal-
vador, Pdo. Regte. y Prior. Fr. Juan de Sanabria, L. de Prima y
Preste, de Nov», Frai Miguel FIórez.»
Terminado su año de prueba, en conformidad con las dispo-
siciones de la Iglesia y de la Orden, los superiores dedicáronlo al
estudio de las ciencias profanas y eclesiásticas, bajo el cuidado
de excelentes profesores. Uno de ellos el Muy Reverendo Padre
Prior fray Laureano Salvador, quien después fue Provincial, y se-
gún informe de la Real Audiencia al Rey de España, uno de los
sujetos principales que por aquellos tiempos tenía la Provincia
Dominicana de Colombia.
Cumplidos todos los requisitos legales, los superiores presen-
táronlo para que fuese promovido a la mayor dignidad a que pue-
de llegar un hombre sobre la tierra: al sacerdocio. En qué año se
haya ordenado de sacerdote, hasta la fecha no he podido averi-
guarlo.
Persuadidos los superiores del inmenso bien que haría y las
ventajas extraordinarias que resultarían para la Orden si lo dedi-
caban a la enseñanza, ordenáronle se preparase para que en la
primera vacante de cátedras se opusiese a una. Con la sumisión y
la obediencia debidas a los mayores, presentóse a la lid, y el triunfo
coronó sus esfuerzos y premió su docilidad. Además de los gra-
dos propios de la Orden, la Universidad de Santo Tomás le con-
firió los títulos de doctor en varias facultades. Por este camino
muy bien podía adquirir los laureles que la Orden de la verdad
UN DOMINICO COLOMBIANO MÁRTIR 223
sabe discernir a sus hijos cuando por este camino llegan a la meta
que ella misma de antemano les señala a los que toman ese
rumbo.
Aun cuando se sentía capaz para cumplir debidamente este
ministerio, en el fondo de su alma sentía que Dios lo llamaba a
a otro lugar a desempeñar otra misión muy distinta, pero no me-
nos sublime.
Véamoslo. Siendo Provincial de los Dominicos del Nuevo
Reino el Muy Reverendo Padre Maestro fray Felipe Tobar y Buen-
día, hermano del primer historiador de Nuestra Señora de Chi-
quinquirá, el Monarca español, por Real Cédula, encargó a la
Orden Dominicana la evangelización de los aborígenes de la Pro-
vincia de Barinas y del río Apure, en la vecina República de Ve-
nezuela.
Marcharse a esas apartadas regiones, eran los constantes de-
seos del joven religioso. Instó ante el Superior para que lo desti-
nase de misionero a esas regiones. Parece que en lontananza viera
los sacrificios que le demandarían a la Provincia, y él deseaba ser
uno de los primeros en someterse a esos sacrificios, gloriosos para
él, para la Provincia y para la Orden, que se enorgullece de haber
trabajado la primera en la civilización del Nuevo Mundo.
Dios preparó los caminos para que el Padre Fiórez viera rea-
lizados sus deseos. El Padre Provincial asignólo a las misiones de
Barinas, destinándolo como doctrinero del pueblo de Zancundos,
para que allí desplegase su celo y su actividad en pro de aquellos
infelices.
Con el amor y con la caridad del que está poseído de la
grandeza de esta misión divina, inició y continuó todos los días de
su corta vida su obra de misionero católico. El pueblo de Zancu-
dos era únicamente como el centro de su radio de acción, de la
extensísima misión confiada a su cuidado.
Su actividad no se hizo esperar, y acompañándose de algunos
neoconversos recorrió en todas direcciones aquellas montañas,
donde jamás había penetrado hombre civilizado alguno, para re-
ducir a vida civilizada a aquellos infelices, que vagaban por los
bosques, sin Dios ni ley.
Mucho consiguió con todos estos sacrificios: gran número
de aquell9s selváticos habitantes abandonaron las breñas para mo-
rar eu sociedad, en íntima comunicación con los nuevos habi-
tantes de aquellas regiones, pero aún restaba mucho por llegar al
término señalado para que aquellos cristianos mereciesen el nom-
bre de tales.
Acostumbrados a vivir infringiendo la misma ley natural,
a prácticas tan abominables como la poligamia y la embriaguez
y a otros vicios muchos del mismo género, los Padres misioneros,
en cumplimiento de su deber, necesariamente tenían que repren-
derles su modo incorrecto de proceder. Ellos no vieron con bue-
nos ojos estas amonestaciones de los misioneros, y por eso, el odio
mortal, que siempre les tenían y la necesidad de escolta para la se-
224 BOLETÍN DE HISTOBIA Y ANTIGÜEDADES
gurídad de éstos, para defenderlos en cualquier momento, que fue-
sen atacados. De ordinario cometían desafueros contra el misio-
nero, cuando meditaban marcharse nuevamente a las monta&as,
cosa no muy rara en ellos.
Según informes auténticos, mucho tuvieron que padecer los
Padres misioneros de los recién convertidos y de los que aún no lo
eran, en cumplimiento de misión de paz y de evangelización, mu-
riendo algunos envenenados por los mismos indios. Hasta ahora el
más notable, el que merece pátíina especial, es el Padre FIórez de
Ocáriz, probablemente de la familia de nuestro historiador Ocáriz.
En una ocasión, estando completamente embriagados, qui-
sieron darle muerte, pero Dios, que no quería todavía ese sacri-
ficio, lo libró de la manera que nos refiere el siguiente documento:
«....Mataron al Padre Miguel FIórez de Ocáriz a lanzazos y
macanazos, el cual estando en dicha misión (de Apure) lo mataron
dichos indios. Poniéndolo a caballo y para sacarlo a matar a la
montaña, y llevándolo permitió Dios se le zafase el freno a la bes-
tia en que iba y picando atropello la turba de indios y huyó hasta
entrarse en su casa, donde con varias invenciones de armas fingi-
das y otros aterrares, atemorizó a los indios, y se vino a esta villa
(San Cristóbal) lo cual procedió por el año de mil setecientos y
veinte y cuatro y que hallándose el que declara dicho año de Al-
caide Ordinario de esta villa y viendo que dicho Padre intentaba
volverse solo, le proveyó doce hombres, los cuales fueron y le
acompañaron y que pareciéndole al dicho Padre estaba ya seguro,
los remitió y luego que los indios le vieron sólo lo mataron en su
misma cas » ( ).
La misma declaración de otros varios deponentes existe en
Bogotá, en el archivo anexo a la Biblioteca Nacional, y entre los
declarantes, hay uno que acompañó al Padre, como miembro de
la escolta que le diera el señor Bonilla, en la circunstancia que
él mismo refiere.
Creo era muy joven cuando lo martirizaron, ignoro el afio.
La muerte del Padre FIórez, de un modo tan trágico, fue la
vo"z de alerta y de alarma para llamar una vez más la atención de
los superiores a que volviesen sus miradas sobre los pobres misio-
neros que padecían en lejanas tierras y no tenían apoyo de nin-
guna clase; a que instasen con mayor energía ante la Corrte, para
que les concediesen a los misioneros una escolta que los protegie-
se y los hiciera respetar y obligase a los naturales a asistir a misa
y a la instrucción y no \ot, dejase marcharse a los mbntes, cuando
ellos quisiesen.
La reclamación fue atendida y se concedió a los misioneros lo
que pedían, pero la gracia concedida no mudaba el modo de ser de
los naturales ni los perfeccionaba moral o intelectualraente. Los tra-
bajos para los misioneros quedaban apoyados en las mismas ba-
ses que antes tuvieran.
(1) Declaración juramentada de Grefiforio Bonilla. San Cristó-
bal, año de 1750.
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA 225
Estos pocos datos que conservamos de los hechos del Padre
Flóiez y de su muerte, y los de algunos otros misioneros domini-
cos, que en tierra colombiana sellaron con su sangre la doctrina
que predicaban, forman uno de los ramilletes más hermosos que
perfumará perpetuamente el ambiente moral de la Provincia Do-
minicana de San Antonio de Colombia.
Como puede observar el lector, pocos son los datos que aquí
se ofrecen referentes al Padre Flórez; no he obtenido más, y es muy
justo recogerlos y con veneración recordar su nombre.
Probabilidades hay de que nuestro mártir sea bogotano, con
precisión no puedo observarlo; nuestros archivos en luctuosos
días desaparecieron y no tengo a la mano dato preciso.
A los amantes de las glorias nacionales y a otros más afortu-
nados que el autor de las presentes lineas, creo le sean de algún
provecho los presentes datos.
Fray Humberto E. Molano A., Orden de Predicadores. Del
Centro de Historia de Tunja.
flCfiDEmifl nflcionflh de biscoria
Extracto de actas.
I.* DE OCTUBRE
Los señores Mendoza y Cuervo participaron que habían pre-
sentado en la Cámara de Representantes los dos proyectos sobre
murallas de Cartagena y Museo Boliviano, que les había recomen-
dado la Academia.
Se leyó un telegrama de Medellín, firmado por cEI Correo
Liberal» y los señores Uribe Escobar y Resirepo Laverde, en el
cual avisan haber insinuado al Congreso la celebración del cente-
nario de la muerte de Francisco Antonio Zea. Ss excitó a los aca-
démicos que son miembros de las Cámaras para apoyar esta idea.
El Presidente de la Unión Iberoamericana de Madrid, marqués
de Figueroa, comunicó los propósitos de ésta sobre la Fiesta de la
Raza.
Fue nombrado el señor Quijano miembro del jurado para el
concurso de este año, en reemplazo del señor Orjuela, quien renun-
ció el cargo por sus ocupaciones.
Fueron nombrados miembros correspondientes de la Acade-
mia los señores José A. Machado y Carlos Medina Chirinos, de
Venezuela; Moisés Bertoni, del Paraguay, y Mayor Luis Acebedo,
de Bogotá.
Fueron elegidos presidente, vicepresidente, secretarios, teso-
rero y bibliotecario para el nuevo período los señores Restrepo
(Eduardo), García Ortiz, Posada, Cuervo (Luis Augusto), Wills y
Mesa, respectivamente.
El señor Barrera presentó varios documentos relativos a la re-
volución de 1830.
XIV— 15
226 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Los señores Robledo y Correa avisaron de Medellín haber re-
presentado a la Academia en el centenario del señor Uribe Ángel.
Varias bibliotecas y archivos extranjeros acusaron recibo de
las publicaciones de la Academia.
El señor Arrubla informó que estaba ya en prensa el tomo
XVIII del «Archivo Santander.»
Se comisionó a los señores Rivas, Posada y Monsaive para la
colocación de una placa en honor del sabio Mutis.
I 2 DB OCTUBRE
Se aprobó un saludo a España y a las naciones de su linaje,
con motivo de la Fiesta de la Raza.
Se leyó el informe del Jurado sobre el concurso anual, cuyo
tema era «La mujer en la Independencia,» y fue premiado el tra-
bajo del señor José D. Monsaive.
El Sec etario informó sobre las labores de la corporación du-
rante el año. Se posesionó el nuevo Presidente, señor Eduardo
Restrepo.
Pronunció el discurso reglamentario el señor Jorge Ricardo
Bejarano.
2 DE NOVJEMBRE
Se leyeron muchas notas sobre recibo de publicaciones de la
Academia y de agradecimiento por nombramientos de miembros
correspondientes.
El Ministro de Francia en Bogotá preguntó si se habían reci-
bido las revistas «Journal de la Société des Américanistes,» «Pano-
rama^ y «Revue de l'Amerique Latine, > de las cuales hace el Go-
bierno francés el envío puntualmente a la Academia.
El señor Martín Medina remitió de Boyacá un trabajo sobre
arqueología, y el señor Donaldo Velasco, de esta ciudad, una bio-
grafía del General Nariño.
El señor Pérez Sarmiento presentó, en tres voluminosos lega-
jos, las copias tomadas en el archivo de Indias, del proceso de
los «Derecho;» del Hombre» y de otras causas seguidas en la mis
ma época.
Los señores Caicedo y Quijano informaron sobre el estudio
biográfico del doctor Duque Gómez, por el señor Correa.
El Bibliotecario, señor Mesa, rindió informe de la marcha de
su oficina durante el año.
El señor Rivas habló sobre los archivos de las notarías y la
conveniencia de reunirlos en un local adecuado. Se nombró comi-
sión para ello.
El señor Eduardo Restrepo manifestó que se había dirigido
al Congreso en solicitud de apoyo para continuar la publicación
del «Archivo Santander,» y se había conseguido se señalara algu-
na partida en el Presupuesto.
El Padre Mesanza envió, de Tunja, varios trabajos sobre do-
minicos boyacenses notables y sobre el Coronel fray Ignacio Ma-
rino.
Se acordó, a propuesta del señor Triana, hacer presente a los
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA 227
sefiores Presidente de la República y Ministro de Instrucción Pú-
blica, la conveniencia de impedir la dispersión de los tesoros ar-
queológicos y de adquirir algunos de ellos para el Museo Nacio-
nal.
El sefior Arrubla participó que había sido nombrado Director
del Museo Nacional y que proyectaba establecer conferencias en
el local, sobre asuntos históricos, y pidió a la Academia su dicta-
men con respecto al local para aquél. Todos los miembros expre-
saron su complacencia por este nombramiento.
El señor Posada leyó un trabajo sobre el General Valero, na
tural de Puerto Rico, que prestó importantes servicios en la In^
dependencia.
El señor Quijano comunicó que se estaba imprimiendo acti--
vamente el tomo i8 del «Archivo Santander.»
El señor Moros indicó, como lugar apropiado para los archivos
notariales, unos salones que hay en el Capitolio sobre las salas de
las Cámaras.
i 5 DK NOVIEMBRE
El Ministro de Instrucción Pública avisó que próximamente
enviará el mapa de Colombia, que acaba de publicarse, y que se
le pidió para la Academia.
La Biblioteca Nacional de Montevideo acusó recibo de la obra
Cartas de Caldas y de otras publicaciones.
El Administrador de Correos solicitó que se examinara un ar-
chivo de papeles inútiles que existe en ese ramo, a fin de ver cuáles
desea adquirir la Academia. Se nombró para ello una comisión.
El Ministro de Obras Públicas transmitió lo publicado en varios
periódicos estadounidenses sobre ruinas halladas en Colombia por
la Expedición Arqueológica que dirige el señor J. A. Masón.
La Legación francesa anunció que la Escuela Libre de Cien-
cias Sociales, domiciliada en París, acaba de crear un curso sobre
la América Latina, y que tiene por objeto hacer conocer a ésta en
lo relativo a su historia, sus instituciones, su evolución política, su
producción intelectual, sus riquezas, sus medios de comunicación y
sus recursos económicos.
El General Negret envió dos trabajos intitulados el uno Puntos
de Histotia y el otro Taindala.
El señor Restrepo José María informó sobre los escritos Do-
minicos boy acenses más notables y El Coronel fray Ignacio MariFio,
por fray Humberto E. Molano,
El mismo dio su dictamen sobre las consultas que hizo, desde
Santiago de Chile, el señor Flórez Vicuña con respecto a varios
personajes históricos.
Se trató por varios académicos sobre la necesidad de una ley
relativa a la adquisición para el museo de los objetos indígenas
que se descubren en el Quindío y otros lugares.
Fue presentado como candidato para miembro correspondiente
el señor Enrique Ruiz Guifiazú, de la República Argentina,
Dio lectura el señor Quijano a unas reminiscencias sobre la
celebración de nuestra fiesta nacional, en el año de 1849.
228 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
I. DE DICIEMBRE
El Centro de Historia de Antioquia remitió el acuerdo de ho-
menaje en el centenario de don Francisco A. Zea.
El señor José E. Machado, de Caracas, dio las gracias por su
nombramiento de miembro correspondiente.
La Unión Panamericana de Washington solicitó varios núme-
ros del Boletín de Historia que faltan en su colección.
La Saciedad Católica de Auxilios Miduos y de Girardot, solicitó
la expulsión del señor Cornelio Hispano de la Academia, por sus
escritos sobre Bolívar, Ricaurte y Núñez. Se resolvió contestarle
que dicho señor no eí» miembro de la corporación.
El señor Ministro de Instrucción Pública remitió la solicitud
del doctor Gómez Calvo, en la cual se pide un concepto sobre la
obra Bolívar y la posteridad. Se pasó en comisión.
El señor Arrubla informó que tiene apartados, en el Museo
Nacional, algunos otros objetos propios para la Quinta de Bolívar,
y participó que ya tenía arregladas tres'salas de aquél.
El señor Rivas informó sobre la biblioteca de dicha Quinta, de
la cual dijo podían canjearse algunas obras de medicina, inadecua-
das allí por otras relativas al Libertador.
El Cónsul de Colombia en Córdoba (España), avisó que va
a celebrarse, en la ciudad de Priego, cerca de aquélla, el segundo
centenario del nacimiento de don Antonio Caballero y Góngora, y
solicitó colaboración para ello.
Se acordó una manifestación de condolencia a la Sociedad de
Americanistas^ de París, por la muerte de su Presidente, el ilustre
historiador M. H. Verneau.
Se resolvió que la Comisión de la mesa fije los premios que
hayan de darse en los concursos anuales.
El señor Mesa informó que ya está en la b'blioteca de la Aca-
demia el archivo que la Dirección de Correos puso a disposición
de ésta, y que se ocupa en clasificarlo.
El señor Correa se excusó, por motivos de salud, de hacer la
lectura que le correspondía en esta sesión.
Se suspendieron las tareas, como es reglamentario, hasta el
I. o de febrero del próximo año.
CARTAS (1)
DIRIGIDAS AL GENERAL J. M. VERGARA
Ejército Liberador de Venezuela — Cuartel General en Angostura, a
21 de agosto de 1818.
Mi querido Vergara:
Mañana sin falta salgo de aquí con mis tres buques; pasado
mañana saldrán en otro Lara y Obando, llevándome doscientos
(1) Estas cartas, en copia, fueron enviadas el año pasado a
la Academia por el señor don J. M. Portocarrero. Son de altísima
importancia, pues en ellas se ve la fe de Santander en el éxito de
su campaña de 1819; detalles sobre ésta; episodios de los combates
CARTAS DIRIGIDAS AL GENERAL J. M. VERGARA 229
fusiles, más pólvora, etc. De suerte que me pondré en Casanare
con mil fusiles, municiones, etc, etc. ¡Cuánto siento no llevarlo a
usted! pero no pueden ser cumplidos todos los gustos. Tengo ya mi
proclama impresa anunciándome a esos caballeros reinosos, e iba a
ponerle «Cuartel General de Tunja.» Yo estoy loco; unas veces
me veo en Santafé, y otras en Zipaquirá. Sobre todo soy yo el que
ordeno y mando. Empéñese hasta con Dios haber si logra largarse
con Morales. Que brille esa Guardia de honor en instrucción y
disciplina, renuncie sus diez pesos y no exija otra recompensa que
la de ir a acompañarnos a Casanare, Tunja, Socorro y Santafé.
Escribiré muy largo de Casanare, lo haré seguidamente de So-
gamoso, y luego de Santafé. Si mi segunda carta no llegare, es por
que habré desaparecido de esta mortal vida.
Escríbame muy circunstanciadamente todo, todo, por conducto
de Zea, o Soublette.
A Morales mil cosas, y que soy su amigo. Lo mismo a los
otros paisanos. A Dios a quien pido bendiga nuestras empresas, y
nos deje reunir en Santafé.
Soy su amigo invariable, Santander
Señor Corc^nel J. M. Vergara, Jefe de Estado Mayor de la Guar-
dia de Honor de F. de P. S. — Upatá.
Lag^, abril 8 de 1819
Vergara muy apreciado, mi amigo:
Llegó Morales y por poco no me deja tiempo para escribir.
¡Qué placer hubiera yo tenido ayer, si usted le hubiese acompaña-
do! Créame que no pasa un día sin que me acuerde de usted.
Es usted Diputado al Congreso. Vayase luego, luego, y no
deje que nos impongan la ley lo? Representantes de óoo almas. Ya
se dice que Nueva Granada / Venezuela están incorporadas de he-
cho. No sé de dónde, porqué sea esa incorporación. Asista a algu-
nas sesiones, pida licencia, o renuncie, y véngase aunque sea a pié.
Lara llegará a allá. Casi no sé porqué va. Algo podrá decir
contra nosotros, aunque a veces no lo espero. Usted esté a la mira,
defiéndanos y avísenos. Cuando usted me hable de él, dígame el
correo de las brujas, para que nadie entienda de quién se trata. El
mismo Lara le entregará veinticinco pesos para que compre un ca-
de la Salina y Paya; pormenores de la odisea de Nariño, en el viejo
mundo; y algunos datos sobre Arredondo, Sasmayous y otras víc-
timas de las vísperas de Boy acá, apenas mencionadas por ahí en
nuestras historias. Hay también una referencia a la viuda e hijos de
Miranda, que en algo servirá para la crónica familiar de éste un
tanto misteriosa. La correspondencia, por insignificante y ligera que
parezca, ss una de las fuentes más puras de la historia, y a medida
que es más íntima, resulta más verídica y sincera. Cuánta epístola
no estará, por ahí, desconocida y olvidada, esperando la mano acu-
ciosa 3' patriótica que la ponga al servicio de nuestra historia!
E. P.
230 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
bailo. Aún estamos pobres, y yo quisiera sacarlo a usted de la mise-
ria en que me dicen vive.
Véngase; aquí no falta qué comer, y nuestros bienes son comu-
nes. Concha, Fortoul, Almeyra, Ruíz, Arredondo, París y yo, y
ahora Morales, formamos una pandilla de cuenta. Es decir, todo es
común. Cancino y Duran son agregados
Los godos me están jeringando: actualmente tengo una fuerte
columna en el pie del llano por Tocaría. No siento sino el invier-
no, que ya moja.
Adiós mi amigo. Cuente usted con el afecto decidido de su
amigO-^SANTANDER
P. D. — Dígale usted a Justo Ericeño mil cosas de mi parte, y
que no sea tan vagamundo. Que yo soy siempre el mismo.
Abril 22, en el Palmar
Vinieron los godos con 2,200 infantes y 700 caballos, entre los
cuales vino un cuerpo de españoles: estuvieron catorce días en el
llano, sufrieron una deserción horrible, toda clase de hostilidades,
e inutilizaron sus caballos, y al fin se volvieron. La expedición ha
sido vergonzosa. Obando estará mañana en la Salina, yo sigo con
700 infantes para Morcóte. Sasmayous con 100 dragones divertirá
a Santafé por el Valle de Tensa, y veremos cómo se manifiestan los
godos en Sogamoso y Paya.
Estoy muy ocupado. Me refiero a todas las comunicaciones
oficiales. Soy siempre su amigo — Santander
Señor Coronel José María Vergara. Al Cuartel General en Jefe.
Mi apreciadisimo Vergara:
El amigo Morales ha dicho a usted cuanto hay que decir.
Hemos pasado algunos días de consuelo, y siempre lo he pensado
a usted; acaso usted habrá pensado en la misma época en otras
cosas. Espero el parte de Sasmayous de que ha entrado al Valle
de Tensa batiendo el destacamento de Miraflores. Si yo tuviera
8co hombres que fueran tropas, estaría marchando a Sogamoso;
¿pero qué esperanza me darán indios como los del Caroní? En
fin, aunque la tropa enemiga es muy buena, también en ella hay
patriotismo. ¡Qué soldados tan buenos todos los que se me han
presentado del enemigo! ¡Qué armamento! ¡Qué equipamento!
Hágase usted cargo de lo que podrán sacar los españoles del
Reino.
Si usted fuere a Guayana y pudiere conseguir rentas, le en-
cargo un sombrero apuntado, un corte paño azul, vueltas y solapa
amarillas, y bordados, aunque no sea muy lujoso, y un par de botas
buenas que en mi pie vengan grandes. Si se puede conseguir li-
bramento, girarlo contra mí, en fin, hasta $ 200 emplee en lo me-
jor. Si tarda mucho no me podrá servir, porque en Santafé o Tun-
ja habrá de todo, lo que servirá de gobierno; y calzones de ante,
CARTAS DIRIGIDAS AL GENERAL J. M. VERGARA 231
y banda; y encargaría todo a Colonias con dinero, pero, ¿i quién
encargo? Memorias a Plaza y al buen amigo Bremón. Disponga de
su amigo, Santander
Verá usted si en ese Apure encuentra quien le dé hasta $ 50,
gírelos contra mí. A Macero que lo pienso y que desearía que es-
tuviere por aquí. Escriba Urgo, largo, largo
Mis amigos Vergara y Morales:
No exijan ustedes que yo les escriba, porque además de ser
muy perezoso en el ramo epistolar, tengo infinito que hacer, ade-
más de la gaceta de que estoy encargado, y para cuyo desempeño
celebiaiía infinito estuviese aquí Vergara, en cayas traducciones
no tendría que romperme la cabeza.
Ya saben ustedes por Santander el estado de las cosas de la
Nueva Granada, y la resolución del Jefe Supremo a nuestras re-
petidas instancias para que ustedes marchasen con él. Ha conve-
nido en que ustedes vayan con la segunda remesa de armamento,
y entonces irá también Uribe que ya se está restableciendo de una
grave enfermedad. Si no van ahora es porque aquí son por ahora
más útiles que allá; pero llegarán a tiempo de entrar con el ejér-
cito en su país.
Vanegas no se ha ido porque le han robado las bestias. Pien-
sa irse por agua, y esta era una buena ocasión; pero se presenta
de repente y apresurad.!, y él hace dos días que no lo veo.
Háganmele ustedes una visita a las amables señoritas que les
recomendé, y denle muchas expresiones a la Mónica.
Con Vanegas o Venegas, si no se ha ido a la francesa o se ha
desaparecido, escribiré muy largo. Adiós— Zb-
Iba a escribir a mi querido Anzoátegui, pero no da más lu-
gar Cerbellón; salúdenmelo ustedes muy afectuosamente.
A los señores Coronel Vergara y Comandante Morales Pontón.
Upatá,
Confidencial — Gibraltar, 7 de junio de 1820
Mi querido Vergara: Con cuánto gusto he sabido a mi vuelta
al mundo que usted existía, y que existía para la patria. Yo hace
poco más de dos meses que fui puesto en libertad en visita gene-
ral de cárcel, a consecuencia del decreto de Fernando, de 9 de
marzo, y salí a la luz después de estar cuatro años encerrado, sin
comunicación, y sin solicitarlo; pero bien pronto se arrepintieron,
y se trató de volverme a mi antigua morada, mandándose de real
orden que se me pusiese en la cárcel como estaba. Tuve la fortu-
na de saber en tiempo esta real orden constitucional, y no están,
do de humor de continuar aquella vida eremítica, tomé un caba-
llo y me vine a lugar de salvamento, en donde me tendrá usted
algunos días pensando lo que debo hacer. Pero vaya lo más gra-
cioso: ayer he recibido la noticia de estar nombrado Diputado por
la Nueva Granada para las próximas Cortes sin haberme habili-
232 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
tado, sin haber votado, y teniendo seguramente alguna causa por
que se me mandaba prender nuevamente, de modo que siendo un
fragmento de la Soberanía Española, no puedo pisar la España,
sin haber cometido más delito que ser americano. ¿Qué tal andan
las cosas del nuevo Gobierno constitucional?
El haberme detenido tanto tiempo en España, y haber entrado
en la Sociedad Patriótica de San Fernando, fue por que llegué a creer
que podría sacar algún partido de las próximas Cortes, pues real-
mente hay mucho partido de españoles ilustrados que desean nues-
tra emancipación; y siempre debemos preferir la pluma a la espada,
tanto porque así lo exige la humanidad, como porque con aquélla,
seguramente somos superiores, estando la razón de nuestra parte.
Aún no es todavía imposible, pues yo creo que aún no está con-
cluida la revolución de España, y en un mes que falta para la ins-
talación de las Cortes nos hemos de desengañar.
A pesar de haoer hablado con infinitos americanos, y entre
ellos con mi compadre Cayzedo, que aguardo en estos días con el
Padre Padilla, todavía no sé la mitad de lo que ha sucedido en los
seis años de mi ausencia; y en cuanto el estado actual, sólo he
visto el manifiesto o proclama de Zea, a quien estoy escribiendo,
y una u otra gaceta de por allá; estando con el cuidado de los úl
timos resultados entre Bolívar y Morillo.
Incluyo a usted los impresos que tengo a mano y que tratan
sobre nuestras cosas, y la lista de los americanos que han salido
nombrados para las tales Cortes. Cualesquiera uso que usted quie-
ra hacer públicamente de mi nombre y sucesos que no sea con re-
ferencia a esta que le escribo ni a la mansión donde me hallo. Escrí-
bame usted muy largo, mucho mucho sobre el estado actual en
que nos hallamos, tanto de hecho en nuestro territorio como con
respecto a la opinión y voluntad de las naciones de Europa, y
aun de la América, y que sea bajo cubierta de Mr. Judah Beno-
liel de este comercio. Yo aquí soy conocido bajo el nombre de don
Antonio Alvarez, aunque Benoliel y sus amigos saben el otro ape-
llido que tuve que suprimir para salir de España
De aquí vamos despachando con mil trabajos a cuantos ameri-
canos se presenten, todos pereciendo; mañana salen para Trinidad
Rafael Castillo, hermano de Manuel, y José María Ruiz y un tal
Baranoa; estos dos últimos son españoles remitidos presos de Ca-
racas hace och:) años, por insurgentes.
Si me detengo en ésta haré a usted algunos encargos, y entre
ellos, de ciertos instrumentos que aquí no se encuentran y que allá
en nuestro suelo nos hacen mucha falta. Démele usted mil abrazos
a Real y a Agustín Gutiérrez, queme escriban aunque yo no lo
haga hoy porque va a marchar el paquete, y sólo me da tiempo
para decirle que existo, que existo para mi patria, y que soy su ver-
dadero amigo — Antonio Nariño
P. D.— No van los impresos porque me acaban de decir que
cuesta mucho el correo, y no sé como estará vuestro bolsillo, y así
paciencia por ahora.
CARTAS DIRIGIDAS AL GENERAL J. M. VERGARA 233
Gibraltar, 27 de junio de 1820
Señor don José María Vergara.
Muy señor mío y amigo: los portadores de ésta lo serán Mr,
Carlos Burk, Mr. Tomás Conkiing y don Vicente Ucrós de Car-
tagena de Indias, que fueron hechos prisioneros en el ejército de
Mina, y han sufrido tres años de prisiones por la causa de la liber-
tad de América. Los recomiendo a usted suplicándole que si tiene
órdenes del Gobierno les facilite su transporte a la Costa firme, y
los más auxilios que sean compatibles con su comisión; y en caso
de no estar facultado por el Gobierno, que como amigo les sirva en
cuanto pueda, pues sus padecimientos por nuestra causa los hace
acreedores a toda nuestra consideración.
Quedo de usted con el aprecio que siempre le he merecido su
seguro servidor y amigo — Antonio Nariño
Al ciudadano José María Vergara, comisionado por el Gobier-
no de Costa firme cerca del de Su Majestad Británica en Londres.
Gibraltar, 27 de junio de 1820
Mi estimado Vergara: por este mismo barco escribo a usté i re-
comendando a tres desgraciados de los muchos que hemos gemido
en estos ocho años, entre ellos va Ucrós que es de Cartagena y que
ni tiene conocimiento ni k^s arbitrios que pueden los otros propor-
cionarse, y asi es preciso verlo con preferencia, sin que por esto
decaiga mi recomendación para con los otros dos.
De aquí he despachado ya hace ocho días para Trinidad a
Castillo, Ruiz y Baraona, obligándome por su viaje, como he he-
cho con éstos también de quienes he salido responsable. Al Pe.
Padilla con el tío Fernando Cayzedo los aguardo de un día a
otro, y al primero es preciso pagarle el viaje; en Cádiz hay por-
ción de americanos pereciendo, y yo ya no puedo ni con mi figu-
ra. Con Castillo escribí al Gobierno indicándoles la casa de Mr.
Judah Benoliel para que pusieran en su poder algunas cantidades
con qué socorrer a tanto infeliz de quienes no se acuerdan y cuya
conducta en esta parte es motejada por los extranjeros que quizá
los están socorriendo. Si usted los tuviere como más inmediato,
se la indico, y la de Mr. J. Maclian, también de este comercio.
Tenía muchas cosas que decir a usted, pero este viaje ha sido
repentino, y en la misma hora de marchar remito los impresos que
he encontrado a mano, y siento no tener aquí ios tres impresos,
que han salido sobre el número de ni^stros suplentes en Cortes
que son muy buenos.
Saludo cordialmente a Real y a Gutiérrez, que son los únicos
de que tengo noticia se hallan en ésa escapados de la gran tor-
menta. Dígales usted que me escriban bajo cubierta de una de las
dos casas arriba mencionadas.
Yo necesito algunos encarguillos de é^a, pero este es punto
para más despacio. Entretanto contestarme al instante dándome
una razón bien circunstanciada del estado de nuestras cosas, bajo
la cubierta indicada, no dudando de que siempre soy el mismo
a fectísim o — Nariño
234 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
París, 18 de noviembre de 1820
Señor doctor José María Vergara.
Mi querido Vergara: Esta es mi despedida; yo abrazo a usted
desde París, y deseo poderlo hacer en Cundinamarca. El 23 pien-
so marchar al Havre y desde allí tomar mi rumbo.
Nada he vuelto a saber de usted desde la última que me es-
cribió, y siento no poderle decir otra cosa sino que todos estamos
buenos y contentos.
Salúdeme usted con el mayor cariño a la señora y los hijos
de nuestro desgraciado Miranda, y al amable Mr. Moüní, que en-
tregué su carta en Calais a Leleur; que me atendió y sirvió, y que
por ello le doy las gracias y deseo que en cualquiera parte me
ocupe.
Aunque aquí se me ha hecho mi retrato, no se lo mando a u;-
ted porque se lo guardo con el original para cuando llegue usted
a Bogotá.
Solicite usted a todo costo los Comentarios de Montesquieu, y
la última edición de Jonuny, y no lea otra cosa desde hoy hasta
que se vuelva a ver con su amigo, NariSo
Pora, mayo 3 de 1819
A Monsieur Vergara — 27 Grafton St Fesroj Sq. — London.
Mi siempre querido Vergara:
Estarás con la mayor curiosidad por saber nuestras operacio-
nes; pues vaya usted oyendo, señor Serbeti: se destinó a Obando a
la Salina, la sorprendió el 24 próximo pasado y tomó toda su guar-
nición compuesta de 49 hombres, i tambor, r pito, 4 Oficiales, 3
españole-:, 51 fusiles, 51 cartucheras municionadas a 5 paquetes,
muchos víveres, muías, caballos, sales, etc.
Nosotros marchamos a Morcóte; desde allí siguió Arredondo
a Paya, batió djs Compañías del Tambo, pero reforzadas éstas por
un número muy superior al que él mandaba, se retiró a Morcóte
en el mayor orden con sóio un Sargento herido. El enemigo per-
dió como 40 hombres entre muertos y heridos.
Al Comandante de la Salina se le tomó toda la corresponden
cia. En ella hemos visto los impresos en Santafé, llenos de mil
ridiculeces, majaderías y mil enredos de cosas.
El enemigo, al retirarse de Paya, quemó su almacén de víve-
res, y los nuestros les quemaron la casa fuerte o castillo que allí
tenían. En esta jornada se han conducido bien hasta los indios re-
clutados. El invierno apura, y hoy estamos en Pore. Sasmayous
se presentará bien pronto sobre los Valles de Tensa; hay algunos
cuerpos de caballería en diversos puntos de nuestra linea, cerca
del enemigo. Nuestras operaciones serán consecuencia de los avi-
sos que tengamos de las de los godos.
Por el diario tomado al Comandante de la Salina, se sabe quei
en lo interior del Reino molestan con frecuencia muchas guerri-
CARTAS DIRIGIDAS AL GENERAL J. M. VERGARA 235
Has, Un tal Santana mmda una de Oiba; un Calvo la otra, que
dicen tiene 200 fusileros y bastantes caballos, en Coromoro; Vi-
cente Acevedo otra en Simacota; Santos otra en Cincelada. La de
Calvo batió la tercera Compafiía de Numancia. Por uno de los
pasados que hace seis meses llegó de Cartagena a Sogamoso y se
pasó a nosotros en estos días, se sabe que el barrio de Gimaní se
levantó cuntra los españoles, y lo mismo las sabanas de Tolú, ¿qué
tal señor Serbeti? (Por el diario) que por marzo del año pasado se
descubrió en Santafé otra revolución en que estaban comprendidos
algunos cuerpos militares, y he visto un oficio de Fominaya por el
que se sabe estaba practicando en el Socorro una pesquisa secreta
sobre esta misma revolución que se cree de acuerdo con aquella
provincia (por el mismo diario). Los víveres que se les envían de
Sogamoso son siempre muy malos. En la harina, piedras de 3 y 5
libras, y no pueden conseguir pare Casanare una espía a ningún
dinero. Tienen la más grande desconfianza de todos los pueblos.
Contestes todos los pa?ados aseguran que han salido tropas para
el sur, y que desde allí se les llama fuertemente la atención a los
godos, que se decía haber tomado el General Mina a Lima y que
Gregor obraba sobre Santa Marta. Hasta ahora sólo sabemos que
han marchado de las tropas de Barreiro algunas para Santafé, o
Sogamoso, que será lo más cierto. Por los ajustes y otros docu-
mentos del batallón que estaba en la Salina y es el i.° del Rey, de-
ducido las muchas deserciones que sufren, los no pocos que fusilan
y destinan a presidio por insurgentes. No hay otra cosa que comu-
nicar a Vuestra Señoría. No te envío algunos impresos y el diario
cogido a los enemigos porque el General los remite al señor Zea.
Entre los papeles cocidos, está la carta que te incluyo para
que te diviertas y veas cómo anda la putería. Hemos comido al-
gunas galletas de las de la Salina, mucho carabure, maduro, coci-
do, etc., etc., y el General tiene su carga de harina.
Saluda a Macero, que ésta e-< suya; a Plaza, Carreño, Uribe,
Córdoba, Lugo, Uscátegui, Pigot Sandes, Minut, mil expresio-
nes. Dile a Carrillo que vi a su hermano en Tame, que me le ofre-
cí, y que hasta ahora no me ha ocupado. Al Padre Travieso cien
mil cosas.
Si sabes de Pepa, si la ves, si le escribes, si sueñas con ella,
dila en todas ocasiones cuánto la pienso
Díme si sabes dónde está el Mayor Gil. A Vanegas muchas
cosas, que he extrañado no me escriba, que lo haga muy largo, y
lo mismo a Macero.
Escríbeme larguísimo. El General te dice que reputes ésta por
suya. Si vas a Guayana, avísamelo para ciertos encargos que tengo
que hacerte.
No olvides a tu invariable amigo, A. Morales
Díle a Macero que si puede hacerme traer unas piezas de car-
lancan, otras de panchos y otros de bretaña, con algunos listados.
236 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
me los envíe cuanto antes y gire contra mí su valor que entre-
garé en pesos duros, siempre que no pasen de 200. Que por con-
ducto del Coronel Yncinaso a quien saludo, lo puede conseguir,
y lo mismo algunas otras cosillas que aquí tiene buena salida
todo género bueno, pues no hay ni un pañuelo.
Saluda al señor Salón, a los señores Anzoátegui y Soublette y
a todos los demás amigos. Tuyo, Morales
un hlBRO DE E5PED0
El Boletín de la Sociedad Ecuatoriana de Estudios Históri-
cos Americanos (hoy Academia de Historia) publicó en 1920
(número 12) un estudio bien interesante del señor Homero Viteri
sobre el ilustre don Francisco Espejo, y allí se habla de una
obra publicada por éste en Bogotá. Dice así la parte referente
a dicho asunto:
El Arzobispo González Suárez, en su último Estudio dice que
solamente una obra — Las primicias de la Cultura de Quito — se
imprimió en vida de Espejo. Para que haya precisión transcribamos
textualmente las palabras del sabio historiador:
«De las obras de Espejo solamente una se imprimió en vida del
autor: todas las demás quedaron inéditas, y así inéditas han per-
manecido hasta nuestro tiempo.
«El discurso ditigido a los socios de la Concordia se impri-
mió en Las Primicias de la Cultura de Quito, y los números
de este periódico fue lo único que Espejo tuvo la s itisfacción de
ver impreso en su patria, viviendo él: en Madrid se publicó tam-
bién por la imprenta un corto trabajo mé Jico sobre la curación de
las viruelas; pero este opúsculo quedó casi desconocido en Amé-
rica» (1).
De la publicación hecha en Madrid nos ocuparemos después.
Anotemos, ahora, que el Discurso en referencia se publicó
primeramente en Bogotá, antes que en Las Primicias.
Fundamos nuestra opinión en las consideraciones siguientes:
Espejo, en párrafos que antes transcribimos, relata ios antece-
dentes del Discurso y de la Sociedad de la Concordia; cuenta
que. en noviembre de 1789, llegó a Santafé— donde estaba Es-
pejo— su íntimo amigo el ilustre Marqués de Selva Alegre y que
éste: «le estimuló a escribir y le determinó a dar a luz el referido
discurso, ofreciendo poner todos los medios necesarios para ob-
tener la licencia de su impresión, y costearla con liberalidad.»
Agrega, después, el médico quiteño: «Lo que importa saber es
que luego que fue escrito el Discurso procedió el Marqués de
Selva Alegre a consultarlo con las personas más juiciosas, ilustra-
das y capaces de Santafé.... Todas ellas fueron de parecer que
se debía publicar cuanto antes.»
(1) Escritos de Espejo, i (página lxi).
UN LIBRO DE ESPEJO 237
Al terminar la lectura de estas frases anunciadoras a cualquie-
ra se le ocurre una pregunta: ¿llegó a publicarse el Discurso?
Sí, respondemos nosotros, se publicó en Bogotá.
Espejo nos lo dice de un modo tan claro y evidente que no
hay lugar a duda. En el número 4 de Primicias de la Cultura de
Quito, de fecha 1 6 de febrero de 1792, empieza a reproducir el
célebre Discurso que continúa, hasta concluirse, en los números
5, 6 y 7. En el número 4, explicando la publicación del Discur-
so, expresa que desea «tratar de la historia de la Sociedad Pa-
triótica de Quito,» y para ello «no duda transcribir los documen-
tos, con preferencia a la narración seguida y metódica.» Por fin,
escribe: cDamos principio por el discurso impreso en la ciudad
de Saniafé, primero atendiendo principalmente a complacer a
los que lo desean y no lo hallan, por razón de que se han consu-
mido los ejemplares que se tiraron en corto número, y segundo,
cuidando de que efectivamente se restituya al genio quiteño el celo
de sus mayores.»
Con lo dicho queda suficientemente demostrado que el dadi-
voso Marqués de Selva Alegre cumplió su gentil promesa de publi-
car el Discurso de Espejo.
Y sólo para corroborar la existencia de la edición hecha en
Bogotá, vamos a tener otra prueba.
Cuando en el año de 1794 se confiscaron los bienes del Pre-
cursor de la independencia de Colombia, don Antonio Nariño y
Alvarez, los encargados de efectuar el embargo tuvieron que dedi-
car algunos días a la taiea de inventariar la rica y variada biblio-
teca del procer colombiano. En el acta correspondiente a la tarde
del 31 de agosto de 1794, entre los libros embargados se lee:
«ítem, otro ídem, Discurso dirigido a la Sociedad Patriótica de
Quito» (i). Suscriben el acta Malo, Ortega y Juan Nepomuceno
Camacho. (José Gil Martínez Malo, Alguacil Mayor de Corte, que
cctuaba en virtud de comisión del Oidor Joaquín Mosquera y Fi-
gueroa; don José Ortega, hermano de doña Magdalena Ortega,
esposa de Nariño; Juan Nepomuceno Camacho, Escribano).
Si recordamos la buena amistad de Espejo y Nariño, es muy
fácil comprender que en su biblioteca existiera el Discurso del
Precursor de la Independencia del Ecuador. También es muy cla-
ro que el Discurso embargado debió ser de la edición hecha en
Bogotá y costeada por el Marqués de Selva Alegre. Ya hemos di-
cho que en Quito se publicó sólo por fragrnentos en cuatro núme-
ros de Las Primicias. Si acaso se hubiera , tratado de la impresión
hecha en Quito, se la hubiera inventariado con el nombre princi-
pal del periódico, es decir, Primicias de la Cultura de Quito, y
no entre tomos «a la rústica, en cuarto.»
¿Quedará algún ejemplar de la edición de Bogotá? No lo sa-
bemos. Hemos recorrido prolijamente la Bibliografía Bogotana,
(1) Eduardo Fosada y Ptdro M. Ibañez, El Precursor. Docu-
mentos para la vida pública y privada del General Antonio Nariño.
Bogotá, 1913. (Página 176).
238 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
escrita en 19 17 por el erudito historiador Eduardo Po.i.ida, y allí
nada se dice del Discurso de Espejo.
Y en el número siguiente del citado Boletín adiciona su es-
crito el señor Viteri con este artículo:
Nosotros, fundándonos en claras, exptesas y terminantes de-
claraciones de Espejo, opinamos que el célebre Discurso a los
miembros de la Sociedad de la Concordia se imprimió, también en
vida del autor, en Bogotá antes que en Quito.
Invocamos, además, en favor de nuestra creencia, el hecho de
que en el inventario de los bienes confiscados en el año de 1794,
al Precursor de la independecia de Colombia, Antonio Narifto y
Alvarez, figura, entre los libros y folletos, el Discurso dirigido a
la Sociedad Patriótica de Quito, publicación que suponíamos
ser la hecha en Bogotá en 1789 y no la que apareció en Quito
en 1792.
Ahora podemos comunicar al amigo lector que hemos en-
contrado una prueba decisiva que confirma plenamente nuestra
anterior suposición.
En el tomo iii de los Anales de la Universidad de Quito se
halla reproducido el Discurso de Espejo, precedido de esta pre-
sentación elogiosa para el patriota quiteño:.
<rHay escritos que no perecen jamás y que tienen oportunidad
cada vez que se los leproduce; uno de éstos es el Discurso del
doctor Eugenio Espejo, miembro y honra de esta Universidad
Central.
«Las ideas avanzadas de Espejo; los principios económicos to-
davía desconocidos en Quito; esa vista general que todo lo abarca;
esa generalidad de miras; esa perspicacia que se revela en el Dis-
curso asombra a los que sabemos cuál era el estado de aislamiento,
atraso y opresión en que yacía Quito en aquella época luctuosa en
que la inercia y casi la imbecilidad del Monarca español y la se-
nectud de la vasta Monarquía que había caído de su antiguo es-
plendor pesaban sobre las colonias como una losa de mármol
negro sobre un sepulcro.
«Espejo es en Quito lo que el Padre Mariana fue en España,
genio superior a su siglo, talento gigante capaz de levantar un
pueblo, una generación, un nuevo sistema filosófico y político en
sus hombros y colocarlo sobre el nivel de las generaciones sus
contemporáneas: por eso la Providencia le concedió la gloria de
iniciar él primero entre todos los americanos, la idea de indepen-
dencia y la de libertad, conservando la cruz sin la que no puede
conseguirse la primera ni vale para nada la segunda.
«Hoy, pues, que tanto necesitamos de la concordia como ele-
mento de progreso; hoy que el millón de ecuatorianos debe traba-
jar como un solo hombre para que empiece la vida de la verdadera
República; hoy que el vapor y la electricidad han puesto al Viejo
Mundo, lleno de sabiduría y conocimientos útiles, tan cerca de
nosotros que podemos escuchar sus lecciones y mirar de hiloen
UN LIBRO DE ESPEJO 239
hilo sus continuos descubrimientos, la voz de Espejo pueda quizá
ser el fluido galvánico que sacuda los miembros ateridos de los
ecuatorianos y los saque de ese pantano que paraliza todas las
fuerzas, enerva todas las inteligencias y corrompe todos los corazo-
nes. Busquemos unidos el adelanto social, y Dios moralizará nues-
tras costumbres; bendecirá nuestros trabajos; despejará nuestras
mentes y la Universidad de Quito será el punto de partida de la
ciencia, de los conocimientos útiles y del verdadero progreso» (i).
Las palabras transcritas, asi como la reproducción del Dis-
curso, atribuímos al actual Arzobispo de Quito, doctor Manuel
María Pólit, entonces profesor de inglés de la Facultad de Filoso-
fía y Letras y entusiasta colaborador de los Anales, en donde
publicó artículos históricos interesantes como los titulados El
Manuscrito de Faenza en la Biblioteca Nacional de Quito y Poe-
tas ecuatorianos del siglo xviii (2).
La reproducción de 1889 en los Anales, es como sigue:
DISCURSO
DEL DOCTOR DON EUGENIO ESPEJO
dirigido a la muy ilustre y muy leal ciudad de Quito, representada
por su ilustrísimo Cabildo, justicia y Regimiento, y a todos los se-
ñores socios provistos a la erección de una sociedad patriótica, so-
bre la necesidad de establecerla luego con el título de Escuela de
la Concordia.
Con licencia del Superior Gobierno: en Santafé de Bogotá, por don
Antonio Espinosa.
Señores: Al hablar de un establecimiento que tanto dignifica a
la razón, no será mi lánguida voz la que se oiga; será aquella
majestuosa (la vuestra digo) articulada con los acentos de la huma-
nidad. Si es así, etc.
La leyenda «Con licencia del Superior Gobierno, en Sartafé
de Bogotá, por don Antonio Espinosa» prueba, evidentemente, la
publicación del Discurso en la capital del Virreinato de la Nue-
va Granada.
La reproducción, en los Anales, se ha hecho usando un
ejemplar de los editadus en Bogotá, en 1789, y no el discurso pu-
blicado, por partes, en los números 4. 5. 6 y 7 de Las Primicias de
la Cultura de Quito, en 1792.
Comparadas, con prolijo esmero, las dos ediciones del Dis-
curso, hemos notado algunas pequeñas correcciones hechas por
Espejo en la edición quiteña. Las enmiendas del patriota ecuato-
riano se refieren, en general, a correcciones de lenguaje.
En la edición quiteña hay una añadidura de importancia y
(1) Anales de la Universidad de Quito, tomo iii, año 1889, pá-
gin a 320.
(2) Anales de la Universidad de Quito, tomo in, páginas 6,
408 y 492.
240 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
.que se refiere a algo que aun en nuestros días encarna una aspi-
ración nacional.
Se lee en la publicación de Bogotá: « que el hombre pú-
blic3 y el hombre privado, el rico de hacienda y el rico de talentos:
que todo quiteño, en una palabra, corre el diseño, prepara los
arreos, arbitra los medios, vence las dificultades, facilita los traba-
jos, economiza los gastos, y calculando con el amor patriótico el
buen éxito, emprende la apertura de los caminos, y en especial
hacia el Norte para facilitarse desde muy poca distancia navegar
en el mar del Sur.»
La edición quiteña tiene una interesante llamada, en esta
parte «. . . . que el hombre público y el hombre privado, el rico
de hacienda y el rico de talentos, que todo quiteño, en una pala-
bra corre el diseño, prepara los arreos, arbitra los medios, veiice
las dificultades, facilita los trabajos, economiza los gastos, y calcu-
lando con el amor patrótico el buen éxito, emprende la apertura
de los caminos y en especial hacia el Norte, el de Malbucho [i]
para facilitarse desde muy poca distancia navegar en el Mar del
Sur.»
La llamada dice lo siguiente:
[i] «En otro de nuestros periódicos haremos la descripción de
la apertura de este camino. Por ahora se hace necesario decir
que está casi enteramente verificada y próxima a tocar con el em-
barcadero que ofrece el río de Santiago. Parece que no percibimos
todavía las ventajas que vamos a sacar de la comunicación con el
mar y sus costas feracísimas; porque no nos atrevemos a creer que
se haya abierto el camino hasta lo más íntimo de los bosques im-
penetrables que era preciso vencer. Pero a pesar de estos obstácu-
los que se juzgaoan insuperables, en especial, si se atendía a la
miseria y pobreza que experimentamos, don José Pose Pardo, ac-
tual Corregidor de Ibarra, va a poner glorioso fin a esta empresa.
Su genio infatigable, su constancia, celo y honor han constituido
el manantial y fondo de riquezas, que ha gastado en las distribu-
ciones diarias de los trabajadores. Con tan preciosas virtudes se ha
hecho acreedor a la gratitud de la Patria. Ella levantará a su tiem-
po su voz enérgica para aceptar sus servicios; y ella misma canton-
ees sellará los labios de la malignidad insensata, que ha propendi-
do unas veces a difundir el mérito de don José Pose, otras veces a
esparcir noticias funestas de la imposibilidad de la apertura, siem-
pre a impedir que se verifique ésta; porque las almas bajas ponen
su gloria en las desdichas de la Patria, y quieren sacar sus triunfos
del abatimiento y ruina de sus semejantes» (i).
¡Admirables, proféticas palabras, que resuenan trágicamente
a más de cien años de haber sido escritas!
Para que se tenga una idea de las variantes que hay en las
ediciones del Discurso, copiamos una de las dos alteraciones prin-
cipales:
(1) Escritos de Espejo,tomo i, página 91.
UN LIBRO DE ESPEJO
241
EDICIOK DB BOGOTÁ
«¡Feliz yo si con mi celo ar-
diente soy capaz de sacrificarle
mis débiles esfuerzos! ¡Si el
órgano de mis labios es el pre-
cursor de sus obras! ¡Ah! pero
yo estoy muy lejos: las inmen-
sas cordilleras me separan de
vuestra vista, señores, vivo
233 leguas de distancia y así
me contento con pediros. De
otra manera, estando a vuestra
presencia, esto es, bajo vues-
tra protección y favor, os man-
dariajl valientemente.
EDICIÓN DE QUITO
«¡Feliz yo si con mi celo ar-
diente soy capaz de sacrificarle
mis débiles esfuerzos! ¡Si el
órgano de mis labios es el pre-
cursor de sus obras! Si mi Pa-
tria recibe mis ansias, si acep-
ta mis ruegos, si premia el
aliento de mi palabra, con las
operaciones de sus manos in-
dustriosas. Si respira el aura
vital de la generosidad y el ho-
nor ¡ah! pero, señores, yo
estoy a enorme distancia de
vuestro suelo, una cadena de
inmensas cordilleras me separa
de vuestra vista. Habito, seño-
res, aunque de paso, un clima
frío, término boreal y distante
3 grados 58 minutos de la linea
equinoccial, bajo la que tuve
la dicha de nacer, y asi me
contento con pediros; de otra
manera, estando a vuestra pre-
sencia, esto es, bajo vuestra
protección y saber, os man-
daría valientemente.
Por referencias del mismo Espejo sabemos que su buen amigo,
el ilustre Marqués de Selva Alegre, don Juan Pío Montúfar y
Larrea, que entonces se hallaba también en Bogotá, «le estimuló a
escribir y le determinó a dar a luz el referido discurso, ofreciendo
poner todos los medios necesarios para obtener la licencia de su
impresión, y costearla con liberalidad» (i).
El noble procer cumplió gentilmente con la promesa hecha a
su íntimo amigo, el patriota Espejo, y la prosa ferviente del escri-
tor quiteño pudo ser leída por los habitantes de Bogotá antes que
sus paisanos.
No estará por demás el dar algunas noticias acercado Antonio
Espinosa, el impresor del Discurso en Santafé de Bogotá.
La imprenta se introdujo en Bogotá a fines del año de 1737.
El primer taller funcionó unos tres o cuatro años a cargo de un
padre jesuíta Pérez o Peña, y luego parece que se clausuró por
orden del Rey (2).
(1) Escritos de Espejo, tomo i, página 97.
(2) Eduardo Posada. Biblic^raíía Bogotana, tomo i. Bogotá,
1910, página vi.
XTV— 16
242 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
La Última obra publicada en esa imprenta, en 1742, fue la
Novena de María Santísima de la Lumbre, y desde entonces no
aparece ninguna publicación, suponiéndose que el taller tipográfi-
co se arrinconó en el edificio de San Bartolomé.
Expulsados los jesuítas el año de 1767, la imprenta pasó a
ser de temporalidades, como todos los bienes de los jesuítas.
En el año de 1777 vuelve a aparecer la imprenta en Santafé.
Residía en Cartagena el tipógrafo Antonio Espinosa de los
Monteros, y allí había publicado pequeñas obras. El Virrey Manuel
Antonio Flórez conoció al tipógrafo Espinosa y lo llevó a la capi-
tal. El modesto artesano se trasladó haciendo conducir una prensa
y algunos elementos para instalar su pequeño taller.
La llegada de Espinosa de los Monteros a Santafé debió veri-
ficarse el año de 1777, según razonada opinión del erudito Eduar-
do Posada, a quien principalmente seguimos en estas notas.
El taller de Espinosa era tan pobre que, para completarlo, se
hizo una colecta para adquirir los útiles de la antigua imprenta de
los jesuítas. Como lo reconocen los escritores colombianos, fue
Monseñor González Suárez el primero que publicó la lista de los
contribuyentes, en su obra de 1888, «Memoria histórica sobre
Mutis» (i).
El afán de completar el taller sólo pudo realizarse en el año
de 1781, época en que Antonio Espinosa de los Monteros compró
los útiles de la imprenta de los jesuítas. ■
Hemos de juzgar que el taller de \(js jesuítas — cuando la ex-
pulsión— no pasó íntegramente a poder del Gobierno. De otro
modo no se comprendería porqué la colecta a que antes nos refe-
rimos fue iniciada por el mismo Virrey Flórez, quien se suscribió
con 200 pesos.
A fines del año de 1781 O en 1782 debió llegar a Santafé la
imprenta pedida al Rey por el Virrey Flórez, en los años 1777 y
1778. Carlos III accedió al pedido y envió una imprenta nueva que
había pertenecido a los jesuítas de España. En Cádiz se embarca-
ron veinticuatro cajones de letra, en febrero de 1780.
Por el año de 1782 se organizó definitivamente la «Imprenta
Real,» formada por la imprenta de los jesuítas, la que llevó a San-
tafé Antonio Espinosa y la enviada por el Rey de España.
Se cree que la primer obra editada por la nueva imprenta fue
el «Edicto» de 7 de agosto de 1782, del Arzobispo Virrey Antonio
Caballero y Góngora.
En la «Imprenta Real» debió haberse publicado el «Discurso»
de Espejo, pues fue el único taller tipográfico que hubo en San-
tafé, hasta el año de 1793, en que Antonio Nariño y Alvarez im-
plantó su «Imprenta Patriótica.»
(1) Eduardo Posada, obra citada. (Páginas 26 y 30).
Pedro M. Ibáñez, «Crónicas de Bq?-otá.> Tomo ir. Segunda
edición, Bogotá, 1915. (Página 3).
González Suárez, «Memoria histórica sobre Mutis.» Primera
edición. Quito, 1888. (Páginas 14 y 15).
LA TRISTE AVENTURA 243
Don Antonio Espinosa de los Monteros dirigió la «Imprenta
Real» hasta la fecha de su muerte, que debió ocurrir a fines del
siglo XVIII, sucediéndole, en ese cargo, su hijo y compañero de
trabajo, Bruno Espinosa de ioí» Monteros.
Don José Toribio Medina conjetura que Espinosa de los Mon-
teros fue de origen gaditano (i). y Posada llega a suponer que
pudo ser hijo del impresor de Cádiz Manuel Espinosa de los Mon-
teros (2).
El mismo erudito escrit ^r chileno opina que don Antonio Espi-
nosa de loá Monteros probablemente fue el impresor que hubo en
Nueva Valencia y que pasaría a Caitagena, «no encontrando ocupa-
ción en aquella ciudad pobre y algo apartada de la costa,» trasla-
dándose <con su taller a un puerto donde las necesidades del
comercio, ya que no las producciones literarias, le proporcionasen
trabajo suficiente para vivir ejercitando su arte (3).
La imprenta que en Cartagena tuvo Espinosa fue tan pobre
que apenas podía imprimir facturas, guías de embarque y otras
piezas de análoga índole.
Refiere Medina que en Santafé fue honrado Espinosa de los
Monteros con el titulo de «impresor real> (4).
Estos son los pocos datos que hemos encontrado respecto del
impresor del «Discurso» de Espejo, en Bogotá.
hfl CR15TE flUEnCURfl
DE UK POETA BRASILEÑO KN BOGOTÁ EN 1830
He tenido oportunidad de referirme, en las Academias de
Historia y la de Estudios Diplomáticos, a la triste aventura de un
joven brasileño, poeta y revolucionario, que murió en Bogotá
en 1830.
Se llamaba José da Natividade Saldanha, y el fin inglorioso
de su desdichada vida está narrado en las «Reminiscencias» de los
cronistas bogotanos que fueron Cordobés Moure y Juan Francisco
Ortiz.
Saldanha tiene un puesto marcado en el parnaso brasileño.
Su obra poética, su papel en !a literatura, están referidos por todos
los maestros de la crítica y de la historia literaria en el Brasil, como
Sylvio Romero, autor de este portentoso monumento, que es la
«Historia da Litteratura brasileira»; Joseph Verissimo, el crítico
didata; Tristan de Araripe Júnior, el crítico esteta, y otros insignes
maestros, como Coelho Netto, Ronald de Carvalho, y cien más.
(l)J. T. Medina, «La imprenta en Cartagena de las Indias.»
Santiago de Chile, 1904. (Páginas m y vxn).
i,2) Eduardo Posada, obra citada. (Página 29).
(3)/. T. Medina, obra citada. (Páginas vi y vii).
(4) /. T. Medina, <La imprenta en Bogotá.» Santiago de Chile,
1904. (Página xiv;.
244 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Definitivamente está establecida la gloria de Saldanha en
aquella faz de los orígenes del siglo pasado, en que la literatura,
acompafíando la política, rompe los grillos que aún le tenían las
muñecas encadenadas a los modelos coloniales, de inspiración
lisboeta y conimbrense.
Saldanha toma las réplicas del arcadismo y se inspira en Ana-
xreonte, y Horacio, y Virgilio, y Homero. Pero en paisajes ador-
nados por la mitología griega, pone ninfas del Mondego, un río
portugués, y hayas del Beberibe, de su tierra pernambucana.
Para todos sus amantes invoca las imágenes de Romeo y Ju-
lieta, Tristán e Isolda, Pablo y Virginia, Eloísa y Abelardo. Las
figuras inmensas de la raza, como el Gama, piden en sus versos el
tridente de Neptuno. Los héroes nacionales de la guerra holandesa
encuentran pares en Héctor y en Marte.
Pero se siente el alma brasileña latir intensamente en aquellas
ingenuas glorificaciones, y principalmente se conoce la embriaga-
-dora savia lírica de nuestros apasionados cantores de los trópicos.
Aunque aprisionado en la forma clásica y en la inspiración
■mitológica, es fácil descubrir en el joven poeta los impulsos pri-
meros de su corazón y las facultades de su estetismo.
Su agitada vida, su mala fortuna, no le permitieron un vuelo
más alto, pero su obra, sin sublimidades de genio, quedó señalan-
do una figura original, palpitante de sentimiento y amor, suave y
soñadora,
Saldanha en 1824 se comprometió en una revolución republi-
cana que fue fácilmente dominada por el primer imperio, aventura
frustrada, como la anterior, de 181 7, cuyo teatro también había
sido la ciudad de Recife, llamada la Venecia brasileña, cuna del
poeta.
Condenado a muerte, como sus compañeros, Saldanha consi-
gue escapar al verdugo, y sale a peregrinar por el mundo, bus-
cando, en las amarguras del destierro, un rincón hospitalario y
generoso.
El destino lo conduce hacia «la belle au bois dormant,» usan-
do la galante y exacta expresión del Marqués de Fontanay. Sal-
danha vence los obstáculos que cercan a la bella, y la conquista
y por ella es conquistado. Bogotá lo hechizaba, a él, humanista y
poeta, amante del ritmo y de la belleza, esclavo de la generosidad
y de la ternura.
En Bogotá se aficionó a algunos jóvenes del Parnacillo, que
adoraban un credo poético perfectamente idéntico al suyo. En
1830 murió de manera ingloriosa.
Cordobés Moure levanta el velo de un drama, que sin em-
bargo no está probado; pero hace creer en el asesinato de Saldan-
ha. «¿Chi lo sa?> En verdad bien podría alguna aventura sentimen-
tal haberles, a la víctima y victimario, turbado la cabeza.
Ortiz dice con razón que la vida del joven brasileño parecía
una novela. Pero los datos de Ortiz no siempre consultan la ver-
dad. Algunos son exagerados, fantasía del cronista o del poeta.
LA TRISTE AVENTURA 245
no puedo decidir. Un terremoto en Pernambuco es claramente una
equivocación.
Recientemente el ilustre historiador doctor Eduardo Posada
ha recogido nuevos detalles interesantes y ayudó el Ministro bra-
sileño Ferreira da Costa a reunir datos para un libro sobre la vida
y obra del poeta.
Los diplomáticos brasileños que venimos a Bogotá no pode-
mos dejar de curiosear en torno del epílogo de esta novela vivida
y sufrida.
Y por eso aquí vengo en cariñoso empeño a solicitar de los
intelectuales colombianos nuevos elementos sobre la existencia
malograda del vate errante.
Revolucionario y peregrino, Saldanha nunca dejó de ser fun-
damentalmente un poeta. El lo ha dicho: «Soy poeta y lo seré
hasta la muerte.» Era sobre todo un visionario. Para él cuadraba
el verso de Roscand: «le métier de poete est un métier de dupe...>
Amaba con ternura. Amaba la patria. Amaba la raza. Amaba
la mujer. Su obra está llena de gemidos de amor. Aquí, llora la
leyenda trágica de doña Inés de Castro, «que después de ser muer-
ta fue reina.» En otro poema derrama toda la pasión por Marcía,
la musa inspiradora, de quien él celebraba los ojos azules, la tren-
za rubia, la boca «por Venus envidiada — donde habitan mil candi-
dos amores,» y los brazos «prisión de los amantes,» y los senos
«globos de nieve. ...»
Y descuellan en sus rimas las figuras, esculpidas en el bronce
de la Historia, de un Viriato, un Gama, un Alburquerque, y lo5
héroes que escribieron, en los campos de batalla de Guararapes,
la simbólica síntesis étnica de la nacionalidad brasileña, en la
primera mitad del siglo xvii.
A los amigos dirige siempre una rima cariñosa. Por eso me
figuro el punzante dolor que le impuso el destierro, el que cierta
vez exclamara:
Lejos de la Patria, de los amigos lejos,
¿Qué Tale la vida?
Én su sepulcro, si perdidas no estuviesen sus cenizas, podría
grabarse el epitafio que él mismo trazara en Pernambuco:
Sobre la losa léase: Aquí, Pastores,
Josino está, Pastor desventurado;
Murió de ingratitud, murió de amores!
Como muestra de su eftro transcribo un soneto traducido al
castellano por Juan Francisco Ortiz:
MI SUERTE
Cuando pienso que al hado riguroso
de tanto perseguirme ya se cansa,
cuando pienso que sábita bonanza
sucede al huracán tempestuoso;
<
246 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
En nuevo abismo, en caos tenebroso
va a naufragar mi débil esperanza,
contra sirtes navífragas se lanza
y el mar devora mi bajel medroso,
¿Qué más puedo esperar? Cual leve pino,
fwr la fuerte corriente arrebatado,
de roca en roca* en raudo torbellino,
De desgracia en desgracia despeñado,
seguiré los caprichos del destino
hasta ser como él despedazado.
Señalaré desde ahora que en mis pesquisas ya encontré, en
un «bouquiniste» de Bogotá, un ejemplar desfigurado y carcomido
de la primera edición de las poesías de Sáldanha. Y cu torno de
ese hallazgo escribí una comunicación a la Academia Brasileña de
Letras.
Y queda aquí mi solicitud a quienes conozcan detalles de este
suave y doloroso romance, que descuella una tan novelesca figura
de bohemio y visionario, animado de tanto ensueño y nobleza.
Argku Guimarabs
hfl mUERTE DE SflbDflnSfl
Es frecuente leer, y nosotros también incurrimos alguna vez en
la aseveración de ese error, que el poeta José Natividad Sáldanha,
oriundo del Brasil y muerto en Colombia, tuvo su desceso en Bogo-
tá. El fin de Sáldanha ocurrió en Cali, de manera trágica, nada,
menos que fusilado por sus comprometimientos en la rebelión en-
cabezada por el General Urdaneta.
A principios de 1831, después del triunfo que el General Oban-
do obtuvo en la llanura del Papayal a las goteras del Palmira,
contra el dictatorial Mugüerza, fueron pasados por las armas en
Cali, de orden del Jefe vencedor, cuatro de los prisioneros, entre
ellos el poeta brasileño. Así lo hace constar muy claro el mismo
General Obando en los «Apuntamientos para la Historia.»
A Cali pues le cupo la triste suerte de guardar los despojos del
infortunado vate. Ellos, por las circunstancias de la tragedia, de
seguro carecieron de una cruz u otra señal que los determinara, y
ese polvo, cumpliendo las leyes a que se halla sujeta la materia,
desapareció pata que sus átomos se transformasen o mudasen de
naturaleza. Si hubiéramos de poetizar, diríamos que" la carne que
albergó el alma sensible y delicada de Sáldanha trocóse en flores
de las que perfuman nuestros jardines o en mariposas que buscan
el polen de esas mismas flores.
Gustavo Arboleda
PROCERES GRANADINOS 247
PROCERES GRflnflDinOS
COMANDANTE JOAQUÍN TORRES
Este hijo de Bogotá, que tuvo por padres a Joaquín Torres y
a Bárbara Amaya, comenzó el servicio de las armas patriotas en
1813, en calidad de aspirante.
Estuvo en la rota de Cachiri, el 22 de febrero de i8r6, cuando
la Torre y Calzada, destruyendo al doctor García Roviria, some-
tieron la Nueva Granada al poder implacable de don Pablo Morillo.
Salió por Casanare a las rudas campañas del Apure; se halló
en Carabobo del 21; en la pacificación de Coro, y en el Zuiia con
el terrible combatiente Francisco Tomás Morales.
El 7 de abril del 23 se unió en Maracaibo con Francisca Josefa
de la Guerra, hija de Pedro María de la Guerra y María Concep-
ción Vidal, naturales de allí.
Luego estuvo en varias guarniciones de Venezuela. De Cuma-
ná salió en su batallón, siendo Capitán, en motivo de los trastornos
del Perú. Pero vencedor Sucre en el Pórtete de Tarquí, el 2"] de
febrero del 29, se quedó en Tunja. •
De regreso a Maracaibo por Ríohacha se pronunció en ésta
el 14 de febrero de 1830, junto con los demás Oficiales del "Boya-
cá," contra e! mando de Bolívar y la unidad de la República.
Que si en los años de 1813 hasta el 26 la dictadura boliviana y
la Gran Colombia fueron necesidades imperantes, desde el punto
mismo en que terminó la guerra de independencia dejaron de
serlo, paxa convertirse en uaa inquietante amenaza contra la li-
bertad y la autonomía de los antig-uos pueblos colombianos.
Y por más que la firma del Comandante Torres, estampada en
el acta del desconocimiento respondiese a un clamor que luego
se hizo general, tiene la censura de la historia, porque en su ca-
rácter de militar no podía mezclarse en asuntos políticos.,
A poco se encontró en la frontera del Táchira bajo el mando
del General Santiago Marino, quien le mandó al Zulia, como zu-
liano de adopción que era, con la nueva de los acaecimientos fa«
vorables a Venezuela,
En Maracaibo continuó sus servicios militares a la República.
En 1847 el Gobierno Nacional lo pensionó por su invalidez. Mu-
rió el 22 de febrero del siguiente 49, y la viuda alcanzó ser ampa-
rada en su pobreza y ancianidad con una pensión que se le acordó
en 185b (i).
Tales los servicios en la causa de la Independencia de este bo-
gotano, que unido a una maracaibera terminó su vida en la ciudad
ardorosa de Us palmas. — Caracas 1922.
Vicente Dávila
(1) Montepío militar del segundo Comandante Joaquín Torres,
ArchiTO Nación al .
248 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
DOCUíDEnCOS DEL SIChO X\7I (1)
GOBERNACIÓN DE SANTA MARTA
Carta del Cabildo de Santa Marta al Emperador en que mani-
fiesta, salieron de allí muchos vecinos a poblar y estando en Bogotá,
en donde hay mucha riqueza y piedras, estando sosteniendo dicha
ciudad, piden que la misma quede dentro de los límites de la Go-
bernación de Santa Marta. Santa Marta a 28 de julio 1539.
La ciudad o Ayuntamiento de Santa Marta a 28 de julio. S. C. C. M.
El Consejo Justicias y Regimiento de la ciudad de Santa Mar-
ta vesamos los muy rreales pies y manos de V. S. M*. y dezimos
que ya V. M. sabe por rrelaciony cartas que esta cibdad aescripto
como a tres años quel adelantado don Pedro de Lugo Gouernador
que fue en esta cibdad por Vuestra Magestad embió cierta gente
por tierra de pie e a cauallo y también ciertos vergantines por el
rrio grande en descubrimiento de la mar del sur o de tierra que
fuese rica y en todo este tiempo nunca se a savydo nuevas de la
dicha gente sy no fue quando los dichos vergantines se bolbieron a
esta cibdad desbaratado^ que dieron nueba como la dicha gente
que yban por tierra habian pasado adelante y que yban buenos y
en estar tanto tiempo esperando la dicha gente o nueba della los
vecinos y pobladores de esta cibdad an pasado mucho trabajo y
necesidad ansy de hambre como de trabajos de sus personas por es-
tar esta tierra como ha estado y esta de guerra y por otras muchas
bias en sostener esta cibdad e puerto hasta que dellos se supiese
nuebas y Vuestra Magestad prouellase en lo que fuese seruido so-
bre ello como buenos y leal es vasallos de Vuestra Magestad lo de-
vian hazer y agora ha sido nuestro señor seruido de en remunera-
ción dellos dar buenas nuebas de como la dicha gente habia
aportado y estaba poblada en una Provincia que sedizeBocotaque
es muy rica de oro e piedras e otras cosas y la gente estaba rica y
habia habido buenas partes de oro e piedras que entre ellos repartie-
ron sin aver atención a los vecinos y pobladores que en esta cibdad
avian quedado para la guarda y defensa della syendo esta ciudad
como es puerto e cabe9a de esta Gouernacion en lo qual an sydo
agrauiados suplicamos a Vuestra Magestad que pues fuera razón
quel licenciado Ximenez General que hera se acordara de nosotros
y nos diera algunas partes por manera que no reciñamos agrauio
en tanta cantidad y después de hallada la tierra muy rrica d^ Bo-
cota procuraron de poblar en ella y hazer pueblo y estando pobla-
dos dos años y medio abia vino aportar alli un Benalca9ar Capitán
de Pigarro que bynia de la parte del Piru con gente y dende a
ocho dias que hera llegado a donde la gente desta ciudad estaua
ansy mismo tuvieron noticia que yba un Fedreman Capitán de
de Bene^uela también con gente y juntos todos tres capitanes en
aquella tierra plugo a nuestro Señor de poner entre ellos tanta paz
(1) Enviados de Sevilla por el señor Erneito Restrepo.
DOCUMENTÓOS DKL SIGLO XVI 249
e concordia que todos ttres de uaa conformidad acordaron que la
gente de Benalcazar y la de Fedreman que era de Bene9uela
quedase debaxo de la Governacion de esta ciudad y en el mando
della porque en la verdad bieron que era esta Governacion y per-
tenescia a ella e que ellos dos con el licenciado Ximenez que era
General por el adelantado fue a ynformar a Vuestra Magestad de
lo que pasaba y a ellos les habia acaescido y ansy lo hicieron por
obra según lo avernos sabido por cartas e por dichos de algunas
personas que alia se hallaron y hiendo esto Gerónimo Lebrón Go-
uemador ques al presente en esta ciudad por Vuestra Magestad
y hiendo que esta claro que cuando jente de tres Governacio-
nes juntas y no quedando en ellos personas que poder tenga de
Vuestra Magestad a quien obedezcan y que habrá antre ellos ren-
zillas y questiones sin que cada uno procurara de ser obedecido
e mandar de donde se recrescera mucho daño y escándalo y des-
población de la tierra que Vuestra Magestad seria desseruido y
también hiendo y seyendo cierto que las dichas Provincias de
Bocota están en esta Governacion y están dentro de los limites
y términos que Vuestra Magestad tiene señalados acordó de
embiar por cauallos y gente a la dicha ciudad de Santo Domingo
y por otras cosas necesarias que en hiñiendo con toda brebedad
partiese a yr a tener en paz y justicia la dicha gente y tierra
hasta tanto que Vuestra Magestad sea seruido de probeher e
mandar lo que a su real prouecho conbenga plega a Dios Nuestro
Señor encamine como mas su prouecho y de Vuestra Magestad
sea pues es asi que la dicha tierra y Probincias esta en esta Gover-
nacion y los términos della como Vuestra Magestad lo bera.
A Vuestra Magestad humildemente suplicamos que pues an
seydc muchos los trabajos que los vecinos y pobladores de esta
ciudad an pasado y pasan en su real prouecho en sostener esta
tierra y cibdad tanto tiempo a sin aver prouecho sino mucho tra-
bajo de hambre y pobrera y an estado con mucho riesgo de sus
personas por causa de los enemigos ya que la gente de la tierra y
Governacion la descubrió y pobló que Vuestra Magestad permita y
nos haga merced de no enajenar ni dibidir las dichas Probincias
de Bocota ni otras algunas desta Governacion pues esta dentro de
los limites y términos que Vuestra Magestad a esta Governacion
tiene señalado y nombrado y pues aquella tierra se descubrió e
pobló con la gente desta Governacion y en ello todos avemos pa-
sado y rescibido trabajos y en este oyda &.
Ansi mismo suplicamos humildemente a Vuestra Magestad
que pues los vecinos y pobladores de esta cibdad quedemos en
guarda y defensa della y abemos seruido y serbimos a Vuestra
Majestad en esta tierra de lo que nos es mandado entre tanto se
a ydo a descubrir y poblar las dichas probincias y tierra que ansy
están pobladas y mucho tiempo antes y avemos pasado muchos
travajos desde que esta Governacion se pobló asta agora y en el
repartimento del oro y piedras y pueblos y otras cosas quel licen-
ciado Ximenez hizo de lo que se hubo en la dicha entrada y Pro-
250 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
bincia de Bocota Capitán General que hera no tuvo memoria ny
repartió ni hizo caso de los vecinos y pobladores que quedaban
para guarda de este pueblo ni les dio ni rrepartio ninguna cosa en
la qual havemos resciuido notorio agrauio a Vuestra Majestad su-
plicamos humildemente mande que seamos gratificados en algo y
para en adelante y mande al Governador ques o fuere de aqui ade-
lante que de lo que se halla e se hubiere e en otra cualquier parte
nos den o señalen partes y rrepartymientos pues nos quedamos a
guardar el pueblo e no nos dexan yr y pues lo avernos proueydo
e merescido en esta tierra mucho tiempo a porque a no quedar
gente en la ciudad se despoblarla e no se podría poblar ny servirse
de por aqui aquellas provincias en todo lo qual recibiremos muy
señalados y crecidos servicios mercedes como siempre las avemos
recibido al presente no se ofrece otra cosa que hacer saver a Vues-
tra Magestad porque creemos que de todo Vuestra Magestad sera
ynformado de personas que se hallaron presentes a todo que darán
muy entera relación guarde y prospere Nuestro Señor la muy real
persona de Vuestra Magestad por muchos y muy largos tiempos
con acrecentamiento de muchos mas reynos y señoríos como para
Su Magestad es deseado desta su ciudad de Santa Marta a xx días
de julio de 1539 año do quedamos por muy ciertos y leales valía-
nos de Vuestra Magestad que sus muy reales pies y manos bsan
Gonzalo Pérez Alcalde (rubricado) Diego Sandrer (rubricado)
Juan Siruendo (rubricado) Juan Ortlz de Qarate (rubricado). Por
mandado de los dichos Alcalde y Regidores Francisco Gutiérrez
escribano público rubricado. (Carpetilla: la ciudad de Santa Marta
28 de jullio de 1539 años vista y hase de guardar para platicar
cuando se provea Governador para la Nueva Granada.) (1).
EXPLORACIONES EN EL DARIEN
Carta de Cristoval de la Covilla a Su Magestad. Participa ha-
ber salido Alonso de Heredla de descubrir y poblar por el río del
Darien y por tierra el adelantado Lugo para poblar las minas que
Badillo había descubierto.
Cartagen 20 agosto 1541.
Pocos dias escrivi a Vuestra Magestad dlziendo como la gente
que iva con Alonso de Heredla a la entrada se al9o con un Capi-
tán que se dice Andrés Qapata, y el adelantado Lugo que vino fue
en seguimiento deellos y topólos veynte leguas de Mopox que se
volvían a la tierra de paz porque no hallaron camino por las mon-
tañas como eran mo9os que cada uno hazla lo que quería el adelan-
(l)ArchÍTo de Indias. Sevilla. Estante 2, cajón 2, legajo 3, 18,
número 16.
DOCUMENTOS DEL SIGLO XVI 251
tado prendió Qapata y otros seyssiniien9iu a Qapataa descuartizar y
a otros dos a horcar y a los otros a las galeras los dos otros fulleron
de la pensión el uno estava sentenciado a horcar y el otro a cien 390-
tes bueltos aprenderraando se artar la sentencia decia si el ahorcado
al cocer vendiéronse todos los vienes dellos condenados en ellos
para la Cámara de V. M. con la gente enbio un Capitán suyo en
descubrimiento de oca que si tiene por gran cosa a Qapata y a otro
que se dezia para corvo que queriendo lo ahorcar provo ssr frayle
enviava presos a Cartagena embio un barco por el rio grande y en
la costa de los caribes saliendo un dia a almorzar la gente se apar-
taron un poco por el cabuco y quebrada la horca fuyeron en tierra
que si Dios no les prouveyo de remedio de ellos fueron manjar de
los yndios al de Eredia va con quatro o cienco vergantines a des-
cubrimientos por el rio dol Darien y el Adelantado dice que irá por
tierra a poblar las minas que Vadillo descilbio.
El oro que esta en la la caxa de Vuestra Magestad que esta
en Mopox pesan (roto) y halláronse ocho mili y tantos pesos de
oro baxo y cinco mil y tantos de fino destos queremos pagar al
Adelantado lo que al9are de la libranza de V. M. por que Vuestra
Magestad no pague tantos cambios por año nuestro señor la vida
de la ymperial persona de Vuestra Magestad guarde y por largos
tiempos acrecenté con mayores ymperios y señorios de Cartagena a
20 de agosto de 1541. S. C. C. M. Humilde siervo y criado de
Vuestra Magestad que los sacros pies de Vuestra Magestad mil! ve-
zes bsa. Cristoval de Plato Vila (rubricado).
La carpetilla dice lo siguiente: Ala S. C. C M. del Emperador
y Rey Nuestro Señor en el su muy alto Consejo de las Yndias a
Su Magestad. Cartajena de Cristoval de Tovilla. 1541 (i).
PIZARRO Y BELALCAZAR
Carta del Li9en9iado Cepeda a Su Magestad: da cuenta como
leal vasallo de los servicios hechos y sucesos acaecidos después de
la derrota que tuvieron con Pizarro y los buenos sucesos habidos
con D. Sebastián de Belalcázar, quien lo casó con una de sus hijas,
con breve relación lo más importante.
Cali, 22 de octubre de 1549.
Sacra Católica Cesárea Magestad.
Porque como leal vasallo de Nuestra Magestad soy obligado
a dar quenta de lo que en su rreal serui9¡o e hecho y hago la daré
por esta, en breve, sabrá Vuestra Magestad que a diez y seys años
que ando enpleado en su rreal servicio y según mi voluntad y deseo
(1) Archivo de Indias, Sevilla. Estante 1, cajón 1, leg^ajo 127,
12, 16.
252 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
me pares^e an sido ñoras puesto que no en los trabajos que an
sydo muy es9esivos espe9ial el que paíe y pasamos los que noa ha-
llamos en la batalla que el Virrey de Vuestra Magestad que sancta
gloria aya dio a Gonzalo Fi^arro e sus se9ases a do fuimos desba-
ratados e destruidos que esta desgracia que Dios fue servido darnos
por nuestros pecados tuvo e a tenido muchos términos de trabajos
espacial para los buenos e leales vasallos de Vuestra Magestad e
después acá me e empleado en el real servicio de Vuestra Magestad
en todo lo que se ha ofres9ido como lo haré hasta que muera e
despnes de acabadas las rebulu9iones que era ya tiempo tractar de
alegrias el Adelantado don Sebastian de Belalca9ar General de Vues-
tra Magestad tuvo por bien de casarme con una hija suya porcabsas
que le movieron que para tener espirien9ia de ellas a avidb buen
aparejo en el tiempo que en el rreal servi9io de Vuestra Magestad
avemos andado e pares9iendole a el e a mi se nos pasava el tiempo
sin en el hacer fruto señalado en abmento de la corona rreal me
mando fuese a poblar una provincia anexa e cercana a esta que se
dice el Choco que esta a los nas9imientos del rrio Darien que de
largo tienpo se tiene muy gran notÍ9Íaíueronla a ver 9ierlos hidalgos
desbarataron los yndios salieron muchos dellos heridos lleváronse
uno de ellos bibo llevare en el rreal servicio de Vuestra Magestad
9erca de dozientos honbres y setenta cavalios y dos mili caves9as de
ganado ase gastado mucha suma de pesos de oro a cabsa del mu-
chos valor que an tenido los cavalios que an costado a tresyientos e
a cuatro9ientos pesosas e gastado lo que teniamos e de nuestros ami-
gos e demás deso quedo adebdado e deshecho de todas mis piopie
dadesdolo tod por bien enpleado por ser hecho e gastado en el rreal
servicio de Vuestra Magestad el qual espero yo en la divigna Ma-
gestad se hará y muy grande do piensos er gratificado de la rreal
mano de Vuestra Magestad de los unos travajos y de los otros del
sus9eso de lo qual avisare largo a Vuestra Magestad como soy
obligado partiré con el ayuda de Dios en seguimientos de la jorna-
da y con todo el aparejo nes9esario del dia de la fecha de esta en
diez días Nuestro Señor lo encamine todo en su santo servi9io y la
sacra cesárea católica ymperial persona de Vuestra Magestad guar-
de y prospere, en su sancto seiui9Ío con señorío del universo como
por Vuestra Magestad es deseado desta cibdad de Cali veinte y dos
de octubre de 1549 años. De vuestra sacra cesárea católica mages-
tad muy umill vasallo que sus inperiales pies e manos besa Her-
nando de Qpeda (rubricado).
En la carpetiila dice: A Su Magestad f Cali. El licd» Cepeda
de veintidós de octubre de 1549. Popayan ia acordada para que no
entienda en entradas.
JIMÉNEZ DE QUESADA
Pedimiento dado por el Fiscal Licenciado Villalovos, por el
que se queja de los delitos que cometieron el Licenciado Ximenez
DOCUMENTOS DEL SIGLO XVI 253
(Gonzalo) Teniente de Gobernador que fue en el Nuevo Reino de
Granada, y su hermano Hernán Pérez de Quesada. (No tiene fe-
cha).
Muy poderoso seftor. El Licenciado Villalovos vuestro Fiscal
digo que el Licenciado Gonzalo Ximenez Teneciente de Governa-
dor que fue en el nuevo Reino de Granada de la provincia de San-
ta Marta por don Pero Hernández de Lugo Adelantado de Canaria
y vuestro Governador en la dicha provincia y Hernán Pérez de
Quesada hermano del dicho Licenciado Ximenez en el tiempo que
estuvieren en la dicha Governacion hicieron y cometieron muchos
y graves delitos en deservicio de Dios y de Vuestra Alteza y daño
de los naturales de la tierra haciendo contra ellos muchos robos
fuerzas quemas muertes y otros daños por les robar su hacienda y
enbiando capitanes y otras personas por la tieira adentro contra
los yndios e caciques deella que les hiciesen muchas fuer9as y da
ños e robos por los robar como los robaron y avnque por la vues-
tra Real Audiencia fueenbiado por Governador a aquella provincia
Jerónimo Lebrón con vuestras provisiones Reales e aviendole re-
cibido por tal Juez la Justicia e Regimiento de la ciudad de Velez
de la dicha Governacion de Santa Marta Nuevo Reino de Granada
e yendo de camino a la ciudad de Tunja de la dicha Governacion
salió a le resistir con mano e gente armada de pie e de caballo el
dicho Hernán Pérez de Quesada hermano del dicho Licenciado Xi-
menez e le resistió por fuerza el dicho recibimiento y le hecho de
la dicha Governacion e hizo e cometió al dicho Licenciado Xime-
nez e el dicho Hernán Pérez e otras personas con su fabor muchos
e grandes delitos en deservicio de Dios Nuestro Señor y de Vuestra
Alteza e daño de los naturales e aun enjuria e daño de los españo-
les como todo paresce por tres ynformaciones que presento sygna-
das del signo de Rodrigo de Villaireal vuestro Escrivano público y
del Concejo de la ciudad de Santa Fee del dicho nuevo Reino de
Granada que esta comprobada por signo e firma de Alonso
Tellez Escribano e de Cristoval de los nidos Escriuano asi mis-
mo de Vuestra Alteza las cuales informaciones presento en
cuanto hazen en favor de vuestro fisco ynocumas
Comisión, pido e suplico a Vuestra Alteza mande proceder
contra los dichos Licenciado Ximenez e Hernán
Pérez de Quesada e los otros culpados a las mayores e mas graves
penas en que por lo suso dicho incurrieron y executarUs en sus
personas e bienes y de cada uno de ellos porque sea a ellos e a su
gora otros cxemplo y juro a Dios en forma que lo suso dicho no
digo ni pido maliciosamente salvo por que dello soy informado y
procurar justicia que pido y las costas y vuestro real oficio im-
ploro.
Otrosí porque por la dicha pesquisa parece que en la dicha
Governacion los dichos reos an usado de una argolla alemana
254 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
contra los yndios para los roatar por que les den oro pido e suplico
a Vuestra Alteza mande cometer al Licenciado
Que la busque y Miguel Días e a otros jueces que con toda
castigue y enbie. diligencia inquieran en cuyo poder esta la
dicha argolla alemana y la saquen de podet
de quien esta y la enbien a este vuestro Real Concejo e no consien-
tan: que persona alguna huse de la dicha argolla ni la tenga en su
poder so grandes penas e castigue a los que della an usado y sobre
todo pido justicia. (Hay una rúbrica) (i).
flPOSTlbhflS
En reciente articulo, publicado en las «Anales Políticos y Li-
terarios,» de París, habla Flammarion sobre el calendario, y men-
ciona allí, como es natural, la división del tiempo que se hizo en
los días de la Revolución Francesa. Hace notar el célebre astrónomo
que aquel almanaque era muy bello, pero no podía ser universal,
pues las denominaciones de los meses no correspondían a todas
las zonas. En realidad lo que es nivoso y frimoso en algunas latitu-
des es época de calores y de cielo azul en otras. Los convencio-
nistas franceses obraron con elocuencia y arte al bautizar las doce
partes del año, pero les fallaron conocimientos científicos. Igno-
raban ellos o lo olvidaron, si lo sabían, que entre los trópicos no
hay estaciones, y que en las tierras australes aquellas son opuestas
a las de Europa.
Es frecuente ese desconocimiento de tales hechos. No hace
mucho vimos aquí un libro de geografía, traducido textualmente
del francés, en el cual se decía que el Sur era el punto por donde
marchaba el sol^ y ese libro parece que fue texto en algunos de
nuestros colegios durante algún tiempo, o iba a tener la adopción
oficial cuando alguien llamó sobre ello la atención. Bien dicho eso
en la zona templada del norte, pero ya inadecuado para decirlo
en la tórrida, donde somos anñscios o sea que damos sombra unas
veces al norte y otras al sur.
Un diplomático publicó hace pocos años un aviso en un pe-
riódico de Bogotá, en el cual solicita una casa con balcones al
sur, como cosa indispensable; aquello llamó la atención, y pocos
se explican aquel capricho. Sufría él de reumatismo, y no sabiendo
de estas leyes siderales, deseaba tener sol en su habitación durante
todo el año. Aquí en verdad esos balcones no le darían más ven-
taja sobre los que miran hacia el norte, que el de observar la Cruz
del Sur en las nuches estrelladas.
Zamacois, en un artículo sobre Silva, habla de nuestro
cementerio laico, y dice lo siguiente: «Coincidencia impresio-
nante! Casi la totalidad de aquellos suicidas — entre los cuales no
hay ninguna mujer — se fueron en los mssesde octubre, de noviem-
(1) Archivo de Indias. Estante 2, caójn 2. legajo 1—16 R. 34
APOSTILLAS 255
bre, de diciembre, de enero. . . .cual si hubiese habido una conca-
tenación, arcana y fatal, entre la desesperación de sus almas y la
melancolía del invierno» (i).
Bien que los sabios franceses, que no habían viajado por estos
mundos, cometieran este descuido, de hacer un calendario con pre-
tensiones de universal, completamente inadecuado en otros conti-
nentes; disculpable en el traductor de un buen texto que olvidara
poner una nota aclaratoria al pie de la página; explicable en el dis-
tinguido Ministro que acababa de llegar a estas alturas. Pero el
señor Zamacois, que vivió entre nosotros algunos días, debió darse
cuenta de que aquí no tenemos estaciones, y que esos meses, som-
bríos y melancólicos, de que él habla, son a menudo radiantes y es-
plendorosos entre nosotros.
La Oficina Internacional de las Repúblicas americanas presen-
tó al Congreso relativo al café, que se reunió Nueva York a fines
de 1902, un interesante libro intitulado El café, su historia, cultivo,
beneficio, etc, efe., al fin del cual hay una Bibliografía, y en ésta no
se enumera ninguna obra sobre la materia publicada en Colombia.
«El Diario de Costa Rica» publicó hace poco (29 de junio de
192 i) un número, en riquísima edición, consagrado al centenario
del cultivo del café en aquella nación. Tiene artículos en prosa y
en verso, eruditos y amenos, que se leen con vivo deleite. Entre
ellos hay uno sobre cBibliografía costarricense del café,» y otro so-
bre <Bibliografía general del café,» que es el mismo del libro de
la Oficina Internacional, con cinco adiciones. Una de éstas sí
menciona una publicación vernácula sobre esto, la intitulada De la
crisis del café y medios de conjurarla, por fosé María Pinto V. Ex-
posición leída por su autor el 30 de agosto de 1920 ante el Congreso
de cafeteros de Colombia. Como sí se han escrito aquí sobre tal ma-
teria varios estudios, nos permitimos adicionar dicho trabajo con
estos datos:
«Instrucción popular sobre meteorología agrícola, y especial-
mente sobre el añil y el café,» por Indalecio Liévano, ingeniero
civil. Publicación del «Diario Oficial» de Bogotá, imprenta déla
Nación, 1868, 18 páginas.
«Tratado práctico sobre el cultivo del cafeto, por Francisco
Ospina.» Bogotá. Imprenta de Foción Mantilla, 1872, 62 páginas.
«Industria del café en Cundinamarca, por Luis Mejia», Bogo
tá. Imprenta de Echeverría Hermanos, 1877, 32 páginas.
«Memoria sobre el cultivo del cacao, del café y del té, y so-
bre el papel que desempeñan en la higiene y alimentación de los
pueb.'os las bebidas conocidas que emanan de estas plantas, por
(1) Publicado en Cromos, del 1? de marzo de 1919, número 152.
256 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Emigdio Paiáu.» Bogotá, Imprenta de Lleras & Compañía, 1889,
78 páginai.
cMemoria sobre el cultivo del cafeto, por Nicolás Sáenz, pro-
fesor en Ciencias Naturales de la Universidad Nacional, miembro
de la Sociedad de Agricultores colombianos, etc., etc.,» 1892. Bo-
gotá (Colombia), Imprenta de La Luz, calle 13, número 100. 56
páginas. De ésta se hizo luego un edición más extensa.
Entre los libros de otros países anotamos que falta el Cultivo
del café en la costa meridional de Chiapas,por Matías Rometo, de
la cual conocemos la tercera edición, que fue impresa en Méjico,
Imprenta del Gobierno, en 1875; bien que sí se cita otra obra de
dicho autor, la que lleva el título de cafe and india — rubber culture
in México. Nueva York^ 1S98.
Note sur divet ses varietés de café et en particulier sur les
cafés du Brésil, par M. le General Morin, publicado en Annales de
Conservatoire des arts et metieres en 1879. (Tomo xi, número 41).
El Comercio del café, por H. Schofer^ publicado en Amster-
dam en 1868 y traducido del alemán por Diego Bautista Urba-
neja. Tiene de curioso este trabajo que a Colombia, hoy segundo
país productor del precioso grano, no lo menciona para nada. Y
Cultivo del café o sea Manual teórico-pf áctico sobr e el beneñcio de
este] fruté , por F. J. Mádriz, París 1869. El autor es venezolano, y
fue escrita esta guía para sus compatriotas.
La Enciclopedia Espasa trae una lista bibliográfica en la pa-
labra café. Ninguna de las obras que hemos citado está allí men-
cionada.
E. Pesada
PROPOSICIOn
(19 de diciembre;
La Academia Nacional de Historia de Colombia presenta su
sincera condolencia a la Sociedad de Americanistas de Paris por la
muerte de su ilustre Presidente, M. H. Vignau, y rinde su home-
naje de admiración y respeto a la memoria de este sabio historia-
dor de Colón, y autor de otras bellas obras de historia americana.
boletín
Año XIV-N.' 161 f-\l II r I I XJ Febrero: 1923
DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
oRGHno De íñ flcfloemifl nflcionflc oe historia
DIRECTOR, REDACTORES,
EDUARDO POSADA LUIS AUGUSTO CUERVO
ROBERTO CORTÁZAR
Bogotá— República de Colombia
DISCURSO
PRONUNCIADO EN LA SESIÓN DEL 12 DE OCTUBRE DE I922
Señor Presidente de la Academia, señores académicos, señores,
señoras:
Tiene un sentido profundo y subyugador aquella costumbre
que las viejas dinastías establecieron y que va muriendo con ellas.
De tarde en tarde giran sobre sus goznes los macizos portalones
de sus palacios y entra en olas una muchedumbre que va a turbar
el silencio de aquellas graves galerías en donde se creó su historia,
en donde se tejieron sus sueños y en donde se talló y se talla aún
quizás su porvenir. Ya ha pasado por allí una y muchas veces
aquella multitud sólo alterada por los pequeñuelos que la siguen
como cachorros y que llenan los claros que dejó la muerte.
Hay un secreto instinto en repetir y repetir estas peregrina-
ciones periódicas. Es un ejercicio de resurrección, especie de in-
mersión que, como la de los grandes buzos, saca de las quietas
aguas de los hondos abismos la faceta maravillosa que es en la su-
perficie aguijón para la lucha, orientación hacia la meta y aviso y
consuelo para los errores que se trocaron en pesares. Todo pue-
blo, toda agrupación étnica conserva aún si no sus soberanos, la
mansión señorial donde se localiza su historia y su espíritu. Podrá
beber allí según sus gustos; palpar la reliquia de donde surgió la
leyenda y el ensueño; hojear el infolio que escribió el maestro;
besar la bandera que en días de gloria se desplegó bajo sus cielos,
y pulsar el lanzón y la armadura que fijó para siempre los lindes
de la Patria.
Postdam, Buckingham, Kremlin, Escorial, Versalles, sitios
son aún que respetan, quizás a su pesar, las masas iconoclastas de
nuestros tiempos. No hay frivolidad ni espíritu crítico que vaya a
derrivar al gran Barbarroja, que un día caminando con sus teuto-
nes gigantes|hacia la tierra de Cristo, se ahogó en un río sin nombre;
pero a quien la fantasía popular guardó durante centenares de años
en la más sombría gruta de Kyífhauser, y allí durmió con sus
heroicos guerreros hasta el glorioso día en que del cielo de Prusia
XTV— 17
258 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
huyeron las águilas y huyeron las nubes. No hay espíritu antirreli-
gioso que vaya a reírse, ni menos a odiar, a las galeras que lanzó
a la mar el gran Felipe del Escorial en busca del calvinista o del
sarraceno; hará tambalear en sus principios a las masas de obreros
de nuestros sindicatos, la huella tangible del gran Corso que voló
sobre el mundo en loco remolino agitando el estandarte de su
egoísmo personal. No habrá rencor suficiente entre las míseras
mujeres del bulevar que las lleve a ensañarse con la desvanecida
zapatilla versallesca sobre lá cual paseó su coquetería y su gracia
sin par la reina o la duquesa diminuta y voluptuosa cuyos amores
eran tragedias, y cuyos perfumes anestesiaban la vena de sangre y
de riqueza que sus caprichos rompía.
La Marquesa Eulalia, risas y desvíos
Daba a un tiempo mismo para dos rirales:
El Vizconde rubio de los desafíos
Y el abate joven de los madrigales.
Ante los inmensos portalones que hoy, día de la raza, abre la
vieja, la gloriosa, la magnífica madre España, entra en olas de
amor, nada más que de amor, el espíritu de ochenta millones de
seres humanos que vuela sobre los mares y sobre los continentes y
que no tiene más que una palabra para pronunciar: ¡Madre! Se
olvidaron los devaneos versallescos de la que un día fue espléndi-
da y hermosa. Se olvidó su despego de los bienes terrenales que
dejó esparcidos y abandonados a su propia suerte a los hijos de
su sangre. Se olvidó esta dolorosa herencia, que transmitida por
ella fue, de vivir soñando entre un mundo tan despierto, de ese
vivir atormentado de quien quiere modelar sin ensuciar sus manos
con la arcilla.
Pero no se olvida que esta armonía que nos circunda eterna-
mente es la lengua que nos enseñó; que la tierra ubérrima en don-
de palpitan con exceso de vida formidables democracias y que se
va poblando con los despojos de mundos enfermos, es el continen-
te que ella descubrió mientras buscaba a los Cipangos para impo-
nerles la cruz. No se olvida a quienes venimos a abrazarla con
ternura, que si laureles tiene la humanidad que no se secan, son
los cosechados en esas salidas caballerescas del señor don Alonso,
por Flandes y por Italia y por la tierra gala, siempre tras un alto
ideal y tras un principio del espíritu.
Empeñó su corona avaluada al peso por el Ayuntamiento de
Valencia, nuestra señora doña Isabel, para continuar la guerra con-
tra la morisma y únicamente por orgullo de raza, pues la morisma
era en España arte, tolerancia v sabiduría. Y le quedaron aún al-
gunas joyas más que empeñar para lanzar sus naos a esa aventura
de donde nosotros surgimos. Se enloqueció de amor aquella otra
reina nuestra, doña Juana, mientras seguía como un espectro el
cadáver de su hermoso Felipe. Allí donde haya pasión, allí donde
haya arrebatos generosos encontraréis al español guerrero o a su
poeta místico o profano o a r,u santo iluminado.
DISCURSO 259
Podemos pues escoger a nuestro amaño en este jardín mag-
nifico la flor que nos parezca para glorificar con ella a la madre
Iberia en este dia de apoteosis y de recuerdos.
Por un altísimo honor que guarda una proporción inversa-
mente perfecta a mis caoacidades, la honorable Academia Nacio-
nal de Historia ha querido que yo lleve su voz, y ha dejado a mi
elección la escogencia del tema, aumentando así la dificultad del
mandato.
Yo quiero implorar vuestra benevolencia, y os invito a dete-
nernos por breves momentos delante de este cuadro vago y borroso
que escribió España en sus colonias y que abarca un espacio de
tiempo comprendido entre el fin de la conquista y el principio de
la revolución. Dentro de estos límites toda la historia de América
es un inmenso lago de olvido y de ensueño. No muy distante de
nosotros por el tiempo, está infinitamente lejos por las nuevas mo-
dalidades que el mundo moderno ha impreso en nuestra vida y ea
el concepto filosófico de ella.
Tiene para mí, y espero que timbién para vosotros, una su-
gestión irresistible esta absoluta laxitud y abandono de generacio-
nes y generaciones que durante los siglos xvi, xvii y xviii fueron
inconscientemente el frío crisol en donde se iban fundiendo y mo~
delando estas nuevas sociedades hindohispánicas que son ya y to-
serán cada día más, pesj denso, decisivo en el equilibrio del mun-
do. Yes admirable que dentro de este industrialismo del día y den-
tro depoderosas corrientes migratorias conserven intacta su savia^
la misma savia que les transmitió el oscuro colono español.
Cuando se considera la manera inconmovible como se conso-
lidó el domino de España en un tiempo relativamente corto, se
puede juzgar que fueron masas enormes de emigrantes las que
arrojaba la madre Patria sobre sus colonias, y que cayendo sobre
los desiertos americanos y sobre poblaciones indígenas fisiológica-
mente débiles, entraron desde el primer momento a dominar sin
contrapeso y a trasplantar, por decirlo así, un buen gajo de la
España peninsular sobre el fecundo suelo de Indias. Nada hay
sin embargo más erróneo. Sesenta años después de terminada la
conquista toda la población española esparcida en la inmensidad
del continente apenas si alcanzaba a la cifra insignificante de quin-
ce mil personas. Este fue el peso, casi justo, de la genuina semilla
española importada en sus dos terceras partes de Andalucía y de
las Provincias vascongadas.
Establecidos estos emigrantes en las partes altas de las cordi-
lleras en donde el clima benigno y los restos de la población in-
dígena hacían más fácil su existencia, dieron principio a esa vida
colonial quieta y apacible, reacción natural de las aventuras ago-
viadoras de la conquista y de las inauditas turbulencias de la Eu-
ropa que habían abandonado. No se formó con campesinas ni con
obreros de las grandes ciudades la base de esta emigración. Eran
comerciantes de menor cuantía que venían a las costas en donde
el contrabando con las colonias extranjeras les enriquecía muya
260 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
menudo en breve tiempo. Estos colonos generalmente regresaban
a la Metrópoli. Los que no volvían, los que se despedían de la pa-
tria con el «hasta nunca» de los héroes de Zola, eran aquellos
rezagos de la antigua nobleza española, gentes de algún vali-
miento e influencias en la Corte y a quienes una fácil intriga
hacía dueñas de grandes concesiones de tierras y de yacimientos
auríferos. Alrededor de esta clase de emigración fue como se ve-
rificó la verdadera colonización de América. Fue ella la que con-
solidó efectivamente la conquista española, que no habían conso-
lidado de seguro los conquistadores, una vez que hubieran ago-
tado en su vivir errante el oro que encontraron en manos de los
indios y sus escasos cultivos.
El señor español era 'otra cosa: venía. a América más que en
busca de riqueza, en demanda de la discreta penumbra que nece-
sitaba su orgullo de cortesano arruinado. La tierra tenía indios
que la cultivaran, y para la mina mortífera fácilmente se compra-
ban negros que supieran explotarla. Por pequeños que fueran los
rendimientos así obtenidos, ellos bastaban para subvenir a las mo-
destas necesidades. Las grandes ventajas y la razón de ser que hizo
del feudalismo durante la Edad Media un Gobierno necesario y
justo en sus principios, se presenta aquí claramente sin que el tiem-
po y el espíritu del siglo xviii hubieran permitido que degenerase
como aquél en una de las formas más odiosas de opresión y de ti-
ranía que registra la historia. Aquí se conservó más o menos un
equilibrio justo y razonable entre el indio que vagaba sin amparo,
después de rota por la conquista su primitiva organización, y el
señor que tomaba a su cargo su defensa contra los aventureros
desalmados que lo perseguían. Rl indio aceptaba gustoso este
principio de protección y retribuía ese amparo con sus deficientes
servicios. Un contrato tácito de esta naturaleza fue el que asegu-
ró a España su dominio racial en este continente: nunca como
aquí medios tan humildes y débiles han dado frutos más gran-
diosos.
¿Tiene historia este señor, este colono que inconsciente y ge-
nerosamente abría sus venas y mezclaba su sangre con las más
humildes razas y preparaba así el imperio español del porvenir?
Desgraciadamente no la tiene y no hay para qué esperar que pue-
da tenerla.
Sabemos sí que un día se arrojaba al mar desde Vigo o desde
Cádiz llevando a su lado a la esposa joven o a la vieja esposa que
arrastra consigo a sus polluelos. Va con ellos el pergamino que
expurga su sangre, y el otro pergamino, el que concede la tierra
quesera para ellos decorosa tranquilidad y ocio señoril. Nada la-
mentan de esta vida cortesana que dejan para siempre, ni nada
temen de esta otra nueva vida que les espera más allá del bravo
mar en que flotan. Son los largos meses de travesía marina y es el
escalar de la inaccesible serranía donde se asienta la solitaria
ciudad y el portalón de piedra en donde se esculpirá el escudo.
Pasan los años y los años: el viejo emigrante murió pero quedan
|0S hijos y los nietos, los de la sangre pura y los de la media san-
DISCURSO 261
gre. La conexión con la madre Patria acabó al fin por romperse,
V de la España de ultramar sólo alcanzan a ver al rey legendario
y democrático accesible siempre a las míseras desavenencias de
sus lejanos vasallos.
No ha presenciado el mundo labor más silenciosa y más fe-
cunda que esta labor de raza que se cumplía en América dentro
del silencio de sus selvas lujuriosas y al amor de sus noches estre-
lladas. Fue en la sencillez de esa vida colonial donde pudo espigar
el más genuino espíritu democrático de que puede enorgullecerse
la humanidad. Fenómeno en apariencia paradójico y admirable
es éste, hijo del contacto diario del señor y del villano en la quie-
tud de las sociedades americanas. Los fueros eran palabrería, los
títulos eran adornos, alli donde se hacía inevitable la cooperación
de unas clases con otras. Mientras la autoridad real se amortigua-
ba por la distancia y el formulismo, florecía con esplendor la au-
toridad del Ayuntamiento, en cuya composición se ejercitaba,
tambaleándose como un niño, ese sufragio universal que ha venido
a convertirse en fuerza fundamental de nuestras nacionalidades.
Quizá venga de allá, de ese sentido democrárico tan profundo, la
uente de tanta dfcdicha y turbulencia de estas repúblicas que al
constituirse en Estados independientes no alcanzaron a separar en
sus concepciones políticas, los principios representativos e iguali-
tarios de los exagerados principios republicanos que debilitaban su
nacionalidad y su acción administrativa.
Canta el moro y duerme el árabe en esta laxitud voluptuosa
que se prolonga por años y por siglos. E! aduar africano cae en
América en tierra propicia. Lo veremos reproducida en esa orga-
nización de la familia en donde impera el varón grave y silencioso
con autoridad que no se discute. Obedece sin replicar la esposa
sufrida a la que aisla casi por completo del mundo exterior, el celo
oriental. No se revelará la hija lánguida y soñadora contra este ri-
gorismo de la autoridad paternal que marchitará su juventud en
el encierro o le impondrá el esposo que no fue llamado por su co-
razón. La ñesta religiosa constituye su sola fiesta; el convento ve-
cino adonde lleva sin cansarse el romero y el incienso, es el salón
para sus gracias; la esclava de ébano será el confidente de sus amo-
res, y para la palidez de su rostro no habrá más afeite que el
agua, ni más lujo para su cuerpo que la muselina en ondas, ni más
coquetería para su cabeza que la trenza que golpea y cae en dos
como festones. Dentro de la casa hallaréis siempre el plátano y la
palma como reminiscencia del desierto y al azulejo de Granada y
la pila seca que bordean los jazmines.
El misoneísmo cristiano y el fatalismo oriental bien unidos
están en este concepto triste y resignado de la existencia. Muy
poca cosa valdrá el esfuerzo para hacer cambiar el destino, y por
consiguiente el esfuerzo no se hará. Cuando viene la desdicha;
cuando la cosecha se perdió y trajo la ruina; cuando las llamas o
los terremotos arruinaron la ciudad; cuando el deudo desapareció
esguazando el rio sin puente o murió entre los infusorios caseros,
262 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
entonces surge la filosofía que consuela de la imprevisión, y hace
exclamar estoicamente: ¡Así es la vida!
Así es la vida, y así fue sobre todo esta vida colonial que nin-
guno de vosotros, señores y señoras, dejasteis de conocer en los
abuelos trémulos y en la solariega casa de vuestros mayores. For-
mas de existencia que al alejarse de nosotros con la rapidez con
que se alejan los cometas, dejan sin embargo dentro del cosmopo-
litismo y de la urbe magnífica de la América, efluvios y modalida-
des que serán eternamente gracia y espíritu.
Cuando los ochenta millones de seres que pueblan actualmen-
te estos países hayan creado ese tipo ideal del hombre en que se
aunen sin excluirse el músculo y el arpa, entonces se verá qué fue
lo que aportó a la civilización este señor de la gorguera y de! es-
padín que salió un día de Cádiz o de Vigo y que dejó gotear su
vida y la de interminables generaciones que le siguieron en un
abismo de olvido y de silencio. Se verá entonces cómo hay en la
historia esas fuerzas nebulosas que aparentemente nada significan
y que sin embargo son las nebulosas del Génesis en donde flotaba
el espíritu de Dios,
No quedaron los nombres pero sí la proyección de la obra de
estos espíritus solitarios. Y eso basta. Una de las páginas que con
más ternura empapó el sentimiento humano es aquella incorpora-
ble que escribió Renán ante la desolación de un cementerio bre-
tón. ¿Qué huella quedó en el mundo de los millares de seres que
allí cayeron aniquilados por la muerte? ¿Quién recordará sus nom-
bres ni sus pueriles inquietudes, ni sus pobres alegrías, ni sus gran-
des dolores? Nadie. Es el olvido, el infinito olvido sin consuelo y
sin resurrección. Y sin embargo, cada uno de ellos fue átomo, fue
componente de formas de humanidad que florecieron o florecen
aún. No hubo vida más oculta y oscura que la de la virgen reli-
giosa cuya huella en el mundo es apenas comparable a la que
deja una paloma en el aire que corta. Y sin embargo, aquella
pobre monja fue factor en la vida monástica que tanto ayudó al des-
arrollo del espíritu humano, y cuyo recuerdo y cuya acción no mo-
rirán . ¡Resignarse al olvido! Así lo hicieron estos nuestros ante-
pasados, cuya obra colectiva fue esplendorosa y eterna pero dentro
de la cual despareció toda huella individual.
Con un discurso académico he debido responder al mandato
de una Academia. Sobre una página brillante de la historia de Es-
paña he debido disertar ante este brillante auditorio. Perdonadme
si no he podido, y quizás, quizás si no he querido hacerlo. Fiesta
de amor es la fiesta que hoy celebramos, y yo me he dejado guiar
de mi corazón al arrastraros hacia este dulce cuadro que tiene la
sencillez y la discreción de los ramajes en donde se quieren los
pájaros. ¡Pobres generaciones!, podríamos decir quizás al compa-
rar esta intensidad de nuestra vida moderna con aquella placidez
con que contemplaron el universo y se contemplaron a sí mismos
INFORME 263
aquellos maestros de la renunciación ascética. ¡Pobres generacio-
nes!, y quién sabe cuántas veces en este vaivé i incesante de nues-
tro corazón no hayamos vuelto a mirar con ojos melancólicos
aquel golfo azul en donde flotó sin inquietudes el ocíj griego y ea
escala más humilde este ocio de nuestros mayores. Cuántas veces
agobiados por este tropel de afanes y de necesidades que nos mar-
tirizan y nos destruyen, nos detuvimos un segundo a enjugarnos el
sudor — ya que no hay tiempo para enjugarnos los ojos, — y com-
prendiendo que nuestro destino es implacable, tuvimos que excla-
mar con la dulce, con la santa filosofía colonial: «¡Así es la vida!»
He dicho:
Jorge Ricardo Vejarano
m
inFORmE
CONCURSO DK 1 92 2
Señor Presidente de la Academia Nacional de Historia.
Honrados con el cargo de Jurados en el concurso relativo al
tema fijado por la Academia en su sesión de 15 de septiembre del
afio pasado, tenemos ante todo la pena de informaros que a pesar
de lo atrayente y simpático de dicho tema, poco explotado en la
historia de modo conjunto, tan sólo dos trabajos se presentaron
sobre «La Mujer en la Independencia» .
El primero, firmado Oriente, a pesar de que lo adornan algu-
nos méritos como ensayo de ese orden, es tan sintético, que no
puede competir con el segundo, firmado Martiniano Martines y
Martin.
La premura del tiempo nos excusa de entrar en un análisis de
fondo de este último trabajo: apenas con el presente informe nos
proponemos complacer a la corporación en ei sentido de que se le
diga cuál de aquellos dos estudios merece el premio ofrecido, a fin
de que la Academia pueda cumplir el deber reglamentario de
otorgarlo en oportunidad, es decir, en la sesión solemne.
Bien sabido es que quienes en esta clase de informes optan por
conceder el premio a una monografía determinada, no están obli-
gados a compartir todas las ideas expresadas en ella, ni tampoco
salen garantes de la completa exactitud de todos y cada uno de los
datos históricos que contenga. Un trabajo de escrupulosa expurga-
ción de hechos, o de crítica histórica propiamente dicha, sería muy
distinto de lo que se acostumbra para los efectos del caso en infor-
mes como e! que hoy tenemos el honor de rendir a la Academia.
Hechas estas salvedades o advertencias, nos es grato dejar
constancia de que el trabajo mencionado ruerece tos honores del
premio, por diversos conceptos, siendo el principal la misma exten-
sión de la obra, que no se limita a simple recopilación de datos en
cada partícula, sino que siempre deja, en lo principal, satisfecha la
curiosidad del lector, siendo pues el conjunto un resultado de labo-
riosa y prolija investigación. Tanto más apreciable es todo ello,
cuanto que el estudio no sólo comprende a la mujer de nuestra
264 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
patria en la independencia, sino que abarca las que se distinguie-
ron por el mismo concepto en casi todo Hispano América.
Siguiendo el autor las recientes normas de la Academia, apoya
sus dichos, en la mayor parte de los casos, en respetables fuentes,
resultando asi al fin de cada capítulo una copiosa y muy ilustrativa
bibliografía. Son pocos los asertos en que el autor, seguramente por
inadvertencia, no deja constancia de su erudito hábito de docu-
mentarse, y son pocos, igualmente, los datos que aparecen sin la
fuente respectivamente citada.
En cambio, abonamos gustosísimos al autor la rica documen-
tación, hasta hoy desconocida, relativa a la manera como se fue
cumpliendo la pena de confinamiento por parte de cada una de las
víctimas del terror en las poblaciones que les señalaban al efecto las
autoridades españolas. Encuéntranse también en el libro que estu-
diamos muchos nombres femeninos olvidados, o poco menos, por
el común de los historiadores, y eso habla muy alto de la escrupu-
losidad y patriotismo del escritor que ha gomado parte en este
concurso.
Creemos que las anteriores consideraciones sean suficientes
para fundamentar el fallo que precede, favorable a la obra titulada
«Las Mujeres en la Revolución de la Independencia,» y que se pre-
senta con el pseudónimo Aíartiniano Martínez y Martin.
Bogotá, octubre lo de 1922.
Del señor Presidente atentos y seguros servidores, Arturo
Quijano — José Joaquín Guerra — Antonio Gómez Resirepo (i).
inFORÍDE DEh SECRETARIO
Señores miembros de la Academia:
Próspera y tranquila ha sido la marcha de esta corporación en
los doce meses transcurridos después de mi anterior informe. Con
toda exactitud se han celebrado las sesiones quincenales, y en ellas
se han tratado asuntos de alto interés, como puede verse en lo»
extractos de las actas que se han publicado en el Boletín.
Feliz idea tuvieron los miembros de la Academia señores Ma-
rroquín y Restrepo José María a! proponer que se hiciera una lec-
tura sobre asunto histórico por algún académico, en cada una de
nuestras reuniones. Ya han tenido lugar las de los miembrosseño-
res Marroquín, sobre el primer obispado en nuestro país; Restrepo
José María, sobre el caudillo de nuestras contiendas civiles fosé
María Ardila; Restrepo Eduardo, sobre el banquero Ouvard y sus
negociaciones en tiempo de la gran Colombia; García Ortiz, sobre
un diario del General Santander y algún episodio relativo al asesi-
nato de Sucre; Villaveces, sobre el personaje sahtaferefio don Pas-
tor Losada; Monsalve, sobre los días del terror en algunas pobla-
ciones; Vejarano, sobre la primera revolución en Venezuela y un
(1) Abierto el sobre resultó ser el autor el académico señor José
D. Monsalve.
INFORME DEL SECRETARIO 265
antiguo documento que se conserva iaédito; Pérez Sarmiento,
sobre ei uti possidetis y la legislación española en los días de la
conquista y de la colonia. También el señor Ministro del Brasil,
señor Guimaraes, nos deleitó en una de las sesiones con una expo-
sición sobre las relaciones entre el Brasil y Colombia y el modo
como se iba a festejar en su patria el centenario de su indepen-
dencia.
Sesión solemne celebró la Academia para conmemorar el secu-
lar aniversario de la batalla de Pichincha. En ella llevó la palabra el
señor Monsalve con un relato sobre esa inmortal jornada, y el señor
Ministro del Ecuador manifestó en elocuentes frases su agradeci-
miento por esta conmemoración.
Tuvo la Academia el dolor de perder en este año al académi-
co de número señor don Manuel María Fajardo, quien colaboró
con eficacia e inteligencia en nuestras tareas y desempeñó durante
algún tiempo el puesto de tesorero, con laboriosidad y honradez;
y a los socios correspondientes señores Delio Cifuentes Porras y
Manuel Carreño, distinguidos ambos por su talento y erudición y
que contribuyeron con acertados trabajos a las labores de la cor-
poración. Aún no se ha notnbrado la persona que deba reemplazar
al señor Fajardo, y conveniente sería hacerlo en alguna de las pró-
ximas sesiones, pues hay varios miembros de alto mérito que podrían
ser elegidos para este puesto.
El Boletín ha aparecido con alguna dificultad a causa ael
recargo en la imprenta, pero las entregas que han salido en estos
meses tienen escogido material y han publicado documentos iné-
ditos de alto aprecio y artículos de sumo interés. De las bibliote-
cas extranjeras solicitan con ahinco nuestra revista. Pedidos cons
tantes tenemos para los volúmenes publicados anteriormente,
cuando falta alguno de ellos en dichos establecimientos. Se ve por
esto el interés con que lo coleccionan y lo guardan. Muchas revis-
tas envían con regularidad su canje a nuestro Boletín y lo citan
frecuentemente entre las publicaciones por ellas recibidas. ^
De la Biblioteca de Historia Nacional aparecieron después de
mi anterior informe, el segundo tomo de las Monografías por el
señor ^Rufino Gutiérrez y el Sacrificio de Ricautte por el señor
Luis Orjuela. Estos dos libros han tenido magnífica acogida, y
tanto en el país como fuera de él, se les han tributado las mayores
alabanzas. En prensa están El Congreso de Cúcuta, que editan
los señores Luis Augusto Cuervo y Roberto Cortázar; el Dicciona-
rio de los Conquistadores, obra del señor Raimundo Rivas, y el se
gundo tomo de la Bibliograjia Bogotana, modesto trabajo de vues-
tro secretario.
Laborioso informe presentaron, a fines del año pisado, los
señores Gutiérrez y Henao sobre el Archivo Santander; la Acade-
mia aprobó lo que ellos propusieron en el sentido de recuperar
para la nación esta importante documentación, y se hicieron las
diligencias del caso.
Una comisión de la corporación ha emprendido la publicación
de nuevos volúmenes de aquella obra. El señor Cortázar entregó
266 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
las copias que existían en su poder, las cuales recibieron los miem-
bros de dicha comisión y el editor señor Quijano, y ya está en
prensa el tomo xviii, que circulará seguramente en el próximo año.
El académico correspondiente señor Triana publicó en estos
meses su obra, laborioso análisis del pueblo indígena que anidó en
nuestra altiplanicie, y en el cual se penetra, con tino y sana visión,
en el arcano de los petrógrifos que nos dejaron por ahí indelebles
en distintas comarcas.
De los departamentos nos han venido monografías sobre va-
rias poblaciones dignas de sincero aplauso; citaré entre ellas la
de Pereira, por el señor Echeverri, y la de Armenia, por el señor
Macías, que contienen bastantes datos geográficos, históricos y es-
tadísticos.
El señor Quijano, académico de número, leyó en sesión ex-
traordinaria una conferencia sobre Méjico y sus relaciones con
Colombia, llena de detalles desconocidos u olvidados, que fue oída
con regocijo y publicada luego en el Boletín de la Academia. El
señor Ministro de aquella nación, señor Delgado, pronunció al ter-
minar el orador, frases hermosas de entusiasmo en honor del Liber-
tador, que produjeron en el auditorio un legítimu alborozo.
Fue comisionada la Academia para dar su fallo sobre el con-
curso abierto por el gobierno departamental de Nariflo, sobre la
batalla de Bombona, cuyo centenario se festejó en el mes de mayo.
Encargados de esto los señores Acebedo, Arroyo y Quijano dieron
su dictamen, el cual fue aprobado por la Academia y acatado por
aquella entidad. Los autores de los trabajos premiados fueron los
señores Rincón y Perdomo.
Con motivo de tal aniversario el General Negret publicó una
descripción bien completa y de agradable lectura de esa jornada
gloriosa.
El señor Cortázar tradujo el libro de Mr. Sherwell sobre Bo-
lívar. Esa biografía del Libertador ha sido con justicia ensalzada,
y 'SU versión ai español, hecha con pulcritud y elegancia, fue tarea
útil, pues hacía falta una obra manual que diese a grandes rasgos
la silueta del ilustre caraqueño.
Se hizo representar la Academia en la exhumación, en Buga,
de los restos de don Carlos Montúfar; en el centenario de don
Uribe Ángel, celebrado en Envigado; y en el Congreso de Historia
de Río de Janeiro. Llenaron estas misiones los señores Tascón, la
primerf»; los señores Robledo y Correa, la segunda; y Cuervo y
Grillo, la tercera.
De Caracas pidieron fotografías de la batalla de Bombona
para el gran cuadro que prepara el pintor venezolano señor Tito
Salas. Fueron enviadas oportunamente, y se sabe que ellas llegaron
a su destino y serán aprovechadas por aquel benemérito artista.
En varios asuntos de interés público y que tienen nexos con
nuestra historia se, ha interesado la Academia; ayudó a la Sociedad
de Embellecimiento en la exposición de vistas del Bogotá antiguo,
que se organizó ahora meses en la Quinta de Bolívar; solicitó el
restablecimiento del medallón del historiador Restrepo, arrancado
INFORME DEL SECRETARIO 267
por manos torpes del muro donde se había colocado; ha trabajado
sin cesar por la conservación de las murallas de Cartagena y sobre
lo cual cursa ya un proyecto en el Congreso, presentado por dos de
sus miembros, los señores Cuervo y Mendoza, que tienen asiento
en el cuerpo legislativo; consiguió, debido u !a iniciativa del señor
Rivas y sus compañeros en el Congreso de Sevilla, que se pusiera
el nombre del fundador de nuestra capital vi una calle de Madrid;
y prestó su CMiaburacióa a fin de terminar el largo negocio de la
adquisición de la Quinta de! Libertador, del cual se firmó há
pocos días la escritura de compra como propiedad nacional.
Se ha atendido con prontitud al pedi io que se hace tenazmen-
te de las publicaciones de la corporación por bibliotecas y entida-
des extranjeras, y es crecido el número de libros, folletos y revis-
tas que se le envían en canje.
El Ayuntamiento de Sevilla envió a loi representantes de la
Academia en e¡ Congreso Hispanoamericano de Historia y Geo-
grafía el título de ciudadanos de aquella metrópoli.
Miembros correspondientes extranjeros han sido nombrados
en este período los señores Cunighan Graham, escritor inglés
que nos visitó hace algunos años y que ha publicado recientemen-
te dos obras relativas a nuestro país: «Cartagena y las orillas del
Sinú.» y «Vida de Jiménez de Quesada» ; R. Verneau, presidente
de la Sociedad de Americanistas de París y director del Museo
del Trocadero de aquella ciudad, quien ha hecho estudios serios
y acertados sobre nuestra arqueología; José E. Machado y Carlos
Medina Chirinos, historiadores venezolanos de alto relieve que
investigan con sabiduría los anales de la Gran Colombia y nos han
dado producciones de aquilatada riqueza; Moisés Bertoni, erudito
escritor del Paraguay, cuyos libros sobre los aborígenes america-
nos son de un extraordinario mérito y tienen capítulos que se ro-
zan con los singulares problemas de nuestra prehistoria, y Coll y
Tosté, historiador de Puerto Rico, quien en su selecta revista
publica continuamente capítulos referentes al pasado de nuestro
continente,
Y como correspondientes nacionales los Reverendos Padres
Marcelino Ganuza y Bernardo Merizalde, autor el primero de un
relato sobre las misiones de los agustinos en Colombia, y el segundo
de una narración sobre sus misiones en la costa del Pacífico, trabajos
ambos sustanciosos e instructivos, que dan aporte bien apreciable
a nuestras crónicas y a nuestra geografía; el Mayor Luis Acebedo,
estudioso militar que colabora con escritos históricos en varias
revistas y tiene ya una buena serie de publicaciones de altísima no-
vedad; el señor Arcesio Guzmán, que nos dio una minuciosa mo-
nografía de Almaguer, contribución bien estimable para el conoci-
miento de aquella parte de nuestro territorio y de sus orígenes y
desarrolle; y el señor Vicente Arboleda, celoso investigador de
nuestras antigüedades y publicista igualmente de narraciones y
^ biografías.
El señor Restrepo Tirado ha enviado de Sevilla constante-
mente copia de documentos preciosísimos hallados por él en el
268 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Archivo de Indias, algunos de los cuales se han publicado ya en el
Boletín. Servicio trascendental le ha prestado con esto dicho
académico a los amantes de la historia, pues esos vetustos papeles
revelan episodios desconocidos de antiguos días y aclaran otros
que estaban envueltos en misteriosa penumbra.
Con gusto hago notar, para finalizar este informe, que todos
los miembros de la Academia, de número y correspondientes, han
colaborado sin cesar en sus faenas. Si algunos por sus ocupaciones,
enfermedades o ausencia de la ciudad no han tomado parte activa
en ellas, sí siguen con afecto su marcha, la estimulan con voces de
aplauso y le hacen dondequiera benéfica y cariñosa propaganda.
Debido a todo ello se sostiene aquí, siempre encendida, la lámpara
de Clio y habrá de continuar alumbrando con su luz consoladora
en los benditos altares de la patria.
12 octubre 1922.
Eduardo Posada
flCflDEtnifl nflcionflh de bistoria
(Extracto de actas),
I.* DE FEBRERO
Se leen varios saludos de año nuevo y avisos de haber recibi-
do las publicaciones de la Academia, de varias bibliotecas y cor-
poraciones extranjeras.
Fray A. Mesanza envía de Tunja un escrito sobre las casas
donde falleció Nariño, en la Villa de Leiva, y donde nació Ri-
caurte en la misma ciudad.
M. Venieau, presidente de la Sociedad de Americanistas de
París y director del Museo de Historia Natural, de dicha ciudad,
da sus agradecimientos por el nombramiento de miembro corres-
pondiente.
El señor A. Caletti, de Módena (Italia), solicita 1a biografía
de Codazzi y sus planos de Bogotá y el río Magdalena, para una
conferencia en la Universidad de Lugo.
La Junta de festejos patrios envía para ser conservados en el
archivo de la Academia sus libros, correspondencia y útiles.
El Ministro de Relaciones Exteriores pide el dictamen de la
Academia sobre exportación de los objetos indígenas hallados por
M. Masón en el departamento del Magdalena y que conduce al
museo de Chicago.
El Ministro de Gobierno consulta si convendría apoyar la pu-
blicación de la Historia de A^ua de Dios, escrita por el señor A.
Gutiérrez, lo cual le ha pedido el Comité del Bien Público de
aquella población.
El General R. Negret solicita el dictamen que haya dado la
Academia sobre el lugar donde nació el General Córdoba,
El Ministro de la República Argentina, señor Labougle, envía
veinticuatro tomos de los Documentos del Archivo de Indias, pu-
blicados por la Biblioteca del Congreso de su país, los cuales ob-
sequia a la Biblioteca de la Academia.
HISTORIADORES DEL NUEVO REINO DE GRANADA 269
El General B. Caicedo presenta una lista de los ciudadanos
que han desempeñado el cargo de Ministros de Guerra desde 1821
hasta el presente año.
El señor Posada da cuenta de haber recopilado los actos del
Congreso de las Provincias Unidas, que están dispersos y olvida-
dos, y haber ofrecido dicho trabajo al Consejo de Estado, por sí
éste quería publicarlo.
El mismo informa sobre los documentos enviados por el señor
Pérez Sarmiento que tratan de los procesos de Nariño y compañeros
a fines del siglo xviii.
El señor Restrepo (J. M.) informa sobre participación de la
Academia en los festejos del segundo centenario del Virrey Caba-
llero y Góngora, que tendrán lugar en Priego (España),
Se acuerda un aplauso al señor Arrubla por la organización
del Museo.
El señor Quijano manifiesta lo inadecuado del local que se ha
dado al archivo anexo a la Biblioteca. Se nombró una comisión
para tratar de remediar esto.
Los señores Restrepo (E.), Mesa y Posada comunican que se
trasladó a la Biblioteca de la Academia el archivo que en el correo
seiba a regalar como inútil, el cual se ha estado arreglando, y con-
tiene documentos de alta importancia.
El Ministro de Méjico, señor de Rosenzweig Díaz remite varios
ejemplares del folleto Porqué los Estados Unidos no reconocen a Mé-
jico, los cuales fueron repartidos a los miembros presentes.
El señor C. Medina envía de Maracaibo, igualmente, varios
ejemplares de El Siglo, que contiene artículos sobre nuestros pro-
ceres, que también fueron distribuidos.
El señor Orjuela envía un estudio de réplica al señor CÍornelio
Hispano por sus escritos sobre Ricaurte.
El señor Correa dicta una conferencia sobre varias anédoctas
relativas a acontecimientos históricos.
F5I5C0RlflD0RE5 DEh HUEVO REÍDO DE GRflnflDfl
ESTUDIO BIBLIOGRÁFICO Y CRONOLÓGICO— RESEÑA DE HISTO-
RIAS NEOGRANADINAS, O SEA ELENCO DE LOS HISTORIÓGRAFOS
DEL DESCUBRIMIENTO, CONQUISTA Y COLONIA DÉLA NUEVA
GRANADA-
La historia ninguna es mala como sea verdadera.
(Cervantes, Quijote, 1, 9),
Al Centro de Estudios Históricos del Atlántico en señal de apre-
cio y con el deseo de que esta obrita le sirva de estímulo la dedica
el autor.
PREFACIO
Los estudios historiales van tomando creciente importancia
en Colombia; han venido atrayendo mayor número de cultivado-
270 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
res en las dos décadas transcurridas, desde que en buena hora se
fundó la Academia Nacional de Historia, por cuyo estímulo se
han creado centros de la misma en varias de las capitales departa-
mentales; es indudable que los aficionados al arte de Clío, así
maestros como discípulos, aumentan y progresan en nuestra pa-
tria, que siempre se ha señalado por su cultura intelectual, empe-
zando por el cultivo de este ramo del saber humano. El Coronel
Joaquín Acosta, don José Antonio Plaza, José Manuel Groot, José
María Quijano Otero, José Joaquín Borda, Manuel Ezequiel Co-
rrales, Juan Pablo Restrepo, Alberto Urdaneta y con él aquella
pléyade brillante de escritores de El Papel Periódico Ilustrado y
la Revista Literaria de Laverde Amaya, la del Repertorio Co-
lombiano, con Miguel Antonio Caro a la cabeza, fueron los pre-
cursores y maestros, que abrieron el camino a las investigaciones
historiales; los siguieron Enrique Alvarez Bonilla, Pedro María
Ibáñez, Vicente Restrepo, Liborio Zerda, José Pasos Urueta, José
C. Alarcón, para nombrar solamente los muertos; y la caterva
ilustre que forman las academias y los centros actuales. Todos han
puesto el sentido y el brazo en servir a la que es «maestra de la
vida.» Con tan noble ejemplo la juventud endilgará sus aficio-
nes a lecturas y estudios serios, que harto le aprovecharán para
apartarse de la frivolidad de las novelas y de la «viruta y casca-
bel» de la prensa política, como la apellidó un grande hombre del
Estado español (i).
Como todo estudio grave, el de la historia requiere método y
criterio, debe sujetarse a reglas directivas: una es conocerlas fuen-
tes históricas; otra, observar la cronología de ellas y de los histo-
riadores, para que guíe al estudioso y no le dejen caer en erior a
confundir hechos o fechas.
La crítica de la historia, a nuestro natural entender (pues no
hemos hecho estudio alguno sobre la materia), exige conocer esa
cronología, o sea el orden de las fuentes, la época y orden en
que aparecieron o escribieron los historiadores, y de ahí que nos
ha parecido útil la redacción de un tal concepto cronológico, la
formación de un elenco que preste este servicio.
Hay o debe haber obras que traten esta materia, pero no co-
nocemos ninguna, y esta deficiencia nnestra o ignorancia nos ha
impulsado a escribir siquiera un ensayo que llene el que nos pare-
ce vacío existente.
El señor Posada, en el prólogo de la Recopilación His-
torial de Aguado, cita de León Finelo un Epitome de la Bi-
blioteca Occidental, «donde se numeran con pasmosa erudición
todas las obras escritas sobre el Nuevo Mundo.» Sin duda en este
Epítome se hallará la mayor parte de las noticias históricobiblio-
gráficas que aquí damos, pero es posible que falten algunas, por-
que en esta materia es difícil que haya obra completa; además, la
de Pinelo, como lo dice el título, se refiere a la historia de todas
las colomas espinólas del Nuevo Mundo; nosotros creemos más
(1> Don Antonio Maura.
HISTORIADORES DEL NUEVO REINO DE GRANADA 271
interesante para nuestros compatriotas un epítome que se refiera a
las historias de la Nueva Granada colonial (i).
En el Catálogo de las obras hispanoamericano existentes en
la Biblioteca Nacional de Bogotá, impreso en 1897, se anotan tres
obras de este género. La primera es Antiquitates Americdíict
sive scripíores septentrionales rerum antecolombianaram, Afriae,
1883: como se ve, es restringida a los asuntos precolombinos y a
los escritores del Septentrión; debe ser un fanal para estudios ar-
queológicos americanos. La otra es de nuestro compatriota, fecun-
do y galano escritor, Temistocles Abella M., que colaboró en este
ramo en la Revista Literaria de La verde Ameya: Estudios Bibio-
gráficosde la Historia de América, Bogotá, 1888. es tema pare-
cido el que esbozamos en este ensayo; lamentamos no conocer
esta obra. La tercera es González Barcia (Andiés), Historiadores
primitivos de las Indias Occidentales, Madrid, 1749; ya es libro
anticuado, por consiguiente fallo (2). El Coronel Acosta, al final de
su obra, publicó una lista de fuentes y de historiadores, también
incompleta. Don Vicente Restrepo escribió un artículo intitulado
Nuestros Historiadores; pero como de periódico corto, y por ende
escaso de noticias, sólo se refiere a unos seis u ocho; esas pocas
las hemos utilizado.
Por lo demás, no pretendemos escribir obra cabal, sino ape-
nas un esbozo para que otro aficionado o algún maestro, con ma-
yor espacio de tiempo y más elementos pueda completarlo, un
Eduaido Posada, por ejemplo, un Enrique Otero D'Costa o un
Canónigo Peftuela.
Conviene añadir esta observación justa del erudito Otero
D'Costa: «En nuestra historia conquistadora pueden clasificarse
las fuentes en tres grupos: autores originales, semioriginales y co-
pistas. Entre los primeros contamos a Las Casas, Oviedo, Cieza,
Aguado, Castellanos y otros del género de monografistds; entre
los segundos, a Herrera, Simón, Piedrahita. Zamora, etc., y entre
los últimos Acosta, Plaza, Groot, Quijano Otero, etc. Hecha esta
selección, nos parece que el historiador moderno debe, a! relatar
ios hechos, buscar la base entre el primer grupo de cronistas,
echando mano de los del segundo únicamente en aquellas mate-
rias no tratadas por los del primero; cuanto al grupo tercero,
debe tenerse a respetuosa distancia, procurando evitarlo a todo
trance, salvo en aquellos puntos en que, mediante el análisis, se
descubra que aportan algo nuevo al asunto que se dilucida (3).
'!'> Antonio León Pinelo es del siglo xvii, lo cita Muriel en los
Fastos, página 303, y sostiene que era natural de Córdoba de Tu-
cumán.
(2) Moderna es la obra de Enrique de Vedia, con el mismo títu-
lo, impresa en Madrid en 1853, pero no la conocemos.
(3) Entre las obras de consulta hay que tener cuenta de las Re-
laciones de tnando de los Virreyes, que fueron colegidas y publica-
dadas por los beneméritos Posada e Ibáñez, y constituyen el tomo
vui de la Biblioteca de Historia Nacional. Pertenecen a los siglos
XVIII y XIX.
272 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Al escribir estas páginas nos hemos propuesto hacer cosa útil
a nuestros conciudadanos y rendir un tributo a las Academias y
Centros, que nos han favorecido en demasía contándonos entre sus
miembros sin arreos propios o material apreciable de publicación
de nuestra parte; y sin desprendernos jamás de nuestra condición
de sacerdote, queremos seguir el ejemplo de Mártir de Anglería,
Las Casas, Aguado, Castellanos, Acosta, Simón, Piedrahita, Za-
mora, y cien varones más de sotana y corona, que sirviendo a la
Iglesia en las disciplinas historiales, dieron gloria a Dios, contri-
buyendo con su pluma al servicio de la verdad y la noticia de los
acontecimientos gloriosos de nuestra historia colonial, eslabones
brillantes en la cadena de la Providencia, que nos demuestra la
filosofía de la historia.
El Coronel Acosta, en el capítulo postrero de su Compendio,
publicó datos biográficos y bibliográficos de los historiadores Cas-
tellanos, Cieza. Fray Pedro Simón, Rodríguez Fresle, Herrera,
Andagoya. Lebrija y San Martín, Oviedo, Ocáriz, Piedrahita y
Zamora; el crítico y el erudito deben consultar esas notas. En
el Apéndice de la misma obra, documento número 6, agregó
un catálogo: lo citaremos, cuando ocurra, con la abreviatura
Cat. de Ac.
Hemos restringido este trabajo a la historia de la Nueva Gra-
nada, comenzando por el descubrimiento del Hemisferio a que
ella pertenece, hasta su emancipación de la Madre Patria; es de-
cir, que hemos incluido en el elenco los historiadores del siglo xix,
posteriores a la Independencia, así españoles como colombia-
nos, que han escrito sobre la historia colonial de nuestra patria.
Faltaría completar este estudio con la bibliografía historial de la
Independencia y época posterior, tarea más pesada, por lo más di-
fusa, y menos atrayente por ser contemporánea, que podrá realizar
otro historiófilo más aventajado.
Hacemos preceder de un asterisco las obras que se encuen-
tran en la Biblioteca Nacional de Bogotá, según el Catálogo cita-
do, aunque no sea precisamente la misma edición (i).
Llevarán antelado el signo parágrafo las que han sido escritas
por miembros del clero.
Al fin del elenco del orden cronológico pondremos otro por
orden alfabético, para facilidad común.
Escritas estos páginas por un Cura de almas que tiene a su
cargo más de cuarenta pueblos esparcidos en seis Distritos, y no
teniendo a la mano suficientes libros de consulta, han de pecar de
deficiencia los datos bibliográficos y cronológicos y de falta de
buena redacción los apuntes; sirvan estas circunstancias para ob-
tener la benevolencia de los eruditos.
(1) Dicho Catálogo está formado con deficiencia de orden, figuran
obras en secciones a que no corresponden.
mSTORIADORES DEL NUEVO REINO DE GRANADA 273
SIGLO XV
La primera fuente histórica del descubrimiento del Nuevo
Mundo, y de las costas de la que fue llamada después Nueva Gra-
nada, es el mismo máximo descubridor Cristóbal Colón, en sus
cartas y relaciones de viaje, poco conocidas en los siglos pasados,
las que vinieron a ser publicadas en los albores del siglo xix.
En 1825 publicó Fernández de Navarrete (véase el siglo xix)
una Colección de documentos concerniente a la persona, viajes y
descubrimientos del Almirante don Cristóbal Colón, al gobierno
y administración de los primeros establecimientos de Indias y a
la marina castellana; y otra obra intitulada Colección de los via-
jes y descubrimientos que hicieron por mar los españoles defines
del siglo XV. La Colección de Juan Bautista Muñoz comienza
con documentos de Colón, copiados en el Archivo de Indias o en
el de Simancas.
De un bello y rico documento infolio, publicado reciente-
mente en Barcelona, en la Tipografía La Académica de Serra
Hermanos y Rusell, que posee, copio lo siguiente que dice el edi-
tor, Eud. Canibelí, al pie de la Primera Carta de Cristóbal Co-
lón (r):
<En 1889 apareció un ejemplar de la primitiva edición en len-
gua original, el más auténtico y genuino de la Carta de Cristóbal
Colón, escrita en la proximidad de las Azores (2), el 15 de febrero
de X493, dirigida a su amigo y protector Luis de Santángel, Es-
cribano de Ración de los Reyes Católicos (cargo de Secretario
Contador de los gastos de palacio en la corte catalana-aragonesa),
participándole el hecho más admirable que consigna la historia: el
descubrimiento y conquista del Nuevo Mundo.
«Este ratísimo y único ejemplar.... fue impreso en Bar-
celona a raíz de la llegada de Colón.... en edición de corto
número de ejemplares. El único que existe descubrióse en España
y diolo a conocer el librero de París M. Maisonneuve, a quien lo
compró en 1,600 libras esterlinas otro librero establecido en Lon-
dres. Este lo vendió por 7,500 dólares, y actualmente, en Nueva
York, constituye la joya más preciada existente en la biblioteca de
la fundación Híspanle Society of America «
SIGLO XVI
I . Alonso de Ojeda u Hojeda — Habiendo sido el primero
que descubrió el cabo de la Vela (1499), estuvo después de Rodi;i-
jo Bastidas recorriendo nuestras costas del mar Caribe, y fue su
primer gobernante desde dicho cabo hasta el golfo de Urabá (Nue-
(1) Edición suntuaria, impresa y piolicromada al estilo de los
grandes códices de la época del descubrimiento (1914), ejemplar que
me fue donado por el académico don Francisco García Carbonell.
(2) clsla de Canaria,> dice el texto.
XTV— 18
274 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
va Andalucía) 1508 o 15 10. Escribió relaciones que otros historia-
dores aprovecharon. Debe tenérsele como la primera fuente de
nuestra historia propia. Natural de Cuenca, «terminó su vida bajo
el sayal franciscano, y arrepentido de sus culpas, como lo atesti-
guó su final petición de ser enterrado cabe el umbral de su iglesia,
donde su humilde polvo fuese hollado por todos» (J. C. Salas).
2. Américo Vkspuci o Américo Vespücio — Primer escritor
prupiamente dicho, sobre el Nuevo Mundo. Florentino (1451-
151 2), matemátii o, navegante, y el primero que conceptuó que
estas tierras no eran parte del Asia, y publicó que no debía lla-
marse Nuevo Mundo (1503), como ya lo había dicho Mártir An-
glería desde 1493. Escribió epístolas descriptivas y narrativas en
1500, 1503 y 1506, que traducidas al latín circularon mucho desde
el principio, e hicieron conocer el gran descubrimiento y a su autor
más que a Colón (i).
3. Rodrigo Bastidas— Recorrió nuestras costas del Caribe,
desde 1502, en que descubrió las Bocas de Ceniza, hasta 1525, en
que fundó a Santa Marta, y poco después murió víctima de la ale-
vosía y codicia de sus compañeros. Sus relato^de ese primer cuar-
to del siglo debieron ser de suma importancia.
4. § Fray Pedro Mártir 'de Anglería — Italiano, primero
que escribió historia propiamente tal, aunque embrionaria, en la-
tín, intitulada De Jnsulis ruper inventis {De las Islas recién des-
cubiertas), 1511. Después escribió unas Décaí/as, publicadas en
Alcalá en 151Ó. En la Biblioteca Nacional de Bogotá (in-178. dup,
VIII- 166) se encuentran sus obras publicadas en Basüea en 1500 y
1533. El Coronel Acosta cita la edición de Sevilla, volumen en 4.",
«que contiene además las relaciones de Hernán Cortés en latín y el
Epitome sobre la conversión de los indios del Padre Nicolás Her-
bom, franciscano, modelo en su género y obra escasísima que de-
bería popularizarse para el uso de los misioneros.» Ojeda, Vespü-
cio, Anglería, Enciso y Bastidas fueron contemporáneos en e!
primer cuarto del primer siglo de la Conquista. Son las primeras
fuentes históricas; Ojeda, Enciso y Bastidas, originales; Vespücio
y Anglería, semioriginales.
5. Fernández de Enciso— La suma de Geografía del bachi-
ller Martin Fernández de Enciso. Impresa en Sevilla en 15 19. La
copió el Coronel Acosta del único ejemplar que existe en la Bi-
(I) El nombre de América lo inventó y lo puso por vez primera,
en 1507, el sabio matemático friburgués Martín WaldSeemüUer, a
la parte meridional del Nuevo Mundo (el Brasil); quien primero dio
el nombre de América a todo el Hemisferio Occidental fue el famoso
geógrafo Gerardo Mercator, en su célebre globo publicado en 1541.
No fue pues Vespücio usurpador de Colón.
Fue marino a las órdenes de Alonso de Ojeda en la excursión de
nuestras costas caribes y la entrada a las islas deCodegoy Calama-
ri, hoy Cartagena. Murió en Sevilla en !512, donde ejercía el cargo
de Piloto Mayor, Jefe de la Sección Hidrográfica, y cartógrafo.
HISTORrADORES DEL NUEVO REINO DE GRANADA 275
bliote:a Nacional de París, y ia publicó en el documento núme-
ro 7. Dice que. es libro «muy curioso e importante por contener la
descripción de las costas de Tierra Firme, hecha por uno de los pri-
meros viajeros y militares que la recorrieron personalmente a prin-
cipios del siglo XVI.» Es obra rarísima. «Enciso, habiendo pasado
a América, abogó en pleitos o los promovió, según Las Casas.»
(J. C. Salas), Fue el fundador de Santa María la Antigua del Da-
rían en 1509, sede de la primera diócesis de Tierra Firme, trasla-
dada después a Panamá, y población que sólo duró quince años.
6. Cartas y relaciones de don Pedro de Heredia, fundador
(1534) y primer Gobernador de Cartagena de Indias. Algunas
han sido publicadas en las recooilaciones de Muñoz, Corrales,
Urueta y Piñeres y en el Boletín de Historia de la misma ciudad.
7. 1537 — Novi orbis regionum ac insularum veteribus incog-
nitatum. Basilea. Así aparece en el Catálogo de la Biblioteca Na-
cional, III, 174, y puesta en la Sección Geográfica. Ignoramos el
autor.
8. Pedro Cieza de León — De los conquistadores, compañero
de Pedro de Heredia (1537), de quien se separó para ir a la con-
quista del sur. Escribió La Guerra de Quito, primera parte pu-
blicada en Sevilla en 1553. y La Crónica del Perú, en Amberes,
1554. Enambas tiene páginas relativas al Nuevo Reino de Grana-
da. Dice Fray Pedro Simón: «Aun cuando Cieza escribió muy a
los principios, se fio de relaciones poco seguras y escasamente ex-
perimentadas.»
9. GoNZALoJiMÉNEZ DE QüESADA — Licenciado, Mariscal, Ade-
lantado. Granadino o cordobés, escritor y acto»- de nuestra más cé-
lebre conquista. De 1537 a 1539, Gran Cuaderno, inédito, lo apro-
vechó Oviedo, y se perdió. 1538 a 1539. Relación de la Conquis-
ta del Nuevo Reino de Granada. Perdióse inédita, pero la
aprovecharon Herrera y el au'or del Epitome, que se ha atribuido
al mismo Quesada. No parece la misma que publicó Acosta.
10. Antonio de Lebrija y Juan de San Martín — Capitanes
y compañeros de Quesada. Escribieron en Cartagena, en 1539. una
Relación dirigida a Su Majestad, que incluyeron Oviedo, en el
segund(j tomo de su Historia, y Muñoz, en su colección. Según el
Coronel Acosta «es el documento más auténtico que poseemos de
los sucesos de! descubrimiento de Bogotá.» (Comp. página 234).
1 1. Capitán Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés — Fue
sucesor de Alonso de Ojeda, en el Gobierno de la efímera provin-
cia de Nueva Andalucía, que se dividió luego en las de Santa Mar-
ta y Cartagena. 1526. Sumario de la Natural Historia de las In-
dias, publicado en Toledo. Ha desaparecido esta obra. 1548
Historia General y Natural de Indias. La prímera parte se pu-
blicó en 1547. En lo relativo a la Nueva Granada, copió o extrac-
tó del Gran Cuaderno manuscrito de Quesada, Ultima edición:
Madrid, 1851. Véase abajo, en la noticia del Padre Acosta. lo que
dice Humbolt de la obra de Oviedo.
276 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Descripción del Imperio Occidental de las Indias, isla y tie-
rra firme del Mar Océano.
Fernández de Oviedo trató de fundar a Cartagena antes que
Heredia. pero «no salió con ello.» Al tener noticia de la nauerte
de Balboa y las crueldades de Pedrarias, el futuro cronista, repre-
sentante de aqué! en la Corte, fue nombrado Regidor perpetuo de
Santa María la Antigua, Escribano General de la Provincia y
Receptor por Su Majestad de las penas de Cánaara (J. C. García).
De don Vicente Restrepo son las siguientes líneas: «Tiene
Gonzalo Fernández de Oviedo el mérito de haber conservado en
su Historia Natural de las Indias un resumen del Compendio
Historial de Quesada.>
Dice don José Amador de los Ríos, hablando de este autor:
«En cuanto no se ocultó a la vista del Alcaide de Santo Domingo,
necesario es confesar que resaltan en ■íu narración tanta naturali-
dad y sencillez, tanto candor y frescura, que no es posible dudar
de la exactitud de lo que entonces niega o afirma. Si pintó fiel-
mente sus propias impresiones, es de creerse que describiera las
ajenas con la misma fidelidad.»
12. Epítome de la Conquista del Nuevo Reino de Granada,
escrito de 1536- 1539, de autor dudoso, a mediados del siglo xvi,
que algunos han atribuido a Jiménez de Quesada, pero indudable-
mente derivado de su Relación. El cronista Herrera se lo apropió
insertándolo en las Décadas. Publicólo don Marco Jiménez de
la Espada, en Madrid en 1889, '^^ copias de manuscritos hallados
en el Archivo Histórico de Madrid. La Real Academia de la
Historia lo acepta como de Quesada, Otero D'Costa lo niega.
13. § Fray Bartolomé délas Casas— Nació en Sevilla en
1474, a los diez y nueve nños vino a! Nuevo Mundo, es decir, al
siguiente del descubrimiento, y estuvo en él cincuenta años. Vino
a Santo Domingo en 1502. Sacerdote dominico (151c), misionero,
después (i5¿í4) Obispo de Chiapas regresó a España (1547), re-
nunció el obispado (1550), y murió en Madrid en 1566. Fue de-
fensor constante de los indios. Sus dos principales obras son: His-
toria de las Indias, que se extiende de 1492 a 1520. e Historia
Apologética de las Indias, cuya mayor parte quedó inédita.
¡Además, Razones, Disputa, etc). La edición original de sus obras
fue hecha en Sevilla en 1552, «y ésta es la única a que se puede
dar fe, porque los holandeses hicieron muchas ediciones y traduc-
ciones falsas, aumentando y disfigurando los hechos a fin de man-
tener vivo el odio y excitar a los flamencos contra el gobierno
español.» {El Instructor, 1832 apud Boletín Historial de Cartage-
na de Indias, números 37-38). La Historia de las Indias del Pa-
dre Las Casas fue reproducida en Madrid en 1875.
14. Alonso DE Santa Cruz — Cosmógrafo y Cronista Mayor
de Indias hasta 157 1. Papeles del arca de Santa Cruz, colección
de escritos corográficos que dejó inéditos este célebre cosmógrafo.
Entre éstos se halla la trajinada relación, sobre las conquistas y
otras materias, perteneciente a este Nuevo Reino, atribuida a Que-
HISTORIADORES DEL NUEVO REINO DE GRANADA 277
sada. E. de Saldanha demostró en su erudita obra El Licenciado
Quesada que aquella relación no es del Mariscal fundador de
Santafé.
15. Jiménez DE Quesada— 1574. Compendio Historial. «La
obra histórica más preciosa, al decir de Saldanha (Enrique Otero
D'Costa), que se haya escrito sobre la conquista y colonización de
nuestro país.> Lo copiaron Piedrahita y Zamora. El original se ha
perdido desde 1854, año en que falleció el historiador Plaza, en
cuyo poder se hallaba. 1576. Relación sobre los conquistadores
y encomenderos. La publicó Acosta en el apéndice de su Com-
pendio.
16. Juan López de Velasco - Cosmógrafo y Cronista Mayor
de Indias, sucesor de Santa Cruz de 1571 a 1591. Libro de la des-
cripción de Indias, terminado en 1574 a 75 e inédito hasta 1880
(tres siglos), en que fue publicado por don Justo Zaragoza. «Obra
única y singular en su género, > dice el erudito Enrique Otero
D'Costa (Archivo Historial de Manizales número i, página 14). y
añade: «Comprende la obra la geografía y corografía (amén de
muchos datos históricos) de todas las regiones del Nuevo Mundo
descubiertas y coionizadas por los españoles y portugueses en el
siglo XVI, inclusive lo relativo a Filipinas, parte de China y otras
regiones asiáticas. Todos aquellos relatos están convenientemente
ordenados y metodizados, y la descripción de las regiones que
abarcan, hasta donde alcanzaban los conocimientos" de la época, es
completa y de un valor verdaderamente inestimable para el histo-
riador de asuntos hispanuamericanos.»
17. Francisco López de Gomara— Nació en Sevilla en
1510. Fue maestro de Retórica en Alcalá. Hizo un viaje a América,
y a su vuelta publicó: Primera, segunda y tercera parte de la His-
toria General de las Indias. La cita Aguado a la página 261. Es-
cribió y publicó Ui Conquista de Méjico y Nueva España, que no
nos atañe.
18. ^j Fray Pedro de Aguado, franciscano — Se ausentó a Espa-
ña en 1575 o 78, continuóla obra de su compañero el Padre Anto-
nio o Francisco Medrano, y la dejó inédita con el titulo Recopila-
ción Historial resolutoria de Santa Marta y Nuevo Reino de
Granada. La descubrió el Coronel Joaquín Acosta en Madrid,
publicáronla en Bogotá Posada e Ibáñez en 1906, y forma el tomo
V de la Biblioteca de Historia Nacional. Acaba de aparecer una
edición en Madrid (1916) con el título Historia de Santa Marta y
Nuevo Reino de Granada. Este Padre Medrano debió ser testigo
de muchos de ios hechos de la expedición de Quesada y otros.
Escribió aquél igualmente otra obra, que permaneció también
inédita tres sigWjs en Madrid, la que se publicó en Caracas en 1915,
bajo los auspicios del Gobierno, con el titulo Historia de Vene-
zuela, escrita en 1581 por fray Pedro de Aguado. El libro viii,
constante de once capítulos, contiene la historia de la Gobernación
de Cartagena de Indias.
19. Jerónimo Benzoni — Novis Orbis Historia (Historia del
Nuevo JVIundn). Ginebra, 1578. Poco conocida. Un volumen en 8."
278 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
20. Capitán Bernardo de Vargas Machuca— Milicia y
Descripción de las Indias. En 1593 estuvo en la Gobernación de
Popayan. Milicia Indiana es c .ra^ la citan algunos autores.
21. § Joan de Castellanos, sevillano — Nació en 1500 o 510,
estuvo con Baltasar Ponce de León en Puerto Ricn; en i!;36 vino
de Tenerife a Santa Marta con don Pedro Fernández de Lug''; su-
bió con la expedición de Quesada al Nuevo Reino, bajó a la Cos-
ta, estuvo en el Cabo de la Vela por el año de 40, volvió a subir
con Luis de Lugo el 43, después vino a Cartagena, donde se orde-
HÓ sacerdote. Pasó de Cura a Tunja. donde escribió hasta 1588, y
allí murió de ochenta y cuatro años (i6oó). FLs' ribió en verso dos
obras históricamente muy i reportantes: Elegías de Varones Ilus-
tres de Indias, e Historia del Nuevo Rano de Granada; de la pri-
mera se imprimió la primera parte en Plspaña en «589, y la obra
entera, de tres partes, en 1847, en Madrid; la segunda estuvo
perdida tres sighjs, y se publicó en España a fines d.;! siglo xix. En
este siglo pasado todos los escritores de historia hacen aparecer a
Castellanos como el primero y más antiguo de nuestros cronistas;
después del descubrimiento y publicación de la obra de Aguado,
hay que conceder a éste el primer puesto en el orden cronológico.
«Acaba de publicar el Instituto de Valencia de don Juan, de
Madrid, una obra inédita y perdida del Beneficiado Joan de
Castellanos: el Discurso del Corsario Francisco Drake o toma de
Cartagena de Indias por el mismo en 1586, Precioso libro; tiene
un poema de 5,271 versos, todo en octavas reales, no del todo ma-
las, y en noventa tercetos. El libio tiene 504 páginas, pues además
del poema (en cinco cantos) tiene Introducción y Apéndices valio-
sos para Cartagena y su sitio. > (Carta del académico Reverendo
Padre fray Andrés Mesanza, O. P., al autor de este opúsculo).
22. Recopilación de las leyes de los Reinos de las Indias.
Alcalá de Henares, 15;^'. Nueva Recopilación, 15Q8.
27,. § Padre José de Agosta, de la Compañía de Jesús — Nació
^^ 1539. y inurió en Salamanca en 1600. historia Natural y Mo-
ral de las Indias (i). Sevilla, 590, reimpresa en Barcelona en
1591 y 1608, en Madrid en 1722 y 1792. Publicó también De Pro-
curanda Indorum salute (un volumen en 8.°). De natura Novt
Orbis et de Promulgatione £va/z^e///, Salraanti(ae, 1589. y muchas
otras obras teológicas o religiosas. Dice Humbolt: «El fundamen-
to de lo que se llama hoy la Filosofía del Globo, prescindiendo de
las consideraciones matemáticas, está contenido en el libro del je-
suíta José Acosta, itulado Historia Natural y Moral de las Indias,
y en el de Gonzalo Fernández de Oviedo, que se publicó veinte
años después de la muerte de Colón.» (Boletín Historial de Carta-
gena, página 286). El Coronel Acosta (página 428) lo llama *el
más ilustre de los jesuítas que pasaron al Nuevo Mundo. Sus obras
(1) Esta obra le mereció el dictado de Plinio de Nuevo Mundo,
Fue escrita primero en latín y después en castellano. De Bry inclu-
ye el texto latino, sin nombrar el autor, en su obra Colección de
Grandes Viajes.
CRISTÓBAL COLÓN 279
se han traducido en todos los idiomas.» Residió diez y seis años
en las Indias (en el Perú). «El Padre Feijoo hace grandes elogios
de él, considerándolo como uno de los grandes historiadores de
América. En los diierentes pasajes de sus obras describe admirable-
mente el carácter físico y moral de aquella raza y la naturaleza del
país, sus condiciones climatológicas, su fauna, su flora, etc., y da
noticia exacta de los ritos, costumbres, leyes y economías religio-
sas de aquellos pueblos.» (Diccionario de J, Espasa). Aunque no
residió en Nueva Granada, ni escribió acerca de ella especialmen-
te, sus escritos atañen en gran parte a toda la América. Era teólogo
y gran predicador. Trabajó con ahinco en la conversión de ios in-
dios, y. regresó a España en 1588.
24. Pascual de Andagoya — Relación de los sucesos de
Dañen en el tomo 3.° de la Colección de Navarrete, que se regis-
trará después. (Catálogo de Ac).
Pedro M. Revello, Pbro. {1)
Mompós, 19^1.
PROPOSlCIOn
(12 OCTUBRE 1922)
La Academia Nacional de Historia presenta en este día a la
madre patria su cordial y cariñoso saludo, así como a todas las
repúblicas hermanas, vastagos de aquel glorioso linaje, y hace vo-
tos por que tanto la Nación española como sus hijos de América
guarden la más sana armonía; sigan en el sendero de la prosperi-
dad, y conserven siempre con veneración y respeto los recuerdos
de su famosa historia y los trofeos de sus grandiosas y singulares
hazañas.
CRlSTOBfíh COhOn
Y LA FIESTA DE LA RAZA
Ei 12 de octubre es en España día de fiesta nacional; la «Fies-
ta de ia Raza.»
Lo es también en los pueblos hispanos de América, como
«homenaje a la Nación española y a Cristóbal Colón,» según la
calificó el Congreso peruano; como «homenaje a España, progeni-
tora de naciones, a las cuales ha dado, con la levadura de su san-
gre y con la armonía de su lengua, una herencia inmortal,» según
declaró solemnemente el Poder Ejecutivo de la República Ar-
gentina.
Es la fiesta de la raza hispana celebrada el día del año en que
navegantes españoles, dirigidos por Cristóbal Colón y los Pinzones,
vieron la primera tierra de las Indias Occidentales.
(1) En el próximo número aparecerá lo relativo a los siglos pos-
teriores de este interesante estudio.
280 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Todo fue español en aquella magna empresa, pues aun el
mismo Colón que como extranjero se había presentado en Castilla,
como natural de estos Reinos se consideraba hasta tal punto que,
aparte el latín que empleó en algunas ocasiones, en castellano ha-
bló y escribió siempre.
Con razón un ilustre orador colombiano, Antonio Gómez
Restrepo, decía en la fiesta de la raza, en 1917, en Bogotá, que
el castellano fue el idioma que usó Colón «aun en aquellos escri-
tos de tal manera íntimos y personales que sólo se redactan en la
lengua que se ha aprendido a hablar desde la cuna. En castellano
consignó los incidentes de sus portentosos viajes, en forma de dia-
rio; en castellano están sus cartas; en castellano fue escrito el libro
extraño de las Profecías, que nos revela hasta dónde alcanzaba la
exaltación de su espíritu de iluminado en aquel hombre de sentido
tan práctico y tan positivo. No empleó Colón en ¡os momentos
decisivos dé su existencia el idioma de Dante, que ya por enton-
ces había llegado a su perfección clásica, sino la lengua vigorosa,
enérgica, ruda todavía, pero próxima- a los esplendores de la edad
de oro, de la cual había de decir Carlos v poco después que era
el idioma más apropiado para hablar con Dios.»
Si a pesar de la rotunda negativa de don Fernando Colón,
su padre don Cristóbal pudo haber sido uno de los hijos del Do-
ménico Colombo, tejedor, tabernero y propietario de Genova, hay
que reconocer que nunca en documentos oficiales, en reales cé-
dulas, provisiones, títulos, asientos, memoriales y cartas relativos
al Almirante don Cristóbal Colón, aparece el apellido Colombo, ni
se alude en ningún escrito del Almirante a la familia que dieron
como suya los analistas o historiadores genoveses. Si aun no sien-
do de dicha familia, fue genovés, como está escrito en papeles
testamentarios, no quiso Colón que se supiese que lo era.
Se presentó en Andalucía como extranjero que había i asado
casi toda su vida en el mar desde muy temprana edad, sin referirse
nunca a su patria y familia; era un desconocido que no se decía
español, pero que usaba un apellido bastante común en España.
Colomo, Cc)lom y Colón, se apellidaba cuando pidió y obtuvo,
de 1487 a 1492, los auxilios pecuniarios que de orden de los Reyes
le entregaban los tesoreros o contadores, y Colom y Colón se le
apellidaba en el finiquito de las cuentas de,Santángel y Tinelo;
Colomo escribe el Duque de Medinaceli en carta dirigida al Gran
Cardenal de España; Colón le llama en su carta el Rey de Portu-
gal; Colón se le llama ea las Capitulaciones de Granada, que re-
frendó un español, casi de su mismo apellido, Juan de Coloma, y
aun este apellido, Coloma, es el que le da Aníbal Januarius al
noticiar la llegada a Lisboa de «uno que ha descubierto ciertas
islas»; Colón se apellida él mismo en el preámbulo del diario de
a bordo; Colom se lee al pie de la posdata de las cartas que escri-
bió a Luis de Santángel y a Rafael Sánchez ai regresar de su pri-
mer viaje; Colón y no Colombo es el dilecto hijo de que habla
Alejandro vi en su bula de 1493; P"'' último. Colón se apellida-
HACE CIEN ANOS 281
ban los de su linaje, según declara en la institución de mayorazgo,
en ese documento que debió escribir con la vista puesta en el país
de los Colombos, en la República de Genova, su «amantísima pa-
tria,» según el codicilo militar apócrifo de 1506, en la ciudad de
Genova, «de donde salió y en donde nació, > según la citada insti-
tución de mayorazgo. Y sin embargo, tan españolizado o caste-
llanizado estaba el Almirante que, suponiendo que fuera de la
familia de aquellos Colombos, no recordaba o no tuvo et» cuenta,
aun tratándose de acto en que tanta trascendencia tiene el apellido,
que en Genova los de su linaje se llamaban Colombos y no Co-
lones.
¿Que Colombo, por una parte, y Colón, Colom o Colomo,
por otra, son un mismo apellido? ¿Que los Colombos italianos se
llamaban Colones en España y los Colones o Colomos españoles
eran Colombos en Italia?
Puede ser o no ser. Pero lo indudable es que Cristóbal Colón
siempre, hasta el último momento de su vida, quiso llamarse
Colón, a la española, y no Colombo, a la italiana.
Siempre desdeñó a Italia. Ni un solo nombre de lugar de este
país, ni uno solo que recordara a personas o cosas de Colombos
de Genova, aparece en las tierras que descubrió. Todo es hispano.
Y esto es lo que importa dejar consignado, el hispanismo de
Cristóbal Colón, y por consiguiente su derecho a ocupar bajo to-
dos conceptos, incluso ei de español, puesto preferente en la fies-
ta de la raza hispana.
Ricardo Beltt án y Rózpide
BflCE Cien finos
No podemos menos de corresponder a la obligante excitación
de este ilustrado diario (i), para que, al estilo de los europeos y
americanos, hagamos en esta fecha una relación de lo qne pasó
hace cien años, o mejor, de las efemérides centenarias principales
del año, que Dios permita sea de gracia para los amables lectores
de 1923.
Ante todo, venga el nombre excelso del jefe del poder eje-
cutivo, el Vicepresidente General Santander, pues el Libertador
Presidente se hallaba en los gloriosos menesteres de la campaña
emancipadora del Perú.
Ministro de lo Interior, o sea de Gobierno, el perilustre his-
toriador Restrepo; de Relaciones Exteriores, el nunca como se
debe alabado doctor Gual, padre, puede decirse, de la diplomacia
colombiana; de Hacienda, Castillo Rada, a su vez fundador de
nuestras finanzas; de Guerra, el famoso Briceño Méndez.
Tal la composición del gobierno ejecutivo de la Gran Co-
lombia hoy hace un siglo, según datos que tomamos de su órgano
(1) Fue escrito este ertículo para el námero de año nucTO del
Diario Nacional.
282 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
oficial la Gaceta de Colombia^ que llevaba ya más de un afto de exis-
tencia, bajo el régimen de la Constitución sancionada en Cúcuta el
6 de octubre de 1821.
El poder judicial estaba presidido por la Alta Corte de Justi-
cia, de la cual eran Magistrados Félix de Restrepo, Miguel Peña y
Manuel María Cuero, y Fiscales Vicente Azuero y Andiés Narbar-
te. En la Corte de Justicia del Centro actuaban Diego Fernando
Gómez, Miguel Tobar, Alejandro Osorio, Joaquín Ortiz, Nicolás
Mallén, Ignacio Herrera y Antonio Viana, y como Fiscales, José
Ignacio de Márquez y Vicente Boirero. .
Precisamente en este año de 1823, por ley del Congreso del
mismo, se creó la Corte Marcial, para la cual nombró el ejecutivo
a los Generales José María Córdoba y Rafael Urdaneta, al Coro-
nel Lanz y a los Letrados doctores Félix de Restrepo y Peña.
A esta Corte, con el personal un tanto variado, tocóle decidir
apoco en la célebre causa de Infante, que de tan desastrosas conse-
cuencia fue para el desarrollo de los acontecimientos políticos que
más tarde produjeron la disolución de la gran República.
Instalado el poder legislativo en el cuarto mes del año, fueron
Presidentes de las Cámaras Jerónimo Torres (hermano de don Ca-
milo) y Domingo Caicedo (que alcanzó a ser Vicepresidente de
Colombia la grande), y Secretarios, Antonio José Caro (padre de
José Ensebio) y José Joaquín Suárez.
El Arzobispado estaba en sede vacante por el triunfo de las
armas republicanas, que impidió la venida de prelados españoles,
y por la consecuente indecisión de nuestras relaciones con la Silla
Apostólica, cuya regularización gestionaba activamente nuestro Mi-
nistro don Ignacio Tejada.
Bien sabido es que el título de Intendente equivalía al de Go-
bernador, y que cada Intendencia ocupaba el territorio de varios
de nuestros departamentos de hoy y, por tanto, su jurisdicción
solia ser relativamente inmensa. Pues bien, en 1823 hizo el gobier-
no estos nombramientos de Intendentes para el actual territorio de
Colombia: Cundinamaroa, Enrique Umaña; Boyacá, Pedro Fortoul;
Magdalena, Mariano Montilla; Cauca, José Maiía Ortega.
Por la historia inédita de nuestros Alcildes, digna de un be-
nedictino y de la gratitud y ap^yo de todos los buenos bogotanos,
escrita por don Enrique Ortega Ricaurte, sabemos que hoy hace
un siglo entraron a regir la capital don Pedro Laso, Alcalde de
primer voto, y don Santiago Páramo, Alcalde de segundo voto.
En política, el acontecimiento más notable de 1823 fue la pri-
mera reunión del Congreso — pues la carta de Cúcuta dispuso que
en 1822 no hubiera, — compuesto de Senadores y Representantes
granadinos, venezolanos y ecuatorianos.
Las sesiones, principiadas en 19 de abril — no sabemos si en ce-
lebración del movimiento de Caracas de i8io, — se prolongaron va-
rios meses, hasta el punto que él mismo dio una ley reconociendo
viáticos a los que prefiriesen esperar la reunión próxima ordinaria
que seria el 2 de enero de 1824, sin moverse de la capital, en la
HACE CIEN AÑOS 283
mayor parte de los casos por ia enorme lejanía de los hogares
(para algunos Cuenca y Guayaquil, para otros la Gayuana venezo-
lana).
Facunda fue la labor del Congreso, y no deja de llamarla aten-
ción su similitud en algunos puntos con las graves preocupaciones
del presente, tales como los empréstitos extranjeros (se aprobaron
unos y se rechazaron otros, por más que fueran negociados por el
ínclito López Méndez), la pesca de perlas, etc.
En lo internacional, debemos registrar — además de los triun-
fos de nuestras armas — la ratificación de los tratados de unión,
liga y confederación perpetua celebrados en 1822 con Perú y Chile
y el relativo al Congreso de Panamá con la primera de estas nacio-
nes. Registramos también la misión diplomática de Sucre al Perú,
para concertar los auxilios de la próxima campaña libertadora que
culminó en Ayacucho.
Bello rasgo de esa Legislatura fue, para valemos de ia propia
expresión del General Caicedo, Presidente de la Cámara de Re-
presentantes, «el preocuparse por la suerte futura del Libertador y
Padre de la Patria» ; en consecuencia, se decretó a éste la pensión
solicitada por Santander, en nota de 23 de junio, y se le fijaron
treinta mil pesos anuales.
Nota típica inolvidable del Congreso de 1823 fue también la pre-
sentación que hicieron los Ministros de las primeras Aiemarias (hu-
bo unas anteriores dirigidas al jefe del ejecutivo), fundando así la
más bella, la más útil, la más característica tradición en los varios
departamentos del despacho ejecutivo, Alií Restrepo inició esa
inapreciable colección de las de Gobierno, y Güal la imperecedera
de Exteriores, y Castillo la interesantísima de Hacienda, y Briceflo
Méndez, la útilísima de Guerra. Años más tarde vinieron las del
Tesoro y Crédito Nacional (después de 1860), las de Instrucción
Pública y las de Fomento (después de 1880), las de Justicia (des-
pués de 1890), las de Obras Públicas (después de 1905), las de Agri
cultura y Comercio (desde 1915). Es una lástima, algo verdadera-
mente lamentable, sin precedentes, que ese verdadero monumento
administrativo, honor de Colombia, haya sido descompletado, en
lo relativo a Relaciones Exteriores, en 1920 y 1921.
No tenemos palabras para exaltar el grande acontecimiento,
sin duda el mayor del año; nos referimos a la batalla naval de Ma-
racaibo, ganada el 24. de julio por e! Almirante granadin-^ José Pa-
dilla. Bien sabido es que ha habido autorizadas plumas de venezo-
lanos eminentes que sostienen que no fue en Carabobo sino en
Maracaibo donde se selló la independencia de su gloriosa patria.
En lo intelectual también podemos marcar con piedra blanca
el año afortunado que principió hace un siglo: fue en él cuando el
Congreso aprobó los contratos celebrados por Zea para traer al
país esa pléyade de hombres de ciencia destinados a abrir las cáte-
dras anexas del Museo Nacional; el sabio Boussingault, y Ribero,
y Bourdoo, y Rollia y Goudet. No sólo clases de ciencias natura-
les se dictaron allí sino especiales de minería, en la escuela cuya
284 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
fundación dispuso el Congreso y a la cual deberían asistir jóvenes
becados de todos los confines de la inmensa República.
Ese Museo, teórico y práctico, se instaló en la calle de la
Carrera, en los propios edificios de la antigua y famosa Expedición
Botánica.
¡ Qué ejemplo tan sugestivo el que dieron desde entonces los
legisladores y cómo quisieron orientar la instrucción pública hacia
las ciencias naturales, la minería, la industria y la agricultura téc-
nicas, comprendiendo así, con secular visión, las reales necesida-
des de nuestro opulento país! ¡Ah! ¡Si en un siglo hubiésemos sa-
bido imitar aquella sorprendente iniciativa de fecundidades que
debieron ser infinitas!
El 25 de diciembre de 1823 se abrió también la Biblioteca, en
el nuevo y magnifico local — para las necesidades de entonces — que
ocupa aún, o sea en las Aulas de San Bartolomé, trasladándola del
antiguo edificio jesuítico donde se fundó en 1777 (Palacio de San
Carlos).
De suerte que si 1822 pudo reputarse el año feliz de la ins-
trucción pública por la fundación de los colegios universitarios de
Medellín, Boyacá, San Simón (Tolima), etc., no lo fue menos el
siguiente, en que se fundó el famoso de Santa Librada de Cali (29
de enero) y por segunda vez la Biblioteca, y se inició el Museo con
cátedras anexas servidas por sabios europeos. ¡Oh, lo que pudo ser
el Museo colombiano!
¡Loor mil veces a Santander, a Zea y a los Ministros y legisla-
dores de 1822-23!
A propósito de Zea, fue también en este último año cuando se
fundó entre nosotros la litografía por e! español Carlos Casar Mo-
lina, contratado también por el insigne diplomático que tuvo en el
Congreso de Angostura la visión precisa de lo que sería la grande-
za de Colombia
Y ya que de fastos de la cultura nacional tratamos, será bien
que anotemos otro muy simpático: el 25 de julio fue recibido como
abogado de los Tribunales de la República, quien principió ese día
una de las carreras más brillantes y útiles: el doctor Rufino Cuervo.
Entonces los legisladores no ponían toda clase de obstáculos a
la reglamentación y moralización de la abogacía; entonces no se
salía a fundar gabinete profesional con los códigos apiendidos en
el Panóptico para la propia defensa, como suele acontecer después;
entonces aquello era tan serio, que se daba cuenta en la Gaceta de
casos como el del doctor Cuervo, y en nuestro poder están las actas
de la primera Academia Nacional, donde consta que ésta reprobó
y negó el ejercicio de la noble profesión a más de un togado.
En crónicas sociales, judiciales o escandalosas, nada sabemos
propiamente de 1823; pero no podemos menos de recordar que
meses antes se dio en la esquina del übsetvatorio un caso idéntico
al que muchos años después conmovió la sociedad con la muerte de
Sagraiio Morales. En 1822, como en 1876, apareció muerta y en-
tre un costal de «fique» una muchacha del pueblo.
HACE CIEN AÑOS 285
En nuestro reciente folleto El espantajo del cadalso^ hici-
mos un paralelo de los grandes delitos de sangre cometidos en
Colombia, y probamos que unos y otros lo habían sido indiferente-
mente, ya bajo la pena de muerte, ya bajo el régimen abolicionista.
Tal los casos de sirvientas de que hablamos; tal los asesinatos de
los presbíteros Barietci, López y Vargas, Curas de Macheta, Santa
Bárbara y Santa Inés; tal Los Alisos y el Puente de Cualla; tal los
de los señ'ires Sebastián Herrera y Roberto Barrera Phillips, que
presentan similitudes tan sorprendentes ccmo el haber alcanzado
ambos a revocar ciertas cláusulas testamentarias.
En !o eclesiástico y material, así como en lo artístico, también
podemos abonarle a 1823 uno de esos acontecimientos que sólo se
registran cada un siglo, cuando no cada dos o tres. Nos referimos
a la bendición del más grandioso templo de Colombia, la Catedral
Metropolitana, el mismo dia 9 de abril, en que se instaló el Con-
greso.
Capítulo especial, que quizá escribamos para el propio cente-
nario de nuestra Basílica Primada, merece esa fecha realmente
secular.
Mucho hay que decir sobre las peripecias de cuatro siglos de
nuestia iglesia principal, a partir de la choza donde en ese lugar se
dijo la primera misa en 1538.
Por hoy, y ya que de cosas y de hombres grandiosos de la
gran Colombia se trata, queremos llamar la atención a que la me-
jor manera de celebrar el centenario sería colocando al menos la
primera piedra del soberbio monumento, enfrente al de Nariflo,
que se merece el Ilustrísimo Fernando Caicedo y Flórez, procer y
mártir, a cuyos desvelos y esfuerzos de cerca de veinte años debe-
mos en gran parte esa joya arquitectónica y artística. Las torres que
levantó Caicedo eran 6 metros más altas y más esbeltas; el terre-
moto de 1827 dio en parte cuenta de ellas.
Pocas ubras de esa clase habrá habido en el mundo que hayan
sido objeto de una odisea financiera — si así puede decirse — como
la del opulento presbítero en favor de la Catedral, hasta verla con-
cluida y ccmsagrada, hasta historiarla iuégo con solícito cariño,
hasta regiria después como insigne metropolitano, hasta reposar
por último bajo el altar mayor al lado del fundador de Bogotá.
¡Qué tan benemérito, qué tan ilustre sería el Canónigo deste-
rrado por Morillo que, al asumir la República el patronato, lo pri-
mero que verificó por medio del Congreso compuesto de Represen-
tantes de lo que hoy so 1 tres naciones, fue hacer uso de ese derecho
eligiendo a Caicedo primer Arzobispo de la Gran Colombia.
Así, ese insigne prelado fue digno de parearse con Bolívar y
Santander, como lo fue Mosquera respecto de Mosquera, y lo hu-
biera sido Herrán respecto de Herrán; como lo fue, enfin Arbeláez
respecto de Muriüo.
Celebrar el centenario de la Catedral y continuar dejando en el
vacío el lugar de honor que de derecho corresponde al señor Caice
do, seria una injusticia contra la cual protestarían los siglos, por
286 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
boca de todos los vientos, de todas las brisas, de todas las tempes-
tades que han de azotar las soberbias torres ornadas en sus cúspi-
des con las insignias metropolitanas que supo clavar tan alto la
mano generosa y decidida del Arzobispo-procer.
Arturo Quijano
miniscRos de guerra desde 1821
Pedro BriceñO Méndez, de i," de enero de 1821 a 2 de mar-
zo de 1825.
Pedro Gual, encargado, de 3 de marzo a 7 de julio de 1825.
Carlos Soablette, de Sdejuüo de 1825 a 2 de marzo de
1828.
Rafael Urdaneta, de 3 de marzo a i,* de octubre de 1828.
José María Córdoba, de 2 de octubre a 10 de noviembre de
1828.
Rafael Urdaneta, de n de noviembre de 1828 a 31 de di-
ciembre de T829.
Pedro A. Herrón, de i." de enero a 5 de mayo de 1830.
Joaquín París, de 6 de mayo a i." de octubre de 1830.
José Miguel Pey, de 2 de octubre de 1830 a \P de junio de
1831.
José María Otando, de 2 de junio a 12 de noviembre de
183 •.
Antonio Obando, de 13 de noviembre de 1831 a 14 de junio
de 1832.
José Hilario López, ás. 15 de junio a 30 de noviembre de
1832.
Antonio Obando, encargado, de i.* de diciembre de 183? a
31 de enero de 1833.
José Hilario López, de i/' de febrero a 31 de mayo de 1833.
Antonio Obando, de 1.* de junio de 1833 a n de junio de
X837.
José Hilario López, del 12 dejjunio de 1837 ^' 2 de julio de
1838.
Tomás C. de Mosquera, de 3 de julio de 1838 al 14 de abril
de 1840.
José María Ortega, encargado, del 5 de abril al 29 de octu-
bre de 1840.
Miguel Chiari, encargado, del 30 de octubre al 27 de noviem-
bre de 1840.
Simón Burgos, encargado, del 28 de noviembre de 1840 al
12 de mayo de 1841.
José Acebedo, del 13 de mayo de 1841 al 31 de marzo de
1845.
Juan María Gómez, del i." dejabril de 1845 al 26 de mayo
de 1846.
MINISTROS DE GUERRA DESDE 1821 287
José María Galavis, encargado, del 27 a! 31 de mayo de
1846
Joaquín María Barriga, del i.° de junio de 1846 al 6 de abril
de 1849,
Valerio Francisco Barriga, del 27 de abril ai 30 de junio de
1849.
Tomás Herrera, del i.' de julio de 1849 ^'4 de junio de
1850.
Tomás Murray, encargado, del 5 de junio al i.° de diciembre
de 1850.
Valerio Francisco Barriga, del 2 de diciembre de 1850 al
4 de abril de 1853.
Santiago Frasser, del 5 de abril al 5 de diciembre de 1853.
Antonio del Real, encargado, del 6 de diciembre de 1853 al 5
enero de 1854.
Valerio Francisco Barriga, del 6 de enero al 17 de abril de
1854.
José María Ardila, del 18 de abril al 4 de diciembre de 1854.
Cerbeleón Pinzón, encargado, del 5 al 7 de diciembre de
1854.
Pedro A. Herrán, del 8 de diciembre de 1854 al 31 de marzo
de 1855.
Rafael Núñez, del i.° de abril al 24 de octubre de 1855.
Rafael Núñez, encargado, del 25 de octubre al 20 de diciem-
bre de 1855,
Cerbeleón Pinzón, encargado, del 21 de diciembre de 1855 *^'
14 de febrero de 18.56.
Luciano Jaramillo, encargado, del 15 de febrero al 26 de
agosto de 1856.
José María Ortega, encargado, del 27 de agosto de 1856 al
31 de marzo de 1857.
Manuel Antonio Sanclemente, encargado, del i." de abril de
1857 al 31 de marzo de í86i.
D. A. Maldonado, encargado, del i," al 2 de abril de 186 1.
/uan Crisóstomo Uribe, del 3 abril al 17 de julio de i86r,
José María Rojas Garncío, encargado, del 18 de julio al 25
de noviembre de 1861.
Andrés Cerón, del 26 de noviembre de 1861 al 9 de febrero
de 1863.
Tomás C. de Mosquera, del lo de febrero al 13 de mavo de
1863.
Santos Acosta, del 14 de mayo al 30 de junio de 1863.
Aníbal Carrea, del \° de julio al 28 de noviembre de 1S63.
Antonio José Chaves, del 29 de noviembre de 1863 al lo de
febrero de 1864.
Rafael Mendoza, del n de febrero al 9 de abril de 1864.
Julián Trujillo, del 10 de abril al 23 de septiembre de 1864.
Valerio Francisco Barriga, del 24 de septiembre de 1864 al
51 de marzo de 1866.
288 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Ramón Acebedo, del i.° de abril al 21 de mayo de 1866.
Rudesindo López, del 22 de mayo de 1866 al n de febrero
de 1867.
José María Rojas Garrido, encargado, del 12 de febrero al
22 de abril de 1867,
Vicente Gutiérrez de Riñeres, encargado, del 23 de abril al
22 de mayo de 1867.
Rafael Mendoza, del 23 de mayo al i o de diciembre de
1867.
Carlos Martin, encargado, del 21 de diciembre de 1867 al
18 de enero de 1868.
José María Baraya, encargado, del 19 de enero al 2 de abril
de 1868.
Sergio CamargO, del 3 de abril de 1868 al 3 de abril de
1870.
Felipe Zapata, encargado, del 4 de abril al 5 de mayo de
1870.
Santiago Frasser, del 6 de mayo al 16 de diciembre de
1870.
Manuel Amador Fierro, del 17 de diciembre de 1870 al 30 de
jnnio de 1871.
César Contó, del i." de julio al 3 de agosto de 1871.
Felipe Zapata, encargado, del 4 de agosto al 1.° de septiem-
bre de 1 87 1.
Salvador Camocho Roldan, encargado, del 2 de septiembre
al 2 de octubre de 1871.
/osé María Baraya, encargado, del 3 al 8 de octubre de
187^
Manuel Amador Fierro, del 9 de octubre al i." de noviem-
bre de 1871.
Santos Acosta, del 2 de noviembre de 187 1 al 31 de enero de
1872.
César Contó, encargado, del i.» de febrero al 11 de marzo de
1872.
Felipe Zapata, encargado, del 12 al 31 de marzo de 1872.
Florentino Vesga, encargado, del i." al 7 de abril de 1872.
Gil Colunje, encargado, del 8 de abril al 5 de mayo de 1872.
Felipe Pérez, encargado, del 6 al 31 de mayo de 1872.
Gil Colunje, encargado, del i.* al 30 de junio de 1872.
Aquileo Parra, encargado, del i." al 19 de julio de 1872.
Manuel Abello, del 20 de julio al 29 de octubre de 1872.
Felipe Pérez, encargado, del 30 de octubre al 17 de noviem-
bre de 1872.
Eustorgio Salgar, del iS de noviembre de 1872 al 11 de di-
ciembre de 1875.
Gil Colunje, encargado, del 12 al 18 de diciembre de 1873.
Medardo Rivas, del 19 de diciembre de 1873 al 31 de marzo
de 1874.
Ramón Santodomingo Vila, del i.» de abril al 12 de agosto
de 1874.
5IIN1STROS DE GUERRA DESDE 1821 289
Nicolás Esguerra, encargado, del 13 al 31 de agosto de
1874.
Ramón Santodomingo Vila, del i." al 27 de septiembre de
1874.
Nicolás Esguerra, encargado, del 28 de septiembre al 8 de
octubre de 1874.
Ramón Santodomingo W/a, del 9 de octubre de 18743111
de febrero de 1875.
Nicolás Esguerra, encargado, el 12 de febrero de 1875.
Wenceslao Ibáñez, del 13 de febrero al 30 de abril de 1875.
José María Villamizar Gallardo, encargado, del i." al 31 de
mayo de 1875.
Nicolás Esguerra, encargado, del 1.° al 7 de junio de 1875.
Santos Acosta, del 8 de junio de 1875 al 31 de marzo de
1876.
