Skip to main content

Full text of "Boletín de historia y antigüedades"

See other formats


.i^iA 


■   1^!  -r  '.'••'■, 


PURCHASED   FOR  THE 

UNIVERSITY  OF  TORONTO  LIBRARY 

FROM  THE 

CANADÁ  COUNCIL  SPECIAL  GRANT 

FOR 

LáTIIÍ  MEi^LCJ^  STUDISS 


^alLÓI  (^^  ZOUÓ  ¿ 


Año  XIV-N.'  157 


^boletín 


Abril:  1922 


DE     HISTORIA    Y     ANTIGÜEDADES 

ORGHHO  De  Lñ  flcfloemifl  nncionñc  oe  historia 


DIRECTOR, 

EDUARDO  POSADA 


F 
5 


REDACTORES, 

LUIS  AUGUSTO  CUERVO 
ROBERTO  CORTAZAli 


v./f 


Bogotá— República  de  Colombia       / 


GOBIERnO 


nm  ^ 


DKL  GENERAL  L.  CANAL  Y  DEL  DOCTOR  M.  DEL  RÍO,  13^^*48613 

Para  mediados  de  1861  la  situación  del  Gobierno  de 
ia  ConfederacioQ  Granadina  era  harto  difícil.  La  legiti- 
midad sucumbía,  y  la  revolución  avanzaba  rápida  e  incon- 
tenible hacia  la  capital. 

Esta  situación  angustiosa  del  Gobierno  la  agravaba  la 
circunstancia  de  no  haber  Presidente  electo,  ni  Designa- 
dos que  pudieran  asumir  el  ejercicio  del  poder  supremo 
en  el  caso  de  que  la  victoria  coronara  las  armas  de  los  re- 
volucionarios. 

En  tan  apurada  emergencia,  el  Procurador  General, 
encargado  del  Gobierno,  presintiendo  «los  futuros  aconte- 
cimientos y  que  cayeran  en  manos  del  Dictador  los  Secre- 
tarios de  Estado,  nombró,  el    13  de  julio   al  General 

Leonardo  Canal,  que  desempeñaba  a  la  sazón  el  puesto  de 
Intendente  en  Santander,  Secretario  de  Gobierno  y  Gue^ 
rra,  para  que  funcionase  en  caso  necesario  (i).  Este  nom- 
bramiento le  fue  enviado  al  General  Canal  con  el  señor 
don  Máximo  A.  Nieto  (ii).  Herido  después  gravemente  el 
señor  don  Juan  Crisóstomo  Uribe  en  la  batalla  del  18  de 
julio,  revalidó  su  dimisión  de  la  Secretaría  de  Gobierno  y 
Guerra,  y  el  Procurador  General  ratificó  el  nombramien- 
to del  General  Canal. 

La  batalla  del  18  de  julio  de  1861  fue  adversa  a  las 
armas  nacionales.  El  Procurador  General,  señor  Calvo, 
después  de  haberse  asilado  en  la  Legación  Británica,  fue 
hecho  preso,  y  los  Secretarios  de  Estado,  a  excepción  de! 
doctor  Uribe,  quien  quedó  gravemente  herido  y  falleció 
poco  después,  se  asilaron  en  otras  Legaciones.  El  Gobierno 
legítimo  quedaii)a  por  el  momento  sin  Jefe  superior,  acé- 
falo; y  así  lo  estuvo  hasta  el  30  del  mismo  mes  de  julio,  pues 

XIV-  i 


BOLETÍN  DK  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


en  esta  fecha  el  Secretario  de  Hacienda,  doctor  don  Igna- 
cio Gutiérrez  Vergfara,  asumiendo  las  responsabilidades 
consiguientes  a  Jas  grandes  resoluciones,  se  declaró  en  ejer- 
cicio del  Poder  Ejecutivo,  de  acuerdo  con  el  artículo  42 
de  la  Constitución  que  regía  en  aquella  época.  Oculto,  aho- 
ra en  una  casa  y  luego  en  otra,  al  fin  el  Dictador  dio  con 
él  y  le  hizo  apresar  el  25  de  enero  de  1862.  Nuevamente  que- 
daba la  autoridad  suprema  en  acefalía. 

El  General  don  Leonardo  Canal,  depositario  único  de 
la  legitimidad,  luchaba  heroicamente  en  Santander  contra 
ios  huestes  bien  numerosos  de  los  rebeldes;  mas  no  siendo 
aquel  territorio  campo  de  acción  propicia  para  el  desarrollo 
de  sus  operaciones  militares,  ni  para  asumir  el  ejercicio 
del  Gobierno,  se  dirigió  al  Sur,  al  Cauca,  en  donde  abun- 
daban los  elementos  favorables  a  la  causa  que  representa- 
ba. En  su  marcha  «atropello»  en  Boyacá.el  Ejército  que 
regía  en  persona  el  General  Mosquera;  entró  en  Bo- 
gotá, donde  sostuvo  reñido  combate  contra  las  fuerzas  de  la 
guarnición  encerradas  en  el  edificio  de  San  Agustín,  con- 
vertido en  inexpugnable  fortaleza,  y  atravesó  los  Estados  de 
Cundinamarca  y  Antioquia.  Cuando  estuvo  en  territorio 
cancano,  y  cuando  lo  juzgó  conveniente,  se  declaró  en  ejer- 
cicio del  Poder  Ejecutivo]]  en  La  Venta  o  La  Unión,  el  día 
18  de  julio  (iii),  estableciendo  la  residencia  del  Gobierno 
en  la  ciudad  de  Pasto  (iv). 

Su  Secretario  de  Estado  en  el  Despacho  de  Relaciones 
Exteriores  comunicó  tal  acto  a  los  Gobiernos  extranjeros 
por  medio  de  la  carta  oficial  que  reproducimos: 

*  Con) eder ación  Granadina— Poder  Ejecutivo  Nacional—  Des- 
■pacho  de  Relactones  Exteriotes — Pasto,  a  2y  de  julio 
de  1862. 

Señor:  «Tengo  la  honra  de  poner  en  conocimiento  de 
Vuestra  Excelencia  que  el  18  del  mes  corriente,  y  confor- 
me al  artículo  42  de  la  Constitución  Federal,  se  encargó  del 
Poder  Ejecutivo  de  la  Confederación  el  ciudadano  General 
Leonardo  Canal,  Secretario  de  Estado  en  los  Despachos  de 
Gobierno  y  Guerra. 

«En  el  adjunto  Baletin  oficial  auténtico  hallara  Vues- 
tra Excelencia  el  Decreto  y  demás  documentos  de  la  ma- 
teria (iii). 

«Al  ordenarme  el  ciudadano  Presidente  que  participe 
a  Vuestra  Excelencia  este  acontecimiento,  me  ha  encarga- 
do manifestavle  que  el  Gobierno  cuenta  con  el  general 
apoyo  de  la  opinión  nacional  y  con  los  demás  elementos 
necesarios  para  restablecer  en  breve  el  orden  legal  en  todo 
el  territorio  de  la  República;  y  me  ha  prevenido  también 
asegurarle   como  lo  verifico,  su  sincera  y  firme   resoliicíón 


GOBIERNO  DEL  GENERAL  L.  CANAL 


de  cultivar  y  estrechar   más   las   amistosas    relaciones    que 
por  fortuna  ligan  al  Gobierno  y    pueblo   de   la   Confedera- 
ción con  el  Gobierno  y  pueblo  de ... . 
,     «Sírvase  Vuestra  Excelencia  aceptar  ios   sentimientos 
de  profundo  respeto  y  alta  estima  con  que    me  suscribo  de 
Vuestra  Excelencia  atentamente. 

«Su  muy  obediente  servidor,  Vicente  Cáidenas 
«Al  Excelentísimo  señor  Ministro  de  Relaciones  Eiteriore»    de....> 
KRepertotio  Colombiano,  tomo  v,  Bog^oti,  1880). 

El  General  Canal  tuvo  por  Ministro  o  Secretario  de 
Estado  a  don  Sergio  Arboleda,  en  el  Despacho  de  Gobierno 
y  Guerra,  a  quien  reemplazó  accidentalmente  su  Oficial 
Mayor  don  Rafael  Ramírez  Castro;  al  doctor  don  Vicente 
Cárdenas,  en  el  Despacho  de  Relaciones  Exteriores,  y  al 
doctor  don  Joaquín  Fernando  Vélez,  en  el  de  Hacienda. 
Durante  una  ausencia  del  señor  doctor  Cárdenas  se  encar- 
gó de  la  Secretaría  el  Oficial  Mayor  de  ella,  don  Adolfo 
Sicard  y  Pérez.  Mientras  se  hacía  cargo  de  la  Secretaría  de 
Hacienda  el  doctor  Vélez,  la  desempeñó  también  el  Oficial 
Mayor  don  Luciudo  Almeida;  don  Sergio  Arboleda  reem- 
plazó luego  al  doctor  Cárdenas,  y  a  aquél,  el  doctor  don  Ma- 
nuel del  Río  (v). 

Las  necesidades  de  la  campaña  hacían  indispensable 
la  presencia  del  General  Canal  al  frente  de  las  tropas;  pero 
no  pudiendo  mandar  en  persona  el  Ejército,  según  lo  pre- 
ceptuaba la  atribución  6*  del  artículo  [43  de  la  Constitu- 
ción (vm),  dejó  el  Poder  Ejecutivo  a  cargo  del  Secretario 
de  Estado,  de  mayor  edad,  que  lo  era  el  doctor  Manuel  del 
Río,  quien  asumió  este  alto  cargo  el  día  6  de  noviembre 
del  citado  año  de  1862  (vi£). 

Aherrojado  en  las  bóvedas  de  un  castillo  de  Cartagena, 
el  Procurador  General  de  la  Confederación,  don  Bartolomé 
Calvo,  el  General  Canal,  encargado  del  Gobierno  de  la  Na- 
ción, nombró  Procurador  interino  al  señor  General  don 
Julio  Arboleda  (viii),  y  más  tarde,  y  por  excusa  de  éste, 
al  mismo  señor  Calvo,  quien  ya,  para  esta  última  fecha,  ha- 
bía terminado  su  período  de  Procurador  (ix),  pero  ausente 
este  señor,  correspondió  al  doctor  del  Río  encargarse  del 
Poder  Ejecutivo  el  día  6  de  noviembre  de  1862.  Durante 
el  corto  período  de  su  Gobierno  fue  asesinado  vil  y  cobar- 
demente el  General  Arboleda  en  la  tristemente  célebre 
montaña  de  Berruecos;  la  guerra  llegó  a  su  término  con  el 
triunfo  de  los  revolucionarios,  y  el  Gobierno  de  la  Confede- 
ración cesó  de  hecho  el  día  16  de  enero  de  1863  (x).  En 
esta  fecha  el  doctor  del  Río.  sus   Secretarios  de   Estado,  el 


BOLETÍN   DE   HISTORIA   Y   ANTIGÜEDADES 


General  Canal  y  algfúa  personal    de   su   Estado    Ma3'or,   se 
pusieron  en  marcha  hacia  la  vecina  República  del  Ecuador. 

El  tratado  que  puso  término  a  la  guerra  fue  celebra- 
do, en  Cali,  por  el  señor  General  don  Gabriel  Reyes  Patria, 
General  en  Jefe  del  Ejército  revolucionario  del  Sur,  y  don 
Evaristo  Delgado  y  don  José  María  Bucheli,  comisionados 
del  señor  General  Canal.  General  en  Jefe  de  los  Ejércitos 
de  la  Confederación. 

Este  tratado  fue  aprobado  en  la  misma  fecha  de  su 
celebración  en  Cali,  el  29  de  diciembre,  por  el  General  Re* 
yes  Patria,  y  el  día  13  de  enero  siguiente,  en  Pasto,  por  el 
General  Canal  (xi). 

El  doctor  Del  Río  fijó  su  residencia  en  el  Ecuador,  en 
donde  murió  el  16  de  enero  de  1874,  en  la  ciudad  de  Gua- 
yaquil. Su  honorabilidad,  nunca  desmentida,  le  hizo  acree- 
dor a  la  estimación,  siempre  constante,  de  aquella  culta 
sociedad. 

TüLio  Samper  y  Graü 

(i)  La  legitimidad  de  la  Confederación  Granadina,  por 
don  Ignacio  Gutiérrez  Ponce,  Boletín  de  Historia  y  Anti- 
güedades, año  VIH. 

(ri)  Bogotá,  enero  13  d«  1915  -Señor  don  Tullo  Samper  y  Grau. 
Presente. 

Muy  estimado  señor  y  amigo: 

La  atenta  carta  de  usted,  fechada  el  30  de  noviembre 
último,  no  llegó  a  mi  poder  hasta  ayer,  por  haber  estado 
fuera  de  la  ciudad  en  los  últimos  días  de  diciembre  y  pri- 
meros de  este  mes. 

Respecto  de  lo  que  usted  desea  saber  sobre  el,  General 
Leonardo  Canal,   le  diré  lo  siguiente  : 

El  día  14  de  julio  de  1861  salí  de  esta  capital,  en  cali- 
dad de  posta,  llevando  unos  pliegos  del  Gobierno  para  el 
General  Canal,  y  se  me  dijo  gue  tino  de  ellos  contenia  el 
nombramiento  de  dicho  General  para  Secretario  de  Gobierno, 
a  fin  de  gue  si  llegaba  el  caso,  -pudiera  ejercer  el  Poder  Ejecu- 
tivo. Entregué  dichos  pliegos  al  General  Canal,  en  Pam- 
plona, a  fines  del  citado  mes  de  julio. 

Sin  más  por  hoy,  ofrezco  a  usted  mí  cooperación  en  la 
obra  que  usted  ha  acometido,  y  me  suscribo  su  atento  ser- 
vidor y  amigo,  Máximo  A.  Nieto. 

(lu)  Leonardo  Canal,  Secretario  de  Estado  del  Despacho 
de  Gobierno  y  Guerra  de  la  Confederación  Granadina, 
Gobernador  constitucional  del  Estado  de  Santander  y  Ge- 
neral en  Jefe  del  Ejército  del  Norte,  considerando: 


GOBIERNO    DFX    GENERAL    L.    CANAL 


1°  Que  el  artículo  42  de  la  Constitución  previene  que 
en  todo  caso  de  falta  absoluta  o  temporal  del  Presidente 
de  la  Confederación,  asumirá  este  título  y  ejercerá  el  Po- 
der Ejecutivo  uno  de  los  tres  Designados  que  por  mayoría 
absoluta  elegirá  el  Congreso,  designando  el  orden  en  que 
deberán  entrar  a  ejercer  sus  funciones,  y  que  cuando 
ninguno  de  los  Designados  se  hallaren  en  la  capital  de  la 
Confederación,  o  no  pudiere  por  cualquiera  otra  causa  en- 
cargarse del  Poder  Ejecutivo  quedará  éste,  accidental- 
mente, á  cargo  del  Procurador  General,  y  en  su  defecto, 
del  Secretario  de  Estado  de  mayor  edad. 

2°  Que  yo  fui  nombrado  Secretario  de  Estado  en  el 
Despacho  de  Gobierno  y  Guerra,  por  renuncia  que  hizo  el 
distinguido  ciudadano  que  lo  desempeñaba,  señor  don  Cri- 
sóstomo  Uribe,  a  consecuencia  de  la  mortal  herida  que  re- 
cibió combatiendo  heroicamente  en  la  desgraciada  batalla 
del  18  de  julio  de  1861. 

3^  Que  aun  cuando  admití  oportunamente  el  destino, 
y  he  sido  excitado  por  varios  funcionarios  públicos  y  por 
multitud  de  ciudadanos  para  que  me  declare  en  ejercicio 
del  Poder  Ejecutivo,  me  he  abstenido  hasta  ahora  de  ha- 
cerlo, con  la  esperanza^de  que  lo  verificará  cualquiera  de  los 
señores  Ignacio  Gutiérrez  o  Manuel  María  Mallarino,  Se* 
cretarios  de  Estado'  de  los  Despachos  de  Hacienda  y  Re- 
laciones Exteriores. 

49  Que  encontrándose  preso,  bajo  el  poder  de  ios  re- 
beldes, el  señor  Gutiérrez,  y  hallándose  el  señor  Mallarino 
en  el  territorio  que  los  mismos  rebeldes  dominan,  sin  li- 
bertad para  poder  pasar  a  alguno  de  los  Estados  en  donde 
se  conserva  el  orden  público,  se  hallan  imposibilitados  para 
el  ejercicio  de  sus  funciones,  y  que  por  lo  mismo  soy  yo  el 
único  Secretario  de  Estado  hábil  para  ejercer  el  Poder 
Ejecutivo. 

5°  Que  habiéndose  prolongado  la  guerra,  complicado 
los  acontecimientos  y  suscitado  cuestiones  con  algunos 
Gobiernos  extranjeros  que  exigen  pronta  y  satisfactoria  so- 
lución, es  de  imperiosa  necesidad  que  yo  asuma  el  ejer- 
cicio del  Poder  Ejecutivo  tanto  para  dar  unidad  a  los  es- 
fuerzos que  los  empleados  subalternos  y  los  buenos  ciuda- 
danos hacen  en  defensa  de  la  santa  causa  de  la  luz,  de  la 
moral  y  deja  civilización,  como  para  mantener  las  relacio- 
nes de  amistad  y  buena  armonía  que  ligan  a  la  República 
con  las  naciones  extranjeras,  decreto: 

Artículo  19  Por  ministerio  de  la  Constitución  y  de  las 
leyes  asumo  el  título  de  Presidente  de  la  Confederación 
Granadina,  y  ejerzo  el  Poder  Ejecutivo  Nacional. 


BOLKTÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGUKD-<VDE;S 


Artículo  2°  Nómbrase  Secretarios  de  Estado  a  los  se- 
ñores Sergio  Arboleda,  para  el  Despacho  de  Gobierno  y 
Guerra;  Marceliano  Vélez,  para  el  de  Hacienda;  y  Manuel 
José  González  para  el  de  Relaciones  Exteriores. 

Artículo  39  Restablecido  que  sea  el  orden  público  en 
todo  el  territorio  de  la  Confederación,  resignaré  el  mando 
en  manos  del  empleado  a  quien,  por  la  Constitución,  corres- 
ponda el  ejercicio  del  Poder  Ejecutivo,  con  anterioridad  al 
Secretario  de  Estado  de  mayor  edad. 

Artículo  49  Les  ciudadanos  nombrados  legítimamen- 
te Ministros  Plenipotenciarios  y  Flncargados  de  Negocio» 
de  la  Confederación  en  países  extranjeros,  continuarán  en 
el  ejercicio  de  sus  funciones;  también  continuarán  desem- 
peñando sus  destinos  los  demás  empleados  nacionales,  has- 
ta que  sean  reemplazados  conforme  a  las  leyes. 

Artículo  S.°  Comuniqúese  a  los  Intendentes,  Goberna- 
dores de  los  Estados  y  demás  empleados  legítimos  de  Ir 
Confederación. 

Publíquese  y  circúlese — La  Unión.  18  de  julio  de  1862. 

Leonardo  Canal. 

IV.  El  Presidente  de  la  Confederación  Granadina,  en 
uso  de  la  autorización  que  le  concede  el  artículo  4."  de  la 
Ley  de  30  de  abril  de  1859,  para  trasladar,  provisionalmen- 
te, en  caso  de  grave  turbación  del  orden  general,  la  capital 
de  la  Confederación  al  lugar  que  las  circunstancias  indi- 
quen como  más  conveniente,  decreta: 

Artículo  único.  Desígnase,  para  los  efectos  legales,  la 
ciudad  de  Pasto  como  capital  provisoria  de  la  República. 

Dado  en  Pasto  a  26  de  julio  de  \%i¡l— Leonardo  Canal. 
El  Secretario  de  Gobierno  y  Guerra,  Sergio  Arboleda. 

V.  Don  Rafael  Ramírez,  honorable  caballero,  digno  de 
todo  crédito  y  Oficial  Mayor  que  fue  de  la  Secretaría  de 
Gobierno  y  Guerra  del  Gobierno  de  la  Confederación,  1862 
a  1863,  nos  escribió,  con  fecha  12  de  septiembre  de  1906, 
una  extensa  carta  que  reproduciremos  en  la  cota  núme- 
ro x,  de  la  cual  hemos  extractado  los  datos  referentes  al 
Ministerio  del  General  Canal  y  al  del  señor  doctor  Del  Río. 
Estos  datos  del  señor  Ramírez  Castro  han  sido  confirma- 
dos después  con  la  publicación  del  libro  Don  Julio  Arboleda 
en  el  Sur  de  Colombia,  el  cual  contiene  una  documentación 
que  por  tantos  años  se  creyó  perdida.  Como  omitiera  el  se- 
ñor Ramírez  Castro  el  nombre  de  pila  del  señor  Almeida, 
lo  pedimos,  con  otros  datos,  al  señor  doctor  don  Evaristo 
Delgado,  quien  nos  contestó  así: 


GOBIERNO    DEL    GENERAL   L.   CANAL 


eBog^otá,  abril  7  de  1911 — Señor  don  Tulio  Samper  y  Grau— Ba- 
rranquilla. 

«Distinguido  señor  y  amigo :  Lleno  de  pena  estoy  con 
usted  por  haber  retardado  mi  respuesta  a  sus  apreciables 
cartas  de  20  de  octubre  y  12  de  diciembre  último  y  14  del 
próximo  pasado,  porque  estuve  esperando  que  me  contes- 
tara rai  lamentado  amigo  el  Ilustrísimo  señor  Obispo  de 
Pasto,  doctor  Perea,  acerca  de  El  Esfedador  que  le  pedí 
con  interés.  Desgraciadamente  la  muerte  lo  arrebató  pre- 
maturamente. Igual  recomendación  he  hecho  al  doctor  Ju- 
lián Buchelide  Pasto,  ex-Gobernador  de  Nariño. 

^Res-pecio  de  los  datos  que  dio  a  usied  el  señor  don  Rafael 
Ramírez  Castro,  a  que  se  reüere  su  afredahle  del  20  de  ociu- 
hi  e,  los  ratifico  en  todas  sus  partes. 

«Llene  el  vacío  del  nombre  del  señor  Almeida,  que  es 
Lucindo. 

«Olvidaba  decir  a  usted  que  hice  una  prolija  investiga- 
ción en  la  Biblioteca  Nacional  acerca  de  El  Espectador,  de 
Pasto,  de  1861  a  1863,  y  sólo  encontré  unos  dos  números 
finales,  que  no  tienen  ningún  interés. 

«Sin  otro  asunto  por  hoy,  me  es  grato  suscribirme  de 
usted  afectísimo,  obediente,  seguro  servidor,  Evaristo  Del- 
gado.* 

(vi)  Artículo  43  de  la  Constitución  de  1858:  «Son  atri- 
budones  del  Presidente  de  la  Confederación:  ... 

«6^  Dirigir  la  guerra  como  Jefe  superior  de  los  Ejérci- 
tos y  Marina  de  la  Confederación,  sin  que  pueda  mandar  -per- 
sonalmente las  fuerzas  de  mar  y  tierra, > 

(vil)  El  Presidente  de  la  Confederación  Granadina,  de 
conformidad  con  lo  dispuesto  en  el  artículo  42  de  la  Cons- 
titución Nacional,  y  debiendo  separarse  del  ejercicio  del 
Poder  Ejecutivo  para  tomar  el  mando  de  una  parte  del 
Ejército,  decreta:  Artículo  único.  El  Secretario  de  Estado 
de  mayor  edad,  que  lo  es  el  señor  Manuel  del  Río,  queda 
encargado,  durante  la  separación  del  infrascrito,  del  Poder 
Ejecutivo  Nacional — Dado  en  Pasto  a  6  de  noviembre  de 
\^b2—Leona7 do  Canal— Dq  orden  del  ciudadano  Presiden- 
te, el  Subsecretario  de  Hacienda,  encargado  del  Despacho, 
L.  Ahneida. 

(viii)  El  Presidente  de  la  Confederación  Granadina,  en 
uso^de  sus  atribuciones  legales,  y  considerando: 

1.°  Que  el  señor  Bartolomé  Calvo,  Procurador  General 
de  la  Nación,  se  encuentra  preso  en  las  bóvedas  de  Carta- 
gena, bajo  el  poder  de  los  rebeldes,  y  que  los  tres  suplen- 
tes nombrados  para  subrogarle,  por  la  Cámara  de  Repre- 


8  boletín  de  historia  y  antigüedades 

sentantes,  en  las  últimas  sesiones  del  Congreso,  han  termi- 
nado su  período. 

2*?  Que  el  artículo  35  de  la  Ley  de  29  de  junio  de  1858, 
orgánica  del  Poder  Judicial,  ordena  que  en  el  caso  de  falta 
absoluta  del  Procurador  General  de  la  Nación,  lo  subroga- 
rá uno  de  los  tres  suplentes  que  por  orden  numérico  nom- 
brará cada  año  la  Cámara  de  Representantes;  y  que,  cuan- 
do la  falta  fuere  temporal,  o  cuando  faltaren  absoluta  o 
temporalmente  los  suplentes,  y  en  los  casos  de  impedimen- 
to para  intervenir  en  algún  negocio  determinado,  nombra- 
rá el  Poder  Ejecutivo  un  Procurador  interino,  o  sustitu- 
to, según  el  caso. 

3.**  Que,  en  consecuencia,  debe  procederse  a  hacer  el 
nombramiento  del  ciudadano  que  haya  de  ocupar  el  puesto 
de  Procurador  General  de  la  Nación. 

49  Que  este  empleado  es  el  llamado  por  el  artículo  42 
de  la  Constitución  Nacional,  de  preferencia  a  los  Secreta- 
rios de  Estado,  a  Ejercer  el  Poder  Ejecutivo  de  la  Confe- 
deración, en  caso  de  falta  absoluta  o  temporal  del  Presiden- 
te y  de  los  tres  Designados  nombrados  por  el  Congreso. 

5°  Que  nada  es  más  natural,  al  tratar  de  hacer  un 
nombramiento  de  tan  alta  importancia,  que  escogerá  uno 
de  aquellos  ciudadanos  que.  por  sus  relevantes  cualidades, 
haya  merecido  la  confianza  de  los  pueblos  y  del  Congreso, 
para  llamarlo  a  la  Presidencia  de  la  República. 

69  Que  el  ciudadano  General  Julio  Arboleda  es,  en  la 
actualidad,  el  Presidente  electo  de  la  Confederación,  pues 
en  las  últimas  elecciones  nacionales,  para  proveer  ese  desti- 
no, en  propiedad,  obtuvo  una  considerable  mayoría  de  vo- 
tos; y  además  fue  nombrado  por  el  último  Congreso  consti- 
tucional primer  Designado  para  el  ejercicio  del  Poder  Eje- 
cutivo; y 

79  Que  haciéndose  el  nombramiento  de  Procurador 
General  de  la  Nación,  en  el  ciudadano  General  Arboleda, 
y  entrando  como  tal  a  ejercer  el  Poder  Ejecutivo,  se  con- 
sultan a  un  mismo  tiempo  el  principio  de  legitimidad  y  el 
de  respeto  y  sumisión  a  la  voluntad  soberana  de  los  pueblos 
y  del  Congreso,  que  sucesivamente  lo  han  nombrado  para 
Presidente  y  Designado,  decreta: 

Artículo  único.  Nómbrase  al  ciudadano  General  Julio 
Arboleda  Procurador  General  de  la  Nación,  y  excítesele 
para  que  ee  haga  cargo  de  este  destino,  y  asuma  luego,  como 
tal  Procurador,  el  título  de  Presidente  de  la  Confederación, 
y  entre  en  ejercicio  del  Poder  Ejecutivo  Nacional. 

Dado  en  Pasto  a  17  de  agosto  de  1862-  -Leonardo  Canal. 
El  Secretario  de  Gobierno  y  Guerra,  Manuel  del  /?lo—El 


GOBIERNO    DEL    GENERAL    L.    CANAL 


Secretario  de  Relaciones  Exterior  es,  Vicente  Cárdenas— Por 
el  señor  Secretario  de  Hacienda,  el  Subsecretario,  L.  Al- 
meida. 

(ix).  El  Presidente  de  la  Confederación  Granadina,  en 
uso  de  la  facultad  que  se  le  confiere  por  la  última  parte  del 
artículo  35  de  la  Ley  de  29  de  junio  de  1858.  orgfánica  del 
Poder  Judicial,  decreta: 

Artículo  único.  Nómbrase  al  señor  Bartolomé  Calvo 
Procurador  General  de  la  Nación,  cuyo  empleo  desempe- 
ñará interinamente,  entretanto  que  la  Cámara  de  Repre- 
sentantes hace  el  nombramiento  en  propiedad,  conforme  a 
lo  dispuesto  en  el  artículo  60  de  la  Constitución  Nacional. 

Dado  en  Pasto  a  30  de  octubre  de  1862 — Leonardo  Canal 
El  Secretario  de   Gobierno  y  Guerra.  Manuel  del  Rio. 

(i)  Bogotá,  12   de    septiembie  de  1906— Señor  General  don  Tulio 
Samper  y  Grau— Barranquilla. 

Muy  estimado  señor  General:  Circunstancias  indepen- 
dientes de  mi  voluntad  me  habían  impedido  contestar  la 
apreciable  carta  de  usted,  de  29  de  mayo  último;  y  lo  hago 
ahora  con  sumo  g^usto,  por  el  asunto  de  que  se  trata  y  por 
dar  a  Usted  una  prueba  de  afecto  y  atención. 

Envío  a  usted  por  separado  los  datos  relativos  al  Gene- 
ral Canal  y  al  doctor  Del  Río. 

Acabo  de  ver  en  el  Boletín  de  Histokl\  y  Antigüe- 
dades (a)  un  trabajo  de  usted,  al  cual  le  pusieron  una  nota 
en  que  se  dice  que  el  General  Canal  desempeñó  el  poder 
Ejecutivo  hasta  el  31  de  diciembre  de  1862,  no  siendo  sino 
hasta  principios  de  noviembre  de  ese  año.  como  lo  verá 
usted  en  mi  relación.  La  nota  del  periódico  no  es  exacta,  y 
lo  aseguro  así  porque  mi  relación  la  he  tomado  de  apunta- 
mientos hechos  en  la  época  a  que  me  refiero. 

Felicito  a  usted  por  sus  magníficos  trabajos  históricos, 
de  los  cuales  conozco  un  laborioso  y  espléndido  cuadro,  que 
es  muy  difícil  superar. 

Quedo  profundamente  agradecido  a  usted  por  la  honra 
que  me  ha  dispensado  con  su  carta,  y  por  las  bondadosas 
expresiones  con  que  rae  favorece. 

Ofrezco  a  usted  mi  amistad  y  mis  servicios,  y  me  sus- 
cribo de  usted  deseoso  servidor  y  amigo,  Rafael  Ramírez 
Castro 


(a)  Número  38,  año  iv. 


10  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Recuerdos  de  la  campafia  de  1861  a  1863, 

Ei  18  de  julio  de  1861  fue  herido  mortalmente,  en  la 
batalla  librada  ese  día  en  Bogotá,  el  doctor  Juan  Crisóstomo 
Uribe,  Secretario  de  Gobierno  y  Guerra^  del  señor  don 
Bartolomé  Calvo,  quien  como  Procurador  General  de  la  Na- 
ción ejercía  el  Poder  Ejecutivo.  Por  esta  causa  nombró  el 
señor  Calvo,  en  reemplazó  del  doctor  Uribe,  al  señor  Gene- 
ral don  Leonal  Canal  (b).  Según  supe  después,  el  nombra- 
miento lo  llevó  al  Norte  el  señor  Máximo  A.  Nieto,  quien 
vive  en  esta  ciudad;  y  al  General  Jenaro  Moya  le  oí  decir 
que  había  visto  la  comunicación  que  contenía  el  nombra- 
miento mencionado. 

El  General  Canal  vino  aquí  con  su  Ejército  en  febre- 
ro del  año  siguiente  (1862);  yo  me  le  uní  antes  de  llegar  a 
la  capital,  y  seguí  con  él  hasta  el  sur  de  la  República. 

El  18  de  julio  de  1862  se  encargó  el  General  Canal  del 
Poder  Ejecutivo  en  el  pueblo  de  La  Venta  o  La  Unión,  y 
gobernó  hasta  los  primeros  días  de  noviembre  del  mismo 
ano. 

Como  prueba  de  que  desempeñó  el  empleo  de  Presi- 
dente de  la  Confederación  Granadina,  cito  los  hechos  de 
haber  nombrado  Secretario  de  Gobierno  y  Guerra  al  señor 
doctor  don  Sergio  Arboleda;  de  Relaciones  Exteriores,  al 
señor  doctor  don  Vicente  Cárdenas,  y  de  Hacienda,  al  se- 
ñor doctor  don  Joaquín  F.  Vélez;  y  de  que,  posteriormen- 
te, nombró  Ministro  Diplomático  ante  el  Gobierno  del 
Ecuador  al  expresado  señor  don  Sergio  Arboleda,  quien 
desempeñó  el  empleo,  pues  fue  reconocido  como  tal  por  el 
Gobierno  ecuatoriano. 

De  estos  hechos  doy  testimonio  por  haber  sido  testigo 
ocular  y  actor  en  muchos  de  ellos,  con  motivo  de  haber  des- 
empeñado el  cargo  de  Oficial  Mayor  de  la  Secretaría  de 
Gobierno  y  Guerra  para  que  fui  nombrado  por  el  mismo 
General  Canal;  y  es  del  caso  expresar  que  no  me  atengo  sólo 
a  mi  memoria  al  hacer  esta  relación,  sino  que  la  he  tomado 
de  apuntamientos  hechos  en  la  época  a  que  me  he  referido. 

El  señor  doctor  don  Manuel  del  Río,  cartagenero,  re* 
Bidente  a  la  razón  en  Pasto,  fue  nombrado  por  el  General 
Canal  Procurador  General  de  la  Nación  (?),  y  en  calidad 
de  tal  asumió  el  Poder  Ejecutivo  en  noviembre  de  1862,  y  lo 
efetció  hasta  el  16  de  enero  de  1863,  fecha  en  la  cual  salimos 
de  Pasto  para  el  Ecuador.  El  General  Canal  dejó  el  Poder 
para  encargarse  del  mando  del  Ejército. 

Bogotá,  septiembre  de  \^0b— Rafael  Ramírez  Castro. 


(b)  Véase  la  nota  número  11. 


EL  ARCHIVO  DEL  MARISCAL  DE  AYACüCHO  11 

Olvidaba  decir  que  accidentalmente  reemplacé  como 
Oficial  Mayor  al  doctor  Arboleda;  que  el  señor  don  Adolfo 
Sicard  y  Pérez  reemplazó  al  doctor  Cárdenas,  por  ausen- 
cia de  éste  en  una  comisión  importante  del  General  Canal, 
y  el  señor  Almeida,  también  Oficial  Mayor — lo  mismo  que 
el  señor  Sicard  y  Pérez, — se  encargó  de  la  Secretaría  de  Ha* 
cienda.  mientras  se  hacía  cargo  de  ella  el  señor  doctor  don 
Joaquín  F.  Vélez. 

El i6  de  enero  de  1863  salimos  de  Pasto  para  el  Ecua- 
dor, por  haberse  celebrado  un  tratado  de  paz  entre  el  Ge- 
neral Reyes  Patria  y  el  General  Canal  — Ramírez  Castro. 

(xi)  Del  Boletín  Oficial  del  Gobierno  del  Cauca,  número 
103,  publicado  en/  Popayán  el  25  de  enero  de  1863,  tomamos 
este  documento: 

^Confederación  Granadina —Estado  del  Cauca  -El  General 
en  Jefe  de  los  Isjércitos  de  la  Confederación  — Cuartel  Ge- 
netal  en  Pasto,  a  13  de  enero  de  1863 — Ntimero  116. 

«Señor  General  Gabriel  Reyes  Patria. 

<Examinado  el  convenio  de  paz  que  usted  me  remite 
adjunto  a  su  comunicación  de  31  del  próximo  pasado,  que 
he  contestado  en  esta  misma  fecha,  bajo  el  número  115,  he 
dictado  la  resolución  siguiente: 

"Apruébase  el  convenio  de  paz  celebrado  el  día  29  de 
diciembre  próximo  pasado  en  la  ciudad  de  Cali  entre  el 
General  Gabriel  Reyes  Patria  y  mis  comisionados,  los  seño- 
res Evaristo  Delgado  y  José  María  Bucheli." 

«Lo  que  tengo  la  satisfacción  de  transcribir  a  usted 
para  ios  efectos  convenientes,  reservándome,  como  lo  he 
dicho  en  mi  citada  comunicación,  el  derecho  de  recabaren 
la  conferencia  a  que  se  ha  servido  invitarme,  el  otorgamien- 
to de  otras  condiciones  que  tiendan  fexciusivamente  ala 
efectividad  y  consolidación  de  la  paz  que  hemos  alcanzado. 

«Me  repito  de  usted  muy   atento,  obsecuente  servidor, 

^Leonardo  Canah 

Eh  flRGBlVO  DEfa  ÍDflRISCflfa  DE  flyflCÜCBO 

Yale  University  Ltbrery— New  Haven,  Conn.,  agrosto  21—21. 

La  historia  de  la  revolución  de  independencia  de  His- 
pano América  ha  tenido  como  ulna  de  sus  bases  principales 
la  correspondencia  particular  del  Libertador  en  las  Memo- 
rias de  O'Leary;  los  documentos  de  Blanco  y  Azpurúa,  y  el 
Archivo  de  Santander  publicado  en  los  últimos  años.  Pero 


12  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 

nada  se  ha  estudiado  respecto  al  archivo  que  debió  dejar 
el  Mariscal  Sucre.  Laa  cartas  de  éste  para  el  Libertador  y 
para  otros  militares  de  la  Independencia  se  hallan  en  las 
obras  mencionadas,  pero  la  correspondencia  privada  de 
estos  Jefes  para  él  y  los  papeles  y  documentos  que  necesa- 
riamente debió  dejar  permanecen  inéditos,  y  quizá  para 
muchos  sea  desconocida  la  existencia  de  este  archivo  y  el 
lugar  donde  se  ha  conservado. 

Por  vueltas  inexplicables  de  la  suerte,  los  papeles  del 
Mariscal  Sucre  no  se  guandan  en  medio  del  hogar  colom- 
biano, donde  él  hubiera  querido  dejarlos,  sino  que,  digna- 
mente apreciados,  se  conservan  bajo  la  custodia  de  la  Biblio- 
teca de  la  Universidad  de  Yale,  en  New  Haven,  Estado  de 
Connecticut.  Son  propiedad  particular  del  ilustre  Profesor 
Hiram  Bingham,  quien,  siguiendo  en  1906  la  ruta  de  los  li- 
bertadores de  1819,  transmontó  los  Andes  hasta  llegar  a 
Boyacá.  y  escribió  luego  una  obra  de  viajes  por  Colombia 
y  Venezuela,  en  la  que  dejó  también  valiosas  páginas  de 
nuestra  historia  nacional. 


* 

*  * 


«No  siempre  se  recuerda  que  las  primeras  colonizacio- 
nes de  Sur  América  son  anteriores  a  las  de  los  ingleses  en 
Norte  América  en  más  de  cien  años — ha  escrito  el  Profesor 
Bingham,— y  que  cuando  los  puritanos  desembarcaron  en 
las  costas  de  la  Nueva  Inglaterra  en  1621,  ya  había  ciuda- 
des de  Sur  América  que  podían  vanagloriarse  de  una  his- 
toria más  larga  que  la  que  Chicago  puede  contar  ahora. 
Cuando  Harvard,  nuestra  más  antigua  Universidad,  era  ape- 
nas una  idea  en  la  mente  de  unos  pocos  ingleses,  la  Univer- 
sidad de  San  Marcos,  en  Lima,  era  ya  una  institución  bien 
organizada.» 

Cuando  hemos  recorrido  los  edificios  de  Harvard  en 
Cambridge  y  de  Yale  en  New  Haven  y  hemos  repasado  laa 
colecciones  de  retratos  que  guardan  en  su  Memorial Halls^ 
nos  parecen  estos  casi  modernos  al  recordar  el  Aula  Máxi- 
ma  del  Colegio  del  Rosario  y  las  galerías  de  San  Bartolomé 
en  Bogotá,  que  se  remontan  a  la  mitad  del  siglo  xvii. 
Cuando  en  1718  comenzaron  a  levantarse  los  edificios  de 
Yale  que  ahora  contemplamos,  y  la  Universidad  de  Har- 
vard era  apenas  sostenida  por  los  recursos  particulares  de 
los  colonos  ingleses,  el  Colegio  del  Rosario  ya  llevaba  más 
de  medio  siglo  de  existencia  y  tenía  Constituciones  aproba- 
das por  Felipe  iv  de  ICspaña  y  preeminencias  iguales  a  las 
de  los  Colegios  Mayores  de  Salamanca,  todo  lo  cual  hace 
del  instituto  de  fray  Cristóbal  de  Torres  iuno  de  los  más 
antiguos  y  valiosos  principios  de  la  cultura  y  de  la  educa- 
ción hispanoamericana. 


EL  ARCHIVO  DEL  MARISCAL  DE  I^YACüCHO  13 

Ya  que  no  bajo  los  techos  patrios,  bien  está  que  a  la 
sombra  de  los  muros  de  Yaie  se  custodien  los  papeles  del 
Mariscal  de  Ayacucho. 

♦ 

Con  sólo  mencionar  este  archivo  se  puede  formar  idea 
de  su  valor:  2,128  cartas  y  documentos,  en  su  gfran  mayoría 
inéditos,  que  le  dan  las  proporciones  de  las  Memorias  de 
O'Leary  y  del  Archivo  Santander.  Son  la  correspondencia 
con  Bolívar,  Córdoba,  Santander,  Flores,  Salom,  Soublette. 
Olmedo,  Ibarra,  los  Generales  peruanos,  ecuatorianos,  y 
todos  los  que  desde  antes  de  1820  lo  acompañaron  hasta 
1830.  Todas  estas  cartas  y  papeles  se  hallan  correctamente 
conservados  y  con  índices  y  numeración  adecuada,  en  cajas 
de  seguridad  de  Yale. 

O'Connor  refiere  en  sus  Meinotias  que  Sucre  era  un  tra- 
bajador infatigable:  «Pasaba  las  noches—dice— escribien- 
do sin  descanso;  él  mismo,  de  su  propio  puño,  a  las  autori- 
dades locales.  Curas,  etc.,  y  su  actividad  y  laboriosidad  nos 
tenían  a  todos  admirados.» 

Hojeando  este  archivo  hemos  hallado  confirmada  per- 
fectamente esta  aseveración  del  General  irlandés;  hay  mul- 
titud de  documentos,  borradores  de  notas,  de  proclamas  y 
cartas  de  puno  y  letra  de  Sucre,  y  allí  puede  verse  el  curso 
que  iba  siguiendo  su  pensamiento  al  escribir  por  las  correc- 
ciones, entrerrenglonaduras,  cambios  y  borrones  que  dejó 
en  los  originales.  El  legajo  de  documentos  número  2025  es 
un  cuaderno  copiador  de  comunicaciones  de  1820,  de  letra 
de  Sucre,  quien  además  escribía  al  margen  de  las  cartas 
que  recibía.  El  documento  número  1276  es  la  clave  reser- 
vada que  usaba  con  los  demás  Jefes  del  Ejército  del  Liber- 
tlidor. 

El  General  Urdaneta  le  escribió  desde  Angostura  el  18 
de  agosto  de  1818: 

«Santander  segufra  dentro  de  tres  días  a  Casanare  con 
algunos  Oficiales,  y  puede  hacer  una  campana  brillante, 
pues  como  los  godos  esfán  distraídos  por  el  Sur,  según  di- 
cen los  mismos  reinosos,  es  muy  fácil  con  mil  hombres 
apoderarse  de  las  Provincias  de  Pamplona,  Socorro  y  aun 
Tunja > 

Los  acontecimientos  superaron  las  previsiones  de  Ur- 
daneta, quien  quizá  consideró  demasiado  pensar  que  aque- 
lla habría  de  ser  la  campaña  libertadora  de  la  Nueva  Gra- 
nada. 

Desde  Quito,  el  3  de  diciembre  de  1822,  envío  el  Gene- 
ral Flores,  por  orden  de  Bolívar,  el  Coronel  Maza  a  Sucre, 
para  que  sirviera  a  sus  órdenes  en  alguna  de  las  Divisiones 


14  BOLETÍN  DE  HISTORIA   Y  ANTIGÜEDADES 


de  SU  mando.  Sabido  es  que  Maza,  a  pesar  de  ser  «el  ángel 
exterminador  de  las  huestes  realistas,»  era  vigilado  de  cerca 
por  el  Libertador,  debido  a  sus  conocidas  aficiones  en  la 
vida  privada.  Al  enviarle  a  Sucre  este  valiente  soldado  le 
dice  Flores:  «No  tenga  a  este  Oficial  sin  destino  efectivo  en 
la  División,  pues  por  el  contrario,  quiere  Su  Excelencia  el 
Libertador  que  ejerza  comisiones  batiéndose,  si  es  posible, 
todos  los  días. ...»  Tales  eran  los  soldados  de  nuestra  Inde- 
pendencia. 

Nombrado  Sucre  Jefe  del  Ejército  del  Sur  en  reemplazo 
de  Valdés.  inicio  la  campana  de  1821,  arreglando  ante  todo 
la  situación  en  el  Valle  del  Cauca,  «con  su  conducta  conci- 
liadora y  sus  maneras  afables,  unidas  a  la  energía  y  firmeza 
de  su  carácter,»  como  dice  O'Leary.  En  el  archivo  pueden 
irse  viendo  las  comunicaciones,  noticias  y  órdenes;  los  inci- 
dentes diarios  de  la  campaña,  la  situación  y  posibilidades 
del  Ejército,  etc.  Los  documentos  números  1857  A.  B,  C,  D 
y  F  son  la  relación  completa  de  la  oficialidad  y  tropa  que 
peleó  en  Pichincha,  con  expresión  de  muertos,  heridos,  etc. 
y  luego  muchos  documentos,  de  no  menor  valor,  sobre  Junín 
y  Ayacucho,  los  cuales  es  verdaderamente  emocionante 
hojear,  pues  son  los  primeros  recibidos  y  expedidos  por  el 
vencedor  en  aquella  gran  contienda  por  la  libertad  de  Sur 
América. 

En  cuanto  a  las  ideas  políticas  de  Sucre,  pueden  estu- 
diarse en  su  archivo,  entreoíros  en  un  documento  de  su 
letra  útulaáo  J^royecio,  bases  sobre  la  ¡ey  tundatnentnl  de  la 
limón  de  los  fueblos  de  Colombia  pata  que  se  ado-pten  en  la 
Constitución  por  el  Congreso.  Gobierno  republicano  con 
separación  de  poderes;  Presidencia  no  vitalicia;  poderes 
sin  facultades  extraordinarias;  resfionsabilidad  de  los  Mi- 
nistros ante  el  Ministerio  Público;  voz  de  los  Ministros  en  el" 
Congreso  y  facultad  de  presentar  proyectos;  Administra- 
ción departamental,  civil,  separada  de  la  militar;  igualdad 
legal;  seguridad  personal;  inviolabilidad  de  la  propiedad; 
libertad  de  imprenta,  y  derecho  de  petición.  Si  se  estudian 
estas  bases  de  acuerdo  con  la  situación  de  entonces,  con 
los  rumbos  que  iba  tomando  la  política  suramericana;  con 
las  diversas  tendencias  con  que  se  iniciaba  la  vida  indepen- 
diente de  las  Repúblicas  separadas  de  España,  surgirá  ía 
figura  civil  del  mandatario  de  Bolivia,  del  Presidente  del 
Congreso  Admirable  de  1830,  y  se  hallará  quizá  la  clave  de 
muchos  acontecimientos  trascendentales  que  son  todavía 
una  incógnita  por  despejar  en  la  historia  de  Sur  América, 

* 
*  * 

La  pluma  de  los  contemporáneos  y  de  loa  historiadores 
de  Sucre   se  ha    complacido  en   alabar    la  figura   moral  de 


EL  ARCHIVO  DP:L  MARISCAL  DE  AYACüCHO  15 


Sucre.  Bolívar  envainó  la  espada,  a  raíz  de  Ayacucho.  para 
escribir  su  biografía:  «El  era  el  alma  del  Ejercitó  en  que 
servía;  él  metodizaba  todo;  él  lo  dirigía  todo,  más  que  con 
esa  modestia,  con  esa  gracia  con  que  hermosea  cuanto  eje- 
cuta.>  En  1821  había  dicho  a  O'Leáry:  «Sucre  tiene  los 
conocimientos  profesionales  de  Soublette;  el  bondadoso  ca- 
rácter de  Briceño,  el  talento  de  Santander  y  la  actividad  de 
Salom.»  Y  a  Perú  de  la  Croix  le  dijo:  «Sucre  es  la  cabeza 
mejor  organizada  de  Colombia  .>  Y  cuando  l^legó  a  San- 
ta Marta  la  noticia  de  la  maldita  Berruecos,  exclamó  con 
dolor:  «¡Santo  Dios!  Han    matado  a  Abel.í^     "^ 

El  protector  San  Martín  escribió  sobre  Sucre: 

«Bravo  y  activo  en  alto  grado,  reunía  a  estas  cualida- 
des una  prudencia  consumada,  y  era  un  excelente  adminis- 
trador. No  sólo  poseía  mucha  instrucción,  sino  también 
conocimientos  militares  más  extensos  quizá  que  los  del  Ge- 
neral Bolívar.* 

El  chileno  Vicuña  Mackenna  lo  ha  llamado  «el  Was- 
hington del  Sur,»  y  el  venezolano  Villanueva  dice:  «A  los  ím- 
petus de  Bolívar  sabía  oponerle  la  extremada  delicadeza  de 
su  modestia  siempre  pura,  y  a  sus  caprichos  derivados  de  su 
temperamento  y  de  su  índole  dominadora  y  absoluta,  con- 
testaba siempre  con  respuestas  sencillas  pero  lógicas,  reves- 
tidas de  formas  suaves  y  seductoras.»  Era  pues  el  elemen- 
to necesario  al  lado  de  Bolívar:  era  el  contrapeso,  la  reflexión, 
la  meditación  al  lado  de  los  desbordes  de  la  imaginación 
genial.  Así  fue  como,  completándose  el  uno  al  otro,  realiza- 
ron los  hechos  gloriosos  que  crearon  a  Colombia  en  Boyacá, 
al  Ecuador  en  Pichincha,  a  Bolivia  en  Junín,  a  Venezuela 
en  Carabobo,  al  Perú  en  Ayacucho:  cada  victoria  creó  una 
patria  y  fundó  una  República. 

Pero  Sucre  era  todavía  más,  por  cuanto  con  su  genero- 
sidad y  su  benevolencia  sellaba  los  triunfos  sobre  sus  enemi- 
gos: el  tratado  de  1820,  que  negoció  con  Morillo,  era  digno  de 
su  alma;  como  dijo  Bolívar:  «la  benignidad,  el  genio  de  la  be- 
nevolencia lo  dictaron.»  El  más  reciente  de  los  biógrafos  de 
Bolívar,  el  Profesor  de  Historia  de  la  Universidad  de  Co- 
lumbia  en  Nueva  York,  Mr.  G.  A.  Sherweil,  dice  así;  «Es 
difícil  concebir  cómo  Sucre  pudo  tener  enemigos;  él,  que 
fue  quizá  la  más  pura,  la  más  bondadosa  figura  de  la  inde- 
pendencia de  toda  la  América;  él,  que  todo  era  generosidad, 
perdón  y  benevolencia.»  («It  is  diffu«jalt  to  conceive  how 
Sucre  could  have  had  enemies.  he  who  waa  perhaps  the 
purest  and  kindest  figure  of  alí  the    América  war   cf  inde- 


16  BOLETÍN   DE   HISTORIA    Y   ANTIGÜEDADES 


pendence;    all    generosity,    forgiveness    and     benevolen- 
ce>).(l). 

Sucre  era,  en  suma,  <el  copo  de  nieve  sobre  el  charco 
de  sangre,»  como  dice  C.  Pereira,  y  según  la  fórmula  defi- 
nitiva hallada  por  Bolívar,  «era  la  piedad  aplicada  a  la 
guerra.' 

Su  archivo  conservado  como  una  reliquia  en  la  Univer- 
sidad de  Yale^s  una  base  de  documentación  que  ha  de  con- 
firmar o  de  rectificar  muchas  páginas  de  historia,  y  una 
fuente  de  inspiración  que  siga  guiando  la  vida  política  de 
Hispano  Americana  por  las  sendas  de  la  justicia,  de  la  tra- 
dición y  de  la  verdad  que  señaló  la  espada  del  Mariscal  de 
Ayacucho. 

Nicolás  García  Samudio 


Eh  flRC5L170  DEh  GEHERAh  SflHCfinDER 

Señor  Presidente  de  la  Academia  Nacional  de  Historia — Presente. 

Nombrados  por  la  Academia  para  desempeñar  una 
comisión  relativa  al  archivo  del  General  Santander,  tene- 
mos el  honor  de  presentar  a  la  corporación  el  siguiente 
informe: 

Para  investigar  los  hechos  oyendo  previamente  a  los 
señores  don  Ernesto  Restrepo  Tirado  y  don  Juan  B.  Pérez 
y  Soto,  y  poner  de  nuestra  parte  los  medios  tendientes  a 
la  consecución  del  archivo  para  la  Academia,  como  así  lo 
acordó  ésta,  dirigimos  sendas  comunicaciones  a  dichos  se- 
ñores, con  copias  auténticas  de  las  proposiciones  de  19  de 
agosto  y  19  de  noviembre  del  año  próximo  pasado,  y  pre- 
sentamos al  señor  Juez  3*?  del  Circuito  de  Bogotá,  en  lo 
criminal,  que  tiene  a  su  conocimiento  el  asunto,  una  nota 
sobre  el  particular. 

El  señor  Restrepo  Tirado  contestó  en  carta  de  que  ya 
dimos  conocimiento  a  la  Academia,  carta  que  se  insertó, 
en  parte,  en  el  acta  de  una  sesión  reciente;  la  Comisión 
aún  no  ha  recibido  respuesta  del  señor  Pérez  y  Soto.  Tan 
pronto  como  la  contestación  llegue  a  nuestro  poder,  dare- 
mos conocimiento  de  ella  a  la  Academia. 

El  señor  Juez  citado  tuvo  a  bien  nombrarnos  peritos 
para  que  diésemos  concepto  sobre  ciertos  puntos  que  for- 
muló, y  puso  en  uuestro  poder  el  archivo  para  el  estudio. 
Después  de  un  examen  detenido  délos  papeles,  cartas  y 
documentos,  en  que  empleamos  varios  meses,  presentamos 


(1)  Simón  Bolívar.    A  sketch  of  his  Ufe  and  his  work.   Washing- 
ton, 1921. 


EL  ARCHIVO  DEL  GENERAL  SANTANDER  .  17 


el  concepto  oficialmente  al  Juzgado,  y  solicitamos  por  es- 
crito de  éste  que  en  atención  al  encargo  que  nos  dio  la 
Academia,  al  concepto  pericial  y  a  que  el  instituto  ha 
acordado  continuar  la  publicación  del  archivo,  se  deposite 
éste  en  la  Academia  hasta  que  se  decida  por  la  justicia  or- 
dinaria la  cuestión  pendiente  en  tan  delicado  asunto,  para 
lograr  la  conservación  y  seguridad  de  lo  que  resta  de  tan 
valiosos  papeles.  Advertimos  al  Juzgado  que  los  académicos 
que  designe  como  depositarios  están  prontos  a  dar  las  se- 
guridades previas  que  se  exijan. 

Presentamos  atentamente  a  la  Academia  un  ejemplar 
del  concepto  que  rendímos  al  Juzgado,  y  en  atención  a  él 
nos  permitimos  proponer: 

Dése  conocimiento  al  Gobierno,  por  el  conducto  re- 
gular, del  concepto  sobre  el  archivo  del  General  Francisco 
de  P.  Santander,  dado  por  la  Comisión  nombrada  por  la 
Academia,  con  el  fin  de  que  si  lo  estima  conveniente  en 
vista  del  estudio  que  haga  el  señor  Procurador  General  de 
la  Nación,  se  inicie  la  acción  civil  respectiva  en  defensa  de 
los  derechos  de  la  República  (1). 

Del  señor  Presidente  muy  atentos  servidores, 

Jesús  M.  Henao— Rufino  Gutíbrrez — Maximiliano 
Grillo. 

Bogotá,  octubre  de  1921. 


CONCEPTO  PRESENTADO  A  LA  ACADEMIA  CON   EL  INFORME  ANTERIOR 

I 

Sefior  Juez  3?  del  Circuito  de  Bogotá,  en  lo  Criminal — Presente. 

La  Academia  Nacional  de  Historia,  a  la  cual  tenemos 
el  honor  de  pertenecer,  y  usted,  nos  han  honrado  con  la 
delicada  y  trascendental  comisión  relativa  al  archivo  del 
ilustre  Hombre  de  las  Leyes,  que  vamos  a  desempeñar,  ver- 
dad sabida  y  buena  fe  guardada,  en  la  exposición  que  sigue. 

Recibimos  del  Juzgado  varios  paquetes  envueltos  en 
periódicos  y  algunos  tomos  que  contienen  cartas  y  docu- 
mentos manuscritos  pertenecientes  al  inapreciable  archivo 
de  que  se  trata.  Examinamos  detenida  y  minuciosamente 
cada  uno  de  los  paquetes  y  tomos,  y  esa  labor  silenciosa  y 
paciente  explica  y  justifica  el  lapso  necesario  para  poder 
elaborar  o  dar  forma  a  nuestro  concepto.  No  hemos  leído 
todos  los  documentos,    porque  no   era  preciso;  nos  hemos 

(1)  La  Academia   aprobó   esla   proposición  por  unanimidad  de 
votos,  después  de  leído  el  concepto  que  sigue. 

rxv— 2 


18  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


concretado  a  los  más  importantes  de  cada  volumen,  para 
poder  dar  idea  de  su  contenido,  teniendo  presente  la  consi- 
deración de  que  muchos  de  ellos  corren  publicados  en  diez 
y  siete  volúmenes  por  una  Comisión  de  la  Academia. 

Como  resultado  del  examen  o  estudio,  presentamos  por 
separado,  en  cuatro  fojas  útiles,  una  relación  del  conteniio 
de  cada  paqueteo  tomo,  del  número  de  documentos  de 
cada  uno  y  de  sus  folios,  de  la  cual  resultan:  31  paquetes 
(incluyendo  los  tomos  empastados)  que  contienen  2,501  do- 
cumentos y  cartas,  con  un  total  de  5,456  folios,  salvo  error 
u  omisión.  En  resumen,  los  paquetes  son  24,  formados  por 
cartas  y  documentos  que  fueron  desprendidos  o  descosidos 
de  los  tomos  o  volúmenes  de  que  hacían  parte,  según  el  plan 
o  sistema  que  se  empleó  hace  años  en  su  encuademación;  y 
los  tomos  o  volúmenes  empastados  e  intactos,  conforme  los 
arregló  el  benemérito  servidor  y  cultivador  de  la  historia 
nacional,  señor  don  Roberto  Suárez,  son  7,  así,  según  reza 
el  lomo  de  cada  uno:  tomo  xv,  1826-1827;  tomo  xvi,  1828- 
1831;  tomo  xvii,  1831-1832;  tomo  xvm,  1832-1834;  tomo 
XIX,  1834-1835;^  tomo  xx,  1835-1836,  y  tomo  xxi,  1836- 
1837.  Estos  volúmenes  intactos  forman  hoy  lo  que  queda, 
entre  lo  que  nos  ha  entregado  el  Juzgado  para  el  estudio, 
del  antiguo  arreglo  del  archivo  que  llevó  a  cabo  el  citado 
señor  Suárez. 

Damos  por  incorporada  aquí  la  relación  del  contenido 
actual  del  archivo  que  hemos  formulado  por  separado  para 
8U  mejor  consulta,  yllamamos  la  atención  a  que  enella  no  se 
computan  los  documentos  y  folios  de  los  paquetes  números 
XIV  y  XX,  porque  juzgamos  que  no  pertenecen  al  archivo 
del  General  Santander.  Además  debe  quedar  constancia 
de  que  todos  los  paquetes  estaban  cerrados  y  con  la  indica- 
ción cada  uno  del  contenido  de  los  folios,  contenido  que  en 
algunos  resultó  mayor  o  menor  al  verificar  la  cuenta  de  ta- 
les folios. 

Estudiamos  también  las  diligencias  del  juicio  ordinario 
que  se  ventiló  en  el  Juzgado  3°  del  Circuito  de  Bogotá,  en  lo 
civil,  iniciado  por  el  señor  don  Ernesto  Restrepo  Tirado, 
en  su  carácter  de  cónyuge  de  la  señora  doña  Clementina 
Suárez  Santander,  contra  la  señora  doña  María  Costa  de 
Suárez  y  los  señores  don  Laureano  García  Ortiz  y  don  Luis 
Soto  L.,  y  en  ellas  consta  la  diligencia  de  entrega  judicial 
del  archivo,  en  13  de  abril  de  1916,  al  señor  Restrepo  T.  Ni 
en  esa  entrega  ni  en  la  que  se  hizo  primeramente  al  depo- 
sitario nombrado,  señor  don  José  Joaquín  Guerra,  consta  un 
detal  o  índice  de  cada  volumen;  apenas  se  indican  el  número 
de  documentos  y  el  de  los  folios  de  cada  tomo.  Presentamos 
por  separado  la  relación  de  esa  entrega  judicial,  real  y  ma- 
terial, verificada  en  la  fecha   expresada,  la  cual  formu- 


EL  ARCHIVO  DEL  GENERAL  SANTANDER  19 


lamos  teniendo  a  la  vista  las  diferentes  dilig'encia»  de  en- 
trega que  hizo  el  Juzgado  al  depositario  señor  Guerra,  y 
aparece  de  ella  que  el  antiguo  archivo  se  componía  de  vein- 
titrés tomos,  que  el  número  de  documentos  alcanzaba  a  3,336 
y  los  folios  a  7.546.  Además  resulta  también  el  número  de 
documentos  que  contenía  cada  tomo,  y  que  los  quinto  y  déci- 
mo estaban  formados  con  la  correspondencia  del  Libertador 
Bolívar  con  el  General  Santander.  Comparada  esta  relación 
con  la  del  contenido  actual  de  que  ya  hicimos  mérito,  apa- 
rece, salvo  error  u  omisión,  que  el  archivo  no  está  com- 
pleto: faltan  835  documentos,  o  2,090  folios.  Esta  grave  mu- 
tilación se  nota  en  nuestra  relación  separada,  pues  en  ella 
no  figuran  cartas  o  documentos  originales  de  Bolívar,  de 
Sucre  y  de  algunos  otros  personajes  o  servidores  públicos. 

La  excepcional  colección  de  documentos  manuscrito», 
originales,  que  constituyen  el  archivo,  es  de  tan  grande  im- 
portancia histórica,  que  aclara,  adiciona  o  complementa  las 
demás  que  existan  sobre  la  historia  de  la  revolución  de  in- 
dependencia de  los  países  de  la  América  Española,  sobre  la 
constitución  y  existencia  efímera  de  la  Gran  Colombia  y 
sobre  la  organización  de  la  Nueva  Granada,  hoy  nueva  Co- 
lombia. Bastaríaleer  cualquiera  de  los  diez  y  siete  volúme- 
nes publicados^  para  persuadirse  de  esta  verdad,  que  es  ya 
de  pública  notoriedad.  En  una  palabra,  diríase  que,  sin  el 
archivo,  la  historia  de  la  emancipación  quedaría  incompleta, 
y  la  de  nuestro  país  sin  raíces  sólidas  que  la  sustenten;  y 
esto  se  deduce  fácilmente  si  bien  se  mira  la  posición  influ- 
yente de  Santander,  su  intervención  directa  en  las  armas  y 
en  la  Administración  Pública,  su  época  y  la  colaboración  de 
los  diferentes  personajes  y  hombres  públicos  que  contribu- 
yeron, cual  más,  cual  menos  a  la  obra  común:  América  li- 
bre. 

La  verdad  sobre  la  importancia  del  archivo  resulta  ma- 
nifiesta en  las  mismas  diligencias  del  juicio  ordinario  de 
que  arriba  hicimos  mérito,  seguido  por  el  señor  Restrepo 
Tirado.  Trayendo  a  la  vista  esa  actuación,  aparece  que  di- 
cho señor,  en  el  incidente  sobre  embargo  o  depósito  preven- 
tivo del  archivo,  levantó  una  información  de  declaraciones 
de  testigos  a  fin  de  establecer  este  hecho  capital  que  for- 
muló él  mismo  en  estos  términos:  «Que  el  archivo  que  ac- 
tualmente se  halla  en  poder  de  Laureano  García  Ortiz  se 
compone  de  gran  número  de  documentos  de  importancia 
que  pueden  ser  sustraídos,  transportados,  ocultados  o  em- 
peorados, con  grave  perjuicio  para  Colombia,  para  la  histo- 
ria de  la  República  y  para  los  representantes  de  la  sucesión 
del  mencionado  General  Santander.»  Los  testigos  aducidos 
fueron  los  académicos  señores  don  Pedro  María  Ibáñez,  don 


20  BOLETÍN   DE   HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Nicolás  García  Zamudio  y  don  José  Dolores  Monsalve,  quie- 
nes afirmaron  tal  hecho;  y  el  señor  Restrepo  Tirado,  al  pre- 
sentar esa  prueba  para  pedir  revocación  del  auto  en  que  se 
negó  el  embarg"o  preventivo,  dijo  en  su  memorial:  «En  tres 
fojas  útiles  presento  una  información  sumariade  testigos  há- 
biles y  notoriamente  honorables,  para  comprobar  que  el  ar- 
chivo del  General  Francisco  de  Paula  Santander,  que  actual- 
mente se  halla  en  poder  del  doctor  Laureano  García  Ortiz, 
se  compone  de  gran  número  de  documentos  importantes, 
que  pueden  ser  sustraídos,  transportados,  ocultados  o 
empeorados  con  grave  perjgicio  no  sólo  para  los  herederos 
sino  para  los  intereses  de  Colombia.>  Más  adelante,  tratán- 
dose de  la  naturaleza  de  una  fianza,  dijo  el  mismo  señor 
Restrepo  Tirado  en  otro  escrito:  *A  pesar  de  que  es  pú- 
blico y  notorio  que  el  mencionado  archivo  tiene  un  valor 
inapreciable  para  Colombia,  y  que  aun  considerado  en  el 
solo  carácter  económico  tendría  que  apreciarse  en  muchos 
miles  de  pesos,  mal  podría  determinarse  que  fianza  de- 
bería prestarse  por  el  doctor  García  Ortiz.»  Además,  el 
señor  Magistrado  que  decretó  el  embargo  preventivo, 
en  auto  de  14  de  noviembre  de  1913  dijo:  «Dejando  a 
un  lado  lo  que  tiene  de  importante  para  el  país  y  para 
la  humanidad  la  conservación  de  los  documentos  relativos 
a  la  vida  pública  de  un  hombre  como  el  General  Santan- 
der, uno  de  los  fundadores  de  la  nacionalidad  colombia- 
na, militar  y  estadista  en  grado  eminente,  dejando  aparte, 
porque  de  todos  es  sabido  que  una  nación  sin  historia  es- 
crita es  una  simple  expresión  geográfica , .  . .  > 

Bien  puede  concluirse,  pues,  que  nuestro  concepto  so- 
bre la  importancia  o  valor  histórico  del  archivo,  no  es  ais- 
lado: se  respalda  en  el  de  los  notables  académicos  citados, 
señores  Restrepo  Tirado,  Ibáñez,  García  Zamudio  y  Mon- 
salve, y  en  el  muy  valioso  del  Juez  señor  doctor  José  G.  La- 
borde,  quien  fue  alta  mentalidad  bien  conocida  y  apreciada. 
Pero  hay  todavía  más:  el  concepto  de  los  extraños  cristali- 
zará mejor  nuestro  pensamiento  sobre  la  importancia  del 
monumento  histórico  de  que  hablamos.  La  obra  «Memorias 
del  Perú  en  el  arbitraje  sobre  sus  límites  con  el  Ecuador, 
presentada  a  Su  Majestad  el  Real  Arbitro,  por  don  Maria- 
no H.  Cornejo  y  don  Felipe  de  Osma,  Plenipotenciariosdel 
Perú— tomo  2.°,  Barcelona.  Imprenta  de  Henrich  y  Cía. 
en  conmandita.  Calle  de  Córcega,  348.  1916, > — trae  fotogra- 
fiada en  varias  láminas  una  carta  perteneciente  al  archivo, 
fechada  en  Guayaquil  en  agosto  3  de  1822  y  dirigida  por 
Bolívar  a  Santander,  en  la  cual  se  lee  este  párrafo:  «Tenga 
usted  entendido  que  el  Corregimiento  de  Jaén  lo  han  ocu- 
pado los   del  Perú,  y  que  Mainas  pertenece   al  Perú  por 


ÉL  ARCHIVO  DEL  GENERAL  SANTANDER  21 


una  Real  Orden  muy  moderna;  que  también  está  ocupada 
por  fuerzas  del  Perú.  Siempre  tendremos  que  dejar  a  Jaén 
por  Mainas,  y  adelantar  si  es  posible  nuestros  límites  de  la 
costa  más  allá  de  Tumbes.  Yo  mej  informaré  de  todo  en  el 
viaje  que  voy  a  hacer,  y  daré  parte  al  Gobierno  de  mi  opi- 
nión.>  Los  señores  Plenipotenciarios  peruanos  comentan 
así:  *E1  Perú  debería  presentar  este  párrafo  al  augusto  ar- 
bitro en  letras  de  oro.  Es  su  defensa  suprema  e  incontes- 
table. Todas  las  frases  de  este  período  revelan  un  pensa- 
miento político,  y  a  pesar  de  su  forma,  o  más  bien  por  ella, 
descubren  la  verdad  de  los  hechos. .  . .  Bolívar  no  pudo  pre- 
ver que  al  escribir  estas  líneas  dictaba  la  sentencia  en  un 
pleito  que  se  iba  a  resolver  ochenta  y  cuatro  años  más  tarde* 
(páginas  175  y  181).  Esta  carta  desapareció  del  archivo 
como  todas  las  demás  de  Bolívar,  y  fue  publicada  enjel  vo- 
lumen VIH  del  Archivo  Santander^  páginas  340  a  344.  Dire- 
mos de  paso  que  para  que  las  líneas  de  Bolívar  tengan  toda 
la  importancia  de  una  sentencia  irrevocable  que  se  les  su- 
pone, el  arbitro  debe  pesarlas  y  compararlas  con  estas  otras 
del  mismo  autor  en  carta  dirigida  a  Santander  posterior- 
mente, desde  Quito,  en  30  de  enero  de  1823:  «Por  esta  con- 
sideración—dice— mi  opinión  es  que  nosotros  debemos  hacer 
la  paz.  si  podemos  lograr  esta  inmensa  ventaja,  aunque 
sea  aisladamente  y  sin  contar  con  otro  Estado  que  con  Co- 
lombia sola.  Bien  entendido  que  las  Provincias  de  Braca, 
Moros  y  Mainas  deheti  quedar  por  nosotros,  segtín  los  limites 
de  i8io.'>  (Volumen  ix  del  Archivo  citado,  página  223). 

Dado  lo  hasta  aquí  expuesto,  creemos  que  se  ostenta  para 
el  Juzgado  a  quien  tenemos  el  honor  de  dirigirnos,  y  para 
todos,  brillante  y  victoriosa,  la  verdad  del  valor  histórico 
del  archivo  del  General  Santander;  y  si  esto  es  incontesta- 
ble, conceptuamos  que  conforme  al  espíritu  del  Decreto 
legislativo  número  21  de  8  de  marzo  de  1906  {Diafo  Ofi- 
cial número  12594),  el  archivo  quedó  incluido  entre  los 
objetos  que  por  su  carácter  singular  y  reconocido  valor 
histórico  no  podían  desde  aquella  fecha  sacarse  del  país  «sin 
previo  permiso  del  Gobierno,  por  conducto  del  Ministerio 
de  Instrucción  Pública. >  Verdad  es  que  tales  manuscritos 
no  quedaron  expresamente  señalados  allí,  pero  los  casos  que 
señala  el  artículo  2*?  de!  Decreto  son  ejemplos,  y  la  razón  de 
ser  de  la  prohibición  admite  la  misma  disposición  para  el 
caso  o  ejemplo  que  se  contempla.  Si  hoy  se  pensara  en  sacar 
nuevamente  el  archivo  del  territorio  de  la  Nación,  el  acto 
quedaría  sujeto  alas  disposiciones  de  la  Ley  47  de  1920. 
hacia  la  cual  llamamos  respetuosamente  la  atención  de  las 
autoridades  que  deban  intervenir  en  la  fiel  ejecución  de  las 
leyes. 


22  BOLETÍN  DE  HISTORIA  V  ANTIGÜEDADES 


ir 

Se  dijo  antes  que  el  benemérito  señor  don  Roberto 
Suárez  arresfló  el  archivo,  y  conviene  darle  a  esta  afirma- 
ción toda  la  amplitud  conveniente,  para  dejar  la  verdad  his- 
tórica en  su  natural  asiento.  El  señor  Suárez  se  sirvió  bri- 
llantemente del  archivo  para  publicar  varios  artículos  de 
carácter  histórico  en  la  muy  conocida  y  apreciada  revista 
mensual  El  Repertorio  Colombiano^  del  distinguido  pu- 
blicista doctor  don  Carlos  Martínez  Silva.  En  ella  vieron 
la  luz,  entre  otros  estudios  con  documentos  del  archivo, 
Colombia  y  Cuba,  José  María  Córdoba  y  La  Romántica 
Aventura.  De  éste  es  el  traslado  que  va  a  hacerse  de  una 
pág^ina  que  da  a  conocer  la  historia  o  las  vicisitudes  del  ar" 
chivo  durante  muchos  años. 

El  señor  Suárez  inserta  el  sigfuiente  párrafo  dei  doctor 
Dieg:o  Mendoza:  «Cuenta  el  señor  Ricardo  Becerra  que  el 
General  Santander  dio  orden  a  sus  albaceas  testamentarios 
de  que  su  archivo  fuese  oportunamente  aprovechado  en 
servicio  de  la  historia  patria.  El  señor  Roberto  Suárez, 
actual  poseedor  de  ese  archivo,  ha  comenzado  a  hacer  uso 
de  él  conforme  lo  habrán  visto  los  lectores  de  ^//P^^^y^/o- 
rio  Colombiano  y  La  Crónica.>  «Me  sorprende  mucho— con- 
tinúa el  señor  Suárez — que  el  doctor  Mendoza  haya  bus- 
cado la  lejana  referencia  del  señor  Becerra,  pudiendo 
apelar  a  una  más  cercana  y  mejor  informada,  como  es  la 
del  mismo  doctor  Mendoza,  a  quien  le  constan  mejor  que  al 
señor  Becerra  los  hechos  que  voy  a  relatar,  pues  ha  estado 
riendo  en  mi  casa  ese  archivo  desde  que  era  una  masa  in* 
forme  de  papeles,  hasta  que  se  convirtió  en  una  colección 
ordenada,  empastada  y  con  sus  índices  completos. .  . .  En  la 
cláusula  34^  encarg-a  (testamento  de  Santander)  encareci- 
damente a  sus  albaceas  "designar  y  recompensar  a  la  per- 
sona que  se  encargue  de  arreglar  todos  mis  papeles  oficia- 
les y  particulares  y  escribir,  según  ellos  y  los  papeles  im- 
presos, una  especie  de  historia  de  mi  vida  pública  y  de 
mis  servicios  a  la  patria,  que  acredite  a  la  posteridad  que 
he  procurado  ser  un  ciudadano  útil  a  ella." 

«En  consecuencia  de  esas  disposiciones,  emprendió  la 
ardua  labor  el  respetabilísimo  doctor  Francisco  Seto,  su 
compadre  y  el  mejor  de  sus  amigos,  como  lo  califica  en  el 
mismo  testamento;  labor  que  fue,  por  desgracia,  detenida 
por  su  muerte  ocurrida  poco  tiempo  después. 

«La  familia  del  finado  doctor  Soto  devolvió  el  archivo 
a  la  viuda  del  General  Santander,  en  cuyas  manos  estuvo 
hasta  el  año  de  1858,  en  que  le  fue  entregado  con  e!  mismo 
objeto  a  los  señores  doctores  Ezequiel  Rojas  y  Carlos  Mar- 


EL  ARCHIVO  DEL  GENERAL  SANTANDER  23 


tía.  Ellos  lo  devolvieron  en  1862  (sin  llevar  a  cabo  trabajo 
alguno  que  yo  sepa),  conservando  el  doctor  Martín  en  su 
poder  algunas  piezas  muy  notables,  que  son  las  que  está 
hoy  publicando  en  La  Revista  Ilusiiada  el  señor  don  Pe- 
dro Carlos  Manrique. 

«En  1868,  próximas  a  ausentarse  del  país  las  dos  hijas 
del  General  Santander,  creyeron  que  el  eminente  doctor 
Manuel  Murillo  érala  persona  adecuada  para  emprender 
ese  trabajo,  y  le  entregaron  el  archivo  acompañado  de  una 
carta  tan  bellamente  escrita  como  noblemente  contestada, 
y  que  siento  no  tener  entre  mis  papeles  para  darme  el  pla- 
cer de  publicarla. 

«No  era  esta  elección,  sin  embargo,  la  más  a  propósito 
para  llevar  a  cabo  la  tarea.  El  gran  talento  del  doctor  Mu- 
rillo no  estaba  acompañado  de  cualidades  pacientes,  que 
reñían  con  su  carácter  batallador  y  con  esas  dotes  de  man- 
do que  le  dieron  tan  firme  autoridad  en  su  partido. 

«Un  día  del  año  de  1876  me  mandó  llamar  el  doctor 
Murillo  a  su  casa,  y  me  dijo  poco  más  o  menos  las  palabras 
siguientes:  "Estos  baúles  que  están  aquí  encierran  el  archi- 
vo del  General  Santander;  yo  no  los  he  abierto  siquiera 
para  emprender  el  trabajo  que  me  suplicaron  sus  hijas, 
porque  me  siento  ya  muy  viejo  y  muy  cansado.  Natural- 
mente ya  no  viviré  mucho  tiempo,  y  muchas  noches  no  he 
podido  dormir  pensando  que  estos  papeles  pudieran  extra- 
viarse. Quiero  que  queden  en  manos  seguras,  y  por  eso 
le  suplico  que  se  los  lleve  ahora  mismo,  lo  cual  me  quitará 
una  gran  preocupación.  Usted  está  joven,  y  debe  erapren* 
der  esa  tarea. . .      " 

«Por  muchos  años  no  di  principio  al  trabajo  material 
de  ordenación  de  ese  archivo,  porque  rae  arredraba  la 
enormidad  de  la  labor,  a  pesar  de  haber  sido  generosa" 
mente  estimulado  a  ello  con  delicadas  instancias  de  la  única 
hija  sobreviviente  del  General  Santander,  la  distinguida  y 
brillante  señora  doña   Clementina  Santander  de  Freyre. 

«No  encontrándome  con  fuerzas  para  tanto,  le  ofrecí 
que  yo  me  haría  cargo  del  trabajo  material  si  una  inteli- 
gencia de  primera  línea  se  encargaba  de  su  dirección. 
Aceptado  por  ella,  vino,  como  era  natural,  el  primero  a 
nuestro  espíritu  el  nombre  del  doctor  Santiago  Pérez,  a 
quien  ambos  escribimos  en  un  mismo  día. .  . .  Por  desgra- 
cia las  circunstancias  prácticas  del  doctor  Pérez  le  impedían 
por  entonces  consagrarse  a  esta  tarea,  y  me  contestó  la 
carta  que  transcribo  como  un  documento  grandemente  su- 
gestivo y  de  grave  importancia:  "Mucho  le  agradezco  (ha- 
bla el  doctor  Pérez  en  carta  de  23  de  febrero  de  1884,  diri- 
gida al  señor  Suárez)  la  espontaneidad  enteramente  amis- 


24  BOLETÍN  DE  HISTORIA  V  ANTIGÜEDADES 


tosa  con  que  se  ha  servido  suministrarme  informes  acerca 
de  los  materiales  allegados  para  escribir  la  vida  del  Gene- 
ral Santander,  y  acerca  también  de  las  vicisitudes  sobreve- 
nidas en  la   ejecución  de  este  trabajo.,..    Por  desgracia 
para  mí,  el  asunto,  del  modo  como  se  presenta,  queda  fuera 
de  mi  alcance,  pues  resulta  que  el  trabajo  está  todo  por 
hacer....    Semejante   labor  exige  una  aplicación  absoluta 
por  tiempo  suficiente  y  con  dotes  y  medios  proporcionales. 
Temeridad  fuera  intentar  el  llevarla  a   cabo  como  por  dia- 
tracción de  afanosos  quehaceres   cotidianos  y  de  las  aten- 
ciones de  todo  género  que  son  indeclinables  eo  una  vida  ya 
gastada  y  siempre  jornalera  como  la   mía.  Así  es  que,  sin 
agregar  sobre  el  asunto  más  que  la  expresión  de  mis  agra- 
decimientos por  la   buena  opinión  que  de  mis  aptitudes  ha 
sido  manifestada,  le  pongo  término  aquí.  >  . .  " 

«Después  de  este   paso   (sigue  el  señor  Suárez),  di  mu- 
chos otros.  En   dondequiera   que  yo   veía  asomar  una  dote 
de  estudio,  una  inteligencia,  una  aptitud,  buscaba  el  medio 
de   comprometerla   para  este   fin.    Entretanto    principié  a 
clasificar  y  poner   en  orden  ese  archivo,   convirtiéndolo  de 
un  cúmulo  aterrador  de  papeles  en  degreño,  en  una  colec- 
ción de   tomos    empastados,   con  sus  índices    minuciosos, 
constante  de  3,476   cartas  y  documentos  elegidos  entre  los 
de  mayor  importancia,   en  donde   campean  las  firmas  de 
Bolívar  y  San  Martín,   Sucre  y   O'Higgins,  Zea  y  Nariño, 
Anzoátegui  y  Manrique,  Urdaneta  y  Páez,  Roscio  y  Osorio, 
Restrepo    y  Gual,   BriceSo  Méndez  y    Córdoba,   Joaquín 
Mosquera  y  Aranzazu,  Alejandro  Vélez  y  Flores,   Revenga 
y  Nariño,  Vargas  Tejada  y  Márquez,   Cuervo  y  Arismen- 
di.  Castillo  Rada  y  Soublette,   Lacroix  y  Fortoul,  Concha 
y  Nariño,  París  y  Brion,  el   Padre  Blanco  y  Cortés  Mada- 
riaga,  Azuero  y  Padilla,  Borrero  y  Sarda,   Peñalver  y  Ló- 
pez Méndez,  García  del  Río  y  Herrán,   Fernández  Madrid 
y  Olmedo.  López   y  Pombo,   Obando  y   Narvarte,  Floren* 
tino  González  y  Arganil.  A  eslo  he  agregado  una  colección 
de  obras  de  historia,  cuadernos,  hojas  sueltas  y  periódicos, 
del  tiempo  todos  de  la   Gran  Colombia,    que  en  número  de 
cerca  de  400  volúmenes  constituyen  una  de  las  más  comple- 
tas colecciones  del  país.  Y  tengo  la  vanidad  de  creer  que  no 
sea  inferior   en   cantidad  de  libros  impresos   a  las  de  los 
señores  doctor  Vicente   Restrepo  y  don  Antonio  Clavijo 
Duran,  ya  que  como  riqueza  en  documentos  inéditos  y  ori- 
ginales no  creo  que  tenga  rival  en  Sur  América. 

«Recuerdo,  entre  otros,  haber  solicitado  la  colaboración 
de  los  señores  José  Ignacio  Escobar,  Juan  Manuel  Rudas, 
Facundo  Mutis  Duran,  José  Camacho  Carrizosa,  Laureano 
García  y  Diego  Mendoza.  Justamente  invité  a  los  tres  últi- 


EL  ARCHIVO  DEL  GENERAL  SANTANDER  25 


mos  a  que  lleváramos  a  cabo  la  obra  por  períodos,  encar- 
gándose cada  uno  de  una  época  perfectamente  separada 
por  los  años  como  por  la  índole  de  las  circunstancias.  Esta 
vez  fue  la  única  que  el  proyecto  asumió  una  forma  seria,  y 
muchas  noches  y  muy  gratas  pasamos  en  mi  casa,  Mendoza, 
Camacho,  García  y  yo  discutiendo  los  detalle»  y  tratando 
de  ponernos  de  acuerdo  en  el  método  de  la  exposición.  A  mí 
me  tocaba  la  parte  primera  hasta  el  año  de  1826,  excluyendo 
lo  relativo  aK  empréstito,  de  lo  cual  debía  hacer  el  señor 
Laureano  García  una  monografía  separada;  al  doctor  Men- 
doza,  de  1826  a  1830,  y  al  doctor  Camacho  lo  relativo  a  la 
Nueva  Granada,  de  1830  a  1840.  Forma  tan  definitiva  tomó 
el  propósito,  que  el  doctor  Camacho  me  pidió,  y  le  di  con 
el  mayor  placer,  una  gran  parte  del  archivo  de  la  época  que 
a  él  correspondía,  sin  que  hasta  ahora  me  haya  ocurrido 
reclamársela. 

<Poco  antes  de  iniciar  esta  asociación,  había  creído  yo 
de  mi  deber  dar  parte  de  mi  intento  a  la  señora  doña  Cle- 
mentina  Santander  de  Freyre,  como  la  persona  más  intere- 
Bada  en  su  ejecución,  y  al  eminente  doctor  Poción  Soto. . , » 

El  señor  Suárez  inserta  la  carta  que  en  16  de  abril  de 
1895  dirigió  al  doctor  Soto,  en  la  cual  le  dijo,  entre  otras 
cosas:  «Pues  bien,  el  General  Santander  manifestó  su  vo- 
luntad de  que  su  biógrafo  fuera  el  respetable  doctor  Soto, 
y  es  tradicional  en  mi  familia  (varias  veces  lo  oí  a  mi  tío 
Antonio  María  Silva  y  a  mi  padre)  que  él  dio  principio  a 
su  trabajo.  Si  fue  así,  ¿existirá?  El  tuvo  poco  tiempo  para 
ello,  pues  murió  pocos  años  después,  pero  si  algo  hizo,  sería 
ese  trabajo  de  gran  precio  y  un  excelente  derrotero.»  El 
señor  doctor  Foción  Soto  contestó  desde  Maracaibo,  en 
carta  de  20  de  mayo  de  1895:  «Cuando  S.  Camacho  Roldan 
escribió  el  ligero  boceto  biográfico  a  que  usted  se  refiere, 
me  interesé  vivamente  con  él  para  que  acometiese  la  obra 
de  escribir  la  historia  documentada  de  esa  vida  tan  corta 
como  llena,  pero  me  contestó  que  carecía  de  tiempo  para 
ello  y  sobre  todo  de  documentos,  pues  él  probablemente 
ignoraba  el  paradero  de  los  que  estuvieron  en  manos  de  los 
señores  doctores  Rojas  y  Martín,  lo  que  también  me  era 
desconocido.  Ahora  bien,  es  cierto  que  mi  padre  se  encargó 
de  escribir  esa  historia,  y  desde  cierto  punto  de  vista  era  el 
más  llamado  a  hacerlo,  pues  nadie  mejor  que  él  podía  estar 
al  cabo  de  multitud  de  incidentes  y  circunstancias  que  co* 
bijaron  a  esos  dos  amigos  casi  inseparables,  aun  cuando 
esta  misma  ventaja  debería  naturalmente  quitar  a  la  obra 
la  imparcialidad  necesaria.  La  muerte  sorprendió  a  mi  pa- 
dre en  1846,  sin  que  hubiese  podido  sino  iniciar  su  trabajo, 
del  cual  tenía  escrita  precisamente  la  parte  menos  impor* 


26  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


tante,  si  se  quiere,  desde  1810  hasta  1819  o  1821.  Esa  parte, 
puesta  en  limpio,  fue  entregada  a  la  señora  viuda  del  Ge* 
neral  Santander;  yo  suponía  que  ese  escrito  hubiese  corrido 
la  suerte  de  todos  los  demás  documentos  que  mi  padre  reci* 
biera,  y  que  eran  como  tres  o  cuatro  baúles  de  impresos  y 
manuscritos,  todos  los  cuales  creía  yo  estaban  completa- 
mente perdidos  o  a  lo  menos  mutilados.  Mi  padre  dejó  al- 
gunos manuscritos,  los  cuales  tenía  yo,  así  como  el  borra- 
dor de  ese  principio  de  historia,  pero  desgraciadamente  se 
perdieron  en  el  terremoto  de  Cúcuta  en  1875,  y  entre  ellos 
estaban  las  cartas  que  el  General  Santander  había  escrito  a 
mi  padre. ...» 

«La  hija  del  General  Santander  (sigue  el  relato  del  se- 
ñor Suárez),  en  carta  de  20  de  septiembre  de  1896,  me  dice 
lo  siguiente:  "El  proyectoque  usted  me  comunica  sobre  la 
magna  obra  que  ha  emprendido,  me  ha  henchido  el  corazón 
de  júbilo:  al  resplandor  de  la  gloria  que  ella  dará  a  mi  padre, 
todas  mis  ansiedades  y  los  mezquinos  intereses  del  presente 
desaparecen.  Usted  sabe  que  este  ha  sido  uno  de  los  votos 
ardientes  de  mi  alma,  no  sólo  porque  soy  su  hija,  porque 
es  la  herencia  inmortal  que  lego  a  mis  hijos,  sino  porque 
fue  la  suprema  voluntad  de  mi  madre,  que  si  dejó  el  mundo 
con  dolor,  fue  porque  esta  parte  de  su  misión  quedaba  por 
llenarse.  Mi  gozo  es  completo  porque  sea  usted  el  autor  de 
esa  obra." 

«Estos  hechos  son  como  los  he  narrado,  y  celebro  que 
el  doctor  Mendoza  me  haya  dado  ocasión  para  hacerlos 
conocer,  más  hoy,  después  de  un  suelto  que  trae  el  número 
310  de  La  Crónica^  cuyo  autor  me  es  desconocido,  en  que 
se  insinúa  la  idea  de  que  el  Gobierno  celebre  un  contrato 
conmigo  para  la  publicación  del  archivo  del  General  San" 
tander.  Ellos  explicarán  mi  perseverante  esfuerzo  para 
conseguir  un  resultado,  en  servicio  del  cual  he  puesto  mi 
mejor  voluntad,  pero  que  las  proporciones  de  la  obra,  a  la 
cual  sería  necesario  dedicar  toda  una  vida,  han  hecho  tan 
difícil."  {^El  Repertorio  Colombiano,  volumen  xviii,  pági- 
nas 406  3  416). 

Hasta  aquí  el  interasante  relato  del  señor  Suárez,  que 
persuade  que  él  salvó  el  archivo  de  una  pérdida  total,  lo 
ordenó  y  empastó,  lo  mantuvo  en  seguridadad,  y  con  gran 
celo  y  patriotismo  quiso  realizar  la  magna  obra  de  publicar 
la  vida  documentada  del  General  Santander.  Conviene  ano- 
tar que  el  señor  Suárez,  tenaz  en  su  empeño,  presentó  a 
las  Cámaras  Legislativas  de  1898  un  memorial,  en  el  cual 
ofreció  el  archivo  para  que   fuese  publicado  por  la  Nación. 

La  idea  o  el  propósito  de  una  publicación  nacional 
aparece  claramente   manifestado  en  el  documento  o  acta 


EL  ARCHIVO  DEL  GENERAL  SANTANDER  27 


que  insertó  el  Tribunal  Superior  en  el  auto  de  14  de  no- 
viembre de  1913,  en  que  decretó  el  secuestro  preventivo 
de  los  volúmenes  empastados  que  constituyen  el  archivo.  En 
efecto,  la  muerte  sorprendió  en  sus  pasos  al  señor  Suárez, 
y  su  muy  apreciable  viuda,  la  señora  doña  María  Costa  de 
Suárez,  confío  los  tomos  arregflados  a  la  custodia  y  vigilancia 
de  una  Junta  depositaria,  compuesta  de  los  señores  don 
Fraocisco  de  la  Torre,  don  Pablo  Valeozuela,  don  Luis 
Soto  L.,  don  Manuel  de  Freyre  y  Santander  y  don  Lau- 
reano García  Ortiz.  Consta  en  dicha  acta  que  el  señor  don 
Eduardo  Posada,  «comisionado  por  el  Gobierno  para  los 
fines  de  la  reunión,  y  como  tal  invitado  a  ella,  se  había  visto 
obligado  a  excusarse  por  atenciones  ineludibles  en  el  Minis- 
terio de  Relaciones  Exteriores,»  y  que  «la  señora  Costa  de 
Suárez  manifestó  a  los  concurrentes  que  tratándose  déla 
publicación  de  tan  valioso  archivo,  publicación  que  el  Go- 
bierno Nacional  se  proponía  hacer  a  costa  de  la  Nación  y 
en  homenaje  a  la  memoria  de  tan  grande  hombre  de  Estado, 
ella  se  creía  en  el  deber,  como  actual  depositaria  del  archivo, 
de  disponer  lo  conveniente  para  que  tal  publicación  se  hi- 
ciese en  un  todo  de  acuerdo  con  los  deseos  del  General  San- 
tander y  ajustándose  al  plan  que  su  finado  esposo  el  señor 
Roberto  Suárez  había  determinado  en  cumplimiento  de 
aquellos  deseos;  que  proponiéndose  ella  ausentarse  próxi- 
mamente del  país,  había  pensado  en  la  constitución  de 
una  Junta  depositaria  de  tan  importantes  documentos,  en- 
cargada de  su  custodia  y  de  dirigir  y  reglamentar  de 
acuerdo  con  el  Gobierno  su  publicación....  En  seguida  se 
trató  de  la  manera  práctica  de  principiar  a  dar  cumpli- 
miento a  la  comisión,  y  se  fijaron  algunos  puntos  de  detalle 
que  se  convino  en  dejar  para  próxima  ocasión  su  adopción 
definitiva.»  Esta  acta  lleva  la  fecha  de  1^  de  junio  de  1906. 

III 

La  Junta  depositaria  conservó  el  archivo  por  varios 
años,  y  vino  luego  el  juicio  ordinario  de  que  al  principio  se 
ha  hablado,  el  cual  terminó  con  sentencia  del  Tribunal  Su- 
perior del  Distrito  Judicial  ie  Bogotá,  de  fecha  29  de  no- 
viembre de  1915,  que  resolviólos  siguientes  puntos:  «El  ar- 
chivo de  documentos  compuesto  de  veintidós  volúmenes  em- 
pastados, dice  (error,  porque  son  veintitrés  los  recibidos  por 
el  señor  Restrepo  Tirado),  que  la  señora  María  Costa  de  Suá- 
rez, como  viuda  del  doctor  Roberto  Suárez,  tenía  en  su  poder 
y  entregó  en  calidad  de  depósito  a  varios  caballeros,  entre 
ellos  a  los  señores  Laureano  García  Ortiz  y  Luis  Soto  L., 
pertenece  a  la  sucesión  del  General  Francisco  de  Paula 
Santander;  se  condena  a  la  señora  María  Costa  de  Suárez 


28  BOLETÍN  DE  HISTORIA   Y   ANTIGÜEDADES 


y  al  señor  Luis  Soto  L.  a  entregar  el  mencionado  archivo 
a  la  señora  Clementina  Suárez  Santander  de  Restrepo,  en 
su  calidad  de  heredera  del  General;  la  señora  Suárez  San- 
tander de  Restrepo  tiene  derecho  a  la  propiedad  y  a  la  te" 
nencia  del  archivo  a  que  se  refiere  este  pleito,  sin  perjuicio 
de  las  acciones  que  tengfan  o  puedan  tener  los  demás  here- 
deros o  representantes  del  General  Santander;  entregúese 
el  archivo  a  la  señora  Clementina  Suárez  Santander  de 
Restrepo  o  a  quien  represente  sus  derechos,  dentro  de  tres 
días  de  notificada  esta  sentencia.»  Para  la  exposición  que 
en  seguida  se  va  a  hacer,  conviene  trasladar  aquí  el  último 
párrafo  de  la  parte  expositiva  de  la  sentencia.  Dice  asi: 
«Por  consiguiente,  la  actora,  nieta  legítima  del  General 
Santander,  tiene  derecho  a  que  se  declare  que  le  pertenece 
el  archivo  que  fue  el  de  aquel  grande  hombre,  y  a  que  se 
le  mantenga  en  la  propiedad  de  él,  sin  perjuicio  de  los  de- 
rechos de  los  demás  herederos,  una  vez  que  la  cosa  deman* 
dada  está  en  poder  de  terceros  que  no  alegan  sobre  ella  ni 
propiedad  ni  posesión,  y  que  no  aparece  adjudicada  a  nin- 
gún otro  de  los  herederos.» 

Los  terceros  que  tenían  la  cosa  demandada  no  alegaron 
ni  podían  alegar  sobre  ella  propiedad  ci  posesión,  puesto 
que  eran  simples  tenedores  en  virtud  del  depósito  de  que 
trata  el  acta  relativa  a  la  junta  constituida  por  la  señora 
viuda  de  Suárez;  y  la  cosa  demandada  en  ningún  tiempo  se 
adjudicó  a  los  herederos  o  a  ninguno  de  ellos,  porque  no  fue 
esa  la  voluntad  del  General  Santander.  Del  relato  del  señor 
Suárez  resulta  que  el  propósito  de  los  herederos  fue  man- 
tener y  conservar  el  archivo  para  publicar  la  obra  histórica 
que  se  inició  y  que  no  pudieron  llevar  a  término  por  las 
dificultades  varias  que  apunta  el  señor  Suárez. 

En  el  número  39  del  Boletín  de  Historia  y  Antigüe- 
dades revista  de  la  Academia  Nacional  de  Historia,  se  pu- 
blicó el  testamento  de  Santander,  testamento  solemne  ce- 
rrado, que  escribió  de  su  puño  y  letra  en  cincuenta  y  dos 
cláusulas  numeradas,  en  Bogotá,  a  1.9  de  enero  de  1838,  y 
que  fue  protocolado  al  día  siguiente  de  su  muerte,  el  7  de 
mayo  de  1840,  por  la  escritura  respectiva,  ante  el  Escribano 
Público  Joaquín  Zapata  y  Porras.  En  ese  protocolo,  que 
pertenece  hoy  al  archivo  de  la  Notaría  1^  de  Bogotá,  hemos 
estudiado  el  testamento  para  apoyar  las  consideraciones 
que  luego  se  verán. 

La  cláusula  45^  del  testamento  dice:  «ítem  declaro  so- 
lemnemente que  todos  los  hechos  que  he  referido  en  los 
Apuntamientos  para  las  memorias  de  Colombia  y  Nueva  Gra- 
nada, publicados  por  mí  en  esta  ciuda,  del  día  22  de  octubre 
de  1837,  son  todos  ciertos  y  positivos. .  ..>  Evidentemente, 


EL  ARCHIVO  DEL  GENERAL  SANTANDER  29 


Santander  hizo  la  publicación  de  la  obra  que  cita,  y  tenemos 
a  la  vista  la  edición  que  hizo  de  ella  en  París,  en  1869,  el  se- 
ñor don  Manuel  Suárez  Fortoul.  El  autor  la  escribió  para 
defenderse  de  los  ataques  que  se  le  hacían,  y  la  apoyó  en 
muchos  documentos  de  su  archivo  que  puso  como  A-péndice 
al  fin  de  la  obra,  lo  cual  persuade  que  Santander  estimaba 
altamente  sus  cartas  y  documentos  de  distintas  proceden- 
cias relativos  a  las  campañas  )'  a  su  Administración  Pública. 
Incluyó,  por  ejemplo,  la  carta  autógrafa  que  hemos  visto  en 
el  archivo,  que  le  dirigió  de  Leiva  el  General  Narifío  el  12 
de  octubre  de  1823,  dos  meses  antes  de  la  muerte  de  este, 
para  acreditar  con  ella  que  mantuvieron  hasta  el  fin  amis- 
tosas relaciones;  y  en  la  Conclusión  de  la  obra,  página  102, 
dice:  «Los  que  tanto  se  jactan  de  haber  defendido  la  ver- 
dadera libertad  de  ebtoa  países,  presenten  un  solo  documen- 
to donde  hayan  hablado  con  la  dignidad  de  un  republicano 
perseguido  por  sus  opiniones  y  hechos  contrarios  a  pro- 
yectos liberticidas.  A  su  tiempo  saldrá  a  luz  la  correspon- 
dencia que  tuve  con  el  General  Bolívar  sobre  eitos  proyec- 
tos.... Los  documentos  que  han  podido  contener  estos 
apuntamientos,  bastarán  por  ahora  a  llenar  el  objeto  que 
me  propuse.  Juzgúeseme  por  ellos.> 

Volviendo  al  testamento,  diremos  que  es  una  manifes- 
tación de  la  voluntad  muy  clara,  minuciosa  y  ordenada,  en 
que  el  testador  dispuso  del  todo  de  sus  bienes  y  expresó 
sus  mandatos  sin  ambigüedades;  esa  escritura  revela  el 
mismo  carácter  del  hombre.  En  ella  declara  cuáles  son  sus 
bienes  raíces  y  los  determina  con  precisión;  en  cuanto  a  loa 
bienes  muebles  dice  que  siendo  muy  difícil  enumerar  todos 
los  que  tiene,  como  libros,  alhajas,  vajillas,  etc.,  son  pro- 
pios suyos  «todos  los  que  se  encuentren  en  mi  casa  de  Bo- 
gotá, y  en  las  de  Hatogrande  y  la  Resaca,  así  como  cuales- 
quiera otros  que  tenga  depositados,  prestados  o  en  poder 
de  alguna  persona»;  particulariza  sus  créditos  activos  y  pa- 
sivos; declara  corrientes  y  canceladas  unas  cuentas  relativas 
al  manejo  de  dos  de  sus  fincas;  ratifica  una  donación  quelfa- 
bía  hecho  de  una  casa  a  su  hermana  y  a  las  hijas  de  ésta;  deja 
una  relación  de  los  gastos  que  ha  hecho  con  su  renta  en  so- 
corro de  viudas,  huérfanos  y  desvalidos  y  para  proteger 
establecimientos  de  instrucción,  beneficencia  y  piedad,  y 
para  ayuda  de  varios  actos  útiles  al  país,  y  manda  que  se 
publique  por  la  imprenta;  dispone  sobre  la  libertad  de  sus 
esclavos;  instituye  por  sus  herederos  a  sus  hijos  legítimos  y 
a  su  esposa,  por  iguales  partes;  hace  varios  legados  a  deter- 
minadas personas,  y  manda  que  se  conserven  siempre  en  su 
familia,  según  el  más  inmediato  parentesco  con  él,  una  caja 
de  polvo,  una  camándula  de  piedras  finas,  una  casaca  uni- 


30  BOLETÍN    DE   HISTORIA    Y   ANTIGÜEDADES 


forme  de  General,  una  espada  y  unas  medallas,  el  libro  déla 
Constitución  que  le  servía  de  consulta  durante  su  gobierno 
de  la  Nueva  Granada,  y  otros  objetos.  Entre  los  diversos  ca- 
sos que  previo  para  instituir  herederos  extraños,  en  la  cláu- 
sula 33^  señaló  el  relativo  a  la  República,  y  en  la  siguiente  dis- 
puso esto:  «34^  ítem  los  dos  mil  y  quinientos  pesos  que  tengo 
ordenadose  saquen  del  quinto  de  mis  bienes,  en  todo  casólos 
destino  en  la  forma  siguiente:  mil  y  quinientos  pesos  para 
recompensar  la  persona  que  se  encargue  de  arreglar  todos 
mis  papeles  oficiales  y  particulares  y  escribir,  según  ellos  y 
los  papeles  impresos,  una  especie  de  historia  de  mi  vida  pú- 
blica y  de  mis  servicios  a  la  patria,   que  acredite  a  la  poste- 
ridad que  he   procurado  ser  un  ciudadano  útil  a  ella;  y  los 
otros  mil  pesos  para  que  se  imprima  dicho  trabajo,   cuya 
operación  encargo  encarecidamente  a  mis  albaceas  y   here- 
deros.>  Concuerda  con  esta  cláusula  la  parte  final  de  la  44^, 
que  dice:  «Preferí  a  la  amistad  de  Bolívar  el   cumplimiento 
de  mis  deberes,  y   tengo  la  satisfacción  de   que  jamás  dejé 
de  hablarle  francamente ....  Así  consta  de   nuestra  corres- 
pondencia privada,  que  se  tendrá  presente  para  escribir  lo 
que  dejo  encargado  en  la  cláusula  34^  de   este  testamento. > 
El  tenor  de  estas  disposiciones  es  sumamente   claro:  se 
destina  una  suma  para  pagar  a  quien  se  encargue  de  arre- 
glar el  archivo  (papeles  oficiales  y  particulares)  y  de  escri- 
bir la  vida  de  Santander,  y  otra  para   que  se   imprima  la 
obra  (dicho  trabajo),  operación   esta  que  el  testador  enco- 
mendó con  encarecimiento  a  sus  albaceas  y  herederos.  Los 
albaceas  que  designó  en  primer  término  fueron  su  esposa 
doña  Sixta  Pontón,  el  doctor  Francisco  Soto  y  el  presbí- 
tero Francisco  Oberto  (cláusula  46^).  Los  dos  mil  quinien- 
tos pesos  que  se  deben  sacar  del  quinto  de  sus  bienes,   los 
destina   en  la  forma  dicha  en   todo  caso,  es  decir,  aun  en 
aquel  que  previo  en  la  cláusula  33^  para  instituir  por  he- 
redera a  la  República,  y  obsérvese  que  el  archivo  no  se  deja 
a  los  herederos,  pues  a  éstos  y  a  los  albaceas  sólo  les  impuso 
la  obligación  de  imprimir  la  obra  pagando  la  suma  señalada 
(mil  pesos).  La  vida   pública  debía  escribirse  según  los  pa- 
peles oficiales  y   particulares  y  los  impresos,   es  decir,  que 
debía  ser  una   obra  fundada  o  documentada,  de  modo  que 
propiamente  el  testador  no  mandaba   imprimir  o  publicar 
su  archivo  únicamente;  quedaba  a  juicio  del  escritor  de  la 
obra  publicar  los  documentos  fundamentales.    El  hecho  de 
disponer  el  arreglo   del  archivo  para  que  sirviese  de  fun- 
damento a  la  historia  de  la   vida  pública  del   testador,  de- 
muestra, sin  lugar  a  duda,  que  éste  separó  aquél  de  la  masa 
partible  de  sus  bienes  para  que  sirviese  sólo  al  fin  indicado, 
o  sea  de  fundamento  a  la  obra  sobre  la  historia  de  su  vida. 


EL  ARCHIVO  DEL  GENERAL  SANTANDER  31 


de  modo  que  ni  los  albaceas  ni  los  herederos  podían  dispo- 
ner a  su  arbitrio,  como  cosa  propia,  de  tales  papeles  o  ar- 
chivo, pues  en  relación  con  éste  no  tenían  sino  que  llenar  la 
obligfación  que  les  impuso  el  testador.  Y  nótese  que  el  tes- 
tamento contiene  dos  cláusulas  especiales,  40^,  41^,  sobre 
institución  de  legados  y  conservación  en  la  familia  de  se- 
ñalados efectos;  pero  Santander  a  nadie  legó  su  archivo  ni 
dispuso  que  éste  fuese  conservado  siempre  en  su  familia 
segiín  e¡  más  inmediato  parentesco  con  éi,  como  así  lo  or- 
denó respecto  de  otros  bienes  muebles.  Además,  si  alguien 
puede  suponer  que  el  archivo  puede  estimarse  como  incluí- 
do  en  la  denominación  general  de  papeles  de  la  sucesión, 
tal  supuesto  es  inadmisible,  porque  el  mismo  testador,  al 
determinar  sus  bienes,  señaló  también  sus  títulos  y  escri- 
turas que  le  daban  la  propiedad  de  ellos,  e  indicó  los  docu- 
mentos privados  relativos  a  sus  negocios  y  a  sus  créditos 
activos  y  pasivos,  y  sus  libros  de  cuentas  y  recibos,  todo  lo 
cual  interesaba  sólo  a  los  herederos  como  a  tales;  y  respec- 
to de  sus  papeles  oficiales  y  particulares,  entre  los  cuales 
quedó  incluida  de  modo  expreso  la  correspondencia  priva- 
da con  Bolívar,  los  separó,  ya  se  ha  dicho,  de  la  masa  par- 
tibie  y  ordenó  el  arreglo  de  ellos  para  que  se  escribiese  la 
historia  de  su  vida. 

Santander  quería  que  la  posteridad  conociese  su  vida 
pública  y  sus  servicios  a  la  Nación,  para  acreditar  o  dar 
testimonio  con  aquellos  documentos  que  él  había  procurado 
ser  un  ciudadano  útil  a  la  pattia.  Según  esto,  la  obra  o  his- 
toria de  verdadero  interés  público  es  de  la  Nación  o  debe 
serlo,  puesto  que  a  ella  le  atañe  exclusivamente,  dado  que 
es  la  historia  de  ella  misma  en  un  lapso  determinado.  En 
efecto,  escribir  la  vida  de  Santander  equivale  a  hacer  la  his- 
toria nacional  desde  fines  del  régimen  colonial  hasta  la  época 
de  la  muerte  de  aquél, labor  grande,  de  exposición  completa 
y  lúcida,  de  disquisición  y  controversia  ya  en  lo  militar,  ya 
en  el  vasto  campo  de  la  administración  y  de  la  ardiente  po" 
lítica,  estudiando  primero  la  Colonia  subyugada  y  airada 
después,  luego  la  primitiva  Colombia,  y  por  último  la  Nueva 
Granada  en  sus  primeros  pasos,  hasta  1840;  y  todo  esto  debe 
escribirse  sobre  el  archivo,  que  es  su  apoyo  o  fundamento 
y  como  tal,  inseparable  de  la  obra.  Con  esto  se  forma  más 
cabal  idea  del  alcance  de  la  afirmación  de  los  señores  aca- 
démicos arriba  nombrados,  al  asegurar  que  la  sustracción, 
el  transporte,  la  ocultación  o  el  deterioro  de  loa  documen- 
tos que  forman  el  archivo  causa  grave  perjuicio  a  Colombia 
y  a  la  historia  de  la  República. 

La  obra  no  puede  separarse  de  esos  originales  o  archi- 
vo que   es  la   piedra  angular;   a  ella  le  pertenece  en  todo 


32  BOLETÍN  DE   HISTORIA   Y   ANTIGÜEDADES 


tiempo,  para  que  pueda  demostrar  sus  afirmaciones  o  con- 
clusiones con  la  exhibición  del  original,  llegado  el  caso;  y 
como  demostración  patente  y  manifiesta  de  esto  ahí  está  lo 
que  dejamos  expuesto  sobre  la  carta  de  Bolívar  exhibida  en 
láminas  fotográficas  por  los  Plenipotenciarios  del  Perú  en 
la  cuestión  de  límites  de  esta  República  con  el  Ecuador;  eso 
mismo  no  podría  hacerse  hoy,  por  lo  menos  aftiuí,  con  la  otra 
carta  de  Bolívar  que  citamos,  porque  esa  correspondencia 
desapareció  del  archivo.  En  asuntos  históricos  de  suyo  con" 
trovertibles,  y  más  si  están  vinculados  a  ellos  grandes  inte* 
reses  que  se  relacionan  con  la  honra  o  fama  de  las  personas, 
con  la  política  y  la  administración,  con  el  territorio,  etc., 
no  puede  dejarse  de  la  mano  el  precioso  original  o  docu- 
mento autógrafo,  que  es  como  el  espejo  en  que  se  mira  el 
asunto  con  claridad,  y  muestra  al  historiador  fácilmente 
los  ápices  déla  cuestión  para  entenderla  bien  y  juzgarla 
con  sabiduría.  Ahora,  debe  considerarse  el  texto  mismo  de 
los  documentos  del  archivo  o  su  naturaleza,  para  que  se  vea 
el  interés  público  que  de  él  se  desprende  y  que  atañe  a  la 
Nación. 

En  la  relación  o  resumen  que  presentamos  por  sepa' 
rado  del  contenido  actual  del  archivo,  se  dan  a  conocer  los 
nombres  más  importantes  de  los  autores  de  las  cartas  y  se 
indica  simplemente  que  éstas  versan  sobre  asuntos  públicos, 
pues  son  contadas  las  que  tienen  carácter  puramente  amis- 
toso o  personal  con  prescindencia  de  la  cosa  pública.  En 
aquellos  documentos  se  trata  de  campañas,  de  funciones  de 
armas  y  de  batallas  en  los  países  que  formaron  la  primera 
Colombia,  en  el  Perú  y  en  Bolivia;  de  asuntos  políticos  y  de 
gobierno,  de  cuestiones  económicas  y  fiscales,  de  asuntos 
territoriales  e  internacionales  y  de  la  situación  general, 
social  y  política  de  algunos  otros  países  de  América  y  de 
Europa.  Muchas  de  esas  cartas,  por  su  mismo  contexto,  por 
las  circunstancias  en  que  aparece  que  las  escribieron  sus 
autores,  por  las  indicaciones  que  contienen,  pueden  consi" 
derarse  como  comunicaciones  oficiales  que  sirvieron  sin 
duda  para  ejecutar  una  operación  o  adoptar  determinada 
medida  por  el  superior  o  por  el  Jefe  del  Gobierno;  y  en 
muchas  de  ellas  se  lee  que  el  autor  se  sefiere  a  determinado 
oficio  que  ya  había  remitido  y  que  en  su  carta  quiere  am- 
pliar indicando  lo  que  no  le  pareció  conveniente  decir  en 
la  comunicación  oficial,  o  la  causa  o  motivo  de  señalada  me* 
dida,  providencia  o  propósito  con  sus  peculiares  circuns- 
tancias. Diríase  por  esto  que  esas  cartas  confidenciales  con- 
tienen la  sustancia  principal  del  oficio  a  que  se  refieren,  y 
que  son  como  el  nervio  o  el  alma  de  él;  de  donde  se  sigue 
que  alguna  parte  del  archivo  es  complemento  inseparable 


KL  ARCHIVO  DEL  GEN8RAL  SANTANDER  33 


délas  comunicaciones  oficiales  que  deben  reposar  en  el  ar- 
chivo de  la  Nación  y  que  forma  con  éstas  un  todo  que  cons- 
tituye el  fundamento  o  la  fuente  fidedigna  de  la  historia. 
La  Nación  no  tuvo  intervención  ninguna  en  el  juicio 
que  falló  el  Tribunal  Superior,  y  la  sentencia  de  que  antes 
se  hizo  mención  sólo  afecta  a  las  partes  que  intervinieron 
en  la  controversia;  de  modo  que  si  ella  inicia,   como  debe 
hacerlo  en  nuestro  concepto,  la  correspondiente    acción 
civil  en  defensa  de  sus  derechos  sagrados,  no  puede  oponér- 
sele la  presunción  legal  de  verdad  relativa  y  convencional 
denominada  la  cosa  juzgada,  porque  dada  la  índole  de  esta 
y  las  condiciones  que   deben  concurrir  para  que  obligue  al 
respeto  y  aceptación  de  la  sentencia  a  los    contendientes, 
bastaría  anotar  que  la  demanda  no  es  entre  las  mismas  par* 
tes  propuesta  por  una  contra  otra  en  la  misma   cualidad,  y 
que  la  causa,  o  sea  el  hecho  jurídico  que  constituye  el  fun- 
damento del  derecho,  es  distinta.  En  síntesis,  el  juicio  que 
definió    el  Tribunal  Superior  no  tiene   ni   puede    tener 
efectos  sino  respecto  de  aquellos  que  en  él  tomaron  parte. 

CONCLUSIONES 

La  exposición  que  hemos  hecho  nos  permite  contestar 
afirmativamente  las  cuestiones  que  el  Juzgado  ha  sometido 
a  nuestro  dictamen,  en  la  forma  que  sigue: 

1*?  El  archivo  del  General  Francisco  de  Paula  Santan- 
der contiene  comunicaciones  y  documentos  de  trascenden* 
tal  importancia  para  Colombia,  sea  que  se  la  considere  por 
sí  sola  o  que  se  mire  su  historia  con  relación  a  las  Repú- 
blicas limítrofes  y  a  otras  naciones  de  Sur  América.  Tan 
preciosa  colección  no  sólo  se  refiere  a  hechos  de  la  magna 
guerra  de  la  Independencia,  sino  a  asuntos  de  gobierno,  de 
política  y  de  administración  pública,  de  hacienda,  de  re- 
laciones exteriores  y  de  otros. 

2^  Dado  lo  ya  expuesto  sobre  el  testamento  del  General 
Santander  y  sobre  el  texto  o  naturaleza  de  tales  documen- 
tos, éstos  pertenecen  a  la  Nación. 

3*?  Por  las  mismas  razones  aducidas,  los  manuscritos 
del  archivo  que  versan  sobre  los  asuntos  indicados  y  que 
constituyen  los  fundamentos  de  la  historia,  no  pueden  ni 
deben  ser  materia  de  transacciones  comerciales,  sin  menos* 
cabo  de  los  intereses  patrios. 

Dejamos  así  terminada  nuestra  misión. 

Del  señor  Juez  muy  respetuosos  y  obedientes  servidores, 

Jesús  M.  Henao — Maximiliano  Grillo— Rufino  Gu- 
tiérrez. 

Bogotá,  octubre  8  de  1921. 

xrv— 3 


34 


BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


RELACIÓN  O  RESUMEN 

DEL  CONTENIDO  ACTUAL  DEL  ARCHIVO    DEL  GENERAL  SANTAN- 
DER, ENTREGADO  POR  EL  JUEZ  3*?  DEL  CIRCUITO  EN  LO  CRIMINAL, 
A  LOS  PERITOS  PARA  QUE  DEN  SU  DICTAMEN. 


Paquetes 
y  tomos 

de  docu- 
mentos. 


Número  de 
documentos 
de  cada  uno. 


Folios. 


I. 


n. 


in. 


IV, 


V. 


VI. 


vn. 


Cartas  de  don  Pedro  Gual.  Casi 
todas  tratan  sólo  de  asuntos  pú- 
blicos, especialmente  de  hacien- 
da   36  94 

Cartas  del  Coronel  Antonio  Mora- 
les y  una  carta  privada  de  su  es- 
posa Carmen  Vitores  de  M.  To- 
das; las  cartas  de  Morales  se 
refieren  a  asuntos  públicos;  hay 
una  nota  oficial  en  papel  timbrado 
y  una  copia  de  una  arenga  dirigi- 
da al  Libertador  cuando  llegó  al 

Socorro  en  febrero  de  1819 19  57 

Cartas  de  don  José  Manuel  Res- 
trepo,  sobre  asuntos  públicos  to- 
das ellas.  Contiene  una  del  Gene- 
ral Domingo  Caicedo,  de  marzo  de 
1820,  para  el  General  Santander.  37  78 

Cartas  del  General  José  Padilla. 
Diez  y  siete  versan  sobre  asuntos 
de  carácter  público,  y  una  sobre 

un  incidente  personal   18  32 

Cartas  de  don  Joaquín  Mosquera. 
Todas  versan  sobre  asuntos  pú- 
blicos   9  22 

Cartas  de  don  J.  M.  del  Castillo 
Rada,  sobre  asuntos  públicos. 
Contienen  un  proyecto  sobre  una 
emisión  de  documentos  de  crédi- 
to, respaldada  por  las  salinas  te- 
rrestres    14  40 

Cartas  del  General  Jcsé  María 
Córdoba,  sobre  campañas  de  la 
guerra  de  la  Independencia.  En 
carta  de  julio  de  1826,  de  Cocha- 
bamba,  dice  que  le  envió  al  Ge- 
neral Santander  una  relación  de 


133 


323 


EL  ARCHIVO  DEL  GENERAL  SANTANDER 


35 


VIII. 


IX. 


Paquetes 
y  tomos 
de  docu- 
mentos. 

Vienen 

la  campana  de  Ayacucho,  y  la 
«explicación  de  un  nuevo  orden 
de  Columna  Ayacucho  en  el  cual 
formé  la  División  de  mi  mando  en 

aquella  batalla>   

Cartas  del  General  Bartolomé 
Salom,  sobre  campañas  en  Vene- 
zuela, en  1820 

Cartas  del  General  Daniel  F. 
O'Leary,  sobre  asuntos  públicos. 
Hay  una  del  mismo  al  General 
Tomás  de  Heres,  y  otra  al  Liber- 
tador con  una  posdata  de  éste;  las 
demás,  ocho,  dirigidas  al  Gene- 
ral Santander 

Cartas  del  General  Manuel  Val- 
dés.  sobre  asuntos  de  las  campa- 
ñas, y  una  proclama  del  mismo  a 
los  habitantes  de  Popayán  .... 
Cartas  del  General  Carlos  Sou- 
blette,  sobre  asuntos  públicos,  y 
aun  pudieran  considerarse  como 
oficiales  algunas  de  ellas.  Hay 
una  carta  firmada  por  el  General 
Santander,  dirigida  a  Francisco 
Rivas,  y  tres  en  papel  timbrado.. 
Cartas  del  Coronel  José  Félix 
Blanco,  sobre  asuntos  de  política 
y  de  las  campañas.  Contienen  co- 
pia de  una  proclama  del  General 
J.  A.  Páez    y  de  un   decreto   del 

mismo,  de   1826 .  . , 

xra.  Cartas  del  General  José  María  Ca- 
rreño,  dirigidas  al  General  San- 
tander. Contienen  copia  de  una 
carta  del  General  Salom,  en  que 
transmite  ciertas  censuras  de  Bo- 
lívar a  la  conducta  de  Carreño.. 
XTV.  Copias  de  cartas  del  Genera!  San- 
tander, así:  nueve  al  General  Ma- 
riano Montilla,  una  a  la  esposa 
del  mismo,   una  a  J.  Rafael   Re- 


X. 


XI. 


xn. 


Námero  de 
documentos 
de  cada  uno. 

133 


36 


Folio». 
323 


85 


17 


10 


28 


25 


81 


26 


67 


30 


73 


17 


41 


Pasan 


288 


712 


^  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Número  de 
Paquetes  documentos 

y  tomos  ¿e  cada  uno. 

de  docu-  Folios, 

mentos.  _  i-^« 

Vienen...    y  288  712 

venga;  trece  no  tienen  dirección; 
una  del  General   Montilla  a  San- 
tander, y  una  de  Santander  al  Li- 
bertador.   Todas  sobre   asuntos 
públicos,  menos  la   carta  a  la  es- 
posa de  Montilla.  Se  ve  que  estos 
documentos,  que  son  26,   en   65 
folios,  no   fueron   empastados,  y 
no  pueden  considerarse  pertene 
cientes  al  archivo  de  Santander. 
XV      Cartas  del  General  Pedro  Bnce- 
ño  Méndez,  sobre  asuntos  públi- 
cos, menos  una  de  carácter  pri- 
vado. Contienen   dos  copias:  una 
de  una  carta  del   Libertador,  en 
clave,  en  parte,  y   otra  de  una 
carta  de  Briceño  al  General  Ur-  ^^  ^^^ 

daneta ••    •/      ".;'" 

rvi.  Cartas  del  General  Mariano  Mon- 
tilla, dirigidas  al  General  Santan- 
der, sobre  asuntos  públicos.  Con- 
tienen copia  de  una  dirigida  al 
General  Soublette  y  un  plano  de  . 
la  bahía  y  lago  de  Maracaibo. 
Tres  están  en  papel  timbrado  y 
una    tiene  carácter    claramente  ^^  ^^^ 

oficial •  •       V*    •  '  "ñ" IL 

xvn  Cartas  del  General  José  A.  Paez 
al  General  Santander,  sobre  asun- 
tos públicos.  Contienen,  entre 
otras,  copia  de  carta  de  Santan- 
der a  Páez,  sobre  la  acusación  de 
éste;  un  estado  de  las  tropas  que 
existían  en  Valencia  después  del 
sitio  de   Puertocabello;  copia  de 

las  notas  de    Santander  a  la  car- 

ta  de  Páez  de  16  de  julio  de  182b, 

y  copia  de  carta  de  Santander 

en  que  le  aconseja  a  Paez  la  su- 

misión  a  las  leyes.  ;•• 

xvin.     Miscelánea    de  cartas  de  vanos, 

entre  otros.  José  María  Vergara, 

Pasan ^^1       U8Í 


EL  ARCmVO  DEL  GENERAL  SANTANDER  37 


Paquetes  Número  de 

y  tomos  documentos 

de  docu>  de  cada  uno. 
mentos.  Foltoá. 

Vienen 491       1,187 

José  Concha,  José  María  Mantilla, 
Pedro  Fortoul,  M.  Santamaría, 
Luis  Francisco  de  Rieux,  J.  V. 
Forey  K.  (quien  propone  a  San- 
tander en  1823  la  naveg^ación  por 
vapor),  Lino  de  Clemente  y  José 
Ucrós.  Sobre  asuntos  públicos. . .  140  291 

XIX.  Miscelánea  de  cartas  de  varios, 
entre  otros,  Leandro  Palacio, 
Manuel  José  Hurtado,  Agustín 
Gutiérrez  y  Moreno,  F.  Monto- 
ya,  M.  A.  Arrubla,  Juan  de  Fran- 
cisco Martín  y  Juan  F.  CalcaHo, 
M.  Santamaría,  Guadalupe  Vic- 
toria, Eloy  Valenzuela  e  Ignacio 
Tejada.  Sobre  asuntos  públicos. .  143  307 

XX.  Miscelánea  de  cartas  del  señor  Ar- 
zobispo Mosquera  a  don  Joaquín 
Mosquera,  y  de  Manuel  María 
Mosquera  a  sus  hermanos.  Contie- 
ne también  unas  pocas  dirigidas  a 
Rufino  Cuervo,  Francisco  Monto- 
ya,  Manuel  A.  Arrubla  y  Anselmo 
Pineda,  una  de  Ignacio  Gutié- 
rrez a  Tomás  C.  Mosquera,  y 
otra  de  éste.  No  están  foliadas, 
Bon  204;  se  ve  que  no  fueron  em- 
pastadas y  no  puede  considerar- 
que  hacen  parte  del  archivo  del 
General  Santander. 

XXI.  Tomo  de  cartas  de  1836  a  1837, 
está  empastado  e  intacto  confor- 
me al  arreglo  que  hizo  de  todo  el 
archivo  el  señor  don  Roberto  Suá- 
rez.  Contiene  cartas,  entre  otras, 
de  Juan  de  Dios  Aranzazu,  el  Ar- 
zobispo Mosquera,  Rufino  Cuer- 
vo, copia  del  concepto  de  Lino  de 
Pombo  sobre  la  cuestión  france- 
sa, de  Juan  José  Flores,  Pedro  Al- 
cántara Herrán,  José  Hilario  Ló- 
pez, Lorenzo  M.  Lleras,   Antonio 

Pasan 774       1»785 


38  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 

Paquetea  Número  de 

y  tomos  documentos 

de  docu-  de  cada  uno. 
mentoa.  Folios. 

Vienen 774        1,785 

Morales,  Joaquín  y  Tomás  C.  de 
Mosquera,  José  María  Obando, 
Salvador,  Obispo  de  Popayán; 
Lino  de  Pombp,  Vicente  Roca- 
fuerte,  Santander  a.  Flores  e 
Ignacio  Tejada,  Ministro  en  el 
Vaticano.   Asuntos    públicos..  169  350 

XXII.  Cartas  del  General  Borrero  y  de 
otros  personajes,  como  Joaquín 
París,  el  Obispo  Jiménez,  de  Popa- 
yán; JoséMaríaSalazar,  Alejandro 
Osorio,  Andrés  M.  Rosillo,  Luis 
López  Méndez,  y  de  Santander  a 
Osorio  y  a  José  Manuel  Restrepo. 
Versan  sobre  asuntos  públicos. . .  89  187 

xxni.  Miscelánea  de  cartas  de  varios  a 
Santander,  entre  otros,  J.  García 
del  Río,  sobre  separación  del  Ge- 
neral San  Martín  del  gobierno 
del  Perú;  José  de  Lámar,  San- 
tiago Marino,  Manuel  Purreyron, 
Jerónimo  Agüero, FranciscoCon- 
de,  José  Gabriel  Pérez,  J.  A.  Mi- 
ralla,  Manuel  de  Vidaurre,  Luis 
Vargas  Tejada  (en  verso).  J.  Illin- 
grot,  Luis  A.  Baralt  (oficial), 
Francisco  Carabaño,  J.  J.  de  Ol- 
medo, Ramón  Freiré,  Supremo 
Director  de  Chile  (oficial),  Hi- 
pólito Unanue,  Antonio  Nariño, 
José  de  San  Martín  y  Bernardo 
O'Higgins.  Sobre  asuntos  públi- 
cos....^   121  276 

XXIV.  Miscelánea  de  cartas  que  contie- 
ne, entre  otros  documentos:  car- 
tas y  mensajes  de  Santander,  ex- 
pediente sobre  la  conducta  mi- 
litar del  mismo  en  1814,  proposi- 
ciones de  las  Cámaras  en  copias 
oficiales,  opinión  de  Castillo  sobre 
el  patronato,  cuenta  de  las  su  mas 
t[ue  ha  producido   el  empréstito 

Pasan   1,153      2,598 


EL  ARCHIVO  DEL  GENERAL  SANTANDER 


39 


Paquetes 
y  tomos 
de  docu- 
mentos. 


Número  de 
documentos 
de  cada  uno. 


Vienen 

Zea-Hurtado,  proclamas  de  San- 
tander, carta  de  Juan  Germán 
Roscio,  extracto  de  las  provi- 
dencias comunicadas  a  la  Vice- 
presidencia  por  el  Ministerio  de 
Guerra  en  1820,  progreso  de  las 
fuerzas  sutiles  sobre  la  plaza  de 
Cartagena,  y  otros  documentos  y 
oficios  en  copia  u  originales 

XXV.  Tomo  de  cartas  de  1828-1831;  es- 
tá empastado  e  intacto  conforme 
al  arreglo  que  hizo  el  señor  don 
Roberto  Suárez.  Contiene,  entre 
otros  documentos,  el  Reglamento 
de  la  Convención  de  Ocaña,  re- 
presentación de  la  minoría,  expo- 
sición de  Santander  al  Congreso 
de  1830  con  motivo  de  sus  perse- 
cuciones, decreto  del  Vicepresi- 
dente de  la  República,  en  que  se 
levanta  a  Santander  la  pena  de 
confinamiento,  y  copias  de  docu- 
mentos sobre  proyecto  de  monar- 
quía, del  Consejo  de  Kstado  de 
1829 

xxvL  Tomo  de  cartas  de  1835-1835; 
está  empastado  e  intacto  confor- 
al  arreglo  del  señor  don  Roberto 
Suárez.  Contiene  cartas  del  Ar- 
zobispo Mosquera,  de  don  Joa- 
quín Mosquera,  del  General  Páez. 
del  General  Borrero,  Juan  José 
Flores,  Vicente  Rócafuerte,  Juan 
de  Dios  Aranzazu  y  José  María 
Obando,  y  un  apéndice  al  folleto 
La  Nueva  Granada  al  empezar  el 

año  de  1836 , 

xxvn.  Tomo  de  cartas  de  1834-1836; 
está  empastado  e  intacto  confor- 
me al  arreglo  que  hizo  el  señor 
don  Roberto  Suárez.  Contiene 
cartas    de  J.   M.   Obando,    Juan 


Polios. 
1,153       2,598 


187 


432 


160 


350 


167 


357 


Pasan 1,667       3,737 


40  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Paquetes  Número  de 

y  tomos  documentos 

de  docu*  de  cada  uno. 
mentos.  Folios. 

Vienen 1,667       3,737 

José  Folres,  José  Hilario  López, 
Arzobispo  Mosquera,  Salvador 
Córdoba,  Rufino  Cuervo,  José  A. 
Páez,  Pedro  A.  Herrán  e  Ingna- 
cio  Tejada     161  350 

xxvin  Cartas  de  1831-1832.  Tomo  em- 
pastado e  intacto  conforme  al  arre- 
glo del  señor  don  Roberto  Suárez. 
Contiene,  entre  muchos  otros  do- 
cumentos, comunicación  del  Se- 
cretario déla  Convención  de  1831 
al  General  Santander;  nota  de 
Obando  en  que  comunica  oficial- 
mente a  Santander  la  designación 
que  le  hizo  la  Convención  Grana- 
dina para  Presidente  de  la  Repú- 
blica; cartas  de  Florentino  Gon- 
zález, Pedro  A.  Herrán,  José  Bo- 
ñaparte,  Juan  José  Flores,  José 
Ignacio  de  Márquez,  Joaquín 
Mosquera,  José  Antonio  Páez, 
José  Ignacio  París  y  otros 180  351 

XXIX.  Tomo  de  cartas  de  1832-1834, 
empastado  e  intacto  conforme  al 
arreglo  del  señor  don  Roberto 
Suárez.  Contiene  cartas,  entre 
otras,  de  Juan  José  Flores,  José 
María  Obando,  Salvador  Córdoba, 
Pedro  Carujo,  Vicente  Azuero, 
Joaquín  Mosquera,  José  Antonio 
Páez;  uní  nota  del  Consejo  de 
Estado  y  letras  de  cuartel  del 
General  Santander  y  liquidación 

de  los  sueldos  del  mismo 166  350 

XXX.  Miscelánea  de  cartas  y  documen- 
tos de  diferentes  años.  Contiene 
cartas  del  General  José  Francisco 
Bermúdez,  J.  Escalona,  Juan  Paz 
del  Castillo,  José  Anzoátegui, 
Francisco  A.  Zea  Cuna  de  éste  so- 
bre asuntos  de  familia),  Francisco 
de  Peñalver,  J.  R.  Revenga,  Lino 

Pasan 2,174       4,788 


EL  ARCHIVO  DEL  GENERAL  SANTANDER 


41 


Paquetes 
y  tomos 
de  docu- 
mentos . 


Número  de 
documentos 
de  cada  uno. 


Vienen ....... 

de  Clemente,  Juan  B.  Arismendi, 
M.  Manrique,  Juan  G.  Roscio, 
Alejandro  Osorio  y  Francisco  Ja- 
vier Yáñez  . . 

XXXI.  Tomo  de  cartas  de  1826-1827,  em- 
pastado e  intacto  conforme  al 
arreglo  del  señor  don  Roberto 
Suárez,  Contiene  cartas  de  E. 
Borrero,  José  María  Ortega,  José 
María  Córdoba,  Rufino  Cuervo, 
José  Fernández  Madrid,  Juan 
JciS  Flores,  Pedro  Gual,  José 
Padilla,  José  Manuel  Restrepo, 
Antonio  Obando,  Carlos  Soublet- 
te,  Alejandro  Vélez  y  otros..  ... 

Sumas 


Folios. 
2,174       4,788 


146 


313 


181 


355 


2501        5456 


ARCHIVO  DEL  GENERAL  SANTANDER 

RECIBIDO  JUDICIALMENTE  POR   EL    SEÑOR    ERNESTO    RESTREPO 
TIRADO,  EN  13  DE  ABRIL   DE  1916 


Tomos. 


1 
2 
3 
4 
5 

6 
7 
8 

10 

11 
12 


Número  de 

documentos 

de  cada 

tomo. 


150 
146 
118 
119 

137 


115 
121 
160 
142 
89 

167 
164 


(Casi  todos  del  Gene- 
ral Bolívar). 


(Todos  del   General 
Bolívar). 


Folios 
de 
cada 
tomo. 

317 
328 
244 
250 

350 
256 
260 
377 
325 

343 
360 
360 


Pasan 1,628 


3,770 


42 


BOLETÍN  DE  mSTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Domos. 

Número  de 

documentos 

de  cada 

tomo. 

Vienen.   .. 

. ..    1,628 

13 

109 

14 

170 

15 

,      177 

16 

150 

17 

184 

18 

167 

19 

160 

20 

169 

21 

169 

22 

143 

23 

110 

Sumas. .  . . 

. .      3,336 

F  olios 

de 

cada 

tomo. 

3,770 
360 
373 
355 
350 
356 
350 
352 
367 
350 
280 
283 

7,546 


flCflDEÍDIfl  nflCIOnflfa  DE  BlSTORIfl 
Extracto  de  las  actas.  1921. 

15  DE  NOVIEMBRE 

El  Círculo  Militar  del  Ecuador  pide  la  lista  de  las  pu- 
blicaciones de  la  Academia,  pues  tiene  interés  en  adquirir 
todo  lo  que  ella  haya  publicado. 

El  Ministro  de  Gobierno  solicita  una  información,  lo 
más  completa  posible,  sobre  la  historia  de  la  bandera  y  es- 
cudo nacionales,  y  de  las  publicaciones  que  se  hayan  hecho 
sobre  ella. 

El  señor  Gijón  y  Caamaño  avisa  que  tiene  treinta  y  dos 
cartas  del  doctor  Rufino  Cuervo,  dirigidas  a  don  José  Ma- 
nuel Giióu,  y  que  las  remitirá  para  el  Epistolario  que  aquí 
se  está  publicando. 

Los  señores  Moros,  Villaveces  y  Monsalve  informaron 
sobre  los  cuadros  de  Paya  y  Boyacá,  pintados  por  el  señor 
Rafael  Tavera,  y  propusieron  una  felicitación  a  su  autor, 
la  cual  fue  aprobada. 

Fue  presentado  como  candidato  para  miembro  corres- 
pondiente el  señor  Vicente  J.  Arboleda. 

El  Director  de  la  Oficina  de  Información  en  Londres, 
señor  Medina,  envía  una  colección  de  la  revista  que  sirve 
de  órgano  a  esa  oficina,  en  la  cual  se  ha  publicado  un  dia- 
rio inédito  del  General  O'Leary. 

Se  acordó  manifestar  al  señor  Daniel  O'Leary,  resi- 
dente en  Londres,  y  dueño  de  dicho  diario,  que  la  Acade- 


ACADEMIA  NACIONAL  DE  HI5?T0RIA  43 


mia  agradecería  le  enviara  algunos  de  los  documentos  iné- 
ditos de  su  archivo. 

La  Biblioteca  Nacional  del  Uruguay  envió  varios  libros 
de  alta  importancia. 

Da  las  gracias  el  señor  Arroyo,  por  su  nombramiento 
de  miembro  de  número. 

El  Secretario  de  Relacioiles  Exteriores  remite  una 
copia  de  la  carta  del  Gobernador  de  Cartagena,  doctor 
Francisco  de  Muerga,  del  año  de  1631,  al  Rey  de  España, 
en  la  cual  hace  una  descripción  de  la  isla  de  San  Andrés,  y 
menciona  la  de  Roncador. 

El  Tribunal  Superior  de  Cundinamarca  pide  copia 
auténtica  del  informe  rendido  en  1908  por  los  señores  León 
Gómez  y  Guerra,  sobre  las  presillas  del  Mariscal  de  Aya- 
cucbo. 

El  señor  Rivas  informó  sobre  los  documentos  hallados 
por  el  señor  García  Zamudio  en  la  Biblioteca  Pública  de 
Nueva  York,  en  el  cual  expresa  cuáles  de  ellos  han  sido  ya 
publicados;  y  pidió  que  se  solitara  de  dicho  señor  una  ins- 
pección al  archivo  del  General  Herrán,  que  se  halla  en  The 
Geo7getozvn  Univetsity,  lo  cual  fue  aprobado. 

El  señor  J.  M.  Portocarrero  remitió  unas  cartas  de 
varios  proceres  dirigidas  al  General  Vergara;  se  acordó 
publicarlas  en  el  Boletín. 

El  señor  Carlos  Echeverri  envió  su  libro  A-puntes  f  ara 
la  historia  de  Pereira,  el  cual  fue  pasado  en  comisión. 

El  señor  Enrique  Ortega  presentó  la  lista  de  Alcaldes 
de  Bogotá,  que  ha  empezado  a  publicar  en  el  Registro  Mu- 
nicifal. 

Se  resolvió  enviar  a  la  Unión  Panamericana  de  Was- 
hington algunos  escritos  sobre  el  General  Santander,  que 
fueron  de  allá  solicitados  para  el  número  que  el  Boletín  de 
dicha  Unión  va  a  dedicarle. 

El  señor  Cortázar  manifestó  que  a  su  próxima  sesión 
llevaría  los  materiales  que  tiene  para  la  continuación  de  la 
obra  Archivo  Santander^  a  fin  de  que  la  Academia  resolvie- 
ra sobre  su  publicación. 

El  señor  Cónsul  de  Colombia  en  Huelva  pidió  las  pu- 
blicaciones de  la  Academia. 

El  Ministro  de  Gobierno  solicitó  treinta  ejemplares  del 
númerollS  del  Boletín  de  la  Academia,  editado  enimprenta 
particular.  Se  resolvió  contestarle  que  ese  número  había  sido 
costeado  por  el  señor  Posadaj  y  que  a  él  debía  pedírselo. 

Se  presentaron  varios  informes  sobre  nombramiento 
de  miembros  correspondientes,  pero  no  se  consideraron  por 
falta  del  número  requerido  para  esto. 


44  BOLETÍN  DE  HISTORIA   Y  ANTIGÜEDADES 


/  1922 

15   DB  FEBRERO    (l) 

El  señor  Grillo  avisa  que  le  sería  grato  cumplir  en  Río 
de  Janeiro  las  órdenes  de  la  Academia. 

El  Ministro  de  Agricultura  solicita  cinco  ejemplares 
de  uno  de  los  volúmenes  de  H  Biblioteca  de  Historia  Nacional 
{Monografías),  para  remitirlos  a  las  Oficinas  de  Informa- 
ción, en  el  exterior. 

La  Oficina  de  Estadística  de  Cali  solicita  la  obra  La 
Re-pública  de  Colombia,  impresa  en  Bruselas. 

La  Sociedad  de  Geografía  italiana  da  las  gracias  por  el 
ejemplar  de  la  biografía  del  señor  Codazzi,  que  ella  había 
pedido  y  que  recibió  oportunamente,  y  pide  unos  números 
del  Boletín  de  Historia. 

La  Biblioteca  de  la  Universidad  de  Yale  (Estados  Uni- 
dos) solicita  igualmente  algunos  números  del  Boletín,  que 
hacen  falta  en  su  colección. 

El  señor  W.  Heims,  de  Leipzig  (Alemania),  ofrece  en 
venta  a  la  Academia  un  manuscrito  del  filósofo  Feuerfach,- 
en  nueve  mil  marcos.  Se  resolvió  contestarle  que  por  no 
tener  ello  relación  con  nuestra  historia,   no  lo  compraría. 

El  capellán  de  la  cárcel  de  Buga  solicita  las  publicacio- 
nes de  la  Academia  para  la  biblioteca  que  está  fundando. 

El  R.  P.  J.  Martínez  envía  una  colección  del  perió- 
dico que  ha  publicado  en  Támara  y  que  contiene  trabajos 
históricos. 

La  Biblioteca  pública  de  Nueva  York  envía  el  Boletín 
que  ella  publica  y  hace  notar  que  están  incompletas  allá  las 
colecciones  de  la  Biblioteca  de  Historia  Nacional^  del  Bole- 
tín de  la  Academia,  a  fin  de  que  se  le  manden  los  volúmenes 
que  le  faltan. 

El  señor  Valentín  Macía  remite,  de  Armenia,  el  folleto 
que  ha  publicado  sobre  la  fundación  de  dicha  población. 
Pasó  en  comisión  al  señor  Correa. 

El  señor  Negret  manifiesta  su  agradecimiento  por  ha- 
ber sido  premiado  su  trabajo  sobre  la  batalla  de  Bom- 
bona. 

Los  señores  A.  Terrero  y  T.  Gutiérrez  envían  varias 
circulares  de  Caracas,  referentes  a  la  fundación  de  la  Re- 
vista Hispano  Americana. 

El  Director  de  El  Heraldo,  de  Medellín,  manifiesta 
que  desearía  las  publicaciones  de  la  Academia,  para  su 
salón  de  lectura. 


íl)  Durante  los  meses  de  diciembre  y  enero  estuvo  la  Academia 
en  vacaciones,  conforme  al  reglamento;  y  el  1?  de  febrero  no  hubo 
sesión  por  falta  de  quorum. 


ACADEMIA  NACIONAL  DE  HISTORIA  45 


El  señor  Manacorda  participa,  de  Montevideo,  que 
ha  sido  nombrado  Director  del  Archivo  y  Museo  Histórico 
Nacional. 

El  Jefe  de  la  Oficina  de  Estadística  de  Barranquilla 
avisa  el  recibo  de  los  tomos  xv,  xx  y  xxi,  de  la  Biblioteca  de 
Hisioria  Nacional  y  de  la  Cam-paña  Libertadora  de  1821^  y 
presenta  sus  agradecimientos. 

El  señor  A.  M.  Londoño  envía  unos  certificados  rela- 
tivos a  la  autentecidad  de  un  manuscrito  de  Cristóbal  Co- 
lón. El  señor  Posada  manifiesta  que  hace  algún  tiempo  re- 
cibió una  carta  del  ilustre  historiador  de  Colón,  señor  Vi- 
gnau,  a  quien  le  había  transmitido  una  copia  de  aquél,  en 
ia  cual  trata  sobre  el  asunto.  En  comisión  al  señor  Mesa. 

Los  señores  Arrubla  y  Cuervo  Márquez  informan  so- 
bre las  reglas  para  el  nombramiento  de  miembros  corres- 
pondientes de  la  Real  Academia  de  Ciencias  Morales  y  Po- 
líticas de  Madrid,  las  cuales  habían  sido  transmitidas  por  el 
señor  Ministro  de  España. 

Los  señores  Riva»y  Marroquín  informan  sobre  los  do- 
cumentos que  ha  enviado  el  señor  Restrepo  Tirado,  de  Se- 
villa, y  proponen  se  agradezca  a  dicho  señor  tal  envío,  y  se 
le  excite  a  que  continúe  en  esa  patriótica  labor,  lo  cual  fue 
aprobado. 

El  señor  Posada  manifiesta  que  dicho  señor  ha  hallado 
también  un  documento  con  la  firma  autógrafa  de  Rodrigo 
Bastidas,  y  presenta  una  fotografía  de  él,  hallazgo  que  ha 
producido  vivo  regocijo  en  Santa  Marta,  por  no  ser  conoci- 
da antes  la  firma  de  su  fundador. 

Se  aprueba  una  proposición  de  pesar  por  la  muerte  del 
miembro  de  número  señor  Manuel  María  Fajardo,  y  de  los 
correspondientes, señoresManuelCarreño  yDelioCifuentes. 
Fue  presentado  como  candidato  para  miembro  corres- 
pondiente el  señor  Cayetano  CoU  y  Tosté,  distinguido  his- 
toriador de  Puerto  Rico. 

Los  señores  Posada  y  Rivas  participaron  que  el  Ayun- 
tamiento de  Sevilla  les  ha  concedido  el  título  de  ciudada- 
nos de  aquella  ciudad,  por  su  asistencia  al  Congreso  de  His- 
toria y  Geografía  que  se  reunió  allí,  el  año  pasado  y  pre- 
sentaron una  relación  que,  de  las  labores  de  dicho  Congreso, 
ha  hecho  la  inteligente  historiadora  americana  Miss  Wri- 
ght,  en  una  revista  de  los  Estados  Unidos,  y  en  la  cual 
menciona  de  manera  honrosa  a  los  representantes  de  la 
Academia. 

1^  DE  MARZO 

Se  recibieron  cuatro  composiciones  de  Ibagué,  Pasto, 
Ospina  y  Bogotá,  sobre  la  batalla  de  Bombona,  que  ^se 
envían  para  el  concurso  abierto  por  el  Grobierno  de  Nariño. 


46  BOLETÍN   DE   HISTORIA   Y   ANTIGÜEDADES 

La  Biblioteca  Pública  de  Nueva  York  manifiesta  no 
haberrecibidoalgunosnúmerosdel  Boletín  que  hacen  falta 
en  BU  colección. 

El  señor  Negret  expresa  su  deseo  de  que  se  publique 
su  trabajo  sobre  Bombona.  Se  pasó  en  comisión  al  señor 
Flórez. 

El  señor  Gabino  Charri,  de  Neiva,  consulta  sobre  la 
actuación  de  los  batallones  Bogotá  y  Vargas  en  la  batalla  de 
Bombona,  pues  hay  contradicción  en  algunas  publicaciones 
sobre  ello. 

El  señor  Posada  presentó  el  trabajo  Historiadores  del 
Nuevo  Reino  de  Gr añada ^  que  ha  escrito  en  Mompós  el 
doctor  P.  M.  Rebollo;  y  el  Estudio  sobre  la  esclavitud,  cora- 
puesto  por  el  señor  Roberto  Rojas.  Se  pasaron  en  comisión. 

Fueron  propuestos  como  candidatos  para  miembros 
correspondientes  los  señores  Carlos  Blanco,  del  ejército  de 
Bolivia,  Manuel  Bobrilla,  del  ejército  del  Perú,  y  fray  Mar- 
celino Ganuza,  religioso. 

15  de  marzo 

La  Junta  de  Festejos  del  Centenario  de  Bombona  co- 
municó de  Pasto  que  el  Jurado  Calificador  puede  estudiar 
trabajos  que  se  envíen  hasta  el  día  20. 

El  Director  de  la  Biblioteca  Nacional  de  Honduras 
acusó  recibo  del  último  volumen  de  la  Biblioteca  de  Historia 
Nacional,  y  pide  los  que  faltan  en  su  colección. 

El  Ministro  de  Instrucción  Pública  acusó  recibo  de 
la  proposición  aprobada  por  la  Academia  sobre  el  Archivo 
del  General  Santander,  en  noviembre  del  año  pasado,  que 
oportunamente  le  había  sido  comunicada. 

El  señor  J.  M.  Pinto  participa  de  Tunja  que  ha  solici- 
tado de  la  Asamblea  de  aquel  Departamento  que  se  resta- 
blezcan los  nombres  antiguos  de  los  Municipios,  y  que  de- 
sea saber  la  opinión  de  la  Academia. 

El  R.  P.  Fabo  envió  de  Manizales  varias  obras  impor- 
tantes, de  las  cuales  es  autor.  4^^^ 

Se  resolvió  solicitar  del   Gobierno  se  dé  estricto  cum-"^ 
plimiento  a  la  ley  que   ordenó  la   compra  de  la  Quinta  de 
Bolívar,   pues  aún  se  adeuda  el  valor  de  ella. 

Se  aprobó  una  proposición  de  pesar  a  la  ciudad  de 
Mompós,  con  motivo  del  incendio  que  destruyó  parte  con- 
siderable de  ella. 

Fueron  admitidos  como  miembros  correspondientes 
fray  Marcelino  Ganuza  y  fray  Bernardo  Merizalde,  auto- 
res de  una  monografía  sobre  las  misiones  de  los  agustinos 
en  Colombia,  y  de  una  historia  de  las  misiones  en  las  re- 
giones del  Pacífico,  respectivamente;  y  los  señores  Arcesio 
Guzmán,   autor  de  la  monografía  de  Almaguer,  Vicente 


ACADEMIA  NACIONAL  DE  HISTORIA  47 


Javier  Arboleda,  Cunninghame  Graham,  y  R.  Verneau, 
quienes  han  publicado  diversas  obras  relativas  a  nuestra 
historia  y  geografía. 

El  señor  Gómez  Calvo  manifestó  la  conveniencia  de 
hacer  algunas  reparaciones  a  la  Quinta  de  Bolívar. 

Fueron  elegidos  para  dirigir  la  publicación  de  los 
nuevos  volúmenes  del  Archivo  Santander  los  señores  Men- 
doza, Arrubla  y  Henao. 

Se  leyó  una  comunicación  de  un  distinguido  extran- 
jero, en  la  cual  llama  la  atención  sobre  la  destrucción  de  las 
murallas  de  Cartagena,  y  se  resolvió  comisionar  al  señor 
Flórez  Alvarez,  quien  sigue  para  esa  ciudad,  a  fin  de  que 
informe  a  la  Academia  sobre  el  asunto. 

El  señor  Posada  presentó  algunos  escritos  sobre  asun- 
tos históricos  del  señor  Luis  Acebedo,  los  cuales  fueron 
pasados  en  comisión. 

Se  aprobó  una  proposición  de  saludo  a  la  señora  Blanca 
de  los  Ríos,  por  su  revista  Raza  Esfañola^  en  la  cual  se  pu- 
blican artículos  importantes  sobre  nuestro  país. 

El  señor  Triana  propuso  se  pidiera  al  Gobierno  alguna 
disposición  que  facilite  el  viaje  délos  comisionados  para 
recibir  la  expedición  etnográfica  y  arqueológica  americana, 
que  llegará  próximamente. 

•  1°    DE  ABRIL 

La  Oficina  de  Longitudes  envió  dos  ejemplares  del  fo- 
Ifeto  Coordenadas  Geográficas,  y  pide  que  la  Academia  se 
sirva  hacerle  las  observaciones  y  adiciones  que  estime  con- 
veniente. 

El  señor  Mesa  informó  que  a  la  Academia  no  le  corres- 
pondía autenticar  firmas,  como  se  había  solicitado  de  ella 
con  respecto  a  una  documentación  de  un  autógrafo  de  Cris- 
tóbal Colón,  lo  cual  fue  aprobado. 

El  Gobernador  de  Nariño  preguntó  por  telégrafo 
cuántos  trabajos  habían  Ikgadopara  el  concurso  del  cente- 
nario de  Bombona. 

El  señor  B.  Heyder  envió  varias  publicaciones  del 
Deustch-Sudarnerikanischer  Instituto  de  Alemania. 

Los  señores  Acebedo,  Arroyo  y  Quijano  presentaron 
el  informe  sobre  el  concurso  de  Bombona.  Se  aprobó  lo  que 
en  él  se  pide: 

Que  se  dé  el  primer  premio  al  trabajo  firmado  Martín 
del  Río,  y  si  hubiere  un  segundo  premio,  al  firmado  Lope 
de  Ayala.  Abiertas  las  cubiertas  correspondientes,  resulta- 
ron ser  los  autores  los  señores  Nemesiano  Rincón  y  Luis 
Pordomo  Torres. 


48  BOLETÍN  DE  HISTORIA   Y   ANTIGÜEDADES 


Se  aprobó  un  voto  de  aplauso  a  la  Sociedad  de  Embe- 
llecimiento por  haber  organizado  la  exposición  de  vistas  del 
antiguo  y  moderno  Bogotá,  que  tuvo  lugar  en  la  Quinta  de 
Bolívar. 

El  señor  Restrepo  envió  de  Sevilla  copia  de  una  docu- 
mentación sobre  la  campaña  de  don  Juan  de  Borja  contra 
los  indios  pijaos. 

El  Ayuntamiento  de  Madrid  comunicó  que  le  ha  pues- 
to el  nombre  de  Jiménez  de  Quesada  a  una  de  las  calles  de 
aquella  ciudad,  como  fue  pedido  en  el  Congreso  de  Sevilla. 
Se  aprobó  una  proposición  de  agradecimiento. 

Los  señores  Marroquín  y  Restrepo  propusieron  que  en 
cada  una  de  las  sesiones  se  tratara,  por  un  miembro  de  la 
corporación,  sobre  un  tema  histórico  durante  un  cuarto  de 
hora,  lo  cual  fue  aprobado. 


nocfls 

Bogoti,  4  de  septiembre  de  1920 
Señor  Ministro  de  Relaciones  Exteriores: 

Tengo  el  gusto  de  remitir  a  Su  Señoría  el  catálogo  de 
cien  mapas  de  la  Biblioteca  Nacional.  Es  el  principio  del 
trabajo  que  he  emprendido  y  que  ofrecí  hacer  gratuita- 
mente a  Su  Señoría  ahora  días. 

Como  verá  Su  Señoría,  he  anotado  al  frente  las  fechas 
y  los  nombres  de  autores.  Allí  figura  uno  de  los  mártires  de 
Cartagena,  Manuel  Anguiano,  y  otro  que  parece  ser  obra 
de  Caldas. 

Están  la  mayor  parte  en  muy  mal  estado,  y  convenien- 
te sería  que  a  los  más  deteriorados  se  les  pusiera  en  lá  Ofi- 
cina de  Longitudes  algún  papel  o  lienzo  al  respaldo  antes  de 
que  se  pierdan  los  pedazos.  Ya  hay  algunos  incompletos. 
Difícil  me  ha  sido,  en  muchos,  juntar  las  diferentes  partes. 
Todos  estaban  cubiertos  espesamente  de  polvo  y  en  com- 
pleto desorden. 

Conseguí  que  en  la  Biblioteca  Nacional  se  pusieran  en 
el  salón  bajo,  unos  estantes  que  existían  en  otra  pieza  sin 
prestar  utilidad,  y  allí  he  colocado  los  cien  mapas  ya  catalo- 
gados. Los  arreglé  de  a  diez  en  cada  anaquel,  y  esto  facili- 
tará su  consulta  y  conservación.  No  rodarán  ya  más  por  el 
suelo,  si  acaso  se  respeta  este  arreglo.  A  todos  les  puse  el 
número  correspondiente  con  lápiz  rojo,  bien  visible. 

En  esta  tarea  me  han  ayudado  eficazmente  el  señor 
Maximiliano  Uribe,  empleado  de  ese  Ministerio,  y  el  señor 
Roberto  Triana,  estudiante  de  la  Facultad  de  Derecho. 


NOTAS  49 

Próximamente  remitiré  a  Su  Señoría  la  continuación 
de  este  trabajo. 

Soy  de  Su  Señoría  atento  servidor  y  compatriota, 

E.  Posada 

República  de  Colombia— Ministerio  de  Relaciones    Exteriores — Sec- 
ción !?• — Número  652 — Bogotá,  septiembre  16  de   1920. 

Señor  doctor  Eduardo  Posada — Presente. 

Me  es  gfrato  avisar  a  usted  recibo  de  su  estimable  co- 
municación fechada  el  4  último,  y  del  catálog-o  anexo,  for- 
mado por  usted,  con  laudable  celo  patriótico,  por  comisión 
de  este  Ministerio,  que  contiene  la  lista  de  cien  mapas  de  los 
existentes  en  la  Biblioteca  Nacional,  catálogo  a  que  este 
Ministerio  da  la  merecida  importancia,  y  por  cuya  confec- 
ción expresa  a  usted  de  modo  muy  cordial  sus  ag^radeci- 
mientos. 

A  la  Oficina  de  Longitudes,  de  acuerdo  con  su  sug-estión, 
me  he  dirigido  para  que  de  allí  se  envíe  un  empleado  idó- 
neo que  repare  las  cartas  que  se  encuentran  en  mal  estado 
de  entre  las  ya  catalogadas. 

Cuando  esté  terminada  la  labor,  muy  afortunadamente 
confiada  a  la  ciencia  y  diligencia  de  usted,  y  se  halle  en  po- 
der de  este  Ministerio  el  catálogo  completo  de  estos  ma- 
pas, el  cual  se  depositará  en  la  Biblioteca  del  Ministerio, 
se  resolverá  de  acuerdo  con  la  Comisión  Asesora  de  Rela- 
ciones Exteriores  y  con  la  Oficina  de  Longitudes,  si  es 
conveniente  su  publicación. 

Reciba  usted  las  seguridades  de  mi  consideración  muy 
distinguida,  L.  García  Oriiz. 


Bogotá,  septiembre  27  de  1921 
Señor  Presidente  de  la  Academia  de  Historia — La  ciudad. 

Señor:  Determinó  esta  corporación,  en  su  sesión  ante- 
rior, que  la  obra  del  doctor  Rivas  intitulada  Diccionario 
Biog}áJico  de  los -primeros  descubtidor es  y  conquistadores  del 
Nuevo  Reino  de  Gf  añada  formase  uno  de  los  volúmenes  de 
la  Biblioteca  de  Historia  Nacional^  y  que  se  me  diese  aviso 
de  esto. 

Altamente  agradezco  a  la  Academia  la  atención  que  se 
ha  tenido  al  acordar  esto  último,  y  paso  a  manifestar  mi  dic- 
tamen sobre  aquella  determinación,  como  uno  de  los  fun- 
dadores de  dicha  Biblioteca  y  hoy  su  único  director. 

Conozco  gran  parte  de  la  obra  mencionada,  y  he  podido 
apreciar  su  grandísimo    mérito.  Será  pues  uno  de  los  más 

XIV— 4 


50  BOLETÍN   DE   HISTORIA    Y    ANTIGÜEDADES 

importantes  volúmenes  de  dicha  colección,  y  con  vivo  pla- 
cer doy  mi  consentimiento  para  que  forme  parte  de  ella. 

Aproyecho  esta  ocasión  para  manifestar  el  deseo  de 
que  los  volúmenes  de  la  Biblioteca  de  Historia  Nacional s&zn 
lo  más  uniforme  posible,  en  su  formato,  de  modo  que  todos 
tengfan  más  de  29  pliegos  (de  16  páginas),  sin  pasar  de  32; 
lleven  al  frente  el  escudo  de  la  Academia,  5'^  la  portada 
a  dos  tintas;  sean  iguales  a  La  Patria  Boba,  que  fue  el 
primero  de  la  colección,  en  las  dimensiones  de  las  páginas; 
y  se  ponga  en  el  lomo  su  título  y  número,  como  los  llevan 
éste  y  algunos  más.  Conveniente  sería,  también,  que  no  se 
imprimieran  varios  volúmenes  al  tiempo,  3'  que  se  siguiera 
en  orden  la  numeración,  sin  hacer  saltos  en  ella.  Hoy  están 
en  prensa  el  escrito  por  el  señor  Orjuela,  sobre  el  sacrificio 
de  Ricaurte,  y  el  segundo  tomo  de  la  Bibliografía  Bogotana^ 
por  el  infrascrito.  Podría  emprenderse  la  edición  de  la 
obra  del  doctor  Rivas  al  concluir  aquél,  pues  por  mi  parte 
suspendería  gustoso  mi  obra  para  darle  el  turno  al  libro  de 
que  se  trata.  De  todo  volumen  deben  hacerse  mil  ejempla- 
res para  que  no  resulten  unos  más  abundantes  que  otros. 

Repito  las  gracias  a  la  Academia  por  el  reconocimiento 
de  mis  derechos  en  esta  empresa,  y  me  suscribo  de  usted 
atento,  seguro  servidor  y  colega,  E.  Posada, 


inFOROlES 

NOTARÍA  1^  DE  BOGOTÁ 
Señor  PresLdente  de  la  Academia  de  Historia. 

En  una  de  las  últimas  sesiones  de  la  Academia  se  me 
confió  el  encargo  de  practicar  una  visita  a  la  Notaría  1^  de 
esta  ciudad,  con  ánimo  de  conocer  el  estado  en  que  se  ha- 
lla esta  oficina,  y  con  el  de  ver  las  mejoras  que  pudieran 
introducirse  en  ella,  previa  la  solicitud  a  la  autoridad  co- 
rrespondiente. Sin  duda  el  pensamiento  de  la  Academia  al 
ordenar  esta  visita  a  notarías  y  demás  luguras  que  guardan 
documentos  preciosos,  con  el  fin  patriótico  ya  enunciado, 
será  bien  acogido  por  los  señores  dirigentes  de  la  cosa  pú- 
blica, que  han  de  ver  en  estos  procedimientos  el  deseo  de 
contribuir  a  la  mejor  conservación  de  lo  que  es  y  puede  ser 
fuente  de  nuestras  investigaciones  históricas. 

De  la  visita  que  he  practicado  en  la  Notaría  1^  he  obteni- 
do el  convencimiento  de  que  es  necesario  legislar  sobre  este 
asunto,  o  al  menos  tomar  algunas  providencias  que  evítenla 
pérdida  lenta  pero  segura  de  muchos  protocolos.  El  señor 
doctor  don  Heliodoro  Ramos  Ruiz,  Notario  1*?,  opina  que  el 


INFORMES  51 


Gobierno  o  la  Academia  deben  solicitar  del  Congreso  la  ex- 
pedición de  una  ley  sobre  conservación  de  archivos  notaria- 
les, cuya  parte  esencial  debería  disponer  el  traslado  de  los 
protocolos  de  las  diferentes  notarías  de  cada  Departamen- 
to a  la  respectiva  capital,  aumentando  así  el  archivo  depar- 
tamental, mediante  las  seguridades  exigidas  por  la  impor- 
tancia de  tales  documentos.  Es  claro  que  al  trasladar  los 
protocolos  a  los  archivos  seccionales  se  dejarían  en  cada 
oficina  de  notaría  los  volúmenes  correspondientes  a  treio' 
ta  o  cuarenta  años  anteriores,  con  el  objeto  de  atender  el 
servicio  público  antes  de  la  prescripción  que  determina 
la  ley. 

Pasando  ahora  concretamente  al  estado  en  que  se  en- 
cuéntrala Notaría  1^,  informaré  a  la  Academia  que  se  halla 
instalada  en  un  local  relativamente  amplio,  de  la  calle  13, 
bajo  de  techos,  regularmente  ventilado  pero  húmedo  quizá 
en  demasía.  En  estantes  bien  ordenados  se  ven  los  protoco- 
los encuadernados  con  pastas  de  cuero  en  su  mayor  parte. 
Como  preguntase  al  actual  Notario  si  había  recibido  la  ofi- 
cina por  inventario,  me  manifestó  no  haberlo  hecho  de 
esta  manera  de  manos  de  su  antecesor,  don  Enrique  Ra- 
mos, porque  no  existía  anteriormente  alguno  al  respecto, 
pues  el  señor  Ramos  recibió  de  su  antecesor,  señor  Jor- 
ge Gaitán,  sin  cuenta  y  razón  ios  protocolos  existentes. 
Es  este  un  defecto  muy  generalizado  entre  nosotros,  que 
debe  extirparse  por  medio  del  buen  ejemplo  de  las  oficinas 
bien  organizadas,  donde  el  sucesor  no  se  encuentre  a  oscu- 
ras en  ningún  momento,  ya  que  un  inventario  bien  elabora- 
do es  como  un  magnífico  empleado  que  conserva  la  tradi- 
ción de  la  oficina. 

Me"  permití  aconsejar  al  señor  Ramos  Ruiz  empezara  a 
elaborar  el  inventario  de  la  notaría  de  su  cargo,  no  porque 
corra  riesgo  de  llegar  a  ser  el  antecesor  de  nadie,  sino  por- 
que esa  labor  será  benéfica  para  el  público  y  para  el  mismo 
empleado,  que  a  cada  paso  tendrá  que  hacer  uso  dé  los  pro- 
tocolos en  las  cuestiones  de  su  cargo. 

La  Notaría  1^  conserva  en  dos  lugares  diferentes  los 
protocolos  más  antiguos.  Con  pesar  se  registra  que  el  tiem- 
po ha  desleído  buena  parte  de  aquellos  documentos,  que 
a  haber  sido  guardados  cuidadosamente  de  la  acción  de  la 
humedad,  de  la  polilla  y  del  aire,  no  presentarían  aquella 
huella  de  destrucción  y  deterioro,  sino  esotra  que  da  el 
paso  de  los  años  y  de  los  siglos,  y  'que  imprime  en  las  cosas 
un  sello  de  majestad  y  en  la  mente  del  que  las  contempla 
un  sentimiento  de  profundo  respeto  hacia  generaciones  que 
aún  parecen  vivir  en  la  hoja  desteñida  y  amarillenta  de  un 
instrumento  público,  que  produjo  sensaciones  diversas,  en- 
gendró derechos  y  deberes  y  fue  como  grano  de  arena  en 


52  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


el  pedestal  del  derecho  de  propiedad.  Sacudiendo  la  gruesa 
-  capa  de  polvo  secular  que  cubre  varios  de  aquellos  volú- 
menes, hube  de  buscar  la  fecha  más  antigua  que  pudiera  ha- 
llarse en  loa  lomos  desleídos,  y  es  admirable  ver  el  año  de 
1585  haciendo  el  oficio  de  la  mayor  antigüedad  entre  sus 
compañeros,  y  de  ahí  para  acá  podría  afirmarse  que  se  en- 
cuentran instrumentos  de  todos  los  años.  Abierto  uno  cual- 
quiera de  aquellos  tomos  envejecidos,  y  que  reclaman,  por 
su  solemne  vetustez,  un  tratamiento  mejor,  es  no  menos  ad- 
mirable ver  la  calidad  de  las  tintas  y  la  forma  de  la  letra  de 
que  hicieron  usólos  escribanos  y  escribientes  para  trans- 
mitir la  voluntad  de  los  vecinos  de  la  naciente  ciudad  de 
Quesada. 

Lo  más  importante  que  guarda  la  Notaría  1^  de  Bo- 
gotá hace  parte  del  protocolo  del  año  de  1830.  En  aquel 
volumen,  de  pocas  hojas,  cuidadosamente  guardado  bajo 
llave  y  en  magnífica  pasta  de  cuero,  se  encuentra  el  origi- 
nal de  la  escritura  de  donación  que  de  la  Quinta  de  Porto- 
carrero  hizo  el  Libertador  y  padre  de  la  Patria  a  su  di- 
lecto amigo  don  José  Ignacio  París.  Aquel  instrumento  he- 
cho con  las  formalidades  vigentes  entonces,  fue  suscrito  el 
28  de  enero,  y  da  fe  de  su  autenticidad  don  Joaquín  Zapata 
y  Porras,  Escribano  Público  de  Gobierno,  Hacienda  y 
Guerra. 

En  algunas  encuademaciones  de  los  protocolos  de  1896 
se  cometió  e\  error  de  ejecutar  la  obra  con  tablas,  de  suerte 
que  al  asegurar  a  éstas  los  papeles,  se  usó  de  clavos,  que 
perforaron  malamente  el  legajo,  produciendo  oscuridad  en 
la  apreciación  original  de  algunas  palabras.  No  es  esto  muy 
grave,  y  de  1896  para  acá  no  se  ha  incurrido  segunda 
vez  en  el  error,  pero  creo  de  necesidad  anotarlo  para 
prevenir  el  caso  en  algún  notario  futuro,  menos  escru- 
puloso que  el  señor  Ramos  Ruiz,  cuya  consagración,  hono- 
rabilidad y  competencia  están  lejos  de  la  menor  duda. 

PaTa  demostrar  el  crecimiento  de  nuestras  transaccio- 
nes notariales,  bastará  anotar  que  el  protocolo  de  1918  con- 
tiene 2,126  instrumentos;  el  de  1919,  3,123,  y  la  cifra  de  lo 
que  va  corrido  del  presente  año  alcanza  ya  a  la  considerable 
de  2,762. 

Para  concluir,  señor  Presidente,  me  permito  propo- 
ner que  el  presente  informe  se  conserve  en  la  Secretaría 
para  cuando  lleguen  otros  análogos  como  resultado  de  las  vi- 
sitas a  que  aludí  al  principio,  y  se  redacte  por  una  Comisión 
de  la  Academia  un  memorial  al  Gobierno  o  a  quien  corres- 
ponda, con  el  objeto  de  pedirlo  que  la  Academia  juzgue 
conveniente  a  la  mejor  conservación  y  arreglo  de  documen- 
tos que  han  de  ser  arsenal  preciosísimo  de  nuestros  anales. 

PublíqucM.  /?.  Cortázar 


INFORMES  53 


CAMPAÑA   LIBERTADORA    DE   ANTIOQüIA 
Señor  Presidente  de  la  Academia   Nacional  de   Historia— Presente. 

La  corporación  que  usted  dignamente  preside  abrió 
en  el  ano  pasado,  siguiendo  laydable  tradición,  un  concurso 
sobre  el  siguiente  tema: 

«Campaña  libertadora  de  Antioquia,  el  río  Magdalena 
y  la  Costa,  desde  la  batalla  de  Boyacá  hasta  el  sitio  y  toma 
de  Cartagena.» 

Para  juzgar  los  trabajos  que  se  presentasen  sobre  el 
tema  dado,  la  Presidencia  nos  honró  con  el  cargo  de  miem- 
bros del  Jurado  Calificador,  y,  en  consecuencia,  rendimos 
el  informe  del  caso. 

Sólo  se  presntó  al  concurso  un  trabajo,  en  nueve  pági- 
nas, bajo  el  título  de  Fragmento.  Una  fagina  tara  la  histo- 
ria, y  con  el  seudónimo  de  Rumichaca.  Este  estudio,  aun 
cuando  está  escrito  en  estilo  fácil  y  correcto,  y  es  una  di- 
sertación histórica  apreciable,  no  llena  las  condiciones  del 
tema  propuesto,  que  de  suyo  es  mby  comprensivo,  puesto 
que  se  trata  de  apreciar  las  consecuencias  de  la  batalla  de 
Boyacá  en  una  parte  importante  del  territorio  colombiano, 
a  través  de  varias  campañas  parciales  que  culminaron  en  el 
sitio  y  toma  de  Cartagena  por  las  armas  libertadoras.  El 
autor  se  contrajo  a  esbozar  la  figura  de  nuestro  beneméri- 
to Hermógenes  Maza,  que  fue  sin  duda  uno  de  los  caudillos 
salientes  en  el  lapso  que  comprende  el  tema;  y  contempla- 
do así  el  trabajo  histórico,  tiene  mérito. 

Por  lo  expuesto,  proponemos: 

Declárase  desierto  el  concurso  abierto  por  la  Acade- 
mia en  1919,  sobre  el  tema  arriba  indicado.  Si  el  autor  del 
T^ra^wew/o  que  se  presentó  !o  tiene  a  bien,  publíquese  en 
el  BoLKTÍN  de  la  corporación. 

Bogotá,  octubre  de  1920— Señor  Presidente.  Jesús  M, 
Henao  —  Ger ardo  Ar rubia — Luis  Augusto  Cuetvo. 

INDÍCE    DEL   ARCHIVO    NACIONAL. 
Señores  miembros  de  la    Academia. 

El  señor  don  Roberto  Rojas  Gómez  se  ocupa  en  hacer 
un  «índice  cronológico  de  la  sección  colonial  del  Archivo 
Nacional,»  y  ha  enviado  a  la  Academia   una   muestra  de  él. 

Nos  eran  conocidos  los  méritos  del  señor  Rojas,  por  ha- 
berlo visto  en  estas  labores,  en  nuestras  frecuentes  visitas 
al  mencionado  archivo.  Conoce  él,  como  ninguno,  aquel  teso- 
ro de  nuestra  historia;  sabe  descifrar  las  letras  más  ininte- 


54  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


ligibles  de  otros  siglos  y  las  abreviaturas  enigmáticas  tan 
usadas  entonces;  y  baila  fácilmente,  uo  obstante  las  defi- 
ciencias y  errores  de  los  catálogos  y  la  confusión  que  se 
hizo  al  empastar  los  volúmenes,  cualquier  documento  que 
se  necesite  para  algíin  estudiq. 

El  trabajo  que  ha  emprendido  es  una  obra  seria,  metó- 
dica, inteligente  y  de  utilidad  inmensa.  Sabido  es  por  vos- 
otros cuan  grande  es  la  dificultad  de  orientarse  en  ese  in- 
menso depósito  de  manuscritos;  de  encontrar  la  pieza  que 
se  busca,  y  de  poderla  leer  y  copiar,  si  acaso  es  hallada.  El 
señor  Rojas,  con  su  catálogo,  facilita  inmensamente  !a  ta- 
rea. Ha  tenido  el  acierto  de  dividir  su  índice  según  las  di- 
versas materias  de  que  tratan  aquellos  legajos,  y  nos  envía 
hoy  lo  relativo  a  correos,  anotando  al  lado  el  tomo,  el  de- 
partamento y  la  página.  Da,  además,  el  título  de  cada  papel 
o  códice,  con  pormenores,  y  no  con  laconismo  o  expresio- 
nes vagas,  como  se  ha  puesto  generalmente  en  estos  catálo- 
gos. Ahí  no  se  ve  aquello  de  «Miscelánea,»  «Papeles  ira- 
portantes,»  «Documentos  varios,»  «Escritos  inútiles»  y  otras 
frases  semejantes  que  hemos  visto  frecuentemente,  sin  nin- 
gún otro  detalle.  El  orden  cronológico  seguido  por  el  se- 
ñor Rojas  es  el  más  conveniente,  pues  así  puede  seguirse 
la  marcha  de  cada  asunto  a  través  de  nuestros  anales.  Para 
los  que  quieran  hacer  monografías  será  este  trabajo  de 
utilidad  inapreciable;  y  al  verlo  se  comprende  que,  más 
que  tablas  del  archivo,  son  como  cuadros  sinópticos  de  la 
historia  de  los  asuntos  administrativos  y  políticos  de  nues- 
tro país. 

El  día  en  que  los  catálogos  de  nuestros  archivos  sean 
impresos  y  se  les  haga  circular,  no  sólo  en  la  ciudad  sino  por 
toda  la  República,  y  en  el  extranjero,  serán  numerosas  las 
copias  que  solicitarán  muchas  personas  amigas  de  la  histo- 
ria  y  geografía,  bien  para  asuntos  personales,  ya  para  dife- 
rentes propósitos;  y  muchas  gentes  podrán  beneficiarse  con 
el  trabajo  que  ello  proporcione. 

En  consideración  a  todo  esto,   os  proponemos: 

La  Academia  de  Historia  aplaude  con  entusiasmo  la 
labor  emprendida  por  el  señor  don  Roberto  Rojas  Gómez, 
de  hacer  un  catálogo  cronológico  del  Archivo  Nacional;  de- 
clara que  la  muestra  que  se  le  ha  presentado  es  ua  trabajo 
de  alto  aprecio;  y  vería  con  placer  que  el  Congreso  Na- 
cional le  diera  su  apoyo,  por  ser  obra  de  justicia  y  de  ira- 
portante  beneficio  para  la  Nación. 

Señores  académicos.  Eduardo  Posada  —  Manuel  M. 
Tobar, 


INFORMES  55 


LA  METÁFORA  CHIBCHA 
Señor  Presidente  de  la  Academia  Nacional  de  Historia. 

Tenemos  el  honor  de  informar,  a  virtud  de  comisión 
que  se  nos  confió,  acerca  del  trabajo  presentado  a  la  Aca- 
demia por  el  doutor  don  Migfuel  Triana,  y  que  se  intitula 
L,a  metáfora  chihcha  y  los  nombres  geográficos. 

El  autor  de  aquel  estudio  es  ventajosamente  conocido 
en  el  país  y  fuera  de  él,  por  varias  obras  escritas  en  estilo 
ameno,  eruditas  y  llenas  de  originales  investigaciones.  Ahí 
están  sus  libros  de  viajes  por  el  Sur  de  Colombia  j  Al  Meta, 
que  lo  acreditan  como  publicista  inteligente. 

Y  por  lo  que  se  refiere  a  las  disciplinas  históricas,  los 
recientes  artículos  de  Triana  robre  las  piedras  pintadas  de 
los  chibchas,  que  vieron  la  luz  en  una  revista  ilustrada  de  la 
capital,  revelan  al  crítico  sagaz  que  ha  sabido  abrir  nuevos  y 
amplios  horizontes  en  el  campo,  apenas  transitado  por  unos 
pocos  hombres  de  ciencia  de  la  prehistoria   colombiana. 

Viniendo  ahora  al  trabajo  sobre*  el  cual  versa  este  in- 
forme, tiene  él.  a  nuestro  juicio,  mérito  real.  Es  una  nueva 
muestra  del  fino  espíritu  de  investigación  de  su  autor,  quien 
con  paso  audaz  penetra  por  derroteros  desconocidos  en  el 
estudio  de  los  chibchas,  %ación  de  la  más  avanzada  entre 
las  que  constituyeron  la  gran  familia  andina.  Apartán- 
dose del  sentir  de  cuantos  han  estudiado  la  índole  del  idio- 
ma chibcha  y  las  facultades  psíquicas  de  aquellos  aboríge- 
nes, el  doctor  Triana,  previo  un  análisis  metódico,  concluye 
afirmando  que  tal  lengua  fue  pintoresca  en  sus  expresiones, 
y  que  el  pueblo  chibcha  poseyó  en  alto  grado  la  facultad 
imaginativa.  Basta  este  enunciado  para  que  la  Academia  se 
percate  de  la  atrayente  novedad  que  aporta  al  estudio  in- 
cipiente de  nuestra  prehistoria  el  autor  de  La  metáfora 
chibcha  y  los  nombres  geográficos. 

Por  lo  dicho,  vuestra  Comisión  os  propone: 

Acéptese  como  miembro  correspondiente  de  la  Aca- 
demia Nacional  de  Historia  al  doctor   don   Miguel  Triana. 

Bogotá,  agosto  16  de  1921 — Señor  Presidente,  vuestra 
Comisión.   Gerardo  Af  rubia — R.  Cortáza?. 


NOMBRAMIENTO  DE  MIEMBRO  CORRESPONDIENTE 

Bogotá,  22  de  septiembre  de  1921 

Señor  Presidente  de  la  Academia   Nacional  de   Historia— Presente. 

Nos  es  grato  informar  sobre  la  candidatura  del  señor 
don  Miguel  Arroyo  Diez  para  llenar  la  plaza  de  número 
declarada  vacante  por  fallecimiento  del  señor  don  Tulio 
Ospina  (que  en  paz  descanse). 


56  BOLETÍN  DE  HISTORIA   Y   ANTIGÜEDADES 


El  candidato  es  individuo  correspondiente  de  la  Aca- 
demia desde  el  año  de  1907,  y  tiene  méritos  más  que  sufi- 
cientes para  el  ascenso  de  que  se  trata,  pues  es  autor  de 
los  siguientes  trabajos,  publicados  en  su  mayor  parte  en  la 
revista  Pofayán: 

Monografías:  Obras  del  Cabildo  dePopayán  (Puente  de 
Cauca,  1780);  La  Cuchilla  del  Tambo;  La  Torre  del  Reloj. 

Estudios  cfiticos-hisióricos:'H\%ioY\íL  Pedagógica  ¿Cuán- 
do nació  Caldas?  ¿De  dónde  era  don  Miguel  Montalvo? 
¿Cuándo  se  fundó  Popayán? 

Biografías :  El  Capitán  español  Francisco  de  Mosquera 
y  Figueroa;  el  Capitán  español  don  Pedro  de  Velasco;  don 
Pedro  Agustín  de  Valencia  y  Castillo;  don  José  Rafael  Ar- 
boleda y  Arroyo;  doña  Asunción  Tenorio;  el  General  José 
María  Cabal;  don  Camilo  Torres;  don  Miguel  de  Pombo; 
don  Francisco  Antonio  Ulloa;  el  General  Julián  Trujillo; 
don  Francisco  de  Paula  Urrutia;  don  José  Rafael  Mos- 
quera; don  Liborio  Mejía;  don  José  Rufino  Cuervo;  el  Ge- 
neral Francisco  de  Paula  Santander. 

Estudios  vados:  Las  Cortes  de  Cádiz;  Centenario  de 
Manuel  María  Mallarino;  el  cuarto  centenario  del  descu- 
brimiento del  Pacífico;  Estudio  Critico  sobre  la  Geografía 
del  Cauca,  por  Tomás  Maya;  Breve  estudio  sobre  don  Mi- 
guel Antonio  Caro;  La  Virgen  de  Chiquinquirá;  Centena- 
rio del  fusilamiento  de  Caldas;  Mártires  caucanos  de  la 
Independencia;  Nacimiento  y  muerte  de  Julio  Arboleda; 
Algo  sobre  Obando;  Bolívar  y  España;  La  Legión  Británi- 
ca; Los  Arboledas;  Los  hermanos  Mosqueras  <,  Manuel  José 
y  Manuel  María);  Reseña  histórica  de  Popayán;  El  Negro 
Manuel  Segundo. 

Además  ha  publicado  y  anotado  (en  asocio  del  señor 
Antonino  Olano),  la  Historia  de  la  Gobernación  de  Popayán 
por  don  Jaime  Arroyo,  y  la  Historia  de  los  Tipitenorios  y 
los  Pambazos  del  siglo  xvii. 

En  consecuencia,  vuestra  Comisión  propone: 

Nómbrese  individuo  de  número  de  la  Academia  Na- 
cional de  Historia,  para  ocuparla  vacante  del  señor  don 
Tulio  Ospina  al  correspondiente  señor  don  Miguel  Arroyo 
"Dí^z—José  María  Restrepo  Sáenz — Rufino  Gutiérrez. 


MONOGRAFÍA  DE  ALMAGÜER 

Bogotá,  septiembre  9  de  1921 

Señor  Presidente  de  la  Academia  de  Historia  de  Antigüedades— Pre- 
sente . 

Para  corresponder  al  honor  que  se  me  hizo  en  la  sesión 
anterior,  al  pasarme  en   comisión   para  su   estudio  la   Mo- 


INFORMES  57 


nografia  del  Disiriio  de  Almaguef ,  Q^crxtdi  por  t\  señor  don 
Arcesio  Guzmán,  actual  Representante  en  el  Congreso  por 
el  Departamento  del  Cauca,  he  estudiado  con  atención  ese 
trabajo. 

La  Gobernación  del  Cauca,  por  decreto  número  498 
de  1911,  abrió  un  concurso  para  premiar,  entre  otras  pro- 
ducciones, los  textos  de  enseñanza,  mapas  del  Departamen- 
to y  cuadros  estadísticos  de  producción  agrícola,  de  gana- 
dería y  de  industria.  El  señor  Guzmán  presentó  a  ese  con- 
curso su  Monografía  de  Ahnaguer,  y  la  Junta  General  de 
los  concursos  no  pudo  considerarla,  porque  estaba  fuera  del 
programa  trazado  para  el  concurso;  pero  el  Jurado  Califi- 
cador, «asesorado  por  persona  muy  competente  en  el  co- 
nocimiento de  la  Provincia  de  Caldas,>  consideró  «como 
obra  de  mérito  verdaderamente  notable  esta.  Monografía,  y 
en  su  informe  manifestó  que  sentía  que  no  entrara  «en  el 
marco  de  la  sección  científica  determinado  por  el  decreto,» 
y  solicitó  que  a  falta  de  premio  ofrecido  se  hiciera  una 
mención  honorífica  de  la  obra  y  se  publicara  «para  bien 
de  todos  los  amantes  de  la  ilustración  en  Colombia.»  La 
Junta  General  declaró  que  estaba  «en  un  todo  de  acuerdo 
con  el  concepto  anterior,»  y  que  «como  la  Monografía  de 
que  se  trata  representa  un  esfuerzo  muy  inteligente  que 
no  puede  pasar  inadvertido,  máxime  si  se  tiene  en  cuenta 
que  si  como  Caldense  (firma  que  llevaba  el  trabajo)  hubiera 
otros  que  se  dedicaran  a  escribir  circunstanciadamente  la 
geografía  de  cada  distrito,  podría  obtenerse  la  más  com- 
pleta geografía  del  Departamento, >  se  le  concedió  al  autor 
de  la  Monografía  «una  medalla  de  primera  clase  y  un  di- 
ploma de  la  misma  categoría,»  y  además  se  ordenó  que  se 
publicara  la  obra  por  cuenta  del  Departamento  y  que  déla 
edición  se  ent-cegaran  cincuenta  ejemplares  al  autor. 

Los  anteriores  conceptos  están  firmados  por  los  miem- 
bros de  la  Junta  General,  señores  Alfredo  Garcés,  Eudoxio 
Constaín,  Simón  Rojas,  Joaquín  Rebolledo  y  Miguel  J. 
Arroyo. 

Estos  conceptos,  muy  autorizados,  porque  son  de  per- 
sonas de  indiscutible  competencia,  hacen  innecesario  el 
mío,  de  poco  valor  ante  los  de  ellos;  pero  como  me  precio 
de  conocer  bastante  toda  la  Provincia  de  Caldas,  me  per- 
mito agregar  algunas  palabras. 

Contiene  la  M,onografía  noticias  precisas  y  muy  deta- 
lladas sobre  la  situación  del  Municipio,  límites,  extensión, 
producciones,  industrias,  comercio,  vías  de  comunicación, 
cordilleras,  ríos,  páramos,  habitantes,  instrucción  pública, 
gobierno,  población,  capacidad    fiscal,   división   territorial, 


58  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


etc.,  lo  mismo  que  de  la  cabecera  del  Distrito  y  de  cada 
uno  de  los  Corregimientos  que  lo  componen. 

Esto  sólo  bastaría  para  recomendar  la  obra  del  señor 
Guzmán  como  de  gran  mérito,  porque  los  datos  que  contie- 
ne sirven  para  conocer  con  exactitud  lo  que  es  Almaguer. 
Pero  el  mayor  mérito  de  la  obra  quizá  no  está  en  esos  de. 
talles  sino  en  las  pormenorizadas  y  extensas  noticias  histó" 
ricas  de  lo  que  fue  aquel  territorio  antes  de  la  Colonia,  de 
su  conquista,  de  la  fundación  de  la  noble  ciudad,  de  la  épo- 
ca colonial,  de  au  actuación  en  la  guerra  de  la  Independen- 
cia, de  los  acontecimientos  más  notables  ocurridos  allí  du- 
rante la  República,  de  la  gran  riqueza  que  en  otro  tiempo 
tuvo  su  industria  minera,  y  de  las  muy  acertadas  medidas 
que  las  autoridades  dictaron  e  hicieron  cumplir  para  evitar 
quería  que  aquí  \\arm.mos  pesie  de  Santos  ¿9// invadiera  a  los 
pobladores  de  la  región. 

Como  complemento  de  la  historia  de  Almaguer  contie- 
ne la  Monografía  biografías  completas  de  algunos  de  los 
principales  hijos  de  la  población  que  figuraron  en  tiempo 
de  la  Colonia  y  durante  la  guerra  de  la  Independencia, 
como  la  del  muy  ilustre  procer  presbítero  doctor  Domin- 
go Belisario  Gómez,  fundador  de  la  población  de  Bolívar, 
capital  hoy  de  la  Provincia  de  Caldas,  compañero  que  fue 
de  Bolívar  y  de  Nariño  en  sus  campañas  del  Sur,  y  sacer- 
dote que  por  sus  relevantes  prendas  ocupó  altos  puestos  en 
la  jerarquía  eclesiástica.  Es  sensible  que  no  se  hayan  agre- 
gado algunas  biografías  de  nobles  alraaguereños  que  hicie- 
ron papel  prominente  como  jefes  de  los  patianos. 

La  Monografía  tiene  además  el  mérito  de  estar  escrita 
en  estilo  claro,  elegante  y  conciso. 

Mi  concepto  sobre  este  trabajo  lo  resumo  en  la  siguien- 
te proposición,  que  presento  con  mucho  gusto  y  con  todo 
respeto  a  mis  dignos  colegas  como  un  tributo  de  aplauso  al 
señor  Guzmán: 

Por  llenar  \^  Mo7wgrafia  de  Almaguer  las  condiciones 
fijadas  por  la  Academia  de  Historia  y  Antigüedades  en  la 
proposición  aprobada  en  la  sesión  del  5  de  marzo  del  pre- 
sente año.  téngase  como  candito  al  señor  Arcesio  Guzmán, 
autor  de  ella,  para  miembro  correspondiente  de  esta  cor- 
poración, y  publíquese  ese  trabajo  en  el  Boletín. 

Rufino  Gutiérrez. 

hfl  BflCflhhfl  DE  BOmBOIlfl 
(Para  mi  distinguido  amigo  el  doctor  Luis  Augusto  CuerTo). 

Dolor  profundo,  amargura  intensa,  se  apoderan  de  todo 
corazón  patriota  al  recordar  la  campaña  de   1822.  Campaña 


LA  BATALLA  DE  BOMBONA  59 


sangrienta  y  cruel,  como  ning-una,  que  hace  pensar  de  cuan" 
to  es  capaz  el  hombre  que  persig-ue  como  único  ideal  la  li- 
bertad. En  esta  campaña  inaudita  aparece  radiante,  colo- 
sal, gloriosa,  la  figura  procera  de  Bolívar:  lo  atajaban  las 
rocas  inaccesibles  de  Cariaco;  detenían  su  marcha  las  hon- 
donadas y  los  abismos  y  los  ríos;  diezmaban  sus  batallones 
las  llanuras  inclementes  del  Patía;  aniquilaban  sus  fuerzas 
las  feroces  guerrillas  de  los  pastusos;  el  terreno  era  desco- 
nocido; el  plan  del  enemigo,  ignorado;  y  con  todo  esto,  y  a 
pesar  de  la  naturaleza,  pobre,  desnudo,  enfermo,  abando- 
nado y  débil,  el  ejército  libertador  desfilaba  por  las  pam- 
pas de  Bombona  el  7  de  abril  de  1822,  teniendo  como  ob- 
jetivo táctico  intermedio  para  llegar  a  Pasto,  las  escarpa- 
das alturas  del  Cariaco,  que  sirven  de  base  al  nevado  del 
Galera,  en  su  flanco  occidental. 

Llevaban  los  patriotas  a  su  cabeza  hombres  como  Bolí- 
var, Torres.  París,  Valdés  y  muchos  otros  acostumbrados 
a  vencer;  tostados  por  el  so;  de  las  batallas;  ungidos  con  el 
óleo  de  la  sangre,  y  resueltos,  en  fin,  a  ofrendar  el  mísero 
patrimonio  de  la  vida  donde  fuera  menester.  El  General 
Torres,  que  dirigía  el  ala  derecha,  al  frente  de  setecientos 
cuarenta  hombres,  atacó  violentamente  a  los  pastusos;  a  las 
dos  de  la  tarde  de  ese  memorable  día;  pero  éstos  lo  recha- 
zaron, dejando  el  bravo  jefe  patriota,  al  retirarse,  cien 
muertos  y  treinta  heridos  entre  las  grietas  profundas  de 
ese  valle  infernal.  Desesperado  Torres,  se  unió  al  General 
París,  y  rehabilitado  con  nuevas  fuerzas  y  mejores  bríos, 
se  lanzó  sobre  el  centro  realista,  defendido  por  los  españoles 
a  las  órdenes  de  don  Basilio  García.  Para  coronar  la  cima 
que  ocupaba  García,  en  un  desfiladero  como  el  de  las  Ter- 
mopilas, en  la  posición  militar  más  ventajosa  déla  tierra, 
se  imponía  un  arresto  sobrehumano,  una  resolución  firme  e 
irrevocable,  un  heroísmo  supremo.  Empezaron  los  patriotas 
a  descender  por  una  honda  cañada  bajo  la  nube  de  fuego 
de  las  fuerzas  españolas,  y  expuestos  a  morir  despedazados 
por  las  enormes  piedras  que  desde  la  altura  arrojábanlos 
pastusos.  Pero  para  esos  héroes,  para  esos  mártires,  todo 
sacrificio  era  pequeño  y  todo  peligro  despreciable;  y  entre 
las  charcas  de  sangre,  amparados  de  la  serranía  unas  veces, 
y  de  la  densidad  de  la  niebla  otras,  lograron  ascender  al 
más  elevado  pico  de  aquel  nevado  inmortal,  que  sirvió  de 
sepulcro  a  los  más  valerosos  soldados  de  la  libertad,  vencedo- 
res en  Carabobo  y  Boyacá.  En  esta  arriesgada  acción  que- 
daron heridos  la  mayor  parte  de  loa  soldados,  todos  los  ofi- 
ciales y  todos  los  jefes,  inclusive  Torres  y  París.  Los  dos 
gloriosos  batallones  de  la  guardia  colombiana,  el  Bogoti  y 
el    Vargas^  desaparecieron  entre  las  rocas,  sin  que  hubiera 


60  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


un  solo  medio  de  salvarlos;  porque  la  lluvia  de  fuego  era 
horrible,  porque  el  coraje  de  los  realistas  era  admirable, 
porque  el  empuje  de  los  pastusos  era  irresistible;  y  nadie 
podía  dar  un  paso  adelante  sin  peligro  de  perecer.  Por  eso 
el  gran  Bolívar,  que  parecía  no  conmoverse  ante  nada,  ese 
día  dejó  deslizar  una  lágrima  de  compasión  por  sus  solda- 
dos, que  advirtió  Barreto  con  dolor. 

Para  darle  estímulo,  para  infundirle  confianza  en  el 
triunfo,  le  dijo  Bolívar  a  Valdés  en  el  momento  más  angus- 
tioso de  la  batalla:  «¡General,  qué  bien  entra  mi  gente!> 

Y  Valdés,  con  el  más  profundo  de  los  desconsuelos,  le 
contestó:  «Sí,  mi  General,  pero  no  sale.» 

Este  pequeño  diálogo  entre  los  grandes  jefes  patriotas  de 
Bombona,  da  una  idea  precisa  de  esa  horrible  hecatombe, 
que  muchos  historiadores  han  considerado  como  un  error 
de  Bolívar,    y  que   nosotros  no   nos   atrevemos  a  calificar. 

Eran  las  cinco  de  la  tarde,  y  el  combate  estaba  en  todo 
su  fragor;  Bolívar  había  perdido  toda  esperanza;  pero  Valdés 
hizo  el  último  esfuerzo,  la  postrera  intentona;  logró  subir  a 
una  pequeña  altiplaniciedominadapor  las  fuerzas  de  don  Ba- 
silio García,  y  ordenó  al  batallón  Rifles  cargar  a  la  bayoneta. 
El  Aragón,  Cuerpo  de  línea  español  y  de  reserva,  recibió 
también  con  bayoneta  armada  el  ataque  del  Rifles;  y  dicen 
los  que  allí  estuvieron,  que  todos  los  combatientes,  asusta- 
dos, lívidos  de  horror,  paralizados  de  asombro,  suspendieron 
los  fuegos  para  mirar  con  avidez  el  más  encarnizado  cho- 
que de  dos  batallones  que  se  disputaban,  cuerpo  a  cuerpo, 
el  laurel  de  la  gloria.  Este  fue  el  momento  épico,  fue  ésta 
la  hora  inmortal.  A  las  seis  de  la  tarde  Valdés  había  venci- 
do, y  tenía  de  refuerzo  el  batallón  Vencedor.  Pero  las  som- 
bras de  la  noche  cobijaron  aquel  campo  de  muerte,  y  lo 
que  había  sido  un  triunfo  de  los  patriotas  se  convirtió  en 
una  retirada  lenta  e  intencionada  de  Bolívar,  por  motivo 
del  agotamiento  de  sus  tropas,  por  el  desconocimiento  ab- 
soluto del  terreno  y  por  la  sombra  intensa  que  podía  favo- 
recer a  los  realistas  y  procurarles  una  reacción  favorable. 
Bolívar  se  replegó  sobre  la  población  de  Consacá,  con  el  áni- 
mo de  hospitalizar  a  sus  heridos  y  de  conseguir  recursos 
para  sus  diezmados  batallones.  Los  pastusos  y  los  españoles 
regresarona  Pasto  con  el  propósito  de  reorganizarse  y  prepa- 
rarse para  defender  la  ciudad  en  caso  de  que  el  Libertador 
pretendiera  sitiarlos.  Pero  éste,  siempre  previsor  y  sereno, 
temiendo  un  asalto  de  fuerzas  superiores,  resolvió  seguir 
por  El  Peñol  y  situarse  en  el  Tablón  de  Guascaurco.  bri- 
llante posición  militar  defendida  por  las  hoyas  de  tres 
grandes  ríos.  Allí  permaneció  acampado  hasta  que  tuvo 
conocimiento   del  triunfo  obtenido  en  Pichincha,  el  25  de 


EXORDIO  61 


mayo,  por  el  Mariscal  Sucre,  y  entonces  determinó  dirigir 
una  comunicación  a  don  Basilio  García,  con  el  objeto  de  con- 
cluir las  capitulaciones,  y  al  efecto  envió  en  comisión  a  don 
José  Gabriel  Pérez.  Cuando  los  pastusoa  se  dieron  cuenta  de 
la  intimación  de  Bolívar,  montaron  en  cólera  y  pretendie- 
ron asesinar  a  don  Basilio  García,  pero  la  oportuna  inter- 
vención del  Obispo  y  de  la  nobleza  calmó  los  ánimos  y  se 
sometieron  al  armisticio. 

Bolívar  entró  a  Pasto,  el  8  de  junio  de  1822,  después 
de  sufrir  todos  los  horrores  de  esta  legendaria  campaña, 
donde  el  infortunio  y  el  dolor  corrieron  parejas  con  el  he- 
roísmo y  la  constancia.  Para  darnos  una  idea  de  la  situa- 
ción del  ejército  patriota  en  la  campaña  de  Pasto,  oigamos 
al  célebre  historiador  Groot: 

«  . .  El  Libertador  no  estaba  en  estado  de  seguir  ade- 
lante sin  recibir  refuerzos,  porque  por  experiencia  supo 
que  guerrear  en  el  territorio  de  Patía  o  Pasto,  contra  pa- 
tianos  y  pastusos,  era  algo  diferente  que  guerrear  en  Ve- 
nezuela. En  Pasto  encontraron  su  sepulcro  hombres  valien- 
tes que  habían  hecho  las  campañas  más  difíciles  en  Vene- 
zuela.» 

Este  es  el  resumen  de  esa  terrible  batalla,  que  paralizó 
tantas  vidas  preciosas.  Después  de  cien  años  de  admiración, 
inclinamos  hoy  los  colombianos  libres,  con  profundo  respe- 
to, nuestras  frentes,  por  todos  los  sacrificios,  por  todos  los 
dolores,  por  todo  el  heroísmo  de  los  mártires   de  Bombona. 

José  Ma.ría  Garcés  Bej araño 

EXORDIO  (1) 

Bastidas  es  el  precursor  de  nuestra  conquista.  Cierto 
que  ya,  antes  de  él,  al  poniente  y  al  levante,  habían  tocado 
el  territorio  dos  marinos  intrépidos:  Colón  y  Ojeda,  y  que 
ellos  habían  puesto  las  columnas  extremas  de  nuestro  pór- 
tico sobre  el  mar  Caribe;  pero  es  Bastidas  quien,  como  co- 
rriendo a  los  lados  la  verja  de  un  inmenso  parque,  abre  nues- 
tra comarca  a  las  miradas  del  mundo,  y  une  esos  dos  lími- 
tes donde  pusieran  sus  mojones  aquellos  iniciadores  de  tan 
magna  empresa. 

El  va  desde  esa  península  que  se  avanza  sobre  el  mar, 
como  un  bastión  de  titanes,  hasta  donde  el  océano,  como  to- 
mando desquite  de  aquella  invasión,  penetra  en  la  tierra 
firme  y  forma  un  golfo  resplandeciente  y  magnífico.  El  fija 


(1)  Prólogo  de  la  obra  Rodrigo  de  Bastidas,  por  Rodrigo  Nogue- 
ra. Bogotá.  1920. 


62  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 

el  croquis  definitivo  de  nuestro  litoral  sobre  el  Atlántico, 
que  hasta  entonces  aparecía  vag-o  e  indeciso,  pues  apenas 
habían  adivinado  confusamente  sus  perfiles,  e!  iiustre  des- 
cubridor del  Nuevo  Mundo,  al  delinear  sus  planps  en  la 
costa  del  istmo,  y  Juan  de  la  Cosa,  al  trazar  su  hermoso 
mapa,  bordeando  los  arrecifes  de  la  Goajira. 

Cuan  interesante  la  figura  de  ese  notario  de  Sevilla, 
que  bota  su  pluma  de  gfanso,  su  salvadera  y  sus  perg-aminos 
para  cruzar  e!  piéiago  y  correr  aventuras  per  el  mundo  que 
acaba  de  descubrirse.  Mágica  tarea  la  de  ese  hon;bre  desli- 
zándose, en  desmantelados  bajeles,  a  lo  largo  de  esas  playas 
del  océano,  y  descubriendo,  ante  las  gentes  del  viejo  mundo, 
el  contorno  de  la  cabeza  de  un  continente. 

Y  así  como  fuera  el  Bautista,  por  las  riberas  del  Jor- 
dán, predicando  la  buena  nueva  y  derramando  sobre  las 
cabezas  el  agua  lustral,  va  Bastidas,  por  las  orillas  del  mar, 
bautizando  con  sus  linfas  cada  ensenada  y  cada  promonto- 
rio, cada  montana  y  cada  islote,  cada  pueblo  que  allí  baña 
sus  cimientos  y  cada  río  que  allí  arroja  sus  ondas,  y  anun- 
ciando la  llegada  de  una  civilización  a  esas  bárbaras  re- 
giones. 

Aún  se  guardan,  a  pesar  de  nuestras  torpes  mutaciones 
¿e  nombres,  algunas  de  esas  denominaciones  que  él  hicie- 
ra- Ahí  están,  principalmente,  como  recuerdo  eterno 
¿e  su  paso,  los  dos  apodos  bíblicosde  las  dos  santas  del  ca- 
lendario: Marta  yMagdalena.  Quienes  los  llevan,  ciudad  y 
río,  proclaman  su  gloria:  una  desde  su  blanca  sierra  que  se 
destaca  como  un  nimbo  sobre  la  frente  de  Colombia,  y  el 
otro,  al  entrar  impetuoso  al  océano  y  endulzarle  a  éste,  en 
ancha  zona,  sus  amargas  olas. 

Y  con  Bastidas  se  inició  también  la  lucha  de  las  dos  ra- 
zas. Ejecuta  él  los  primeros  episodios  de  ese  colosal  poema 
que  había  de  desarrollarse  luego  en  toda  la  extensión  del 
país.  Se  libran  a  su  lado  esas  primeras  contiendas  con  que  se 
empieza  el  empuje  avasallador  que  fue  arrollando  las  tribus 
y  que,  como  alud  formidable,  cubrió  esa  tierra  que  extendía 
hacia  el  sur  sus  campos  de  esmeralda  y  sus  montes  de  zafiro. 

Tras  él,  al  contemplar  el  escenario  que  se  ofrecía  a  sus 
proezas,  se  lanza  la  turba  de  audaces  aventureros— crueles  o 
magnánimos,  ignorantes  o  letrados,  ambiciosos  o  altruis- 
tas,— y  subiendo  los  ríos  o  cruzando^las  serranías,  van  al  co- 
razón del  país,  y  hallan  allá,  como  tierra  de  promisión, 
campos  fértiles,  veneros  de  oro  y  climas  paradisíacos.  Y 
buscan  después,  aún  no  saciadas  sus  ansias,  lo  que  no  halla- 
ron jamás,  un  país  dorado,  empedrado  de  diamantes,  con 
ricos  palacios,  como  fueran  los  argonautas,  en  pesquisa  del 
áureo  vellocino,  en  las  horas  vespertinas  de  la  historia  del 
mundo. 


EXORDIO  63 


Pero  al  lado  de  tanto  esplendor  aparece  la  sombra  in- 
fausta. También  con  Bastidas,  aunque  sin  culpa  de  él,  se 
inauguran  las  querellas  oprobiosas,  las  intrig-as  nausea- 
bundas, las  rivalidades  insensatas,  y,  como  consecuencia  de 
todo  ello,  esa  serie  de  crímenes  que  pusieron  borrones  en 
la  soberbia  epopeya. 

ICuán  cínica  es  esa  conspiración  contra  él  para  quitar- 
le el  mando,  cuan  repugnante  todas  esas  maniobras  para 
despojarlo  de  sus  laureles,  y  cuan  negra  esa  hora  en  que  se 
clava  a  su  pecho  generoso  un  puñal  maldito! 

Bien  ha  hecho  el  joven  Noguera  en  trazarnos  la  silueta 
del  conquistador.  No  teníamos  una  biografía  de  él,  sino 
apenas  breves  menciones  de  sus  actos  en  las  historias  ge- 
nerales o  esbozos  rápidos  de  su  figura.  Y  lo  ha  hecho 
con  erudición  y  arte:  se  destaca,  como  veréis,  lector  ama- 
do, en  las  siguientes  páginas,  luminosa  y  vivida,  la  imagen 
de  aquel  ardoroso  sevillano. 

El  autor  fue,  hace  unos  tres  auos,  alumno  de  la  Escue- 
la Militar,  donde  lo  conocimos  y  tuvimos  ocasión  de  apre- 
ciar su  inteligencia  y  cultura.  Luego  dejó  el  yatagán  para 
servir  el  puesto  de  Secretario  de  Hacienda  en  su  Departa- 
mento natal,  y  allí  mostró  su  pericia  en  finanzas.  Ha  amado 
siempre  el  estudio  de  nuestros  anales  y  nos  ha  dado  ya  na- 
rraciones amenas.  El  haber  nacido  en  Santa  Marta  y  qui- 
zás el  llevar  como  nombre  de  pila  el  mismo  del  fundador 
de  la  ciudad,  que  le  fue  puesto,  sin  duda,  en  homenajea 
este,  han  movido,  especialmente,  su  pluma,  a  investigar  esa 
vida  y  a  dibujarla  con  la  maestría  que  se  verá  en  los  capí- 
tulos de  este  folleto. 

Tuvimos,  ahora  tiempos,  ocasión  de  llamar  la  atención 
de  nuestros  rebuscadores  de  historia  sobre  las  fechas  asig- 
nadas generalmente  para  la  fundación  de  Santa  Marta,  e 
hicimos  not^r  que  este  nombre  se  había  dado  a  la  tierra 
mucho  antes  de  aquel  acontecimiento,  y  que  resultaban  dos 
viajes  de  Bastidas,  cuando  muchos  historiadores  sólo  men- 
Clonaban  uno.  También  apuntamos,  por  ahí  en  una  aposti- 
lla, que  la  tumba  de  este  descubridor  existía  en  Santo  Do- 
mingo, por  haber  llegado  a  nuestras  manos  una  historia  de 
esa  isla  donde  ello  se  relataba,  y  cómo  su  lápida  podía  ser- 
vir para  aclarar  detalles  de  la  vida  de  este  hijo  del  Betis. 

Tal  vez  este  aporte  nuestro  al  estudio  de  esa  biografía, 
o  quizás  el  recuerdo  de  un  maestro,  de  sus  días  de  cadete, 
hicieron  que  nuestro  amigo  nos  designara  para  escribir  el 
prefacio  de  su  obra.  Con  vivo  gusto  ponemos  estas  primeras 
líneas,  pero  somos  tan  sólo  el  conserje  que  introduce  al  vi- 
sitante a  una  suntuosa  morada.  Amigo  lector,  siga  usted, 
que  adentro  está  el  autor  con  pluma  de  oro,  provisto  de 
documentos  y  en  un  elegante  escritorio. 


64  BOLETÍN   DE  HISTORIA   Y   ANTIGÜEDADES 


Nos  permitimos,  sí,  decir,  como  todo  portero  entro- 
metido, otros  pormenores  que  hemos  hallado  sobre  el  bio- 
S^rañado,  y  que  vienen  a  comprobar,  aún  más,  la  residen- 
cia de  él  en  la  isla  Española,  entre  sus  dos  expediciones. 

En  la  diligrencia  para  el  repartimiento  de  indios  que  se 
hizo  en  la  ciudad  de  Santo  Domingo  el  9  de  diciembre  de 
1S14,  hay  este  párrafo:  «Asimismo  se  le  encomendó  (a  Juan 
Guillen)  diez  naborías  de  casa  de  las  que  registró  Rodrigo 
de  Bastidas,  que  son  las  siete  allegadas,»  y  más  adelante 
dice:  «Para  la  obra  de  la  iglesia  de  la  dicha  ciudad  se  depo- 
sitaron en  Rodrigo  de  Bastidas,  vecino  de  la  dicha  ciudad, 
por  el  tiempo  que  se  contienen  y  declara  en  una  cédula  que 
Su  Alteza  dio  a  petición  del  Obispo  de  la  dicha  iglesia  acerca 
de  lo  susodicho,  cincuenta  personas  de  servicio  en  la  cacica 
Catabano  de  Higuey.>  Y  después  hay  estas  otras  dos  parti- 
das: «A  Gonzalo  Cazalla  se  le  encomendó  siete  naborías  de 
casa  que  registró  Rodrigo  de  Bastidas....  A  Rodrigo  de 
Bastidas,  casado  en  Castilla,  se  le  encomendó  diez  naborías 
de  casa   de  las  que  él  registró.» 

Tenemos  también  este  dato  que  puede  agregarse  a  los 
que  pone  el  señor  Noguera  sobre  la  vida  que  llevó  el  des- 
cubridor en  la  citada  isla:  «La  dicha  ciudad  de  Santo  Do- 
mingo tiene  a  la  entrada  del  dicho  río  una  fortaleza  grande 
y  muy  fuerte,  de  que  es  Alcaide  don  Rodrigo  de  Bastidas, 
yerno  de  Oviedo,  el  coronista  de  Su  Majestad.»  (1). 

Todos  tropezamos  con  el  nombre  de  Bastidas  al  abrir 
los  libros  de  historia  nacional,  aun  los  más  pequeños  com- 
pendios, pero  pasamos  de  prisa  las  hojas  y  tan  sólo  el  nom- 
bre queda  sonando  en  nuestros  oídos.  Fue,  sin  embargo, 
una  vida  intensa,  y  justo  es  remomorarla  con  amplitud. 
Estas  páginas  hacen  seguir  sus  pasos  y  sentir  su  acción 
trascendental  y  fecunda. 

Así  como  en  la  ciudad  antillana  se  guardan  con  venera- 
ción sus  restos  y  la  pátina  de  cuatro  siglos  no  ha  desteñido 
su  epitafio,  conservemos  nosotros  siempre  fresca  la  memoria 
de  aquel  que  pusiera  la  primera  huella  sobre  la  arena  don- 
de termina  su  curso  la  arteria  que  brota  en  el  corazón  del 
país,  que  cruza  su  territorio  recibiendo  las  venas  de  todos 
los  confines  y  que  da  vida  y  vigor  a  nuestra  patria;  de  aquel 
que  colocara  la  primera  piedra  de  la  risueña  metrópoli  que 
había  de  recibir,  centurias  después,  el  estertor  de  Bolívar. 

Bastidas  es  para  Colombia  lo  que  Colón  es  para  la 
América. 

Eduardo  Posada 


(1)  Encontramos  éste  y  los  anteriores  datos  en   Documentos  Iné- 
ditos del  Archivo  de  Indias,  tomo  1',  páginas  19,  115,  122,  132  y  141. 


boletín 


Año  XIV-N.' 158  W^i     II      P     I     I  rV       Mayo:  1922 


DE    HISTORIA    Y    ANTIGÜEDADES 

oROHno  De  £fl  flcfloemifl  nflcionflí  oe  historia 

DIRECTOR,  REDACTORES, 

EDUARDO  POSADA  LUIS  AUGUSTO  CUERVO 

ROBERTO  CORTÁZAR 

Bogotá — República  de  Colombia 


inFORfllES 

CONGRESO   DE  SEVILLA 
Señor  Presidente  de  la  Academia  Nacional  de  Historia. 

Señor:  Tenemos  el  gusto  de  presentar  a  usted  una  co- 
pia del  informe  que  hemos  rendido  a  Su  Señoría  el  Ministro 
de  Relaciones  Exteriores,  sobre  el  desempeño  de  la  misión 
que  tuvo  a  bien  encomendarnos,  para  el  Congreso  de  His- 
toria y  Geografía  de  Sevilla. 

Bien  que  a  la  Academia  hemos  tenido  el  gusto  de  in- 
formarle, en  varias  ocasiones,  con  respecto  a  nuestras  la- 
bores'como  Delegados  a  dicho  Congreso,  hacemos  extensi- 
vo a  ella  aquel  informe  para  que  queden,  en  una  sola  pieza, 
los  detalles  de  nuestra  misión,  puedan  conocerlos  los  colegas 
que  no  nos  han  oído  y  se  publiquen  en  el  Boletín,  si  ello 
se  estimare  conveniente. 

Repetimos,  una  vez  más,  a  la  Academia  y  a  cada  uno 
de  sus  miembros  los  sentimientos  de  alta  gratitud  por  el 
honor  que  se  nos  hizo  al  designarnos  para  aquella  distingui- 
da representación. 

Bogotá,  15  de  agosto  de  1921. 

Señor  Presidente,  Raijnundo  Rivas — Eduardo  Posada 


A  Su  Señoría  el  Ministro  de  Relaciones  Exteriores. 

Señor:  Nos  es  honroso  dar  cumplimiento  al  deber  de 
informar  a  Su  Señoría  sobre  la  misión  que  nos  fue  encomen- 
dada de  representar  a  Colombia  en  el  segundo  Congreso 
Hispanoamericano  de  Historia  y  Geografía,  reunido  en  Se- 
villa. 

Encaminados  a  la  capital  de  Andalucía,  por  distintas 
vías,  nos  reunimos  en  dicha  ciudad  en  los  últimos  días  de 
abril,  e  inmediatamente  nos  pusimos  en   comunicación  con 

xrv— 5 


66  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y    ANTIGÜEDADES 


los  organizadores  del  Congreso;  con  los  Delegados  de  los  di- 
versos países  y  entidades  que  iban  llegando,  y  con  el  señor 
doctor  Luciano  Herrera,  Encargado  de  Negocios  en  Ma- 
drid e  invitado  a  concurrir  a  las  sesiones  del  Congreso  por 
la  Comisión  Directiva. 

El  día  30  de  dicho  mes  tuvo  lugar  la  junta  preparato- 
ria, y  en  ella  se  acordó  la  Mesa  de  Honor  y  las  Comisiones 
de  la  Mesa  de  cada  una  de  las  Secciones.  Presidió  esta  jun- 
ta el  señor  Marqués  de  Figueroa,  de  la  Academia  de  Histo- 
ria de  Madrid. 

El  día  2  de  mayo,  a  las  cuatro  de  la  tarde,  tuvo  lugar, 
en  el  magnífico  Palacio  de  Artes  e  Industrias  de  la  Plaza  de 
América,  la  sesión  inaugural.  Celebróse  el  acto  en  el  gran 
salón  central,  bellamente  adornado  con  los  tapices  del  Ayun- 
tamiento, del  célebre  pintor  Bacarisas,  y  profusión  de  flores. 
Presidió  la  sesión  y  pronunció  el  discurso  de  estilo  el  señor 
Ministro  de  Instrucción  Pública,  señor  Aparicio,  quien  te- 
nía a  su  derecha  al  Eminentísimo  señor  Cardenal  Almaraz; 
al  Alcalde  de  Sevilla,  señor  Conde  de  Urbina,  y  al  Gober- 
nador Civil,  señor  Elio,  y  a  su  izquierda  al  Director  de  la 
Real  Academia  de  la  Historia  y  Presidente  efectivo  del 
Congreso,  señor  Marqués  de  Laurencín,  al  Capitán  General 
interino,  y  al  señor  Marqués  de  Peralta.  En  los  otros  asien- 
tos del  estrado  se  instalaron  las  demás  autoridades  de  Se- 
villa; los  ex-Ministros  de  Estado,  señores  Cañal  y  Borbolla; 
el  Director  General  de  Bellas  Artes,  señor  García  de  Lea- 
niz,  y  el  del  Instituto  Geográfico,  don  Severo  Gómez  Nú- 
ñez;  el  Ministro  Plenipotenciario  del  Brasil,  don  Abelardo 
Pecanha;  la  señorita  Wright,  notable  historiadora  norte- 
americana, y  los  Delegados  de  España  y  de  las  República» 
hispanoamericanas.  El  resto  del  salón  estuvo  destinado  al 
público,  y  allí  asistieron  distinguidas  damas  y  personas  no- 
tables. 

Abierta  la  sesión  por  el  Ministro,  el  Secretario  General, 
don  Jerónimo  Bécker,  hizo  la  historia  del  Congreso,  inicia- 
do en  el  que  se  celebró  en  1914  y  aplazado  por  consecuen- 
cia de  la  guerra,  y  puso  de  relieve  su  importancia  como 
factor  para  estrechar  los  lazos  de  amistad  entre  España  y 
América.  En  seguida  hablaron  el  señor  Director  de  la  Real 
Academia  de  Historia;  el  señor  Ministro  del  Brasil,  en  nom- 
bre de  los  pueblos  que  colonizó  Portugal;  el  señor  Alcalde 
de  Sevilla;  y  el  primero  de  los  suscritos,  quien  rindió  a  la 
Madre  Patria  el  homenaje  de  las  naciones  hispanoameri- 
canas. Fue  pues  una  distinción  la  que  se  hizo  a  la  Delega- 
ción colombiana  al  designar  auno  desús  miembros  para 
llevar  la  palabra  en  dicho  acto. 

El  Congreso  se  dividió  en  cuatro  Secciones:  1^  Sección 
Preespañola,  común  a  América  y  Filipinas;  2^  Sección,  de^ 


INFORMES  67 


Histoi  ia  de  América;  3^  Sección,  de  Geogfrafía  de  América, 
y  4^  Sección,  de  Historia  y  Geografía  de  Filipinas.  Los  dig- 
natarios de  las  Secciones  fueron  los  siguientes: 

A/esa  de  Honot — Presidentes:  Excelentísimos  señores 
Ministro  de  Instrucción  Pública;  Cardenal  Almaraz;  Conde 
de  Urbina;  Alcalde  de  Sevilla;  Ministros  de  las  Repúblicas 
americanas  acreditados  en  Maüiid;  Manuel  Valladares, 
Ministro  de  Guatemala  en  París;  Pedro  Rodríguez  de  la 
Borbolla,  ex-Ministro;  Carlos  Cañal,  ex-Ministro;  Director 
General  de  Bellas  Artes;  Director  del  Instituto  Geográfico. 
Vicepresidentes:  Raimundo  Rivas,  Representante  del  Go- 
bierno de  Colombia  y  Presidente  de  la  Academia  de  Histo- 
ria de  Bogotá;  Eduardo  Posada,  Representante  del  Gobier- 
no de  Colombia  y  Secretario  de  la  Academia  de  la  Historia 
de  Bogotá;  Luis  Ulloa,  Representante  del  Gobierno  del 
Perú;  Pascual  Guaglianone,  Representante  del  Gobierno 
argentino;  Ernesto  de  la  Cruz,  Representante  del  Gobierno 
de  Chile;  Salvador  Manijo,  Representante  del  Gobierno  de 
Cuba;  Francisco  A.  de  Icaza,  Representante  del  Gobierno 
de  Méjico;  Luciano  Herrera,  Encargado  de  Negocios  de 
Colombia;  Ismael  S.  Fuentes,  Encargado  de  Negocios  de 
El  Salvador;  Pelayo  Quintero,  Representante  del  Gobierno 
de  Honduras  y  Presidente  de  la  Academia  Hispanoame- 
ricana de  Ciencias  y  Artes  de  Cádiz;  Adolfo  Carranza  y  se- 
ñor don  Marcos  U.  Ayala,  Representantes  del  Ateneo  His- 
panoamericano y  de  la  Academia  Americana  de  la  Historia 
de  Buenos  Aires;  Ernesto  Restrepo  Tirado,  Representante 
del  Gobierno  de  Colombia  y  de  la  Academia  de  la  Historia 
de  Cartagena  de  Indias;  don  José  M.  Pérez  Sarmiento,  Re- 
presentante del  Gobierno  de  Colombia  y  de  la  Academia 
Hispanoamericana  de  Cádiz;  Gonzalo  Zaldumbide,  Repre- 
sentante de  la  Academia  de  la  Historia  de  Quito;  Ilnstrísi 
mos  señores  Gobernador  Civil;  Presidente  de  la  Diputación 
Provincial;  Deán  de  la  Santa  Iglesia  Catedral;  Rector  de  la 
Catedral;  Presidente  de  la  Audiencia  y  Delegado  de  Ha- 
cienda; Excentísimos  señores  Gobernador  Militar;  Dele- 
gado de  Hacienda;  Marqués  de  Tablantes;  Marqués  de 
Torrenueva;  Conde  de  Aguiar,  y  señor  Presidente  del 
Círculo  de  Labradores;  Diego  de  Ángulo,  Presidente  del 
Ateneo  de  Sevilla,  y  Representante  de  la  Residencia  de  Es- 
tudiantes de  Madrid. 

Mesa  efectiva — Presidente:  Excelentísimo  señor  Mar- 
qués de  Laurencín,  Vicepresidentes:  Excentísimos  señores 
Marqués  de  Figueroa;  Alcibíades  Pecanha,  Ministro  Ple- 
nipotenciario del  Brasil;  señores  Pascual  Guaglianone,  Re- 
presentante del  Gobierno  de  la  República  Argentina,  y  Ri- 
cardo Beltrán  y  Róspide. 


68  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 

Secretario  General:  Exceltntísimo  señor  don  Jerónimo 
Bécker. 

Secretarios:  Excelentísimos  señores  don  Joaquín  de 
Ciria;  don  Francisco  V.  Silva;  don  Santiagfo  Montoto;  don 
Marcos  U.  Ayala. 

Mesa  de  las  Secciones—Stccxón  Preespañola  común  a 
América  y  Filipinas.  Presidente:  señor  don  Pelayo  Quin- 
tero. Vicepresidentes:  señores  don  Raimundo  Rivas;  señor 
don  Pedro  Torres  Lanzas,  Jefe  del  Archivo  General  de 
Indias. 

Secretarios:  señor  don  Francisco  Navas  del  Valle;  se- 
ñorita Sara  S.  de  Ibalgué. 

Sección  de  Historia  de  Améríca  —  Presidente  :  señor 
don  Luciano  Herrera.  Vicepresidentes:  señores  don  Ismael 
G.  Fuentes;  señor  don  Ramón   de   Manjarrés. 

Secretarios:  señor  don  José  M.  Pérez  Sarmiento;  señot 
don  Ricardo  Beltrán  y  González. 

Sección  Geográfica  de  /áw^/vW/— Presidente:  Excelen- 
tísimo señor  don  Ricardo  Beltrán  y  Róspide.  Vicepresi- 
dentes: señores  don  Pascual  Guaglianone  y  don  Gustavo 
Fernándes  Bastos. 

Secretarios:  señores  don  Germán  Latorre  y  don  José 
Romero  Filgfueira. 

Sección  de  Historia  y  Geografía  de  Filipinas —  Prt&í- 
dente:  Excelentísimo  señor  don  Antonio  Blásquez.  Vice- 
presidentes: Reverendo  Padre  Pablo  Pastélls  y  señor  Ma- 
nuel Rodiíguez  Navas.  Secretarios:  señores  don  Salvador 
Massio  y  don  Cristóbal  Bermúdez  Plata. 

Las  Secciones  se  reunieron  en  los  días  4,  5,  6  y  7  de 
mayo  para  la  presentación  y  estudio  de  los'trabajos  presen- 
tados, y  para  acordar  conclusiones,  y  el  día  10  tuvo  lugar  la 
sesión  solemne  de  clausura.  Tuvimos  el  gusto  de  presentar, 
en  las  tres  primeras  Secciones  citadas,  varios  trabajos  rela- 
tivos a  nuestra  historia  y  geografía,  a  saber:  «Datos  biográ- 
ficos del  Adelantado  Quesada.>  «Diccionario  Biográfico  de 
los  primeros  descubridores  y  conquistadores  del  Nuevo  Rei- 
no de  Granada.»  «Estudio  bibliográfico  sobre  lenguas  indí- 
genas de  Colombia.  «Diccionario  geográfico.»  «Cronología  y 
cartografía  de  Colombia.» 

Entre  los  importantes  trabajos  presentados  al  Congre- 
so por  los  Delegados  españoles  y  americanos  recordamos 
los  siguientes: 

«Prehistoria  e  historia  precolombiana  de  las  Antillas,» 
por  don  Calixto  Massó.  «Criollos  empleados,»  por  don  Ma- 
nuel de  Castro  y  López.  «Textos  Escolares,»  por  el  mismo. 
«Historia  de  la  educación  piíblica  en   Santiago  del  Estero,» 


INFORMES  69 


por  don  Camilo  Quiazio.  «La  enseñanza  de  la  Historia  y  la 
solidaridad  hispanoamericana, >  por  José  R.  del  Franco. 
«Formalidades  forenses  en  la  época  colonial, >  por  el  Reve- 
rendo Padre  Grenón.  <E1  Famatino  de  Rosas  de  Oquendo,* 
por  el  presbítero  don  Pablo  Cabrera.  «La  Religión  colonial,» 
por  el  Padre  fray  José  M.  Liqueno.  «Carácter  de  la  colo- 
nización española  en  América,»  por  el  Padre  Ángel  Clave- 
ro Navarro.  «El  primer  poema  escrito  en  Cuba.  Documen- 
tos inéditos  referentes  al  Obispo  fray  Juan  de  las  Cabezas,» 
por  don  José  María  Chacón  y  Calvo.  «El  Padre  fray  Juan 
Infante,»  por  don  Adolfo  R.  Rivera.  «Don  José  de  Beitia 
Linaje  y  su  libro  Norte  de  la  Contratación  de  las  Indias,» 
por  don  Santiago  Montoto  de  Sedas.  «Pedro  Valdés,  Gober- 
nador de  Cuba,»  por  Miss  J.  A.  Wright.  «España  en  Améri- 
ca,» por  don  Adolfo  S.  Carranza.  «La  denominación  Améri- 
ca Latina,»  por  don  Ramón  Manjarrés.  «Sobre  la  revista 
Archivo  Ibero  Americano»  y  «Los  doce  primeros  apóstoles 
de  Méjico,»  por  el  Padre  Anastasio  López.  «La  unidad  his- 
tórica de  la  Península  Ibérica  y  los  primeros  descubrimien- 
tos del  territorio  hoy  Brasil,»  por  don  A.  Huertas.  «Manera 
como  deben  hacerse  y  publicarse  las  investigaciones  lleva- 
das a  cabo  en  el  archivo  de  Indias,»  por  Miss  J.  A.  Wright. 
«Reseña  cronológica  de  las  principales  exploraciones  hidro- 
gráficas realizadas  por  los  españoles  en  las  costas  del  Conti- 
nente hispanoamericano,»  por  don  Gonzalo  Fernández  Bas- 
tos. «Itinerario  marítimo  de  California  al  río  de  La  Plata,» 
por  don  Francisco  Silva.  «El  estrecho  de  Magallanes  y  su 
territorio,»  por  don  Javier  Fernández.  «Trabajos  geo- 
gráficos y  colonizadores  de  los  misioneros  jesuítas  en  Ca- 
lifornia,» por  el  Reverendo  Padre  Constantino  Bayle. 
«Un  viaje  precolombiano  de  los  chinos  a  la  América  del 
Norte.»  por  el  doctor  Massip.  «Algunos  documentos  del 
Archivo  de  Indias  sobre  ciudades  chilenas,»  por  don  Jesús 
Pavón  y  don  Luis  Jiménez  Placer.  «El  Amazonas.  Navega- 
ción de  los  ríos  y  las  cascadas,»  por  don  Abelardo  Pe- 
canha.  «El  macizo  de  los  Andes  colombianos,»  por  don  Joa- 
quín Emilio  Cardoso.  «Un  nuevo  reiato  de  la  expedición 
de  Loaisa,»  por  don  Antonio  Biásquez.  «Noticias  de  una 
geografía  en  las  islas  Filipinas,»  manuscrito  inédito  del  si- 
glo XVIII,  por  don  Ángel  Biásquez  Jiménez.  «Descubrimien- 
tos y  conquistas  de  los  castellanos  en  el  Extremo  Oriente,» 
por  el  Padre  P.  Pastélls.  «Origen  de  las  misiones  francis- 
canas en  el  Extremo  Oriente»  y  «Fray  Juan  de  Placen- 
cia  y  sus  relaciones  sobre  las  costumbres  de  los  filipinos,» 
por  el  Padre  Lorenzo  Pérez.  «índice  de  personas  nobles  y 
otras  de  calidad  que  han  estado  en  Filipinas  desde  1521 
hasta  1898,»  por  don  E.  Bentana.  «Diccionario  de  Filipinas 


70  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES     "^ 


con  la  revisión  de  lo  que  al  respecto  lleva  publicado  la  Aca- 
demia Kspañola,>  por  el  mismo.  «índice  biográfico  de  los 
que  asistieron  al  descubrimiento  de  las  islas  Filipinas,»  por 
don  W.  E.  Retana,  trabajo  publicado  en  el  número  espe- 
cial de  «Raza  Española. >  dirigida  por  la  ilustre  escritora 
doña  Blanca  délos  Ríos  Lampérez,  con  motivo  del  cuarto 
centenario  del  descubrimiento  de  las  Filipinas. 

Además  de  estos  trabajos  importantes--y  de  otros  que 
involuntariamente  hayamos  omitido  anotar — oyó  el  Con- 
greso las  eruditas  conferencias  dictadas  por  el  señor  Mar- 
qués de  Figueroa  y  por  don  Jerónimo  Bécker.  Versó  la 
primera  sobre  «Las  navegaciones  oceánicas  y  la  civilización 
peninsular  personificada  en  Magallanes»;  y  fue  tema  de  la 
segunda  la  acción  de  España  en  América.  Tuvieron  lugar 
estas  conferencias,  así  como  las  juntas  de  las  Secciones  del 
Congreso  y  solemne  de  clausura,  en  el  salón  de  actos  del 
monumental  edificio  del  Archivo  de  Indias,  la  histórica  Casa 
Lonja  de  Sevilla. 

El  Congreso  discutió  y  aprobó  las  siguientes  conclusio- 
nes, algunas  de  ellas  presentadas  por  la  Delegación  colom- 
biana: 

«l^  Solicitar  de  los  Gobiernos  hispanoamericanos  enco- 
mienden a  sus  Delegados  ante  los  Congresos  internacionales 
de  carácter  científico,  literario  o  político,  el  reconocimiento 
de  la  lengua  castellana  como  uno  de  los  idiomas  oficiales  de 
dichos  Congresos. 

«2^  Estimando  de  suprema  necesidad  que  las  corrien- 
tes de  aproximación  que  felizmentente  existen  entre  Es- 
paña y  las  Repúblicas  hispanoamericanas  tomen  cauces 
propios  para  asegurar  en  el  porvenir  la  intimidad  de  las  re- 
laciones y  el  acuerdo  espiritual  que  entre  unas  y  otras  de- 
ben existir,  declara: 

«Que  es  indispensable  que  las  corporaciones  que  en  Es- 
paña y  en  los  países  hispanoamericanos  se  consagran  al 
estudio  del  Derecho  Internacional,  procuren  armonizar  los 
principios  que  en  la  esfera  de  la  Ciencia  ha  proclamado 
América,  y  las  doctrinas  mantenidas  por  España  respecto 
de)  particular,  a  fin  de  que  las  conclusiones  a  que  se  llegue 
puedan  servir  de  norma  en  sus  relaciones  a  todos  los  pue- 
blos de  origen  español,  y 

«Que  adoptando  un  procedimiento  análogo  u]  emplado 
por  los  Estados  escandinavos,  u  otro  que  se  estime  mejor, 
se  procure  que  la  ley  mercantil  en  España  y  en  las  Repú- 
blicas americanas  se  inspire  en  principios  análogos,  con  lo 
cual  se  facilitaría  grandemente  el  comercio  entre  una  y 
otras. 


INFORMES  71 


«3^  Que  con  objeto  de  convertir  en  realidad  el  voto  san- 
cionado por  el  primer  Congreso  de  Historia  y  Geografía  His- 
panoamericanas, referente  a  la  creación  de  un  Centro  Inter- 
nacional de  Investigaciones  históricas  americanas  con  sede 
en  Madrid  o  Sevilla,  el  segundo  Congreso  resuelve  que  enco- 
miende a  una  Comisión  constituida  por  los  miembros  de  la 
Mesa  Directiva,  residentes  en  España,  y  por  un  número  igual 
de  diplomáticos  americanos,  la  constitución  del  referido 
Centro  de  Investigaciones;  y  que  la  Comisión  que  se  designe 
redactará  el  programa  de  trabajos  y  el  reglamento  del 
Centro,  fijará  el  presupuesto  de  sus  gastos,  determinará  la 
cuota  que  se  solicitará  de  cada  uno  de  los  Gobiernos  his- 
panoamericanos y  comunicará  a  éstos,  antes  del  1°  de  sep- 
tiembre próximo,  por  intermedio  de  los  respectivos  Re- 
presentantes diplomáticos,  la  constitución  definitiva  del 
Centro. 

«Autorízase  a  la  Mesa  Directiva  del  Congreso  para 
designar  por  mayoría  de  votos  los  diplomáticos  que  integra- 
rán la  Comisión  creada. 

«4^  El  Congreso  declara  que  hay  conveoiencia  científica 
y  didáctica  en  crear  como  Sección  en  las  Facultades  de  Filo- 
sofía  y  Letras,  o  como  instituto  independiente  en  cada  una 
de  las  Universidades,  una  Escuela  de  Geografía,  destinada 
a  la  formación  del  profesorado  que  ha  de  atender  las  cá- 
tedras de  dicho  ramo  de  estudios  en  los  establecimientos  de 
segunda  enseñanza,  en. los  del   magisterio  y  en  los  técnicos. 

«Que  el  plan  de  estudios  de  dicho  Escuela  deberá  com- 
prender, como  mínimum,  los  siguientes  cursos:  1^,  Geogra- 
fía matemática  y  Física  terrestre; 2°,  Topografía;  3^,  Geo- 
logía y  Paleontología;  4^,  Geografía  física  (dos  cursos); 
5°,  Biogeografía;  6^,  Antropogeografía;  7*?,  Geografía  econó- 
mica y  política;  8°,  Estadística;  9°,  Geografía  física  del  país, 
en  que  funciona  la  Escuela;  10,  Geografía  política  y  econó- 
mica del  país  en  que  funciona  la  Escuela;  11,  Historia  de  la 
Ciencia  geográfica  y  de  los  descubrimientos;  12,  Problemas 
modernos  de  la  Geografía;  13  Cartografía  (dos  cursos); 
14,  Seminario  de  Geografía  económica  y  política  (dos  cur- 
sos); 15,  Tres  excursiones,  de  una  duración  de  diez  días, 
como  mínimum,  cada  una,  a  lugat  es  geográficos  típicos. 
Y,  además,  como  ramas  didácticas:  Pedagogía  general; 
Metodología  especial  y  práctica  déla  enseñanza  (tres  se- 
mestres). 

«Que  para  ingresar  en  la  Escuela  de  Geografía  se  re- 
quiera poseer  el  certificado  de  bachiller,  o  de  maestro  nor- 
mal, o  comprobar  poseer  una  preparación   equivalente. 

«El  Congreso  recomienda  el  estudio,  en  forma  siste- 
mática y  científica,   de  la  influencia   ejercida  por  los  ele- 


72  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


mentes  antropogeográficos  en  la  evolución  social  y  política 
de  los  pueblos  americanos. 

«5^  El  Congreso  aprueba,  hace  suya  y  coloca  bajos  sus 
altos  auspicios  la  iniciativa  que  tiende  a  hacer  de  la  ense- 
ñanza de  la  Historia,  rectamente  explicada,  el  medio  más 
práctico  y  decisivo  para  llegar  al  anhelado  advenimiento  de 
la  comunión  espiritual  de  la  raza  hispanoamericana. 

«Invita  oficialmente  a  los  Gobiernos  de  todas  las  nacio- 
nes de  Hispano  América  para  que  incorporen  a  sus  respecti- 
vos programas  de  instrucción  pública  la  enseñanza  especial 
de  la  Historia  de  España  y  de  la  conquista,  colonización  y 
emancipación  del  Continente  americano,  expuesta  con  sin- 
cera lealtad  y  con  la  extensión  que  su  importancia  reclama. 

«Ruega  especialmente  al  Gobierno  español  que  apoye 
oficialmente  esta  iniciativa  y  proceda  con  urgencia  a  adap- 
tarla, incorporando  a  los  programas  de  las  Escuelas  del  Es- 
tado la  enseñanza  de  la  Historia  de  la  emancipación  de  las 
Repúblicas  americanas,  y  de  su  respectiva  Geografía  física 
y  política,  con  igual  criterio  de  honesta  investigación  y  sana 
crítica. 

«6^  Que  estima  como  la  labor  más  urgente  y  necesaria 
a  realizarse  por  los  archivos  americanos  la  publicación  si- 
multánea de  los  catálogos  de  documentos  que  se  refieren  al 
coloniaje,  independencia  y  organización  política. 

«Que,  sin  perjuicio  de  la  obra  que  realizan  los  Archi- 
vos, hay  verdadera  conveniencia  científica  en  que  las  Uni- 
versidades americanas  se  preocupen  de  la  publicación,  en 
series,  de  los  documentos  que  se  conservan  en  los  archivos, 
públicos  o  privados,  de  su  zona  de  inñuencia. 

«Que  es  necesario  crear  en  las  Facultades  de  Filosofía 
y  Letras  una  Sección  de  Historia  e  incorporar  a  sus  planes 
un  curso  teóricopráctico  de  introducción  a  los  estudios 
históricos  americanos  y  un  Seminario  de  investigación,  con 
asistencia  obligatoria. 

«Que  hay  urgencia  en  que  los  países  americanos  se 
preocupen  de  la  publicación  sistemática  de  los  documentos 
que  reflejen  la  vida  económica,  social  y  política  de  la  época 
colonial  y  que  se  conservan  en  los  archivos  españoles  y 
americanos. 

«Que  es  procedente  iniciar  a  los  jóvenes  que  cursan  los 
últimos  años  del  bachillerato  en  el  estudio  de  los  documen- 
tos que  se  refieren  a  la  independencia  y  organización  polí- 
tica, por  lo  que  se  recomienda  la  publicación  de  textos  con 
documentos. 

«Que  por  razones  de  orden  científico,  didáctico  y  ame- 
ricanista, estima  procedente  recomendar  a  los  autores  de 
textos  de  Historia  el  evitar  los  paralelos  entre  las  figuras 
de  proceres  déla  independencia  americana. 


INFORMAS 


«7^  El  Congreso  estima  necesario  crear  en  Sevilla,  en 
el  local  del  Archivo  General  de  Indias,  una  biblioteca  públi- 
ca americana,  dividida  en  tantas  secciones  cuantas  son  las 
Repúblicas  que  constituyen  el  Nuevo  Mundo,  y  acuerda  un 
voto  de  simpatía  y  de  cordialísima  adhesión  al  mencionado 
Archivo. 

«8^  Considerando  que  las  fuentes  para  el  verdadero 
conocimiento  de  la  Historia  de  América  desde  su  descubri- 
miento están  principalmente  en  los  documentos  que  guar- 
dan los  archivos  de  España  y  de  las  naciones  americanas, 
declara  que  vería  con  agrado  que  las  autoridades  respecti- 
vas de  quienes  dependar  dichos  archivos,  publiquen  catá- 
logos generales  de  los  documentos  que  aquéllos  contienen, 
a  fin  de  hacer  fácil  su  conocimiento  a  los  estudiosos  y  en 
garantía  de  la  verdad  histórica. 

«9^  Aunque  en  cumplimiento  de  las  conclusiones  apro- 
badas en  1914,  el  próximo  Congreso  debía  reunirse  en 
América,  el  actual,  teniendo  en  cuenta  el  espíritu  de  dichas 
conclusiones,  y  queriendo  demostrar  su  gratitud  a  Sevilla, 
acuerda  que  el  tercer  Congreso  se  celebre  en  esta  culta 
y  bellísima  ciudad  en  1924,  coincidiendo  con  la  Exposición 
que  en  la  misma  se  prepara. 

<A1  propio  tiempo  resuelve  que  el  cuarto  Congreso  te 
reúna  en  Buenos  Aires  en  1926. 

«10^  Como  acto  de  reconocimiento  a  Sevilla,  se  invita  a 
los  Delegados  americanos  a  que  gestionen  de  sus  respectivas 
autoridades  den  el  nombre  de  dicha  histórica  ciudad  a  una 
de  Iss  calles  de  sus  capitales. 

<11^  El  Congreso  solicita  del  Excelentísimo  Ayunta- 
miento de  Madrid  dé  a  una  de  las  calles  de  dicha  capital  el 
nombre  de  Jiménez  de  Quesada,  uno  de  los  más  notables, 
por  sus  múltiples  cualidades,  entretlos  fundadores  de  la  na- 
cionalidades americanas. 

«Igual  excitación  hace  al  Excelentísimo  Ayuntamiento 
de  Granada,  en  atención  a  que,  según  todas  las  probabili- 
dades, se  meció  en  dicha  ciudad  o  en  sus  cercanías  la  cuna 
de  tan  esclarecido  letrado  y  guerrero. 

«12^  Siendo  muy  difícil  a  los  aficionados  a  estudios  his- 
tóricos adquirir  datos  auténticos  y  precisos,  referentes  a 
los  hallazgos  arqueológicos  producto  de  las  primitivas  civi- 
lizaciones americanas,  y  con  el  objeto  de  fomentar  las  ex- 
cavaciones y  contribuir  eficazmente  a  la  difusión  de  los  es- 
tudios prehistóricos,  hispanos  y  americanos,  el  Congreso 
resuelve  gestionar  por  medio  de  los  señores  Representante» 
de  las  diferentes  naciones  hispanoamericanas  la  creación  o 
fomento  de  Juntas  oficiales  de  antigüedades  y  excavaciones 
análogas  a  las  de  España. 


74  BOLETÍN   DE   HISTORIA    Y    ANTIGÜEDADES 


«Publicación  anual  de  memorias,  dando  cuenta  detalla- 
da de  los  trabajos  efectuados,  e  intercambio  de  ellos  entre 
las  Juntas  que  existan  y  Academias  de  Historia  de  los  di- 
versos países;  y 

«Autorización  oficial  para  poder  cambiar  entre  las 
Juntas  y  Museos  oficiales  los  ejemplares  repetidos  proce- 
dentes de  las  excavaciones;  y  que  se  fomente  el  estudio  del 
Folklore  en  cada  uno  de  los  países  hispanoamericanos. 

«13^  El  Congreso  de  Historia  y  Geografía  Hispano- 
americanas, al  terminar  su  tareas,  deja  constancia  de  bu 
profundo  reconocimiento  a  los  Magistados  de  la  ciudad,  al 
Comité  de  Exposición  Hispanoamericana,  a  la  Cámara  de 
Comercio,  al  Ateneo  y  al  Centro  Social  de  Labradores  y 
Propietarios,  por  los  gentiles  y  espléndidos  agasajos  de  que 
el  Congreso  ha  sido  objeto  y  que  han  hecho  más  grata,  si 
cabe,  a  los  Congresistas  todos,  y  especialmente  a  las  Dele- 
gaciones americanas,  su  permanencia  en  la  hospitalaria  y 
maravillosa  ciudad  de  Sevilla,  tan  evocadora  y  tan  cara  al 
corazón  de  los  americanos. 

«14^  El  Congreso  declara  que  la  política  colonial  espa- 
ñola estuvo  inspirada  en  los  mismos  conceptos  que  regían 
en  dicha  época  en  España,  ampaifendo  a  la  vez  que  los  inte- 
reses económicos  de  la  Metrópoli,  el  progreso  de  las  colo- 
nias y  la  defensa  de  los  pobladores  indígenas  con  una  sabia 
legislación;  y  que,  como  consecuencia  de  la  valiosa  obra  que 
representa  para  el  hispanoamericanismo  la  celebración  del 
segundo  Congreso  hispanoamericano  de  Geografía  e  Histo- 
ria reunido  en  Sevilla,  y  de  la  importancia  que  para  Espa- 
ña y  las  Repúblicas  americanas  tendría  el  viaje  del  Sobera- 
no español,  por  unanimidad,  el  Congreso  vería  con  agrado 
que  Su  Majestad  el  Rey  don  Alfonsoxiii  se  sirviera  realizar 
cuanto  antes  su  proyectado  viaje  a  América. 

«15^  Considerando  impropia  la  denominación  de  Amé- 
rica Latina  aplicada  a  los  países  descubiertos  y  colonizados 
por  los  españoles,  el  Congreso  declara  que  la  única  apro- 
piada es  la  de  América  Kspañola  o  Repúblicas  Hispanoame- 
ricanas. 

«16^  El  Congreso  acuerda  dar  por  reproducidas  aquí  las 
conclusiones  de  1914,  que  no  han  sido  aún  llevadas  a  cabo.» 

Alternaron  con  los  trabajos  del  Congreso  varios  festejos 
con  que  la  ciudad  de  Sevilla — exponente  altísimo  de  la  le- 
gendaria hospitalidad  española-  obsequió  a  los  Delegados. 
Entre  esas  fiestas,  llenas  de  briljantez  y  cultura  y  que  deja- 
ron huella  i  raborrable  en  nuestro  ánimo,  citaremos  la  aristo- 
crática Buñoladaen  la  Caseta  de  ferias  del  Real  Círculo  de 
labradores  y  propietarios,  a  la  cual  concurrieron  las  da- 
mas ataviadas  con  el  traje  clásico  español,  y  hubo  bailes  ña- 
mencos;    el  banquete  dado   por  el  Comité   ejecutivo   de  la 


INFORMES  75 


Exposición  Hispanoamericana  en  el  Pabellón  Regio  de  la 
misma;  la  recepción  particular  de  la  Excelentísima  señora 
Condesa  de  Lebrija,  en  su  magnífico  Palacio,  -que  es  un 
verdadero  museo,  en  el  cual  se  guardan,  entre  otras  rique- 
zas, varios  de  los  más  hermosos  mosaicos  extraídos  de  las 
ruinas  de  Itálica;  la  recepción  oficial  dada  por  el  ilustre 
Ayuntamiento  de  Sevilla  en  la  Casa  Consistorial,  en  la  cual 
tuvimos  los  Delegados  oportunidad  de  admirar  innumera- 
bles tesoros  históricos  que  allí  se  custodian,  tales  como  los 
estandartes  del  Rey  San  Fernando,  ganador  de  la  ciudad, 
códices  y  manuscritos  antiquísimos,  y  autógrafos  de  hom- 
bres celebres;  y  un  paseo  por  el  Guadalquivir,  obsequiado 
por  la  Junta  de  obras  del  puerto.  En  la  recepción  del 
Ayuntamiento,  previo  un  elocuente  discurso  del  señor  Te- 
niente Alcalde,  los  Delegados  hispanoamericanos  fuimos 
honrados  con  el  título  de  hijos  adoptivos  de  Sevilla,  e  igual- 
mente recibimos  la  distinción  de  ser  elegidos  miembros 
honorarios  del  Comité  de  la  Exposición,  la  cual,  según  lo 
resuelto,  debe  tener  lugar  el  año  de  1924,  a  tiempo  con  la 
reunión  del  tercer  Congreso  de  Historia  y  Geografía. 

Privadamente  convinimos  con  muchos  Delegados  en 
canje  de  publicaciones,  y  en  dar  a  conocer  cada  uno  en  su 
país  las  labores  de  los  centros  y  de  las  personalidades  que 
se  dedican  en  Hispano  América  al    estudio  de  la  Historia. 

Fue  este  Congreso  un  espectáculo  de  fraternidad  en- 
tre todas  las  naciones  americanas,  y  de  amor  y  respeto  ha- 
cia la  Madre  Patria.  Se  formaron  allí  vínculos  de  estrecha 
cordialidad  que  habrán  de  conservarse  perpetuamente,  y 
que  traerán  saludables  consecuencias  para  todas  las  que 
allí  tomaron  parte,  especialmente  en  loque  respecta  al 
cultivo  de  la  Historia  y  de  la  Geografía  del  Nuevo    Mundo. 

Presentamos  también  este^nforme  en  nombre  de  nues- 
tros distinguidos  compañeros  de  Delegación,  General  Er- 
nesto Restrepo  Tirado,  Cónsul  en  Sevilla,  y  don  José  Ma- 
nuel Pérez  Sarmiento.  Cónsul  en  Cádiz,  quienes  no  pueden 
suscribirlo  por  hallarse  ausentes  de  esta  ciudad,  y  cuya 
tinosa  colaboración,  lo  mismo  que  la  de  don  Luciano  He- 
rrera, nuestro  Encargado  de  Negocios  en  Madrid,  fue 
factor  importante  en  la  labor  que  a  grandes  rasgos  queda 
expuesta. 

Renovando  a  Su  Señoría  y  por  su  digno  conducto  a  Su 
Excelencia  el  Presidente  de  ¡a  República  el  testimonio  de 
nuestro  profundo  agradecimiento  por  la  confianza  en  nos- 
otros depositada,  tenemos  el  honor  de  suscribirnos,  con 
sentimientos  de  la  más  distinguida  consideración,  atentos, 
seguros  servidores  y  compataiotas, 

Raimundo  Rivas — Eduardo  Posada 

Bogotá,  agosto  7  de  1921. 


76  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 

raiEíTlBRO  CORRESPOnOIEnTE 
Señores  miembros  de  la  Academia  Nacional  de  Historia. 

Un  distinguido  miembro  correspondiente  de  la  Acade- 
mia, el  doctor  Ramón  Correa,  con  el  entusiasmo  que  des- 
pierta en  él  cuanto  se  relaciona  con  la  Historia  Patria,  se 
ha  anticipado  a  emitir  concepto  por  la  prensa  acerca  de  la 
obra  recientemente  publicada  en  la  capital  del  Departa- 
mento de  Nariño  por  el  benemérito  General  doctor  Gusta- 
vo S.  Guerrero,  que  lleva  por  título  Causa  célebre  seguida 
en  Pasto  al  extranjero  don  Alejandro  Macaulay,  y  que  ha 
sido  sometida  a  mi  examen  por  el  señor  Presidente  de  esta 
ilustre  corporación.  De  manera  que  para  el  acertado  des- 
empeño de  mi  cometido,  me  bastaría  reproducir  aquí  las 
frases  pertinentes  del  antedicho  académico,  cuyas  opinio- 
nes, por  lo  autorizadas,  tienen  para  mí  el  carácter  de  fallo 
definitivo,  y  están  además  a  cubierto  de  toda  sospecha  de 
parcialidad;  las  mías,  aun  prescindiendo  de  su  modesto  ori- 
ífen,  podrían  acaso  ser  consideradas  como  mera  expresión 
de  los  sentimientos  personales  que  naturalmente  me  predis- 
ponen en  favor  de  la  obra  misma  y  del  autor,  por  tratarse 
en  ella  de  reivindicar  la  honra  del  terruño  y  estar  yoligfado 
al  General  Guerrero  por  vínculos  regionales  y  de  vieja 
amistad.  Vayan,  no  obstante,  algunas  observaciones  de  mi 
propio  discurso  a  corroborar  las  ideas  expuestas  de  ante- 
mano sobre  el  particular. 

Me  atrevo  a  decir,  parodiando  las  expresiones  de  un 
insigne  escritor,  que  la  mitad,  por  lo  menos,  si  no  las  tres 
cuartas  partes  de  la  historia  de  Colombia,  permanece  ente- 
rrada. Enterrada  en  el  famoso  Archivo  de  Indias  de  Sevilla, 
fuente  preciosa  y  rara  vez  explotada  de  información  colo- 
nial; enterrada  en  nuestras  bibliotecas  piiblicas.  en  las  de 
Venezuela,  Ecuador,  Perú,  Boliviay  demás  Repúblicas  sur- 
americanas;  enterrada  en  los  protocolos  de  las  Notarías, 
Concejos,  Prefecturas,  Juzgados  y  Alcaldías,  de  las  cinco 
naciones  libertadas  por  Bolívar;  enterrada  en  los  anaqueles 
de  las  librerías  de  los  hombres  de  letras;  enterrada,  por 
ultimo,  hasta  en  el  rincón  oscuro  que  en  todas  partes  se 
destina  al  depósito  de  papeles  y  otros  objetos  en  desuso. 
Mientras  no  se  proceda  a  exhumar  prolijamente  la  multi- 
tud incalculable  de  documentos  inéditos  exparctdos  aquí  y 
allá,  en  toda  la  extensión  del  territorio  patrio  y  fuera  de 
él,  cualquir  esfuerzo  que  se  haga  para  complementar,  con 
los  elementos  disponibles  actualmente,  la  historia  del  país, 
resultará  infecundo,  y,  a  más  de  infecundo,  perjudicial; 
puesto  que  sólo  habrá  de  contribuir  a  intrincar  cada  vez  el 


MIEMBRO  CORRESPONDIENTE  77 


laberinto  de  dudas,  contradicciones,  vacíos  e  inexactitudes 
que  se  observan  al  través  de  las  distintas  obras  que  consti- 
tuyen el  acopio  nacional  en  la  materia.  Por  la  sencilla  ra- 
zón de  que  ninguno  de  nuestros  historiógrafos,  ni  aun  los 
mejores  reputados,  podrán  gloriarse  de  contar  con  los  da- 
tos indispensables  para  establecer  en  su  punto  la  verded  de 
los  hechos  a  que  se  extiende'su  narración,  y  ni  siquiera  les 
es  dado  disponer  de  una  carta  geográfica  perfecta  de  la 
República,  que  les  permita  determinar  coa  precisión  los 
lugares,  teatro  de  tantos  y  tan  diversos  acontecimientos. 

A  mi  juicio,  la  obra  de  reconstrucción  en  referencia 
demanda  todavía  media  centuria  siquiera  de  labor  ince- 
sante. A  la  generación  actual  sólo  le  incumbe  recoger  y 
acumular  con  paciencia  benedictina  los  elementos  disper- 
sos de  que  be  hablado,  y  disponer  así  el  campo  de  acción  de 
las  futuras  generaciones,  que  son  las  únicas  llamadas  a  aco- 
meter y  ejecutar  con  probabilidades  de  buen  éxito  la  empre- 
sa magna  que  todos  ambicionamos.  Cuantose  intente  ahora, 
sin  las  condiciones  requeridas,  no  pasará  de  ser,  repito,  un 
esfuerzo  más  o  menos  laudable,  pero  estéril,  propicio  ape- 
nas a  la  propagación  de  fábulas  e  inexactitudes,  de  que 
está  plagada  la  epopeya  nacional.  Y  no  debe  nunca  olvidar- 
se al  respecto  la  sentencia  de  don  Miguel  Antorio   Caro: 

<La  historia  no  es  fábula  sino  verdad.  Quien  no  ame  la 
verdad  antes  que  todo  no  escriba  historias,  porque  no  hará 
otra  cosa  que  acumular  ruinas  y  crear  escombros.» 

Corresponde  pues  a  vosotros  encauzar  la  corriente  in- 
telectual del  país  en  ese  sentido. 

Penetrado,  como  el  que  más,  de  las  ideas  que  acabo  de 
expresar,  el  ilustrado  autor  del  volumen  que  motiva  este 
informe,  viene  desde  mucho  tiempo  atrás  acrecentando  el 
acervo  de  documentos  y  noticias  aplicables  al  fin  que  señalo 
como  norte  de  las  aspiraciones  comunes  en  la  materia  que 
constituye  el  objeto  primordial  de  vuestras  tareas,  con  te- 
nacidad y  acierto  verdaderamente  recomendables.  Prime- 
ro, en  su  condición  de  gobernante  dispuso  y  llevó  a  cabo  en 
Nariño  la  publicación  de  una  serie  de  documentos,  a  cual 
más  interesantes,  relacionados  con  los  hechos  acaecidos  en 
el  sur  de  la  República  durante  la  guerra  magna,  documen- 
tos que  repetidas  veces  han  servido  a  propios  y  extraños 
para  rectificar  conceptos  erróneos,  aclarar  dudas  y  llenar 
vacíos  en  las  páginas  referentes  a  la  independencia  nacio- 
nal. Ahora,  encaminando  de  nuevo  su  actividad  por  el  rum- 
bo que  le  señalan  sus  aficiones  de  hombre  de  estudio  y 
sagaz  investigador  de  noticias  pretéritas,  presenta  a  la  consi- 
deración de  los  dedicados  a  esta  clase  de  investigaciones,  en 
edición  nítida,  el  proceso  antes  inédito  del    Coronel  Alejan- 


78  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


dro  Macaulay,  precedido  de  un  estudio  crítico  de  gran 
valor  histórico  y  sobresaliente  mérito  literario,  que  cir- 
culó desde  1884  en  las  columnas  del  Correo  del  Sur,  j  ^q 
debe  a  la  bien  tajada  pluma  del  doctor  Joaquín  Guerrero, 
de  quien  heredó  Gustavo  su  hijo,  con  la  sangfre,  las  inclina- 
ciones y  talentos  de  que  ha  dado  muestras  repetidas  en  los 
diversos  campos  en  los  cuales  ha  ejercitado  su  capacidad 
individual.  Con  uno  y  otro  documento  ha  logrado  él  termi- 
nar para  siempre  toda  divergencia  acerca  de  la  traición 
atribuida  a  los  pastusos  en  la  célebre  jornada  de  Catambu- 
co,  hacer  recaer  sobre  quienes  lo  merecen  la  responsabili- 
dad de  la  hecatombe  sangrienta  que  sobrevino  después 
como  consecuencia  de  esa  inesperada  acción  de  armas,  y 
demostrar  de  manera  irrefutable  la  hidalguía  y  lealtad  ca- 
racterísticas del  pueblo  valeroso,  tan  mal  comprendido  como 
peor  calificado  hasta  ahora,  que  se  precia  de  contar  al  Ge- 
neral Guerrero  entre  sus  hijos  ilustres. 

Si  de  las  obras  mencionadas  se  pasa  a  considerar  los 
méritos  personales  del  autor,  son  muchos  los  títulos  que 
asignan  a  éste  lugar  prominente  entre  sus  compatriotas. 
Lo  mismo  que  en  la  prensa,  en  los  campos  de  batalla,  en  el 
estadio  de  la  política,  en  el  foro,  en  los  parlamentos,  etc., 
desde  su  temprana  edad  ha  prestado  y  continúa  prestando 
importantes  servicios  a  la  patria  colombiana.  Justo  es  reco- 
nocerlo así  y  dar  de  ello  piíblico  testimonio,  en  obsequio 
del  aludido  personaje  y  para  estímulo  de  cuantos  se  hallen 
dispuestos  a  emprender  la  misma  áspera  senda  recorrida 
por  él  en  los  ya  largos  años  de  su  fecunda  existencia. 

Fundado  en  lo  que  antecede,  concluyo  proponiéndoos 
respetuosamente  adoptéis  la  siguiente  resolución: 

La  Academia  Nacional  de  Historia,  visto  el  informe 
que  acaba  de  leerse,  acoge  en  su  seno,  con  el  carácter  de 
miembro  correspondiente,  al  señor  don  Gustavo  S.  Gue- 
rrero. 

Comuníquesele  y  procédase  a  extenderle  el  título  res- 
pectivo. Bogotá,  mayo  16  de  1921 — Señores  académicos, 
vuestra  Comisión.  Daniel  Zar  ama. 


DISCURSO 

Venimos  hoy  aquí  los  hijos  de  América  a  celebrar  en 
la  mansión  solariega  una  de  esas  efemérides  que  concen- 
tran, en  un  solo  haz  de  fulgores,  los  épicos  recuerdos  de  la 
raza.  Y  desde  las  poblaciones  que  en  los  flancos  de  los  An 
des  fundaron  nuestros  abuelos,  en  recuerdo  de  aquellas  e  n 
que  se  mecieron  sus  cunas,  atravesando  los  mares  que  hace 


DÍSCÜRSO  79 


cuatro  siglos  surcaron  las  carabelas  de  Mag-allanes  y  Sebas- 
tián Elcano,  traemos  a  la  Madre  Patria  el  saludo,  fecundo 
en  promesas  y  palpitante  de  entusiasmo,  de  las  naciones 
hispanas  del  mundo  de  Colón. 

Ayer,  el  cumplimiento  de  la  misión  histórica  que  co- 
rrespondió a  España  al  descubrir  y  colonizar  inmensa  parte 
del  Continente,  formó  una  cadena  humana  que  sobre  el 
Atlántico  mantuvo  en  estrecho  contacto  a  los  miembros 
de  la  familia  que  lo  mismo  laboraba  la  tierra  en  las  már- 
genes clásicas  del  Ebro  y  del  Guadalquivir,  como  en  las 
ubérrimas  del  Amazonas  o  del  Orinoco.  Hoy,  la  conmemora- 
ción de  las  fechas  culminantes  en  el  período  que  dio  a  Euro- 
pa campo  para  el  empleo  de  todas  las  energías,  inicia,  en  sen- 
tido inverso,  una  corriente  que  de  las  Repúblicas  america- 
nas trae  a  este  suelo,  desarrollada  al  calor  tiel  trópico  y  en 
el  contacto  con  una  naturaleza  cuyo  eterno  florecimiento 
constituye  una  enseñanza  para  el  hombre,  la  misma  savia 
que  la  Península  infundió,  pródiga  y  generosamente,  en 
nuestras  venas.  Es  que  acaso  empieza  ya  a  cumplirse  aque- 
lla ley  sociológica  señalada  por  un  pensador  como  el  más 
bello  programa  de  educación:  la  de  los  padres  a  los  hijos 
a  fin  de  transmitirles  el  fruto  sazonado  déla  experiencia 
con  las  cualidades  atávicas  de  la  raza;  la  de  los  hijos  a  los 
padres  para  infundirles  ese  hábito  de  renovación  que  es 
el  privilegio  divino  de  la  juventud. 

Pasó  ya  para  siempre  el  período  heroico  en  que  los  an- 
dantes caballeros  de  la  aventura  esculpieron  el  poema  de  la 
conquista  con  hazañas  que  encontrarían  sitio  apropiado  eu 
las  gestas  del  Mió  Cid  o  de  Bernardo  del  Carpió.  En  nues- 
tros días,  ya  no  forma  Hernán  Cortés  auréola  a  su  cabeza 
con  el  rojizo  resplandor  del  incedio  cuyas  llamas  hacen  des- 
tacar su  figura  en  el  panorama  de  la  Historia;  ni  sueña  Pi- 
zarro,  en  perdido  islote  del  Pacífico,  en  que  habrán  de  aca- 
riciar las  plumas  de  su  yelmo  los  rayos  de  un  sol  que  serán 
de  gloria  para  sus  armas  y  de  oro  para  su  bolsa  vacía;  ni 
alienta  Juan  Ponce  de  León  el  delirio  de  beber  en  la  Flori- 
da el  agua  de  la  Fuente  de  Juvencio  que  ha  de  volver  a  su 
organismo  el  perdido  vigor.  No  ya  Quesadas  y  Valdivias, 
Sotos  y  Benalcázares,  Losadas  y  Almagros,  bardados  en 
bronce,  con  las  viseras  levantadas,  dominan,  bajo  los  brazos 
interrogantes  de  la  Cruz  del  Sur,  el  suelo  que  chafa  el  cor- 
cel de  guerra  en  su  continuo  galope,  con  el  intento  de  vol- 
ver a  la  Corte  para  ofrendar  ante  los  pies  del  Rayo  de  la 
Guerra  o  del  Rey  Prudente»  como  modernos  Reyes  Magos, 
nosólo  el  incienso,  la  mirra  y  el  áureo  metal,  sino  los  terri- 
torios mismos  en  que  se  han  dado  cita  todas  las  maravillas. 
Ya  no  se  despuebla  como  en  el  siglo  xvi  Sevilla,  la  hechicera 


80  BOLETÍN    DE   HISTORIA    Y   ANTIGÜEDADES 


que  aprisiona  todo  el  encanto  inenarrable  de  Andalucía, 
porque  las  gentes  se  agolpan  ante  las  puertas  de  la  Casa  de 
Contratación  en  busca  de  permiso  para  pasar  a  Indias,  ni 
los  hermanos  de  las  Teresas  de  Jesús  y  los  nietos  de  Garci- 
lasoS/de  la  Veg-a,  piensan  que  es  Nueva  España  o  el  Perú  el 
palenque  propicio  para  que  aniden  en  los  cuarteles  del  an- 
tiguo escudo  otras  aves  heráldicas;  y  si  viviera  el  Monarca 
de  las  Letras,  don  Miguel  de  Cervantes  Saavedra,  es  proba- 
ble que  no  intentaría  una  de  las  salidas  del  Ingenioso  Hidal- 
go por  los  arenales  que  circundan  a  Cartagena  del  Poniente. 
Mas  sí  está  terminado  el  cuadro  de  la  conquista  y  coloniza- 
ción— queno  puede  tener  en  todos  sus  detalles,  como  desean 
quienes  abrigan  aún  la  ingenua  ilusión  de  que  la  Historia 
puede  hacerse  por  seres  impecables,  los  tonos  claros  de  un 
cielo  de  Murillo,  sino  los  colores,  a  trechos  luminosos  y  en 
parte  sombríos,  con  que  don  Diego  de  Velásquez  aprisionó 
la  vida,— Icuán  erróneo  es  el  concepto  de  que  a  España  no 
queda  acción  intensa  que  desarrollar  en  las  que  fueron  has- 
ta ayer  sus  colonias,  y  son  hoy  Estados  que  aspiran  a  que 
se  encauce  en  normas  de  fraternidad  y  de  justicia  la  mar- 
cha futura  de  las  sociedades! 

La  nueva  misión  que  le  incumbe  es  la  de  ser  como  el 
imán  adonde  converjan  todos  los  pueblos  que  tienen  su 
origen  en  el  solar  ibérico,  para  formar  así  un  solo  foco  que 
irradie  la  luz  del  ideal  y  el  fuego  de  comunes  aspiraciones 
sobre  todo  el  universo.  Há  mucho  tiempo  que  voces  que 
tienen  mayor  resonancia  y  armonía  que  la  desconocida  que 
hoy  se  atreve. hablaros,  han  ensalzado  la  grandeza  que  en- 
cierra la  culminación  de  tal  empeño.  Mas  ya  eshora  de  que 
él  no  sea  tan  sólo  el  generoso  anhelo  de  algunos  miles  de 
pensadores,  sino  la  realidad,  más  bella  aún,  y  que  ha  de 
comprender  todas  las  manifestaciones  de  la  actividad  hu- 
mana, lo  mismo  las  que  son  los  dones  propios  de  Apolo  y  de 
Minerva,  que  aquellas  que  tienen  su  representación  en  los 
atributos  de  Vulcano  y  de  Mercurio.  Debemos  dejar  a  un 
lado  las  palabras,  cuyo  atractivo  esteriliza  el  campo  de  ac- 
ción si  no  son  el  fiel  trasunto  de  los  hechos,  para  rimar  con 
actos  diarios  el  cántico  de  unión  de  España  con  las  Ameri- 
cas.  Y  reunirse  para  evocar  la  Historia— que  narrada  en 
un  idioma  que  tiene  a  la  vez  la  dulzura  de  las  uvas  malague- 
ñas y  la  grave  sonoridad  de  les  aceros  que  se  templan  en 
las  ondas  del  Tajo,  se  convierte  en  hilo  milagroso  que  nos 
lleva  desde  pretéritas  edades  hasta  los  días  futuros  en  que 
habremos  de  fundirnos  en  una  confederación  ideal — es  uno 
de  esos  acontecimientos  que  lleva  al  espíritu  el  risueño  ger- 
minar de  muchos  optimismos. 

En  este  jardín  paradisíaco,  éntrela  floración  de  las  ro- 
sas y  bajo  el  azul  de  los  cielos,  ante  la  mirada  de  innúmeros 


LAS   PIEDRAS   DE   LEIVA  81 


seres  que  por  él  divagan,  está  ya  el  símbolo  de  esta  alianza. 
Allí,  cerrando  círculo  con  los  leones  de  Castilla  que  ostentó 
en  sus  blasones  el  Almirante  de  las  Indias,  se  levanta  la  es- 
trella de  los  hijos  de  Arauca  y  la  de  la  isla  cantada  por  el 
poeta  del  Niágara,  y  brilla  el  sol  que  fertiliza  las  regiones 
bolivianas,  los  campos  que  amaba  Rodó  y  los  que  hume- 
decieron con  su  sangre  los  hijos  del  Paraguay.  Allí  palpitan 
las  manos,  que  si  lograron  unirse  sobre  el  Plata,  también  pue- 
den estrecharse  a  través  del  Océano;  galopa  el  potro  de  las 
llanuras  venezolanas  que  domó  el  centauro  Páez.  y  detiene 
su  paso  ligero  la  llama  del  Perú;  paran  su  vuelo  el  libre 
cóndor  de  Colombia  y  el  águila  indomable  de  Méjico;  se  yer- 
guen,  como  atalayas  del  porvenir,  el  Chimborazo  ecuatoriano 
y  los  altos  montes  que  campean  en  los  escudos  de  Honduras 
y  Costa  Rica,  el  Salvador  y  Nicaragua;  cierra  sus  alas  de 
púrpura  el  quetzal,  cuyo  canto  interrumpió  para  siempre  la 
tizona  de  Alvarado,  y  despliegan  sus  colores  los  estandartes 
de  la  Española,  donde  quiso  dormir  su  sueno  eterno  el  gran 
Descubridor.  Que  ese  concierto  magnífico  se  realice  efecti- 
vamente en  un  escenario  que  abarca  todo  el  mundo  y  tiene 
para  desarrollarse  la  plenitud  de  los  tiempos,  y  habrá  lleva- 
do a  efecto  la  Madre  Patria,  como  también  nosotros  al 
agruparnos  en  torno  de  su  pendón  legendario,  la  más  tras- 
cendental y  armoniosa  de  todas  sus  empresas. 

Y  hoy  que,  convocados  por  la  voz  del  augusto  Soberano 
Su  Majestad  don  Alfonso  xra,  quien  reina  en  España  por 
derecho  de  nacimiento  y  en  las  Américas  por  la  conquista 
de  la  simpatía,  nos  reunimos  en  esta  urbe  que  custodia  el 
depósito  sagrado  sobre  el  cual  vela  la  Musa  de  la  Historia, 
ante  los  recuerdos  que  se  agolpan  a  la  mente  en  muda  cata- 
rata y  las  ilimitadas  perspectivas  que  columbran  los  ojos 
del  alma,  repitamos  el  grito  de  ^alarma  de  uno  de  nuestros 
grandes  poetas,  grito  que  es  al  mismo  tiempo  la  síntesis  de 
los  lazos  que  nos  unen  con  fuerza  indestructible; 

Que  la  raza  esté  en  pie  y  el  brazo  listo, 
que  va  en  el  barco  el  Capitán  Cervantes 
y  arriba  flota  el  pabellón  de  Cristo. 

(Pronunciado  por  el  señor   R.  Rivas  en  el  Congreso  de 
Sevilla). 


hflS  PIEDRAS  DE  hEI\7fl 

A  INMEDIACIONES  DE  SANTA    SOFÍA 

En  el  pintoresco  valle  de  Ricaurte  y  muy  cerca  del  río 
Sutamarchán,  que  lo  atraviesa  de  Sur  a  Norte,  en  la  vereda 
4e  «El  Salto  y  Lavandera,>  perteneciente  a  la  jurisdicción 

XIV— 6 


82  BOLETÍN   DE  HISTORIA  Y   ANTIGÜEDADES 


de  la  histórica  Villa  de  Leiva,  dominios  que  fueron  del  cé* 
lebre  Monarca  indígena^Zaquenzipa.  se  encuentran  las  fa- 
mosas piedras  de  jeroglíficos  que  vamos  a  describir,  ig-no- 
radas  aún  por  los  arqueólogos,  como  lo  están  también  en  la 
región  de  Santa  Sofía,  para  los  versados  en  los  estudios 
geológicos,  el  hoyo  de  «La  Romera>  y  las  hermosas  y  gi- 
gantescas cuevas  de  «El  Hayal»  y  «Las  Hornillas,»  entre 
otras  muchas  curiosidades  naturales. 

Consiste  el  notable  monumento  chibcha  citado  arriba, 
en  dos  grandes  piedras:  plana  la  una  en  su  parte  superior, 
como  una  tallada  mesa,  y  tiene  por  diámetro  la  dimensión 
de  cuatro  metros;  y  la  otra,  más  regular  severa,  afectando 
una  forma  piramidal. 

En  los  contornos  de  ambas  se  ven  varios  conjuntos  de 
jeroglíficos,  grabados  como  a  cincel,  algunos  de  los  cuales 
han  ido  desapareciendo  con  la  acción  del  tiempo  y  con  las 
capas  de  musgo  que  tratan  de  borrar  esa  página  valiosa, 
aunque  indiscifrada,  de  nuestra  prehistoria  nacional. 

Los  grupos  más  visibles  permiten  adivinar  ora  la  re- 
presentación del  cuerpo  humano  con  los  brazos  abiertos  y 
levantados;  ora  la  imagen  del  sol,  su  más  excelsa  divinidad; 
ora  la  silueta  de  la  rana,  con  la  cual  parece  simbolizaron  la 
abundancia  de  las  aguas;  ora  el  estandarte,  signo  de  la  gue- 
rra, y  la  flor,  emblema  de  la  agricultura; ora,  en  fin,  manos 
abiertas,  momias  y  cráneos  humanos,  todo  lo  cual  nos  dice 
de  sus  costumbres  y  de  su  religirn,  desús  ritos  fúnebres, 
de  sus  ideas  y  de  su  grado  de  adelanto  en  relación  con  los 
otros  pueblos  del  continente.  En  medio  de  esas  representa- 
ciones hay  variedad  de  líneas  caprichosas,  como  imitación  de 
figuras  geométricas,  interpretativas  tal  vez  de  incompren- 
sibles atributos.  Las  piedras  se  hallan  orientadas  hacia  el 
lago  de  Fúquen-?,  y  en  torno  de  ellas  aparecen  excavacio- 
nes, maso  menos  recientes,  hechas,  sin  duda,  con  el  pro- 
pósito de  buscar  tesoros  imaginarios.  A  corta  distancia 
del  monumento  existen  dos  cementerios  de  indios,  de 
los  cuales  se  han  extraído,  en  poca  cantidad,  oro  y  esme- 
raldas. 

Parece  que  en  sus  migraciones,  los  indios  dejaban  es- 
culpida en  las  piedras,  las  huellas  de  su  paso  y  el  indicio  del 
desarrollo  de  sus  energías  mentales.  Estas  piedras  hablan,  y 
su  enigmático  lenguaje  será,  por  mucho  tiempo,  la  inquie- 
tante incógnita  de  las  pocas  inteligencias  que  se  esfuerzan 
hoy  por  conocer  la  dinámica  social  de  las  tribus  que  habi- 
taron nuestro  territorio  y  que  luchan  por  salvar  del  olvido 
cuanto  pudo  librarse  de  la  acción  devastadora  de  la  con- 
quista: anales,  tradiciones,  monumentos,  todo  lo  que  sirve 
para  enriquecer  la  historia   de   la  patria,   para  ilustrar  y 


LA    ESCLAVITUD    EN    COLOMBIA  83 

completar,  en  algfuna  forma,  las  escasas  noticias  que  posee- 
mos acerca  del  antigfuo  imperio  de  los  chibchas. 

Santa  Sofía,  noviembre  de  1921. 

Peregrino  Sáenz 


fafl  ESCbflUITUD  En  CObOmBlfl 

Honorables  académicos  de  la  Historia. 

Examinando  viejos  protocolos,  llamóme  la  atención  una 
marca  que  representa  una  corona  sobre  las  letras  P.  F.  Por 
el  momento  pensé  fuese  algún  signo  de  escribano,  pero  leí- 
das unas  cuantas  líneas  de  aquel  documento,  comprendí  lo 
que  en  realidad  era:  nada  menos  que  la  marca  real,  el  fac- 
símil del  hierro  con  que  se  herraba  a  I03  esclavos,  y  del  cual 
acompaño  también  copia  en  el  presente  estudio.  Entonce» 
surgió  en  mí  la  idea  de  escribir  algunas  páginas  sobre  la 
esclavitud.  Pensé  que  pudiera  hacerlo,  y  me  entregué  a  la 
obra,  que  concluida  ya,  someto  a  la  consabida  imparciali- 
dad de  vuestros  fallos.  Si  al  leerla,  por  ventura  una  aura  de 
emoción  fuere  a  suspirar  en  vuestros  recuerdos;  si  un  sen- 
timiento de  condolencia  os  sobrecogiere  por  aquellos  que 
largos  siglos,  en  luchas  silenciosas  pero  caldeadas  al  rojo 
blanco  de  la  tragedia,  gimieron  sin  esperanza  bajo  el  látigo 
de  la  servidumbre;  si  al  leerlo  os  fuere  dado  decir  que  ha 
sido  acertado,  entonces  podré  creer  que  he  cumplido  con  el 
encargo  que  me  impuse  un  día,  de  sorprender  bajo  el  polvo 
de  las  edades,  historias  ya  olvidadas,  ¿olorosas confidencias 
de  la  esclavitud.  Si  lo  contrario,  valga  como  excusa  la  buena 
voluntad  que  como  humilde  flor  de  un  recuerdo  ofrendo  a 
la  memoria  de  aquellas  víctimas  en  aras  de  la  historia,  so- 
bre los  altares  del  pasado. 

Bogotá,  febrero  de  1922. 

Honorables    académicos. 

Roberto  Rojas  Gómez 


ESTUDIO   SOBRE  LA    ESCLAVITUD 

No  es  posible  señalar  cuál  fuese  el  momento  preciso  en 
que  unos  cuántos,  sintiéndose  más  fuertes,  impusieron  a  los 
más  débiles  el  yugo  de  la  servidumbre.  La  génesis  de  la  es- 
clavitud, como  la  de  tantas  otras  bárbaras  instituciones,  se 
pierde  en  la  noche  de  lo  pasado.  No  es  posible  sin  embargo 
que  ella  existiese  en  los  primeros  días  de  la  vida  del  mundo. 
Las   necesidades  más  urgentes,    las   puramente   materia- 


84  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


les,  Únicas  que  acaso  era  dado  sentir  a  generaciones  rudi- 
mentarias, llenábanse  sin  mayor  esfuerzo  con  lo  que  natural- 
mente la  tierra  producía;  el  interés  y  la  propiedad  entonces 
desconocidos,  no  eran  propicios  elementos  al  desarrollo  de 
la  esclavitud.  Por  ende,  no  es  dudoso  que  el  primer  paso 
de  la  humanidad  ala  servidumbre  fuese  dado  con  el  pri- 
mero a  la  rudimentaria  y  viciosa  civilización  de  tan  remo- 
tos tiempos.  Desarrollados  entonces  los  primeros  gférmenes 
del  interés,  las  primeras  ideas  de  la  propiedad,  empezó  a  la 
sombra  de  aquéllos  a  diseñarse  el  espectro  de  la  servidum- 
bre, acentuáronse  sus  contornos,  y  avanzando  con  la  vora- 
cidad de  los  contagios  universales,  acabó  por  adueñarse  del 
mundo,  cristalizándose  en  inicuas  leyes  que  se  perpetuaron 
al  través  de  innumerables  siglos,  sucumbiendo  en  ella  ge- 
neraciones de  infelices  que  siempre  tuvieron  obligaciones  y 
jamás  derechos,  que  esperaron  en  vano,  hasta  que  con  la 
angustia  en  el  alma  y  en  el  corazón,  y  el  cuerpo  hecho  jiro* 
nes,  se  desplomaron  sobre  el  cadáver  de  todas  sus  esperan- 
zas, mientras  la  muerte,  único,  triste  y  último  consuelo  de 
sus  hondas  amarguras,  cerraba  aquellos  ojos  que  habían 
llorado  tanto,  y  los  libraba  de  una  vida  que  habían  ido  de- 
jando hecha  pedazos  en  los  zarzales  del  doloroso  calvario 
que  en  este  mundo  les  tocara  recorrer. 

Como  consecuencia  de  la  iniquidad  de  aquellas  leyes 
que  consagraban  la  esclavitud  como  un  derecho  de  vida  y 
muerte  del  fuerte  contra  el  débil,  surgió  el  odioso  tráfico. 
Por  cargamentos,  como  fardos,  se  introducían  los  esclavos 
para  ser  vendidos,  y  a  tanto  llegó  la  fiebre  de  este  comercio, 
que  en  algunas  naciones,  como  la  India,  los  maridos  vendían 
a  sus  mujeres,  los  padres  a  sus  hijos,  pretextando  para 
ello  la  miseria  y  carestías  de  aquel  país,  aunque  en  el  fondo, 
la  relajación  de  los  lazos  de  familia  era  el  verdadero  motivo, 
ya  que  las  causas  que  ellos  alegaron  se  han  ensoñoreado 
también  en  otras  naciones,  sin  que  a  pesar  de  ello  se  hubie- 
se visto  que  apelasen  a  semejantes  extremos. 

En  Egipto  los  prisioneros  de  guerra  y  los  criminales 
eran  vendidos  como  esclavos,  condenados  a  las  minas,  don- 
de cargados  de  cadenas,  y  sin  perdonar  ni  a  los  enfermos  ni 
valetudinarios  ni  ancianos,  trabajaban  hasta  que  la  muerte 
ponía  fin  a  tantos  padecimientos. 

Entre  los  hebreos  eran  condenados  a  la  servidumbre 
los  que  hurtaban  o  debían  y  no  restituían  o  pagaban:  eran 
vendidos  como  esclavos;  y  acreedores  hubo  que  llevaran  el 
desenfreno  de  la  usura  hasta  el  grado  de  esclavizar  también 
a  las  mujeres,  hijos  e  hijas  de  sus  deudores. 

En  Grecia  los  prisioneros  de  guerra  eran  también  ven- 
didos como  esclavos  y  empleados  en  el  cultivo  de  la  tierra. 


LA   ESCLAVITUD    EN    COLOMBIA  8Í 


Y  a  tal  gfrado  llegó  el  tráfico  de  estos  infelices,  que  fue  pre- 
ciso se  nombraran  jueces  encargados  de  prevenir  ,108  frau- 
des. Pero  ningún  país  de  la  antigüedad  tuvo  tan  numerosos 
esclavos  ni  traficó  tanto  ni  tan  espantosamente  con  ellos 
como  Roma..  También  allí  había  en  la  materia  tan  amplias 
autorizaciones,  que  los  hombres  podían  vender  hasta  sus 
hijos.  Los  esclavos  se  dividían  ordinariamente  en  dos  clases: 
públicos,  que  eran  los  que  pertecían  al  Estado,  y  privados, 
que  pertenecían  a  los  particulares.  En  casi  todas  las  nacio- 
nes los  amos  tenían  derecho  de  vida  y  muerte  sobre  sus  es- 
clavos. Los  marcaban  con  hierro  candente  hasta  en  el  ros- 
tro; se  les  ponía  collar  como  a  los  perros;  se  les  negaba  el 
asilo;  no  podían  contratar,  ni  nada  por  el  estilo,  puesto  que 
no  eran  ciudadanos  sino  cosas;  no  se  les  llamaba  casi  nunca 
por  sus  nombres,  sino  con  la  palabra  «piezas»:  tantas  pie- 
zas de  esclavos;  y  en  las  embarcaciones  se  les  designaba  por 
toneladas:  tantas  toneladas  de  negros;  y  se  les  azotaba  hasta 
dejarlos  exánimes.  Maso  menos  esto  sucedía  en  todas  par- 
tes, como  se  verá  por  documentos  irrefutables  en  el  curso 
de  este  estudio. 

El  cristianismo  no  desarraigó  de  un  golpe  la  esclavitud, 
porque  había  intereses  creados,  costumbres  bárbaras  que 
habían  formado  una  segunda  naturaleza,  pero  injusto  sería 
quien  negare  que  dulcificó  en  cuanto  fue  posible  la  amar- 
gura de  aquellos  desgraciados  convertidos  en  mercancías  y 
máquinas  de  carga,  porque  la  humanidad,  que  no  tuvo  paz 
ni  con  los  animales,  a  quienes  sometió  a  todos  sus  caprichos 
y  barbaridades,  tampoco  pudo  tenerla  con  sus  semejantes, 
y  también  los  esclavizó. 

Transformada  en  Europa  la  esclavitud  lentamente 
bajo  la  benéfica  influencia  del  cristianismo,  reapareció  en 
América  con  toda  la  ferocidad  de  su  primitiva  barbarie. 
Las  colonias  españolas  no  podían  ser  excepción  de  tales  ho- 
rrores; los  mismos  interesesjque  hicieron  ley  la  esclavitud 
en  otras  naciones,  la  hicieron  también  en  éstas.  Para  los 
siervos  no  prodigóla  esperanza  sus  sonrisas,  ni  el  sol  sus  res- 
plandores, ni  la  noche  sus  estrellas.  Concebidos  en  la  escla- 
vitud, nacidos  en  la  esclavitud,  arrullados  en  el  regazo  de 
la  servidumbre  con  los  cantos  de  la  muerte  y  del  dolor,  para 
ellos  no  cantaron  las  aves  en  la  enramada  florecida  cánticos 
de  amor  que  arrullaran  los  sueños  de  sus  noches  y  las  au- 
roras de  sus  sombríos  amaneceres,  porque  nó,  porque  ellos 
vivían,  pero  vivían  con  la  muerte  en  el  corazón,  bajo  la  no- 
che de  su  existencia,  tan  sólo  consagrada  a  enriquecer  la  ha- 
cienda de  sus  amos.  ¿Ilusiones?  iOh!  los  esclavos  nunca  las 
tuvieron,  y  si  alguna  vez  en  sus  sueños  pudieron  acariciar- 
las, se  desojaron  como  los  pétalos  de  las  rosas   en  la  violen- 


86  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


cía  de  las  tempestades,  se  dispersaron  como  las  plumas  que 
las  aves  dejaron  entre  sus  nidos  cuando  se  fueron  al  infinito, 
a  la  muerte,  a  la  nada,  a  donde  van  las  ilusiones  que  nos  ol- 
vidan, a  donde  van  las  esperanzas  que  para  siempre  nos 
abandonan,  a  donde  va  lo  que  nunca  vuelve!  La  vida  para 
ellos  no  pudo  ser  sino  alg-o  tan  horrendo  como  la  sangre 
con  que  el  verdugo  enrojeció  sus  cuerpos,  algo  tan  som- 
brío como  la  humedad  de  las  lágrimas  que  congeló  la 
muerte  en  la  negrura  de  la  noche  de  sus  pupilas.  ¡La  tierra 
prometida  estaba  tan  lejos,  que  no  alcanzaron  ni  a  divisar 
el  humo  desús  hogares  elevándose  en  columnas  bajo  el 
azul  de  la  lontananza,  ni  a  escuchar  siquiera  entre  sus  sue- 
ños el  himno  de  los  libres! 

Así  planteado  el  asunto,  veamos  los  documentos,  que 
nos  dirán  la  pura  realidad. 

«Don  Sebastián  de  Eslava,  Caballero  de  la  Orden  de 
Santiago,  Capitán  General  de  los  Reales  Ejércitos,  Virrey, 
Gobernador  y  Capitán  General  del  Nuevo  Reino  de  Gra- 
nada y  Provincias  agregadas,  y  Presidente  de  la  Real  Au- 
diencia y  Cancillería  de  la  ciudad  de  Santafé  por  el  Rey 
nuestro  señor,  etc.  Por  cuanto  después  de  estar  prescrito 
el  término  que  se  asignó  para  el  indulto  de  negros  ilícita- 
mente introducidos  en  esta  Provincia  y  la  de  Santa  Marta, 
por  el  año  pasado  de  mil  setecientos  y  cuarenta,  se  ha  tenido 
noticia  en  este  superior  Gobierno  de  hallarse  negros  sin 
marca,  ya  sea  por  malicia  de  sus  dueños  o  porque  después 
se  han  introducido,  por  cuyas  razones  hube  de  conceder 
nuevo  indulto  en  esta  ciudad  y  su  jurisdicción,  de  que  ha 
resultado  beneficio  a  la  Real  Hacienda  en  la  contribución 
de  los  derechos  que  se  han  exigido  de  las  manifestaciones 
que  se  han  hecho,  y  esperándose  que  el  mismo  provecho  se 
ccTnsiga  en  la  villa  de  Mompós,  en  cuyo  distrito  se  asegura 
existe  porción  de  negros  de  mala  entrada,  y  debiendo  aten* 
der  al  alivio  de  los  vasallos  de  Su  Majestad,  y  que  gocen 
aquellos  del  mismo  beneficio  que  han  gozado  los  de  esta  ciu- 
dad y  su  jurisdicción,  he  venido  en  extender  por  decreto 
de  este  día  la  concesión   del  indulto  a  la  expresada   villa. 

«Dado  en  Cartagena  a  dos  de  enero  de  1743.» 

«En  la  Villa  de  Santa  Cruz  de  Mompós,  en  6  de  marzo 
de  1743  años,  ante  los  señores  doctor  don  Juan  Bautista  Ba- 
hamonde  Taboada,  Consultor  del  Santo  Oficio  de  la  Inqui- 
sición, Oidor  de  la  Real  Audiencia  de  Panamá,  Teniente 
Gobernador,  Auditor  General  de  Guerra  déla  Plaza  y  Pro- 
vincia de  Cartagena  de  Indias;  Contador  don  Nicolás  de  la 
Lastra  Riva  Agüero,  Oficial    de  la   Real   Hacienda  de   esta 


LA    ESCLAVITUD   EN   COLOMBIA  87 


villa  por  Su  Majestad,  y  de  las  capas  agregadas  a  ésta, 
Jueces  privativos  para  el  indulto  y  marca  de  esclavos  por  el 
Excelentísimo  señor  Virrey  de  este  Reino,  pareció  don 
Cosme  González,  vecino  de  esta  villa,  y  dijo  que  hacía  e 
hizo  manifestación  de  dos  negros  para  efecto  de  su  marca, 
en  conformidad  del  despacho  publicado,  los  que  son,  a  saber: 
Manuel,  casta  Mina  (nacionalidad),  de  veinticinco  años;  con 
tres  rayas  en  el  entrecejo  y  cinco  en  cada  sien;  y  Francis- 
co, casta  Congo,  sin  señal  alguna,  de  diez  y  ocho  años,  y 
ambos  se  marcaron  en  el  pecho  con  la  marca  real  del  mar- 
gen, y  el  dicho  don  Cosme  González  exhibió  la  cantidad  de 
su  importe,  que  son  ciento  y  veinte  pesos  por  ambos  dos  es- 
clavos, y  entraron  en  la  caja  destinada  para  este  efecto,  y 
mandaron  se  le  diese  el  despacho  necesario,  y  lo  firmó  coa 
sus  mercedes,  de  que  yo  el  presente  Escribano  doy  fe. 

«Doctor  don  Juan  Bautista  Bahamonde — Don  Nico- 
lás de  LA  Lastra  Riva  de  Agüero- Cosme  González. 
Ante  mí  José  Castellón,  Escribano  de  Su  Majestad.» 

«En  la  villa  de  Santa  Cruz  de  Mompós,  el  mismo  día, 
mes  y  año,  ante  los  señores  Jueces  comisarios  de  de  esta 
causa  y  de  mí  el  Escribano,  pareció  don  Pedro  Berrueco 
Samaniego,  vecino  de  esta  villa,  e  hizo  manifestación  de  un 
negro  nombrado  Francisco,  casta  Congo,  de  edad  de  vein- 
tidós años,  con  seis  piqueticos  menudos  junto  a  la  sien  iz- 
quierda, el  cual  se  hubo  por  admitido  a  dicho  indulto,  y 
medida,  se  halló  ser  pieza  de  Indias,  y  se  marcó  con  la  real 
marca  del  margen  y  se  exhibió  la  cantidad  de  sesenta  pe- 
sos, que  entró  en  la  Real  Caja,  etc. > 

«El  doctor  don  Pedro  Borras,  abogado  de  esta  Real  Au- 
diencia y  P'rocurador  General  de  esta  villa  de  Nuestra  Se- 
ñora de  Leiva,  previas  las  solemnidades  de  derecho  nece- 
sarias, ante  Vuestra  Señoría  parezco  y  digo:  Que  movido 
de  la  obligación  de  patrocinar  a  los  pobres  de  toda  solemni- 
dad, como  defensor  de  ellos,  me  veo  en  la  presente  ocasión 
precisado  a  buscar  en  el  recto  Tribunal  de  Vuestra  Mer- 
ced el  amparo  y  protección  que  solicita  Juan  Andrés  de 

Silva,   mulato  esclavo  de ,  vecino   de  la  ciudad  de 

Vélez.  Este  en  consorcio  de  María  Catalina  de  Atuesta, 
su  legítima  consorte,  también  sujeta  a  la  misma  servidum- 
t)re,  pasó  a  esta  villa  fugitivo,  en  solicitud  de  sujeto  que 
lo  quisiere  comprar,  por  no  poder  sufrir  el  maltrata- 
miento y  atrocísimo  castigo  que  con  inhumana  crueldad 
bao  experimentado  en  el  penoso  y  dilatado  tiempo  de  sa 
esclavitud,  no  por  parte  del  expresado  amo,  sino  por  lu 
4e ,  su   legítima  mujer,  quien   continuadamen- 


88  BOLETÍN   DE   fflSTORIA   Y    ANTIGÜEDADES 


te  los  mortifica  con  insufribles  castigfos.  Y  no  obstante 
que  por  tan  justos  motivos  como  éste,  compete  a  éstos 
acción  fundada  en  terminantes  disposiciones  de  derecho 
para  solicir  amo  a  su  satisfacción,  en  el  día  no  aspiran  al 
logro  de  este  favor,  por  hallarse  inhábil  de  poderlo  ejecutar 
el  Juan  Andrés  de  Silva,  por  padecer  la  fea  e  inaudita  tacha 
de  estar  marcado  en  el  rostro  hacía  los  dos  carrillos  con  la 
marca  de   dos  eses,  de   la   que  acostumbraba  la  referida 

poner  a  sus  esclavos.  No  pensaba   el   defensor  que 

entre  cristianos  se  llegare  a  cometer  tan  execrable  exceso, 
digno  por  su  gravedad  del  más  severo  castigo  y  escarmien- 
to, por  la  inmediata,  atroz  injuria  que  con  el  se  ha  irrogado 
al  Artífice  Divino  que  con  su  infinito  poder  y  sabiduría  for- 
mó la  cara  del  hombre  a  imagen  y  semejanza  de  la  suya 
para  distinguirle  y  engrandecerle  entre  las  demás  criatu- 
ras. Las  leyes  que  santamente  prohiben  a  los  Jueces  impo- 
ner a  los  reos  de  cualesquier  delitos  la  pena  de  señalarles 
la  cara  con  fuego,  sólo  miraron  como  único  y  principalísi- 
mo objeto  de  esta  prohibición,  el  evitar  y  precaver  la  inju- 
ria que  con  ello  se  hace  al  mismo  Artífice  Supremo.  ¿Y 
qué  diremos  a  vista  de  tan  justa  y  sabia  disposición  y  del 
exceso  cometido  por  la en  haber  señalado  y  que- 
mado en  la  cara  con  una  marquilla  de  plata  hecha  ascua 
a  su  infeliz  criado  Juan  Andrés  de  Silva?  No  otra  cosa  sino 
que  por  tan  reprensible  exceso  ha  quedado  este  pobre 
imposibilitado  de  poder  adquirir  nuevo  amo  para  sacudir 
el  yugo  de  tan  penosa  servidumbre,  y  pareciéndole  al  de- 
fensor que  por  este  motivo  ha  adquirido  pleno  derecho  a 
la  libertad  que  reclama  en  satisfacción  de  la  atroz  injuria 
que  se  le  ha  irrogado  por  la  referida  . . . . ,  su  señora,  con  la 
notable  deformidad  que  se  le  ha  imprimido  en  la  cara  con 
dicha  marca,  espera  que  en  vista  de  los  expuestos  funda- 
mentos, accediendo  ustedes  a  esta  solicitud,  se  sirva  librar 
pronta  providencia,  compeliéndose  por  ella  a  la  mencio- 
nada   ala  que  sin  réplica  ni  contradicción  alguna  otor- 
gue la  correspondiente  carta  de  libertad  al  expresado  Juan 
Andrés  de  Silva,  por  ser  así  conforme  a  justicia,  etc. 

< Pedro  Boiras^ 

«En  la  Villa  de  Leiva,  en  7  de  noviembre  de  1780  años. 
Yo  el  Escribano  Público  del  Número  y  Cabildo  en  ella  y  su 
jurisdisción,  en  virtud  de  lo  mandado  en  el  decreto  antece- 
dente, habiendo  comparecido  Juan  Andrés  de  Silva,  esclavo 

que  expresa  ser  de ,  vecino  de  la  ciudad  de  Vélez, 

a  presencia  del  señor  Corregidor  y  Justicia  Mayor  de 
„eBta  Provincia,  le  reconocí  el  rostro  al  citado  esclavo,  y  en 
cada  carrillo  se  le  halló  tener  grabada  esta  señal  o  fierro: 


LA    ESCLAVITUD   EN   COLOMBIA  89 


S  Y;  expuso  que  quien  lo  marcó  fue  su  dicho  amo.... 
. . . . ,  sienao  bastante  pequeño,  que  no  se  acuerda  qué  años 
tendría.  En  cuyo  acto  mediante  el  mismo  mandamiento 
pregunté  al  dicho  esclavo  si  en  casa  del  citado  su  amo 
había  algún  otro  marcado,  y  dijo  que  nó,  y  sólo  sí  que 
hermano  del  dicho  su  amo,  tiene  dos  esclavos  he- 
rrados con  la  misma  cifra,  y  que  don    tiene  dos  o 

tres  con  igual  fierro,  que  no  hace  reflexión  qué  otros  haya 
por  aquella  jurisdicción,  pero  que  los  más  acostumbran 
señalar  a  sus  esclavos,  y  quien  hace  oficio  de  herrador  cuan- 
do se  ofrece,  es  Tomás  de  Safra,  y  para  que  conste,  etc. 

<José  Gregorio  Sánchez> 

El  expediente  fue  remitido  a  la  Real  Audiencia  en  14 
de  diciembre  de  1780.  El  Fiscal  de  ésta,  señor  Moreno,  con 
fecha  10  de  enero  de  1781  dijo:  «Que  siendo  digno  de  pron- 
to y  eficaz  remedio  el  abuso  de  acostumbrar  en  Vélez  los 
dueños  de  esclavos  tener  cifra  para  marcarlos  a  fuego  en 
el  rostro,  se  debían  tomar  severas  providencias,  perdiendo 
el  esclavo  los  que  tal  atrocidad  cometían,  y  siendo  además 
severamente  castigados,  para  lo  cual  debía  en  el  presente 
caso  levantarse  información  y  recoger  las  marcas  que  an- 
duvieren en  poder  de  particulares.>  La  Audiencia  devolvió 
el  expediente  al  Corregidor  de  Tunja  para  que  practicara 
las  diligencias  correspondientes  y  devolviese  a  ....  los 
esclavos  con  la  caución  de  no  castigarlos  por  esta  causa. 
....  presentó  un  memorial  de  agravios,  en  que  habla  de  los 
perjuicios  que  le  causaban  las  fugas  de  aquéllos,  pero  cuida 
mucho  de  callar  las  causas  que  las  motivaban,  que  no  eran 
otras  que  el  mal  trato  que  losamos  les  daban.  Termina 
manifestando  estar  pronto  a  otorgar  la  caución  juratoria 
de  que  los  recibirá  y  tratará  de  su  venta  sin  castigarlos 
mientras  estén  en  su  poder. 


«Digo  yo  don  Jorge  Crowe,  Factor  Principal,  y  yo  don 
Diego  Ord,  Factores  y  Administradores  de  la  Real  Com- 
pañía del  Asiento  de  la  Gran  Bretaña,  establecido  para  la 
introducción  de  negros  esclavos  en  esta  América,  que  ven- 
demos realmente  y  con  efecto  a  don ,  y  por    mano 

de  don una  negrita  de  los  introducidos  por  la  ba- 
landra nombrada  "El  San  Jorge."  de  casta,  edad  y  señales 
como  al  pie  de  ésta  se  refiere,  marcada  con  la  marca  real 
en  el  pecho  derecho,  y  con  la  marca  de  este  Asiento  en  la 
espalda  izquierda,  como  a  la  margen,  en  precio  y  cantidad 
de  doscientos  y  quince  pesos  de  a  ocho  reales.  Cuya  cantidad 
pagará  de  contado  dicho  don a  nos  dichos  Facto- 
res. La  cual  dicha  negrita  vendemos  con  todas  sus  tachas, 


90  BOLETÍN  DÉ  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


malas  O  buenas,  alma  en  boca,  costal  de  huesos,  con  todas 
sus  enfermedades,  ocultas  y  manifiestas,  exceptuamos  sola- 
mente gota  coral,  o  por  otro  término,  mal  de  corazón,  y  es 
condición  que  para  poderse  valer  de  la  redhibitoria  del  es- 
clavo, o  esclavos,  que  tuviesen  esta  enfermedad,  se  ha  de 
hacer  notoria  y  constante  en  término  de  dos  meses  de  la  fe- 
cha de  este  instrumento  conforme  al  uso,  y  en  esta  referida 

forma,  yo  don     acepto  la  venta,  y  recibo   la  dicha 

negrita,  y  para  que  conste  y  en  señal  de  posesión,  he  fir- 
mado duplicado  de  este  instrumento,  que  queda  en  la  Real 

Factoría.    Y  para  que  pueda  dicho  don ,.  disponer 

de  la  dicha  negrita  como  más  bien  le  convenga,  nos  los  di- 
chos Factores  otorgamos  y  firmamos  el  presente,  teniendo 
al  pie  de  él,  recibo  del  B^actor,  de  la  cantidad  que  impor- 
tare la  esclava  mencionada  en  este  despacho,  que  es  fecho 
en  esta  Factoría  de  Cartagena  de  Indias  en  veinte  y  seis 
de  enero  de  mil  setecientos  treinta  y  seis,  siendo  la  negrita 
contenida  en  este  despacho  de  casta  Mondongo,  de  edad  de 
trece  años,  con  trescarreritas  de  rajaduras  en  el  estómago. 

<Torge  Croive^  Dtego  Ord* 

Como  se  ve  pues  por  los  anteriores  documentos,  los  es- 
clavos no  solamente  eran  herrados  con  la  marca  real,  sino 
que  también  los  amos  tenían  sus  marcas  particulares,  que 
les  aplicaban  como  a  bien  tenían  y  donde  les  pareciera,  y 
en  último  caso  empleaban  instrumentos  punzantes  y  cortan- 
tes, con  los  cuales  les  hacían  sajaduras  y  piquetes,  de  ma- 
nera tal,  que  aquellos  infelices  no  solamente  servían  para 
enriquecer  la  hacienda  de  sus  amos  sino  además  como  papel 
de  dibujo  o  talla  de  grabado  o  fardo  de  mercancía,  que  se- 
gún va  pasando  de  mano  en  mano,  va  recibiendo  sellos  y 
contrasellos.  La  marca  real  de  que  va  un  facsímil  en  el 
presente  estudio,  consistía  como  se  ve,  en  una  corona  real 
sobre  las  letras  P.  E.  algunas  veces,  P.  F.  otras,  o  bien  la 
corona  real  únicamente. 

Por  una  de  tantas  aberraciones  de  la  especie  humana, 
el  ser  útil,  que  trae  como  natural  consecuencia  la  compen- 
sación, sólo  sirvió  a  aquellos  infelices  para  hacerlos  más  des- 
graciados; el  solo  hecho  de  tener  un  valor  mercantil,  fue  un 
motivo  poderoso  para  perseguirlos  con  más  encarnizamiento, 
para  darles  caza  como  a  las  fieras  hasta  en  sus  mismas  gua- 
ridas, para  llevarlos  a  los  jardines  zoológicos,  donde  se  pa- 
gan a  envidiables  precios.  El  incremento  que  tomó  este 
comercio  fue  tan  formidable,  tan  espantosas  fueron  sus 
proporciones,  que  se  fundaron  empresas  para  la  explotación 
de  aquella  mercancía  en  grande  escala,  y  ni  aun  linajudas 
damas  desdeñaron  aquel  negocio,  como  bien  se  echa  de  ver 


LA    ESCLAVITUD   EN   COLOMBIA  91 

por  la  siguiente  relación  de  reales  cédulas,  órdenes,  pode- 
res, concesiones  y  asientos  o  contratos  otorgados  en  la  ma- 
teria: 

«Real  Cédula  fechada  en  Madrid  a  19  de  febrero  de 
1682,  concediendo  nuevo  Asiento  a  Juan  Barroso  y  Pozo  por 
cinco  años  para  la  introducción  de  negros,  por  haberse 
cumplido  los  cinco  del  asiento  que  se  ajustó  con  el  Consu- 
lado y  comercio  de  Sevilla,  para  la  introducción  de  diez  mil 
toneladas  de  esclavos.> 

«Concesión  a  doña  Francisca  de  Miranda  y  Gómez, 
Marquesa  de  Valde  Hoyos,  vecina  de  Cartagena,  para  in- 
troducir mil  negros  bozales  (recién  sacados  en  su  país),  los 
que  se  le  entregaron  marcados  con  la  Marca  Real  en  el  pe- 
cho derecho.  Año  1763. > 

«Real  Cédula  fechada  en  San  Lorenzo,  a  24  de  noviem- 
bre de  1791,  Concediendo  libertad  para  el  comercio  de 
negros  con  los  Virreinatos  de  Santafé,  Buenos  Aires,  Capi- 
tanía General  de  Caracas  e  islas  de  Santo  Domingo,  Cuba 
y  Puerto  Rico,  a  españoles  y  extranjeros.> 

«Real  Cédula  dada  en  Aranjuez  a  1^  de  mayo  de  1773, 
concediendo  gracias  y  ampliaciones  a  laCompañía  de  Asiento 
General  de  negros  para  los  dominios  de  América,  que  co- 
rría a  nombre  de  Aguirre  y  Aristegui,  del  comercio  de 
Cádiz,» 

«Real  Orden  dada  en  San  Ildefonso  a  22  de  agosto  de 
1778,  sobre  que  la  Compañía  del  Asiento  General  de  negros 
de  Cartagena  deposite  por  los  que  introdujere  la  mitad  de 
los  derechos  de  marca  de  su  primera  contrata,  por  el  año 
de  prórroga  que  se  le  concedió. > 

«Poder  que  da  Antonio  Fernández"  Delbas,  Adminis- 
trador General  de  la  renta  de  esclavos  que  se  navegan  en 
las  Indias,  de  Castilla,  del  Cabo  Verde,  de  Guinea  y  Angola, 
a  Jorge  Fernández  Delbas,  su  hijo,  residente  en  Cartagena, 
otorgado  en  Lisboa  a  3  de  enero  de  1619.* 

Cartagena,  como  es  natural,  fue  el  foco  de  aquel  co- 
mercio. Allí  llegaban  los  grandes  cargamentos,  allí  donde 
Pedro  Claver,  el  ^anto  apóstol  de  la  esclavitud,  les  prodi- 
gaba el  consuelo  posible  en  aquellos  tiempos,  en  aquella  edad 
de  hierro,  en  aquella  era  en  que  la  humanidad  fue  lo  más 
inhumano  que  hayan  podido  contemplar  los  siglos  bajo  el 
cielo  impasible,  sereno,  puro  y  hermoso,  mudo  testigo  de 
tan  inmensas  iniquidades. 

Pero  no  eran  tan  sólo  las  penalidades  de  la  navegación, 
durante  la  cual  venían  amontonados  como  bultos  y  encade- 
nados coma  perros;  no  era  tan  sólo  el  doloroso   resquemor 


92  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 

del  fierro  candente  sobre  el  ébano  de  sus  carnes,  lo  único 
que  pudiera  atormentarlos;  esto  apenas  era  un  principio  del 
calvario  que  debían  recorrer  hasta  que  la  muerte,  desnu- 
dándolos de  sus  carnes  doloridas,  hiciera  blanquear  sus  hue- 
sos en  las  veredas  de  aquel  camino.  Su  vida  no  érala  vida 
sino  la  expectativa,  pero  la  expectativa  constante  de  un 
sufrimiento,  como  se  verá  por  los  siguientes  documentos: 

«En  Tadó,  a  17  de  octubre  de  1795,  yo  dicho  Juez 
(José  Alvarez  del  Pino),  para  el  efecto  de  la  información 
mandada  hacer,  hice  comparecer  a  don  Miguel  Gómez,  a 
quien  hice  saber  el  oficio  librado  a  mí  por  el  señor  Gober- 
nador de  estas  Provincias,  don  José  Micaeli,  y  en  su  virtud 
el  auto  que  antecede,  y  en  su  inteligencia  le  recibí  jura- 
mento, que  hizo  según  derecho,  por  Dios  Nuestro  Señor  y 
una  señal  de  cruz,  a  cuyo  cargo  ofreció  decir  verdad. 
Preguntado,  dijo  que  el  día  trece  del  presei^te,  como  a  las 
nueve  de  la  noche,  hallándose  en  casa  del  Corregidor  Ma- 
nuel Sanclemente,  en  compañía  de  otros,  jugando  ropilla, 

se  presentó   una  negra  (Agustina)  de  don     .    ante 

dicho  Corregidor,  pidiendo  por  el  amor  de  Dios  y  en  méri- 
tos de  justicia  la  amparase,  que  temía  que  sobre  aquel 
castigo  excesivo  que  tenía  recibido,  la  volviese  a  castigar 
su  amo,  según  las  amenazas  que  le  hizo  este  mismo  día  en 
casa  de  Patricia,  donde  la  tenía  su  amo  para  que  le  curase 
las  llagas  que  con  el  castigo  se  le  habían  hecho,  y  a  este 
reclamóle  preguntó  el  Corregidor  qué  motivo  había  dado 
para  semejante  castigo,  y  dicha  negra  respondió  que  su 
amo  suponía  la  falta  de  dos  velas  que  dice  le  faltaron  en 
una  porción  de  sebo  que  se  labró  un  día  antes.  Con  esta  ra- 
zón mandó  el  Corregidor  hicieran  reconocimiento  de  aquel 
castigo,  y  habiendo  hecho  el  reconocimiento,  se  le  halló 
llagada  hasta  las  corvas.> 

Más  adelante  dice  la  esclava:  «que  lo  que  ella  presumía 
era  que  su  amo  intentaba  que  con  aquel  castigo  mal  na- 
ciere el  hijo  de  él  mismo.»  Esto  se  verificó  según  consta  del 
siguiente  documento: 

«En  el  pueblo  de  San  Francisco  del  Tadó,  a  12  de  mayo 
de  1796,  yo  José  Micaeli,  Gobernador  de  estas  Provincias 
del  Chocó,  digo  que  hallándome  en  la  capital  de  Nóvita,  se 

me  dio  parte  que  don residente  en   este  pueblo, 

a  quien  ya  se  había  amonestado  antes  de  ahora  por  el  rigu- 
roso castigo  que  dio  a  dos  esclavos  suyos,  uno  varón  (Juan 
de  Dios)  y  la  otra  mujer  (Agustina),  había  reincidido  cas- 
tigando a  la  esclava,  de  cuyas  resultas  mal  nació  una  cria- 
tura.» 