Carlos Nicolás Rodríguez, encargado, del r.<* al ló de abril
de 1875.
Rafael Niño, del 17 de abril al 10 de julio de 187Ó.
Luis A. Robles, encargado, del 11 al 25 de julio de 1876.
Rafael Niño, del 26 de julio al 10 de octubre de 1876.
Teodoro Valenzaela, del n de octubre al 20 de noviembre
de 1876.
Rafael Niño, del 21 de noviembre al 8 de diciembre de 1876.
J anuario Salgar, encargado, del g^ al 22 de diciembre de
1876.
Rafael Niño, encargado, del 23 de diciembre de 1876 al 18
enero de 1877.
José Ignacio Escobar, encargado, del 19 al 23 de enero de
1877.
Felipe Pérez, del 26 de enero al 9 de mayo de 1877.
Santos Acosta, del 10 de mayo al 13 de octubre de 1877.
José María Quijano Wallis, encargado, del 14 al 22 de octu-
bre de 1877.
Fernando Ponce, del 23 de octubre al 1 1 de noviembre de
1877.
Santos Acosta, del g de noviembre de 1877 al 1.° de abril de
1878.
Ezequiel Hurtado, del 2 de abril de 1878 al 5 de lebrero de
1879.
Andrés Cerón, del 6 de febrero al 2 de junio de 1879.
Emigdio Paláu, encargado, del 3 de junio al 3 julio de 1879.
Wenceslao Ibáñez, del 4 de julio al 4 de diciembre de 1879.
Manuel Amador Fierro, del 5 de diciembre de 1879 al 9 de
abril de 1880.
Elíseo Payan, dei 10 de abril al 9 de septiembre de i88o,
Antonio Roldan, encargado, del 10 de septiembre al 8 de di-
ciembre de 1880.
Elíseo Payan, del 9 de diciembre de 1880 al 31 de marzo de
1882.
XTV— 19
290 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Felipe F. Paúl, encargado, del i." de abnl al 4 de junio de
1882.
Napoleón Barrero, encargado, del 5 de junio al 23 de julio de
1882.
Benjamín Noguera, de\ 24 de julio al 22 de diciembre de
1882.
Juan N- Mateas, del 23 de diciembre de 1882 al 2 de abril de
1884.
José María Campo Serrano, del 3 de abril al 14 de julio de
1884.
Manuel M. Castro, encargado, de! 15 ai 2c de julio de
1884.
José María Campo Serrano, del 21 de julio al 28 de diciem-
bre de 1884
Felipe Ángulo, del 29 de diciembre de 1884 al ^ de enero de
1886.
José María Campo Serrano, del 4 de enero al 21 de marzo
de 1886.
Felipe Ángulo, encargado, del 22 de marzo al 8 de junio de
1886.
Antonio Roldan, encargado, del Q de junio al 15 de agosto
de 1886.
Felipe Ángulo, del r6 de agosto de 1886 al 5 de junio de
1888.
Carlos Holguín, encargado, del 6 de junio al 6 de agosto de
188S.
Antonio B. Cuervo, del 7 de agosto de 1888 al 18 de mayo
de i8go. ,
Leonardo Canal, encargado, del 19 de raavo al 20 de julio de
1890.
José Djmin^o Ospina Camocho, encargado, del 21 de julia
al 6 de ag'sto de i8qo.
Olegario Rivera, del 7 de agosto de 1890 al 31 de marzo d&
189 1.
Antonio Roldan^ encargado, del i/' de abril al i." de mayo
de i8qi,
Olegario Rivera, del 2 de mayo de 1891 al 6 de agosto de
i8Q2.
Primitivo Crespo, dd 9 de agosto al 1 1 de diciembre de
1892.
Antonio B. Cuervo, del 12 de diciembre de 1892 al 21 de fe-
brerf de 1893.
José Domingo Ospina Camocho, de! 22 de febrero de 1893 al
19 de iulio de 1804.
Edmundo Cervantes, del 2:» de julio de 1894 al 12 de marzO'
de i8:)6.
Cl¡maco Losada, encargado, del 13 al 16 de marzo de
1896
Manuel Casabianca, encargado, del 17 de marzo al lo de
mayo de 1896.
MIMISTROS DE GUERRA DESDE 1821 291
Pedro Antonio Molina, del 1 1 de mayo al 25 de octubre de
de 189Ó.
Aurelio Mutis, del 26 da octubre de 1896 al i8 de enero de
1897.
Pedro Antonio Molina, del 19 de enero al 6 de ag'usto de
1897.
Isaías Lujan, del 7 de agosto de 1897 al 6 ie agosto de
1898.
Olegario Rivera, de 8 de agosto al 2 de noviembre 'de 1898.
Pedro Antonio Molina, encargado, del 3 de noviembre al 18
de diciembre de i8g?.
Climaco Losada, encargado, del 19 de diciembre de 1898 a)
8 de enero de 1899.
Jorge Holguin, del 9 de enero al 13 de agosto de 1899,
José Santos, de! 14 de agosto de 1899 al i." de mayo de
1900.
Manuel Casabianca, del 2 de mayo al 31 de julio de 1900.
Guillermo Quintero Calderón, encargado, del i.° de agosto
al 17 de septiembre de 1900.
Próspero Pinzón, de¡ iS de septiembre al 6 de octubre de
1900.
José Domingo Ospina Camocho, del 7 de octubre de 1900 al
28 de marzo de 1901.
Ramón González Valencia, del 29 de marzo al 12 de julio de
J901.
José Vicente Concha, del 13 de julio al 4 de agosto de
190 1.
Pedro Nel Ospina, del 5 de agosto al 2^ de septiembre de
190Í.
José Vicente Concha, del 24 de septiembre de loi al 7 de
enero 1902.
Aristides Fernández, del 8 de enero al 8 de octubre de 1902.
José Joaquín Casas, encargado, del 93131 de octubre de
1902.
Aristides Fernández, del i.' de noviembre al 12 de diciembre
de 1902.
¡osé Joaquín Casas, encargado, del 13 de diciembre de 19^ 2
al 21 de enero de 1903.
Aristides Fernández, del 22 de enero al 3 de febrero de 1903.
José Joaquín Casas, encargado, del 4 al 23 de febrero de
1903.
Alfredo Vásquez Cobo, del 24 de febrero de 1903 al 11 de
febrero de 1904.
Esteban Jaramillo, encargado, del 12 de febrero al 9 de mayo
de 1904.
Alfredo Vásquez Cobo, del 10 de mayo al 6 de agosto de
1904.
Carlos Cuervo Márquez, encargado, del 7 al 28 de agosto de
»904.
292 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Diego A. de Castro, del 29 de agosto de 1904 al 30 de
mayo de 1905.
Clímaco Losada, encargado, del 31 de mayo al 24 de sep-
tiembre de 1905.
D. Euclides de Ángulo ^ del 25 de septiembre de 1905 al 8 de
enero de 1906.
Manuel María Castro U., encargado, del 9 de enero al 22 de
abril de 1906.
D. Euclides de Ángulo, del 23 de abril al 31 de mayo de
19C6.
Manuel M. Sanclemente, del i." de junio de 1906 al 20 de fe-
brero de 1907.
Clímaco Losada, encargado, del zx de febrero al 14 de mayo
de 1907.
Manuel M. Sanclemente, del 15 de mayo de 1907 al 9 de
marzo de 1908.
Víctor Calderón /?., del 10 de marzo de 1908 al 10 de enero
de 1909.
Eduardo BriceñO', encargado, del i \ de enero al 10 de marzo
de 1909,
Nicolás Perdomo, encargado, del xi al 13 de marzo de 1909.
Eduardo Briceño, encargado, el 13 de marzo de 1909.
Carlos Cuervo Márquez, el 13 de marzo de 1909.
Alfredo Vásguez Cobo, el 14 de marzo de 1909.
Eduardo Briceño, encargado, del 15 al 22 de marzo de 1909.
Jorge Holguín, del 23 de marzo al 9 de junio de 1909.
Roberto Urdaneta, encargado, del 10 de junio al 24 de julio
de 1909.
Edmundo Cervantes^ encargado, del 25 de julio al 6 de agosto
de 1909,
Luis Enrique Bonilla, del 7 de agosto al 18 de noviembre de
1909.
Jorge Roa, encargado, del 19 de noviembre al i^ de diciem-
bre de 1909.
José Medina Calderón, del 13 le diciembre de 1909 al 6 de
agosto de 1910.
Jesús María Sosa, enczTgíido, del 7 de agosto al 30 de sep-
tiembre de 1910.
Mariano Ospina V., del i.® de octubre de 1910 al 13 de di-
ciembre de 19U.
/osé i\ía/2We/ i4ra/Z^0, del 14 de diciembre de 1911 al 6 de
agosto de 1914,
Isaías Lujan, del 7 de agosto de 1914 al 14 de septiembre de
Ernesto Barrero, encargado, del 15 de septiembre al 10 de
diciembre de 1915.
Miguel Abadía Méndez, enczrg&do, de\ 13 de diciembre de
1915 al 2 de enero de igi6.
Antonio José Cadavid, del 3 de enero al 3 de marzo de 1916.
APUNTES SOBRE ORGANIZACIÓN 293
Salvador Franco, del 4 de marzo de 19 16 al 6 de agosto de
19 1 8.
Jorge Roa, del 7 de agosto de 19 r 8 al 3 de octubre de 1920.
Pomponio Guzmán, encargado, del 4 de octubre al 21 de no-
viembre de 1920.
Jorge Roa, del 22 noviembre de 1920 al 18 de septiembre de
1921.
Bonifacio Vélez, del 19 al 22 septiembre de 1921.
Aristóbulo Archila, del 23 de septiembre de 192 1 al 21 de
septiembre de 1922.
José Ulises Osario, del 22 de septiembre de 1922,
Bernardo Caiceda
flPUnCES SOBRE ORGflniZflCIOn
DE LAS SECRETARÍAS DE ESTADO
1810-1914
1810. La Junta Suprema del Reino, instalada el 20 de julio
de 1810, se dividió en las siguientes secciones: i. Negocios diplo^
máticos internos y externos — ii. Negocios eclesiásticos: iii. Gracia
y Justicia — iv. Guerra — v. Hacienda; y vi. Policía y Comercio.
«Cada sección, dicen los comentadores Pombo y Guerra, atendía
con sus respectivos miembros a los negocios de su incumbencia.
Funcionaba la Junta como una Cámara Legislativa, entendiendo en
todos los ramos de la Administración Pública como única y sobe-
rana autoridad, mientras se proveía lo conveniente a la organiza-
ción política del Estado.» ,
Por bando de fecha 26 de octubre de 18 10 la misma Junta
Suprema del Reino determinó la formación de un Cuerpo Ejecu-
tivo, en el cual debía residir el Alto Gobierno, Cuerpo formado
por un miembro de cada una de las cinco secciones en que quedó
dividida la Junta, pues se suprimió la de Policía y Comercio, repo-
niéndose en su lugar el Cabildo. Dicho Cuerpo Ejecutivo, presidi-
do por el Vicepresidente de la Suprema Junta, debía tener dos
Secretarios: del Despacho Universal de Gobierno, Gracia y Justicia
uno, y otro, de Estado^ Guerra y Hacienda.
181 1. El Serenísimo Colegio Electoral! Constituyente de Cun-
dinamarca, elegido en virtud de disposición de la Junta Suprema
del Reino (la cual se había negado a acatar las resoluciones del
primer Congreso, que se disolvió sin dictar carta fundamental al-
guna), sancionó el 30 de marzo de 181 1 la Constitución del Esta-
do. En ella, por los artículos 17 a 20 del Título v, se dispuso que
para el desempeño de todos los negocios tendría el Poder Ejecuti-
vo uno o dos Secretarios y competente número de Oficiales de se-
cretaría, a fin de que por separado se despachara cada ramo. Los
294 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Secretarios, «aunque sus empleos soa de los más recomendables y
de mayor categoría en el orden de la sociedad.» no gozarían del
carácter de miembros de la Represtntdción Nacional, distinguién-
dolos el Poder Ejecutivo para la consideración pública en razón de
sus Ministerios. Ni ellos ni los Oficiales de la Secretarías podrían
a un mismo tiempo ejercer sus oficios y ser miembros de la Re-
presentación Nacional. Su nominación correspondía al Presidente
cuando ejerciere el Poder Ejecutivo, pero la separación de dichos
empleados sólo podía verificarla de acuerdo con los dos Conseje-
ros que integraban el Poder Ejecutivo «cuando conste su ineptitud
para el desempeño de sus respectivos encargos, dic*; esa curiosa
disposición, proporcionándoles inmediatamente otros destinos don-
de puedan ser útiles, sin que la separación sea una nota contra la
opinión que merezcan por sus buenas costumbres y demás prendas
que los hagan dignos del aprecio público.» Sólo en el caso de cri-
minalidad y previa formación de la causa podían ser depuestos los
Secretarios de sus destinos.
1811. El acta de la Federación de las Provincias Unidas,
obra de don Camilo Torres y firmada en Santafé de Bogotá el 27
de noviembre de :8ii, reconoció a las Provincias como iguales,
independientes y soberanas, con facultad de establecer su propio
Gobierno por medio de una Constitución política, «en cuanto no
ougnase con las facultades delegadas en dicho pacto a la Confede-
ración para los fines de orden internacional y de la común defensa
contra usurpaciones o invasiones extranjeras.» En conformidad con
este principio, Cundinamarca había expedido la Constitución cita-
da arriba, y su ejemplo fue seguido por otras de las Provincias del
Reino:
En la Constitución de la República de Tunja, sancionada el g
de diciembre de 18 11, se determinó que el Poder Ejecutivo residi-
ría en un Magistrado con e| título de Presidente Gobernador de la
República de Tunja, pero no se dijo nada acerca de las Secreta-
tarías de Estado. Sólo se dejó constancia de que el Gobernador, de
acuerdo con el Senado, nombraría todos los empleados públicos de
la Provincia, cuya nominación no estuviera prevista por dicha
Carta.
En la del Estado de Antioquia, sancionada el 3 de mayo de
181 2, se dispuso por el artículo 37 del Título iv, que para el des-
pacho del Poder Ejecutivo, el Presidente del Estado nombraría en
lo venidero un Secretario General que obtendría su empleo por el
término de cuatro años y se denominaría Secretatio de Estado y
dei Despacho U?iiverscLl, pudiendo ser reelegido. Todas las órdenes,
despachos y decretos del Poder Ejecutivo necesitaban para su
cumplimiento llevar la firma del Secretario General.
1812. La Constitución de la República de Cundinamarca, re-
formada por el Colegio Revisor y Electoral el 17 de abril ds 1812,
reprodujo respecto a los Secretarios del Poder Ejecutivo todas las
disposiciones de la Constitución de 181 1.
APUNTES SOBRE ORGA'UZ ACIÓN 295
Iguales disposiciones, más o menos, se registran en la Consti-
tución del Estado de Cartagena de Indias, sancionada pur la Con-
vención General e! 14. de junio de 1912. (Artículos 38 341 del Tí-
tulo v). Dicha Constitución fue mandada obedecer al siguiente día
por don Manuel Rodríguez Torices, Presidente Gobernador del
Estado, con la firma de don Juan Guillermo Ros, «Secretario de
Estado y de lo Interior.»
1^14. En la Reforma del Acta Federal, hecha por el Congre-
go de las Provincias Unidas de la Nueva Granada en Tunja a 23
de septiembre 1814, y por la cual se confió el Poder Ejecutivo de
la Unión a un Triunvirato, se determinó que el Cuerpo deliberan-
te (formado por dos Diputados por cada una de las Provincias y
de uno por las pequeñas de Casanare, Neiva y Chocó) crearía las
Secretarías que estimara necesarias para el Despacho del Poder
Ejecutivo, asignando los sueldos que estimara convenientes a los
Secretarios. Y por el Reglamento del Gobierno General de la Nue-
va Granada", dictado por el mismo Congreso el 2 i de octubre en
desarrollo del Acta de Reforma, se dispuso (artículos 21 y 22) que
establecidas por el Congreso las Secretarías para los diferentes ra-
mos del Despacho, el Gobierno General debía nombrar fuera de su
seno los Secretarios, con facultad de removerlos cuando lo estima-
ra conveniente, y que dichos Secretarios se conesponderían inme-
diatamente con las autoridades y empleados de sus respectivos
Departamentos, a quienes tocaba cumplir las órdenes recibidas.
Dicho Reglamento fue dictado por los miembros del Triunvirato,
señores Castillo y Rada, Camacho y Fernández Madrid, y está
autorizado con la firma de don Crisanto Valenzuela, «Secretario de
Estado y Relaciones Exteriores.»
Los Secretarios designados por el Congreso fueron tres.
1815. El Gobierno General fue reformado por medio de un
Decreto del Congreso dictado en Santafé de Bogotá el 15 de no-
viembre de 1815, por el cual se concentró el Poder Ejecutivo en
una sola persona y se creó el puesto de Vicepresidente, para suplir
las faltas temporales del Presidente, y en él se dispuso, por el ar-
tículo V, que habría un Consejo de Estado compuesto del Vice-
presidente de las Provincias Unidas, quien lo presidiría, de los
miembros que acababan de serlo del Gobierno General, «y de los
tres Secretarios del Despacho.» No hubo pues innovación en este
particular.
Aun cuando los Secretarios del Presidente eran propiamente
ios de Estado, apuntamos como dato que tanto en la Constitución
reformada de Cundinamarca (13 de julio de 1815), como en la del
Estado de Mariquita (21 de junio de 1815), y en ¡a provisional de
la Provincia de Antioquia (4 de julio de 1815), se determinó que el
Gobernador, Magistrado Superior de la Provincia, tendría un Se-
cretario para el despacho de los negocios a su cargo, nombrado a
su satisfacción, puesto que las faltas que cometiere serían de su
responsabilidad. En la de Antioquia se le fijó además un período
de tres años, pudiendo ser reelegido, y se le denominó Secretario
296 BOLBTÍM DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
de Gobierno. Todas las órdenes, despachos y decretos del Poder
Ejecutivo deberían ir siempre autorizados por dicho Secretario.
1 817. Terminado el Gobierno General de la Nueva Granada
por la reconquista española, no quedó en el antiguo Virreinato de
Santafé, de 1816 a 1819, otra autoridad que el sable del Pacifica-
dor. En el interregno, Bolívar resolvió iniciar de nuevo la lucha
por la independencia en Venezuela, y al efecto, después de varias
tentativas infructuosas, desembarcó en Barcelona el i." de enero
de 1817, y fue reconocido el 2 de mayo como Jefe Supremo de la
República de Venezuela. Por decreto dictado en Angostura el 3a
de octubre del mismo afio creó un Consejo Provisional de Estado
«para abdicar la autoridad suprema y para que la República fuese
gobernada según las bases de la política moderna, > dice el histo-
riador Larrazábal, y dividió los asuntos en tres secciones: Esíado
y Hacienda, Marina y Guerra, Interior y Justicia.
Este Consejo se instaló el i." de noviembre, y de él hacíatt
parte ios Secretarios de Estado.
1819. Nombrado Presidente de la República por el Congreso
reunido en Angostura, el Libertador, «deseando dar al Ministerio
un arreglo y organización provisional,» dictó el Decreto de 2y de
febrero de 18 19, por el cual dividió el Ministerio en tres departa-
mentos, a saber: Ministro de Estado (Relaciones Exteriores) y
Hacienda, Ministro de Marina y Guerra, Ministro del Interior y
Justicia.
Cada uno de estos Ministerios estaría bajo la dirección de ua
Ministro Secretario.
Al reanudar la campaña, el Libertador llevó consigo al Mi-
nistro de la Guerra, que lo era el Coronel Pedro Briceño Méndez,
y resolvió que el Vicepresidente de la República, Zea, estaría en-
cargado de los demás ramos de la Administración, despachando
con los otros dos Ministros. Posteriormente, por virtud de las cir-
cunstancias extraordinarias en que se halló, por la campaña de la
Nueva Granada, quedó el Vicepresidente encargado de la direc-
ción de la guerra en el oriente de Venezuela, y fue autorizado
para nombrar un Ministro interino de Guerra, de tal modo que
hubo a un mismo tiempo dos Ministros de Guerra, uno con el
Libertador y otro en Guayana. A esta anomalía puso fin una reso-
lución del Libertador, dada en San Cristóbal el i." de noviembre
de 182c, por la cual se suprimió el Ministerio interino de Guerra»
1819. Triunfante la revolución de la ¡Independencia en la.
Nueva Granada por la batalla de Boyacá, el Libertador, mientras
se verificaba la unión de Venezuela y Nueva Granada, estableció
un Gobierno provisorio, y nombró Vicepresidente de la Nueva
Granada al General Santander, «con el título, funciones y atribu-
ciones» conferidos al Vicepresidente de Venezuela» (11 de septiem-
bre de J8ig). El Vicepresidente Santander, por resolución de fecha
24 del mismo mes, dividió las Secretarías de ese Gobierno Gene-
ral en dos: de Guerra y Hacienda, y del Interior y Justicia.
APUNTES SOBRE ORGANIZACIÓN 297
1820. El Congreso, por Decreto del 3 de enero de 1820, dis-
puso que en cada una de las Vicepresidencias Departamentales
hubiera un solo Secretario General, pero en vista de la representa-
ción dirigida por el General Santander, en la cual exponía que era
imposible despachar con un solo empleado para el vasto Departa-
mento de Cundinamarca, dispuso el Libertador que conservara la
Secretaría de este Departamento el título de Secretaría General, y
fuera despachada, como había sucedido hasta entonces, por los
señores Alejandro Osorio en los ramos de Hacienda y Guerra,
y Estanislao Vergara en los del Interior y Justicia, dividiendo
entre ellos el sueldo. Esta resolución fue confirmada por el Con-
greso en I, "de agosto de 1820; mas a partir de febrero de 182 1, en
que el doctor Osorio partió a ocupar su puesto en el Congreso de
Cúcuta, la Secretaría General quedó reunida en manos del doctor
Vergara.
182 1. Formada la República de Colombia, en cumplimiento
de la Ley Fundamental del Congreso de Angostura dada el 17 de
diciembre de 18 19, se reunió el Congreso General de Colombia en
la villa de Cúcuta. El Congreso confirmó la unión de Venezuela
y de la Nueva Granada por medio de la Ley de 12 de julio de
1821, y dictó la Constitución de la República, sancionada el 6 de
octubre del mismo año. Por el artículo 136 de dicha Carta Funda-
mental se establecieron para el despacho de los negocios cinco
Secretarios de Estado, a saber: de Relaciones Exteriores, del In-
terior, de Hacienda, de Marina y de Guerra.
El Poder Ejecutivo podía reunir temporalmente dos Secreta-
rías en una, y se dispuso, además (artículos 137 a 139), que el
Congreso haría en dichas Secretarías las variaciones que las cir-
cunstancias exigieran; que siendo cada Secretario el órgano preci-
so e indispensable por donde el Poder Ejecutivo libra sus órdenes
a las autoridades que le están subordinadas, toda orden que no
estuviere autorizada por el Secretario no debía ser ejecutada, y,
finalmente, que los Secretarios debían dar a las Cámaras, con
anuencia del Poder Ejecutivo, cuantos informes se les pidieran,
reservando solamente los que no conviniera publicar.
En virtud de la autorización citada, el Libertador Presidente,
en decreto dictado en Cúcuta a 7 de octubre de 1821, reunió en
una sola las Secretarías de Marina y Guerra.
1822. El General Santander, Vicepresidente encargado del
Poder Ejecutivo de la República de Colombia, dictó, en desarro-
llo del artículo 137 de la Constitución, el Decreto de fecha 22 de
marzo de 1822, por el cual se dio un reglamento particular a cada
una de las cinco Secretarías de Estado, determinando los negocios
que correspondían a cada una.
1825. El Congreso de este año dictó el Decreto de 5 de abril,
sobre funciones de los Secretarios de Estado, y determinó los ne-
gocios que correspondan a cada una de las Secretarías de Estado,
y en dicho Decreto las denominó así: de\Esiado y de Relaciones
Exteriores, del Interior, de Hacienda, de Guerra y de Marina.
298 BOLETÍN DE HISTORIA V ANTIGÜEDADES
Las Secretarías de Guerirt y Marina fueron despachadas en
este período por un solo individuo, de modo que en realidad ha-
bía sólo cuatro Secretarías.
1826. Posesionado de nuevo de la Presidencia el Libertador
a su regreso del Perú, por decretos de fecha 24 de noviembre de
1826, dispuso que la Secretaría de Marina quedara de nuevo reuni-
da a la de Guerra y desempeñada por el que ejerciera ésta; que por
estar destinado don José Rafael Revenga, Secretario de Relaciones
Exteriores, a acompañar al Libertador a Venezuela como Secreta-
rio General, quedaría la Secretaría de Relaciones Exteriores reuni-
da temporalmente a la del Interior y a cargo del Secretario de ésta,
doctor J. M. Restrepo, y que el Secretario General tendría «el suel-
do, tratamiento y preeminencias de los Secretarios de Estado.»
Quedaron pues cuatro Secretarías, así: Interior y Relaciones Ex-
teriores, Hacienda, Guerra y Marina, y Secretaria General del
Libertador.
1827. De regreso a la capital, por Decreto de 12 de septiem-
bre de 1827 se eximió al Secretario del Interior, doctor Restrepo,
del Despacho de Relaciones Exteriores, el cual fue de nuevo con-
fiado al señor Revenga; se declaró suprimida la Secretaiía General,
y se determinó que las de Guerra y Marina permanecerían reuni-
das. Quedaron de nuevo cuatro Secretarías: Interior, Relaciones
Exteriores, Hacienda, Guerra y Marina.
1828. Por Decreto de ig de febrero de 1828 se declaró el Li-
bertador investido de las facultades extraordinarias de conformi-
dad con el artículo 128 de la Constitución, y por otro Decreto de
fecha 2Ó del mismo mes resolvió partir para Venezuela en ejercicio
del Poder Ejecutivo y restablecer por el tiempo de su ausencia los
cinco Secretarios de Estado, debiendo acompañarlo uno de ellos para
el despacho de los negocios de la Presidencia, y permanecer los
cuatro restantes en la capital encargados, como Jefes de sus respec-
tivos Departamentos y con amplias autorizaciones, de la Adminis-
tración Públ'ca. Las cinco Secretarías eran las mismas señaladas en
la Constitución, o sea: Interior, Hacienda, Relaciones Exteriores,
Marina y Guerra.
El Libertador escogió como Secretario General al de Marina,
General Soublette, y dispuso que durante su ausencia despachara
este ramo el de Guerra En realidad las Secretarías de Guerra y
Marma fueron una sola, pues no llegaron a separarse ni en esa
ocasión, ni cuando el Libertador, con el fin de atraerse al General
Córdoba, resolvió en Decreto de 13 de julio de i82g — en vista de
que había transcurrido el término de la licencia concedida al Se-
cretario de Guerra y Marina, General Carlos Soublette — separar
las dos Carteras y encargar del Despacho de Marina al General
Córdoba, pues como éste no aceptó, el General Urdaneta conti-
nuó desempeñando ambas Carteras.
1828, Disuelta la Convención de Ocaña, el Libertador se de-
claró en ejercicio de la dictadura, y en el Decreto de 27 de agosto
APUNTES SOBRE ORGANIZACIÓN 299
de 1828, que ciebia servir de Lev constitucional del Estado hasta
el año de 1S30 (caique el Coiígreáo deoía expedir la nueva Cons-
titución en reemplazó de la de 182 1), dispuso que el Consejo de
Ministros se compusier2 de un Presidente y de los Ministros Secre-
tarios de Estado (artículo 3.°), y que el Ministerio de Estado se
destiibuyera en los seis Departamentos siguientes (artículo 4.°):
Interior o Gobierno, Justicia, Guerra, Marina, Hacienda y Rela-
ciones Exteriores.
1828. No llegó el caso de designar Ministro Secretario de
Justicia, y. como queda dicho, los Ministerios de Guerra y Marina
fueron desempeñados por una sola persona. Los Ministros fueron
en realidad cuatro, y el Consejo, al cual tocó el giavepeso del Go-
bierno por ausencia del Libertador, quedó formado por los cua-
tro Ministros del Interior, de Guerra, de Hacienda y de Relacio-
nes Exteriores, y presidido por el doctor Castillo Rada, Presidente
también del Consejo de Estad3, y que no tenía Cartera especial.
Al partir el Libertador para el Sur llevó un Secretario General,
que lo fue el Coronel J. S, Espinar, quien refrendó los decretos
dictados por el Presidente en los diferentes ramos de la Adminis-
tración.
1830. El Congreso llamado «admirable» dictó para la Repú-
blica la Constitución que fue sancionada el 5 de mayo de 1830,
cuando ya había comenzado la disolución de la Gran Colombia.
Por el artículo 88 de dicha Carta se dispuso que el Ministerio
de Estado se dividiría en los cuatro Departamentos siguientes :
del Interior y Justicia; de Hacienda, de Guerra y Marina y de
Relaciones Exteriores.
Esta Constitución, además de señalar los derechos y deberes
de los Ministros de Estado, y de señalar los casos en que eran res-
ponsables en el ejercicio de sus funciones, les fijó el deber de in-
formar a cada Cámara, en los primeros diez días de sus sesiones,
del estado de su respectivo ramo, lo cual venía verificándose des-
de la reunión del primer Congreso en Bogotá en 1823.
.1831. Derrocado el Gobierno de hecho de Urdaneta.el Gene-
ral Domingo Caicedo, Vicepresidente de la República en ejercicio
del Poder Ejecutivo, con el fin de remediar la difícil situación del
Tesoro, entre otras medidas, dictó e¡ Decreto de 12 de agosto de
1831 por el cudl redujo a tres las Secretarías de Estado, así: Inte-
rior y Relaciones Exteriores, Hacienda, Guerra y Marina.
183 1. Este Decreto fue aprobado por la Convención Granadi-
na el 15 de noviembre de 183 1, la cual dictó la Constitución del
Estado de lá Nueva Granada, smcionada el i." de marzo de 1832.
1832. En esta Constitución se dispuso, por el artículo 112, que
para el despacho de todos los negocios de la Administración habría
a lo más las tres Secretarías: Interior y Relaciones Exteriores,
Hacienda, y Guerra y Marina, las cuales serían organizadas
por la ley. Por el articulo 116 se dispuso que los Secretarios de
300 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Estado informarían anualmente a cada Cámara, en los primeros
seis días de sus sesiones, del estado de sus respectivos ramos.
1843. La Constitución de ese año, sancionada el 20 de abril,
dispuso que para el despacho de todos los negocios correspon-
dientes al Poder Ejecutivo habría los Secretarios de Estado que
determinara la ley; que cada una de las Secretarías estarla a cargo
de un Secretario de Estado, pero el Poder Ejecutivo podría en-
cargar, cuando lo juzgara conveniente, dos de ellas a un solo
Secretario (artículos 107 y 108), También, por el artículo 1:4, im-
puso a los Secretarios la obligación de presentar informes a las
Cámaras Legislativas en los seis primeros días de sus sesiones or-
dinarias.
La Ley de 15 de mayo de 1842 había organizado las Secreta-
rías de Estado creadas por la Constitución de 1832 en los tres
Departamentos : Interior y Relaciones Exteriores, Hacienda,
Guerra y Marina,
El Congreso del mismo año de 1843, teniendo en cuenta la
necesidad de que las Relaciones Exteriores tuvieran su Departa-
mento especial, dictó la Ley de 1 1 de mayo, por la cual se dispuso
que hubiera cuatro Secretarías de Estado, a saber: Relaciones
Exteriores, Interior, Hacienda y Guerra. Esta Ley, como la
Constitución, debía empezar a regir desde el i.* de octubre.
El 28 de septiembre el Presidente Herrán dictó un decreto por
el cual reguló las Secretarías de Estado.
1845. El Congreso, por Ley de i.° de mayo de ese año, or-
ganizó las Secretarías de Estado, fijándolas en cuatro, y creó los
puestos de Subsecretarios para sustituir a los Secretarios en las
faltas accidentales y en las absolutas hasta que el Poder Ejecutivo
hiciera nuevo nombramiento. En ejecución de esa Ley el Presi-
dente de la Nueva Granada, General Tomás C. de Mosquera, dictó
el Decreto de 3 de mayo, por el cual las denominó: /.'', de Go-
bierno; 2.°, de Relaciones Exteriores y Mejoras Internas; 3.°,
de Hacienda, y 4.^, de Guerra. Esta denominación fue conservada
en los Decretos de 24 de junio de 1846 y 22 de marzo de 1847,
reglamentarios de las Secretarías de Estado.
1848. La Ley de 13 de marzo de 1848, adicional a la de
I.** de mayo de 1845, orgánica de las Secretarías de Estado, clasi-
ficó los diferentes negocios de la Administración Pública en diez
y seis Departamentos, y puso a cargo del Secretario de Gobierno
los de Gobierno, Interior, Justicia, Instrucción Pública y Culto;
al Secretario de Relaciones Exteriores los de Relaciones Exterio-
res, Obras Públicas, Agricultura, Minas, Manufacturas y Comercio,
y Beneficencia y Recompensas; a cargo del Secretario de Ha-
cienda, los Departamentos de Hacienda, del Tesoro, de la Conta-
bilidad General, de la Deuda Nacional y de gastos de Hacienda y
del Tesoro; y a cargo del Secretario de Guerra, los Departamentos
de Guerra y Marina. A partir de esta época, por consiguiente, los
APUNTES SOBRE ORGANIZACIÓN 301
cuatro Secretarios se denominaron: de Gobierno, de Relaciones
Exteriores, de Hacienda y de Guerra.
La Ley de 31 de mayo de 1849. P^^ '*> cual se suprimieron
los puestos de Subsecretarios de Estado en los Despachos de Go-
bierno. Relaciones Exteriores y Guerra, creados por la Ley de i."
de mayo de 1845, conservó el Subsecretario de Hacienda y el mis-
mo número y denominación de las Secretarias de Estado.
1853. La Constitución sancionada el 21 de mayo de 1853 dis-
puso, en su artículo 35, que para el despacho de todos los negocios
de la Administración habría hasta cuatro Secretarios de Estado,
nombrados libremente por el encargado del Poder Ejecutivo y
amovibles a su voluntad. Los cuatro Secretarios de Estado con-
tinuaron llamándose de la misma manera que en el período de
18+8 a 1853.
1858, El artículo 44 de la Constitución sancionada el 22 de
mayo de r.^58 dispuso que para el despacho de los negocios de la
competencia del Gobierno de la Confederación podría el Presi-
dente tener hasta tres Secretarifís de Estado de su libre nombra-
miento. Como en las Constituciones anteriores se dispuso también
que todos los actos del Presidente, con excepción de los decretos
de nombramiento o remoción de los .Secretarios de Estado, debe-
rían ser autorizados por uno de dichos Secretarios, y sin este re-
quisito no serían válidos. De conformidad con la disposición
constitucional el Presidente doctor Mariano Ospina, por Decreto
de fecha 23 de mayo de 1858, adscribió la Secretaría de Guerra a
la de Gobierno, con la denominación de Sección de Guerra. Las
Secretarías se denominaron así: Gobierno y Guerra, Relaciones
Exteriores y Hacienda.
1861. Derrocado el Gobierno de la Confederación Granadina
por la revolución liberal, el General T. C. de Mosquera, Presiden-
te Provisorio de los Estados Unidos de Colombia, dictó el Decreto
de 22 de noviembre de 1861, por el cual dispuso que para el des-
pacho de los negocios que correspondieran al Poder Ejecutivo
habría cuatro Secretarías de Estado; y por Decreto de 23 del
mismo mes dispuso que se denominaran así: Estado y Relaciones
Exteriores, Hacienda, Interior y Guerra y Marina.
1863. La Convención Constituyente reunida en Ríonegro, por
la Ley de 9 de febrero de 1863 organizó provisoriamente el Go-
bierno de la Unión colombiana, y el artículo i." de ella dispuso
que, mientras se expedía la Constitución, el Gobierno Ejecutivo
estaría a cargo de un Ministerio compuesto de cinco miembros, a
saber: del Interior, de Relaciones Exteriores, de Hacienda, del
Tesoro y Crédito Nacional y de Guerra.
1863. La Constitución dada el 8 de mayo de 1863, y llama-
da generalmente de Ríonegro, dispuso en su artículo 68 que para
el despacho de los negocios de la competencia del Poder Ejecuti-
vo de la Unión tendría el Presidente el número de Secretarios de
Estado que determinara la ley. En consecuencia, la Convención
302 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
dictó la Ley de 1 1 de mayo de 1863, por la cual resoivió que ha-
bría hasta cuatro Secretarías de Estado, denominadas así: del Inte-
rior y Relaciones Exteriores^ de Guerra y Marina, de Hacienda y
Fomento y del Tesoro y Crédito Nacional
Esta denominación fue confirmada en los decretos sobre Se-
cretarías de Estado dictados por el Piesiderite General Mosquera
el 29 de mayo y 18 de octubre de 1863. Conforme al artículo 51
de la Constitución de Ríonegro, entre las atribuciones cíel Senado
se contaba la de aprobar o improbaí el nombramiento de Secreta-
rios de Estado hecho por el Poder Ejecutivo.
1880, El Congreso de ese año dictó la Ley 10 de 25 de marzo
— reformatoria de la citada niámero 23 de ri de mayo de 1863, —
por la cual se dispuso que para el despacho de los negocios que
corresponden al Poder Ejecutivo habría siete Secretarías de Esta-
do, así denominadas: /.", Gobierno; 2°, Relaciones Exteriores;
3.°, Guerra y Marina; 4.°, Instrucción Pública; 5°, Tesoro;
6° Hacienda, y 7.°, Fomento. En consecuencia, por Decreto nú-
mero 169, de 27 de marzo de 1880. el Presidente Trujillo organizó
las Sei retarías de Estado, y clasificó y determinó los diferentes
negociados de la Administración Pública.
1886. La Constitución de ese año, sancionada e! 5 de agosto,
en su artículo 1 ^2 dispuso que e! número, nomenclatura y prece-
denua de los Ministerios o Departamentos Administrativas serían
determinados poi la ley. El Consejo Nacional Legislativo dictó
en consecuencia la Ley 7.* de 25 de agosto de i886, la cual dis-
puso que el Despachvj Adininistrativo del Gobierno se dividiría
en siete Ministerios, en el siguiente orden de precedencia: de Go-
bierno, de Relaciones Exteriores, de Hacienda, de Guerra, de
Instrucción Pública, del Tesoro y de Fomento.
1888. Esta disposición fue conformada en el artículo 76 de la
Ley 149 de 3 de diciembre de '888. sobre régimen político y
municipal, dictada por el Congr so de ese añ' .
1891. El vV)ngreso de 1890 dictó la Ley número 13 de 13 de
octubre, por la cual se creó el Ministerio de Justicia, y dividió en
su artículo i." el Despacho Administrativo de Gobierno en ocho
Ministerios, que tendrían el siguiente orden de precedencia: Go-
bierno, Relaciones Exteriores, Justicia, Hacienda, Guerra, Ins-
trucción Pública, Tesoro y Fomento.
1894. Este estado de cosas fue modificado por la Ley 1 1 de
25 de septiembre de 1894, por la cual se suprimieron los Ministe-
rios de Justicia y de Fomento, y se estableció el orden de prece-
dencia de los seis Ministerios restantes, así: Gobierno, Relaciones
Exteriores, Hacienda, Guerra, Instrucción Pública y Tesoro.
1905. Por Decreto legislativo número 309 de 29 de marzo de
1905, el Presidente de la República, General Rafael Reyes, retun-
dió en uno solo los Ministerios de Hacienda y Fomento, pero sólo
por pocos días quedaron cinco Ministerios, pues la Asamblea Na-
cional Constituyente y Legislativa, por medio de la Ley 44 de 29
APUNTES SOBRE ORGANIZACIÓN 303
de abril del mismo año, que apri bó el Decreto legislativo número
7 de 17 de enero de 1905, restableció el Ministerio de Fomento
con el nombre de Obras Públicas, con la misma precedencia seña-
lada en la Ley 13 de 1890. Quedaron, por tanto, los seis Ministe-
rios siguientes: Gobierno, Relaciones Exteriores, Hacienda y
Tesoro, Guerra, Instrucción Pública y Obras Públicas
1909. El Congreso de igcg, por medio de la Ley .número 50
de 19 de noviembre, restableció el Ministerio del Tesoro. Volvie-
ron de nuevo los siete Ministerios antiguos, a saber: Gobierno,
Relaciones Exteriores, Hacienda, Guerra, Instrucción Pública,
Obras Públicas y Tesoro.
1914. El Congreso de 191 3, por medio de la Ley número 25
de 8 de octubre, dividió, a partir del 7 de agosto de 914, día de
la inauguración de un nuevq período presidencial, el Despacho
Administrativo del Gobierno en ocho Ministerios, los siete anti-
guos y uno nuevo llamado de Agricultura y Comercio, en el
siguiente 01 den de precedencia: Gobierno, Relaciones Exterio-
res, Hacienda, Guerra, Instrucción Pública, Agricultura y Co-
mercio, Obras Públicas y Tesoro.
HACIENDA
Memorias, Informes y Exposiciones dirig"idos por los Secretarios y
Ministros en el Despacho de Hacienda a. las Cámaras Legislativas.
Cundinamarca— Colombia.
Ministro de Guerra y Hacienda, Alejandro C/Si>rio 1819
Ministro de Guerra y Hacienda, Alejandro Osorio 1820
Gran Colombia.
Secretario de Hacienda, José M. del Castillo y Rada.. 1823
S'ecretario de Hacienda, José M. del Castillo y Rada..,. 1826
Secretaüo de Hacienda, José M. riel Castillo y Rada. . 1827
Ministro de Hacienda, José Ignacio de Márquez 1831
Nueva Granada.
Secretario de Hacienda, Francisco Soto ^^33
Secretario de Hacienda, Francisco Soto... '^34
Secretario de Hacienda. Francisco Soto '835
Secretario de Hacienda. Francisco Soto 1836
Secretario de Hacienda, Francisco Soto 18-7
Secretario de Hacienda, Ju m de Dios Aranzazu 1 838
Secretario de Hacienda, Ju^ii de Dio* Aranzazu '839
304 BOLETÍN Dtí HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Secretario de Hacienda, Juan de Dios Aranzazu 1840
Secretario de Hacienda, Mariano Calvo 1841
Secretario de Hacienda, Jorge Juan de Hoyos 1842
Secrelaiio de Hacienda, Rufino Cuervo 1843
Secretario de Hacienda, Juan Clímaco Ordófiez 1844
Secretario de Hacienda, Juan Clímaco Ordóñez 1845
Secretario de Hacienda, Lino de Pombo 1846
Secretario de Hacienda, Florentino González 1847
Secretario de Hacienda, Florentino González 1848
Secretario de Hacienda, Ramón M. Arjona 1849
Secretario de Hacienda, Manuel Murillo 1850
Secretario de Hacienda, Manuel Murillo 1851
Secretario de Hacienda, Manuel Murillo 1852
Secretario de Hacienda, Juan Nepomuceno Gómez ^853
Secretario de Hacienda, José M. Plata 1854
Secretario de Hacienda, José M. Plata 1855
Secretario de Hacienda, Rafael Nuñez 1856
Secretario de Hacienda, Rafael Núñez 1857
Confederación granadina.
Secretario de Hacienda, Ignacio Gutiérrez 1858
Secretario de Hacienda, Ignacio Gutiérrez 1859
Secretario de Hacienda, Ignacio Gutiérrez 1860
Secretario de Hacienda, Ignacio Gutiérrez 1861
Estados Unidos de Colombia.
Secretario de Hacienda y Fomento, 'Froilán Larga-
cha ~ 1864
Secretario de Hacienda y Fomento, Tomás Cuenca 1865
Secretario de Hacienda y Fomento, Tomás Cuenca 1866
Secretario de Hacienda y Fomento, Alejo Morales 1867
Secretario de Hacienda y Fomento, Jorge Gutiérrez
de Lara 1868
Secretario de Hacienda y Fomento, Miguel Samper 1869
Secretario de Hacienda y Fomento, Januario Salgar.... 187c
Secretario de Hacienda y Fomento, Salvador Camacho
Roldan. « 1871
Secretario de Hacienda y Fomento, Salvador Camacho
Roldan 1872
Secretario de Hacienda y Fomento, Aquileo Parra 1873
Secretario de Hacienda y Fomento, Aquileo Parra 1874
Secretario de Hacienda y Fomento, Aquileo Parra 1875
Secretario de Hacienda y Fomento, Nicolás Esguerra. 1876
Secretario de Hacienda y Fomento, Januario Salgar.... 1877
Secretario de Hacienda y Fomento, Luis Bernal 1878
Secretario de Hacienda y Fomento, Luis Carlos Rico. 1879
Secretario de Hacienda y Fomento, Hermógenes Wil-
son • ~..M... 1880
MEMORIAS DE SECRETARIOS Y MINIS'J'ROS 305
Secretario de Hacienda, Antonio Roldan 1881
Secretario de Hacienda , Antonio Roldan 1882
Secretario de Hacienda, Aníbal Galindo 1883
Secretario de Hacienda, Aníbal Galindo 1884.
Secretario de Hacienda, Felipe Ángulo 1885
República de Colombia.
Min
Min
Min
Min
Min
Min
Min
Min
Min
Min
istro de Hacienda, Felipe F. Paúl 1888
istro de Hacienda, Felipe F. Paúl ^ «... 1890
istto de Hacienda, José Manuel Goenaga ""1892
istro de Hacienda, Pedro Bravo.. 1894
istro de Hacienda, Ruperto Ferreira 1896
istro de Hacienda, Manuel Esguerra 1898
istro de Hacienda, Ruperto Ferreira 1903
istro de Hacienda, Carlos Arturo Torres 1904
istro de Hacienda y Tesoro, Tobías Valenzuela. . . 1907
istro de Hacienda y Tesoro, Baldomero Sanín
Cano (Secretario encargado). 1908
Ministro de Hacienda y Tesoro, Baldomero Sanín
Cano (Secretario encargado) 1909
Ministro de Hacienda, Tomás O, Eastman 1910
Ministro de Hacienda, Tomás O. Eastman 1911
Ministro de Hacienda, Francisco Restrepo Plata 19 12
Ministro de Hacienda, Francisco Restrepo Plata 1913
Ministro de Hacienda, José A. Llórente 19 14
Ministro de Hacienda^ Daniel J. Reyes 1915
Ministro de Hacienda, Diego Mendoza Pérez 1916
Ministro de Hacienda, Tomás Suri Salcedo 19 17
Ministro de Hacienda, Tomás Suri Salcedo....* «... 1918
Ministro de Hacienda, Pomponio Guzmán *9i9
Ministro de Hacienda, Pomponio Guzmán 1920
Ministro de Hacienda, Pomponio Guzmán 1921
Miniítro de Hacienda, Miguel Arroyo Diez 1922
GUERRA
Memorias Informes y Exposiciones de los Secretarios y Ministros de
Estado en el Despacho de Guerra a las Cámaras Legislativas y al
Presidente de la República.
Cundtnamarca.
Ministro de Guerra y Hacienda, Alejandro Osorio. . .. 1816
Ministro de Guerra y Hacienda, Alejandro Osorio. , . . 1820
xrv— 20
306
BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
República de Colombia.
Secretario de Guerra, Pedro Briceño Méndez 1823
Secretario de Guerra, Pedro Briceño Méndez 1824
Secretario de Guerra, Carlos Soublette 1826
Secretario de Guerra, Carlos Soublette 1827
Ministro
Obando . . . .
Secretar
Secretar
Secretar
Secretar
Secretar:
Secretar
Secretar
Secretar
Secretar
Secretar
Secretar
Secretar
Secretar
Secretar
Secretar
Secretar
Secretar
Secretar
Secretar
Secretar
Secretar
Secretar
Secretar
Secretar
Secretar
Secretar
República de la Nueva Granada.
Secretario de Guerra y Marina, José María
o de Guerra y Marina, José Hilario López. . .
o de Guerra y Marina, Antonio Obando
o de Guerra y Marina, Antonio Obando
o de Guerra y Marina, Antonio Obando
o de Guerra y Marina, Antonio Obando
o de Guerra y Marina, José Hilario López. . .
o de Guerra y Marina, Tomás C. de Mosquera,
o de Guerra y Maiina, Tomás C. de Mosquera.
o de Guerra y Marina, Simón Burgos
o de Guerra y Marina, José Acebedo
o de Guerra y Marina, José Acebedo
o de Guerra, José Acebedo
o de Guerra, José Acebedo
o de Guerra, Juan María Gómez
o de Guerra, Joaquín M. Barriga
o de Guerra, Joaquín M. Barriga
o de Guerra, Joaquín M. Barriga
o de Guerra, Joaquín M. Barriga
o de Guerra, Valerio Francisco Barriga
o de Guerra, Valerio Francisco Barriga
o de Guerra, Valerio Francisco Barriga
o (le Guerra, Valerio Francisco Barriga
o de Guerra, Pedro A. Herrán
o de Guerra, Cerbeleón Pinzón
o de Guerra, José María Ortega Nariño
o de Guerra, Manuel Antonio Sanclemente. . .
Confederación Granadina.
1831
^833
1834
1835
1836
1837
1838
1839
1840
1841
1842
1843
1844
^845
1846
1847
1848
1849
1850
1851
1852
1853
1854
1855
1856
1857
1858
Secretario de Gobierno y Guerra, Manuel Antonio San-
clemente 1859
Secretario de Gobierno y Guerra, Manuel Antonio San-
clemente 1860
Secretario de Gobierno y Guerra, Manuel Antonio San-
clemente 1 86 1
MEMORIAS DE SECRETARIOS Y MINISTROS
307
Secretar
Secretar
Secretar
Secretar
Secretar
Secretar
Secretar
Secretar
Secretar
Secretar
Secretar
Vila.
Secretar
Secretar
Secretar
Secretar
Secretar
Secretar
Secretar
Secretar
Secretar
Estados Unidos de Colombia.
o de Guerra y Marina, Valerio F. Barriga,
o de Guerra y Marina, Valerio F. Barriga. ,
o de Guerra y Marina, Rudesindo López , ,
o de Guerra y Marina, José María Baraya.
o de Guerra y Marina, Sergio Camargo. . . ,
o de Guerra y Marina, Sergio Camargo.. . ,
o de Guerra y Marina, Manuel Amador Fierro
o de Guerra y Marina, Santos Acosta
o de Guerra y Marina, Eustorgio Salgar...
o de Guerra y Marina, Medardo Rivas . . . ,
o de Guerra y Marina, Ramón Santodomingo
Min
Min
Min
Min
Min
Min
Min
Min
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cargado)
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Min
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Min
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Min
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Stro
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stro
stro
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stro
stro
stro
stro
o de Guerra y Marina, Santos Acosta
o de Guerra y Marina, Rafael Niño
o de Guerra y Marina, Santos Acosta ,
o de Guerra y Marina, Ezequiel Hurtado. .
o de Guerra y Mariiia, Manuel Amador Fierro
o de Guerra y Marina, Eliseo Payan ,
o de Guerra y Marina, Eliseo Payan
o de Guerra y Marina, Juan N. Matéus, . . ,
o de Guerra y Marina, Juan N. Matéus. .
República de Colombia.
de Guerra, Carlos Holguín
de Guerra, Leonardo Cana!
de Guerra, Olegario Rivera
de Guerra, Edmundo Cervantes
de Guerra, Pedro Antonio Molina
de Guerra, Isaías Lujan.
de Guerra, Alfredo Vásquez Cobo
de Guerra, Alfredo Vásquez Cobo
de Guerra, Clímaco Losada (Subsecretario en-
stro de Guerra, Víctor Calderón Reyes. . .
stro de Guerra, José Medina Calderón. . .
stro de Guerra, Mariano Ospina Vásquez,
stro de Guerra, José Manuel Arango
stro de Guerra, José Manuel Arango
stro de Guerra, José Manuel Arango
stro de Guerra, Isaías Lujan
stro de Guerra, Salvador Franco
stro de Guerra, Silvador Franco
stro de Guerra, Salvador Franco
stro de Guerra, Jorge Roa
stro de Guerra, Jorge Roa
dstro de Guerra, Jorge Roa
stro de Guerra, Aristóbulo Archila
1865
1866
18Ó7
1868
1869
1870
1871
1872
1873
1874
1875
1876
1877
1878
1879
1880
1881
1882
1885
1884
890
892
894
896
898
903
904
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921
922
308 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
INSTRUCCIÓN PUBLICA
Memorias, Exposiciones e Informes dirigidos por los Secretarios y
Ministros de Estado en el Despacho de Instrucción Pública a las
Cámaras Legislativas.
Estados Unidos de Colombia.
*»
Secretario de Instrucción Pública, Rafael Pérez 1881
Secretario de Instrucción Pública, Ricardo Becerra. . . 1882
Secretario de Instrucción Pública, Rufo Urueta 1883
Secretario de Instrucción Pública, José Vicente Uribe. 1884
Secretario de Instrucción Pública, Enrique Atvarez Bo-
nilla 1885
República de Colombia.
Ministro de Instrucción Pública, Jesús Casis Rojas . . . 1888
Ministro de Instrucción Pública, Jesús Casas Rojas,.. . 1890
Ministro de Instrucción Pública, José Ignacio Tru-
iillo 1892
Ministro de Instrucción Pública, Liborio Zerda 1894
Ministro de Instrucción Pública, Rafael María Carras-
quilla 1896
Ministro de Instrucción Pública, Diego Rafael de Guz-
mán (Secretario encargado) 1898
Ministro de Instrucción Pública, Enrique Alvarez Bo-
nilla 1903
Ministro de Instrucción Pública, Antonio José Uribe. 1904
Ministro de Instrucción Pública, José M. RivasGroot. 1907
Ministro de Instrucción Pública, Emiliano Isaza 1908
Ministro de Instrucción Pública, Antonio Gómez Res-
trepo 1909
Ministro de Instrucción Pública, Manuel Dávila FIórez. 1910
Ministro de Instrucción Pública, Pedro María Carrefio, 1911
Ministro de Instrucción Pública, Carlos Cuervo Már-
quez 1912
Ministro de Instrucción Pública, Carlos Cuervo Már-
quez 19 13
Ministro de Instrucción Pública, Carlos Cuervo Már-
quez 1914
Ministro de Instrucción Pública, Emilio Ferrero 1915
Minisiro de Instrucción Pública, Emilio Ferrero 19 16
Ministro de Instrucción Pública, Emilio Ferrero 1917
Ministro de Instrucción Pública, Emilio Ferrero 1918
Ministro de Instrucción Pública, Miguel Abadía Mén-
dez 1919
Ministro de Instrucción Pública, Miguel Abadía Mén-
dez Í920
Ministro de Instrucción Pública, Miguel Abadía Mén-
dez 1921
Ministro de Instrucción Pública, Bonifacio Vélez 1922
MEMORIAS DE SECRETARIOS V MINISTROS 309
FOMENTO -OBRAS PUBLICAS
Memorias, Informes y Exposiciones dirigidos por los Secretarios y
Ministros de Estado en el Despacho de Fomento y Obras Públicas
a las Cámaras Legislativas.
Estados Unidos de Colombia.
Secretario de Hacienda y Fomento. (Ver Hacienda. 1864-1880)
Secretario de Fomento, Gregorio Obregón iSSi
Secretario de Fomento. Narciso González Lineros 1882
Secretario de Fomento, Alejandro Posada 1883
Secretario de Fomento, Buenaventura Reinales 1884
Secretario de Fomento, Napoleón Borrero 1885
tas.
República de Colombia.
Ministro de Fomento, Rafael Reyes ;
Ministro de Fomento, Leonardo Canal
Ministro de Fomento, Carlos Uribe
Ministro de Fomento, Juan de Brigard
Ministro de Obras Públicas, Francisco de P, Mano-
Min
Min
Min
Min
Min
Min
Min
Min
Min
Min
Min
Min
Min
Min
Min
stro de Obras Públicas, José María Ruiz
stro de Obras Públicas, Rafael Ortiz
stro de Obras Públicas, Carlos J. Delgado ,
stio de Obras Públicas, Celso Rodríguez
stro de Obras Públicas, Simón Araujo
stro de Obras Públicas, Simón Araujo ,
stro de Obras Públicas, Simón Araujo ,
stro de Obras Públicas, Aurelio Rueda Acosta.
stro de Obras Públicas, Jorge Vélez ,
stro de Obras Públicas, Jorge Vélez
stro de Obras Públicas, Jorge Vélez
stro de Obras Públicas, Carmelo Arango
stro de Obras Públicas, Esteban Jaramillo. . .
stro de Obras Públicas, Esteban Jaramillo. . . ,
stro de Obras Públicas, PrósDero Márquez. . ,
888
890
892
894
907
908
909
910
911
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921
922
TESORO
Memorias, Informes y Exposiciones de los Secretarios y Ministros
de Estado en el Despacho del Tesoro a las Cámaras Legislativas*.
Estados Unidos de Colombia.
Secretario del Tesoro y Crédito Nacional, Eugenio Cas-
tilla 1865
310 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Secretario del Tesoro y Crédito Nacional, Eugenio
Castilla 1866
Secretario del Tesoro y Crédito Nacional, Froilán Lar-
gacha 1867
Secretario del Tesoro y Crédito Nacional, Antonio
Ferro 1868
Secretario del Tesoro y Crédito Nacional, Narciso
González Lineros 1869
Secretario del Tesoro y Crédito Nacional, Narciso
González Lineros 1870
Secretario del Tesoro y Crédito Nacional, José María
Caro 187 1
Secretario del Tesoro y Crédito Nacional, César Contó. 1872
Secretario del Tesoro y Crédito Nacional, César Contó. 1873
Secretario del Tesoro y Crédito Nacional, Felipe Pérez. 1874
Secretario del Tesoro y Crédito Naqional, Nicolás Es-
guerra 1875
Secretario del Tesoro y Crédito Nacional, José María
Villamizar G 1876
Secretario del Tesoro y Crédito Nacional, Luis A.
Robles 1877
Secretario del Tesoro y Crédito Nacional, José M.
Quijano Wallis 1878
Secretario del Tesoro y Crédito Nacional, Emigdio
Paláu 1 879
Secretario del Tesoro y Crédito Nacional, Emigdio
Paláu 1880
Secretario del Tesoro, Simón de Herrera 188 1
Secretario del Tesoro, Simón de Herrera. 1882
Secretario del Tesoro, Alejandro Posada, Napoleón
Borrero 1883
Secretario del Tesoro, Ángel María Galán 1884
Secretario del Tesoro, Vicente Restrepo 1885
República de Colombia.
Ministro del Tesoro, Carlos Martínez Silva 1888
Ministro del Tesoro, Vicente Restrepo 1890
Ministro del Tesoro, Marcelino Arango 1892
Ministro del Tesoro, Miguel Abadía Méndez 1894
Ministro del Tesoro, Manuel Ponce de León 1896
Ministro del Tesoro, Daniel J. Reyes, Antonio Roldan 1898
Ministro del Tesoro, F. Mendoza Pérez 1903
* Ministro del Tesoro, Carlos Arturo Torres 1904
Ministro de Hacienda y Tesoro, Tobías Valenzuela. . 1907
Ministro de Hacienda y Tesoro, B. Sanín Cano (Sub-
secretario encargado) 1908
Ministro de Hacienda y Tesoro, B. ^Sanín Cano (Sub-
secretario encargado) IQOQ
VISITA A TÜNJA DEL PRESIDENTE A. GONZÁLEZ 311
Ministro del Tesoro, Antonio José Cadavid igio
Ministro del Tesoro, Jerónimo Martínez A igii
Ministro del Tesoro, Carlos N. Rosales 1912
Ministro del Tesoro, Carlos N. Rosales 1915
Ministro del Tesoro, Carlos N. Rosales IQH
Ministro del Tesoro, Jorge Vélez íQ^S
Ministro del Tesoro, Alfonso Robledo, Pedro Blanco
Soto (Secretario encargado) 1916
Ministro del Tesoro, Pedro Blanco Soto Í917
Ministro del Tesoro, Pedro Blanco Soto 1918
Ministro del Tesoro, Esteban Jaramillo 1919
Ministro del Tesoro, [osé M. Pasos 1920
Ministro de Obras Públicas, encargado del Tesoro, Es-
teban Jaramillo igzi
Ministerio del Tesoro, Eugenio Andrade (Secretario
encargado) 1922
Raimundo Rivas
ViSICfl fl CUnSfl DEh PRESIDEnCE flnCOniO GOnZflbEZ
(Del archivo histórico del señor Diego Mendoza).
En la ciudad de Tunja del Nuevo Reino de Granada de las
Indias, en veintidós días del mes de agosto de mil y quinientos no-
venta y cuatro años, se juntaron en Sala de Cabildo, por mandado
del señor doctor Antonio González, del Consejo Real de Indias
del Rey Nuestro Señor, su Presidente, Gobernador y Capitán Ge-
neral en este Nuevo Reino para tratar y conferir en cosas tocantes
al servicio del Rey Nuestro Señor, donde se juntaron en junta reli-
giosa. Y los que en este Cabildo se hallaron fueron de la manera
siguiente:
El doctor Antonio González, del Consejo del Rey Nuestro Se-
ñor, Presidente Gobernador y Capitán General en este Nuevo
Reino; el Capitán Antonio Ruiz Mancipe, Teniente de Corregidor:
Juan Chacón de Porras, Alcalde Ordinario; el Capitán Martin de
Rojas, Regidor; Juan de la Parra, Regidor; Alonso Marchan, Regi-
dor; el Capitán Juan de Porras Marquina, Regidor; Diego Rincón,
Regidor; Antonio Bravo Maldonado, Regidor; Francisco Yáñez
Hermoso, Regidor; Juan de Novoa Sotelo, Regidor; Félix del
Castillo, Regidor; Fabricio López de Nuruena, Regidor; el Capi-
tán don Miguel Suárez, Regidor; Francisco de Morales, Regidor:
Antonio Mancipe, Procurador General; fray Cristóbal de Gutié-
rrez de Capelo, Provincial agustino; fray Lorenzo de Rojas, Prior
del dicho convento de agustinos; fray Diego de Godoy, Prior
del convento de Santo Domingo; fray Reginaldo Galíndez, de la
dicha Orden: fray Pedro Bedón, de la dicha Orden; fray Pedro
312 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
de Valencia, guardián del convento de San Francisco; fray Pedro
de Alhiaga, de la dicha Orden; el bachiller Pedro de Baldelonia^
vecino de esta ciudad; el licenciado Antonio Rosillo.
Y estando así juntos el dicho señor Presidente propuso algu
ñas cosas tocantes al servicio de Dios Nuestro Señor, bien de la
cristiandad, servicio del Rey Nuestro Señor, bien y quietud de la
República, trayendo para esto muchas materias antiguas, y graves
comparaciones y ejemplos y que últimamente hizo un razonamien-
to a los que se hallaron presentes, y habiéndole hecho mandó que
por escrito se leyese, como lo había dicho de palabra, para que
constase en todo tiempo, el cual, como allí se dijo y leyó, fue el si-
guiente: Señores: bien saben que el Rey Nuestro Señor, por su
arancel, mandó que en este Nuevo Reino se les sirviese con dos
por ciento de su derecho real de alcabala de todo lo que en estas
Provincias se vendiese desde principios del año pasado de noventa
y dos en adelante, y habiéndose propuesto esto en nombre de Su
Majestad por el Licenciado Gaspar de Peralta, Oidor de la Au-
diencia Real de este Reino, que con comisión y cartas mías lo vino
a asentar, se suplicó de ello para arancel real y su ejecución repre-
sentando algunas necesidades de esta República y otras muchas
razones. En cuya virtud pretendieron que el Rey Nuestro Señor
mandase sobreseer en la cobranza. Sin embargo de lo cual, en
cumplimiento y conformidad de dicho arancel real, se ha ido co-
brando el dicho derecho, como se sabe, y se ha metido en la caja
real y de ella llevándose al Rey Nuestro Señor para que se con-
vierta en defensa de la cristiandad y sustento de la real armada de
la guarda de las Indias, que es el fin para que Su Majestad quiere
y asigna lo procedido de est j, y en este tiempo parte de la ciudad
de Santafé, y ésta y otras ^e ha ocurrido al Rey Nuestro Señor con
la dicha suplicación, y aunque ha tenido aviso cierto de haber lle-
gado los dichos despachos ante Su Majestad muchos días há, no se
ha servido acudir a la dicha suplicación, antes por una cédula de
once de agosto del año pasado dirigida a este Cabildo les dice que
es imposible relevar a esta ciudad del dicho derecho, y que así no
se puede admitir excusa, como en eficto no la ha de haber.
De la cual asimismo suplicaron segunda vez habiéndola pre-
sentado en el dicho Cabildo Bartolomé Gampuzano, Corregidor
de esta ciudad y Juan de Mardonel, Alguacil Mayor de ella, por
comisión mía, y últimamente por otra Cédula de Su Majestad, diri-
gida a mi Señoría en veinte y uno de enero de este presente año,
que recibí en principio de junio de él, manda que sin embargo de
la suplicación de esta ciudad se reciba y cobre este derecho como
de ella consta, y que dice así:
A esa ciudad y a la de Tunja escribí las cartas que habréis re-
cibido, cuyo duplicado será con ésta, y en conformidad de lo que
contienen, abiertas para que las veáis asentaréis las alcabalas y ar-
bitrios sin embargo de su suplicación, pues como allí se dice, no se
les ha de admitir ni hay razón para que habiéndose recibido ya en
todo lo restante de las Indias pretendan singularizarse, comoquiera
VISITA A TUNJA DEL PRESIDENTE A. GONZÁLEZ 313
que ya al recibo de ésta espero habrán conocido que no piden ra-
zón y que así se habrá todo asentado conforme a el orden que a ellos
envió. La cual y las demás se les leerán aqui a todos los presentes
para este efecto en cuya virtud la Justicia y Regimiento de la dicha
ciudad de Santafé j las de otras ciudades de este Reino, como tan
leales al íiervicio real, cumpliendo con sus oficios y obligación na-
tural, recibieron llanamente el dicho derecho real con su suavidad
y celo que vasallos tan leales deben tener al servicio de su Rey y
bien y quietud de su República, como entenderán de los testimo-
nios del dicho recibimiento, que también se les leerá, y deseando yo
que los presentes acierten por encaminarles en que lo hagan, he
venido desde la ciudad de Santafé a ésta, sin reparar en el largo y
trabajoso camino, tan dañoso para mi edad, y en la falta que a mi
oficio entretanto podría hacer por sólo ser bien y que el servicio
del Rey Nuestro Señor se haga con suavidad, y así les ruego mucho
adviertan que ya por tres mandamientos firmados de nuestro Rey
y Señor, manda que se leciba y pague su derecho, tan justo y de-
bido, y que aunque al principio tuvo disculpa la primera suplica-
ción y se ha disimulado con la segunda y se ha visto no servirse Su
Majestad de ellas, antes por los despachos sobredichos ha mani-
festado su determinada voluntad, la cual dio en su real nombre,
afirmo ser ésta, y si todavía se quisiese acudir de ella con tibieza,
como hasta aquí se ha hecho, ya no sería cordura ni se podría
atribuir a procurar el bien de su ciudad sino su daño, cobrando
mal nombre y invitando a Su Majestad para que en lugar de ha-
cerle las mercedes que él acostumbra, mandase parar en todas,
como ha hecho en algunas, y yo también habría de proceder en la
ejecución de las órdenes que tengo de Su Majestad, cosa que sen-
tiría y he rehusado mucho por el amor y buen deseo que a todas
sus pasiones tengo.
Pues para que esto cese y vuesas mercedes cumplan con sus
oficios y obligaciones y el Rey Nuestro Señor se ha servido y haga
a esta ciudad y vecinos de ella la merced que de su clemencia,
largueza y costumbre siempre se espera. Pido yo a vuesas merce-
des que imitando el loable camino que la ciudad de Santafé y
otras han tomado, reciban llanamente el dicho derecho real por
Cabildo y ciudad, como es justo, y ayuden a que se abra y recoja
con suavidad y llaneza que demás de ser tan obligatoria excusan-
do el riesgo que se les podría recrecer; de lo contrario, yo repre-
sentaré al Rey Nuestro Señor el servic'o que en esto le harán para
que mande premiar, y entretanto les acudiré lo posible, como se
verá en todas ocasiones. Y adviertan que no cumplen con decir
que no estorban la ejecución, y que basta pagar cada uno lo que
debe, pues no parando la dicha ejecución no les parece necesario
a más recibimiento, porque por la obediencia debida a Su Majestad
es necesario que los reciban, y también porque los contratantes y
otras personas ignorantes se perjuran y defraudan la Hacienda Real
negando lo que deben, tomando motivo y pareciéndoles que entre-
tanto que no se recibe por Cabildo no tienen obligación de pagar
314 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
este derecho, de que nacen muchos perjuros, y menoscabo de la
Hacienda Real, la cual el pago y satisfacción de ella es a su culpa y
cargo, y se cobrará de sus personas y bienes. Y porque aunque yo
creo están bien informados de lo que en conciencia deben hacer,
todavía por si alguno buena o maliciosamente quisiere dudar de
su obligación he pedido a los religiosos que están presentes se ha-
llen aquí para desengañarles del engaño o duda en que estuvieren,
y asimismo a los dos letrados presentes por no haber más en la
ciudad para que les aconsejen en materia de justicia lo que deben
hacer, y porque demás de esta justificación y de los tres manda-
mientos reales sobredichos que mando luego se les lean con lo
demás a asimismo el título que yo tenga y comisión del Rey
Nuestro Señor y demás recaudos, para que Su Majestad sepa cómo
y cada uno le sirve y yo también proceda conforme a esto y a la
orden que tengo de Su Majestad, oído todo y entendido vayan re-
cibiendo cada uno de los presentes por sí el dicho derecho y vo-
tando cerca de él lo que es justo, que yo como Gobernador de
estas Provincias le recibo llanamente, desde luego y ordeno que
se cobre y pague según y como Su Majestad lo manda. Y habién-
dose leído mandó Su Señoría que asímispio se leyesen las cédulas,
testimonios y recaudos siguientes:
Primeramente se leyó la comisión y título general que el dicho
señor Presidente tiene del Rey Nuestro Señor para venir y gober-
nar estas Provincias, y luego el arancel real en que el Rey Nuestro
Señor manda que se le paguen dos por ciento del derecho de al-
cabala.
La instrucción que Su Majestad le dio para la introducción y
cobranza de ella.
Una carta escrita por el Rey Nuestro Señor al Consejo Justi-
cia y Regimiento de esta ciudad en once de agosto de noventa y
tres, en que dice ser imposible relevar a esta ciudad del dicho de-
recho, y que en la paga de él no ha de haber excusa.
Otra Cédula dirigida al dicho señor Presidente fecha en once
de enero de este presente año, en que manda que sin embargo de la
suplicación de esta ciudad se asiente el dicho derecho real de al-
cabala.
Un testimonio autorizado de Escribano de cómo en la ciudad
de Santafé se recibió por el Cabildo de ella el dicho derecho real
de alcabala en primero de julio de este presente año.
Una carta del Marqués de Cañete, Virrey del Perú, escrita del
dicho señor Presidente por mayo de este presente año, en que dice
gozarse en el Perú de una muy asentada paz, y el Rey Nuestro
Señor de las rentas de alcabalas y arbitrios con mucha quietud y
llaneza.
Y vistos todos los dichos papeles, que se leyeron en presencia
de los presentes, Su Señoría ordenó que para más justificación de
su proposición los dichos fray Cristóbal Gutiérrez, fray Diego de
Godoy y fray Pedro de Ballena, fray Pedro de Asuaga, fray
VISITA A TUNJA DEL PRESIDIANTE A. GONZÁLEZ 315
Reginaldo Galíndez, fray Pedro Bedón, fray Lorenzo de Rufo,
Provincial Prior de Maestros y presentados en santa teología, que
para desengaño de los pressntes dijesen lo que sentían, debía
pagar el dicho Cabildo, Justicia y Regimiento en el caso sobre-
dicho. Los cuales dijeron unánime y conforraeroente que rae-
diante ser voluntad del Rey Nuestro Sen >r y mandarlo confor-
me al arancel real y Cédulas y recados referidos de su uso que se
han visto en este dicho Cabildo en presencia de todos, son de pa-
recer que las alcabalas se deben y se reciban y que el que no lo
hiciere y lo resistiere peca mortalraente, atento a la necesidad en
que Su Majestad se halla y la obligación que hay de acudirle y
obedecerle, para lo cual ha llegado muchos textos, doctores y lu-
gares del S. Jutci* en que dijeron fundarse.
Y luego ordenó Su Señoría al bachiller Baldeiomar y Licencia-
do Antonio Rosillo, que allí estaban presentes, por no haber más
en esta ciudad, que asimismo diesen en parecer sobre lo propuesto
por Su Señoría, los cuales dijeron que supuesta la voluntad del
Rey Nuestro Señor, que consta por el arancel y Cédulas reales so-
bredichas, que allí se leyeron, su parecer es que el dicho Cabildo
Justicia y Regimiento están obligados a obedecer a Su Majestad, y
en cumplimiento de sus mandatos recibir y pagar las dichas al
cabalas.
Y así oído lo propuesto, y vistas ¡as dichas comunicaciones,
arancel, testimonio y Cédulas reales testimonio, carta y recados de
suso citados, y oídos los pareceres de los dichos letrados, teólogos y
Juristas, ei Consejo, Justicia y Regimiento de esta dicha ciudad, que
se hallaron presentes, dijeron|que para acertar a servir al Rey Nues-
tro Señor, como es su deseo y cumplir con sus oficios y obligación,
pedían y pidieron del dicho señor Presidente que les mande dar
algún término en que puedan considerar lo que se les manda y
deben hacer. Y visto por Su Señoría, les dio tres días de término
que se cumplen jueves veinte y cinco de este presente mes, a las
nueve horas de la mañana, a la cual mandó que todos se junten en
las dichas casas de Cabildo y vayan respondiendo y votando lo
susodicho cada uno por sí singularmente, como les está mandado,
y los susodichos dijeron que lo harán así, y con esto se acabó el
dicho Cabildo y Junta , y todos los que en él se hallaron lo firmaron
de sus nombres.
El doctor Antonio González — Fray Diego de Godoy mi° y
por fray Reginaldo Galíndez mr fray P. de Valencia— i^r2.y Pedro
Bedón— Fray Pedro de Amaya— Fray Cristóbal Gutiérrez— Fray
Lorenzo Rojas— Juan Chacón de Porras— Juan Sánchez de la
Parra— Juan de Porras Marquina—Juan Alonso Sánchez Mer-
chán— Francisco Yáñez Hermoso— Félix del Castillo— Juan de
Novoa Sotelo— Francisco de Morales— Don Miguel Suárez— Die-
go Rincón— Antonio Bravo— Juan de Vargas— Francisco de
Hoyos.
316 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
RE\70hüC10n DE 1831 (1)
Buga, abril lo de 1 831 — Mi querido Hilario: Sin embargo de
)a multitud de. noticias que por todas partes me han venido, yo
no veo todavía bien claro aquel horizonte. Sin embargo, el peso
de las circunstancias es enorme, y aunque se obra bruscamente y
sin ningún plkn. la opinión marcha de frente y nada la contendrá.
Vamos a conducta.
No está por demás encargarte un quintal de desconfianza. No
aventures tu reputación bien caramente adquirida, ni hay necesi-
dad de aventurar ningún suceso cuando todo puede hacerse con
absoluta seguridad. La conducta debe ser ir tras los acontecimien-
tos que van teniendo lugar, no precipitar las circunstancias, ellas
vienen naturalmente; pero coger las ocasiones de un pelo.
Ya sabrás la reacción de Panamá, prisión de Espinar, y su
remisión a la Buenaventura por quien he mandado ya, las reaccio-
nes del Magdalena sostenidas por los batallones Yaguachiy Pichin-
cha^ que se hallan en Soledad, y la ocupación de Ibagué por mi
buen tocayo Obando, que no me da una idea clara de lo sucedido,
sino sólo una noticia arrebatada de algún contento, o de ignorar
los sucesos. Siendo todo esto como se comunica hasta del Citará y
Panamá, es cosa concluida y sólo resta Urdaneta, que a despecho
hará un esfuerzo mortal o terminará su criminal vida con la bri-
llante pistola con que castigó sus sesos el miserable Coronel
García.
Mañana estaré en Caloto a impulsar el movimiento de Sarria
y de Tiradores que aún no ha salido Madiedo, pero saldrá mafia^
na o pasado a Cali. Sarria me dice que ya estaría en La Plata lo
menos si no hubiera recibido orden tuya para suspender su mar-
cha, cuando había recibido órdenes raías para moverse. Serán dis-
culpas suyas, porque no creo que tú hayas dado tal contraorden. En
fin, me asegura Murray que estaba pronto para salir mañana 11.
Sucesivamente marchará (roto) López (roto) y Húsares de Paña,
aunque más tarde. Es necesario organizar en Bogotá cuerpos pu-
ros y de absoluta confianza, de lo contrario no nos faltarán San-
tuarios, porque según la política de Posadas nos quedan muchos
Jiménez. Cuidado con pasos medios.
Esto sigue tranquilo, y bien pronto no seré más de esta tierra.
Escríbeme con frecuencia. Necesito saber el éxito de Bogotá,
pues caída acjueila plaza, mi marcha con Tiradores debía ser sobre
Antioquia para rendir a Cartagena. Tus avisos serán mi regla. El
Ecuador terminó sus angustias con Urdaneta, que se embarcó en
Santa Rosa perdiendo a! Cauca, a Girardot y tal vez a toda su
fuerza, según iba. Escríbeme a Caloto.
Tuyo como tu amigo y compañero,
y. M. Obando
(1) Documentos copiados del archivo anexo a la Biblioteca Na-
cional, por el señor F. de P. Barrera.
REVOLUCIÓN DE 1831 317
Purificación, abril 10 de 1831
Señor General Domingo Caicedo.
Mi estimado General: Hoy marcha una comisión cerca de
usted con el importante objeto de incitarle para que venga entre
nosotros y se encargue del Ejecutivo Nacional. Yo veo a usted lu-
chando entre la delicadeza y el deber, aquélla llevada al extremo
nos perdería a todos, al paso que si usted se resigna y responde al
grito nacional que lo llama como su salvador, se evitará (no lo
dude usted) la guerra civil; los pueblos del Magdalena, así como
los de Boyacá y Cundinamarca, se han puesto en armas y procla-
mado el Gobierno constitucional, y usted es el jefe supremo que
debe dar movimiento y centralizar estas masas que dispersas hoy
y siíi una autoridad común, vagan por toda la extensión de la Re-
pública sin combinación ni armonía en sus operaciones. Luque en.
Cartagena, Carmona en Santa Marta, Acero y Silva en Boyacá, el
General Obando en Mariquita, los Generales del ejército del Cau-
ca, y nosotros aquí, todos vuelven la vista hacia usted como el úni-
co punto de reunión, como el único y como el solo que con su
nombre, su prestigio y su legitimidad puede con sólo quererlo vol-
ver la vida a esta patria tan ultrajada, ¿Y en momentos tan pre-
ciosos la abandonará usted? No tema, mi General, que lo acusen de
ambición, porque no hay un solo colombiano que no esté persua-
dido que la de usted es negativa. Resígnese usted, declárese en
ejercicio del poder que la Nación le ha confiado, y éste será el
golpe de muerte, mucho más formidable que el triunfo de nuestras
armas sobre la facción impía, que oprime y desoía a Bogotá.
Hablaré a usted de las operaciones de esta División, que por
su fuerza es bastante respetable y más por las posiciones que ocu-
pa, después de haber establecido su línea sobre el Magdalena y
franqueado sus comunicaciones con el General Obando, que ya
debe haber ocupado a Honda.
El Coronel Posadas se conduce muy bien, trabaja con activi-
dad y decisión, y aunque soy un poco descontentadizo estoy coa-
tento de él y satisfecho de sus operaciones. He querido ir donde
usted, y aun se me dio la comisión; habría tenido el gusto de unir
mi empeño al de los demás servidores y la satisfacción de verlo y
abrazarlo libre; pero han creído necesario que permanezca en la
División, y me he sometido a esta decisión, porque no tengo vo-
luntad propia cuando se habla de los intereses de mi patria.
Con sentimiento de consideración, de amistad y de respeto,
soy de usted amigo y muy atento servidor, que besa su mano,
/. Manuel Montoya
República de Colombia — Presidencia del Consejo de Estado.
Bogotá, abril 14 de 1831-21."
Excelentísimo señor: Vuestra Excelencia se sirvió consultar
hoy de palabra al Consejo de Estado si sería conveniente ponerse
318 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
a la cabeza de las tropas, tanto para facilitar las negociaciones que
va a entablar el Gobierno con los Generales Obando y López y
con el Coronel Posada, como para procurar los medios de defen-
sa de la capital, y meditado con detención este punto interesante,
se resolvió contestar a Vuestra Excelencia que «puede colocarse a
la cabeza del Ejército si lo juzga necesario con las miras de faci-
litar las transacciones pacíficas que van a entablarse con aquellos
Jefes y de proveer a la mejor defensa y a la conservación del or-
den público.»
Tengo la honra de participarle a Vuestra Excelencia para su
superior conocimiento y de tributarle los sentimientos de distin-
guida consideración con que soy su muy obediente servidor,
Estanislao Ver gata
Excelentísimo señor General Rafael Urdaneta, encarg-ado del Po-
der Ejecutivo.
Domingo Caicedo, Vicepresidente de la República, Encargado
del Poder Ejecutivo, etc.
Habiendo de dar a los Departamentos y Provincias Jefes de
confianza del Ejército y de los pueblos que con las armas manten-
gan el orden y cooperen con los deseos de la Nación al sosteni-
miento de la Constitución y de las leyes, he venido en nombrar
como en efecto nombro para estos diversos destinos a los Jefes si-
guientes:
Para Comandante General de armas del Departamento de
Cundinamarca, al Coronel Vicente Vanegas, y para su reemplazo
en el Estado Mayor del Ejército, al Coronel José Manuel Mon-
toya.
Para Comandante de armas de la Provincia de Mariquita, al
primer Comandante Ildefonso Figueroa.
Para Comandante General de armas del Departamento de
Boyacá, al Coronel Mariano Acero.
Para Comandante General de armas del Departamento de
Antioquia, al Coronel Salvador Córdoba.
Para Comandante General de armas del Departamento de!
Magdalena, al General de Brigada Ignacio Luque.
Para Comandante de armar de la Provincia de Santa Marta,
al General de Brigada Francisco Carmona.
Para Comandante de armas de la Provincia de Ríohacha, al
General de Brigada José Sarda.
El Ministro Secretario del Interior, encargado del Despacho
de la Guerra, queda encargado de la ejecución de este decreto.
Purificación, abril 17 de 1831— El Vicepresidente de la Repúbli-
ca, Domingo Caicedo— El Ministro, Secretario del Interior, P.
Mosquera— Es copia, Pey.
REVOLUCIÓN DE 1831 319
Al señor Vicepresidente de la República, General Domingo Cai-
cedo — Rionegro, abril 23 de 1831.
Mi estillado y respetado señor: La posición en que me
encuentro me hace tomarme la libertad de dirigirle una carta
particular, y espero que Vuestra Excelencia la reciba con
agrado.
La comunicación oficial y los impresos que lleva el Capitán
Pineda informarán a Vuestra Excelencia de todo lo que yo pudie-
ra decirle sobre el tiiunfo que hemos conseguido aquí contra los
usurpadores.
El principal objeto de esta carta es manifestarle a Vuestra Ex-
celencia que estos pueblos, las tropas de mi mando y yo, estamos
resueltos a no permitir de ninguna manera que el General Rafael
Urdaneta quede no sólo con ninguna especie de representación ni
destino público, sino también que salga de la Nueva Granada,
porque él es el autor de la ruina del Gobierno legítimo y de to-
dos los males que han aquejado este desgraciado país, y estamos
persuadidos que si se le deja adentro no dejará nunca de minar y
atentar contra el Gobierno.
Me atrevo a decir a Vuestra Ecelencia esto, porque ya en la
acta de Honda uno de los parientes ha manifestado querer sacar
algún partido en su favor, y es evidente que semejantes estipula-
ciones no serán secundadas por ningún otro pueblo.
Concluyo ofreciendo a Vuestra Excelencia mi amistad y res-
peto, y como debe suponerlo, mis servicios y esfuerzos en favor
del Gobierno legítimo y la libertad de mi patria.
Quedo de Vuestra Excelencia servidor muy atento,
Salvador Córdoba
República de Colombia— Estado del Ecuador— Prefectura del
Departamento del Cauca— Sección del Interior— Sala de
Despacho, en Popayán a 25 de abril de 1831, 21°— Al se-
ñor Ministro Secretario del Estado en el Despacho del In-
terior del Cobierno del Centro.
Señor: Las tristes y calumniosas circunstancias que rodearon
a esta capital en los últimos meses del año pasado, pusieron a to-
dos sus habitantes en el caso de someterse al Gobierno del Estado
del Ecuador, a que hoy pertenece todo el Cauca, después de ha-
ber obtenido la libertad por los defensores de ella en la jornada
del Papayal, y decidídose todos los pueblos que componen este
Departamento a seguir la suerte de su capital en los mismos tér-
minos, y bajo la protesta de permanecer unidos al Ecuador hasta
que reunida la Nación por medio de un? Asamblea General de
Plenipotenciarios decida este negocio, según se convence del pro-
nunciamiento de Popayán de i." de diciembre del año citado.
320 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Cualquiera novedad que se intentase en el actual orden de cosas
establecido en el Ecuador, sería una consecuencia reprobable, y
comprometer la buena fe que siempre ha sido y es el escudo del
Cauca, y daría lugar a nuevos trastornos y acaso se renovarían los
males de que por fortuna ha conseguido salvarse; bajo de estos
poderosos motivos y el de que habiéndose publicado y jurado so-
lemnemente la Constitución y leyes del Estado del Ecuador en
todos estos pueblos, se encuentra esta Prefectura con las manos li-
gadas para dar cumplimiento a otras órdenes que no sean a las de
su gobierno de quien depende, a cuyo conocimiento y para los
fines que convengan, he sometido el decreto expedido en 15 del
corriente por Su Excelencia el Vicepresidente de Colombia por el
cual se ha declarado en el ejercicio del Poder Ejecutivo, el mismo
que usted se sirve comunicarme con su apreciabie nota de la mis-
ma fecha; sin embargo de todo lo expuesto, y que usted y el mis-
mo Gobierno de que es órgano hallarán razonable, yo protesto
que el Ciuca así como no ha omitido sacrificios para libertarse,
no los omitirá tampoco hasta libertar a los pueblos de la Nueva
Granada y restablecer en ellos el orden legal, de que injustamente
fueron privados por la fuerza que destruyó al Gobierno legítimo el
aciago 27 de agosto del mismo año.
Es lo que tengo la honra de decir a usted en contestación a
su citada nota.
Dios guarde a usted.
José Antonio Arroyo
Gomunicflcion
Legación Argentina— Bogotá, diciembre 6 de 1922.
Señor Presidente de la Acadamia Nacional de Historia— La ciudad.
Señor Presidente:
Tengo el agrado de dirigirme al señor Presidente para anun-
ciarle el envío de veinticuatro tomos de los Documentos del Archi-
vo de Indias, publicación editada por la Biblioteca del honorable
Congreso de la República Argentina, y que rae complazco en ob-
sequiar a la Biblioteca de la institución de su digna Presidencia.
Saludo al señor Presidente con las seguridades de mi conside-
ración más distinguida.
Eduardo Labougle
boletín
Año XIV-N.' 162 i^i II T I I XJ Abril: 1923
DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
oRGflno De ffl flcfloemifl nñcionfic oe historia
DIRECTOR, REDACTORES,
EDUARDO POSADA LUIS AUGUSTO CUERVO
ROBERTO CORTÁZAR
Bogotá— República de Colombia
BlSTORIflDORES DEb OüEVO REÍDO DE GRADADA (1)
SIGLO: XVII
I. Antokio de Herrera — Décadas de Indias, lóoo. Las
cuatro primeras Décadas fueron impresas en Madrid en i6oi; las
cuatio últimas, eni6t5. Reimpresa la obra en Amberes en 1728.
* Descripcción de las Indias Occidentales y Década. Reim-
presa en Madrid en 1730.
Historia General de los hechos de los castellanos en las is-
las y Tierra Firme del Mar Océano, de 1492 a 1531. Madrid.
Tiene Herrera el mérito de haber sido secretario del Consejo
de Indias, de modo que pudo aprovechar muchos documentos
oficiales.
Novas Orbis, sive descriptio Indica occidentalis. Amstelo-
dime, 1622.
Descripción de las Islas y Tierra Firme del Mar Océano que
llaman Indias Occidentales, escrita por Antonio de Herrera, Cro-
nista Mayor de Su Majestad, de las Indias y de Castilla, i6oí. Lo
relativo a nuestra patria lo está publicando el Archivo Historial
de Manizales número 20.
2 . * Theodort Bri — Idcea vera et genuina prcecipuarum his-
toriarum omnium. Francoforti, 1602, Parece ser un extracto fiel de
todo lo que escribieron los historiadores principales, formado por
un paciente tudesco.
América. Diversas piezas que abarcan cuatro tomos en dos
volúmenes, en folio, con muchas láminas estimada*. Esta obra está
escrita en latín e incluye, entre otras, la del Padre Acosta. (Ca-
tálogo de Academia).
3. § Padre Bernardo de Lugo— Catecismo y Confesionario
chihcha y gramática en la lengua general del Nuevo Reino de
(1) véase la primera parte en el número anterior.
XTV— 21
322 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGUEDADP:S
Granada, llamada Mosca. Madrid, 1619. Un tomo en 12.* Hito
una nueva edición el sabio Ezequiel Uricoechea, agregándole la
gramática chibcha del Padre José Dadey, con notas y comentarios
preciosos, en 1871 (i).
4. 8 * Fray Pedro Simón, franciscano Noticias Historiales
de las Conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales.
Debió de haber terminado esta obra, según Otero D'Costa, en
1628. Se publicó la segunda parteen Cuenca, en 1627; y la obra
completa, por vez primera, que consta de cinco tomos en 4,°, en
Bogotá en 1892. por Medardu Rivas. El manuscrito se conserva en
Bogotá, en la Biblioteca Nacional, y fue consultado y citado por
los historiadores Piedrahita, Zamora, Acosta, etc. «Obra deliciosa,
dice Otero D'Costa, que a pesar de su secillez y del perfume de
bonohomía que exhala por todas sus páginas, constituye uno de
los mejores monumentos que se hayan escrito sobre nuestra histo-
ria colonial.»
cEI franciscano fray Pedro Simón, dice don Vicente Restrepo,
vino de España a Santafé de treinta años de edad, en 1604, dos
tercios de siglo después de la conquista. Gastó muchos años en
reunir los materiales para sus extensas Noticias historiales de las
conquistas de Tierra Firme. El mismo dice: "haber andado las
más de las provincias y tierras que se comprenden en esta historia;
las tierras del Reino pocas o ningunas hay que no haya pisado."
A lo que agrega: "He podido informarme y hacerme capaz de las
cosas de por acá por vista de ojos, sin lo cual no pienso me atre-
viese a tomar entre manos este trabajo, por no ponerme en el
peligro de risa que otros se han puesto, no hablando con propie-
dad en la geografía ni en los vocablos de las tierras de donde escri-
ben, por no haberlas visto ni estar bien informados y fiarse de re-
laciones de toda br&za." Es de sentirse que muestre gran dosis de
credulidad, y en ocasiones muy escaso criterio. Las principales
fuentes de su obra fueron las Crónicas de Castellanos. Los ratos
de Suesca, de Jiménez de Quesada, v la Historia del descubri-
miento, que dejó empezada el Padre Francisco Medrano, por ha-
ber muerto en la jornada del Dorado, y completó y perfeccionó en
dos tomos fray Pedro Aguado. Esta crónica existe manuscrita en
Madrid (2). Tuvo especial cuidado el Padre Simón en recoger
cuanto halló escrito y cuanto él mismo pudo aún observar respecto
de las costumbres, mitos y tradiciones de los chibchas; de tal modo
que es el autor que más cúmulo de noticias ha reunido acerca de
este pueblo. La lectura de su obra es tan indispensable a todo el
que quiera escribir de estas cosas, como la de la Historia del
Nuevo Reino de Granada, de Castellanos, pues contiene multitud
de detalles del más alto interés, que no &e hallan en ningún otro
(1) /¿I Arte de la lengua chibcha del Padre Dadey se perdió,
Uricoechea reimprimió el Catecismo y Confesionario á.t\ FadreLugo,
agreg'ándole el vocabulario de este mismo autor.
(2) Está ya publicada, como se dijo anteriormente.
HISTORIADORES DEL NUEVO KEINO DE GRANADA 323
libro. Su estilo es generalmente sencillo y lo carecteriza cierta
originalidad, aunque es frecuente tropezar con pasajes confusos y
poco inteligibles. Es, en suma, la Historia de fray Pedro Simón,
¡a más completa que se ha escrito sobre el descubrimiento y con-
quista de este extenso territorio; monumento que, a pesar de sus
defectos, hará imperecedera su memoria.»
5. * Juan Solórzano y Pereira — De Indiarum Jurisbus. (De
los derechos de los Indios). Matriti, 1629 y 1639. Es obra
clásica de jurisprudencia colonial.
• PolUica Indiana. Fue tan importante esta obra, que se im-
primió varias veces: en Madrid, 1Ó48. 1736 y 176, y en Amberes,
1703. Quien quiera conocer la legislación y gobierno de la Corona
de España en sus posesiones de las Indias Occidentales, en el pri-
mer siglo de la Colonia (el 16.®), debe acudir a ella.
Solórzano nació en Madrid en 1575, fue catedrático de leyes
en Salamanca, miembro del Consejo Supremo de Indias, Oidor en
Lima, Procurador fiscal. Además de otras obras jurídicas escribió
sus Memorias sobre el Consejo de Indias.
6. • Sieur Jean de Laet — Novus orbis descriptiones índice
occidentalis. Leiden, 1633. Uhisfoire du Nuveau Monde, ou Des-
cription des Indes Occidentalis. Contiene figura y mapas.
* Relation de Vexpedition de Carthagene fait par los Fran-
COis en 1647. Amsterdam, 1648.
7. * [UAN Rodríguez Fresle — Santafereño, hijo de uno de
los primeros conquistadores y pobladore» de Santafé. El Camero
o sea: Conquista y Descubrimiento del Nuevo Reino de Granada.
1636 o 38. Se publicó en Bogotá en 1859 y en 1884. «En este li-
bio, dice Vicente Restrepo, se encuentran noticias muy completas
de la ceremonia del Cacique dorado y las peregrinaciones de los
indios por las lagunas sagradas.»
8. * Fernando Pizarro y Orellano — Varones ilustres del
Nuevo Mundo, descubridores, conquistadores y pacificadores del
opulento, dilatado y numeroso imperio de las Indias Occidenta-
les. Madrid, 1Ó39. Un tomo en folio.
9. § Padre Manuel Rodríguez, S. ].~ Compendio Histórico
T.64. Lo citan Menchara y Hernáez.
El Marañan o Amazonas Historia de los descubrimientos,
entradas y reducciones, trabajos malogrados de algunos con-
quistadores y dichosos de otros, así temporales como espiritua-
les en las dilatas montañas y mayores ríos de la América. Ma-
drid, 1684. Un tomo en folio, que contiene los escritos interesantes
del Padre Acuña, ho^ perdidos o rarísimos (Catálogo de Autores).
Lo cita don Eustaquio Palacios en su deliciosa novela histórica El
Alférez Real (Crónicas de Cali en el siglo xviii), capítulo n, y
dice que es natural de Cali. Es obra de necesaria consulta para
dilucidar las cuestiones de límites con el Brasil.
10. Maestro Gil González Dávila — Teatro eclesiástico de
la primitiva Iglesia de las Indias Occidentales, vida de sus Arzo-
bispos, Obispos y cosas memorables desús Sedes. Madrid, 1649.
324 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Es obra muy citada por De la Rosa, en la Floresta de Santa Mar-
ta, y por el Padre Menchaca, en su obra postuma monumental,
editada por Hernáez, sobre la Iglesia de América y Filipinas. Se
la cita diciendo: Teatro Eclesiástico de las dos Américas.
Comandó en r52o la expedición que buscaba un estreciio por
el Darién. (Véase Boletín Historial de Cartagena, página 263.
Porras Troconis, «El Comercio en la época de la Colonia).»
11. Pedro Solís v C— Madrid, 1649. Biografía de Bernar-
diño de Almansa, Arzobispo de Bogotá.
1 2. § Presbítero Alonso Garzón de Tahuste— 5MCes/á/2 de
los Prelados de este Nuevo Reino. Cita a este autor el Alférez De
la Rosa (1739), y haca referencia a él Vergara y Vergara; descu-
brió el manuscrito en Madrid el doctor Diego Mendoza, y lo publi-
có en e\ Boletín de Historia y Antigüedades, tomo vi, página 632.
El presbítero Garzón de Tahuste fue Cura de la Catedral de Santa-
fé, por cuarenta y cinco años, hasta el de 163c, en que acabó de
escribir su relación, a los ochenta y uno de edad.
13. § Lucas Fernández de Píedrahita, santaíereño, canóni-
go de Santafé, obispo de Santa Marta primero, después de Pana-
má, Escribió en Madrid (i666) Historia General de la Conquista
del Nuevo Reino de Granada, aprovechando el original del Com-
pendio Historial de Quesada y la cuarta parte de laé Elegías de
Varones Ilustres de Castellanos. Se imprimió en Amberes en 1668,
año de su muerte. Reimpresa en Bogotá, 1881, con un notable
prólogo de Miguel Antonio Caro, un volumen en 4.", por Medardo
de Rivas. El señor Restrepo escribió y publicó en la Revista Lite-
raria de Laverde Amaya (año iv, 18Q4) unas notas crítica^ a la
obra de Píedrahita, reproducidas en El SaníafereñO en 1920, en
que dice lo siguiente:
«El más popular y conocido de los cronistas, por haber an-
dado su libro impreso muy poco después de escrito, es el ilustre
hijo de Bogotá, distinguido y santo Obispo. Lucas Fernández de
Píedrahita. Tendría cincuenta años de edad cuando pasó a Ma-
drid a responder ante el Consejo de Indias de ciertas acusaciones
que se le hacían, de las que fue absuelto.
«Hasta aquella época de su vida había estado ajeno a los
estudios sobre asuntos históricos relacionados con 9U Patria. El
pensamiento de ocuparse en ellos le vino en Madrid, donde em-
pleó "todos los días del año sesenta y seis" (1666), en escribir la
primera parte de la. Historia General del, Nuevo Reino de Gra-
nada. No en, pues, erudito en prehistoria, y de aquí resulta que
hay generalmente necesidad de cotejar su texto con los de otros
autores. Ofreció su obra al público "como capa arrojada para ver
cómo la tratan, antes de aventurar el cuerpo en más decorosos
asuntos," Aunque murió de avanzada edad en su obispado de
Panamá, no llegó a componer la segunda parte,
«El mismo dice que no tuvo más mérito que el que se le
puede atribuir por haber reducido a cómputo de años y a lengua-
HISTORIADORES DEL NUEVO REINO DE GRANADA 325
je menos antiguo las crónicas de Juan de Castellanos y de Jimé-
nez de Quesada, *'sin otra edición que la verisimilitud de las máxi-
mas y motivos que tuvieron los reyes indios y cabos españoles en
sus empresas. Su estilo es claro y correcto; desgraciadamente se
complace en los largos preámbulos y en las inútiles digresiones
que interrumpen la narración.
«La Historia de Piedrahita ha acreditado, entre otros errores,
uno que fue sin duda inventado por la vanidad de los indios tun-
janos; éste es la fábula de que los Zaques de Hunza llegaron a
tener dominio sobre toda la nación chibcha. Lo más raro es que
una parte de su libro sostiene esta opinión, cuando en otra había
repetido y aceptado la opinión contraria, siguiendo a Castellanos.
«Creyó también la conseja de la hermosa, rica, poderosa y
discreta princesa de la Furatena, e hizo del matrimonio chibcha
un acto religioso, cuando sólo era un acto privado. A pesar de estos
y otros defectos, la obra del ilustre prelado es de interés histórico,
por hallarse en ella la relación de sucesos y datos que no se en-
cuentran en las crónicas anteriores. La última declaración que hace
en el prólogo honraría a cualquier autor, cuanto más al Obispo
cristiano, que con ella da prueba de singular humildad; "pon-
go— dice — mis escritos a la justa corrección de cuantos los quisie-
ren leer." Ya el General Acosta había comprendido muy bien que
este cronista es menos digno de crédito que los anteriores, Hé aquí
sus propias palabras: "Piedrahita y el Padre Zamora yerran a me-
nudo." Volviendo a hablar del prinicro dice que si es superior al
Padre Simón "por el estilo rpás elegante y más hermosas descrip-
ciones, le es inferior en la copia de hechos y en la plenitud de in-
formes."»
Dijo después, el mismo Restrepo, en el prólogo de su obra
Los ChibchaS- «La historia escrita por el ilustre Obispo poco
digna de crédito en ciertos puntos, mal interpretada en otros,
ha sido el origen de muchos errores. >
14.. * José Linage Neiuá— Norte de la Contratación de las
Indias Occidentales. Sevilla, 1672. Un volumen en folio, libro
rarísimo. Otros le escriben José de Vatia Linaye.
15. •Juan Flórez de Ockmz— Genealogía del Nuevo Reino
de Granada. Madrid, 1674. Un volumen en folio.
Tratado de indios naturales de Cartagena, según su estado
desde el año de 1533, en que principió sn formal conquista, hasta
el de 1610y por Juan Flórez de Ocáriz, natural de Santafé, Es-
cribano de Cámara de su Real Audiencia, autor de la obra de
Nobiliario de este Reino, impresa en 1670.
16. Antonio León Pinelo — 1.67 Gobierno Eclesiástico y Ci-
vil de las Indias. Lo cita Muriel en los Fastos (página ^03). quien
sostiene que Pinelo era natural de Córdoba de Tucumán (Virrei-
nato del Río de la Plata 1, y nos hace saber que fue Cronógrafo de
las Indias, y murió en Sevilla siendo Oidor honorario en aquella
ciudad, cuando estaba reduciendo todas las leyes de Indias, por
326 BOLETÍN Í)E HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
orden y favor de! Rey, a la debida forma en que después se pu-
blicaron, es decir, la Novísima Recopilación. Muriel era n?itivo del
mismo Tucumán.
17. * Novísima Recopilación — Colección de las leyes aña-
didas a la Nueva Recopilación que se imprimió en 1599. Ma-
drid, 1680.
18. ^ Antonio Freiré— Piratas déla América y luz a la de-
fensa de las costas de las Indias Occidentales. Colonice Agrippi-
nae, i68r.
Í9. ^* Fray Juan Melkndez — Los Tesoros verdaderos de
las Indias, Roma 1681.
20. § * Padre Maestro fray Alonso de Zamora— -Termina este
siglo con uno de nuestros historiadores más conocidos y más ex-
tenso, santafereño, dominicano. Historia de la Provincia de San
Antonino del Nuevo Reino de Granada, escrita en 1699 e impresa
en Barcelona en 1701. Es la historia eclesiástica de la provincia de
su orden religioso, intitulada de San Anlonino, en nuestra pa'ria,
pero que encierra mucha narración de la historia civil de la Colonia
en los dos primeros siglos. De ella dice don Vicente Restrepo:
«Contiene su libro noticias y datos curiosos que olvidaron otros
autores. Es el más crédulo de todos los cronistas y se muestra a
veces falto de criterio.»
Elhistoriófilo Padre fray A. Mesanza, O. P., publicó há poco
un Ensayo Biográñco y crítico acerca del Historiador fray
Alonso de Zamora (15 páginas).
SIGLO XVIII
1. §* Fray Juan de Torquemada— Aío/iar^ü/a {ndiana (3
tomos). Madrid, 1723.
2. * Charles Johnson, traductor — Historia de los Piratas.
París, 1726.
3. § * Juan Ribero, S. ].— Historia de las Misiones de Ca-
sanare y los ríos Orinoco y Meta, 1728. Se reimprimió en Bogotá
en 1884 por Silvestre y Compañía.
«El Padre Juan Ribero, célebre en su orden, en la cual ocu-
pó puestos distinguidos, y más célebre aún en nuestros anales, no
sólo porque evangelizó a los salvajes de nuestro territorio, como
Gumilla, sino porque, como él, sirvió a la ciencia escribiendo la
Historia de las misiones de los Llanos, que se conserva inédita
en la Biblioteca Nacional.» Esto escribía en 1872 J. J. Borda, en
la Historia ae la Compañía de fesús, tomo i, páigna 198. Dicha
obra del Padre Ribero se imprimió en Bogotá en 1883, habiendo
sido escrita a principios del siglo xviii. Ribero no sólo fue un gran
misionero por muchos años en los llanos del Meta y otros parajes,
sino gran investigador y conocedor de lenguas indígenas, espe-
cialmente las guahiba y chiricoa, y escribió gramática y vocabu-
lario délas lengua» airica, achagua y jirara (i). Escribió su vida
(1) Cfr. V. Restrepo, Los Chtbchas.
HISTORIADORES DEL NUEVO REINO DE GRANADA 327
el Padre Gumilla. Su obra se refiere al inmenso territorio com-
prendido entre los ríos Amazonas y Orinoco.
4. § * Padre Gregorio García — Origen de los Indios del
Nuevo Mando e Indias Occidentales, 1729. Citado por los culti-
vadores de la prehistoria americana. Un volumen en folio.
5. José Nicolás de la Rosa. Alférez de infantería veterana
del presidio y Alcalde ordinario de la ciudad de Santa Marta — Flo-
resta de la Santa Iglesia Catedral de Santa Marta. Escribió en
1739; en 1755 ^^ ^^^ licencia para la impresión en Sevilla y Ma-
drid, y se publicó en Valencia en 1833. Es historia eclesiástica de
la diócesis de Santa Marta, pero con abundantes datos civiles de
la misma provincia, desde la fundación de la ciudad. Tiene capítu-
los interesantes sobre las parcialidades, usos v costumbres de los
indios, y una minuciosa información de la fora y la fauna de
esta provincia. Es algo simplón en sus narraciones, domina la obra
un sencillo espíritu religioso, más llamativo en la pluma de un mi-
litar. Dice Acosta que la obra fue hecha reimprimir por el señor
Joaquín de Mier (rico español residente en Santa Marta, de noble
fama), a sus expensas, con laudable generosidad, y que «contiene, a
vuelta de muchas cosas inútiles o inexactas, una u otra noticia cu-
riosa V datos que merecen conservarse. -^
6.J0SEPH Gumilla, S. J. — El Orinoco Ilustrado, Historia^na-
tural, civil y geográfica de este gran río y de sus caudalosos ver-
tientes. Madrid, 1741. Un volumen en 4.0 Contiene las primeras
noticias del Orinoco, descubridores, intenciones y diligencias de
los extranjeros para poseerle y la primera fundación de su única
ciudad de Santo Tomé de la Guayana.
El Padre Gumilla fue misionero por largos años y Superior de
las Misiones del Orinoco, Meta y Casanare. La parte geográfica del
libro ofrece noticias interesantes del curso del Orinoco, que en
parte pertenece también a Colombia, y de los montes Ayrico y
Apure; la parte natural descubre secretos, medicinas y propiedades
útiles; la civil, copiosa luz y enseñanza para saber el trato de los
salvajes, errores y mejor método para instruirlos. Es libro de amena
lectura: el autor fue varón de grandes méritos, recio corazón, sabio
y santo. (El Mensajero del Corazón, año de 1911).
7.5* JosEPH Cassani, S. J. — Historia de la Provincia de la
Campañia de Jesús del Nuevo Reino de Granada. Misiones del
Meta, el Orinoco, etc., y vida de sus varones ilustres. Madrid,
1741. Un tomo en 4.° «Escrita con peco criterio y con la desven-
taja de no contener dato alguno sobre las misiones del Sur,» dice
José Joaquín Borda en la introducción de la Historia de la Com-
pañía de Jesús en la Nueva Granada. Nació en Madrid en 1673, Y
murió ibíd, 1750. Fue profesor de matemáticas y Provincial de
Nueva Granada. «El Padre Cassani, autor bastante falto de crite-
rio, dice Vicente Restrepo, no estuvo en el Nuevo Reino de Gra-
nada: compuso su libro en Madrid, con arreglo a las obras manus-
critas de ¡os Padres Mercado y Rivera.» (Los Chibchas, pági-
na 20).
328 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
8. * Rafael Antúnez Acebedo— Memorias históricas sobre
la legislación, gobierno y comercio de los españoles en América.
Madrid. 1747 y 1797. Un volumen en 4.°
9. * Akdrés González Barcia— Historiadores primitivos de
las Indias Occidentales. Madrid, 174Q. Comprende a Colón, Cor-
tés, Oviedo, Núñez, Alvarado, etc. (Catálogo de Actores).
10. ♦ La CoínuAumE— Journal de voyagefait par ordre du
roia l'Ecuateur. Paris, 1751. Un volumen en 4.°
11. * Pedro Murillo V. — Geografía histórica de la Améri-
ca y las islas adyacentes. Madrid, 1752.
12. <: *Reverendo Padre Maestro Touron, dominico — Historia
General de la América. París, :ybS. Suelen citarla Menchaca y
Hernáez.
Histoire General de l'Amérique, depuis sa decouverte, qui
comprend l'histoire naturelle, eclésiastique, militaire, morale et
civile de cette grande partie du Monde. París, 1770: catorce to-
mos en í2.° «Esta es la más extensa compilación de las relaciones
de los cronistas respecto a los servicios prestados a la religión por
los (diversos) misioneros de las diversas religiones; y es singular
que no se halle ni citada una sola vez en la histeria religiosa de
América que acaba de publicarse en Roma, la cual en esta parte
es mucho más diminuta, aunque su autor, el eminentísimo señor
Cayetano Baluffi, que tan gratos recuerdos dejó en Bogotá, nos
ofrece la segunda parte que ha de ser la más interesante. El Padre
Touron es escritor fluido y elegante. Esta obra no es rara en las
bibliotecas: existe en la del Colegio del Rosario de Bogotá, y la he
visto y consultado, antes de poseerla, en la Biblioteca de Versa-
lles.» (Joaquín Acosta).
13. § GiAN DcMENico Coletti, misionero que fue de la Pro-
vincia de Quito — Dizionario istorico geográfico delta America
Meridionale. Venezzia, 1771. Lo citan a menudo Menchaca-Her-
náez. DiceRestrepo (V.) que, como el de Alcedo, este Diccionario
es mera compilación de escaso valor histórico.
14. Esai sur cette question: quand et comment V Amerique
a-t-elle eté peuplée. Amsterdam, 1776. Consultan esta obra los
americanistas o estudiosos de la historia precolombina.
15. Paw- Recherches philosophiques sur les Américains ou
Memoires interessants pour servir a l'histoire de l'espéce humai-
ne. Londres, 1774. (Catálogo de Autores),
16. Antonio de Ulloa y Jorge Juan — Hicieron un viaje de
inspección oficial por las colonias, por el año de 1758, y publica-
ron el libro Noticias Americanas, en Madrid, 1772 y 1792. Más
tarde apareció en Londres, 1826, la obra Noticias secretas de
América. Ambas sirven al estudio de la política de la época, no
menos que a otras instrucciones.
Viaje histórico por la América Meridional, dos volúmenes en
V, 1752.
Vlloa.— Memoires philosophiques, historiques,phisiques con-
cernants a la decouvert de V Amerique. París, 1787. Ulioa nació
en 17 16, y murió en 1795, oficial de marina y sabio español.
HISTORIADORES DEL NUEVO REINO DE GRANADA 329
17. § Diego de Veredo—NoUcíq Historial de la Provin-
cia de Cartagena, año de 1772 — cEste documento existe origi-
nal, y creemos que es obra del Ilustrísimo Obispo don Diego de
Peredo, porque en Real Cédula, fechada en San Ildefonso a 21 de
septiembre de 1774, se dice que el señor Peredo informó en carta
de 9 de octubre de 1772, con una puntual y exacta descripción de
lo perteneciente a su iglesia; y ocurre observar además la redac-
ción de este documento y la fecha de él,> Nota de José Pasos
Urueta, quien lo hizo copiar y lo publicó entre los Documentos.
Lo reprodujo don Eduardo G, de Piñeres en el Boletín Historial
de Cartagena, números 47 y 48. «Es una relación bastante detalla-
da de las poblaciones que existían en los diferentes partidos en que
política y administrativamente estaba dividida la Provincia de Car-
tagena; de cada unas de ellas hace una sucinta reseña.» En esta
obra tuvo mucha parte don Francisco Escudero Gilón Sanz Maza
Rozas y Cardales, antepasado y progenitor del autor de este elen-
co, que fue Secretario del Obispo Peredo y del Gobernador Pi-
mienta, según declara Otero D'Costa.
18. * Jean Benoit ScHERER—Recherches hístoriques et geo-
graphiques sur le Nouveau Monde. París, 1777. Un volumen
en 8."
19. § MoRKLLi. (Domingo Muriel) — Fasti Novi Orbis et Or-
dinationum Apostolicarum ad Indias pertinentium Breviürum.
Cum adnotationibus. Opera Dominici Cyriaci Morelli, Presbyte-
ri, olim in Universitate Neo Cordubensi in Tucumania professo-
ris. Venetiis, 1779. ^^^'^ obra es más citada, entre los autores ecle-
siásticos, con el nombre de los Fastos; su verdadero autor es Do-
mingo Muriel, según Menchaca (apud. Hernáez), profesor que fue
en la Universidad de Nueva Córdoba de Tucumán (República
Argentina). Interesa a la historia eclesiástica. Precede un prólogo
(i-viii); siguen como primera parte los hechos más célebres del
Nuevo Mundo (Fasti Novi Orbis), por orden cronológico, llevando
arriba del párrafo el año respectivo, desde 1248, con el descubri-
miento de la Groenlandia, hasta 1771 (46 páginas).
A cada población le señala la longitud del meridiano galo y
la latitud. En la segunda parte, que es la principal, contiene el
Resumen de las Ordenanzas Apostólicas relativo a las Indias en
número de DCVi, desde 1430 a 176Ó. Esta parte es más bien canó-
nica que histórica, pero contiene mucho dato históricoeclesiásti-
co. (Biblioteca de los Padres jesuítas de Cartagena).
20. h Fray Antonio Cauli'n -Historia de la Nueva Andalu-
cía. Madrid, 1779 y Caracas, 1841. Fue este primeramente el nom-
bre de la tierra firme de la costa caribe, desde el cabo de la Vela
al golfo del Darién, que se dio en gobernación a Alonso de Ojeda,
en 1502, para quitar la disputa con Diego de Nicuesa. Más tarde,
cuando ya había desaparecido por la creación de las Provincias de
Santa Marta y Cartagena, se dio el mismo nombre a la costa de
Venezuela.
Historia Corographica Natural y Evangélica de la Nueva
330 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Andalucía y Provincias de Cumaná, Guayana y vertientes del
río Orinoco. Dada a luz de orden y expensas de Su Majestad, año
de 1779. Este es el título completo.
21. De LA Torre y Mirakda— A^of/aa individual de las po-
blaciones nuevamente fundadas en la Provincia de Cartagena, la
más principal del Nuevo Reino de Granada, de las montañas
que se descubrieron, caminos que se han abierto, de los canales,
ciénagas y ríos que se han hecho navegables, con expresión de
las ventajas que han resultado a la propagación del evangelio, al
comercio y al estado, por el Teniente Coronel de ¡llantería
Agregado al Estado Mayor del Puerto de Santa María, don An-
tonio Miranda. Impreso en dicha ciudad por don Luis Luque y
Leiva, año de mdccxciv. Fue escrito en 1789. Se halla entre los
DocM/77e/2ÍOS publicados por Urueta, y en el Boletín Historial de
Cartagena, números 47-48, año de 1919.
22. AhCEr>o—t Diccionario \ Geográfico histórico \ de las In-
dias Occidentales ] o América [ es a saber: | De los Reynos del
Perú, Nueva España, Tierra Firme, Chile | y Nuevo Reino de Gra-
nada, j Con la descripción | de sus Provincias, Naciones, Ciudades,
Villas, Pueblos, Ríos, Montes. Costas, Puertos, Islas, Arzobispa-
dos, Obispados, Audiencias, Virreynatos, Gobiernos, Corregimien-
tos y Fortalezas, frutos y producciones; con expresión de sus des-
cubridores, conquistadores y fundadores. Conventos y Religiones;
erección de sus catedrales y Obispados que ha habido en ellas: | Y
noticia ¡ de los (roto) notables de varios lugares: incendios, te-
rremotos, sitios e invasiones que han experimentado y hombres
ilustres que han producido. ¡ Escrito. | Por el Coronel don Anto-
nio de Alcedo, ' Capitán de Reales Guardias Españolas, de la
Real I Academia de la Historia. | Tomo (roto). Con licencia: Ma-
drid: en la imprenta de Manuel González, m.dcclxxx ix.»
Este largo título dice suficientemente el contenido, además
termina la obra con un Vocabulario de palabras americanas, mu-
chas de las cuales están hoy en el Diccionario de la Academia de
la Lengua (i).
En Cartagena existe el último tomo, del que hemos copiado
la portada; y en la Biblioteca Nacional falta precisamente este
tomo.
2^. * Juan Nuix — Reflexiones sobre la humanidad de los
españoles en las Indias, Madrid, 1782. Deben consultar esta obra
los apasionados contra los españoles.
24. § * Parka, fray Pbdro Josi— Gobierno de los Regulares
de la América. Madrid, 1783. Dos tomos.
25. § * Padre Antonio Julián, S. J. — La Perla de la América:
Provincia de Santa Marta. Madrid, 1877, Fue de los misioneros
jesuítas que vinieron con el Virrey Pizarro en 1749, y Secretario
(1) cLos Diccionarios geográficos de Alcedo y Coleti son meras
compilaciones de escaso valor histórico.» (Vicente Restrepo, Los
Chibchas, página 20').
HISTOSIADORES DEL NUEVO REINO DE GRANADA 331
dei Obispo de Santa María. Arauz, con quien recorrió el territorio
de ios feroces rhirailas, y que a pie y a caballo recorrió posterior-
mente todo lo que hoy forma el Departamento del Magdalena.
Añade Borda: <En tiempos posteriores escribió ei Padre Antonio
Julián una Historia geográfica del rio Magdalena y de todas las
Provincias que le tributan de una banda y otra sus ríos, cuyo pa-
radero se ignora, y también otra obra en italiano: Storia apolegé-
tica del guasto e pregindizi cagionati dalle nazioni straniere
alia Nazione e monarchia spagnola nella Terra Ferma ed intutta
VAmerica meridionale. Nosotros sólo tenemos conocimiento de
La Perla de América, descripción interésame del territorio que
forma hoy el Estado del Magdalena, recorrido por él y estudiado
con detenimiento.» (Tomo ii, página 24).
2Ó. * Juan B. Muñoz -Historia del Nuevo Mundo. Madrid,
1793. Un tomo en 4.°
Coleccionó gran cantidad de documentos del Archivo de In-
dias de Sevilla, y otros. Dice Acosta (Joaquín) en el prólogo de
su obra, que la colección de Muñoz es la más completa y contie-
ne todos los documentos esenciales sobre el descubrimiento.
27. • WiLLiAM RoBERTsoN— 7/zc History of the America.
Basilea, 1790. 5.* edición. Tres volúmenes en 8.^
28. Buena Maissovi— Historia de los piratas de América.
Madrid, 1793. Un volumen en 8." (Catálogo de Autores).
29. * Joaquín Dukán y Díaz— Guía de forasteros del Nue-
vo Reino de Granada. 179^.
Estado General del Virreinato de Santafé. Bogotá. 1794.
50. * Cristóbal Ci^adera— Investigaciones históricas sobre
los principales descubrimientos en el Océano en el siglo XV y
XVI. Madrid, 1794.
. 31.SDUQUESNE ^Disertación sobre el calendario de los
muiscas indios naturales de este Nuevo Reino de Granada, dedi-
cada al señor doctor D.José Celestino Mutis, Director General
de la Expedición Botánica. Por el doctor don José Domingo Du-
quesne de la Madrid, Cura de la iglesia de Gachancipá, de los
mismos indios. Año de i79S.> La publicó el Coronel Acosta en su
Compendio Histórico.
^Disertación sobre el origen del Calendario y Geroglifico de
los moscas.» Manuscrito anterior, lo publicó don Liborio Zer-
da en eí Papel Periódico Ilustrado, año in, número 66, página
279. Otras dos disertaciones sobre los mismos moscas, publicadas
en los números 6y y 68. Todos estos escritos de Duquesne se ha-
llan en la obra El Dorado, del doctor Zerda, que se anotará ade-
lante.
Nació en Santafé de Bogotá en 1745, y allí mismo murió en
1822. Fue largos años Cura de Lengüazaque y Gachancipá, y des-
pués Canónigo y Gobernador del Arzobispado. Humboldt intercaló
en su obra Sitios de las cordilleras de América muchos fragmen-
tos tomados de los manuscritos de Duquesne. Morillo lo condenó
a las bóvedas de Puerto Cabello con 43 eclesiásticos más.
332 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Hay que desconfiar mucho de las aserciones deductivas de
Duquesne; Vicente Restrepo dice que «conviene fijarse en que
Duquesne no hace mérito de haber recibido revelaciones de los in-
dios (si se las hubieran hecho no tenía por qué callarlo); sólo se
precia de haberlos tratado con frecuencia y de haber penetrado su
genio y su carácter misterioso y enfático.» Julio C. Salas, siguien-
do a Restrepo, rechaza las fantasías de Duquesne.
«Tuvo el estudioso Canónigo doctor José Domingo Duquesne
un siglo de celebridad no merecida por haber inventado una serie
de novedades relativa a este pueblo.» Los Chibchas, por Vicen-
te Restrepo.
SIGLO XIX
y. Manuel del Socorro Rodríguez, el célebre Bibliotecario
de Santafé de Bogotá, de fines del siglo xviii y principios del
XIX. Su famosa publicación el Papel Periódico es fuente históri-
ca de su época en los sucesos de la capital del Virreinato (fines
del siglo xvni); y el Redactor Americano, principios de éste.
Dos volúmenes en 8.""
«Del Papel Periódico aparecieron con regularidad 270 nú-
meros en el espacio de siete años. Imprimióse en la Imprenta Real,
importada por el Virrey don Manuel Antonio FIórez y dirigida por
don Antonio Espinosa de los Monteros, decano de los tipógrafos
bogotanos. La edición fue de ocho páginas, no mal impresas. En
sus columnas aparecieron artículos de interés general.
«El I. o de enero de 1789 llegó a Santafé el Excelentísimo ae-
ftor don José Ezpeleta, uno de los más benéficos gobernantes de
los tiempos coloniales. Mesía de la Cerda nos trajo a Mutis; Ez-
peleta a Socorro Rodríguez. Don Manuel del Socorro Rodríguez
nació en Bayamo, en la isla de Cuba, el 15 de abril de 1756. Don
Manuel fue un hombre de trabajo; cuidó con esmero de la Biblio-
teca, y fue un cristiano a carta cabal. Comulgaba todos los días.
Un día sus conocidos y amigos notaron que no había abierto la
puerta; de algún modo entraron, y encontraron a don Manuel,
vestido con el hábito de San Francisco, una cruceciUa en las ma-
nos, y los pies descalzos: había muerto. Los Padres candelarios le
hicieron honras gratuitamente; en su iglesia fue enterrado. Debió
morir entre los años de 1819 a 1820.»
2. CoRKEO Curioso, erudito económico y mercantil. Publica-
ción redactada por Jorge Tadeo Lozano y Luis Azuola, tuvo 46
números. Comenzó el '7 de febrero de 1800. Vergara y Vergara
lo juzga de escaso mérito: todos sus artículos de fondo son ma-
zorrales, dice. Una de las pocas cosas curiosas y notables que pro-
dujo fue el Padrón general de Santafé, conforme al estado en
que se hallaba a fines de 1800 (i).
(1) Sobre este periódico y el anterior véase Bibliografía Bogo-
tana, por E. Posada — (Nota del Boletín).
HISTORIADORES DEL NUEVO REINO DE GRANADA 333
3. * F. Depons — Voy age a la parti oriéntale de la Terre
Ferme dans VAmerique Meridionale. París, 1806.
4. «j Roque Men chaca — Memorias cronológicas y geográ-
ñcas de los Arzobispados y Obispados de América y Filipinas
con sus sufragáneos y otras prelaturas, escritas por el Padre Ro-
que Menchaca, S. J., que murió en 18 lo, publicadas por los
editores de la obra del Padre Hernáez, al final de la 7.' parte,
sección i."
5. José Igntacio DE Poubo— Informe del real Consulado de
Cartagena de Indias. Un volumen en S,®, 18 lo, impreso en Carta-
gena de orden del Gobierno. (Catálogo de Autores),
6. Juan García del Río — Ensayo sobre la historia de la
civilización en el Continente Americano y sus islas adyacentes.
Fue éste uno de los proceres de nuestra Independencia.
7 Fran'cisco José de Caldas (1771 a 1816) — Este sabio,
además de sus muchos y notablísimos trabajos científicos, escribió
relaciones de viajes, de estadísticas y de épocas, importantes para
la historia. Se hallan en su Memoria sobre el estado de la geogra-
fía del Virreinato de Santafé de Bogotá, con relación a la
economía y el comercio, y en su célebre revista Semanario de la
Nueva Granada. Sus obras completas se han publicado en Quito
y en Bogotá recientemente. Es fuente histórica para su época,
como autor original. Sus obras fueron recopiladas por Eduardo
Posada, y forman el tomo ix de la Biblioteca de Historia Na-
cional (i).
8. * Alejandro de Humbolt («769-1835). Alemán, sabio
físico, viajero por investigación científica en América, inclusive en
nuestro país, antes de la Independencia.
Voyage aux regions equinoxiales duNouveau Monde. París,
1816, 30, 44 y 47. cNo brilla e! genio del barón de Humboldt en lo
que escribió acerca de los chibchas.» aseguró con conocimiento de
causa don Vicente Restrepo.
Q. * Martín Fernández de Navarrete — Viajes y descu-
brimientos que hicieron los españoles desdefines del siglo XV.
Tres volúmenes en 8.° Madrid, 1825; 2.* edición, 1837. Dos
tomos. Y la Colección relativa a Cristóbal Colón, de que se hizo
relación arriba al hablar del Almirante descubridor.
10, * Washington Irving— V/cía y viaje de Colón. Publi-
cóla en su idioma inglés en 1829, traducida en 1859. Santiago.
Viajes de los compañeros de Co/ón.. Edición inglesa, París,
1831; francesa, Tours, 1839.
xr. Lallement. Historia de la República de Colombia,
1827.
(1) Parece que en Quito no se han publicado sino dos o tres tra-
bajos de Caldas, en folletos separados. También publicó E. Posada
el tomo Carias de Caldas, vol. xv de la Biblioteca de Historia Na-
cional—(Nota del Boletín).
334 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
12. Reperiorio Americako. \%2q— Miscelánea de artes,
ciencias y literatura, trabajado en Londres por una sociedad de
distinguidos literatos americanos y españoles. Cuatro volúme-
nes en 8.°
T3. Wir.LiAM Prescott (i 796- i 859)— Aunque no escribió
sobre la Nueva Granada, observa Joaquín Acosta que «sus escri-
tos son indispensables al que quiera conocer el estado de los co-
nocimientos de lus modernos respecto déla historia de América,
independientemente de su excelencia como libros históricos.»
1836, 44 y 47. Es notable por la imparcialidad con que escribió:
siendo inglés y protestante hizo justicia a España y la Iglesia Ca-
tólica.
14. Juan José Nieto. Geografía histórica, estadística y local
de la Provincia de Cartagena, República de la Nueva Granada.
Contiene un bosquejo de su descubrimiento y revolución, notas y
series cronológicas de los gobernadores y prelados eclesiásticos
desde la conquista hasta nuestros días, etc. Publicóse en Carta-
gena en 1839; era poco ccnocida esta obra cuando el Centro de
la Historia de la misma ciudad resolvió publicarla en 1918, en
el Boletín Historial número 34. Comprende el Departamento del
Atlántico y el actual Departamento de Bolívar, menos las Provin-
cias de Mompósy Magangué, que formaban casa aparte a la sazón.
El General Nieto (1804- 1866), nacido en Tubará (Cantón de Ba-
rranquilla), fue militar y político de mucha nombiadía en su época.
Vivió, casó y murió en Cartagena. Para su obra histórica se apro-
vechó de los manuscritos de don Francisco Escudero Gilón. y el
Obispo Peredo.
15. José CoROLEu — América, historia de su colonización,
dominación o independencia (citada por Ibáñez).
i<^. * Henri Terneaux CoMFAns—Voyages, relationes et
memoires origeneaux pour servir a Vüistoire de la decouveri
de PAmerique. PárU 1837.
Essai sur I' anden Cundinemarque. Recuil ■ de documents
et momoires origenaux sur l'histoire des posessions espagnoles
dans VAmerique, a divers époques de la conquéte. Dos tomos en
un volumen en 8 " (Catálogo de Autores). Lo cita varias veces Ibá-
ñez en sus CrÓAZ/CflS de Bogotá. París. 1852. Terneaux Compans
fue grande y generoso ^migo de las letras; como tal le prestó ser-
vicios en París a nuestro historiador Acosta.
17. * John Bakrow. The Life, voyagesand exploits of ad-
miral Sir Francis Drake — London. 1842. Debe tener interés esta
obra para la historia de Cartagena.
18. M.a.nuelJosé de Quintana (1772 a 1857) — Vidas de
los españoles célebres: Pizarro, Balboa, fray Bartolomé de las
Casas, etc. D"s tomos en un volumen en 8.°, publicado en España
en 1801 el primer tomo, y ios dos en París, Baudry, 1845. ^'E'
nombre de Quintana será siempre grato a los americanos. Su plu-
ma humana y ñlosófica ha logrado sacudir las preocupacit)nes
mezquinas, añejas y extravagantes de que no están libres ni Na-
HISTORIADORES DEL NUEVO REINO DE GRANADA 335
varrete ni casi ninguno de los historiadores españoles. Rinde ho-
menaje a la virtud dondequiera que la encuentra, castiga y re-
prueba el vicio y la crueldad, sin averiguar de dónde es oriundo
el que manifiesta tan menguadas cualidades, ni pretende excu-
sarlas o encubrirlas cuando se hallan en pechos españoles. No
tememos en señalar a Quintana como el modelo de los historia-
dores honrados y justos, a la par que es investigador escrupuloso
de la verdad y escritor ameno y elegante.» (Acosta).
19. * Coronel Joaquín Agosta (1800 1852; — Compendio
Histórico del Descubrimiento y colonización de la Nueva Gra-
nada, en el siglo decimosexto. París, 1848. Mucho debe la his-
toria patria a este investigador, primer granadino del siglo xix que
impulsó los estudios historiales, registró archivos en la madre
patria, descubrió libros inéditos y documentos, cuya lista publicó
al ñnal de su obra. Fue hombre versado en varios ramos del sa-
ber humano, militar y diplomático.
20. Semanario de la Nueva Granada — Miscelánea de
ciencias, literatura, artes e industrias, publicada por una Sociedad
de patriotas granadinas, bajo la dirección de Francisco José de Cal-
das. Nueva edición publicada en París en 1849, poi el Coronel
Joaquín Acosta y A. Lassere. Además de algunos escritos del sa-
bio Caldas, de carácter histórico, o útiles a la historia, los con-
tiene también de José Manuel Restrepo, Joaquín Camacho, José
María Salazar y los presbíteros, Eloy Valenzuela, Francisco Mos-
quera, Nicolás Mauricio Umafia, ilustre constelación de proceres.
21. JosE Antonio DE Flaza— Memorias paro la Historia
de la Nueva Granada desde su descubrimiento hasta el 20 de
julio de /S/O, terminadas en 1848 y publicadas en Bogotá en
185c, un tomo.
22. • EzEQuiEL Uricoechea — Memorios sobre las anti-
güedades neogranadinas. Berlín, 1854.
23. • J. Antonio García v García — Relación de los Vi-
rreyes el Nuevo Reino de Granada. Nueva York, 1869.
24. * José Manuel Groot. (1800-1878) — Historia Eclesiás-
tica y Civil déla Nueva Granada. Bogotá, primera edición, 1869;
segunda, 1889, reimpresa por Medardo Rivas, aumentada y corre-
gida. Cinco volúmenes en 4." Su lectura es muy amena y el len-
guaje hermoso.
25. José María Vergapa y Vergara — Literato de prime-
ra éntrelos colombianos (1831-1872), — Cuadro Cronológico de
los soberanos y magistrados de la Nueva Granada, desde los
Zipas hasta nuestros días, 1866. En asocio. del señor don'Tulio
Samper Grau formamo.« un cuadro de lo mismo, sin saber que
existía el de Vergara y Vergara. el cual debe ser inferior al nues-
tro en exactitud, noticias y pormenores.
Historia de la literatura neogranadina. Publicó Vergara y
Vergara el primer tomo o primera paite en 1867, en Bogotá, y
dejó inédita la segunda; su hijo, el presbítero Vergara, publicó la
obra completa, en España, 1906. «El señor Vergara, — dice J. J.
336 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Borda en la biografía, — conocedor, como muy pocos, de nuestra
historia, se ha apoderado de los principales episodios de ella, y con
distintas novelas ha formado un todo notable por las bellezas de
imaginación y por el fondo de verdad histórica.»
26. * Jerónimo de Mendieta— ///sfor/a Eclesiástica de las
Indias. Méjico, 1870. Parece ser esta la fecha de una edición de
obra de otro siglo. El Catálogo de la Biblioteca Nacional la pone
en la Sección de Religión.
27. * Pío Bonifacio Gams, benedictino — Series Episcopo-
rum. Ratisbona, 1^73. Decisiva esta obra para saber la serie cro-
nológica de los obispos, comenzando por el primero de cada dió-
cesis, por haber sido tomados los datos del archivo del Vaticano.
28. José María Quijano Otero (1836 a 1884) — Gran es-
tudioso e investigador de la historia patria, buscó documentos en
las bibliotecas de España, especialmente en las de Sevilla y Siman-
cas; logró reunir una excelente biblioteca de obras americanas, que
después de su muerte compró el gobierno, y forma parte de la Bi-
blioteca Nacional. Escribió nm Memoria histórica sobre límites
entre el Imperio del Brasil y la República de Colombia. Com-
pendio de la Historia Patria, que sirvió mucho tiempo de texto,
algo extenso para escuelas primarias y escaso para secundarios.
29. * José Joaquín Borda. — Historia de la Compañía de
Jesús en la Nueva Granada. Poissy, 1872, dos tomos en 8."
menor, con prólogo de Vergara y Vergara. «El sei^or Borda fue el
primero que escribió y publicó la Historia de Colombia contada
a los niños, libro que por mucho tiempo fue texto de enseñanza en
la mayor parte de los colegios de la República, y ha llegado a la
novena edición.» (Hermano Luis Gonzigd, Efemérides Colom-
bianas). Nació en Tunja en 1835, y murió en Bogotá en 1878,
30. J. Miguel Lobo - Historia general de las antiguas co-
lonias hispanoamericanas. ^ citada por Ibáñez) 3 volúmenes en 8.0
Madrid, 1875.
31. «) Francisco Javier Hkrnáez, S. J. — Colección de las
Bulas, Breves y otros documentos relativos a la Iglesia de
América y Filipinas. Dispuesta, anotada e ilustrada por el Padre
Francisco Javier Hernáez, de la Compañía de Jesús. Bruselas,
1879. Obra importante para la historia eclesiástica de todos los
países americanos.
32. * César Coronado Guzmán — Historia General de la
América desde el descubrimiento hasta nuestros días. París.
1880. Obra pequeña, simple compendito.
33.* Manuel Briceño— Los Comuneros: Historia déla
Insurrección de 1781, por Manuel Briceño. Bogotá, imprenta de
Silvestre y Compañía, 188 1. Véase el juicio crítico de esta obra por
Carlos Martínez Silva, en el Repertorio Colombiano, mayo de
1881,
34, Doctor Manuel Uribe Ángel. i88i.— Geografía general
y compendio histórico de la Conquista del Estado de Antioquia
en Colombia (hoy Departamentos de Antioquia y Caldas), obra de
HISTORIADORES DEL NUEVO REINO DE GRANADA 337
783 páginas en 4°, publicada en París, con xxxiv láminas litogra-
fiadas en Berlín de objetos arqueológicos de cerámica, piedra,
tumbaga y oro, y un mapa de Antioquia al tiempo de su descu-
brimiento y conquista. «La tercera parte contiene algunos datos
históricos sobre los aborígenes antioqueños, algo sobre arqueo-
logía y etnografía, una noticia sobre la situación y carácter del
pueblo conquistador, y la historia cronológica de la conquista hasta
que, concluida ésta, entra la época de la Colonia,» como lo dice
en su Advertencia Preliminar. En la segunda parte. Geografía
descriptiva^ cada ciudad o pueblo tiene descrita su historia.
35. Papel Periódico Ilustrado — Notabilísima revista di-
rigida por Alberto Urdaneta, de agosto de 1881 a mayo de i838,
de la cual se formaron cinco volúmenes muy apreciados; en ella
se encuentran artículos importantes sobre temas de historia colo-
nial, por notables historiadores de la época de la revista.
36. Juan Pablo Restrepo— ¿a Iglesia y el Estado en Co-
lombia, 1881. Aunque es obra de jurisprudencia y polémica
religiosa, en favor de los derechos de la iglesia católica, contiene
muchos datos históricos importantes. Publicada en Londres por
Emiliano Isaza en 1885. Com;;e/2í//í7 í/fi Historia Patria, Bogotá,
1891,1 preciosa obrita por orden de cronologías, que está escrita
con fechas marginales en cada página. Don Juan Pablo Restrepo
dejó inéditos copiosos manuscritos sobre historia colonial, especial-
mente relativos a la obra de las misiones.
37. * Liborio Zerda — El Dorado, estudio histórico etnográ-
fico y arqueológico de los chibchas y otras tribus. Bogotá,
1883.
38. Soledad Agosta de S amper — Biografía de Hombres
ilustres y notables de la época del descubrimiento, conquista y
colonización de Colombia. Bogotá, 1883. Los Piratas en Carta-
gena, Bogotá, 1886. La mujer española en Santafé de Bogotá.
39. Carlos Benedetti, cartagenero — Historia de Colombia.
Se han hecho dos ediciones, la segunda 1887, en Lima, donde
residió muchos años y murió este autor. Comprende las tres nacio-
nes que la historia llama la Gran Colombia (Nueva Granada, Vene-
zuela y Ecuador); es compendio escrito con criterio partidarista,
no se esconde la heterodoxia del autor, su espíritu antirreligioso.
Como obra histórica no vale gran cosa, es insulsa y errada en
muchas partes.
40. * José P. Urueta — Cartagena y sus cercanías. Cartage-
na, 1886. Documentos para la historia de Cartagena, compilados
por José Urueta, historiógrafo del Departamento de Bolívar.
Edición oficial. Cartagena 1888. Dos tomos.
41. Manuel Ezequiel CoRRAL^s—Recíificacíones a la obra
•Cartagena y sus cercanías del doctor José P. Urueta.» Bogotá,
1887. Efemérides y Anales del Estado de Bolívar, tres tomos.
Bogotá, 1889.
43. * Eduardo G. de Vi^^krs— Documentos para la his-
toria del Departamento de Bolívar. Cartagena, 1889.
xTv— 22
338 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
43. RosELLiDE LoRGUE— Vida del Almirante Cristóbal Colón.
La mejor y más extensa que se ha escrito. Está traducida del
francés.
44. Enrique Alvarez BomLLA— Compendio de Historia
Patria, 1898. Reemplazó el texto de Quijano Otero en las escue-
las primarias.
45. Heliodoro Peña - Geografía e Historia de la Provin-
cia delQuindio, 1892.
46. § Ricardo Cappa, S. J.— Colón y los Españoles, estudios
críticos acerca de la dominación española en América, siete tomos.
Fueron publicados cuando se preparaba la celebración del 4,"
centenario del descubrimiento, 1892.
47. Antonio B. Cuervo, hijo del céiebre don Rufino Cuervo,
murió en 1893 — Resumen déla Geografía histórica, política, es-
tadística y descriptiva de la Nueva Granada. Colección de do-
cumentos inéditos sobre la geografía y la historia de Colom-
bia, recopiladas por Antonio B. Cuervo durante su permanencia
en España como Ministro de Colombia. Dos tomos. Bogotá, 1892.
«Obra importantísima, laboriosa y de utilidad incontestable,» la
llamó Isidoro Laverde Amaya.
48. * Vicente Restrepo— i4f/^5 arqueológico. París, 1893.
Los Chibchas antes de la Conquista. Bogotá, 1895, interesan-
tes y eruditas obras para la historia precolombina. Estudios SObre
las minas de oro y plata de Colombia. Hemos encontrado en
esta obra de mineralogía mucho acopio de historia colonial de las
minas y metales.
49. José C. Alarcón— Compendio de Historia del Departa-
mento del Madaglena, desde 1525 hasta 1895; año de su pu-
blicación, 1898; no dice dónde, ni tiene pie de imprenta, pero fue
en Santa Marta, y al parecer por el aparte final, en la de don
Pedro Antonio Infante. Contiene suficiente historia de la antigua
Provincia de Santa Marta, que abarca lo que es hoy Departamen-
to del Magdalena.
Daniel Brinton— La raza americana: clasificación lingüista
y descripción etnográfica de las tribus naturales de la América
del Norte y la del Sur (en inglés). Eminente lingüista lo lla-
ma V. Restrepo.
SIGLO XX
1. Alvaro Restrepo Euse (antioqueño) — Diccionario Histó-
rico de la Colonia. Historia de Antioquia, 1903.
2. Posada e Ibáñez. Los Comuneros. Un volumen en 8.",
1905. Es el tomo iv de la Biblioteca de Historia Nacional. Con-
tiene varios estudios sobre esta revolución del siglo xviii.
3. Julio C. Salas, profesor de Sociología en la Universidad de
Mérida (Venezuela)— Etnología e Historia de Tierra Firme (Ve-
nezuela y Colombia), Madrid, Editorial América. No dice la fe-
cha de la impresión, pero fue escrita en 1908. Interesantísima obra;
HISTORIADORES DEL NUEVO REINO DE GRANADA 339
en ella demuestra la unidad de origen de la raza indígena y com-
bate la escuela transforrnista o de tribus autóctonas.
4. Diego Mewoza— Expedición botánica de José Celestino
Mutis al Nuevo Reino de Granada y Memorias inéditas de
Francisco José de Caldas. Madrid, 1909. «Este volumen con-
tiene algunos documentos ilustrativos del desarrollo intelectual de
Colombia,» comienza diciendo el compilador,
5. § Reverendo Padre fray Bernardino Almansa— /?e/a'
ción histórica de la Provincia de Franciscanos en la Nueva
Granada.
ó^Gabriel Arango Metía — Genealogías de familias an-
tioqueñas. Medellín, mcmxi. Comienza coa una simpática por-
tada de estilo arcaico, en que campea grabado el escudo d? la
villa de la Candelaria de Medellín. Este libro es* «fruto de veinte
años de paciente labor,» dice el propio autor en la primera línea.
Lo escribió para honra y gloria de su pueblo y de su raza y para
probar a muchos que sí es la raza antioqueña de casta limpia es-
pañola. Consta de dos partes: en la primera se registran, por or-
den alfabético, los apellidos de las cabezas de familia de origen
español que vinieron a Antioquia de 1540 a 18 10; y en la segun-
da, los de le* descendientes de los pobladores.
7. Luis Orjuela — Minuta Zipaquireña, «erudito y ameno
libro.» lo llama Ibáñez.
8. Antonino Olano. Popayán en la Colonia.
. g. § Fray Pedro Fabo, agustino descalzo, español, que ha
residido en Colombia muchos años, y literato. Restauración de la
Provincia de la Candelaria, libro que publicó en Bogotá en igii ,
para seguirlo luego de su Historia de la Provincia de la Cande-
laria, que sacó a luz en Madrid, en dos grandes volúmenes y que
es una especie de ampliación de la primera. «Conectada como está
y de una manera tan íntima, nuestra historia política con la re-
ligiosa, especialmente en los tiempos coloniales, y habiendo toma-
do la orden de San Agustín un puesto tan distinguido en nuestros
anales, ya como colonizadora, catequizadora, educadora, etc., pare-
ce excusado decir que tales obras son monumentos de grande utili-
dad para estudios de los viejos tiempos coloniales, y que en sus
páginas se hallan grandes enseñanzas y ricos veneros que no pue-
de despreciar el historiador moderno.» {Archivo Historial de Ma-
nizales, año 11, número 24).
10. Doctor Pedro María IbáSbz, ex-Secretario y miembro
de número de la Academia Nacional de Medicina y Secretario
Perpetuo de la Academia Nacional de Historia, etc., que ayudó a
fundar — Crónicas de Bogotá. Segunda edición, notablemente au-
mentada con numerosas ilustraciones, Bogotá, Imprenta Nacional,
tomo I, 1913; tomo 11, 1915; tomo iii, 1916; tomo IV, 1923.
Volúmenes x, xi, xii y xxxi de la Biblioteca de Historia Nacional,
Contienen los dos primeros tomos la historia de los primeros años
de la capital y la de los días coloniales, con muchos grabados.
11. HENAoy Arrubla— //ís/ona de Colombia parala en-
señanza secundaria, por Jesús María Henao y Gerardo Arrubla,
340 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
individuos de número de la Academia Nacional de Historia. Dos
tomos. Bogotá, 191 1. El primero trata del «Descubrimiento. Orí-
genes americanos. La conquista. El régimen colonia!.» Antes ha-
bían publicado un Compendio, que sirve de texto en las escuelas
primarias, y reemplazó en muchas al de Alvarez Bonilla.
12. Uruetay PiSeres— Cartagena y sus cercanías, por
José P. Urueta, segunda edición, cuidadosamente corregida, no-
tablemente aumentada por Eduardo G. de Piñeres. Cartagena,
I9ir.
13. [aime Arroyo -Historia de la Gobernación de Pgpayán.
Edición anotada por Antonino Olano y Miguel Arroyo Diez.
14. Ernesto Restrepo Tirado, individuo de número de la
Academia Nacional de Historia— Los Qüimbayas. Ensayo Etno-
gráfico y Arqueológico de la Provincia de los Qüimbayas en
el Nuevo Reino de Granada. Un folleto, Bogotá, Imprenta Na-
cional, 191 2. Útilísimo para el estndio de la prehistoria americana.
Descubrimiento y conquista de Colombia. Bogotá, Imprenta Na-
cional, dos tomos en 4°, 19 19, Don Enrique Otero D'Costa, cuyo
juicio es autorizado, reputa esta obra como «una de las mejores
escritas en su género en Hispano América, y la mejor sin disputa
entre las que se han compuesto sobre nuestros ciclos»conquistado-
res.» (Archivo Historial de Manizales, volumen i, página 502^.
Restrepo Tirado es constante colaborador del Boletín de Historia
y Antigüedades.
15. § Presbítero Gonzalo Uribe Villegas — Los Arzobispos-
y Obispos colombianos desde la Colonia hasta nuestros días,
por Gonzalo Uribe Villegas, presbítero, 19 19. Esta importante
obra, de más de ochocientas páginas, contiene el estudio biográ-
fico de todos los Prelados que han gobernado las diócesis colom-
bianas, desde la colonia hasta los tiempos actuales y que consti-
tuye la historia religiosa y civil de Colombia.
16. Phil Hakspiel, escritor alemán que vivió y casó en
Bucaramanga, donde murió en 1920 — Vida cieniífíca en la Nue-
va Granada. «Al morir dejó una abundante obra literaria e histó-
rica sobre asuntos nacionales, de sumo interés y gran amenidad.»
Cítala Otero D'Costa en la Harmónica vida del Reverendo Padre
Eloy de Valenzuela, publicada en el número 24 del año 11 del
Archivo Historial de Manizales.
17. § Reverendo Padre fray Marcelino Ganüza, agustino,
recoleto — Monografía de las Misiones vivas de agustinos recole-
tos (candelarios) en Colombia. Siglos xvii-xx. Tomo i, en 4.° Bo-
gotá, Imprenta de San Bernardo, mcmxx.
18. Carlos Cuervo Mi.KQUEZ—f'sfí/cííOS Arqueológicos y Et-
nográficos de americanos. (Prehistoria y viajes americanos^. Dos
tomos. Editorial América, Madrid, 1920. El sefíor Cuervo Már-
quez, hombre de ciencias y de Estado, es miembro de número de
la Academia Nacional de Historia.
19. Eduardo Posada — Cofundador y primer Presidente de
la Academia Nacional de Historia, actual Secretario Perpetuo,
HISTORIADORES DEL NUEVO REINO DE GRANADA 341
Ha escrito numeroso artículos en el Boletín de Historia y Anti-
güedades, y los siguientes libros: Obras de Caldas, en que ha
recopilado todos los trabajos científicos de este sabio. Cartas de
Caldas, recopiladas en abundancia. Son los tomos ix y xv de la
Biblioteca de Historia Nacional, Bibliografía Bogotana. Tenaz
investigación de todo libro, folleto, cuadernito u hoja suelta pu-
blicada en Bogotá desde que los jesuítas introdujeron la primera
imprenta. ^Volumen xvi de la Biblioteca de Historia Nacional^,
1918. Cronología Colombiana (inédita).
20. Hermano Luis Gonzaga. ('Pacifico Coral) del Instituto de
los Hermanos de las Escuelas Cristianas— Efemérides Colombia-
nas. Bogotá, MCMXX. Aunque la mayor parte de estas agradables
efemérides se refieren a la historia de la guerra de la Independen-
cia y tiempos posteriores, tiene muchas del tiempo anterior.
2 1 . Becker y Rivas Groot— £■/ Nuevo Reino de Granada en
el siglo XVIII, por don Jerónimo Becker, de la Real Academia de
la Historia, y don José Maria Rivas Groot, ex-Ministro de Instruc-
ción Pública en Colombia, Parte primera. Madrid, mcmxxi. Acaba
de aparecer esta cbra. Además de las obras que hemos catalogado,
deben contarse los útilísimos boletines historiales de las academias
y centros, que han comenzado en este siglo. Boletín de Historia y
Antigüedades. Órgano de la Academia de Historia Nacional;
Director, Pedro María Ibáñez, Secretario perpetuo. Desde sep-
tiembre de 1902 hasta febrero de 1923, lleva publicados 161 nú-
meros, que forman catorce volúmenes. Imprenta Nacional, Boletín
Historial. Órgano del Centro de Historia de Cartagena de In-
dias; Director, Generoso Jaspe. Llevaba publicados, desde mayo
de 1915 hasta abril de 1919, 48 húmeros, que forman cuatro tomos.
Su vida es muy precaria por falta de apoyo del gobierno depar-
tamental. Archivo Historial. Órgano del Centro de Estudios His-
tóricos de Manizales; Director, Enrique Otero D'Costa, desde
agosto de 1919, más de dos volúmenes, que contienen 32 números.
ÍNDICE ALFABÉTICO
Autores, Sig-lo. Número.
Acosta Joaquín XVIIl 19
Acosta José XVl 23
Acosta de Samper XIX 38
AlarcónJoséC „ XIX 49
Alcedo Antonio...^ - „ XVIII 22
Almanzar XX 5
Alvarez Bonilla..... >..........»............... XIX 44
Aguado Fernández Pedro XVI 18
Andagoya Pascual...» XVI 25
Anglería Fz. Pedro XVI 4
Antúnez Acebedo......... XVIII 8
Arango Mejía XX 6
342
BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Autores. Siglo.
Arroyo Jaime XX
Barcia Andrés González XVIII
Barroso John...~ « XIX
Bastidas Rodrigo XVI
Becker y Rivas Groóte XX
Benedetti Carlos XIX
Benzoni Jerónimo XVI
Borda José Joaquín „ XIX
Bricefto Manuel XIX
Bry Teodoro XVII
Buena Maisson XVIII
Caldas Francisco José XIX
Cappa Ricardo.... «... XIX
CassániJ. B XVIII
Castellanos Juan XLI
Caulín Fz. Antonio XVIII
Cieza de León Pedro XVI
Cladera Cristóbal XVIII
Corolón José XIX
Colón Cristóbal XV
Coletti Domingo XVIII
Corrales Manuel Ezequiel XIX
Correo Curioso « XIX
Cuervo A. B XIX.
Cuervo Márquez Ci XX
De la Rosa Nicolás XVIII
De la Torre Miranda..... XVIII
Depons F XIX
Duquesne José Domingo XVIII
Duran y Díaz Joaquín XVIII
Epitome de la Conquista XVI
Fabo Fray Pedro XX
Fernández de Enciso...., -.... XVI
Fernández de Navarrete XIX
Fernández de Oviedo XVI
Fernández de Piedrahita XVII
Flórez de Ocáriz XVII
Freiré Antonio. XVII
Gama Pío Bonifacio XIX
Ganuza Fz. Marcelino XX
García Gregorio XVIII
García del Río Juan XIX
García y García J. Antonio XIX
Garzón de Tahuste Alonso XVII
González Barcia Andrés. XVIII
González Dávila Gil XVII
Gomara López Francisco.... XVI
Groot José Manuel XIX
Número.
13
9
17
3
21
39
19
29
33
2
28
7
46
7
21
19
8
30
I
13
2
47
18
5
21
3
31
29
12
9
5
9
II
13
15
18
27
4
6
12
9
10
»7
24
HISTORIADORES DEL NUEVO REINO DE GRANADA 343
Autores. Siglo. Número,
Gumilla José XVIIl • 9
Guzmán César C. XIX 32
Hakspiel Phil XIX 16
Henao y Arrubla ,. XX 11
Heredia Pedro XVI 6
Hernández Francisco Javier... XIX 31
Herrera Antonio XVII i
Hojeda Alonso XVI i
Humboldt Alejandro XIX 8
Ibáñez P. M XX 10
Irving Washington XIX lo
Jiménez de Quesada XVI
Johnson Charles XVIII 29
Juan Jorge , XVIII 16
Julián Antonio - XVIII 25
Las Casas Bartolomé XVI 13
La Condamine ...~ ~... XVIII 10
Lactjuan ~ XVII 6
Lallement » XIX 1 1
Lebrija Antonio » XVI 10
Linaje Veitia José XVII 14.
Lobo José Miguel ....« XIX 30
López de Gomara XVI 17
López de Velásquez ~..« XVI 16
Lugo Bernardo XVII 3
Luis Gonzaga (Hei mano) XX 20
Machuca Fernando Vargas. XVI 20
Meléndez Fz. Juan...» XVII ^9
Menchaca Roque ►.... XIX 4
Mendieta Jerónimo XIX 26
Mendoza Pérez Diego ~ XX 4
Miranda Antonio XVIII 21
Muriel Moreili XVIII 19
Muñoz Juan B XVIII 26
Murillo Pedro XVIII ii
Nadaillac Marqués de XIX
Navarrete Martin Fernández XIX o
Nieto Juan José «... XIX 14
Novísima Recopilación XVII 17
Nueva Recopilación XVI 22
Nuix Juan XVIII 2$
Ocáriz Juan Flórez XVII 15
Ojeda Alonso « XVI 1
Olano Antonio...- é. .... ........... XX 8
Orjuela Luis «... ...» XX 7
Oviedo González Frz «..« »..„... XVI
IX
Papel Periódico Ilustrado... XIX 36
Parra Fz. Pedro José. ......*. XVIII 24
344
BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Autorea. Siglo.
Paw xvni
Peña Heliodoro...« « * XIX
Peredo Obispo ^ «..«... XVIII
Piedrahita (Obispo) XVII
Pinelo León XVII
Piñeres Eduardo «... XIX
Pizarro y Orellano Fernando XVII
Plaza José Antonio XIX
Pombo José Ignacio XIX
Posada Eduardo XX
Posada e Ibáfiez XX
Prescott Guillermo XIX
Quesada Gonzalo Jiménez XVI
Quij ano Otero J. M XiX
Quintana Manuel José..... XIX
Repertorio Americano XÍX
Reclus Eliseo XIX
Recopilación de Indias XVI
Restrepo Cuse Alvaro XX
Restrepo Juan Pablo XIX
Restrepo Vicente XIX
Restrepo F. Ernesto xX
Ribero Juan « XVIII
Rivas Groot y Becker XX
Robertson Guillermo XVIII
Rodríguez Socorro XIX
Rodríguez Manuel XVII
Rodríguez Fresle XVII
Roselly de Lorgne. XIX
Salas Julio C XX
Santa Cruz Alonso XVI
Scherer Juan Benoit XVIII
Simón Fz. Pedro - XVII
Solís XVII
Solórzano...- XVII
Terneaux Compans XIX
Torquemada XVIU
Tonson XVIII
Ulloa Antonio « ,. XVIII
Uribe Ángel XIX
Uribe Villegas XX
Uricoechea XIX
Urueta José Pasos XIX
Urueta Piñeres...» .,..„.. XX
Vargas Machuca...» »..» XVI
Veilia Linaje XVII
Velasco XXI
Vergara y Vergara...» «... XIX
9y
Númtro.
15
45
16
13
16
4«
8
2X
5
19
- 2 ■
13
15
28
18
12
13
Z
36
48
14
3
21
27
I
9
7
43
3
14
18
14
iz
5
16
X
Z2
16
34
'5
22
40
X2
20
14
i6
25
INDICACIONES PARA EL BUEN GOBIERNO 345
Autores. Siglo. Número.
Vespucio...«......«..~ ........M XVI 2
Zamora XVII 20
Zerda Liborio XIX 37
Pedro M, RevollOy Pbro.
inOlCflCIOnES para Eh BUED GOBIERHO (1)
Representación original que hace a Su Magestad el Licencia-
do Gonzalo Ximenez de Quesada, conquistador de las provincias
de Santa Marta y Nuevo Reino de Granada, que contiene treinta
capítulos todos relativos al buen gobierno que deberá observarse
en dichas provincias.
Muy poderoso señor: El licenciado Gongalo Ximenez de Que-
sada vecino de la ciudad de Santa Fee en el Nuebo Reyno de Gra-
nada que es en la provincia de Santa Marta de las Indias de v. a.
como uno del pueblo y como principal capitán y 'conquistador de
las dichas probincias y Nuebo Reyno el qual conquiste e puse de-
baxo de la obediencia de v. m. y en la mejor manera que de dere-
cho puedo digo que en la dicha provincia y Nuebo Reyno de Gra-
nada para la perpetuación de aquella provincia e para el buen
govierno della para el buen tratamiento de los yndios naturales de
la tierra e ansi mismo para el de los españoles e para los pueblos
de cristianos que alia hay hechos son menester probeerse algunas
cosas cumplideras al servicio de dios y de v. m. y al bien público
y particular de aquella tierra y reino y de los que en ella biben
suplico a V. m. los mande probeer las quales cosas son las si-
guientes.
I. primeramente se suplica a V. m. que ávido rrespeto como
la dicha probincia de Santa Marta es muy grande y como desde la
ciudad de Santa Marta hasta el dicho Nuebo Reino de Granada ay
Jerca de docientas e cincuenta leguas y todo es una diócesis y un
obispado de donde se sigue que los cristianos de una parte y de
otra no pueden estar bien regidos ni administrados en las cosas
espirituales ni el tal obispo puede entender bien en la conbersion
de los yndios de la una parte y de la otra que se suplique a su
santidad pues ay tanta necesidad dello tenga por bien de hazer
obispo y obispado por si apartado del de la dicha ciudad de Santa
Marta a la provincia del dicho Nuebo Reyno el qual obispo resida
siempre en el dicho Nuebo Reino y tenga cuidado de sus obejas.
(1) Enviado este documento de Sevilla a la Academia de" Histo-
ria por el señor don Lui8 Rubio y Moreno, laborioso e inteligente
investigador del yíríAíz/o de /»</ia; quien ha esp>ecializado sus tra-
bajos en lo relativo a nuestra historia. Debemos también a él el
documento, bien curioso, sobre Juan de los Barrios que apareció en
el número anterior.
346 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
2. ytem se suplica a v. m. que por cuanto el tiempo que yo
gane y conquiste el dicho Nuebo Reyno y lo poblé de pueblo de
cristianos a cada pueblo señale e
di sus términos conocidos como
ojo que laabdiencia lo vea y consta por esta escritura que pre-
si fuerebuena la cofirme ysi senjto que v. m. sea servido de
no haga otra partición qua- aprobar y confirmar la dicha par-
les les pareciere. ticion de términos y si esto no
fuere serbido que lo sea de man-
dallo cometer a uno de los oydo-
res que ban al dicho Nuebo Reyno o a todos para que bean la dicha
partición de términos la aprueben y confirmen o hagan otra por
donde se guien los dichos pueblos y por donde cada un pueblo
tenga sus términos conocidos porque de otra manera seria grande
confusión e de cualquier delito o caso acontecido en el campo
abria gran diferencia entre un pueblo e otro sobre que justicias de
aquellos pueblos abrían de conocer de los dichos delitos y causas
y asi para esto como para otras muchas cosas es necesario que
cada pueblo despañoles de los suso dichos tengan sus términos
conocidos.
3. yten se suplica a v. m. que por quanto quel dicho Nuebo
Reyno ay minas de piedras esmeraldas, como a v. m. ya le es noto-
rio y no las tiene otro principe cristiano ni ynfiel que se sepa, las
quales piedras los yndios naturales de la dicha tierra sacan con ar-
tificios e ynstrumentos e otras ordenes que muy con9ertadamente
para ello tienen ordenado lo qual
y los españoles ovisen de hazer e
quel presidente e oydores in- se les permitiese ir a sacar pie-
formen de lo que le paresce dras a las dichas minas dentro de
que se debe hacer y que entre muy breve termino las dichas mi-
tanto no se haga nobedad ni ñas quedarían asoladas y perdidas
agravio. porque asi por no tener la orden
ojo. e artificio que tienen los dichos
yndios para sacarlas como por la
cobdÍ9Ía que generalmente se be
en los españoles en toda» las yndias por sacarlas syn orden ningu-
na darian con todo aquel peda9o de montaña donde están en tie-
rra y las desharían y hecharian a perder de manera que fuesen más
las que se perdiesen sin comporacion que de las que se aprobecha-
sen demás que quedarían las dichas minas acabadas y agotadas
para siempre jamas sin dexar allí a naturaleza produzír mas de
aquel fruto que solía y allende desto se seguiría otro muy grandí-
simo daño que sería el alboroto de los yndios viendo que una cosa
tan antigua se la quitaban e acababan que no les dexaban llebar la
orden que ellos e sus pasados tenían o tienen en el sacar de las di-
chas piedras especialmente que muchos pueblos de yndios de los
que están en la comarca de las dichas minas no biben de otra cosa
sino de sacar e tratar las dichas piedras con otros yndios pojr man-
tenimientos o por otras cosas que necesariamente los dichos pue-
INDICACIONES PARA EL BUEN GOBIERNO 347
blos habian de perecer e los yndios dellos morirse faltándoles los
dichos tratos que v m. mande dar su provisión real para que los
dichos españoles no entren ni saquen piedras preciosas de las di-
chas minas de esmeraldas sino que libremente se las dexen tratar y
usar a los yndios como hasta agora han hecho ellos y sus pasados
desde antes que la tierra estuviese debaxo de la obediencia de
V. m,
4. yten se suplica a v. m. que de su probision real dirigida a
los oficiales del dicho Nuebo Reyno dándoles en ella orden como
ayan de cobrar los quintos a v. m. pertenecientes en quanto a las
piedras esmeraldas que los dichos españoles han de los yndios de
sus tributos o las compran de
otros yndios por que hasta agora
que se embie al el presidente los dichos españoles han sido
eoydores la relación desteca- muy agraviados en el quintar de
pitulo para que la vean y hor- las dichas piedras por que quin-
denen como pareciere que tando los dichos oficiales una pie-
conviene a servicio de su ma- dra o dos que les traen a quintar
gestad y de manera que las las aprecian ellos a su voluntad
partes no sean agrabiadas. según les pare9e yde aquel precio
ojo. - hazen pagar el quinto al dueño de
la dicha piedra como quiera que
los dichos oficiales no saben ni
están espertos en el valor de las dichas piedras ni son lapidarios ni
oficiales dello y asi a bulto las aprecian a precios tan excesibos
que como es notorio vale una piedra aya diez veces mas que acá
trayendola de aya acá para vendella y aprobecharse della y allende
desto si traen cinco o mas piedras para quintar como aya numero
para sacar en piedras el quinto toman una los dichos oficiales para
v. m, que vale mas que todas las otras que quedan quintadas y que
otras muchas mas e asi quintan las dichas piedras por la cantidad
haviendose den quintar por la calidad que v. m. mande que quan-
do las dichas piedras se quintaren se pongan en almoneda y en el
que mas diere por ellas se rematen y de aquello se pague el quinto
o que se mande a los dichos oficiales que para quintar las dichas
piedras llamen ante sy dos oficiales plateros lapidarios que con ju-
ramento declaren el valor de aquella cosa que se quinta y conforme
a lo que juraren que vale se pague el dicho quinto y si esto no pa-
reciere a V. m, que de otra orden qualqaiera que fuere servido
como los dichos españoles no reciban tan notorio agrabio.
5. yten se suplica a v. m. que pues es costumbre de los reyes y
especialmente de v. m. a pobladores de tierras nuevas hazelles
nuevas mercedes y asi en la ciu-
dad de Santa Marta y en otras
que esta bien proueydo. muchas partes y lugares de las
yndias al tiempo que se poblaron
de españoles les hizo v. m. mer-
ced de que solaraente pagasen a v. m. el diezmo del oro que obie-
sen asi de los yndios como de minas de debaxo de la tierra que
v. m. sea servido que pues el dicho Nuebo Reyno de Granada es
348 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
nuebamente ganado en los moradores del sirvieron en el descu-
brimiento con tanto travajo de sus personas y haziendas de que del
dicho oro no paguen mas del dicho diezmo e ya que v. m. desto
no sea servido sino que se pagne el quinto enteramente que esto
sea del oro que se ha de los tributos de los dichos yndios o de otro
cualquier oro que se oviere encima la tierra o de sepulturas pero
del oro que se saca de minas con tanto travajo y costo y artificio
que sea servido de mandar que se lleve siquiera los diez años pri-
meros siguientes tan solamente el diezmo como v, m. lo ha man-
dado hazer en muchas otras partes de las yndias porque de otra
manera con las costas que tiene el sacar oro de minas y con la
paga del dicho quinto es mas la costa que el probecho y si no abra
hombres que se den a las dichas minas y perderá v. m. muchos
probechos que de alli se le podrían seguir e asi alibiando a los es-
pañoles la costa dar se y an muchos mas a las minas y lo que pare-
ce se perdia por un cabo se ganaba con muy grande e9eso por
Otro,
6. yten se suplica a v. m. que por quanto quando yo gane el
dicho Nuebo Reyno quedo y sucedió en mi lugar y oficio Hernán
Pérez de Quesada mi hermano y
luego de alli a poco tiempo fue a
que no ha lugar. descobrir tierras nuebas mas ade-
lante del dicho Nuebo Reyno y
como pienso que v. m. sabe y le
es notorio descubrió cerca de dozientas leguas adelante del dicho
Nuebo Reyno e por aquella parte que yba descubriendo siempre
hallo pocas poblaciones y mala tierra pobre y de poca comida y de
poca jente hasta que al cabo cerca de las dichas docientas leguas
hallo una provincia desyerta y casy iniíbitable donde por muchas
leguas dellas ay ynfinidad de arboles de especería de la especia
que se llama canela y della truxo muestra al dicho Nuebo Reyno la
cuales la que hasta agora benia a la ciudad del quito en la provin-
cia del Perú por contratación de yndios de pueblos en pueblos
yasi después que mi hermano la descubrió se llama la dicha pro-
vincia la Provincia de la Canela la qual es tierra muy anegadiza y
de ciénegas y con rios harto crecidos que pasan por la dicha pro-
vincia los quales por la derota son conocidamente el rio del mara-
ñon o los otros rios que están la costa abaxo desde el dicho rio de
Marañon hazia lo de la provincia de Bene9uela y porque asi yo
como otros muchos conquistadores y pobladores del dicho Nuebo
Reyno querrán yr a la dicha probincia alguna temporada o algún
año a aprobecharse de la dicha especia y cargar della para embiar-
la en españa que sera cosa tan de ymportancia y probechosa para
V. m. y para estos sus reynos y sy los que asy fuesen oviesen de
bolber al dicho nuebo reyno a pagar el quinto de la dicha canela
allende de que seria casi ymposible era traer muy poca cantidad de
la dicha especia y no se podrían traer seis quintales por que como
a V. a. le es notorio alia no hay bestias de carga y v. m. no permi-
te que los yndios sean cargados fuera de su provincia quanto mas
INDICACIONES PARA EL BUEN GOBIERNO 349
que aunque fuera licito cargallos todavía se podia traer poca can-
tidad y poco probecho abido respeto a la poca carga que un om-
bre puede traer sobre sy camino tan largo y a que los yndios mo-
rirían en el dicho Nuebo Reyno que es tierra fría y fuera de la
calidad de su provincia quanto mas que los dichos yndios son muy
pocos en la dicha provincia y desviados con hartas leguas donde
están los dichos arboles de la canela de manera que es yraposible
bolber con las dichas cargas de especia al Nuebo Reyno a quintalla
con los oficiales de v. m. que allí residen sino que necesariamente
se han de hazer vergantines en los dichos ríos que pasan por la
dicha provincia y allí cargallos de la dicha especia y benir por el
dicho rio o ríos abaxo a la mar del norte que bienen a salir a don-
de he dicho que v. m. sea servido que aunque los dichos con-
quistadores no buelban al dicho Nuebo Reyno con la dicha especia
a quintalla no incurran en pena ninguna por ello conque en lle-
gando a la mar del norte en la primera gobernación y pueblo don-
de oviera caxa y casa de oficiales de v. m. sea obligados a quin-
tallo y a manifestallo luego o señalando para ello donde luego la
ciudad de Santo Domingo que es lugar cómodo para ello donde
bengan a parar los que asy truxeren la dicha canela pues es la cosa
de calidad que en ninguna manera se puede esconder ni desfrau-
dar vuestros derechos reales.
7, yden se suplica a v. m. que por quanto el yr a coger y car-
gar de la dicha canela es cosa de mucho trauajo y costa de mane-
ra que no se puede /hazer ninguna jornada que cada año se
hiziera para lo suso dicho con menos de quinze o veinte mil cas-
tellanos a lo mas poco y no lo puede hazer un solo conquistador
sino muchos juntos y todos con gran travajo y abentura de sus
personas y así mismo con grande costa de sus haziendas que v. m.
sea servido atento lo suso dicho que a donde quiera que e la dicha
especia se ovieren de pagar los derechos a vi m. pertenecientes
no sea el quinto enteramente sino que sea servido de que se llebe
de derechos el dozabo o a lo menos el diezmo de la dicha especia
y aun es mucho según el travajo y costa y otra ynñnidad de peli-
gros y abenturas que tiene el yr desde el dicho nuebo reyno a
cargai della a la dicha provincia de la canela.
8. yten se suplica a v. m. que por quanto después que yo salís
del dicho Nuebo Reyno a dar quenta a v. m. de como le había ga-
nado como es notorio y publico se han hecho en el dicho Nuebo
Reyno por los conquistadores y otros pobladores españoles muchos
malos tratamientos a yndios asi de muertes como de robos y cor-
tamientos de miembros en tanto grado que es espanto dezillo todo
a fin de que les diesen oro e piedras y por esta causa se han des-
poblado muchos pueblos y muertos mucha ynñnidad de yndios y
los gobernadores y justicias hor-
dinarias e an tenido poco cuydado
que la audiencia que va hará de castigar semejantes delitos asi
justicia. por que no escriban ynformacio-
nes ni relaciones contra ellos a v.
m. como por que también temien-
350 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
do no ser molestados en las desidencias por los mismos conquista-
dores y por estas causas y otras muchas que son notorias no sola-
mente los governadores y justicias no castigan los dichos delitos
pero aun ellos mismos son en perpetrallos y en hazer las dichas
muertes y robos y otros ynfinitos géneros de delitos como en la
verdad se han hecho en el dicho nuebo reyno que v. m. sea servi-
do pues esto es cosa tan yraportante para la conserbación de aque-
lla tierra de dar su juez pesquisidor para que a costa de los culpa-
dos ba y castigue a los delinquentes en los dichos delitos y mal
tratamiento de yndios y ponga en orden lo de aquella tierra de ma-
nera que tengan entendido de que aqui adelante qualquiera mal
tratamiento que se hiziere a yndios ha dPe ser luego de acá con
particular diligencia remediado.
9. yten se suplica a v. m. que por quanto los conquistadores
y los otros españoles que han he-
cho y hazen muertes y otros malos
que hasta lo por derecho tratamientos a yndios tienen una
proueydo. cautela y es esta que quando sien-
ten o saben que biene o quiere
benyr oydores y audiencia o go-
vernador o justicia nueba van antes los alcaldes hordinarios que
son sus compadres y amigos y naturales de los mismos pueblos
como ellos y fautores de los mismos delitos y aun quiza los maes-
tros y causa dellos y se hacen acusar ante ellos y lo conciertan asi
entre el juez y las partes y los sentenciaban penas muy libianas a
causa que quando benieren las dichas justifcias nuebas no hallen
manera para los poder castigar diziendo que han sido ya castiga-
dos por los dichos delitos mostrando para ello las dichas senten-
cias pasadas en cosa juzgada que v. ra. sea servido de hazer ley e
ordenanga en aquella tierra que de aqui adelante ninguna cosa que
toque a muertes o otros malos tratamientos de yndios pueda pasar
ni pase en cosa juzgada a lo menos las sentencias que no ovieren
pasado por algunas de las audiencias reales que v. m. alia tiene
puestas e asy mismo v. m. al pesquisidor o a cualquier otro juez
ordinario que destos malos tratamientos deba de conocer le mande
que tome y bea todos los procesos hechos por Ins dichos alcaldes
ordinarios y conosca de las colusiones que en ellos se han hecho e
saque de rrayz los dichos delitos y allende de castigallos castigue
asi mismo a los dichos alcaldes y promutores que han dado causa
a las dichas colusiones.
10. yten se suplica a v. m. que por quanto después que los es-
pañoles biben en el dicho Nuebo
Reyno los dichos yndios han des-
que la audiencia lo vea y viado sus pueblos de los caminos
prouean lo que vieren que principales que van de los unos
conviene al buen tratamien- pueblos de cristianos a los otros
to de los yndios y como los por dexar lugar a los cristianos y
culpados sean castigados. por que no tengan que hazer con
ellos ni ser molestados dellos y les
INDICACIONES PARA EL BUEN GOBIERNO 351
ojo. han hecho sus casas y paraderos
a manera de ventas e syn eijibargo
desto algunas vezes los dichos es-
pañoles se apartan del camino
prencipal que lleban y se ban a los pueblos de los yndios a pedi-
lles comida y mantas y otras cosas y a tomalles algo sin que los
dichos yndios lo bean y aunque lo bean como son tímidos y bo9a-
les no osan ni tienen yndustría para benir a quejarse ante la justi-
cia ni las mismas justicias lo pueden castigar por que con color de
dezir que no se íes puede prohibir el andar por do quieren con
que no hagan mal a nadie le paresce están seguros que v. m. sea
servido de mandar hazer ordenan§a y ley que ningún español si no
fueren los que tuvieren yndios encomendados y estos solamente a
los dichos sus yndios encomendaros no puedan yr a lugares de
yndios ningunos aunque digan que ban solamente a holgarse o a
algún mercado que se haze en los dichos lugares de yndios por
que entonces es muy mas peor y donde mas daño se espera de los
dichos españoles egebto yendo los dichos españoles a los dichos
lugares de yndios con alguna justicia o alguazil del dicho nuebo
rey no,
11. yten se suplica a v. m. que por quanto en aquel Nuebo
Reyno se acostumbra a pedir las demoras de los tributos que los
yndios pagan en quatro en quatro meses de manera que lo que dan
cada año es en tres vezes lo qual
es perjuizio y escándalo de los in-
ojü — a la abdiencia que ha- dios por que como son vozales y
gan la tasación de los tribu- timidos de su natural están muy
tos y los plazos de la paga sobresaltados y cansados de tan
sean con el menos daño de corto a tan corto termino espe-
los yndios que pueda como cialmente que siempre se están en
a ellos pareciere. dar el oro a cada demora un mes
de manera que poco después de
pasada la una paga viene la otra
en lo qual allende de los daños suso dichos ay otro muy principal
que el mismo cacique no tiene cogido de sus»yndios ni de las otras
partes donde se ha de aver en tan poco termino como ay de paga
a paga asi que aunque no se aya de pagar mas por todo el año es
muy grande inconveniente se pague en tantas vezes que v. m. sea
servido de mandar por su probision re^l que los dichos tributos no
se cobren si no dos veces en el año de seys en seys meses por que
asi los yndios andarán mas holgados y los españoles no pierden
nada en ello pues les pagan al cabo del año su tributo entero.
12. yten se suplica a v. m. que por quanto en las pagas de los
dichos tributos ay una confusión e yncertitud muy grande que ni
las justicias aunque tienen tasado asi a bulto lo que cada cacique
ha de dar a su español no le tie-
nen dado pesas ni manera por
que la abdiencia haga hacer donde lo cobren sino solamente
las pagas conforme a este ca- los dichos españoles se las dan a
352 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
pitulo y que no use de otras sus caciques hechas de piedra como
personas. a ellos les paresce sin estar vistas
ni examinadas ni marcadas por los
gobernadores ni sus justicias antes
es cosa muy fácil si los dichos españoles lo quieren hazer como
podria hazer que lo hiziesen acrescentalles el peso de las piedras
haziendoles mayores cada demora y haziendo creer a los bozales
yndios que aquellas heran las pexas por donde cobraron la demo-
ra pasada y pues en España y a donde quiera ay tanto quenta en
razón puesta por los regimientos e justicias para que los almotaze-
nes no dexen hender cosa ninguna aunque sea en el mas poco pre-
cio del mundo sin pesas que tengan marca y señal de lo que monta
cada pesa de aquellas y como son examinadas y en esto otro ba
tanto asy de parte de lo que se cobra ser mucha cantidad como de
parte de los mismos yndios a los quales v. m. pretende quitalles
todo escándalo que vivan sin que se les haga agrabio nunguno y
que V. m, sea servido de mandar que después de escrito por las
justicias lo que pagan los caciques a los españoles o lo que han de
pagar que quede asentado en un libro particular que este en la
caxa de v. m. y que los dichos españoles no puedan yr a cobrar
los dichos sus tributos sino con pexas marcadas con la señal que
V. m. mandare la qual pesa o pesas se le queden al cacique en su
poder para pagar la otra demora siguiente pues estando con su
marca no puede desfraudar al español y pues para una libra de
fruta se haze para cosa en que tanto ba es menester poner grande
remedio.
13. yten se suplica a v. m. que pues tiene determinado de dar
los repartimientos de yndios a los españoles perpetuos para ellos
y para sus descendientes y para
esto V. m. ha probeido ya en la
que se haga Nueba España quien haga la dis-
ojo. crecion y la están haziendo y asi
mismo ha probeido para Guati-
mala y para otras parles quien lá
haga que v. m. sea servido de mandar con gran brevedad quien la
haga al dicho Nuebo Reino para que se parta con brebedad ora aya
de ser algún oydor de los que v. m. alia emvia o otra cualquiera
persona aviado respeto a que esta avia de ser una de las primeras
partes donde avia de prpbeer por que si las otras partes donde
hasta agora esta probeido están mas asentadas y mas en razón
puestas mas conbeniente cosa es que se haga con mas brebedad
donde hay mas peligro siquiera por que quando benga a conceder
se del todo la dicha perpetuidad en el dicho nuebo reino aya que
perpetuar que certifico a v. m. que tanto se puede tardar el reme-
dio que no aya que perpetuar después.
14. yten se suplica a v m. que por que hasta acabarse del
todo de conceder y confirmar la dicha perpetuidad pasaran tres o
quatro años a lo menos y para este tiempo es menester probeer
también en el remedio de los di-
chos yndios y que no les sea he-
INDICACIONES PARA EL BUEN GOBIERNO 353
que se de sacada del libro cho agrabio ninguno: y que v. m.
la prouision de las tasacio- sea servido de mandar dar su pre-
ñes, visión para que luego las justicias
se escriban en padrón e rregistro
lo que cada cacique paga e que
tasen lo que moderadamente pueden pagar e que aquello cobren
los dichos españoles y no mas por que aunque esto ha mandado v.
m. muchas vezes, por muchas provisiones, nunca las justicias lo han
hecho y asi ios españoles cobran sus tributos a bulto como a ellos
les paresce sin tener padrón ni registro deV. m. ni de sus justicias
por donde lo cobren e sy alguna diligencia las justicias han hecho
no es sino asi a bulto sin escrito ni padrón e sin tener cuenta de
dezirselo a los yndios ni dárselo a entender.
15. yten se suplica a v. na. que por que acontece casi siempre
que unos españoles cobran sus tributos ahora y otros de aqui a un
mes e otros de alli a quinze dias mas adelante según, que se cum-
ple el termino de las demoras de
sus tributos de cada uno, lo qual
a la abdiencia que lo vea notoriamente es gran perjuicio de
y probea como cesen los in- los yndios porque por causa de
convenientes de este capí- su ynavilidad e ynadvertencia e
tuio. » ser bosales e tímidos piensan en
ber pagar tributos a sus vezinos
que también les vernan a pedir a
ellos luego no aviendo mas de un mes o quinze dias quellos paga-
ron sus demoras y para persuadilles lo contrario no basta dezirselo
por lenguas ni ynterpetres ni ninguna otra cosa para asegurallo
ante luego se al9an con sus mugeres e hijos y se ban a los montes
y dexan despoblados los lugares e perdidos, pensando que les quie-
ren pedir oro otra vez antes del cumplimiento de la demora: que v.
m. sea servido de mandar, por su provisión real, que todos los es-
pañoles cobren sus tributos juntos en una misma temporada de
manera que todq^ los yndios de la tierra del dicho Nuebo Reyno
sepan cuando les viene su demora o que todos juntos asy mismo
sepan como hasta la otra demora siguiente no se ha de pedir a nin-
gún yndio del dicho Nuebo Reyno oro ninguno e que v. m, mande a
sus justicias que tengan en esto muy gran cuidado e miramiento.
16. yten se suplica a v. m. que si algún repartimiento bacare
y el governador o su teniente lo
proveyere en oposición de otro o
que se guarden las leyes. otros que lo pretendan, y desto
fuere apelado para ante la audien-
cia real de v. m., pretendiendo los
otros que ellos lo merecían mejor y que se les avia de dar a ellos
que V. m. sea servido de mandar y mande que entre tanto que se
determina por la jurisdicion superior e viene de alia el remedio
quel governador ni su teniente no se entremetan en dar la posesión
del dicho repartimiento estando apelado, sino que se depositen en
XTV— 23
354 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
la caxa de v. m, los tributos hasta que se determinen cuyos han
de ser dichos yndios que pues ello ya se lleba por via de justicia y
en sustancia es cosa de pleito no deben los jueces atentar ni ynobar
cosa alguna, después de la apelación, con achaque de dezir que alli
no ay pleito ni sentencia ni otro auto judicial ninguno sino sola-
mente el nombramiento quel haze y esto no es traer pleito scbre
yndios para que se diga que contra la ordenansa nueva, sino sola-
mente se litiga sobre la prelesion que hace el gobernador entre dos
personas sobre qnal lo merece.
17. yten suplico a v. m. que por quanto de los perros que alli
llebaron los españoles quando yo
conquiste el dicho Nuebo Reyno
que la abdiencia ynforme. ha procedido tanta casta y multi-
plicado en tanta manera que casi
son sin numero y los mismos es-
pañoles, por tener contentos a sus caciques y a los capitanes e yn-
dios prencipales dellos, les han dado perros y perras para hazer
casta la qual ha benido en tanto crecimiento que no ay pueblo de
yndios ninguno pequeño ni grande que no tenga quinientos y mili
perros porque ningún yndio por pobre que sea dexa de tenerlos
que quiere lo qual es en muy gran perjuizio de toda la tierra por
que si biniese tiempo que un cacique se airase y se subtrí*xese de
la obediencia de v. m. seria muy difícil de ylio a allanar y apaci-
guar por que tienen como por guardas suyos a los perros de mane-
ra que de muy lexos son sentidos los españoles y se ban lugo los
yndios a los montes; y allende desto si la tierra toda se alease hera
muy mayor el yncombeniente por tener como por amparo suyo los
dichos perros especialmente que están y los tienen los dichos yn-
dios cebados en ombres de otros yndios llamados panchcs sus
enemigos que biben no muy lexos del dicho Nuebo Reyno, de ma-
nera que también arreraeteraii y arremeten a un español e ayudan
al yndio contra el cristiano de manera que ay muchos yncombe-
nientes dexalles tener los dichos perros: que v. m. sea servido de
mandar y mande que ningún yndio pueda tener perro ninguno en
el dicho Nuebo Reyno y se los maten o quiten si no fuere tan so-
lamente cacique y este que tenga un perro o dos solamente y ma-
cho y no embra por que no pueda hazer casta por que de otra
manera beniendo tiempo en que los yndios sean mas ladinos y
quieran cometer alguna rebelión tienen gran aparejo para su de-
fensa en los dichos perros.
18. yten se suplica a v. m. que por quanto los que ban de
Santa Marta o de Cartagena o de otro qualquier puerto de la mar
del norte al dicho Nuebo Reyno
de Granada por un rio arriba asi
que en ninguna manera por el agua como por tierra a la
puedan alquilar los yndios orilla hasta llegar a un lugar que
por quien los tuviere enco- llaman el desembarcadero que es
mendados ni por su majes- hasta donde llegan los vergantines
tad y en lo demás se remita e de alli dexan el rio e atrabiesan
al abdiencia que guardando unas montañas despobladas que se
INDICACIONI5S PARA EL BUEN GOBIERNO 355
la ley prouean como no re- llaman las sierras de Opon las quales^
ciban detrimento y den or- pasadas comiení^a el dicho Nuebo
den en el abrir de los carai- Reyno yes asy que des del primer
nos y que haya bestias de lugar de cristianos españoles del
carga con toda presteza. dicho Nuebo Reyno hasta el dicho
desembarcadero ai quarenla leguas
despobladas de diferentes regiones
porque la tierra del dicho Nuebo Reyno es fria y esta otra tierra
del dicho rio grande es caliente; y es asi que cuando ban españoles
al dicho Nuebo Reyno e llegan a! dicho desembarcadero ques el
puerto a ' onde necesariamente an de desembarcar como alli na
hay yndios ni en todas las dichas sierras hasta el dicho Nuebo
Reyno para que les lleben sus haziendas y cargas enbian un ombre
al dicho Nuebo Reyno por yndios que vengan a lleballes sus cargas
y las justicias y los que gobiernan los dichos lugares de españoles
se los embian como si los dichos yndios fuesen obligados a ello e
aun otra cosa mas recii que los señores de los repartimientos que
están cerca de aquellas sierras a la entrada del dicho Nuebo Reyno
alquilan sus yndios, como si fuesen bestias de carga, para que bayan
al dicho desembarcadero a traer cargas por que por cada arroba les
dan tres castellanos ques el precio que los dichos señores de repar-
timiento tienen deputados para que sus yndios ganen; de donde se
sigue que ninguna bez ban españoles al dicho Nuebo Reyno que
no cueste gran cantidad de yndios que quedan muertos en aquellas
sierras por que como son de región diferente luego en esta otra
tierra caliente especialmente yendo cargados enfeiman y se mue-
ren y pues los españoles pueden yr prevenidos de caballos o de
otro cualquier genero de bestias en que llsbar sus cargas o dexar
parte de lo que lleban en el desembarcadero y bolber después por
ello en vezes sin que sea causa haziendose de otra manera para que
se acaben los yndios: que v, m. sea servido que allende de lo que
tiene mandado generalmente en todas las Yndias cerca de lo que
se debe hacer en el cargar de yndios sea servido de especialmente
mandar que del dicho Nuebo Reyno no puedan salir yndios a traer
cargas al dicho desembarcadero y sobre esto poner muchas penas
a las justicias o a otras cualesquiera personas que lo contrario
hizieren aunque digan los dichos yndios que lo hazen de su volun-
tad e que ellos quieren yr de su grado por que ya v. m. sabe esta
voluntad de los yndios de que manera es y como se lo hazen decir
los españoles por mil modos e ynduzimientos que tienen para ello.
19. yten se suplica a t. m. que puesto caso que muchas e di-
bersas vezes ha sido por vuestras provisiones reales mandado que
los conquistadores que tienen repartimientos se casen para que la
tisrra se pueble e perpetué e pare
hacer perder a los españoles el
que se de sobre carta con amor de su naturaleza, nunca lo
que el termino «ean tres han hecho ni quieren hacer por
años. que a los principios quando alia
llegan las dichas provisiones, heñi-
do del tiempo para el efeto dellas,
356 BOLETÍN DK HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
buscan mili dilaciones y escusas e licencias que las justicias les
dan e asi mismo ante v. m. enbian a pedir e piden licencias con
falsas relaciones que hazen de manera que nunca se cumple el
efeto de las dichas prouisiones y es asi quel dicho Nuebo Reyno
que había a mi parescer trescientos repartimientos poco mas o
menos no ay doze hombres casados que no puede ser cosa de ma-
yor crueza ni de mayor cargo de conciencia de gentes que lleban
los provechos de la tierra y la desfrutan no con yntencion de po-
blalla e perpetualla sino de heñirse a España en hallándose con
suficiente cantidad de haziendapara ello: que v. m. sea servido de
mandar que en el dicho Nuebo Reyno se casen todos los que tu-
bieren repartimientos dentro del termino que v, m. mandare el
qual pasado pierdan los repartimientos e se den a otros casados o
se pongan en cabeca de v. m. de manera que resolutamente tengan
entendido que se han de casar dentro del dicho termino y que
para largas ni escusas no les ha de dar v. m, licencia ni alia sus
justicias este termino sea competente y largo por que sin casarse
lo puedan fazer.
ío. yten se suplica a v. m. que por quanto las justicias y es-
cribanos del dicho Nuebo Reyno lleban los derechos que les per-
tenescen de los negocios como a ellos le paresce, sin regla ni me-
dida, por que aunque les esta mandando que lleben quatro tanto
mas que en estos reynoscon acha-
que de no estar echa esta Hqui-
que se comete al señor li- dación de quanto monta raultipli-
cenciado Tello de Sandoual cados los derechos por el dicho
que haga el arancel. quatro tanto lleban sin conciencia
lo que se les antoje y asi lleban
derechos demasiadas a las partes
en muy gran cantidad e asi otra cosa que aunque tubiesen alia el
aranzel de los derechos que acá se usa habido respeto a que este
aranzel habla por maravedises e alia se cobra por tomines e pesos
de oro es cuenta confusa e donde los dichos escrivanos para echar
su quatro tanto sobre los maravedís de acá lleban como cosa que
no esta liquidada excesibos derechos: que v, m. sea servido pues
es cosa tan fazil que con cometello a un ombre qualquiera que
tenga cuenta de los pesos y tomines de las yndias tomando este
otro arancel en las manos puede sacar en limpio que monte el
quatro tanto o lo que v. m. mandare llebar conforme a lo de acá
lo qual e cosa tan fácil que se puede azer en un dia o dos que v. m.
de aranzel hecho e firmado de su real nombre por la cuenta de
alia para que por las justicias y los escrivanos y las otras provin-
cias lleben sus derechos que de alli no excedan mandando quel
dicho aranzel se ponga en lugares públicos a donde las dichas
justicias hazen sus audiencias para que benga a noticias de todos.