Es  digno  de  hacerse  notar  que  el  tal negó  aquella 

paternidad,   atribuyéndosela  al  esclavo  Juan  de  Dios,   ale- 


LA    ESCLAVITUD  KN  COLOMBIA  9S 

gando  esto  como  justificación  de  los  martirios  a  que  los  so- 
metió; y  la  causa  que  se  le  siguió  por  estas  crueldades  no 
tuvo  más  efecto  que  condenarlo  en  costas,  leve  castigo  para 
tanto  crimen. 

«En  la  ciudad  de  Cartagena,  a  1^  de  febrero  de  1603,  el 
dicho  Alcalde  Juan   de  Porras  presentó  por  testigo  a  Cos- 
me de  Albornoz,  cirujano,  del  cual  fue  recibido  juramento 
por  Dios  Nuestro  Señor  en    forma  de  derecho,  y  pregun- 
tado al  tenor  de  la  cabeza  del  proceso,  dijo:  que  habrá  mes 
y  medio  poco  más  o  menos  que  viviendo  este  testigo  en  com- 
pañía de  Francisco  Núñez,  que  es  un   bahareque  en  medio 
de  palmas,  de  la  casa  y  aposento  donde  vive  doña  ....    .  . . , 

vio  que  la  dicha  doña   ....  colgó  a   la  dicha  negra    María 

angola  o  conga  (natural  de  aquellos  lugaresj  como  una  ha- 
maca, los  pies  a  un  cabo  y  la  cabeza  a  otro,  y  la  dio  muchos 
azotes.> 

Varias  declaraciones  hay  sobre  ese  hecho.  No  obstan- 
te, la  Real  Audiencia  revocó  la  sentencia  por  la  cual  el  Al- 
calde condenó  a  aquella  dama  en  veinticinco  pesos  oro  de 
veinte  quilates,  y  mandó  devolvérselos,  según  consta  en  la 
sentencia  de  dicha  Audiencia,  fecha  22  de  noviembre  de 
1604. 

<En  Mompós  a  4  de  abril  de  1639,  Gregorio  de  Alvarez, 
Alcalde  de  Santa  Hermandad,  hizo  parecer  a  Susana,  ne- 
gra presa,  de  la  cual  se  recibió  juramento  por  Dios  Nues- 
tro Señor  y  sobre  una  señal  de  cruz,  y  lo  hizo  y  prometió 
decir  verdad,  y  se  le  hicieron  las  preguntas  siguientes: 
"Fue  preguntada  qué  tanto  tiempo  hace  que  se  huyó;  dijo 

que  hará  tres  meses  se  huyó  del  servicio  de  su  ama , 

por  el  rigor  con  que  azota  así  a  esta  declarante  como  a  las 
demás  negras,  y  para  que  conste  al  dicho  Alcalde  le  mues- 
tra las  señales.  Y  parecieron  señales  de  verdugones  grue- 
sos y  blancos,  como  señales  de  haber  tenido  llagas.  Lo  cual 
mandó  el  dicho  Alcalde  así  se  pusiese  por  diligencia. > 

Declaraciones  semejantes  fueron  rendidas  por  las  es- 
clavas María  e  Isabel,  quienes  dicen  haber  estado  a  punto 
de  muerte  por  los  azotes,  cuyas  señales  constaron  al  Alcal- 
de. No  puedo  resistir  la  tentación  de  copiar  las  palabras  de 
la  esclava  Isabel.  Dice  así: 

<Que  habrá  tres  meses,  poco  más  o  menos,  se  huyó,  y  la 
causa  por  que  se  ha  huido  es  por  los  rigurosos  castigos  que 

la  ha  hecho  doña su  ama,  poniéndola  muchas  veces  en 

riesgo  de  perder  la  vida  por  ser  sin  piedad  loa  azotes  que 
la  hacía  dar  y  daba;  que  aunque  esta  declarante  se  valió  de 
personas  principales  que  la  apadrinasen  con  la  dicha  su 
ama  y  le  rogasen  no  la  tratase  tan  mal,   no  aprovechaba, 


94  BOLETÍN    DE   HISTORIA    Y   ANTIGÜEDADES 

antes  se  irritaba  y  la  metía  en  prisión  muy  rig^urosa,  y  la 
azotaba,  y  lo  mismo  bacía  a  las  demás  sus  esclavas  compa- 
neras de  esta  declarante,  que  viéndose  apurada  de  tan 
excesivo  castigo,  sin  causa  que  para  ello  le  diere  a  la  dicha 
su  ama,  le  hizo  maltener  a  esta  declarante  una  criatura  a 
fuerza  de  azotes  que  le  hacía  dar  amarrada,  tan  crueles,  y 
en  las  caderas;  que  muchas  personas  vieron  en  la  criatura 
que  malnació  señales  de  los  dichos  azotes.» 

El  Fiscal  dio  la  siguiente  vista: 
«Muy  poderoso  señor: 

«El  doctor  Jorge  Herrera  y  Castillo,  vuestro  Fiscal,  he 
visto  a  la  letra  estos  autos  hechos  por  el  Gobernador  de 
Cartagena  (Melchor  de  Aguilera),  y  su  Teniente  (Fernan- 
do de  Berrío)  de  oficio  de  la  Real  Justicia,  contra  doña  ... 
. . . . ,  mujer  de ,  vecinos  de  la  villa  de  Mompós,  so- 
bre haber  castigado  rigurosamente  a  sus  esclavos,  y  del 
castigfo  haberse  seguido  la  muerte  de  algunos,  y  conforme 
lo  que  de  los  autos  resulta  Vuestra  Alteza  ha  de  agravar  la 
sentencia  dada  por  dicho  Gobernador  contra  dicha  doña 
. . . ,  condenándola  en  todas  las  penas  en  que  ha  incurrido, 
que  para  que  así  se  mande  y  haga,  hago  todos  los  pedimen- 
tos en  derecho  necesarios,  y  siéndolo,  la  pongo  acusación  en 
forma,  y  pido  justicia  y  juro,  etc.  En  Santafé  26  de  enero 
de  1640.» 

La  sentencia  del  Gobernador  a  que  se  refiere  el  Fiscal, 
fue  la  de  pagar  cuatrocientos  pesos  a  la  Cámara;  y  que  las 
esclavas  fueren  vendidas  con  la  condición  de  no  volver  a  po- 
der de  doña  .... 

A  pesar  de  todo,  la  Real  Audiencia  revocó,  y  sólo  con- 
denó a  la  doña  ....  a  pagar  veinte  pasos. 

Una  de  las  dolorosas  escenas  de  la  esclavitud,  era  el  caso 
de  dar  algunas  esclavas  muerte  a  sus  hijos  para  librarlos  de 
una  vida  de  servidumbre.  Sabían  que,  como  ellas,  llevarían 
la  pena  en  el  alma,  sufrirían  azotes  y  serían  marcados  con 
el  fierro  candente  hasta  en  el  rostro.  Matábanlos  por  piedad 
y  por  amor.  Hay  palabras  cuyo  sentido  en  el  primer  mo- 
mento no  se  desentraña.  ¡Matar  por  amor!  ¿Así  de  buenas  a 
primeras,  no  os  parece  el  más  grande  de  los  absurdos?  Y  sin 
embargo  no  lo  es.  El  caso  délas  esclavas  que  mataban  a  sus 
hijos  es  una  demostración  la  más  práctica  de  aquello.  ¡Oh, 
amor,  que  nos  das  vida,  que  nos  das  vida  yque  también  nos 
matas! 

Más  aún:  las  esclavas  no  solamente  mataban  a  sus  hijos, 
sino  que  atentaban  también  contra  sus  propias  vidas  para 
morir  juntos.  Tenemos  pues  que  los  esclavos  también  se 
suicidaban.  El  instinto  de  conservación,   este   instinto  tan 


LA    ESCLAVITUD   EN   COLOMBIA  95 


desarrollado  aun  en  los  más  microscópicos  gérmenes  tí- 
vientes,  era  sofocado  por  los  dolores  de  la  esclavitud,  y  ape- 
laban a  ese  atentado  contra  la  naturaleza,  contra  el  instinto, 
como  a  la  única  puerta  de  escape,  como  al  último  recurso 
preferible  a  tan  desgraciada  vida.  'Iban  al  encuentro  de  la 
muerte  como  los  gladiadores  en  la  arena  del  circo  de  los 
Calígulas  y  Nerones,  al  encuentro  de  las  fieras. 

Veamos  los  siguientes  documentos  que  con  dolorosa  y 
elocuente  precisión  nos  darán  la  prueba  de  aquellos  casos: 

«En  dicha  villa  (del  Socorro),  en  16  del  mismo  mes  y 
año  (abril  de  1796),  el  señor  Alcalde  Ordinario,  asociado  de 
mí  el  Escribano,  se  constituyó  a  la  Real  Cárcel  de  mujeres 
para  efecto  de  lo  mandado,  en  la  que  hizo  comparecer  a  una 
mujer  libre  de  todas  prisiones,  a  la  que  por  ante  mí  recibió 
juramento;  le  instruyó  en  él,  bajo  el  cual  prometió  decir  ver- 
dad en  lo  que  supiere  y  le  fuere  preguntado,  y  siéndolo 
cómo  se  llama,  de  dónde  es  vecina,  qué  edad,  si  es  esclava  o 
libre,  dijo:  Que  se  llama  Juana  María  de  la  Cruz;  que  es 
vecina  de  esta  villa;  que  es  mayor  de  veinticinco  años;  que 

es  esclava  de  don Preguntada  si  sabe  la  causa  de 

su  prisión  y  quién  la  puso  presa,  dijo:  que  está  presa  de 
orden  del  señor  Alcalde  de  primer  voto,  ante  quien  ella  se 
presentó,  por  haber  dado  muerte  a  dos  hijassuyas.  llamadas 
María  Mónica  y  María  Eulalia,  en  el  sitio  de  Majabita.  alas 
cuales  dio  la  muerte  ahogándolas  en  un  pozo  de  agua  que 
hace  junto  a  la  casa  de  su  referido  amo.  Preguntándole  qué 
motivo  tuvo  para  darles  la  muerte  a  sus  dos  hijas,  dijo  que 

el  motivo  que  tuvo  fue  ver  que  su  señora esposa 

de  su  referido  amo,  las  maltraba  mucho  con  rejo  y  con  palo, 
siendo  la  mayor  de  cinco  a  seis  años,  y  que  aunque  les  decía 
a  sus  amos  que  no  les  quería  servir,  que  le  buscasen  otro 
para  ella  y  sus  hijas,  le  respondieron  que  en  cuanto  les 
diera  el  montón  de  plata  que  les  había  costado,  saldría  de 
su  casa,  y  que  este  requerimiento  les  hizo  más  de  cuatro 
ocasiones,  y  que  a  la  confesante  igualmente  la  castigaban, 
y  que  en  una  de  ellas  fue  colgada,  y  su  amo  le  dio  unos 
cuatro  o  cinco  azotes.  Preguntada  por  qué  causa  o  motivo 
sus  amos  castigaban  a  ésta  y  a  sus  hijas,  dijo:  que  su  seño- 
ra, sin  causa  ni  motivo,  las  castigaba,  pues  a  la  hora  que 
tenía  cólera  con  la  confesante,  decía  que  sus  hijas  la  habíin 
de  pagar,  a  causa  de  no  poderle  pegar  a  la  confesante,  por- 
que ésta  cuando  su  señora  la  quería  castigar,  le  andaba 
huyendo,  y  que  a  su  hija  la  mayor  de  las  ahogadas,  que 
andaba  en  cinco  o  seis  años,  la  tenía  aborrecida  su  señora, 
y  cuando  mandaba  llamar  a  su  señora  con  la  dicha  su  hija 
para  que  viniera  a  comer  a  la  cocina,  la  echaba  a  pellizcos  y 
a  palos,  y  que  cuando  ésta  le  iba  a  llevar  en  otras  ocasiones 


96  BOLETÍN  DE   HISTORIA  Y   ANTIGÜEDADES 


la  comida  adentro  a  su  señora,  le  tiraba  con  el  plato  a  la 
cara,  y  cada  instante  estaba  maldiciendo  su  señora  a  ésta  y 
sus  dos  hijas,  y  que  por  todas  estas  razones,  por  no  ver  pa- 
decer más  a  sus  hijos,  fue  que  les  dio  la  muerte;  que  su 
señora  no  dejaba  a  la  confesante  salir  a  oír  misa  sino  era 
cada  cinco  o  seis  meses,  y  que  en  seis  o  siete  años  que  les  ha 
servido  no  le  han  dado  más  naguas  que  las  que  tiene  actual, 
y  para  vestirse  tenía  que  trabajar  los  días  de  fiesta,  pues 
hubo  año  que  sólo  le  dieron  una  camisa,  y  para  lavarla  tenía 
que  quedar  desnuda,  y  siempre  fue  muy  poco  lo  que  le 
dieron  para  que  se  vistiera,  pues  para  salir  a  misa  o  a  con- 
fesarse cada  año,  tenía  que  buscar  quien  le  prestare  con 
qué  poder  salir.  Y  aunque  se  le  hicieron  otras  varias  pre- 
guntas, siempre  respondió  lo  mismo.> 

En  esta  causa  ocurrió  un  incidente  curioso:  la  esclava 
se  fugó,  según  consta  en  la  siguiente  nota: 

«En  veinticinco  de  este  raes  (mayo)  se  huyó  la  mulata, 
y  para  que  conste  lo  anoto.> 

El  proceso  continuó  su  curso;  se  libraron  requisitorias, 
pero  la  esclava  no  pareció.  Pasaron  nueve  años,  al  cabo  de 
los  cuales  fue  sentenciada  a  muerte,  pero  habiendo  alegado 
el  Protector  de  Esclavos  don  Tomás  Tenorio  Carvajal, 
causas  de  nulidad,  tales  como  la  no  intervención  del  Protec- 
tor en  la  confesión  de  la  sindicada,  y  no  haberse  averiguado 
los  ultrajes  que  de  sus  amos  recibía,  lo  que  hubiera  podido 
servir  como  atenuante  en  la  defensa,  la  Real  Audiencia  con- 
denó en  unas  cuantas  multas  a  los  que  actuaron  como  Jue- 
ces, y  en  cuanto  a  seténela,  no  se  cumplió  ninguna,  puesto 
que  la  esclava  no  pareció. 


«En  la  villa  de  la  Purificación  de  Nuestra  Señora,  en  3 
de  febrero  de  1768,  yo  don  Ignacio  Díaz  de  Arrigui,  Alcal- 
de Ordinario  más  antiguo  de  dicha  villa,  para  la  prosecu- 
ción de  este  sumario  hice  comparecer  ante  mí  a  don  Salva- 
dor de  Albis,  becino  de  esta  villa,  de  quien  en  presencia  de 
los  testigos  con  quienes  actúo  por  no  haber  Escribano,  re- 
cibí juramento,  etc.,  y  habiéndole  leído  el  escrito  que  va 
por  cabeza  de  este  sumario,  dijo:  que  habiendo  ido  en  com- 
pañía del  doctor  don el  28  del  mes  pasado  a  ayu- 
darle a  pasar  sus  ganados  del  río  Prado,  para  contarlos, 
estaban  en  ese  ejercicio  cuando  llevaron  noticia  a  dicho  don 
....  de  que  la  negra  Felipa  había  dado  de  puñaladas  a  la 
negrita  Catalina  y  al  negro  Víctor,  de  cinco  y  diez  y  seis 
años  de  edad,  respectivamente;  que  a  aquél  lo  había  casi 
degollado,  y  que  ella  misma  se  había  dado  una  puñalada, 
con  cuya  noticia  se  vino  el  declarante  a  fuerza  de  carrera 


LA    ESCLAVITUD    KN   COLOMBIA  97 

al  río  de  Prado,  en  donde  encontró  a  la  negra  Felipa  con 
una  herida  en  el  estómago,  echando  por  ella  mucha  sangre, 
y  a  la  negrita  Catalina,  con  dos  heridas  en  el  estómago,  y  al 
negro  Víctor,  con  una  cruel  herida  en  la  garganta,  y  que 
preguntándole  el  setior  don  Pedro  (el  amo)  a  dicha  Felipa 
quién  les  había  dado  aquellas  heridas,  respondió  que  ella  se 
las  había  dado  a  sus  dos  hijos  y  a  ella  misma,  porque  le  ha- 
bía quitado  su  amo  su  hija,  la  que  más  quería,  y  que  lo  que 
sentía  era  que  no  hubieran  muerto  todos  juntos;  y  que  le 
consta  al  que  declara  que  Cil  día  siguiente  murió  la  negrita 
Catalina.» 

Está  causa  terminó  con  el  fallecimiento  de  la  esclava» 
según  consta  de  la  siguiente  nota: 

«En  la  ciudad  de  Santafé,  a  17  de  agosto  de  1768,  yo  el 
Receptor  pasé  de  orden  de  los  señores  de  esta  Real  Audien- 
cia a  la  casa  de  niños  expósitos,  donde  se  hallaba  presa  una 
negra  que  dijeron  llamarse  Felipa,  por  el  delito  de  homici- 
dio, y  preguntando  al  Mayordomo  por  la  dicha  negra,  res- 
pondió había  fallecido  en  el  día  de  hoy,  en  cuya  virtud  me 
condujo  a  una  pieza,  donde  se  halla  un  cuerpo  difunto,  con 
una  frazada  encima  y  dos  velas  a  los  lados,  diciéndome  ser 
la  referida  negra,  por  lo  que  me  llegué  y  la  llamé  por  su 
nombre,  diciendo:  "Felipa,  Felipa,  Felipa,"  y  no  me  respon- 
dió, por  estar  al  parecer  difunta,  y  por  que  conste  pongo  la 
presente  en  dicho  día,  mes  y  año.> 

«En  el  sitio  de  Santa  Rosa  de  Osos,  jurisdicción   de  la 
ciudad  de  Antioquia,  a  22  de  mayo  de   1804,   el  señor   don 
•  Mateo  Zapata,  Teniente  de  Gobernador,  dijo  que  por  cuan- 
to el  día  de  ayer,  como  a  las  ocho  de  la  noche,  encontró  José 
Torcuato  Pino  colgado  en  un  árbol,  ahorcándose  con  una 

cabuya,  a  Julián,  esclavo  de  don     a  quien 

soltó  y  condujo  a  casa  de  mí  el  Escribano,  en  donde  estaba 
de  orden  del  Juzgado  hasta  que  pareciese  su  amo  y  se  de- 
terminase la  demanda  pidiendo  se  le  obligase  a  venderlo, 
porque  no  le  daba  de  vestir,  e  informado  de  la  situación  en 
que  se  había  encontrado  por  el  expresado  Torcuato,  mandó 
lo  llevase  y  pusiese  preso  en  el  cepo  con  un  par  de  grillos, 
en  la  pieza  que  sirve  de  cárcel,  j  que  en  averiguación  del 
delito  se  ponga  este  auto  de  oficio,  cabeza  de  proceso,  etc.> 

El  esclavo  fue  sentenciado  el  23  de  agosto  de  1805  por 
esa  tentativa  de  suicidio  a  que  sirviese  en  la  fábrica  de  la 
iglesia  parroquial  de  Medellín  durante  dos  años.  El  Protec- 
tor de  EJSclavos,  don  Tomás  Tenorio  Carvajal,  con  fecháis 
de  diciembre  de  1805,  expuso;  «Que  la  crueldad  comproba- 
da de  los  amos  del  Julián  lo  arrastró  al  despecho,   del  cual 


98  BOLETÍN  DE   HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


fue  consecuencia  el  intento  de  matarse,  y  sin  duda  alguna  a 
ese  tiempo  estaba  también  demente. >  Terminó  pidiendo  se 
diese  providencia  en  orden  a  la  tiránica  conducta  que  .  . . 
....  y  su  consorte  doña acostumbraban  con  sus  es- 
clavos, y  que  también  se  tuviese  en  cuenta  no  haber  sido 
apelada  la  sentencia  por  parte  del  defensor  precedente  ni 
del  acusador. 

La  crueldad  de  los  amos  a  que  el  Protector  se  refiere 
está  comprobada  especialmente  en  la  respuesta  séptima  por 
considerable  número  de  testigfos.  En  cuanto  a  la  demencia 
del  esclavo,  se  deduce  de  la  misma  incoherencia  de  sus  pa- 
labras, en  las  cuales  mezcla  lo  material  con  lo  ultraterreno, 
y  así  dice  unas  veces  que  sus  amos  no  lo  vestían,  otras,  que 
no  le  quisieron  dar  un  rosario,  y  por  eso  los  malos  espíritus 
se  apoderaron  de  él,  empujándolo  a  la  tentación  de  matar- 
se. La  lectura  de  este  proceso  deja  en  el  alma  una  impre- 
sión dolorosa,  y  se  presiente  que  en  la  mente  de  aquel  infe- 
liz las  negras  alas  de  la  locura,  estremecidas  por  el  dolor, 
se  agitaban  lúgubremente  como  las  alas  de  un  ave  negra 
en  el  momento  de  la  agonía. 

Otra  de  las  dolorosas  escenas  de  la  esclavitud  era  la  se- 
paración: los  amos  podían  separar  a  los  hijos  de  las  madres, 
a  las  mujeres  de  sus  esposos.  Las  esclavas  no  debían  tener 
sentimientos  maternales,  eso  era  lujo  de  la  nobleza,  privile- 
gio de  la  aristocracia;  por  eso  quitaban  los  hijos  a  aquellas 
madres  como  se  quitan  a  los  animales  para  regalarlos,  ven- 
derlos o  enajenarlos  en  cualquier  forma,  y  así  se  despedían 
unos  de  otros,  muchas  veces  para  no  volverse  a  ver  jamás 
en  este  mundo.  En  los  documentos  anteriores  hemos  visto 
ya  el  caso,  y  todavía  lo  veremos  en  el  siguiente: 

«Juana  Jacinta,   morena,  digo  que  estando  como  estoy, 

casada  con  Francisco  Biatara,  esclavo  de   . .  . . , 

y  siendo  yo  de ,  y  estando  ambos  en 

esta  ciudad  (Santafé),  el  dicho  mi  amo  me  vendió  a   

,  vecino  de  Muzo,  el  cual  me  llevó  a  la 

dicha  ciudad  apartándome  del  dicho  mi   marido,  y  estuve 

en  la  dicha  ciudad  cinco  años  sirviendo  al  dicho 

. .  y  su  mujer,  donde  padecí  muchos  trabajos  y  maltrata- 
mientos, así  de  hambres  y  desnudez  como  de  azotes  y  otros 
maltratos,  sin  causa  ni  razón  alguna  que  para  ello  hubiere, 
en  tal  manera  que  teniendo  yo  una  negrita  hija  mía  y  del 
dicho  mi  marido,  de  edad  de  cinco  años  poco  más  o  menos, 
sin  causa  que  para  ello  hubiere,  pues  no  la  podía  dar  una 

muchachita  tan  pequeña,  la  mujer  del  dicho 

la  trató  un  día  con  tanta  crueldad,  que  después  de  haberla 
azotado  un  día  excesivamente,  le  dio  un  golpe  con  un  pie, 
tan  grande,  que  vino  a  morir  la  dicha  muchachita  dentro 


LA    KSCLAVITUD   EN   COLOMBIA  99 


de  muy  breve  tiempo,  sin  que  desde  que  recibió  el  dicho 
golpe  y  azotes  pudiese  comer  cosa  alguna,  ni  aun  pasar 
agua,  y  viendo  tanto  rigor  y  tan  grandes  malos  tratos,  y 
que  estaba  descasada  del  dicho  mi  marido,  me  vine  a  esta 
ciudad  por  que  no  me  matasen  a  mí  como  a  la  dicha  mi  hija, 
y  habiéndosele  mandado  por  la  justicia  eclesiástica  me  ven- 
diese en  esta  ciudad  parí  que  hiciese  vida  con  dicho  mi 

marido,  vino  aquí  el  dicho y  alegó  contrato 

en  que  el  dicho dice  que  le  vende  al  dicho  mi 

marido,  para  con  este  fingimiento  sacarme  de  esta  ciudad  y 
llevarme  a  la  de  Muzo  a  matarme  con  malos  tratamientos, 
etc.  Agosto  25  de  1638. > 

El  amo    ...    negó  los  cargos  y  manifestó 

que  estaba  dispuesto  a  venderla  junto  con  su  marido. 

La  violenta  situación  de  esos  infelices  solía  dar  lugar 
también  a  escenas  de  desesperación  que  lanzaban  a  veces  al 
esclavo  a  matar  al  amo.  Otros,  por  su  carácter  tímido,  por 
su  pobreza  de  espíritu,  porque  creían  que  ese  era  su  desti- 
no y  que  por  tanto  no  debían, aspirar  a  más,  no  protestaban, 
nada  decían,  pero  odiaban  de  muerte  a  sus  verdugos.  Los 
tiranos  podrán  ser  adulados  y  temidos,  pero  jamás  podrán 
ser  amados.  De  la  esclavitud,  de  la  servidumbre,  no  brotan 
nunca  benévolos  sentimientos;  el  sufrimiento  engendra  un 
rencor  que  se  lleva  en  el  corazón  y  que  algún  día  puede  es- 
tallar, como  lleva  el  volcán  en  sus  entrañas  algún  rescoldo 
que  de  un  momento  a  otro  puede  inflamarse.  El  exceso  de 
electricidad  en  las  nubes  forma  el  rayo;  los  roces  fuertes 
provocan  explosiones;  y  la  presión   engendra  el   estallido. 

Las  generaciones  del  pasado  jamás  quisieron  conven- 
cerse de  que  más  moscas  atrae  una  gota  de  miel  que  un  ba- 
rril de  vinagre,  y  cifraron  toda  su  gloria  en  hacerse  odiar 
y  hacerse  temer,  pero  jamás  en  hacerse  amar.  Los  matones 
fueron  los  amos  del  mundo  en  aquellos  tiempos;  hoy,  cuando 
más,  clientela  de  presidio. 

Veamos  la  verdad  de  las  anteriores  palabras  en  los 
siguientes  documentos: 

«En  el  sitio  o  Bodega  de  Bebará,  en  10  de  julio  de  1788» 
yo  don  Melchor  de  Betancourt,  Fiscal  en  la  Real  Audiencia 
Pretorial  de  este  Reino,  Gobernador  y  Visitador  General  de 
estas  Provincias,  dije:  que  en  virtud  de  habérseme  pre- 
sentado un  negro  nombrado  Joaquín,  esclavo  de 

,  en  esta  fecha,  como  a  las  dos  de  la  tarde,  con  una 

herida  en  el  brazo,  acompañado  de  don  Luis  Díaz,  don  Ja- 
vier de  Potes  y  don  José  Antonio  Polo,  y  sin  haber  parte 
que  pida,  se  denunció  el  dicho  negro,  expresando  que  en 
este  mismo  día  había  muerto  a  palos  con  un  cabo  de  hacha 
a  su  señora,  por  decir  el  dicho  que  lo  hostilizaba  y  maltra- 


100  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 

taba  con  castigo  en  el  trabajo,  significando  haberse  arreba- 
tado de  impaciencia  para  ejecutar  este  delito,  y  en  atención 
a  haberse  él  mismo  delatado,  le  hice  poner  en  captura,  bien 
asegurado,  etc.» 

El  defensor  Juan  Gómez,  con  fecha  30  de  agosto  de 
1V88,  presentó  un  interrogatorio,  del  cual  tomamos  las  si- 
guientes preguntas: 

«A  la  primera,  digan  si  les  consta  que  la 

....  trataba  a  los  esclavos  con  mucho  rigor.  Segunda,  digan 
de  qué  le  resultó  la  muerte  al  mulato  Pablo,  si  fue  del  ba- 
rretazo  que  le  tiró  desde  el  borde  de  un  hoyo,  y  lo  resistió 
en  el  pecho,  y  en  el  mismo  instante  comenzó  a  vomitar  san- 
gre, y  en  pocos  días  murió.  Tercera,  si  les  consta  lo  que  su- 
cedió con  la  mujer  de  Joaquín  de  Rivera,  que  después  de 
un  riguroso  castigo  de  azotes  pasó  a  la  inhumanidad  de 
pringarla  con  ají  y  fuego,  de  que  se  le  originó  la  muerte. 
Cuarta,  si  estando  tan  enfermo  de  una  pierna  y  cargado  de 
males  el  expresado  Rivera,  la  cargaba  en  una  silla,  y  para 
si  tenía  algún  deslizo  resbalaba,  le  daba  con  un  tolete  de 
palo  en  la  boca  o  en  la  cabeza,  que  para  el  efecto  llevaba,  y 
no  obstante,  le  hacía  trabajar  para  sostener  la  casa  y  tres 
nietas,  queriendo  que  el  trabajo  de  uno  fuere  como  el  de 
muchos.» 

Los  testigos  Enrique  Piedrahita,  Joaquín  Rizo  y  Ma- 
nuel José  de  la  Romana  dijeron  constarles  algunas  de  las 
anteriores  preguntas,  de  vista;  otras,  de  oírlas  públicamehte, 
y  otras,  dicen,  no  les  constan. 

A  pesar  de  ello  no  se  consideraron  como  atenuantes,  y 
el  esclavo  Rivera  fue  condenado  a  la  última  pena,  según 
consta  de  los  siguientes  documentos: 

«En  el  pueblo  de  San  Francisco  de  Qüibdó,  capital  de 
la  Provincia  del  Citará,  en  26  de  octubre  de  1789,  para  dar 
cumplimiento  a  lo  mandado  por  la  sentencia  que  antecede, 
fue  sacado  de  la  Real  Cárcel  de  este  pueblo  el  reo  Joaquín 
de  Rivera,  con  asistencia  de  mí,  el  Escribano,  la  de  don 
José  de  Ramos  y  Várela,  Corregidor  del  pueblo  de  Lloró, 
etc.,  con  el  pregonero  que  iba  publicando  "en  alta  voz  el 
pregón.  Fue  conducido  (arrastrando  desde  la  cárcel  hasta 
horca)  por  las  calles  públicas  y  acostumbradas  de  este  pue- 
blo, hasta   que  habiendo 'llegado  al  sitio,  siendo   como  las 

once,  fue  colgado  en  ella  del  pescuezo  por  el  mulato 

,  quien  tiraba  de  los  pies  del  reo,  y  por  su  poca  ha- 
bilidad, se  mandó  a  cuatro  milicianos  por  el  Teniente 

le  tirasen  al  pecho,  lo  que  ejecutaron  hasta 

que  al  parecer  murió,  etc. 

«Inmediatamente,  siendo  como  las  tres  de  la  tarde,  en 


LA    ESCLAVITUD   EN   COLOLOMBIA  101 


cumplimiento  de  lo  mandado,  el  mulato  Nicolás  lo  bajó  de 
la  horca  y  cortó  la  mano  derecha,  y  se  la  llevó  para  freiría, 
y  siguió  con  un  cabo  y  dos  milicianos  al  sitio  de  Belén  para 
fijar  dicha  mano  en  una  escarpia.» 

Viene  una  nota  que  dice  haberse  ejecutado  la  sentencia 
fijándose  la  mano  en  el  sitio  de  Bebará. 

Como  se  ve,  la  justicia  no  era  igual  para  los  amos  que 
para  los  esclavos;  los  delitos  cometidos  por  éstos  se  casti- 
gaban con  el  ultimo  suplicio;  en  los  cometidos  por  los  amos 
respecto  de  sus  esclavos,  como  también  lo  hemos  visto  ya 
comprobado  con  documentos,  mucho  era  si  se  les  hacía  pa- 
gar veinte  pesos  como  costas  del  proceso.  También  hemos 
visto  que  a  veces  las  autoridades  obligaban  a  los  amos  crue- 
les a  que  vendieran  sus  esclavos  a  otros  que  les  dieran  mejor 
vida,  pero  solía  suceder  que  el  nuevo  amo  resultara  peor. 
Esto  trae  a  la  memoria  el  caso  aquel  de  un  individuo  que 
diz  que  se  había  casado  muchas  veces;  preguntado  porqué 
hacía  eso,  dijo  que  buscaba  la  mujer  ideal;  cada  vez  que  se 
casaba  creía  haberla  encontrado,  pero  pasado  algún  tiempo 
se  llamaba  a  engaño.  Tal  sucedía  también  a  los  esclavos: 
buscaban  el  amo  ideal,  y  como  en  el  juego  de  pelota,  pasa- 
ban de  mano  en  mano  sin  encontrarlo  nunca. 

Los  esclavos  podían  rescatarse  comprando  su  libertad 
al  amo,  si  éste  convenía,  pero  también  en  los  más  de  los  ca- 
sos era  un  miraje  muy  ilusorio.  La  primera  dificultad  era 
la  consecución  del  dinero;  ya  hemos  visto  que  no  podían 
hacer  negocios;los  amos  no  les  pagaban  su  trabajo,  y  mucho 
era  si  les  permitían  trabajar  los  días  de  fiesta  para  su  propio 
beneficio,  y  emplear  esas  pobres  economías  en  ropa,  porque 
tampoco  se  las  daban;  por  consiguiente,  la  consecución  de 
cien,  doscientos  o  cuatrocientos  pesos  que  la  libertad  les 
costara,  era  un  problema  que  sólo  se  resolvía  en  muchos 
años  de  economías  del  triste  producto  del  trabajo  de  los 
días  festivos,  completado  con  limosnas  que  personas  compa- 
sivas les  proporcionaban.  Completa  la  suma  a  fuerza  de  tan 
dolorosas  economías,  entregaban  el  dinero  al  amo,  pero  un 
nuevo  y  terrible  desengaño  les  esperaba:  el  amo  recibía  el 
dinero  y  retenía  la  libertad;  el  esclavo  solía  quejarse  a  la 
justicia,  pero  aquél,  entonces,  negaba  haber  recibido  el  di- 
nero, o  lo  confesaba,  alegando  que  el  esclavo  se  lo  había 
robado,  como  se  verá  en  los  siguientes  documentos: 

«Señor  Gobernador  y  Capitán  General: 

«Paulina,  de  color  pardo,  esclava  de  las  minas  que  dejó 
Juan  Jacinto  Palomino  en  el  río  de  San  Agustín,  para  obra 
pía  en  beneficio  de   las  benditas  ánimas  del  Purgatorio, 

cuyo  patrono   y  administrador  es   el  doctor  don 

vecino  y  Alférez  Real  de  Cali,  ante  vuestra  merced 


102  BOLETÍN    DE   HISTORIA    Y    ANTIGÜEDADES 


parezco  y  digo:  que  el  año  de  733,  con  mi  industria  y  a  costa 
de  unos  pesos  que  tenía  adquiridos  con  mi  trabajo  los  días 
festivos,  como  es  costumbre  en  las  cuadrillas  de  labor  de 
minas,  hice  un  roza  de  maíz  en  dicho  río  San  Agustín,  a 
vista,  ciencia  y  paciencia  de  Nicolás  de  la  Serna,  minero,  y 
estando  ya  dicha  roza  en  positura  (posibilidad)  de  poderse 
coger,  pretendió  comprarme  el  maíz  que  produjera  el  Ca- 
pitán Gregorio  de  Zúñiga.  cogiéndola  con  sus  esclavos  y  pa- 
gándome el  colado  de  maíz  a  dos  pesos  y  medio  de  oro  por 
la  necesidad  que  había  en  la  ocasión,  como  consta  de  la 
carta  que  escribió  a  Nicolás  Serna,  que  es  la  que  presento 
original,  y  porque  la  hacienda  de  mi  amo  se  hallaba  con  al- 
guna falta  de  bastimento,  no  quiso  dicho  minero  que  co- 
rriese el  trato,  pasando  a  coger  en  dicha  roza  con  los  escla- 
vos déla  cuadrilla  ciento  sesenta  y  seis  colados,  entrando  en 
la  hacienda  los  ciento  sesenta,  que  dichos  colados  al  dicho 
precio  hacen  cuatrocientos  pesos  oro,  de  los  cuales  me  es 
deudora  la  hacienda,  y  aunque  he  pretendido  se  me  dé  li- 
bertad por  la  cantidad  que  fuere  justo,  y  se  me  pague  la  de- 
masía, no  lo  he  podido  c(Jnseguir,  etc.  Por  lo  cual  suplico  a 
vuestra  merced  sea  amparada  en  la  libertad  que  debo  go- 
zar por  el  precio  justo.»     Enero  24  de  1738. 

La  declaración  de  Serna  y  la  carta  a  que  la  esclava  hace 
referencia  están  de  acuerdo  con  el  contenido  de  su  petición. 
El  Gobernador  del  Chocó,  don  Antonio  Cavero,  dictó  auto 
ordenando  se  otorgase  a  Paulina  la  carta  de  libertad  dentro 
del  término  de  sesenta  días,  por  el  justo  precio  de  su  avalúo, 
devolviéndole  el  sobrante  de  la  suma  que  demandaba.  Fue 
avaluada  por  cuatrocientos  pesos.  Notificada  la  sentencia  a 

don amo  de   Paulina,  alegó  contra  ésta, 

presentó  información  para  desvanecer  los  cargos  y  pruebas, 
y  apeló  a  la  Real  Audiencia,  ante  la  cual  presentó  un  memo- 
ria! de  que  tomamos  la  siguiente  parte: 

«Don ,  en  nombre  de  don  .... 

,  en  la  causa  de  Paulina  Montano,  sobre  la  liber- 
tad que  pretende,  digo  que  habiendo  suplicado  del  auto 
proveído  en  dicha  causa  en  lo  que  le  es  gravoso  a  mi  parte, 
se  virvió  Vuestra  Alteza  admitirme  la  súplica,  en  cuya  con- 
secuencia se  ha  de  servir  Vuestra  Alteza  como  lo  suplico,  re- 
vocar dicho  auto  en  cuanto  a  que  sea  libre  la  dicha  Pauli- 
na, pues  que  esta  libertad  la  pretendió  por  decir  que  una 
roza  de  maíz  que  se  hizo  en  la  hacienda  habrá  cuatro  años, 
fue  costeada  con  unos  pesos  de  oro  que  había  adquirido  con 
su  trabajo  los  días  festivos,  con  que  cuanto  fuere  como  ella 
digo,  lo  que  únicamente  hizo  fue  pagar  los  indios  que  roza- 
ran el  monte,  etc.» 


LA     ESCLAVITUD  EN  COLOMBIA  10^ 


Más  adelante  dice  que  sólo  tenía  derecho  a  que  se  le  pa- 
gasen los  costos  suplidos,  que  sólo  serían  treinta  pesos,  lo 
cual  no  equivalía  al  valor  de  la  libertad;  que  no  había  pro- 
bado tener  permiso  para  trabajar  los  días  festivos,  ni  haber 
trabajado,  y  que  tampoco  por  ser  una  constumbre,  podía' 
presumirse  que  el  oro  que  tenía  fuere  de  su  trabajo,  por- 
que lo  mismo  podía  presumirse  que  fuere  hurtado  de  la  mi- 
na mientras  no  se  probase  lo  contrario.  Y  así  en  pesadísimo 
estilo,  sigfue  haciendo  objeciones  tinterillescas  y  sofísticas 
para  probar  que  los  esclavos  no  podían  hacer  rozas  ni  tener 
oro  aun  cuando  lo  sacasen  con  licencia  en  los  días  festivos, 
todo  esto  para  estorbar  la  libertad  de  aquella  infeliz.  No  sa- 
bemos qué  resolviera  en  definitiva  la  Audiencia,  porque  el 
expediente  no  da  más  luz  en  el  asunto. 


«Francisco  Bernáldez,  en  nombre  de  Isabel,  color  negra, 
que  está  presa  en  la  Cárcel  Real  de  esta  Corte,  por  el  poder 
que  de   ella  tengo,  de  que  hago  presentación,  digo  que  es 

así  que  trayendo  . . .  .* ya  difunto,  vecino 

que  fue  de  la  ciudad   de   Mariquita,  a   la  dicha  mi  parte  a 

esta  ciudad,   como  heredero  de ,  difunto, 

cuya  esclava  era  la  dicha  mi  parte,  y  estando  con  el  dicho 

en  esta  ciudad,  trató  de  venderla  y  la  vendió  a 

residente  en  esta  Corte,  y  al  tiempo 

que  se  trató  la  dicha  venta,  se  hizo  y  fue  con  pacto  y  condi- 
ción que  el  dicho sacó  al  dicho , 

y  él  la  aceptó,  que  dándole  la  dicha  mi  parte  doscientos  pesos 
de  buen  oro  por  su  libertad,  él  aceptase  y  fuese  obligado  a  ello, 
para  en  cuenta  y  parte  del  pago,  de  lo  cual,  el  dicho  ....  reci- 
bió de  la  dicha  negra  cierta  cantidad  de  pesos  oro  que  ella  no 
sabe  declarar  cuántos,  que  le  habían  dado  en  limosna  para 
ayuda  a  la  dicha  su  libertad,  y  debajo  de   esto  y  con  este 

gravamen  se  celebró  la  dicha  venta,  y  el  dicho , 

movido  de  piedad,  viendo  que  la  dicha  negra  está  muy  vieja, 
enferma  y  tullida,  y  en  alguna  remuneración,  y  haber  cria- 
do como  dicen  que  crió  a  la  mujer  de  dicho  ....  enEspana, 
no  sólo  condescendió  con  el  dicho  pacto,  pero  desde  luego 

que  la  hubo  del  dicho ,  le  dijo  que 

no  tuviere  pena,  porque  él  cumpliría  con  ella  lo  dicho,  y  que 
para  que  más  presto  sucediere  adquirir  los  dineros  que  le 
había  de  dar  por  la  libertad,  le  dio  expresa  licencia  y  facul- 
tad, pues  no  podía  prestar  otro  servicio,  por  su  vejez,  para 
que  amasase  pan  de  por  sí,  para  vender  como  lo  hacía,  e 
hizo  en  su  presencia  y  sabiduría,  teniendo  casa  de  por  sí, 
usando  de  este  trato,  vendiendo  y  contratando  como  mujer 
libre,  y  el   dicho  ...     confesó  muchas  veces  ante  muchas 


104         .     BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


personas  que  la  dicha  Isabel  era  libre,  y  no  estando  oblig^ada 
a  cautiverio  sino  a  pagar  los  doscientos  pesos,  descontándose 

lo  recibido,  ahora  poco  acá  el  dicho sin  causa  legítima, 

la  ha  vendido  a  ,  y  la  puso  en  la  Cárcel 

diz  que  para  entregársela,  etc.»— Septiembre  16  de  1567. 

La  Real  Audiencia  ordenó  que  no  pudiese  entregarla 
hasta  que  no  se  determinase  el  asunto. 

El presentó  memorial  en  el  cual  dice  lo 

siguiente: 

« ,   teniendo  una  esclava    mía.   negra' 

llamada  Isabel,  la  concerté  en  venta  con  el  Capitán. 

,  y  es  así  que  muchos  esclavos  que  en  esta  ciudad 

se  venden,  favoreciéndose  de  otros  esclavos  de  ella,  se  han 
huido  y  los  han  ocultado,  y  así  han  venido  los  dueños  a  per- 
der sus  esclavos.  Atento  a  lo  cual,  para  redimir  semejante 
daño  y  por  me  constar  tener  necesidad  de  remediarlo,  tomé 
la  dicha  mi  esclava  y  la  metí  en  la  Cárcel  Real  de  esta  Corte 

hasta  tanto  que  el  dicho la  llevase  como 

esclava  suya;  después  de  lo  cual  Francisco  Bernáldez.  Pro- 
curador de  esta  Real  Audiencia,  a  fiíi  de  me  defraudar  mu- 
cho número  de  pesos  de  oro  y  hacienda  que  la  dicha  Isabel 
me  ha  robado  de  mi  casa,  y  con  su  industria  y  mi  hacienda 
ha  granjeado,  y  son  míos  y  me  pertenecen  por  ser  bienes  y 
hacienda  mía  y  adquirida  por  la  dicha  esclava  mía,  cautiva, 
ha  pedido  en  esta  Real  Audiencia  con  siniestra  relación,  que 
la  dicha  mi  esclava  ha  de  ser  por  Vuestra  Alte^^a  dada  por 
libre,  etc.» 

Sigue  alegando  contra  el  Procurodor  en  pesadísimo 
lenguaje  sofístico  y  rabulesco,  todo  para  estorbar  la  liber- 
tad de  aquella  infeliz. 

En  este  proceso  se  dictó  la  siguiente  sentencia: 

«En  la  ciudad  de  Santafé,  a  3  días  del  mes  de  octubre 
de  1567  años,  los  señores  Presidente  y  Oidores  de  la  Audien- 
cia de  Su  Majestad,  habiendo  visto  los  autos  e  pedimientos 
entre  Isabel,  esclava,  y su  amo,  dije- 
ron que  mandaban,  y  mandaron,  que  la  dicha  Isabel  sirva  al 
dicho  su  amo  y  para  ello  sea  suelta  de  la  prisión  en  qué  está, 
al  cual  mandaron  que  no  la  maltrate  ni  la  transporte  hasta 
tanto  que  por  esta  Real  Audiencia  otra  cosa  se  provea,  y  a 
ella  se  le  da  licencia  para  que  siga  su  justicia  en  la  dicha 
Audiencia  sobre  su  libertad.» 

En  conclusión,  la  esclavitud  puede  resumirse  en  los  si- 
guientes términos:  primero:  los  esclavos  tenían  un  Protec- 
tor más  de  fórmula  que  real  no  porque  éste  no  trabajase 
concienzudamente  por  sus  defendidos,  sino  porque  la  justi- 


LA   ESCLAVITUD   EN  COLOMBIA  105 


cia  estaba  siempre  más  de  parte  de  los  amos  que  de  los  es- 
clavos. Los  que  aquel  cargo  desempeñaban,  justo  es  decirlo, 
hacían  cuanto  estaba  a  su  alcance,  probaban  hasta  la  sacie- 
dad la  tiranía  de  los  amos,  para  lo  cual  tampoco  necesita- 
ban de  ir  tan  lejos;  allí  no  más,  en  el  cuerpo  de  los  esclavos. 
•  en  los  verdugones,  en  las  llagas,  en  los  rastros  dolorosos  5" 
sangrientos,  en  las  marcas  y  contramarcas  infamantes;  allí. 
estaba  el  proceso  dolorosamente  elocuente,  desgraciada- 
mente cierto,  para  demostrar  hasta  la  saciedad  qué  tanto 
eacruol,  qué  tanto  es  egoísta,  qué  tanto  es  duro  el  corazón 
humano.  Segundo:  todos  los  recursos  de  los  esclavos  para 
conseguir  la  libertad  eran  nulos,  salvo  la  fuga  y  la  muerte; 
la  fuga,  siempre  que  huyeran  a  veinte  o  treinta  leguas  de 
distancia  para  no  ser  conocidos  por  los  sellos  y  contrasellos, 
y  devueltos  a  sus  amos;  y  la  muerte,  porque  j^a  sabemos  que 
es  la  gran  libertadora  contra  la  cual  nada  pueden  los  tira- 
nos de  este  mundo. 

¡Largas generaciones  de  infelices!  Menos  cruel  la  muer- 
te que  sus  dueños,  los  libró  para  siempre  del  dolor,  y  más 
compasiva  la  madre  tierra,  no  les  rechazó  por  negros  ni  por 
feos,  recibiólos  amorosa  en  sus  entrañas,  y  formó  de  su  feah 
dad  y  su  negrura  flores  en  cuyos  cálices  vertieron  las  go- 
tas de  su  llanto  las  auroras  y  el  tibior  de  sus  ósculos  el  sol. 

A  más  de  las  causas  que  hemos  señalado,  otro  elemen- 
to propicio  para  el  fomento  de  la  esclavitud  fue  la  ignoran- 
cia en  que  sistemáticamente  los  tuvieron.  Los  déspotas  de 
todos  los  tiempos  han  comprendido  siempre  que  el  látigo 
de  la  tiranía  no  puede  esgrimirse  entre  individuos  a  quie- 
nes la  ciencia  ha  enseñado  a  conocer  sus  deberes  pero  tam- 
bién sus  derechos. 

Si  os  quisiese  referir  una  por  una  todas  las  tragedias  de 
la  esclavitud  entre  nosotros,  y  si  ciertos  límites  pudiesen 
traspasarse  sin  violar  el  santuario  de  ciertos  sentimientos, 
os  causaría  espasmos  de  horrores  infinitos;  mas  puntos  haj' 
de  tan  encendidos  colores,  que  la  pluma  se  detiene  vacilan- 
te, y  el  dedo  del  silencio  se  impone  sobre  los  labios  como  el 
sello  del  recato  y  del  pudor. 

Si  me  propusiese  historiar  una  por  una  los  páginas  de 
aquella  inmensidad  de  protocolos  donde  yacen  consignadas 
en  polvorientos  y  borrosos  caracteres  las  dolorosas  y  trági- 
cas memorias  de  la  esclavitud,  acaso  consiguiera  proyectar 
en  vuestras  conciencias  un  bosquejo  aunque  pálido  de  aque- 
llas luchas  silenciosas  pero  caldeadas  al  rojo  blanco  de  la 
tragedia,  de  la  amargura  de  aquellas  generaciones  que  du- 
rante centurias  llevaron  a  la  boca  un  pan  humedecido  con  las 
lágrimas  de  la  servidumbre,  como  el  Nazareno  a  sus  labios 
moribundos  una  esponja  empapada  en  el  vinagre  y  la  hiél 
de  la  pasión.  Pero  nó;  ni  el  placer  ni  el  dolor  deben  ser  apu- 


lOG  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


rados  hasta  las  heces,  porque  el  exceso  de  aquél  rekja  los 
sentimientos,  y  el  de  este  otro  vuelve  jirones  el  corazón 
donde  forma  el  nido.  Y  sería  repetirme  indefinidamente 
para  demostrar  lo  que  por  sí  no  necesita  de  tantas  demos- 
traciones; tal  es  esa  tendencia  dominadora,  brutal,  egoís- 
ta y  pretensiosa  de  media  humanidad  sobre  la  otra^  media,^ 
tanto  más  destructora  entonces,  cuanto  era  ley,  verdadera 
ley  del  embudo,  en  cuya  parte  ang-ost^  sucumbieron  tantos 
infelices  bajo  el  férreo  tacón  de  aquellos  nobles,  verdaderos 
señores  de  horca  y  cuchillo,  si  es  que  señorío  puede  caber 
entre  individuos  de  los  cuales  el  menos  malo  en  la  actua- 
lidad merecería  una  celda  en  los  presidios  de  Ceuta.  Pero, 
en  fin,  se  ha  abusado  tanto  de  las  palabras:  Nerón  se  apelli- 
do divino,  se  llamó  dios,  se  le  erigieron  estatuas,  y  cuantos 
a  quienes  el  mundo  ha  proclamado  grandes,  y  cuya  memo- 
ria ha  querido  perpetuar  en  la  eternidad  del  bronce,  no 
pudieron  acaso  presentar  ante  el  Tribunal  de  Dios,  cOmo 
los  antiguos  amos,  sino  los  sangrientos  despojos  de  sus  víc- 
timas. 

Ilnfelices  víctimas!  ¡Largas  generaciones  de  mártiresl 
¡Y  la  tierra  prometida  estaba  tan  lejos!  Aquel  que  hubiera 
de  salvarlos  aún  estaba  en  los  limbos  de  la  mente  del  Señor, 
en  el  país  ignoto  de  las  almas,  de  donde  vienen  éstas  a  unir- 
se con  los  seres  que  el  amor  anima  y  un  soplo  divinal  des- 
pierta del  sueño  de  la  nada.  Aún  no  llegaba  el  mimado  del 
amor,  de  la  guerra  y  de  la  gloria.  Aún  no  llegaba  esa  águi- 
la esplendente  que  un  día  en  un  delirio  voló  sobre  el  Chim- 
borazo,  y  con  las  alas  extendidas  sobre  el  diamante  que  le 
sirvió  de  lecho,  contempló  sobre  el  cielo  de  cinco  naciones 
predilectas  extendido  como  enseña  triunfadora  el  iris  de 
la  libertad.  Ellos  no  oyeron  aquellas  sublimes  palabras  del 
Padre  de  la  Patria:  «Libres  serán  en  adelante  vuestros  pa- 
dres, libres  vuestros  hermanos,  libres  vuestros  esposos,  y  li- 
bres los  hijos  de  vuestro  amor.> 

No  obstante  la  presión  ejercida  sóbrelos  mártires  de 
la  servidumbre,  éstos  solían  levantarse  a  veces  contra  los 
amos  en  grandes  masas.  Tales  movimientos  no  eran  otra 
cosa  que  preludios  de  libertad,  amagamientos  de  indepen- 
dencia, la  lucha  del  instinto  contra  la  fuerza  bruta,  el  estre- 
mecimiento de  la  fiera  que  sacúdelos  barrotes  de  la  jaula 
que  la  aprisiona,  porque, 

Ser  libre  es  un.  instinto  y  un  derecho; 

la  libertad  es  hecho 

aun  cuando  en  contra  el  despotismo  vibre; 

es  flor  que  cuando  se  halla  comprimida 

batalla  por  la  vida 

hasta  que  se  abre  encantadora  y  libre. 


LA    ESCLAVITUD   EN   COLOMBIA  107 

Tal  fue  la  historia  de  la  esclavitud,,  pero  la  emancipa- 
ción de  las  colonias,  la  proclamación  de  la  República,  la 
abolición  de  las  monarquías  obsolutas,  debían  acabar  con 
ella,  y  acabaron.  Entre  nosotros  el  primer  golpe  de  muerte 
asestado  contra  ella  fueron  aquellas  palabras,  sublimes  pa- 
labras del  Padre  de  la  Patria,  al  Congreso  de   Venezuela: 

<Yo  abandono  a  vuestra  soberana  decisión  la  reforma 
o  revocación  de  todos  mis  estatutos  o  decretos;  pero  imploro 
la  confirmación  de  la  libertad  de  los  esclavos,  como  implo- 
raría mi  vida  y  la  vida  de  la  República. > 

No  obstante  aquella  petición,  la  libertad  no  se  decretó 
sino  basta  el  advenimiento  de  la  administración  López,  por- 
que la  humanidad  no  tan  fácilmente  renuncia  a  sus  odiosos 
privilegios;  porque  la  humanidad,  como  el  caos,  no  deja  pene- 
trar a  torrentes  la  luz  en  sus  entrañas  sino  lentamente,  por 
medio  de  las  grandes  revoluciones  de  la  naturaleza;  pero  al 
fin  penetra.  La  esclavitud  y  la  crueldad  dejaron  de  ser  ley. 
El  progreso,  el  avance  de  las  ideas,  el  empuje  incontenible 
de  la  civilización,  fueron  arrojando  a  la  vera  del  camino 
esas  malas  yerbas,  como  basura  vil,  como  rezago  infame, 
como  herencia  morbosa  de  tiempos  desgraciados  que,  a 
Dios  gracias,  no  volverán  3'a  nunca,  como  no  vuelven  atrás 
las  corrientes  que  se  alejan,  como  las  corrientes  de  la  vida, 
arrastrando  con  ellas  los  despojos  de  las  grandezas  y  peque- 
neces de  un  mundo  perverso  y  presumido,  que  ni  siquiera 
sabe  de  dónde  viene  ni  a  dónde  va. 

Las  fieras  humanas  tuvieron  que  replegarse  en  la  som- 
bra, donde  si  ejercen  dominio,  lo  ejercen  clandestinamente, 
al  amparo  de  la  impunidad  3'  al  auxilio  de  otros,  pero  no  ya 
al  amparo  de  la  ley,  sino  a  espaldas  de  ésta,  porque  hay 
leyes  para  investigar  los  delitos,  jueces  para  castigar  a  los 
verdugos  y  sanción  que  contra  todo  acto  inmoral  protesta 
y  contra  todo  brote  salvaje  se  levanta. 

La  eternidad  de  aquella  noche  tuvo  un  fin:  la  claridad 
del  día.  Y  bajo  el  cielo  de  un  continente  donde  durante 
largáis  centurias  sólo  se  oyeron  los  ayes  de  la  servidumbre, 
resonaron  por  fin  también  aquellas  palabras,  queridísimas 
palabras  del  himno  de  los  libres: 

Cesó  kt  horrible  noche, 
la  libertad  sublime 
derrama  las  auroras 
de  su  invencible  luz. 

Hemos  hallado  los  documentos  sobre  la  esclavitud,  cita- 
dos en  este  escrito,  en  los  siguientes  códices: 

,  Archivo  Nacional.  Salón  de  la  Colonia.  Miscelánea,  to- 
mo 87,  páginas  763  a  764-769  vuelta  a  770  vuelta  y  772 
vuelta.  Negros  y  esclavos  de  Boyacá,  tomo  2°,  páginas  54  a  61. 


108  boletín  de  historia  y  antigüedades 


De  Cundinamarca.  tomo  8.°,  página  496,  tomo  6.",  pág-inas 
256  a  259  vuelta.  De  Antioquia,  tomo  4.",  páginas  715  a  716. 
De  Cundinamarca,  tomo  89,  páginas  449  a  457.  Del  Magda- 
lena, tomo  4°,  páginas  55  a  58.  De  Bolívar,  tomo  4^.  página 
411,  tomo  5^,  páginas  239  a  244.  Del  Cauca,  tomo  1*^,  pági- 
nas 711  a  712  y  719.  Del  Magdalena,  tomo  1.°,  páginas  516, 
vuelta  a  517  y  550.  De  Bolívar,  tomo  1.",  páginas  13  a  22, 
218  231  y  232.  De  Santander,  tomo  4.°,  páginas  316  a  118, , 
vuelta  y  365  a  366.  Del  Tolima,  tomo  2°,  páginas  639  vuelta 
a  647  vuelta.  De  Bolívar,  tomo  12,  páginas  790,  834  a  845, 
853  y  857.  De  Boyacá,  tomo  2.",  páginas  549  y  551.  Del  Cau- 
ca, tomo  l.^  páginas  543.  570  a  571,  574,  435  a  440  y  538  a 
540.  De  Cundinamarca,  tomo  1^,  páginas  499,  501  y  517.  (1) 

Roberto  Rojas  Gómez 

flCflDEmifl  nflcionflb  de  biscoria 

Extracto  de  las  actas. 
1.°  DE  MAYO 

1.  Kl  Gobernador  de  Narino  manifiesta  su  agradeci- 
miento por  la  comunicación  sobre  el  concurso  de  Bombona. 

2.  El  señor  Lasprilla,  miembro  correspondiente,  comu- 
nica que  hasido  designado  Secretario  de  la  Oficina  de  In- 
formación en  Londres,  se  despide  de  la  Academia  y  ofrece 
sus  servicios  en  aquella  ciudad. 

3.  La  Biblioteca  de  Harvard  avisa  que  en  un  reciente 
incendio  fueron  destruidos  cuatro  volúmenes  del  Boletín 
DE  Historia,  y  solicita  se  le  envíen  nuevamente,  por  los 
cuales  pagará  el  valor  correspondiente. 

4.  La  Sociedad  de  Embellecimiento  transmite  una  reso- 
lución de  la  Municipalidad  de  Facatativá,  sobre  conserva- 
ción de  las   piedras  históricas   que  hay   en  aquella  ciudad. 

5.  El  señor  Quijano  Wallis  envía  desde  Roma  la  contes- 
tación qi^  da  al  informe  del  señor  Arboleda  sobre  sus  Me- 
morias. Fueron  leídas  sus  observaciones  y  se  pasaron  en 
comisión  al  señor  Monsalve. 

6.  El  señor  A.  M.  Moreno  solicita  que  se  active  la  re- 
dacción de  la  biografía  del  General  Moreno,  para  lo  cual 
había  enviado  algunos  documentos. 

7.  Fue  presentado  como  candidato  para  socio  corres- 
pondiente el  Mayor  Luis  Acebedo. 

8.  Se  resolvió  celebrar  una  sesión  solemne  el  día  25  de 
los  corrientes  como  homenaje  en  el  centenario  de  la  batalla 
de  Pichincha. 


(1)  Aunque  los  nombres  que  figuran  en  los  documentos  no  son  de 
personas  conocidas,  hemos  creído  conveniente  suprimirlos. 


ACADEMIA    NACIONAL   DE    HISTORIA  109 


9.  Fueron  nombrados  representantes  de  la  Academia 
en  la  exhumación  de  los  restos  del  procer  Carlos  Montúfar, 
que  tendrá  lugar  en  Buga,  el  doctor  Tulio  E.  Tascón  y  a 
los  socios  que  señale  el  Centro  de  Historia  de  Cali. 

10.  Fue  elegido  miembro  correspondiente  el  señor  Coll 
y  Tosté,  historiador  de  Puerto  Rico. 

11.  Se  informó,  por  la  Secretaría,  que  la  Corte  Supre- 
ma de  Justicia  había  enviado  un  exhorto  en  el  cual  se  pedía 
un  concepto  sobre  el  camino  por  donde  entraron  a  esta  ciu- 
dad el  ejército  patriota  en  1819,  y  el  del  General  Mosquera 
en  1860  para  un  pleito  relacionado  con  el  Ferrocarril  del 
Norte.  Pasó  en  comisión  a  los  señores  Trjana,  Guerra  y 
Gutiérrez. 

12.  El  señor  Marroquín  (presbítero)  leyó  una  inte- 
resante conferencia  sobre   el   primer  obispado   en    el  país. 

13.  El  señor  Zawadsky  (presbítero),  comunica  de  Cali 
que  el  Centro  Vallecaucano  de  Historia  celebró  el  7  de  abril 
sesión  solemne  para  conmemorar  el  centenario  de  la  bata- 
lla de  Bombona,  y  que  él  dio  un*  conferencia  sobre  el 
asunto. 

14.  El  señor  Otero  D'Acosta  manifiesta  que  tiene  lista 
su  obra  Cronicón  solariego „\í¡.  cual  publicará  en  Manizales.  y 
que  desea  saber  si  ella  podría  ser  un  volumen  de  la  Biblio- 
teca Nacional  de  Historia.  Esta  corporación  manifestó  su 
complacencia  por  esto,  y  señaló  los  requisitos  de  formato, 
paginación,  número  de  ejemplares,  etc.,  etc.,  necesarios 
para  esto. 

15.  El  señor  Posada  manifestó  que  había  recibido  un 
telegrama  de  Caracas,  en  el  cual  se  le  pedían  fotografías 
del  campo  de  Bombona  e  inmediaciones,  para  un  cuadro 
que  prepara  el  señor  Tito  Salas. 

16.  Fueron  designados  los  académicos  que  deben  hacer 
lecturas  históricas  en  las  diez  próximas  sesiones. 

17.  El  señor  Rivas  presentó  varios  documentos  de  im- 
portancia, enviados  por  el  señor  Restrepo  Tirado  y  copia- 
dos del  Archivo  de  Indias  en  Sevilla. 

18.  La  Biblioteca  Nacional  de  Francia  manifiesta  que 
posee  tan  sólo  la  Vida  de  Hetrán,  El  Tribuno  de  iSio  y  Re- 
laciones de  viando,  y  que  desea  completar  esta  colección, 
"que  hace  tanto  honor  a  la  ciencia  colombiana." 

19.  La  Biblioteca  Nacional  del  Salvador  solicita  igual- 
mente algunos  volúmenes  de  la  Biblioteca  de  Historia  Na- 
cional. 

20.  Se  informó  que  el  medallón  del  historiador  Restre- 
po, que  recordaba  la  casa  que  él  habitó,  había  desaparecido. 
Se  comisionó  al  señor  Rivas  para  procurar  su  reposición. 


1 10  BOLETÍN   DE  HISTORIA  Y   ANTIGÜEDADES 


21.  Fue  nombrado  el  señor  Monsalve  orador  para  la  se- 
sión solemne. 

15    DE   MAYO 

1.  El  señor  Medina  Chirinos,  de  Maracaibo,  envíala 
publicación  que  ha  hecho,  intitulada:  «La  batalla  de  Cara- 
bobo  no  selló  la  independecia  de  Venezuela;  fue  la  batalla 
naval  de  Maracaibo  la  que  selló  a  la  vez  la  independecia  de 
la  Gran  Colombia.» 

2.  Se  aprobó  una  proposición,  en  la  cual  se  solicita  del 
Gobierno  alguna  providencia  para  salvar  al  Museo  del  aban- 
dono en  que  se  halla,  a  ñn  de  que  pueda  volverse  a  abrir 
para  el  público. 

3.  Se  informó  que  los  restos  de  don  Pedro  Gual  exis- 
ten aún  en  la  ig-lesia  de  Facatativá,  y  se  proyecta  un  mau- 
soleo para  ellos  en  la  Catedral. 

4.  Se  hizo  el  programa  de  la  sesión  solemne  que  ten- 
drá lug-ar  con  motivo  del  centenario  de  la  batalla  de  Pi- 
chincha. 

5.  Se  nombró  la  coiflisión  encargada  de  los  festejos  del 
20  de  julio  y  7  de  agosto,  la  cual  quedó  compuesta  de  los  se- 
ñores Restrepo  Sáenz,  Gómez  Restrepo,  Robledo  y  Ramos. 

6.  El  señor  Enrique  Ortega  Ricaurte  presentó  la  conti- 
nuación de  la  lista  de  los  alcaldes  de  Bogotá,  en  tiempo 
de  la  colonia. 

7.  El  Comité  organizador  del  Congreso  de  Americanis- 
tas, que  se  reunirá  en  Río  de  Janeiro,  participa  que  las  se- 
siones tendrán  lugar  del  20  al  30  de  agosto  del  presente  año, 
envía  el  programa  de  ellas,  y  nombra  propagandista  de  él 
en  Colombia  al  señor  Posada. 

8.  El  señor  Rivas  dio  cuenta  de  que  se  había  firmado 
la  escritura  de  compra  de  la  Quinta  de  Bolívar,  la  cual  pasó 
al  fin  a  ser  propiedad  nacional. 

9.  El  señor  José  María  Restrepo  leyó  un  estudio  sobre 
el  guerrillero'José  María  Ardila. 

PROPOSIGIOnES 

(15  DE    FEBRERO  DE  1922) 

La  Academia  Nacional  de  Historia  deja  constancia,  al 
reanudar  sus  tareas  en  el  presente  año,  de  su  hondísimo 
pesar  por  la  muerte  del  miembro  de  número  señor  doctor 
don  Manuel  María  Fajardo,  que  con  tanta  probidad  y  celo 
sirvió  durante  varios  años  el  puesto  de  Tesorero,  y  que  ayu- 
dó siempre  con  acierto  singular  a  las  tareas  de  la  corpora- 
ción ;  y  de  los  miembros  correspondientes  señores  Manuel 
Carreño  y  Delio  Cifuentes,  quienes  fueron  igualmente  cola- 


PROPOSICIONES  111 


boradores  inteligentes  y  eficaces  de  sus  labores  históricas. 
Todos*tre8  han  dejado  aquí  un  gran  vacío  y  en  el  país  una 
huella  de  estimación  y  simpatía.  También  presenta  la  Aca- 
demia su  sincero  pésame  al  distinguido  académico  don  Ru- 
fino Gutiérrez  por  la  muerte  de  una  de  sus  señoritas  hijas. 
El  Presidente  de  la  Academia  transmitirá  a  las  familias  de 
dichos  señores  estas  manifestaciones  de  condolencia. 

(15  DE  marzo) 

La  Academia  Nacional  de  Historia  ha  visto  con  alto  re- 
gocijo las  labores  de  la  distinguida  escritora  señora  doña 
Blanca  de  los  Ríos  de  Lampérez,  en  pro  de  la  cordialidad  y 
unión  hispanoamericana,  y  de  la  evocación  de  sus  gloriosos 
recuerdos,  especialmente  en  su  revista  Raza  Española;  y  le 
envía,  junto  con  su  sincero  aplauso,  los  votos  que  hace  por 
su  ventura  personal  y  la  prosperidad  de  sus  tarcas. 

(15  DE  mayo) 

La  Academia  Nacional  de  Historia,  consideranno:  1°, 
que.  uno  de  los  fines  del  instituto  es  velar  por  la  conser- 
vación de  los  objetos  históricos;  2.°,  que  el  Museo  Na- 
cional, en  las  condiciones  en  que  se  halla  instalado  en 
la  actualidad,  no  presta  servicio  alguno,  y  están  en  vía 
de  dañarse  o  perderse  definitivamente  muchos  de  los 
objetos  que  lo  integran;  3°,  que  las  gestiones  hechas  por 
el  Ministerio  de  Instrucción  Pública  para  adquirir  un  local 
adecuado  no  han  dado  hasta  el  momento  presente  resul- 
tado satisfactorio,  y  que  la  Academia,  por  los  informes 
recibidos,  es  de  concepto  que  no  tiene  las  condiciones  ne- 
cesarias el  local  que  dicho  Despacho  tiene  en  negocio  para 
el  Museo;  4.°,  que  la  Ley  40  de  1920,  por  su  artículo  19  au- 
torizó al  Gobierno  Nacional  para  enviar  al  Museo  Histórico 
de  la  Quinta  de  Bolívar  los  objetos  pertenecientes  al  Li- 
bertador que  se  encuentren  en  el  Museo  Nacional  y  en 
otros  edificios  públicos,  acuerda: 

1."  Solicitar  respetuosamente  del  Gobierno  Nacional, 
por  conducto  del  señor  Ministro  de  Instrucción  Pública,  se 
proceda  a  dar  cumplimiento  al  citado  artículo  19  de  la  Ley 
47  de  1920,  para  construir  así  el  Museo  Boliviano  en  la  his- 
tórica Quinta  que  ha  pasado  ya  a  ser  del  dominio  de  la  Na- 
ción; 2°,  que  mientras  se  construye  o  se  consigue  un  local 
apropiado  para  el  Museo  Nacional,  se  depositen  en  la  mis- 
ma Quinta  de  Bolívar  todos  los  objetos  relativos  a  la  época 
de  la  independencia  de  Colombia.  Con  esta  medida  se  con 
seguirá,  por  una  parte,  que  dichos  objetos  estén  a  la  vista 
del  público  en  lugar  adecuado,  y,  por  otra,  facilitar  la  labor 


112  BOLKTÍN    DE   HISTORIA    Y    ANTIGÜEDADES 


del  Ministerio  para  instalar  en  otro  local  las  otras  depen- 
dencias del  Museo  con  no  pequeña  economía  para  el  Teso- 
i'O  Público;  3^,  solicitar  igualmente  del  Gobierno  Nacional, 
por  conducto  del  Ministerio  del  ramo,  que  se  dé  cumpli- 
miento a  lo  dispuesto  en  el  artículo  21  de  la  citada  Ley  47 
de  1920,  por  el  cual  encargó  al  Ministerio  de  Gobierno  dic- 
tar las  medidas  convenientes  con  el  fin  de  dotar  el  Museo 
de  la  Quinta  de  Bolívar  de  la  garantía  y  vigilancia  necesa- 
rias para  que  los  objetos  que  en  ella  se  custodien  queden 
en  seguridad  completa. 


(25  DE  mayo) 

La  Academia  Nacional  de  Historia  conmemora  con 
hondo  regocijo  y  férvido  entusiasmo  el  centenario  de  Pi- 
chincha, la  jornada  épica  que  selló  la  independencia  del 
Ecuador  y  puso  nuevos  y  hermosos  laureles  en  las  bande- 
ras de  Colombia.  Y  al  rememorar,  en  su  secular  aniversario, 
este  acontecimiento  tan  fausto,  tan  patriótico  y  de  trascen- 
dencia grandísima,  hace  votos  por  que  el  sol  glorioso  que 
alumbró  la  cuna  de  la  Nación  ecuatoriana,  siga  brillando 
sobre  sus  destinos  y  haga  brotar  siempre,  en  sus  ciudades  y 
campiñas,  el  sosiego,  la  abundancia  y  la  alegría.  Manifiesta 
también  esta  corporación  su  ardiente  anhelo  porque  las  dos 
naciones,  hijas  ambas  de  la  generosa  tierra  castellana,  y  que 
mecidas  fueron  en  su  infancia  bajo  el  mismo  techo  y  arru- 
lladas por  las  dianas  de  las  mismas  victorias,  estén  siempre 
en  vínculo  fraternal,  y  la  historia  futura  las  halle  estre- 
chando sus  manos  con  afecto  sincero  y  perpetuo,  así  como 
eternamente  las  bañan,  en  sus  costas,  las  olas  tranquilas  de 
un  igual  océano  y  las  ata  en  su  interior  la  cadena  gigantesca 
de  los  Andes. 

La  Academia  ruega  al  Excelentísimo  señor  don  Au- 
gusto Aguirre  Aparicio,  Ministro  del  país  hermano  de 
nuestra  Patria,  se  sirva  presentar  al  Gobierno  y  pueblo 
ecuatorianos  estos  sentimientos  de  admiración  y  cariño  y 
recibir  las  felicitaciones  de  ella  en  este  día  de  tan  inmorta- 
les recuerdos. 


inFORmE 

Señor  Presidente  de  la  Academia,  Nacional  de  Hiitoria — La  ciudad. 

Tenemos  el  honor,  para  cumplir  un  precepto  regrla- 
mentario,  y  en  obedecimiento  a  la  comisión  que  nos  confias- 
teis, de  rendir  informe  acerca  de  los  méritos  del  reputado 
publicista  español  don  Jerónimo  Bécker,  quien  ha  sido  pro- 
puesto como  candidato  para  miembro  correspondiente  de 
nuestra  Academia. 


GUERRA   CON  LOS  FIJAOS  113 


El  señor  Bécker  es  individuo  de  número  de  la  Real 
Academia  de  la  Historia  y  del  Instituto  Geográfico  de  Ma- 
drid y  correspondiente  de  muchas  corporaciones  similares; 
fue  Secretario  General  del  Congreso  de  Historia  y  Geogra- 
fía Hispanoamericano  reunido  en  Sevilla  en  el  presente 
ano,  y  es  autor  de  importantes  trabajos  sobre  historia  de 
la  Península  y  de  América.  Por  lo  que  se  refiere  a  nuestro 
país,  el  señor  Bécker  ha  publicado  varias  monografías,  ta- 
les como  La  Política  española  en  las  Indias,  en  donde  se  tra- 
ta de  la  organización  y  funciones  de  las  audiencias,  y  JLos 
Virreyes  del  Ahuevo  Reino  de  Granada^  obra  monumental 
ésta,  escrita  en  asocio  de  nuestro  distinguido  compatriota 
don  José  María  Rivas  Groot,  y  de  la  cual,  según  informa- 
ciones de  la  prensa,  acaba  de  ver  la  luz  el  tomo  primero, 
que  abarca  la  época  que  va  de  la  Presidencia  de  Cabrera  y 
Dávalos  al  nombramiento  de  Pedrosay  Guerrero,  quien  es- 
tableció el  Virreinato.  Vuestra  Comisión,  en  virtud  de  lo 
expuesto,  es  propone: 

Acéptese  como  miembro  correspondiente  de  la  Acade- 
mia Nacional  de  Historia  al  señor  don  Jerónimo  Bécker. 

Señor  Presidente,  vuestra  Comisión,  Gerardo  Arrubla, 
Arimo  Qiiijano — Bogotá,  septiembre  28  de  1921. 


GUERRA  con  h05  PlüflOS  (1) 

Los  sucesos  que  hasta  hoy  a  tenido  la  guerra  de  los 
Pijaos  que  V.  M.  G.  me  tiene  encargada  contiene  la  rela- 
ción que  será  con  esta  e  la  tomada  desde  sus  primeros 
principios  para  que  con  mas  claridad  se  heche  de  ver  la 
grandeza  de  esta  guerra  como  sea  tratado  y  esta  solamiea- 
to  y  destrucción  que  estos  bárbaros  han  hecho  no  solo  de 
las  provincias  contiguas  a  ellos  sino  de  otras  muy  remo- 
tas a  donde  sean  estendido,  y  fué  precisamente  necesario 
que  yo  emprendiese  esta  guerra  con  la  fuerza  y  pujan9a 
que  se  verá  por  las  mismas  razones  que  contiene  mi  rela- 
ción, y  porque  estos  bárbaros  no  podían  ser  reprimidos 
por  otro  camino  pienso  que  con  la  continuación  que  de  mi 
parte  a  de  aver  en  muy  breve  tiempo;  a  de  llegar  a  estado 
que  se  jusgue  por  acabada,  quedo  tratando  de  volver  per- 
sonalmente, espero  que  ha  de  ser  este  casi  el  último  esfuerzo 


(1)  El  señor  Ernesto  Restrepo  ha  enviado,  de  Sevilla,  a  la  Aca- 
demia documentos  de  altísima  importancia  copiados  por  él  en  el  Ar- 
chivo de  Indias,  entre  ellos  una  Relación  sobre  la  guerra  de  los 
pijaos.  Publicamos  hoy  la  nota  de  don  Juan  de  Borja  que  a  ella 
precede,  y  en  los  próximos  números  irá  dicha  Relación. 

XIV— 8 


114  BOLETÍN    DE   HISTORIA    Y   ANTIGÜEDADES 


porque  junto  con  el  que  el  gobernador  don  Francisco  Sar- 
miento ha  de  hacer  por  la  parte  de  Popayán,  y  el  que  ya 
tengfo  asentado  con  don  Pedro  de  Velasco  por  Timaná,  cuya 
capitulación  envió  a  V.  M.,  donde  van  espresados  todos  los 
motivos  que  me  inclinaron  de  (roto),  en  cumplimiento  me 
ha  parecido  suplicar  de  nuevo  a  V.  M.  que  sirviéndose  de 
confirmalla  se  sirva  assi  mismo  de  remitírmela  con  cargos 
de  que  no  se  le  entregue  al  capn.  Velasco,  hasta  que  ente- 
ramente aya  tenido  eífecto  su  ofrecimiento  porque  assi  ser- 
virá de  seguridad  y  también  (sabiendo  que  esta  ya  en  mi 
poder)  apresurara  más  las  cosas  de  su  cargo  por  comen§ar 
a  gozar  los  premios  más  aynas. 

Es  este  Pedro  de  Velasco  el  hombre  mas  rico  que  ay 
en  la  Gobernación  de  Popayán  de  capacidad  y  talento  para 
ocuparse  en  cosa  tan  importante,  inteligente  y  cuidadosa, 
y  en  cuya  ayuda  tengo  librada  gran  parte  del  breve  y  buen 
subceso,  y  considere  V.  M.  que  lo  que  él  pide  por  lo  mucho 
que  promete,  suele  dar  un  gobernador,  con  no  mas  aten- 
dencias  que  las  de  su  particular  respeto  o  gusto. 

Con  estaorden  que  e  dado  para  que  aun  mismo  se  haga 
la  entrada  por  Popayán  y  Timaná,  y  este  Reino,  espero  se 
harán  los  efectos  que  refiere. 

Muy  gran  costa  se  han  tenido  las  compañías  que  se  han 
levantado  a  sueldo  de  V.  Md.,  y  las  municiones  y  bastimen- 
tos; que  lo  uno  y  lo  otro,  es  lo  primero  que  en  este  Reino 
sea  hecho  con  paga  cierta  y  segura,  todo  a  sido  hasta  ahora 
sin  gastar  ninguna  cosa  de  la  azienda  de  V.  Md..  sino  pro- 
curado de  los  arbitrios  justos  que  V.  M.  tiene  permitidos 
y  aprobados  por  su  cédula  real  de  5  de  junio  de  1607,  en  la 
cual  solo  excepta  que  no  se  use  de  la  composición  de  las 
personas  que  han  pasado  sin  licencia,  y  ésta  nunca  yo  la 
hize,  porque  aunque  escribí  a  V.  Md.  que  me  valía  de  las 
instrucciones  y  cédulas  de  V.  Md.  de  los  que  pasan  e  stas 
partes  sin  licencia,  y  viven  en  ellas,  fue  amenazando  con  la 
ejecución  para  que  se  inclinasen  asta  servir  en  la  guerra 
por  la  falta  que  acia  de  otra  gente,  y  no  solo  no  los  compuse 
pero  antes  llevaron  sueldo  de  V.  Md.,  y  esto  con  alguna" 
disimulación  conveniente  por  entonces;  de  cuya  verdad  va 
certificación  de  los  officiales  reales. 

Esta  guerra  por  las  grandes  dificultades  que  tiene  cau- 
sadas de  las  rapasidad  y  asperesa  de  la  tierra  no  se  puede 
hacer  sin  que  concurran  indios  amigos  de  este  Reino  que 
ayuden  a  los  españoles,  porque  los  que  están  en  comarca  de 
los  Pijaos  y  más  vesinos  a  ellos  no  son  suficientes,  hacese 
con  mucha  moderación  y  atendiendo  a  la  utilidad  pública 
que  a  todas  se  sigue. 

Por  la  relación  de  esta  guerra  verá  V.  Md.  que  estos 
indios  cometen  las  mayores  y  mas  desusadas  crueldades  de 


EPISTOLARIO    DEL   VIRREY  ESLAVA  115 


quantas  oy  se  saben  en  el  mundo,  y  assi  en  tiempo  donde 
no  heran  también  entendidas  las  condeno  V.  Md.  a  esclano- 
mia  de  diez  años.  E  hallado  por  esperiencia  que  esto  trae 
muy  grave  inconveniente  porque  estos  indios  son  de  tan 
bárbara  e  indómita  naturalesa  que  aunque  en  muy  tierna 
edad  los  captiven  y  estén  los  dies  años  en  ese  lazitud  se 
vuelven  a  su  natural  y  éstos  son  los  que  mayores  daños  ha- 
cen y  han  hecho  en  nosotras  y  así  es  conveniente  y  presisa- 
mente  necesario  que  V.  Md.  los  declare  por  esclavos  per* 
petuamente  no  solamente  a  elios  pero  a  toda  su  descenden- 
cia como  se  hace  con  los  negros  y  moros;  guarde  Dios  a  V. 
Md.  como  la  cristiandad  ha  menester — De  Santa  Fé  20  de 
junio  de  1608 — Don  Juan  de  Borj'a. 

Dice  al  margen:  <Q  se  consulte  a  Su  Md.  q'  se  pueden 
dar  por  esclavos  estos  indioz  como  lo  dize  el  govor.  en  la 
forma  q'  se  hizo  con  los  de  chile. > 

ePlSTOCRRlO  De£  VlRRCy  eS£flVfl 

No  existiendo  la  Relación  de  mando  de  este  mandata- 
rio, el  de  mayor  relieve  indudablemente  entre  todos  los  de 
la  Colonia  por  la  coyuntura  que  le  proporcionó  el  ataque  de 
Cartagena,  hemos  creído  conveniente  dar  a  la  publicidad 
algunas  cartas  que  dan  fe  de  las  medidas  del  señor  Eslava 
tocante  a  la  administración  del  Virreinato,  las  cuales  dan 
idea  asimismo  de  la  habilidad  del  gran  estadista,  que  a  pesar 
de  vivir  al  pie  del  cañón  durante  los  dos  primeros  años  de  su 
período  (en  los  aprestos  al  principio  y  luego  en  la  defensa 
de  la  plaza),  no  se  desentendía  de  asunto  alguno  de  aquí, 
por  insignificante  que  fuese.  Allí  está  la  historia  fidedigna 
de  esa  administración,  caracterizada  además  del  famoso  com- 
bate, por  el  hecho  de  tocar  en  suerte  a  su  representante  la 
reinstalación  del  Virreinato,  y  por  la  circunstancia  singu- 
lar de  no  haberse  asomado  aquél  al  interior  del  país  una 
vez  siquiera  en  todo  su  período,  1740-1749. 

Los  originales  de  dichas  cartas  se  encuentran  en  un  le- 
gajo inserto  en  el  volumen  xix  del  Archivo  Nacional,  rela- 
tivo a  Virreyes,  encabezado  con  esta  leyenda: 

«Quaderno  de  cartas  escriptas  por  el  Exmo.  señor  se' 
vastian  de  Eslava,  escriptas  a  esta  Rl.  Aud^  durante  e' 
tiempo  de  su  /M.  Virreinato. > 

En  la  reproducción  de  ellas  hemos  tenido  que  alterar  el 
orden  en  que  se  hallan  para  seguir  el  cronológico,  el  cual 
habremos  de  interrumpir  asimismo  cuando  la  necesidad  lo 
requiera,  a  fin  de  presentar  conjuntas  las  cartas  relativas  a 
un  mismo  suceso.   ^ 


116  BOLETÍN   DE  HISTORIA  Y   ANTIGÜEDADES 


*  Reinstalación   del  Virreinato 

«Señores  míos  (l),  acompaño  á  Vs.  dos  Reales  Cédulas 
que  comprehendan  la  forma,  y  facultades  con  que  se  ha  de 
erig"ir  este  Virreynato,  lo  que  se  debe  practicar  en  los  ne- 
gocios en  que  hubiere  discordia,  y  no  ofreciéndoseme  duda 
en  el  restablecimiento  por  que  el  cumplimiento  del  Real 
literal  contexto  ministra  la  mas  acertada  regla  para  la  di- 
rección, me  aseguro  en  lo  segundo  que  no  violentando  in- 
clinaciones, propongo  al  servicio  una  continuada  paz  acre- 
úitora  concorde  de  felicidad  del  Gobierno,  gloriándome 
particionero  de  las  medras  que  produzca  la  unidad  en  los 
ánimos,  y  uniformidad  de  voluntades. 

«Nuestro  señor  Guarde  a  V.  S.  mus.  as.  y  Cartagena  5 
"de  mayo  de  1740.> 

Con  fecha  idéntica  aparece  otra,  en  la  cual  designa  al 
Presidente  González  Manrique  «para  anticipar  la  toma  de 
posesión»  conforme  a  real  cédula,  y  en  la  cual  anuncia  ya 
también  el  sitio  de  la  plaza. 

«Siendo  preferente  a  todos  los  encargos  que  me  ha  fia- 
do la  piedad  de  S.  M.  con  el  Virreynato  de  este  Reyno  el 
de  asegurar  las  Plazas  y  Presidios  de  esta  Costa,  remito  la 
Real  Cédula  expedida  para  anticipar  la  toma  de  posesión, 
por  medio  de  Don  Juan  Francisco  González  Manrique,  a 
■quien  la  dirijo  con  el  poder  especial  correspondiente.  Par- 
ticipóle a  V.  S.  con  mi  promoción  esperando  facilitará  un 
acto  tan  preciso  para  que  no  se  me  retarde  el  gusto  de  mi- 
rarme como  individuo  de  esse  Tribunal,  que  solóse  consi- 
derará caveza  para  admitir  y  promover  los  sabios  consejos 
con  que  me  prometo  auxilie  y  ilumine  V.  E.  mi  conducta  a 
fin  de  dirigirla  a  los  aciertos  á  que  aspiro,  sostenido  del 
selo,  y  amor  del  Real  servicio,  que  experimentará  en  mí,  y 
supongo  en  V.  S.  a  quien  me  ofrezco  afectuoso,  deseando 
las  ocasiones  de  acreditarlo  y  de  que  N.  Señor  Guarde  a  V, 
S.»  etc. 

Consecuentes  con  nuestro  propósito  empezamos  a  inte- 
rrumpir el  orden  cronológico  para  reproducir  aquí,  en  el 
lugar  de  otra  de  las  tresiínicas  de  mayo,  una  carta  de  junio 
en  que  el  señor  Eslava  establece  la  jurisdicción  de  González 

Manrique. 

«Cartagena  y  junio  22  de  1740 

«Enterado  por  la  que  recivo  del  Real  Acuerdo  con  data 
de  4  del  corriente  de  la  pretensión  de  Don  Francisco  Gon- 
zález Manrique  sobre  que  devía  quedar  substituyendo  mi 
persona  por  el  término  de  mi  ausencia,  y   habérsele  conce- 

(1)  En  la  parte  inferior  lleva  la  dirección  de  todas  las  demás: 
«Sres,  Oydores  de  la  Rl.  Aud*  de  Santa  Fée.» 


UN   DIARIO    DE   O'lEARY  ll7 


dido  por  esa  Audiencia  este  honor  sin  acto  que  denote  pro- 
piedad ni  uso  de  jurisdicción,  declaro:  que  por  el  mismo  he- 
cho de  haver  tomado  en  mi  nombre  posesión  de  los  empleos 
que  se  me  han  conferido,  cessó  en  el  uso  de  su  Presidencia, 
y  en  todo  lo  honorífico  que  le  pertenecía,  y  que  por  mi  au- 
sencia recayó  en  esa  Real  Audiencia,  sin  que  por  mi  carta, 
ni  posdata,  haya  cláusula  que  pueda  inducir  subdelegfa- 
ción  alguna:  Y  ansí  lo  tendrá  entendido  el  Real  Acuerdo 
para  su  observancia. > 

Y  son  estas  tres  cartas  todo  cuanto  sobre  reinstalación 
del  Virreinato  consta  en  el  Epistolario. 

Suspendemos  aquí  reservándonosla  otra  carta  de  mayo 
para  abrir  con  ella  la  serie  de  las  relativas  al  Ataque  de  Car- 
tagena, que  empezaremos  a  publicar  en  la  próxima  entre- 
ga, y  habrá  de  ocupar  unas  cuantas, 

Roheito  Triana 


un  DIARIO  DE  O'hBflRy  (1) 

Un  representante  de  esta  Revista  tuvo  ocasión  de  exa- 
minar recientemente  en  casa  de  don  Daniel  O'Leary  San- 
tamaría (2),  digno  nieto  del  ilustre  procer  general  Daniel 
Florencio  O'Leary,  el  valioso  archivo  que  los  descendien- 
tes del  amigo  y  ayudante  de  campo  de  Bolívar  guardan 
con  religioso  respeto. 

Cuando  bajo  los  auspicios  del  gobierno  de  Venezuela 
se  publicaron  en  Caracas  las  Memorias  del  General  O'Lea- 
ry, el  presidente  Guzmán  Blanco  puso  por  condición  que 
los  originales  de  la  magna  obra  de  O'Leary  quedaran  de- 
positados en  los  archivo  del  país;  pero  el  nieto  del  procer 
conserva  aquí  en  Londres  muchos  papeles  interesantes  que 
Colombia  podría  adquirir  para  nuestra  biblioteca  de  estu- 
dios históricos. 

Existen  en  el  archivo  del  señor  O'Leary  Santamaría 
bellas  cartas  de  Bolívar,  algunas  de  puño  y  letra  del  Liber- 
tador, y  otros  documentos  de  mérito  histórico  indiscutible. 
Entre  éstos,  y  debido  a  la  amabilidad  de  don  Daniel,  en- 
contramos un  pequeño  cuaderno,  escrito  de  puño  y  letra 
del  general  O'Leary,  en  el  cual  consignó  sus  impresiones 
cuando  salió  de  Lima,  acompañando  a  Bolívar,  en  1825.  El 
diario  en  cuestión  tiene  el  mérito  de  haber  sido  escrito  por 
el  general  O'Leary  cuando  este  hijo  de  Irlanda — que  todo 
lo  había  abandonado   en  su   patria  para   ir  a   luchar    por  la 

(1)  De  The  Colombian  Trade  Review,  de  Londres,  tomamos  este 
artículo.  Fue  publicado  en  los    námeros  de    marzo    y  abril    de  1921. 

(2)  La  madre  de  este  caballero  era  colombiana. 


118  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


libertad  de  Colombia  y  del  Perú — apenas  empezaba  a  en- 
sayar su  pluma  en  lengfua  castellana.  Según  nos  informó  el 
nieto  del  procer,  este  diario  ha  permanecido  inédito  hasta 
ahora,  y  nos  autorizó  para  publicarlo  en  esta  Revista. 

Hemos  respetado  la  puntuación  y  la  ortografía  del 
ilustre  autor  del  diario,  y  nuestros  lectores  no  podrán  me- 
nos de  reconocer  que  ya  por  esa  época  había  logrado  el  ere- 
neral  O'Leary  bastante  familiaridad  con  el  idioma  caste- 
llano. Dice  así: 

«Abril  11  de  1825  —De  Lima  salimos  el  11  a  las  cuatro 
de  la  tarde  con  tres  amigos  antiguos.  No  hay  nada  de  más 
agradable  que  viajar  con  amigos  antiguos  después  de  co- 
mer y  beber  un  poco  vino  antig-tw.  Así  fue.  El  camino,  como 
todos  los  de  la  costa  del  Perú,  es  lleno  de  arena.  A  las  ocho 
llegamos  a  Lurin.  A  la  distancia  de  tres  cuartos  de  legua 
se  ven  árboles  y  terreno  cultivado.  Aunque  era  de  noche  y 
oscuro,  parecía  el  país  alegre.  Al  entrar  al  pueblo  hay  un 
buen  puente.  Hubo  mucha  iluminación. 

«12  DE  ABRIL — Salimos  a  las  cinco  de  la  mañana,  y  llega- 
mos a  las  diez  a  Chilca.  Aquí  encontramos  a  los  indios  del 
pueblo  llenos  de  regocijo  y  bien  vestidos.  En  esta  jurisdic- 
ción hay  tres  mil  almas  que  existen  por  su  industria.  No 
hay  agua  sino  la  muy  mala  que  se  recoge  de  los  pozos.  Las 
mujeres  tienen  buenas  caras.  Aquí  hacen  sombreros  de 
paja,  tabaqueras  y  telas  de  algodón,  que  se  cambian  por  las 
necesidades  de  la  vida.  El  pueblo  es  malo.  Alas  2  p.  m.  con- 
tinuamos nuestra  marcha,  y  después  de  cuatro  leguas  de 
un  camino  árido  y  desagradable,  subimos  un  cerro  de  are- 
na, y  de  allí  vimos  con  placer  un  valle  delicioso.  Todos  los 
árboles  y  plantas  de  un  temperamento  caliente.  Qué  her- 
moso contraste.  Pasamos  por  una  pequeña  población  lla- 
mada San  Antonio,  que  depende  de  Chilca,  y  de  allí  en  cuar- 
to de  hora  terminamos  la  jornada,  llegando  a  Mala.  Mala  es 
un  buen  pueblo,  tiene  como  mil  habitantes.  El  campo  es 
bien  cultivado.  En  el  camino  de  hoy  pasamos  por  unos  sa- 
litres excelentes.  Con  muy  poco  trabajo  se  pueden  hacer 
famosos  caminos  endureciéndolos  con  sal. 

«13  DE  ABRIL — Hoy  salimos  al  amanecer.  Nada  puede 
exceder  el  caJor.  A  las  doce  llegamos  a  Matarratones,  la  ha- 
cienda del  Señor  Unanue.  La  casa  es  buena  y  el  paisaje 
magnífico.  Los  productos  son  ricos  y  la  caña  de  azúcar  es 
de  mejor  calidad.  Pasamos  aquí  el  día  y  noche  del  12,  y  el 
13  fui  a  Montalbán,  la  hacienda  del  ex-director  de  Chile,  el 
General  O'Higgins.  Comí  aquí  con  este  caballero  y  el  Dr. 
Moore.  A  la  tarde  marchamos.  Pasamos  por  Cañete-  Pocos 
valles  en  la  costa  del  Perú  son  más  fértiles  o  pintorescos 
que  el  de  Cañete.  Sus  productos  son  ricos.    Pero  puede  me- 


UN   DIARIO    DE    o'lEARY  119 


jorarse  infinitamente  como  posee  un  río  que  lleva  bastante 
agua  para  todo  el  valle.  Sin  parar  en  Cañete  continuamos 
el  viaje  a  las  10  p.  m.  Llegamos  a  Chincha  alta.  Dormimos 
aquí,  y  el  día  14  seguímos  a  Chincha  baja.  Todo  esto  parece 
un  jardín.  Naranjales  hermosos  en  todo  el  camino,  y  se  en- 
cuentran a  cada  paso  con  ruinas  de  fortificaciones,  templos 
y  edificios  de  indios.  Monumentos  que  recuerdan  la  barba- 
rie española  y  la  civilización  de  esta  inocente  raza  que  alio- 
ra  otra  vez,  bajo  un  sistema  benéfico  y  liberal,  llegará  a  otu- 
par  destinos  dignos  de  la  inocencia  y  virtud.  Todo  el  día 
14  quedamos  en  Chincha  baja,  y  el  15  de  Abril  salimos  a  las 
4  y  /^  a.  m.,  montamos  a  caballo  y  seguímos  a  Pisco.  Toda 
la  jornada  de  hoy  ha  sido  muy  agradable.  Una  mañana  fres- 
ca. El  mar  por  la  derecha  y  a  la  izquierda  un  monte.  Alre- 
dedor de  Pisco  hay  varias  haciendas  de  caña  y  viñas,  &c., 
&c.  Este  puerto  es  célebre  en  los  anales  de  la  Revolución. 
Aquí  fue  donde  desembarcó  el  ejército  libertador  a  las 
órdenes  del  Gral.  San  Martín,  en  el  año  de  20.  La  bahía  es 
mala;  sin  embargo  hay  mucho  comercio.  Los  extranjeros 
cambian  los  efectos  europeos  y  americanos  por  el  aguar- 
diente que  se  hace  en  el  país.  Este  se  extrae  de  la  uva.  En 
el  tiempo  de  los  españoles  este  solo  ramo  producía  un  mi- 
llón y  doscientos  mil  pesos.  El  pueblo  contiene  mil  habitan- 
tes. Todo  alrededor  es  bien  cultivado.  Al  sur  como  tres 
leguas  está  el  bello  valle  de  Chinchunza.  Mucho  fue  el  en- 
tusiasmo que  demostraron  estos  habitantes  a  la  entrada  del 
Libertador.  Quedamos  aquí  el  15,  y  el  16  a  la  tarde  salimos. 
Esta  jornada  es  bien  incómoda  por  el  viento  y  polvo.  A  las 
8  p.  m.  llegamos  a  la  hacienda  de  Villacurri.  Después  de 
una  buena  cena  dormimos  aquí,  y  el  día  siguiente  (17  de 
Abril)  marchamos  para  lea  y  entramos  a  las  doce,  habiendo 
almorzado  en  la  hacienda  de  Macacona.  Aquí  fue  donde  los 
patriotas  encontraron  con  la  primera  desgracia  después  de 
la  venida  de  San  Martín.  Una  división  a  la  orden  del  Gral. 
Tristán  fue  sorprendida  y  dispersa  por  una  española.  lea 
es  uno  de  los  mejores  pueblos  de  esta  parte  de  la  costa. 
Aquí  se  hace  de  la  uva  un  excelente  aguardiente  que  lla- 
man Italia.  Como  en  los  otros  pueblos  por  donde  transita- 
mos se  recibió  al  Libertador  con  entusiasmo.  Hemos  teni- 
do convites,  bailes  y  funciones  de  todas  clases.  Desde  el  17 
hasta  el  22  descansamos  aquí. 

«22  DE  ABRIL— A  las  tres  p.  m.  marchamos,  y  a  las  seis, 
después  de  6  leguas  de  un  muy  incómodo  camino,  llegamos 
al  sitio  llamado  Aguado  de  los  Patos.  Esta  hacienda  perte- 
nece al  Estado;  produce  algodón,  maíz  y  algunas  uvas.  Que- 
damos en  ésta  hasta  el  día  siguiente  a  las  3  p.  m. 

«23  DE  ABRIL — Marchamos  a  las  3  p.  m.,  después  de 
comer.    El  camino  sigue  por  inmensos  llanos  de  arena.  A 


120  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


medio  camino  entramos  por  el  que  se  llama  de  los  Incas, 
por  haber  sido  hecho  en  su  tiempo,  como  de  sies  varas  de 
ancho,  con  pequeñas  piedras  fijadas  a  los  lados.  Este  que 
pasamos  lo  llamaron  el  de  la  Costa,  y  conduce  desde  aquí 
hasta  de  Cuzco,  de  donde  llevan  otros  diferentes  direcciones 
el  imperio.  No  puede  darse  prueba  más  incontestable  del 
grado  de  civilización  a  que  habían  llegado  los  aborígenes  de 
este  país  cuando  Pizarro  introdujo  entre  ellos  sus  infames 
companeros  trayendo  con  sus  banderas  el  crimen,  la  muerte 
y  la  desolación. 

«A  las  9  p.  m.  llegamos  a  Hauyuri,  una  hacienda  perte- 
neciente al  Convento  de  la  Merced.  Dormimos  aquí,  y  el  24 
de  abril  marchamos  a  las  8,  ya  las  diez  a. m.  llegamos  a  Palpa, 
distancia  de  tres  leguas.  A  la  entrada  de  este  miserable  pue- 
blo, que  está  situado  en  un  pequeño  valledel  mismo  nombre, 
encontramos  a  todos  los  habitantes  que  venían  a  recibir  a 
S.  E.  demostrando  el  mayor  regocijo.  Tuvimos  un  baile,  y 
el  día  después,  abril  25,  continuamos  la  marcha.  A  las 
8  a.  m.  llegamos  a  San  Javier,  una  magnífica  hacienda 
perteneciente  a'  Estado.  Fue  esta  propiedad  de  los  jesuítas; 
y  como  en  todas  las  haciendas  de  esta  orden,  se  ve  todo  me- 
jor y  con  más  regularidad  que  en  las  demás.  La  habitación 
esta  arruinada  ahora  por  el  descuido  de  su  administrador. 
La  iglesia  está  muy  bien  edificada.  Los  altares  son  de  ma- 
dera (carved)  con  imágenes  y  pinturas  por  todas  partes. 
A  los  lados  de  los  muros  están  suspendidas  pinturas  que 
describen  la  historia  del  fundador  de  esta  orden.  Las  es- 
clavas cantaron  un  tedeum  de  una  voz  tan  alta  que  espe- 
raba despertarían  a  San  Ignacio  de  Loyola.  A  las  tres  de 
la  tarde  seguímos  la  marcha.  A  la  distancia  de  una  legua 
al  Sud  está  la  hacienda  de  San  José.  Esta  pertenecía  a  los 
jesuítas,  y  de  consiguiente  es  en  el  día  del  gobierno.  Como 
en  San  Javier,  todo  tiene  aquí  un  aire  de  magnificencia.  La 
iglesia  es  hermosa  pero  la  habitación  destruida. 

«A  las  7/^  p.  m.  llegamos  a  Nasca.  Todo  el  pueblo  es- 
taba iluminado  con  mucho  gusto. 

«Después  de  almorzar  acompañé  a  S.  E.  a  ver  las  cañe- 
rías que  existen  desde  el  tiempo  de  los  lucas.  Se  llaman  f  li- 
gios. Es  ciertamente  bien  remarcable  el  conocimiento  que 
tenían  los  gentiles  en  este  particular.  Los  pugios  se  for- 
man de  este  modo.  Excavan  la  tierra  hasta  encontrar  con 
agua.  Entonces  conducen  el  agua  por  un  canal  subte- 
rráneo por  los  terrenos  que  quieren  regar.  Los  canales 
que  he  visto  son  bien  hechos.  Jamás  pierden  un  pie  de  tie- 
rra, y  siempre  buscan  un  plano,  evitando  hasta  donde  sea 
posible  hacer  declives  innecesarios,  para  que  de  este  modo 
el  arroyo  no  destruya  la  obra  en  su  curso.  Cuando  pensa- 
mos que  estos  indios  no  tenían  hierro  o  útiles  de  cualquiera 


UN   DIARIO    DE    o'lEARY  121 


clase  más  de  los  que  proporcionó  la  naturaleza,  entonces 
es  que  sabemos  apreciar  lo  que  han  hecho.  ¿Cómo  es  posible 
transitar  por  estos  desiertos  donde  todos  los  días  se  encuen- 
tran monumentos  de  este  género  sin  detestar  a  los  españo- 
les? Pobres  víctimas  de  la  sed  de  sangre,  esto  es  todo  lo  que 
queda  de  ellos.  Hombres  cuyo  único  crimen  fue  el  haber 
adorado  el  sol,  y  ciertamente  ninguno  otro  culto  pudo 
haber  sido  más  natural,  antes  que  la  luz  del  evangelio  eclip- 
só a  este  espléndido  luminario.  Nasca  es  un  pueblo  mise- 
rable y  muy  irregular,  tendrá  dos  mil  habitantes.  En  la 
plaza  está  una  columna  dedicada  al   Libertador   del   Perú. 

«Abril  27—  Marchamos  a  las  seis  de  la  mañana,  y  a  las 
nueve  llegamos  a,...  donde  almorzamos  y  comimos  alas 
tres  p.  m.,  seguímos  para  Pongo,  una  pascuana  sin  agua, 
donde  dormimos.  En  este  camino  pasamos  la  raya  que  divi- 
de el  departamento  de  Arequipa  del  de  Lima. 

«Abril  28 -A  las  siete  p.  m.  marchamos  a  Acari,  primer 
pueblo  del  norte  de  Arequipa,  una  miserable  aldea.  El  calor 
es  excesivo  porque  el  pueblo  está  circundado  de  inmensos 
cerros  de  arena.  La  noche  es  bella.  Los  altos  árboles  al  pie 
del  cerro  son  hermosos,  todo  es  pintoresco.  Parecen  los  ce* 
rros  y  los  árboles  como  la  vejez  vigilando  sobre  la  juventud. 
Hablé  con  una  anciana  que  me  dice  que  se  acuerda  haber 
visto  a  estos  cerros  de  arena  al  occidente  del  pueblo  cuando 
era  una  cuarta  parte  menos.  Esta  aldea  se  llamaba  antes 
Nacari  (lugar  de  desastres).  En  este  estrecho  valle  como 
en  el  de  Jauca,  adonde  vamos  mañana,  se  siembra  en  gran 
cantidad  ají,  en  el  cual  consiste  su  comercio,  llevándole  a 
la   sierra  donde  se   cambia  por  las  manufacturas  del    país. 

«Abril  29 — A  las  cuatro  de  la  tarde  salimos  para  Jauca, 
donde  llegamos  a  las  siete.  La  población  es  corta,  compues- 
ta de  30  a  40  casas,  y  poco  más  o  menos  de  cien  moradores. 
Dormimos  aquí.  El  ruido  de  las  olas  del  mar,  que  dista  pocas 
cuadras,  es  bien  agradable,  particularmente  a  uno  como  yo 
que  nací  en  su  seno. 

«Abril  30 — De  Jauca  seguímos  nuestro  viaje;  dos  leguas 
corre  el  camino  por  la  orilla  del  océano.  ¡Qué  majestuosa 
vista!  jQué  magnífico  el  clamor  de  sus  aguas!  Pensaba  en 
los  días  de  mi  niñez  y  del  bello  verso  de  Homero,  acompa- 
ñando con  mis  recuerdos  el  anciano  que  lloraba  por  su 
hija:.  .El  camino  en  esta  tarde  era  mas  interesante  que  los 
que  en  general  pasamos.  Se  ven  ruinas  de  poblaciones  indias 
hechas  de  piedra  todas  regadas  de  calaveras  y  huesos.  El 
paisaje  alrededor  de  Atiquipa  es  alegre  y  verde;  hasta 
los  mismos  cerros  son  dignos  del  risueño  de  la  naturaleza. 
Hay  varios  manantiales  de  agua,  obra  de  los  gentiles,  que 
es  causa  de  la  fertilidad  del  país.  Cerca  de  este  pueblo 
(Atiquipa)  adonde  llegamos    a    las  7  p.   ra.,  tradición  dice 


122  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


que  existe  lo  que  llaman  un  entierro,  es  decir,  lugar  donde 
sepultaron  los  indios  su  plata.  El  cura  me  dice  que  la  boca 
del  entierro  se  ha  tapado  con  un  peñasco  de  20  varas  de 
diámetro,  y  que  un  religioso  en  una  ocasión,  ahora  años,  em- 
pezaba a  excavarlo,  y  encontró  con  un  pequeño  ídolo  de  oro, 
y  que  según  las  señas,  debían  haber  inmensas  riquezas  en 
este  sitio.  El  fraile,  habiendo  recibido  aviso  de  una  herma- 
na suya,  monja  en  un  convento,  que  el  tesoro  no  le  tocaba 
a  él  sino  a  alguno  de  otra  nación,  dejó  su  empresa.  La  vista 
de  esta  aldea  (que  contendrá  como  30  o  40  habitantes),  es 
muy  hermosa.  A  la  5  p.  m.  se  avistó  un  buque  grande,  que 
nos  pareció  el  navíp  Camhtidge.  Si  alguna  persona  amada 
estuviese  embarcada  en  aquel  buque  como  hubiéramos  fija- 
do nuestros  ojos  y  nuestros  pensamientos  sobre  él,  así  pen- 
só Santana. 

«1  DE  MAYO— Quedamos,  toda  la  mañana  de  hoy  en  An- 
tiquipa;  el  temperamento  es  excelente.  A  las  4  p.  m. 
marchamos;  el  camino  por  dos  leguas  es  divertido,  al  me" 
nos  agradable,  habiendo  vestigios  de  verdura  y  algunos 
árboles.  Dista  de  Chala  4  leguas,  adonde  llegamos  a  las  7/^ 
p.  m.  Chala  esta  situada  en  una  quebrada  verde  y  hermosa, 
cubierta  de  inmensos  árboles,  de  olivos,  de  plátanos,  de 
limas,  de  naranjas,  etc.,  etc.  Habrá  en  lá  población  como 
50  habitaciones;   el  agua  es  buena.  Chala  es  ouerto  de  mar. 

«2  DE  MAYO — A  AYz  salimos  de  Chala.  Una  gran  parte 
del  camino  es  por  la  playa;  llegamos  a  las  8^  a  la  pascuana 
llamada  de  Lobos,  15  leguas.  Dormimos  aquí,  y  el  3  a  las  5 
de  la  mañana  continuamos  la  marcha  hasta  Ático,  un  mise- 
rable lugar  conteniendo  como  20  moradores.  Aquí  en  esta 
quebrada  hay  muchos  y  muy  altos  olivos,  pe;  o  casi  secos. 
Restamos  aquí  todo  el  día  del  3,  y  el  4  de  mayo,  a  las  3,  se- 
guímos hasta  la  pascuana  de  Tambilo,  donde  dormimos. 
Este  camino  toma  hacia  el  interior,  es  muy  pedrugoso.  El 
día  5  de  mayo  marchamos  al  amanecer  a  Carabeli.  El  ca- 
mino es  horrible,  teniendo  que  transitar  por  pequeños  ce- 
rros. Llegamos  a  Carabeli  a  las  8  a.  m.  Este  pueblo  ha  sido 
destruido  por  un  terremoto  el  día  que  San  Martín  entró 
en  Lima. 

«6  DE  MAYO — A  las  tres  de  la  tarde  marchamos.  El  ca- 
mino es  horrible,  en  algunas  partes;  a  las  7  llegamos  ala 
pascuana  de  Chinchín. 

«8  DE  MAYO — Seguímos  la  marcha  a  las  10  a.  m.  Como 
a  la  mitad  del  camino  sentimos  bastante  frío,  y  nieblas  cu- 
brieron toda  la  atmósfera.  Los  cerros  son  cubiertos  de 
poca  yerba.  A  las  5  p.  m.  llegamos  a  Ocana.  Este  valle  es 
bonito.  Tiene  un  río  que  no  es  siempre  vadeable;  el  pue- 
blo es  miserable. 

«9  DE  MAYO — De  Ocana  fuimos  a  Camana.   Este  es  un 


FASTOS    DE   SANTAFÉ  123 


hermoso  valle  con  un  río  bastante  caudaloso.  La  villa  y  su 
jurisdicción  contendrán  de  3  a  4,000  habitantes.  La  gfente 
es  alegre  y  agradable;  las  mujeres  tienen  buenas  caras  y 
geralmente  muy  blancas. 

«10  DE  MAYO — Seguímos  a  Quilca.  Este  es  el  puerto  de 
Arequipa,  pero  como  todos  los  de  la  costa  del  Perú,  es  malo. 
El  río  de  Arequipa,  que  reúne  en  su  curso  varios  otros,  se 
desemboca  aquí.  El  pueblo  se  compone  de  unos  ranchos. 
El  navio  Cambridge  estaba  aquí  a  nuestra  llegada,  y  probó 
ser  el  mismo  que  vimos  desde  Atiquipa;  S.  E.  y  nosotros 
comimos  a  bordo,  donde  fuimos  recibidos  con  hospitalidad 
por  su  comandante. 

«11  DE  MAYO— Salimos  a  las  7.  El  camino  hasta  Siguas 
es  un  inmenso  llano.  A  la  hacienda  de  Pachaqui  llegamos  a 
las  12  p.  m. 

«12  DE  MAYO — Salimos  al  amanecer.  El  camino  es  un 
vasto  desierto.  Llegamos  al  mediodía  a  Víctor.  Este  valle 
es  bonito.  Por  el  centro  corre  un  río  claro  y  hondo. 

«13  DE  MAYO— Llegamos  a  la  aldea  de  un  Uchuma- 
yo,  donde  las  corporaciones  vinieron  a  saludar  al  Liberta- 
dor. Tuve  el  placer  de  ver  aquí  algunos  antiguos  compa- 
ñeros de  armas. 

«14  DE  MAYO — Entramos  a  la  ciudad  de  Arequipa.  (En- 
tre esta  fecha  y  el  10  de  junio  el  diario  está  en  blanco). 

«10  DE  JUNIO— Marchamos  con  dirección  al  Cuzco,  y 
llegamos  a  Congallo,  un  miserable  pueblo  de  indios.  El  frío 
aquí  es  insoportable  y  el  país  casi  un  desierto. 

«11  DE  JUNIO— Salimos  a  las  8  a.  m.,  y  pasando  por'un 
camino  algo  escabroso  al  pie  del  volcán  que  se  llama  de  Are- 
quipa. Este  viaje  poco  presenta  de  interesante.  Llegamos 
a  las  11  a  la  pascuana  Apo.  Aquí  el  frío  es  peor  que  el  de 
Cangallo. 

«11  DE  JUNIO.  Llegamos  a  Tancapulco,  la  hacienda  del 
señor  Ribero.  La  jornada  nos  divirtió.  Todo  el  camino  fue 
decorado  de  arcos  triunfales  colocados  sobre  el  hielo  en  las 
cimas  de  los  Andes.  Los  habitantes  de  todo  el  país  mues- 
tran mucho  patriotismo.  A  todos  lados  se  ven  llamas,  vicu- 
ñas y  otros  animales  nativos  del  Perú.  La  noche  sentimos 
un  excesivo  frío. 

«13  DE  JUNIO — Llegamos  a  la  Ventilla;  el  frío  es  hoy 
menor  y  el  camino  mas  interesante.» 


FASTOS  DE  SfinTflFE 

Vino  a  nuestras  manos,  por  fino  obsequio  de  un  discí- 
pulo, el  joven  Sabas  Meléndez,  un  cuadernito  amarillento  y 
deteriorado,  que  a  duras  penas  hemos  podido  descifrar. 
Eran  los  apuntes  de  un  santafereño,  y  aunque  son  casi  todos 


L24  BOLETÍN   DE   HISTORIA    Y    ANTIGÜEDADES 


sobre  nacimientos,  matrimonios  y  defunciones  de  poco  inte- 
rés, por  no  referirse  ellos  a  personas  con  alguna  notoriedad, 
hay,  sin  embargo,  algunas  efemérides  que  pueden  ser  útiles 
para  los  amigos  de  estudiar  la  historia  de  nuestra  capital. 
No  era  propiamente  un  diario,  sino  un  libro  de  recuerdos, 
pues  de  un  año  pasa  a  otro  anterior;  pero  viene  a  comple- 
mentar los  de  Vargas  Jurado  y  Caballero,  que  publicamos 
en  la  Patria  Boba,  y  el  de  Ramírez,  de  que  hablamos  en  este 
Boletín  en  junio  de  1911.  (Ano  vii  página  23).  Hé  aquí  un 
extracto  de  dicho  manuscrito: 

«En  este  ano  de  1793  son  Alcaldes  ordinarios  el  doctor 
don  Carlos  de  Burgos  y  don  Pepe  Ayala.  El  21  de  abril  del 
año  93  fue  la  consagración  del  señor  Obispo  de  Mérida,  se- 
ñor Torrijos. 

«El  31  de  diciembre  del  año  91  murió  don  Pedro  ligar- 
te, sábado  en  la  tarde,  y  lo  enterraron  el  día  de  año  nuevo 
en  la  Capuchina,  el  año  de  92. 

«El  17  de  marzo  de  89  se  publicó  el  bando  en  esta  ciu- 
dad, que  había  muerto  el  Rey  Carlos  3^  El  18  fue  el  bando 
que  se  había  coronado  Carlos  iv. 

«El  14  de  diciembre  del  año  de  88  salió  de  Cartagena 
para  esta  ciudad  el  Excelentísimo  señor  Virrey. 

«En  28  de  mayo  de  1786.  día  domingo,  en  la  noche,  a  la 
una  y  media,  se  quemó  el  Palacio.  En  20  de  dicho  arriba  se 
comenzaron  los  cimientos  de  la  torre  de  San  Francisco  del 
presente  año  de  1786. 

«El  2  de  agosto  del  año  95.  día  domingo,  en  la  noche,  se 
ahogó  don  Francisco  Tobar  y  Buendía,  en  Techo.  En  este 
mismo  día  y  noche  prendieron  al  doctor  don  José  Antonio 
Ricaurte,  abogado  de  esta  Real  Audiencia,  por  orden  de  di- 
cha Real  Audiencia,  bajo  partida  de  registro,  por  los  albo- 
rotos del  levantamiento  de  la  plaza  de  Cartagena.  Estuvo  el 
cadáver  de  dicho  Tobar  en  el  agua  cuatro  días,  y  lo  ente- 
rraron en  la  Catedral,  en  la  Capilla  de  Nuestra  Señora  del 
Topo. 

«En  29  de  enero  de  1796  murió  el  cura  de  Las  Nieves, 
doctor  don  Diego  Díaz  de  Arcaya,  viernes  en  la  noche.  En 
dicho  día  se  marcharon  los  pasquinistas  para  España. 

«En  30  de  septiembre  de  97,  a  las  cuatro  de  la  mañana, 
día  sábado,  murió  en  la  Cabrera,  viniendo  para  acá,  el  señor 
Prebendado  don  Juan  de  Dios  Pey  Andrade.  En  27  de  mayo 
de  98,  sábado  en  la  tarde,  creció  el  río  de  San  Francisco  y 
se  arrastró  una  casa  y  otra  volteó;  reventó  el  cerro  de  Mon- 
serrante  por  tres  partes. 

«Año  de  97.  Alcaldes  ordinarios:  don  Silvestre  Trillo  y 
don  Francisco  Domínguez. 

«Año  de  98.  Alcaldes  ordinarios  de  primer  voto:  don  Vi- 
cente Rojas  y  de  segundo  don  Lorenzo  Marroquín  y  Sierra. 


FASTOS   DE   SANTAFÉ  125 


Entró  el  Excelentísimo  señor  don  Pedro  de  Mendinuenta, 
Virrey  de  este  Nuevo  Reino,  hoy  18  de  marzo,  en  la  tarde, 
de]  año  de  1797. 

«Este  año  de  1799  entró  en  martes.  Alcaldes  ordinarios: 
don  Jorgfe  Lozano  y  don  Fernando  Zuleta. 

«Eí  18  de  enero  de  este  año,  día  viernes,  se  publicó  el 
bando  en  que  Su  Majestad  pide  que  todas  los  arrentados  y 
ricos  ie  presten  dinero  dando  el  5  por  109  de  réditos  para 
el  gasto  de  la  guerra,  y  que  se  les  tendría  presente.  El  28 
de  septiembre,  día  sábado  del  presente  año,  entró  a  esta 
ciudad  el  señor  Arzobispo. 

«Alcaldes  ordinarios  de  primer  voto:  don  Fernando 
Rodrígfuez.  y  de  segundo,  don  Nicolás  de  Ugarte.  Año  de 
1800. 

«1801.  En  este  año  fueron  elegidos  por  este  Muy  Ilustre 
Cabildo  a  don  Vicente  Rojas  y  el  doctor  don  Carlos  de  Bur- 
gos, qujjifnes  no  (^ininteligible)  si  vienen  porque  renunciaron 
ambos  de  la  vara. 

«Año  de  1802,  Alcaldes  ordinarios  de  primer  voto:  don 
Juan  Santa  María,  y  de  segundo,  don  Miguel  de  {^ininteligi- 
ble).  En  5  de  noviembre  del  año  de  802  se  mató  a  puñala- 
das el  doctor  don  Felipe  del  Campo,  canónigo  de  esta  santa 
iglesia  metropolitana,  y  lo  enterraron  en  su  iglesia  el  día 
siguiente,   en  la  tarde. 

«1803.  Alcaldes  ordinarios  de  primer  voto:  el  doctor  don 
Ignacio  San  Miguel,  y  de  segundo,  don  Juan  Gómez.  En  14 
de  enero  se  publicaron  las  paces,  día  viernes,  contra  el 
ingles  y  nuestro  católico  Monarca.  El  31  de  marzo  se>  pu- 
blicó el  bando  sobre  el  indulto.  El  12  de  agosto,  viernes, 
por  la  tarde,  arcarbuceai'on  en  la  Huerta  de  Jaimes  a  Juan 
José  Regena,  soldado  del  batallón  Auxiliar,  por  haber  mata- 
do el  día  24  de  junio  a  otro  soldado  de  su  mismo  cuerpo,  y 
lo  enterraron  en  San  Agustín.  En  22  de  septiembre,  jueves, 
a  las  siete  3'  cuarto  de  la  mañana,  se  fue  para  España  el 
Excelentísimo  señor  don  Pedro  Mendinueta  y  Muzquiz;  go" 
bernó  cinco  años  seis  meses  cuatro  días.  En  18  de  octubre 
arcarbucearon  a  José  Vega,  soldado  del  batallón  Auxiliar, 
por  haber  herido  a  su  cabo,  en  el  destacamento  de  Fucha; 
está  enterrado  en  el  panteón  de  San  Agustín. 

«Enero  1°  de  1804,  domingo.  Alcaldes  ordinarios:  pri- 
mer voto,  doctor  Juan  Antonio  Uricoechea;  de  segundo,  don 
Gregorio  Alvarez  del  Pino  (1). 

«En  20  de  octubre,  sábado,  subieron  a  su  capilla  a  Nues- 
tra Señora  de  Guadalupe. 

«Enero  1^  de  1805,  martes.  Alcaldes  ordinarios:  de  pri- 
mer voto,  don  Pedro  Ricaurte  y  don  Antonio  La  Ravo.  En 

(1)  Más  adelante  repite  este  dato,  pero  a  Alvarez  lo  llama  Joa- 
quín. 


126  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


1°  de  febrero,  viernes,  por  la  tarde,  bendijeron  la  sacristía 
de  la  Catedral. 

«En  21  de  ag^osto  1807  ahorcaron  a  Sotelo.  El  30  de  di- 
ciembre bajaron  las  campanas  de  la  Catedral.  Alcaides 
nuevos  del  año  1808,  don  Nicolás  de  Rivas  y  don  Juan  Nepo- 
muceno  Cabrera.  Pvl28  de  agosto  llegó  don  Sinforoso  Mutis, 
sábado  en  la  tarde.  En  el  mismo  año  se  usaron  las  escarape* 
las  de  nuestro  Rey. 

«En  1809,  1^  de  enero.  Alcaldes  nuevos:  don  Luis  Cay- 
cedo  y  don  José  Antonio  ligarte. 

«El  4  de  mayo,  a  las  cinco  d-í  la  tarde,  llegó  el  señor 
Regente. 

«En  1810,  1*?  de  enero.  Alcaldes  ordinarios:  de  primer 
voto,  el  doctor  Pey;  de  segundo,  don  Juan  Gómez,  A  los 
siete  meses  de  su  gobierno  sucedió  que  el  doctor  Morales 
tuvo  pendencia  en  la  calle  real,  en  una  mercadería,  con  el 
chapetón  Llórente,  porque  habló  del  Conde  don  Fulano 
Villavicencio,  diciendo  que  se  {suprimimos  la  palabra  que 
trae  el  mnnusctiío)  en  el  y  los  americanos;  entorjces  se  le 
avanzó  el  dicho  doctor  Morales,  en  unión  de  don  Sinforoso 
Mutis,  y  dieron  parte  al  señor  Pey,  y  entonces  lo  prendie- 
ron a  dicho  Llórente;  en  el  resto  de  la  tarde,  y  juntamente, 
los  prendieron  a  los  siguientes  chapetones  (la  fecha  de  este 
suceso  fue  día  viernes,  a  20  de  julio),  al  chapetón  Infiesta, 
el  señor  Pey,  pues  él  mismo  lo  trajo,  en  unión  de  un  pi- 
quete de  soldados,  y  se  supo  que  la  noche  del  20  de  julio, 
viernes,  a  la  media  noche,  habían  salido  a  degüello,  por  se- 
ñora y  abogada  de  este  reino  Santa  Librada.  Sabemos  que 
tenían  proyectado  los  chapetones  para  esa  noche,  primera- 
mente en  cada  barrio  pegarle  fuego,  una  casa,  y  por  con- 
siguiente tocar  a  fuego,  y  a  esta  novedad  salir  todo  el  pue- 
blo, luego  empezaban  el  degüello  a  toda  la  gente,  chicos  y 
grandes,  y  los  que  se  escapaban  vendidos  unos  a  5  reales, 
otros  a  3  y  otros  a  2.  En  este  mismo  día  20  amanecimos 
todos  los  patriotas  en  la  plaza,  juntamente  tratándose  del 
Ayuntamiento  y  congregación  de  la  Junta.  El  día  21,  a  la 
madrugada,  ya  estaba  completa  la  Suprema  Junta.  Su  nú- 
mero de  estos  sujetos,  32.  Primeramente  don  José  Miguel 
Pey,  el  Juez  ordinario  segundo,  don  Juan  Gómez,  don  José 
María  Moledo,  don  Manuel  Alvarez,  don  Sinforoso  Mutis, 
doctor  Benítez,  doctor  Azuero,  el  señor  Gil,  canónigo,  crio- 
llo de  Caracas,  don  Fulano  Pombo,  el  doctor  Tenorio,  don 
Pedro  Groot,  don  Justo  Castro,  el  doctor  M-oralitos,  don 
Fruto  Gutiérrez,  el  señor  Rosillo,  canónigo,  el  doctor  Uma- 
ña,  doctor  Gómez,  don  Luis  Azula,  don  José  Santamaría,  el 
chapetón  Incluso  Benjumea,  el  doctor  Plata,  cura  de  la 
Catedral.  En  fin,  para  no  detenerme,  los  restantes  sujetos, 
no  me  acuerdo  de  ellos;  pero  son  32.    Prendieron  al  Oidor 


FASTOS   DE   SANTAFÉ  127 


Alba  el  día  22,  por  la  tarde,  a  las  dos,  poco  más  o  menos,  y 
al  Regente,  por  la  mañana,  a  las  11  del  día,  en  unión  del 
Oidor  Carrión,  y  los  pusieron  en  la  cárcel  de  corte.  El  23 
prendieron  al  Oidor  Frías,  a  las  once  del  día,  y  también  lo 
entraron  en  la  cárcel  de  corte,  en  el  calabozo  de  las  brujas, 
en  unión  del  otro  Oidor  Mancilla.  El  25  prendieron  ai  Vi- 
rrey en  unión  de  su  mujer,  día  miércoles  por  la  tarde,  día 
de  Santiago,  con  la  mayor  preparación  de  mucha  gente 
armada,  y  lo  traspusieron  a  las  cinco  de  la  tarde  en  la  Adua- 
na; la  Virreina,  al  convento  de  la  Enseñanza.  Salieron  los 
cinco  garnachas  de  la  cárcel  desterrados,  el  Alba  y  el  Frías 
para  el  Socorro,  y  Mancilla,  el  Regente  y  Carrión,  para 
Cartagena,  el  1*?  de  agosto,  a  las  once  y  media  del  día.  En 
este  mismo  día  entró  el  Condecito,  a  las  cinco  y  media  de 
la  tarde,  y  lo  recibieron  con  mucha  decencia  en  el  Palacio 
Arzobispal.  Le  pusieron  una  muy  completa  mesa  de  re- 
fresco. 

<Se  puso  toda  la  gente  rótulos  de  cinta,  en  los  sombre- 
ros, en  los  que  se  decía:  "Viva  la  Suprema  Junta  del  Nuevo 
Reino  de  Granada."  El  20  disparó  una  pistola  el  dicho  cha- 
petón Infiesta,  cuando  toda  la  gente  presente,  permisión  de 
Dios,  pues  no  le  tocó  a  ninguna  persona,  y  dio  el  balazo  al 
suelo. 

«El  22  sacaron  déla  Capuchina  al  señor  Rosillo,  domin- 
go, a  las  doce  del  día,  con  la  mayor  alegría  y  sumo  triunfo, 
en  manos  de  dos  hombres  hasta  el  Cabildo,  y  luego  que  llegó 
hizo  una  relación  al  público,  que  hizo  verter  lágrimas,  en 
agradecimiento  de  haberlo  libertado  de  una  tan  larga  pri- 
sión, al  mismo  tiempo  para  esta  entrada  de  dicho  señor,  en- 
colcharon  todos  los  balcones  y  ventanas,  y  el  del  Virrey 
sin  nada,  y  entonces  todos  los  del  país  dijeron  que  si  no  po- 
nían colchas  despedazarían  el  balcón,  e  inmediatamente  pu- 
sieron. El  22  sacaron  al  balcón  al  Oidor  Alba  para  verlo  si 
estaba  con  prisiones,  y  porque  toda  la  gente  lo  pidió,  y  por 
consiguiente  al  Oidor  Frías,  y  como  ya  era  noche,  alumbra- 
ron para  los  pies,  y  se  le  vieron  las  prisiones. 

«El  5  de  agosto,  domingo  por  la  noche,  salió  de  la  casa 
de  administración  de  aguardiente  un  carro  triunfal  y  el 
retrato  de  Fernando  7*?,  y  condujeron  al  Cabildo  en  proce- 
sión todo  el  pueblo  echando  muchos  vivas,  con  música,  mu- 
chos voladores.  Trajeron  el  retrato  en  un  trono  de  plata,  y 
los  alumbrantes  fueronla  oficialidad  de  Cartagena,  todos  con 
hachas  de  cera;  luego  lo  pusieron  frente  al  cabildo,  y  a  un 
rato  salió  el  doctor  don  Fruto  Gutiérrez  a  la  galería  y  rela- 
tó una  loa  la  más  famosa,  que  todos  quedaron  asombradlos 
y  llenos  de  sumo  gozo;  volvieron  a  llevar  el  retrato  a  la  mis- 
ma administración  a  las  nueve  y  media   de  la  noche. 


128  BOLETÍN  DE   HISTORIA  Y   ANTIGÜEDADES 

«Agosto  13.  Pontón,  el  procurador,  dijo  que  no  debía 
estar  el  Virrey  en  la  aduana,  pues  no  era  prisión  esa  parte 
tan  decente  para  un  reo  como  dicho  Virrey;  y  originado  de 
este  autor,  se  acaloró  todo  el  populacho,  y  pidieron  que  lo 
pasasen  a  la  cárcel  de  corte.  Se  puso  por  obra  y  se  trató  de 
ir  a  sacarlo,  y  para  esta  obra  se  puso  la  gente  desde 
la  puerta  de  la  aduana  hasta  la  puerta  de  la  cárcel  de 
corte,  formando  una  calle.  Vinieron  a  sacarlo  al  Virrey 
el  señor  vocal  doctor  Rosillo  y  don  José  María  Carbonell. 
Cuando  salió  dicho  Virrey  eran  las  dos  y  media  de  la  tarde, 
y  lo  metieron  en  un  calabozo  con  un  par  de  grillos  y  sin  co- 
municación. En  este  mismo  día  también  tuvo  un  maltra- 
tamiento don  Pedro  Gasea:  dijo  que  todos  eran  unos  borra- 
chos a  los  de  la  guardia  de  la  aduana.  Este  mismo  día  lu- 
nes pidió  una  revendedora  al  señor  Carbonell  que  le  diera 
facultad  para  ir  a  sacar,  en  unión  de  las  demás  revendedo- 
ras, muchas  carniceras,  mondongueras  y  de  todo  ejercicio 
de  carnes,  pues  no  se  metió  ninguna  mujer  decente;  se  les 
concedió  que  fueran  todas  las  mujeres  a  la  Enseñanza  y  sa- 
caran n  la  Virreina.» 

El  resto  á'¿l  folleto  está  bastante  deteriorado.  Apenas 
puede  leerse  en  la  última  hoja  la  noticia  de  la  entrada  de 
Serviez  con  la  Virgen  de  Chiquinquirá,  y  luego  la  de  las 
tropas  españolas. 

El  autor  de  los  apuntes  parece  que  fue  un  señor  Es- 
canden, pues  dice  en  una  de  sus  anotaciones: 

«Murió  don  Francisco  Escandón,  mi  amado  padre,  hoy 
día  viernes,  a  6  de  mayo,  a  las  diez  del  día,  y  está  enterra- 
do en  San  Francisco.  Año  de  1791. > 

E.  Posada 


flPOSTIhhfl 

¿Cuál  fue  la  primera  ascensión  en  los  aires  que  se  hizo 
en  Bogotá? 

Entendemos  que  el  precursor  de  la  navegación  aérea 
fue  José  María  Fldrez,  quien  se  elevó  en  la  atmósfera  en 
septiembre  de  1844.  Bl  Dia  del  1*?  de  octubre  de  ese  año 
trae  este  suelto: 

«Viaje  aéreo  de  José  María  Flórez.  En  un  globo  de 
lienzo  de  2.5  varas  de  alto  y  15  de  ancho,  elevóse  como  650 
varas  castellanas.  El  punto  de  partida,  el  patio  del  Colegio 
del  Rosario,  y  el  de  descenso,  el  tejado  de  una  casa  conti- 
gua al  hospital  de  mujeres.  Viose  en  gran  peligro,  echó 
mano  de  un  cable  con  nudos,  sufrió  un  golpe.  La  ascensión 
fue  el  miércoles  27  de  septiembre  de  1844.>— £".  P. 


BOLETÍN 


Año  XIV-N.' 159  r\\      11      r     I     I     X^      Agosto:  1922 


DE    HISTORIA    Y     A  N  T  I  G  U  E  D  A  D  E  S 

ORGflno  De  cñ  flcfloemifl  rmcionflí  oe  historia 

DIRECTOR,  «REDACTORES, 

EDUARDO  POSADA  LUIS  AUGUSTO  CUERVO 

ROBERTO  CORTÁZAR 


Bogotá— República  de  Colombia 


GUERRA  DE  hOS  PÍDAOS  (1) 

Relación  y  discurso  de  la  guerra,  que  por  especial  cédula  y 
borden  de  Sus  Mag**  cometida  a  don  Joan  de  Borja  Presidente 
goyor  y  Capp'°  general  del  Nuevo  Rey"»  de  Granada  sehacencon- 
tra  los  Indios  Rebeldes  de  la  Provincia  de  los  Pijaos  con  apunta- 
miento breve  de  la  discrep""  dellas  conforme,  a  la  demarcación  de 
la  ciudad  de  Santa  Fé  cabeza  de  dicho  Rey""  y  asiento  de  la  R' 
Audiencia  del.  t 

La  dicha  ciudad  de  Santa  Fé  esta  situada  a  la  parte  septen- 
trional de  la  linea  equinocial  en  altura  de  quatro  grados  y  quarenta 
y  quatro  minutos  en  la  cumbre  de  una  cordillera  prolongada  de 
nordeste  a  sudoeste,  en  tierra  llana,  fresca  y  fértil  y  aunque  con 
poca  declinación  hieren  siempre  los  rayos  solares  perpendicular- 
mente  templase  la  fuerza  de  su  calor,  con  la  elevación  del  sitio  que 
se  avecina  a  la  frialdad  de  la  media  región  del  aire  y  la  interposi- 
ción ordinaria  de  las  nubes  con  otras  causas  superiores  que  la  ex- 
periencia advierte. 

Al  ocidente  de  la  dicha  ciudad  treinta  le^as  apartada  corre 
otra  cordillera  del  norte  al  sur  donde  los  dichos  yns"  Pijaos  hacen 
Su  abitación  y  morada  y  en  distancia  de  veinte  leguas  mas  al  oci- 
dente ay  otra  cordillera  cassi  paralela  que  corre  al  mesmo  rumbo 
algo  torcida  de  noroeste  al  sueste  y  se  juntan  las  dos  con  la  prime- 
ra en  la  Gobernación  de  Popaian  donde  está  poblada  la  ciudad  de 
Almáguer  cien  leguas  al  sur  de  la  de  Santa  Fé,  y  de  todas  tres  se 
hace  la  gran  cordillera  que  passa  por  las  Provincias  de  Perú  y  Chi- 
le hasta  el  estrecho  de  Magallanes  en  Longitud  de  dos  mil  leguas. 

De  los  tres  ramos  de  cordillera  referidos  en  el  remate  de  la 
segunda  (de  quien  particularmente  se  trata  en  esta  relación),  na- 
cen dos  rios  muy  caudalosos  el  de  la  Magdalena  al  oriente  y  el  de 
Cauca  al  ocidente  casi  de  igual  grandeza  con  otros  muchos  que 
entran  en  ellos  en  distancias  breves  fertilizando  la  tierra  y  regalan- 


(1)  Enviado  de  Sevilla  por  el  señor  Restrepo  Tirado,  como  se  dijo 
en  el  número  anterior. 

XIV— 9 


130  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


dola  con  abundancia  de  pescados  y  aguas  frías:  llevan  su  curso  al 
norte  el  uno  entre  la  primera  y  esta  cordillera  por  tierras  llanas 
donde  están  pobladas  las  ciudades  de  Timaná,  Tocaima,  Ibague  y 
las  de  Mariquita,  y  el  otro  entre  la  tercera  cordillera  por  los  pue< 
blos  de  la  Gobernación  de  Popayan. 

Estos  dos  rios  principales  se  juntan  mas  abajo  de  la  Villa  dt 
Mompox,  en  la  parte  que  hace  principio  la  mis»  cordillera  en 
cuyo  remate  nacen  antes  que  se  incorpore  en  las  otras  y  la  acom- 
'pañan  en  doscientas  leguas  que  vierte  a  los  lados  quedando  ella 
como  ysla  enmedio  y  perdiendo  en  las  juntas  el  nombre  del  uno 
con  el  de  la  Magdalena,  entran  en  la  mar  9erca  de  la  Ciudad  de 
Santa  Marta. 

La  dicha  cordillera  donde  avitan  los  Indios  rebeldes  es  la  de 
mayor  aspereza  que  se  cono§e  en  todas  las  Indias  de  altísimos  ce- 
rros y  quebradas  hondas,  espesísimos  bosques  y  muchos  riscos  y 
despeñaderos  de  muy  gran  peligro  sin  apacibilidades  de  tierra 
llana  con  mas  apropiada  disposición  para  fieras 'que  para  avitacion 
de  hombres  humanos. 

Los  Indios  viven  en  lo  mas  interior  y  oculto  de  la  sierra  en 
los  nacimientos  de  los  rios  que  hacen  gran  concavidad  y  avertura 
con  muchas  cuchillas  peladas  que  decienden  de  lo  alto  de  la 
montaña  hasta  el  rio  en  concierto  como  los  dedos  de  la  mano  con 
distancias  iguales  de  una  y  dos  y  tres  leguas  de  caida  muy  peina- 
das y  de  extraordinaria  angostura  que  desde  afuera  parece  que 
con  dificultad  se  puede  subir  ni  aun  trepando,  ni  caber  mas  de  un 
solo  hombre  en  hilera  y  entre  una  y  otra  cuchilla  tienen  quebradas 
de  mucha  hondura  y  arcabuco  con  arroyos  de  agua  continua. 

En  lo  más  alto  de  las  dichas  cuchillas  donde  se  juntan  con  la 
montaña  hacen  sus  casas  solitarias  y  apartadas  unas  de  otras  que 
pocas  veces  se  hallan  dos  o  tres  en  compañía  pero  todas  a  la  vista 
de  las  concavidades  de  los  rios  tomando  por  espaldas  la  montaña 
y  por  frente  la  angosta  caida  de  las  cuchillas  y  a  los  lados  las  que- 
bradas que  hagen  entre  una  y  otra,  y  tienen  diversas  puertas  apli- 
cadas para  todas  las  retiradas  y  por  donde  quiera  que  fueren  aco- 
metidos se  libran  por  la  contraria  parte  metiéndose  en  la  montaña 
o  en  las  quebradas  de  los  lados  o  echándose  por  las  cuchillas  a  la 
profundidad  de  los  rios  y  para  reparo  de  algún  repentino  y  des- 
'  cuidado  asalto  hacen  también  cuevas  dentro  de  las  casas  que  por 
debajo  de  tierra  salen  a  las  barrancas  mas  cercanas  y  ocultas. 

Desde  la  ciudad  de  Yavague  que  es  la  primera  frontera  de 
Hespañoles  arrimada  a  la  otra  cordillera  treinta  leguas  de  la  de 
Santa  Fé  al  oriente  comienza  el  principio  de  la  guerra  y  losserrosy 
concavidades  que  los  rios  hacen  en  las  cabeceras  de  sus  nacimien- 
tos a  quien  llaman  Provincias  por  ser  en  ellas  la  avitacion  hordina- 
ria  de  los  Indios.  Las  mas  circunvecinas  a  la  dicha  ciudad  de 
Yavague  que  al  presente  se  hallan  avitadas  son  las  de  Mola  Caco- 
taima  y  Otaima  y  luego  sucesivamente  las  de  Maito  Veuni  y  Amoya 
donde  se  considera  la  principal  fortaleza  y  centro  de  la  guerra  por 
ser  la  mayor  población  de  yndios  la  que  ay  en  ella  y  pasando  un 


OüERRA   DE  LOS  FIJAOS  131 


rio  grande  que  sale  de  esta  Provincia  de  su  propio  nombre  prosi- 
guen las  de  Culuculiuma,  Ambeima,  Irico,  Paloma,  Ululu,Vulima, 
Namey,  Luluma,  Yumbo,  Totumo,  Quítala,  Orli,  Maulu,  Tumuro, 
learco,  Natagaima,  Ataroza,  Aparoje,  Usmeche,  Valleviciosa, 
Naceci  y  Las  jCarnejerias  que  confinan  con  la  Villa  de  Timaná 
que  es  la  última  frontera  de  Hespafloles  ochenta  leguas  de  la  de 
Ibague  a  la  parte  del  Sur. 

Las  Provincias  referidas  entre  las  dichas  fronteras  van  pro- 
longadas de  norte  al  sur  conforme  a  longitud  de  la  cordillera  y 
todas  miran  al  oriente  y  en  la  contraria  parten  al  ocidente  vertien- 
tes a  la  Gobernación  de  Popayan.  La  primera  frontera  de  Hespa- 
ñoles  que  correspoade  en  derecho  de  las  de  Ibague  es  la  ciudad 
de  Cartago  y  la  postrera  hacia  el  sur  la  de  Caloto  y  en  medio  de 
las  dos  la  de  Buga  y  aunque  en  su  comarca  ay  pocos  Indios  re- 
beldes que  son  los  de  Canchuma,  Vulira,  Bintimay,  Totoxambo 
acuden  las  de  una  parte  a  la  otra  pasando  la  cordillera  a  inquie- 
tar y  hacer  daños  y  robos  en  los  términos  y  caminos  reales  de 
los  dichos  pueblos. 

De  mas  de  las  dichas  Provincias  de  los  Indios  rebeldes  a 
quien  se  atribuye  el  nombre  común  Pixao  ay  otra  nación  que  lla- 
man Paeces  que  confinan  con  pueblos  de  la  Governacion  de  Popa- 
yan |al  cabo  de  la  d  ha  cordillera  en  tierra  mas  apacible  y  llana 
donde  se  puede  andar  a  caballo  con  menos  dificultad  y  trabajo  y 
nunca  estos  an  tenido  amistad  ni  correspondencia  con  los  Pixaos 
por  ser  diferentes  en  lengua  naturaleza  y  costumbres  y  gente  mas 
política  generosa  y  limpia  y  de  mucha  industria  y  valor  en  las  ar- 
mas defendiendo  con  ellas  solamente  su  tierra  sin  salir  a  buscar 
inquietudes  en  la  agena:  Tampoco  acostumbran  comer  carne  hu- 
mana ni  las  crueldades  asaltos  y  traiciones  que  los  otros  hacen  y 
se  contentan  con  su  libertad  rehusando  la  servidumbre  de  los 
Hespañoles  aunque  están  encomendados  en  ellos  y  acuden  a  ser- 
vir de  amigos  en  la  guerra  y  a  otros  trabajos  de  poca  importancia. 

En  la  tierra  llana  que  ay  entre  la  primera  y  segunda  cordillera 
en  las  riberas  del  Rio  grande  de  la  Magdalena  avitan  otros  Indios 
llamados  Coyaimas,  Guaurox  y  Tamagalaes  que  son  retirados  de 
la  Sierra  por  grandes  discordias  y  asentada  enemistad  que  tienen 
los  unos  con  los  otros  los  cuales  por  estar  en  despoblado  a  vista  de 
los  caminos  reales  an  hecho  de  ordinario  en  ellos  y  en  los  térmi- 
nos de  la  ciudad  de  Tocaima  y  en  los  Sutágaos  muchos  asaltos 
contra  los  naturales  de  Pas  pasageros  y  contratantes  que  andan 
de  este  Rey°<'  al  Pira  y  siendo  encomendados  en  vecinos  de  la 
Ciudad  de  Ibague  an  bivido  siempre  en  su  libertad  entre  la  pas  y 
la  guerra  ayudando  solamente  a  la  que  se  hacia  contra  los  de  la 
Sierra  sus  enemigos. 

Todos  los  Indios  del  nombre  común  de  Pixaos  en  llano  y  sie- 
rra hablan  una  misma  lengua  con  poca  diferencia  de  algunos  voca- 
blos y  son  conformes  en  sus  bárbaras  costumbres  ritos  y  ceremo- 
nias y  en  la  manera  de  las  armas  y  exersÍ9io  de  la  guerra. 


132  BOLETÍN  DE   HISTORIA  Y  íiNTIGUEDADES 


Alcanzan  de  ninguna  suerte  conocimientos  ni  luz  del  verda- 
dero Dios  sino  confusa  noticia  de  que  ay  criador  de  las  cosas  a 
quien  llaman  Locombo  o  Cóndor  significaciones  abuelas  del  tiem- 
po y  abundancia  del  como  cosa  eterna  e  infinita  y  no  le  tienen 
entera  devoción  por  causa  de  otra  abucion  del  Demonio  introdu- 
cida por  tradición  antigua  de  que  ubo  entre  ellos  un  yndio  llamado 
Nacuco  con  la  cabeza  herida  que  hacia  muchos  prodigios  y  mila- 
gros tomando  varias  formas  y  profetizando  las  cosas  y  sucgesos 
futuros^  al  cual  atribueen  la  creación  del  mundo  y  que  aviándose 
aficionado  de  una  yndia  que  se  llamaría  ybasnaca  le  engañó  ella 
en  defensa  de  su  castidad  mandándole  entrar  en  una  cueva  para 
acudir  a  su  ruego  y  afición  y  que  le  dejó  dentro  encerrado  con  mu- 
cha piedra  y  tierra  donde  quedó  ahogado  y  añadiendo  a  estas  otras 
fábulas  torpes  y  bárbaras  fingiendo  que  de  allí  calieron  un  bolean 
grande  y  dos  fuentes  de  aguas  caliente  y  fria  que  están  en  la  Sierra 
de  Itaima  jurisdicción  de  la  Ciudad  de  Ibague  en  el  camino  que 
va  a  la  de  Cartago. 

Ai  entre  ellos  otra  tradición  mas  creíble  de  que  en  la  Provin- 
cia de  Anaima  poco  tiempo  antes  que  los  Hespañoles  entrasen  en 
este  Rey""  hubo  un  yndio  predicador  de  mucho  recogimiento  y 
estrecha  vida  que  andaba  por  todos  los  mercados  borracheras  y 
públicas  congregaciones  persuadiéndolos  que  no  se  comiesen  unos 
a  otros  ni  cometiesen  otros  grandes  peccados  porque  para  castigo 
de  ellos  avian  de  venir  hombres  blancos  caballeros  en  leones  pe- 
leando con  rayos  y  truenos  a  consumir  y  sujetarlos  0.  perpetua  ser- 
vidumbre. 

Generalmente  son  grandes  ydólatras  y  tienen  muy  abomina- 
bles supersticiones  y  en  todas  sus  casas  ydolos  de  madera  y  barro 
grandes  y  chicos  los  unos  de  asiento  y  los  otros  para  llevar  con- 
sigo a  las  jornadas  y  caminos  que  fueren  y  los  adoran  y  pintan  con 
colores  como  quando  ellos  salen  a  la  guerra  y  les  hacen  sacrificios 
.  y  ofrendas  de  chicha,  masato  y  otras  comidas  y  frutos  de  la  tierra. 

Respetan  mucho  a  los  hechiceros  que  llaman  Mohanes  y  los 
tienen  en  gran  veneración  y  crédito  y  para  emprender  cualquiera 
facción  de  guerra  ayuna  primero  el  Mohán  por  tiempo  de  ocho 
dias  sin  comer  mas  que  un  puño  de  maiz  y  un  paxarillo  o  pecesito 
muy  pequeño  y  de  una  totuma  o  calabasillo  de  chicha  que  le  po- 
nen bebe  con  una  pajuela  hueca  y  en  los  primeros  seis  dias  enteros 
'  con  sus  noches  no  duerme  de  ninguna  manera  y  esta  siempre 
echado  en  una  hamaca  colgada  en  el  aire  atÍ9ando  un  fogón  en- 
cendido de  lumbre  que  junto  a  si  tiene  de  horquetas  de  leño  se- 
cadas a  la  sombra  sin  que  el  sol  la  toque. 

El  dia  antes  que  aya  de  acabar  el  ayuno  ponen  a  co§er  cierta 
cantidad  de  bollos  de  maiz  con  mucha  quenta  y  ceremonias  y  pre- 
vienen gran  suma  de  tinajas  de  chicha  todos  los  que  an  de  salir  a 
la  guerra  para  esperar  la  respuesta  de  su  oráculo,  y  el  ayunador  se 
levanta  cumpliendo  con  la  obligación  de  su  oficio  y  les  manifiesta 
la  rrevelacion  que  ha  soñado  declarando  la  significación  de  ella  y 
luego  acuden  al  cosinamiento  de  los  bollos  y  a  la  calor  déla  ceniza 


GUERRA   DE   LOS   FIJAOS  133 


del  fuego  que  el  Mohán  ati9ava  en  el  ayuno  y  si  ella  estuviera 
blanca  y  los  bollos  sanos  y  enteros  tienen  por  dichoso  agüero  y  si 
la  ceniza  sale  bermeja  y  los  bollos  partidos  por  muy  mala  sefial  de 
que  an  de  morir  los  que  fueren  a  la  jornada  y  la  difieren  para  otra 
ocasión  y  sueflo  mas  favorable. 

Después  que  el  Mohán  aya  continuado  su  penitencia  y  ayu- 
no hasta  tener  buen  sueño  ceniza  blanca  y  bollos  sanos  salen 
contentos  a  la  guerra  con  siguridad  de  que  todos  an  de  volrer  sin 
desgracia  y  al  tiempo  de  la  partida  se  juntan  los  viejos  y  viejas  de 
lá  comarca  y  escupen  a  los  soldados  que  es  lá  "bendición  que  les 
echan  para  preservarlos  del  peligro  y  daño  y  el  caudillo  les  per-' 
suade  a  que  por  flogedad  y  poco  ánimo  no  le  hagan  inciertW  su 
próspero  agüero  y  si  en  las  jornadas  les  sucyede  mal  y  les  matan 
gente  le  dan  al  Mohán  en  pago  de  su  agüero  muchoá  palos  y  algu- 
na vez  la  muerte  y  le  piden  satisfacción  del  daflo  que  han  rrecivido 
a  que  está  obligado.  Y  aunque  vuelvan  sanos  sino  consiguen  el 
efecto  de  la  pretencion  que  llevan  priban  de  oficio  al  ayunador  de 
común  parecer  y  acuerdo. 

Si  cuando  van  marchando  tropie9a  alguno  y  se  lastima  el  dedo 
del  pie  se  vuelve  a  su  casa  y  a  los  buenos  suc9esos  llaman  ávidos 
con  dedo  sano  y  de  ninguna  suerte  el  caudillo  se  abriga  ni  se  cubre 
con  ropa  cuando  duerme  y  le  cercan  con  fuego  a  la  redonda  y  en 
toda  la  jornada  no  come  sal  ni  axi  ni  duerme  con  mujer  y  final- 
mente son  tan  inclinados  a  sueños  y  agüeros  que  cuando  caen 
enfermos  disen  que  es  por  causa  de  algún  sueño  y  si  tienen  noticia 
de  lo  que  soñó  en  aquella  ocasión  le  buscan  los  parientes  del  en- 
fermo y  le  dan  de  palos  o  le  matan  si  el  doliente  muere. 

Todos  los  años  en  dia  señalado  hacen  fiesta  al  onor  del  tiem- 
po con  estrafias  ceremonias  formando  un  bulto  de  hombre  hueco 
texido  de  paxa  menuda  y  le  llenan  por  dentro  de  toda  variedad  de 
legumbres  y  frutos  de  la  tierra  y  mucho  masato  que  es  una  masa 
blanda  que  hacen  con  maiz  y  cuando  le  tienen  bien  relleno  le 
echan  a  rodar  por  una  ladera  muy  derecha  señalando  el  puesto 
hasta  a  donde  hubiere  de  rrodar  y  se  echan  los  yndios  tras  el  y  a 
los  que  les  alcansaren  antes  del  tiempo  señalado  los  jusgan  por 
bien  afortunados  que  an  de  gosar  gran  prosperidad  aquel  año,  y 
para  elegir  el  mayordomo  de  esta  cofradía  beben  mucha  chicha 
en  casa  del  que  haga  la  fiesta  y  el  declara  por  sueño  el  que  le  há 
de  suceder  en  el  oficio  y  para  celebrar  la  fiesta  procuran  aventajar- 
se con  alguna  obsientación  de  mas  devoción  y  diligencia. 

Son  comunmente  muy  enamorados  y  en  gran  manera  celosos 
y  vengativos  del  agravio  que  rreciben  en  las  mujeres  y  tienen  todas 
las  que  pueden  adquirir  y  los  maridos  dan  el  dote  a  los  padres  de 
ellas  con  ca9a  de  bolateria  y  otros  regalos  y  desde  que  se  comien- 
za á  tratar  el  casamiento  hase  el  desposado  las  cementeras  dé 
maiz  que  entre  ellos  se  conciertan  y  quando  las  tienen  de  sazón 
pide  la  mujer  y  eitrega  a  los  suegros  y  parientes  las  cementeras 
que  a  hecho  y  recive   otra  que  en  trueco  le  dan  para   su  sUstentb. 


134  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y    ANTIGÜEDADES 


Quando  enviudan  las  mujeres  no  tocan  con  las  manos  las  va- 
sijas de  casa  que  sirvieron  en  vida  del  marido  y  si  fuere  forzoso 
tomar  alguna  es  con  un  lienzo  o  paño  por  que  no  se  les  pegue  la 
muerte  del  difunto  y  le  celebran  las  obsequias  con  mucha  chicha 
habiendo  borrachera  con  ella  y  las  viudas  no  se  tornan  a  casar  en 
largo  tiempo  reputándolas  por  desgraciadas  y  que  la  que  acabó  un 
marido  matará  también  otros  y  ordinariamente  se  casan  viudos 
con  viudas. 

No  se  casan  las.  donceMas  hasta  que  les  baxe  su  costumbre 
por  entender  que  antes  de  ella  no  pueden  tener  hijos  y  traen  las 
piernas  debajo  de  las  rodillas  y  en  sima  de  los  tovillos  y  los  bra- 
zos por  las  muñecas  y  molleros  muy  apretados  con  muchas  bueltas 
de  cordel  delgado  para  abultar  en  medio  y  adelgasar  los  extremos 
y  la  primera  noche  que  duermen  con  los  maridos  sueltan  sus  liga- 
duras en  señal  de  que  no  quedan  doncellas  y  a  las  que  no  lo  fue- 
ren cuando  se  casan  las  matan  sus  maridos  por  el  engaño  que  les 
an  hecho. 

A  los  niños  luego  que  nacen  les  entablan  las  cabezas  hasta 
que  se  les  unda  la  frente  y  el  cogote  y,  le  quiebran  y  estiran  la  na- 
riz para  que  le  quede  corva  y  larga.  Los  nombres  que  les  ponen 
son  los  de  las  aves  y  animales,  arboles  yervas  y  frutas  y  otras  sig- 
nificativas de  algún  sucgesor  y  el  primer  nombre  del  nacimiento 
les  dura  hasta  que  se  casan  o  hagan  alguna  gran  hazaña  en  la  gue- 
rra y  entonces  le  mudan  y  ponen  otro. 

Son  las  mugeres  muy  encogidas  y  onestas  y  pocas  o  ninguna 
qué  sea  común  entre  ellas  y  a  las  adúlteras  castigan  en5errandolas 
primero  en  una  'choza  para  que  todos  los  mancebos  solteros  que 
oviere  en  la  Provincia  las  gozen  y  se  aprovechen  de  ellas  por 
afrenta  de  su  deliio  y  después  la  ponen  en  una  encru9ijada  de  ca- 
minos enterradas  hasta  la  cintura  y  alli  arriba  descubierta  para  ape- 
drealla  hasta  que  la  matan.  x 

Para  curar  sus  enfermedades  y  heridas  tienen  y  cono9en 
muchas  yerbas  y  los  hervalarios  y  médicos  dellas  son  los  moha- 
nes y  hechiceros  y  cuando  a  plican  las  yervas  hacen  invocaciones 
al  Demonio  con  muchas  ceremonias  y  cantares.  Y  a  los  difuntos 
entierran  con  solemnidad  y  concurso  de  gente  en  vnas  bóvedas  de 
las  concavidades  y  cuevas  de  la  tierra  sin  que  el  cuerpo  toque  a 
ellas  y  le  ponen  provisión  de  chicha  y  comidas  y  los  que  entierran 
al  difunto  no  se  atreben  a  9embrar  cosa  alguna  hasta  purificarse  en 
la  corriente  de  un  rio  donde  se  meten  can  muchas  ramas  en  las 
manos  y  mojándolas  en  el  agua  se  azotan  con  ellas  valientemente 
cantando  endechas  al  difunto  hasta  aver  cumplido  bien  con  esta 
ceremonia. 

El  mas  estrañí)  y  abominable  v¡5io  que  entre  ellos  se  conoge  es 
la  fiera  inclinación  da  comer  carne  humana  eitimándola  grandemen- 
te y  prefiriendo  su  gusto  del  de  todas  las  demás  cosas  criadas  para 
el  sustento  del  hombre  y  aunque  le  tienen  por  costumbre  antigua 
hallanse  agora  tan  9evado3  y  encirnizados  en  la  carne  cristiana 
que  el  mayor  fundamento  de  sus  inquietudes  y  guerras  se  encami- 


GÜKRBA   DB  LOS  FIJAOS  13S 


na  al  sabor  y  deleite  de  este  cruel  vicio  ha5Íendo  partición  y  car- 
nicería de  las  personas  que  prenden  y  en  sus  cuerpos  notables 
crueldades  cortándoles  las  carnes  a  pedazos  menudos  estando  bivo 
comiéndoselos  en  su  presencia  poco  a  poco  y  a  Jas  criaturas  tiernas 
asándolas  enteras  en  barbacoa  a.  modo  de  parrillas  Las  llevan  en  el 
zurrón  comiendo  dellas  por  el  camino  o  colgadas  con  un  cordel  al 
pescuezo.  Y  para  la  suma  de  la  espantable  ynumanídad  de  estos 
bárbaros  se  ha  visto  en  esta  guerra  que  a  los  soldados  muertos  y 
enterrados  de  diez  dias  en  su  tierra  los  han  desenterrado  y  comido 
sin  reparar  en  la  hediondez  y  corrupción  de  los  podridos  cadá- 
veres. 

El  sustento  común  de  su  tierra  es  el  maiz  que  con  mucha  fer- 
tilidad y  abundancia  se  coje  en  la  montaña  hasiendo  rosas  y 
labranzas  en  lo  interior  y  oculto  de  ellas  derribando  árboles  y  ra- 
mas del  arcabuco  y  quando  esta  seco  lo  que  an  rosado  y  cortado 
$iembran  el  maiz  en  todo  el  aña  sin  excepción  ni  variayion  del 
tiempo  por  ser  el  desta  región  muy  uniforme  y  ansi  mismo  9iem-' 
bran  y  cogen  mucha  cantidad  de  frisóles  y  diversidad  de  raices 
que  llaman  arracachas  yucas  batatas  turmas  de  tierra  y  otras 
legumbres  de  gran  sustento  y  buen  gusto.  Comen  el  maiz  co9ido 
y  tostado  y  del  uno  y  otro  hacen  provisión  para  las  yornadas  lle- 
vando harina  tostada  y  bollos  cocidos  y  ma9ato  metido  en  cala- 
ba9os  y  sobretodo  su  principal  sustento  y  regalo  es  el  brevage  de 
chicha  con  que  se  embriagan  para  solemai9ar  la  alegría  de  los 
buenos  suc9esos  y  las  juntas  y  preven9Íones  de  guerra  y  los  demás 
actos  y  congregaciones  públicas  y  secretas  sin  que  en  vida  y  muer- 
te aya  de  aver  cosa  que  no  sea  autori9ada  con  la  chicha,  y  no 
tienen  en  su  tierra  ningún  género  de  carne  ni  pescado  para  el 
sustento  hordinario  e'cepto  algún  venado  o  ca9a  menuda  de  pá- 
jaros que  matan  con  cerbatanas  y  por  carecer  dellas  apetecen  la 
carne  con  notable  exceso  y  la  comen  de  todas  especies  de  aves  y 
animales  particularmente  ratones  y  otras  malas  savandijas  aun- 
que su  mayor  regalo  triunpho  y  gloria  es  la  carne  humana. 

Es  gente  feroz  y  bien  dispuesta  tienen  las  frentes  hundidas  por 
artificio  y  gala  y  las  narices  corvas  y  largas,  en  lo  demás  bien  pro- 
porcionados y  robustos  y  en  gran  manera  agües  sueltos  y  alenta- 
dos qiie  andan  por  la  azpereza  de  la  Montaña  y  Sierra  con  más 
ligereza  que  en  el  llano  y  en  cuanto  al  trage  de  sus  vestidos  y  ca- 
belleras largas  conforme  al  uso  común  de  todas  las  Yndias. 

No  tienen  ninguna  inteligencia  de  interés  ni  grangeria  ni  otra 
ocupación  ni  ofi9io  mas  de  la  inquietud  y  exercicio  de  la  guerra  y 
son  muy  valientes  y  determinados  en  ella  y  grandes  sufridores  de 
trabajos  y  de  notable  valor  y  ánimo  en  rrecibir  la  muerte  y  qual- 
quier  género  de  tormento  sin  quexarse  ni  haver  desvío  ni  señal  de 
sentimiento  mas  que  si  fuesen  insensibles.  Y  entre  las  armas  mayor 
inclinación  muestran  a  la  pica  que  la  juegan  con  mucha  desembol- 
tura  destreza  y  maña.  Usan  también  dardos  arrofadi9os  y  macanag 
hechas  a  manera  de  espada  o  montante  de  cortezas  durísimas  de 
palmas  de  quatro  dedos  de  ancho  afiladas  y  no  acostumbran  arcos 


136  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


fiándose  en  la  fuerza  y  valentía  de  sus  personas  que  las  juntan  ga- 
llarda y  osadamente  con  el  enemigo  mas  que  en  lo  industrioso  arro- 
jadÍ9o  y  apartado  de  las  flechas  y  no  reconocen  ningún  superior  ni 
cacique  sino  al  que  mas  valiente  fuere  y  a  los  agoreros  mohanes,  a 
los  niños  desde  muy  tiernos  enseñan  a  jugar  la  lan5a  con  cañas  y 
varas  delgadas  proporcionadas  a  la  fuerza  de  su  edad. 

También  hacen  gran  daño  y  ofensa  con  la  pedreria  gruesa  que 
suelen  amontonar  en  sitios  encumbrados  sobre  angostas  cuchillas  y 
laderas  en  pasos  forfosos  que  están  sujetos  al  peligro  de  sus  galgas 
que  con  impetuosa  furia  y  espantable  ruido  derriban  sobre  los 
Hespañoles  que  pasan  en  derecho  de  ellas  sin  otro  rreparo  mas  de 
la  preven5ion  de  rreconocer  con  cuidado  los  sitios  de  este  peligro 
y  ganan  primero  lo  alto  para  asegurar  a  los  demás  el  paso. 

El  ardid  de  guerra  m"""  en  astu§ia  y  peligro  que  mas  de  ordi- 
nario acostumbran  son  las  emboscadas  que  ha9en  en  la  espesura 
del  monte  sobre  algún  barrancoso  y  estrecho  camino  en  cuya  orilla 
se  ponen  a  los  lados  limpiando  plasuelas  para  jugar  las  lan9as  sin 
impedim***  de  los  árboles  y  rramas  dejando  solamente  muy  entreíe- 
xida  y  cerrada  una  delgada  pared  del  monte  que  corresponde  al 
camino  donde  es  imposible  poderse  ver  la  emboscada  y  al  tiempo 
que  los  Hespañoles  van  entrando  en  ella  acometen  por  diversas 
partes  con  gran  furia  y  boceria  y  si  durasen  en  los  acometimientos 
tan  repentinos  y  breves  con  dificultad  se  podria  escapar  de  ellos 
pero  esperándoles  con  buena  reportación  y  cuidado  se  retiran  pres- 
to por  el  daño  de  la  arcabucería  aunque  de  cualquier  manera  que 
vean  alguna  confusión  y  flaqueza  en  n*re  gente  siguen  la  victoria 
con  ánimo  y  perseverancia. 

Raras  veces  dejan  de  suc§eder  desgracias  y  muertes  en  los 
que  con  descuido  entran  en  emboscadas  porque  el  sitio  dellas  y  la 
angostura  del  camino  dan  lugar  para  ayudar  y  favorecerse  los  sol- 
dados que  mec'es*m«  marchan  uno  a  uno  su5esivamente  llevando 
entremetidos  los  yndios  cargueros  de  la  comida  y  de  ning*  manera 
pueden  caber  dos  en  hilera  ni  rrebolver  atrás  ni  adelante  sin  rom- 
per por  el  monte  o  atropellar  y  desbaratar  a  los  compañeros  que 
tienen  ocupado  el  camino  y  ansi  a  de  pelear  de  fuerza  cada  uno  en 
el  puesto  que  le  acometieren  los  yndios  y  ellos  no  pueden  desbara- 
tar con  facilidad  por  la  flaqueza  con  que  se  camina  en  extrechos 
pasos  de  montaña  espesa  y  no  ay  otro  remedio  para  el  peligro  de 
las  emboscadas  sino  la  prevención  y  continuo  cuidado  de  entrar  en 
ellas  con  las  armas  alistadas  y  cuerdas  caladas  llevando  a  delante 
yndios  amigos  de  experiencia  y  perros  de  rastro  que  rreconozcan. 

No  se  puede  entender  por  noticia  cierta  la  derivación  y  po- 
bla9on  de  estos  yndios  en  una  cordillera  tan  azpera  y  montuosa 
mas  de  que  con  mediano  discurso.  De  algunas  consideraciones  se 
presume  que  la  de9endencia  dellas  procede  de  Indios  Panches  de 
los  términos  de  Ibague  y  Tocaima  circunvecinos  a  la  sierra  que 
fueron  los  mas  belicosos  de  este  Reyno  a  quien  en  valor  y  lengua  y 
en  la  costumbre  de  las  frentes  hundidas  se  parecen  los  Indios  Pi- 
xaos  y  por  discordias  que  entre  ellos  se  ofrecieron  se  rretiro  la  parte 
vencida  y  flaca  a  la  siguridady  fortaleza  de  la  sierra. 


GUERRA   DE   LOS   FIJAOS  137 


Creciendo  después  el  número  de  otra  gente  inquieta  que  cada 
dia  se  les  iria  juntando  particularmente  quando  los  Hespañoles  co- 
men5aron  a  conquistar  la  tierra  llana  se  alargaron  por  la  longitud 
de  la  sierra  hasta  los  confines  de  los  Indios  Pae§es  que  están  en  el 
remate  della  y  tienen  su  deriva9ion  de  otras  tierras  de  la  Goberna- 
ción de  Popayan  aunque  por  las  mismas  causas  de  inquietudes  y 
guerras  que  tuvieron  con  otros  se  poblaron  en  aquella  parte  sien- 
do vencidos  y  echados  de  su  natural. 

Al  tiempo  que  los  Hespañoles  entraron  a  la  conquista  de  este 
Reyno  después  que  reconocieron  la  disposición  de  la  tierra  pobla- 
ron en  lo  mas  siguro  y  llano  della  dejando  las  dificultades  y  peligros 
de  la  sierra  como  generalmente  en  todas  las  Indias  a  suc9edido 
quedando  algunas  reliquias  de  inquietud  y  guerra  y  aunque  en 
las  primeras  entradas  de  Quito  y  Popayan  se  rredujeron  los 
Pae5es. 

Nunca  los  Pixaos  de  ningún  cap^^^  fueron  conquistados  ni  se 
atrevieron  a  entrar  en  la  fragosidad  y  azpereza  de  su  tierra  y 
quando  el  Adelantado  Sebastian  de  Venalca9ar  después  de  haber 
sujetado  y  poblado  las  Provincias  de  su  Gobernación  paso  a  con- 
quistar la  de  este  Reyno  sin  entender  que  se  oviesen  anticipado 
otros  Hespañoles  comento  a  haser  su  jornada  por  la  falda  de  la 
cordillera  y  saliendo  los  yndios  Pixaos  al  encuentro  le  mataron 
cinco  hombres  y  se  desvio  del  peligro  dellos  llevando  su  campo 
por  otro  camino  mas  desembarazado  y  seguro. 

Aviendose  después  poblado  la  ciudad  de  Ibague  en  frontera 
de  los  dichos  Indios  Pixaos  despertaron  la  guerra  con  ellos  sujetan- 
do a  los  nías  circunve5inos  de  tierra  algo  apacible  y  buena  con 
grandes  dificultades  dilación  y  trabajos  y  no  pudiéndose  sustentar 
donde  al  principio  se  poblaron  les  hicieron  salir  al  llano  y  querién- 
dose alargar  algunos  vecinos  a  mayores  cosas  entro  el  Capp""  Ire- 
xo  en  la  Provincia  de  Amoya  con  9ien  hombres  y  salió  desbaratado 
y  perdido  dejando  muerta  a  toda  su  gente. 

El  Cap»"  Domingo  Lo9ano  otro  vecino  conquistador  de  la 
dicha  ciudad  soldado  de  valor  y  experien9ia  salió  con  buena 
gente  a  la  misma  conquista  y  escarmentado  en  el  su9eso  ageno  no 
quiso  entrar  en  la  sierra  y  paso  por  la  falda  della  a  la  tierra  de  los 
Pae9es  y  pobló  en  ella  una  ciudad  que  permaneció  poco  y  a  el  le 
mataron  los  Yndios  y  se  desbarataron  su  gente  y  designios. 

El  Cap*»^  Pedro  Talaverano  asimismo  de  dha  Ciudad  salió 
también  con  gente  a  su  costa  y  entro  en  la  Provincia  de  Cacataim  a 
que  es  la  mas  cercana  y  salió  desbaratado  de  ella  y  se  pobló  en  el 
llano  sobre  un  Rio  que  llaman  el  Escurial  ddnde  se  desmanteló  su 
Pueblo  y  Gente  sin  importancia. 

Teniendo  la  ciudad  de  Ibague  9adula  del  Emperador  para 
poblar  una  Vil leta  en  su  jur¡sdl9ton  cometieron  el  efecto  della  al 
Capp»°  Diego  de  Bocanegra  el  qual  pasando  adelante  del  sitio  que 
señalaron  Pablo  a  Santiago  de  la  frontera  en  nombre  de  su  Mag^ 
y  se  despobló  luego  con  pleitos  y  diferencias  que  tuvo  con  la  Cui- 
dad y  aviéndole  dado  la  R'  Audiencia  de  este  Reyno   comisión  y 


i 

138  BOLETÍN  DE  HISTORIA   Y   ANTIGÜEDADES 


socorro  para  continuar  la  redu^íon  que  avia  comen9ado  torno  a 
entrar  a  ella  y  puso  otro  pueblo  llamado  Medina  de  las  Torres  en 
la  mesa  del  Chaparral  en  frontera  de  las  Provincias  de  Amoya  y 
Ambayme  y  los  Yndios  le  quemaron  el  pueblo  y  le  tornó  a  rehedi- 
ficar  en  la  rribera  de  Tetuan  quatro  leguas  del  primero  y  sedespo* 
bló  de  aquel  sitio  y  bolvio  a  poblar  sobre  el  Rio  de  Coello  seis 
leguas  de  la  dha  ciudad  de  Ibague  de  donde  asimismo  se  despo- 
bló sin  poderse  sustentar  ni  permanecer. 

Con  semejantes  jornadas  de  vana  obstentacion  de  los  parti- 
culares quitando  y  poniendo  pueblos  de  poca  fuerza  y  fundamento 
entrando  y  saliendo  sin  efecto  importante  levantaron  los  ánimos  a 
los  Indios  perdiendo  la  estimación  y  respecto  a  los  Hespafioles  no 
solamen^"  para  pelear  y  vencerlos  en  la  Sierra  pero  también  para 
salir  al  llano  y  saquearles  sus  propias  casas  hasiendasy  heredades 
matando  a  los  yndios  amigos  que  tenian  de  servicio  y  llevando 
muchos  despojos  de  armas  rropa  y  herramientas  para  cultivar  y 
beneficiar  sus  rro9as  y  cementeras  por  haber  quedado  ensoberveci- 
dos  y  gallardos  de  las  victorias  ganadas  con  sUs  flacas  entradas  y 
breves  salidas. 

Viendo  que  el  atrevimiento  de  los  dichos  Yndios  yva  cada 
dia  creciendo  procui^aron  la  R*  Audiencia  y  los  Presidentes  de  este 
Rey"*"  poner  remedio  a  las  inquietudes  y  daños  que  las  Repúbli- 
cas rrecivian  inviando  algunos  Capitanes  y  gente  al  castigo  del 
enemigo  sin  que  dello  resultase  ninguna  importancia  considerable 
y  pareciéndole  al  D°'  Antonio  Gon§aIez  medio  mas  eficaz  el  to- 
mar asiento  con  pers*  de  caudal  que  se  encargase  de  la  guerra  hizo 
capitulación  y  con9ierto  con  Bernardino  de  México  vecino  de  la 
ciudad  de  Tunja  el  cual  se  encargo  de  la  rreducion  y  conquista  de 
ios  dhos  Indios  dándosele  la  tierra  de  ellos  en  Governacion  por 
dos  vidas  agregándole  la  ciudad  de  Ibagué  y  la  de  Timaná  con 
obligación  de  que  el  oviese  de  poblar  otros  tres  pueblos  y  susten- 
tarlos por  algunos  años  gastando  en  ella  treinta  mil  p«*  de  oro 
cuya  capitulación  y  nombramiento  confirmo  Su  Mag*^  y  le  despa- 
cho titulo. 

En  virtud  dello  entro  con  ciento  y  treinta  hombres  gpnte  lu- 
cida y  buena  y  con  mucha  prevención  de  armas  munigiones  y 
bastimentos  y  puso  su  pobla9ion  y  asiento  en  la  mesa  del  Chapa- 
rral a  vista  de  las  dichas  Provincias  de  Amoya  y  Ambeima  quatro 
leguas  desviado  de  la  Sierra  y  enla  primera  fac9ion  que  entro  su 
maese  de  Campo  y  gente  a  la  Provincia  de  Otaima  le  desbarataron 
los  Yndios  con  muerte  de  algunos  soldados  y  quedaron  todos  tan 
desmayados  que  nunca  ¿pas  pudo  entablar  las  cosas  de  la  guerra 
con  ningún  fundamen**  y  se  despobló  de  donde  estaba  y  paso  a  la 
otra  parte  del  rio  grande  de  la  Magdalena  y  torno  a  poblar  y  des- 
poblar en  el  Valle  de  Neyva  dejando  desamparada  la  empresa  se 
bolbio  a  su  casa  perdiendo  la  hacienda  y  Govierno. 

Quedó  tan  acrecentada  la  soberbia  de  los  Yádios  seflqriando 
mas  de  cien  leguas  de  tierra  por  sierra  y  llano  que  sin  impedimen- 
to se  alargaban  a  dose  leguas  de  la  ciudad  de  Santa  Fé  batiendo 


GÜERKA   DK  LOS  KJAOS  139 


en  las  fronteras  tan  hordinaríos  asalto»  que  de  ninguna  manera  po- 
dian  vivir  con  seguridad  dentro  ni  fuera  de  los  pueblos  ni  acudir 
al  beneficio  de  las  haciendas  del  campo  sin  notable  riezgo  ni  pa- 
sar por  los  caminos  reales  no  llevando  escolta  de  mucha  gente 
aunque  la  R'  Audi*  inviaba  alguna  con  caudillos  de  confianza  ai 
reparo  y  castigo  de  las  dhas  inquietudes  y  ellos  se  bolvian  con 
breve  asistencia  por  no  poderse  sustentar  ni  permane9er  en  la  tie- 
rra del  enemigo. 

Finalmente  an  sido  tan  continuos  y  graves  los  daños  que  an 
hecho  de  sesenta  años  a  esta  parte  que  muy  pocos  Capitanes  an 
entrado  en  su  tierra  a  quien  no  ayan  hechado  del  la  desbarratado  y 
vencido  con  muerte  de  muchos  Hespafioles  y  an  desmantelado 
entre  la  primera  y  segunda  cordillera  al  oriente  desde  la  ciudad 
de  Timana  hasta  la  de  Ibague  doze  pueblos  de  Hespafloles  que 
son  el  que  pobló  el  Cap^  Domingo  Baño  y  el  del  Cap"  Potalavera- 
no  y  quatro  del  Cap»*»  Diego  de  Bocanegra  en  diversas  partes  y 
dos  del  Governador  Muxica  y  la  Ciudad  de  San  Sebastian  de  la 
plata  y  La  Villa  de  Neiva.  La  de  los  Angeles  y  Villavieja  fuera  de 
otros  muchos  y  notables  daños  que  an  hecho  entre  la  segunda  y 
tercera  cordillera  al  occidente  en  los  pueblos  de  la  Governacion 
de  Popayan  desmantelando  los  unos  y  destruyendo  los  otros  y  a 
sus  hasiendas  y  heredades  de  manera  que  no  se  pueden  sustentar 
los  vecinos  y  los  hasen  vivir  por  fuerza  en  los  dichos  pueblos  por 
el  inconveniente  de  que  se  despueblen. 

Teniendo  el  Rey^^^^s^  noticia  de  las  dichas  inquietudes  y  gra- 
ves daños  que  sus  vasallos  y  Repúblicas  recivian  de  tan  atrevidos 
y  crueles  bárbaros  cometió  la  rreduccion  y  castigo  dellos  con  §e- 
dula  particular  fecha  en  Ventosilla  a  veinte  y  cinco  dias  del  mes  de 
abril  de  mili  seiscientos  y  cinco  años  a  Don  Juan  de  Borja  a  quien 
avia  proveído  por  Gobernador  y  Capp'"  general  de  este  dicho 
Reyno  y  Presidente  de  la  R^  audi*  del  por  que  en  la  profesión  ca- 
lidad y  obligaciones  de  supers»  sea  como  daba  bien  el  cuidado  y 
diligencia  de  la  dha  reducion  con  facultad  de  levantar  y  conducir 
gente  en  la  jurisdicción  de  otras  Audiencias  y  para  gastar  de  la  R* 
hasienda  lo  que  no  se  pudiese  excusar. 

Mostró  el  dicho  Presidente  muy  gran  rreconocimiento  y  gusto 
de  que  su  Mag<^  le  ovise  encargado  la  guerra  contra  los  dichos 
yndios  Pixaos  y  los  Carares  del  Rio  de  la  Magdalena  que  inquieta- 
ban con  hordinarios  asaltos  y  rrobos  el  comercio  y  trato  de  los 
mercaderes  y  navegación  de  las  canoas,  Y  desde  Hespaña  antes 
que  se  embarcase  comen9o  a  tomar  noticia  de  las  cosas  encamina- 
das a  la  dicha  reducion  y  luego  que  llegó  a  este  Reino  trato  della 
sin  dilación  manifestando  la  determinación  y  deseo  que  tenia  de 
ponerle  en  execucion  y  hasiendo  venir  a  la  ciudad  de  Santa  Fe  al 
Governador  de  Popayan  y  a  los  Capitanes  y  personas  de  mayor 
experiencia  de  esta  tierra  y  junto  en  acuerdo  para  conferir  todos 
los  medios  tocantes  al  castigo  de  los  dichos  yndios  especialmente 
la  convenencia  forcosa  de  que  en  nombre  de  Su  Mag*  se  hiciese  la 
guerra  por  la  obediencia  respeto  y  voluntad  con  que  los  soldado» 


140  BOLETÍN    DE   HISTORIA    Y   ANTIGÜEDADES 


vecinos  encomenderos  caballeros  aventureros  y  mucha  gente  prin- 
cipal acudiria  a  seguir  en  ella  con  mas  siguridad  y  perseverancia 
escusando  los  inconvenientes  graves  que  se  avian  seguido  de  aver 
puesto  esta  obligación  a  cargo  de  personas  particulares  cuya  auto- 
ridad y  fuercas  de  cualquier  manera  serian  siempre  inferiores  a  las 
que  requeria  un  enemigo  tan  superior  y  gallardo  y  con  muchas  ad- 
bertencias  bien  comunicadas  y  entendidas  quedo  esta  resolución 
asentada  y  señalado  el  tiempo  gente  y  prevenciones  necesarias 
para  dar  principio  a  la  guerra. 

Y  aviendo  hallado  en  la  conferencia  y  disputa  de  las  cosas 
della  mucha  diversidad  de  opiniones  encontradas  y  poca  luz  y 
conformidad  sobre  la  dispos""  y  entradas  de  la  tierra  del  enemigo 
determino  de  allanar  primero  este  inconveniente  enbiando  gente 
y  personas  de  confianza  a  reconocer  la  dicha  tierra  y  mirar  con 
diligencia  y  cuidado  los  sitios  y  dificultades  de  su  aspereza  parti- 
cularmente en  la  Provincia  de  Amoya  que  la  figuraban  por  inexpug- 
nable respeto  del  desbarate  del  Cap'"  Texo  y  no  aver  entrado  en 
ella  después  acá  ninguno  y  finalmen*  para  traer  el  desengaño  de 
todo  lo  que  convenia  tener  advertencia  cierta  primero  que  se  em- 
prendiese con  fundamento  firme   la   dicha   reducción  y  conquista. 

Porque  ansi  mismo  hubo  otra  variedad  y  confusión  sobre  los 
yndios  Coyaimas  que  biven  en  el  llano  de  que  hera  necesario  re- 
ducirlos primero  a  otra  parte  donde  mas  a  mano  se  pudiese  ayudar 
dellos  representando  las  conveniencias  y  naturaleza  de  estos  yn- 
dios conforme  a  los  designios  de  cada  uno,  mando  el  dicho  Presi- 
dente que  también  se  mirase  la  disposición  de  la  tierra  donde 
avitan  y  la  importancia  y  siguridad  de  su  amistad  para  meterlos  en 
la  guerra  contra  los  de  la  Sierra  que  son  sus  enemigos. 

Para  la  gran  dificultad  de  este  principio  hiso  elección  de  lá 
pers*  del  Cap*"  Domingo  de  Heraso  a  quien  su  mag»*  avia  hecho 
mcd,  de  ocupar  en  el  Gobierno  de  las  provincias  de  los  Musos  y 
Colimas  teniendo  atención  a  los  servicios  que  en  diferentes  tiempos 
partes  y  cosas  le  tiene  hechos  particularmente  en  las  de  Chile  en 
cuya  guerra  avia  trabajado  mucho  tiempo  y  sacado  della  las  expe- 
riencias y  noticias  que  para  la  dirección  de  esta  avian  de  ser  de 
grande  consideración  por  lo  menos  en  lo  que  la  una  a  la  otra  se 
semejan.  Diole  título  de  su  Teniente  de  Cap^"  general  y  la  gente 
necesaria  para  las  efectos  referidos  con  la  qual  salió  para  el  mes 
de  Junio  de  mili  seis9Íentos  y  seis  años  con  borden  secreta  d  q' 
conforme  a  la  inteligencia  y  estado  de  las  cosas  presentes  y  sucesos 
de  la  dicha  jornada  si  pareciese  conveniente  desde  luego  poner 
presidio  en  la  frontera  mas  importante  del  enemigo  se  pusiese  para 
mayor  confusión  suya  y  desengaño  del  fundamento  con  que  se  le 
avia  de  entablar  la  guerra  sin  alear  mano  della  hasta  dejarle  rren- 
dido  y  castigado  y  nombro  ansi  mismo  por  Cap'"  y  sargento  mayor 
al  Alférez  P<*  Venegas  cuyos  lucidos  servicios  en  Flandes  y  parti- 
culares en  te  do  el  sitio  de  Ostende  y  en  las  mayores  ocasiones  del 
tiempo  de  su  Alteza  del  Archiduque  son  notorias  y  por  otras  mu- 
chas partes  que  en  el  concurren  para  esta  facción  y  para  quantas 
fueren  importantes   al    servicio  de  su  mag^  y  bien  de  sus  Reynos. 


GUERRA   DE   LOS   FIJAOS  141 


En  el  mismo  tiempo  que  se  trataba  de  esta  prevención  la  te- 
nian  hecha  los  yndios  para  ir  conjunta  general  sobre  la  ciudad  de 
Ibague  y  dejarla  asolada  por  advertencia  y  solicitud  de  un  yndio 
de  su  nación  llamado  Belaza  natural  de  la  Provincia  de  Lacataima 
muy  ladino  que  desde  niño  se  avia  creado  en  casa  de  un  vesino 
de  la  dicha  ciudad  y  se  huyo  della  para  conducir  y  traer  la  dicha 
junta  y  esperaron  en  la  Montaña  a  que  nra  gente  que  a  la  sazón 
yva  caminando  a  su  tierra  pasase  adelante  y  a  dies  y  ocho  de 
Julio  a  media  noche  entraron  al  pueblo  y  quemaron  algunas  casas 
de  Paxay  mataron  en  el  arabal  de  los  yndios  de  servicio  cinquenta 
o  sesenta  personas  dellos  y  dos  mugeres  mestizas  y  con  el  despojo 
que  con  orevedad  pudieron  sacar  se  rretiraron  luego  sin  que  la 
gente  de  la  Ciudad  les  oviese  hecho  rresistencia  ni  daño  y  llevaron 
consigo  a  dos  muchachas  mestizas  hijas  de  un  vecino. 

Luego  que  el  Gov<"  que  iva  marchando  tuvo  noticia  de  la 
entrada  del  enemigo  en  la  dha  ciudad  despachó  al  Sargento  Ma- 
yor con  gente  al  socorro  della  y  el  Cap»°  Joan  Baptista  de  los 
Reyes  con  tropa  sufi9iente  al  encuentro  de  los  yndios  caminando 
de  noche  por  no  ser  sentidos.  Y  aunque  no  se  pudo  tomar  la  de- 
lantera a  todos  diose  alcance  a  una  parcialidad  que  estaba  alojada 
y  se  les  quito  una  de  las  miíchachas  mestizas  y  otra  yndia  Christiana 
y  parte  del  despojo  que  llevavan  y  quedaron  muertos  quince  o 
veinte  yndios  y  dos  yndias  presas  y  muchos  heridos  que  con  la  os- 
curidad de  la  noche  se  escondieron  y  murieron  en  su  tierrra. 

Después  que  se  recogió  la  gente  que  salió  al  socorro  del  pue- 
blo y  encuentro  del  enemigo  camino  nuestro  campo  a  su  tierra  y 
tomando  sitio  acomodado  para  alojar  los  bagajes  se  previno  luego 
la  primera  entrada  en  la  Provincia  de  Maito  con  bastante  fuerza  y 
prevención  de  las  cosas  necesarias  llevando  una  tropa  de  yndios 
Coyaimas  para  experimentar  la  importancia  y  seguridad  dellas. 
Con  esta  tropa  fueron  el  Maese  de  Campo  Bocanegra  y  el  Sargento 
Mayor  Venegas. 

Aviendose  acabado  la  jornada  de  la  dha  Provincia  entro  el 
Gov"  en  la  de  Amoya  no  secreto  como  se  avia  entrado  en  Maito 
sino  gallardéandose  con  caxas  y  vanderas  para  que  echase  de  ver 
el  enemigo  quanto  se  estimavan  sus  mayores  fuerzas  quales  nunca 
quisieron  aventurar  en  batalla  con  aver  sido  muy  solicitados  de 
nra  parte  con  muchas  diligencias  quemando  casas  y  talando  comi- 
das y  puniéndoles  ordinarias  emboscadas  donde  se  mataron  algu- 
nos yndios  y  se  prendieron  dos  que  era  ne^es*  para  la  noticia  y 
guias  que  se  deseaban  por  no  aver  ninguna  pers'  que  supiese  la 
disposición  y  caminos  de  la  Sierra. 

Visto  que  los  yndios  de  Amoya  no  querían  venir  a  las  manos 
con  aver  prevenido  Junta  General  para  ello  paso  nro  campo  a  la 
Provincia  de  Ambeima  y  en  ella  se  hicieron  las  mismas  diligencias 
asolando  casas  y  comidas  y  se  sacaron  siete  prisioneros  y  otros 
siete  de  la  Provincia  de  Yuco  sin  que  en  ninguna  parte  rreciviesen 
daño  los  Hespañoles  y  considerando  el  inconveniente  que  se  se- 
guía de  que  tan  buen  principio  y  entrada   se  malograse  con  breve 


142  BOLETÍN  DB  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


salida  como  otras  veces  solía  se  acordó  de  poner  presidio  ea  la 
mesa  del  Chaparral  y  se  hizo  el  fuerte  de  Santo  Lorenzo  a  vista  de 
las  dichas  Provincias  en  frente  de  la  de  Amoya  y  se  cumplió  ente- 
ramente la  Ynstruc^ion  y  Horden  del  dho  Presidente  sacando  ver- 
dadera noticia  y  satisfacción  de  las  cosas  que  tenían  confusión  y 
duda. 

Al  mismo  tiempo  que  la  gente  s<;  ocupava  en  la  jornada  y 
efectos  referidos  socorrió  el  Presidente  a  la  ciudad  de  Ibague  in- 
viando  al  licenciado  Luis  Henrique  Oidor  de  esta  Rl  Audiencia 
sujeto  de  gran  diligencia  y  actividad  y  que  antes  en  la  guerra  de 
Carare  se  avia  señalado  en  muchas  cosas  importantes  de  que  su 
Mag**  se  a  dado  por  servido  y  en  este  también  se  devian  algunas 
buenas  ¡inteligencias  y  direcciones  a  que  favoreciese  y  amparase 
las  necesidades  de  aquella  ciudad.  Y  que  Don  Joan  de  Artieda 
ve-ino  encomendero  de  la  de  Santa  Fé  con  una  tropa  de  soldados 
que  con  la  mayor  presteza  que  fue  pusible  se  rrecogieron  fuese  a 
rresidir  en  la  dha  ciudad  de  Ibague  y  que  el  dho  licenciado  Luis 
Henrique  procurase  meter  alguna  gente  por  Cacataima  para  que 
viese  el  enemigo  la  brevedad  del  reparo  y  diligencias  de  su  castigo 
y  salieron  dos  tropas  en  diferentes  veces.  La  una  bolvio  luego  con 
algunos  prisioneros  y  la  otra  se  alargó  hasta  donde  estava  el  Presi- 
dio de  Sant  Lorenzo  y  se  rrecogió  porque  el  ynvierno  no  dava  lu- 
gar para  mas  dilación. 

También  tenia  prevenido  el  Presidente  que  por  la  p*»  de'Ti- 
mana  saliese  alguna  gente  para  las  que  diligencias  fuesen  generales 
a  un  tiempo  y  aviendo  acudido  )ien  a  las  de  su  obligación  el  Go- 
vernador  de  aquella  Villa  Ysidro  Coronado  Soldado  conocido  y 
señalado  en  Ytalia  y  Borgofia  y  Flandes  en  las  galeras  y  jornadas 
de  Ynglaterra  acompañado  de  los  vecinos  subditos  de  su  govierno 
hizo  una  gran  presa  de  ochenta  y  cinco  enemigos  y  de  dies  y 
siete  dellos  que  eran  yndios  de  lanza  (que  acá  comunmente  llama- 
mos gandules)  se  hizo  justicia  publica  en  esta  Plaza  de  Santa  Fé  e 
aviendoles  catequÍ9ado  primero  los  Padres  de  la  Compañía  de  Je- 
sús bastantemente  conforme  a  la  brevedad  que  la  ejecución  de  la 
pena  rrequeria  ellos  y  recivido  agua  de  baptismo  con  general 
contento  de  toda  la  República  ansi  de  ver  lavadas  como  castigadas 
sus  culpas,  de  manera  que  para  comenzar  con  siguro  fundamento 
la  guerra  pre9edieron  tan  importantes  prevenciones  y  efectos. 

Sintiendo  mucho  el  enemigo  el  grave  peso  del  yugo  que  se 
le  avia  puesto  con  el  presidio  de  Sant  Lorenzo  hizo  junta  general 
de  todos  los  Yndios  y  vinieron  sobre  el  fuerte  con  determinación 
de  quemarle  por  ser  las  ca9as  cubiertas  de  paxa  y  con  la  confusión  y 
peligro  del  fuego  acometer  y  matar  a  los  soldados  que  estavan  den- 
tro y  para  ello  trajeron  gran  suma  de  hachones  de  palo  de  yesca 
puestos  en  las  puntas  de  dardos  arojadizos  y  la  noche  que  querian 
executar  su  intento  fueron  sentidos  de  las  postas  y  llovió  rigurosa- 
mente con  que  Dios  quiso  defender  el  fuerte  y  retirar  el  enemigo 
porque  estando  la  gente  advertida  y  con  cuidado  no  se  atrevió  a 
esperar  otra  coyuntura  ni  designio  y  se  bolvió  a  su  tierra  sin  con- 
seguir el  efecto  que  pretendía. 


GUBtKA  DE  LCS  FIJAOS  143 


Aviendo  entendido  el  Presidente  la  relación  y  noticias  que  se 
aTian  sacado  de  las  dhas  Provincias  y  el  presidio  que  quedaba 
puesto  en  frontera  de  las  de  Amoya  Maito  y  Ambeima  y  la  guerra 
bien  empeñada  y  el  enemigo  desengañado  de  las  prevenciones  del 
su  castigo  mando  hacer  acuerdo  general  y  junta  de  nuevos  Capi- 
tanes soldados  y  personas  prácticas  con  asistencia  del  Arzobispo 
de  este  Reyno  Visitador  Oidores  y  Fiscal  de  la  R*  Audiencia  para 
tratar  con  firme  resolución  y  medios  suficientes  la  reducción  de  los 
odhs  yndios  y  con  largo  discurso  de  razones  bien  consideradas  se 
acordó  el  modo  que  pareció  mas  acertado  de  hazer  la  guerra  con 
tropas  de  gente  suelta  sin  poner  presidios  en  la  montafla  por  ser 
dificultosos  de  sustentar  en  ella  con  comidas  de  acarreto  que  no  se 
pu'eden  meter  en  cavallos  sino  con  mucha  moderación  en  hombros 
de  yndios  amigos  ni  los  contrarios  tienen  estavilidad  ni  fundamen- 
to en  parte  ninguna  y  discurren  por  todas  libres  de  ympedimanto 
espiando  siempre  con  diligencia  las  ocasiones  de  su  provecho  o 
daño  desviándose  de  las  unas  y  procurando  executar  con  seguridad 
las  otras,  estando  los  Hespafloles  a  la  vista  en  sitios  inmudables,  y 
porque  los  peligros  encubiertos  son  de  mayor  rre5elo  y  espanto 
hera  bien  que  el  enemigo  anduviese  con  el  mismo  cuidado  y  sobre- 
Salto  que  nos  hase  andar  con  afechanzas  sin  poderle  prevenir  sus 
ardides  y  engaños  secretos. 

Advirtióse  pues  por  mas  acertado  seguirle  con  tropas  sobresa- 
salientes  y  excusar  los  inconvenientes  de  los  presidios  en  tierra  tan 
áspera  y  montuosa  reciviendo  las  muni5iünes  y  bastimentos  en  el 
fuerte  de  Sant  Lorenzo  que  estava  en  sitio  llano  y  acomodado  para 
las  correspondencias  de  paz  y  guerra  y  se  señalo  a  los  soldados 
que  sirviesen  en  ella  cien  pesos  de  sueldo  cada  año  y  el  sustento 
ne9esario. 

Considerando  prudentemente  el  progreso  de  la  guerra  pasada 
y  los  grandes  inconvenientes  que  se  avian  seguido  de  flacas  entra- 
das y  salidas  de  poco  fundamento  dejando  siempre  a  los  yndios 
victoriosos  y  soberbios  en  su  tierra  para  rebolver  sobre  los  nuestros 
con  tantos  daños  como  se  ven  presentes  en  las  repúblicas  que 
quedan  desmanteladas  y  perdidas,  determino  el  Presidente  auto- 
rizar esta  empresa  con  su  persona  acreditando  la  rreputacion  de 
los  Hespafioles  y  borrar  la  sobrada  estimación  del  enemigo  con  el 
justo  castigo  de  sus  delitos. 

Hera  muy  forzoso  medio  el  de  la  salida  del  Presidente  para 
entablar  con  el  fundamento  que  convenia  una  guerra  tan  antigua  y 
estendida  en  tierra  al  parecer  ynexpugnable  cuya  aspereza  y  difi- 
cultades prometían  alguna  imposibilidad  con  gente  visoña  inclinada 
a  h  livertad  y  vida  ociosa  como  es  la  de  las  Yndias  si  la  interven- 
ción autoridad  y  respeto  de  persona  tan  grave  no  obligara  con  la 
imitación  de  su  mobimiento  a  seguirle  muchos  vesinos  cavalleros  y 
hombres  principales  por  aventureros  escusando  con  ellos  y  otros 
advitrios  justificados  el  gasto  grande  de  la  R'  hasienda. 

Las  personas  que  siguieron  al  Presidente  en  esta  empresa  y 
oficiales  que  llevo  para  la  guerra  fueron: 


-144  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


El  Maestro  Fray  Pedro  Leonardo  Provincial  de  la  borden  de 
Sant  Agustin  y  Vicario  del  Ar9obispo  deste  Reyno. 

Alonso  Gutiérrez  de   Escobar  Capellán  mayor  del  exército. 

Joan  Gutiérrez  Clérigo  Presvitero. 

Isidoro  Cobo  Presvitero. 

El  Capitán  Domingo  de  Heraso  Gov"  de  Muso.  Teniente  del 
Capitán  General. 

Diego  de  Bocanegra  Maese  de  Campo. 

Ysidro  Coronado  Gov"  de  Timana. 

El  Gov**  Diego  de  Hospina  Alguasil  mayor  de  la  R'  Audi' 
Cappa**»  de  la  esquadra  de  Aventureros. 

Don  Fran"  Maldonado  Cavallero  del  abito  de  Santiago. 

Don  Antonio  Maldonado  su  hijo. 

Andrés  Pérez  de  Pisa  contador  de  su   Mag**  y  deste  exército. 

Don  Hernando  de  Mendoza  Gentil  hombre  de  Guión. 

Don  Pedro  Henriquez  Tesorero  de  la  R'  hasienda  de  este 
Reyno. 

Hernando  de  Ángulo  escrivano  ds  Cámara  de  la  R'  Audiencia 
secretario  del  Presidente, 

Joan  de  Valladolid  Pagador  General. 

El  Licenciado  Alvaro  de  Aimon  Médico. 

El  Cap*°  Pedro  Vanegas  sargento  mayor  del  exército. 

Martin  de  Orellano  su  ayudante. 

El  Gov"  Antonio  de  Olalla  cap»°  de  Infantería  de  una  com- 
pañía. 

Don  Fran''»  Osorio  su  Alférez. 

Jostiniano  de  Zea  Sargento  de  esta  Compañía.^ 

Hernando  Beltran  de  Calcedo  veslno  encomendero  de  la  Ciu- 
dad de  los  Remedios  Cap**»  de  Infantería  de  otra  Compañía. 

Antonio  de  Arnalte  su  Alféres. 

Martin  Xlmenes  Sargento  de  esta  Compañía. 

Don  Bernardlno  de  Moxlca  sobrino  y  heredero  húnlco  de 
Bcrno  de  Moxlca  Gov°'  Perpetuo  y  que  fue  de  estas  Provincias  de 
Fixaos  Por  su  Mag<*  Capp*^  de  Infantería  de  una  Compañía. 

Joan  dellanos  de  Valdez  su  Alférez. 

Joan  de  Brlflas  Sargento  de  esta  Compañía. 

Joan  Baptlsta  de  los  Reyes  Capp*"»  de  Infantería  entretenido 

Joan  Martínez  del  Busto  Capp  de  Infantería  entretenido. 

Joan  de  Ortega  de  Timana  y  Joan  Ortega  Mexla. 

Y  Al'  Xlmenez  Capitanes  entretenidos. 

Al°  Rulz  Saajosa  vecino  encomendero  de  la  ciudad  de  Ibague 
Capp*"*  del  fuerte  de  Sant  Lorenzo  y  de  la  Guarda  del  Presidente. 

Ambrosio  de  Morales  su  Alférez. 

El  Cappa»»   Sebastian  Hernández  Bocanegra   Proveedor  del 
exército. 
.    Thomas  a  Bad  Tenedor  de  Bastimentos  Aventureros. 

El  Cappa»»  Gómez  Suarez  de  Figueroa  con  su  esquadra. 

El  Cappan  Gon9alo  de  León  venaro  con  la  suya. 

Joan  de  Zarate  Conotra. 


GUERRA    DE   LOS   FIJAOS  145 


El  Cappan  Phelipe  de  Rojas  con  su  escuadra. 

Don  Pedro  de  Otalora  con  su  escuadra. 

Gon^alb  de  Horosco  con  su  escuadra. 

Joan  de  Betancor  con  la  suya. 

Don  Antonio  Osorio  vesino  encomendero  de  Santa  Fée. 

Don  Franco  de  Cárdenas. 

Don  Antonio  Sai. 

Diego  de  Poveda. 

Fran«o  de  Bohorquez. 

Hernando  de  Hospina, 

Don  Joan  de  Padilla, 

Los  Alféreces  Gar9¡a  de  Zanizares  Joan  de  la  Muela  Pedro 
Martin  Martin  de  Arguinichea. 

Joan  Becerra  y  Joan  y  Andrés  Rubio  hermanos  sin  otras  mu- 
chas personas  que  por  todas  llegaron  a  numero  de  cien  hombres 
aventureros  que  ellos  y  lo  rrestante  del  exercito  llegaron  al  cum- 
plimiento de  quatrocientos  Infantes. 

Siguió  a  este  exercito  una  Compañia  que  el  Gov'""  de  Muso  le- 
vanto en  su  distrito  de  cincuenta  soldados  bien  Peltrechados  de 
armas  y  municiones  cuyo  Capp*"  fue  Frano  de  Poveda  y  Fran*" 
de  Avila  su  Alférez,  y  por  Sargento  Ysidro  Ruiz  Lanchero. 

Antes  de  todo  esto  el  Presidente  tenia  hordenado  al  Gov^"^  de 
Popayán  Don  Vasco  de  Mendoza  y  Silva  lo  que  convenia  que 
hiciese  por  su  parte  escriviendo  al  Presidente  y  Oidores  de  la 
Au«*'  de  Quito  sobre  la  buena  corresponden9ia  en  las  cosas  de  la 
guerra  y  disponiendo  a  otras  pers**  de  importancia  para  que  en 
ella  ayudasen  al  Governador  de  manera  que  se  pudiesen  comentar 
Jas  entradas  en  la  tierra  del  enemigo. 

Y  en  la  ocasión  de  su  partida  se  le  ofreció  al  Press'^  muy  gran 
impedimento  con  la  pr£cipitada  muerte  del  Visitador  de  la  Aud' 
Don  Nufio  de  Villavisengio  y  novedad  en  los  negocios  mas  graves 
del  Reyo  quedando  algunos  Oidores  abstenidos  de  sus  ofifios  y  no 
sentenciadas  que  pretendieron  volver  o  sus  plazas  a  cuyo  reparo  y 
al  inventario  de  los  papeles  y  asiento  y  seguridad  de  todas  las  co- 
sas pendientes  de  la  dha  visita.  Acudió  con  particular  cuidado  y 
diligencia  sin  al9ar  mano  del  despacho  de  la  guerra  aunque  se  de- 
seava  la  suspensión  della  pur  la  confusión  y  soledad  de  su  ausen- 
cia pero  satisfecho  y  cierto  del  asiento  que  dejava  tan  firme  y 
seguro.  Asi  en  las  materias  de  visita  como  particularm^"  en  el  Go- 
vierno  y  administración  de  justicia  que  quedava  a  cargo  de  los  dos 
Oidores  restantes  Licenciados  Luis  Henriquez  y  Vazques  de  Zisne- 
ros  y  Li9end°  Quadrado  Solanilla  fiscal  en  lo  tocante  a  su  ministerio 
y  ansi  mismo  por  no  perder  tan  buena  coyuntura  y  prevenciones 
que  estavan  dispuestas  ni  dar  lugar  a  los  inconvenientes  que  de  la 
dilación  se  seguian  puso  en  execu9usion  la  partida  y  salió  de  la 
ciudad  de  Sante  Feé  a  27  de  Henero  de  1607. 

Poniendo  en  camino  la  diligencia  que  convenia  para,  llevar 
delante  las  municiones  y  pertrechos  de  guerra  y  yndios  amigos  de 
este  Reyno    que  son  precisamente  necesarios  para  la  mejor  y  mas 

XIV— 10 


146  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


fácil  expedición  della  llego  al  frente  de  Sant  Loren9o  a  los  21  de 
febrero  y  luego  mando  haser  junta  y  acuerdo  de  Capitanes  y  per- 
sonas de  consejo  y  experiéngia  para  determinar  las  primeras  entra- 
das con  la  mayor  seguridad  y  buen  fundamento  posible  y  en  una 
conformidad  Pareció  a  todos  que  por  la  cortedad  y  encogimiento 
de  la  guerra  pasa«í'  conque  avia  crecido  el  ánimo  y  atrevimiento 
del  enemigo  seria  acertado  aplicar  el  remedio  por  lo  contrario 
hasiendo  demostra5ion  de  fuerzas  en  todas  partes  y  ocupar  aua 
mismo  tiempo  tes  Provincias  de  mas  reputación  y  gente  sin  dejar 
lugar  vacio  para  sus  congrega9¡ones  y  juntas  teniendo  que  defen- 
der y  guardarse  cada  uno  en  su  tierra. 

Para  la  Provincia  de  Amoya  se  señalaron  dos  compañías  de 
ciento  y  veinte  hombres  con  borden  de  haser  la  entrada  Por  do» 
partes  en  que  la  dividen  un  Rio  Grande  de  su  nombre  que  corre 
por  medio  y  el  primer  dia  que  entro  la  una  compañia  por  la  parte 
que  le  cabia  que  era  la  de  Muso  y  su  Capitán  Fran®"  de  Poveda  se 
apartaron  dos  soldados  al  agua  de  una  quebrada  honda  y  montuo- 
sa desviándose  solos  de  la  demás  compañia  donde  a9ertaronaestar 
algunos  yndios  emboscados  y  como  no  pierden  coyuntura  ni  per- 
donan Descuidos  mataron  a  los  dos  en  castigo  de  su  demasiada 
confian9a,  y  a  los  ocho  dias  acometieron  a  la  gente  que  estava  en 
su  alojamiento  que  hera  la  mitad  porque  con  la  rrestante  avia  sa- 
lido un  caudillo  a  buscar  comidas  y  llevaron  a  manos  a  otro  solda- 
do en  la  misma  aguada.  Y  nra  gente  peleo  con  ellos  y  loshisieron 
retirar  con  muchos  muertos  y  heridos  a  aviendo  de  pasar  con  la 
victoria  adelante  desmayo  alguna  gente  nueva  y  obligaron  al 
Capp2"  que  dio  las  devidas  muestras  de  su  valor  que  estaba  muy 
mal  herido  a  salir  fuera  de  la  Prov'  aunque  el  Presidente  mando 
luego  rreparar  este  daño  despachando  con  brevedad  nuevo  socorra 
y  acrecentadas  fuerzas  para  que  se  juntasen  con  el  Gov*""  Antonio 
de  Olalla  Cap""  de  la  otra  Comp*  que  pOr  diferente  parte  avia  en- 
trado en  la  Prov'  y  quitasen  al  enemigo  la  gloria  de  aver  echado 
dello  a  una  tropa  y  de  la  que  se  avia  retirado  fueron  por  Capita- 
nes Joan  de  Ortega  de  Timana  y  Joan  Martinez  del  Busto. 

Todos  los  yndios  de  la  sierra  tienen  el  n"  común  de  Pixaos 
contra  quien  principal""*®  se  endere^ava  esta  guerra  que  según  la 
mas  común  opinión  y  lo  que  los  prisioneros  deponen  serian  enton- 
ces dos  mil  yndios  gandules  andavan  en  aquella  sazón  jurítos  dis- 
curriendo por  la  comarca  procurando  entender  los  designios  del 
Presidente  y  asi  dificultosamente  se  podia  despachar  escolta  a  nin- 
guna Prov*  que  fuese  con  menos  de  cinquenta  hombres  y  como  en 
este  tiempo  creQia  en  el  Presidente  el  deseo  de  saber  que  suc^eso 
avia  tenido  el  Capitán  Olalla  que  tanto  tiempo  avia  que  no  se  te- 
nia noticia  del  supuesto  que  en  el  fuerte  ya  faltava  gente  fuese 
para  bolver  por  andar  derramada  la  que  avia  en  las  Proviricias  dio 
borden  a  los  Capitanes  Ortega  y  Bustos  que  llevasen  un  perro  de 
los  que  estavan  aquerenciados  en  el  fuerte  para  que  llegados  a  la 
dha  Provincia  de  Amoya  y  entendido  la  sertidumbre  de  esto  le 
soltasen  con  este  aviso  ocupáronse  en  este  viage  qua'tro  dias  y  des- 


GUERRA    DE   LOS   PIJAOS  ~       147 


pues  de  aver  reconocido  la  esquadra  del  Cap*"  Olalla  que  andava 
campeando  y  estava  fortificado  en  la  misma  Prov»  y  entendido  la 
presa  que  avia  hecho  </e  enemigos  y  otros  buenos  sürgesos  escri- 
vieron  una  carta  dando  quenta  de  tudo  ello  al  Presi'«  y  le  metieron 
en  un  pedazo  pequeño  de  caña  hueca  y  la  ataron  al  cuello  del 
perro  y  lo  soltaron  y  aquel  mismo  dia  llego  al  fuerte  y  de  este  ad- 
vitrio  se  uso  en  otras  ocasiones  que  se  entendia  que  el  enemigo 
tenia  ocupados  los  pasos  con  emboscadas  y  otros  peligros. 

A  la  Compañia  de  aventureros  y  su  Cap^^i  el  Gov"'^  Diego  de 
Hospina  sujeto  de  gran  experiencia  en, descubrimientos  y  conquis- 
tas de  estas  partes  ágil  y  alentado  con  ventajas  para  la  disposición 
de  tierra  tan  azpera  y  guerra  tan  travajosa  encargó  con  todo  el 
número  de  los  cien  aventureros  la  Prov'  de  Maito  con  borden  de 
correr  las  de  Otaima  y  Cocataima  que  están  vesinos  los  unas  de  los 
otros  y  aviendo  hecho  su  fortificación  y  alojamiento  sobre  las  co- 
midas del  enemigo  para  salárselas  y  sustentarse  con  ellas  comenta- 
ron la  guerra  con  buena  diligencia  y  en  las  primeras  ocasiones  al 
paso  de  un  estrecho  camino  le  mataron  un  soldado  por  averse 
apartado  de  los  demás  aunque  siempre  fueron  teniendo  dichosos 
sucesos  desbaratando  a  los  Yndios  las  veces  que^  venian  a  las  ma- 
no» y  sacaron  algunos  prisioneros  y  por  traición  y  concierto  de  uno 
dellos  (qua  hasia  oficio  de  espia  doble)  Prometiendo  que  sacaría 
de  paz  a  sus  compañeros  los  trajo  en  junta  gec*  al  prevenidos 
para  ganar  la  palizada  y  alojamientos  de  los  Hespañoles  después 
de  mediodia  quando  ellos  estaban  retirados  en  sus  rranchos  y  de- 
jando en  la  montaña  una  miiy  gran  emboscada  cerca  del  fuerte 
entro  en  el  una  tropa  de  las  mas  atrevidas  y  belicosas  para  allanar 
la  p'-imera  dificultad  y  puerta  a  los  otros  y  acometieron  con  grande 
atrebimiento  a  los  Hespañoles  que  estavan  dentro  divididos  y  des- 
cuidados y  con  particular  favor  de  Dios  se  libraron  de  tan  notable 
peligro  acudiendo  a  las  armas  prestamente  y  los  cenaron  con 
muerte  de  algunos  mas  señalados  por  la  rremision  que  los  de  fuera 
tuvieron  en  darles  socorro. 

A  la  Prov»  de  Ambeima  se  despacharon  dos  Capitanes  don 
Bernardino  de  Moxica  con  treinta  soldados  de  su  compañia  y  Joan 
Martínez  del  Busto  con  otros  treinta  yendo  por  cabo  destas  tropas 
el  Gov"!"  Ysidro  Coronado  que  se  alojo  en  ella  para  talar  las  comi- 
das y  haser  la  guerra  conforme  la  borden  que  llevaba  y  por  aver 
sucedido  el  estropicio  de  Amoya  quedando  aquella  parte  princi- 
pal desamparada  y  el  enemigo  con  brio  y  arrogancia  convino  em- 
biar  al  reparo  estas  Compañías  que  estavan  en  Ambeima  y  treinta 
hombres  de  la  que  avia  salido  de  Amoya  y  entablar  el  castigo  della 
con  fuerza  suficiente. 

En  compañia  del  Sargento  Mayor  P  Vanegas  al  Cap«"  Her- 
nando de  Cai^edo  con  sus  sesenta  soldados  se  encargaron  de  las 
Provincias  mas  apartadas  hazia  el  Sur  y  discurriendo  por  ellas  se 
adelanto  el  Sargento  M"""  con  la  mitad  de  la  gente  a  la  ligera  si- 
guiendo una  huella  fresca  que  avian  visto  de  cavallos  que  los 
Yndios  hurtaron  del  fuerte  de  Sant  Lorenzo  los  quales  viendo  venir 


148  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


los  Hespañoles  se  quedaron  emboscados  en  la  montaña  de  Maulo 
pasado  el  rio  de  quitala  y  de  los  primeros  que  iban  en  la  banguar- 
dia  que  entraron  descuidados  en  la  emboscada  mataron  al  Ayu- 
dante Orellana  y  al  Sargento  gimenez  y  a  otros  tres  soldados 
salieron  heridos  el  Sargento  Mayor  dos  criados  del  Presidente  An- 
tonio Jafer  de  dos  lanzadas  y  Joan  de  Salcedo  de  cinco  a  Amal- 
le y  Diego  Martin  executando  esto  con  gran  violencit  y  presteza 
de  las  primeras  lanzadas  de  manera  que  no  se  pudieron  favorecer 
ni  rremediar  y  aunque  pretendieron  los  enemigos  aumentar  la  vic- 
toria se  defendieron  ios  nuestros  valerosomente  arcabuceándolos 
hasta  que  por  la  aspereza  del  sitio  y  aver  sobtevenido  la  noche  se 
rretiraron  al  alojamiento  donde  estaban  los  compañeros  dejando 
heridos  y  muertos  algunos  yndios  de  los  de  la  emboscada. 

Bien  pensó  el  enemigo  que  con  estas  pequeñas  y  prim**  des- 
gracias saldrían  los  Hespañoles  de  su  tierra  desamparando  la  gue- 
rra como  acostumbraban  en  el  tiempo  pasado  por  menores  ocasio- 
nes pero  los  de  aora  fueron  de  mucha  importancia  pra  despertar 
el  cuidado  de  los  soldados  y  escarmentar  con  daño  ageno  aumen- 
tando el  deseo  de  la  venganza  con  m*""  vigila  icia  y  recato  parti- 
culai  mente  viendo  la  resolución  y  animo  del  Presidente  de  no 
al^ar  mano  de  la  empresa  que  se  avia  comentado  por  ningún  caso 
de  los  que  pudie'sen  tener  remedio. 

Con  brevedad  se  invió  otra  vez  gente  de  li  mas  cal-ñcada  y 
lucida  del  campo  de  Ia~  Prov^  de  Ambeima  que  avia  quedado 
vasia  por  aver  sacado  della  el  socorro  que  se  despacho  a  la  de 
Amoya  llenóla  a  su  cargo  el  Maese  de  Campo  Diego  de  Bocane- 
gra  y  para  en  caso  que  el  faltase  se  encomendava  al  The  Don  ''edro 
Henriquez  fueron  en  esta  tropa  Don  Ant  Maldonado  Don  Fran*'° 
de  Cárdenas  Joan  de  Carate  Don  Antonio  Sai  Don  Joan  de  Pa- 
dilla y  porque  en  este  mismo  tiempo  se  descubrió  una  labranza  de 
maiz  desde  el  tuerte  en  la  Sierra  que  esta  sobre  /a  Prov*  de  Am- 
beima vertientes  a  la  de  Yrico  y  Paloma  se  hordeno  al  Cap'^  Al» 
Ruiz  que  con  diez  y  ocho  compañeros  fuese  y  la  talase  y  que 
aviando  hecho  lo  mismo  en^  Paloma  diese  vista  al  Maese  de  Campo 
hizolo  asi  a  aviendo  llegada  al  aU)jamiento  que  tenia  en  Ambeima 
dio  borden  al  Maese  de  Campo  en  que  se  rrecorriese  aquella  Prov" 
y  se  talasen  todas  las  comidas  y  aviendolo  cometido  Al  tésS"  Don 
P  Henrique  y  Cap*'^  Al"  Ruiz  lo  hisieron  matando  y  prendiendo 
ochoY.idioscon  loqual  en  todas  partes  se  apretó  bibamentela  gue- 
rra teniendo  con  los  Yndios  hordinarias  escaramuzas  y  requentros 
en  sitios  muy  peligrosos  donde  ellos  ponían  sus  emboscadas  y 
muchas  prevenciones  de  galgas  y  reparos  y  con  aver  venido  a  las 
marfos  en  todas  las  ocasiones  que  an  podido  con  ventaja  suya 
siempre  han  sido  desbaratados  y  vencidos  con  muerte  y  prisión  de 
muchos  yndios  quedando  nuestra  gente  victoriosa  y  pratica  en  la 
tierra  contra  las  asechanzas  y  ardides  de  los  yndios  perdiendo  el 
miedo  a  sus  acornetimientos   repentino?  y  boceria. 

Viéndose  los  yndios  por  todas  partes  tan  acosados  sinefperan- 
9a  de  poder  echar  los  Hespañoles  de  su  tierra  procuraron  intentar 


GUERRA    DE   LOS   FIJAOS  149 


otro  rremedio  saliendo  algunos  de  la  Prov*  de  Amoya  a  tratar  de 
paces  fingidas  y  aunque  se  les  entendió  el  intento  que  traían  da 
rredimir  su  negagion  y  comidas  para  mayor  justificación  y  pruebe 
de  su  malicia  y  engaño  los  rrecivió  el  Presidente  con  mucha  pie- 
dad y  blandura  como  si  fueran  amigos  de  obligación  verdadera  y 
los  embio  a  su  tierra  regalados  y  bes'idos  Pn^metiendo  buena  es- 
timación y  tratamiento  si  dejando  la  inquietud  que  traian  se  qui- 
siesen reducir  al  amistad  cristiana  con  que  no  oviesen  de  quedar  en 
la  sierra  cuya  disposición  y  fortaleza  les  era  ocasión  de  sus  diaños  y 
en  la  tierra  llana  a  vista  de  la  suya  se  les  daria  la  comodidad  que 
quisiesen  con  mayor  ventaja. 

Sevados  con  el  regalo  de  los  primeros  Yndios  que  salieron  de 
paz  acudieron  otros  con  la  misma  pretensión  y  engaño  atribuyen- 
do ignorancia  ma  el  buen  acogimiento  que  g'°  se  les  hasia  y  procu- 
raron por  este  medio  rreservar  las  comidas  y  sacar  de  su  tierra  a 
los  Hespañoles  que  andavan  hasiendo  la  guerra  y  que  se  les  diesen 
los- prisioneros  que  en  nuestro  poder  estavan.  Y  como  no  pudieron 
acomodar  su  barbara  malicia  volvieron  a  la  montaña  a  padecer 
las  necesidades  travajos  y  peligros  con  que  viven  sin  comidas  casa 
ni  abrigo  por  no  rrendirse  ni  sujetarse. 

Visto  que  la  Compañia  de  los  aventureros  no  se  pudo  desocu- 
par en  la  Prov^  de  Maito  con  la  brevedad  que  se  enlendia  previno 
el  Presidente  otra  compañia  de  gente  escogida  para  entrar  en  las 
de  Otaime  y  Cacataima  que  son  las  fronteras  mas  circunvesinas  a 
la  ciudad  de  Ibague  y  los  yndios  mas  inquietos  y  atrevidos  de 
toda  la  guerra  y  mui  rrespetados  en  ella  por  los  daños  que  an  he- 
cho y  aver  desbaratado  en  su  tierra  la  gente  del  Cap"i  Talaverano 
y  la  del  Gov"''  Moxica  y  desvanecidos  con  estas  victorias  y  otros 
favorables  suc9esos  que  siempre  an  tenido  aguardaron  a  nra  gente 
en  el  camino  con  osadia  y  arrogancia  aunque  les  duro  poco  siendo 
desbaratados  diversas  veces  que  vinieron  a  las  manos  y  deshechas 
sus  emboscadas  juntas  de  gentes  trai5iones  y  reparos  y  aviendoles 
talado  todas  las  comidas  y  quemado  casas  y  corredo  la  tierra  sin 
dejar  en  ella  casa  rieservada  salió  esta  compañia  a  la  dicha  ^iudad 
de  Ibague  por  ser  la  salida  mas  cercana  para  reformarse  de  muni- 
ciones y  bastimentos  fue  por  Capan  della  yn°  Baptiste  de  los  Reyes 
y  la  gente  esccgida  de  lo  mas  florido  del  exército. 

El  Maese  de  Campo  Bocanegra  con  la  compañia  que  andava 
en  Ambeima  también  avia  salido  al  reparo  de  la  mesma  necesidad 
después  de  aber  hecho  algunas  talas  y  paVeciendole  al  Presidente 
quan  importante  era  acavar  de  talar  aquella  Provincia  y  que  de 
todo  punto  quedase  desmantelada  por  ser  recttácu'o  de  la  gente 
que  se  retirava  de  Amoya  ordeno  al  Capan  Joan  Martinez  del  Bus- 
to que  luego  tornase  a  entrarse  con  la  buena  gente  de  su  compañia 
y  aunque  se  avian  hecho  primero  dos  entradas  breves  bolvieron 
tercera  bes  a  rrecorrer  todos  los  rincones  de  la  dha  Provincia  con 
gran  diligencia  y  cuidado  y  se  hallaron  machas  ro^as  y  casas  ocul- 
tas en  la  montaña  quebradas  y  escondrijos  della  que  quedaron 
quemadas  y  asolados   y    la  tierra  desmantelada  y  desyerta  retiran- 


150  BOLETÍN   DE  HISTORIA    Y   ANTIGÜEDADES 


dose  los  yndios  a  otras  avita^iones  apartadas  y  saco  esta  compañía 
dies  y  siete  prisioneros  muy  lucida  y  gallarda  presa. 

Aunque  el  Presidente  en  su  prim'  entrada  llevo  mui  bien  en- 
tendido lo  mucho  que  importara  que  esta  guerra  fuese  universal  y 
aun  misjQO  tiempo  no -solo  en  el  ^entro  y  entrañas  de  las  provincias 
donde  yva  a  rresidir  sino  también  en  las  extremidades  y  confinés 
de  la  tierra  que  el  enemigo  ocupava  para  que  con  un  daño  general 
que  por  todas  partes  le  avia  de  sobrevenir  y  el  estrépito  de  las 
armas  fuese  mayor  la  confusión.  Luego  que  llego  al  fuerte  de  Sant 
Lorenzo  verificó  por  experiencia  y  bivas  congeturas  que  este  traja 
era  eficasisima  y  muy  conveniente  su  breve  e\'"^  y  asi  denuevo 
alentó  al  Govor  de  Popayan  que  hisiese  luego  la  entrada  que  tenia 
hordenada  por  aquella  parte  dándosela  de  nuevo  que  se  estendiese 
por  todas  las  otras  que  por  cualquier  via  entendiese  ocupara  el 
enemigo.  Y  demás  de  esto  luego  invio  horden  muy  apretada  a  la 
Villa  de  Timana  para  que  de  alli  saliese  otra  escuadra  que  corriese 
todas  las  provincias  comarcas  hasiendo  los  daños  que  pudiese  el 
enemigo  conforme  la  orden  que  vinieron  a  rrecivir  del  Presidente 
al  fuerte  de  Sant  Lorenzo  la  qu'  pusieron  en  efecto  con  mucho  cui- 
dado y  diligencia.  Por  el  mes  de  agosto  de  1607  con  quarenta 
soldados  bien  prevenidos  y  pertrechados  de  armas  y  municiones  y 
buen  número  de  yndios  amigos  y  aviendo  asistido  en  tierra  del 
enemigo  algunos  días  y  corrido  y  talado  las  provincias  hasta  la 
que  llaman  de  las  Carnijerias  y  Cutiva,  tornaron  a  salir  aviendo 
hecho  la  tala  de  jementeras  y  captiva  do  veinte  y  siete  yndios  sin 
los  que  dejaron  muertos  en  los  rrecuentros  que  tuvieron. 

Con  el  continuo  exersicio  de  la  guerra  y  el  largo  tiempo  que 
avia  que  se  asistía  en  ella  yban  enfermando  algunos  soldados  y  a 
otros  se  dava  lijenjia  para  salir  al  Reyno  y  porque  con  esto  no  se 
disminuyese  el  exército  en  ocasión  donde  hera  necesaria  reforfalle 
hordeno  el  Presidente  que  en  la  ciudad  de  Mariquita  se  levantase 
una  compañía  de  gente  y  se  llevase  al  dicho  fuerte  y  aviendolo  co- 
metido a  don  Antonio  de  Gaona  y  Guebara  Correg"'"  de  la  dha 
ciudad  y  de  las  otras  del  partido  de  tierra  caliente  con  muy  gran 
diligencia  y  cuidado  lo  puso  luego  en  efecto  juntando  cinquenta 
soldados  mucha  parte  del  los  mulatos  que  en  esta  guerra  son  de  mui 
gran  importancia  con  los  quales  personalmente  llego  al  fuerte  de 
Sant  Lorenzo  a  principio  de  julio  de  1607. 

En  este  tiempo  que  ya  hera  cinco  meses  después  que  el  Pres^ 
entró  en  la  guerra  estavan  las  cosas  della  bien  encaminadas  y  las 
del  gobierno  de  paz  yvan  sintiendo  su  aus*  y  falta  y  los  negocian- 
tes al  riesgo  y  trabajos  de  la  larga  distancia  del  camino  y  univer- 
salmente  todos  los  negocios  del  Rcy"o  el  daño  que  rrecivian  sin  su 
dueño  por  cuyo  respeto  y  otras  justas  causas  y  rasones  tocantes  al 
bien  del  estado  común  acordó  de  mudar  sitio  al  fuerte  de  Sant  Lo- 
renjo  a  la  ciudad  de  Ibagué  por  ser  frontera  y  parte  cómoda  para 
las  expediciones  de  los  negocios  de  paz  y  de  guerra  y  porque  las 
cosas  della  no  desmayasen  con  su  mudanza  antes  rreciviesen  mayor 
aliento  y  brio  trajo  de  la  ciudad  de  Santa  Fé  a  su  muger  y  familia 


Guerra  de  los  fijaos  151 


a  la  inquietud  y  extrepito  de  las  armas  y  la  metía  en  la  soledad  de 
un  pueblo  desmantelado  dejando  antes  de  su  partida  trabado  y  co- 
menjado  a  edificar  un  fuerte  nuevo  de  tapias  nombrado  San  Joan 
junto  al  de  Sn  Lorengo  que  por  ser  de  pali§ada  se  iva  cayendo  y 
estava  aportillado  y  peligroso.  Algunos  dias  antes  el  Gob^'  Do- 
mingo de  Heraso  con  ocasión  y  ne§esidad  de  acudir  a  las  casas  de 
su  gobierno  se  avia  ausentado  del  fuerte  envióle  borden  el  Presi- 
dente que  volviese  y  nombróle  de  nuevo  para  la  asistencia  de  el  y 
la  Superitendencia  de  la  guerra  por  su  teniente  de  Capan   General. 

Pocos  dias  después  que  el  Presidente  llegó  a'*  dha  ciudad  de 
Ibague  salió  a  ella  la  compañía  que  andava  en  las  Provincias  de 
Otaima  y  Cacataima  y  sin  ninguna  dilación  previno  su  despacho 
porque  no  se  detuviesen  en  poblado  y  los  tornó  a  inviar  bien  preve- 
nidos de  lo  neces"  a  las  mismas  Provincias  para  volverla  a  rrecorrer 
y  apurar  al  enemigo  con  hordinaríos  sobresaltos  y  deligencias  co- 
rriendo toda  la  sierra  por  ló  mas  alto  de  ella  junto  a  los  paramos 
hasta  la  Provincia  de  Amoya  donde  la  guerra  tenia  mas  cuerpo  y 
rresistengia  y  en  cumplimiento  de  la  borden  que  Uevava  paso  esta 
compañía  por  lo  mas  áspero  de  toda  la  cordillera  descubriendo  los 
caminos  secretos  quebradas  sitios  y  escondrijos  della  y  desbarato 
al  fuerte  de  Güalara  que  hera  la  mayor  seguridad  y  reparo  de  los 
yndios  en  un  Peñol  inexpugnable  y  finalmente  venciendo  todas 
las  dificultades  y  peligros  entro  en  Amoya  por  la  cumbre  de  la  sie- 
rra aviendo  hecho  presa  de  diez  y  ocho  yndios  los  cuales  por  ir 
mas  desembarragados  embio  a  la  ciudad  de  Ibague  escoltados  con 
los  aventureros. 

Cuya  compañía  en  esta  misma  ocasión  avia  acabado  todo  lo 
que  estaba  a  su  cargo  en  la  Prov*  dé  Maito  dejándole  degierta  y 
asolada  y  al  enemigo  rretirado  a  otras  tierras  desamparando  la  suya 
después  de  muchas  diligencias  ardides  y  engaños  que  los  yndios 
intentaron  en  su  defensa  provando  su  fortuna  en  diversos  recuen- 
tros de  emboscadas  y  malos  pasos  donde  les  parecía  la  ocasión  y 
sitio  favorable  aunque  en  toda  perdieron  la  esperanza  de  remedio 
y  algunos  la  vida  y  se  sacaron  treinta  prisioneros. 

Luego  que  llegaron  al  fuerte  de  Sant  Lorenzo  se  acordó  que 
la  mayor  parte  de  los  soldados  saliese  a  donde  estava  el  Presiden- 
te tornando  a  entrar  por  la  mesma  Provincia  de  Maito  de  trasno- 
chada y  pasar  a  las  de  Otaima  y  Cacataima  donde  a  la  sa9on 
quedaba  la  otra  gente  para  apurar  y  perseguir  a  los  yndios  por  ser 
los  mas  inquietos  y  culpables  en  todos  los  daños  de  la  guerra  pa- 
sada y  por  no  poderse  sustentar  largo  tiempo  en  las  dichas  Pro- 
vincias salieron  dellas  los  dichos  soldados  aventureros  después  de 
averias  corrido  y  talado  algunas  comidas  que  no  se  pudieron  hallar 
«n  las  demás  entradas  y  fueron  a  la  ciudad  de  Ibague  conforma  la 
horden  que  llevavan  a  cargo  de  Felipe  de  Rojas. 

Y  porque  los  vesinos  della  atemorigados  de  los  daños  que  an 
rrecíbido  estaban  rre9elosos  de  alguna  retirada  de  yndios  escondí- 
dos  en  la  comarca  del  pueblo  despacho  el  Presidente  al  Sargento 
Mayor  P.  Venegas  con  una  tropa  de  gente  sufigiente  a  descubrir  y 


152  BOLETÍN   DE   HISTORIA    Y    ANTIGÜEDADES 


correr  toda  la  montaña  valles  quebradas  y  rrincones  circunvesinos 
a  la  dicha  ciudad  llevando  alguna  gente  della  por  todas  las  partes 
donde  se  viese  disposición  o  sospecha  de  yndios  retirados  y  no 
aviendo  hallado  ninguna  noticia  ni  rrastro  dellos  dio  la  buelta  y 
a  los  del  pueblo  la  siguridad  y  satisfa5ion  que  deseaban. 

Visto  que  la  Provincia  de  Amoya  sustentava  la  guerra  en  igual 
peso  por  no  aversele  podido  acabar  de  talar  todas  las  comidas  y 
con  la  provisión  y  abundancia  dellas  se  entretenia  pareció  conve- 
niente quitarle  con  brevedad  y  diligencia  este  alivio  acrecentando 
nras  fuerzas  con  mas  número  de  gente  y  para  este  efecto  se  invio 
por  el  mes  de  agosto  la  compañia  del  Cap*"  Busto  que  avia  salida 
de  Ambeima  con  borden  de  al^ar  el  alojamiento  que  hasta  enton- 
ces y  siempre  avian  tenido  en  un  sitio  y  discurrir  con  dos  tropas 
suficientes  por  toda  la  Provincia  y  los  Valle  lomas  y  quebradas  della 
hasta  la  cumbre  del  Cáramo  qup  es  inabitable  a  donde  vino  a  salir 
la  otra  compañía  del  Cap""  Baptista  de  los  Reyes  que  el  Presiden- 
te avia  despachado  desde  Ibague  al  mesmo  intento  y  se  juntaron 
entre  todos  mas  de  doscientos  soldados  y  otros  tantos  yndios  ami- 
gos de  servicio  que  para  talar  y  destruir  son  de  importancia  y 
rrepartidos  por  todas  partes  apretaron  al  enemigo  con  gran  dili- 
gencia quitándole  totalm®  las  comidas  y  al  animo  que  fundava  en 
ellas  y  los  yndios  quedaron  metidos  en  las  quebradas  y  oculto» 
rrincones  de  la  montaña  después  de  aver  provado  el  ultimo  reme- 
dio de  las  armas  siendo  con  mucho  daño  suyo  quedando  desbara- 
tados y  vengidos. 

Con  los  continuos  y  rigurosos  trabajos  de  la  guerra  yva  faltan- 
do alguna  gente  del  numero  que  avia  entrado  en  ella  y  porque  de 
ninguna  manera  pudiese  sentir  el  enemigo  la  disminución  de  nues- 
tras fuercas  fue  previniendo  el  Presi*»  el  suplirniento  de  los  que 
avian  faltado  y  particularmente  mando  juntar  una  compañia  de 
soldados  pardos  que  son  los  mulatos  de  esta  tierra  gente  exercitada 
en  trabajo  y  los  envió  al  fuerte  de  Sant  Lorenco  con  borden  de 
haser  alto  quatro  leguas  antes  de  llegar  a  el  y  a  ayudar  a  cimbrar 
ün  cementera  de  maiz  que  estava  dispuesta  en  la  rivera  de  Tetuan 
para  el  sustento  de  la  gente  de  guerra  y  escusar  los  grandes  gastos 
de  las  comidas  de  acarreto. 

Aviendose  seguido  la  guerra  con  tan  gran  demostración  y 
asistencia  general  apretando  al  enemigo  en  todas  las  provincias 
aun  tiempo  sin  dejarles  comidas  con  que  poderse  sustentar  en  su 
tierra  se  considerava  que  si  no  se  rendia  en  ella  se  avia  de  retirar 
a  otra  mas  apartada  y  sigura  y  con  las  diligencias  que  se  hasian 
para  saver  su  movimiento  se  tuvo  noticia  que  en  distancia  de  cinco 
jornadas  en  lo  interior  de  la  cordillera  que  corresponde  a  las  es- 
paldas de  Yrico  y  Palama  estava  una  provincia  de  yndics  nitura- 
les  retirados  llamada  Ululu  y  con  un  yndio  que  por  tener  a  su 
muger  y  hijos  en  prisión  dio  esta  advertencia  se  despacho  luego 
la  compañia  de  los  Pardos  que  a  la  sazón  llegava  al  fuerte  estando  - 
toda  la  demás  gente  en  Amoya  y  fue  a  cargo  del  Cap*"  Joan  de 
Ortega    de   Timana  y  salió   a.  27  de  agosto  con  cinquenta  y  tres 


GUERRA    DE   LOS    FIJAOS  153 


hombres  y  borden  de  descubrir  la  dha  provincia  y  otra  qualquiera 
que  se  pudiese  hallar  de  yndios  rrebeldes  y  luego  que  llegase  tan- 
tease la  poblíí^ion  de  comidas  y  casas  que  tuviesen  y  si  conforme  a 
ellas  pare9ie-e  que  las  fuerzas  que  llevavan  eran  inferiores  a  las  del 
enemigo  se  fortaleciesen  en  sitio  cómodo  y  siguro  para  recoger  la 
comida  necesaria  hasta  dar  aviso  Qon  el  yndio  de  guia  y  aguardar 
el  socorro  que  con  brevedad  se  les  inviaria  y  si  no  se  le  ofre9iese 
ocasión  de  peligro  reconociese  la  tierra'  hasiendo  la  demarca5ion 
de  los  sitios  y  naturaleza  della  advirtiendo  las  cosas  de  considera- 
5ion  que  hallase  sin  alargar  la  jornada  a  donde  la  importancia 
pudiese  ser  dudosa  y  la  diIa9¡on  de  dificultades  ciertas. 

El  Cap*"  dio  aviso  con  el  mesmo  yndio  que  a  tres  de  Sep*»'  a 
ocho  dias  después  que  salió  del  fuerte  de  Sant  Loren9o  avia  llegado 
a  la  provincia  de  Bulima  diferente  de  la  que  llevava  noticia  y  que 
avia  hallado  muestras  de  mucha  gente  retirada  con  pobla9Íon  y 
roseria  nueva  y  que  del  sitio  donde  estava  se  parecían  otras  mu- 
chas y  que  conforme  a  la  disposición  y  aspereza  de  la  tierra  serian 
menester  ducientos  hombres  para  su  conquista  y  que  el  podria  en- 
tretenerse y  asistir  en  ella  hasta  los  20  de  septiembre  por  falta  de 
municiones  y  bastimentos. 

Aviendose  visto  su  Ron  y  aviso  y  lo  mucho  que  convenia  in- 
bearles  socorro  antes  de  que  por  nefesidad  se  rretirasen  de  aque- 
llas provincias  se  previno  luego  la  compañia  del  Cap'í^  Baptista  de 
los  Reyes  que  el  Presidente  avia  despachado  por  Otaima  y  Ca- 
cataima  para  Amoya  de  donde  salió  el  segundo  dia  que  llego  dho 
aviso  y  partió  del  fuerte  a  diez  y  seis  de  Sep''^  con  municiones  y 
bastimentos  para  las  dos  compsñias  y  la  superintendencia  de  la  jor- 
nada con  sesenta  y  dos  soldados  escogidos  a  cumplimiento  a  115 
con  los  pardos  que  andavan  fuera  llevando  borden  de  ir  encamina- 
do a  la  par^^  y  sitio  donde  ellas  estuviesen  y  juntarse  los  unos  coa 
los  otros  y  tomar  entera  R''"  y  advertencia  de  la  dispusi§ion  y  cali- 
dad de  la  tierra  que  huviesen  andado  y  después  de  averse  comuni- 
cado conferido  y  tratado  entre  los  dos  capitanes  y  soldados  de 
experiencia  el  modo  que  mas  a§ertado  les  pareC-ese  descubriesen 
todas  las  provincias  y  retiradas  de  Yns°  rebeldes  que  corren  hasia 
el  Sur  hasta  los  confines  de  los  yndios  pae^es  sin  dejar  que  haser 
para  otra  diligencia  ni  jornada  advirtieHdo  la  diferencia  de  los  yn- 
dios naturales  de  aquella  tierra  que  por  estar  tan  aparta>.^a  no  te- 
nían tanta  not*  de  los  hespañoles  ni  culpa  en  los  delitos  que  avían 
cometido  los  que  se  jvan  retirando  por  el  temor  del  castigo  y  con- 
venia usar  de  rigor  en  los  unos  y  mucha  suavidad  en  los  otros 
procurándolos  reducir  con  blandos  medios. 

Dentro  de  ocho  dias  se  juntaron  estas  dos  compañías  mas 
abajo  de  la  Provi^  de  Bulima  en  el  rio  de  Vamay  y  en  una  confor- 
midad y  acuerdo  comeii^aron  a  correr  la  tierra  y  hallaron  en  ella 
rocerías  antiguas  y  sitios  de  casas  viej  is  con  muestras  de  aver  ávido 
muchas  naturales  que  según  la  R""  de  tres  prisioneros  que  se  avian 
cogido  murieron  de  pestilencia  y  guerras  que  uvo  entre  ellos  de 
manera   que   al    presente   estava   todo  despoblado  y  saviendo  lo 


154  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


yndios  rebeldes  la  desocupación  de  ,  aquella  tierra  trasladaron  su 
abitacion  a  ella  retirándose  los  de  Maito  Ambeima  Yrico  y  Paloma 
y  algunos  de  Otaima  y  Cacataima  y  de  Calasama  que  es  en  la  pro- 
vincia de  Amoya  a  las  que  están  treinta  leguas  mas  adelante  por 
la  longitud  de  la  sierra  y  tenían  prevenidas  muchas  comidas  de 
sementeras  de  maiz,  arracacha  yuca  y  batatas  de  comunidad  para 
los  que  quedavan  entretejiendo  la  guerra  por  disimular  la  retirada 
que  peco  a  poco  pretendían  haser  sin  ser  sentidos  y  al  fin  aviendo- 
lo  sido  se  les  talaron  todas  las  comidas  que  Sembraron  y  les  deja- 
ron quemadas  las  casas  y  asolada  su  nueva  avitacion  hasta  la 
provincia  de  los  Tonucos  y  Totumos  que  son  las  últimas  que  se 
an  podido  descubrir  en  la  cordillera. 

Viéndose  los  yndios  tan  perseguidos  y  desesperados  determina- 
ron de  aguardar  emboscados  en  un  sitio  muy  peligroso  previniendo 
muchos  golpes  y  rreparos  en  el  paraje  donde  seis  meses  antes  avian 
muerto  a  los  cinco  soldados  y  para  asegurar  su  lans"  pusieron  tres 
caballos  sueltos  a  vista  y  saliendo  aquel  día  una  tropa  de  treinta 
hombres  por  aquella  parte  entraron  los  diez  en  la  emboscada 
apartados  de  los  demás  y  el  enemigo  cerro  luego  para  llevárselos  a 
manos  sin  rrespeto  de  los  arcabuces  andando  amochazos  asidos 
■dellos  hasta  sacar  las  vaquetas  for9ejando  y  aunque  heran  pocos 
pelearon  tan  valientemente  que  quitaron  a  los  yndios  un  soldado 
que  entre  muchos  llevaban  en  bracos  y  se  defendieron  con  extraño 
valor  y  animo  hasta  que  les  acudió  el  socorro  de  los  demás  com- 
pañeros que  estaban  9erca  y  el  enemigo  se  retiró  con  muerte  de 
algunos  yndios  y  muchos  que  fueron  heridos  en  la  rrefriega  y  no 
aviendo  mas  tierra  que  andar  ni  que  haser  en  todo  lo  que  avian 
visto  y  andado  volvieron  las  dhas  compañías  después  de  dos  meses 
de  asísten5ia  pasando  gran  necesidad  de  comidas  y  de  ca'5ado  por 
averse  acabado  lo  uno  y  lo  otro  en  tan  larga  distancia  y  ásperos 
caminos  con  impedimento  de  muchos  ríos  muy  caudalosos  que  no 
se  podían  pasar  sin  haser  balsa  y  puentes. 

Aviendose  entendido  por  un  yndio  espía  que  existe  en  el  fuer- 
te con  los  hespañoles  donde  le  tienen  en  prisión  su  muger  y  hijos 
que  un  sitio  de  las  quebradas  Anaitoma  muy  secreto  estava  escon- 
dido un  yndio  belicoso  de  Amoya  con  su  familia  salió  el  Cap*° 
Busto  con  una  tropa  de  gente  a  26  de  setiembre  en  busca  suya 
llevando  por  guia  al  que  dio  el  aviso  y  aunque  no  se  pudo  prender 
al  que  iva  a  buscar  por  haberse  huido  al  monte  trajo  su  mujer  y 
dos  hijos  dejándole  corladas  las  ro^as  de  maíz  yuca  y  batatas  que 
se  hallaron. 

A  veinte  y  quatro  y  a  veinte  y  seis  de  octubre  se  rrecogio  al 
fuerte  nuevo  de  San  Joan  toda  la  gente  que  andava  fuera  por  no 
aver  quedado  que  talar  ni  en  que  haser  daño  al  enemigo,  desde  la 
ciudad  de  Ibague  que  es  la  primera  frontera  hasta  la  Prov'  de  Tomu- 
xo  en  sesenta  leguas  de  cordillera  donde  se  estiende  la  guerra  y  ser 
imposible  poderla  continuar  en  el  estado  presen*^  contra  yndios 
derramados  y  escondidos  entre  quebradas  y  rriscos  y  en  los  mas 
ocultos  rrincones  y  cuevas  de  la  montaña  sin  comida  casas  ni  abri- 


GUERRA   DE   LOS   FIJAOS  ISS 


go  en  el  temperamento  riguroso  de  la  sierra  con  la  dudosa  y  flaca 
provisión  y  sustento  de  raices  y  yervas  y  savandijas  por  no  querer- 
se sujetar  a  la  obbediencia  de  los  hespañoles  esperando  que  los 
ex9esivos  trabajos  de  la  azpereza  de  la  tierra  y  falta  de  comidas  les 
a  de  obligar  a  salir  della. 

Considerando  los  impedimentos  de  la  guerra  y  la  disimulada 
suspen§ion  que  se  devia  haser  en  ella  para  dar  algún  aliento  a  los 
toldados  y  al  enemigo  lugar  de  rrecogerse  a  §embrar  otra  vez  su 
tierra  pues  de  cualquier  manera  en  otra  mas  remota  y  apartada 
seria  mas  dificultoso  su  seguimiento  acordó  el  Pres^«  de  bolver  a  la 
ciudad  de  Santa  Fe  en  la  breve  desocupa9¡on  de  este  tiempo  y 
acudir  a  la  obligación  precisa  de  los  negocios  graves  de  la  Aud'y 
gobierno  universal  del  Reino  y  al  despacho  y  prevenyion  de  las 
cosas  necesarias  para  la  segunda  entrada  que  se  avia  de  haser  a 
talar  las  comidas  que  oviesen  §embrado  los  yndios  antes  que  lle- 
gasen a  sazón  ni  se  pudiesen  aprovechar  dellas  que  es  el  último 
remedio  que  les  queda  para  rendir  o  dejarse    morir    desesperados. 

En  el  Ínterin  que  se  aguardava  a  la  entrada  de  las  sigundas 
talas  se  aprovechaban  también  buscar  ocasiones  de  importancia  en 
que  los  soldados  a  quien  se  dan  las  presas  que  se  liasen  tuviesen 
aprovechamiento  embiando  primero  a  espiar  los  rretraimientos  de 
los  yndios  comarcanos  con  les  que  andan  en  nt">  poder  al  amor  de 
las  mujeres  prisioneras  y  aviendo  precedido  esta  dilig*  salieron  a  lo 
de  nobiembre  dos  tropas  de  gente  la  uua  a  la  Prov*  de  Maito  y 
Beuni  y  la  otra  a  las  de  Yrico  y  Ambeima  a  buscar  algunos  yndios 
que  uviesen  quedado  escondidos  después  que  !os  demás  se  rretira- 
ron  a  otras  partes  y  con  la  buena  dilig*  y  maña  que  se  dieron  los 
soldados  de  trasnochada  se  sacaron  de  Maito  nueve  prisioneros  de- 
jando ahorcado  a  un  yndio  belicoso  y  de  Ambeima  otros  quatro  y 
entre  ellos  a  un  hechicero  mohán  de  quien  luego  se  hiso  justi5iay 
quitaron  las  comidas  que  avian  9embrado  confiados  de  que  por 
estar  las  dhas  provincias  despobladas  de  sus  naturales  no  se  volvie- 
ra a  entrar  en  ellos. 

En  el  estado  referido  quedava  la  redu9ion  de  los  yndios  pixaos 
por  fin  del  año  de.  1607  aviendose  aprestado  la  guerra  en  todas 
partes  con  la  mayor  demostrafion  y  diligencias  posibles  venciendo 
las  dificultades  de  una  tierra  tan  inexepugnable  y  la  fuerza  y  sobe- 
ranía de  un  enemigo  que  estaba  victorioso  y  gallardo  y  aora  se 
halla  tan  flaco  y  acobardado  que  desamparando  su  tierra  ande  bus- 
cando abitacion  en  las  agenas  y  por  no  hallar  parte  sigura  este 
metido  en  montes  y  quebradas  sin  reparo  alguno  ni  atreverse  a 
haser  lumbre  porque  no  se  descubran  los  humos  y  según  la  relación 
y  noticias  que  nos  dan  los  espías  es  mucho  el  número  de  yndios 
mujeres  y  niños  que  se  mueren  de  hambre  y  enfermedades  y  los 
que  la  guerra  a  disminuido  de  un  año  a  esta  parte  son  mas  de 
seiscientas  personas  entre  prisioneros  y  muertos  peleando  y  con  la 
sigunda  entrada  que  el  Presidente  esta  disponiendo  se  esperan  con 
el  favor  de  Dios  muy   buenos   sugesos  y  resolución  en  lo  restante. 

Del   ejército   de  la  guerra  y  las  noti5ias  y  experiencia   que   el 


156  BOLETÍN   DE  HISTORIA  Y    ANTIGÜEDADES 


Presidente  saco  con  su  larga  asistencia  en  el  fuerte  de  Sant  Loren- 
zo y  ciudad  de  Ibague  resulto  tomar  resolución  en  dos  puntos  que 
eligió  por  fundamentales  por  prosecución  de  la  guerra  del  añcsig** 
que  luego  generalmente  al  principio  del  año,  se  comenzase  en  todas 
las  provincias  sin  excetar  ninguna  la  tala  de  las  cementeras  y  la 
segunda  que  la  guerra  fuese  universal  en  toda  la  tierra  que  por  cual- 
quiera via  se  entendiese  hera  avitada  de  pixaos  paresiendo  que  esta 
no  se  podia  haser  sin  admitir  una  capitulación  que  al  Presidente 
se  le  propuso  por  parte  de  Pedro  de  Velasco  vesino  de  la  ciudad 
de  Popayan  a  los  primearos  principios  de  esta  guerra;  le  dio  aviso 
que  nuevamente  lo  viniese  a  tratar  a  cuyo  efecto  llegaron  a  la  ciu' 
dad  de  Ibague  el  Gov"'  de  Popayan  y  el  dicho  Pedro  Velasco 
donde  ya  avia  dias  que  rresidia  el  Presidente  y  aviéndole  parecido 
necesario  venir  a  la  ciudad  da  Santa  Fe  ansi  para  dar  forma  a  esta 
capitulación  como  para  prevenir  la  guerra  futura  mando  conducir 
algunas  compañías  de  hespañoles  y  yn""  de  que  ya  se  carecia  con 
la  larga  continuación  y  asistencia  de  todo  el  año  y  dejando  la  dha 
ciudad  de  Ibague  con  buena  provisión  y  en  el  fuerte  de  San  Joan 
y  todas  las  provincias  como  esta  dicho  la  superintendencia  general 
de  la  guerra  al  Cap**^  De  mingo  de  Heraso  Gov***"  de  Muso  su  Lu- 
gartenic;nte  de  Cap*"  General  partió  para  la  ciudad  de  Santa  Fe 
donde  llego  a  los  seis  de  noviembre. 

Luego  inmediatamente  después  de  la  llegada  del  Presidente 
se  efectuó  la  capitulación  del  Cap*"  Pedro  de  Velasco  admitiéndo- 
le sus  ofrecimientos  y  uno  entre  otros  es  que  asistirá  todo  el  tiem- 
po que  durare  esta  guerra  con  cien  hombres  y  ducientos  yndios 
amigos  y  mas  si  fuere  menester  en  el  sitio  donde  se  dividen  y  re- 
matan los  términos  entre  los  yndios  pae§es  y  pixaos  y  discubrira 
con  su  gente  las  provincias  que  alli  ay  y  estendiendose  hasta  la 
que  llaman  de  las  Carnicerías  y  cordillera  general  y  de  alli  hasta 
Timanade  donde  fue  nombrado  por  Gov"^  por  tienSpo  de  seis  años. 

Los  motivos  que  el  Presidente  tuvo  para  abracar  esta  capitu- 
lación y  insinuar  en  ella  por  expresa  obüg""  de  Pedro  de  Velasco 
el  termino  que  a  de  correr  fue  pareciendoie  que  por  este  camina 
tendría  mas  fácil  expedi§ion  el  segundo  fundamento  con  que  lleva 
encaminada  esta  guerra  porque  según  la  computación  general  que 
esta  hecha  de  la  larga  distancia  que  contienen  en  si  estas  provin- 
cias a  convenido  dividirlas  en  tres  partes  que  son  a  la;?  que  comun- 
mente se  viene  a  reducir  esta  guerra.  Una  qi^  sea  la  de  este  Reino 
y  otra  la  de  Pcipayarí  y  la  ultima  eíta  de  paeces  y  Timana  que  son 
las  que  abracan  e  incluyen  en  si  toda  la  avitacion  de  estos  pixaos 
y  saliendo  a  un  mismo  tiempo  de  cada  una  de  estas  tres  partes  o 
haser  \i  guerra  con  solo  correr  cada  tropa  lo  comprehendido  en  su 
demarcación  y  se  dan  visto  los  unos  con  los  otros  y  no  les  queda 
mas  termmo  que  correr  ni  al  enemigo  receptáculo  ninguno  en  que 
asegurarse  ni  a  donde  huir  que  no  sea  hallado.  Pedro  de  Velasco 
fue  despachado  en  esta  conformidad  para  que  desde  luego  comen- 
Case  a  poner  en  efecto  las  cosas  necesaria,s  a  su  obligación. 

Aviendose   dispuesto   esta  capitulación  en  la  forma  referida  y 


GUERRA    DE   LOS   FIJAOS  157 


ha'landose  el  Presidente  desembaraQicio  de  muchos  negocios  del 
gobierno  común  y  de  comisiones  particulares  de  su  mag"*  que  esta- 
van  represadas  comento  a  tratar  los  de  esta  guerra  y  la  de  Carare 
de  que  va  relación  particular  y  paregiendo  que  se  agercava  el  prin- 
cipio del  año  de  i6o8  en  que  se  avia  de  comengar  mando  prevenir 
los  pertrechos  de  armas  municiones  y  vituallas  que  fueron  menes- 
ter y  que  en  esta  ciudad  y  la  de  Tunja  se  levantase  una  compañía 
de  cinquenta  o  sesenta  hombres  porque  ya  en  el  fuerte  no  se  halla- 
van  mas  de  ducientos  y  se  juzgava  por  muy  corte  numero  para 
esta  empresa  y  estando  todo  aprestado  hordeno  el  Gov"*"  de  Muso 
que  sin  diferrillo  por  no  dar  ocasión  al  enemigo  que  se  aprovecha- 
se de  lo  que  tenia  gemlJrado  entrasen  luego  las  compañías  a  enten- 
der en  la  segunda  tala  y  que  presupuestos  que  ya  general™^^  estava 
hecha  en  todas  las  dichas  provincias  y  solo  rrestava  por  hazereen 
las  de  Amoya,  Otaíma  y  Cacat;uma  entrasen  juntas  sin  dividirse  a 
la  dicha  Provincia  de  Amoya  y  aviendo  discurrido  por  toda  ella  y 
hecho  buenos  efectos  entrase  por  las  cabegeras  de  la  dicha  Prov* 
en  la  de  Otainia  y  que  la  compañía  de  este  Reino  fuese  vía  recta  a 
.  la  ciudad  de  Ibague  desde  adonde  con  algunos  soldados  vaquia- 
nos  de  la  misma  ciudad  y  otros  que  se  hordeno  al  Cov"''  embiaSe 
desde  el, fuerte  entrase  por  las  provincias  circunvecinas  a  la  dicha 
ciudad  recorriéndolas  todas  hasta  ir  a  parar  a  las  dichas  provincias 
de  Otaíma  y  Cacataima  y  de  allí  al  fuerte  de  San  Joan  conforme  la 
borden  e  ynstru^ion  que  llevo  del  Presidente.  ,^ 

En  el  mismo  tiempo  y  sazón  que  se  davan  estas  hordenes  por 
el  Presidente  y  las  rrecivía  el  Gov°r  los  yndíos  coyaimas  que  esta- 
van  ensa  devoción  y  alianzas  vista  la  prevención  que  hasiamos 
para  acometer  al  enemigo  y  el  cuidado  y  aparato  que  en  ella  po- 
níamos se  dispusieron  ellos  a  haser  lo  mismo  y  ansí  aviendo  tenido 
noticia  en  la  Prov''  de  Maito  en  un  rincón  oculto  de  la  sierra  de 
Calara ma  estavan  retirados  algunos  yndios  pixaos  los  acometieron 
y  mataron  quatro  prendiendo  diez  y  seis  saqueándolos  de  mucha 
ropa  y  otrss  cosas  que  allí  tenían  lo  qual  y  los  prisioneros  se  les 
dieron  para  que  usasen  de  todo  como  a  ávido  en  la  guerra. 

El  Gov°r  de  Muso  en  cumplimiento  del  borden  que  tenia  del 
Presidente  luego  que  entro  el  principio  del  año  de  1608  comento 
a  disponer  la  entrada  y  a  los  nueve  Hen°  partieron  del  fuerte  de 
San  Joan^n  una  tropa  de  tres  compañías  giento  y  dos  hespañoles 
y  ciento  y  trece  yndios  amigos  endergando  todos  juntos  su  derrota 
a  la  Prov*  de  Amoya  por  la  parte  de  Anaitoma  desde  donde  acor- 
daron ir  divididos  en  dos  tropas  una  encubierta  por  la  montaña  y 
otra  descubierta  con  el  bagaje  ambas  talando  y  destruyendo  las 
vituallas  como  cosa  a  que  mas  principalmente  yvan  mirando  en 
esta  entrada  y  para  que  el  enemigo  oprimido  con  la  fuerza  de  este 
rigor  saliese  a  campaña  executose  esto  ansí  discurriendo  las  tropas 
por  todos  los  valles  y  montañas  quebradas  y  rrincones  hasta  el  re- 
mate y  cumbre  de  la  cordillera  y  paramo  inabitabie  sin  dejar 
ningún  sitio  reservado  en  cuyo  circuito  se  captibaron  veinte  y 
siete  personas  ocho  yndios  de  guerra  que  quedaron  ahorcados  en 


158  BOLETÍN  DE   HISTOiaA  Y  ANTIGÜEDADES 


SU  misma  tierra  y  los  demás  fueron  niños  y  mujeres  admitiendo 
también  de  paz  cinco  yndios  que  de  su  voluntad  vinieron  en  busca 
de  sus  mujeres  y  hijos  que  estavan  en  prisión. 

Taláronse  en  toda  esta  comarca  du9ienta3  y  cinco  labranza» 
de  maíz  y  otras  legumbres  no  hallando  en  toda  ella  (siendo  como 
esta  dho  la  de  mayor  fuer5a  y  numero  de  Ynd'.)  ninguna  abitacion 
de  casas  ni  rresisten^ia  de  enemigos  aunque  por  muchos  caminos 
fueron  provocados  buscándolas  por  lo  mas  interior  de  las  monta- 
fias  con  tropas  de  poca  gente  y  muy  dividida  y  otras  varias  trabas 
y  discursos  que  para  esto  se  intentaron  y  aviendo  hallado  los  ca- 
minos 9errados  y  toda  la  Prov*  conun  general  silencio  se  presu- 
mió que  esto  nacia  de  algún  ardid  de  guerra  de  los  muchos  que 
estos  barbaros  suelen  inventar  sobre  lo  qual  se  hiso  dilig*  con  los 
prisioneros  y  todos  en  una  conformidad  declararon  que  los  Ynd'.  de 
la  dha  Prov*  andaban  divididos  rrecelandose  los  unos  de  los  otros 
y  de  que  si  los  hespañoles  prendían  alguno  avian  de  manifestar  los 
demás  y  que  ponian  gran  cuidado  en  no  pelear  y  muy  mayor 
en  procurar  salvar  sus  familias  muchas  de  las  quales  ya  no  se  sus- 
tentavan  sino  con  yervas  y  raices  silvestres  dejnndose  morir  obsti- 
nadamente antes  que  venir  a  poder  de  los  hespañoles  por  el  temor 
con  que  se  hallaron  en  la  entrada  que  hicieron  en  Ibague  y  ansi 
iban  divilitados  sin  genero  de  fuer§a  y  bigor  para  pelear  y  que  los 
mas  dellos  se  avian  retiíado  a  partes  muy  remotas  donde  les  pare- 
cia  que  no  podria  alcansarles  la  guerra. 

Aviendose  hecho  este  castigo  y  tala  en  la  Prov*  de  Amoya  y 
entendido  que  no  quedava  otra  ninguna  cosa  por  haser  en  ella  se 
junto  el  campo  y  acordó  pasar  a  la  Prov*  de  Otaima  siguiendo  su 
derrota  por  las  cabeceras  de  Amoya  que  son  las  rai§es  de  la  cordi- 
llera ynavitable  y  yéndose  metiendo  ya  por  la  montaña  de  la  Prov' 
de  Otaima  hallaron  algunos  yndios  y  niños  muertos  al  parecer  de 
hambre  y  sin  enterrar  que  no  causo  pequeña  admiración  por  la 
gen'  costumbre  que  tienen  de  dar  con  extraordinario  cuidado  se- 
pultura a  los  difuntos. 

Fuese  prosiguiendo  la  guerra  por  la  misma  traca  que  en  la 
Provincia  de  Amoya  y  con  ser  esta  de  Otaima  fértil  y  abundante  y 
los  Ynd".  que  la  an  ocupado  muy  belicosos  no  se  hallo  en  toda  ella 
quien  la  abitase  porque  aunque  se  captivaron  trece  personas  y  en- 
tre ellas  dos  yndios  de  guerra  que  luego  fueron  ahorcados  confesa- 
ron que  eran  naturales  de  Amoya  y  se  avian  retirado  alli  y  que 
mucha  de  la  gente  de  esta  Prov*  de  Otaima  era  muerta  en  esta 
guerra  y  de  hambre  y  de  enfermedades  vieronse  muchas  sepolturas 
nuevas  en  que  se  avian  enterrado  que  daban  testimonio  de  esta 
verdad  y  aviendo  corrido  toda  esta  Prov*  sin  dejar  rreservadaning* 
cosa  della  hasta  en  las  mismas  raices  del  paramo  y  cordillera  no 
se  hallaron  mas  de  quarenta  labranzas  de  maiz  y  otras  legumbres 
que  quedaron  taladas, 

Pareciendole  a  esta  tropa  que  ya  por  aquella  p*«  no  avia  cosa 
considerable  en  que  ocuparse  acordaron  dividirse  en  tresesquadras 
la  una  que  via  rrecta  bolviese  al  fuerte  de  San  Juan  con  los  prisio- 


GUERRA    DE   LOS   FIJAOS  159 


ñeros  y  la  otra  que  también  tomase  la  mis*  derrota  atravesando  las 
Provincias  de  Maito  y  Veuni  viendo  si  avia  en  ellas  alguna  cosa  que 
haser  y  la  otra  fuese  a  la  Prov*  de  Cacataima  donde  ya  se  presu- 
mia  que  hallarla  la  compaflia  de  Ibague  no  aviendo  ocupado  toda 
la  tropa  en  esta  facción  mas  de  quinse  dias. 

La  coaipañia  que  iva  al  fuerte  con  los  prisioneros  dio  aviso  al 
Gov"""  de  que  hisiese  luego  Prov°"  de  vituallas  por  ir  en  extrema 
necesidad  dallas  reciviendo  el  hvíso  al  punto  le  despacho  una  es- 
colta de  diez  soldados  y  otros  tantos  ynd'.  amigos  con  este  socorro 
y  como  los  de  guerra  andavan  derramados  por  las  Prov**  sin  tener 
lugar  siguro  que  n)  estuviese  ocupado  de  hespafio!es  párese  que 
viniéndose  rretirando  por  el  valle  de  Maito  abajo  algunos  ynd'. 
enemigos  huyendo  de  la  tropa  que  trai  la  presa  súbitamente  dÍ3ron 
en  manos  de  la  escolta  que  le  venia  a  socorrer  y  de  ocho  persona* 
que  heran  fueron  presos  siete  y  dejando  ahorcado  en  aquel  sitia 
uñ  yndio  prosiguieron  su  viaje  y  aviend  )  encontrado  luego  la  tro- 
pa dieron  la  buelta  al  fuerte  d  )nde  otro  dia  siguiente  llegaron  y  la 
que  tomo  la  via  de  Mdito  y  Veuni  tardo  algunos  mas  porque  la 
torno  rrecorrer  procurando  haser  presa  de  enemigos  y  le  hallo  di- 
sierta  y  solam'^  talo  quatro  labranzas  de  maiz  que  estavan  muy 
ocultas.  La  otra  tropa  que  paso  a  Cacataima  siguió  su  derrota  y 
siempre  en  su  viaje  yendo  juntas  y  divididas  procuraron  mucha 
brevedad   por  ir  faltos  de  vituallas  y  no  averias  en  las  provincias. 

Pocos  dias  antes  que  el  Gov'»''  de  Muso  despachase  la  tropa 
que  fue  a  la  Prov»  de  Amoya  a  entender  en  la  segunda  tala  llego 
al  fuerte  de  San  Joan  un  yndio  pixao  natural  de  la  Prov"  de  Maito 
cortadas  ambas  manos  y  sigun  pare5Ío  muchos  tiempos  avia  casti- 
gos muy  hordinarios  que  con  poca  advertencia  y  consideración 
comunmente  hasian  algs  de  les  Capitanes  que  en  el  principio  de 
la  reltt5ion  van  nombrados  que  entraron  a  la  pacificación  de  estas 
Provin9¡as  porque  en  el  discurso  de  esta  guerra  también  salió  aver 
al  Presidente  de  paz  fingido  otro  yndio  que  según  su  disposición 
por  los  mismos  Capitanes  le  avian  sido  cortadas  las  narices  y  el 
labio  superior  este  yndio  de  las  narices  cortadas  se  llamaba  Meta- 
co,  y  vino  solo  de  su  voluntad  a  ver  al  Gov"''  y  pa  ser  de  buena 
razan  muy  sagaz  y  astuto  de  autoridad  y  mucha  estimación  entre 
los  yndios  se  le  hiso  el  tratamiento  aventajado  que  todas  estas  par- 
tes requerían  persuadiéndole  a  que  por  su  medio  e  inteligencia  se- 
ria bien  que  se  hisiese  la  rredu9ion  de  sus  compañeros  a  que  satis- 
figo  con  bivas  rasones  pidiendo  licencia  aquel  mesmo  dia  al  Gov""^ 
para  bolverse  la  cual  se  le  concedió  dejándole  lleno  de  justas  sos- 
pechas. 

Luego  a  los  quince  dias  siguientes  bolvio  al  fuerte  el  yndio 
Metaco  acompañado  de  otros  dos  donde  se  le  continuo  el  regalo  y 
buen  tratamiento,  y  al  dia  siguiente  trataron  de  bolberse  los  doi 
compañeros  dándoles  fácilmente  Ii9en§ia  para  ello  con  la  exorta^ion 
hordiuaiia  de  que  persuadiesen  a  los  demás  que  dejasen  la  guerra 
y  que  tratasen  de  reducirse  y  en  este  intermedio  ya  las  tropas  avian 
salido  del  fuerte  a  ocuparse  en  la  segunda  tala. 


160  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Los  dos  yndios  se  fueron  con  la  ligen^ia  que  se  les  dio  prome- 
tiendo volverían  y  el  Metaco  quedo  solo  en  e!  fuerte  y  por  ser  de 
las  parces  referidas  se  aumentava  mas  cada  dia  el  buen  tratamiento 
de  su  pers"  y  teniendo  re9elo  que  por  la  sagacidad  que  con  su  tra- 
to descubría  y  la  forma  de  aver  venido  se  podia  justamente  presu- 
mir alguna  grave  cautela  hordeno  el  Gov°^  a  un  soldado  que  con 
buena  di5imula5inn  le  trajese  siempre  a  la  vista  permitiéndole  an- 
dar a  su  voluntad  por  dentro  y  fuera  del  fuerte  en  cuya  considera- 
^ion-y  ver  su  sitio  y  la  trafa  de!  hera  toda  su  ocupagion  sin  que 
todo  el  tiempo  que  alli  estava  se  le  conociese  que  pusiese  en  otra 
cosa  su  cuidado. 

Uno  de  les  dos  yns°  bolvio  a  los  seis  dias  al  fuerte  cortado  el 
cabello  y  con  públicas  demostraciones  de  estar  falto  de  juicio  no 
dando  ningnna  razón  de  su  embajada  con  cuya  venida  al  de  las 
manos  cortadas  subitam*^  se  altero  sin  poderlo  reprimir  con  su  sa- 
gacidad intentando  y  aun  sin  li^en^ia  del  Gov"''  irse  a  su  tierra 
porque  con  una  continua  inquietud  y  con  pequeña  causa  de  tener 
mojados  sus  vestidos  y  puestos  al  sol  entrava  y  salia  muy  amenudo 
disimulándose  con  buena  prudencia  la  fuga  manifiesta  que  preten- 
día haser  y  estando  el  Gov"*"  examinando  la  causa  que  este  yndio 
tenia  de  venir  con  esta  novedad  al  Metaco  se  alarga  del  fuerte  me- 
tiéndose por  la  mayor  asperesa  de  una  quebrada  que  a  al  este 
vesina  y  el  soldado  de  su  guardia  tras  el  y  aviendole  aIcan9ado  y 
puestose  en  rresistencía  le  obligo  a  dejarle  alli  muerto. 

El  Gov^*"  fue  avisado  luego  de  este  suseso  y  juntándolo  con  la 
novedad  con  que  el  otro  yndio  avia  venido  y  aviendo  hcrdenado 
que  esta  muerte  no  se  publicase  antes  que  el  yndio  Metaca  se  avia 
huido  para  sacar  a  luz  el  maltrato  que  ya  se  descubría  imponiendo 
muy  gran  culpa  al  yn°  que  se  mostrava  loco  desta  fuga  ha&ta  po- 
nerlo a  quistion  de  tormento  en  el  qual  declaro  que  la  primer 
venida  del  yn**  de  las  manos  cortadas  fue  a  persuasión  de  Vilaque 
cacique  de  la  Prov'  de  Maito  para  que  con  su  maña  y  astucia  vi- 
niese a  rreconocer  el  fuerte  y  viese  la  disposision  del  y  si  con  faci- 
lidad se  podria  quemar  y  aviendo  buelto  con  la  razón  que  llevo  se 
conformaron  los  yndios  de  esta  Provn*  con  los  de  Otaima  y  todos 
juntos  acordaron  que  bolviese  al  fuerte  el  yndio  Metaco  en  la  for- 
ma que  esta  dho  a  entretener  a  los  hespañoles  hasta  la  noche  de 
este  dia  o  la  siguiente  que  los  yns  de  estas  Provinsias  avian  de  ve- 
nir a  quemarlo  por  no  hallar  otro  camino  con  que  obligarles  a  salir 
de  su  tierra  y  oue  la  instansia  que  el  yn»  Metaco  avia  puesto  en 
irse  era  por  estar  concertado  entre  todos  que  uno  de  los  dos  saliese 
al  camino  aquel  dia  a  dar  quenta  de  lo  que  avia  para  que  con  ma- 
yor fai5lidad  se  pudiese  executar  lo  que  estava  concertado  con  lo 
qual  el  Gov'^  mando  ahorcar  este  yndio  y  el  fuerte  se  libro  de  este 
peligro. 

A  los  veinte  y  cinco  de  henero  partió  a  la  ciudad  de  Ibague 
la  tropa  que  por^  aquella  parte  avia  hordenado^l  Presidente  entrase 
a  las  provinjias  de  Otaima  y  Cacataima  con  setenta  y  seis  hespa- 
floles  y  ochenta  yn»'   amigos   endereso   su  viaje  y  derrota  por  las 


GUERRA    DE    LOS    FIJAOS  161 


cabeceras  del  rio  de  Yuamo  a  dar  per  las  espaldas  del  fuerte'  de 
Calarca  y  Gualara  pringipales  cabe9as  de  estas  provincias  procu- 
rando en  aquella  larga  distancia  haser  alguna  pre§a  de  enemigos  y 
tala  general  de  vituallas  y  no  se  hallaron  ning°*  ni  rastro  ni  señal 
de  haverlos  y  solaraen^<^  se  talaron  tres  o  quatro  labranzas  de  maiz 
y  sin  otro  ninguno  embargo  llegaron  al  fuerte  de  Gualara  a  los 
siete  de  febrero  donde  se  sitio. 

Una  de  las  tres  topas  que  salieron  del  fuerte  de  San  Joan  a 
esta  segunda  tala  a  quien  toco  la  entrada  en  la  provincia  de  Ca- 
cataima  después  de  averst;  apartado  de  los  demás  la  corno  por  una 
y  otra  parte  del  rio  hasta  la  de  Mole  hallándolas  desiertas  porque 
solamente  se  talaron  dos  rosas  de  tnaiz  y  sin  aver  visto  enemigos 
ningunos  ni  rrastro  deljos  prosiguió  su  viaje  encaminando  la  de- 
rrota del  al  dho  fueite  de  Gualara  y  el  mismo  dia  siete  de  febrero 
les  descubrió  y  hallo  en  el  alojada  la  tropa  que  avia  salido  de 
Ibague. 

í^mbas  pare5e  se  descubrieron  en  aquel  sitio  a  un  mesmo 
tiempo  teniendo  en  medio  el  rio  de  Yuamo  y  la  que  venia  de 
Amoya  acordó  de  pasarla  este  dia  y  allegando  al  alojamiento  don- 
de estava  la  de  Ibague  le  dio  larga  quenta  de  los  buenos  efectos 
que  avia  hecho  la  esquadra  que  salió  del  fuerte  de  San  Joan  y  que 
todas  las  provincias  quedaban  taladas  y  particularmente  las  de 
Otaima  donde  la  suya  iba  dirigida. 

Con  esta  9ertificacion  que  tuvo  el  Cap*"»  Philipe  de  Rojas  cabp 
de  la  compañía  que  entro  por  la  ciudad  de  Ibague  de  que  ya  la 
Prov*  de  Otaima  estaba  talada  que  hera  donde  piincipalmen  lleva- 
va  endere9ada  su  jornada  hiso  junta  de  la  gente  mas  lucida  e  im- 
portante de  su  campo  y  de  la  que  nuevamente  avia  concurrido  a  la 
esquadra  de  Amoya  para  tomar  resolu5ion  y  acuerdo  de  la  mas 
conveniente  derrota  que  devian  seguir  para  mejor  acierto  de  la 
guerra. 

Lo  que  en  esta  junta  entre  otras  cosas  propuso  fué  las  horde- 
nes  e  instrucciones  que  llevava  del  Pres**^  la  avian  dirigido  por  ei 
viaje  y  derrota  que  hasta  aquel  sitio  avia  traido  y  que  lo  prosiguie- 
se hasta  haser  la  tala  general  en  la  Prov*  de  Otaima  y  Cacataima 
y  de  alli  pasase  al  fuerte  de  San  Joan  donde  rrecibiese  nueva  bor- 
den del  Gov^r  de  Muso  para  la  jornada  de  Bulira  y  que  pues  la 
ida  a  la  Prov*  de  Otaima  ya  cesava  contenerla  hecha  como  se  cer- 
tificaba por  el  Capulí  y  soldados  presentes  que  ayudaron  a  haserla 
y  el  se  hallava  con  su  compañía  entera  y  sin  necesidad  de  muni- 
ciones ni  bastimentos  y  en  paraje  que  avia  ygual  distan9ia  desde 
aquel  sitio  al  fuerte  de  San  Juan  como  desde  alli  a  la  provincia  de 
Bulira  y  que  por  estar  ya  el  ibierno  tan  adelante  hera  mas  conve- 
niente que  el  tiempo  que  se  avia  de  gastar  en  pasar  al  dicho  fuerte 
de  San  Joan  se  consumiese  en  irvia  recta  a  Bulira  por-tenerse  no- 
ticia cierta  que  alli  eran  las  principales  retiradas  del  enemigo  y  a 
donde  tenia  hechas  mayores  9emenleras  y  para  que  esto  se  hisiese 
con  mas  justifica9ion  cada  uno  diese  libremente  el  parecer  que  te- 
nia sobre  elloá. 

XIV— 11 


162  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


La  mayor  parte  de  esta  gente  la  tuvo  en  que  desde  aquel  pa- 
raje saliese  la  jornada  deBulira  con  cuya  resolución  el  Cap*"  escogió 
cínquenta  y  seis  hombres  y  los  yndios  amigos  que  p*  acompañarlos 
fueron  menester  y  los  veinte  restantes  que  juzga  por  no  necesarios 
imbio  al  fuerte  de  San  Joan  con  la  tropa  que  al! i  estava  y  otro  dia 
siguiente  prosiguiendo  la  derrota  que  avia  tomado  por  las  cabece- 
ras del  rio  de  Yoamo  partió  a  la  Prov*  de  Bulira. 

El  mesmo  dia  tarnbien  partió  de  aquel  sitio  para  el  fuerte  de 
San  Joan  la  tropa  que  avia  venido  coniendo  aquellas  provincias  y 
por  haser  algunos  buenos  efectos  se  fue  estendiendo  por  los  mas 
encubiertos  rincones  y  quebradas  de  la  tierra  donde  sin  aver  halla 
do  enemigos  ni  mas  rastro  ni  señal  dallos  que  dos  rosas  de  riíaiz  y 
cinco  de  legumbres  que  dexaron  taladas  llegaron  al  dho  fuerte  de 
San  Joan  en  ocasión  que  ya  el  Gov"''  llevava  muy  adelante  la  pre- 
ven9ion  y  despacho  de  la  jornada  de  los  Totumos. 

El  Cap*"  Fhelipe  de  Rojas  poniendo  en  efecto  la  rresolucion 
que  avia  lomado  de  haser  su  viaje  a  la  provincia  de  Bulira  por  las 
cabeceras  de  Y.  amo  partió  de  fuerte  de  Gualara  a  los  9  de  febre- 
ro y  aviendo  rrecorrido  toda  aquella  comarca  sin  reáerbar  siiio  ni 
lugar  oculto  hasta  la  misma  cordillera  fueron  talando  muchas  la- 
branzas de  maiz  y  otras  legumbres  y  sin  aver  visto  enemigos  mas 
de  nueve  ynd°'  y  muchachos  que  en  diversas  partes  fueron  presos 
atravesaron  el  paramo  con  inmensos  trabajos  asi  por  la  azperesa  q 
tiene  y  no  hallar  camino  ni  quien  los  guiase  a  la  tierra  que  busca- 
ban como  por  ser  esta  la  primera  jornada  que  las  tropas  hespañolas 
hasian  por  esta  via  del  paramo  a  la  Gobernaijion  de  Popayan  y 
llegaron  a  la  provincia  de  Bulira  la  qual  hallarían  que  eslava  talada 
según  las  demostraciones  por  la  gente  del  Gov*""  f'oi  Basco  y  a 
los  22  de  febrero  entraron  en  el  fuerte  que  en  la  m's*  Prov*  tenia 
el  dho  Gov""  a  quien  dieron  aviso  delio  y  aviendoles  proveído 
abundantemente  de  vituallas  de  que  ya  estavan  muy  faltos  les  invio 
borden  que  pasasen  a  otro  fuerte  que  llaman  de  la  Paila  que  esta 
mas  adelante  desde  donde  por  avisos  del  Gcv°r  tomaron  resolución 
de  irse  a  la  ciudad  de  Buga  que  cae  en  aquella  comarca  para  re- 
formarse de  salud  y  de  otras  cosas  neces*'  pira  la  gente  de  esta 
tropa  que  del  largo  camino  y  muchos  trabajos  que  en  el  se  pade- 
cieron se  hallava  muy  falta  y  desacomodada. 

Luego  que  el  Gov"""  Domingo  de  Heraso  tuvo  juntas  y  reco- 
gidas las  cfjmpañias  que  andavan  ocupadas  en  esta  sigunda  tala 
con  las  prevenciones  atrasadas  que  ya  teni  i  hechas  puso  en  execu- 
cion  la  jornada  de  los  Tutumos  nombrando  por  cabo  della  al  Cap" 
Baptista  de  los* Reyes  y  que  llevase  consigo  a  los  Capitanes  Busto 
y  Ortega  Mexia  con  80  soldados  entresacados  en  todo  el  exercito 
muy  bien  prevenidos  y  pertrechados  de  armas  bastimentos  municio- 
nes y  con  ellos  partió  del  dho  fuerte  a  los  i8  de  febiero  de  este  año. 

Aviendo  marchado  algunos  dias  al  campo  pareció  conveniente 
dividirlo  en  esquadras  que  corriesen  la  tierra  y  la  talasen  y  el 
Cap'"  Baptista  de  los  Reyes  por  falta  de  salud  se  sitio  en  las  rrive- 
.ras  del  rio  de  Quítala  y  ordeno  al  Cap*'''Armalta    que   con  treinta 


GUERRA    DE  LOS  FIJAOS  163 


soldados  fuese  a  rrecono9er  la  tierra  que  avia  de  la  otra  parte  del 
rio  de  Quitala  y  después  de  puesto  en  efecto  yendo  un  dia  mar- 
chando hallaron  por  la  via  que  caminavan  huella  y  rastro  fresco  de 
enemigos  con  que  se  advirtió  a  todos  que  fuesen  apercividos  y  con 
cuidado  y  aviendo  llegado  a  un  puesto  que  hasia  una  manera  de 
ensillada  cubierta  no  de  montaña  pero  de  malezas  muy  espesa 
cuyo  sitio  por  ser  acomodado  para  emboscada  tenia  el  enemigo 
ocupado  por  ambos  lados  y  la  f.-ente  con  mas  de  du^ientos  yns  de 
guerra  y  nra  tropa  fue  entrando  por  ella  casi  la  mayor  parte  de  la 
banguardia  y  siendo  uno  de  los  delanteros  Antonio  Méndez  mulato 
descubrió  un  yndio  con  su  lanza  que  estabji  tendido  en  el  suelo  y 
con  mucha  disimulación  calo  la  cuerda  y  le  dio  un  balaso  que  le 
dejo  muerto  y  los  demás  yns"  que  estavan  emboscados  por  aquel 
lado  se  levantaron  con  gran  grita  y  algazara  llevando  arrastrando 
al  que  mato  el  mulato  y  luego  súbitamente  con  presteza  increible 
los  demás  yns"  que  estavan  en  el  otro  lado  acometieron  la  ban- 
guardia y  en  un  instante  sin  poder  ser  resistidos  mataron  a  lanza- 
das ocho  soldados  entre  los  quaits  fueron  el  A  feres  Morsillo  y 
sargento  Calderón  y  hirieron  otros  tres  y  entre  ellos  al  Cap'"  Ar- 
malte  despidiendo  losynd'.  mucha  cantidad  de  piedras  y  dardos 
arrojadizos  y  siguiendo  su  vict^-ria  llegaron  a  las  manos  con  los 
soldados  vivos  y  dellos  les  qiiit.)ron  siete  arcabuces.  La  retaguar- 
dia que  esta  va  mas  superior  por  serlo  e!  sitio  en  que  se  hallo  repa- 
ro en  el  y  dio  una  gran  carga  al  enemigo  que  por  mucho  espacio 
estav  a  vista  suya  a  menos  de  tiro  de  arcabuz,  entiéndese  que 
murieron  en  esta  rrefriega  quarenta  ynd'.  enemigos  y  los  demás 
visto  el  daño  que  recivian  de  la  arcabuceria  se  rietiraron  desampa- 
rando aqued  sitio  y  nra  tropa  se  bolvio  al  R*. 

Después  de  este  suc^eso  se  prosiguió  la  tala  de  9ementeras  en 
todaíi  aqueHas  pfovin5ias  y  particularmente  en  la  del  Tomuro  don- 
de principalmente  yban  dirigidos  halláronse  muchas  Iabran9as  de 
maiz  mayores  que  todas  las  que  hasta  entonces  se  avian  visto  y 
entre  ellas  dos  que  se  juzgo  tendrian  mas  de  mili  fanegadas  y  avien- 
do  tenido  muchos  recuentros  con  los  enemigos  en  que  murieron 
algunos  y  fueron  presos  cator9í  dieron  la  buelta  al  fuerte  de  San 
Joan. 

La  compañia  del  Cap*"  Fhelipe  de  Rojas  y  otra  de  Cristoval 
Quintero  que  el  Gov^r  de  Popayán  avia  conducido  en  su  govierno 
estuvieron  algunos  dias  en  la  ciudad  de  Buga  descansando  en  los 
grandes  trabajos  que  p3de9ieron  en  su  viaje  y  hallándose  ya  con 
fuer9as  y  comodidad  para  salir  a  campaña  ordenaron  de  ir  desde 
alii  via  recta  al  sitio  donde  los  prisioneros  testifica  van  estavan  reti- 
rados mucha  canti^  de  ynd'.  de  la  Prov*  de  Amoya  y  que  otra  tropa 
de  quarenta  ynd',  de  aquella  GovO"  a  quien  llaman  gorrones  muy 
ágiles  y  alentados  y  enemigos  de  los  pixaos  con  dose  hespañoles 
entrasen  en  la  provincia  de  Bulira  a  haser  los  daños  que  pudiesen 
al  enemigo. 

Con  este  presupuesto  fueron  marchando  los  hespañoles  al 
lugar  señalado  de  la  retirada  que  hera  en  la  provincia   que    llaman 


164  BOLETÍN  DE   HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Buga  la  grande  y  aviendose  acercado  a  un  paraje  donde  tuvieron 
noti9ia  que  estavan  se  dio  orden  que  el  bagaje  hiz  ese  alli  alto  y 
que  el  Cap*"  Quintero  con  veinte  hombres  de  su  compañía  y  Al<* 
Cobo  con  otrcs  veinte  de  la  de  Fhelipe  de  Rojas  fuesen  a  rrecono- 
cer  aquel  sitio  y  aviendolo  hecho  asi  se  dividieron  en  quatro  es- 
quadras  que  a  un  mismo  tiempo  acometieron  el  alojamiento  donde 
a  los  19  de  abril  que  su^edici/ueron  muertos  trece  ynd'.  gandules  y 
quarenta  y  tres  chicos  y  grandes  presos. 

Y  ansi  mismo  Calieron  los  yndios  gorrones  que  se  avian  d'írra- 
mado  por  aquella  provincia  hasiendo  presa  de  diez  enemigos  y 
matando  tres  o  quatro. 

Lqs  yndios  cpyaimas  hiendo  quan  decaida  andan  los  enemigos 
mientras  nra  gente  a  imbernado  an  hecho  por  si  solos  algunos  asal- 
tos en  ellos  con  prisión  y  muerte  de  cinco  gandules  y  quince  per- 
sonas de  todas  suertes. 

En  este  estado  queda  la  guerra  hasta  oi  veinte  de  junio  de 
1608  y  el  Presidente  aperciyido  para  partir  de  esta  ciudad  a  prose- 
guirla un  dia  después  de  S^.  Pedro. 


QUmifl  DE  BOblVflR 
Escritura  de  venta. 

Número  setecientos  veintisiete — En  la  ciudad  de  Bogotá,  De- 
partamento de  Cundinamarca.  República  de  Colombia,  a  quince  de 
mayo  de  mil  novecientos  veintidós,  ante  mí,  Roberto  Pinzón  Sán- 
chez, Notario  segundo  de  este  Circuito,  y  los  testigos  instrumenta- 
les señores  Raimundo  Rivas  y  Rafael  Escallón,  varones  mayores 
de  veintiún  años,  vecinos  de  esta  ciudad,  de  buen  crédito  y  en 
quienes  no  existe  impedimento  legal,  comparecieron  los  señores 
doctor  Miguel  Arroyo  Dí¿z,  General  Víctor  M.  Salazar  y  doctor 
Alfonso  Robledo,  varones  vecinos  de  esta  ciudad  de  Bogotá,  ma- 
yores de  edad,  capaces  en  el  ejercicio  de  sus  derechos  civiles,  a 
quienes   conozco    personalmente,  y  expusieron: 

Primero.  Que  el  primero  de  los  exponentes,  o  sea  Arroyo  Diez, 
obra  en  este  acto  en  su  carácter  de  Ministro  de  Hacienda  de  la 
República. 

Que  el  segundo  de  los  exponentes,  o  sea  Salazar,  obra  en  este 
acto,  en  su  carácter  de  Ministro  de  Gobierno  de  la  República, 
condición  en  la  cual  es  Presidente  de  la  Junta  denominada  de  la 
Quinta  y  Museo  de  Bolívar. 

La  constitución  de  la  mencionada  Junta  fue  decretada  por  la 
Ley  53  de  19 ig,  por  la  cual  se  apropian  fondos  para  la  compra  de 
la  Quinta  de  Bolívar. 

Que  el  tercero  de  los  exponentes,  o  sea  Robledo,  obra  en  este 
acto  en  su  propio  nombre,  advirtiendo,  además,  que  procede  en 
un  todo  de  acuerdo  con  la  Sociedad  de  Embellecimiento  de  Bogo- 


QUINTA  DE   BOLÍVAR  165 


tá,  de  la  cual  es  miembro  el  exponent»,  pues  esta  escritura  tiene 
por  fin  el  realizar  el  patriótico  intento  que  dicha  Sociedad  formó 
y  que  hoy  logra  llevar  a  feliz  término,  de  procurar  que  la  histórica 
Quinta  de  Bolívar  pase  a  ser  propiedad  de  la  Nación  y  sirva  para 
perpetuar  allí  el  glorioso   recuerdo    del    Libertador  de  Colombia. 

Segundo.  Que  por  escritura  pública  número  quinientos  veiií- 
tiocho,  pasada  ante  el  Notario  segundo  de  este  Circuito,  con  fecha 
veintiuno  de  marzo  de  mil  novecientos  diez  y  nueve,  el  otorgante 
Alfonso  Robledo  compró  a  la  señorita  Matilde  Moneada  la  finca 
raíz  que  se  conoce  con  el  nombre  de  Quinta  de  Bolívar,  alinderada 
así  (aquí  los  linderos). 

Tercero.  Que  la  adquisición  de  la  Quinta  descrita  la  hizo  el 
. exponente  Robledo,  obrando,  como  ya  se  ha  dicho,  de  acuerdo 
con  la  Sociedad  de  Embellecimiento  de  Bogotá,  con  el  ánimo  de 
transmitir  a  la  Nación  la  propiedad  de  dicho  inmueble  mediante 
una  suscripción  patriótica  en  que  tomasen  parte  tanto  las  entidades 
públicas  como  las  particulares  y  los  ciudadanos  que  tuviesen  a 
bien  contribuir  a  este  homenaje  ofrecido  a  la  memoria  del  Li- 
bertador. 

Correspondiendo  a  la  excitación  que  a  tal  efecto  hizo  la  Socie- 
dad de  Embellecimiento,  secundada  por  importantes  órganos  de  la 
Prensa,  los  D.epartamentos  de  Antioquia,  Atlántico,  Cauca,  Cundi- 
namarca,  Norte  de  Santander  y  Narifio  acudieron  al  llamamiento 
votando,  por  el  ministerio  de  sus  respectivas  Asambleas,  algunas 
partidas  del  Erario  de  esas  entidades  con  destino  a  aquel  objeto.  A 
su  realización  igualmente  cooperaron  la  Junta  de  Fesiejos  del  Cen- 
tenario de  Boyacá,  la  Sociedad  de  Manizales,  donde  se  organizó 
una  velada  literaria  para  allegar  recursos,  la  Municipalidad  de  Toro 
y  muchísimos  ciudadanos  de  distintas  secciones  del  país. 

Cuarto.  Que  el  Congreso  Nacional,  por  su  parte,  en  hs  sesio- 
nes de  1918  y  1919  dictó  la  Ley  53,  de  ese  año,  por  medio  de  la 
cual  destinó  la  cantidad  de  $  20,000  del  Tesoro  Nacional  para 
completar  el  valor  de  la  Quinta  de  Bolívar  y  adquirir  los  objetos 
que  a  juicio  de  la  Sociedad  de  Embellecimiento  deben  figuraren  el 
Museo  Boliviano.  Constituyó,  además,  la  misma  Ley  una  Junta 
llamada  «Junta  de  la  Quinta  y  Museo  de  Bolívar,»  compuesta  del 
Ministro  de  Gobierno,  del  Gobernador  de  Cundinamarca,  del  Al- 
calde de  la  capital  y  del  Presidente  de  la  Sociedad  de  Embelleci- 
miento, para  que  tal  entidad  tomara  a  su  cargo  la  percepción  e 
inversión  de  la  suma  con  que  el  Tesoro  Nacional  contribuye  a  la 
adquisición  de  la  Quinta  y  a  la  fundación  del  Museo  Boliviano, 
toda  lo  cual  debe  ser  propiedad  de  la  Nación  y  quedar  bajo  la 
custodia  de  la  Junta  referida. 

Quinto.  Que  en  tal  virtud,  el  otorgante  Robledo,  por  medio 
de  la  presente  escritura  pública,  transmite  a  título  de  venta  a  la 
Nación  la  propiedad  de  la  finca  raíz  de  que  viene  hablando,  o  sea 
la  Quinta  de  Bolívar,  con  el  terreno  en  que  está  edificada  y  con 
todas  sus  anexidades  y  dependencias,  conforme  a  la  descripción, 
situación  y  linderos  que  se  han  especificado  en  la  clásula  segunda 
del  presente  instrumento. 


166  BOLETÍN   DE  HISTORIA  Y    ANTIGÜEDADES 


Sexto.  Que  el  precio'  de  esta  venta  es  el  mismo  por  el  cual 
adquirió  dicha  propiedad  el  exponente  Robledo,  o  sea  la  cantidad 
de  vemticuatro  mil  pesos  en  moneda  corriente,  suma  que  el  ven- 
dedor declara  haber  recibido  a  su  satisfacción,  así:  diez  y  seis  mil 
doscientos  pesos  que  la  Nación  le  ha  pagado  por  conducto  de  la 
Junta  de  la  Quinta  y  Museo  de  Bolívar,  tomados  de  les  veinte  mil 
pesos  que  la  Ley  53  de  1919  destinó  para  completar  el  valor  de 
esa  propiedad;  y  los  siete  mil  ochocientos  pesos  testantes  que  ha 
recibido  de  la  misma  Junta,  tomados  del  producto  de  la  suscripción 
pública  de  que  anteriormente  se  hizo  relación. 

Séptimo.  Que  el  expresado  inmueble  no  lo  ha  vendido  ni 
enajenado  el  exponente  a  persona  o  entidad  alguna  distinta  de  la 
Nación,  y  está  libre  de  hipoteca,  embargo,  f)leito  pendiente  y  con- 
diciones resolutorias,  pues  aunque  en  la  escritura  por  la  cual  la 
señorita  Matilde  Moneada  le  transmitió  a  Robledo  la  propiedad  de 
la  finca  aparece  que  quedó  pendiente  una  parte  del  precio,  cuyo 
pago  fue  asegurado  con  garantía  hipotecaria  constituida  sobre  la 
misma  finca,  hoy  el  precio  está  totalmente  pagado  con  sus  intere- 
ses correspondientes  al  señor  Eduardo  Moneada  M.  como  cesio- 
nario de  aquella  señorita,  en  dicho  crédito,  por  lo  cual  el  nombra- 
do señor  Eduardo  Moneada  M.  ha  firmado  la  escritura  pública 
número  seiscientos  noventa  y  uno,  de  fecha  ocho,  del  presente  mes, 
otorgada  en  esta  Notaría,  instrumento  en  el  cual  declaró  cancelado 
el  crédito  que  existía  a  su  favor  proveniente  del  precio  de  venta 
de  la  Quinta  de  Bolívar  y  cincelada,  en  consecuencia,  la  hipoteca 
que  garantizaba  dicho  crédito. 

Octavo.  Que  desde  que  el  exponente  kobledo  adquirió  la 
Quinta  de  B-^-lívar  la  entregó  a  la  Sociedad  de  Embellecimiento, 
para  que  ésta  la  administrara  y  llevara  a  cabo  el  propósito  que 
inspiró  la  adquisición  de  esa  propiedad.  La  referida  corporación 
transmitió  a  su  vez  la  Quinta  a  la  Junta  creada  por  la  Ley  53  de 
19 1 9,  tan  pronto  como  dicha  ent.dad  fue  constituida.  Por  este 
motivo  la  Junta  ha  atendido  al  servicio  de  los  intereses  de  la  suma 
invertida  en  la  compra  de  la  Quinta,  según  aparece  en  el  informe 
que  con  esta  misnía  fecha  rinde  el  señor  Tesorero  de  la  menciona- 
da Junta. 

Noveno.  El  otorgante  doctor  Miguel  Arroyo  Diez  declaró: 
que  en  su  caiácter  de  Ministro  de  Hacienda  y  autorizado  por  el 
Excelentísimo  señor  Designado  en  ejercicio  del  Poder  Ejecutivo, 
acepta  para  la  Nación  la  presente  escritura  pública  y  la  propiedad 
del  inmueble  llamado  Quinta  de  Bulívar,  quedando  así  cumplido 
lo  que  dispone  el  artículo  5.°  de  la  Ley  53  de  1919. 

Décimo.  El  otorgante  General  Víctor  Manuel  Salazar,  Mi- 
nistro de  Gobierno,  a  su  vez  manifestó:  que  en  su  calidad  de  Pre- 
sidente de  la  Junta  de  la  Quinta  y  Museo  de  Bolívar,  creada  por 
el  artículo  i.«  de  la  Ley  que  antes  sé  citó,  acepta  y  firma  también 
esta  escritura,  expresando  que  la  Jutita  de  que  se  habla  tiene 
recibida  la  Quinta  de  Bolívar,  y  que  ésta  se  halla  bajo  la  custodia 
de  la  misma  Junta  desde  que  ésta  fue  creada. 


INFOKMES  167 


Undécinoo.  Todos  los'  otrorgantes  declararon,  por  último, 
que  al  llevar  a  cabo  el, contrato  solemne  que  ha  sido  consignado 
en  las  precedentes  clá^ulas,  es  su  propósito  darle  cumplida  ejecu- 
ción al  noble  intento  que  ha  guiado  tanto  a  la  Sociedad  de  Embe- 
llecimiento como  al  Congreso  de  1Q19  y  al  Gobierno,  de  que  la 
Quinta,  que  en  diversas  ocasiones  sirvió  de  mansión  al  Libertador, 
sea  destinada  única  y  exclusivamente  para  organizar  y  conservar  en 
ella  una  Biblioteca  y  un  Museo  Bolivianos,  que  mantengan  siempre 
vivo  en  el  pueblo  de  Colombia  ei  recuerdo  y  el  culto  del  Padre  de 
la  Patria. 

Leído  que  les  fue  este  instrumento  a  los  otorgantes,  lo  apro- 
baron y  firmaron  con  los  testigos  mencionados,  y  por  ante  mí,  que- 
dando advertidos  de  la  formalidad  del  registro,  de  todo  lo  cual 
doy  fe. 

(Firmados)  Alfonso  Robledo — Miguel  Arroyo  Diez  — Víctor  AT. 
Solazar  —Raimundo  Rávas — Rafael  Escallón — Roberto  Pinzón  Sán- 
chez, Notario  segundo. 


inFORíTlES 
I 

DOCUMHNTOS  QUE  EXISTEN    EN    NUEVA    YORK 

Señor  Presidente  de  la  Academia  Nacional  de  Historia — Presente. 

Nuestro  distinguido  colega  el  doctor  Nicolás  Gircía  Zamudio 
ha  dirigido  a  la  Academia  varias  notas  muy  importantes,  relativas 
a  documentos  que  interesan  a  la  historia  de  Colombia  y  se  hallan 
en  archivos  y  bibliotecas  públicos  de  I  is  Estados  Unidos  de  Amé- 
rica. Una  de  esas  notas,  que  tiene  fecha  de  3  de  agosto  pasado, 
me  fue  dada  en  comisión,  y  sobre  e.la  tengo  el  hon<jr  de  informa- 
ros lo  siguiente: 

Según  el  señor  Garcia  Zamudio,  existen  en  el  departamento 
de  manuscritos  de  la  Biblioteca  Pública  de  Nueva  York  varios  do- 
cumentos relativos  a  nuestra  historia  colonial,  los  cuales  ha  estado 
estudiando  y  copiando  con  el  propósito  de  darlos  a  la  publicidad 
acompañados  de  apuntes  que  los  ilustran.  Dichos  documentos, 
apunta  nuestro  colega,  hicieron  parte  de  la  colección  formada  por 
don  Antonio  de  Uguina  de  Madrid,  quien  los  obtuvo  en  su  mayor 
parte  del  señor  Muñoz,  autor  de  una  «Historia  del  Nuevo 'Mun- 
do,» y  del  señor  Navarrete,  el  compilador  de  los  viajes  célebres,  y 
después  de  pasar  por  manos  de  diferentes  dueños,  entre  ellos  el 
señor  l'ermaux-Compans,  nombre  grato  a  los  historiógrafos  del 
antiguo  Imperio  de  los  chibchas,  hallaron  por  fin  sitio  al  parecer 
definitivo  en  la  Biblioteca  de  la  gran  metrópoli  americana.  Los  que 
se  refieren  a  la  historia  del  Nuevo  Reino  de  Granada  son,  según  la 
nota  a  que  me  refiero,  los  siguientes: 

I.  Una  copia  de  la  «Relación  Histotial»  del  Padre  Simón  en 
dos  gruesos  volúmenes,  copia  tomada  de  los  originales  que  repo- 
saban en  el  convento  de  San  Francisco  de  Santafé.  s 


168  BOLETÍN  I>E   HISTORIA   Y   ANTIGÜEDADES 


II.  El  «Itinerario  de  Correos  del  Nuevo  Reino  de  Granada 
y  Tierra  Firme,»  etc.,  etc.,  por  don  José  Antonio  de  Pando,  Ad- 
ministrador principal  comisionado  para  el  establecimiento  y  arre- 
gjo  de  dicha  renta  en  los  Virreinatos  de  Santafé  y  del  Perú,  con 
residencia  en  la  capital  de  Lima, 

III.  «Relación  de  lo  que  sucedió  en  la  jornada  de  Amagua  y 
el  Dorado  que  fue  a  descubrir  el  Gobernador  Pedro  de  Ursúa,» 
etc.,  por   don   Francisco  Vásquez,   soldado  que   fue  de  Aguirre. 

IV.  «Relación  hecha  a  Su  Majestad  del  descubrimiento  y  con- 
quista del  Nuevo  Reino  de  Granada,»  eic.,  por  Juan  de  San 
Martín  y  Antonio  de  Lebrija;  y 

V.  «Estado  del  Virreinato  de  Santafé,  Nuevo  Reino  de  Gra- 
nada, y  relación  del  gobierno  y  mando  del  Excelentísimo  señor 
Baylío  Frey  don  Pedro  Mesía  de  la  Cerda,»  por  el  doctor  Fran- 
cisco Antonio  Moreno  y  Escandón.    1772. 

Todos  estos  documentos,  sobre  los  cuales  solicita  datos 
nuestro  colega  García  Zamudio,  si  bien  muy  valiosos  para  el  his- 
toriador, se  hallan  publicados  totalmente  o  en  su  mayor  parte.  Me 
referiré  a  cada  uno  de  eilos  por  separado. 

I.  «Relación  Historial»  de  fray  Pedro  Simón.  Como  es  sabi- 
do, la  primera  parte  de  las  «Noticias  Historiales  de  la  Conquista 
de  Tierra  Firme» — que  comprende  siete  noticias— fue  publicada 
en  Cuenca  en  1626- 1627,  y  reimpresa  en  1882  por  el  doctor  Me- 
dardo Rivas,  quien  publicó,  nueve  años  después,  por  vez  primera,' 
las  partes  segunda  y  tercera  délas  «Noticias  Historiales,»  con  siete 
noticias  cada  una,  advirtiendo  que  la  impresión  se  hacía  «sobre 
los  manuscritos  de  la  Biblioteca  Nacional.»  Muy  probablemente 
esos  manuscritos  son  los  antiguos  originales  que  reposaban  en  el 
convento  de  San  Francisco  de  Santafé,  de  lr»s  cuales  se  tomó  la 
copia  que  se  halla  en  la  Biblioteca  de  Nueva  York  \1  hablar  de  la 
publicación  hecha  por  el  doctor  Rivas,  decía  con  justicia  nuestro 
benemérito  colega^ Eduardo  Posada  en  el  prólogo  a  la  «Biblioteca 
de  Historia  Nacional» :  «Justo  es,  al  emprender  toda  noble  tarea, 
recordar  a  los  precursores.  El  esfuerzo  que  hoy  hacemos,  sencillo 
en  otro  país  pero  de  gran  fatiga  en  Colombia,  ha  sido  ya  hecho  en 
otras  ocasiones.  Don  Medardo  Rivas  fundó  una  colección  de 
«Obras  Históricas  de  Colombia,»  en  la  cual  alcanzó  a  publicar 
once  volúmenes:  la  historia  de  Piedrahita,  en  un  tomo;  ladeGroot, 
en  cinco;  la  del  Padre  Simón,  en  igual  número.  Reimpresiones 
aquellas  dos,  así  como  el  primer  tomo  del  Franciscano,  y  publi- 
cados por  primera  vez  los  otros  cuatro  de  éste;  hizo  con  tal  obra, 
el  señor  Rivas,  gran  beneficio  a  esta  clase  de  estudios.»  Debemos 
observar,  sin  embargo,  que  la  ^corrección  de  pruebas  no  se  hizo 
con  la  escrupulosidad  debida,  lo  que  dio  por  resultado  la  altera- 
ción de  no  pocos  nombres  históricos  y  geográficos.  Sería  muy  de 
desearse  que  la  Academia  tomara  cartas  en  el  asunto  y  nombrara 
una  Comisión  que  comparara  cuidadosamente  la  obra  publicada 
con  sus  originales,  para  corregir  los  errores  de  imprenta,  con  lo 
cual  prestaría  aún  mayor  servicio  la  oportuna  publicación  del  doc- 
tor Medardo  Rivas. 


INFORMES  169 


II.  «Itinerario  de  Correos,»  por  don  Juan  Antonio  Pando. 
Don  Manuel  José  Guzmán,  en  su  estudio  sobre  el  correo  en  Co- 
lombia, publicado  en  el  número  46  del  Boletín  dk  Historia,  co- 
rrespondiente a  julio  de  1907,  cita  el  «Reglamento  de  instalación 
de  correos  de  correspondencia  de  Santafé  de  Bogotá  a  Cartagena 
dé  Indias,»  y  extracta  algunas  noticias  de  ese  documento.  Al  pa- 
recer, el  pequeño  volumen  empastado  a  que  se  refiere  el  doctor 
García  Zamudio,  y  que  se  haHa  en  la  Biblioteca  de  Nueva  York, 
contiene  mayor  cantidad  de  datos,  recogidos  por  el  mismo  comi- 
sionado Pando,  que  los  que  tuvo  a  la  vista  el  señor  Guzmán  para 
la  preparación  de  su  monografía.  Quizás  lo  más  conveniente  en  el 
particular  es  enviar  al  doctor  García  Zamudio  el  mencionado  nú- 
mero del  Boletín,  para  que  en  vista  de  él  pueda  juzgar  que  parte 
del  Itinerario  del  señor  Pando  puede  considerarse  como  inédito  y 
merece  copiarse  y  publicarse. 

III.  «Relación  de  lo  que  sucedió  en  la  jornada  de  Amagua  y 
el  Dorado,»  por  Francisco  Vásquez.  El  historiógrafo  español  don 
Segundo  de  Izpizua  en  el  tomo  v  de  su  laboriosa  obra  «Los  vascos 
en  América» — tomo  consagrado  íntegramente  a  narrar  los  cscuros 
comienzos,  prodigiosos  viajes  y  desastrado  fin  de  Lope  de  Aguirre, 
cuya  legendaria  figura  realza  tanto  que,  dejándose  llevar  de  su  en- 
tusiasmo por  las  innegables  proezas  realizadas  por  el  legendario 
aventurero  y  rebelde,  llega  a  proclamarlo  precursor  y  primer  már- 
tir de  la  independencia  americana, — menciona  varias  veces  la  «Re- 
lación» escrita  por  Francisco  Vásquez,  y  agrega  que  está  publicada 
en  el  tomo  xx  de  los  editados  por  la  Sociedad  de  Bibliófilos  espa- 
ñoles— Madrid  1881, — con  una  extensa  e  interesante  «Advertencia 
preliminai»  por  el  Marqués  de  la  Fuensanta  del  Valle.  Por  cierto 
que  el  señor  Izpizua  ataca  a  Vásquez  tachándolo  de  muy  parcial 
en  contra  de  Aguirre,  por  haber  escrito  su  «Relación»  con  posterio- 
ridad a  los  sucesos,  incurriendo  en  varias  inexactitudes,  y  lo  hace 
responsable  en  mucha  parte  de  las  sombras  qué  envuelven  a  su 
héroe,  dado  que  fray  Pedrf>  de  Aguado  siguió  fielmente  a  Vás' 
quez  y  a  su  vez  fray^ Pedro  S  món  copió  a  Aguad  y  popularizó  la 
trágica  vida  de  ese  vasco  de!  siglo  Xvi. 

IV.  «Relación  del  descubrimiento  y  conquista  del  Nuevo 
Reino,»  por  Juan  de  San  Martín  y  Antonio  de  Lebrija.  Crej  que  ese 
«manuscrito  de  catorce  hojas»  sea  la  misma  carta  dirigida  al  Em- 
perador por  los  Oficiales  Reales  de  la  expedición  de  Quesada,  San 
Martín  y  Lebrija,  carta  publicada  en  el  libro  xxvi,  capítulo  XI  de 
la  «Historia  Generaly  Natural  de  las  Indias,»  por  el  Cspitán  Gon- 
zalo Fernández  de  Oviedo- y  Valdés,  primer  cronista  del  Nuevo 
Mundo.  Madrid — 1852  —Tomo  11,  obra  de  donde  la  han  tomado 
distintos  historiadores.  Me  fundo  para  este  concepto  tanto  en  el 
tamaño  de  la  «Relación,»  que  concuerda  con  el  de  la  carta,  cuanto 
porque  ésta  fue  publicada  por  el  mencionado  señor  Termaux-Com- 
pans  en  su  ensayo  sobre  la  antigua  Cundinamarca.  En  todo  caso, 
para  que  nuestro  colega  pueda  aclarar  definitivamente  el  punto, 
copio  los  párrafos  primero  y  final  dé  la  epístola  aludida: 


170  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Primero.  «Ya  á  Vuestra  Magestad  !e  será  notorio  como  el 
adelantado  don  Pedro  Hernández  de  Lugo  vino  a  la  cibdad  y 
provincia  de  Sancta  Marta  por  gobernador,»  etc. 

Final.  «E  de  aqui  todos  juntos  nos  partimos  á  ocho  deste  mes 
de  ju'io  (1.539)  en  una  nao,  que  al  pre.ssente  está  en  este  Puer- 
to, que  va  a  los  Reinos  de  España.  Plega  a  Nuestro  Señor  Dios 
que  siempre  las  Vitorias  de  Vuestra  Magestad  vayan  en  cresci- 
miento  de  muchos  mas  reinos  y  señoríos,  é  aumento  de  nuestra 
santa  fé  catholica. — S.  C.  C.  M. -Criados  y  Vasallos  de  Vuestra 
Magestad  que  sus  reales  pies  y  ma^os  besan  -Johan  de  Sanct  Mar- 
tín— Antonio  de  Lebrixa.» 

V.  «Estado  del  Virreinato  de  Santa  Fé,  etc.,»  por  el  doctor  don 
Fran:isco  Antonio  Moreno  y  Escandón,  1772.  Como  muy  bien  lo 
dice  el  doctor  García  Zamudio,  esta  relación,  cunsiderada  como 
anónima,  fue  publicada  en  parte  por  el  diplomático  peruano  señor 
García  y  García  en  su  colección  de  Relaciones  de  Mando  de  los  Vi- 
rreyes del  Nuevo  Reino  de  Granada,  impresa  en  Nueva  York  en 
1869,  pero  el  completo  de  este  valioso  estudio,  o  sea  todos  los  pá- 
rrafos ralativos  a  Real  Hacienda,  Correos,  Monedn,  Estado  litera- 
rio, eclesiástico  y  militar,  etc.,  de  la  hoy  República  de  Colombia, 
no  se  hallan  inéditos,  como  supone  nuestro  colega,  pues  U  Rela- 
ción completa  vio  la  luz  pública  en  el  tomo  iv— correspondiente 
al  .segundo  semestro  del  año  de  1870 — ^de  los  «Anales  de  la  Uni- 
versidad Nacional.»  Empero,  como  el  órgano  de  la  antigua  y  glo- 
riosa Universidad  de  Colombia  es  ya  una  curiosidad  bibliográfica, 
muy  conveniente  sería  que  la  Academia  reprodujese  en  sus  publi- 
caciones el  estudio  del  célebre  Fiscal,  lustre  de  la  época  colonial, 
tomándolo  sí  de  los  «Anales,»  para  evitar  al  doctor  García  Zamudio 
el  trabajo  de  copiar  el  manuscrito  newyorkino,  y  acompañándolo 
de  un  facsímile  del  mapa  elaborado  por  el  mismo  Moreno  y  Es- 
candón. Esta  interesante  carta  geográfica,  de  la  cual  se  conserva 
un  ejemplar  en  la  Comisión  Asesora  del  Ministerio  de  Relaciones 
Exteriores,  se  titula  así:  «Plan  geográfico  del  Virreynato  de  Santa- 
fé  de  Bogotá,  Nuevo  Reyno  de  Granada,  que  manifiesta  su  de- 
marcación territorial,  islas,  rios  principales,  provincias  y  plaz-js  de 
armas;  lo  qucNOCupan  indios  bárbaros  y  naciones  extranjeras;  de- 
mostrando los  confines  de  los  dos  Reynos  de  Lima  y  México,  y 
establecimientos  de  Portugal,  sus  lindantes;  con  notas  historiales 
del  ingreso  anual  de  sus  rentas  reales,  y  noticias  relativas  a  su 
actual  estado  civil,  político  y  militar,  formado  en  servicio  del 
Rey  Nuestro  Señor  por  el  doctor  don  Francisco  Moreno  y  Escan- 
dón, Fiscal  Protector  de  la  Real  Audiencia  de  Santafé  y  Juez  Con- 
servador de  Rentas.  Lo  delineó  don  Joseph  Aparicio  Morata,  año 
de  1772.  Gobernando  el  Reyno  el  Excelentísimo  señor  Baylio 
Frey  don  Pedro  Messía  de  la  Cerda.»  Contiene  el  mapa  datos  por 
demás  interesantes,  y  una  curiosa  ilustración  gráfica  de  la  capital 
del  Virreinato,  por  todo  lo  cual  haría  la  Academia  un  servicio  de 
consideración  si  lograra  publicarlo  en  la  forma  conveniente. 