21. yten se suplica a v. m. que por quanto los gobernadores
del dicho Nuebo Reyno e sus tenientes juezes de residencia y
otras justicias han usado e acostumbrado, contra todo derecho e
rrazon, de nombrar, en los pueblos de los españoles, regidores para
los cavildos aunque ay regidores puestos por v. m. e quando quie-
INDICACIONES PARA EL BUEN GOBIERNO 357
ren que hagan los dichos regidores una cosa que a ellos les cum-
ple y ben que no tienen botos para ello porque es contra razón
contra justicia nombran el dia an-
tes todas las personas que quieren
que donde houiere seis regi- de sus amigos e aliados por regi-
dores puestos por su mages- dores de los dichos pueblos para
tad no ponga otros, que se haga lo que ellos quieren e
tenel los a su mandado á voluntad
y estos mismos governadores e
justicias si después se les antoja por qualquiera desconformidad
que tengan con los dichos regidores que ellos nombraron les qui-
ten los bicios e nombran otros que estén mas a su proposito de
ellos y sobre esto pasa la mayor desorden e burleria del mundo:
que V. m. sea servido de mandar y mande que en el pueblo que
oviere seis regidores nombrados por v. m. ques numero mediano
y conbeniente en los dichos gobernadores o juezes no puedan
nombrar ninguno e que a donde no los oviere o nombrare que
después el dicho gobernador e las dichas justicias no los puedan
tomar a quitar ni a rrenobar e sobre esto v, m. de la orden que
conbiene para que no pasen las cosas tocantes a este capitulo que
pasan en el dicho Nuebo Reyno e asi mismo señalen hasta en la
cantidad de regidores puede nombrar el dicho gobernador so-
bre los que obiere nombrado por v. m.
22. yten se suplica a v. m. que por quanto en estos vuestros
reynos cuando algún pleito es de pequeña cantidad por ley de
estos reynos no se pueda apelar para las audencias sino para ante
los cabildos de las ciudades donde se trata el pleito la qual can-
tidad no ha de pasar de tres mil
maravedis e después por capitulos
hasta Lxxx peses y las leguas de cortes se ha acrecentado hasta
sean doce seis o ocho mil maravedis lo qual
manda la dicha ley se haga en todos
los lugares ecebto de los lugares
que estuvieron dentro de las dichas ocho leguas donde oviere chan-
cilleria real : que v. m . sea servido que en el dicho Nuebo Reino en los
lugares que estovieren fuera de las dichas ocho leguas donde ovie-
re la dicha chancilleria real se haga lo mismo e no se pueda
apelar sino para los dichos cavildos de las dichos ciudades e vi-
llas donde los dichos pleitos casaren y atento a que lo suso dicho
es en las yndias y tan lexos de España e se entienda la dicha
cantidad hasta cient castellanos e que de aqui abaxo no 5e pueda
apelarsinoa los dichos cabildos ecebto en los dichos lugares
que estuvieren dentro de las dichas ocho leguas donde oviere chan-
cilleria real por que de otra manera se gastaria mas en los pleitos tres
doblado de lo que ellos valen e se echarian a perder las partes
que los litigan gastando sus haziendas sobre tan poca cosa fuera
de sus casas.
22. yten sa suplica a v. m. que por quanto en aquel Nuebo
Reyno se pone audiencia real y
los oydores se querrán meter en
3S8 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
que al presente no conviene. cosa de governacion e rregi-
miento del pueblo donde estubie-
ren e residieren e de otros como
es en el poner precio a las cosas y enlal¡mp¡e9a de la ciudad e otras
muchas cosas que ay desta arte: que v. m. sea servido pues se ha
hecho y mandado lo mismo muchas vezes en estos reynos de España
a los oydores de las dos chancillerias que en Valladolid y en Gra-
nada residen de mandar y mande lo mismo a los dichos oydores
del dicho Nuebo Reyno dando su provisión en que se les mande
que no se entremetan en las dichas cosas ni en otras semejantes
sino que las dexen hazer y usar libremente a los cavildos en justi-
cias ordinarias como se haxe en estos reynos.
24. yten se suplica a v. m. que por quanto nuebamente hase
servido de hazer una ley en que
manda que no se trayga pleito
que la ley ni la declaración sobre repartimiento de yndios si
no comprehende a vedar no que se guarde cierta forma con-
testo, tenida en una declaración que des •
pues se hizo de la dicha ley: que
V. m. sea servido declarando la di-
cha ley y declaración de mandar y mande declarar que aquello se
entienda quando se truxere pleito sobre repartimiento puramente
pero si se truxere tan solamente sobre frutos e rentas de reparti-
miento alguno que algún ynjusto poseedor aya Ilebado en el tiem-
po que lo tubo que a este tal se pueda pedir por via e pleito or-
dinario lo que le quisieren pedir como no pida juntamente
con los frutos el mismo repartimiento por que aunque esto de
suyo se esta claro pero podría acaecer los tales pleitos en alguna
cibdad o villa que careciendo de letrados pensasen que por ser
cosa anexa e dependiente de repartimiento no podrian conocer de
los tales pleitos.
25. yten se suplica a v. m. que por quanto después que gane
aquel Nuebo Reyno hasta agora
nunca se ha embiado alia frayles
que se entenderá en esto con religiosos parala conversión de
toda diligencia. los yndios de aquel reyno e asi se
estau por convertir cosa que es
de tanta lastima por que aunque
alia ay algunos clérigos son tan pocos que no basta para lo suso-
dicho quanto mas que ellos no se entremeten ni curan de nada
de eso como si alia fuesen solamente ydos a granxear y no a otra
cosa y el obispo que puede ser y se debe creer asi que lo haze
mejor que todos tiene tanto que hazer y tanto trabajo en el gobierno
espiritual de los españoles de todas las cibdades de aquel reyno que
no puede aunque quiera entender en otra cosa y oxala le baste
tiempo para esto: que v. m, sea servido de embiar con muy grande
brebedad religiosos de las ordenes obserbantes que v. m. acostum-
bra mandar que alia pasen y que bayan juntos para que puedan hazer
y edificar alia un monesterio o dos pues el hedificarse es cosa tan
INDICACIONES PARA EL BUEN GOBIERNO 359
fazilallay el mantenellos entre los españoles y por esto v. m, escriba
a los provinciales encargándole mucho esto porque sera un veneficio
tan conocido para remedio de las animas de aquellos ynfieles
quanto puede en el mundo encarecerse con que tenga v, m.
entendido que mientras esto no se hiziere los indios estaran por
convertir a nuestra religión cristiana solo por no tener ombres que
con espíritu y ferbor se la den a entender.
26. yten se suplica a v, m. que por quanto hay una costumbre
en aquel Nuebo Reyno muy per-
niciosa a los yndios la qual es que
a la abdiencia questo parece cuando baca algún repartimiento
bien y ellos lo vean y pro- por muerte de conquistador o en
uean. otra manera y acaso el governador
o su teniente lo quieran dar a dos
o a mas personas pareciendoles que
no merecen mas o quel muerto que lo tenia merescia mas que estos
otros dos juntos en tal caso desmiembran los yndios dando el ca-
cique con alguna parte de los yndios alguno dellosy algún capitán
del mismo cacique con algunos yndios al otro o a otros conforme
a como son las personas o a como es el repartimiento en lo qual
los yndios totalmente se hechan a perder e se destruyen por que
como el cacique bee que parte de sus yndios no lo sirven si no que
sirbe al que solia ser su capitán de tal manera se escandaliza el y
sus subditos que el cacique se ba por una parte y los yndios que
quedan con el otro capitdn por no servir al capitán ni tener cuenta
con el se ban también por la suya y se al^an allende desto los unos
y los otros se alborotan e huyen e desamparan su tierra viendo que
en un repartimiento e lugar entran diversos españoles: que v. m.
sea servido de mandar y mande que ya que un governador o su
teniente provea un repartimiento y le parezca que es mucho para
aquel a quien lo quiere dar y lo quiere repartir entre dos o tres o
mas personas que no desmiembre los yndios ques perdimiento co-
nocido dellos sino que lo de a un solo español con cargo de que de
al otro español o a los otros entre quien el lo quiera repartir cierta
cantidad señalada con quel un español acuda al otro o a los demás
si oviere de ser mas de uno porque desta manera el cacique e to-
dos sus yndios no conocen para sus tributos mas de un español ni
tienen fuerza ni rrazon con otro ni al cacique asi mismo le quitan
parte de sus yndios e se escusan muchos e ynñnitos daños que a
los yndios se les sigue de lo contrario que por brebedad no se
dicen asi que v. m. mande que de aqui adelante lo suso dicho no
se haga si no por la forma dicha e que lo que hasta agora en con-
trario de esto esta hecho se reduzga a la manera dicha arriba man-
dando que los yndios se tornen a sus caciques e que un solo espa-
ñol señor del principal repartimiento tenga cuenta e lo cobre todo
y este acuda otro español o a los otros si fueren muchos con parte
del tributo que a el le dan rata por cantidad.
27. yten se suplica a v. m. que por quanto acontece a los go-
360
BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
que se mande que visiten
cada año uno de los oydo-
res como esta mandado a la
española.
fiat como lo pide y cuando
visitare el oidor haga lo que
viere que combiene.
vernadores e a sus tenientes del
dicho Nuebo Reyno de Granada
estarse de asiento en la principal
ciudad del dicho Nuebo Reyno
que es la ciudad de Santa Fe sin
salir por las otras ciudades e luga-
res de españoles que en el Reyno
están de lo qual viene que aya en
ellas falta de justicia y como de suyo esta claro manifiestamente se
siguen muchos malos efetos de no andar a tiempo la dicha justicia
por muchas partes del dicho Nuebo Reyno: que v. m. sea servido
de mandar y mande que cada un año los governadores y sus te-
nientes visiten todos los lugares de españoles del dicho Nuebo
Reyno e que a lo menos estén de asiento una vez dos meses o mas
en cada pueblo pues no son tantos que no se pueda esto hazer con
mucha facilidad aunque estén en la ciudad de Santa Fe la mitad
del año.
28. yten se suplica a v. m. que por quanto acontece y puede
acontecer que estando el governa-
dor o su teniente en un lugar co-
nozca de algún delito o de otra
causa cibil cualquiera que en aquel
tal lugar oviese acontecido o al
tiempo del partirse de aquel lugar
el dicho governador o su teniente
se seguiría gran daño y costa yr las partes a seguillo al lugar donde
el juez fuese especialmente siendo presos y aviendose de llebar de
una parte a otra: que v. m. sea servido de hazer como se hace en
muchas governaciones destos reynos e asi mande que quando el
governador o su teniente partiere de algún lugar remita las causas
todas de las partes y pleitos de aquel lugar que antel estubiere pen-
diente al tiempo de la partida a ¡os alcaldes hordinarios de la di-
cha villa o a qualquiera dellos para que ellos conozcan dellas digo
de las que estubieren pendientes antel dicho governador o teniente
en primera ynstancia que no estuviere ante ellos en grado de ape-
lación por aver sido apelados ante ellos de los dichos alcaldes or-
dinarios.
29. yten se suplica a v. m. que por quanto pasa un gran des-
orden en el dicho Nuebo Reyno
en el probeer de los alcaldes hor-
dinarios, lo uno en no probeerse
en dia señalado, como es uso y
costumbre en todas las partes de
estos rreynos; lo otro em no pro-
beerse por suertes; y lo tercers
ques muy mas recio y cosa mao
absurda que el mismo regimiento y cabildo elige muchas vezes de
sus regidores mismos alcaldes ordinarios por que no salgan los ofi-
ciales dellos: que V. m, sea servido de dar; ede orden en el probeer
de los dichos alcaldes ordinarios la forma que en ello se ha de
que se embie a la abdiencia
la orden de este capitulo
para que ellos proueaii lo
que viere que combiene.
INDICACIONES PARA EL BUEN GOBIERNO 361
tener mandando quel dia de cada año nuebo o otro dia señalado
qual a v. m. le pareciere se junten en su cabildo y juntos boten
sobre que personas entraran en suertes para los dichos oficios e asy
boten e señalen hasta quatro o seis o los que v. m. mandare e asi
señalados por boto dellos estos seis o quatro o los que fueren se
hecharen en un cántaro para suertes y un niño como se suele hacer
saque dos nombres de aquellos del cántaro e aquellas personas
cuyos fueren sean alcaldes ordinarios aquel año mandando asi
mismo que no pueden entrar en suertes ni ser alcaldes ordinarios
regidores del cabildo ni ningún oficial de los de v. m. ni persona
ninguna que tenga titulo ni otra persona alguna poderosa ni que
tenga oficio de justicia alguna o que esto se mande generalmente
en todas las cibdades e lugares del dicho Nuebo Reyno.
30. Yten se suplica a v. m. que por quanto las provisiones
que se dan para el dicho Nuebo Reyno, e se han dado para toda la
provincia de Santa Marta, se pierden y (i) han perdido por no haber
recabdo ni cobro en ellas ni aver lugar diputado domde estén y
asi las que son contra las justicias
ellos las tomen y las hazen despa-
a la abdiencia que tenga un recer e por otras infinitas e diber-
archivo universal y que cada sas maneras se pierden de manera
pueblo tenga el particular que no ay agora una sola provi-
de sus escripturas. sion de todas quantas se han dado
desde que aquella provincia se
descubrió o a lo meruos ay bien
pocas que todas las demás son perdidas: que v. m. sea servido de
mandar y mande que todas las que están esparcidas que se pudie-
ren recoger y las que se dieren, sobre lo tocante a estos capítulos
en las que de aqui adelante se dieren para qualesquier otros efec-
tos, se pongan en el arca (2) de v. m. de las tres llabes e mande a sus
oficiales que las tomen por cuenta e asienten en sus libros la me-
moria de las que son que se haga cargo dellas para no dallas sino
por mandado de la justicia como si fuese hazienda de v. m. pues
que en la verdad es hazienda de v. m. qualquiera cosa que toque
a buena governacion de justicia porque haziendose de otra manera
ninguna cosa de las que v. w. quiere probeer en aquel rrevno no
puede aber efeto para adelante por perderse la guia por donde se
ha de hazer que son las dichas provisiones reales.
XiMENEZ (rubricado) (3).
(1) Al margen dice: fecho.
(2) En la carpetilla dice: fechas todas.
(3) Archivo general de Indias. Sevilla. Sección i. Patronato,
estante 2, cajón 2, legajo 2-17. Firma y rúbrica autógrafas.
Nota— Hemos conservado, como se ve, la ortografía del original,
y solo pusimos mayúsculas a los nombres propios que estaban todos
en minúsculas, y alguna puntuación, para mayor claridad, pues no
tenia ninguna— (Kota del Boletín).
362 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
flCflDEOiifl nflcionflh de bistoria
(Extracto de sictas)
15 DE FEBRERO
El sefior Moros informa que llenó la comisión de recibir los
objetos del Museo que debían llevarse a la Quinta de Bolívar, y
presenta el inventario de ellos
El señor Triana informa sobre los objetos arqueológicos que
se han hallado cerca de Santa Marta y que se proyecta llevar a
Chicago,
El señor Mestre manifiesta su deseo de dar próximamente
una conferencia relativa al escudo nacional.
El señor Triana hace la lectura quincenal, la cual versa sobre
la tribu de los quimbayas.
I.° DE MARZO
El Centro Atlántico de la Historia presenta al señor G. Pine-
da como su Delegado ante la Academia.
El señor Quelle, profesor de la Universidad de Bonn (Alema-
nia), pide datos sobre la Academia para la nueva edición de su li-
bro sobre instituciones científicas, y solicita el Boletín de Historia.
La sociedad Librería Italiana de Turín (Italia) envía su catá-
logo Giornale y solicita entrar en correspondencia con la Academia.
El señor Medina, de Tumerqué, envía correcciones a su tra-
bajo arqueológico presentado anteriormente, y anuncia mandar
otros sobre el mismo asunto.
La Legación de Colombia en Caracas remite un artículo del
señor A. Mata, publicado en El Universal de aquella ciudad, en
el cual se trata sobre el juramento de Bolívar en Roma, con mo-
tivo de un monumento proyectado en nuestro Congreso en el año
pasado.
El señor Correa informa respecto al libro Memorias que se
relacionan con la fundación de Armenia.
El director del Museo de Gothembourg (Suecia) acusa recibo
de publicaciones de la Academia y manifiesta su deseo de conocer
algunos documentos de los días de la conquista.
Se resuelve dar el concepto de que los objetos arqueológicos
hallados ctfrca de Santa Marta no deben salir del país, por ser uti-
lizables para el estudio de nuestra historia.
El señor Guerra hace la lectura quincenal, en la cual relata
varios episodios de la vida del doctor R. Guerra Azuola.
15- DE MARZO
El sefior de la Rosa, Ministro de Venezuela, envía 25 ejem-
plares de la obra Campaña de Carabobo; el señor Grillo, Minis-
tro de Colombia en el Brasil, el libro Resumen histórico de la^ úl-
tima dictadura del Libertador Simón Bolívar, por el procer
Abreu de Lima; y el oficial del ejército, sefior Flórez Alvarez, una
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA 363
obra del Coronel boliviano Blanco Galindo, nieto del Coronel
colombiano Fernando Galindo.
El Estado Mayor del ejército solicita algunos números del
Boletín de Historia y algunos volúmenes de la Biblioteca de
Historia Nacional que faltan en las colecciones de ese instituto.
El señor G. Restrepo, de Medellín, solicita se le envíe la obra
inédita del señor Restrepo Euse, intitulada Diccionario Histórico^
que existe en la secretaría.
El señor M. Medina, de Turmequé, envía, manuscrito, un tra-
bajo arqueológico sobre nombres geográficos, de que es autor.
El señor Wiiis renuncia el cargo de tesorero de la Acade-
mia, por ausentarse del país, y presenta las cuentas y comproban-
tes correspondientes. Se aprueba una proposición que lamenta su
separación y que agradece sus eficaces servicios.
Los señores Cortázar y Cuervo presentan el volumen xxxv
de la Biblioteca de Historia Nacional, que contiene las actas del
Congreso de Cúcuta. Son felicitados por el presidente y por el
señor Posada, fundador y propietario de dicha Biblioteca.
Se fija la próxima sesión para hacer la elección de tesorero
y designar el tema del concurso para 1924.
El secretario informa que antes de un mes estará terminada
la impresión del tomo 4.° de las Crónicas de Bogotá, por el
doctor Ibáñez.
El señor Rivas anuncia que su obra Los fundadores de Bo-
gotá aparecerá también dentro de breves días.
El señor Cuervo lee la lista de miembros de número y corres-
pondientes de la Academia, residentes en Bogotá, que no han
hecho aún la lectura histórica quincenal, a fin de invitarlos a des-
empeñar esta tarea y a solicitar de algunos de ellos, que no toman
parte en sus trabajos, se sirvan prestar su valioso contingente
El señor Rivas hace la lectura quincenal, la cual trata sobre
doña Jerónima de Orrego, la rica encomendera de los primeros
días coloniales,
2 DE ABRIL
El secretario da cuenta de que había entrado en prensa el
volumen de Biblioteca de Historia Nacional, que trata sobre el
Congreso de las Provincias Unidas de la Nueva Granada.
El doctor Marroquín envía varios libros y folletos para la bi-
blioteca de la Academia.
Es elegido tesorero de la Academia el señor Cortázar.
Se discuten varios temas para el concurso de 1924 y se
resuelve aplazar la decisión para la próxima sesión.
Se expresa la condolencia de la corporación por la muerte de
los miembros correspondientes, señores Gabino Charri y J. M.
Quijano, muerto el primero en Neiva y el segundo en esta ciudad.
Hace la lectura quincenal el señor Arrubla, la cual trata sobre
el origen de los americanos y sobre dos inscripciones que parecen
cuneiformes y que se dice fueron halladas en nuestro territorio.
364 BOLETÍN DE EUSTORIA Y ANTIGÜEDADES
Asisten a esta sesión los señores I. F, Bliss Luquiens, pro-
fesor de la Universidad de Yale, y Hastings Sleigh, distinguido
arqueólogo americano.
Designa el Presidente los miembros que deben hacer las próxi-
mas lecturas.
1 6 DE ABRIL
La Junta de la coronación del poeta Julio FIórez, dona el ál-
bum que se formó con motivo de esa ceremonia, para que sea
guardado^n la Academia.
El señor J. J. Méndez remite de Santa Marta una fotografía
del testamento del Libertador.
El General Triviño y el Coronel Chiriboga, de Quito, envían
al secretario déla Academia dos medallas conmemorativas: una
del centenario de la batalla de Pichincha y otra de la inauguración
de un obelisco en el campo de aquella jornada.
Varias bibliotecas y academias extranjeras acusan recibo de
publicaciones de la Academia y solicitan números del Boletín y vo-
lúmenes de la Biblioteca de Historia Nacional que faltan en sus
colecciones. Envían en canje algunos libros y revistas.
La comisión de cooperación intelectual de la Liga de las Na-
ciones pide, de Ginebra, un dictamen de la Academia, en la encues-
ta abierta por dicha comisión, sobre la situación del trabajo inte-
lectual en los diversos países, los males de que sufre la vida de las
gentes de letras y los remedios que se propongan, especialmente
para las condiciones económicas de los trabajadores intelectuales.
El señor cónsul de California solicita informes sobre ios requi-
sitos para emprender excavaciones en el pueblo de San Agustín.
El señor Monsalve manifesta su deseo de que se publique en
folleto su trabajo Las Mvjeres en la Independencia, premiado en el
concurso del año pasado.
Se acuerda una condolencia por la muerte del doctor Andrés
Posada Arango, sabio naturalista y erudito historiador, muerto en
Medellín recientemente.
Se presenta como candidato para miembro correspondiente a
fray Jesús Martínez, y se señala la próxima sesión para postular el
candidato del sillón de número que quedó vacante por la muerte
del señor Fajardo.
Se nombra una comisión para que haga una confrontación del
códice de la obra del historiador Pedro Simón, con la edición
publicada ahora años; y restablezca un texto auténtico y fiel, acom-
pañado de notas aclaratorias e ilustrativas.
No se acepta la renuncia que el señor Cortázar hace del cargo
de tesorero.
El señor Posada presenta el Boleiin. Histórico de Puerto Rico,
en el cual está publicada la bibliografía del General Valero, que
leyó en la Academia el año pasado.
El Mayor FIórez Alvarez hace la lectura quincenal, la cual
tiata sobre la acción de la caballería en la guerra de la indepen-
dencia.
ARQUEOLOGÍA COLOMBIANA 365
flRQUEOhOGIfl COhOmBIflnfl (1)
Sefior Presidente, queridos colegas.
Nueve años hace que me hicisteis el honor de poner mi nom-
bre en la lista de miembros de la Sociedad de Americanistas de
París, y desde entonces he seguido con entusiasmo y cariño vues-
tras labores. Cada día es mayor mi regocijo al presenciar la mar-
cha segura y la fecunda prosperidad de esta sabia y docta corpora-
ción. Hoy me habéis otorgado otro gran favor al invitarme a
dirigiros la palabra en esta hora en que celebráis una de vuestras
sesiones mensuales.
Quisiera desarrollar algún tema de honda investigación, tocar
uno de aquellos problemas que figuran en vuestra revista y que
son las bases de este ilustre centro, pero imposible me es en estos
momentos, lejos de mis libros y documentos, y cuando soy tan
sólo ave de paso en este París brillante, sobre cuyas plazas y ave-
nidas derraman, hace siglos, los soles del arte y de la ciencia sus
mejores resplandores.
Os presentaré por el momento el saludo de la Academia de
Historia de Colombia, donde el nombre de la Sociedad de Ameri-
canistas es respetado con intensidad y con quien desea aquélla estar
unida eon lazos de perdurable fraternidad.
En nuestro país hay un campo inmenso para el estudio de
cuestiones americanistas, y en Europa es generalmente descono-
cido. Fuera de un grupo de sabios que han penetrado en él, y que
han sabido cultivarlo, se ignora nuestra historia, bien accidentada,
como nuestras montañas, con hondos abismos y con gloriosas
cumbres; no se tienen sino escasas ideas de lo que son nuestros
tesoros arqueológicos; no figuran entre las fuentes de investigación
nuestros museos; nuestros archivos y nuestras bibliotecas; y aun
las obras de nuestros tenaces historiógrafos son mencionadas en
escaso número y sólo en contadas ocasiones. Aprovecho pues
vuestro benévolo convite para mencionar algunos de esos monu-
mentos y de esas narraciones que son reliquias de otras edades,
trofeos de hazañas lejanas y huellas sensibles para el estudio de
estas elevadas cuestiones de la antigüedad americana, a la cual
habéis levantado este templo, en el corazón de Francia, en esta
poderosa Lutecia, donde toda labor intelectual tiene su colmena a
la cual acuden, en bullidor enjambre, todos los intelectuales del
mundo. Para no ser zángano traigo hoy yo tambiéa algunos áto-
mos de flores intertropicales.
Las razas aborígenes dejaron bastantes rastros de su vida, pero
en la lucha de la conquista se perdieron muchos de ellos. Era difí-
cil implantar una religión sin destruir los ídolos bárbaros; era im-
posible formar una colonia sin borrar las insignias de las tribus
(1) Conferencia, en la Sociedad de Americanistas de Parts, el
5 de abril de 1921.
366 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
que resistían la invasión. Quedaron, sin embargo, como testimo
nios de nuestra prehistoria, magníficos objetos. Existen en Colom
bia inscripciones indígenas, pintadas unas, esculpidas otras, sobre
grandes piedras que guardan el misterio de sus frases. No lejos de
nuestra capital está la de Pandi, hermosa petrografía que nadie
ha podido descifrar y que soles, nieblas y vientos han dejado intac-
ta durante siglos. Se hallan también la deSaboyá, la de Aipe, la de
Chinauta, la de Anacutá y otras tantas. Por todo el territorio pu-
sieron las diversas agrupaciones esos jeroglíficos como para per-
petuar su memoria; pero aún no ha aparecido el Champollión que
les arranque su secreto. El sacerdote Duquesne hizo esfuerzo cien-
tífico para explicar algunos de esos símbolos, y aunque Humboldt
acogiera sus conceptos, no parece aquello coronado por un éxito
completo. Fue, sin embargo, un vigoroso impulso hacia el análisis
de tales enigmas.
El doctor Zerda, que acaba de morir, escribió obra de solider
sobre los primitivos habitantes de nuestra patria. Lázaro Girón
llamó la atención, en acertado estudio, sobre algunos de esos sin-
gulares dibujos y nos dio hermosa reproducción de ellos, que ha
servido para hacerlos conocer en el extranjero. Jorge Isaacs, a
quien debemos una novela inmortal, supo también espigar en esos
terrenos de la arqueología, y publicó con juiciosas observaciones
las inscripciones de las tribus del Magdalena. Uribe Ángel y Po-
sada Arango nos mostraron, en sesudos libros, la prehistoria an-
tioqueña. Vicente Restrepo y Ernesto, su hijo, han profundizado
bastante estas cuestiones etnológicas, y tenemos de ellos muy in-
teligentes producciones. Ultimament'^' Miguel Triana ha copiado
pacientemente todos esos grotescos escritos precolombianos y en-
saya en estos momentos un trabajo de interpretación. Mas a pesar
de todo este empuje, de unos y de otros, queda lugar, y vastí-
simo, para los hombres de ciencia que quieran ir a sacar la verdad
de entre esos ignotos signos y a poner nuevos capítulos a la histo-
ria de las razas primitivas.
Y no solamente esos pictóricos recuerdos tenemos para re-
construir la vida aborigen; hay también esculturas de un valor
altísimo. Allá donde nace el Magdalena, rodeado de selvas impene-
trables y de un nudo de cordilleras, hay un santuario que es tam-
bien un arcano de nuestro génesis. Allí están, en la aldea de San
Agustín, muchísimas estatuas y figuras de piedra, de tamaño heroi-
co la mayor parte de ellas. Caldas, nuestro sabio mártir, fue, según
parece, él primero que habló de esos monolitos; y luego Codazzi,
un eximio italiano que hizo de Colombia su segunda patria y don-
de terminó su vida, redactó un estudio de ese templo de los anda-
quíes o de un pueblo anterior a éstos. Al par de las de Teotibua-
cán y de Tiguanaco, bien conocidas de los americanistas, y que en
Méjico y Bolivia se guardan con veneración, están estas efigies de
recónditas épocas de nuestro país.
Bien que, últimamente, uno que otro europeo ilustrado haya
llegado hacia ese escondido lugar y tomado reproducciones de
ARQUEOLOGÍA COLOMBIANA 367
aquellos dioses o magnates, están todavía por hacer allí investiga-
ciones serias y hondas y por aclarar el origen y el significado de
esas monstruosas imágenes.
Aquí, en el Museo del Trocadero, existe una de esas piedras,
traída según he conjeturado por Chanfajon, ahora medio siglo. Y
en uno de los parques de Bogotá se encuentran actualmente dos
que fueron trasladadas allí hace tres lustros.
En el año pasado fueron descubiertas no lejos de dicho vi-
llorrio otros monolitos, Y por los lados del litoral se han hallado
también con frecuencia imágenes salvajes.
No quedaron edificios de nuestros aborígenes como en Mé-
jico y el Perú, pero parece que en la hora del descubrimiento ya
iban a entrar ellos en la época déla arquitectura. Yacen, por ahí, en
un pueblo llamado Ramiriquí, caídas por el suelo, columnas de
piedra que iban a ser la base de algún palacio o templo de sus
dioses.
De cerámica se hallan con frecuencia curiosos artefactos. Un
tiempo se perdían muchos por la ignorancia de los campesinos que
tropezaban con ellos al labrar la tierra, y sólo algunas personas los
guardaban. Hoy todo el mundo aprecia allá esos objetos, se reco-
gen con exquisito esmero, se les estudia y se les estima en todo su
valor científico. Los museos europeos guardan muchos de ellos,
traídos de Colombia, y en el de Bogotá existe una profusa e inte-
resante colección. Su catálogo tuve el gusto de presentarlo a la
Sociedad de Americanistas, ah^ra días: en él podéis ver cómo
adelantan en esa altiplanicie las aficiones arqueológicas. Además
de ese museo que acabo de mencionar, y que contiene varias pre-
seas de todas las épocas de nuestra historia, poseemos otros bien
notables, como el de Zea, en Medellín, y el que en Pamplona está
formando el Reverendo Padre Rochereau, ilustrado francés que
vosotros conocéis por haber publicado él recientemente en vues-
tro Jornal notables escritos y por saber vosotros que él vino,
desde aquellos lejanos confines, a empuñar el fusil en la gran gue-
rra, y a luchar por la Francia en sus largas horas de martirio y de
gloria.
Posee Medellín, además del Museo Zea, que acabo de mencio-
nar, el del señor Leocadio Arango. Es una de las mejores colec-
ciones privadas que se han hecho en Sur América de utensilios
de los aborígenes, y hay allí fecundo campo para las gentes exhu-
madoras del pasado. Desgraciadamente no es conocido sino en
aquella región, pues el catálogo que se hizo de él se limitó a
unos tres a cuatro ejemplares, de uno de los cuales soy poseedor,
por galante donación de su dueño, pero no me fue posible conseguir
otro para presentarlo a la Sociedad de Americanistas, a fin de que
se conociera aquí ese gran tesoro de arqueología. Abrigo el pro-
pósito de hacer algún día una nueva edición de esa lista.
A fines del siglo anterior fue hallado un montón de objetos
de oro que se ha llamado el tesoro del cacique Calarcá. Aquella
valiosísima colección de poderosa estimación, curiosa y rica como
pocas, fue obsequiada a España y se guarda en uno de los museos
368 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
de la madre patria con exquisito esmero. Notables estudios se hi-
cieron sobre ella, pero aún pueden los escalpelos de la crítica sacar
nuevas síntesis de esas áureas reliquias.
Desde los primeros días de la conquista se redactaron obras
sobre las lenguas indígenas. El Padre Lugo trabajó una gramática
chibcha, el Padre Albis un vocabulario de los andaquíes, Gumilla
nos dio pormenores de las lenguas del Orinoco, y otros tantos mi-
sioneros laboraron en ese yunque de las hablas primitivas.
Cuando Catalina de Rusia quiso coleccionar tratados sobre el
lenguaje de los antiguos pobladores del Nuevo Mundo y se solici-
taron en América, fueron hallados varios en nuestra patria, de alto
mérito, gracias al esfuerzo de Mutis. Por diversas circunstancias
dispersóse esa biblioteca lingüística, pero por ahí han ido apare-
ciendo tales joyas. Recientemente el Reverendo Padre Fabo ha
hallado, en viejos archivos, una gramática de una de esas lenguas
muertas, la de los sálibas, que formaba parte de aquélla y que es
de alto valor para esos estudios.
Y después de la colonia son notables los trabajos que se han
emprendido sobre este ramo. Ezequiel Uricoechea publicó un
libro sobre el idioma chibcha, que es portentoso, y fundó aquí en
París una biblioteca de lenguas ¿mericanas, de las cuales se edita-
ron varios volúmenes. A aquel benemérito colombiano se deben
otras producciones sobre nuestros aborígenes, de alto mérito. Es-
cribió una obra sobre cartografía intitulada Mapoteca Americana,
que es un prodigio de erudición y laboriosidad; fue él catedráti-
co de árabe en la Universidad de Bruselas en sus últimos años; y
un día emprendió viaje de estudio a las regionss de oriente. Allá,
en Siria, murió en momentos en que podía darnos frutos opimos de
su intensa sabiduría.
El obispo señor Celedón escribió la gramática goajira, y los
padres candelarios Fernández y Bartolomé nos han dado la de una
de esas hordas nómadas que vagan en nuestras grandes llanuras.
Varios extranjeros han estudiado también nuestros lenguajes
muertos. Humboldt, que llegó como un astro, entre las nieblas de
la colonia, a iluminar nuestro campo geográfico y arqueológico,
mostró al mundo, en todo su esplendor, las grandes maravillas
naturales de nuestras comarcas y reveló, a todas las gentes, muchos
secretos de nuestra prehistoria. Luego Nadaillac, Douay, Bollaert,
Kunz, Uhle, Seler, Read y otros tantos han buscado esos filones
y sacado preciosas alhajas, y recientemente habéis visto los erudi-
tos y sabios trabajos de vuestro distinguido secretario el doctor
Rivet; pero muchas investigaciones pueden aún hacerse en estas
cuestiones filológicas y quién sabe cuántos trabajos estén por ahí
olvidados en bibliotecas y archivos.
En el último número de vuestro Journal habréis visto dos de-
talles que dan la medida de la amplitud que están tomando en nues-
tra patria estos estudios. Ahí está reproducida una inscripción abo-
rigen tomada de un modesto periódico de una ciudad de provin-
cia, y se mencionan los trabajos lingüísticos que allá en lejano
ARQUEOLOGÍA COLOMBIANA 369
pueblo de los llanos de Vülavicencio ha emprendido un inteligen-
te misionero. Tiene él, según anuncia el periódico de ese recóndito
lugar, un diccionario de dos mil palabras en seis idiomas indígenas,
V que va a ser impreso allá junto con catecismos y gramáticas de
esas lenguas.
En el Boletín de nuestra Academia de Historia se publican
con frecuencia trabajos sobre cuestiones americanistas. Especial-
mente debo mencionar los del señor Medina, quien escribe desde una
pequeñísima población artículos notables sobre etimologías de las
voces indígenas, y ha logrado explicar muchas de sus denominaciones
geográficas. Además de ese Bo/eünqne acabo de mencionar se publi-
can revistas de historia en Medellín, Manizales, Cartagena y Cali.
Allí se habla sesudamente de nuestra historia primitiva, y entre los
estudios de la conquista debo mencionar el profundo trabajo hecho
recientemente por Otero D'Costa sobre el gran adelantado Ji-
ménez de Quesada, así como el de Rodrigo Noguera sobre Ro-
drigo de Bastidas. Carlos Cuervo Márquez ha publicado un libro
sobre arqueología colombiana, bastante meritorio, y ha colaborado
en muchas revistas con sus producciones científicas.
Poseemos en nuestra capital una gran biblioteca donde al
lado de valiosos incunables y raras ediciones hay obras desconoci-
das de los que estudian la historia de América y que son fuentes
inagotables para ello. En la laboriosa bibliografía que ha publicado
en el penúltimo número de la revista de esta Sociedad el doctor
Rivet, habréis visto mencionadas muchas obras que se refieren a
nuestra arqueología y a otros ramos de la historia que difícilmente
se encuentran en otra parte, y las tenemos en esa biblioteca que
fundara allá en el corazón de los Andes el Virrey Ezpeleta.
Otra gran fuerza para el estudio son nuestros archivos. Los
tenemos en abundancia, y el clima de Bogotá es propicio para ello,
así como el de las otras ciudades del interior. En ellos se busca hoy
por los miembros de la Academia de Historia y por todos los
amantes de estas tareas, la verdad de los episodios de nuestros
anales. Están abiertos al extranjero y se tienen buenos catálogos de
ellos. Cuántas maravillas se esconden aún en aquellos legajos; qué
de cosas ignoradas habrá aún en esos códices sobre los cuales ha
caído el polvo de los siglos.
Hemos tenido historiadores desde los días del descubrimiento,
y hoy más que nunca se labora en ese huerto con tenaz empeño.
Nuestro conquistador principal, Jiméqez de Quesada, el fundador
de nuestra metrópoli, supo narrar sus propias proezas. Con la
misma mano que empuñaba la espada que de un tajo derribó un
reino, manejaba luego la pluma para referir a la posteridad sus
hazañas inverosímiles. Dos de sus compañeros, Lebrija y San Mar-
tín, fueron también cronistas de esa inmortal empresa.
Y Castellanos, a quien vosotros conocéis y a quien menciona
Larousse en su grande enciclopedia, y Medrano, Aguado, Simón,
Zamora, Ocáriz, Piedrahita y Rodríguez Fresle, que vinieron des-
xrv— 24
370 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
pues. Todos ellos nos dejaron luego, en los días coloniales, intere-
santes páginas de nuestros anales. Aun hoy existen, tal vez, relatos
inéditos de esos tiempos por aquí en los archivos de Europa.
Una de -las obras de Castellanos duró perdida casi cuatro
siglos, y hace pocos años fue hallada en un recóndito monasterio de
España. La de Aguado dormía en los anaqueles de la Academia de
Historia de Madrid, y me tocó no hace mucho dar a la publicidad
lo relativo a Colombia; el gobierno de Venezuela hizo imprimir
después lo que se refiere a ese país; y más tarde la misma Acade-
mia formó nueva edición de toda la obra.
He mencionado anteriormente a Mutis, y debo daros noticia
de este sabio que vivió en nuestra patria. Era de Cádiz y dirigió
en el virreinato de la Nueva Granada, que así se llamaba entonces
nuestro país, la Expedición Botánica. Fue amigo de Linneo y diole
a éste preciosos datos para su gigantesca obra. Mutis halló allá
una ñora y una fauna no estudiadas aim y dio sobre ellas ideas de
altísima novedad. Le ayudaron en su empresa Caldas, Zea, Loza-
no y otros tantos sabios de nuestro terreno.
Esos caminos abiertos por Humboldt y Mutis y transitados
luego por otros sabios no los hemos dejado cegar, y allí podéis ha-
llar vastos horizontes para vuestros estudios. Aun los simples via-
jeros, qué serie de novedades hallan cuando recorren nuestro
territorio; ahí están Mollien. Lemoyne, Safray, Andrée, Reclus,
Espagnac, Brison Crevaux y Brettes para no hablar sino de los
franceses. Y aun Gabriac y Serré, que nos trataron con un tanto de
ironía, pero que también acrecieron allá sus conocimientos y nos
dieron producciones solicitadas por los bibliófilos.
A Colombia se le ha dado a conocer recientemente por sus
riquezas naturales y su comercio; son ya del dominio de los econo-
mistas y hombres de negocios sus minas, los productos de su agri-
cultura y de su pesca, su ganadería y el impulso de sus fábricas.
También se ha hecho propaganda a su literatura, y no son desco-
nocidos los nombres de sus tribunos y de sus trovadores, de sus
periodistas y de sus hombres de estado. Pero creo son ignorados
sus tesoros históricos, por eso he señalado algunos de ellos.
Bastante se ha trabajado allá, y bastante se trabaja hoy día en
el campo de la historia americana. Pero el escenario es vastísimo y
he querido enseñaros al mismo tiempo todas las regiones que se
abren allí para el estudio.
El Boletín de la Academia de Historia forma ya bastantes
volúmenes, y en ellos se ven capítulos dedicados al estudio cientí-
fico de América y de sus habitantes desde las épocas más anti-
guas hasta nuestros días. Además de esa revista ha publicado nues-
tro instituto varias obras sobre nuestra historia: etnología, lingüís-
tica, paleograiía, numismática, cartografía, bibliografía; todos los
ramos de la ciencia de Clío han sido ensayados con más o menos
éxito. Nuestras bibliotecas, nuestros archivos, nuestros museos,
nuestras academias, nuestros liceos, están abiertos para toda noble
aspiración. Allí se os prestará benévola colaboración para vuestras
INFORMES 371
tareas; y a todo sabio que tocare a sus puertas se le ayudará en su
obra, y respetados serán sus trabajos. Hago, para terminar, mis
votos entusiastas y sinceros por la posteridad de este noble insti-
tuto y de cada uno de sus miembros.
Eduardo Posada
inFORmES
J
DATOS SOBRE EL ARZOBISPO FLÓREZ V OTROS
£1 señor director de la Biblioteca Nacional ha pasado a la
Academia una solicitud dirigida por el señor Carlos Flórez Vicu-
ña, abogado de Santiago de Chile (casilla .^,774), en la cual hace
varias consultas respecto de tres personajes que figuraron en nues-
tra Patria: don Pedro Flórez Ordóñez, don Juan José Flórez y don
Manuel Flórez. La Academia tuvo a bien confiarme el estudio de
tal asunto, y en consecuencia me permito proponer que se diga
al señor director de la Biblioteca lo siguiente:
I," Sobre don Pedro Flórez Ordóñez, arzobispo de Santafé.
Sin duda por equivocación invierte el señor Flórez Vicuña el orden
de los apellidos, pues el arzobispo se llamaba don Pedro Ordóñez
y Flórez. Su gobierno fue de corta duración, y no creo fácil conse-
guir los documentos que desea el peticionario. En la sacristía de la
Catedral de Bogotá existe un retrato al óleo de dicho arzobispo;
don Juan Flórez de OcáViz, en el tomo i de sus Genealogías del
Nuevo Reino (página 134), suministra informes interesantes acerca
del prelado de quien trata.mos; y el señor José Manuel Groot le
dedica unas líneas en el tomo i." (página 241) de su Historia
Eclesiástica y Civil de la Nueva (í^<i«ai¿z ísegunda edición). Como
las dos obras citadas son hoy dia de difícil consecución, estimo
que, para complacer al señor Flórez Vicuña, podría copiarse en la
Biblioteca Nacional el contenido referente al señor Ordóñez y Fló-
rez en las obras y páginas mencionadas,
2.* Sobre don Juan José Flórez. Estimo que debe contestarse
al peticionario que siendo tan intensa la actuación política del
General Flórez, desarrollada en su parte principal en países ftis-
tintos de esta República, no es aquí donde se podrá obtener la
mejor obra acerca de su administración y su vida pública.
3.° Sobre el señor don Manuel Antonio Flórez. No se ha es-
crito, que sepamos, obra completa y documentada acerca de este
personaje; su retrato figura en la galería de virreyes del Museo
Nacional. El señor Groot, en el tomo 2,° (página 177 y siguientes)
de la Historia expresada, da varios datos sobre el virrey Flórez,
que podrían extractarse o copiarse textualmente y enviarse al pe-
ticionario.
Bogotá, 15 de noviembre de 1922.
Vuestra Comisión.
José María Restregó Sáent
372 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
II
CENTENARIO DE CABALLERO Y GÓNGORA
En la penúltima junta que celebró la Academia en e! año pa-
sado se nos encomendó el estudio de una comunicación dirigida
por el señor cónsnl de Colombia en Córdoba al señor ministro de
Relaciones Exteriores, pasada por éste, en calidad de consulta, a
nuestro instituto.
En el citado escrito participa el señor don José Maria Rey,
quien desempeña con acierto tal consulado, que el 24 de mayo de
1923 se celebrará en Priego, ciudad perteneciente a la provincia
de Córdoba y cuna del varón egregio que se llamó don Antonio
Caballero y Góngora, el segundo centenario de su nacimiento, con
unas fiestas religiosoliterarias, en las cuales los paisanos del arzo-
bispo virrey se disponen a tributar a la República de Colombia
un himno de amor y de respeto y a levantar, en mármol o en
bronce, la figura del insigne mandatario del Nuevo Reino de Gra-
nada. Acompaña el señor cónsul copia de un párrafo del acta de
la sesión del ayuntamiento de Priego del 13 de julio de 1922, en
la que se ordenó celebrar con pompa el mencionado centenario y
dar el nombre de Calle del Arzobispo Caballero Góngora, a una de
las principales de la población, y el de Paseo de Colombia al co-
nocido hasta hoy cop el del Adarve.
Pide el cónsul al ministro de Relaciones Exteriores una ayu-
da económica, aunque sea modesta, del gobierno de Colombia,
para llevar a cabo los relatados festejos, y ofrece ceder el original
de una memoria biográfica del señor Caballero y Góngora a la
Academia de la Historia de Bogotá.
Parécenos digna del mayor apoyo la actuación del señor cón-
sul de Córdoba, así como la del ayuntamiento de Priego, pues
ambas tienden a estrechar los vínculos que nos unen con la madre
patria y a honrar la memoria del ilustre mandatario andaluz, que
tanto trabajó por el adelanto moral y material de la Nueva Gra-
nada. Creemos que el gobierno nacional y la Academia de His-
toria están en el deber de corresponder a ese gesto de simpatía por
Colombia, poniendo cada uno de ellos de su parte lo que las cir-
cunstancias exigen y permiten.
En consecuencia, solicitamos vuestros votos para las siguien-
tes proposiciones:
I .* Dígase al señor ministro de Relaciones Exteriores, en con-
testación a su consulta, que la Academia Nacional de Historia es-
tima que de la partida de gastos imprevistos del ministerio se
envíe al ayuntamiento de Priego, por conducto del señor cónsul
de Colombia en Córdoba, la suma de mil pesetas para ayudar a la
celebración del segundo centenario del nacimiento del araobispo
virrey don Antonio Caballero y Góngora, y que convendría que
el gobierno se hiciera representar en estas festividades.
2.* La Academia Nacional de Historia de Colombia se asocia
regocijada a la celebración del segundo centenario del arzobispo
INFORMES 373
virrey, envía al ayuntamiento de la ciudad de Priego un voto de
aplauso y de cariño con motivo de las manifestaciones que hace
a esta república, y designa para representar a la corporación en
las ceremonias oficiales que tendrán lugar en mayo del corriente
año, a los señores don José María Rey, iniciador del homenaje a
Colombia, distinguido cónsul de nuestra patria en Córdoba y cro-
nista de esa noble provincia, y don Ernesto Restrepo Tirado, a
quien, en nota de estilo, se comunicará por la secretaría de la A.ca-
demia el respectivo nombramiento y se hará saber el contenido de
la presente proposición para que lo transmita al ayuntamiento de
Priego.
Bogotá, 31 de enero de 1923 — Vuestra Comisión, fosé Marta
Restrefio Sáenz — José Manuel Mar roquín.
III ,
PROCESOS DE NARIÑO Y OTROS
Valiosísima es la documentación presentada a la Academia
por el señor don José María Pérez Sarmiento. Consta ella de tres
voluminosos legajos copiados en el Archivo de Indias de Sevilla, y
que tratan sobre los célebres procesos levantados a ñnes del si-
glo XVIII contra los precursores de nuestra independencia.
El primero contiene la causa por la publicación de los Dere-
chos del hombre, seguida a Nariño y su defensor don José Antonio
Ricaurte, la cual consta de 196 documentos, en 235 pliegos.
El segundo, las causas por pasquines sediciosos seguidas a los
señores Luis Gómez, Pablo Uribe, José María Duran y José de
Arellano; y por tentativa de sublevación seguida a los señores José
María Lozano, Ignacio Sandino, José Ángel Manrique, Enrique
Ümafia, Luis de Rieux, Francisco A. Zea y Pedro Pradilla, las
cuales constan de Ó5 documentos (197 a 261), en 42 pliegos (236 a
277 bis). Allí está también la causa por sospechas de conspiración
seguida al señor Juan Alegre, la que consta de 15 documentos
(262 a 277), en 28 pliegos {2"]^ a 306).
El tercero, nuevas diligencias sobre las causas anteriores, las
que constan de 10 1 documentos (278 a 377), en 180 pliegos.
Son todos estos autos de una importancia ingente para el es-
tudio de la historia de aquellos días angustiosos que precedieron
al grito de independencia y que fueron el preludio del glorioso y
magnífico drama. En ellos se pintan el dolor y las emociones que
anunciaban el alumbramiento de la grande idea; y es con un sen-
timiento de gratitud y de compasión a un tiempo mismo como se
lee allí lo que hicieron aquellos promotores, en esas lejanas horas
de la colonia, y las persecuciones que cayeron sobre ellos, impla-
cables y temibles.
Estos voluminosos códices muestra son de cuánto es el tesoro
de historia patria aún escondido en los archivos europeos. De Na-
riño y sus Derechos del Jiombre todos aquí hablábamos, pero en
realidad nadie había hojeado su célebre proceso. En la Biblioteca
574 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Nacional hallé ahora años, revueltos y apolillados, varios papeles
del ilustre bogotano, los arreglé lo mejor posible, hice gestiones
para que fueran encuadernados, y los publiqué, en unión del
doctor Ibáñez, en el libro que intitulamos El Precursor, bien
conocido hoy por todos los amigos de la historia y por todos los
amantes de las glorias de la patria.
En el prólogo de esa compilación de documentos sobre Nari-
ño, que salió en 1903, puse estas palabras: «De ese extenso proceso
que se instruyó contra Nariño no poseemos, a pesar de las investi-
gaciones que hemos hecho, sino los fragmentos que hoy publi-
camos. El sumario se dividió en tres partes: una por sedición,
otra por pasquines y otra por impresión de los Derechos del hom-
bre. Quizás en España existan, originales o en copia, esos autos
preciosos. ¡Cuánto dato curioso no habrá en esas hojas, relativo a
aquella última década del siglo xviii y a ese proceso inmortal! No
hemos hallado sino esas declaraciones mutiladas (página 49); la
defensa del acusado (página 51); la ronda en el convento de ca-
puchinos (página 143); y el concepto de los fiscales ante el
Consejo de Indias (página ni). Bastante luz nos dan estas pie-
zas sobre la célebre causa; pero ¿cuántos incidentes están envuel-
tos en el misterio? Parece que Nariño se declaró culpable en su pri-
mera declaración, según se ve en varios párrafos de su defensa,
pero luego en ésta, aun cuando no elude la responsabilidad del
hecho, trata de demostrar que no cometió, al ejecutarlo, un delito
contra la religión ni el Estado. Es curioso, entre los argumentos
que pone para tachar de nulidad su indagatoria, la afirmación que
hace de hallarse enfermo, y presenta, como prueba, el reconoci-
miento que le hizo en la cárcel el doctor Honorato Vila. Muestra
Nariño allí sus estudios médicos, y se ve, además, cuan grandes
fueron sus padecimientos, pues llegóse hasta llevarle un confesor,
creyéndolo en peligro de muerte.»
El erudito publicista señor Medina, en su Historia de la Im-
prenta en Saníafé de Bogotá, refirió que había visto el interesante
sumario en el Archivo de Indias. Llamé en un periódico de esta
ciudad la atención sobre ello, y luego hablé extensamente en mi
obra Bibliografía bogotana, de aquella actuación que se creía
perdida.
El señor Pérez Sarmiento, atento a ese aviso, y con la excita-
ción del ministerio de Relaciones Exteriores, tomó copia entonces
de varios manuscritos en aquel archivo y los publicó bajo el título
de Proceso de Nariño. Después en su interesante revista Colombia,
que dirigía en Cádiz, insertó otras piezas relativas al mismo asunto.
Don Lorenzo Marroquín dio a la estampa, en 19 13, un estu-
dio llamado Los Precursores , en el cual se encuentran muchas car-
tas de don José Antonio Ricaurte, el defensor de Nariño, escritas
en sus largos y dolorosos días de prisionero.
Sobre el proceso de los pasquines escribí también algo en el
número 96 de nuestro Boletín (mayo de 1913), y allí traté de es-
cudriñar detalles sobre los cuatro jóvenes que fueron al destierro
INFORMES 375
como sindicados de ellos. Pero cuáa pocos datos tenía sobre la in-
formación levantada contra los reos y sobre sus infortunios en los
lejanos presidios. El señor Tascón, en su biografía del general
Cabal insertó piezas sustanciales relativas al ostracismo de aquellos
patricios.
La nueva documentación que hoy presenta el señor Pérez
Sarmiento viene a completar aquellos trabajos que eran necesaria-
mente escasos por faltar aquí esa materia prima que en tal abun-
dancia ha hallado ahora nuestro colega en los anaqueles de aquel
santuario sevillano.
Por el momento, opino, deberia publicarse en nuestro Boletín
el índice de los documentos; y luego todos ellos como volumen de
la Biblioteca de Historia Nacional, arreglados metódicamente,
con un prólogo escrito por alguno de los miembros de la Acade-
mia, colocándole notas aclaratorias y acompañados de tablas
alfabéticas
En consecuencia, hago respetuosamente la siguiente proposi-
ción: La Academia Nacional de Historia da un voto de aplauso al
señor J. M. Pérez Sarmiento por la tarea de hacer copiar en el Ar-
chivo de Indias documentos importantísimos relativos a nuestros
anales; le agradece altamente la donación que ha hecho de ellos a
esta corporación, y resuelve publicar, en la revista que le sirve de
órgano, el índice de esa documentación, y luego, en libro, las
piezas que estuvieren inéditas.
Bogotá, I.* de febrero de 1923 — Eduardo Posada.
IV
MIEMBRO CORRESPONDIENTE
En cumplimiento de la disposición reglamentaria nos es grato
informar sobre la candidatura del señor Enrique Ruiz Guiñazu
para miembro correspondiente de esta corporación.
El señor Ruiz Guiñazu es un distinguido escritor argentino,
catedrático de las Facultades de Derecho y Ciencias Económicas
de Buenos Aires, y ha publicado obras notables sobre historia de
América. Una de ellas, Magistratura Indiana, obtuvo el año ante-
pasado el premio de la raza, que otorga anualmente la Real Aca-
demia de la Historia en Madrid. En sus páginas se encuentran
curiosos datos ' acerca de los tribunales que funcionaban en los
tiempos coloniales, y se hace una exposición completa respecto de
la organización y procedimientos de la justicia en el continente
americano .
Además, el señor Ruiz Guiñazu colabora actualmente en los
diarios de su país con estudios históricos de verdadero mérito, y es
un sincero amigo de Colombia.
Por todo ello es merecedor del título de correspondiente de
nuestra Academia, y en tal virtud atentamente proponemos que
se le expida el diploma respectivo.
Bogotá, abril 30 de 1923 — Raimundo Rivas— Gerardo Arruóla
376 BOLETÍN DK HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
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PUBLICACIONES RECIBIDAS DESDE EL I." DEO'TUBRE DE 102:
HASTA LA FECHA
Epopeya de la Libertad (Manuel C. Bonilla), tomo i, Lima.
Manual del Derecho Parlamentario (Tomás Jefferson), Pa-
rís, 1827.
La Campaña de Carabol^o (Coronel Arturo Santana\ Cara-
cas, 1921.
Monografías, tomo ii (Rufino Gutiérrez), volumen xxx de
la Biblioteca de Historia Nacional, Bogotá, 1921.
Ricaurte y sus impugnadores ante la critica (Luis Orjuela),
volumen xxv de la Biblioteca de Historia Nacional, Bogotá,
1922.
Epistolario del doctor Rufino Cuervo, tomo iii (L. A. Cuer-
vo), volumen xxiv de la Biblioteca de Historia Nacional, Bogo-
tá, 1922.
Compilación Cundinamarquesa (Alfredo Cortázar Toledo),
edición oficial, tomol, Bogotá, 1922.
Monografía de Misiones vivas de Agustinos Recoletos en
Colombia, tomo ili (Marcelino Ganuza), 1921.
Simón Bolívar (G. A. Shewell), traducción de R. Cortázar,
Bogotá, 1922.
El libro amarillo de Venezuela, Caracas, 1921.
Memoria del Ministro de Instrucción Pública de Colombia,
Bogotá, 1921.
Armas antarticas, tomos 1." y 2.° (J. de Miramontes Zuazo-
la), Quito.
fournal de la Société des Americanistas de París, tomo iii,
1921.
Correspondencia del doctor Manuel Herrera y Obes, tomo
IV, Buenos Aires, 1919.
La religión del Imperio de los Incas (J. Gijón y Caamaño),
volumen i, Quito.
Artefactos prehistóricos del Guayas (J. Gijón y Caamaño),
Quito, 1919.
Contribución al conocimiento de las lenguas^ indígenas que
se hablaron en el Ecuador interandino y occidental con anterio-
ridad a la conquista española (J. Gijón y Caamaño), Quito, 1919.
Mitos de los indios jibaros (Rafael Karsten), Quito, 1919.
El asesinato del Gran Mariscal de Ayacucho (N. A.Gon-
zález), Bogotá, 1908, tomos i y ii.
Hojas de laurel (F. Jiménez Arraiz), Caracas, 1921.
La Biblioteca de Maestros (Antero Urioste). Montevideo,
1922.
Memoria del Ministro de Obras Públicas, Bogotá, 1922.
Informe del Ministro de Relaciones Exteriores, Bogotá,
1922.
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA 377
Memoria del Ministro de Instrucción Pública, Bogotá, 1922.
Obras completas {Miguel Antonio Caro), tomos i, il y ni,
Bogotá.
Selección literaria (Diego Rafael deGuzmárí), Bogotá, 1922.
Monografía de Almaguer (Arcesio Guzmán), 1921.
General Benjamín Herrera (A. Robayo L.), 1922.
Escalafón general del Ejército activo de Colombia, 1921.
POR CANJE.
L'Amerique, Santo Domingo (Pradt).
Oeuvres choisies de Richarson, Pamela, tomos 1 . " y 2.°, Pa-
rís, 1821.
Recherches sur la population et sur la faculté de acroisse-
ment deVespécehumaine (William Godwin), 2 tomos, 1821.
Notions elementaires d'Economie Poliiique (Comte d'H***),
París, 1825.
Lois de la Nature.
L'art du distillateur (Dicbuisson), 2 tomos.
De Vesprit (Helvetíus), 2 tomos, París, 1822.
Oeuvres completes de VAbbé de Mabli, 12 tomos, 1797.
Cours de Philosophie Genérale (H. Azais), 8 tomos, París,
1824.
Des principes de VEconomie Politique et de l'import (David
Ricardo), 2 tomos, 1819.
Le Rodeur Francés ou les gioeurs du jour. Cinco tomos,
París, 1821 .
DIARIOS V REVISTAS NACIONALES
Memorial del Estado Mayor del Ejército, Bogotá,
Anuario Estadístico, 1916 y 1917, Bogotá.
Revista de Agricultura, Bogotá.
La Nueva Italia, Bogotá.
Anales del Consejo de Estado, Bogotá.
Repertorio Boyacense, Tunja.
Archivo Historial, Manizales.
Colombia, Medellín.
Boletín Diocesano, Tunja.
Repertorio Histórico, Medellín.
Estudio y Trabajo, Medellín.
El Propagador, Támara.
El Porvenir, Cartagena.
Gaceta Municipal, Girardot.
Norte de Santander, Gaceta Departamental, Cúcuta.
Eco de Oriente, Villa vicencio.
Juventud Bartolina, Bogotá.
Gaceta Judicial, Bogotá.
Boletín de Estadística, Bogotá.
La República, Barranquilla.
Revista Pedagógica, Bogotá.
>78 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Revista Jurídica, Bogotá.
Registro Municipal, Bogotá.
Elio, Sonsón.
La Batalla, Cali.
El Colombiano, Medellín.
El Trabajo y Popayán.
El Trabajo, Cúcuta.
El Día, Cúcuta.
Boletín de la Sociedad de Embellecimiento, Bogotá.
EXTERIOR
Revista del Archivo General Administrativo del Uruguay,
Montevideo.
Journal de la Société des Americanistes de París.
Boletín de la Academia Nacional de Historia del Ecuador.
France. Amerique, París.
Boletín de la Academia Nacional de Historia, Caracas.
Revista de la Universidad Nacional de Córdoba.
Colombia, Revue mensuelle, París.
The Colombian Review, New York.
El Exportador Americano, Nueva York.
The Colombian Trade Review, London.
Boletín de la Unión Panamericana, Washington.
ínter America, Nueva York.
L' Opinión.
Boletín de la Real Academia de Historia, Madrid.
Boletín del Centro de estudios americanistas de Sevilla.
Bülletin de U Amerique latine, París.
Anales de Instrucción primaria del Uruguay, Montevideo.
Boletín del Ministerio de Relaciones Exteriores del Salva-
dor.
Boletín de la Biblioteca Municipal de Guayaquil.
Boletín de la Biblioteca Municipal de San José de Costa
Rica.
Boletín de la Biblioteca América de la Universidad de San-
tiago de Compostela, Buenos Aires.
Revista Chilena, Santiago de Chile.
Bogotá, septiembre 30 de 1922. El Bibliotecario, Manuel
Marta Meza.
EPlSCObflRlO DEfa \7IRREy ESbñl7fí (1)
EL ATAQUE A CARTAGENA
Expresamos en la anterior entrega el concepto obvio de que
el mayor prestigio del señor Eslava estriba en que su nombre su-
giere el hecho de armas que mereció a Cartagena el dictado de
HEROICA, en la historia ignorada, del cual ciframos desde la pri-
(1) Véase el número 158 de este Boletín.
epístola KIO DEL VIRREY ESLAVA 379
mera ojeada el valor máximo de este epistolario, así como fue ello
la razón que más determinadameate hubo de movernos a su publi-
cación. Allí se encuentra, en efecto, el jíroceso íntimo de la defen-
sa de aquella plaza, desde los aprestos hasta su feliz término, con
todas las contingencias que la acompañaron, por el aspecto fiscal:
lo cual muestra la tenacidad del virrey en su empeño de allegar
recursos, luchando sostenidamente en e! interior (al igual que con
los sitiadores), contra la falta de espíritu público que desde enton-
ces caracteriza a la familia indohispánica, y es este a nuestro pa-
recer el aspecto más brillante de la actuación del señor Eslava en
aquella emergencia :
cS. mió; El Rey nro. Sr.^que Dios Ge . cuidadoso de la
■Quietud, y sossiego de estos Reynos se desvela dando las providen-
cias más eficaces para la defensa, y para conseguir el fin desseado
de impedir los insultos de Yngleses en la costa de tierra firme a
embiado a este Puerto dos Navios de Guerra, y quatrocientos, y
cinquenta soldados veteranos, que quedan empleados haciendo el
servicio: A mas de que por las noticias vltimas de Spaña se tiene
aviso cierto de que se estaban apromptando otros mayores socorros
con destino para la America. En cuia consequencia encargo a
V. S. que haciendo saber a los vecinos de essa Ciudad, y Provincia
la necesidad vrgente de estas Caxas Reales, a causa de los gastos
que ocasionan las Esquadras y tropas, que se han aumentado,
muestren en esta ocasión el celo que deven a la confianza de S. M.
subministrando a essas Caxas Reales, por via de préstamo, las can-
tidades de dinero que pudieren, para que en tiempo lleguen aquí
las remesas de los caudales que fueren entrando: lo que no dudo
se conseguirá si V, S, (como me prometo) toma a su cuidado esta
importancia.
«Dios (etc.) Cartagena, 7 de Mayo de 1740. >
Publicamos en seguida la tercera carta del mismo mes, por
servir de base a un largo y vergonzoso proceso sobre la imposibili-
dad física del oidor decano para seguir a su destino :
cCartagena 9 de Mayo de 1740
«Por Real Cédula, de 20 de Agosto del año próximo passado
de 1.739, resolvió S. M. por justos motivos de su servicio, que Dn.
Joseph Joachim Martínez Malo, Oydor Decano de essa Audiencia,
passe a la de Panamá, y que Dn. Joseph de la Quintana, también
Ministro de ella, vaya a servir a la de Quito, por combíene, y via
de providencia; y assi hará que se le intime el Acuerdo, para que
dentro del termino de dos meses, salgan de essa Ciudad a sus res-
pectivos destinos, contados desde el día en que se les hiciere no-
torio, sin admitírseles replica, ni excusa alguna, por ser esta la real
voluntad; quedando para los Despachos del publico govemando
los dos Ministros desembarazados con el Fiscal, y Protector, ínte-
rin se les acreze el numero prevenido por la real Persona, y dándo-
me quenta con autos de lo que se executare en cumplimiento de
las reales ordenes.»
380 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
La carta siguiente da a conocer el modo de subvenir a los gas-
tos ocasionados por las desgracias ocurridas en la península, sis-
tema seguido hasta última hora, para la restauración reaccionaria
contra la invasión francesa:
«Cartagena y Junio 20 de 1.740
«Respecto a que por Real Circular de veinte de Diziembre de
mil setecientos y treinta y seis, con la ocassion del fatal Yncendio
acaecido en el Real Palacio de la Corte de Madrid, se previno el
mas prudente y proporcionado repartimiento para su nueba fabrica
y tocó al Reino del Perú, y Provincias del de tierra firme, la can-
tidad de dos millones de pesos, y que lo que facilitase y dirigiese
a esta Ciudad el Presidente de Sta. Fée. se remitiese en los presen-
tes Galeones, no se ha executado hasta aora; El Sr. Oydorque
preside por mi ausencia la sala, luego, y sin dilación sacará del
poder donde se hallare este procedido, y según lo recaudado hasta
el presente, granjeando las horas, lo remitirá con persona segura,
por lo que importa su prompta percepción al Real servicio, y que
no se retarde con ningún pretexto esta remesa, dando quenta de lo
que se restare por recaudar, o del importe total.»
Aquí continúa el proceso del sitio y je hace manifiesta la
preeminencia de los chapetones sobre los criollos, que fue causa
remota de la emancipación:
«Con carta de 3 de este mes, responsiva a la mia de 7 de
Mayo, me dize V. S. que haviendo practicado de antemano todas
las diligencias possibles con esse Comercio, y Vecmdario, para que
hiciese vn préstamo a estas Caxas Rs, aora serán inútiles nuebas
diligencias, y qualesquiera apremios; por lo que en Junta de Tri-
bunales, a vista de la vrgencia, se resolvió entonces, que el Gover-
nador de esta Plaza, a proporción tomase prestado de los vecinos
de la Provincia, y comercio de España, dándole facultad para que
practicase los apremios en caso necesario. Y siendo cierto, que en
esta Ciudad y en la Villa de Monpox se están practicando espe-
cialmente desde mi arribo, y más cierto que no será suficiente esta
contribución, para subenir a los precisos gastos que aquí ocurren a
día, sin ser posible escusar alguno por tratarse del resguardo de
esta Plaza, vuelvo a insistir en que V. S. tome a su cuidado este
negocio, por ser de la mayor importancia; llevando a rigor en caso
necesario los apremios, hasta que los vecinos cumplan con el re-
partimiento se les hiciere. Y en qto. a este Governadoi puede en el
caso presente apreniiat al Comercio de España diré, que a mas de
contemplarlo sumamente cargado con los suplementos que Jia hecho a
la jMarina, dudo que essa Rl. Audiencia, ni ninguna otra de las de
Ameticas, tenga facultad para apremiar a los Comerciantes españo-
les que han venido en Galeones, y obligarlos a éste género de contfi-
huciones sin expresa orden del Rey.
«También expresa V. S. en su citada carta, que el día 22 del
pasado en Junta de Tribunales se mandó comprar dos mil Cargas
de Arina, y que liaviendo salido mas de setesientas por el
EPISTOLARIO DEL VIRREY ESLAVA 381
Puerto de Honda, solo se esperan las canoas que a este Gover-
nador se le pidieron, para cargar, y conducirlas a esta Ciudad: con
esta inteligencia passo a prevenir a V. S. que toda la que en ade-
lante viniere se ponga en flor, aplicando el mayor cuidado en se le
saque el afrecho, y (roto) para que mejor se conserve, y no se co-
rrompa, como de ordinario sucede, sino se consume luego.
«.(roto) Junio 22 de 1.740.»
Sobre reinstalación del Virreinato olvidamos en la anterior
entrega la siguiente requisitoria, en donde expresa el mandatario
su intención de seguir al anterior-
«Para gobierno del Tribunal de Quentas de essa Ciudad, Ca-
xas que se le subordinan, y lo que debe providenciar para los que
son a su cargo, por lo que pudiere facilitar el mayor conocimiento
a las obligaciones del expresado Tribunal, mandará V. S. se le
passe testimonio del establecimiento de esse Virreynato, como que
muy por menor en el se expresa lo deven cuidar para el lleno de
su ministerio, y que dé las ordenes necesarias para que se remitan
las quentas, procurando se rebean con toda brevedad las que estén
pendientes, para que al tiempo de mi restitución a essa Ciudad estén
(ininteligible) siis adiciones, o aprovaciÓ7t y no se cmbaraze en esto
lo que logfarsc en la revisión de la que nuebamente se subvenciona.
«.(roto) Junio 22 de 1.740.»
La carta siguiente se refiere a las ELECCIo^íEs que «para pro-
veer los officios de República^ tenían lugar cada año en algunas
localidades, única e incipiente manera del ejercicio de los derechos
políticos entonces:
«Aunque brevemente espero, llegaren a mis manos todas las
Nominas de las Ciudades, Villas y Lugares, que no hacen elección
para proveer en ellas los officios de República del año próximo,
venidero; pero por si acaso ocurrieren a V. S. ignorando, que la
dirección deve ser a mi, hará V. S. que esta se practique, y mien-
tras en vista de las Nominas, libro los despachos correspondientes,
se mantendrán en sus officios los que en el presente año los exer-
cen.
«Y por lo que mira a la confirmazon, de las elecciones de essa
Ciudad y demás que deven ocurrir pa. ello a este superior Govier-
no; doy a V. S. especial comisión, para que mi nombre haga las
confirmaciones del espressado año, no haviendose hecho la remi-
sión y de cualquier modo se me dará noticia para hallarme en lo
que corresponde.
*(roto) Noviembre 19 de 1.740.»
Cerramos estos datos con el recibo de la primera remesa
hecha de Santafé, comunicación en la cual resalta el celo fiscal
del Virrey:
«En carta de 6 de Octre. me participa V, S. el recivo de la
mia de 4 de Agosto sobre la salida de Do. Joseph Martínez Malo
382 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
al exercicio de su Plaza de Panamá, sobre cuyo asumpto tengo
dada la indispensable orden que constara a V. S. por mi carta de
7 del crrte. sin que ocurra otra cossa que añadir, sino que se exe-
cute el viage con el rendido cumplimiento a las Rs. ordenes de
S. M.
«Dn. Miguel de Yriarte entrego en estas Caxas los veinte mil
y mas pesaos que se le encomendaron por las de essa Ciudad, pero
la espresion de ser esta cantidad procedida unicamte. del préstamo
de su vecindario, sin haversele agregado otro caudal de S. M. me
motiva el reparo de que estando suspendidos todos los pagamentos
desde el mes de Junio en que se recivieron mis ordenes no se haya
verificado desde entonces mas remisión que la que compusieron
los caudales remitidos de Popayán, Chocó y otras; siendo invero-
símil el que en el tiempo que ha mediado, no hayan sido los in-
gressos de las Caxas de essa Ciudad suficientes, y para venir en
conocimiento de lo que han importado, pedirá V. S, una razón a
los Officiales Rs. respectiva de lo que havia entrado, hasta el dia
que salió el expresado Dn. Miguel, en que pudieron haverle en-
cargado su conducción para en su vis dar la providencia que con-
venga.»
Roberto Triana
REflh CEDUbfl
El Rey doctor ArbÍ9o nuestro Presidente de la Audiencia
Real de el Nuevo Reino de Granada. Pedro de Colmenares Pro-
curador General de ese dicho Nuevo Reino de Granada en su
nombre me ha hecho relación que entre la ciudad de Vélez y la de
Tunja de ese dicho Nuevo Reino, está un río que llaman el río de
Suárez, que es caudaloso, y que en invierno es muy trabajoso
de pasarse, tanto que muchas veces ha acaecido ahogarse españo-
les e indios en él, lo cual con hacer una puente que se podría hacer
con poca costa se evitaba, y que ansí mismo entre la ciudad de
Tunja y la de Pamplona está ansí mismo el río de Sogamoso que es
muy más caudaloso y más necesario que en él se haga puente por-
que lo más del año no le pueden pasar y es muy pasajero por don-
de entran todos los ganados que vienen a dicho Nuevo Reino de
la Provincia de Venezuela y de el Tocuyo, y la Margarita y Bur-
burata, suplicándome que atento esto, y a la necesidad que había
de que las dichas puentes se hiciesen, mandare (jue los pueblos
más cercanos ayudasen a la hacer de la dicha puente, contribuyen-
do cada uno prorrata a los gastos de ellas favoreciéndonos de
nuestra Real Hacienda con la cantidad que fuésemos servidos para
ello, o como la mi merced fuese, por ende yo vos mando que veáis
lo sobredicho y si fuere necesario que se hagan las dichas puentes
proveáis que se hagan conforme a las leyes de estos reinos que
cerca de ello disponen. Fecha en la Villa de Vallejo a treinta días
de el mes de Agosto de mil quinientos cincuenta y cinco años. La
Princesa. Por mandato de su Majestad su Alteza en su nombre,
Jtwn de Sáviano.
CASAS DE NARIÑO Y DE RICAURTE EN LEIVA 383
Fecho y sacado aqueste dicho traslado de la dicha Cédula
original la cual estaba puesta en el Arca de el Cabildo de esta ciu-
dad, la que hice escrebir y sacar en esta dicha ciudad de Santifee
a trece días de el mes de Octubre de mil quinientos cincuenta y
seis años, y va fecha y bien sacada, testigos que lo vieron corregir
y concertar Juan de Veny." Sebastián Díaz vecinos en esta ciudad.
Por ende, yo Sebastián de Prado Escribano de su Majestad
Público y de Cabildo de esta ciudad lii vide corregir y concertar
de este dicho traslado con el original, en testimonio fice aquí mi
signo. En testimonio de verdad, Sebastián de Prado Escribano de
su Majestad (i).
cflsfls DE nfiRino y de ricaurte En bEiua
El día 13 de diciembre del presente año cúmplese el centena-
rio primero de la muerte del precursor Nariño. Que falleció en
Leiva, todo el mundo lo sabe y es la verdad, demostrada por la par-
tida de muerte, firmada por el cura vicario don José María Arias.
¿En qué casa de la villa murió? Responderán los leivanos: en la
casa de la hija del señor Aquilino Ferro, donde hay una moderna
inscripción marmórea que dice que allí murió.
Es harto fácil poner inscripciones aquí. ... y en todas partes,
no del todo seguras y verdaderas.
En la villa de don Andrés Venero de Leiva, señálase también,
liace nueve años, la casa donde nació el inmortal Antonio Ri-
caurte, y me parece muy dificultoso el probar lo que dice la leyen-
da del mármol.
Hasta hace cuarenta y dos años nadie (ni en Leiva ni en Co-
lombia) sabia el pueblo natal del Capitán Ricaurte. Todos le creían
bogotano; véase a Scarppeta y demás biógrafos e historiadores.
Un inteligente escritor halló, hace cuatro décadas, la partida
bautismal del procer, y entonces los leivanos señalaron, o más bien
buscaron, la casa y alcoba de nacimiento del mismo. Dijeron los
buscadores: ^cSegún la fe de bautismo, le echó el agua un padre
agustino (pero lo haría en la iglesia parroquial, añado yo); luego
fue en el templo de San Agustín; luego en la plaza del convento
tuvo que nacer.» ¡Pobre lógica!
Los padres de Ricaurte eran santafereños. Casados a disgusto
de sus familias, viniéronse a vivir a la Vilh . Antes de cumplir un
lustro el niño Antonio Ricaurte fuese con sus padres a Bogotá
para siempre, y en Leiva no quedó recuerdo de la morada donde
nació. Esta es la verdad escueta.
(1) Archivo Nacional — Salón de la Colonia — Mejoras materiales ,
tomo 20, página 925. Debemos esta copia al señor R. Rojas. Se men-
ciona ahí, como se ve, un presidente de la audiencia que creemos no
está mencionado en nuesrras obras históricas — (E. P.).
384 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Pasemos a la casa de Nariño. Hay argumentos muy plausi-
bles para saber cuál sea; mas ahora que se nos viene, tan callan-
do, el centenario encima, es preciso aclarar los puntos.
El tomo de la Biblioteca Nacional de Historia, intitulado
muy bien El Precursor, prueba sobradamente todo, todo lo de los
últimos momentos del grande hombre, y que fue auxiliado por dos
padres agustinos (más que por el presbítero secular don Buena-
ventura Sáenz) y que fue sepultado en la iglesia de San Agustín.
En aquel humilde templo estuvo el cadáver hasta el año de 1857;
hoy reposa en la Catedral de Bogotá, donde debiera descansar
también el del Conquistador Jiménez de (, uesada. . . .
Va mi dificultad sobre la casa mortuoria del General Nariño.
En El Católico, periódico bogotano de 1864, número 55, hay
publicado un artículo muy bien escrito, llamado Las Carmelitas
de la Villa de Leiva, y en el artículo las siguientes lineas que no
pueden referirse a la casa de un solo piso (y retirada del hospital
de San Juan de Dios) en donde hoy está la inscripción de la casa
y en la que dicen los de Leiva que murió Nariño:
«A ella (Leiva) se retiró en sus últimos y angustiosos días el
primero de nuestros grandes hombres, el General don Antonio
Nariño; y murió en una casa de dos pisos, inmediata al hospital
de San Juan de Dios, donde sin duda tenía constantemente ante
los ojos cuadros capaces de hacerle meditar en las miserias de la
vida humana.»
El artículo de El Católico paréceme escrito por los padres
Joaquín Páez o Saturnino Gutiérrez.
Un amigo leivano, y que tiene sus sesenta, decíame que él
conoció hacia 1870 a un señor paisano suyo de apellido Borras, que
decía haber visto morir a Nariño en la casa que fue de Aquilino
Ferro, la misma de la reciente inscripción marmórea. Puede. ... ni
quito ni pongo rey; dudo nada más.
A estudiar historia documentada, «que historia sin documen-
tos poco vale» y las tradiciones orales se las lleva el viento des-
pués de unos lustros. La Academia de Historia sabe de sobra qué
de disputas ha habido acerca de la casa natal de Nariño y aun so-
bre su misma fe de butismo.
Tienen la palabra las personas ilustradas de la Villa. Tal vez
prueben que El Católico se equivocó, pero lo de la casa natal de
Ricaurte (y de ella et periere rtiinae), está durillo de demostrar y
creer. Y ¿qué se dirá de la alcoba que los leivanos quieran ense-
fiarnas?
Fray A. Mesanza
i*
boletín
Ano XIV~N.' 163 ^\ II r. 1 \ |\| Diciembre: ¡925
DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
oRGflno De íñ flcfloemifl nflcionflc oe historia
DIRECTOR , REDACTORES,
EDUARDO POSADA LUIS AUGUSTO CUERVO
ROBERTO CORTÁZAR
Bogotá— República de Colombia
flCflDEíDia ílflCIOnflh DE 5I5T0RIfl
(Extracto de actas)
i," DE MAYO
La Sociedad geográfica de Quito y el Centro de historia de
la ciudad de Antioquia participan sus inauguraciones, la primera
el 19 de febrero y el segundo el 8 de marzo; y manifiestan su3
deseos de entrar en relaciones con la Academia.
El ministro del Tesoro y el presidente de !a Corte de Cuentas
avisan haber quedado enterados del nombramiento del señor Cor-
tázar para tesorero de la corporación.
El ministro de Gobierno comunica que no fue posible nombrar
al señor Roberto Rojas en el puesto de archivero auxiliar, como lo
solicitaron muchos miembros de la Academia, porque existia ya ua
compromiso para el indicado, empleo.
El señor Pineda expresa los inconvenientes que tiene el des-
arreglo de la sección Pineda en la Biblioteca Nacional, y pide se
solicite del director de ésta vuelva a colocar a aquélla en el orden
que antes tenia.
Se acuerda solicitar de la autoridad respectiva la publicación
en la Imprenta Nacional del trabajo La mujer en la independencia
por el señor Monsalve, laureado «n el concurso del año pasado.
Es nombrado miembro correspondiente el historiador argen-
tino stñor Enrique Ruiz Guiüazú.
El señor Rivas informa sobre el asunto de si el juramento de
Bolívar fue en el Monte Sacro o en el Aventino, tema de una
publicación que remite el ministro de Colombia en Caracas.
£1 señor Cortázar anuncia la presentación, en la próxima sesión,
de un estudio sobre historia de la odontología en Colombia, desdo
los indígenas hasta hoy, que escribe actualmente un amigo de la
historia.
El mismo socio informa sobre sus labores como tesorero.
El secretario presenta un voluminoso legajo de documentos
inéditos, de alta importancia, enviados por el señor Restrepo,
cónsul en Sevilla, copiados por él en el Archivo de Indias.
XTv— 25
386 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
El señor Cuervo hace la lectura quincena), la cual versa sobre
el pueblo de Bojaiá.
Se resuelve aplazar para otra sesión el nombramiento de miem-
bro de número en el sillón que está vacante.
15 DE MAYO
El ministro de Instrucción Pública comunica que se resolvió
por el director de la Biblioteca Nacional arreglar la sección Pi-
neda, separadamente, de acuerdo con lo indicado por la Aca-
demia.
El ministro de Gobierno avisa que se ha dado orden para
editar en la Imprenta Nacional las actas del congreso de 1823,
tan pronto como se concluya la impresión del tomo iv de la»
Crónicas de Bogotá y del Diccionario de los Conquistadores.
El mismo funcionario pide el dato de cuál fue el acto oficial que
dio a una calle de la capital el nombre de Girardot. Solicita también
el envío de la historia del origen de la bandera colombiana, a fin de
contestar a las preguntas que sobre ello se le hacen con frecuencia
del interior y de fuera del país.
El general Mestre presenta su folleto Los SlmbolOS Nacio-
naler de Colombia, y pide a la Academia que coadyuve sus pro-
pósitos sobre ello.
El señor Vitlaveces informa sobre las cuentas del anterior te-
sorero, y son ellas aprobidas y fenecidas definitivamente.
El bibliotecario de la Academia avi^a haber recibido del señor
Mendoza una donación de gran número de folletos sobre varias
materias.
El señor Triana se excusa, por motivo de viaje al exterior,
de informar sobre la consulta del cónsul de California, con respec-
to a formalidades para hacer excavaciones en San Agustín. Se
nombra una nueva comisión.
El ?eñor Quijano informa sobre el escrito del señor Orjuela
Contradicciones Históricas. Réplicas a Cornelia Hispano, y se
leen algunas páginas de éste.
El señor Arroyo se excusa de hacer la lectura histórica que le
corresponde en esta sesión, por indisposiciones de salud.
El presidente manifiesta que ha nombrado miembros de la
Junta de festejos patrios a los señores A. Gómez, L. García, L.
Acebedo, J. R. Bejarano y A. Ramos.
Se resuelve hacer alguna diligencia para la traída de los restos
del señor Gual, que están en la iglesia de Facatativá, lo cual
podría ser uno de los números del programa del próximo 20 de
julio.
Se acuerda pedir al ministro de Colombia en España que ave-
rigüe por los manuscritos de La Flora de Bogotá, escrita por
Mutis y sus compañeros de la Expedición Botánica, y que fue lle-
vada a Madrid en los días de la reconquista, a fin de que se haga
su publicación allá, o se traiga a esta ciudad, original o en copia
ACADEMIA NACIONAL DS HISTOKIA 387
Se comisiona al señor Ramos para que invesCigue si en la ha-
denda de Ticha, jurisdicción de Ubaté, existe aún la cueva donde
estuvo escondido más de un año el poeta Vargas Tejada, a fin de
poner allí alguna inscripción conmemorativa.
Varias bibliotecas y corporaciones extranjeras acusan recibo
de las publicaciones de la Academia-
I." DE JUNIO
£1 señor Mendoza envía algunos datos relativos a la FlO'
ra de Bogotá que existe en Madrid, y sobre la cual se trató en la
anterior sesión.
El ministro del Pcrü, señor Freyre, participa la próxima veni-
da a Bogotá de una comisión encargada de publicar la obra El
mundo bolivariano, para el centenario de Ayacucho, y manifiesta
BU deseo de que la Academia le preste su cooperación.
La Universidad de Chicago pide la obra Colombia y Méji-
co, por el señor A. Quijano.
La Sociedad de Americanistas de París presenta sus agrade-
cimientos por el pésame que se le envió con motivo de la
muerte de su presidente, M. Vignau.
El ministerio de Gobierno envía cincuenta ejemplares del
tomo IV del libro Obras de don Miguel Antonio Caro.
El señor García Ortiz se excusa de asistir a la junta de feste-
jos; es nombrado suplente de él el señor Villaveces.
El ministro de Obras Públicas solicita informe sobre la cesión
hecha por el señor Pombo de la biblioteca que lleva su nombre.
El personero municipal de Puente Nacional propone que se
erija allí un monumento que conraenmore el triunfo obtenido en
ese lugar por los Comuneros.
El señor Saniper Grau indica la conveniencia de reimprimir
los primeros periódicos oficiales, como se ha hecho en otro»
países.
El mismo señor anuncia que remitirá próximamente un tra-
bajo sobre el coronel F. Jiménez, compañero de Barreiro en Bo-
yacá.
El señor Posada informa sobre el nombre de la calle Girar-
dot, en e«ta ciudad, sobre lo cual habían pedido datos el ministro
de Gobierno y el inspector 6.' municipal.
El señor M. Arteaga envía un trabajo inédito sobre la historia
de la dentistería en Colombia.
El señor Orjueia presenta una exposición sobre algunos pun-
tos de su obra Ricaurte y sus impugnadores ante la critica.
Se hace una moción respecto de los restos del arzobispo Cai-
cedo y Fiórez.
Se aprueba un pésame por la muerte del señor Enrique Pérez,
miembro correspondiente de la Academia.
El señor Rivas presenta el libro Los fundadores de Bogo-
tá, que acaba de publicar y que es ei volumen xxxi de la Biblio-
teca de Historia Nacional.
388 BOLETÍN Dt£ HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Los sefiores Tavera Acosta, de Caracas, y Alfonso Zawadsky,
de Cali, remiten varios ejemplares de sus obras Las provincias
orientales de Venezuela en la primera época y La batalla de
Pichincha.
El prefecto apostólico déla misión de Urabá remite varios
ejemplares de su libro Historia Eclesiástica de Urabá.
Son presentados como candidatos para miembros correspon-
dientes los señores M. Arteaga y fray José Joaquín del Carmen.
Hace el señor Mesa la lectura quincenal, la cual versó sobre
una causa célebre de principios del siglo xvii.
Se hace constar en el acta la complacencia por la actividad,
benevolencia y corrección con que se ejecutan en la Imprenta Nacio-
nal los trabajos de la Academia.
El ministro de Relaciones Exteriores comunica también la
venida de la comisión del Perú e indica la importacia de esa
misión.
15 DE JUNIO
El ministro de Instrucción Pública pide uñ informe de los
trabajos de la Academia durante el año pasado, para incluirlos en
la memoria que presentará al Congreso.
El cónsul de Colombia en Córdoba informa sobre los festejos
en Priego con motivo del segundo centenario del arzobispo vi-
rrey Caballero y Góngora.
El señor J. A. Masón dirige una comunicación sobre los
objetos arqueológicos hallados per él cerca de Santa Marta y que
»e propone llevar al museo de Chicago,
El ministro de Relaciones Exteriores pide un nuevo concepto
de la Academia sobre la exportación de esos objetos.
El señor Mesa presenta los informes que solicita el ministro-
de Gobierno sobre la biblioteca Jorge Pombo.
La Junta del centenario de la batalla de Maracaibo, instalada
en aquella ciudad, participa el nombramiento de sus dignatarioj y
la inauguración de sus trabajos.
Se acuerda un saludo a la comisión de periodistas peruanos
que visita el país.
Es nombrado miembro correspondiente fray Jesús Martínez.
El señor Monsalve anuncia tener escrito un estudio intitulado
Asuntos Bolivianos, que leerá en próxima sesión.
El señor Lecuna, de Caracas, envía el Alias de Venc/íuela; y
el señor Dáviía, de la misma ciudad, el Boletín del Archivo Na-
cional.
2 DB JULIO
Son recibidos en esta sesión, que se celebra en el ministerio
de Relaciones Exteriores, los señores Sánchez y Belaunde, perio-
distas peruanos, quienes manifiestan el plan de la obra El Mando
Bolivatiano. El señor Aramburu se excusa por motivos de salud.
Informa e! señor Arrubla sobre la exportación de objetos
arqueológicos que se propone hacer el señor J. A. Masón.
ACADEMIA NACIONAL DB HISTORIA 3S9
£1 inspector 6.^ municipal consulta sobre algunos nombre»
antiguos de las calles de Bogotá.
6 DE JULIO
Se conceptúa con respecto a la exportación de objetos arqueo-
lógicos que al gobierno le toca determinar el modo de cumplir la
ley 4^7 de 1920.
Da el seflor Rivas algunos informes sobre los restos de don
Pedro Gual, depositados en la iglesia de Facatativá.
I. o DK AGOSTO
La municipalidad de Ríohacha maniñesta el agradecimiento
del pueblo de aquella ciudad por la cooperación de la Academia
en los homenajes al almirante Padilla.
El ministro de Gobierno comunica que para poder ordenar
la impresión de la obra Contradicciones Históricas, del señor
Orjueia, es preciso que el autor la presente y proponga las bases
del contrato.
La Sociedad de las naciones participa que se ha establecido
en Ginebra una oñcina de la América Latina para fomentar las
relaciones entre ésta y aquélla; y solicita un canje de publica-
ciones.
El ministro de Relaciones Exteriores comunica que los restos
de don Pedro Gual serán transladados el día 6, de Facatativá a
esta ciudad, y que el día 7 se les harán en la Catedral honras
solemnes.
El ministro de Gobierno envía el decreto sobre la colaboracióa
en el libro El Ai ando Bolivariano, que se publicará en el Perú;
decreto que encomienda a la Academia la formación del índice y la
revisión de los trabajos. •
La comisión de periodistas peruanos para dicha publicación
maniñesta su complacencia por aquella designación y hace algunas
indicaciones sobre dicha obra.
El ministro de Relaciones Exteriores avisa que encardó a la
legación en Madrid, de hacer investigaciones sobre la Flora dt
Bogotá.
La familia del doctor P. M. Ibafiez presenta su agradecimien-
to al secretario de la Academia por la publicación del tomo cuarto
de las Crónicas de Bogotá.
El P. H, Rochercau anuncia haber terminado su obra, His-
toria de la Diócesis de Pamplona; y que tiene en preparación un
trabajo sobre don Juan de bolórzano, y otro sobre los seminarios
colombianos.
£J señor Medina Chirinos, de Maracaibo, participa haber
obtenido el primer premio por su descripción de la batalla naval de
1823; y envía a la Academia su cordial saludo. Esta expresa su
congratulación y agradecimiento.
390 BOLETÍN Dtt mSTORIA T ANTIGÜEDADES
Los señores Rivas y Posada presentan como candidato para
miembro correspondiente el señor L. Laáso de la Vega, marqués
del Saltillo, residente en Sevilla, y autor de varios trabajos histó-
ricos.
Se resolvió hacerse representar la Academia y colaborar ea los
festejos que habrá en Salamanca, para conmemorar el cuarto cen-
tenario del padre Diego de Deza, amigo y protector de Colón.
Se registtó en el acta el pésame por ¡a muerte del miembro
de número aefior Simón Chaux.
AGOSTO 15
La Academia de Ciencias naturales de Filadelfia, y trece so-
ciedades científicas de los Estados Unidos, dirigen una invitación
a la Academia, para hacerse representar en la conmemoración del
centenario de José Leidy, eminente naturalista americano.
El Sr. Rosenzweig, encargado de negocios de Méjico, solicita
una lista de sociedades e institutos de investigación histórica,
radicados en Colombia, a fin de enviarles la Revista ArchivO
Histórico y Diplomático, que se publica en dicho país.
La comisión nacional agraria de Méjico solicita para su bi-
blioteca el libro Cartas de Caldas y otros volúmenes de la Bi-
blioteca de Historia Nacional.
El ministerio de Guerra remite un ejemplar del acta de exhu-
mación de los restos del almirante José Padilla.
Fray A. Mesanza manifiesta su deseo de que la América haga
un homenaje, en su sesión del 12 de octubre, al Padre Diego de
Deza, protector de Colón, con motivo del 4.* centenario de
su muerte.
El señor J.J. Rojas Tejada envía de Cali un trabajo intitu-
lado La Patria de Córdoba y su estatua.
El señor M. Medina, de Turmequé, remite un estudio sobre
el origen del nombre de Bucaramanga.
Se hace una manifestación de pésame por la muerte del miem-
bro de número señor Rufino Gutiérrez.
Se felicita al señor M, Arteaga por su escrito Los dientes
y la dentisterla en Colombia, y se le excita a seguir en sus labo-
res históricas.
Los señores García Ortiz, Restrepo (Eduardo) y Posada pre-
sentan el plan de El Libro Bolivariano en el cual se enumeran
cincuenta capítulos y los sendos escritores designados para redac-
tarlos.
I.* DB SEPTIEMBRE
Ei señor V. Arboleda da las gracias por su nombramiento de
miembro correspondiente en Barcelona.
El director del Instituto peda ógico de varones, de Mana-
gua, pide una suscripción al Boletín de Historia y Antigüedades,
órgano de la corporación.
ACADSUIA NACIONAL DE HISTORIA 391
El ministro de Gobierno envía varios ejemplares de la publi-
cación Obras de M.A. Caro, (Tomos ir y iii).
El señor Restrepo Briceño comunica que proyecta celebrar
un contrato para hacer un índice cronológico del Archivo Nacio-
nal, y pide el apoyo de la Academia.
El señor Rivas informa sobre el arreglo de la biblioteca de la
Quinta de Bolívar, y solicita libros para ella.
El señor Quijano presenta su nueva publicación El Alma de
Colombia ante el derecho internacional.
El señor Urrutia envía, de Europa, su obra Las conferencias
panamericanas.
Ei señor L Acebedo hace una lectura sobre La historia mi-
litar del país.
15 DE SEPTIEMBRE
La Junta de embellecimiento de Santa Marta pide que la
Academia influya para que sea aprobado en el corgreso el proyec-
to sobre celebración de! centenario de la fundación de dicha
ciudad.
El señor Rosenzweig, encargado de negocios de Méjico, eavia
varias obras de alto mérito para la biblioteca de la Academia.
El ministro de Relaciones Exteriores envía dos ejemplares del
informe que ha presentado al actual congreso.
La Junta del centenario de la muerte del general Narifto,
solicita, de Villa de Leiva. se aclare la fecha del fallecimiento de
dicho procer.
Es nombrado miembro correspondiente el historiador sevi-
llano señor Lasso de la Vega, marqués del Saltillo.
Se da concepto sobre la idea de formar un catálogo del
archivo colonial que había anunciado el señor M. Restrepo.
Informa el secretario que fueron impresos la circular y el
índice re'ativos al libro El Mundo Bolivofiano, y repartidos los
ejemplares correspondientes a los autores designados para cola-
borar en dicha obra.
El señor F. García Carbonell envía de Magangué un traba-
jo inédito intitulado Calendario Boliviano, y una relación alfa-
bética de los miembros de la Legión Británica.
Se encarga al señor Mendoza de celebrar el contrato para
la publicación y la venta del tomo xviii del Archivo Santander.
Se declaran vacantes, por fallecimiento, los sillones de los
seftores R. Gutiérrez y S. Chaux.
Da lectura el señor Cortázar a un estudio sobre la recusa- ,
ción que se le hizo a Nariño para ocupar el puesto de senador en
lósanos de i82f y 1823.
Invita el presidente.de la Academia a los miembros a la cere-
monia que tendrá lugar, en el Gimnasio Moderno, el día déla fies-
ta nacional de Chile, en la cual se dará al miembro correspondien-
te, señor Acebedo, una condecoración enviada por dicha nación.
392 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
I.« DE OCTÜBRB
La Biblioteca apostólica vaticana avisa haber recibido al-
gunas obras editadas por la Academia.
El ministro de Obras Públicas solicita las publicaciones dé-
la Academia para la biblioteca de ese ministerio.
El señor Guimaraes, encargado de negocios del Brasil, par-
ticipa el proyecto acordado por el Congreso Internacional de
Historia de América, de elaborar una historia general de este
continente; y pide se designe quienes se encarguen de escribir lo
relativo a Colombia.
El ministro de Gobierno comunica que se ha destinado la
suma de $ i.ooo para gastos del libro El Mundo Bolivaríano .
El bibliotecario, señor Mesa, presenta el informe anual sobre
el movimiento y estado de la biblioteca de la Academia.
Es presentado como candidato para miembro correspon-
diente el doctor J. P. García. Y como candidato para miembro de
número, en reemplazo del señor Rufino Gutiérrez, el doctor J. M.
Marroquín.
Se aplazó la sesión pública del 12 de octubre para ei 28 del
mismo mes, por indisposición del orador señor Casas.
Son elegidos los dignatarios para el nuevo período así:
presidente, señor Gerardo Arrubla; vicepresidente, señor Arturo
Quijano; secretario, señor Eduardo Posada; secretario auxiliar,
señor Luis A. Cuervo, tesorero; señor Roberto Cortázar, y biblio-
tecario señor Manuel Maiía Mesa.
15 ÜE OCTUBRE
Monseñor Cortés Lee y los señores M. F. Suárez y A. J. Rea-
trepo se excusan de colaborar en la obra El Mundo BolivarianOy
y los señores C. E. Restrepo y R. Negret manifiestan su acep-
tación.
Es nombrado miembro de nüniert), en reemplazo del señor
R. Gutiérrez, el doctor José M. Marroquín; y miembro correspon-
diente el doctor Juan C. García.
El señor V. Maclas, de Armenia, envía el discurso pronuncia-
do por él en el 34.° aniversario de la fundación de dicha ciudad.
El señor T. Samper, de Barranquilla, envía algunos datos so-
bre el procer señor García del Río, hallados en la biblioteca de
Méjico.
La Academia americana de la historia de Buenos Aires par-
ticipa que inauguró solemnemente sus tareas anuales, y solícita el
canje de publicaciones.
El señor J. J. Casas felicita a la Academia por la elección dfr
sus dignatarios y manifiesta que al haber asistido a la sesión ante-
rior habría dado su voto por éstos.
El señor José Vicente Ortega envía su obra titulada Historia'
del Teatro de Bogotá.
El contralor general de la nación indica la conveniencia de
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA 393^
catregar a la Academia el archivo de la antigua Corte de Cuentas,
correspondiente a la época de la colonia.
El señor F Losada, de Cali, remite un escrito intitulado El
himno de tas Estatuas^ para el libro El Mundo Bolivariano.
£1 secretario presenta el informe anual sobie los trabajos de
la Academia.
I .• DE NOVIEMBRE
Se posesionan los nuevos dignatarios señores Arrubla y Qui-
jano.
La biblioteca de Guayaquil remite varios libros en canje de
las publicaciones de la Academia.
El señor Einiiio Rob'edo manifiesta su aceptación para cola-
borar en la obra El Mundo Bolivariano.
El general R, Negret envía su trabajo La Batalla de Bom-
bona, para dicha obra.
El doctor J.M. Marroquín presenta su agradecimiento por
el nombramiento de miembro de número, en reemplazo del señor
R, Gutiérrez.
El doctor J. C. García da las gracias por el nombramiento de
miembro correspondiente.
El ministro de Gobierno solicita ejemplares del tomo i de
Las Crónicas de Bogotá, el cual desean tener varios estableci-
mientos.
El señor A. Aragón, de Popayán, envía su escrito Bolívar y
la raza española, por si la Academi'a lo estima adecuado para Él
Mundo Bolivariano.
El ministro de Obras Públicas pide un concepto de la Acade-
mia sobre el lugar donde deba colocarse la estatua del doctor J. I.
de Márquez, que se ha quitado del parque del Centenario.
El señor Bejarano infoima sobre el monumento que se pro-
yecta elevar a los Comuneros en Puente Nacional.
Se dan las gracias al señor J. D. Monsalve por el interés que
tomó por el arreglo del salón de las sesiones de la Academia.
Se acuerda solicitar del ministerio de Instrucción Pública que
dicte las medidas eñcaces para intensificarla enseñanza de histo-
ria en todos los planteles, y para que figure ese curso en el pen»
ium del bachillerato.
El señor C. Pacheco, de Cúcuta, envía el folleto La familia
de Santander; y la Asociación Americana para la Conciliación
internacional la obra El significado de la Educación por N.
Murray Butler.
Se nombra una comisión para hablar con el señor ministro del
Perú, sobre el libro El Mundo Bolivariano.
El señor Villamizar envía copia de varios documentos sobre i»
revolución de los Comuneros en Pamplona.
Se resuelve pedir la colocación de una lápida en la cata don-
de aació Antonio Nariño (hoy Palacio Presidencial).
394 BOLETÍN Dtfi HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Se lee una carta del señor M. Triana sobre sus investigacio-
nes en Méjico y América Central, y se le nombra representante de
la Academia ante las corporaciones científicas de aquellos países.
Se designan al mismo señor Triana y al señor Bejarano como
candidatos para miembros de número, en reemplazo de los señores
Fajardo y Chaux.
Se acuerda una felicitación a los Hermanos cristianos del Ins-
tituto de La Salle por sus exploraciones prehistóricas en las cerca-
nías de la capital.
Se aprueba solicitar del congreso una ley que prohiba la de-
molición de las murallas de Cartagena.
Lee el secretario su informe sobre los trabajo» y labores de la
Academia durante el año.
Se acuerda excitar a la municipalidad de Facatativá a que pro-
cure impedir la destrucción de las famosas piedras que existen en
los alrededores de aquella ciudad.
Es designado el señor Guerra para contestar el discurso del
doctor Marroquín el día de su recepción.
El señor F. Montes de Oca envía de Tenerife (Islas Canarias
copia de un rarísimo impreso sobre dichas islas, en el cual figuran
Fernández de Lugo y Jiménez de Quesada.
Se lamenta la muerte del miembro correspondiente señor Rivas
Groot.
La Universidad de Yate solicita algunas de las publicaciones
de la Academia.
El señor C. Salazar del Camino envía varias copias de docu-
mentos relativos a nuestra historia y geografía; e indica la conve-
niencia de dar a conocer las numerosas relaciones que traen los ar-
chivos sobre organización, industria» minas y comercio.
El señor Medina Chirinos comunica de Maracaibo sobre loi
festejos celebrados allí en honor del almirante Padilla.
15 DE NOVIEMBRE
El señor Cortázar informa haber entregado al ministro de Ins-
trucción Pública la proposición sobre enseñanza de historia nacio-
nal acordada en la sesión anterior.
" Se lee un saludo que envía a la Academia, desde Cali, el se-
cretario señor Posada.
Se declara vacante un sillón de número por muerte del señor
J. M. Rivas, y se señala la próxima sesión para postular el candi-
dato que deba reemplazarlo.
El señor Monsalve lee dos capítulos de su refutación al libro
Bolívar y la posteridad del señor C. Hispano.
I .* DK DlCIÉ&fBBE
El Ateneo científico, literario y artístico de Madrid solícita
entrar en relaciones con la academia.
aOHCNAJE DE ROM\ AL LIBERTADOR 395
El presidente de la República acusa recibo de la comunicac'óa
<le la academia sobre lápida en la casa donde nació el general
Nariñc.
El ministro de Instrucción Pública avisa haber pasado al
Consejo universitario la resolución de la Academia sobre enseñanza
de la historia nacional.
Los señores Monsalve, Ortega, Otero D* Costa y Pereira
Gamba envían sus trabajos para El Mando BolivariatiO.
El señor L. E. Nieto consulta sobre la conveniencia de adqui-
rir unos documentos históricos de la familia París.
El señor Winquist, agregado comercial de Suecia en Colom-
bia, solicita informes sobre una bandera sueca que existe en el
Museo Nacional.
Los señores Arrubla, Cuervo, Cortázar y Rivas presentan
como candidato para miembro de número al señor E. Otero
D'Costa, en reemplazo del señor J. Rivas Groot.
Los señores Cuervo y Lozano presentan como candidato para
miembro correspondiente al señor Gregorio Lozano Londoflo.
Los señores Quijano y Restrepo (Eduardo) presentan el infor-
me sobre la candidatura del señor Triana para miembro de número.
Por falta del quorum reglamentario se aplaza la consideración de el.
Nombra el presidente una comisión para el homenaje en el
centenario de la muerte del general Nariño. La componen los
señores García Ortiz, Marroquín, Restrepo (Eduardo) y Rivas.
Se acuerda activar la colaboración de Colombia en el libro
El Mundo Bolivariano.
BOÍDEnflDE DE ROÍDA flb falBERCflDOR
Bajo el régimen facista, cuyo advenimiento al poder anuncia
un nuevo despertar de la vieja energía romana, tempestuosa y crea-
dora como la atmósfera que la aviva, la municipalidad de la Ciudad
Eterna inauguró en el Monte Sacro una plaza que lleva el nombre
de Simón Bolívar.
Ningún pedestal más apropiado al recuerdo del hombre a
quien el gran historiador italiano consagra esta afirmación:
«Bolívar con un puñado de valientes propagaba la revolución
en América cuando Napoleón con quinientos mil hombres la deja-
ba perecer en Europa.»
Ningún pedestal más apropiado a la grandeza de Bolívar,
porque esa pequeña colina fue <la cuna de las libertades popula-
res»; y. fue allí que él juró consagrarse a la emancipación de su
patria, «hasta no dar descanso a su brazo ni reposo a su alma.»
Diez y nueve años después, desde Pativilca, pocos meses antes de
Ja batalla de Ayacucho, qae sella la independencia de la América
del Sur, escribía a don Simón Rodríguez:
396 BOLETÍN DE HISTOKIA Y ANTIGÜEDADES
«¡Oh mi maestrol ¡Oh mi amigo! ¿Se acuerda usted cuando
fuimos al Monte Sacro, en Roma, a jurar sobre aquella tierra santa
la libertad de la patria? Ciertamente no habrá usted olvidado
aquel dia de eterna gloria para nosotros....»
£1 Monte Sacro es la más pequeña de las colinas de Roma;
pero para la humanidad es la más alta, por el recuerdo que evoca
y por la emoción que produce ese recuerdo. También el Capitolio
es montículo — dice uno de los más reputados historiadores de
Roma — no obstante se eleva más alto en la imaginación de los
hombres que las cimas gigantescas, pero sin historia, del Aconca-
gua y del Himalaya.
Con la inauguración de la plaza de Bolívar en el sitio más glo-
rioso del agrocrustomino, comienza a cristalizarse en homenaje per-
durable la admiración de la ciudad romúlea al más grande hombre
que ha producido el Nuevo Mundo. Elevemos nuestros corazones
ante la expresiva raaniíestación y tenga en ellos altar y mirra c)
pueblo que, después de haber sido milenariamente dueño del mun-
do, sigue aún ejerciendo universal soberanía en los espíritus aptos
al diálogo con las cosas inmortales. Hoy una plaza, mañana una
inscripción conmemorativa en ia casa de la escalinata de la Trinitá
dei Monte; y más tarde el monumento definitivo. En este pensa-
miento comulgan los pueblos bolivarianos y con ellos los italianos
que tienen en estos pueblos su segunda patria. La realización de
tal pensamiento representaría la libertad de una gran porción del
planeta consumada por el genio latino.
Según periódicos que tenemos a la vista:
«El Congreso de Colombia ha autorizado al Gobiern j para
iniciar ante los de Venezuela, Ecuador, Perú y Boüvia, la erección
de un monumento a Simón Bjlívar en e! Aventino, en Roma, para
conmemorar el primer centenario de la batalla de Ayacucho.»
Patriótico designio, que cuenta con el aplauso continental.
Pero ¿porqué se ha fijado el Congreso de Colombia en el
Aventino para la erección del monumento?
Probablemente a causa de que todavía se persiste en el error
de confundir el Monte Aventino con el Monte Sacro, cada vez que
escritores y poetas se refieren al profético juramento del futuro Li-
bertador.
Verdad es que el Aventino, desde los primeros tiempos de
Roma, comparte con el Monte Sacro ia gloria de haber sido tam-
bién fortaleza de la plebe contra la tiranía de los patricios. El
Aventino es el pueblo; el Palatino la aristocracia; el Capitolio los
dioses, dice Michelet. Pero la gloria de la humilde colina de las
afueras de Roma estriba en que ella fue el teatro de las primeras
sublevaciones de la plebe y en' que alii fue en donde nació la insti-
tución del tribunado. En memoria de tal acontecimiento — dice Tito
Livio — le fue dado a dicha colina el nombre de Monte Sacro.
«Lugar sagrado, en efecto — agrega Ampé.e — pues fue la cuna
de la libertades populares. Tal nombre expresaba ia idea de la in-
violabilidad de las personas y de los derechos que conquistaron los
HOMENAJE DE ROMA AL LIBERTADOR 397
plebeyos. Las leyes que los garantizaron se llamaron leyes sagra-
das. La persona de los tribunos que los representaron también fue
<Jeclarada sagrada.»
Años más tarde, tras los desmanes de los decenviros, «los ple-
beyos abandonaron por segunda vez a sus jefes, marcharon en or-
den militar al través de la ciudad y se dirigieron al Monte Sacro,
donde nombraron de nuevo sus tribunos.» Narra así Mommsen la
segunda parte de la epopeya que mantiene incólume !a celebridad
del Monte Sacro.
Si lo que desea el soberano congreso de la nación hermana es
que se erija el monumento a Bolívar en el mismo sitio donde pro-
nunció el juramento que fue luego incendio de gloria «desde las ori-
llas de! Ormoco hasta las cimas argentadas del Potosí,» lo natural es
que sea escogido para ello el Monte Sacro. A la riente colina aledafia
al Puente Nomentano y no a la opuesta, aledaña a la Puerta de Ostia,
«s a la que con justicia corresponde ai nuevo triunfo. Bolívar no
tiabla del Aventino sino del Monte Sacro. Su maestro tampoco da
lugar a dudas: «un día, después de haber comido y cuando ya el
«ol se inclinaba al occidente, emprendimos paseo hacia la parte del
Monte Sacfo.» dice Rodríguez. Y ambos, sobrado familiarizados
con los clásicos latinos, sabían muy bien lo que dccíin, O'Leary
también es muy claro en el particular.
La confusión donde es patente es en el siguiente párrafo de la
Viaa del Ltberlador ^imón Bolívar , por Larrázabal :
«Roma conáprende en sus muros, como se sabe, diez u once
■colinas, que encierran el Tíber. y que lo hacen acanalado ycorren-
toso. Estas colinas parecen destinadas a dar a la vista un placer
grave y melancólico. Cierto día, de los últimos que Bolívar debía
pasar en Roma, tomó el calesín desde temprano con Rodríguez, y
juntos fueron al Monte Aventino {Sactum Moníem). Del lado del
río, este monte termina en precipicio; del opuesto se descubren la
tumba de Cecilia Metella, la vía Apia y la campiña de Roma.
Aquel sitio solitario y silencioso predispuso el ánimo de los viaje-
ros. La vista del campo romano les refrescó la memoria de las fér-
tiles campiñas de Caracas. Hablaron del MonteSacro y de la liber-
tad de Venezuela.»
Como se ve, Larrazábal sitúa a Bolívar en el propio Aventino.
La descripción es exacta, pero veam.os la conclusión del párrafo:
«Se indignaron contra la opresión. El maestro y el discípulo,
-colocados en la augusta colina, más allá del Anio, victorearon la
libertad futura de la América en el mismo lugar en que Roma
afianzó por dos veces sus sacrosantos derechos. Bolívar, inflamada
el corazón, tomó las manos de Rodríguez, y con enérgica frase
juró sobre aquella tierra santa, la libertad de la patria!*
Este final está en contradicción con el comienzo del párrafo
Ahora no aparece Bolívar en el Aventino, sino en el Monte Sacro,
pues la «agusta colina, más allá del Anio,» es el genuino Monte
Sacro, scijr^rado del Anio por una pradera, a tres millas del
398 BOLETÍN DB HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Avcntino, cuyo río es el Tíber. Amén de que cel lugar en que
Roma afianzó por dos veces sus sacrosantos derechos, 9 fue el
Monte Sacro y no el Aventino. S>n palmarias en et relato las
inexactitudes nistóiicas y topográficas.
Leamos ahora a Mancini:
cUna tarde de mediados de agosto, en momento en que iba
ya apagándose el ardor del sol, el azar de un paseo por la campi-
fla condujo a Bolívar y a Rodríguez a orillas del Anio, al pie del
Monte Sacro. Subieron ei cerro al iniciarse el crepúsculo y se
sentaron sobre una columna rota que yacía entre zarzas. No tardó
en salir la luna, dejando adivinar en cercana lontananza la inmen-
sa presencia de Roma. Rodríguez recordaba a su compañero los
episodios de la retirada al Monte Aventino, ingeniándose en esta-
blecer un parangón entre los plebeyos de Menenio, sublevado*
contra la tiranía de los patricios y del senado, y la impaciencia
desesperada de los pueblos de América, sin tribunos autorizados
para defenderlos contra los opresores.»
Particularidad digna de anotarse: Larrazábal coloca a Bolívar
en el Aventino pensando en el Monte Sacro; Mancini lo sitúa en
el Monte Sacro pensando en el Aventino. Diriase que ambos no
supieron documentarse para describir la escena del juramento.
En el relato copiado, Mancini está dentro de la verdad históri-
ca, menos en la terminación de dicho relato, que, como el de La-
rrazábal, también tiene las de confundir. La retirada de los plebe-
yos a que se refiere Mancini, nada tiene que ver con el Aventino,
tfiío con el Monte Sacro, pues es la célebre retirada en que inter-
viene Menenio. Además, es un error inexcusable en Mancini eso
de los «plebeyos de Menenio» Los plebeyos en su retirada aban-
donaron los cónsules y escogieron por Jefe a Sicinio Beliuto, uno
de sus compañeros. Menenio no fue sino el delegado del senado
para concertar la paz con la plebe.
«Se resolvió pues — dice Tito Livio — diputar ante el pueblo a
Menenio Agrippa, distinguido por su elocución fácil, y caro a los
plebeyos, de quienes su familia había salido.»
Y Menenio les dirigió allí el célebre apólogo de los «miembros
y del estómago,» que según Michelet, es un verdadero fragmento
ciclópeo del antiguo lenguaje simbólico.
Desde el punto de vista histórico, el monumento iniciado por
el congreso de Colombia no debe ser erigido sino en el Monte
Sacro. ¿Que está un poco lejos del centro de Rorrea? Más lejos
está Mouni-Vernun de Washington y no por eso ¡a tumba del
héroe de Yotk-Town deja de ser sitio de continua peregrinación.
Para el patriotismo como para la admiíación no hay distancias.
Más aún: el Monte Sacro no tiene la mácula del Aventino.
Según la tradición, desde la cumb^^e del Aventino consultó
Remo los presagios que le fueron contrarios. Aventius fue sllí ful-
minado por el cielo. Y como lugar de «presagios funestos» fue ex-
cluido por ios patricios del recinto sagrado de la ciudad. Aún sigue
POLICARPA SALAVARRIETA 399
el Aventino inhabilitado como si la antigua maldición patricia pe-
tara siempre sobre él. Ningúa sitio de Roma, dice Maurice Paléo-
logae, es más desierto, más retirado de la vida.
V dice la verdad.
Macuto, enero 14 de 1933.
Andrés Mata (l)
POblCflRPfl SflhflVflRRlETfl (2)
Al tender la vista por las escenas de Anaérica, desde principio»
de la revolución, se diría que sus hijas han revivido ei siglo de los
mártires, constantes a toda prueba, pródigas, como ellas, de su
sangre, las hemos visto sellar con ésta en los suplicios la indepen-
dencia de su patria. Aquí la sombra de una víctima ilustre sale de
la tumba para excitar la admiración de todas las edades: es la de
la virtuosa, la inmortal Policarpa Salavarrie. a. Esta señora era
natural de Bogotá; distinguíase por sus sentimientos patrióticos,
que ni a los enemigos ocultaba, y no es extraño que llegase a ser
el blanco de la rabia de aquellos desalmados. Toda la vigilancia
inquisitorial del Gubieno opresor había ella burlado, instruyendo
circunstanciadamente a los patriotas, dispersos por las tropas de
Morillo, del estado de la opinión pública, de las fuerzas y opera-
ciones del enemigo, Su amante, empleado por fueiza en 1818 en
el estado mayor del ejército español, le daba noticias de cuanto
pasaba; y ella las transmitía al general Santander, que entonces, a
la cabeza de unos cuantos bravos, se sostenía en la provincia de
Casanare, en los confines de Venezuela y Cundinamarca.
Fuertes sospechas indujeron al virrey Sáraano a allanar varias
veces la casa de nuestra heroína; por algún tiempo fue vano su em-
peño encontrarla delicuente; mas habiéndose encargado aquel
mismo joven, con quien debía casarse en breve, de llevar una co-
municación interesante a los patriotas, fue sorprendido por enemi-
gos en el páramo de Toquilla, y conducido a Bogotá con el cuerpo
(1) £1 Universal de Caracas.
(2) Tomamos estas líneas de un libro pequeño y raro, de 280 pá-
ginas, que se publicó en París en 1826. y en la casa de Bossang^e
Vadre. calle de Richelieu número 60, y que ae intitula La flor co-
lombiana. Biblioteca escogida de las patriotas americanas o colec-
ción de los trozos más selectos en prosa y verso. La advertencia e>tá
firmada P. A.. }' su primer artículo, sin fírma. tiene este título: De
la tnffuencia de las mujeres en la sociedad, y acciones ilustres de va^
rías americanas. Es tal vez lo primero que se escribió kobre nuestra
keroína, ycuando aún estaba fresco su sacrificio — ^£. P.}.
400 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
del delito, tomado sobre su persona. Luego que Policarpa supo
«sta ocurrencia, se presentó con entereza al virrey, y le dijo que su
amante era inocente; que ella misma había extraído los papeles j
persuadídole a que emprendiese el viaje, pero sin imponerle del
contenido de lo que llevaba. Interrogado el joven conductor sos-
tuvo, al contrario, que él era el delicuente, y que aquélla no tenia
conocimento alguno de sus intenciones. Confrontados ambos, se
"mantuvieron firmes en el propó.-ito de salvarse mutuamente. Según
costumbre en estos casos, sentenciaron al joven a sufrir la pena
capital; y sentado ya en e! banquillo, llevaron a la Salavarrieta a
su presencia, le ofrecieron el perdón, y aun que protegerían a
los dos, siempre que declarase los cómplices; mas los españoles
no lograron otra cosa que renovar el conflicto entre dos corazones
generosos que se amaban entrañablemente y que estaban decidi-
dos a todo sacrificio antes que faltar a la causa de su patria. Vien-
do los tiranos lo inútil de sus esfuerzos para arrancar a almas de
iemejante temple un secreto de tanta importancia, ordenaron la
-ejecución del intrépido mensajero, y le arcabucearon en presencia
de su amada. Volvieron a conducirla a la prisión; y constantemen-
te se negó a revelar los nombres de las personas que en secreto
estaban trabajando en favor de la libertad. En consecuencia fu«
calificada de traidora y condenada a muerte.
Su conducta hasta el momento mismo de expirar, enseñó a
aus verdugos el grado de energía de que es capaz el verdadero
patriotismo: sólo la afligían las desgracias de su país natal; mas
la consolaban los servicios que ella le había prestado y la certi-
dumbre de que pronto se vería libre, mientras su espíritu iba a
unirse al de su amante. Cuando caminaba al fatal lugar dond»
debía ser sacrificada, exhortó al pueblo que lloraba desconsolado y
triste, del modo más enérgico. «No lloréis por mí, les dice, llorad
por la esclavitud y opresión de vuestros abatidos compatriotas; sír-
vaos de ejemplo mi destino; levantaos y resistid los ultrajes que
sufrís con tanta injusticia.» Llegada al patíbulo, pidió un vaso d«
agua; mas observando que era un español quien se la traía, se negó
a admitirle, diciendo: «Ni un vaso de agua quiero deber a un ene-
migo de mi patria.» El comandante del destacamento que la custo-
diaba la instó entonces para que nombrase ella misma alguna per-
sona de su estimación que le hiciese aquel servicio. «Mil gracias,
contestó, por una bondad que no puedo aprovechar, pues que el
pasajero alivio de esta mi última necesidad podría quizás com-
prometer ante los tiranos a quienquiera que yo dispensase tal
■prueba de amistad Vamos a morir.» Un momento antes
de darse la señal de ejecución, se vuelve a sus crueles verdugos, y
■con espíritu tranquilo exclamó: «Asesinos, temblad íU coronar
vuestro atentado: pronto vendrá quien vengue mi miíerte.» Tu
predicción se cumplió, ilustre cunríinamarquesa: desde la morada
•de los ángeles te complaces en las glorias de tu patria; tu sangre
pura fecundó su suelo; cada gota ha brotado un héroe; y todos
ellos han heredado tus seotimientos. Por una coincidencia singular,
PROCESO DE NA8IÑO. RICAURT© Y OTROS 40 1
el nombre y apellido de esta esclarecida joven se prestan a per-
petuar la memoria de su heroísmo en este oportuno ncagraroa:
«Policarpa Salavarrieta: Yace por salvar la patria.»
PROCESO DE HflRinO, RICñURTE y 0CR05
índice de los documentos (i).
1. 19 noviembre 1794 Carta del virrey de Santafé al duque
de la Alcudia: acompaña tres testimonios {no eslán) de! expediente
sobre reimpresión clandestina y divu'gación de papeles sediciosos,
2. I octubre 1795. Solicitud de José Antonio Ricaurte, preso
en ei castillo del Pastelillo de Cartag'ána: pide a Su Majestad se le
ponga en libertad y se la restituya a la posesión de su honor, ha-
beres y empleos de que ha sido despojado sin ser oído y sin que
se le haya hecho cargo de su delito; solicita también se le conceda
licencia pira ir a la Corte a vindicarse.
3. 5 febrero 1796. Oficio de Silvestre Collar ai Príncipe de la
Paz, remitiéndole el documento anterior.
4. 18 agosto 1795. Memorial de José Montero, yerno de J. A.
Ricaurte: pide testimoni > de las diligencias de prisión de éste a la
real audiencia; y negativa de ésta.
5. 30 junio i7Qt. Solicitud al Príncipe de la Paz, de J. A. Ri-
caurte para que dé curso a Su Majestad de su memunal.
6. 30 junio 179(3. Memorial dirigido a Su Majestad por J. A.
Ricaurt:^, pidiendo nuevamente se le restituya la posesión de su ho-
nor, libertad, etc., etc.; trata además di justificar la defensa que hizo
de Antonio Narifto.
7. septiembre 1796, Memorial de José Antonio Ricaurte,
(suscrito por Sebastián Mirtín de Rojas, en virtud de poder que
acompaña), pidiendo a Su Majestad se sirva mandar separar de la
causa de sublevación de Santafé lo relativo a la prisión del su-
plicante y que se comisione sujeto que entienda de ello.
8. 13 septiembre 179Ó. Poder de J. A. Ricaurte a S. Martin
de Roj-s, otorgado en Cartagena.
9. Sin fecha. Minuta del estado de la causa de J. A. Ricaurte
y dictamen de Su Majestad a la consulta de! Consejo de Indias.
10. 10 noviembre 1800. Extracto de la causa de Nariño, R¡-
canrte, Espinosa y otros con la consulta que el Consejo de Indias
presentó a Su Majestad, y el borrador del dictamen de éste.
I i. 19 julio 1797. Carta de la audiencia de Santafé, al Prín-
cipe ¿e la Faz, acusándole recibo de la real orden, de 26 de octubre;
y participándole que en su cumplimiento ha prevenido al gober-
(1) Batos documentos fueron enviados de España por el arfior
Péreí Sarmiento, coTio se dijo en el número anterior 'página 373).
Loü niarcad'<s 1 a 74 están publicados en el libro del msmu stftor,
intitulado Proceso de Nanño, Cádiz, 1914. El presente índice dará
una idea de la importancia de esos legajos (E. f.).
XTV— 26
402 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Dador de Cartagena ponga a José Antonio Ricaurte en uno de
los castillos de la plaza, sin permitirle comunicación.
12. 30 agosto 1800. Memorial de Ricaurte (suscrito por su
apoderado Sebastian Martín de Rejas), lamentándose de su des-
graciada situación y de la rigurosa prisión que sufre, y solicitando
se le conceda plaza en alguna audiencia de Indias.
13. II noviembre 1800. Minuta de Real orden M virrey d«
Santafé, diciéndole que en vista de lo que resulta de la causa
contra Antonio Nariño y Ricaurte y otros, ha mandado el rey la
le encargue ponga sumo cuidado en la introducción de libros, pa-
peles y sus impresiones.
14. 14 enero 1 8o c. Memorial de Ricaurte (suscrito, por su
apoderado Sebastian Martín de Rojas), pidiendo clemencia y que
se examine nuevamente su causa.
15. I." febrero 1801. Carta de J. A. Ricaurte al secretario del
Estado y del despacho de Gracia y Justicia, representando su lar-
ga e injusta prisión y suplicándole se despache su causa.
16. 9 septiembre 1800. Minuta de un oñcio del Consejo de
Indias a Su Majestad para satisfacer su conducta en el parecer
de una consulta.
17. 8 agosto 180 r. Representación de J. A. Ricaurte al se-
cretario di Estado y del despacho, acompañando copia de las re-
clamaciones que ha dirigido al virrey de Santafé.
i3. 8 agosto 180 1. Copia de las reclamaciones que dirige al
virrey de Santafé J. A. Ricaurte, con motivo de la prisión que sufre.
jg. 29 octubre 1801. Memorial de J. A. Ricaurte (suscrito
por Sebastian Martín de Rojas), pidiendo a Su Majestad se de-
termine pronto su causa para que cese la larga prisión que sufre.
30. í6 jumo 1802. Solicitud de S. Martín Rojas a Su Majestad
pidiendo clemencia para J. A. Ricaurte.
21. I." marzo 1803. Memorial deS. Martin de Rojas pidiendo
pronta resolución a Su Majestad de la causa de J. A. Ricaurte.
22. 13 diciembre 1803. Memorial de J. A. Ricaurte, suscrito por
S. Martin de Rojas, con nota marginal en que se decreta su li-
bertad.
23. 20 mayo 1803. Carta de J. A. Ricaurte al primer secre-
tario de Estado y del despacho, solicitando su protección para
que se le ponga en libertad.
24. 4 enero 1804. Minuta de real orden al gobernador dt
Consejo de Indias participándole que Su Majestad ha resuelto se
ponga en libertad a J. A. Ricaurte, que se halla preso en Car-
tagena. (1).
25. 19 septiembre 17Q5. Carta del virrey de Santafé, al du-
que de la Alcudia, dirigiendo una representación del fiscal de
aquella Audiencia, Manuel de Blaya, quejándose de una cita qae
(1) En la obra Precumores, por Li Marroquín. 1913, se hallan las
cartas que Ricaurte dirigió a Montero y que completan estos com-
probantes, sobre los paáecimíentos del ilustre procer. (E. P.)
PROCESO DE NARIÑOj RICAÜRTE Y OTROS 403
hace Antonio Nariño en su escrito de defensa. El virrey hace elo-
gios del fiscal.
26. 19 septiembre 1795. Representación del fiiscal del crimen
de la Audiencia de Santafé, Manuel Mariano Blaya a! duque de la
Alcudia, quejándose de la cita que hace Ricaurte en su escri-
to de defensa de Antonio Narifto, de un discurso que el que re-
presenta pronunció en la Academia de Santa Bárbara de Madrid,
y solicita providencia a su desagravio.
27. 19 septiembre 1795. Carta de la Audiencia de Santafé a
Su Majestad informando sobre los justos motivos que tuvo para
recoger el escrito que presentó Ricaurte en defensa de Anto-
nio Narifto y para corregir a su autor.
28. íq octubre 1795. Testimonio duplicado del escrito pro-
sentado por Antonio Narifto y diligencias practicadas en lu
virtud.
29. 19 septiembre 1795. Carta reservada del vig:ey de Santafé
al duque de la Alcudia, diciendo acompaña testimonio do lo ac-
tuado hasta la fecha en averiguación del papel sedicioso Loí de-
rechos d*l hombre. {No está el testimonio').
30. 19 diciembre 1795. Carta del virrey de Santafé, al Prínci-
pe de la Paz participándole que en virtud de haberle pedido la
Real Audiencia la auxiliase en el cumplimiento de !a sentencia
contra Antonio Narifto, ha dispuesto que éste pase a España.
31. 19 enero 1796. Memorial de Magdalena Ortega, esposa
de Antonio Nariño, a Su Majestad, representando la injusticia e in-
formalidad con que se ha procedido contra su marido, y pide que
«e le pase a la Corte para oírle en justicia.
32. 22 marzo 1796. Carta del juez de arribadas de Cádiz, Ma-
nuel González Guiral, al Príncipe de la Paz, participándole qu»
como le dijo en su carta del 18 del corriente, se verificó al día
siguiente el traslado de los reos, a excepción de Antonio Narifto,
que se había fugado del navio San Gabriel, en donde venía,
33. 19 junio 1798. Carta de la Real Audiencia de Santafé.
Dice estar enterada de haber aprobado sus providencias sobre
envío a España de Antonio Nariño y respecto a Fermín de Varga»
y al sermón de Lorenzo Ferreira.
34. 30 marzo 1796. Minuta de R. O. al Presidente o Gober-
nador del Consejo de Indias encargándole prenda a Antonio Na-
riño, que a su arribo a Cádiz huyó y ne encuentra en 4a Corte.
35. 8 abril 1796. Carta del juez de arribadas de Cádiz, Ma-
nuel González Guiran, al Príncipe de la Paz, acompañando un oficio
del comandante del navio San Gabriel, Manuel de Paudo. expli-
cando la faga de Antonio Nariño.
36. 6 abril 1796. Oficio del comandante del navio S»n Gü"
briely explicando la fuga de Antonio Nariño.
37. 18 marzo 1796. Relación de los individuos conducidos bajo
partida de registro en los navios 8an Juan Bautista^ San Gabriel y
Santiago en Cádiz, procedentes de La Habana. En el San Gabriel
iba Antonio Narifio.
404 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
38. 22 enero '796. Carta del gobernador de La Habana, Luis
de las Casas, al Príncipe de la Paz, participándole que además de
los diez reos de que dio aviso le envió despué* el virrey de
Santafé a Antonio Narifto, y tados se dirigen a Cádiz en los navios
de guerra San Juan y Sun Gabriel, bajo partida de registro.
39. IQ julio 1797 Carta de la Audiencia de Santilé al Prínci-
pe de la Pdz al regreso de Antonio Nariflo y Pedro Fermín de
Vargas al Reino; dice que Vargas es más peligroso que el otro, y
manifiesta las disposiciones que se han tomado y lo peligroso de
la situación.
40. 13 julio 1797. Real acuerdo, celebrado en Santafé para tra-
tar de las noticias reservadas que había comunicado el arzobispo
sobre los planes de Antonio Nariño; sus gestiones en París y Lon-
dres para revolucionar el país, regreso de! mismo y de Pedro Fer-
mín de Vargas y del ofrecimiento que se hizo al arzobispo en
nombre de Su Majestad de no proceder criminalmente contra ellos.
41. 14 julio 1797. Copia de un oficio del virrey de Santafé al
arzobispo de aquella Arquidiócesis, pidiéndole informes sobte Anto-
nio Nariiio y Pedro Fermín de Vargas, que han regresado al país y
pretenden promover tumultos valiéndose de los eclesiásticos y le
promete en nombre de Su Majestad que las noticias que comunique
no influirán para la formación de la causa criminal.
42. 4 julio 1797. Oficio de los alca'des de Anolaima, dando
cuenta de un sermón que predicó, en aquel pueblo, el cura propio
del mismo, Lorenzo Ferreira, hablando mal de la dominación es-
pañola.
43. 17 julio 1797. Oficio del arzobispo de Santafé al virrey
acusándole recibo de un oficio del 14 del mismo mes e imponién-
dolo extensamente de los manejos de Antonio Nariño. bajóla pro-
mesa que le hizo de que las noticias que le daba no influiíían en la
formación de causa en que hubiese pena aflictiva o de santrre (i).
44. 19 julio 1797. Carta del virrey de Santafé al Príncipe de
la Paz, informándole sobre la vuelta anaquel R< ino de Antonitj Na-
riño y de Pedro Fermín de Vargas; providencias gubernativas y
militares que ha tomado y exponiendo el riesgo en que se halla y
la necesidad de auxilios.
45. 19 julio 1797. Carta del virrey de Santafé al Príncipe de
la Paz, participándole que después de escritos los oficios del real
acuerdo y suyo de esta fecha sobre la entrada en el Reino de
Antonio Nariño y Pedro Fermín de Vargas se ha presentado el
primero personalmente con interposición del arzobispo y bajo el
seguro ofrecido al prelado.
46. 2 noviembre 1797. Minuta de R. O. al virrey de Sant fé,
acusando el recibo de sus cartas de 19 de julio y la de la Audien-
cia de igual fecha, sobre el regreso de Antonio Narifto y Pedro
Fermín de Vargas a aquel reino y aprobando las providencias que
había adoptado.
(l^ Este oficio lo publicamos, en 1903, en nuestro libro El Pre-
cupsor, página 218.
FKOC£SO DE NARIÑO, RICAÜRTE Y OTROS 4C5
47. 25 julio i7q8 Carta de Nicolás de Azara, embajador de Es-
pafia en París, a Francisco Saavedra, dándole noticia de haber apa-
recido el año anterior en París Antonio Narifto y de la inutilidad
de las gestiones que practicó allí y en Londres, para intentar la su-
blevancia de Tierra Firme; y de los manejos de un tal Caro, que fue
complicado en la conjuración de Caracas, y que ha salido de París
disfrazado de negro para introducirse en Santafé,
48. IQ noviembre 1798. Carta reservada del virrey de Santafé
al Príncipe de la Paz, manifestando no haber recibido contesta-
ción a las cartas que habrá mandado dando cuenta de las noveda-
des ocunidas después de la presentación de Narifto y deseando
saber si ha merecido la aprobación de Su Majestad sus providea-
cías.
49. 19 noviembre 1798. Carta del virrey de Santafé al Prín-
cipe de la Paz, manifestando que ha mandado esté lista una em-
barcación en la villa y puerto de Honda para trasladar a Narifto y
algún otro a Cartagena, por los recelos que tiene y pidieaio la
aprobación para el gasto extraordinario que con dicho motivo ha
hecho.
50. 19 noviembre 1798. Carta del virrey de Santafé al Pilncipe
de la Paz, informando sobre una representación que acompaña, que
con fecha 4 le dirigió Nariño suplicando el cumplimiento de lo
que se le ofreció cuando se presentó.
51.4 noviembre 1798. Representación de Antonio Nariño a
que hace referencia el documento anterior,
52. 19 enero 1799. Carta reservada del virrey de Santafé al
Ministro de ¡a Guerra Juan Manuel Alvarez, acusando recibo de
la real orden reservada de 21 de agosto, sobre los manejo»
de Narifto y Caro para sublevar aquel reino y haciendo un breve
resumen de lo ocuriido desde el afto 1794 y de las principales dis-
posiciones que ha tomado.
53. 6 febrero 1800. Representación de Antonio Narifto en
Santafé, en la cual pide se le juzgue o ponga en libertad.
54. 35 noviembre i8oo. Oficio de Silvestre Coliar a Mariano
Luis de Urquijo, remitiéndole seis cartas y otros documectos sobre
la causa de Nariño.
55. 29 diciembre 1800. Memorial de Magdalena Ortega y
Mesa, esposa de Nariño, a la Reina, exponiendo su desdichada
situación y pidiendo la libertad de su esposo.
56. I." junio 1802. Memorial de Juan Bosmeniel al rey, pi-
dienco la libertad de Nariño y compañeros y el desembargo de
sus bienes.
57. 19 agosro 1803. Carta del virrey de Santafé al primer
Secretario de Estado, dando cuenta de las diligencias sobre enfer-
medad de Nariño,
58. 26 abril 1803. Memorial de Narifto sobre su enfermedad
y dili^rencias practicadas para comprobar esto.
59. 14 enero 1804. Oficio sin firma en Aranjuez, que partici-
pa al virrey su aprobación del Rey a lo resuelto sobre Nariño.
406 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
óo. 1 6 noviembre 1837. Oficio del virrey al Ministro de Es-
tado, pidiéndose le permita a Nariño el manejo de sus bienes.
61. Memorial de Nariño pidiendo se le permita el manejo d«
sus bienes y documentos en que se funda.
(Continuará)
flPUnCES CR0n0h06IG0S(i)
▲Í70 DK 1831
Enero i.» Recayó la elección para alcaldes en los seflores
Agustín Guriérrez y Joaquín Gómez Hoyos. •
Enero lo. Llegó, por posta, la noticia del fallecimiento del
general Bolívar, que acaeció en la hacienda de San Pedro, cerca
de Santa Marta, el 17 del mes pasado.
Enero 11. Se decretó luto por un mes.
Enero 14. Bando retirando las facultades dadas a los prefec-
tos por el decreto del 25 de septiembre próximo pasado.
Enero 16. A los ochenta años de edad falleció el padre Ama-
ya, religioso hospitalario.
Enero 17. Convocatoria de una convención granadina para el
2 de julio de este año en la Villa de Leiva.
Enero 19. Falleció de calentura el señor Luis Sarmiento.
Enero 20. Murió la señora Narcisa Trujillo, que iba a casar-
íc el día de hoy.
Enero 23. Ruido sobre la venida de los llaneros por Cáqueza.
Salió para allá el coronel Johnson, con alguna gente.
Enero 26. Falleció de calenturas la señora Ignacia Maza.
Febrero 2. Matrimonio del doctor Antonio Plaza con la seño-
ra Nieves Morales.
Febrero 4, Murió de hidropesía el señor Lucas Lombana.
Febrero 10. Se celebraron con la mayor magnificicncia tas
exequias funerales del Libertador Simón Bolívar.
Febrero 13. Se casó el señor José María Rendón con la se-
ñora Concepción Bonilla.
(1) El presente diario, hasta hoy inédito, pertenece al señor Luis
Augusto Cuervo y trae algunos apuntes curiosos y desconocidos. Su
autor, el señor Auza, era juez de hecho para las causas de impren-
ta en Bogotá, en 1838, según vemos en el Almanaque nacional o guia
de forasteros, de ese año. Es el único dato biográfico que tenemos
de él. Estos cotidianos apuntes de los últimos días de la gran Co-
lombia y del nacimiento de la Nueva Granada vienen a complementar
los de Vargas Jurado y Caballero, que publicamos en el libro La Pa-
tria Boba: y los de Ramírez y Escandón, de que hablamos en este
Boletín ;tomo vii, página 23, y tomo xiv, página 123). Poseemos tam-
bién un diario de 1861 a 1864, que escribió el señor B. Torrente, y que
publicaremos algún día. Quedará así historiada la vida de esta ca-
pital, hora por hora, durante muchos años de la colonia y del si-
glo wx— (E. P.).
APUNTES CRONOLÓGICOS 407
Febrero 21. Noticia áe la acción de Palmira, ganada el 10 por
los generales José María Obando e Hilario López, sobre el coro-
ronel Muguerza, jefe por Urdaneta.
Marzo 4. Bando disponiendo que los descontentos pidan sus
pasaportes para las provincias disidentes.
Marzo 7. Salieron para el sur setecientos veteranos ai mando
del general Florencio Jiménez.
Marzo 8. Noticia de haber habido en Sabanalarga un pro-
nunciamiento en favor de ta libertad. De Cartagena habrá salido
gente con el objeto de sofocar la revolución.
Marzo 14. Murió de apoplejía la señora María Josefa Rodrí-
guez de Leiva.
Marzo 20. Noticia de haberse pronunciado en Ubaté los an-
tiguos patriotas Juan José Neira, Miguel y Manuel Rodríguez,
Mariano Acero.
Marzo 21. Aprehensión de muchos liberales, entre ellos Te-
lésforo Rendón, José María Gramas, Manuel Urquinaona, Miguel
Uribe, doctor José María de la Torre, doctor Romualdo Liévano,
José Maiía Forero, Vicente Gómez, Tomás Silva, Clemente Pa-
dilla, Judas Tadeo Landínez, Pedro Ruiz, Eustaquio Blanco,
Francisco Lemus, doctor José Afanador, doctor Rafael Vásquez,
Juan Levy, el francés Bordel y la señora Carmen Rodríguez.
Marzo 22. Salieron desterrados para Cartagena tos señores
Telésforo Rendón, José María Gramas, Manuel Urquinaona, Mi-
guel S. Uribe, Vicente Gómez, José María Forero, Tomás Silva,
doctor José María de la Torre, doctor Romualdo Liévano; habién-
dose fugado el señor Blanco. Salió Pineros para Ubaté, con
alguna gente.
Marzo 24. Sacaron con destino para Cartagena a los señores
Levy, Padilla, Bordel, Vásquez, Afanador, Arenas.y la señora
Carmen Rodríguez.
Marzo 26. Noticias de haberse pronunciado en Neiva el se-
ñor Joaquín Posada con la columna de su mando, en favor de la
libertad.
Marzo 31. Jueves santo. Llovió desde las once de la mañana
hasta iguales horas de la noche. Entró de regreso de Ubaté el
señor Vicente Pineros, sin haber hecho otra cosa que haberse ba-
tido con las fuerzas de Patria, a las que tomó por enemigas.
Abril 3. Matrimonio del señor Torcuato Ortega con la lefiora
Francisca Meló.
Abril 4. Noticia de haber sorprendido eljseñor Juan José Nei-
ra, que quedó herido, el cuartel de Ubaté y hecho cincuenta
prisioneros.
Abril 7. Elecciones para el congreso de Leiva. Salieron por
esta provincia los señores Estanislao Vergara, Félix Castro, Cami-
lo Manrique, Manuel Camacho Quesada, Luis Carbonell, los doc-
tores Riaño.... Saavedra y Juan Nepomuceno Escobar: ¡qué ma-
ravilla ! Murió el señor Pedro Ignacio Silva (alias el Caleníano).
408 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Abril 9. Noticia del sitio de Cartagena por el geríeral Luque,
vuelto a la buena causa. Salieron para Cáqueza algunos jóvenes
a formar guerrilla al mardo de) capitán Ft^ minaya.
Abril 10. Murió el capitán Bati, extranjero.
Abril 13. Negó el Consejo la renuncia hecha por el general
Urdaneta.
Abril 14. Falleció el señor Vicente Losada.
Abril 15. Ocupación de Zipaquirá por los liberales. Salieton
los señores Vicente Borrero y Raimundo Santamaría comisiona-
dos por Urdaneta cerca del general Caicedo a mover pláticas
de paz.
Abril 16. Salió el general R. Urdaneta a ponerse al frente del
ejército para alcanzar mejores condiciones en los tratados que de-
berán hacerse. Se admitió al señor Estanislao Vergara !a renuncia
de la secretaría del interior.
Abril 17. Cincuenta guerrilleros de los de Ubaté se ▼inieron
hasta el Chicó e intimaron el restablecimiento del régimen consti>
tucional. Vuelta del Callao a Funza y salida de parte de ¿I para
Zipaquirá a órdenes del general Jiménez.
Abril 18. Llegada a Funza del doctor Céspedes, comisionado
por el general Caicedo cerca de Urdaneta.
Abril 19. Ocupación de Zipaquirá por Jiménez.
Abril 2[. Noticia de estar el general Hilaris López en el
paso de Fusagasugá.
Abril 22. Noticia de haber sido sorprendido Mariano Acero
én las Pilas por el genera' urdanetista Justo Briceflo.
Abril 23. Llegó el comisionado Raimundo Santamaría con
las últimas proposiciones del general Caicedo, que son: garantíu
de vidas y propiedades a los comprometidos y que se anularan
los grados conferidos por el gobierno intruso, lo que tendrá lugar
cuando hayan entregado las armas.
Abril 24. Gran noticia. El coronel Salvador Córdoba, que
logró escaparse de sus perseguidores, que lo remitían para Carta-
gena, volvió a Antioquia; principiando la campaña con sólo vein-
ticinco hombres, deshizo en tres acciones a Casteiii, a quien tomó
prisionero.
Abril 27. Muerte inesperada de la señora María Josefa San-
tamaría y Baraya de Montoya.
Abril 29. Posta de las Juntas de Apulo con tos tratados cele
brados el 28 en dicho lugar, que contienen: olvido absoluto; ga-
rantías de vidas o propiedades para los comprometidos; y que se
pondrá la fuerza a disposición del gobierno legítimo, que reem-
plazará al intruso. Fueron contratantes por Urdaneta el doctor
José María del Castillo y los señores Juan García del Río y Flo-
rencio Jiménez; y por e! general Caicedo, Pedro Mosquera, Joa-
quín Posada Gutiérrez y general J. Hilario Lópei. Gran descon-
tento en el pueblo.
Abril 30. Gran satisfacción con la noticia del completo triun-
fo obtenido por la división de Casanare al mando del valiente Juan
APUNTES CRONOLÓGICOS 409
Nepomuceno Moreno sobre Juan José Patria, general urdanetis-
ta, en el campo de Cerinza. El número de muertos por nuestra
parte fue corto; el de! enemigo muy crecido, por todos quedaron
en la lista 136. Se hicieron -350 prisioneros. Se admitió por el
Consejo la renuncia que del mando supremo hizo el general Ur-
daneta.
Mayo I .• Entrada del Callao.
Mayo 2. Entrada del Rffles. A las once de !a noche entró el
general Caicedo.
Mayo 3. Entraron trescientos hombres más.
Mayo 4. Nombramiento del ministerio constitucional en la
forma siguiente: el señor Alejandro Vélez para el exterior; el doc-
tor José María del Castillo para el interior; Pedro Gual para el de
hacienda; y el general José Matia Obando para la guerra. Para
la prefectura de Cundinamarca fue nombrado el doctor Bernardi-
no Tobar.
Mayo 5. Llegada del general J. Hilario López.
Mayo 6. Jura de los tratados por los batallones c' Callao j
Rifles.
Mayo 7, Salida para Funza del general López.
Mayo ir. Unión en Funza de las columnas de Posada y Mo>
reno. Salida de Caicedo con Jiménez a arreglar la entrega de la
gente.
Mayo 12. Murió la sefiora María Clavijo.
Mayo 13. Al amanecer comenzaron a llegar adonde Garzón
las tropas de la libertad, y a las diez estaba formado el campo por
resistirse Jiménez y su oficialidad al cumplimiento de los tratados.
Hubo con este motivo gran alarma, la que se aumentó con la muer-
te alevosa que unos húsares del escuadrón de Ayacucho dieron a
lanza al joven Galarza,oñcial liberal, cuando, como otros muchos^
se paseaba por la ciudad. Después de muchos pasos y contesta-
ciones, se convino en que el día de mañana se pondrá la fuerza a
órdenes del general Mantilla y que a los oficiales se Íes darán pa-
saportes para fuera de la República.
Mayo 14. Se puso la fuerza dictatorial a las órdenes del ge-
neral Mantilla.
Mayo 15. Domingo. Se convocó la convención granadina
para el 15 de noviembre en esta ciudad. A las once de la mañana,^
en medio de un concurso inmenso, entró en esta ciudad la fuerza
libertadora en número de más de 3,000 hombres.
Mayo 17. Muiió la sefiora Luisa Ortega.
Mayu 18. Salieron diez de los oficiales del Callao para Vene-
zuela.
Mayo 19. Dio a luz la señora María Antonia Auza de Esco-
bar una niña, a quien se !e puso María Josefa. Noticia de la ocu-
pación de Cartagena. Salieron para fuera de Colombia, por la
vía de Honda, los ingleses Johnson, Jackion y Mackintosh. Igual-
mente salió Jiménez con algunos de sus oficiales.
410 BOLETÍN Dlfi HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Mayo 20. A las seis v media de la tarde fue atacada la casa
del cervecero extranjero Mayer, por algunos hombres disfrazados,
íjuienes hirieron al extranjero Mayer y mataron a un su criado.
Mayo 2 1. Decreto anticipando un mes la reunión de la coa-
vención. Falleció el extranjero Mayer.
Mayo 22. Nombramiento del señor Andrés Marroquin para la
prefectura, por renuncia de Tobar.
Mayo 23. Falleció el capitán Salazar, delator de la conspira-
ción de septiembre de 1828.
Mayo 25. Entró el general José María Obando. Murió la se-
ñora Josefa Silva.
Mayo 27. Tembló a las cinco de la mañana, lentamente.
Mayo 28. Salió, con destino, para fuera de la República, el ge-
neral R. Urdaoeta.
Mayo 21. Entrada del escuadrón Húsares de Paiia.
Junio 2. Jueves de Corpus. Se encargó el general José María
Obando de la secretaria de la guerra.
Junio 4. Falleció de disenteria el señor Francisco Urqui-
naona. Se retiraron del ministerio Castillo y Mendoza.
Junio 6. Murió la señora Josefa Baraya de Santamaría.
Junio 23. Murió la señora Marta Reyes.
Junio 2"] . Salieron para Popayán los Húsares de Patia.
Julio 8. Murió el señor Antonio Rendón.
Julio 9. Murió de calentura el valiente comandante de caba*
Hería Alejo Acosta. Murió el padre Marchan, de San Francisco.
Julio II. Bando mandándose preséntenlos que estuvieron
ocultos y los que hubieren recibido pasaporte.
Julio 12. Se presentaron el general Mares y el señor Pedro
Domínguez, y no habiéndola hecho el general Justo Briceño, se Ic
ha llamado por bando, dándole setenta y dos horas de término.
Julio 13. Ha principiado la salida de la división de Casanare.
Julio 17. Salió con destino a su provincia de Casanare y con
el resto de su gente el general Juan N. Moreno.
Julio 18. Llegó Castelli remitido por e! señor Salvador Cór-
doba.
Julio 19. Murió el doctor Cárdenas, presbítero,
Julio 21. Fue fusilado uno de los húsares de Ayacucho, que
d 13 de mayo de este año lancearon al joven José Galarra, Fue lle-
vado en hombros, por estar complentamente beodo.
Julio 22. Elecciones para diputados a la Convención. Salie-
ron por esta provincia los señores: Gabriel Sánchez, Miguel Tobar,
Agustín Gutiérrez, Bernardino Tobar, Policarpo Uricoechea, Vi-
cente Azuero, Juan José Neira, Romualdo Liévano, José María
Mantilla, Mariano Escobar, Andrés Marroquin, Manuel del Canti-
llo, Francisco López Aldana.
Julio 24, Se casó el coronel José Acebedo con ia señora Isa-
bel Caicedo
Julio 28. Falleció el señor Rafael Caro. Salió, co« destino,
para fuera de la República, el señor Juan García del Río.
APUNTES CRONOLÓGICOS 411
Julio 31. Se casó el señor Miguel Pefia con la seftora Merce-
des Medina.
Agosto I." Entró en la secretaría de hacienda ei doctor Ig-
nacio Márquez.
Agosto lo. Salieron para Popayán aa e-jcuadrón y un medio
batallón.
Agosto 14, Murió la señora Francisca Madero.
Agosto 16. Salió para Antioquia el batallón segundo del Cen-
tro, al mando del capitán José Antonio Gutiérrez. Tuvo lugar el
juri del Baluarte, papel publicado en esta capital por Castelli, y
en el que se acriminaba el general Obando (José María) por el
asesinato del general Sucre. Alegaron Obando, López y José
María Gaitán en contra de él. Se absolvió. Murió en el hospital,
en la mayor miseria, la señora Nieves Caro. Se encargó del mi-
nisterio del interior y relaciones exteriores el señor Alejandro
Vélez. Murió de cólico el señor Rafael Delgado.
Ago.sto 19. Fueron fusilados en la Huerta de Jaime Manuel
Montes, Miguel Tirado, Antonio Gómez, José María García y
Francisco Carrasquel, como homicidas de los extranjeros F. Mayer
y Santiago Fée, asesinados el 20 de mayo de este año. Murió de
repente, y a las nueve de la noche, el señor Pedro Ruiz.
Agosto 20. Falleció de calenturas el joven Cirilo Puyana.
Murió ei señor Domingo Sánchez. /
Agesto 27. Día aniversario de la infausta batalla del Santuario.
Salió ei general López acompañado de los jefes existentes en ésta
y con toda la tropa, y fueron al sitio mismo en donde se dio la
acción. Alií se dijo una misa en altar portátil por el doctor Ra>
fael Vásquez, quien pronunció la oración fúnebre de aquellos már-
tires de la libertad, y después de un discurso pronunciado por el
general López, se regaron rosas sobre los sepulcros y se sembra-
ron cuatro sauces.
Septiembre 5, Falleció de calenturas el presbítero Julián
Acebedo.
Septiembre 6. Se celebraron en la Catedral las exequias fúne-
bres de los mártires del Santuario.
Septiembre 8. Falleció la señora Teodora López de Hortúa.
Septiembre 21. Falleció de calenturas el joven Joaquín Bus-
taraante.
Septiembre 23. Fueron fusilados los soldados Antonio Cssti»
lio y Antonio Martínez, por robo cometido en la casa del señor
Antonio Gil en Fontibón. Tuvo lugar el juri del papel intitulado
Manifestación de la conducta Hberaly patriótica de la curia metro-
politana, su autor el presbítero José María del Castillo. Fue el
acusador el doctor Agustín Herrera, notario; y hubo mucha efer-
vescencia, por considerarse este negocio de partidos. Fue conde-
nado en cuarto grado. Música por la noche al autor por los li'
berales.
Septiembre 27. Se escapó Castelli de la prisión j se llamó a sa-
grado, asilándose en la puerta de. la Catedral, en donde permane-
412 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
ció hasta las nueve de la noche, hora en que fue restituido a la
prisión.
Septiembre 28. Noticia de la victoria ganada en el Istmo por
el señor Tomás Herrera sobre los facciosos Luis Urdaneta y Juan
Eligió Alzuru, quienes cayeron prisioneros y fueron íusilados.
Octubre 4. Se casó el señor Manuel Manrique con la señora
Petronila Caicedo.
Octubre 5. En seco y con muy hermoso tiempo cayó un rayo
a las tres y media de la tarde, en la tercera calle de la Carrera.
Octubre 14. Falleció el general Federico, barón de Even.
Octubre 17. Con destino a las bóvedas de Cartagena salió el
señor Castelli.
Octubre 20. Instalación de !a convención granadina.
Octubre 22. Murió la señora María Aldana de López. Se casó
el coronel Gregorio Forero con la señora María de Jesús Or-
dóflez.
Octubre 27. Murió a los ochenta y siete años el pzesbitera
José Castro. Salió para Popayán el general López.
Noviembre I. 'Fue consagrado el señor Juan Fernández de
Sotomayor por obispo de Caledonia y vicario de Cartagena.
Noviembre 3. Murió el padre fray Rafael Alarcón.
Noviembre 21. Se admitió, por cuarenta votos contra diez y
nueve, la renuncia que de la vicepresidencia hizo el General Caí>
cedo.
Noviembre 22. Se procedió por la convención a nombrar vi-
cepresidente, y resultó electo, después de más de veinte escruti-
nios, el señor general José María Obindo, habiendo tenido por
competidor al doctor J. I. Márquez.
Noviembre 23. Prestó el general Obando el juramento, ea
manos del doctor Francisco Soto, de presidente de la convención.
Noviembre 3D. A los quince días de. haber recibido el grado
de doctor en medicina falleció de calenturas el señor Tomás Rueda,
de veintidós años.
Diciembre 9. Murió de calenturas ei señor Fernando Benju-
mea, viudo y presbítero. Falleció de disenteria el señor Nicolás
Sánchez.
Diciembre i?,. Después de una larga y penosa enfermedad
falleció el apreciable joven doctor Lázaro Herrrán.
Diciembre ao. Falleció el señor Cristóbal Vergara.
Diciembre :8. Falleció de disenteria el señor José María Quin-
tero. Murió por la noche, de calenturas, el señor Isidoro Carrizos*.
AfiODK 1832
Enero i.*' Fueron nombrados para alcaldes los seflotcs Tibtir-
cic Pieschacón y José Bastidas.
Enero 4. A consecuencias de un disgusto murió repentina-
mente el doctor José Joaquín Suárez, actual viceprcsident» de la
convención.
APUNTES CRONOLÓGICOS 413
£nero 6. El mismo día en que cumplía los ochenta y un afios
de su edad murió el doctor Nicolás Cuervo, deán de esta iglesia.
Enero 9. Murió de calenturas la señora Patrona Macharavia-
ya y Aranza.
Enero 15. Murió hrscfiora Rita Venegas.
Enero 20. A las nueve de la noche se anunció con tambores
y salvas de fusil la noticia de la reincorporación de la República.
Febrero 4. Entró en esta ciudad el batallón Cerittza, fuerte de
400 plazas.
Febrero lo. Salió para Popayán el batallón segundo del
centro.
Febrero 12. Se casó ei señor Francisco Balcázar con ia seño-
ra Francisca Olano.
Febrero 17. Después de haber dado su vuelta en coche, fa-
lleció, a las siete de la noche, el señor Fernando Caicedo y Fiórez,
arzf)bispo de esta arquidiócesis, a los setenta y cinco años siete
meses y dos días de su edad. Fue consagrado por el señor Esté-
vez el 19 de marzo de 1828.
Febrero 20. Con la solemnidad correspondiente a su alto
puesto fue inhumado el cadáver del señor Caicedo en la bóveda
destinada a los arzobispos.
Febiero 24. Falleció de disenteria el señor Mateo Moro, di-
putado a la convención por Santa Marta.
Febrero 29. Se concluyó y firmó ia nueva constitución.
Marzo 7. Murió a los tres años y diez mesea de su edad el
señor Gregorio Escobar y Auza.
Maizvj 9. Se procedió a la elección de los altos magistrados.
El general Santander salió electo para presidente con cuarenta y
nueve sufragios de les sesenta y ties; y la vicepresidencia se de-
claró, después de doce escrutinios, por el doctor José Ignacio Már-
quez, siendo su contrario el general José María Obando. Por la
noche fueron nombrados para el Consejo de Estado los señores
Rafael Mosquera, Vicente Azuero y Francisco Soto.
Marzo 10. Siguieron las elecciones para el Consejo de Esta-
do, y fueron nombrados los señores Domingo Caicedo, Benito Re-
bollo, Miguel Uribe Restrepo y José Vallaiino. A la una del día
prestó el doctor Márquez el juramento constitucional en manos del
doctor Francisco Soto. Falleció de calenturas la señora Trinidad
Torres.
Marzo 11. Nombró la convención al doctor V. Azuero pre-
sidente del Consejo de Estado. Murió el señor Agustín Chaves.
Fue nombrado el general Obando secretario de guerra. Se casó cl
señjr Manuel N. Arboleda con la señora liusebia Torres.
Marzo 18. Se publicó la constitución.
Marzo 19. Se juró la constitución.
Matzo 22. Murió la señora Josefa Laiseca.
Marzo 24. Falleció de calenturas el señor Gabriel Rosas. Sa-
lieron para Quito los señores José Manuel Restrepo y José Matia
414 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Estévez cou misión del gobierno, por existir diferencias con el
Ecuador sobre las provincias de Pasto y Popayán.
Marzo 25. Eligió la convención para jueces de la Suprcmi
Corte a los doctores Félix Restrepo, Diego F. Gómez y Santiago
Arroyo, y para fiscal al doctor Alejandro Osorio.
Marzo 27. Renunció el doctor Francisco Sotóla silla del Con-
sejo para entrar en la secretaría de hacienda.
Marzo 29. Salió el batallón Palmira para el sur.
Fue nombrado para el Consejo de Estado el general Juan N.
Moreno.
Marzo 30. Amaneció muerto en un caflo en la calle de San
Miguel el seflor José de la Asunción Saldafla, natural y proscrito
del Brasil y muy versado en la literatura (i). Salió el general José
María Obando encargado de las operaciones sobre la provincia de
Pasto.
Marzo 31. Se admitieron las renuncias que hicieron los gene-
rales Caicedo y Moreno de sus plazas en el Consejo de Estado.
Fueron nombrados para aquel destino los «aflores Alejandro Oso-
rio y José María Estévez (obispo), y para la fiscalía de la suprema
Corte el doctor Francisco Pereira. A la una y media de la mañana
terminaron las sesiones de la convención.
Abril 3. Entró en la gobernación de esta provincia el doctor
Rufino Cuervo. Prendieron a algunos sabaneros.
Abril 28. Murió el seflor Juan Sordo,
Mayo 5. Murió el padre Navas, de San Agustín.
Mayo 6. Murió el seflor Higinio Latorre.
Mayo 8. A los setenta y nueve aflos de su edad murió el
señor Javier Prieto, empleado en la casa de moneda desde sus
siete afios. Salió para Cartagena el seflor doctor Juan Fernández
de Sotomayor, vicario de aquella iglesia y obispo de Leuca.
Mayo 23. Murió la sefiora Manuela Rosa Camacho.
Mayo 28. Falleció de apoplejía y en la mayor miseria el
seflor Julián Torres, hombre de vasto saber.
Junio 5. Falleció de calenturas la señora Rosalía Fajardo, es-
posa del general H. López.
Junio 7. Llamado a juri por el seflor José M. Bernal el papel
titulado Alcance al Constitucional', s\xdM\ox,fi\ seflor Francisco Var-
gas, fue condenado en tercer grado.
Junio 8. Llegó el general H. López, nombrado para la se-
cretaría de guerra.
Junio 20. Murió el padre fray Francisco Leal.
Junio 21. Día de Corpus. Murió de pleuresía el padre hos-
pitalario fray José de la Trinidad Bonilla. Era religioso secular; y
gozando de un beneficio, que le producía $ 3,000 en el aflo, lo re-
nunció para entrar de fraile y morir en la mayor miseria.
(1) En et número 160 de esteBor^BTÍN (página 243) ae habló sobrt
Saldaña. Este diario viene a confirmar que su muerte acaeció en
«•ta ciudad y a darnos la fecha precisa de ella, que antes no había
sido posible liallarla — (E. P.).
APUNTES CRONOLÓGICOS 415
Junio 31. De una liaga en la cara, y a los setenta y ocho afios
de su edad, murió el doctor Dionisio de la Torre.
Junio 28. Feneció de pleuresía el doctor Toribio García, cura
de la Mesa de Juan Diaz.
Junio 29. Murió el doctor Agustín García, cura del Peladero,
Julio 4. Murió el señor Francisco Pinzón.
Julio 12. Falleció el doctor Juan N. Sanmiguel, abogado.
Julio 16. Falleció la señora Juana Racines,
Julio 17. Murió el Reverendo padre fray José Vicente
Chavarría, agustino calzado.
Jnlio 20. En edad muy adelantada y de apoplejía murió el
tefior Rafael FIórez. Murió la señora Bárbara Alvarez,
Agosto I." Elecciones de cantón. En éste tuvo el general
Santander la mayoría de los sufragios para presidente; el señor
Joaquín Mosquera para la vicepresidencia.
Agosto 7. Murió el Padre Marcelino Trujillo, de hospitala-
rios. Murió de hidropesía la señora Ignacia González.
Agosto 8 . Feneció la señora Trinidad Romero de Borda.
Agosto 12. Murió el señor Antonio Mejía.
Agosto 18. Murieron la señora Lugarda Gaitán y el señor
José Antonio Gutiérrez.
Agosto 19. Falleció el elocuente padre M. Máximo Fernán-
dez, religioso agustino.
Agosto 26. Dejó de existir el doctor Gil Martínez Malo, cura
de la parroquia de Santa Bárbara en esta ciudad, murió el día
mismo en que cumplía setenta años.
Agosto 27. Murió el joven Januario Nariflo,
Agosto 30. Salió para el sur la brigada de artillería. Falleció
el señor Ignacio Romero.
Agosto 31. Fue fusilado, por homicidio, el señor Silverio Gua-
canera, jornalero. Murió Gabriel Alvarez.
Septiembre 2. Se casó el señor Anselmo Pineda con lasefio»
ra María Josefa Valencia de Caicedo.
Agosto 9. Se bendijo la nueva capilla del Señor de Las Cru-
ces, situada al sur de la ciudad.
Agosto 16. Se concluyeron las fiestas de toros que tuvieron-
lugar con motivo del suceso anterior, con un acontecimiento que
pudo haber tenido graves consecuencias, y fue un fuerte disgusto
que se suscitó entre la gente decente y la de ruana, con motivo
del modo brusco y grosero con que un sargento de milicias quiso
hacer salir de la barrera al doctor Liévano y otros individuos. La
llegada del Gobernador y del batallón Cerinza disipó la pelotera.
Septiembre 19. Murió la señora Micaela Franqui (alias ta
tuerta Trujillo).
Septiembre 2 1 . Como a las seis de la tarde cayó un rayo en.
la celda de la priora del Carmen, sin que dicha madre ni tres com-
pañeras más recibiesen lesión alguna.
Septiembre 22. Como en el día de ayer, hubo tempestad; y
como ayer, un suceso notable: estaba el señor Mateo Esquiaqui.
416 BOLETÍN DB HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
rezando la magníñca, cuando le cayó un rayo, que habiéndole pa-
sado por dentro del vestido no le hizo daño.
Septiembre 23. Falleció de disenteria un ilustre y benéfico
ciudadano, un virtuoso padre de familia, un magistrado recto e
ilustrado, el protector de la humanidad, el señor doctor Félix Res-
trepo, juez de la Suprema Corte y el mismo que en el congreso
de Cúcuta presentó el proyecto sobre manumisión.
Septiembre 24. Después de haberse paseado en coche, como
lo acostumbraba, murió a las diez de la noche y de apoplejía el
marqués de San Jorge, señor José María Lozano, caballero del
orden de Alcántara, con cuyo hábito fue presentado al público su
cadáver, no obstante el siglo y las instituciones que nos rigen. Fa-
lleció de setenta y seis años.
Octubre 4, Entró a las dos de la tarde el general Francisco
de P- Santander, presidente electo de la República. Con él ha
venido el señor Luciano Bonaporte, hijo del hermano, del mismo
nombre, del gran Napoleón,
Octubre 7. Se posesionó el general Santander de la presiden-
cia, prestando el juramento en manos del vicepresidente.
Octubte 9. Se recibió el siguiente parte: Señor: si una bata-
lla hubiese decidido la campaña, yo no tendría la honrosa satisfac-
ción de participar a Vuestra Excelencia un triunfo tan glorioso como
el que se ha obtenido a beneficio sólo de una marcha forzada. No
ha currido una gota de sangre, y una fuerza igual o mayor que la
de mi mando, se ha disuelto completamente, y Pasto se ha recu-
perado. No puedo aún entrar en detalles, porque yo mismo igno»
ro lo que ha sucedido. Anticipo este aviso a Vuestra Excelencia
para satisfacción del gobierno ofreciendo aquéllos para después.
£l día de hoy para Pasto ha sido el i5 de mayo pata Bo^oti. Cuar-
tel general en Pasto, a 21 de septiembre de 1832. José María
Otando.»
Octubre 11. Murió la señora Gertrudis Vargas de González.
Octubre 28. Feneció el señor Javier Rodiiguez.
Octubre 29. Murió de costado el señor Camilo Manrique.
Noviembro 12. Tembló bastante recio a las tres de la maña-
na. Murió el señor Francisco Malo,
Noviembre 28. Fue nombrado rector del (colegio del Rosa-
rio el doctor José María del Castillo Rada.
Noviembre 29. Falleció en su hacienda de J^uie la señora Jo-
sefa Pinzón.
Expiró a los noventa y dos años y nueve meses de su edad
el profesor de medicina señor Sebastián López, a quien le es
deudora la Nueva Granada del descubrimiento de la quina en su
territorio.
Diciembre 24. Llegáronlos tratados celebrados con el Ecuador;
por ellos dicho estado reconoce las provincias de Pasto y Buena-
ventura como partes integrantes de la Nueva Granada. Murió la
señora Concepción Ramírez.
Diciembre 30. Se casó el señor Guillermo Wills con la señora
Juana Pontón.
APUNTES CRONOLÓGICOS 417
1833
Enero i." Salieron nombrados para alcaldes los señores Mi-
guel Ibáñez e Isidoro Cordobés.
Enero 3. Falleció la señora Francisca Escobar.
Enero 17. Murió en Usaquén la señora Benita Nariño. Falle-
ció de hidropesía el señor Francisco Garavito.
Enero 28. Por disposición gubernativa reconocieron los doc-
tores Benito Osorio y Félix Merizalde uno de los presos de la cár-
cel pública, detenido allí por delitos cometidos en Neiva, hacía un
año, y practicada la diligencia resultó ser mujer.
Febrero 3. Amaneció muerto en su cama el señor Pacífico
Taime; vivía en la misma casa en que murió de repente el doctor
J. Suárez.
Febrero 15. Murió la señora Fidela Carrizosa.
Febrero 16. Falleció el señor Francisco Antonio Ortiz.
Marzo i.° Murió en Cáqueza el doctor Isidro Arroyo.
Marzo 5. Se instalo el congreso constitucional legislativo.
Marzo 8. Abiertos los registros en las cámaras reunidas en
congreso resultó que el general Santander había obtenida 1,012
votos para la presidencia, con lo que se declaró popularmente
electo, presidente del Estado. No habiendo reunido para la vice-
piesidencia ninguno de los candidatos el número requerido de
votos, entraron en cántara los señores José Ignacio Márquez, Joa-
quín y Rafael Mosquera; quedó excluido el último, y contraída la
votación a los dos restantes, resultó efecto el señor Mosquera (Joa-
quín).
Marzo 15. Llegó del sur el batallón 2° del centro.
Marzo 16. Honras del ilustrísimo Caicedo; predicó la ora-
ción fúnebre el doctor Francisco J. Guerra.
Marzo 19. Reunidas las cámaras eligieron para el Consejo de
Estado a los señores José Ignacio Márquez, presidente, Vicente
Azuero, Rafael Mosquera, Benito Rebollo, José Manuel Restrepo,
Salvador Camacho y Bernardino Tobar.
Marzo 20. Quedó perfeccionado en el senado el nombra-
miento para ministros de la Suprema Corte en los señores Diego
Fernando Gómez, Miguel Tobar y Francisco Cuevas.
Marzo 25. Se escogió por el senado al doctor Alejandro Oso-
rio para la fiscalía de la Suprema Corte de Justicia. Habiendo re-
nunciado sus plazas en el Consejo de Estado los señores Rafael
Mosquera, Manuel Restrepo y Vicente Azuero, fueron nombrados
para reemplazarlos los señores José Vallarino, Alejandro Vélez y
Manuel María Quijano.
Marzo 27. Por renuncia del doctor Manuel María Quijano
fue nombrado para el Consejo de Estado el general H. López.
Marzo 28. Murió de apoplejía el señor Víctor Fuenmayor.
Marzo 30. Se nombró al doctor Francisco Pereira para el
Consejo en lugar del general López, que renunció.
XIV— 27
418 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Abril 1." Prestó el juramento constitucional el presidente
F. P. Santander en manos del Senado, *sefior Agustín Gutiérrez
Moreno,
Abril 2. Se encargó en ínterin de la secretaria del Interior el
señor Rafael Mosquera.
Abril 7. Se casó el coronel José Manuel Montoya con la se-
ñora Matilde Rondón.
Abril I5. Se tomó en consideración por las cámaras reunidas
la renuncia que de la vicepresidencia de la República hizo el se-
ñor Joaquín Mosquera, y se negó.
Abril 26. Salió para Cartagena el batallón segundo del centro.
Mayo 2. Llegó el señor Joaquín Mosquera de vuelta de la
Europa,
Mayo 5, Murió de apoplejía el señor Teodoro Arguello,
Mayo 10. Muiió el señor Ignacio Ricaurte. Falleció en Cipa-
cón el doctor Ignacio Sandino, abogado.
Mayo 12. Prestó el señor Joaquín Mosquera el juramento de
estilo. Se casó el señor Plácido Morales con la señora Petronila
Tobar.
Mayo 24. Murió la señora Josefa Chaves,
Mayo 28. Amaneció adelante del Chapinero, en el camino que
gira para Usaquén, asesinado, el joven José Antonio Latorre, quien
iba de viaje ct)n $ 400 que le fueron robados. Murió la señora
Carmen Madiedo,
Junio I." Tuvo lugar e.\ iuri del papel titulado Diálogo entre
un donado y un fraile de misa, el que fue acusado por el fiscal
del tribunal de este distrito como subversivo, por ser su objeto des-
opinar el congreso porque desatendió la representación hecha
por los regulares sobre abolición de las leyes de profesiones reli-
giosas. Fue grande el concurso, y los defensores, los señores doc-
tores F, J. Guerra, Francisco Margallo y Nicolás Quevcdo. Se ab-
solvió. Falleció la señora Rosa Ortiz de Rojo,
Junio 2. Se pusieron en receso las cámaras.
Junio 25, Murió de hidropesía la señora María Josefa Acosta.
Junio 28. Murió el doctor Blanco, presbítero
Junio 30, Se casó el señor José María Portocarrero con la se-
ñora Dolores Caicedo y Santamaría.
Julio 5. Llegó a la iglesia de San Diego el cuerpo de San
Victorio. Fue este santo español hijo de San Marcelo, centurión
con quien fue degollado en lugar llamado Legione en España, en
la persecución de Diocleciano, a fines del siglo tercero. Oían al-
boroto del populacho.
Julio 8, Se presentó en San Bartolomé un lucido certamen de
derecho canónico, en el que se sostuvieron tesis que en otro tiempo
hubieran llevado al catedrático y alumnos a las hogueras del santo
tribunal. Los prelados regulares quisieron impedir el escándalo, y
para el efecto se presentaron al ordinario solicitando se radiasen
del aserto cuatro proposiciones que la bula auiorem fidei declaraba
por heréticas. Como nada alcanzaron, asistieron al acto bien pre-
APUNTES CRONOLÓGICOS 419
reñidos produciendo la mencionada bula como su principal argu-
mento. £1 preceptor, doctor Gómez Plata, y los estudiantes de-
fendieron su campo con firmeza, lo que acaloró tanto a los repli-
cantes que hablando todos a la vez produjeren el desorden.
Julio II. Falleció Joaquina Jiménez a los sesenta y dos años
ocho meses y cuatro días de su vida.
Julio 23. Martes. Recibió el gobierno un anónimo en que se
le avisaba que en la noche de este día debía estallar una conspi-
ración, formada por los enemigos de las instituciones patrias, y
en que han tomado parte algunos oficiales en servicio, y entre
éstos el señor Pedro Arjona, encargado hoy de la guardia del cuar-
tel de húsares. Con estos antecedentes pasó el general Santander
al cuartel, plazuela de San Francisco, y arrestando a Arjona lo
mandó preso a la prevención con el coronel Montoya, quien se
encargó de tal comisión, sin querer llevar en su compañía soldado
ninguno; pero le costó cara tal confianza, porque al llegar a la es-
quina de la calle segunda del comercio corrió el preso hacia arri-
ba y perseguido por el conductor, se deshizo tirándole un pistole-
tazo, que lo dejó en el sitio. Los conspirados, sabedores de cuanto
pasaba, tomaron la fuga por la vía del norte.
Julio 24. Se han tomado varias medidas para descubrir y
aprehender a los conspiradores. El gobernador mandó comparecer
al prior de agustinos calzados, quien en unión de sus gobernados
quiso resistir la intimación, saliendo con la comunidad 9 las puer-
tas del convento, con el fin de conmover a la multitud; pero pro-
tegido el juez comisionado por la fuerza armada condujo al prela-
do a la plaza pública, en donde en presencia de un crecido número
de gente, el presidente y gobernador reprimieron con energía la
altanera arrogancia de las capillas. A la una fueron llamados los
ciudadanos en ayuda del gobierno. A las cinco de la tarde salie-
ron veinticinco hombres al mando del señor Rafael Mendoza con
dirección al norte.
Julio 25. Alarma a las nueve de la noche, con motivo de ha-
berse formado en el distrito de Santa Bárbara un tumulto de gen-
tes del pueblo que victoreaban la religión. Salió una partida de
veteranos al mando del señor Joaquín Posada.
Julio 26. ShHó para el norte el general Hilario López.
Julio 29. A Ids once de la mañana llegó un posta con la
plausible noticia de haber sido aprehendidos los facciosos en el
pueblo de Iza. provincia de Tunja, por el coronel Manuel María
Franco, con excepción del caudillo ex-general Sarda y unos pocos
más que lograron escaparse. Salió el oficial Manuel Calle con par-
tida de milicias en busca del señor Mariano París, y habiéndolo en-
contrado en Chipaque, lo conducía para ésta, cuando, según se
asegura, trató de fugarse, en el sitio de la Fiscala, pero fue alcan-
zado por la bala que le dirigió el sargento de la partida y acabado
de matar allí mismo. Su cadáver, medio desnudo, fue entrado
atravesado en un caballo, lo que llenó de horror al pacífico pueblo
de Bogotá, que jamás había sido testigo de una escena tan injurio-
420 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
sa para él como para la humanidad. Falleció de disentería, en el
mayor abandono y en el hospital público, el sefior Joaquín San-
tamaría, siendo notable que él fue quien metió la mano en que su
sobrina se casase con el señor Mariano París.
Agosto 2. Llegaron los treinta y cinco facciosos aprehendidos
en Iza.
Agosto 4. Perdió la literatura un poeta distinguido en el se-
ñor Andrés María Marroquin, que murió de pulmonía. Han sido
presos el general Mares, Barrionuevo y otros.
Agosto 5. Llegó de Tunja el general López con la noticia de
haber sido aprehendido Sarda y compañía.
Agosto 8. A las tres y media de la tarde entraron n Sarda, Ig-
nacio Amaya, Alejo Arjona y a un Izquierdo.
Agosto 12. Se encargó el señor Lino Pombo de la secretaria
del interior.
Agosto i6. Fue reducido a prisión el general Antonio Vélcz.
Entraron preso a un Villamil.
Agosto 17. Entró preso un tal Nieto, venezolano y de la pan-
dilla de Sarda.
Agosto 21. Llegó el señor Santos Michelena, encargado por el
gobierno de Venezuela de arreglar las relaciones con la nueva Gra-
nada y de concurrir al congreso de plenipotenciarios.
Septiembre 8. Fue excarcelado con fianza el general Vélez.
Octubre 3. Llegó preso el oficial Anguiano.
Octubre 5. Enterraron en la iglesia de las Nieves el cadáver
del señor Vicente Barrera, muerto en Serrezuela.
Octubre 6. Falleció la señora Petronila Castro.
Octubre 11. Se fugó de la cárcel el ex-general José Sarda, de-
jando limados sus pesados grillos, regalo que le hizo Patricio Pa-
rada, y un agujero en el techo de su prisión.
Octubre 12. La Corte superior de justicia, compuesta de los
doctores Vicente Azuero, Ezequiel Rojas y Cipriano Cuenca, por
haberse excusado los jueces propietarios, después de haber toma-
do conocimiento de la causa seguida a los conspiradores de julio,
pronunció sentencia condenando a Sarda y a cuarenta y seis com-
pañeros al último suplicio; de ellos diez io fueron definitivamente,
y el resto con consulta de conmutación.
Octubre 13. El poder ejecutivo mandó ejecutar la sentencia
de muerte en Sarda y diez y siete compañeros, debiendo ir los res-
tantes a presidio.
Octubre 14. Entraron en capilla los condenados.
Octubre 15. Falleció la señora Mapa Josefa Urisarri.
Octubre 16. Formadas en la plaza mayor' la fuerza vetera-
na y las milicias de Bogotá y Facatativá, fueron pasados por las
armas los diez y siete reos de conspiración, quienes sufrieron con
denuedo su destino. Eran sus nombres Ignacio y Juan Amaya,
Francisco Grillo, Juan Arjona, Ignacio Acero (rico hacendado),
Antonio Grillo, Francisco Amaya, Juan Nepomuceno Escandón,
Lucas Gracia, Telmo Santos, Antonio Nieto, José María Sandoval
APUNTES CRONOLÓGICOS 421
«17
Agustín Yepes, Matías Zúfliga, José Antonio Ramírez, Alejo Ro-
dríguez y Juan Nepomuceno Triana, Se notóla coincidencia de
haber sido puesto en capilla el señor José María Sandoval el día
mismo en que fue fusilado el señor Pedro Celestino Azuero, cuyo
escondrijo denunció él.
Octubre 2i. A las seis de la mañana siguieron para su desti-
no deChagres y Cartagena treinta y dos reos de conspiración.
Octubre 22. Apresaron al general Francisco Urdaneta por
causa de conspiración.
Octubre 23. Fue puesto en prisión el señor Miguel Pey por
asuntos de conspiración.
Octubre 14. Se excarceló al señor Pey.
Octubre 25. Fue puesto en libertad el señor Francisco Urda-
neta.
Noviembre 12. Amaneció muerto en su cama el coronel Co-
lens, inglés de nacimiento. Por un frasquito hallado cerca do su
cadáver se vino en conocimiento que había abreviado sus días con
láudano.
Noviembre 13. Doe ¿renda pere mo pir hebar selodi la
laloande (i).
Noviembre 30. Murió el seCor Manuel Pardo, patriota del año
de diez. Se casó el señor Eulogio Malo con la señora Mercedes
Manrique.
Diciembre 17. Falleció el señor doctor José Gabriel Silva,
prebendado de esta iglesia.
Diciembre 19. Pasaron por las armas al desgraciado joven Ma-
nuel Anguiano, por el delito de conspiración. Murió con la sereni-
dad de un militar valiente cuando aún no había tocado al cuarto
lustro de su edad. Su muerte ha sido lamentable, por haber sido
hijo de un español decidido por nuestra causa, por la cual murió
fusilado en Cartagena.
Diciembre 30. Murió, octogenario, el doctor Juan Antonio
Uricoechea.
El 30 de marzo de 184.1 murió la señora María Josefa Auza,
de espasmotétano y garrotillo o mal de quijada, que todo es lo
mismo para el efecto.
Ay! es en vano que el mortal intenta
El grolpe detener de muerte airada:
Nada es la ciencia, la hora señalada
Postra el poder, ala riqueza ahuyenta.
El tiempo de vivir nos acrecienta
la ansia anhelante.
Andrés Auza y Jiménez
(1) Esta frase enigmática parece decir día grande para mi por
haber salido libre. . . . (la última palabra la hallamos indescifrable).
422 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Efa GEHERflh flhVEflR ED C5UQU15flCfl
RECTÍFICACIÓN HISTÓRICA
Tiempo es ya de que se restablezca la verdad histórica sensi-
blemente amenguada con menoscabo del nombre de personajes
ilustres.
Sabido es y ha sido ya ampliamente comentado el viaje triun-
fal que emprendió el Libertador Bolívar, después de ¡a victoria de
Ayacucho a la an'igua Chuquisaca, Parecía que no satisfecho con
los homenajes que había recibido en la ciudad de los virreyes,
iba en busca de nuevos honores al través de las comarcas redi-
midas.
El fausto más extraordinario y ia pompa sólo destinada para
los reyes fueron ios distintivos de esta jira verdaderamente estun-
penda. Por donde pasó el Libertador fue agasajado con delirio por
el pueblo y las autoridades, que no veían en él sino a la encarna-
ción de la libertad tanto tiempo ansiada. Así continuó su viaje
hasta que llegó a Chuquisaca.
Encontrábase allí dictando las órdenes más eficaces para el
afianzamiento de la nueva República, cuando un acontecimiento
inesperado vino a suspender la atención del gobierno recientemen-
te establecido. Tratábase de la llegada de una misión diplomática
de las Provincias Unidas del Río de la Plata, creada en virtud de
la ley de 9 de mayo de 1825, por el congreso general constitu-
yente. La nueva misión vino confiada al general Carlos María de
Alvear y al doctor José Miguel Díaz Vélez.
Tan distinguidos huéspedes fueron recibidos con muestras de
gran regocijo en medio de la fiesta esplendorosa en que pasaba sus
días Bolívar.
El 16 de octubre del mismo año fueron recibidos en audien-
cia pública por el Libertador, cambiándose los siguientes expresi-
vos y conceptuosos discursos. El general Alvear dijo al Liberta-
dor:
«Excelentísimo seflor: Con la más grata complacencia los Minis-
tros Plenipotenciarios que tienen el honor de hablaros, ponen en
vuestro conocimiento que el poder ejecutivo de las Provincias Uni-
das del Río de Plata, en virtud de la ley de 9 de mayo del Congre-
so general constituyente, les ha encargado que en nombre de la
nación Argentina os feliciten por los altos y distinguidos servicios
que habéis prestado a la causa del Nuevo Mundo, cuya libertad e
independencia acabáis de afianzar irrevocablemente, transmitien-
do al mismo tiempo los sentimientos más sinceros de gratitud y
reconocimionto de que están animadas las Provincias de la Unión
por los heroicos y generosos esfuerzos del ejército liberta-
dor. Este acto es digno de una República que a la par de
ia inmortal Colombia ha empleado por diferentes direcciones tu
poder y su fuerza en llevar la libertad a los inmensos pueblos her-
manos que gemían en la esclavitud, hasta que cerca del Ecuador
se unieron ambos estandartes en la celebre batalla de Pichincha.
EL GENERAL ALVEAR EN CHÜQÜISACA 423
Entonces el genio de Colombia más dichoso hizo que tomaseis el
difícil y glorioso encargo de dar libertad al resto del Nuevo Mun-
do, que a pesar de su decidida adhesión y ardientes esfuerzos se
hallaba oprimido con la enorme cadena de la tiranía española, que
vos sólo fuisteis capaz de romper. Así es que la gratitud hacia el
ilustre guerrero y el júbilo y alegría en las Provincias Unidas, ha
llegado a un grado de que son sólo capaces los pechos generosos
que saben amar la independencia y la libertad.
Mas el suelo sagrado de la patria se halla profanado por las
plantas de un impío extranjero. El emperador del Brasil, con vio-
lación de todos los derechos, se ha atrevido a provocar a los libres
de Colón, pretendiendo usurpar la provincia de la Banda Orien-
tal a la nación Argentina, e insultando a la inmortal Colombia y
al gobierno peruano con su inesperada agresión en las provincias
del Alto Perú, que están bajo la protección de estas ilustres repú-
blicas. Tiempo es ya de que el honor americano se conmueva y
que el Libertador de Colombia y el Perú sea el brazo fuerte que
se encargue de dirigir el espíritu nacional para obligar a la Corte
vecina a desistir de una conducta tan poco leal, como contraria a
lus propios intereses. Por la presente carta que tenemos el honor
de presentaros, os instruiréis más detenidamente de los sinceros
deseos y finos afectos que animan a vuestro gran amigo y fiel alia-
do el Jefe Supremo de la nación Argentina por la unión estrecha
y sincera amistad con las Repúblicas que tan gloriosamente pre-
sidís.
Admitid pues las sinceras protestas y finas felicitaciones de
una República que hace consistir su mayor gloria en la sabiduría
de sus instituciones, en la moderación de sus principios y en el
respeto que profesa a todos los gobiernos establecidos. Por lo que
respecta a nosotros, ha sido el colmo de nuestra satisfacción el
haber sido encargados de promover intereses tan preciosos, esta-
blecidos sobre bases tan sólidas; y nada nos quedaría que desear,
si tuviéramos la dicha de merecer el aprecio de Vuestra Excelencia
en el tiempo que tengamos el honor de residir cerca de vuestra per-
sona, así como el de manifestaros el profundo respeto y admiración
que profesamos a las grandes y eminentes cualidades que mostráis
al mundo.
El Libertador contestó:
Señores Plenipotenciarios: El gobierno de.las Provincias Uni-
das del Río de la Plata ha tenido la bondad de querernos honrar
con una misión lo más lisonjera, tanto por su objeto verdaderamente
glorioso como por los ilustres personajes que la componen. Así el
pueblo argentino debe contar siempre con que nuestro corazón no
se apartará nunca de su futura suerte; que nuestro más vivo inte-
rés y nuestro más cordial afecto serán por aquel pueblo que empe-
zó simultáneamente con nosotros la hermosa carrera de libertad que
hemos terminado.
No queríamos mencionar nuestros sensibles dolores; pero
cuando el escándalo los publica ¿porqué callarlos? A la verdad,
424 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
tenemos un derecho demasiado incontestable para sorprendernos
de que un principe americano, recién independiente de la Europa,
que se halla envuelto en nuestra noble insurrección y que ha levan-
tado su trono, no sobre débiles tablas, sino sobre las indestructibles
bases de la soberanía del pueblo y de la soberanía de las ieyes, este
príncipe, que parecía destinado a ser el amigo de sus vecinas repú-
blicas, es el que ocupa todavía una provincia y una plaza fuerte que
no le pertenecen y que domina a una de nuestras naciones más
beneméritas. Por otra parte, sus tropas acaban de invadir nuestra
provincia de Chiquitos para asolarla y ultrajarnos con amenazas
bárbaras, y cuando el espanto de nuestras armas las ha puesto en
fuga, entonces se llevan nuestras propiedades y a nuestros ciuda-
danos. Y sin embargo, esos insignes violadores del derecho de
gentes han quedado impunes; nuestros pueblos humildes y nuestra
gloria ofendida. Mas demos gracias a los sucesos que ha añadido
nuevos vínculos que nos estrechan, para que a la vez reclamemos
nuestros derechos, como a la vez los adquirimos.
Como se ve,' en estos discursos se significó el deseo de mani-
festar a nombre de la nación Argentina la complacencia con que
se había visto en las márgenes del Plata el advenimiento de las
nuevas repúblicas después del glorioso triunfo de Ayacucho. Ter-
minando por expresar el principal objeto de su venida, que no era
otro que insinuar la idea de llamar la atención al Brasil por su
conato de usurpación de la provincia de la Banda Oriental de la
nación Argentina, y la devolución del departamento de Tarija,
que, desde el año de 1807, había constituido parte integrante de
la Intendencta de Salta.
Las negociaciones se entablaron inmediatamense con celo harto
prolijo. No siendo causa para interrumpirlas, ni los devaneos que
se provocaron en medio de ese ambiente de continua sugestión,
como se ha manifestado alguna vez con suma ligereza ni con el
viaje inesperado de uno de los negociadores, como vamos a pro-
barlo.
En efecto, el general Alvear, a pesar de la vida galante que
llevaba, consiguió realizar de una manera satisfactoria uno de los
principales objetos de su alto encargo, cual fue la devolución de
Tai-ija, que les fue entregada el 17 de noviembre de 1825, habieíK
do tomado posesión de ella a nombre del gobierno de las Provin-
cias Unidas del Río de la Plata, su edecán, sefioi Ciriaco Vélez.