INFORMES  171 


Como  el  doctor  García  Zamudio  anuncia  en  su  nota  que  se 
prepara  a  escribir  acerca  de  la  personalidad  admirable  que  fue  el 
Fiscal  Moreno  y  Escandón,  y  sin  duda  hará  un  trabajo  tan  serio  y 
meritorio  como  sus  anteriores  producciones,  que  nuestro  instituto 
ha  aplaudido  como  era  de  justicia,  debe  remitírsele  la  biografía  de 
este  personaje,  escrita  por  don  José  Manuel  Marroquín,  reproducida 
en  su  mayor  parte  en  «El  Porvenir»  dirigido  por  nuestro  consocio 
el  doctor  Arturo  Quijano,  quien  me  ha  facilitado  oportunamente 
un  eiemplar. 

Aun  cuando  se  aoarta  de  los  temas  que  cobija  en  su  carta  el 
doctor  García  Zamudio,  aprovecho  la  ocasión  para  formular  por 
escrito  una  insinuación  que  ya  hice  verbalmente  a  la  Academia:  la 
de  dar  encargo  a  nuestro  diligente  compañero  de  investigar  el  ar- 
chivo del  procer  y  Presidente  de  Colombia  General  Pedro  Al- 
cántara Herrán.  Este  archivo,  de  interés  que  parece  superfluo 
encaracer,  se  halla  depositado,  según  informes  que  he  recibido,  en 
la  Universidad  de  Georgetown,  Washington,  donde  lo  dejó  un 
deudo  cercano  del  General.  Sería  por  todo  extremo  conveniente 
que  el  doctor  García  Zamudio  lotí[rara  consultarlo,  tomara  nota  de 
sus  más  importantes  documentos,  y  obtuviera,  si  ello  es  posible, 
permiso  para  copiarlos.  Si  esto  último  se  lograse,  podría  autori- 
zársele igualmente,  previo  envío  del  presupuesto  respectivo,  para 
pagar  el  trabajo  de  uno  o  dos  copistas  por  cuenta  de  la  Academia, 
si  la  erogación  está  dentro  de  las  posibilidades  de  este  cuerpo.  En 
todo  caso,  para  el  instituto  es  de  mucho  valor  el  concepto  que  el 
doctor  García  Zamudio  se  forme  del  mencionado  archivo. 

En  consecuencia,  y  si  mis  ilustrados  colegas  no  tienen  obje- 
ción que  hacer  al  presente  informe,  tengo  el  honor  de  prop(jner 
como  conclusiones  lasi'íjiguientes: 

I. o  Transcríbase  el  anterior  informe  al  doctor  Nicolás  García 
Zamudio  como  respuesta  a  su  carta  de  fecha  3  de  agosto,  y  dígase- 
le que  la  Academia  de  Historia  ve  con  gran  complacencia  que  sus 
labores  en  ei  Consulado  colombi  no  en  Nueva  York  no  han  amor- 
tiguado su  entusiasmo  por  la  historia  patria,  y  aplaude  sus  merito- 
rias investigaciones. 

2°  Dígase  también  al  doctor  García  Zamudio  que  la  Acade- 
mia agradecería  que  verificara  una  inspección  al  archivo  del  General 
Pedro  Alcántara  Herrán,  que  se  halla  en  cThe  Georgetown  Uni- 
vergity,^  con  el  objeto  de  enviar  un  concepto  detallado  sobre  la 
importancia  d^  ios  documentos  que  contiene,  número  aproximado 
de  ellos,  facilidades  para  la  consulta  y  autenticación  de  las  copias, 
costo  de  éstas,  etc.  ■' 

Bogotá,  octubre  31  de  192  r. 

Señor  Presidente,  vuestra  Comisión, 

Raimükdo  Rivas. 


172  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 

II 

DOCUMENTOS    ENVIADOS    DE    SEVILLA 

Señor  Presidente  de  la  Academia  Nacional  de  Historia— Presente. 

Entre  las  épocas  dhe  la  historia  de  Colombia  más  oscuras  por 
falta  de  documentos  fidedignos,  y,  al  mismo  tiempo  más  interesan- 
tes para  conocer  el  origen  y  evolución  de  nuestra  nacionalidad,  se 
encuentra,  sin  duda,  la  que  se  refiere  a  la  organización  del  Nuevo 
Reino  de  Granada,  como  entidad  colonial  española,  una  vez  cerra- 
do, a  lo  menos  en  parte,  el  período  heroico,  sangriento  y  tormen- 
toso de  la  Conquista.  Esa  época  ocupa  muy  pocas  páginas  en  las 
obras  de  nuestros  cronistas  e  historiadores,  como  si  en  realidad  ca- 
reciera de  importancia,  teniéndola  tan  grande,  y  diríase  que  e\ 
brillo  que  despiden  los  aceros  y  cotas  de  malla  de  los  descubrido- 
res y  allanadores  de  las  tierras  sirve  precisamente  para  dejar  en  la 
sombra  las  figuras  de  los  funcionarios  enviados  por  el  Monarca, 
con  las  Leyes  de  Indias  en  la  mano,  a  establecer  el  régimen  civil  en 
esa  scciedad  que  se  iniciaba  entre  los  espasmos  de. dolor  de  una 
raza  vencida  y  los  apetitos  y  ambiciones  de  sus  férreos  domi- 
nadores. 

A  dar  luz  vivísima  sobre  el  lapso  que  va  de  la  fundación  de  la 
Real  Audiencia  de  Santafé  a  las  medidas  tomadas  por  sus  Oidores 
para  la  defensa  de  Cartagena  contra  los  corsarios,  a  quienes  esti- 
mulaba el  éxito  del  célebre  Sir  Francisco  Drake,  vienen  los  docu- 
mentos copiados  en  el  Archivo  General  de  Indias  por  nuestro 
colega  el  ceñor  General  Ernesto  Restrepo  Tirado,  quien  presta  con 
esta  labor  servicio  invaluable  a  los  estudios  histór'cos.  Son  esos 
documentos  las  comunicaciones  dirigidas  por  los  Presidentes,  Vi- 
sitadores, Oidores  y  Fiscales  a  la  Corte,  ya  directamente  al  Rey, 
ya  al  mismo  Soberano  por  intermedio  de  su  Consejo  de  Indias.  E 
inútil  parece  encarecer  el  concurso  que  tales  documentos  aportan  al 
conocimiento  exacto  tanto  de  las  disposiciones  emanadas  de  la 
Corona  con  el  objeto  de  armonizar,  sobre  bases  de  justicia  y  equi- 
dad, los  derechos  de  los  conquistidores  con  los  de  los  antiguos 
habitantes  del  suelo,  como  de  las  dificultades  que  para  que  esas 
disposiciones  fuesen  una  realidad  resultaban  bien  de  íh  distancia 
entre  las  colonias  y  la  Corte,  ora  de  la  índole  de  la  gente  de  espa- 
da, que  miraba  con  desvío  a  la  de  gola,  y,  también,  de  los  defectos 
que  caracterizaron  a  mi^óhos  de  los  miembros  de  las  Audiencias 
de  Indias 

La  labor  del  académico  Reí  trepo  Tirado,  «más  de  paciencia 
y  consagración  que  de  inteligencia,»  según  dice  él  mismo,  ha  sido 
realizada  con  un  esfuerzo  y  un  conocimiento  de  la  materia  muy 
grandes.  Muchos  lamentarán  que  los  documentos  no  hayan  sido 
copiados  ad pedem  iiterac,  con  lo  cual  sin  duda  conservarían  más 
el  sabor  de  la  época  y  mayor  autenticidad,  pero,  por  otra  parte, 
como  acertadamente  lo  dice  nuestro  colega,  prestan  quizás  en  la 
forma  escogida,  despojados  de  toda  palabrería  inútil  y  de  frecuen- 


INFORMES  173 


tes  repeticiones,  un  servicio  más  efectivo  al  investigador,  quien 
halla  en  una  síntesis,  orde  lada  cronológica  y  acertadamente,  todos 
los  datos  que  encierran  esas  múltiples  epístolas. 

En  la  parte  de  su  trabajo  que  envía  ahora  a  la  Academia 
nuestro  Cónsul  en  Sevilla,  se  encuentran  datos  nuevos  y  asaz  inte- 
resantes sobre  todos  los  acontecimientos  acaecidos  en  el  interior 
del  Reino  de  1547  a  1586,  y  anotamos  de  paso  los  que  se  refieren 
al  conflicto  entre  el  Mariscal  Robledo,  cuya  vida  quedó  marcada 
con  un  rápido  y  sangriento  ocaso,  y  el  Adelantado  Benalcázar, 
tachado  por  unos  de  manteiier  inteligencias  culpable-'  con  los  Pi- 
zarros,  y  señalado-  por  otros  como  leal  y  meritísimo  vasallo  del 
Emperador;  a  las  penalidades  del  viaje  de  don  Miguel  Diez  de  Ar- 
mendáriz,  al  estado  del  Reino  a  su  llegada  como  Gobernado'^,  dificul- 
tades para  implantar  las  nuevas  leyes  sobre  encomiendas,  y  quejas 
dadas  Címlra  el  gobierno  de  sus  antecesores,  especialmente  contra 
don  Alons  >  Luis  de  Lugo,  en  cuya  defensa  alegaba  su  deudo  y 
lugarteniente  Lf)pe  Montalvo  de  Lugc;  y  los  referentes  al  nom- 
bramiento y  venida  de  los  primeros  Oidores  a  fin  de  establecer  la 
Rea!  Audiencia.  Allí  aparecen  detalles  curiosos  sobre  las  visitas 
de  encomiendas  a  que  estaban  obligados  los  Oidores,  y  sueldos  y 
prerrogativas  de  que  disfrutaban;  acerca  de  los  crímenes  del  som- 
brío Visitador  Montano,  y  respecto  del  período  de  mando  del  Pre- 
sidente don  Andrés  Díaz  Venero  de  Leiva,  cuyas  providencias 
para  mejorar  la  situación  del  Reino  no  fueron  suficientes  para  evi- 
tar una  rigurosa  residencia,  pues  parecieron  poco  más  de  3,000 
hojas  de  papel  sellado  para  acumular  los  cargos  contra  este  pru- 
dente mandatario.  No  menos  interesantes  son  los  que  se  refieren 
al  coste  de  hs  mercancías  y  derechos  que  causaban  para  entrar  a  la 
recién  fundada  colonia;  a  la  manera  como  la  Audiencia  gobernaba 
la  inmensa  porción  de  territorio  americano  puesta  bajo  su  cuidado, 
a  la  fundación  de  ciudades,  laboreo  de  las  minas,  y,  finalmente,  a 
las  enconadas  competencias  entre  el  Arzobispo  y  la  Audiencia,  y 
en  el  seno  de  este  mismo  alto  Tribunal  entre  el  Presidente  y  los 
Oidores,  y  a  la  manera  como  se  solicitaban  y  concedían  las  enco- 
miendas, que  fueron  siempre  un  semillero  de  pleitos  para  el  Poder 
Judicial  y  un  azote,  en  el'mayor  número  de  los  casos,  para  los  in- 
dígenas, no  obstante  la  legislación  prudencial  que  imperaba  en  la 
materia. 

Los  legajos  comprendidos  en  la  sección  del  Archivo  de  Indias 
titulada  «Real  Audiencia-»  y  que  son  los  que  en  extracto  envía 
ahora  el  General  Restrepo  Tirado,  sirven  para  precisar  muchos 
puntos  de  la  historia  eclesiástica  y  civil;  aclarar  las  dudas  sobie  las 
fechas  en  que  tuvieron  lugar  los  acontecimientos,  y  conocer,  en  su 
verdadera  atmósfera,  la  vida  de  la  Colonia  durante  sus  primeros 
cincuenta  años.  Ellos  nos  hacen  casi  contemporáneos  de  los  hom- 
bres que  figuraron  en  esa  época  ya  tan  lejana,  y  ponen  también  de 
relieve  la  dificultad  enorme  que  encontraba  el  Monarca  para  go- 
bernar, por  sobre  el  inmenso  Atlántico,  sus  posesiones  americanas, 
dado  que  sus  representantes  describían  siempre  con  los  más   risue- 


174  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


ños  colores  la  obra  que  adelantaban  en  su  nombre,  y  que  muy  esca- 
so era  el  resultado  práctico  que  se  derivaba  del  envío  de  Visitadores 
regios,  pues  casi  siempre  resultaban  dos  partidos,  el  del  Visitador 
y  el  de  los  residenciados,  cada  uno  de  los  cuales  enviaba  a  la  Cor- 
te relaciones  que  le  eran  favorables,  y  en  las  cuales,  con  el  testi- 
monio de  personas  que  se  consideraban  abomdas,  se  pintaba  al 
adversario  con  los  más  negros  colures.  Ejemplo  elocyente  de  esto 
dan  las  cartas  contradictorias  dirigidas  al  Rey  don  Felipe  il  por 
el  Visitador  don  Juan  Bautista  Monzón  y  por  sus  deudos,  de  un 
lado,  y  del  otro,  por  el  Presidente  don  Lope  de  Armer\dáriz  y  los 
Oidores,  en  esa  reñida  lucha  que  principió  con  el  matümíuiio  tan 
sonado  del  hijo  de  Monzón  con  la  riquísima  doña  Jerónima  de 
Orrego,  la  hija  única  del  conquistado'-  Antón  de  Olaya;  se  des- 
arrolló con  peripecias  tan  notables  como  la  intervención  dei  Arzo- 
bispo fray  Luis  Zapata  de  Cárdenas  en  fnvor  de  la  Audiencia  y  la 
suspensión  del  Presidente  y  sus  partidarios,  y  terminó,  a  lo  menos 
en  Santafé,  con  la  prisión  íi  mano  armada  del  Visitador  y  la  pre- 
matura muerte  de  su  hijo  don  Fernando,  quien  por  tan  co^to 
tiempo  pudo  gozar  de  su  combatida  luna  de  miel  y  de  los  pin  ües 
provechos  de  la  encomienda  de  Bogotá.  Sobre  esos  incidentes, 
que  podrían  ser  materia  para  un  cuadro  de  costumbres  de  tan  in- 
teresante lectura  como  el  que  trazó  la  pluma  del  insigne  don  José 
Caicedo  Rojas  en  las  páginas  de  «Di>n  Alvaro,»  hay  en  los  docu-' 
mentos  a  que  nos  referimos  detalles  preciosísim<  s. 

Con  un  atractivo  parecido  al  que  tienen  las  picantes  páginas 
de  Rodríguez  Fre-le,  se  leen  muchas  de  esas  comunicaciones  de 
los  altos  funcionarios  del  Nuevo  Reino  de  Granada  al  Monarca  de 
las  Españas.  Es  la  historia  fiel  de  esa  época,  o,  mejor  di.  ho,  es  la 
vida  íntima  de  los  Presidentes  y  Oidores  y  personas  de  represen- 
tación vista  entre  bastidores,  con  toda  su  crudeza,  ya  que  esas 
cartas  tenían  en  su  mayor  parte  carácter  reservado,  lena  de  las 
minucias  decisivas  que  tánt  >  influyen  en  los  acontecimientos  y  no 
se  columbran  en  el  panorama  inmenso  de  la  historia,  y  en  que  se 
ponen  de  relieve  las  rencillas  y  emulaciones,  los  odios  mortales  y 
las  feroces  antipatías  que  entontes,  como  hoy.  geimman  entre  los 
mismos  que  tienen  a  su  cargo  orientar  y  regular  la  man  ha  de  los 
asociados  Por  esos  documentos  pasan,  con  sus  rasgos  psicológicos 
que  los  hacen  distinguir  unos  de  otros,  como  en  una  cinta  cinema- 
tográfica, el  Visitador  don  Miguel  Diez  de  A'mendári¿,  don  An- 
drés Venero  de  Leiva,  el  bueno,  y  don  Francisco  B  iceño,  cuyo 
carácter  pusilánime  queda  marcado  con  pu  petición  al  Emperador 
de  que  se  quemasen  sus  cartas  una  vez  leídas;  los  Oidores  Beltrán 
de  Góngora,  Andrés  López  de  Galarza,  Alon><o  de  Grajeda,  Tomás 
López,  Melchor  Pérez  de  Arteaga,  Diego  de  ViPafañ^,  Juan  López 
de  Cepeda,  el  Fiscpl  García  de  Valverde,  el  Fis.-al  Alonso  de  la 
Torre,  ,cuyo  comportamiento  mereció  tantas  censuras;  Diego  de 
Narváez.  Francisco  de  Anuncibay,  «cuyos  am^  res  eran  e'  hazme- 
rreír de  la  ciudad»;  Luis  Cortés  de  Mesa,  a  quien  no  valió  su  no- 
bleza de  sangre  para  librarse  del  patíbulo  a  que  lo  condujeron  sus 


APUNTES  HISTÓRICOS  175 


vicios;  Antonio  de  Cetina,  Pedro  de  Zorrilla,  Miguel  de  Orozco, 
Juan  Ruiz  de  Mora,  cuyas  aventuras  antes  de  pisar  las  costas  del 
Nuevo  Reino  son  un  entretenido  capítulo  de  los  anales  de  los  fili- 
busteros; Cristóbal  de  Azcoeta,  fallecido  pronta  y  misteriosamente 
a  poco  tiempo  de  llegar  a  Santafé;  Prieto  de  Orellana,  Gaspar  de 
Peralta,  Pérez  de  Saiazar  y  Francisco  Guillen  Chaparro.  Y  todot 
esos  aspectos,  ya  encomiables,  ^)ra  dignos  de  la  reprobación  de 
la  posteridad,  que  presentan  los  hombres  dirigentes  en  la  obra  de 
la  colonización  española,  sirven  para  poner  en  su  exacto  color  la 
«leyenda  gris»  de  esa  misma  obra,  que  no  es  la  negra  de  los  anti- 
hispanófilos, que  lo  ven  todo  cul)ierto  con  las  sombras  de  errores 
monstruosos  y  de  crímenes  más  monstruosos  óún,  patrocinados  por 
el  Gobierno  español,  ni  la  blanca  de  los  críticos  tan  entusiastas 
como  crédulos,  que  quisieran  que  se  apreciase  la  labor  de  los  con- 
quistadores y  funcionario^  que  vinieron  de  la  Península,  como  si 
toda  ella  se  destacase  sobre  un  fondo  inmaculado. 

Creemos  que  bastan  estas  poca'^  consideraciones  para  que  la 
Academia  pueda  apreciar  en  lo  que  vale  el  mérito  de  la  tarea 
que  adelanta  en  Sevilla  el  señor  General  Restrepo  Tirado,  al  for- 
mar el  inventario  y  extractar  los  principales  documentos  que  se 
refieren  a  la  historia  de  la  hoy  Repúolicd  de  Colombia,  y  se  guar- 
dan en  el  monumental  Archivo  de  Indias;  así  como  la  importancia 
que  tienen  los  papeles  referentes  a  la  Real  Audiencia,  en  el  período 
de  1547  a  1586,  que  ha  enviado  a  la  corporación.  En  consecuencia 
os  proponemos  respetuosamente:  s, 

La  Academia  Nacional  de  Historia  agradece  debidamente  al 
señor  General  Ernesto  Restrepo  Tirado  el  envío  que  ha  hecho  a 
la  corporación  de  muv  importantes  documentos  relativos  al  esta- 
blecimiento del  régimen  civil  en  el  Nuevo  Reino  de  Granada,  y  lo 
excita  a  que  continúe  en  esta  patriótica  labor,  que  es  de  gran  tras- 
cendencia para  el  cultivo  de  los  estudios  históricos,  basados  sobre 
fuentes  fidedignas. 

Los  señores  Director  y  Redactores  del  Boletín  de  Historia  y 
Antigüed.ades  quedan  comisionados  para  gestionar  la  publicación, 
a  la  mayor  brevedad  posible,  y  con  carácter  preferencial,  de  los 
aludidos  documentos,  ya  sea  en  el  órgano  de  la  Academia,  o  bien 
en  un  volumen  separado,  si  a  juicio  de  ellos  fuere  preferible. 

Raimund'"-  Rivas — José  Manuel  Marroquí n  O. 

Bogotá,  ener'^  de  1922. 


flPUnCES  B15C0RIC05  DE  SAH  bUIS 
(hoy  Sevilla) 

De  la  alta  Sierra  de  la  Cimitarra  se  desprende  un  estribo  Je  la 
Cordillera  Central,  que  tiene  su  término  en  el  alto  de  Santa  Bár- 
bara en  la  ciudad  de  Cartago.  En  la  poética  y  pintoresca    planicie 


176  BOLETÍN    DE   HISTORIA    Y   ANTIGÜEDADES 


O  meseta  de!  nombrado  estribo  se  llevó  a  cabo  la  fundación  de  la 
ciudad  de  San  Luis  el  día  ii  de  julio  del  año  de  1903.  Los  prime- 
ros vecinos  se  reunieron  y  nombraron  una  junta  pobladora  com- 
puesta de  los  señores  Eliseo  Muñoz,  Luis  F.  Sánchez,  Heiiodoro 
Cebailos,  Manuel  de  los  Dolores  Lozano  y  Ricardo  Arias.  Estos, 
como  miemb,ros  principales,  y  suplentes,  Vicente  Sánchez,  Tomás 
Cebailos,  Ramón  Arias,  Asnoraldo  León  y  Virgilio  Hoyos.  Al  se- 
ñor Antonio  María  Gómez  lo  eligieron  secretario  de  la  junta.  Ade- 
más nombraron  como  juez  poblador  al  señor  don  Jesús  Matia 
Correa. 

Don  Heraclio  Uribe  U.,  en  sus  exploraciones  hechas  al  lugar 
cuando  todD  era  montañas,  habla  señalado  el  campo  donde  debía 
desarrollarse  el  plano  de  la  ciudad  con  sus  respectivas  plazas  y  ca- 
lles. La  junta  dio  principio  a  entregar  o  adjudicar  solares,  com- 
prometidos los  vecinos  a  derribar  monte,  limpiar  calles  y  construir 
casas  a  la  mayor  brevedad. 

Con  verdadera  fe  se  dio  manos  a  la  obra.  El  poderoso  puño 
antioqueño,  armado  del  hacha,  el  calabozo  y  el  machete  dio  cuenta 
bien  breve  de  la  selva  virgen.  Y  a  donde  meses  antes  el  tigre  reco- 
rriera cauteloso,  nace  como  al  evoco  de  un  conjuro  la  floreciente 
ciudad.  A.U)S*di)S  años  de  fundación,  ya  contábanse  más  de  tres- 
cientas casas  aun  cuando  mal  construidas  y  de  corta  vida.  La  po- 
blación se  veía  crecer,  pues  las  familias  que  entraban  a  poblar  eran 
numerosas,  especialmente  las  de  origen  antioqueño.  Por  este  tiem- 
j)o  el  mercado  era  bastante  abundante:  se  expendía  algún  ganado, 
(tres  reses  y  quince  cerdos).  La  circulación  de  dinero  era  buena,  y 
los  vecinos  emprendían  la  construcción  de  una  cómoda  capilla. 
También   fundaron  dos   escuelas   para  niños  de  uno  y  otro  sexo. 

La  población  iba  viento  en  popa  a  toda  vela,  pero  sin  que  se 
haya  podido  averiguar  la  qausa,  San  Luis  sufrió  repentinamente 
una  de  .adencia  pasmosa,  durante  la  cual  se  creyó  quedaría  borra- 
do del  mapa  nacional.  Lus  vecinos  salían  a  bandadas,  y  por  carta 
que  conservo  de  un  amigo,  dice  que  llegaron  a  quedar  deshabitadas 
como  doscientas  casas  ¿El  motivo?  No  se  sabe,  porque  su  posición 
es  hermosa  y  poética:  arriba,  la  rica  Cordillera  Central,  cruzada  de 
filones  de  oro  y  plata,  con  terrenos  inmejorables  para  ganadería, 
cultivo  de  la  papa,  el  trigo  y  el  arroz;  y  abajo,  el  paraíso  terrenal, 
el  portentoso  Valle  del  Cauca,  donde  aún  suelen  escucharse  las 
confidencias  de  María,  que  llenaron  de  inmortalidad  a  Jorge  Isaacs; 

Un   amigo  me  decía:  «no  sabemos  porqué  se  quiere  acabar 
San  Luis.  Pero  lo  que  parece  es  que   el  ángel  exterminador  hubie- 
•  ra  pasado  por  allí  cotí  ánimo  de  acabar  con  toda    iniciativa  y  todo 
progreso  de  aquel  pueblo.» 

No  obstante,  San  Luis  poco  a  poco  empezó  a  reaccionar.  Vol- 
vieron algunos  de  sus  primeros  pobladores,  vinieron  otros  nuevos, 
y  en  el  momepto  de  consignar  esta  memoria,  el  porvenir  de  San 
Luis  no  se  discute. 

A  las  dos  escuelas  asisten  algo  más  de  ciento  veinte  niños.  Se 
cuentan  cinco  tiendas  de  mercancía  y  varias  de  granos. 


LOS  CONQUISTADORES  DEL  IBÍPEEaO   CHIBCHA  177 


Las  rentas  del  Corregimiento  ascienden  a  más  de  cuatrocien- 
tos pesos  oro  anual,  fuera  de  la  participación  en  la  de  licores. 

Los  habitantes  pasan  de  tres  mil,  y  son  muy  hospitalarios,  so- 
brios y  laboriosos.  Se  dedican  a  la  agricultura,  preferentemente  al 
café,  caña  y  pasto  de  Micay,  por  el  cual  sienten  mucho  apego. 

Hay  cuatro  vías  de  comunicación  con  Armenia,  Zarzal  y  Bu- 
galagrande. 

En  resumen:  está  dividida  el  área  de  San  Luis  en  420  manza- 
nas. Cada  manzana,  en  ocho  solares  de  jo  metros  de  frente  por  40 
de  centro  cada  solar.  Las  calles  son  de  10  metros  de  ancho.  Cruza 
la  población  de  oriente  a  occidente  la  quebrada  denominada  «Saa 
José.» 

Tal  era  por  aquellos  días  San  Luis,  la  que  más  tarde  ha  veni- 
do a  llamarse  Sevilla.  Floreciente  y  rica  ciudad  del  Valle,  que 
cuenta  algo  más  de  15,000  habitantes,  llenos  de  fe  en  el  porve- 
nir y  dirigidos  espiritualmente  por  el  virtuoso  y  sabio  ministro  del 
Señor,  doctor  Zawadsky,  cura  inteligente  y  progresista,  querido  de 
los  más  y  odiado  de  los  menos,  pero  que  promete  muchas  con- 
quistas para  la  civilización  y  muchas  almas  para  su  Dios. 

Valentín  Macías 
Armenia,  agosto  24  de  1922. 

h05  COnQUISCñDORES  DEh  imPERIO  Cf5iBC6fl 

¿Con  cuántos  compañeros  realizó  Quesada  la  gloriosa  conquista 
del  Imperio  de  los  Chibchas?  En  el  volumen  11  del  «Descubrimien- 
to y  Conquista  de  Colombia»  (la  obra  más  moderna  y  completa 
publicada  hasta  hoy  sobre  esos  asuntos),  trata  el  doctor  Restrepo 
Tirado  de  reconstruir  la  nómina  de  aquellos  atrevidos  sacres  que 
desde  las  playas  de  Barrancabermeja  alzaron  vuelo  hacia  la  alti- 
planicie diciendo  a  sus  conmilitones  de  los  bergantines:  ^Esperad- 
nos  diez  meses,  y  si  al  cabo  de  ellos  no  hemos  retornado,  poned 
proas  hacia  Santa  Marta »  Acto  de  intrepidez  que  hace  recor- 
dar al  de  Cortés,  destruyendo  sus  naves... ~... 

En  su  reconstrucción  toma  el  doctor  Restrepo  como  base  la 
lista  que  publicó  Ocáriz  en  sus  «Geneologías,»  en  la  cual,  dice  el 
moderno  histoiiador,  enuméranse  16 1  individuos.  Crea  el  doctor 
Restrepo  que  a  esa  nómina  pueden  agregarse  los  nombres  de  Alon- 
so Martín,  Diego  Suárez,  Jorge  Celi  y  Juan  Sánchez,  completán- 
dose así  165  soldados;  por  último,  propone  que  se  adicione 
también  en  dilema  el  nombre  de  Juan  Duarte  (dementizado  en  el 
Opón)  o  el  de  Baltasar  Maldonado  (soldado  indiscutiblemente  de 
Quesada)  para  completar  así  i65  hombres  en  total,  que  parece  ser 
el  número  que  acepta  el  doctor  Restrepo.  Toma  asimismo  en 
consideracióa  este  autor  la  versión  de  abonados  historiadores  en 
que  se  declara  que  el  número  de  soldados  era  de  170,  e  interrógase 
si,  en  tal  caso,  podríanse  agregar  los  nombres  de  Francisco  Gutié- 
rrez d«  Murcia,  Juan  Ortiz  de  Zarate  y  Hernando   de  Salinas,  o 

xnr— 12 


178  BOLETÍN    DE  HISTORIA    Y   ANTIGÜEDADES 

sean  ^  soldados  más,  que  unidos  a  los  167  (contando  a  Duarte) 
completarían  los  170  enunciados.  Vamos  al  examen. 

En  primer  lugar,  aunque  Ocárizen  el  texto  del  «Preludio»  dice 
que  fueron  166  soldados,  en  la  lista  apenas  saca  162  y  no  i6r, 
como  contó  el  doctor  Restrepo.  A  estos  162  debemos  agregar  el 
nombre  de  Quesada  (que  no  figura  en  la  lista),  y  ya  tendríamos 
163.  Este  resultado  falsea  la  base  tomada  por  el  doctor  Restrepo 
Tirado,  bien  sea  que  se  admita,  separada  o  conjuntamente,  la 
agregación  de  los  nombres  de  los  cuatro  conquistadores  mencio- 
nados primeramente,  bien  de  los  dos  propuestos  en  segundo  tér- 
mino o  de  los  tres  citados  en  último. 

De  otro  lado,  entre  los  nombres  propuestos  como  adicionables, 
no  todos  podrían  admitirse  sin  previo  examen.  Alonso  Martín, 
por  ejemplo,  tiene  trazas  de  ser  el  mismo  Alonso  Martín,  portu- 
gués; y  Juan  Sánchez  parece  ser  también  el  mismo  Juan  Sánchez 
de  Toledo,  ambos  incluidos  por  Ocáriz  dentro  de  la  nómina  de  161 
individuos.  Francisco  Gutiérrez  de  Murcia  debería  rechazarse, 
pues  este  fue,  sin  lugar  a  duda,  compañero  de  Lugo;  el  compañero 
de  Quesada  fue  un  Francisco  de  Murcia,  a  quien  enumera  Ocáriz 
en  su  lista.  Hernando  de  Salinas  resulta  asimismo  dudoso,  o  por  lo 
menos  no  lo  hemos  hallado  mencionado  en  la  lista  que  escribió  Que- 
sada en  1575,  ni  en  la  posterior  hecha  a  fines  del  siglo  xvi  por  el 
conquistador  Juan  de  Montalvo  ante  el  Escribano  Juan  de  Castañe- 
da, ni  en  la  adición  que  a  esta  lista  hizo  Rodríguez  Fresle,  ni  en  la 
de  Simón,  escrita  a  fines  del  primer  cuarto  del  siglo  xvii,  nien  la  de 
Ocáriz,  que  si  bien  es  cierto  fue  compuesta  siglo  y  medio  después 
de  los  sucesos,  resulta  autorizada,  así  por  la  clase  de  empleo  que 
tenía  el  genealogista,  como  por  su  reconocida  versación  en  estos 
asuntos,  aunque  con  alguna  frecuencia  yerra,  como  se  lo  compro- 
bamos en  las  notas  sobre  conquistadores  del  capítulo  xvi  de  nues- 
tro libro  «Cronicón  Solariego,»  actualmente  en  prensa,  y  en  otros 
pasajes  del  texto  del  mismo. 

A  nuestro  juicio,  es  imposible  hacer  una  nómina  satisfactoria 
de  los  compañeros  de  Quesada  en  la  conquista  de  los  chibchas,  si 
se  han  de  tomar  como  base  las  cinco  listas  mencionadas  en  el  pá- 
rrafo anterior,  porque  la  escrita  por  Quesada,  que  podría  ser  la  de 
mayor  autoridad,  tuvo  apenas  por  objeto  dar  una  relación  de  los 
compañeros  que  vivían  o  residían  en  el  Nuevo  Reino  de  Granada 
en  1575,  por  lo  cual  resulta  defi'^iente.  Las  otras  se  escribieron 
muchos  años  después,  cuando  ya  las  memorias  fl.iqueaban  y  mu- 
chos documentos  estaban  desconocidos  en  los  archivos,  lo  que 
trajo  como  consecuencia  las  omisiones,  las  confusiones  de  nombres 
y  apellidos,  trastrocándolos  y  repitiéndolos  y  aun  tiastrueques 
entre  nombres  de  soldados  de  Quesada  y  Federmann. 

Mas  si  fuera  solamente  I )  anterior,  quedaba  todavía  alguna 
esperanza  de  que,  mediante  un  cuidadoso  e  tudio,  se  pudiera  sacar 
una  nómina  muy  aceptable;  pero  resulta  que  ni  el  estudio  podría 
acometerse,  porque  oara  hacerlo  habría  que  partir  de  la  base  de 
cierta  cantidad  fija  de  conquistadores,  es  decir,  una  cifra  o  número 


LOS  CONQUISTADORES  DEL  IMPERIO  CHIBCHA         179 


total  de  ellos,  y  este  es  un  punto  en  que  ni  historiadores  ni  actortt 
están  siquiera  conformes.  Veamos. 

Juan  de  Castellanos,  actor  e  historiador,  dice  que  eran  «cielito 
sesenta  y  seis,  tan  solamente,»  inclusive  Juanes  Duarte.  Fresle  y 
Simón  aceptan  también  i66,  y  ese  mismo  número  admite  Ocáriz 
(aunque  no  le  resulte  en  su  lista),  a  quien  siguen  Piedrahita  y  Zamo- 
ra. De  otro  lado,  los  Capitanes  Lebrija  y  San  Martín,  actores  en  la 
Conquista,  hablan  en  su  «Memorial»  de  '70  soldados,  número  que 
admite  Oviedo  y  Valdés,  cronista  contemporáneo  de  estos  hechos 
y  que  tuvo  en  ci'nsulta  los  manuscritos  historiales  deQuesada.  170 
admiten  también  Aguado,  historiador  anterior  a  Castellanos,  y  que 
recogió  datos,  viva  voce,  de  los  mismos  conquistadores,  asi  como 
el  cronista  Herrera,  quien  disfrutó  también  de  los  papeles  deQue- 
sada. Por  último,  la  «Relación  del  descubrimiento  y  pacificación 
de  la  Provincia  de  Santafé.»  documento  que  parece  coetáneo  a  la 
conquista  chibcha,y  que  inserta  Serrano  y  Sanz  en  sus  «Relaciones 
Históricas  de  América,»  hace  subir  el  número  a  175  soldados. 

Si  anarquía  existe  entre  las  versiones  de  los  historiadores,  en- 
tre los  mismos  actores  de  la  conquista  la  disparidad  resulta  mayor. 

Juan  de  Montalvo  declaró  el  10  de  noviembre  de  1584,  en  la 
respuesta  a  la  séptima  pregunta  de  la  «Probanza  de  Servicios»  de 
Antonio  Díaz  Cardoso,  que  los  soldados  llegados  a  la  altiplanicie 
fueron  162.  Diego  Romero  declara  en  la  «Probanza  de  Servicios»  de 
Diego  Suárez  Montañés,  hecha  en  1583,  que  fueron  165  soldados. 
Antonio  de  Castro,  otro  soldado  de  Quesada,  al  contestar  a  la  se- 
gunda pregunta  de  la  «Probanza»  de  Antonio  Ruiz,  dice:  «y  el 
dicho  Adelantado  envió  a  don  Gonzalo  Jiménez  de  Quesada  a 
descubrir  este  Nuevo  Reino  con  850  hombres,  y  llegaron  de  ellos 
166  hombres.»  El  Capitán  Juan  Tafur  declara  en  la  «Probanza»  de 
servicios  de  Quesada.  hecha  en  «576,  que  eran  166  soldados. 
(Véase  nuestra  obra  «El  Licenciado  Jiménez  de  Quesada,»  pági- 
na 12). 

Mas  no  termina  aún  la  lista  de  inconformidades.  En  la  «Pro- 
banza» de  Suárez  Rendón,  hecha  en  1561,  y  publicada  en  el  «Ar- 
chivo Historial»  número  11,  en  la  décima  pregunta  se  dice  que  los 
soldados  eran  ¡67,  y  el  mismísimo  Quesada,  al  rendir  su  declara- 
ción juramentada,  acepta  ese  número.  Cristóbal  Bernal,  al  deponer, 
en  1575,  sobre  la  cuarta  pregunta  de  la  «Probanza»  de  Cristóbal 
Ruiz,  dice:  «que  este  testigo,  como  dicho  teniente,  es  uno  de  los 
primeros  pobladores,  descubridores  y  conquistadores  deste  Nue- 
vo Reyno,  e  uno  de  los  ciento  e  setenta  que  subieron  a  este  Reyno 
con  el  dicho  Adelantado  don  Gonzalo  Jiménez  de  Quesada.» 

Al  mismo  número  de  170  suben  Pedro  del  Acebo  Sotelo  (Se- 
cretario de  Quesada)  y  el  Mariscal  Hernán  Venegas  Carrillo, 
cuando  declararon  en  la  «Probanza  de  Servicios»  de  Quesada. 
(Obra  citada,  páginas  69  y  74).  A  los  prohij;idores  de  la  versión 
de  los  170  soldados  podemos  agregar  los  nombres  de  los  Capita- 
nes Lebrija  y  San  Martín,  que  la  aceptan,  v  a  los  de  la  versión 
de  i66  podríamos  también  agregar  el  voto  de  Castellanos.  Suman- 


180  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


do  estos  tres  nombres,  con  los  de  conquistadores  mencionados 
atrás,  tendríamos,  en  resumen:  que  un  conquistador  declara  que 
fueron  162  soldados.  Otro  conquistador,  que  fueron  165.  Tres  con- 
quistadores, que  eran  166.  Dos  eos  conquistadores  (Quesada  y  Suá- 
rez  Rendón),  que  fueron  167.  Y  cuatro,  que  eran  170. 

No  cabe  mayor  disparidad,  y  por  tanto,  repetimos  que  resulta 
un  imposible  hacer  una  nómina  aceptable  de  los  militares  de  Que- 
sada en  la  conquista  del  Nuevo  Reino,  pues  por  hallarse  desco- 
nocida la  cifra  exacta  del  total  de  los  soldados  no  queda  base 
para  componer  el  catálogo  nominal  de  ellos  (i). 

La  clave  de  este  tan  interesante  asunto  podría  hallarse  en  la 
lista  del  repartimento  de  las  riquezas  obtenidas  en  la  sobredicha 
conquista,  documento  a  que  hace  referencia  Quesada  en  la  deposi- 
ción que  rindió  en  el  pleito  que  tuvo  con  el  marino  Juan  Castella- 
nos, según  podrá  verse  en  nuestro  artículo  «Un  pleito  de  la  conquista 
neogranadina»,  que  publicamos  en  el  número  130  del  Boletín  de 
Historia  y  Antigüedades.  Nada  de  extraño  seria  que  ese  docu- 
mento se  halle  en  el  Archivo  General  de  Indias  de  Sevilla,  pues 
con  él  debió  de  tener  rozamiento  la  Casa  de  Contratación  cuando 
estuvo  averiguando  los  supuestos  robos  de  Quesada  y  de  otros 
conquistadores  en  la  mencionada  conquista.  Hoy,  que  tenemos  en 
Sevilla  de  Cónsul  al  meritorio  historiador  doctor  Restrepo  Tirado, 
se  presenta  la  oportunidad  para  una  búsqueda  concienzuda  e  inte- 
ligente, que  ojalá  pudiérase  llevar  a  cabo. 

Volviendo  a  la  lista  del  doctor  Restrepo  de  que  hablamos  al 
empezar  estas  lineas,  manifestamos  que  es  muy  loable  el  esfuerzo 
hecho  alli  para  levantar  el  catálogo  de  los  soldados  que  conquista- 
ron el  tercer  imperio  indígena  de  América.  El  mentado  historiador, 
para  poder  sacar  los  resultados  que  allí  obtuvo,  debió  de  hacer  un 
estudio  muy  paciente  y  laborioso,  de  que  no  tienen  idea  sino 
aquellas  personas  que  se  dedican  a  esa  clase  de  disciplinas.  A  la 
lista  en  mención  agregaríamos,  además  de  Celi  y  Maldonado, 
propuestos  por  el  doctor  Restrepo  Tirado,  los  nombres  de  Diego 
de  Aguilar  y  de  Francisco  de  San  Martín,  que  no  hemos  visto  en 
ninguna  lista  de  las  publicadas  hasta  hoy.  El  primero  entró  a  dicha 
conquista  con  el  título  de  Veedor  (Fiscal  de  Hacienda  Real)  en 
reemplazo  de  Ortún  Velasco,  quien  se  devolvió  de  Barrancaberme- 
ja;  el  segundo  fue  un  humilde  soldado,  quien  regresó  a  España  en 
1539  con  Quesada,  y  allá  se  quedó  y  allá  lo  encontramos  rindien- 
do declaración  en  el  pleito  de  Quesada  y  Castellanos  que  dejamos 
citado  atrás. 

Enrique  Otero  D'Costa 


(1)  Ahora  años  hicimos  también  un  ensayo  de  análisis  sobre  estas 
listas  de  los  compañeros  de  Quesada,  el  cual  fue  reproducido  en  este 
Boletín,  tomo  v,  página  573.  abril  de  1909— (E.   P). 


ACADEMIA    NACIONAL   DE   HISTORIA  181 


flCflDEÍDIfl  nflCIOnflb  DE  BlSCORIfl 

Extracto  de  las  actas. 
23  DE  MATO   (sesión  solemDe). 

Fue  aprobada  la  pj  oposición  que  se  publicó  en  el  número  an- 
terior, en  conmemoración  de  la  batalla  de  Pichincha. 

El  señor  Monsalve  hizo  una  relación  sobre  los  antecedentes  y 
desarrollo  de  esta  gloriosa  jornada. 

El  señor  Ministro  del  Ecuador  manifestó  a  la  Academia,  en 
nombre  de  su  Gobierno,  sinceros  agradecimientos  por  la  participa- 
ción de  ella  en  este  centenario. 

El  señor  Cortázar  presentó  impresa  ia  traducción  que  habla 
hecho  del  libro  Simón   Boiivar,  escrito  en  inglés  por  A.  Sherwell. 

I.»  DB  JUlíIÜ 

El  Servicio  Internacional  del  Trabajo  envía,  de  Ginebra,  la 
lista  de  las  publicaciones  que  ha  hecho  esa  oficina,  y  participa  que 
tiene  cuantos  documentos  sean  susceptibles  de  informar  de  todo  lo 
relativo  al  trabajo  en  el  mundo  enteío. 

El  editor  del  Anuarié  Mínefva,  de  Berlín,  pide  datos  sobre  el 
personal  y  publicaciones  de  la  Academia  para  insertarlas  en  su 
nueva  edición. 

El  Ministro  de  Instrucción  Pública  solicita  un  informe  sobre 
la  marcha  del  instituto  para  insertarla  en  la  memoria  que  presen- 
tará 8.1  próximo  Congreso. 

El  Rector  de  la  Facultad  de  Ingeniería  expresa  su  agradeci- 
miento por  la  oferta  de  publicaciones  de  la  Acauemia  que  se  le  ha 
hecho  para  la  biblioteca  de  dicha  Facultad. 

El  Conservador  en  Jefe  de  la  Biblioteca  Real  de  Búlgica  co- 
munica que  tiene  ésta  solamente  los  volúmenes  ix  y  x  de  la  co- 
lección que  publica  la  Academia,  y  que  desearla  completarla. 

El  señor  L,  Pérez  solicita,  de  Valencia  (Venezuela),  una  sus- 
cripción al  Boletín. 

El  Director  de  la  Biblioteca  Nacional  de  Quito  propone  el 
canje  del  Boletín  de  la  Academia  Ecuatoriana  de  Historia  por  el 
de  la  Academia  Colombiana. 

El  señor  C.  A.  Lemus  envía  para  su  estudio  un  libro  impreso 
en  el  año  de  1721,  y  que  tiene  datos  sobre  el  colegio  de  San  Bar- 
tolomé y  sobre  el  Arzobispo  Lobo  Guerrero. 

El  señor  Marroquín  (presbítero)  presenta  un  informe  sobre  la 
obra  Historiadores  del  Nuevo  Reino  de  Granada,  que  ha  escrito  el 
señor  Rebollo,  Mompós. 

£1  señor  Eduardo  Restrepo  da  lectura  a  un  trabajo  sobre  el 
banquero  francés  Ouvrard  y  sus  negociaciones  con  Colombia  en 
1828.  Se  designó  al  señor  García  Ortiz  para  la  lectura  histórica  en 
la  próxima  sesión. 


182  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Se  nombró  a  los  señores  Rivas  y  Restrepo  Sáenz  para  fijar  los 
objetos  del  Museo  que  deben  llevarse  a  la  Quinta  de  Bolívar. 

Se  nombró  a  los  señores  Marroquin,  García  Ortiz  y  Restrepo 
Sáenz  para  hablar  con  el  Procurador  sobre  gestiones  en  el  asunto 
del  archivo  Santander. 

1 .0    DE  JULIO 

Se  leyeron  comunicaciones  de  las  Bibliotecas  de  Francia  y  Ve- 
nezuela, que    acusan   recibo    de   libros  enviados  por  la  Academia. 

Se  recibieron  catorce  paquetes  de  publicaciones  enviadas  por 
Smithsonian  Institution. 

El  señor  Cunningham  manifiesta,  de  Londres,  su  agradeci- 
miento por  el  nombramiento  de  miembro  correspondiente,  y  anun- 
cia que  ha  terminado  su  obra  sobre  Jiménez  de  Quesada. 

Se  leyeron  comunicaciones  de  The  New  York  Public  Library 
y  de  la  Biblioteca  Nacional  del  Ecuador,  en  las  cuales  solicitan 
algunas  de  las  publicaciones  de  la  Academia. 

El  señor  M.  J.  García  avisa,  de  Concoriia,  que  tiene  escrito  un 
Diccionario  Biográfico  de  Ctlombia,  e  incluye  las  bases  de  sus- 
cripción a  la  obra. 

El  Ministro  de  Instrucción  Pública  manifiesta  que  atenderá 
con  mucho  gusto  la  indicación  que  le  haga  la  Academia  de  un 
Ipcal  apropiado  para  el  Museo.  Se  resolvió  señalarle  el  edificio  de 
Santa  Inés,  el  cual  podría  servir  también  para  la  Academia. 

El  mismo  solicita  que  la  Academia  nombre  a  uno  de  sus 
miembros  para  que  f  jrme  parte  de  la  Comisión  que  hará  el  inven- 
tario de  dicho  Museo.  Fue  nombrado  el  señor  Moros. 

El  señor  León  Gómez  se  dirige  a  la  Academia,  para  recordarle 
que  ella  había  resuelto  hacer  publicar  por  el  Gobierno  sus  trabajos 
históricos,  y  solicita  su  cumplimiento.  Se  pasó  en  comisión. 

El  Ministro  de  Gobierno  solicita  el  dictamen  de  la  Academia 
sobie  unas  reliquias  del  Libertador,  donadas  por  el  señor  Turner, 
y  que  el  Gobernador  del  Magdalena  reclama  para  la  Quinta  de  San 
Pedro  Alejandrino. 

El  Concejo  Municipal  de  Chaparral  solicita  se  le  informe 
cuándo  fue  creado  este  distrito,  y  qué  límites  le  fueron  señalados. 

El  señor  García  Ortiz,  habló  sobre  un  diario  que  el  General 
Santander  escribió  durante  su  viaje  a  Europa,  y  sobre  u.i  episodio 
relacionado  con  el  asesinato  del  Mariscal  Sucre. 

Se  acordó  registrar  en  el  acta  que,  debido  a  una  indicación 
hecha  por  el  señor  M.  A.  Caro,  ahora  veinte  años,  se  había  encon- 
trado recientemente  y  publicado  la  parte  de  la  obra  de  Juan  de  Cas- 
tellanos, que  estaba  inédita. 

15  DE  JULIO 

La  Biblioteca  Municipal  de  Guayaquil  comunica  el  envío  de 
varios  impresos  ecuatorianos,  como  canje  de  las  publicaciones  de  la 
Academia. 


ACADEMIA    NACIONAL   DE   HISTORIA  183 


La  Sociedad  Jurídica  Literaria  de  la  Universidad  Nacional 
invita  a  la  sesión  solemne,  con  motivo  del  aniversario  de  su  fun- 
dación. 

El  Comité  de  pavimentación  de  la  calle  26  solicita  un  contin- 
gente voluntario  para  dicha  obra. 

El  Director  del  Museo  envía  el  inventario  de  los  objetos  que 
se  han  entregado  a  la  Junta  de  la  Quinta  de  Bolívar,  y  anuncia  las 
mejoras  que  proyecta  hacer  en  dicho  establecimiento. 

El  Ministro  de  Colombia  en  Madrid  envía  los  estatutos  del 
Centro  Internacional  de  investigaciones  históricas  americanas,  que 
se  acaba  de  crear  en  la  metrópoli  española,  de  acuerdo  con  las 
conclusiones  del  Congreso  de  Sevilla. 

Fueron  designados  representantes  de  la  Academia,  en  el  Con- 
greso Internacional  de  Historia  de  América,  que  se  celebrará  en 
Río  de  Janeiro,  los  académicos  Carlos  Cuervo  y  Max.  Grillo. 

El  señor  Triana  presenta  su  obra  impresa  e  ilustrada  La  civili- 
zación  chibcha,  y  pasa  en  comisión  al  señor  Mendoza. 

Fueron  presentados  como  candidatos  para  miembros  corres- 
pondientes los  señores  José  E.  Machado,  de  Caracas;  C.  Medina 
Chirinas,  de  Maracaibo,  y  Moisés  S.  Bertoni,  del  Paraguay. 

El  señor  Villaveces  hizo  la  lectura  de  esta  sesión.  Trató  ella 
sobre  el  personaje  santafereño  don  Pastor  Losada. 

I."  DE  AGOSTO 

La  Biblioteca  Nacional  de  Francia  y  la  Biblioteca  Municipal 
de  Guayaquil  avisan  haber  recibido  varias  publicaciones  de  la 
Academia. 

El  señor  Coll  y  Foste,  de  Puerto  Rico,  manifiesta  su  agrade- 
cimiento por  haber  sido  nombrado  miembro  correspondiente. 

El  señor  Ministro  del  Brasil  comunica  su  propósito  de  hacer 
una  lectura,  en  la  Academia,  sobre  conmemoración  del  centenario 
de  la  independencia  de  dicha  nación.  Se  resolvió  expresarle  el 
placer  que  se  tendría  en  oír  esta  conferencia  del  distinguido  diplo- 
mático e  historiador,  y  se  comisionó  al  señor  Posada  para  fijar  con 
él  el  día  en  que  debe  tener  lugar. 

Se  resolvió  dirigir  al  Congreso  una  petición  para  que  expida 
una  ley   que  impida   la    demolición  de  las  murallas  de  Cartagena. 

Se  resolvió  pedir  al  señor  Ministro  de  Gobierno  se  sirva  orde- 
nar se  publiquen  en  la  Imprenta  Nacional  los  escritos  del  señor 
León  Gómez, 

Se  manifestó  al  señor  A.  Lemus  su  agradecimiento  por  un  libro 
raro  sobre  el  Colegio  de  San  Bartolomé,  publicado  en  tiempos  de 
la  Colonia,  y  que  dio  a  conocer  de  la  Academia;  y  se  le  excitó  a 
reimprimirlo. 

Se  recibió  un  trabajo  firmado  Oriente,  para  el  concurso  del 
presente  año,  el    cual    versa    sobre  La  mujer  en  la  Independencia. 

El  señor  J.  M.  Núñez  envió  su  obra  Historia  de  San  Sebastián 
de  Tenerife. 


184  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 

Se  resolvió  aplaudir  a  la  Cámara  de  Representantes  por  haber 
improbado  el  proyecto  de  destruir  el  edificio  de  Santo  Domingo,  y  se 
le  pide  expida  una  ley  sobre  conservación  de  monumentos  públicos. 

Se  resolvió  indicar  al  señor  Director  de  Correos  que  conven- 
dría pasar  a  esta  Academia  o  a  la  Biblioteca  Nacional  los  rezagos 
de  impreso's  más  bien  que  venderlos,  como  se  ha  anunciado. 

Se  resolvió  solicitar  del  señor  Ministro  de  Obras  Públicas  la 
composición  del  muro  del  salón  de  la  Academia  que  da  sobre  la 
calle  10,  el  cual  está  muy  deteriorado. 

Se  resolvió  hacer  nuevas  gestiones  ante  el  Procurador  de  la 
Nación  sobre  el  Archivo  Santander. 

Se  recibieron  algunos  legajos  de  documentos  importante»,  co- 
piados en  el  Archivo  de  Indias,  en  Sevilla. 

El  señor  Monsalve  hizo  la  lectura  histórica  que  se  acostumbra 
en  todas  las  sesiones.  Versó  ella  sobre  episodios  del  régimen  del 
terror. 

1 5  DE  AGOSTO 

El  señor  Ministro  del  Brasil  hizo  una  lectura  sobre  el  centena- 
rio de  la  independencia  de  su  país.  El  Tiempo  de  esta   ciudad  dijo 
lo  siguiente:  «Muy  interesante  estuvo  el  discurso  pronunciado  por 
el  señor  ArgeuGuimaraes,  Ministro  del  Brasil,  en  la  sesión  del  miér- 
coles. Tuvo  al  principio  frases  de  exquisita  galantería  para  Bogotá, 
y  especialmente  para   la  Academia.  Hizo  luego  una  relación  muy 
amena  de  todos  los  festejos  y  congresos  que  tendrían  lugar  en  Río 
de  Janeiro  en  el  próximo  mes,  con  motivo  del  centenario  de  aquella 
simpática  Nación.  Manifestó  toda  la   trascendencia  que  tiene   esa 
conmemoración  para  el  acercamiento  y  la  fraternidad  de  las  nacio- 
nes americanas.  Puso   después   de  relieve  los  vínculos  que  unen  a 
Colombia  y  al  Brasil,  y  dijo  cómo   la    misma  geografía  une  estre- 
chamente a  los  dos  países.  Recordó  en  seguida  los  nombres  de  dos 
brasileros   que,  perseguidos  por  sus  ideas   republicanas,   buscaron 
refugio  en  Colombia:  Abreu  Lima  y  Natividade  Saldanha,   el  pri- 
mero  soldado    de  Bolívar,  y  el  segundo  profesor  de  humanidades 
en  Bogotá.  «Batidos,  dijo,  de  la  adversidad,  vencieron  la   larga  y 
penosa  jornada  que  separa  a  Pernambuco  de  los  Andes  y  vinieron 
a  Colombia.»  Al  hacer  la  silueta  del  segundo,  citó  las  Reminiscen- 
eias  de  don  Juan  Francisco  Ortiz,  y  una  apostilla  del  señor  Posada, 
quienes  habían  evocado  el  recuerdo  de  este  poeta  olvidado.  Tuvo 
igualmente  cariñosas  frases  para  Labatut,  el  procer  de  nuestra  In- 
dependencia, que  partió   luego  para  el  Brasil,  y  pasó  allá  sus  últi- 
mos años.  Habló,  al  terminar,  de  la  red  amazónica  y  de  las  cues- 
tiones económicas,  comunes  a  ambos  pueblos,  y  especialmente  del 
café,  que  es  la  riqueza  de  una  y  otra  nación,  «Tanto  los  académi- 
cos  como  el  selecto  grupo  que  asistió  a  esta  lectura,  oyeron  com- 
placidos las  palabras  del  distinguido  diplomático  y  las  aplaudieron 
con  altísimo  entusiasmo.» 


ACADEMIA    NACIONAL   DE   HITORIA  185 


I  .*•  DB  SEPTIEMBRE 

— Las  Bibliotecas  Nacionales  de  Francia,  de  Venezuela  y  del 
Uruguay  y  la  Biblioteca  Real  de  Bélgica,  acusan  recibo  de  publi- 
caciones de  la  Academia. 

-  La  Junta  del  Centenario  del  doctor  Uribe  Ángel,  de  Envi- 
gado, invita  a  la  fiesta  que  allí  tendrá  lugar,  y  pide  se  designe 
quien  represente  a  la  Academia.  Fueron  nombrados  los  señores 
Emilio  Robledo  y  Arturo  Correa. 

— El  Director  de  Obras  Públicas  municipales  solicita  un  retra- 
to del  Padre  Quevedo,  pues  se  propone  restaurar  la  estatua  de 
éste  en  la  pila  de  su  nombre. 

— El  señor  Ministro  de  Relaciones  Exteriores  remite  dos 
ejemplares  de  la  Memoria  presentada  al  Congreso. 

— El  señor  Ministro  de  Gobierno  avisa  que  ha  dado  orden  al 
Archivero  Naci<jnal  de  que  permita  la  entrada  a  sus  oficinas  a  los 
miembros  de  U  Academia  que  ésta  designe. 

— El  Presidente  del  Centro  literario  e  histórico  cjosé  Joaquín 
Ortiz,»  de  Chiquinqurá,  participa  la  fundación  de  éste  y  solicita  el 
nombramiento  de  correspondientes  de  la  Academia,  para  algunos 
de  sus  miembros. 

— El  señor  Flórez  Vicuña,  de  Santiago  de  Chile,  pide  algunos 
datos  sobre  el  Arzobispo  Flórez  Ordóñez,  del  procer  Juan  José 
Flórez  y  del  Virrey  Manuel  Antonio  Flórez 

— El  señor  Posada  presenta  una  carta  que  ha  recibido  del 
señor  Pereira,  Cónsul  de  Los  Angeles,  en  la  cual  solicita  fotogra- 
fías y  fotograbados  de  Colombia  para  los  Magazines  ilustrados  de 
California;  y  otra  del  mismo  señor  sobre  la  importancia  de  formar 
en  la  Biblioteca  Nacional  y  en  las  otras  bibliotecas  públicas  una 
sección  especial  de  las  obras  que  se  escriben  en  el  extranjero  sobre 
nuestro  país,  muchas  de  las  cuales  son  aquí  desconociias. 

—  El  mismo  señor  Posada  presenta  una  carta  del  señor  Erland 
Nordenskiold,  Director  del  Museo  de  Gothemburg  (Suecia),  quien 
le  habla  sobre  la  reunión  del  xxi  Congreso  de  Americanistas  en 
aquella  ciudad,  y  le  envía  una  de  sus  obras. 

— El  Comité  Organizador  del  xx  Congreso  de  Americanistas, 
que  actualmente  se  reúne  en  Río  de  Janeiro,  manifiesta  al  Secreta- 
rio de  la  Academia  su  agradecimiento  por  la  propaganda  que  ha 
hecho  sobre  él,  y  le  envía  el  título  de  miembro  de  dicho  Congreso. 

— El  señor  Bejarano  hizo  una  relación  sobre  el  primer  movi- 
miento revolucionario  de  Venezuela  y  sobre  un  curioso  manuscri- 
to que  trata  de  los  iniciadores  de  él. 

15  DX  SSFTIEMBRX 

Informó  el  Presidente  que  había  nombrado  a  los  señores  Or- 
juela,  Gómez  Restrepo  y  Guerra  miembros  del  Jurado  para  el 
concurso  del  presente  año. 


186  BOLETÍN   DE  HISTORIA  Y   ANTIGÜEDADES 

El  Secretario  manifestó  que  ya  se  iba  a  empezar,  en  la  Impren- 
ta Nacional,  a  imprimir  lo  que  falta  del  tomo  4.0  de  «Las  Crónicas 
de  Bogotá,»  suspendidas  por  la  muerte  del  doctor  Ibáñez,  y  que  se 
tomarían  para  ello  ios  capítulos  de  la  primera  edición. 

Se  encargó  a  los  académicos  señores  Mendoza  y  Cuervo  el 
presentar  a  la  Cámara  de  Representantes,  de  la  cual  son  miembros, 
un  proyecto  que  declare  monumento  nacional  las  murallas  de  Car- 
tagena, y  otro  que  ordene  enviar  a  la  Quinta  de  Bolívar  todos  los 
objetos  de  la  época  de  la  Independencia  que  existan  en  el  Museo 
Nacional. 

Se  leyeron  varias  comunicaciones  de  bibliotecas  extranjeras, 
que  acusan  recibo  de  las  publicaciones  de  la  Academia. 

El  Secretario  informó  que  estaban  impresas  las  boletas  que 
servirán  para  hacer  investigaciones  en  el  Archivo  Nacional  a  los 
miembros  de  la  Academia. 

Fueron  leídas,  por  el  mismo,  algunas  cartas  en  que  le  piden 
datos  sobre  asuntos  históricos.  Entre  ellas  una  del  señor  H.  Conté 
de  Penonomé,  sobre  el  historiador  Fernández  de  Piedrahita;  y  otra 
del  señor  D.  García,  de  Cali,  sobre  los  proceres  M.  del  Campo  La- 
rraondo  e  Ignacio  Herrera. 

El  señor  J.  M.  Pinto,  de  Tunja,  envía  la  partida  de  bautismo 
de!  General  Santos  Gutiérrez. 

El  señor  G.  Restrepo,  de  Medeltín,  solicita  informe  sobre  dos 
obras,  manuscrit-as,  del  señor  A.  Restrepo,  que  fueron  enviadas  a 
la  Academia  hace  algunos  años.  Se  resolvió  buscarlas  en  el  archivo 
del  doctor  Ibáñez. 

El  señor  J.  Macías,  de  Armenia,  envía  unos  ¿puntes  históricos 
acerca  de  San  Luis  (hoy  Sevilla). 

El  señor  Triana  participa  la  publicación  que  ha  hecho,  en 
Londres,  el  señor  Cunningham  Grrtham,  de  un  libro  sf)bre  Jiménez 
de  Quesada. 

Fue  elegido  orador  para  la  sesión  solemne  el  señor   Bejarano. 

El  señor  Pérez  Sarmiento  hizo  la  leciura  que  toca  a  dicha  se- 
sión. Versó  ella  sobre  el  «Uti  possidetis»  y  la  legislación  española 
en  los  días  de  la  conquista  y  de  la  Colonia. 

PROPOSICIONES 

(1*  de  agosto). 

I,  Contéstese  al  señor  Ministro  de  Guerra  que  la  Academia 
Nacional  de  Historia,  en  diversas  ocasiones,  ha  emitido  concepto 
en  el  sentido  de  que  es  de  todo  punto  inconveniente  la  demolición 
de  las  históricas  murallas  de  Cartagena;  y  que  con  el  objeto  de  im- 
pedir que  se  adelante  esa  obra  de  destrucción,  se  dirigirá  al  Con- 
greso Nacional  en  solicitud  de  que  se  expida  una  ley  por  la  cual 
se  declare  monumento  nacional  dichas  murallas  e  interesar  en  el 
particular  al  señor  Ministro  de  Obras  Públicas  para,  que  en  el  inte- 


COMUNICACIONES  187 


rregno  se  dicten  por  ese  Despacho  las  medidas  que  estime  conve- 
nientes para  corregir  los  abusos  a  que  se  refiere  en  su  telegrama  el 
seflor  Dávila  Flórez. 

II.  La  Academia  Nacional  de  Historia,  teniendo  conocimien- 
to de  que  en  la  Cámara  de  Representantes  se  presentó  un  proyecto 
por  el  cual  se  ordena  la  demolición  del  actual  edificio  de  Santo 
Domingo  y  que  él  ha  sido  negado,  cree  de  su  deber  manifestar  a 
dicha  corporación  su  aplauso  por  esta  negativa,  pues  habría  sido 
inconveniente  tal  medida,  una  vez  que  dicho  edificio  es  un  valioso 
monumento  histórico  y  una  joya  arquitectónica,  que  lejos  de  afear 
la  ciudad  le  sirve  de  solaz  y  de  adorno.  La  Academia  conceptúa, 
además,  que  convendríe  se  expidiera  una  ley  por  la  cual  se  ordene 
que  todo  edificio  declarado  monumento  nacional,  no  puede  ser 
destruido  y  debe  conservarse  cuidadosamente,  como  se  ha  hecho 
en  otros  países.  La  designación  de  ellos  podría  hacerse  luego,  por 
decreto  especial  del  Ministerio  de  Instrucción  Pública,  a  solicitud 
de  esta  Academia  o  de  alguna  junta  formada  para  ello.  En  cuanto 
al  edificio  de  que  se  trata,  sería  acertado  volver  a  descubrir  sus 
corredores,  convertidos  hoy  en  oficinas;  y  restablecer  en  toda  su 
amplitud,  el  antiguo  patio  occidental  que  fue  partido  por  mitad 
hace  ya  varios  años. 

III.  La  Academia  Nacional  de  Historia  ha  sabido  que  se  van 
a  vender  al  peso  y  en  pública  subasta  los  impresos  que  han  que- 
dado rezagados  en  el  Correo,  y  se  permite  por  esto  indicar,  al  señor 
Director  del  ramo,  que  sería  tal  vez  mas  conveniente  pasarlos  a  la 
Biblioteca  Nacional  o  a  esta  Academia,  pues  hay  en  ellos  proba- 
blemente publicaciones  importantes  que  es  sensible  sean  des- 
truidas. 

IV.  Manifiéstese  al  señor  Ministro  de  Obras  Públicas  que  el 
muro  de  la  calle  lo,  del  histórico  Salón  de  Grados,  está  en  muy 
mal  estado,  y  las  aguas  lluvias  pueden  causa"  daños  gravísimos;  y 
que  presentan  allí  aspecto  desagradable  esos  carteles  sucios  y  des- 
pegados. Convendría,  pues,  reparar  esa  pared,  pintarla  y  prohibir 
en  ella  la  ñjación  de  avisos. 


comuniGflcionES 


RODRIGO    DK    BASTIDAS 


Consulado  de    la    República   de   Colombia— Seyilla  (España)— Sep- 
tiembre 7  de    1921. 

Señor  Presidente  de  la  Municipalidad  de  Santa  Marta. 
Estimado  compatriota: 

La  Municipalidad  de  Santa  Marta,  que  usted  tan  dignamente 
preside,  se  ha  dirigido  a  las  autoridades  de  esta  ciudad  en  averi- 
guación de  un  retrato  de  Rodrigo  de  Bastidas.  Estas  han  consultado 
el  Archivo  Indias,  cuyo  Director  se  ha  dirigido  a  mí,  pues  nada 
han  podido  conseguir.  Ustedes  han  olvidado  que   Colombia  tiene 


188  BOLETÍN   DE  HISTORIA   Y    ANTIGÜEDADES 


aquí  un  Cónsul,  Presidente  que  ha  sido  en  varias  ocasiones  de 
nuestra  Academia,  encargado  de  buscar  documentos  relativos  a 
nuestra  historia  y  tan  apasionado  de  las  glorias  patrias,  que  se  ha- 
bría sentido  orgulloso  de  recibir  el  encargo  de  esa  Municipalidad. 

Aquí  me  he  puesto  en  relaciones  con  una  familia  de  Bastidas 
que  se  dice  descender  «de  uno  de  los  primeros  descubridores  de 
América.»  Con  ellos  me  he  puesto  en  la  pista  de  un  grabado  anti- 
guo de  nuestro  héroe  y  que  ha  pasado  a  manos  de  un  anticuario. 
Si  consigo  el  retrato,  tendré  el  gusto  de  remitirlo.  Si  lo  encuentro 
y  no  me  lo  ceden,  puedo  hacer  una  buena  copia  al  óleo.  Para 
ello  necesito  autorización  de  esa  Municipalidad.  Como  usted  sabe, 
aquí  hay  para  ello  artistas  competentísimos.  Sólo  desearía  saber 
en  este  caso  si  se  ha  votado  alguna  suma  para  ese  trabajo,  para 
según  ello  contratar  el  artista. 

Deseoso  de  prestar  este  servicio  a  esa  para  mí  tan  simpática 
población,  me  suscribo    de   usted   atento  servidor  y  compatriota, 

Ernesto  Restrepo  Tirado 


Consulado  de  la  República  de   Colombia— Sevilla   (Etpaña)— Octu- 
bre 17  de  1921. 

Señor  Presidente  de  la  Municipalidad  de  Santa  Marta. 

Muy  estimado  compatriota: 

Al  fin  hemos  hallado  en  el  Archivo,  donde  menos  se  espera- 
ba, la  firma  de  Rodrigo  de  Bastidas.  A  su  regreso  del  viaje  de 
exploración  que  hizo  con  Juan  de  la  Cosa,  las  riquezas  que  traía 
fueren  depositadas,  por  orden  del  Rey,  en  un  rico  mercader  de  Se- 
villa, Alonso  de  la  Torre,  y  el  Obispo  de  Córdoba  fue  encargado 
de  liquidar  lo  que  se  debía  a  sus  compañeros  de  expedición  y  girar 
por  esas  sumas.  Le  remito  una  copia  que  hice  sacar  de  la  obliga- 
ción y  fianza  que  tuvo  que  otorgar  Bastidas,  único  documento  que 
hasta  la  fecha  se  haya  encontrado  con  su  firma,  que,  como  usted 
verá,  si  consideramos  la  época  en  que  la  puso,  no  es  la  de  un 
hombre  ordinario. 

De  las  liquidaciones  hechas  por  el  Obispo  podría  sacarse  la 
lista  de  los  que  lo  acompañaron.  De  usted  atento  y  seguro  servidor, 

Ernesto  Restrepo  Tirado 

CIUDADANOS   DE   SEVILLA 

Excelentísimo  sefior: 

Llegaron  a  nuestras  manos  los  diplomas  en  los  cuales  se  hace 
constar  que  el  ilustre  Ayuntamiento  de  esa  siempre  noble  e  inven- 
cible ciudad  nos  ha  concedido  el  título  de  Ciudadanos  honorarios 
de  Sevilla. 


PARTIDA    DE   NACIMIENTO  189 


Altísimo  es  el  honor  que  con  ello  hemos  recibido,  y  el  cual 
nos  ha  producido  intenso  regocijo.  Ese  título  es  un  valioso  tro- 
feo que  guardaremos  cariñosamente  y  con  los  mayores  sentimien- 
tos de  gratitud. 

La  prensa  de  esta  ciudad  ha  dado  cuenta  de  la  distinción  que 
se  nos  ha  otorgado,  y  bien  placentero  ha  sido  para  nuestros  con- 
ciudadanos ver  esta  muestra  de  benevolencia  y  filial  afecto  que  se 
ha  dado  en  la  madre  patia  a  los  miembros  del  Congreso  de  Histo- 
ria y  Geografía  Hispanoamericano. 

Reiteramos  a  Su  Excelencia  y  al  Excelentísimo  Ayuntamiento 
nuestro  profundo  agradecimiento,  hacemos  votos  por  su  prosperi- 
dad y  ventura  y  nos  suscribimos  sus  respetuosos  atentos  y  seguros 
servidores, 

Raimundo  Rivas — Eduardo  Posada 

Bogotá,  enero  20  de  1922. 

A  Su  Excelencia  el  señor  Conde  de  Urbina,  Alcalde  de  la  ciudad  y 
Presidente  del  Excelentísimo  Ayuntamiento— Sevilla. 


PARTIDA  DE  nflCÍÍDIEnTO 

DEL   GENERAL   SANTOS   GUTIÉRREZ 

El  infrascrito  Cura  párroco  del  Cocuy,  certifica  que  en  el  tomo 
número  5.°  de  bautismos,  al  folio  36,  se  registra  una  partida  que 
a  la  letra  dice: 

*José  de  ios  Sanies  Gutiérrez.  En  dos  de  noviembre  de  mil 
ochocientos  veinte,  baptizé,  solemnemente  a  un  niño  de  nueve 
días  de  nacido,  a  quien  llamé  José  de  los  Santos,  hijo  legítimo  de 
Juan  Ignacio  Gutiérrez  y  María  Ramos  Prieto,  fueron  padrinos 
Juan  José  Quintero  Trujillo  y  María  Natividad  Barreto,  los  que 
advertí  su  obligación  y   parentesco   espiritual,    de  lo  que    aoy   fe, 

«José  Ignacio  Olejira.  (Rubricado).» 

Expedido  en  £1  Cocuy  a  nueve  de  agosto  de  mil  novecientos 
veinte — El  Cura  párroco,  Afarco  Aurelio  Quintero. 


Con  motivo  del  centenario  del  General  Gutiérrez,  remitimos 
entonces  copia  de  la  partida  anterior  al  señor  Presidente  del  Cen- 
tro de  Historia  de  Tunja,  para  su  publicidad,  y  como  hasta  la 
fecha  no  se  ha  publicado,  la  remitimos  hoy  al  Boleiiíh  de  Histo- 
ria Y  Antigüedades,  con  el  mismo  objeto.  , 


José  Migükl  Pinto 
Tunja,  4  de  septiembre  de  1922 


IndÍTÍduo  correspondiente  de  la  Academia 
Nacional  de  Historia. 


190  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


flPOSCIhhflS 


En  1823  fue  enviada  a  Chile,  por  la  Santa  Sede,  una  misión 
apostólica,  compuesta  de  Monseñor  Giovanni  Muzi,  el  canónigo 
doctor  Mastai  Ferretti,  que  fue  más  tarde  el  Papa  Pío  ix,  y  el 
abate  Jallusti.  La  relación  del  viaje  fue  escrita  por  este  último  y 
publicada  en  Roma  en  1827  (i). 

Se  embarcaron  ellos  en  Genova  en  octubre  de  aquel  aflo,  y  ai 
mes  siguiente  pasaron  por  las  islas  Canarias. 

«El  5  en  la  tarde,  dice  el  relato  del  viaje,  la  pequeña  ciudad 
de  Santa  Cruz  se  dejaba  aun  en  el  Sur,  o,  mejor  dicho,  sus  luces 
brillaban  a  lo  lejos.  La  noche  había  llegado,  y  los  pasajeros  dor- 
mían profundamente,  cuando  las  palabras  estridentes  que  se  esca- 
paban del  portavoz  los  despertaron  a  todos  sobresaltados.  El  btick 
genovés  se  encontraba  en  presencia  de  una  fragata  armada  en  gue- 
rra. Las  historia»  más  que  terrificantes  que  se  hacían  circular  en- 
tonces sobre  los  corsarios  colombianos  hacían  el  despertar  poco 
agradable  Se  sabía  que  unos  meses  antes  la  tripulación  de  un 
navio  genovés  fue  aprisionada  por  uno  de  estos  salteadores  del 
mar,  había  sido  saqueada  y  arrojada  sobre  una  playa  desierta,  con 
un  saco  de  galletas  por  toda  provisión.  Era,  en  efecto,  un  corsario 
de  Colombia  que  raciocinaba  así  en  inglés,  en  la  noche,  al  Capitán 
Capello;  esta  visita  fue  rápida  a  pesar  de  lo  amenazante.  El  corsa- 
rio se  hizo  mostrar  los  papeles  de  abordo  y  examinó  los  tripulantes; 
y  una  botella  de  excelente  málaga,  que  le  fue  ofrecida,  selló  su 
tratado  de  amistad  con  la  pacíñca  Eloísa.*  ^ 

¿Quién  sería  este  corsario  al  servicio  de  Colombia?  ^O  sería 
más  bien  de  otra  nación,  una  vez  que  parece  que  los  nuestros  no  se 
aventuraban  más  allá  de  la  línea  tropical? 

Damos  este  apunte  a  los  investigadores  de  nuestra  guerra  ma- 
rítima. Pueda  que  se  halle  el  dato  preciso  por  ahí  entre  las  hojas 
de  los  antiguos  legajos  De  este  viaje  se  hizo  un  extracto  y  se  pu- 
blicó en  «Le  Tour  du  Monde,»  tomo  i.°,  página  226,  yes  allí  donde 
hemos  leído  este  curioso  episodio.  Hubo  sí, entonces,  naves  colom- 
bianas en  mares  europeos,  pero  parece  que  no  eran  corsarias.  En 
carta  de  Fernández  Madrid  a  Santander,  escrita  en  París  el  4  de 
septiembre  de  1826,  le  da  esta  noticia:  «Ha  llegado  al  Havre  un 
buque  colombiano  procedente  de  Lima;  aún  no  sabemos  cómo  se 
ha  recibido  o  si  se  ha  pretendido  que  abata  su  pabellón  al  entrar. 
Estaré  a  la  mira  para  reclamar  vigorosamente  en  el  caso  del  más 
leve  desaire.»  Y  en  un  periódico  antiguo  que  hablaba  de  Fernán- 


(1)  Sioria  delle  missioni  apostoUche  de  Stuto  del  Chile,  colla  dese- 
ricione  del  viae:gio  dül  vechio  al  nuovo  mundo,  fatto  del  auiofe.^Ope- 
ra  di  Guissepe  Sallusti.  Roma.  1827,  4  vol,  inS?,  con  mapa. 


APOSTILLAS  191 


dec  Madrid  dice:  cDurante  su  residencia  en  París  entró  ei  buque 
colombiano  Ayacucho  y  no  salió  sin  enarbolar  el  pabellón  nació* 
nal.»  En  el  «Journal  de  Debats»  del  27  de  octubre  de  1826,  hablan- 
do de  las  relaciones  de  España  y  sus  colonias,  hay  este  párrafo: 
cMr.  de  Pradt  manifiesta  todos  los  riesgos  de  esta  situación  políti- 
ca; corsarios  americanos  infestan  ya  las  costas  de  España  y  parali- 
zan su  comercio.»  (i).  Esto  sí  parece  ratificar  lo  relatado  por  el 
abate  Jallusti. 

« 

Una  vez  escribimos  un  ligero  boceto  sobre  el  procer  Aury, 
olvidado  casi  por  completo  en  las  nóminas  de  los  campeones  de  la 
independencia;  pero  nada  pudimos  decir  sobre  su  muerte.  Luego 
hemos  tropezado  con  pormenores  sobre  ello  y  aparentemente  con- 
tradictorios. 

En  una  carta  que  escribió  Santander  a  José  Joaquín  París, 
fechada  en  La  Laguna,  el  10  de  febrero  de  18 19,  le  dice:  cLa  cor- 
beta Ninfa  ha  sido  tomada  por  Aury,  quien  murió  en  la  acción  al 
entrar  a  ella  al  abordaje.» 

Y  Perú  de  la  Croix,  en  un  folleto  titulado  Seño* es  del  Tribunal 
de  Censura,  refiere  que  Aury  murió  el  29  de  agosto  de  1821,  en  San 
Andrés  (2). 

El  sucesor  de  Aury  en  el  mando,  en  nuestras  is'as,  fue  Severo 
Courtois.  En  la  Gaceta  de  Cartagena  de  28  de  diciembre  de  1822 
salió  un  articulo  contra  este,  firmado^/  Censor,  el  cual  fue  acusado 
por  dicho  Courtois.  En  defensa  del  artículo  salió  Perú  de  la  Croix. 

Creemos  por  estos  testimonios  que  hubo  un  personaje  del 
mismo  apellido  del  jefe  que  luchó  por  allá  en  el  mar  Caribe,  y  que 
aquél  murió,  en  oriente,  poco  antes  de  la  batalla  de  Boyacá. 

En  una  relación  de  los  gastos  del  empréstito  de  1824  halla- 
mos esta  partida: 

«Letra  número  230.  En  favor  del  señor  Severo  Courtois  por 
pago  de  fletes  y  carena  de  buques  que  sirvieron  a  la  República 
por  759  libras,  14  sh.> 


Ahora  años,  en  una  «Apostilla, >  hablamos  del  yate  de  Byron, 
en  Italia,  que  se  llamaba  Bolívar.  Ahora,  con  motivo  del  cente- 
nario de  la  muerte  de  Sheliey,  se  ha  recordado  en  la  prensa  euro- 
pea la  vida  de  los  dos  poetas  en  las  costas  azuladas  del  Medite- 
rráneo. 

En  un  bello  artículo  de  M.  Edmond  Pilón,  donde  hace  tiernas 
evocaciones  del  trágico  fin  de  Sheliey  y  de  Williams  (<Revue  des 
deux  Mordes,^   15  de  julio),  hemos  visto  mencionada   aquella   em- 


(1)  Este  párrafo  citado  en  cLa  América  y  la  Europa.» 

(2)  Se  halla  en  la  Biblioteca  Nacional,  344-71-4. 


192  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


barcación  que  sirvió  al  gran  lírico  inglés  para  sus  paseos  por  esas 
bellísimas  ondas. 

El  yate  de  Byron,  o  sea  el  Boiiva*,  era  una  nave  opulenta, 
y  ei  poeta  estaba  orgulloso  de  ella.  Su  Capitán  era  Edward  John 
Trelawny,  íntimo  amigo  de  los  dos  vates  de  Albión. 

«Hacía  largo  tiempo — dice  el  citado  autor — que  Shelley  soña- 
ba poseer,  con  el  ejemplo  de  ¿yron,  una  embarcación  que  le  per- 
mitiera navegar  según  pu  fantasía  en  medio  de  todos  los  meandros 
de  las  islas,  hasta  el  fondo  de  todos  los  estrechos  y  de  todos  los 
golfos.  Esta  especie  de  embriaguez  náutica  era  compartida  por 
Williams,  y  es  esto  lo  que  explica,  sin  duda,  porqué  ni  el  uno  ni 
el  otro  de  los  dos  amigos  aceptaron  el  consejo  que  les  dio  Trelaw- 
ny de  pedir  al  Capitán  Roberts  que  les  construyera,  como  se  había 
pensado  primero,  una  goleta  de  un  modelo  americano.  Esta  cons- 
trucción habría  exigido  algún  tiempo,  y  lo  que  Williams  y  Shelley 
querían  era  obtener,  en  un  breve  plazo,  una  chalupa  ligera,  res- 
pondiendo a  su  fantasía,  y  que  Roberts  pudo  poner  en  obra  inme- 
diatamente.» 

Esta  fue  bautizada  primero  con  el  nombre  de  Don  Juan,  en 
honor  del  héroe  de  Byron,  pero  luego  tomó  el  nombre  shakespe- 
reano  de  Ariel.  Apenas  estuvo  lista,  dice  M.  Pilón,  no  hubo 
proeza  a  la  cual  no  se  entregaran  Williams  y  Shelley,  en  compañía 
del  Bolívar,  que  era  un  bajel  muy  superior  al  de  ellos.  Otras 
veces  sólo  el  Ariel  se  lanzaba  en  medio  de  las  olas  y  recorría  las 
aguas  del  Tirreno  y  del  Adriático.  El  lunes  8  de  julio  de  1822  una 
tempestad  hizo  naufragar  el  débil  barco,  y  perecieron  los  dos  ami- 
gos. Hallados  sus  cadáveres  en  la  ribera,  días  después,  a  larga 
distancia  uno  de  otro,  Byron  los  hizo  quemar  en  una  fúnebre  pira 
y  recogió  en  una  urna  sus  cenizas. 

¿Qué  suerte  corrió  el  Bolívar}  Nada  sabemos  sobre  ello. 
Quizás  lo  llevaría  Byron  a  Grecia  y  allá  fue  destruido  o  cambió  de 
nombre.  Podemos  sí  saber  como  era  él,  pues  el  escritor  de  la  vieja 
revista  nos  da  una  preciosa  indicación. 

M.  Guido  Biagi,  en  un  libro  titulado  «The  last  days  of  Percy 
Bysshe  Shelley,  New  de  ails  from  un  published  documents.»  Lon- 
don,  1898,  trae  un  croquis  de  los  dos  yates,  el  Bolívar  y  el 
Ariel.  No  creemos  exista  dicho  libro  en  estas  alturas  andinas, 
para  hacer  reproducir  la  nave  que  llevó  el  nombre  del  Libertador; 
pero  importante  sí  es  saber  dónde  está  ella  dibujada,  para  buscarla  el 
día  en  que  se  haga  una  obra  ilustrada,  en  memoria  de  Bolívar,  y 
se  coleccionen  todos  los  tributos  ofrendados  a  su  nombre  inmortal. 

Una  curiosidad  nos  despierta  también  este  episodio.  ¿Bolívar 
llegaría  a  saber  este  homenaje  que  le  rindiera  el  gran  bardo  britá- 
nico? Parece  que  nó,  porque  en  su  correspondencia  no  hemos  visto 
ninguna  mención  sobre  ello. 


YERRO 
El  presente  número  corresponde  al  mes   de   septiembre,  como  se 
ve  en  la  portada.  Por  error  se  puso  agoto  en  la  página  129. 


boletín 


Año  XIV-N,' 160  f-\í      II      r""     I     i  \\Á  Diciembre:  1922 


DE    HISTORIA    Y    ANTIGÜEDADES 

OKOflno  De  cñ  ncRDemifl  nncionflc  oe  historia 

OntECTOR,  KKDACTORES, 

EDUARDO  POSADA  LUIS  AUGUSTO  CUERVO 

ROBERTO  CORTÁZAR 

Bogotá— República  de  Colombia 


mFORIDE  DEh  SECRECflRlO  (1) 

Tócame  por  segunda  vez  el  honor  de  informaros  sobre  las 
tareas  de  la  Academia.  Hace  un  año  os  hice  la  relación  de  la 
marcha  de  ella  desde  la  sensible  muerte  de  mi  antecesor  el 
doctor  IbáñeZy  hasta  el  12  de  octubre  de  iqzo,  y  pasaré  hoy  a  se- 
fialaros  lo  que  se  ha  hecho  en  la  corporación  desde  esa  fecha  hasta 
la  presente  hora. 

Feliz  ha  sido  la  vida  de  la  Academia  en  estos  doce  meses: 
todos  sus  miembros  han  laborado,  sin  cesar,  por  el  progreso  de 
ella,  y  se  han  cosechado  magníficos  frutos.  Sus  sesiones  se  han  ce- 
lebrado con  toda  exactitud  los  días  reglamentarios,  el  i."  y  el  15 
de  cada  mes,  y  de  esas  reuniones  ha  tenido  conocimiento  el  pú- 
blico por  los  extractos  que  de  las  actas  se  han  dado  a  la  prensa. 

Allí  ha  podido  verse  cómo  se  presta  un  solícito  cuidado  a 
cuantos  asuntos  se  relacionen  con  nuestra  historia,  con  la  gloria  de 
nuestros  grandes  hombres  y  con  los  monumentos  y  reliquias  de 
nuestro  pasado;  cómo  está  ella  en  relación  constante  con  otros 
centros  análogos  del  país  y  del  extranjero;  cómo  su  nombre  es 
cada  día,  y  por  doquiera,  más  conocido  y  apieciado;  cómo  ha 
despertado  su  acción  aficciones  intensas  por  la  investigación  de 
nuestras  crónicas,  por  la  adquisición  de  datos  biográficos  y  por 
la  aclaración  de  misteriosas  tradiciones;  y  cómo  ha  tomado  parte 
en  cuanta  obra  se  refiera  a  perpetuar  el  recuerdo  de  arcaicas 
hazañas   y  de  virtudes   y  méritos  de  nuestros  antepasados. 

No  ha  tenido,  pues,  ella  tan  sólo  una  tarea  de  exhumación  sino 
que  colabora  en  las  empresas  del  presente  y  funda  y  levanta  monu- 
mentos para  el  porvenir.  Mira  es  cierto  a  los  tiempos  pretéritos,  y 
es  esa  su  principal  misión,  pero  de  ellos  saca  lecciones  para  la  vida 
moderna,  y  pone,  sm  destruir  los  viejos  trofeos,  cimientos  firmes 
y  serios  para  las  otras  del  futuro. 

Tuvo  la  Academia  el  dolor  de  perder,  en  este  año,  a  dos 
miembros  de  núnerc:  los  señores  Hernando  Holguín  y  Tulio  Os- 


(1)  Por  aglomeración  de  materiales  no  se  había  publicado  ante» 
«ste  informe. 

xir— 13 


194  BOLETÍN  DE  fflSTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


pina.  Bien  lamentada  fue  la  muerte  de  tan  preclaros  escritores: 
habían  ambos  participado,  con  singular  inteligencia  y  actividad 
perenne,  en  nuestras  faenas,  y  por  eso  la  historia,  junto  con  el  foro» 
la  literatura  y  la  ciencia,  ha  llorado  sobre  las  tumbas  de  tan  be- 
neméritos cultivadores  de  ella.  Aquí  sus  colegas,  en  el  templo  de 
Clíü,  guardaremos  su  memoria  con  hondo  cariño  y  altísimo  res* 
peto. 

Por  el  recargo  de  trabajos  en  la  Imprenta  Nacional  ha  salido 
con  lentitud  el  Boletín  de  la  Academia,  pero  en  estos  días 
aparecerán  las  entregas  que  estaban  retrasadas,  y  en  breve  se  com- 
plétala el  tomt»  XIII  de  tan  importante  publicación. 

De  la  Biblioteca  de  Historia  Nacional  han  aparecido  do» 
nuevos  volúmenes:  el  segundo  tomo  de  la  vida  de  Antonio  Villa- 
vicencio,  por  el  señor  Monsalve,  y  las  actas  del  Congreso  de  An- 
gostura, por  los  señores  Cuervo  y  Coi  tazar.  Aquél  es  no  sólo  una 
biografía  de  tan  ilustre  procer,  sino  una  narración  interesantí- 
sima de  los  acontecimientos  que  tuvieron  lugar  en  nuestro  pai$ 
desde  18  (2  hasta  la  ocupación  de  nuestra  capital  por  Morillo  y  la 
muerte  en  el  patíbulo  del  comisionado  regio,  cuya  llegada  ocasionó 
la  revolución  del  20  de  julio.  Contiene  tan  erudito  estudi'^  episo- 
dios y  documentos  antes  no  conocidos  y  que  su  autor  ha  buscado 
con  paciente  tesón  en  los  viejos  legijos  de  nuestros  archivos,  y 
lo  acompaña  un  copioso  índice  a'fabético,  de  bastante  beneficio 
para  los  que  estudian  los  hombres  de  aquella  época.  Se  hillaráa 
en  esas  páginas  quizás  un  tanto  vehementes  los  epítetos  que  pro- 
diga a  los  adversarios  y  aun  a  algunos  de  los  proceres,  pero  ello 
se  explica  sise  tiene  en  cuenta  que  los  historiadores  al  evocar 
horas  de  lucha  se  trasladan  a  ellas,  se  impregnan  de  las  pasiones 
de  entonces  y  hasta  usan,  a  veces,  los  vocablos  de  la  contienda. 
El  otro  es  una  compilación  de  !as  actas  de  aquel  cuerpo  reunido 
en  las  liberas  del  Orinoco,  en  medio  de  la  cruenta  lucha,  y  que 
puso  la  piedra  fundamental  de  nuestro  poder  legislativo.  Útilísi- 
ma para  nuestra  historia,  así  como  para  la  de  Venezuela,  es  esta 
publicación,  y  dignos  de  a'abanza  son  los  autores  de  ella.  Tan  in- 
teresante es  dicho  libro  que  el  lector  quisiera  unas  páginas  más 
con  otros  capítulos  sobre  tan  augusta  asamblea. 

En  prensa  están,  hace  algún  tiempo,  varios  volúmenes  de  esta 
serie  de  obras  históricas,  como  el  del  señor  Oijuela,  sobre  el  sacrifi* 
cío  de  Ricaurte,  en  el  cual  se  comprueba  la  verdad  del  grandioso 
holocausto  de  San  Mateo;  el  2."  tomo  de  las  Monografías  dtl  se- 
ñor Gutiérrez,  que  como  el  !.*>,  contendrá  preciosísimts  datos  para 
nuestra  historia  y  nuestra  geografía;  las  actas  del  Congreso  de 
Cúcuta,  también  por  los  señores  Cuervo  y  Cortázar,  que  será  una 
abundante  y  nutrida  información  sobre  lo  acontecido  en  aquella 
corporación,  reunida  hace  un  siglo  exactamente  en  nuestra  hermo- 
sa frontera;  y  la  continuación  de  la  Bibliografía  Bogotana  de  este 
vuestro  Secretario,  en  la  cual  enumeta  hs  producciones  de  la  im- 
prenta en  esta  ciudad  desde  1820  en  adelante  y  que  es  tan  sólo  un 
trabajo  de  paciencia,  obra  de  carpintetía,  para  tomar  una  frase  del 
argot  bogotano. 


INFORME  DEL  SECRETARIO  195 


Ya  os  manifesté,  en  la  sesión  pasada,  la  conveniencia  de  que 
se  guarde  el  mayor  orden  j  toda  armonía  para  ia  impresión  de 
estús  vulúmenes,  pues  fue  el  principal  propósito  de  sus  fundadores 
la  publicación  de  libros  de  historia  nacional  en  forma  uniforme  y 
metódica. 

Abrióse  en  octubre  de  1919  el  concurso  que  celebra  todos 
los  años  la  Academia,  y  fue  señalado  como  t'^ma:  Campaña  Liber^ 
tador»  de  Aniioguia,  el  rio  Magdalena  y  la  Casta,  desde  la  batalla 
de  Boyacá  hasta  el  sitio  y  toma  de  Cartagena.  Y  en  la  sesión  del 
2  de  noviembre  del  año  pasado  fue  presentado  e!  informe  corres- 
pondiente por  los  señores  Arrubla,  Cuervo  y  Henao,  en  el  cual  pi- 
dieron se  declarara  desierto  el  concurso,  y  asi  lo  aprobó  la  Acade- 
mia. Lamentable  es  que  en  esa  ocasión  no  se  hubieran  presentado, 
como  en  los  años  anteriores,  trabajos  meritorios  y  que  mostraran 
bien  honda  afición- a  estos  patrióticos  estudios.  En  cambio,  para 
el  torneo  de  este  año,  y  que  es  sobre  la  Campaña  del  Sur,  especial' 
mente  Bombona,  sí  ha  llegado  alguna  memoria  que  desarrolla 
esta  tf'sis  con  magnífico  acierto. 

Ha  velado  la  Academia,  como  en  otros  años,  por  la  conser- 
vación de  los  ed-ficios  que  tengan  mérito  histórico  o  artístico  y 
que  aquí  se  destruyen  precipitadamente,  sin  tratar  de  salvar  al 
menos  algunas  de  sus  partículas.  El  señor  Conde  de  Brettes,  ¡a- 
teligente  escritor  y  sabio  viajero,  nos  llamó  la  atención,  en  su 
última  visita  a  Colombia,  hacia  las  reparaciones  que  se  efectuaban 
en  la  iglesia  de  Pasca  y  con  las  cuales  corría  peligro  la  antiquí- 
sima y  curiosa  portada  de  ella.  Varios  académicos  se  interesaron 
igualmente  por  la  casa  cural  de  Fontibón,  de  un  marcado  sabor 
colonial  y  llena  de  dulcísimos  lecuerdos.  La  Academia  hizo  las 
gestiones  necesarias  para  evitar  la  destrucción  de  esos  monumen- 
tos, y  algo  se  ha  logrado  conseguir. 

Sobre  la  Quinta  de  6:)livar,  poblada  de  épicas  añoranzas,  ha 
seguido  velando  para  su  arreglo  y  conservación,  pero  aún  no  se 
hi  podido,  por  diversas  circunstancias,  establecer  allí  el  Museo 
Boliviano  Sigue,  ;jin  embargo,  trabajando  en  ello,  y  pueda  que 
logre  éste  inagurarse  el  próximo  año,  fen  el  día  de  la  patria.  Seria 
este  el  más  lujoso  número  de  los  festejos. 

Con  respecto  a  inscripciones  conmemorativas  que  se  están 
perdiendo  o  borrando,  o  que  yacen  por  ahí  olvidadas  y  descono- 
cidas, hi  procurad  5  la  Academia  ya  impedir  su  extravío  o  des- 
gaste. y\  sacarlas  del  triste  abandono  en  que  se  hallan. 

S  )bre  la  casa  donde  habitó  Narifto  se  resolvió  que  debería 
subsanarse  el  error  cometido  al  colocar  la  lápida  en  el  costado 
norte  del  Parque  de  Santander,  debiendo  ser  en  el  oriental;  y  se 
dispuso,  igualmente,  poner  otra  lápida  en  la  casa  donde  nació 
dicho  patricio.  Aún  no  han  tenido  cumplimiento  estas  disposicio- 
nes,   pero  sin   duda  se  harán  ambas  cosas   muy  próximamente. 

Sobre  algunos  de  les  héroes  de  la  Independencia  se  han  hecho 
investigaciones  sustanciales,  que  han  venido  a  aclarar  detalles  do 
■US  biografías.   Debido  a  labor  acuciosa  y  sensata   el    Reverando 


196  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Padre  Merizalde  halló  ia  partida  de  bautismo  del  General  Juan 
José  Neira,  el  caudillo  legendario  de  homéricas  hizañas.  y  resul- 
tó que  él  nació  en  el  Molino  del  Cárcamo,  situado  en  Ii.s  cercanía» 
de  la  Villa  de  Leiva.  El  señor  Cura  párroco  de  Nunchía  halló  el 
testamento  del  General  Moreno,  el  luchador  aguerrido  del  Llano  y 
campeón  constante  en  las  horas  en  que  todo  parecía  perdido  para 
la  patria. 

Al  sefior  Ministro  de  Colombia  en  Venezuela  se  le  envió  ei 
retrato  de  Girardot,  que  había  pedido  para  el  afamado  pintor  se- 
ñor  Salas,  quien  va  a  colocar  la  ñgura  de  aquel  gallardo  piócer, 
de  gloria  inmarcesible,  en  uno  de  sus  cuadros. 

Fue  invitada  nuestra  corporación  a  los  centenarios  de!  Gene- 
ral Santos  Gutiérrez  en  el  Cocuy,  Departamento  de  Boyacá;  de  la 
batalla  de  San  Juan  de  la  Ciénaga,  Departamento  del  M;4gdalena;7 
del  Congreso  de  Cúcuta,  Departamento  de  Santander.  No  pudo  ir 
a  ellos  comisión  de  su  seno,  como  se  tuvo  el  propósito,  pero  fue- 
ron nombradas  personas  de  esos  lugares  paia  que  la  representaran 
en  las  ceiemonias  y  festejos. 

Ha  patrocinado  también  la  erección  de  un  monumento  a 
Mutis,  el  benemérito  gaditano  que  hizo  de  nuestro  país  su  segun- 
da patria,  y  que  es  como  el  padre  de  nuestros  estudios  científicos. 
Sus  cenizas,  se  sabe,  reposan  en  la  iglesia  de  Santa  Inés,  pero  se 
ignora  el  lugar  preciso  donde  se  hallan,  en  dicho  templo,  por  ha- 
ber sido  cubieitas  y  cambiadas  las  lápidas  que  allí  existían;  de  las 
cuales,  sin  duda,  una  sería  la  de  Mutis.  Quizás  una  rebusca  minu- 
ciosa logre  encontrar  aquéllas,  algún  día,  con  la  debida  precisión. 

Anhelo  ferviente  ha  sido  de  nuestro  centro  la  conservación  y 
arreglo  de  los  archivos  públicos,  y  hacia  ellos  tiende  constante- 
mente miradas  vigilantes.  A  los  archivos  notariales  han  hecho  al- 
gunos de  sus  miembros  visitas  y  han  dado  infurmes  sobre  ellos. 
ICuán  ricos  son  esos  protocolos  para  la  historia  del  país  y  principal- 
mente para  la  de  nuestra  capital!  Recuerdo  haber  visto,  ah^^ra 
aflos,  en  una  de  ellas  un  legajo  que  corresoondía  al  año  de  1558, 
veinte  años  después  de  la  fundación  de  Bogotá,  cuando  aún  no 
había  llegado  a  la  mayor  edad,  ^i  acaso  la  de  las  villas  fuera  la 
mií-ma  de  los  individuos,  y  que  allí  estaban  autógrafas  las  firmas 
de  Acebo  Sotelo,  el  Secretario  de  Jiménez  de  Quesada,  y  de  otros 
de  los  titanes  que,  al  lado  del  perínclito  licenciado,  mecieron,  en 
día  inolvidable,  la  cuna  de  esta  ciudad,  hoy  gran  metrópoli,  que 
pronto  cumplirá  sus  cuatro  siglos.  Ese  solo  mamotreto,  copiado 
íntegramente  y  con  el  debido  cuidado,  por  hábil  paleógrafo,  seria 
por  sí  solo  y  sin  necesidad  de  comentario  alguno,  precio.->ísima  na- 
rración; pero  se  ha  informado  que  ya  hoy  no  parece  ese  códice,  el 
cual  se  debía  haber  tenido  guardado  en  cofre  de  hierro,  con  siete 
cerraduras  y  siete  sellos. 

Tesoro  grande  es  también  ei  Archivo  de  Cundinaraarca,  y  la 
Academia,  secundada  que  fue  por  el  G.jbernador  señor  Restrepo, 
ha  iniciad.)  un  pian  para  su  arreglo,  c.it  ilog  tción  y  traslado  a  salo- 
nes seguros  y  amplios.  Los  señores  Cortázar,  Guerra  y  Quijano 
tienen  la  comisión  de  este  asutito. 


INFORME  DEL   SECRETARIO  197 


El  sefior  Archivero  del  Congreso  pidió  se  hiciera  por  ta  Aca- 
demia una  visita  a  la  oficina  que  está  a  su  caigo.  Bien  arreglada, 
con  orden  y  pulcritud,  apaiece  aquella  extensa  e  importante  docu- 
mentación. El  señor  Gabino  Charri  nos  llamó  la  atención  al  rico 
arsenal  de  manuscritos  histói icos  que  guarda  el  archivo  de  Neiva, 
y  la  Academia  se  dirigió  a  las  autoridades  de  aquella  ciudad  a  fin 
de  que  se  cuiden  con  esmero  tan  valiosos  papeles.  El  señor  Rufino 
Gutiérrez  puso  también  en  conocimiento  de  esta  corporación  la 
existencia  de  curioso  arhivo  en  Pasto,  y  se  comunicó  allá,  igual- 
mente, el  deseo  de  que  se  procurara  la  conservación,  con  patriótico 
cariño,  de  esos  arcaicos  documentos. 

Al  señor  don  Pedro  López  le  fueron  entregadas  unas  breves 
relaciones  de  las  batallas  de  Pichincha,  Junio  y  Ayacucho  que 
había  solicitado  para  ponerlas  en  los  vapores  de  estos  nombres 
que  él  ha  hecho  construir  recientemente. 

Conferencias  tuvieron  lugar  después  de  mi  anterior  informe  la 
del  señor  Gómez  Barrientos,  apreciable  escritor  antioquefto,  sobre 
el  Padre  Botero,  personaje  singular  que  figuró  en  los  días  de  la 
Nueva  Granada;  la  de  nuestro  colega  doctor  León  Gómez  (leída 
por  su  h  jo),  sobre  los  poetas  de  la  Lira  Nueva,  constelación  que 
apareció,  ahora  treinta  años,  en  nuestro  cielo  literario,  y  que  ya  la 
muerte  apagó  algunas  d  :  sus  estrellas;  y  la  del  señor  Mediz  Bolio, 
ilustrado  diplomático  mejicano,  que  cosechó  aquí,  en  poco  tiempo, 
tantos  aplausos  y  tantas  simpatías,  sobie  los  aborígenes  de  su  país, 
la  cual  fue  acompañada  de  proyecciones  ile  altísimo  inteiés.  El 
sefior  Quijano  tiene  preparada  una  erudita  y  amena  sobre  las  rela- 
ciones políticas,  literarias  y  sociales  de  Colombia  con  Méjico,  la 
cual  escribió  a  propósito  del  centenario  de  aquella  ilustre  nación, 
cabeza  de  Hispano  América  y  cuna  de  perínclitos  varones,  celebra- 
do há  pocos  días,  y  que  leerá  el  28  del  presente  mes,  onomástico 
del  Libertador. 

Tccóle  a  la  Academia,  en  este  año,  organizar  los  festejos  pa- 
trios de  acuerdo  con  la  ley  expedida,  en  19:9,  por  la  cual  se  le 
encomendó  esta  misión.  La  escasa  suma  que  se  le  dio  para  ello,  el 
ser  la  primera  vez  que  iba  a  encabezar  estos  espectáculos,  así  como 
otras  circunstancias,  impidieron  darle  a  la  conmemoración  de  nues- 
tros grandes  aniversarios  todo  el  esplendor  que  ella  hubiera  que- 
rido y  que  tal  vez  logrará  en  otras  ocasiones  más  propi:ias;  pero  sí 
se  hizo  un  esfuerzo  por  darle  novedad  y  corrección  al  programa  de 
las  festividades.  Un  número  de  él  fueron  los  juegos  olímpicos  que 
por  primera  vez  se  han  celebrado  en  nuestro  país.  Iniciador  de 
éstos  fue  el  señor  Coronel  Acebedo,  Director  de  la  Escuela  Militar 
y  miembro  correspondiente  de  la  Academia.  Tuvieron  ellos  éxito, 
no  obstante  que  no  hubo  tiempo  para  dar  a  conocer  esa  feliz  idea 
por  todo  el  país,  y  mostrar  y  hacer  palpable  a  todos  la  importancia 
de  ella.  Grato  fue,  sin  embargo,  ver  aquí,  en  las  cumbres  andinas, 
los  deportes  de  la  antigua  Grecia  y  contemplar  a  nuestros  cadetes 
arrojando  el  disco  como  se  vieran  en  remota  antigüedad  los  varoni- 
les discóbolos  en  los  valles  helénicos. 


198  BOLETÍN   DE  HISTORIA   Y    ANTIGÜEDADES 


Se  hizo  también  una  exposición  de  vitrinas  con  objetos  histó- 
ricos. Sinsible  es  que  no  se  hubieran  mostrado  en  bastantes  alma- 
cenes reliquias  de  nuestra  grandiosa  epopeya.  Existen  en  Btgotá 
inuchÍ!>imos  recuerdos  de  los  mártires  y  campeones  de  la  indepen- 
cia,  utensilios  de  esa  época,  publicaciones  patrióticas  de  tales  días, 
retratos  y  medallas,  armas  y  uniformes,  y  despojos  de  los  campos 
de  batalla,  que  se  guardan  en  los  hogares  con  veneración  y  cariño. 
¿Qué  mejor  ocasión  de  mostrarle  al  público  tales  trofeos,  que  la 
de  estas  efemérides  sagradas?  Tal  vez  en  otra  ocasión  se  atienda 
con  mayor  amplitud  esta  excitación,  con  lo  cual  no  sólo  se  rinde 
un  tributo  de  gratitud  y  admiración  a  los  padres  de  la  patria, 
sino  que  se  da  una  lección  objetiva  de  historia  y  se  engalanan 
nuestras  calles.    Si  fuere  unánime  esa  manifestación,  sería  Bogotá, 

f)or  una  o  dos  noches,  un  inmenso  museo,  y  revivirían,  durante  ellas, 
as  sombras  augustas  de  nuestros  genios  y  el  espléndido  cuadro  de 
hazañas  ingentes  y  maravillosas  que  deben  ser  envocadas  sin  cesar. 
Confiemos  en  que  si  volviera  a  proyectarse  tal  cosa  nuestros  co- 
merciantes harán  un  pa'éntesis  a  sus  realizaciones  y  exposiciones 
de  baratijas,  por  unas  horas,  y  convertirán  sus  muestrarios  en  pano- 
plias de  espadas  vetustas  y  oxidadas,  en  cofres  de  condecoraciones 
ganadas  en  los  campos  de  batalla,  en  relicarios  de  objetos  al  pa- 
recer insignificante  pero  que  tienen,  por  el  paso  de  los  años  y  por 
las  proezas  de  quienes  los  usaron,  un  cierto  sello  de  gloria  y  de 
grandeza.  Pero  si  fueron  pocos  les  ciudad^inos  que  tomaron  partici- 
pición  en  este  concurso,  exhibieron  ellos,  en  cambio,  preseas  de 
alto  aprecio,  y  gran  deleite  tuvo  e!  público  en  contemplar  asi  el 
mérito  histórico  de  ellas  como  el  arte  exquisito  con  que  fueron 
arregladas. 

Muchas  disposiciones  ha  dado  ia  Academia  sobre  asuntos  de 
historia  y  de  geografía,  bien  que  esta  última  no  sea  enteramente  de 
su  resorte,  pero  sabido  es  que  ella  forma,  con  la  cronología,  los  ojos 
de  la  historia.  Haria  muy  extenso  este  informe  si  mencionara  todas 
las  proposiciones  acordadas,  y  mi  limitaré  a  señalar  la  del  señor 
Gutiérrez,  sobre  excitación  al  Gobierno  a  fin  de  que  haga  levantar, 
por  comisiones  nombradas  en  cada  Municipio,  datos  históricos, 
geográficos  y  estadísticos  de  ellos.  Llevada  a  efecto  esta  determi- 
nación, tendremos,  así,  monografías  exactas  y  completas  tanto  de 
nuestras  populosas  ciudades  como  de  las  más  recónditas  aldeas. 

Por  ausencia  del  Presidente  señor  Rivas  y  del  Secretario  que 
os  habla,  desempeñaron  sus  puestos,  durante  seis  meses,  los  seño- 
res Robledo  y  Cuervo.  Bien  palpables  sorv*  sus  altas  prendas,  y 
sería  lugar  común  hablaros  de  ellas.  Baste  decir  que  sus  manos 
rigieron  con  todo  acierto  y  tino  nuestra  corporación.  Por  re- 
nuncia del  señor  Fajardo  se  encargó  del  empleo  de  Tesorero 
el  señor  Guerra,  quien  también  lo  declinó,  poco  tiempo  después, 
y  fue  nombrado  entonces  el  señor  Wills  Pradilla;  a  todos  tres 
debe  la  Academia  sincero  agradecimiento  por  la  buena  volun- 
tad y  alta  competencia  con  que  le  han  servido.  El  señor  Cortá- 
zar se  encargó   en   reemplazo  del  señor   Cuervo  del  puesto  de  Se- 


INFORME  DEL  SECRETARIO  199 


cretario  auxiliar,  también  durante  seis  meses,  y  llenó  sus  funciones 
con  su  acostumbrada  laboriosidad  e  inteligencia.  El  señor  Mesa  ha 
continuado  al  frente  de  la  biblioteca,  la  cual  marcha,  merced  a  sus 
cuidados,  en  bastante  prosperidad.  T<^do  está  arreglado  y  cata- 
logado debidamente.  Es  ya  crecido  el  número  de  sus  libros  y  fo- 
lletos, y  pronto  habrá  necesidad  de  una  nueva  sala  para  ella.  Ha- 
ciendo esfuerzos,  dada  la  falta  de  recursos  con  que  cuenta  la 
Academia,  ha  logrado  dicho  empleado  la  encuademación  de  no 
pocos  volúmenes.  Esta  biblioteca,  asi  como  la  de  mi  propiedad 
particular,  que  puse  en  el  mismo  local,  temporalmente,  al  servicio 
de  la  Academia,  como  consta  en  mi  anterior  informe,  son  consul- 
tadas frecuentemente  por  personas  estudiosas,  a  quienes  se  atien- 
de con  la  debida  amabilidad 

Al  regresar  el  señor  Rivas  y  yo  a  esta  ciudad  dimos  cuenta  a 
la  Academia  sobre  nuestras  labores  en  el  Congreso  hispanoameri- 
cano de  historia  y  geografía  que  se  celebró  en  mayo,  en  la  ciudad 
de  Sevilla,  y  sería  una  repetición  volver  sobre  ello  en  esta  infor- 
mación. También  presentamos  detallada  relación  a  este  repeclo  al 
señor  Ministro  de  Relaciones  Exteriores,  y  ella  fue  leída  en  una  de 
las  anteriores  sesiones  y  se  publicará  en  el  Bolbtím  conforme  a  los 
deseos  de  la  Academia. 

El  señor  Rivas  informó  también  especialmente  sobre  el  archi- 
vo de  Bolívar  que  existe  en  París,  en  poder  del  señor  Embajador 
de  España,  que  es  nieto  del  señor  don  Juan  Defrancisco  Martín, 
procer  de  la  Indepenpencia  y  albacea  del  Libertador,  el  cual  ar- 
chivo, dicho  señor  ha  puesto  a  disposición  de  los  gobiernos  de 
Colombia,  Venezuela  y  Ecuador.  De  ello  dio  la  Academia  opor- 
tuno aviso  al  señor  Presidente  de  la  República  y  a  los  señores 
Ministros  de  Relaciones  Exteriores  y  de  Instrucción  Pública,  a 
fin  de  que  se  hicieran  las  gtstíones  del  caso. 

El  señor  García  Zamudio,  que  envía  constantemente  intere- 
santes correspondencias,  desde  Nueva  York,  sobre  libros  y  manus- 
critos exiitentes  en  los  Estados  Unidos  relacionados  con  nuestra 
historia,  ha  remitido  últimamente  una  relación  sobre  los  papeles  de 
Sucre  que  se  encuentra  en  New  Haven,  en  la  Universidad  de  Yale, 
y  en  el  cual  hay  2,128  cartas  y  documentos  en  su  gran  mayo- 
ría inéditos.  «Son — dice  dicho  académico — la  correspondencia  con 
Bolívar,  Córdoba,  Santander,  Flores.  Salón,  Soublette,  Olmedo, 
Ibarta,  los  generales  peruanos  y  ecuatorianos  y  todos  los  que  des- 
de antes  de  1820  lo  acompañaron  hasta  1830.  Todas  estas  cartas 
Se  hallan  conservadas  y  con  índices  y  numeración  adecuada,  en 
las  cajas  de  seguridad  de  Vale.» 

Miembros  correspondientes  han  sido  nombrados,  en  estos  doce 
meses,  !qs  señores  Gustavo  Guerrero,  autor  de  sesudos  trabajos 
históricos,  entre  éstos  uno,  reciente,  que  mencionaré  más  adelan- 
te; Miguel  Triana,  que  ha  publicado  en  varias  ocasiones  obras 
bien  notables  de  historia  y  geografía  y  que  se  ocupa  acualmente 
en  hondas  investigaciones  subre  los  jeroglíficos  que  nos  han  que- 
dado de  nuestros  aborígenes.  Bien  que  aun  sean  conjeturas,  mués- 


200  BOLETÍN   DE  HISTORIA  Y   ANTIGÜEDADES 


tran  ellas  que  se  está  en  el  rastro  y  que  quizás  la  inteligencia  y 
laboriosidad  de  nuestro  co'ega  logre  al  fin  arrancar  su  secreto  a 
aquellas  enigmáticas  inscripciones,  que  indelebles  han  permane- 
cido ante  el  pas3  de  los  siglos,  como  Chompollion  descifrara  un 
día  los  signos  de  los  primitivos  egipcios,  cubiertas  durante  evo» 
por  un  velo  impenetrable  de  misterio,  Y  Ernesto  Murilio,  que 
acaba  de  editar  lujoso  libro  sobre  sucesos  de  historia  contemporá- 
neí^,  y  de  cuya  ágil  pluma  esperamos  que  penetre,  como  taladro, 
en  épocas  más  remotas  y  haga  saltar  de  ella  epi>od¡os  y  conseja» 
que  yacen  cubiertos  por  seculares  cortezas. 

Entre  las  producciones  de  alguna  extensión  que  se  han  hecho 
por  miembros  correspondientes,  además  del  que  acabo  de  raeucio- 
nar,  y  que  trata  sobre  la  muerte  del  General  Uribe,  tenemos  los 
siguientes:  Recuefios  autobiográficos  A€<  señor  Quijano  Wallis.  ga- 
lano escritor  y  personaje  que  figuró  siempre  con  brillo  especial  en 
nuestros  palenques  sociales,  políticos  y  literarios.  El  proceso  de 
Alejandro  Macaulay,  preciosa  documental  ion  publicada  por  el 
ya  citado  señor  Guerrero  y  que  revela  datos  curiosísimos  sobre 
aquella  tragedia  de  los  primeros  años  de  la  magna  contienda 
que  estaba  hasta  ahora  un  poco  «eDulosa.  La  Campaña  Liberta- 
dora de  1821,  por  el  Capitán  Fiórez  Alvarez,  estudio  laborioso  y  me- 
tódico sobre  las  operaciones  que  se  desarreglaron  en  el  Norte  des- 
pués de  Boyacá  y  culminaron  en  la  hecatombe  gloriosa  de  Cárabo- 
bo,  y  al  cual  acompañan  documentos  antes  ignotos  y  hallados  por 
el  autor  en  nuestros  archivos,  tras  savia  y  paciente  búsqueda.  Céle- 
bres imágenes  y  santuarios  de  Nnestia  Señora  en  Colombia,  del  Re- 
verendo P<»dre  Mesanza,  publicado  en  España,  y  que  es  aporte 
notable  para  nuestra  historia  y  geografía,  como  todos  los  escritos 
de  este  distinguido  dominicano,  y  de  quien  ha  publicado  el  Bole- 
tín, así  como  otras  revistas  y  diarios  del  país  minuciosas  y  acerta- 
das monografías. 

Elegidos  fueron  en  la  anterior  sesión,  como  miembros  de  nú- 
mero, los  señores  Laureano  García  y  Miguel  Arroyo.  Elocuentes  y 
sustanciosas  producciones  les  deben  nuestros  anales,  y  bastante 
conocidos  son  sus  méritos  para  hacer  de  ellos  enumeración  en  este 
infirme.  Limitóme  tan  sólo  a  señalar  el  placer  con  que  estos  exi- 
mios escritores  fueron  recibidos  en  nuestra  corporación  y  el  aplau- 
so que  el  público  ha  tributado  a  esta  designación,  con  la  cual  se 
llenaron  los  sillones  vacantes  por  la  muerte  de  los  preclaros  colega» 
señores  Ospina  y  Ilolguin, 

El  concurso  anual  que  celebra  la  Academia,  y  que  será 
premiado  en  el  próxim')  año,  se  resolvió  que  fuese  sobre  este 
teraa:Zí  mtijer^n  la  miependencia,  teína  que  al  mismo  tiempo  que 
da  margen  pjra  profundas  investigaciones  y  hará  agrupar  en  ua 
haz  las  biografías  de  todas  las  damas  que  figuraron  en  una  u  otra 
forma  en  el  escenario  de  la  magna  contienda,  rendirá  a  sus  memo- 
riis  altísimo  tributo  de  veneración  y  gratitud.  Allí  podrán  evocar- 
se las  sombras  no  sólo  de  las  que  sufrieron  el  martirio,  sino  de  la» 
que  colaboraron,  de  alguna  otra  manera,  a  la  redención  de  la  patria. 


OBISPADO  DE  SANTA  MARTA  201 


Allí,  desde  la  que  rompiera  el  edicto  de  extorsiones,  ea  la  plaza  del 
Socorro,  hasta  la  que  cayera  acribillada  a  balazos  en  nuestra  plaza 
principal,  dando  ejemplo  de  singular  valor  y  de  patriotismo  inex* 
tingible.  Muchas  de  esas  fguras  están  aún  en  la  penumbra  y  con- 
viene se  destaquen  con  toda  precisión  en  nuestros  fastos.  ¡Cuántos 
nombres  no  habrán  por  ahí  oividadosy  de  cuántos  no  tenemos  sino 
datos  indecisos  y  confusos!  Los  que  tomaren  parte  en  este  torneo 
podrán  darnos  mucha  luz  sobre  ellas  y  decirnos  también  si  hubo 
en  realidad  ese  gran  número  de  heroínas  que  registra  una  publica- 
ción, de  hace  unos  dos  o  tres  años,  en  la  cual,  desgraciadamente,  no 
se  expresaron  las  fuentes  de  información  conforme  a  los  modernos 
preceptos  científicos  para  estas  tareas. 

Los  centros  históricos  de  los  Departamentos  laboran  eficaz- 
mente, y  debemos  a  ellos  estudios  de  fama  y  relieve.  He  de  men- 
cionar especialmerte  les  trabajos  del  señor  Otero  D'Costa,  quien 
ha  publicado  en  el  Archivo  Historial  de  Manizales,  que  tan  savia- 
mente  dirige,  las  biografías  de  don  Eloy  Valenzuela  y  del  almi- 
rante Padilla,  que  son  investigaciones  profundas  y  completas,  asi 
como  documentos  curiosísimos  que  ha  hecho  copiar  del  Archivo 
de  Indias. 

Entre  las  obras  publicadas  en  Europa  referentes  a  nuestra  his- 
toria anotaré  las  eruditas  memorias  del  sabio  doct  ir  Rivet,  miem- 
bro correspondiente,  sobre  las  tribus  e  idiomas  indígenas  de  nuestro 
país,  de  una  erudición  y  laboriosidad  pasmosa;  v  el  libro  Cartage- 
na y  tas  orillas  del  Smú  de1  señor  Cunighan  Graham,  el  literato 
inglés  que  tanto  conoce  a  Sur  América,  libro  donde  revela  sus  vas- 
ta ilustración  y  su  talento  amplio  y  brillantísimo. 

Los  radios  de  acción  de  la  Academia  se  prolongan  cada  día  y 
llegan  ellos  aun  a  lejanas  tierras.  Del  extranjero  se  piden  sus  publi- 
caciones y  se  busca  el  relacionarse  con  ella;  y  por  todo  el  país  se 
propaga,  en  entusiasmador  oleaje,  el  afán  por  el  estudio  de  nuestro 
pasado  y  por  fijarlo,  con  verdad  y  pureza,  en  majestuoso  recuerdo, 
para  que  las  generaciones  futuras  conozcan  y  respeten  sus  hechos 
gloriosos  y  conserven,  llenas  de  veneración  y  ternura,  la  memoria 
de  sus  grandes  hombres. 

Eduardo  Posada 

Bogotá,  octubre  12  de  1921. 

OBISPADO  DE  SflnTfí  mflRTfl 

CARTA  DE  DON    FRANCISCO   DE   LOS   BARRIOS   Y  TOLEDO,  OBISPO  DE 
SANIA  MARTA,  PARA  DONDE  SALIÓ    DESDE    SANLÚJAR    EN  4  DE     NO- 
VIEMBRE DE  1552,  LLEGADD  EN  6  DE  FEBRERO  DK  1553 

Refiere  lo  ocurrido  en  el  viaje,  que  lo  hizo  en  la  Armada  del 
General  Carreño,  expresando  que  de  los  cincuenta  y  cinco  navios 
de  la  expedición  se  perdieron  tres  junto  a  Canarias,  y  cuando  salie- 
ron de  allí  se  prendió  fuego  la  Capitana  en  12  de  enero,  perecien- 
do trescientas  personas,  entre  ellas  García  del  Busto,  General  de 


202  BOLKTÍN  DE   mSTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Popayán,  su  mujer,  hijos  y  famili-j,  salvándose  sólo  Pedro  Her- 
nández del  Busto,  hermano  de  aquél,  el  General  Carreño,  y  diez  y 
ocho  marineros;  dicen  que  los  temporales  obh'garon  dividirse  los 
doce  navios,  que  tuvieron  que  arribar  a  Berbería,  de  donde  fueron 
a  Cartagena,  llegando  sólo  treinta  y  tres  de  los  cincuenta  y  cinco 
navios.  Por  último  da  cuenta  del  estado  en  que  encontró  a  su  llega- 
das diversos  lugares.   Costa  del  Rio  Grande,  15  de  abril  de  1553. 


Muy  altos  y  muy  poderosos  señores:   Fue  Dios  Nuestro  Señor 
seruido  que  saliésemos  de  la  Barra  de  Sant  Lucar  a  quatro  dias  del 
mes  de  noviembre  del  año  p^ssado  de  ciquenta  y  dos,  tomamos  en 
quatorce  dias  la  Isla  de  la  Gomera  y  en  tres  el   refesco  necesario. 
Salimos  de  alli  á  veinte  y  dos  del  dicho  mes,  nauegamos  (ochenta  ó 
cien  leguas  por  la  mar,  dionos  un  vendaual  tan  desecho  que  pensa- 
mos todos  perdernos.  Durónos  este  tiempo  seis  dias  con  sus  noches 
y  con  andar  todos  los  nauios  á  árbol  seco,  boluionos  el  tiempo  se- 
senta leguas  atrás   de  las   Canarias.    £n  este  interim  nos  tomaron 
frateses  un  nauio  que  se  nos  quedo  Zorrero  y  otros  dos  se  fueron  a 
fondo  por  que  hacia  mucha  agua  y  otros  diez  ó  doce  faltaron  por- 
que tomaron  la  costa  de  Berueria  y  arribaron  primero  a  Cartagena 
que  las  flota*  quedamos  treinta  y  tres  nauios  de  ciquenta  y  Qinco  que 
salimos  del  puerto.  Zesado  el   vendaual   boluimos  a  caminar  para 
las  Islas  de  Canarias  y  llegamos  a  vista  della  quasi  dos  legjas  y  allí 
estujmos  treinta  dias  a  árbol   seco  que  no  podimos  tomar   la  gran 
Canaria  y  no  nauegamos  nuestra  derrota,  por  que   estaua  en  aquel 
puerto  el  almirante  con  otros  dos  ó  tres  nauios,  y  ellos  no  osauan 
salir  ni  venir  á  nosotros  aunque  les  hazia  tiempo  por  miedo  de  los 
fran9eses  que  los  tenian  a  vista  y  nosotios  no  podiamos   arribar  á 
ella  por  que  nos  era  contrario.  Ea  este  interim  acometieron  a  la  ar- 
mada quatro  nauios  franceses,  y  llegáronse  tan  «jerca  de  nosotros  que 
nos  podian  tirar  por  que  andan   muy  a  la  ligera  y  los  nuestros  tan 
cargados  que  no  solamente  no  podían  ni  pelear  pero  ni  nauegar  y  so- 
bre esto  importa  mucho  a  la  ronsiencia  y  seruicio  de  Su  Magestad 
que  V.  al  aduierta  y  mande  que  en  la  visitación  y  nauios  que  salen 
de  Hespaña  se  tenga  grandissima  solicitudy  vigilancia  que  no  se  ha- 
gan los  embustes  y  traiciones  que  se  hazen  cerca  de  la  visita  de  los 
nauios  (^ue  dexan  salir  de  esos  puertos  nauios  podridos  y  que  ha- 
zen agua  como  harneros)  y  tan   cargados  de  mercaderias  y  gente 
que  no  pueden  nauegar  en  ninguui  manera  ni  valerse.  Y  como  los 
señores  de  ellos  los  dejan  alia  asegurados  y  sus  mercaduriasy  ha- 
cienda huelgan  de  desallos  hundir  e  anegar  en  la  mar  sainando  sus 
personas  en  Ins  bateles  y  pierden  los  pasageros  sus   personas  y  ha- 
ziendas  y  lo  que  es  peor  que  si  valen  las   mercaderias  quinientos  y 
el  nauio  mil  aseguran  lo  doblado  de  lo  que   valen,  y    es  assi   que 
lo  vimos  por  experiencia  en  esta  jornada   que  pudiera  llegar  el  na- 
uio a  puerto  y  sainarlo  y  las  mercaderias  e  no   quisieron  si  no   de- 
xarlu  y  era  hondo  porque  dicen  que  en  el  puerto  no  queda  obliga- 
do el  asegurador  &&.  \, 


OBISPADO    DÍ5  SANTA    MARTA  203 


A  cabo  de  treinta  dias  tomamos  á  ia  Gran  Canaria  cinco  dias 
antes  de  nauídad  y  ay  estuuimos  la  pascua  aunque  ia  vigilia  deila 
después  de  tañido  a  vísperas  nos  hizo  embarcar  el  General  Carreflo 
y  se  hizo  á  ia  vela  con  tiempo  contrario  y  nos  truxo  toda  la  noche 
buena  muriendo  por  ia  mar  hasta  que  Dios  seruido  definfoi^^rle 
con  temporal  que  voluiese  á  la  mar  puedo  al  segundo  dia  de  pas- 
cua por  que  el  primero  no  diximos  misa  ni  la  vimos.  Salimos  de 
ia  Gran  Canaria  el  penúltimo  dia  de  diciembre  y  nauegamos  doce 
dias  y  jueves  en  la  noche  a  doze  de  henero  a  las  diez  o  honze  de  ia 
noche  salto  el  fuego  del  farol  de  la  Capitana  que  era  muy  grande  y 
descon93rtado  3»  que  traia y  prendido  en  el  nauio  y  quemóse  todo 
a  vista  de  toda  la  flota  sin  poderlo  remediar.  Perecieron  en  el  tr«- 
cientas  personas  entre  las  cuales  murió  el  muy  honnrrado  cauallero 
Garcia  de  Busto  que  V.  Alteza  enbiaua  por  su  Güber.iador  a  Po- 
paian  y  su  mujer  y  quatro  hijas  doncellas  y  los  hermanos  y  parien- 
tes del  y  ella  que  consigo  lleuauan.  Escapó  sólo  un  hermano  del 
Gobernador  que  se  llama  Pero  Hernández  de  Busto  por  que  se 
echo  a  nado  y  saluose  en  el  batel  con  el  General  Carrefto  y  otros 
diez  y  ocho  marineros;  a  este  cauallero  yo  le  recibí  en  mi  nauio  y 
lo  etraido  y  traigo  siempre  conmigo  y  le  tendré  siempre  en  mi 
compañía  hasta  que  V.  ai  mande  otra  cosa.  Por  ques  muy  honrra- 
do  cauallero  y  tiene  méritos  v  auilidad  para  emplearse  en  seruicio- 
de  Vuestra  Real  Alteza  y  asertara  muy  bien  sobre  el  qualquier  offi- 
cío  que  fuere  seruido  deledar  y  dexolo  muy  merecido  los  grandes 
seruicios  de  su  hermano  pues  pereció  en  seruicio  de  Vuestra  Coro- 
na Real  (el  y  toda  su  porteridad)  y  no  creo  qe  pueda  persona  nin- 
guna de  su  linaje  mas  propinqua  ni  en  quien  se  emplee  mejor  la 
paga  de  tan  grande  servicio.  De  mi  parte  suplico  humillmente  a 
Vuestra  Real  Alteza  buelua  los  ojos  de  su  clemencia  a  mirar  a  este 
noble  cauallero  que  escapo  en  cueros,  como  lo  parió  su  madre,  y 
padece  gran  necezidad  y  ningún  remedio  tiene  si  no  el  que  espera 
de  Vuestra  Real  Clemencia. 

Tomamos  el  puerto  de  Santa  Marta  a  seis  dias  del  mes  de  he- 
brero  y  luego  la  posesión  de  nyestra  Iglesia  por  virtud  de  las  Bu- 
las de  su  Santidad.  Mandóme  por  una  que  haga  su  juramento 
acostumbrado  que  suelen  hacer  1 3S  prelados  y  defender  la  Iglesia  y 
fauorecella  y  no  cosnpirar  contra  el  Pontifi9e  &»&.  Bisitare  litnina 
apostolorum  y  de  dos  en  dos  años  y  que  este  jutamento  .sehnga  en 
manos  del  Obispo  de  Sint  Juan  de  Puerto  Rico  o  del  de  Cuba  por 
que  les  fue  hecha  reUcion  de  que  estañan  mas  propinguos  y  aco- 
modados, a  nuestra  derrota.  Yorogue  mucho  al  General  que  venia 
en  nuestro  nauio  que  tomásemos  a  Puerto  Rico  o  a  Santo  Domin- 
go donde  dizen  residen  el  Ovispo  de  Sant  Juan  y  el  me  prometió 
de  hazello  a  si  por  que  el  lo  traia  por  instrucción  y  mandato  de 
Vuestra  Real  Alteza  y  había  de  tomar  el  tesoro  de  Vuestra  Real 
Alteza  que  esta  en  Santo  Domingo,  Y  llegados  a  la  Dominica  don- 
de se  hauia  de  tomar  la  derrota  dionos  un  temporal  tan  forzoso 
que  en  ninguna  manera  «os  dexó  arribar  auaque  lo  trabajó  grande- 
mente toda   la  flota.   Lo  de  Cuba  no  era  camino  v  asi  ni  en  la  una 


204  BOLETÍN  DE  fflSTOKIA  Y  ANTIGÜEDADES 


parte  ni  en  la  otra  no  se  pudo  hacer  el  voto  porque  lis  cosas  de 
la  mar  no  son  en  manos  de  los  hombre'?.  Llegados  a  Santa  Marta 
yo  visité  aquella  iglesia  y  la  ordené  lo  mejor  que  pude  y  eslue 
ayi  dos  meses  esperando  si  biniese  algún  nauío  para  ir  a  Cuba  ó  a 
Santo  Domingo  a  hazer  el  sobre  dicho  voto  y  juramento  y  no  vinie» 
ron  porque  ningún  nauio  osa  caminar  solo  por  miedo  de  franceses 
y  visto  que  aquel  no  auia  remedio  determiné  de  ir  por  tierra  ai  Rio 
de  la  Hacha  para  embarcarme  alli  a  una  de  las  dos  partes  porque 
me  dijeron  que  alli  se  avruia  mas  presto  un  nauio  y  yendo  por  el 
camino  hayé  que  se  hauian  leuantado  los  indios  de  Buritaca  los 
quales  soban  esta-  de  paz  y  la  causa  de  sus  amotinamientos  fue  por 
que  embiaron  los  Oydores  del  Nuevo  Reino  a  un  Capitán  que  lla- 
man Pedro  de  Uifua  sobrino  del  Licenciado  Miguel  Diaz  a  poblar 
el  valle  que  llaman  de  Taiiona  ques  en  estas  tieiras  de  Santa  Marta 
y  enbió  delante  ciertos  soldados  y  bizuños  que  acá  llaman  chapeto- 
nes y  no  tenían  intelligencia  ni  lengua  de  las  costumbres  de  los  in- 
dios y  hicieronles  algunas  uexíi^iones  y  malos  tratamientos  tomán- 
doles los  mantenimientos  y  haziendas  y  viendo  esto  aleáronse  qua- 
tro  o  cinco  pueblos  y  mataron  y  hirieron  algunos  hespaftoles.  Yo 
rogué  y  exorté  y  aun  requeri  a  este  Capitán  sobre  diiho  que  no 
hiziese  la  entrada  y  no  quiso  dexarla  dehazei  y  visto  esto  y  que  no 
podia  pasar  a  executar  mi  deseo  y  voluntad  dexé  el  camino  que 
ileuaua  no  embargante  que  la  ciudad  me  requirrio  que  no  rae  em- 
barcase y  no  saliese  del  ovispado  por  que  assi  conuenia  al  seruicio 
de  Nuestro  Señor  y  de  Vuestra  Alteza,  yo  me  embarque  por  la 
mar  y  bine  a  la  boca  del  Rio  Giande  que  baxa  del  Reino  y  embar- 
queme  en  el  en  una  canoa  y  subo  visitando  nuestra  iglesia  y  e 
visitado  la  de  Tenerife  y  esta  de  esta  ciudad  de  Tamalameque  don- 
de al  presente  estamos  y  por  que  aqui  topé  mansHJero  para  Hespaña 
parecióme  dar  cuenta  a  Vuestra  Real  Alteza  de  lo  hecho  hasta  aqui 
aunque  quedo  con  escrúpulo  aunque  e  hecho  todo  lo  que  es  en  mi 
para  ir  a  efectuar  y  hazer  el  voto  que  su  Santidad  me  manda  en 
uno  de  los  dos  prelados  yndiferentemente  y  con  obligación  de  lo 
hazer  si  no  se  saca  dispensación  yo  escriuo  amo  solicitador  de 
Diego  de  Auila  para  que  lo  procure  y  solicite  y  pida  Vuestro  Real 
auxilio  y  fauor  a  Vuesta  Real  Alteza  suplico  se  lo  mande  dar  y  si 
el  legado  que  en  esa  Real  Corte  reside  tuuiere  autoridad  para  dis- 
pensar en  lo  que  por  mi  memorial  pediré  se  ympetrey  si  el  legado 
no  la  tuuiere  se  escriba  al  vuestro  embaxador  para  que  de  su  san- 
tidad la  alcanza  que  este  voto  o  juramento  se  haga  tn  manos  del 
Ovispo  de  Popaian  que  es  prelado  mas  conjunto  a  nuestro  obispa- 
do y  puedo  yr  por  tierra.  Por  que  si  huuiese  de  baxar  del  Reino  y 
bolverme  a  embarcar  para  Santo  Domingo,  ó  para  Cuba  primero 
que  boluiese  a  subir  a  el  se  acabaria  la  vida,  y  es  grandísima  la 
necesidad  que  hoy  en  estas  partes  ay  de  la  existencia  de  los  pre- 
lados y  asi  suplico  a  Vuestra  Real  Alteza  que  con  presteza  mande 
prouuer  las  iglesias  que  están  sin  pastores  por  que  es  cosa  impor- 
tantisima  al  seruicio  de  Dios  y  de  Vuestra  Real  Alteza,  que  es 
grande  la  falta  de    christiandad  que  ay  en  estas  partes  no  solamen- 


OBISPADO  DK  SANTA  MARTA  205 


te  en  las  naturales  pero  aun  en  los  hespañoles  y  muy  maior  de 
ministros  que  administren  la  fé  y  doctrina  á  los  unos  y  á  los  otro». 
Y  esas  ministros  que  ay  son  las  heses  y  escoria  que  hespaña  dese- 
cha por  no  podellos  sufrir  y  aunque  nos,  en  llegado  al  Reino,  por 
que  estoy  cient  leguas  del  desembarcadero  pero  sabido  que  las  or« 
denes  que  en  el  estauuan  fundadas  y  la  chtistiandad  que  predica- 
ron todas  están  dissipadas  y  destruidas.  Poi  que  assi  I  j  orden  de 
dominicos  como  de  fran§iscos  y  las  cabt9as  de  ellas  por  ser  enfer- 
mas y  no  las  que  deuian  desaanpararon  aquellh  iglesia  y  todos  los 
fraües  huuieron  dell  a  la  causa  de  esto  ni  quien  tenga  la  cu'pa  yo  no 
lo  se  ni  la  puedo  desir  a  Vuestra  Alteza  por  que  no  tengo  cierta  in- 
formasion  delio,  alia  la  abra  sa^ido  por  que  abram  aportado  algu- 
nos dellos  cuando  la  tenga  bastante  yo  la  diré  a  su  tiempo  lo  que 
al  presente  puedo  desir  es  que  aun  que  hasen  gian  cargo  a  los  oy- 
dores  de  Vuestra  Real  Audiencia  los  quales  yo  no  conozco  ni  evis- 
to,  ninguno  dellos,  pero  por  lo  que  se  y  tengo  entenoido  de  lo  do 
las  ordenes  no  puedo  descargar  la  gran  culpa  a  las  cabe§isy  rec- 
tores dello's  que  fueron  fray  Juseph  de  Robles  vicario  de  lt.»s  domi- 
nicos y  fray  Jerónimo  custodio  de  los  franciscos  por  que  por  nin- 
gún aggrauuio  ni  estorsion  que  nuestros  oidores  les  hisiesen  deuian 
ni  era  licUo  desamparar  como  desampararon  aquella  iglesia  y  la  fe 
y  euangelio  que  tenian  fundada  y  predicada  a  los  yndios  por  que 
me  dicen  que  los  mas  an  apostatados  dellas  y  vueltose  a  sus  ritos 
y  9eremonias  lo  cual  pudieron  escusas  con  dar  aviso  de  sus  aggra- 
uiüs  a  Vuestra  Real  Alteza  para  que  los  mandara  remediar  pero 
ellos  dieron  grandes  ocasiones  para  tilo. 

£  dado  cuenta  dello  a  Vuestra  Real  Alteza  aunque  de  paso 
para  benir  a  imferir  esta  conclusión  y  digo  que  la  maior  nesecidad 
que  ay  al  presente  en  todas  estas  vuestras  indias  y  especialmente  en 
estas  Iglesias  del  Nueuo  Reino  es  de  ministros  assi  de  clérigos  como 
de  frailes  que  sean  t^les  quales  conuuienén  para  predicar  el  sacro 
euangelio  y  la  fe  de  Xristo  a  ynfieles  por  que  acá  las  mas  iglesias 
están  sin  sacerdotes  ni  curaS  y  esos  que  ay  en  algunas  todas  son  de 
frayles  renegados  y  de  los  clérigos  prohibidos  yo  estoy  determinado 
de  no  dexar  acá  ninguno  destos  como  Vuestra  Real  Alteza  rae  lo 
manda  por  su  5'ídula  y  asi  quedaran  las  iglesias  desiertas  y  desam- 
paradas en  cargo  a  Vuestra  Real  Alteza  U  consiencia  y  descargo  la 
mia  en  esto  que  con  presteza  mande  prouuer  de  ministros  asi  de 
clérigos  como  de  reí  i-  giosjs  que  íea  tales  por  que  yo  no  puedo  ha- 
cer mas  que  por  uno  y  el  pastor  poco  puede  guardar  sin  perros. 

Una  cosa  se  me  cfrece  de  anisar  a  Vuestra  Alteza  importanti- 
sima  a  su  re^l  seruicio  y  a  la  conseruacion  y  augmento  déla  goure- 
nacion  desta  Prouincia  de  Santa  Marta  y  es  que  es  muy  necesario 
que  en  aquel  puerto  de  Santa  Marta  se  haga  una  fortaleza  y  se  ador- 
ne de  artilleria  para  que  la  defienda  y  ampare  de  los  franceses  y 
enemigos  por  que  sin  esta  en  nunguna  manera  se  puede  conseruar 
ni  subs  tentar  alii  población  ninguna  si  no  que  de  nt9esidad  an  de 
desamparar  aquel  puerto  y  es  el  mejor  que  ay  en  todas  nuestras 
yndias   por   que  ya   muchas   veces  lo  han  robado  y  quemado    lo» 


206  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


franceses  y  agora  esos  diez  ó  doze  veciuos  que  allí  están  todos  tie» 
nen  las  haciendas  escondidas  en  otras  partes  y  ellos  la  capa  en  ei 
hombro  para  desampararlo  huiendo  de  sus  enemigos  y  asi  estaua* 
mos  todos  esperándolos  esos  pocos  de  dias  que  ay  estuuimos  por 
que  nos  venian  dando  alcancé  por  la  mar  y  a  ios  prisioneros  que 
tomaron  dixeron  que  abian  de  robar  los  puertos  como  hisieron  a 
Lan9arote  y  Fuerte  Ventura.  Al  presente  no  se  me  offrece  otra 
cosa  de  que  dar  aviso  a  Vuestra  Real  Alteza  llegado  al  Reino  lo 
daré  de  lo  que  a'li  pasare  guarde  y  conserue  Nuestro  Señor  su 
Real  Estado  como  por  todos  se  desea.  Fecha  en  esta  ciudad  de 
Tamalame,  que  en  la  costa  del  Rio  Grande  a  quince  dias  del  mes 
de  abril  de  1553  años.  Muy  altos  y  muy  poderosos  señores.  El 
perpetuo  Cappeilan  de  Vuestra  Real  Alteza.  El  Obispo  de  Sancta 
Marta.  (Rubricado). 

En  el  documento  y  en  forma  de  carpetilla  dice  lo  siguiente,  en 
la  parte  dedicada  a  la  dirección:  A  los  muy  altos  y  muy  poderosos 
señores.  Presidente  y  Oydores  del  Real  Consejo  de  Yn^ias  en  los 
Reynos  de  su  Majestad.  )J<  A  su  Alteza  del  Obispo  de  Santa 
Marta  de  xv  de  abril  de  155J.  Comen§ída  a  ver.  Vista  y  que  se  le 
responda  que  el  tenga  cuidado  de  estas  cosas;  que  castigue  con  ri- 
gor a  los  que  hizieron  malos  tratamientos  a  los  yndios;  y  que  tra- 
ten bien  a  los  religiosos.  (2,019  Estante  2,  cajón  2,  legajo  3/18 
R."  26.  Archivo  de  Indias). 

¿QÜIEH  E$  Eh  flUCOR  DEh  SOnETO 

«A  VOZ  CORRIENDO  VOY,  BRAZOS  SAGRADOS?» 

No  há  mucho,  disertando  sobre  el  célebre  soneto  «No  me 
mueve,  mi  Dios,  para  quererte....,»  atribuido  a  varios,  pero  sobre 
todo  a  San  Faancisco  Javier,  puse  de  relieve  las  conjeturas  que 
hacen  probabilísima  la  opinión  de  que,  no  el  soneto  mismo,  pero 
las  ideas  de  él,  son  realmente  del  grande  Apóstol  de  las  Indias  ( 1). 

Hoy  no  se  trata  de  conjeturas:  hoy  poseo  sobre  otro  tema  de- 
batido un  grado  de  certeza  capaz  de  satisfacer  a  la  crítica  más 
«xigente.  V<>y  a  descubrir  el  nombre  del  autor  de  otro  soneto  ce- 
lebériimo  que  por  casi  un  siglo  ha  circulado  con  nombre  falso  o 
sin  nombre  alguno. 

Un  poco  de  historia.  Pero  antes  repitamos,  para  los  que  no  lo 
tengan  presente,  la  bella  y  sentidísima  plegaria: 


(1)  Vid.  Raza  Española  número  3,  pág'g-as  58  y  siguientes.  La 
importantísima  publicación  franciscana  Archivo  Ibero-Americano, 
en  !»u  número  xxxviii  ^marzo-abri!  i920K  páerinas  311-314,  trata  d« 
e.-ta  insignifícante  producción  mía.  Lo  agradezco  si-iceramente;  y 
aunque  las  razones  por  mí  aducidas  dice  el  autor  de  la  crítica  (sin 
prob'irlo)  que  no  son  «plausibles, >  me  abstendré  de  toda  polémica, 
por  creerla  inútil  en  el  presente  caso. 


¿QUIÉN  KS  EL  AUTOR  DEL  SONETO  207 


A  voz  corriendo  voy,  brazos  sagrados, 
En  la  cruz  sacrosanta  descubiertos, 
Que  para  recibiime  estáis  abiertos 

Y  por  no  castigaime  estáis  clavados; 

A  voz,  ojos  divinos  eclipsados, 
De  tanta  sangre  y  lágrimas  cubiertos. 
Que  para  perdonarme  estáis  despiertos 

Y  por  no  confundirme  estáis  cerrados; 

A  voz,  clavados  pies  para  no  huirme; 
A  voz.  cabeza  baja  por  llamarme; 
A  voz.  sangre  vettida  para  ungirme; 

A  voz,  costado  abierto,  quiero  unirme: 
A  voz,  clavos  preciosos,  quiero  atarme 
Con  ligadura  dulce,  estable  y  fírme  (1). 

Escribiendo  la  «Historia  de  la  Literatura»  de  su  patria  el  eru- 
dito y  ameno  Vergara  y  Vergara  (2),  se  iiizo  vocciro  de  aquella 
creencia  qup,  universal  hasta  la  época  de  aquella  obra,  daba  al 
doctor  Juan  Manuel  García  de  Tejada,  sacerdote  colombiano  (o  sea 
neogra«)adÍQo),  el  derecho  de  propiedad  sobre  el  hermoso  soneto, 
y  como  de  ese  autor  lo  publicó,  sin  poner  ea  ello  la  menor  duda. 
No  sabía  Vergara  y  Vergara  que  su  autoridad  iba  a  §cabar  de 
desorientar  la  opinión,  pues  su  dicho  valía  más  que  todos  los  de- 
vocionarios y  antologías  en  que  también  aparecía  el  soneto  como 
obra  de  García  de  Tejada. 

Gómez  Restrepo,  anotando  con  su  acostumbrada  maestría  de 
critícala  segunda  edición  de  la  citada  Historia,  pone  al  pie  del 
soneto  las  siguientes  palabras: 

«Aunque  nadie  parece  disputar  hasta  ahora  la  paternidad  de 
este  soneto  a  García  Tejada,  pues  no  hace  mucho  lo  reprodujo 
con  su  nombre  el  conocido  periódico  Blanco  y  I'/ sgr o,  de  Madiid, 
en  un  número  de  semana  santa,  haremos  notar  que  en  el  número 
cuarto  del  Investigador  Católico^  periódico  que  se  publicaba  en  Bo- 
gotá en  183b  (cuando  aún  vivía  el  doctor  García,  aunque  lejos  de  la 
Patria),  aparece  reproducida  tal  composición  con  las  inicíalas  P. 
de  V.  y  P.,  que  no  sospechamos  a  quién  puedan  corresponder  (3).> 

Más  tarde  Menéndez  y  Pelayo,  al  tratar  el  mismo  asunto  en 
sus  admirables  comentarios  acerca  de  la  poesía  hispanoamericana, 
copia  los  anteriores  conceptos  de  Gómez  Restrepo,  y  añade  por 
8U  parte: 


(1)  Esta  es  la  forma  en  que  lo  presenta  Gómez  Restrepo,  seguido 
por  Menéndez  y  Pelayo,  a  quien  citaré  en  seguida.  Otros  leen  en  el 
último  verso: 

cPara  quedar  unido,  atado  y  firme.> 

lo  cual  parece  más  propio,  si  se  considera   la    forma   original.  qu« 
daremos  al  fín. 

(2)  Historia  de  la  Literatura  en  Nueva  Granada,  por  José  María 
Vergara  y  Vei  gara— Desde  la  Conquista  hasta  la  Independencia 
(1538-1820).  B  gota,  18o7. 

13/  El  mismo  título  anterior.  Segunda  edición.  Con  prólogo  j 
anotaciones  de  Antonio  Gómez  Restrepo.  Bogotá,  1905  (vid.  página 
452). 


208  BOLETÍN   DE  HISTORIA    Y   ANTIGÜEDADES 


cTengo  casi  la  seguridad  de  haber  !eído  este  soneto  en  las 
obrasdeagún  poeta  anterior  a  Tejada,  pero  no  puedo  recordar 
quién  sea  (i).» 

En  los  últimos  años  la  incertidumbre  ha  hecho  que  se  repro- 
duzca ei  poemita  como  anónimo,  y  asi  lo  vemos,  por  ejemplo,  en 
una  bella  estampa  del  Crucifijo  de  Velásquez,  impresa  poco  há 
en  Madrid,  y  en  el  distinguido  diario  El  Debate  de  la  misma  villa, 
COI  respondiente  al  jueves  santo  de  este  año  (2).  Todavía  la  reciente 
colección  titulada  Las  mejores  cien  poeiixs  líricas  colombianas  atri- 
buye aquel  dije  a  García  de  Tejada,  si  bien  en  los  índices  descubre 
su  escrúpulo  el  atildado  antologista  (3)  poniendo  un  punto  inte- 
rrogante después  del  nombre  del  autor. 

Pues  bien:  ese  autor,  anterior  a  García  de  Tejada,  en  quien 
Menéndez  y  Pelayo  creía  haber  leído,  sin  conseivar  su  nombre 
(cosa  en  él  admirable),  el  aludido  soneto,  ese  autor  es  el  poeta 
portugués  doctor  Manuel  de  Nóbrega. 

Porque  el  soneto  es  portugués,  y  como  portugués  aparece  des- 
de principios  del  siglo  xviii,  por  lo  menos,  hasta  que  bien  entrado 
ya  el  siglo  xix  hace  su  aparición  en  la  literatura  castellana.  Su- 
ponemos que  lo  traduj  )  García  de  Tejada,  y  al  publicarlo  dio  oca- 
sión a  que  se  le  creyese  hijo  de  su  ingenio. 

El  doctor  Manuel  de  Nóbrega  fue  natural  de  Lisboa,  y  floreció 
en  la  mitad  del  siglo  xvii.  Citante  Barbosa  Macnado,  en  su  Btblio- 
iheca  Lusitana  (4),  y  en  su  Diccionario  fíib.'iagraphico  Portugtuz 
Innocencio  de  Silva  (5),  elogiando  su  Epicedio  del  Príncipe  Don 


(1)  Historia  de  la  Poesía  Hispanoamericana.  Tomo  11  ■  Madrid, 
1913.  (páginas?). 

(J)  Tanto  en  la  imagen  comeen  El  Debate  hallamos  una  varia- 
ción, que  consiste  en  mudar  el  segundo  terceto  en  otro  en  que  entra 
el  Corazón  Adorable  de  Jesús: 

<En  voí,  costado  abierto,  quiero  hundirme. 

Y  en  ese  Corazón  anonadarme. 

Y  en  su  volcán  de  amores  consumirme>: 

bella  idea,  y  que  además  corrige  la  flojedad  del  último  verso  del 
terceto  primitivo;  pero  que,  por  destruir  la  unidad  de  estilo,  creo 
no  merecerá  la  aprobación  de  los  eruditos:  fuera  de  que  estos  monu- 
mentos antiguos  debieran  declararse  intangibles  por  decreto  del 
gusto  universal. .. . 

(3)  El  distinguido  joven  jesuíta  Padre  José  Vargas  Tamayo. 

(4)  Tomo  III  (Lisboa.  1752).  página  324,  donde  parece  aludir  al 
objeto  de  esta  investigación  cuando,  al  enum-rar  las  poesías  de  Nó- 
brega, dice:  «Soneto  e  Égloga  a  morte  da  senhora  D*  María  de 
Ataide,  16.S0  (Disb  ).  O  soneto,  a  página  27  vers.;  a  EgU.ga,  a  página 
70  vers.»  Y  si  así  es.  permítaseme  opinar  que  anduvo  pocj  acertado 
el  Summarto  da  BibUothecu  Lusitana  cuando  (en  su  tomo  iii.  página 
147)  da  cuenta  sólo  del  Epicedio  (inf.  cit.)  y  de  la  Égloga,  dejando 
escondido  un  tesoro  como  el  del  sonet.)  que  estudiamos. 

(5)  Tomo  VI,  página  69.  Comprendemos  que  no  haya  hecho  men- 
ción del  soneto,  por  el  carácter  bibliogrático  de  su  obra:  no  lo  hallaría 
publicado  aparte.  Sin  embargo,  puede   muy   bien  creerse  que  la  in- 


SOBRE  EL  AUTOR  DE  CIERTO  SONETO  209 


Teodosio  (i)  y  su  Égloga  en  la  mueite  de  doña  María  de 
Ataide  (2). 

La  primera  obra  de  valor  critico  que  sepamos  haya  publicado 
nuestro  soneto  es  la  Nueva  Floresta,  del  Padre  Manuel  Bernardes, 
del  Oratorio  de  Lisboa  (3).  Fue  esto  en  17 ri;  y  de  ese  año  en  ade- 
lante, multitud  de  libros  de  piedad,  así  en  Portugal  como  en  el 
Brasil,  lo  repiodujeron  con  la  firma  del  mismo  Nóbrega.  Cun  ella 
aparece  también  en  el  «Novo  Mensajeiro  do  Corcízao  de  Jesús,»  en 
1898  (4). 

Óigase  ahora  el  texto  original  del  primoroso  y  ungido  sone- 
to, y  adviértase  con  cuánto  mayor  naturalidad  fluye  el  verso  y 
cuánto  más  delicados  resultan  algunos  epítetos,  denunciando  su 
genuino  origen: 

A  vos  correndo  vou,  bracos  sagrados, 
Nessa  cruz  sacrosanta  descubertos. 
Que  para  receber-me  estaes  abertos 
E  para  castigar-me  estaes  cravados; 

A  vos,  olhos  divinos  eclipsados, 
De  tanto  sangue  e  lagrimas  cubertos. 
Que  para  perdoar-me  estaes  despertó* 
E  por  nao  devassar-rae  estaes  fechados; 

A  v6s,  pregados  pés  por  nao  fugir-me; 
A  vos,  cabeSa  baixa  pxjr  chamar-me; 
A  vos,  sangue  vertido  para  ungir-me; 

A  vos,  lado  patente,  quero  unir-me; 
A  vos,  cravos  preciosos,  quero  atar-me, 
Para  ficar  unido,  atado  e  firme. 

No  será  fuera  de  propósito  recordar  un  pasaje  bellísimo  de 
San  Agustín  (en  inspiración  artística,  como  en  todo  lo  demás,  ge- 
nio incomparable): 

«Mirad  esa  cabeza  inclinada  para  besaros;  ese  corazón  abierto 
para  amaros;  esos  brazos  extendidos  para  abrazaros;  ese  cuerpo 
todo  manifiesto  para  redimiros.  Pensad  cuan  grandes  son  estas  co- 
sas, pesadlas  en  la  balanza  de  vuestra  corazón,  y  fíjese   todo  El  en 


cluyó  en  aquella  cita:  cTen  tambetn  algum'aspoesias  ñas  "Memorias 
Fúnebres  de  D?^  Maria  de  Ataide,"  etc.»;  pues  según  Barbosa  Ma- 
chado (cita  anterior),  en  un  mismo  volumen  se  hallan  un  soneto  y  la 
égloga,  y  ya  hemos  conjeturado  con  bastante  fundamento  que  ese 
soneto  es  el  que  nos  ocupa. 

(Ij  «Epicedio  inconsolavel  a  morte  do  serenissimo  principe  de 
Portugal  D.  Theodosio,  que  falleceu  em  15  de  maio  de  1653,»  Lis- 
boa. . . .,  1653.  «Consta  de  veinte  e  seis  oitavas  rythmadas.» 

(2)  Citado  poco  há  en  las  notas. 

(3)  Tomo  iif,  página  207.  Pone  el  soneto  en  la  misma  forma  que 
lo  daré  al  fin.  y  nombra  al  doctor  Nóbrega  como  a  su  autor  univer- 
salmente  reconocido. 

4)  Debo  los  datos  de  este  párrafo,  y  algún  otro,  a  la  finísi- 
ma bondad  del  egregio  literato  portugués  Padre  Antonio  Antunes 
Vieira,  S.  J. 

XIV— 14 


210  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


vuestro   pecho   quien  por  vosotros   estuvo   todo   El    fijo   en  uaa. 
cruz (i).» 

¿No  inspiraría  este  pasaje  al  autor  del  soneto?  La  semejanza 
es  harto  clara.  Y  me  atrevo  a  pensar,  aparte  de  la  posibilidad  de 
que  «los  genios  se  encuentren,»  que  si  Nóbrega  no  se  propuso  de 
un  modo  explícito  la  imitación,  es  muy  probable  al  menos  que 
ésta  surgiera  de  la  impresión  que  suele  quedar  en  el  espíritu  des- 
pués de  meditar  una  sentencia  luminosa  o  de  contemplar  un  cua- 
dro maestro.  Dijo,  no  recuerdo  dónde,  el  divino  Platón  que  hay  una 
especie  de  generación  en  la  belleza....    (Esti  tokos  tis  en  to  kalo). 

D.  Resttepo,  S.  J. 

Nota — Por    equivocación  tipográfica  se  puso    al  principio,  en  el 
texto  y  en  el  soneto  castellano,  voz:  léase  vos. 


inFORíDES 

I 

MANUSCRITOS   DK  JIMÉNEZ    DE   QUESADA  (2) 
Honorables  Representantes: 

Hasta  no  há  mucho  tiempo  los  historiadores  colombianos  ig- 
noraban el  número  preciso  de  obras  escritas  por  el  Licenciado 
Gonzalo  Jiménez  de  Quesada,  conquistador  del  Nuevo  Reino.  Pero 
un  erudito  y  concienzudo  escritor,  quien  se  ocultó  bajo  el  seudó- 
nimo de  E.  de  Saldanha,  en  admirable  monografía,  de  pocos  co- 
nocida, ha  estudiado  con  tan  certero  criterio  y  tan  convincente 
lógica  histórica  el  asunto,  que  hoy  podemos  saber  con  casi  abso- 
luta certeza  cuáles  fueron  esas  obras  del  Adelantado,  extraviadas 
o  perdidas  desde  hace  muchos  años,  porque  no  fueron  oportuna- 
mente publicadas. 

Nuestros  historiadores,  empezando  por  el  benemérito  autor  de 
la  Historia  de  la  Literatura  en  Nneva  Gt  añada,  habían  creido 
que  el  ilustre  Licenciado  bolamente  había  compuesto,  en  materia 
que  con  la  conquista  de  nuestro  país  se  rozaba,  un  libro  que  todos 
titulaban  Ratos  de  Suesca  o  Compendio  Historial.  Mas  resulta  de 
las  investigaciones  que  con  serena  critica  ha  realizado  el  modesto 
y  erudito  compatriota,  a  quien  hemos  citado,  que  los  Ratos  de 
Suesca  y  el  Compendio  Historial  son  obras  bien  distintas,  com- 
puestas por  el  Licenciado  en  épocas  diferentes  de  su  fecunda  y  agi- 


(1)  clnspíce  caput  hoc  inclinatum,  ad  osculandum,  cor  apertum 
ad  dilig-endum,  brachia  extensa  ad  amplectemdum,  totum  corpus 
expositum  ad  redimendum;  haec  quanta  sint  cog'itate;  haec  ín  statera 
vestri  cordis  appendite:  et  totus  vobis  figatur  in  corde,  qui  totus  pro 
TObis  fuit  aífixus  in  cruco  (Lib.  de  Virgin). 

(2)  Por  falta  de  espacio  no  se  había  publicado  este  informe,  que 
fue  presentado  a  la  Cámara  de  Representantes  en  1920. 


INFORMES  211 


tada  existencia.  «Nunca  llorarán  las  letras  históricas  de  Colombia 
— dice  Saldanha — lágrimas  suficientes  para  lamentar  como  es  de- 
bido la  pérdida  de  este  valioso  documento  (el  Compendio  His- 
torial). Sábese  que  de  él  existieron  dos  ejemplares:  el  uno  fue  a 
Espafia,  sin  duda,  para  entrar  a  las  prensas,  y  el  otro  existía  en 
Bogotá,  y  lo  tuvo  a  mano  Zamora  a  fines  del  siglo  xvii  cuando 
escribió  su  dominicana  crónica.  Es  probable  que  el  mamotreto 
formara  parte  de  la  biblioteca  del  convento  de  Santo  Domingo,  a 
la  cual  fuera  a  parar,  junto  con  la  librería  del  Adelantado,  donada 
por  éste  al  dicho  convento,  según  refiere  Zamora  en  la  página 
273  de  su  crónica. 

«Piedrahita  vio  el  manuscrito  en  España,  y  nos  ha  dejado  so- 
bre él  los  siguientes  detallas:  "encontré  en  una  de  las  librerías  de 
la  Corte  con  el  Compendio  Historial  de  las  conquistas  del  Nue- 
vo Reino  que  hizo,  escribió  y  remitió  a  España  el  Adelantado  don 
Gonzalo  Jiménez  de  Quesada,  pero  con  tal  mala  estrella  que  por 
más  de  ochenta  años  había  pasado  por  los  ultrajes  de  manuscrito 
entre  el  concurso  de  muchos  libros  impresos."  Más  adelante  agre- 
ga que  el  Adelantado  "afirma,  escribía  el  compendio  modestode 
sus  hazañas  al  mismo  tiempo  que  ejecutaba  muchas  de  ellas  en  las 
guerras  de  los  guasquies  y  gualíes,  por  los  años  de  1572  y  i573t'* 
a  lo  cual  añade  Piedrahita  que  a  Quesada  "privilegió  la  naturaleza 
para  que  acertase  a  escribir  con  templanza  lo  que  primero  obró 
con  valentía."» 

Los  Ratos  de  Suesca  fue  una  obra  de  Quesada,  anterior  al 
Compendio  Historial.  Está  perfectamente  probado,  por  la  licen- 
cia que,  para  ser  impreso  el  libro,  concedió  el  Rey,  que  el  escrito 
del  Licenciado  se  hallabí  en  la  Península  el  4  de  noviembre  de 
1568.  El  Compendio  Historial,  como  dicho  queda,  con  ei  apo- 
yo del  testimonio  del  Obispo  Piedrahita,  fue  compuesto  por  el 
conquistador  en  los  años  de  1572-1573.  Los  Ratos  de  Suesca,  ver- 
saba, según  la  licencia  del  Rey,  «sobre  materias  y  cosas  tocantes  a 
Indias,»  de  muy  provechosa  lectura. 

Parece  que  escribió  también  el  adelantado  un  «Gran  Cua- 
derno,a  que  consultaron  algunos  contemporáneos  del  conquista- 
dor, entre  ello-  don  Juan  de  Castellanos. 

En  1886  un  célebre  erudito  español,  don  Marcos  de  la  Espa- 
da, publica  la  siguiente  curiosa  noticia: 

«Quiero  recordar  que  algún  escritor  neogranadino  asegura 
que  se  encontraba  manuscrito  en  la  Biblioteca  de  Santafé  (el  Com- 
pendio), y  que  desapareció  de  allí  en  el  primer  tercio  de  nuestro 
siglo....  Conservo  en  mi  poder  y  guardo  con  mucho  aprecio  carta 
del  malogrado  y  distinguido  escritor  argentino,  señor  Aurelio 
Prado  y  Rojas,  que  me  dice: 

"En  una  excursión  que  he  hecho  del  Norte  (de  España?)  he 
encontrado  un  señor  de  Salamanca  que  dice  poseer  un  manuscrito 
del  conquistador  Jiménez  de  Quesada,  referente  al  Nuevo  Reino 
de  Granada,  y  que  desea  publicar;  pero  sin  contaj  con   los  recur- 


212  BOLETÍN    DE   HISTORIA    Y    ANTIGÜEDADES 


SOS  necesarios  para  ello,  me  he  acordado  de  usted,  y  espero  que 
en  el  caso  que  el  libro  éatre  en  el  plan  de  sus  publicaciones  para 
comunicárselo  al  interesado." 

«Por  desgracia — agrega  el  señor  De  la  Espada — poco  después 
de  escrita  esta  carta  (en  Madi id  el  30  de  agosto  de  187U),  murió 
el  señor  Prado  y  Rojas  y  no  pude  averiguar  nada  sobre  el  manus- 
crito de  su  referencia.» 

Se  ha  venido  repitiendo  desde  que  por  primera  vez  lo  dijo 
Vergara  y  Vergara,  que  el  manuscrito  del  Compendio  Historial 
existía  en  la  Biblioteca  Nacional  en  el  año  de  184.8,  y  que  de  allí 
lo  tomó  el  historiador  Plaza  para  consultarlo  en  la  composición  de 
sus  Memorias  para  la  Historia  de  la  Nueva  Granada.  El  señor 
de  Saldanha  desvanece  con  minuciosa  investigación  la  especie  que 
atribuye  a  Plaza  la  pérdida  del  manuscrito  de  Quesada. 

Escribió  Quesada,  asimismo,  las  siguientes  obras:  Apunta- 
ciones y  noticias  sobre  la  historia  de  Paulo  Jovio;  Anales  del 
Emperador  Carlos  t;  Las  diferencias  de  la  guerra  de  los  dos 
mundos,  y  Colección  de  sermones  con  destino  a  ser  predicados 
en  las  festividades  de  Nuestra  Señora. 

Todas  se  perdieron.  Por  los  fragmentos  que  de  la  primera  se 
citan  puede  juzgarse  lo  interesante  que  sería  conocerla  en  toda  su 
extensión.  Es  probable  que  en  alguna  o  algunas  de  esas  obras 
diera  el  Adelantado  datos  acerca  de  su  vida  antes  de  1535,  año 
desde  el  cual  empieza  a  ser  conocido  como  conquistador  del  Nue- 
vo Remo. 

A  vuestra  Comisión  ha  pasado  para  informar  en  segundo 
debate  el  proyecto  de  ley  «por  la  cual  se  dictan  algunas  medidas 
para  la  consecución  de  una  obra  histórica.» 

Muy  laudable  encontramos  la  iniciativa  propuesta  por  el  ho- 
norable Representante  doctor  Luis  Cotes.  Destina  su  proyecto  la 
suma  de  dos  mil  pesos  del  Erario  con  el  fin  de  comprar,  a  quien 
los  presentare,  los  manuscritos  del  Conquistador  Jiménez  de  Que- 
sada. De  la  anterior  exposición  despréndese  que  se  hallan  intere- 
sados en  descubrir  el  paradero  de  los  manuscritos,  no  sólo  de  los 
Ratos  de  Suesca  y  del  Compendio  Historial,  sino  de  todas  las  obras 
de  Quesada,  los  historiadores  y  eruditos  de  nuestro  país  y  de  la 
Península  Española. 

No  juzgamos  eficaz  el  medio  que  propone  el  distinguido  au- 
tor del  proyecto  para  llegar  a  la  adquisición  de  los  manuscritos 
del  Adelantado,  que  se  consideran  perdidos;  de  modo  que  hemos 
creído  conveniente  prescindir  de  la  mayor  parte  de  las  disposicio- 
nes del  proyecto  que  estudiamos,  reduciéndolas  a  lo  esencial. 

En  consecuencia  os  proponemos: 

«Dése  segundo  debate  al  proyecto  de  ley  "por  la  cual  se  dic- 
tan algunas  medidas  para  la  conservación  de  una  obra  histórica," 
teniendo  en  cuenta  las  modificaciones  que  en  pliego  separado  te- 
nemos el  honor  de  presentar  a  la  honorable  Cámara. > 

Honorables  Representantes,  vuestra  Comisión.  Max  Grillo. 
Hernando  Holguiny  Caro — Carlos  M.  Pérez. 


INFORMES  213 


II 

CONCURSO  DK  1921 
Señores  Académicos: 

Honrados  con  el  nombramiento  de  Jurados  para  calificar  las 
obras  presentadas  al  concurso  reglamentario  abierto  por  la  Aca- 
demia Nacional  de  Historia  para  el  presente  año,  tenemos  el  ho- 
nor de  presentar  nuestro  informe  de  la  manera  siguiente: 

La  Academia,  teniendo  en  cuenta  que  el  concurso  anual  veni- 
dero seria  cerrado  y  calificado  cuando  ya  habría  pasado  el  cente- 
nario de  dos  acontecimientos  tan  dignos  de  recordarse  como  las 
batallas  de  Bombona  y  de  Pichincha,  que  fueron  las  que  dieron 
cima  a  la  integración  de  la  Gran  Colombia;  considerando  la  ex- 
traordinaria influencia  política  que  esos  dos  hechos  de  armas  tu- 
vieron en  nuestra  patiia;  y  advirtiendo  la  importancia  que  para 
la  causa  de  la  independencia  revistió  la  campaña  del  sur,  dirigida 
por  los  dos  más  notables  caudillos  que  en  esa  época  luchaban  por 
la  emancipación  colombiana,  resolvió  que  la  materia  que  debía 
ser  estudiada  por  los  que  aspirasen  al  premio  del  concurso  del 
presente  año  fuesen:  La  campaña  libertadora  del  Sur  y  especialmen- 
te la  batalla  de  Bombona. 

Para  el  ti  ampo  en  que  debían  presentarse  los  trabajos  y  la 
ocasión  en  que  debían  ser  calificados  no  podía  ser  más  oportuna 
la  tesis,  ni  podía  darse  a  muchos  de  nuestros  laboriosos  investiga- 
dores o  historiógrafos  un  tema  tan  fecundo  y  de  tantas  fases  para 
el  estudio  como  ese.  Tal  vez  la  misma  importancia  de  la  materia, 
o  acaso  porque  el  buen  éxito  de  otros  concursos  ha  demostrado 
que  en  casos  como  el  presente  no  se  sale  airoso  con  estudios  su- 
perficiales, en  el  presente  año  no  se  ha  presentado  ai  certamen 
más  que  un  trabajo,  y  por  consiguiente  hace  falta  al  Jurado  Cali- 
ficador un  término  de  comparación,  toda  vez  que  el  lauro  se  dis- 
cierne siempre  a  un  vencedor.  Y  es  esta  circunstancia  una  dificul- 
tad no  pequeña  para  que  vuestra  Comisión  pueda  decl&rar  sin  es- 
crúpulo el  mérito  comparativo  de  la  obra  presentada. 

Pasando  al  único  trabajo  que  se  nos  ha  presentado,  que  tiene 
por  titulo:  Campaña  del  Sur  y  especialmente  la  batalla  de  Bombo- 
na, y  por  seudónimo  H.  I.  J.,  podemos  expresar  en  los  siguientes 
términos  las  impresiones  que  en  nosotros  ha  dejado  su  lectura: 

La  obra  consta  de  dos  partes:  la  primera  lleva  el  mismo  título 
de  todo  el  trabajo,  y  la  segunda  se  titula:  Homenaje  al  Liberta- 
dor. Esta  segunda  parte,  la  menos  extensa,  no  requiere  tstudio 
del  Jurado,  y  ni  aun  siquiera  su  concepto.  Es  un  verdadero  y  her- 
moso florilegio,  que  nosotros  no  osaríamos  punzar  con  el  escalpelo 
de  la  crítica,  pues  que  en  lo  general  es  una  colección  de  los  más 
bellos  pensamientos  de  escritores  notables  que  han  tocado  la  per- 
sonalidad del  Libertador,  y  aun  de  este  mismo,  y  de  otros  perso- 
najes que  si  no  fueron  literatos  les  abona  sus  palabras  la  verdad 
de  la  historia  como  compañeros  o  conocedores    personales    del  hé- 


214  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


roe  americano:  allí  se  leen  Camilo  Torres,  Bello,  Humboldt,  José 
Manuel  Restrepo,  los  Mosqueras,  O'Leary,  Sucre,  O'Connor,  La- 
fayette,  Santander,  M.  A.  Caro,  Olmedo,  Páez,  Anzoátegui,  en 
fin,  una  multitud  de  pensamientos  de  compatriotas  y  extranjeros, 
que  sirven  si  no  para  glorificar  y  engrandecer  la  personalidad  de 
aquél  de  quien  dijo  el  poeta  que  su  porvenir  son  los  tiempos  y  el 
Amazonas  el  riego  que  fecunda  sus  laureles,  sí  para  conservar  en 
la  memoria  de  las  generaciones  tanta  grandeza  y  tanta  gloria. 

La  primera  parte,  es  decir,  la  que  forma  casi  todo  el  trabajo 
de  historia,  consta  de  xix  capítulos  muy  bien  presentados,  con  un 
buen  plano  topográfico  de  la  batalla  de  Bombona,  y  unas  magní- 
ficas fotografías  bien  claras  y  expresivas  tomadas  de  aquellos  cam- 
pos legendarios,  de  sus  contornos,  del  mismo  punto  de  Cariaco,  en 
donde  se  verificó  aquel  inmortal  y  glorioso  hecho  de  armas.  Tiene 
un  buen  índice  inicial  de  los  capítulos  y  de  las  ilustraciones  que 
en  él  se  encuentran. 

Por  lo  mismo  que  la  obra  que  examinamos  tiene  un  gran  mé- 
rito, y  como  prueba  al  desconocido  autor  de  ella  de  que  estima- 
mos el  valor  de  su  trabajo,  nos  vamos  a  permitir  hacerle  algunas 
observaciones: 

A  lo  general  de  su  importante  monografía  le  anotaremos  que 
así  como  tuvo  el  cuidado  de  citar  algunos  de  los  autores  de  las 
transcripciones  entre  comillas,  para  ser  consecuente,  ha  debido 
hacerlo  con  todas;  y  que,  aunque  a  la  Academia  no  le  hará  falta 
el  que  se  diga  de  qué  fuentes  son  tomados  los  dates  o  dónde  pue- 
den encontrarse,  hay  sin  embargo  precisión  de  que  ellas  sean  ci- 
tadas para  que  la  generalidad  de  los  lectores  puedan  verificar  la 
exactitud  histórica.  Hoy  esta  clase  de  estudios  es  de  ampliación  y 
rectificación. 

Las  apreciaciones  de  carácter  técnico  se  acostumbra  ponerlas  en 
las  obras  de  historia  como  premisas,  o  como  consecuencias  del  he- 
cho historiado,  o  como  móvil  del  personaje,  o  como  manera  de 
obrar  quien  las  determina,  o  como  ligero  comentario  de  la  narración, 
todo  según  el  caso;  pero  jamás  dislocadas,  ni  formando  cláusulas 
separadas,  porque  entonces  dejan  de  ser  obra  narrativa  para  con- 
vertirse en  tratado  didáctico  sobre  la  materia  a  que  se  refiere  el 
comentario;  en  la  presente  monografía  esas  apreciaciones  o  aplica- 
ciones hacen  que  el  lector  se  considere  como  sentado  en  los  ban- 
cos de  la  Escuela  de  Cadetes  o  de  la  Superior  de  Guerra. 

A  la  página  2.*  de  la  obra   le  observamos: 

i.'iMientras  el  General  Manuel  Valdés  dejaba  desorganizar  y 
corromper  el  Ejército  del  Sur  en  el  Valle  del  Cauca,  después  de 
Pitayé,  el  Libertador  se  ocupaba  en  la  organización  del  Ejército 
del  Norte  y  prepararlo  para  combatir  contra  las  divisiones  de 
Morillo,  en  dirigir  las  eperaciones  del  Magdalena,  de  Santa  Marta, 
de  Cartagena,  de  Maracaibo,  del  Apure,  y  del  sur  y  oriente  de 
Caracas;  en  dirigir  la  política  del  país,  comunicar  órdenes  a  todas 
partes,  enviar  comisionados  al  extranjero,  poner  en  gran    pie   mi- 


INFORMES  215 


litar  toda  la  nación,  etc.,  etc.;  su  ocupación  sobre  el  armisticio  no 
fue  más  que  un  incidente  notable  de  la  campaña,  y  eso  por  la 
ocasión  que  le  brindaron  las  autoridades  españolas, 

2."  La  derrota  de  Genoy,  infligida  por  las  tropas  españolas  a 
las  republicanas,  tuvo  lugar  el  día  2  de  febrero  y  nó  de  septiembre 
del  año  que  allí  se  cita. 

3.<'  Bolívar,  que  tantas  veces  había  repetido  su  órdenes  para 
que  Valdés  marchase  sobre  Quito,  resolvió  al  fin  (21  de  diciembre 
de  1820)  ir  personalmente  a  dirigir  esa  campaña  y  resolver  algunas 
dudas  sobre  el  armisticio,  Valdés  no  cumplía  las  órdenes  o  las 
cumplía  tardíamente. 

A  la  página  3.*: 

1.°  El  General  Sucre  llegó  con  los  comisionados  Moles  y  Mo- 
rales para  notificar  el  armisticio  a  Popayán  el  día  24  de  enero.  Val- 
dés salió  de  Patía  hacia  el  sur,  es  decir,  hacia  Genoy  y  Pasto,  el 
día  15  para  no  aguardar  a  que  Sucre  que  iba  a  reemplazarlo,  toma* 
ra  el  mando. 

2."  La  Provincia  de  Guayaquil  era  considerada  por  Bolívar  y 
los  demás  patriotas  como  incluida  en  el  armisticio;  Aimerich  fue 
quien  se  opuso  a  que  se  la  considerase  incluida,  pretextando  que 
era  una  dependencia  del  Perú,  Esta  era  una  de  las  dudas  que  el 
Libertador  quería  aclarar  personalmente  en  su  viaje  al  sur,  viaje 
que  no  pudo  llevar  a  cabo  entonces,  porque  hubo  de  regresar  desde 
La  Mesa  hasta  Venezuela,  alcanzado  por  don  Antonio  van  Halen, 
que  vino  en  posta  a  avisarle  haber  llegado  los  comisionados  espa- 
ñoles Sartorio  y  Espelius. 

A  la  página  6.*: 

Lavcomisión  que  se  dio  al  General  Mires  (entonces  Coronel), 
para  que  se  entendiese  con  el  Gobierno  de  Guayaquil  fue  con  fe- 
cha 10  de  enero;  y  al  General  Sucre  en  reemplazo  de  Mires,  con 
las  mismas  instrucciones  y  otras  que  se  le  agregaron,  con  fecha 
25  del  mismo  mes,  es  decir,  al  día  siguiente  del  en  que  el  futuro 
Mariscal  de  Ayacucho  llegó  a  Popayán. 

A  la  página  7.': 

El  General  Sucre  se  embarcó  en  Buenaventura  (o  Cascajal 
como  se  llamaba  entonces  el  puerto)  el  día  3  de  abril,  y  no  el  14. 
Por  ser  su  navegación  escasa  de  vientos  y  haber  tenido  tres  días 
calma,  no  llegó  a  Tumaco  sino  el  lo  de  abril. 

A  la  página  1 1 : 

El  escuadrón  que  despachó  el  General  Sucre  en  busca  de 
Aimerich  y  que  encontró  la  columna  de  éste  cerca  de  Yaguachí, 
antes  de  emprender  la  retirada,  no  efectuó  una  marcha  retró- 
gada  equivocada  o  por  equivocación;  lo  sucedido  fue  que  mar- 
chando por  tierra  a  Babahoyo,  se  encontró  con  todo  el  grueso  de 
la  división  de  Aimerich,  y  hubiese  sido  temeridad  imperdonable 
que  comprometiese  combate  la  única  caballería  que  tenía  Sucre. 
Él  esquivar  el  encuentro  con  Aimerich  hizo  retardar  dos  días  ai 
jefe  patriota,  pero  en  cambio  esa  travesía  se  hizo  mejor  porque 
durante  la  demora  Sucre  le  hizo  preparar  caballos  de  remonta. 


216  BOLETÍN   DE  HISTORIA  Y   ANTIGÜEDADES 


A  la  página  17: 

Sin  duda  que  el  General  Sucre  no  debió  ceder  de  su  resolu- 
ción de  no  bajar  de  la  cordillera  a  la  llanura  de  Atnbato.  en  donde 
los  realistas  podrían  hacer  franco  y  libre  uso  de  la  superioridad  de 
su  caballería,  pero  es  preciso  entender  que  aunque  hubo  influen- 
cias morales  y  militares  que  le  obligaron  a  quebrantar  esa  resolu- 
ción, como  él  mismo  lo  confiesa  en  carta  escrita  el  Libertador,  no 
fue  esa  condescendencia — sin  embargo  de  que  ese  gran  corazón 
asume  toda  la  respoasabilidad — la  causa  del  desastre  de  Guachi. 
Aquel  nobilísimo  jefe  condescendió  hasta  cierto  punto,  hasta  po- 
nerse en  contacto  con  el  enemigo,  o  por  ver  qué  ventaja,  pudiera 
obtener  sobre  él.  o  calcular  el  apoyo  que  debía  prestar  a  otra 
porción  de  sa  ejército  que  un  poco  lejos  de  allí  a  órdenes  de  Illin- 
grot  podía  verse  comprometida.  «Me  fui  en  persona — dice  Sucre 
en  su  parte  oficial  al  General  Santander — a  reconocer  las  inmedia- 
ciones, nunca  con  el  objeto  de  empeñar  la  acción^  porque  yo  desea- 
ba esperar  los  resultados  de  Illingrot,  sino  de  proporcionar  un 
punto  en  que  bien  apoyados  descubriésemos  positivamente  la  fuer- 
za del  enemigo  y  obrásemos  libremente.»  La  causa  verdadera  e 
innegable  del  fracaso  de  Guachi  estuvo  en  que,  como  el  General 
Sucre,  para  conseguir  lo  que  se  proponía,  debió  hacer  tomar  por  la 
fuerza  la  casa  y  cercado  de  piedras  que  allí  había,  así  lo  ordenó  al 
General  Mires  y  al  Jefe  de  Ustado  Mayor  para  que  lo  ejecutaran 
mientras  él  hacía  personalmente  el  reconocimiento  que  necesitaba; 
pero  esos  jefes,  llevados  de  una  iniciativa  inconsulta,  de  su  impru- 
dencia y  de  su  impaciencia  por  combatir,  aprovechando  la  corta 
ausencia  del  General  en  Jefe,  comprometieron  el  combate  mn  tro- 
pas valerosas  pero  inexpertas  e  indisciplinadas,  que  se  enardecían  y 
empujan  con  denuedo  contra  el  enemigo,  mientras  éste  más  las  en- 
gañaba con  la  maniobra  de  fingidas  retiradas  hasta  encerrarlas 
entre  las  mismas  cercas  y  chambas  que  deseaban  quitar  a  los  rea- 
listas. Si  en  las  consecuencias  de  este  desastre  es  cuando  más  re- 
saltan las  grandes  cualidades  que  para  General  en  Jefe  brillaban 
en  la  joven  personalidad  del  vencedor  en  Pichincha  y  Ayacucho, 
hay  que  admirar  más  la  nobleza  de  aquella  índole  angelical  que  lo 
hace  asumir  una  responsabilidad  ante  el  Libertador  Presidente 
para  evitar  el  enojo  de  éste  contra  otras  personas  y  para  no  sufrir 
la  mengua   de  excusarse  con  culpas  ajenas. 

A  la  página  39: 

Los  pastusos  y  patianos  eran  excelentes  conocedores  del  te- 
rreno; el  Batallón  de  Aragón  podía  conocerlo  en  las  posiciones  en 
que  había  estado  antes;  pero  el  tiatallón  de  Cataluña,  que  desde 
que  vino  de  España  no  había  salido  de  Panamá  hasta  que  lo  sacó 
Murgeón,  pisaba  por  primera  vez  aquel  territorio. 

Estas  observaciones  que  acabamos  de  hacer  nos  autorizan 
para  tener  la  satisfacción  de  decir  que  si  se  hubiesen  presentado 
otros  trabajos  al  concurso,  difícilmente  hubiesen  triunfado  sobre  el 
presente,  o  pudiesen  ser  obras  de  mayor  excelencia,  porque  la  que 


INFORMES  217 


acabamos  de  criticar  sobre  estar  escrita  con  estilo  sencillo  y  severo, 
como  deben  ser  las  de  historia,  y  además  claro,  elegante  y  castizo^ 
revela  en  su  autor  buen  criterio  de  investigador,  genio  laborioso 
y  que  no  se  deja  coger  de  la  desidia  para  llegar  al  fin  que  en  su 
tarea  se  propone;  las  fuentes  en  que  abrevó  sus  conocimientos  son 
en  lo  general  de  origen  puro,  sus  deducciones  y  comentarios  se 
enderezan  a  la  verdad  histórica,  y  ha  sabido  tejer  bien  la  suce- 
sión de  Ic^s  acontecimientos.  Esta  obra,  no  por  la  carencia  de  otra 
para  comparar,  sino  por  lo  que  es  en  sí  misma,  es  una  obra  de  con- 
sideración, es  muy  digna  de  aplauso,  y  merece  los  honores  del  triun- 
fo. El  esmero  con  que  ha  sido  trabajada  esta  monografía,  hasta  el 
punto  de  que  el  autor  trae,  con  vistas  fotográficas,  el  más  completo 
y  variado  conocimiento  del  teatro  de  aquella  gloriosa  y  sangrienta 
epopeya,  no  solamente  ilustra  y  deleita,  sino  que  hace  contemplar 
casi  a  lo  vivo  los  detalles  de  aquella  tragedia  en  que  el  Gran  Bo- 
lívar, grave  y  sereno,  de  pies  sobre  una  pieiray  dominando  con  su 
mirada  de  fuego  las  exabrutas  desigualdades  del  terreno,  con  su 
radiosa  espada  señalaba  el  punto  de  sacrificio,  y,  más  que  con  los 
elementos  materiales,  con  su  prestigio  propulsor,  conducía  los  ba- 
tallones libertadores  por  sobre  sus  propios  cadáveres  y  obligaba  a 
la  fortuna  a  romper  con  la  victoria  el  dilema  fatal  de  aniquilar  a) 
enemigo  o  morir  en  la  refriega  antes  que  contemplar  el  desastre 
completo  de  los  triunfos  que  desde  los  deltas  del  Orinoco  debían 
conducirlo  a  las  cumbres  argentíferas  del  Potosí. 

La  interesantísima  página  histórica  con  que  H.  I.  J.  viene  a 
enriquecer  nuestros  anales,  tiene,  entre  otros  muchos  méritos,  el 
muy  grande  de  haber  interpretado  el  pensamiento  de  la  Academia, 
poniendo  en  la  obra  la  debida  concatenación  y  dependencia  que 
había  entre  las  operaciones  del  Presidente  Libertador  de  Coloni- 
bia  y  las  del  General  Sucre,  como  que  dimanaban  de  un  mismo 
cerebro,  eran  parte  de  un  mismo  plan  y  conducían  a  un  mismo 
fin.  Tampoco  es  de  callar  el  mérito  del  trabajo  que  examinamos 
en  lo  que  se  refiere  al  juicio  crítico  que  hace  sobre  aquellos  escri- 
tores que  por  no  detenerse  a  meditar  en  las  circunstancias  esotéricas 
en  que  se  hallaba  el  Libertador  cuando  empeñó  la  batalla  de  Bom- 
bona, se  han  atrevido  a  censurar  un  hecho  que,  como  muchos  de  la 
historia  militar,  no  están  al  alcance  sino  del  pensamiento  que  los 
concibe,  de  los  motivos  que  los  impulsan  y  de  las  necesidades  que 
los  determinan. 

En  fin,  y  para  no  alargarnos  más  sobre  una  obra  que  H.  1.  J. 
publicará  con  beneplácito  de  todos  los  amantes  de  la  historia,  los 
infrascritos  miembros  del  Jurado  Calificador  nos  atrevemos  a  con- 
ceptuar que,  aunque  el  trabajo  que  hemos  estuadiado  no  se  pue- 
de considerar  mejor  que  otro,  por  no  haberse  presentado  más  qué 
éste,  sería  injusto  declarar  desierto  el  certamen,  y  por  !o  mismo 
debe  concederle  el  premio  a  su  autor,  excitándolo,  eso  sí,  a  que  le 
haga  algunas  correcciones  antes  de  publicarlo. 

Bogotá,  octubre  lo  de  1921—/.  D.  Monsalve — Diego  Mendo- 
za—  Gerardo  Ar rubia. 


218  BOLETÍN   DE   HISTORIA   Y    ANTIGÜEDADES 


III 

MIEMBROS  CORRESPONDIENTES 

Señor  Presidente   de  la  Academia  Nacional  de   Historia — Presente. 

Tenemos  el  gusto  de  informar  a  usted  sobre  la  propuesta  he- 
cha para  miembros  correspondientes  en  los  señores  R,  B.  Cunnin- 
gham  Graham  y  R.  Verneau,  en  la  sesión  anterior  y  que  nos  fue 
pasada  en  comisión. 

Bien  merecedores  son  ambos  escritores  de  este  titulo.  El 
seftor  Graham,  viajero  ilustre  y  hombre  de  altísima  ilustración,  ha 
publicado  varias  obras  sobre  historia  americana,  y  colabora  sin  ce- 
sar en  revistas  y  diarios,  con  artículos  sobre  esta  materia,  y  en 
unas  y  otras  ha  tratado  asuntos  relativos  a  nuestro  país.  Reciente- 
mente acaba  de  editar  un  libro  titulado  «Cartagena  y  las  orillas 
del  Sinú,»  todo  él,  como  se  ve  por  el  título,  sobre  una  de  nuestras 
ciudades  principales  y  sobre  una  de  nuestras  más  bellas  comarcas. 
En  este  volumen  hay  largos  y  sustanciosos  capítulos  concernientes 
a  nuestra  historia;  él  por  sí  solo  lo  haría  acresdor  a  esta  distinción. 

El  señor  Verneau  es  Vicepresidente  de  la  Sociedad  de  Ame- 
ricanistas de  París  y  Director  del  Museo  del  Trocadero,  que,  como 
es  sabido,  encierra  tesoros  arqueológicos,  referentes  algunos  a 
nuestro  país.  En  casi  todas  las  entregas  del  Boletín  de  la  Socie 
dad  mencionada  hay  algún  escrito  del  señor  Verneau  sobre  histo- 
ria americana.  Nos  bastará  citar  el  que  trae  la  última  entrega,  que 
trata  de  cerámica  de  los  aborigénes  y  en  la  cual  hay  datos  relativos 
a  las  tribus  de  nuestro  país. 

Por  estas  consideraciones,  y  de  acuerdo  con  el  reglamento, 
hacemos  la  siguiente  proposición:  Nómbrase  miembros  corres- 
pondientes de  la  Academia  Nacional  de  Historia  a  los  señores  R. 
B.  Cunningham  Graham  y  R.  Verneau. 

Bogotá,  noviembre  2  de  1921 — Señor  Presidente,  Manuel 
Villaveces— Ricardo  Moros  Urbina. 

IV 
MIEMBRO  CORRESPONDIENTE 
Señor  Presidente  de  la  Academia: 

Títulos  bien  sólidos  tiene  el  señor  don  Cayetano  Coll  y  Tosté 
para  ser  designado  como  miembro  correspondiente  de  esta  corpo- 
ración. Dirige  él,  con  erudición  y  amenidad,  el  Boletín  Histórico 
de  Puerto  Rico,  en  el  cual  sirve  con  eficacia  no  tan  sólo  a  la 
historia  de  esa  simpática  isla,  sino  a  la  de  todos  los  paíseí  america- 
nos. Ocho  volúmenes  ha  publicado,  y  en  ellos  se  hallan  preciosos 
datos  de  antigüedades  antillanas,  episodios  de  nuestras  nacionali- 
dades, biografías  de  hombres  célebres  y  artículos  sobre  asuntos 
que  se  rozan  coa  las  crónicas  del  Nuevo  Mundo. 

Hojeando  esa  colección  se  hallan  capítulos  relativos  a  nuestro 
país.  En  el  tomo  de  192 1  hemos  visto  unas  cartas  del  Obispo  Bas- 


INFORMES  219 


tidas,  el  hijo  del  fundador  de  Santa  Marta;  un  relato  sobre  las 
consecuencias  de  la  batalla  de  Carabobo;  algunas  curiosas  noticias 
sobre  don  Miguel  Latorre,  el  compañero  de  Morillo;  y  sobre  un 
soldado  llamado  como  el  héroe  de  Boyará,  José  Antonio  Anzóa- 
tegui,  y  que  fue  a  dar  a  la  tierra  de  Borinquén;  y  otros  escritos 
que  tienen  nexos  con  nuestros  anales.  Hay  allí  también  estudios 
sobre  instrucción  pública,  esclavitud  y  amonedación,  que  tocan  con 
la  historia  de  Colombia  y  de  las  naciones  hermanas. 

Pero  la  obra  histórica  de!  doctor  Tosté  no  está  limitada  a  esta 
revista,  bien  que  ella  es  por  sí  sola  bastante  para  reconocerlo  como 
uno  de  los  más  eximios  servidores  de  Clío.  Ha  publicado  muchas 
otras  obras  sobre  la  materia,  entre  ellas  Historia  de  la  Instrucción 
Pública  en  Puerto  Rico  hasta  el  año  de  1898,  en  la  cual  campean 
la  investigación  honda,  la  redacción  ordenada  y  metódica,  y  el 
criterio  justo,  lúcido  y  certero.  Asimismo  «Colón  en  Puerto  Rico,» 
«Prehistoria  de  Puerto  Rico,»  etc.,  etc.    , 

No  hablaremos  aquí  de  los  méritos  del  doctor  Tosté  como 
político,  lingüista  y  médico,  ni  de  otros  varios  que  lo  colocan 
entre  los  hijos  más  ilustres  de  las  Antillas,  pues  son  ellos  ajenos  a 
las  labores  de  nuestro  Cuerpo.  Pero  sí  diremos  que  le  han  abierto 
las  puertas  de  varias  academias  y  centros  científicos  como  la  So- 
ciedad de  Historia  de  Puerto  Rico;  la  Real  Academia  Española 
de  Historia,  las  Academias  de  Historia  de  Cuba  y  Venezuela,  las 
Academias  Antillanas  de  la  Lengua  y  de  Medicina,  el  Ateneo 
Puertorriqueño,  la  Sociedad  de  Escritores  y  Artistas;  y  lo  han  lle- 
vado a  elevados  puestos,  como  Gobernador  regional,  Subsecretario 
de  Agricultura,  Industria  y  Comercio,  Delegado  de  la  Cámara  Au- 
tonomista; Secretario  de  Hacienda,  y  otros  tantos. 

En  atención  a  estas  ejecutorias  hacemos  la  siguiente  propuesta: 
Nómbrase  miembro  correspondiente  de  la  Academia  Nacional  de 
Historia  al  señor  doctor  don  Cayetano  Coll  y  Tosté. 

Bogotá,  abril  i."  de  1922 — Señor  Presidente.  R.  Cortázar. 
Gerardo  Arrubla. 


HISTORIADORES  DEL  NUBVO  REINO  DE  GRANADA 
Señor  Presidente  de  la  Academia  Nacional  de  Historia: 

Basta  una  rápida  lectura  del  estudió  bibliográfico  y  cronoló- 
gico sobre  los  Historiadores  del  Nuevo  Reino  de  Granada,  que 
presenta  a  la  Academia  el  correspondiente  señor  presbítero  doctor 
don  Pedro  M.  Rebollo,  para  llevar  al  ánimo  el  convencimiento  de 
que  es  un  trabajo  original,  importante  y  que  viene  a  ser  no  so- 
lamente útilísimo  sino  necesario  para  los  que  se  ocupan  en  estu- 
dios históricos. 

Como  el  autor  lo  reconoce  en  la  introducción,  es  difícil  que 
una  obra  de  esta  naturaleza  sea  completa,  y  podrá,  por  lo  tanto,  ser 
enriquecida  con  nuevos  datos  por  el  mism:»  autor  o  por  otro  afi- 
cionado a  estos  estudios,  principalmente   en  lo    tocante  a  referen- 


220  BOLETÍN  DE   HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


cias  relativas  al  lugar  y  año  de  la  publicación  de  los  documentos  y 
libros  citados,  y  al  lugar  en  donde  hoy  se  encuentran  y  pueden 
ser  consultados. 

Así,  por  vía  de  ejemplo,  puedo  indicar  las  siguientes  referen- 
cias: Colección  Muñoz  (cerca  de  cien  tomos).  Biblioteca  de  la 
Real  Academia  de  Historia  de  Madrid,  Manuscrito  original  de 
Aguado,  Manuscrito  original  del  Epitome  de  la  conquista  del  Nue- 
vo Reino  de  Granada,  Archivo  Histórico  Nacional  de  Madrid  (en 
una  vitrina  de  la  sala  de  manuscritos  raros),  Relación  del  descubri- 
miento y  conquista  del  Nuevo  Reino  de  Granada,  por  Juan  de  San 
Martin  y  Alonso  de  Lebiija.  (Archivo  de  Indias,  estante  i,  cajón 
I,  legajo  ^'y ).  Este  documento  está  publicado  en  la  colección  Rela- 
ciones Históricas  de  América  de  la  Sociedad  de  Bibliófilos  Espa- 
ñoles. (Biblioteca  del  Ateneo  de  Madrid.   138,  estante  37). 

Como  datos  nuevos,  no  incluidos  en  el  trabajo  del  doctor  Re- 
bollo, puedo  indicar  la  «Relación  del  descubrimiento  y  población 
de  la  Provincia  de  Santa  Marta»  (Archivo  general  de  ludias,  es- 
tante i,  cajón  r.  legajo  i).  Fue  publicada  y  se  encuentra  en  la 
Biblioteca  del  Ateneo  de  Madrid  (138,  estante  37).  «Cedulario  de 
las  Provincias  de  Santa  Marta  y  Cartagena  de  Indias.»  (Siglo  xvi, 
1529-1535),  tomo  I.  Publicado  por  la  Librería  Victoriano  Suátez 
en  1913.  Madrid.  Preciados  48. 

Para  dar  cumplimiento  a  la  comisión  que  se  me  ha  dado,  me 
permito  someter  a  la  aprobación  de  la  Academia  la  siguiente  pro- 
posición: En  vista  del  trabajo  presentado  por  el  académico  corres- 
pondiente presbítero  doctor  don  Pedro  M.  Rebollo,  sobre  «Historia- 
dores del  Nuevo  Reino  de  Granada,»  la  Academia  resuelve:  i."  Dar 
un  voto  de  aplauso  a  su  autor  por  la  importancia  y  utilidad  dé 
dicha  obra.  2.'  Ordenar  su  publicación  en  próximo  número  del 
BoLETÍíT  DE  Historia  y  Antigüedades.  3.**  Una  vez  hecha  la  pu- 
blicación, remitirla  a  todos  los  Centros  Históricos  de  la  Repúbli- 
ca, suplicando  se  envíen  a  esta  Academia  todos  los  datos  y  refe- 
rencias que  puedan  obtenerse  entre  los  miembros  de  dichos  Cen- 
tros, relativos  a  bibliografía  de  Nueva  Granada.  4.°  Pasar  en 
comisión  con  el  mismo  fin  el  trabajo  del  académico  doctor  Re- 
bollo a  todos  los  miembros  de  esta  Academia  Nacional.  5.»  Nom- 
brar, por  la  Presidencia,  una  Comisión  permanente,  formada  por 
tres  académicos  de  número,  que  reciba  y  ordene  los  datos  que  se 
envíen  a  la  Academia,  de  suerte  que  pueda  formarse  más  tarde 
una  bibliografía  tan  completa  como  sea  posible  de  documentos  y 
publicaciones  relativas  a  la  historia  colonial  de  la  Nueva  Granada. 

Bogotá,  junio  i,"  de  1922 — Señor  Presidente,  /osé  Manuel 
Marroquin,  presbítero. 

VI 
MIEMBROS  CORRESPONDIENTES 
Señor  Presidente  de  la  Academia  Nacional  Historia: 

Pasamos  a  informar  a  usted  sobre  las  candidaturas  de  los  se- 
ñores Moisés  S.  Bertoni,  José  E.  Machado   y   Carlos  Medina  Chi- 


UN  DOMINICO  COLOMBIANO  MÁRTIR  221 


rinos,  quienes   han   sido    presentados  para  miembros   correspon- 
dientes. 

El  señor  Bertoni  es  un  distinguido  paraguayo,  que  ha  publi- 
cado varios  trabajos  sobre  prehistoria  americana  de  altísimo  inte- 
rés, especialmente  en  la  revista  «Anales  Científicos  Paraguayos.» 
Allí  ha  tratado  con  elevado  criterio  y  profunda  erudición  sobre  la 
raza  guaraní.  En  alguno  de  siis  capítulos  ha  mostrado  la  huella 
que  existe  en  nuestro  país  de  aquella  raza  y  enumerado  algunos 
nombres  geográficos  que  pertenecen  a  aquel  idioma. 

El  señor  Machado  nos  dio  hace  poco  su  precioso  libro  «Vie- 
jos cantos  y  viejos  cajitores,»  que  dedicó  galantemente  al  Secre- 
tario de  nuestra  Academia,  y  en  el  cual  se  rememoran  muchas  de 
las  trovas  y  endechas  de  la  guerra  magna,  con  anotaciones  de 
grande  interés  para  la  historia.  También  son  de  él  otras  obras  bien 
notables,  como  «Rasgos  Biográficos  del  General  Francisco  Miran- 
da,» «Rarezas  Bibliogrráficas.»  «Recuerdos  de  Santa  Marta,» 
«Cancionero  Popular  Venezolano»  y  «Centón  Lírico.»  Tiene  en 
preparación  «Apuntes  sobre  una  Biblioteca,»  «Escarceos  Biblio- 
gráficos,» «Historia  Anecdótica  de  Venezuela,»  «Rectificación  de 
Valores,»  y  otras  varias. 

El  señor  Medma  Chirinos  dirige  en  Maracaibo  el  periódico 
«El  Siglo,»  en  el  cual  publica  constantemente  artículos  relativos  a 
la  historia  de  Colombia,  de  algunos  de  los  cuales  ya  la  Academia 
ha  tenido  conocimiento.  Recientemente  publicó  uno  intitulado  «La 
batalla  de  Maracaibo  fue  la  que  aseguró  la  independencia  de  Ve- 
nezuela.» Muestra  en  él  su  hondo  conocimiento  de  los  anales  de 
la  Gran  Colombia  y  su  crítica  imparcial  y  serena.  En  todos  sus 
escritos  revela  vasta  ilustración  y  claro  talento. 

En  atención  a  estas  condiciones  que  reúnen  los  tres  mencio- 
nados escritores,  y  que  sus  nombres  son  ya  bien  conocidos  en  el 
mundo  de  las  letras  y  beneméritos  en  el  campo  de  la  historia,  ha- 
cemos la  siguiente  proposición:  Nómbrase  miembros  correspon- 
dientes de  la  Academia  a  los  señores  Moisés  S.  Bertoni,  del  Para- 
guay; José  E.  Machado,  de  Caracas,  y  Caries  Medina  Chirinos, 
de  Maracaibo. 

Bogotá,  agosto  i.»  de  1922 — Señor  Presidente.  Miguel  Tria- 
na — Manuel  Villaveces. 


un  Dominico  cobomBiano  ídarcir 

Cuanto  más  estudiamos  nuestra  historia,  más  nos  convence- 
mos de  los  muchos  tesoros  ocultos  que  hay  en  ella. 

A  vuela  pluma  voy  a  contar  a  los  amigos  de  la  historia  un 
hecho  bien  curioso,  ignorado  de  muchos  y  sabido  de  muy 
pocos. 

Muchos  se  figuran  que  la  evangelización  de  Colombia,  y  en  ge- 
neral de  la  América,  no  pidió  la  sangre  de  muchos  de  sus  intrépi- 
dos misioneros;  que  todo  se  llevó  a  feliz  término  por  las  vías  di- 
plomáticas, o  cuando  menos,  por   medio  de  las  armas.  En  algunas 


222  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


partes  si,  pero  en  lo  general,  no  fue  este  el  medio  ordinario.  Mu- 
chos sacrificios,  muchas  privaciones  y  actos  heroicos,  en  todos  lo» 
órdenes  de  la  vida  les  fue  preciso  imponerse  para  ver  coronada  su 
grandiosa  obra  los   misioneros. 

A  fines  del  siglo  xvii  tomó  el  hábito  de  Santo  Domingo,  en  el 
convento  de  Nuestra  Señora  del  Rosario  de  Bogotá,  un  joven  de 
las  principales  familias  que  por  aquellos  años  integraban  la  socie- 
dad de  la  capital  del  Virreinato. 

Quizá  por  alguna  oposición  a  que  continuase  en  la  Orden,  re- 
solvió retirarse  de  Bogotá,  pidió  al  Superior  de  la  Provincia  li- 
cencia para  trasladarse  a  Tunja,  gracia  que  le  fue  concedida. 

Cumplidos  todos  los  requisitos  canónicos  y  particulares  de  la 
Orden,  hizo  su  profesión  en  manos  del  Padre  Prior  del  convento 
de  Santo  Domingo  de  Tunja.  El  acta  oficial  de  este  acto   dice: 

«Profesión  del  Hno.  Fr.  Miguel  FIórez.  En  veinte  i  tres  de 
marzo  de  este  presente  año  de  mil  seiscientos  i  noventa  i  siete 
años,  entre  las  cuatro  i  las  cinco  de  la  tarde  hizo  profesión  para 
Religioso  de  choro,  el  hermano  Fr.  Miguel  FIórez  habiendo  to- 
mado el  habito  en  el  Convento  de  Nuestra  Sa.  del  Rosario  de  la 
Ciudad  de  Santafé,  i  venido  a  este  de  Tunja  con  licencia  de  N.  M.. 
R.  Pe.  Pfol.  Mro.  Fr.  Diego  Márquez,  siendo  Prior  de  este  dicho 
Convento,  quien  le  dio  la  Profesión,  el  Pdo.  Fr.  Laureano  Salvador, 
y  Provincial  de  esta  Proc»,  dicho  M.  R.  P.  Mro.  Fr.  Diego  Máquez, 
y  Maestro  General  de  la  Orden,  N.  R™".  Pe.  Mro.  Fr.  Antonino 
Cloche  y  porque  conste,  lo  firmamos  ut  supra.  Fr.  Laureano  Sal- 
vador, Pdo.  Regte.  y  Prior.  Fr.  Juan  de  Sanabria,  L.  de  Prima  y 
Preste,  de  Nov»,  Frai  Miguel  FIórez.» 

Terminado  su  año  de  prueba,  en  conformidad  con  las  dispo- 
siciones de  la  Iglesia  y  de  la  Orden,  los  superiores  dedicáronlo  al 
estudio  de  las  ciencias  profanas  y  eclesiásticas,  bajo  el  cuidado 
de  excelentes  profesores.  Uno  de  ellos  el  Muy  Reverendo  Padre 
Prior  fray  Laureano  Salvador,  quien  después  fue  Provincial,  y  se- 
gún informe  de  la  Real  Audiencia  al  Rey  de  España,  uno  de  los 
sujetos  principales  que  por  aquellos  tiempos  tenía  la  Provincia 
Dominicana  de  Colombia. 

Cumplidos  todos  los  requisitos  legales,  los  superiores  presen- 
táronlo para  que  fuese  promovido  a  la  mayor  dignidad  a  que  pue- 
de llegar  un  hombre  sobre  la  tierra:  al  sacerdocio.  En  qué  año  se 
haya  ordenado  de  sacerdote,  hasta  la  fecha  no  he  podido  averi- 
guarlo. 

Persuadidos  los  superiores  del  inmenso  bien  que  haría  y  las 
ventajas  extraordinarias  que  resultarían  para  la  Orden  si  lo  dedi- 
caban a  la  enseñanza,  ordenáronle  se  preparase  para  que  en  la 
primera  vacante  de  cátedras  se  opusiese  a  una.  Con  la  sumisión  y 
la  obediencia  debidas  a  los  mayores,  presentóse  a  la  lid,  y  el  triunfo 
coronó  sus  esfuerzos  y  premió  su  docilidad.  Además  de  los  gra- 
dos propios  de  la  Orden,  la  Universidad  de  Santo  Tomás  le  con- 
firió los  títulos  de  doctor  en  varias  facultades.  Por  este  camino 
muy  bien  podía  adquirir  los  laureles  que   la  Orden    de   la  verdad 


UN  DOMINICO  COLOMBIANO  MÁRTIR  223 


sabe  discernir  a  sus  hijos  cuando  por  este  camino  llegan  a  la  meta 
que  ella  misma  de  antemano  les  señala  a  los  que  toman  ese 
rumbo. 

Aun  cuando  se  sentía  capaz  para  cumplir  debidamente  este 
ministerio,  en  el  fondo  de  su  alma  sentía  que  Dios  lo  llamaba  a 
a  otro  lugar  a  desempeñar  otra  misión  muy  distinta,  pero  no  me- 
nos sublime. 

Véamoslo.  Siendo  Provincial  de  los  Dominicos  del  Nuevo 
Reino  el  Muy  Reverendo  Padre  Maestro  fray  Felipe  Tobar  y  Buen- 
día,  hermano  del  primer  historiador  de  Nuestra  Señora  de  Chi- 
quinquirá,  el  Monarca  español,  por  Real  Cédula,  encargó  a  la 
Orden  Dominicana  la  evangelización  de  los  aborígenes  de  la  Pro- 
vincia de  Barinas  y  del  río  Apure,  en  la  vecina  República  de  Ve- 
nezuela. 

Marcharse  a  esas  apartadas  regiones,  eran  los  constantes  de- 
seos del  joven  religioso.  Instó  ante  el  Superior  para  que  lo  desti- 
nase de  misionero  a  esas  regiones.  Parece  que  en  lontananza  viera 
los  sacrificios  que  le  demandarían  a  la  Provincia,  y  él  deseaba  ser 
uno  de  los  primeros  en  someterse  a  esos  sacrificios,  gloriosos  para 
él,  para  la  Provincia  y  para  la  Orden,  que  se  enorgullece  de  haber 
trabajado  la  primera  en  la  civilización  del  Nuevo  Mundo. 

Dios  preparó  los  caminos  para  que  el  Padre  Fiórez  viera  rea- 
lizados sus  deseos.  El  Padre  Provincial  asignólo  a  las  misiones  de 
Barinas,  destinándolo  como  doctrinero  del  pueblo  de  Zancundos, 
para  que  allí  desplegase  su  celo  y  su  actividad  en  pro  de  aquellos 
infelices. 

Con  el  amor  y  con  la  caridad  del  que  está  poseído  de  la 
grandeza  de  esta  misión  divina,  inició  y  continuó  todos  los  días  de 
su  corta  vida  su  obra  de  misionero  católico.  El  pueblo  de  Zancu- 
dos era  únicamente  como  el  centro  de  su  radio  de  acción,  de  la 
extensísima  misión  confiada  a  su  cuidado. 

Su  actividad  no  se  hizo  esperar,  y  acompañándose  de  algunos 
neoconversos  recorrió  en  todas  direcciones  aquellas  montañas, 
donde  jamás  había  penetrado  hombre  civilizado  alguno,  para  re- 
ducir a  vida  civilizada  a  aquellos  infelices,  que  vagaban  por  los 
bosques,  sin  Dios  ni  ley. 

Mucho  consiguió  con  todos  estos  sacrificios:  gran  número 
de  aquell9s  selváticos  habitantes  abandonaron  las  breñas  para  mo- 
rar eu  sociedad,  en  íntima  comunicación  con  los  nuevos  habi- 
tantes de  aquellas  regiones,  pero  aún  restaba  mucho  por  llegar  al 
término  señalado  para  que  aquellos  cristianos  mereciesen  el  nom- 
bre de  tales. 

Acostumbrados  a  vivir  infringiendo  la  misma  ley  natural, 
a  prácticas  tan  abominables  como  la  poligamia  y  la  embriaguez 
y  a  otros  vicios  muchos  del  mismo  género,  los  Padres  misioneros, 
en  cumplimiento  de  su  deber,  necesariamente  tenían  que  repren- 
derles su  modo  incorrecto  de  proceder.  Ellos  no  vieron  con  bue- 
nos ojos  estas  amonestaciones  de  los  misioneros,  y  por  eso,  el  odio 
mortal,  que  siempre  les  tenían  y  la  necesidad  de  escolta  para  la  se- 


224  BOLETÍN  DE  HISTOBIA  Y  ANTIGÜEDADES 

gurídad  de  éstos,  para  defenderlos  en  cualquier  momento,  que  fue- 
sen atacados.  De  ordinario  cometían  desafueros  contra  el  misio- 
nero, cuando  meditaban  marcharse  nuevamente  a  las  monta&as, 
cosa  no  muy  rara  en  ellos. 

Según  informes  auténticos,  mucho  tuvieron  que  padecer  los 
Padres  misioneros  de  los  recién  convertidos  y  de  los  que  aún  no  lo 
eran,  en  cumplimiento  de  misión  de  paz  y  de  evangelización,  mu- 
riendo algunos  envenenados  por  los  mismos  indios.  Hasta  ahora  el 
más  notable,  el  que  merece  pátíina  especial,  es  el  Padre  FIórez  de 
Ocáriz,  probablemente  de  la  familia  de  nuestro  historiador  Ocáriz. 

En  una  ocasión,  estando  completamente  embriagados,  qui- 
sieron darle  muerte,  pero  Dios,  que  no  quería  todavía  ese  sacri- 
ficio, lo  libró  de  la  manera  que  nos  refiere  el  siguiente  documento: 

«....Mataron  al  Padre  Miguel  FIórez  de  Ocáriz  a  lanzazos  y 
macanazos,  el  cual  estando  en  dicha  misión  (de  Apure)  lo  mataron 
dichos  indios.  Poniéndolo  a  caballo  y  para  sacarlo  a  matar  a  la 
montaña,  y  llevándolo  permitió  Dios  se  le  zafase  el  freno  a  la  bes- 
tia en  que  iba  y  picando  atropello  la  turba  de  indios  y  huyó  hasta 
entrarse  en  su  casa,  donde  con  varias  invenciones  de  armas  fingi- 
das y  otros  aterrares,  atemorizó  a  los  indios,  y  se  vino  a  esta  villa 
(San  Cristóbal)  lo  cual  procedió  por  el  año  de  mil  setecientos  y 
veinte  y  cuatro  y  que  hallándose  el  que  declara  dicho  año  de  Al- 
caide Ordinario  de  esta  villa  y  viendo  que  dicho  Padre  intentaba 
volverse  solo,  le  proveyó  doce  hombres,  los  cuales  fueron  y  le 
acompañaron  y  que  pareciéndole  al  dicho  Padre  estaba  ya  seguro, 
los  remitió  y  luego  que  los  indios  le  vieron  sólo  lo  mataron  en  su 
misma  cas  »  (  ). 

La  misma  declaración  de  otros  varios  deponentes  existe  en 
Bogotá,  en  el  archivo  anexo  a  la  Biblioteca  Nacional,  y  entre  los 
declarantes,  hay  uno  que  acompañó  al  Padre,  como  miembro  de 
la  escolta  que  le  diera  el  señor  Bonilla,  en  la  circunstancia  que 
él  mismo  refiere. 

Creo  era  muy  joven  cuando  lo  martirizaron,   ignoro  el    afio. 

La  muerte  del  Padre  FIórez,  de  un  modo  tan  trágico,  fue  la 
vo"z  de  alerta  y  de  alarma  para  llamar  una  vez  más  la  atención  de 
los  superiores  a  que  volviesen  sus  miradas  sobre  los  pobres  misio- 
neros que  padecían  en  lejanas  tierras  y  no  tenían  apoyo  de  nin- 
guna clase;  a  que  instasen  con  mayor  energía  ante  la  Corrte,  para 
que  les  concediesen  a  los  misioneros  una  escolta  que  los  protegie- 
se y  los  hiciera  respetar  y  obligase  a  los  naturales  a  asistir  a  misa 
y  a  la  instrucción  y  no  \ot,  dejase  marcharse  a  los  mbntes,  cuando 
ellos  quisiesen. 

La  reclamación  fue  atendida  y  se  concedió  a  los  misioneros  lo 
que  pedían,  pero  la  gracia  concedida  no  mudaba  el  modo  de  ser  de 
los  naturales  ni  los  perfeccionaba  moral  o  intelectualraente.  Los  tra- 
bajos para  los  misioneros  quedaban  apoyados  en  las  mismas  ba- 
ses que  antes  tuvieran. 

(1)  Declaración  juramentada  de  Grefiforio  Bonilla.  San  Cristó- 
bal, año  de  1750. 


ACADEMIA  NACIONAL  DE  HISTORIA  225 


Estos  pocos  datos  que  conservamos  de  los  hechos  del  Padre 
Flóiez  y  de  su  muerte,  y  los  de  algunos  otros  misioneros  domini- 
cos, que  en  tierra  colombiana  sellaron  con  su  sangre  la  doctrina 
que  predicaban,  forman  uno  de  los  ramilletes  más  hermosos  que 
perfumará  perpetuamente  el  ambiente  moral  de  la  Provincia  Do- 
minicana de  San  Antonio  de  Colombia. 

Como  puede  observar  el  lector,  pocos  son  los  datos  que  aquí 
se  ofrecen  referentes  al  Padre  Flórez;  no  he  obtenido  más,  y  es  muy 
justo  recogerlos  y  con  veneración  recordar  su  nombre. 

Probabilidades  hay  de  que  nuestro  mártir  sea  bogotano,  con 
precisión  no  puedo  observarlo;  nuestros  archivos  en  luctuosos 
días  desaparecieron  y  no  tengo  a  la  mano  dato  preciso. 

A  los  amantes  de  las  glorias  nacionales  y  a  otros  más  afortu- 
nados que  el  autor  de  las  presentes  lineas,  creo  le  sean  de  algún 
provecho  los  presentes  datos. 

Fray  Humberto  E.  Molano  A.,  Orden  de  Predicadores.  Del 
Centro  de  Historia  de  Tunja. 


flCfiDEmifl  nflcionflh  de  biscoria 

Extracto  de  actas. 
I.*  DE  OCTUBRE 

Los  señores  Mendoza  y  Cuervo  participaron  que  habían  pre- 
sentado en  la  Cámara  de  Representantes  los  dos  proyectos  sobre 
murallas  de  Cartagena  y  Museo  Boliviano,  que  les  había  recomen- 
dado la  Academia. 

Se  leyó  un  telegrama  de  Medellín,  firmado  por  cEI  Correo 
Liberal»  y  los  señores  Uribe  Escobar  y  Resirepo  Laverde,  en  el 
cual  avisan  haber  insinuado  al  Congreso  la  celebración  del  cente- 
nario de  la  muerte  de  Francisco  Antonio  Zea.  Ss  excitó  a  los  aca- 
démicos que  son  miembros  de  las  Cámaras   para  apoyar  esta  idea. 

El  Presidente  de  la  Unión  Iberoamericana  de  Madrid,  marqués 
de  Figueroa,  comunicó  los  propósitos  de  ésta  sobre  la  Fiesta  de  la 
Raza. 

Fue  nombrado  el  señor  Quijano  miembro  del  jurado  para  el 
concurso  de  este  año,  en  reemplazo  del  señor  Orjuela,  quien  renun- 
ció el  cargo  por  sus  ocupaciones. 

Fueron  nombrados  miembros  correspondientes  de  la  Acade- 
mia los  señores  José  A.  Machado  y  Carlos  Medina  Chirinos,  de 
Venezuela;  Moisés  Bertoni,  del  Paraguay,  y  Mayor  Luis  Acebedo, 
de  Bogotá. 

Fueron  elegidos  presidente,  vicepresidente,  secretarios,  teso- 
rero y  bibliotecario  para  el  nuevo  período  los  señores  Restrepo 
(Eduardo),  García  Ortiz,  Posada,  Cuervo  (Luis  Augusto),  Wills  y 
Mesa,  respectivamente. 

El  señor  Barrera  presentó  varios  documentos  relativos  a  la  re- 
volución de  1830. 

XIV— 15 


226  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Los  señores  Robledo  y  Correa  avisaron  de  Medellín  haber  re- 
presentado a  la  Academia  en  el  centenario  del  señor  Uribe  Ángel. 

Varias  bibliotecas  y  archivos  extranjeros  acusaron  recibo  de 
las  publicaciones  de  la  Academia. 

El  señor  Arrubla  informó  que  estaba  ya  en  prensa  el  tomo 
XVIII  del  «Archivo  Santander.» 

Se  comisionó  a  los  señores  Rivas,  Posada  y  Monsaive  para  la 
colocación  de  una  placa  en  honor  del  sabio  Mutis. 

I  2    DB  OCTUBRE 

Se  aprobó  un  saludo  a  España  y  a  las  naciones  de  su  linaje, 
con  motivo  de  la  Fiesta  de  la  Raza. 

Se  leyó  el  informe  del  Jurado  sobre  el  concurso  anual,  cuyo 
tema  era  «La  mujer  en  la  Independencia,»  y  fue  premiado  el  tra- 
bajo del  señor  José  D.  Monsaive. 

El  Sec  etario  informó  sobre  las  labores  de  la  corporación  du- 
rante el  año.  Se  posesionó  el  nuevo  Presidente,  señor  Eduardo 
Restrepo. 

Pronunció  el  discurso  reglamentario  el  señor  Jorge  Ricardo 
Bejarano. 

2    DE  NOVJEMBRE 

Se  leyeron  muchas  notas  sobre  recibo  de  publicaciones  de  la 
Academia  y  de  agradecimiento  por  nombramientos  de  miembros 
correspondientes. 

El  Ministro  de  Francia  en  Bogotá  preguntó  si  se  habían  reci- 
bido las  revistas  «Journal  de  la  Société  des  Américanistes,»  «Pano- 
rama^ y  «Revue  de  l'Amerique  Latine, >  de  las  cuales  hace  el  Go- 
bierno francés  el  envío  puntualmente  a  la  Academia. 

El  señor  Martín  Medina  remitió  de  Boyacá  un  trabajo  sobre 
arqueología,  y  el  señor  Donaldo  Velasco,  de  esta  ciudad,  una  bio- 
grafía del  General  Nariño. 

El  señor  Pérez  Sarmiento  presentó,  en  tres   voluminosos  lega- 
jos, las  copias  tomadas  en  el  archivo    de  Indias,    del    proceso    de 
los  «Derecho;»  del  Hombre»  y  de  otras  causas   seguidas  en    la  mis 
ma  época. 

Los  señores  Caicedo  y  Quijano  informaron  sobre  el  estudio 
biográfico  del  doctor  Duque  Gómez,  por  el  señor  Correa. 

El  Bibliotecario,  señor  Mesa,  rindió  informe  de  la  marcha  de 
su  oficina  durante  el  año. 

El  señor  Rivas  habló  sobre  los  archivos  de  las  notarías  y  la 
conveniencia  de  reunirlos  en  un  local  adecuado.  Se  nombró  comi- 
sión para  ello. 

El  señor  Eduardo  Restrepo  manifestó  que  se  había  dirigido 
al  Congreso  en  solicitud  de  apoyo  para  continuar  la  publicación 
del  «Archivo  Santander,»  y  se  había  conseguido  se  señalara  algu- 
na partida  en  el  Presupuesto. 

El  Padre  Mesanza  envió,  de  Tunja,  varios  trabajos  sobre  do- 
minicos boyacenses  notables  y  sobre  el  Coronel  fray  Ignacio  Ma- 
rino. 

Se  acordó,  a  propuesta  del  señor  Triana,  hacer  presente  a  los 


ACADEMIA  NACIONAL  DE  HISTORIA  227 


sefiores  Presidente  de  la  República  y  Ministro  de  Instrucción  Pú- 
blica, la  conveniencia  de  impedir  la  dispersión  de  los  tesoros  ar- 
queológicos y  de  adquirir  algunos  de  ellos  para  el  Museo  Nacio- 
nal. 

El  sefior  Arrubla  participó  que  había  sido  nombrado  Director 
del  Museo  Nacional  y  que  proyectaba  establecer  conferencias  en 
el  local,  sobre  asuntos  históricos,  y  pidió  a  la  Academia  su  dicta- 
men con  respecto  al  local  para  aquél.  Todos  los  miembros  expre- 
saron su  complacencia  por  este  nombramiento. 

El  señor  Posada  leyó  un  trabajo  sobre  el  General  Valero,  na 
tural  de  Puerto  Rico,  que  prestó  importantes  servicios  en  la  In^ 
dependencia. 

El  señor  Quijano  comunicó  que  se  estaba  imprimiendo  acti-- 
vamente  el  tomo  i8  del  «Archivo  Santander.» 

El  señor  Moros  indicó,  como  lugar  apropiado  para  los  archivos 
notariales,  unos  salones  que  hay  en  el  Capitolio  sobre  las  salas  de 
las  Cámaras. 

i  5  DK  NOVIEMBRE 

El  Ministro  de  Instrucción  Pública  avisó  que  próximamente 
enviará  el  mapa  de  Colombia,  que  acaba  de  publicarse,  y  que  se 
le  pidió  para  la  Academia. 

La  Biblioteca  Nacional  de  Montevideo  acusó  recibo  de  la  obra 
Cartas  de  Caldas  y  de  otras  publicaciones. 

El  Administrador  de  Correos  solicitó  que  se  examinara  un  ar- 
chivo de  papeles  inútiles  que  existe  en  ese  ramo,  a  fin  de  ver  cuáles 
desea  adquirir  la  Academia.  Se  nombró  para   ello   una   comisión. 

El  Ministro  de  Obras  Públicas  transmitió  lo  publicado  en  varios 
periódicos  estadounidenses  sobre  ruinas  halladas  en  Colombia  por 
la  Expedición  Arqueológica  que  dirige  el  señor  J.  A.  Masón. 

La  Legación  francesa  anunció  que  la  Escuela  Libre  de  Cien- 
cias Sociales,  domiciliada  en  París,  acaba  de  crear  un  curso  sobre 
la  América  Latina,  y  que  tiene  por  objeto  hacer  conocer  a  ésta  en 
lo  relativo  a  su  historia,  sus  instituciones,  su  evolución  política,  su 
producción  intelectual,  sus  riquezas,  sus  medios  de  comunicación  y 
sus  recursos  económicos. 

El  General  Negret  envió  dos  trabajos  intitulados  el  uno  Puntos 
de  Histotia  y  el  otro  Taindala. 

El  señor  Restrepo  José  María  informó  sobre  los  escritos  Do- 
minicos boy  acenses  más  notables  y  El  Coronel  fray  Ignacio  MariFio, 
por  fray  Humberto  E.  Molano, 

El  mismo  dio  su  dictamen  sobre  las  consultas  que  hizo,  desde 
Santiago  de  Chile,  el  señor  Flórez  Vicuña  con  respecto  a  varios 
personajes  históricos. 

Se  trató  por  varios  académicos  sobre  la  necesidad  de  una  ley 
relativa  a  la  adquisición  para  el  museo  de  los  objetos  indígenas 
que  se  descubren  en  el  Quindío  y  otros  lugares. 

Fue  presentado  como  candidato  para  miembro  correspondiente 
el  señor  Enrique  Ruiz  Guifiazú,  de  la  República  Argentina, 

Dio  lectura  el  señor  Quijano  a  unas  reminiscencias  sobre  la 
celebración  de  nuestra  fiesta  nacional,  en  el  año  de  1849. 


228  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


I.       DE    DICIEMBRE 

El  Centro  de  Historia  de  Antioquia  remitió  el  acuerdo  de  ho- 
menaje en  el  centenario  de  don  Francisco  A.  Zea. 

El  señor  José  E.  Machado,  de  Caracas,  dio  las  gracias  por  su 
nombramiento  de  miembro  correspondiente. 

La  Unión  Panamericana  de  Washington  solicitó  varios  núme- 
ros del  Boletín  de  Historia  que  faltan  en  su  colección. 

La  Saciedad  Católica  de  Auxilios  Miduos y  de  Girardot,  solicitó 
la  expulsión  del  señor  Cornelio  Hispano  de  la  Academia,  por  sus 
escritos  sobre  Bolívar,  Ricaurte  y  Núñez.  Se  resolvió  contestarle 
que  dicho  señor  no  eí»  miembro  de  la  corporación. 

El  señor  Ministro  de  Instrucción  Pública  remitió  la  solicitud 
del  doctor  Gómez  Calvo,  en  la  cual  se  pide  un  concepto  sobre  la 
obra  Bolívar  y  la  posteridad.  Se  pasó  en  comisión. 

El  señor  Arrubla  informó  que  tiene  apartados,  en  el  Museo 
Nacional,  algunos  otros  objetos  propios  para  la  Quinta  de  Bolívar, 
y  participó  que  ya  tenía  arregladas  tres'salas  de  aquél. 

El  señor  Rivas  informó  sobre  la  biblioteca  de  dicha  Quinta,  de 
la  cual  dijo  podían  canjearse  algunas  obras  de  medicina,  inadecua- 
das allí  por  otras  relativas  al  Libertador. 

El  Cónsul  de  Colombia  en  Córdoba  (España),  avisó  que  va 
a  celebrarse,  en  la  ciudad  de  Priego,  cerca  de  aquélla,  el  segundo 
centenario  del  nacimiento  de  don  Antonio  Caballero  y  Góngora,  y 
solicitó  colaboración  para  ello. 

Se  acordó  una  manifestación  de  condolencia  a  la  Sociedad  de 
Americanistas^  de  París,  por  la  muerte  de  su  Presidente,  el  ilustre 
historiador  M.  H.  Verneau. 

Se  resolvió  que  la  Comisión  de  la  mesa  fije  los  premios  que 
hayan  de  darse  en  los  concursos  anuales. 

El  señor  Mesa  informó  que  ya  está  en  la  b'blioteca  de  la  Aca- 
demia el  archivo  que  la  Dirección  de  Correos  puso  a  disposición 
de  ésta,  y  que  se  ocupa  en  clasificarlo. 

El  señor  Correa  se  excusó,  por  motivos  de  salud,  de  hacer  la 
lectura  que  le  correspondía  en  esta  sesión. 

Se  suspendieron  las  tareas,  como  es  reglamentario,  hasta  el 
I. o  de  febrero  del  próximo  año. 

CARTAS  (1) 

DIRIGIDAS  AL  GENERAL  J.  M.  VERGARA 

Ejército  Liberador  de  Venezuela — Cuartel    General  en  Angostura,  a 
21  de  agosto  de  1818. 

Mi  querido  Vergara: 

Mañana  sin  falta  salgo  de  aquí  con  mis  tres  buques;  pasado 
mañana   saldrán  en  otro   Lara  y   Obando,    llevándome  doscientos 

(1)  Estas  cartas,  en  copia,  fueron  enviadas  el  año  pasado  a 
la  Academia  por  el  señor  don  J.  M.  Portocarrero.  Son  de  altísima 
importancia,  pues  en  ellas  se  ve  la  fe  de  Santander  en  el  éxito  de 
su  campaña  de  1819;   detalles   sobre  ésta;    episodios  de  los  combates 


CARTAS  DIRIGIDAS  AL  GENERAL  J.  M.  VERGARA       229 


fusiles,  más  pólvora,  etc.  De  suerte  que  me  pondré  en  Casanare 
con  mil  fusiles,  municiones,  etc,  etc.  ¡Cuánto  siento  no  llevarlo  a 
usted!  pero  no  pueden  ser  cumplidos  todos  los  gustos.  Tengo  ya  mi 
proclama  impresa  anunciándome  a  esos  caballeros  reinosos,  e  iba  a 
ponerle  «Cuartel  General  de  Tunja.»  Yo  estoy  loco;  unas  veces 
me  veo  en  Santafé,  y  otras  en  Zipaquirá.  Sobre  todo  soy  yo  el  que 
ordeno  y  mando.  Empéñese  hasta  con  Dios  haber  si  logra  largarse 
con  Morales.  Que  brille  esa  Guardia  de  honor  en  instrucción  y 
disciplina,  renuncie  sus  diez  pesos  y  no  exija  otra  recompensa  que 
la  de  ir  a  acompañarnos  a  Casanare,  Tunja,  Socorro  y  Santafé. 

Escribiré  muy  largo  de  Casanare,  lo  haré  seguidamente  de  So- 
gamoso,  y  luego  de  Santafé.  Si  mi  segunda  carta  no  llegare,  es  por 
que  habré  desaparecido  de  esta  mortal  vida. 

Escríbame  muy  circunstanciadamente  todo,  todo,  por  conducto 
de  Zea,  o  Soublette. 

A  Morales  mil  cosas,  y  que  soy  su  amigo.  Lo  mismo  a  los 
otros  paisanos.  A  Dios  a  quien  pido  bendiga  nuestras  empresas,  y 
nos  deje  reunir  en  Santafé. 

Soy  su  amigo  invariable,  Santander 

Señor  Corc^nel  J.  M.  Vergara,  Jefe  de  Estado    Mayor  de   la  Guar- 
dia de  Honor  de  F.  de  P.  S. — Upatá. 


Lag^,  abril  8  de  1819 
Vergara  muy  apreciado,  mi  amigo: 

Llegó  Morales  y  por  poco  no  me  deja  tiempo  para  escribir. 
¡Qué  placer  hubiera  yo  tenido  ayer,  si  usted  le  hubiese  acompaña- 
do! Créame  que  no  pasa  un  día  sin  que  me  acuerde  de  usted. 

Es  usted  Diputado  al  Congreso.  Vayase  luego,  luego,  y  no 
deje  que  nos  impongan  la  ley  lo?  Representantes  de  óoo  almas.  Ya 
se  dice  que  Nueva  Granada  /  Venezuela  están  incorporadas  de  he- 
cho. No  sé  de  dónde,  porqué  sea  esa  incorporación.  Asista  a  algu- 
nas sesiones,  pida  licencia,  o  renuncie,  y  véngase  aunque  sea  a  pié. 

Lara  llegará  a  allá.  Casi  no  sé  porqué  va.  Algo  podrá  decir 
contra  nosotros,  aunque  a  veces  no  lo  espero.  Usted  esté  a  la  mira, 
defiéndanos  y  avísenos.  Cuando  usted  me  hable  de  él,  dígame  el 
correo  de  las  brujas,  para  que  nadie  entienda  de  quién  se  trata.  El 
mismo  Lara  le  entregará  veinticinco  pesos  para  que  compre  un  ca- 


de la  Salina  y  Paya;  pormenores  de  la  odisea  de  Nariño,  en  el  viejo 
mundo;  y  algunos  datos  sobre  Arredondo,  Sasmayous  y  otras  víc- 
timas de  las  vísperas  de  Boy  acá,  apenas  mencionadas  por  ahí  en 
nuestras  historias.  Hay  también  una  referencia  a  la  viuda  e  hijos  de 
Miranda,  que  en  algo  servirá  para  la  crónica  familiar  de  éste  un 
tanto  misteriosa.  La  correspondencia,  por  insignificante  y  ligera  que 
parezca,  ss  una  de  las  fuentes  más  puras  de  la  historia,  y  a  medida 
que  es  más  íntima,  resulta  más  verídica  y  sincera.  Cuánta  epístola 
no  estará,  por  ahí,  desconocida  y  olvidada,  esperando  la  mano  acu- 
ciosa 3' patriótica  que  la  ponga  al  servicio  de  nuestra  historia! 

E.  P. 


230  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


bailo.  Aún  estamos  pobres,  y  yo  quisiera  sacarlo  a  usted  de  la  mise- 
ria en  que  me  dicen  vive. 

Véngase;  aquí  no  falta  qué  comer,  y  nuestros  bienes  son  comu- 
nes. Concha,  Fortoul,  Almeyra,  Ruíz,  Arredondo,  París  y  yo,  y 
ahora  Morales,  formamos  una  pandilla  de  cuenta.  Es  decir,  todo  es 
común.  Cancino  y  Duran  son  agregados 

Los  godos  me  están  jeringando:  actualmente  tengo  una  fuerte 
columna  en  el  pie  del  llano  por  Tocaría.  No  siento  sino  el  invier- 
no, que  ya  moja. 

Adiós   mi    amigo.    Cuente  usted  con  el  afecto    decidido  de  su 

amigO-^SANTANDER 

P.  D. — Dígale  usted  a  Justo  Ericeño  mil  cosas  de  mi  parte,  y 
que  no  sea  tan  vagamundo.  Que  yo  soy  siempre  el  mismo. 


Abril  22,  en  el  Palmar 

Vinieron  los  godos  con  2,200  infantes  y  700  caballos,  entre  los 
cuales  vino  un  cuerpo  de  españoles:  estuvieron  catorce  días  en  el 
llano,  sufrieron  una  deserción  horrible,  toda  clase  de  hostilidades, 
e  inutilizaron  sus  caballos,  y  al  fin  se  volvieron.  La  expedición  ha 
sido  vergonzosa.  Obando  estará  mañana  en  la  Salina,  yo  sigo  con 
700  infantes  para  Morcóte.  Sasmayous  con  100  dragones  divertirá 
a  Santafé  por  el  Valle  de  Tensa,  y  veremos  cómo  se  manifiestan  los 
godos  en  Sogamoso  y  Paya. 

Estoy  muy  ocupado.  Me  refiero  a  todas  las  comunicaciones 
oficiales.  Soy  siempre  su  amigo — Santander 

Señor  Coronel  José  María  Vergara.  Al  Cuartel  General  en  Jefe. 


Mi  apreciadisimo  Vergara: 

El  amigo  Morales  ha  dicho  a  usted  cuanto  hay  que  decir. 
Hemos  pasado  algunos  días  de  consuelo,  y  siempre  lo  he  pensado 
a  usted;  acaso  usted  habrá  pensado  en  la  misma  época  en  otras 
cosas.  Espero  el  parte  de  Sasmayous  de  que  ha  entrado  al  Valle 
de  Tensa  batiendo  el  destacamento  de  Miraflores.  Si  yo  tuviera 
8co  hombres  que  fueran  tropas,  estaría  marchando  a  Sogamoso; 
¿pero  qué  esperanza  me  darán  indios  como  los  del  Caroní?  En 
fin,  aunque  la  tropa  enemiga  es  muy  buena,  también  en  ella  hay 
patriotismo.  ¡Qué  soldados  tan  buenos  todos  los  que  se  me  han 
presentado  del  enemigo!  ¡Qué  armamento!  ¡Qué  equipamento! 
Hágase  usted  cargo  de  lo  que  podrán  sacar  los  españoles  del 
Reino. 

Si  usted  fuere  a  Guayana  y  pudiere  conseguir  rentas,  le  en- 
cargo un  sombrero  apuntado,  un  corte  paño  azul,  vueltas  y  solapa 
amarillas,  y  bordados,  aunque  no  sea  muy  lujoso,  y  un  par  de  botas 
buenas  que  en  mi  pie  vengan  grandes.  Si  se  puede  conseguir  li- 
bramento,  girarlo  contra  mí,  en  fin,  hasta  $  200  emplee  en  lo  me- 
jor. Si  tarda  mucho  no  me  podrá  servir,  porque  en  Santafé  o  Tun- 
ja  habrá  de  todo,  lo  que  servirá   de  gobierno;   y  calzones  de  ante, 


CARTAS  DIRIGIDAS  AL  GENERAL  J.  M.  VERGARA  231 

y  banda;  y  encargaría  todo  a  Colonias  con  dinero,  pero,  ¿i  quién 
encargo?  Memorias  a  Plaza  y  al  buen  amigo  Bremón.  Disponga  de 
su  amigo,  Santander 

Verá  usted  si  en  ese  Apure  encuentra  quien  le  dé  hasta  $  50, 
gírelos  contra  mí.  A  Macero  que  lo  pienso  y  que  desearía  que  es- 
tuviere por  aquí.  Escriba  Urgo,  largo,  largo 

Mis  amigos  Vergara  y  Morales: 

No  exijan  ustedes  que  yo  les  escriba,  porque  además  de  ser 
muy  perezoso  en  el  ramo  epistolar,  tengo  infinito  que  hacer,  ade- 
más de  la  gaceta  de  que  estoy  encargado,  y  para  cuyo  desempeño 
celebiaiía  infinito  estuviese  aquí  Vergara,  en  cayas  traducciones 
no  tendría  que  romperme  la  cabeza. 

Ya  saben  ustedes  por  Santander  el  estado  de  las  cosas  de  la 
Nueva  Granada,  y  la  resolución  del  Jefe  Supremo  a  nuestras  re- 
petidas instancias  para  que  ustedes  marchasen  con  él.  Ha  conve- 
nido en  que  ustedes  vayan  con  la  segunda  remesa  de  armamento, 
y  entonces  irá  también  Uribe  que  ya  se  está  restableciendo  de  una 
grave  enfermedad.  Si  no  van  ahora  es  porque  aquí  son  por  ahora 
más  útiles  que  allá;  pero  llegarán  a  tiempo  de  entrar  con  el  ejér- 
cito en  su  país. 

Vanegas  no  se  ha  ido  porque  le  han  robado  las  bestias.  Pien- 
sa irse  por  agua,  y  esta  era  una  buena  ocasión;  pero  se  presenta 
de  repente  y  apresurad.!,  y  él  hace  dos  días  que  no  lo  veo. 

Háganmele  ustedes  una  visita  a  las  amables  señoritas  que  les 
recomendé,  y  denle  muchas  expresiones  a  la  Mónica. 

Con  Vanegas  o  Venegas,  si  no  se  ha  ido  a  la  francesa  o  se  ha 
desaparecido,  escribiré  muy  largo.  Adiós— Zb- 

Iba  a  escribir  a  mi  querido  Anzoátegui,  pero  no  da  más  lu- 
gar Cerbellón;  salúdenmelo  ustedes  muy  afectuosamente. 

A  los  señores  Coronel  Vergara  y  Comandante  Morales  Pontón. 

Upatá, 

Confidencial — Gibraltar,  7  de  junio  de  1820 

Mi  querido  Vergara:  Con  cuánto  gusto  he  sabido  a  mi  vuelta 
al  mundo  que  usted  existía,  y  que  existía  para  la  patria.  Yo  hace 
poco  más  de  dos  meses  que  fui  puesto  en  libertad  en  visita  gene- 
ral de  cárcel,  a  consecuencia  del  decreto  de  Fernando,  de  9  de 
marzo,  y  salí  a  la  luz  después  de  estar  cuatro  años  encerrado,  sin 
comunicación,  y  sin  solicitarlo;  pero  bien  pronto  se  arrepintieron, 
y  se  trató  de  volverme  a  mi  antigua  morada,  mandándose  de  real 
orden  que  se  me  pusiese  en  la  cárcel  como  estaba.  Tuve  la  fortu- 
na de  saber  en  tiempo  esta  real  orden  constitucional,  y  no  están, 
do  de  humor  de  continuar  aquella  vida  eremítica,  tomé  un  caba- 
llo y  me  vine  a  lugar  de  salvamento,  en  donde  me  tendrá  usted 
algunos  días  pensando  lo  que  debo  hacer.  Pero  vaya  lo  más  gra- 
cioso: ayer  he  recibido  la  noticia  de  estar  nombrado  Diputado  por 
la  Nueva  Granada  para   las  próximas   Cortes  sin  haberme  habili- 


232  BOLETÍN  DE   HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


tado,  sin  haber  votado,  y  teniendo  seguramente  alguna  causa  por 
que  se  me  mandaba  prender  nuevamente,  de  modo  que  siendo  un 
fragmento  de  la  Soberanía  Española,  no  puedo  pisar  la  España, 
sin  haber  cometido  más  delito  que  ser  americano.  ¿Qué  tal  andan 
las  cosas   del  nuevo  Gobierno  constitucional? 

El  haberme  detenido  tanto  tiempo  en  España,  y  haber  entrado 
en  la  Sociedad  Patriótica  de  San  Fernando,  fue  por  que  llegué  a  creer 
que  podría  sacar  algún  partido  de  las  próximas  Cortes,  pues  real- 
mente hay  mucho  partido  de  españoles  ilustrados  que  desean  nues- 
tra emancipación;  y  siempre  debemos  preferir  la  pluma  a  la  espada, 
tanto  porque  así  lo  exige  la  humanidad,  como  porque  con  aquélla, 
seguramente  somos  superiores,  estando  la  razón  de  nuestra  parte. 
Aún  no  es  todavía  imposible,  pues  yo  creo  que  aún  no  está  con- 
cluida la  revolución  de  España,  y  en  un  mes  que  falta  para  la  ins- 
talación de  las  Cortes  nos  hemos  de  desengañar. 

A  pesar  de  haoer  hablado  con  infinitos  americanos,  y  entre 
ellos  con  mi  compadre  Cayzedo,  que  aguardo  en  estos  días  con  el 
Padre  Padilla,  todavía  no  sé  la  mitad  de  lo  que  ha  sucedido  en  los 
seis  años  de  mi  ausencia;  y  en  cuanto  el  estado  actual,  sólo  he 
visto  el  manifiesto  o  proclama  de  Zea,  a  quien  estoy  escribiendo, 
y  una  u  otra  gaceta  de  por  allá;  estando  con  el  cuidado  de  los  úl 
timos  resultados  entre  Bolívar  y  Morillo. 

Incluyo  a  usted  los  impresos  que  tengo  a  mano  y  que  tratan 
sobre  nuestras  cosas,  y  la  lista  de  los  americanos  que  han  salido 
nombrados  para  las  tales  Cortes.  Cualesquiera  uso  que  usted  quie- 
ra hacer  públicamente  de  mi  nombre  y  sucesos  que  no  sea  con  re- 
ferencia a  esta  que  le  escribo  ni  a  la  mansión  donde  me  hallo.  Escrí- 
bame usted  muy  largo,  mucho  mucho  sobre  el  estado  actual  en 
que  nos  hallamos,  tanto  de  hecho  en  nuestro  territorio  como  con 
respecto  a  la  opinión  y  voluntad  de  las  naciones  de  Europa,  y 
aun  de  la  América,  y  que  sea  bajo  cubierta  de  Mr.  Judah  Beno- 
liel  de  este  comercio.  Yo  aquí  soy  conocido  bajo  el  nombre  de  don 
Antonio  Alvarez,  aunque  Benoliel  y  sus  amigos  saben  el  otro  ape- 
llido que  tuve  que  suprimir  para  salir  de  España 

De  aquí  vamos  despachando  con  mil  trabajos  a  cuantos  ameri- 
canos se  presenten,  todos  pereciendo;  mañana  salen  para  Trinidad 
Rafael  Castillo,  hermano  de  Manuel,  y  José  María  Ruiz  y  un  tal 
Baranoa;  estos  dos  últimos  son  españoles  remitidos  presos  de  Ca- 
racas hace  och:)  años,  por  insurgentes. 

Si  me  detengo  en  ésta  haré  a  usted  algunos  encargos,  y  entre 
ellos,  de  ciertos  instrumentos  que  aquí  no  se  encuentran  y  que  allá 
en  nuestro  suelo  nos  hacen  mucha  falta.  Démele  usted  mil  abrazos 
a  Real  y  a  Agustín  Gutiérrez,  queme  escriban  aunque  yo  no  lo 
haga  hoy  porque  va  a  marchar  el  paquete,  y  sólo  me  da  tiempo 
para  decirle  que  existo,  que  existo  para  mi  patria,  y  que  soy  su  ver- 
dadero amigo — Antonio  Nariño 

P.  D.— No  van  los  impresos  porque  me  acaban  de  decir  que 
cuesta  mucho  el  correo,  y  no  sé  como  estará  vuestro  bolsillo,  y  así 
paciencia  por  ahora. 


CARTAS  DIRIGIDAS  AL  GENERAL  J.  M.  VERGARA  233 


Gibraltar,  27  de  junio  de  1820 
Señor  don  José  María  Vergara. 

Muy  señor  mío  y  amigo:  los  portadores  de  ésta  lo  serán  Mr, 
Carlos  Burk,  Mr.  Tomás  Conkiing  y  don  Vicente  Ucrós  de  Car- 
tagena de  Indias,  que  fueron  hechos  prisioneros  en  el  ejército  de 
Mina,  y  han  sufrido  tres  años  de  prisiones  por  la  causa  de  la  liber- 
tad de  América.  Los  recomiendo  a  usted  suplicándole  que  si  tiene 
órdenes  del  Gobierno  les  facilite  su  transporte  a  la  Costa  firme,  y 
los  más  auxilios  que  sean  compatibles  con  su  comisión;  y  en  caso 
de  no  estar  facultado  por  el  Gobierno,  que  como  amigo  les  sirva  en 
cuanto  pueda,  pues  sus  padecimientos  por  nuestra  causa  los  hace 
acreedores  a  toda  nuestra  consideración. 

Quedo  de  usted  con  el  aprecio  que  siempre  le  he  merecido  su 
seguro  servidor  y  amigo  — Antonio  Nariño 

Al  ciudadano  José  María  Vergara,  comisionado  por  el  Gobier- 
no de  Costa  firme  cerca  del  de  Su  Majestad    Británica  en  Londres. 

Gibraltar,  27  de  junio  de  1820 

Mi  estimado  Vergara:  por  este  mismo  barco  escribo  a  usté  i  re- 
comendando a  tres  desgraciados  de  los  muchos  que  hemos  gemido 
en  estos  ocho  años,  entre  ellos  va  Ucrós  que  es  de  Cartagena  y  que 
ni  tiene  conocimiento  ni  k^s  arbitrios  que  pueden  los  otros  propor- 
cionarse, y  asi  es  preciso  verlo  con  preferencia,  sin  que  por  esto 
decaiga  mi  recomendación  para  con  los  otros  dos. 

De  aquí  he  despachado  ya  hace  ocho  días  para  Trinidad  a 
Castillo,  Ruiz  y  Baraona,  obligándome  por  su  viaje,  como  he  he- 
cho con  éstos  también  de  quienes  he  salido  responsable.  Al  Pe. 
Padilla  con  el  tío  Fernando  Cayzedo  los  aguardo  de  un  día  a 
otro,  y  al  primero  es  preciso  pagarle  el  viaje;  en  Cádiz  hay  por- 
ción de  americanos  pereciendo,  y  yo  ya  no  puedo  ni  con  mi  figu- 
ra. Con  Castillo  escribí  al  Gobierno  indicándoles  la  casa  de  Mr. 
Judah  Benoliel  para  que  pusieran  en  su  poder  algunas  cantidades 
con  qué  socorrer  a  tanto  infeliz  de  quienes  no  se  acuerdan  y  cuya 
conducta  en  esta  parte  es  motejada  por  los  extranjeros  que  quizá 
los  están  socorriendo.  Si  usted  los  tuviere  como  más  inmediato, 
se  la  indico,    y  la  de   Mr.  J.  Maclian,    también    de  este  comercio. 

Tenía  muchas  cosas  que  decir  a  usted,  pero  este  viaje  ha  sido 
repentino,  y  en  la  misma  hora  de  marchar  remito  los  impresos  que 
he  encontrado  a  mano,  y  siento  no  tener  aquí  ios  tres  impresos, 
que  han  salido  sobre  el  número  de  ni^stros  suplentes  en  Cortes 
que  son  muy  buenos. 

Saludo  cordialmente  a  Real  y  a  Gutiérrez,  que  son  los  únicos 
de  que  tengo  noticia  se  hallan  en  ésa  escapados  de  la  gran  tor- 
menta. Dígales  usted  que  me  escriban  bajo  cubierta  de  una  de  las 
dos  casas  arriba  mencionadas. 

Yo  necesito  algunos  encarguillos  de  é^a,  pero  este  es  punto 
para  más  despacio.  Entretanto  contestarme  al  instante  dándome 
una  razón  bien  circunstanciada  del  estado  de  nuestras  cosas,  bajo 
la  cubierta  indicada,  no  dudando  de  que  siempre  soy  el  mismo 
a  fectísim  o — Nariño 


234  BOLETÍN   DE   HISTORIA    Y    ANTIGÜEDADES 

París,  18  de  noviembre  de  1820 
Señor  doctor  José  María  Vergara. 

Mi  querido  Vergara:  Esta  es  mi  despedida;  yo  abrazo  a  usted 
desde  París,  y  deseo  poderlo  hacer  en  Cundinamarca.  El  23  pien- 
so marchar   al  Havre  y  desde  allí  tomar  mi  rumbo. 

Nada  he  vuelto  a  saber  de  usted  desde  la  última  que  me  es- 
cribió, y  siento  no  poderle  decir  otra  cosa  sino  que  todos  estamos 
buenos  y  contentos. 

Salúdeme  usted  con  el  mayor  cariño  a  la  señora  y  los  hijos 
de  nuestro  desgraciado  Miranda,  y  al  amable  Mr.  Moüní,  que  en- 
tregué su  carta  en  Calais  a  Leleur;  que  me  atendió  y  sirvió,  y  que 
por  ello  le  doy  las  gracias  y  deseo  que  en  cualquiera  parte  me 
ocupe. 

Aunque  aquí  se  me  ha  hecho  mi  retrato,  no  se  lo  mando  a  u;- 
ted  porque  se  lo  guardo  con  el  original  para  cuando  llegue  usted 
a  Bogotá. 

Solicite  usted  a  todo  costo  los  Comentarios  de  Montesquieu,  y 
la  última  edición  de  Jonuny,  y  no  lea  otra  cosa  desde  hoy  hasta 
que  se  vuelva  a  ver  con  su  amigo,  NariSo 


Pora,  mayo  3  de  1819 
A  Monsieur  Vergara — 27  Grafton  St    Fesroj  Sq. — London. 

Mi  siempre  querido  Vergara: 

Estarás  con  la  mayor  curiosidad  por  saber  nuestras  operacio- 
nes; pues  vaya  usted  oyendo,  señor  Serbeti:  se  destinó  a  Obando  a 
la  Salina,  la  sorprendió  el  24  próximo  pasado  y  tomó  toda  su  guar- 
nición compuesta  de  49  hombres,  i  tambor,  r  pito,  4  Oficiales,  3 
españole-:,  51  fusiles,  51  cartucheras  municionadas  a  5  paquetes, 
muchos  víveres,  muías,  caballos,   sales,  etc. 

Nosotros  marchamos  a  Morcóte;  desde  allí  siguió  Arredondo 
a  Paya,  batió  djs  Compañías  del  Tambo,  pero  reforzadas  éstas  por 
un  número  muy  superior  al  que  él  mandaba,  se  retiró  a  Morcóte 
en  el  mayor  orden  con  sóio  un  Sargento  herido.  El  enemigo  per- 
dió como  40  hombres  entre  muertos  y  heridos. 

Al   Comandante  de  la  Salina  se  le  tomó  toda  la  corresponden 
cia.    En  ella  hemos  visto    los  impresos   en  Santafé,    llenos   de  mil 
ridiculeces,  majaderías  y  mil  enredos  de  cosas. 

El  enemigo,  al  retirarse  de  Paya,  quemó  su  almacén  de  víve- 
res, y  los  nuestros  les  quemaron  la  casa  fuerte  o  castillo  que  allí 
tenían.  En  esta  jornada  se  han  conducido  bien  hasta  los  indios  re- 
clutados.  El  invierno  apura,  y  hoy  estamos  en  Pore.  Sasmayous 
se  presentará  bien  pronto  sobre  los  Valles  de  Tensa;  hay  algunos 
cuerpos  de  caballería  en  diversos  puntos  de  nuestra  linea,  cerca 
del  enemigo.  Nuestras  operaciones  serán  consecuencia  de  los  avi- 
sos que  tengamos  de  las  de  los  godos. 

Por  el  diario  tomado  al  Comandante  de  la  Salina,  se  sabe  quei 
en  lo  interior  del  Reino   molestan   con  frecuencia  muchas  guerri- 


CARTAS   DIRIGIDAS  AL  GENERAL  J.  M.  VERGARA      235 


Has,  Un  tal  Santana  mmda  una  de  Oiba;  un  Calvo  la  otra,  que 
dicen  tiene  200  fusileros  y  bastantes  caballos,  en  Coromoro;  Vi- 
cente Acevedo  otra  en  Simacota;  Santos  otra  en  Cincelada.  La  de 
Calvo  batió  la  tercera  Compafiía  de  Numancia.  Por  uno  de  los 
pasados  que  hace  seis  meses  llegó  de  Cartagena  a  Sogamoso  y  se 
pasó  a  nosotros  en  estos  días,  se  sabe  que  el  barrio  de  Gimaní  se 
levantó  cuntra  los  españoles,  y  lo  mismo  las  sabanas  de  Tolú,  ¿qué 
tal  señor  Serbeti?  (Por  el  diario)  que  por  marzo  del  año  pasado  se 
descubrió  en  Santafé  otra  revolución  en  que  estaban  comprendidos 
algunos  cuerpos  militares,  y  he  visto  un  oficio  de  Fominaya  por  el 
que  se  sabe  estaba  practicando  en  el  Socorro  una  pesquisa  secreta 
sobre  esta  misma  revolución  que  se  cree  de  acuerdo  con  aquella 
provincia  (por  el  mismo  diario).  Los  víveres  que  se  les  envían  de 
Sogamoso  son  siempre  muy  malos.  En  la  harina,  piedras  de  3  y  5 
libras,  y  no  pueden  conseguir  pare  Casanare  una  espía  a  ningún 
dinero.  Tienen  la  más  grande  desconfianza  de  todos  los  pueblos. 
Contestes  todos  los  pa?ados  aseguran  que  han  salido  tropas  para 
el  sur,  y  que  desde  allí  se  les  llama  fuertemente  la  atención  a  los 
godos,  que  se  decía  haber  tomado  el  General  Mina  a  Lima  y  que 
Gregor  obraba  sobre  Santa  Marta.  Hasta  ahora  sólo  sabemos  que 
han  marchado  de  las  tropas  de  Barreiro  algunas  para  Santafé,  o 
Sogamoso,  que  será  lo  más  cierto.  Por  los  ajustes  y  otros  docu- 
mentos del  batallón  que  estaba  en  la  Salina  y  es  el  i.°  del  Rey,  de- 
ducido las  muchas  deserciones  que  sufren,  los  no  pocos  que  fusilan 
y  destinan  a  presidio  por  insurgentes.  No  hay  otra  cosa  que  comu- 
nicar a  Vuestra  Señoría.  No  te  envío  algunos  impresos  y  el  diario 
cogido  a  los  enemigos  porque  el  General  los  remite  al   señor  Zea. 

Entre  los  papeles  cocidos,  está  la  carta  que  te  incluyo  para 
que  te  diviertas  y  veas  cómo  anda  la  putería.  Hemos  comido  al- 
gunas galletas  de  las  de  la  Salina,  mucho  carabure,  maduro,  coci- 
do, etc.,  etc.,  y  el  General  tiene  su  carga  de  harina. 

Saluda  a  Macero,  que  ésta  e-<  suya;  a  Plaza,  Carreño,  Uribe, 
Córdoba,  Lugo,  Uscátegui,  Pigot  Sandes,  Minut,  mil  expresio- 
nes. Dile  a  Carrillo  que  vi  a  su  hermano  en  Tame,  que  me  le  ofre- 
cí, y  que  hasta  ahora  no  me  ha  ocupado.  Al  Padre  Travieso  cien 
mil  cosas. 

Si  sabes  de  Pepa,  si  la  ves,  si  le  escribes,  si  sueñas  con  ella, 
dila  en  todas  ocasiones  cuánto  la  pienso 

Díme  si  sabes  dónde  está  el  Mayor  Gil.  A  Vanegas  muchas 
cosas,  que  he  extrañado  no  me  escriba,  que  lo  haga  muy  largo,  y 
lo  mismo  a  Macero. 

Escríbeme  larguísimo.  El  General  te  dice  que  reputes  ésta  por 
suya.  Si  vas  a  Guayana,  avísamelo  para  ciertos  encargos  que  tengo 
que  hacerte. 

No  olvides  a  tu  invariable  amigo,  A.  Morales 

Díle  a  Macero  que  si  puede  hacerme  traer  unas  piezas  de  car- 
lancan,  otras  de  panchos  y  otros  de   bretaña,  con  algunos  listados. 


236  BOLETÍN   DE  HISTORIA  Y    ANTIGÜEDADES 


me  los  envíe  cuanto  antes  y  gire  contra  mí  su  valor  que  entre- 
garé en  pesos  duros,  siempre  que  no  pasen  de  200.  Que  por  con- 
ducto del  Coronel  Yncinaso  a  quien  saludo,  lo  puede  conseguir, 
y  lo  mismo  algunas  otras  cosillas  que  aquí  tiene  buena  salida 
todo  género  bueno,  pues  no  hay  ni  un  pañuelo. 

Saluda  al  señor  Salón,  a  los  señores  Anzoátegui  y  Soublette  y 
a  todos  los  demás  amigos.  Tuyo,  Morales 


un  hlBRO  DE  E5PED0 

El  Boletín  de  la  Sociedad  Ecuatoriana  de  Estudios  Históri- 
cos Americanos  (hoy  Academia  de  Historia)  publicó  en  1920 
(número  12)  un  estudio  bien  interesante  del  señor  Homero  Viteri 
sobre  el  ilustre  don  Francisco  Espejo,  y  allí  se  habla  de  una 
obra  publicada  por  éste  en  Bogotá.  Dice  así  la  parte  referente 
a  dicho  asunto: 

El  Arzobispo  González  Suárez,  en  su  último  Estudio  dice  que 
solamente  una  obra — Las  primicias  de  la  Cultura  de  Quito — se 
imprimió  en  vida  de  Espejo.  Para  que  haya  precisión  transcribamos 
textualmente  las  palabras  del  sabio  historiador: 

«De  las  obras  de  Espejo  solamente  una  se  imprimió  en  vida  del 
autor:  todas  las  demás  quedaron  inéditas,  y  así  inéditas  han  per- 
manecido hasta  nuestro  tiempo. 

«El  discurso  ditigido  a  los  socios  de  la  Concordia  se  impri- 
mió en  Las  Primicias  de  la  Cultura  de  Quito,  y  los  números 
de  este  periódico  fue  lo  único  que  Espejo  tuvo  la  s  itisfacción  de 
ver  impreso  en  su  patria,  viviendo  él:  en  Madrid  se  publicó  tam- 
bién por  la  imprenta  un  corto  trabajo  mé  Jico  sobre  la  curación  de 
las  viruelas;  pero  este  opúsculo  quedó  casi  desconocido  en  Amé- 
rica» (1). 

De  la  publicación  hecha  en  Madrid  nos  ocuparemos  después. 

Anotemos,  ahora,  que  el  Discurso  en  referencia  se  publicó 
primeramente  en  Bogotá,  antes  que  en  Las  Primicias. 

Fundamos  nuestra  opinión  en  las  consideraciones   siguientes: 

Espejo,  en  párrafos  que  antes  transcribimos,  relata  ios  antece- 
dentes del  Discurso  y  de  la  Sociedad  de  la  Concordia;  cuenta 
que.  en  noviembre  de  1789,  llegó  a  Santafé— donde  estaba  Es- 
pejo— su  íntimo  amigo  el  ilustre  Marqués  de  Selva  Alegre  y  que 
éste:  «le  estimuló  a  escribir  y  le  determinó  a  dar  a  luz  el  referido 
discurso,  ofreciendo  poner  todos  los  medios  necesarios  para  ob- 
tener la  licencia  de  su  impresión,  y  costearla  con  liberalidad.» 
Agrega,  después,  el  médico  quiteño:  «Lo  que  importa  saber  es 
que  luego  que  fue  escrito  el  Discurso  procedió  el  Marqués  de 
Selva  Alegre  a  consultarlo  con  las  personas  más  juiciosas,  ilustra- 
das y  capaces  de  Santafé....  Todas  ellas  fueron  de  parecer  que 
se  debía  publicar  cuanto  antes.» 


(1)  Escritos  de  Espejo,  i  (página  lxi). 


UN  LIBRO  DE  ESPEJO  237 


Al  terminar  la  lectura  de  estas  frases  anunciadoras  a  cualquie- 
ra  se   le   ocurre   una  pregunta:  ¿llegó    a  publicarse    el  Discurso? 

Sí,  respondemos  nosotros,  se  publicó  en  Bogotá. 

Espejo  nos  lo  dice  de  un  modo  tan  claro  y  evidente  que  no 
hay  lugar  a  duda.  En  el  número  4  de  Primicias  de  la  Cultura  de 
Quito,  de  fecha  1 6  de  febrero  de  1792,  empieza  a  reproducir  el 
célebre  Discurso  que  continúa,  hasta  concluirse,  en  los  números 
5,  6  y  7.  En  el  número  4,  explicando  la  publicación  del  Discur- 
so, expresa  que  desea  «tratar  de  la  historia  de  la  Sociedad  Pa- 
triótica de  Quito,»  y  para  ello  «no  duda  transcribir  los  documen- 
tos, con  preferencia  a  la  narración  seguida  y  metódica.»  Por  fin, 
escribe:  cDamos  principio  por  el  discurso  impreso  en  la  ciudad 
de  Saniafé,  primero  atendiendo  principalmente  a  complacer  a 
los  que  lo  desean  y  no  lo  hallan,  por  razón  de  que  se  han  consu- 
mido los  ejemplares  que  se  tiraron  en  corto  número,  y  segundo, 
cuidando  de  que  efectivamente  se  restituya  al  genio  quiteño  el  celo 
de  sus  mayores.» 

Con  lo  dicho  queda  suficientemente  demostrado  que  el  dadi- 
voso Marqués  de  Selva  Alegre  cumplió  su  gentil  promesa  de  publi- 
car el  Discurso  de  Espejo. 

Y  sólo  para  corroborar  la  existencia  de  la  edición  hecha  en 
Bogotá,  vamos  a  tener  otra  prueba. 

Cuando  en  el  año  de  1794  se  confiscaron  los  bienes  del  Pre- 
cursor de  la  independencia  de  Colombia,  don  Antonio  Nariño  y 
Alvarez,  los  encargados  de  efectuar  el  embargo  tuvieron  que  dedi- 
car algunos  días  a  la  taiea  de  inventariar  la  rica  y  variada  biblio- 
teca del  procer  colombiano.  En  el  acta  correspondiente  a  la  tarde 
del  31  de  agosto  de  1794,  entre  los  libros  embargados  se  lee: 
«ítem,  otro  ídem,  Discurso  dirigido  a  la  Sociedad  Patriótica  de 
Quito»  (i).  Suscriben  el  acta  Malo,  Ortega  y  Juan  Nepomuceno 
Camacho.  (José  Gil  Martínez  Malo,  Alguacil  Mayor  de  Corte,  que 
cctuaba  en  virtud  de  comisión  del  Oidor  Joaquín  Mosquera  y  Fi- 
gueroa;  don  José  Ortega,  hermano  de  doña  Magdalena  Ortega, 
esposa  de  Nariño;  Juan  Nepomuceno  Camacho,  Escribano). 

Si  recordamos  la  buena  amistad  de  Espejo  y  Nariño,  es  muy 
fácil  comprender  que  en  su  biblioteca  existiera  el  Discurso  del 
Precursor  de  la  Independencia  del  Ecuador.  También  es  muy  cla- 
ro que  el  Discurso  embargado  debió  ser  de  la  edición  hecha  en 
Bogotá  y  costeada  por  el  Marqués  de  Selva  Alegre.  Ya  hemos  di- 
cho que  en  Quito  se  publicó  sólo  por  fragrnentos  en  cuatro  núme- 
ros de  Las  Primicias.  Si  acaso  se  hubiera  , tratado  de  la  impresión 
hecha  en  Quito,  se  la  hubiera  inventariado  con  el  nombre  princi- 
pal del  periódico,  es  decir,  Primicias  de  la  Cultura  de  Quito,  y 
no  entre  tomos  «a  la  rústica,  en  cuarto.» 

¿Quedará  algún  ejemplar  de  la  edición  de  Bogotá?  No  lo  sa- 
bemos. Hemos  recorrido    prolijamente  la    Bibliografía  Bogotana, 


(1)  Eduardo  Fosada  y  Ptdro  M.  Ibañez,  El  Precursor.  Docu- 
mentos para  la  vida  pública  y  privada  del  General  Antonio  Nariño. 
Bogotá,  1913.  (Página  176). 


238  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


escrita  en  19 17  por  el  erudito   historiador    Eduardo  Po.i.ida,  y  allí 
nada  se  dice  del  Discurso  de  Espejo. 

Y  en  el  número  siguiente  del  citado  Boletín  adiciona  su  es- 
crito el  señor  Viteri  con  este  artículo: 

Nosotros,  fundándonos  en  claras,  exptesas  y  terminantes  de- 
claraciones de  Espejo,  opinamos  que  el  célebre  Discurso  a  los 
miembros  de  la  Sociedad  de  la  Concordia  se  imprimió,  también  en 
vida  del  autor,  en  Bogotá  antes  que  en  Quito. 

Invocamos,  además,  en  favor  de  nuestra  creencia,  el  hecho  de 
que  en  el  inventario  de  los  bienes  confiscados  en  el  año  de  1794, 
al  Precursor  de  la  independecia  de  Colombia,  Antonio  Narifto  y 
Alvarez,  figura,  entre  los  libros  y  folletos,  el  Discurso  dirigido  a 
la  Sociedad  Patriótica  de  Quito,  publicación  que  suponíamos 
ser  la  hecha  en  Bogotá  en  1789  y  no  la  que  apareció  en  Quito 
en  1792. 

Ahora  podemos  comunicar  al  amigo  lector  que  hemos  en- 
contrado una  prueba  decisiva  que  confirma  plenamente  nuestra 
anterior  suposición. 

En  el  tomo  iii  de  los  Anales  de  la  Universidad  de  Quito  se 
halla  reproducido  el  Discurso  de  Espejo,  precedido  de  esta  pre- 
sentación elogiosa  para  el  patriota  quiteño:. 

<rHay  escritos  que  no  perecen  jamás  y  que  tienen  oportunidad 
cada  vez  que  se  los  leproduce;  uno  de  éstos  es  el  Discurso  del 
doctor  Eugenio  Espejo,  miembro  y  honra  de  esta  Universidad 
Central. 

«Las  ideas  avanzadas  de  Espejo;  los  principios  económicos  to- 
davía desconocidos  en  Quito;  esa  vista  general  que  todo  lo  abarca; 
esa  generalidad  de  miras;  esa  perspicacia  que  se  revela  en  el  Dis- 
curso asombra  a  los  que  sabemos  cuál  era  el  estado  de  aislamiento, 
atraso  y  opresión  en  que  yacía  Quito  en  aquella  época  luctuosa  en 
que  la  inercia  y  casi  la  imbecilidad  del  Monarca  español  y  la  se- 
nectud de  la  vasta  Monarquía  que  había  caído  de  su  antiguo  es- 
plendor pesaban  sobre  las  colonias  como  una  losa  de  mármol 
negro  sobre  un  sepulcro. 

«Espejo  es  en  Quito  lo  que  el  Padre  Mariana  fue  en  España, 
genio  superior  a  su  siglo,  talento  gigante  capaz  de  levantar  un 
pueblo,  una  generación,  un  nuevo  sistema  filosófico  y  político  en 
sus  hombros  y  colocarlo  sobre  el  nivel  de  las  generaciones  sus 
contemporáneas:  por  eso  la  Providencia  le  concedió  la  gloria  de 
iniciar  él  primero  entre  todos  los  americanos,  la  idea  de  indepen- 
dencia y  la  de  libertad,  conservando  la  cruz  sin  la  que  no  puede 
conseguirse  la  primera  ni  vale  para  nada  la  segunda. 

«Hoy,  pues,  que  tanto  necesitamos  de  la  concordia  como  ele- 
mento de  progreso;  hoy  que  el  millón  de  ecuatorianos  debe  traba- 
jar como  un  solo  hombre  para  que  empiece  la  vida  de  la  verdadera 
República;  hoy  que  el  vapor  y  la  electricidad  han  puesto  al  Viejo 
Mundo,  lleno  de  sabiduría  y  conocimientos  útiles,  tan  cerca  de 
nosotros   que   podemos  escuchar  sus  lecciones  y   mirar  de  hiloen 


UN  LIBRO  DE  ESPEJO  239 


hilo  sus  continuos  descubrimientos,  la  voz  de  Espejo  pueda  quizá 
ser  el  fluido  galvánico  que  sacuda  los  miembros  ateridos  de  los 
ecuatorianos  y  los  saque  de  ese  pantano  que  paraliza  todas  las 
fuerzas,  enerva  todas  las  inteligencias  y  corrompe  todos  los  corazo- 
nes. Busquemos  unidos  el  adelanto  social,  y  Dios  moralizará  nues- 
tras costumbres;  bendecirá  nuestros  trabajos;  despejará  nuestras 
mentes  y  la  Universidad  de  Quito  será  el  punto  de  partida  de  la 
ciencia,  de  los   conocimientos  útiles  y  del  verdadero  progreso»  (i). 

Las  palabras  transcritas,  asi  como  la  reproducción  del  Dis- 
curso, atribuímos  al  actual  Arzobispo  de  Quito,  doctor  Manuel 
María  Pólit,  entonces  profesor  de  inglés  de  la  Facultad  de  Filoso- 
fía y  Letras  y  entusiasta  colaborador  de  los  Anales,  en  donde 
publicó  artículos  históricos  interesantes  como  los  titulados  El 
Manuscrito  de  Faenza  en  la  Biblioteca  Nacional  de  Quito  y  Poe- 
tas ecuatorianos  del  siglo  xviii  (2). 

La   reproducción   de  1889  en  los  Anales,  es  como  sigue: 

DISCURSO 

DEL  DOCTOR  DON   EUGENIO   ESPEJO 

dirigido  a  la  muy  ilustre  y  muy  leal  ciudad  de  Quito,  representada 
por  su  ilustrísimo  Cabildo,  justicia  y  Regimiento,  y  a  todos  los  se- 
ñores socios  provistos  a  la  erección  de  una  sociedad  patriótica,  so- 
bre la  necesidad   de  establecerla    luego  con    el  título  de  Escuela  de 

la  Concordia. 

Con  licencia  del  Superior  Gobierno:  en  Santafé    de  Bogotá,  por  don 
Antonio  Espinosa. 

Señores:  Al  hablar  de  un  establecimiento  que  tanto  dignifica  a 
la  razón,  no  será  mi  lánguida  voz  la  que  se  oiga;  será  aquella 
majestuosa  (la  vuestra  digo)  articulada  con  los  acentos  de  la  huma- 
nidad. Si  es  así, etc. 

La  leyenda  «Con  licencia  del  Superior  Gobierno,  en  Sartafé 
de  Bogotá,  por  don  Antonio  Espinosa»  prueba,  evidentemente,  la 
publicación  del  Discurso  en  la  capital  del  Virreinato  de  la  Nue- 
va Granada. 

La  reproducción,  en  los  Anales,  se  ha  hecho  usando  un 
ejemplar  de  los  editadus  en  Bogotá,  en  1789,  y  no  el  discurso  pu- 
blicado, por  partes,  en  los  números 4.  5.  6  y  7  de  Las  Primicias  de 
la  Cultura  de  Quito,  en  1792. 

Comparadas,  con  prolijo  esmero,  las  dos  ediciones  del  Dis- 
curso, hemos  notado  algunas  pequeñas  correcciones  hechas  por 
Espejo  en  la  edición  quiteña.  Las  enmiendas  del  patriota  ecuato- 
riano se  refieren,  en  general,  a  correcciones  de  lenguaje. 

En    la    edición    quiteña  hay  una  añadidura  de    importancia  y 


(1)  Anales  de   la  Universidad  de  Quito,  tomo   iii,   año  1889,  pá- 
gin  a  320. 

(2)  Anales   de   la    Universidad   de   Quito,    tomo  in,   páginas  6, 
408  y  492. 


240  BOLETÍN    DE   HISTORIA    Y   ANTIGÜEDADES 


.que  se  refiere  a  algo  que  aun  en  nuestros  días  encarna  una  aspi- 
ración nacional. 

Se  lee  en  la  publicación  de  Bogotá:  « que  el  hombre  pú- 

blic3  y  el  hombre  privado,  el  rico  de  hacienda  y  el  rico  de  talentos: 
que  todo  quiteño,  en  una  palabra,  corre  el  diseño,  prepara  los 
arreos,  arbitra  los  medios,  vence  las  dificultades,  facilita  los  traba- 
jos, economiza  los  gastos,  y  calculando  con  el  amor  patriótico  el 
buen  éxito,  emprende  la  apertura  de  los  caminos,  y  en  especial 
hacia  el  Norte  para  facilitarse  desde  muy  poca  distancia  navegar 
en  el  mar  del  Sur.» 

La  edición  quiteña  tiene  una  interesante  llamada,  en  esta 
parte  «. . . .  que  el  hombre  público  y  el  hombre  privado,  el  rico 
de  hacienda  y  el  rico  de  talentos,  que  todo  quiteño,  en  una  pala- 
bra corre  el  diseño,  prepara  los  arreos,  arbitra  los  medios,  veiice 
las  dificultades,  facilita  los  trabajos,  economiza  los  gastos,  y  calcu- 
lando con  el  amor  patrótico  el  buen  éxito,  emprende  la  apertura 
de  los  caminos  y  en  especial  hacia  el  Norte,  el  de  Malbucho  [i] 
para  facilitarse  desde  muy  poca  distancia  navegar  en  el  Mar  del 
Sur.» 

La  llamada  dice  lo  siguiente: 

[i]  «En  otro  de  nuestros  periódicos  haremos  la  descripción  de 
la  apertura  de  este  camino.  Por  ahora  se  hace  necesario  decir 
que  está  casi  enteramente  verificada  y  próxima  a  tocar  con  el  em- 
barcadero que  ofrece  el  río  de  Santiago.  Parece  que  no  percibimos 
todavía  las  ventajas  que  vamos  a  sacar  de  la  comunicación  con  el 
mar  y  sus  costas  feracísimas;  porque  no  nos  atrevemos  a  creer  que 
se  haya  abierto  el  camino  hasta  lo  más  íntimo  de  los  bosques  im- 
penetrables que  era  preciso  vencer.  Pero  a  pesar  de  estos  obstácu- 
los que  se  juzgaoan  insuperables,  en  especial,  si  se  atendía  a  la 
miseria  y  pobreza  que  experimentamos,  don  José  Pose  Pardo,  ac- 
tual Corregidor  de  Ibarra,  va  a  poner  glorioso  fin  a  esta  empresa. 
Su  genio  infatigable,  su  constancia,  celo  y  honor  han  constituido 
el  manantial  y  fondo  de  riquezas,  que  ha  gastado  en  las  distribu- 
ciones diarias  de  los  trabajadores.  Con  tan  preciosas  virtudes  se  ha 
hecho  acreedor  a  la  gratitud  de  la  Patria.  Ella  levantará  a  su  tiem- 
po su  voz  enérgica  para  aceptar  sus  servicios;  y  ella  misma  canton- 
ees sellará  los  labios  de  la  malignidad  insensata,  que  ha  propendi- 
do unas  veces  a  difundir  el  mérito  de  don  José  Pose,  otras  veces  a 
esparcir  noticias  funestas  de  la  imposibilidad  de  la  apertura,  siem- 
pre a  impedir  que  se  verifique  ésta;  porque  las  almas  bajas  ponen 
su  gloria  en  las  desdichas  de  la  Patria,  y  quieren  sacar  sus  triunfos 
del  abatimiento  y  ruina  de  sus  semejantes»  (i). 

¡Admirables,  proféticas  palabras,  que  resuenan  trágicamente 
a  más  de  cien  años  de  haber  sido  escritas! 

Para  que  se  tenga  una  idea  de  las  variantes  que  hay  en  las 
ediciones  del  Discurso,  copiamos  una  de  las  dos  alteraciones  prin- 
cipales: 


(1)  Escritos  de  Espejo,tomo  i,  página  91. 


UN  LIBRO  DE  ESPEJO 


241 


EDICIOK  DB  BOGOTÁ 

«¡Feliz  yo  si  con  mi  celo  ar- 
diente soy  capaz  de  sacrificarle 
mis  débiles  esfuerzos!  ¡Si  el 
órgano  de  mis  labios  es  el  pre- 
cursor de  sus  obras!  ¡Ah!  pero 
yo  estoy  muy  lejos:  las  inmen- 
sas cordilleras  me  separan  de 
vuestra  vista,  señores,  vivo 
233  leguas  de  distancia  y  así 
me  contento  con  pediros.  De 
otra  manera,  estando  a  vuestra 
presencia,  esto  es,  bajo  vues- 
tra protección  y  favor,  os  man- 
dariajl  valientemente. 


EDICIÓN  DE  QUITO 

«¡Feliz  yo  si  con  mi  celo  ar- 
diente soy  capaz  de  sacrificarle 
mis  débiles  esfuerzos!  ¡Si  el 
órgano  de  mis  labios  es  el  pre- 
cursor de  sus  obras!  Si  mi  Pa- 
tria recibe  mis  ansias,  si  acep- 
ta mis  ruegos,  si  premia  el 
aliento  de  mi  palabra,  con  las 
operaciones  de  sus  manos  in- 
dustriosas. Si  respira  el  aura 
vital  de  la  generosidad  y  el  ho- 
nor  ¡ah!  pero,  señores,  yo 

estoy  a  enorme  distancia  de 
vuestro  suelo,  una  cadena  de 
inmensas  cordilleras  me  separa 
de  vuestra  vista.  Habito,  seño- 
res, aunque  de  paso,  un  clima 
frío,  término  boreal  y  distante 
3  grados  58  minutos  de  la  linea 
equinoccial,  bajo  la  que  tuve 
la  dicha  de  nacer,  y  asi  me 
contento  con  pediros;  de  otra 
manera,  estando  a  vuestra  pre- 
sencia, esto  es,  bajo  vuestra 
protección  y  saber,  os  man- 
daría valientemente. 

Por  referencias  del  mismo  Espejo  sabemos  que  su  buen  amigo, 
el  ilustre  Marqués  de  Selva  Alegre,  don  Juan  Pío  Montúfar  y 
Larrea,  que  entonces  se  hallaba  también  en  Bogotá,  «le  estimuló  a 
escribir  y  le  determinó  a  dar  a  luz  el  referido  discurso,  ofreciendo 
poner  todos  los  medios  necesarios  para  obtener  la  licencia  de  su 
impresión,  y  costearla  con  liberalidad»  (i). 

El  noble  procer  cumplió  gentilmente  con  la  promesa  hecha  a 
su  íntimo  amigo,  el  patriota  Espejo,  y  la  prosa  ferviente  del  escri- 
tor quiteño  pudo  ser  leída  por  los  habitantes  de  Bogotá  antes  que 
sus  paisanos. 

No  estará  por  demás  el  dar  algunas  noticias  acercado  Antonio 
Espinosa,  el  impresor  del  Discurso  en  Santafé  de  Bogotá. 

La  imprenta  se  introdujo  en  Bogotá  a  fines  del  año  de  1737. 
El  primer  taller  funcionó  unos  tres  o  cuatro  años  a  cargo  de  un 
padre  jesuíta  Pérez  o  Peña,  y  luego  parece  que  se  clausuró  por 
orden  del  Rey  (2). 


(1)  Escritos  de  Espejo,  tomo  i,  página  97. 

(2)  Eduardo   Posada.  Biblic^raíía  Bogotana,   tomo  i.    Bogotá, 
1910,  página  vi. 

XTV— 16 


242  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


La  Última  obra  publicada  en  esa  imprenta,  en  1742,  fue  la 
Novena  de  María  Santísima  de  la  Lumbre,  y  desde  entonces  no 
aparece  ninguna  publicación,  suponiéndose  que  el  taller  tipográfi- 
co se  arrinconó  en  el  edificio  de  San  Bartolomé. 

Expulsados  los  jesuítas  el  año  de  1767,  la  imprenta  pasó  a 
ser  de  temporalidades,  como  todos  los  bienes  de  los  jesuítas. 

En   el  año  de  1777  vuelve  a  aparecer  la  imprenta  en  Santafé. 

Residía  en  Cartagena  el  tipógrafo  Antonio  Espinosa  de  los 
Monteros,  y  allí  había  publicado  pequeñas  obras.  El  Virrey  Manuel 
Antonio  Flórez  conoció  al  tipógrafo  Espinosa  y  lo  llevó  a  la  capi- 
tal. El  modesto  artesano  se  trasladó  haciendo  conducir  una  prensa 
y  algunos  elementos  para  instalar  su  pequeño  taller. 

La  llegada  de  Espinosa  de  los  Monteros  a  Santafé  debió  veri- 
ficarse el  año  de  1777,  según  razonada  opinión  del  erudito  Eduar- 
do Posada,  a  quien  principalmente  seguimos  en  estas  notas. 

El  taller  de  Espinosa  era  tan  pobre  que,  para  completarlo,  se 
hizo  una  colecta  para  adquirir  los  útiles  de  la  antigua  imprenta  de 
los  jesuítas.  Como  lo  reconocen  los  escritores  colombianos,  fue 
Monseñor  González  Suárez  el  primero  que  publicó  la  lista  de  los 
contribuyentes,  en  su  obra  de  1888,  «Memoria  histórica  sobre 
Mutis»  (i). 

El  afán  de  completar  el  taller  sólo  pudo  realizarse  en  el  año 
de  1781,  época  en  que  Antonio  Espinosa  de  los  Monteros  compró 
los  útiles  de  la  imprenta  de  los  jesuítas.    ■ 

Hemos  de  juzgar  que  el  taller  de  \(js  jesuítas — cuando  la  ex- 
pulsión— no  pasó  íntegramente  a  poder  del  Gobierno.  De  otro 
modo  no  se  comprendería  porqué  la  colecta  a  que  antes  nos  refe- 
rimos fue  iniciada  por  el  mismo  Virrey  Flórez,  quien  se  suscribió 
con  200  pesos. 

A  fines  del  año  de  1781  O  en  1782  debió  llegar  a  Santafé  la 
imprenta  pedida  al  Rey  por  el  Virrey  Flórez,  en  los  años  1777  y 
1778.  Carlos  III  accedió  al  pedido  y  envió  una  imprenta  nueva  que 
había  pertenecido  a  los  jesuítas  de  España.  En  Cádiz  se  embarca- 
ron veinticuatro  cajones  de  letra,  en  febrero  de  1780. 

Por  el  año  de  1782  se  organizó  definitivamente  la  «Imprenta 
Real,»  formada  por  la  imprenta  de  los  jesuítas,  la  que  llevó  a  San- 
tafé Antonio  Espinosa  y  la  enviada  por  el  Rey  de  España. 

Se  cree  que  la  primer  obra  editada  por  la  nueva  imprenta  fue 
el  «Edicto»  de  7  de  agosto  de  1782,  del  Arzobispo  Virrey  Antonio 
Caballero  y  Góngora. 

En  la  «Imprenta  Real»  debió  haberse  publicado  el  «Discurso» 
de  Espejo,  pues  fue  el  único  taller  tipográfico  que  hubo  en  San- 
tafé, hasta  el  año  de  1793,  en  que  Antonio  Nariño  y  Alvarez  im- 
plantó su  «Imprenta  Patriótica.» 


(1)  Eduardo  Posada,  obra  citada.  (Páginas  26  y  30). 

Pedro  M.  Ibáñez,  «Crónicas  de  Bq?-otá.>  Tomo  ir.  Segunda 
edición,  Bogotá,  1915.   (Página  3). 

González  Suárez,  «Memoria  histórica  sobre  Mutis.»  Primera 
edición.  Quito,  1888.  (Páginas  14  y  15). 


LA  TRISTE  AVENTURA  243 


Don  Antonio  Espinosa  de  los  Monteros  dirigió  la  «Imprenta 
Real»  hasta  la  fecha  de  su  muerte,  que  debió  ocurrir  a  fines  del 
siglo  XVIII,  sucediéndole,  en  ese  cargo,  su  hijo  y  compañero  de 
trabajo,  Bruno  Espinosa  de  ioí»  Monteros. 

Don  José  Toribio  Medina  conjetura  que  Espinosa  de  los  Mon- 
teros fue  de  origen  gaditano  (i).  y  Posada  llega  a  suponer  que 
pudo  ser  hijo  del  impresor  de  Cádiz  Manuel  Espinosa  de  los  Mon- 
teros (2). 

El  mismo  erudito  escrit  ^r  chileno  opina  que  don  Antonio  Espi- 
nosa de  loá  Monteros  probablemente  fue  el  impresor  que  hubo  en 
Nueva  Valencia  y  que  pasaría  a  Caitagena,  «no  encontrando  ocupa- 
ción en  aquella  ciudad  pobre  y  algo  apartada  de  la  costa,»  trasla- 
dándose <con  su  taller  a  un  puerto  donde  las  necesidades  del 
comercio,  ya  que  no  las  producciones  literarias,  le  proporcionasen 
trabajo  suficiente  para  vivir  ejercitando  su  arte  (3). 

La  imprenta  que  en  Cartagena  tuvo  Espinosa  fue  tan  pobre 
que  apenas  podía  imprimir  facturas,  guías  de  embarque  y  otras 
piezas  de  análoga  índole. 

Refiere  Medina  que  en  Santafé  fue  honrado  Espinosa  de  los 
Monteros  con  el  titulo  de  «impresor  real>  (4). 

Estos  son  los  pocos  datos  que  hemos  encontrado  respecto  del 
impresor  del  «Discurso»  de  Espejo,  en  Bogotá. 


hfl  CR15TE  flUEnCURfl 

DE  UK  POETA    BRASILEÑO  KN   BOGOTÁ  EN  1830 

He  tenido  oportunidad  de  referirme,  en  las  Academias  de 
Historia  y  la  de  Estudios  Diplomáticos,  a  la  triste  aventura  de  un 
joven  brasileño,  poeta  y  revolucionario,  que  murió  en  Bogotá 
en  1830. 

Se  llamaba  José  da  Natividade  Saldanha,  y  el  fin  inglorioso 
de  su  desdichada  vida  está  narrado  en  las  «Reminiscencias»  de  los 
cronistas  bogotanos  que  fueron  Cordobés  Moure  y  Juan  Francisco 
Ortiz. 

Saldanha  tiene  un  puesto  marcado  en  el  parnaso  brasileño. 
Su  obra  poética,  su  papel  en  !a  literatura,  están  referidos  por  todos 
los  maestros  de  la  crítica  y  de  la  historia  literaria  en  el  Brasil,  como 
Sylvio  Romero,  autor  de  este  portentoso  monumento,  que  es  la 
«Historia  da  Litteratura  brasileira»;  Joseph  Verissimo,  el  crítico 
didata;  Tristan  de  Araripe  Júnior,  el  crítico  esteta,  y  otros  insignes 
maestros,  como  Coelho  Netto,  Ronald    de   Carvalho,  y  cien    más. 


(l)J.  T.  Medina,    «La    imprenta    en  Cartagena  de  las  Indias.» 
Santiago  de  Chile,  1904.  (Páginas  m  y  vxn). 

i,2)  Eduardo  Posada,  obra  citada.  (Página  29). 

(3)/.  T.  Medina,  obra  citada.  (Páginas  vi  y  vii). 

(4)  /.  T.  Medina,  <La  imprenta  en  Bogotá.»  Santiago  de  Chile, 
1904.  (Página  xiv;. 


244  BOLETÍN    DE   HISTORIA    Y   ANTIGÜEDADES 


Definitivamente  está  establecida  la  gloria  de  Saldanha  en 
aquella  faz  de  los  orígenes  del  siglo  pasado,  en  que  la  literatura, 
acompafíando  la  política,  rompe  los  grillos  que  aún  le  tenían  las 
muñecas  encadenadas  a  los  modelos  coloniales,  de  inspiración 
lisboeta  y  conimbrense. 

Saldanha  toma  las  réplicas  del  arcadismo  y  se  inspira  en  Ana- 
xreonte,  y  Horacio,  y  Virgilio,  y  Homero.  Pero  en  paisajes  ador- 
nados por  la  mitología  griega,  pone  ninfas  del  Mondego,  un  río 
portugués,  y  hayas  del  Beberibe,  de  su  tierra  pernambucana. 

Para  todos  sus  amantes  invoca  las  imágenes  de  Romeo  y  Ju- 
lieta, Tristán  e  Isolda,  Pablo  y  Virginia,  Eloísa  y  Abelardo.  Las 
figuras  inmensas  de  la  raza,  como  el  Gama,  piden  en  sus  versos  el 
tridente  de  Neptuno.  Los  héroes  nacionales  de  la  guerra  holandesa 
encuentran  pares  en  Héctor  y  en  Marte. 

Pero  se  siente  el  alma  brasileña  latir  intensamente  en  aquellas 
ingenuas  glorificaciones,  y  principalmente  se  conoce  la  embriaga- 
-dora  savia  lírica  de  nuestros  apasionados  cantores  de  los  trópicos. 

Aunque  aprisionado  en  la  forma  clásica  y  en  la  inspiración 
■mitológica,  es  fácil  descubrir  en  el  joven  poeta  los  impulsos  pri- 
meros de  su  corazón  y  las  facultades  de  su  estetismo. 

Su  agitada  vida,  su  mala  fortuna,  no  le  permitieron  un  vuelo 
más  alto,  pero  su  obra,  sin  sublimidades  de  genio,  quedó  señalan- 
do una  figura  original,  palpitante  de  sentimiento  y  amor,  suave  y 
soñadora, 

Saldanha  en  1824  se  comprometió  en  una  revolución  republi- 
cana que  fue  fácilmente  dominada  por  el  primer  imperio,  aventura 
frustrada,  como  la  anterior,  de  181 7,  cuyo  teatro  también  había 
sido  la  ciudad  de  Recife,  llamada  la  Venecia  brasileña,  cuna  del 
poeta. 

Condenado  a  muerte,  como  sus  compañeros,  Saldanha  consi- 
gue escapar  al  verdugo,  y  sale  a  peregrinar  por  el  mundo,  bus- 
cando, en  las  amarguras  del  destierro,  un  rincón  hospitalario  y 
generoso. 

El  destino  lo  conduce  hacia  «la  belle  au  bois  dormant,»  usan- 
do la  galante  y  exacta  expresión  del  Marqués  de  Fontanay.  Sal- 
danha vence  los  obstáculos  que  cercan  a  la  bella,  y  la  conquista 
y  por  ella  es  conquistado.  Bogotá  lo  hechizaba,  a  él,  humanista  y 
poeta,  amante  del  ritmo  y  de  la  belleza,  esclavo  de  la  generosidad 
y  de  la  ternura. 

En  Bogotá  se  aficionó  a  algunos  jóvenes  del  Parnacillo,  que 
adoraban  un  credo  poético  perfectamente  idéntico  al  suyo.  En 
1830  murió  de  manera  ingloriosa. 

Cordobés  Moure  levanta  el  velo  de  un  drama,  que  sin  em- 
bargo no  está  probado;  pero  hace  creer  en  el  asesinato  de  Saldan- 
ha. «¿Chi  lo  sa?>  En  verdad  bien  podría  alguna  aventura  sentimen- 
tal haberles,  a  la  víctima  y  victimario,  turbado  la  cabeza. 

Ortiz  dice  con  razón  que  la  vida  del  joven  brasileño  parecía 
una  novela.  Pero  los  datos  de  Ortiz  no  siempre  consultan  la  ver- 
dad. Algunos  son  exagerados,  fantasía   del   cronista  o  del   poeta. 


LA    TRISTE  AVENTURA  245 


no  puedo  decidir.  Un  terremoto  en  Pernambuco  es  claramente  una 
equivocación. 

Recientemente  el  ilustre  historiador  doctor  Eduardo  Posada 
ha  recogido  nuevos  detalles  interesantes  y  ayudó  el  Ministro  bra- 
sileño Ferreira  da  Costa  a  reunir  datos  para  un  libro  sobre  la  vida 
y  obra  del  poeta. 

Los  diplomáticos  brasileños  que  venimos  a  Bogotá  no  pode- 
mos dejar  de  curiosear  en  torno  del  epílogo  de  esta  novela  vivida 
y  sufrida. 

Y  por  eso  aquí  vengo  en  cariñoso  empeño  a  solicitar  de  los 
intelectuales  colombianos  nuevos  elementos  sobre  la  existencia 
malograda  del  vate  errante. 

Revolucionario  y  peregrino,  Saldanha  nunca  dejó  de  ser  fun- 
damentalmente un  poeta.  El  lo  ha  dicho:  «Soy  poeta  y  lo  seré 
hasta  la  muerte.»  Era  sobre  todo  un  visionario.  Para  él  cuadraba 
el  verso  de  Roscand:  «le  métier  de  poete  est  un  métier  de  dupe...> 

Amaba  con  ternura.  Amaba  la  patria.  Amaba  la  raza.  Amaba 
la  mujer.  Su  obra  está  llena  de  gemidos  de  amor.  Aquí,  llora  la 
leyenda  trágica  de  doña  Inés  de  Castro,  «que  después  de  ser  muer- 
ta fue  reina.»  En  otro  poema  derrama  toda  la  pasión  por  Marcía, 
la  musa  inspiradora,  de  quien  él  celebraba  los  ojos  azules,  la  tren- 
za rubia,  la  boca  «por  Venus  envidiada — donde  habitan  mil  candi- 
dos amores,»  y  los  brazos  «prisión  de  los  amantes,»  y  los  senos 
«globos  de  nieve. ...» 

Y  descuellan  en  sus  rimas  las  figuras,  esculpidas  en  el  bronce 
de  la  Historia,  de  un  Viriato,  un  Gama,  un  Alburquerque,  y  lo5 
héroes  que  escribieron,  en  los  campos  de  batalla  de  Guararapes, 
la  simbólica  síntesis  étnica  de  la  nacionalidad  brasileña,  en  la 
primera  mitad  del  siglo  xvii. 

A  los  amigos  dirige  siempre  una  rima  cariñosa.  Por  eso  me 
figuro  el  punzante  dolor  que  le  impuso  el  destierro,  el  que  cierta 
vez  exclamara: 

Lejos  de  la  Patria,  de  los  amigos  lejos, 
¿Qué  Tale  la  vida? 

Én  su  sepulcro,  si  perdidas  no  estuviesen  sus  cenizas,  podría 
grabarse  el  epitafio  que  él  mismo  trazara  en  Pernambuco: 

Sobre  la  losa  léase:  Aquí,  Pastores, 
Josino  está,  Pastor  desventurado; 
Murió  de  ingratitud,  murió  de  amores! 

Como  muestra  de  su  eftro  transcribo  un  soneto  traducido  al 
castellano  por  Juan  Francisco  Ortiz: 

MI   SUERTE 


Cuando  pienso  que  al  hado  riguroso 
de  tanto  perseguirme  ya  se  cansa, 
cuando  pienso  que  sábita  bonanza 
sucede  al  huracán  tempestuoso; 


< 


246  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


En  nuevo  abismo,  en  caos  tenebroso 
va  a  naufragar  mi  débil  esperanza, 
contra  sirtes  navífragas  se  lanza 
y  el  mar  devora  mi  bajel  medroso, 

¿Qué  más  puedo  esperar?  Cual  leve  pino, 
fwr  la  fuerte  corriente  arrebatado, 
de  roca  en  roca*  en  raudo  torbellino, 

De  desgracia  en  desgracia  despeñado, 
seguiré  los  caprichos  del  destino 
hasta  ser  como  él  despedazado. 

Señalaré  desde  ahora  que  en  mis  pesquisas  ya  encontré,  en 
un  «bouquiniste»  de  Bogotá,  un  ejemplar  desfigurado  y  carcomido 
de  la  primera  edición  de  las  poesías  de  Sáldanha.  Y  cu  torno  de 
ese  hallazgo  escribí  una  comunicación  a  la  Academia  Brasileña  de 
Letras. 

Y  queda  aquí  mi  solicitud  a  quienes  conozcan  detalles  de  este 
suave  y  doloroso  romance,  que  descuella  una  tan  novelesca  figura 
de  bohemio   y   visionario,  animado    de   tanto  ensueño  y  nobleza. 

Argku  Guimarabs 


hfl  mUERTE  DE  SflbDflnSfl 

Es  frecuente  leer,  y  nosotros  también  incurrimos  alguna  vez  en 
la  aseveración  de  ese  error,  que  el  poeta  José  Natividad  Sáldanha, 
oriundo  del  Brasil  y  muerto  en  Colombia,  tuvo  su  desceso  en  Bogo- 
tá. El  fin  de  Sáldanha  ocurrió  en  Cali,  de  manera  trágica,  nada, 
menos  que  fusilado  por  sus  comprometimientos  en  la  rebelión  en- 
cabezada por  el  General  Urdaneta. 

A  principios  de  1831,  después  del  triunfo  que  el  General  Oban- 
do  obtuvo  en  la  llanura  del  Papayal  a  las  goteras  del  Palmira, 
contra  el  dictatorial  Mugüerza,  fueron  pasados  por  las  armas  en 
Cali,  de  orden  del  Jefe  vencedor,  cuatro  de  los  prisioneros,  entre 
ellos  el  poeta  brasileño.  Así  lo  hace  constar  muy  claro  el  mismo 
General  Obando  en  los  «Apuntamientos  para  la  Historia.» 

A  Cali  pues  le  cupo  la  triste  suerte  de  guardar  los  despojos  del 
infortunado  vate.  Ellos,  por  las  circunstancias  de  la  tragedia,  de 
seguro  carecieron  de  una  cruz  u  otra  señal  que  los  determinara,  y 
ese  polvo,  cumpliendo  las  leyes  a  que  se  halla  sujeta  la  materia, 
desapareció  pata  que  sus  átomos  se  transformasen  o  mudasen  de 
naturaleza.  Si  hubiéramos  de  poetizar,  diríamos  que" la  carne  que 
albergó  el  alma  sensible  y  delicada  de  Sáldanha  trocóse  en  flores 
de  las  que  perfuman  nuestros  jardines  o  en  mariposas  que  buscan 
el  polen  de  esas  mismas  flores. 

Gustavo  Arboleda 


PROCERES  GRANADINOS  247 


PROCERES  GRflnflDinOS 

COMANDANTE  JOAQUÍN  TORRES 

Este  hijo  de  Bogotá,  que  tuvo  por  padres  a  Joaquín  Torres  y 
a  Bárbara  Amaya,  comenzó  el  servicio  de  las  armas  patriotas  en 
1813,  en  calidad  de  aspirante. 

Estuvo  en  la  rota  de  Cachiri,  el  22  de  febrero  de  i8r6, cuando 
la  Torre  y  Calzada,  destruyendo  al  doctor  García  Roviria,  some- 
tieron la  Nueva  Granada  al  poder  implacable  de  don  Pablo  Morillo. 

Salió  por  Casanare  a  las  rudas  campañas  del  Apure;  se  halló 
en  Carabobo  del  21;  en  la  pacificación  de  Coro,  y  en  el  Zuiia  con 
el  terrible  combatiente  Francisco  Tomás  Morales. 

El  7  de  abril  del  23  se  unió  en  Maracaibo  con  Francisca  Josefa 
de  la  Guerra,  hija  de  Pedro  María  de  la  Guerra  y  María  Concep- 
ción Vidal,  naturales  de  allí. 

Luego  estuvo  en  varias  guarniciones  de  Venezuela.  De  Cuma- 
ná  salió  en  su  batallón,  siendo  Capitán,  en  motivo  de  los  trastornos 
del  Perú.  Pero  vencedor  Sucre  en  el  Pórtete  de  Tarquí,  el  2"]  de 
febrero  del  29,  se  quedó  en  Tunja.  • 

De  regreso  a  Maracaibo  por  Ríohacha  se  pronunció  en  ésta 
el  14  de  febrero  de  1830,  junto  con  los  demás  Oficiales  del  "Boya- 
cá,"  contra  e!  mando  de  Bolívar  y  la  unidad  de  la  República. 

Que  si  en  los  años  de  1813  hasta  el  26  la  dictadura  boliviana  y 
la  Gran  Colombia  fueron  necesidades  imperantes,  desde  el  punto 
mismo  en  que  terminó  la  guerra  de  independencia  dejaron  de 
serlo,  paxa  convertirse  en  uaa  inquietante  amenaza  contra  la  li- 
bertad y  la  autonomía  de  los  antig-uos  pueblos  colombianos. 

Y  por  más  que  la  firma  del  Comandante  Torres,  estampada  en 
el  acta  del  desconocimiento  respondiese  a  un  clamor  que  luego 
se  hizo  general,  tiene  la  censura  de  la  historia,  porque  en  su  ca- 
rácter de  militar  no  podía  mezclarse  en  asuntos  políticos., 

A  poco  se  encontró  en  la  frontera  del  Táchira  bajo  el  mando 
del  General  Santiago  Marino,  quien  le  mandó  al  Zulia,  como  zu- 
liano  de  adopción  que  era,  con  la  nueva  de  los  acaecimientos  fa« 
vorables  a  Venezuela, 

En  Maracaibo  continuó  sus  servicios  militares  a  la  República. 
En  1847  el  Gobierno  Nacional  lo  pensionó  por  su  invalidez.  Mu- 
rió el  22  de  febrero  del  siguiente  49,  y  la  viuda  alcanzó  ser  ampa- 
rada en  su  pobreza  y  ancianidad  con  una  pensión  que  se  le  acordó 
en  185b  (i). 

Tales  los  servicios  en  la  causa  de  la  Independencia  de  este  bo- 
gotano, que  unido  a  una  maracaibera  terminó  su  vida  en  la  ciudad 
ardorosa  de  Us  palmas. — Caracas  1922. 

Vicente  Dávila 


(1)  Montepío  militar  del    segundo  Comandante  Joaquín   Torres, 
ArchiTO  Nación  al . 


248  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 

DOCUíDEnCOS  DEL  SIChO  X\7I  (1) 

GOBERNACIÓN    DE    SANTA    MARTA 

Carta  del  Cabildo  de  Santa  Marta  al  Emperador  en  que  mani- 
fiesta, salieron  de  allí  muchos  vecinos  a  poblar  y  estando  en  Bogotá, 
en  donde  hay  mucha  riqueza  y  piedras,  estando  sosteniendo  dicha 
ciudad,  piden  que  la  misma  quede  dentro  de  los  límites  de  la  Go- 
bernación de  Santa  Marta.  Santa  Marta  a  28  de  julio  1539. 
La  ciudad  o  Ayuntamiento  de  Santa  Marta  a  28  de  julio.  S.  C.  C.  M. 

El  Consejo  Justicias  y  Regimiento  de  la  ciudad  de  Santa  Mar- 
ta vesamos  los  muy  rreales  pies  y  manos  de  V.  S.  M*.  y  dezimos 
que  ya  V.  M.  sabe  por  rrelaciony  cartas  que  esta  cibdad  aescripto 
como  a  tres  años  quel  adelantado  don  Pedro  de  Lugo  Gouernador 
que  fue  en  esta  cibdad  por  Vuestra  Magestad  embió  cierta  gente 
por  tierra  de  pie  e  a  cauallo  y  también  ciertos  vergantines  por  el 
rrio  grande  en  descubrimiento  de  la  mar  del  sur  o  de  tierra  que 
fuese  rica  y  en  todo  este  tiempo  nunca  se  a  savydo  nuevas  de  la 
dicha  gente  sy  no  fue  quando  los  dichos  vergantines  se  bolbieron  a 
esta  cibdad  desbaratado^  que  dieron  nueba  como  la  dicha  gente 
que  yban  por  tierra  habian  pasado  adelante  y  que  yban  buenos  y 
en  estar  tanto  tiempo  esperando  la  dicha  gente  o  nueba  della  los 
vecinos  y  pobladores  de  esta  cibdad  an  pasado  mucho  trabajo  y 
necesidad  ansy  de  hambre  como  de  trabajos  de  sus  personas  por  es- 
tar esta  tierra  como  ha  estado  y  esta  de  guerra  y  por  otras  muchas 
bias  en  sostener  esta  cibdad  e  puerto  hasta  que  dellos  se  supiese 
nuebas  y  Vuestra  Magestad  prouellase  en  lo  que  fuese  seruido  so- 
bre ello  como  buenos  y  leal  es  vasallos  de  Vuestra  Magestad  lo  de- 
vian  hazer  y  agora  ha  sido  nuestro  señor  seruido  de  en  remunera- 
ción dellos  dar  buenas  nuebas  de  como  la  dicha  gente  habia 
aportado  y  estaba  poblada  en  una  Provincia  que  sedizeBocotaque 
es  muy  rica  de  oro  e  piedras  e  otras  cosas  y  la  gente  estaba  rica  y 
habia  habido  buenas  partes  de  oro  e  piedras  que  entre  ellos  repartie- 
ron sin  aver  atención  a  los  vecinos  y  pobladores  que  en  esta  cibdad 
avian  quedado  para  la  guarda  y  defensa  della  syendo  esta  ciudad 
como  es  puerto  e  cabe9a  de  esta  Gouernacion  en  lo  qual  an  sydo 
agrauiados  suplicamos  a  Vuestra  Magestad  que  pues  fuera  razón 
quel  licenciado  Ximenez  General  que  hera  se  acordara  de  nosotros 
y  nos  diera  algunas  partes  por  manera  que  no  reciñamos  agrauio 
en  tanta  cantidad  y  después  de  hallada  la  tierra  muy  rrica  d^  Bo- 
cota  procuraron  de  poblar  en  ella  y  hazer  pueblo  y  estando  pobla- 
dos dos  años  y  medio  abia  vino  aportar  alli  un  Benalca9ar  Capitán 
de  Pigarro  que  bynia  de  la  parte  del  Piru  con  gente  y  dende  a 
ocho  dias  que  hera  llegado  a  donde  la  gente  desta  ciudad  estaua 
ansy  mismo  tuvieron  noticia  que  yba  un  Fedreman  Capitán  de 
de  Bene^uela  también  con  gente  y  juntos  todos  tres  capitanes  en 
aquella  tierra  plugo  a  nuestro  Señor  de  poner  entre  ellos  tanta  paz 


(1)  Enviados  de  Sevilla  por  el  señor  Erneito  Restrepo. 


DOCUMENTÓOS  DKL  SIGLO  XVI  249 


e  concordia  que  todos  ttres  de  uaa  conformidad  acordaron  que  la 
gente  de  Benalcazar  y  la  de  Fedreman  que  era  de  Bene9uela 
quedase  debaxo  de  la  Governacion  de  esta  ciudad  y  en  el  mando 
della  porque  en  la  verdad  bieron  que  era  esta  Governacion  y  per- 
tenescia  a  ella  e  que  ellos  dos  con  el  licenciado  Ximenez  que  era 
General  por  el  adelantado  fue  a  ynformar  a  Vuestra  Magestad  de 
lo  que  pasaba  y  a  ellos  les  habia  acaescido  y  ansy  lo  hicieron  por 
obra  según  lo  avernos  sabido  por  cartas  e  por  dichos  de  algunas 
personas  que  alia  se  hallaron  y  hiendo  esto  Gerónimo  Lebrón  Go- 
uemador  ques  al  presente  en  esta  ciudad  por  Vuestra  Magestad 
y  hiendo  que  esta  claro  que  cuando  jente  de  tres  Governacio- 
nes  juntas  y  no  quedando  en  ellos  personas  que  poder  tenga  de 
Vuestra  Magestad  a  quien  obedezcan  y  que  habrá  antre  ellos  ren- 
zillas  y  questiones  sin  que  cada  uno  procurara  de  ser  obedecido 
e  mandar  de  donde  se  recrescera  mucho  daño  y  escándalo  y  des- 
población de  la  tierra  que  Vuestra  Magestad  seria  desseruido  y 
también  hiendo  y  seyendo  cierto  que  las  dichas  Provincias  de 
Bocota  están  en  esta  Governacion  y  están  dentro  de  los  limites 
y  términos  que  Vuestra  Magestad  tiene  señalados  acordó  de 
embiar  por  cauallos  y  gente  a  la  dicha  ciudad  de  Santo  Domingo 
y  por  otras  cosas  necesarias  que  en  hiñiendo  con  toda  brebedad 
partiese  a  yr  a  tener  en  paz  y  justicia  la  dicha  gente  y  tierra 
hasta  tanto  que  Vuestra  Magestad  sea  seruido  de  probeher  e 
mandar  lo  que  a  su  real  prouecho  conbenga  plega  a  Dios  Nuestro 
Señor  encamine  como  mas  su  prouecho  y  de  Vuestra  Magestad 
sea  pues  es  asi  que  la  dicha  tierra  y  Probincias  esta  en  esta  Gover- 
nacion y  los  términos  della  como  Vuestra  Magestad  lo  bera. 