Había entrado de lleno en el cometido de su función el gene-
ral Alvear, cuando fue llamado por su gobierno para ocupar el
Ministerio de Guerra. Entonces tuvo forzosamente que interrumpir
las negociaciones que llevaba a cabo respecto del Brasil y empren-
der, en cumplimiento de una obligación contraída, su marcha de
regreso a Buenos Aires, no sin antes recibir de la sociedad de Chu-
quisaca y de las autoridades oficiales todo género de manifestacio-
nes de aprecio.
Alvear, como llevamos dicho, no salió precipitadamente, ni
mucho menos se le proporcionó caballo para que su partida no
sufriera demora. Esto lo dice la leyenda, pero no es cierto.
BL GENERAL ALVEAR EN CHÜQUISACA 425
Dando rienda suelta a los sentimientos amistosos que domina-
ba el ambiente que rodeaba a Bolivar y Sucre, el general Alvear
fue despedido en un banquete por éste, quien aprovechó de tan
significativo momento para exteriorizar la simpatía y reconocer pú-
blicamente no sólo los méritos militares del general Alvear sino, su
acción inteligente y sagaz.
Dice un historiador que Sucre, alzando su copa para brindar
en su honor, hízole la ofrenda más valiosa que pudiera hacer-
le, en obsequio, cual fue el caballo histórico que montara en Aya-
cucho, esperando lo retribuyera con una victoria. Tal demostración
y la respuesta de Alvear fue saludada con grandes aclamacionei y
asentimiento general de los invitados.
Días después, el mariscal envióle su caballo con una misiva
cuyo contenido es éste que sigue, y su original consérvase en los
papeles de la familia de Alvear:
Señor general Airear: Mi apreciable general y amigo: Ten-
go el gusto de enviarle a usted el caballo tordillo que me sirvió
en la batalla de Ayacucho. Al mandarlo, vuelvo a significara usted
que sólo la amistad y la confianza me animan a este presente.
Mucho' y mucho celebraré (y esto lo digo con toda mi cora-
zón) que usted lo «retribuya» verificando mi brindis del domingo.
Buen viaje, mi querido general. Realice usted nuestros buenos de-
seos, y dígnese aceptar los sentimientos sinceros con que me repito
su afectísimo amigo, atento y obediente servidor, Sucre (i).
Llegado a Buenos Aires para tomar posesión del Ministerio
de Guerra y designado general en jefe del ejército de operaciones,
su primer recuerdo fue para Sucre, escribiéndole una extensa carta
que podrá leerse en la sección correspondiente, y en cuyos párrafos
pertinentes a nuestro punto, hace referencia al obsequio, con estas
palabras dignas del obsequiado:
Mi muy querido y respetado amigo: Las innumerables aten-
ciones que me rodean, en circunstancias tan críticas y en que es
preciso crearlo todo, no me han dejado lugar para escribir a usted,
como yo lo hubiera deseado y mi amistad me lo dicta. La media-
ción de Inglaterra ha sido eludida por el emperador, y la guerra
va a seguir con todo vigor....
Debo decir a usted que el gobierno ha acordado honrarme
con el mando del ejército, y esta confianza «me pone más en pro-
porción, si la suerte me ayuda, de poder corresponder a usted con
otro caballo que, aunque nunca podrá tener el mérito distinguido
del de Ayacucho,» tendrá al menos el de sincera voluntad
Buenos Aires, agosto 3 de 1826. Carlos de Alvear.
(1) Casi todos los cronistas y biógrafos de Sucre dan equivoca-
damente el color del caballo de Ayacucho, afirmando montaba sobre
un tostado o castaño. Con este color aparece en un cuadro al óleo
que hemos tenido a la vista; pero el documento irrefutable que publi-
camos aclara el punto plenamente.
426 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Vuelto el general Alvear a Buenos Aires, tomó el mando del
ejército que operaba contra el Brasil; y, como es notorio, batió y
derrotó a las fuerzas que comandaba el marqués de Barbacena en
la memorable batalla de Ituzaingó.
Ahora Vimos a dar a conocer un episodio que hasta hoy no
ha sido referido por nadie y que por tratarse del caballo que le ob-
sequió el general Sucre es de palpitante interés.
La batalla de Ituzaingó arreciaba en medio de una refriega
espantosa; el coronel Feliz Olazábal mandaba el regimiento nú-
mero 5; y cuando la división oriental comandada por Lavalleja venía
en desorden sobre el ejército argentino, el general Alvear fue en
persona y le dijo a Olazábal que cargara; éste le preguntó, enton-
ces, si su caballo estaba herido y si quería cambiar con el suyo al
ver el histórico tordiilo cubierto de sangre. Pero el general Alvear
le dijo, en respuesta, que el caballo vencedor en Pichincha no caería
en Ituzaingó. Probablemente recordando el valeroso comporta-
miento de Olazábal en esa gloriosa acción de armas, mandada tam-
bién por el general Sucre. En Pichincha peleó Olazábal como co-
mandante del legimiento peruano número 2, y fue recomendado
en el parte respectivo por el general Santa Cruz. El general Al-
vear, de acuerdo con el ofrecimiento que le hiciera al general Su-
cre en su carta de 3 de agosto de 1826, le devolvió su caballo.
¡Qué hombres y qué tiempos!!....
Finalmente rectificamos también otro hecho histórico. El ge-
neral Alvear murió en Nueva York el 2 de noviembre de 1852, des-
empeñando la representación diplomática de la República Argen-
tina. Sus restos fueron trasladados a Buenos Aires en 1854. En
Montevideo los recibió el glorioso almirante Brown y los llevó a la
metrópoli a bordo de la nave guerrera argentina Riobamba. El fé-
retro fue envuelto en el pabellón nacional, y estaba rodeado de las
banderas brasileñas tomadas en Ituzaingó. La oración fúnebre de
tan excelso personaje fue pronunciada por el general Guido, el in-
separable amigo del geneial San Martin.
Jacinto Sixto Garda (i)
Eh SfíBlO CflhDflS (2).
En París y en el año de 1852 publicó Acosta un estudio his-
tórico referente a Don Francisco José de Caldas^ naturalista neo-
granadino, y, como homenaje de respeto, reconocimiento y cariño,
dedicó dicho trabajo a los doctores don Rufo Manuel Fernández,
arcediano de la Catedral de Puerto Rico, y a don Lucas de Tor-
il) Revista de Derecho, Hisíori» y Letras, áe Bueno» Aire»; mayo
de 1923.
(2) En el Boletín dk Historia, tomo 4», página 213 (1906), se in-
sertó el estudio sobre Caldas que escribió el ilustrado F>ortorriqueSo
señor J. J. Acosta, y que fue tomado de Bl Correo de Ultpamap, De
EL JIABIO CALDAS 427
no», catedrático de zoología en la Universidad de Madrid. Por
referirse a dicho trabajo, reproducimos la carta que escribió Aces-
ia al sefior don Félix M. Tanco. Dice así:
Señor don Félix M. Tanco, París, 31 de octubre de 1852.
Mi estimado paisano: el adjunto opúsculo, que con gran pla-
cer le envió, probará a usted que no he olvidado el asunto más co-
mún de las sabrosísimas conversaciones que teníamos en Madrid,
así como también que no se borra de mi memoria el recuerdo de
mi amigo Tanco. Con frecuencia hablábamos de la Nueva Grana-
da, de su pasado, de su presente, de su porvenir, y casi siempre
recaíamos en Caldas, cuyo desarrollo intelectual y cuyos proyec-
tos de mejora pública le enlaza, por decirlo así, con todas las épo-
cas. Estas conversaciones hicieron nacer en mí el deseo de consa-
grar algún recuerdo al malogrado sabio neogranadino, y adqui-
riendo cada díi más fuerza este pensamiento en vez de disiparse
con el tiempo, al fin puse manos a la obra y he tenido la fortuna
de terminar el trabajo que le acompaño. Yo me complazco en re-
conocer la parte que tiene usted en su concepción.
Ahora me atrevo a exigirle una prueba de su amistad, y es
que me conteste haciendo una crítica severa de dicho opúsculo. Me
mueve a esta exigencia el inteiés que tengo en oír los. consejos de
los hombres competentes, porque yo considero el trabajo sobre
Ccilda% como uno de esos pequeños globos que los aeronautas
lanzan al aire antes de emprender su peligroso viaje
Estoy devorado por el deseo de emprender una serie de es-
tudios históricos acerca de los privilegiados individuos de nuestra
raza que han consagrado sus facultades al progreso de las ciencias,
y aunque desconfío mucho de poder realizar semejante pensamien-
to, deseo conocer mis fuerzas, y considero el estudio sobre Caldas
como un excelente dinamómetro. Mi desconfianza nace principal-
mente de que el año que viene voy a encerrarme en Puerto Rico,
donde es imposible proporcionarse los materiales necesarios para
toda clase de erudición, dado que mi pobreza y la letal influencia
de mil causas, que usted conoce, me dejen la quietud de espíritu
necesaria para los partos de la inteligencia. Más que naturalistas ha
tenido nuestra raza, guerreros y teólogos, pero, no obstante ia esca-
sez, no falta mies que segar.
Al señor Caballero envío también un ejemplar, y será para
mí una gran fortuna oír su juicio.
Después de la contestación que di a su grata de diciembre
de 1849, no _he vuelto a tener el placer de escribirle hasta hoy. Du-
la obra José /. Acosta y su tiempo, que publicó su hijo, señor Ángel
Acosta y Quintero, son los sig-uientes apuntes relatiros a dicha bio-
grafía. Se ve por ellos que antes de la publicación en aquel periódico
de París había sido editada en folleto, el cual no existe en esta ciu-
dad, y es por consiguiente una curiosidad bibliográfica. Debemos
este capítulo de la mencionada obra al señor Gustavo Arboleda, quien
lo recibió del señor Federico Acosta Velarde, hijo de don Ángel y
nieto por consiguiente de don Jo»é Julián.
428 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
rante una gran parte de este tiempo he residido en Prusia y en
Francia, sin tener la menor noticia acerca de usted. Espero me
escriba largamente bajo el siguiente sobre: Mr. Hemeterio Be-
tances^ pour remettre a Mr. f. ) . de A costa, Rué Racine, 30 París.
Castro, que está aquí conmigo, me encarga mil cosas para
usted. Reciba el corazón de su afectísimo amigo, fosé J. de Acosta,
Los temores de Acosta tuvieron una triste realización. D«
ellos se lamenta en la carta que reproducimos, escrita diez afios des-
pués:
Señor don Joaquín Bernal— Puerto Rico — Diciembre 24 de 1862.
Mi estimado amigo: Mi amigo Castro me entregó anoche su
buena carta, fecha 17 del actual, y agradecido a los honrosos con-
ceptos que en la misma me dispensa usted, me apresuro a contestar-
la lamentando únicamente no poder hacerlo con la extensión que
merece y que tanto hubiese sido de mi agrado. Mas en esta oca-
sión, como en otras muchas, tendré que conformarme con las tria-
tes exigencias de mi vida. ^
Celebro mucho que mis dos ensayos históricoliterarios Caldas
y El Café, hayan sido de su agrado, porque si bien creo que en la
favorable impresión que en usted ha producido su lectura entra por
mupho la naturaleza de ambos asuntos, siempre gratos a un lector
americano, es también para mí de mucho peso el juicio de usted,
principalmente desde que conocí los sabios consejos que dio usted
a nuestro común amigo Marín, al cantar a Campeche. Y sobre todo
esto agradezco su felicitación porque la juzgo sincera. Con igual
sentimiento hablo a usted.
Mi estudio sobre Caldas es única y exclusivamente hijo de
mi corazón. Tendría yo diez o doce afios cuando llevado de una
curiosidad insaciable, de una afición innata a los libros, encontré
casualmente en el cajón de una mesa vieja de otro muchacho, ami-
go mío, un cuaderno impreso. Le eché mano ocultamente, confieso
mi pecado, y lo llevé a casa para devorarlo. El opúsculo resultó
ser el Discurso de Zea sobre la medicación. Encontré en él un
párrafo consagrado a Caldas, que empieza «¡ Malogrado natura-
lista!» etc., etc., y ese solo párrafo rae conmovió profundamente
y fue para mi alma una especie de revelación.
En medio de mi lectura desordenada, de mis estudios regu-
lares, tenía siempre en la memoria el párrafo de Zea; y cuando
llegué a Europa, con el alma llena de aspiraciones literarias, me
propuse saber quién era ese Caldas. Visité las bibliotecas de Ma-
drid, París y Berlín; hablé con el sapientísimo Humboldt, y al fin
vi realizado mi ardiente deseo. En esta investigación aumentaba
cada día mi interés, mi entusiasmo, porque cada vez me parecía
más grande el hombre, y cuando llegué a conocerle bien se apo-
deró de mi alma una inmensa compasión, y exclamé a mi vez:
<¡Malogrado naturalista!» e intenté desagraviar su sombra. ¡Som-
bra sublime!
Si hablé sólo del sabio y no del patriota, usted lo compren-
EL MUNDO BOLIVARIANO 429
derá.... Apenas han transcurrido cuarenta y ocho aflos desde su la-
mentable muerte, y aún no ha terminado la crisis que le arrastró.
No es pues que yo haya estado nunca a la altura del ilustre
neogranadina; la distancia que nos separa es inmensa, inmensa,
de ello tengo conciencia, sino que mis naturales inclinaciones y mi
posición han tenido cierta analogía con las suyas. Ardiendo en
deseos de instruirme en medio de una sociedad atrofiada, compren-
dí todos los obstáculos que encontró el joven popayanés en su
camino, y la heroica constancia con que supo vencerlos para colo-
carse tan alto en las regiones del pensamiento y de las ciencias de
observación. Esta y no otra es la explicación de que haya podido
bosquejar la fisonomía moral del primer sabio de Hispano América.
Sí, comprendo tanto más la constancia de Caldas, cuanto que
a mí me ha faltado. Yo he cedido a los embates de la suerte, he
cerrado los admirables libros de Platón, Tácito, Plinio, Bacon,
Descartes, Montesquieu, Voltaire, La Place y Arago, que tan felices
me hacían para entregarme a los negocios. Con esposa e hijos,
heme visto obligado a abandonar el cultivo de mi entendimiento
para cuidar de una Imprenta. He aceptado mi sacrificio, y aunque
comprendo ahora más que nunca la gloria, ya no es posible ceder,
ni a los impulsos de mi corazón, ni a las leales excitaciones de usted
y otros, amigos....
A fuerza de sufrir me voy acostumbrando a la inercia cientí-
fica. Prueba de ello, lo que ha pasado por mi alma al escribir esta
carta. Al referirme a mi pasado he creído que no se hablaba de
mí propio, sino de un muerto. ...Y con efecto, murió aquel acosta
que escribió el Caldas. Y si supiera usted qué pensamientos acari-
ciaba entonces. Recorrer la América para escribir un Plutarco Ame-
ricano. Sueños que se desvanecieron,... Al llegar aquí, me llama un
cajista, y tengo que suspender.
Respecto a mi opúsculo El Café, sólo diré a usted que es hijo
de mi amor a esta preciosa planta. Siempre me ha cautivado el
reino vegetal.
Adiós, amigo mío. Si esta carta, escrita de ligero, pero en
que he tratado ciertos asuntos, fuera de su agrado, y resuelve usted
guardarla, le suplico la conserve con mucha reserva. Sólo en el
seno de la amistad me permito abrir mi alma. ¡Hay hombres tan per-
versos! Deseo vivir oscuro e ignorado. La única felicidad hoy par*
mí es la que pueden darme mi familia y mis amigos. Lo es de usted.
José J. de Acosía
Eh munDOBOfaiupiRíflno
I
Bof^otá, 20 de junio de 1923
Señor Secretario de la Academia Nacional de Historia — La ciudad.
Señor Secretario: El señor Jorge Ricardo Bejarano, miembro
de esa docta corporación, puso ayer en nuestras manos la nota de
430 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
fecha 19 del presente, en la que se nos comunica el honroso e in-
merecido acuerdo adoptado, con respecto a nosotros, en la últi-
ma sesión ordinaria.
Una vez más ha querido la Academia de Historia colombia-
na demostrar su benevolencia suma, al mismo tiempo que su gran
devoción por todo lo concerniente a su patria, devoción que la ha
colocado entre las primeras instituciones culturales del Continente.
Al transmitir nuestro profundo agradecimiento a la Academia
por la honrosísima distinción de que nos ha hecho objeto, nos
complacemos en formular votos por su incesante prosperidad
y en ponernos, incondicionalmente, a la disposición de sus miem-
bros.
Quiera usted, tenor Secretario, aceptar nuestro saludo y nuestra
gratitud. C. ^ramburu S. — L. A. Sánchet —Alejandro Belaunde.
II
DSCRETO NÚMERO 984
El Presidente de la República de Colombia, en uso de sus fa-
cultades legales, y considerando:
Que la Comisión de periodistas del Perú, actualmente en Bo-
gotá y presidida por el señor don Carlos Aramburu y Salinas, se
ha dirigido al gobierno en solicitud de que se dicten las disposi-
ciones del caso a fin de que se designe la comisión que debe for-
mar el índice de las materias correspondientes a Colombia para
el libro El Mundo Bolwariano que dichos señores se proponen pu-
blicar con motivo del primer centenario de la batalla de Ayacu-
cho, y que además se señale el número de ejemplares de dicha
obra a que el gobierno se suscriba; que la referida publicación,
por el objeto a que está destinada, reviste el más alto interés pa-
triótico para las naciones libertadas por el genio de Bolívar,
Decreia:
Artículo I.* Encomiéndase a la Academia Nacional de His-
toria, como cuerpo consultivo del gobierno, la formación del ín-
dice del libro El Mundo Bolivariano, así como la revisión de los
trabajos respectivos. Dicha corporación designará de los miem-
bros de su seno la comisión que debe llevar a cabo el trabajo de
que se trata. Artículo 2* El Gobierno de Colombia adquirirá a su
debido tiempo el número de ejemplares de la edición de lujo y de
la edición popular que se estime conveniente.
Comuniqúese y publíquese. Dado en Bogotá a 6 de julio de
1923. Pedro JNel Ospina — El Ministro de Gobierno, fosé Ulises
Os»rio,
EL MUNDO BOLIVARIANO 431
III
COMUNICACIÓN
Bogotá, 21 de julio de 1923
Señor doctor don Eduardo Restrep» Sáent, Presidente de la Aca-
demia Nacional de Historia — La ciudad.
Señor Presidente: El gobierno de Colombia, por decreto nú-
mero 984 de fecha 6 del presente, al oficializar el libro El Mundo
Bolivariano, destinado» conmemorar el primer centenario de la li-
bertad suramericana, ha tenido el acierto, que nosotros aplaudi-
mos muy de veras, de encomendar a esa ilustre corporación la for-
mación y ejecución del índice de Colombia, así como la revisión
de los trabajos que han de insertarse en la obra.
No necesitamos decirle que nuestro deseo es que la parte
destinada en el libro a la Repúb'ica de Colombia tenga todo el
brillo correspondiente a su alta situación política y cultural.
Por nuestra parte, coadyuvando a este resultado, y aprove-
chando el ofrecimiento del señor Ministro de Gobierno, nos he-
mos dirigido a él, en nota de esta misma fecha, rogándole ponga a
disposición de usted las fondos necesarios para poder realizar una
completa y artística labor.
Nos será muy grato mantener correspondencia con usted du-
rante el tiempo que dure la labor de esa corporación, y nos per-
mitimos hacerle notar que el libro de Colombia debe estar expedi-
to para sernos remitido a Lima en diciembre del año en curso.
Rogamos a usted, señor Presidente, transmita a la Academia
Nacional de Historia nuestro profundo agradecimiento por las
inmerecidas atenciones que nos ha dispensado.
De usted siempre atentos seguros rervidores, C. Aramburu S.
L. A. Sánchez -Alejandro Be Inunde.
IV
RESOLUCIÓN EJECUTIVA
El Presidente de la República de Colombia, en uso de sus
facultades legales, y considerando:
Que por medio del decreto ejecutivo número 984 de 6 de
julio próximo pasado el gobierno encargó a la Acad^^mia Nacio-
nal de Historia la formación del índice del libro El Mundo Boli-
variano, que el Perú piensa publicar con motivo del centenario de
la batalla de Ayacucho; que la Academia Nacional de Historia, en
oficio fechado el 6 del presente, dirigido al Ministerio de Gobierno,
da cuenta que el encargo está ya cumplido, así como la debida dis-
tribución de trabajos, y que en el plan general de la obra están
comprendidas numerosas ilustraciones, las que sin duda la comple-
tarán dándole especial atractivo; que los fotograbados, tricornias,
432 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
etc., se harán ejecutar en Europa por quienes han emprendido a
publicación del libro, pero cada país debe enviar las fotografías y
dibujos que sirvan de base para las ilustraciones; y que como la
Academia no dispone de fondos para el objeto indicado solicita
del gobierno se le auxilie con la suma de un mil pesos moneda
corriente (ti,oon) para poder llevar a cabo el trabajo indicado,
jResuelve:
De la partida apropiada en el Presupuesto de gastos de la
vigencia ecrnómica en curso, en el Capítulo 19, artículo 279,
para gastos imprevistos del Ministerio, destinase la de un mil pe-
sos ($ 1,000) para el gasto dicho. El tesorero de la Academia
presentará las cuentas de cobro respectivas para el reconocimiento
y ordenación de la cantidad expresada. Comuniqúese y publi-
queae.
Dada en Bogotá, a 22 de septiembre de 192J.
Pedro Nel Ospina— El Ministro de Gobierno, José Ulises
Osario.
CIRCULAR
Academia Nacional de Historia — Bagotá, i5 de septiembre de 1923,
Señor: El gobierno del Perú, en reconocimiento de la obra
magna de la indepei-dencia de América, que fue sellada por los
Ejércitos libertadores del norte y del sur en los campos de Aya-
cucho, medita, con justicia y acierto, celebrar como se merece el
primer centenario de la batalla decisiva para la libertad de un con-
tinente, ocurrida dentro de territorio peruano y dirigida por el
general colombiano Antonio José de Sucre el 9 de diciembre de
1824.
Para uno de los puntos del programa de festejos se solicita,
con singular gentileza, el concurso de las otras cuatro naciones que
libertó Bolívar. Tal renglón consiste en la publicación en Europa
de un libro monumental denominado El Mundo Bolivariano, divi-
dido en cinco partes, correspondientes a las cinco Repúblicas: Bo-
livia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela.
Cada una de éstas aportará el contingente de su homenaje es-
pecial a los libertadores, y dará cuenta sucinta de cómo ha aprove-
chado hasta ahora su vida independiente.
El gobierno de Colombia, al aceptar tan patriótica e ilustra-
da invitación, encomendó lo que le competía a la Academia Na-
cional de Historia, y ésta, a sa turno, se sirvió designar para tan
honroso y delicado encargo una comisión especial de su seno,
compuesta de los suscritos, actuales dignatarios de ella.
Esta comisión, inspirándose en el buen deseo de llenar su
cometido con eficacia y lucimiento, e interpretando los designos
del gobierno y de la Academia, resolvió buscar el concurso dt al-
EL MUNDO BOLIVARIANO 433
gunos, entre otros muchos, compatriotas eminentes, asignándole a
cada uno de ellos la parte de tarea para la cual se le considera es-
pecialmente apto o preparado, según puede verse en el adjunto
progtama o índice.
Muchos otros colombianos podrían honrar, con su ciencia o
'Con su ingenio, las páginas del libro; pero fuera de que el progra-
.ma, por su naturaleza misma y por las exigencias de la publica-
ción, es necesariamente limitado, la Comisión se ha abstenido, unas
veces por delicadeza y otras por considerarlo inoficioso, de diri-
girse a varias innegables y notorias competencias: a las unas, por
el lugar en que se hallan, a las otras, porque el género de sus ac-
tividades intelectuales no entra o no se complace dentro de los
renglones del índice, y a otras más por la clase de sus tareas o por
el peso de apremiantes ocupaciones.
El libro constará de i.oo'' páginas, en grande infolio, de den-
sa impresión, de manera que a cada una de las cinco naciones le
corresponderán 2co páginas, las cuales distribuidas entre los cin-
cuenta y seis artículos señalados en el índice, darán aproximada-
mente para cada artículo tres páginas y media. Sobrado será decir
que tales artículos no deben ser de menuda erudición, sino de sín-
tesis significativa y sustanciosa. Los autores podrán aprovechar o
adaptar para el caso los trabajos que ellos ya hayan hecho o pu-
blicado.
El libro será valioso e interesante también por el número y
calidad de sus ilustraciones. Cada autor suministrará o indicará las
que desee para su artículo, cuando éste las requiera. La Comisión
colombiana ha resuelto que en la parte que corresponde a Colom-
bia, se prescinda en absoluto de los retratos de los autores.
Si cada uno de los notables colombianos rogados para ello da
en su artículo la medida de su propio valer y pone en tal es-
crito algo de su amor, a Colombia, los suscritos están seguros de
que ella saldrá con lucimiento en este verdadero examen interna-
cional. Entre esos colombianos ninguno se excusará de prestar el
contingente que se le pide, y todos lo considerarán como obli-
gadci e ineludible deber. De otra inanera sería contestar ausente
cuando la Patria los llama. Por ser la cosa así es por lo que se pu-
blica este índice sin previo acuerdo, como un ruego y como una
notificación.
l^os trabajos deben ser entregados a cualquiera de los tres
miembros de esta Comisión o dirigidos al Secretario de la Acade-
mia Nacional de Historia (apartado número 42, Bogotá) antes
del i.° de diciembre próximo.
Eduardo Restrepo Saenz, Laureano Garda Ortiz, Eduardo
Posada,
xiT— 28
%
434 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
índice del contenido de la parte que corresponde a Colombia en e(-
libro El Mundo BoUvariano con que el Perú celebrará el cen-
tenario de la batalla de Ayacucbp.
1. A la estatua de Bolívar— Oda de Miguel Antonio Caro.
2. Elogio en prosa de Bolívar — Guillermo Valencia.
¿. Conceptos políticos de Bolívar — Marco Fidel Suárez.
4. Batallas de Bolívar en territorio colombiano.
d) Pantano de Vargas — Coronel Carlos Cortés Vargas,
b) Boyacá — Teniente Coronel Luis Acebedo.
c) Bombona — General Rafael Negret.
d) Acciones navales — Mayor Leónidas FIórez Alvar»'/,.
e) La ruta del Libertador al Perú — ^Jorge Ricardo B(*jd"
rano.
5. Colaboradores de Bolívar — L, García Ortiz.
6. Antecedentes y consecuencias de Ayacucho — Eduardo
Restrepo Sáenz.
7. Emblemas e himno nacionales — Eduardo Posada.
8. Iconografía y bibliografía bolivarianas en Colombia — Luis
Augusto Cuervo.
9. Reliquias históricas — Arturo Quijano.
10. La Mujer en la Independencia — J. D. Monsalve.
11. Colombia en la familia de las naciones — Francisco J.
Urrutia.
12. Iniciativas colombianas en la política internacional — Die-
go Mendoza.
13. Los Aborígenes — Gerardo Arrubla.
14. Los Conquistadores — E. Otero D'Costa.
15. La Colonia — Raimundo Rivas.
• 16, La sangre española en Colombia— José María Restrepo
Sáenz. '
17. El carácternacional — Alfonso Robjedo.
18. La Vitalidad colombiana — Carlos E. Restrepo.
19. Organización política y administrativa de Colombia — Mi-
guel Abadía Méndez.
30. La Iglesia y el Estado en Colombia — José Vicente Castro.
21. Evolución del Derecho en Colombia — Antonio José-
Uribe.
22. La literatura colombiana — Antonio Gómez Restrepo.
23. Los grandes prelados colombianos — Rafael M. Carras-
quilla.
24. La Mística en Colombia — Carlos Cortés Lee.
25. Los oradores sagrados — ^José Alejandro Bermúdez.
26. El Clero en la Indepeadencia — ^José Manuel Marroquin.
27. Templos y palacios bogotanos — Juan C. García,
28. El periodismo en Colombia — Luis E. Nieto Caballero.
29. Reseña sobre la instrucción pública en Colombia — Rober-
to Cortázar.
30. Las ciencias exactas en Colombia — ^Julio Carrizosa.
y. Las ciencias naturales en Colombia -Ricardo Lleras Co-
dazai.
COMUNICACIONES 435
32. La Minería en Col«mbia — Fortunato Pereira Gamba.
33. La Agricultura en Colombia — Jesús del Corral.
34. La Medicina en Colombia — Emilio Robledo.
35. Higiene pública en Colombia — Pablo García Medina,
36. Acción social y beneficencia— Agustín Nieto Caballero.
37. Perspectivas económicas e industriales de _ Colombia — Lu-^
cas Caballero.
38. Régimen fiscal y bancario — Esteban Jaramillo.
39. Vías de comunicación — Alfredo Ortega.
40. El pueblo y sus aspectos regionales — Antonio José Res-
trepo.
41. Ciudades colombianas — Alberto Sánchez.
4.2. El castellano en Colombia — Jorge Roa.
43. La Poesía popular en Colombia — José Joaquín Casas
44. La Poesía patriótica en Colombia — iCornelio Hispano.
45. La Música en Colombia — Andrés Martínez Montoya.
46. La Pintura en Colombia— Pedro Carlos Manrique.
47. Manifestaciones artísticas — Alfredo Ramos Urdancta.
48. La Oratoria política y parlamentaria— Emilio Perrero.
4Q. Jueces y Magistrados — ^Jesús M. Henao.
50. Los historiadores colombianos — Gustavo Arboleda.
51, La espiritualidad bogotana — Carlos Villafafie.
5a. La Biblioteca Nacional — Rudesindo López Lleras.
53. Reseña geográfica y etnológica de Colombia — ^José Joa-
quín Guerra.
54. Colombia entre sus hermanas de la América del Sur. Al
través del continente — Carlos Cuervo Márquez.
55. La Batalla de Ayacucho — General Manuel Antonio López^
testigo presencial.
56. La batalla de Ayacucho — General Guillermo Miller.
comunicflcionES
I
Sociedad Geográfica de Quito—Quito, a 31 de diciembre de 1922.
Señor Secretario de la Academia de Historia — Bogotá — Me
es altamente honroso poner en su conocimiento que el 19 de fe-
brero del presente año se constituyó en esta ciudad la Sociedatt
Geográfica di Quito.
Ojalá ella sea favorecida con sus comunicaciones, que serán
recibidas con gusto y apreciadas como se merecen.
Me es grato remitirle un ejemplar de los estatutos de la So-
•ciedad, aprobados por el Supremo Gobierno de la República.
El Presidente, C de Gaugoíena y Gijó*t
436 BOLETfW DK HISTORIA T ANTIGCTEDADES
II *
Instituto Varnahagen Sede Pra9a 15 de noverabro, 101 2' — Río de
Janeiro— Río de Janeiro, 27 de ferereiro de 1923.
Exmo. Snr. Pi^esidente da Academia Nacional de Historia — Bogotá.
Tenho a honra de communicar a V. Exa. que, funda-
do aos treze dias do mez de novembro do anno passado, o Ins-
tituto Varnahagen realizou a 17 do corréate a sessOa inaugural de
seustrabalhos, e, ao fazer tal participadlo, cumpro o gratissimo de-
ver de saudar a essa douta institui^ao, na pessSa, eminente de
V. Exa. certo de que entre ambos os institutos se estabelecerao
proficuas rela95es em beneficio da cultura histórica dos nossos
paizes.
Pe^o a V. Exa, sr. presidente que se digne acceitar, coma
expressaSo da mais perfeita solidariedade intellectual, os protes-
tos da minha elevada estima e da minha maior admira^ao.
O Secretario Geral. Ñuño Amam
III
Presidencia de la Academia local de Historia de Antioquia, 10 de
marzo de 1923— Señor Presidente de la Academia Nacional de
Historia — Bogotá.
Me es grato comunicar a esa honorable corporación, por el
muy digno conducto de usted, que el 8 del presente mes se inaugu-
ró en esta ciudad la Academia local de Historia, corporación
cuyo origen y tendencias, el fin que se propone y los medios que
empleará para conseguirlo, pueden fácilmente comprenderse; con-
servar ese rico venero de historia de esta venerable ciudad, madre
gloriosa del departamento al que dio su nombre.
Por mi humilde conducto, la Academia local de Historia de
Antioquia envía a esa augusta corporación, que usted dignamen-
te preside, el más respetuoso saludo, y espera confiada que le
prestará su importante apoyo, sin el cual serían casi inútiles los
esfuerzos y anhelos de aquélla.
Del señor presidente atento respetuoso servidor, Miguel Mar-
tínez.
IV
Consulado de Colombia Córdoba (España), 14 de abril de 1923.
Señor Secretario de la Academia Nacional de Historia de la Re-
pública de Colombia— Santafé de Bogotá.
Muy señor mío: Tan pronto ha sido en mi poder la comuni-
cación que, bajo el número 301, y en fecha 13 de febrero, usted me
dirigió, he trasladado su grato contenido al ilustre Ayuntamiento
de la ciudad de Priego, donde estoy seguro habrá sido recibida con
júbilo, y habrá determinado nuevas corrientes de afecto hacia la
hermosa nación que en un día ejerció su mando el prieguefio insig-
ne don Antonio Caballero y Gongo ra.
COMUNICACIONES 437
Hace unos meses comenzó ei pueblo de Priego de Córdoba a-
realizar su programa conmemorativo anunciando un concurso na-
cional, con premio único, para proveerse de la mejor biografía del
Arzobispo Virrey, concurso cuyo plazo se cierra mañana.
Ya está ultimado el programa de fiestas que han de tener lu-
gar en los días 23, 24 y 25 de mayo, y cuando sea impreso este
programa me apresuraré a remitir ejemplares a esa Academia Na-
cional.
Igualmente lo haré del acuse de recibo que el referido Ayun-
tamiento de Priego me haga, tanto a la comunicación que acabo
de ponerle cuanto a la suma de mil pesetas, que según veo ha de
recibir por mi conducto, llegada que sea a mi poder dicha canti-
dad, la que me apresuraré igualmente a poner en sus manos.
En cuanto a la honrosísima representación que se me confie-
re, en el oficio a que contesto, he de decir que no hallo palabras
adecuadas a la inmensidad de mis sentimientos de gratitud. Acu-
dir a las ceremonias oficiales de Priego en el centenario de ese
personaje histórico, cuya figura es para mí tan simpática, y llevar
la investidura de esa culta Academia es un supremo honor que
yo no podré nunca pagar.
Reciban por ello las muestras más fervorosas de mi devoción
y gratitud, y sepan soy de la Academia Nacional y de cada uno de
sus miembros un leal servidor,
José M. Rey
V
Société des Americani»tes de París, 671, Rué de Ruffon— Paris el
18 avril 1923.
Señor Secretario Perpetuo de la Academia Nacional de Historia.
Bogrotá.
La Sociedad de los Americanistas de París, profundamente re-
conocida po5 los sentimientos de condolencia que la Academia
Nacional de Historia se ha dignado participarla con motivo de |a
muerte de su ilustre presidente, el señor Henry Vignad, me en-
cargó transmitir a usted y sus distinguidos colegas la expresión jj^
su reconocimiento y de su más alta consideración.
El Secretario General, Dr. Rivet
VI
Academia Americana de la Historia — Buenos Aires, junio 23 de-
1923 — Señor Presidente de la Academia Naciooal de Historia.
Bolsota.
Tengo el honor de dirigirme a a usted para manifestarle que
esta Academia Americana de la Historia, inauguró solemnemente la
apertura de sus tareas anuales, presidiendo el señor ministro de
Instrucción Pública de la Nación. Lo que me complazco en co-
municar a esa institución.
438 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Por otra parte, quedaríamos agradecidos si se sirviera enviar-
nos las publicaciones de esa institución para ia biblioteca de esa
■Academia.
Me es grato saludar ai sefior presidente con mi distinguida
consideración.
iV, S^rmienío, Presidente.
inFORmES
I
BIBLIOTECA POMBO
El señor ministro de Obras Públicas, en oficio del 19 del
mes próximo pasado, dirigido a la presidencia de la Academia, dice
que €para la resolución deñnitiva en un asunto que se ventila en
este ministerio, ruego a usted se sirva informarme sobre la cons-
tancia que ^aya en el archivo de ese instituto acerca de la cesión
gratuita hecha a él por el señor Jorge Pombo de la biblioteca que
lleva su nombre, y remitir copia de la respectiva acta de entrega.»
En la última sesión de la Academia me fue pasado el anterior
oficio para que informara, y en desempeño de la comisión cum-
plo con placer rindiendo el presente dictamen.
En 4 de junio de 1910 el señor ministro de Instrucción Pú-
blica hace a la Academia la transcripción del siguiente memorial:
«Bogotá, mayo 12 de 1910 — Señor ministro de Instrucción Pública.
En su despacho.
Deseoso de contribuir, aunque de muy modesta manera, a ia
celebración del centenario de nuestra Independencia, y sabedor
de que la Comisión Nacional encargada de organizar los corres-
pondientes festejos tuvo desde un principio la muy patriótica y lau-
dable idea de abrir en esta capital una nueva biblioteca pública
que tuviera por base el mayor número posible de obras colombia-
nas, noble propósito para cuya realización tropezó aquella hono-
rable Comisión con el insuperable obstáculo de la absoluta caren-
cia de recursos, me es muy especialmente grato exponer a su
Señoría, con el debido respeto, lo siguiente: desde hace muchos
años me he ocupado, con el tesón y la perseverancia que el asunto
exige, en la formación de una bibliografía nacional, procurando
<jue ella, algún día, pueda ser perfectamente completa. Los inau-
ditos esfuerzos hechos por mí para el feliz logro de mi propósito,
casi han coronado, hoy día, mi anhelo, pues el acopio de libros y
folletos colombianos que en la actualidad poseo está reputado, si uo
como una colección estrictamente completa de todo lo publicado
en nuestra patria hasta el día, al menos sí como la que más se
acerca en el país a merecer tal calificativo.
Fuera de la satisfacción personal que la compilación de to-
das aquellas obras patrias me procuraba, con mi labor yo perse-
INFORMES 439
guia otro objeto: el que ellas me suministraran los datos precisos
que yo necesitaba para la formación de un diccionario bibliográ-
fico colombiano, primera obra de ese género en el país, y cuya
laboración terminé en meses pasados, pero la cual no podré pre-
sentar impresa el dia 20 de julio, como era mi desee, por carecer
de los medios para su publicación.
Habiéndome pues suministrado ya esos libros los importan-
tes datos que de ellos requería para mi trabajo, y coincidiendo tal
circunstancia con la de que antes hablé a Su Señoría de que la Co*
misión Nacional del Centenario ha tenido que desistir de la bella
idea de abrir en esta ciudad, el día de nuestra clásica fecha, una
nueva biblioteca pública, con base del mayor número posible de
obras colombianas, festejo quizás el más importante en aquel día,
puesto que él será el que exhibe Colombia en su adelanto intelectual
durante el primer siglo de su vida independiente, por el muy res-
petable conducto de ese ministerio, que está hoy al digno e ilus
trado cargo de Su Señoría, rae permito ofrecer, como obsequio a la
República, con el objeto de que no deje de llevarse a cabo la pa-
triótica idea de los señores de la Comisión del Centenario, mi co-
lección bibliográfica colombiana, de que antes he hecho mención a
Su Señoría.
Sumamente grato es para mi, señor ministro, el poder coo-
perar, aunque sea de esta manera, a la celebración del primer cen-
tenario de nuestra Independencia. Si Colombia, por cualesquiera cir-
cunstancias, no está todavía hoy llamada a figurar en primera línea
entre sus hermanas de Hispano América como nación manufacture-
ra o industrial, debe exhibirse en esa fecha en el muy elevado pues
to intelectual en que muchos de sus buenos hijos la han sabidc
colocar. La compilación en un solo grupo de la notable labor inte-
lectual de nuestra patria, durante ún siglo, constituirá, del 20 de
julio para adelante, además de un estímulo para nuestras jóvenes
generaciones y de un justo motivo de orgullo para todo patriota,
la prueba más palmaria y objetiva de que si, como con tanta fre-
cuencia se nos enrostra, Colombia ha contado en su vida republi-
cana cuarenta o más revoluciones, también ha sido durante ella
un cerebro que no ha estado dormido, ni aun siquiera indiferente
ante el progreso humano.
Si, como no lo dudo, el gobierno de mi patria se digna acep-
tar mi modesto óbolo para la fiesta de nuestra Independencia,
sería para mí muy grato que la nueva biblioteca que está correcta-
mente organizada y catalogada, sea siempre institución enteramen-
te aparte y separada de la antigua Biblioteca Nacional que existe
en esta ciudad, y que ella quede a perpetuidad bajo la inmediata
dependencia de la muy honorable Academia Nacional de Historia.
Para este efecto ya solicité previamente la venia de aquella corpo-
ración, y debe ya Su Señoría haber recibido la correspondiente
proposición aprobada, por unanimidad de votos, en la sesión del
día 2 del presente mes.
Agradecería mucho a Su Señoría se sirviera hacer transcri-
h'n el presente memorial, tanto a dicha Academia como a la Comí*
440 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
sión del Centenario, para efecto de que con esas dos honorables
corporaciones pueda yo, en oportunidad, ponerme de acuerdo
para hacer la entrega oficial de la biblioteca, y haya tiempo sufi*
ciente para arreglarla debidamente para el día 20 de julio próximo.
Sefior ministro, Jorge Ptmbo* (1)
En 10 de julio de 1910 el secretario de la Comisión Nacio-
nal del Centenario de la Independencia dice al sefior presidente
de la Academia: «Tengo el honor de comunicar a usted que la
Comisión Nacional del Centenario, en su sesión de ayer resolvió
comprar al señor don Jorge Pombo dos mil volúmenes sobre his-
toria americana para agregarlos a la biblioteca que el mismo sefior
generosamente donó a la ciudad de Bogotá, y ruega a usted tenga
la bondad de certificar, en asocio del sefior doctor don Pedro M.
Ibáfiez, si los mencionados volúmenes, o las obras que entregue
dicho sefior Pombo valen $ 2,000 oro.» Este oficio está firmado
por el sefior W. Ibáfiez M. (2).
En el extracto de la sesión de la Academia del 2 de mayo
de iQro se lee: «El académico don Jorge Pombo informó que ha-
bía donado a la República una biblioteca de obras nacionales,
con la condición de que ésta quede bajo el patrocinio de la Aca-
demia» (3).
La biblioteca Pombo se inaguró el 11 de julio de 1910, y a
su inauguración concurrieron y pronunciaron discursos el donante
Jorge Pombo, el doctor Adolfo León Gómez, como presidente de
la Academia, y los doctores Antonio José Uribe y Eusebio Roble-
do. (Extracto de las actas de las sesiones de la Academia (4.).
En la sesión solemne de la Academia del 28 de octubre de
deiQío, en el informe anual de su secretario, dice: «En el mes de
mayo último, guiado por laudable, patriótico impulso, obsequió el
miembro de número don Jorge Pombo al gobierno de la Repú-
blica, con la única condición de que quedase bajo la dependencia
perpetua de esta Academia, la valiosa sección colombiana de su
biblioteca particular (5).
En 16 de agosto de 1911 da cuenta a la Academia don Jor-
ge Pombo de la terminación del catálogo de la biblioteca donada
por él a la República, y pide que se nombre una Comisión para
que examine y gestione su apertura para el público (6).
El 6 de diciembre de 19 1 2 el sefior ministro de Instrucción
Pública transcribe al secretario de la Academia el oficio dirigido
por el ministerio a la sefiora Evangelina Jiménez de Pombo, en el
que dice: «Este ministerio sabrá agradecer debidamente a ustedi
(1) Boletín de Historia, tomo 6.°, pi.ginz^ 267.
(2) Boletín de Historia, tomo 6.°, página 269*
<3) Boletín de Historia, tomo 7.*, página 155.
(4) Boletín de Historia, tomo 7.*, página 627.
(5) Boletín de Historia, tomo 6.*, página 283.
<6) Boletín de Historia, tomo 8. 9, página 440.
INFORMES 441
se silva entregar a la Academia las llaves de la expresada biblio-
teca, a efecto de que ella preste los servicios que su ilustre donante
tuvo en cuenta al hacer tan precioso legado» (i).
En el informe anual del señor secretario de la Academia, de
12 de octubre de 1Q13, da cuenta de que la biblioteca Pombo
quedó abierta al servicio del público el 8 de febrero de ese mismo
año, acto al que asistieron representantes del ministerio de Ins-
trucción Pública, de la Academia y de la familia del donador
Pombo (2).
Y últimamente, en el tomo 8.% página 650 del Boletín de His-
toria, se encuentra el acta de la apertura de la biblioteca Jorge
Pombo como sigue:
«A las tres de la tarde del día 8 defebrero de 1913 se reunie-
ron en el local de la biblioteca y<?r¿r Pombo el doctor José Manuel
Goenaga, vicepresidente de la Academia Nacional de Historia; los
miembros de ella, señores Fabio Lozano y Lozano, bibliotecario
déla Pombo; don Gerardo Arrubla, representante del ministerio de
Instrucción Pública; don Pedro María Ibáñez y don Roberto Cor-
tázar, secretarios de la corporación; y don Pablo Pombo, con el ob-
jeto de poner al servicio del público esta biblioteca. Dispuso el
señor vicepresidente que se extendiera esta acta para hacer cons-
tar los siguientes hechos: i ' Que el señor Lozano y Lozano recibe
el local, los estantes, quince silletas, mostradores y los libros y
folletos que forman la biblioteca, de la cual no aparece índice ni
catálogo. 2.» Que el señor bibliotecario se encarga de elaborar un
catálogo completo de las obras que allí se encuentran, y de poner
al servicio del público la librería todos los días no feriados de la
una y media a las cuatro y media de la tarde. 3.* Que el señor Te-
sorero de la Academia se sirva proveer esta biblioteca de mesas
apropiadas para la lectura y de escupideras. 4.» Que se presente
esta diligencia en la próxima sesión de la Academia para su cono-
cimiento y aprobación, la cual una vez obtenida se publicará. Por
insinuación del señor vicepresidente se hace constar que los libros y
folletos'que componen la biblioteca Jorge Pombo se encuentran
convenientemente arreglados y en el mismo estado en que los tenia
el señor Jorge Pombo cuando ocurrió su muerte inesperada. En fe
de todo lo expuesto se firma la presente acta por iodos los que en
ella intervinieron, en la ciudad de Bogotá, a 8 de febrero de 1913.
/osé Manuel Goenaga — Gerardo Arríala — Pedro M. Ibáñez — Ro-
berto Cortázar — P, Pomho — F. Lozano y Lozano.^
Hechas las transcripciones y citas anteriores, con respeto pro-
pongo y sujeto a la consideración de la Academia:
Pásese copia del presente informe al señor ministro de Obras
Públicas, en cumplimiento de lo solicitado por él.
Señor presidente, Manuel Maria Mesa
(1) Boletín de Historia, tomo S.", píígina 717.
(2) Boletín de Historia, tomo 9.», xA^rn. 260-
442 BOLETÍN DE HISTORIA T ANTIGÜEDADES
II
MIEMBRO CORRESPONDIENTE
Tenemos el honor de informaros sobre los méritos y circuns-
tancias de don Miguel Lasso de la Vega y López de Tejada, mar-
qués del Saltillo, propuesto para el cargo de académico corres»
pondiente de nuestro instituto.
Pertenece el sefior Lasso de la Vega a una ilustre tamilia se-
villana; lleva nombres gloriosos en la historia de España; y siendo
muy joven todavía, es catedrático de la Universidad hispalense y
académico de la Sevillana de Buenas Letras y de la de Bellas Ar-
tes de Santa Isabel.
Es autor el marqués del Saltillo, entre otras producciones, de
las manogtafías históricas El Duque de Havre y su misión en Es-
Paña: Un gentil hombre de fosé ^'; El Marqués de Ameva, y don
Nic§lás Antonio en la Orden de Santiago. Suyos son los artículos
publicados en la Revista de Historia y Geontlogia española sobre la
nobleza andaluza de origen ñamenco.
au discurso de recepción en la Academia Sevillana de Buenas
Letras constituye un eruditísimo estudio sobre la heráldica sevilla-
na, ramo en el cual el marqués del Saltillo es una verdadera au-
toridad.
Foreste aspecto, la cooperación del marqués del Saltillo en
las labores históricas de la Academia puede ser de positiva utili-
dad. Sus profundos conocimientos en las genealogías espaftolas
servirán seguramente para el esclarecimiento de puntos no bien
estudiados todavía y referentes a distinguidas familias peninsula-
res que pasaron al Nuevo Reino durante la colonia. En su cita-
do discurso se habla de linajes que, como el de los Ponces de
León, tuvieron, desde muy antiguo entronques con la colonia.
Allí .se recuerda que el marqués de Premio Real hizo en Carta-
gena de Indias la gran fortuna que le permitió fundar su mayoraz-
go. Allí se cita algún apellido que ha dado nombre a un sitio de
nuestra ciudad, sin que quede quizá memoria de la causa de tal
designación, como el apellido de Paiba, que según el marqués,
pertenece a «una ilustre familia italiana enlazada con la de los
condes de Miraflores de los Angeles. > Aplicada esta ciencia he-
ráldica y genealógica a un asunto que especialmente nos interese,
nos dará ocasión a un valioso aporte de datos.
Por otro lado llama gratamente la atención que un noble,
poseedor de gran fortuna, y que se halla en plena juventud, con-
sagre su tiempo y sus energías a esclarecer la historia de su patria
y los anales de la nobleza de su tierra. No es ciertamente este
caso único en Espafia ni menos en Andalucía; pero, de todos
modos, es muy digno de alabanza.
Por estas consideraciones, nos permitimos proponeros respe-
tuosamente que se acepte al marqués del Saltillo en calidad de
académico correspondiente.
Sefiores académicos: Antonio Góm*% Jtestrepo, Eduardo Res-
trepo Sáent.
INFORMES 443
III
CALLK GIRARDOT
Se ha consultado a la Academia por el señor miuistro de
Gobierno sobre la época en que se dio el nombre de Girardot a
una de las cades de eita ciudad. También el señor inspector
7." municipal me ha dirigido una nota sobre el mismo asunto.
En mi libro Narraciones hablé de las diversas nomenclaturas
que han tenido las calles de esta capital, y ahí mencioné ligera-
mente la actual, que viene del año de 1886.
En este año se expidió el acuerdo número 16, de 8 de junio,
en el cual ordena denominar por números las carreras y las calles.
El artículo 8. ' dice: *Si hubiere sitios en la ciudad que no coinci>
dan con la dirección de alguna calle o carrera, se les hará conocer
denominándolas con el nombre de alguna batalla favorable a la
independencia de Colombia, para lo cual el alcalde dictará el de-
creto respectivo, que será publicado en el periódico oficial» (i).
Esta nomenclatura debía empezar a regir el i9 de agosto.
El señor alcalde dictó el decreto de 16 de junio, en el cual ordena
cumplir este acuerdo (2), y el 29 del mismo mes celebró un con
trato con los señores Jorge Pombo y Carlos Obregón para hacer la
numeración conforme al nuevo sistema (3).
Eiiel informe que da el alcalde a la municipalidad, el 3 1 de julio
dice que se va a cumplir dicho contrato; y en el de 31 de dicieoá-
bre hay este párrafo: <■ Nomenclatura. La mandada establecer últi-
mamente para las calles y carreras de la ciudad está ya casi ter-
minada, y la utilidad que ella presta al público es reconocida, por
todos, aun por aqueüos que hostilizaron en su principio esta me-
dida civilizadora» (4).
No he logrado hallar el decreto del Alcalde que diera los
nombres de esas calles de que habla el artículo 5.'^ del citado
acuerdo,' pero éi debió dictarse en ese año o en 1887, pues en el
Directorio de Bogotá, que publicaron dichos señores Pombo y
Obregón para 188S (segundo de la serie) ya figuran las calles de
Junín y Girardot y las carreras de Sucre y Caldas.
En el Catastro de Cundinamarca, impreso en 1890, figura
también (página 12) la calle Girardot, y consta de cinco cuadras.
Bogotá. 1.* de junio de 1923. Edumrdo Posada.
IV
MIEMBRO CORRESPONDIENTE
Con particular complacencia tenemos el honor de rendir el
informe reglamentario sobre los méritos y condicione» del señor
(1) Acuerdos expedidos por la Municipalidad de Bogotá, 1860 a
1886, página 734.
(2) Registro Municipal número 284.
(3) Ibídem.
(4) Ibídem. número 307.
444 BOLETÍN DE mSTORIA Y ANTIGÜEDADES
presbítero doctor Juan C. García, propuesto para miembro corres-
pondiente de nuestro instituto.
El señor doctor García, uno de nuestros primeros escritores, y
como orador sagrado y cultivador de las disciplinas literarias,,
como lo comprueba su libro sobre LUeratura preceptiva, ha con-
quistado puesto preeminente. Su afición ypompetencia en materia
de estudios sobre la historia nacional están demostradas con ios
numerosos artículos con que ha colaborado en periódicos y revis-
tas de la capital, ya sobre el período de la conquis'"a, glorioso y
sangriento; ya sobre la época colonial, poblada de leyendas y tra-
diciones; ora sobre los días tempestuosos y magníficos de la Inde-
pendencia. Algunos de esos trabajos — como la oración pronun-
ciada recientemente en la iglesia de la Enseñanza con motivo dé-
la traslación de los restos mortales de los fundadores del colegio
a un muro de dicha iglesia — constituyen modelos en ese difícil
género literario, sí por el profundo conocimiento de los hechos, sí'
por la elevación de les conceptos, sí por la elegancia y musicalidad
del estilo.
Superfino nos parece, tratándose de persona tan calificada^
como el señor doctor García para ocupar un puesto en la Acade-
mia de Historia, extendernos en mayores consideraciones, y por
eso nos atrevemos a proponeros respetuosamente:
Expídase diploma de correspondiente al señor doctor Juaa
C' García.
Bogotá, 15 de octubre de 1923. Eduardo Posada^ Raimundo
Rivas.
MIEMBRO DE NUMERO
Con positivo placer cumplimos la comisión que tuvisteis a
bien confiarnos de informar acerca de la candidatura del señor
doctor don José Manuel Marroquín para llenar la silla numeraria
vacante por muerte de nuestro sentido colega don Rufino Gu-
tiérrez.
El doctor Marroquín, desde el momento en que recibió el di-
ploma de miembro correspondiente — hace cosa de diez años —se
dedicó, como pocos, a procur>r el adelanto de la Academia. A él
se debe de manera exclusiva el establecimiento de las lecturas
quincenales, que tanto realce han dado a las juntas y tanto estímulo
a cada uno de los socios. Por esas lecturas se han conocido curio-
sos y variados datos que a no ser por la iniciativa de nuestro can-
didato yacerían sepultados en el olvido sin que nadie pudiera
aprovecharlos.
Ha profesado siempre el doctor Marroquín cariño especialísi-
mo por la Academia, exteriorizándolo con la frecuente asistencia
a las sesiones y demostrando el mayor interés por todo lo que a !a
institución se refiere.
Los informes dados por Marroquín en el desempeño de comí-
INFORMES 445
siones a su cargo pueden considerarse como modelos en su clase, y
le han merecido calurosos aplausos.
Durante el tiempo en que permaneció en España estudió
-pacientemente en los archivos los documentos relativos a nuestra
historia.
El doctor Marroquin prepara ua trabajo titulado Origen y
desarrollo de la jerarquía eclesiástica en Tierra Firme, del cual oyó
la Acdderoia uii importante fragmento sobre el primer prelado de
Indias, y tiene adelantado un estudio, un libro quizá, que con su
modestia natural llama Datos biográficos de los Artobispas de Bo-
gotá, que actualmente llega hasta don Julián de Cortázar. El autor
emplea los melodías modernos, pues engarza documentos de suyo
pesados con una narración sencilla e inteligente, de lo que resulta
una lectura que instruye deleitando.
Vínculos muy antiguos y muy respetables unen al nuevo can-
didato con la Academia, porque es hijo y lleva el nombre del ilus-
tre fundador de esta corporación.
En vista de las circunstancias anotadas nos permitimos pro-
poner:
Nómbrese miembro de número de la Academia Nacional de
Historia ^ara llenar la vacante que dejó e¡ señor don Rufino Gu-
tiérrez, al señor doctor don José Manuel Marroquin.
Vuestra Comisión. Bogctá, 15 de octubre de «923. losé
María Res trepo Sáenz, L. García Ortiz.
VI
EXAMEN DE CUENTAS
Para dar cumplimiento a la comisión que me fue confiada en
la sesión de! 15 de abril próximo pasado, manifiesto a usted que
he examinado detenidamente las cuentas de la tesorería de la
Academia que estuvieron a cargo del ex-tesorero sefior don
Jorge Wills Pradüla, y que las he hallado correctas y de acuerdo
con los comprobantes que las acompañan, con un saldo a cargo
de! responsable por la suma de diez y siete pesos con sesenta y
cinco centavos ($ 17-65). Dicho saldo fue satisfecho por el sefior
Wilis con un cheque de su firma, a cargo del Banco de Bogotá,
por la referida suma, y que pasó, por mi conducto, a manos del
actual tesorero de la Academia, señor Cortázar.
En consecuencia de lo expuesto, someto a ia consideración de
la Academia la siguiente proposición:
La Academia Nacional de Historia aprueba y fenece defini-
tivamente las cuentas de la tesorería de la Academia que estuvie-
ron a cargo del señor don Jorge Wills Pradilla. Por conducto de
la Secretaría se dará traslado de esta resohición al interesado, ma-
nifestándole al mismo tiempo los agradecimientos de la Academia
por sus importantes y desinteresados servicios.
Bogotá, mayo 15 de 1923. Señor presidente, Manuel Villa-
veces.
446 BOLETÍN DK HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Vil
MIEMBRO DE NÚMERO
SeScr Prenidsnte de la Academia. Nacional de Historia:
Correspondemos al honor que usted nos hizo al encomendarnos
informar sobre la candidatura del señor doctor Miguel Triana
para ocupar la vacante en las plazas de número de la Academia
dejada por el lamentado fallecimiento del señor M. M. Fajardo.
Conocidos de todos los méritos que como ciudadano y ser«
vidor público adornan al candidato y su reconocida honorabilidad,
cúmplenos referirnos a su obra como historiógrafo, que es la que-
debe premiar la Academia con la distinción propuesta.
Y en cuanto a aquella obra, en verdad que pocas veces como
ahora podría decirse más apropiadamente que la calidad suple a
la cantidad: no es el bagaje historial del doctor Triana muy
voluminoso, ni mucho menos; pero en cambio su libro sobre La
Ctvilixación Chibcha^ nítidamente editado en el presente año en
esta ciudad y profusamente ilustrado, es de aquellos que por sí
solos forman la reputación de un autor y consagran a un aca-
démico.
Esa preciosa obra tiene todos los caracteres de madurez y de
factura de las cosas definitivas, sin que con esto queramos atribuir-
le dones de infalibilidad, sino las excelencias que en buena biblio-
grafía fundamentan ese concepto. Porque en realidad el citado
volumen de 222 páginas es uno de los esfuerzos más interesantes,
más armónicos y más originales que se hayan hecho en nuestra
patria, y aun en nuestra América sobre el eterno problema de la
prehistoria.
A propósito, bien sería que hiciésemos aquí una reseña de los
escritores colombianos que se han ocupado especialmente en la ar-
queología del país para demostrar cuan pocos han sido relativa-
mente, y por tanto para hacer resaltar cuánto debe la historia
nacional a los que, como Miguel Triana, se han hecho unos verda-
deros especialistas en cuestiones atañaderas a los indígenas de
Colombia, ya se trate de los de ahora siglos, ya de los contem-
poráneos.
No rectificamos el juicio de arriba sobre la originalidad de los
trabajos del doctor Triana, pues ni siquiera lo consideramos exa-
gerado, aunque desde luego reconocemos que el autor ha tenido
que tomar por base aquellas exposiciones de ios especialistas. De
suerte que conceptuamos que el citado libro del doctor Triana es-
original con la relativa originalidad de que habló quien dijo que
nada nuevo había bajo el sol, no tanto por la esencia misma de su
contenido y por las prolijas noticias que trae acerca del imperio
chibcha, sino por aquello que en todas partes se considera como
prenda y gaje de la originalidad: la concepción personal del plan,
el método nuevo para desarrollarlo, la manera no aprendida -de
agrupar los diversos elementos, los puntos de vista antes no <=■ nsa--
INFORMES 447
yados, eafin, el criterio particular para apreciar los detalles y el
conjunto, todo ello reunido a no escasas observaciones directas ya
objetivas, ya subjetivas, pero todas de innegable valor y novedad.
Díganlo si no los capítulos referentes al culto de las aguas y
al proceso de los desagües; a las migraciones de otros continen-
tes ai nuestro y de las riberas americanas a la altiplanicie, por el
Meta y por el Magdalena; a la orfebrería en relación con la mine-
ralogía; a la metáfora y los nombres geográficos; a la infiltración
de mitos; a los petroglifos, el jeroglífico y los dispersos indi-
cios de escritura.
¿Por ventura no constituiría un tomo así de sustantivo y su-
gestivo bagaje suficiente para presentarse en una academia de es-
pecialistas en cualquier país culto? Y no tan, sólo para penetrar
simplemente a una corporación de esta clase, sino para ocupar en
ella puesto numerario, es decir, de honor y de confianza.
El doctor Triana lo merece, asi por las cualidades intrínsecas
de su intensa, y por lo mismo seleccionada labor de arqueólogo,,
sino también por esto: es verdaderamente desconcertante el
desconocimiento que se observa en el vulgo del mundo cul-
to sobre lo que fue y lo que significa el pasado prehistórico de
este centro de Colombia y sobre la epopeya sin rival de la con-
quista del país de los chibchas, tras de la odisea sui géneris del
Magdalena y de las sierras del Opón.
En efecto, en todas partes y a todas horas se cita, y con jus-
ticia, al Imperio azteca y al Imperio incásico, a Atahualpa y a
Montezuma; pero nadie cita al Imperio chibcha ni se le ocnrre
nombrar a Nemequene, con todo y estar demostrado que la civili-
zación, esa civilización que en un bloque exhibe el doctor Triana,
fue la tercera del continente.
Lejos de nuestro pensamiento la ingenua vanidad de creer
que los progresos y riquezas de por aquí pudieran parangonarse
con los de allí y acullá; que lo de este centro de América haya de
equipararse con lo del Norte o con lo del Sur. Mas también es ver-
dad que si el corazón de Colombia careció del adelanto material
y del fausto de Méjico y del Perú, en cambio los avances morales,
en veces sorprendentes, en ciertas materias de filosofía y de legis-
lación, bien merece ya que se comience a hablar cuandoquiera que
de estas materias se trate de los tres imperios prehistóricos del
Nuevo Mundo.
Otro tanto acontece con la conquista: hace cuatrocientos aftos.
que el mundo viene admirando las hazañas que llevaron con el
pendón español la Cruz de Cristo hasta los palacios mejicanos y
hasta los templos del Cuzco; raro será al hombre que no haya
oído nombrar, en veces con harta frecuencia, a Cortés y a Pizarro.
Y sin embargo, Jiménez de Quesada persiguió los abismos con la
cruz de su espada, según el admirable y simbólico cantar de Cho-
cano, el gran vate peruano que aquí pudo darse cuenta personal»
de muchas de esas grandezas sin rival; sin embargo, decimos, la
obra de Quesada el descubidor y conquistador del tercer imperio,.
448 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
obra que en muchos de sus singulares detall .^ ^ yN^unuchos de sus
aspectos superó en heroísmos, originalidades y'forailezas de áni-
mo a las más hazafiosas de su tiempo, principalmente por el tea-
tro erizado de horrorosos obstáculos donde le tocó en suerte actuar
esa obra, en ñn, pasa casi siempre fuera de aquí sin mención si-
quiera. Tiempo es ya de que emprendamos también esa especie
• de reivindicación, tan justa como justiciera, hasta lograr que en
adelante se hable asimismo conjuntamente de los tres conquisla-
dores de los tres imperios: Cortés, Pizarro y Quesada.
De manera que los colombianos estamos en la obligación de
premiar y estimular todo esfuerzo que trate de llevar con funda-
mento a los grandes círculos intelectuales del mundo esos anhelos
y esas reivindicaciones históricas; ¿y quién si no la Academia de
Historia puede en nombre de la República y por autoridad de la
ley cumplir con quienes tal hagan tan claros deberes?
No refiriéndonos a los dos libros anteriores del doctor Triana:
A¿ Meta y Por el sur de Colombia (con interesantísimos capítulos
sobre las costumbres, lenguaje, etc., de las tribus de salvajes de ac-
tualidad), bien podemos decir que afortunadamente es tal la savia
de nuestro instituto, que en sólo este año de gracia de 1923 se pue-
den registrar en el seno de él dos obras de alto, de altísimo
aliento, ya definitivas, en uno y otro de aquellos conceptos de que
acabamos de hablar: la del doctor Miguel Triana, en cuanto a los
aborígenes; la del doctor Raimundo Rivas, en cuanto a los con-
quistadores.
Nada más justo pues que venga Miguel Triana a sentarse en
un sillón de número al lado de Raimundo Rivas.
En consecuencia tenemos el honor de proponeros:
La Academia Nacional de Historia elige al señor doctor Mi-
** guel Triana para ocupar la plaza de académico de número, va-
cante por la muerte del señor don Manuel M. Fajardo.
Vuestra Comisión, Arturo Quijano, José María Restrepo Sáenx.
ERRATA
En la página 413, línea 7, dice: de la República, léase de Po-
payan en la República. Y en la nota de la página 421, donde dice
libre, léase de la.
V
boletín
Año XIV-N.' 164 r^i 11 r I I rV Marzo.- 1924
DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
OROflno De tñ flCfloemifl rmcionflc oe historia
DIRECTOR, REDACTORES,
EDUARDO POSADA LUIS AUGUSTO CUERVO
ROBERTO CORTÁZAR
Bogotá— República de Colombia
PROCESO DE nflRinO, RICflURCE y 0CR05
(índice de los documentos).
{Conclusión).
62. 19 septiembre 1794. Carta del virrey de Santafé al duque
de la Alcudia, acompañáadole unos papeles {no están) sobre des-
cubrimiento de la sedición que anunciaban los pasquines.
63. 19 septiembre 1794. Carta del virrey de Santafé a su
majestad acompañánc'ole laque dirige, en igual fecha, al duque de
la Alcudia, sobre lo ocurrido con motivo de los pasquines sedicio-
sos y de la impresión y publicación de Los derechos del hombre.
64. 19 septiembre 1794. Carta del virrey de Santafé al duque
de la Alcudia, a que hace referencia el anterior.
65. 25 agosto 1794. Oficio del virrey de Santafé a la Real
Audiencia.
65. 26 agosto 1794. Oficio del virrey de Santafé al presidente
del hospicio de capuchinos, sobre misiones en favor de la monarquía.
67. 25 agosto 1794. Oficio del mismo, al mismo, coa instruc-
ciones para los misioneros.
68. 27 agosto 1794. Circular del virrey de Santafé a los
padres provinciales de los conventos, encargándoles predicar en
favor del rey.
69. 5 septiembre'1794. Circular del virrey de Santafé al pre-
sidente de Quito y a los gobernadores de las provincias, sobre pa-
peles sediciosos. ^
70. 5 septiembre 1794. Circular del virrey de Santafé a los
jefes de las provincias independientes e inmediatas, sobre lo mismo.
71. 19 septiembre 1794. Memorial de Francisco Carrasco,
natural de Jerez de la Frontera y oficial escribiente de las reales
cajas de Santafé, a Eugenio Llaguno, pidiendo se tenga presente
que fue el primero que dio parte al gobierno de la conspiración
que se tramaba para sublevar el reino. *
72. 19 octubre 1794. Memorial de Francisco Carrasco al
duque de la Alcudia, sobre el mismo asunto.
73. 18 cctubre 1794. Carta del administrador de correos de
la Habana, José Fuertes, al duque de la Alcudia, participándole ha
XIV— 29
450 BOLETÍN DE HISTORIA T ANTIGÜEDADES
enviado al administrador de correos de la Coruña un pliego y
otros documentos que ha recibido del virrey de'Santafé.
74. 19 septiembre 1794. Oficio del virrey de Santafé al ad-
ministrador de correos de la Habana, enviándole el pliego y do-
cumentos a que hace referencia el anterior.
75. 18 octubre 1794. Recibo que dio el capitán de la fragata
Reina Luisa al administrador de correos de la Habana de los pa-
peles a que hace referencia el documento número 73.
76. ¿9 enero 1795. Minuta de real orden al administrador de
correos de la Habana, participándole haber recibido el rey la
carta y documentos que le había enviado.
77. 19 octubre 1794- Carta del gobernador de la Habana,
don Luis de las Casas, al duque de la Alcudia, dándole cuenta de
la reunión que tuvo con los generalas de marina para determinar
el envío de una fragata de guerra con el pliego mandado por el
virrey de Santafé.
78. 19 enero 1795. Minuta de real orden al capitán general de
la isla de Cuba, don Luis de las Casas, aprobando las providencias
que dictó con motivo del pliego dirigido por el virrey de Santafé,
79. 9 septiembre 1794- Oficio del virrey de Santafé al
capitán general de la isla de Cuba, sobre el papel Los derechos del
hombre, y contestación.
80. 19 septiembre 1794. Extracto de ios documentos y noti-
cias, sobre la fijación de pasquines sediciosos y publicación del
papel titulado Los detechos del hombre en Santafé.
8t. 19 octubre 1794. Carta del virrey de Santafé al duque de
la Alcudia, que tiene al margen una minuta de real orden.
82. 14 febrero 1795. Mmuía de real orden al virrey de Santa-
fé, acusándole recibo y quedar enterado su majestad de su carta
de fecha rg octubre del 94 y repitiéndole el encargo de velar por
la quietud del reino.
83. 12 noviembre 1794. Carta del capitán general de Caracas,
Pedro Carbonell, al duque de la Alcudia, dándole cuenta de las
novedades ocurridas en Santafé y providencias que ha tomado.
84. 28 septiembre 1794. Oficios del gobernador de Mara-
caibo,
85. 2T octubre 1794. Oficio del capitán general de Caracas,
86. 23 octubre 1794. Oficio del intendente Esteban Fernán-
dez de León, al capitán general de Caracas.
87. 23 octubre 1794. Oficio de Pedro Carbonell al intendente
general del ejéicito y real hacienda.
88. 23 octubre 1794. Oficio del virrey de Santafé al capitán
general de Caracas.
89. 14 octubre 1794. Oficio que^el gobernador de Harinas
Fernando Miyares, envió al capitán general de Caracas,
90. 31 octubre 1794, Oficio que el ge bernador de Caracas
dirigió al intendente general del ejército y real hacienda,
91. 20 septiembre 1794. Cartas particulares de individuos de
Santafé,
PROCESO DE NARIÑO, RICAURTE Y OTROS 45t
92. I." noviembre 1794. Acta de la junta celebrada en Ca-:
racas.
93. I." noviembre 179+. Copia del documento número 10, al
cual hace referencia el documento número 94 (i).
9+. i.° noviembre 1794. Circular del capitán genera! de Ca-
racas a los tenientes justicias mayores sobre vigilancia de pasajeros.
95. 1." noviembre 1794.. Circular a los tenientes justicias ma-
yores sobre extranjeros.
96. 13 octubre 1794. Carta de Manuel Cerezo al capitán ge-
neral de Caracas.
97. 3 noviembre 1794. Contestación del capitán general de
Caracas.
98. 19 enero 1795. Minuta de real orden al capitán general de
Caracas acusándole recibo de su carta y documentos, que envió en
12 de noviembre de 1794, en los cuales hacia referencia de lo ocu-
rrido en Santafé.
99. 26 enero 1795. Oficio del conde de Campo de Alange al
duque de la Alcudia pasándole la resolución de su majestad sobre
la carta reservada del capitán general de Caracas con motivo de lo
ocurrido en Santafé.
ICO. 19 noviembre 1794. Oficio del virrey de Santafé sobre
una carta del presidente de Quito, en que da noticias de las ins-
cripciones y pasquines sediciosos que aparecieron fijados en aque-
lla ciudad.
lor. 21 octubre 1794. Carta del presidente de Quito
102. 8 enero 1795. Oficio de Silvestre Collar al duque de la
Alcudia, dándole cuenta de las ocurrencias de Santafé.
103. 10 enero 1795. Minuta del primer secretario de estado a'
Silvestre Collar, dándole recibo del oficio anterior.
104. 12 enero 1795. Oficio de Eugenio de Llaguno al duque
de la Alcudia, poniéndolo en antecedentes de lo ocurrido en
Santafé.
105. 13 enero 1795. Carta del capitán general de Caracas,
Pedro Carbonell, al duque de la Alcudia, participándole haberse
atajado en tiempo los sucesos de Santafé.
106. 19 enero 1795. Representación de José Caicedo, regi-
dor del cabildo de Santafé a su majestad por el despojo que se
hizo de la 2.* vara de alcalde.
107. 19 enero 1795. Representación de Luis de Chaves,
regente de la audiencia de Santafé, al duque de la Alcudia,
pidiéndole ponga en conocimiento de su majestad sus méritos y
servicios,
108. 2 mayo 1795. Oficio del duque de la Alcudia al regente
de la audiencia de Santafé, en contestación a la representación
anterior.
(1) Publicado en El Precursor, página 48, menos loa último» pá-
rrafos.
452 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
109. 21 marzo 1795. Representación a su majestad del apo-
derado del ayuntamiento de Santafé, en Madrid, suplicándole
atienda las razones que expone.
no. 19 octubre 1794. Carta de José Caicedo en nombre del
cabildo de Santafé, al diputado por dicha ciudad en Madrid,
para que éste represente a su majestad las injusticias cometidas
por el virrey y oidores, con los habitantes de la misma,
111. 18 octubre 1794. Certificación del secretario del ayun-
tamiento de Santafé, legalizada por tres escribanos.
112. 19 septiembre 1794. Oficio del virrey de Santafé al ca-
bildo de la misma ciudad.
113. 13 octubre 1794. Oficios del cabildo de Santafé al
virrey y audiencia de la misma ciudad.
114. 18 octubre 1794. Oficio del virrey de Santafé al cabildo
de la misma ciudad.
115. 30 marzo 1795. Representación al virrey de Santafé de
fray Andrés de Xixona, vicario del hospicio de capuchinos.
116. 30 marzo 1795. Memorial a su majest id de fray Andrés
de Xixona, pidiéndole jtrotección y permiso para que pueda since-
rarse en el consejo del delito por que se le acusa.
117. 23 diciembre 1795. Oficio a Eugenio Llaguno devol-
viéndole la carta del virrey de Santafé y documentos que le acom-
pañaban referentes a la remisión a España de fray Andrés de
Xixona.
118. 20 diciembre 1795. Oficio de Llaguno al príncipe de la
Paz enviándole la carta y documentos que hace referencia el docu-
mento anterior.
119. 4 mayo 1795. Minuta al secretario de Estado enviándole
el expediente de los documentos recibidos con respecto a la causa
que se sigue en Santafé por la fijación de pasquines, publicación de
Los derechos de í hombre y supuesta sublevación.
120. 28 abril 1795. Minuta al secretario al Cojisejo de Es-
tado de las novedades ocurridas en Santafé y del contenido de una
carta anónima recogida.
121. IX mayo 1795. Representación del apoderado del ayun-
tamient ) de Santafé, en Madrid, Juan Antonio Rubio Plaza, a su
majestad, haciéndole relación de los sucesos de aquella capital y
pidiéndole en vista del espíritu de partido, pasión y parcialidad
con que ha procedido el virrey y la audiencia, sean oídos los reos
por persona sabia, recta y desapasionada que sentencie con arreglo
a derecho.
122. 13 mayo 1795. Representación de la ciudad de Santafé
a su majestad, hecha por el apoderado de la misma, en Madrid,
Saturio Ángel de Velasco, pidiéndole sea reconocida su lealtad y
fidelidad.
123. 14 noviembre 1794. Certificación legalizada por tres
escribanos del secretario del cabildo de Santafé.
124. 14 enero 1795. Certificación del secretario del cabildo
de Santafé, legalizada por tres escribanos, afirmando que los electos
para ocupar cargos concejiles son todos patricios americanos.
PROCESO DE NARIÑO, RICAURTE Y OTROS 453
125. 18 octubre 1794. Certificación del secretario del cabil-
do de Santafé, legalizada por tres escribanos, de la denuncia y con-
ducta de don José Arellano.
126. 10 enero 1795. Acta certificada y legalizada de la elec-
ción de cargos concejiles en el cabildo de Santafé.
127. 13 diciembre 1794. Oficios cruzados entre la real au-
diencia y el cabildo de Santafé.
128. 10 enero 1795. Acuerdos tomados por el cabildo de
Santafé.
129. 10 enero 1795, Oficios cruzados entre el virrey y el ca-
bildo de Santafé.
130. 12 enero 1795. Real cédula concedida por su majestad
a los conquistadores y pobladores del Nuevo Reino de Granada en
25 de febrero de 1579.
131. 14 enero 1795. Oficios remitidos por oficiales reales de
hacienda ai cabildo de Santafé.
132. 29 diciembre 1795. Oficio de orden de su majestad,
contestando a las representaciones hechas por el cabildo de
Santafé.
133. 20 mayo 1795. Carta del virrey de Santafé al duque de la
Alcudia, acusándole recibo de la real orden de 19 de enero del mis-
mo año y quedar enterado de su contenido.
134. 17 junio 1795. Oficio del presidente del consejo de es-
tado, conde de Montarco, al duque de la Alcudia, sobre los pasqui-
nes sediciosos que se habían fijado en Santafé, Lima, Quito y Gua-
yaquil y sobre la necesidad de virreyes celosos y activos.
135. ig junio 1795. Carta del virrey de -Santafé al duque de
la Alcudia, dándole cuenta de lo acordado por él y la real au-
diencia en cumplimiento de las reales órdenes de 19 enero, 14
febrero y 23 de marzo.
136. 18 junio 1795. Acuerdo tomado por el virrey y la real
audiencia de Santafé, a que se refiere la carta anterior.
137. 27 septiembre 1795. Minuta de real orden al virrey de
Santafé en contestación de su carta de 19 de junio y ordenándole
sobresea la causa de pesquisa general de sublevación.
138. 19 junio 1795. Carta del virrey de Santafé al duque de
la Alcudia, exponiéndole el estado de la tropa veterana y de los
refuerzos de que está necesitada con motivo de los recelos que
habían ocurrido.
139. 18 octubre 1795. Oficio del duque de la Alcudia al
ministro de la guerra, participándole el contenido de la carta an-
terior y diciéndole tome con urgencia la previdencia correspon-
diente para contestar al virrey.
140. 10 julio 1795. Oficio del secretario del consejo de Indias,
Silvestre Collar, al duque de la Alcudia, enviándole el original de
una representación del cabildo de Santafé.
141. 17 julio 1795, Carta de la real audiencia de Santafé al
duque de la Alcudia, dándole cuenta de la tenaz solicitud del ca-
bildo movida por el regidor don José Caicedo.
454 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
142. 9 noviembre i/g^;. Minuta de real prden al regente y
oidores de la audiencia de Santafé, contestándole lo resuelto por su
majestad sobre la carta anterior.
143. 10 julio 1795. Oficios cruzados éntrela real audiencia
y el cabildo de Santafé, referentes a que se le diera testimonio de
lo actuado por aquélla.
144. 19 enero 1795. Representación de la real audiencia de
Santafé a su majestad, exponiéndole las razones que había tenido
para no dar posesión de las varas de alcaldes a los que habían
sido elegidos para ella.
145. 19 julio 1795. Carta del virrey de Santafé a! duque de la
Alcudia, exponiéndole las razones de porqué considera infundada
la solicitud del cabildo de aquella capital, para que se le tenga
por parte en la causa de pesquisa. Acompaña tres representaciones
de dicho cabildo y las contestaciones dadas.
146. igjulio 1795. Representación a que hace referencia la
carta anterior.
147. 19 julio 1795. Representación a que hace referencia la
misma carta.
148. 19 julio 1795. Representación a que hace referencia la
misma carta.
149. 9 noviembre 1795. Minuta de real orden al virrey de
Santafé, contestándole lo resuelto por Su Majestad a su carta de 19
de julio.
• 50. 28 septiembre 1795. Oficio de Llaguno al principe de la
Paz, dirigiéndole siete cuadernos de autos relativos a la causa de
conspiración denunciada en Santafé.
151. 19 octubre 1795. Carta del virrey de Santafé, copiando
el dictamen que le ha manifestado el arzobispo en cuanto al per-
dón de los individuos comprendidos en la causa de pesquisa.
152. ig octubre 1795. Carta reservada del capitán de grana-
deros del batallón auxiliar del Nuevo Reino de Granada, al duque
de la Alcudia, acompañándole el memorial que con igual fecha
dirige a su majestad solicitando la agregación de teniente coronel
vivo al regimiento fijo de Cartfigena.
153. 19 octubre 1795. Memorial de Lorenzo de Parga y
Saavedra, capitán de granaderos del batallón auxiliar del Nuevo
Reino de Granada.
154. 7 septiembre 1795. Certificación dada por el presidente
de la Audiencia de Santafé, Luis de Chaves, al capitán de granade-
ros Lorenzo de Parga, de haber disipado con sus providencias la
subversión que intentaban.
^55* ^9 octubre 1795. Carta del virrey de Santafé al duque
de la Alcudia, avisándole que han salido para Cartagena con des-
tino a España los diez reos que expresa el acuerdo de la real
audiencia y que acompaña.
156. 7 septiembre 1795. Acuerdo de la real audiencia de
Santafé, en que hace relación de los diez reos que en virtud de
dicho acuerdo remiten a España a disposición de su majestad
PROCESO DE NARIÑO, RICAURTE Y OTROS 455
157. 19 noviembre 1795. Carta de la audiencia de Santafé a
su majestad, participando no haber podido averiguar el autor del
pasquín sedicioso fijado en la mañana del día 21 de septiembre.
158. 21 septiembre 1795. Testimonio de ias diligencias prac-
ticadas para descubrir el autor del pasquín sedicioso que se fijó en
la ciudad de Santafé en la mañana de dicho día.
15Q. 23 septiembre 1795, Bando mandado publicar en la ciu-
dad de Santafé de orden de la real audiencia con motivo del pas-
quín que hace referencia el documento anterior.
160. 8 diciembre 1795. Mernorial a Su Majestad del cabildo,
justicia y regimiento de li ciudad de Santafé, suscrito por su apo-
derado general Joaquín Dareche y Urrutia, suplicando se inhiba
al virrey J')sé Ezpeieta y a los ministros de la audiencia que cita,
del onocimiento de las causas de pasquines y de la supuesta
sublevación, cometiendo al ten. ente general Antonio de Arévalo el
mismo asunto y que al cabildo se le tenga por parte.
i6t. 25 octubre 1794. Varios documentos a que hace referen-
cia el memorial anterior.
162. 25 septiembre 1794. Representación a su majestad, que
hace referencia el mismo memorial.
163. 25 enero 1765. Copia señalada con el número 3, que
hace referencia el mismo memorial del cabildo.
164. 8 diciembre 1795. Oficios y discursos a que hace referen-
cia el mismo memorial.
165. 13 julio 1795. Varios documentos a que hace referencia
el mismo memorial.
166. 19 febrero 1796. Oficio de la real audiencia de Santafé
dando cuenta a su majestad de haber concluido las causas que se
expresan y quedar el reino en la debida subordinación.
167. i6 abril 1796. Representación a su majestad del apode-
rado general del ayuntamiento de Santafé, Joaquín Dareche y
Urrutia, dando cuenta de la negativa del virrey a que pase a Es-
paña el regidor José Caicedo, para defender aquella ciudad y
solicitando se le conceda dicho permiso,
168. 19 abril 1797. Carta del virrey de Santafé al príncipe de
la Paz, acompañando copia de una declaración dada por un vecino
de Ríohacha y de la carta que envió al gobernador de dicha pro-
vincia para que adelante la referida declaración en los términos
qae expresa.
169. 19 abril 1797. Capítulo de la declaración que Pedro
Pérez Prieto dio ante el gobernador de Ríohacha.
170. i'9 abril 1797. Carta que el virrey de Santafé envió al
gobernador de Ríohacha,
17 £. 13 mayo 1796. Oficio de Diego de Gardoqué al príncipe
de la Paz, manifestándole que el visitador intendente de la Haba-
na ha dado cuenta al rey de haber llegado a aquella plaza diez
reos remitidos por el virrey de Santafé para seguir para España, y
diciendo también los socorros que se le han dado
172. 19 mayo 1796, Carta del ayuntamiento de Santafé al
príncipe de la Paz, acusándole recibo de la que éste le dirigió ea
456 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
29 de diciembre anterior, donde le manifestaba lo satisfecho que
estaba su majestad del amor y lealtad de dicha ciudad.
173. 6 agosto 1796. Representación a su majestad del ayun-
tamiento de Santafé hecha por el apoderado en Madrid, supli-
cando se mande publicar las actuaciones e informes del virrey
acerca de la denunciada sedición.
174. 19 septiembre 1796. Representación de José Vicente
Huerta a la reina, rogándole providencie en desagravio de su ino-
cencia, y acompaña varios documentos, a fin de que, en mérito de
ellos, se le recompense los perjuicios que le ha ocasionado su injus-
ta prisión.
175. 19 agosto 1796. Titulo original de graduado en leyes.
176. 19 septiembre 1796. Certificación legalizada que hace
referencia el documento número 185.
177. 15 septiembre 1796. Certificación legalizada que hace
referencia el documento número 185.
178. 21 abril 1796. Tres cartas originales y sus contestaciones
respectivas, que hace referencia el documento número 185.
179. 29 diciembre 1796. Minuta de una carta dirigida al virrey
de Santafé, dándole cuenta de haber comunicado a Eugenio Lla-
guno, la que él remitió con fecha 19 de septiembre.
180. 26 enero 1799. Oficio al gobernador del consejo de
Indias recordándole otro de 10 de noviembre anterior para que
dicho consejo procure el más pronto despacho del negocio corres-
pondiente a los reos presos en el castillo de San Sebastián de Cádiz.
181. 4 junio 1799. Dictamen del gobernador del consejo de
Indias en la cansa de la supuesta sublevación en Santafé.
182. 21 junio 1799. Oficio del marqués de Bajamar a Mariano
Luis de Urquijo, remitiéndole el anterior dictamen.
183. 19 junio 1800. Memorial de Micaela Beitrán y Pinzón al
presidente del consejo de estado, suplicándole la libertad de su
esposo, preso en Santafé.
184. 5 noviembre 1800. Oficios relativos a la remisión del
memorial anterior al consejo de estado.
185. Minuta de un oficio y carta sin fechas que hay en otras
hojas del expediente.
i8ó. 19 septiembre 1794. Carta del virrey de Santafé al duque
de la Alcudia, enviándole testimonio del expediente actuado por
el oidor don Joaquín Juelan para la averiguación de los autores de
los pasquines sediciosos.
187. 19 noviembre 1794. Carta del virrey de Santafé al duque
de Alcudia, remitiéndole la continuación del testimonio del expe-
diente que está actuando para la averiguación de los autores de los
pasquines sediciosos.
188. 19 febrero 1796. Carta del virrey de Santafé al príncipe
de la Paz, dándole cuenta de haber remitido a Cartagena de Indias
para que sigan para España los cuatro reos autores de los pas-
quines.
189. I." abril 1796. Carta del gobernador de la Habana al
príncipe de la Paz, participándole de haberle remitido el virrey de
PROCESO DE NARIÑO. RICAÜRTE Y OTROS 457
Santafé cuatro reos más, que los mandará a Cádiz en la primera
ocasión.
igo. 5 julio 1796. Oficio del juez de arribadas de Cádiz ai
principe de la Paz, comunicándole dispondrá se ponga en seguri-
dad los reos que han de venir de América.
191. 22 noviembre 1796. Oficio del juez de arribadas de Cá-
diz al piíncipe de la Paz, sobre las condenas de ios reos que cita,
192. 2 septiembre 1796. Memorial a su majestad, suscrito por
Luis Gómez, Pablo Uribe y José Duran, implorando su real cle-
mencia.
193. 22 septiembre 1796. Minuta de oficio al presidente del
consejo de estado, para que resuelva sobre la aprobación de la
gentencia de la audiencia de Santafé a los reos de la causa de pas-
quines.
194.. 10 noviembre 1796. Minuta de oficio de la presidencia
del consejo de estado, designando el presidio en que han de cum-
plir su condena los reos de la causa de pasquines.
195. 4 noviembre 1799. Oficio de Antonio Cornel a Mariano
Luis de Urquijo, remitiéndole la solicitud del indulto que pide
Luis Gómez, confinado en El Peñón por la causa de pasquines.
196. II noviembre 1799. Oficio de Mariano Luis de Urquijo a
don Antonio Cornel, como contestación al del documento anterior.
197. 24 diciembre 1799. Memorial a su majestad, de Luis Gó-
mez, suscrito por Juan Fernández Leal, soliciíando indulto con
motivo del feliz alumbramiento de la infanta doña María Luisa.
198. 8 enero i8co. Minuta de oficio que hace referencia al
memorial del documento anterior.
199. 31 agosto 1803. Solicitud de Luis Gómez, pidiendo se
mande fijar la fecha de la sentencia dictada por la audiencia de
Santafé.
200. 25 febrero 1804. Memorial a su majestad, de Luis Gó-
mez, suplicándole le permita regresar a su país en virtud de las
consideraciones que expone.
201. 7 abril 1804. Solicitud de Luis Gómez, pidiendo se le
nombre contador entre partes y tasador general de la ciudad de
Málaga.
202. 20 junio 1804. Solicitud de Luis Gómez, volviendo a ha-
cer las mismas peticiones expresadas en los dos documentos ante-
riores.
203. 5 septiembre 1804. Minuta de oficio del consejo de In-
dias, contestando a la solicitud del documento anterior.
204. Id noviembre 1834. Minuta de oficio al secrerario del
depósito de hacienda, comunicándole lo resuelto por su majestad
en el oficio del documento anterior.
205. 13 febrero 1805. Memorial de Luis Gómez a su majestad,
pidiéndole un empleo en España, que remedie su triste situación.
206. 8 octubre 1805. Minutas de dos oficios para resolver lo
solicitado por Luis Gómez en sus memoriales anteriores.
207. 5 marzo 1805. Memorial a su majestad, de Luis Gómez,
458 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGUEDADECS
solicitando el empleo de interventor del muelle de Málaga, u otro
cualquiera.
208. 14 agosto 1806. Minuta de oficio, contestando a una re-
presentación de Luis Gómez, que solicita sea nombrado para una
escribanía de renta.
209. 14 septiembre 1806. Minuta de oficio referente a lo que
solicita don Luis Gómez, de la dispensa de derechos para ocupar
una escribanía de rentas.
210. 17 agosto 1805. Memorial de Luis Gómez a su majestad,
suplicándole atienda con urgencia sus representaciones.
21 í. 18 noviembre 1799. Memorial a su majestad, de José
María Duran, suscrito por don Pedro Pradilla, solicitando el indul-
to en la causa de pasquines.
212. I." octubre 1799. Certificación firmada por José Rivera y
Manuel Llórente Perca, de la conducta y buen comportamiento de
José María Duran en el presidio de Melilla.
213. 23 noviembre 1799. Minuta de oficio, que hace referen-
cia a los dos documentos anteriores.
?I4. 22 diciembre 1799. Memorial a su majestad, de José Ma-
ría Duran, suscrito por Pedro Pradilla, repitiendo la solicitud de
indulto con motivo del alumbramiento de la serenísima infanta.
215. 29 diciembre 1799. Memorial a su majestad, de José Ma-
ría Duran, suscrito por Pedro Pradilla, solicitando se te cuente el
tiempo de su condena desde el día en que fue arrestado en Santafé.
216. 5 enero 1800. Minuta de oficio que hace referencia al do-
cumento anterior.
217. i.° agosto 1801. Oficio de Pedro Ceballos al marqués de
Bajamar y otro de este señor al anterior, relativos a lo solicitado
por el señor Duran, de volver a su país.
3 18, febrero 1802. Solicitud de José María Duran al pre-
sidente del consejo de estado, implorando su protección para que
el rey le otorgue volver a su patria.
219. 27 julio 1802, Memoiial a su majestad, de José María
Duran, implorando su gracia con motivo del matrimonio del prín-
cipe de Asturias, para que le conceda regresar a su país.
* 220. ó noviembre 1802. Solicitud de José María Duran, al pre-
sidente del consejo de estado, recordándole ha llegado el tiempo
de concederle la gracia que tiene solicitada.
221. 14 enero 1803. Solicitud de José María Duran igual a la
del documento anterior.
222. 29 agosto 1803. Solicitud de José María Duran al presi-
dente del consejo de estado, suplicándole mande repetir el real
decreto, para conseguir su repatriación.
223. 14 marzo 1803. Minuta de oficio al gobernador del con-
sejo de Indias, remitiéndole varios documentos de las causas de
pasquines, de Ricaurte y de Nariño.
224. Sin fecha. Escrito de la secretaría del consejo de Indias,
exponiendo a su majestad su parecer en la causa contra José María
Duran, y otros pormenores que detalla.
PROCESO DE «ARIÑO, RICAüRTE T OTROS 459
225. 21 marzo 1795. Oficio de Eugenio Llaguno al duque de
!a Alcudia, remitiéndole una carta de la audiencia de Santafé, sobre
el expediente general de pesquisa.
226. 19 abril 17Q5. La audiencia de Santafé lemite testimonio
de cuadernos de diligencias practicadas en la causa de pesquisa.
227. 19 octubre 1795. Carta de la audiencia de S mtafé al du-
que de la Alcudia, dando cuenta a su m<<je3tad de los fundados
motivos por que remite a España, en partida de registro, diez reos
principales de la causa de pesquisa general.
228. .19 octubre 1795. Informe a su majestad del fiscal de la
audiencia de Santafé, Francisco Javier Ezterripa, exponiendo las
razones y fundamentos que ha tenido para votar en contrario de las
providencias tomadas por aquel tribunal en la causa de pesquisa.
229. 19 octubre 1795. Cartn reservada del virrey de Santafé al
duque de la Alcudia, dándo'e aviso de que han salido para Carta-
gena los diez reos que menciona el acuerdo que acompaña y cuya
remisión ha decretado !a audiencia.
230. 19 octubre 1795. Acuerdo de la audiencia de Santafé, a que
hace referencia el documento anterior.
231. 6 noviembre 1795. Memorial a su majestad, de los reos
de la causa sobre pesquisa, implorando su real clemencia.
232. 12 diciembre 1795. Carta del gobernador de la Habana
al principe de la Paz, dándole cuenta de sus providencias para que
sigan para España los diez reos que le remitió con dicho objeto el
virrey de Santafé.
2^. 19 diciembre 1795. La audiencia de Santafé da cuenta al
príncipe de la az, con testimonio de lo acordado con respecto a
seis reos de pesquisa.
234. 19 enero 1796. Memorial a su majestad, firmado por An-
tonio Cortés, solicitando el remedio en las desgracias que le han
producido las falsas calumnias de complicidad en la sublevación de
Santafé.
23:;. II julio 1795. Testimonios que acompañan al anterior
memorial de don Antonio Cortés.
236. 19 febrero 1796. Carta muy reservada del virrey de San-
tafé al príncipe de la Paz, acusándole recibo de la real orden de 27
de octubre.
237. 19 marzo 1796. Carta de la audiencia de Santafé al prín-
cipe de la Paz, contestando al recibo de las reales órdenes de 9 y
20 de noviembre del año anterior.
238. 26 marzo 1796. Memorial a su majestad, suscrito por don
Sebastián Martín de Rosas, suplicando, en virtud de poder que
acompaña, la real clemencia para los reos que cita de la causa de
pesquisa.
239. 21 noviembre 1795. Poder que dieron los reos que firman
al agente que los represente en Madrid.
240. 9 abril 1796. Carta del juez de arribadas de Cádiz, Ma-
nuel González Guiral, al príncipe de la Paz, remitiéndole una re-
presentación que le han dirigido los reos de la causa de pesquisa.
460 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
241. 8 abril 1796. Solicitud de los reos de la causa de pesqui-
sa, presos en el castillo de San Sebastián de Cádiz, al juez de arriba-
das, pidiéndole les asigne un diario para atender a su alimentación.
242. 18 abril 1796. Minuta de real orden al juez de arribadas
de Cádiz, aprobando su consignac.ón de seis reales diarios a cada
uno de los reos.
243. 5 julio 1798. Solicitud de los individuos presos en el cas-
tillo de San Sebastián de Cádiz, pidiendo la revisión de sus causas,
y entretanto se les provea de alimentos y vestidos.
244. I. o noviembre 1798. Solicitud de los individuos presos en
el castillo de San Sebastián de Cádiz, pidiendo razonadamente la
revisión de sus causas.
245. 15 enero 1799. Solicitud de los presos en el castillo de
San Sebastián de Cádiz, pidiendo la ampliación de la prisión, para
dentro de la ciudad, ínterin se resuelve su causa.
246. 12 marzo 17Q9. Oficio del marqués de Bajamar al señor
don Mariano Luis de Urquijo, accediendo a lo solicitado en el do-
cumento anterior.
247. 14 marzo 1799. Oficio del señor secretario del consejo de
Indias, Silvestre CoU ir, al marqués de Bajamar, comunicándole el
acuerdo de dicho tribunal, sobre la petición de los presos en el cas-
tillo de San Sebastián.
248. 15 marzo 1799. Oficio del marqués de Bajamar a Maria-
no Luis de Urquijo, aclarando una equivocación del oficio que le
remitió el 12 del mismo mes.
249. 19 marzo 1799. Minuta de real orden al gobernador del
consejo de Indias, de quedar enterado su majestad de sus oficios
del 12 y 15 del mismo mes, y ordenándole active la conclusión de
la causa sobre pesquisa.
250. 9 abril 1799. Solicitud de los individuos presos en el cas-
tillo de San Sebastián de Cádiz a Mariano Luis de Urquijo, expie-
sándole su gratitud por la gracia que les ha concedido.
251. 19 octubre 1794. Carta de la audiencia de Santafé a Eu-
genio Llaguno de Amirola, enviándoie dos cartas originales, una
en francés y otra en castellano, de Juan Alegre.
252. 12 abril 1794. Carta en francés a Manuel Fróez, en Car-
tagena de Indias.
253. 15 marzo 1794. Carta, escrita en castellano y dirigida a
Manuel Fróez en Cartagena de Indias, a que se refiere el documen-
to número 262.
254. 15 octubre 1794. Diligencias y declaraciones tomadas en
Santafé con motivo de las dos cartas anteriores y que la audiencia
remitió para unirla al expediente de Juan Alegre.
255. 20 julio 1795. Carta al gobernador de Cádiz, participán-
dole de orden de su majestad el cumplimiento de lo que ella dice
con respecto a Juan Alegre.
256. 31 julio 1795. Carta del gobernador de Cádiz al duque
de la Alcudia, participándole las diligencias que ha. practicado para
dar cumplimiento a lo ordenado por su majestad.
PROCESO DE NARIÑO, RICAURTE Y OTROS 461
257. 4. agosto 1795. Carta del gobernador de Cádiz al duque
de la Alcudia, participándole la prisión de Juan Alegre y de la re-
cogida de todos sus papeles.
258. 15 septiembre 1795. Carta del gobernador de Cádiz al
duque de la Alcudia, enviándole testimonio de las diligencias prac-
ticadas y copia de los extractes de los papeles encontrados a don
Juan Alegre.
259. II septiembre 1795. Diligencias y extra'to de los papeles
encontrados a Juan Afegre y que se refiere el documento anterior.
260. 6 octubre 1795. Carta del gobernador de Cádiz al prin-
cipe de la Paz, participándole quedar enterado de la resolución de
su majestad de poner en libertad a Juan Alegre mediante fianza.
261. 20 octubre 1795. Carta del gobernador de Cádiz al prín-
cipe de la Paz, consultándole la dificultad que encuentra para la
libertad bajo fianza de Juan Alegre según testimonio que acom-
paña.
262. 20 octubre 1795. Testimonio a que hace referencia el do-
cumento anterior.
263. 13 noviembre 1795. Solicitud de Juan Alegre al principe
de la Paz, suplicándole atienda a lo que le expone.
264. 20 noviembre 1795. Minuta de real orden a la Audiencia
de Santafé, poniéndola en antecedente de la resolución de su ma-
jestad.
Con varias fechas. Copias de oficios y diligencias decretadas
de real orden que comprende todo lo ordenado en el expediente
de Juan Alegre.
265. 19 diciembre 1795. Carta de la audiencia de Santafé al
príncipe de la Paz, acusando el recibo de la real orden de 20 de
julio de dicho año.
266. 10 enero 1795. Carta del virrey de Santafé a Eugenio
Llaguno, dándole cuenta de haber suspendido en virtud de lo acor-
dado por la audiencia la suspensión del empleo de alcalde ordi-
nario a José Mrifia Lozano.
267. 10 enero i7g5. Oficio del cabildo de Santafé, y del cual
hace referencia el documento anterior.
268. 10 enero 1795. Oficio que la audiencia de Santafé diri-
gió al virrey y señalado con el número 2°, a que se refiere el do-
cumento número 278.
269. 10 enero 1795. Oficio que el virrey de Santafé mandó al
cabildo, señalado con el número 3.°, a que se refiere el documento
número 278.
270. 10 enero 1795. Copia de otro oficio que el virrey de
Santafé dirigió al cabildo, y señalado con el número 4.°, a que se
refiere el documento número 278.
271. 27 noviembre 1795. Oficio de Eugenio Llaguno al prín-
cipe de la Paz. enviándole los anteriores documentos, ,,
272. 19 enero 1795. Representación a su majestad que hace
el oidor de la audiencia de Santafé, Francisco Javier Ezterripa,
exponiéndole las razones que tuvo para haber votado en contra del
acuerdo tomado por aquel tribunal.
462 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
273. 6 marzo 1795. Representación a su majestad José María
Lozano, suscrita por su hermano Jorge, suplicándole ordene le den
posesión de su empleo de alcalde del cabildo de Santafé, para
cuyo cargo fue electo.
274. 19 enero 1795. Copia del expediente instruido en San-
tafé, motivado por la suspensión del empleo de alcalde de José
María Lozano.
275- í3 enero 1795. Oficio de Jorge Lozano al duque de la
Alcudia, pidiéndole le conceda audiencia para testimoniarle lo
que ocurre en Santafé.
276. 25 mayo 1795, Solicitud de Jorge Lozano, pidiendo se
ponga a su hermano don José en posesión del cargo de alcalde de
Santafé, para el que fue elegido.
277. 4 mayo 1795. Oficio de Silvestre Collar al duque de la
Alcudia, con nota marginal, dándole cuenta de un acuerdo del
consejo.
278. 6 mayo 1795. Minuta de real orden al secretario del con-
sejo de Indias, detallando la nota marginal del documento anterior.
279. 19 febrero 1795. Memorial a su majestad de Ignacio San-
dino, implorando su clemencia por el arresto que sufre en Santafé*
280. 19 febrero 1795. Solicitud de Concepción del Corral, es-
posa de Sandino.
281. 19 febrero 1795. Solicitud de Sandino a la audiencia de
Santafé.
282. 30 septiembre 1800. Solicitud de Sandino, pidiendo se
ordene al virrey de Santafé le proponga para el primer empleo
que vaque en aquel reino, en virtud de sus méritos y servicios cuya
relación acompaña.
283. 15 marzo 1800. Relación de los méritos y servicios de
Sandino.
284. 8 octubre 1800. Minuta de oficio resolviendo lo que so-
licita Sandino.
285. 8 octubre 1800. Minuta de real orden al secretario del
despacho de Gracia y Justicia, confirmando el documento anterior
y ordenando se le conceda al Sandino una vara en España.
Sin fecha. Solicitud de Manuela Santamaría, madre de José
Ángel María Manrique, preso en Santafé, pidiendo la libertad de
su hijo para que pueda curarse la enfermedad que padece'.
Sin fecha. Solicitud de la misma, pidiendo la pronta resolucipn
a la anterior que ha presentado.
286. 19 marzo 1795. i'iemorial de la misma, pidiendo cle-
mencia para su hijo, José Ángel Manrique, y acompañando varios
documentos.
287. 16 diciembre 1795. Memorial de Isidoro García Vicente,
por poder de Francisco González Manrique, padre de José Ángel.
288. 19 junio 1705. Certificación del rector del colegio de
Nuestra Señora del Rosario en Santafé.
' 289. 19 junio 1795. Certificación del catedrático de derecho
canónico en el colegio de Nuestra Señora del Rosario.
PROCESO DE NARIÑO, RICAURTE Y OTROS 463
290. 18 junio 1795. Certificación del catedrático de derecho
público en el colegio de Nuestra Señora del Rosario.
291. 19 junio 1795. Certificación del médico José Celestino
Mutis y legalización de ésta y de las anteriores.
292. 22 diciembre 1795. Oficio de Eugenio Llaguno al prín-
cipe de ¡a Paz, enviándole los cinco anteriores documentos.
293. 19 noviembre 1794. Memorial de Ignacio de Umaña en
nombre de su hijo Enrique, quejándose de las opresiones a que le
tiene reducido la audiencia de Santafé, sin adelantar su causa jii
admitirle sus defensas.
294. 17 julio 1795. Testimonio dado por la audiencia de San-
tafé a las solicitudes presentadas a ella por el procurador de Ea-
rique Umafia,
295. 28 abril 1795. Oficio de Silvestre Collar al duque de la
Alcudia, remitiéndole el memorial de Umaña.
296. 9 febrero 1795. Memorial de J. Umaña y López, pidiendo
autorice su majestad a la audiencia de Santafé para castigar las
vejaciones de que es objeto.
297. 22 enero 1795. Testimonios que hace referencia el me-
morial anterior.
298. 6 junio 1795. Oficio de Silvestre Coliar al duque de la
Alcudia, enviándole el documento número 310.
299. 22 abril 1795. Memorial de S-iturio Ángel de Velasco,
por poder de Ignacio Umaña, padre de Enrique, pidiendo justicia.
300. 12 noviembre 1795. Memorial del mismo, insistiendo en
la pronta resolución del anterior.
301. i.° abril 1795. Poder otorgado a Saturio Ángel de Ve-
lasco, por Ignacio Umaña.
302. 17 diciembre 1794. Representaciones dirigidas a la
audiencia de Santafé, por Ignacio Umaña.
303. 15 octubre 1800. Certificación de Cristiano Herrgen, pro-
fesor del real estudio de mineralogía, a favor de Enrique Umafia.
304. 16 abril i8oo. Solicitud de Umaña a don Mariano Luis
de Urquijo, pidiéndole pasaporte para continuar sus estudios de
mineralogía en París.
305. 21 abril 1800. Memorial de Umaña, suplicando se le
dispense los dos años de práctica que le faltan para obtener el título
de abogado.
306. 28 abril i8oo. Oficio de Mariano Luis de Urquijo al mar-
qués de Bajamar, enviándole el memorial anterior, y oficio de con-
testación accediendo a "lo solicitado en él.
307 4 mayo 1800. Minuta de real orden, confirmando la
concesión de lo solicitado por E. Umaña.
308. 5 septiembre 1800. Solicitud de Umaña, suplicando se
ordene a la secretaría de hacienda de Indias sea atendido en sus
pretensiones, en virtud de las razones que expone.
309. 28 octubre i&oo. Minuta de real orden al secretario
del despacho de hacienda de Indias, previniéndole en una nota
lo que resulta de las causas seguidas en Santafé por la audiencia, y
la real determinación tomada por su majestad en dichas causas.
464 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
310. 17 abril 1796. Solicitud de Luis de Rieux, preso en la
real cárcel de Cádiz, pidiendo sea trasladado a Madrid, para la
que le oigan sus defensas, solicitando al mismo tiempo le abonen
sus sueldos.
31 1. 6 junio 1796. Oficio de Silvestre Collar a Eugenio Lla-
guno, dándole cuenta de la solicitud anterior.
312. 15 junio 1796. Oficio de Eugenio Llaguno al príncipe de
la Paz, remitiéndole los dos documentos anteriores.
313. 22 julio 1796. Representación de Rieux al príncipe de la
Paz, insistiendo en la petición del documento número 310.
314. 29 octubre 1798. Carta del embajador de Francia en
Madrid al ministro de estado, expresándole lo solicitado por
Rieux. r
315. 10 noviembre 1798. Minuta de real orden al gobernado
del consejo de Indias, enviándole el sumario remitido por la audien-
cia de Santafé, de 'a causa de supuesta sublevación.
316. 10 noviembre 1798. Oficio del ministro de estado al em-
bajador de Francia en Madrid, contestando a la carta que expresa
el documento número 314.
317. 6 marzo 1799. Solicitud de Rieux, en nombre de los pre-
sos en el castillo de San Sebastián de Cádiz, pidiendo se les am-
plíe la prisión a toda la plaza y sus arrabales.
318. II marzo 1799. Oficio al gobernador del consejo de In-
dias, ordenándole la pronta resolución de la consulta pedida por
su majestad, y mientras tanto diga si puede ampliarse la prisión
solicitada en el documento anterior.
319. 6 abril 1799. Memorial de Rieux, suplicando lesean en-
tregados a su apoderado en Cádiz los diarios vencidos desde su
salida del castillo de San Sebastián.
320. 54 abril 1799. Oficio de Mariano Luis de Urquijo al mar-
qués de Bajamar, remitiéndole el memorial anterior y su contes-
tación.
321. 27 abril 1799. Minuta de real orden al juez de arriba-
das de Cádiz, accediendo a lo solicitado por Luis de Rieux.
322. 7 mayo 1799. Carta del juez de arribadas de Cádiz a
Mariano Luis de Urquijo, participándole dará cumplimiento a la
real orden anterior.
323. 21 junio 1799. Solicitud de Rieux a Mariano Luis de
Urquijo, enviándole una representación para su majestad a nom-
bre de los individuos remitidos bajo partida de registro por la real
audiencia de Santafé.
324. 21 junio 1799. Memorial que se refiere la solicitud an-
terior. Nota de Rieux sobre su causa.
325. 17 diciembre 1807. Solicitud de Rieux al secretario de
estado, enviándole un memorial para su majestad.
326. 17 diciembre 1807. Memorial a que se refiere la solicitud
anterior.
327. 20 enero 1808. Minuta de real orden en contestación de
lo que solicita en el memorial anterior.
PROCESO DE NARIÑO, RICAURTE Y OTROS 465
328. 20 enero 1808. Solicitud de Rieux, exponiendo las ra-
zones que tiene para no conformarse con lo dispuesto en la minuta
anterior.
329. 21 enero i8c8. Solicitud de Rieux a Pedro de Ceballos,
implorando su protección para que pueda lograr sus pretensiones.
Varias fechas. Extracto de la causa, reclamaciones y fundamen-
tos presentados por Luis de Rieux.
330. 10 noviembre 1800. Solicitud de Pedro Pradiila, pidiendo
se le conceda pasaporte para restituirse a Santafé.
331. 31 mayo 1800. Oficio de José Antonio Caballero a Ma-
riano Luis de Urquijo, pidiendo informes para resolver una solici-
tud presentada por Francisco Zea.
332. ro junio i8oo. Contestación al oficio anterior.
333- 30 septiembre 1795. Memorial de Enrique Rodríguez, re-
presentando hallarse preso, suspenso de empleo e incomunicado
por la causa que expresa, a fin de que su majestad lo proteja y sea
restituido a su honor, libertad y empleo.
334. 19 enero 1796. Carta de la Audiencia de Santafé al prín-
cipe de la Paz, dándole cuenta de lo actuado en la causa que se le
sigue a Rodríguez, por testimonio que acompaña, e implorando
la resolución de su majestad.
335. 10 mayo 1796. Minuta de ía carta del príncipe de la Paz
a la Audiencia de Santafé, en contestación a la que ésta le dirigió
en 19 de enero, con la resoli ción de su majestad. Testimonio de la
causa que se menciona en el documento número 35c, y al cual hace
referencia.
336. I." febrero 1796. Solicitud de Rodríguez al príncipe de
la Paz, acompañándole un memorial.
337. i.° febrero 1796. Memorial de Rodríguez, con diligencias
a las cuales hace referencia el memorial,
,338- 30 abril 1796. Memorial de Rodríguez, acompañando
testimonio en solicitud de licencia para pasar a la corte a defender-
se personalmente. Testimonio que acompaña al memorial anterior.
339. 2 septiembre 1796. Memorial de Rodríguez, acompa-
ñando tres testimonios con el objeto de continuar sus defensas en
su causa.
340. 2 de septiembre 1796. Testimonio número i, que hace
referencia el memorial anterior.
341. 2 septiembre 1796. Testimonio número 2, que hace re-
ferencia el mismo memorial.
342. 2 septiembre 1796. Testimonio número 3, que hace re-
ferencia el mismo memorial.
343. 2 febrero 1797. Solicitud de Rodríguez ai príncipe de la
Paz, implorando su protección, y suplicándole ponga en manos de
su majestad la representación que acompaña.
344. 2 febrero 1797. Representación de Rodríguez a su ma-
jestad, a la cual hace referencia el documento anterior.
XIT~30
466 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
345. 21 junio 1797. Solicitud de Joaquín Cañaveral, gober-
nador que fue de Cartagena de Indias, al príncipe de la Paz, pi-
diendo se le den copias de las providencias dadas en la causa de
Rodríguez.
346. 24 junio 1796. Solicitud de Joaquín Cañaveral al piín-
cipe de la Paz, en que le suplica pase al consejo de Indias la causa
de Enrique Rodríguez. Sin fecha. Minuta que acompaña la copia
de la carta que la Audiencia de Santafé mandó con el testimonio
de la causa seguida a Rodríguez
347. 9 junio 1802. Carta al gobernador del consejo de Indias,
enviándole copia de la última representación de Rodríguez a la
Audiencia de Santafé.
348. 30 junio 1802. Oficio de Miguel Cayetano Soler a Pe-
dro Ceballos, para que le diga si Enrique Rodríguez salió absuelto
de la causa que se le formó en Santafé,
349. 5 julio 1802. Minuta al señor secretario del despacho de
Hacienda, contestándole al oficio del documento anterior.
350. 19 diciembre 1801. Representación de la Audiencia de
Santafé a su majestad, sobre la conducta observada por Rodríguez.
351. 4 noviembre 1802. El consejo de Indias representa a su
majestad las razones que tiene para que le alce a don Enrique Ro-
dríguez la suspensión de sus empleos, fundándose en la respuesta
del fiscal, que acompaña.
352. 13 octubre 1802. Respuesta del fiscal del consejo de
Indias, que hace referencia el documento anterior.
353. 29 noviembre 1802. Memorial de Gaspar Soliveres, so-
licitando sea repuesto Rodríguez en su empjeo, y se le abonen los
sueldos caídos.
354. 15 junio 1802. Minuta de real orden, remitiendo al go-
bernador del consejo de Indias una representación de Rodríguez.
Testimonios a los cuales hace referencia el memorial del núme-
ro 349.
345. 17 febrero 1803. Informe del consejo de Indias a su ma-
jestad, para que determine sea repuesto Rodríguez en la fiscalía
de hacienda de Cartagena.
346. 17 febrero 1803. Sentencia absolviendo a Rodríguez, y
reponiéndolo en su profesión y empleo.
MEMORIA INSTRUCTIVA 467
mEíDORifl mszmdum
DE LA PROVINCIA DK MUZOS Y COLIMAS (l)
Smaragdis hic locus Patria est.
Nam licet sint et ^giptü, et
Calcedonü, et Medici, et Laconoci,
praecipuns tamen honor est Scyth-
icis. Nihil his jucundius, uihil
utilius vident oculi: in primis
virent ultra irrigua gramina,
ultra amnicas herbas: deinde fati-
patos colorís reficiunt lenitate.
Man vissus, quos alterius gemmae
fulgor returedit, Smaragdi recreant
et exacunnt. Nec aliam ob caussam
placuit, ut non scalperentur, ne
offensum decus imaginum lacunis
corrumperetur: quam quam qui verus
est, difficulter vulneretur.
Probantur hoo pacto: si aspectus
transmittant, si cum globosi sint,
inspectantium facías aemuletur; si
ñeque umbra, ñeque lucernis, ñeque
solé mutentur. Óptimos tamen sonti-
" untur situs, quibus planities resu-
pina est, et extenta.
(C. Jul. Solini Polyhistor. Cap. 25^.
Topograñao
Prolóngase esta provincia del nord-ouest al norte de Santafé,
capital del reino de Tierra Firme, con cuya jurisdicción cívica
parte términos en distancias de quince y veinticinco leguas, sir-
viéndoles de lindes las montañas que corren desde la catarata de
Teqüendama, al ouest de Santafé, y mediodía de los colimas.
Siguiendo la cadena al norte, divide los pueblos deZipaquirá,
Ubaté, Fúquene, Simijaca y Chiquinquirá, pueblos de la provin-
cia de Santafé. y el último de la de Tunja, confinantes al oriente
de los muzos. Termina ésta, por el norte, en los territorios de la
ciudad de Vélez. De norte a ouest le sirve de valla el gran río de
la Magdalena, que la divide de las jurisdicciones de los gobiernos
de Antioquia y Mariquita, partiendo término con este segundo al
mediodía por el río Negro o de Villeta, antigua linde de la nación
panche.
Los geógrafos antiguos sitúan la ciudad de Muzo en sesenta y
seis giados de longitud, y cinco grados cincuenta minutos de la-
titud septentrional, y los modernos la ponen más oriental, condife-
(1) El señor don Carlos Salazar del Camino, que ha hecho inves-
tíg^aciones acertadas en los archivos europeos, nos obsequió con e&te
importantísimo documento, hasta hoy inédito. Próximamente publica-
remos otros igualmente curiosos, que debemos al mismo señor. (E. P.).
468 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
reacia de diez grados de longitud (?). Hacia el mediodía de Muzo
en poco más de una jornada de distancia está la ciudad de la
Palma, casi bajo un mismo meridiano.
Todo el costado del paralelo del río Magdalena es descono-
cido; y como este caudaloso río corre por inmensas vueltas, care-
ciéndose de observaciones astronómicas rectificadas en sus diferen-
tes ángulos, no puede determinarse la área de la provincia de los
muzos y colimas, aunque se suponga reducida a un romboide,
dándole treinta leguas al frente de Santafé, en la cadena de mon-
tañas, y otras tantas poco más o menos por el lado de los panches,
siguiendo el curso del río de Villeta, hasta su desagüe en el Mag-
dalena, e igual medida en la línea divisoria de Tunja y Vélez
hasta el mismo Magdalena, porque las vueltas de éste hacen irre-
gular su línea^ la cual, si se puede computar por la navegación or-
dinaria, suponiendo que en cada día se navegan ocho leguas, río
arriba, y que de las bocis del río Opón a la del río Negro, o Ville-
ta se emplean siete jumadas, podrá decirse por este cálculo que
aquella línea serpeada y divisoria de la provincia de Muzos com-
prende cincuenta y seis leguas.
Toda la población de los muzos y colimas está puesta norte-
sur, casi bajo un mismo meridiano a las vertientes occidentales de
la expresada cordillera divisoria de las sabanas de Bogotá. El resto
del territorio occidental hacia el río de la Magdalena es despobla-
do pero frondoso de espaciosas selvas, valles y altas colinas. En
toda la linea expresada de la ribera del Magdalena n j se ad-
vierten desagües de ríos que bajen de ias montañas de los muzos.
Por esto es de creer que todas las aguas sean lo que en el p;iís se
llaman quebradas, y en otras partes serían ríos de nombradla. Ellas
pueden desaguar unas en el expresado río Negro, término meridio-
nal; otras en el Opón, término boreal; y otras en ¡as ciénegas nom-
bradas del Ermitaño al nord ouest de Muzo que vacia en el Mag-
dalena, abajo de su célebre angostura; y otrí)S en las ciénagas de
Palagua, al ouest dé Muzo, poco más arriba de la angostura, al
frente del celebrado río de Nare, de la Provincia de Antioquia, ca-
mino corriente del comercio de ella a la villa de Honda, y capital
de Santafé.
Las aguas vertientes de la expresada cordillera forman el río Zar-
ve, que tiene su origen en el cerro de Itoco, famosa cantera de las
esmeraldas, y por eso los habitantes también lo llaman río Minero.
Está la ciudad de Muzo a dos le >uas al mediodía del expresado cerro,
en distancia de una legua de la ribera oriental del río. Las aguas de
éste son naturalmente oscuras, porque lavan las excreciones, grasas
y lucos fermentados de los minerales de esmeraldas, de los de co-
bre, de los de caparrosa, fuentes saladas y una indecible multitud
de vegetales. Corre después por entre dos admirables pirámjdes
que levantó naturaleza y adoró la gentilidad dándoles los nombres
de JFura y Tena, que los españoles quisieron olvidar, apellidándolas
las Tetas de Jbamá, pueblo situado a su inmediación, de que sólo
queda el nombre. Ambas pirámides son de piedra estriadas; la
MEMORIA INSTRUCTIVA 469"
una eslá truncada, con la particularidad de tener a su lado otra?
pequeña, que se juzga puede ser la misma cresta truncada y
traspuesta al pie con el juguete de algún rayo, porque si se re-
conocen externamente, todo parece obra de la naturaleza; aunque
otros, sin examen de ella, juzgan ser todo obra hechiza, porque los
indios adoraban en ese monumento un matrimonio con una hija,
según sus tradiciones. La otra pirámide entera la distinguió natu-
raleza con una fuente agradable, cristalina y dulce, y de aquí po-
dría conjeturarse que la truncada sea un verdadero cráter apagado
al tiempo de la explosión, que puso al pie su cresta. Cada columna
tiene más de mil varas de perímetro a su base. Su elevación es tan-
ta, que sus cimas escarpian hs nubes al vuelo, y desde ellas se re-
gistran las estrellas de los dus polos del mundo, Hé aquí un vigía
de la naturaleza adonde desgraciadamente no le ha hecho la sen-
tinela ningún sabio explorador del universo.
Ignórase si desde las expresadas columnas es navegable el re-
-ferido río en su curso sucesivo, que parece lo sigue al mediodía, a
vaciar en el río Villeía o Negro, porque desconociéndose su co-
rriente honda, se ignora también si tiene algún precipicio, como es
probable, según el terreno, semejante al del Tequendama.
El temple de este país es benigno y uniformemente cálido en
razón de la influencia solar, de la elevación de los terrenos y de
la combinación de otras causas. Es por e^^o feraz igualmente de mi-
nerales y de vegetales, pudiéndose disputar si es más estimable
por lo uno o por lo otro; cuyo problema resolverá la posteridad
con el evento de los tiempos y el examen de la naturaleza, aunque
ésta es siempre novelera. Fue suceso muy notable al principio de
la conquista la observación de que los ganados y los hombres per-
dían el pelo y las uñas en el partido de la Palma. Entonces los
más presumidos filósofos se contentaron con cualquier razón, ver-
dadera o aparente del fenómeno, atribuyéndolo al alimento del
maíz, no por el género sino por la especie y calidad. La observa-
ción ulterior acreditó qne la malignidad no era propia del fruto
sino del terreno, sin duda porque éste está muy cargado de capa-
rrosa, sales y otro jugos no examinados. Pero, por el contrario, entre
los indios se veían nacer criaturas monstruosamente cubiertas de
áspero bello o cerda, y esta era bastante causa para que las madres,
sorprendidas del horror o guiadas de la superstición, les quitasen la
vida, de cuyo hecho se tomó testimonio en el año de 1600 por un
cura que, noticioso, procuró precaver el daño. Tales fenómenos no
examinados por naturalistas inteligentes, han quedado en relación
y no se ven repetidos, ya sea porque los terrenos se han domado y
las siembras se hacen con más conocimiento, ya porque casi no
hay indios, y los residuos son menos silvestres y supersticiosos.
Consiguientemente si la naturaleza aún produce estos fenómenos,
no provienen de las referidas causas conjeturales.
Población.
La población está dividida, por razón de las diferentes juris-
dicciones, en dos raetrocomias o partidos. El primero y más princi-
470 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
pal es el de la ciudad, capital de la provincia, titulada de la Santí-
sima Trinidad de los Muzos, fundada por el capitán Luis Lanche-
ro, en la segunda entrada que hizo a la pacificacicn de los gentiles,
llevando el ejército desde Tunja y entrando por el confín de la ciu-
dad de Vélez, y esta fue la cuarta entrada de los españoles en
aquella provincia, el año de 1558. La ciudad de Muzo distará
de la capital de Santafé poco más o menos veinticinco leguas y lo
mismo de la ciudad de Tunja. Tiene cabildo, justicia y regimien-
to, y en lo eclesiástico, un cura rector, que reúne el vicariato ordi-
nario y las comisiones de cruzadas e inqu sición de todo e! partido,
y también hay un sacristán instituido conforme al real patronato.
Cuando fue opulenta tuvo conventos de Santo Domingo, de San
Francisco y de San Agustín, de los cuales no queda sino el de San-
to Domingo, con uno o dos frailes, únicos cooperadores de la ad-
ministración eclesiástica. La populación de ia ciudad y la campaña
podrá constituir en quinientos vecinos, poo más o menos, de todas
gentes, restando entre ellas algunas familias nobles, empobrecidas.
La iglesia es de teja y medianamente aderezada, pero el resto de
la ciudad apenas tendrá cuatro o cinco casas de teja, siendo las
demás de paja y bahareque. Agregósele, en 1731, la administración
eclesiástica y la política del asiento de minas de esmeraldas a ins-
tancias del párroco don Tomás Villalobos, por no poderse susten-
tar conjuntamente. En el distrito del partido se hallan los curatos
y pueblos siguientes:
I." El pueblo y curato de Copere, situado al oriente de Muzo,
en que habrá treinta familias de indios y ciento veinte de blancos,
que viven miserablemente. Riega este pueblo el lío nombrado Vi-
llamizar, heredando el apellido del capitán que mandó la batalla
memorable dada sobre este terreno a los gentiles,
2." El curato de Paime y su agregado de la Herradura con
otros tres pequeños caseríos o sitios dispersos al poniente de Muzo,
tendrá poco más o menos doscientas cincuenta familias miserables.
La iglesia principal es de paja y desviada de toda decencia. El te-
rreno es montuoso, con muchos precipicios y barriales. Por su mi-
seria llegó a extinguirse este curato, pero el muy reverendo arzo-
bispo Urbina lo restableció fabricando iglesia y casa para el cura,
que proveyó en el año de 1796, desde cuyo tiempo no ha tenido el
pueblo crecimiento sensible.
3.° El tercer curato es el de Paunagrandfe, situado al norte de
Muzo. Este pueblo de indios estuvo encomendado a la religión de
San Francisco. Tendrá cincuenta indios y cien blancos agregados,
pero carece de la regular decencia en la iglesia. A este curato per-
tenece el territorio de un distante valle hacia el río de la Magdale-
na llamado el Otro Mundo, refugio cierto y salvo de forajidos,
desertores o delincuentes. Por la considerable distancia, maleza de
las veredas y temeroso horror con que se habla de aquellos monta-
races nadie se atreve a visitarlos ni averiguar su vida. Otros case-
ríos o estalafes de la misma naturaleza hay en aquellos desiertos.
4.° El curato y pueblo de Moporá tiene muy pocos indios, y su
vecindario llegará a cien blancos.
MEMORIA INSTRUCTIVA 471
5." El pueblo de Yacopí, con ios sitios agregados de Quinama-
cepi y otro se compone de indios y blancos en muy poco número,
6.' El curato dé Quipama, con sus sitios agregados de Itoco
y Topo, fueron de la administración de la religión de Santo
Domingo: tiene pocos indios y corto miserable vecmdario, princi-
palmente desde que se trasladó a la catedral de Santafé la devota
imagen de Nuestra Señora de los Dolores, apellidada del Topo,
que antes llevaba algunos peregrinos a aquel sitio.
7.° El curato de Abipique fue de la administración de ios pa-
dres de S» Francisco, en el día muy miserable.
8." El curato de Maripí, situado a media jornada de Muzo y
una jomada de Chiquinquirá, término de la provincia deTunja. La
iglesia es de paja, y su vecindario se compondrá de cincuenta fa-
milias y lal cual indio.
Ei otro partido es el de los colimas, cuya capital es la ciudad
de la Palma de Ronda, fundada por don Antonio de Toledo, ve-
cino de Mariquita, en 15Ó0, en el sitio de Parriparri, y tiasladada,
en 1563, por don Gutierre de Ovalle, natural de Ronda en España.
Tiene esta ciudad consejo, justicia y regimiento en el nombre. Su
vecindario, incluso el de la campaña, puede ascender a cuatrocien-
tos vecinos. Dista de la capital de Santafé quince leguas poco
más o menos. Tiene iglesia de teja, con escaso ornamento; un
cura rector vicario y un sacristán, instituidos conforme al real pa-
tronato; y un convei.ío de San Francisco, que hoy apenas es mora-
da de un fraile. En ei distrito de esta ciudad hay los curatos y
pueblos siguientes:
I ." El curato de Teramaalta tendrá trescientos vecinos, los
más acomodados de la jurisdicción por las cosechas de caña dulce
y algodón que cultivan. El terreno es montuoso y pantanoso y hay
en su recinto tal cual indio.
2." El curato de las agregaciones de Teramabaja, la Peña,
Minipí y otras, para cuya administración hay tres miserables igle-
sias de paja, muy indecentes. Este curato fue de la administración
de los padres de San Francisco cuando existía el pueblo de Mar-
cha, por cuya extensión a solicitd de los vecinos de los valles de
la Peña y Minipí, que se regularon en doscientas familias, se eri-
gieron en parroquia, en el año de 1751.
3.° El curato de Caparrapí tendrá ochenta vecinos, con tal cual
indio, y su iglesia, tan miserable como ellos.
4.° El curato de Muchipay, con las agregaciones de Topaipí
y otros caseríos dispersos, tendrá sesenta vecinos y tal cual indio.
5.° El curato de Murca, con sus agregaciones de Guachipay y
otras, que fue antiguamente administrado por la religión de San
Francisco, que hizo división de él, en el año de 1763. Su feligresía
es de la misma clase y número que la antecedente.
El gentío de las dos referidas metrocomias de Muzo y la
Palma se compone, como va notado, de dos clases:
I." Del resto de las dos tribus de los muzos y colimas, de
cuyas bravas naciones quedan muy pocos individuos dispersos. No
hay pueblo alguno que se componga de sola esta gente solariega.
472 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Quizá examinando el asunto con detenida madurez sería mejor no
diferenciar los individuos residuos con los caracteres de las leyes
declarando a los indios francos, como los demás habitantes, una vez
que se han considerado por reales cédulas sobrecartadas, en ii
de septiembre de 1766, capaces y dignos acreedores de obtener to-
dos los oficios y dignidades civiles y eclesiásticas del mismo orden
y modo que les españoles. Por este medio quedarían libres del
ominoso tributo personal, cuyo horror los tiene en dispersión. Igua-
lados, en todos derechos, con los demás habitantes, pagarían los
diezmos de sus cosechas, las alcabalas de sus ventas y. las demás
contribuciones generales en que lucraría la rea! hacien® a propor-
ción de sus haberes e industria; alternando con todos, conocerían
las ventajas de la propiedad, que aborrecen porque temen el despo-
jo, y no trabajan para su posteridad. Libres de las vejaciones que
padecen en la exacción del tributo o tasa personal, del mismo modo
que su majestad se ha servido últimamente favorecer a sus pueblos
de esta península con la abolición de su pecho personal, la alterna-
tiva con los demás habitantes los llevaría al pundonor y propia
estimación; progresivamente imitarían todas las costumbres españo-
las; sacudirían fácilmente el abatimiento en que los tiene una legis-
lación contradictoria que los diferencia de aquellos que siempre
miran como deshermanados en la naturaleza y como opresores de
sus individuos; y al fin se haría una sola gente capaz de otro
crecimiento en lo espiritual y temporal, pues la experiencia tiene
acreditado que la propagación encastada es más industriosa y apta
para todo.
2.0 Esa es la clase dominante, conocida con el nombre de
blancos, entre los cuales se computan las familias de puros españo-
les, reliquias empobrecidas de los primeros conquistadores y po-
bladores, que a pesar de su miseria, pican de hidalgos. Conocénse
las familias de Cameros, Padillas, Ramírez, Manforte, Corteses y
otros apellidos ilustres, pero como no hay comercio lucroso, ni fa-
milias ricas, están confinadas a aquellos desiertos adonde no inter-
nan los modernos aventureros, ni hacen alianza los vecinos de las
provincias comarcanas. Los encastados o mestizos de indios y es-
pañoles son hijos de la miseria o del pecado, y puede decirse no
hay mulatos ni zambos, porque si algún negro hubo en los primi-
tivos tiempos en que las minas de esmeraldas se trabajaban por los
particulares, esa edad fue fugaz y o se extrajeron los negros para
ocuparlos en otros trabajos o se acabaron los pocos internados en
las minas, único objeto en que se emplean eu las provincias inter-
nas del virreinato.
Después de doscientos cuarenta años de ocupada esta provin-
cia, tan inmediata a la capital del reino y confinada de otras pro-
vincias bien pobladas y comerciantes, es muy digno de admirarse,
se ignore, como se ignora, si en estas desconocidas selvas y exten».
sión territorial de Muzo hay o nó gentiles refugiados o por descu-
brir. Con el espantoso apellido de yariguíes se teme mucho a ori-
llas del río Magdalena, hacia el confín de Vélez, a una porción de
gentes que se creen reliquias de los antiguos muzos, o de la nación
MEMORIA INSTRUCTIVA 473
Naura, y otros indios de la referida provincia deVélez, dispersados
o fugitivos desde el tiempo de la conquista. Si ellos son reliquias
de una nación, también es verosímil que entre esos montaraces se
hayan metido posteriormente otros indios y muchos esclavos y de-
lincuentes. Consta que, por los años de 1600, hubo un palenque de
negros muy formidable que ocupaba la laguna de Palagua, causan-
do muchas hostilidades con robos y muertes ejecutadas en los na-
vegantes del río de la Magdalena, hasta el extremo de haberse in-
terrumpido el comercio, y al mismo tiempo se experimentaron
iguales hostilidades de los apellidados yariguíes a la parte de abajo
del mismo río de la Magdalena infestando el antiguo camino de
Opón. Por eso se hicieron unas ordenanzas estableciendo, entre
otros puntos, que nunca navegase un champán o canoa, sino en
convoy o flotillas, y se estableció un presidio de fuer¿:a en el pa-
raje llamado Corare, que defendiese la navegaeión así del Magda-
lena como del no Opón. Se tomaron otras medidas para develar el
palenque de negros y se proyectó fundar una ciudad de asilo y
fuerza en la angostura del Magdalena, que no tuvo efecto, pero ha-
biéndose contenido los apellidados yariguíes, o unidose con los ne-
gros del palenque, se trasladó el presidio del Carare cinco jorna-
das más arriba, poniéndolo en la misma angostura del Magdalena,
en la ribera occidental, para que no pudiese ser sorprendido, y
desde allí fácilmente se batiese el palenque de Palagua, que demo-
raba poco más arriba. Este presidio facilitóla navegación inteírum-
pida del río de la Magdalena, desde el año 1592, y para mantenerlo
se situaron sobre las cajas de Santafé siete mil quinientos pesos de
dotación de la fuerza y un capellán con trescientos pesos de esti-
pendio, creyendo que por este medio, insensiblemente se lograba
dar principio a la deseada ciudad. Contemporáneamente se fomen-
tó el establecimiento del puerto de Honda, seis jornadas arriba de
la angostura, haciendo allí unas bodegas, especie de aduana, con
un administrador recaudador de los derechos, impuestos de puertos
y almofarifazgo, sobre cuyo producto, por real cédula de 27 de enero
de 158 1, se situaron seis mil pesos anuales para la apertura del ca-
mino de tierra desde el puerto de Honda por los valles de Gua-
duas y Villeta a la capital de Santafé; se abandonó enteramente el
camino de Opón y ccmenzó a poblarse la villa de Honda, puerto
necesario de descarga para tomar el camino de tierra a Santafé, si-
tuado a su oriente, y a las provincias meridionales de Popayán,
creciendo tanto la población de Honda, que en 1640 se erigió en
título de villa, con su consejo, justicia y regimiento. Pero se des-
gració la deseada fundación de la angostura, ya fuese porque los
navegantes sólo aportan para ser registrados del resguardo de
rentas; ya porque la mala conducta de los capitanes les hizo más
temible el presidio, que los mismos yariguíes; o ya fuese por la mala
economía y política con que se trató este establecimiento, redu-
ciendo el presidio a mero resguardo de rentas. Así subsiste reduci-
do a seis u ocho hombres de resguardo, sin capellán, ni provecho
alguno del estado. En el gobierno del muy reverendo arzobispo
474 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
virrey se comenzaron a experimentar de nuevo algunas muertes y
robos ejecutados en los navegantes del Magdalena, hacia la parte
de Opón, con que resucitó el casi olvidado apellido de los yari-
guies. Esto le dio ocasión a aquel jefe de tratar de pacificarlos y
sujetarlos, cometiendo la expedición a don Salvador de Plati, ve-
cino de la villa del Socorro, una de las comprendidas en el corre-
gimiento, que por resolución de su majestad, de marzo del año pa-
sado de 1795 se ha mandado erigir en Vélez, para atender ai res-
tablecimiento del antiguo camino de Opón, y fomentar aquella
provincia, que lo necesita igualmente que su confinante de Muzo.
La débil población de ésta, abandonada del gobierno y no vi-
sitada por los reverendos prelados, es tan decadente, que apenas
conocen la moneda, y en lo interior permutan sus groseros frutos
para socorrer las necesidades diarias, viviendo los moradores con
los plátanos, yucas, maíz, caña dulce, algún arroz, poco cacao y
café y otras producciones, como queda dicho. Un espectador no
halla comparación entre los habitantes de esta provincia con los
solitarios anacoretas, y menos con los pordioseros de los pueblos
civilizados que con las sobras del lujo y de la gula nutren grande-
mente sus carrillos, y visten sus carnes, al ver que los montaraces
de Muzo se contentan con el manjar que llaman soatá, que no es
más que un cocimiento de maíz y cogollos de oyama, especie de
calabaza, y se regalan como con un delicado néctar tomando su
espinóla, que es la composición de un puco de cacao, harina de
maíz tostado y dulce de caña de las especies que llaman miel, pa-
nela o alfandoque.
Gobierno.
En el floreciente tiempo de la provincia hizo la ciudad de
Muzo diligentes instancias con el presidente visitador general del
reino don Antonio González, ministro togado del supremo consejo
de Indias, que pasó a aquella región con plenos poderes para darle
la mejor forma de gobierno, solicitando se erigiese en dicha ciudad
\ina caja real donde se quintasen las esmeraldas y demás metales que
se podrían beneficiar; se cobrasen juntamente las alcabalas, tri-
butos de indios y demás ramos de real hacienda; y se aliviase a
aquel vecindario de la necesidad de acudir para todo esto a las
cajas de Santafé, y de las extorsiones que por esta causa sufrían
con continuos*jueces de residencia. Tuvo la solicitud, como todas
las del buen orden público, sus tropiezos, y fue remitida su decisión
a la junta general de tribunales que por su acuerdo, de 9 de no-
viembre de 1594 y 9 de octubre de 1595, deliberó el estabeciraien-
to de capital en Muzo, cometiendo la ejecución al contador oficial
real de las cajas de Santafé, Hernando de Ángulo, con todas las fa-
cultades necesarias. Posteriormente se acordaron por los presiden-
tes sucesores y oidores visitadores de la tierra varias providencias
y ordenanzas que reglaron la administración de la caja real, la
exacción de quintos y los demás ramos de real hacienda, como
también la labor de las minas de esmeraldas, bajo cuyo pie duró
la caja algunos años.
MEMORIA INSTRUCTIVA 475
Desde la ocupación de la provincia se erigió en un gobierno,
conforme a las ordenanzas, subordinado a la audiencia de Santafé,
y lo obtuvieron sucesivamente veintiséis gobernadores, con ejerci-
cio del real patronato, hasta que se extinguió, en el año da 1650, a
cumplimiento de real cédula, de 4 de miyo de 1648. En su virtud
el partido y territorio de Muzo se sometió al corregimiento de
Tunja; y el otro, de los colimas, se agregó al corregimiento de To-
caima y Mariquita. Esta providencia, fundada en la decadencia de
la provincia, vino a ser la ruina total de ella, cuando hubiera sido
fácil por otros medios fomentar y auxiliar su engrandecimiento. Ni
al corregidor de Tunja ni al de Mariquita les han podido jamás
ser cómodas estas agregaciones, así por !a distancia y desvíos de
sus residencias, como por los fragosos caminos y ningunas utilida-
des en proporción con el cuidado del gobierno. Desaparecieron,
pues, el gobierno y las cajas reales, los frailes desampararon los
conventos y la populación se dispersó. Entonce^ había sido, sin
duda, mejor unir esos territorios a la inmediata inspección del su-
perior gobierno de Santafé con probables esperanzas de otras
ventajas, pero los eventos de la visita general, actuada a la sazón,
encaminaron al extremo no sólo la ruina de esa preciosa provin-
cia, sina de otras más florecientes. Con esto concurrió el haberse
incorporado en la real corona la labor y administración de las mi-
nas de esmeraldas, excluyendo a todos los particulares que habían
tenido parte en ellas, y fue consecuencia necesaria el que los más
pudientes vecinos abandonaron la provinci^ky se avecindaron en
otras partes. Perdiéronse las labores de las minas, y no pudo pros-
perar en los demás ramos, ni se acudió a ello por la calamidad de
los tiempos.
El virrey, marqués de la Vegade Armijo, don frey Pedro Masía
de la Zerda, a poco de haber tomado el mando, fijó su atención al
fenómeno délas minas, entre las cuales no podía dejar de ser la pri-
mera la de esmeraldas de Muzo. A este fin hizo pasar a aquel reino
varios minei os de los acreditados de Lima y Méjico, y de éstos,
don José Antonio Villegas fue destinado a las de Muzo, en que no
hizo progreso, ciertamente por su impericia, pero estableció una
administración de cuenta de la real hacienda, que se ha continuado,
sin progreso ni utilidad alguna hasta el año de 1792, en que el mi-
nistro tesorero de las cajas de Santafé, don Martín Urdaneta, fue
comisionado para visitar dichos minerales y examinar el estado de
la administración, de cuyos resultados dio cuenta al superior go-
bierno, y ha propuesto directamente a su majestad, en papel sepa-
rado, los medios que considera convenientes para que continúe la
administración y se restablezca con probabilidad la labor de aque-
llas minas, joya singular de la corona y única que en el día se co-
noce en el universo.
Ha quedado pues la provincia de Muzo, de muchos años a esta
parte, reducida a un despreciable gobierao municipal, que consiste
en los ayuntamientos de la ciudad de la Trinidad de Muzo y de la
ciudad de la Palma de Ronda, cuerpos no más que nominales, por-
que no hay regidores perpetuos, ni quienes apetezcan estos oñcios,
476 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
estando reducidos los ayuntamientos a uno o dos regidores, tai vez
vecinos de otras jurisdicciones, que, con los alcaides del año ante-
rior, eligen los que lo han de ser en el año siguiente, y también los
alcaldes rurales o pedáneos de las parroquias de cada partido'
cuyas elecciones confirman los respectivos corregidores de Tunj-) y
Mariquita.
En ningún.) de los ayuntamientos, ni en todo el distrito, hay
escribano real^ ni de número. Por esta falta no puede tener expen-
dio el papel sellado, ni borrarse el derecho de alcabalas de los
contratos que se celebran, como que no se autorizan con escrituras.
Así convendría que su majestad, por algunos años, mientras la
provincia tome incremento capaz de otras medidas, diese ¡autoridad
al virrey para crear y nombrar escribanos, despachándoles los títu-
los gratuitamente a algunos sujetos, con cargo de ir a avecindarse
a aquellas ciudades y parroquias de su señalamiento. Este será uno
de los medios muy h'jnrad(;s y alicientes de llevar gente a aquellos
desiertos, sin cost j de real hacienda, la cual nada pierde en que,
por ahora, estas gracias al sacar (¡o le den el ingreso de la tarifa,
porque a cualquier extremo que se mire carece siempre del ingreso.
No hay escribano, y de aquí se siguen muchos males en el orden
público. No los habrá durante la miseria de la provincia, siempre
que la gracia se haga de conceder por el servicio pecunario de la
tarifa y con la formalidad de impetrar los despachos de notaría real
y escribanía pública por la vía del conseio, porque no prometiendo
utilidad en el presente estado, ninguno la solicitará, como se expe-
rimenta también de otras ciudades y en casi todas las grandes y pe-
queñas parroquias del virreinato. Por eso, para introducir tan nece-
sarios oficios, es necesario rogar con ellos 'y dárselos a quienquiera
obtenerlos, haciéndole la ventaja propuesta con cargo de que sean
obligados a la administración del papel sellado, pues así se facilita-
rá el otorgamiento de testamentos, poderes y contratos, actuacio-
nes de causas y demás actos solemnes de que se carece, y la real
hacienda nada ingresa ni dei pape! sellado, ni de las alcabalas, ni
de penas de cámara. Para darles más alicientes a los oficios de es-
cribanos y que en lo sucesivo sean apetecibles en venta, es muy
conveniente que, así a los primeros escribanos constituidos gratui-
tamente en los términos referidos por la primera o más veces, se-
gún lo estime el virrey, se les conceda el tanto por ciento de la
administración del papel sellado, por razón de la cuenta y trabajo
de la administración, de suerte que procurando su utilidad es ne-
cesario el mayor ingreso de la real hacienda.
Comercio,
Cuasi es ninguno el comercio que presentemente tiene la pro-
vincia de Muzo, pero él puede fomentarse a un grado de mucha
estimación. En la Palma y su partido se cosechan el maíz y alguna
caña dulce de sobresaliente calidad. El terreno produce natural-
mente los árboles de guayaba, y de este fruto silvestre, con las
pocas mieles que cosechan, hacen la conserva que llaman de suela^
MEMORIA INSTRUCTIVA 477
único ramo de exportación que tienen para la villa de Hon-
da. Llámase conserva de suela, porque mezclada la miel y la gua-
yaba a punto, la cuelan y azucaran en forma de suelas, extendién-
dole sobre mesas y dándole el grosor de la suela. Por otra parte,
le queda el color de tal naturalmente, por lo mucho que se le semeja
el de la miel y la guayaba. Cuajada y seca la suela la cortan en
tiras, la empacan en cajas de cuero, de dos y cuatro arrobas, para
transportarla a dicha villa, donde se vende a seis y ocho reales
arroba, y de allí se transporta a otras paites, donde la apetecen.
Esta misma jalea la labran de distintas clases y puntos, según se
!es encarga o lo exigen la calidad de las mieles y la naturaleza de
las guayabao, por su color blanco o colorado, o en berza y su sa-
bor agrio o dulce, mezclando muchas veces los colores y sabores,
de modo que queden distintos y sobrepuestos unos a otros al cua-
jar la jalea, y estas pequeñas industrias les granjeen algún más
valor. Las plantaciones de caña dulce prosperan con muchas ven-
tajas de abundancia y bondad en estos territorios de la Palma,
porque cuanto ellos son salitrosos, son más a propósito que otros
para esta granjeria, que es i-i clase de hacienda a que más se han
dedicado sus moradores. Deberían, pues, por eso, fomentar sus
pequeñas plantaciones ¡jara que crecieran en número y extensión,
facilitándoles la exportación de mieles y azúcares, con la franqueza
de los derechos reales y municipales que pagan en la ciudad de
Santafé y en la villa de Honda, y si se facilitase la navegación del
río Negro o de Vilieta, les tendría gran cuenta conducir por él y
por el Magdalena los azúcares hasta los puertos marítimos de
donde se transportasen a Europa. Con esto tendría un gran creci-
rpientú el comercio de aquella pebre provincia, pudiendo espe-
rarse se poblase, muy en breve, todo el expresado río Negro, por
di.nde no hay memoria haya entrado ni salido español alguno.
En el mismo partido de la Palma se cosecha algún arroz, que
asimismo se transporta a Honda y Santafé. De los demás frutos
de árboles nativos, como el aguacate, mamey, nísperos y otra va-
riada multitud, no se hace extracción, porque son frutas delicadas,
y en los malos caminos se golpean, y en las largas distancias se
pasan de sazón, ni conocen artificio alguno para conservarlas, ni
transmutarlas en caldos o leches. El algodón abunda silvestre, y se
cultiva a poca costa, aprovechando sus copos en hilo, con cuyos
ovillos comercian pobremente, sirviéndoles muchas veces de signo
monetario.
En el partido de Muzo hay las mismas producciones, pero
menos comercio de las conservas, aunque es más cuantioso el del
arroz, por su exquisita calidad y crecido grano, y del algodón, cuyos
efectos se extraen para Santafé y sus comarcas. Hay también en
este partido algunas pequeñas plantaciones de cacao, que se co-
mercia en Santafé con regular estimación, porque su calidad es su-
perior al de Cúcuta, Caracas y otras partes. Coséchase asimismo
algún café, más apreciable que el de Moca, según la estimación
que de él hacen los aficionados, con cuya opinión, si abundasen las
plantaciones y se extrajesen sus cosechas a la Europa, se daría a la
478 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
provincia de Muzo muy grande estimación y valor con ventajas del
comercio y de la real hacienda. No es menos interesan te facilitar el
comercio del benjuí, aroma exquisito y singular en aquella provin-
cia, cuanto es apreciable en otras regiones del mundo. El estora-
que, aroma bien conocido, tiene allí otra ventaja, cual es la de dar
su árbol una goma de tal grasa, que de elia se hacen velas como de
esperma, para el alumbrado, siendo por ambas razones digno de
fomentar su cultivo y extender su comercio a todo el mundo. De
otros bálsamos y resinas que producen las arboledas de aquellas
selvas, podría muy bien hacerse un comercifj lucroso, como así
mismo de la zarzaparrilla, vainilla, ipecacuana y otras drogas apre-
ciables, y, finalmente, de excelentes maderas de toda clase, com-
pactas y variadas en colores, matices y jugos de tinte.
Una mano obrera de un hábil intendente podría hacer se
aprovechen muchos otros ramos desperdiciados o no conocidos en
el comercio, o no cultivados por falta de expendio o de extracción,
proporcionando todos los auxilios necesarios. La limpia de las ma-
lezas o de la braveza del terreno es un punto de suma importancia,
porque es de mucho interés, el aprovechar, conservando o destru-
yendo, las plantas y árboles y la varia multitud de palmas fructí-
feras de que abunda el terreno.
La introducción de ganados, de que generalmente carece la
pro/incia, es un medio muy a propósito para limpiar la tierra y
romper las malezas y para asegurar el abasto de la población.
Las circunstancias locales de los pantanos, de las muchas saban-
dijas e insectos venenosos, y de la abundada de la guayaba y del
dátil llamado cahipay, frutos muy a propósito para los cerdos y
abundante en todas partes, deciden la preferencia con que se
deben introducir esta clase de ganado devorador de toda saban-
dija, que se muliplica prodigiosamente en los pantanos, y en ellos
se acorrala por su natural temperamento. Con el tiempo, abiertos
los bosques, destruidas las sabandijas y bien ventilados y enjuga-
dos los terrenos, prosperarán mejor los ganados de asta y caba-
llares, siendo el mular que allí se cría, de excelente condición en
algunas partes del partido de Muzo. Y por otra parte es de pre-
ferencia desde el principio, por ser de primera necesidad al comer-
cio para la exportación.
Se haría la provincia de Muzo la primera del virreinato por
sólo el comercio, si se le abriese un camino desde la angostura del
río de la Magdalena hasta Santafé. Es muy probable que los genti-
les tuvieron caminos trillados a la ribera de este río y quizá a las
ciénagas referidas de Palagua y el Ermitaño, porque entre sus
tradiciones contando su origen, lo referían a sus primeros padres
levantados por el haré (véase la Ley 7, título i.*, libro i.° de In
dias, y Antonio Herrera, décad. 8. libro 4, capítulo 6) en una
playa del Magdalena, convirtiendo dos maderos en el hombre y
mujer, sus progenitores. Descubriendo, como es posible, sus vere-
das que naturalmente serán las más cortas, se abreviaría en muchas
jornadas el transporte de mercaderías desde la angostura hasta
MEMORIA INSTRUCTIVA 479
Santafé. Se evitarían todos los maios pasos del río de la Magdale-
na, que precisamente son: desde la angostura hasta la villa de
Honda, los más aventurados y peligrosos; se exportarían recíproca-
mente los frutos del reino y de Muzo, con considerables ventajas y
seguridad para la provincia de Antiuquia por el río de Ñare,
abriendo este nuevo comercio, igualmente que para la plaza de
Cartagena; sería consecuencia necesaria la población de la ciudad
de la Angostura, que fuese el baluarte de todo el río de la Magdale-
na, situándola a la ribera oriental a la parte de abajo de la misma
angostura, desde donde tomando la colina, debe principiar el ex-
presado camino, y seguir por la cresta, dando vista a las ciénagas
referidas de Palagua, por la derecha, y del Ermitaño por la iz-
quierda; con que registrados los terrenos de una y otra parte, hasta
Muzo, sería mayor seguridad de los caminantes y trajín del comer-
cio, con que insensiblemente se irían poblando y aprovechando
aquellos terrenos desiertos.
En esto debe tomar parte y prestar los auxilios necesarios el
consulado de Cartagena (artículos 22 y 23 del establecimiento del
consulado, dicho en real cédula de 14 de junio de 1795), confor-
me a uno de los artículos de su ordenanza que les encarga facili-
ten todos los caminos, porque en la apertura de éste no es menos
interesado el comercio de aquella plaza por las ventajas que obten-
drá, que lo puede ser la provincia de Muzo por las razones que
quedan bastantemente asomadas.
Minas.
Cuanto es importante a todo el virreinato de Santafé la pro-
vincia de Muzo, por su situación, frutos, vegetales y comercio po-
sible, según se ha dicho, lo es asimismo por sus minerales, y cuan-
do no hubiere otros que los de esmeraldas, por sola esta única
cantera debe procurarse su población, para lograr su aprovecha-
miento. Es un hecho notorio que estas minas, descubiertas por el
Capitán Juan de Penagos casualmente y suspiradas desde que los
primeros españoles arribaron a la costa de Tierra Firme donde en-
contraron sus muestras, son las únicas que, desde la conquista de
las Indias, se han descubierto y conocen en su especie. En la costa
del sur también encontraron los primeros españoles muestras de
ella, y creyendo allí la existencia de la cantera dieron el apellido
de provincia de las Esmeraldas a la que se mantiene desierta con
este nombre dentro de los términos del virreinato de Santafé. Se
han buscado allí con eñcaz diligencia en todos tiempos, sin que en
los últimos hubiere podido descubrirlas el diligente y expertísimo
don Pedro Maldonado, emprendiendo prolijos exámenes y reco-
nocimientos de los terrenos, montes y aguas que bañan la expre-
sada provincia de las Esmeraldas. En la provincia de Cuenca se
juzgó haberlas encontrado, pero el examen no acreditó más que
unas piedras verdes de la clase de jaspes. Las esmeraldas de Scy-
thia, Coptos y Arabia han desaparecido o sepultádose en el des-
precio con el descubrimiento de las de Muzo, donde se hallan de
480 BOLETÍN DE mSTORIA Y ANTIGÜEDADES
sobresaliente fondo y brillo todas las clases que refiere linio para
distinguir su estimación (C. Pliny, Histor. Natur.^ libro 37,
capítulos; Acosta, Historia Natural y Morai de Indias ^ libro 4,
capítulo 14, merecen ser leídos, y también Valmont Verb., Eme-
raude, Esineraudé) y además se hallan los beriles y pantauras.
Por esta razón puede darse a aquellos minerales necesariamente
el aprecio que se quiera, como que es riqueza que nmguna otra
nación la posee, ni la deposita otra provincia que la de Muzo en
su famoso cerro de Itoco, pues aunque hay otro mineral en Somon-
doco de la provincia de Tunja, confinante, no es tan rico como
aquél, y el que se descubrió por mineros particulares en la misma
provincia de Muzo, a diez leguas de la ciudad, hacia el río de la
Magdalena, de cuya situación no queda memoria por no haberse
estacado, y las demás razones insinuadas.
En el orden de las piedras preciosas es después del diamante
la esmeralda, la que merece el segundo lugar y grado, cuya razón
influye igualmente para que por todos medios se trate de su apro-
vechamiento. Los más adecuados en este tiempo los ha propuesto
el tesorero oficial real don Martín Urdaneta en papel separado,
a que se puede añadir el auxilio de destinar a aquellos trabajos
algunos reos, formando allí uu presidio de esta clase de esclavos
de la pena, y destinando a ella todos los que la incurran de gale-
ras, que regimenté es más aflictiva. Para aumentarlo podría tam-
bién declararse por pena ordinaria de los blasfemos y falsarios, y
de los demás delitos que a juicio de la real audiencia y del virrey
pueden ser purgables con estos trabajos. No es nuevo este arbitrio,
practicado de tiempos muy lejanos por naciones cultas y celosas
de la conservación del hombre, ni es desconocido en la legislación
de Indias. En la ley 4.a, título 9.", libro 7.°, se ordenó a los
virreyes y ministros a cuyo cargo está el gobierno y el dictamen
de la justicia en aquellas provincias, provean que los negros y mu-
latos libres y ociosos, que no tuvieren o ejercieren oficios, se ocu-
pen y trabajen en la labor de las minas; que los condenados a
algún servicio personal sean destinados a los trabajos de minas, y
gue dando a éstos la comida y vestido, ingrese a la real hacien-
da el sobrante del salario que se les tasare o diese por los mineros
particulares. De donde es claro que si la real hacienda tiene de-
recho a ingresar el sobrante de los salarios, y la potestad de justi-
cia los puede destinar a los trabajos de minas, mejor derecho tiene
la regalía para esta destinación de rematados, siervos de la pena, a
la labor de las minas de esmeraldas de Muzo, acreedoras por su
singularidad a todos los auxilios posibles.
Además de la expresada ley, el artículo 13, título 12 de la
real ordenanza de minería de Nueva España, fecha 22 de mayo
de 1783, previno que los ociosos o vagamundos de cualquier casta
(exceptos los españoles y mestizos reputados por tales), que andu-
vieren por los minerales y lugares de sus contornos sean apremia-
dos y obligados a trabajar en las minas sin excusar a aquellos que
pretextan tener oficios si no los ejercen en actualidad y continua-
ción, y que los mineros pueden tener recogedores, con licencia de
MEMORIA INSTRUCTIVA 481
la junfa territorial para recogerlos. Ejecutada esta providencia en
la capital de Santafé, en Muzo y en todas las comarcas disminuiría
esa clase de gentes pestilentes, o las obligaría a aplicarse con
honradas industrias, o a la agricultura, con que se fomentarían los
casamientos y la populación y se destruirían algunos vicios. Muy
bien se distingue el trato correspondiente con que los recogidos
por esta causa deben diferenciarse de los rematados o condenados
por pena condigna a sus hechos deliberados, pudiendo esperarse
de aquéllos su reforma sin infamia, y de éstos una aplicación que
compadezca a los espectadores para aliviarles la pena.
En ambos partidos de Muzo y la Palma hay muestras de mi-
nerales de oro, cuya labor puede esperarse, fomentando la po-
blación.
Son muy conocidas las minas de abundantísimo y rico cobre
íie! partido de la Palma con mezcla de oro. El cobre, bien reflexio-
nado, debe mirarse como un material de primera necesidad, para
el surtido de vasos del común servicio de las gentes, principalmen-
te en los trapiches e ingenios de azúcar, donde se necesitan vasijas
consistentes de todos tamaños. Esto debe facilitarse transportando
de España o más bien quizá de Alemania artistas latoneros que
sepan purificar el cobre y batir su hojas y otros instrumentos cien-
tíficos, de que enteramente se carece en el país, y no pueden sur-
tirse de España.
En el mismo partido abunda la caparrosa de excelente cali-
dad, el azufre y otras concreciones, que también deben fomentarse.
Son multiplicadas las fuentes saladas, cuyo provecho quizá con-
vendría franquear a los particulares bajo de contratas regladas, que
conservasen ilesa la regalía e hiciesen abundar la sal en la villa de
Honda y otras partes. Es sin duda que este medio sería capaz de
llevar a la provincia de la Palma y Muzo un considerable número
de gentes pudientes e industriosas que se arraigasen y poblasen
aquellos desiertos.
Conclusión.
Nunca podrá tener la provincia de Muzo la nombradla y lie-*
gar al auge que se merece si no se le facilitan los auxilios propues-
tos y otros que sugerirá la experiencia. Para esto es necesario crear
en ella un intendente, cuyo empleo en sujeto de las nociones ne-
cesarias, celoso y activp, que ponga su conato y verdadero mérito
en hacerla prosperar a proporción de las ventajas territoriales que
tiene, en comparación con otras provincias más afortunadas. La
aplicación y el celcf del intendente le hará experimentar y conocer
los oportunos auxilios que debe emplearen formar y arreglarla
población, como que ésta es la argolla de' donde dependen los pro-
gresos de la agricultura, minas y comercio. No pudiendo niugún
minero, de este carácter y atenciones, acostumbrarse al presente
modo de vida y alimento de aquella débil y rústica población, en-
cesita de una dotación de cuatro o cinco mil pesos con que pueda
XIV— 31
482 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
proveerse de lo necesario a la vida, llevando todo de fuera y hacer
los ensayos de sus operaciones, a cuyo fin se le debe considerar
como a uno de los pobladores, para que haga sus tentativas en la
agricultura y crianza de ganados, en que si prósperamente lucrase,
dará ejemplo de emulación y enseñanza, expenderá dentro de la
provincia su sueldo, y con eso fomentará considerablemente a
aquellos desvalidos a quienes ha de pagar su trabajo. Pero será
excluido enteramente de tener parte en el aprovechamiento de
minas, porque en este género cargaría la balanza a su favor y es-
taría próximo a abusar del empleo.
La libertad de derechos en la exportación de frutos por veinte
años, y por diez años de los quintos de todos minerales qi^e se be-
neficien; el repartimiento de tierras con la franqueza y condiciones
acordadas a la isla de La Trinidad para la internación de esclavos;
las concedidas a la isla de Cuba para las herramientas; y final-
mente las que su majestad se ha servido conceder para fomentar
el comercio de Veracruz con las islas del Seno y provincias marí-
timas del virreinato de Santafé, en real cédula de lo de abril del
corriente año, por la vía del ministerio de hacienda harán pros-
perar la provincia de Muzo.
Madrid, 14 de julio de 1796 — Martín de Urdaneta.
mEbO
El general don José María Meló nació en Chaparral el día 9
de octubre de 1800, del legítimo matrimonio de don Manuel An-
tonio Meló y doña María Francisca Abadía. Pasó sus primeros
años eu Ibagué, según dice su pariente don Juan Francisco Ortiz,
en Reminiscencias Postumas.
Ingresó en el ejército libertador, el 21 de abril de 1819, con
el grado de teniente. En 1820, 21 y 22 hizo la campaña del sur,
siendo de los combatientes en Popayán, Pitayó, Jenoy, Pichin-
cha, etc. En 1823 mereció que el libertador le ascendiera a capi-
tán (O'Leary, tomo xix). En el Perú asistió a las batallas de Ju-
nín, Mataró y Ayacucho y a la rendición de las fortalezas del
Callao. Vuelto a Colombia, estuvo en el Pórtete de Tarqui a órde-
nes del gran mariscal Sucre. Llevó con honor sobre su pecho las
condecoraciones de Pichincha, Junín y Ayacucho y el busto del
Libertador,
Cuando Venezuela se separó de la gran Colombia, el general
Meló sirvió en aquel país, y allí contrajo matrimonio con doña Te-
resa Vargas París, hermana de la esposa del general don Rafael
Urdaneta. En los años de 1833 Y ^^35 ^^^ revolucionario, y tomó
parte activa en una conspiración, y luego en el golpe de estado que
dio en tierra con el gobierno del sabio don José de Vargas; pero el
año siguiente las fuerzas constitucionales, al mando del general
Páez, vencieron a las revolucionarias en Puerto Cabello, cayendo
MELÓ 48c
prisionero Meló, quien después de varios meses de estrecha prisión,
fue expulsado del territorio venezolano. Estuvo entonces en las
Antillas, y residió luego en Bremen algunos años. De vuelta, nue-
vamente en Colombia, se dedicó un tiempo al comercio en Ibagué.
Más tarde fue jefe político de aquel cantón.
En 1800 fue ascendido a coronel efectivo, y en 1851 a gene-
ral. En este año, el 13 de agosto, recayó en él el nombramiento de
miembro de la junta directiva del montepío militar, cargo que
desempeñó hasta el día 19 de junio de 1852. En esta fecha, el
presidente, que lo era el general López, lo promovió a la coman-
dancia general del departamento o zona de Cundinamarca, y a
jefe de la 2.» división del ejército, puesto en que lo conservó du-
rante su gobierno. En 1854 el nuevo presidente, general Obando,
varió la numeración de la 2.^ división por la de i.*, compuesta
entonces de medio batallón de artillería, el batallón 3.° de in-
fantería y el regimiento de caballería que antes había regido el
mismo Meló, cuyo nombramiento de comandante general le rati-
ficó en el decreto reorgánico del pie de fuerza.
Las reformas introducidas por la constitución de 1853 exal-
taron los ánimos de los amigos políticos del presidente Obando.
Esta exaltación llegó al extremo de que el general Meló encabe-
zara, con las tropas de su mando, la revolución que estalló en
Bogotá el 17 de abril de 1854. Como el general Obando no qui-
siera ponerse al frente de aquella rebelión, el general Meló asumió
el mando con el dictado de jefe supremo de la República.
Algunos autores han dicho que la causa privada que indujo al
general a entrar en este movimiento fue la de librarse del sumario
que le instruía el alcalde de Bogotá, coronel don Lorenzo Gon-
zález, por la herida que el día 1° de enero del año últimamente
citado infirió al cabo segundo|Pedro Ramón Quirós, herida que le
causó la muerte al tercero día.
El general Meló quiso dar a la dictadura militar que acaudi-
llaba todas las formas de un orden de cosas regular. Su gobierno
tuvo por constitución un decreto reglamentario de la potestad
dictatorial; y como periódico' oficial hizo continuar, sin interrup-
ción numérica, la edición de la Gaceta del gobierno legítimo; y
dictó varios decretos reformatorios del reglamentario; reorganizó
el ejército y organizó ministerio en toda forma.
Hay un detalle curioso, por lo raro en las dictaduras, detalle
que hace honor a la memoria del general Meló: se señaló como
sueldo mensual la suma de $ 600 {$ 480 de la moneda actual), a él,
que era el jefe supremo, el jefe único de la nación, el emperador
de los Andes, como lo llamaban algunos de sus aduladores. El
sueldo del presidente era el de $• 1,000.
Siete meses logró sostenerse victorioso al frente de sus lucida»
y aguerridas huestes, pero el 4 de diciembre, después de los san-
grientos combates de Bosa, Tresesquinas y Egipto, fue vencido y
prisionero en Bogotá por el ejército nacional, compuesto de las
divisiones norte y sur, comandadas, respectivamente, por los ex-
presidentes generales Mosquera y López, bajo la hábil dirección
484 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
del también ex-presidente, general don Pedro Alcántara Herrán,
el soldado caballero que mereciera por su valor el título de húsar
de Ayacucho. Tuvo el general Herrán por mayor general al
veterano de la independencia, general don José María Ortega
Nariño.
El 6 de junio de 1855 el vicepresidente Obaldía, encargado
del poder ejeoutivo, haciendo uso de la facultad que le confiriera
el decreto legislativo de 29 de mayo del propio año, indultó, junto
con otros revolucionarios, al general Meló, con la condición de
permanecer desterrado durante ocho años {Gaceta Oficial número
1822). Con la correspondiente escolta fue conducido, cuatro meses
después, a Santa Marta, donde tomó pasaje, el 23 de octubre, en el
buque de vapor Clyde, de la Royal Mail Steanship C° De Kings-
ton, puerto de escala de aquella nave, se dirigió a Costa Rica,
y de esta pequeña república a la del Salvador, cuyo presidente,
general don Gerardo Barrios, le nombró inspector general de su
ejército. Con este carácter instruyó aquellas tropas debidamente,
poniéndolas a la altura de las mejor organizadas y disciplinadas
de Centro América.
Ei 15 de septiembre de 1859, aniversario de la independen-
cia centroamericana, pasó revista el presidente, en la capital sal-
vadoreña, a más de 10,000 soldados, en formación de gran parada;
mas, celoso del brillo dado por Meló a aquel ejército, y del cariño
que, naturalmente se había captado en él, lo despidió.
Dirigióse entonces el general Meló a Méjico, por la vía terres-
tre de Guatemala, única posible en aquellos días. En la capital de
este país se hospedó en el Hotel Alemán; pocos días después reci-
bió inesperada orden del presidente, general don Rafael Carrera,
para salir inmediatamente del territorio de la nación. El general
Carrera le hizo suministrar algún dinero, y con una escolta, de cin-
cuenta hombres le envió a la frontera mejicana. Esto tenía lugar
en los primeros meses de 1860, pues ya para el mes de mayo de
este año había ofrecido sus servicios al gobernador del estado de
Chiapas, don Ángel Albino Corzo, mientras podía ofrecerlos al
presidente de Méjico, don Benito Juárez, radicado entonces con
su g()i)ierni) en Veracruz. Como en esos días el general revolucio-
nanu d -n Juan Ortega, con el apoyo del general Carrera hosti-
lizíbrt al g bierno de Corzo, éste envió contra aquél al general
Mei'> con una fuerza de caballería — su arma favorita — que él mis-
mu h'ibía organizado; pero como no ordenara la incorporación de
la iiif iiiter'a que, por disposición de Cotzo debía reforzarlo «vícti-
ma de su descuido o de su confianza, fue sorprendido, derrotado^
hecho pris onero y fusilad/» por Ortega^ el 1° de junio de 1860, en
la hacienda de /uncaná^ Departamento de Comitá?iy Estado de Chia-
pas.*
La fecha de la muerte de Meló, lo mismo que ¡a que le hubie-
ra cabido, han sido durante sesenta y tres años una incógnita en
nuestra historia política. El historiador Benedetti (i) asegura que
(1) Boletín de Historia y Antigüedades, tomo v.
MELÓ 485
fue asesinado sobre la cubierta, de una embarcación, en un rio de
Guatemala, cuando intentaba una revolución, y el doctor Parias
Vargas (i), de grata memoria, quien vivió mucho tiempo en Guate-
mala, dice que en Izabal oyó a un pasajero asegurar había sido
fusilado en Tehuantepec, en el boquerón, por orden del general
Miramón; y así, cada autor de historia hace afirmaciones erradas.
Recientemente, y después de una laboriosa investigación, hemos
logrado obtener la verdadera fecha y las circunstancias de la muer-
te del distinguido hijo del Tolima, de quien dice la historia que
conquistó fama de valiente a las órdenes del Libertador y del ma-
riscal de Ayacucho, cuando la guerra magna, y después en Vene-
zuela y Nueva Granada, aunque «no dio pruebas de pericia
militar en la cruenta revolución de 1854, en la que figuró como
protagonista.» (2).
Y ccmo el descubrimiento de la fecha citada se debe al ilus-
trado señor don Manuel Mestre Ghigliazza, acucioso director de
la Biblioteca Nacional de Méjico, juzgamos oportuno e indispen-
sable transcribir en seguida la carta que hemos recibido de dicho
caballero, con la parte pertinente de los documentos que en copia
acompaña a esa carta:
«Méjico, 19 de octubre de 1923.
Señor don Tulio Samper y Grau — Barranquilla, Colombia.
Muy distinguido señor: Tengo el gusto de dar respuesta a la
muy atenta carta de usted, de fecha 8 de septiembre próximo pa-
sado.
Paso a comunicarle las noticias que he adquirido sobre la
muerte del general José María Meló. Tras de la acción. de Bogotá,
el 4 de diciembre de 1854, desterrado del país, después del juicio
que se le siguió, en el cual se le impuso esta pena, emigró a Cen-
tro América, y sin que yo pueda precisar fechas, estuvo algún
tiempo al servicio de la República del Salvador. Después resolvió
pasar a Méjico; estuvo algunos días en Guatemala, de tránsito, y
llegó al estado mejicano de Chiapas. Por lo que usted verá en los
fragmentos que van al pie de esta carta, Meló se vio obligado a
detenerse en Chiapas. Iba rumbo al puerto de Veracruz a ponerse
a las órdenes del presidente Juárez, que allí residía, pero por el
apuntado obstáculo, ofreció sus servicios, mientras tanto, al gober-
nador de Chiapas, Ángel Albino Corzo. Por aquel tiempo había
un caudillo reaccionario que promovía revueltas en los límites de
Chiapas con Guatemala; se llamaba Juan Ortega, y era protegido en
sus expediciones invasoras por el clerical presidente de dicha re-
pública, geneial Rafael Carrera. Corzo aceptó los servicios de Me-
ló, el cual salió a batir a Ortega, al frente de una fuerza de caba-
llería que él mismo había organizado, no habiendo querido aguar-
(1) IMdem
(2) Quijano Otero, Histeria Patria.
486 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
dar, para el caso, tropas de infantería que, enviadas por Corzo,
iban a reunírsele, procedentes de San Cristóbal o de Comitán. Víc-
tima de su descuido o de su confianza. Meló fue sorprendido,
derrotado, hecho prisionero y fusjlado por Ortega, el i." de junio
de 1860, en la hacienda de Juncaná, departamento de Comitán,
estado de Chiapas.
Por no demorar estas noticias le va mi carta, hecha a toda
prisa. Ya con este hilo, voy a escribir a Chiapas, a ver si me am-
plían los datos anteriores. Por lo pronto ya verá usted que en algo
me ha protegido la fortuna en mis investigaciones sobre la biogra-
fía del infortunado hijo de Colombia. Manuel Mestre Ghigliazza.*
Documentos.
I. ^'Correo de CAm/aí. La guerra civil continúa afligiendo a los
pueblos fronterizos de la vecina República, lo mismo que a casi
toda ella. El periódico oficial que se publica en Tuxtla da la
noticia de que el día 1° del pasado fue sorprendido por los pronun-
ciados, en la hacienda de Juncaná, el general Meló ^ que había ido a
tomar servicio a las órdenes del gobierno de Chiapas. Dícese que
después de un ligero combate. Meló fue derrotado^ hecho ttrisionero
y pasado por las armas. La partida de caballería que iba a sus
órdenes, fue deshecha y muertos varios de los que la componían."
{Gaceta de Guatemala^ de 2 de julio de 1860).
II. "En ese tiempo tenía mi gobierno otra atención. Cobos
estaba apoderado de Oaxaca, y cualquier triunfo que alcanzara
sobre Tehuantepec y Juchitán robustecería a nuestros enemigos
interiores y exteriores, y era forzoso auxiliar &1 general Díaz, que
estaba en Tehuantepec, con cuyo objeto le despaché algunas fuer-
zas del estado, al mando del coronel Ruiz, las que desgraciada-
mente sufrieron un revés en Milta, al obrar sobre Oaxaca, en com-
binación con el gobernador don José María Díaz Ordás, que se
encontraba por la Sierra. Esa situación en que se hallaba
Oaxaca embarazó su marcha al se&or general de Nueva Granada,
don José María Meló, que con deseo de pasar a Veracruz, adonde
estaba establecido el gobierno supremo, llegó al estado, perse-
guido de Carrera. Este general, cuyo nombre tendrá que recordar
su patria por los importantes servicios que prestó al hacer su inde-
pendencia de la España, quiso prestar sus servicios a la causa de
la libertad de Méjico, y mientras tanto estuviera interrumpida la
vía del estado vecino a aquel puerto no rehusó aceptar el mando
de la fuerza que tenía destinada en perseguir a Ortega, con cuya
misión, expedicionando por la frontera, /«^ sorprendido y fusilado
en la hacienda de Juncaná, en junio de 1860, hecho que hizo adqui-
rir a Ortega, de Carrera, nuevos títulos de estimación. La confian-
za que le sugiriera la idea de perseguir a un enemigo varias veces
derrotado, hizo a este desgraciado general no disponer de una
fuerza de infantería de San Cristóbal o de Comilón, teniendo órde-
nes para ello, y quiso únicamente confiar en la de caballería que
él mismo organizó. Dejó un hijo a quien quiso colocar en el colé-
MELÓ 487
gio militar de Méjico, con cuyo loable objeto escribió al señor
Juárez, al poco tiempo de haberse instalado los poderes en dicha
ciudad; y habiéndose exigido como paso previo, tramitaciones
embarazosas, innecesarias si se quiere, al tratarse de un huérfano
que había perdido a un buen padre en el servicio de la nación,
tuvo a bien recogerlo, tenerlo como hijo y darle el trato que lo»
más padres dan a sus hijos. Este es el esbirro en boca del guate-
malteco Velasco: ¡expresión de ingratitud que revela los nobles y
¿generosos sentimientos de los actuales servidores del gobierno exis-
tente en el Estado, para con los que lo fueron de la nació» en días
de prueba!." Tomado de las páginas 79 y 80 de un folleto cuya por-
tada dice así: Segunda reseña de sucesos ocurridos en Chiapcts, desde
184"] a 1867, y contestación a los artículos que la prensa ministe-
rial del mismo . esleído ha publicado contra el C. Ángel A. Corzo.
Méjico. Tipografía de T. F. Nevé. Callejón del Espíritu Santo, mi-
meto II -1868.
III. Guatemala y la intervención — En carta de Comitón nos
dice un amigo lo que sigue:
«En su editorial útnldido PoUtica continental americana, inserto
en el número 142 de El Siglo, habló usted en general de las re-
públicas americanas, diciendo: Nuestros triunfos y la restauración
de nuestra independencia han sido motivo de júbilo en todo el
mundo de Colón, etc.
Compréndese en este concepto la república de Guatemala, y
a ella han pesado nuestros triunfos y la nueva conquista de nuestra
independencia, porque en su política aquel gobierno ha estado del
lado de la traición y el imperio. Guatemala ha sido la madriguera
de los revolucionarios de Chiapas. Guatemala dobló con sus fuer-
zas armadas la sección reaccionaria que hizo la oposición en este
estado desde la adhesión al plan de Adyutla; de sus pueblos vinie-
ron con la sección dicha los jefes Cuevas, Carias y Muñoz, cuando
atacaron esta plaza el 20 de enero de 1859, y después del triunfo
que alcanzaron, incendiaron varios edificios públicos y casas parti-
culares; hubo saqueo general, y los vencedores, pocas horas des-
pués, evacuaron la ciudad, y se fueron a colocar en la frontera de
aquella república, desde donde, continuamente, merodeaban en
las haciendas de la frontera, hasta dejarlas en esqueleto, plagiando
a sus dueños y asesinando a los que reputaban como enemigos por
ser adictos a los principios que se conquistaban aquí por el gran
partido nacional.
Esta situación fue prolongada, y tuvo sus días de victoria y
de reveses. A. 22 de septiembre de 1859, embistió vigorosamente a
esta plaza, pero el gobierno, a cargo del C. Ángel Albino Corzo,
que había previsto un sitio dilatado, capaz de que alcanzara un
triunfo sobre ella, la hueste fronteriza, había apostado a distancia
de doce leguas de aquí al coronel don Nicolás Ruiz con una sec-
ción respetable de fuerza, para auxiliar las fortificaciones al recibir
el menor aviso, como en efecto sucedió, pues muy pocas horas
antes de que aquel jefe llegara a esta ciudad, el enemigo sorpren-
488 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
dio SU precipitada retirada, otra vez a la frontera, dejando algunas
victimas de su parte. Poco despué?, el juez de Nentón, capitán Mu-
ñoz, del ejército de Guatemala, fue sorprendido en la hacienda
de Catarina, donde sucumbió bajo los fuegos que le hizo el coman-
dante'don Isidoro Castellanos, con ía fuerza de guardia nacional
con que recorría la frontera. Eji jumo del año siguiente esa facción
obtuvo un triunfo sobre una fuerza del gobierno que recorría las
haciendas, la cual comandaba el getieral José Maria Me¿o, quede
Nueva Granada iba a Méjico a prestar sus servicios al gobierno,
y de paso lo ocupó el gobernador Corzo, para recorrer la frontera;
y habiendo aceptado, fue hecho prisionero en Jtincaná después de
derrotada su fuerza, y luego pasado por las armas, habiendo tam-
bién muerto el jefe cuatleco Salvador Peralta, que militaba con
Meló; después del triunfo, la sección vencedora corrió a la frontera
de la vecina república, a colocarse del otro lado de la línea divi-
soria, como siempre. > {El Siglo diez y nueve, Méjico, 7 de febrero
de 1863).
Resta aún esperar la ampliación que nos ofrece el señor Ghi-
gliazza, pues está pendiente todavía saber en qué jurisdicción mu-
nicipal está emplazada la hacienda de Juncaná, y en qué lugar
fuera sepultado el cadáver. A este respecto esperamos respuesta del
ilustrísimo señor obispo de Chiapas, a quien con tal objeto nos
hemos dirigido.
Para terminar, creemos de nuestro deber hacer constar que
debemos a los historiógrafos don Eduardo Posada y don Pedro
María Ibáñez muchos de los datos que nos han servido de guía
para este artículo, como también ' nuestros agradecimientos, muy
sinceros al señor Ghigliazza por el interés que ha tomado en la in-
vestigación histórica de que se trata, la que no había podido ob-
tenerse antes, ni con la mediación, primero, de don Pablo E, Ven-
goechea, cónsul que fue de Méjico en esta ciudad, ni después con
la de don Luis Felipe "Ángulo, ministro de Colombia en aquel
país, a pesar del empeño tomado por estos distinguidos caba-
lleros.
Barranquilla, diciembre de 1923. Tulio Sampery Grau
mEraoRiflb
Señores miembros de la Academia de Historia:
Con el propósito 'de colocar los volúmenes de la Bibliotece
Nacional según sus tamaños, el anterior director de ella cambió el
orden de los libros, y quedaron inservibles todos los catálogos que
se habían hecho. La Biblioteca Pineda, cuyos tomos son muy con-
sultados, porque ahí están todas las publicaciones hechas en nues-
tro país, quedó completamente alterada, y tanto sus catálogos im-
presos como manuscritos no prestan hoy utilidad ninguna.
MEMORIAL 489
No entraré a estudiar si ese sistema de dimensiones es el más
apropiado, pero sí haré notar que se ha debido hacer con mayor
cuidado y no precipitadamente. Ni siquiera quedaron juntos los
distintos tomos de una misma obra, y así vemos como incomple-
tas muchas obras. La Biblioteca Pineda era casi de un tamaño
uniforme. Sus misceláneas de cuadernos estaban divididas en tres
series: la primera eran obras en cuarto; la segunda, obras en oc-
tavo; la tercera obras en dieciseisavo. Se han podido pues dejar
en el mismo orden en que estaban, aun adoptando el sistema de
tamaños. Esos volúmenes tenían marcado su número en el* lomo,
de modo indeleble, y se taparon dichos números con los papelitos
de la nueva nomenclatura, de modo que es dificilísimo hallar el
volumen que se busca. Pienso que las secciones especiales de una
biblioteca o fondos, como dicen los bibliógrafos, se deben conser-
var en estantes separados y con el nombre del coleccionista que
las formó o del donador que las regaló o las legó a la Biblioteca.
Me informan que así se hace en las bibliotecas extranjeras. Eso
sería conveniente hacerlo aquí con las secciones o fondos Pine-
da, Cuervo, Martín, Sáenz, Acosta y otros. Pero sobre todo con
la primera, que tiene, como he dicho, catálogos tan minuciosos y
que encierran el tesoro de nuestra historia. Los lectores se quejan
muchísimo de que ya no se encuentra ninguno de aquellos folle-
tos que antes se podían consultar tan fácilmente. En esos estan-
tes especiales podría colocarse el retrato de los antiguos dueños
de esas secciones.
Creo por esto que la Academia de Historia debería dirigirse
al actual director de la Biblioteca, que tanto ha deseado mejorar
el servicio de ésa, a fin de que se sirva dictar alguna disposición,
si en ello no hay inconveniente, para que se restablezca a la Bi-
blioteca Pineda el orden que tenía antes de venir esta confusión
en que hoy se halla. El mismo trabajo de los empleados disminui-
ría, pues fácilmente hallarían el volumen que se les pidiera. Hoy
se fatigan buscando un libro y muchas veces acaban por no en-
contrarlo.
El congreso del año de 1881 expidió la ley 67, por la cual
se honra la memoria del coronel Anselmo Pined^ y se ordena que
el salón de la Biblioteca en el cual está la donada por él se llamará
Biblioteca Pineda (i).
Un sentimiento de amor filial, así como el "deseo de que el
público se beneficie de aquella Biblioteca, me mueve a dirigir esta
petición a mis colegas de la Academia.
Bogotá, abril 25 de 1923.
Anselmo Pineda D,
(1) Diario Oficial número 5091.
490 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
RESOhUCIOnES (i)
I
Historia del P, Simón.
La Academia Nacional de Historia designa una comisión es-
pecial de su seno y compuesta de los académicos doctor Raimundo
Rivas, doctor Gerardo Arrubla y don José María Restrepo Sáenz
para que haga una confrontación detenida y rigurosa entre el
códice de la Historia del Padre Simón y la única edición bogota-
na, con el fin de.fijar y restablecer un texto auténtico y fiel acom-
pañado de notas históricas aclaratorias e ilustrativas. No estando
en los medios actuales de la Academia el emprender por ahora
una nueva edición crítica y definitiva de ese libro precioso de
nuestra historia, el trabajo de la expresada comisión se publicará
en el mismo formato de la edición Rivas, para ser encuadernado
con ella como apéndice.
Abril i6~ García Ortiz
II
Pedro Gual
La Academia Nacional de Historia manifiesta respetuosa-
mente al concejo municipal de Bogotá que como los restos del
benemérito hombre de estado don Pedro Gual fueron legados a
esta ciudad por su hija, fallecida hace poco tiempo en Guayaquil,
y traídos luego a Colombia en el año pasado y están actualmente
en la iglesia de Facatativá, convendría se dedicara para ellos un
lote del cementerio, se ordenara su traslación lo más pronto
posible a Bogotá y se le elevara algún mausoleo digno de aquellas
cenizas.
Mayo 15 — Posada
III
, Flora de Bogotá
La Academia Nacional de Historia manifiesta a Su Señoría el
señor ministro de Relaciones Exteriores, respetuosamente, que se-
ría útil y patriótico averiguar, por conducto de nuestro minis-
tro eft España, por los manuscritos de i a La Flora de Bogotá, com-
puesta por Mutis y sus compañeros de la Expedición Botánica y
llevados por Enri(e a Madrid, en los días de la reconquista, y que,
al ser hallados, se diesen los pasos necesarios para su publicación
en aquella ciudad o para su traída al país.
Mayo 15 — Posada
(1) Van al pie los nombres de los autores de cada una de estas
mociones y la fecha de su aprobación, en el año pasado.
RESOLUCIONES 491
IV
Vargas Tejada
Nómbrese una comisión que averigüe si existe, en la jurisdic-
ción de Ubaté, la cueva donde estuvo escondido, más de un
año, el poeta Vargas Tejada, a fin de hacer colocar allí una lápida
conmemorativa.
Mayo 15 — Posada
V
Murallas de Cartagena
La Academia Nacional de Historia, considerando: que en di-
versas ocasiones ha manifestado su concepto acerca de la inconve-
niencia de la demolición total e inconsulta de las históricas mu-
rallas de Cartagena; y que para prevenir el mal apuntado dio co-
misióa a sus distinguidos individuos de número señores Diego
Mendoza Pérez y Luis Augusto Cuervo para presentar a las cá-
maras legislativas un proyecto de ley sobre la materia, resuelve:
Dar encargo a los señores Luis Augusto Cuervo y Jorge
Ricardo Bsj araño para que gestionen de nuevo si es el caso
en la actual legislatura la expedición de la ley por la cual se dis-
ponga que no pueda demolerse parte alguna de las murallas de
Cartagena sin oír previamente el concepto de la Academia de
Historia.
Noviembre i." — Rivas y Cortátar
VI
Enseñansa de Historia
La Academia Nacional de Historia, considerando:
I." Que el estudio de la historia patria es elemento esencial
para formar el sentimiento patrio, aquilatar el patriotismo y vigo-
rizar los vínculos de la unidad nacional; 2.°, que es notoria ia de-
ficiencia que hoy se observa en muchos colegios de primera y se-
gunda, enseñanza respecto de dichos estudios, y en algunos de la
más alta_ importancia no se cursa esta materia, quizá por creerse
que los alumnos que a esos claustros llegan, la han estudiado ya
detenidamente; 3.°, que es necesario que la juventud, desde los
aulas, conozca, con la mayor exactitud y profundidad posibles, la
evolución histórica de Colombia, resuelve:
1." Solicitar de la manera más atenta y encarecida del señor
ministro de Instrucción Pública que dicte las medidas que estime
más pertinentes y eficaces a fin de que se intensifiquen en los
planteles de primera y segunda enseñanza los estudios históricos,
y a tal efecto debe hacerse figurar este curso en primera linea en
el pensum del balchillerato. Igualmente la Academia se permite
insinuar al señor ministro la conveniencia de que el curso de
historia nacional se dicte, en todos los planteles, por profesores co-
lombianos.
Noviembre i. — Rivas y Cortázar
492 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Don sufln garcía del rio
Este distinguido granadino, hijo de Cartagena de Indias, es-
critor galano, político notable, que colaboró en altos cargos con
el general San Martín, en Lima; coo el general Urdaneta, en Bo-
gotá, y con el general Flores, en Quito; este procer ilustre, des-
pués de una vida brillante y agitada, falleció en la ciudad de
Méjico el día 15 de mayo de 1856, según nos lo dice el doctor
don Manuel Mestre Ghigliazza, director de la Biblioteca Nacional
mejicana, en carta de 2 de julio último, a !a cual acompaña una
copia de la reproducción que hicieron los diarios El Siglo diez y
nueve y El Monitor republicano de un suelto de El Heraldo, de
16 de mayo de 1856. Este periódico lo redactaba el colombiano
(entonces granadino) señor Godoy.
La copia del suelto dice así:
«Defunción. A las cuatro y media de la mañana de ayer, des-
pués de una penosa enfermedad, falleció el señor don Juan García
del Río, distinguido escritor neogranadino. El señor García del Río
figuró como diputado al congreso constituyente de la República de
Colombia; como ministro de hacienda en el Perú, y encargado de
negocios de la misma República cerca de su majestad británica,
y en otros altos empleos que obtuvo de las otras repúblicas de la
América del Sur. Su extraordinario talento, su vasta ilustración,
sus trabajos en diversas materias, en los que probaba sus profun-
dos estudios, le hacían considerar como uno de los sabios ameri-
canos. Se había establecido, desde hace algunos años, en esta
capital, donde era estimado de cuantos tenían el gusto de cono-
cerle. En su trato era sencillo, sin pretensión de ninguna especie.
Su personal, era simpático, noble, digno. Acompañamos a la se-
ñora su viuda en el sentimiento que esta irreparable pérdida debe
haberle causado, y deseamos a nuestro querido amigo el descanso
eterno.»
Gracias pues a la acuciosidad del .señor doctor Mestre Ghi-
gliazza debemos este dato, que hacía falta para la biografía del
eminente García del Río, «el sabio americano».
Barranquilla, septiembre 16 de 1923. Tullo Samper Grau.
flCflDEÍDlfl nflCIOnflh DE BISTORIfl
Extracto de actas
I.* DE FEBRERO
El concejo municipal de Tabio transmite la proposición acor-
dada por él con motivo del centenario de la muerte del general
Nariño.