A  Vuestra  Magestad  humildemente  suplicamos  que  pues  an 
seydc  muchos  los  trabajos  que  los  vecinos  y  pobladores  de  esta 
ciudad  an  pasado  y  pasan  en  su  real  prouecho  en  sostener  esta 
tierra  y  cibdad  tanto  tiempo  a  sin  aver  prouecho  sino  mucho  tra- 
bajo de  hambre  y  pobrera  y  an  estado  con  mucho  riesgo  de  sus 
personas  por  causa  de  los  enemigos  ya  que  la  gente  de  la  tierra  y 
Governacion  la  descubrió  y  pobló  que  Vuestra  Magestad  permita  y 
nos  haga  merced  de  no  enajenar  ni  dibidir  las  dichas  Probincias 
de  Bocota  ni  otras  algunas  desta  Governacion  pues  esta  dentro  de 
los  limites  y  términos  que  Vuestra  Magestad  a  esta  Governacion 
tiene  señalado  y  nombrado  y  pues  aquella  tierra  se  descubrió  e 
pobló  con  la  gente  desta  Governacion  y  en  ello  todos  avemos  pa- 
sado y  rescibido  trabajos  y  en  este  oyda  &. 

Ansi  mismo  suplicamos  humildemente  a  Vuestra  Magestad 
que  pues  los  vecinos  y  pobladores  de  esta  cibdad  quedemos  en 
guarda  y  defensa  della  y  abemos  seruido  y  serbimos  a  Vuestra 
Majestad  en  esta  tierra  de  lo  que  nos  es  mandado  entre  tanto  se 
a  ydo  a  descubrir  y  poblar  las  dichas  probincias  y  tierra  que  ansy 
están  pobladas  y  mucho  tiempo  antes  y  avemos  pasado  muchos 
travajos  desde  que  esta  Governacion  se  pobló  asta  agora  y  en  el 
repartimento  del  oro  y  piedras  y  pueblos  y  otras  cosas  quel  licen- 
ciado Ximenez  hizo  de  lo  que  se  hubo  en  la  dicha  entrada  y  Pro- 


250  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


bincia  de  Bocota  Capitán  General  que  hera  no  tuvo  memoria  ny 
repartió  ni  hizo  caso  de  los  vecinos  y  pobladores  que  quedaban 
para  guarda  de  este  pueblo  ni  les  dio  ni  rrepartio  ninguna  cosa  en 
la  qual  havemos  resciuido  notorio  agrauio  a  Vuestra  Majestad  su- 
plicamos humildemente  mande  que  seamos  gratificados  en  algo  y 
para  en  adelante  y  mande  al  Governador  ques  o  fuere  de  aqui  ade- 
lante que  de  lo  que  se  halla  e  se  hubiere  e  en  otra  cualquier  parte 
nos  den  o  señalen  partes  y  rrepartymientos  pues  nos  quedamos  a 
guardar  el  pueblo  e  no  nos  dexan  yr  y  pues  lo  avernos  proueydo 
e  merescido  en  esta  tierra  mucho  tiempo  a  porque  a  no  quedar 
gente  en  la  ciudad  se  despoblarla  e  no  se  podría  poblar  ny  servirse 
de  por  aqui  aquellas  provincias  en  todo  lo  qual  recibiremos  muy 
señalados  y  crecidos  servicios  mercedes  como  siempre  las  avemos 
recibido  al  presente  no  se  ofrece  otra  cosa  que  hacer  saver  a  Vues- 
tra Magestad  porque  creemos  que  de  todo  Vuestra  Magestad  sera 
ynformado  de  personas  que  se  hallaron  presentes  a  todo  que  darán 
muy  entera  relación  guarde  y  prospere  Nuestro  Señor  la  muy  real 
persona  de  Vuestra  Magestad  por  muchos  y  muy  largos  tiempos 
con  acrecentamiento  de  muchos  mas  reynos  y  señoríos  como  para 
Su  Magestad  es  deseado  desta  su  ciudad  de  Santa  Marta  a  xx  días 
de  julio  de  1539  año  do  quedamos  por  muy  ciertos  y  leales  valía- 
nos de  Vuestra  Magestad  que  sus  muy  reales  pies  y  manos  bsan 
Gonzalo  Pérez  Alcalde  (rubricado)  Diego  Sandrer  (rubricado) 
Juan  Siruendo  (rubricado)  Juan  Ortlz  de  Qarate  (rubricado).  Por 
mandado  de  los  dichos  Alcalde  y  Regidores  Francisco  Gutiérrez 
escribano  público  rubricado.  (Carpetilla:  la  ciudad  de  Santa  Marta 
28  de  jullio  de  1539  años  vista  y  hase  de  guardar  para  platicar 
cuando  se  provea  Governador  para  la  Nueva  Granada.)  (1). 


EXPLORACIONES  EN  EL  DARIEN 

Carta  de  Cristoval  de  la  Covilla  a  Su  Magestad.  Participa  ha- 
ber salido  Alonso  de  Heredla  de  descubrir  y  poblar  por  el  río  del 
Darien  y  por  tierra  el  adelantado  Lugo  para  poblar  las  minas  que 
Badillo  había  descubierto. 

Cartagen  20  agosto  1541. 


Pocos  dias  escrivi  a  Vuestra  Magestad  dlziendo  como  la  gente 
que  iva  con  Alonso  de  Heredla  a  la  entrada  se  al9o  con  un  Capi- 
tán que  se  dice  Andrés  Qapata,  y  el  adelantado  Lugo  que  vino  fue 
en  seguimiento  deellos  y  topólos  veynte  leguas  de  Mopox  que  se 
volvían  a  la  tierra  de  paz  porque  no  hallaron  camino  por  las  mon- 
tañas como  eran  mo9os  que  cada  uno  hazla  lo  que  quería  el  adelan- 


(l)ArchÍTo  de  Indias.    Sevilla.  Estante  2,  cajón  2,  legajo  3,    18, 
número  16. 


DOCUMENTOS  DEL  SIGLO  XVI  251 


tado  prendió  Qapata  y  otros  seyssiniien9iu  a  Qapataa  descuartizar  y 
a  otros  dos  a  horcar  y  a  los  otros  a  las  galeras  los  dos  otros  fulleron 
de  la  pensión  el  uno  estava  sentenciado  a  horcar  y  el  otro  a  cien  390- 
tes  bueltos  aprenderraando  se  artar  la  sentencia  decia  si  el  ahorcado 
al  cocer  vendiéronse  todos  los  vienes  dellos  condenados  en  ellos 
para  la  Cámara  de  V.  M.  con  la  gente  enbio  un  Capitán  suyo  en 
descubrimiento  de  oca  que  si  tiene  por  gran  cosa  a  Qapata  y  a  otro 
que  se  dezia  para  corvo  que  queriendo  lo  ahorcar  provo  ssr  frayle 
enviava  presos  a  Cartagena  embio  un  barco  por  el  rio  grande  y  en 
la  costa  de  los  caribes  saliendo  un  dia  a  almorzar  la  gente  se  apar- 
taron un  poco  por  el  cabuco  y  quebrada  la  horca  fuyeron  en  tierra 
que  si  Dios  no  les  prouveyo  de  remedio  de  ellos  fueron  manjar  de 
los  yndios  al  de  Eredia  va  con  quatro  o  cienco  vergantines  a  des- 
cubrimientos por  el  rio  dol  Darien  y  el  Adelantado  dice  que  irá  por 
tierra  a  poblar  las  minas  que  Vadillo  descilbio. 

El  oro  que  esta  en  la  la  caxa  de  Vuestra  Magestad  que  esta 
en  Mopox  pesan  (roto)  y  halláronse  ocho  mili  y  tantos  pesos  de 
oro  baxo  y  cinco  mil  y  tantos  de  fino  destos  queremos  pagar  al 
Adelantado  lo  que  al9are  de  la  libranza  de  V.  M.  por  que  Vuestra 
Magestad  no  pague  tantos  cambios  por  año  nuestro  señor  la  vida 
de  la  ymperial  persona  de  Vuestra  Magestad  guarde  y  por  largos 
tiempos  acrecenté  con  mayores  ymperios  y  señorios  de  Cartagena  a 
20  de  agosto  de  1541.  S.  C.  C.  M.  Humilde  siervo  y  criado  de 
Vuestra  Magestad  que  los  sacros  pies  de  Vuestra  Magestad  mil!  ve- 
zes  bsa.  Cristoval  de  Plato  Vila  (rubricado). 

La  carpetilla  dice  lo  siguiente:  Ala  S.  C.  C  M.  del  Emperador 
y  Rey  Nuestro  Señor  en  el  su  muy  alto  Consejo  de  las  Yndias  a 
Su  Magestad.  Cartajena  de  Cristoval  de  Tovilla.   1541  (i). 


PIZARRO    Y   BELALCAZAR 

Carta  del  Li9en9iado  Cepeda  a  Su  Magestad:  da  cuenta  como 
leal  vasallo  de  los  servicios  hechos  y  sucesos  acaecidos  después  de 
la  derrota  que  tuvieron  con  Pizarro  y  los  buenos  sucesos  habidos 
con  D.  Sebastián  de  Belalcázar,  quien  lo  casó  con  una  de  sus  hijas, 
con  breve  relación  lo  más  importante. 

Cali,  22  de  octubre  de  1549. 


Sacra  Católica  Cesárea  Magestad. 

Porque  como  leal  vasallo  de  Nuestra  Magestad  soy  obligado 
a  dar  quenta  de  lo  que  en  su  rreal  serui9¡o  e  hecho  y  hago  la  daré 
por  esta,  en  breve,  sabrá  Vuestra  Magestad  que  a  diez  y  seys  años 
que  ando  enpleado  en  su  rreal  servicio  y  según  mi  voluntad  y  deseo 


(1)  Archivo  de  Indias,  Sevilla.    Estante  1,  cajón  1,    leg^ajo    127, 
12,  16. 


252  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


me  pares^e  an  sido  ñoras  puesto  que  no  en  los  trabajos  que  an 
sydo  muy  es9esivos  espe9ial  el  que  paíe  y  pasamos  los  que  noa  ha- 
llamos en  la  batalla  que  el  Virrey  de  Vuestra  Magestad  que  sancta 
gloria  aya  dio  a  Gonzalo  Fi^arro  e  sus  se9ases  a  do  fuimos  desba- 
ratados e  destruidos  que  esta  desgracia  que  Dios  fue  servido  darnos 
por  nuestros  pecados  tuvo  e  a  tenido  muchos  términos  de  trabajos 
espacial  para  los  buenos  e  leales  vasallos  de  Vuestra  Magestad  e 
después  acá  me  e  empleado  en  el  real  servicio  de  Vuestra  Magestad 
en  todo  lo  que  se  ha  ofres9ido  como  lo  haré  hasta  que  muera  e 
despnes  de  acabadas  las  rebulu9iones  que  era  ya  tiempo  tractar  de 
alegrias  el  Adelantado  don  Sebastian  de  Belalca9ar  General  de  Vues- 
tra Magestad  tuvo  por  bien  de  casarme  con  una  hija  suya  porcabsas 
que  le  movieron  que  para  tener  espirien9ia  de  ellas  a  avidb  buen 
aparejo  en  el  tiempo  que  en  el  rreal  servi9io  de  Vuestra  Magestad 
avemos  andado  e  pares9iendole  a  el  e  a  mi  se  nos  pasava  el  tiempo 
sin  en  el  hacer  fruto  señalado  en  abmento  de  la  corona  rreal  me 
mando  fuese  a  poblar  una  provincia  anexa  e  cercana  a  esta  que  se 
dice  el  Choco  que  esta  a  los  nas9imientos  del  rrio  Darien  que  de 
largo  tienpo  se  tiene  muy  gran  notÍ9Íaíueronla  a  ver  9ierlos  hidalgos 
desbarataron  los  yndios  salieron  muchos  dellos  heridos  lleváronse 
uno  de  ellos  bibo  llevare  en  el  rreal  servicio  de  Vuestra  Magestad 
9erca  de  dozientos  honbres  y  setenta  cavalios  y  dos  mili  caves9as  de 
ganado  ase  gastado  mucha  suma  de  pesos  de  oro  a  cabsa  del  mu- 
chos valor  que  an  tenido  los  cavalios  que  an  costado  a  tresyientos  e 
a  cuatro9ientos  pesosas  e  gastado  lo  que  teniamos  e  de  nuestros  ami- 
gos e  demás  deso  quedo  adebdado  e  deshecho  de  todas  mis  piopie 
dadesdolo  tod  por  bien  enpleado  por  ser  hecho  e  gastado  en  el  rreal 
servicio  de  Vuestra  Magestad  el  qual  espero  yo  en  la  divigna  Ma- 
gestad se  hará  y  muy  grande  do  piensos  er  gratificado  de  la  rreal 
mano  de  Vuestra  Magestad  de  los  unos  travajos  y  de  los  otros  del 
sus9eso  de  lo  qual  avisare  largo  a  Vuestra  Magestad  como  soy 
obligado  partiré  con  el  ayuda  de  Dios  en  seguimientos  de  la  jorna- 
da y  con  todo  el  aparejo  nes9esario  del  dia  de  la  fecha  de  esta  en 
diez  días  Nuestro  Señor  lo  encamine  todo  en  su  santo  servi9io  y  la 
sacra  cesárea  católica  ymperial  persona  de  Vuestra  Magestad  guar- 
de y  prospere,  en  su  sancto  seiui9Ío  con  señorío  del  universo  como 
por  Vuestra  Magestad  es  deseado  desta  cibdad  de  Cali  veinte  y  dos 
de  octubre  de  1549  años.  De  vuestra  sacra  cesárea  católica  mages- 
tad muy  umill  vasallo  que  sus  inperiales  pies  e  manos  besa  Her- 
nando de  Qpeda  (rubricado). 

En  la  carpetiila  dice:  A  Su  Magestad  f  Cali.  El  licd»  Cepeda 
de  veintidós  de  octubre  de  1549.  Popayan  ia  acordada  para  que  no 
entienda  en  entradas. 


JIMÉNEZ    DE     QUESADA 

Pedimiento   dado  por  el  Fiscal  Licenciado   Villalovos,  por  el 
que  se  queja  de  los  delitos  que  cometieron  el  Licenciado  Ximenez 


DOCUMENTOS  DEL  SIGLO  XVI  253 


(Gonzalo)  Teniente  de  Gobernador  que  fue  en  el  Nuevo  Reino  de 
Granada,  y  su  hermano  Hernán  Pérez  de  Quesada.  (No  tiene  fe- 
cha). 


Muy  poderoso  seftor.  El  Licenciado  Villalovos  vuestro  Fiscal 
digo  que  el  Licenciado  Gonzalo  Ximenez  Teneciente  de  Governa- 
dor  que  fue  en  el  nuevo  Reino  de  Granada  de  la  provincia  de  San- 
ta Marta  por  don  Pero  Hernández  de  Lugo  Adelantado  de  Canaria 
y  vuestro  Governador  en  la  dicha  provincia  y  Hernán  Pérez  de 
Quesada  hermano  del  dicho  Licenciado  Ximenez  en  el  tiempo  que 
estuvieren  en  la  dicha  Governacion  hicieron  y  cometieron  muchos 
y  graves  delitos  en  deservicio  de  Dios  y  de  Vuestra  Alteza  y  daño 
de  los  naturales  de  la  tierra  haciendo  contra  ellos  muchos  robos 
fuerzas  quemas  muertes  y  otros  daños  por  les  robar  su  hacienda  y 
enbiando  capitanes  y  otras  personas  por  la  tieira  adentro  contra 
los  yndios  e  caciques  deella  que  les  hiciesen  muchas  fuer9as  y  da 
ños  e  robos  por  los  robar  como  los  robaron  y  avnque  por  la  vues- 
tra Real  Audiencia  fueenbiado  por  Governador  a  aquella  provincia 
Jerónimo  Lebrón  con  vuestras  provisiones  Reales  e  aviendole  re- 
cibido por  tal  Juez  la  Justicia  e  Regimiento  de  la  ciudad  de  Velez 
de  la  dicha  Governacion  de  Santa  Marta  Nuevo  Reino  de  Granada 
e  yendo  de  camino  a  la  ciudad  de  Tunja  de  la  dicha  Governacion 
salió  a  le  resistir  con  mano  e  gente  armada  de  pie  e  de  caballo  el 
dicho  Hernán  Pérez  de  Quesada  hermano  del  dicho  Licenciado  Xi- 
menez e  le  resistió  por  fuerza  el  dicho  recibimiento  y  le  hecho  de 
la  dicha  Governacion  e  hizo  e  cometió  al  dicho  Licenciado  Xime- 
nez e  el  dicho  Hernán  Pérez  e  otras  personas  con  su  fabor  muchos 
e  grandes  delitos  en  deservicio  de  Dios  Nuestro  Señor  y  de  Vuestra 
Alteza  e  daño  de  los  naturales  e  aun  enjuria  e  daño  de  los  españo- 
les como  todo  paresce  por  tres  ynformaciones  que  presento  sygna- 
das  del  signo  de  Rodrigo  de  Villaireal  vuestro  Escrivano  público  y 
del  Concejo  de  la  ciudad  de  Santa  Fee  del  dicho  nuevo  Reino  de 
Granada  que  esta  comprobada  por  signo  e  firma  de  Alonso 
Tellez  Escribano  e  de  Cristoval  de  los  nidos  Escriuano  asi  mis- 
mo de  Vuestra  Alteza  las  cuales  informaciones  presento  en 
cuanto  hazen  en  favor  de  vuestro  fisco  ynocumas 
Comisión,  pido  e  suplico  a  Vuestra  Alteza  mande  proceder 
contra  los  dichos  Licenciado  Ximenez  e  Hernán 
Pérez  de  Quesada  e  los  otros  culpados  a  las  mayores  e  mas  graves 
penas  en  que  por  lo  suso  dicho  incurrieron  y  executarUs  en  sus 
personas  e  bienes  y  de  cada  uno  de  ellos  porque  sea  a  ellos  e  a  su 
gora  otros  cxemplo  y  juro  a  Dios  en  forma  que  lo  suso  dicho  no 
digo  ni  pido  maliciosamente  salvo  por  que  dello  soy  informado  y 
procurar  justicia  que  pido  y  las  costas  y  vuestro  real  oficio  im- 
ploro. 

Otrosí  porque  por  la  dicha  pesquisa  parece  que  en  la  dicha 
Governacion   los  dichos  reos  an  usado   de   una  argolla   alemana 


254  BOLETÍN  DE   HISTORIA  Y   ANTIGÜEDADES 


contra  los  yndios  para  los  roatar  por  que  les  den  oro  pido  e  suplico 
a  Vuestra  Alteza  mande  cometer  al  Licenciado 
Que  la  busque  y     Miguel  Días   e  a    otros  jueces  que  con    toda 
castigue  y  enbie.     diligencia   inquieran   en  cuyo  poder    esta  la 
dicha   argolla  alemana  y   la  saquen   de  podet 
de  quien  esta  y  la  enbien  a  este  vuestro  Real  Concejo  e  no  consien- 
tan: que  persona    alguna  huse  de  la  dicha  argolla  ni  la  tenga  en  su 
poder  so  grandes  penas  e  castigue  a  los  que  della  an  usado  y  sobre 
todo  pido  justicia.  (Hay  una  rúbrica)   (i). 


flPOSTlbhflS 

En  reciente  articulo,  publicado  en  las  «Anales  Políticos  y  Li- 
terarios,» de  París,  habla  Flammarion  sobre  el  calendario,  y  men- 
ciona allí,  como  es  natural,  la  división  del  tiempo  que  se  hizo  en 
los  días  de  la  Revolución  Francesa.  Hace  notar  el  célebre  astrónomo 
que  aquel  almanaque  era  muy  bello,  pero  no  podía  ser  universal, 
pues  las  denominaciones  de  los  meses  no  correspondían  a  todas 
las  zonas.  En  realidad  lo  que  es  nivoso  y  frimoso  en  algunas  latitu- 
des es  época  de  calores  y  de  cielo  azul  en  otras.  Los  convencio- 
nistas  franceses  obraron  con  elocuencia  y  arte  al  bautizar  las  doce 
partes  del  año,  pero  les  fallaron  conocimientos  científicos.  Igno- 
raban ellos  o  lo  olvidaron,  si  lo  sabían,  que  entre  los  trópicos  no 
hay  estaciones,  y  que  en  las  tierras  australes  aquellas  son  opuestas 
a  las  de  Europa. 

Es  frecuente  ese  desconocimiento  de  tales  hechos.  No  hace 
mucho  vimos  aquí  un  libro  de  geografía,  traducido  textualmente 
del  francés,  en  el  cual  se  decía  que  el  Sur  era  el  punto  por  donde 
marchaba  el  sol^  y  ese  libro  parece  que  fue  texto  en  algunos  de 
nuestros  colegios  durante  algún  tiempo,  o  iba  a  tener  la  adopción 
oficial  cuando  alguien  llamó  sobre  ello  la  atención.  Bien  dicho  eso 
en  la  zona  templada  del  norte,  pero  ya  inadecuado  para  decirlo 
en  la  tórrida,  donde  somos  anñscios  o  sea  que  damos  sombra  unas 
veces  al  norte  y  otras  al  sur. 

Un  diplomático  publicó  hace  pocos  años  un  aviso  en  un  pe- 
riódico de  Bogotá,  en  el  cual  solicita  una  casa  con  balcones  al 
sur,  como  cosa  indispensable;  aquello  llamó  la  atención,  y  pocos 
se  explican  aquel  capricho.  Sufría  él  de  reumatismo,  y  no  sabiendo 
de  estas  leyes  siderales,  deseaba  tener  sol  en  su  habitación  durante 
todo  el  año.  Aquí  en  verdad  esos  balcones  no  le  darían  más  ven- 
taja sobre  los  que  miran  hacia  el  norte,  que  el  de  observar  la  Cruz 
del  Sur  en  las  nuches  estrelladas. 

Zamacois,  en  un  artículo  sobre  Silva,  habla  de  nuestro 
cementerio  laico,  y  dice  lo  siguiente:  «Coincidencia  impresio- 
nante! Casi  la  totalidad  de  aquellos  suicidas — entre  los  cuales  no 
hay  ninguna  mujer — se  fueron  en  los  mssesde  octubre,  de  noviem- 


(1)  Archivo  de  Indias.  Estante  2,  caójn  2.  legajo  1—16  R.  34 


APOSTILLAS  255 


bre,  de  diciembre,  de  enero. . .  .cual  si  hubiese  habido  una  conca- 
tenación, arcana  y  fatal,  entre  la  desesperación  de  sus  almas  y  la 
melancolía  del  invierno»  (i). 

Bien  que  los  sabios  franceses,  que  no  habían  viajado  por  estos 
mundos,  cometieran  este  descuido,  de  hacer  un  calendario  con  pre- 
tensiones de  universal,  completamente  inadecuado  en  otros  conti- 
nentes; disculpable  en  el  traductor  de  un  buen  texto  que  olvidara 
poner  una  nota  aclaratoria  al  pie  de  la  página;  explicable  en  el  dis- 
tinguido Ministro  que  acababa  de  llegar  a  estas  alturas.  Pero  el 
señor  Zamacois,  que  vivió  entre  nosotros  algunos  días,  debió  darse 
cuenta  de  que  aquí  no  tenemos  estaciones,  y  que  esos  meses,  som- 
bríos y  melancólicos,  de  que  él  habla,  son  a  menudo  radiantes  y  es- 
plendorosos entre  nosotros. 


La  Oficina  Internacional  de  las  Repúblicas  americanas  presen- 
tó al  Congreso  relativo  al  café,  que  se  reunió  Nueva  York  a  fines 
de  1902,  un  interesante  libro  intitulado  El  café,  su  historia,  cultivo, 
beneficio,  etc,  efe.,  al  fin  del  cual  hay  una  Bibliografía,  y  en  ésta  no 
se  enumera  ninguna  obra  sobre  la  materia  publicada  en  Colombia. 

«El  Diario  de  Costa  Rica»  publicó  hace  poco  (29  de  junio  de 
192 i)  un  número,  en  riquísima  edición,  consagrado  al  centenario 
del  cultivo  del  café  en  aquella  nación.  Tiene  artículos  en  prosa  y 
en  verso,  eruditos  y  amenos,  que  se  leen  con  vivo  deleite.  Entre 
ellos  hay  uno  sobre  cBibliografía  costarricense  del  café,»  y  otro  so- 
bre <Bibliografía  general  del  café,»  que  es  el  mismo  del  libro  de 
la  Oficina  Internacional,  con  cinco  adiciones.  Una  de  éstas  sí 
menciona  una  publicación  vernácula  sobre  esto,  la  intitulada  De  la 
crisis  del  café  y  medios  de  conjurarla,  por  fosé  María  Pinto  V.  Ex- 
posición leída  por  su  autor  el  30  de  agosto  de  1920  ante  el  Congreso 
de  cafeteros  de  Colombia.  Como  sí  se  han  escrito  aquí  sobre  tal  ma- 
teria varios  estudios,  nos  permitimos  adicionar  dicho  trabajo  con 
estos  datos: 

«Instrucción  popular  sobre  meteorología  agrícola,  y  especial- 
mente sobre  el  añil  y  el  café,»  por  Indalecio  Liévano,  ingeniero 
civil.  Publicación  del  «Diario  Oficial»  de  Bogotá,  imprenta  déla 
Nación,  1868,  18  páginas. 

«Tratado  práctico  sobre  el  cultivo  del  cafeto,  por  Francisco 
Ospina.»  Bogotá.  Imprenta  de  Foción  Mantilla,  1872,  62  páginas. 

«Industria  del  café  en  Cundinamarca,  por  Luis  Mejia»,  Bogo 
tá.  Imprenta  de  Echeverría  Hermanos,  1877,  32  páginas. 

«Memoria  sobre  el  cultivo  del  cacao,  del  café  y  del  té,  y  so- 
bre el  papel  que  desempeñan  en  la  higiene  y  alimentación  de  los 
pueb.'os  las  bebidas   conocidas  que  emanan  de  estas   plantas,  por 


(1)  Publicado  en  Cromos,  del  1?  de  marzo  de  1919,  número  152. 


256  BOLETÍN   DE   HISTORIA   Y   ANTIGÜEDADES 


Emigdio  Paiáu.»  Bogotá,  Imprenta   de  Lleras  &  Compañía,  1889, 
78  páginai. 

cMemoria  sobre  el  cultivo  del  cafeto,  por  Nicolás  Sáenz,  pro- 
fesor en  Ciencias  Naturales  de  la  Universidad  Nacional,  miembro 
de  la  Sociedad  de  Agricultores  colombianos,  etc.,  etc.,»  1892.  Bo- 
gotá (Colombia),  Imprenta  de  La  Luz,  calle  13,  número  100.  56 
páginas.  De  ésta  se  hizo  luego  un  edición  más  extensa. 

Entre  los  libros  de  otros  países  anotamos  que  falta  el  Cultivo 
del  café  en  la  costa  meridional  de  Chiapas,por  Matías  Rometo,  de 
la  cual  conocemos  la  tercera  edición,  que  fue  impresa  en  Méjico, 
Imprenta  del  Gobierno,  en  1875;  bien  que  sí  se  cita  otra  obra  de 
dicho  autor,  la  que  lleva  el  título  de  cafe  and  india — rubber  culture 
in  México.  Nueva  York^  1S98. 

Note  sur  divet ses  varietés  de  café  et  en  particulier  sur  les 
cafés  du  Brésil,  par  M.  le  General  Morin,  publicado  en  Annales  de 
Conservatoire  des  arts  et  metieres  en  1879.  (Tomo  xi,  número  41). 

El  Comercio  del  café,  por  H.  Schofer^  publicado  en  Amster- 
dam  en  1868  y  traducido  del  alemán  por  Diego  Bautista  Urba- 
neja.  Tiene  de  curioso  este  trabajo  que  a  Colombia,  hoy  segundo 
país  productor  del  precioso  grano,  no  lo  menciona  para  nada.  Y 
Cultivo  del  café  o  sea  Manual  teórico-pf  áctico  sobr  e  el  beneñcio  de 
este] fruté , por  F.  J.  Mádriz,  París  1869.  El  autor  es  venezolano,  y 
fue  escrita  esta  guía  para  sus  compatriotas. 

La  Enciclopedia  Espasa  trae  una  lista  bibliográfica  en  la  pa- 
labra café.  Ninguna  de  las  obras  que  hemos  citado  está  allí  men- 
cionada. 

E.  Pesada 


PROPOSICIOn 

(19  de  diciembre; 

La  Academia  Nacional  de  Historia  de  Colombia  presenta  su 
sincera  condolencia  a  la  Sociedad  de  Americanistas  de  Paris  por  la 
muerte  de  su  ilustre  Presidente,  M.  H.  Vignau,  y  rinde  su  home- 
naje de  admiración  y  respeto  a  la  memoria  de  este  sabio  historia- 
dor de  Colón,  y  autor  de  otras  bellas  obras  de  historia  americana. 


boletín 


Año  XIV-N.' 161  f-\l      II       r     I     I     XJ     Febrero:  1923 


DE    HISTORIA    Y    ANTIGÜEDADES 

oRGHno  De  íñ  flcfloemifl  nflcionflc  oe  historia 

DIRECTOR,  REDACTORES, 

EDUARDO  POSADA  LUIS  AUGUSTO  CUERVO 

ROBERTO  CORTÁZAR 

Bogotá— República  de  Colombia 


DISCURSO 

PRONUNCIADO    EN  LA  SESIÓN  DEL   12  DE  OCTUBRE  DE  I922 

Señor  Presidente  de   la   Academia,    señores    académicos,    señores, 
señoras: 

Tiene  un  sentido  profundo  y  subyugador  aquella  costumbre 
que  las  viejas  dinastías  establecieron  y  que  va  muriendo  con  ellas. 
De  tarde  en  tarde  giran  sobre  sus  goznes  los  macizos  portalones 
de  sus  palacios  y  entra  en  olas  una  muchedumbre  que  va  a  turbar 
el  silencio  de  aquellas  graves  galerías  en  donde  se  creó  su  historia, 
en  donde  se  tejieron  sus  sueños  y  en  donde  se  talló  y  se  talla  aún 
quizás  su  porvenir.  Ya  ha  pasado  por  allí  una  y  muchas  veces 
aquella  multitud  sólo  alterada  por  los  pequeñuelos  que  la  siguen 
como  cachorros  y  que  llenan  los  claros  que  dejó  la  muerte. 

Hay  un  secreto  instinto  en  repetir  y  repetir  estas  peregrina- 
ciones periódicas.  Es  un  ejercicio  de  resurrección,  especie  de  in- 
mersión que,  como  la  de  los  grandes  buzos,  saca  de  las  quietas 
aguas  de  los  hondos  abismos  la  faceta  maravillosa  que  es  en  la  su- 
perficie aguijón  para  la  lucha,  orientación  hacia  la  meta  y  aviso  y 
consuelo  para  los  errores  que  se  trocaron  en  pesares.  Todo  pue- 
blo, toda  agrupación  étnica  conserva  aún  si  no  sus  soberanos,  la 
mansión  señorial  donde  se  localiza  su  historia  y  su  espíritu.  Podrá 
beber  allí  según  sus  gustos;  palpar  la  reliquia  de  donde  surgió  la 
leyenda  y  el  ensueño;  hojear  el  infolio  que  escribió  el  maestro; 
besar  la  bandera  que  en  días  de  gloria  se  desplegó  bajo  sus  cielos, 
y  pulsar  el  lanzón  y  la  armadura  que  fijó  para  siempre  los  lindes 
de  la  Patria. 

Postdam,  Buckingham,  Kremlin,  Escorial,  Versalles,  sitios 
son  aún  que  respetan,  quizás  a  su  pesar,  las  masas  iconoclastas  de 
nuestros  tiempos.  No  hay  frivolidad  ni  espíritu  crítico  que  vaya  a 
derrivar  al  gran  Barbarroja,  que  un  día  caminando  con  sus  teuto- 
nes gigantes|hacia  la  tierra  de  Cristo,  se  ahogó  en  un  río  sin  nombre; 
pero  a  quien  la  fantasía  popular  guardó  durante  centenares  de  años 
en  la  más  sombría  gruta  de  Kyífhauser,  y  allí  durmió  con  sus 
heroicos  guerreros  hasta  el  glorioso  día  en  que  del  cielo  de  Prusia 

XTV— 17 


258  BOLETÍN   DE   HISTORIA    Y    ANTIGÜEDADES 


huyeron  las  águilas  y  huyeron  las  nubes.  No  hay  espíritu  antirreli- 
gioso que  vaya  a  reírse,  ni  menos  a  odiar,  a  las  galeras  que  lanzó 
a  la  mar  el  gran  Felipe  del  Escorial  en  busca  del  calvinista  o  del 
sarraceno;  hará  tambalear  en  sus  principios  a  las  masas  de  obreros 
de  nuestros  sindicatos,  la  huella  tangible  del  gran  Corso  que  voló 
sobre  el  mundo  en  loco  remolino  agitando  el  estandarte  de  su 
egoísmo  personal.  No  habrá  rencor  suficiente  entre  las  míseras 
mujeres  del  bulevar  que  las  lleve  a  ensañarse  con  la  desvanecida 
zapatilla  versallesca  sobre  lá  cual  paseó  su  coquetería  y  su  gracia 
sin  par  la  reina  o  la  duquesa  diminuta  y  voluptuosa  cuyos  amores 
eran  tragedias,  y  cuyos  perfumes  anestesiaban  la  vena  de  sangre  y 
de  riqueza  que  sus  caprichos  rompía. 

La  Marquesa  Eulalia,  risas  y  desvíos 
Daba  a  un  tiempo  mismo  para  dos  rirales: 
El  Vizconde  rubio  de  los  desafíos 
Y  el  abate  joven  de  los  madrigales. 

Ante  los  inmensos  portalones  que  hoy,  día  de  la  raza,  abre  la 
vieja,  la  gloriosa,  la  magnífica  madre  España,  entra  en  olas  de 
amor,  nada  más  que  de  amor,  el  espíritu  de  ochenta  millones  de 
seres  humanos  que  vuela  sobre  los  mares  y  sobre  los  continentes  y 
que  no  tiene  más  que  una  palabra  para  pronunciar:  ¡Madre!  Se 
olvidaron  los  devaneos  versallescos  de  la  que  un  día  fue  espléndi- 
da y  hermosa.  Se  olvidó  su  despego  de  los  bienes  terrenales  que 
dejó  esparcidos  y  abandonados  a  su  propia  suerte  a  los  hijos  de 
su  sangre.  Se  olvidó  esta  dolorosa  herencia,  que  transmitida  por 
ella  fue,  de  vivir  soñando  entre  un  mundo  tan  despierto,  de  ese 
vivir  atormentado  de  quien  quiere  modelar  sin  ensuciar  sus  manos 
con  la  arcilla. 

Pero  no  se  olvida  que  esta  armonía  que  nos  circunda  eterna- 
mente es  la  lengua  que  nos  enseñó;  que  la  tierra  ubérrima  en  don- 
de palpitan  con  exceso  de  vida  formidables  democracias  y  que  se 
va  poblando  con  los  despojos  de  mundos  enfermos,  es  el  continen- 
te que  ella  descubrió  mientras  buscaba  a  los  Cipangos  para  impo- 
nerles la  cruz.  No  se  olvida  a  quienes  venimos  a  abrazarla  con 
ternura,  que  si  laureles  tiene  la  humanidad  que  no  se  secan,  son 
los  cosechados  en  esas  salidas  caballerescas  del  señor  don  Alonso, 
por  Flandes  y  por  Italia  y  por  la  tierra  gala,  siempre  tras  un  alto 
ideal  y  tras  un  principio  del  espíritu. 

Empeñó  su  corona  avaluada  al  peso  por  el  Ayuntamiento  de 
Valencia,  nuestra  señora  doña  Isabel,  para  continuar  la  guerra  con- 
tra la  morisma  y  únicamente  por  orgullo  de  raza,  pues  la  morisma 
era  en  España  arte,  tolerancia  v  sabiduría.  Y  le  quedaron  aún  al- 
gunas joyas  más  que  empeñar  para  lanzar  sus  naos  a  esa  aventura 
de  donde  nosotros  surgimos.  Se  enloqueció  de  amor  aquella  otra 
reina  nuestra,  doña  Juana,  mientras  seguía  como  un  espectro  el 
cadáver  de  su  hermoso  Felipe.  Allí  donde  haya  pasión,  allí  donde 
haya  arrebatos  generosos  encontraréis  al  español  guerrero  o  a  su 
poeta  místico  o  profano  o  a  r,u  santo  iluminado. 


DISCURSO  259 


Podemos  pues  escoger  a  nuestro  amaño  en  este  jardín  mag- 
nifico la  flor  que  nos  parezca  para  glorificar  con  ella  a  la  madre 
Iberia  en  este  dia  de  apoteosis  y  de  recuerdos. 

Por  un  altísimo  honor  que  guarda  una  proporción  inversa- 
mente perfecta  a  mis  caoacidades,  la  honorable  Academia  Nacio- 
nal de  Historia  ha  querido  que  yo  lleve  su  voz,  y  ha  dejado  a  mi 
elección  la  escogencia  del  tema,  aumentando  así  la  dificultad  del 
mandato. 

Yo  quiero  implorar  vuestra  benevolencia,  y  os  invito  a  dete- 
nernos por  breves  momentos  delante  de  este  cuadro  vago  y  borroso 
que  escribió  España  en  sus  colonias  y  que  abarca  un  espacio  de 
tiempo  comprendido  entre  el  fin  de  la  conquista  y  el  principio  de 
la  revolución.  Dentro  de  estos  límites  toda  la  historia  de  América 
es  un  inmenso  lago  de  olvido  y  de  ensueño.  No  muy  distante  de 
nosotros  por  el  tiempo,  está  infinitamente  lejos  por  las  nuevas  mo- 
dalidades que  el  mundo  moderno  ha  impreso  en  nuestra  vida  y  ea 
el  concepto  filosófico  de  ella. 

Tiene  para  mí,  y  espero  que  timbién  para  vosotros,  una  su- 
gestión irresistible  esta  absoluta  laxitud  y  abandono  de  generacio- 
nes y  generaciones  que  durante  los  siglos  xvi,  xvii  y  xviii  fueron 
inconscientemente  el  frío  crisol  en  donde  se  iban  fundiendo  y  mo~ 
delando  estas  nuevas  sociedades  hindohispánicas  que  son  ya  y  to- 
serán cada  día  más,  pesj  denso,  decisivo  en  el  equilibrio  del  mun- 
do. Yes  admirable  que  dentro  de  este  industrialismo  del  día  y  den- 
tro depoderosas  corrientes  migratorias  conserven  intacta  su  savia^ 
la  misma  savia  que  les  transmitió  el  oscuro  colono  español. 

Cuando  se  considera  la  manera  inconmovible  como  se  conso- 
lidó el  domino  de  España  en  un  tiempo  relativamente  corto,  se 
puede  juzgar  que  fueron  masas  enormes  de  emigrantes  las  que 
arrojaba  la  madre  Patria  sobre  sus  colonias,  y  que  cayendo  sobre 
los  desiertos  americanos  y  sobre  poblaciones  indígenas  fisiológica- 
mente débiles,  entraron  desde  el  primer  momento  a  dominar  sin 
contrapeso  y  a  trasplantar,  por  decirlo  así,  un  buen  gajo  de  la 
España  peninsular  sobre  el  fecundo  suelo  de  Indias.  Nada  hay 
sin  embargo  más  erróneo.  Sesenta  años  después  de  terminada  la 
conquista  toda  la  población  española  esparcida  en  la  inmensidad 
del  continente  apenas  si  alcanzaba  a  la  cifra  insignificante  de  quin- 
ce mil  personas.  Este  fue  el  peso,  casi  justo,  de  la  genuina  semilla 
española  importada  en  sus  dos  terceras  partes  de  Andalucía  y  de 
las  Provincias  vascongadas. 

Establecidos  estos  emigrantes  en  las  partes  altas  de  las  cordi- 
lleras en  donde  el  clima  benigno  y  los  restos  de  la  población  in- 
dígena hacían  más  fácil  su  existencia,  dieron  principio  a  esa  vida 
colonial  quieta  y  apacible,  reacción  natural  de  las  aventuras  ago- 
viadoras  de  la  conquista  y  de  las  inauditas  turbulencias  de  la  Eu- 
ropa que  habían  abandonado.  No  se  formó  con  campesinas  ni  con 
obreros  de  las  grandes  ciudades  la  base  de  esta  emigración.  Eran 
comerciantes  de  menor  cuantía  que  venían  a  las  costas  en  donde 
el  contrabando  con  las   colonias   extranjeras  les  enriquecía   muya 


260  BOLETÍN  DE   HISTORIA  Y   ANTIGÜEDADES 


menudo  en  breve  tiempo.  Estos  colonos  generalmente  regresaban 
a  la  Metrópoli.  Los  que  no  volvían,  los  que  se  despedían  de  la  pa- 
tria con  el  «hasta  nunca»  de  los  héroes  de  Zola,  eran  aquellos 
rezagos  de  la  antigua  nobleza  española,  gentes  de  algún  vali- 
miento e  influencias  en  la  Corte  y  a  quienes  una  fácil  intriga 
hacía  dueñas  de  grandes  concesiones  de  tierras  y  de  yacimientos 
auríferos.  Alrededor  de  esta  clase  de  emigración  fue  como  se  ve- 
rificó la  verdadera  colonización  de  América.  Fue  ella  la  que  con- 
solidó efectivamente  la  conquista  española,  que  no  habían  conso- 
lidado de  seguro  los  conquistadores,  una  vez  que  hubieran  ago- 
tado en  su  vivir  errante  el  oro  que  encontraron  en  manos  de  los 
indios  y  sus  escasos  cultivos. 

El  señor  español  era  'otra  cosa:  venía. a  América  más  que  en 
busca  de  riqueza,  en  demanda  de  la  discreta  penumbra  que  nece- 
sitaba su  orgullo  de  cortesano  arruinado.  La  tierra  tenía  indios 
que  la  cultivaran,  y  para  la  mina  mortífera  fácilmente  se  compra- 
ban negros  que  supieran  explotarla.  Por  pequeños  que  fueran  los 
rendimientos  así  obtenidos,  ellos  bastaban  para  subvenir  a  las  mo- 
destas necesidades.  Las  grandes  ventajas  y  la  razón  de  ser  que  hizo 
del  feudalismo  durante  la  Edad  Media  un  Gobierno  necesario  y 
justo  en  sus  principios,  se  presenta  aquí  claramente  sin  que  el  tiem- 
po y  el  espíritu  del  siglo  xviii  hubieran  permitido  que  degenerase 
como  aquél  en  una  de  las  formas  más  odiosas  de  opresión  y  de  ti- 
ranía que  registra  la  historia.  Aquí  se  conservó  más  o  menos  un 
equilibrio  justo  y  razonable  entre  el  indio  que  vagaba  sin  amparo, 
después  de  rota  por  la  conquista  su  primitiva  organización,  y  el 
señor  que  tomaba  a  su  cargo  su  defensa  contra  los  aventureros 
desalmados  que  lo  perseguían.  Rl  indio  aceptaba  gustoso  este 
principio  de  protección  y  retribuía  ese  amparo  con  sus  deficientes 
servicios.  Un  contrato  tácito  de  esta  naturaleza  fue  el  que  asegu- 
ró a  España  su  dominio  racial  en  este  continente:  nunca  como 
aquí  medios  tan  humildes  y  débiles  han  dado  frutos  más  gran- 
diosos. 

¿Tiene  historia  este  señor,  este  colono  que  inconsciente  y  ge- 
nerosamente abría  sus  venas  y  mezclaba  su  sangre  con  las  más 
humildes  razas  y  preparaba  así  el  imperio  español  del  porvenir? 
Desgraciadamente  no  la  tiene  y  no  hay  para  qué  esperar  que  pue- 
da tenerla. 

Sabemos  sí  que  un  día  se  arrojaba  al  mar  desde  Vigo  o  desde 
Cádiz  llevando  a  su  lado  a  la  esposa  joven  o  a  la  vieja  esposa  que 
arrastra  consigo  a  sus  polluelos.  Va  con  ellos  el  pergamino  que 
expurga  su  sangre,  y  el  otro  pergamino,  el  que  concede  la  tierra 
quesera  para  ellos  decorosa  tranquilidad  y  ocio  señoril.  Nada  la- 
mentan de  esta  vida  cortesana  que  dejan  para  siempre,  ni  nada 
temen  de  esta  otra  nueva  vida  que  les  espera  más  allá  del  bravo 
mar  en  que  flotan.  Son  los  largos  meses  de  travesía  marina  y  es  el 
escalar  de  la  inaccesible  serranía  donde  se  asienta  la  solitaria 
ciudad  y  el  portalón  de  piedra  en  donde  se  esculpirá  el  escudo. 
Pasan  los  años  y  los  años:  el  viejo  emigrante  murió  pero  quedan 
|0S  hijos  y  los  nietos,  los  de  la  sangre  pura  y  los  de  la  media  san- 


DISCURSO  261 


gre.  La  conexión  con  la  madre  Patria  acabó  al  fin  por  romperse, 
V  de  la  España  de  ultramar  sólo  alcanzan  a  ver  al  rey  legendario 
y  democrático  accesible  siempre  a  las  míseras  desavenencias  de 
sus  lejanos  vasallos. 

No  ha  presenciado  el  mundo  labor  más  silenciosa  y  más  fe- 
cunda que  esta  labor  de  raza  que  se  cumplía  en  América  dentro 
del  silencio  de  sus  selvas  lujuriosas  y  al  amor  de  sus  noches  estre- 
lladas. Fue  en  la  sencillez  de  esa  vida  colonial  donde  pudo  espigar 
el  más  genuino  espíritu  democrático  de  que  puede  enorgullecerse 
la  humanidad.  Fenómeno  en  apariencia  paradójico  y  admirable 
es  éste,  hijo  del  contacto  diario  del  señor  y  del  villano  en  la  quie- 
tud de  las  sociedades  americanas.  Los  fueros  eran  palabrería,  los 
títulos  eran  adornos,  alli  donde  se  hacía  inevitable  la  cooperación 
de  unas  clases  con  otras.  Mientras  la  autoridad  real  se  amortigua- 
ba por  la  distancia  y  el  formulismo,  florecía  con  esplendor  la  au- 
toridad del  Ayuntamiento,  en  cuya  composición  se  ejercitaba, 
tambaleándose  como  un  niño,  ese  sufragio  universal  que  ha  venido 
a  convertirse  en  fuerza  fundamental  de  nuestras  nacionalidades. 
Quizá  venga  de  allá,  de  ese  sentido  democrárico  tan  profundo,  la 
uente  de  tanta  dfcdicha  y  turbulencia  de  estas  repúblicas  que  al 
constituirse  en  Estados  independientes  no  alcanzaron  a  separar  en 
sus  concepciones  políticas,  los  principios  representativos  e  iguali- 
tarios de  los  exagerados  principios  republicanos  que  debilitaban  su 
nacionalidad  y  su  acción  administrativa. 

Canta  el  moro  y  duerme  el  árabe  en  esta  laxitud  voluptuosa 
que  se  prolonga  por  años  y  por  siglos.  E!  aduar  africano  cae  en 
América  en  tierra  propicia.  Lo  veremos  reproducida  en  esa  orga- 
nización de  la  familia  en  donde  impera  el  varón  grave  y  silencioso 
con  autoridad  que  no  se  discute.  Obedece  sin  replicar  la  esposa 
sufrida  a  la  que  aisla  casi  por  completo  del  mundo  exterior,  el  celo 
oriental.  No  se  revelará  la  hija  lánguida  y  soñadora  contra  este  ri- 
gorismo de  la  autoridad  paternal  que  marchitará  su  juventud  en 
el  encierro  o  le  impondrá  el  esposo  que  no  fue  llamado  por  su  co- 
razón. La  ñesta  religiosa  constituye  su  sola  fiesta;  el  convento  ve- 
cino adonde  lleva  sin  cansarse  el  romero  y  el  incienso,  es  el  salón 
para  sus  gracias;  la  esclava  de  ébano  será  el  confidente  de  sus  amo- 
res, y  para  la  palidez  de  su  rostro  no  habrá  más  afeite  que  el 
agua,  ni  más  lujo  para  su  cuerpo  que  la  muselina  en  ondas,  ni  más 
coquetería  para  su  cabeza  que  la  trenza  que  golpea  y  cae  en  dos 
como  festones.  Dentro  de  la  casa  hallaréis  siempre  el  plátano  y  la 
palma  como  reminiscencia  del  desierto  y  al  azulejo  de  Granada  y 
la  pila  seca  que  bordean  los  jazmines. 

El  misoneísmo  cristiano  y  el  fatalismo  oriental  bien  unidos 
están  en  este  concepto  triste  y  resignado  de  la  existencia.  Muy 
poca  cosa  valdrá  el  esfuerzo  para  hacer  cambiar  el  destino,  y  por 
consiguiente  el  esfuerzo  no  se  hará.  Cuando  viene  la  desdicha; 
cuando  la  cosecha  se  perdió  y  trajo  la  ruina;  cuando  las  llamas  o 
los  terremotos  arruinaron  la  ciudad;  cuando  el  deudo  desapareció 
esguazando  el  rio  sin  puente  o  murió  entre  los  infusorios   caseros, 


262  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


entonces  surge  la  filosofía  que  consuela  de  la    imprevisión,    y  hace 
exclamar  estoicamente:  ¡Así  es  la  vida! 

Así  es  la  vida,  y  así  fue  sobre  todo  esta  vida  colonial  que  nin- 
guno de  vosotros,  señores  y  señoras,  dejasteis  de  conocer  en  los 
abuelos  trémulos  y  en  la  solariega  casa  de  vuestros  mayores.  For- 
mas de  existencia  que  al  alejarse  de  nosotros  con  la  rapidez  con 
que  se  alejan  los  cometas,  dejan  sin  embargo  dentro  del  cosmopo- 
litismo y  de  la  urbe  magnífica  de  la  América,  efluvios  y  modalida- 
des que  serán  eternamente  gracia  y  espíritu. 

Cuando  los  ochenta  millones  de  seres  que  pueblan  actualmen- 
te estos  países  hayan  creado  ese  tipo  ideal  del  hombre  en  que  se 
aunen  sin  excluirse  el  músculo  y  el  arpa,  entonces  se  verá  qué  fue 
lo  que  aportó  a  la  civilización  este  señor  de  la  gorguera  y  de!  es- 
padín que  salió  un  día  de  Cádiz  o  de  Vigo  y  que  dejó  gotear  su 
vida  y  la  de  interminables  generaciones  que  le  siguieron  en  un 
abismo  de  olvido  y  de  silencio.  Se  verá  entonces  cómo  hay  en  la 
historia  esas  fuerzas  nebulosas  que  aparentemente  nada  significan 
y  que  sin  embargo  son  las  nebulosas  del  Génesis  en  donde  flotaba 
el  espíritu  de  Dios, 

No  quedaron  los  nombres  pero  sí  la  proyección  de  la  obra  de 
estos  espíritus  solitarios.  Y  eso  basta.  Una  de  las  páginas  que  con 
más  ternura  empapó  el  sentimiento  humano  es  aquella  incorpora- 
ble  que  escribió  Renán  ante  la  desolación  de  un  cementerio  bre- 
tón. ¿Qué  huella  quedó  en  el  mundo  de  los  millares  de  seres  que 
allí  cayeron  aniquilados  por  la  muerte?  ¿Quién  recordará  sus  nom- 
bres ni  sus  pueriles  inquietudes,  ni  sus  pobres  alegrías,  ni  sus  gran- 
des dolores?  Nadie.  Es  el  olvido,  el  infinito  olvido  sin  consuelo  y 
sin  resurrección.  Y  sin  embargo,  cada  uno  de  ellos  fue  átomo,  fue 
componente  de  formas  de  humanidad  que  florecieron  o  florecen 
aún.  No  hubo  vida  más  oculta  y  oscura  que  la  de  la  virgen  reli- 
giosa cuya  huella  en  el  mundo  es  apenas  comparable  a  la  que 
deja  una  paloma  en  el  aire  que  corta.  Y  sin  embargo,  aquella 
pobre  monja  fue  factor  en  la  vida  monástica  que  tanto  ayudó  al  des- 
arrollo del  espíritu  humano,  y  cuyo  recuerdo  y  cuya  acción  no  mo- 
rirán .  ¡Resignarse  al  olvido!  Así  lo  hicieron  estos  nuestros  ante- 
pasados, cuya  obra  colectiva  fue  esplendorosa  y  eterna  pero  dentro 
de  la  cual  despareció  toda  huella  individual. 


Con  un  discurso  académico  he  debido  responder  al  mandato 
de  una  Academia.  Sobre  una  página  brillante  de  la  historia  de  Es- 
paña he  debido  disertar  ante  este  brillante  auditorio.  Perdonadme 
si  no  he  podido,  y  quizás,  quizás  si  no  he  querido  hacerlo.  Fiesta 
de  amor  es  la  fiesta  que  hoy  celebramos,  y  yo  me  he  dejado  guiar 
de  mi  corazón  al  arrastraros  hacia  este  dulce  cuadro  que  tiene  la 
sencillez  y  la  discreción  de  los  ramajes  en  donde  se  quieren  los 
pájaros.  ¡Pobres  generaciones!,  podríamos  decir  quizás  al  compa- 
rar esta  intensidad  de  nuestra  vida  moderna  con  aquella  placidez 
con  que  contemplaron  el  universo  y  se  contemplaron  a  sí  mismos 


INFORME  263 


aquellos  maestros  de  la  renunciación  ascética.  ¡Pobres  generacio- 
nes!, y  quién  sabe  cuántas  veces  en  este  vaivé  i  incesante  de  nues- 
tro corazón  no  hayamos  vuelto  a  mirar  con  ojos  melancólicos 
aquel  golfo  azul  en  donde  flotó  sin  inquietudes  el  ocíj  griego  y  ea 
escala  más  humilde  este  ocio  de  nuestros  mayores.  Cuántas  veces 
agobiados  por  este  tropel  de  afanes  y  de  necesidades  que  nos  mar- 
tirizan y  nos  destruyen,  nos  detuvimos  un  segundo  a  enjugarnos  el 
sudor — ya  que  no  hay  tiempo  para  enjugarnos  los  ojos, — y  com- 
prendiendo que  nuestro  destino  es  implacable,  tuvimos  que  excla- 
mar con  la  dulce,  con  la  santa  filosofía  colonial:    «¡Así  es  la  vida!» 

He  dicho: 

Jorge  Ricardo   Vejarano 

m  

inFORmE 

CONCURSO  DK    1 92 2 
Señor  Presidente  de  la  Academia  Nacional  de  Historia. 

Honrados  con  el  cargo  de  Jurados  en  el  concurso  relativo  al 
tema  fijado  por  la  Academia  en  su  sesión  de  15  de  septiembre  del 
afio  pasado,  tenemos  ante  todo  la  pena  de  informaros  que  a  pesar 
de  lo  atrayente  y  simpático  de  dicho  tema,  poco  explotado  en  la 
historia  de  modo  conjunto,  tan  sólo  dos  trabajos  se  presentaron 
sobre  «La  Mujer  en  la  Independencia»  . 

El  primero,  firmado  Oriente,  a  pesar  de  que  lo  adornan  algu- 
nos méritos  como  ensayo  de  ese  orden,  es  tan  sintético,  que  no 
puede  competir  con  el  segundo,  firmado  Martiniano  Martines  y 
Martin. 

La  premura  del  tiempo  nos  excusa  de  entrar  en  un  análisis  de 
fondo  de  este  último  trabajo:  apenas  con  el  presente  informe  nos 
proponemos  complacer  a  la  corporación  en  ei  sentido  de  que  se  le 
diga  cuál  de  aquellos  dos  estudios  merece  el  premio  ofrecido,  a  fin 
de  que  la  Academia  pueda  cumplir  el  deber  reglamentario  de 
otorgarlo  en  oportunidad,  es  decir,  en  la  sesión  solemne. 

Bien  sabido  es  que  quienes  en  esta  clase  de  informes  optan  por 
conceder  el  premio  a  una  monografía  determinada,  no  están  obli- 
gados a  compartir  todas  las  ideas  expresadas  en  ella,  ni  tampoco 
salen  garantes  de  la  completa  exactitud  de  todos  y  cada  uno  de  los 
datos  históricos  que  contenga.  Un  trabajo  de  escrupulosa  expurga- 
ción de  hechos,  o  de  crítica  histórica  propiamente  dicha,  sería  muy 
distinto  de  lo  que  se  acostumbra  para  los  efectos  del  caso  en  infor- 
mes como  e!   que  hoy  tenemos  el  honor  de  rendir  a  la  Academia. 

Hechas  estas  salvedades  o  advertencias,  nos  es  grato  dejar 
constancia  de  que  el  trabajo  mencionado  ruerece  tos  honores  del 
premio,  por  diversos  conceptos,  siendo  el  principal  la  misma  exten- 
sión de  la  obra,  que  no  se  limita  a  simple  recopilación  de  datos  en 
cada  partícula,  sino  que  siempre  deja,  en  lo  principal,  satisfecha  la 
curiosidad  del  lector,  siendo  pues  el  conjunto  un  resultado  de  labo- 
riosa y  prolija  investigación.  Tanto  más  apreciable  es  todo  ello, 
cuanto  que   el   estudio   no   sólo   comprende  a  la  mujer  de  nuestra 


264  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


patria  en  la  independencia,  sino  que  abarca  las  que  se  distinguie- 
ron por  el  mismo  concepto  en  casi  todo  Hispano  América. 

Siguiendo  el  autor  las  recientes  normas  de  la  Academia,  apoya 
sus  dichos,  en  la  mayor  parte  de  los  casos,  en  respetables  fuentes, 
resultando  asi  al  fin  de  cada  capítulo  una  copiosa  y  muy  ilustrativa 
bibliografía.  Son  pocos  los  asertos  en  que  el  autor,  seguramente  por 
inadvertencia,  no  deja  constancia  de  su  erudito  hábito  de  docu- 
mentarse, y  son  pocos,  igualmente,  los  datos  que  aparecen  sin  la 
fuente  respectivamente  citada. 

En  cambio,  abonamos  gustosísimos  al  autor  la  rica  documen- 
tación, hasta  hoy  desconocida,  relativa  a  la  manera  como  se  fue 
cumpliendo  la  pena  de  confinamiento  por  parte  de  cada  una  de  las 
víctimas  del  terror  en  las  poblaciones  que  les  señalaban  al  efecto  las 
autoridades  españolas.  Encuéntranse  también  en  el  libro  que  estu- 
diamos muchos  nombres  femeninos  olvidados,  o  poco  menos,  por 
el  común  de  los  historiadores,  y  eso  habla  muy  alto  de  la  escrupu- 
losidad y  patriotismo  del  escritor  que  ha  gomado  parte  en  este 
concurso. 

Creemos  que  las  anteriores  consideraciones  sean  suficientes 
para  fundamentar  el  fallo  que  precede,  favorable  a  la  obra  titulada 
«Las  Mujeres  en  la  Revolución  de  la  Independencia,»  y  que  se  pre- 
senta con  el  pseudónimo  Aíartiniano  Martínez  y  Martin. 

Bogotá,  octubre  lo  de  1922. 

Del  señor  Presidente  atentos  y  seguros  servidores,  Arturo 
Quijano — José  Joaquín  Guerra — Antonio  Gómez  Resirepo  (i). 

inFORÍDE  DEh  SECRETARIO 

Señores  miembros  de  la  Academia: 

Próspera  y  tranquila  ha  sido  la  marcha  de  esta  corporación  en 
los  doce  meses  transcurridos  después  de  mi  anterior  informe.  Con 
toda  exactitud  se  han  celebrado  las  sesiones  quincenales,  y  en  ellas 
se  han  tratado  asuntos  de  alto  interés,  como  puede  verse  en  lo» 
extractos  de  las  actas  que  se  han  publicado  en  el  Boletín. 

Feliz  idea  tuvieron  los  miembros  de  la  Academia  señores  Ma- 
rroquín  y  Restrepo  José  María  a!  proponer  que  se  hiciera  una  lec- 
tura sobre  asunto  histórico  por  algún  académico,  en  cada  una  de 
nuestras  reuniones.  Ya  han  tenido  lugar  las  de  los  miembrosseño- 
res  Marroquín,  sobre  el  primer  obispado  en  nuestro  país;  Restrepo 
José  María,  sobre  el  caudillo  de  nuestras  contiendas  civiles  fosé 
María  Ardila;  Restrepo  Eduardo,  sobre  el  banquero  Ouvard  y  sus 
negociaciones  en  tiempo  de  la  gran  Colombia;  García  Ortiz,  sobre 
un  diario  del  General  Santander  y  algún  episodio  relativo  al  asesi- 
nato de  Sucre;  Villaveces,  sobre  el  personaje  sahtaferefio  don  Pas- 
tor Losada;  Monsalve,  sobre  los  días  del  terror  en  algunas  pobla- 
ciones; Vejarano,  sobre   la  primera  revolución  en  Venezuela  y  un 


(1)  Abierto  el  sobre  resultó  ser  el  autor  el  académico  señor  José 
D.  Monsalve. 


INFORME  DEL  SECRETARIO  265 


antiguo  documento  que  se  conserva  iaédito;  Pérez  Sarmiento, 
sobre  ei  uti  possidetis  y  la  legislación  española  en  los  días  de  la 
conquista  y  de  la  colonia.  También  el  señor  Ministro  del  Brasil, 
señor  Guimaraes,  nos  deleitó  en  una  de  las  sesiones  con  una  expo- 
sición sobre  las  relaciones  entre  el  Brasil  y  Colombia  y  el  modo 
como  se  iba  a  festejar  en  su  patria  el  centenario  de  su  indepen- 
dencia. 

Sesión  solemne  celebró  la  Academia  para  conmemorar  el  secu- 
lar aniversario  de  la  batalla  de  Pichincha.  En  ella  llevó  la  palabra  el 
señor  Monsalve  con  un  relato  sobre  esa  inmortal  jornada,  y  el  señor 
Ministro  del  Ecuador  manifestó  en  elocuentes  frases  su  agradeci- 
miento por  esta  conmemoración. 

Tuvo  la  Academia  el  dolor  de  perder  en  este  año  al  académi- 
co de  número  señor  don  Manuel  María  Fajardo,  quien  colaboró 
con  eficacia  e  inteligencia  en  nuestras  tareas  y  desempeñó  durante 
algún  tiempo  el  puesto  de  tesorero,  con  laboriosidad  y  honradez; 
y  a  los  socios  correspondientes  señores  Delio  Cifuentes  Porras  y 
Manuel  Carreño,  distinguidos  ambos  por  su  talento  y  erudición  y 
que  contribuyeron  con  acertados  trabajos  a  las  labores  de  la  cor- 
poración. Aún  no  se  ha  notnbrado  la  persona  que  deba  reemplazar 
al  señor  Fajardo,  y  conveniente  sería  hacerlo  en  alguna  de  las  pró- 
ximas sesiones,  pues  hay  varios  miembros  de  alto  mérito  que  podrían 
ser  elegidos  para  este  puesto. 

El  Boletín  ha  aparecido  con  alguna  dificultad  a  causa  ael 
recargo  en  la  imprenta,  pero  las  entregas  que  han  salido  en  estos 
meses  tienen  escogido  material  y  han  publicado  documentos  iné- 
ditos de  alto  aprecio  y  artículos  de  sumo  interés.  De  las  bibliote- 
cas extranjeras  solicitan  con  ahinco  nuestra  revista.  Pedidos  cons 
tantes  tenemos  para  los  volúmenes  publicados  anteriormente, 
cuando  falta  alguno  de  ellos  en  dichos  establecimientos.  Se  ve  por 
esto  el  interés  con  que  lo  coleccionan  y  lo  guardan.  Muchas  revis- 
tas envían  con  regularidad  su  canje  a  nuestro  Boletín  y  lo  citan 
frecuentemente  entre  las  publicaciones  por  ellas  recibidas.  ^ 

De  la  Biblioteca  de  Historia  Nacional  aparecieron  después  de 
mi  anterior  informe,  el  segundo  tomo  de  las  Monografías  por  el 
señor  ^Rufino  Gutiérrez  y  el  Sacrificio  de  Ricautte  por  el  señor 
Luis  Orjuela.  Estos  dos  libros  han  tenido  magnífica  acogida,  y 
tanto  en  el  país  como  fuera  de  él,  se  les  han  tributado  las  mayores 
alabanzas.  En  prensa  están  El  Congreso  de  Cúcuta,  que  editan 
los  señores  Luis  Augusto  Cuervo  y  Roberto  Cortázar;  el  Dicciona- 
rio de  los  Conquistadores,  obra  del  señor  Raimundo  Rivas,  y  el  se 
gundo  tomo  de  la  Bibliograjia  Bogotana,  modesto  trabajo  de  vues- 
tro secretario. 

Laborioso  informe  presentaron,  a  fines  del  año  pisado,  los 
señores  Gutiérrez  y  Henao  sobre  el  Archivo  Santander;  la  Acade- 
mia aprobó  lo  que  ellos  propusieron  en  el  sentido  de  recuperar 
para  la  nación  esta  importante  documentación,  y  se  hicieron  las 
diligencias  del  caso. 

Una  comisión  de  la  corporación  ha  emprendido  la  publicación 
de  nuevos  volúmenes  de  aquella  obra.  El  señor  Cortázar  entregó 


266  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


las  copias  que  existían  en  su  poder,  las  cuales  recibieron  los  miem- 
bros de  dicha  comisión  y  el  editor  señor  Quijano,  y  ya  está  en 
prensa  el  tomo  xviii,  que  circulará  seguramente  en  el  próximo  año. 

El  académico  correspondiente  señor  Triana  publicó  en  estos 
meses  su  obra,  laborioso  análisis  del  pueblo  indígena  que  anidó  en 
nuestra  altiplanicie,  y  en  el  cual  se  penetra,  con  tino  y  sana  visión, 
en  el  arcano  de  los  petrógrifos  que  nos  dejaron  por  ahí  indelebles 
en  distintas  comarcas. 

De  los  departamentos  nos  han  venido  monografías  sobre  va- 
rias poblaciones  dignas  de  sincero  aplauso;  citaré  entre  ellas  la 
de  Pereira,  por  el  señor  Echeverri,  y  la  de  Armenia,  por  el  señor 
Macías,  que  contienen  bastantes  datos  geográficos,  históricos  y  es- 
tadísticos. 

El  señor  Quijano,  académico  de  número,  leyó  en  sesión  ex- 
traordinaria una  conferencia  sobre  Méjico  y  sus  relaciones  con 
Colombia,  llena  de  detalles  desconocidos  u  olvidados,  que  fue  oída 
con  regocijo  y  publicada  luego  en  el  Boletín  de  la  Academia.  El 
señor  Ministro  de  aquella  nación,  señor  Delgado,  pronunció  al  ter- 
minar el  orador,  frases  hermosas  de  entusiasmo  en  honor  del  Liber- 
tador, que  produjeron  en  el  auditorio  un  legítimu  alborozo. 

Fue  comisionada  la  Academia  para  dar  su  fallo  sobre  el  con- 
curso abierto  por  el  gobierno  departamental  de  Nariflo,  sobre  la 
batalla  de  Bombona,  cuyo  centenario  se  festejó  en  el  mes  de  mayo. 
Encargados  de  esto  los  señores  Acebedo,  Arroyo  y  Quijano  dieron 
su  dictamen,  el  cual  fue  aprobado  por  la  Academia  y  acatado  por 
aquella  entidad.  Los  autores  de  los  trabajos  premiados  fueron  los 
señores  Rincón  y  Perdomo. 

Con  motivo  de  tal  aniversario  el  General  Negret  publicó  una 
descripción  bien  completa  y  de  agradable  lectura  de  esa  jornada 
gloriosa. 

El  señor  Cortázar  tradujo  el  libro  de  Mr.  Sherwell  sobre  Bo- 
lívar. Esa  biografía  del  Libertador  ha  sido  con  justicia  ensalzada, 
y 'SU  versión  ai  español,  hecha  con  pulcritud  y  elegancia,  fue  tarea 
útil,  pues  hacía  falta  una  obra  manual  que  diese  a  grandes  rasgos 
la  silueta  del  ilustre  caraqueño. 

Se  hizo  representar  la  Academia  en  la  exhumación,  en  Buga, 
de  los  restos  de  don  Carlos  Montúfar;  en  el  centenario  de  don 
Uribe  Ángel,  celebrado  en  Envigado;  y  en  el  Congreso  de  Historia 
de  Río  de  Janeiro.  Llenaron  estas  misiones  los  señores  Tascón,  la 
primerf»;  los  señores  Robledo  y  Correa,  la  segunda;  y  Cuervo  y 
Grillo,  la  tercera. 

De  Caracas  pidieron  fotografías  de  la  batalla  de  Bombona 
para  el  gran  cuadro  que  prepara  el  pintor  venezolano  señor  Tito 
Salas.  Fueron  enviadas  oportunamente,  y  se  sabe  que  ellas  llegaron 
a  su  destino  y  serán  aprovechadas  por   aquel    benemérito    artista. 

En  varios  asuntos  de  interés  público  y  que  tienen  nexos  con 
nuestra  historia  se,  ha  interesado  la  Academia;  ayudó  a  la  Sociedad 
de  Embellecimiento  en  la  exposición  de  vistas  del  Bogotá  antiguo, 
que  se  organizó  ahora  meses  en  la  Quinta  de  Bolívar;  solicitó  el 
restablecimiento    del  medallón  del  historiador  Restrepo,  arrancado 


INFORME  DEL  SECRETARIO  267 


por  manos  torpes  del  muro  donde  se  había  colocado;  ha  trabajado 
sin  cesar  por  la  conservación  de  las  murallas  de  Cartagena  y  sobre 
lo  cual  cursa  ya  un  proyecto  en  el  Congreso,  presentado  por  dos  de 
sus  miembros,  los  señores  Cuervo  y  Mendoza,  que  tienen  asiento 
en  el  cuerpo  legislativo;  consiguió,  debido  u  !a  iniciativa  del  señor 
Rivas  y  sus  compañeros  en  el  Congreso  de  Sevilla,  que  se  pusiera 
el  nombre  del  fundador  de  nuestra  capital  vi  una  calle  de  Madrid; 
y  prestó  su  CMiaburacióa  a  fin  de  terminar  el  largo  negocio  de  la 
adquisición  de  la  Quinta  de!  Libertador,  del  cual  se  firmó  há 
pocos  días  la  escritura  de  compra  como  propiedad  nacional. 

Se  ha  atendido  con  prontitud  al  pedi  io  que  se  hace  tenazmen- 
te de  las  publicaciones  de  la  corporación  por  bibliotecas  y  entida- 
des extranjeras,  y  es  crecido  el  número  de  libros,  folletos  y  revis- 
tas que  se  le  envían  en  canje. 

El  Ayuntamiento  de  Sevilla  envió  a  loi  representantes  de  la 
Academia  en  e¡  Congreso  Hispanoamericano  de  Historia  y  Geo- 
grafía el  título  de  ciudadanos  de  aquella  metrópoli. 

Miembros  correspondientes  extranjeros  han  sido  nombrados 
en  este  período  los  señores  Cunighan  Graham,  escritor  inglés 
que  nos  visitó  hace  algunos  años  y  que  ha  publicado  recientemen- 
te dos  obras  relativas  a  nuestro  país:  «Cartagena  y  las  orillas  del 
Sinú.»  y  «Vida  de  Jiménez  de  Quesada» ;  R.  Verneau,  presidente 
de  la  Sociedad  de  Americanistas  de  París  y  director  del  Museo 
del  Trocadero  de  aquella  ciudad,  quien  ha  hecho  estudios  serios 
y  acertados  sobre  nuestra  arqueología;  José  E.  Machado  y  Carlos 
Medina  Chirinos,  historiadores  venezolanos  de  alto  relieve  que 
investigan  con  sabiduría  los  anales  de  la  Gran  Colombia  y  nos  han 
dado  producciones  de  aquilatada  riqueza;  Moisés  Bertoni,  erudito 
escritor  del  Paraguay,  cuyos  libros  sobre  los  aborígenes  america- 
nos son  de  un  extraordinario  mérito  y  tienen  capítulos  que  se  ro- 
zan con  los  singulares  problemas  de  nuestra  prehistoria,  y  Coll  y 
Tosté,  historiador  de  Puerto  Rico,  quien  en  su  selecta  revista 
publica  continuamente  capítulos  referentes  al  pasado  de  nuestro 
continente, 

Y  como  correspondientes  nacionales  los  Reverendos  Padres 
Marcelino  Ganuza  y  Bernardo  Merizalde,  autor  el  primero  de  un 
relato  sobre  las  misiones  de  los  agustinos  en  Colombia,  y  el  segundo 
de  una  narración  sobre  sus  misiones  en  la  costa  del  Pacífico,  trabajos 
ambos  sustanciosos  e  instructivos,  que  dan  aporte  bien  apreciable 
a  nuestras  crónicas  y  a  nuestra  geografía;  el  Mayor  Luis  Acebedo, 
estudioso  militar  que  colabora  con  escritos  históricos  en  varias 
revistas  y  tiene  ya  una  buena  serie  de  publicaciones  de  altísima  no- 
vedad; el  señor  Arcesio  Guzmán,  que  nos  dio  una  minuciosa  mo- 
nografía de  Almaguer,  contribución  bien  estimable  para  el  conoci- 
miento de  aquella  parte  de  nuestro  territorio  y  de  sus  orígenes  y 
desarrolle;  y  el  señor  Vicente  Arboleda,  celoso  investigador  de 
nuestras  antigüedades  y  publicista  igualmente  de  narraciones  y 
^  biografías. 

El  señor  Restrepo   Tirado   ha   enviado  de   Sevilla  constante- 
mente  copia    de  documentos   preciosísimos   hallados  por  él   en  el 


268  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Archivo  de  Indias,  algunos  de  los  cuales  se  han  publicado  ya  en  el 
Boletín.  Servicio  trascendental  le  ha  prestado  con  esto  dicho 
académico  a  los  amantes  de  la  historia,  pues  esos  vetustos  papeles 
revelan  episodios  desconocidos  de  antiguos  días  y  aclaran  otros 
que  estaban  envueltos  en  misteriosa  penumbra. 

Con  gusto  hago  notar,  para  finalizar  este  informe,  que  todos 
los  miembros  de  la  Academia,  de  número  y  correspondientes,  han 
colaborado  sin  cesar  en  sus  faenas.  Si  algunos  por  sus  ocupaciones, 
enfermedades  o  ausencia  de  la  ciudad  no  han  tomado  parte  activa 
en  ellas,  sí  siguen  con  afecto  su  marcha,  la  estimulan  con  voces  de 
aplauso  y  le  hacen  dondequiera  benéfica  y  cariñosa  propaganda. 
Debido  a  todo  ello  se  sostiene  aquí,  siempre  encendida,  la  lámpara 
de  Clio  y  habrá  de  continuar  alumbrando  con  su  luz  consoladora 
en  los  benditos  altares  de  la  patria. 

12  octubre  1922. 

Eduardo  Posada 

flCflDEtnifl  nflcionflh  de  bistoria 

(Extracto  de  actas), 

I.*  DE  FEBRERO 

Se  leen  varios  saludos  de  año  nuevo  y  avisos  de  haber  recibi- 
do las  publicaciones  de  la  Academia,  de  varias  bibliotecas  y  cor- 
poraciones extranjeras. 

Fray  A.  Mesanza  envía  de  Tunja  un  escrito  sobre  las  casas 
donde  falleció  Nariño,  en  la  Villa  de  Leiva,  y  donde  nació  Ri- 
caurte  en  la  misma  ciudad. 

M.  Venieau,  presidente  de  la  Sociedad  de  Americanistas  de 
París  y  director  del  Museo  de  Historia  Natural,  de  dicha  ciudad, 
da  sus  agradecimientos  por  el  nombramiento  de  miembro  corres- 
pondiente. 

El  señor  A.  Caletti,  de  Módena  (Italia),  solicita  1a  biografía 
de  Codazzi  y  sus  planos  de  Bogotá  y  el  río  Magdalena,  para  una 
conferencia  en  la  Universidad  de  Lugo. 

La  Junta  de  festejos  patrios  envía  para  ser  conservados  en  el 
archivo  de  la  Academia  sus  libros,  correspondencia  y  útiles. 

El  Ministro  de  Relaciones  Exteriores  pide  el  dictamen  de  la 
Academia  sobre  exportación  de  los  objetos  indígenas  hallados  por 
M.  Masón  en  el  departamento  del  Magdalena  y  que  conduce  al 
museo  de  Chicago. 

El  Ministro  de  Gobierno  consulta  si  convendría  apoyar  la  pu- 
blicación de  la  Historia  de  A^ua  de  Dios,  escrita  por  el  señor  A. 
Gutiérrez,  lo  cual  le  ha  pedido  el  Comité  del  Bien  Público  de 
aquella  población. 

El  General  R.  Negret  solicita  el  dictamen  que  haya  dado  la 
Academia  sobre  el  lugar  donde  nació  el  General  Córdoba, 

El  Ministro  de  la  República  Argentina,  señor  Labougle,  envía 
veinticuatro  tomos  de  los  Documentos  del  Archivo  de  Indias,  pu- 
blicados por  la  Biblioteca  del  Congreso  de  su  país,  los  cuales  ob- 
sequia a  la  Biblioteca  de  la  Academia. 


HISTORIADORES    DEL  NUEVO  REINO  DE  GRANADA      269 


El  General  B.  Caicedo  presenta  una  lista  de  los  ciudadanos 
que  han  desempeñado  el  cargo  de  Ministros  de  Guerra  desde  1821 
hasta  el  presente  año. 

El  señor  Posada  da  cuenta  de  haber  recopilado  los  actos  del 
Congreso  de  las  Provincias  Unidas,  que  están  dispersos  y  olvida- 
dos, y  haber  ofrecido  dicho  trabajo  al  Consejo  de  Estado,  por  sí 
éste  quería  publicarlo. 

El  mismo  informa  sobre  los  documentos  enviados  por  el  señor 
Pérez  Sarmiento  que  tratan  de  los  procesos  de  Nariño  y  compañeros 
a  fines  del  siglo  xviii. 

El  señor  Restrepo  (J.  M.)  informa  sobre  participación  de  la 
Academia  en  los  festejos  del  segundo  centenario  del  Virrey  Caba- 
llero y  Góngora,  que  tendrán  lugar  en    Priego  (España), 

Se  acuerda  un  aplauso  al  señor  Arrubla  por  la  organización 
del  Museo. 

El  señor  Quijano  manifiesta  lo  inadecuado  del  local  que  se  ha 
dado  al  archivo  anexo  a  la  Biblioteca.  Se  nombró  una  comisión 
para  tratar  de  remediar  esto. 

Los  señores  Restrepo  (E.),  Mesa  y  Posada  comunican  que  se 
trasladó  a  la  Biblioteca  de  la  Academia  el  archivo  que  en  el  correo 
seiba  a  regalar  como  inútil,  el  cual  se  ha  estado  arreglando,  y  con- 
tiene documentos  de  alta  importancia. 

El  Ministro  de  Méjico,  señor  de  Rosenzweig  Díaz  remite  varios 
ejemplares  del  folleto  Porqué  los  Estados  Unidos  no  reconocen  a  Mé- 
jico, los  cuales  fueron  repartidos  a  los  miembros  presentes. 

El  señor  C.  Medina  envía  de  Maracaibo,  igualmente,  varios 
ejemplares  de  El  Siglo,  que  contiene  artículos  sobre  nuestros  pro- 
ceres, que  también  fueron  distribuidos. 

El  señor  Orjuela  envía  un  estudio  de  réplica  al  señor  CÍornelio 
Hispano  por  sus  escritos  sobre  Ricaurte. 

El  señor  Correa  dicta  una  conferencia  sobre  varias  anédoctas 
relativas  a  acontecimientos  históricos. 


F5I5C0RlflD0RE5  DEh  HUEVO  REÍDO  DE  GRflnflDfl 

ESTUDIO  BIBLIOGRÁFICO  Y  CRONOLÓGICO— RESEÑA  DE  HISTO- 
RIAS NEOGRANADINAS,  O  SEA  ELENCO  DE  LOS  HISTORIÓGRAFOS 
DEL  DESCUBRIMIENTO,  CONQUISTA  Y  COLONIA  DÉLA  NUEVA 
GRANADA- 

La  historia  ninguna  es  mala  como  sea  verdadera. 
(Cervantes,  Quijote,  1,  9), 

Al  Centro  de  Estudios  Históricos  del  Atlántico  en  señal  de  apre- 
cio y  con  el  deseo  de  que  esta  obrita  le  sirva  de  estímulo  la  dedica 
el  autor. 

PREFACIO 

Los  estudios    historiales  van   tomando  creciente   importancia 
en  Colombia;  han  venido  atrayendo  mayor  número   de  cultivado- 


270  BOLETÍN    DE   HISTORIA    Y   ANTIGÜEDADES 


res  en  las  dos  décadas  transcurridas,  desde  que  en  buena  hora  se 
fundó  la  Academia  Nacional  de  Historia,  por  cuyo  estímulo  se 
han  creado  centros  de  la  misma  en  varias  de  las  capitales  departa- 
mentales; es  indudable  que  los  aficionados  al  arte  de  Clío,  así 
maestros  como  discípulos,  aumentan  y  progresan  en  nuestra  pa- 
tria, que  siempre  se  ha  señalado  por  su  cultura  intelectual,  empe- 
zando por  el  cultivo  de  este  ramo  del  saber  humano.  El  Coronel 
Joaquín  Acosta,  don  José  Antonio  Plaza,  José  Manuel  Groot,  José 
María  Quijano  Otero,  José  Joaquín  Borda,  Manuel  Ezequiel  Co- 
rrales, Juan  Pablo  Restrepo,  Alberto  Urdaneta  y  con  él  aquella 
pléyade  brillante  de  escritores  de  El  Papel  Periódico  Ilustrado  y 
la  Revista  Literaria  de  Laverde  Amaya,  la  del  Repertorio  Co- 
lombiano, con  Miguel  Antonio  Caro  a  la  cabeza,  fueron  los  pre- 
cursores y  maestros,  que  abrieron  el  camino  a  las  investigaciones 
historiales;  los  siguieron  Enrique  Alvarez  Bonilla,  Pedro  María 
Ibáñez,  Vicente  Restrepo,  Liborio  Zerda,  José  Pasos  Urueta,  José 
C.  Alarcón,  para  nombrar  solamente  los  muertos;  y  la  caterva 
ilustre  que  forman  las  academias  y  los  centros  actuales.  Todos  han 
puesto  el  sentido  y  el  brazo  en  servir  a  la  que  es  «maestra  de  la 
vida.»  Con  tan  noble  ejemplo  la  juventud  endilgará  sus  aficio- 
nes a  lecturas  y  estudios  serios,  que  harto  le  aprovecharán  para 
apartarse  de  la  frivolidad  de  las  novelas  y  de  la  «viruta  y  casca- 
bel» de  la  prensa  política,  como  la  apellidó  un  grande  hombre  del 
Estado  español  (i). 

Como  todo  estudio  grave,  el  de  la  historia  requiere  método  y 
criterio,  debe  sujetarse  a  reglas  directivas:  una  es  conocerlas  fuen- 
tes históricas;  otra,  observar  la  cronología  de  ellas  y  de  los  histo- 
riadores, para  que  guíe  al  estudioso  y  no  le  dejen  caer  en  erior  a 
confundir  hechos  o  fechas. 

La  crítica  de  la  historia,  a  nuestro  natural  entender  (pues  no 
hemos  hecho  estudio  alguno  sobre  la  materia),  exige  conocer  esa 
cronología,  o  sea  el  orden  de  las  fuentes,  la  época  y  orden  en 
que  aparecieron  o  escribieron  los  historiadores,  y  de  ahí  que  nos 
ha  parecido  útil  la  redacción  de  un  tal  concepto  cronológico,  la 
formación  de  un  elenco  que  preste  este  servicio. 

Hay  o  debe  haber  obras  que  traten  esta  materia,  pero  no  co- 
nocemos ninguna,  y  esta  deficiencia  nnestra  o  ignorancia  nos  ha 
impulsado  a  escribir  siquiera  un  ensayo  que  llene  el  que  nos  pare- 
ce vacío  existente. 

El  señor  Posada,  en  el  prólogo  de  la  Recopilación  His- 
torial de  Aguado,  cita  de  León  Finelo  un  Epitome  de  la  Bi- 
blioteca Occidental,  «donde  se  numeran  con  pasmosa  erudición 
todas  las  obras  escritas  sobre  el  Nuevo  Mundo.»  Sin  duda  en  este 
Epítome  se  hallará  la  mayor  parte  de  las  noticias  históricobiblio- 
gráficas  que  aquí  damos,  pero  es  posible  que  falten  algunas,  por- 
que en  esta  materia  es  difícil  que  haya  obra  completa;  además,  la 
de  Pinelo,  como  lo  dice  el  título,  se  refiere  a  la  historia  de  todas 
las  colomas  espinólas   del  Nuevo  Mundo;    nosotros   creemos  más 


(1>  Don  Antonio  Maura. 


HISTORIADORES  DEL  NUEVO  REINO  DE  GRANADA      271 


interesante  para  nuestros  compatriotas  un  epítome    que  se  refiera  a 
las  historias  de  la  Nueva  Granada  colonial  (i). 

En  el  Catálogo  de  las  obras  hispanoamericano  existentes  en 
la  Biblioteca  Nacional  de  Bogotá,  impreso  en  1897,  se  anotan  tres 
obras  de  este  género.  La  primera  es  Antiquitates  Americdíict 
sive  scripíores  septentrionales  rerum  antecolombianaram,  Afriae, 
1883:  como  se  ve,  es  restringida  a  los  asuntos  precolombinos  y  a 
los  escritores  del  Septentrión;  debe  ser  un  fanal  para  estudios  ar- 
queológicos americanos.  La  otra  es  de  nuestro  compatriota,  fecun- 
do y  galano  escritor,  Temistocles  Abella  M.,  que  colaboró  en  este 
ramo  en  la  Revista  Literaria  de  La  verde  Ameya:  Estudios  Bibio- 
gráficosde  la  Historia  de  América,  Bogotá,  1888.  es  tema  pare- 
cido el  que  esbozamos  en  este  ensayo;  lamentamos  no  conocer 
esta  obra.  La  tercera  es  González  Barcia  (Andiés),  Historiadores 
primitivos  de  las  Indias  Occidentales,  Madrid,  1749;  ya  es  libro 
anticuado,  por  consiguiente  fallo  (2).  El  Coronel  Acosta,  al  final  de 
su  obra,  publicó  una  lista  de  fuentes  y  de  historiadores,  también 
incompleta.  Don  Vicente  Restrepo  escribió  un  artículo  intitulado 
Nuestros  Historiadores;  pero  como  de  periódico  corto,  y  por  ende 
escaso  de  noticias,  sólo  se  refiere  a  unos  seis  u  ocho;  esas  pocas 
las  hemos  utilizado. 

Por  lo  demás,  no  pretendemos  escribir  obra  cabal,  sino  ape- 
nas un  esbozo  para  que  otro  aficionado  o  algún  maestro,  con  ma- 
yor espacio  de  tiempo  y  más  elementos  pueda  completarlo,  un 
Eduaido  Posada,  por  ejemplo,  un  Enrique  Otero  D'Costa  o  un 
Canónigo  Peftuela. 

Conviene  añadir  esta  observación  justa  del  erudito  Otero 
D'Costa:  «En  nuestra  historia  conquistadora  pueden  clasificarse 
las  fuentes  en  tres  grupos:  autores  originales,  semioriginales  y  co- 
pistas. Entre  los  primeros  contamos  a  Las  Casas,  Oviedo,  Cieza, 
Aguado,  Castellanos  y  otros  del  género  de  monografistds;  entre 
los  segundos,  a  Herrera,  Simón,  Piedrahita.  Zamora,  etc.,  y  entre 
los  últimos  Acosta,  Plaza,  Groot,  Quijano  Otero,  etc.  Hecha  esta 
selección,  nos  parece  que  el  historiador  moderno  debe,  a!  relatar 
ios  hechos,  buscar  la  base  entre  el  primer  grupo  de  cronistas, 
echando  mano  de  los  del  segundo  únicamente  en  aquellas  mate- 
rias no  tratadas  por  los  del  primero;  cuanto  al  grupo  tercero, 
debe  tenerse  a  respetuosa  distancia,  procurando  evitarlo  a  todo 
trance,  salvo  en  aquellos  puntos  en  que,  mediante  el  análisis,  se 
descubra  que   aportan   algo  nuevo    al  asunto  que   se  dilucida  (3). 


'!'>  Antonio  León  Pinelo  es  del  siglo  xvii,  lo  cita  Muriel  en  los 
Fastos,  página  303,  y  sostiene  que  era  natural  de  Córdoba  de  Tu- 
cumán. 

(2)  Moderna  es  la  obra  de  Enrique  de  Vedia,  con  el  mismo  títu- 
lo, impresa  en  Madrid  en  1853,  pero  no  la  conocemos. 

(3)  Entre  las  obras  de  consulta  hay  que  tener  cuenta  de  las  Re- 
laciones de  tnando  de  los  Virreyes,  que  fueron  colegidas  y  publica- 
dadas  por  los  beneméritos  Posada  e  Ibáñez,  y  constituyen  el  tomo 
vui  de  la  Biblioteca  de  Historia  Nacional.  Pertenecen  a  los  siglos 
XVIII  y  XIX. 


272  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Al  escribir  estas  páginas  nos  hemos  propuesto  hacer  cosa  útil 
a  nuestros  conciudadanos  y  rendir  un  tributo  a  las  Academias  y 
Centros,  que  nos  han  favorecido  en  demasía  contándonos  entre  sus 
miembros  sin  arreos  propios  o  material  apreciable  de  publicación 
de  nuestra  parte;  y  sin  desprendernos  jamás  de  nuestra  condición 
de  sacerdote,  queremos  seguir  el  ejemplo  de  Mártir  de  Anglería, 
Las  Casas,  Aguado,  Castellanos,  Acosta,  Simón,  Piedrahita,  Za- 
mora, y  cien  varones  más  de  sotana  y  corona,  que  sirviendo  a  la 
Iglesia  en  las  disciplinas  historiales,  dieron  gloria  a  Dios,  contri- 
buyendo con  su  pluma  al  servicio  de  la  verdad  y  la  noticia  de  los 
acontecimientos  gloriosos  de  nuestra  historia  colonial,  eslabones 
brillantes  en  la  cadena  de  la  Providencia,  que  nos  demuestra  la 
filosofía  de  la  historia. 

El  Coronel  Acosta,  en  el  capítulo  postrero  de  su  Compendio, 
publicó  datos  biográficos  y  bibliográficos  de  los  historiadores  Cas- 
tellanos, Cieza.  Fray  Pedro  Simón,  Rodríguez  Fresle,  Herrera, 
Andagoya.  Lebrija  y  San  Martín,  Oviedo,  Ocáriz,  Piedrahita  y 
Zamora;  el  crítico  y  el  erudito  deben  consultar  esas  notas.  En 
el  Apéndice  de  la  misma  obra,  documento  número  6,  agregó 
un  catálogo:  lo  citaremos,  cuando  ocurra,  con  la  abreviatura 
Cat.  de  Ac. 

Hemos  restringido  este  trabajo  a  la  historia  de  la  Nueva  Gra- 
nada, comenzando  por  el  descubrimiento  del  Hemisferio  a  que 
ella  pertenece,  hasta  su  emancipación  de  la  Madre  Patria;  es  de- 
cir, que  hemos  incluido  en  el  elenco  los  historiadores  del  siglo  xix, 
posteriores  a  la  Independencia,  así  españoles  como  colombia- 
nos, que  han  escrito  sobre  la  historia  colonial  de  nuestra  patria. 
Faltaría  completar  este  estudio  con  la  bibliografía  historial  de  la 
Independencia  y  época  posterior,  tarea  más  pesada,  por  lo  más  di- 
fusa, y  menos  atrayente  por  ser  contemporánea,  que  podrá  realizar 
otro  historiófilo  más  aventajado. 

Hacemos  preceder  de  un  asterisco  las  obras  que  se  encuen- 
tran en  la  Biblioteca  Nacional  de  Bogotá,  según  el  Catálogo  cita- 
do, aunque  no  sea  precisamente  la  misma  edición  (i). 

Llevarán  antelado  el  signo  parágrafo  las  que  han  sido  escritas 
por  miembros  del  clero. 

Al  fin  del  elenco  del  orden  cronológico  pondremos  otro  por 
orden  alfabético,  para  facilidad  común. 

Escritas  estos  páginas  por  un  Cura  de  almas  que  tiene  a  su 
cargo  más  de  cuarenta  pueblos  esparcidos  en  seis  Distritos,  y  no 
teniendo  a  la  mano  suficientes  libros  de  consulta,  han  de  pecar  de 
deficiencia  los  datos  bibliográficos  y  cronológicos  y  de  falta  de 
buena  redacción  los  apuntes;  sirvan  estas  circunstancias  para  ob- 
tener la  benevolencia  de  los  eruditos. 


(1)  Dicho  Catálogo  está  formado  con  deficiencia  de  orden,  figuran 
obras  en  secciones  a  que  no  corresponden. 


mSTORIADORES  DEL  NUEVO  REINO  DE  GRANADA     273 


SIGLO  XV 

La  primera  fuente  histórica  del  descubrimiento  del  Nuevo 
Mundo,  y  de  las  costas  de  la  que  fue  llamada  después  Nueva  Gra- 
nada, es  el  mismo  máximo  descubridor  Cristóbal  Colón,  en  sus 
cartas  y  relaciones  de  viaje,  poco  conocidas  en  los  siglos  pasados, 
las  que  vinieron  a  ser  publicadas  en  los  albores   del  siglo  xix. 

En  1825  publicó  Fernández  de  Navarrete  (véase  el  siglo  xix) 
una  Colección  de  documentos  concerniente  a  la  persona,  viajes  y 
descubrimientos  del  Almirante  don  Cristóbal  Colón,  al  gobierno 
y  administración  de  los  primeros  establecimientos  de  Indias  y  a 
la  marina  castellana;  y  otra  obra  intitulada  Colección  de  los  via- 
jes y  descubrimientos  que  hicieron  por  mar  los  españoles  defines 
del  siglo  XV.  La  Colección  de  Juan  Bautista  Muñoz  comienza 
con  documentos  de  Colón,  copiados  en  el  Archivo  de  Indias  o  en 
el  de  Simancas. 

De  un  bello  y  rico  documento  infolio,  publicado  reciente- 
mente en  Barcelona,  en  la  Tipografía  La  Académica  de  Serra 
Hermanos  y  Rusell,  que  posee,  copio  lo  siguiente  que  dice  el  edi- 
tor, Eud.  Canibelí,  al  pie  de  la  Primera  Carta  de  Cristóbal  Co- 
lón (r): 

<En  1889  apareció  un  ejemplar  de  la  primitiva  edición  en  len- 
gua original,  el  más  auténtico  y  genuino  de  la  Carta  de  Cristóbal 
Colón,  escrita  en  la  proximidad  de  las  Azores  (2),  el  15  de  febrero 
de  X493,  dirigida  a  su  amigo  y  protector  Luis  de  Santángel,  Es- 
cribano de  Ración  de  los  Reyes  Católicos  (cargo  de  Secretario 
Contador  de  los  gastos  de  palacio  en  la  corte  catalana-aragonesa), 
participándole  el  hecho  más  admirable  que  consigna  la  historia:  el 
descubrimiento  y  conquista  del  Nuevo  Mundo. 

«Este  ratísimo  y  único  ejemplar....  fue  impreso  en  Bar- 
celona a  raíz  de  la  llegada  de  Colón....  en  edición  de  corto 
número  de  ejemplares.  El  único  que  existe  descubrióse  en  España 
y  diolo  a  conocer  el  librero  de  París  M.  Maisonneuve,  a  quien  lo 
compró  en  1,600  libras  esterlinas  otro  librero  establecido  en  Lon- 
dres. Este  lo  vendió  por  7,500  dólares,  y  actualmente,  en  Nueva 
York,  constituye  la  joya  más  preciada  existente  en  la  biblioteca  de 
la  fundación  Híspanle  Society  of  America  « 

SIGLO  XVI 

I .  Alonso  de  Ojeda  u  Hojeda — Habiendo  sido  el  primero 
que  descubrió  el  cabo  de  la  Vela  (1499),  estuvo  después  de  Rodi;i- 
jo  Bastidas  recorriendo  nuestras  costas  del  mar  Caribe,  y  fue  su 
primer  gobernante  desde  dicho  cabo  hasta  el  golfo  de  Urabá  (Nue- 

(1)  Edición  suntuaria,  impresa  y  piolicromada  al  estilo  de  los 
grandes  códices  de  la  época  del  descubrimiento  (1914),  ejemplar  que 
me  fue  donado  por  el    académico   don  Francisco  García  Carbonell. 

(2)  clsla  de  Canaria,>  dice  el  texto. 

XTV— 18 


274  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


va  Andalucía)  1508  o  15 10.  Escribió  relaciones  que  otros  historia- 
dores aprovecharon.  Debe  tenérsele  como  la  primera  fuente  de 
nuestra  historia  propia.  Natural  de  Cuenca,  «terminó  su  vida  bajo 
el  sayal  franciscano,  y  arrepentido  de  sus  culpas,  como  lo  atesti- 
guó su  final  petición  de  ser  enterrado  cabe  el  umbral  de  su  iglesia, 
donde  su  humilde  polvo  fuese  hollado  por  todos»   (J.  C.  Salas). 

2.  Américo  Vkspuci  o  Américo  Vespücio — Primer  escritor 
prupiamente  dicho,  sobre  el  Nuevo  Mundo.  Florentino  (1451- 
151 2),  matemátii  o,  navegante,  y  el  primero  que  conceptuó  que 
estas  tierras  no  eran  parte  del  Asia,  y  publicó  que  no  debía  lla- 
marse Nuevo  Mundo  (1503),  como  ya  lo  había  dicho  Mártir  An- 
glería  desde  1493.  Escribió  epístolas  descriptivas  y  narrativas  en 
1500,  1503  y  1506,  que  traducidas  al  latín  circularon  mucho  desde 
el  principio,  e  hicieron  conocer  el  gran  descubrimiento  y  a  su  autor 
más  que  a  Colón  (i). 

3.  Rodrigo  Bastidas— Recorrió  nuestras  costas  del  Caribe, 
desde  1502,  en  que  descubrió  las  Bocas  de  Ceniza,  hasta  1525,  en 
que  fundó  a  Santa  Marta,  y  poco  después  murió  víctima  de  la  ale- 
vosía y  codicia  de  sus  compañeros.  Sus  relato^de  ese  primer  cuar- 
to del  siglo  debieron  ser  de  suma  importancia. 

4.  §  Fray  Pedro  Mártir  'de  Anglería  —  Italiano,  primero 
que  escribió  historia  propiamente  tal,  aunque  embrionaria,  en  la- 
tín, intitulada  De  Jnsulis  ruper  inventis  {De  las  Islas  recién  des- 
cubiertas), 1511.  Después  escribió  unas  Décaí/as,  publicadas  en 
Alcalá  en  151Ó.  En  la  Biblioteca  Nacional  de  Bogotá  (in-178.  dup, 
VIII- 166)  se  encuentran  sus  obras  publicadas  en  Basüea  en  1500  y 
1533.  El  Coronel  Acosta  cita  la  edición  de  Sevilla,  volumen  en  4.", 
«que  contiene  además  las  relaciones  de  Hernán  Cortés  en  latín  y  el 
Epitome  sobre  la  conversión  de  los  indios  del  Padre  Nicolás  Her- 
bom,  franciscano,  modelo  en  su  género  y  obra  escasísima  que  de- 
bería popularizarse  para  el  uso  de  los  misioneros.»  Ojeda,  Vespü- 
cio, Anglería,  Enciso  y  Bastidas  fueron  contemporáneos  en  e! 
primer  cuarto  del  primer  siglo  de  la  Conquista.  Son  las  primeras 
fuentes  históricas;  Ojeda,  Enciso  y  Bastidas,  originales;  Vespücio 
y  Anglería,  semioriginales. 

5.  Fernández  de  Enciso— La  suma  de  Geografía  del  bachi- 
ller Martin  Fernández  de  Enciso.  Impresa  en  Sevilla  en  15 19.  La 
copió  el  Coronel  Acosta    del  único    ejemplar  que   existe  en  la  Bi- 


(I)  El  nombre  de  América  lo  inventó  y  lo  puso  por  vez  primera, 
en  1507,  el  sabio  matemático  friburgués  Martín  WaldSeemüUer,  a 
la  parte  meridional  del  Nuevo  Mundo  (el  Brasil);  quien  primero  dio 
el  nombre  de  América  a  todo  el  Hemisferio  Occidental  fue  el  famoso 
geógrafo  Gerardo  Mercator,  en  su  célebre  globo  publicado  en  1541. 
No  fue  pues  Vespücio  usurpador  de  Colón. 

Fue  marino  a  las  órdenes  de  Alonso  de  Ojeda  en  la  excursión  de 
nuestras  costas  caribes  y  la  entrada  a  las  islas  deCodegoy  Calama- 
ri,  hoy  Cartagena.  Murió  en  Sevilla  en  !512,  donde  ejercía  el  cargo 
de  Piloto  Mayor,  Jefe  de  la  Sección  Hidrográfica,  y  cartógrafo. 


HISTORrADORES   DEL  NUEVO  REINO  DE  GRANADA      275 


bliote:a  Nacional  de  París,  y  ia  publicó  en  el  documento  núme- 
ro 7.  Dice  que.  es  libro  «muy  curioso  e  importante  por  contener  la 
descripción  de  las  costas  de  Tierra  Firme,  hecha  por  uno  de  los  pri- 
meros viajeros  y  militares  que  la  recorrieron  personalmente  a  prin- 
cipios del  siglo  XVI.»  Es  obra  rarísima.  «Enciso,  habiendo  pasado 
a  América,  abogó  en  pleitos  o  los  promovió,  según  Las  Casas.» 
(J.  C.  Salas),  Fue  el  fundador  de  Santa  María  la  Antigua  del  Da- 
rían en  1509,  sede  de  la  primera  diócesis  de  Tierra  Firme,  trasla- 
dada después  a  Panamá,    y  población  que   sólo  duró    quince  años. 

6.  Cartas  y  relaciones  de  don  Pedro  de  Heredia,  fundador 
(1534)  y  primer  Gobernador  de  Cartagena  de  Indias.  Algunas 
han  sido  publicadas  en  las  recooilaciones  de  Muñoz,  Corrales, 
Urueta  y  Piñeres  y  en  el  Boletín  de  Historia  de  la  misma  ciudad. 

7.  1537 — Novi  orbis  regionum  ac  insularum  veteribus  incog- 
nitatum.  Basilea.  Así  aparece  en  el  Catálogo  de  la  Biblioteca  Na- 
cional, III,  174,  y  puesta  en  la  Sección  Geográfica.  Ignoramos  el 
autor. 

8.  Pedro  Cieza  de  León — De  los  conquistadores,  compañero 
de  Pedro  de  Heredia  (1537),  de  quien  se  separó  para  ir  a  la  con- 
quista del  sur.  Escribió  La  Guerra  de  Quito,  primera  parte  pu- 
blicada en  Sevilla  en  1553.  y  La  Crónica  del  Perú,  en  Amberes, 
1554.  Enambas  tiene  páginas  relativas  al  Nuevo  Reino  de  Grana- 
da. Dice  Fray  Pedro  Simón:  «Aun  cuando  Cieza  escribió  muy  a 
los  principios,  se  fio  de  relaciones  poco  seguras  y  escasamente  ex- 
perimentadas.» 

9.  GoNZALoJiMÉNEZ  DE  QüESADA — Licenciado,  Mariscal,  Ade- 
lantado. Granadino  o  cordobés,  escritor  y  acto»-  de  nuestra  más  cé- 
lebre conquista.  De  1537  a  1539,  Gran  Cuaderno,  inédito,  lo  apro- 
vechó Oviedo,  y  se  perdió.  1538  a  1539.  Relación  de  la  Conquis- 
ta del  Nuevo  Reino  de  Granada.  Perdióse  inédita,  pero  la 
aprovecharon  Herrera  y  el  au'or  del  Epitome,  que  se  ha  atribuido 
al  mismo  Quesada.    No  parece  la  misma  que  publicó  Acosta. 

10.  Antonio  de  Lebrija  y  Juan  de  San  Martín — Capitanes 
y  compañeros  de  Quesada.  Escribieron  en  Cartagena,  en  1539.  una 
Relación  dirigida  a  Su  Majestad,  que  incluyeron  Oviedo,  en  el 
segund(j  tomo  de  su  Historia,  y  Muñoz,  en  su  colección.  Según  el 
Coronel  Acosta  «es  el  documento  más  auténtico  que  poseemos  de 
los  sucesos  de!  descubrimiento    de  Bogotá.»    (Comp.  página  234). 

1 1.  Capitán  Gonzalo  Fernández  de  Oviedo  y  Valdés — Fue 
sucesor  de  Alonso  de  Ojeda,  en  el  Gobierno  de  la  efímera  provin- 
cia de  Nueva  Andalucía,  que  se  dividió  luego  en  las  de  Santa  Mar- 
ta y  Cartagena.  1526.  Sumario  de  la  Natural  Historia  de  las  In- 
dias, publicado  en  Toledo.  Ha  desaparecido  esta  obra.  1548 
Historia  General  y  Natural  de  Indias.  La  prímera  parte  se  pu- 
blicó en  1547.  En  lo  relativo  a  la  Nueva  Granada,  copió  o  extrac- 
tó del  Gran  Cuaderno  manuscrito  de  Quesada,  Ultima  edición: 
Madrid,  1851.  Véase  abajo,  en  la  noticia  del  Padre  Acosta.  lo  que 
dice  Humbolt  de  la  obra  de  Oviedo. 


276  BOLETÍN    DE   HISTORIA    Y    ANTIGÜEDADES 


Descripción  del  Imperio  Occidental  de  las  Indias,  isla  y  tie- 
rra firme  del  Mar  Océano. 

Fernández  de  Oviedo  trató  de  fundar  a  Cartagena  antes  que 
Heredia.  pero  «no  salió  con  ello.»  Al  tener  noticia  de  la  nauerte 
de  Balboa  y  las  crueldades  de  Pedrarias,  el  futuro  cronista,  repre- 
sentante de  aqué!  en  la  Corte,  fue  nombrado  Regidor  perpetuo  de 
Santa  María  la  Antigua,  Escribano  General  de  la  Provincia  y 
Receptor  por  Su  Majestad  de  las  penas  de  Cánaara  (J.  C.  García). 
De  don  Vicente  Restrepo  son  las  siguientes  líneas:  «Tiene 
Gonzalo  Fernández  de  Oviedo  el  mérito  de  haber  conservado  en 
su  Historia  Natural  de  las  Indias  un  resumen  del  Compendio 
Historial  de  Quesada.> 

Dice  don  José  Amador  de  los  Ríos,  hablando  de  este  autor: 
«En  cuanto  no  se  ocultó  a  la  vista  del  Alcaide  de  Santo  Domingo, 
necesario  es  confesar  que  resaltan  en  ■íu  narración  tanta  naturali- 
dad y  sencillez,  tanto  candor  y  frescura,  que  no  es  posible  dudar 
de  la  exactitud  de  lo  que  entonces  niega  o  afirma.  Si  pintó  fiel- 
mente sus  propias  impresiones,  es  de  creerse  que  describiera  las 
ajenas  con  la  misma  fidelidad.» 

12.  Epítome  de  la  Conquista  del  Nuevo  Reino  de  Granada, 
escrito  de  1536- 1539,  de  autor  dudoso,  a  mediados  del  siglo  xvi, 
que  algunos  han  atribuido  a  Jiménez  de  Quesada,  pero  indudable- 
mente derivado  de  su  Relación.  El  cronista  Herrera  se  lo  apropió 
insertándolo  en  las  Décadas.  Publicólo  don  Marco  Jiménez  de 
la  Espada,  en  Madrid  en  1889,  '^^  copias  de  manuscritos  hallados 
en  el  Archivo  Histórico  de  Madrid.  La  Real  Academia  de  la 
Historia  lo  acepta  como  de  Quesada,  Otero  D'Costa  lo  niega. 

13.  §  Fray  Bartolomé  délas  Casas— Nació  en  Sevilla  en 
1474,  a  los  diez  y  nueve  nños  vino  a!  Nuevo  Mundo,  es  decir,  al 
siguiente  del  descubrimiento,  y  estuvo  en  él  cincuenta  años.  Vino 
a  Santo  Domingo  en  1502.  Sacerdote  dominico  (151c),  misionero, 
después  (i5¿í4)  Obispo  de  Chiapas  regresó  a  España  (1547),  re- 
nunció el  obispado  (1550),  y  murió  en  Madrid  en  1566.  Fue  de- 
fensor constante  de  los  indios.  Sus  dos  principales  obras  son:  His- 
toria de  las  Indias,  que  se  extiende  de  1492  a  1520.  e  Historia 
Apologética  de  las  Indias,  cuya  mayor  parte  quedó  inédita. 
¡Además,  Razones,  Disputa,  etc).  La  edición  original  de  sus  obras 
fue  hecha  en  Sevilla  en  1552,  «y  ésta  es  la  única  a  que  se  puede 
dar  fe,  porque  los  holandeses  hicieron  muchas  ediciones  y  traduc- 
ciones falsas,  aumentando  y  disfigurando  los  hechos  a  fin  de  man- 
tener vivo  el  odio  y  excitar  a  los  flamencos  contra  el  gobierno 
español.»  {El  Instructor,  1832  apud  Boletín  Historial  de  Cartage- 
na de  Indias,  números  37-38).  La  Historia  de  las  Indias  del  Pa- 
dre   Las  Casas  fue  reproducida  en  Madrid  en  1875. 

14.  Alonso  DE  Santa  Cruz — Cosmógrafo  y  Cronista  Mayor 
de  Indias  hasta  157 1.  Papeles  del  arca  de  Santa  Cruz,  colección 
de  escritos  corográficos  que  dejó  inéditos  este  célebre  cosmógrafo. 
Entre  éstos  se  halla  la  trajinada  relación,  sobre  las  conquistas  y 
otras  materias,  perteneciente  a  este  Nuevo  Reino,  atribuida  a  Que- 


HISTORIADORES  DEL  NUEVO  REINO  DE  GRANADA     277 


sada.  E.  de  Saldanha  demostró  en  su  erudita  obra  El  Licenciado 
Quesada  que  aquella  relación  no  es  del  Mariscal  fundador  de 
Santafé. 

15.  Jiménez  DE  Quesada— 1574.  Compendio  Historial.  «La 
obra  histórica  más  preciosa,  al  decir  de  Saldanha  (Enrique  Otero 
D'Costa),  que  se  haya  escrito  sobre  la  conquista  y  colonización  de 
nuestro  país.>  Lo  copiaron  Piedrahita  y  Zamora.  El  original  se  ha 
perdido  desde  1854,  año  en  que  falleció  el  historiador  Plaza,  en 
cuyo  poder  se  hallaba.  1576.  Relación  sobre  los  conquistadores 
y  encomenderos.  La  publicó  Acosta  en  el  apéndice  de  su  Com- 
pendio. 

16.  Juan  López  de  Velasco  -  Cosmógrafo  y  Cronista  Mayor 
de  Indias,  sucesor  de  Santa  Cruz  de  1571  a  1591.  Libro  de  la  des- 
cripción de  Indias,  terminado  en  1574  a  75  e  inédito  hasta  1880 
(tres  siglos),  en  que  fue  publicado  por  don  Justo  Zaragoza.  «Obra 
única  y  singular  en  su  género, >  dice  el  erudito  Enrique  Otero 
D'Costa  (Archivo  Historial  de  Manizales  número  i,  página  14).  y 
añade:  «Comprende  la  obra  la  geografía  y  corografía  (amén  de 
muchos  datos  históricos)  de  todas  las  regiones  del  Nuevo  Mundo 
descubiertas  y  coionizadas  por  los  españoles  y  portugueses  en  el 
siglo  XVI,  inclusive  lo  relativo  a  Filipinas,  parte  de  China  y  otras 
regiones  asiáticas.  Todos  aquellos  relatos  están  convenientemente 
ordenados  y  metodizados,  y  la  descripción  de  las  regiones  que 
abarcan,  hasta  donde  alcanzaban  los  conocimientos" de  la  época,  es 
completa  y  de  un  valor  verdaderamente  inestimable  para  el  histo- 
riador de  asuntos  hispanuamericanos.» 

17.  Francisco  López  de  Gomara— Nació  en  Sevilla  en 
1510.  Fue  maestro  de  Retórica  en  Alcalá.  Hizo  un  viaje  a  América, 
y  a  su  vuelta  publicó:  Primera,  segunda  y  tercera  parte  de  la  His- 
toria General  de  las  Indias.  La  cita  Aguado  a  la  página  261.  Es- 
cribió y  publicó  Ui  Conquista  de  Méjico  y  Nueva  España,  que  no 
nos  atañe. 

18.  ^j  Fray  Pedro  de  Aguado,  franciscano — Se  ausentó  a  Espa- 
ña en  1575  o  78,  continuóla  obra  de  su  compañero  el  Padre  Anto- 
nio o  Francisco  Medrano,  y  la  dejó  inédita  con  el  titulo  Recopila- 
ción Historial  resolutoria  de  Santa  Marta  y  Nuevo  Reino  de 
Granada.  La  descubrió  el  Coronel  Joaquín  Acosta  en  Madrid, 
publicáronla  en  Bogotá  Posada  e  Ibáñez  en  1906,  y  forma  el  tomo 
V  de  la  Biblioteca  de  Historia  Nacional.  Acaba  de  aparecer  una 
edición  en  Madrid  (1916)  con  el  título  Historia  de  Santa  Marta  y 
Nuevo  Reino  de  Granada.  Este  Padre  Medrano  debió  ser  testigo 
de  muchos  de  ios  hechos  de  la  expedición  de  Quesada  y  otros. 
Escribió  aquél  igualmente  otra  obra,  que  permaneció  también 
inédita  tres  sigWjs  en  Madrid,  la  que  se  publicó  en  Caracas  en  1915, 
bajo  los  auspicios  del  Gobierno,  con  el  titulo  Historia  de  Vene- 
zuela, escrita  en  1581  por  fray  Pedro  de  Aguado.  El  libro  viii, 
constante  de  once  capítulos,  contiene  la  historia  de  la  Gobernación 
de  Cartagena  de  Indias. 

19.  Jerónimo  Benzoni — Novis  Orbis  Historia  (Historia  del 
Nuevo  JVIundn).  Ginebra,  1578.  Poco  conocida.  Un  volumen  en  8." 


278  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


20.  Capitán  Bernardo  de  Vargas  Machuca— Milicia  y 
Descripción  de  las  Indias.  En  1593  estuvo  en  la  Gobernación  de 
Popayan.  Milicia  Indiana  es  c  .ra^  la  citan  algunos  autores. 

21.  §  Joan  de  Castellanos,  sevillano — Nació  en  1500  o  510, 
estuvo  con  Baltasar  Ponce  de  León  en  Puerto  Ricn;  en  i!;36  vino 
de  Tenerife  a  Santa  Marta  con  don  Pedro  Fernández  de  Lug'';  su- 
bió con  la  expedición  de  Quesada  al  Nuevo  Reino,  bajó  a  la  Cos- 
ta, estuvo  en  el  Cabo  de  la  Vela  por  el  año  de  40,  volvió  a  subir 
con  Luis  de  Lugo  el  43,  después  vino  a  Cartagena,  donde  se  orde- 
HÓ  sacerdote.  Pasó  de  Cura  a  Tunja.  donde  escribió  hasta  1588,  y 
allí  murió  de  ochenta  y  cuatro  años  (i6oó).  FLs'  ribió  en  verso  dos 
obras  históricamente  muy  i  reportantes:  Elegías  de  Varones  Ilus- 
tres de  Indias,  e  Historia  del  Nuevo  Rano  de  Granada;  de  la  pri- 
mera se  imprimió  la  primera  parte  en  Plspaña  en  «589,  y  la  obra 
entera,  de  tres  partes,  en  1847,  en  Madrid;  la  segunda  estuvo 
perdida  tres  sighjs,  y  se  publicó  en  España  a  fines  d.;!  siglo  xix.  En 
este  siglo  pasado  todos  los  escritores  de  historia  hacen  aparecer  a 
Castellanos  como  el  primero  y  más  antiguo  de  nuestros  cronistas; 
después  del  descubrimiento  y  publicación  de  la  obra  de  Aguado, 
hay  que  conceder  a  éste  el  primer  puesto  en  el  orden  cronológico. 
«Acaba  de  publicar  el  Instituto  de  Valencia  de  don  Juan,  de 
Madrid,  una  obra  inédita  y  perdida  del  Beneficiado  Joan  de 
Castellanos:  el  Discurso  del  Corsario  Francisco  Drake  o  toma  de 
Cartagena  de  Indias  por  el  mismo  en  1586,  Precioso  libro;  tiene 
un  poema  de  5,271  versos,  todo  en  octavas  reales,  no  del  todo  ma- 
las, y  en  noventa  tercetos.  El  libio  tiene  504  páginas,  pues  además 
del  poema  (en  cinco  cantos)  tiene  Introducción  y  Apéndices  valio- 
sos para  Cartagena  y  su  sitio. >  (Carta  del  académico  Reverendo 
Padre  fray  Andrés  Mesanza,  O.  P.,  al  autor  de  este  opúsculo). 

22.  Recopilación  de  las  leyes  de  los  Reinos  de  las  Indias. 
Alcalá  de  Henares,  15;^'.  Nueva  Recopilación,  15Q8. 

27,.  §  Padre  José  de  Agosta,  de  la  Compañía  de  Jesús — Nació 
^^  1539.  y  inurió  en  Salamanca  en  1600.  historia  Natural  y  Mo- 
ral de  las  Indias  (i).  Sevilla,  590,  reimpresa  en  Barcelona  en 
1591  y  1608,  en  Madrid  en  1722  y  1792.  Publicó  también  De  Pro- 
curanda  Indorum  salute  (un  volumen  en  8.°).  De  natura  Novt 
Orbis  et  de  Promulgatione  £va/z^e///,  Salraanti(ae,  1589.  y  muchas 

otras  obras  teológicas  o  religiosas.  Dice  Humbolt:  «El  fundamen- 
to de  lo  que  se  llama  hoy  la  Filosofía  del  Globo,  prescindiendo  de 
las  consideraciones  matemáticas,  está  contenido  en  el  libro  del  je- 
suíta José  Acosta,  itulado  Historia  Natural  y  Moral  de  las  Indias, 
y  en  el  de  Gonzalo  Fernández  de  Oviedo,  que  se  publicó  veinte 
años  después  de  la  muerte  de  Colón.»  (Boletín  Historial  de  Carta- 
gena, página  286).  El  Coronel  Acosta  (página  428)  lo  llama  *el 
más  ilustre  de  los  jesuítas  que  pasaron  al  Nuevo  Mundo.  Sus  obras 


(1)  Esta  obra  le  mereció  el  dictado  de  Plinio  de  Nuevo  Mundo, 
Fue  escrita  primero  en  latín  y  después  en  castellano.  De  Bry  inclu- 
ye el  texto  latino,  sin  nombrar  el  autor,  en  su  obra  Colección  de 
Grandes  Viajes. 


CRISTÓBAL   COLÓN  279 


se  han  traducido  en  todos  los  idiomas.»  Residió  diez  y  seis  años 
en  las  Indias  (en  el  Perú).  «El  Padre  Feijoo  hace  grandes  elogios 
de  él,  considerándolo  como  uno  de  los  grandes  historiadores  de 
América.  En  los  diierentes  pasajes  de  sus  obras  describe  admirable- 
mente el  carácter  físico  y  moral  de  aquella  raza  y  la  naturaleza  del 
país,  sus  condiciones  climatológicas,  su  fauna,  su  flora,  etc.,  y  da 
noticia  exacta  de  los  ritos,  costumbres,  leyes  y  economías  religio- 
sas de  aquellos  pueblos.»  (Diccionario  de  J,  Espasa).  Aunque  no 
residió  en  Nueva  Granada,  ni  escribió  acerca  de  ella  especialmen- 
te, sus  escritos  atañen  en  gran  parte  a  toda  la  América.  Era  teólogo 
y  gran  predicador.  Trabajó  con  ahinco  en  la  conversión  de  ios  in- 
dios, y. regresó  a  España  en  1588. 

24.  Pascual  de  Andagoya — Relación  de  los  sucesos  de 
Dañen  en  el  tomo  3.°  de  la  Colección  de  Navarrete,  que  se  regis- 
trará después.  (Catálogo  de  Ac). 

Pedro  M.  Revello,  Pbro.  {1) 

Mompós,  19^1. 


PROPOSlCIOn 

(12  OCTUBRE  1922) 

La  Academia  Nacional  de  Historia  presenta  en  este  día  a  la 
madre  patria  su  cordial  y  cariñoso  saludo,  así  como  a  todas  las 
repúblicas  hermanas,  vastagos  de  aquel  glorioso  linaje,  y  hace  vo- 
tos por  que  tanto  la  Nación  española  como  sus  hijos  de  América 
guarden  la  más  sana  armonía;  sigan  en  el  sendero  de  la  prosperi- 
dad, y  conserven  siempre  con  veneración  y  respeto  los  recuerdos 
de  su  famosa  historia  y  los  trofeos  de  sus  grandiosas  y  singulares 
hazañas. 

CRlSTOBfíh  COhOn 

Y  LA  FIESTA  DE  LA    RAZA 

Ei  12  de  octubre  es  en  España  día  de  fiesta  nacional;  la  «Fies- 
ta de  ia  Raza.» 

Lo  es  también  en  los  pueblos  hispanos  de  América,  como 
«homenaje  a  la  Nación  española  y  a  Cristóbal  Colón,»  según  la 
calificó  el  Congreso  peruano;  como  «homenaje  a  España,  progeni- 
tora  de  naciones,  a  las  cuales  ha  dado,  con  la  levadura  de  su  san- 
gre y  con  la  armonía  de  su  lengua,  una  herencia  inmortal,»  según 
declaró  solemnemente  el  Poder  Ejecutivo  de  la  República  Ar- 
gentina. 

Es  la  fiesta  de  la  raza  hispana  celebrada  el  día  del  año  en  que 
navegantes  españoles,  dirigidos  por  Cristóbal  Colón  y  los  Pinzones, 
vieron  la  primera  tierra  de  las  Indias  Occidentales. 

(1)  En  el  próximo  número  aparecerá  lo  relativo  a  los  siglos  pos- 
teriores de  este  interesante  estudio. 


280  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Todo  fue  español  en  aquella  magna  empresa,  pues  aun  el 
mismo  Colón  que  como  extranjero  se  había  presentado  en  Castilla, 
como  natural  de  estos  Reinos  se  consideraba  hasta  tal  punto  que, 
aparte  el  latín  que  empleó  en  algunas  ocasiones,  en  castellano  ha- 
bló y  escribió  siempre. 

Con  razón  un  ilustre  orador  colombiano,  Antonio  Gómez 
Restrepo,  decía  en  la  fiesta  de  la  raza,  en  1917,  en  Bogotá,  que 
el  castellano  fue  el  idioma  que  usó  Colón  «aun  en  aquellos  escri- 
tos de  tal  manera  íntimos  y  personales  que  sólo  se  redactan  en  la 
lengua  que  se  ha  aprendido  a  hablar  desde  la  cuna.  En  castellano 
consignó  los  incidentes  de  sus  portentosos  viajes,  en  forma  de  dia- 
rio; en  castellano  están  sus  cartas;  en  castellano  fue  escrito  el  libro 
extraño  de  las  Profecías,  que  nos  revela  hasta  dónde  alcanzaba  la 
exaltación  de  su  espíritu  de  iluminado  en  aquel  hombre  de  sentido 
tan  práctico  y  tan  positivo.  No  empleó  Colón  en  ¡os  momentos 
decisivos  dé  su  existencia  el  idioma  de  Dante,  que  ya  por  enton- 
ces había  llegado  a  su  perfección  clásica,  sino  la  lengua  vigorosa, 
enérgica,  ruda  todavía,  pero  próxima- a  los  esplendores  de  la  edad 
de  oro,  de  la  cual  había  de  decir  Carlos  v  poco  después  que  era 
el  idioma  más  apropiado  para  hablar  con  Dios.» 

Si  a  pesar  de  la  rotunda  negativa  de  don  Fernando  Colón, 
su  padre  don  Cristóbal  pudo  haber  sido  uno  de  los  hijos  del  Do- 
ménico  Colombo,  tejedor,  tabernero  y  propietario  de  Genova,  hay 
que  reconocer  que  nunca  en  documentos  oficiales,  en  reales  cé- 
dulas, provisiones,  títulos,  asientos,  memoriales  y  cartas  relativos 
al  Almirante  don  Cristóbal  Colón,  aparece  el  apellido  Colombo,  ni 
se  alude  en  ningún  escrito  del  Almirante  a  la  familia  que  dieron 
como  suya  los  analistas  o  historiadores  genoveses.  Si  aun  no  sien- 
do de  dicha  familia,  fue  genovés,  como  está  escrito  en  papeles 
testamentarios,  no  quiso  Colón  que  se  supiese  que  lo  era. 

Se  presentó  en  Andalucía  como  extranjero  que  había  i  asado 
casi  toda  su  vida  en  el  mar  desde  muy  temprana  edad,  sin  referirse 
nunca  a  su  patria  y  familia;  era  un  desconocido  que  no  se  decía 
español,  pero  que  usaba  un  apellido  bastante  común  en  España. 
Colomo,  Cc)lom  y  Colón,  se  apellidaba  cuando  pidió  y  obtuvo, 
de  1487  a  1492,  los  auxilios  pecuniarios  que  de  orden  de  los  Reyes 
le  entregaban  los  tesoreros  o  contadores,  y  Colom  y  Colón  se  le 
apellidaba  en  el  finiquito  de  las  cuentas  de,Santángel  y  Tinelo; 
Colomo  escribe  el  Duque  de  Medinaceli  en  carta  dirigida  al  Gran 
Cardenal  de  España;  Colón  le  llama  en  su  carta  el  Rey  de  Portu- 
gal; Colón  se  le  llama  ea  las  Capitulaciones  de  Granada,  que  re- 
frendó un  español,  casi  de  su  mismo  apellido,  Juan  de  Coloma,  y 
aun  este  apellido,  Coloma,  es  el  que  le  da  Aníbal  Januarius  al 
noticiar  la  llegada  a  Lisboa  de  «uno  que  ha  descubierto  ciertas 
islas»;  Colón  se  apellida  él  mismo  en  el  preámbulo  del  diario  de 
a  bordo;  Colom  se  lee  al  pie  de  la  posdata  de  las  cartas  que  escri- 
bió a  Luis  de  Santángel  y  a  Rafael  Sánchez  ai  regresar  de  su  pri- 
mer viaje;  Colón  y  no  Colombo  es  el  dilecto  hijo  de  que  habla 
Alejandro  vi  en  su  bula  de  1493;   P"''  último.  Colón  se   apellida- 


HACE  CIEN  ANOS  281 


ban  los  de  su  linaje,  según  declara  en  la  institución  de  mayorazgo, 
en  ese  documento  que  debió  escribir  con  la  vista  puesta  en  el  país 
de  los  Colombos,  en  la  República  de  Genova,  su  «amantísima  pa- 
tria,» según  el  codicilo  militar  apócrifo  de  1506,  en  la  ciudad  de 
Genova,  «de  donde  salió  y  en  donde  nació, >  según  la  citada  insti- 
tución de  mayorazgo.  Y  sin  embargo,  tan  españolizado  o  caste- 
llanizado estaba  el  Almirante  que,  suponiendo  que  fuera  de  la 
familia  de  aquellos  Colombos,  no  recordaba  o  no  tuvo  et»  cuenta, 
aun  tratándose  de  acto  en  que  tanta  trascendencia  tiene  el  apellido, 
que  en  Genova  los  de  su  linaje  se  llamaban  Colombos  y  no  Co- 
lones. 

¿Que  Colombo,  por  una  parte,  y  Colón,  Colom  o  Colomo, 
por  otra,  son  un  mismo  apellido?  ¿Que  los  Colombos  italianos  se 
llamaban  Colones  en  España  y  los  Colones  o  Colomos  españoles 
eran  Colombos  en  Italia? 

Puede  ser  o  no  ser.  Pero  lo  indudable  es  que  Cristóbal  Colón 
siempre,  hasta  el  último  momento  de  su  vida,  quiso  llamarse 
Colón,  a  la  española,  y  no  Colombo,  a  la  italiana. 

Siempre  desdeñó  a  Italia.  Ni  un  solo  nombre  de  lugar  de  este 
país,  ni  uno  solo  que  recordara  a  personas  o  cosas  de  Colombos 
de  Genova,  aparece  en  las  tierras  que  descubrió.  Todo  es  hispano. 

Y  esto  es  lo  que  importa  dejar  consignado,  el  hispanismo  de 
Cristóbal  Colón,  y  por  consiguiente  su  derecho  a  ocupar  bajo  to- 
dos conceptos,  incluso  ei  de  español,  puesto  preferente  en  la  fies- 
ta de  la  raza  hispana. 

Ricardo  Beltt  án  y  Rózpide 

BflCE  Cien  finos 

No  podemos  menos  de  corresponder  a  la  obligante  excitación 
de  este  ilustrado  diario  (i),  para  que,  al  estilo  de  los  europeos  y 
americanos,  hagamos  en  esta  fecha  una  relación  de  lo  qne  pasó 
hace  cien  años,  o  mejor,  de  las  efemérides  centenarias  principales 
del  año,  que  Dios  permita  sea  de  gracia  para  los  amables  lectores 
de  1923. 

Ante  todo,  venga  el  nombre  excelso  del  jefe  del  poder  eje- 
cutivo, el  Vicepresidente  General  Santander,  pues  el  Libertador 
Presidente  se  hallaba  en  los  gloriosos  menesteres  de  la  campaña 
emancipadora  del  Perú. 

Ministro  de  lo  Interior,  o  sea  de  Gobierno,  el  perilustre  his- 
toriador Restrepo;  de  Relaciones  Exteriores,  el  nunca  como  se 
debe  alabado  doctor  Gual,  padre,  puede  decirse,  de  la  diplomacia 
colombiana;  de  Hacienda,  Castillo  Rada,  a  su  vez  fundador  de 
nuestras  finanzas;  de  Guerra,  el  famoso  Briceño  Méndez. 

Tal  la  composición  del  gobierno  ejecutivo  de  la  Gran  Co- 
lombia hoy  hace  un  siglo,  según  datos  que  tomamos  de  su  órgano 

(1)  Fue  escrito  este  ertículo  para  el  námero  de  año  nucTO  del 
Diario  Nacional. 


282  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


oficial  la  Gaceta  de  Colombia^  que  llevaba  ya  más  de  un  afto  de  exis- 
tencia, bajo  el  régimen  de  la  Constitución  sancionada  en  Cúcuta  el 
6  de  octubre  de  1821. 

El  poder  judicial  estaba  presidido  por  la  Alta  Corte  de  Justi- 
cia, de  la  cual  eran  Magistrados  Félix  de  Restrepo,  Miguel  Peña  y 
Manuel  María  Cuero,  y  Fiscales  Vicente  Azuero  y  Andiés  Narbar- 
te.  En  la  Corte  de  Justicia  del  Centro  actuaban  Diego  Fernando 
Gómez,  Miguel  Tobar,  Alejandro  Osorio,  Joaquín  Ortiz,  Nicolás 
Mallén,  Ignacio  Herrera  y  Antonio  Viana,  y  como  Fiscales,  José 
Ignacio  de  Márquez  y  Vicente  Boirero.  . 

Precisamente  en  este  año  de  1823,  por  ley  del  Congreso  del 
mismo,  se  creó  la  Corte  Marcial,  para  la  cual  nombró  el  ejecutivo 
a  los  Generales  José  María  Córdoba  y  Rafael  Urdaneta,  al  Coro- 
nel Lanz  y  a  los  Letrados  doctores  Félix  de  Restrepo  y  Peña. 

A  esta  Corte,  con  el  personal  un  tanto  variado,  tocóle  decidir 
apoco  en  la  célebre  causa  de  Infante,  que  de  tan  desastrosas  conse- 
cuencia fue  para  el  desarrollo  de  los  acontecimientos  políticos  que 
más  tarde  produjeron  la  disolución  de  la  gran  República. 

Instalado  el  poder  legislativo  en  el  cuarto  mes  del  año,  fueron 
Presidentes  de  las  Cámaras  Jerónimo  Torres  (hermano  de  don  Ca- 
milo) y  Domingo  Caicedo  (que  alcanzó  a  ser  Vicepresidente  de 
Colombia  la  grande),  y  Secretarios,  Antonio  José  Caro  (padre  de 
José  Ensebio)  y  José  Joaquín  Suárez. 

El  Arzobispado  estaba  en  sede  vacante  por  el  triunfo  de  las 
armas  republicanas,  que  impidió  la  venida  de  prelados  españoles, 
y  por  la  consecuente  indecisión  de  nuestras  relaciones  con  la  Silla 
Apostólica,  cuya  regularización  gestionaba  activamente  nuestro  Mi- 
nistro don  Ignacio  Tejada. 

Bien  sabido  es  que  el  título  de  Intendente  equivalía  al  de  Go- 
bernador, y  que  cada  Intendencia  ocupaba  el  territorio  de  varios 
de  nuestros  departamentos  de  hoy  y,  por  tanto,  su  jurisdicción 
solia  ser  relativamente  inmensa.  Pues  bien,  en  1823  hizo  el  gobier- 
no estos  nombramientos  de  Intendentes  para  el  actual  territorio  de 
Colombia:  Cundinamaroa,  Enrique  Umaña;  Boyacá,  Pedro  Fortoul; 
Magdalena,  Mariano  Montilla;  Cauca,  José  Maiía  Ortega. 

Por  la  historia  inédita  de  nuestros  Alcildes,  digna  de  un  be- 
nedictino y  de  la  gratitud  y  ap^yo  de  todos  los  buenos  bogotanos, 
escrita  por  don  Enrique  Ortega  Ricaurte,  sabemos  que  hoy  hace 
un  siglo  entraron  a  regir  la  capital  don  Pedro  Laso,  Alcalde  de 
primer  voto,  y  don  Santiago  Páramo,  Alcalde  de  segundo  voto. 

En  política,  el  acontecimiento  más  notable  de  1823  fue  la  pri- 
mera reunión  del  Congreso — pues  la  carta  de  Cúcuta  dispuso  que 
en  1822  no  hubiera, — compuesto  de  Senadores  y  Representantes 
granadinos,  venezolanos  y  ecuatorianos. 

Las  sesiones,  principiadas  en  19  de  abril — no  sabemos  si  en  ce- 
lebración del  movimiento  de  Caracas  de  i8io, — se  prolongaron  va- 
rios meses,  hasta  el  punto  que  él  mismo  dio  una  ley  reconociendo 
viáticos  a  los  que  prefiriesen  esperar  la  reunión  próxima  ordinaria 
que  seria  el  2  de  enero   de  1824,  sin   moverse   de  la  capital,  en  la 


HACE    CIEN   AÑOS  283 


mayor  parte  de  los  casos  por  ia  enorme  lejanía  de  los  hogares 
(para  algunos  Cuenca  y  Guayaquil,  para  otros  la  Gayuana  venezo- 
lana). 

Facunda  fue  la  labor  del  Congreso,  y  no  deja  de  llamarla  aten- 
ción su  similitud  en  algunos  puntos  con  las  graves  preocupaciones 
del  presente,  tales  como  los  empréstitos  extranjeros  (se  aprobaron 
unos  y  se  rechazaron  otros,  por  más  que  fueran  negociados  por  el 
ínclito  López  Méndez),  la  pesca  de  perlas,  etc. 

En  lo  internacional,  debemos  registrar — además  de  los  triun- 
fos de  nuestras  armas — la  ratificación  de  los  tratados  de  unión, 
liga  y  confederación  perpetua  celebrados  en  1822  con  Perú  y  Chile 
y  el  relativo  al  Congreso  de  Panamá  con  la  primera  de  estas  nacio- 
nes. Registramos  también  la  misión  diplomática  de  Sucre  al  Perú, 
para  concertar  los  auxilios  de  la  próxima  campaña  libertadora  que 
culminó  en  Ayacucho. 

Bello  rasgo  de  esa  Legislatura  fue,  para  valemos  de  ia  propia 
expresión  del  General  Caicedo,  Presidente  de  la  Cámara  de  Re- 
presentantes, «el  preocuparse  por  la  suerte  futura  del  Libertador  y 
Padre  de  la  Patria» ;  en  consecuencia,  se  decretó  a  éste  la  pensión 
solicitada  por  Santander,  en  nota  de  23  de  junio,  y  se  le  fijaron 
treinta  mil  pesos  anuales. 

Nota  típica  inolvidable  del  Congreso  de  1823  fue  también  la  pre- 
sentación que  hicieron  los  Ministros  de  las  primeras  Aiemarias  (hu- 
bo unas  anteriores  dirigidas  al  jefe  del  ejecutivo),  fundando  así  la 
más  bella,  la  más  útil,  la  más  característica  tradición  en  los  varios 
departamentos  del  despacho  ejecutivo,  Alií  Restrepo  inició  esa 
inapreciable  colección  de  las  de  Gobierno,  y  Güal  la  imperecedera 
de  Exteriores,  y  Castillo  la  interesantísima  de  Hacienda,  y  Briceflo 
Méndez,  la  útilísima  de  Guerra.  Años  más  tarde  vinieron  las  del 
Tesoro  y  Crédito  Nacional  (después  de  1860),  las  de  Instrucción 
Pública  y  las  de  Fomento  (después  de  1880),  las  de  Justicia  (des- 
pués de  1890),  las  de  Obras  Públicas  (después  de  1905),  las  de  Agri 
cultura  y  Comercio  (desde  1915).  Es  una  lástima,  algo  verdadera- 
mente lamentable,  sin  precedentes,  que  ese  verdadero  monumento 
administrativo,  honor  de  Colombia,  haya  sido  descompletado,  en 
lo  relativo  a  Relaciones  Exteriores,  en  1920  y   1921. 

No  tenemos  palabras  para  exaltar  el  grande  acontecimiento, 
sin  duda  el  mayor  del  año;  nos  referimos  a  la  batalla  naval  de  Ma- 
racaibo,  ganada  el  24.  de  julio  por  e!  Almirante  granadin-^  José  Pa- 
dilla. Bien  sabido  es  que  ha  habido  autorizadas  plumas  de  venezo- 
lanos eminentes  que  sostienen  que  no  fue  en  Carabobo  sino  en 
Maracaibo  donde  se  selló  la  independencia  de  su  gloriosa  patria. 
En  lo  intelectual  también  podemos  marcar  con  piedra  blanca 
el  año  afortunado  que  principió  hace  un  siglo:  fue  en  él  cuando  el 
Congreso  aprobó  los  contratos  celebrados  por  Zea  para  traer  al 
país  esa  pléyade  de  hombres  de  ciencia  destinados  a  abrir  las  cáte- 
dras anexas  del  Museo  Nacional;  el  sabio  Boussingault,  y  Ribero, 
y  Bourdoo,  y  Rollia  y  Goudet.  No  sólo  clases  de  ciencias  natura- 
les se  dictaron  allí   sino  especiales  de  minería,  en  la  escuela  cuya 


284  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


fundación  dispuso  el  Congreso  y  a  la  cual  deberían  asistir  jóvenes 
becados  de  todos  los  confines  de  la  inmensa  República. 

Ese  Museo,  teórico  y  práctico,  se  instaló  en  la  calle  de  la 
Carrera,  en  los  propios  edificios  de  la  antigua  y  famosa  Expedición 
Botánica. 

¡  Qué  ejemplo  tan  sugestivo  el  que  dieron  desde  entonces  los 
legisladores  y  cómo  quisieron  orientar  la  instrucción  pública  hacia 
las  ciencias  naturales,  la  minería,  la  industria  y  la  agricultura  téc- 
nicas, comprendiendo  así,  con  secular  visión,  las  reales  necesida- 
des de  nuestro  opulento  país!  ¡Ah!  ¡Si  en  un  siglo  hubiésemos  sa- 
bido imitar  aquella  sorprendente  iniciativa  de  fecundidades  que 
debieron  ser  infinitas! 

El  25  de  diciembre  de  1823  se  abrió  también  la  Biblioteca,  en 
el  nuevo  y  magnifico  local — para  las  necesidades  de  entonces  — que 
ocupa  aún,  o  sea  en  las  Aulas  de  San  Bartolomé,  trasladándola  del 
antiguo  edificio  jesuítico  donde  se  fundó  en  1777  (Palacio  de  San 
Carlos). 

De  suerte  que  si  1822  pudo  reputarse  el  año  feliz  de  la  ins- 
trucción pública  por  la  fundación  de  los  colegios  universitarios  de 
Medellín,  Boyacá,  San  Simón  (Tolima),  etc.,  no  lo  fue  menos  el 
siguiente,  en  que  se  fundó  el  famoso  de  Santa  Librada  de  Cali  (29 
de  enero)  y  por  segunda  vez  la  Biblioteca,  y  se  inició  el  Museo  con 
cátedras  anexas  servidas  por  sabios  europeos.  ¡Oh,  lo  que  pudo  ser 
el  Museo  colombiano! 

¡Loor  mil  veces  a  Santander,  a  Zea  y  a  los  Ministros  y  legisla- 
dores de  1822-23! 

A  propósito  de  Zea,  fue  también  en  este  último  año  cuando  se 
fundó  entre  nosotros  la  litografía  por  e!  español  Carlos  Casar  Mo- 
lina, contratado  también  por  el  insigne  diplomático  que  tuvo  en  el 
Congreso  de  Angostura  la  visión  precisa  de  lo  que  sería  la  grande- 
za de  Colombia 

Y  ya  que  de  fastos  de  la  cultura  nacional  tratamos,  será  bien 
que  anotemos  otro  muy  simpático:  el  25  de  julio  fue  recibido  como 
abogado  de  los  Tribunales  de  la  República,  quien  principió  ese  día 
una  de  las  carreras  más  brillantes  y  útiles:  el  doctor  Rufino  Cuervo. 

Entonces  los  legisladores  no  ponían  toda  clase  de  obstáculos  a 
la  reglamentación  y  moralización  de  la  abogacía;  entonces  no  se 
salía  a  fundar  gabinete  profesional  con  los  códigos  apiendidos  en 
el  Panóptico  para  la  propia  defensa,  como  suele  acontecer  después; 
entonces  aquello  era  tan  serio,  que  se  daba  cuenta  en  la  Gaceta  de 
casos  como  el  del  doctor  Cuervo,  y  en  nuestro  poder  están  las  actas 
de  la  primera  Academia  Nacional,  donde  consta  que  ésta  reprobó 
y  negó  el  ejercicio  de  la  noble  profesión  a  más  de  un  togado. 

En  crónicas  sociales,  judiciales  o  escandalosas,  nada  sabemos 
propiamente  de  1823;  pero  no  podemos  menos  de  recordar  que 
meses  antes  se  dio  en  la  esquina  del  übsetvatorio  un  caso  idéntico 
al  que  muchos  años  después  conmovió  la  sociedad  con  la  muerte  de 
Sagraiio  Morales.  En  1822,  como  en  1876,  apareció  muerta  y  en- 
tre un  costal  de  «fique»  una  muchacha  del  pueblo. 


HACE   CIEN   AÑOS  285 


En  nuestro  reciente  folleto  El  espantajo  del  cadalso^  hici- 
mos un  paralelo  de  los  grandes  delitos  de  sangre  cometidos  en 
Colombia,  y  probamos  que  unos  y  otros  lo  habían  sido  indiferente- 
mente, ya  bajo  la  pena  de  muerte,  ya  bajo  el  régimen  abolicionista. 
Tal  los  casos  de  sirvientas  de  que  hablamos;  tal  los  asesinatos  de 
los  presbíteros  Barietci,  López  y  Vargas,  Curas  de  Macheta,  Santa 
Bárbara  y  Santa  Inés;  tal  Los  Alisos  y  el  Puente  de  Cualla;  tal  los 
de  los  señ'ires  Sebastián  Herrera  y  Roberto  Barrera  Phillips,  que 
presentan  similitudes  tan  sorprendentes  ccmo  el  haber  alcanzado 
ambos  a  revocar  ciertas  cláusulas   testamentarias. 

En  !o  eclesiástico  y  material,  así  como  en  lo  artístico,  también 
podemos  abonarle  a  1823  uno  de  esos  acontecimientos  que  sólo  se 
registran  cada  un  siglo,  cuando  no  cada  dos  o  tres.  Nos  referimos 
a  la  bendición  del  más  grandioso  templo  de  Colombia,  la  Catedral 
Metropolitana,  el  mismo  dia  9  de  abril,  en  que  se  instaló  el  Con- 
greso. 

Capítulo  especial,  que  quizá  escribamos  para  el  propio  cente- 
nario de  nuestra  Basílica  Primada,  merece  esa  fecha  realmente 
secular. 

Mucho  hay  que  decir  sobre  las  peripecias  de  cuatro  siglos  de 
nuestia  iglesia  principal,  a  partir  de  la  choza  donde  en  ese  lugar  se 
dijo  la  primera  misa  en  1538. 

Por  hoy,  y  ya  que  de  cosas  y  de  hombres  grandiosos  de  la 
gran  Colombia  se  trata,  queremos  llamar  la  atención  a  que  la  me- 
jor manera  de  celebrar  el  centenario  sería  colocando  al  menos  la 
primera  piedra  del  soberbio  monumento,  enfrente  al  de  Nariflo, 
que  se  merece  el  Ilustrísimo  Fernando  Caicedo  y  Flórez,  procer  y 
mártir,  a  cuyos  desvelos  y  esfuerzos  de  cerca  de  veinte  años  debe- 
mos en  gran  parte  esa  joya  arquitectónica  y  artística.  Las  torres  que 
levantó  Caicedo  eran  6  metros  más  altas  y  más  esbeltas;  el  terre- 
moto de  1827  dio  en  parte  cuenta  de  ellas. 

Pocas  ubras  de  esa  clase  habrá  habido  en  el  mundo  que  hayan 
sido  objeto  de  una  odisea  financiera  — si  así  puede  decirse — como 
la  del  opulento  presbítero  en  favor  de  la  Catedral,  hasta  verla  con- 
cluida y  ccmsagrada,  hasta  historiarla  iuégo  con  solícito  cariño, 
hasta  regiria  después  como  insigne  metropolitano,  hasta  reposar 
por  último  bajo  el  altar  mayor  al  lado  del    fundador  de  Bogotá. 

¡Qué  tan  benemérito,  qué  tan  ilustre  sería  el  Canónigo  deste- 
rrado por  Morillo  que,  al  asumir  la  República  el  patronato,  lo  pri- 
mero que  verificó  por  medio  del  Congreso  compuesto  de  Represen- 
tantes de  lo  que  hoy  so  1  tres  naciones,  fue  hacer  uso  de  ese  derecho 
eligiendo  a  Caicedo  primer  Arzobispo  de  la  Gran  Colombia. 

Así,  ese  insigne  prelado  fue  digno  de  parearse  con  Bolívar  y 
Santander,  como  lo  fue  Mosquera  respecto  de  Mosquera,  y  lo  hu- 
biera sido  Herrán  respecto  de  Herrán;  como  lo  fue,  enfin  Arbeláez 
respecto  de  Muriüo. 

Celebrar  el  centenario  de  la  Catedral  y  continuar  dejando  en  el 
vacío  el  lugar  de  honor  que  de  derecho  corresponde  al  señor  Caice 
do,  seria   una  injusticia  contra  la   cual  protestarían  los   siglos,  por 


286  BOLETÍN  DE   HISTORIA  Y   ANTIGÜEDADES 


boca  de  todos  los  vientos,  de  todas  las  brisas,  de  todas  las  tempes- 
tades que  han  de  azotar  las  soberbias  torres  ornadas  en  sus  cúspi- 
des con  las  insignias  metropolitanas  que  supo  clavar  tan  alto  la 
mano  generosa  y  decidida  del  Arzobispo-procer. 


Arturo  Quijano 


miniscRos  de  guerra  desde  1821 

Pedro  BriceñO  Méndez,  de  i,"  de  enero  de  1821  a  2  de  mar- 
zo de  1825. 

Pedro  Gual,  encargado,  de  3  de  marzo  a  7  de  julio    de  1825. 

Carlos  Soablette,  de  Sdejuüo  de  1825  a  2  de  marzo  de 
1828. 

Rafael  Urdaneta,  de  3  de  marzo  a  i,*  de  octubre  de  1828. 

José  María  Córdoba,  de  2  de  octubre  a  10  de  noviembre  de 
1828. 

Rafael  Urdaneta,  de  n  de  noviembre  de  1828  a  31  de  di- 
ciembre de  T829. 

Pedro  A.  Herrón,  de  i."  de  enero  a  5  de  mayo  de  1830. 

Joaquín  París,  de  6  de  mayo  a  i."  de  octubre  de  1830. 

José  Miguel Pey,  de  2  de  octubre  de  1830  a  \P  de  junio  de 
1831. 

José  María  Otando,  de  2  de  junio  a  12  de  noviembre  de 
183  •. 

Antonio  Obando,  de  13  de  noviembre  de  1831  a  14  de  junio 
de  1832. 

José  Hilario  López,  ás.  15  de  junio  a  30  de  noviembre  de 
1832. 

Antonio  Obando,  encargado,  de  i.*  de  diciembre  de  183?  a 
31  de  enero  de  1833. 

José  Hilario  López,   de  i/'  de  febrero  a  31  de  mayo  de  1833. 

Antonio   Obando,  de  1.*  de  junio  de  1833   a  n  de  junio  de 

X837. 

José  Hilario  López,  del  12  dejjunio  de  1837  ^'  2  de  julio  de 
1838. 

Tomás  C.  de  Mosquera,  de  3  de  julio  de  1838  al  14  de  abril 
de  1840. 

José  María  Ortega,  encargado,  del  5  de  abril  al  29  de  octu- 
bre de  1840. 

Miguel  Chiari,  encargado,  del  30  de  octubre  al  27  de  noviem- 
bre de  1840. 

Simón  Burgos,  encargado,  del  28  de  noviembre  de  1840  al 
12  de  mayo  de  1841. 

José  Acebedo,  del  13  de  mayo   de    1841  al    31  de   marzo    de 

1845. 

Juan  María  Gómez,  del  i."  dejabril  de  1845  al  26  de  mayo 
de  1846. 


MINISTROS   DE    GUERRA    DESDE    1821  287 


José  María  Galavis,  encargado,  del  27  a!  31  de  mayo  de 
1846 

Joaquín  María  Barriga,  del  i.°  de  junio  de  1846  al  6  de  abril 
de  1849, 

Valerio  Francisco  Barriga,  del  27  de  abril  ai  30  de  junio  de 
1849. 

Tomás  Herrera,   del    i.'    de  julio  de    1849   ^'4    de  junio  de 

1850. 

Tomás  Murray,  encargado,  del  5  de  junio  al  i.°  de  diciembre 
de  1850. 

Valerio  Francisco  Barriga,  del  2  de  diciembre  de  1850  al 
4  de  abril  de  1853. 

Santiago  Frasser,  del  5  de  abril  al  5  de   diciembre  de    1853. 

Antonio  del  Real,  encargado,  del  6  de  diciembre  de  1853  al  5 
enero  de  1854. 

Valerio  Francisco  Barriga,  del  6  de  enero  al  17  de  abril  de 

1854. 

José  María  Ardila,  del  18  de  abril  al  4  de  diciembre  de  1854. 
Cerbeleón  Pinzón,  encargado,  del  5   al  7   de   diciembre   de 

1854. 

Pedro  A.  Herrán,  del  8  de  diciembre  de  1854  al  31  de  marzo 
de  1855. 

Rafael Núñez,  del  i.°  de  abril  al  24  de  octubre  de  1855. 

Rafael  Núñez,  encargado,  del  25  de  octubre  al  20  de  diciem- 
bre de  1855, 

Cerbeleón  Pinzón,  encargado,  del  21  de  diciembre  de  1855  *^' 
14  de  febrero  de   18.56. 

Luciano  Jaramillo,  encargado,  del  15  de  febrero  al  26  de 
agosto  de  1856. 

José  María  Ortega,  encargado,  del  27  de  agosto  de  1856  al 
31  de  marzo  de  1857. 

Manuel  Antonio  Sanclemente,  encargado,  del  i."  de  abril  de 
1857  al  31  de  marzo  de  í86i. 

D.  A.  Maldonado,  encargado,  del  i,"  al  2  de  abril  de  186 1. 

/uan  Crisóstomo  Uribe,  del  3  abril  al  17  de  julio  de  i86r, 

José  María  Rojas  Garncío,  encargado,  del  18  de  julio  al  25 
de  noviembre  de  1861. 

Andrés  Cerón,  del  26  de  noviembre  de  1861  al  9  de  febrero 
de  1863. 

Tomás  C.  de  Mosquera,  del  lo  de  febrero  al  13  de  mavo  de 
1863. 

Santos  Acosta,  del  14  de  mayo  al  30  de  junio  de  1863. 

Aníbal  Carrea,  del  \°  de  julio  al  28  de  noviembre  de  1S63. 

Antonio  José  Chaves,  del  29  de  noviembre  de  1863  al  lo  de 
febrero  de  1864. 

Rafael  Mendoza,   del  n  de  febrero  al  9  de  abril  de   1864. 

Julián  Trujillo,  del  10  de  abril    al  23  de  septiembre  de  1864. 

Valerio  Francisco  Barriga,  del  24  de  septiembre  de  1864  al 
51  de  marzo  de  1866. 


288  BOLETÍN   DE   HISTORIA    Y    ANTIGÜEDADES 


Ramón  Acebedo,  del  i.°  de  abril  al  21  de   mayo  de  1866. 

Rudesindo  López,  del  22  de  mayo  de  1866  al  n  de  febrero 
de  1867. 

José  María  Rojas  Garrido,  encargado,  del  12  de  febrero  al 
22  de  abril  de  1867, 

Vicente  Gutiérrez  de  Riñeres,  encargado,  del  23  de  abril  al 
22  de  mayo  de  1867. 

Rafael  Mendoza,  del  23  de  mayo  al  i  o  de  diciembre  de 
1867. 

Carlos  Martin,  encargado,  del  21  de  diciembre  de  1867  al 
18  de  enero  de  1868. 

José  María  Baraya,  encargado,  del  19  de  enero  al  2  de  abril 
de  1868. 

Sergio  CamargO,  del  3  de  abril  de  1868  al  3  de  abril  de 
1870. 

Felipe  Zapata,  encargado,  del  4  de  abril  al  5  de  mayo  de 
1870. 

Santiago  Frasser,  del  6  de  mayo  al  16  de  diciembre  de 
1870. 

Manuel  Amador  Fierro,  del  17  de  diciembre  de  1870  al  30  de 
jnnio  de  1871. 

César  Contó,  del  i."  de  julio  al  3  de  agosto  de  1871. 

Felipe  Zapata,  encargado,  del  4  de  agosto  al  1.°  de  septiem- 
bre de  1 87 1. 

Salvador  Camocho  Roldan,  encargado,  del  2  de  septiembre 
al  2  de  octubre  de  1871. 

/osé  María  Baraya,  encargado,  del  3  al  8  de  octubre  de 
187^ 

Manuel  Amador  Fierro,  del  9  de  octubre  al  i."  de  noviem- 
bre de  1871. 

Santos  Acosta,  del  2  de  noviembre  de  187 1  al  31  de  enero  de 
1872. 

César  Contó,  encargado,  del  i.»  de  febrero  al  11  de  marzo  de 
1872. 

Felipe  Zapata,  encargado,  del  12  al  31  de  marzo  de  1872. 

Florentino  Vesga,  encargado,  del  i."  al    7  de  abril   de   1872. 

Gil  Colunje,  encargado,  del  8  de  abril  al  5   de  mayo  de  1872. 

Felipe  Pérez,  encargado,  del  6  al  31  de  mayo  de  1872. 

Gil  Colunje,  encargado,  del  i.*  al  30  de  junio  de  1872. 

Aquileo  Parra,  encargado,  del  i."  al  19  de  julio  de  1872. 

Manuel  Abello,  del  20  de  julio  al  29  de  octubre  de  1872. 

Felipe  Pérez,  encargado,  del  30  de  octubre  al  17  de  noviem- 
bre de  1872. 

Eustorgio  Salgar,  del  iS  de  noviembre  de  1872  al  11  de  di- 
ciembre de  1875. 

Gil  Colunje,  encargado,  del  12  al  18  de  diciembre  de  1873. 

Medardo  Rivas,  del  19  de  diciembre  de  1873  al  31  de  marzo 
de  1874. 

Ramón  Santodomingo  Vila,  del  i.»  de  abril  al  12  de  agosto 
de  1874. 


5IIN1STROS   DE  GUERRA   DESDE    1821  289 


Nicolás  Esguerra,  encargado,   del    13  al  31   de  agosto  de 
1874. 

Ramón  Santodomingo  Vila,  del  i."  al   27  de  septiembre  de 
1874. 