La secretaría de educación pública de Méjico comunica que en
el boletín bibliográfico de El libro y el pueblo, ¡de esa oficina, apa-
rece una relación de las principales obras editadaspor la Academia.
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA 493
La librería española de Caracas avisa que acaba de editarse
en esa capital una sexta edición ilustrada de la obra del señor Pia-
zón, Critica al Diario de Bucaramanga y que contieae el verda-
dero diario del general Perú de Lacroix.
El director de la biblioteca municipal de Jericó solicita se le
envíen las obras de la Academia.
El ministro de Obras Públicas pide tres colecciones del Bo-
letín de Historia.
El ministro de Relaciones Exteriores transmite una comuni-
cación del despa::ho de Instrucción Pública, de España, con la cual
se informa sobre los manuscritos de la Flora de Bogotá, según lo
solicitado por la Academia.
El departamento de histeria de la Universidad de Staford,
en California, solicita algunos volúmenes de la Biblioteca de His-
toria Nacional.
El presidente del concejo municipal de Barbacoas avisa que
remite el folleto Primer centenario del rescate de las alhajas de
la ciudad de Santa María del puerto de la provincia de Barba-
coas, ejecutado por las damas patrióticas de su vecindario en
agosto de 1821.
El ministro de Instrucción Pública envía la circular del co-
mité Novel de Noruega, sobre las bases para adjudicar el premio
de la paz.
La empresa cinematográfica Di Doménico Hermanos y Com-
pañía comunica que su gerente tiene en Ñapóles concluidos los
detalles para la filmación de la vida de Bolívar, y solicita de la
Academia su colaboración y gestiones para conseguir el apoyo del
gobierno.
El señor Samper y Grau envía la publicación que ha hecho,
en un diario de Barranquilla, de una lista de gobernantes de Co-
lombia de i8i2 a 1923, con los lugares de su nacimiento.
El secretario da cuenta de haber entregado veintijsiete traba-
jos para el libro Bolivariano al señor Fabio Lozano, quién los llevó
para Lima.
Se consignó en el acta una manifestación de pésame por la
muerte de los señores Nicolás Esguerra y Santiago Cortés, miem-
bro honorario de la Academia el primero y correspondiente el se-
gundo.
El señor Quijano presentó el volumen XVIII del ArchíVO
Santander, que acaba de publicarse.
Se designó una comisión para redactar las bases de una nueva
edición de Documentos sobre la vida de Bolívar.
El señor Munsalve leyó un nuevo capítulo de su refutación a
los escritos de C. Hispano sobre el Libertador.
15 DE FEBRERO
Leyó el señor Monsalve un nuevo capitula de su refutación a
los escritos de C. Hispano sobre el Libertador, x
494 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Se resolvió negar toda solicitud que se haga a la Academia de
su salón para el uso de otras corporaciones y para espectáculos
públicos o privados.
El señor C. Cuervo visa haber enviado a Lima su trabajo
para El Mundo B olivar iano.
El señor A. Gerardi, de Turín (Italia) solicita los estatutos
y algunos otros datos de la Academia.
El señor J. B. Arteaga envía de Albán (Narifio) el drama in-
titulado La venta del llano de piedra hecha por Bolívar, sobre
el cual solicita el concepto de la Academia.
Se acuerda publicar un libro relacionado con el centenario
de la batalla de Ayacucho.
La secretaría presenta un i lista de las comisiones que aún no
han sido despachadas.
Se resuelve pedir al extranjero algunas insignias para los aca-
démicos, por haberse agotado las existencias.
I.o DE MARZO
El señor Monsalve leyó un nuevo capítulo sobre refutación
al libro Bolívar y la posteridad, de C. Hispano.
El señor Zuleta leyó una disertación sobre el origen del nom-
bre Antioquia dado a una comarca de nuestro país.
El señor Wills presentó el auto del departamento de contra-
loria, en el cual se fenece definitivamente la cuenta de la junta de
festejos patrios, del año de 1922, sin cargo alguno al responsable.
Se aprobó una felicitación al señor Rivas por su nombra-
miento de ministro en Venezuela.
15 DE MARZO
El ministro de Instrucción Pública comunica que ha dispuesto
que el director del Museo Nacional y un miembro de la Academia
vayan a Sogamoso a hacer investigaciones sobre el templo del sol,
que existió en dicha ciudad. Fue designado para esto el señor Car-
los Cuervo.
El comité nacional de la bandera solicita el nombramiento de
tres académicos para hacer parte de él. Son designados los seño-
res Acebedo, Casas y Mendoza.
Se nombra a los señores García, Guerra y Restrepo (Eduardo)
para que dirijan la publicación de un libro sobre Ayacucho, en los
días del centenario.
Se designa para la comisión de festejos patrios a los señores
Acebedo, Gómez Restrepo, Otero, Quijano y Wills.
Se solicita del ministro de Gobierno la impresión, en la Im-
prenta Nacional, del folleto Cantos de Gloria por el señor A.
Gómez Jaime.
La comisión orgnizadora del congreso científico que se reu-
nirá en Lima invita a la Academia a colaborar en él. Se encarga al
señor F. Lozano de representar a ésta.
RESTOS DEL DOCTOR IBÁÑEZ 495
RE5C05 DEh DOCCOR IBflinEZ
Acuerdo número 34 de 1923, por el cual se concede a perpe-
tuidad ua lote de terreno en el cementerio para guardar los restos
del doctor Pedro María Ibáñez. El concejo municipal de Bogotá,
considerando: que el señor doctor Pedro María Ibáñez se ha hecho
acreedor a la gratitud de Bogotá, a cuya historia consagró la mejor
parte de su vida, acuerda: Artículo i.*> Cédese a perpetuidad en el
cementerio de esta ciudad un lote de terreno de 4 metros cuadra-
dos de superficie para guardar los restos del distinguido historia-
dor, hijo de esta ciudad, doctor Pedro María Ibáñez. Artículo* 2*"
En el monumento que levante !a familia se colocará una placa con
esta inscripción; Área cedida por el concejo de 1923 en. honor de
Pedro María Ibáñez^ historiador de Bogotá. Artículo 3 .° Autorí-
zase al señor Personero Municipal para que otorgue la escritura
correspondiente a la familia del doctor Ibáñez. Dado en Bogo-
tá a veintinueve de mayo de mil novecientos veintitrés.
inFORmEs
I
CALLE GIRARDOT
Se ha consultado a la Academia, por el señor ministro de Go-
bierno, sobre la época en que se dio el nombre de Girardot a una
de las calles de esta ciudad. También el señor inspector 7," muni-
cipal me ha dirigido una nota sobre el mismo asunto.
En mi libro Narraciones hablé de las diversas nomenclaturas
que han tenido las calles de esta capital, y ahí mencioné ligera-
mente la actual, que viene del año de 1886. 1
En este año se expidió el Acuerdo número 16, de 8 de junio,
en el cual ordena denominar por números las carreras y las calles.
El artículo 8.° dice: «Si hubiere sitios en la ciudad que no coinci-
dan con la -dirección de alguna calle o carrera, se les hará conocer
denominándolas con el nombre de alguna batalla favorable a la
independencia de Colombia, para lo cual el alcalde dictará el de-
creto respectivo que será publicado en el periódico oficial.» (i).
Esta nomenclatura debía empezar a regir el i." de agosto. El se-
ñor alcalde dictó el decreto de 16 de junio, en el cual ordena
cumplir ese acuerdo (2); y el 29 del mismo mes celebró un con-
trato con los señores Jorge Pombo y Carlos Obregón para hacer la
numeración conforme al nuevo sistema (3). En el informe del al-
calde a la municipalidad, el 31 de julio, dice que se va a cumplir
dicho contrato, y en el de 31 de diciembre hay este párrafo: «iVó-
(X) Acuerdos expedidos por la Municipalidad de Bogotá. 1860 a
1886, página 734.
(2) Registro Municipal número 28Í.
(3) Ibídem.
496 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
menclatura. La mandada establecer últimamente para las calles y
carreras de la ciudad está ya casi terminada, y la utilidad que ella
presta al público es reconocida por todos, aun por aquellos que
hostilizaron en su principio esta medida civilizadora» (i).
No he logrado hallar el decreto del alcalde que diera los
nombres de esas calles de que habla el artículo 5.° del citado acuer-
do, pero él debió dictarse en ese año o en 1887, pues en el Direc-
torio de Bogotá, que publicaron dichos señores Pombo y Obregón,
para 1888 (segundo de la serie), ya figuran las calles de Junín y
Girardot y las carreras de Sucre y Caldas. En el Catastro de Cun-
dinamarca, impreso en 1890, figura también (página 12) la calle
Girardot, y consta de cinco cuadras.
Bogotá, I." de iunio de i^2t¡-^ Eduardo Posada.
II
MIEMBRO CORRESPONDIENTE
Señores Académicos:
Se nos ha pasado en consideración la candidatura del reveren-
do padre Jesús Martínez de San Agustín, propuesto para miembro
correspondiente de esta corporación. Uno de nuestros colegas, el
doctor A. Gómez Calvo, tuvo la amabilidad de facilitarnos los im-
presos que en diferentes épocas muestran los escritos del padre
Martínez relacionados con nuestra historia. Entre tales impresos se
destaca El Propagador, pequeño periódico que ha visto la luz en
Támara, y aunque los artículos de historia allí publicados lo han
sido sin firma alguna, hemos venido en conocimiento del callado
autor por una carta autógrafa del mismo reverendo padre al doctor
Gómez Calvo, en la cual declara pertenecerle de todo en todo la
propiedad intelectual y literaria de tales trabajos. Despejada de este
modo la paternidad, ya podíamos entrar a apreciar el valor de di-
chas producciones para predicar de su autor las cualidades y de-
fectos que en ellas pudieran hallarse.
El trabajo de más largo aliento es el que lleva por título His-
toria de Casanare. A nadie se oculta que esta región de Colombia
goza de rara celebridad en los anales patrios, por h^ber sido tea-
tro de acontecimientos políticos y guerreros y prestado el concur-
so más decidido a la causa de la independencia, cuando Santan-
der organizaba por allí parte de los ejércitos libertadores. El padre
Martínez no desconoce nada de esto: por el contrario, se echa de
ver que la historia de la región le es conocida, quizá más que para
muchos que han trasegado libros y documentos, pero sin beber en
la fuente, que son los archivos parroquiales principalmente, los
cuales el padre Martínez sí ha podido gustar a su antojo. Y es de
gran conveniencia para la Academia que de su propio seno haya
(1) Registro Municipal número 307.
MEMORIA DEL SECRETARIO 497
en aquellas soledades un buscador de documentos históricos, cada
uno de los cuales, bien analizado, puede servir para complementar
la cadena que perfeccionará más tarde el conjunto de datos que
fundamenten con solidez la historia del país. Ni le son desconoci-
dos al padre Martínez los nombres y los hechos de las principales
figuras que en Casanare y en diferentes campos de actividad se
distinguieron durante la emancipación: allí pueden leerse datos
precisos sobre Juan Nepomuceno Moreno, Juan José Molina, Ig-
nacio Marino, los mártires Cadena y Rosillo, Nonato Pérez, Fran-
cisco Olmedilla y otros muchos. Fuera de que le es familiar la ac-
tuación de las comunidades religiosas, entre las cuales sobresale la
de la Compañía de Jesús, tan fecunda en todas partes, bien sea
en los centros de mayor cultura, bien en los solitarios parajes don-
de es más escaso el estímulo y mayores las penalidades de la ac-
ción. Sacar a luz esa historia de las misiones católicas es labor
grata a los ojos de la historia, tanto más cuanto este ha sido y con-
tinuará siendo el medio más a propósito para conocer y estimular
las costumbres de los salvajes y llegar así a la resolución de pro-
blemas de raza y lengua, que de otra suerte seguirán durmiendo el
sueño de los siglos. Mucho ganarían las páginas del Boletín si en
ellas algún día llegaran a reimprimirse las copiosas que el reveren-
do padre Martínez ha escrito sobre la historia de Casanare, pues
descontada alguna dureza notoria en e¡ estilo, el andigo de estos
estudios puede allí encontrar piso firme para cuestiones más ge-
nerales.
Estamos ciertos de que el padre Martínez recibirá el título de
miembro correspondiente de la Academia, no como premio a sus
faenas hasta ahora realizadas, sino como un llamamiento a la pro-
secución de sus labores con mayor diligencia, si cabe, de la que
hasta ahora ha empleado; para los que como él saben que si no se
adelanta, se retrocede, un título no es señal de descanso sino oca-
sión de enaltecerlo. En vista de lo que dejamos dicho, propone-
mos con todo respeto:
Admítase al reverendo padre Jesús Martínez de San Agustín
en el número de miembro correspondiente de la Academia.
Bogotá, 2 de junio de 1923.
Vuestra Comisión. José /oaquin Guerra — R. Cortázar
mEínORIfl DEh SECRETARIO
Modestas pero bien fecundas han sido las tareas de la Acade-
mia en el año corrido después mi anterior informe. Con inteligencia
y constancia han laborado la mayor parte de sus miembros, así de
número como correspondientes, y contribuido al buen éxito de sus
empresas.
Algunos pocos académicos residentes en la ciudad se abstie-
nen, há tiempos, de tomar parte en nuestras faenas. Lamentable es
XIV— 32
(
498 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
ese alejamiento, debido sin duda a grandes ocupaciones u otras
circunstancias, y que nos priva de poderoso refuerzo. Quizás con-
vendría excitarlos a que participen en nuestra patriótica misión o a
que manifiesten si han desistido definitivamente de coadyuvar en
ella. Podrían así designarse, en su reemplazo, individuos igualmente
m'eritorios y que sin duda serían asiduos y tenaces colaboradores
de nuestra corpoi ación.
Dos académicos de número han fallecido en el presente año:
los señores Rufino Gutiérrez y Simón Chaux, quienes le prestaron
valiosos servicios y dejaron en el'a una huella profunda de simpatía.
Murió el primero en esta ciudad, tras larga agonía, y en su lecho de
penalidades siguió con todo cuidado los trabajos de la Academia, y
a ella consagró muchas de sus postreras horas. En una hacienda,
cerca de Popayán, pasó el segundo sus últimos años, y allí seguía,
igualmente con atención y cariño, la marcha de este templo de Clío,
en el cual ofició él con brillo en ya lejanos días. En las actas se hizo
constar el pesar de la Academia por estas pérdidas, y se declararon
vacantes sus sillones.
Como aún no se ha elegido quien deba ocupar el del señor
Fajardo, de cuya muerte hablé en el anterior informe, tenemos hoy
vacíos tres puestos de miembros de número, y acertado sería hacer
la elección lo más pronto posible, una vez que hay varios candidatos
bien dignos para formar en esta distinguida categoría.
Tuvo la Academia, en este año, el honor de ser designada para
formar el índice de los capítulos que corresponden a Colombia en
la obra El Mundo Bolivariano, que se publicará en el Perú con
motivo del centenario de Ayacucho. Encomendados de este traba-
jo fueron los señores Eduardo Restrepo, Laureano García y el in-
formante. Conoce la Academia ya la lista de materias y de autores
que formó dicha comisión, la cual fue publicada en varios pe-
riódicos y se envió a cada uno de los nombrados. Ella ha sido
acogida con agrado por el público y aceptada, en la parte que le
corresponde, por cada uno de los escritores allí señalados. Casi
todos están ya en la tarea y llenado será sin duda, con lucimiento,
e! aporte de nuestro país en aquel glorioso monumento.
Entre las adquisiciones que ha hecho la Academia en estos
doce meses está la del proceso de los Derechos del Hombre y de
otras causas instruidas a fines del siglo xviii. Esta abultada docu-
mentación fue enviada por el señor Pérez Sarmiento, quien hizo
tomar copia de ella en el Archivo de Indias. El índice se publicará
próximamente en el Boletín; y más tarde, con todos esos legajos,
se hará un volumen de la Biblioteca de Historia Nacional.
La Junta de la coronación del poeta señor FIórez, que tuvo
lugar en Usiacurí, nos donó el álbum que se formó con tal festejo,
en el cual hay curiosos autógrafos y selectas composiciones; y en
nuestro archivo se le guarda con altísimo aprecio.
Tocóle a la Academia poner su tributo en los homenajes que
se rindieron a los manes de dos ilustres proceres: el almirante Pa-
dilla y el doctor Pedro Gual. Asistió a la exhumación de las ceni-
zas del primero en la iglesia de San Agustín, y las acompañó hasta
MEMORIA DEL SECRETARIO 499
la estación del ferrocarril, de donde fueron llevadas a Ríohacha, la
patria del valeroso marino. Del segundo fue a recibir sus restos,
traidos del Ecuador, a la ciudad de Facatativá, donde estaban en
provisional depósito, y los condujo en solemne desfile al ministerio
de Relaciones Exteriores, y asistió a la ceremonia fúnebre en la
Catedral al ser allí colocados en un artístico monumento.
Celebróse en España há pocos meses el segundo centenario
del nacimiento de Caballero y Góngora, el benemérito arzobispo-
virrey, y la Academia nombró su representante en esa conmemora-
ción al señor Restrepo Tirado. Algunos miembros rindieron a su
vez, aquí, en la prensa, su alabanza ai que supo llevar, con majes-
tad y benevolencia, el bastón y el cayado, en la colonia encomen-
dada a su guarda.
Próximamente festejará también la madre patria el aniversario,
cuatro veces secular, del padre Diego de Deza, patrocinador de la
gran empresa de Colón; y tomará igualmente parte en aquel acto
rememorativo, tan simpático para todos los amantes de la his-
toria.
La Sociedad de Americanistas de París perdió a su presidente,
el venerable M. Vignau, que tantas y tan gallardas páginas consa-
gró a la vida de Colón y a los problemas de los aborígenes y del
descubrimiento de América. Nuestra Academia transmitió su con-
dolencia a aquel centro de altísimos estudios, que tanto se interesa
por nuestras cuestiones arqueológicas, y la cual tiene a varios co-
lombianos en la lista de sus miembros.
De la administración de correos fue traído un archivo que es-
taba allí en confuso montón, a fin de que la Ar:ademia separara lo
útil que en él hubiera de lo que no tuviese importancia de ningu-
na especie. Cuidadosamente el bibliotecario señor Meza lo ha se-
leccionado y puesto en orden, de modo que puede verse lo que
tiene alto valor para nuestros anales; lo que apenas interesa secun-
dariamente, y lo que carece de todo mérito. Convendría que una
comisión hiciera una nueva clasificación y dictaminara algo sobre
estos últimos papeles que la sociedad de San Vicente solicita con
ahinco para objetos caritativos. Soy opuesto a la destrucción de
todo legajo, por insignificante que parezca, pues algún día, por un
motivo o por otro, es útil para los investigadores del pasado, pero
es esa comisión la que podrá dar su concepto definitivo sobre el
asunto. Allí, en esos papeles vetustos, se han hallado curiosos do-
cumentos que son unos de valor para la crónica general del país, y
otros para monografías de varios ramos del servicio público. Y aun
varios tan sólo de'valor familiar, como unas cartas que este vuestro
secretario abrió con intensa emoción, pues estaban pegadas aún y
dirigidas a sus padres. Y en ellas halló que se trataba de su naci-
miento y del nombramiento de sus padrinos. No cometeré la indis-
creción de decir cuántas décadas habían yacido perdidas aquellas
epístolas, que conducía a Medellín un particular en horas de re-
vuelta y que le fueron expropiadas; pero sí os contaré que en una
de ellas se dice: sudemos qtu el niño está muy bonito. Pobre carta
500 BOLETÍN DE mSTORIA Y ANTIGÜEDADES
<jue nunca recibió mi madre y que por singulares recovecos del
destino le tocara recibirla intacta y leerla sollozando, más de me-
dio siglo después, cuando ya estaba blanca su cabeza, al mismo
cuyo nacimiento se saludaba £n ella con alborozo y cariño.
Las lecturas quincenales han continuado durante este tiempo,
salvo en pocas sesiones, que, por enfermedad u otra circunstancia,
se han excusado los encargados de hacerlas.
El señor Quijano evocó reminiscencias de los festejos de la
fiesta nacional en 1849; el señor Correa relató varias anécdotas de
personajes históricos; el señor Triana reveló la vida y costumbres
de la tribu de los quimbayas; el señor Guerra refirió algunos episo-
dios de la vida de su ilustre padre el doctor Guerra Azuola; el
señor Rivas trazó un boceto de doña Jerónima de Orrego, la rica
encomendera de los primeros días coloniales; el señor Arrubla
analizó dos inscripciones que parecen cuneiformes e hizo conside-
raciones sobre el origen de ios americanos; el mayor FIórez habló
sobre sus investigaciones respecto a la acción de la caballería en
nuestra guerra de independencia; el señor Cuervo expuso una mo-
nografía del pueblo de Bojacá; el señor Meza narró los incidentes de
una causa célebre a principios del siglo xviii;el señor Acebedo pre-
sentó varios episodios de la historia militar del país; y el señor Cor-
tázar hizo un estudio relativo a la recusación de Nariño para ocupar
un puesto en el senado, en los años de 182 1 y 1823. Trabajos todos
ellos amenos y eruditos, que vienen a dar claridad y precisión so-
bre puntos interesantes de nuestros anales. También este vuestro
relator leyó una biografía del procer poitorriqueño general Anto-
nio Valero, !a cual ha publicado el Boletín Histórico de aquella
isla, con muestras de agradeciraitnto y complementándola con cu-
riosos documentes.
La Biblioteca de Historia Nacional ha seguido su marcha
progresiva y ha completado xxxv volúmenes, hecho inusitado en
nuestro país, que quizás no había visto antis llegar a una decena
de tomos ninguna colección editorial. Salieron últimamente de las
prensas ^í/rtí del congreso de Cúcuta, editadas con inteligencia
y cuidado por los señores Cuervo y Cortázar; Los fundadores de
Bogotá, obra vigorosa y seria del señor Rivas; y el duarto tomo de
las Crónicas de ^Bogotá, del doctor Ibáñez. con el cual se ha com-
pletado aquel minucioso y hábil trabajo de mi predecesor en este
puesto. Tocóme arreglar los materiales y dirigir la impresión de
ese volumen, conforme a los deseos de la academia y de la familia
del autor, y tuve con ello la satisfacción de rendir ese nuevo ho-
menaje a la memoria de tan meritorio colega.
En prensa están los intitulados Congteso de las Provincias Uni-
das, Congreso de 1823 y Bibliografía bogotana (tomo 2.0). La aglo-
meración de trabajos en la Imprenta Nacional, con motivo del
congreso, ha dificultado la terminación de estas obras.
Debatió largamente la corporación el asunto relativo a la lle-
vada al extranjero de objetos arqueológicos, con motivo del ha-
llazgo de ellos en las cercanías de Santa Marta. La Academia re-
MEMORIA DEL SECRETARIO 501
solvió, a la consulta que se le hizo subre este caso,, que ya ella, de
acuerdo con la ley 47 de 1920, había emitido el concepto de que
no debía permitir e la exprjrtación de artefactos de carácter histó-
rico, sino bajo ciertas condiciones, y que al gobierno le tocaba
determinar el náodo y momento de hacer cumplir dicho acto legis-
lativo.
Miembros correspondientes fallecieron en esta época, que
abarca mi informe: los señores Enrique Pérez, José María Quijano
y Andrés Posada Arango, quienes pusieron en nuestra historia
páginas de altísimo relieve, y con frecuencia tomaron parte en
nuestras deliberaciones.
Como miembros de ta! categoría han sido nombrados los se-
ñores Enrique Díaz Guiñarzú, notable historiador argentino; fray Je-
sús Martínez, laborioso investigador de nuestras crónicas, y Miguel
Laso de ia Vega, catedrático de historia en la Universidad de
Sevilla y autor de mteresantes monografías.
Muchas donaciones ha recibido nuestra biblioteca reciente-
mente, como consta en el minucioso informe del encargado de
ella. Ahí veréis que especialmente se han distinguid-* por sus ricos
obsequios los dignos repiesentanies, en esta ciudad, de la Argen-
tina, el Brasil y Méjico señores Labougle, Guimaraes y Ros-
senweit.
Dirigió la Academia, como en los años anteriores, los festejos
de los días patrióticos. Lu exiguo del dinero asignado no permitió
darle espleiidúr y magnitud a los programas de tales aniversarios,
pero sí hubo en ellos números serios y dignos, que se cumplieron
fielmente y merecieron el aplauso de quienes no buscan regocijos
vulgares sino espectáculos delicados, que sean tributo a la memo-
ria de les inmortales proceres, y cultiven el recuerde de los gran-
des acontecimientos de nuestra gloriosa emancipación.
El tomo XVIII del Archivo Santander está en prensa, y pronto
saldrá a la luz pública. El arreglo de los materiales y dificultades
tipográficas han retardado ¡h impresión, pero la comisión encar-
gada de esa tarea ha procedido con acierto y laboriosidad en la
dirección de la obra, y tras de ese volumen vendrán otros igual-
mente sustanciosos, y que complementarán tan importante monu-
mento de nuestra historia.
En muchos otros asuntos de interés para nuestro pasado y
para nuestra geografía ha intervenido la Academia, y largo sería
enumerar a todos ellos. Ahí constan en nuestras actas y en las pá-
ginas de nuestro Boletín. Uno de ellos fue la solicitud de la pu-
blicación de la Flora de Bogotá^ obra del sabio Mutis, que existe
en el Jardín Botánico de Madrid; y otro, el de averiguar la gruta
donde pasó escondido, más de un año, el poeta Vargas Tejada,
cuando era perseguido por su participación en la conspiración de
1828.
El 4.° Congreso Panamericano expuso la conveniencia de es-
cribir una historia general de América, y comisionó al Instituto
histórico y geográfico de Río de Janeiro para la redacción del plan
de la obra. Ya esta docta corporación lo ha hecho, y por conducto
502 BOLETÍN DE fflSTORIA Y ANTIGÜEDADES
del señor encargado de negocios del Brasil se ha puesto en cono-
cimiento de nuestra Academia, y solicitado la cooperación en lo
relativo a Colombia. Irá, sin duda, lo mismo que al libro peruano
de que antes hablé, nuestro contingente a esa obra monumental.
Con motivo de la supresión de la oficina de la Corte de Cuen-
tas ha quedado un gran archivo para ser trasladado a otro lugar.
La Contraloría indicó que debía entregarse a la Academia, y se ha
comunicado a ésta tal propósito. Está para resolver este asunto, y
pienso que no obstante lo estrecho de nuestra biblioteca acata-
remos aquella indicación, pues aquí se guardarán esos códices
con gran cuidado, y servirán a los académicos y a ¡os extraños para
sus investigaciones históricas.
Apiración de todos ios miembros de la Academia ha sido
conseguir un local más amplio y que esté independiente de otras
oficinas. Del salón de sesiones nos vemos privados con frecuencia
para reunión de la asamblea departamental y de corporaciones
electorales, asi como para ceremonias funerales, certámenes, etc.,
etc.; la secretaria es lugar oscuro y estrecho; y la biblioteca una
sala húmeda e incómoda. Para la marcha próspera de nuestros tra-
bajos es conveniente también conseguir o una pequeña imprenta,
o que en la nacional se nos señale una sección especial. Muy buena
voluntad han tenido el señor director y los empleados de la tipogra-
fía del gobierno, pero a menudo tienen que suspender la impresión
de las obras de la Academia para editar las del congreso o de la
rama ejecutiva.
Debemos pues dirigir en este año nuestros esfuerzos a conse-
guir estas dos cosas: local e imprenta, pues sin ellas puede de-
caer nuestra corporación, y no seguir el brillante camino que ha
llevado hasta ahora.
Bogotá, 12 de octubre de 1923 -Señores académicos, Eduardo
Posada.
FEnEcimiEnüo de \im cuenüfi
República de Colombia— Departamento de contraloría— Sección
7." — Auditoria de liquidación de cuentas anteriores a 1924.
Jefatura— Número 382— Bogotá, febrero 25 de 1924.
Se estudió y fue glosada la cuenta de la Junta de festejos pa-
trios, correspondiente al año de 1922, por auto número 121, de
enero 22 de 1924; el responsable, señor Jorge Wi lis Pradilla, dio
contestación satisfactoria a las observaciones formuladas, corrigien-
do la falta de recibos anotados en el auto mencionado.
Por tanto, se resuelve: fenecer definitivamente la cuenta de la
Junta de festejos patrios, correspondiente al año de 1922, sin car-
go alguno contra el responsable, señor Jorge Wills Pradilla. Notifi-
quese. Por el contralor, Domingo A. Combariza M., jefe de la
auditoria de liquidación de cuentas anteriores a 1924. El secre-
tario ad hoc, Hernán Gutiérrez Pardo.
APOSTILLAS 503
flPOSTIhbflS
EL DICTADOR SANTA ANA
En uno de los pueblos del litoral, en Turbaco, vivió varios
años el distinguido general Santa Ana, mejicano que tantas pági-
nas ocupó en la historia de su país, y que ejerció allá la dictadura
durante el siglo pasado. Ahí lo encontró el pintor francés León
Gauthier, según se ve en este fragmento de su viaje que reciente-
mente ha publicado la Revista de la América Latina (i." de agos-
to de 1923).
«Uno de los hombres más ilustres de Méjico, el dictador San-
ta Ana, vivía en Turbaco, retirado en su quinta de Santa Rosa*
Quise conocerlo, y le hice enviar un dibujo de la catedral de Mé-
jico y una solicitud de audiencia. Me respondió con una carta muy
amable, fijando la hora de mi visita. No falté a la cita, y en el cur-
so de una larga conversación conocí toda la pasión, todo el entu-
siasmo de este anciano. Era una gran figura con sus cabellos blan-
cos, su pierna de madera y sus heridas recibidas en las luchas
americanas, desde el Poroté hasta la Sonora. Jugador, enamorado,
patriota, tenía horror a los americanos del norte. Como le ase-
gurara yo, al general desterrado, que él volvería a entrar en su pa-
tria, ¡oh!, me dijo, tengo tanto desdén por mi país, que no quie-
ro volverlo a ver; yo moriré aquí tranquilo; es todo lo que deseo.
Me habló luego de Arista, con rencor (si él hubiese sabido que yo
acababa de hacer el retrato de éste, me habría seguramente
fusilado). Me debe la vida, agregó, comprometido en un pro-
nunciamiento en Guanajuato, yo le he indultado. Santa Ana de-
fendió a Méjico contra la invasión americana, y acusaba a Arista
de traición. Tuvo entonces que refugiarse en Puebla, donde éste lo
hizo perseguir, y se ocultó para luego expatriarse. Con una grande
emoción me relató su huida de Méjico, afirmando que aún hasta
Turbaco su enemigo había enviado a un asesino pagado. Los me-
jicanos creían a Santa Ana en Jamaica.
Cuando el bombardeo de San Juan de Ulúa, por el almiran-
te Bandín y el príncipe de Joinville, Arista y Santa Ana coman-
daban el ejército mejicano. Arista fue aprehendido en su lecho y lle-
vado a bordo del buque almirante, donde se creyó que sería fusila-
do. Se le rindieron, por el contrario, honores con los cuales qu^edó
encantado. El destino debía volver a llevar al dictador a Méjico y
enviar a Arista a morir en el destierro. Santa Ana se quejaba de
su país, pero olvidaba que él había hecho fusilar arbitrariamente a
Mejía y a algunos otros. Su patriotismo era grande y sincero pero
sus ambiciones no eran menos grandes; también sus pasiones. Se
animó en su conversación conmigo, y me "pareció muy deseoso de
convencer al viajero francés de la honorabilidad de ¿u pasado.»
El viaje de Gauthier, por nuestrojpaís, fue por ahí en los años
de 1853 y 1854.
Santa Ana dejó cariñosa memoria en Turbaco, y parece que
hizo obras de progreso en aquella población. Así se ve por un do-
504 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
cumento que hemos hallado en una biografía del citado general.
Es una manifestación de muchos vecinos, en la cual deploran su se-
paración, y que está fechada el 17 de febrero de 1858.
«Cuando en 26 de septiembre de 1855, dicen ellos, vimos re-
gresar a vuestra señoría a -este lugar, recibimos su venida como
un presente que la divina providencia nos legaba, y con tanta más
razón lo creímos, cuando de boca de vuestra excelencia oímos
estas precisas y espontáneas palabras: Vengo resuello a pasar el
resto de tni vida entre vosotros. Este ofrecimiento nos llenó de
orgullo, porque no tenemos vergüenza en confesar que'nos en-
orgullecemos en tener a vuestra excelencia como nuestro padre
y bienhechor; pero cuandtí descansábamos tranquilos en la pose-
sión de este bien providencial, nos quiere* sorprender vuestra ex-
celencia con un triste y doloroso adiós, despedida que nos llena
de consternación y desconsuelo. Hemos dicho que recibimos el
regreso de vuestra excelencia como un don de la divina provi-
dencia, y vamos a dar la razón. Que vuestra excelencia en este
pueblo y los limítrofes no ha sido otra cosa que i n monte de pie-
dad, es cosa que nadie puede du^ar, porque dudarse no se
puede lo que es notorio y evidente, como lo atestiguan los siguien-
tes hechos. ¿No es verdad que desde el rico hasta e! pobre, el vie-
jo y el joven, la viuda y la huérfana, el náufrago marinero y el
desgraciado presidiario, todos han recibido de las generosns ma-
nos de vuestra excelencia servici'xs positivos? Los primeros han
encontrado en vuestra excelencia un préstamo oportuno y sin in-
terés con qué salir de sus ahogos y aumentar sus especulaciones;
los segundos un socorro bastante suficiente, no sólo para remediar
sus necesidades, sino para mejorar su situación, pues, lo repetimos:
todos, todos hemos sido protegidos por vuestra excelencia. Si
ponemos en paralelo y miramos con ojos filosóficos e imparciales
lo que era Turbaco en 1851, cuando por primera vez vino vues-
tra excelencia a este lugar, y lo que es hoy, se notará que enton-
ces no pasaba esta población de dos mil almas, cuando hoy se en-
cuentra duplicada. Entonces en el centro del pueblo no se veían
sino miserables chozas y desiertos solares; hoy se ven éstos ocu-
pados por grandes y cómodas casas. Entonces la iglesia del lugar
se encontraba en vísperas de derribarse; hoy se er.cuentra no sola-
mente reedificada ésta, sino edificada su casa de curato, todo ex-
clusivamente con fondos de vuestra excelencia. Entonces el cen-
tro del templo se encontraba fallo de algunos altares, cuando hoy
no solamente están completos, sino hermosos y costosos; pero to-
davía ha hecho más vuestra excelencia: ha regalado ricos y lin-
dos ornamentos. Entonces no se conocía en esta población sino
un simulacro de cementerio, cuando hoy vuestra excelencia ha
hecho construir uno de material con bonitos sepu cros. Entonces
no había otra industria que pequeñas plantaciones de caña mal
aparejadas y algunas sementeras de poca valía, cuando hoy pasan
de cincuenta los trapiches con todos sus complementos. Entonces
no se conocía el cultivo del tabaco, ni las crías de ganados, cuan-
APOSTILLAS 505
do hoy son muchas las familias que viven de este ramo lucrativo;
todos, todos protegidos por la mano benefactora de vuestra ex-
celencia, porque si es verdad que hay algunas excepciones que no
hayan recibido directamente su protección, también lo es que és-
tos son partícipes del común provecho. Todos estos grandiosos
Servicios nos imponen un deber, y e! deber más sagrado es el de
ser agradecidos. Por tanto, excelentísimo señor, y autorizados por
la promesa que vuestra excelencia nos hizo y hemos recibido, le
rogamos encarecidamente desista de su proyectado viaje, porque
le repetimos de buena fe que deseamos que permanezca vuestra
excelencia en este lugar, porque no nos hacen tanta falta los au-
xilios pecuniarios como sus sabios y respetables consejos que con
frecuencia nos da, y que no tenemos rubor en declarar; que vues-
tra excelencia nos ha inculcado la adhesión al trabajo, dándonos
el ejemplo, pues siempre !o hemos visto con una constancia sin
igual aplicado a la noble profesión de cultivar la tierra, no por la
utilidad que ha reportado a vuestra excelencia, sino por dar ocu-
pación a millares de proletarios que vagaban por estos alrededo-
res, hundidos en la miseria por no tener en qué ocuparse, y de
estos hay muchos que on sus economías son propietarios. Reuni-
dos todos estos hechos, queda completamente demostrado: que en
el corazón de vuestra excelencia se encuentra todo lo grande, todo
lo bello, todo lo sublime y todo lo heroico» (i).
Por esta expresión de gratitud se ve que fueron dos ep^jcas
las que residió Santa Ana en Turbaco: una de 1851 a 1853, y otra
de 1855 a 1858. Las cinco primeras firmas de este documento son
Manuel Tejada, Ciprián Julio, Pedro E. Marimón, José María Es-
quiaqui y José María Vives. En la biografía del general, que es-
cribió el señor Vidal, se llama a su casa de canapo en Turbaco La
Rosita y refiere qae en el cementerio costeado por él, en obse-
quio del vecindaiio, hizo fibricar su sepulcro.
El general Santa Ana cuando residió en las Antillas, años
después, tuvo de secretario privado, durante algún tiempo, a un co-
lombiano, el señor Mesa. Algún grave disgusto ocurrió entre ellos,
pues éste escribió después un libelo oprobioso contra aquél (2).
Otro viajero francés, Félix Serret, que nos visitó hace unos
doce años, consagra un recuerdo a la residencia del célebre cau-
dillo en quel lugar de nuestra región atlántica.
Habla de un vasto edificio con fachada que adornan elegantes
arcadas, y con apariencia de cuartel, al cual se llama Casa de
Teja, porque fue durante lavgo tiempo la única construcción de
la localidad cubierta con tales materiales. «La Casa de Teja, agre-
ga, evoca muchos recuerdos históricos para que debamos decir al-
(1) Biografía del ffeneral Antonio López de Santa Ana, escrita
en la Habana f)or Luis G. de Vidal y Rivas en 1852.
(2) El general D. A. L. de Santa Ana, su vida pública y pri-
vada desde el 17 de abril de 1868 hasta el presente año, escrita por
su secretario privado el coronel don Manuel M. de Mesa. Nueva
York, 1868.
506 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
gunas palabras. Fue ella construida por el general Santa Ana, an-
tiguo presidente de Méjico, en el tiempo de la larga permanencia
que este gran aventurero político, varias veces desterrado de su
patria, hizo en Turbaco, donde lo había atraído la dulzura relati-
va del clima, y sobre todo la reputación de belleza de que gozan
las mujeres de la región» (i).
Luego pone este viajero algunos detalles bastante escabrosos
de la vida privada del caudillo, como ya, con más extensión, lo
había hecho su secretario.
El señor A. Quijano, en su laborioso estudio sobre relaciones
y vínculos entre Colombia y Méjico, menciona a Santa Ana breve-
mente, y dice que murió él en Turbaco (2). Entendemos que des-
pués de 1859 no volvió el general a pisar nuestro territorio.
, Como aquí son poco conocidos estos episodios de la vida del
dictador mejicano, y aun en Turbaco está ya borrada su huella,
hemos exhumado los anteriores recuerdos.
PERSONAJES DTÍ LA NOVELA «MARÍA»
No es María una novela que se roce con la historia, ni apare-
ce en sus páginas ningún episodio de nuestros anales políticos o
militares. Tampoco se menciona en ellas personaje alguno de nues-
tras crónicas, y apenas, por ahí, en una línea, está el nombre del
general Flórez como donador de un caballo al padre de Efraím; y
en otra hay un recuerdo del abuelo de Isaacs, fusilado en Majagual,
en la guerra de la independencia. Sin embargo, aquel idilio senti-
mental es un documento precioso para nuestra historia. Allí se ven
costumbres, ideas y sentimientos de una época. Es un cuadro vivido
de los úitimos días de la Nueva Granada. Y si no hay vida pública
ni contiendas civiles, sí está la imagen exacta del estado social y el
retrato pintoresco del hogar y la familia. Ahí se ven los esclavos en
sus postreros años de servidumbre; y se conocen los trajes, los
usos, la índole de la existencia provincial en aquella mitad del
siglo XIX. Allí las lecturas de ese tiempo: El genio del cristianis-
mo y Átala, El diario de Napoleón en Santa Elena, Las veladas
de la qui7ita y Las tardes de la granja.
Para el estudio de nuestra geografía es también grato auxiliar
la novela de Isaacs. Las obras de imaginación suelen dejar más in-
tensa impresión de los lugares donde ellas se desarrollan, que los
áridos textos, las guías de forasteros o los manuales de información.
Quien sigue la narración cancana en el mapa, aprende muchos de-
talles topográficos, entre otros, los ríos Zabaletas, Amaime y Nima;
las cumbres de Morrillos y Muíalo; los pueblos de Yumbo y Vijes,
y varias ciudades y campiñas. Y en la subida del Dagua se ve no
sólo el modo de viajar primitivo de entondes, sino Mi nomenclatura
(1) Voyage en Colombie. París, 1912.
(2) Boletín de Historia ntímero 155 (diciembre de 1921).
APOSTILLAS 507
del itinerario seguido por el amante, cuando ansioso remontaba ia
corriente en busca del hogar enlutado.
Hay en sus capítulos unas alusiones que no son bien claras,
y sobre las cuales queremos dar alguna explicación.
En las primeras ediciones, al empezar, se designa el colegio
donde hizo el autor sus estudios tan sólo con ***, pero en la re-
ciente reimpresión se da el nombre del rector señor don Lorenzo
María Lleras, y esta es una de las pocas correcciones de la nueva
edición. Ese colegio, que tanta trascendencia tuvo en el pbís, se
abrió el i.° de enero de 1846, se llamó del Espiiitu Santo, y duró
varios años. En la lista de los alumnos en 1847 figuran Alcides
y Lisímaco Isaacs, y en ia de los matriculados el 15 de enero de
1848 aparece Jorge Ricardo Isaacs; datos que tomamos del pe-
rió iico La Crónica Mensual del Colegio del Espíritu Santo, que al
plantel le servía de órgano, y que permiten precisar la época de
aquella obra.
«Pasados dos días, dice por ahí, hablando de la llegada de
un amigo a Bogotá, estaba ya nuestro Telémaco vestido conve-
nientemente y acicalado por el maestro Hilario> (i). La genera-
lidad de los lectores, si no la totalidad, pasan por esta frase sin
maliciar que ella se refiere a un personaje verdadero, y según pa-
rece procer de la independencia. Se trata de Hilario Cifuentes,
que vivió en Bogotá hasta su muerte, en 1876, y que era el pelu-
quero único de los años primeros de la república. Alcanzamos a
conocerlo y rememoramos bien su tez bronceada, su cuerpo pe-
queño y su fisonomía bondadosa. «Ese es el maestro Hilario, que
afeitaba a Santander y a Bolívar,» nos decían a los niños, los an-
cianos cuando él pasaba. En tiempos de Isaacs aún no habían lle-
gado Saunier y Giléde, y era por eso el barbero de la alta socie-
dad (2).
«Matilde es de Bogotá, se lee en otro párrafo, como la pila
de San Carlos, como la estatua de Bolívar, como el portero Esca-
milla.> (3), Y ahí tenemos otro tipo bogotano, perfectamente his-
tórico. Escamilla fue el ujier de la cámara de lepresentantes
por largos años, y conoció no sólo a los diputados neogranadinos
sino a los de la .efímera confederación de 1858 y a los de los Es-
tados Unidos de Colombia. Murió en los albores de la regenera-
ción, en edad octogenaria. Recordamos un episodio en el cuaKv
(1) Página 81 de la reciente edición hecha por la Librería Co-
lomtiiana.
(2) Cordobés menciona a Cifuentes ea el capítulo de Artes y Ofi-
cios de sus Reminiscencias . Dice que era también dentista y , san-
grador; y agrega «que fue portero de la Municipalidad de Santafé en
el memorable 20 de julio de 1810,» Tal vez en esto hay error, pues
según los datos que dimos en nuestro libro hl 20 de Julio, quien des-
empeñaba ese puesto en tal fecha era Alvarsánchez. Groot en su ar-
tículo La Barbería menciona algunos peluqueros de antiguos días,
pero no consigna el nombre de Cifuentes.
(3) Página 510 ibídem.
508 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
casualmente figuran Escamilla y el autor de María. Anciano y
achacoso aquél, pedía al congreso una recompensa a sus servicios,
por ahi en 1882, y el diputado Quesada, de Panamá, presentó un
proyecto sobre ello, que pasó en comisión al señor Aníbal Galindo.
Isaacs, que tenia su lado festivo y que estaba allí de representante,
escribió sobre su pupitre inmediatamente un informe en verso,
y se lo pasó al comisionado, quien lo presentó al secretario, y fue
leído en la sesión. Estábamos en la tribuna y lo escuchamos, y
luego lo leímos en El Zipa, que dio cuenta del hecho. Era un
soneto, y nos acordamos de la primera estrofa:
Ha propuesto Quesada Marcelino
Que de Esczmilla la pensión se aumente:
Justicia, gratitud; también opino
Que pagarle algo más es muy corriente.
Conocimos también a este portero. Caminaba lentamente,
arrastrando los pies, casi ciego, con su levita negra y sus cabellos
blanquísimos. Cuando los representantes se salían del recinto a
conversar y fumar y dejaban la sesión sin el número requerido
para deliberar, salía el viejecito a llamarlos, por orden del presi-
dente de la corporación; y con ln campanilla recorría pasillos y
corredores gritando: Al salón, señores representantes, que no
habernos quorum.
Hablando un amigo de Efraím de alguna dificultad, dice que
«es como resolver uno de aquellos grandes problemas de Ba-
cho»'(i). Pues bien, este nombre corresponde igualmente a un
ciudadano que vivió entre nosotros; pero está mal escrito en todas
las ediciones de la novela; y es inexplicable cómo el autor o alguno
de los editores no hizo antes la corrección. Ese concepto se refiere,
sin duda alguna, a don Migue! Bracho, distinguido ingeniero que
vino a Bogotá en la primera administración del general Mosquera
(1845- 1849), y que entendemos era venezolano. En el año en que
Isaacs estudiaba en el colegio del Espíritu Santo, era Bracho ca-
tedrático de álgebra y geometría. Así consta en la nómima de pro-
fesores que publicó la revista antes citada, en' su número del iz de
marzo de 1848.
«Quiso mi padre que en aquella noche le leyese de sobre-
mesa algo del último número de El Dia,* refiere por ahí en otro
lugar (2), y eso alude a un famoso periódico que se publicó en
Bogotá de 1840 a 1&52, y en la cual se libraron debates furibundos.
El médico que asistió a María y que se menciona en varias
páginas con el nombre de Mavn, creemos que es el doctor José
Enrique Mayne, que vino con la Legión Británica y pasó en el
Cauca sus últimos años.
(1) Página 510 ibídem.
(2) Página 186 ibídem.
APOSTILLAS 509
Se leían mucho en Colombia las traducciones de Byron en
aquella época. Una del Adiós empezaba así:
Oh si pudiera yo ser lo que antes era;
y mi frente abatida reclinar,
sobre ese seno que por mí latiera.
Recuerdo de esa estrofa es probablemente esta frase de la
novela: abando7iaba a las manos mías alguna de stis enanos aris-
tocráticas sembradas de hoyuelos, ¡techas para oprimir fi entes como
la de Byron (i).
Esta exégesis de unos detalles de la simpática novela pueden
servir quizás para saborear mejor sus encantadoras páginas.
AVES M ¡ORATORIAS EN LA SABANA
En el interesante artículo del señor Lleras, sobre la hoyas hi-
drográficas al oriente de Bog)iá, publicado en Santafé y Bogotá
(marzo de i 924), se había de las aves viajeras de estas re-
giones. «En el raes de diciembre, dice, por nochebuena principia a
advertirse ia inmigracióti de Iasav3s en los parames y en las sabanas,
pero casi puede decirse que se reduce a l¿i llegada de las palmípe-
das y las zarcudiis, algunas de ¡as cuales concurren a los pantanos
de las hoyas, principalmente en la laguna de ios Patos.*
Esta observación nos ha hecho recordar un fenómeno que
ocurría en nuestra capital en tiempos pasados, y que cesó de
pronto. Todos ios años, a! empezar el penúltimo mes, cruzaba so-
bre Bogritá una bandada de miles de aves en columna cerrada, que
formaban en nuestro cielo una faja negra. Cuando éramos niños
vimos, en dos o tres ocasiones, ese desfile, y olmos a las gentes de-
cir que era L langosta. Desapareció aquello en los años siguientes,
y no volvió a presentarse nunca.
El periódico El Mosaico habia, en julio de 1864, hecho las
siguientes preguntas: c¿De dónde vienen y para dónde van los pá-
jaros que pasan todos ius años del i" al 3 de noviembre, a los cua-
les llaman langosta la gente de la Sabana? ¿De dónde vienen esos
millones de patos, de seis o siete variedades, que cubren las lagunas
de la Sabana todos los años en el mes de octubre, y cuándo y para'
dónde se vuelven a ir?»
Ln la novela del señor Rozo, Ave?ituras de un tunante, publica-
da a fines del siglo anterior, hay estas palabras del personaje prin-
cipal al llegar a Bogotá:
cNo es mentira, pero se me desvanece la cabeza de ver tanto
prójimo. Me parece que hoy es i." de noviembre, y que estoy
(1) Página 47 ibídem.
510 BOLETÍN DK HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
viendo pasar los pájaros de guerra, o la langosta, como los llaman
los indios.»
El Diario de Observaciones, de Mutis, publicado por su
biógrafo, el señor Grediila, anota lo siguiente, con fecha 2 de no-
viembre de 1 76 i:
«En este mismo día, a las ocho de la miñana, empezaron a
pasar unos pájaros que venían del.... y se encaminaban hacia
el.... Era un espectáculo bien hermoso, por el ciecidisimí) nú-
mero y por el bello orden con que todos vi>laban. La primera no-
ticia que se me dio fue avisarme para que viese pasar unos pájaros
de tierra caliente. Com'i la elevación era tan grande, me parecieron
a lo lejos multitud úq gallinazos, que se deleitaban en el aire, como
suelen hacerlo en los días claros. Nació este mi error de la uniformi-
dad del vuelo de estos pájaros y de \os gallinazos, como también de
no haber reparado la cinta espantosa que formaba en el aire este
ejército. Pregunté a otro indiecillo, y no me supo decir más sino
que era la langosta que pasaba. Pregunté después a un criollo; sólo
me dijo que eran pájaros que venían de los páramos y se encami-
naban a los llanos de Casanare, Pregunté a otro, y respondióme
que subía del río Magdalena, enderezándose a los llanos de san
Juan; no quise seguir preguntando por no acabarme de confundir
con informes tan equivocados y desiguales. Por donde se echa de
ver claramente que, a pesar de todas las diligencias más prudentes
y practicables, quedé expuesto a infinitos errores, sin poderlos
evitar. Al mediodía, concurriendo a palacio, logré noticias más
individuales, administradas por don Juan Martínez Malo (chape-
tón), hermano del obispo de Santa Mart ■. Dijo este caballero que
los del país llamaban a este pájaro langosta por la semejanza en
sus averías, pues en los árboles que descansaba de noche aquel
ejército quedaban destruidos y que pasaban a tierras muy lejanas,
huyendo del invierno. Otros dijeron que para criar, volviendo
después a pasar al sitio de donde venían. Lo cierto es que yo
quedé igualmente dudoso, y admirado de que un hecho como
éste, que tal vez sucederá una o varias veces dentro de cada año,
esté tan ignorado de estas gentes. Por cierto que en tales ocasiones
valdría más bien morar entre la gente inculta de algunos infelices
pueblos y estancias que en las ciudades, donde apenas hay algu-
nos que se hallen instruidos en tales asuntos. Este ejército estuvo
pasando desde las ocho hasta las diez de la mañana.»
Mutis no volvió a hablar en sus apuntes cotidianos de esos
volátiles, ni en El Mosaico se dio respuesta a aquellas interroga-
ciones. Y como aquí no ha sido grande la afición por observa-
ciones de historia natural, nadie, que sepanjios, fuera del sabio ga-
ditano, se ocupó en el asunto. Y se quedó sin explicación la emi-
gración de esas aves en un tiempo fijo; tampoco se sabe porqué
desapareció ella por completo desde fines del siglo pasado.
Hemos llegado a pensar que esas bandadas venían de oriente
a las lagunas que existían en las cercanías de Bogotá; mas luego,
por la aproximación de la estación lluviosa, se volvían en busca
APOSTILLAS 511
del calor de los llanos, y como esos pequeños lagos fueron dese-
cados hace unos treinta o cuarenta años, cesó ese doble viaje,
pues ellas, como los modernos hidroa /iones, necesitaban lugares
donde acuatizar.
EL AEROLITO DB SANTA ROSA
El primero que habló en nuestro país del aerolito de Santa
Rosa fue el sabio Boussingault, y a él se le debe que se hubiera
estimado como tál esa masa metálica. En una de sus memorias a
la Academia de Francia habló el sabio así de nuestro famoso
bólido:
«Al llegar a Santa Rosa, pueblo situado en el camino de Pam-
plona a Bogotá, supimos que se había descubierto en sus inme-
diaciones cierta mina de hierro, y que un fragmento de este mine-
ral servia de yunque a un herrero. Este mineral supuesto no era
otra cosa que una enorme masa de hierro meteórico, según lo re-
conocimos con agradable sorpresa, luego que lo vimos. Esta masa
la halló una muchacha llamada Cecilia Corredor, en la colina de
Tocavita, a un cuarto de legua del pueblo, el sábado santo, del
año de 1810. En el mismo lugar en que se encontró, notamos la
excavación que se hizo para sacarla de donde estaba enterrada,
sin apaiecer otra cosa que una punta de algunas pulgadas fuera de
la tierra. El terreno de la colina de Tocavita, como el de Santa
Rosa, pertenece a una formación de arenisca secundaria de con-
siderable extensión.
Santa Rosa dista de Bogotá como veinte leguas al nordeste,
a 50 40' de latitud norte, y 75° 40' de longitud occidental de París,
y su altura sobre el nivel del mar es de 2,744 metíos. Los habitan-
tes del pueblo se juntaron para arrastrar aquella masa hasta la
plaza, dejándola en la casa municipal, en donde permaneció ocho
años, y luego en la tienda del herrero siete años más, hasta la
época de nuestro viaje (i). Este fierro es cavernoso, pero no tiene
la apariencia vitrificada al exterior que se observa en otros del
mismo origen, pero de que carece igualmente el hierro meteórico
de Zacatecas, en Méjico, cuyo peso es de más de veinte quintales.
El hierro meteórico de Santa Rosa es. maleable, de una estructura
granujienta; se deja fácilmente limar; tiene un brillo blanco de
plata; su peso específico es de 7.3. El volumen de esta masa es de
102 decímetros cúbicos, y por lo mismo, su peso total no exce-
derá mucho de 1,506 libras, o quince quintales.
Es digno de notarse que en la época en que se halló aquella
masa de fierro se encontraron también otros fragmentos más pe-
queños, en varios lugares circunvecinos, y nosotros mismos, en el
(1) El señor Ribero compró para el Museo, al que pertenece
hoy, esta masa meteórica de hierro, y debería hacerse un esfuerzo
para traerla a la capital, desde Santa Rosa, en donde todavía
existía en 1835. (£1 traductor).
512 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
corto tiempo de nuestra residencia allí, recogimos muchos. Para
hacer ver que este hierro es idéntico a otros del mismo origen, que
diversos viajeros han examinado, presentaremos los experimentos
químicos a que lo sometimos.» (i).
La Geografía de la Comisión Corográfica, escrita en la mitad
del siglo pasado, consignó, luego, unas cuatro lineas sobre aquella
masa aerolítica. Y la Cosmografía por Benito Roland, editada en
Nueva York, el año de 1866, publicó un buen grabado del meteo-
rice bloque, el cual parece que aquí no ha sido reproducido hasta
hoy en ningún libro o periódico.
Aquel tratado de astronomía, al hablar de los aerolitos,
pone estas líneas: «Cerca de Bogotá (Colombia) había años atrás
uno, de que habla el barón de Humboldt, de más de 1,400 libras.
A los alrededores del sitio en que cayó esa masa hallaron muchos
fragmentos meteorológicos, teniendo una composición análoga a la
de la masa principal, a saber: 92 d^ hierro y 8 de níquel (cobre
mineralizado). Cuando la descubrieron estaba casi enterrada. Cayó
en ia noche del 20 al 21 de abril de 18 10, en Santa Rosa, pueblo
que se haüa en el camino de Pamplona a Bogotá.»
Pensamos que e! autor confundió a Humboldt con Boussin-
gault, pues no hemos visto la mención del aerolito en las obras
del sabio prusiano; y además, éste visitó nuestro país mucho antes
de ser hallado aquel misteriosa trozo.
En los días del gobierno del general Reyes vino aquí el inglés
señor Levy Appel, fue a Santa Rosa y logró que la municipalidad
de esa ciudad conviniera en cederle el famoso aerolito, en cambio
de un busto de aquel mandatario. Lo trajo a Bogotá, y como
algunas personas llamaron la atención sobre la pérdida que iba a
hacer el país de. esta curiosidad, se consiguió impedir se llevara
al exterior. Pateco, sin embargo, que se le quitó un gran pedazo,
y que éste fue a dar ai extranjero. El resto quedó en nuestro Mu-
seo, al cual parece que le pertenecía desde muchos años antes,
según íe ve en la nota que le puso el señor Acosta al escrito de
Büussingauit. Por aquella desidia del cabildo de Santa Rosa vino
a privarse tan simpática población de ese interesante adorno, que
se hallaba en su plaza principal, donde lo vimos en 1907.
Eduardo Posada
(1) Esta exposición, intitulada Memorias sobre diferentes ma-
sas de hierro, que se han encontrado en la cordillera de los Andes,
fue traducida por el s^ñor J. Acosta, e insertada en el libro Viajes
científicos a los Andes ecuatoriales, París. 184^, página 61. Boussin-
gault habla allí también de otra masa análoga, .que se encontró en
Rasgatá, inmediaciones de la salina de Zipaquirá, y que poseía el
señor Jerónimo Torres.
Año XIV-N.' 165 P (^ I F I i N ^"^^"^- ^^^-^
DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
ORGflno De £fl flcfloemifl nflcionflc d€ historia
DIRECTOK, REDACTORES,
EDUARDO POSADA LUIS AUGUSTO CUERVO
ROBERTO CORTÁZAR
Bogotá— República de Colombia
BOhlVflR y Eh BRflSIb
No causará sorpresa la asociación de estos dos nombres, el de
•mi país y el del genial caudillo de la independencia hispanoame-
ricana. Tan vasta, como tan amplia, tan grande como tan inmen-
sa y tan universal, es la figura de aquel extraordinario americano,
que por doquiera haya florecido el ideal de libertad y de repú-
blica, lógicamente puédese y débese invocar el nombre del varón
incomparable que fue la inteligencia, el alma y el músculo de la
«mancipación de la mayor parte de las repúblicas de este hemis-
ferio. Asi también dondequiera que se piense en sublimar la plás-
tica humana por la escultura, ocurren a la memoria Fidias o Mi-
-guel Ángel; cuando se afirme que por el ritmo de un poema se
pueden eternizar los héroes y las razas, será siempre oportuno
■evocar a Homero o Camoens. Recordando que e! genio suele divi-
nizar en obras maestras el dolor y la angustia humanos, brotará de
los labios espontáneamente la gloria de Shakespeare, y si ese do-
lor o esa angustia aparecieren con un ademán de sarcasmo en faz
macilenta, ahí estará rediviva la sombra excelsa de Cervantes. Por
^so ayer, hoy y mañana; aquí, allí y por doquiera; siempre que
se vean pueblos gemir bajo el látigo de la tiranía, y de repente de
un gesto de noble redención, sacudir el yugo degradante, luego
se impondrá el recuerdo del hombre qué fue la encarnación supre-
ma de esa idea, el más olímpico y épico de los hijos de America:
Bolívar.
Por eso, de un punto de vista superior y general, la unión de
mi país al nombre que es sinónimo de pura y suprema gloria con-
tinental, es lógica y sobre todo abre perspectivas lisonjeras para
un estudio de la naturaleza del que aquí iniciamos, y tiende a pro-
curar entre Bolívar y el Brasil un nex j más directo, concreto y
significativo.
Para formular vetos por la creciente e irresistible concordia de
la hermandad americana, no sería posible ir a buscar patrono más
alto que Bolívar. Refiriéndose a la nación que adoptó el patro-
nímico del insigne jefe, nuestro Ministro de Relaciones Exterio-
res, señor Félix i acheco, que es el más idealista y avanzado de
XIV— 33
514 BOLETÍN DE HISTORIA V ANTIGÜEDADES
nuestros profesores de americanismo activo, dijo en reciente dis-
curso: «De este nombre, en verdad, se puede decir que es u»
nombre simbólico de unión de nuestras patrias, como sofló el gran-
de Libertador de muciías de ellas.»
Proyectando la mirada hacia aquellos días laureados y febri-
les de cien batallas que se libraban en todas las tierras de la he-
rencia de Colón, desde Washington, y, con el desdoblar del tiem-
po y del espacio, pasando por Hidalgo, por Páez, por Santander,
por Sucre, por O'Higgins, por San Martin, por Artigas, por José
Bonifacio, que eran en realidad meros exponentes de un senti-
miento generaly profundo, de un ritmo armonioso a cuya vibración
obedecía todo un continente solidario, es menester coronar el pen-
samiento con aquel mismo inmarcesible genio en cuyo cerebro de
titánicas ideas y generosas ambiciones, la inmensa alma continen-
tal alcanzaba la más perfecta euritmia.
El estudio de la independencia del continente, en realidad de
verdad, no debe jamás ser emprendido en un sentido unilateral,
como muchas veces hicieron los publicistas e historiadores de di-
verso origen.
Porque además de la influencia idealista de la revolución
francesa y de Napoleón, que sobre todos actuó, la idea suprema y
redentora nació entre los angloamericanos, y fue encarnada con
caracteres de eterna belleza por el patriarca Washington. No trans-
currieron muchos años, y ya los latinos del continente comenzaron
a experimentar anhelos semejantes a los de este caudillo. En la co-
lectividad hispana creemos que el primer visionario del más bello
sueño de libertad fue el venezolano Miranda, formado en las hues-
tes de Napoleón, y cuyo nombre se perpetúa en las piedras del
Arco del Triunfo; y antes de él los comuneros de la Nueva Gra-
nada que hubieran llegado, ano ser detenidos, a ¡deas de indepen-
dencia. Entre nosotros, de estirpe lusitana, en 17(1, Bermrdo
Vieira de Mello, que hizo una revolución republicana en Pernam-
buco, y luego, en 1789, los «inconfidentes,» en las serranías ondu-
ladas de Minas Geraes, levantaron la bandera de libertas quae
sera tameji. Y del patíbulo pasaba a la inmortalidad TiVadentes, el
protomártir de la independencia.
Estos primeros impulsos incontenibles traducen la irrupción
casi simultánea, en varias latitudes de América, de idéntico pro-
pósito. América inglesa lucha, y en seguida consolida su emanci-
pación, y crece como un robusto organismo, América española
siente que los sistemas opresores y sanguinarios de su metrópoli,
lejos de disminuir redoblan y crecen a los primeros síntomas de
insurrección. Los hispanos de América son obligados a tomar
armas y padecen las fatigas y vicisitudes de una guerra larga y
tremenda. Al esfuerzo y al sacrificio corresponde la recompensa
de un incontrastable triunfo. Cogen laureles más lozanos que los
de sus hermanos sajones y lusitanos. La epopeya hace brotar la
cosecha olímpica de muchos auténticos héroes, de cuya pléyade
Bolívar es la estrella de primera magnitud.
BOLÍVAR Y EL BRASIL 5l5
En el Brasil no hubo tan vasta epopeya a causa de que dis-
frutamos fortuita ventaja histórica. Cuando iban tal vez a estaljar
con más fuerza los entusiasmos de la independencia, Napoleón fh-
vade a Portugal; y, en 1807, la familia de Braganza, con el cuerpo
diplomático acreditado en Lisboa y con una comitiva de más de
quince mil personas, se embarca para Río de Janeiro. La sede de
la monarquía fue así transferida a América, y el Brasil, sin sobre-
saltos ni vicisitudes, fue promovido a reino. Como muy bien se-
ñaló el entusiasta apologista de Bolívar, el abate de Pradt.el rey de
Portugal, mudando su corte pata el Brasil, le dio más de lo que
pudieron pedir los patriotas: lo hizo estado soberano y lo hizo
metrópoli de su antigua metrópoli. La idea de la independencia
no encontró pues, como en la América española, una tiranía por
sacudir. Cuando don Juan vi volvió a Portugal, y las cortes de
Lisboa quisieron restringir la soberanía brasilera, fue el mismo
príncipe don Pedro, regente del Brasil, quien proclamó la sepa-,
ración definitiva del Reino Unido. De este modo, así como ha-
bíamos sido una colonia promovida a reino, pasamos a ser un rei-
no elevado a imperio. En un año, las fuerzas portuguesas que
pretendían mantener los lazos antiguos, fueron vencidas y expul-
sadas, y nuestra escuadra persiguió las naves enemigas hasta las
bocas del Tajo.
Esas pequeñas diferencias en la evolución de las tres Améri-
cas, inglesa, española y portuguesa, no llegan, sin embargo,
a oscurecer o a minorar la luminosa finalidad histórica del
continente, que reaccionaba en un movimiento uniforme obede-
ciendo a causas paralelas y alcanzando efectos homogéneos. De
premisas análogas se llegaba, desde los puritanos de Nueva In-
glaterra hasta los nómades de Araucania y Patagonia, a conclu-
siones semejantes. Se ve así que la independencia era un tema de
ineludible unidad en las diversas regiones americanas, del norte al
sur, del este al oeste. Y las mayores figuras, Washington o Bolívar,
San Martín o José Bonifacio, tienen proyecciones continentales,
que fuera temeridad negar.
El Brasil muchas veces entró en las miras de Bolívar. Mo-
narquía única singular en América, planta exótica, como dicen
muchos historiadores, no podía nuestro imperio dejar de interesar
a aquel gran caudillo, que en su mirada de águila abarcaba el
continente todo. El, primero y más que nadie, comprendía que la
familia americana era la familia de la concordia y del amor; las
rivalidades o antagonismos tradicionales de Europa no armoni-
zaban con las tierras libres de Colón. Así era, así es. Ingleses,
españoles o portugueses hemos obedecido, antes y después de la
independencia, a un ritmo irresistible de supremas e incesantes
armonías, en que colaboramos a una grandeza y porvenir co-
munes.
En relación al Brasil podría separarnos la monarquía, y no
faltaron quienes nos supusieran cómplices de la Santa Alianza.
Pero por más republicano que fuese Bolívar, la verdad es que él
516 boletín de historia y antigüedades
respetaba nuestra fiaalidad histórica y nuestras credenciales ame-
ricanas. El Imperio no entibiaba su pensamiento supremo de
anión de las Américas. Por varias veces oyó él la campana de aje-
nos intereses para llevar sus legiones hasta nuestras fronteras. Los
casos de Montevideo y Chiquitos fueron citados con argumentos
en pro de la tenebrosa intervención. Los que no comprendían los
nobles objetivos de nuestras campañas en el Río de la Plata, que-
rían excitar a Bolívar a una guerra diversa de aquellas que él hasta
entonces gloriosamente dirigiera; querían arrastrarlo al seno de
un pueblo libre, aunque monárquico, bajo el aparente móvil de
implantar la república. Bolívar no se dejó coger por la sor-
presa o por la lisonja. Su extraordinaria visión política lo hizo
una vez más decidir su noble conducta internacional. No sería
tal vez temerario afirmar que jamás tuvo él la idea de marchar
contra el Brasil, ni aun en aquella célebre excursión al Putosí, de
que nos habla el claro y concienzudo O'Leary. Más tarde, al con-
cebir la grandiosa anfictionía de Panamá, dirigió constantes y cor-
diales convites, no sólo a las repúblicas hispanas, sino tambiéri a
los Estados Unidos y al Brasil, sin que nuestras instituciones mo-
nárquicas lo detuviesen por un momento en el redentor proyecto
de fraternidad continental. Es sobremanera interesante anotar de
paso que la idea de monarquía no le fue extraña, y fue además
prohijada por muchos de sus más encumbrados tenientes. Ahí es-
tán Páez y tantos otros. En el sur del continente San Martín era
un monarquista irreductible.
No admira pues que también en el Brasil el gobierno de una
dinastía europea se granjease la simpatía y la adhesión de los más
notables patriotas. El pueblo del Brasil se aficionó al régimen que
puso los cimientos de su grandeza; y el imperio siempre fue po-
pular, y esa popularidad subió de punto durante el reinado de
Pedro II, cuya figura magnánima constituye una de las legítimas
ufanías de nuestra historia. Al imperio, sin duda, debemos el
orden y la integridad nacional. Cuando se proclamó la república,
en 1885, se puede decir que el extinto régimen tenía realizada la
más formidable labor de construcción nacional, y llegaba la hora
a la república de recibir y sancionar, por decir así, la más per-
fecta de las democracias, que habíamos aprendido bajo el cetro
incomparable de Pedro 11.
Mas en los agitados días del Reino Unido y del primer Im-
perio, algunos jóvenes patriotas activos e idealistas soñaron con la
república, queriendo renovarla generosa aventura del protomártir
Bernardo Vieira de Mello y Tiradentes. En 1817 estalló en la
ciudad de Recife un movimiento republicano; y el Imperio, que con-
taba además de fuerza militar, con el apoyo de la mayoría de la
población, fácilmente dominó la audaz rebeldía. No supo ser ge-
neroso y ahogó en sangre aquel puñado de mozos visionarios. El
joven José Ignacio Ribeiro d'Abreu e Lima, hijo y homónimo del
célebre «Padre Roma,» una de las mayores figuras de 1817, fue
también preso y llevado a Bahía, y obligado a asistir al suplicio
BOLÍVAR Y EL BRASIL 51 7
del padre. Para dar una idea del temperamento de estos legítimos
héroes, es preciso repetir la frase del Padre R(¿jna, cuando recibió
la descarga de la fusilería: «¡Camaradas! ¡Yo osperdoaí>! Recor-
dad que el corazón es la fuente de la vida! ¡Disparad aquí!» El
hijo, impresionado por aquella tragedia terrible, allí mismo juió,
sobre el cadáver de aquel que le diera el nombre, consagrar la
vida al ideal de libertad del continente. Fugóse él después de /a-
rias vicisitudes, que sería fatigante recordar en esta relación, y llegó
a Colombia todavía a tiempo de tomar parte en la brillante acción
de las Queseras del Medio. Fue un militar de inapreciables mé-
ritos, como atestiguan algunos historiadores granadinos. En 1830
abandonó la Gran Colombia, llevando un diploma de general, con
la firma del mismo Bolívar, y además de eso, la estimación del
gran jefe, que lo galardoneara en el campo de batalla con el epí-
teto de É¿ Guapo. Tuvo, es cierto, en los últimos días del régimen
épico, agudas desavenencias con el eminente Santander, cuya va-
ronil personalidad de defensor de las leyes y de estadista eximio,
Abreu e Lima no quiso comprender, tal era su devoción al partido
bolivariano (1).
Mientras Abreu e Lima revelaba en la gran guerra sus in-
comparables e inexcedibles cualidades de bravura, en Pernambuco
la idea de la república volvía a flote y originaba la nueva revuelta
de 1824. Aun en esa vez el primer Imperio sofocó con crueldad
el movimiento que contaba en sus ñlas mozos de talento y patrio-
tismo innegable. Muchos de los jefes de la insurrección consiguie-
ron, sin embargo, escapar a los verdugos, y pudieron refugiarse en
el extranjero. Fue presidente de la efímera república Manuel de
Carvaino Paes d'Andrada; secretario de Estado, el poeta Jusé da
Natividade Saldanha, y jefe militar, Falcao de Lacerda. Todos se
evadieron.
Sea en i8í7, sea en 1824, los republicanos de Pernambuco
tenían los ojos fijos en la epopeya de la independencia hispano-
americana. No se puede dudar que conocían y amaban la figura
de Bolívar, como paladín de la libertad y de la democracia. En
un paralelo de fácil erudición ya consideraban a Bolívar el Was-
hington del sur. En vísperas de la intentona de 18 17 los conspi-
radores pensaban en el drama que se desarrollaba en el resto de
América. Recordando aquellas jornadas de fiebre y desvarío, el
comendador Antonio Joaquín de Mello expone !os móviles que
bullían en la cabeza ardorosa de sus coe'áaeos. Este trozo es-
clarece por demás el fuero íntimo de ios insurrectos: «Ya los pue-
blos limítiofes, al poniente del Brasil, derramaban en las cien
batallas su robusta sangre para sacudir el yug.j colonial y cons-
tituir naciones independientes y libres. El no acompañarlos esta
otra parte de América, el Brasil, en tan generosa y sublime em-
presa, sería una prueba inexcusable de su atraso intelectual y
moral, de sumisión y vil frialdad delante de los hierros de la
(1) Del mismo autor: Un brasileño en la epopeya de Bolívar.
518 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
tiranía absoluta y embrutecedora. La libró, sin embargo, de este
oprobio, la provirfcia de Pernambuco» (i).
Por este fragmento característico e irrefutable se ve bien que
los demócratas pernambucanos procuraban imitar el ejemplo de
sus hermanos del resto de América, que obedecían a geniales ca-
pitanes del porte de Bolívar. Malogrado el generoso movimiento,
triunfante en el Brasil el principio dinástico, que era sinónimo de
integridad y cohesión nacionales, los revolucionarios procuraron,
en el destierro, escapar a la atroz; persecución con que los fulmi-
naba el Imperio. En 1817 el bravo y glorioso Abreue Lima
buscó, como vimos, clara y altivamente alistarse en las huestes
bolivarianas, con el propósito declarado de consagr^ar la vida al
ideal emancipador del continente.
Los rebeldes de 1824, en gran número, consiguieron también
encontrar asilo en lejanas tierras, sobre todo en Londres y París.
El presidente Paes u'Andrada escapó a bordo de una corbeta in-
glesa, y en vano el Imperio, por sus autoridades restauradoras en
Pernambuco, o por el órgano de su ministro en Londres, vizconde
d'Itabayanna, reclamó con energía la entrega del revoltoso. La
estrella de Andrada le deparó en las aguas de Recife un barco
británico bajo el comando de un cuñado de Canning, el famoso
primer ministro. Canning, espíritu liberal y estadista avanzado, no
atendió los reclamos de Pedro i; fingía darle explicaciones,
pero resguardaba la libertad del fugitivo. Itabayanna, con len-
guaje enfurecido, como hierro ardiente, en notas diplomáticas
estigmatiza la personalidad de Manoel de Carvalho, tratándolo de
monstr7W y fascineroso . . . . Canning apenas sonríe pero asegura la
libertad de los pasos del revolucionario en las calles de Londres,
Decían el marqués de Barbacera y el vizconde d'Itabayanna
al canciller Carvalho e Mello: «tuvo lugar nuestra entrevista con
el señor Canning, y fue en esa ocasión que, presentándole el Times
del día anterior, en que el protervo Carvalho hizo pérfidamente
insertar una carta de agradecimiento dirigida a los comandantes
de las fragatas inglesas Tiveed y Brazett, que nos quejamos de la
manera más formal contra la escandalosa violación que los dichos
comandantes habían cometido del artículo 14 del tratado de co-
mercio de 18 10, y pedírnosle que hubiese de pensar en el medio
de dar una satisfcicción correspondiente a Su Majestad Imperial,
por la violación del artículo arriba citado. Mr. Canning mostróse
muy resentido del atentado cometido y bastante indignado contra
el comandante de la fragata Biazen, que en su concepto es mucho
más culpable que el de la Tweed, que se disculpa diciendo que
recibió a Carvalho a su bordo únicamente para el fin de avistarse
allí con el comandante de la escuadra imperial y estipular con él
los términos de una capitulación. . . .» (2).
(1) A. J. de Mello, Biográphia de Natividade Sahlanha. Recife,
1895. Me'lo tomó parte en las dos revoluciones.
(2) Archivo Diplomático de la Independencia, volumen ri, tomo ir,
Río de Janeiro, 1922.
BOLÍVAR Y EL BRASIL 519
Los dos insignes representantes de Pedro i seguían con inte-
rés y emoción los pasos de Manoel de Carvalho, quien conspiraba
abiertamente. «El malvado Carvalho está aquí haciendo alarde de
su criminaiísima rebeldía, y lleva tan lejos su imprudencia y arrojo
que dice tener el designio de pasar a tos Estados Unidos o a la
isla de Santo Domingo, para armar allí dos escunas e ir con ellas
a infestar las costas del Imperio» (i).
Manoel de Carvalho tramaba, sin duda, una expedición de
grandes recursos y extraordinariamente audaz. Ayudábalo aún el
ex-comandante de armas de Recife, Falcao deLacerda. Afrontaba
con astucia y cálculo el lado práctico de la aventura, y esperaba
realizar en Inglaterra o en Hamburgo una abundante remesa de
palo brasil, que le proporcionaría amplios recursos. Pero los dos
enviados del Imperio tomaron todas las providencias y precaucio-
nes para frustrar este negocio e impedir que el ex-presidente reci-
biese el cuantioso lucro.
Al mismo tiempo el desterrado se entendía con muchos de sus
correligionarios, refugiados también en Londres y París, y quere-
mos creer que tuvo sobre el asunto más de una entrevista con el
propio Canning. Le insinuó su plan y le habló de la hostilidad de
Bolívar al^ Imperio sospechoso en América por sus tendencias
expansionistas. El 24 de junio de 1825 Canning abordó franca-
mente el asunto a Itabayanna, preguntándole sobre el estado de
relaciones entre el Brasil y Colombia. Itabayanna pudo fácilmente
destruir las maquinaciones de Andiada, mostrando al jefe del ga-
binete inglés la reciente invitación dirigida por Bolívar al Imperio
para que tomase parte en el congreso de Panamá. Entonces
Canning se refirió con entusiasmo a nuestro país y a ¡a monarquía,
que, en su textual concepto, era la aliada natural de la Gran Bre-
taña en el Nuevo Mundo (2).
Andrada, por tant^ no encontró apoyo en Canning, pero no
desmayó. Sus miradas se volvieron definitivamente hacia Bolívar, e
imaginó la posibilidad de venir a solicitar al gran caudillo de gue-
rra la ayuda de sus ejércitos para democratizar el Brasil.
El núcleo principal de los conjurados estaba en París. Pero
también en la capital francesa el Imperio disponía de la infatigable
vigilancia «iel vizconde Da Pedra Branc?. Desde la fuga de los
revoltosos en 1824, se entendió largamente con el conde de Ville-
le, presidente del Consejo en el reinado de Carlos x, que puso
luego en campaña los agentes secretos. Al llegar Saldanha a Fran-
cia, procedente de Nueva York, entró en actividad, y ya el 15 de
enero de 1825 comunicaba aquél a la cancillería de Río de Janeiro:
« de los Estados Unidos, con pjsaporte portugués entró al
Havre un tal Natividade Saldanha, que me dicen negro, secreta-
rio del negro gobierno de Carvaino; di inmediatamente los pasos
necesarios en tal caso, extrañando que tuviese pasaporte para esta
(1) Archivo Diplomático de la Independencia, obra citada,
volumen 11, tomo ir.
(2) Id. ibídem.
520 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
capital. Me fue dicho que ignoraban quién fuese y sabían sola-
mente que venía con su pasaporte portugués muy en regla, y que
no obstante se ha de arrepentir de haber venido aquí » (i). En
Nueva York Saldanha se valió de la amistad de un antiguo colega
de Coimbra, hijo del Cónsul portugués en aquella ciudad. Con
desprecio, el Ministro imperial trata de envilecerlo por su origen
mest'zo, taíhándole de negro Diez días después agregaba:
«Saldanha tiene orden de la policía para retirarse a un lugar del
interior de este reino, según me contestó el Ministro de Relacio-
nes Exteriores, orden que mucho ha mortificado a sus amigos, que
lo recibieron y festejaron, conforme a los informe» que tengo» (2).
AI mismo tiempo se cogían los hilos de la conspiración; los
brasileños de París y de fuera se congregaban en una especie de
sociedad secreta bajo el patrocinio de Bolívar, para dar en tierra
con el cetro de Pedro i, tratando desde luego de enviar un emisa-
ri'o al insigne caudillo. Es completo el informe de la policía secre-
ta del conde de Villele:
«No hay ya duda alguna sobre la existencia de la sociedad
creada para exterminar la monarquía del Nuevo Mundo. Ninguna
duda tampoco de que el foco está en Colombia, y que tiene rami-
ficaciones por todas partes en América, en Londres, donde las
sesiones se verifican en casa del agente de Colombia, y últimamen-
te también en París. Ninguna duda aun de que los afiliados de
Carvalho esperan que Bolívar, no sabiendo qué hacer de su ejérci-
to, y para distraer los espíritus, se dirija a Buerios Aires y ataque
el Brasil. Los emisarios de estos señores han sido enviados a Co-
lombia, y usted tendrá la prueba en la copia de la carta original
que yo le he mostrado y que le envío de acuerdo con su solicitud.
El gobierno brasileño procederá muy mal si él no hace inmediata-
mente partir un agente, hombre recto para Colombia, con el objeto
de examinar y malograr las gestiones d»sus enemigos, y si él no
hace además examinar bien a todo extranjero, no importa de que
nación, que lleguen al Brasil.» (16 de junio de 1825) (3).
Pues bien, el enviado de los bolivaristas brasileñt'S era exac-
tamente el visionario Saldanha, que de Inglaterra partió con rumbo
a Colombia, en mayo de 1825, según se verifica de la siguiente
carta:
cLiverpool, 4 de junio de 1825
«Ilustrísimo señor:
cEn respuesta a su estimada carta de i i del pasado a Sal-
danha, digo: que en esta ocasión Martins (4) mandó orden para
el mismo individuo entregar Vuestra Señoría más 50,000 reis, para
(1) Op. cit.
(2) Id. id.
(3) Op. cit., yol. III.
(4) Manoel JoBé Martina Junior.
BOLÍVAR Y EL BRASIL 521
las encomienda?, etc. Saldanha ya ha partid3 de ?quí para Colom-
bia, pero no sin diñcultad. El diablo aún no salió del camino. Ll
fue en un navio y su ropa en otro. El diablo está en liga con los
emperadores y reyes contra los patriotas. Mientras no hubiere por
lo menos media docena de regicidas, no se quiebra el encanto,,
mas Recomiéndeme a los hermanos y acepte los sinceros vo-
tos de amistad de este que es, etc. M. de C. P. d'Andrada» (i).
Saldanha, que era un delicado poeta e inteligencia de selec-
ción, vino así a Colombia con propósitos definidos (2). Su biógrafo
A. J. de Mello no ignoró este destino determinado, aunque haya
desconocido la gravedad de los proyectos de los conjurados boli-
varistas de París. Es tiempo de indagar quiénes podrían ser esos
conjurados. No es difícil la pesquisa. El mismo Mello menciona
a varios de los revolucionarios de J824, refugiados en la ciudad
luz. Eran los mayores de primera línea Arruda e Santiago, Fran-
cisco Xavier Pereira d'Oliveira, Basilio Quaresma Terreao y José
Telles de Menezes. Fuera de París los adherentes al atrevido
plan eran el teniente coronel José Antonio Feíreira, el coman-
dante José Francisco Vaz de Pinho Carapeba, Félix Antonio Fe-
rreira d'Albuquerque, presidente de la Parahyba; Francisco Leite
da Silva, comandante de las fuerzas del centro en la provincia de
Alagoas; el teniente coronel Antonio d'Albuquerque Montene-
gro, el comandante Manoel Igníicio Bezerra de Mello, José Go-
mes do Regó, Francisco ü'Arruda Cámara, Antonio Gabriel Pires
da Franca Mendanha, el periodista padre Joao Baptis'a da Fon-
seca, el comandante del batallón de pardos Emiliano Felippe
Benicio Mundrucú (3).
Además de esos es menester juntar en Europa otros indicados
por la policía de Villele; así el irlandés naturalizado Ühili (4), que
de Colombia fue a Francia como emisario y regresó al mismo
país americano; el duque de Sussex, que excitaba a los conju-
rados.
Tuvieron éstos ¡a audacia de solicitar el apoyo del propio José
Bonifacio, que terminantemente rechazó su asentimiento a la idea.
Entre los pernambucanos que recibieron a Saldanha en Paiís, no
fuera errado suponer que algunos tenían simpatías con las ideas:
así Boa Vista, Itamaracá, Olinda, Siqueira Lima, que en aquellos
tiempos eran simples estudiantes de humanidades.
Sal(|anha vino pues primero a Caracas y después a Bogotá.
Algunos de aquellos otros desterrados lo acompañaron. Uno de
ellos fue Mundrucú, quien en la capital de Venezuela, en 1826,
publicó interesante folleto digno de mención en este escrito. Im-
porta abrir un paréntesis para la transcripción íntegra de un docu-
mento de tanto relieve:
(1) Op. cit., rol. III.
(2) Véase Natividade Saldanha en Bogotá, libro en preparación,
(3) Op. cit.
(4) Op. cit.
522 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
«MANIFIESTO
QUE HACE A LA NACIÓN COLOMBIANA EMILIANO FELIPE BENICIO
MUNDRUCÚ, MAYOR COMANDANTE DEL SEGUNDO BATALLÓN DE CA-
ZADORES DE LA DIVISIÓN REPUBLICANA DE PERNAMBUCO, DIRIGIDO
AL RESPETABLE PUBLICO Y EJÉRCITO DE LA REPÚBLICA DE COLOM-
BIA, BAJO LOS AUSPICIOS DEL SEÑOR ARRIAGA, RESIDENTE EN
PUERTO CABEL LO
Guiado desde ruis primeros años, tanto por la riaturaleza como
por los principios de la educación que he recibido desde mi juven-
tud, me dediqué al ejercicio de las armas con el dulce proyecto de
poder concurrir más fácimente a la libertad de mi país.
Cuando en el año de 1817 el grito de la libertad sonando por
la primera vez en la villa del Recife, respondió su eco desde la
provincia de las Alagoas hasta casi el dilatado Amazonas, mi co-
razón exaltó de júbilo, y yo fui de los primeros que concurrieron
a levantar el pendón de la lioertad, teniendo entonces el grado de
alférez con el ejercicio de edecán.
Perdida (así quisieron los hados) esta ocasión de recuperarse
la libertad, un destino feliz me hizo compañero de un sinnúmero
de patriotas que, aunque oprimidos con las cadenas del despotis-
mo, entonaban todavía suaves canciones al bien que les había sido
robado. Es inútil exponeros los trabajos e irK:omodidades que en-
tonces sufrimos, pues que vosotros los habéis igualmente sufrido.
En el año de 1820 se proclamó en Portugal la ley fundamen-
tal de la monarquía, que estaba olvidada hacía largo tiempo, y
siendo inmediatamente adoptada en el Brasil, ocurrieron circuns-
tancias que me dieron lugar de hacer no pequeños servicios.
Por cuanto rehusando aceptarla el infame Luis do Regó, que
entonces gobernaba mi provincia, las tropas y gran parte del pue-
blo se retiraron a la villa de Goyana, donde después de varios
combates nos pusimos en marcha para la capital, obligando de
esta suerte a aquel malvado a capitular vergonzosamente con nos-
otros y a huir precipitadamente para Portugal, queriendo de este
modo escaparse de nuestra justa venganza. Durante este período
yo asistí a todos los combates, y recibí siete heridas, sustentando
con honor el punto de María Simplicia. El premio de estos seivi-
cios fue el grado de mayor.
Las vicisitudes que ocurrieron durante los diversos gobiernos
que sucedieron a aquél, son de muy poco momento; yo las omito
por este motivo, deseando aproximarme a la grande época de la
última revolución.
Disueita a fuetza de armas por el pérfido emperador del Brasil,
la Asamblea Nacional, y regresando a la provincia de Pernambuco
las tropas que habían sido enviadas para auxiliar a la Bahía, el
gobierno existente, conociendo que había perdido la opinión pú-
blica, convocó un gran consejo por ante- quien dio su dimisión,
pidiendo al mismo consejo que nombiase otra junta que dirigiese
BOLÍVAR Y EL BRASIL 323
los negocios de la provincia. Quiso la suerte que la presidencia de
la nueva junta recayese en un patriota que había sido víctima,
como yo, de la revolución del año de 17.
Este presidente conservaba todavía y conservará siempre en
su pecho el fuego sagrado de la libertad. Desde el principio de su
gobierno empezó a desconocer las leyes imperiales, pues que no
emanab n de una autoridad legítima, bien que en el público fin-
gía obedecerlas.
En el mes de mayo del año de 24 dos comandantes de cuerpo,
indignos del nombre brasileño, y vendidos por interés a la ser-
vidumbre, desampararon los estandartes de la libertad y siguieron
los del despotismo. Fue entonces necesario enviar contra estos re-
beldes un cuerpo de tropas que los destruyese, y despué>* organi-
zar los batallones, que quedaron en la ciudad, en los críticos mo-
mentos en que teníamos que combatir, n^ solamente los enemigos
terrestres, sino también los marítimos, pues que ya estaba a ese
tiempo bloqueado el puerto de la armada imperial. En estas cir-
cunstancias me fue confiado el mando del segundo batallón de
cazadores con ei mismo grado que tenía.
La suerte de la guerra nos fue casi siempre adversa, pues que
teníamos que combatir enemigos muy superiores en fuerzas, lia-
biendo sido auxiliados los rebeldes por el mismo pérfido empera-
dor. En este estado de cosas, era necesario aumentar las fuerzas
de la división constitucional, y para este fin me ordenó el presi-
dente que marchase con el batallón de mi mando a reunirme
a ella.
La suerte continuó siéndonos contraria, de tal manera que fui-
mos obligados a abandonar la capital. La mayor parte de mis bra-
vos compañeros no quisieron entregarse a la disposición del ene-
migo, y guiados por el comandante general, nos pusimos en mar-
cha para la república del Ciará.
El comandante de las fuerzas imperiales no desistió de per-
seguirnos, y bien que obtuviésemos algunos triunfos, después de
una larga marcha de cerca de 300 leguas, la fortuna se huyó de
nuestras banderas, la hambre, la sed, la falta de municiones y
finalmente la noticia que tuvimos de que la República de! Ciará
estaba ya ocupada por las armas imperiales, todos estos motivos
nos obligaron a capitular con nuestros enemigos. Pero como ni
los reyes, ni sus sectarios tienen buena fe, la capitulación no fue
cumplida, y yo y mis cr mpañeros fuimos reducidos a prisión.
Felizmente en el camino yo pude escaparme, robándome a la
vigilancia de mis conductores, y despuéí de haber estado oculto
algún tiempo, me transporté para Boston, De esta ciudad, en donde
encontié no vuigar acogimiento, pasé a Santo Domingo; volví otra
vez a Boston; y últimamente llegué a Puerto Cabello, en donde, no
menos que en Boston, fui muy bien recibido.
Conservando las mismas ideas y los mismos sentimientos, me
presenté sin detención al benemérito general el e.xcelentíaimo se-
524 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
ñor José Antonio Páez, quien me recibió con su usual blandura y
civilidad, dándome al mismo tiempo las más lisonjeras esperanzas.
Famosos republicanos, bravos soldados, que habéis ganado y
sostenéis la libertad colombiana, ved aquí un republicano más, ved
aquí un hermano vuestro de armas: yo deseo naturalizarme entre
los unos, yo deseo igualmente alistarme entre los otros.
Emiliano F. B. Mundrucú* (i)
No se puede dudar que ese manifiesto fuese lanzado de acuer-
do con Saldanha y otros brasileros, para preparar la misión secreta
del primero ante Bolívar. En Colombia ya se encontraban, además
del general Abreu e Lima, otros p-rnambucanos evadidos en 1817,
como Luis de Lima e Francisco Antonio de Lima Birrete. Mun-
drucú revela esperanzas y afirma haber oído del insigne Páez li-
sonjeras promesas.
En Caracas, para vivir, Saldanha ejerció la abogacía, y era
grato a la protección que le dispensaba el procer venezolano ge-
neral Escalona, a quien él se refiere cariñosamente en cartas data-
das en el exilio. No se demoró en Caracas, partió luego para
Bogotá. Procuró inmediatamente entenderse con aquel que era
aclamado el Libertador de pueblos, cuyo apoyo querían conquistar
loa republicanos brasileros. Del éxito de sus conversaciones encon-
tramos apenas esta incompleta referencia de Antonio Joaquín de
Mello, bastante, sin embargo, para ilustrar el asunto: «Nuestro hu-
milde pero dulce poeta presentóse al inmortal Simón Bolívar, que
tampoco no era ua oscuro armero, sino el armado invencible,
conquistador de la independencia y libertad de su patria. El éxito,
sin embargo, resultó igual: Saldanha fue recibido muy benigna y
favorablemente » (2).
Pero el comendador Mello ignoraba la trascendencia de la
misión de Saldanhe, y nada más pudo agregar. El expatriado, en
Caracas y Bogotá, escribía a una hermana suya, en Recife, y los
datos recogidos por Melle venían de esa fuente. Naturalmente, en
asuntos políticos, él guardaba en aquellas misivas prudente reserva.
De sus preocupaciones respecto de Bolivar, otra prueba está en su
amistad con Leocadio ds Guzmán. En un soneto compuesto en
Bogotá, entre terribles amenazas de venganza contra el Imperio,
exclamaba:
A MIS VERDUGOS
En vano intentas, monstruo sanguinario
Descargar sobre mí tu golpe injusto.
¿Fui condenado a muerte? No me asusto,
No me acobarda el dictum arbitrario.
(1) Caracas, imprenta de Tomas Antero. 1826. Es copia fiel.
Caracas. 2 de febrero de 1924.
(2) A. J. de Mello, op. cit., página 87.
BOLÍVAR Y EL BRASIL 525
Perdí la patria, mas mi hogar precario
Cubre hoy la recta ley de un pueblo augusto,
Y el rey de reyes, el excelso, el justo
A ti y a mí nos guarda su salario.
Junta a cuantos esclavos nuestra tierra
Pisan: llama a las furias del Averno;
Tá mismo írguete en hiél; nada me aterra.
El odio que te juro será eterno,
Y esté yo donde esté, te haré la guerra:
En tierra, en mar, en cielo, en el infierno,
(Traducción de Rafael Pombo).
Y en este otro soneto, también*dei ostracismo, hay fragmentos
elocuentes que apenas encubren el malogrado plan de la famosa
vindicta que soñaban:
HABLAN LOS CONDENADOS
No creas jamás ¡oh! déspota inhumano
Que el patíbulo arredra al pecho fuerte:
Amar la patria, despreciar la muerte,
Carácter siempre fue pernambucano.
Si piensas hoy, ¡oh! p>érfído tirano.
Con golpes en el trono sostenerte.
Te equivocas, infame, pues la suerte
ya tu fin nos señala muy cercano.
Rasga con hierro agudo al libre pecho
Donde no reinas; y el puñal entiérra:
Mas nada te valdrá tan duro hecho:
La sangre que verás teñir la tierra
Héroes mil brotará, y a tu despecho
Libertarán la patria en cruda guerra:
Bogotá, 1827.
(Traducción de Eduardo Posada).
Por eso, muchos afios más tarde el ilustre vate colombiano
Rafael Pombo, en bellas rimas consagradas al brasileño, pudo ape-
llidarlo «enamorado de Colombia heroica.»
A SALDAÑA
Reo de amor patrio, huyendo de tu suelo
A buscar en la tierra lo infinito
Triste como aquel pájaro maldito
Que no encontró donde sentar el vuelo.
Águila libre, el águila modelo
Te hizo expiar de tu raza el sambenito;
Cristiano tiel te viste allí proscrito
Cual reo de otro redil para otro cielo.
526 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Enamorado <le Colombia heroica
Y viendo, al culminar de tu carrera,
Sobrevenir el caos, el cataclismo,
Triste, incapaz de interferencia estoica,
Tu propio ideal, temiéndole quimera,
Ahogaste de letargo en el abismo.
Pombo, traductor de Sildaaha, poco conocía su dolotosa no-
vela, por loque es; uchaba las deficientes informaciones del pleni-
potenciaiio brasileño José Augusto Ferreira da Costa. Al meritísi-
mo investigador se le escaparon, con todo, muchísimos detalles de
la existencia de Saldanha en Bogotá, donde permaneció durate
siete años, viniendo a fallecer en maizo de 1832. Migue! Antonio
Caro compuso un magistral soneto en que la sombra de nuestro
desgraciado republicano de 1824 hablaba a Ferreira da Costa:
I.\ SOMBRA DE SALDAÍ?\
Al Excelentísimo señor F.
D'Costa, ilustre Minis-
tro del Brasil.
Amigo generoso de los muertos
Que recordando a quien el mundo olvida
Has vengado su muerte inmerecida
Y hoy buscas con piedad sus huesos yertos. '
Cruzando ásperas cumbres y desiertos
Llegas tarde al lugar donde mi vida
En honda soledad se vio extinguida
Astro apagado en piélaífos inciertos.
No sobrevive quien de mí te hable,
Ni una cruz ni una piedra que mi fosa
Indique en la extensión del campo santo. . . .
Mas ¿qué importa la parte deleznable?
En la paz celestial mi alma reposa:
Viven por ti mi espíritu, mi canto.
^Caro).
Pero todos cuantos se han referi io con emoción y cariño a la
memoria impoluta de Saldanha, desconocen aquella misión de los
bolivaristas brasileños. De los escritores bogotanos que a él se re-
fieren, ninguno ha hecho alusión a tan notable episodio de su
atribulada vida. Ni aun los mismos hermanos Ortiz, que tanto lo
amaron.
Queda así este capítulo cerrado aquí sin epílogo; campo que
llama a los curiosos de la historia para elucidación de un punto de
tanto lelieve y de tan transcedentales proyecciones para la historia
del Brasil y de la América. La misión de Saldanha, al fin malogra-
da, precisa aún ser aclarada, para que se establezca de un modo
más nítido un nexo real y directo entre el inmenso Bolívar y nues-
tros soñadores republicanos de 18 17 y 1824.
Argén Guimarñes
Bogotá, marzo de 1824.
APOSTILLAS 527
fíPOSCífahñS
PRIMER AERONAUIA
Fue un argentino, José María F!órez, el primero que se elevó
sobre nuestros campanarios y cruzó nuestra atmósfera Parece que
vino él, a Bogotá, por la vía de Popayán, pues el periódico El Pa-
yanes de dicha ciudad, dice el 15 de junio de 3843:
«Por piirnera vez hemos gozado en Popayán de! grandioso es-
pectáculo de ver la ascensión de un globo aerostático, conduciend©
a un aeronauta. El lunes 12 de! presente el señor José M. Flórez
(natural de Buenos Aires) se elevó a las siete y media de la maña-
na de! patio de! colegio Seminario; y después de hiber subido a
una altura bastante considerable, descendió en el llano de! Ejido
de esta ciudad. El globo se incendió al caer, y no hizo ningún daño
al viajero. El señor Flórez ha heclio varias ascensiones en Europa
y en América, y ha obtenido en todas partes aplausos por su valor,
destreza y serenidad.»
A nuestra capital llegó a fines de! año, según se v.- por las
noticias que publicó El Dia. En su número de 24 de septiembre
trae dicho periódico estas lineas:
* Viaje aéreo — El señor Flórez ha pedido a los bogotanos ór-
denes para las nubes, y noy a las cuatro de la tarde emprenderá el
viaje desde el colegio dei Rosario, si no üua.'e. Oclio reales vale
la entrada al punto de partida.»
Y en el de i.® de octubre nos relata así aquella hazaña:
'.Viaje aéreo — Ei miércoles de la semana pasada, a las nueve
y treinta minutos de la mañana, hizo su viaje aéreo el señor José
María Flórez en un globo de lienzo, de 25 varas de alto y 15 de
ancho; elevóse como Ó50 varas castellanas. El punto de partida
fue el patio del colegio del Rosario, y el de descenso el tejado de
una casa contigua al hospital de mujeres. Pocos espectácuios han
excitado más la curiosidad pública que este viaje aéreo; y en efecto,
a la circunstancia de la novedad se unía !a audacia de! aeronauta
que, confiado únicamente en sus conocimientos prácticos, se en-
tregaba a la merced de los vientos y del fuego que daban impulso a
la caprichosa nave en que se embarcó, sin un aparato seguro para
regresar salvo al pueito de donde había salido. Una barquilla de
media vara de alto y sostenida por cuatro cuerdas era todo el apoyo
que llevaba. En la mayor altura a que subió viose en gran peligro,
y obligado a echar mano de un cable con nudos, y asido del cual
bajó precipitadamente escapando del fuego de la canastilla y del
humo del globo que lo habría sofocado, además del golpe que su-
frió al caer. Arrojo semejante es admirable bajo todos aspectos;
y más admirable aún que, con iguales circunstancias, quiere hacer
otro viaje, como se dice que lo hará en esta semana. Un sentimiento
de horror, mezclado de compasión y curiosidad, ha producido el vivo
interés que la población de Bogotá manifestó por este espectáculo
528 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
El pueblo tjn masa corría por todas partes a informarse de la suer-
te que había corrido el señor Fiórez, y si éíte es tan sensibU como
valiente, según lo creemos, habrá conocido el noble entusiasmo,
hijo de una buena índole, que caracteriza al pueblo boajotano. Nos-
otros nos congratulamos con el señor Fiórez por el feliz resultado
de su empresa en esta ocasión, y le deseamos que en sus excursio-
nes tenga otro modo de ganar la vida menos aéreo y más positivo.»
De oportunidad y de justicia es recordar a este precursor de
la navegación aérea, y de quien nada dicen nuestros cronistas, ea
estos días en que el aeroplano pasea majestuoso por nuestro
cielo.
PRIMERAS LOGIAS
La primera logia se fundó en la capital a los pocos meses de
la, entrada de los libertadores. La Gaceta de Santafé de Bogotá
publicó el 2 de enero de 1820 el siguiente aviso:
«Una sociedad amante de la ilustración, protegida por el se-'
aor general Santander, ofrece al público dar lecciones para apren-
der a traducir y a hablar los idiomas francés e inglés. El señor
Francisco Urquinaona y el teniente coronel Benjamín Enríquez
serán los preceptores. Los lunes y jueves de cada semana, de las
seis a las ocho de la noche, darán lecciones en la casa que habita
«1 señor Lastra. Los que deseen tomar conocimientos en estos
idiomas se pondrán de acuerdo con el señor José París, contador
ordenador del tribunal mayor de cuentas, en inteligencia que a
principios de este mes se abrirá ia sala de lecciones.»
Según dice Groot, ese anuncio era nada menos que el llama-
miento a la logia y a la primera piedra del templo masónico en la
Nueva Granada. «El local, agrega, se había dispuesto de manera que
los concurrentes a la escuela no pudieran sospechar cosa alguna,
manteniéndose cerrada la puerta de la sala donde se había adereza-
do el templo. Ellos concurrían a la suya, y concluida la hora de
lecciones se retiraban. Entonces empezaban los trabajos de la lo-
gia» (i).
Dicho historiador nos refiere, en un artículo publicado en
1853, que esa primera logia se llamó Fraternidad bogotana, y que
^1 perteneció a ella. Su tío, don Francisco de Urquinaona, que
era uno délos primeros masones, lo llevó a la casa de la logia
para que le pintase la perspectiva de la cámara de recepciones le
provocó iniciarse en esa sociedad, y a los pocos días fue recibido
en ella; pero algunos años después se separó de la logia definitiva-
mente (2).
(1) Historia eclesiástica y civil de la Nueva Granada, segunda
edición, tomo iv, página 35.
Í2) Este artículo, intitulado Abjuración de tnxsones, está repro-
ducido en la obra citada, tomo iv, apéndice, página 34.
APOSTILLAS 529
"Esa logia, dice él, era arriba del Rosario, pero luego se fue a
dar a la casa de Rivas, calle de Santa Clara, y all^tomó el nombre
'de Los corazones sensibles" (í).
Ahora cincuenta años se pensó en levantar un edificio para la
logia, como se ve en el siguiente suelto que publicó el Diario de
Cundinamarca, el 23 de julio de 1875:
^Templo masénico. El señor gobernador del Estado ha apro-
bado el remate celebrado el día 13 del mes en curso de los lotes
primero y segundo del edificio de san Francisco, y que se adjudi-
caron a los señores Antonio Clopatofsky y Carlos Sáenz, por la
suma de % 8,6qo, con destino para el servicio de las logias simbó-
licas de Bogotá, y el de las demás cámaras, consejos y corporacio-
nes superiores de la jurisdicción del Grande Oriente de Colombia.
El templo masónico se levantará, por tanto, frente al templo pro-
testante, y si la obra exterior se ejecuta conforme al plano que se
ha trazado al efecto, la ciudad tendrá otro buen edificio cuustruí-
do conforme al susto moderno.»
LA QUEBRADA DEL ERMITAÑO
En la revista Santaféy B0g0tá se publicó un escrito intitulado
El Ermiiañ^^ en el cual su inteligente autor, doctor Juan C. García,
da, en forma de galana leyenda, una explicación del origen de
aquel nombre que lleva un riachuelo en las cercanías del Carare.
Bastante laudable es todo esfuerzo que se haga para investi-
gar cuándo y porqué se hicieron algunas designaciones geográfi-
cas de nuestro país. Cuántas consejas y tradiciones, qué de verda-
des históricas no brotarán, del misterio en que están envueltas,
merced a esa labor de diligencia y critica. Es terreno inexplorado
y donde puede ejercerse, con nobleza, la zapa de los eruditos.
Una noticia que publicó un peiiódico de Bogotá, E¿ Heraldo,
en noviembre de 1894, y que el citado presbítero guardó cuidado-
samente, le sirve para modelar su preciosa iradición. Creemos sin
«mbargo que la quebrada de El Ermitaño lleva esa denominación
desde tiempos más remotos.
Con gran precisión da el autor el número de aquel famoso
diario, y esto nos ha permitido hallarlo en nuestra colección.
Como en el artículo de Santaféy Bogotá, se inserta solamente un
extracto del episodio, copiaremos aquí las líneas principales de
ElHeialíU:
«El sábado 10 del presente mes salió de sus trabajos de ase-
rrío de maderas el señor Rafael Vargas, que tiene en la. montaña
de Purnio. entre Yeguas y Conejo, y se internó más al corazón de
la misma montaña con ánimo de cazar. Rafael encontró la que-
brada de Purnio, y bajando por ella, observó que del bosque tira-
(I) Ibfdem, pásfinas 307, 310 7 36.
XIV— 34
530 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
bán piedras, y oyó algunos golpes. Atento el cazador, logró ver
sobre las raíces de un corpulento árbol a un bulto acurrucado, que
gesticulaba y movía los brazos como si fuera mono. La cara no la
pudo ver, pero la cabeza era idéntica a la de un mono grande, lo
mismo que el color y las dimensiones de los brazos. Rafael pues,
sin dar tiempo a que su animal huyera, le disparó: pero ¡cuál sería
su asombro el oír no el grito de un mono, y al ver caer no rti mono
sino a un hombre! La víctima era de color moreno y caratoso;
tenía muy pintados los brazos y la cara; el abdomen muy crecido,
pero los huesos del resto del cuerpo apenas estaban forrados en el
pellejo que los cubría; las uñas eran más largas que los mismos
dedos; el pelo le caia a los hombros; y el color del cabello, ya
cano, era muy parecido al del gorro de cuero de mono que le
cubría la cabeza. El ermitaño no tenia más abrigo que los restos
de algo que se llamó calzoncillos, llenos de parches de diverso*
géneros y colores, y tenía un guarnid (o carriel) muy viejo, con
dos anzuelos para pescar, un mohoso y anticuado carramplón y
unas mazorcas y almendras de cacao. . . .Uno de los peones que
tenía Rafael en el aserrío dice que el ermitaño se hacía llamar
Cruz, y decía ser natural de Cundinamarca; que era conocido en
la comarca de Purnio, donde vivió con su esposa, pero después
que ésta murió se internó a vivir entre aquella montaña, ignorán-
dose su paradero desde hacía doce o catorce años, y sólo se dejaba
ver cuando necesitaba sal, la que conseguía en cambio de cacao.»
Interesante realmente la coincidencia de ese eremita con el
nombre de aquel afluente del Magdalena; pero como expresamos
arriba, ya tal denominación existía desde época muy anterior.
La geograíia de la comisión corográfica, escrita a mediados
del siglo pasado, al hablar de la provincia de Vélez, trae este
párrafo: «El Magdalena, río de los de primer orden en la Repú-
blica, costea la provincia por su parte occidental, con un curso de
veinte leguas de excelente navegación, desde la boca de la quebra-
da del Ermitaño, cerca de la angostura, hasta la boca del río
Opón.»
Don Joaquín Acosta en Un Itinerario del Magdalena que pu-
blicó eu 1850, dice que a una legua más abajo de la angostura está
el peñón del Ermitaño^ a la orilla izquierda del río, de roca are-
nisca en estratos alternativos de conglomerado ordinario y delga-
do (i). También en varios mapas antiguos recordamos haber
visto demarcada dicha quebrada con el expresado nombre.
En los días de la conquista vivió por esa zona un solitario,
del cual nos hablan los primitivos cronistas. Desde entonces, sin
(1) Aunque ahí se habla de orilla izquierda, es quizás por un
error, explicable a cauHa de haber sido escrito ese derrotero subien-
do el río, o porque se trata tal vez de un peñasco al frente de la boca'
de la quebrada. La angostura allí mencionada es la de Nare, arri-
ba de esa desembocadura, lo cual no deja duda se trata del mismo
riachuelo en que nos ocupamos.
APOSTILLAS 531
duda, el bautismo de la mencionada corriente fluvial. En un articu-
lo intitulado En la, tierra de los olivos, del señor Luis A. Castella-
nos, publicado en el Repertorio Boyacense fdiciembie de 1923),
vemos este detalle: «Al oeste, las cordilleras de Pantanillo y la Joya,
digna de mencionarse esta última no sólo por sus alegres y fecun-
das dehesas, propiedad de la familia Sáenz de San Peí ayo, sino
principalmente por estar allí al pie de la montaña la silenciosa y
umbría gruta del Ermitaño, en donde vivió el célebre anacoreta
Diego Páez, de quien refieren los historiadores Zamora y Piedra-
hita que eran tan conocidas su virtud y su penitencia, que hacía
todos los años, de rodillas, su peregrinación al convento del Santo
Ecce Homo por las grandes festividades que en él se celebraban.»
Esta cuestión del Ermitaño nos trae el recuerdo de un inci-
dente con él relacionado. En 1828 varios distinguidos jóvenes de
Ríonegro (Antioquia) penetraron en la iglesia de esa ciudad, el
viernes santo, y cometieron allí algún irrespeto. Se les siguió un
juicio, y fueron desterrados a la costa. Uno de ellos, que se llama-
ba Pascual Bravo y era de distinguida familia antioqneña, murió
por allá en su penoso confinamiento (i). A fines del siglo pasado,
viajando el general Ramón Perea por el occidente de Vélez, oyó
hablar de un anciano con aquel nombre, retirado en espesa mon-
taña, y como conocía la aventura de aquel joven, en Ríonegro, sin
recordar la fecha, pensó podría ser el mismo, que se habría fugado
fingiéndose muerto. Eran tiempos en que se leía mucho El Condt
de Montccristo y se soñaba con la evasión de Edmundo Dantés.
Siempre que una novela o causa célebre apasiona los espíritus se
representan con frecuencia a la imaginación sus más sensacionales
escenas. Al general le llamó la atención, además, el nombre de
quebrada del Ermitaño, ahí cerca del asilo de Bravo, y que no
muy distante se llamara un lugar Otro Mundo; y escribió a miem-
bros de la familia que residían en Bogotá sobre estas singularida-
des una carta, que tuvimos en nuestras manos, en días de colegio,
por habérnosla enseñado un condiscípulo, emparentado con aque-
lla víctima (2). El asunto despertó interés, parientes y relacio-
nados yiun joven Escobar emprendieron el viaje a esas regiones so-
litarias, en busca del resucitado.
Grande fue su desilusión al ver que quien llevaba el nombre
de Pascual Bravo era un robusto joven, nacido en esas comarcas;
que allí había desde tiempos lejanos ese apellido; y que Ermiíañ^
(1) El proceso correspondiente existe en nuestro Archivo nacio-
nal, y abí lo hemos leído. Parece que a Pascual Bravo el notable
hombre público que figuró luego, se le dio. al nacer, ese nombre, en
recuerdo del que murió en el ostracismo. Eso oímos decir a persona
de la familia.
(2) Otro Mundo, dice la citada geografía de la comisión geográ-
fica, compuesto de seis familias mestizas que hasta poco hace han
vivido independientes de toda ley, pero sometidas hoy a las autori-
dades d« Canipauna.
532 BOLETÍH DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
y Otro Munié eran denominaciones que venían de pasados siglos.
Fue el epílogo de una leyenda que apenas estaba en su exordio (i).
SAMÁN
Varias personas nos han preguntado porqué se liama Sdms-
Mfi un bello árbol que se ha propagado en los últimos años en
nuestras tierras calientes, ¿Tiene algo que ver esa denominación,
nos han dicho, con el último de nuestros virreyes?
La respuesta es sencilla: no hay tal Sámano; el nombre de ese
frondoso vegetal es samán; y así se le llama en Venezuela y las
Antillas. Aquí, por el recuerdo del sanguinario don Juan, se ha
adulterado el nombre, y debemos suprimirle su letra ñnal y hacer-
lo agudo.
El Diccionario de Campano trae esta definición: «Samán, m.
Amér. bot. Cierto árbol corpulento parecido al cedro del Líbano.»
Y Andrés Bello, en su Alocución a ia Poesía, hace este símil entre
Bolívar y ese gigante de los bosques:
«Pues como aquel samán que siglos cuenta, — de las vecinas
gentes venerado, — que vio en torno a su base corpulenta — el bos-
que muchas veces renovado, — y vasto espacio cubre con la hojo-
sa— copa de mil inviernos victoriosa: — así tu gloria al cielo se su-
blima,— libertador del pueblo colombiano; — digna de que la lie-
Ten dulce rima — y oculta historia al tiempo más lejano.»
En poesías cubanas recordamos haber visto mencionado el
samán; y hace pocos días leímos una oda, recitada en Cádiz, el It
de octubre del año pasado, por el señor E. Vander Biest, cónsul
(1) Después de publicadas ahora meses, en un diario de esta ciu-
dad, las anteriores líneas, hemos hallado mencionados estos dos nom-
bres, en una relación escrita en 1786, y que insertamos en este BoU-
iín, número 164. Allí se lee: das ciénagas nombradas del Ermitaño
al noroeste de Muzo, que vacian en el Magdalena un
distante ralle hacia el río de la Magdalena llamado Oiro Mundo,
refugio cierto y salvo de forajidos, desertores o delincuentes. Por la
considerable distancia, maleza de las veredas y temeroso horror con
que se habla de aquellos montaraces nadie se atreve a visitarlos ni
averiguar su vida.»
Recientemente El Repertorio Histórico de Medellín (agosto 1924)
ha publicado el retrato y biografía de Pascual Bravo Echeverri, el
gobernador de Antioquia que murió en el combate de Cascajo, en
1863, por el señor E. Gómez.
Hace unos diez años el señor T. Márquez publico en El Liberal
/Ilustrado una leyenda, en la cual aparecía que ese gallardo joven
no había muerto en la citada refriega, sino que logró refugiarse en
recóndita comarca y vivir allí olvidado. Probablemente dicho escri-
tor tuvo noticia vaga de la carta del señor Perea, y creyó se trataba
en ella del expresado mandatario.
También hubo Pascual Bravo Bernal, compañero de Córdoba en
Ríonegro en 1829, al cual menciona el señor J. M. Arango en su es-
crito El Santuario.
APOSTILLAS 533
de Venezuela, en Andalucía, en la cual se compara igualmente al
Libertador con ese frondoso árbol:
«Boiivar, dios de un mundo; genio demaciones; — samán de
libertades, con sabia a borbotones, — del roble genealógico del
solar español. >
Tenemos un vago recuerdo de que el doctor Andrés Posada
Arango habló también, hace algunos aflos, sobre este asunto; pero
no hemos podido precisar la revista o diario en que hizo su aclara-
ción. De haberle hallado, nos habríamos limitado a copiar sus pa-
labras, por ser la mejor autoridad en la materia.
También el señor Rivas Vicuña, en su libro Las guerras de
Bolívar^ hablando de éste dice que en los hombres de su tem-
ple el calor de la gloria puiede provocar movimientos desordena-
dos y tumultuosos «como el ardiente sol del trópico junto con dar
Yida a palmeras y samanes gigantes, puebla el suelo de malezas
inútiles »
Es curioso cómo el nombre de Bolívar hace recordar a ese rey
de los bosques.
BL FRAILE MERCKDARIO
Hecho extraordinario fue el encuentro de los tres audaces ex-
ploradores, en el reino de los chibchas; y la historia consigna el
curioso detalle de que cada uno traía además de un sacerdote un
clérigo conventual. El de Quesada era dominicano; agustino el de
Federmann, y mercedario el de Belalcázar. Los tres bendijeron la
cuna de nuestra capital, en abril de 1539, cuando se repitió su fun-
dación, con todas las formalidades requeridas.
Conocidos son los nombres de esos dos primeros religiosos;
Las Casas y Requesada; pero hasta hoy ha estado oculto el del úl-
timo. Muchos manuscritos y muchos impresos hemos hojeado bus-
cando aquel dato, y jamás lo hallamos en ellos. Ya hasta dudába-
mos de que fuera verídica la llegada de tal fraile a nuestra altipla-
nicie, con el conquistador de Popayán.
Zamora manifestaba, a fines del siglo xvii, su pesar por el
olvido que vino sobre los manes de ese misionero. «Y con tal des-
pejado desagradecimiento, dice, que refiriendo los nombres, los
apellidos y las patiias de los seculares, como si no los tuviera este
sacerdote, ha quedado en las historias sólo con el título de un mer-
cedario.* Y agiega que habiendo leído muchos papeles no ha ha-
llado otra noticia que la de que vino de Méjico al Perú, la cual da
fray Antonio de la Calancha en su historia de los agustinos en
este último país (i).
Si ese diligente cronista, pensábamos nosotros, no pudo
descubrir el velo, cuando aún existían muchos escritos, tradiciones
y monumentos de aquella época, menos podría hallarse ahora tal
(1) Historia de la Ptovincia de San Antcnino, página 115.
534 BOLETÍN DE HISTOigLA T A.NTIGUEDADES
nombre cuando la mayor parte de esas fuentes están borradas, osr
curecidas o convertidas en polvo.
En el Boletín del Centro de Estudios Americanistas de Sevilla
ha estado publicando fray Pedro N. Pérez un estudio erudito sobre
los religiosos de la orden de la merced, que pasaron a América.
Allí aparece, aclarado el punto con los documentos que él ha ha-
llado en el Archivo de Indias: se llamaba ese fraile Hernando de
Granada. Salió con Belalcázar de San Miguel; estuvo en Quito y
Guayaquil; asistió en Riobamba a las conferencias de Almagro, Al-
varado y Belalcázar; presenció la fundación de Cali y Popayán; vino
hasta nuestra sabana; bajó con los tres conquistadores el Magdalena;
y se fue con ellos a España. Volvió a! país en 1540; intervino en las
disputas de Andagoya y Belalcázar, y pasó después a Quito, donde
fundó el convento de su orden, A fin A de 1544 volvió a España, y
probablemente allá murió, pues no se tiene después otra noticia
de él.
Buen servicio ha prestado a nuestra historia el padre Pérez
con esta investigación, pues era penoso ese vacío en la nómina
de los fundadores de nuestra capital.
LA NOVIA DK CÓRDOBA
En la biografía de Córdoba, que escribimos ahora años, inser-
tamos unas palabras del señor A. M. Restrepo, al relatar la víspera
de la batalla del Santuario, en la cual murió el héroe de Aya-
cucho:
Refiere dicho autor que el héroe de Ayacucho estaba ena-
morado de una hermosa señorita, hija del cónsul británico, que
se llamaba Fanny, con la cual tenía proyecto de matrimonio; y
que haciéndole al señor Restrepo confidencias sobre esto, excla-
maba:
— «Sí, amigo; mañana empeño el combate, triunfo, y me voy
a Bogotá. ¡Oh! qué alegría para Fanny cuando me vea entrar ven-
cedor en la capital en medio de las más calurosas manifestaciones
de la multitud. ¡La gloria sin el amor nada vale; yo tengo a ambos
y por eso me creo feliz!»
También citán^os entonces este párrafo de un periódico de
Bogotá, el cual hablaba, en 1830, del cónsul señor Henderson:
«Este caballero es muy desgraciado por ser el padre de una ama-
ble hija, a quien se decía que el general Córdoba, cuando estuvo
en Bogotá, había estado dirigiendo sus atenciones.» A Henderson
se le creyó auxiliador de la revolución de Antioquia, y fue por esto
considerado como poco grato jal gobierno. De ahí el llamársele
desgraciado en aquella hoja.
Muchas personas de las que han leído nuestro citado libro nos
han preguntado qué fue de Fanny, y si quedó alguna huella de su
vida después de aquella tragedia. Ningún dato teníamos sobre ello,
y creíamos imposible hallarlo después de transcurrido casi un siglo.
APOSTICLAS 535
Eq ia correspondencia del general Manby se halló, hace poco,
una carta dirigida a él por el coronel Juan Galindo, el i8 de octu-
bre de 1836, la cual nos pone en la pista del posterior destino de la
bella inglesa.
«La señora Hendarson y su familia, dice allí, continúan en su
residencia de Bolonia, y Fanny se casará dentro de poco tiempo
con el abogado Pritchard, de Londres» (i).
El general Córdoba regaló a Fanny su retrato en un medallón.
Ella después de la batalla del Santuario, y al regresar a su país, lo
cedió a la familia del héroe. En poder de la señora Dolores Quija-
no Córdoba, sobrina de éste, se hallaba en 1883, y al celebrarse
entonces el centenario del Libertador, lo obsequió al cabildo
de Ríonegro. La nota de dicha dama, sobre el asunto, y el discur-
so del señor E. Ramírez al entregar tal efigie, se encuentran en el
libro Primer Centenario del Libertador, página loi.
Una hermana de la mencionada señora, llamada Ana María,
fue quien, en 1826, presentó a la misma corporación la corona de
La Paz, que el general envió a Ríonegro.
Ese retrato lo publicó El Espectador de Bogotá en 1919, con
esta leyenda:
^Miniatura del general Córdoba que está adherida a la corona
de oro que guarda la miinic pálido d de Ronegro Fue regalada por
Córdoba a su novia, despWs de la campaña ae I stir, y devuelta por
ella de landres a la familia del Tiéroe. *
Recientemente publicó la revista -ffAy/a/zíVj:, de Londres, algunas
cartas de Henderson, escritas en Bogotá, en 1828, al ministro inglés
señor Campbell, quien se hallaba'en Guaduas, y en las cuales le
refiere la conspiración de septiembre:
«Esta mañana, dice en una de ellas, a la una, tuve noticia del
suceso per el general Córdoba, que al llegar a palacio vio que ha-
cían prisionero al comandante, y pudo escapar del amago que hi-
cieron para asegurarlo a él también. Reunió en seguida algunos sol-
dados errantes, y con ellos derrotó una parte de la artillería. Como
mí casa de habitación está en ruinosa condición, a causa del último
terremoto, y el ruido de la mosquetería se hacía sentir cada vez
más cerca, pasé a mi familia, como a las dos de la mañana, a la
casa del señor Domingo Cay cedo, más distante de la escena.»
La casa del señor Caycedo parece que era la quinta de Fucha.
Se ve que para Córdoba fue su primer cuidado, después de estar
al lado de Bolívar, en aquella noche trágica, correr a la casa de
Fanny a dar la voz de alarma.
Quizás en Inglaterra existan descendientes de ese hogar fun-
dado por Pritchard y la gentil inglesa que vivió en Colombia. Y
fácil es que aún guarden ellos algunos documentos o reliquias lle-
vados de esta ciudad por la familia Henderson a su regreso a In-
glaterra.
Eduardo Posada
(1) Estas cartas las publicó el señor L. A. CuerTO en el Boletín
de Historia. 1919.
536 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
CEraPhO DEh 50h
INFORMES
Señor presidente de la Academia Nacional de Historia — Bogotá.
El Centro Histórico de esta ciudad determinó en una de sus
sesiones del año pasado que se enviara a esa docta corporación
un informe sobre las investigaciones que el suscrito presidente
hizo, en tres veces distintas, acerca de la iocalización del famoso
templo del sol, en Sogamoso.
Movido por los informes que me dieron de que el señor Fran-
cisco Izquierdo, persona modesta en su condición de agricultor,
tenia objetos de origen muisca, fui personalmente a ver el terreno
y conocer algo de los objetos indígenas que se decía había en-
contrado.
Yo había interrogado repetidas veces a personas distinguidas
de aquella ciudad acerca del sitio en donde hubiera existido el
santuario de los chibchas; pero de todas las investigaciones que
hice, lo único que pude sacar en limpio fue que quedaba situado
hacia el sudeste de la actual población. Muchos han conjeturado
que en un sitio bien cercano al que voy a describir es el asiento
donde estuvo el templo del sol, y se inclinan a juzgarlo así por
las osamentas humanas que en alguna ^abundancia se hallan sote-
rradas en tal paraje; y como los indios no sepultaban en sus luga-
res sagrados, se ve que aquella creencia no tiene fundamento nin-
guno. C.
El sitio que en mi opinión ocupó el famoso templo queda
situado entre los contrafuertes de dos colinas, llamadas Sania Bár-
bara^ que domina la ciudad de Sogamoso por el oriente, y La
Sierra, por el lado del sur; es una estrechura por la cual se ve
que antiguamente desaguó en el valle de Iraca algún antiguo lago
que ocupaba todo lo que hoy se llama vereda de Monquirá; una
pequeña corriente, que lleva este mismo nombre, pasa a unos
veinte metros de distancia del sitio que llamó mi atención.
£1 señor Izquierdo encontró primeramente un grueso tronco
de guayacán, que todavía presenta huellas de haber sido quemado
por fuera; este madero se ve en la casa de dicho propietario.
Como a cuatro metros del punto de donde se extrajo este madero,
a distancia igual como de dos metros y en línea circular, se en-
cuentran sepulturas indígenas a estilo de las de los quimbayas, es
decir, especie de zurrones formados en el suelo con arcilla espe-
cial, de abertura relativamente pequeña y de mayor amplitud ha-
cia el fondo. De estas sepulturas hay unas tres que ya benefició el
señor Izquierdo; pero de lo que sacara de allí, sólo me presentó
algunas cuentecillas hechas de barro o de piedra de poco valor;
los demás objetos, como tunjos de oro y una figura labrada y puli-
mentada en una piedra negra, me informó que los había vendido.
Otras de estas sepulturas estabian sin beneficiar aún en junio del
año pasado, y todas forman como una circunferencia alrededor
TEMPLO DEL SOL 537
del hoyo de donde se extrajo el guayacán. Varias huellas o seña-
les de otros posibles depósitos de objetos indígenas hay en aque-
llos parajes.
Las razones que me inclinan a creer que aquél es el sitio del
antiguo templo, son las descripciones que los historiadores hacen
del tal santuario.
Primeramente fray Pedro de Aguado dice, en la página 157
de su Recop'lación HisUrial: cEl cacique de Sogamoso era perso-
na muy estimada entre ios indios por su falsa religión, y asi fue
luego por la posta avisado de cómo españoles caminaban hacia su
pueblo, el cual habiendo tenido noticia del suceso y prisión de
Tunja y de cómo para con ellos eran invencibles los españoles,
no curó de fiarse de su poder, armas ni gente, ni de !a autoridad
de la estimación y religión de su persona, y tomando consigo to-
dos sus tesoros y mujeres, se puso en salvo donde no le alcanza-
sen los actos de la avaricia española. El general (Quesada) siguió
su camino, y no falta quien afirma que lo llevó por el valle y po-
blaciones de Duitama y Paipa, donde por ser aquella gente más
belicosa y atrevida que otra ninguna de los moscas del reino, sa-
lieron con las armas en las manos a estorbar el pasaje a los espa-
ñoles, con los cuales tuvieron ciertas refriegas y escaramuzas, de
que quedaron sin reputación de valientes, y con ellos se detuvo el
general ciertos días, cuya tardanza fue causa que Sogamoso fuese
avisado y tuviese noticia de cómo los españoles se acercaban a su
tierra y se alzase con sus tesoros. Que sea de la una o de la otra
manera, el general llegó a Sogamoso, y no halló gente ninguna,
sino todas las casas yermas y despobladas, y según algunos cuen-
tan, un indio viejo, ya cano, de crecida barba, que fue cosa que
hasta entonces no habían hallado, dentro de un santuario o templo
de los que en aquel pueblo había, que según se presumió, debía
ser jeque o mohán de aquel templo, al cual se le preguntó dónde
estaba el señor cacique de aquel pueblo, y la causa de haberse
ausentado con su gente; y dio por respuesta que había tenido no-
ticia de la prisión de Tunja y de la ruina y saqueo que en su pue-
blo se había hecho, y que temiendo el mismo suceso e infortunio,
se había retirado a lugares muy apartados e ignotos con su gente
y haciendas. Los españoles, viéndose fustrados de sus designios,
con licencia de su general, diéronse a buscar oro por el pueblo
y templos que en él había, que según su grandeza y ornato, daban
bien a entender y conocer la particular religión que en la gente y
señor de aquella tierra había.
«Entre los otros templos había uno de extraña grandeza j
ornato, que decían los indios ser dedicado al dios Remichincha-
gagua, a quien veneraban mucho con sus ciegas supersticiones e
idolatrías.
«Este santuario, andando dentro ciertos soldados con lumbre
encendida a buscar oro, porque era muy lóbrego y oscuro, por
defecto de no tener lumbre por donde la claridad pudiese entrar
y dar luz, y ser la puerta tan pequeña y baja, que entraban abaja-
538 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
dos, o como suelen decir, a gatas, por descuido de los que con la
lumbre andaban dentro, vino a encenderse el fuego, de suerte que
no se pudo atajar ni remediar, porque como toda la cubierta era
muy seca, de pajas, hízose más irremediable el daño, y así fue
consumido del fuego, pero no en tan breve tiempo, como se pu-
diera consumir otra casa de más fuertes materiales, porque como
certifican los antiguos que lo vieron y se hallaron presentes, que
tuvo el fuego en él sin acabarse de consumir por más tiempo de
un año, y la causa de durar tanto el fuego, dicen haber sido la
mucha paja que sobre sí tenía, que conservaba después de que-
mada el fuego de los maderos gruesos que debajo de esta ceniza es-
taban. Aunque la gente del pueblo se había alzado y llevado con-
sigo sus riquezas, todavía los soldados hallaron algún oro sobre
algunas sepultaras de muertos y en el suelo de algunos templos,
de lo que por no mirar en ello habían dejado; y de estos rezaga-
dos mendrugos se juntaron en este pueblo casi seiscientas libras
de oro; y depués de haber estado en este pueblo de Sogamoso el
general, y visto que no podía ser habido Sogamoso por no haber
quien lo llevase ni guiase adonde estaba, dio la vuelta al pueblo
de Tunja, por la propia provincia de Duitama por donde antes
había pasado.»
Fray Pedro Simón, en la noticia segunda, capítulo xxvi, así
como el ilustrísimo señor Fernández Piedrahita, en el libro v, capí-
tulo v, dan a entender claramente que antes de llegar al pueblo y
cercado principal del cacique de Sogamoso había un campo raso y
ameno como para presentar batalla. Y en aquella época de la con-
quista en que los pantanos que formaba el río eran tan grandes, que
por ejemplo eu Bonza se formaba una isla en lo que es hoy terreno
enteramente seco, al lado de la carretera central, en los alrededores
del Sogamoso, al tiempo de la conquista, la parte utilizable en
aquella época del año (mes de septiembre), tenía que ser el sitio
en donde hoy está la ciudad de Sogamoso.
Agrégase a esto la humedad del suelo de la ciudad actual,
circunstancia enteramente desfavorable para la conservación de
los edificios indígenas, todos de madera, y sabiendo el empeño
que los indígenas ponían en que sus construcciones religiosas al-
canzaran la mayor duración posible.
En estos días leí, no puedo precisar por el momento la cita co-
rrespondiente, que el adoratorio o templo principal de Iraca tenía
tres puertas sobrepuestas; como esto no puede suponerse que se hi-
ciera fabricando la puerta segunda o tercera a manera de ventana-
hay que admitir que la edificación se hizo a imitación de las pago,
das chinas o japonesas, es decir, construyendo un cuerpo de edi-
ficio como primer piso, de bastante extensión sobre el suelo, pero
de de muy poca altura y con su techo correspondiente, apoyado
sobre un segundo cuerpo central, de radio menor, pero sí de ma-
yor altura que el primero; y este segundo cuerpo tendría a su vez
apoyado el maderamen sobre la tercera construcción, que sería la
central y de mayor altura y solidez. Creo que así se puede expli-
TEOIPLO DKL SOL 539
car por una parte el reducido diámetro de la circunferencia que
forman las sepulturas visibles a flor de tierra, así como vestigios
en otros pilares más separados, pero siempre simétricos con el
punto central de donde se extrajo el trozo de guayacán de que se
ha hablado arriba. Además el tamaño de los maderos, de que uni-
formemente hablan las tradiciones chibchas, que se trajeron desde
laigas distancias y a hombros de miles de hombres, no se explica
con una construcción ordinaria, por más extensa que se la quiera
suponer; pues obras de esas las había en Tunja, y sin embargo no
llamaron ia atención de los conquistadores como el templo de
Iraca.
Finalmente, creo que la comisión que recientemente ha
nombrado el gobierno para este objeto, dirá la última palabra so-
bre ia cuestión esencial de este informe, que es la localización del
famoso santuario muisca.
Dios guarde al señor presidente, Coya Leónidas Piñuela, canó-
nigo, presidente del Centro de Historia.
Tunja, marzo de 1924.
Señor ministro de Instrucción y Salubridad públicas. En au
despacho.
En virtud de la resolución número 80, del 14 del actual, dic-
tada por el ministerio al digno cargo de usted, los suscritos, el
primero en su carácter de director del Museo nacional, nombrado
por ei gobierno; y el segundo, como representante de la Acade-
mia de Historia, designado unánimemente por este dqcto insti-
tuto, integraron la comisión arqueológica constituida con el fin de
informar al gobierno de si las excavaciones que se están haciendo
en la ciudad de Sogamoso realmente se practican en el sitio en
que se alzaba el templo del sol, el más célebre de ios adoratorios
que tuvo la nación chibcha en remotas edades.
La comisión designó al joven Juan Manuel Arrubla como
secretario ad honor em, y el viernes 21 del preséntese trasladó a
Sogamoso para llenar su encargo. Allí encontró, desde el primer
momento, el apoyo eficaz y entusiasta del señor prefecto de la
provincia, del señor alcalde de la ciudad, del señor cura párroco
y de gran número de vecinos respetables e influyentes.
En la mañana del siguiente día los comisionados oficiales,
acompañados por el prefecto y el alcalde y por enorme multitud
de ciudadanos pertenecientes a todas las clases sociales, se dirigie-
ron al sitio en donde, de tiempo atrás, se venían efectuando las
excavaciones.
Ei terreno, hoy de propiedad del señor Francisco Izquierdo,
mide aproximadamente fanegada y media; está situado al pie de
la colina de Santa Bárbara, al oriente del barrio popular de Afth-
thacá, lugar en donde debió estar la primitiva población indígena;
y, a la entrada de la parte del valle conocida con el misterioso
nombre de Monquirá, que parece señalar el éxodo del pueblo
chibcha, en épocas remotas, difícil de calcular.
540 BOLETÍN DK HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Por las exploraciones y observaciones que practicamos sobre el
terreno y por los informes, todos contestes, que obtuvimos de
personas veraces y respetables, adquirimos la convicción de que
efectivamente era en ese sitio en donde estuvo construido el llamado
templo del sol. Fundamos tal convicción en las siguientes consi-
deraciones:
Los cronistas e historiadores que tratan del asunto están acor-
des en afirmar que el templo demoraba al oriente de la población
y que estaba construido con gruesas columnas de madera inco-
rruptible, traída de la región de los Llanos; que el piso hallábase
cubierto de espartillo fino; que las paredes eran hechas de cañas
entretejidas, y que tenía cubierta pajiza, como todas las edificacio-
nes de los chibchas.
También están acordes cuando aseveran que en la noche del día
en que el conquistador don Gonzalo Jiménez de Quesada entró,
con su tropa, a la antigua Suamox, en el mes de agosto del año
de 1537, el templo se destruyó a causa de un incendio que lo re-
dujo a cenizas.
Ahora bien: la situación del terreno en donde se han hecho
las excavaciones coincide puntualmente con las indicaciones de
los cronistas, y también con las vagas tradiciones que se han trans-
mitido de generación en generación.
En el ya referido lugar se han encontrado, primero ocasional-
mente y después por excavaciones intencionadas, maderos ente-
rrados a cierta profundidad y asegurados con piedras de tamaños
diferentes; todos de un mismo grosor (80 a go centímetros de
diámetro), de una madera desconocida en el valle de Sogamoso
(algarrobo o palo santo), y que es sólo propia de la región de los
Llanos, y con huellas inequívocas de la acción destructora del
fuego, el cual penetró al interior por los tejidos blandos. La cir
cunstancia de que esos fragmentos tienen la misma altura (un me-
tro, más o menos), indica que únicamente se conservó aquella
parte que estaba encerrada en la tierra, y que el resto fue consu-
mido por el fuego.
Debe advertirse que la comisión halló en sus exploraciones
un fragmento de columna, igual a los descubiertos antes. Los se-
ñores Francisco Izquierdo y Luis Becerra hicieron al director del
Museo nacional donación generosa de dos trozos de las columnas,
los cuales quedaron en poder del señor alcalde de Sogamoso,
quien los remitirá a la capital para que se guarden en aquel centro.
Hay aún más: testimonios recogidos por la comisión, que no
dejan lugar a duda, establecen que bajo las columnas se encon-
traron restos humanos; esto concuerda con el dicho del historia-
dor de la conquista, obispo Lucas Fernández de Piedrahita, de
quien son las siguientes palabras: «Al tiempo de fijar en la tierra
los corpulentos maderos para el templo, los cimentaban sobre
esclavos vivos, persuadiéndose de que fundados sobre sangre hu-
mana se conservarían ilesos.»
Asimismo existe otra circunstancia muy digna de apuntar-
se, y es la del hallazgo, en el mismo sitio de que se trata, de
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA 541
gran cantidad de objetos de oro, piedra y arcilla; caracoles; sar-
tas de cuentas, etc., que bien pudieran haber sido las ofrendas
hechas a la divinidad tutelar del santuario, que se guardaban en
alcancías o gazcfilacios. Y téngase presente que el lugar en don-
de se alzó el templo tuvo que tentar la codicia de los buscadores
de tesoros desde la época de la conquista, quienes, seguramente,
practicaron numerosas excavaciones.
Quiso la comisión reconstruir, hasta donde fuera posible, la
forma y dimensiones que hubiera tenido el templo del sol, y para
ello se sirvió de la posición que presentaban las cavidades que en
el terreno dejaron los fragmentos de columnas que se habían ex-
traído. De ese estudio se infiere que el santuario se construyó en
forma de círculos concéntricos (se determinaron tres de éstos), y
que tendría un diámetro total de unos treinta y seis metros. Una
lábrica de esa magnitud era verdaderamente colosal para la rudi-
mentaria arquitectura de los chichas y digna, por tanto, del famoso
santuario. Acaso al efectuarse más amplias excavaciones podrían
determinarse nuevos círculos en la primitiva edificación, lo cual
aumentaría el tamaño del templo. ,
Por lo que queda expuesto, la comisión tiene el honor de
proponeros:
«Adquiérase para la República el terreno en donde los chib-
chas, pueblo prehispánico el más importante de los que ocuparon
el territorio colombiano, levantaron el templo del sol; eríjase
allí un monumento conmemorativo que perpetúe la nación abo-
rigen y sea símbolo de sus tradiciones, de su civilización y de sus
infortunios.»
Bogotá, marzo 26 de 1924.
Señor ministro. Gerardo Arrubla, Carlos Cuerva Márquez.
El secretario, Juan Manuel Arrubla.
flCflDEÍDlfl nflClOnflh DE 5I5C0RIfl
Extracto de actas.
1." DE ABRIL
Son elegidos miembros de número los señores E. Otero
D'Acosta y Miguel Triana, en reemplazo de los señores Fajardo y
Rivas Groot.
Los señores Arrubla y Cuervo informaron sobre su viaje a
Sogamoso, para investigaciones relativas al templo de los abo-
rígenes.
Se lee una relación del doctor C. L. Peftuela, de Tunja, so-
bre lo mismo.
Es nombrado miembro correspondiente el señor Gregorio
Lozano, colombiano residente en el Perú.
Se acuerda pedir al señor ministro de gobierno la publicación
de los escritos históricos del señor Adolfo León Gómez.
El señor Monsalve da lectura a un nuevo capítulo sobre
refutación a la obra del señor C. Hispano.
542 BOLETÍN DK HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
15 DE ABRIL
La congregación del Sagrado Corazón participa que va a
editar una guía de Bogotá, y solicita noticias sobre la organiza-
ción de la Academia.
La junta colectora de Concepción (departamento de Antio-
quia) pide la cooperación de la Academia en los festejos para el
centenario de Ayacucho.
El capitán Frederik Arsenins, de Estocolmo (Suiza), demanda
datos biográficos de los personajes retratados en los sellos de co-
rreos de Colombia, para una obra que tiene en preparación.
El doctor José Benjamín Arteaga envía de Albán (Nariño)
una reseña del terremoto que tuvo lugar el año pasado en Cum-
bal y pueblos circunvecinos.
El teniente coronel Acebedo informa sobre la síntesis histó-
rica La venta dei Llano de Piedras^ hecha por Bollvaí en octubre ¿le
1826, escrita por el mismo señor Arteaga.
El comité del bien público de Agua de Dios remite la obra
inédita del señor Antonio Gutiérrez Pérez, intitulada Apuntes para
la histeria dá Agua de Dios.
El señor Guimaraes, encargado, de negocios del Brasil, envía
una relación sobre Bolívar y el Brasil.
Se da lectura a varias notas de academias y sociedades
científicas, en las cuales solicitan números del Boletín de Historia
y Antigüedades y volúmenes de la Biblioteca de Historia Nacional,
que faltan en sus colecciones.
I. o DB MAYO ■
El señor Otero D^Acosta significa su agradecimiento por su
elección como miembro de número.
La junta de festejos del 20 de julio solicita el apoyo de la
Academia, a fin de conseguir dos cuadros de sitios históricos, pin-
tados por el señor Tavera y que existen en el ministerio de Ha-
cienda, para llevarlos a la Quinta de Bolívar.
La misma junta solicita que los fondos destinados a la erec-
ción de un busto al sabio Mutis, se pongan a su disposición, a fin
de inaugurar la obra en el próximo mes de julio.
Se acuerda en primer debate modificar el reglamento de la
Academia, en la parte relativa a la medalla de dos miembros de
la corporación.
Los señores Arrubla y Triana presentan cada uno un pro-
yecto sobre la propiedad y conservación de los objetos arqueoló-
gicos.
'El señor Monsalve lee un nuevo capítulo de su estudio sobre
Bolívar, en el cual trata de las ideas del héroe, con respecto a las
relaciones entre la iglesia y el estado.
15 DE MAYO
La Academia americana de historia de Buenos Aires invita
al congreso internacional de historia y geografía de América y
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA 543
exposición de materiales de enseñanza que tendrá lugar en el mef
de octubre.
El señor tesorero dei xxii congreso de americanistas que se re-
unirá en Gotlemburgo (Suecia), en el presente año, avisa al secreta-
rio de la academia haber recibido su cuota de inscripción como
participante en dicho congreso y le manifiesta e^ deseo de que asis-
ta a las sesiones como representante del país.
El señor Triana manifiesta su agradecimiento por la elección
que se le hizo de miembro de número.
El director del Boletín de servicios de la asoctación del irabajéy
de Buenos Aires, solicita el canje del Boletín con aquella revista, y
expresa la conveniencia de mantener estrechas relaciones de amis-
tad entre las dos corporaciones.
El señor Monsalve lee un nuevo capitulo de su refutación al
libro Bolívar y la posteridad.
El señor Zuleta hace una lectura, en la cual examina el deba-
tido punto si el nombre del fundador de Popayán es Benalcázar o
Belalcázar.
2 DE JUNIO
La Universidad de Yale acusa recibo de vario? volúmenes de
la Biblioteca de Historia Nacional que faltaban en su colección,
y envía en canje la revista de ditho instituto.
El señor P. A. Perdomo remite tres ejemplares de la obra
sobre geografía del Huila, del señor Gabino Chaves, quien antes
de morir lo recomendó para hacer este envío.
El señor P. E. Cárdenas ofrece enviar de Tunja varios docu-
mentos inéditos sobre fusilamientos hechos por Toirá, y partidas
de bautizo de hombres notables.
El señor M. J. Forero presenta su obra Leyendas históricas
de Saníafé y Bogotá, la cual ha dedicado a la Academia.
La señorita Georgina Fletcher somete a la consideración de
la Academia un estudio sobre el escudo nacional de Colombia.
El teniente coronel Luis Acebedo participa que partirá
próximamente para Chile como agregado militar de la Legación,
y solicit las publicaciones de los académicos, a fin de hacerlos
conocer en aquella nación.
El señor Arrubla informa que ha estado haciendo averigua-
ciones sobre los restos del procer don Ignacio Herrera, los cuales
se proyecta trasladar a Cali, su ciudad natal.
Se nombra una comisión para que hable con el señor alcalde,,
a fin de que sea puesta en el costado oriental del Parque de Santan-
der la lápida sobre el general Nariño, que existe hoy en el costado
norte, por ser aquél el sitio que le corresponde.
Es designado miembro de número, en reemplazo del señor
Chaux, fallecido el año pasado, el señor Jorge Ricardo Bej araño.
Los señores Posada y Moros informan sobre el proyecto de
reforma del reglamento, con respecto a la divisa de los académi-
cos, y queda pendiente el debate para la próxima sesión.
Fl señor S. Rozo, visitador fiscal de consulados, envía de la
isla de Santo Domingo algunos datos y fotografías de las tumbas
544 BCMLBTÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
de Rodrigo Bastidas y su esposa Isabel Rodríguez., que existen ea
aquella República, así como otros documentos interesantes.
El señor Restrepo (José María) hace una lectura sobre Zípacón
y la mujer llamada la Marichuela, que vivía en tiempos del virrey
Solis.
1 6 DE JUHIO
El señor ministro de Gobierno manifiesta que vería con agrado
que uno de los números del programa para los festejos patrios fuera
el restablecimiento de ¡as cuatro columnas de! pedestal del Liberta-
dor en la Plaza de Bolívar.
El centro de estudios históricos de Bogotá participa los mó-
TÍIes y fines de su fundación y que ha comenzado la publicación
de algunos trabajos.
El doctjr García Vásquez comunica de Culi que se h-í envia-
do la solicitud del concejo de aquella ciudad relativa a los restos
del procer don Ignacio Herrera, que se desea trasladar a dicho
lugar.
El concejo municipal de Cali transmite copia de la proposi-
ción acordada sobre el asunto.
El señor ministro de Instrucción y salubridad públicas manifies-
ta el deseo de saber la opinión de ll Academia sobre la demolición
de las murallas de Cartagena.
El señor Posada participa que ha recibido del ministerio de
Industrias una comunicación en la cual se le piden algunos datos
respecto de la historia del café en Colombia, y excita a los miem-
bros déla Academia a colaborar en ello.
La junta de festejos patrios solicita nuevamente, por conducto
de la Academia, del tesjrero de la junta de! año anterior, las su-
mas que estén en su poder con destino al monumento de Mutis.
Es designado el señor Restrepo (Martín) para contestar el
discurso del doctor Marroquín el día de su posesión como miem-
bro de número.
El señor Restrepo (Ernesto) participa de Sevilla que ha encon-
trado al fin un retrato de Rodrigo Bastidas, así como documentos
importantes sobre este conquistador. Da cuenta además de que se
propone hacer colocar una lápida en aquella ciudad en recuerdo
de Bartolomé de las Casas y que se verificó ya una reunión para
llevar a cabo este proyecto.
Se aprueba una proposición para aplaudir los trabajos de
dicho señor y expresar el deseo de que permanezca algún tiempo
más en dicha ciudad, donde presta valiosos servicios a nuestra
historia.
El señor Zuleta hace una lectura sobre episodios de la medi-
cina en Antioquia.
Se leen muchas comunicaciones de sociedades, bibliotecas y
particulares que solicitan !as publicaciones de la Academia y el
entrar en comunicación con ella.
FERNÁNDEZ DE LUGO 545
FERDflnDEZ DE hUGO (1)
Don Pedro de Mendoza, habiéndose perdido otros capita-
nes, que antes fueron al descubrimiento y conquista del río de la
Plata, que en lengua de los indios se llama el Paraná, por el año
de 1535, liego a las islas de Canaria con los once bjjeles de su
armada, y allí fue socorrido con bastimentos y municiones; y
aunque llevaba 800 hombres, negoció con grandes promesas
llevar en su compañía a Pedro Benítez de Lugo, valeroso ca-
ballero, hijo de Bartolomé Benltez de Lugo, conquistador en
Tenerife, y también llevó a Lope Gallego y Miguel López Ga-
llego, hijos de Lope Gallego, conquistador en Tenerife con el
adelantado don Adolfo Fernández de Lugo, de quien era deudo, y
fue de los primeros fundadores de la Orotava; y estos caballeros
armaron a su costa tres compañías, y fletaron dos carabelas, y
concurrieron con sus personas a don Pedro de Mendoza en la con-
quista del lío de la Plata, y fueron de los primeros que allí hicie-
ron fortificación y población, resistiendo grandes peligros, ham-
bres y trabajos.
El adelantado de Canaria, don Pedro Fernández de Lugo,
continuando los grandes servicios de su padre don Alonso, por el
año de 1535, capituló con el señor emperador Carlos v, conquis-
tar en las Indias Occidentales en la tierra firme, a barlovento de
Cartagena, de mar a mar, penetrando los terrenos, reinos y na-
ciones que las habitaban; todo a su costa, concediéndosele ciertas
mercedes, de que no están remunerados sus descendientes; y con
grandes expensas hizo aquella armada, y en diferentes condutas
llevó, y fue asistido con más de 1,500 hombres, y de ellos más de
los 800 fueron hidalgos y nobles, entre quienes fue Alonso Benítez
de las Cuevas, hijo de Juan Benítez (conquistador y alguacil mayor
de la isla de Tenerife, por merced particular del señor empera-
(1) De un memorial escrito en Madrid, en 1649, por Juan Fran-
cisco de Franchi de Alfaro, tomamos este capítulo que se refiere a
Fernández de Lugo, a su hijo y a otros miembros de su familia que
figruraron en los días de nuestra conquista. Hay ahí algunos datos
curiosos y desconocidos.
Franchi de Alfaro era «regidor perpetuo de la isla de Tenerife,
patricio antiguo de la República y procurador general de la villa de
Orotava,> según dice él en el encabezamiento de su escrito, y fue a
Madrid a gestiones en favor de las islas Canarias.
El memorial se imprimió entonces, pero es en extremo rara esta
publicación. Una copia manuscrita tuvo la galantería de enviar a la
Academia Nacional de Historia el señor don Francisco P. Montes de
Oca, en agosto de 1923, desde aquella isla donde reside, y de la
cual es distinguido cronista. Hemos puesto completas las palabras
que estaban en abreviatura, 3' todo en la actual ortografí»^ — E. P.
xtv— 35
546 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
dor Carlos v), y de María de las Cuevas. Y en alusión de Santa
Marta de Ortiguera (primer patrimonio y solar de la casa, y fa-
milia de Lugo, y de los que salen de ella), se llamó Santa Marta
la primera provincia que conquistó, que es mayor que España; y
por su persiga hizo grandes hazañas, y entre ellas, la que dura en
las memorias del Paso del Adelantado (i). Y entre otros lugares que
hay en aquellas tierras, está uno a la ribera del río Grande de la
Magdalena, que se nombra Tenerife, consetvando el de la isla que
conquistó su padre. Y por dos veces fabricó bergantines, con que
penetró el río Grande de la Magdalena, y sus capitanes (a costa de
dicho adelantado don Pedro), descubrieron el Nuevo Reino de
Granada y las provincias de Castilla del Oro, y conquistaron y po-
blaron hasta Santafé de Bogotá, y parte de los Muzos (en cuya
provincia hay la riqueza délas esmeraldas), y colimas; especialmen-
te donde está la población de La Palma (llamada así por la memo-
ria de la isla de San Miguel de la Palma), y llevó a estas con-
quistas el adelantado a su hijo primogénito, don Alonso Luis Fer-
nández de Lugo, y a su sobrino Fiancisco Bahamonde de Lugo
(hijo de su hermano Francisco de Lugo el bueno y de doña Leo-
nor Pereira y Lugo), y por la muerte de Francisco de Lugo el
bueno y haberse casado segunda vez doña Leonor de Pereira con
el capitán Pedro de Alfaro, obtuvo el adelantado la tutoría de
Francisco Bahamonde de Lugo. Y en tan gran conquista se gastó el
patrimonio de éste su sobrino, y todo cuanto tenía de bienes libres
el adelantado, y se empeñó sobre su mayorazgo, y cuando muiiá
en la ciudad de Santa Marta se vendieron hasta sus camisas para
pagar la gente de gueira; y en todo le asistieron muchos deudos
y caballeros, y gente honrada de las islas de Tenerife y La Palma
y de las demás islas Canarias, como consta por infoimaciones
auténticas, que están presentadas en el pleito del dozavo, y otrast
hechas a pedimento de dicho Francisco Bahamonde de Lugo, y
de oficio por la audiencia del Nuevo Reino de Granada, donde (a
costa del adelantado don Pedro, y como su auditor general y te-
niente) sirvió y obró el licenciado Gonzalo Jiménez de Quesada,
que después fue mariscal del Nuevo Reino, y últimamente tuvo
título de adelantado del Dorado, provincia confinante al mismo-
Nuevo Reino, la cual intentó conquistar e! Licenciado Jiménez de
Quesada.
Muerto el adelantado don Pedro Fernández de Lugo, prosi-
guió, con las mismas capitulaciones, su hijo el adelantado don Alon-
so Luis Fernández de Lugo, y a su costa con muchas gentes, ar-
mas y pertrechos de guerra, pasó desde España a las islas de
Canaria, de Tenerife y La Palma, llevó muchos deudos y nobles,
y de las demás islas, y de los ejércitos que en aquellos tiempos
habían militado y militaban en Europa y África, en servicio del
(1) Aparece aquí una versión desconocida sobre el nombre de
Santa Marta, pero no resulta exacta, pues tal nombre fue ante-
rior a la expedición de Lugo. Debe, sin embargo, tomarse nota
de ello— E. P.
FERNÁNDEZ DE LUGO 547
señor emperador Carlos v, condujo capitanes y soldados de mu-
cho valor y reputación, todo a su costa. Y habiendo ampliado las
conquistas del reino de Santa Marta, y perfeccionado muchas po-
blaciones de españoles, y entre ellas, además de la ciudad de oanta
Marta (que su iglesia es catedral y cabecera de obispado), pasó a
Córdoba y Sevilla (que así tienen los nombres dos poblaciones
que permanecen en aquella provincia), y lo mismo hizo en el valle
de Uparen, la ciudad de los Reyes, y añadió más gente en Tene-
rife, y pobló la villa de Las Palmas, Tamalameque, y puso en
forma de ciudad la que hoy se llama Ocaña, y con grandes tra-
bajos y hambres (hasta comer por mantenimientos las adargas co-
cidas en los morriones), penetró las montañas inaccesibles que
hay desde Ocaña a Tunja, y desde allí a Santafé de Bogotá, donde
perfeccionó aquella población, y de los primeros regidores que se
hallan en sus libros, es su primo hermano (del adelantado don
Alonso Luis) Francisco Bahamonde de Lugo, nombrándole enton-
ces Francisco de Lugo Bahamonde, cuyo patrimonio se consumió
en la conquista de Santa Marta, y descubrimiento y conquista del
Nuevo Reino de Granada, en la cual fue capitán de la guarda de
su primo (dicho adelantado don Alonso), y se halló con él en las
guerras de los panches, indios valientes y que peleaban con es-
cuadrones de picas, guarnecidos de flecheros, y aplazaban los días
de las batallas, como consta en la segunda parte de la historia que
escribió el padre fray Pedro Simón, provincial de aquel reino,
de la orden de San Francisco. Y en fin, el adelantado don Alonso
Luis Fernández de Lugo pobló la ciudad de San Miguel de To-
caima e hizo repartimientos de tierras y solares a algunos de los
conquistadores, y plantó uvas, que permanecen tan buenas como
las de España. Descubrió la mina de la Sabandija, y las de Pam-
plona y los Remedios, y otras de oro, y las de Mariquita, que lla-
man de las Lajas, abundantísimas de plata, de donde se han sa-
cado, sacan y producen grandes riquezas. Hizo otras poblaciones,
que las principales que de presente permanecen en aquel Nuevo
Reino (demás de Santafé), son San Miguel de Tocaima, la Trini-
dad, Tunja Pamplona, Meridad, Vélez, Mariquita, Ibagué, La Vic-
toria (que llaman los Remedios, donde hay minas de oro en vetas),
San Juan de los Llanos, La Palma, San Cristóbal, Zaragoza y el
Guamoco, que son del gobierno, que llaman de Antioquia, de
donde se ha sacado, saca y sacará grande acopio de oro. Inclu-
yendo, como incluyen los reinos de Santa Marta y Nuevo Reino
de Granada, y Castilla del Oro, y sus provincias (que se gobiernan
por la audiencia y cancillería real de Santafé, con un arzobis-
pado, y dos obispados sufragáneos), más tierras que tres Espa-
fias, con grandes multitudes de indios sujetos, y con las ciudades
de Cartagena, Santafé, Santa Marta y las demás referidas.
Y dicho adelantado don Alonso Luis Fernández de Lugo
(dejando con su lugar por gobernador y capitán general del
Nuevo Reino de Granada a Lope de Montalvo de Lugo, su
deudo, y de la casa de los señores de Villalba, que es el tronco
548 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
del linaje de Lugo, hijo segundo el dicho Lope de Motalvo del
Licenciado Diego Ruiz de Lugo, del Consejo Supremo de Cas-
tilla, fundador de la casa de Lugo de Salamanca, y de doña Ma-
ría de Fonseca y Solís. Y quedando también su primo de dicho
adelantado, el capitán Francisco Baharaonde de Lugo, y los de-
más capitanes y pobladores), volvió a España, y en su ausencia
se ofreció la sublevación de Gonzalo Pizarro y los que le siguie-
ron, y el virrey Blasco Núñez Vela pidió socorro al gobernador
del Nuevo Reino, y fueron la primera vez más de 50 caballeros, y
la segunda, en tiempo del de la Gasea más de 60, y entre ellos el
capitán Francisco Baharaonde de Lugo, sobrino del adelantado
don Pedro Fernández de Lugo, y primo de don Alonso Luis Fer-
nández de Lugo, y se halló en la batalla contra Gonzalo Pizarro,
como consta de informaciones hechas de oficio, y de la nómina
que está astntada en los libros de la caja real de Santafé, de don-
de (para que siempre haya memoria de los que fueron del Nuevo
Reino de Granada a tan grande acción), se les socorrió con unas
menudas cantidades de la real hacienda, como consta de las car-
tas de pago que dieron, que la del dicho Francisco Baharaonde
de Lugo es de cincuenta pesos, para ayuda a comprar un caballo,
cuando valían el que menos a más de quinientos pesos de oro.
Y no solamente fueron los referidos del Nuevo Reino de
Granada a la pacificación del Perú, sino los que llevó el mismo
licenciado de la Gasea de las islas de Canaria y Tenerife, to-
cando con la armada en aquellos puertos, y también tocó en el
de Santa Marta, y de aquella ciudad (y de los conquistadores que
habían conducido los adelantados don Pedro y don Alonso Fer-
nández de Lugo), llevó a valerosos soldados, que hicieron seña-
lados hechos en la restauración y pacificación de Panamá, que es-
taba por los Contreras, y lo mismo en las acciones y batalla del
Perú.
Sucedió al gobernador Lope de Montalvo de Lugo, capitán
general del Nuevo Reino de Granada, en estos cargos Juan Benítez
Pereira de Lugo (hermano de doña Leonor Pereira de Lugo, mu-
jer de Francisco de Lugo el bueno, hermano del adelantado don
Pedro Fernández de Lugo, hijo del adelantado viejo don Alonso
Fernández de Lugo, y padre del capitán Francisco Baharaonde de
Lugo), que salió de la isla de Tenerife (donde había nacido), y a
su costa llevó gente de guerra, pobladores y muchos criados y
caballos, y murió en el río Grande de la Magdalena, como consta
de informaciones auténticas que se hicieron en el Nue/o Reino
hace casi cien años.
El capitán Francisco Baharaonde de Lugo (habiéndole avi-
sado su primo el adelantado, que era capitán general de la caba-
llería en Alemania y Flandes, por el señor emperador Carlos v),
dejando sus comodidades que ya tenía en el Nuevo Reino de Gra-
nada y la encomienda de Soatá y regimiento de Santafé, pasó a
Flandes, y de allí a Italia, donde fue capitán de caballos ligeros
y de lanzas con dicho adelantado, con quien se halló en el so-
FERNÁNDEZ DE LUGO 549
corro de Córcega contra los ejércitos del gran turco y el rey de
Francia, a quien hicieron retirar y desamparar lo ganado en la
isla de Córcega. En esta jornada se halló también el capitán Fran-
cisco Bercácel de Lugo, cercano deudo de dicho adelantado, que
sirvió honrosamente, y nació en la isla de Tenerife, donde volvió
por primer alcaide del fuerte de Santa Cruz, con título del señor
rey don Felipe ii, por el año de 1565, y tiene muchos descendien-
tes en Tenerife y La Palma; que han continuado y continúan sus
servicios como los demás parientes, y de los conquistadores de
las islas Canarias.
Luego que se rompió la gueira con Inglaterra, el señor rey
don Felipe 11 envió al mismo capitán Bahamonde de Lugo por
gobernador y capitán general de la isla de San Juan de Puerto
Rico, donde puso las primeras defensas y soldados; y con 40
hombres, o poco más (habiendo los indios caribes de las islas de
Barlovento saqueado la población de San Germán, que llaman
Guadianilla, y llevando muchos cautivos españoles para comér-
selos, y muchos ganados), siendo los indios más de 500. los em-
bistió con tanto valor, que les mató cerca de 300 indios, y los
demás huyeron dejando la presa, y nunca más han vuelto a la
isla, donde solían hacer muchos y frecuentes daños, de cuya re-
friega salió dicho gobernador atravesado un brazo de una flecha
con yerba ponzoñosa; y por esta señal de victoria se llama aquel
puerto la Guazabara de Lugo, que es lo mismo que la batalla
de Lugo.
Habiendo vuelto a España este gran español, le mandó el
señor rey don Felipe 11 que fuese a Cartagena de las Indias por
gobernador y capitán general, donde puso en aquella plaza el pri-
mer presidio y fabricó el fuerte de adentro, que llaman de San
Felipe (que está en una laja en el agua), el cual nunca se ha ren-
dido, aunque fue entrada la ciudad por Francisco Draque, inglés,
(después de muerto el dicho gobernador), que resistió antes a
cinco urcas grandes de guerra de la reina de Inglaterra, a que se
opuso con pocos barcos, de los que llaman del trato del Tolú.
En esta facción, peleando por su persona, cayó al agua, y
aunque fue socorrido y vuelto a sus barcos, y salió a tierra, fue
tan mojado y cansado, que murió dentro de pocos días; lo cual
coníta por informaciones, cédulas reales, títulos, historias y otros
papeles auténticos.
Juan F, de Fr anchi
550 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
un PRECURSOR OhVlDflDO
EL ARGENTINO JOSÉ ANTONIO MIRALLA
Su amistad y relacioaes políticas con José M. Heredia (1).
Al doctor Eduardo Labougle,
Ministro de la Argentina.
Olvido lamentable e injusto ciérnese sobre la interesante per-
sonalidad del argentino José Antonio Miralla, uno de los precur-
sores del separatismo cubano, cuyos trabajos literarios y políticos
en esti isla, bien merecen el reconocimiento de nuestra gratitud.
Un compatriota suyo, Juan María Gutiérrez, escribió su biografía,
bastante completa, titulándola con sobrada razón üh forastero
en su patria (2), y salvo las noticias brevísimas de algunos dic-
cionarios enciclopédicos, las referencias de Vidal Morales en su
obra Iniciadores y primeros mártires, las de Menéndez y Pelayo
en su Historia de ¡a poesía hispanoamericana y los pormenores
sobre la residencia de Miralla en Bogotá, publicados en la Revis-
ta del Rio de la Plata, por el doctor Florentino González, nadie
ha hablado de aquel gallardo joven, amante fervoroso de la li-
bertad, que tan anhelosamente pusiera su inteligencia y su cívi-
ca energía al servicio de la causa emancipadora americana. De ahi
que me proponga ofrecer en estas líneas algunos detalles de su
vida, que completan el trabajo de Gutiérrez, principalmente sus
activas gestiones en pro de nuestra independencia, así como tam-
bién sus relaciones amistosas, íntimas e invariables con nuestro
gran lírico José María Heredia, puntos no bien dilucidados toda-
vía y que pueden ayudarnos a fijar, de modo claro, los ideales pa-
trióticos de Heredia hasta el año de I825, en que muere Miralla
cuando precisamente ambos habían de reunirse en Puebla de los
Angeles, para obtener de Méjico auxilios eficaces a sus trabajos
políticos.
En Córdoba, Tucumán, nació el año de 1789 — glorioso en los
fastos de los derechos del hombre — José Antonio Miralla. De sus
primeros años sólo se recuerda que ingresó en el célebre colegio
de San Carlos, de Buenos Aires, y que comenzó a estudiar teolo-
gía en 1808, abandonando antes del año las disciplinas eclesiásti-
cas. Avispado e inquieto, de talento natural, acredita, en plena
adolescencia, su carácter aventurero, pues bajo la protección de
un genovés, artífice de alhajas, apellidado Boqui, que lo adopta
como hijo, marcha al Perú en busca de la región de las minas.
(1) Del libro Lecturas Cubanas (Habana, 1924), por el galano es-
critor señor Iraizoz, tomamos este capítulo que se refiere a un ilus-
tre personaje que vivió en Colombia y que dejó aquí perdurables re-
cuerdos— E. P.
(2) Publicóse en la Revista Cubana, tomo xvii.
UN PRECURSOR OLVIDADO 551
Llegan a la ciiíflad de los reyes, en 20 de julio de 1810, y a
los dos meses escasos, el virr^ Abascal dicta un decreto de expul-
sión contra Boqui y Miralla, por acusárseles de conspirar contra
el régimen establecido. Circunstancias especialísimas del momen-
to histórico determinan la prisión de Miralla. Y después de una
corta estancia en la cárcel, logra, acaso por sus pocos años, per-
manecer en Lima, donde reanuda sus estudios. Obtiene en la uni-
versidad de San Marcos el grado de bachiller, y con este pasapor-
te, comienza a cursar medicina en el colegio de San Fernando, el
año de 1812.
«En aquel mismo año de 1812, dice Gutiérrez, encontramos
nuevas huellas del bachiller de San Fernando, en el terreno de la
literatura propiamente dicha, y con el motivo que vamos a referir.
El hijo adoptivo de Bjqui había conquistado en Lima la amistad,
la protección de un personaje, que por su titulo de conde, sus
brillantes talentos, sus altos empleos en la magistratura, sus
maneras cortesanas, su lujo y disposición, se había granjeado gran
fama tanto en el Perú, su patria, como en Madrid, en donde ha-
bía residido poi dos ocasiones con anterioridad al año que queda
señalado. Don José Baquijano y Canillo, conde de Vista Florida,
que tal era el nombre y título de aquel personaje, era miembro de
la audiencia de Lima y casi rival por su influjo y popularidad del
mismo virrey. Sus ideas liberales y su activa participación desde
años atrás en los trabajos literarios de reforma en la Sociedad de
Amantes de Lima, cuyo eco fue el afamado Mtf curio Peruano le
colocaban naturalmente a la cabeza de los hombres liberales que
no faltaban en Lima y formaban lo que podía llamarse el partido
(onst tucional , cuyas aspiraciones tendían a plantear en ambos
mundos de la monarquía española, las formas de gobierno estam-
padas en el malogrado código político dictado por las cortes. Bur-
ladas aquellas sanas aspiraciones, por las veleidades absolutistas de
Fernando vii, Baquijano y sus amigos dirigían sus esperanzas y
sus miradas hacia la princesa Carlota, y créese por algunos que
meditaron una revolución armada con el objeto de desconocer las
autoridades que gobernaban el Perú en nombre y representación
de la metrópoli. Pero si no está bien averiguado que Baquijano
llegase a levantar tan alto su pensamiento, no cabe duda de que
el conde aprovechó la ocasión que le ofrecía el nombramiento de
miembru del Concejo de Estado de la península, hecho en su per-
sona por la regencia del reino, para separarse de Lima para
siempre, y desentenderse de los compromisos que hasta allí había
contraído para con los liberales del Perú, quienes estaban desti-
nados a no ser verdaderamente libres, sino con el auxilio armado
de los independientes de Chile y Buenos Aires. La noticia de
aquel nombramiento halagó la vanidad de todas las clases de Lima.
El primero de entre sus hijos iba a ser colocado al frente de los
destinos de la patria, y los intereses del Perú tendrían desde en-
tonces un abogado interesado y elocuente en la capital de la mo-
narquía. ¡Ilusiones y nada más! Mientras tanto, la población ale-
gre e impresionable de aquella simpática ciudad, se entregó al
5S2 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
regocijo por tres días consecutivos, celebrando la promoción de
Baquijano con fiestas públicas, iluminación, fuegos artificiales y
saraos, cuya descripción escribió su' joven y reciente amigo don
José Antonio Miralla, publicándola en un cuaderno de 40 pági-
nas en 4», cuyo título es el siguiente: Breve descripción de las
fiestas celebradas en la capital de Us reyes del Perú, con motivo
de la promoción del Excelentis mo señor don José Baquijano y Ca-
rrillo^ etc. al supremo Consejo de Estado, con una regular colec-
ción de algunas poesías relativas al m smo objeto Esta breve
descripción en honra -de un conde, está dedicada al marqués
de Torre Tagle, así como fiíeron dedicados los exámenes de fisio-
logía al Excelentísimo señor don José Fernando Abascal, virrey y
capitán general del Perú. Esta es la primera délas publicaciones
de Miralla.
En unión de Baquijano emprende viaje Miralla a Madrid,
foco entonces de enconada lucha entre los partidarios de la cons-
titución y los absolutistas. Muchos americanos prominentes radi-
caban en la corte española por aquel tiempo; unos, como el conde
de San Carlos, del Perú, y Lardizábal, mejicano, ministros de
Fernando vii, al servicio del despotismo; y otros, como Vicente
Rocafuerte y Ribero, diputados por Guayaquil y Arequipa, res-
pectivamente, sufriendo los rigores y persecuciones del gobierno,
dadas sus francas ideas de progieso.
Con don Vicente Rocafuerte — más tarde auxiliar de los cons-
piradores cubanos y presidente de la república del Ecuador — se
identifica Miralla; y esa identificación le aleja de su protector
Baquijano, que se muestra paitidario del monarca y parece decidi-
do a correr la suerte de Fernando VjI, en lucha con los elevados
propósitos de los españoles amantes de la dignidad nacional.
A la inquisición, siempre al servicio de la tiranía, se le hacen
sospechosas las creencias filosóficas de Miralla, y vese obligado a
trasladarse clandestinamente a Inglaterra. Allí perfecciona sus
conocimientos en la lengua de Shakespeare, y de allí parte para
la Habana, adonde llega en 181Ó, estableciéndose como comer-
ciante en la casa San Ignacio número 6.
Su labor cultural más intensa fue en la capital cubana. El mis-
mo año de su arribo ingresó en la Real sociedad económica de
amigos del país. Y en 18 17 fue calificada de sobresaliente una
memoria suya sobre la necesidad de aumentar la población blanca
de la isla, en que hacia la siguiente proposición: «El aumento de
población blanca, en esta isla, es el establecimiento a que debe
darse preferencia, por su mayor necesidad y ventajas, y por la fa-
cilidad y oportunidad de su exeeución.v
Conquista prontamente Miralla generales simpatías en la
Habana, relacionándose con los elementos sociales e intelectua-
les mejores de la isla. El 26 de noviembre de 1818 es elegido por
aclamación secretario de la junta de gobierno de la real casa de
beneficencia, en sustitución de don Rafael O'Farrill y Arredondo,
cargo que desempeña hasta el 2 de diciembre de 1819, en que es
designado para ese puesto don José de Ibarra. Vínculos espiri-
UN PRECURSOR OLVIDADO 553
tuales indestructibles líganle por esta época a tres hombres de
fama continental y representativos de la cultura cubana: a don
Domingo Delmonte, al doctor José Fernández Madrid, colombia-
no, y a José María Heredia. Los tres se identifican en memora-
bles bregas políticas y literarias; los tres se hermanan en la cons-
piración separatista de los SpUs de Bolívar^ laborando en el secre-
to de la masonería; y los tres viven en esta ciudad por igual época
e intervienen en los principales acontecimientos públicos que se
ofrecen durante el tiempo que media entre ios años de 1818 a
1822.
Fernández Madrid, médico, agrónomo y doctor en derecho
canónico, había tomado parte en la guerra de independencia;
electo presidente de la república de Colombia, fue capturado por
los españoles y deportado a la Habana. Aquí se granjeó la con-
fianza y los afectes, hasta de los peninsulares integristas, por su
caballerosidad y dotes intelectuales. Y con Miralla se compenetra
de tal modo, que Gutiérrez da esta sensación de la vida que ambos
hacían: «En horas en que el atractivo de la hamaca, de la bana-
dera o de la indolente siesta, derramaban sueño y silencio sobre
los vecinos de la Habana, heridos de lleno por el sol del trópico,
deponía el doctor su bastón de borlas, el comerciante cerraba su
caja y dando de mano a las tareas serias, incluso las de la redac-
ción del periódico político, evocaban las musas ligeras, y se daban
de todo corazón a la esgrima de las agudezas sazonadas con la
rima y el consonante, los cuales cuando son fáciles y oportunos,
levantan el relieve de las obras de imaginación. Miralla era la
inspiración; Madrid quien devolvía en versos suaves, naturales y
espontáneos, como hebras de seda de un hermoso capullo que se
devana, las ideas sugeridas por el amigo. Bastaba el más mínimo
toque a aquellas dos cuerdas simpáticas para que produjeran el
mismo sonido y la misma armonía; y sobre tema cualquiera, al
parecer trivial, elevaban un canto digno de conservarse entre las
más selectas inspiraciones del ingenio sudamericano.»
No de tan subido valor, pero sí demostrando fáciles disposi-
ciones, se consagraban a las musas aquellos dos espíritus inquie-
tos, a pesar de recomendar Miralla a su compañero:
No más el tiempo en versos malgastemos
Porque a la sombra del laurel de Apolo
Coronados y hambrientos moriremos.
Un acontecimiento histórico, curioso por demás, ha de unir
ahora el nombre de Heredia con los de Fernández Madrid y Mi-
ralla. Los conspiradores separatistas aprovechaban la división
entre los propios peninsulares y ayudaban, desde luego, a los par-
tidarios del régimen constitucional: eran los avanzados, y a ellos
se inclinaban. Llega a la Habana la noticia de que Fernando vil
había jurado la cartn fundamental de 1812, y ocurre el motín de
la Plaza de Armas (15 de abril de 1820). Dos oficiales del regi-
miento Cataluña, al frente de su tropa, obligan al capitán general^
Cajigal, a salir, casi en paños menores, a los balcones de palacio
554 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
para prometerle a la multitud que él también juraría el preciado
documento y lo implantaría en la Isla, Corre la versión de que
los partidarios de la independencia absoluta de la isla aprovecha-
rían el movimiento para separar a Cuba de España. El alcalde
de la Habana, en esa fecha den Carlos de Castro Palomino, orde-
na la formación de un proceso al licenciado Pedro de Alcántara,
asistido de su escribano Miguel García Alayeto, Del proceso no
resulta nada; y en el Diario del gobierno constitucional de la Habana,
lunes 15 de mayo de 1820, aparece un dictamen y decreto de or-
den del alcalde, sobreseyendo la causa, y dirigiéndose a los habi-
tantes de la capital les participa que pueden vivir tranquilos por-
que la acción de los perturbadores ha de ser ineficaz para separar
la isla del dominio español.
Sin embargo, oficialmente se reconocía la existencia de per-
turbadores. ¿Quiénes eran esos perturbadores? José María Here-
dia, testigo presencial de los hechos, no ajeno ya a los trabajos
secretos del indeciso movimiento, compone su oda a España libre;
desborda su entusiasmo en admiraciones altisonantes por el triun-
fo de la libertad, y dice:
Y aquesta exclamación noble y sagrada
Derramando doquier contento y vida,
De la fama en las alas conducida
Suena en Asia y América preciada,
Y doquier que se adora el nombre ibero:
La Habana fue quien la aclamó primero.
¡Gloria eterna a mi patria! ¡honor al suelo
Que me viera nacer! honor a Ponce,
A Miralla, Valdés, Madrid y Tanco,
Que sus glorias alzando al alto cielo
De O'Dail, Quiroga y de Giral y Riego
Las ínclitas hazañas celebraron,
Y arrebatadas del divino fuego
Con entusiasmo ¡Libertad! clamaron.
Que el motín debió alcanzar proporciones que los diarios ofi-
ciales no acreditan ni reconocen, y que el ascendiente de Miralla
entre la multitud enardecida fue notable, lo sugiere un soneto de
Fernández Madrid, publicado en el tomo de sus poesías, junto
con un Ditirambo a la memoria de Porlier y Lacy y una oda a la
restauración de la constitución española, que dice así:
Al ciudadano Miralla ^ con motivo de haber sosegado el furor del
pueblo el día z5 de abril de 1820.
¿Visteis alguna vez del mar airado
Encresparse las olas agitadas.
Cuando de opuestos vientos contrastadas
Bramando sin piedad se han levantado?
Ya descienden de un cielo encapotado
Las centellas por Júpiter lanzadas;
Ya no atiende a las velas destrozadas
El marinero absorto y consternado.
Sale Neptuno, empuña su tridente;
UN PRECURSOR OLVIDADO 555 .
Sosiéganse las olas del Océano,
Y la calma renace de repente.
Imag-en de ese mar fue el pueblo Habana
Y de Neptuno el joven elocuente,
Que aplacar supo su furor insano.
En este mismo año de 1820 publicó Miralla dos folletos sobre
asuntos de candente actualidad, replicand) a un manifiesto del
doclor Tomás Romay, que respiraba fuerte olor a españolismo.
Tituláronse así: Observac'ones políticas; su auior^ don José An'o-
nio M rallx. Habana, imprenta de don Pedio N. Palmer, 1820,
cuatro páginas en actavo. Anáhs'S del pnpsl t.tulado Lo más y lo
menos, su autor, dn Jié Amonio M ralla. Habana,, imprent.i de
Palmer e hjos (sin año), veinte páginas en cuarto.
Y el 3 de junio de 1820 con el doctor Fernández Madrid y el
poeta colombiano Vargas Tejada, comenzó a publicar la revista
El Argos, de carácter literario y político, cuya vida terminó el 5
de marzo de 182 1 (i).
En 1822 imprimió en la Habana también un volumen de 241
páginas, en octavo (Imprenta Fraternal), con la traducción de las
Ultimas cartas de Jacobo Ortts, de Hugo Foseólo, que tituló Mira-
lla Ultmas carias de Jacobo Dortis; obra novelesca de poco va-
lor, muy parecida al Werther, y sólo digna de mención por la pin-
tura de la sociedad de su tiempo y por sus alusiones políticas y
fiera invectiva, que le dieron extraordinario interés. Don Domin-
go Delmonte, en su revista Za Moda — tomo primero, año 1829 — pu-
blicó un juicio crítico sobre dicha traducción, en que advirtió .
algunas construcciones exóticas y pasajes mal entendidos o débil-
mente trasladados. Y Menéndez y Pelayo, en cambio, observa
que «Miralla hizo dos traducciones muy notables: las de las cartas
de Jacobo Ortis, de Hugo Foseólo, donde los pasajes de Dante y
Alfieri, que Foseólo cita, están puestos en verso castellano con no-
table propiedad y acierto; y la literarísima versión, casi improvi-
sada, que en 1823 hizo de la elegía de Tomás Gray Enel cernen-
tcrio de una aldea, hecha verso por verso.» Indudablemente muy
ceñida al original, y algo seca por su escrupulosidad como traduc-
tor. Gutiérrez observa que «las dos obras principales a cuya tra-
ducción se contrajo Miralla, demuestran que en el fondo de su
carácter, aparentemente tan jovial, existía una gran predisposición
a la melancolía, que le llevaba a preferir en las literaturas extran-
jeras las producciones que se han llamado del género romántico.
Es verdad que la novela de Foseólo respira por todas sus pági-
(l) Nos permitimos una ligera aclaración. Vargas Tejada co-
laboró en Bogotá en el periódico El Constitucional, redactado por
Miralla; pero no estuvo nunca en la Habana. Tal vez pudo también
ayudar a Madrid cuando publicó El Algos, en Bogotá, en 1815,
bien que entonces estaba muy joven. Ese periódico lo fundó Madrid
en Cartagena (1812) con Rodríguez Torices; luego lo editó en Tun-
ja (1813); después en Bogotá (1815), ayudado por Castillo Rada; y
por último, en la Habana, en asocio de Miralla — E. P.
556 BOLETÍN Dtó HISTORIA Y ANTIGUIiDADES
ñas el sentimiento de la patria, las aspiraciones a la libertad y lo»
dolores de la servidumbre política, y que esta circunstancia puede
explicar la simpatía del traductor hacia ella. Sin embargo, su elec-
ción no parece del todo acertada, pues Ortis es un personaje de la
enfermiza familia de Werther, a quien vencen moralmente los con
tratiempos y la desgracia hasta precipitarle en la demencia del
suicidio.»
Miralla, que dominaba el francés, el italiano, el latín y el in-
glés, daba clases a Heredia de este último idioma; nuestro gtan
poeta, arrebatado por huracán imprevisto de los risueños carrípos de
su patria a las márgenes nebulosas del Uudson, quiso penetrar en
los misterios del genio sombrío de la vieja Albión y tradujo el poe-
ma de Osiam, La batalla de Lora (1824), dedicándolo, en señal de
gratitud, al amigo y maestre, en estas líneas afectuosas:
«Procritos ambos tenemos algo de común en nuestra suerte. Si
atravesando los centenares de leguas y las olas del océano que
nos separan, llega a tus manos este cuaderno, di: aún dura mi
amistad en el corazón de José María Heredia.»
Hasta 1822 Miralla reside en la Habana. Cada vez más com-
prometido en las labores separatistas, aprovechó la facilidad que
le brindaban sus negocios mercantiles para emprender un viaje a
los Estados Unidos y ponerse en relación con los cubanos que
allí trabajaban por la independencia. Que el móvil de su ausencia
de Cuba obedece a los planes de los conspiradores, lo acredita su
indiscutible participación en los trabajos secretos de los Soles de
Bolívar y su entrevista con Tomás JefTerson. Pocos meses después
de su partida el gobierno españ'.;l descubre la conspiración, y en-
tre los delatados aparecen José María Heredia y José Antonio Mi-
ralla. Heredia se esconde en una finca de las cercanías de Matan-
zas, y despué'T huye a los Estados Unidos. A Miralla se le declara
en rebeldía, y a los dos «se les manda aprehender y a embargar sus
bienes,» participándoseles a todos ioscapitanesde los partidos judi-
ciales que investiguen su paradero y «den cuenta cada ocho días de
las diligencias que hubiesen practicado.» Todavía en 1828, trea
años después de muerto Miralla, las autoridades judiciales lo bus-
caban por la isla, y su nomNre aparecía constantemente en el pro-
ceso por conspiración. En Norte América, Heredia y Miralla
continúan sus trabajos separatistas; y aquéi se cartea constante-
mente con don Domingo Delmonte, encausado también en los
Soles de B o litar.
Sólo Fernández Madrid, que sostenía continua corresponden-
cia con don Andrés Bello, logró alejar el recelo de los gobernan-
tes de la metrópoli y permaneció en Cuba hasta el arlo 27. Tiem-
po después, en Londres, representando a su país, escribió verda-
deras diatribas contra los españoles, quizá no tanto porque sintie-
ra odio hacia ellos como para que sus compatriotas olvidaran la
conducta tímida que observó al ser apresado el año ló.
Al llegar Miralla a los Estados Unidos toca primero en Nue-
va Yoik. Allí encuentra a su camarada y compañero de bregaa
UN PRECURSOR OLVIDADO 557
constitucionalistas don Vicente Rocafuerte, que desde su estancia
en Londres no veía, y lo pone en. relación con el grupo de cuba-
nos emigrados mantenedores del ideal republicano, principalmente
con el Lugareño e Iznaga. Después marcha a Boston, donde se
hace amigo del eminente hispanista Ticknor; y se enamora de una
muchacha de Virginia, amores fugaces sin mayor trascendencia.
Por este tiempo, Tomás Jeíferson, tercer presidente de los Estados
Unidos, aunque ya contaba ochenta años de edad y vivía en su
retiro de Monticello, dirigía la diplomacia de Washington, y su
voz y su consejo, como el de un patriarca reverenciado por todos,
de continuo se solicitaba en los difíciles problemas internaciona-
les. Con Jefterson se entrevistó Miralla para tratar de los asuntos
cubanos.
Dos graves cuestiones se debatían, y altamente preocupaban
a los estadistas de Washington: el reconocimiento de las nuevas
nacionalidades hispanoamericanas y las reclamaciones rusas sobre
las costas del Pacífico. Preocupaba además extraordinariamente a
Jefferson, ia preponderancia inglesa tn América, su creciente in-
fluencia por la simpatía que supo conquistarse entre los pueblos li-
berados del continente del sur. Sólo habían transcurrido ocho años
de la segunda guerra de independencia, y Jeñerson concedía im-
portancia vital a una posible agresión británica en Cuba, en cuyo
caso debería sobrevenir nueva contienda entre Inglaterra y los
Estados Unidos. Desde otro punto de vista, atemorizaba al esta-
dista norteamericano que si en Cuba surgía una fuerte insurrec-
ción, capaz de derrocar el dominio de España, quizá la población
negra, tan numerosa en aquella fecha, se adueñaría del poder, y al
repetirse el caso de Haití, veía en ello un grave peligro para la
organización social de la Unión Americana, máxime cuando el
problema de la esclavitud alboreaba en la política yanqui con
carácter virulento. En tales circunstancias, y bajo la presión de
esos recelos y prejuicios, celebróse la entrevista entre Jeíferson y
Miralla, a la cual concede Callaban en su estudio Cuhand and In-
ternacional Rclationt^ especial significación. Cuando en el gabine-
te de Washington — 15 de marzo de i82¿ — el presidente Monroe y
su secretario de Estado Quincy Adams, previa consulta a Jeffer-
son, consideró la posibilidad de que Cuba cayese en manos de
Inglaterra, pareció una hábil solución provocar una alianza anglo-
americana para garantir el dominio de España en Cuba; pero al
informarle Miralla a Jefferson el verdadero estado del espíritu pú-
blico en la isla, y los genuinos sentimientos de sus habitantes que
nunca solicitarían, ni aceptarían, mansamente, una dominación
británica en vez de la española, cambió de opinión el ex-presi-
dente, y consideró entonces alejado el conflicto por el momento,
y a los Estados Unidos capaces por sí solos de impedir el predo-
minio de Albión en el golfo de Méjico, y desistió de llevar adelan-
te el convenio de alianza en que primero hubo de pensar.
Fue larga esa conferencia, y en ella Miralla expuso los propó-
sitos de los conspiradores nativos, que no se creían suficientemen-
te fuertes para acometer la magna empresa de libertar a Cuba
558 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
merced a sus recursos propios y que planeaban solicitar el auxilio
de las armas de Colombia, primero, y de Méjico, después, para
borrar totalmente en América el gobierno colonial español.
Con seguridad estos planes no fueron muy del agrado de
JefFerson, dispuesto a «garantizarla independencia de Cuba contra
todo el mundo, excepto España,» y más que nada porque era su
deseo ferviente — y asi lo hizo público luego — anexar la isla de
Cuba a su patria por estimarla como la continuación propicia de
la punta de la Florida, y creerla conveniente para el desarrollo
de la Unión y resguardarla del hipotético adversario que quisiese
situarse en sitio tan estratégico y tan cercano a sus costas. Fue-
ra por este pensamiento de Jeíferson, producto de su profunda
meditación sobre el problema antillano, o fuera la actitud de la
Santa Alianza, que hubo de provocar la protesta de Monroe, en
su mensaje del 2 de diciembre de 1823, donde se contiene su
discutida doctrina, el hecho cierta es que la obstrucción vigorosa
y tenaz de los Estados Unidos impidió el desarrollo del proyecto
emancipador de Bolívar, y convirtieron. en ineficaces todos los
trabajos de les patriotas cubanos, a quienes secundaban, identifi-
cados en sus anhelos, sus hermanos del continente como Vidau-
rre, Roc&fuerte y Miralla.
En el cuarto que ocupaba el Lugareño en Nueva York se
reunían constantemente Antonio Abad Iznaga, Aniceto Iznaga^
José Agustín Arango, Fructuoso del Castillo, Miralla, Rocafuerte,
el matancero González y el peruano Vidaurre, que luego fue pre-
sidente del congreso de Panamá. De allí brotó la idea de pedir
el concurso de las armas de Colombia para libertar a Cuba. Se
acordó enviar una comisión compuesta por Miralla, el Lugareño,
José Agustín Arango y Fructuoso del Castillo, presidida por José
Aniceto Iznaga, que debía entrevistarse con el general Santander,
en Bogotá, vicepresidente de la República, que a la sazón ejer-
cía la jefatura del poder ejecutivo, por encontrarse Bolívar en la
campaña del Perú. Después de un largo y penoso viaje en la gole-
ta Midas, la comisión llegó a la Guaira a fines de 1823. «En la
Guaira conocieron al general Antonio Valero, de Puerto Rico,
que había renunciado a seguir las banderas imperiales de Iturbide
y ofrecido su espada a la república de Colombia, que rícono-
ció en su ejército el grado y empleo que había tenido y ganado
en el de Méjico. Valero anhelaba llevar a cabo, con elementos
del ejército Libertador, la independencia de su isla natal, y puesto
al habla con los comisionados de la tertulia de Filadelfia, que la
constituían los emigrados cubanos e hispanoamericanos en cas^
de Bernabé Sánchez en esa ciudad, convino en hacer causa co-
mún con ellos. En las conferencias que antecedieron a este pacto,
el argentino Miralla llevó siempre la palabra, y ya asociado a
Valero, se trasladaron en un buque de guerra que el gobierno les
dispuso, ai puerto de Maracaibo, desde donde se encaminaron a
Santafé de Bogotá. En Caracas conoció la comisión las dificul-
tades que tendría que vencer para avistarse con Bolívar, que se
hallaba empeñado en la guerra que libraba en los campos del Perú,
UN PRECURSOR OLVIDADO 559
y acordó por su consecuencia que José Agustín Arango siguiese a
avistarse con el Libertador, continuando ellos su peregrinación a
Bogotá, en donde el vicepresidente de la República, general San-
tander, Restrepo y otros personajes, los acogieron con la mayor
cordialidad, lamentando que la campaña transandina impidiese toda
acción eficaz en Cuba y Puerto Rico. En aquellos días (principios
de 1824) Bolívar reclamaba de Colombia refuerzos y recursos, y
poco después circuló impresa la noticia de que España, agradecí-
da a Francia por los servicios del duque de Angulema, iba a ce-
derle o venderle la isla de Cuba. Alarmados los comisionados, re-
solvieron que Miralla, Valero y Castillo permaneciesen en Bogotá,
esperando noticias de la misión de Arango y del resultado de la
guerra de independencia del Perú, y que Iznaga (don Aniceto) y
Betancourt Cisneros regresasen a los Estados Unidos para cono-
cer la opinión y actitud de su gobierno ante el anunciado proyec-
to de la venta de Cuba» (1).
Inútiles resultaron al fin los viajes y gestiones de los patrio-
tas José Aniceto Iznaga y Arango para obtener la cooperación del
Libertador, como es bien sabido. Bolívar, una vez que terminó su
campaña en el Perú y í^ofocó la revuelta de Bustamante, viose
imposibilitado de iniciar la última guerra con España, debido a la
actitud contraria de los gobiernos de los Estados Unidos e Ingla-
terra, impidiéndosele así llevar a cabo la liberación de Cuba y
Puerto Rico.
En Bogotá hubo de permanecer un año y meses Miralla,
cumpliendo cuantas comisiones los patriotas le encomendaban.
Mermada su modesta fortuna tuvo que emplearse como profesor
de idiomas en el colegio nacional de San Bartolomé; y por este
tiempo fueron sus desposorios con la señorita Eloísa Zulueta, con
quien tuvo una niña. Fructuoso del Castillo, que prefirió quedarse
también, sentó plaza en el ejército de Colombia (2).
El auxilio militar de una de las repúblicas del continente,,
apoyo material y moral que viniera a robustecer la confianza en
la dura empresa, se estimó a medida que mejor se conocía por los
patriotas del exterior la situación de Cuba, como una necesidad
imperiosa, sin satisfacer la cual no se lograría mover la opinión de
emigrados y habitantes de la isla en sentido favorable a la causa.
Los conspiradores, al mismo tiempo que acudían a Bolívar, por
medio de sus incansables Iznaga y Arango y que esperaban del
congreso de Panamá consecuencias provechosas, se dirigían tam-
bién a Méjico en petición de apoyo. Tanto el presidente Guada-
lupe Victoria, amigo y protector de Heredia, como el general
Santa Ana, gobernador de Yucatán, pública y ostensiblemente
secundaron el separatismo cubano.
(1) Iniciadores ' y primeros mártires de la revolución cubana,
Vidal Morales,
Í2) El verdadero nombre de la esposa era Elvira; au hija fue la
inteligente dama doña Elena Miralla, bien 'conocida en Bogotá,
donde murió hace unos treinta años — E. P.
560 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Se creyó por un momento que si los Soles de Bolívar no po-
dían alumbrar loa días de la redención, el Águila Negra «el Águila
de los aztecas remontaría su vuelo majestuoso sobre la antigua
Cubanacán,» y con su fuerte pico y sus rudas garras abatiría el pa-
bellón de España de los últimos mástiles donde se empinaba en
América. ¡Efímeras ilusiones!
Compenetrado Miralla de los nuevos planes de invasión de
la isla, y relacionado con los diversos grupos conspiradores, estimó
necesario su viaje a Méjico, único refugio ya para las esperanzas
de los patriotas. Y en julio de 1825, en unión de su esposa y de
su hija, de pocos meses de nacida, embarcó en una goleta inglesa
rumbo a puerto Alvarado.a doce leguas de Veracruz. Poco des-
pués, en Veracruz, fae recibido con vivas muestras de simpatía
por los emigrados revolucionarios, y muy principalmente por sus
fieles amigos don José Ignacio de Basadre y José Joaquín Calvo.
De Veracruz fue ajalapa, y allí contrajo unas fiebres malignas, que
comenzaron a minar su organismo. Con la esperanza de vencer
el mal al influjo de la temperatura fresca, continuó su camino has-
ta Puebla de los Angeles, en donde debía de reunirse con él José
María Heredia, a fin de realizar ciertas gestiones cerca del presi-
dente Guadalupe Victoria. Tres días antes de que Heredia lle-
gara (i), el 4 de octubre del mismo año y a los treinta y cinco de
edad, agobiado por la estrechez económica, en brazos de su joven
compañera, se apagó la llama de su vida. En sus últimos momen-
tos dijo estas palabras, que la dulce esposa — flor que perfumara sus
postreros días — recogió como el mejor legado para su pequeñuela:
cNo me acuerdo de haber causado mal a ninguna persona en
mi existencia. A nadie he engañado; siempre me indignó la men-
tira y no la admito ni aun en chanza.»
Así fue la vida y a^ fue la muerte del cultísimo y simpático
argentino que consagró sus energías, su entendimiento y su cau-
dal a la independencia cubana, rendido amante de la libertad en
todas las latitudes de América y precursor fervoroso de nuestros
ideales patrios.
Antonia Iraizot
CORRECCIÓN
En el artículo Apostillas^ página 531, línea 35, dice: El asunto
despertó interés parientes y relacionados y un joven Escobar empren-
dieron el viaje. Corríjase: El asunto desperfó interés entre parientes
y relacionados; y un joven Escobar emprendió el viaje.
(1) Heredia en una carta a Silvestre Alfonso cree que la igno-
rancia de los médicos de Puebla de los Angeles fue causante de la
muerte de Miralla,
COMUNICACIÓN 561
comunicflcion
Bogotá, 28 de julho de 1924.
Señor doctor Eduardo Posada.
Cumpro aqui o prazemso dever de testemunhar-lhe o meu
profundo agradecimiento pela versáo castelhanada communicagáo,
ora gentiimente publicada, que, sobre Bolívar e o Brasil, tive a
honra de dirigir á douta e conspicua Academia de Historia da
Columbia. N'essa versáo, o meu caro e illustre amigo desmentiu
o proverbio - ttadutiorc tradiiare, porque Ihe grangeou um relevo
novo, que nao se encontra no original portuguez.
Esta communica9áo constitue, em verdade, um esbo9o de
obra futura, na qual, sob un ponto de vista brasileiro pretendo en-
carar a epopéa bolivariana, em suas mal conhecidas conexóes con
o Imperio. Tive a fortuna de desvendar um ponto qui9á inexplo-
rado, e d'alta significa5ao: o sonho dos republicanos brasileiros de
1824, que mandaram o meigo e infeliz Natividade Saldanha como
emissario secreto junto a Bolívar, a captar o apoio do Grande Li-
bertador á causa frustrada em Pernambuco pelas armas imperiaes.
Como se vé, é campo aberto a pesquizas e conjecturas bem inte-
resseantes, e oxalá logre devassal-o sem troperos.
Quiera o meu amavel e bondoso amigo acceitar um cordeal
aperto de máo do muito seu,
Argeu Guimaráes
REflhES CEDUhflS
Las relaciones de las hazañas de los conquistadores, la des-
cripción de sus descubrimientos y las crónicas de la vida colonial
son ciertamente instructivas. Ellas nos muestran el espíritu caba-
lleresco de paladines que después de lucha tenaz con el islamismo,
vinieron a implantar la fe en medio de tribus bárbaras o a buscar
soñados tesoros que su país, exhausto de dinero, no podía propor-
cionarles. Nos enseñan la topografía del terreno, llevándonos, paso
a paso, tras las huestes atrevidas que se internaban en el corazón de
nuestro país, venciendo a los naturales, destruyéndolos muchas ve-
ces, y fundando, aquí y allá, poblaciones que fueron el núcleo de
donde se fue expandiendo una nueva civilización. Nos dicen de
las costumbres de los primeros pobladores de raza blanca y cómo,
mezclándose con los primitivos habitantes, fueron formando, con
el transcurso del tiempo y bajo influencias especiales de clima y de
lugar, una nacionalidad distinta de la conquistadora y de la que
subyugaron con el evangelio, con el arcabuz, con su sonoro idio-
ma y con su policía,
JPero estas narraciones nada nos dicen del gobierno implanta-
do por la metrópoli para atender a la conservación y propagación
xtv— 36
562 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
de los naturales, para atemperar los abusos de los gobernantes y
encomenderos y para regir los destinos de sus colonias. El cono-
cimiento del sabio código de las Leyes de Indias también es insu-
ficiente para adquirir este conocimiento, pues diariamente se pre-
sentaban casos no previstos en él o mudanzas exigidas por los
cambios de circunstancias, y había que corregir o enmendar lo he-
cho y dictar nuevas disposiciones. Esto lo hacían los reyes por
medio de cédulas o cartas reales. La colección de las cédulas
dictadas para el Nuevo Reino de Granada y sus provincias nos dan
la clave completa del modo como fue gobernado nuestro país
desde que se inició su descubrimiento hasta que se desligó de la
madre patria.
Es cierto que los gobernantes muchas veces no cumplían los
reales mandatos, ya que no conviniera a sus intereses particulares
o a los de sus allegados, ya que palpando de más cerca las necesi-
dades y a veces los peligros que pudiera suscitar su ejecución de-
moraban su cumplimiento o apelaban ante el rey de su inconvenien-
cia. En el primer caso no faltaban quejas de los procuradores de
las ciudades, de los escribanos de cámara o de simples particu-
ares. Su Majestad entonces dictaba sobre cédulas ordenando el
cumplimiento de lo mandado. En el segundo caso se estudiaba el
asunto en el Real Consejo, y si parecía conveniente variar las cé-
dulas lo hacían por medio de otras, si no se ordenaba él cumpli-
miento de la primera.
Hay cédulas generales para las Indias y cédulas para el Nuevo
Reino de Granada, cédulas para los arzobispos y obispos, cédulas
para los gobernantes, para los oficiales reales y para las demás jus-
ticias, y cédulas para particulares, religiosos o seglares.
Las cédulas las podríamos llamar en el lenguaje de hoy decre-
tos reales. Encabeza la cédula el nombre del rey con todos sus títu-
los; luego vienen los considerandos, o sean las causas que la moti-
van; sigue la parte sustancial y esencial, o sea el mandato que gene-
ralmente se dicta de acuerdo con el concepto del Consejo de In-
dias. Cuando a ello hay lugar se expresa la pena que se impone al
infractor y a la justicia que no la hiciera cumplir. Termina con la
firma del secretario de Su Majestad,
Entre los muchos legajos que contienen cédulas he dado pre-
ferencia a éste (Indiferente general, estante 139, cajón y legíijo 5),
porque las que contiene son en su mayor parte de interés gene-
ral. Más tarde, si hubiere lugar, presentaré, por orden cronológico,
todas las que se dieron para la Nueva Granada, desde los prime-
ros descubrimientos hasta las reales órdenes recibidas por Gabriel
de Torres el año 1821, en Caitagena,
Presento las cédulas en extracto, poniendo en cada una la
parte sustancial y suprimiendo el encabezamiento y muchos deta-
lles y repeticiones que alargarían demasiado el trabajo y dificul-
tarían su publicación.
Ernesto Restiepo Tirado
Sevilla, febrero 20 de 1922,
ARCHIVO DE INDIAS 563
flRCB1170 DE DnDIflS
NUEVO REINO DE GRANADA, CÉDULAS REALES DESDE EL 20 DE
DICIEMBRE DE 1 536 HASTA EL 2 2 DE MAYO DE 1 58 1
I — 1536. (i) Para que se hagan casas de piedra por los enco'
menderos de indios.
Los conquistadores no se han ocupado de eilo, de donde han
resultado grandes incendios y otros inconvenientes. Manda que
todos los que fuesen de sus reinos de España y tengan encomien-
das se obliguen a hacer una casa de piedra o de ladrillo en el lu-
gar que eligiesen como asiento. En caso que no hubiere material
para hacerla, y previo aviso al gobernador, las harán de tapias.
Deberán dar principio a la edificación seis meses después de pro-
mulgada la cédula, y las terminarán en el término de cuatro años,
bajo pena de pérdida de la encomienda a favor de la real caja.
Se pregonó en Santafé el domingo 23 de julio de 1543 y ea
Santa Marta el 23 de junio de 1539.
2—1538. Madrid, octubre 20. Al doctor Venero de Leiva
Presidente de la real audiencia de Santafé (2):
Gaspar Guerrero, de nación portuguesa, hace mucho tiempo
que vive tranquilamente en esa tierra, donde quisiera perpetuarse
si no lo inquietaran mandándole que se salga de ella. Manda Su
Majestad que le dejen, y transcribe una carta remitida a Rafael Fi-
querola, gobernador de Tierra Firme y Castillo de Oro, en que le
dice: que los extranjeros que haga más de diez años que viven ea
la provincia, que tengan en ella sus bienes y estén casados coa
mujeres nacionales, se les tenga por tales. Lo mismo a los extran-
jeros que haga más de diez años que vivan allí con su mujer. Los
mercaderes extranjeros, no casados, aunque haga más de diez años
que viven en el país, se les tendrá por extranjeros. Si no fuere mer-
cader y tuviere allí su hacienda y hubiese vivido más de diez años,
aunque no fuese casado, se le considerará como nacional. Que
esta cédula se aplique a Guerrero.
3 — 1539. 3 de diciembre. Para que los encomenderos que no
estuviesen casados lo hagan en el término de tres años, con obli-
gación de llevar a sus mujeres a las encomiendas. Si no cumplie-
ren se les quitarán éstas y se pasarán a los que fuesen casados.
Los indios no son tan bien tratados y atendidos, ni instruidos ea
la fe por los hombres solteros. Para las encomiendas se haa de
preferir los que fueren conquistadores de la provincia.
Pregonada en Santafé el domingo 23 de julio de 1542.
4 — 1542. Septiembre 20. Al adelantado de Canaria, que vuel-
va y restituya, al arca de las tres llaves, las perlas que tomó en el
cabo de la VeLi.
El cabo de la Vela no estaba en jurisdicción de Santa Marta
sino de las Pesquerías. El día de San Juan fue Lugo a la posada
(1) No está expresado el día, pero debe ser el 20 de diciem-
bre, según el título— E.P.
(2) Debe ser de fecha posterior, pues Venero aún no había venido
ea 1538— E. P.
564 BOLETÍN DE fflSTORIA Y ANTIGÜEDADES
del tesorero Francisco de Castellanos, con el alcalde mayor, el
alguacil, el escribiente y varios soldados suyos y les hizo leer a ios
oficiales reales un requerimiento para que le hiciesen pagar el do-
ceavo de los quintos pertenecientes a Su Majestad, contestaron
que las ordenanzas no eran para ellos, porque eran oficiales de la
granjeria de las Perlas. Lugo los amenazó con la pérdida de sus
empleos, y se negaron a entregarle ¡as llaves. Tomando la vara de
alguacil mayor hizo jurar por fuerza al tesorero, quien contestó
que la llave estaba dentro de la caja. Lleno de ira el adelantado
la buscó en las ropas, y encontró la llave de un escritorio. Cogió
de brazo al tesorero, abrió el escritorio, y en un cajón encontró la
llave que buscaba. Para conseguir las otras dos hizo jurar por
fuerza y amenazó a los otros oficiales, los que en vista de lo que
había pasado con el tesorero, las entregaron. Don Alonso, por su
propia mano, se pagó del derecho, tomando 89 marcos 4 ochavos
y 3 tomines de perlas ordinarias; en topos, 3 marcos y 7 octavos
por derechos de almojarifazgo; 6 marcos y 3 onzas de perlas co-
munes; de la cadenilla y pedrería, «3 marcos y onzas y 6 ochavas,
y de aljófar redondo 3 ochavas.» Deberá restituir todo por inven-
tario, y si se cree con algún derecho, que lo haga valer ante el
Real Consejo (i).
Que luego volvió a exigir las llaves al mismo tesorero, y sacó
31 marcos y una onza y 6 ochavos de perlas comunes y 3 ocha-
vos de aljófar redondo y 5 onzas y 3 tomines de aljófar común y
una onza y 3 ochavoj; de avemarias, y un marco y una onza de
pedrería y cadenilla, y 3 marcos y 2 ochavos de topos; y de los
derechos de almojarifazgo 3 marees, 3 onzas, ó ochavas y 3 tomi-
nes de perlas comunes, diciendo que los tomaba por lo que de-
cía que le correspondía por su doceavo. Además de esto tomó 46
marcos, 7 onzas de perlas comunes, que valían 750 pesos, diciendo
que eran para el derecho de la Armada, siempre por cuenta del
derecho de doceavo que en adelante había de tener. Todo lo cual
habrá de devolver.
5 — 1544. Valladolid a 13 de febrero. Comisión al licenciado
Miguel Diez Armendáriz sobre delitos que se han cometido en la
provincia del Nuevo Reino de Granada.
«Lus españoles que a aquella provincia han ido han hecho e
cometido muchos e graves delitos contra los naturales della
matando grande número dellos y otros cortando las manos, todo
al fin de les sacar de oro y muchas otras cosas.» Le manda y co-
mete que haga ihformación al gobernador y a otras justicias, pre-
guntándoles por mandato de quién han cometido esos delitos y
hurtos. A los que hallare culpables que los ponga presos, y proce-
da contra ellos, y se apodere de sus bienes para desagraviar las
partes de acuerdo con las leyes. Autorízalo para imponer a los
culpables las penas que les corresponden.
(1) La. segunda parte, de aquí en adelante, lleva fecha 6 de junto
de 1543, y parece que fuera otra cédula.
ARCHIVO DE INDIAS 565
6—1544. Febrero 13. Comisión ai licenciado Miguel Diez de
Armendáriz sobre los delitos y excesos que dicen ha cometido
Hernán Pérez de Quesada en la provincia de Santa Marta y Nue-
vo Reino de Granada.
Se acusa a Hernán Pérez de haber dado malos tratamientos
a los indios, dando ocasión a que la tierra se levante, lo mismo
que por haber desobedecido a sus gobernadores especialmente a
Jerónimo Lebrón, de haber enviado treinta indios cargados de oro
por la vía del Perú para defraudar a Su Majestad, «y que por ex-
cusar el castigo se quiere venir secretamente a estos reinos.»
Manda que sea castigado en justicia. También le recomienda
que averigüe qué particulares o justicias han escondido oro o
plata para no pagar los derechos, y lo autoriza para que los apre-
henda y les confisque sus bienes, mientras se hace información
y les castigue la falta. Recomienda, como siempre, a las autorida-
des que le presten apoyo.
7 — 1544. Febrero 13. Al licenciado Miguel Diez, que si algu-
nos de los gobernadores de la provincia de Santa Marta, Nue-
vo Reino de Granada, Popayán, Rio San Juan y Cartagena, a
quien hubiere de tomar residencia, hallare que ha servido bien y
no hubiere contra él culpa notable le restituya su oficio hasta
tanto que tomada su residencia vea después lo que convenga.
Le comete y manda que vaya a las dichas provincias y te me
residencia a los adelantados Benalcázir y don Pascual de Anda-
goya, don Luis de Lugo y don Pedro de Heredia, a sus alcaldes
mayores, tenientes y otros oficiales, y haga justicia en ellos con-
forme a las leyes de sus reinos. Por el tiempo que durare la re-
sidencia hasta que sea vista por el Real Consejo les impida el
ejercicio de su oficio haciéndose cargo de la administración. Si
resultare que algún gobernador se ha manejado biea y no hubie-
re contra é! cargo grave podrá dejarlo en ejercicio de sus fun-
ciones. Le recomienda especialmente el cumplimiento de las orde-
nanzas que se han hecho a favor de los indios.
8 — 1544. Diciembre 11. Que vea la información sobre los
delitos que diz que cometió un dicho Mad.oñero y otros, y haga
justicia y envíe relación del castigo.
El licenciado Villalobos, fiscal de Su Majestad en el Consejo
de Indias le ha referido cómo Alonso Díaz Madroñero, que fue
gobernador por don Sebastián de Benalcázar, cometió grandes cruel-
dades, hasta que los indios que estaban de paz se alzaron. Para
sacarles el oro les hizo cortar a muchos la cabeza, a otros los
martirizaba metiéndoles estacas por las piernas y por todo el cuer-
po hasta que morían. Los obligaba a llevar cargas pesadas. Para
pacificarlos mandó al capitán Luis Bernal, que hizo grandes da-
ños, crueldades, robos y tiranías. Que esos y otros culpables sean
debidamente castigados.
9 — 1544. Diciembre 15. A Armendáriz. Jerónimo Lebrón «hizo
cierto consejo» contra Antonio Díaz Cardoso, alcalde que fue de
la ciudad de Santafé y contra Hernán Pérez de Quesada, a la sazón
teniente de gobernador, y Lázaro Fonte y el contador Diego
566 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
de Colmenares y tesorero Hernán Venegas, y capitán Juan de
Areválo, y Hernando de Prado, y el veedor Juan Tafur, y Francisco
de Contreras y Gonzalo García, alcaldes y regidores, por no haber
cumplido ciertas condiciones de Su Majestad y no haber querido
recibirlo por gobernador. La causa pasó al Real Consejo, al fis-
cal Villalobos y ahora se la recomienda a Armendáriz autorizán-
dolo para apresarlos, y si fueren culpables, para que les quite las
encomiendas de indios que tuvieren y se pongan en cabeza de
Su Majestad.
lo — 1545. Febrero 7. A Armendáriz. El capitán Francisco
Ari£s ha pedido en nombre de las ciudades de Santafé y Tunja
que cuando un encomendero se retire a España para ir a traer a
su mujer, o por otro asunto de interés, no pierda su encomienda.
Se autoriza a Armsndáriz para que cada vez que un encomendero
se quiera retirar vea si las razones que alega para ello son justas,
y en ese caso lo autorice para que nombre *'uHa persona cual con-
venga para el buen tratamiento de los dichos indios," mediante
fianzas suficientes para que regrese en el término de la licencia
que le conceda, etc., etc.
II — 1545. Febrero. 7. A Armendáriz, Francisco Arias, por
conducto del adelantado de Canaria ha manifestado que recibió
una encomienda en tierra de los panches, cerca al valle de Neiva,
donde otros conquistadores también tienen sus repartimientos.
Pide que los gobernadores no tengan intervención en estas tierras
ni en las demás descubiertas por Gonzalo Jiménez de Quesada.
Se recomienda a Armendáriz para que informe qué tierras fueron
descubiertas por Quesada y que sus encomenderos queden bajo
la jurisdicción de Santafé.
12 — 1545. Malinas, octubre 20. A Armendáriz, relativa a la
cantidad de que se puede suplicar en las audiencias promulgadas
en Santafé el 7 de enero 1547.
13 — 1546. Noviembre 29. A Miguel Díaz. En esos reinos
hay muchas personas casadas que.han dejado sus esposas, viviendo
mucho tiempo separados, lo cual, además de la ofensa que se
hace a Dios Nuestro Señor es un grave inconveniente para la po-
blación. Que averigüe por todas las personas que tengan sus es-
posas en España, para que vayan o manden por ellas en los prime-
ros barcos que salieren. Los que vayan por sus mujeres, si tuvieren
encomiendas, podrán dejarlas con un administrador que se compro-
meta a tratar bien a los indios. A los que en el plazo de dos años
no hubieren mandado por ellas, se les apresará y embarcará en el
primer barco que saliere (i),
* 14 — 1536. Madrid, enero 28. Muchos españoles que vienen
de las Indias traen indios y los venden, y disponen de ellos como
de cosa propia. Que en adelante nadie sea osado en traer indios
esclavos, al menos que los acompañe una constancia del res-
(1) Entre las cédulas al virrey y audiencia del Perú Í1531-
1570) hay algunas concernientes a las Indias en general; las pondré
aquí precedidas de un asterisco.
ARCHIVO DE INDIAS 567
pectivo gobernador de que los han comprado u obtenido de ma-
nera legitima y presenten el título de propiedad. Si así no lo hi-
cieren, perderán ios que trajeren, los que serán puestos en liber-
tad.
* 15 — 1545. Octubre 20. Recuerda la real cédula dada en
Barcelona, a 20 de noviembre de 1542, «para buen gobierno de
las Indias y buen tratamiento de los naturales.» Hay un capítulo
que dice que ningún virrey, audiencia, gobernador, descubridor,
ni cualquiera otra persona puede encomendar indios, ni por pro-
visión, donación, renunciación, ni ventas. Cuando muriere algún
encomendero su encomienda se pondrá en la real corona, y las
autoridades informarán acerca de ella, número de indios que cuen-
ta, tributos que pagaban, méritos y servicios del difunto, tratamien-
to que daba a los indios, si deja mujer, hijos u otros herederos, etc.
para que Su Majestad disponga a quién se le entrega, pues siem-
pre tiene en vista premiar a los conquistadores y a sus buenos ser-
vidores. Si mientras tanto a la familia del difunto no tuviere modo
de sustentarse, se le dará de los productos de la encomienda lo
que fuere necesario. Manda por esta nueva cédula que se tenga
por de ningún valor el capítulo incorporado y se reduzca todo al
punto y estado en que se hallaba anteriormente.
* 16 — 1547. Monzón a 14 de septiembre. A causa de que mu-
chos caciques S5 quejan del exceso de tributos y acogen bien a los
religiosos que van a sus pueblos a predicar la doctrina, son veja-
dos p.jr sus encomenderos, quienes además hacen pedimentos y
ponen acusaciones ante los alcaldes ordinarios, quienes por dar
gusto a los españoles les quitan los cacicazgos. En adelante nin-
gún alcalde ordinario podrá hacer esto, ni entrometerse en cono-
cer de estas causas, que son privativas de la audiencia, la que será
informada por el oidor que haga la visita.
17 — 1548. Valladolid, julio 14. Al gobernador de Tierra Fir-
me. En esa provincia mueren muchas gentes, y las justicias repar-
ten los bienes para su administración entre diferentes personas, sin
averiguar si hay herederos. Ordena recoger todos los bienes de
difuntos que estén así repartidos y se manden cada año a la casa
de Contratación de Sevilla, junto con el nombre de las personas que
los dejaron y de las que sean sus herederos, indicando la residen-
cia de éstos.
18 — 1548. Noviembra 27. Al presidente y oidores de la real
audiencia del Nuevo Reino de Granada. Alonso Téllez y Diego de
Colmenares comunican la dificultad que hay para hacer en justicia
los repartimientos de indias. En tal virtud se dispone «que se ex-
tienda en averiguar y saber el número de indios que habrá en esa
dicha gübernación.v Así los que están en cabeza como los que hayan
vacado y los que están encomendados a conquistadores, y digan
qué personas los tienen; que hecho esto se proceda al repartimiento
con la mayor equidad posible entre conquistadores y pobladores, o
sus mujeres e hijos y demás españoles que allí hubiese, según sus
méritos y servicios, dejando una parte para los que fuesen de
nuevo. Mandarán relación detallada, firmada y sellada con el
568 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
parecer de lo que valieren cada año cío que a cada se avalora-
des, y el valor y renta de lo que cada uno da para nos,» comuni-
cando los motivos que han tenido para juzgar de los méritos de
cada uno. En resumen. Su Majestad pide que se haga un reparto
equitativo de la tierra y ye le ié cuenta detallada de cómo y por-
qué se repartió de tal o cual manera.
19 — 1549. Febrero. A Armendáriz. Que los casados que no
estén con sus mujeres sean apresados y apercibidos a ir por ellas
en el primer navio que salga. Los que quieran mandar por ellas a
un tercero podrán hacerlo, prestando fianza de que las tendrán
consigo al concluir el término de dos años. Todos aquellos que
en este plazo no hubiesen traído sus mujeres pagarán una multa
de cien pesos oro para el fisco real.
20- 1549. Febrero 7. A los oficiales de Santa Marta o Nuevo
Reino. Que en cada uno de los navios que vinieren para estos
reinos remitan 15,000 pesos. Ya les había ordenado que mandaran
10,000 en cada barco «pero por los continuos gastos que tenemos,
e necesidades.» se ve en la urgencia de que le manden 15,000 en
oro o su equivalente en plata.
21 — 1546. Febrero 22. Para que no se consienta echar indios
a minas. Que se está despoblando ese reino con hacer trabajar a los
indios en jas minas. Como el rey tiene obligación de atender a su
buen tratamiento y conservación dispone prohibir que en el Nue-
vo Reino, en Santa Marta y Popayán se les obligue a estos traba-
jos, y pide se le dé cuenta de los infractores a este ra:mdato.
Repite la cédula que señala por castigo la pérdida de las enco-
miendas, más una multa de r,ooD pesos oro, una tercera parte
para la real Cámara, otra para el denunciador y otra para el juez
que lo demandare. Fechr» en Valladolid.
Esta cédula fue promulgada en Santafé el 20 de marzo de
1550 y en Tocaima en septiembre. En la ranchería del Páramo,
junto a Pamplona alegan que allí los indios de las minas son bien
tratados e instruidos en la fe, que no mueren en ellas por estar
aclimatados, lo que no sucede con los negros, que no resisten lo
frío del clima; que los indios no van forzados, sino de su propia
voluntad; que si se pone en práctica la cédula habrJi que dejar de
trabajar las minas con detrimento de Su Majestad, que perderá en
10 años 1.000,000 de pesos de oro de sus quintos. Aquellos in-
dios son pobres y no tienen otra manera de pagar las demoras, y
ellos y sus encomenderos están muy endeudados. Como suponen
que Su Majestad haya sido mal informado, suplican de la real cé-
dula ante la audiencia para que los dejen seguir en sus trabajos
con los indios mientras se informa a Su Majestad y resuelva. Bal-
tasar Maldonado, como juez, en virtud de lo mandado por Su
Majestad, mandó pregonar la cédula en Pamplona, En Santafé
también reclaman de ella por las mismas causas. Tienen sacerdo-
tes en las minas para instruir a los indios en la fe y no tienen estos
con qué vivir, pues no pueden contratar con los vecinos por temor
de que los maten. Su Majestad, al abandonar las minas, perdería
ARCHIVO DE INDIAS 569
más de un millón de pesos, los indios volverían a sublevarse y se
necesitarían más de mil hombres para pacificarlos de nuevo, con un
gasto de más de dos millones, como podrá certificarlo el capitán
Baltasar Maldonado, juez y visitador de las minas. .
22 — 1549. Marzo 30. Ala real audiencia. Sobre lo del ser-
vicio personal de los indios. Tiene conocimiento Su Majestad de
cómo, para pago de los tributos en que están tasados los indios,
muchos encomenderos los echan a las minas, teniendo que ir mu-
chos desde 50 y más leguas de distancia, cargando con las provisio-
nes que han de llevar, de donde resultan muchas pérdidas de vidas.
Manda que se averigüe en qué poblaciones se comete este abuso, y
ordena que los tributos se paguen en productos naturales o de fabri-
cación de los indios para que puedan vivir, conservarse' y procrear.
A los que no obedecieren se les quitarán las encomiendas y se en-
tregarán a personas que traten bien a los indios y los eduquen en la
fe. Cuando hubiese que transportar artículos de primera necesidad
y no alcanzaren las acémilas se podrán llevar aquellos indios que
hicieren menos falta, se les cargará poco, se les harán pequeñas
jornadas y se les pagará bien.
2^ — 1549. Mayo'3i.Para que no puedan pasar personas del
Nuevo Reino al Perú sin licenci? especial, sobre todo si son casados.
Sólo podrán hacerlo los casados que vayan con sus mujeres y sus
mercaderes o factores.
24 — 1549. Ala real audiencia. Para que no se carguen in-
dios con mercancías y sobre otras cosas. No se debe cargar a los
naturales sino «cuando no haya peligro en la vida, salud y conser-
vación de los indios.» Ni se hará contra su voluntad, ni sin pagar-
los. En caso contrario, se castigará severamente a los que lo hicie-
ren. Lo harán con licencia, cuando no haya camino a propósito para
recuas, ni bestias, y en ese caso se les pondrá poco peso. A los con-
traventores se les cobrará una multa de mil castellanos de oro para
la cámara real, y si es persona baja que no los pueda dar, recibirá
cien azotes, y perderán la carga mitad a favor del demandador y
la otra para la real cámara.
25—1549 Junio 9. A la real audiencia del Nuevo Reino.
Que se haga la tasación de los tributos que deban pagar los indios
de é! conforme al capítulo de las nuevas leyes y veyendo
que los plazos de las pagas de que lo han de pagar sea con el
menor daño y fatiga de los dichos indios e ser puede como a ellos
pareciere. El licenciado Jiménez de Quesada ha comunicado a Su
Majestad que los encomenderos acostumbran hacer pagar las demo-
ras de los indios cada cuatro meses, lo cual es perjudicial y escan-
daloso, y no les deja ningún descanso. La audiencia hará la tasa-
ción de lo que han de pagar, y la repartición de las encomiendas
conforme a las nuevas leyes, y los indios no pagarán los tributos
sino de seis en seis meses «con el menor daño y fatiga de los di-
chos indios.»
26 — 1549. Junio 9 A la real audiencia del Nuevo Reino.
Hagan hacer las paces que les pareciera conveniente para que los
570 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
indios de aquella tierra, por ellas e no por otras algunas den a
sus encomenderos los títulos que les debieren. El licenciado Jimé-
nez de Quesada, «vecino de aquella ciudad y teniente gobernador
que fue de dicKo reino,» informa que aunque las autoridades han
selialado la cantidad que los indios deben pagar a sus encomende-
ros, hay en esto una gran anarquía, pues estos entregan a los
caciques piedras «no examinadas ni marcadas que ellos mismos
tienen cuidado de ir aumentando de volumen cuando van crecien-
do las demoras.» La audiencia hará pesas y medidas «que os
pareciere convenir» y por ellos, y no por otros, pagarán los indios
los tributos que se les tienen señalados, bajo las penas que les
impusiere ésta.
27 — 1549. Junio 9. Para que las apelaciones debiesen de ir,
conforme a las leyes, a los consejos de las ciudades y villas del
Nuevo Reino de Granada que estuvieren fuera de las doce leguas
de la audiencia real sea la cantidad delio hasta ochenta pesos y
no más y hasta la dicha cantidad puedan conocer los dichos con-
sejes. Por informe del licenciado Jiménez de Quesada ha sabido
Su Majestad que por las leyes existentes en el reino no se podía
apelar por sumas pequeñas sino ante la real audiencia, con grave
perjuicio de las gentes. Se manda y ordena que por sumas meno-
res de 80 pesos se apele ante los ayuntamientos de las ciudades
y villas que estén a más de doce leguas de la audiencia.
28 — 154.9. Junio 9. A la real audiencia para que vean lo
que más conviene y sea de justicia sobre lo que el licenciado Jimé-
nez pide que cuando algún repartimiento de indios se hubiere de
hacer no se desmiembre en muchas personas porque es daño de
los indios. Dice Jiménez de Quesada que están acostumbrados cuan-
do liega a vacar alguna encomienda el dividirla entre varios preten-
dientes, dando a uno un cacique con varios indios y a otro un ca-
pitán de este cacique con otros indios, lo que es muy perjudicial,
pues separados éstos de su cacique, ya no quieren servir, y se en •
montan. Manda si así lo juzgare bien la audiencia que cuando
vaque una encomienda se le entregue al principal pretendiente el
cual dará a los otros que designe la audiencia una suma anual
que ella misma estipulará.
29 — 1549. Junio 12. A la audiencia del Nuevo Reino de
Granada. Que no consientan ni den lugar a que Montalvo de
Lugo ni otra persona entienda en el descubrimiento ni poblazón
que dicen del Dorado, y cuando entiendan hacer algún descubri-
miento avisen primero dello. Se sabe que Lope Montalvo de Lugo,
teniente de gobernador de aquel Reino, piensa ir a descubrir el
Dorado, sin siquiera haber mostrado su raftidencia, lo que no le
deben permitir. Si alguno quisiere hacer conquistas hará capitu-
laciones con la audiencia, que las remitirá para la aprobación de
Su Majestad.
30 — 1519. Julio 17. Provisión del distrito de la audiencia
del Nuevo Reino de Granada. Da cuenta de cómo ha nombrado
sus oidores para que sean acatados y obedecidos bajo las penas
que ellos mismos impongan. Si acaso no llegaren más que dos oi-
ARCHIVO DE INDIAS 57 1
dores, están ellos autorizados a hacer su oficio siempre que sea
de común acuerdo, mientras llegan los otros oidores.
31 — 1549. Septiembre 4. Carta sobre la diezma de los indios.
Han de tener mucho cuidado, para que los indios estén con-
tentos bajo su yugo y obediencia, de mandarles sacerdotes que
los instruyan en la fe; que los tributes que paguen sean modera-
dos y se los cobren con suavidad; que se Ics trate como a hom-
bres libres de les reinos de España. No debe arruinárseles con
tributos sino dejarles modo de hacer a'gún ahorro para que pue-
dan curarse de sus enfermedades y se les facilite casar a sus hijos.
Ordena ala audiencia que averigüelo que los indios puedan pagar
sin fatiga, y de las personas que les cobren más tributos que los
que pagaban en tiempo de sus caciques. De acuerdo con su real
Consejo lo convenido que los indios deberán pagar el diezmo de
sus siembras para ayudar al salario de los obispos y maestros de
las iglesias y clérigos que les proporcionan los sacramentos. Se les
podrá imponer una contribución moderada por cabeza, contando
como una sola al indio con su mujer y los hijos que no fueren ca-
sados, para sustentar a ius españoles que fuesen a ayudarles en su
policía. Otro impuesto pequeño, para las autoridades judiciales,
el que se podría sacar de sus industrias y comercio. También
conviene que ayuden a hacer iglesias y conventos; todo lo cual
llevarán a efecto de acuerdo con las órdenes de Santo Domingo,
San Francisco y San Agustín,
El 15 de marzo de 1551 se leyó esta cédula en presencia
de Juan de Galarza y Beltrán deOóngora, oidores, quienes hicie-
ron llamar a fray Jerónimo de San Miguel, franciscano, fray José
de Robles, vicario general de Santo Domi igo y al padre Mata-
moros, maestrescuela de Santa Marta.
32 — 1542. Septiembre 4. A Sancho de Clavijo, gobe-^nador
de Castilla de Oro. Se inserta una de las nuevas leyes que pro-
hibe en al 3 -luto la pesquería de las perlas con indios o negros,
por las muchas muertes que resultan dello, y más se estima sus vi-
das que los quintos de las perlas. Manda que nadie ios ocupe en
este oficio bajo pena de muerte. Sabe que muchas personas que
se ocupaban en esa granjeria en el cabo de la Vela, al ver que
alli se agotaban las perlas, habían ido a Panamá llevando más
de 600 indios esclavos para la pesca. Que se les prohiba bajo la
misma pena.
33 ^549- Septiembre 28. A la audiencia del Nuevo Reino
de Granada sobre que los españoles que residen en aquellas par-
tes y tienen indios encomendados se casen dentro de tres
años. El licenciado Jiménez de Quesada hr^ dado cuenta de que
aún existen muchos encomenderos solteros con gran detrimento de
los indios a quienes se causan mayores daños y no se leí instru-
ye bien en la fe. Recuerda para que se cumpla la cédula de 1539,
por la cual manda que se casen los encomenderos que estuvieren
solteros, al menos que sean ya de mucha edad, y que los que son
casados lleven a sus mujeres, en el término de tres años. Manda
572 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Su Majestad que esta orden se cumpla, y que al que no obedezca
se le quite la encomienda y se le entregue a un casado.
34—1549. Septiembre 28. Ala audiencia, recordando que
en la carta inserta sobre la tasación de los tributos que los
indios han de dar a los españoles que los tienen en encomien-
da y como para ellos fuere dirigida la guarden y cumplan. Aún
no se han tasado los tributos que los indios han de dar a sus
encomenderos en los pueblos de ese reino. Los oidores de-
berán ir personalmente a cada pueblo, y después de oír una misa
al Espíritu Santo para que los ilumine, y jurar duranie ella, en
presencia del cura, de que cumplirán con su deber en conciencia,
averiguarán lo que los indios pagaban a sus caciques y loque hoy
dan a sus encomenderos, y fijará el precio .que han de pagar en
adelante. El tributo se deberá fijar en objetos que posean los in-
dios de cada lugar, o que sean de su industria, y lo harán directa-
mente al encomendero, y nunca a un tercero. Si el encomendero
sacase más de lo que se le fija, perderá la primera vez el exceso
de lo que cobre, a favor del real fisco. Si reincidiere, se le qui-
tará la encomienda y se le embargarán todos sus bienes para Su
Majestad. Los hijos legítimos heredarán la encomienda del padre,
y si no hubiere hijos, la viuda. El heredero tratará bien a los in-
dios, los instruirá en la religión y cobrará el tributo como se tiene
indicado. Por el licenciado Jiménez de Quesada se ha sabido que
no ha sido cumplida otra cédula anterior que ordena que se haga
la tasación. Al hacerla los oidores tendrán un padrón de registro
donde estén inscritas las encomiendas con los tributos que cada
uno ha de pagar.
35 — 1549- Octubre 9. A los oidores del Nuevo Reino de
Granada. Jiménez de Quesada ha dado cuenta de que frecuente-
mente se ausenta el gobernador dejando muchos negocios y plei-
tos pendientes. Ordena que cuando se ausente un gobernador o
su teniente, de cualquiera ciudad, villa o lugar, deje al ordinario
encargado de seguirlos para no causar perjuicio a las partes,
36 — 1549. A los oidores, etc., Su Majestad ha platicado con
los perlados de las ciudades sujetas a aquella audiencia ordenen
lo que vieren que conviene sobre si convendrá que se hagan pue-
blos de casas juntas en las comarcas que los indios eligieren, y
sobre que haya alcaldes ordinarios y corregidores cadañeros entre
ellos, y otras cosas. A los indios les agrada mucho hacer sus casas
separadas unas de otras, lo que dificulta al ejercicio de la justicia
y la enseñanza de la doctrina. Convendría que en ios pueblos de
indios se les hiciese nombrar por sí mism.os, y entre los suyos al-
caldes y regidores, lo mismo que alguaciles y otros oficia' les necesa-
rios, y que tuviesen cárcel de malhechores «y un corral de consejo
para meter los ganados que les hiciesen daños, y se les enseñasen
las penas que había que aplicar.» También han de tener plaza y
mercado. «Los indios deben ser persuadidos por la mejor e mas
blanda e amorosa vía.»
37 — 1549- Octubre 9. A los oidores, etc. Sobre el enviar un
oidor della en cada un año a visitar la dicha provincia.
ARCHIVO DE INDIAS 573
Jiménez de Quesada ha indicado la conveniencia de visitar la
provincia. El oidor Mercado se pondrá de acuerdo con dos de los
oidores, los más ancianos, para nombrar al oidor que deba hacer
la visita a todos los pueblos de la provincia. Cada un año se hará
nuevo nombramiento que ha de recaer en otro oidor hasta que
toque a cada uno su turno.
38 — 549. Octubre 9. Presidente y oidores de ia audiencia.
Que den ordeu cómo en aquella nueva audiencia liaja un ar-
chivo universal e ansimismo convenía que cada ciudad o villa
que hubiere en cada provincia tenga el particular de sus escrituras.
Él licenciado Jiménez de Quesada ha comunicado la convenien-
cia de que haya una tabla pública en las casas del Consistorio
donde estén inventariadas las reales cédulas, pues por no haberla
se han perdido todas las que se han dado hasta la fecha. Manda
que todas las reales cédulas, cartas, etc. se queden en una caja de
tres llaves y se haga de ellas una lista por orden alfabético, y que
lo mismo han de hacer en todas las villas y pueblos para que cada
cual tenga su archivo.
39 — 1549. Octubre 25. A los oficiales de la provincia de Po-
payán. Que se informe qué personas de aquellos a quien Su Ma-
jestad ha hecho merced de alguna carxtidad de almojarifazgo lo
han vendido, y aquellos que hallaren haberlo vendido cobren da-
llos y de sus bienes lo que hubiere montado el dicho almojarifazgo,
y de lo que de aquí en adelante se vendiese tengan cuidado de
que se cobre. Estos derechos de almojarifazgo se concedían gene-
ralmente a las personas que iban a establecerse en Tierra Firme
para ayudarles en sus gastos y darles algunas facilidades. Aun-
que no eran transmisibles, muchas personas los vendían con de-
trimento de la caja real. Prohibe nuevamente estas ventas y orde-
na que se castigue a los que lo han hecho haciéndoles restituir las
sumas que con esto han economizado.
40 — 1549. Octubre 9. A la real audiencia. Que provean cómo
no se echen ni traigan indios algunos a buscar hoyos ni sepultu-
ras, ni sacar tesoros. Ha sido informada Su Majestad deque en
estos trabajos sufren mucho los indios. De acuerdo con su real
consejo lo prohibe en adelante autorizando a la audiencia a fijar
y aplicar penas en las personas y en los bienes de los que este
mandato infringieren.
41 — 1549. Octubre 25. A los oficiales de las provincias de
Santa Marta y Nuevo Reino para que se informen qué personas
etc. (igual a la del número 39). Las cédulas que Su Majestad daba
por 200 y más pesos a los que iban a Indias era con objeto de
que no pagaran derechos de las cosas que llevaban, para que pu-
dieran instalarse ccn alguna economía, pero eran intrasmisibles,
etc., etc. (como en el número 39).
42 — 1549. Diciembre 30. A la real audiencia. Sobre que no
se hagan entradas y rancherías. Sabedor el rey de que de las
entradas y rancherías que se hacen en aquella tierra sólo resultan
inconvenientes y robos, prohibe en absoluto que en las Indias se
574 BOLETÍN DK HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
hagan entradas sin licencia de los gobernadores, bajo pena de la
vida y de pérdida de bienes.
43 — 1549. Diciembre 31. Carti ala audiencia para que se
hagan pregonar y guardar las dos precedentes.
44 — 1550. Marzo 11, A la rea! audiencia. Que hagan cargo
ai tesorero, padre Briceño, de los derechos de quinientos pesos de .
oro «que obio en polvo e no se pagaron.»
45 — 1550- Abril 16, Ordenanzas para lo que toca a la
cobranza y buen recaudo de los bienes de difuntos en In-
dias. A la audiencia del Nuevo Reino de Granada. Todos los
albaceas y herederos de bienes de difuntos en Indias debe-
rán venderlos en almoneda conforme a las leyes. Los que pro-
cedieren de otra manera pagarán con el doble, la mitad para
la cámara y fisco, y la otra para el juez que demandarle. El
juez no llevará derechos de pregón sino que cobrará de acuerdo
con los días que trabajo. El pregonero y el escribano no cobra-
rán derechos de tasa sobre la hacienda que se pregone. Los al-
baceas y tenedores de bienes no podrán, ni por sí ni por ante-
puesta persona, sacar ninguno de los bienes que pusieren en al-
moneda. En los pueblos españoles de las Indias será albacea uno
de los alcaldes, uno de los regidores el otro, y el tercero un
miembro del Consejo. Tendrán un arca de tres llaves, con un li-
bro encuidernado, donde el escribano del cabildo sentará las en-
tradas y salidas. La real audiencia nombrará uno de sus oidores,
comenzando por el más antiguo, para que despache los negocios
de bienes de difuntos. El alcalde y los tenedores de bienes me-
terán en el arca de las tres llaves las sumas que fueren entrando
de venta de estos bienes. H irán un balance de ellos cada dos
meses y darán cuenta de él al cabildo. Si dejare de introducir
alguna suma, se le castigará cobrando el doble a favor de dichos
bienes. Cada un año, a partir del día en que recibieren el depósi-
to'los tenedores de estos bienes enviarán a la casa de Contrata-
ción de Sevilla las sumas que hubiesen colectado con una relación
de los que hubiesen vendido y los que faltasen por vender, bajo
pena de pagar el doble de lo que dejasen de mandar si no lo hi-
ciesen con tiempo. El alcalde y el regidor nombrados tenedores
de hienas mandarán a España, al final del año, un balance com-
pleto de los bienes a su cargo, y remitirán las sumas en su poder
con relación de los bienes que estén sin vender, indicando su va-
lor y el poder en que están, bajo pena de 200 pesos de multa por
cada vez que dejasen de cumplir estos mandatos. Esta relación se
enviará al oidor, que tiene judicatura en España sobre los dichos
bienes, con firrnas autenticadas por el escribano público. Como
era costumbre en Indias guardar por mutho tiempo los bienes de
difuntos para estar cobrando derechos sobre ellos, con lo que los
reducían bistante, se ordena que estos derechos no se cobren sino
una vez, al fin de primer año. A los que siguieren cobrando se
les castigará c<in una multa cuatro veces mayor que las comisio-
nes que cobraren. También acostumbran algunos cobrar derechos
ARCHIVO DE INDIAS 575
sobre las sumas que debía el difunto. En adelante no se cobrarán
sino sobre !a suma que quede después de pagadas las deudas,
bajo pena de pagar cuatro veces lo que cobraren en más. Cuan-
do el oidor juez de los bienes de difuntos creyese que deba llamar
a los tenedores o albaceas para dar cuenta de algunos bienes, el
llamamiento se hará por cuenta de los dichos bienes. Muchas
veces sucede que los tenedores o albaceas conservan en su poder
por largo tiempo los bienes de difuntos, y luego los entregan sin
las escrituras y comprobantes necesarios. En adelante, una vez
cumplido el año mandarán, bajo inventario, a la casa de Con"
tratación de Sevilla, por cuenta de los mismos bienes, una relación
completa de ellos, y las sumas recaudadas, con sus respectivos
comprobantes, firmados y autorizados. Si por cualquier causa jus-
ta no pudieren remitir esta relación, exhibirán los bienes ante el
juez bajo pena de pagar el doble, mitad para el real fisco y mitad
para los herederos. Algunas personas consignan en su testamento
la voluntad de que se paguen deudas que tienen en el reino, o
destinan sumas para obras pías, que casi siempre se pierden. Se
ordena que los herederos cumplan con la voluntad del difunto,
bajo pena de pagar el doble, mitad para el fisco y mitad para los
agraciados. Cuando muriere algún español en pueblo de Indias
donde no hubiere juez de bienes, se acudirá inmediatamente al
encomendero del pueblo, y, junto con el clérigo del lugar o el
fraile, pondrá los bienes bajo buen recaudo, y se avisará al corre-
gidor o justicia mayor más cercano para que averigüe de qué lu-
gar era el difunto, y comunique la muerte a los herederos, por
conducto del oidor juez de bienes. Las personas que tuvieren a
su cargo bienes de difuntos no podrán salir del lugar que habitan
sin previo permiso de las autoridades y sin que entreguen los bie-
nes que tienen en depósito bajo pena de la pérdida total de sus
propios bienes, mitad para el fisco y mitad para los herederos.
Las autoridades tendrán mucho cuidado en ello, pues si dejasen
salir a algún tenedor de bienes, sin dar de ello cuenta, deberán
pagar ellos los bienes que aquél tuviere. Manda que se pregone
para que sea de todos conocida.
Están las actas de pregón en Vélez, Tocaima y Santafé.
46 — 1550. Junio 7. Para que en el Nuevo Reino de Granada
y en Cartagena no se impida la predicación.
El objeto principal que en Indias se proponen sus majestades
la conversión de Jos indígenas, la que ha estado a cargo de los
dominicanos, de los franciscanos y de los agustinos. Aconsejan
que se lleven sacerdotes instruidos y personas doctas, y que a cada
pueblo que se funde se le nombre un cura. Los sacerdotes de
cualquiera orden que sean podrán predicar en cualquiera lugar
cuantas veces quieran sin que nadie lo estoibe. Las autoridades les
prestarán protección y castigarán a quienes tratasen de impedirlo.
47 — 1550. Junio 7. Al provincial de la orden de San Fran-
cisco, en el Nuevo Reino de Granada, que procure que los reli-
giosos de su orden enseñen a los indios la lengua castellana.
576 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Como el objeto principal de esa orden es atraer a los indios
al conocimiento de Dios, el camino más directo para que entien-
dan la doctrina es de enseñarles, «en nuestra lengua castellana,»
y así aprenderán también «nuestra policía y nuestras costumbres.»
Deberá encomendar esto a los religiosos como objeto principal
de la enseñanza de la doctrina, contando con el apoyo de las
autoridades.
^' Igual cédula se mandó a los provinciales de las órdenes de
Santo Domingo y San Agustín,
48 — 1550. Junio 7. A los oidores del Nuevo Reino de Gra-
nada, sobre lo que se escribe a los provinciales de las órdenes
de Santo Domingo, San Francisco y San Agustín, de dicha tie-
rra, para que enseñen a los indios la lengua. «Como una de las
principales cosas que nos deseamos para el bien de la tierra, es
la salvación e instrucción e conversión a nuestra santa fe ca-
tólica a los naturales della, y que también amen nuestra policía
y buenas costumbres,» tratando de los medios para lograr este
resultado, le ha parecido que el mejor es la enseñanza del idio-
ma castellano, lo cual ha recomendado a los religiosos de ese
reino. Lo avisa para que lo encarezcan a los religiosos, y les pres-
ten ayuda y protección.
49 — 1550. Junio 12. A los oidores del Nuevo Reino de Gra-
nada, la recomendación de los religiosos de Sanjto Domingo. Fray
Joseph de Roble ha pasado a ese reino, junto con otros religiosos
de su orden a ocuparse en la conversión de los indios. Los reco-
mienda para que esa audiencia los ayude y favorezca, y espe-
cialmente para que no los deje faltar de mantenimientos.
50 — 1550. Junio 12. Presidente y oidores, etc. Sobre el ha-
cer de los monasterios de este Nuevo Reino. Que vean que los
religiosos dominicanos, franciscanos y agustinos, que se ocupan
de la conversión de los indios estén bien alojados, y se les ayude
a hacer sus monasterios.
51 — 1550. Julio 16. Carta al tesorero Pedro Briceño. Se ha
recibido la relación que hace de las cosas de esa tierra. Trata de
los descubrimientos de nuevas minas, y cómo no se ha podido
castigar a los que emplean indios en ellas, porque los españoles
y los negros se ponen en contra suya, y hay muchos oficiales que
tienen indios en encomienda, y los echan a las minas. En cuan-
to a los indios que él posee, por haberse casado con doña María
de Carvajal, no los podrá poseer, porque 'la ley prohibe a los ofi-
ciales reales el tener indios en encomienda. En lo que dice hacer
un camino nuevo para ir a las minas, le contesta: «¿qué enten-
deréis en vuestro oficio, como se os está dicho, si no os ocupáis
en otra cosa alguna?»
{Continuará)
boletín
Año XIV-N.' 166 r\i II r' I I XI Enero: 1925
DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
oRGflno De CR flcfloemifl nncionflc oe hiisorih
DIRECXOB, REDACTORES,
EDUARDO POSADA LUIS AUGUSTO CUERVO
ROBERTO CORTÁZAR
Bogotá— República de Colombia
flRCBlVO DE UnDIflS
NUEVO REINO DE GRANADA, CÉDULAS REALES DESDE EL 20 DK
DICIEMBRE DE 1 536 HASTA EL 22 DE MATO 1 58 1
(Continuación).
52 — 1550. Julio 16. Carta al presidente y oidores de la real
audiencia de Santafé, Inserta la que escribió a Pedro Briceño.
Que hagan guardar y cumplir las nuevas leyes, especialmente
en lo que hace al buen tratamiento que se ha de dar a los natura-
les para su conversión. El oficio de contador que ha quedado va-
cante por muerte de Mercado, hase llenado con Cristóbal de San
Miguel, que ha marchado pan Santafé.
53 — 55°- Agosto 12, Presidente y oidores, etc. Que vean la
carta que se inserta, donde declara la orden que se ha de tener en
oír pleitos sobre indios, y la guarden y cumplan con la nueva
declaración. Como han alargado mucho íos pleitos de indios, inser-
ta la real orden, de 20 de octubre de 1545, que dice cuales causas
deberán ir directamente a su conocimiento, y manda se demande
justicia en la audiencia, antes de ir al consejo. Cuando se remitan
presos al consejo, han de ir las partes citadas.
54—1550. Octubre 19. Carta a la audiencia, sobre los libros
de Sepúlveda. Ha sido informada su majestad que el doctor Se-
púlveda ha hecho nuevamente la suma de un libro, «que trata so-
bre cosas tocantes alas nuestras Indias , y lo ha hecho
imprimir fuera de nuestros reinos,» y como dichas cosas no deben
tratarse, ni publicarse sin previa licencia, manda averiguar qué
personas tienen alguno o algunos de dichos libros, los descomisen
y los manden todos al real consejo.
55 — 1550. Valladolid, octubre 26. El licenciado Sorita, oidor
de la audiencia de la isla Española, fue enviado a las provincias
del Nuevo Reino y a las de Santa Marta y Cartagena, a tomar resi-
dencia a Miguel Diez de Armendáriz y a sus tenientes y oficiales,
y como por la calidad de su persona, es justo que sea honrado y
favorecido por el tiempo que allí estuviese tomando la residencia,
xtv— 37
578 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
manda que se le trate honradamente y se le dé todo el favor y
ayuda que necesite. Ordena a los oidores no se entrometan en las
apelaciones, pues éstas, según las nuevas leyes, han de venir al
consejo de Indias.
56 — 1550. Noviembre 13. Sobre carta de la que se dio para
que esclavos berberiscos se dejen en las Indias, para que las justi-
cias de ellas las guarden y cumplan. Se inserta la cédula, de 14 de
agosto de 1543, que prohibe que esclavos berberiscos y otras perso-
nas libres nuevamente convertidas de moros e hijos de ellos «pasen
a las Indias^ donde es una tierra nueva, en que apenas se empieza
a trasplantar la fe, y conviene que se quite toda ocasión, porque
no se puede sembrar y publicar en ella la secta de Mahoma.» £1
que hiciere esto perderá las mercedes reales, y pagará 10,000 ma-
ravedíes para la real cámara.
57 — 1551. Febrero 13. Presidente y oidores de la real audiencia
del Nuevo Reino. Sobre el arancel de los derechos de escribanos.
Como en aquellas tierras nuevas son muy caros el papel y las
obleas, en vista del arancel del reino, vean lo que conviene pagar
a los escribanos, teniendo en cuenta la calidad de la tierra.
58 — 155 1. A los presidentes y oidores y otras justicias de las
Indias. Que se informen si algunos de los desterrados de todas
las Indias por las alteraciones de Pizarro y otras del Perú están en
algunas de las islas y provincias de aquellas partes, y todos aque-
llos que hallare que están y residen en ellas, de los dichos des-
terrados, los envíen a estos reinos en los primeros navios que
de ellos vengan. Se tiene relación de cómo las gentes que sirvieron
con Gonzalo Pizarro y otros revoltosos han ido a servir a los ingle-
ses y han sido declarados traidores y han sido condenados a muer-
te vil o pena de azotes, o a servir en galeras o a destierro perpetuo
de Indias. Y como éstos no deben quedar en algunos lugares, sien-
do gente perniciosa, los harán embarcar y remitirlos al real con-
sejo.
59 — 1551. Mayo 16. En la ciudad de Panamá hay muchos
escribanos reales ante quienes se otorgan escrituras que las llevan
de una parte a otra de esa provincia y aun a otros lugares, con
gran perjuicio para las partes. Manda que al fin de cada año todo
escribano pase al cabildo o ayuntamiento todas las escrituras pú-
blicas que hubiese otorgado, con su índice alfabético, bajo pena,
8i no lo hiciere, de pérdida del oficio, 500 ducados para la real
cámara y pago del daño que ocasionare a las partes.
60 — 155 1. Junio 8. A las audiencias de las Indias sobre la
orden que se ha de tener en lo de la tasación de tributos que los
indios han de dar. Las audiencias mandarán a Su Majestad una
relación detallada de los tributos que han de pagar los indios, tanto
aquellos que están en cabeza de Su Majestad como los encomenda-
dos a particulares. Esta se hará en justicia, indicando el producto
que puedan pagar sin fatiga, el cual ha de fijarse más o menos por
el que pagaban a sus caciques. Llevarán un libro con indicación de
ios pueblos y lo que cada uno hubiese de pagar para que los mis-
ARCHIVO DE INDIAS 579
moa indios sepan qué es lo que han de dar a los oñciales reales y
a las personas a quienes estuviesen encomendados. De la relación
que haga la audiencia dejará en cada pueblo un ejemplar firmado
en poder del cacique, explicándole su contenido por medio de
intérprete. Otro ejemplar se dará a la persona entfargada de co-
brar los derechos. En el tributo que impongan tendrán en vista
que el indio quede con facilidad de alimentar su familia, de casar
y dotar sus hijos, de curarse las enfermedades y de atender a otras
necesidades. En todo caso habrán de tratarlos de suerte que más
bien enriquezcan que empobrezcan, para que vengan a su obedien-
cia en condiciones iguales a los demás subditos de sus reinos.
6i — 1551. Valladolid, junio 8. Visorreyes, presidentes y oido-
res. Instruye la cédula sobre tasación de indios, que para bien de
los naturales manda se practique como ya se ha hecho en Nueva
España para impedir que los encomenderos cobren más ttibutos
de los que debieran. Éste ha de ser inferior a lo que pagaban a
sus antiguos caciques para mejor atraerlos (lo demás, como en la
anterior). Mientras se hacen las tasaciones se debe seguir cobran-
do en la forma indicada, de modo que los naturales más bien en~
riquezcan que empobrezcan.
62 — 1551. Julio 20. Al presidente y oidores de la real au-
diencia del Nuevo Reino, sobre lo de la tasación de los pueblos
de indios de aquella tierra, y poner clérigos y religiosos en ellos y
sobre otras cosas. En el Nuevo Reino aún no se ha efectuado la
tasación de los impuestos que los indios han de pagar, ni se ha
puesto cuidado en instruirlos en las cosas de la fe, y la mayor parte
de los naturales están sin bautizar. Y esto no se ha hecho, no obs-^
tante las muchas cédulas, cartas y leyes que sobre ello se han dic-
tado, con lo cual se da mal ejemplo. Todo español que tenga en-
comienda de indios que paguen tributo, está en la obligación de
poner un religioso en el pueblo que le está encomendado para que
instruya a los indios en la fe y les proporcione los sacramentos.
Recomienda de nuevo que se haga la tasación y se tome nota en
dos libros, uno de los cuales se colocará en el arca de las tres lla-
ves de los oñciales reales, y en ellos se pondrá el fundamento de
la tasación'que se ha hecho.
63 — 1551. Agosto 8. Presidente y oidores de la audiencia
del Nuevo Reino de Granada. Que provean como en todos los
pueblos de los indios de aquellos reinos que están sujetos a su
majestad se quiten luego de los pueblos que tuvieren y ordene
que de aquí adelante no se hagan sacrificios, y que si habiéndose
hecho la prohibición y pregonada y publicada y habiéndolo en-
tendido fueren contra ello, castigúeseles a los que lo hicieren, y
que hecho esto guarden las premisas que aquí van insertas. Mu-
chos indios en ese reino han seguido en sus idolatrías y hacen
sacrificios y tienen sus templos en cuevas y otros lugares. Si des-
pués de publicada la orden para que no vuelvan a sus cultos,
algunos recomenzaren, han de castigarles. En cuanto a lo de ios
tributos, inserta la orden de 8 de junio (véase número 60), y en
580 BOLETÍN DE HISTORIA T ANTIGÜEDADES
seguida la de 20 de julio (véase la anterior). Esta cédula no fue
leída en Santafé, besada y puesta sobre la cabeza, en señal de obe-
decimiento, hasta el 28 de febrero de 1556.
64. 155 1. .Septiembre 4. Carta del consejo para la audiencia
de capítulos. Se ha prohibido que se eche a los indios a las minas
y que se les impongan trabajos personales, y está informado el con-
sejo de que esto no se cumple, y «estamos maravillados de vos-
otros.» Como conviene que este abuso tenga remedio, «os mando
guardar y cumplir» estas y las demás ordenanzas. Ha sido informa-
do que se quiere secar una laguna (Guatavita) para sacar el oro y la
plata que encierra; y manda no se haga tal mientras otra cosa se
dispone. Algunos indios dicen que saben sacar sepulturas, lo que
está expresamente prohibido. Recuerda también que está termi-
nantemente prohibido hacer expediciones para ir a descubrir el
Dorado, y a cualquiera otra parte.
65 — 1551. Septiembre 4. Presidente y oidores del Nuevo
Reino de Granada. Sobre la provisión y memorial para que los
desterrados de las dichas Indias por las alteraciones del Perú se
envíen a estos reinos. Semejante a la número 58. Acompaña una
lista de estos desterrados, con 24 nombres.
66 — 1 55 1. Septiembre 4. Presidente y oidores del Nuevo
Reino de Granada. Que no consientan que en aquella audiencia
avoque ningún letrado que sea padre, o hijo o hermano de algu-
no de ellos o del fiscal. En la cédula se agregan los cufiados.
67. 1552. Enero 31. Al presidente y oidores déla audien-
cia del Nuevo Reino de Granada. Que se informe cuáles servicios,
tributo y vasallaje llevan los caciques de los indios y. por qué causa,
y si lo es de antigüedad y que la heredaron de sus pasados o si
la llevan con justo título o si es impuesta contra razón y justicia y
si hallaren en que se les lleva injustamente y que no tienen buen
titulo para llevarlo que véanlo y viesen que conviene y si lo llevan
con buen título y los tributos fueren excesivos, los moderen.
Esto lo pide por relación que tiene de que muchos caciques
de ese reino agobian a los indios con tributos; que vean en cada
pueblo si el cacique tiene derecho para cobrar impuesto, y si lo
tiene por antigüedad, lo haga de modo que lo puedan pagar sin
molestia ni fatiga.
68 - 1552. Marzo. 20. A las justicias del reino que por tiempo
no se saque ningún ganado. Como hasta el presente se están llevan-
do bestias de carga, después de que tantos indios perecieron en este
trabajo, para que esto no suceda en adelante, prohíbese por tres
años después de pregonada esta cédula, sacar ningún caballo, ni
yegua, ni muía, ni macho, ni bueyes, ni vaca, ni ovejas, carneros,
puercos y otros géneros de ganado, bajo la pena de perder su valor,
que se dedicará en sus dos terceras partes para la Cámara y otra
para el demandador y el juez, más 200 pesos de multa que se
repartirán en la misma proporción. Al que hubiere vendido di-
chos animales se le cobrará una suma igual a aquella en que
Jos vendió.
ARCHIVO DE INDIAS 581
69 — 1549 Junio 9. Al presidente y oidores del Nuevo Reino
de Granada. Que vean la partición de los términos que a cada pue-
blo de aquella gobernación dio el licenciado Jiménez, y si fuere
buena y que se debe aprobar la confirmen y aprueben, y si no,
ellos hagan hacer otra partición de los términos que cada uno
de los dichos pueblos ha de tener. El general Jiménez de Quesada
ha hecho relación que a tiempo que ganó y conquistó el Nuevo
Reino y lo pobló de cristianos a cada pueblo señaló y dio sus tér-
minos. Conviene ver si esta partición se hizo bien para aprobarla,
si nó, que hagan otra.
70 — 1550. Abril. Relativa a derechos de almojarifazgo en
Méjico, donde han acostumbrado fiarlos y se pierden. Pide Su Ma-
jestad que como todo lo demás de su fisco quiere que esas sumas
se cobren de contado, pues es su voluntad que nada se fie.
71 — 1552. Mayo 12. Declaración sobre lo de la sucesión de
los indios en los hijos e hijas de los que los tienen encomenda-
dos o en su mujer en el Nuevo Reino de Granada. En caso de que
a la muerte de algún encomendero el hijo mayor tuviese cargo en
otra parte o fuese casado y tuviese hecho cargo de encomienda de
su mujer, o por cualquiera otra incapacidad, podía Vieredar la enco-
mienda el hijo segundo, y si éste estuviese en el mismo caso, el si-
guiente, y así sucesivamente hasta no haber más. Luéero seguirán
las mujeres en caso de ausencia de varones o imposibilidad de és-
tos. Si la mayor no quisiese la encomienda, pasará a la segunda, y
así hasta la última; las mujeres sin hijos o cuyos hijos no se hicie-
sen cargo de la encomienda, podrán heredarla.
72 — 1552. Agosto II. Al presidente y oidores del Nuevo
Reino de Granada que proveen que el servicio personal de in-
dios que andan en las canoas en provecho de los encomenderos
se quite y se tase de los frutos de la tierra lo que en lugar de ello
buenamente puedan pagar conforme a lo mandado, y a los dichos
indios se deje libremente usar de las canoas para su aprovecha-
miento. A los indios de las costas de Cartagena y Santa Marta, que
tienen sus canoas, los obligan los encomenderos a remontar las
mercancías hasta el Nuevo Reino, dándoles mucho trabajo y
poco de comer, de donde resulta que la mayor parte vuelven
enfermos a morir a sus casas. Como está prohibido cobrar a los
naturales toda clase de servicios personales, el tributo que han
de pagar se les cobrará moderadamente del producto de sus
tierras. Los que transporten mercancías mandarán hacer para el
efecto barcas grandes. Si los indios voluntariamente quisieren
hacer el transporte, se les podrá emplear retribuyéndoles el trabajo.
73 — 1552. Septiembre 9. Al gobernador de Castilla de Oro.
Que ha mandado decir a sus oficiales reales que cuando tomasen
alguna cosa por perdida, se tome conforme a justicia, la vendan
j rematen en pública almoneda y el precio lo pongan en el arca
de las tres llaves.
74 — 1552. Madrid. Al gobernador de Tierra Firme. Le re-
cuerda una carta a Sancho de Clavijo, gobernador que fue de la
582 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
misma, en que le dice que' muchas personas casadas pasan por allí
con su mujer e hijos al Perú, que si muere la mujer quedan con
cuatro o más hijos entre ellos algunas doncellas. Como las licen-
cias que Heva-n van con el aditanaento de que pasen juntos, pierden
la gracia, y quedan muchas gentes perdidas y en esas tierras aca-
ban por morir. Puede dejar pasar a todos los que por esta causa
han quedado allí, sin obstáculo, aunque hayan perdido el padre y
la madre. Si los hijos quedan solos, podrán pasar con algún deudo,
previa su licencia. No obstante esta carta ha sabido Su Majestad
que Sancho Clavijo no ha dejado pasar a varias personas. En
adelante a todos los que fuesen casados y llevasen sus mujeres
al Perú o a los que tengan licencia de Su Majestad o de sus ofi-
ciales reales de la casa de Contratación de Sevilla, apenas lleguen
a esa provincia, los dejen pasar sin ponerles impedimento ni obs-
táculo. Si algunos estuvieren en esas tierras, en esas condiciones,
que los deje pasar.
75 — 1553. Madrid, enero 20. Al gobernador de Castilla del
Oro. Se inserta una carta dirigida a Sancho Clavijo en que le
decía que el obispo de ésa, fray Pablo de Torres y sus oficiales, se
entrometían en llevar los bienes y herencias de los clérigos que
mueren en esa provincia, ab intestato, no sólo de los que allí per-
manecían, sino de los que iban de tránsito para el Perú; que se
sabe que llevó de un clérigo que estaba en ésa 6,000 castellanos y
algunos esclavos, y de otros, más de 6,000 castellanos; que como
los oficiales reales quisieron inventariar estos bienes, fueron ame-
nazados con censuras y excomuniones. Manda que tanto él como
el obispo informen sobre la manera como estas cosas han sido
hechas y porqué se ha procedido de esa manera, para poder pro-
veer
76—1553. Abril 17. Presidente y oidores del Nuevo Reino
de Granada. Que vean la cédula, que dice va inserta, la cual de-
clara la orden de enviar los casados que estuvieron sin sus muje-
res y las lleven a estos reinos a hacer vida con ellas. Recuerda la
cédula que mandó dar a Miguel Diez Armendáriz, gobernador
que fue de ese reino, para que los hombres casados que vivían
sin sus mujeres, con gran ofensa de Dios y perjuicio para la
colonia, fuesen por ellas en el término de dos años (cédula de
17 de octubre de 1544). Marcos Salvador, vecino de Tunja, tiene
íu mujer en Albacete, y no quiere hacer vida común con ella. Or-
dena que lo manden en _el primer navio que salga. Con este
motivo repite la cédula.
77-1553. Abril 24. Presidente y oidores del Nuevo Reino
de Granada. Sobre los pasajeros que han de usar oficios. Varios
oficiales han partido de España para esos reinos con recomen-
dación especial de la casa de Contratación de Sevilla. Si no ejercie-
sen sus oficios en esa tierra se les debe sacar de ella por su cuen-
ta, perdiendo las fianzas que dejaron depositadas.
78 — 1553. Mayo 13. Presidente y oidores del Nuevo Reino
de Granada. Que envíen relación de la forma que han tenido en
ARCHIVO DB INDIAS 583
aquella tierra los indios cerca del aprovechamiento de la sal y la
que después que se descubrió se ha tenido y tiene. Pide una rela-
ción extensa para poder proveer a lo que convenga.
79 — 1553. Mayo 18. Al presidente y oidores del Nuevo Rei-
no de Granada. Relación de la necesidad que hay de hacerse un
hospital en la ciudad de Santafé y de lo que será menester hacer
para la sustentación de los pobres de él, y pareciéndoles que con-
viene que se haga ordenen las ordenanzas que les pareciere y las
envíen juntamente con la dicha relación. A la ciudad acuden mu-
chos indios pobres y enfermos que no hallan ni dónde curarse ni
quién los cure. La Audiencia ha de elegir sitio para un hospital
y hacer un presupuesto de gastos que mandará a la mayor bre-
vedad.
80—1553. Octubre 9. A Luaro de Sosa. Que en la flota que
está puesta en San Lúcar para salir a Indias van aiguuos solda-
dos a costa de averiar, y llevan artillería y municiones, y como es
posible que algunas de las naves" la tuvieren que echar a pique por-
que estuviese muy averiada para el regreso, manda que si esto
sucediere, en Nombre de Dios haga repartir los soldados y artillería
de la dicha nave en las otras de la flota hasta la Habana, donde
los repartirá el capitán general Cosme Rodríguez Farfán, como
mejor le pareciese.
81 — 1553. Valladolid, noviembre 4. A Suaro de Sosa, gober-
nador de Castilla de Oro. Incluye una cédula anterior sobre la
costumbre de algunos escribanos de renunciar sus oficios en perso-
nas que no tienen para ello titulo de Su Majestad, de donde resul-
tan fraudes para su hacienda. Manda que en adelante ningún
escribano que no tenga título de Su Majestad sea osado a desempe-
ñar estos puestos, bajo pena de cien mil maravedíes para la real
cámara (cédula dada en Monzón a 19 de octubre de 1547).
Luego ha sabido por el doctor Berástegui, fiscal de Su Majes-
tad, que Diego Salcedo, escribano de número de Nombre de Dios,
renunció a favor de Francisco de Quejada, y que fue admitido a
dicho oficio por Sancho de Clavijo, no obstante la citada cédula,
que no consienta que Quejada use de su oficio, y que si algún de-
recho pretende tener reclame ante el Consejo.
82 - 1553. Junio 2. Acerca de lo que proveyeron los licen-
ciados Briceño y Montano para que el licenciado Juan de Galarza
entregue a Diego de Robles por inventario todas las cédulas e ór-
denes reales y otros oficios que tenga de la audiencia.
Estas cédulas son: las expedidas en Valladolid de fechas 22 de
febrero de 1549 (véase número 21); i.** de junio de 1549; 20 de
marzo de 1552 (véase número 68); 17 de julio de 1549 (número
30); 16 de abril de 1550 (número 45); 21 de marzo de 1551 (núme-
ro 58); 9 de octubre de 1549 (número 37); 13 de febrero de 1551
(número 57'; 7 de junio de 1550 (número 48); 11 de marzo de 1550
(número 44); 9 de octubre de 1549 (número 35); 22 de junio de
1549; 4. de septiembre de 1550; 29 de octubre de 1549; dos sobre
«I mismo asunto de que informen qué personas han ido a ese
reino; mayo 31 de 1549 (número 23); de 26 de septiembre de 1550;
584 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
dos de 9 de octubre de 1550; y 4 de septiembre de 1551 (número
66); 16 de julio de 1550 (número 51); 4 de mayo de 1550; 9 de
junio de 1549 (número 27); dos de la misma fecha (números 25 y
26); 9 de junio (número 24).
Estas fueron las que Galarza entregó y que estaban en los li-
bros de la a,udiencia. Las relacionadas con las visitas de los oido-
res dijo que las tenía por orden del mariscal Jiménez de Quesada.
Además entregó otras que no estaban en el inventario: las de Va-
lladolid de 7 de febrero de 1555; de 13 de febrero de 1554 (i); de
15 de diciembre de 1544 (número 9); de 11 de diciembre de 1^44
(número 8); de 6 de junio de 1543; de 13 de febrero de 1545, y
una de Madrid de 29 de noviembre de 1546.
Son las que el licenciado Galarza dice haber recibido de Ar-
mendáriz. Entregó otra que no se ha jurado en este reino y dijo
que no tenia más.
83 — 1553. Octubre 9. Carta del rey sobre las personas que
vienen a este reino. Recuerda la cédula de 24 de abril, en que dis-
pone que los que fuesen a ese reino sin licencia o los que fuesen
con oficio y no se hiciesen cargo de él, sean echados (véase número
77). Para mejor cumplimiento de este mandato ordena que se ten-
ga un libro de pasajeros en que se anoten las personas con las
licencias que llevaren.
84 — 1553- Noviembre 4. Presidentes y oidores de la audien-
cia. Sobre conquistas, entradas y descubrimientos y que no se ha-
gan más en adelante. No obstante que ya en cédula anterior se
había prohibido hacer entradas y descubrimientos por el daño que
se hace a los indios en cuya conservación esti interesada la corona,
se ha sabido que en la Española se prepara una expedición para la
provincia de Santa Marta. Ordena que no se le dé curso y que lo
mismo se suspenda cualquiera otra que estuviese en vía de ejecu-
ción. Repite la prohibición de hacer conquistas, bajo pena de la
vida y pérdida de bienes de quien lo intentare.
85 — 1553. Noviembre 17. Carta de Su Majestad a la audiencia
sobre las ordenanzas de la Contratación. Remite una copia de éstas,
impresa, autorizada por la ñrma de Sámano, con las ordenanzas
de la casa de Contratación de Sevilla sobre la manera como se han
de hacer con ella los tratos y comercio. Manda se haga pregonar
para que sea de todos conocida.
86 — 1553. Diciembre 20. Cartas del rey de capítulos de la
audiencia. Que averigüen de los indios viejos, bajo juramento, cuá-
les eran los tributos que los subditos pagaban a sus caciques en
tiempo de su infidelidad y digan su equivalente en pesos de oro, y
lo que pagaban los señores y caciques secundarios al principal.
Cuales escrituras, tablas u otras cuentas llevaban de sus tributos,^
y los busquen, y de acuerdo con los religiosos los traduzcan; qué
gentes eran las que pagaban los tributos, si los soldados o los mer-
(1) Por el contenido de estas cédulas se tc que bay error en la*
fecbaa. Deben ser de 1545 7 1544.
ÁRCmVO £>E INDIAS 585
caderes, o los labradores, y si había individaos exentos de ese
pago. El tiempo acostumbrado para hacer el pago y orden que
guardaban para ello. Si los pagaban en relación con las tierra»
que cultivaban, o de las haciendas que poseían, o por otras causas.
Si los tributos que pagaban eran solariegos o por razón de su seño-
río universal o particular. Si los tributos con que acuden ahora a
sus caciques son los mismos que entonces pagaban o si han varia-
do. Digan qué señores ejercían mando por sucesión y cuáles por
elecciones de los mismos indios, y qué juramentos y poder tenían
en tiempos pasados y los que ahora tienen; si los tributos que
los españoles impusieron cuando entraron y conquistaron esas tie-
rras fueron;lo3 mismos que los indios pagaban a sus caciques, y si
para los tributos que impusieron después, se informaron de lo que
pagaban, para igualarlos. Si cuando se repartió la tasa de los tri-
butos se convocó a los pueblos para consultarlos, y si éstos acepta-
ron voluntariamente. Si al imponer los tributos tuvieron en cuenta
que quedara a los naturales con qué sostener su casa, casar y dotar
sus hijos, atender a sus enfermedades y con qué emprender en
algún oficio en que fuesen hábiles. Indiquen quiénes son los que
pagan tributo, si los labradores o los comerciantes, y si son pobre»
o ricos y qué género de hacienda tienen; y averigüen, de acuerdo
con los religiosos y personas de conciencia, cuál suma pueden pagar
a Su Majestad sin causar perjuicio al servicio de Dios y de modo
que pueda conservarse la tierra en paz; y vean si los diezmos
están bien distribuidos, si convendría cobrara los negociantes la
décima parte de lo que venden o si sería mejor cobrar por cabezas;
que en todo caso no sean mayores a las que pagaban en su infi-
delidad, ni tanto que privaran a los naturales de su condición de
hombres libres. Si para las respuestas hubiese diversos pareceres^
cada cual expondrá el suyo alegando las razones en que lo funda.
87 — 1554. Valladolid, abril 27. Al gobernador de Tierra
Firme. Fue ordenado a Sancho de Glavijo que de los indios que
en esa provincia fuesen dados por libres se hiciesen pueblos y se
congregasen para instruirlos en la fe y que vivan con policía, pero
muchos prefirieron quedarse con sus amos, y los que fueron a
poblado casi todos murieron, porque se les dio poco favor. En
Nombre de Dios y Panamá había muchos indios que servían en
las casas y que eran bien tratados e instruidos en la fe. Sancho
Clavijo puso en solicitud todos los muchachos, indios e indias que
recogió, y como no les querían remunerar su trabajo como lo de-
seaban, mandó hacer un pueblo y les repartió herramientas para
que trabajaran, pero como habían estado muy a sus anchas en casa
de sus amos, salían a pedir limosna de puerta en puerta, sin que
nadie les diese de comer, y murieron todos de hambre. Cuando se
recogían los indios para ponerlos en libertad, un vecino mostró
una cédula por la que se le dejaban los esclavos a perpetuidad,
porque con ellos había acrecentado la real hacienda en más de
$ 20,000. Manda se informe a Su Majestad sobre todo esto, y qué
cédula es la que autoriza a poseer esclavos y quién la tiene, pues.
cree que sea iálsa.
586 BOLETÍN DK HISTORIA T ANTIGÜEDADES
88 — 1554. Abril 21, Sobre cierta paga al adelantado Pedro
Hernández de Lugo dirigida a los «oficiales del emperador rey nues-
tro señor de la provincia de Santa Marta y Nuevo Reino de Gra-
nada.»
En la capitulación con Fernández de Lugo, de 20 de enero de
1535, se le reconocieron 4,000 ducados de oro para que le fuesen
pagados por los oficiales de la dicha provincia de Santa Marta, de
las rentas y derechos que hubiese, para ayuda de gastos de la con-
quista. También se le asignaron 329,000 de las mismas rentas por
lo que había dejado en Canarias. Que avisen por el primer navio
si estas sumas se han pagado en parte o en su totalidad y a qué
personas. £n Santafé el 20 de marzo de 1556 mandaron esta cédu-
la a los oficiales reales.
89 — 1554. Abril 21. A los oficiales del Nuevo Reino de Gra-
nada. Al consejo de Indias se han pagado al adelantado Pedro
Fernández de Lugo trescientos veinte nueve mil (maravedís?) que
le fueron debidos por capitulación. Es una repetición de la ante-
rior. Fue remitida a los oficiales reales junto con la anterior.
90 — 1554. Mayo 10. Al presidente y oidores para que co-
nozcan de aquí adelante de los negocios que a aquella audiencia
ocurran de la provincia de Cartagena conforme a las que para ella
se ha dado. La provincia de Cartagena estaba bajo la jurisdicción
de la audiencia de Santo Domingo, pero en vista del deseo mani-
festado por muchos de sus vecinos de que se la adscriba a la de
Santafé, y vista la conveniencia de ello, así se resuelve.
91 — 1554. Mayo 10. Al'presidente y oidores del Nuevo Reino
de Granada. Que no consientan ni den lugar que se haga venta de
indios ni por empeño ni permuta ni por otra alguna vía. Muchos
españoles han dado en ausentarse para ir a España o a otros luga-
res, y con este motivo venden las encomiendas que tienen, lo que
se ha de prohibir en absoluto bajo severas penas, por ser contrario
a las leyes.
92 — 1554. Abril 27. Al presidente y oidores del Nuevo Reino
de Granada. Que viendo que convenga acerca de lo que es necesa-
rio para la instrucción y conversión de los indios de los pueblos
que están en la corona real de aquella tierra y envíen relación de
lo que de ello hicieren.
Su Majestad ha sabido que no cuidan de instruir] en la fe a
aquellos de sus subditos que están bajo la real corona; que lo ha-
gan como se practica en el Perú y en Nueva España, llevatido a
los muchachos y a los hijos de los principales a habitar en casas
cercanas a las de los frailes. Que las cosechas de maíz que se ha-
gan por cuenta de Su Majestad se destinen a su sostenimiento. Lo
mismo han de hacer los españoles que tienen indios encomenda-
dos. Deben tratar de reunir los muchachos en las doctrinas, para
lo cual constreñirán a los caciques a que habiten en los pueblos,
los que se han de hacer siempre en sitios sanos y fértiles. Leída en
la audiencia de Santafé el 20 de mayo de 1556.
93 — 1554. Mayo 10, Al presidente y oidores del Nuevo Reino
-de Granada. Que se informe de lo que pasa sobre las personas que
ARCHIVO DE INDIAS 587
venden los indios que tienen encomendados, y los castigue con-
forme a justicia, y para adelante ponga el remedio que conviene
para que no se haga. Semejante a la número 91. Fue leída en la
audiencia el 2c de marzo de 1556.
94 — 1554. Mayo 10. Al presidente y oidores del Nuevo Reino
de Granada. Que hagan información personal con los que yendo
con el capitán Orsüa, por su mando a poblar el Valle de Tairona
hicieron malos tratamientos a los indios de Buriticá, y habida la
información los que por ella resultaren culpados, los castiguen.
La audiencia mandó a Pedro de Ursúa a poblar en el Valle
de Tairona, y sus soldados que fueron adelante hicieron muchas
vejaciones a los indios, quemándoles sus haciendas en Buriticá, a
consecuencia de lo cual se alzaron 400 pueblos en aquella tierra.
Que averigüe quiénes hicieron esos daños y quiénes robaron y
por mandato de quién, y se les castigue según las leyes. De todo
se dará cuenta a Su Majestad. Jurada en Santafé, en 20 de marzo
de 1556.
95 — 1554. Noviembre 20. Para que ninguna persona de Tunja
a Tocaima pueda llevar indios cargados sin venir por esta ciudad,
ni pasarlos de ella, ni los encomenderos de ellos, bajo' ciertas penas,
y a las justicias que lo hagan pregonar y ejecutar. A los alcaldes
ordinarios y otras justicias de las ciudades de Tunja, Santafé y To-
caima. Por la real audiencia se ha tenido noticia de que de Tunja a
Tocaima, y viceversa, pasan con indios cargados, contraviniendo
a cédulas y cartas anteriores, y que para que en Santafé no se den
cuenta de ello los pasan por Cabanas Grandes. Repita la prohibi-
ción de cargar los indios y a los encomenderos de alquilarlos para
estos servicios. Ordena que los que lleven indios en estas direc-
ciones los pasen por Santafé. A los que llevaren indios cargados
se les decomisará la carga, y pagarán además $ 200 en oro, para
la real cámara, el denunciante y el juez que condene por terceras
partes. Si los pasaren sin carga, se les harán pagar los $ 200, y
si no los tuvieren, se les darán públicamente doscientos azotes.
Hágase pregonar en todas las ciudades.
96 — 1554. Ordenanza para el buen recaudo de la hacienda
real de las Indias. A los gobernadores, justicias, oficiales reales de
hacienda. Las cusntas de cada uno de los oficiales reales en las islas
'j provincias deberán remitirse al principio de cada año, y serán fe-
necidas durante los dos primeros meses. Las cuentas se mandarán
a la audiencia correspondiente, y las sumas al real consejo. Para
que esto se cumpla, si los oficiales no hubieren fenecido sus cuen-
tas en los dos primeros meses, seguirán trabajando|sin salario hasta
terminarlas.
97—1554. Valladolid, mayo 10. Carta del príncipe a la
audiencia. Ai presidente y oidores de la real audiencia del Nuevo
Reino de Granada. Por muerte del rey Eduardo, ha concertado
matrimonio con la serenísima reina María para acrecentamiento de
sus estados y paz de la cristiandad. Con este motivo se embarcará
«n el puerto de la Corufia, dejando en su lugar y durante su ausen-
588 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
cía, encargada del reino a la 'serenísima princesa de Portugal, <a
quien vos encargamos que obedezcáis,» etc.
98 — 1554. Mayo 10, Presidente y oidores de la audiencia
real del Nuevo Reino de Granada, «Vi la letra del 12 de abril del
año pasado de mil e quinientos e cincuenta e dos años, y está bien
lo que decís que tenéis cuidado del cumplimiento de las leyes que
os mandamos enviar para que no [se echen indios a las minas e se
quitasen los servicios personales, como lo haréis.» Manda que no
se hagan entradas, ni otros descubrimientos, ni se busque el Dora-
do, bajo penas muy severas, pues todo esto viene en detrimento
de los natuiales. Que los oficiales que pasan de España a esas tie-
rras están obligados a usar sus títulos. Los indios de Tunja y Sa-
macá que fueron del capitán Juan de Pineda, fueron tomados por
los oficiales reales, en vista de que el difunto no dejó hijos legíti-
mos. Pide una vez más que se haga la tasación de tributos y demo-
ras. Se proveerá a que se manden sacerdotes a instruir a los indios,
y pide a la audiencia preste protección y ayuda a los que vayan a
ese reino. Manda que los oficiales reales no cobren derechos por las
causas fiscales, ni de las que se hicieren de oficio tocantes al ser-
vicio de Dios y de Su Majestad.
99 — 1554. Septiembre 7. Al presidentejy oidores de la au-
diencia real del Nuevo Reino de Granada. Sobre lo que va a la
conversión e instrucción de los indios que están encomendados a
los españoles. Recuerda otra anterior real cédula en la que dice ha-
ber sido informado de que los encomenderos no cuidan de enseñar
la doctrina a los indios que siguen en la infidelidad. Los encomen-
deros están en la obligación de instruir a sus indios en la fe, de
protegerlos, defenderlos y darles buen trato. La audiencia averigua-
rá con acuciosidad quiénes no cumplen con estas obligaciones y los
castigarán con la pérdida de sus encomiendas y de los tributos que
hubiesen cobrado. Jurado en Santafé el 20 de marzo 1556.
100 — Traslado de un capítulo de los que ordenaron los obis-
pos de Nueva España y algunos religiosos de la congregación
que tuvieron en la ciudad de Méjico el año pasado de quinientos
y cuarenta y seis. La concesión que la Santa Sede hizo de aquellas
Indias a los Reyes Católicos\tuvo por objeto la conversión de los
habitantes a la fe. Después de largas consideraciones los obispos^
convienen en que los encomenderos tienen la obligación de instruir
y convertir a los indios que les tributan, tratando de hacer iglesias,
que proveerán de todos los objetos del culto y de casas donde se
pueda celebrar el culto diario. Los confesores pondrán mucho cui-
dado en ver cómo consiguen que los encomenderos devuelvan a los
naturales las sumas malamente adquiridas. Los curas serán bien
provistos de alimentos por los encomenderos, quienes les propor-
cionarán vino, cera y lo demás que fuese necesario para el culto.
Lo mismo harán los oficiales reales en los repartimientos que están
en la real corona. En los pueblos grandes no deben contentar su
conciencia con un solo maestre, sino que pedirán al diocesano dos
o tres, y los que fuere necesario. En los pueblos pequeños tendrán
ARCHIVO DE INDIAS 589
iglesia decente, y para el sostenimiento del culto contribuirán ios
encomenderos más cercanos.
loi— T1554. 19 de febrero. Al presidente e oidores del Nuevo
Reino de Granada. Que envíen la información que con éita se les
pide sobre malos tratamientos que Juan Tafur ha hecho a ciertos
indios que tiene en encomienda, y llamado el fiscal de aquella
audiencia hagan sobre ello justicia a los culpables y envíen rela-
ción de lo que en ello hiciesen e proveyesen. El licenciado Agreda,
fiscal de Su Majestad en el Consejo de Indias, ha dado cuenta de
los malos tratamientos dados por Juan Tafur a los indios de su
encomienda, metiendo indios panches y caribes que había matado
a muchos y cometiendo grandes crueldades. Manda se le aprese y
se la entregue al fiscal, etc.
102 — 1555. Febrero 18. Al presidente y oidores del Nuevo
Reino de Granada. Sobre lo de mestizos y mestizas de aquella tierra.
Los hijos e hijas de españoles son por lo general abandona-
dos, y se pierden y vuelven a la idolatría cometiendo otros delitos
y pecados de fornicación, adulterios, robos y muertes. Conviene
averiguar los mestizos que haya en cada pueblo y darles algún
oficio a los muchachos, y a las hembras ponerlas en servicio en
buenas casas. A los niños que los pongan a eJucar en colegios y
a las niñas en otros, separados, y darles estado. Esto se recomien-
da muy especialmente a los religiosos. Fue jurada en la audiencia
el 12 de agosto de 1556.
103 — 1555. Julio 5. Al presidente y oidores del Nuevo Reino
de Granada. Que hagan relación en los primeros navios si conven-
dría hacer arancel para los indios que sea más moderado que el
de los españoles, atenido a que tiene pequeñas haciendas, y en el
entretanto convenía que en los indios de aquella tierra se guarde
el arancel de estos reinos, que a los pobres no se lleven derechos.
104 — 1555. Agosto 20. Inserta el aviso y orden que se ha de
tener en el embarcadero nuevo y navegación del río Grande de la
Magdalena y la entrada por el embarcadero de Vélez, cese para
que las justicias y alcaldes se guarde el dicho embarcadero y
río y otras personas lo guarden y excaven. Ha sido informado por
esa real audiencia de que el camino que va de Vélez, al puerto del
Magdalena es tan malo que por él no pueden pasar recuas, y se
siguen sacando las cargas a hombros de los naturales, con gran
perjuicio para sus vidas. Ordena que mientras no se abra un
camino, se saquen las cargas por el puerto que está junto a Saü
Sebastián de Mariquita, donde hay camino para recuas. Prohibe
nuevamente el empleo de indios para la navegación del río, para
cuyo efecto se deberán traer negros. Que se abandone el camino y
puerto de Vélez, y el que pasare por él perderá la carga que lle-
vare, la tercera parte a favor del rey y las otras dos para el
demandador y el juez. Nadie podrá subir ni bajar el río sin per-
miso de la autoridad, bajo pena de multa para el real fisco.
105—1554. Mayo 10. Los tres oficiales reales, tesorero, con-
tador y factor colocarán el producto de tributos de Su Majestad
590 BOLETÍN DE HISTORIA T ANTIGÜEDADES
en la caja de ias tres llaves de que todos serán responsables. £n la
misma arca deberá estar una copia del acta de las tasaciones, y los
oficiales llevarán cuenta aparte de lo que produzcan los tributos.
Las audiencias no podrán dar finiquito a los oficiales reales. Las
cuentas irán al Gran Consejo, único que podrá librarlos. Los oi-
dores jueces de cuentas, que tienen que trasladarse de un lado a
otro ganarán 25,000 maravedís cada uno, los que pagarán los ofi-
ciales reales. Manda a ios presidentes, oidores y fiscales que a cada
flota que llegue hagan el avalúo de las mercancías, una por una,
para evitar los fi-audes. Tendrán un registro en que conste la mer-
cancía de cada navio que llegare. Las mercancías han de llevarse
directamente a la casa de contratación, de donde no las podrán
sacar sus dueños mientras no estén en el arca de las tres lleves los
derechos que corresponden a Su Majestad, La paga de estos dere-
chos se hará en presencia de los oficiales y de los tres oficiales de
Su Majestad, se pondrán en el arca triclave y se sentará la partida
en los libros, que se colocarán en el arca, después de firmados.
«El arca de las tres llaves puede ser no muy grande y de madera
buena y gruesa y muy bien bardeada de barras de hierro y con
buenas cerraduras y llaves diferentes y que esté en parte segura
donde no le pueda suceder inconveniente alguno.» Las sumas que
en ellas se depositaren las echarán en presencia de los tres ofi-
ciales, después de que las hayan visto pesar. El oro y la plata se
harán quintar y marcar en el lugar más próximo en que hubiese
fundición, para evitar que se pierdan, como ya ha sucedido. Indica
la manera de hacer el remate. El tesorero firmará cada una de
las partidas que entren. No se ha de hacer libranza sobre la caja
real sin previa licencia.
106 — 1555. Septiembre 5. Para que en las Indias no sean
proveídos de corregimientos ni de otros oficios de justicia ningu-
nos hijos ni hermanos, ni suegros, ni yernos, ni cuñados de nin-
gún presidente, ni oidor ni fiscal de ninguna de las audiencias.
Como el empleo de estos cargos en miembros de una misma
familia producen graves inconvenientes queda prohibido, bajo
pena de mil pesos de oro al que lo infringiere.
107 — 1555. Septiembre 9. Cartas y capítulos de Su Majestad
a la audiencia. A esa audiencia corresponde hacer la tasación de
indios de la provincia de Popayán, lo que aún no ha piocedido a
ejecutar. Ordena que manden al licenciado Tomás López y al oidor
Santiago para que la hagan de acuerdo con el obispo de Popayán.
Que después de jurar ante el sacerdote, libres de todo odio proce-
dan a hacer la tasación de las encomiendas dadas a los pobladores
y a los conquistadores, según el número de habitantes, la calidad de
la tierra y de acuerdo con lo que pagaban a sus antiguos caciques.
El tributo deberá ser bastante moderado, de manera que quede a
los naturales con qué sostener sus casas y dotar a sus hijos e hijas
y les sobre para atender a sus enfermedades y otras necesidades.
Han de darles facilidades para que más bien enriquezcan que em-
pobrezcan. No se les obligará a servicios personales ni se les
echará a las minas. Se hará una lista de encomiendas en que cons-
ARCHIVO DE INDIAS 591
tara lo que cada indio ha de pagar a los oñciales reales o a ios enco-
menderos, la que se pondrá en conocimiento de los indios hacién-
doles comprender que nunca, por ningún motivo, ni directa, ni
indirectamente, se les cobrarán otros tributos, ni se les podrá man-
dar a trabajos personales. AI que cobrare una suma mayor de la
estipulada, se le castigará la primera vez haciéndole pagar cuatro
tantos más para la cámara de Su Majestad; la segunda vez perde-
rá la encomienda y otros bienes que tuviese de los indios, más la
mitad de su hacienda. Una copia de la tasación quedará en cada
pueblo en poder del cacique, a quien se la leerá por medio de in-
térprete, y otra en manos del cobrador para que no pueda alegar
ignorancia. Al Consejo se le enviará traslado de cada tasación
explicando bien el porqué de ella. La- audiencia dará las más ins-
trucciones que creyere al oidor que envíe, al obispo y a las gtras
personas que intervinieren. El visitador hará guardar lo prevenido
en las cédulas, especialmente en lo que se refiere a que no se man-
de a ios indios a cargar. Jurada en Santafé el 29 de abril de 1557.
108 — 1555. Septiembre 14. Al presidente y oidores del Nue-
vo Reino de Granada. Que guarden las leyes de estos reinos que
disponen sobre el conocer de las causas civiles y en lo que a cau-
sas criminales no conozcan si no fuere conforme a las ordenanzas
de las audiencias reales destos reinos. Los oidores de las audien-
cias han dado en conocer cada uno por sí de las causas civiles y
criminales que se debe remediar, para que en esa audiencia no se
haga lo que en otras. Mande que se sigan las leyes del reino y que
en lo criminal no se haga nada que no sea conforme a las ordenan-
zas de las audiencias de esos reinos. Obedecida^en Santafé a 8 de
ebrero de 1557.
109 — 1555. Septiembre 14. Nuestro presidente e oidores de
la audiencia real del Nuevo Reino de Granada. Incluye la cé-
dula de 27 de noviembre de 1548 (véase número 18), en que
manda hacer una estadística de los indios de ese reino enco-
mendados y vacíos para que se haga una partición justa, de*
jando a Su Majestad la parte que correspondiere y lo demás a los
conquistadores, a sus mujeres e hijos, y a los demás españoles que
hubiera, teniendo en cuenta los méritos y servicios de cada cual.
De todo ello darán relación escrita, diciendo la renta que cada
encomienda produce a su dueño. Pedro de Colmenares, procurador
general de ese reino, ha dado cuenta de que esa cédula no ha sido
cumplida y de que la mayor parte de los repartimientos están en
manos de españoles recién llegados, que no han prestado ningún
servicio. Manda que se cumpla y que en el término de un aflo, a
contar de la notificación de la cédula, deben enviar noticia al con-
sejo, de lo cumplido.
lio — 1555. Septiembre 74 Sobre carta para que una persona
de esta corte vaya a la ciudad de Tunja a ejecutar la provisión de
la tasación a cuenta de los vecinos de Tunja a pedimento del
fiscal. Repite la cédula de 2 de abril, en que recomienda a los oido-
res que, acompañados del obispo, hagan la tasación de los tribu»
592 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
tos y demoras que han de pagar los indios de la provincia de Tun-
ja. Deberán ante todo informarse de la cantidad de naturales y
principales de cada repartimiento, la calidad de la tierra y lo que
cogen y crían en ella, de las granjerias y contrataciones que tienen,
y de lo que buenamente pueden dar. Las listas que se hagan se
le entregarán al juez Juan de Penagos, se harán pregonar y se
entregarán a los encomenderos y a los capitanes y caciques. A los
que no cumplieren se les harán pagar 500 pesos de multa «para la
mía cámara. > La cédula fue pregonada en Tunja y en Santafé, y
sin embargo no se ha cumplido. No se dijo a los caciques lo que
habían de pagar, y con mil pretextos de que no se podían sostener
con tan poca paga, etc., los encomenderos seguían cobrando a su
arbitrio. Ordena a la audiencia que se traslade a Tunja, que reúna
a los encomenderos y vaya con ellos a los cacicazgos llevando
intérpretes, si lo creyere conveniente. La autoriza para que apre-
henda a quienes hayan abusado, a los que podrá encausar, encar-
celar, retenerles sus bienes y aplicarles las penas indicadas. La
cédula fue pregonada, y Miguel Patarroyo juntó a los encomen-
deros y caciques y les puso la cédula en conocimiento.
XII — 1C55. Septiembre 24. Sobre carta para que una persona
vaya de esta corte a la ciudad de Vélez a ejecutar la provisión
de tasación. Dirigida a Pedro Rodríguez, Inserta la cédula de abril
de 45, que se pregonó en Vélez. Orden a que la audiencia envíe a
uno de sus oidores a hacer presentes las tasaciones a los encomen-
deros, caciques y capitanes. Por cada tasación que se haga paga-
rá el encomendero tres pesos de buen oro y lo mismo el cacique
o capitán.
112 — 1555. Toledo diciembre 11. A la audiencia del Perú y
gobernador de Tierra Firme. Que a esas partes han pasado cléri-
gos con hábito de frailes que son de la orden de la Trinidad; man-
da que no se permita a éstos ni a ningunos otros frailes que no
sean de las órdenes de santo Domingo, san Francisco y san
Agustín hacer monasterios en esas partes,
113 — 1556. Septiembre 29. Valladolid. Presidente y oidores
de la nuestra audiencia real, etc. Sobre tasación de indígenas en
ese reino y provincia de Popayán, donde aún no se ha hecho y
convendría enviar al oidor licenciado Tomás López, y si no estu-
viese allí lo reemplace el licenciado oidor Santiago, los que lo ha-
rán de acuerdo con el obispo, que tiene gran conocimiento de la
tierra, etc. Es una repetición de la que lleva el número 107.
114 — 1556. Enero 16. Bruselas. Carta de Su Majestad a la
audiencia. «El rey don Carlos nuestro señor escribe.» La guerra
que ha tenido que hacer a Alemania y tantos años de lucha con-
tra los enemigos y la herejía lo tienen enfermo de varios años a
esta parte, y se siente con escrúpulos para gobernar. En tal virtud
cede la corona de todos los reinos de Castilla y León con todas
sus dependencias a su hijo don Felipe.
^Continuará),
ACADEMIA NACIONAL DE mSTORIA 593
flCflD5mifl nflcionflh de siscoria
(Extracto de actas).
I.* DB JULIO
El señor Bejarano da las gracias por su nombramiento de
miembro de número, en reemplazo del señor Chaux.
La oficina de Circulación y Canje de publicaciones oficiales de
El Salvador solicita cambio con las publicaciones de la Academia.
La Sociedad Geográfica de Colombia comunica que se le ha
destinado la planta baja del Observatorio Astronómico para local
de ella, y que ha reanudado allí sus tareas.
La Biblioteca Pública de Nueva York y la Universidad de
Missouri manifiestan el deseo de recibir los volúmenes de \di. Biblio-
teca de Historia Nacional y el Boletín de la Academia.
El tesorero, señor Cortázar, informa que ha recibido parte da
los fondos de la anterior junta de festejos, destinados para el mo-
numento al sabio Mutis, y que próximamente se le entregará el
resto.
El señor ministro de Obras Públicas solicita el concepto de la
Academia sobre el sitio aprareate para colocar la estatua del doc-
tor José lí^nacio de Márquez.
El señor Orjuela presenta su renuncia de miembro de número,
por no poder asistir a las sesiones, a causa de su mala salud. Se
resolvió pedirle que retirara dicha dimisión, por estimar la Acade-
mia que él le presta siempre valiosos servicios.
El señor ministro de Instrucción Pública envía un memorial
del señor Francisco Albán, relacionado con la conmemoración de
la batalla de Barbacoas.
El señor Otero D'Costa presenta un informe sobre el libro
Leyendas Históricas y del señor M, J. Forero.
El señor Restrepo (Eduardo) informa verbalmente que asistió
a la exhumación de los restos del procer Ignacio Herrera, para lo
cual habia sido comisionado, y que éstos fueron hallados e iden-
tificados.
El doctor Gómez Calvo hace una lectura sobre recuerdos de
su vida, relacionados especialmente con la historia de Bogotá.
15 de JULIO
El señor Rivas comunica de Caracas la muerte del director
de la Academia de Historia de Venezuela, señor Tejeiro, y que
ofrendó una corona en nombre de la de Colombia. Se acordó una
moción de pé<«ame a aquel instituto.
El señor Triana solicita el informe sobre su libro La Civiliza-
eión Chtbiha, que presentó a la Academia hace algunos meses y
que fue pasado en comisión.
xtv— 38
594 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
El señor Samper y Grau envía una copia de la partida de
defunción de la señora Teresa Rodríguez de Toro, esposa del Li-
bertador.
La dirección de Mundo al Día manifiesta el deseo de publicar,
en su edición del 20 de julio, un pensamiento de cada uno de los
miembros de la Academia, relativo a la fiesta nacional.
El señor tesorero nacional avisa recibo de la suma de tres
mil pesos ($ 3,000) que en calidad de reintegro le envió el teso-
rero de la Academia y que habían sido destinados para los festejos
en 1923, y los cuales no fueron gastados.
El señor juez 3." superior solicita el salón de la Academia
para la celebración de un juicio criminal. Se resolvió manifestarle
que, según la ley, solamente puede destinarse para las sesiones de
corporaciones científicas.
Son presentados como candidatos para miembros corres-
pondientes los señores D. García Vásquez, P. A, Zubieta y Gui-
llermo Sherwell.
El señor León Gómez informa favorablemente scbre el libro
Historia de Jigua de D os, escrito por el señor A. Gutiérrez. Se
resuelve pedir al ministerio de Gobierno su publicación en la Im-
prenta Nacional.
El general P. E. Escobar envía un interesanttí documento
sobre Bolivar, que halló en una de las notarías de Popayán y que
es desconocido. Presenta igualmente interesantes fotografías del
Juanambú, Berruecos y otros lugares históricos.
El concejo municipal de Cali comunica que ha comisionado
a los señores D. García y E. Palacios para que reciban y conduz-
can a Cali los restos del procer señor Ignacio Herrera.
El señor rector del colegio del Rosario comunica que dicho
plantel tributará honores en la capilla del colegio y celebrará una
misa de réquiem a los restos del mencionado procer.
Se resuelve pedir a la Cruz Roja colombiana que suprima de
su hoja de propaganda la frase que dice «la única bandera limpia
de la tierra,» porque afecta el sentimiento patriótico.
El señor Matos Hurtado remite el índice de su obra Com-
pendio ¿c la h'síoria de la literatura coLtnbiana, que tiene escrita
y Id cual presentará en próxima sesión.
Se autoriza a la comisión de la mesa para prestar el salón,
para las conferencias del congreso de misiones, caso de ser solici-
tado para ello, como lo anunció el señor Guerra.
Se nombra una comisión para que solicite de los seilores pre-
sidente de la República y ministro de Obras Públicas, el edificio
de Santa Inés, donde estaba la escuela de Medicina, por ser más
adecuado para la biblioteca, archivo y sesiones de la Academia,
que el que^tiene actualmente.
I. o DE AGOSTO
El centro vallecaucano de historia avisa que el doctor García
Vásquez está comisionado para conducir a Cali los restos del pro-
cer Ignacio Herrera.
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA 595
La Cruz Roja manifiesta que el prospecto a que hizo alguna
observación la Academia fue tomado de una edición extranjera, y
que en adelante se suprimiría la frase relativa a la bandera, que fue
impugnada.
La Academia de Historia de Caracas expresa su agradeci-
^ miento por la condolencia que se le dio en la muerte de su director.
El señor notario de Valledupar envía algunos anagramas de
Bolívar, Sucre, Miranda, Páez y Ricaurte.
El comité del Congreso Científico de Lima avisa que se ha
aplazado su reunión hasta el 20 de diciembre.
El ministerio de Relaciones Exteriores comunica que la Bi-
blioteca Real de Madrid solícita las publicaciones de la Academia
y ofrece enviar otras en canje.
El señor Jaime Ferro remite algunas inscripciones indígenas
copiadas por él en las vecindades de Nemocón y Suesca.
El señor Matos Hurtado presenta el manuscrito de su obra
Compend.o de la historia de la literatura colombiana.
El señor Arrubla presenta impreso el tomo xix del Archiv»
Santander, y el señor Zubieta la obra que acaba de publicar, inti-
tulada Apuntaciones sobre las primeras m sienes diplomáticas de Co-
lombia.
El bibliotecario déla Acadenia, señor Mesa, da cuenta de
las donaciones de libros y folletos que se han recibido, entre ellas
una abundante del señor Otero D'Costa.
Se pide un informe de la comisión de monumentos públicos.
El secretario presenta impreso el folleto del señor encargado
de negocios del Brasil, señor Guimareas, intitulado Bolívar y el
Brasil.
El señor Quijano hace la lectura quincenal, la que versó sobre
las relaciones entre Colombia y Bolivia y sobre episodios de la
vida de Melgarejo,
I.° DE SEPTIEMBRE (l)
El concejo municipal de Mariquita envía a la Academia su
felicitación por la erección del busto de Mutis, y se adhiere a este
homenaje.
La gobernación del Magdalena comunica a la Academia que
ésta ha sido designada como jurado calificador para discernir el
premio en el concurso histórico con motivo del cuarto centenario
de la fundación de Santa Marta.
La Junta organizadora de la recepción de los restos del señor
César Contó, en Quibdó, invita al presidente de la Academia para
aquel acto, que se verificará el 12 de octubre.
El concejo municipal de Cali da las gracias por las gestiones
de la Academia en la exhumación e identificación de los restos del
procer señor Ignacio Herreía.
(1) £1 15 de agosto no hubo sesión.
596 BOLETÍN DE HISTORIA T ANTIGÜEDADES
La Academia de Historia de Venezuela comunica que fue ele-
gido director de eila el señor L. Vallenilla Lans, por el tiempo
que falta del período reglamentario.
El señor Martín Medina envía de Turmequé el Repertorio B»-
y acense, en el cual hay un trabajo de él sobre nombres geográficos
indígenas. /
La Biblioteca del Congreso, de Washington, solicita el envío
del volumen iv de las Crónicas de Bogotá.
£1 señor J. M. de Sucre, de Barcelona (España), solicita al-
guna obra relativa al Mariscal de Ayacucho, con^uien, dice, está
vinculado por su sangre y su apellido.
El señor Tulio Samper envía de barranquilla las partidas de
bautismo y entierro del general don Miguel de la Torre.
La comisión de presupuestos de la Cámara de Representan-
tes pide datos sobre la manera como se invierte la suma de cinco
mil pesos {^ 5,000) p^ra los festejos patrios, por cuanto algunos
miembros encuentran excesiva dicha cantidad. Se ordenó publicar
la relación de dichos gastos,
El doctor Zawadsky, párroco de Sevilla (Valle), desea saber
la opinión de la Academia con respecto a no haber aceptado el
concejo municipal de aquel lugar el retrato de Bolívar que le
obsequió dicho presbítero.
El señor Ernesto Restrepo manda de Sevilla (España) unas
copias fotográficas del retrato de Rodrigo de Bastidas, que él ha
encontrado en aquella ciudad, y de un documento antiguo en el
cual se asegura que Jiménez de Quesada era natural de Granada.
El general R. Negret remite de Popayán un estudio sobre la
campaña del sur, y las batallas de Bombona y Junín.
El señor Rogelio García envía una carta sobre la investigación
del nombre del primer buque que navegó en el Magdalena.
Los directores de El Cometcio de Lima solicitan una relación
sobre la historia de la Academia y fotografías de sus miembros,
para el número extraordinario que se propone publicar en el cen-
tenario de Ayacucho.
El señor E. Rondaros envía un ejemplar de un folleto que ha
publicado sobre asuntos morales e higiénicos de Bogotá.
La Guia Periodística Argentina, de Buenos Aires, anuncia
que próximamente aparecerá la segunda edición, y desea para ella
datos sobre la revista de la Academia.
El señor Restrepo (Eduardo) informó sobre el proyecto para
conservar los documentos y objetos históricos y prohibir su expor-
tación.
El señor Zuleta hizo una nueva lectura sobre el asunto de si el
apellido del fundador de Popayán es Belalcázar o Benalcázar.
Se citó a la comisión de la mesa para una reunión en la alcal"
día, a fin de tratar con el señor encaigado de negocios de España
y la Sociedad de Embellecimiento sobre la conveniencia de volver
a llevar los restos de Jiménez de Quesada a la Catedral.
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA 597
15 DE SEPTIEMBRE
El señor gobernador del Magdalena remite la ordenanza de
1 92 1, sobre honores.a la memoria de Rodrigo Bastidas, y el de-
creto en desarrollo de dicha ordenanza, en los cuales se abre un
concurso histórico y se nombra como jurado a la Academia.
El señor ministro de Relaciones Exteriores del Perú invita a
la Academia, en nombre del gobierno de dicha nación, a hacerse
representar en las fiestas con que se celebrará en Lima el centena-
rio de Ayacucho.
La revista Saniafé y Bogotá pide una lista de las personas
que, en esta capital y en los* departamentos, se interesen por la
investigación y el estudio de escritos históricos y científicos.
El señor Gregorio Gonzalo Londoño manifiesta desde Lima su
agradecimiento por el nombramiento de'miembro correspondiente,
cuya medalla y diploma, dice, le fueron entregados en la legación
de Colombia en aquella ciudad, y en presencia de la colonia co-
lombiana y de varios distinguidos peruanos.
Los señores Restrepo Mejía y Bejarano informan sobre la can-
didatura para miembro correspondiente del señor Demetrio García
y piden sea aceptado en tal carácter. Asi lo aprueba la corporación.
El señor Monsalve lee un nuevo capítulo de su refutación a la
obra Bolívar y la posteridad, del señor C. Hispano.
Se leen varias notas y cartas de bibliotecas y universidades
extranjeras, que solicitan el Boletín de la Academia y volúmenes
de la Biblioteca de Historia Nacional.
*
I." DE OCTUBRE
La Sociedad Geográfica de Colombia solicita el salón de se-
siones de la Academia para la reunión solemne que celebrará en
memoria del general Codazzi.
El doctor García Vásquez agradece el nombramiento detniem-
bro correspondiente.
El señor director de la Bibioteca Municipal de Guayaquil
anuncia el envío de varias publicaciones del Ecuador y solicita las
de la Academia en canje.
El señor Justiniano J. Pérez avisa de Ocaña haber mandado
un ejemplar del libro intitulado noticias históricas de la ciudad y
provincia de Ocaña desde 1810 hasta la guerra de tres años, del
cual es autor.
El señor director de Instrucción Pública del Magdalena en-
vía un ejemplar del decreto por el cual se ordena la erección de
una estatua a Rodrigo Bastidas y se abre un concurso para el cual
ha sido designada-la Academia como jurado calificador.
El señor Roberto Triana participa que un grupo de jóvenes
aficionados a las investigaciones históricas ha resuelto constituir
un centro para trabajar en estos estudios y solicita el salón para
sus primeras sesiones.
598 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
El señor ministro de Gobierno comunica que se dará la orden
para imprimir la Historia de Agua de JDios, de que es autor el señor
A. Gutiérrez, tan pronto como se acuerden las bases de la publica;
ción, de conformidad con el informe de la Academia.
El señor A. M. Candioti, cónsul de la Argentina en Sofía
(Bulgaria), solicita algunos trabajos de la Academia que le sirvan
para el curso que dicta sobre historia del progreso intelectual de
la América española en la facultad de filosofía de dicha ciudad.
El señor Monsalve obsequia a la biblioteca de la Academia
gran número de libros y folletos cuya lista acompaña.
El señor Posada presenta un informe sobre los primeros va-
pores que subieron en el Magdalena, así en la parte baja del río
como en la parte superior, o sea hasta Neiva.
Son nombrados, para el nuevo período, presidente y vice-
presidente los señores Monsalve y Otero D'Costa, respectiva-
mente; y reelegidos, por aclaniación para los puestos de secreta-
rio auxiliar, tesorero y bibliotecario, los señores Posada, Cuervo,
Cortázar y Mesa.
Se aprueba una proposición en la cual se solicita del congre-
so la reforma de la constitución en el sentido de volver a señalar
el I." de febrero como fecha de la reunión de las cámaras legisla-
tivas, en vez del 20 de julio, pues este aniversario, con motivo de
tal reunión, se ha vuelto únicamente día político y se olvida la
conmemoración de los recuerdos gloriosos de la patria.
Se leen numerosas comunicaciones de muchos puntos del país
y del extranjero, en las cuales solicitan datos y aclaraciones relati-
vo:^ a puntos históricos.
28 DE OCTUBRE
(Sesión pública).
El Secretario lee el informe sobre las labores de la Academia
durante el año.
Toman posesión de sus puestos los nuevos dignatarios, señores
Monsalve y Otero.
Se le da al doctor Marroquín el diploma de miembro de nú-
mero, y pronuncian él y el señor Restrepo Mejía los discursos del
caso.
3 DE NOVIEMBRE
El señor Carlos Infante envía un libro manuscrito que contie-
ne sus recuerdos personales*y políticos.
El señor ministro de Obras Públicas pide un informe sobre la
compra o cesión gratuita de la biblioteca jorge Pombo.
El señor ministro de Gobierno comunica que los tomos repe-
tidos del Boletín de. Historia que existen en el archivo del congre-
so j que fueron solicitados, los ha destinado para la biblioteca de
ese ministerio, y no puede por eso enviarlos a la Academia.
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA 599
El señor ministro de Instrucción Pública manifiesta que no
puede dar útiles de escritorio para la Academia, pues el departa-
mento de provisiones ha comunicado que carece de partida para
tal gasto.
El señor M. Medina, de Turmequé, envía un trabajo arqueo-
lógico sobre la provincia de Sugamuxi.
Se presenta un saludo de la Academia a la Sociedad Boliviana
y se hacen votos por el feliz éxito de ésta.
Se propone como candidato para miembro correspondiente al
señor J. M. Saavedra.
Se encomienda al señor Triana la delegación de la Academia
en el Congreso Científico que tendrá lugar en Lima, en unión del
señor Lozano, nombrado anteriormente.
Se autoriza al bibliotecario para que disponga de a'gunos
ejemplares del volumen xix del Archivo Santamüf , para canjes
con bibliotecas y corporaciones extranjeras.
Se confiere al señor Bejarano la representación de la Acade-
mia en los festejos del centenario de Ayacucho, en el Perú,
Se dispone prestar el salón para la exposición de los proyec-
tos sobre el monumento conmemorativo de dicha batalla.
Se nombra una comisión para disponer el programa de la
colaboración de la Academia en dicho centenario.
Se leen varias comunicaciones de establecimientos y socie-
dades extranjeros que solicitan las publicaciones de la Academia
y agradecen las que se les han enviado,
15 DE NOVIEMBRE
Se trata sobre la participación que tomará la Academia en
los festejos d*el centenario de Ayacucho en esta ciudad y se desig-
nan varias comisiones para acordar el programa.
Es presentado como candidato para miembro correspondien-
te el coronel Carlos Cortés Vargas.
La municipalidad de Mompós envía la resolución por la cual
se comemora el triunfo de las armas republicanas de esa ciudad
el 19 de octubre de 1812.
Se acuerda gestionar ante el congreso la expedición de la ley
sobro el monumento a los conquistadores.
La municipalidad de Mariquita comunica que desea levantar
sendos monumentos en honor del sabio Mutis y de Jiménez de
Quesada, y solicita el apoyo de la Academia a fin de conseguir
un auxilio de las cámaras legislativas.
Los señores Hermes García y Jorge Matéus envían sus libros
Falsos postulados nacionales y Contra viento y matea.
El señor Zuleta da lectura a un estudio sobre el señor Bel-
trán de Caicedo.
El secretario informa que se ha publicado una nueva biogra-
fía de Córdoba, de que es autora la señora María Wiesse de Sabo-
gal, y presenta un ejemplar de dicha obra.
600 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
I. DE DICIEMBRE
Se resuelve hacer una sesión especial el día del centenario
de la batalla de Ayacucho.
Se designa el jurado para la exhibición de vitrinas, de acuer-
do con lo solicitado por la sociedad de embellecimiento.
Se solicita nuevamente del ministerio de Gobierno hacer
publicaren la Imprenta Nacional la obra del señor A.Gutiérrez,
intitulada Historia da Agua de Dios.
El señor Bejarano da las gracias por su nombramiento para
representar la Academia en los festejos que habrá en Lima con
motivo del aniversario de Ayacucho.
El señor ministro del Perú acusa recibo de la comunicación
en la cual se le participó el nombramiento de los señores F. Loza-
no y M. Triana para el Congreso científico panamericano, y ex-
presa su reconocimiento por dichas designaciones.
La junta de embellecimiento del parqué de la Pola y avenida
Agustina Ferro, de Ocaña, solicita datos biográficos de esta última
heroína.
El centro de historia de Tunja manifiesta la conveniencia de
que la Academia haga editar algunas nuevas obras hoy agotadas,
como las de Zamora, Ocáriz, Herrera y Oviedo.
Los señores Caicedo y Zuleta informan sobre la candidatura
del coronel C. Cortés para miembro correspondiente; y es elegido
dicho señor de acuerdo con lo solicitado por los informantes.
El señor Gómez Restrepo informa sobre la obra C»mpendia de
la historia de la literatura colombiana por el señor Matos Hurtado,
de la cual dice sería muy conveniente su publicación.
Se aprueba una proposición sobre nombramiento de una comi-
sión que estudie el libro sobre el asesinato del general Sucre, que
acaba de publicar en el extranjero el señor Péiez y Soto.
Se abre un concurso para premiar el mejor trabajo de historia
nacional que se escriba en el año.
Se nombra una comisión para que dé su concepto cada vez
que se trate de adquirir objetos históricos para la quinta de Bo-
lívar.
I o DE DICIEMBRE
(Sesión pública).
El secretario lee el parte detallado de la batalla de Ayacu-
cho firmado por el general Sucre y la proclama que éste dio des-
pués de la victoria.
El señor Monsalve hace una exposición sobre la influencia de
Bolívar en aquella campaña y en esa jornada decisiva.
El señor García Ortiz pronuncia un discurso relativo a algu-
nas cartas del general Córdoba que posee originales y que aún
están inéditas.
El señor Cortés Vargas lee un capítulo de su libro Particifa-
€ión d* Colombia en la libertad del Perú.
DISCURSO DEL SEÑOR MONSALVE 601
DISCURSO DEh SEÍlOR mOnSflh\7E
Señor Presidente de la Academia, señoras y señores:
Cordialmente agradezco las benévolas frases con que me acaba
de honrar el señor Presidente de esta corporación, hijas principal-
mente de esa benevolencia que en todo tiempo lo ha caracterizado.
Bien sé que no tengo mérito alguno para venir a ocupar el
puesto de Presidente de esta docta, laboriosa y proficiente socie-
dad que con tantos títulos tiene adquirida ya la gratitud de la
Patria, y que ha sido presidida por insignes varones, cuyo ejemplo
a duras penas podré imitar; y que si esto consigo se deberá a las
altas capacidades del incansable, activo e inteligente historiógrafo
señor Otero D'Ccsta, quien como colega, compañero y colabora-
dor me hará salir bien; que si esta Academia sostiene su esplen-
dor o da algunos pasos más en su progreso, a él deberá abonársele,
y en cambio la responsabilidad de su retroceso o decadencia debe
recaer sobre mi falta de aptitudes. Quiero decir con esto, señores
académicos, que considero el inesperado honor que se me ha
hecho como un estímulo para todos mis colegas por parecer una
retribución al amor que le he tenido a este noble instituto; a la
constante investigación con que me convidan el origen dichoso, la
atormentada vida y los gloriosísimos acontecimientos de nuestra
Nación, y al afectuoso respeto que siempre he profesado a los pro-
ceres que, unos amortajados en la túnica sangrienta de su martirio,
otros envueltos en la clámide victoriosa, otros coronados con los
laureles de su heroísiiao, y otros muchísimos con su vida más o
menos ignorada pero siempre unida a los intereses patrios, desfilan
todos por el escenario de la inmortalidad cantando la coronación
de sus triunfos.
Muy notable y muy digna de su objeto ha sido hasta hoy la
labor llevada a cabo por nuestra Academia, gracias a los eminentes
colegas que m.e han precedido y a los abnegados y doctos secre-
tarios desde el inolvidable doctor Pedro María Ibáñez hasta los
«ctüales y a todos los demás académicos que con riqueza de eru-
dición histórica han consagrado su tiempo y sus energías a darle
lucimiento; treinta y seis volúmenes de Historia Nacional y quince
tomos del Boletín de Historia y Antigüedades, fuera de los innu-
merables folletos, informes, monografías, resoluciones de consultas
y otros tiabajos de gran mérito, cotno se ve en el informe anuario
de la Secretaría, son muestra de cuánto puede la labor constante
y colectiva de esta ilustre asociación, todo sin contar con la labor
aislada de sus miembros y las tareas oficiales que ha desempeñado
como cuerpo consultivo del Gobierno. Esto debe hacernos pensar
cuánto más notable, más provechoso y más honorífico sería el co-
metido de esta Academia si los altos poderes públicos la dotaran
de una imprenta propia y la favorecieran con más generosidad, a
lo menos para la publicación de las obras que hay inéditas y de las
que aún no se han preparado por falta de ese poderoso estímulo.
602 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
En proporción con estos antecedentes y de acuerdo con ei
movimiento general que en todo el mundo se adelanta dándole a
la Historia su carácter científico y reconociéndole su extraordinaria
utilidad, así para el desarrollo de los progresos científicos que hoy
nos maravillan y mañana serán apenas rudimentos de cuantos las
generaciones futuras han de admirar, como para una especie de
aplicación profiláctica (si se me permite esta comparación) con la
cual se han de curar y prevenir las hondas d(»lencias que las na-
ciones sufren actualmente y las de que están amenazadas, a causa
de que, como dice el príncipe de los historiadores italianos, el des-
tino de la humanidad es progresar padeciendo, nuestra Academia,
admirando, apreciando y honrando la nobilísima labor de los his-
toriadores colombianos que nos han precedido y nos han hecho
conocer las excelencias de nuestra Patria, los adelantos de nuestra
cultura y las epopeyas glorificadoras de nuestra progenie, sabrá
también aquilatar, purificar y aumentar el acervo de aquellas obras
meritorias. Los actuales que con una recta voluntad y conciencia
pura ofician en el luminoso altar de Clio, y ios jóvenes que, dejan-
do las polvorosas sandalias a la entrada han penetrado con el pie
descalzo en el templo sacrosanto, a diario nos demuestran que
nuestra historia apenas ha sido iniciada; que e::» los archivos pú-
blicos de las grandes y pequeñas entidades; en las bibliotecas pú-
blicas y particulares; en la correspondencia privada, en los monu-
mentos, en los sepulcros, en las inscripciones, en la orfebrería, en
la numismática, en la heráldica, en las tradiciones y aun en las
consejas populares mismas se encuentran datos pequeños o gran-
des que cual chispas de diamante reflejan rayo luminoso y vienen
a enriquecer y .decorar el bello y variadísimo calidoscopio de
nuestra cronología nacional.
Muy mezquino sería el objeto de la Historia si ésta no fuera
más que la narración de hechos y acontecimientos más o menos
conocidos, más o menos ignorados, que no produciría otro resul-
tado que el de dar pábulo a la curiosidad de personas desocupadas.
El objeto grandioso de la historia, su misión novilísima, su
bella utilidad han de considerarse, en que es la ciencia de la inves-
tigación de la verdad; el espejo, escarmiento y estímulo de las
naciones, la hermana mayor de las ciencias políticas y sociales, la
guía y protectora de los humanos adelantos, y el tribunal supremo
a cuya jurisdicción y sentencia^ están sometidos los hombres, los
partidos, los pueblos, los países y las naciones; y ese objeto gran-
dioso, y esa novilísima misión, y esa inestimable utilidad nada
serían sin la filosofía de la Historia. Esta rama, que es la que nos
hace ver que las naciones, como los individuos, tienen su nacimien-
to, su infancia, su juventud, su ancianidad y su decadencia; que
los acontecimientos son el cumplimiento de las leyes providencia-
les y délas del humano pensamiento; que la guerra, la paz, las
instituciones, los sucesos, las consecuencias de las relaciones y
combinaciones de los hombres, todo viene siendo el resultado de
una ley poderosa que se interpone entre el error y la verdad. De
aquí que hayamos de considerar la obra que tiene entre manos
DISCURSO DEL SEÑOR MONSALVE 603
esta docta corporación, no sólo como incremento histórico bien
documentado, sino también como purificación y depuración, em-
presa que corresponde a la Filosofía y a la Crítica históricas, y que
se impone hoy más que nunca cuando se presentan escritores que
o por inconsciencia, o por incomprensión, o por espíritu malig-
no propalan como historia opiniones discutibles, o aseveran mali-
ciosamente hechos falsos y calumniosos, o quieren hacer venir a
los proceres y fundadores de la Patria desde hace tiempo muertos
a rendir el homenaje de su nombre y su prestigio a las caldeadas
pasiones políticas en que hoy nos agitamos, o a borrar del número
de los glorificados el más gallardo y exultante exponente del he-
roísmo colombiano, o a negar con insólita osadía aquel poder
espiritual, aquella influencia divina, con que la mujer colombiana
ha contribuido, modesta pero eficazmente, a dar lustre, gloria,
esplendor y renombre a la nación cuya existencia tuvo su bautismo
con la sangre de Policarpa, de Carlota Armero, de Antonia Santos,
y su confirmación en las más grandes abnegaciones, en las más
bellas generosidades y en los más admirables heroísmos de las que
coadyuvaron en los triunfos inmortales de la Patria.
Hecho muy encomiable, hijo sin duda de esa filosofía de que
acabo de hablar, y que agradecerán nuestros historiógrafos, es el
que esta sabia corporación se haya opuesto con razones irrebati-
bles al inoficioso cambio de nombre de nuestras poblaciones, que
si hubiera de continuar borraría los mojones geográficos y haría
de nuestras noticias históricas no más que un almacigo de consul-
tas, y no menos apreciable y agradecible, y digno de aplauso es el
que se haya 'opuesto y siga oponiéndose hasta donde alcancen sus
esfuerzos e iniciativas a la acción de las picas demoledoras que por
adoptar un abigarrado e insustancial modernismo, viene echando a
tierra los monumentos coloniales que son como los recuerdos ama-
dos de familia y nos señalan los lararios y penates de nuestros
antepasados, que derruidos destruyen al propio tierñpo una fuente
preciosa de nuestra historia y el sello más expresivo y honroso de
nuestro origen; es cierto que para cantar las glorias de nuestra
amada Madre Patria y las nuestras, que al fin son unas mismas,
nos queda la armoniosa lengua en que cantaron Rodrigo Caro,
Iray Luis de León, Manuel José Quintana y Juan Nicasio Gallego;
que para bendecir a la Estrella del Pilar, bajo cuya celestial pro-
tección las naves españolas condujeron a estas tierras ignotas a los
descubridores, colonizadores y evangelizadores profesamos la su-
blime religión católica; y que para enorgullecemos de nuestra raza,
heroísmo y generosidad tenemos los rutiles resplandores del Bár-
bula, San Mateo, Bombona y Ayacucho, proyecciones de las Na-
vas de Tolosa, de Lepanto, de Pavía y de Bailen; pero no por eso
hemos de ver con fría indiferencia que teniendo Bogotá, y las otras
ciudades de la República, extensos ejidos por dónde espaciaise, se
siga destruyendo la que fue capital de los Virreyes, nuestra vene-
randa Santafé.
¡Cuan concurrido! ¡Cuan agradable! Y qué ameno será dentro
de poco tiempo el paseo que ha de tener nuestra capital hacia la
604 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
casaquinta que fue del Oidor Portocarrero y que el insigne patri-
cio don José Ignacio París obsequió al inmortal y egregio Liberta-
dor de la América del Sur, si esta Academia no abandona la idea
de establecer en ella el Museo y Biblioteca de Bolívar. Allí los
bogotanos, que siempre se han de ufanar de haber tenido en su
ciudad la última habitación del Padre de la Patria, los colombia-
nos todos que vengan a visitar su metrópoli y los extranjeros estu-
diosos o turistas, en constante desfilar, formarán como una
peregrinación o romería al lugar en donde silenciosamente gritan
los recuerdos de la persona que llenó con su presencia todo el
continente y cuyo espíritu radioso para dominar el mundo escaló
la virgen en inaccesible exelsitud del Chimborazo. Allí, sin que los
oídos oigan ni los ojos vean, las almas se estremecerán oyendo el
relinchar de los caballos, los toques de las épicas trompetas, el
estruendo atronador de los cañones, y mirando el estrago de las
batallas, el sangriento espectáculo de las contiendas y la marcha
solemne de los batallones flameando sus tricolores triunfantes y el
sol de la tarde reverberando en las reflectoras bayonetas; o bien
contemplando al Aquiles de la Ilíada americana, silencioso, pa-
seándose en el solitario corredor con los brazos cruzados sobre el
pecho, meditando en la instabilidad de las cosas humanas y la
vanidad de las glorias de los hombres; o tal vez, ya que todas las
naciones por él libertadas le ha.i llorado después que al sepulcro
lo condujo el mayor de los martirios morales, y lo han echado de
menos, y han evocado sus recuerdos, su prestigio y sus pronósti-
cos, le oigamos, no como en Araure y en Junín con aqnella subli-
me elocuencia militar de que fue el más excelso artífice, sino con
la voz desfalleciente de quien vislumbra la última luz de la vida,
aquellas palabras que con amor paternal dirigió por la vez postre-
ra a los hijos de Colombia, así:
«¡Colombianos! Mis enemigos abusaron de vuestra credulidad
y hollaron lo que me es más sagrado: mi amor a la Libertad. He
sido víctima de mis perseguidores, que me han conducido a las
puertas del sepulcro. Yo los perdono. . . .
«¡Colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la
Patria, Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se
consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro!»
Repito pues, señores, que el progreso que alcance esta Academia
en el año que hoy principia se deberá a mis honorables colegas y
no al que entra a ejercer la Presidencia.
He dicho.
DISCURSO DEh DOCCOR íHARROQUin
Habéis querido, sin duda, señores académicos, al traerme en
medio de vosotros, honrar la memoria, muy cara para mí, del ma-
gistrado que dio vida a este instituto. Sólo así puedo explicarme
el honor de ser vuestro colega. Con ello echáis sobre mis hombros
DISCURSO DEL DOCTOR MARROQUÍ» 605
una deuda de gratitud tanto mayor cuanto son escasos mis perso-
nales merecimientos. Acepto agradecido el honor que hacéis al
nombre que llevo.
Vengo a ocupar la vacante producida por la desaparición de
un varón ilustre que dejó honda huella y gratísimo recuerdo entre
nosotros.
Fue don Rufino Gutiérrez, \iijo del cantor de la Montaña, del
más poeta de nuestros poetas bucólicos, cuyo nombre pronuncia-
mos todos con respeto cariñoso, porque al recordar sus estrofas
«con olor de helécho» que aprendimos en la infancia, nos parece
percibir
Como un eco lejano de otro tiempo
Como un Tag'o recuerdo de ventura.
Heredó el señor Gutiérrez de sus mayores una rectitud de ca-
rácter poco común; y con razón esta vez al tributarle honores pos-
tumos, se le presentó como modelo de ciudadanos, porque fue un
hombre de bien, por su amor al bien público, por su virtud acri-
solada.
De raza antioqueña, trabajador infatigable, no fue a buscar
en sus montañas un sitio «en donde comenzar la roza»; pero em-
pleó su actividad nativa en cultivar con provecho otros campos,
principalmente el de la historia.
En desempeño de funciones oficiales visitó casi todas las po-
blaciones de Colombia, y dejó, juntamente con preciosos datos es-
tadísticos, muchos otros de crónicas y de historia local, que pro-
bablemente se hubieran perdido sin sus asiduas investigaciones.
Bien conocidos son, entre otros, sus trabajos sobre «Salinas marí-
timas de Colombia» y «Resguardos de indígenas»; su monografía
de «Pasto y las demás Provincias del sur de Colombia,» y lo que
escribió tal vez con más cariño: sus «Impresiones de Antioquia.»
Condensó esa intensa y benedictina labor en dos tomos de
nuestra Biblioteca de Historia Nacional, cuya importancia no ten-
go necesidad de encarecer, e irá creciendo con los años.
Forma nuestra Academia una familia unida por estrechos
vínculos del espíritu, que tiene vida próspera y fecunda porque
trabaja; y por esta razón ha visto desaparecer, con honda pena, a
uno de sus miembros más laboriosos, más investigadores y de co-
laboración más eficaz. La obra de don Rufino Gutiérrez es cierta-
mente riquísimo arsenal para los amantes de los anales patrios, y
queda como testimonio de una inmensa deuda de gratitud para las
generaciones venideras.
Es la primera vez que un miembro del clero viene a ocupar
un sillón de número en este instituto.
Qué lástima, señores académicos, que no pueda yo represen-
tar dignamente en la Academia Nacional de Historia a fray Barto-
lomé de las Casas, a don Juan de Castellanos, a fray Pedro Agua-
do, a fray Alonso de Zamora, al maestro Gil González Dávila, a
don Lucas Fernández de Piedrahita, a fray Pedro Simón, a Gar
606 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
zón de Tauste, a los padres Ribero, Gumilla y Cassani, por no ci-
tar ahora sino a los más ilustres entre los historiadores eclesiásti-
cos cuyos escritos sirven de base a nuestra historia.
Sería tan grande y abrumadora la honra de representar aquí
a aquellos insignes varones que enriquecieron el caudal de nues-
tra historia, no solamente con las valiosas páginas que salieron
de su pluma, sino principalmente (fon lus hermosos hechos que for-
maron su vida, que yo sinceramente la rehuyo.
El asunto que debo tratar está naturalmente indicado: la par-
ticipación de la iglesia en nuestra historia; mas es tan vasto y fe-
cundo, que no puede caber deniro de los límites de un modesto
trabajo reglamentario, aun tratado a la ligera. Porque habría que
comenzar por la parte muy principal que tuvo el clero secular y
regular en el descubrimiento de nuestro territorio; por l.as hazañas
de los misioneros que surcaron mares desconocidos trayendo la
luz del Evangelio; por las expediciones legendarias que se abrie-
ron paso a través de las selvas llevando como estandarte la cruz y
como vanguardia los soldados de Cristo; por la influencia decisiva
de la iglesia en la colonización de estas comarcas y en la civiliza-
ción de su raza. Podrían aquí surgir las nobles figuras del primer
Arzobispo de este Nuevo Reino, el gran protector y civilizador de
los indios; de Lobo Guerrero; de fray Cristóbal de Torres; de
Arias de Ugarte; del Arzobispo Virrey, y de tantos otros insignes
y benéficos representantes de la iglesia en los tiempos coloniales.
Ya que forzosamente hemos de pasar en silencio esa parte de
nuestra historia, vamos a detenernos en la época de la magna
guerra.
¿Cuál fue la actitud del clero ante el movimiento emanci-
pador?
¿Qué motivo le guió al abrazar la causa de América?
Hace algunos años hubiera sido motivo de escándalo el ase-,
gurar que a la influencia del clero se debió en gran parte la obra
de la emancipación americana. Nada más fácil, sin embargo, que
establecer con documentos, como conviene hacerlo, el huhé his-
tórico de que los miembros del clero americano miraron con sim-
patía y favorecieron el movimiento emancipador en el nuevo mundo.
Sin la necesidad de ser breve, muy interesante y oportuno
sería hacer aquí una reseña de lo que fue la actuación del doctor
Gregorio Funes, comúnmente conocido por el Deán, figura muy im-
portante en la evolución nacional argentina, y de gran relieve en
la historia continental americana. En torno suyo se agrupan mu-
chos otros eclesiásticos para trabajar en la emancipación de aquel
país, principalmente en la Asamblea de 1&13 y en el Congreso de
Tucumán de 1816, formado por una abrumadora mayoría de di-
putados eclesiásticos «que fueron, dice Piaggio, el alma de aquel
augusto acto que levantó una nación soberana y libre ante la faz
de la tierra» (i).
(1) Piagrglo, «Inñuencla del clero en la independencia argenti-
na.> (Barcelona, 1902), página 243.
DISCURSO DEL DOCTOR MARROQüÍN 607
Y ver cómo en Méjico fue el clero quien aseguró el éxito de
la independencia mediante el patriotismo del padre Monteagudo,
de la congregación del Oratorio; y en Venezuela, el canónigo
Madariaga, «el predicador favorito del pueblo, como le llama
Mancini (i), inflama los ánimos, penetra en el cabildo abierto del
19 de abril de 1810, pide en nombre del clero la destitución del
Capitán General, representante de la Regencia, y el establecimien-
to de un gobierno compuesto de americanos. Y como, por último,
en el Ecuador, desde la primera junta que se instaló el 10 de
agosto de 1809, el clero de Quito, a cuya cabeza estaba el Ilustri-
simo señor obispo doctor don José de Cuero, y su provisor, el
doctor Manuel José Caicedo, se distinguió por su patriotismo y
amor a la independencia.» A excepción de las provincias de Gua-
yaquil y Cuenca, donde los patriotas no pudieron derrocar el po-
der español hasta que fueron auxiliados por Colombia, en todas
las demás se decidió el clero por el nuevo Gobierno independien-
te. Presidiólo por algún tiempo el mismo señor obispo, y su influ-
jo fue tan poderosa que, con muy raras excepciones, todos los in-
dividuos del clero secular y regular fueron patriotas. «Costóle esto
al señor Cuero ser enviado a Lima bajo partida de registro por el
presidente español Toribio Montes, y allí murió. A, su provisor se
le deportó a Filipinas, de donde regresó después de 1821, cargado
de años y merecimientos. Este y el cura de San Roque, doctor don
José Correa, estuvieron antes destinados al patíbulo por el benig-
no españo.1 Montes» (2).
Viniendo a !o que directamente nos concierne, es un hecho
histórico que e! clero de la Nueva Granada inflayó decisivamente
en la suerte de las armas patriotas, lo mismo en i8ro que en la
guerra de restauración de la República. No quiero fijarme en he-
chos aislados que abundan en nuestras crónicas, como el del padre
Marif'.o, religioso dominico y coronel patriota, «sobre cuyo som-
brero ondeaba un inquieto plumije, en cuyos hombros, resplande-
cían las charreteras sobre el hábito religioso, y cuyas espuelas re-
sonaban en el pavimento de la iglesia cuando se despojaba de
aquellos arreos para revestirse el alba de los levitas y las demás
vestiduras sacerdotales» (3).
Ni quiero preguntarme ahora si los que como él montaron a
caballo, y lanza en ristre salieron a derramar su sangre y la san-
gre de los expedicionarios en los campos de batalla, son dignos
de vituperio o de alabanza; «si el discípulo del Crucificado hizo
mal, según la frase de don José Joaquín Ortiz, o si fue el amante
de la patria el que hizo bien.»
Pero no es posible dejar de recordar aquí que en la primera
junta del 20 de julio, de 18 lo hubo doce elesiásticos distingui-
(1) Bolívar et V einancipition des Colonnies espagnoUs
(2) J. J. Ortir, Carias de un sacerdote católico.
(3) J. J, Ortií, 1. c.
608 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
dos (i). Pcdria formarse además una larga lista de los miembros
del clero que encabezaron o siguieron el movimiento emancipa-
dor en Nueva Granada; y nadie ignora los hechos de Pey, de Ro-
sillo, de Estévez, de Padilla, de Caicedo y Fiórez, y aun de aque-
llos que como el canónigo Guerra fueron en un principio opuestos
al movimiento, para convertirse más tarde en entusiastas partida-
rios de la causa americana y en admiradores del Libertador.
«El clero de la Nueva Granada, dice el doctor Nicolás Gar-
cía Zamudio (2), fue sin lugar a dtida decidido partidario de la
independencia. Pruébalo en lo relativo a Tunja la presencia en sus
asambleas de numerosos sacerdotes; la Constitución del 9 de di-
ciembre la firman más de veinte eclesiásticos; en cuanto al acta
de 1813, encontramos entre otras la firma del célebre dominicano
fray Ignacio Marino.»
Refiere en sus memorias el abanderado de Narifio en Pasto
que al llegar el precursor a Popayán después del triunfo de Cali-
bío, con un ejército compuesto de soldados desnudos, descalzos,
faltos totalmente de fuerzas por las fatigas anteriores y porque ha-
cía tres días que no comían, convocó a todas las personas acomo-
dadas de Popayán y les hizo presente la necesidad de que cada
uno, según sus facultades, contribuyese cun alguna suma para los
gastos de la expedición a Pasto, «Yo montaba guardia ese días
dice aquel testigo, y presencié todo lo que pasó en la junta. Fue-
ron ofreciendo todos diferentes cantidades, según lo que calculaban
que podrían dar. Todos los eclesiásticos contribuyeron espontá-
neamente, y los que no tenían dinero llevaron candeleros, platos,
jarros y aun vinajeras, frontales y otras cosas de plata, todo lo cual
fue fundido y reducido a dinero en la casa de moneda» (3).
La orden de Santo Domingo se distinguió por su patriotismo
en aquella época.
En enero de 18 15 pidió a dicha comunidad el ciudadano José
Acebedo Gómez, comandante general y jefe político del distrito,
un préstamo voluntario a nombre del gobiernen para atender a las
urgentes necesidades de la guerra de la independencia.
El muy reverendo padre prior fray Miguel Garnica reunió en
su celda a los padres de consulta, «quienes determinaron unifor-
memente, como consta en documento que he tenido a la vista ,
resignar en las manos del gobierno general todos cuantos haberes
posee la comunidad en común y en particular, hasta las personas
de cada uno de ios religiosos del convento, y remitir el dinero y
alhajas que existen en el depósito para que se ponga todo a dispo-
sición del gobierno general de las Provincias Unidas, y sin la ca-
lidad de rédito. Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá está
(1) Pey, Chaves, Garnica, González, Omaña, Serrano, Plata,
Roch a (Vicente), Cuervo, Azuero, Amaya y Torres.
(2) Boletín de Historia, año :x, página 20.
(3) Memofias de un abanderado, por J. M, Espinosa. Bogotá.
l876, página 50.
DISCURSO DEL DOCTOR MARROQUÍN 609
pronta a desnudarse de las alhajas que adornan su venerable ima-
gen, siempre que el gobierno general destine su producto para
sostener la independencia de la Nueva Granada y la libertad de
los pueblos a cuya piedad debe sus adornos.»
Este rasgo de patriotismo bien puede compararse con el de
aquella frase que en los aciagos días del sitio de Zaragoza en 1808,
grabó otro Taile sobre una lanchera improvisada: «Zaragozanos:
morir por la Virgen del Pilar o vencer. >
Los servicios del clero han sido reconocidos por todos los
gobiernos de Colombia y Nueva Granada desde el de Bolívar,
Santander, Márquez, Herrán, Mosquera, hasta el de López.
£1 secretario del interior decía al congreso colombiano de
1823: «El Gobierno se aprovecha de esta solemne oportunidad
para informar al Congreso del patriotismo e importantes servicios
que el clero secular y regular de Colombia ha hecho a la causa de
la independencia Por todas partes la han auxiliado con el influjo
de la palabra y de su ministerio, coa el ejemplo y con sus riquezas.»
Y en 1826 repetía: «Tanto el clero secular coma el regular de
Colombia continiía dando pruebas de sumisión al gobierno y de
adhesión a las leyes de la república. ^
Igual justicia hace el gobierno ejecutivo cuando se dirige a
ias legislaturas de los años siguientes:
«El clero en nuestra Patria, se lee en un documento oficial
de i85'>, gallardamente apoyó el grito de la independencia, traba-
jando desde la cátedra de la verdad en difundir los dogmas lumi-
nosos de ta libertad, fraternidad e igualdad, y selló su consagración
a la causa americana con inauditos sacrificios» (i).
Muchos actos y muchas palabras del Libertador podrían adu-
cirse para probar que el clero secundó su obra. Voy a limitarme a
transcribir unas cortas y sencillas palabras que expresan bien su
pensamiento.
Oigamos lo que escribe en diciembre de 1819: «El clero secu-
lar y regular y los monasterios y religiosas se me acercaron enaje-
nados y rae abrieron su corazón.» Algo tiene que valer este testi-
monio.
Voy a permitirme a este propósito referir el siguiente episodio.
Encontró el Libertador en cierta ocasión una comitiva de reli-
giosos que venían a felicitarle. Estos piadosos patriotas, sin hacer
caso de la fuerte lluvia que caía, apenas divisaron a Su Excelencia
se desmontaron de sus gordas y briosas muías, y al acercárceles el
Libertador, un miembro de la comunidad le dirigió un discurso,
al que ni la misma inclemencia del tiempo hubiera puesto fin, sí
Bolívar, con su genial viveza, no le hubiese cortado la palabra al
oírle decir: «no habrá sacrificio que la comunidad no esté dispues-
ta a hacer por Colombia y su Libertador.
(1) J. J. OrUi. I, c.
WV— 39
610 BOLKTÍN DE HISTORIA Y ANTIGüRDADFS
— cEI más grato servicio que podéis hacernos ahora, reveren-
dos padres — dijo Bolívar, — es someteros a la privación temporal do
esas buenas muías en que habéis venido; hemos hecho una larga
jornada, y nuestros caballos están tan cansados como nosotros.»
Asi el Libertador y su séquito pudieron continuar su viaje con
toda comodidad (i).
Muy importante es la nota que el vicepresidente, g'>neral
Francisco de Pdula Santander, mandó insertar en la Gaceta Ofic al
de I.' de octubre de 1820:
«La tesorería general de la capital ha recibido de !a de diez-
mos $ 11,451, producto de los novenos beneficíales que por el afio
de 1818 pertenecen a los venerables curas de la diócesis de Bogo-
tá, cuya cantidad ha sido cedida al gobierno por sus participes.
Este rasgo generoso y patriótico del clero de Bogotá realza su mé-
rito demasiado demostrado en cuantas contribuciones, donativos,
etc., se le han pedido, y en su opinión, sobradamente manifestada
en todos los modos posibles. Su excelencia, muy agradecido a tan
laudable generosidad, quiete se publique para honor y satisfacción
del muy venerable clero bogotano.»
Para probar la influencia del clero en la guerra de la indepen-
dencia bastaría lo dicho; pero puede aducirse otro testimonio de
indiscutible autoridad y fuerza: el del pacificador Morillo.
£1 7 de marzo de 1815 escribía desde Mompós al Ministro de
Guerra: cEn Espafla se cree vulgarmente que sólo son cuatro cabezas
los que tienen levantado este país: es preciso, excelentísimo señor,
que no se piense así. El clero y todas las clases se dirigen al mis-
mo objeto de la independencia.»
Y el 31 de mayo de 181 6 escribía desde Bogotá:
«En todo este espacio he visto siempre mucha dulzura y doci-
lidad en los habitantes, y que donde el cura ha sido bueno, el
pueblo lo ha imitado. . . . Muchos, o los más de los curas han sido
ios fomentadores de las nuevas ideas, y debo decir a vuestra exce-
lencia que con las tropas del rey venceré en toda América, pero el
convencimiento y la obediencia al soberano, es obra de los ecle-
siásticos, gobernados por buenos prelados; pero desde Cumaná
hasta Quito sólo hay el arzobispo de Caracas y el nuevo obispo de
Maracaibo. . . . Exige pues la necesidad que los nuevos pastores
vengan pronto a cuidar de su rebafto y que centenares de religiosos
se encarguen de los curatos de Santafé y Venezuela. Esta medida es
tan urgeate como el que remitan tropas para guarnecer territorios
tan vastos.
«Es preciso enviar a Espafia, dice el mismo Morillo en comu-
nicación del 31 de agosto de 1816, por lo menos a los religiosos
de Santo Domingo y dispersarlos alli en distintos conventos.
«De Maracaibo se huyeron seis de los eclesiásticos destinados
a ser enviados a Espafla. Si los otros deportados vuelven a este
(1) D. P. O'Leary, Gran Ctiombia y EspaHa, página 71.
DISCURSO DEL DOCTOR MARROQÜÍN 611
país, vuestra excelencia puede Uner la seguridad de que la guerra
será eterna y no habrá tranquilidad posible. Estas provincias cae-
rán en poder de les rebeldes si a la falta de ejército suficiente se
agrega el regreso a este país de sus mejores agentes para hacer
nuevas revoluciones.» (13 de septiembre de 1817) (i).
Más convincentes que las palabras sou los hechos:
«Conociendo Morillo todo el daño que podía hacer eidero de
la Nueva Granada al gobierno del rey por su patriotismo y amor
a la independencia, se erapeftó en desterrar a los clérigos más dis-
tinguidos. Envió primero once a Cartagena con el objeto de que
se les remitiera a España.
«Habiéndose negado a verificarlo tanto el virrey Montalvo
como el arzobispo Sacristán, mientras no fueran juzgados según las
leyes, se incomodó Morillo con esta oposición, y tomó otro cami<
no. Mandó pues sumariar a los eclesiásticos por medio del titulado
vicario general de su ejército don Luis VülabriHe, sin atender a las
disposiciones de las leyes y de los cánones. Así deportó a Vene-
zuela con dirección a España a noventa y cinco eclesiásticos de lo
más respetable del clero granadino. Fue el conductor el cape-
llán Melgarejo, de la misma ralea de Villabrille, que iba acom-
pañado por ceciales y soldados del ejército real. Por falta de
fondos sólo a veintisiete se les remitió a España. Los que no mu-
rieron en el destierro volvieron a su país en 1821. El brigadier
Sámano, más bárbaro que Morillo, proponía a éste en cierta oca-
sión que ahorcaran al doctor Andrés Ordóftez por hereje. Tal
era la conducta de las pacificadores con el clero granadino» (2).
La narración que acabáis de oír no es mía; es de un testigo
ocular, que es al mismo tiempo el más verídico, el más imparcial,
el más ilustre de nuestros historiadores de la República.
«Eramos niños — dice don José Manuel Restrepo— cuando ea
181 D principió la gran lucha por nuestra independencia, y desde
entonces hemos tenido alguna parte, r unque pequeña, en casi to-
dos los sucesos, o por lo menos los hemos conocido, tomado
notas y reunido multitud de documentos históricos. Decimos esto
para manifestar que tenemos algún derecho a ser creídos en lo
que digamos sobre la parte histórica de la cuestión. Aseguramos
pues que la generalidad del clero católico de Venezuela, de la
Nueva Granada y aun pudiéramos añadir del resto de la América
Española, promovió y auxilió eficazmente la independencia de su
patria.»
¿Pero qué motivo tan poderoso decidió al clero a abro zar la
causa de América?
(1) Dom Pablo Morillo, por Antonio Rodrigues Villa. Madrid.
1920, páginas 242 y •iguientes.
(2) José Manuel Restr«po , Ampliación de algunos conceptos de
las Ctiriñs á% un fctrdoU católico.
612 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANT1GUEDADE:3
Cuando Napoleón obtuvo la abdicación de los reyes católi-
cos y nombró rey de España a José Bonaparte, el pueblo espa-
ñol, en su exaltación patriótica y religiosa, combatió la invasión,
porque tenía el convencimiento de que la impiedad, juntamente
con el usurpador, como se le llamaba, vendría a ocupar el trono
de ios reyes católicos.
Voy a recordar brevisimamente esa página de la historia de
España. El general Castaños, a la cabeza del ejército español, había
conseguido derrotar y hacer capitular a 28.000 franceses en la ba-
talla de Bailen. Napoleón, naturalmente enfurecido por una derro-
ta que jamás habían sufrido antes sus soldados, tenidos por in-
vencibles, se puso en marcha él mismo con 300,000 hombres,
ocupó como un huracán toda la península, transmontó la Sierra
Morena y no quedó libre de sus armas sino Cádiz bajo el amparo
de las escuadras inglesas. Allí se asiló la junta central que go-
bernaba con el nombre y la delegación de Fernando vii, mientras
cl resto del país hacia una guerra sangrienta de guerrillas, cuyos
detalles son heroicos, pero vandálicos y atroces a la vez.
En medio de tales trastornos se organizan juntas provinciales
o municipales, independiantes unas de otras; después la junta su-
prema y por último el consejo de regencia, que gobernaba en nom-
bre del rey cautivo Fernando vii.
El mismo fenómeno se produjo en América. Las manifestacio-
nes populares protestaron contra la invasión francesa en la penín-
sula, y proclamaban a Fernando rey de España e Indias, lo que no
impidió, sin embargo, que la idea de la independencia absoluta del
gobierno de España fuera gan?ndo terretio con los años, y fuera
transformándose y haciéndose más precisa a medida que se des-
arrollaban en la península los acontecimientos de aquella época
tumultuosa.
Acababa de llegar a Santafé el arzobispo don Juan Bautista
Sacristán. Un sujeto le hablaba cierto día de la conducta política
de un eclesiástico que había sido de la junta del 20 de julio, y lue-
go que concluyó ponderando esto como un crimen,! le contestó el
arzobispo:
cSefior, en crímenes como éste han incurrido muchos en estos
tiempos, y entre esos criminales cuente usted a Jua%j Bautista Sa-
cristán, quien fue miembro de una de las juntas de España» (1).
Con tal respuesta el señor Sacristán no sólo justificaba al ecle-
siástico, miembro de junta, sino a la junta misma, porque la ponía
en igual caso que las de España.
«A la sustancia inflamable esparcida por los vastos dominios
españoles, ha dicho nuestro colega el doctor Diego Mendoza Pé-
rez, puso fuego la mano de Napoleón.»
Porque esévidente, señores, que para que cl movimiento, eman.
ipador conmoviera las masas, tuviera resultado y llegara a constu
(l) Groot, ni, página 434.
DISCURSO DEL DOCTOR MARROQUÍN 613
tuír la República, fue necesario que el pueblo de Espafla se levan-
tara contra Napoleón. La independencia y ia República nacieron en
América, aunque parezca extrafla esta aseveración, de las manifes-
taciones unánimes de fidelidad al antiguo régimen y a la religión
católica. La revolución hispanoamericana no es hija de la revolu-
ción francesa, como lo han afirmado a primera vista muchos escri-
tores, sino, por el contrario, un brote reaccionario contra aquella
revolución, sobre todo en lo que tenía de antirreligioso.
Como prueba de ello y del concepto que se tenía de la revo-
lución, oid lo que escribe el canónigo doctoral de la catedral de
de Santafé, don Rafael Lasso de la Vega, el 23 de abril de 1809:
<La guerra contra la que nos defendemos no es sólo una gue-
rra de estado y por causas políticas. Aunque tiene por principio la
ambición, y como el mismo enemigo no se ha avergonzado confe-
sar la mira de arruinar la casa de los Borbones extinguiéndola de
raíz, ella es directamente contra la religión. Sus armas ocultas
tiempo há, sabemos son el libertinaje, la corrupción de la moral y
la introducción de las costumbres francesas, el lenguaje, trajes y de-
más afeminación de estos tiempos.... Es público y notorio que los
sables y bayonetas después de teñidos en sangre inocente, se haa
ensangrentado también en los delitos del santuario, y no se han
peí donado los mismos templos, altares e imágenes, y a Dios sacra-
mentado» (j).
Este era pues el modo de pensar de! clero granadino en vís-
peras del famoso 20 de julio.
Y no era solamente el clero quien así pensaba. Ahí están las
palabras del acta que se firmó en aquella memorable fecha:
«Juramos por el Dios que existe en el cielo.... derramar hasta
la última gota de nuestra sangre por defender nuestra sagrada reli-
gión católica, apostólica, romana; nuestro amadísimo monarca Fer-
nando VII, y la libertad de la patria.»
Al principio, como era natural, hubo tanteos, vacilaciones. El
20 de juüo se aceptaba, según parece, la autoridad de la junta de
regencia; el 26 ya no se habla de ella. Pero siempre se conservará
por algún tiempo la ficjplidad a Fernando vii.
Así consta de las comunicaciones de la Junta Suprema de San-
tafé, en donde se habla de «la augusta representación y amable
soberanía del señor don Fernando vii,» y de los términos del ju-
ramento que debían prestar los miembros del primer congreso que
se instaló en Santafé el 22 de diciembre de 1810:
«¿Juráis a Dios nuestro Señor y a sus santos evangelios, que
estáis tocando, defender, preteger y conservar nuestra santa reli-
gión católica, apostólica, romana; sostener los derechos del señor
don Fernando vii contra el usurpador de su corona. Napoleón Bo-
naparte, y su hermano José; y en defecto de su restitución pacífica,
libre y absoluta al trono de España y a una dominación constitu-
(1) Rafael La&so déla Vega, Proclama. Imprenta real do San-
tafé. 1809.
614 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
cional, defender la independencia o soberanía de este Reino con-
tra toda agresión o persecución extraña, no reconociendo entre
tanto otra autoridad que la que han depositado los pueblos y pro-
vincias en sus respectivas juntas provinciales, y la que van a cons-
tituir en el congreso general del Reino que estáis llamados a
formar . . . . ?
Respondieron todos: tSÍ juramos.»
Y dijo el sefior Vicepresidente:
«Si cumpliereis con vuestra promesa y juramento, el seflor os
conceda el premio de su gloria eterna, y si nó, os lo demande en
esta vida y en la otra» (i).
En la declaración de independencia decretada por el serení-
simo colegio electoral y revisor de Cundinamarca el i6 de julio de
1813, entre los considerados figura el siguiente:
«En atención también al peligro que corre nuestra santa y
adorable religión si permanecemos más tiempo en este estado,
tanto por el riesgo de que al finalizarse la conquista de España por
los franceses nos quisieran éstos obligar a reconocer la dependen-
cia del rey José Bonaparte, o la de trasladarnos a América al rey
Fernando imbuido, ya en sus máximas y quizá rodeado de minis-
tros y tropas francesas, como por la falta bien sensible que en el
día se nota de pastores eclesiásticos, no habiendo quedado en toda
la Nueva Granada un solo arzobispo ni obispo que pueda ejercer
las funciones de su ministerio, cuya falta nos irla insensiblemente
reduciendo a lá nulidad de ministros que prediquen el evangelio,
administren los sacramentos y atiendan a la conservación y aumen-
to de la religión, y que por lo mismo es de absoluta necesidad el
que saliendo del estado de pupilaje, nos pongamos de acuerdo con
las otras provincias que han hecho o hagan igual declaratoria,
para poder ocurrir al padre santo solicitando el remedio que cada
día se hace más urgente.
«En consecuencia de todo esto, nosotros los representan-
tes del pueblo de Cundinamarca, declaramos y publicamos,
en presencia del Supremo Ser, y bajo los**auspicios de la Inma-
culada Concepción de María Santísima, patrona nuestra, que do
hoy en adelante Cundinamarca es un estado libre e indepen-
diente, etc.» (2).
¡Qué diferencia entre el lenguaje y las ideas de los documen-
tos citados, y el lenguaje y las ideas de los revolucionarios fran-
ceses!
(1) Groot, lu, página zvii, apéndice.
(2) Esta declaración llera la firma de loa aiguientea eclesiásticos,
miembros del serenísimo colegio electoral de Cundinamarca: Juan
Batista Pey. Fernando Caicedo, Pablo Plata, fray Juan Antonio
de Buenaventura y Castillo, fray Santiago Páex y León, Jtiaa
Agustín Matatlana, fray Diego Antonio de la Rosa, José Antonio
de Torres y Peña.
DISCURSO DBL DOCTOR MARROQÜÍN 615
Años después, en carta dirigida al obispo de Popayán, quiea
•e mantenía firme en su adhesión a Fernando vii, decía Bolívar.
«Ilusttísimo señor:
«Cuando nuestros gobiernos republicanos, por su demasiada
liberalidad, parecían amenazar a la iglesia, a sus ministros y aua
a las leyes santas que el cíelo nos hi puesto para nuestra dicha y
salvación, usía iiustiisima con algún género de justo temor, pre-
fería la obediencia de un gobierno laico por su naturaleza y tam-
bién fiágil por su estructura.
cLa revolución de España ha pesado tanto en la balanza de
este equilibrio religioso, que todo el temor se ha cargado sobre la
conciencia de los españoles europeos, y toda la seguridad se ha
venido a la conciencia de los republicanos de América. Usía ilus*
trísima puede informarse por los recién venidos de España cuál es
el carácter antirreligioso que ha tomado aquel'a revolución; y yo
creo que usía ilustrísima debe hacernos justicia con respecto a
nuestra religiosidad, con sólo echar la vista sobre esa constitucióa
que tengo el honor de dirigirle, firmada por el santo obispo de Ma-
racaibo, cuya conciencia delicada es un testimonio irrefragable de
!a buena opinión que hemos sabido inspirarle por nuestra con-
ducta.
«Aquel obispo, como el de Santa Marta, era más adicto a Fer-
nando VII que usía ilustrísima mismo. El fue uno de los peores
enemigos de la constitución, mucho más aún de las insurrecciones;
pero al ver brotar del fondo del infierna un torrente de maldición
y de crímenes, arrollarlo y asolarlo todo en la iglesia española, el
obispa de Puebla no pudo salvar la suya sino poniendo el mar
entre Méjico y España.
«Usía ilustrísima estuviera en comunicar.ión con el gobierno
español, y hubiera recibido esas fulminaciones atroces dictadas por
el desentreno de una impiedad sin límites, usía iiustiisima sería otro
obispo de Puebla.
«Soy, con la más alta consideración de usía ilustrísima, su aten-
to obediente servidor,
«Bolívar» (i)
En mi humilde concepto se apartan de la verdad histórica los
que sostienen que la guerra de la independencia fue en América, j
particularmente en Nueva Granada, un movimiento demagogo de
insurrección contra la autoridad legítima, y análogo a la revolución
francesa. Sin duda ideas vagas de emancipación germinaban desde
hacia veinte años en una minoría de americanos distinguidos que
pertenecían a la aristocracia de la sangre y de las letras. £1 des-
eoatento por el gobierno de E'ipafia había cundido en aquella épo-
(l) D. F. O'Leary, Gran Colffméia y España, pinina 213.
616 BOLETÍN DE HISTORIA Y AHTIGUBDADB8
ca, como ha sucedido siempre con todo gobierno, y fue un auxilio
poderoso para el triunfo de la revolución del 20 de julio de 18 lo.
Sin duda existía un grupo de hombres ilustres que habían he-
redado, como dijo Valencia al pie de la estatua de Ricaurte, «la
sangre, las ideas, las virtudes, li s defectos, hasta las locuras de los
progenitores. Sin su fe, sin su audacia, sin su valentía, siu su ge-
nerosidad, sin su grandeza, sería inconcebible el poitenío de la
emancipación» (t).
Todo eso es cierto; pero también lo es que la idea ciara y pre-
cisa de la independencia absoluta no había germinado todavía.
Esos titanes, como los llamó hace poco el ilustre representante
de España entre nosotros, querían ser libres, pero no querían dejar
de ser espññoles.
¿Qué fue el 20 de julio? No puedo resistir la tentación de citar
aquí la descripción pintoresca que de esa jornada hace un testigo
ocular, don Jusé Maiía Espinosa:
«A mí me sucedió — dice — lo que a muchos otros jóvenes de
mi tiempo: que de la curiosidad pasamos al entusiasmo, y de
meros espectadores nos convertimos en soldados. Sin saber cómo,
fui enrolado en las filas de los patriotas, que engrosaban por
instantes, y me hallé formando en la plaza mayor con mi lanza
al hombro. Así fue que vi aprehender al virrey Amar y a la vi-
rreina su esposa, por cierto más varonil que su marido, y a los
españoles Trillo e Infiesta, personas de influjo e importancia; las
calles principales estaban llenas de gente armada, y el palacio
rodeado de caballería. Un señor Posadas, que entonces era de
los gritones y alborotadores que figuran en todos los bochinches
y asonadas, pedía las cabezas de Llórente, Infiesta y Trillo, y lo
seguía la multitud pidiendo lo mismo, a manera del eco que se re-
pite en las rocas; pero muchos de la cola no sabían^ porqué las
pedían, ni cuáles eran los delitos que habían cometido esos seño-
res. El cuadro que presentó después la virreina con las revende-
doras o verduleras, fue todavía más triste y desconsolador que el
de las caravanas de gritones. Aquellas mujeres, soeces, como lo
son en todos los países y en todos los tiempos, cercaban a la seño-
ra y la insultaban, empujándola y aun pellizcándola; algunas lle-
garon en su villanía a punzarla con alfileres, ¿Pero sabían porqué?
Es seguro que no: el furor popular es contagioso y se ceba en cual-
quier cosa que le muestre un alboratador. Hoy, que veo a tanta
distancia las cosas que entonces veía de cerca, creo, como lo creían
entonces la virreina y don Juan Sámano, que si hubiera salido una
compañía del regimiento Auxii'.ar que hacía la guarnición de la
plaza, se había terminado todo en pocos momentos» (2).
(1) Guillermo Valetici a, discurso en la inauguración del niona<<
mentó a Ricautte.
(2) L, c, pág-ioa 12.
DISCURSO DEL DOCTOR líARROQUÍN 617
El 20 de julio fue un eco de la protesta que levantó el pueblo .
español contra la invasión francesa; o como lo deñne con admirable
precisión uno de nuestros colegas (i).
«Un pensamiento confuso dentro de una inquietud indesci-
frable.»
Para mí tengo, señores, que no fueron los avanzados, como
diriamos hoy, los imitadores de los revolucionarios franceses, los
que triunfaron. Y me basta una prueba. Nariño el precursor bien
puede considerarse como el jefe de este grupo de avanzados, y sin
embargo, cuando se dio en Santafé el grito de independencia, Na-
riño siguió sepultado en las mism.s bóvedas donde le habían se-
pultado por sus ideas libertadoras, y nadie se acordó de sacar de
su prisión al que había sido tantas veces víctima de los gobiernos
españoles.
<AI mes de mi salida de la inquisición, dice Nariño al tribu-
nal de gobierno de Santaíé el 17 de abril de 1811, sobrevinieron
los sucesos del 20 de julio en esta capital. Aquí comienza un nuevo
orden de cosas, y parece que al mudarse el gobierno debía yo pro-
meterme mudaría también mi suerte, pero no fue así. La fortuna
será variable en dispensar sus favores, mas no lo ha sido conmigo
para perseguirme; yo permanecí preso tres meses más en un bujío,
en el Pie de la Popa; y durante este tiempo veía que se sacaba de
la prisión como en triunfo y se hacía vocal de la junta al canónigo
magistral doctor don Andrés Rosillo.... y se le enviaban socorros a
Maracaibo, para su regreso a esta ciudad, al doctor don Juan Agus-
tín Estévez. ¿Hablaré a vuestra excelencia de los cuatro meses que
han corrido desde mi llegada a esta capital? ¿Recordaré mi pobreza
y mis actuales enfermedades, las de mi mujer, ambas consecuencia
de las prisiones y pesadumbres que injustamente nos causó el ex-
virrey Amar? ¿Tocaré otros puntos con que en ios asuntos del día
se ha tratado ya de difamar mi nombre? Nó: mi pobreza, mis en-
fermedades son bien notorias, y los otros puntos los abandono al
tiempo y a mi corazón.»
En suma, señores, los revolucionarios no eran los promotores
del 20 de julio; eran los que en España se habían alzado en armas
contra los reyes y apoyaban su cautiverio; eran los de la junta su-
prema, que representaban un poder intruso en la península; eran
las cortes revolucionarias de Cádiz que desconocían los principios
tradicionales de España. Contra esa insurrección se levanté aquí
la bandera de la legitimidad, y en pos de ella, a la cabeza de los
ejércitos que la defendían, iban los ministros de la religión católica,
como siempre que se trata de defender la causa de los buenos
principios y del orden.
Hoy hemos consagrado un recuerdo al libertador con motivo
de su onomástico, que nos trae a la memoria su nacimiento. Yo
(1) Don Jorge Ricardo Bejarano.
618 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
voy a terminar . esta lectura consagrándole otro relativo a su
muerte.
Cuando Bolívar, desencantado ya, terminaba su vida solo y
abandonado de casi iodos sus amigos; de los que habían sido obje-
to de sus dádivas; de los que le habían adulado en sus horas de
triunfo, sólo encontró invariable la amistad de los ministros de la
iglesia, quienes, lo mismo que en el apogeo de su gloria, le abrían
ahora los brazos para que en ellos exhalara su último aliento el
libertador de Colombia.
DISCURSO DEL SEÑOR RBSTRBPO MBJÍA
Señores académicos:
El discurso que acabamos de oír comprueba el acierto que
tuvisteis al dar una silla en esta Academia al sabio y patriota
presbítero que lleva la sangre y el mismo nombre de nuestro
ilustre fundador.
Si el interesante libro Martoqu:n infim^, de que es autor nues-
tro nuevo colega, no nos hubiese revelado al historiador impar-
cial, sagaz y laborioso, de estilo tan claro, como C(5hviene a este
género de trabajos, y a la vez tan sencillamente elegante, como es
propio de la cultura de buen gusto, libro que se deja leer con de-
licia, este discurso por sí solo lo habría hecho acreedor al doctor
Marroquín al puesto qus acaba de ocuparen la Academia, vacante
por la muerte de aquel gran patriota y fecundo historiógrafo que
fue don Rufino Gutiérrez.
Nuestra corporación está satisfecha y hasta orgullosa de la
adquisición que acaba de hicer. Trae a ella el doctor Marroquín,
además de su ilustración general y especial en historia de Co-
lombia, el prestigio de su apellido y la honorabilidad de su ca-
rácter sacerdotal. Es función patriótica y propia de todas las aca-
demias, por ser corporaciones guardadoras de la tradición, con-
servar, fomentar y enaltecer el mérito de aquellas familias cuyos
miembros han dado gloria a la patria con sus hechos o con su
pluma, mientras el fuego de vida altísima se conserve en ellas; y
así vemos repetirse en la española los apellidos de Villens, Pidal,
Fernández Guerra y otros muchos. Este de Marroquín es merití-
simo para nuestra Academia, porque es el de su fundador y el de
aquel ilustre miembro suyo, don Lorenzo, cuya muerte privó ines-
peradamente a la patria de uno de sus más vigorosos talentos y
amenos escritores.
A la par del mérito de una gloriosa tradición, el doctor Ma-
rroq<>ín aporta a la Academia el título aún más ilustre de sacerdote
católico. El viene a prolongar la rica y numerosa serie de historia-
dores eclesiástico!*, a quienes debemos principalmente el tener
noticias ciertas y detalladas del descubrimiento, la conquista y la
DISCURSO DEL SEÑOR RRSTRfi:PO MRJÍA 619
colonización de nuestro pai<?; y viene también a recordarnos con
su presencia a k Iglesia Cató'ica, madre de nuestra civilización,
promotora principal de nuestra independencia, celoso guardián
de nuestros más caros intereses. Por esto ha hecho muy bien ea
determinar en su discurso la influencia que ejerció la Iglesia en
el gran movimiento de nuestra emancipación política, y es lástima
que la brevedad de su discurso lo hiya obligado a abstenerse de
mostrarnos cómo ella, para poder llevarnos a la independencia,
formó en su espíritu a este pueblo colombiano, tan celoso de sus
derechos, como leal y agradecido a la doctrina que lo lleva por
caminos de prosperidad.
En cambio, el doctor Marroquín ha señalado, con acierto
admirable, ia causa principa!, inmediata y definitiva del gran movi-
miento iniciado aquí el 20 de julio de 1810; causa señalada tam-
ben, aunque no con tanto resalto, por otrus historiadores, como
Villanueva, Olano, Duarte Level, etc. Esta causa íue la adhe-
sión a la legitimidad y el amor a la relig'ón que la Iglesia supo
formar en el ánimo de nuestro pueblo.
Basta un estudio imparcial de la historia de Colombia para
reconocer que, desde sus orígenes, nuestra patria ha sidj llevada
de prngreso en piogreso por las ideas y los sentimientos que su
religión le inspira, y que sólo ha decaído cuando de ellos se ha
separado.
Desde los comienzos del siglo xvi los misioneros se empe-
ñaron en suavizar entre los horrores de la conquista, los padeci-
mientos de las tribus vencidas, poniendo en ellas el óleo santo de
de la palabís divina; después las comunidades religiosas, en labor
lenta pefo eficaz, domaban a los altivos colonos, y unían en igual-
dad evangélica a la raza del Norte con la de los trópicos, echando
así las simientes de la verdadera democracia; y, por último, la
doctrina de la dignidad personal, que sólo el cristianismo funda
en la verdid, y la del respeto a las autoridades legítimas, que
es también exclusivamente suya, y sin la cual las sociedades se
consumen en el desorden, unieron en un mismo pensamiento a
conquistados y conquistadores, de modo que sus descendientes,
en los tres siglos de la colonia, vinieron a constituir un pueblo de
individuos conscientes de su dignidad personal y adictos a la vez
al orden de las autoridades legítimas.
En el breve espacio de tiescientos años España descubrió
conquistó y colonizó estos inmensos países de América: abrió ca-
minos, fundó ciudades, levantó monumentales edificios, civilizó a
multitud de indios, estableció escuelas, colegios y universidades,
vertió sobre las nuevas colonias todos los teso'os de su espíritu, y
les comunicó cuanto alcanzaba ella en los caminos del progreso.
Resalta más la importancia de esta labor si se tiene en cuenta el
corto adelanto alcanzado entonces en todos los órdenes de ia acti-
vidad humana, y las ideas económicas y políticas que en esa
época prevalecían en el mundo entero; y más aún si consideramos
que en más de cien años de vida independiente, sobre un terreno
620 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
preparado, no hemos superado sus hijos aquella inmensa labor,
empezada en un mundo salvaje y desconocido. Gran pueblo, sin
duda alguna, el que fundó nuestra nacionalidad, y debemos per-
manecer agradecidos y orgullosos de llevar su sangre, hablar su
lengua, tener su psicología, guardar sus tradiciones y set herede-
ros de su aliento, de sus glorias y de cuantos bienes dejó aqui al
perder su dominación sobre nosotros.
Pero es indudable que España erró ai establecer sobre sus
colonos de América un gobierno fuertemente centralizado en la
metrópoli, porque la distancia y los lentos medios de comunica-
ción de que entonces se disponía no dejaban que ese sistema lle-
vase a una buena administración pública; porque la centralización
despertaba el orgullo de los peninsulares, preferidos en todo a los
colonos, más meritorios que aquéllos, por ser los conquistadores
o colonizadores, o al menos sus descendientes; porque privaba de
derechos políticos al pueblo, y dejaba de educarlo en el ejercicio
de la vida ciudadana; porque establecía privilegios odiosos y
coartaba la libertad del comercio y las industrias; porque abría
caniino al despotismo de virreyes, gobt,rnadores y capitanes gene-
rales y a multitud de abusos que, aunque el gobierno central quería
siempre reprimir y castigar, no podía hacerlo sino tardío e imper-
fectamente; porque retardaba la administración de juíticia, y por-
que dejaba ahogdr en la distancia y bajo poderosas influencias las
quejas justas y las racionales peticiones ds las colonias lAh! ....
Si España les hubiese dado autonomía y las hubiese conside-
rado como campo de expansión para los naturales de la me-
trópoli y sus industrias, y no como campo de explotación, ni
ella hubiese decaído en su importancia económica, ni ellas se ha-
brían separado — cosa indispensable al llegar a su mayor edad —
mediante fiera lucha y con heridas y rencores, sino como hijas
agradecidas.
Es verdad que no hubo en el gobierno del Nuevo Reino abu-
sos como éste que nos refiere don Gabriel Fernández de Villalo-
bos, marqués de Barinas:
«En cierta ocasión benefició un sujeto una tesorería, para
cuyo efecto me pidió le prestase cierta cantidad, y se la di, si bien
procuté disuadirle de ello. Noobstinte, lo benefició con el di-
nero, y dentro de cuatro meses me lo pagó, y aun otras diferentes
cantidades. Admirándome yo mucho que en tan corto tiempo ha-
bía satisfecho a sus acreedores, me dijo un día que no teniendo
más que un corto salario, no daría su ocupación por veinte mil pe-
sos todos los años; a que le repliqué que cómo podía ser eso.
Rióse mucho, y me llevó a su casa, y me dijo: "vea Vuestra Ma-
jestad, si yo tengo razón o nó." Y diciendo esto se quitó el som-
brero, y haciendo una cortesía muy profunda, dijo a la caja donde
estaba el tesoro: "présteme Vuestra Majestad seis mil pesos.'*
Abrióla, y sacó esta cantidad para emplearlos por su cuenta. Vol-
vióse a mí, y dijo que en las Indias no había oficio mejor que
eS suyo.»
DISCURSO DBL SBÑOR KECSTRRPO MEJÍA 621
Pero si abusos de esta clase eran raros en todas partes, y no
se registran en los anales de la colonia granadina, la venta de ofi-
cios públicos se imputa a la esposa misma del virrey Amar, y a
cada paso tropezamos con exacciones injustas, excesivos gravá-
menes, actos tiránicos e irritante desprecio de (os colonos y sus
más claros derechos, sin que los buenos gobiernos de Caballero y
Góngora, o un Ezpeleta alcancen a cambiar el colorido general
del cuadro.
Mientras la Iglesia formaba el espíritu de tos colonos en la
idea del derecho, el Estado los trataba como a seres de clase infe-
rior, y los privaba del ejercicio de funciones que en la doctrina
religiosa veían ser propias de todo ser racional. Limitados casi
hasta la anulación suí derechos políticos, restringido el comercio
de tal modo, que sólo podía hacerse con la península, prohibidas
las industrias que pudiesen hacer competencia a las de la metró-
poli, incierta y siempre retardada la administración de justicia,
era natural que el pensamiento de independencia surgiese en los
colonos. De allí la insurrección de los Comuneros en el Soco-
rro, la de Tupac-Amaru en el Perú, la misión de Vidalle, los tra-
bajos del marqués de San Jorge y de García Olano, movimientos
esporádicos que relevaban un malestar muy hondo, al que las
autoridades españolas no prestaron, sin embargo, la atención que
merecía, si no fue para ahogar sus manifestaciones. La gran masa
del pueblo, por espíritu de orden y lealtad, continuó, a pesar de
todo, sometida a las autoridades constituidas. Vino luego el ten-
tador ejemplo de la independencia de los Estados Unidos con la
ciicunstancia gravísima de que fuese apoyada por España, y a
continuación el torrente de la revolución fiancesa, que libros y
periódicos, furtivamente introducidas, trajeron a algunos rincones
de las colonias americanas, y fue natural que mucl.os cerebros se
encendiesen en aquel ejemplo y estas doctrinas. De allí las cons-
piraciones de Nariño, la desgraciada campaña de Miranda en
1806, las tertulias patrióticas y los conciliábulos y planes revolu-
cionarios. El pueblo, sin embargo, permanecía leal a su rey; los
rebeldes, los simplemente partidarios de la independencia, no en-
contraron apoyo en la masa popular. Patriotas meritísimos, no
consultaron el alma del pueblo, no entraron en la tendencia de su
espíritu leal y generoso, y tuvieron que fracasar en la empresa.
Pero invade Napoleón a España, acaba con el gobierno legí-
timo, y da el trono usurpado a su hermano José. El pueblo espa-
ñol de uno y otro continente, que no sabe doblar la cerviz ante
fuerzas extrañas a la razón y la justicia, se levanta en todas partes
centra el usurpador, por serlo, por respresentar un yugo extran-
jero y por simbolizar la impiedad de la revolución francesa. El
inmenso imperio español se disgrega, falto del centro de atracción
de la legitimidad. Sus partes quedan de hecho independientes y
entregadas a la salud que se buscasen. En cada una de las penín-
sulas se organizan juntas para tener algún gobierno y resistir al
invasor. Lo mismo quieren hacer las colonias americanas, pero se
oponen las autoridades constituidas por el gobierno que acaba de
622 BOLBTÍN DK HÍSTORIA Y ANÍTIGÜEDADB3
desaparcer bajo la espada napoleónica. Entonces el sentimiento de
la digni al, el reprimido anhelo de independencia, la aversión al
yugo y a las ideas revolucionarias de Francia y el nr>ble deseo de
conservar siquiera fuese este jirón de sus dominios a Fernando vil,
llevaron al pueblo a deponer aquellas autoridades. No era rebeldía»
supuesto que no había contra quién rebelarse: la legitimidad ha-
bía desaparecido, y era preciso Que el pueblo ejerciese el derecho
de constituíila, pues no había enfiente sino, por una parte, un
temible usurpador, y, por otra, una regencia usurpadora también,
impotente para resistir, y ciega ante los intereses americanos. El
20 de julio no fue un movimiento de insurrección, sino de reorga-
nización de un pueblo que se había quedado sin gobierno en mo-
mentos de gravísimo peligro. Era inaceptable la pretensión de
las aut'irifiades espafl 'las de continuar como tales, supuesto que
se había agotado la fuente de donde manaba su poder, y porque
para ello habría sido necesario que el pueblo granadino áe hubiese
crtido incapaz de afrontir por sí mismo la dura situación que
atravesaba.
El clero granadino apoyó con entusiasmo el movimiento por
ser granadino y por ser clero. Como hijos del Nuevo Reino, de-
seaban su prosperidad, amaban a la patria, y debían honrarla en
sus derechos; como hijos y ministros de la Iglesia, querían pcner
un dique al filosofismo francés, cuyas doctrinas veían claramente
opuestas a la verdad religiosa. A su ejemplo, casi la totalidad de
los coiono'j entraron en el movimiento de reorganización, de de-
fensa, de salvación común; sin ese ejemplo es casi seguro que ni
simpatías, ni riquezas, ni brazos se habtían llevado a la obra con
el entumí «smo con que se llevaron.
La Junta Suprema constituida en esta capital el 20 de julio
de 18 lo protestó repelidas veces que su prooósito era solamente
el de defender la religión y los derechos de Fernando vil. Así lo
dij(j en el acta de su instalación; en el bando de 23 de julio; en el
desconocimiento que hizo de la regencia el 26; en la resolución
dictada en noviembre de ese año cuando ae exigió al doctor Lasso
de la Vega el juramento de obediencia; en la contestación a)
señor obispo de Cuenca; en la exposición de 25 de septiembre,
y así lo dijeron también en muchos documentos Torres, Caldas,
Herrera, Pey y otros prohombres de esos magnos días.
¿Hubo falsía en estas deelaciones, y sólo se dictaban para ocul-
tar el propósito de independencia absoluta? Es posible que la hu-
biese en el ánimo resuelto de unos pocos, sobre todo de los que se
inspiraban en tas ideas fiancesas; pero nada nos autoriza para atri-
buirla a la totalidad, ni aun a la mayoría de los vocales de la
Junta Suprema, y menos del pueblo santafereflo y del granadino
en general. Lo cieito es que sólo Mompós se declaró inmediata-
inente s- parada de la obediencia al rey, y que declaración seme-
jante no se generalizó en el Nuevo Reino sino afios después, cuan-
do la reacción y agresión española agrió los ánimos, y obligó a
los patriotas a defenderse desesperadamente.
DISCURSO DIÍL SKÑOR RESTREPO MRJÍA 623
Es indudable que al movimiento inicial concurrieron inten-
ciones diversas: en primer lugar, las que dejamos señaladas, úni-
cas capaces de arrastrar al pueblo, al clero y a las piadosas fami-
lias coloniales; en segundo lugar, el deseo de independencia, que
la dignidad nacional por una parte, y el mal gobierno por otra
habían generalizado; en tercer lugar, los intereses de las idustrias
y el comercio, que estaban ahogados en el sistema col'^nial; en
cuarto lugar, el espíritu aventurero y la afición a novedades que
siempre y dondequiera dominan en muchas gentes; y, por último,
las ideas de la revolución francesa, que habían calado ya en unos
pocos cerebros. Todas estas intenciones concurrieron, pero todas
debieron el éxito a la de oponerse al yugo francés y a las ideas
revolucionarias. La Providencia Divina deja que en las sociedades
se formen diversas y aun encontradas corrientes y que se muevan
con entera libertad. Pero sabe llevarlas en concurso común a un
fin por ella determinado, y no por todas ellas previsto. Asi, en
este caso, los acontecimientos nos llevaron a la emancipación
absoluta, sin que la mayoría de los actores aspirase a ella desde el
principio.
Si esto es así, resulta que ni nuestros padres fueron insurgen-
tes, como los llamaban los partidarios del antiguo régimen, ni la
independencia fue obra de un cambio sino de un desarrollo de las
ideas fundamentales del pueblo granadino. La defensa de nuestra
religión y los sentimientos y principios que ella había sembrado
en los espíritus, y con los cuales había unificado y formado nues-
tro pueblo: hé ahí las causas principales de la emancipación de
la vieja colonia.
Y es grato, señores, que estas investigaciones históricas en
que tan hondo han metido en mano al doctor Marroquín, nos lie*
ven a resultados tan honrosos para el patriotismo colombiano. No
fuimos desleales, no fuimos traidores, no aprovechamos circuns-
tancias desgraciadas para la madre patria, a fin de sacar ventajas
de ellas, no fuimos rebeldes, no fuimos insurgentes. Luchamos
contra los detentadores del poder público, que había vuelto al
pueblo, sin que los viejos mandatarios quisiesen reconocerlo; lu-
chamos por conservar al rey siquiera este pedazo de sus dominios
para el caso de que los demás cayesen en poder de Napol-ón;
luchamos por defender nuestras creencias, que los aftan<esadcs
españoles ponían en peligro; y si luego fue preciso declarar la in-
dependencia absoluta, fue porque, desconocida la pureza de nues-
tras intenciones, se nos hizo una guerra implacable, hasta tomar
con Morillo los caracteres de reconquista.
Nó. Tenemos, sin duda, muchas manchas en nuestra historia,
como las tienen todos los pueblos en la suya. Vagan en la mon-
taña de Berruecos las sombras ensangrentadas de Sucre, el
inmaculado; de Arbólela, el poeta guerrero; gimen las brisas
del Atlántico en las frondas de San Peüro Alejandrino, como para
recordarnos la ingratitud conque amargamos los últimos instantes
del padre; lloran aún las viudas y tos huérfanos de nuestras insen-
624 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
satas guerras civiles; aún quedan ídolos en los lugares altos, y el
rebusto cedro de numerosas ramas es a veces abitado por vientos
de tempestad. Pero no temáis; el árbol tiene hondas raíces, fecun-
dadas por aguas de salud, y en los sacudimientos que sufra mues-
tra la potencia de su vida. La síntesis de nuestra historia nacional
revela una nación que marcha sobre principios fijos, con clara
visión de sus deberes, con voluntad de cumplirlos y con ánimo de
hacer valer sus derechos y de afrontar todas las dificultades de la
marcha; pueblo noble, serio, trabajador e inteligente, que oye
con despectivo silencio los insultos de ladrones de naciones, y los
desmiente con su conducta; pueblo que va tras de su Libertador
subiendo por la áspera cumbre de simbólico Cbimborazo, hasta
donde flota e! manto de iris y se ven los esplendores del cielo.
Reconozcamos pues que el doctor Marroquín ha sentado una
tesis sociológica de grande importancia para la filosofía de nuestra
historia nacional; tesis de que el estudioso sacará trascendentales
consecuencias, y en que el patriota hallará motivos de legitimo
orgullo; tesis de aquellas que sólo es dado descubrir a los talen-
tos vigorosos. Merece el doctor Marroquín ser felicitado por to-
dos los amantes de la historia, aun de quienes no acepten su tesis,
porque elia es y será causa de profundos estudios. Yo lo hago
efusivamente al darle la bienvenida en nombre de la Academia
de Historia y Antigüedades, y lo excito respetuosamente a prose-
guir en tan saludables trabajos.
inFORfnE DEh SECRECflRIO
Señores académicos:
£n este mismo día, hace veintidós años, tuvo lugar la solemne
instalación de la Academia de Historia, a pocos pasos de este
local. Meses antes se había iniciado ella, por un grupo de amantes
de los recuerdos patrios, con el título de comisión organizadora,
la cual puso las bases de este instituto y le dio impulso a tan no-
bilísimos estudios. Pero fue en el onomástico del Libertador
cuando dada la última mano a la obra se abrió este templo para
rendir adoración a las glorias del pasado.
Tocóme ese día dirigiros la palabra y ser designado, aunque
el menos meritorio, para presidiros en el primer peiíodo. Eran
horas de pavor y de tristeza; feroz contienda civil impregnaba de
humo los aires, de sangre las campiñas y de odio las almas. Todo
edificio de paz, de cordialidad y de benevolencia resultaba delez-
nable en tales momentos y sobre este terreno. Parece que hasta
de simples o candidos se nos trató al oírse nuestro programa.
Pero aquello resultó hálito de generoso frescor en la quemante
atmósfera que se respiraba; o manantial cristalino y saludable en-
tre el inmenso erial que habían formado las pasiones políticas.
Y la Academia siguió su marcha, resistió todos los huraca-
nes, pasa ya hoy de la mayor edad y se muestra cada día en
plena salud y en espléndido vigor.
informb: del secretario 625
Bien que. antes de ella y posteriormente a su fundación se
hayan establecido en nuestro país otros centros de labores intelec-
tuales, quizá ninguno ha perseverado con igual fervor y con igual
tenacidad en sus faenas. Sea por las agitaciones en que pasamos
el siglo anterior, sea por la mala situación económica que no per-
mitía cultivar otros campos distintos de los que proveían al sus-
tento material, marchitarse se vieron los huertos de ideales que
sembraran nobles espíritus saturados del arte o de las ciencias. Y la
Academia de Historia, sin desmayar un día, prospera sin cesar, y
tiene bien asegurada su existencia. A vosotros se debe tan plausi-
ble resultado, pues con desinterés y patriotismo ingentes habéis
velado ante estas aras de Clío y consagrado a tan magnífica diosa
las mejores preseas y lus más constantes homenajes.
Murió a fines del año pasado, lejos del suelo nativo, don José
Rivas Groot. Literato eximio y labrador inteligente en los campos
de la historia, fue su muerte acerba pena para la Academia, y así
lo hizo constar en su acta correspondiente. Bien que por su larga
ausencia no pudo colaborar activamente en nuestras tareas, dejó
él varios estudios de alto aprecio para los anales colombianos.
Cuatro nombres nuevos han entrado a la lista de miembros
de número. Los señores Marrroquín, Triana, Bejarano y Otero
D'Costa, elegidos fueron en estos meses, y se enorgullece la Aca-
demia de tenerlos en su seno. Todos ellos han puesto páginas
bien intensas en nuestra historia, y han dado impulso benéfico a
las tareas de la Academia. La recepción pública del primero se
hará esta noche, y en breve serán las de los otros tres.
Ha tomado parte la Academia en la obra de varios monu-
mentos conmemorativos, bien lanzando la idea de ellos, bien apo-
yando los propósitos de otras entidades, bien asistiendo a la colo-
cación de sus primeras bases, o a su inauguración, bien ayudando
en cualquiera otra foima en esos tributos de admiración y gratitud.
Citaré su intervención en la estatua del doctor Márquez; en el
monumento a los comuneros en Puente Nacional; en la lápida del
general Nariño; en el grupo a Ricaurte sobre el camino de Cha-
pinero; en el busto al sabio Mutis, etc., etc.
Parte activa tomó la corporación en la exhumación de los
restos del procer don Ignacio Herrera. Debido a sus gestiones
fueron ellos indentificados y llevados al concejo municipal, donde
en pomposa ceremonia se le entregaron al comisionado del cabil-
do de Cali para recibirlos. Asistió también la Academia al funeral
que se Ic hizo a esas venerables cenizas en la iglesia del Rosario.
Os di cuenta en la anterior memoria de las labores sobre el
JL'ótú io' ¡vano. qnc'iniciaTon algunos periodistas peruanos para
el centenario de Ayacucho. Los designados para redactar dicha
obra cumplieron su encargo y enviaron sus correspondientes ca-
pítulos, ios cuales fueron remitidos a Lima con toda, oportunidad.
Se resolvió además hacer aquí, separadamente, lo relativo a Co-
lombia, pero aún no se ha podido empezar esta obra.
xnr— 40
626 BOLETÍN DK HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
La ciudad de Santa Marta, que celebrará su cuarto ceatenario
en el aflo venidero, tiene como número de su programa un concur-
so literario, y ha sido designada la Academia para servir de jurado,
honrosa designación, que fue aceptada con vivo reconocimiento.
Varias lecturas se han hecho en estos doce meses, en los días
de sesiones. El señor Monsalve, con acopio de erudición y con
laboriosidad inquebrantable, ha refutado los cargos hechos al
Libertador en reciente libro de un escritor colombiano. Esas ex-
posiciones, leídas en varias reuniones, y en las cuales ha mostrado
el conferencista su claro talento y su denso patriotismo, han sido
por todos aplaudidas con entusiasmo.
El señor Quijano relató, con motivo del centenario de Junin,
varios asuntos relativos a las relaciones de Colombia y Bolivia; y
agregó a su selecta narración anécdotas sobre el dictador Melga-
rejo, de origen colombiano. Ensalzada fue igualmente aquella in-
teresante conferencia. El señor Gómez Calvo expuso algunos
episodios de la época federal, especialmente de la revolución en
el Estado de Cundinamarca contra su gobernante el señor don
Justo Briceño, los cuales oímos con marcado embeleso.
El señor Zuleta nos deleitó en una reunión ron un estudio
sobre el origen del nombre de Antioquia; en otra, sobre la his-
toria de la medicina en aquel departamento, y en otra, sobre el
verdadero apellido del fundador de Popayán. Estas tres diserta-
ciones son de altísimo mérito, y llevan claridad a dos enigmáticos
puntos de nuestro pasado. Y el señor J. M. Restrepo nos dio cu-
riosos y desconocidos detalles sobre Zipacón y pormenores de
algún personaje de la época del virrey Solís, lectura que obtuvo
las más sinceras alabanzas.
Los trabajos de publicación sí han marchado con lentitud.
La Jmprenta Nucional en tiempos de congreso es ocupada por
las labores de éste, y nuestro Bolciin y demás obras quedan para-
lizadas. Hay por consiguiente una congestión de originales que
aumenta cada día. En vano trabajan los académicos de número y
correspondientes; en vano nos vienen de fuera artículos de mé-
rito y documentación preciosa; la mayor parte queda inédito en
nuestro archivo. La prensa es el estímulo úuico a que aspiramos,
y lo que muestra mejor la trascendencia de una sociedad científica.
Y de ella estamos casi privados actualmente. Después de mi ante-
rior informe, han aparecido sólo dos números de nuestra revista:
los correspondientes a diciembre del año pasado y a marzo del
presente, y se halla para salir el que lleva fecha del mes de junio.
De los volúmenes de la Biblioteca de Historia Nacional con-
tinúan en prensa el 33 y el 36, intitulados Congreso de las frcvin-
cias unidas y Bibiiogmfia bogotana^ tomo z" De ambos se ha edi-
tado algo más de la mitad y también se han empezado a imprimir
el que contiene las actas del Congreso de 1823. XioS Archivo San-
tander ha aparecido el tomo xix, que contiene valiosas piezas de
aquel depósito de riquezas históricas.
Acordó la Academia manifestar al ministerio de Instrucción
Pública que sería conveniente y patriótico intensificar la enseftnaza
INFORME DEL SECRETARIO 627
de historia nacional. Con beneplácito fue acogida esta solicitud
por el gobierno, y parece que se han dictado providencias en tal
sentido. Es en realidad penoso rer que hay amplios y venerables
institutos, así como modestos liceos y escuelas elementales, donde
no se da este curso o apenas se enseñan algunas nociones sobre
él. Preciso es que la Academia insista en esta cuestión y vigile lo
que se practique a ese respecto en todo el pais, desde las univer-
sidades hasta los planteles rurales.
Ha vuelto la Academia a insistir en la conservación de Ui
murallas de Cartagena, en tas cuales se ejecutaban algunas demoli-
ciones. Esto fue suspendido, según informes, y tal vez se debe en
algo a tales gestiones, que se han hecho no sólo en proposiciones,
sino en correspondencia y en artículos de periódicos.
Las grandiosas piedras de Facatativá, que al mismo tiempo
son maravillas de la naturaleza y recuerdos históricos, se empezó a
mutilarlas, hace algún tiempo. Nuestra corporación tuvo de ello co-
nocimiento, y pidió a los ediles de aquella ciudad se procurara im-
pedir tamafla insensatez, Y como en el caso anterior, varios acadé-
micos hablamos también de ello en la prensa, y nos dirigimos, ya ver-
balmente, ya en epístolas, a varios vecinos de esa simpática ciudad.
Miembros correspondientes han sido nombrados en este pe-
riodo los señores Gregorio Lozano, colombiano que reside en Lima
hace largos años, y que ha sido cultivador asiduo de nuestras cróni-
cas; y Demetrio García Vásquez, quien a sus anteriores trabajos his-
tóricos, que ya eran titulo para ello, ha agregado recientemente un
libro Revaluaciones históricas, donde hace luz sobre puntos, aún
oscuros, o en la penumbra, relativos al valle del Cauca. A él se debe
además la glorificación que recientemente se ha hecho a la memo-
ria del doctor Herrera, cuya actuación, poderosa y fecunda, en el
nacimiento de la República estaba un tanto desconocida.
En los distintos actos con que se corunemoró el centenario de
la muerte del general Nnriño tomó parte la Academia, bien toda
ella, bien por medio de comisiones. Ha nombrado al señor Lo-
zano su representante para el centenario de Ayacucho en Lima; y
designó para asistir en su nombre, al recibimiento de los restos del
señor Contó, que se efectuó en Quibdó, al señor Vargas, intenden-
te de aquella comarca. Por haber publicado la prensa noticia de
algunos indicios sobre el lugar donde se hallaba el templo de So-
gamosü. incendiado en las primeras horas de la conquista, se
designó una comisión para investigar este punto. Los señores
Cuervo Márquez y Arrubla, encargados de ella, se trasladaron a
aquella población, y con laboriosidad y talento estudiaron tan
interesante cuestión. El informe que presentaron fue leído en una
de las sesiones, y se publicará próximamente en el Boletín. Unos
maderos calcinados, restos del famoso adoratorio, que se hallaron
en sus excavaciones, y que ayudan a la determinación del sitio
donde él existió, fueron traídos y donados al Museo Nacional.
Con motivo de los trabajos del ferrocarril del Noroeste, se
hallaron cerca de Suesca algunas sepulturas indígenas. Los seño-
res Arrubla y Triana fueron a aquel lugar y practicaron exhuma-
628 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
cíones de esos despojos de los aborígenes. Preciosos objetos de
cerámica se encontraron, y varios de ellos han ingresado también
a nuestro gabinete nacional de antigüedades.
El señor Ernesto Restrepo, que trabaja con ahinco y aplomo
en el archivo de Indias de Sevilla, ha enviado documentos bien
preciosos para nuestras crónicas de la conquista, especialmente
sobre Quesada y Bastidas. De éste halló al fin, tras paciente in-
vestigación, su retrato, hista hoy perdido, lo que ha producido
alborozo en la bella ciudad por él fundada, y que se prepara ahora
a celebrar su cumplesiglos. Dicho miembro de la Academia ha
iniciado trmbién la colocación de una lápida en Sevilla en re-
cuerdo de Bartolomé de las Casas.
Recientemente ha acordado la Academia una moción sobre
la necesidad de cambiar la fecha de la reunión del Congreso. El
20 de julio era antes un día de tregua a las pasiones políticas, y
en él fraternizaban los más impetuosos adversarios. Todo rencor
y toda intriga callaban ante el recuerdo de los grandes hechos y
de los grandes hombres de la lucha emancipadora. Pero desde
que en tal fecha se puso la reunión del cuerpo legislativo, predo-
minaron en ella las agitaciones de los partidos sobre la evocación
de las magnas gloiias Para remediar esto, preciso es reformar la
constitución, y así se ha pedido al cuerpo soberano.
Vuelvo, para terminar, a repetiros, como en el año pasado,
que las dos principales necesidades de este núcleo de amantes de
la historia son un edificio adecuado para su secretaría, su biblio-
teca y su archivo; y una tipografía propia e independiente de
otros trabajos, para poder editar oportunamente y con desahogo
así los artículos de sus miembros, como la importante documen-
tación que se le envía.
Los libros y legajos de papeles ya no caben en los estantes, y
aglomerados están por e! suelo, y fuera de este amplio salón para
sus sesiones, lo demás son cuartos húmedos y oscuros. Si se le
diera a la Academia alguna casa, separada de todo otro servicio
público, podría allí establecer su imprenta, organizar bien su li-
brería y fundar un museo de reliquias históricas; y la Biblioteca
Nacional, que está también en penosísima estrechez, ampliaría sus
salas con las que dejara nuestra Academia.
Muchos otros puntos dejo de mencionar relativos a las labo-
res de la corporación, ya porque ellos constan en los extractos de
actas, que después de publicadas en los diarios de la ciudad, a su
debido tiempo, son insertadas en el BoU ín, ya para no prolongar
este acto, pues ansiosos estaréis por oír las oraciones del nuevo
académico, y de quien le da la bienvenida a nuestro seno.
La Academia, a pesar de esos obstáculos o inconformidades
de que os he hablado, ha oficiado sin cesar en las aras del pa-
triotismo; y seguirá, aun cuando sea abrupto su camino, su marcha
por él, recogiendo los gloriosos trofeos del pasado, y colocándolos
en los inmortales relicarios de nuestra historia.
Eduardo Posada
Octubre 28 de 19214
INFORMES DE COMISIONES 629
inFORmES DE comisionES
I
CANDIDATURA LOZANO LONDOSO
Señores académioos:
El señor Gregorio Lozano Londoño fue propuesto para aca-
démico correspondiente en una de las sesiones anteriores, y sobre
su personalidad me toca el honor de rendir el informe del caso.
Hace más de sesenta años que el señor Londoño está ausente
del país, pero ni el tiempo ni la distancia han sido parte a amino-
rar su intenso cariño por la patria colombiana En los periódicos
del Perú figuran muchos escritos de su bien tajada pluma, destina-
dos a hacer conocer a Colombia y a enaltecer bs glorias de sus
héroes, rememorando hechos culminantes de nuestra historia. A
pesar de su avanzada edad no desmaya el señor Lozano en su no-
ble tarea, y con frecuencia publica artículos, para llevarla a cabo,
inspirados en auténticos sentimientos de patriotismo. No pasa un
20 de julio sin que aparezcan en los diarios de Lima trabajos del
señor Lozano para celebrar la clásica fecha, en que demuestra los
progresos de la nación y hace cuanto puede para mantener vivo el
amor a Colombia en el corazón de sus hijos ausentes. A la cabeza
de la colonia colombiana en Lima visita en el aniversario patrio
nuestra Legación, y allí, con frases entusiastas, hace el recuento de
nuestras glorias; así el señor Lo/.ano propaga la historia nacional,
no sólo por medio de la pluma, sino también por la palabra.
Lo expuesto es suficiente para demostrar que el señor Lozano
merece ser admitido como académico correspondiente, tanto por
sus dotes de cultivador de la historia como por su amor a la tierra
que le vio nacer, y en tal virtud tengo el honor de proponeros:
Admítese como académico correspondiente al señor don
Gregorio Lozano Londoño, ciudadano colombiano residente en
Lima.
Señores académicos, vuestra comisión.
Eduardo Restrepú Sáent
Bogotá, I." de marzo de 1924.
II
CANDIDATURA OTERO d'cOSTA
Señor presidente de la Academia Nacional de Historia.
Cumplimos gustosos el deber de informar sobre la candi-
datura para miembro de número del distinguido colega correspon-
diente, don Enrique Otero D'Costa.
Bien hubiéramos querido presentar un extenso informe hacien-
do el recuento de las numerosas obras y escritos del señor Otero, y
un meiecido elogio de unas y otras. Pero la misma excelencia de
630 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
las producciones del joven y ya afamado historiógrafo las ha hecho
tan conocidas como admiradas, pues en verdad pocos autores de
actualidad han sido tan leídos y tan aplaudidos.
Todos los miembros de la Academia no sólo conocen, sino que
conservan, con el aprecio debido, obras tan de aliento como Croni-
cón solatiego. El general Padilla, y sobre todo ese erudito y origi-
nal ensayo que tantas cosas buenas y nuevas ha popularizado
sobre El Licenciado don Gonzalo Jiménez de Qwsatla.
A más de esto, la colaboración del seflor Otero en nuestro
Boletín ha sido tan frecuente como interesante, pues ha solido es-
coger puntos intocados y bien oscuros. Pudiera decirse que esta
apreciable cualidad ha sido la característica de Otero D'Costa como
historiador.
Pero sus actividades y su amor a esta clase de estudios no se han
limitado a la labor de bufete, que suele ser tan tranquila y reposa-
da. El ha sido un inquieto buscador en nuestros archivos, perspi-
caz y activo, y adeinás en el terreno de esas actividades tiene dos
títulos que difícilmente pueden ostentar otros colegas: el de funda-
dor de dos importantísimos centros de estudios históricos, el de Car-
tagena y el de Manizales, y el de sus respectivos órganos, el Boletín
Jitstorialy el Archivo Historial, que tantas y tan lucidas páginas
registran ya y que ha prestado servicios casi invaluables a la cultura
histórica nacional.
£s pues tan de relieve la personalidad del señor Otero en esta
ciase de trabajos, y prestará en la nueva clase servicios tan espe-
ciales a nuestro instituto, que toda otra consideración en este in-
forme aparecería como una redundancia.
Por consiguiente terminamos proponiéndoos:
Nómbrase al señor Enrique Otero D'Costa miembro de nú-
mero de la Academia, para llenar la vacante del señor J. M. Rivas
Groot.
Sefior presidente.
Arturo Quijano — /. I>. Montalve
Bogotá, abril i.' de 1934.
III
CANDIDATURA BBJARAMO
Señeres académicos:
£1 académico correspondiente don Jorge Ricardo Bejarano
ha sido propuesto para ocupar el sillón de miembro de número,
vacante por la muerte del señor don Simón Chaux, y sobre esa can-
didatura tenemos el honor de rendir el informe reglamentario.
£1 nombre del académico Bejarano es bien conocido como el
de un meritorio cultivador de la historia. Vivo está sin duda en el
recuerdo de los aquí presentes su discurso pronunciado en la sesión
INFORMES DE COMISIONES 631
tolemne de la academia en ig22. Hizo allí un interesante cuadro
de la vida colonial, y con hermosas frases trasladó a sus oyentes a
aquella época» demostrando al mismo tiempo la versación del ora-
dor en la materia que trataba. Meses más tarde dictó en la Acade-
mia una conferencia relativa a un curioso manuscrito, por él des-
cubierto, en la que estudió e! primer movimiento revolucionario en
Venezueia y dio datos de mucho interés sobre actuaciones de al-
gún miembro de conocida e ilustre familia de nuestro país. En esa
conferencia se pudieron apreciar las dotes que como investigador
en asuntos de historia distinguen al que la pronunció.
No solamente en Colombia, sino también en el extranjero, han
sido apreciados los trabajos del candidato señor Bejarano. AI co-
nocer el compilador de la obra Simón Bolívar por los más gf andes
escritores americanos, el libro que Bejarano escribió sobre las ideas
políticas de Bolívar, no vaciió en incluir allí la parte que estudia
al héroe como legislador, precedida por palabras llenas de elogios
sobre su importancia. Y al lado de escritores como Montalvo,
García Calderón, Vicuña Mackenna, Martí, Rodó y otros muy dis-
tinguidos, figura el nombre de Bejarano, en señal del aprecio me-
recido por sus estudios históricos.
Ellos se distinguen por un ilustrado espíritu de investigación
y por puntos de vista propios y nuevos, expuestos en estilo fácil,
correcto y ameno.
Lo expuesto hace creer a vuestra comisión que el señor Beja-
rano es digno de ser admitido como académico de número, y en
consecuencia tiene el honor de proponeros:
Desígnese como miembro de número, para llenar la vacante
que quedó por fallecimiento del señor don Simón Chaux> al señor
don Jorge Ricardo Bejarano.
Señores académicos, vuestra comisión.
J. M. Aíarroquln — Eduardo Restrepo Sáent
Bogotá, 15 de mayo de 1924.
IV
LEYENDAS HISTÓRICAS
Sefior presidente de la Academia Nacioaal de Historia.
Me es grato rendir ante la benemérita corporación que usted
Un tinosamente preside, el intorme que me fue encomendado
«obre el libro Leyendas hütáricas de Santa/e y Bogotá, «acado a lu^
por el sefior Manuel José Forero, con dedicatoria a esta Aca-
demia.
El género de leyendas, tomado este vocablo en su acepción
de sucesos maravillosos, y que también llámase de tradiciones, aun-
que el mote no siempre convenga, es quizá el más difícil de la
escuela literaria, porque él exige del narrador un conocimiento pro-
632 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
fundo y concienzudo de la época en que haga actuar sus episodios;
vale decir, una asimilación íntima de la etnografía, ia ideología,
la filología, amén de regular dosis de conocimientos geográficos y
topográficos de las edades relacionadas con la narración. Con
tal bagaje se salvarán defectos, tales como lo de exponer a los per-
sonajes o héroes en actitudes reñidas con el medio en que actua-
ron, o razonando con ideas exóticas en su tiempo, o dialogando
con vocablos o giros inusitados en edades anteriores o posteriores
a aquella en que se sitúa el hecho y aun casos como el de denomi-
naciones o descripciones erradas de lugar, calle, ciudad, etc. El
autor debe, en resumen, habilitarse para trasladar la pluma a la
época descrita y desarrollada en el episodio dentro de los lindes
perfectos de esa época, así en tiempo couio en lugar.
Por no seguir esa re^la o precaución, preparándose en pacien-
tes lecturas y estudios, hemos visto poco menos que malogrados
los loables esfuerzos de casi todos nuestros escritores de tal escue-
la, desde Juan José Nieto, autor de Yriífermina o La Hija de Ca-
lamafy hasta la casi totalidad de los que actúan en nuestros moder-
nos días. Las obras de los viejos van camino del olvido, y las de
los contemporáneos seguiíán también esa trayectoria si no se reme-
dia el origen del mal. Ninguno de ellos se ha hecho ni se hará
popular, y menos se ve la obra que alcance a traspasar los lindes
patrios, como pudo lograrlo, por ejemplo, don Ricardo Palma, el
inimitable tradicionista de la Ciudad de los Reyes. Caso de excep-
ción señalaría en el señor Cordobés Moure, porque él se limitó a
traducir al libro, en ameno, sino correcto castellano, sucesos adya-
centes o contemporáneos a la época en que vivió, pudiendo así
presentar, en cuadros perfectos, el teatro auténtico y los personajes
vivos y animados de sus Remin sccndas o tradiciones.
En el grupo de los actuales tradicionistas destácase el señor
Forero con marcado relieve; de su obra aún no podría decirse la
palabra concreta, como que apenas se compone de los primeros
ensayos de su juiciosa mocedad. Tal vez en la alforja de sus facul-
tades se genera la celebridad, así como en el morral de los grana-
deros napoleónicos agitábase el bastón de mariscal. . . .
La veintena de leyendas que forman su primer libro, cuyo es-
tudio ocupa este informe, compónese de episodios más o menos
conocidos, como los del virrey Solís, don Ángel Ley, matrimonio
de Ricaurte, el venado de la Veracruz, que tan donosamente rela-
tó don José Caicedo Rojas, episodios tomados por el señor Fore-
ro de Groot, Raimundo Rivas, Luis Augusto Cuervo, Vargas Jura-
do, Ibáñez y otros autores o cronistas nacionales, amén de algunos
bebidos en la tradición oral. Y es lástima que al hacer la selección
de temas, no hubiera procurado el autor variar el género o clase
de ellos para evitar de esa manera la continuada repetición de un
escenario compuesto, en lo general, de un galán afortunado, un
padre, hermano, marido o galán burlado, frailes o monjas que se
enclaustran o desenclaustran, algún duende o fantasma velador de
tesoros escondidos, y como consecuencia de todo esto el necesario
3 rtejo de noches oscuras, lluviosas y ventosas, luz de candiles o
INFORMES DE COMISIONES 633
farolillos, aceros desenvainados, capas, chambergos, etc., repetido
con necesaria pero hostigante frecuencia. En la lira de nuestros
episodios no solamente existe la cuerda amorosa o de espantos:
allí están las cuerdas guerreras en tierra y mar, la taumatúrgica
viajera, unas veces festivas, traviesas, otras trágicas, heroicas, y e»
fin, vaiiedades o tonalidades que, reunidas en haz, imprimirían a
cualquier libro amenidad e interés, como que así la imaginación
del lector iría cambiando de panorama y de horizontes. El tema
repetido y su lógico corolario traducido en la uniformidad de la
descripción, es escollo que debería evitarse cuando se trata de
confeccionar un libro; un relato aislado puede que se lea con
deleite, pero si ese relato se recopila en una obra con otros simi-
lares, el conjunto resulta monótono, pesado.
Dejando a la vera esa observación, que^se refiere al conjunto,
como queda expresado, solamente vienen a mi pluma frases de
aliento y de felicitación para el joven escritor que con tanta dispo-
sición y ejemplar constancia dedica las primicias de su inteligencia
a estudiar los vaivenes de nuestras crónicas e historias, vistiéndolas
con las galas de la fantasía, para que, así popularizadas, puedan
penetrar a la casa espiritual del gran público, de ese gran público
tan indiferente, de ordinario, al estudio de nuestros anales. El
esfuerzo realizado por el señor Forero es, a mi juicio, encomiable,
y por consiguiente una calurosa palma de aplauso de esta Acade-
mia paréceme de justicia. Permitome pues someter al ilustrado
criterio del instituto la siguiente proposición:
La Academia Nacional de Historia avisa al señor Manuel
José Forero el recibo de su obra Leyendas h stórieas de Snntafé y
Bogotá, agradécele su fina dedicatoria, y le envía su voz de aplau-
so y de excitación para que continúe laborando sobre temas relati-
vos a nuestra historia nacional, aprovechando toda la rica cantera
que ella ofrece al investigador.
Devuelvo la obra materia de estas líneas, y quedo del señor
presidente su muy atento y seguro servidor,
Enrique Otero D' Costa
Bogotá, 23 de junio de 1924.
CANDIDATURA GARCÍA VÁSQUfeZ
Señor presidente de la Academia de Historia y Antigüedades:
En desempeño de la comisión que nos disteis para informar
sobre la candidatura del doctor don Demetrio García Vásquex,
propuesto para miembro correspondiente de esta Academia, tene-
mos el honor de exponeros:
Es el doctor García Vásquez un caballero de Cali, muy ilus-
trado en varias materias y perito en la historia de Colombia, espe-
634 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
cialmente en lo relativo al antiguo departamento del Cauca. Ade-
más de varios artículos y discursos de este género, ha publicado
recientemente un libro, con el título de Rcvaltiaeiones H.stórieoi,
que hemos leído atentamente.
Es un libro de combate. Para exaltar los merecimientos de
Cali y demás ciudades del Valle del Cauca, el doctor García se
esfuerza en poner a Popayán entre las ciudades netamente realis-
tas de la época de la independencia. No podemos suscribir esta
tesis. No hubo, es verdad, en Popayán movimientos de la tras-
cendencia de ¡os del Valle en los comienzos de esa época gloriosa;
pero es preciso tener en cuenta las cij^unstancias en que la ciudad
se encontraba: era el centro del gobierno de la provincia: allí resi-
día el gobernador, rodeado de fuerzas creadas con motivo de la
sublevación de Quito; y este gobernador no era un Amar y Bor-
bón, sino Tacón, caballero inteligentísimo, astuto, activo y que
supo captarse las simpatía de la alta sociedad y el pueblo entero
por sus condiciones personales y buen gobierno. Sin embargo, los
popayanejos obligaron a este gobernante a constituir una junta pa-
triótica cuando se tuvo notica de los acontecimientos del 20 de
julio en Santafé, junta que Tacón supo disolver hábilmente pasa-
dos algunos días, como supo luego contener y ahogar otros mo-
vimientos patrióticos de la ciudad. Esto es gloria de Tacón, no
desdoro de Popayán, ciudad que, por otra parte, no perseveró en
la actitud que Tacón la obligó a tomar en esos días, sino que, tan
pronto como pudo respirar alguna libertad, se mostró decidida por
la independencia.
Pero no compete a nosotros examinar la verdad o falsedad
de esta tesis, sino la manera como trabaja el doctor García en sus
investigaciones históricas. Puede, en efecto, un individuo errar en
sus apreciaciones de los hechos que estudia, en su filosofía de la
historia, pero prestará grandes servicios si sabe investigar aquellos
hechos, registrando archivos y aportando nuevos documentos. Y
esto ha hecho, con inmensa labor, el doctor García Vásquez.
En efecto: trae él en su libro muy interesantes documentos
inéditos, recogidos por él en archivos privados y públicos, donde
dormían expuestos a perecer. Entre ellos nos han llamado la aten-
ción los que se refieren a los auxilios que dio el Cauca al general
Sucre para su expedición al Ecuador y el Perú, que culminó en las
batallas libertadoras de Yaguachí, Pichincha, Junín y Ayacucho.
El Valle no tenía entonces más de 80,000 habitantes, y sus indus-
trias valían muy poco; había hecho xlos campañas sobre Pasto;
sufrido las exacciones a que lo sometieron Sámano, Warleta, Tolrá
y Calzada; triunfado en San Juanito; ayudado al general Valdcs
a reorganizar su división dándole soldados, ganado y dinero; y a
pesar de todos estos sacrificios, suministró a Sucre los batallones
Pay» y Santander, gastó más de % ao.coo en equiparlos, y con el
tabaco estancado garantizó una compra de armas por valor de
% 82,625. Estos documentos honran a Colombia, y su publicación
es debida al doctor García Vásquez.
INFORMES D£ COMISIONES 635
Por todo lo dicho, creemos no sólo justiñcada la candidatura
del doctor García Vásquez, sino muy conveniente para la Acade-
mia contar con un miembro tan distinguido y laborioso en las
investigaciones de su incumbencia.
En consecuencia, creemos que debe str admitido como miem-
bro correspondiente de la Academia.
Bogotá, septiembre 15 de 1934.
Señor presidente.
M. Restrepú Jiejia
VI
HISTORIA DE LA LITERATURA COLOMBIANA
SeUores académicoa:
Tengo el honor de informaros acerca del compendio de la
historia de la literatura colombiana, escrito por nuestro socio co-
rrespondiente don B. Matos Hurtado.
Como lo indica su autor, este trabajo está destinado para el
aso de las escuelas y colegios de la República; y se basa, para la
literatura de la época colonial, en la obra irrempiazable de Verga-
ra y Vergara que, a pesar de las deficiencias propias de la época
en que se compuso, y de la ya lejana fecha de su publicación,
continúa siendo la piedra angular de nuestra historia literaria.
Para los tiempos posteriores, el señor Matos Hurtado declara
haberse servido de los estudios nacionales 7 extranjeros, casi todos
fragmentarios, que se han publicado sobre la materia.
Pero no se ha limitado el señor Matos Hurtado a extractar
escritos ajenos, sino que ha puesto a contribución sus copiosas
lecturas de autores nacionales; y presenta la materia de acuerdo
con un plan que consulta las necesidades de la enseñanza.
Pudiera quizá observarse, desde el punto de vista didáctico,
que en una obra destinada a las escuelas, no debe haber prodiga^
lidad en la cita de autores secundarios. Pero por otro lado, habría
sido lástima que el autor hubiera dejado perder muchas curiosas
noticias relativas a escritores poco conocidos o ya olvidados y que,
sin embargo, tienen derecho a ocupar un sitio, por modesto que
sea, en la historia literaria de su patria.
Procede el autor con parsimonia, en sus juicios literarios, en
los cuales demuestra un criterio ilustrado, casi siempre justo y
benévolo. Su información es extensa, aun cuando acepta, como
pasa siempre en estos casos, complemento y rectificación en cier-
tos puntos. Por ejemplo y sin salir de las primeras páginas, el
señor Matos tiene ahora que agregar un libro nuevo a la bibliogra-
fía de Castellanos. El Discuísa del capitán Francisco Dtaque; y por
lo que se refiere a la especie, conservada tradicionalmente, de que
un manuscrito de Quesada se perdió entre los papeles del doctor
Plaza, convendría que el señor Matos tuviera en cuenta lo que
apunta nuestro colega don Enrique Otero D'Acosta en su excelen-
te y erudita monografía sobre los escritos del fundador de Bogotá.
636 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGU lí DADES
Tiene el libro del señor Matos capítulos que encierran bas-
tante novedad, como el referente a las escritoras colombianas y
aquel que estudia el desarrollo del periodismo en nuestra patria;
temas que no figuran, por lo menos tratados de manera especia!,
en los manuales literarios.
En suma, me parece muy útil la obra del señor Matos Hurta-
do y muy conveniente su impresión y difusión para que los niños
y los jóvenes se enteren fácilmente y sin necesidad de acudir a
obras extensas o raras, de nuestro pasado literario, sin cuyo cono-
cimiento no se concibe que pueda haber un cultura nacional sólida
y bien encaminada.
Vuestra comisión.
Antonio Gomes Res trepo
Bogotá, noviembre de 1924.
PROPosicion
La Academia Nacional de Historia resuelve manifestar al con-
greso que como el 20 de julio, que antes era hora de tregua para
los partidos y se veía en él fraternizar los más encarnados adver-
sarios ante los recuerdos patrióticos, se ha vuelto, con la reunión
del congreso, un día político, convendría designar otra fecha para
la instalación del cuerpo legislativo. Este se había leunido siem-
pre en nuestro país en los piimeros meses del año, y fue desde
1886 cuando se designó el aniversario nacional para esto. Ahora en
tal cuando las gentes se preocupan más de- los candidatos a la pre-
sidencia de las cámaras, que de los patriotas que nos dieron inde-
pendencia. La juventud corre a presenciar estas elecciones y a las
manifestaciones tumultuarias más bien que a los espectáculos en
memoria de los proceres. Los periódicos suelen publicar ios retra-
tos de caudillos del día, más o menos ilustres, en vez de las imá-
genes de los mártires de nuestra gloriosa epopeya. Y así otros,
detalles que larga sería la enumeración.
Por todo esto fuera acertado que se reformara la constitución
señalando el i." de febrero para la inatiguración del congreso y el
I.* de abril para la posesión del presidente de la República. Fue
esta última fecha la que se tuvo para tal acto desde 187 1 hasta
1886.
Mueve a la Academia de Historia a hacer esta indicación,
que parece extraña a sus tareas, el deseo de que las efemérides de
la patria sean celebradas sin un átomo de odios ni de enemistades»
en atmósfera serena y con todo el brillo y entusiasmo de otras
épocas.
Y no se mencionan otros inconvenientes, como lo inclemente
de la estación en el mes de julio para los que viven en climas cáli-
dos, por ser esto sí tal vez ajeno a la índole de sus labores.
Posada
Octubre I."
SBLLOS DE CORREOS 637
SELhOS DE CORREOS
¿Cuándo se emitieron en Colombia los primeros sellos de
correo? Los filatelistas parece que no tienen datos precisos so-
bre esto.
En la memoria que el secretario de Hacienda, seftor Núftez,
presentó al congreso de 1857, se indica así la conveniencia de
este servicio:
<£l sistema de estampas y del pago anticipado del porte es
el sistema hoy en us) en los países que deben servirnos de modelo
en esta materia. Es lógico, porque propende a exigir directamente
la paga del que pide el servicio; es económico, porque evita la
conducción gratuita de cartas que, cuando no se sacan en el lugar
de su destino, son pérdida neta para el tesoro; y hacen, por últi-
mo, innecesaria la práctica de las combustiones, indispensable en
el orden de cosas actual, pero que tiene muchos inconvenientes y
peligros, si se considera el respeto religioso que se debe al sello de
una carta.>
Don Ignacio Gutiérrez, sucesor del sefior Núfiez, se expresó
así en la memoria del año siguiente:
«Repetidas veces se ha manifestado al congreso la conve-
niencia de que desaparezca la correspondencia a dtbe, y mi prede-
cesor propuso la de adoptar el sistema de estampillas, que, al
mismo tiempo que es cómodo para el comercio, es de muy fácil
administración y consulta la más pronta celeridad en el despacho
de las oficinas, dividiendo las operaciones y la contabilidad, del
cobro del porte y del número y giro de las cartas. Esta medida
podría quizá combinarse con la del papel sellado, haciendo de
ambas una sola renta que prestasen un mismo servicio.»
La ley de 27 de abril de 1859, orgánica de correos, dispuso
en su artículo 25 que la recaudación de los portes de correspon-
dencia e impresos podría hacerse por el sistema de estampillas, y
él poder eiecutivo dictó, tres meses después, un laborioso decreto
sobre correos. Este dice en su artículo 99: «La recaudación de los
portes de la correspondencia e impresos en su caso se hará por
medio de estampillas, cuya fabricación se contratará por la secre-
taría de Hacienda, con una persona de reconocida probidad, y
tendrán la forma, dimensiones y dibujos e inscripciones que se
determinen, tomándose cuantas precauciones sean necesarias para
evitar la falsificación.» Y en su artículo 100: «Se emitirán estampi-
llas por valores de $ o-c2¿, $ 0-05, j5 o-io y $ 0-20, y de $ i, y
para cada valor se empleará tinta de un color diferente» (i).
El contrato se celebiócon el señor Celestino Martínez, el 24
de juiio, quien se obliga en él «a preparar las estampillas con
arreglo a la ley y decreto citados, a satisfacción del director de
(1) Gaceta de la Nueva Granada númsro 2414.
638 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
contribuciones y de modo que puedan usarse iamediatamente,
siendo de su cargo el papel, goma y demás que se necesite al efec-
to, (i).
El I.* de agosto de 1859 acusó recibo el administrador ge-
neral de correos nacionales al secretario de Hacienda de la nota
de éste, fecha 28 de julio, y de 37,350 estampillas que ie remitió
con ella. Estas fueron: de I 1, lo.ooo; de $ o>2o. 12,225; ^^
í o-io, 5,555; de $ 0-05, 7,095; de $ 0-02^, 2,475.
£1 12 del mismo mes acusó dicho funcionario recibo de otra
nota, fechada el día ó, y de 47,475 estampillas. Estas fueron: de
$ 1,6,500; de $ 0-20, 8,085; de $ 0-10, 12,705; de | o 05^
8,085; de $ o-oaj, 12,100. Y el 18 avisó haber recibido 18,260,
distribuidas así: de $ 0-20,5,290; de ^ o-io, 3,740, de ^ 0-05,
5,390; de $ o-o2¿, 3,740 (2).
Era administrador general de correos entonces el seflor don
Juan N. Jiménez.
El mismo señor Gutiérrez, arriba mencionado, dijo en su me^
moria de 1860: «Está adoptado y en práctica el sistema de estam-
pillas para el cobro del porte de la correspondencia, habiéndose
celebrado al efecto el respectivo contrato.» Estas son las estampillas
de la Confederación Granadina, que tienen hoy altísimo precio.
Bien informado estuvo el periódico ^/iElf^íía^/ír al decir, el
I.* de junio de 1882, en un artículo titulado Las Estampitias de €0-
rre»s:
«Este cómodo sistema para franquear las correspondencias
fue introducido entre nosotros en 1859, bajo la administración del
seflor doctor don Mariano Ospina y por iniciativa del señor don
Gregorio Obregón, representante entonces por el Estado de Cun-
dinamarca, que lo propuso en un proyecto de ley que sobre
correos sometió a la consideración de la honorable cámara. El
país le es pues deudor de tan importante mejora, como también de
la de la conducción de correos en el río Magdalena por buques
de vapor, iniciada en aquella administración por el señor Obre-
gón, en su calidad de subdirector de rentas, y a la cual asoció su
nombre como secretario de Hacienda el señor doctor don Igna-
cio Gutiérrez Vergara. Ambas mejoras se aclimataron sin grandes
dificultades, tanto que la triunfante revolución de 1861, que tuvo,
entre otros objetos, el de derogar cuanto se hizo en aquella admi-
nistración, hasta el ventajosísimo arreglo de la deuda exterior,
llevado a término sin violencia y sin menoscabo del crédito nacio-
nal, hubo de respetarlas, como respetó este arreglo, gracias a la
actitud que asumieron los acreedores extranjeros.»
(1) Caceta de la Nueva Granada núaero 24 2t.
(2) Archivo nacional, Secretarías, correos. Volumen 172, pági-
nas 17 y 47.
SELLOS DE CORREOS 639
El 28 de agosto 1861 el secretario de Hacienda seflor Truji-
llo comunicó a los administradores de correos y a otros empica-
dos, varias resoluciones sobre este ramo, y entre ellas la siguiente:
«Que continúe practicándose el sistema de estampillas para la
recaudación de los portes de la correspondencia e impresos a cuyo
efecto, y mientras se provee a los administradores de correos de
nuevas estampillas, se servirán las actuales.» En el membrete de esa
nota dice: Estadas Unidos d* la Nueva Granada.
En í 2 de noviembre de ese afio se dio una resolución que tien»
aún hoy su importancia para comprobar la autenticicidad de los
sellos de esa primera época de nuestra filatelia. Se dispone allí que
la anulación se hará poniendo en cada una, en letra manuscrita, el
nombre del lugar en donde resida la administración de correos que
haga el franqueo de las cartas (i).
El 23 de agosto de 1864 se celebró un contrato entre el di-
rector de correos, seflor Mercado, y los seflores Ayala y Medrano,
litógrafos, para la edición de nuevas estampillas. Dicen asi sus
primeras cláusulas:
«I.* Ignacio Medrano y Daniel Ayala se comprometen a su-
ministrar a la dirección general de correos las estampillas nece-
sarias para portear la correspondencia que ocurra, tanto en dicha
oficina como en las agencias principales y subalternas de correos
que están bajo su dependencia en los Estados Unidos de Co-
lombia. 2.* A construirlas con el lema de Estados Unidos de Coüm*'
bia. Cofreos naciottaUs. En el centro, el pabellón nacional, y en
la parte inferior, el valor de la estampilla; con el dibujo y dimen-
sión que se indiquen por la dirección, y con los colores y valores
que siguen: rojo, $ 1; verde, $ 0-50; azul, ^ c-20; violeta,
% o-io; amarillo, $ 0-05; púrpura, $ 0-01» (2).
Días después, el 27 de noviembre, el sefior Mosquera, con
el titulo de Presidente Provisoria de ios Estados Unidos de Colombia,
dicta un decreto orgánico de correos, y en su artículo 1 2 dice que
«el Poder Ejecutivo hará emitir estampillas del valor de $ r, de
$ 0-50, de $ c-20, de $ 0-10 y de $ c-05» (3).
La ley de 29 de abril de 1865, orgánica de los correos nacio-
nales, dispone en su articulo 82 que el poder ejecutivo haga emi-
tir estampillas de valor de $ i, de $ 0-50, de $ 0-20, $ o- 10, de
$ 0-05, de $ 0-02J y de I o-oi, asignando a las de a ^ o-32.¿ una
figura triangular o diferente de las otras, que sean reconocidas al
momento de tomar razón de la correspondencia.
(1) Registro Oficial de 16 de noTiembre de 1861.
(2) Diario Oficial número IOS.
(3> Actos oficiales del gobierno provisorio de los Estados Unidas
de Colombia, página 508.
640 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Y en los artículos 83 y 84 ordena emitir estampillas de valor
de $ 0-25 para pago del sobreporte de la correspondencia que ya
para algún país extranjero con quien no existan convenciones pos-
tales y cubiertas para certificadas que expresen su valor, la fecha
y lugar en que se despachan, y si llevan o nó contenido con todos
los demás aditamentos litografieos que los singularicen.
Al año siguiente dictóse otra ley sobre la materia, la cual or-
denó en su articulo 76 que para la franquicia de la corresponden-
cia y encomiendas, el poder ejecutivo hiciera emitir estampillas del
valor de I 10, ^ 5 y í I, de $ 0-50, $ 0-20, Í5 o-io, $ 0-05, $0-02^
y $ o-oi, asignando a las de a $ 0-02^ una figura triangular.
Dispuso también esa ley la emisión de cubiertas para certifi-
cados.
Otro acto legislativo (35 de 187 1) mandó establecer servicios de
correos dentro de las poblaciones, o sea lo que hoy llamamos co-
rreo urbano, y dispuso que para el pago del porte, se fabricaran
estampillas de a jJ 0-02, que además de servir directamente al
objeto indicado, se emplearían como monedas en las estafetas,
siempre que fuera pie :iso dar o recibir en cambio de monedas ma-
yores un valor que no pasara de $ 0-04. Esta ley no llegó a tener
cumplimiento.
La ley de 1880, sobre la anexión de Colombia a la Unión
Postal Universal,- dice en su articulo 4.°:
cAceptadas las equivalencias, el Poder Ejecutivo dispondrá la
emisión de estampillas especiales para ai servicio de la Uniofi Pos-
tal Universal de $ 0-05, $ 0-02 y $ o-oi.»
Sabemos que estas fechas y cifras tienen grande importancia
para los coleccionistas; que la mayor p^rte de ellas son desconoci-
das de éstos, y que vienen a modificar los datos que se han con-
signado hasta hoy en escritos y catálogos sobre la materia.
E. Posada
boletín
Año XIV-N." 167 f^í II r I I NJ Marzo: 1925
DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
oROflno De íñ flcfloemifl nflcionn£ oe historia
DIRECTOR, REDACTORES,
EDUARDO POSADA LUIS AUGUSTO CUERVO
ROBERTO CORTÁZAR
Bogotá— República de Colombia
flRCBlUO DE SnDIflS
KUEVO REINO DE GRANADA, CÉDULAS REALES DESDE EL 20 DK
DICIEMBRE DE 1 536 HASTA EL 22 DE MAYO 1 58 1
(Continuación).
115 — 1556. Enero 17. Carta de Su Majestad a la audiencia,
en la cual el rey don Felipe nuestro señor trata sobre lo conte-
nido en la precedente. Da cuenta de cómo su padre, por motivos
de larga enfermedad, se considera sin fuerzas para gobernar tan
vastos dominios, los que ha puesto bajo su dirección. Pide apoyo
para poder hacerlo bien. En su ausencia de esos reinos gobernará
en su nombre la serenísima princesa de Portugal.
116 — 1556. Valladolid, 21 de enero. Presidente y oidores, etc.
Pedro de Colmenares, en nombre de ese Nuevo Reino, ha informa-
do cómo los habitantes de Ibagué, después de haber sufrido mucho
en pacificar la tierra, han abierto un camino a Popayán, por serra-
nías y montañas, poniendo en comunicación a uno y a otro mar.
La conservación de este camino demanda grandes gastos, y piden
que para su sostenimiento se cobre un tomín de buen oro por cada
carga que pase y otro por cada cabeza de ganado mayor y dos
tomines por cada veinte cabezas de ganado menor. En los térmi-
nos de la provincia hay infinidad de indios repartidos a los veci-
nos por el capitán Hernán López de Galarza, fundador del pueblo.
Estos son muy rebeldes, y han dado muerte a muchos españoles.
Colmenares pide que no sean repartidos en otro pueblo que diz que
se ha fundado, sino que queden en los vecinos de Ibagué. Para
obviar inconvenientes, que pudieran sobrevenir, convendría que se
fundase una villa sufragánea de Ibagué y que fuera poblada por
vecinos de ésta. En todo conviene Su Majestad con la condición
de que los indios no sean agraviados.
117 — 1556. Febrero 12. Santafé. Inserta la ley de que los
cohibidos no pasen a estas partes, para que en la gobernación de
Popayán se publique, se ejecute y se pregone. Se repite la cédula
«n que se ordena a la Casa de Contratación de Sevilla y a todos
xtv— 41
642 BOLETÍN DE ETISTORIA Y ANTIGÜEDADES
los lugares de Indias que no dejen pasar los nuevamente converti-
dos de moros, ni de judíos, ni los infames, ni reconciliados, ni
sambenitos, ni hijos de quemador o condenados por herejes, ni
herederos por línea masculina o femenina bajo pérdida detodos sus
bienes y destierro de esas tierras. A las personas que sabiendo
dónde hay sujetos de éstos y no los denunciaren se las condenará
a multa de 200 pesos oro para la cámara. Firman Lope de Ríoja,
escribano de cámara de Su Majestad, doctor Venero, licenciado
Briceño. licenciado Montano. El 16 de marzo se pregonó en Cali
y Popayán y el 6 de julio en Pasto.
118 — 1556. Febrero 26. Para que de la plata que sacaren de
las minas los vecinos del Nuevo Reino de Granada y provincia de
Santa Marta paguen el primer año después de que esta provisión
se planteare, ante los oficiales de aquella tierra, del diezmo; y el
segundo del noveno y así descendiendo hasta llegar al quinto.
Pedro de Colmenares, en nombre de las ciudades y villa sdel
Nuevo Reino y provincias de Santa Marta, dice que a causa de los
gastos de fundición y pago del quinto se han dejado de trabajar
muchas minas, y pide que se rebajen los derechos al décimo. Su Ma-
jestad ordena a sus oficiales reales que después de pregonada esta
cédula sólo cobren un décimo el primer año, etc.
119 — 1556. Julio 14.. Al presidente y oidores del Nuevo Rei-
no de Granada, sobre el pastel. De Francia y Portugal se trae una
pasta para teñir los paños de azul. Se tiene conocimiento de que
en esas tierras hay una tierra o planta que puede reemplazarlo, y
si la hubiere en mucha cantidad seta ventajosísimo para el reino
donde se consume mucho. Pide informe sobre el asunto.
120 — 1556. Julio 12. Al presidente y oidores del Nuevo Reino
de Granada y a los oficiales del. sobre el enviar a este reino el oro
y la plata que hubiere de Su Majestad en aquella tierra. Son mu-
chas las necesidades que ocurren, y por ello conviene mandar todo
e oro y plata que hubiese de la real hacienda lo más pronto po-
sible, dando aviso de cada envío que hiciesen.
121 — 1556. Julio 2g. Carta de Su Majestad de capítulos a la
audiencia. Acusa recibo de la carta de la audiencia de 6 de noviem-
bre de 1555, en que dice haber despachado al oidor licenciado Mon-
tano a Cartagena a acabar de tomar residencia a Miguel Diez Ar-
mendáriz, y que en el tránsito, de acuerdo con el obispo, hizo la
tasación de los pueblos de esa audiencia. Manda que se haga bre-
vemente justicia de los negocios de Juan Tafur, del capitán Mal-
donado y de Francisco Maldonado. Que hicieron bien en pasar
al fiscal el proceso contra Montalvo de Lugo. Dice la audiencia
que para hacer un hospital que tenga siquiera dos cuartos, uno
para indios y otro para españoles, se necesita gastar por lo menos
5,000 pesos, y que con solos les derechos de penas se gastaría mu-
cho tiempo en llevarlo a cabo, y piden autorización a Su Majestad
para gastar en ello los tributos de las encomiendas que están en
su cabeza, y así pronto lo terminarían. Para su sostenimiento se
podrían destinar las rentas de las encomiendas que vacasen, deján-
dolas seis meses sin repartir. En todo ello conviene Su Majestad,
ARCHIVO DE INDIAS 643
quien tiene entendido que no hay en aquella audiencia más que
tres pueblos que tengan fuente salada, de las que se proveen
los demás indios. Si otros fueren a sacar agua de allí para hacer
sal en su pueblo, la han de pagar a los caciques. Ordena que se
cumpla con brevedad la cédula sobre tasación de indios. Vista en
Santafé, marzo ii. 1557.
122 — 1556. Sepiiembre 15. Al presidente y oidores del Nue-
vo Reino de Granada, sobre el repartimiento de indios de Pedro
de Colmenares y lo del tesorero. Por cédula real se mandó que se
diera una encomienda de los que vacasen a Pedro de Colmena-
res, tesorero real. Su Majestad ha nombrado nuevo tesorero a
F.ancisco de Alvarado, y mientras éste se haga cargo del puesto
no podrá Colmenares recibir encomienda, por ser esto prohibido a
los oficiales reales.
123 — 1556. Para que las personas de aquí adelante no con-
sientan que ninguna persona cargue mercancías en indios natu-
rales, y si los cargaren las prendan y se ejecute en ellas la pena
contenida en la provisión que habla sobre las cargss. Para evitar
los daños, muertes y molestias que se causan a los indios ponién-
doles c&rgas, de acuerdo con el consejo y con la real audiencia,
Su Majest id manda que se abran los caminos de Vélez y de San
Sebastián de Mariquita da modo que puedan transitar recuas por
ellos. Todo individuo que llevase algún indio cargado será apre-
sado y condenado de acuerdo con lo ya previsto. A los que no
cumplieren esta ley se les condenará a 30G pesos de multa. San-
tafé. Firmados el bachiller Venero; el licenciado Briceño; el li-
cenciado Montano. Recibida y publicada en Tunja el 21 de
octubre. En Vélez fue pregonada a fines de noviembre.
124 — 1556. Octubre 5. Para que las autoridades de aquí ade-
lante no consientan que ninguna persona cargue mercaderías a in-
dios naturales, y si los cargan la prenda y ejecuten en ella la pena
con todo el rigor, y habla sobre las cosas de descubrimiento. Una
vez más trata de la despoblación que se está llevando a cabo con
la costumbre de sacar las mercaderías a hombros de indios, y
manda se abran los caminos indicados en la anterior provisión, bajo
las penas alií señaladas. Pregonada en Bogotá el 7 de octubre
1556 (sic).
125 — 1556. Octubre 25. Carta de sumario de capítulos a la
audiencia. Acusa recibo de la nota de esa audiencia de 6 de no-
viembre de 1555. Concede un repartimiento a Pedro de Colmena-
res. Ordena que los oficiales reales pongan diligencia en cobrar lo
que deben los herederos del tesorero Briceño, y hagan pagar demo-
ras al mariscal Jiménez. Manda otra cédula para las ciudades y ca-
bildos de la iglesia catedral.
126 — 1556, Noviembre 2. Para que Juan de Avellaneda vea
la provisión sobre que no se hagan entradas y descubrimientos y
la guarda y cumpla y no se entremeta en nuevos descubrimientos
ni exceda de los que es mandado por estas cédulas. Otra al mismo,
a quien llama capitán y justrcia mayor de la ciudad de Santa-
fé. Se inserta la cédula de 4 de noviembre de 1553 (nú-
64^ BOLETÍN DE HISTOEaA Y ANTIGÜEDADES
mero 84), en que prohibe terminantemente que se hagan nuevas
conquistas, y ordena que en las tierras conquistadas se trate bien a
los naturales. Asi como entonces mandó suspender la expedición
que se hacía en la provincia de Santa Marta, así prohibe ahora que
se lleve a efecto la queautorizó el licenciado Magallanen al llano y
la que pide Avellaneda para poblar en una laguna cerca de la Pla-
ta. Que se haga publicar esta cédula para que de ella tengan cono-
cimiento sus soldados, que no traspase lo en ella contenido bijo
pena de que se le apliquen con toda severidad los castigos en ella
mencionados. Smtafé. Se manda pregonar y notificar al capitán
Avellaneda el 16 de noviembre de 155S (sic).
127 — 1556. Diciembre 2. En las villas y ciudades de esa au-
diencia y de la provincia de Popayán muchos escribanos de nú-
mero y del Consejo de las ciudades renuncian sus cargos en otras
personas, de donde han resultado abusos y fraudes. En adelante
no se aceptarán estas renunciaciones si no recayeren en personas
que tengan real título del oficio, bajo pena de 100,00 ^ maravedís
para la real cámara.
128 — 1556. Valladolid, diciembre 2. Gobernador de Tierra
Firme. El licenciado Agreda, procurador fiscal del Consejo de Su
Majestad, necesita los procesos y sentencias que se hicieron contra
los que fueron culpados en la revolución de los Contreras para co-
branza de los bienes que le fueron asignados al real erario. Manda
que se saque un traslado de las dichas sentencias para el Consejo
de Indias, sin que falte nada, y que vaya signado.
129 - 1557- Marzo 6. Valladalid. Gobernador de Tierra Fir-
me. Recuerda la cédula que dice que a pesar de haber sentado
paces con los franceses por espacio de cinco años, bien pudieran lle-
gara Nombre de Dios y a otros puertos corsarios o barcos franceses
o de otras personas. Que prohiba en absoluto tratar con ellos ni
comprarles ningún género de mercancía, bajo pena de la pérdida
de la mitad de sus bienes para la cámara y destierro de allí para
España (cédula de 3 de junio de 1556). Como se han roto de
nuevo las hostilidades con Francia, manda Su Majestad que esta
cédula se observe con todo rigor, sin que puedan vender, ni com-
prar, ni hacer trato alguno con los franceses que se aproximen
aunque sea con el pretexto único de negociar.
130 — 1557. Septiembre 9. Al presidente y oidores del Nuevo
Reino de Granada y otras justicias del y de las provincias de Car-
tagena y de Santa Marta que prendan al capitán Manjarrés, estante
en la provincia de Santa Marta, y preso le envíen a buen recaudo
a su costa a la casa de Sevilla y le secuestren sus bienes, y lo
que fuere en oro y plata lo envíen a dicha casa y lo demás lo
pongan en poder de personas abonadas.
131 — 1558. Enero 21. Al presidente y oidores déla audien-
cia real del Nuevo Reino de Granada que de aquí adelante cada
y cuando que algún juicio que en la audiencia se tratare, se su-
plicare segunda vez suba al consejo de las Indias el pliego origi-
nal, quedando el traslado autorizado en poder del reino y que
ARCHIVO DE INDIAS 645
vean que allá se alegue por las partes lo que conviniere. En resu-
men: que cuando haya segunda suplicación ante la audiencia se
pasen ios papeles originales y la causa al real consejo para su
juicio.
132— 1558. Febrero 15. Inserta la ley que manda que los que
pidieren mercedes traigan parecer de la audiencia de las Indias
para que el presidente y oidores del Nuevo Reino de Granada
tengan ordenada esta declaración. iVIuchas personas que al reino
llegan de Indias piden mercedes en recompensa de servicios pres-
tados, sin identificar sus personas. En adelante el que salga de
Indias y quiera pedir mercedes, hará levantar una información
de su conducta, servicios prestados, situación en que se encuen-
tra, etc., y la audiencia dará su opinión en pliego cerrado y sella-
do, al pie de la información, firmada, etc.
133 — 1558. Marzo 25. Para que las justicias de las Indias no
dejen venir a estos reinos a ningún religioso de los que en aque-
llas partes residen sin que traigan licencia de sus prelados para
poder venir. Se tiene conocimiento de que muchos religiosos de San
Francisco, Santo Domingo y San Agustín abandonan las Indias y
siguen sin permiso de sus prelados, con gran perjuicio, especial-
mente para Uá doctrinas. Para que esto no suceda en adelante
se da esta nueva disposición. A los religiosos que se embarcaren
sin esta licencia y si llevaren algún oro o plata se les hará secues-
trar. Si desembarcaren en los reinos se les hará reembarcar en el
primer navio que parta y se les enviará al lugar de donde salie-
ron. A los que no cumplieren, se les impondiá una multa para la
cámara.
134 — 1558. Junio 19. Valla iolid. Para las Indias en general.
Que no obstante las prohibiciones establecidas muchos corsa-
rios extranjeros pasan a Indias, lo que no conviene al servicio y
bien de sus subditos, manda bu Majestad que todo navio extranjero
que pase sin su licencia sea tomado y apresada la gente que lleva-
re, y con todos sus bienes sea remitido a la casa de Contratación a
Sevilla. Advierte que el portugués Manuel Calderón tiene permi-
so para llevar 2,000 esclavos negros. Cumplida la dicha licencia
es su voluntad que no vuelva a pasar ningún otro extranjero.
135 — 1558. Noviembre 28. Para que los que vinieren de
las Indias y los que en ellas estuvieren quisieren avisar de cosas
que a ellos les parezca que convenga de hacerse antes que avisen
a Su Majestad den noticia de ello al visorrey y presidente y oido-
res de ella en cosas de justicia para que ellos vieren lo que
conviniere y de justicia se pudiera y debiera hacer, y que no lo
proveyendo hagan por escrito lo que se les respondiere a las
peticiones y memoriales que dieren. Que las personas que vie-
nen de las Indias a España o las que allá permanezcan informen a
las audiencias de las cosas que crean se deben remediar y abusos
que se cometan con los indios para corregirl js, y que sean aten-
didos. La misma súplica hace a las audiencias y personas buenas,
y especialmente a los religiosos para que den cuenta de toda me*
646 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
jora que se quiera hacer y de abusos que se puedan corregir . Si
las dichas autoridades no atendiesen las peticiones, que han de
hacerse en memorial escrito éstas las mandarán a Su Majestad
con la respuesta, que también por escrito tienen obligación de
hacer. Vista en Santafé el 27 de febrero de 15Ó1.
136 — 1550. Junio 24. Al presidente y oidores del Nuevo Rei-
no de Granada sobre lo del servicio y venta de oficios y otras
cosas. En vista de los grandes gastos que hizo el emperador en
sus jornadas en defensa de nuestra fe y de los que Su Mijestad
ha hecho en la lucha con Francia y en guarda de las fronteras y
de la religión está muy mal, debiendo grandes sumas y pagando
cuantiosos intereses. Ha tratado de poner remedio a esta situa-
ción y ha consultado su Consejo. Si en esa tierra hay personas
que quieran comprar los oficios, que digan lo que dan por ellos y
que la audiencia informe lo que producen para poderlos vender
La audiencia publicará en todas las ciudades y villas sometidas a
su jurisdicción un memorial en que se dé cuenta del estado del
reino y se invite a los vecinos a que ofrezcan por los destinos y
oficios y que la audiencia trate de conseguir empréstitos con los ve-
cinos y mercaderes y aun con los caciques y con los indios, si
esto no le proporcionara menoscabo, fijando el plazo que les pare-
ciere conveniente para efectuar el pago con los fondos que pudie-
ron entrar a sus reales cajas. Para ello remite algunas cartas en
blanco para que las dirijan a las personas que les pudiesen ayudar.
Como Su Majestad no tiene datos suficientes sobre la riqueza de
cada pueblo, confía en que la audiencia podrá vender honrada-
mente los oficios, y asi la comisiona para que lo h^ga.
137 — 1559. Julio 13. A los arzobispos y obispos de las In-
dias. Que velen con mucho ciudado sobre sus rebaños, no venga
el demonio a sembrar entre ellos su maldita semilla; y que tengan
mucho cuidado que en sus greyes ,no se introduzcan luteranos, ni
moros, y si supieren de algunos los castiguen ejemplarmente. Que
vean si han introducido libros luteranos para que los quemen.
138 — 1559 Julio 13. Valladolid. A los arzobispos de In-
*d¡as. A esos reinos han pagado algunos luteranos que han sido
severamente castigados, «pero como la maldad es tan grande y el
demonio tan solicito,» pudiera ser que a los indios hubieran ido
herejes o moros o judías. Se suplica se tenga en cuenta a los que
hubiere y se dé aviso al consejo, y si hubiere alguno o a'gunos se
les castigue ejemplarmente, para lo cual avisa a los virreyes, a las
audiencias y a los gobernadores para que les presten su apoyo.
Que averigüen si hay libros prohibidos, y los recojan y los man-
den «a la santa y general inquisición,» y se castigue a los que los
tuvieren, y que siempre que lleguen libros los exa.Tainen, por si
entre ellos los hubiere prohibidos, (i).
(l) Aunque estas dos cédulas, de igual fecha, son en esencia una
misma, las pongo ambas, por estar separadas, y ser distinta su re-
dacción.
ARCHIVO DE INDIAS 647
T39 — 1559. Julio 15. Carta de capítulos de Su Majestad ? la
audiencia.
Que se cumpla lo mandado para que los indios vivan en po-
blación, único modo de instruirlos en la fe y en la cbediencia;
Que se manden al reino los peruanos desterrados de Indias,
que siempre tienen sus juntas y son peligrosos;
Que se haga pagar a Bartolomé Gómez lo que debe, lo mismo
que a todos los deudores de la real hacienda, a quienes no deben
favorecer;
Que aunque está prohibido hacer nuevas conquistas, como
los indios de Bonda, en la provincia de Santa Marta se han reve-
lado otra vez, y que aquellas provincias son muy fértiles, autoriza
a la audiencia para que pueda hacer en ellas algunas poblaciones
de españoles, con el objeto de pacificar a los naturales;
Que se informe de unos españoles que se dice quedaron en.
los Llanos, de la expedición de Ordás, que diz que han ido a po-
blar a unas sierras entre tribus que viven en guerra, y que si puede
mandar una expedición a traerlos, lo haga;
Que muchas personas han solicitado capitu1aci(^n para ir a la
conquista del Dorado. Espera que la audiencia informe sobre su
conveniencia;
Sabe que se ha tenido la costumbre que los españoles que
van al Reino vendan sus encomiendas, no obstante la prohibición
establecida por real cédula. Vuélvelo a prohibir en absoluto,
pidiendo que se apliquen penas muy severas al que lo hiciere;
Que los hermanos del licenciado Montano tienen indios en-
comendados, que guardan en segundas manos. Exige que se les
qu ten, mismo que a los parientes de los demás oidores, por
serles prohibido por real cédula;
Que los licenciados Montano y Briceño han tomado dineros
a préstimo de las cajas reales: que io devuelvan, lo mismo otras
personas que lo hubiesen prestado; que no se vuelva a prestar
dinero de sus cajas, y así lo avisen a los tesoreros que estuviesen
sujetos a esa audiencia;
Que manden a la mayor brevedad los fondos que tengan,
pues está muy necesitado;
Que se haga pronto la tasación de tributos de Popayán y
otros sujetos a esa audiencia, y que si hay encomiendas libres se
encomienden.
Sabe que en esa tierra se carece de moneda de vellón y de pla-
ta, lo que perjudica mucho las pequeñas ventas, porque se sabe lo
que se da y no lo que se recibe. Manda que iaforme sobre lo que
conviene para remediar el mal.
143 — 1559 Julio 15. Al presidente y oidores de la audiencia
del Nuevo Reino de Granada que vean que luego se presente y
cobre del factor Bartolomé Gómez de la Peña el alcance que le
hubieren hecho y sabido se cubra al consejo.
El fiscal del consejo de Indias informó a Su Majestad que el
balance de cuentas de Bartolomé Gómez no resultaba, por cuya
648 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
razón se ordena a la audiencia que vea cuál es el alcance de Gó-
mez, lo cobre y dé cuenta al real consejo.
141 — 1559. Julio x$. Al presidente y oidores de la audiencia
del Nuevo Reino de Granada, que tengan cuidado de que se cumpla
lo que por Su Majestad está mandado cerca de la tasación de los
tributos de los indios, y que si algunas tasaciones estuvieren he-
chas y hallaren que no estén como conviene, que vean que se tor-
nen a hacer. Esto con relación al Nuevo Reino, a Popayán y a
las demás provincias sujetas a esa audiencia.
142 — 1559. Julio 15. Para cada y cuando alguno o algunos de
los oidores de la audiencia real del Nuevj Reino de Granada fue-
ren recusados y dados y cometidos por tales, que los tales oidor u
oidores no se hallen en los estrados, ni en los acuerdos a tratar ni
determinar los negocios de los que hubieren sido recusados y lo
mismo se haga cuando se tratare algún negocio que sea de alguno
de los oidores de la real audiencia o de sus parientes. En el texto
«e dice que cuando tales asuntos se traten, el oidor u oidores re-
cusados se vayan de los estrados.
143 — '559- Julio 15. Comisión a la audiencia del Nuevo
Reino de Granada para enviar a hacer nuevos descubrimientos.
No obstante la prohibición de hacer nuevos descubrimientos, con-
quistas y poblaciones, visto que en ese reino conviene hacerlas
para atraer a los indios y educarlos en la religión, autoriza a la
audiencia para que, si lo creyere conveniente, permita hacer pue-
blos, siempre que se guarden las instrucciones que sobre este
punto han dado Sus Majestades. Así se arraigarán más los espa-
ñoles en aquellas partes, y se hará mejor la policía de los indí-
genas.
144—1559. Julio 15. Instrucción para las nuevas poblacio-
nes. Conviene tanto a los españoles como a los indigenas que se
hagan nuevas poblaciones especialmente en aquellos lugares que
estuvieren aún alejados de la obediencia. Para ello se cumplirán
las siguientes disposiciones: se eligirán sitios sanos, fértiles, abun-
darles de agua, y que tengan buenos pastos para ganados; no
se tomará nada a los indios contra su volundad; harán las casas
de modo que se puedan defender en ellas con sus ganados; atrae-
rán a los naturales a la paz y amistad para que acudan a vivir
con los españoles; los ayudarán y defenderán de los que quisieren
hacerles daños; los apartarán de sus vicios y pecados; les darán
buen ejemplo y los instruirán en la fe. Si hubiese indios que
tratasen de apartar a otros de estas enseñanzas, se les castigará, y
si fuesen principales, se les quitará el mando.
A los indios que voluntariamente viniesen a la fe, se les decla-
rará libres de diezmos y tributos. En cada pueblo nuevo se nom-
braián seis regidores y tenientes de oficiales. A cada uno de loa
regidores y ministres de la Iglesia se les darán las instrucciones de
lo que han de hacer.
Hechas las casas, labrarán sementeras suficientes para ali-
mentarse ellos y los indios que lleven y los que han de morar
ARCHIVO DK INDIAS 649
con ellos. Tratarán de hacer canjes con los indios vecinos, dán-
doles las cosas que les faltaren por las que ellos necesitaren. Lle-
yarán religiosos y personas que los doctrinen en la fe, tratando de
atraerlos a vivir en comunidad para mejor instruirles. Buscarán lu-
gares apropiados para hacer nuevas poblaciones.
Una vez hechas las casas y labranzas, sembrarán frutales
y otras plantas, y buscaián minas y cosas de provecho.
Si los habitantes se opusieren a la población, se les dirá que
no vienen a hacerles daño, ni a quitarles sus haciendas, sino a
atraerlos al amor de Su Majestad, a enseñarlos a vivir en policía
y a conocer la religión y a salvar sus almas. Si insistieren, se les
harán por tres veces las amonestaciones, con el término de tiempo
que juzgare la persona recomendada para ello. Si persistieren,
después de esto, se defenderán de sus ataques, tratando de ha-
cerles el menor mal posible. Hecha la población, tratarán con los
religiosos de si conviene entrar en relaciones con los vecinos.
Si se amistaren con ellos, verán cómo consienten la entrada de
los religiosos para atraerlos al conocimiento de Dios y al servicio
de Su Majestad.
Se nombrarán oficiales de real hacienda que cobren los dere-
chos reales. Estos serán de la vigésima parte de lo que la tierra
produce en oro, plata, perlas y piedras preciosas, durante diez
años, a partir de la fundación, y el décimo, en los cuatro años
siguientes.
145—1559. Julio 20. Al presidente y oidores de la audien-
cia del Nuevo Reino de Granada, que envíen relación qué incon-
venientes Se siguen de no haber moneda en aquel Nuevo Reino,
y de provecho que se seguiría de hacer casa de moneda. Hace
falta la moneda de veilón y lo mismo la de plata, pues en las
transacciones de mantas, yerba y otras cosas que no se pesan, nun-
ca se sabe lo que se recibe. La audiencia contestará a la mayor
brevedad si cree que convenga o nó hacer casa de moneda.
146 — 155Q. Agosto 7. Presidente y oidores de la real
audiencia del Nuevo Reino de Granada.
Su Majestad vio la carta de 4 de diciembre de 1558, en que
se le da cuenta de la reedificación hecha por el capitán Asensio
de Snlinas, de la ciudad de Nueva Jerez, que había poblado Alon-
so Sánchez de Avila. Ordena que se cumplan las anteriores cédu-
las, y no se hagan más nuevas poblaciones. Tiene quejas de que
los frailes franciscanos usan de mucho rigor con los indios; que
tienen cepos donde los meten, que les toman sus mantas, que los
mandan a tu dar ganados y a otras granjerias. Su Majestad desea
que el clero de esa audiencia sea favorecido y respetado, y manda
que supriman los cepos y que manden a los indios a trabajar a lo
que no están autorizados por reales cédulas.
^47 — ^559- De los ficios y cosas que Su Majestad ha escri-
to que se vendan en las Indias para que se haga el más dinero
que se pueda para socorro de sus necesidades premiantes, son las
siguientes:
650 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Primeramente que en las ciudades y villas de ese Nuevo
Reino y provincias le vendan a personas competentes ios servicios
de escribanía, lo mismo en las villas que los hubiese como en las
que no los tuviesen. (Escribanías del número, del cabildo, y de
provincias). Que en todas las ciudades y villas se cree el puesto
de alguacil mayor, con gente a sus órdenes, y la bandera de ia
ciudad, que deberá llevar en caso de guerra. Los alféreces tendrán
las mismas preeminencias que los legidores. Se les dará entre
ellos el mejor asiento. Este nombramiento será perpetuo de por
vida. Los hijos naturales de españoles, aunque lo sean de india,
podránheredar las encomiendas mientras no hubiere hijos legítimos.
148 — 1559. Septiembre g. Carta del secretario del consejo a
la audiencia. Remite: una cédula de 13 de octubre, en que se
manda sobreseer en la venta del almojanf-izgo mayor; otra en que
se dispone que no se provea juez de residencia contra los gober-
nadores; contestación a una carta de esa audiencia de 4 de di-
ciembre de 1558; cartas en blanco para que los oficiales reales las
lleven con los nombres que convenga (para ventas de oficios);
cédu'a sobre descubrimientos; otra para que se cobren detenida-
mente los gastos de penas de cámara; otra para que se remitan a
las personas que llegasen del Perú, etc.; ídem sobre conveniencia
de una casa de moneda; ídem sobre castigo de herejes; ídem sobre
los que fuesen a pedir mercedes; ídem para los que fueren recusa-
dos por la audiencia; ídem sobre tasación de indios; ídem para ios
que hiciesen nuevas conquistas.
149— f558. Para que en las Indias ninguno tenga oro, ni
plata, ni joyas, ni perlas sin marcar, so pena de lo ver perdido. Ea
esas tierras muchas personas tienen «grandes aparadores y tinajas
de plata y oro, y joyas de piedras y perlas, sin hiber pagado el
quinto, defraudando así la hacienda de Su Majestad.» En ade-
lante nadie podrá poseer estas cosas, si no tuvieren la marca de
que han pagado los derechos. A los que mandaron labrar oro y
plata sin quintar, se les decomisará, y el joyero, indio o español,
que los labrare, perderá todos sus bienes en provecho de la leal
cámara. Tres meses después de publicada esta cédula, en todas
las ciudades y villas del reino, se decomisarán los objetos de oro
y plata y joyas que estuviesen sin quintar, mitad del valor para
Su Majestad, y la otra para el denunciante Las autoridades que
no cumplieren con esta cédula, «perderán la mía merced y mil
castellanos de oro.» Obedecida y pregonada en Santafé a 12 de
febrero de 1561.
150 — 1560. Mayo i.o Al presidente y oidores del Nuevo
Reino de Granada, sobre el despojamiento de los señoríos y
cacicazgos de los indios de aquella tierra. Muchos antiguos señores
y caciques de esas tierras que se han convertido a la fe, han per-
dido sus sujetos y tributos, y reciben agravios. Manda que sean
oídos y satisfechos, y se les haga justicia brevemente, pues pre-
fiere Su Majestad verlos favorecidos antes que agraviados.
'5' — '560. Presidente y oidores, que envíen todo el más oro
y plata que pudieren. Muy pobres están los reinos da don Felipe
ARCHI70 DE INDIAS 651
a causa de las guerras que sostuvo su padre, y que él mismo tiene
que sostener. El turco amenaza con una guerra armada de ochenta
galeones, y es preciso estar en guardia y hacer armada por su
parte, fortificar las fronteras y poner guarniciones. Para esto y para
otras machas cosas eí necesario dinero, y como el reino- está es-
caso, precisa que de allá ayuden, sirviéndose de los arbitrios que
puedan y envidndo todo oro y plata que tengan.
152 — 1560. Julio 18. Al presidente y oidoies del Nuevo Reino
de Granada. «Sibemos que en las dichas provincias y en las otras,
sujetas a dicha audiencia el oro que en ellas hobiere corra y ande
por la ley que tuviere, y no por más sinembirgo de cualquier cosa
que se hiya prevenido y ordenado en contra desto.» Li audiencia
había dispuesto que el oro que había en el Nuevo Reino corriese por
más quilates de los que tenía. Su Majestad ordena que circule por
su ley. Obedecida el 20 de febrero de 1561, y pregonada el mismo
día en Santafé.
153 —1560. Julio 18. Al presidente y oidores del Nuevo
Reino de Granada. Sobre la licencia que dieron varios oidores a
Bartolomé de la Peña, factor que fue de Su Majestad, quien quedó
alcanzado en la suma de $ 4,800, más o menos, para que vaya,
bajo fianza, a presentarse al real consejo. Este permiso no han debi-
do darlo mientras no pagase lo que debe. Si aún no hubiere salido,
lo deben detener hasta que cubra la deuda. Esta cédula parece re-
petición a la que lleva el número 140, pero es posterior, y está
redactada en términos distintos.
154 — 1560. Julio 18. Al presidente y oidores de la audiencia
del Nuevo Reino de Granada. Sobre que cumplan lo que les está
mandado, acerca de que a la continua ande uno de ellos visi-
tando en cumplimiento y guarda de las provisiones para que no
se echen indios a las minas, y tasación de tributos de ellos. Ha
sido inf jrmadd Su Majestad de que los oíd jres no h-icen las visi-
tas obligadas, y que en Mariquita, Tocaima Ibagué y Pamplona
echan indios a las minas; que cumplan con las visitas, dando de
ellas aviso a Su Majestad. Obedecida en Santafé el 22 de febrero
de 1561.
155 — 1560. Julio 28. AI presidente y oidores de la audiencia
real del Nuevo Reino de Granada. Que a los oidores de ella cuan-
do ande visitando aquella tierra y las provincias sujetas a la
dicha audiencia, por las que está mandado en la ordenanza dada
por nutstra cédula, y por los gastos que han de hacer se les den a
razón de doscientos mil maravedís de ayuda además de su salario.
Está mandado que constantemente haya un oidor visitando la
provincia y sus anexidades para hacer la tasación de los indios,
ver que sean bien tratados, que no se les cargue ni se les mande a
minas, que se les instruya en la fe, etc.; que vean cómo se les ad-
ministran los sacramentos, haciendo cumplir exactamente las or-
denanzas y las nuevas leyes. Mientras un oidor va por una parte,
conviene que vaya otro por la otra, liaciendo además la tasación de
indios donde no se hubiere verificado. Se fijan doscientos mil m¿>
652 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
ra vedis de salario por año por el tiempo que en ello se ocuparen,
a más de su salario ordinario. Obedecida en Santafé el 20 de fe-
brero de 1561.
156 — 1560. Julio 29. Para que en las Indias se guarde la
provisión que está dada, de que en cada un año se tome cuenta
a los oficiales de la hacienda real, y otras cosas, que de nuevo se
cumpla lo que por esta cédula se ordena para el buen recaudo de la
hacienda de Su Maje^ad. En 1554 se dio una cédula (véase
número 96) para el envío anual de las sumas que los oficiales de
Indias tuviestsn en su poder. Renueva dicha obligación, bajo
pena de la pérdida de la merced y mil castellanos de oro para su
cámara y fisco.
157 — 1560. Agosto 4. Al presidente y oidores del Nuevo
Reino. Sobre la ordsn que se ha de tener en llevar los derechos
los escribanos de la audiencia y otros escribanos del número y
reales que residen en aquella tierra. En muchas partes de ese reino
los escribanos han dado en cobrar derechos extraordinarios. La
audiencia prohibirá este abuso, y hará un arancel moderado de
derechos de escribanía, que pasará a la aprobación del Consejo, y
que hará obligatorio a todos los escribanos de su jurisdicción.
158 — 1560. Agosto 10. A las justicias de Indias, que los libros
que anduvieren impresos en aquellas partes sin lioencia de Su Ma-
jestad y toquen en cosas de Indias, los recojan y manden a estos
reinos al consejo de las Indias, y no consientan que de hoy en
adelante se impriman sin expresa licencia. Tiene conocimiento
Su Majestad de que en aquellos reinos se imprimen y circulan li-
bros tocante a asuntos de Indias, lo que prohibe. El librero que
reciba una de estas obras para imprimir, deberá mandarla antes
al consejo de Indias para conseguir la autorización. Si así no lo
hiciere le será confiscada la obra, y pagará doscientos mil mara-
vedís al real fisco. Las autoridades que no cumplieren esta cédula,
pagarán una multa de diez mil maravedís. Esta cédula fue pro-
mulgada en Santafé el i'] de febrero de 1561.
159 — 1560. Agosto 14.. Toledo. Para las Indias en general.
En un todo igual a la anterior
160 — 1560. Agosto 21. Toledo. Deán y cabildo de la cate-
dral del obispado de Tierra Firme, que han dado tanto ellos como
el provisor en dictar censuras y excomuniones por cosas leves, con
grave daño de sus subditos. Mandan no usen de estas censuras
sino en casos muy graves y de tanta importancia.
161 — 1568. Valladolid, Agosto 8. Que no se permita des-
embarcar a ningún pasajero que no lleve licencia de Su Majestad
o de la casa de Contratación de Sevilla o de un oficial en Cádiz,
pues han dado en llevar mucha mercancía y pasajeros con pretexto
de que los que van a desembarcar en Canarias. Llegan allí, ven-
den un poco, y siguen con todo lo demás para esas Indias, de
de donde resultan graves ¡ncon/enientes.
162 — 1560. Agosto 27. A los prelados de las Indias y a su»
oficiales, que de aquí adelante no excomulguen en los casos
que vieren por cosas y casos livianos, ni echen penas por ave*
ARCHIVO DE INDIAS 653
marias a lego. Pide Su Majestad que no se abuse de la excomu-
nión y de ciertas penitencias entre sus subditos, que apenas prin-
cipian a ganar a la fe, por ser muv inconveniente. Conviene más
darles buenos ejemplos. Obedecida en Santafé, el 14 de febrero
de 1561.
163 — 156:>. Agosto 31. A los prelados de Indias. Que de aquí
en adelante que cuando hiciesen sínodos, no los publiquen ni
se impriman los envíen algunos, y si algunos obieren hecho y los
impriman, los envíen. Algunos sínodos que se han celebrado en esas
partes por prelados de ellas se han hecho y ordenado cosas en per-
juicio de la jurisdicción real, y se han proveído otras de que han
resultado inconvenientes. Para evitar en lo sucesivo dificultades y
escándalos conviene que cuando se hagan ¡sínodos, los arzobis-
pos y obispos, antes de publicailos e imprimirlos los manden al
real consejo paia su aorobación. Jurada en presencia de fray
Juan de los Barrios, en Santafé, a 14 de febrero 1561.
164 — -1560. Septiembre 16. A la audiencia del Nuevo Reino,
sobre los cien mil que libraron en la caja rea! a Antonio Maldona-
do para que de aquí adelante no libren más sobre caja de Su Ma-
jestad. Ha sabido Su Majestad que a Antonio Maldonado le ha
señalado aquella audiencia cien mil maravedís por año para su
entretenimiento «y estamos maravillados de vosotros haberle seña-
lado el dicho entretenimiento de mi caja real.» En adelante no lo
harán sin su previo consentimiento y licencia <porquc lo contrario
nos t:nemos por d servidos, y se cobrará de vos§tros lo que nos Ibra-
redes.* Que a Maldonado no se le sigan dando los cien mil mara-
vedís.
165 — 1560. Septiembre 16. A la audiedcia del Nuevo Reino.
Fray Vicente Palavecín, fraile dominico extranjero, ha compuesto
un libro en latín que dicen ha ido a esos reinos. Hagan recoger
todos los ejemplares que hubiere y los manden al real consejo, y
no se permita su lectura mientras no sea publicado con autoridad
superior.
ibó — 1560. Madrid. Julio 18. Al gobernador de la provincia
de Popayán. El licenciad 3 Tomás Lóp-z, oidor de ia audiencia
de Santafé, fue enviado por Su Majestad a visitar la provincia para
hacer la tasación de indios y dar algunas órdenes, las que cumplirá
el gobernador y las hará cumplir castigando severamente a los que
no las obedecieren.
167 — 1560. Madrid. Febrero 18. Luis de Guzmán, goberna-
dor de Popayán ha dado cuenta de que para mejor administrar
justicia ha nombrado por tenientes de los puebles a vecinos de
ellos, de donde resulta una gran economía, pero que la real au-
diencia se ha opuesto a su resolución. Su Majestad pide a la au-
diencia las razones que tuvo para no aceptar estos nombramientos
en cabeza de vecinos, y manda que mientras tanto dejen a Gazmáa
los tenientes que nombrare.
168 — 156D. Octubre t.o Para que el presidente y oidores de
la audiencia del Nuevo Reino de Granada vayan poniendo poco
a poco en la corona real algunos repartimientos de indios para
654 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADE5S
ayudar a pagar los salarios de ellos y otros oficiales de aquella
audiencia y de la hacienda real y para otros gastos necesarios
para el gobierno y administración de la justicia de aquella tierra.
i68 — 1560. Octubre 11. Su Majestad declara y manda que si
alguna persona extranjera natural de estos reinos pasare a las
Indias sin expresa licencia de Su Majestad si no fuere aquellos que
conforme a lo que está ordenado pueden pasar, pierdan los bienes
que allá adquirieren.
Muchos extranjeros y nacionales pasan a Indias, ya como
marineros, ya como soldados, ya embarcándose en Canarias u
otros puertos, o en barcos extranjeros y llegan allí sin los requisi-
tos necesarios, y hacen fortuna y dejan labranzas, de donde resul-
tan graves perjuicios por ser machos de ellos gentes de mdla vida.
Su majestad, de acuerdo con su Consejo, ha acordado que desde
que esta cédula sea pregonada en Sevilla ni los nacionales ni ios
extranjeros podrán embarcarse para Indias sin previa licencia de
Su Majestad y que los que lo hubieren hecho pierden los bienes
que allí tuvieren a favor de la real cámara, y que sean apresados y
embarcados por su cuenta para el reino. Un quinto de los bienes
confiscados será para el demandador.
Si a la casa de Sevilla vinieren sumas ea oro, plata o perlas,
piedras, «te, como bienes de difunto, no se entregarán a los here-
deros reclamantes, pues son bienes pertenecientes al fisco, que
desde la fecha se han de aplicar a Su Majestad. Los que no cum-
plieren lo mandado en esta cédula pagarán 100. ooo maravedís
para la real cámara.
Dada y pregonada el mismo dia en Sevilla.
169 — 156 r. Toledo. Marzo 24. Al obispo de Popayán. Tie-
ne dos alguaciles que manda a que hagan venir a los indios a misa
los que «cometen agravios y cohechos» y hace azotar a los indios
que no van a misa. Manda Su Majestad que en adelante no tenga
más que un alguacil con vara de recatón, como está ordenado, y
que cuando mande citar a los indios a misa no envíe agentes con
bastón, sino que lo hagan con prudencia y buen tratamiento.
170 — 1561. Toledo. Marzo 24. Al obispo de Popayán. Se ha
Sabido cómo procedió contra el teniente Pedro de Cuéllar por
haber azotado a un negro que había robado a una india una
jicara de coca, «diciendo que no podía proceder contra vuestros
criados.» Que el teniente Cepero quiso proceder contra el licen-
ciado Madroflero por haberle tirado algunos golpes de espada, y
no lo dejó, lanzando censuras contra el teniente. Que estando pre-
so por justicia, Gonzalo Delgadillo, le fue a visitar, y le absolvió
del juramento «y estoy maravillado de estos abusos entremetido
a hacer cosas semejantes, por lo cual sois digno de reprehensión y
porque no conviene que ros entremetáis en cosas de esta calidad.
Oí ruego y encargo que de aquí a adelante no os entremetáis en
ellas ui en otras semejantes.»
•7' — 1561. Toledo. Marzo 24. Al mismo. Sabe Su Majestad
que ha dado castigo a espaft .¡es y a indios sin acudir al brazo
ARCHIVO DE INDIAS 655
seglar. Que cuando quiera reprender a algún lego lo haga confor-
me a derecho e invocando el brazo seglar, y no de otra manera.
172 — 1561. Toledo. Marzo 24. Al gobernador de la provin-
cia de Popuyán. Juan de Ovalle, obispo de ésa, procedió contra
Pedro de Cué'Iar por haber hecho azotar a un negro, su criado.
Si criados seglares de dicho obispo cometieren delitos se les cas-
tigará en justicia, «no embargante que sean criados del dicho
obispo.»
173 — 1561. Toledo. Marzo 24. Al obispo de Popayán. Por
censuras que dio contra las justicias y el escribano se quemaron
muchos testimonios que estaban en poder de éste. Qae no se en-
tremeta en cosas semejantes ni en dar tales censuras, «pues de lo
contrario nos daremos por deservido y lo mandaremos proveer
como convenga.»
Que ha procedido contra los encomenderos para que restitu-
yan los tributos llevados antes de la tasación, bajo pena de no
absolverlos. Manda Su Majestad que entregue al gobernador todas
las restituciones que le hayan hecho no guardando para sí más
que los diezmos. Que no se meta en averiguar quiénes son los
dueños de las encomiendas, y que si algún indio recibiere agravio
lo avise al gobernador. También parece que exigió que le entre-
garan los cohetes que se iban a echar en un día de regocijo en que
se corrió sortija, cosa en que tampoco debe entrometerse.
174 — 1561. Agosto 4. Carta de capítulos del rey a esta
audiencia. En 9 de septiembre de 1560 la audiencia da aviso de
las diligencias hechas para conseguir algunos préstamos particula-
res y vender varios oficios. En entendido que estos préstamos
serán voluntarios y reembolsibles. No se debe tomar residencia
a los gobernadores sin previa autorización de Su Majestad. Con
motivo de las frecuentes rebel.iías del Perú, no conviene, especial-
mente en esa audiencia, deponer gobernadore«, ni residenciarlos,
sin antes consultarlo con Su Majestad. Dicen que los indios en sus
cambios, por falta de moneda de vellón, reciben oro que llevan a
sns ceremonias y lo depositan en los santuarios. Si se les pagaran
los mantenimientos en plata o moneda de vellón ésta no la lleva-
rían a sus idolatrías. S t Majestad comprende que esto es así, pero
por el momento no conviene hacer variación en el asunto. Vista
la información relativa a los compañeros de Ordás se verá lo que
sea conveniente.
175 — 1561. Agosto 4. Al presidente e oid .«res del Nuevo
Reino. Que se informen de los gobernadores de Cartagena y San-
ta Marta y de los cabildos de Mompós y otros pueblos donde se
trata el bogar en canoas, qué trab-^jos y daños reciben los indios
dello y les piden su pareceres los que envíen al Consejo con la
dicha información, juntamente con su parecer y que entretanto
hubieren ellos lo que vieren que más conviene. El oidor licenciado
Melchor Pérez h'zo una inform-ición en la que refiere el sufrimien-
to de los indios. De la provincia de Cartagena que emplean como
bogas en el río M-igdalena y sus afluentes y en las ciénagas y la-
gunas de esc reino, y dice qu3 ha dictado algunas ordenanzis para
656 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
remediar tanto mal. Pide que ss haga una información sobre el
tratamiento que en esa nevegación se da a los indios, la que ha de
hacerse igualmente en Cartagena y Santa Marta y en los cabildos
de Mompós, Tamalameque, Mariquita, Vélez y otros lugares don-
de los naturales fueren empleados en este oficio. Mientras el con-
sejo resuelve lo que ha de hacer la audiencia, verá lo que más
convenga al servicio de Dios y conservación de los indios.
176 — 1561. Sobre otra cédula que se dio para que en el Nue-
vo Reino de Granada no se deje pasar al Perú a persona algu-
na si no fuese con licencia de Su Majestad y hombre casado llevan-
do a su mujer.
Recuerda la cédula que dieron los reyes sus antecesores pro-
hibiendo que pasen al Perú los que no lleven licencia de Su Ma-
jestad, etc.. etc. (i). Su Majestad ha sabido que muchos solteros
han pasado por aquel reino al Perú. En vista de los desórdenes
que resultan en dejar pasar hombres solteros, advierte que sólo
dejen pasar a los casados, con sus mujeres, siempre que lleven
licencia suya.
177 — 156:. Madrid. Agosto 4. A los oficiales déla provin-
cia de Tierra Firme, llamada Castilla del Oro, Nueva España,
Cartagena, Santa Marta, Honduras, Nicaragua, Guatemala, etc*
Que los navios que van para los puertos de esas provincias, re-
gistrados en la casa de Contratación de Sevilla y en Cádiz, tocan
en puertos intermedios, donde los oficiales reales, para hacerse a
los derechos de almojarifazgo, avalúan muy barata la mercancía,
y luego se presentan los barcos con ese avalúo en otros puertos,
sin que les cobren otros derechos. Manda Su Majestad que cada
vez que llegue un navio hagan el avalúo de la mercancía que lleva,
y si fuese inferior al que ya hubieren pagado, cobren la diferencia.
Si el primer avalúo hubiere sido general, y no particular a cada
género de mercancía, harán nuevo avalúo particularizado, cobra-
rán el total de los derechos, y devolverán a sus duefios lo que les
hubiesen cobrado en otro puerto. «En non pagades en de al en
ninguna manara, so pena de nuestra merced y de diez mil mara-
vedís para nuestra cámara.»
178 — 1561. Agosto 18. Presidente y oidores de la audiencia
del Nuevo Reino de Granada para que provean que los oidores
de aquella audiencia que fueren a visitar la tierra no excedan de
sus comisiones. Se ha tenido relación que el oidor licenciado Ar-
teaga, que ha ido en comisión de esa audiencia a Cartagena a re-
mediar algunas cosas, se ha entrometido a conocer en cosas fuera
de su comisión, «sin dejar usar sus oficios a los ministros que nos
tenemos.» Pide se diga a dicho licenciado, si aún estuviere en
Cartagena, que no haga más que lo de su misión, como habrán de
hacerlo en adelante todos los oidores que salgan en comisión (2).
(1) Véase la cédula que lleva «1 número 23.
(2) Siguen alg'unas cédulas relacionadas exclusivamente
Tierra Firme, que no reprodusco.
DISCURSO 657
DISCURSO
PRONUNCIADO POR EL DOCTOR JOSÉ D. MONSALVE, PRESIDENTE DE
LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA, EN LA SESIÓN SOLEMNE
DEL DÍA 9 DE DICIEMBRE DE 1924.
Señores:
Un elocuentísimo orador sagrado, refiriéndose a los triunfos
del Libertador en el Perú, cuya noticia se celebraba en la cátedras
de Bogotá en 1825, se expresaba así:
«Mas para completar la gloria militar de Bolívar faltaba una
página en -su historia, y esta brillante página se escribió con carac-
teres indelebles en la memorable jornada de Ayacucho; preciso el
asociar aquí el nombre de Bolívar al del ilustre Sucre, que ha veni-
do a ser el segundo redentor del Perú. El Libertador de Colombia
le sustituye en su lugar durante su ausencia en Lima, le traza los
planes y le encarga su ejecución. >
Y ciertamente el general Sucre fue el brazo que esgrimió la
espada triunfadora en la batalla que dio fin al reinado de los espa-
ñoles en la América Meridional, pero ese brazo fue obediente a la
voluntad y dirección del dictador del Perú, cuyo pensamiento
señaló el camino de la victoria, ordenando los movimientos del
ejército, señalando las etapas, previniendo peligros e inconvenien-
tes, evitando errores, conduciendo como de la mano al afortunado
ejecutor de sus planes, y casi fijando el punto de combate. No
fueron los destellos de la espada que fulguró en Junín los que mo-
vieron las maniobras tácticas en la llanura de Ayacucho y faldas
del Cundurcunca, pero fueron el pensamiento, la voluntad, los
planes, la estrategia y el nombre de aquel que imperaba en el co-
razón de los combatientes, los que dieron el grandioso resultado.
Historiadores simplistas, unos, y otros mal aconsejados por pasio-
nes ocultas, han querido arrebatar a Bolívar la gloria que sobre él
derrama la victoria de Ayacucho; mas no lo conseguirán mientras
los hechos y los documentos estén pregonando la verdad de la
historia. No mengua y más bien acrecienta la gloria del gran Ma-
riscal de Ayarucho el conocimiento y aprecio quei^ste tan modesto
como ilustre Capitán tenia de las responsabilidades y del mérito
que todo verdadero militar funda en la propia iniciativa subordi-
nada racional y concienzudamente a. las órdenes superiores. El día
13 de noviembre de 1824, después de recibir los refuerzos que le
envió y las órdenes que desde varios puntos le comunicó el Liber-
tador, el general Sucre, en vista de ciertos movimientos del enemi-
go, creyó acertado dividir sus tropas con el fin de combatir a los
enemigos pasada la sierra, si se dirigían en retirada a Arequipa, o
persiguiéndolos también pasando la cordillera, si tomaban la vía
del Callao; siendo las tropas de Sucre inferiores a las de los espa-
ñoles, el plan conduciría axiomáticamente a un desastre; pero este
inteligente General tuvo e| acierto de consultar su plan antes de
xtv— 42
658 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
llevarlo a efecto, y Bolívar, justamente alarmado, inmediatamente
despachó un posta con instrucciones en que sin desconocer posi-
bles eventualidades o motivos urgentes y necesarios, le dijo:
«Desde luego, digo a usted rotundamente, que no creo con-
veniente la operación que usted me ha indicado en su oficio del 13
del corriente en cifra. De las cosas más seguras, la más segura es
dudar. Si usted la ha ejercitado habrá obrado en sentido opuesto
a lo que tantas veces le he dicho.» En estas mismas instrucciones
Bolívar estuvo repitiendo que Sucre no debía pasar la sierra y diri-
girse hacia la costa; y después de explicarle porqué los españoles
se aniquilarían si buscaban el camino de Arequipa, o serían des-
trozados por el mismo Bolívar si tomaban el del Callao, agregaba:
«Este parece que es el plan más acertado y decisivo que de-
bemos adoptar: por lo mismo, usted no debería nunca pasar esta
cordillera, y dejarme a mi la costa, que yo daría cuenta y pago
del señor Laserna. Siempre será muy bien que usted no pase a esta
cordillera sino por un motivo urgente y necesario »
Luego añadía: «Los enemigos no pueden obrar activamente
en la costa por mil razones. Sus tropas no son de estos climas;
sus caballos deben llegar muertos: y los pastos están arrasados
por nuestras guerrillas. Estas dificultades me persuaden que ellos
no deben venir a estas costas, a menos que la desesperación los
traiga a encontrarse en el Callao. lea tiene para los españoles el
mérito de ser godo, y creo que no hay otro punto de la costa que
lo sea. Lima está cada día más patriota. Esta misma idea me per-
suade que esos godos deben dirigirse siempre a lea por el primer
momento, con ánimo de dirigirse al sur o al norte, según el estado
de sus fuerzas.» A esto se agregaba que el Libertador conocía
bien la estrategia del general español Valdés, por lo cual añadía:
«A la verdad, diré a usted que no se qué pensar ni qué con-
jeturar de las locuras de Valdés, porque un hombre que ha hecho
tantas en su vida, no dejará de hacer la última. Diré, por fin, que
la máxima del Mariscal de Sajonia se cumple perfectamente aquí:
"por los pies se ha conservado el Perú; por los pies se ha salvado,
y por los pies se perderá porque las manías siempre se pagan." Ya
que nosotros nc^podemos volar como los enemigos, conservémonos
con prudencia y circunspección. Alguna vez se ha de parar, y en-
tonces combatiremos.»
Hablaba Bolívar como si estuviera en los campamentos de
Sucre y de los españoles. Efectivamente, desde el 10 de noviembre
los enemigos, bien porque pensaron dirigirse a lea, o bien porque
hubiesen resuelto parar y aceptar combate, emprendieron sus mo-
vimientos por la derecha de los pueblos de Talavera, San Jeróni-
mo y Adahuailas, acantonamientos de las divisiones comandadas
por Sucre; el 19 se batieron unas partidas de ambos ejércitos en el
puente del río Pampas, y como los realistas lograron pasar éste,
una parte de las tropas colombianas a órdenes del general Lauren-
cio Silva hubo de combatir y obligarlos a repasar el río, con lo
DISCURSO 659
cua) se descubrió que el grueso del enemigo había tomado la
espalda de los patriotas y cortado las comunicaciones de éstos; el
21, 22 y 23 hubo encuentros ventajosos para los americanos, y
desde ese día hasta el 30 el general Sucre se puso a la defensiva,
hasta que viendo que el enemigo, marchando por la derecha del
Pampas le flanqueaba sus posiciones, se trasladó a la izquierda del
rio para cubrir su retaguardia. Era el momento de la retirada del
general republicano cuando llegó el edecán Medina con las ins-
trucciones del Libertador, que reforzaron el ánimo e infundieron
confianza y entusiasmo. Acababa de llegar a Matará el ejército
patriota, el día 2 de diciembre por la mañana, cuando el español
se dejó ver sobre las alturas; pésimas eran las posiciones de Sucre^
pero presentó batalla, que fue excusada por el enemigo, el cual fue
a situarse en unas breñas inaccesibles; desde alli volvió a provocar
combate el día 3, y se le volvió a aceptar; pero entonces, dirigién-
dose ailas grandes alturas^de la derecha, amenazó la retaguardia de
los patriotas; érale preciso a Sucre dejar las pésimas posiciones de
Matará y aprovechar esa maniobra del enemigo para retirarse a
Tambo Cangallo, no sin que el paso del riachuelo de Corpaguaico
fuese un desastre, donde los batallones Vargas, Vencedor y Riñes
recibiendo los fuegos de la artillería y el choque de todas las fuer-
zas enemigas, perdieron dos piezas de artillería, 300 hombres y
todo el parque del ejército Libertador. Esta gran ventaja obtenida
por los españoles fue quizás lo que más los perdió; el engreimiento
les inspiró tal confianza, que aunque no pensaban más que en ma-
niobras, según la manía que les tenía apuntada el Libertador, ya
se resolvieron a aventurar una batalla que creían ganada desde
luego; los días 4 a 8 los entretuvieron los dos ejércitos contendo-
res moviéndose en diferentes puntos y acomodándose para comba-
tir, cada cual buscando las mejores probabilidades de éxito; por
la tarde de ese último día los españoles quedaron situados en la
cumbre del Cundurcunca, y los patriotas en la llanura de Ayacu-
cho al pie de aquella altura; se cruzaron algunos luegos de artille-
ría y se batieron unas guerrillas, Al día siguiente (9 de diciembre)
el sol de la mañana vio prepararse los dos ejércitos para decidir
los destinos de la América del Sur; cuando el general Sucre se
presentó a sus cuerpos recordándole a cada uno su triunfos, sus
glorias, su honor y su patria, resonaron en todos ellos los vivas y
las aclamaciones a la República y al Libertador; el sol de la tarde
contemplo el triunfa de 5,780 republicanos sobre 9,310 realistas y
prestó la luz con que el héroe de Ayacucho escribió a Bolívar el
parte de aquella jornada, terminando con estas palabras:
«La campaña del Perú está terminada: su independencia y la
paz de América se ha firmado en este campo de batalla. El ejército
unido cree que sus trofeos en la victoria de Ayacucho sean una
oferta digna de la aceptación del Libertador de Colombia.»
Donde mejor se comprueba la participación que le correspon-
de al Libertador en la gloria de Ayacucho es en la carta que Sucre
le escribió al día siguiente del combate.
660 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
«Está concluida la guerra — díjole — y completada la libertad
•del Perú. Estoy más contento por haber llenado la comisión de
usted que por nada. La orden que me trajo Medina para poder
librar una batalla me ha sacado de apuros, pues en la retirada de
las inmediaciones del Cuzco hasta Humanga al frente del enemigo
y teniendo que presentar un combate cada dia. ha sufrido muclio,
mucho mi espíritu, he tenido mucho que pensar, y ha padecido mi
cabeza más que demasiado.»
Bolívar, como era natural y estaba en su carácter, tributó a
Sucre la justicia que merecía y le atribuyó el honor a que era
acreedor; a su vez, Sucre le contestó:
«Yo estoy más que contento por liaber satisfecho los encargos
de usted, y porque usted haya salido de la empresa del Peiú, que
por el servicio que he hecho y por la gloria que de él pueda resul-
tarme. Crea usted que le hablo sinceramente y sin lisonja, que
usted sabe que no tengo. En mi placer ppr una victoria tan com-
pleta y de tanta trascendencia, mi pensamiento es siempre usted. >
El Libertador de Colombia, en su carácter de dictador del
Perú, al dictar el decreto de honores que correspondían al ejército,
a los jefes y oficiales, y al general en jefe, le discernió a éste entre
otras honrosas distinciones el título de Gran Mariscal de Ayacu-
cho, y cuando Sucre recibió el oficio remisorio de tal decreto, no
pudo menos de volver a escribir a Bolívar:
«Vuelvo a repetir las gracias que entonces le di por los favo-
res y honras que usted me ha' dispensado en sus decretos y procla-
mas. Quise entonces, y ahora me resuelvo preguntar a usted, si el
brillante título que se me ha dado en el articulo i.° del decreto de
27 de diciembre puedo solicitar que se le devuelva al que lo ha
merecido, al que me dio un valiente ejército para triunfar, al que
animó a todos y a mí mismo a arrostrar la muerte para hacernos
una patria y ponernos en el camino de la gloria, y pudiera agregar
por medio de sus sabias instrucciones. Yo quisiera reclamar del
Congreso que este ilustre título se le diera a nuestro querido el
padre de Colombia, y pido para ello el concentimiento de usted.»
Señores:
Bien ha demostrado la historia de aquellos acontecimientos
que tanta influencia han tenido en la civilización americana con
grand^e utilidad para la misma España, cuna de nuestra raza y
madre de nuestras glorias, cómo no puede separarse el nombre del
Libertador Simón Bolívar del recuerdo de la epopeya que dio fin
a la magna obra de la emancipación de Sur Ahiérica; Sucre, el
héroe filósofo, fue e! brazo esforzado y corazón magnánimo que
arrojando sobre el enemigo sus pujantes escuadrones puso bajo los
pies de la libertad al legendario león de arrogancia y valentía, pero
no porque los políticos de aquellos tiempos comenzaran a alimen-
tar la llama de pasiones inconfesables y ocultas, y con mal disimu-
lada emulación quisieron estorbar la acción avasalladora del Genio
de Colombia, ha de negarse que fue Bolivar el ímpetu, la luz y el
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA 661
alma del acontecimiento grandioso cuyo primer centenario estamos
celebrando hoy.
He dicho.
flCflDEtnifl nflcionflh de biscoría
(Extracto de Actas)
15 DE FEBRERO
Monseñor R. Carrasquilla hace una relación sobre su viaje a
Lima, Habla especialmente de la exhumación de los restos de
don Simón Rodríguez, maestro del Libertador; de los Museos bo-
livariano e incaico y de la Universidad de San Marcos
El señor Arrubla presenta el tomo xx del Archivo Santander,
que acaba de publicar la comisión respectiva.
El señor Posada presenta el volumen xxxiii de la Biblioteca
Ñacicnal, el cual contiene las leyes y otros documentos del Con-
greso de las Provincias unidas.
2 DE MARZO
E¡ concejo municipal de Ríonegro (Antioquia) manifiesta su
agradecimiento por el saludo de la Academia en el centenario de
Ayacucho.
Los señores M. Vargas Vásquez, de Quibdó, y C. A. Jarami-
11o, de Concepción (Antioquia), informan sobre sus comisiones de
representar a la Academia en la recepción de los restos de César
Contó, el primero, y en los festejos del aniversario de la batalla de
Ayacucho, el segundo.
El marqués de Saltillo, de Sevilla (España), acusa recibo de
su nombramiento de miembro correspondiente.
El cónsul de Colombia en Tulcán solicita algunos números
del Boletín de Historia que faltan en su colección.
El señor Erminy Arismendi, de Carúpano (Venezuela), envía
un trabajo biográfico sobre el procer Joaquín Peña.
La Sociedad de Embellecimiento participa que ha resuelto or-
ganizar una exposición nacional de objetos históricos, y solicita la
colaboración de la Academia. Se nombra una comisión para esto,
compuesta de los señores Cortés Vargas, Otero D'Costa, Restre-
po Sáenz, Moros y García Ortiz,
Se designa a los mismos señores para la junta de festejos
patrios.
Se autoriza al tesorero para que arregle con el señor ministro
de Gobierno lo relativo a gastos en el libro Bolivariano,
Se autoriza al encargado de la biblioteca Jorge Pombo para
que continúe desempeñando sus funciones en la compulsa, copia
y publicación de las actas de los congresos de la gran Colombia.
Se acuerda la publicación de las actas de la comisión permá-
óente del Congreso de Ancfostura, que posee el señor Monsalve,
como un volumen de la Biblioteca de Historia Nacional.
662 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Son presentados como candidatos para miembros correspon-
dientes los señores R. López Lleras y Cristóbal Bernal.
Se designa a los señores J. C. García, E. Otero y R. Moros
para que den un concepto sobre si conviene o nó la demolición
del edificio de Santo Domingo.
Se nombra al señor J. M. Restrepo para que gestione la con-
servación de la lápida relativa a la muerte del general Santander,
en la casa donde esto ocurrió y que actualmente se reconstruye.
Se acuerda una moción de agradecimiento al rfey de España
por la colocación de una lápida conmemorativa del sabio Caldas
en la Biblioteca nacional de Madrid.
1 6 DE MARZO
Los señores Moros, García y Otero presentan el informe
sobre la demolición del edificio de Santo Domingo, de que se trata
en el congreso.
£1 señor ministro de Instrucción pública remite treinta ejem-
plares de cada uno de los volúmenes xix y xx del archivo San-
tander.
El señor ministro de Relaciones exteriores comunica que ha
despachado al señor Denis, de la secretaría de la sociedad de las
naciones, el mapa general de Colombia, conforme a lo indicado
por el secretario de la Academia.
El señor García Zamudio informa" sobre sus labores en el con-
greso científico de Lima y presenta las conclusiones acordadas por
éste. Ofrece también dictar una conferencia sobre este mismo asun-
to, y hace donación de varias publicaciones relativas al Cuzco y
otras ciudades del Perú.
El doctor Monsalve lee un nuevo capítulo de su trabajo sobre
Bolívar, en refutación a la obra de Cornelio Hispano.
PODER OCORGflDQ POR B0bl\7flR
En la ciudad de Popayán, a cinco de febrero de mil ochocien-
tos veintinueve años, ante mí el escribano público del número y
testigos que se nominarán, pareció presente en el palacio de go-
bierno el Excelentísimo señor libertador de la República de Co-
lombia, etc., etc., etc. Simón Bolívar, que doy fe, conozco y dijo:
que considerando de que su hermana la señora María Antonia
Bolívar, residente en la provincia de Caracas, no puede por sus
ocupaciones y ausencias que tiene que hacer de la ciudad a sus
haciendas de campo, desempeñar con la actividad que se requiere
el poder general que su Excelencia le tiene otorgado para todos
los asuntos, causas y negocios que puedan ocurrirle y le ocurran
en el día en dicha provincia, ha deliberado su Excelencia conferirlo
nuevamente, cuanto en derecho se requiere y es necesario para
valer, en primer lugar al señor General Lino de Clemente, en se-
gundo al señor Esteban Palacios y en tercero al señor Gabriel
PODF.R OTORGADO POR BOLÍVAR 663
Camacho, vecinos y residentes en aquella dicha provincia general,
para que a nombre de Su Excelencia y representando su propia
persona, derechos y acciones con arreglo a las instrucciones que
privadamente les tiene comunicadas y sucesivamente les comuni-
care, puedan entender y entiendan cada uno de por si insólidum
en todos los asuntos, causas y negocios que Su Excelencia tiene y
en adelante se le ofreciere, para lo cual parecerán y se presentarán
ante cualesquiera juzgados eclesiásticos o seculares, con escritos,
memoriales, instrumentos, testigos, probanzas y demás papeles que
convengan haciendo pedimentos, protestas, súplicas y alegaciones
en toda forma y conforme a derecho. Recusen jueces, abogados,
escribanos, notarios y demás ministros de justicia, expresando o
nó las causas que a ello les muevan y apartándose de ellas cuando
convenga. Oigan autos y sentencias interlocutorias y definitivas, y
de lo adverso y perjudicial apelen y supliquen, siguiendo las ape-
laciones y súplicas en todos grados, juicios e instancias que haya
lugar. Ganen, finalmente, todas las providencias que sean conve-
nientes al buen éxito de sus asuntos. Demanden y perciban todas
las cantidades de pesos que a Su Excelencia se le debieren en
cualquier forma, bien sean procedentes ds préstamos, alcances de
cuentas, legados, donaciones, herencias y otros cualesquiera bie-
nes que lepuedan tocar y pertenecer, y de lo que percibieren y co-
braren podrán dar cartas de pago, finiquitos, lastos y chancelacio-
nes en debida forma. Hagan las compras y ventas que se le ofrez-
can otorgando los respectivos instrumentos de éstas y aceptando
los de aquéllas. Tomen cuentas y denlas a la persona o personas
que deben darlas y tomarlas. Y últimamente harán y practicarán
en todos sus asuntos cuanto Su Excelencia haría y practicaría por
sí mismo, sin que por falta de cláusula que aquí no se exprese deje
de obrar, pues la que faltare y se necesitare la da por inserta e in-
sinuada en forma, confiriéndoles al efecto el más amplio poder que
se necesite, con sus incidencias y dependencias, libre, franco y ge-
neral administración, facultad de jurar y sustituir en una o unas per-
sonas de sus confianzas; que a todos, guardando sus órdenes e ins-
trucciones, releva de costas en debida forma. Al cumplimiento y
firmeza de cuanto lleva dicho obliga sus bienes y rentas habidos y
por haber, con insinuación de la cláusula guarentigia, renuncia las
leyes, fueros y derechos de su favor con la que prohibe toda
renunciación. En cuyo testimonio así lo dice, otorga y firma, sien-
do testigos los ciudadanos José Gironza, Joaquín Córdoba y Ma-
riano Rada, vecino. Ante mí.
Simón Bolívar— Joaquin Camacho escribano del número.
Es copia tomada del volumen de escrituras de los años de
1828 y 1829, folio 14. Popayán, 15 de febrero de 1924. El notario
público, Lorenzo Lemus (i).
(1) Debemos este documento al señor general P. E. Escobar,
•quien lo halló en Popayán, y tuvo la atención de hacerlo copiar y
remitirlo a la Academia de Historia.
664 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
COROÍlfl DE B0hí\7flR
Esplendorosa fue, en 1825, la entrada de Bolívar al emporio
de los incas. El Cuzco desplegó sus mejores atavíos, y un hálito de
gratitud, de entusiasmo y de alegría flotó en la mañana del 24 de
junio por plazas y calles de la vetusta ciudad. Cabalgata lujosa,
que había salido a su encuentro, lo escoltaba con embeleso, bajo
los arcos triunfales. Salvas de la artillería y repique de los campana-
rios resonaron a su llegada y a su paso por las arterias de la metró-
poli, donde muchedumbre febril lo aclamaba con éxtasis. En bal-
cones y ventanas, ricamente adornados, el bello sexo vitoreaba al
caudillo y arrojaba, dice un periódico de la época, «monedas, pa-
langanas de plata, palomas encintadas, ñores y aguas de exquisito
olor al tiempo de pasar Su Excelencia.» i)
Celebróse en la catedral solemne tedeum y «en seguida de este
acto religioso, dice la misma publicación, pasó Su Excelencia a
descansar en su palacio suntuosamente adornado, y allí, después
de una resistencia generosa, fue coronado por mano de la señora
prefecta, a quien acompañaban señoras vestidas de lujo, con una
guirnalda cívica de oro, matizada de perlas y brillantes, que el
comercio había dedicado a su obsequio, a pesar de la resistencia
que hizo su moderación.»
Sucre felicitó a Bolívar pocos días después desde Cochabamba
por este galardón: «La corona que usted ha recibido, le dice el 11
de julio, en la capital de los hijos del sol, es ciertamente un pre-
sente apreciable; su valor moral es exorbitante, y más si se consi-
dera que la historia y la justicia la han ceñido en el Cuzco, sobre
las sienes de un hijo del Guaire.»
El Libertador le obsequió entonces la rica guirnalda al Mariscal
, de Ayacucho, y éste la remitió, desde La Paz, a Bogotá para que aquí
se guardase tan valioso trofeo. El congreso, al recibirla, expidió
una ley que expresa su gratitud y dispone se guarde la áurea joya
con exquisito esmero.
«Habiendo recibido, dice el acto legislativo (13 de febrero
de 1826), con la nota oficial del general en jefe Antonio José de
Sucre, fecha en La Paz, a 12 de septiembre de 1825, la guirnalda
de oro guarnecida de brillantes y perlas, que el ilustre pueblo de
Cuzco presentó al Libertador presidente Simón Bolívar en manifes-
tación de gratitud, per haberle dado patria y libertad; y que el mis-
mo Libertador destinó para aquel benemérito general, quien a nom-
bre suyo y del ejército colombiano libertador del Perú la consagra
ahora al cuerpo legislativo, como prueba de su respeto a la repre-
sentación nacional, y considerando: i.'',que el ejército colombiano
libertador del Perú, después de haber dado a la patria nuevos días
de gloria, en los campos de Junín y Ayacucho, y ostentado allí su
valor, su heroísmo y todas las virtudes militares, manifiesta ahora
sus virtudes cívicas con el obsequio que hace al congreso, deno-
(1) Gaceta del Cuzco. Reprodujo esta relación la Gaceta de Lima y
y luego la Gaceta de Colombia.
CORONA DE BOLÍVAR 665
tando el amor a la República, a sus instituciones y el respeto a la
representación nacional; 2.°, que es muy justo se conserve siem-
pre y de un modo digno y decoroso este obsequio, que recordará
a los colombianos, en las generaciones venideras, las glorias de su
patria y las virtudes de los que han dado su vida y existencia a
tres naciones, decretan:
«Artículo I." Se acepta por el cuerpo legislativo a nombre de
la nación y con el mayor aprecio, la guirnalda de oro y piedras
preciosas que el general en jefe Antonio José de Sucre a su nombre
y al del ejército le ha dedicado. Artículo 2.** Esta guirnalda se co-
locará en el Museo Nacional, con la distinción debida como un
monumento de gloria del ejército colombiano que dio libertad al
Perú y como un testimonio público de sus virtudes militares y cí-
vicas, con la siguiente inscripción en letras de oro: El cuerpo legis-
lativo acepta con gtatítud esta guirnalda ofrecida por el general An-
tonio José de Sucre a su nombre y del ejército colombiano\libertador en
elFetú. Decjeto del Congreso de Colombia, año dc\i826. Artículo 3.°
Esta resolución se comunicará al general en jefe Antonio José de
Sucre, como una expresión de los sentimientos de aprecio que
animan al cuerpo legislativo con respecto a su persona y al ejército
que ha tenido la gloria de mandar.»
Fue guardada entonces la rica corona en la casa de moneda.
El señor José Joaquín Borda se lamentaba, en 1860, del aban-
dono en que habíamos dejado muchos trofeos de nuestra historia, y
cómo nos pediría la posteridad estrecha cuenta de [ello, «afortuna-
damente, dice, ha escapado a la rapacidad y a la codicia un objeto
digno de la más alta veneración y que simboliza toda una época de
glorias y de triunfos, todo el valor y el genio de dos héroes de Amé-
rica, jefes de los pueblos colombianos armados en defensa de sus
derechos a principios del siglo actual. Hablamos de una guirnalda
de oro que permanece conservada en la casa de moneda de esta
capital. . . .Esta guirnalda es la que nos ha puesto la pluma en la
mano, en el instante en que hemos podido verla» (i).
El 4 de febrero de 1862 se entró a Bogotá la guerrilla de
Guasca, y una fracción de ella invadió aquel edificio. Rompieron
las tropas la c^a de hierro que contenía la corona, se apoderaron
de ella y la llevaron consigo al regresar a sus montañas. El célebre
literato Vergara y Vergara era tesorero de aquella casa, y refiere
que el maquinista señor Bulcraig, al ver que llevaban el cajón que
contenía la guirnalda, les dijo que no sustrajeran esa joya, recuer-
do del Libertador y padre de todos los granadinos, y a eso contestó
el soldado que la llevaba, que Bolívar no era Dios para que no se
pudiese llevar su corona.
De esta dice el mismo administrador que pesaba un kilogramo
doscientos sesenta y dos gramos, y tenía cincuenta perlas finas: una
media luna que coge el lazo con tres brillantes y cuatro chispas:
(1) Artículo La guirnalda de oro, publicado en El Mosaico, 10
de octubre de 1860. ^
666 BOLETÍN DK HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
ocho flores de lis alrededor con un brillante, y cuatro chispas cada
una; un sol con el nombre de Cuzco, y en diversas figuras doscien-
tas cuarenta y siete chispas de brillantes. Luego agrega que en la
casa de moneda se había custodiado desde 1824 (i).
El señor Cornelio Borda relata en un folleto que publicó en
Medellin, en 1863, unas diligencias que hizo para recuperar la
corona: «Temiendo yo que algún soldado la hubiera tomado sin
conocimiento de los jefes, e interesado como estaba en salvar un
monumento histórico de tanto precio para nuestra patria, fui con
el mayor gusto y con pasaporte, del gobierno, en la comisión de
averiguar su paradero y tratar de volverla a su depósito. Ni los
jefes, ni los oficiales sabían tal acontecimiento; pero las prontas
averiguaciones hechas por los señores Valentín Gálvez y Salomón
Forero, bastaron para que yo la viera en sus manos en perfecto
buen estado. Hice los mayores esfuerzos, durante dos días, para
que me la dejaran llevar a Bogotá, observándoles que aquel sagra-
do emblema de las grandezas de Colombia no correspondía a nin-
gún partido político, que todos lo respetarían, que su devolución
daría una grande idea de la moralidad de las tropas, y que final-
mente, la vida nómade de las guerrillas no les permitiría cargar
con esta joya embarazosa y de tanto precio. Obtuve por fin una
promesa formal, no de entregármela, porque la habían ya traspuesto,
pero sí de mandarla dentro de tres o cuatro días. Esta promesa
hice que la consignaran en una comunicación que el señor Salomón
Forero pasó, como prefecto, al señor José María Vergara y Verga-
ra, tesorero de la casa de moneda de Bogotá, acompañándole
además la lista de unos efectos encontrados, pertenecientes a la
misma casa de moneda, todo lo cual entregué al señor Vergara y
Vergara. Para mí, que los que tenían la corona me inspiraban per-
fecta confianza, ésta estaba salvada. El tiempo lo ha probado y la
nación me debe este servicio.»
El señor Borda hizo luego un viaje a Antioquia, y al llegar a
Honda fue detenido su equipaje, pues se creyó que llevaba en él la
áurea joya. No se le halló ésta, pero aparecieron allí unos troqueles
de hacer monedas. Se sospechó por el momento una tentativa de
falsificación, más él demostró, con plena prueba, su inocencia.
Aquellos troqueles, rescatados por él, en Guasca, los había ofreci-
do al gobierno conservador de Antioquia, y los llevaba a éste, para
cumplir su oferta.
Sabido es que el señor Borda, hombre de ciencia y gallardo
militar, fue luego al Perú, y allí murió en un fuerte del Callao sir-
viendo a aquella nación en su nueva lucha con España.
Un día, al fin, volvió a la capital la reliquia boliviana. Véase
cómo relata su recuperación el comandante en jefe del ejército de
reserva, general Acosta, con fecha 24 de noviembre de 1862, al
secretario de Guerra y Marina: «Tengo la satisfacción de deciros
(1) Acios oficiales del Gobierno Provisorio de los Estados Unidos
de Colombia, Por yerro tipográficü, tal Tez, se puso ese año de 1824,
en el cual, como ya hemos visto, no había aún Bolívar recibido la
corona.
CORONA DE- BOLÍVAR 667
que en cumplimiento de las órdenes e instrucciones que se comu-
nicaron para la ayeriguación y paredero de la corona del Liberta-
dor, que había sido extraída de la casa de moneda de esta ciudad,
me trasladé a Guatavita para exigirla del señor Juan B. Rodríguez:
este señor me manifestó que hacía algunos días que la había dado
a guardar a uno de los curas de esos pueblos, y que inmediata-
mente iba a hablar con él, y la entregaría a alguna de las autori-
dades. El doctor Indalecio Barreto, cura da Chía, la ha puesto
hace dos días a disposición del presidente del Estado de Cundi-
namarca, y ayer la ha entregado el señor José María Vergara y
Vergara al director da la casa de moneda, y se ha colocado en el
lugar que antes tenía. Como se ve por lo expuesto, el hallazgo de
esta preciosa finca se debe únicamente a las investigaciones que el
gobierno de la Unión ha hecho, y a los datos que le suministraron
algunos de los individuos que se rindieron en Manizales» (i).
En el programa del 20 de julio de 1874 se dispuso en uno de
sus números que el cuerpo del depósito de militares de la indepen-
dencia conduciría la corona que el Perú presentó al Libertador, de
la casa de moneda al templete de la plaza de Bolívar (2).
En 1875 hicieron los guascas una peregrinación a la iglesia de
Chapinero. y con tal motivo se recordó su entrada a Bogotá en
1862. «En la casa de moneda penetraron, dijo un periódico, para
llevarse algunas cosas que no eran de ellos, tales como la rica co-
rona que el Perú regaló al Libertador. Esa después de haberla
reclamado enérgicamente a los guascas el señor general Briceño,
y después de haber hecho lo mismo el señor cura de Guasca, por
indicación de aquél, valiéndose éste de sermones y amenazas, la
devolvieron por miedo a las sanciones legal y religiosa, faltándole
un diamante y una perla, que posible es que en esa población se
hubiera perdido.» (3),
A esto contestó algún amigo de aquellos romeros: «Enton-
ces fue cuando ellos- penetraron en la casa de moneda y tomaron
la rica guirnalda que el Perú presentó al Libertador con el objeto
de salvarla de alg-una amariiZaeión violenta durante la guerra.
Aquellos pobres campesinos la llevaron consigo, la cuidaron como
cosa propia en medio de triunfos, derrotas, fugas, hambres y peli-
gros sin número; y terminada la guerra la devolvieron intacta! (4).
En 1881 fue colocada en el Museo Nacional, pues un periódi-
co de ese año la menciona entre los objetos curiosos que se hallan
en aquel sitio ^5); pero luego pasó otra vez a la casa de moneda.
(1) El Colombiano, 28 de noviembre de 1862.
(2) Este programa lo insertó el Diario de Cundinamarca el 2 de
julio de 1874. El mismo periódico dijo, después al hablar de los fes-
tejos que el 22 de julio fue colocada sobre las sienes del Libertador
la rica corona de oro que le obsequió el Perú,
(3) Diario de Cundinamarca de 8 de octubre, 1875, artículo titu-
lado Varios guascas per egiinos, firmado, R. C.
(4) Id. id., 2 de octubre de 1875.
(5) El Conservador, 25 de julio, 1881.
668 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
En los días del centenario del Libertador un cortejo de damas
de la capital se dirigió de la catedral, en solemne procesión cívica,
a la casa de moneda, recibió alli la corona y la trajo a la plaza de
Bolívar, en andas. La señora del presidente de la República la
colocó entonces sobre un busto del grande hombre que ahí se ha-
bía colocado, y Carlos Sáenz Echeverría pronunció una bella y
patriótica poesía.
La corona ya había desmejorado algo, pues una descripción
que se hace de ella, en esa época del centenario, le da menos peso
y menos piedras que lo que anotara Vergara en 1862;
«Peso de la corona, 762 gramos de oro de altos quilates; cua-
renta piedras finas; un sol de diamantes pequeños; seis diamantes
grandes y alrededor de cada uno de éstos, cuatro pequeños; una
media luna con tres grandes diamantes y cuatro chispas, con un
lazo de oro. Hay una hoja de oro, de olivo, y una perla despren-
dida en nuestras perturbaciones civiles» (1).
Parece que en tiempos posteriores volvió al Museo, pues se la
menciona en el catálogo de este establecimiento hecho en 18S6. (2).
Ignoramos cuándo se trasladó al palacio presidencial, donde
hoy se halla guardada en caja de hierro. Un decreto del señor
Suárez ordenó tenerla con toda vigilancia. Quizás su lugar apro-
piado sería hoy la Quinta de Bolívar, donde se trata de. formar un
museo de recuerdos del Padre de la Patria, pero ello no podría
hacerse sino cuando hubiera las mayores seguridades.
Con esas joyas históricas de alto valor, se acostumbra en los
países europeos mostrarlas al público en determinado día del mes.
Así se hace, recordamos por el momento, con las viejas alhajas que
se guardan en la Torre de Londres y en Nuestra Señora de París.
La vista de los objetos que evocan un pasado de gloria siem-
pre da, con la emoción estética, patriótico entusiasmo y no deja
dormir el amor y la gratitud hacia los grandes^ benefactores de la
República.
E. Posada
(1) La Luz, 4 de agosto, 1883.
(2) En él se le da esta descripción, que tiene también algunas
diferencias con las anteriores:
cEs una guirnalda o corona de vencedores que imita dos ramas
de laurel entretejidas, en oro fino. En la parte del frente tiene un
sol con muchos rayos formados con pequeños diamantes y la inscrip-
ción Cuzco; en la parte opuesta al sol hay un hermoso lazo de oro
que sujeta las dos ramas del laurel y una media luna con seis dia-
mantes y cuatro pequeños. Tiene esta guirnalda cuarenta y cinco
hojas de oro de unos 3 centímetros de largo; entre estas hoias se ha-
llan repartidas seis flores, cada una con un diamante grande y cua-
tro pequeños, y lleva cuarenta y cuatro perlas grandes imitando el
fruto del laurel. Esta preciosa joya pwsa 763 gramos» (cat. 1886).
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é86 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
inFORmES
EDIFICIO D« SANTO DOMINGO
Señores académicos: correspondiendo a la designación que
habéis hecho en nosotros para dar un concepto sobre el valor his-
tórico y artístico del edificio que por tres siglos fue residencia de
la Orden dominicana en esta capital, nos es grato y honroso expo-
neros que él tiene doble importancia para nuestra historia, si le
consideramos sucesivemente con respecto a la Colonia y a los más
gloriosos días de la época republicana. El origen de su construc-
ción se debió a la munificencia de ilustres conquistadores, uno de
ellos el capitán Penagos, sepultado en el recinto del templo. Su
biblioteca, primera que hubo en la ciudad, se formó con la cuan-
tiosa librería que donóQuesada; sus celdas presenciáronlas vigilias
del lingüista Lugo y del historiador Zamora; las aulas de su tramo
suroeste, concluido en 1639, albergaron nuestra incipiente cultura
intelectual, y en sus corredores resonaron los pasos de Alejandro
de Humbolt, que un día se acercó a visitarle.
Cuando alboreó la independencia, los muros de la sala capi-
tular oyeron las voces tribunicias de Camilo Torres y Frutos Joa-
quín Gutiérrez, en competencia con la no menos elocuente de
Margallo. Si aquellos acentos no distrajeron de sus estudios mate-
máticos al insigne padre Mora, tuvieron eco en el alma enardecida
de un fray Ignacio Marino. Más tarde fue el salón máximo del
colegio de Santo Tomás donde se instalaron los primeros congre-
sos de la Gran Colombia desde 1823.
La mansión así consagrada por el recuerdo de los fundadores
de Bogotá, por la ciencüi monástica que iluminaba el sol de Aqui-
no, y por la gloria cívica o guerrera de algunos proceres de nues-
tros días heroicos, también ofrece interés para el arte en su claus-
tro principal, edificado hacia la segunda mitad del siglo xvi y no
acabado sino después de treinta años. La arquitectura correspon-
de, por tanto, al pleno desarrollo del estilo colonial, que allí mani-
fiesta la habilidad de los constructores en las cintradas arquerías,
y que ostentando columnas apareadas en el segundo piso, presenta
un aspecto notable de gracia, ligereza y esbeltez. El mérito arqui-
tectónico de ese claustro mayor resulta especialmente de la justeza
de proporciones de! conjunto, realizada en la sencillez del orden
toscano sin más decoración que los astrágalos de ¡os fustes, y un
discreto motivo ornamental entre las junturas de los arcos. Desde
este punto de vista queremos llamar particularmente la atención
hacia la arquería occidental, que exhibe más pureza de lineas que
la dsl costado sur, la cual sufrió deterioros con los incendios de
1743» 1761, 1785 y 1827. Con excepción de esa parte, la finura
predominante de líneas que decimos, casi produce la ilusión de ar-
INFORMES 687
eos peraltados, y a veces aun sugiere tenuemente remembranzas
moriscas de arcos de herradura. Nada de esto ha escapado a la
mirada inteligente de muchos extranjeros, en particular norteame-
ricanos, que han hecho reproducir en su país variaa vistas de la
edificación en referencia. Ni menos digno de atención es el arteso-
nado de la que fue sala del capítulo, hoy subdividida en oficinas
de reconocimiento y de paquetes postales para el exterior.
Por todas las razones aducidas conceptuamos que este lado
del antiguo convento aventaja a muchas otras de nuestras cons-
trucciones coloniales, y en consecuencia debe preservársele de la
demolición total que se proyecta. No diríamos lo mismo del claus-
tro noroeste, que bien puede ser destruido para levantar en lugar
suyo, por ejemplo, la bolsa de la capital, aprovechando la cercanía
de los bancos.
El docto Amstrong, autor de El Arte en la Gran Bretaña e
Irlanda, establece una regla que fija con precisión el criterio que
debe universalmente adoptarse para la conservación de los edificios
públicos. Dice que «si un monumento arquitectónico es célebre por
cualidades que no pueden restaurarse (como son los recuerdos his-
tóricos), hay que dejarlo intacto. Pero si su celebridad viene de la
belleza de su estructura, o del papel que desempeña en un con-
junto (como el campanario de Venecia), se impone la mejor res-
tauración.»
Probado como está que nuestro edificio en cuestión reúne al
valor histórico el artístico en su claustro principal, hemos de ate-
nemos al principio citado, que en Inglaterra es la norma seguida
por la Insp^etioví o/ Ande í Monutnents , y en Francia por el Comiti
des Arts et Monuments. Y siendo esta Academia la llamada con
mejor título a imitar entre nosotros el ejemplo de las dos corpora-
ciones dichas, nos creemos en el caso de proponeros lo siguiente:
Encarecer al Gobierno la necesidad de conservar al menos el
mencionado claustro de Santo Domingo, lo cual no impide que
consultando las exigencias del tráfico urbano sean demolidos para
restaurarlos a conveniente distancia, los muros que dan a la calle,
particularmente el contiguo a la real, cuyo presente estado com-
promete la estabilidad del edificio. Y ello no obsta tampoco para
que se reconstruyan holgadamente y de acuerdo con la higiene las
oficinas de los costados norte y oriental, dejando a salvo las arque-
rías, para que del todo no se pierda el carácter tradicional de la
construcción.
La Academia debe recomendar la conveniencia de que se
abran amplias comunicaciones con la vía pública.
Bogotá, i6 de marzo de 1925.
Vuestra Comisión. /«a/í C. García, presbítero. Ricarda Mo-
ros Urbina. Enrique Otero U Costa
688 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
II
CANDIDATURA DEL SEÑOR C. BERNAL
Señor Presidente de la Academia Nacioaal de Historia.
En cumplimiento de la comisión que nos fue encomendada
por la honorable academia, para informar acerca de los méritos y
condiciones del señor doctor don Cristóbal Bernal, aceptado como
candidato para miembro correspondiente de esta corporación,
tenemos el honor de llenar las formalidades reglamentarias, sobre
el particular, en la siguiente forma:
El señor doctor Bernal, persona bien conocida por las magní-
ficas prendas que lo distinguen en nuestra sociedad, no se ha redu-
cido al solo ejercicio de la ingeniería, en la cual ha conquistado
justos y merecidos lauros, sino que se ha propuesto emplear tam-
bién sus sólidos conocimientos profesionales en beneficio de la
historia patria, con estudios que lo honran por la importancia de
los temas que ha escogido y la manera erudita y científica como
los ha tratado.
Entre ios varios escritos de esta clase, que han salido de la
pluma del señor doctor Berna!, mencionamos los que a contirua-
ción se expresan, brevemente, para no extendernos demasiado:
Don Luis José Fonseca, ingeniero civil. Datos biográficos.
(Anales de Ingeniería, volumen xxvi, página 8). Ingenieros gra-
duados en la Facultad de Bogotá, de la Universidad Nacional,
desde 1870 hasta 1917. (Anales de Ingeniería, volumen xxvi,
página 36). Alfarjes Santafereños. En colaboración con el
ingeniero señor doctor don Darío Rozo, estudio artístico histórico
sobre los principales techos de los edificios coloniales bogotanos;
rectificación a un escrito del señor T. Castillo, de Lima. (Id., vo-
lumen XXVI, página 98, y en folleto). DeJArquitectura. Apuntes
sobre nuestra arquitectura nacional. (Id., volumen xxvi, página
195). Notas históricas arquitectónicas al trabajo que sobre la Ca-
tedral de Bogotá dejó escrito el ingeniero don José M. Pizano.
(Id., volumen xxvi, páginas 166 y 321). La Capilla del Rosario en
Tunja. Estudio histórico arquitectónico sobre dicha alhaja colo-
nial. (Santafé y Bogotá, volumen 11, página 85), Templos y pa-
lacios bogotanos. Recortes y reglosas. Polémica sobre asuntos
arquitectónicos un tanto relacionados con la historia de nuestros
edificios, con el presbítero doctor don Juan C. García. (Id., volu»
men iii, páginas 1 14 y 248). Iglesia de San José o la Capuchina
de Bogotá. Estudio artístico histórico (Id., volumen iv, página 22).
Bibliografía. Análisis del estudio del ingeniero señor don Alfredo
Ortega, Arquitectura de Bogotá. Don José M. Pizano Obregón.
Apuntes biográficos. (Anales, volumen xxi, página 290). El inge-
niero señor don Enrique Morales R. Biografía de este distinguido
ingeniero. (Id., volumen XXVIII, página 274). El arte arquitectóni-
co español en el Nuevo Reino de Granada. Estudio histórico artís-
tico. (Raza Española de Madrid. Año vi. Números 67 y 68
página 74).
INFORMES 689
Por lo expuesto se verá que ¡os trabajos científicos del señor
doctor Bernal, que hemos enumerado, revisten especial importan-
cia para la historia patria, y lo hacen merecedor a la distinción de
pertenecer a esta academia, en la cual será de incalculable valor
su eficaz colaboración.
En consecuencia, tenemos el honor de someter a la aproba-
ción de la AcaderaiS'^el siguiente proyecto de resolución:
Nómbrase miembro correspondiente de esta corporación al
señor doctor don Cristóbal Bercal.
Bogotá, marzo 2¿ de 1925, vuestra comisión.
Bernardo Caicedo — Luis Augusto Cuervo
biografía del general j. peña
Señor Piesidcnte de la Academia Nacional de Historia:
Tengo el honor de rendir a la distinguida corporación que tan
dignamente usted preside, e! informe que se me encomendó sobre
el trabajo histórico de que es autor el señor S. Erminy Arismendi,
que lleva por título: Por las g/orias de Colombia. JBiografía del
general Joaquín Peña.
Con este hermoso estudio biográfico sobre tan meritorio hijo
del legendario Cauca, señor general Peña, ha querido el notable
escritor venezolano, señor Erminy Arismendi, no sólo asociarse a
los festejos centenarios de la batalla de Ayacucho, sino también
significar a nuestra patria colombiana, que tanta gloria cosechó en
aquella memorable acción, el sentimiento de su simpatía y el ho-
menaje de respeto «por ser este ilustre suelo, como muy bien lo
dice, cuna de héroes, sepulcro de las tiranías y atalaya de los de<
rechos ciudadanos.»
En estilo correcto y ameno nos traza, el escritor venezolano, la
meritoria carrera militar del procer Peña, y nos muestra como,
desde el humilde puesto de aspirante, a golpes de audacia y de
valor, fue ascendiendo, por rigurosa escala, hasta obtener el grado
de general en jefe, y a lucir sobre su pecho de valiente las jneda-
ilas de «Libertador de Quito y de Vencedor en Pichincha, el es-
cudo de Junín y el busto del Libertador, la medalla y el escudo
de Ayacucho,» y el envidiable dictado de «Benemérito de la patria
en grado heroico y eminente.» La rigurosa documentación que
acompaña y que sostiene a este trabajo biográfico, acreditan al
neflor Erminy Arismedi como a un consciente investigador, deseo-
so siempre de descubrir y de confirmar plenamente la verdad histó-
XIV— -44
690 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
rica, y así, ha visto con placer el autor del presente informe, que
Ips documentos que trae el historiógrafo venezolano concuerdan
con los que en el número io6 inserta en las páginas 174, 175, 176,
177, 1787 179, nuestro distinguido colega el señor coronel don
Carlos Cortés Vargas, en el volumen iii de su patriótica y magistral
obra Participición de Coljm'ia en Ict Ibertad del Perú, docu-
mentos que copió de sus originales el coronel Cortés Vargas, en e!
tomo 361, de la sección Secretaria de Guerra y Marina, en nuestro
Archivo Nacional, y que indudablemente sirvieron al procer Peña
para formar la lujosa hoja de servicios que, original, conserva con
veneración y con respeto la señorita Francisca Peña Codallo, úni-
ca hija que vive aún de tan insigne patriota colombiano.
En atención a lo notable de! trabajo del señor Erminy Aris-
raendi, vuestra comisión os propone:
La Academia Nacional de Historia, al agradecer al distingui-
do historiógrafo venezolano señor S. Erminy Arismendi, el valioso
obsequio que le ha hecho, con ocasión del centenario de la inmor-
tal jornada de Ayacucho, del estudio titulado \Por las glorias de
Colombia. Bicgrofia dsl general Jo xquin Peña, le envía su calu-
rosa voz de aplauso, y ordena la publicación de tan notable traba-
jo en el Boletn de Historia y Antigüedades.
Copia de esta proposición, con nota de estilo, será enviada a!
señor S. Erminy Arismendi a la ciudad de Carüpano, en la vecina
República de Venezuela.
Bogotá, 30 de marzo de 1.925.
Vuestra comisión, B. Matos Hurtado
una RECciFicflcion GenEñhOGicfl
{Para don José María Restrepo Sáenz y don Raimundo Rivas).
Ojeando un interesantísimo libro de familia, que bondadosa-
mente me franqueó su dueño, el venerable arcediano doctor Fran-
cisco Javier Zaldúa, tópeme con un viejo documento, que a la letra
dice:
«Habiendo yo, don Manuel Sáenz del Pontón leído parte
del nobiliario del secretario de cámara don Juan Flórez de Ocáriz,
observé en la foja número 418, que saqué del libro, que es la ad-
junta a ésta, en la que dice que doña María Félix de Carvajal,
casó dos veces; la primera con Pedro de Bernaola, natural del
señorío de Vizcaya; tuvieron por hijo al Mr. Carlos de Bernao-
la; !a segunda vez, con Juan Bautista de Larrazábal, que sin tener
hijos murió en la ciudad de Cartagena de Indias, de cuyos dos
matrimonios, el cronista habla del primero con mucha verdad,
pero del segundo, o sea por pasión o sea por equivocación,
falta a lo que debe a la ley de legal genealogista; cerciorarse pri-
mero de lo que relaciona en su historia, antes de dar a la impren-
XTSA RECTIFICACIÓN GENEALÓGICA 691
ta para que corra en ella (sin perjuicio de partes) lo cierto; pues
de no serlo, una vez que indebidamente se divu'ga lo que se refie-
re en la historia, se pone en opiniones lo que no se pusiera si se
refiriera lo que consta por instrumentos auténticos.
«El caso es que doña María Félix de Carvajal casó de segundo
matrimonio con Juan Bautista de Larrazábal, y tuvieron por hijos a
doña Bernabela, doña María Hermenegilda, doña Juana, donjuán
Bautista y doña Isabel, cuyas fees de bautirimo son las que cons-
tan de la certificación adjunta del doctor Carlos de Sorza, y asi-
mismo por cabeza de dicha certificación, está la fe de casamiento
de dicho Juan Bautista de Larrazábal con dicha doña María Félix
de Carvajal; con que se ve comprobado que tuvieron cinco hijos,
y dice el dicho cronista que el dicho Juan Bautista de Larrazábal
murió sin tener hijos, en lo que falta a lo cierto, con que se sigue
no deberse estar con perfecta seguridad a cuanto relata en su his-
toria geneológica, por lo que debe estar sujeto a las penas que los
reyes tienen impuestas a los que se introducen a ser cronistas sin
aquellas prevenciones justificadas de que deben usar, que son
requerir los archivos, así eclesiásticos como seculares, por los que
se aclaran las seg^uras noticias, porque de otra suerte es hablar con
ligereza, en materia donde depende la buena o mala opinión de
las familias, como en la de mi mujer, doña Catalina Angela de Ba-
rasorda Larrazábal, quien es hija de doña Josefa Bernabela de
Larrazábal; ésta hija de donjuán Bautista de Larrazábal, motivo
por que he solicitado aclarar este error e imponerme en lo que es
verdad, que a no serlo, fuera para mí de notable obstáculo en la
honrosidad que he heredado de mis progenitores de ambas líneas,
como lo tengo manifestado en esta Real Audiencia y Cabildo de
esta ciudad en ambos Tribunales, apoyado en la posesión de inme
morial tiempo que mis pasados y yo hemos gozado, es lo que se
ofrece decir para la satisfacción de cuanto llevo expresado.
«Santafé, enero 20 de 724 años. «Don Manuel Francisco Sdcnu
del Pontón^
Duras frases tiene el anterior documento contra el notable
genealogista FIórez de Ocáriz, pero el sensato leyente verá que
ellas son el fruto de un sentimiento personal.
Allí en el libro de familia se hallan la hpja del nobiliario de
Ocáriz y las certificaciones de matrimonios y bautismos; éstas
dicen que el matrimonio de doña María Félix de Carvajal con don
Juan Bautista de Larrazábal se verificó el 14 de agosto de 1645,
y que doña María Bernabela fue bautizada el 19 de junio de 1646.
Esta casó el 4 de agosto de 1666 con el capitán don Domingo de
Barasorda y Oinquina. y tuvieron por hijos al doctor don Nicolás
de Barasorda y Larrazábal, bautizado el ii de diciembre de 1668,
colegial de San Bartolomé, en 1." de octubre de 1701, varias
veces gobernador y vicario del arzobispado cantor de panegíri-
cos gongóricos de extensos títulos,» muerto a los sesenta y cinco
692 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
de edad, el 14. de diciembre de 1753 (i); y a doña Maña Catalina,
bautizada el 18 de febrero de 1679, quien se desposó con el capitán
don Manuel Francisco Sáenz de Pontón el 17 de abril de 1701.
El esposo de dofla Catalina era, como se nota por el docu-
mento copiado y puede verse por los curiosos apuntes acerca de su
familia e hidalguía, celoso en extremo de su buen nombre y ejecu-
torias; era natural de Jerez de la Frontera, y en la iglesia de San
I\-iguel de dicho lugar fue bautizado el 18 de septiembre de 1659,
hijo de don Juan Sáenz del Pontón, bautizado en la catedral de
Cádiz el 24 de junio de 1622, y de cioña Beatriz del Castillo y Jua-
nes, bautizada en la parroquia de San Miguel de Jerez el 5 de sep-
tiembre de 1622.
Entre los numerosos apuntes de don Manuel se encuentra la
«Memoria de los Instrumentos Jurídicos con que me hallo, que
comprueban mi genealogía y nobleza por autos positivos, como son
iees de bautismo, ejecutoria de los Pontones, y otros que irán ex-
presados en lo adelante,» que habla muy claramente de la nobleza
y servicios de su familia, tanto por la línea paterna como por la
materna. Su abuelo, don Juan Sáenz del Pontón, bautizado en la
villa de Santander el 12 de junio de 1581, fue pagador general de
la Armada Real en el océano, título que le fue expedido el 9 de
marzo de 1637; su padre prestó grandes servicios en la Armada
Jíaval, y don Manuel Francisco íue nombrado el 3 de febrero de
1695, por los caballeros hijodalgos de la villa de Galizano, de
de donde eran originarios los Pontón, su procurador para el si-
guiente año de 1696; sirvió en plaza de soldado, en el presidio de
Cádiz sesenta y cuatro meses y tres días, coatados desde el 29 de
abril de 1694, y pasado a las Indias se residenció en Santaíé, de la
que fue procurador en 1724.
Religioso en alto grado, como todos los españoles de su tiem-
po, fue de los hermanos más distinguidos de la Escuela de Cristo,
a la que ingresó en 1710 y de la que fue su procurador desde 17 17
hasta 1741, como lo dicen las actas de tan antigua institución que
contó en su seno a Frutos Joaquín Gutiérrez, Camilo González
Manrique, José Sanz de Santamaría, Nicolás M. Tanco, Pedro
Groot, y de la que fue secretario en dos largos períodos el pican-
tísimo poeta realista don Francisco Javier Caro, lo que hace que
dichas actas sean primoroso modelo de caligrafía.
De su matrimonio con doña Catalina Angela de Barasorda
tuvo entie otros (2) a doña Mariana Rosalía, nacida el 8 de sep-
tiembre de 1709, quien casó el 21 de diciembre de 1723 con
(1) La Patria Boba, página 38. Por tratarse de familias santa-
íereñas omitimos el nombre de la metrópoli al indicar los bautismos
y matrimonios.
(2) Además tuvieron a Juan, nacido el 26 de agosto de 1702; Do~
mingo, el 24 de noviembre de 1703; María Josefa, el 26 de noviembre
de 1704; Silvestre Manuel, el 31 de diciembre de 1705; Diego, el 24
de julio de 1708, y José y Carlos, el 27 de febrero de 1711.
Doña Josefa murió niña y sus hermanos, alumnos de San Bar-
tolomé, siguieron la carrera eclesiástica.
UNA RECTIFICACIÓN GENEALÓGICA 693
don Francisco García Hurtado de Águila, alcalde ordinario de
Popayán, los que fueron padres de doña Luisa Francisca, bautiza-
da el 14 de octubre de 1724, quien casó en 1740 con don Pedro de
Galavjs, natural de la villa de Roblediilo en Espafla, capitán de
infantería de los reaies ejércitos; corregidor de Zipaquirá en
1753, y alcalde ordinario de Santafé en 1743. De este matrimonio
nacieron, entre otros, don Eustaqu;.). doña María Luz, doña José-
fa Juana y doña Ignacia.
i) Don Eustaquio, M?.teo, José Miguel, Ignacio Nicolás, bau-
tizado de siete días, el 26 de septiembre de 1745. personaje distin-
guidísimo de la coionia: colegial del real mayor y seminario de
San Bartolomé, adonde ingresó el 1 1 de noviembre de 1757, ba-
chiller y maestro en filosofía, doctcr en sagrada teología en San
Bartolomé y en la universidad tonástica, bachiller en sagrados
cánones y doctor en leyes de esta universidad y alli mismo, pri-
mer pasante de filosofía, catedrático de ésta e institutor; y en
San Bartolomé, superior pasante, por nombramiento dei venera-
ble déan y cabildo, catedrático de vísperas, teología y leyes.
Abogado de la real aundiencia en 24 de agosto de 1770; consi-
liario de la real y pontificia universidad; mayordomo tesorero
de propios de Santafé; juez conservador de los reales rentas ds
tabacos, aguardientes y salinas de Zipaquirá, y corregidor de
Zipaquirá y Ubaté; capitán de la tercera compañía del batallón
de milicias urbanas disciplinadas de Santafé y su alcalde ordina-
rio en 1781; juez subdelegado de las reales rentas de Tunja y
corregidor, justicia mayor de ella, por título del virrey en 1 2 de
enero de 1782, puesto que obtuvo en propiedad por real cédula
de 27 de noviembre de 1783. Da prueba de sus altas dntes el
«Auto de Buen Gobierno de Tunja en 17 83» (r). Casó el 7 de
abril de 1778, con doña Juana María Lozano y González Manri-
que, bautizada el 18 de enero de 1760, hija de don Jorge Miguel
Lozano de Peralta Maldonado de Mendoza y Caicedo, Marqués
de San Jorge de Bogotá, y de doña María Tadea González Man-
rique Frago y Bonis. Y en segundas nupcias en la parroquia de
Tenjo el 26 de marzo de 1780. con la distinguida señora doña Te-
resa Lasqueti, bautizada el 26 agosto de 1784, hija de don Diego
de Lasqueti y de doña Josefa Gálvez, desposados el 8 de diciem-
bre de T762. De estos dos matrimonios no dejó descendencia.
Don Eustaquio murió en Santafé el 14 de agosto de 18 10.
11) Doña María de la Luz, bautizada a los seis días de naci-
da, el ¡7 de diciembre de 1750; casó en primeras nupcias el 20 de
septiembre de 1769 con don Luis Claudio de Azuola y Prieto,
nacido el 13 de julio de 1729 y desposado en primeras nupcias el
6 de octubre de 1758 con doña María Micaela de la Rocha y Car-
vajal; y en segundas el 6 de enero de 1779, con el mártir de la
Independencia, don Francisco Morales Fernández, bautizado el
(1) Archivo anexo a la Biblioteca Nacional, Asuntos eclesiásti-
cos, tomo 10, y Gobierno, toajo 7; Guías de 1794 y 1806; La Patria
Jíoba, página 92, y Repertoiio Boyacense, ii, página 14.
1b94 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
i6 de marzo de 1758, alumno de San Bartolomé el 28 de agosto
•de 1772. hijo de Lorenzo Morales Coronel, y doña Joaquina Fer-
nández y Rodríguez, desposados el 27 de agosto de 1752. De
doña María Luz y don Francisco nacieron dos ilustres proceres:
don Francisco de Paula y don Antonio.
a) El primero nació en Santa Catalina de Turbaco el 26 de
diciembre de 1782, y fue bautizado allí mismo el 31 del citado
mes y año. Casó el 5 de febrero de r8o9 con doña Rufina de Cai-
cedo y Sanz de Santamaría, nacida el 10 de julio de 1790, hija del
«munífico señor,» don Luis de Caicedo y Flórez, nacido en Purifi-
cación el 9 de octubre de 1752, y de doña Josefa Sanz de Santa-
maiía y Prieto, desposados el 2 de marzo de 1778; nieta de don
Fernando Caicedo Vélez, bautizado el 17 de enero de 1706 y de
doña Teresa Flórez Olarte, segunda nieta de! Sargento Mayor
don José de Caicedo y Pastrana, nacido el lo de febrero de 1663,
y de doña Mariana Vélez Ladrón de Guevara, nacida en Ecija
(España) el 2 de noviembre de 1686; de don Bernardo Antonio
JFlórez y Vanegas (nieto del ilustre genealogista Flórez de Ocáriz^,
toautizvtdo el 24 de abril de 1689, y de doña Isabel de Olarte y He-
rrera. Tuvieron don Francisco de Paula y doña Rufina, a doña Nie-
ves, nacida el 4 de agosto de 1815, quien contrajo matrimonio en
su ciudad natal el 2 de febrero de 1831 con el historiador don José
Antonio de Plaza y Racines, bautizado en la villa de San Bartolo-
mé de Honda, de doce días, el 11 de noviembre de 1807, hijo de
don Simón Tadeo de Plaza y Velasco, bautizado en Honda el 28
de octubre de 1764, de cuatro días, y de doña María Antonia Re-
cines y Cicero, bautizada en Honda de veinte días, el 1 i de abril
de 1776, los que contrajeron matrimonio en Honda el i." de di-
ciembre de 1793; nieto de don José Antonio de Plaza y Berneo,
sargento mayor de los reales ejércitos, establecedor de las rentas
de aguardiente y su primer administrador en Santafé y Honda, y
de doña Rosa de Velasco Peláez y López de Restrepo, nacida en
la villa de la Candelaria de Medellín el 12 de mayo de 1733, los
que habían contraído matrimonio el 14 de abril de 1751; de don
Juan Antonio Racines de la Colina, Moncaleán y Valle, maestre de
campo de los reales ejércitos, primer administrador de las rentas de
tabacos y pólvora en Honda y Antioquia, y visitador real de
las de Cartagena, nacido en el lugar de Barcena, vecindad de
Trasraiera, el 12 de mayo de 1731, y de doña María Josefa de
Cicero, nacida en Mariquita el 12 de enero de 1740, y bautizada
el 14; dichos esposos contrajeron matrimonio en Honda el r6 de
julio de 1757.
Don José Antonio de Plaza y doña Nieves Morales Caicedo
fueron padres de doña Josefa, bautizada el 8 de abril de 1833, y
de don Simón Tadeo. bautizado el 14 de agosto de 1835.
6) Don Antonio, bautizado el 6 de septiembre de 1784; des-
posóse en Santafé el 8 de diciembre de 1808, con doña Ana Ma-
ría Espinosa, hija de don Antonio Espinosa y doñd Mariana Prieto,
hermana del célebre abanderado de Narifio, don José María Es-
pinosa Prieto.
UNA RECTIFICACIÓN GENEALÓGICA 695
iii) Doña Josefa Juana fue bautizada ei 17 de junio de 1753,
y casó con Jerónimo de Mendoza, natural de los reinos de Espa-
ña. Teniente de la guardia del excelentísimo señor virrey, y co-
mandante general de Ríohacha, por titulo de 19 de diciembre de
1765 (i), quien había casado en primeras nupcias, el 7 de mayo
de 1764, con doña Petronila Alvarez del Casal, hija del fiscal don
Manuel de Bernardo Alvarez y doña Josefa del Casal y Freiría.
Del matrimonio de doña Josefa y don Jerónimo nacieron el ilus-
tre patricio don Jerónimo y doña Mariana.
a) Don Jerónimo de Mendoza y Galavís, bautizado, de cua-
tro días, el 14 de febrero de 1773, colegial de San Bartolmé, ha-
biéndosele concedido vestir la encarnada beca en 28 de agosto de
1786; SG desposó el 16 de noviembre de 1800 con doña María
Inés Morales Fernández, hermana del mencionado don Francisco,
bautizada el 24 de enero de 1772, de cuyo matrimonio tuvo a don
Julián y don José María. Dichos hermanos, bautizados el pri-
mero el 9 de enero de 1802, y el segundo el 4 de junio de 1803;
vistieron la beca del colegio de San Bartolomé, el 31 de marzo de
1813; don José María, distinguido personaje de la República,
desposóse el 2 de mayo de 1838 con doña Justina Serna y Ri-
caurte, bautizada en la parroquia de Santa Bárbara el 2y de sep-
tiembre de 181 1, hija de don José María Serna y Ricaurte, colegial
del Rosario en 25 de abril dei8oi, y doña Carmen Ricaurte y Man-
rique, desposados el 8 de enero de 1810; nieta de don José Do-
mingo de la Serna y Larios, colegial de San Bartolomé el 29 de
marzo de 1770; y doña Josefa Ricaurte y Mauris; desposados el
27 de septiembre de 1784; de don Miguel de Ricarte y Rigueiros;
bautizado el 12 de abril de 1755 y de doña Josefa González Man-
rique y Sanz de Santamaría, bautizada el 29 de noviembre de
1773, quienes se desposaron el 30 de marzo de 1788. Segunda
nieta de don Francisco de la Serna y doña Luisa Larios, naturales
de la villa de Valverde (Vizcaya); de don Rafael de Ricaurte y
Terreros y doña María Ignacia Mauris de Posada, desposados en
Medellín el 18 de junio de 1745; de don Cayetano de Ri-
caurte y Terreros, bautizado el 22 de diciembre de 1718, alumno
del colegio real mayor, seminario de San Bartolomé, el 16 de
septiembre de 1731, y de doña Antonia Rigueiros Fernández
Galindo y Mendoza, desposados el n de diciembre de 1745, y de
don Francisco Javier González Manrique y Flórez, colegial de San
Bartolomé en 176 1, y doña Manuela Sanz de Santamaría y Prieto
Ricaurte, desposados el 20 de diciciembre de 1772.
í) Doña Mariana, bautizada el 24 de julio de 1774, casó el
6 de enero de 1789, con uno de los venerables presidiarios de
1816; don José Hermenegildo Sanz de Santamaría y Prieto, na-
cido el 13 de abril de 1767, hijo del Regente del Tribunal de
Cuentas, doctor Francisco Sanz de Santamaría y de doña Petro-
nila Prieto y Ricauíte, nieto do don Nicolás Sanz de Santamaría,
bautizado el 20 de septiembre de 1689, y doña María Josefa Gómez
(l) Archivo anexo a la Biblioteca Nacional, Gobierno, tomo vii.
696 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
de Salazar y Olarte, bautizada el i.® de febrero de 1700, y del acau-
dalado Tesorero de la Casa de Moneda, don José Prieto de Salazar
y Arellano, bautizado en Cádiz el 2^áe febrero de 1679, y dofia
Mariana de Ricaurte y Terreros, bautizada el 2-^ de julio de i6q8;
desposados el 4 de junio de 1715, biznieto del español don José
Sanz de Santamaría y Ángulo, Caballero de la Orden de Santiago,
castellano de la Barra y capitán de caballos y corazas de los ejér-
citos de Su Majestad, y de doña Catalina Alfonsa Rodríguez Gh-
leano de Vergara, bautizada el 12 de abril de 1670; de don José
Gómez Salazar, Contador Mayor del Tribunal de Cuentas, y de
doñi Mariana de Otarte y Ospina; de don Migue! Prieto y Gómez,
y de doña María Josefa de Arellano y Ribero, desposados en la
Catedral de Cádiz, el 25 de marzo de 1668; de don José Salvador
de Ricaurte y de doña Francisca Terreros y Villarreal.
Fue hija de este matrimonio doña Juana, bautizada el 25 de
mayo de 1790; esposa el 15 de julio de 1807 de don Andrés
Caicedo y Santamaría, hijo de don Luis, y hermano de la mencio-
nada dofia Rufina; bautizado el i." de diciembre de 1786, padres
de doña María de los Angeles; bautiza el 3 de agosto de 1809.
quien se desposó el 15 de agosto de 1828, con Juan Agustín de
Francisco y Núfiez, colegial de San Bartolomé, en 20 de octubre
de i8o8; y de dofia Dolores, esposa, como luego veremos, de don
José Maiía Portocarrero y Ricaurte. El distinguido historiador
doctor Fabio Lozano y Lozano, en su interesante estudio sobre
don José María Portocarrero, dice que doña Dolores Caicedo era
hija de don Luis; pero como hemos visto, basados en curialescos
archivos, no fue su hija sino una nieta.
iv) Doña Ignacia, bautizada el 13 de junio de 1762, casó el
18 de abril de 1778 condón Nicolás María Ricaurte y T-irrijos,
nacido el ti de septiembre de 1768, colegial de San Bartolomé en
17 de marzo de 1772, hijo de donjuán Agustín de Ricaurte y
Terreros, bautizado el 2 de diciembre de 17» 7, colegial de San
Bartolomé en 11 de septiembre de 1730, y de dofia Gertrudis To-
rrijos y Rigueiros, bautizada el 2 de abril de 1731, los que contra-
jeron matrimonio el 29 de junio de 175 1, nieto del Tesorero de la
casa de moneda, don José Salvador d.' Ricaurte, bautizado e! 3
de septiembre de 167 1, de ocho meses, y doña Francisca Terreros
Villarreal Landa verde y Arizeta. bautizada el 7 de junio de ió8r,
y de don José Torrijos Mateo del Rincón y doña María Josefa Ri-
gueiros Fernández Galindo y Mendoza; biznieto del Capitán don
José de Ricaute y Verdugo, natural de Salamanca, y doña Ana de
León Castellanos, nacida el 28 de julio de 1643, hija de don Miguel
de León y doña Ana Díaz de Santiago, desposados e! 22 de enero
de 1631, de don Agustín Terreros y Villarreal y doña María de Vi-
llarreal y Landaverde, de don Francisco Torrijos del Valle y dofia
Isabel Mateo de Rincón; de don Mateo Jerónimo de Rigueiros y
doña Gertrudis Galindo de Mendoza.
El Capitán don José de Ricaurte y doña Ana León Caste-
llanos contrajeron matrimonio el 20 de septiembre de 1661.
UNA RECTIFICACIÓN GENEALÓGICA 697
Tuvieron don Nicolás y doña Ignacia a doña María Josefa,
bautizada el 27 de febrero de 1785, quien casó el 15 de mayo de
i8c6 con una de las víctimas del 24 de febrero de 181 ó, don José
María Portocarrero y Lozano. Nació éste el 19 de septiembre de
1782, hijo de don José Antonio Portocarrero y Salazar, bautizado
el 3 de febrero de 1755, de doña Petronila Lozano y González
Manrique, los que contrajeron matrimonio el 23 de abril de 1775.
Del enlace de don José María y doña María Josefa nacieron don
José María, bautizado el 8 de junio de 1807, quien casó el 30 de
junio de 1833 con doña Dolores Caicedo y Santamaría; doña Ta-
dea, bautizada el 4 de agosto de .810, quien se desposó el 3 de
abril de 1836 con don Mauricio Rizo, hijo de don Joaquín Rizo y
doña Petronila Barriga; y doña Eugenia, desposada el 30 de mayo
de 1830 con don Francisco Javier Herrán, bautizado en la parro-
quia de Santa Bárbara el 5 de diciembre de 1798, hijo de don Pe-
dro Fernández de la Herrán y de doña Matea Martínez de Zaldúa,
nacida en Honda el 21 de septiembre de 1772, hija del español
don Manuel Martínez de Zaldúa y de doña María Josefa de Plaza
y Velasco; don Pedro y doña Matea contrajeron matrimonio en 9
de enero de 1792.
Viuda doña Ignacia de don Nicolás de Ricaurte, unió su suer-
te el 1/ de junio de 1792 a la de don Antonio Joaquín Froes de
Carballo, médico natural de Forpina, en el reino de Portugal,
hijo de don Antonio Froes de Carballo y de doña Rosa Flórez y
Marchalán. De este matrimonio nació don Manuel Antonio Valen-
tín, colegial de San Bartolomé, desposado el 26 de febrero de 1834.
con doña Marcelina Mendoza y Morales, hija del mencionado don
Jerónimo, la que fue bautizada ei 2 de junio de 1805.
Vergara y Scarpetta en su Diccionario Biográfico^ hablando
de este procer, dicen que era hijo de Manuel Joaquín Froes, el
amigo de Nariño, pero esto no es así: el sindicado en 1794 era
Juan Manuel, y éáte no fue padre de don Valentín, sino hermano
medio, pues era hijo de don Antonio, habido en otro matrimonio»
En El Precursor (página iii y siguientes) en la «Vista del Conse-
jo Supremo de Indias, sobre la pretendida sublevación de Santafé,
en el año de 1794» se lee lo siguiente: «El segundo reo principal
de los remitidos a Cádiz, es don Manuel Froes, francés, de la isla
de Santo Domingo, de estado soltero, de edad de veinticinco años
y doctor en medicina de la ciudad de Mompeller.» Lo que confir-
ma con una cláusula del testamento de don Antonio, hecho por
sus apoderados, en que se declara que tiene un hijo llamado Juan
Manuel y «que a éste le había dado la instrucción y rudimentos de
escuela, gramática y filosofía, y para que fueran más completos los
remitió a la Academia de Medicina y Cirugía de la ciudad de
Mompeller, en donde al presente se halla » (1)
Un hermano de don Manuel Sáer.z del Pontón fue don
Juan, desposado com doña Catalina de Arriuscótegui, hija de don
Martín de Amuscótegui, y doña Andrea Guzmán y Valverda, padre
(1) Notarla 1^, protocolo de 1792.
698 boletín de historia y antigüedades
•de don Martín '.arios, natura! de Mompós, quien vistió una beca
en el colegio de San Bartolomé el 3 de febrero de 1700, y fue se-
cretario de cámara en la real audiencia de Santafé. De su matri-
monio con doña María Luisa Hurtado de Olarte, payanesa (hija
de dun José Hurtado del Águila y doña Jerónima Rosa de Olarte
y Ospina y nieta de don José Hurtado del Águila y doña Juana
Laz^ de la Vega, y de don Juan de (Jlarte y doña María Luisa de
Ospina y Acuña), tuvo a doña Jerónima, la que casó con don Pedro
Agustín de Valencia, nucido en i'opayán ti 26 de agosto de 1710
(hijo de d.jn Pedro de Valencia y Sendia, nacidí.' en Málaga el 31
de enero de 1678 y de doña Josefa Fernández del Castillo, natural
de Popayán), de cuyo matrimonio fue hijo don Francisco, nacido
en la patria de sus padres el 24 de julio de 1742, quien se desposó
en Madrid el 15 de febrero de 1767, con ia noble dama doña Ma-
ría Josefa Codallos, de quienes procedió don Pedro Felipe de Va-
lencia, nacido ei 19 de noviembre de 1767, segundo Conde de
Casa Valencia, y vizconde de Pontón e ilustre víctima de la cuchi-
lla pacificadora (i .
Que estas áridas relaciones genealógicas sean un grano de are-
na en la monumental obra del noble español don Juan FIórez de
Ocáriz (2).
A los anteriores apuntes agregaremos los siguientes datos
adquiridos posteriormente:
Don Mariano Espinosa, padre de doña Ana María, mujer de
don Antonio Morales Galavís. era hijo de don Juan Espinosa de
los Montei'oS y áh doft? Gertrudis Mora y Lechuga. Y su esposa
doña Mariana Prieto io fue del doctor don Joaquín Prieto y Dávi-
la, nacido e* 14 de abril de 1749, y de doña María Rosa de Ricaurte
y Torrijos, bautizada el 31 de agosto de 1756. quienes se desposa-
ron et 13 de febrero de 1774. Nieta de don Tomás Prieto de Sala-
zar y Ricaurte, nacido el ly de septiembre de 1723, y doña Maria-
na Dávüa y Caicedo, nacida el 23 de abril de 1727 y desposados el
5 de diciembre de 1743.
Además de don José María, don Julián y doña Maiceíuia,
tuvo don Jerónimo de Mendoza y Galavís a don Lorenzo, bautiza-
do el 8 de septiembre de 1809, casado el '9 de marzo de 1834 con
(1) Fabio Lozano y Lozano: £1 Conde de Casa í^alencta, B. de
H. xii, 134, y Ejecutorias de los Fernández de Córdoba y Valencia.
(2) Además nos hemos servido, para elaborar este estudio, de los
apuntes de don Manuel Sáenz del Pontón, de los archivos de los Co-
legios de San Bartolomé y el Rosario, de numerosos certificados de
matrimonios y bautismos, y de los libros del archivo de la antigua
parroquia de la Catedral, sobre los que bondadosameete nos dejó
'hacer una detenida consulta el digno párioco de San Pedro, doctor
Manuel José Koa A.
tJNA RECTIFICACIÓN GENEALÓGICA 699
doña Felipa de Ordófiez, hija de don José Maria Ordóflez y dofia
María Dolores Salgar.
Don Julián de Mendoza recibió las órdenes sagradas, gra-
duóse en San Bartolomé de doctor en teología y sagrados cáno-
nes, fue catedrático de gramática en 1826, y murió el 26 de junio
de 1828.
Don Juan Agustín de Francisco, esposo de dofia Marfa de los
Angeles Caicedo, fue bautizado el 30 de agosto de 1797, y era hijo
de don Matías de Francisco Martín, natural de Salduero, obispa-
do de Osuna (España), y de doña María Bárbara Núñez, y nieto de
don Matías de Francisco González y dofia Antonio Martín; de don
Fernando Núñez, alguacil mayor de la inquisición en Santafé, y
de doña María Josefa de Serrezuela.
Don Jerónimo de Mendoza y Huitado, tronco de esta distin
guida familia en el Nuevo Reino, murió en Santafé el 19 de sep-
tiembre de 1812, y fue hijo de don Agustín de Mendoza, regido-
de las ciudades Puerto Real y Cádiz, y de doña Berenguela Hurr
tado.
Don Domingo de Barasorda y Oynquina, era natural de la
villa de Bilbao, en el señorío de Vizcaya, hijo de don Martín de
Barasorda y doña Angela de Oynquina. Don Francisco Hurtado
del Águila, esposo de doña Mariana Rosalía Sáenz del Pontón,
era hermano carnal de doña María Luisa, cuyos ascendientes
pusimos al terminar este estudio.
Hermana de doña Luisa Francisca fue doña Francisca, bauti-
zada el 3 de junio de 1726, esposa de don Bartolomé de Caicedo y
Jiménez, bautizado en Cali el 31 de agosto de 1697, troncos de
distinguidísimas familias.
Otra hermana de doña Luisa y de dofiagFrancisca se llamó
doña Manuela, esposa del español don Juan Antonio López y
abuela del General José Hilario López, Presidente de la Re-
pública.
Hermano de doña Nieves Morales y Caicedo fue don Pláci-
do, colegial de San Bartolomé, el 18 de octubre de 1833, desposa-
do el i 2 de mayo de 1833, con doña Petronila Tobar y Eraso.
bautizada el 31 de mayo de 1817, hija de don Luis Tobar y Buen-
día y doña Josefa de Eraso y Mendigafia, desposados el 30 de
agosto de 1807. Nieta de don Diego Tobar y Buendía, colegial
de San Bartolomé, en octubre de 1731, y doña Agustina García de
Andrade; de don Lucas de Eraso y Mendigafia, bautizado el 14
de abril de 1749, quien vistió la beca roja el 18 de octubre de
1762 y dofia Josefa Vernaza y García.
Alfonso Hetnández y Lesmes
700 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
fiPOSCIhhFIS
UN PRECURSOR DKL TEATRO COLOMBIANO
Existe en la Biblioteca nacional de Madrid un curioso manus-
crito intitulado así: Comedia Nueva, La Conquista de San^afé.
Su autor ^ don Femando de Orbea, Copiada ficlments según su insig-
ne original.
Figuran en esta pieza Osmún, rey de Santafé da Bogotá, e^
mariscal Jiménez de Quesada, el general Tuíidama, los capitanes
Belalcázar y Lugo, Amirena, infanta de Popayán, Palmira, prince-
sa de Calarabás. y Nemequene, hechicero. Hay otros personajes
secundarios: Chiburina (indio), Fíoreía y Gualeba (indias) y Mar-
tín (español).
Ningún dato hemos hallado sobre el citado Orbea. No figura
él entre la lista de conquistadores, pero es probable que aquí hu-
biera venido y tomado en estas tierras la inspiración para su dra-
ma. No hay en éste tampoco indicación sobre la época en que fue
compuesto, ni dice si llegara a ser representado.
Hay en él anacronismos y otros muchos yerros, pero induda-
blemente algo supo el autor respecto a esas primeras páginas de
nuestra historia. La versificación, aunque hoy aparezca ramplona
y sin arte, érala usada en el siglo xvi, y así semejante a la de
Castellanos y de Ercilla. Está dividida en tres actos, que allí se
llaman jornadas, y todos tres pasan en el palacio de Osmún.
Al empezar llega Tundama a esta ciudad, llevando prisionera
a Amirena, y refiere que ha vencido a sesenta mil popayanos,
mandados por Orundato, y que entró a Popayán, cuyo rey fue
muerto. Le dice a Osmún:
Doy a la corte la vuelta
Haciéndote prisioneras
Todas las estrellas juntas
En la princesa Amirena,
Milagro de la hermosura.
Vencedor te aclama el orbe.
El Calamboá te tributa,
El Papayano se rinde,
Se te humilla La Tacunga,
Sólo yo soy el vencido
1 De una divina pintura.
Y luego a Amirena:
Todos veneran tu imperio,
Desde el Cauca hasta el Rímac.
Osmún, que iba a casarse con Palmira, se enamora de Amire-
na, pero en esos momentes se oyen varios disparos y la voz de
Quesada, que grita:
iVira el grande Carlos v.
Emperador de Alemania!
APOSTILLAS 701
Entra éste con Belnlcázar y Lugo, y le intima rendición a
Osmúft. Se i''ega ei rey indígena, viene el combate, y son venci-
dos los aboiígenes.
En el segundo ücto aparece Qaesada enamorado de Palmira,
j Tundama de Amirena, y se desarrollan varias escenas en torno
de estas pasiones.
En e! tercero, nuevo combate, en el cual mueren Osmún, Tun-
dama y Amirena, y es herido Quesada. Hay en este acto un canto
indígena que sería interesante investigar a cuál de los idiomas
americanos pertenece.
Dice Fl órela:
Mariscal tela
A peí lache OsnÚD,
España pacer
Marte canonsio
Mavorte ca^ol
Atacama o neyta
Mucoco picor.
Lo cual ia misma repite en espaftol:
AI gran mariscal
De España blasón.
El guerrero Osmún
Le postra el honor
Rindiéndole ufanos
Al Marte español,
Mavorte sus rayos,
Sus g-lorias Amor.
Baila ¡uégo elia un bai'e que llama colla y entona este
nuevo canto, junto con Floreia:
Velaico ñinga
Tuy guanchavoto
Coñoñique
Apaliache
Ni la nutteca
Viva a pula
Nunga Amirena,.
JLos cuales repite también en espaüol:
Helado soplo
Flor lisonjera
Puistes del campo,
Ay, Amirena,
La muerte horrible
Fría te desea,
Tristes engaños,
Ay, Amirena
702 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Todo esto es, como se ve, fantástico, pero ningún tiucumento
antiguo debe desdeñarse en el estudio de la historia. En todo
caso, sirve para conocer las leyendas y la literatura de la época.
El sefior Paz y MeÜa cita este pieza dramática en sus eruditas
notas en la Historia del Nnev) Reino de Granada, por Juan de
Castellanos; y esto nos movió a pedir algunos datos sobre ella. El
seflor Emiliano Yos ha tenido la amabilidad de enviarnos copia de
las principales escenas, de las cuales hemos hecho este brevísimo
extracto.
DON RAMÓN DE LA INFIESTA
En un libro publicado recientemente {Mirando al M'sterio)
figura, en una evocación espiritista, el señor Ramón de la Infiesta;
y por ello han deseado saber algunas personas quién fue dicho
personaje.
Parece que dos individuos llevaron ese mismo nombre. El
uno fue director de la Biblioteca Pública (hoy Nacional) a fines del
siglo XVIII, desempeñó el puesto hasta octubre de 1790, mes en el
cual se encargó de él don Manuel del Socorro Rodríguez.
El otro, probablemente hijo del anterior, era natural de Gi*
jón, principado de Asturias, y nació por ahí en 1780, pues declara
él, en 18 14, que tenía treinta y cuatro años.
A principios de 18 10 fue nombrado miembro del cabildo, y
de él se habla en las primeras líneas del acta de la independencia.
Allí se le señala como intruso por haber sido designado regidof
por el virrey indebidamente.
Odios debía tener entre los patriotas o asumió tal vez actitud
adversa al movimiento del 20 de julio, pues contra él se dirigieron
algunos de los amotinados de ese día, quienes asaltaron su casa y
lo llevaron a la cárcel. Se le siguió algún juicio, pero a los nueve
meses fue absuelto y puesto en libertad.
Pensó entonces salir del país, pero los pleitos que le habían
venido, en la mortuoria de su suegro don Silvestre Trillo, lo detu-
vieron en la ciudad. Hablaba seguramente contra la República, pues
algún tiempo después, en día de efervescencia popular, se le trató
de agredir, y tuvo que ocultarse en casa de un amigo americano,
donde duró tres días. Nariño le ofreció garantías, y así volvió a
salir a la calle.
En la guerra civil de 181 2 tomó, como todos los españoles
residentes en la capital, el partido de Cundinamarca. El cuerpo
legislativo llegó hasta nombiarlo miembro del consejo de estado,
puesto que no desempeñó, ya por falta de edad, ya por el regreso
del jefe del gobierno. Ayudó posteriormente a la defensa de la
ciudad cuando fue atacada por las fuerzas de! congreso de las Pro-
vincias Unidas.
APOSTILLAS 703
Siguió, no obstante, en sus tareas de ataque a Ja independencia,,
y no quiso pagar un empréstito que se le impuso. Para eludir el
cobro de éste, y temiendo nuevas persecuciones, huyó de Bogotá,
en julio de 1813, y sia equipaje alguno, mas sí con la suma de mil
pesos y tres pistolas. Tomó la vía del norte, fue a Ubaté, pasó
luego por Muzo, Quipama y Caparrapí, y llegó al fin a Calamoima.
Un amigo que ahí tenía io llevó a un bosque y lo escondió en
miseiable choza. Allá duró cuatro meses, teniendo por cama un
pobre junco, padeciendo de fiebre, comiendo tan sólo plátano, y
sin recibir noticias de su familia.
Supo un día que fuerzas del señor José León Armero, gober-
nador, lo estaban buscando, y entonces se trasladó a otra selva,
cargado por no poder caminar. Allí estuvo varios días viviendo
bajo los árboles. El hambre y la enfermedad lo hicieron salir de
ese salvaje refugio, y tomó por el cauce de una quebrada. Después
de tres días de marcha llegó a las orillas del Magdalena.
Un amigo lo pasó en una barqueta y lo llevó a un monte en
¡as inmediaciones de Mariquita, donde crecieron sus padecimien-
tos. Proyectaba bajar el rio, pero fue denunciado y se le aprehen-
dió. Conducido a la presencia del señor Armero, dispuso éste
llevarlo a la cárcel de Honda. Allí duró vmos días, y luego se le
trajo a la capital para ser juzgado por el tribunal de vigilancia.
Aquí rindió una declaración en la cual relató todas sus aventuras,
la que hizo publicar en un pequeño folleto (i).
Parece que fue otra vez absuelto, y así en diciembre de 1814
ayudó nuevamente a la defensa de la ciudad contra las tropas del
congreso.
En el poema Santrr/é Cauíiip, del clérigo realista Torres de
Peña, se mencionan algunos de sus servicios en esa lucha. Llevó
allí en la caballería una cruz a manera de lábaro, como se ve en
esta estrofa:
Al escuadrón valiente que formaron
de a caballo los fuertes europeos,
con roja y grande cruz lo resguardaron
donde tuvieron fijos sus deseos.
A don Ramón Infíesta la entregaron
para que aquí fenezcan sus empleos
cuando ya un fin glorioso lo corone
7 su conducta por la cruz se abone (2).
Vencidos los centralistas, Infiesta se refugió en la casa de don
Jerónimo Torres, pero allí fue aprehendido junto con Martínez del
Portillo, su compañero. Este, que había firmado el acta de inde-
pendencia, se había vuelto después enemigo de los patriotas.
(1) Biblioteca Nacional, Seción Pineda, miscelánea de cuader-
nos, serie 2?, volumen 50.
(2) La Patria Boba, página 309,
704 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Conducidos fueron ellos a Honda con otros muchos prisione-
ros. Conocida es la triste suerte que todos corrieron: unos halla-
ron muerte en el camino y otros en aquella ciudad. Entre éstos,
Iníiesta. Fue llevado al patíbulo el 29 de enero, junto con Martí-
nez del Portillo y otros seis españoles.
El doctor Torres y Peña dedica algunas estrofas de su citado
poema al describir esta ejecución, y dice en una de ellas:
Don Ramón de la Inñesta y de Valdéa
era asturiano noble y de talento.
Su valor no igualó a su intrepidez
ni cubrió la cautela su ardimento.
Lo expuso su lealtad más de una vez
al arrojado y peligroso intento
de contrastar la osada rebelión,
con fuerza débil para tal acción (1).
Fue pues Infiesta un tenaz enemigo de la independencia v
un mártir de la causa realista, pero su lealtad al rey, su firmeza
y su valor, hacen su memoria digna de todo respeto.
Eduardo Posada
(1) Ibídem.
boletín
Año XIV~N.' 168r\í II r I I Xl Mayo: 1925
OE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
oRGflno De cñ HCflDemiH nflcionnc oe historia
DIRECTOR, REDACTORES,
EDUARDO POSADA LUIS AUGUSTO CUERVO
ROBERTO CORTÁZAR
Bogotá— República de Colombia
flRC5I\70 DE DnOIflS
NUEVO REINO DE GRANADA, CÉDULAS REALES DESDE EL 20 DE
DICIEMBRE DE 1 536 HASTA EL 2 2 DE MAYO 1 58 1
(Continuación).
179 — 1 56 1 — Septiembre 15. Al presidente y oidores del Nue-
vo Reino de Granada. Sobre la orden que han de tener en la
trata de los esclavos negros que a aquella tierra se llevaren a ven-
der de estos reinos. Los negros esclavos deben venderse a pre-
cios equitativos, y no dejar a sus dueños que abusen de la falta
de éstos, o de la necesidad que tengan algunos propietarios de
minas, para ponerlos a precios excesivos.
180 — 1 561. Septiembre 15. Revocación de las providencias
que están mandadas sobre la tasa de los negros. En 1556, en vista
de los precios excesivos en que se vendían los esclavos negros, se
dictó una real cédula, pidiendo que se tasaran a precios justicie-
ros. Ahora, en vista de que éstos se necesitan para muchas gran-
jerias, y que su trabajo es de mucha utilidad, se da libertad para
que sean vendidos a los precios que convengan entre el compra-
dor y el vendedor.
181 — 1561. Octubre 5. Al presidente y oidores de ia audien-
cia real del Nuevo Reino de Granada. Que envíen cada año una
relación de los salarios, y ayudas de costa y entretenimientos, j»
tasaciones que en dicha tierra se pagan de la hacienda de Su Ma-
jestad.
182 — 1 56 1. Madrid, octubre 27. Que como muchos arzobispos
y obispos dejan sus palacios para ir a España, sin permiso de Su
Majestad, de donde resultan grandes daños, pues quedan sus ove»
jas sin dirección, y el ciero, no teniendo quién lo corrija se relaja,
manda a los gobernadores, alcaldes y demás justicias de Indias,
que por ningún motivo dejen salir, ni embarcar a ningún prelado
que nf) lleve licencia real.
183 — 1561 — Noviembre 23. A las justicias de las Indias. Que
cada y cuando tomaren cuenta a los oficiales de aquellas partes
de sus cargos, el tiempo que los tuvieren algunos, hagan notificar
a las personas que las demoren, que vengan o envíen poderes
xrv— 45
706 BOLETÍN DK HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
bastantes a personas que se hallen presentes a los dichos, y se hi-
ciere cerca de ellas apercibiéndolas, que no lo haciendo, se harían
en su rebeldía,
184.— 1562. Enero 5. Carta de capítulos del secretario de Su
Majestad a la audiencia. Contesta la que escribió la audiencia a
Su Majestad, el 9 de septiembre de 1560, e incluye los siguientes
documentos: una cédula sobre salarios y ayudas de costa (número
181); otra sobre que no han de pasar al Perú sino hombres casados,
con licencia de Su Majestad (176); otra sobre venta de esclavos
negros (179); otra sobre informes de cómo tratan a los indios bo-
gas (175); otra sobre revocación de la que trata de la venta de
neairos (180); otra sobre notificación de los que demoren las cuen-
tas (183); otra para que las justicias no dejen venir a los reinos
ningún prelado sin licencia expresa de Su Majestad (182); dice al
margen <!csta faliaif (i). Incluye dos pliegos para el presidente,
oidores y oficiales reales, y para el licenciado Melchor Pérez
Arteaga.
185 — 1562. Marzo 7. Al presidente y oidores de la audiencia
real del Nuevo Reino de Granada. Sobre la prorrogación que
dieron a Jorge de Quintanilla. La audiencia prorrogó a Jorge de
Quintanilla, vecino de Cartagena, por tres años, el pago de $ 3,000
oro, que le fueron prestados de su hacienda, «y estamos maravi-
llados de vosotros haberos entrometido a dar semejante prorroga-
ción, pues no teníades poder ni facultad, ni lo podíades hacer,
pues semejantes prorrogaciones las habíamos nos de dar, y no
dicha audiencia.» En consecuencia manda que en adelante no
las han de dar, ni a entrometerse en cosas de esa calidad, «por-
que de lo contrario nos tenemos por deservidos, y lo mandaremos
remediar como convenga."
186 — 1562. Madrid, maye 12. Al presidente y oidores de la
audiencia del Nuevo Reino de Granada. Que hagan informacio-
nes de lo que se ha hecho en la compra de unas casas que los
oficiales de la provincia de Popayán compraren en la ciudad de
Cali de la dicha provincia, y la información habida, juntamente
con el parecer, la envíen al Consejo para que en la vista se haga lo
que sea justicia. Los oficiales reales compraron por cuenta de Su
Majestad a Pero López Patino unas casas, probablemente para
fundición, por $ 4,000 oro de minas. Averigüese, para que infor-
men porqué y para qué las compraron, si había necesidad de ha-
cerlo, lo que valían el día que se compraron, etc.
187 — 1562. Madrid, mayo 12. Al presidente y oidores del
Nuevo Reino de Gianada y al gobernador de la provincia de Po-
payán y a su teniente y a los oficiales de la dicha provincia. Sobre
la cobranza de los quintos de aquellos pueblos de indios que es-
tán puestos en cabeza de Su Majestad en aquella tierra desde el
tiempo que Su Majestad los posee, y sobre la orden que se ha de
tener para lo de adelante en la cobranza de los dichos tributos. Pide
(1) Falta allí, pero la encontré entre las de Tierra Firme.
ARCHIVO DE INDIAS 707
Su Majestad que manden relación de los indios que están puestos
como repartimientos de la corona desde el gobierno de Sebastián
de Benalcázar, indicando !a lecha en que cada uno le fue adjudi-
cado, y el tributo que cada uno ha de pagar, y que digaü si lo
han pagado, y si lo debieren que lo paguen. Que indiquen cuáles
están en manos de administradores, para que respondan de las
sumas que hayan percibido, y que manden de seguida las que tu-
vieren los oficiales reales. Que digan si los pagos de tributos no
se han efectuado por negligencia de los oficiales reales, y que en
adelante se tenga mucho orden en su cobro, no tomando sino
aquello en que justamente fueron tasados.
188 — 1562. Madrid, marzo 14. Al presidente y oidores de la
real audiencia del Nuevo Reino de Granada y al gobernador de
Popayán. Luis de Guzmán, gobernador de Popayán, tomó por
conducto del teniente del tesorero en Cartago, Vítores de Miran-
da, los oficios de los oficiales reales desde el 14 de agosto de ^551
hasta el 6 de julio de 1557, quedando a deber a la real caja 800
pesos y 7 reales en oro amarillo, 1 1 pesos, 3 tomines y 7 granos
de oro de minas, 6 tomines y 10 granos de oro bajo, los cuales
han de pagar al tesorero Miguel de Magaña y demás oficiales,
bajo pena de prisión y confiscación de sus bienes.
189 — 1562. Mayo 14. Al presidente y oidores del Nuevo
Reino de Granada. Que envíen relación de qué causa tuvieron
para mandar pagar de la hacienda de Su Majestad $127 de oro
de minas de la caja de Popayán, a Francisco Velásquez, vecino
de la villa de Anserma. El rey necesita saber qué causa tuvieron
para ordenar que se entregara esa suma a Velásquez, y manda,
que sea inmediatamente reintegrada a su re 1 caja.
19c — 1562. Alcalá, mayo 31. Al presidente y oidores de la
real audiencia del Nuevo Reino de Granada. Por causas cumpli-
deras a nuestro servicio mandamos conceder una escribanía a
Juan de Párraga por 5,000 ducados, el cual se comprometió con
fiadores en la casa de Contratación de Sevilla a pagar en dos
contados de 2.5000 cada seis meses. Como no ha cumplido, or-
dena que se haga efectivo, y remitan la suma a los oficiales de
Contratación.
191 - 1562. Madrid, 15 de junio. Al presidente y oidores de-
la audiencia real del Nuevo Reino de Granada, Que favorezcan a
los religiosos de la orden de San Francisco que en aquella tierra
residen, y les guarden y cumplan lo qus las reales cédulas por Su
Majestad les están dadas, y el vino y aceite que se les cuide de
dar, se les dé como se les da a los religiosos de la orden de Santo
Domingo. Su Majestad ha sabido que a los frailes de San Fran-
cisco no se les guardan las consideraciones debidas, ni se les
presta la ayuda que exigen las reales cédulas, ni se les da el vino
y aceite necesarios para el culto, como lo manda Su Majestad.
Ordena que en adelante todo esto se haga y se cumpla.
192 — 1562. Madrid, julio 26. Al presidente y oidores de la
audiencia real del Nuevo Reino de Granada. Queremos saber
708 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
qué tantos repartimientos de indios hay en esa tierra, y cuáles
dellos están en nuestra corona y cuáles recomendados a personas
particulares, y lo que renta cada uno, que los oidores y oficiales
reales le hagan de ello una relación, poniendo de un lado los pue-
blos que están en su cabeza, y del otro los que están encomenda-
dos a otras personas.
<93 — 1562. Septiembre 3. Empréstitos sobre la caja de Su
Majestad. Los oficiales reales han dado en recibo en prenda de
dineros, que se prestan de su caja o de sumas que se adeudan,
algunas prendas, lo que prohibe, como ya lo ha hecho por alguna
cédula, que esto se haga en adelante. Como no está estipulado el
oro por quilates, es muy posible que (os que saquen hoy uoasuma,
la paguen mañana en oro de título inferior.
Í94 — ir,62. Segovia, septiembre 22. Al presidente y oidores
del Nuevo Reino, de Granada, Que envíen relación de cuál oficio
de alcalde mayor es el que proveyeron a Juan de Penagos, y si sigue
proveído a otra persona, y de la necesidad que hay y qué salario se
da. Pide sobre esto una relación larga y particular, «para que vista,
se provea lo que convenga y sea justicia. >
^95 — '562. Madrid, octubre 3. Al presidente y oidores de la
real audiencia del Nuevo Reino de Granada. Sobre el castigo del
tirano Lope de Aguirre. Lope de Aguirre y sus secuaces, después
de ccmeter muchos asesinatos y robos, se hicieron gobierno, y
nombraron por principal y capitán general a un tal Hernando de
Guzmán, e! cual fue desbaratado en la provincia de Venezuela (i).
Muchos de sus compañeros se dispersaron, sin recibir el con-
digno castigo. Conviene buscar cuáles de ellos pasaron a esos
reinos para que sean apresados y juzgados, y se haga información
de los nombres de los demás que estuvieron con el tirano, y en-
víen relación de todo ello. Viene aparte una relación délas per-
sonas que juraron por príncipe a don Hernando de Guzmán, que
se rebeló contra el servicio de Su Majestad en la provincia de Ma-
raparo, en quien después sucedió el tirano Lope de Aguirre. La
lista contiene 188 nombres.
19Ó — 1562. Madrid, 25 de octubre. Al presidente y oidores
de la audienci- del Nuevo Reino de Granada para que hagan y
cumplan ciertas cosas. Por la residencia que se hizo al licenciado
Briceño, se ha visto que hay cosas que conviene hacer en ese reino.
A los conquistadores que pidan en acreedor bagatelas, tomar in-
formación de sus oficios y méritos, y luego (téseles preferencia en
los repartimientos de indios que vacaien. Que en adelante no se
dé salario a los que ordenan las cuentas, pues esa es obligación
que tienen ¡os que las h^^n de presentar. Los lutos de la audiencia
se deberán hacer por cuenta de la misma, según la pragmática.
Que no se dé prórroga, ni se venda al fiado nada que pertenezca
a la real hacienda. Que no se hagan renunciaciones de indios.
Que en adelante no se libre nada de la real caja, ni se hagan gas-
tos de ella, ni de ella se saquen salarios. Que se hagan las dili-
(1) A Guzmán lo hizo asesinar Aguirre.
ARCHIVO DE INDIAS 709
gencias necesarias para cobrar a Bartolomé de la Peña el alcance
que dejó. Que los $ 2,oco que recibió el licenciado Bricefto para
abrir el camino a Mariquita, sean reintegrados a la real caja. De
$ i,ooo que se prestaron de la real caja a Juan Diez Gaicano, fal-
tan por pagar $ 73, que se tenga cuidado en ello. Parece que de
la real caja le dieron $ 3,000 al oidor Sebastián del Prado por su
viaita a Vélez, y a Antonio de Moies $ 200 por la que hizo a To-
caima. Que estas sumas se cobren y se pongan en su caja, y se
haga cargo de ellas al tesorero. También se sacó dinero para pa-
gar al oficial que llevó a la costa las residencias de Góngora y de
Galarza, para arreglo de unas puertas, etc., etc. Hace fuerza en
varios otros cargos que se hicieron a Briceño por haber hecho
gastos ccn fondos de la real caja (misas para presos, etc., etc).
Ordena una vez más que no se vuelVt^n a hacer gastos de su real
caja sin una orden directa.
197 — 1563. Febrero 16. Carta del secretario del consejo a la
audiencia. Remite los siguientes despachos de Su Majestad: cé-
dula sobre que nada se preste de la caja real (número 193); infor-
mándose de qué alcaldía se dio a Juan de Penagos (194); para
que hagan unos cobros en la provincia de Popayán (188); averi-
guando porqué se pagó una sunadelacaja real (i8q); averiguando
por unas casas que compraron los oficiales reales (186); sobre in-
dios de la provincia de Popayán, que están en cabeza de Su Ma-
jestad (187); otra relacionada con el licenciado Briceño (196);
otra sobre el castigo de la gente de Lope de Aguirre (195).
198 — 1563. Agosto 29. Cédula del distrito de la audiencia
de Quito. Presidente y oidores de la audiencia real del Nuevo
Reino de Granada. Su Majestad comunica haber mandado formar
una nueva audiencia y cancillería real, con residencia en San Fran-
cisco de Quito, a la cual ha dado por límites: «por la costa hacia
la ciudad de los reyes hasta el puerto de Paita, exclusive, y la
tierra adentro hasta Piura, Cajamarca y Chachapoyas y Moyo-
bamba y Motilones, exclusive. De manera que esta audiencia
tenga por su distrito hacia la parte susodicha los pueblos de Jaén,
Valladolid, Loja, Camora, Cuenca, ia Gasea y Guayaquil, con
todos los demás pueblos que estuvieren en sus comarcas y se po-
blaren, y hacia la parte de los pueblos de la Canela y Quijos, ha
de tener los dichos pueblos con los demás que se descubrieron.
Y por la costa hacia Panamá, hasta el puerto de la Buenaventura,
inclusive, y por la tierra adentro. Pasto, Popayán y Buga, y Cha-
panchicay Guachicono, y todos los dichos lugares con sus tierras y
todos los demás lugares de la provincia de P:)payán han de quedar
a esa audiencia.» De estos limites se ha mandado dar cédula para
que los respeten y no administren justicia en sus linderos.
199 — 1564. Mayo 17. Al presidente y oidores de la audien-
cia real del Nuevo Reino de Granada. Que vean las cartas, y de
la relación aquí inserta, sobre la orden que se ha de tener en los
pleitos sobreseídos. Recuerda una real orden dictada anterior-
mente sobre el mismo asunto, y remitida a la audiencia de los re-
yes. Hay cuatro cédulas sobre el mismo asunto, que cita. La pri-
710 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
mera es una relación de las nuevas leyes a favor de los indios.
En vista de que muchos españoles ponen demandas contra los na-
turales, ordena que se sobresea en estos pleitos, y los manden al
real Consejo, donde se juzgará lo que más convenga. Lo mismo
se hará con los pleitos que los españoles promuevan a los indios.
Como este capítulo ha sido suplicado con muchas razones, lo
mande suspender, y que no se envíen más las causas al consejo.
Si alguno tuviere demanda contra los indios, que la ponga ante la
audiencia más cercana, y el presidente y oidores «harán un tras-
lado de la contraparte contra quien se diere.» Las partes en el
término de tres meses presentarán cada una una información de
testigos. Todo lo cual, cerrado y sellado, lo mandará la audiencia
al consejo. Esta cédula, fecha en Malinas, el 20 de octubre de
1545, se mandó publicar en todas las ciudades, villas y lugares.
Más tarde se tuvo noticia de que muchos españoles, de su propia
autoridad, despojaban a los indios. Por otra cédula mandó que se
cumpliera la anterior, y que todos los pleitos que hubiera sobre
posesión y despojo de indios, se remitieran al consejo en la forma
indicada. La audiencia hará comparecer ante sí, personalmente o
por medio de apoderado, a los que hubieren procedido mal, y los
obligará a dar la información prescrita. Cédula de 25 de abril. El
fiscal del consejo de Indias pedía que los pleitos de repartimientos
de indios sean atendidos de una manera eficaz. Las audiencias po-
drán atender sobre propiedades y posesión de ellos. Las audiencias
interpretando mal la cédula de Malinas, se han entrometido a hacer
justicia en estas materias, despojando a muchos indios de sus pro-
piedades. Con la muerte de varios encomenderos, causadas por
las guerras del Perú, han vacado muchas encomiendas. Su Majes-
tad ha ordenado y manda que se atengan en lo sucesivo a las
prohibiciones de la cédula, «y guardarlo y cumplirlo todo y por
todo, haciendo únicamente las probanzas, que se remitirán ai
consejo para que resuelva en justicia.» (Cédula de 30 de octubre
de 1563). Por esta última, de mayo de Ó4, manda que las cédulas
anteriores se cumplan en todo y por todo, según y como en ellas
se contiene.
200 — 1564. Aranjuez, mayo 29. Para que los oidores no ten-
gan tratos ni granjerias. Presidente y oidores, etc. Se incluye una
real cédula del emperador a la audiencia de la Nueva España.
Los oidores no podrán tener casas propias ni de alquiler, ni edi-
ficar casas, ni tiendas, ni las han menester, puesto que posan en
las de la real audiencia. Tampoco se les permite posean casas de
recrea, ni huertas fuera de la ciudad, ni en otra parte en toda esa
tierra. No les será permitido prestar dineros, «al censo o al qui-
tar,» para que estén más libres en sus oficios. Se les autoriza para
pedir aquellas cosas que fueren necesarias para su bienestar, como
vino, vinagre, jabón, etc., a la condición que las paguen, y vaya
el indio bajo el nombre de registrado. No se les tolerará cerca de
la ciudad, ni en su distrito ninguna granjeria de ovejas, ni en
poca ni en mucha cantidad. No sembrarán trigo, ni maíz, ni para
ARCfflVO DE INDIAS 711
SU sustento, ni para la venta. Cumplirán con la ley de alimentar
a sus mujeres y a sus hijos, io que no será pretexto para hacer
tratos, € porque es nuestra voluntad que de todo estéis libres,
para que hagáis mejor nuestro servicio.» No podrán por medio
de terceros couseguir leña, agua y yerba, sino al tenor de la cé-
dula que reglamenta este servicio, «Nos será desacato que no
cumplan la cédula, pues no nos queremos servir de nadie contra
su voluntad.» Si los oidores tuvieren haciendas en manos de ter-
.ceros, o hicieren tratos directamente, serán condenados a la pér-
dida de sus oficios, y a lo que contrataren, más mil ducados de
multa. El que con ellos contratare, perderá todos sus bienes.
Todo a favor de la real cámara. Esta cédula y la que va incorpo-
rada, serán cumplidas en ese nuevo reino, donde serán pregona-
das, para que sean de todos conocidas.
20I — 1564. Aranjuez, mayo 29. Recuérdala cédula fechada
en Valladolid, a g de abril de 1549, por la cual se prohibe que los
que gobiernan hagan armadas y descubrimientos y tengan ganados
y otra clase de granjerias, directamente o por intermedio de terceras
personas, cédula que se envió a la audiencia de la nueva España.
Otra, de 16 de abril de 1550, en que manda que la anterior se
cumpla en todas sus partes, sin recurso ni apelación Ordena por
esta sobrecédula y por la cédula anterior, se cumplan en todo y
por todo, bajo pena, a los oidores que contrataren, de la pérdida de
sus oficios y de cuanto trataren y contrataren, más mil ducados,
«lo cual explicamos desta manera; dos partes para nuestra cá-
mara e fisco, e la otra tercera para la persona que lo demandare, y
asimismo para la persona o personas que trataren o contrataren a
los dichos oidores,» los que condena a la pérdida total de sus bienes
en la misma forma. Los que tuvieren ganados en otras granjerias,
al recibo de ésta tendrán que venderlos en el término de seis meses.
Manda que esta cédula sea pregonada y cumplida en el Nuevo
Reino de Granada.
202 — 1565. Aranjuez, 8 de abril. Presidente y oidores. Como
los alcaldes de esa ciudad no son letrados, demoran mucho los ne-
gocios de su cargo, porque han de buscar asesor, y éstos son cos-
tosos. Como conviene que la justicia se haga con brevedad,
manda que uno de los oidores conozca de las causas civiles que
van ante la audiencia, en un radio de cinco leguas, «a la tarde,
por tres meses, en el año,» y así lo harán todos los oidores por
turno. De sus decisiones se podrá apelar ante la audiencia, sin
que en la apelación tenga voz ni voto el oidor que hubiere dic-
tado la sentencia.
203 — 1565. Abril 20. Presidente y oidores, etc., y otras cua-
lesquier justicias della. Manda que se guarde y cumpla la cédula
dada en Madrid, a 12 de julio de 1564, en que manda que no se
usen espadas, verdugos y estoques muy largos (pues los tienen
hasta de 16 y 19 palmos), de donde resultan muchas muertes y
heridas. En adelante, quince días después de pregonada esta cé-
dula, no se usarán armas de éstas que tengan más de cinco cuartas
de vara de largo, bajo pena, sea cual fuere la persona, y de la
712 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
calidad y condición que sea, de la pérdida del anua, más diez du-
cados de multa y diez días de cárcel. Al reincidente se le duplicará
la pena, y se le desterrará del lugar por un año. La multa será
para el juez o alguacil que tome el arma. Las justicias que no
cumplieren con esta cédula, «perderán la nuestra merced y 20,000
maravedís para la nuestra cámara.»
204 — 1565. Madrid, agosto 15. Presidente y oidores, etc.
Que conviene para que el fiscal se entere de los pleitos que esté,
presente en los acuerdos que en ella se hagan, y así lo dispone y
manda.
205 — 15Ó4. Abril 15. Sobre las apelaciones Diego de Robles,
escribano de cámara de Su Majestad, en la real audiencia del Nue-
vo Reino, dice que como a la audiencia de Quito se le han dado
en distrito las ciudades de Cali, Pasto y Popayán, y al Nuevo
Reino otras ciudades y pueblos déla misma gobernación, y como
el gobernador de la provincia de Popayán reside casi siempre en
Cali, es muy de temerse que de los vecinos pueblos de la audien-
cia de Santafé lleven los pleitos en apelación a la de Quito. Si
algunas justicias conocieren de delitos de pueblos de otra audien-
cia, que lo están muy cercanos, la apelación sólo podrá hacerse
ante la audiencia a que pertenecen.
206 — 1564. Cuenca, abril 30. Sobre las apelaciones a pedi-
mento de Diego de Robles. Cuando los pueblos de Cali, Pasto y
Popayán fueron adscritos a la audiencia de Quito, ya tenían
muchas visitas y pleitos pendientes de la audiencia de Santafé, y
los que de ellos se desprendieren, serán juzgados y fenecidos en
ella, aun cuando las partes habiten poblaciones de la otra
audiencia.
207 — 1563. Zaragoza, septiembre 8. Al doctor Venero, pre-
sidente de la real audiencia. Ha informado el licenciado Geró-
nimo de Ulloa, fiscal en el nuestro consejo de Indias, que esa
audiencia ha nombrado por teniente de gobernador en la provin-
cia de Popayán a don Pedro de Agreda, con salario de goberna-
dor, defraudando así la real hacienda {$ 2,000 anuales). Manda
que no se le paguen más que 300,000 maravedís por año, y que si
se le hubiesen dado más se le quite, y si no se le haga cargo ai
tesorero, y si éste no tuviese con qué, a los oidores de la audien-
cia que lo proveyeron en el dicho cargo.
208 — 1565. Escorial, julio 9. Al presidente y oidores de la
audiencia real, etc. Que den relación dónde se debe llevar a quin-
tar la plata que se saca de la ciudad de San Sebastián. En San
Sebastián se hizo una fundición, y ha habido discusión entre fun-
didores y vecinos, sobre si la plata se ha de mandar a quintar a
Santafé o a Popayán. Hacen observar que la vía de Santafé es
más corta y cómoda, y que la de Popayán es tan mala, que lo que
por allí se sacare, habría que llevarlo a hombros de indios. Pide
Su Majestad a la audiencia que informe acerca del camino que
lleva a Popayán y del que va a Santafé, distancia que hay a una
parte y a otra, dónde convendría más sacarla a quintar, y por qué
ARCHIVO DE INDIAS 713
causas, y cómo podría ser servida con más brevedad su real
hacienda.
209 — 1565. Segovia, agosto 17. «Venerables y devotos pa-
dres provinciales, priores y guardianes, comendadores y otros re-
ligiosos de las órdenes de Santo Domingo y San Francisco y San
Agustín y La Merced.» Que no pongan obstáculo ni inconveniente
cuando estén administrando algún pueblo o sacramento de indios
a la visita que les hagan el prelado o un subcomisionado. Que
les muestren todos los libros, así de bautizos como de casamien-
tos, y les permitan hacer inventario de ornamentos, y otras cosas
partenecientes a las iglesias.
210 — 1565. Segovia, septiembre 3, Presidente y oidores de
la audiencia de Santafé, San Francisco de Quito, de las provin-
cias del Perú y de Panamá y de Tierra Firme, llamada Castilla
del Oro. Don Alvaro Mendoza, nombrado gobernador de la pro-
vincia de Popayán, ha hecho relación de «que vosotros os entro-
metéis» en nombrar corregidores y otros jueces ordinarios en al-
gunos pueblos de aquella provincia. Como esto sólo corresponde
ai gobernador, ordena Su Majestad que no vuelvan z entrome-
terse en hacer estos nombramientos, y que manden quitar los que
tuvieren hechos.
211 — 1565. Segovia, septiembre 3. Para que se hagan sacar
las cuentas reales de esta provincia desde que se descubrió, y las
envíen al consejo, cobrados los alcances. No obstante la real cé-
dula, en que se mandaba que cada un año se remitan las cuen-
tas, y las apruebe la audiencia para entregar el finiquito, ha sa-
bido, por parte del licenciado Jerónimo de Ulloa, fiscal de Su
Majestad, que su mandato no se cumple desde que descubrieron
aquellos reinos, con gran perjuicio para la real hacienda. En con-
secuencia, ordena que los oficiales reales junten todas las cuentas
que tengan en caja desde que se descubrió y pobló aquel reino,
hasta el recibo de la presente cédula, haciendo cargo a los oficiales
que desempeñaron el oficio, con explicación de cada partida, po-
niendo aparte la cantidad que proceda de los quintos de oro y
plata, con especificación de peso y valor, lo que se hubiese co-
brado de tributo de indios que están bajo su corona, comprobando
las partidas, el producto de las penas aplicadas a la real cámara>
lo que se hubiese perdido por no registrarse, «y todo lo que nos
hubiere pertenecido de cualquiera manera.» Cada partida de
cargo y descargo deberá llevar la fecha indicando el día, mes y
año, y se harán los balances para poder librar el finiquito. Se
apuntarán los alcances líquidos que resultaren con especificación de
las personas a cuyo cargo estuviesen. Las cuentas se presentarán
ante el consejo, personalmente o por medio de apoderado bien
acreditado, y de no hacerlo así, se les juzgará en rebeldía.
212 — 1565. Madrid, diciembre 6. En ese Nuevo Reino hay
muy pocos monasterios, especialmente de la orden de Santo Do-
mingo, de donde resulta que en muchos lugares se hace difícil
la predicación de la fe. Conviene se haga como en la nueva Es-
714 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
paña. Que los oidores donde sea necesario hagan monasterios.
Si es en los pueblos que están bajo su corona, se hagan por cuen-
ta de las reales cajas, con ayuda de los indios, y si fuere en pue-
blos de encomenderos, los hagan mitad por su cuenta, y mitad por
la del encomendero.
213 — 1565. Segovia, septiembre 3. Al doctor Venero, presi-
dente de ia audiencia. Por conducto de Sebastián Rodríguez, se
ha sabido que a las plazas de ciudades y villas del Nuevo Reino
se sacan partidas de indios para alquilar, y que son vejados y cas-
tigados, y se les paga muy bajo salario. Manda que en adelante
no se alquilen, sino los que voluntariamente quieran hacerlo, pre-
vio arreglo del precio del jornal. Ha resultado que muchos han
preferido huirse antes que someterse a que los alquilen.
214 — 15Ó5. Escorial, julio lo. Presidente y oidores de la nues-
tia audiencia real, que reside en la ciudad de Santafé del Nuevo
Reino de Granada. I^as órdenes de San Francisco, Santo Do-
mingo y San Agustín, «que se fundaron en esas tierras con toda
pobreza y menosprecio de la hacienda y bienes temporales, y en esto
han perseverado mucho tiempo, lo cual ha sido gran parle para
ia intrucción y conversión de los naturales, han comenzado a re-
cibir, mandar y herenciar bienes propios con otras granjerias,
apartándose de aquel santo y buen propósito con que comenza-
ron.» Que se comunique a los provinciales de dichas órdenes, que
no tengan de estos bienes, y que ios que tuvieren, los dediquen a
obras pías. En adelante que «vivan con pobreza conforme a su
primera institución» de donde resultará mucho bien y ganará el
servicio de nuestro Señor,
215 — 1565 Segovia, agosto 21. A las audiencias, etc. Que
<en las almonedas que se hacen en los tributos pertenecientes a la
real corona y a las encomiendas vacas sólo asiste el escribano.
Manda que en adelante los tres oficiales reales, un oidor y el ñscal
de las partes, y en caso que no lo hubiere, el gobernador, o una
justicia de la ciudad, de ella o lugar donde la almoneda se hiciere,
tendrán un libro donde se apunten con sus fechas ios remates
iiechos, su valor y el nombre de las personas a que se adjudicaron,
el cual irá firmado por los tres oficiales, el oidor y el fiscal o la
justicia, lo que se entregará partida por partida al tesorero. Que
lo cumplan bajo la pena de 100,000 maravedís para la cámara a
cada uno que lo contrario hiciere.
216 — 1565. Segovia, agosto 21. Presidente y oidores de la
nuestra real audiencia del Nuevo Reino de Granada y San Fran-
cisco de Quito y provincia de Popayán. Muchos españoles tienen
perros con que salen a montear a los indios, que cansados del
trabajo de las minas y de que los ponen a cargar, se huyen. Con
esto se causa gran deservicio a Dios y desacato a Su Majestad.
Manda se haga información de las personas que hayan empleado
y empleen este procedimiento y se les castigue en justicia con
todo rigor, sean quienes fueren, y se mate a los perros empleados
<en este oficio, buscándolos donde se hallaren.
(ConUnuará).
EL ORIGEN DEL NOMBRE CALIFORNIA 715
Eh ORÍGED DEh nOÍDBRE CflblFORnifl
El origen del nombre dado a esta parte de la América del
Norte ha sido, hasta hace poco, un enigma que los escritores han
tratado de desembrollar como han podido. Es innumerable el
total de conjeturas que se han hecho: unos han querido que venga
de kalos, bello en griego; otros sacan el nombre de caliente y hor-
no, imaginando que así lo dijeran ios conquistadores españoles;
algunos ponen en boca de Cortés las palabras latinas calida /órnax^
y que de ahí saliera California; algunos quieren que este nombre
se derive del árabe ca'i/a, y finalmente los ha habido que dicen
que la tai palabra es indígena, y el nombre por lo tanto aborigen.
Exceptuando lo de cali/a, que como vamos a verlo tiene algo
de cierto, lo demás de esas etimologías nada tienen que ver en el
asunto. La resolución de este rompecabezas histórico se debe en
parte a Mr. Edward Everett Hale, que el año de 1862 tuvo la
buena fortuna de leer Las Sergas de Esplandián, libro de caballe-
rías escrito por los fines del siglo xv, y que, bien lo sabe todo el
mundo, fue ei primero que quemaron entre el cura y el barbero en
el auto de fe de ia bibiloteca de don Quijote. Pues bien, en esas
Sergas figura una ínsula con ei nombre de California, donde sólo
había mujeres, perlas y oro, y donde reinaba la maravillosa reina
Califia, que apasionaba a los aventureros de esos tiempos.
Garcí Ordóñez de Montalvo fue el autor de Las Sergas de
Esplandián, y la publicación del libro debió ser por el año de
1498, o quizás antes, eso es cosa que no se sabe a punto fijo.
Este libro fue el más popular de su tiempo, el más leído y el
que más se vendió. Es pues absolutamente seguro que las gentes
de Cortés conocían el libraco; también Bernal Díaz del Castillo
en su historia de la Conquista de Nueva España hace mención de
que soldados de Cortés tenían Las Sergas de Esplandián en sus
equipajes. No hay pues la menor duda de que cuando se descu-
brió la península (que al tiempo del descubrimiento se la creyó
una isla), y habiendo encontrado allí perlas y oro, las inflamadas
maginaciones de los aventureros bautizaron esa tierra paradisíaca
con el nombre que estaba en ia punta de la lengua de todos ellos,
es decir. California.
Esto así resuelto, cabe ahora preguntar: ¿ese nombre Califor-
nia de dónde viene a las mientes de Garci Ordóñez de Montalvo?
Vamos a verlo.
En el gran canto épico francés La Chanson de Roland, com-
puesto en el siglo xi, figura una tierra maravillosa llamada Ca-
liferne; es de teda probabilidad, si no certidumbre, que los
autores de caballerías en España estuviesen muy familiarizados
con la tal Chanson, y que adaptaran el nombre, como se hacía
siempre, de tal manera que del Cali/eme francés, resultó nuestra
California. Califerne era una ciudad de Berbería, esto la ha puesto
del todo en claro el profesor Boissonnade, de Poitiers, en un ma-
gistral estudio de La Chanson de Roland, publicado en 1923. La
716 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
tal Califerne era una ciudad de reinas, fortificada o halas (raí* de
donde viene califa) de la tribu de Benifren, que también se llamó
Kalas-Ifren. Por esto dijimos al comienzo que algo de cierto
había al derivar el nombre California del arábigo califa.
F. Pereira Gamba.
Los Angeles^ California, 1924.
flCflDEmifl nflcionflh de siscoria
(Extracto de actas).
I. o DE ABRIL
El señor Moros se excusa de formar parte de la junta de fes-
tejos, Y es nombrado el señor Gómez Restrepo.
El señor Matos presenta el informe sobre el trabajo histórico
titulado Biografía del general Joaquín Peña, por E, Erminy Aris-
mendy.
Es nombrado miembro correspondiente el señor Cristóbal
Bernal, de acuerdo con él informe de los señores Cuervo (Luis A.)
y Caicedo (Bernardo).
Se aprueban las conclusiones del informe de los señores Gar-
cía (Juan C), Otero y Moros, sobre la necesidad de conservar una
parte del edificio de Santo Domingo.
El señor Matos hace una lectura sobre episodios de los días
de la conquista.
Se aprueba solicitar la publicación en la Imprenta nacional
de la obra del señor García Zamudio, Capítulos de historia diplo-
mática.
El señor Peña presenta un documento de 1827, que contiene
algunos datos históricos.
15 DE ABRIL
El señor Cristóbal Bernal da las gracias por su nomoramiento
de miembro correspondiente.
Se acuerda pedir al ministerio de Gobierno U publicación en
la Imprenta nacional, de una obra histórica de don Basilio Vicente
de Oviedo, escritor del tiempo de la colonia; y del libro Aposti-
llas del señor Fosada.
Se destina la suma de cincuenta pesos $ (50) de los fondos
de la academia para ayudar a la exposición de objetos históricos.
Se nombra una comisión para que solicite del señor gober-
nador de Cundinamarca se deje en préstamo a la academia él
mobiliario de la asamblea, cuando ésta termine sus labores.
Se presenta como candidato para miembro correspondiente al
historiador argentino señor Ricardo Levene.
El ministro en Venezuela, señor Rivas, comunica las diligen-
cias que ha hecho para encontrar los restos de Atanasio Girardot,
pero que no ha sido po-able dar con ellos.
APOSTILLAS 717
El general Pablo E. Escobar, del estado mayor del ejército,
solicita algunos datos sobre fundación, estatutos y reglamento de
la academia para un trabajo sobre estadística y estado de las cien-
cias y artes en !a capital de la república.
El señor Fernando Gaudier, de Barcelona, solicita las bio-
grafías de cinco personalidades contemporáneas de la nación.
El señor José María Restrepo hace una lectura sobre un epi-
sodio de los días coloniales.
El señor A. Lujan Larrazábal, de Carúpano (Venezuela), re-
dactor de JBl Obrero de aquella ciudad, envía mn número de dicho
diario que contiene un artículo sobre servicios del héroe colom-
biano Joaquín Peña,
I." DE MAYO
Son nombrados miembros de la junta de festejos los señores
Wills Pradilla, Mercado y Peña.
La Reforma Social áo. la Habana, y el Instituto histórico y
geográfico brasilero, solicitan el canje de publicaciones de la
academia.
El señor Otero D'Costa hace la lectura quincenal, la cual
cual versó sobre las poesías populares del tiempo de la conquista.
Et señor ministro de gobierno participa que se ha dado orden
de imprimir la obra Capítulos de historia diplomática del señor N.
García,
Se acuerda pedir al señor alcalde se sirva evitar que se dete-
riore o se pierda la lápida que existe en la plaza de mercado, con
motivo de !os trabajos que allí se ejecutan.
El señor F. Gandier, de Barcelona, solicita las biografías del
presidente de la república y de otros personajes distinguidos.
La sociedad de embellecimiento pide un informe sobre la lá-
pida que existía en la casa donde murió el general Santander, caas
que se reconstruye actualmente,
flPOSCIhhflS
FUENTES PE CLOS TROFKOS» DE HKREDIA
Un erudito y galano escritor publicó, el año pasado, en Pa-
rís, un libro bien notable sobre las poesías de Heredia (i). Es una
investigación minuciosa de las fuentes donde hallara sus temas
aquel eximio vate, para sus inmortales sonetos y para sus dos bellos
poemas; así como de todas las influencias múltiples que se relacio-
nan con ellos •
El autor de esta exégesis había editado, meses antes, en unión
de su inteligente esposa, una obra sobre la vida y la obra del
iV) Miodrag Ibrovac, docteur ét lettres. /osé María de Heredia
Les sources des Trophées. Deux planches hors texte, Paris, Les
pressés fr • a ses. w bis, rué de Chaíeadun IX, 1922.
718 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
poeta (i). Este nuevo trabajo, que revela una ilustración prodi-
■ giosa, es, como ae dice en el prólogo, una especie de manual
para quienes quieran estudiar de cerca la inspiración y el arte de
José María Heredia.
Ya otro escritor francés, Raúl Thaziés, había analizado los
cantos relativos a Grecia y a Roma (2). Pero el trabajo de M.
Ibrovac comprende toda la obra del apolónida, aun los cantos
que no están en el libro de Heredia. o sea los sonetos postumos.
Da también nuevas sugestiones, y hace algunas correcciones a los
apuntamientos del citado comentador sobre las poesías a las divi-
nidades y a los episodios de la antigüedad helénica y latina. Para,
ello sigue el urden de la colección publicada por Heredia en casa
de Lemerre, a fines del siglo pasado.
Dilatado sería señalar las ricas anotaciones de M, Ibrovac a
cada una de las composiciones del autor de Trofeos. ¡Qué conoci-
miento tan vasto y tan profundo de las literaturas antiguas y mo-
dernas revela aquel autor! Y en toda observación predomina un
acertado criterio y una admirable sabiduría. Quienquiera disfrutar
bien de las estrofas impecables del poeta, debe seguirlas en este
comentario de pasmosa erudición.
En los Irofeos hay algunos sonetos que tocan con nuestra
historia, y es importante conocer las observaciones de este estudio.
En la poesía Jouvencc, que se refiere a Ponce de León, cita
el señor Ibrovac el epitafio latino que se le puso en la tumba al
conquistador de la Florida, y dice que de él hizo esta paráfrasis
Juan de Castellanos en sus Elegías: «Este lugar estrecho es la
tumba del hombre que fue león de nombre y aún más de hecho.»
Cita también las palabras de Oviedo sobre la fuente de la juven-
tud que creía haber encontrado el brioso adalid en el nuevo
mundo. «He visto a menudo hombres que, sin ocurrir a esa fuente,
se metamorfosean de tal suerte, por el debilitamiento de su viri--
lidad, que vuelven a ser niños de poco cerebro. Juan Ponce fue
uno de ellos.» Como se sabe, aquel descubridor es un precursor
de los modernos doctores Voronof y Javvorski, bien que Ponce
alimentó tan sólo una hermosa quimera.
Con respecto a Los conquistadores del firo, señala como la
principal fuente que ha tenido Heredia la obra de Prescott, y
anota las semejanzas del uno y el otro. Pero conceptúa, además,
que hay detalles que no se hallan en la historia del sabio inglés,,
y vuelve allí a citar, el señor Ibrovac, a nuestro cronista de las
primeras horas de la colonia. «Según, dice, lo que nuestra incom-
petencia ha podido descubrir, una de las principales fuentes ha
sido las Elegías de varones ilustres de Indias, donde el poeta Juan
de Castellanos discurre ampliamente sobre grandes hechos de to-
dos los conquistadores.»
(1) José Marta de Heredia. Sa vie, son oeiivre. Les presses fran-
caises. 1923.
(2) Etude sur les sources de J. M. de Heredia dan les cinquanie-
sepremiers sonnets des Trophées. Revue des Langues Romanes. 1910.
APOSTILLAS 719
Cuan inmortales son los trabajos impregnados de historia: a
ellos no afecta la moda tan sustancialmente como a la poesía
lírica y a la novela. Los toscos renglones del humilde cura de
Tunja en el siglo xvi vienen a ser materia prima para la mirífica
obra de arte del esclarecido poeta francés de fines de la pasada
centuria.
«Toca a los hispanistas, agrega el comentador en que nos ocu-
pamos, investigar los modelos españoles de Heredia,» y menciona
una obra de M. Roger Delcambre, de la cual tiene noticia, pero
que no ha podido consultar, en las que se estudian las influen-
cias castellanas no sólo en el autor de los Trofeos sino también
en Leconte de Lisie, Quizás, pensamos nosotros, por algunos
episodios, fueron lectura favorita de Heredia, para este poema,
las obras de Herrera y de Oviedo. Cuando hicimos, ahora años,
la traducción de Los conquistadores deloro, al anotar algunos vo-
cablos, citamos a este último y también la relación de Andagoya.
No se vaya a creer que el estudio del señor Ibrovac, como
los otros análogos, tiende a señalar al poeta francés como pla-
giario. Nó, en manera alguna. El tan sólo quiere mostrar los filo-
nes donde el bardo halló bloques de oro y de mármol para hacer
sus obras maestras.
Y ya que hablamos de Heredia y de plagio, citaremos una
coincidencia. En días de juventud, cuando ensayamos tocar una
lira, publicamos unas estrofas en las cuales decíamos, ante la
tumba de una mujer:
Jamás la tuve tan cerca,
Jamás la tuve tan lejos.
Y eu uno de los sonetos que aparecieron años después. La
Jeune morte, dice Heredia, ante un modesto mausoleo:
Si proche et deja loin de celui qui j'aimaís.
PALMERAS
En la Revista Nacional de Agricultura^ que acaba de salij
(octubre de 1924), hay un interesante estudio del señor M. L.
León, sobre las palmas de nuestro país. Da allí la acertada idea de
formar un jardín botánico donde se reunieran unas cuántas de
éstas, costeado por el gobierno.
Tiene hecho el autor de aquel escrito un catálogo de esta fa-
milia de nuestra flora, y en su artículo enumera más de veinte gé-
neros de grande utilidad y que son al mismo tiempo adorno de
nuestros bosques. Para su rel-ición ha tomado por base, como allí
lo dice, ¡as descripciones de Humboldt y de Ribero.
Nos permitimos indicar una relación bien informativa sobre la
misma materia. En la obra del señor Gredilla, que contiene la bio-
grafía y trabajos del sabio Mutis, se insertó una memoria de las
palmas conocidas en el Nuevo Reino de Granada. La escribió,
según se dice en ella, el cura de los teguas, cuyo nombre no se
720 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
sabe, y le fue enviada a aquél con algunas muestras de esos vege-
tales.
«El género palma — dice dicho trabajo — segundo en represen-
tación del reino vegetal, precioso adorno do ¡as selvas, comprende
especies tantas y tan varia?, que a punto fijo no se puede asegurar
el número a que alcanzan sin aventurar la verdad. Ello e^ cierto
que en este remo y en todas sus provincias, sin distinción de tem -
peramento, se encuentran estos vegetales con tanta variedad, como
se encuentran climas; habiéndolas indígenas en cada uno de ellos,
siendo a su consonancia peculiar de cada uno la hermosa distin-
ción, aunque en lo cátido parece haberles puesto ia naturaleza su
asiento y su solar.
«Aunque todas ellas gozan de propiedades muy comunes en
las raíces, en las cañas, en las hojas, las bellotas, las flores y los
frutos tienen, empero, diferencias muy notables, que hacen la dis-
tinción de sus especies perfecta, completa, no menos que admira-
ble, porque aunque bien es cierto que casi todas se fijan en la tie-
rra con raíces prolongadas, elevando cañas sobre éstas, que casi
siempre se equivocan en una cabal analogía; que continúan en sus
conchas, hojas, espadañas, arranque y disposición en los racimos,
ellas, con todo, se hacen distinguir con notas peculiares a esta
misma semejanza.»
Menciona el expresado párroco treinta y seis clames de pal-
meras. Pone en primer lugar la de Unamá o Panamá, que abunda
en los Llanos de Casanare. Refiere que de sus hojas le formó un
paraguas bien curioso a fray Manuel Otero; y que de su lana hizo
cordeles y almohadas que le trajo al Arzobispo Martínez Coui-
pañón.
Enumera luego la mapora, la quitche y la cumare, de la cual
dice que se forman telas muy usuales, durables y curiosas, que lla-
man anacos; que las dibujan con diversos entrelazados de colores
y las aplican para sacos y mochillas, y pueden servir, siendo finas,
para vestidos muy frescos; y que el año de 1793 le hizo, también
a un jefe de la igesia, uno de éstos, celebrado por cuantos lo
vieron.
Después la corozo, la cachipay, la pipirí y la dáti!, que no
da fruto sino en presencia de otra de ñores machos. «Es palma,
dice, conocida de muchos de los que nacimos hacia San Gil y
Soatá.»
Pone en seguida la palma real o de cuesco, la ramo silvestre,
la ramo rústica, la de cera, la guchire, la chuapo, la araco y la
aracay. Al hablar ds ésta da también un detalle biográfico. «El día
27 de febrero del pasado 87, a las once del día, bajando playa
abajo del Humadea. vena principal del río Meta, hacia el pie de
la sierra de Ariare, hallamos dos de estas palmas derribadas por el
agua. Movióme la curiosidad de ver unos como cables extendidos
sobre la playa y tan prolongados; ellos no tenían punta ni rama ni
hoja alguna, pero medidos tuvieron uno 51 y dos cuartas de varas,
y el otro 52 y un tercio de varas.»
APOSTILLAS 721
Siguen las cinco clases de la cubarro y la mararay. la maraia-
ve, la corneto, las dos especies de la quiteve, la palma blanca, la
maraya, las tres especies de macana, la noli, de la cual anota que
es la yesca más famosa de que hay noticia hasta hoy, y por último
la milpesos, la gueguere y la cusbina.
Isaacs, en su popular novela, habla asi de algunos de estos
árboles: «Los grupos de palmeras se hicieron más frecuentes.
Veíase la pembil, de recta columna manchada de púrpura; la mil-
pesos, brindando en sus raíces el delicioso fruto; la chontadura y la
guatle, distinguiéndose entre todas la naidí, de flexible tallo e in-
quieto plumaje.»
Con los estudios del cura de los teguas, del viajero prusiano,
de Acosta y de otros del siglo pasado, y con el reciente del señor
León, podría hacerse una lista bien completa. El botánico que la
emprenda hará una obra patriótica digna del más recio aplauso.
TEMPLOS DEL SOL
El señor Manuel Vélez hizo interesantes investigaciones ar-
queleógicas, por allá a mediados del siglo pasado, en varias partes
de nuestro país, y logró formar un precioso museo que llevó a
Europa, donde vivió él más de treinta años. Cuando la guerra de
Francia y Prusia, en 1870, fue ocupada su casa, cerca el Arco del
Triunfo, por un batallón; y se perdieron muchos de los objetos
preciosos que poesía.
En una carta que escribió desde Pau, en t882, al señor Libo-
río Zerda, felicitándolo por sus escritos sobre los aborígenes, le
refiere sus hallazgos de curiosidades indígenas. «Usted sabe, dice
ahí, que cuando invadieron los españoles a Cundinamarca y Boya-
cá, encontraron las naciones indígenas en un grado bastante avan-
zado de civilización, después de las de Méjico y el Perú. Los caci-
ques y reyes vivían en casas grandes y cómodas, pero de madera y
con techos de paja, lo mismo que el templo de Sogamoso; pero en
éste emplearon maderas escogidas y olorosas; nada había de piedra.
Ningún vestigio encontré en el sitio donde dice la tradición que
existía dicho templo. Hice cavar, y se encontró carbón, ceniza,
restos del incendio, y cornamentas de venados calcinadas.»
Por esto se ve que ya en época lejana se habían hecho exca-
vaciones en el adoratorio de Sugamuxi, y no es raro por consi-
guiente que no se encuentren hoy reliquias del famoso templo.
Pero hay un sitio, al otro extremo de Boyacá, donde existen
aún vestigios verderamente interesantes de las tribus anteriores a
la conquista. Es el Infiernito, valle no lejos de Chiquinquirá. El
mismo señor Vélez, que descubrió allí, en 1846, varias columnas
de piedra, escribió una descripción de ellas que envió a la Sociedad
de geografía de París, y fue publicada en el Boletín de dicha so-
ciedad (tpmo viii). Y en la carta al señor Zerda, ya mencionada,
xtv— 46
722 BOLETÍN DE mSTORIA Y ANTIGÜEDADES
habla así de esos vetustos restos: «Ahora bien, si aquello^ pueblos,
bien adelantados ya en civilizncion, no edificaban aún de piedra,
nos toca ex minar po'-qué descubrí en el valle de Leiva, en un
sitio que llaman el Infiernito las ruinas de un templo o palacio,
con veintinueve columnas todavía clavadas en la tierra, rotas to-
das, mutiladas, y la más larga deitimriñ'» de un hombre de esta-
tura regular, ciiín tricas, muy bien labrad is y clavadas en la tie-
rra sin cimiento. Están en dos filas y a regulares distancias; las
ruinas de este edificio tienen su frente al oriente: las columnas son
finas, de un grosor propocionado. Esos restos, mutilados hoy, de-
bieron servir de cantera a los españolas después de la conquista,
pues creo h 'ber encontrad ) algunas coiumnas en algunos edificios
de la decaída Villa de Leiva v en una tienda de esquina, en una
CHsa de la plaz4 de Sutam irchán. Pero no es esto tido: no lej >s del
Jnficrn !o^ en un punt > dil val'e U'i poc) más de elevi lo, encont'é
de cuatro a cinco columnas o embriones^de columnas terididas por
tierra, como un circuí*», cortas para su tamaño y tan gruesas, que
de un lado a otro no se podía v-^r un carro con sus bueyes. To-
das tenían o tienen una honda muesca en una de sus extremida-
des, de donde es claro que las amarraron losmdios para conducir-
las allí de Id Cintera. Pero ¡cuáita fuerzi y cuá'Ua muUitud de
indios serían necesirios paia arrastrar esas gruesas | iedra^!»
El señor Joaquín .\costa tambié > hibló de estas sáxeas ruinas
en una carta a M. finnar, (é ebre hombre de ciencia, que uresidió
la'g'->s añ )S la citada Sociedad de geografía de P.irís. carta que fue
escrita en Guaduas, el 15 <le fbrer*» de '850. Ahí le due: «En la
parte más llana del valle se ve un campo cultivado c>mo de 5(0
m-t'^os de largo y 300 de anch», llamado por los habitantes e!
Infiernito, y en é cavada- algu-iascolumn^ts, sm cornisas ni pedes-
tales, probablemente por los indígenas poco antes de 1 1 Ci^nquista.
Hay dos filas de ojiurnnas paralelas de diámetro igual y orien-
tadas en la dirección este oeste, "rom ) si mirasen hacia el templo
principal de Sugmiuxi; todas están mutiladas; el mayor número a
medio metro sobre el suelo. Aunque las dos filas distan en-
tre ^i diez metros en la base, como no están c avadas vertical-
mente, sino coii 25" de inclinación hacia lo interior, lo alto de las
columnas debía acercarse bastai te para reribir en formi de un
tech I plano las otras piedras que luego mencionaremos Se encuen-
tran todavía 3;). columnas, todas de cuatro de; ímetrus de diámetro,
en la fila del su% y sólo 1 2 en la del norte, fij idas a unas mismas
distancias, es de< ir, con un intercolumnio igual a los diámetros.
A pocos pasos del ntjrdeste se ve una clumna que parece entera,
tendida sobre el terreno, midiendo cinco metros y medio de largo,
que bien pudiera h iber sido el tamaño original de las demás, cuyos
fustes mutilad. >s adornan los edificios ia las inmediaciones, tales
como el convento del Ecce H >m >, edificado a dos leguas al occi-
dente de las ruinas, ci mandóse en el claustro 32 de esas columnas,
y la casa de cipellanías fabricada en la plaza principal de Leiva y
adornada con 12 columnas; otras dos se hallan en el pueblo de
APOSTILLAS 723
Sutamarchán, conducidas no há muchos años desde las ruinas, que
ha sido la cantera de los lugares vecinos. Además, en el valle, al
occidente del InficrniiO, yacen esparcidas muchas piedras de dos a
cuatro metros de longitud, cinco a ocho decímetros de altura, y
cuatro o seis de espesor, cortadas con un entalle o muesca, cerca
de la extremidad dirigida al oriente, labrada evidentemente para
atar las sogas con que arrastraban las piedras a fueiza de brazos.
Estas piedras, que han conservado el nombre de vigas entre los
inlígenas de aquellos campos, parece que estaban destinadas a
cubrir el templo, las más largds colocadas horizontalmente, y las
otras para cubrir el techo o ático. Recorriendo con la mayor aten-
ción la planicie de Leiva, he podido contar hasta ciento de estas
piedras; la más dis»^ante la encontré seis leguas al norte, cerca del
río Ubasa, de donde parecía sacada, con bu entalle para arras-
trarla como todas las otras, y encaminadas también hacia e! tem-
plo o palacio» (i).
No han faltado, como se ve, en nuestro país, hombres de es-
tudio que han mencionado en otras épocas todas Citas maravillas
de edades ignotas, pero nunca se les prestaba atención. Aquí se
tomaba esto por necedades o monomanías. Pero como ahora se ha
hablado tanto en los p.ííses civilizados del encuentro de la tumba de
Tutankhamen, aquí se dio cuenta el gran público de que aquellas
cuestiones sí tenían importancia, y de ahí que haya reñido el de-
seo de exhumar ios despojos dd Us razas prehistóricas, y de hacer
en ellos estudios serios y verdcderamente científicos.
DESERCIÓN DE UNOS GRANADEROS
El ejército colombiano, que en marcha victoriosa llegó hasta
las regiones australes del continente, donde empezaban ya las
campiñas del tío de la Plata, tuvo algunos casos de indisciplina y
de rebelión. Uno de los más graves fue el que ejecutó el teniente
Domingo López de Matute, quien un día de noviembre de 1826,
en Cuchabamba, después de la lista de la mañana, desertó hacia
la tierra argentina, con too granaderos que pertenecían a un re-
gimiento de la división del general José María Córdoba.
En una notable revista de Buenos Aires publicó el sefior Fran-
cisco Centén'^ un interesantísimo artículo intitulado Los iianaos de
Colombia en Salía. Suplicio de su Jefe Matute ^ complementado con
(1) Esta carta fue publicada en francés en Bulletín déla Société
de Géographie, en mayo de 1850. El párrafo que hemos insertado lo
tomamos de la obra del señor Ancízar Peregrinación dé Alpha. En
la biografía del g-eneral Joaquín Acosta por la señora S. Acosta de
Samp'rr, 1901, se inserta íntegramente dicha misiva, pero difiere bas-
tante en su relación y en algunos datos. Esto se explica por haber
sido traducida nueramente al español, y porque sin duda el señor
Acosta le hizo correcciones al original que conservaba el señor An-
cízar,
724 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
abundante y oportuna documentación (i). Tiene tal escrito ya al-
gunos años, pero como aquí no es conocido, 'y creemos que aquel
episodio de la campaña en el alto Perú no ha tenido mención en
nuestras historias, daremos de elio una breve noticia.
¿Qué movió a López de Matute a esa deserción y a correr a
ponerse bajo el amparo de otra nación? El ilustrado señor Gente-
no lo atribuye a un resentimiento, por habérsele negado un ascen-
so, el cual ^e concedió a otro jefe, que parecía no merecerlo; a
disgusto con algunas disposiciones de Bolívar; al tedio que les
producía a los llaneros el acantonamiento en regiones montaño-
sas y con mala alimentación; y al deseo de dominación y de aven-
turas que les habían ocasionado sus hazañas.
«El mariscal de Ayacucho, dice el señor Centeno, recibió esta
desagradable noticia en La Paz, y fue tanto su enojo, que dispuso
la inmediata persecución de los fugitivos, con la orden expresa de
fusilar a todos, excepto Matute, a quien deseaba interrogar sobre
los designios y ramificaciones de su traición, cuyo origen se creía
encontrar en Buenos Aires, Lima y Arequipa »
Envió Sucre rápidamente un aviso al coronel O'Connor, que
se hallaba en Tarija, población separada de La Paz por cerca de
cien leguas. Este les salió a los sublevados al pueblo del Rosario,
con el intento de detenerlos, . pero fue completamente derrotado
por ellos.
«Me situé, dice O'Connor, en el Rosario de Atacama, y el día
6 del presente, en la madrug^ida, tuve noticia de que los granade-
ros venían entrando al pueblo. Embosqué mi tropa; pero por
cierta desgracia, se malogró la sorpres.t, cuando habían llegado ya
los traidores a los ruarenta pasos de la iglesia, punto donde tenía
mi mayor fueri:a para recibirlos. Esta desgracia resultó de haber
lev miado la cabeza uno de los soldados que tenía escondido, con
nueve más y un sargento, en una boca de mina, lo cual vieron los
que estaban a la cabeza de los granaderos sublevados, y tocaron el
alarma, volviendo caras, antes de caer en medio de la emboscada.
El' entusiasmo e impaciencia de mis soldados del batallón Ayacu-
íA<? los precipitó a su pérdida, persiguiendo sin cesur a ks fugiti-
vos hasta su campamento. Ensillaron éstos sus calrallos de re-
puesto, cargaron sobre los míos y los derrotaron, de modo que
era imposible volver a reunirlos, y que tratando de hacerlo, caí
prisionero; escapándome a esfuerzos por un milagro.» •
INÍatute con su tropa siguió avanzando, y al llegar a la aldea
de San Antonio, el día 13 de diciembre, le escribió al general
Arenales, gobernador de Salta, estas líneas:
«Desdé la ciudad de Cochabamba, (jue se llama capital de la
República de Bolivia, por medio de muy rápidas marchas me he
venido, mandando un escuadrón de 160 granaderos del regimiento
de Colombia, no con otro objeto que el de prestar servicios a esta
(1) Revista de derecho, historia y letras, 1911, 1912; pág^inas 33,
214, 379 y 522.
APOSTILLAS 725
bandera, e igualmente el de huir de los inconvenientes de un
mando vitalicio, como el que se ha erigido. He tenido algunas
bajas causadas por la persecución de los pueblos y un encuentro
que tuve con el general O'Connor, que en el pueblo del Rosario
se rae opuso al paso con una compañía de infantería, a la que tuve
la gloria de batir, quedando todo el armamento en mi poder. El
escuadrón va completo de lanzas y monturas, pero sin ningún ves-
tuario; las cabalgaduras absclutamenle estropeadas de tan largas
marchas y ásperos caminos. Necesitamos de la bondad de vues-
tra señoría auxilios muy prontos, y que se digne poner en cono-
cimiento del gobierno, cuya protección hemos venido buscando,
para que libre sus órdenes en nuestro favor. Lo que servirá tam-
bién al conocimiento de vuestra señoría para no extrañar la en-
trada de la tropa armada en este territorio. Mañana continúo mi
marcha.»
El general Arenales, pensó en desarmarlos, al saber su aproxi-
mación, pero 'luego cuando llegaron y se pusieron a sus órdenes,
resolvió aprovechar sus servicios en la contienda civi! que azotaba
el país. Para no entregarlos, lo movieron sentimientos de huma-
nidad. «El general suscrito, dice, no desconoce los derechos de
hospitalidad y asilo que las naciones todas están eu el deber de
dispensar a los desgraciados, en la vez que ios reclaman.» Esti-
mó también, que destinarlos a calmar en lejanas provincias
agitaciones nocivas a todas las repúblicas del continente no seria
ofensivo para el gobierno de Bolivia.
E¡ ministro de Relaciones exteriores de esta nación, señor In-
fante, reclamó del gobernador de Salta la entrega de los fugitivos,
y alegaba para ello el procedimiento que había tenido el gobierno
boliviano con desertores de las Provincias Unidas del Río de la
Plata; y que el derecho de gentes prohibía la recepción de ua
cuerpo armado de una nación amiga.
Por su parte, el general Córdoba, siempre altivo y patriota, se
dirigió también al general Arenales a reclamarle los prófugosj y
envió por ellos al capitán Escolástico Andrade. «Si como he sido
informado, le dice al gobernador de Salta, vuestra excelencia ha
cometido una hostilidad contra Colombia, recibiendo como pasa-
dos a soldados desertores de sus tropas, yo declaro a vuestra exce-
lencia que no permitiré este ultraje a las armas de Colombia, y
que vuestra excelencia me coloca en la dolorosa necesidad de
marchar a repeler, de un modo digno del ejército a que pertenezco,
la injuria que vuestra excelencia le ha hecho.»
Arenales fue sereno y digno en su respuesta. Manifestó que
como los granaderos habían solicitado la protección del gobierno
nacional, no se consideraba facultado para deliberar sobre su
entrega; y que siendo asunto internacional, debía ser tratado por
las autoridades respectivas. Refirió que Matute y sus compañ.*-
ros se habían ya revolucionado contra él mismo, en marcha hacia
Tucumán. «Si a pesar de este acontecimiento, agrega, y de la
buena fe que ha conducido al infrascrito para no avanzar a una
726 BOLETÍN DE HISTOEaA V ANTIGÜEDADES
resolución que no le compete, quiere el señor general romper los
lazos de paz y amistad que ligan a estas dos repúblicas, dirigien-
do, según su propuesta, en su apreciable comunicación, fecha lo
del comente, a que se contesta, sus tropas sobre esta provincia,
el general que suscribe pondrá en ejercicio su deber, persuadiéndo-
se que después de haber hecho todo lo posible para evitar un lance
semejante, las amenazas no le intimidan.»
Matute y sus forajidos fueron dejando por dondequiera ras-
tros de sus vicios y crueldades.
Sucre llegó, según una nota de Infante (agosto 19), hasta in-
vitar a los granaderos, sabiendo las desgracias que estaban expe-
rimentando, a volver a sus banderas por medio de un indulto.
El mismo Matute se encargó de solucionar el conflicto. Se
separó de Arenales y unido a sus enemigos contribuyó en Chi-
coana a la derrota de un valeroso jefe, partidario de éste, quien
murió en el sangriento combate.
Vuelto el feroz caudillo a Salta, se casó allí con la señorita
Luisa Ibazeta, a disgusto de la familia de ella. Pero a los pocos
días pensó en una nueva defección, contra sus recientes amigos
Gorriti y Puch, dueños del gobierno de Salta, por haber emigrado
Arenales. Mas descubierta la conjuración que él encabezaba, fue
apresado, y condenado a muerte.
<A pesar, dice el señor Centeno, de la sentencia que le fue
leída, no quería persuadirse de que iba a ser ejecutado, hasta que
la víspera del día 17 de septiembre de 1827, día del fusilamiento,
pidió se le dejara oír misa, y cuando el padre guardián del con-
vento de San Francisco estaba celebrándola, Matute se apoderó
bruscamente del cáliz, amenazando derramarlo si no le perdonaba
la vida. Asustado el padre con tan tamaño sacrilegio, suspendió
la misa, y la nueva cundió con la rapidez de un relámpago por
toda la ciudad, alborotando por tal manera al populacho, que se
creía en un posible castigo del cielo si se dejaba consumar el cri-
men. Consultados los directores espirituales, todos convinieron en
que no debía perdonársele la vida, hasta que se acudió en última
instancia al canónigo Gorriti, aquella misma notabilidad de las
asambleas del año 24, patriota eminente, que brilló con fulgura-
ciones de propia luz, infundiendo en su pueblo un respeto decidi-
do por su consejo. Explicado el caso y la insistencia del reo en
no desprenderse del cáliz sagrado, dijo: fusílenlo con el calis.
Y convencido Matute de que sus días habíanse terminado, entregó
por fin el copón al padre que oficiaba, para que continuase
la misa.»
De los compañeros de Matute cayeron algunos en manos
de Córdoba, quien les aplicó inmediatamente el correspondiente
castigo. Así dice Sucre a Bolívar, en carta de Chuquisaca, de fecha
4 de diciembre de 1826:
«Acaba, en este momento, de llegar el general Córdoba; ha
ido a Cochabamba, Oruro y Potosí. En Cochabamba hizo fusilar
a tres soldados de ¡os amotinados fugitivos de Granaderos. Estos
ANTECEDENTES Y BATALLA DB AYACUCHO 727
fugitivos, que eran 162, al salir de Cochabamba, haa hecho horro-
res, robos, saqueos, asesinatos, por los pueblos que han pasado*
Aún no sé lo qne sucede; se han tirado tanto a la cordillera y des-
poblado, que no tenemos todavíi resultado. El corone! O'Connor
salió de Tupiza el día 26, tenía tiempo par^ atajarles el paso, no
sé si lo ha ligrado; pero siendo ese campo tan abierto, temo que
muchos pasen a Sdíta.>
Matute murió a los siete meses cabales de su primera rebel-
día, como lo hace notar el Mosquito de Cnuquisaca, al dar cuenta
de su ejecución. El fusilamiento debía realizarse en la plaza ma-
yor, nos dice el autor citado, pero en consideración a su j ven
esposa, que estaba para tener familia, se hizo en las afueras de la
ciudad. «El suplicio se terminó, añade, bajo un hermoso sauce
llorón, que aún ostenta su añejo tronco carcomido por tantos
años y su ca vellera verde páiida, mojando sus extremos en la
cristalina acequia del molino de aquella heredad. Luego de su
emocionante muerte, cuando se le quiso aar piadosa sepultura,
ésa que a todos nos ¡guala, cual dice Cervantes, tuvieron que cor-
tarle los pies para sacarle los grillos, que estaban fuerte y cruel-
mente remachados.»
Vida dramática fue !a que se llevó en todo el continente du-
rante el primer tercio del pasado siglo; y casi no nos sorprenden,
por lo comunes, sus pavorosas escenas, pero cuadros de tan sin-
gular desarrollo como el de estos desertores, semejan argumen-
tos de las tragedias clásicas.
Eduardo Posada
flnTECEDEnTES y BflCflbhfl DE flyflCÜGBO
Conferencia leída por el señor coronel don Carlos Cortés Vargas el
día 10 de diciembre de 1924, en la sesión solemne con que la Aca-
demia Nacional de Historia celebró el primer centenario de la
batalla de Ayacucho.
Señor Presidente de la Academia Nacional de Historia.
Ningún asunto tan hermoso para un militar como la batalla de
Ayacucho; pero al propio tiempo ninguno que presente mayores
dificultades para ser tratado con lucimiento; muchas y muy bue-
nas plumas han descrito y comentado aquella célebre jornada;
más alrededor de este acontecimiento y de sus antecedentes, se
han hecho en épocas diversas apreciaciones que no siempre haa
tenido el sello de la veracidad, ya sea por falta de seguir un rigu-
roso orden cronológico, o ya en fia por desviaciones del criterio.
En estas líneas hemos querido condensar y al propio tiempo
armonizar los testimonios y los hechos en sí, dando a cada cual
la parte que en realidad le corresponde, sin tratar de desfigurar,
ya por defecto, ya por sobra de alabanza, a uno u otro contendor.
La austera narración de los hechos, si bien resta belleza a la
epopeya, la hace resaltar con todo su colorido. La historia, maes-
728 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
tra de los pueblos, en fuerza de su misión educativa, debe ir por
la senda de la verdad y la justicia.
Inspirados en estos principios, hemos trazado estas desaliñadas
páginas. Es de esta suerte como nos atrevemos a llevar la palabra
ante tan augttsta asamblea, no para deciros nada digno de los
héroes ni de vosotros, sino tan sólo para hacer un sencillo relato
de los antecedentes y de la batalla de Ayacucho.
Si bien los hechos de armas son del dominio de la historia
militar, y por lo tanto es a los profesionales a quienes corresponde
estudiarlos y analizarlos, en este caso débese a la benevolencia
de la Academia, en cuyo recinto estamos reunidos, el que un sol-
dado, el último quizá, a quien se acaba de conferir el titulo alta-
mente honorífico de miembro correspondiente, ocupe esta tribuna,
desde la cual tan autorizados y sobrios expositores han dejado oír
su palabra elocuente.
Cumplo el deber de dar las más expresivas gracias por el
grande e inmerecido honor que me habéis discernido, el que
agradezco tanto más cuanto exento de méritos nae encuentro.
La batalla de Ayacucho es de aquellos sucesos que no se
pueden narrar colocando a los dos contendores en el campo, y
dejando que se batan y acuchillen hasta ver la decisión. Para poder
apreciar este momento histórico es menester seguir, aunque sea
brevemente, el proceso que durante la campaña se fue desarrollan-
do en la mente y el corazón de los dos caudillos. Sólo a la luz de
la investigación serena suele encontrarse la verdad, y sólo así nos
podemos formar cabal idea de esta acción de armas, tan genial en
su concepción y desarrollo por parte del general Sucre, como
llena de falsos postulados por casi todos los tratadistas que han
escrito sobre ella.
No nos vamos a detener en las hazañas realizadas por todos y
cada uno de los héroes que tomaron parte en la jornada; vamos
tan sólo a trazar el cuadro en sus lincamientos generales, apartán-
donos en lo posible de la técnica militar, tan fatigante para un
auditorio que viene a refrescar el recuerdo de los hechos históricos
y no a recibir lecciones del arte de la guerra.
Bolívar destruye al hispano en Carabobo, y sin dar una úl-
tima mirada al campo de batalla, se dirige hacia el Sur, se une
con Sucre y ocupa a Guayaquil; desde ese puerto lanza sus bata-
llones al Perú, y él en persona se traslada a las playas del Rímac.
Un abismo se abre dondequiera que asienta su planta el Li-
bertador de Colombia. Allí es preciso crearlo todo, y apoyado por
un puñado de verdaderos patriotas que lo invisten de la dictadura,
saca de la nada recursos, recibe de cjolombia más soldados y ele-
mentos y marcha hacia la Sierra del Perú, donde demora el poderío
realista.
En Junín desencadena sus centauros para asombrar a Cante-
rao y sus jinetes, rompe de un tajo la moral del enemigo, y en
tanto que huye el realista, avanza y toma posesión de centenares
ANTECEDENTES Y BATALLA DE AYA CUCHO 729
de leguas, se adueña de ciudades y de pueblos, y de innumerables
ganados y elementos.
La línea del Apurímac, fuerte y extensa, brinda campo pro-
picio al realista para rehacerse allí parapetado. En abril de 1S24
Bolívar reconoce esta barrera, la estudia y aprecia como infran-
queable, en esa época de lluvias torrenciales; cree también que
el enemigo no se atreve a pasarla hasta comienzos de 1825. Ur-
gentes negocios llaman por entonces la atención del Libertador
hacia la costa del Perú, y resuelve encargar del mando en jefe del
ejército al general Sucre y regresar a las playas del Pacifico.
El Libertador, en su rápida marcha, va pensando sin cesar en
su ejército; en aquel ejército de su alma y de su corazón, y en su
afán de asegurarle el triunfo y precaverlo contra las inclemencias
del frígido clima de la sierra, va dictando consejos al general
Sucre para que reúna sus huestes y las lleve hacia atrás, a Anda-
huailas, en busca de cuarteles de invierno.
El gran general Sucre, que en estos momentos soporta todo
el peso de abrumadora responsabilidad, y que oficialmente tiene
las más amplias facultades, intenta concentrar sus tropas en el
nacimiento del Apurímac, desguazarlo por ahí y caer sobre las
fuerzas enemigas mal repuestas de la derrota de Junín. Mas cuan-
do este movimiento comenzaba a efectuase, llega al cuartel ge-
neral orden en contrario, procedente de Bolívar. En el nobilísimo
corazón del vencedor en Pichincha se empeña recia lucha; de un
lado la suerte de la campaña que él ve bien segura al efectuar
el movimiento, convencido en vista de justa, apreciación del
terreno y de las circunstancias; del otro, su respeto profundo y su
afecto entrañable por el Genio de América, quien le muestra ca-
mino bien distinto.
Entretanto el virrey reúne las dispersas unidades, toma la
ofensiva, y de un salto se presenta sobre el flanco del patriota,
quien con grande habilidad cambia de frente y espera lleno de fe
en el triunfo. El 7 de noviembre los dos ejércitos, sin obstáculo
alguno que los separe, estáa a diez leguas de distancia. El choque
es inminente. £1 realista tiene doble fuerza, y sólo la moral está
de parte del independiente. Durante tres días ambos contendores
enfrentados espetan en la inacción; de repente el virrey se mueve
al Norte sobre los cotrafuertes de la cordillera Occidental} trans-
monta empinados taludes, atraviesa valles y corrientes de agua;
en ruda y loca marcha va camino de Huamanga.
Sucre, sorprendido, levanta su campamento y toma la misma
dirección por el pie de la opuesta cordillera; lentamente, sin fati-
gar sus tropas, se dirige en busca de los acontecimientos indicados
por Bolívar. El 14 de noviembre llega a Andahuailas, y allí pasa al
reposo, perplejo aún por el movimiento del contrario.
El virrey, el 18 de noviembre, después de largo rodeo, cree
encontrar al patriota en Huamanga, hoy Ayacucho; mas al llegar
allí sabe que Sucre está a muchísimas leguas a su retaguardia, y
entonces regresa en biisca de su enigmático adversario. Este extra-
730 BOLETÍN DE HISTORÍA Y ANTIGÜEDADES
fio movimiento quebrantó la moral del ejército realista, que no
alcanzó a comprender las falsas maniobras de su general.
El comando patriota cree a su turno que el realista huye de
él y va en busca del valle de Jauja; resuelve de esta suerte picarle
la retaguardia. Los dos ejércitos se mueven en dirección opuesta;
Sucre llega a las márgenes del Pampas; allí lo halla el virrey,
quien por medio de un movimiento falso logra que su contrario
abandone su formidable posición, pase el río y tome dirección a
Huamanga. El patriota adelante, detrás el realista, marchan por
unos días, hasta el 3 de diciembre en que Sucre sufre un revés al
pasar la quebrada de Culp ihiiayco (i). Hasta ese día el patriota tan
sólo piensa en esquivar un golpe y burlar el cuerpo al enemigo
bajo la presión de las órdenes y los consejos del Libertador, quien,
sin saber los movimientos del realista, hace que el comando de
su ejércit ) maniobre contra las reglas del arte de la guerra, contra
sus intenciones y deseos y aun en contra de la índole ofensiva de
sus tropas.
Quieneshan aplaudido los extraños movimientos realizados por
los dos contendores durante los veintiséis días de campaña, desde
que el virrey, después de salvar el Apuiímac, se pasó al lado del
patriota, hasta el asalto al pasar la quebrada del Co p.ihuayco, no
han tenido quizá en consideración los factores de orden mural que
obligaron a los dos caudillos para obrar de modo tan singular.
El virrey al iniciar la campaña, de seguro tuvo en mientes
un plan: tomar una enérgica ofensiva y reconstituir de ese modo
la moral decaída por el encuentro de Junín. La fácil realización de
la primera parte de ese plan debió hacerle creer que el enemigo le
temía, pues no de otra suerte pudo explicarse que se abandona-
ra el paso de aquella formidable línea de defensa. Esto era erró-
neo: ya sabemos que Sucre, en acatamiento de órdenes terminan-
tes del Libertador, se vio obligado a replegarse. En esa situación
los contendores han debido librar la batalla. Entonces, ¿porqué
razón el realista si tiene la intención de batir al enemigo levanta
su campamento y se dirige al Norte? Bien por consejo de su jefe
de estado mayor, general Canterac. quien mal repuesto de su
denota, influyó en el ánimo de su comandante en jefe; bien por
creer Laserna que maniobrando acontecería al patriota como a
Santa Cruz en la campaña del Desaguadero: disolverse sin com-
batir. Ambas hipótesis tienen bastante fundamento.
Durante los tres días que estuvieron ambos ejércitos en Sa-
fiaica, recibió el general Suíre la ley por la cual se derogaba la
de facultades extraordinarias al Libertador, junto con la nota en
que Bolívar se retiraba del mando e ingerencia del ejército, y
carta en que aquél se quejaba amargamente del proceder de ami-
gos y enemigos. Estas noticias fueron para Sucre motivo suficiente
para tener como sagrado rito los aun consejos del Libertador, su
(1) Este es el verdadero nombre geográfico de aquel sitio; nos-
otros lo tomamos de la carta oñcial del Perú— N. del A.
ANTECEDENTES Y BATALLA DE AYACüCHO 731
jefe y amigo, y sin parar mientes en los movimientos del enemigo,
se dirigió en busca de cuarteles de invierno, que de antemano se
le habían indicado; una vez allí, y en vista de que el enemigo al
parecer «no quería guerra con él,» y en la creencia que el viirey
iba hacia la costa en busca de B jlívar, resolvió iomar de nuevo
contacto; al llegar a las liberas del Pampas, se encontró con el
realista que venía de regreso. Cumo era natural, Sucre no podía
dar la espalda y contraminhar a And .huaiLis; en la filsa creencia
que el enemigo había pasado el lío, merced a la estratagema que
llevó a cabo el general Valdés, tomó dirección hacia Huamanga,
perseguido de c ;rca hasta el día 3 de diciembre, en que se euTen-
taron los dos ejércit(\s.
Durante los veintiséis días de campaña comprendidos entre el
9 de noviembre y el 3 de diciembre, no hubo marcha paralela, y en
íntimo contacto los dos adversarios, como el mismo general Sucre
10 dice en su carta fechada en Avaruchn el 10 de diciembre, en la
que se let : « En la ret rada de las 'iT,meáiac ons det Luzco hasta
Huamang.x al frente del encm>iiO . . . .» (i). Naturalmente este aserto
del Gran Mariscal, fuente ha sido de erróneas interpretaciones
respecto a la campañn; de ahí el falso postulado y la creencia de
brillantes operaciones de una y otra parte, cuando en realidad no
hubo más que UiOvimientos incoherentes, en los cuales los dos
contendores, por distinta causa, se desconcertaron a porfía. El
virrey cree, con sobrado fundamento, en vista de las falsas manio-
bras del patriota, que aquél tan sólo pensaba en evitar un encuen-
tro, por lo tanto trataba de amedrentarlo más y más.
Hechas estas aclaraciones sigamos nuestra narración:
El 4 de diciembre llegó al campamento patriota el edecán
Medina, con oficios procedentes del Libertador. En ellos se decía
al general en jefe que obrara de acuerdo con las circunstancias,
facultándolo para decidir la campaña en el campo de batalla. En-
tonces nuestro general, que había ■sufrido intensamente represen-
tando el papel de derrotado, de un golpe recupera su libertad de
acción, y desde ese momento no piensa sino en batir al realista.
Ambos contendores S'guen su marcha al Norte por vías para-
lelas y la vista el uno en el otro; la quebrada de Aacro los separa.
Sucre llega el día 6 a la aldea de Qumua, y allí acampa; e! virrey,
que marcha más de prisa, se interpone dejándolo atrás y colocán-
dose entre él y la ciudad de Huamanga; un terreno impropicio
para las evoluciones de ambos ejércitos separa los dos campos.
El realista al día siguiente se corre un pooo, y el patriota se le
enfrenta.
En la nueva posición el virrey tampoco creyó el golpe bien
certero; menester era exterminar a quien durante tantos días le
había burlado el cuerpo; las poblaciones de Huanta y Huancavé-
lica habían proclamado al rey; preciso era que el patriota tuviera
esos enemigos a su espalda; de esta suerte el realista varió su
(1) O'Leary, tomo i, páfl^ina 198. El subrayado es nuestro.
732 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
posición y ocupó el día 8 las alturas del Condurcunca. Sucre, im-
pasible, sin abandonar su acantonamiento, constituye su línea
paralela a la del enemigo.
« La orden que me trajo Medina, dice el general Sucre,
para poder librar una batalla, me ha sacado de apuros »
(O'Leary, tomo i, página 198).
En verdad que era azarosa la situación del comando patriota,
y de un golpe se torna en favorable; mas el virrey, que no podía
estar al tanto de esta mutación, siguió en la creencia de que a su
frente tenía un tímido adversario.
La aurora del 9 de diciembre va a encontrar a los dos con-
tendores enfrentados. La pampa de Ayacucho los separa. El pa-
triota no ha escogido el campo; es el realista el que impone las
condiciones del duelo, Sucre no se atrevre a moverse por temor de
que el enemigo se le ahuyente. El espíritu maniobrero del virrey,
así como la celeridad del ejército real para moverse, es el único
temor que intimida a nuestro general, quien decía: «El valor del
realista está en los pies y el de mis tropas en el corazón.»
En tanto que es la hora de librarse la batalla demos una ojea-
da al campo donde va a tener lugar.
Nuestra gran mole andina, en su camino hacia la Tierra del
Fuego, va acrecentándose: ya forma nudos o macizos, ya se abre
en ramales, brazos gigantescos que oprimen valles profundos y
que, celosos, los separan del Pacífico y de las grandes planicies
orientales.
La sierra del Perú, donde tuvo lugar la campaña que a gran-
des rasgos hemos trazado, es a manera de amplio y rugoso valle
sembrado de contrafuertes y hondonadas, producidas por las mil
estribaciones que proyectan las dos grandes cordilleras qiie la
enmarcan longitudinalmente. Esas dos barreras, la oriental y la
occidental, están coronadas por nieves perpetuas. Sobre la primera
y a corta distancia de la ciudad de Huamanga (hoy Ayacucho)
hay una eminencia notable, no por su altura, que apenas alcanza
a 4,055 metros sobre el nivel del mar, altura que en poco excede
a las cumbres vecinas, sino por llamaise el Condurcunca, en cuyas
faldas encontramos el 9 de diciembre de 1824, acampado el ejér-
cito español.
Desde esas faldas observemos con atención el panorama: a
nuestro frente, la Pampa de Ayacnche, como suelen llamarla
los indígenas; estrecha y larga planicie inclinada hacia la base del
cerro y ligeramente convexa; laquíticos matojos, plantas grises y
manchas de gramíneas, le dan un extraño colorido; más allá, sobre
un collado transversal y oculto entre arboledas, se distinguen
rústicas cabanas, que dejan escapar humo azulado que parece
enredarse en el follaje, y dominando el conjunto, se destaca el
campanario de la aldea de Quinua.
La pampa de Ayacucho está limitada a la izquierda por an-
cha y profunda cortadura formada por las aguas que del flanco
sur del Condurcunca y la eminencia vecina se desprenden para
caer a la planicie.
ANTECEDENTES Y BATALLA DE AYACUCHO 733
Esta quebrada o torrentera, completamente intransitable des-
de que se desprende de su hoya hidrográfica hasta que cae en
profundo barranco, casi a la altura de la aldea, defiende por esa
parte la pequeña planicie. A la derecha, bordeando los contrafuer-
tes del Condurcunca, en una paite, y luego tomando dirección
paralela a la opuesta quebrada, hay otra cortadura que sin ser por
completo inaccesible, presenta alguna dificultad para su paso y
limita por^se lado la pequeña pampa, la que se une a los Icmajos,
pie del famoso cerro, por un estrecho istmo que'se recarga sobre
la gran tajadura de la izquierda. El terreno, mirado en conjunto,
es una gran planicie; la del Sur amplia y baja con algún arbolado;
la del Centra, angosta y alargada; la del Norte, también algo más
baja, con sinuosidades, pequeñas cortaduras y acceso un tanto
difícil a la pampa dt Ayacucho. Al occidente la aldea, y más allá,
lomajos y contrafuertes de la cordillera que van a entrelazarse con
los que vienen de la occidental.
Asimismo, en tanto que transcurren las primeras horas de la
mañana de ese memorable día, demos una ojeada al personal de
los ejércitos que muy pronto vxn a medir sus armas, para de esa
manera formarnos una cabal idea de la calidad y temple de los
combatientes.
El ejército realista, aislado por tres años en la Sierra del Perú,
sin contacto con España, ni cun el mando, se vio obligado
a crearlo todo: su uniforme fue confeccion-tdo en los talleres
indígena?, con lar^ de ovejas y vicuñas; sus lanzas hechas de ba-
rrotes de ventanas; sus fusiles recompuestos en fraguas improvisa-
das, y los elementos de que disponía tomados por requisición en
los pueblos y campiñas del teatro de operaciones que dominaron
merced a los triunfos de lea. Moquegua y campaña del Desagua-
dero. Les soldados europeos fueron desapareciendo poco a poco,
ya por muerte, ya poi invalidez o por ascenso, y en su lugar que-
daron sólo indios del Perú, que requerían, para trocarse en solida-
dos, ardua y constante labor, pues no hablaban CSpañol, y era muy
poco de hu agrado el ejercicio de las armas. Bien es verdad que
una vez iniciados en él se mostraban valerosos, sobrios y dotados
de una cualidad inapreciable: grandes caminadores, superiores a
todos los de América. Sólo la constancia y talento de un Canterac
y un Valdés, secundados eficazmente por los demás generales y
oficiales del ejército, y todos bajo el experto mando y brillantes
dotes de organizador que desplegó el virrey don José de la Serna
e Hinojosa, pudieron realizar el milagro de conservar un fuerte
ejétcito bien instruido y equipado, así como muy bien mandado
por un cuerpo de oficiales acostumbrados a largos años de campa-
ña y de triunfos.
Este ejército tenía la imponderable ventaja de moverse con
pasmosa rapidez, la que alcanzaba al doble de la mayor que pu-
diera desplegar el patriota; para el soldado peruano diez y siete
leguas de recorrido en el día es apenas jornada regular. El rea-
lista no contaba con más de 500 peninsulares desde el virrey
hasta el último trompeta, entre los 10,000 combatientes que pre-
734 BOLETÍN DE fflSTORIA Y ANTIGÜEDADES
sentaron en la batalla, pero en cambio hibía tenido tiempo sufi-
ciente para instruir el elemento étnico más apropiado para hacer
campaña en aquellos parajes de las nieves eternas, de los fragosos
taludes e inmensas soledades de temperatura glacial. Este el ejér-
cito realista.
El Libertador llevó al Perú los mejores cuerpos del ejército
colombiano. Con él fue La Guardia donde militaban los mejores
jefes y oficiales que hemos tenido; la tropa de aquellas unidades
estaba mtegrada por veteranos que habían conquistado Luros en
más d'' cit*n combates, y mu^'hns de ellos ostentaban heridas de
las Qtt" ser as (id Medio, Pantano de Vargas, Boy acá, Co^a^o'o,
Bombona, Pichincha, nombres gloriosos, justo orgullo de la Gran
Colombia.
Tanto los batallones de infantería como los regimientos de
caballería de este ejército brillaban por la más severa disciplina,
pcjr una inst^^ucción que rivalizaba con las instituciones armadas
de la vieja Europa, y su presentación era tan correcta con su serio
uniforme de corte napoleónico, que un general ing'és, el gran
Miller, no pudo menos de exclamar al verlos reunidos en el co-
mienzo de esta campaña: «Los colombianos, tanto de infantería
como de caballería, pueden presentar una revista militar ea el
parque de San James y llamar la atención »
El gran Sucre se mostraba orgulloso de comandar aquel ejér-
cito, y por esa misma época detía a Bjlívir: «.... La tropa y
oficiales conservan su moral y espíritu nacional, tienen orgullo y
espero se batirán bien. ...» Estas condiciones no se perdieron en
el curso de la camp^iña, sino que antes bien, se aquilataron Dias
antes de llegar el ejército al río Pampas, nos cuenta el general
en jefe, se supo que el realista había cortado al patriota y venía
sobre é ; los soldados entasiasaiados decían: «Mejor, pues estamos
ciertos de que nos esperan,» y agregaba el general: «Con esta
clase de gente no dudo pue batimos en cualquier parte a los ene-
migos,» y concluye diciéndole a B >lívar: « .... no puede usted pen-
sar el contento del ejército juzgando ya que una batalla iba a
terminar la campaña.»
Estos bravos soldados, a dos mil leguas de sus hogares, sen-
tían palpitar sus corazones de colombianos con la fuerza que da
el recuerdo de la patria ausente; y sólo ansiaban vencer, conser-
var su prestigio y hacerse dignos de la admiración, el respeto y
la gratitud de sus connacionales y de la América^jentera.
Si este era el continente de los rústicos soldados, ¿cuál no
sería el de los jefes y oficiales de aquella falange de esforzados
campeones? Todos se sentían arder en entusiasmo y amor por
la patria; al propio tiempo la nostalgia de las fértiles y risueñas
sabanas, valles, llanuras hermosísimas y costas, les hacían suspi-
rar por el triunfo en cuyas alas sóííj aspiraban retornar al terruño
tanto más querido cuanto más lejano.
El general Sucre, aquél hombre extraordinario, de grari co-
razón y de conciencia pura, a quien la Providencia confió los
ANTECEDENTES Y BATALLA DE AYACUCHO 735
destinos de la América en la hora suprema, aquél caballero sólo
tenía una tacha para su jefe de estado mayor, el coronel O'Con-
nor, que nos la muestra así: «Una sola pequenez pude notar en
él: cierto espíritu provincialista. ... Tenía una predilección exa-
gerada por todo lo que era colombiano.» Esto en verdad era muy
cierto; en su corazón primero estaba la patria, luego el senti-
miento del deber, el amor a la libertad, el culto a la amistad, y
quizá-un recóndito lugar para la gloria, que si la deseaba era tan
sólo para ofrendarla en aras de la patria.
Veamos lo que pensabvi nuestro héroe antes del combate de
Junín: De una de sus cartas es el siguiente párrafo:
«Libertar nosotros al Petú será la obra de resucitar un
muerto; si como nos lisonjeara )S, se consigue la empresa, será un
acontecimient", que no sólo llevará nuestra reputación más aUá
de lo que puede fafi. mar la indeoendencia, sino que pcir mui ho
tiempo Colombia tendía una influencia poderosa en la política de
Amé ica. El Libertador aüadirá una página más a su historia,
peiO marcada con el brillo, la generosidad y una gloria inmortal.»
Hé aquí sintetizado este bendito defecto de quien supo co-
locarse, gracias a sus virtudes y t?.ientos, en primera línea entre los
héroes de la emarci 'ación umefiíana.
Los cuerpos de Lx Guard a sufrieron muchas bijas durante
la campan?; el ci md de la sierra del Perú, glicial en casi toda su
exientión como que en su altura media es de 4. eco metns st>bre
el nivel del mar, tiene como en las márgenes del Apurímic y del
Pampas, temperatura tropical. Es s cambios térmicos tan bruscos,
la fatiga de marchas dilatadas, atravesando centenares de Itguas,
la escasa e impopia alimentación, junto con las nothes pasadas a
la in emperie, llenaron los hospitales, y hubieran sido causa de
la eliminación del ejércit) auxiliar colombiano, si no hubiera le-
cibido de la patria grandes núcleos de tropas para I e lar sus filas.
Posteriormente a la llegada del Perú del ejército colombiano,
le fueron incorporados a /a Guardia los bataUories Ist>o^(\e la
guarnición de Panamá; Car ag na. de la de Santa M rt ; Cirardot^
de la de Cartagena; así ctjrno ios Gufai de !a Guardia.^ qur; e^tn-
ban en la campan i sobre Pasto, y lus Drag<n:s de Venczu ¡a,
procedentes de Puerto Cábelo. Estos cuerpos, junto con coi.iia-
gentes del Ecuador, ascendieron a 3,000 hombres, con los cuales
se suplieron las bajas que tuvo la división colombiana en el curso
de esta campaña. También fueron incorporados 200 soldadtjs
chilenos, restos de una expedición de que aquél país llegó a órde-
nes del coronel Aldunat.
La segunda división del Ejército Unido Libertador estaba
compuesta de tropas peruanas; en ellas, como acostumbradas que
estaban a vivir en la Sierra, sus bftjas fueron casi todas producidas
por la deserción, bajas que no fue posible reemplazar íntegramente
por la dificultad para instiuír en el manejo de las armas a los in-
dígenas que no hablaban español, así como per la poca afición
que tienen esos naturales al servicio de las filas. D2 esta suerte la
736 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
división Lámar, que al comenzar la campaña en marzo de 1824
tenía un efectivo de 2,992 combatientes, había perdido para el 15
de agosto 746 hombres, y el 9 de diciembre estaba reducida a
1,444 plazas, con las cuales asistió a la batalla. El total de sus
bajas fue de 1,548. Así la fuerza nacional peruana no fue sino de
algo menos de una cuarta parte del total de combatientes, cuya
cifra fue de 6,775 hombres.
Hecha esta digresión, sigamos nuestro relato.
Las primeras horas de la mañaní del día 9 de diciembre
transcurrieron en tiroteos de las guerrillas de uno y otro campo
que, acordonadas, .defendían el terreno donde los dos ejércitos iban
a trabar combate. El ejército patriota se forma en la explanada,
la división Córdoba en cuatro columnas paralelas y casi unidas
entre sí, en la extrema derecha; a su lado, y en la misma forma-
ción, los dos regimientes de caballería de Colombia, y a su
izquierda, el puñado de infantes peruanos con el general Lámar,
a su frente; detrás del centro estaba de reserva la división Lara y
la caballería del Perú,
Todos estos cuerpos a la vista del enemigo, inmóviles, admi-
rablemente inmóviles, formaban vistosa masa; las filas de mo-
rriones coronadas por blancos pompones, sobre los cuales apenas
se dest:ica las relucientes puntas de aguzadas boyonetas. Sobre el
pecho, cruzados los correajes, contrastan en su albura con el azul
de las casacas; aquí y aüá se ven en los pechos varoniles las cruces
de los Libertadores de Venezuela, de Nueva Granada, o la de-
cretada después de Pinchincha. En mitad de cada cuerpo se alza
enhiesta la tricolor bandera, a cuyo torno, tal parecen se agrupan
los soldados para prestar abrigo y defenderla.
El continuo tañer de sables y de estribos, denuncia, con el
piafar de los caballos, la inquietud de los nobles brutos y el afán
de los bravos jinetes, por mantenerlos en correcta formación; los
rojos cubresillas flotantes, hacen que se destaquen los blancos
pantalones ajustados por ceñida polaina; un bosque de lanzas,
coronadas por largas y angostas banderolas, apenas deja ver las
casacas de subido escarlata y los rostros de aquellos centauros
quemados por el sol de las pampas orientales.
Todo ese conjunto, ese haz de hombres y de brutos, obede-
cen cual fiera encadenada por férrea disciplina, a la voz de un
general adolescente; Sucre, caballero en soberbio corcel, el mismo
que lo llevó en sus lomos el día de Pichincha, rodeado de su es-
tado mayor y de sus edecanes, pasa revista: en encendidas frases
arenga a cada cuerpo recordándole sus triunfos y gicsioso abo-
lengo. Luego, dirigiéndose al centro de sus tropas, y en íntimo y
completo conocimiento de la trascendencia de la batalla que se va
a empeñar, así como de sus consecuencias, dice al ejército:
«¡De los esfuerzos de hoy pende la suerte de la América del
Sur»; y luego, señalando las columnas enemigas, que en esos mo-
mentos descendían a la llanura, exclama: «Otro día de gloria va a
coronar vuestra admirable consiancia.» Esta lacónica arenga
ANTECEDENTES Y BATALLA DE AYACUCHO 737
electrizó a los" bravos veteranos de Zí G?^úrrd?/«, quienes prorrum-
pieron en su grito de guerra: estrepitosos vivas al Libertador.
Como a las diez de la mañana, por las faldas de Condurcunca
se ven descender rápidamente las columnas realistas; los fusiles,
los sables, las aceradas bayonetas y las agudas lanzas, heridas por
los rayos d;;! sol, proyectan mil y mil chispas luminosas, que jue-
gan a lo largo de las filas; serpientes de metálicos anillos, que
presurosas se deslizan por entre las cortaduras del terreno.
Por el ala derecha, la división t^a/í/Zí con sus cuatro batallo-
nes, sus dos escuadrones y su batería, va a tomar colocación re-
basando la izquierda del patriota, confiada al general Lámar, con
sus tropas del Perú. Por el centro Moijet, ya caai llega a formar
en la explanada, en tanto que Villabos, con sus tres cuerpos, tiene
ocupada la izquierda, dando frente a la derecha nuestra. Los cla-
ras son llenados por la ¿aballeria, y los dos batallones de Gerona
constituyen la reserva. Una batería va a emplazarse en el istmo
que comunica la planicie con las faldas del cerro.
El patriota, como gamo perseguido, se recoge, se achica,
estrechado por las dos cortaduras del terreno que le impiden des-
plegar sus tropas, SI bien protegen sus flancos. El virrey y los pue-
blos circunvecinos, lógicamente "creen que si Sucre se bate en ese
campo, es por sentirse acorralado; no de otra suerte puede expli-
carse su retirada, su visible temor por un encuentro, y por último,
la suprema inacción de los días anteriores.
El comando realista, al colocar sus tropas para dar la batalla,
procedió en un todo de acuerdo con las más rancias prescripciones
del arte de la guerra. Sobre el ala vulnerable del patriota situó
al intrépido Valdés, con sus mejores y más aguerridos batallones;
la^izquierda de su línea, apoyada en un barranco intransitable, le
fue confiada a la más débil división, y por su centro, único terreno
practicable, colocó las dos brigadas de Monet, su reserva, y el
grueso de la caballería. Hé aquí al escolástico, que de la cátedra
traslada al terreno de los hechos sus vastos conocimientos en la
táctica; del normal desarrollo de tan severos como clásicos princi-
pios debe surgir el triunfo. Sucre, el general formado en les cam-
pos de batalla, sin diploma ni título académico, procede en abso-
luta contraposición a las reglas usuales de ese entonces y de hoy.
A la vista de su técnico contrario, apoya su más fueite y mejor
mandada división contra el obstáculo que a su derecha hace impo-
sible todo envolvimiento, en tanto que a su izquierda, por donde
puede penetrar fácilmente el adversario, apenas la protege. El
centro, ya lo vimos, está ocupado por la caballería, que deberá
enfrentarse en la pequeña pampa a la gran masa realista. La co-
locación de la reserva es el únicp signo de cordura que debió
observar el realista en tan extraña manera de situar las tropas.
En estas condiciones colocados los dos ejércitos que van a
jugar la suerte de la América del Sur, es bien fácil predecir su re-
sultado; Valdés ha de envolver la izquierda nuestra, y allí en
su apoyo irá la reserva que comanda Lara; entonces, por el frente,
xrv— 47
738 BOLETÍN DK HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
con vigoroso empuje, será arrollada la división Córdoba y la caba-
lleria. Los derrotados qiie no se rindan en el campo de batalla,
caerán en las inmisericordes manos de los indios huantianos
armados y listos para cazar a los dispersos.
La iniciativa y libertad de acción propias de la ofensiva las
mantiene el virrey; a su contrario sólo réstale esperar impasible;
de esta suerte el realista se mueve con desembarazo, en tanto que
el patriota, como atemorizado, quieto, espera el choque, y no le
es dable anticipar los acontecimientos; tan sólo puede sostenerse
sin maniobrar, ya por las condiciones del terreno que le ha im-
puesto el enemigo, ya por falta de tiempo para variar su coloca-
ción tomada de antemano. >
La batalla comienza; la división Valdés, con valor e intrepi-
dez poco comunes, rompe el fuego, y principia la ascensión del
talud que la separa de la planicie, donde parapetada está la infan-
tería peruana; pronto patriotas y realistas se baten en el borde de
la cortadura, que ya se pierde, ya se recupera. La división Mo-
net, que ocupa el centro de la linea, aún no está en orden después
de su descanso; los dos batallones de Gerona se forman en el sitio
elegido, ya está en posición a la izquierda. En tanto que algunos
escuadrones se forman y organizan, otros van descendiendo, lle-
vando los caballos de la brida: los generales españoles dictan sus
últimas disposiciones. Las guerrillas de ambas partes sostienen el
fuego de fusilería; las piezas de artilleria realista son emplazadas
en batería, sobre la izquierda.
En este supremo instante el general Sucre ordena cargar so-
bre el centro realista. El general Córdoba se apea de su caballo,
va al frente de su división, y con vibrante voz ordena: €¡ Adelante!
¡Armas a discreción! ¡Paso de vencedores!» El Bogotá, el Volti'
geros, el Pichincha y el Caracas, en cuádruple columna, como un
solo hombre, con regularidad admirable, rompe la marcha. Las
banderas al viento desplegadas, el ritmo del simultáneo movi-
miento de la infantería que avanza en derechura hacia el pie del
Condurcunca, hace que organice y compacte el realista sus filas
para repeler la avalancha patriota. El virrey, Canterac y Monet,
alientan con su voz y su presencia sus aguerridos batallones; bien
comprenden que ese es el momento decisivo.
En tanto recorre la columna patriota los trescientos metros
que la separan de la línea enemiga, se va alejando del borde de la
cortadura que por la derecha limita el campo, en ese claro se co-
locan, también en columna, los dos regimientos de caballería de
Colombia, Granaderos y Húsares van paralelos a la infantería,
todos en dirección al centro enemigo.
El general Sucre, con su estado mayor y edecanes, contem-
pla la apretada falange que gana terreno a cada instante bajo el
nutrido fuego enemigo; los cuerpos de reserva, el Vencedores, en
Boyacá, y El R'fl s, mudos expectadores, alientan con su fe y
promesas a sus dichosos camaradas, que bien pronto van a medir
sus armas con lo? vencedores de catorce aftos de recio batallar.
ANTECEDENTES Y BATALLA DB AYACUCHO 739
AI llegar la columna a medio tiro de pistola, distancia a la cual
se distinguen las facciones de los combatientes, el general Cór-
doba da la voz de ¡¡Fuego!! las filas delanteras disparan, recha-
zan dos columnas de caballería que tratan de interponerse a los
bravos de Colombia; chocan nuestros batallones con los realistas;
cual alud incontenible, se mezclan y acuchillan, lidian al arma
blanca por algunos minutos, y arrollan cuanto encuentran a su
paso hacia las faldas del Condurcunca. Los realistas se baten con
denuedo, y por unos momentos estuvo indeciso «quién ganaría,
no la palma del valor, que ambos merecían, sino los favores de la
victoria del día.» En ese supremo instante los Húsares de Colombia,
a las órdenes del coronel Laurencio Silva, cargan con su acostum*
brada bizarría; aquél cae herido a manos del único apureflo que
había en el ejército real; en tanto que la infantería, en medio de
sangriento torbellino, desaloja en desorden at realista, empuján-
dolo con vigor hacia la altura.
£1 resultado de esta carga napoleónica, tan diestra y valero-
samente conducida, como oportunamente ordenada, clavé y factor
del triunfo, «produjo grandísima sensación en el ejército real,»
nos dice el general García Camba, paleando su efecto admirable y
verdadero: la decisión.
Córdoba al pasar rompe el frente, y en fuerza de la configura-
ción del terreno, que cual carril le conduce, cae sobre la izquierda
realista, tritura la división de Villalobos, y toina posesión de la
artillería, que aún no ha tenido tiempo de emplazarse. Por el claro
que dejan nuestras tropas, dirige Valdés un cuerpo, a tomar por el
flanco la fuerza de Lámar. El general Sucre manda al momento al
Vargas y los //usares de Junin a limpiar de enemigos esa parte, en
momentos en que la división peruana, casi arrollada por el flanco,
solicita socorros; entonces toma nuestro general otro cuerpo de la
reserva, el Vencedores^ en Boyacá, y a su cabeza, en carga formi-
dable, en la cual cae herido su comandante Ignacio Luque, junto
con el capitán Pedro Dorronsoro, y los tenientes Vicente Grana-
dos y Manuel Ariscuro y 119 de tropa, restablece el combate. Ya
Vargas y los //usares de Jun'n se unen al Vencedotes, y con las
tropas peruanas, arrojan al denonado español a la hondonada;
éste, viéndose perdido, en vano busca la muerte.
A todo esto, los realistas se van replegando ante la división
Córdoba, Conduncurca arriba; aquella confusa masa, empujada y
triturada por la columna patriota que avanza implacable, ofrece
terrible cuadro; las bayonetas patriotas van sembrando la muerte
entre las deshechas filas adversarias, que sólo piensan en hnír; de
nuestros soldados, aquellos que aún tienen sus fusiles cargados,
disparan sobre los enemigos, que logran alcanzar las primeras ele-
vaciones, y así: «. . . .mientras los realistas iban trepando a las al-
turas, nos refiere el general Miller, los patriotas desde el pie de
ellas los cazaban a su salvo, y muchos de ellos se vieron rodar,
hasta que algún matorral o barranco los detiene.»
Sobre las faldas del Conduncurca flotan las banderas tricolo-
res que la División Córdoba ha llevado alií en su triunfo, en mo-
740 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
mentos en que en la planicie se baten las dos; caballerías. Arrolla-
da la infantería del centro y de la izquierda, la caballería realista,
que no obstante su mayor número y aunque alentada por Canterac
en persona, no se había atrevido a cargar sobre la patriota que a
pie firme la esperó enristrando sus enornies lanzas, con todo,
atacada por los nu-tstros, se defiende bravamente; herido en el
primer encuentro el coronel Laurencio Silva, le sucede en el
mando el comandante del tercer "Escuadrón, teniente coronel
don Pedro Alcántara Herían, quien condujo ests cuerpo hasta las
faldas del Conduncurca. El comportamiento de este jefe mereció
el aplauso de los valientes del ejércit9.
Zffs Grnnaíiavy no se dist\ngu'\eTonmeno3. El coronel Lucas
Calvajal asombró con su arrojo. El teniente coronel Cruz Paredes
«disputo la gloria entre muchos arrojados.» El mayor Felipe
Brown, «con su bravura infundió el entusiasmo entre los suyos.»
El resto de oficiales del regimiento, su comportamiento fue tan
igual, que no se puede decir que unos sobresalieron de otros,
dice el coronel Lucas Carvajal en su parte oficial de la batalla (i).
El ilustre virrej creyó que su presencia contendría el des-
orden de su ejército, y denodado se lanza entre las tropas bati-
das; como era natural, sólo tuvo la gloria de recibir siete heridas
de bala y arma blanca y caer prisionero. El último representante
de la corona de España en nuestra América, fue conducido a una
humilde choza de la aldea de Quinua. Allí el iiustre prisionero
tuvo la amargura de saber la suerte que corrió su ejército, y ver
eclipsarse el poderío ibérico en la sierra virgen de la América
Hispana.
Eq hora y media de refriega quedó , exterminado el ejército
realista y sellada la libertad de Sur América. 9,310 hombres, res-
tos de los dominadores del Perú, rindieron sus armas ante 5,231
colombianos de Zi Gtmd a y 1,444 peruanos.. A todos estos
héroes la gloria los arropa por igual, y envueltos en ella, los pre-
sentamos a la gratitud de los americanos.
Ayacucho, cumbre de gloria, libertad y paz, es el más digno
monumento a la gloria del general Sucre. Allí supo mostrarse a la
altura de los más grandes capitanes; su genio militar asombra,
tanto como su magnánimo desprendimiento. Este hombre por-
tentoso, que cuanto más se estudia tanto más se agiganta, solicitó
como suprema recompensa, como galardón singularísimo, algo
que lo coloca fuera de la común medida de los mortales."- «Por
premio para mí, dice a Bolívar, pido a usted me conserve su
amistad.» (O'Leary, tomo i, página 19Q).
Al joven general don José María Córdoba concede los lauros,
del triunfo; y así dice a Bolívar: «He creído como justicia nom-
brar al general Córdoba sobre el campo de batalla y a nombre de
usted y de Colombia, general de división.» Y luego agrega: «Cór-
(1) «Participación de Colombia en la libertad del Pera.» Tomo
II, página 18S, Bog-otá— 1924.
LABATDT 741
doba se ha portado divinamente; él decidió la batalla »
(O'Leary, tomo i. página 198). En verdad fue el general grana-
dino quien dio el triunfo; él fue el brazo; Sucre, la cabeza.
Ayacucho fue cornbate de púgiles; un solo golpe en parte
noble dejó tendido al adversario; el vencedor con el pie sobre el
pecho del vencido, le perdona la vid?, lo levanta, y a su mesa lo
sienta.
Rindamos homenaje a les briosos paladines que atravesaron
medio continente para ir al Perú a mostrarnos la cumbre de la
gloria, y consagremos un recuerdo a sus valientes adversarios,
dignos hijos de! Cid, que al entregar a un colombiano sus estan-
dartes, mudos testigos del valor e hidalguía de una raza, ntj su-
frieron desdoro. Esos pend'.mes quedaron en manos de sus hijos
para perpetuarse en tierra americana.
hílBflCUC
En los primeros cuadros del drama de nuestra emancipación
se destaca la figura de Pedro Labutut, que desempeña sustancial
papeí, pero que luego desaparece del escenario, no volviendo a
sonar su nombre en la pavorosa contienda. Abandonó la tierra
donde habia recogido laureles, y fue a plantar su tienda en el her-
moso país que baña el Amazonas.
Lo rápido de su paso por nuestra historia ha hecho que su
biografía sea breve en nuestros anales y que desconocidos hayan
quedado su origen y su vida posterior a la campaña de Santa
Marta, La*oca comunicación que teníamos con el Brasil, en el
siglo pasado, fue causa también de que no pudiéramos seguir sus
huellas, y que apareciera su fin envuelto en un opaco horizonte (1),
Dicen algunos que había nacido en Cannes, pero otros lo hacen
natural de Marsella, ¿Y cuál fue su vida en el país nativo? Tan sólo
se cuenta que había militado con Napoleón, y que a la primera caí-
da de éste huyó hacia América, en busca de nuevas aventuras
Probable e? que sí formara él, un tiempo, en la cauda del co-
meta que entonces rutilaba en Europa, pero su separación de ella
hubo de ser antes de aquel transitorio eclipse. Cuando el gran
corso era llevado a la isla de Elba, ya Labatut estaba entie nosotros.
En Venezuela resulta cuando la expedición de Miranda, y
debemos conjeturar que vino con éste del viejo mundo, seducido
por sus claros talentos y su brillante espada.
Vencido el caraqueño ilustre y llevado a lejana mazmorra,
orilló Labatut el mar Caribe y llegó a nuestra ciudad amurallada,
donde gobernaba el joven Rodríguez Torices. La Gaceta (xtrcordi-
maria de Cartagena de Indias dio, el 5 de septiembre de 1812, noti-
(1) Fuera del ligero boceto que trae el Diccionario de los.Próce
res, por Vergara y Scarpetta, no conocemos otro estudio especial del
mencionado procer, escrito en Colombia.
742 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
cías de haber arribado alli, emigrados de La Guaira, el teniente co-
ronel Manuel Cortés, el capitán Antepara y varios extranjeros que
combatieron por la libertad de Venezuela. Uno de éstos segura-
mente era nuestro famoso francés.
Se le dio el mando de un cuerpo y salí* a campaña por el río
Magdalena. El día 4 de noviembre se hallaba en Santo Tomás y
dirigía una arenga a su tropas. «Soldados, decía, al empezar ella,
el gobierno me hi nombrado cabo vuestro para estar a la cabeza
de esta expedición, y os prometo que no seré vuestro cabo sino
vuestro padre, que derramaré mi sangre por sosteneros y atender
a cuanto se os ofrezca con sacrificio de mi reposo y de mi salud.» (i).
Tres días después estaba en Sitionuevo, donde hizo saber al jefe
realista allí acantonado, que si dentro de cmco minutos no entrega-
ba la plaza que estaba puesta a su cuidado, rompería el fuego
hasta que se rindiera, y pasaría a cuchillo a cuantos encontrara en
ella.
Altiva fue la respuesta de Martínez Malo: «El comandante
de este puerto, con toda su oficialidad y demás tropas de su cargo,
comunica que no puede condescender a las propuestas de usted
hasta tanto no pierda la última gota de su sansíre» (2).
Trabóse el combate, y obtuvo el caudillo patriota com-
pleta victoria. En el detalle que envió a Cartagena, y que llegó
alli cuando se celebraba el primer aniversario de su revolución, se
leen estas palabras, que muestran cómo era la lucha en esas horas
y en esos climas: «De Sitio nuevo se sacaron los cañones, efectos
y municiones que se encontraron útiles, y se pasaron a nuestro
campo, y se echaron al agua algunos que se encontraron clavados;
y saqueado, el sitio por la tropa, se le dio fuego por differsos pun-
tos, habiéndose antes sacado, con la veneración correspondiente,
las imágenes, ornamentos, aras y campanas de la iglesia, que se
entregaron al cura de Santo Tomás. En el incendio se compren-
dieron tres casas, llenas de algodón en lana, y varias pacas que
servían de parapeto de la batería.»
Elogia luego la intrepidez del comandante de una cañonera,
y dice que no contento éste con haber hecho tanto daño al enemigo
desde su buque, se botó al agua hasia ganar tierra, donde cogió
prisionero a un realista que no pudo huir y le cortó las orejas (3).
El día 18 bate nuevamente en Guáimaro a los realistas. Re-
gresa luego a Cartagena, y allí es nombrado comandante general
de la expedición contra Santa Marta. El 25 lanza una vehemente
proclama a los habitantes de esa ciudad: «La patria, les dice, ne-
cesita ahora más que nunca de vuestros fuertes brazos y acreditado
(1) Publicada fue esta proclama, en hoja volante, por la im-
prenta de Dieg'o Espinosa, y reproducida está en Documentos para
la historia de la provincia de Cartagena^ tomo i, página 451.
{2) Documentos para la histotia de la provincia de Cartage-
na, tomo I, página 452.
(3; Gaceta de Cattagena de Indias. 12 de noviembre 1812.
LABATUT 743
valor, para acabar de subyugar a los enemigos de Santa Marta,
que tanto nos han perjudicado en nuestro comercio, agricultura y
propiedades, y a quienes con pasos de gigante vamos persiguiendo
hasta que lleguen a su total exterminio» (i).
Dirigióse Labatut con su ejército hacia Ciénaga, donde sólo
se le puso débil resistencia, y ocupó esta población, que entonces
se llamaba San Juan de las Sabanas, el segundo día de 1813.
Siguió la marcha contra Santa Marta, cuyo gobeitiador, vién-
dose perdido, resolvió la fuga en las naves que tenía preparadas.
A las nueve de la noche, el día de Reyes, entró Labaíut por las calles
de la vieja ciudad de Bastidas y estableció su gobierno. Se com-
prende el alborozo que esto produjo en Cartagena, donde llegó la
noticia en la tarde del 10 de enero, y en Santafé, cuyos habitantes
recibieran el parte en los úliimos días del mes.
El Diaiio del santafereño Caballero anota así este sucescj
«Enero 24., domingo. A la una de la tarde vino un correo extraor-
dinario dando noticia de que M. Pedro Labatut había ganado a
Santa Marta el día 6 y derrotado a Igs chapetones, y que el día
10 había entrado pacíficamente en la dicha ciudad, que encontró
casi sola; los emigrados se llevaron 2.000,000 de pesos, las alha-
jas de las iglesias y hasta la custodia de la Catedral. Dejaron la
artillería clavada y le prendieron fuego a la pólvora que tenían.
Esta noticia se celebró con dianas en los cuarteles, repiques, pól-
vora, vivas, etc., eto
El día 10 hizo Labatut jurar la independencia y el reconoci-
miento del gobierno de Cartagena; y el 13 participó esto al ayun-
tamiento de Ríohacha, excitándolo a abrazar su causa,, bajo la
amenaza de destruir la ciudad. Ooce días después requiere nue-
vamente a la misma corporación a reconocer el régimen republi-
cano, y la amenaza con ir a imponérselo por las armas. Los ediles
de esta ciudad rechazan indignados ambas comunicaciones, y
dicen que derramarán su sangre en defensa del juramento de fide-
lidad al rey que tienen hecho (2).
El 13 de febrero vuelve el jefe francés a apremiar a aquel ca-
bildo; le ofrece la fraternidad, si acepta su partido, y le amenaza,
en caso contrario, con pasar a cuchillo a todos los habitantes de
la ciudad, sin exceptuar los infantes. En esa misma fecha dirige al
ayuntamiento de Valledupar dos oficios: en el uno le pide diez
mil pesos para atenciones del Estado, y en el otro le ordena cap-
turar inmediatamente a los españoles que haya en aquella jurisdic-
ción, embargarles sus bienes y remitirlos a Santa Marta. Por
tercera vez las autoridades de Ríohaclu rechazaron las propuestas
(1) En el atlas de Colombia porM. M. Paz, se aeñala la ruta
que siguió Labatut de Cartagena a Santa Marta (carta vi), pero
no está m%rcado el regreso que hizo a aquella, ciudad antes de se-
guir a temarse esta última.
(2> Estas comunicaciones se mencionan en el Catálogo del archi-
TO de Indias (Sevilla), números 624, 629, 630 y 631.
744 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
de Labatut, y le manifiestaron que estaban dispuestas a morir por
su amado monarca (i).
El obispo de Santa Marta, fray. Manuel Redondo, fue arres-
tado por el vencedor, y enviado a Cartagena (2).
El gobernador Rodríguez Torices pidió al cuerpo legislativo
concediera un premio a Labatut por su lujida campaña, a lo cual
accedió aquella asamblea, declarándolas a él y a su ejército bene-
méritos de ll^pitrla en gtado eminente.. Dispuso también que dicho
jefe fuese honrado ct n una cinta tricolor en el brazo derecho que
tuviera la inspripción Cartagena agradecida y que además de su
sueldo se le diese una pensión vitalicia de cien pesos mensuales.
Pero su gloria sólo duró pocos dias. Numerosas deserciones
diezmaron sus filas, y un descontento abrumador se fue exten-
diendo en tamo suyo. A los dos meses completos», la revuelta es-
talló, y en breves horas sucumbieron los patriotas. Labatut corrió
a la playa, y se embircó en la corbeta Indagadora con rumbo a
Cartagena. El cacique y vecinos de Mamatoco, así como los de
Bonda, ayudaron a los samjrios en la derrota del invasor. El día
siguiente se hizojuramenlo de fidelidad a Fernando vii (3).
Se señaló como motivo de esa reacción las duras represalias
del vencedor. El congreso de las Provincias Unidas, consternado
por la pérdida de tan precioso baluarte, dirigió a los samarios pa-
labras de fraternidad y concordia: «Vuestras quejas, les dice, con-
tra un comandante imperioso y atrevido se confiesan justas por la
misma Cartagena que lo había puesto, y aquel gobierno se prepa-
raba a relevarlo o lo había relevado ya con un hombre más mode-
rado y dulce, que habría sabido reparar los males de su antecesor.
Pero cuando esto no hubiese sido, en el reino teníais ya una auto-
ridad soberana, constituida por la voluntad general de los pueblos,
y a ella debíais haber dirigido vuestras quejas.... ¿Qué culpa tiene
la Nueva Granada en los excesos que haya podido ccmeter una
persona particular, y ni aun el mismo gobierno de Caitagena?....
Quejaos si tenéis motivos de Labatut, quejaos del gobierno de
Cartagena, si os ha hecho algún mal, que seguramente habrá sido
contra su intención, cuantas veces tiene protestado que sólo desea
vuestra libertad, pero parad aquí, y no lle\éls más adelante vues-
tra venganza» (4).
El ayuntamiento de Santa Marta, con acuerdo d€l prelado,
dispuso que todos los años, el 5 de marzo, se cantase un Tedeum
en acción de gracias por «los beneficios que el Altísimo dispensó
a este pueblo en la expulsión de la tropa del gobierno ilegal de
(1) Ibídem, números 636. 637, 638 y 656.
(2) Aí-í lo participó el tesorero de la catedral J. E. Lioci a la
regencia, en el mes de marzo. Ibí Jem, número 681.
(3) Oficios del cacique y vecinos de Mamatoco al g-obefrnadcr de
Ríohacha, y del comandante de avances de Santa Marta al mismo.
Ibídsm, 659 y 660.
(4) Congreso de las Provincias Unidas, página 63.
LABATÜT 745
Cartagena al mando deJ francés Pedro Labatut, que dominaba esta
plaza.»
En agosto encargósele a nuestro héroe, en Cartagena, adonde
¡legó el día siguiente de su derrota un nuevo cuerpo de tropas,
con las cuales marchó a recuperar a Santa Marta, pero sufrió tre
mendo rechazo(i).
El gobierno de Cartagena improbó su conducta y le ordenó
salir del territorio, de donde partió para las Antillas, dirigiéndose
luego al Brasil,
Perdido tenían después su rastro nuestros historiadores, mas
recientemente escritores brasileros han publicado estudios sobre
el héroe, que ponen luz en sus postreros años. Son estos biógrafos
el conde Alfonso Celso, Augusto V. Aives, Virgilio Erigido y
Alfonso (le Taunay, mas de sus obras sólo conocemos la del último,
de la cual tomamos el retrato que va al frente de este articulo. Es,
nos parece, la primera vez que aquí se publica la efigie del héroe.
Ya se podrá agregar a la galería de proceres, donde se notaba
'ese vacío (2).
También el inteligente escritor señor Carbonell, que ha re-
presentado a Venezuela en aquella nación, publicó una silueta del
guerrero francés. De estos dos escritos tomamos los siguientes
episodios de su vida en ia antigua colonia lusitana.
Llegó a Río de Janeiro y ofreció sus servicios al príncipe regente.
Diole éste el puesto de brigadier, y luego !e nombró comandante
de las tropas que iban a combatir en Bahía contra el ejército por-
tugués. Fueron grandes sus éxitos en aquella campaña. Levantó
sus fuerzas hasta 5,000 hombres, y el 8 de noviembre de 1822
triunfó en Pirajá, batiéndose luego en Soledad, Itapoan, Concep-
ción y Bahía,
Pero el caráct;r tempestuoso y autoritario de Labatut vol-
vió a revelarse en esas victorias. Se murmuró de él en sus propias
filas y se conspiró paia deponerlo. Descubierta la conjuración^
hizo aprehender a sus cabecillas y condenarlos a muerte. Iban a
íl) Hallamos este dato en Biografía del Coronel de la Inde-
pendencia Felipe M. Martín. Allí dice: cEl gobierno de Carta-
gena organizó y envió dos expediciones sucesivas para someter a
Santa Marta: una a principios de mayo, a órdenes del coronel
Cbatilló» y del mismo presidente Torices; y otra en agosto al man-
do de Labatut, que había entregado la ciudad cinco meses antes.
Mas no obstante los recursos que se emplearon y la heroicidad con
que se lidió, el suceso no favoreció a los patriotas, que fueron derro-
tados en Papares, rechazados en un ataque al Morro y vencidos en
la Ciénaga y el Carnien, con pérdida de muchos elementos de
guerra.»
(2) Intitúlase la obra de Taunay Grandes vultos da Indepen-^
dencia Btastleira, publicacao conmemorativa do prineiio Centena-"
rio de Independencia Nacional S. Paulo, 1922. El señor Guima-
raes, distinguido diplomático brasilero, tuvo la gentileza de facili-
tarnos este libro, que vino a satisfacer nuestra curiosidad sobre la
vida de Labatut en sus postreros años.
746 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
levantarse loa patíbulos cuando estalló formidable insubordinacióa
contra el jefe y su auditor Cambuey. Fueron ambos reducidos a
prisión y enviados a la capital, donde se les juzgó en consejo de
guerra, pero salieron absueltos. Volvió Labatut a Bahía, enfermo
según parece, y allí sus amigos le hicieron en el teatro de Sanjuan
una ovación^ en la cual el poeta Maniz Bárrelo improvisó este
aoneto:
Ve, nobre Labatut, contempla o effeito
De tuaB lides marciaes de outr'ora!
Olha como aBah{a commemora
De sua libertade o heroico feito!
Aquí, consolosao beba teu peito!
Aquí, tua sande ache melhora,
E felgfue o po»o que tao grato chora
Ver te das dores no penoso leito.
Olha como te aíagam os bahianos,
Como e» por seus vates decantado,
Tu guerreiro, terror dos lusitanos!
De povo que serviste, abencoado.
Rindo de ingratos, rindo de tyranos.
Morreras grande, morreras veng^ado!
MI cual podría traducirse así:
Oh noble Labatut, bajo este techo
Las lides de tu espada vencedora,
Bahía alborozada conmemora
Y de su sacra libertad el hecho.
Aquí consolación tenga tu pecho
Y encuentre tu salud grata mejora:
¿No ves al pueblo que angustiado llora
Al verte de dolor en triste lecho?
Mira cómo te aclaman los bahianos
* Y fjor sus vates eres ensalzado.
Oh! guerrero, terror de lusitanos.
Del pueblo sin cesar glorificado
Y triunfador de ingratos y tiranos,
Morirás grande, morirás vengado. (1).
En 1829 sufrió nuevas persecuciones, se le borró del escala-
fón castrense, y se le ordenó salir del país. Meses después ocurre
un cambio político, que lo restablece en sus grados. En' 1832 se
le encarga de dominar la rebelión del coronel Madeira, y va y lo
vence en sangriento combate. Siete años después ascendido a ma-
riscal de campo se le encomienda una nueva campaña, en la cual
no lo favorece la fortuna y se le acusa de ineptitud.
(1) Nos hemos permitido traducir esta poesía ajustándonos lo
más poiiible al original. Tan sólo en el primer cuarteto pusimos dos
rimas distintas a la de los versos portugueses. Aun el defecto de las
asonancias en los tercetos lo dejamos en nuestra versión, a fin de
ser lo más fieles posible.
FRUTOS JOAQUÍN GUTIÉRREZ DE CABIEDES 747
Destituido y sometido a nuevo consejo de guerra, es otra vez
declarado inocente. Retírase entonces a Bahia, y allí muere el 34
de septiembre de 1849. Sus restos fueron trasladados a Pirajá,
según lo había él ordenado, y allá reposan en una modesta tumba.
Faltas cometería Labatut durante su paso por nuestro país;
habrá borrones de sangre en su hoja de servicio; no será impo-
luta la memoria que dejara tras su fugaz campaña, pero útil fue
su acción en la alborada de nuestra independencia; formó un
ejército, enseñó a triunfar, y levantó con sus proezas a los es-
píritus desalentados. Cuan resonante resultara su representación
si hubiera insistido en seguir la contienda hasta su maravilloso
desenlace. Si tributamos alabanzas a los actores del maravi-
lloso epilogo, bien dignos de loa son también los que iniciaron la
avalancha que rodando irrestible y gloriosa, fue desde las playas
norteñas por todo e! continente hasta golpear en remotos confines.
Sus crueldades, si no se justifican, se atenúan al considerar
el medie, la época y las circuntancias. Hijo, sin duda, de la re-
volución francesa, creado en la hecatombe napoleónica, y llegado
a América en las horas sombrías de !a guerra a muerte, habría de
ser rudo su carácter, y no estar su sable mojado en las aguas de
la bondad y del perdón (i).
Eduardo Posada
FRUC05 SOflQUin 6U3IERREZ DE CflBlEDES
Entre las figuras civiles de nuestra emancipación política,
destácase la del,preclaro doctor don Frutos Joaquín Gutiérrez de
Cabiedes, orlada con la corona del martirio, q«e seña'a el apogeo
de su gloria. Deseosos de tfibutar a su memoria, que para los más
ha pasado casi desconocida, un pequeño tributo de gratitud y
admiración, hemos trazado estas líneas, que rememoran los he-
chos más culminantes de su fecunda vida.
El fundador en nuestra patria del ilustre apellido de Gutié-
rrez de Cabiedes, que dio a la independencia dos mártires y a la
colonia numerosos varones ilustres, fue Domingo Gutiérrez de Ca-
biedes, quien al pasar a Indias, se radicó en la ciudad de Santiago
de Tunja, donde contrajo matrimonio con doña Francisca Pérez
del Pilar, y desempeñó los siguientes cargos : alférez de infantería
española, corregidor de los mitayos y alcalde de la santa herman-
dad. Era hijo de don Juan Gutiérrez de Cabiedes y Vélez de Es-
calante y de doña Inés García de Hijárez; nieto de don José Gu-
tiérrez de Cabiedes y doña María Vélez de Escalante, de don Añ-
il) Este artículo fue publicado con el retrato de Labatut, el año
pasado, eo la revista Bagatela; al reproducirlo hoy lo hemos corregi-
do y ampliado. A tiempK) que aquí lo escribíamos aparecía en el
Brasil un notable estudio sobre el procer por el señor Guimaraes
{Revista do Brasil, número 107), el cual contiene mayores detalles de
aquella vida que dejó en la historia americana tan perdurables
huellas.
748 BOr.ETÍr^ DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
tonio García de Hijárez y doña Catalina Sánchez del Palenque:
todos naturales de la villa de Treseño y lugar de Gabiedes, en el
corregimiento de las cuatro villas de la cesta del mar en las mon-
tañas, que entonces eran del obispado de Burgos; cristianos vie-
jos, limpios de toda mala raza, hijosdalgo notorios y nobles de
todas partes, de los principales de aquel valle, según consta por
información de ocho testigos, actuada en el año de 1639, ante don
Toribio Galderón, teniente corregidor del valle de Valdáüga.
De su matrimonio con doña Francisca Pérez del Pilar nacie-
ron Diego y Juan Gutiérrez de Gabiedes. Esposo el último de
doña Francisca Guerrero de Librillos, hija de don Ignacio Gue-
rrero de Librillos, y de doña Bernarda Mujica de Vergara, de las.
primeras y nobles familias del reino; fue su hijo Tomás Gutiérrez
de Gabiedes, el que por orden del presidente del reino pasó a la
villa de San Cristóbal, a la reducción de los indios chinatos Desde
entonces se radicaron en ella los Gutiérrez de Gabiedes, donde el
16 de julio de 1698 contrajo matrimonio don Tomás con doña
María Josefa Vásquez Hermoso, en quien tuvo a Gabriel, bauti-
zado el 10 de mayo de 1700.
• Numerosos e imporrantes fueron los empleos que desempeñó
éste. En San Cristóbal, alcalde de la hermandad y ordinario, ^juez
de varias residencias y capitán de milicias, ejerciéndolos con celo
y actividad en servicio de Dios y del rey y utilidad del público,
sin que jamás sé le hubiese notado exceso o defecto alguno, ni
ninguna persona se hubiese quejado de sus procedimientos.
Por título de 18 de noviembre de 1734, el virrey y corone!
de los reales ejércitos, don Rafael de Eslava, lo nombró go-i
bernador de la provincia de San Faustino, cuyo *empleo resulta
haber ejercido con acierto, según la sentencia pronunciada por el
superior tribunal de la real 'audiencia de Santafé, en su causa
y juicio de residencia, el ti de enero de 174c,
El 7 de marzo de 1743 don Francisco Antonio de Salcedo,
coronel, gobernador y capitán general de Maracaibo, lo nombró
por capitán de las milicias de San Cristóbal; y en conformidad de
la real cédula, fecha en el soto de Roma, a 15 de mayo de 1730,
se libró por ante los señores de la audiencia la real provisión de 6
noviembre de 1743, para que Gutiérrez de Cabiedes pudiese ma-
tricular y alistar las gentes de su ciudad nata!, y hacer entrada,
según conviniese a la reducción y pacificación de los indios mo-
tilones. El 17 de septiembre de 1748 fue elegido teniente oficial
real de su patria; en donde el 25 de junio de 1724 contrajo el
sagrado vinculo con la muy distinguida doña Nicolasa Ramírez
de Arellano, nacida el 15 de septiembre de 1703, del matrimonio
de don Bernardo Ramírez de Arellano y doña Míesela de Be-
tancur.
Don Gabriel otorgó testamento el 20 de diciembre de 1757,
y doña Nicolasa el 25 de abril de 1764, declarando por sus hijos,
entre otros, a don Esteban Antonio. y a don Juan Ignacio. El pri-
mero fue colegial de San Bartolomé y siguió la carrera eclesiás-
tica, llegando a ser canónigo de Mérida. El segundo, bautizado
FRUTOS JOAQUÍN GUTIÉRREZ DE CABIEDES 749
el 3 de agosto de 173 1, fue también digno hijo de su padre, al-
canzando en su larga y meritísima vida los títulos siguientes: el
18 de abril de 175S, alíérez real de San Cristóbal, con general re-
putación, haciendo como tál la jura del rey don Carlos iir. Por
declaraciones tomadas en la villa del Rosario de Cúcuta en el
año de 1799, resulta haber obtenido en la misma turma el empleo
de alcalde ordinario en Sún Cristóbal/ y los de alférez real y al-
calde ordinario en el Rosario de Cúcuta, «por común aclamación
délos vecinos de ésta, cuando p^r el año de 7?3 se erigió en
villa.» Miguel de Santisteban, como apoderado de la condesa del
Puerto, lo nombró, el 30 de septiembre de 1758, teniente de co-
rreos mayor de San Cristóbal, con facultad de nombrar otros de
su satisfacción para las ciudades de Pamplona, Grita y Mérida.
Los padres misioneros de la orden de predicadores solicitaron del
juez privativo de tierras, don Benito Casal y Montenegro, el tí-
tulo de juez subdelegado de tierras en ventas y composiciones en
toda la jurisdicción, para don Juan Ignacio, que lo obtuvo el 15 de'
juliodei767; y por la misma solicitud fue nombrado, el 20 de
mayo del año citado, capitán de la escolta de las misiones de Ba-
rinas. Por certificación del cabildo de su villa natal, dada el 12
deoctubre de 1767, consta: que habiéndose mandado por el go-
bernador de la provincia de Maracaibo, en virtud de superior
orden del virrey de este reino, que se hiciese elección d«» sujeto
benemérito e idóneo para capitán comandante de entrada a la re-
ducción y pacificación de los motilones, se congregaron tcjdi s los
vecinos de dicha villa y valles de Cúcuta y Lobateía, quienes de
común acuerdo eligieron a don Juan Ignacio Gutiérrez de Cabie-
des, como persona la más a propósito por sus méritos y por el co-
nocimiento que tenían de sus notorias circunstancias, como tam-
bién por la constante experiencia de su carácter prudente, celoso
y activo, que había acreditado en el ejercicio del empleo de alfé-
rez real, en el de las muchas veces que fue alcalde ordinario, y
cuantas ocurrieron en servicio de rey y beneficio del público.
Finalmente, don Pedro Messía de la Zerda, por título de 7 de
abril de 1770, lo eligió por maestre de campo de las milicias de
San Cristóbal.
Enestaciudaduniósusuerte,el 22 demayode i752,a!adedcña
Bárbdia de Bonilla y Montoya, vastago del matrimonio de don Gre-
gorio de Bonillay doña Juana Móntoya; nieta de don Gregorio Boni-
lla y doña Felipa Colmenares, de don JoséAnselmo de Montoya y
doña María Méndez; doña Felipa Colmenares fue hija del capitán
encomendero Jerónimo de Colmenares y de doña Elena Navarro
de la Rosa, los cuales son terceros abuelos maternos del doctor
Frutos Joaquín, y cuartos abuelos paternos del general Santander.
Una hermana de doña Bárbara de Bonilla contrajo matrimonio, el
ig de noviembre de 174?, con don Juan José Santander Caballero.
Finalmente hay triple enlace entr^ los ilustres Gutiéirez de Cabie-
des y el inmortal Santander, por el matrimonio contraído por Mi-
caela Josefa de Santander con otro hermano de la esposa, del pa-
750 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
triarcal don Juan Ignacio Gutiérrez de Cebiedes, como se lee en
el interesantísimo y laborioso ifolleto que el distinguido joven don
Luis Eduardo Pacheco ha publicado bajo el titulo de La Familia
de Santander.
Don Juan Ignacio otorgó su última voluntad en la villa del
Rosario, el 27 de marzo de 1795, declarando por hijos de su ma-
trimonio, con doña Bárbara de Bonilla, entre otros, a Pedro León
y a Frutos Joaquín. Había contraído segundas nupcia«, en la últi-
ma ciudad, con dófia Ana Josefa de Silva y Ferreira, bautizada de
siete meses, el 20 de diciembre de 1756, el 25 de agosto de 1784,
siendojsus hijos, entre otros, José María (el Fogoso), Custodio y To-
más, denodados servidores de la patria. Dofia Ana Josefa fue
fruto del matrimonio contraído, el 20 de abril de 1754, por An-
drés Silva y dofia Paula Ferreira, bautizada en San Gil, el 6 de oc-
tubre de 1727, siendo sus padres Francisco Antonio Ferreira y
dofia María González Noriega; y sus abuelos, Juan Ventura Fe-
rreira y dofia Josefa de Acebedo y Pefialosa, Pedro González No-
riega y Casilda Tello y Mayorga, Don Andrés lo fue de Agustín
de Silva y doña María Ortiz, y nieto de don Marcos de Silva y
dofia N. Velasco, de don Gabriel Ángel Ortiz y doña Violante
Muñe.
Vengamos ya a nuestro biografiado. Nacido" en la patria de
los Omañas y Santanderes, la privilegiada villa del Rosario de Cú-
cuta, pródiga en hijos para la patria, el 27 de octubre de 1770,
según consta por su fe de bautismo, que a la letra dice: «En la
viceparroquia de Nuestra Sefiora del Rosario valle de Cúcuta, en
veintisiete de octubre del año de mil setecientos setenta, yo, el
doctor don Manuel Antonio Nava, teniente de cura de dicha vice-
parroquia, bauticé, puse oleo y crisma a un nifio, a quien puse por
nombre Fruto Joaquín, legítimo de don Juan Ignacio Gutiérrez de
Cabiedes y de dofia Bárbara Bonilla; fueron padrinos don Salva-
dor Medrano y dofia Agustina de la Parra, a quienes advertí el
parentesco, y porque conste lo firmé. Doctor don Manuel Antonio
de ^ava.*
Don Juan Ignacio preocupóse grandemente en dar a sus hi-
jos cristiana y vasta ilustración, que más tarde pudieran poner al
servicio de su patria, «gastando considerable cantidad de pesos,
dicen Pedro León y Frutos Joaquín, en nuestra educación y ense-
ñanza y desvelándose en arbitrar medios para nuestro adelanta-
miento, sin omitir gasto alguno.» Y así, enviólos a la ciudad del
águila negra, con el propósito de que coronaran sus ya bien ci-
mentados estudios, en uno de los prestigiosos institutos que en ella
existían.
El colegio real mayor y seminario de .San Bartolomé pudo,
el 18 de octubre de 1:784, inscribir entre sus hijos a Frutos Joa-
quín, de quien más tarde se enorgullecería. En esos venerables
claustros, a cuya sombra se meció la cuna de Colombia y se ga-
naron San Mateo y Boyacá, parodiando la frase de Weilinton, y
FRUTOS JOAQUÍN GUTIÉRREZ DE CABIEDES 751
que hoy la demoledora pica de la civilización va paulatinamente-
haciendo desaparecer, y quizá con ellos, la memoria de esa pléya-
de gloriosa de varones ilustres que le dieron gloria y fama, dio a
conocer Gutiérrez sus principios |de religión y vasta doctrina, su
espíritu sagaz, a veces demasiado sutil, su carácter muy condes-
cendiente y siempre amable. En él desempeñó los siguientes car-
gos: pasante de estudios, secretario, conciliario y fiscal por varios-
afios, captándose general estimación.
El 23 de diciembre de 1788 recibió el título de bachiller enr
filosofía, por la universidad de Santo Tomás; en mayo de 1790,
el de bachiller en derecho canónico, y el 13 de julio, el de doctor
en esta ciencia. El 3 de junio de 1794 don José de Ezpeleta le
dio el nombramiento en propiedad, de catedrático en dicha asig-
natura, para el colegio de San Bartolomé. «Sus discípulos, para
conservar su memoria, colocaron un retrato en la clase de cáno-
nes, en el año de 1802. Este monumento se le consagró, dice
uno de ellos, de modo que él no lo supo hasta verlo en la cáte-
dra. Al sentarse en ella le dirigió la palabra el bachiller Andrés
Arroe, y en contestación pronunció de repente una elocuente y
larga arenga.»
Siete años más tarde, por el mes de junio de 1809, fue nuestro
biografiado quien colocó en su aula un bello cuadro alegórico,
con el fretrato del rey que tenía la siguiente inscripción latina:
Fernandus vii Hispaniar et Indar Rex. Hos adolsscenmm, senectuta
jucundus scelentissmo proditiones facinore ante diem deeeptus, adest
absces omnium Noii Regni Granat. an'tnis inscuipíus. collcgio aiv.
Battítol civiíat Sánete fii dilectissimus , vehementer optatus. Qanoniet
jurisprudentie candidatus, incensó amorío slúdio prosecuius.
El 14 de agosto de 1794 fue inscrito su nombre^entre los abo-
gados de esta real audiencia; y el 16 de enero de 1795 otorgó po-
der para 'que a su nombre se solicitara en Caracas su incorpora-
ción a la real audiencia de esta ciudad. Pero como había enviado a
la Corte de Madrid el original de su título, obtenido en Santafé,
sólo envió a Caracas un testimonio que no fue admitido, según auto
del 19 de agosto del año antes citado. Y por real despacho, de 3
de julio de 1795, se le confirió el título de abogado de los reales
consejos. El tribunal de la inquisición de la hidalga Cartagena de
Indias lo nombró su consultor, el 22 de julio de 1799, año en
que figura como alcalde comisario del barrio de San Jorge de San
tafé. El fiscal de lo civil de esta real audiencia, don Diego de Frías^
por decreto de 1 1 de junio de 1804, le invistió del delicado cargo de
agente fiscal del crimen y protector de indios, que desempeñó por
varios años.
Al lado de José Camilo de Torres, con cuya vida tiene innu-
merables puntos de contacto, de Fernández Madrid, Salazar, Ulloa
Y Pombo, y como buen amigo que era de fiestas y tertulias parti-
culares, q-ue de su casa hicieron salón apetecido de los santafere-
fios, concurría asiduamente a la aristocrática mansión de los espo-
sos Manrique-Santamaría, a aquellas envidiables tertulias del
752 . BOLETÍN DE HISTORIA y ANTIGÜEDADES
«buen gusto,» en las que hacía la admiración de sus compañeros,
«a quienes sabia divertir con sus chistes y con la instrucción pro-
pia del caso. Era un literato de mucho gusto y general instrucción:
un estilo corriente y puro distingue sus escritos, fina erudición y
solidez en el discurso, y poseía grande afluencia para habiar en
público,»
En el S'.manirio del sabio mártir publicó dos trascendentales
ti\.ná\o%: \í\\ DiiCiirso sobre ¿Oí ccmcnicr os, y su famoso D curso
sobfc la ccnvenic/ici.T. de cr g r mayor nümno de ob spaio^ en el nuevo
reno. Esta obra, que f)cupa cien páginas del SiMuiario, revela,
dice don José María Vergara y Vergara, grande erudición en mate-
rias canónicas y conocimientf) de las ciencias políticas, y dio mu-
cho renombre a su autor (i).
Aproximábase el año de i8io, en elcual el sol de la libertad,
13espejando las tinieblas que encubrían la América, haría figurar al
Nuevo Reino entre las naciones. «Pero el primer paso, dice Gu-
tiérrez en su defensa de 1811, el paso más necesario, era zanjar los
cimientos de la opinión pública y difundir oportunamente las
luces sobre un pueblo que no conocía sus derechos. Este fue pre-
cisamente el que yo di, por los meses de febrero y marzo de 1809,
publicando las Cattis de Suba^ que a muchos de los mismos que
las celebraban, parecieron una locura: primer grito que se lanzó en
favor de nuestra libertad, reclamando los derechos de las Améri-
cas, y por el cual fui atacado, denunciado y perseguido, valiéndo-
se a un tiempo ios oidores de este documento para acusarme ante
el virrey Amar, y hacer que se me mirase comi> el prototipo de
los enemigos de la tiranía.»
^1) En el año de 1805, con motivo de una patriótica proclama del
príncipe de la Paz, en la que pedía a todos los españoles e hispano-
americanos, de todas clases y condiciones, se alistasen en los ejércitos
de la patria para defenderla de la invasión inglesa, Gutiérrez, exal-
tado patriota español entonces, grandemente conmovido al leer el ma-
nifiesto, no pudiendo tomar una parte activa y personal en la defen-
sa de la nación, se apresuró a hacerlo del modo como su carrera lo
permitía, y después de esperar «las producciones de los sabios ciu-
dadanos que pudieran haber ya fructuosamente tributado a la pa-
tria su homenaje,» resolvió trazar el cuadro político, en el que se
hallan expuestas las ideas y movimientos del pueblo ambicioso y
sanguinario, que trat\ de sub^'ugar al mundo, las obligaciones sa-
gradas de todo individuo social, y el modo de ejercerlas en el pre-
sente estado para arruinar al enemigo. Discurso elocuente y ardoro-
so dedicado al príncipe antes nombrado, que confirma el justo re-
nombre que alcanzó como orador, y que destinó a la publicidad,
pero por motivos que no hemos podido averiguar, se quedó inédito,
cuando estaba ya listo para ir a las cajas, con el siguiente título:
La razón española cont> a la injusticia jnglesa. Discuiso pai enético
que con inntivo de la presente gtiej'ra, da a luz^ Fruto Gutiérrez de
Cabiedes. En Santafé de Bogotá, año de mdccc. El oficio, por el que
solicitaba del virrey la licencia para su publicación, está fechado el
30 de julio de 1805.
El precioso original, hasta hoy inédito, es conservado por el
distinguido caballero don Enrique de Narváez, digno descendiente
del marqués de Santacruz de la Torre.
FRUTOS JOAQUÍN GUTIÉRREZ DE CABIEDES 753
Esa opinióp tenía ante la audiencia, mas no en la corte, pues
el rey lo considerabíi, se^ún el informe del comisionado regio don
Antonio de Villavicencio, de fecha 24. de mayo de 1810, «como
sujeto de sobresalientes talentos, de grandes conocimientos no
sólo en la jurisprudencia civil^ y canónica sino también en la
política económica y en las ciencias naturales. Comprueban lo di-
cho las obras que ha presentado al público, en que ha hecho pa-
tente su erudición, buen juicio e instrucción en todos los ramos de
la administrición, etc. Su conducta arreglada, su conocido patrio-
tismo, su moderación y prudencia, a que deben agregarse sus ser-
vicios, exigen por el bien del estado que se le emplee a lo menos
en una de las primeras auditorías del virreinato; su crédito y bue-
na reputación en éste lo testifican las propuestas de varios ayunta-
mientos para diputado del reino.» •
Entre los numerosos votos que obtuvo, para tan honorífica de-
signación, recordaremos el del cabildo de Pamplona, que lo eligió
con Camilo de Torres y Primo Groot; elección que agradeció
cen estas frases: «No es de ahora que persuadido del derecho
incontestable de la América española a nombrar sus diputados
para la junta central, que sabiamente se ha establecido con el
importantísimo objeto de reunir los poderes y majestuosa repre-
sentación de los pueblos durante la ausencia de nuestro católico
soberano ei señor don Fernando vii, el monarca más amado, de-
.seado y suspirado de sus fieles vasallos, había concebido la grave
delicadeza de tan elevado ministerio, la inmensidad de los ramos
de su inspección y el incalculable valor de esta prerrogativa social.
Con estos conocimientos y el de mi incapacidad no podía lison-
jearme de que alguno de los muy ilustres cabildos se me tuviese
presente pars una elección que mira a objetos de tan alta impor-
tancia. Así ha venido a ser para mí una sorpresa el magnífico ras-
go de generosidad con que vuestra señoría se ha dignado hon-
rarme y favorecerme, siendo uno de los efectos que esta honorífica
noticia ha producido en mi corazón, el de hacer inás sensible la
cortedad de mis talentos y luces, nunca serán capaces de manifes-
tar en toda su extensión mi gratitud y reconocimiento. Tenga
vuestra señoría ¡a bondad de admitir las gracias que rindo coa
toda lá ternura de mis afectos y expresión del agradecimiento que
ofrezco mi persona y facultades al servicio del muy ilustre cuer-
po que ha honrado mi pequenez con la demostración muy clara
de su s preciabilísimo concepto. Dios guarde a vuestra señoría mu-
chos años. Santafé, junio 21 de 1809.»
En la célebre junta, del n de septiembre de este año, hízose
notar por su elocuencia y avanzadas ideas, que le merecieron ma-
yor enemistad del virrey. En la famosísima Representación del ca-
bildo de Bogotá a la suprema junta central de E^aña, digno en-
gendro de la pluma de Camilo Torres, hallamos su nombre como
autor de uno de los votos que se dieron por escrito.
En la sublime noche del 20 de julio de i8io, cel Demóstenes
Gutiérrez se hizo inmortal, jamás Atenas ni Roma tuvieron mo-
XIV- 48
754 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
mentó tan feliz, ni fueron superiores sus oradores a los que habla-
ron,» según palabras del Tribuno del Pueblo, en carta de 21 de
julio, a su primo el procer Miguel Tadeo Gómez. Tratándose de
nombrar presidente, Gutiérrez, vocal aclamado por el pueblo, se
declaró por el ex-virrey, haciendo ver al pueblo con grande energía
las virtudes y nobles cualidades de que estaba adornado este dis-
tinguido militar, y más particularmente manifestadas en este día y
noche. Esta actuación, consignada en el acta del glorioso día, lúe
rectificada por los ilustres directores de! D ario Politico, con estas
palabras: «La verdad es que el vocal Gutiérrez ha detestado a los
antiguos funcionarios, y positivamente se opuso a que el ex-virrey
obtuviese esta alta dignidad, y suscribió porqué convenia en el
caso.»
•
Cabe aquí, para saldar, a través del tiempo, una deuda de gra-
titud contraída con tan egregio varón, recordar cómo el día 21, ai
ser conducido a la cárcel nuestro tatarabuelo don Juan Hernández
de Alba, en medio de un pueblo implacable, que pedía su suplicio,
salvóle de perecer a manos de la-muchedumbre.
Dos días más tarde la junta suprema lo comisionó, con los
vocales Luis Eduardo de Azuola e Ignacio de Herrera, para que
reconociesen los procesos que desde algún tiempo se decía forma-
ban los oidores contra algunas personas ilustres de la capital,
como los señores Luis Caicedo, Andrés Rosillo, fe sé Acebedo,
Ignacio Herrera, Pedro Groot, Camilo Torres, Frutos Joaquín
Gutiérrez, Antonio Nariño y otros
El 26 fue designado miembro de los «negocios diplomáticos^
internos y externos,» y se le encargó de la secretaiía de la pri-
mera junta. £1 día 28, «a la noche, le dio el clero una famosa
música, con muchos cohetes, a la junta,» y el vocal, don Frutos
Gutiérrez arengó en su nombre al clero y al numeroso pueblo
que había concurrido a solemnizar estas demostraciones. Siempre
admiraremos, dice el ilustre Caldas, la brillantez de expresión, la
extremada facilidad en producirse, y la solidez de las ideas en los
discursos repetidos de este patriota infatigable. Mucho le debe la
patria, y más la pluma de los diarista»» para perpetuar la memoria
de sus «ervicios.
El 2g del citado mes de julio fue comisionado -con don Ca-
milo de Torres para ir al claustro de la universidad tomistica para
poner la enseñanza universitaria en consonancia con les principios
proclamados por la revolución.
«El 5 de agosto, domingo por la noche, salió de la casa de
administración de aguardiente un carro triunfal y el retrato de
Fernando vii, y condujeron al cabildo en procesión todo el pue-
blo echando muchos vivas, con música, muchos voladores. Tra-
jeron el retrato en un trono de plata, y los alumbrantes fueron la
oficialidad de Cartagena, todos con hachas de cera; luego lo pusie-
ron frente al cabildo, y a un rato salió el doctor don Frutos Gutiérrez
a la galería y relató una loa lo más famosa, que todos quedaron
asombrados y llenos de sumo gozo; volvieron a llevar el retrato a
FRUTOS JOAQUÍN GUTIÉRREZ DE CABIEDE3 755
la misma administración, a las nueve y media de la noche.» Esto
se lee en un curioso libro de recuerdos de un santafereño, N. Es-
candón, propiedad del decano de nuestros historiadores, Eduardo
Posada, quien con su bondad característica nos lo franqueó.
El 22 de septiembre fue nombrado, con fray Diego Padilla,
para dirigir la «impresión del manifiesto de la innovación del go-
bierno.» En tanto elaboraba con el Catón granadino y Mirabeau
de nuestra revolución, Camilo de Torres, el célebre manifiesto
Motives que han obligado al Nuevo Reino de Granada a reasu-
mir los derechos de soberanía, etc., que al decir de autorizada
pluma, tuvo por único autof a nuestro biografiado. El 13 de octu-
bre, profundamente herido se sintió el patriotismo de Gutiérrez al
Yer que cuando apenas habían pasado ochenta días de indepen
dencia, ya la división comenzaba en las provincias. Desconfiadas,
unas, envidiosas otras; aquéllas oigullosas de su libertad, pero
sin ilustración; éstas, vergonzosamente abatidas e interesadas,":
todas, o la mayor parte rencorosas y sin política, habían formado
del Nuevo Reino de Granada un teatro oscuro, donde se veían en
contradicción todas las virtudes y todas las pasiones; la verdad y
el error con sus funestas consecuencias. «Todos opinan, todos sos-
pechan, todos proyectan, todos temen; cada hombre es un sis-
tema. Y entretanto, Santafé ha llamado, sin pérdida de un
momento y con e! lenguaje tierno de la amistad, a todas las pro-
vincias para que trabajen de acuerdo en esta creación gloriosa,
que Santafé había comenzado y no podía sino adelantar, mientras
que aquéllas se reunían, Santafé, en una palabra, no tuvo la
ruindad de limitarse a su provincia y de concentrarse en sí misma
a pensar pacíficamente en su existencia, dejando a las demás que
cuidasen de la suya propia, sino que, con miras vastas, hijas de
su generosidad, grandeza e ilustración, trató de presentar al mun-
do una nación más respetable y feliz.»
Todo lo cual movióli/" a pronunciar en la reunión de la junta
suprema un elocuente discurso, cuyo es el párrafo transcrito, y en
el que también decía: «Yo velo a todas horas: si no acierto, si la
patria no coge el fiutp de mis fatigas, a mí me queda al menos el
consuelo de cumplir con mi deber.»
Según bando promulfjado el 26 de octubre, por el cual de-
signábanse los patricios que debían formar el primer turno en el
cuerpo ejecut'vo, fue elegido secretario general de estado, gobier-
no, gracia y justicia. La suprema junta en su cuerpo ejecutivo,
«acordó la asignación anual de dos mil pesos a cada uno ds
los secretarios de estado y del despacho universal, don Camilo
Torres y don Frutos Je aquín Gutiérrez, en consideración a sus
extraordinarios servicio? en favor de la patria, dice la resolución,
y a que, abandonando los intereses de comodidad y honrosa sub-
sistencia que les ofrecía anteriormente su profesión, al fin vendrían
a perecer unos ciudadanos tan dignos de que la patria les remu-
nere con su gratitud.»
756 BOLETÍN PE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
En las elecciones para representante por Santafé al primer
congreso del reino, obtuvo, como su amigo Torres, un voto. Reu-
nido dicho cuerpo, y viendo la junta suprema que el tiempo pa-
saba, y aquél no adelantaba sus labores, resolvió constituirse en
colegio constituyente de Cundinamarca, para elaborar nuestra
primera constitución. Instalóse éste el 25 de enero de 1811; y el 19
de febrero convocó a los padres de familia de cada parroquia, para
que eligieran sus disputados, quedando constituido eh 27. Nom-
brados secretarios fueron Torres, diputado por la parroquia de la
Catedral, y Gutiérrez, diputado por la villa y partido de Zipaqui-
rá. Finalmente, firmóse la constitución' el 30 de marzo del citado
afio.
Día por día acentuábase la división de los partidos centra-
lista y federalista. La no anexión de Cundinamarca a las Provin-
cias unidas impedía la reunión del congreso, lo cual movió a los
representantes que se habían trasladado a Ibagué a firmar una
estipulación con el supremo poder ejecutivo de Cundinamarca.
Para el efecto fueron nombrados los señores Gutiérrez de Cabie-
des y José María del Castillo y Rada, segundos representantes,
respectivamente, de Pamplona y Tunja. Después de haber presen-
tado sus credenciales en Santafé, y C(5nferenciado sobre el asunto,
en los días 12 y 18 de mayo, se llegó a favorables conclusiones
para la reunión del congreso, que fueron firmadas el 18 de mayo.
Infructuosas fueron tales capitulaciones. La presidencia de
Tunja declaróse opuesta a ratificar este tratado, y a pesar de los
esfuerzos de los diputados residentes en Ibagué, quienes nombra-
ron con el fin de reconciliar a los presidentes de Cundinamarca y
Tunja, una comisión integrada por Gutiérrez, Tor:cs, Juan Ma-
rimón y José María del Castillo y Rada, vínose a la guerra civil.
Movidos por las instancias de NariBo, los diputados al con-
greso dirigiéronse hacia el norte, y se reunieron en la Villa de
Leiva, donde el 4 de octubre de 181 2 quedó instalado el primer
congreso nacional. Como segundo representante por Pamplona
concurrió e! doctor Gutiérrez.
En el año antes citado de 1812, el congreso io condecoró
con una honrosísima comisión, la de asesorar con sus luces al que
más tarde habría de llamarse nuestro Libertador. Asesoría ésta
pedida por el general Bolívar, ya que no se le confería autoridad
para obrar «con arreglo alas circunstancias»; en unión del canó-
nigo de Mérida, don Luis Mendoza, y del coronel don Antonio
de Villavicencio, Esta comisión se puso en camino lo más pronto
que le fue posible, mas cuando llegó a Cúcuta, donde debía unir-
se al Libertador, ya éste había abandonado la ciudad, y ocu-
rrencias posteriores le impidieron juntarse a las tropas. Verdad es
que Gutiérrez, «apenas habría servido para intervenir como po-
lítico.»
En 1813 «fue teniente gobernador del estado federal de Tun-
ja, en donde se captó general y honda simpatía,» según decir del
venerable historiador Cayo Leónidas Pefiuela, en el número 37
del Repertorio Boyacense, dedicado a los mártires de Boyacá.
FRUTOS JOAQUÍN GUTIÉRREZ DE CABIEDES 757
El lo de junio de 1814 la junta de electores de Tunja lo
nombró ministco del alto tribunal de justicia de la provincia, mas
el cuerpo legislativo, del que hacía parte, no permitió su separa-
ción. En las sesiones dei congreso, reunido en Tunja (1814), tra-
tóse de la urgente necesidad de establecer relaciones con la santa
ásde, a fin de conseguir el remedio a muchos males, que por falta
de pastor autorizado, se notaban en el clero. El cmgreso era
opuesto a que el señor Sacristán se posesionase de la mitra de
Santafé, oposición desaprobada p9r el caMIdo eclesiástico. Para
resolver estos y otros asuntos; relacionados directamente con la
jurisdicción eclesiástica, nombró el congreso una comisión, com-
puesta por Gutiérrez de Cabiedes y el canónigo de Cartagena, don
Juan Marimón. «La comisión presentó su informe el 25 de enero
de 1814. En esta pieza importante i stentó el doctor Gutiérrez su
erudición en la ciencia eclesiástica, extendiéndose difusamente so-
bre cada uno de los puntos que tocaban a los canónigos en su
oficio y acta.» En cuanto a la venida del arzobispo, era don Fiutos
Joaquín resuelto oposicionista, al menos que el prelado abjurase
de la dominación española y no pusiese por su parte obstáculo
alguno al reconocimiento de ia independencia. Este asunto quedó
pendiente, no llegando las autoridades, civil y eclesiástica, a
acuerdo alguno.
En el último congreso, reunido en Santafé en 18 15, fue se-
cretario hasta el 24 de abril del luctuoso año de 1816, en que
' los miembros de esta alta corporación, gravemente comprometidos,
en su mayor parte salieron de la ciudad para escapar de la ven-
ganza española, Y así partieron de Santafé, en la noche del 27 de
abril, José María Salazar, Frutos Joaquín Gutiérrez y el doctor
Antonio Ardila, acompañados de los Arrublas, con dirección a los
Líanos de San Martín y Casanare. Salazar logró ¡legar a Vene-
zuela, no así el doctor Gutiérrez, quien cayó en poder del coronel
Matías D'Escuté, digno teniente del «Pacificador,» quien lo con-
dujo a Pore, donde fue pasado ^or las armas el 25 de octubre,
junto con distinguidos e ilustres p.ítriotas. El conde de Cartagena,
en la Relación de ¿as principales cabezas de la rebelión de este Nuevo
Re na de Granada, etc., dice del excelso Gutiérrez: «Fue secretario
del congreso, y uno de los principales revolucionarios. Fue pasado
por las armas, por la espalda, y confiscados sus bienes.»
Por extraña casualidad, nuestra muy noble y leal Santafé
presenciaba el 25 de octubre de 18 16 una original ceremonia. Es-
cuchemos al cronista de nuestra independencia: «En este mismo
día (25) se hizo una hoguera en la plaza, y a las once vinieron to-
dos los -inquisidores, y en medio de ellos traían un carro lleno de
todos los papeles, así manuscritos, como todos los impresos que
habían salido en tiempo de La Patña, como fueron, sermones, ga-
ceta.s, bagatelas, boletines y demás. En la punta de una vara
traían el retrato de un colegial, que era el del doctor don Frutos
Gutiérrez, colegial de San Bartolomé, y lo echaron en la hogue-
ra, junto con todos los papeles, y mientras se hizo este sacrificio,
tocaron las companas a descomunión.» No dudamos fue este el
758 BOLETÍN DB HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
retrato que en la aurora del siglo xviii consagraron los agrade-
cidos discípulos a su catedrático.
Así concluyó la preciosa existencia de tan ilustre procer,
quien había contraído matrimonio con la digna dama doña Josefa
Bailen de Guzmán, una de las literatas de Santafé, como la ape-
llida un contemporáneo, y vastago del matrimonio de don Fer-
nando Bailen de Guzmán y doña Lucia Uribe. Sa partida de ma-
trimonio dice así: «En la ciudad ^de Santafé, a diez y siete de
febrero de mil setecietitos noventa y cuatro, con expresa facultad
que yo el infrascrito cura rector de éRa; santa iglesia Catedral con-
ferí al doctor don Miguel Garzón Melgarejo, presbítero, |dio ben-
diciones nupciales en la iglesia de San Carlos, al doctor don Fruto
Gutiérrez y a doña Josefa Mallén (sic), feligreses de dicha iglesia.
Siendo testigo el ¡bachiller doctor Nicolás Mallén (sic). Doy fe.
Docíor Santiago Gregotio de Burgos.^
«Siempre la amó con la mayor ternura, dice uno de sus bió-
grafos, a pesar del tiempo y de su país de tempranas hermosuras.
Pudo ser superado en otro género de mérito, pero difícilmente
igualado como buen esposo.»
Ella, como esposa de Frutos Joaquín y hermana de Nicolás
Bailen de Guzmán, sufrió la pena de destierro; siendo confinada
a Simijaca, adonde llegó el 20 de agosto de 1816, de orden del
titulado Pacificador.
Años más tarde, el 29 de abril de 1820, el vicepresidente de
Colombia la grande, por una consideración especial a la viuda de '
Gutiérrez de Cabiedes, le concedió la pensión de doce pesos
mensuales, que se le pagarían de su sueldo, mientras estuviese en
la vicepresidencia. De ella gozó hasta el 3 de septiembre de 1823,
día que concluyó su peregrinación sobre la tierra.
Terminamos estos deficientes apuntes, con las palabras con-
signadas por un discípulo agradecido, que quiso permanecer anó-
nimo, y que hemos tomado del L bro de colegiales conVíctores de
San Bartolomé. Fue el doctor Frutos Joaquín Gutiérrez uno de
aquellos hombres nada comunes, sabio, virtuoso y muy religioso.
Uno de los que primero se declaró por la causa de la indepen-
dencia, y trabajó en ella hasta su muerte, que fue en Pore, donde
lo sacrificaron los españoles.
Fue uno de los hijos más celosos per el honor del colegio: ©1
catedrático más amable, digno de perpetua memoria.
Guillermo Hernández y Lesmes
BIBhlOGRflFIfl
Archivo del colegio de San Bartolomé: Extracto de los docu-
mentos presentados por don José María Gutiérrez de Cabiedes,
para obtener la beca de este colegio. Informaciones. Libro de cole-
giales convíctores 3' oposicicnes a cátedra. Biblioteca nacional, sec-
ción Quijano Otero. Libro de propinas de la universidad de Santo
Tomás, y Relación de las principales cabezas de la rebelión, etc.
COMPILACIÓN BOLIVIANA 759
Archivo anexo, gobierao, tomo xvii, e historia, tomo, xxv, y Legajo
deórdones del gobierno (1819 a 1821). Archivo nacional de Venezuela
(Caracas): Abogados. Archivo de la antigua parroquia de la Cate-
dral: Matrimonios y defunciones. Biblioteca del doctor Eduardo
Posada: Libro del barrio de San Jorge y manuscritos. El Semana-
rio del Nuevo Reino de Granada, números 42 a 51. El Redactor
Americano número 61, del 4 de junio de 1809. Guía de 1806. El
Diario Político, varios números (1810). José María Salazar, Memo-
ria biográfica, reproducida en Bagatela U851). José María Vergara
y Vergara, Historia de la literatura. Eduardo Posada. Bibliogra-
fía bogotana, tomo i, página 209 y otras. El 20 de julio, páginas
306 a 311, y Actas del congreso de las Pronvincias Unidas. Adolfo
León Gómez, El Tribuno de 1810, página 48, José Manuel Groot,
Historia de la Nueva Granada, capítulo Liv, en el tomo iv. José
Dolores Monsalve, Antonio de Villavicencio, tomo l, pá:JÍnas97 y 98,
y u, página 19. La Patria Boba, Diario de Caballero, página 258.
compihflcion BOhiuianfl (i)
A raíz de Ayacucho, en 1826, cuando aún vivía el Liberta-
dor, tres proceres de distinción altísima, los señores Cristóbal
Mendoza, Francisco J. Yáñez y Antonio L. Guzmán, emprendie-
ron la tarea de coleccionar e iroprímir todos los documentos rela-
tivos al epónimo caraqueño.
Y la obra se hizo en veintidós tomos, el último de los cuales
apareció en 1830. Bien meritoria fue tal empresa, y con ella se
dio material espléndido, no sólo a los biógrafos de Bolívar, sino a
todos los que laboran monografías, crónicas lugareñas o historias
generales sobre la grandiosa epopeya.
Hecho ese libro cuando aún envolvía al continente la densa
humareda de veinte años de combates, y que posibles no eran aún
las faenas de recopilación, arreglo y publicidad, que necesitait
ambiente plácido y oficiales estímulos, quedaron dichos volúmenes
apenas como hermosa base para un posterior monumento a la me-
moria del singular caudillo (2).
Otro adalid de la titánica contienda, ungido además con el
óleo sagrado, José Félix Blanco, emprendió la tarea de reforma y
complemento de la mencionada obra. Con inteligencia y tesón
recogió, por dondequiera y sin cesar, proclamas y epístolas, dis-
(1) Proyecto presentado a la Sociedad Boliviana.
(2) La portada del volumen primero dice así: Colección de do-
cumentos relativos a la vida pública del Libertador de Colombia y del
Perú Simón Bolívar, para servirá la historia de la Independencia.
Tomo primero, Caracas. Imprenta de Devisme hermanos. Calle de
Orinoco, númeio 140— 1826— 16.
Tiene un Prefacio firmado Los Editores. La dedicatoria dice:
A. S. E. Simón Bolívar, Libertador de Colombia y del Perú, Padre
de la Patria, Terror del Despotismo. Los Editores.
El último tomo, fechado en 1833, dice: Imprenta de Damirou y
Dupony. Calle de la Fraternidad, número zr.
760 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
cursos y boletines, ^tas y convenciones; todo cuanto atestiguara
«I ingente drama de la gran Colombia.
En 1855 concedió el gobernador de la provincia de Caracas
privilegio al señor Blanco para la publicación de la obra Docu-
mentos para h hist)ria de la vida pública del Libertador de Colombia,
Peni y B alivia por su orden Cfottoló^ico y con. adciones y ?toias que
la ilustran. Pero él no pudo imprimir su colección por falta de
recursos, pues aunque el congreso venezolano de este año asignó
quince mil pesos para auxilio de ella, nunca llegó a recibirlos.
En 1864 'e dirigió él una simpática carta al señor Ramón
Azpurúa, en la cual le confía sus papeles para que él dé cima a la
empresa. Después de reconocerle modestamente a éste la inicia-
tiva de tan magna labor, le dice: «Debilitado como estoy, retirado
de la escena pública y dedicado exclusivamente al ministerio sa-
cerdotal, ninguno otro que usted es el llamado a procurar su com-
plemento por medio de su impresión. Al efecto autorizo a usted
por esta carta para que haga uso del privilegio que me está con-
cedido para dicha obra.»
El señor Azpurúa, que tampoco pudo editar la inmensa com-
pilación, por su propio esfuerzo, la ofreció al gobierno venezolano
en 1875. Guzmán Blanco, en elocuente decreto, aceptó el don, y
ordenó se procediese a imprimir la obra por cuenta dfel tesoro
nacional.
El primer volumen apareció en ese mismo aflo, y siguieron
luego otros trece, de los cuales el último vio la luz pública en
1877. Dos años no más para tan extensa y suntuosa fábrica» Y a
ella hemos ido todos los sedientos de estudios históricos como
preciosísma e inagotable fuente de belleza y de verdad.
Después de esa segunda edición cuántos manuscritos desco-
nocidos se han exhumado en los archivos y bibliotecas concer-
nientes a la vida del héroe; cuánto libro se ha redactado sobre
sus gloriosas campañas; cuántas reliquias de su paso por el mundo
se han descubierto en el santuario de los hogares, en las ventas
de los chamarilleros o en los palacios y oficinas públicas.
La colección de O'Leary con sus veintisiete tomos de corres-
pondencia y documentos, sus dos de narración, sus tres de episto-
larios y el reciente de apéndice, ha venido a enriquecer ese acervo.
Esto para no entrar a mencionar la multitud de libros, folletos,
periódicos y hojas volantes que a fipes del siglo pasado y en el
cuarto que va de éste, han salido a la luz pública con episodios y
detalles de aquella mirífica existencia.
La obra de Blanco y Azpurúa, lujosamente presentada y tan
útil y tan amena, tiene algunos descuidos de arreglo y frecuentes
yerros tipográficos. Aparece además con varias deficiencias de
orden y método; y se incluyeron ahí piezas que son extrañas a la
vida de Bolívar, bien que muy importantes a la historia de
América.
Se acerca el centenario de la muerte del Libertador; seis años
apenas nos separan de ege lúgubre fasto, y tiempo es de pensar en
COMPILACIÓN BOLIVIANA 761
los homenajes que habrán de tributarse en tal fecha sobre sus ce-
nizas venerandas. ¿No sería un elegante número del programa la
nueva recopilación, lo más minuciosa y completa posible, de todo
cuanto se refiera o toque con el nombre del padre de cinco nacio-
nes americanas? Es esa la idea que nos lanzamos a proponer a la
Sociedad Boliviana.
Grande es el beneficio que hacen quienes publican colecciones
de documentos o cosas análogas. El investigador se evita en gran
parte faenas penosas de búsqueda en distintos lugares y en publi-
caciones diversas de materiales para su obra, y halla generalmente
en esos acopios un derrotero firme para su camino. Sucede lo
mismo que con las series llamadas bibliotecas, hoy tan en boga
entre los artífices de la inteligencia. Ellas nos guian por los bosques
de la producción intelectual, nos señalan las rutas ya conocidas o
las aún no holladas, y nos precisan los frutos en agraz, y los en sa-
zón de todas las plantas del arte y de la ciencia.
Lo mismo sucede con los cuerpos de leyes, las antologías, las
analectas y los florilegios. Son cofres donde se hallan las alhajas
que se desean, en un momento dado; son invernáculos, donde se
guardan las corolas contra las ráfagas implacables del olvido. Tpdo
esto lo sabéis bien vosotros, pero hay gentes que en poca estima
tienen estos productos de paciencia y armonía.
¿Quién va a leer esos gruesos volúmenes? preguntan a veces,
como si se tratara de una novela o de una causa célebre. Las mis-
mas poesías de un bardo perínclito presentadas en haz no son
para una lectura seguida, sino para deleite de determinados días.
El erudito y el artista tienen allí a la mano el dato o la emoción
que anhelan; como el legista en las Pandectas y en el Digesto halla
fácilmente las leyes y sentencias de los jurisconsultos romanos.
Esos que desdeñan tales acopios nos hacen recordar a un
hombre rústico que obtuvo una vez en lotería u otro caso fortuito
un grueso diccionario de la lengua; y se dedicó a leerlo desde su
primera página.
--¿Y qué le ha parecido el libro, le preguntó un amigo, al
verlo tan asiduo en aquella ocupación?
— No me ha gustado, contestóle aquél, nada, absolutamente,
pues va voy en la mitad y no le he encontrado el argumento.
Varios sistemas podrían adoptarse para desarrollar la idea de
que tratamos. Uno de ellos hacer secciones según las materias, por
ejemplo, alocuciones, decretos, leyendas, piezas teatrales, corres-
pondencia, anécdotas, poesías, etc., etc., y agrupar las cartas, como
se hizo en O'Leary, de acuerdo con las firmas de ellas.
Este método tiene el inconveniente de que aparece un solo
interlecutor, y es como cu'indo vecinos a una persona que habla por
teléfono oímos tan sólo su conversión incompleta. Es indudable-
mente más sensato poner cada misiva con su correspondiente res-
puesta. Esto nos recuerda también a un vanidoso que decía tener
media correspondencia con un hombre importante. ¿Y cómo así le
preguntaron? Pues muy sencillamente, respendió, porque yo le
escribo y él nunca me contesta.
762 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Otro sistema sería dividir la documentación en tantas partes
como nacionalidades aparecen, sirviendo de escenario las hazañas
del capitán eximio. También podría hacerse la separación de acuer-
do con las distintas faces de su genio como guerrero, como político,
como orador, como publicista.
Pero es sin duda lo más acertado seguir un plan cronológico.
Se empezaría desde los Bolívar de Vizcaya, que pusieron como
blasón familiar una piedra de molino, símbolo del trabajo y la
constancia, y se llegaría hasta la exhumación en Santa Marta de
los restos del vastago esclarecido, y a los honores postumos que
se le han tributado hasta el día. Entre éstos, además de los monu-
mentos elevados en muchos confines de la tierra se mencionaría el
homenaje grandioso que se le rindiera 'llamando Bolívar a un pla-
neta en la inmensidad de los cielos.
Hay por supuesto asuntos que no pueden colocarse en una
época determinada, y habrán de aparecer en tomos separados. Así
la iconografía, asi la bibliograíía boliviana, así los estudios gene-
rales o que comprendan diversas edades.
La obra debe ser ilustrada con retratos de Bolívar y miem-
bros de su familia; con las casas y quintas que habitara; con me-
dallas que se acuñaran en su honor; con las espadas y coronas
que recibiera en galardón; y con los muebles y objetos de su uso
que se hayan salvado de la destrucción y del olvido.
Tan múltiples y radiantes son los rayos de aquel astro, que
ellos tocan en todos los países del nuevo mundo. En esta obra que
proyectamos figuraran éstos, sin excepción, bien con extensos ca-
pítulos, o bien con pequeños detalles.
La República Dominicana, donde llegara el primer Bolívar, y
cuya tumba se guarda en la basílica de su capital; Venezuela, que
meció su cuna y campo íue de sus mejores proezas; Haití, asilo
generoso del proscrito y protector de su expedición como cru-
zado de la libertad; Ecuador, que lo vio invicto, y fue el lugar de
cita con el otro libertador que venía de las naciones del sur; el
Perú, pináculo de su gloria, que culminara allí en decisivas pales-
tras; Solivia, que lo aclama como su fundador, y que cariñosa-
mente lleva su nombre; Chile, que le diera contingente valioso
para su campaña en el corazón de América; la Argentina, que lo
saludara con efusión al verlo cercano a sus fronteras y le brindara
su alianza; el Uruguay, donde hicieron eco sus victorias y se le
ensalzara con fervor; el Paraguay, al cual trató de apoyar para
que se aliviara del yugo del doctor Francia; el Brasil, que le en-
vió emisarios para hacer solidaria con la América hispana su
aspiración a ia independencia; Méjico, donde tocara Bolívar en su
primer viaje, y que tantos vínculos tuviera con éste en sus horas
de lucha; los pueblos de Centro América, que unidos en un solo
Estado acogieron con entusiasmo la misión que él les enviara, y
ensalzaron su nombre; Cuba, donde se fundaron sociedades liber-
tarias con denominación boliviana, y a la cual pensara él llevar
sus huestes triunfadoras; Panamá, que viera transitar su? tropas
cuando iban a cosechar laureles al Pacífico, y donde reunió su in-
COMPILACIÓN BOLIVIANA 763
ternacional asamblea. Y Colombia, que lo tuvo en su seno, en
días inmortales, y que recibió en sus playas su postrero estertor.
Y aun habrá, capítulos para otras romarcas fuera del mundo
hispano, como para la gran nación de Washington. Las gestiones
del Libertador con ese pueblo que nacía gigante, a ñn de que se
reconociera a Colombia como estado libre, habrán de figurar allí;
y los homenajes a su memoria, como la mención de las efigies que
se le han levantado en dos ocasiones. Y habrá también páginas para
Jamaica, para Trinidad, para Puerto Rico, para Curazao, para las
Guayanas, pues en esas regiones hay o huellas de sus pasos o res-
plandores de su gloria. Por esto es por loque la obra debe ser em-
presa continental y que habrán de patrocinarla sajones y latinos de
este hemisferio.
El gobierno italiano, en el cuarto centenario del descubri-
miento de América, publicó la Ricolitx Colombiana^ suntuoso tri-
buto a la memoria del gran genovés, y donde se recogió hasta el
más insignificante apunte de éste. Allí los escritos que acostum-
braba hacer Colón sobre las pastas y al margen de los libros, todo
en facsímil con su correspondiente transcripción.
Los Estados Unidos han hecho obras semejantes para sus
hombres célebres, y recordamos la consagrada a Frankiin, que
consta de varios volúmenes. La nación Argentina acopió también
en lujosa edición el archivo del general Sanmartín.
La obra creemos que habrá de pasar de cincuenta tomos, y
debe ser costeada por todas las naciones americanas. Quizá las
colonias inglesas y holandesas que se han mencionado también con-
tribuirían en algo para ello. Se podría hacer la impresión en París,
o en Madrid, o en Washington. Allí se designaría un comité que
dirigiera los trabajos.
¿Y su título? Quizás convendría darle uno distinto del que
han llevado las dos colecciones anteriores. Gustamos de rótulos
cortos y expresivos. Quizás Comp' Lición Boliviana sería el más
adecuado. O \.-a\vqz Archivo del Lb.rtidor, como se ha llamado
Archvo Santander, a la publicación análoga hecha recientemente
en Bogotá sobre el hombre de las leyes. La palabra archivo sólo
tiene la acepción de lugar donde se conservan documentos, y del
conjunto de ellos, pero podría ampliarse dándole también la de
esta clase de libros.
Quizás podría intitularse Biblioteca Boliviana, pues es cas-
tizo llamar con el primer vocablo una serie de libros que tratan
asuntos homogéneos. Mas esa denominación se presta a confu-
siones, pues con ella se conocen algunos lugares de lectura, y
además seda nombre para escritos dP autores nacidos o residen-
tes en Bolivia. Con el rótulo Anales Bolivianas, que parece indi-
cado, sucede también esto último. Se tomaría por obra relativa a
aquella rica zona del corazón de América.
¡Cuántas ciencias auxiliares de la historia se agruparían en
esta obra! La numismática, la geografía, la epigrafía y la carto-
grafía. Así se hablaría de los pintores y grabadores que pu.sieron
su imagen en el lienzo y en el mttal; de los sabios, políticos y
764 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
guerreros que cultivaron su amistad y tuvieron correspondencia
con él; de los escultores, que han modelado las estatuas y bustos
<Jue se levantan hoy en tantas ciudades; del lírico errante, que
pusiera su nombre a la nave en donde navegara por las ondas azu-
les del Mediterráneo; y de! astrónomo célebre que lo colocara en
las costeiaciones astrales.
Las medallas se pierden; las inscripciones lapidarias se bo-
rran con el paso de los siglos; los arcos y columnas tórnanse en
ruinas con los cataclismos de la naturaleza o con la cólera de los
hombres; las efigies son a veces derribadas y refundidas en los
crisoles del odio o de la indifeiencia, o van en pedazos a los
museos.
El homenaje que se elabora en los talleres de Gutemberg tiene
un sello de inmortalidad superior al mármol, a la piedra y al
bronce. Un solo ejemplar que se salve, como ha pasado con ve-
tustos pergaminos y con raros incunables, reimpreso es, y la
humanidad no pierde el tesoro guardado entre sus arñarillentas
hojas.
Aun los escritos adversos serán incluidos en esta apoteosis.
Ellos suelen tener importancia histórica, y, además, la fama de
genios como Bolívar, aseméjanse a las ceibas de nuestros climas
cálidos: sus ramas no las calcinan los soles del más violento estío,
ni su tronco lo abaten las más horrendas borrascas. Y hasta los
menguados libelos que apenas toca» sus raíces vienen a servirles
de fecundante abono.
La lama de Bolívar es impecedera, y flotará magnífica .por
sobre las centurias venideras y por encima de todos los sacudi-
mientos terrenales y de todas las agitaciones de los pueblos; pero
pongamos en su tumba, cerrada hace cien años, esta guirnalda
inmarcesible cargada con todas sus reliquias para que ninguna de
ellas se pierda, y pasen todas lozanas y nítidas hasta la posterida,d
más remota.
Eduardo Posada
Bogotá, 1924.
índice por autores
Pág».
AcoataJoséJ. El sabio Caldas 426
Arboleda Gustavo. La muerte de Saldanha 246
Arrubla Gerardo. Candidatura para correspondiente, de
J. Becker , ; .,...»... 112
Auza Andrés. Apuntes cronológicos 406
Belttán y Rózpide R. Colón y la fiesta de la Raza 279
Bürja Juan de. Guerra con los pijaos 113 y 129
Caicedo Bernardo. Ministros de guerra desde 1821 286
Caicedo Bernardo. Candidatura para correspondiente, de
C. Bernal 688
Cortés Vargas Cfcrlos. Antecedentes y bataflla de Aya-
cucho 727
Cuervo Luis Augusto. Candidatura para correspondiente,
de C. Bernal 688
Dávila Vicente. Comandante Joaquín Toires 247
Franchi Juan F. Fernández de Lugo 545
García Carbonell F. Batallas de la independencia 669
García Jacinto S. El general Alvear en Chuquisaca , 422
García Zamudio Nicolás. El archivó del mariscal de Aya-
cucho - 1 1
García Bejarano José María. L-» batalla de Bombona 58
Grillo Maximiliano. El archivo del general Santander 16
Guimaraes Argén. La triste avi ntura de un poeta.....". 243
Guimaraes Argén. Bolívar y el Brasil 573
Gutiérrez Rufino. El archivo del general Santander ■ 16
Henao José María. El archivo del general Santander 16
Hernández Lesmes A. Rectificación a Ocáriz. 690
Hernández Lesmes G. Biografía de F. J. Gutiérrez
Jraizoz Antonio. El argentino J. A. Miralla..... 550
Jiménez de Quesada G. Indicaciones pafa el buen gobierno. 34S
Macías Valentín. San Luis (población) 175
Marroquín José Manuel. Discurso 604
Mata Andrés. Homenaje de Roma al Libertador 395
Mesanza A. Casas de Ñariño y de Ricaurte en Leiva • 883
Mesa Manuel M. Infirme del bibliotecario ^ 376
Mesa Manuel M. La Biblioteca Pombo 438
Molano Humberto. Un dominico colombiano mártir, 221
Monsalve José Dolores. Discurso. (Presidencia dala Aca-
demia) 601
Monsalve José Dolores. Discurso. (Centenario de Aya-
cucho) „ Ce^y
O'Leary Daniel F. Un Diario 117
Otero D'Costa Enrique. Los conquistadores del imperio
chibcha 177
766 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Pereira Gamba F. El origen del nombre California 715
Pineda Anselmo. Biblioteca Pineda « '^ 488
Posada Eduardo. Catálogo de mapas 48
Posada Eduardo. Exordio 61
Posada Eduardo. El congreso de Sevilla 65
Posada Eduardo. Fastos de Santafé..-, 123
Posada Eduardo. Apostillas „...i28, 190, 254, 503, 534,
700 y 7 1 7
Posada Eduardo. Informe reglamentario en 192 1 193
Posada Eduardo. Informe reglamentario en 1922 264
Posada Eduardo. Informe reglamentario en 1923 497
Posada Eduardo. Informe reglamentario en 1924 624
Posada Eduardo. Arqueología colombiana 365
r'osada Eduardo. Calle Girardot. ..» 443
Posada Eduardo. Sellos de correos...- «. 637
Posada Eduardo. Corona de Bolívar « 664
Posada Eduardo. Extracto de actas 42, 108, 181,
225, 2bS, 362, 385, 492. 541, 593, 661 y 716
Posada Eduardo. Labatut 741
Posada Eduardo. Compilación Boliviana 759
Quijano Arturo. Candidatura para correspondiente, de J.
Becker 1 12
Quijano Arturo. Hace cien aftos ?8i
Rebollo Pedro María. Historiadores del Nuevo Reino de
Granada , 269 y 321
Restrepo Daniel. Quién es el autor de un soneto 206
Restrepo Mejía Martin. Discurso 618
Restrepo Tirado Ernesto. Retrato de Rodrigo de Bastidas. 187
Restrepo Tirado Ernesto. Documentos del siglo xvi 248
Restrepo Tirado Esnesto. Reales cédulas 561, 577 y 641
Rivas Raimundo. El congreso de Sevilla.... 65
Rivas Raimundo. Discurso en el congreso de Sevilla 78
Rivas Raimundo. Documentos en Nueva York 167
Rivas Raimundo. Documentos en Sevilla 172
Rivas Raimundo. Organización de las secretarías de Estado. 293
Rojas Gómez Roberto. La esclavitud en Colombia 83
Sáenz Peregrino. Las piedras de Leiva 81
Samper y Grau Julio. Gobierno del general Canal y del
doctor Dei Río (1862 a 1863) i
Samper y Grau Julio. Meló 482
Samper y Grau Julio, Don Juan García del Río 492
Triana Roberto. Epistolario del virrey Eslava 115 v 378
Urdaneta Martín. Memoria instructiva de la provincia de
muzos y colinas 467
Vejarano Jorge Ricardo. Discurso el 12 de octubre de 1922. 257
Vileri Homero. Un libro de Espejo 236
Zarama Daniel. Candidatura para correspondiente, de
Gustavo S. Guerrero 76
índice por materias
Págs.
Academia Nacional de Historia. Extracto de las actas 42,
108, 181, 225, 268, 362, 385, 49a, 54f . S93r 661 y.... 7it>
Academia Nacional de Historia. Proposiciones, iio, 181,
279, 490 y 636
Academia Nacional de Historia. Publicaciones recibidas.... 376
Academia Nacional de Historia. Cuentas 445 y 502
Academia Nacional de Historia. Informe del secretario en
«921 »93
Academia Nacional de Historia. Informe del secretario en
192? , 264
Academia Nacional de Historia. Informe del secretario en
1923 497
Academia Nacional de Historia. Informe del Secretario en
1924 » 624
Antecedentes y batalla de Ayacucho, por C. Corté» Vargas. 727
Apostilla?, por E. Posada.. ..128, 190, 254, 503, 534, 700 y 717
Apuntes históricos de San Luis, por V. Macías 175
Apuntes cronológicos, por A. Auza 406
Archivo del mariscal de Ayacucho, por N. García Zamudio. 1 1
Archivo del general Santander. Informe de Jesús M. Henao,
Maximiliano Grillo y Rufino Gutiérrez « 16
Archivo del genera! Santander. Su actual estado (1916).
34 y 41
Arqueología colombiana, por E. Posada 365
Batalla de Bombona, por J. M. Garcés Bejarano ^8
Batallas de la independencia, por F. García Carbonell 669
Biblioteca Pineda, por A. Pineda .-; 488
Biblioteca Pombo. Informe de M. M. Mesa 438
Biografía del general J. Peña. Informe de B. Matos Hur-
tado ^ 689
Bolívar y el Brasil, por A. Guimaraes 513
Campaña libertadora de Antioquia. Informe de Jesús M.
Henao, Gerardo Arrubla y Luis Augusto Cuervo 53
Caitas al general J. M. Vergara 228
Casas de Nariño y de Ricaurte en Leiva, por A. Mesanza... 383
Calle de Girardot, por E. Posada 443 y 495
Catálogo de mapas, por E. Posada 48
Centenario de Caballero y Góngora. Informe de J. M. Res-
trepo S. y J. M. Marroquín.... 372
Concurso de 1921. Informe de J. D. Monsalve, Diego Men-
doza y Gerardo Arrubla 213
Concurso de 1922. Informe de A. Quijano, J. J. Guerra y
A. Gómez Restrepo 263
768 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Págs.
Concurso de 1920. Informe de J, M. Henao, Gerardo Arru-
bla y Luis Augusto Cuervo 53
Compilación Boliviana, por E. Posada 759
Congreso de Sevilla. Informe de R. Rivas y E. Posada 05
Congreso de Sevilla. Discurso de R. Rivas..... 78
Colón y la fiesta de la Raza, por R. Beltrán y Rózpide 279
Comunicaciones..., 187, 320, 435 y 56c
Corona de Bolívar, por E. Posada... 664
Datos sobre el arzobispo FIórez. Informe de J. M. Restrepo S. 37 1
Diario del general O'Leary 117
Discurso {12 de octubre de 1922), por J. R. Bejarano 357
Discurso dej. M. Marroquin 604
Discurso de M. Restrepo Mejia 618
Discurso. (Centenario de Ayacucho), por J. D. Monsalve... 657
Discurso. (Presidencia de la Academia), por J. D. Mon-
salve 60 1
Documentos existentes en Nueva York. Informe de R. Rivas. 167
Documentos existentes en Sevilla. Informe de R. Rivas 173
Documento» del siglo xvi, por E. Restrepo Tirado 243
Documentos de la revolución de 1831 316
Edificio de Santo Domingo. Informe de Juan C. García, R.
Moros y E. Otero D'Costa 686
Epistolario del virrey Eslava, por R. Triana 115 y 378
Esclavitud en Colombia, por R. Rojas 83
Exordio. (Rodrigo de Bastidas), por Eduardo Posada 61
El argentino. J. A. Miralla, por Antonio Iraisos 550
El general Alvear en Chuquisaca, por J. S. García 422
El sabio Caldas, por J. H. Acosta 426
Fastos de Santafé, por E. Posada 123
Fernández de Lugo, por Juan F. Franchi 545
Frutos Joaquín Gutiérrez, por G. Hernández Lesmes. 747
García del Río, por T. Samper y Grau 492
Gobierno de Canal y del Río i
Guerra con los pijaos, por J. de Borja •.••H3 y 129
Hace cien años, por A. Quijanj 281
Historiadores del Nuevo Reino de Granada. Informe de J.
M. Marroquin 219
Historiadores del Nuevo Reino de Granada, por P. M. Re-
bollo 269 y 32 I
Historia de la literatura colombiana. Informe de A. Gómez
Restrepo 635
Homenaje de Roma al Libertador, por A. Mata 395
Índice del archivo nacional, por Eduardo Posada y Manuel
M. Tobar 53
Indicaciones para el buen g(>bierno, por Jiménez de Que-
sada 345
La triste aventura de un poeta, por A. Guimaraes 243
La muerte de Saldanha, por G. Arboleda 246
Leyendas históricas. Informe de E. Otero D'Costa 631
ÍNDICE POR MATERIAS 769
Págs.
Labatut, por £. Posada » » ....^.. 741
Los cpnquistadores del imperio chibcha, por E. Otero
D 'Costa...~ — - „ 1 77
Manuscritos de Jiménez de Quesada. Informe de la cámara
de representantes, de Maximiliano Grillo, H. Hol-
guín y Caro y C. M. Pérez «...„....,....„....,....„..rt. 210
Meló, por T. Samper y Grau ». ..„.„ «... 482
Miembro de número (Miguel Arroyo Diez). Informe de José
María Restrepo S. y Rufino Gutiérrez.^ 55
Miembro correspondiente (G. S. Guerrero). Informe de D.
Zarama..... 76
Miembro correspondiente (J. Becker). Informe de G. Arru-
bla y A. Quijapo - 112
Miembro correspondiente (Cunningham). Informe de Ma-
nuel Villaveces y R. Moros.. „ «.. » '218
'Miembro correspondiente (C. Coll y Tosté). Informe de R.
Cortázar y Gerardo Arrubia íi8
Miembro correspondiente (M. S. Bertoni, J. E. Machado
y C. Medina Chirinos). Informe de M. Triana y M.
Villaveces. » ..^.. ..„ 220
Miembro correspondiente (J. Martínez). Informe de J. J.
Guerra y R. Cortázar ...~ 496
Miembro correspondiente (G. Lozano). Informe de E.
Restrepo Sáenz 629
Miembro correspondiente (D. García Vásquez). Informe de
M. Restrepo Mejía » »..~... 933
Miembro correspondiente (C. Bernal). Informe de B. Caice-
do y Luis Augusto Cuervo -. „ 688
Miembro correspondiente (E. Ruiz Guifiazu). Informe de
R. Rivas y G. Arrubia «..„... 375
Miembro correspondiente (Lazo de la Vega). Informe de
A. Restrepo Gómez y E. Restrepo Sáenz 442
Miembro correspondiente (Juan C. García). Informe de E.
Fosada y R. Rivas — 443
Miembro de número (E. Otero D'Costa), Informe de A.
Quijano y J, D. Monsalve 629
Miembro de número (J. R. Bejarano). Informe de J M.
Marroquín y E. Restrepo Sáenz „... 630
Miembro de número (J. M. Marroquín). Informe de J. IS^.
Restrepo S. y Laureano García Ortiz 444
Miembro de número (M. Triana). Informe de A. Quijano
y J. M. Restrepo S 446
Ministros de guerra desde 1821, por B. Caicedo 286
Monografía de Almaguer. Informe de Rufino Gutiérrez 56
Mundo bolivariano 429
Notas, por E. Posada y L. García 48
No aria i.* de Bogotá, por Roberto Cortázar 50
Obispado de Santa Marta... 201
XTV— 49
770 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES
Págs.
Origen del nombre de California, por F. Pereira Gamba 715
Organización de las secretarías del estado, por R. Rivas 293
Partida del nacimiento del general Santos Gutiérrez 189
Piedras de Leiva, por P. Sáenz • 81
Proceres granadinos (Joaquín Torres), por V, Dávila 247
Procesos de Nariño y otros. Informe de E. Posada 373
Policarpa Salavarrieta 399
Procesos de Nariño y otros. índice de los documentos. 401 y 449
Provincia de muzos y colinas, por M. Urdaneta 4Ó7
Poder otorgado por Bolívar en Popayán 662
¿Quién es el autor de un soneto?, por D. Restrepo 206
Quinta de Bolívar. Escritura de venta 164
Restos del doctor Ibáfiez...~ 495
Rectificación a Ocáriz, por A. Hernández Lesmes ~ 690
-Reales cédulas 382, 561, 563, 577, 641 y 705
Rodrigo Bastidas 187
Sellos de correos, por E. Posada 637
, Templo del sol. Iníorme de C. L. Peñuela, G. Anubla y C.
Cuervo Márquez 536
Un dominico colombiano mártir, por H. Molano 221
Un libro de Espejo, por H. Viteri 236
Visita del presidente González a Tunja en 1594 311
F Boletín de historia y
2251 antigüedades
B6
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