Nicolás  Esguerra,   encargado,    del  28  de  septiembre  al  8  de 
octubre  de  1874. 

Ramón  Santodomingo   W/a,  del  9  de  octubre  de   18743111 
de  febrero  de  1875. 

Nicolás  Esguerra,  encargado,  el  12  de  febrero  de  1875. 

Wenceslao  Ibáñez,  del  13  de  febrero  al    30  de   abril  de  1875. 

José  María  Villamizar  Gallardo,  encargado,  del  i."  al  31  de 
mayo  de  1875. 

Nicolás  Esguerra,  encargado,  del  1.°  al  7  de  junio  de  1875. 

Santos  Acosta,  del  8  de  junio  de  1875  al  31  de  marzo  de 
1876. 

Carlos  Nicolás  Rodríguez,  encargado,  del  r.<*  al  ló  de  abril 
de  1875. 

Rafael  Niño,  del  17  de  abril  al  10  de  julio  de  187Ó. 

Luis  A.  Robles,  encargado,  del  11  al  25  de  julio  de  1876. 

Rafael  Niño,  del  26  de  julio  al  10  de  octubre  de  1876. 

Teodoro  Valenzaela,  del  n  de  octubre  al  20  de  noviembre 
de  1876. 

Rafael  Niño,  del  21  de  noviembre  al  8  de  diciembre  de  1876. 

J anuario  Salgar,  encargado,  del  g^  al  22  de  diciembre  de 
1876. 

Rafael  Niño,  encargado,  del  23  de  diciembre  de  1876  al  18 
enero  de  1877. 

José  Ignacio  Escobar,  encargado,  del  19  al  23  de  enero  de 
1877. 

Felipe  Pérez,  del  26  de  enero  al  9  de  mayo  de  1877. 

Santos  Acosta,  del  10  de  mayo  al  13  de  octubre  de  1877. 

José  María  Quijano  Wallis,  encargado,  del  14  al  22  de  octu- 
bre de  1877. 

Fernando  Ponce,  del  23  de  octubre  al  1 1   de  noviembre  de 

1877. 

Santos  Acosta,  del  g  de  noviembre  de  1877  al  1.°  de  abril  de 
1878. 

Ezequiel  Hurtado,  del  2  de  abril  de  1878  al   5  de  lebrero  de 

1879. 

Andrés  Cerón,  del  6  de  febrero  al  2  de  junio  de  1879. 

Emigdio  Paláu,  encargado,  del  3  de  junio  al  3  julio  de  1879. 

Wenceslao  Ibáñez,  del  4  de  julio  al  4  de  diciembre  de  1879. 

Manuel  Amador  Fierro,  del  5  de  diciembre  de  1879  al  9  de 
abril  de  1880. 

Elíseo  Payan,  dei    10  de  abril  al  9  de  septiembre  de  i88o, 

Antonio  Roldan,  encargado,  del  10  de  septiembre  al  8  de  di- 
ciembre de  1880. 

Elíseo  Payan,  del  9  de  diciembre  de  1880  al  31  de  marzo  de 
1882. 

XTV— 19 


290  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Felipe  F.  Paúl,  encargado,  del  i."  de  abnl  al  4  de  junio  de 
1882. 

Napoleón  Barrero,  encargado,  del  5  de  junio  al  23  de  julio  de 
1882. 

Benjamín  Noguera,  de\    24  de  julio    al    22  de    diciembre  de 

1882. 

Juan  N-  Mateas,  del  23  de  diciembre  de  1882  al  2  de  abril  de 
1884. 

José  María  Campo  Serrano,  del  3  de  abril  al  14  de  julio  de 
1884. 

Manuel  M.    Castro,   encargado,    de!    15    ai    2c    de   julio    de 

1884. 

José  María  Campo  Serrano,  del  21  de  julio  al  28  de  diciem- 
bre de  1884 

Felipe  Ángulo,  del  29  de  diciembre  de  1884  al  ^  de  enero  de 
1886. 

José  María  Campo  Serrano,  del  4  de  enero  al  21  de  marzo 
de  1886. 

Felipe  Ángulo,  encargado,  del  22  de  marzo  al  8  de  junio  de 
1886. 

Antonio  Roldan,  encargado,  del  Q  de  junio  al  15  de  agosto 
de  1886. 

Felipe  Ángulo,  del  r6  de  agosto  de  1886  al  5  de  junio  de 
1888. 

Carlos  Holguín,  encargado,  del  6  de  junio  al  6  de  agosto  de 
188S. 

Antonio  B.  Cuervo,  del  7  de  agosto  de  1888  al  18  de  mayo 
de  i8go.     , 

Leonardo  Canal,  encargado,  del  19  de  raavo  al  20  de  julio  de 
1890. 

José  Djmin^o  Ospina  Camocho,  encargado,  del  21  de  julia 
al  6  de  ag'sto  de  i8qo. 

Olegario  Rivera,  del  7  de  agosto  de  1890  al  31  de  marzo  d& 
189 1. 

Antonio  Roldan^  encargado,  del  i/' de  abril  al  i."  de  mayo 
de    i8qi, 

Olegario  Rivera,  del  2  de  mayo   de  1891  al   6  de  agosto   de 

i8Q2. 

Primitivo  Crespo,  dd  9  de  agosto  al  1 1  de  diciembre  de 
1892. 

Antonio  B.  Cuervo,  del  12  de  diciembre  de  1892  al  21  de  fe- 
brerf  de  1893. 

José  Domingo  Ospina  Camocho,  de!  22  de  febrero  de  1893  al 

19  de  iulio  de  1804. 

Edmundo  Cervantes,  del  2:»  de  julio  de  1894  al  12  de  marzO' 
de   i8:)6. 

Cl¡maco  Losada,  encargado,  del  13  al  16  de  marzo  de 
1896 

Manuel  Casabianca,  encargado,  del  17  de  marzo  al  lo  de 
mayo  de  1896. 


MIMISTROS    DE   GUERRA    DESDE    1821  291 


Pedro  Antonio  Molina,  del  1 1  de  mayo  al  25  de  octubre  de 
de  189Ó. 

Aurelio  Mutis,  del  26  da  octubre  de  1896  al  i8  de  enero  de 
1897. 

Pedro  Antonio  Molina,  del  19  de  enero  al  6  de  ag'usto  de 
1897. 

Isaías  Lujan,  del  7  de  agosto  de  1897  al  6  ie  agosto  de 
1898. 

Olegario  Rivera,  de  8  de  agosto  al  2  de  noviembre  'de  1898. 

Pedro  Antonio  Molina,  encargado,  del  3  de  noviembre  al  18 
de  diciembre  de  i8g?. 

Climaco  Losada,  encargado,  del  19  de  diciembre  de  1898  a) 
8  de  enero  de  1899. 

Jorge  Holguin,   del  9  de  enero  al  13  de  agosto  de  1899, 

José  Santos,  de!  14  de  agosto  de  1899  al  i."  de  mayo  de 
1900. 

Manuel  Casabianca,  del  2  de  mayo  al  31  de  julio  de  1900. 

Guillermo  Quintero  Calderón,  encargado,  del  i.°  de  agosto 
al  17  de  septiembre  de  1900. 

Próspero  Pinzón,  de¡  iS  de  septiembre  al  6  de  octubre  de 
1900. 

José  Domingo  Ospina  Camocho,  del  7  de  octubre  de  1900  al 

28  de  marzo  de  1901. 

Ramón  González  Valencia,  del  29  de  marzo  al  12  de  julio  de 
J901. 

José  Vicente  Concha,  del  13  de  julio  al  4  de  agosto  de 
190 1. 

Pedro  Nel  Ospina,  del  5  de  agosto  al  2^  de  septiembre  de 
190Í. 

José  Vicente  Concha,  del  24  de  septiembre  de  loi  al  7  de 
enero  1902. 

Aristides  Fernández,  del  8  de  enero  al  8  de   octubre  de  1902. 

José  Joaquín  Casas,  encargado,  del  93131  de  octubre  de 
1902. 

Aristides  Fernández,  del  i.'  de  noviembre  al  12  de  diciembre 
de  1902. 

¡osé  Joaquín  Casas,  encargado,  del  13  de  diciembre  de  19^  2 
al  21  de  enero  de  1903. 

Aristides  Fernández,  del  22  de  enero  al  3  de  febrero  de  1903. 

José  Joaquín  Casas,  encargado,  del  4  al  23  de  febrero  de 
1903. 

Alfredo  Vásquez  Cobo,  del  24  de  febrero  de  1903  al  11  de 
febrero  de  1904. 

Esteban  Jaramillo,  encargado,  del  12  de  febrero  al  9  de  mayo 
de  1904. 

Alfredo  Vásquez  Cobo,  del  10  de  mayo  al  6  de  agosto  de 
1904. 

Carlos  Cuervo  Márquez,  encargado,  del  7  al  28  de  agosto  de 
»904. 


292  BOLETÍN   DE   HISTORIA   Y   ANTIGÜEDADES 


Diego  A.  de  Castro,   del    29   de   agosto   de    1904  al  30   de 
mayo  de  1905. 

Clímaco  Losada,  encargado,  del   31  de   mayo   al  24  de   sep- 
tiembre de  1905. 

D.  Euclides  de  Ángulo ^  del  25  de  septiembre  de  1905  al  8  de 
enero  de  1906. 

Manuel  María  Castro  U.,  encargado,  del  9  de  enero  al  22  de 
abril  de  1906. 

D.  Euclides  de  Ángulo,  del  23  de  abril  al  31  de  mayo  de 
19C6. 

Manuel  M.  Sanclemente,  del  i."  de  junio  de  1906  al  20  de  fe- 
brero de  1907. 

Clímaco  Losada,  encargado,  del  zx  de  febrero  al  14  de  mayo 
de  1907. 

Manuel  M.  Sanclemente,  del  15  de  mayo  de  1907  al  9  de 
marzo  de  1908. 

Víctor  Calderón  /?.,  del  10  de  marzo  de  1908  al  10  de  enero 
de  1909. 

Eduardo  BriceñO',  encargado,  del  i  \  de  enero  al  10  de  marzo 
de  1909, 

Nicolás  Perdomo,  encargado,  del  xi  al  13  de  marzo  de  1909. 

Eduardo  Briceño,   encargado,  el  13  de  marzo  de  1909. 

Carlos  Cuervo  Márquez,  el  13  de  marzo  de  1909. 

Alfredo  Vásguez  Cobo,  el  14  de  marzo  de  1909. 

Eduardo  Briceño,  encargado,  del  15  al  22  de  marzo  de  1909. 

Jorge  Holguín,  del  23    de  marzo  al  9  de  junio  de  1909. 

Roberto  Urdaneta,  encargado,  del  10  de  junio  al  24  de  julio 
de  1909. 

Edmundo  Cervantes^  encargado,  del  25  de  julio  al  6  de  agosto 
de  1909, 

Luis  Enrique  Bonilla,  del  7  de  agosto  al  18  de  noviembre  de 
1909. 

Jorge  Roa,  encargado,  del  19  de  noviembre  al  i^  de  diciem- 
bre de  1909. 

José  Medina  Calderón,  del  13  le  diciembre  de  1909  al  6  de 
agosto  de  1910. 

Jesús  María  Sosa,  enczTgíido,  del  7  de  agosto  al  30  de  sep- 
tiembre de  1910. 

Mariano  Ospina  V.,  del  i.®  de  octubre  de  1910  al  13  de  di- 
ciembre de  19U. 

/osé  i\ía/2We/ i4ra/Z^0,  del  14  de  diciembre  de  1911  al  6  de 
agosto  de  1914, 

Isaías  Lujan,  del  7  de  agosto  de  1914  al  14  de   septiembre  de 

Ernesto  Barrero,  encargado,  del  15  de  septiembre  al  10  de 
diciembre  de  1915. 

Miguel  Abadía  Méndez,  enczrg&do,  de\  13  de  diciembre  de 
1915  al  2  de  enero  de  igi6. 

Antonio  José  Cadavid,  del  3  de  enero  al  3  de  marzo  de  1916. 


APUNTES  SOBRE   ORGANIZACIÓN  293 


Salvador  Franco,  del  4  de  marzo  de  19 16  al  6  de  agosto  de 
19 1 8. 

Jorge  Roa,  del  7  de  agosto  de  19  r  8  al  3  de   octubre  de  1920. 

Pomponio  Guzmán,  encargado,  del  4  de  octubre  al  21  de  no- 
viembre de  1920. 

Jorge  Roa,  del  22  noviembre  de  1920  al  18  de  septiembre  de 
1921. 

Bonifacio  Vélez,  del  19  al  22  septiembre  de  1921. 

Aristóbulo  Archila,  del  23  de  septiembre  de  192 1  al  21  de 
septiembre  de  1922. 

José  Ulises  Osario,  del  22  de  septiembre  de  1922, 

Bernardo  Caiceda 


flPUnCES   SOBRE  ORGflniZflCIOn 

DE  LAS  SECRETARÍAS  DE  ESTADO 
1810-1914 

1810.  La  Junta  Suprema  del  Reino,  instalada  el  20  de  julio 
de  1810,  se  dividió  en  las  siguientes  secciones:  i.  Negocios  diplo^ 
máticos  internos  y  externos — ii.  Negocios  eclesiásticos:  iii.  Gracia 
y  Justicia — iv.  Guerra — v.    Hacienda;  y   vi.    Policía  y   Comercio. 

«Cada  sección,  dicen  los  comentadores  Pombo  y  Guerra,  atendía 
con  sus  respectivos  miembros  a  los  negocios  de  su  incumbencia. 
Funcionaba  la  Junta  como  una  Cámara  Legislativa,  entendiendo  en 
todos  los  ramos  de  la  Administración  Pública  como  única  y  sobe- 
rana autoridad,  mientras  se  proveía  lo  conveniente  a  la  organiza- 
ción política  del  Estado.»  , 

Por  bando  de  fecha  26  de  octubre  de  18 10  la  misma  Junta 
Suprema  del  Reino  determinó  la  formación  de  un  Cuerpo  Ejecu- 
tivo, en  el  cual  debía  residir  el  Alto  Gobierno,  Cuerpo  formado 
por  un  miembro  de  cada  una  de  las  cinco  secciones  en  que  quedó 
dividida  la  Junta,  pues  se  suprimió  la  de  Policía  y  Comercio,  repo- 
niéndose en  su  lugar  el  Cabildo.  Dicho  Cuerpo  Ejecutivo,  presidi- 
do por  el  Vicepresidente  de  la  Suprema  Junta,  debía  tener  dos 
Secretarios:  del  Despacho  Universal  de  Gobierno,  Gracia  y  Justicia 
uno,  y  otro,  de  Estado^  Guerra  y  Hacienda. 

181 1.  El  Serenísimo  Colegio  Electoral!  Constituyente  de  Cun- 
dinamarca,  elegido  en  virtud  de  disposición  de  la  Junta  Suprema 
del  Reino  (la  cual  se  había  negado  a  acatar  las  resoluciones  del 
primer  Congreso,  que  se  disolvió  sin  dictar  carta  fundamental  al- 
guna), sancionó  el  30  de  marzo  de  181 1  la  Constitución  del  Esta- 
do. En  ella,  por  los  artículos  17  a  20  del  Título  v,  se  dispuso  que 
para  el  desempeño  de  todos  los  negocios  tendría  el  Poder  Ejecuti- 
vo uno  o  dos  Secretarios  y  competente  número  de  Oficiales  de  se- 
cretaría, a  fin  de  que  por  separado  se  despachara  cada    ramo.  Los 


294  BOLETÍN    DE   HISTORIA    Y   ANTIGÜEDADES 


Secretarios,  «aunque  sus  empleos  soa  de  los  más  recomendables  y 
de  mayor  categoría  en  el  orden  de  la  sociedad.»  no  gozarían  del 
carácter  de  miembros  de  la  Represtntdción  Nacional,  distinguién- 
dolos el  Poder  Ejecutivo  para  la  consideración  pública  en  razón  de 
sus  Ministerios.  Ni  ellos  ni  los  Oficiales  de  la  Secretarías  podrían 
a  un  mismo  tiempo  ejercer  sus  oficios  y  ser  miembros  de  la  Re- 
presentación Nacional.  Su  nominación  correspondía  al  Presidente 
cuando  ejerciere  el  Poder  Ejecutivo,  pero  la  separación  de  dichos 
empleados  sólo  podía  verificarla  de  acuerdo  con  los  dos  Conseje- 
ros que  integraban  el  Poder  Ejecutivo  «cuando  conste  su  ineptitud 
para  el  desempeño  de  sus  respectivos  encargos,  dic*;  esa  curiosa 
disposición,  proporcionándoles  inmediatamente  otros  destinos  don- 
de puedan  ser  útiles,  sin  que  la  separación  sea  una  nota  contra  la 
opinión  que  merezcan  por  sus  buenas  costumbres  y  demás  prendas 
que  los  hagan  dignos  del  aprecio  público.»  Sólo  en  el  caso  de  cri- 
minalidad y  previa  formación  de  la  causa  podían  ser  depuestos  los 
Secretarios  de  sus  destinos. 

1811.  El  acta  de  la  Federación  de  las  Provincias  Unidas, 
obra  de  don  Camilo  Torres  y  firmada  en  Santafé  de  Bogotá  el  27 
de  noviembre  de  :8ii,  reconoció  a  las  Provincias  como  iguales, 
independientes  y  soberanas,  con  facultad  de  establecer  su  propio 
Gobierno  por  medio  de  una  Constitución  política,  «en  cuanto  no 
ougnase  con  las  facultades  delegadas  en  dicho  pacto  a  la  Confede- 
ración para  los  fines  de  orden  internacional  y  de  la  común  defensa 
contra  usurpaciones  o  invasiones  extranjeras.»  En  conformidad  con 
este  principio,  Cundinamarca  había  expedido  la  Constitución  cita- 
da arriba,  y  su  ejemplo  fue  seguido  por  otras  de  las  Provincias  del 
Reino: 

En  la  Constitución  de  la  República  de  Tunja,  sancionada  el  g 
de  diciembre  de  18 11,  se  determinó  que  el  Poder  Ejecutivo  residi- 
ría en  un  Magistrado  con  e|  título  de  Presidente  Gobernador  de  la 
República  de  Tunja,  pero  no  se  dijo  nada  acerca  de  las  Secreta- 
tarías  de  Estado.  Sólo  se  dejó  constancia  de  que  el  Gobernador,  de 
acuerdo  con  el  Senado,  nombraría  todos  los  empleados  públicos  de 
la  Provincia,  cuya  nominación  no  estuviera  prevista  por  dicha 
Carta. 

En  la  del  Estado  de  Antioquia,  sancionada  el  3  de  mayo  de 
181 2,  se  dispuso  por  el  artículo  37  del  Título  iv,  que  para  el  des- 
pacho del  Poder  Ejecutivo,  el  Presidente  del  Estado  nombraría  en 
lo  venidero  un  Secretario  General  que  obtendría  su  empleo  por  el 
término  de  cuatro  años  y  se  denominaría  Secretatio  de  Estado  y 
dei  Despacho  U?iiverscLl,  pudiendo  ser  reelegido.  Todas  las  órdenes, 
despachos  y  decretos  del  Poder  Ejecutivo  necesitaban  para  su 
cumplimiento  llevar  la  firma  del  Secretario  General. 

1812.  La  Constitución  de  la  República  de  Cundinamarca,  re- 
formada por  el  Colegio  Revisor  y  Electoral  el  17  de  abril  ds  1812, 
reprodujo  respecto  a  los  Secretarios  del  Poder  Ejecutivo  todas  las 
disposiciones  de  la  Constitución  de  181 1. 


APUNTES   SOBRE    ORGA'UZ ACIÓN  295 


Iguales  disposiciones,  más  o  menos,  se  registran  en  la  Consti- 
tución del  Estado  de  Cartagena  de  Indias,  sancionada  pur  la  Con- 
vención General  e!  14.  de  junio  de  1912.  (Artículos  38  341  del  Tí- 
tulo v).  Dicha  Constitución  fue  mandada  obedecer  al  siguiente  día 
por  don  Manuel  Rodríguez  Torices,  Presidente  Gobernador  del 
Estado,  con  la  firma  de  don  Juan  Guillermo  Ros,  «Secretario  de 
Estado  y  de  lo  Interior.» 

1^14.  En  la  Reforma  del  Acta  Federal,  hecha  por  el  Congre- 
go de  las  Provincias  Unidas  de  la  Nueva  Granada  en  Tunja  a  23 
de  septiembre  1814,  y  por  la  cual  se  confió  el  Poder  Ejecutivo  de 
la  Unión  a  un  Triunvirato,  se  determinó  que  el  Cuerpo  deliberan- 
te (formado  por  dos  Diputados  por  cada  una  de  las  Provincias  y 
de  uno  por  las  pequeñas  de  Casanare,  Neiva  y  Chocó)  crearía  las 
Secretarías  que  estimara  necesarias  para  el  Despacho  del  Poder 
Ejecutivo,  asignando  los  sueldos  que  estimara  convenientes  a  los 
Secretarios.  Y  por  el  Reglamento  del  Gobierno  General  de  la  Nue- 
va Granada",  dictado  por  el  mismo  Congreso  el  2  i  de  octubre  en 
desarrollo  del  Acta  de  Reforma,  se  dispuso  (artículos  21  y  22)  que 
establecidas  por  el  Congreso  las  Secretarías  para  los  diferentes  ra- 
mos del  Despacho,  el  Gobierno  General  debía  nombrar  fuera  de  su 
seno  los  Secretarios,  con  facultad  de  removerlos  cuando  lo  estima- 
ra conveniente,  y  que  dichos  Secretarios  se  conesponderían  inme- 
diatamente con  las  autoridades  y  empleados  de  sus  respectivos 
Departamentos,  a  quienes  tocaba  cumplir  las  órdenes  recibidas. 
Dicho  Reglamento  fue  dictado  por  los  miembros  del  Triunvirato, 
señores  Castillo  y  Rada,  Camacho  y  Fernández  Madrid,  y  está 
autorizado  con  la  firma  de  don  Crisanto  Valenzuela,  «Secretario  de 
Estado  y  Relaciones  Exteriores.» 

Los  Secretarios  designados  por  el  Congreso  fueron  tres. 

1815.  El  Gobierno  General  fue  reformado  por  medio  de  un 
Decreto  del  Congreso  dictado  en  Santafé  de  Bogotá  el  15  de  no- 
viembre de  1815,  por  el  cual  se  concentró  el  Poder  Ejecutivo  en 
una  sola  persona  y  se  creó  el  puesto  de  Vicepresidente,  para  suplir 
las  faltas  temporales  del  Presidente,  y  en  él  se  dispuso,  por  el  ar- 
tículo V,  que  habría  un  Consejo  de  Estado  compuesto  del  Vice- 
presidente de  las  Provincias  Unidas,  quien  lo  presidiría,  de  los 
miembros  que  acababan  de  serlo  del  Gobierno  General,  «y  de  los 
tres  Secretarios  del  Despacho.»  No  hubo  pues  innovación  en  este 
particular. 

Aun  cuando  los  Secretarios  del  Presidente  eran  propiamente 
ios  de  Estado,  apuntamos  como  dato  que  tanto  en  la  Constitución 
reformada  de  Cundinamarca  (13  de  julio  de  1815),  como  en  la  del 
Estado  de  Mariquita  (21  de  junio  de  1815),  y  en  ¡a  provisional  de 
la  Provincia  de  Antioquia  (4  de  julio  de  1815),  se  determinó  que  el 
Gobernador,  Magistrado  Superior  de  la  Provincia,  tendría  un  Se- 
cretario para  el  despacho  de  los  negocios  a  su  cargo,  nombrado  a 
su  satisfacción,  puesto  que  las  faltas  que  cometiere  serían  de  su 
responsabilidad.  En  la  de  Antioquia  se  le  fijó  además  un  período 
de  tres  años,  pudiendo  ser  reelegido,  y  se  le    denominó   Secretario 


296  BOLBTÍM  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


de  Gobierno.  Todas  las  órdenes,  despachos  y  decretos  del  Poder 
Ejecutivo  deberían  ir  siempre  autorizados  por  dicho  Secretario. 

1 817.  Terminado  el  Gobierno  General  de  la  Nueva  Granada 
por  la  reconquista  española,  no  quedó  en  el  antiguo  Virreinato  de 
Santafé,  de  1816  a  1819,  otra  autoridad  que  el  sable  del  Pacifica- 
dor. En  el  interregno,  Bolívar  resolvió  iniciar  de  nuevo  la  lucha 
por  la  independencia  en  Venezuela,  y  al  efecto,  después  de  varias 
tentativas  infructuosas,  desembarcó  en  Barcelona  el  i."  de  enero 
de  1817,  y  fue  reconocido  el  2  de  mayo  como  Jefe  Supremo  de  la 
República  de  Venezuela.  Por  decreto  dictado  en  Angostura  el  3a 
de  octubre  del  mismo  afio  creó  un  Consejo  Provisional  de  Estado 
«para  abdicar  la  autoridad  suprema  y  para  que  la  República  fuese 
gobernada  según  las  bases  de  la  política  moderna, >  dice  el  histo- 
riador Larrazábal,  y  dividió  los  asuntos  en  tres  secciones:  Esíado 
y  Hacienda,  Marina  y  Guerra,  Interior  y  Justicia. 

Este  Consejo  se  instaló  el  i."  de  noviembre,  y  de  él  hacíatt 
parte  ios  Secretarios  de  Estado. 

1819.  Nombrado  Presidente  de  la  República  por  el  Congreso 
reunido  en  Angostura,  el  Libertador,  «deseando  dar  al  Ministerio 
un  arreglo  y  organización  provisional,»  dictó  el  Decreto  de  2y  de 
febrero  de  18 19,  por  el  cual  dividió  el  Ministerio  en  tres  departa- 
mentos, a  saber:  Ministro  de  Estado  (Relaciones  Exteriores)  y 
Hacienda,  Ministro  de  Marina  y  Guerra,  Ministro  del  Interior  y 
Justicia. 

Cada  uno  de  estos  Ministerios  estaría  bajo  la  dirección  de  ua 
Ministro  Secretario. 

Al  reanudar  la  campaña,  el  Libertador  llevó  consigo  al  Mi- 
nistro de  la  Guerra,  que  lo  era  el  Coronel  Pedro  Briceño  Méndez, 
y  resolvió  que  el  Vicepresidente  de  la  República,  Zea,  estaría  en- 
cargado de  los  demás  ramos  de  la  Administración,  despachando 
con  los  otros  dos  Ministros.  Posteriormente,  por  virtud  de  las  cir- 
cunstancias extraordinarias  en  que  se  halló,  por  la  campaña  de  la 
Nueva  Granada,  quedó  el  Vicepresidente  encargado  de  la  direc- 
ción de  la  guerra  en  el  oriente  de  Venezuela,  y  fue  autorizado 
para  nombrar  un  Ministro  interino  de  Guerra,  de  tal  modo  que 
hubo  a  un  mismo  tiempo  dos  Ministros  de  Guerra,  uno  con  el 
Libertador  y  otro  en  Guayana.  A  esta  anomalía  puso  fin  una  reso- 
lución del  Libertador,  dada  en  San  Cristóbal  el  i."  de  noviembre 
de  182c,  por  la  cual  se  suprimió  el  Ministerio  interino   de  Guerra» 

1819.  Triunfante  la  revolución  de  la  ¡Independencia  en  la. 
Nueva  Granada  por  la  batalla  de  Boyacá,  el  Libertador,  mientras 
se  verificaba  la  unión  de  Venezuela  y  Nueva  Granada,  estableció 
un  Gobierno  provisorio,  y  nombró  Vicepresidente  de  la  Nueva 
Granada  al  General  Santander,  «con  el  título,  funciones  y  atribu- 
ciones» conferidos  al  Vicepresidente  de  Venezuela»  (11  de  septiem- 
bre de  J8ig).  El  Vicepresidente  Santander,  por  resolución  de  fecha 
24  del  mismo  mes,  dividió  las  Secretarías  de  ese  Gobierno  Gene- 
ral en  dos:  de  Guerra  y  Hacienda,  y  del  Interior  y  Justicia. 


APUNTES  SOBRE   ORGANIZACIÓN  297 


1820.  El  Congreso,  por  Decreto  del  3  de  enero  de  1820,  dis- 
puso que  en  cada  una  de  las  Vicepresidencias  Departamentales 
hubiera  un  solo  Secretario  General,  pero  en  vista  de  la  representa- 
ción dirigida  por  el  General  Santander,  en  la  cual  exponía  que  era 
imposible  despachar  con  un  solo  empleado  para  el  vasto  Departa- 
mento de  Cundinamarca,  dispuso  el  Libertador  que  conservara  la 
Secretaría  de  este  Departamento  el  título  de  Secretaría  General,  y 
fuera  despachada,  como  había  sucedido  hasta  entonces,  por  los 
señores  Alejandro  Osorio  en  los  ramos  de  Hacienda  y  Guerra, 
y  Estanislao  Vergara  en  los  del  Interior  y  Justicia,  dividiendo 
entre  ellos  el  sueldo.  Esta  resolución  fue  confirmada  por  el  Con- 
greso en  I, "de  agosto  de  1820;  mas  a  partir  de  febrero  de  182 1,  en 
que  el  doctor  Osorio  partió  a  ocupar  su  puesto  en  el  Congreso  de 
Cúcuta,  la  Secretaría  General  quedó  reunida  en  manos  del  doctor 
Vergara. 

182 1.  Formada  la  República  de  Colombia,  en  cumplimiento 
de  la  Ley  Fundamental  del  Congreso  de  Angostura  dada  el  17  de 
diciembre  de  18 19,  se  reunió  el  Congreso  General  de  Colombia  en 
la  villa  de  Cúcuta.  El  Congreso  confirmó  la  unión  de  Venezuela 
y  de  la  Nueva  Granada  por  medio  de  la  Ley  de  12  de  julio  de 
1821,  y  dictó  la  Constitución  de  la  República,  sancionada  el  6  de 
octubre  del  mismo  año.  Por  el  artículo  136  de  dicha  Carta  Funda- 
mental se  establecieron  para  el  despacho  de  los  negocios  cinco 
Secretarios  de  Estado,  a  saber:  de  Relaciones  Exteriores,  del  In- 
terior, de  Hacienda,  de  Marina  y  de  Guerra. 

El  Poder  Ejecutivo  podía  reunir  temporalmente  dos  Secreta- 
rías en  una,  y  se  dispuso,  además  (artículos  137  a  139),  que  el 
Congreso  haría  en  dichas  Secretarías  las  variaciones  que  las  cir- 
cunstancias exigieran;  que  siendo  cada  Secretario  el  órgano  preci- 
so e  indispensable  por  donde  el  Poder  Ejecutivo  libra  sus  órdenes 
a  las  autoridades  que  le  están  subordinadas,  toda  orden  que  no 
estuviere  autorizada  por  el  Secretario  no  debía  ser  ejecutada,  y, 
finalmente,  que  los  Secretarios  debían  dar  a  las  Cámaras,  con 
anuencia  del  Poder  Ejecutivo,  cuantos  informes  se  les  pidieran, 
reservando  solamente  los  que  no  conviniera  publicar. 

En  virtud  de  la  autorización  citada,  el  Libertador  Presidente, 
en  decreto  dictado  en  Cúcuta  a  7  de  octubre  de  1821,  reunió  en 
una  sola  las  Secretarías  de  Marina  y  Guerra. 

1822.  El  General  Santander,  Vicepresidente  encargado  del 
Poder  Ejecutivo  de  la  República  de  Colombia,  dictó,  en  desarro- 
llo del  artículo  137  de  la  Constitución,  el  Decreto  de  fecha  22  de 
marzo  de  1822,  por  el  cual  se  dio  un  reglamento  particular  a  cada 
una  de  las  cinco  Secretarías  de  Estado,  determinando  los  negocios 
que  correspondían  a  cada  una. 

1825.  El  Congreso  de  este  año  dictó  el  Decreto  de  5  de  abril, 
sobre  funciones  de  los  Secretarios  de  Estado,  y  determinó  los  ne- 
gocios que  correspondan  a  cada  una  de  las  Secretarías  de  Estado, 
y  en  dicho  Decreto  las  denominó  así:  de\Esiado  y  de  Relaciones 
Exteriores,  del  Interior,  de  Hacienda,  de  Guerra  y  de  Marina. 


298  BOLETÍN  DE  HISTORIA  V  ANTIGÜEDADES 


Las  Secretarías  de  Guerirt  y  Marina  fueron  despachadas  en 
este  período  por  un  solo  individuo,  de  modo  que  en  realidad  ha- 
bía sólo  cuatro  Secretarías. 

1826.  Posesionado  de  nuevo  de  la  Presidencia  el  Libertador 
a  su  regreso  del  Perú,  por  decretos  de  fecha  24  de  noviembre  de 
1826,  dispuso  que  la  Secretaría  de  Marina  quedara  de  nuevo  reuni- 
da a  la  de  Guerra  y  desempeñada  por  el  que  ejerciera  ésta;  que  por 
estar  destinado  don  José  Rafael  Revenga,  Secretario  de  Relaciones 
Exteriores,  a  acompañar  al  Libertador  a  Venezuela  como  Secreta- 
rio General,  quedaría  la  Secretaría  de  Relaciones  Exteriores  reuni- 
da temporalmente  a  la  del  Interior  y  a  cargo  del  Secretario  de  ésta, 
doctor  J.  M.  Restrepo,  y  que  el  Secretario  General  tendría  «el  suel- 
do, tratamiento  y  preeminencias  de  los  Secretarios  de  Estado.» 
Quedaron  pues  cuatro  Secretarías,  así:  Interior  y  Relaciones  Ex- 
teriores, Hacienda,  Guerra  y  Marina,  y  Secretaria  General  del 
Libertador. 

1827.  De  regreso  a  la  capital,  por  Decreto  de  12  de  septiem- 
bre de  1827  se  eximió  al  Secretario  del  Interior,  doctor  Restrepo, 
del  Despacho  de  Relaciones  Exteriores,  el  cual  fue  de  nuevo  con- 
fiado al  señor  Revenga;  se  declaró  suprimida  la  Secretaiía  General, 
y  se  determinó  que  las  de  Guerra  y  Marina  permanecerían  reuni- 
das. Quedaron  de  nuevo  cuatro  Secretarías:  Interior,  Relaciones 
Exteriores,  Hacienda,  Guerra  y  Marina. 

1828.  Por  Decreto  de  ig  de  febrero  de  1828  se  declaró  el  Li- 
bertador investido  de  las  facultades  extraordinarias  de  conformi- 
dad con  el  artículo  128  de  la  Constitución,  y  por  otro  Decreto  de 
fecha  2Ó  del  mismo  mes  resolvió  partir  para  Venezuela  en  ejercicio 
del  Poder  Ejecutivo  y  restablecer  por  el  tiempo  de  su  ausencia  los 
cinco  Secretarios  de  Estado,  debiendo  acompañarlo  uno  de  ellos  para 
el  despacho  de  los  negocios  de  la  Presidencia,  y  permanecer  los 
cuatro  restantes  en  la  capital  encargados,  como  Jefes  de  sus  respec- 
tivos Departamentos  y  con  amplias  autorizaciones,  de  la  Adminis- 
tración Públ'ca.  Las  cinco  Secretarías  eran  las  mismas  señaladas  en 
la  Constitución,  o  sea:  Interior,  Hacienda,  Relaciones  Exteriores, 
Marina  y  Guerra. 

El  Libertador  escogió  como  Secretario  General  al  de  Marina, 
General  Soublette,  y  dispuso  que  durante  su  ausencia  despachara 
este  ramo  el  de  Guerra  En  realidad  las  Secretarías  de  Guerra  y 
Marma  fueron  una  sola,  pues  no  llegaron  a  separarse  ni  en  esa 
ocasión,  ni  cuando  el  Libertador,  con  el  fin  de  atraerse  al  General 
Córdoba,  resolvió  en  Decreto  de  13  de  julio  de  i82g — en  vista  de 
que  había  transcurrido  el  término  de  la  licencia  concedida  al  Se- 
cretario de  Guerra  y  Marina,  General  Carlos  Soublette — separar 
las  dos  Carteras  y  encargar  del  Despacho  de  Marina  al  General 
Córdoba,  pues  como  éste  no  aceptó,  el  General  Urdaneta  conti- 
nuó desempeñando  ambas  Carteras. 

1828,  Disuelta  la  Convención  de  Ocaña,  el  Libertador  se  de- 
claró en  ejercicio  de  la  dictadura,  y  en  el  Decreto  de  27  de  agosto 


APUNTES    SOBRE    ORGANIZACIÓN  299 


de  1828,  que  ciebia  servir  de  Lev  constitucional  del  Estado  hasta 
el  año  de  1S30  (caique  el  Coiígreáo  deoía  expedir  la  nueva  Cons- 
titución en  reemplazó  de  la  de  182 1),  dispuso  que  el  Consejo  de 
Ministros  se  compusier2  de  un  Presidente  y  de  los  Ministros  Secre- 
tarios de  Estado  (artículo  3.°),  y  que  el  Ministerio  de  Estado  se 
destiibuyera  en  los  seis  Departamentos  siguientes  (artículo  4.°): 
Interior  o  Gobierno,  Justicia,  Guerra,  Marina,  Hacienda  y  Rela- 
ciones Exteriores. 

1828.  No  llegó  el  caso  de  designar  Ministro  Secretario  de 
Justicia,  y.  como  queda  dicho,  los  Ministerios  de  Guerra  y  Marina 
fueron  desempeñados  por  una  sola  persona.  Los  Ministros  fueron 
en  realidad  cuatro,  y  el  Consejo,  al  cual  tocó  el  giavepeso  del  Go- 
bierno por  ausencia  del  Libertador,  quedó  formado  por  los  cua- 
tro Ministros  del  Interior,  de  Guerra,  de  Hacienda  y  de  Relacio- 
nes Exteriores,  y  presidido  por  el  doctor  Castillo  Rada,  Presidente 
también  del  Consejo  de  Estad3,  y  que  no  tenía  Cartera  especial. 
Al  partir  el  Libertador  para  el  Sur  llevó  un  Secretario  General, 
que  lo  fue  el  Coronel  J.  S,  Espinar,  quien  refrendó  los  decretos 
dictados  por  el  Presidente  en  los  diferentes  ramos  de  la  Adminis- 
tración. 

1830.  El  Congreso  llamado  «admirable»  dictó  para  la  Repú- 
blica la  Constitución  que  fue  sancionada  el  5  de  mayo  de  1830, 
cuando  ya  había  comenzado  la  disolución  de  la  Gran  Colombia. 
Por  el  artículo  88  de  dicha  Carta  se  dispuso  que  el  Ministerio 
de  Estado  se  dividiría  en  los  cuatro  Departamentos  siguientes  : 
del  Interior  y  Justicia;  de  Hacienda,  de  Guerra  y  Marina  y  de 
Relaciones  Exteriores. 

Esta  Constitución,  además  de  señalar  los  derechos  y  deberes 
de  los  Ministros  de  Estado,  y  de  señalar  los  casos  en  que  eran  res- 
ponsables en  el  ejercicio  de  sus  funciones,  les  fijó  el  deber  de  in- 
formar a  cada  Cámara,  en  los  primeros  diez  días  de  sus  sesiones, 
del  estado  de  su  respectivo  ramo,  lo  cual  venía  verificándose  des- 
de la  reunión  del  primer  Congreso  en  Bogotá  en  1823. 

.1831.  Derrocado  el  Gobierno  de  hecho  de  Urdaneta.el  Gene- 
ral Domingo  Caicedo,  Vicepresidente  de  la  República  en  ejercicio 
del  Poder  Ejecutivo,  con  el  fin  de  remediar  la  difícil  situación  del 
Tesoro,  entre  otras  medidas,  dictó  e¡  Decreto  de  12  de  agosto  de 
1831  por  el  cudl  redujo  a  tres  las  Secretarías  de  Estado,  así:  Inte- 
rior y  Relaciones  Exteriores,  Hacienda,  Guerra  y  Marina. 

183 1.  Este  Decreto  fue  aprobado  por  la  Convención  Granadi- 
na el  15  de  noviembre  de  183 1,  la  cual  dictó  la  Constitución  del 
Estado  de  lá  Nueva  Granada,  smcionada  el  i."  de  marzo  de  1832. 

1832.  En  esta  Constitución  se  dispuso,  por  el  artículo  112,  que 
para  el  despacho  de  todos  los  negocios  de  la  Administración  habría 
a  lo  más  las  tres  Secretarías:  Interior  y  Relaciones  Exteriores, 
Hacienda,  y  Guerra  y  Marina,  las  cuales  serían  organizadas 
por  la  ley.  Por   el    articulo    116  se  dispuso  que  los  Secretarios  de 


300  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Estado  informarían   anualmente  a  cada  Cámara,  en   los    primeros 
seis  días  de  sus  sesiones,  del  estado  de  sus  respectivos  ramos. 

1843.  La  Constitución  de  ese  año,  sancionada  el  20  de  abril, 
dispuso  que  para  el  despacho  de  todos  los  negocios  correspon- 
dientes al  Poder  Ejecutivo  habría  los  Secretarios  de  Estado  que 
determinara  la  ley;  que  cada  una  de  las  Secretarías  estarla  a  cargo 
de  un  Secretario  de  Estado,  pero  el  Poder  Ejecutivo  podría  en- 
cargar, cuando  lo  juzgara  conveniente,  dos  de  ellas  a  un  solo 
Secretario  (artículos  107  y  108),  También,  por  el  artículo  1:4,  im- 
puso a  los  Secretarios  la  obligación  de  presentar  informes  a  las 
Cámaras  Legislativas  en  los  seis  primeros  días  de  sus  sesiones  or- 
dinarias. 

La  Ley  de  15  de  mayo  de  1842  había  organizado  las  Secreta- 
rías de  Estado  creadas  por  la  Constitución  de  1832  en  los  tres 
Departamentos :  Interior  y  Relaciones  Exteriores,  Hacienda, 
Guerra  y  Marina, 

El  Congreso  del  mismo  año  de  1843,  teniendo  en  cuenta  la 
necesidad  de  que  las  Relaciones  Exteriores  tuvieran  su  Departa- 
mento especial,  dictó  la  Ley  de  1 1  de  mayo,  por  la  cual  se  dispuso 
que  hubiera  cuatro  Secretarías  de  Estado,  a  saber:  Relaciones 
Exteriores,  Interior,  Hacienda  y  Guerra.  Esta  Ley,  como  la 
Constitución,  debía  empezar  a  regir  desde  el  i.*  de  octubre. 
El  28  de  septiembre  el  Presidente  Herrán  dictó  un  decreto  por 
el  cual  reguló  las  Secretarías  de  Estado. 

1845.  El  Congreso,  por  Ley  de  i.°  de  mayo  de  ese  año,  or- 
ganizó las  Secretarías  de  Estado,  fijándolas  en  cuatro,  y  creó  los 
puestos  de  Subsecretarios  para  sustituir  a  los  Secretarios  en  las 
faltas  accidentales  y  en  las  absolutas  hasta  que  el  Poder  Ejecutivo 
hiciera  nuevo  nombramiento.  En  ejecución  de  esa  Ley  el  Presi- 
dente de  la  Nueva  Granada,  General  Tomás  C.  de  Mosquera,  dictó 
el  Decreto  de  3  de  mayo,  por  el  cual  las  denominó:  /.'',  de  Go- 
bierno; 2.°,  de  Relaciones  Exteriores  y  Mejoras  Internas;  3.°, 
de  Hacienda,  y  4.^,  de  Guerra.  Esta  denominación  fue  conservada 
en  los  Decretos  de  24  de  junio  de  1846  y  22  de  marzo  de  1847, 
reglamentarios  de  las  Secretarías  de  Estado. 

1848.  La  Ley  de  13  de  marzo  de  1848,  adicional  a  la  de 
I.**  de  mayo  de  1845,  orgánica  de  las  Secretarías  de  Estado,  clasi- 
ficó los  diferentes  negocios  de  la  Administración  Pública  en  diez 
y  seis  Departamentos,  y  puso  a  cargo  del  Secretario  de  Gobierno 
los  de  Gobierno,  Interior,  Justicia,  Instrucción  Pública  y  Culto; 
al  Secretario  de  Relaciones  Exteriores  los  de  Relaciones  Exterio- 
res, Obras  Públicas,  Agricultura,  Minas,  Manufacturas  y  Comercio, 
y  Beneficencia  y  Recompensas;  a  cargo  del  Secretario  de  Ha- 
cienda, los  Departamentos  de  Hacienda,  del  Tesoro,  de  la  Conta- 
bilidad General,  de  la  Deuda  Nacional  y  de  gastos  de  Hacienda  y 
del  Tesoro;  y  a  cargo  del  Secretario  de  Guerra,  los  Departamentos 
de  Guerra  y  Marina.  A  partir  de  esta  época,  por  consiguiente,   los 


APUNTES   SOBRE   ORGANIZACIÓN  301 


cuatro  Secretarios  se  denominaron:  de  Gobierno,  de  Relaciones 
Exteriores,  de  Hacienda  y  de  Guerra. 

La  Ley  de  31  de  mayo  de  1849.  P^^  '*>  cual  se  suprimieron 
los  puestos  de  Subsecretarios  de  Estado  en  los  Despachos  de  Go- 
bierno. Relaciones  Exteriores  y  Guerra,  creados  por  la  Ley  de  i." 
de  mayo  de  1845,  conservó  el  Subsecretario  de  Hacienda  y  el  mis- 
mo número  y  denominación  de  las  Secretarias  de  Estado. 

1853.  La  Constitución  sancionada  el  21  de  mayo  de  1853  dis- 
puso, en  su  artículo  35,  que  para  el  despacho  de  todos  los  negocios 
de  la  Administración  habría  hasta  cuatro  Secretarios  de  Estado, 
nombrados  libremente  por  el  encargado  del  Poder  Ejecutivo  y 
amovibles  a  su  voluntad.  Los  cuatro  Secretarios  de  Estado  con- 
tinuaron llamándose  de  la  misma  manera  que  en  el  período  de 
18+8  a  1853. 

1858,  El  artículo  44  de  la  Constitución  sancionada  el  22  de 
mayo  de  r.^58  dispuso  que  para  el  despacho  de  los  negocios  de  la 
competencia  del  Gobierno  de  la  Confederación  podría  el  Presi- 
dente tener  hasta  tres  Secretarifís  de  Estado  de  su  libre  nombra- 
miento. Como  en  las  Constituciones  anteriores  se  dispuso  también 
que  todos  los  actos  del  Presidente,  con  excepción  de  los  decretos 
de  nombramiento  o  remoción  de  los  .Secretarios  de  Estado,  debe- 
rían ser  autorizados  por  uno  de  dichos  Secretarios,  y  sin  este  re- 
quisito no  serían  válidos.  De  conformidad  con  la  disposición 
constitucional  el  Presidente  doctor  Mariano  Ospina,  por  Decreto 
de  fecha  23  de  mayo  de  1858,  adscribió  la  Secretaría  de  Guerra  a 
la  de  Gobierno,  con  la  denominación  de  Sección  de  Guerra.  Las 
Secretarías  se  denominaron  así:  Gobierno  y  Guerra,  Relaciones 
Exteriores  y  Hacienda. 

1861.  Derrocado  el  Gobierno  de  la  Confederación  Granadina 
por  la  revolución  liberal,  el  General  T.  C.  de  Mosquera,  Presiden- 
te Provisorio  de  los  Estados  Unidos  de  Colombia,  dictó  el  Decreto 
de  22  de  noviembre  de  1861,  por  el  cual  dispuso  que  para  el  des- 
pacho de  los  negocios  que  correspondieran  al  Poder  Ejecutivo 
habría  cuatro  Secretarías  de  Estado;  y  por  Decreto  de  23  del 
mismo  mes  dispuso  que  se  denominaran  así:  Estado  y  Relaciones 

Exteriores,  Hacienda,  Interior  y  Guerra  y  Marina. 

1863.  La  Convención  Constituyente  reunida  en  Ríonegro,  por 
la  Ley  de  9  de  febrero  de  1863  organizó  provisoriamente  el  Go- 
bierno de  la  Unión  colombiana,  y  el  artículo  i."  de  ella  dispuso 
que,  mientras  se  expedía  la  Constitución,  el  Gobierno  Ejecutivo 
estaría  a  cargo  de  un  Ministerio  compuesto  de  cinco  miembros,  a 
saber:  del  Interior,  de  Relaciones  Exteriores,  de  Hacienda,  del 
Tesoro  y  Crédito  Nacional  y  de  Guerra. 

1863.  La  Constitución  dada  el  8  de  mayo  de  1863,  y  llama- 
da generalmente  de  Ríonegro,  dispuso  en  su  artículo  68  que  para 
el  despacho  de  los  negocios  de  la  competencia  del  Poder  Ejecuti- 
vo de  la  Unión  tendría  el  Presidente  el  número  de  Secretarios  de 
Estado   que   determinara   la  ley.  En  consecuencia,  la  Convención 


302  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


dictó  la  Ley  de  1 1  de  mayo  de  1863,  por  la  cual  resoivió  que  ha- 
bría hasta  cuatro  Secretarías  de  Estado,  denominadas  así:  del  Inte- 
rior y  Relaciones  Exteriores^  de  Guerra  y  Marina,  de  Hacienda  y 
Fomento  y  del  Tesoro  y  Crédito  Nacional 

Esta  denominación  fue  confirmada  en  los  decretos  sobre  Se- 
cretarías de  Estado  dictados  por  el  Piesiderite  General  Mosquera 
el  29  de  mayo  y  18  de  octubre  de  1863.  Conforme  al  artículo  51 
de  la  Constitución  de  Ríonegro,  entre  las  atribuciones  cíel  Senado 
se  contaba  la  de  aprobar  o  improbaí  el  nombramiento  de  Secreta- 
rios de  Estado  hecho  por  el  Poder  Ejecutivo. 

1880,  El  Congreso  de  ese  año  dictó  la  Ley  10  de  25  de  marzo 
— reformatoria  de  la  citada  niámero  23  de  ri  de  mayo  de  1863, — 
por  la  cual  se  dispuso  que  para  el  despacho  de  los  negocios  que 
corresponden  al  Poder  Ejecutivo  habría  siete  Secretarías  de  Esta- 
do, así  denominadas:  /.",  Gobierno;  2°,  Relaciones  Exteriores; 
3.°,  Guerra  y  Marina;  4.°,  Instrucción  Pública;  5°,  Tesoro; 
6°  Hacienda,  y  7.°,  Fomento.  En  consecuencia,  por  Decreto  nú- 
mero 169,  de  27  de  marzo  de  1880.  el  Presidente  Trujillo  organizó 
las  Sei  retarías  de  Estado,  y  clasificó  y  determinó  los  diferentes 
negociados  de  la  Administración  Pública. 

1886.  La  Constitución  de  ese  año,  sancionada  e!  5  de  agosto, 
en  su  artículo  1  ^2  dispuso  que  e!  número,  nomenclatura  y  prece- 
denua  de  los  Ministerios  o  Departamentos  Administrativas  serían 
determinados  poi  la  ley.  El  Consejo  Nacional  Legislativo  dictó 
en  consecuencia  la  Ley  7.*  de  25  de  agosto  de  i886,  la  cual  dis- 
puso que  el  Despachvj  Adininistrativo  del  Gobierno  se  dividiría 
en  siete  Ministerios,  en  el  siguiente  orden  de  precedencia:  de  Go- 
bierno, de  Relaciones  Exteriores,  de  Hacienda,  de  Guerra,  de 
Instrucción  Pública,  del  Tesoro  y  de  Fomento. 

1888.  Esta  disposición  fue  conformada  en  el  artículo  76  de  la 
Ley  149  de  3  de  diciembre  de  '888.  sobre  régimen  político  y 
municipal,  dictada  por  el  Congr  so  de  ese  añ'  . 

1891.  El  vV)ngreso  de  1890  dictó  la  Ley  número  13  de  13  de 
octubre,  por  la  cual  se  creó  el  Ministerio  de  Justicia,  y  dividió  en 
su  artículo  i."  el  Despacho  Administrativo  de  Gobierno  en  ocho 
Ministerios,  que  tendrían  el  siguiente  orden  de  precedencia:  Go- 
bierno, Relaciones  Exteriores,  Justicia,  Hacienda,  Guerra,  Ins- 
trucción Pública,  Tesoro  y  Fomento. 

1894.  Este  estado  de  cosas  fue  modificado  por  la  Ley  1 1  de 
25  de  septiembre  de  1894,  por  la  cual  se  suprimieron  los  Ministe- 
rios de  Justicia  y  de  Fomento,  y  se  estableció  el  orden  de  prece- 
dencia de  los  seis  Ministerios  restantes,  así:  Gobierno,    Relaciones 

Exteriores,  Hacienda,  Guerra,  Instrucción  Pública  y  Tesoro. 

1905.  Por  Decreto  legislativo  número  309  de  29  de  marzo  de 
1905,  el  Presidente  de  la  República,  General  Rafael  Reyes,  retun- 
dió en  uno  solo  los  Ministerios  de  Hacienda  y  Fomento,  pero  sólo 
por  pocos  días  quedaron  cinco  Ministerios,  pues  la  Asamblea  Na- 
cional Constituyente  y  Legislativa,  por  medio  de  la    Ley   44  de  29 


APUNTES   SOBRE    ORGANIZACIÓN  303 

de  abril  del  mismo  año,  que  apri  bó  el  Decreto  legislativo  número 
7  de  17  de  enero  de  1905,  restableció  el  Ministerio  de  Fomento 
con  el  nombre  de  Obras  Públicas,  con  la  misma  precedencia  seña- 
lada en  la  Ley  13  de  1890.  Quedaron,  por  tanto,  los  seis  Ministe- 
rios siguientes:  Gobierno,  Relaciones  Exteriores,  Hacienda  y 
Tesoro,  Guerra,  Instrucción  Pública  y  Obras  Públicas 

1909.  El  Congreso  de  igcg,  por  medio  de  la  Ley  .número  50 
de  19  de  noviembre,  restableció  el  Ministerio  del  Tesoro.  Volvie- 
ron   de  nuevo    los    siete   Ministerios  antiguos,  a  saber:  Gobierno, 

Relaciones  Exteriores,  Hacienda,  Guerra,  Instrucción  Pública, 
Obras  Públicas  y  Tesoro. 

1914.  El  Congreso  de  191  3,  por  medio  de  la  Ley  número  25 
de  8  de  octubre,  dividió,  a  partir  del  7  de  agosto  de  914,  día  de 
la  inauguración  de  un  nuevq  período  presidencial,  el  Despacho 
Administrativo  del  Gobierno  en  ocho  Ministerios,  los  siete  anti- 
guos y    uno    nuevo   llamado   de    Agricultura    y   Comercio,  en    el 

siguiente  01  den  de  precedencia:  Gobierno,  Relaciones  Exterio- 
res, Hacienda,  Guerra,  Instrucción  Pública,  Agricultura  y  Co- 
mercio, Obras  Públicas  y  Tesoro. 


HACIENDA 

Memorias,  Informes  y  Exposiciones  dirig"idos  por  los  Secretarios  y 
Ministros  en  el  Despacho  de  Hacienda  a.  las  Cámaras  Legislativas. 

Cundinamarca— Colombia. 

Ministro  de  Guerra  y  Hacienda,  Alejandro  C/Si>rio 1819 

Ministro  de  Guerra  y  Hacienda,  Alejandro  Osorio 1820 

Gran  Colombia. 

Secretario  de  Hacienda,  José  M.  del   Castillo  y  Rada..  1823 

S'ecretario  de  Hacienda,  José  M.  del  Castillo  y  Rada..,.  1826 

Secretaüo  de  Hacienda,  José  M.  riel  Castillo  y  Rada.  .  1827 

Ministro  de  Hacienda,  José  Ignacio  de  Márquez 1831 

Nueva  Granada. 

Secretario  de  Hacienda,  Francisco  Soto ^^33 

Secretario  de  Hacienda,  Francisco  Soto... '^34 

Secretario  de  Hacienda.  Francisco  Soto '835 

Secretario  de  Hacienda.  Francisco  Soto 1836 

Secretario  de  Hacienda,  Francisco  Soto 18-7 

Secretario  de  Hacienda,  Ju  m  de  Dios  Aranzazu 1 838 

Secretario  de  Hacienda,  Ju^ii  de  Dio*  Aranzazu '839 


304  BOLETÍN  Dtí  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 

Secretario  de  Hacienda,  Juan  de  Dios  Aranzazu 1840 

Secretario  de  Hacienda,  Mariano  Calvo 1841 

Secretario  de  Hacienda,  Jorge  Juan  de  Hoyos 1842 

Secrelaiio  de  Hacienda,  Rufino  Cuervo 1843 

Secretario  de  Hacienda,  Juan  Clímaco  Ordófiez 1844 

Secretario  de  Hacienda,  Juan  Clímaco  Ordóñez 1845 

Secretario  de  Hacienda,  Lino  de  Pombo 1846 

Secretario  de  Hacienda,  Florentino  González 1847 

Secretario  de  Hacienda,  Florentino  González 1848 

Secretario  de  Hacienda,  Ramón  M.  Arjona 1849 

Secretario  de  Hacienda,  Manuel  Murillo 1850 

Secretario  de  Hacienda,  Manuel  Murillo 1851 

Secretario  de  Hacienda,  Manuel  Murillo 1852 

Secretario  de  Hacienda,  Juan  Nepomuceno  Gómez ^853 

Secretario  de  Hacienda,  José  M.  Plata 1854 

Secretario  de  Hacienda,  José  M.  Plata 1855 

Secretario  de  Hacienda,  Rafael  Nuñez 1856 

Secretario  de  Hacienda,  Rafael   Núñez 1857 

Confederación  granadina. 

Secretario  de  Hacienda,  Ignacio  Gutiérrez 1858 

Secretario  de  Hacienda,  Ignacio  Gutiérrez 1859 

Secretario  de  Hacienda,  Ignacio  Gutiérrez 1860 

Secretario  de  Hacienda,  Ignacio  Gutiérrez 1861 

Estados  Unidos  de  Colombia. 

Secretario    de    Hacienda  y  Fomento,  'Froilán  Larga- 
cha ~ 1864 

Secretario  de  Hacienda  y  Fomento,  Tomás  Cuenca 1865 

Secretario  de  Hacienda  y  Fomento,  Tomás  Cuenca 1866 

Secretario  de  Hacienda  y  Fomento,  Alejo  Morales 1867 

Secretario  de  Hacienda  y  Fomento,   Jorge   Gutiérrez 

de  Lara 1868 

Secretario  de  Hacienda  y  Fomento,  Miguel  Samper 1869 

Secretario  de  Hacienda  y  Fomento,  Januario  Salgar....  187c 
Secretario  de  Hacienda  y  Fomento,  Salvador  Camacho 

Roldan. « 1871 

Secretario  de  Hacienda  y  Fomento,  Salvador  Camacho 

Roldan 1872 

Secretario  de  Hacienda  y  Fomento,  Aquileo  Parra 1873 

Secretario  de  Hacienda  y  Fomento,  Aquileo  Parra 1874 

Secretario  de  Hacienda  y  Fomento,  Aquileo  Parra 1875 

Secretario  de  Hacienda  y  Fomento,  Nicolás  Esguerra.     1876 
Secretario  de  Hacienda  y  Fomento,  Januario  Salgar....     1877 

Secretario  de  Hacienda  y  Fomento,  Luis  Bernal 1878 

Secretario  de  Hacienda  y  Fomento,  Luis  Carlos  Rico.      1879 
Secretario  de  Hacienda  y  Fomento,   Hermógenes  Wil- 
son • ~..M...     1880 


MEMORIAS  DE  SECRETARIOS  Y  MINIS'J'ROS  305 


Secretario  de  Hacienda,  Antonio  Roldan 1881 

Secretario  de  Hacienda  ,  Antonio  Roldan 1882 

Secretario  de  Hacienda,  Aníbal  Galindo 1883 

Secretario  de  Hacienda,  Aníbal  Galindo 1884. 

Secretario  de  Hacienda,  Felipe  Ángulo 1885 


República  de  Colombia. 


Min 
Min 
Min 
Min 
Min 
Min 
Min 
Min 
Min 
Min 


istro  de  Hacienda,  Felipe  F.   Paúl 1888 

istro  de  Hacienda,  Felipe  F.  Paúl ^ «...  1890 

istto  de  Hacienda,  José  Manuel  Goenaga ""1892 

istro  de  Hacienda,  Pedro  Bravo.. 1894 

istro  de  Hacienda,  Ruperto  Ferreira 1896 

istro  de  Hacienda,  Manuel  Esguerra 1898 

istro  de  Hacienda,  Ruperto  Ferreira 1903 

istro  de  Hacienda,  Carlos  Arturo  Torres 1904 

istro  de  Hacienda  y  Tesoro,  Tobías  Valenzuela. . .  1907 
istro  de   Hacienda  y   Tesoro,    Baldomero    Sanín 

Cano  (Secretario  encargado). 1908 

Ministro    de    Hacienda  y    Tesoro,    Baldomero    Sanín 

Cano  (Secretario  encargado) 1909 

Ministro  de  Hacienda,  Tomás  O,  Eastman 1910 

Ministro  de  Hacienda,  Tomás  O.  Eastman 1911 

Ministro  de  Hacienda,  Francisco  Restrepo  Plata 19 12 

Ministro  de  Hacienda,  Francisco  Restrepo  Plata 1913 

Ministro  de  Hacienda,  José  A.  Llórente 19 14 

Ministro  de  Hacienda^  Daniel  J.  Reyes 1915 

Ministro  de  Hacienda,  Diego  Mendoza  Pérez 1916 

Ministro  de  Hacienda,  Tomás  Suri  Salcedo 19 17 

Ministro  de  Hacienda,  Tomás  Suri  Salcedo....* «...  1918 

Ministro  de  Hacienda,  Pomponio  Guzmán *9i9 

Ministro  de  Hacienda,  Pomponio  Guzmán 1920 

Ministro  de  Hacienda,  Pomponio  Guzmán 1921 

Miniítro  de  Hacienda,  Miguel  Arroyo  Diez 1922 


GUERRA 

Memorias  Informes  y  Exposiciones  de  los  Secretarios  y  Ministros  de 

Estado  en  el  Despacho  de  Guerra  a  las   Cámaras  Legislativas  y  al 

Presidente  de  la  República. 

Cundtnamarca. 

Ministro  de  Guerra  y  Hacienda,  Alejandro  Osorio. . ..     1816 
Ministro  de  Guerra  y  Hacienda,  Alejandro  Osorio. , . .     1820 

xrv— 20 


306 


BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


República  de  Colombia. 

Secretario  de  Guerra,  Pedro  Briceño  Méndez 1823 

Secretario  de  Guerra,  Pedro  Briceño  Méndez 1824 

Secretario  de  Guerra,  Carlos  Soublette 1826 

Secretario  de  Guerra,  Carlos  Soublette 1827 


Ministro 
Obando  . . . . 
Secretar 
Secretar 
Secretar 
Secretar 
Secretar: 
Secretar 
Secretar 
Secretar 
Secretar 
Secretar 
Secretar 
Secretar 
Secretar 
Secretar 
Secretar 
Secretar 
Secretar 
Secretar 
Secretar 
Secretar 
Secretar 
Secretar 
Secretar 
Secretar 
Secretar 
Secretar 


República  de  la  Nueva  Granada. 
Secretario    de  Guerra  y  Marina,  José  María 


o  de  Guerra  y  Marina,  José  Hilario  López.  . . 

o  de  Guerra  y  Marina,  Antonio  Obando 

o  de  Guerra  y  Marina,  Antonio  Obando 

o  de  Guerra  y  Marina,  Antonio  Obando 

o  de  Guerra  y  Marina,  Antonio  Obando 

o  de  Guerra  y  Marina,  José  Hilario  López. . . 
o  de  Guerra  y  Marina,  Tomás C.  de  Mosquera, 
o  de  Guerra  y  Maiina,  Tomás  C.  de  Mosquera. 

o  de  Guerra  y  Marina,  Simón  Burgos 

o  de  Guerra  y  Marina,  José  Acebedo 

o  de  Guerra  y  Marina,  José  Acebedo 

o  de  Guerra,  José  Acebedo 

o  de  Guerra,  José  Acebedo 

o  de  Guerra,  Juan  María  Gómez 

o  de  Guerra,  Joaquín  M.  Barriga 

o  de  Guerra,  Joaquín  M.  Barriga 

o  de  Guerra,  Joaquín  M.  Barriga 

o  de  Guerra,  Joaquín  M.  Barriga 

o  de  Guerra,  Valerio  Francisco  Barriga 

o  de  Guerra,  Valerio  Francisco  Barriga 

o  de  Guerra,  Valerio  Francisco  Barriga 

o  (le  Guerra,  Valerio  Francisco  Barriga 

o  de  Guerra,  Pedro  A.  Herrán 

o  de  Guerra,  Cerbeleón  Pinzón 

o  de  Guerra,  José  María  Ortega  Nariño 

o  de  Guerra,  Manuel  Antonio  Sanclemente. . . 

Confederación  Granadina. 


1831 
^833 
1834 
1835 
1836 

1837 
1838 

1839 
1840 
1841 
1842 

1843 
1844 

^845 
1846 

1847 
1848 
1849 
1850 
1851 
1852 

1853 
1854 

1855 
1856 

1857 
1858 


Secretario  de  Gobierno  y  Guerra,  Manuel  Antonio  San- 
clemente  1859 

Secretario  de  Gobierno  y  Guerra,  Manuel  Antonio  San- 
clemente  1860 

Secretario  de  Gobierno  y  Guerra,  Manuel  Antonio  San- 
clemente 1 86 1 


MEMORIAS  DE  SECRETARIOS  Y  MINISTROS 


307 


Secretar 
Secretar 
Secretar 
Secretar 
Secretar 
Secretar 
Secretar 
Secretar 
Secretar 
Secretar 
Secretar 


Vila. 


Secretar 
Secretar 
Secretar 
Secretar 
Secretar 
Secretar 
Secretar 
Secretar 
Secretar 


Estados  Unidos  de  Colombia. 

o  de  Guerra  y  Marina,  Valerio  F.  Barriga, 
o  de  Guerra  y  Marina,  Valerio  F.  Barriga. , 
o  de  Guerra  y  Marina,  Rudesindo  López , , 
o  de  Guerra  y  Marina,  José  María  Baraya. 
o  de  Guerra  y  Marina,  Sergio  Camargo. . . , 
o  de  Guerra  y  Marina,  Sergio  Camargo..  . , 
o  de  Guerra  y  Marina,  Manuel  Amador  Fierro 

o  de  Guerra  y  Marina,  Santos  Acosta 

o  de  Guerra  y  Marina,  Eustorgio  Salgar... 
o  de  Guerra  y  Marina,  Medardo  Rivas  . . . , 
o  de  Guerra  y  Marina,   Ramón  Santodomingo 


Min 
Min 
Min 
Min 
Min 
Min 
Min 
Min 
Min 
cargado) 
Min 
Min 
Min 
Min 
Min 
Min 
Min 
Min 
Min 
Min 
Min 
Min 
Mi 
Min 


Stro 
stro 
stro 
stro 
stro 
stro 
stro 
stro 
stro 


o  de  Guerra  y  Marina,  Santos  Acosta 

o  de  Guerra  y  Marina,  Rafael  Niño 

o  de  Guerra  y  Marina,  Santos  Acosta , 

o  de  Guerra  y  Marina,  Ezequiel  Hurtado. . 
o  de  Guerra  y  Mariiia,  Manuel  Amador  Fierro 

o  de  Guerra  y  Marina,  Eliseo  Payan , 

o  de  Guerra  y  Marina,  Eliseo  Payan 

o  de  Guerra  y  Marina,  Juan  N.  Matéus, . . , 
o  de  Guerra  y  Marina,  Juan  N.  Matéus. . 

República  de  Colombia. 

de  Guerra,  Carlos  Holguín 

de  Guerra,  Leonardo  Cana! 

de  Guerra,  Olegario  Rivera 

de  Guerra,  Edmundo  Cervantes 

de  Guerra,  Pedro  Antonio  Molina 

de  Guerra,  Isaías  Lujan. 

de  Guerra,  Alfredo  Vásquez  Cobo 

de  Guerra,  Alfredo  Vásquez  Cobo 

de  Guerra,  Clímaco  Losada  (Subsecretario  en- 


stro  de  Guerra,  Víctor  Calderón  Reyes. . . 
stro  de  Guerra,  José  Medina  Calderón. . . 
stro  de  Guerra,  Mariano  Ospina  Vásquez, 

stro  de  Guerra,  José  Manuel  Arango 

stro  de  Guerra,  José  Manuel  Arango 

stro  de  Guerra,  José  Manuel  Arango 

stro  de  Guerra,  Isaías  Lujan 

stro  de  Guerra,  Salvador  Franco 

stro  de  Guerra,  Silvador  Franco 

stro  de  Guerra,  Salvador   Franco 

stro  de  Guerra,  Jorge   Roa 

stro  de  Guerra,  Jorge  Roa 

dstro  de  Guerra,  Jorge  Roa 

stro  de  Guerra,  Aristóbulo  Archila 


1865 
1866 
18Ó7 
1868 
1869 
1870 
1871 
1872 

1873 
1874 

1875 
1876 
1877 
1878 
1879 
1880 
1881 
1882 
1885 
1884 


890 
892 
894 
896 
898 

903 
904 

907 
908 
910 
911 
912 
913 
914 
915 
916 
917 
918 
919 
920 
921 
922 


308  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


INSTRUCCIÓN   PUBLICA 

Memorias,    Exposiciones  e  Informes    dirigidos  por  los  Secretarios  y 

Ministros   de   Estado  en  el   Despacho  de   Instrucción  Pública  a  las 

Cámaras  Legislativas. 

Estados  Unidos  de  Colombia. 
*» 

Secretario  de  Instrucción  Pública,  Rafael  Pérez 1881 

Secretario  de  Instrucción  Pública,  Ricardo  Becerra. . .  1882 

Secretario  de  Instrucción  Pública,  Rufo  Urueta 1883 

Secretario  de  Instrucción  Pública,  José  Vicente  Uribe.  1884 
Secretario  de  Instrucción  Pública,  Enrique  Atvarez  Bo- 
nilla   1885 

República  de  Colombia. 

Ministro  de  Instrucción  Pública,  Jesús  Casis  Rojas  . . .  1888 

Ministro  de  Instrucción  Pública,  Jesús  Casas  Rojas,.. .  1890 
Ministro   de   Instrucción   Pública,  José  Ignacio  Tru- 

iillo 1892 

Ministro  de  Instrucción  Pública,  Liborio  Zerda 1894 

Ministro  de  Instrucción  Pública,  Rafael  María  Carras- 
quilla   1896 

Ministro  de  Instrucción  Pública,  Diego  Rafael  de  Guz- 

mán  (Secretario  encargado) 1898 

Ministro  de  Instrucción  Pública,  Enrique  Alvarez  Bo- 
nilla    1903 

Ministro  de  Instrucción  Pública,  Antonio  José   Uribe.  1904 

Ministro  de  Instrucción  Pública,  José  M.   RivasGroot.  1907 

Ministro  de  Instrucción  Pública,  Emiliano  Isaza 1908 

Ministro  de  Instrucción  Pública,  Antonio  Gómez   Res- 
trepo  1909 

Ministro  de  Instrucción  Pública,  Manuel  Dávila  FIórez.  1910 
Ministro  de  Instrucción  Pública,  Pedro  María  Carrefio,  1911 
Ministro  de  Instrucción  Pública,   Carlos  Cuervo  Már- 
quez   1912 

Ministro  de  Instrucción  Pública,  Carlos  Cuervo   Már- 
quez    19 13 

Ministro  de  Instrucción  Pública,  Carlos  Cuervo    Már- 
quez   1914 

Ministro  de  Instrucción  Pública,  Emilio  Ferrero 1915 

Minisiro  de  Instrucción  Pública,  Emilio  Ferrero 19 16 

Ministro  de  Instrucción  Pública,  Emilio  Ferrero 1917 

Ministro  de  Instrucción  Pública,  Emilio  Ferrero 1918 

Ministro  de  Instrucción  Pública,  Miguel  Abadía  Mén- 
dez   1919 

Ministro  de  Instrucción  Pública,  Miguel  Abadía  Mén- 
dez   Í920 

Ministro  de  Instrucción  Pública,  Miguel  Abadía  Mén- 
dez   1921 

Ministro  de  Instrucción  Pública,  Bonifacio  Vélez 1922 


MEMORIAS   DE   SECRETARIOS  V  MINISTROS  309 


FOMENTO -OBRAS  PUBLICAS 

Memorias,    Informes  y  Exposiciones   dirigidos  por  los  Secretarios  y 

Ministros  de  Estado  en  el  Despacho   de   Fomento  y  Obras  Públicas 

a  las  Cámaras  Legislativas. 

Estados  Unidos  de  Colombia. 

Secretario  de  Hacienda  y  Fomento.  (Ver  Hacienda.  1864-1880) 

Secretario  de  Fomento,  Gregorio  Obregón iSSi 

Secretario  de  Fomento.  Narciso  González  Lineros 1882 

Secretario  de  Fomento,  Alejandro  Posada 1883 

Secretario  de  Fomento,  Buenaventura    Reinales 1884 

Secretario  de  Fomento,  Napoleón  Borrero 1885 


tas. 


República  de  Colombia. 


Ministro  de  Fomento,  Rafael  Reyes ;    

Ministro  de  Fomento,  Leonardo  Canal 

Ministro  de  Fomento,  Carlos  Uribe 

Ministro  de  Fomento,  Juan  de  Brigard 

Ministro  de  Obras    Públicas,  Francisco  de    P,    Mano- 


Min 
Min 
Min 
Min 
Min 
Min 
Min 
Min 
Min 
Min 
Min 
Min 
Min 
Min 
Min 


stro  de  Obras  Públicas,  José  María  Ruiz 

stro  de  Obras  Públicas,  Rafael  Ortiz 

stro  de  Obras  Públicas,  Carlos  J.  Delgado , 

stio  de  Obras  Públicas,  Celso   Rodríguez 

stro  de  Obras  Públicas,  Simón  Araujo 

stro  de  Obras  Públicas,  Simón  Araujo , 

stro  de  Obras  Públicas,  Simón  Araujo , 

stro  de  Obras  Públicas,  Aurelio  Rueda  Acosta. 

stro  de  Obras  Públicas,  Jorge  Vélez , 

stro  de  Obras  Públicas,  Jorge  Vélez 

stro  de  Obras  Públicas,  Jorge  Vélez 

stro  de  Obras  Públicas,  Carmelo  Arango 

stro  de  Obras  Públicas,  Esteban  Jaramillo. . . 
stro  de  Obras  Públicas,  Esteban  Jaramillo. . . , 
stro  de  Obras  Públicas,  PrósDero   Márquez. .  , 


888 
890 
892 
894 

907 
908 
909 
910 
911 
912 

913 
914 

915 

916 
917 
918 
919 
920 

921 

922 


TESORO 

Memorias,  Informes    y    Exposiciones  de  los  Secretarios  y  Ministros 
de  Estado   en  el  Despacho   del    Tesoro  a  las  Cámaras  Legislativas*. 

Estados  Unidos  de  Colombia. 

Secretario  del  Tesoro  y  Crédito  Nacional,  Eugenio  Cas- 
tilla      1865 


310  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y   ANTIGÜEDADES 


Secretario  del  Tesoro  y  Crédito  Nacional,  Eugenio 
Castilla 1866 

Secretario  del  Tesoro  y  Crédito  Nacional,  Froilán  Lar- 
gacha 1867 

Secretario  del  Tesoro  y  Crédito  Nacional,  Antonio 
Ferro 1868 

Secretario  del  Tesoro  y  Crédito  Nacional,  Narciso 
González  Lineros 1869 

Secretario  del  Tesoro  y  Crédito  Nacional,  Narciso 
González  Lineros 1870 

Secretario  del  Tesoro  y  Crédito  Nacional,  José  María 
Caro 187 1 

Secretario  del  Tesoro  y  Crédito  Nacional,  César  Contó.     1872 

Secretario  del  Tesoro  y  Crédito  Nacional,  César  Contó.     1873 

Secretario  del  Tesoro  y  Crédito  Nacional,  Felipe  Pérez.     1874 

Secretario  del  Tesoro  y  Crédito  Naqional,  Nicolás  Es- 
guerra 1875 

Secretario  del  Tesoro  y  Crédito  Nacional,  José  María 
Villamizar  G 1876 

Secretario  del  Tesoro  y  Crédito  Nacional,  Luis  A. 
Robles 1877 

Secretario  del  Tesoro  y  Crédito  Nacional,  José  M. 
Quijano  Wallis 1878 

Secretario  del  Tesoro  y  Crédito  Nacional,  Emigdio 
Paláu 1 879 

Secretario  del  Tesoro  y  Crédito  Nacional,  Emigdio 
Paláu 1880 

Secretario  del  Tesoro,  Simón  de  Herrera 188 1 

Secretario  del  Tesoro,  Simón  de  Herrera. 1882 

Secretario  del  Tesoro,  Alejandro  Posada,  Napoleón 
Borrero 1883 

Secretario  del  Tesoro,  Ángel  María  Galán 1884 

Secretario  del  Tesoro,  Vicente  Restrepo 1885 

República  de  Colombia. 

Ministro  del  Tesoro,  Carlos  Martínez  Silva 1888 

Ministro  del  Tesoro,  Vicente  Restrepo 1890 

Ministro  del  Tesoro,  Marcelino  Arango 1892 

Ministro  del  Tesoro,  Miguel  Abadía  Méndez 1894 

Ministro  del  Tesoro,  Manuel  Ponce  de  León 1896 

Ministro  del  Tesoro,  Daniel  J.  Reyes,  Antonio  Roldan  1898 

Ministro  del  Tesoro,  F.  Mendoza  Pérez 1903 

*     Ministro  del  Tesoro,  Carlos  Arturo  Torres 1904 

Ministro  de  Hacienda  y  Tesoro,  Tobías  Valenzuela. .  1907 
Ministro  de  Hacienda  y  Tesoro,  B.  Sanín  Cano  (Sub- 
secretario encargado) 1908 

Ministro  de  Hacienda  y  Tesoro,  B.  ^Sanín  Cano  (Sub- 
secretario encargado) IQOQ 


VISITA  A  TÜNJA  DEL  PRESIDENTE  A.  GONZÁLEZ      311 


Ministro  del  Tesoro,  Antonio  José  Cadavid igio 

Ministro  del  Tesoro,  Jerónimo  Martínez  A igii 

Ministro  del  Tesoro,  Carlos  N.  Rosales 1912 

Ministro  del  Tesoro,  Carlos  N.  Rosales 1915 

Ministro  del  Tesoro,  Carlos  N.  Rosales IQH 

Ministro  del  Tesoro,  Jorge  Vélez íQ^S 

Ministro  del  Tesoro,  Alfonso  Robledo,    Pedro  Blanco 

Soto  (Secretario  encargado) 1916 

Ministro  del  Tesoro,  Pedro  Blanco  Soto Í917 

Ministro  del  Tesoro,   Pedro  Blanco  Soto 1918 

Ministro  del  Tesoro,  Esteban  Jaramillo 1919 

Ministro  del  Tesoro,   [osé  M.  Pasos 1920 

Ministro  de  Obras  Públicas,  encargado  del  Tesoro,  Es- 
teban Jaramillo igzi 

Ministerio     del  Tesoro,  Eugenio  Andrade  (Secretario 

encargado) 1922 

Raimundo  Rivas 


ViSICfl  fl  CUnSfl  DEh  PRESIDEnCE  flnCOniO  GOnZflbEZ 

(Del  archivo  histórico  del  señor  Diego  Mendoza). 

En  la  ciudad  de  Tunja  del  Nuevo  Reino  de  Granada  de  las 
Indias,  en  veintidós  días  del  mes  de  agosto  de  mil  y  quinientos  no- 
venta y  cuatro  años,  se  juntaron  en  Sala  de  Cabildo,  por  mandado 
del  señor  doctor  Antonio  González,  del  Consejo  Real  de  Indias 
del  Rey  Nuestro  Señor,  su  Presidente,  Gobernador  y  Capitán  Ge- 
neral en  este  Nuevo  Reino  para  tratar  y  conferir  en  cosas  tocantes 
al  servicio  del  Rey  Nuestro  Señor,  donde  se  juntaron  en  junta  reli- 
giosa. Y  los  que  en  este  Cabildo  se  hallaron  fueron  de  la  manera 
siguiente: 

El  doctor  Antonio  González,  del  Consejo  del  Rey  Nuestro  Se- 
ñor, Presidente  Gobernador  y  Capitán  General  en  este  Nuevo 
Reino;  el  Capitán  Antonio  Ruiz  Mancipe,  Teniente  de  Corregidor: 
Juan  Chacón  de  Porras,  Alcalde  Ordinario;  el  Capitán  Martin  de 
Rojas,  Regidor;  Juan  de  la  Parra,  Regidor;  Alonso  Marchan,  Regi- 
dor; el  Capitán  Juan  de  Porras  Marquina,  Regidor;  Diego  Rincón, 
Regidor;  Antonio  Bravo  Maldonado,  Regidor;  Francisco  Yáñez 
Hermoso,  Regidor;  Juan  de  Novoa  Sotelo,  Regidor;  Félix  del 
Castillo,  Regidor;  Fabricio  López  de  Nuruena,  Regidor;  el  Capi- 
tán don  Miguel  Suárez,  Regidor;  Francisco  de  Morales,  Regidor: 
Antonio  Mancipe,  Procurador  General;  fray  Cristóbal  de  Gutié- 
rrez de  Capelo,  Provincial  agustino;  fray  Lorenzo  de  Rojas,  Prior 
del  dicho  convento  de  agustinos;  fray  Diego  de  Godoy,  Prior 
del  convento  de  Santo  Domingo;  fray  Reginaldo  Galíndez,  de  la 
dicha  Orden:  fray  Pedro   Bedón,  de  la  dicha  Orden;  fray  Pedro 


312  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


de  Valencia,  guardián  del  convento  de  San  Francisco;  fray  Pedro 
de  Alhiaga,  de  la  dicha  Orden;  el  bachiller  Pedro  de  Baldelonia^ 
vecino  de  esta  ciudad;  el  licenciado  Antonio  Rosillo. 

Y  estando  así  juntos  el  dicho  señor  Presidente  propuso  algu 
ñas  cosas  tocantes  al  servicio  de  Dios  Nuestro  Señor,  bien  de  la 
cristiandad,  servicio  del  Rey  Nuestro  Señor,  bien  y  quietud  de  la 
República,  trayendo  para  esto  muchas  materias  antiguas,  y  graves 
comparaciones  y  ejemplos  y  que  últimamente  hizo  un  razonamien- 
to a  los  que  se  hallaron  presentes,  y  habiéndole  hecho  mandó  que 
por  escrito  se  leyese,  como  lo  había  dicho  de  palabra,  para  que 
constase  en  todo  tiempo,  el  cual,  como  allí  se  dijo  y  leyó,  fue  el  si- 
guiente: Señores:  bien  saben  que  el  Rey  Nuestro  Señor,  por  su 
arancel,  mandó  que  en  este  Nuevo  Reino  se  les  sirviese  con  dos 
por  ciento  de  su  derecho  real  de  alcabala  de  todo  lo  que  en  estas 
Provincias  se  vendiese  desde  principios  del  año  pasado  de  noventa 
y  dos  en  adelante,  y  habiéndose  propuesto  esto  en  nombre  de  Su 
Majestad  por  el  Licenciado  Gaspar  de  Peralta,  Oidor  de  la  Au- 
diencia Real  de  este  Reino,  que  con  comisión  y  cartas  mías  lo  vino 
a  asentar,  se  suplicó  de  ello  para  arancel  real  y  su  ejecución  repre- 
sentando algunas  necesidades  de  esta  República  y  otras  muchas 
razones.  En  cuya  virtud  pretendieron  que  el  Rey  Nuestro  Señor 
mandase  sobreseer  en  la  cobranza.  Sin  embargo  de  lo  cual,  en 
cumplimiento  y  conformidad  de  dicho  arancel  real,  se  ha  ido  co- 
brando el  dicho  derecho,  como  se  sabe,  y  se  ha  metido  en  la  caja 
real  y  de  ella  llevándose  al  Rey  Nuestro  Señor  para  que  se  con- 
vierta en  defensa  de  la  cristiandad  y  sustento  de  la  real  armada  de 
la  guarda  de  las  Indias,  que  es  el  fin  para  que  Su  Majestad  quiere 
y  asigna  lo  procedido  de  est  j,  y  en  este  tiempo  parte  de  la  ciudad 
de  Santafé,  y  ésta  y  otras  ^e  ha  ocurrido  al  Rey  Nuestro  Señor  con 
la  dicha  suplicación,  y  aunque  ha  tenido  aviso  cierto  de  haber  lle- 
gado los  dichos  despachos  ante  Su  Majestad  muchos  días  há,  no  se 
ha  servido  acudir  a  la  dicha  suplicación,  antes  por  una  cédula  de 
once  de  agosto  del  año  pasado  dirigida  a  este  Cabildo  les  dice  que 
es  imposible  relevar  a  esta  ciudad  del  dicho  derecho,  y  que  así  no 
se  puede  admitir  excusa,  como  en  eficto  no  la  ha  de  haber. 

De  la  cual  asimismo  suplicaron  segunda  vez  habiéndola  pre- 
sentado en  el  dicho  Cabildo  Bartolomé  Gampuzano,  Corregidor 
de  esta  ciudad  y  Juan  de  Mardonel,  Alguacil  Mayor  de  ella,  por 
comisión  mía,  y  últimamente  por  otra  Cédula  de  Su  Majestad,  diri- 
gida a  mi  Señoría  en  veinte  y  uno  de  enero  de  este  presente  año, 
que  recibí  en  principio  de  junio  de  él,  manda  que  sin  embargo  de 
la  suplicación  de  esta  ciudad  se  reciba  y  cobre  este  derecho  como 
de  ella  consta,  y  que  dice  así: 

A  esa  ciudad  y  a  la  de  Tunja  escribí  las  cartas  que  habréis  re- 
cibido, cuyo  duplicado  será  con  ésta,  y  en  conformidad  de  lo  que 
contienen, abiertas  para  que  las  veáis  asentaréis  las  alcabalas  y  ar- 
bitrios sin  embargo  de  su  suplicación,  pues  como  allí  se  dice,  no  se 
les  ha  de  admitir  ni  hay  razón  para  que  habiéndose  recibido  ya  en 
todo  lo  restante  de  las  Indias  pretendan  singularizarse,  comoquiera 


VISITA  A  TUNJA  DEL  PRESIDENTE  A.  GONZÁLEZ      313 


que  ya  al  recibo  de  ésta  espero  habrán  conocido  que  no  piden  ra- 
zón y  que  así  se  habrá  todo  asentado  conforme  a  el  orden  que  a  ellos 
envió.  La  cual  y  las  demás  se  les  leerán  aqui  a  todos  los  presentes 
para  este  efecto  en  cuya  virtud  la  Justicia  y  Regimiento  de  la  dicha 
ciudad  de  Santafé  j  las  de  otras  ciudades  de  este  Reino,  como  tan 
leales  al  íiervicio  real,  cumpliendo  con  sus  oficios  y  obligación  na- 
tural, recibieron  llanamente  el  dicho  derecho  real  con  su  suavidad 
y  celo  que  vasallos  tan  leales  deben  tener  al  servicio  de  su  Rey  y 
bien  y  quietud  de  su  República,  como  entenderán  de  los  testimo- 
nios del  dicho  recibimiento,  que  también  se  les  leerá,  y  deseando  yo 
que  los  presentes  acierten  por  encaminarles  en  que  lo  hagan,  he 
venido  desde  la  ciudad  de  Santafé  a  ésta,  sin  reparar  en  el  largo  y 
trabajoso  camino,  tan  dañoso  para  mi  edad,  y  en  la  falta  que  a  mi 
oficio  entretanto  podría  hacer  por  sólo  ser  bien  y  que  el  servicio 
del  Rey  Nuestro  Señor  se  haga  con  suavidad,  y  así  les  ruego  mucho 
adviertan  que  ya  por  tres  mandamientos  firmados  de  nuestro  Rey 
y  Señor,  manda  que  se  leciba  y  pague  su  derecho,  tan  justo  y  de- 
bido, y  que  aunque  al  principio  tuvo  disculpa  la  primera  suplica- 
ción y  se  ha  disimulado  con  la  segunda  y  se  ha  visto  no  servirse  Su 
Majestad  de  ellas,  antes  por  los  despachos  sobredichos  ha  mani- 
festado su  determinada  voluntad,  la  cual  dio  en  su  real  nombre, 
afirmo  ser  ésta,  y  si  todavía  se  quisiese  acudir  de  ella  con  tibieza, 
como  hasta  aquí  se  ha  hecho,  ya  no  sería  cordura  ni  se  podría 
atribuir  a  procurar  el  bien  de  su  ciudad  sino  su  daño,  cobrando 
mal  nombre  y  invitando  a  Su  Majestad  para  que  en  lugar  de  ha- 
cerle las  mercedes  que  él  acostumbra,  mandase  parar  en  todas, 
como  ha  hecho  en  algunas,  y  yo  también  habría  de  proceder  en  la 
ejecución  de  las  órdenes  que  tengo  de  Su  Majestad,  cosa  que  sen- 
tiría y  he  rehusado  mucho  por  el  amor  y  buen  deseo  que  a  todas 
sus  pasiones  tengo. 

Pues  para  que  esto  cese  y  vuesas  mercedes  cumplan  con  sus 
oficios  y  obligaciones  y  el  Rey  Nuestro  Señor  se  ha  servido  y  haga 
a  esta  ciudad  y  vecinos  de  ella  la  merced  que  de  su  clemencia, 
largueza  y  costumbre  siempre  se  espera.  Pido  yo  a  vuesas  merce- 
des que  imitando  el  loable  camino  que  la  ciudad  de  Santafé  y 
otras  han  tomado,  reciban  llanamente  el  dicho  derecho  real  por 
Cabildo  y  ciudad,  como  es  justo,  y  ayuden  a  que  se  abra  y  recoja 
con  suavidad  y  llaneza  que  demás  de  ser  tan  obligatoria  excusan- 
do el  riesgo  que  se  les  podría  recrecer;  de  lo  contrario,  yo  repre- 
sentaré al  Rey  Nuestro  Señor  el  servic'o  que  en  esto  le  harán  para 
que  mande  premiar,  y  entretanto  les  acudiré  lo  posible,  como  se 
verá  en  todas  ocasiones.  Y  adviertan  que  no  cumplen  con  decir 
que  no  estorban  la  ejecución,  y  que  basta  pagar  cada  uno  lo  que 
debe,  pues  no  parando  la  dicha  ejecución  no  les  parece  necesario 
a  más  recibimiento,  porque  por  la  obediencia  debida  a  Su  Majestad 
es  necesario  que  los  reciban,  y  también  porque  los  contratantes  y 
otras  personas  ignorantes  se  perjuran  y  defraudan  la  Hacienda  Real 
negando  lo  que  deben,  tomando  motivo  y  pareciéndoles  que  entre- 
tanto que  no  se  recibe  por  Cabildo  no  tienen  obligación   de  pagar 


314  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


este  derecho,  de  que  nacen  muchos  perjuros,  y  menoscabo  de  la 
Hacienda  Real,  la  cual  el  pago  y  satisfacción  de  ella  es  a  su  culpa  y 
cargo,  y  se  cobrará  de  sus  personas  y  bienes.  Y  porque  aunque  yo 
creo  están  bien  informados  de  lo  que  en  conciencia  deben  hacer, 
todavía  por  si  alguno  buena  o  maliciosamente  quisiere  dudar  de 
su  obligación  he  pedido  a  los  religiosos  que  están  presentes  se  ha- 
llen aquí  para  desengañarles  del  engaño  o  duda  en  que  estuvieren, 
y  asimismo  a  los  dos  letrados  presentes  por  no  haber  más  en  la 
ciudad  para  que  les  aconsejen  en  materia  de  justicia  lo  que  deben 
hacer,  y  porque  demás  de  esta  justificación  y  de  los  tres  manda- 
mientos reales  sobredichos  que  mando  luego  se  les  lean  con  lo 
demás  a  asimismo  el  título  que  yo  tenga  y  comisión  del  Rey 
Nuestro  Señor  y  demás  recaudos,  para  que  Su  Majestad  sepa  cómo 
y  cada  uno  le  sirve  y  yo  también  proceda  conforme  a  esto  y  a  la 
orden  que  tengo  de  Su  Majestad,  oído  todo  y  entendido  vayan  re- 
cibiendo cada  uno  de  los  presentes  por  sí  el  dicho  derecho  y  vo- 
tando cerca  de  él  lo  que  es  justo,  que  yo  como  Gobernador  de 
estas  Provincias  le  recibo  llanamente,  desde  luego  y  ordeno  que 
se  cobre  y  pague  según  y  como  Su  Majestad  lo  manda.  Y  habién- 
dose leído  mandó  Su  Señoría  que  asímispio  se  leyesen  las  cédulas, 
testimonios  y  recaudos  siguientes: 

Primeramente  se  leyó  la  comisión  y  título  general  que  el  dicho 
señor  Presidente  tiene  del  Rey  Nuestro  Señor  para  venir  y  gober- 
nar estas  Provincias,  y  luego  el  arancel  real  en  que  el  Rey  Nuestro 
Señor  manda  que  se  le  paguen  dos  por  ciento  del  derecho  de  al- 
cabala. 

La  instrucción  que  Su  Majestad  le  dio  para  la  introducción  y 
cobranza  de  ella. 

Una  carta  escrita  por  el  Rey  Nuestro  Señor  al  Consejo  Justi- 
cia y  Regimiento  de  esta  ciudad  en  once  de  agosto  de  noventa  y 
tres,  en  que  dice  ser  imposible  relevar  a  esta  ciudad  del  dicho  de- 
recho, y  que  en  la  paga  de  él  no  ha  de  haber  excusa. 

Otra  Cédula  dirigida  al  dicho  señor  Presidente  fecha  en  once 
de  enero  de  este  presente  año,  en  que  manda  que  sin  embargo  de  la 
suplicación  de  esta  ciudad  se  asiente  el  dicho  derecho  real  de  al- 
cabala. 

Un  testimonio  autorizado  de  Escribano  de  cómo  en  la  ciudad 
de  Santafé  se  recibió  por  el  Cabildo  de  ella  el  dicho  derecho  real 
de  alcabala  en  primero  de  julio  de  este  presente  año. 

Una  carta  del  Marqués  de  Cañete,  Virrey  del  Perú,  escrita  del 
dicho  señor  Presidente  por  mayo  de  este  presente  año,  en  que  dice 
gozarse  en  el  Perú  de  una  muy  asentada  paz,  y  el  Rey  Nuestro 
Señor  de  las  rentas  de  alcabalas  y  arbitrios  con  mucha  quietud  y 
llaneza. 

Y  vistos  todos  los  dichos  papeles,  que  se  leyeron  en  presencia 
de  los  presentes,  Su  Señoría  ordenó  que  para  más  justificación  de 
su  proposición  los  dichos  fray  Cristóbal  Gutiérrez,  fray  Diego  de 
Godoy  y  fray    Pedro   de   Ballena,    fray    Pedro   de   Asuaga,    fray 


VISITA  A  TUNJA  DEL  PRESIDIANTE  A.  GONZÁLEZ      315 


Reginaldo  Galíndez,  fray  Pedro  Bedón,  fray  Lorenzo  de  Rufo, 
Provincial  Prior  de  Maestros  y  presentados  en  santa  teología,  que 
para  desengaño  de  los  pressntes  dijesen  lo  que  sentían,  debía 
pagar  el  dicho  Cabildo,  Justicia  y  Regimiento  en  el  caso  sobre- 
dicho. Los  cuales  dijeron  unánime  y  conforraeroente  que  rae- 
diante  ser  voluntad  del  Rey  Nuestro  Sen  >r  y  mandarlo  confor- 
me al  arancel  real  y  Cédulas  y  recados  referidos  de  su  uso  que  se 
han  visto  en  este  dicho  Cabildo  en  presencia  de  todos,  son  de  pa- 
recer que  las  alcabalas  se  deben  y  se  reciban  y  que  el  que  no  lo 
hiciere  y  lo  resistiere  peca  mortalraente,  atento  a  la  necesidad  en 
que  Su  Majestad  se  halla  y  la  obligación  que  hay  de  acudirle  y 
obedecerle,  para  lo  cual  ha  llegado  muchos  textos,  doctores  y  lu- 
gares del  S.  Jutci*  en  que  dijeron  fundarse. 

Y  luego  ordenó  Su  Señoría  al  bachiller  Baldeiomar  y  Licencia- 
do Antonio  Rosillo,  que  allí  estaban  presentes,  por  no  haber  más 
en  esta  ciudad,  que  asimismo  diesen  en  parecer  sobre  lo  propuesto 
por  Su  Señoría,  los  cuales  dijeron  que  supuesta  la  voluntad  del 
Rey  Nuestro  Señor,  que  consta  por  el  arancel  y  Cédulas  reales  so- 
bredichas, que  allí  se  leyeron,  su  parecer  es  que  el  dicho  Cabildo 
Justicia  y  Regimiento  están  obligados  a  obedecer  a  Su  Majestad,  y 
en  cumplimiento  de  sus  mandatos  recibir  y  pagar  las  dichas  al 
cabalas. 

Y  así  oído  lo  propuesto,  y  vistas  ¡as  dichas  comunicaciones, 
arancel,  testimonio  y  Cédulas  reales  testimonio,  carta  y  recados  de 
suso  citados,  y  oídos  los  pareceres  de  los  dichos  letrados,  teólogos  y 
Juristas,  ei  Consejo,  Justicia  y  Regimiento  de  esta  dicha  ciudad,  que 
se  hallaron  presentes,  dijeron|que  para  acertar  a  servir  al  Rey  Nues- 
tro Señor,  como  es  su  deseo  y  cumplir  con  sus  oficios  y  obligación, 
pedían  y  pidieron  del  dicho  señor  Presidente  que  les  mande  dar 
algún  término  en  que  puedan  considerar  lo  que  se  les  manda  y 
deben  hacer.  Y  visto  por  Su  Señoría,  les  dio  tres  días  de  término 
que  se  cumplen  jueves  veinte  y  cinco  de  este  presente  mes,  a  las 
nueve  horas  de  la  mañana,  a  la  cual  mandó  que  todos  se  junten  en 
las  dichas  casas  de  Cabildo  y  vayan  respondiendo  y  votando  lo 
susodicho  cada  uno  por  sí  singularmente,  como  les  está  mandado, 
y  los  susodichos  dijeron  que  lo  harán  así,  y  con  esto  se  acabó  el 
dicho  Cabildo  y  Junta ,  y  todos  los  que  en  él  se  hallaron  lo  firmaron 
de  sus  nombres. 

El  doctor  Antonio  González — Fray  Diego  de  Godoy  mi°  y 
por  fray  Reginaldo  Galíndez  mr  fray  P.  de  Valencia— i^r2.y  Pedro 
Bedón— Fray  Pedro  de  Amaya— Fray  Cristóbal  Gutiérrez— Fray 
Lorenzo  Rojas— Juan  Chacón  de  Porras— Juan  Sánchez  de  la 
Parra— Juan  de  Porras  Marquina—Juan  Alonso  Sánchez  Mer- 
chán— Francisco  Yáñez  Hermoso— Félix  del  Castillo— Juan  de 
Novoa  Sotelo— Francisco  de  Morales— Don  Miguel  Suárez— Die- 
go Rincón— Antonio  Bravo— Juan  de  Vargas— Francisco  de 
Hoyos. 


316  BOLETÍN    DE   HISTORIA    Y    ANTIGÜEDADES 


RE\70hüC10n  DE  1831  (1) 

Buga,  abril  lo  de  1 831  — Mi  querido  Hilario:  Sin  embargo  de 
)a  multitud  de.  noticias  que  por  todas  partes  me  han  venido,  yo 
no  veo  todavía  bien  claro  aquel  horizonte.  Sin  embargo,  el  peso 
de  las  circunstancias  es  enorme,  y  aunque  se  obra  bruscamente  y 
sin  ningún  plkn.  la  opinión  marcha  de  frente  y  nada  la  contendrá. 
Vamos  a  conducta. 

No  está  por  demás  encargarte  un  quintal  de  desconfianza.  No 
aventures  tu  reputación  bien  caramente  adquirida,  ni  hay  necesi- 
dad de  aventurar  ningún  suceso  cuando  todo  puede  hacerse  con 
absoluta  seguridad.  La  conducta  debe  ser  ir  tras  los  acontecimien- 
tos que  van  teniendo  lugar,  no  precipitar  las  circunstancias,  ellas 
vienen  naturalmente;  pero  coger  las  ocasiones  de  un  pelo. 

Ya  sabrás  la  reacción  de  Panamá,  prisión  de  Espinar,  y  su 
remisión  a  la  Buenaventura  por  quien  he  mandado  ya,  las  reaccio- 
nes del  Magdalena  sostenidas  por  los  batallones  Yaguachiy  Pichin- 
cha^ que  se  hallan  en  Soledad,  y  la  ocupación  de  Ibagué  por  mi 
buen  tocayo  Obando,  que  no  me  da  una  idea  clara  de  lo  sucedido, 
sino  sólo  una  noticia  arrebatada  de  algún  contento,  o  de  ignorar 
los  sucesos.  Siendo  todo  esto  como  se  comunica  hasta  del  Citará  y 
Panamá,  es  cosa  concluida  y  sólo  resta  Urdaneta,  que  a  despecho 
hará  un  esfuerzo  mortal  o  terminará  su  criminal  vida  con  la  bri- 
llante pistola  con  que  castigó  sus  sesos  el  miserable  Coronel 
García. 

Mañana  estaré  en  Caloto  a  impulsar  el  movimiento  de  Sarria 
y  de  Tiradores  que  aún  no  ha  salido  Madiedo,  pero  saldrá  mafia^ 
na  o  pasado  a  Cali.  Sarria  me  dice  que  ya  estaría  en  La  Plata  lo 
menos  si  no  hubiera  recibido  orden  tuya  para  suspender  su  mar- 
cha, cuando  había  recibido  órdenes  raías  para  moverse.  Serán  dis- 
culpas suyas,  porque  no  creo  que  tú  hayas  dado  tal  contraorden.  En 
fin,  me  asegura  Murray  que  estaba  pronto  para  salir  mañana  11. 
Sucesivamente  marchará  (roto)  López  (roto)  y  Húsares  de  Paña, 
aunque  más  tarde.  Es  necesario  organizar  en  Bogotá  cuerpos  pu- 
ros y  de  absoluta  confianza,  de  lo  contrario  no  nos  faltarán  San- 
tuarios, porque  según  la  política  de  Posadas  nos  quedan  muchos 
Jiménez.  Cuidado  con  pasos  medios. 

Esto  sigue  tranquilo,  y  bien  pronto  no  seré  más  de  esta  tierra. 

Escríbeme  con  frecuencia.  Necesito  saber  el  éxito  de  Bogotá, 
pues  caída  acjueila  plaza,  mi  marcha  con  Tiradores  debía  ser  sobre 
Antioquia  para  rendir  a  Cartagena.  Tus  avisos  serán  mi  regla.  El 
Ecuador  terminó  sus  angustias  con  Urdaneta,  que  se  embarcó  en 
Santa  Rosa  perdiendo  a!  Cauca,  a  Girardot  y  tal  vez  a  toda  su 
fuerza,  según  iba.  Escríbeme  a  Caloto. 

Tuyo  como  tu  amigo  y  compañero, 

y.  M.  Obando 


(1)  Documentos  copiados  del  archivo    anexo  a  la    Biblioteca  Na- 
cional, por  el  señor  F.  de  P.  Barrera. 


REVOLUCIÓN    DE    1831  317 


Purificación,  abril  10  de  1831 
Señor  General  Domingo  Caicedo. 

Mi  estimado  General:  Hoy  marcha  una  comisión  cerca  de 
usted  con  el  importante  objeto  de  incitarle  para  que  venga  entre 
nosotros  y  se  encargue  del  Ejecutivo  Nacional.  Yo  veo  a  usted  lu- 
chando entre  la  delicadeza  y  el  deber,  aquélla  llevada  al  extremo 
nos  perdería  a  todos,  al  paso  que  si  usted  se  resigna  y  responde  al 
grito  nacional  que  lo  llama  como  su  salvador,  se  evitará  (no  lo 
dude  usted)  la  guerra  civil;  los  pueblos  del  Magdalena,  así  como 
los  de  Boyacá  y  Cundinamarca,  se  han  puesto  en  armas  y  procla- 
mado el  Gobierno  constitucional,  y  usted  es  el  jefe  supremo  que 
debe  dar  movimiento  y  centralizar  estas  masas  que  dispersas  hoy 
y  siíi  una  autoridad  común,  vagan  por  toda  la  extensión  de  la  Re- 
pública sin  combinación  ni  armonía  en  sus  operaciones.  Luque  en. 
Cartagena,  Carmona  en  Santa  Marta,  Acero  y  Silva  en  Boyacá,  el 
General  Obando  en  Mariquita,  los  Generales  del  ejército  del  Cau- 
ca, y  nosotros  aquí,  todos  vuelven  la  vista  hacia  usted  como  el  úni- 
co punto  de  reunión,  como  el  único  y  como  el  solo  que  con  su 
nombre,  su  prestigio  y  su  legitimidad  puede  con  sólo  quererlo  vol- 
ver la  vida  a  esta  patria  tan  ultrajada,  ¿Y  en  momentos  tan  pre- 
ciosos la  abandonará  usted?  No  tema,  mi  General,  que  lo  acusen  de 
ambición,  porque  no  hay  un  solo  colombiano  que  no  esté  persua- 
dido que  la  de  usted  es  negativa.  Resígnese  usted,  declárese  en 
ejercicio  del  poder  que  la  Nación  le  ha  confiado,  y  éste  será  el 
golpe  de  muerte,  mucho  más  formidable  que  el  triunfo  de  nuestras 
armas  sobre  la  facción  impía,  que  oprime  y  desoía  a  Bogotá. 

Hablaré  a  usted  de  las  operaciones  de  esta  División,  que  por 
su  fuerza  es  bastante  respetable  y  más  por  las  posiciones  que  ocu- 
pa, después  de  haber  establecido  su  línea  sobre  el  Magdalena  y 
franqueado  sus  comunicaciones  con  el  General  Obando,  que  ya 
debe  haber  ocupado  a  Honda. 

El  Coronel  Posadas  se  conduce  muy  bien,  trabaja  con  activi- 
dad y  decisión,  y  aunque  soy  un  poco  descontentadizo  estoy  coa- 
tento de  él  y  satisfecho  de  sus  operaciones.  He  querido  ir  donde 
usted,  y  aun  se  me  dio  la  comisión;  habría  tenido  el  gusto  de  unir 
mi  empeño  al  de  los  demás  servidores  y  la  satisfacción  de  verlo  y 
abrazarlo  libre;  pero  han  creído  necesario  que  permanezca  en  la 
División,  y  me  he  sometido  a  esta  decisión,  porque  no  tengo  vo- 
luntad propia  cuando  se  habla  de  los  intereses  de  mi  patria. 

Con  sentimiento  de  consideración,  de  amistad  y  de  respeto, 
soy  de  usted  amigo  y  muy  atento  servidor,  que  besa  su  mano, 

/.  Manuel  Montoya 


República  de  Colombia — Presidencia  del  Consejo  de  Estado. 
Bogotá,  abril  14  de  1831-21." 

Excelentísimo  señor:  Vuestra   Excelencia   se  sirvió  consultar 
hoy  de  palabra  al  Consejo  de  Estado  si  sería   conveniente  ponerse 


318  BOLETÍN   DE   HISTORIA    Y    ANTIGÜEDADES 


a  la  cabeza  de  las  tropas,  tanto  para  facilitar  las  negociaciones  que 
va  a  entablar  el  Gobierno  con  los  Generales  Obando  y  López  y 
con  el  Coronel  Posada,  como  para  procurar  los  medios  de  defen- 
sa de  la  capital,  y  meditado  con  detención  este  punto  interesante, 
se  resolvió  contestar  a  Vuestra  Excelencia  que  «puede  colocarse  a 
la  cabeza  del  Ejército  si  lo  juzga  necesario  con  las  miras  de  faci- 
litar las  transacciones  pacíficas  que  van  a  entablarse  con  aquellos 
Jefes  y  de  proveer  a  la  mejor  defensa  y  a  la  conservación  del  or- 
den público.» 

Tengo  la  honra  de  participarle  a  Vuestra  Excelencia  para  su 
superior  conocimiento  y  de  tributarle  los  sentimientos  de  distin- 
guida consideración  con  que  soy  su  muy  obediente  servidor, 

Estanislao  Ver  gata 

Excelentísimo  señor  General  Rafael  Urdaneta,    encarg-ado   del    Po- 
der Ejecutivo. 


Domingo  Caicedo,    Vicepresidente  de  la  República,  Encargado 
del  Poder  Ejecutivo,  etc. 

Habiendo  de  dar  a  los  Departamentos  y  Provincias  Jefes  de 
confianza  del  Ejército  y  de  los  pueblos  que  con  las  armas  manten- 
gan el  orden  y  cooperen  con  los  deseos  de  la  Nación  al  sosteni- 
miento de  la  Constitución  y  de  las  leyes,  he  venido  en  nombrar 
como  en  efecto  nombro  para  estos  diversos  destinos  a  los  Jefes  si- 
guientes: 

Para  Comandante  General  de  armas  del  Departamento  de 
Cundinamarca,  al  Coronel  Vicente  Vanegas,  y  para  su  reemplazo 
en  el  Estado  Mayor  del  Ejército,  al  Coronel  José  Manuel  Mon- 
toya. 

Para  Comandante  de  armas  de  la  Provincia  de  Mariquita,  al 
primer  Comandante  Ildefonso  Figueroa. 

Para  Comandante  General  de  armas  del  Departamento  de 
Boyacá,  al  Coronel  Mariano  Acero. 

Para  Comandante  General  de  armas  del  Departamento  de 
Antioquia,  al  Coronel  Salvador  Córdoba. 

Para  Comandante  General  de  armas  del  Departamento  de! 
Magdalena,  al  General  de  Brigada  Ignacio  Luque. 

Para  Comandante  de  armar  de  la  Provincia  de  Santa  Marta, 
al  General  de  Brigada  Francisco  Carmona. 

Para  Comandante  de  armas  de  la  Provincia  de  Ríohacha,  al 
General  de  Brigada  José  Sarda. 

El  Ministro  Secretario  del  Interior,  encargado  del  Despacho 
de  la  Guerra,  queda  encargado  de  la  ejecución  de  este  decreto. 
Purificación,  abril  17  de  1831— El  Vicepresidente  de  la  Repúbli- 
ca, Domingo  Caicedo— El  Ministro,  Secretario  del  Interior,  P. 
Mosquera— Es  copia,  Pey. 


REVOLUCIÓN    DE    1831  319 


Al  señor  Vicepresidente  de  la  República,  General  Domingo  Cai- 
cedo — Rionegro,  abril  23  de  1831. 

Mi  estillado  y  respetado  señor:  La  posición  en  que  me 
encuentro  me  hace  tomarme  la  libertad  de  dirigirle  una  carta 
particular,  y  espero  que  Vuestra  Excelencia  la  reciba  con 
agrado. 

La  comunicación  oficial  y  los  impresos  que  lleva  el  Capitán 
Pineda  informarán  a  Vuestra  Excelencia  de  todo  lo  que  yo  pudie- 
ra decirle  sobre  el  tiiunfo  que  hemos  conseguido  aquí  contra  los 
usurpadores. 

El  principal  objeto  de  esta  carta  es  manifestarle  a  Vuestra  Ex- 
celencia que  estos  pueblos,  las  tropas  de  mi  mando  y  yo,  estamos 
resueltos  a  no  permitir  de  ninguna  manera  que  el  General  Rafael 
Urdaneta  quede  no  sólo  con  ninguna  especie  de  representación  ni 
destino  público,  sino  también  que  salga  de  la  Nueva  Granada, 
porque  él  es  el  autor  de  la  ruina  del  Gobierno  legítimo  y  de  to- 
dos los  males  que  han  aquejado  este  desgraciado  país,  y  estamos 
persuadidos  que  si  se  le  deja  adentro  no  dejará  nunca  de  minar  y 
atentar  contra  el  Gobierno. 

Me  atrevo  a  decir  a  Vuestra  Ecelencia  esto,  porque  ya  en  la 
acta  de  Honda  uno  de  los  parientes  ha  manifestado  querer  sacar 
algún  partido  en  su  favor,  y  es  evidente  que  semejantes  estipula- 
ciones no  serán  secundadas  por  ningún  otro  pueblo. 

Concluyo  ofreciendo  a  Vuestra  Excelencia  mi  amistad  y  res- 
peto, y  como  debe  suponerlo,  mis  servicios  y  esfuerzos  en  favor 
del  Gobierno  legítimo  y  la  libertad  de  mi  patria. 

Quedo  de  Vuestra  Excelencia  servidor  muy  atento, 

Salvador  Córdoba 


República  de  Colombia— Estado  del  Ecuador— Prefectura  del 
Departamento  del  Cauca—  Sección  del  Interior— Sala  de 
Despacho,  en  Popayán  a  25  de  abril  de  1831,  21°— Al  se- 
ñor Ministro  Secretario  del  Estado  en  el  Despacho  del  In- 
terior del  Cobierno  del  Centro. 

Señor:  Las  tristes  y  calumniosas  circunstancias  que  rodearon 
a  esta  capital  en  los  últimos  meses  del  año  pasado,  pusieron  a  to- 
dos sus  habitantes  en  el  caso  de  someterse  al  Gobierno  del  Estado 
del  Ecuador,  a  que  hoy  pertenece  todo  el  Cauca,  después  de  ha- 
ber obtenido  la  libertad  por  los  defensores  de  ella  en  la  jornada 
del  Papayal,  y  decidídose  todos  los  pueblos  que  componen  este 
Departamento  a  seguir  la  suerte  de  su  capital  en  los  mismos  tér- 
minos, y  bajo  la  protesta  de  permanecer  unidos  al  Ecuador  hasta 
que  reunida  la  Nación  por  medio  de  un?  Asamblea  General  de 
Plenipotenciarios  decida  este  negocio,  según  se  convence  del  pro- 
nunciamiento de    Popayán    de  i."  de    diciembre   del  año   citado. 


320  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Cualquiera  novedad  que  se  intentase  en  el  actual  orden  de  cosas 
establecido  en  el  Ecuador,  sería  una  consecuencia  reprobable,  y 
comprometer  la  buena  fe  que  siempre  ha  sido  y  es  el  escudo  del 
Cauca,  y  daría  lugar  a  nuevos  trastornos  y  acaso  se  renovarían  los 
males  de  que  por  fortuna  ha  conseguido  salvarse;  bajo  de  estos 
poderosos  motivos  y  el  de  que  habiéndose  publicado  y  jurado  so- 
lemnemente la  Constitución  y  leyes  del  Estado  del  Ecuador  en 
todos  estos  pueblos,  se  encuentra  esta  Prefectura  con  las  manos  li- 
gadas para  dar  cumplimiento  a  otras  órdenes  que  no  sean  a  las  de 
su  gobierno  de  quien  depende,  a  cuyo  conocimiento  y  para  los 
fines  que  convengan,  he  sometido  el  decreto  expedido  en  15  del 
corriente  por  Su  Excelencia  el  Vicepresidente  de  Colombia  por  el 
cual  se  ha  declarado  en  el  ejercicio  del  Poder  Ejecutivo,  el  mismo 
que  usted  se  sirve  comunicarme  con  su  apreciabie  nota  de  la  mis- 
ma fecha;  sin  embargo  de  todo  lo  expuesto,  y  que  usted  y  el  mis- 
mo Gobierno  de  que  es  órgano  hallarán  razonable,  yo  protesto 
que  el  Ciuca  así  como  no  ha  omitido  sacrificios  para  libertarse, 
no  los  omitirá  tampoco  hasta  libertar  a  los  pueblos  de  la  Nueva 
Granada  y  restablecer  en  ellos  el  orden  legal,  de  que  injustamente 
fueron  privados  por  la  fuerza  que  destruyó  al  Gobierno  legítimo  el 
aciago  27  de  agosto  del  mismo  año. 

Es  lo  que  tengo    la  honra   de  decir  a  usted   en  contestación  a 
su  citada  nota. 

Dios  guarde  a  usted. 

José  Antonio  Arroyo 


Gomunicflcion 

Legación  Argentina— Bogotá,  diciembre  6  de  1922. 

Señor  Presidente  de  la  Acadamia  Nacional  de  Historia— La  ciudad. 
Señor  Presidente: 

Tengo  el  agrado  de  dirigirme  al  señor  Presidente  para  anun- 
ciarle el  envío  de  veinticuatro  tomos  de  los  Documentos  del  Archi- 
vo de  Indias,  publicación  editada  por  la  Biblioteca  del  honorable 
Congreso  de  la  República  Argentina,  y  que  rae  complazco  en  ob- 
sequiar a  la  Biblioteca  de  la  institución  de  su   digna    Presidencia. 

Saludo  al  señor  Presidente  con  las  seguridades  de  mi  conside- 
ración más  distinguida. 

Eduardo  Labougle 


boletín 


Año  XIV-N.' 162  i^i      II      T     I     I     XJ       Abril:  1923 


DE     HISTORIA    Y    ANTIGÜEDADES 

oRGflno  De  ffl  flcfloemifl  nñcionfic  oe  historia 

DIRECTOR,  REDACTORES, 

EDUARDO  POSADA  LUIS  AUGUSTO  CUERVO 

ROBERTO  CORTÁZAR 


Bogotá— República  de  Colombia 

BlSTORIflDORES  DEb  OüEVO  REÍDO  DE  GRADADA  (1) 

SIGLO:  XVII 

I.  Antokio  de  Herrera — Décadas  de  Indias,  lóoo.  Las 
cuatro  primeras  Décadas  fueron  impresas  en  Madrid  en  i6oi;  las 
cuatio  últimas,    eni6t5.   Reimpresa  la   obra  en  Amberes  en  1728. 

*  Descripcción  de  las  Indias  Occidentales  y  Década.  Reim- 
presa en  Madrid  en  1730. 

Historia  General  de  los  hechos  de  los  castellanos  en  las  is- 
las y   Tierra  Firme  del  Mar  Océano,  de  1492  a  1531.  Madrid. 

Tiene  Herrera  el  mérito  de  haber  sido  secretario  del  Consejo 
de  Indias,  de  modo  que  pudo  aprovechar  muchos  documentos 
oficiales. 

Novas  Orbis,  sive  descriptio  Indica  occidentalis.  Amstelo- 
dime,  1622. 

Descripción  de  las  Islas  y  Tierra  Firme  del  Mar  Océano  que 

llaman  Indias  Occidentales,  escrita  por  Antonio  de  Herrera,  Cro- 
nista Mayor  de  Su  Majestad,  de  las  Indias  y  de  Castilla,  i6oí.  Lo 
relativo  a  nuestra  patria  lo  está  publicando  el  Archivo  Historial 
de  Manizales  número  20. 

2 .  *  Theodort  Bri — Idcea  vera  et  genuina  prcecipuarum  his- 
toriarum  omnium.  Francoforti,  1602,  Parece  ser  un  extracto  fiel  de 
todo  lo  que  escribieron  los  historiadores  principales,  formado  por 
un  paciente  tudesco. 

América.  Diversas  piezas  que  abarcan  cuatro  tomos  en  dos 
volúmenes,  en  folio,  con  muchas  láminas  estimada*.  Esta  obra  está 
escrita  en  latín  e  incluye,  entre  otras,  la  del  Padre  Acosta.  (Ca- 
tálogo de  Academia). 

3.  §  Padre  Bernardo  de  Lugo— Catecismo  y  Confesionario 
chihcha  y  gramática  en  la  lengua  general  del  Nuevo  Reino  de 


(1)  véase  la  primera  parte  en  el  número  anterior. 

XTV— 21 


322  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGUEDADP:S 


Granada,  llamada  Mosca.  Madrid,  1619.  Un  tomo  en  12.*  Hito 
una  nueva  edición  el  sabio  Ezequiel  Uricoechea,  agregándole  la 
gramática  chibcha  del  Padre  José  Dadey,  con  notas  y  comentarios 
preciosos,  en  1871  (i). 

4.  8  *  Fray  Pedro  Simón,  franciscano  Noticias  Historiales 
de  las  Conquistas  de  Tierra  Firme  en  las  Indias  Occidentales. 
Debió  de  haber  terminado  esta  obra,  según  Otero  D'Costa,  en 
1628.  Se  publicó  la  segunda  parteen  Cuenca,  en  1627;  y  la  obra 
completa,  por  vez  primera,  que  consta  de  cinco  tomos  en  4,°,  en 
Bogotá  en  1892.  por  Medardu  Rivas.  El  manuscrito  se  conserva  en 
Bogotá,  en  la  Biblioteca  Nacional,  y  fue  consultado  y  citado  por 
los  historiadores  Piedrahita,  Zamora,  Acosta,  etc.  «Obra  deliciosa, 
dice  Otero  D'Costa,  que  a  pesar  de  su  secillez  y  del  perfume  de 
bonohomía  que  exhala  por  todas  sus  páginas,  constituye  uno  de 
los  mejores  monumentos  que  se  hayan  escrito  sobre  nuestra  histo- 
ria colonial.» 

cEI  franciscano  fray  Pedro  Simón,  dice  don  Vicente  Restrepo, 
vino  de  España  a  Santafé  de  treinta  años  de  edad,  en  1604,  dos 
tercios  de  siglo  después  de  la  conquista.  Gastó  muchos  años  en 
reunir  los  materiales  para  sus  extensas  Noticias  historiales  de  las 
conquistas  de  Tierra  Firme.  El  mismo  dice:  "haber  andado  las 
más  de  las  provincias  y  tierras  que  se  comprenden  en  esta  historia; 
las  tierras  del  Reino  pocas  o  ningunas  hay  que  no  haya  pisado." 
A  lo  que  agrega:  "He  podido  informarme  y  hacerme  capaz  de  las 
cosas  de  por  acá  por  vista  de  ojos,  sin  lo  cual  no  pienso  me  atre- 
viese a  tomar  entre  manos  este  trabajo,  por  no  ponerme  en  el 
peligro  de  risa  que  otros  se  han  puesto,  no  hablando  con  propie- 
dad en  la  geografía  ni  en  los  vocablos  de  las  tierras  de  donde  escri- 
ben, por  no  haberlas  visto  ni  estar  bien  informados  y  fiarse  de  re- 
laciones de  toda  br&za."  Es  de  sentirse  que  muestre  gran  dosis  de 
credulidad,  y  en  ocasiones  muy  escaso  criterio.  Las  principales 
fuentes  de  su  obra  fueron  las   Crónicas   de   Castellanos.  Los  ratos 

de  Suesca,  de  Jiménez  de  Quesada,  v  la  Historia  del  descubri- 
miento, que  dejó  empezada  el  Padre  Francisco  Medrano,  por  ha- 
ber muerto  en  la  jornada  del  Dorado,  y  completó  y  perfeccionó  en 
dos  tomos  fray  Pedro  Aguado.  Esta  crónica  existe  manuscrita  en 
Madrid  (2).  Tuvo  especial  cuidado  el  Padre  Simón  en  recoger 
cuanto  halló  escrito  y  cuanto  él  mismo  pudo  aún  observar  respecto 
de  las  costumbres,  mitos  y  tradiciones  de  los  chibchas;  de  tal  modo 
que  es  el  autor  que  más  cúmulo  de  noticias  ha  reunido  acerca  de 
este  pueblo.  La  lectura  de  su  obra  es  tan  indispensable  a  todo  el 
que  quiera  escribir  de  estas  cosas,  como  la  de  la  Historia  del 
Nuevo  Reino  de  Granada,  de  Castellanos,  pues  contiene  multitud 
de  detalles  del  más  alto  interés,  que  no  &e  hallan  en    ningún    otro 


(1)  /¿I  Arte  de  la  lengua  chibcha  del  Padre  Dadey  se  perdió, 
Uricoechea  reimprimió  el  Catecismo  y  Confesionario  á.t\  FadreLugo, 
agreg'ándole  el  vocabulario  de  este  mismo    autor. 

(2)  Está  ya  publicada,  como  se  dijo  anteriormente. 


HISTORIADORES  DEL  NUEVO  KEINO  DE  GRANADA      323 

libro.  Su  estilo  es  generalmente  sencillo  y  lo  carecteriza  cierta 
originalidad,  aunque  es  frecuente  tropezar  con  pasajes  confusos  y 
poco  inteligibles.  Es,  en  suma,  la  Historia  de  fray  Pedro  Simón, 
¡a  más  completa  que  se  ha  escrito  sobre  el  descubrimiento  y  con- 
quista de  este  extenso  territorio;  monumento  que,  a  pesar  de  sus 
defectos,  hará  imperecedera  su  memoria.» 

5.  *  Juan  Solórzano  y  Pereira — De  Indiarum  Jurisbus.  (De 
los  derechos  de  los  Indios).  Matriti,  1629  y  1639.  Es  obra 
clásica  de  jurisprudencia  colonial. 

•  PolUica  Indiana.  Fue  tan  importante  esta  obra,  que  se  im- 
primió varias  veces:  en  Madrid,  1Ó48.  1736  y  176,  y  en  Amberes, 
1703.  Quien  quiera  conocer  la  legislación  y  gobierno  de  la  Corona 
de  España  en  sus  posesiones  de  las  Indias  Occidentales,  en  el  pri- 
mer siglo  de  la  Colonia  (el  16.®),  debe  acudir  a  ella. 

Solórzano  nació  en  Madrid  en  1575,  fue  catedrático  de  leyes 
en  Salamanca,  miembro  del  Consejo  Supremo  de  Indias,  Oidor  en 
Lima,  Procurador  fiscal.  Además  de  otras  obras  jurídicas  escribió 
sus  Memorias  sobre  el  Consejo  de  Indias. 

6.  •  Sieur  Jean  de  Laet — Novus  orbis  descriptiones  índice 
occidentalis.  Leiden,  1633.  Uhisfoire  du  Nuveau  Monde,  ou  Des- 
cription  des  Indes  Occidentalis.  Contiene  figura  y  mapas. 

*  Relation  de  Vexpedition  de  Carthagene  fait  par  los  Fran- 
COis  en  1647.  Amsterdam,   1648. 

7.  *  [UAN  Rodríguez  Fresle — Santafereño,  hijo  de  uno  de 
los  primeros  conquistadores  y  pobladore»  de  Santafé.  El  Camero 
o  sea:  Conquista  y  Descubrimiento  del  Nuevo  Reino  de  Granada. 
1636  o  38.  Se  publicó  en  Bogotá  en  1859  y  en  1884.  «En  este  li- 
bio, dice  Vicente  Restrepo,  se  encuentran  noticias  muy  completas 
de  la  ceremonia  del  Cacique  dorado  y  las  peregrinaciones  de  los 
indios  por  las  lagunas  sagradas.» 

8.  *  Fernando  Pizarro  y  Orellano — Varones  ilustres  del 
Nuevo  Mundo,  descubridores,  conquistadores  y  pacificadores  del 
opulento,  dilatado  y  numeroso  imperio  de  las  Indias  Occidenta- 
les. Madrid,  1Ó39.    Un  tomo  en  folio. 

9.  §  Padre  Manuel  Rodríguez,  S.  ].~ Compendio  Histórico 
T.64.  Lo  citan  Menchara  y  Hernáez. 

El  Marañan  o  Amazonas  Historia  de  los  descubrimientos, 
entradas  y  reducciones,  trabajos  malogrados  de  algunos  con- 
quistadores y  dichosos  de  otros,  así  temporales  como  espiritua- 
les en  las  dilatas  montañas  y  mayores  ríos  de  la  América.  Ma- 
drid, 1684.  Un  tomo  en  folio,  que  contiene  los  escritos  interesantes 
del  Padre  Acuña,  ho^  perdidos  o  rarísimos  (Catálogo  de  Autores). 
Lo  cita  don  Eustaquio  Palacios  en  su  deliciosa  novela  histórica  El 
Alférez  Real  (Crónicas  de  Cali  en  el  siglo  xviii),  capítulo  n,  y 
dice  que  es  natural  de  Cali.  Es  obra  de  necesaria  consulta  para 
dilucidar  las  cuestiones  de  límites  con  el  Brasil. 

10.  Maestro  Gil  González  Dávila — Teatro  eclesiástico  de 
la  primitiva  Iglesia  de  las  Indias  Occidentales,  vida  de  sus  Arzo- 
bispos,  Obispos  y  cosas  memorables  desús  Sedes.  Madrid,  1649. 


324  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Es  obra  muy  citada  por  De  la  Rosa,  en  la  Floresta  de  Santa  Mar- 
ta, y  por  el  Padre  Menchaca,  en  su  obra  postuma  monumental, 
editada  por  Hernáez,  sobre  la  Iglesia  de  América  y  Filipinas.  Se 
la  cita  diciendo:  Teatro  Eclesiástico  de  las  dos  Américas. 

Comandó  en  r52o  la  expedición  que  buscaba  un  estreciio  por 
el  Darién.  (Véase  Boletín  Historial  de  Cartagena,  página  263. 
Porras  Troconis,  «El  Comercio  en  la  época  de  la  Colonia).» 

11.  Pedro  Solís  v  C— Madrid,  1649.  Biografía  de  Bernar- 
diño  de  Almansa,  Arzobispo  de  Bogotá. 

1 2.  §  Presbítero  Alonso  Garzón  de  Tahuste— 5MCes/á/2  de 
los  Prelados  de  este  Nuevo  Reino.  Cita  a  este  autor  el  Alférez  De 
la  Rosa  (1739),  y  haca  referencia  a  él  Vergara  y  Vergara;  descu- 
brió el  manuscrito  en  Madrid  el  doctor  Diego  Mendoza,  y  lo  publi- 
có en  e\  Boletín  de  Historia  y  Antigüedades,  tomo  vi,  página  632. 
El  presbítero  Garzón  de  Tahuste  fue  Cura  de  la  Catedral  de  Santa- 
fé,  por  cuarenta  y  cinco  años,  hasta  el  de  163c,  en  que  acabó  de 
escribir  su  relación,  a  los  ochenta  y  uno  de  edad. 

13.  §  Lucas  Fernández  de  Píedrahita,  santaíereño,  canóni- 
go de  Santafé,  obispo  de  Santa  Marta  primero,  después  de  Pana- 
má, Escribió  en  Madrid  (i666)  Historia  General  de  la  Conquista 
del  Nuevo  Reino  de  Granada,  aprovechando  el  original  del  Com- 
pendio Historial  de  Quesada  y  la  cuarta  parte  de  laé  Elegías  de 
Varones  Ilustres  de  Castellanos.  Se  imprimió  en  Amberes  en  1668, 
año  de  su  muerte.  Reimpresa  en  Bogotá,  1881,  con  un  notable 
prólogo  de  Miguel  Antonio  Caro,  un  volumen  en  4.",  por  Medardo 
de  Rivas.  El  señor  Restrepo  escribió  y  publicó  en  la  Revista  Lite- 
raria de  Laverde  Amaya  (año  iv,  18Q4)  unas  notas  crítica^  a  la 
obra  de  Píedrahita,  reproducidas  en  El  SaníafereñO  en  1920,  en 
que  dice   lo  siguiente: 

«El  más  popular  y  conocido  de  los  cronistas,  por  haber  an- 
dado su  libro  impreso  muy  poco  después  de  escrito,  es  el  ilustre 
hijo  de  Bogotá,  distinguido  y  santo  Obispo.  Lucas  Fernández  de 
Píedrahita.  Tendría  cincuenta  años  de  edad  cuando  pasó  a  Ma- 
drid a  responder  ante  el  Consejo  de  Indias  de  ciertas  acusaciones 
que  se  le  hacían,  de  las  que  fue  absuelto. 

«Hasta  aquella  época  de  su  vida  había  estado  ajeno  a  los 
estudios  sobre  asuntos  históricos  relacionados  con  9U  Patria.  El 
pensamiento  de  ocuparse  en  ellos  le  vino  en  Madrid,  donde  em- 
pleó "todos  los  días  del  año  sesenta  y  seis"  (1666),  en  escribir  la 
primera  parte  de  la.  Historia  General  del, Nuevo  Reino  de  Gra- 
nada. No  en,  pues,  erudito  en  prehistoria,  y  de  aquí  resulta  que 
hay  generalmente  necesidad  de  cotejar  su  texto  con  los  de  otros 
autores.  Ofreció  su  obra  al  público  "como  capa  arrojada  para  ver 
cómo  la  tratan,  antes  de  aventurar  el  cuerpo  en  más  decorosos 
asuntos,"  Aunque  murió  de  avanzada  edad  en  su  obispado  de 
Panamá,  no  llegó  a  componer  la  segunda  parte, 

«El  mismo  dice  que  no  tuvo  más  mérito  que  el  que  se  le 
puede  atribuir  por  haber  reducido  a  cómputo  de  años  y  a    lengua- 


HISTORIADORES  DEL  NUEVO  REINO  DE  GRANADA      325 


je  menos  antiguo  las  crónicas  de  Juan  de  Castellanos  y  de  Jimé- 
nez de  Quesada,  *'sin  otra  edición  que  la  verisimilitud  de  las  máxi- 
mas y  motivos  que  tuvieron  los  reyes  indios  y  cabos  españoles  en 
sus  empresas.  Su  estilo  es  claro  y  correcto;  desgraciadamente  se 
complace  en  los  largos  preámbulos  y  en  las  inútiles  digresiones 
que  interrumpen  la  narración. 

«La  Historia  de  Piedrahita  ha  acreditado,  entre  otros  errores, 
uno  que  fue  sin  duda  inventado  por  la  vanidad  de  los  indios  tun- 
janos;  éste  es  la  fábula  de  que  los  Zaques  de  Hunza  llegaron  a 
tener  dominio  sobre  toda  la  nación  chibcha.  Lo  más  raro  es  que 
una  parte  de  su  libro  sostiene  esta  opinión,  cuando  en  otra  había 
repetido  y  aceptado  la  opinión  contraria,  siguiendo   a  Castellanos. 

«Creyó  también  la  conseja  de  la  hermosa,  rica,  poderosa  y 
discreta  princesa  de  la  Furatena,  e  hizo  del  matrimonio  chibcha 
un  acto  religioso,  cuando  sólo  era  un  acto  privado.  A  pesar  de  estos 
y  otros  defectos,  la  obra  del  ilustre  prelado  es  de  interés  histórico, 
por  hallarse  en  ella  la  relación  de  sucesos  y  datos  que  no  se  en- 
cuentran en  las  crónicas  anteriores.  La  última  declaración  que  hace 
en  el  prólogo  honraría  a  cualquier  autor,  cuanto  más  al  Obispo 
cristiano,  que  con  ella  da  prueba  de  singular  humildad;  "pon- 
go— dice — mis  escritos  a  la  justa  corrección  de  cuantos  los  quisie- 
ren leer."  Ya  el  General  Acosta  había  comprendido  muy  bien  que 
este  cronista  es  menos  digno  de  crédito  que  los  anteriores,  Hé  aquí 
sus  propias  palabras:  "Piedrahita  y  el  Padre  Zamora  yerran  a  me- 
nudo." Volviendo  a  hablar  del  prinicro  dice  que  si  es  superior  al 
Padre  Simón  "por  el  estilo  rpás  elegante  y  más  hermosas  descrip- 
ciones, le  es  inferior  en  la  copia  de  hechos  y  en  la  plenitud  de  in- 
formes."» 

Dijo  después,  el  mismo  Restrepo,  en  el  prólogo  de  su  obra 
Los  ChibchaS-  «La  historia  escrita  por  el  ilustre  Obispo  poco 
digna  de  crédito  en  ciertos  puntos,  mal  interpretada  en  otros, 
ha    sido  el  origen  de  muchos  errores. > 

14..  *  José  Linage  Neiuá— Norte  de  la  Contratación  de  las 
Indias  Occidentales.  Sevilla,  1672.  Un  volumen  en  folio,  libro 
rarísimo.  Otros  le  escriben  José  de  Vatia  Linaye. 

15.  •Juan  Flórez  de  Ockmz— Genealogía  del  Nuevo  Reino 
de  Granada.  Madrid,  1674.  Un  volumen  en  folio. 

Tratado  de  indios  naturales  de  Cartagena,  según  su  estado 
desde  el  año  de  1533,  en  que  principió  sn  formal  conquista,  hasta 
el  de  1610y  por  Juan  Flórez  de  Ocáriz,  natural  de  Santafé,  Es- 
cribano de  Cámara  de  su  Real  Audiencia,  autor  de  la  obra  de 
Nobiliario  de  este  Reino,  impresa  en  1670. 

16.  Antonio  León  Pinelo — 1.67  Gobierno  Eclesiástico  y  Ci- 
vil de  las  Indias.  Lo  cita  Muriel  en  los  Fastos  (página  ^03).  quien 
sostiene  que  Pinelo  era  natural  de  Córdoba  de  Tucumán  (Virrei- 
nato del  Río  de  la  Plata  1,  y  nos  hace  saber  que  fue  Cronógrafo  de 
las  Indias,  y  murió  en  Sevilla  siendo  Oidor  honorario  en  aquella 
ciudad,  cuando  estaba  reduciendo   todas  las  leyes  de    Indias,    por 


326  BOLETÍN  Í)E  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


orden  y  favor  de!  Rey,  a  la  debida  forma  en  que  después  se  pu- 
blicaron, es  decir,  la  Novísima  Recopilación.  Muriel  era  n?itivo  del 
mismo  Tucumán. 

17.  *  Novísima  Recopilación — Colección  de  las  leyes  aña- 
didas a  la  Nueva  Recopilación  que  se  imprimió  en  1599.  Ma- 
drid, 1680. 

18.  ^  Antonio  Freiré— Piratas  déla  América  y  luz  a  la  de- 
fensa de  las  costas  de  las  Indias  Occidentales.  Colonice  Agrippi- 
nae,  i68r. 

Í9.  ^*  Fray  Juan  Melkndez — Los  Tesoros  verdaderos  de 
las  Indias,  Roma  1681. 

20.  §  *  Padre  Maestro  fray  Alonso  de  Zamora— -Termina  este 
siglo  con  uno  de  nuestros  historiadores  más  conocidos  y  más  ex- 
tenso, santafereño,  dominicano.  Historia  de  la  Provincia  de  San 
Antonino  del  Nuevo  Reino  de  Granada,  escrita  en  1699  e  impresa 
en  Barcelona  en  1701.  Es  la  historia  eclesiástica  de  la  provincia  de 
su  orden  religioso,  intitulada  de  San  Anlonino,  en  nuestra  pa'ria, 
pero  que  encierra  mucha  narración  de  la  historia  civil  de  la  Colonia 
en  los  dos  primeros  siglos.  De  ella  dice  don  Vicente  Restrepo: 
«Contiene  su  libro  noticias  y  datos  curiosos  que  olvidaron  otros 
autores.  Es  el  más  crédulo  de  todos  los  cronistas  y  se  muestra  a 
veces  falto  de  criterio.» 

Elhistoriófilo  Padre  fray  A.  Mesanza,  O.  P.,  publicó  há  poco 
un  Ensayo  Biográñco  y  crítico  acerca  del  Historiador  fray 
Alonso  de  Zamora  (15  páginas). 

SIGLO   XVIII 

1.  §*  Fray  Juan  de  Torquemada— Aío/iar^ü/a  {ndiana  (3 
tomos).  Madrid,  1723. 

2.  *  Charles  Johnson,  traductor — Historia  de  los  Piratas. 
París,  1726. 

3.  §  *  Juan  Ribero,  S.  ].— Historia  de  las  Misiones  de  Ca- 
sanare  y  los  ríos  Orinoco  y  Meta,  1728.  Se  reimprimió  en  Bogotá 
en  1884  por  Silvestre  y  Compañía. 

«El  Padre  Juan  Ribero,  célebre  en  su  orden,  en  la  cual  ocu- 
pó puestos  distinguidos,  y  más  célebre  aún  en  nuestros  anales,  no 
sólo  porque  evangelizó  a  los  salvajes  de  nuestro  territorio,  como 
Gumilla,  sino  porque,  como  él,  sirvió  a  la  ciencia  escribiendo  la 
Historia  de  las  misiones  de  los  Llanos,  que  se  conserva  inédita 
en  la  Biblioteca  Nacional.»  Esto  escribía  en  1872  J.  J.  Borda,  en 
la  Historia  ae  la  Compañía  de  fesús,  tomo  i,  páigna  198.  Dicha 
obra  del  Padre  Ribero  se  imprimió  en  Bogotá  en  1883,  habiendo 
sido  escrita  a  principios  del  siglo  xviii.  Ribero  no  sólo  fue  un  gran 
misionero  por  muchos  años  en  los  llanos  del  Meta  y  otros  parajes, 
sino  gran  investigador  y  conocedor  de  lenguas  indígenas,  espe- 
cialmente las  guahiba  y  chiricoa,  y  escribió  gramática  y  vocabu- 
lario délas   lengua»  airica,    achagua  y  jirara  (i).  Escribió  su  vida 


(1)  Cfr.  V.  Restrepo,  Los  Chtbchas. 


HISTORIADORES  DEL  NUEVO  REINO  DE  GRANADA     327 


el  Padre  Gumilla.    Su  obra  se  refiere   al  inmenso    territorio    com- 
prendido entre  los  ríos  Amazonas  y  Orinoco. 

4.  §  *  Padre  Gregorio  García — Origen  de  los  Indios  del 
Nuevo  Mando  e  Indias  Occidentales,  1729.  Citado  por  los  culti- 
vadores de  la  prehistoria  americana.  Un  volumen  en  folio. 

5.  José  Nicolás  de  la  Rosa.  Alférez  de  infantería  veterana 
del  presidio  y  Alcalde  ordinario  de  la  ciudad  de  Santa  Marta — Flo- 
resta de  la  Santa  Iglesia  Catedral  de  Santa  Marta.  Escribió  en 
1739;  en  1755  ^^  ^^^  licencia  para  la  impresión  en  Sevilla  y  Ma- 
drid, y  se  publicó  en  Valencia  en  1833.  Es  historia  eclesiástica  de 
la  diócesis  de  Santa  Marta,  pero  con  abundantes  datos  civiles  de 
la  misma  provincia,  desde  la  fundación  de  la  ciudad.  Tiene  capítu- 
los interesantes  sobre  las  parcialidades,  usos  v  costumbres  de  los 
indios,  y  una  minuciosa  información  de  la  fora  y  la  fauna  de 
esta  provincia.  Es  algo  simplón  en  sus  narraciones,  domina  la  obra 
un  sencillo  espíritu  religioso,  más  llamativo  en  la  pluma  de  un  mi- 
litar. Dice  Acosta  que  la  obra  fue  hecha  reimprimir  por  el  señor 
Joaquín  de  Mier  (rico  español  residente  en  Santa  Marta,  de  noble 
fama),  a  sus  expensas,  con  laudable  generosidad,  y  que  «contiene,  a 
vuelta  de  muchas  cosas  inútiles  o  inexactas,  una  u  otra  noticia  cu- 
riosa V  datos  que  merecen  conservarse. -^ 

6.J0SEPH  Gumilla,  S.  J. — El  Orinoco  Ilustrado,  Historia^na- 
tural,  civil  y  geográfica  de  este  gran  río  y  de  sus  caudalosos  ver- 
tientes. Madrid,  1741.  Un  volumen  en  4.0  Contiene  las  primeras 
noticias  del  Orinoco,  descubridores,  intenciones  y  diligencias  de 
los  extranjeros  para  poseerle  y  la  primera  fundación  de  su  única 
ciudad  de  Santo  Tomé  de  la  Guayana. 

El  Padre  Gumilla  fue  misionero  por  largos  años  y  Superior  de 
las  Misiones  del  Orinoco,  Meta  y  Casanare.  La  parte  geográfica  del 
libro  ofrece  noticias  interesantes  del  curso  del  Orinoco,  que  en 
parte  pertenece  también  a  Colombia,  y  de  los  montes  Ayrico  y 
Apure;  la  parte  natural  descubre  secretos,  medicinas  y  propiedades 
útiles;  la  civil,  copiosa  luz  y  enseñanza  para  saber  el  trato  de  los 
salvajes,  errores  y  mejor  método  para  instruirlos.  Es  libro  de  amena 
lectura:  el  autor  fue  varón  de  grandes  méritos,  recio  corazón,  sabio 
y  santo.  (El  Mensajero  del  Corazón,  año  de  1911). 

7.5*  JosEPH  Cassani,  S.  J. — Historia  de  la  Provincia  de  la 
Campañia  de  Jesús  del  Nuevo  Reino  de  Granada.  Misiones  del 
Meta,  el  Orinoco,  etc.,  y  vida  de  sus  varones  ilustres.  Madrid, 
1741.  Un  tomo  en  4.°  «Escrita  con  peco  criterio  y  con  la  desven- 
taja de  no  contener  dato  alguno  sobre  las  misiones  del  Sur,»  dice 
José  Joaquín  Borda  en  la  introducción  de  la  Historia  de  la  Com- 
pañía de  Jesús  en  la  Nueva  Granada.  Nació  en  Madrid  en  1673,  Y 
murió  ibíd,  1750.  Fue  profesor  de  matemáticas  y  Provincial  de 
Nueva  Granada.  «El  Padre  Cassani,  autor  bastante  falto  de  crite- 
rio, dice  Vicente  Restrepo,  no  estuvo  en  el  Nuevo  Reino  de  Gra- 
nada: compuso  su  libro  en  Madrid,  con  arreglo  a  las  obras  manus- 
critas de  ¡os  Padres  Mercado  y  Rivera.»  (Los  Chibchas,  pági- 
na 20). 


328  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


8.  *  Rafael  Antúnez  Acebedo—  Memorias  históricas  sobre 
la  legislación,  gobierno  y  comercio  de  los  españoles  en  América. 
Madrid.  1747  y  1797.  Un  volumen  en  4.° 

9.  *  Akdrés  González  Barcia— Historiadores  primitivos  de 
las  Indias  Occidentales.  Madrid,  174Q.  Comprende  a  Colón,  Cor- 
tés, Oviedo,  Núñez,  Alvarado,   etc.  (Catálogo  de  Actores). 

10.  ♦  La  CoínuAumE— Journal  de  voyagefait  par  ordre  du 
roia  l'Ecuateur.  Paris,  1751.  Un  volumen  en  4.° 

11.  *  Pedro  Murillo  V. — Geografía  histórica  de  la  Améri- 
ca y  las  islas  adyacentes.  Madrid,  1752. 

12.  <:  *Reverendo  Padre  Maestro  Touron,  dominico — Historia 
General  de  la  América.  París,  :ybS.  Suelen  citarla  Menchaca  y 
Hernáez. 

Histoire  General  de  l'Amérique,  depuis  sa  decouverte,  qui 
comprend  l'histoire  naturelle,  eclésiastique,  militaire,  morale  et 
civile  de  cette  grande  partie  du  Monde.  París,  1770:  catorce  to- 
mos en  í2.°  «Esta  es  la  más  extensa  compilación  de  las  relaciones 
de  los  cronistas  respecto  a  los  servicios  prestados  a  la  religión  por 
los  (diversos)  misioneros  de  las  diversas  religiones;  y  es  singular 
que  no  se  halle  ni  citada  una  sola  vez  en  la  histeria  religiosa  de 
América  que  acaba  de  publicarse  en  Roma,  la  cual  en  esta  parte 
es  mucho  más  diminuta,  aunque  su  autor,  el  eminentísimo  señor 
Cayetano  Baluffi,  que  tan  gratos  recuerdos  dejó  en  Bogotá,  nos 
ofrece  la  segunda  parte  que  ha  de  ser  la  más  interesante.  El  Padre 
Touron  es  escritor  fluido  y  elegante.  Esta  obra  no  es  rara  en  las 
bibliotecas:  existe  en  la  del  Colegio  del  Rosario  de  Bogotá,  y  la  he 
visto  y  consultado,  antes  de  poseerla,  en  la  Biblioteca  de  Versa- 
lles.»  (Joaquín  Acosta). 

13.  §  GiAN  DcMENico  Coletti,  misionero  que  fue  de  la  Pro- 
vincia de  Quito — Dizionario  istorico  geográfico  delta  America 
Meridionale.  Venezzia,  1771.  Lo  citan  a  menudo  Menchaca-Her- 
náez.  DiceRestrepo  (V.)  que,  como  el  de  Alcedo,  este  Diccionario 
es  mera  compilación  de  escaso  valor  histórico. 

14.  Esai  sur  cette  question:  quand  et  comment  V Amerique 
a-t-elle  eté  peuplée.  Amsterdam,  1776.  Consultan  esta  obra  los 
americanistas  o  estudiosos  de  la  historia  precolombina. 

15.  Paw-  Recherches  philosophiques  sur  les  Américains  ou 
Memoires  interessants  pour  servir  a  l'histoire  de  l'espéce  humai- 
ne.  Londres,   1774.  (Catálogo  de  Autores), 

16.  Antonio  de  Ulloa  y  Jorge  Juan — Hicieron  un  viaje  de 
inspección  oficial  por  las  colonias,  por  el  año  de  1758,  y  publica- 
ron el  libro  Noticias  Americanas,  en  Madrid,  1772  y  1792.  Más 
tarde  apareció  en  Londres,  1826,  la  obra  Noticias  secretas  de 
América.  Ambas  sirven  al  estudio  de  la  política  de  la  época,  no 
menos  que  a  otras  instrucciones. 

Viaje  histórico  por  la  América  Meridional,  dos  volúmenes  en 

V,  1752. 

Vlloa.— Memoires  philosophiques,  historiques,phisiques  con- 
cernants  a  la  decouvert  de  V Amerique.  París,  1787.  Ulioa  nació 
en  17 16,  y  murió  en  1795,  oficial  de  marina  y  sabio  español. 


HISTORIADORES  DEL  NUEVO  REINO  DE  GRANADA      329 


17.  §  Diego  de  Veredo—NoUcíq  Historial  de  la  Provin- 
cia de  Cartagena,  año  de  1772 — cEste  documento  existe  origi- 
nal, y  creemos  que  es  obra  del  Ilustrísimo  Obispo  don  Diego  de 
Peredo,  porque  en  Real  Cédula,  fechada  en  San  Ildefonso  a  21  de 
septiembre  de  1774,  se  dice  que  el  señor  Peredo  informó  en  carta 
de  9  de  octubre  de  1772,  con  una  puntual  y  exacta  descripción  de 
lo  perteneciente  a  su  iglesia;  y  ocurre  observar  además  la  redac- 
ción de  este  documento  y  la  fecha  de  él,>  Nota  de  José  Pasos 
Urueta,  quien  lo  hizo  copiar  y  lo  publicó  entre  los  Documentos. 
Lo  reprodujo  don  Eduardo  G,  de  Piñeres  en  el  Boletín  Historial 
de  Cartagena,  números  47  y  48.  «Es  una  relación  bastante  detalla- 
da de  las  poblaciones  que  existían  en  los  diferentes  partidos  en  que 
política  y  administrativamente  estaba  dividida  la  Provincia  de  Car- 
tagena; de  cada  unas  de  ellas  hace  una  sucinta  reseña.»  En  esta 
obra  tuvo  mucha  parte  don  Francisco  Escudero  Gilón  Sanz  Maza 
Rozas  y  Cardales,  antepasado  y  progenitor  del  autor  de  este  elen- 
co, que  fue  Secretario  del  Obispo  Peredo  y  del  Gobernador  Pi- 
mienta, según  declara  Otero  D'Costa. 

18.  *  Jean  Benoit  ScHERER—Recherches  hístoriques  et  geo- 
graphiques  sur  le  Nouveau  Monde.  París,  1777.  Un  volumen 
en  8." 

19.  §  MoRKLLi.  (Domingo  Muriel) — Fasti  Novi  Orbis  et  Or- 
dinationum  Apostolicarum  ad  Indias  pertinentium  Breviürum. 
Cum  adnotationibus.  Opera  Dominici  Cyriaci  Morelli,  Presbyte- 
ri,  olim  in  Universitate  Neo  Cordubensi  in  Tucumania  professo- 
ris.  Venetiis,  1779.  ^^^'^  obra  es  más  citada,  entre  los  autores  ecle- 
siásticos, con  el  nombre  de  los  Fastos;  su  verdadero  autor  es  Do- 
mingo Muriel,  según  Menchaca  (apud.  Hernáez),  profesor  que  fue 
en  la  Universidad  de  Nueva  Córdoba  de  Tucumán  (República 
Argentina).  Interesa  a  la  historia  eclesiástica.  Precede  un  prólogo 
(i-viii);  siguen  como  primera  parte  los  hechos  más  célebres  del 
Nuevo  Mundo  (Fasti  Novi  Orbis),  por  orden  cronológico,  llevando 
arriba  del  párrafo  el  año  respectivo,  desde  1248,  con  el  descubri- 
miento de  la  Groenlandia,  hasta  1771  (46  páginas). 

A  cada  población  le  señala  la  longitud  del  meridiano  galo  y 
la  latitud.  En  la  segunda  parte,  que  es  la  principal,  contiene  el 
Resumen  de  las  Ordenanzas  Apostólicas  relativo  a  las  Indias  en 
número  de  DCVi,  desde  1430  a  176Ó.  Esta  parte  es  más  bien  canó- 
nica que  histórica,  pero  contiene  mucho  dato  históricoeclesiásti- 
co.  (Biblioteca  de  los  Padres  jesuítas   de  Cartagena). 

20.  h  Fray  Antonio  Cauli'n  -Historia  de  la  Nueva  Andalu- 
cía. Madrid,  1779  y  Caracas,  1841.  Fue  este  primeramente  el  nom- 
bre de  la  tierra  firme  de  la  costa  caribe,  desde  el  cabo  de  la  Vela 
al  golfo  del  Darién,  que  se  dio  en  gobernación  a  Alonso  de  Ojeda, 
en  1502,  para  quitar  la  disputa  con  Diego  de  Nicuesa.  Más  tarde, 
cuando  ya  había  desaparecido  por  la  creación  de  las  Provincias  de 
Santa  Marta  y  Cartagena,  se  dio  el  mismo  nombre  a  la  costa  de 
Venezuela. 

Historia  Corographica  Natural  y  Evangélica  de  la  Nueva 


330  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Andalucía  y  Provincias  de  Cumaná,  Guayana  y  vertientes  del 
río  Orinoco.  Dada  a  luz  de  orden  y  expensas  de  Su  Majestad,  año 
de  1779.  Este  es  el  título  completo. 

21.  De  LA  Torre  y  Mirakda— A^of/aa  individual  de  las  po- 
blaciones nuevamente  fundadas  en  la  Provincia  de  Cartagena,  la 
más  principal  del  Nuevo  Reino  de  Granada,  de  las  montañas 
que  se  descubrieron,  caminos  que  se  han  abierto,  de  los  canales, 
ciénagas  y  ríos  que  se  han  hecho  navegables,  con  expresión  de 
las  ventajas  que  han  resultado  a  la  propagación  del  evangelio,  al 
comercio  y  al  estado,  por  el  Teniente  Coronel  de  ¡llantería 
Agregado  al  Estado  Mayor  del  Puerto  de  Santa  María,  don  An- 
tonio Miranda.  Impreso  en  dicha  ciudad  por  don  Luis  Luque  y 
Leiva,  año  de  mdccxciv.  Fue  escrito  en  1789.  Se  halla  entre  los 
DocM/77e/2ÍOS  publicados  por  Urueta,  y  en  el  Boletín  Historial  de 
Cartagena,  números  47-48,  año  de  1919. 

22.  AhCEr>o—t Diccionario  \  Geográfico  histórico  \  de  las  In- 
dias Occidentales  ]  o  América  [  es  a  saber:  |  De  los  Reynos  del 
Perú,  Nueva  España,  Tierra  Firme,  Chile  |  y  Nuevo  Reino  de  Gra- 
nada, j  Con  la  descripción  |  de  sus  Provincias,  Naciones,  Ciudades, 
Villas,  Pueblos,  Ríos,  Montes.  Costas,  Puertos,  Islas,  Arzobispa- 
dos, Obispados,  Audiencias,  Virreynatos,  Gobiernos,  Corregimien- 
tos y  Fortalezas,  frutos  y  producciones;  con  expresión  de  sus  des- 
cubridores, conquistadores  y  fundadores.  Conventos  y  Religiones; 
erección  de  sus  catedrales  y  Obispados  que  ha  habido  en  ellas:  |  Y 
noticia  ¡  de  los  (roto)  notables  de  varios  lugares:  incendios,  te- 
rremotos, sitios  e  invasiones  que  han  experimentado  y  hombres 
ilustres  que  han  producido.  ¡  Escrito.  |  Por  el  Coronel  don  Anto- 
nio de  Alcedo,  '  Capitán  de  Reales  Guardias  Españolas,  de  la 
Real  I  Academia  de  la  Historia.  |  Tomo  (roto).  Con  licencia:  Ma- 
drid: en  la  imprenta  de  Manuel  González,  m.dcclxxx  ix.» 

Este  largo  título  dice  suficientemente  el  contenido,  además 
termina  la  obra  con  un  Vocabulario  de  palabras  americanas,  mu- 
chas de  las  cuales  están  hoy  en  el  Diccionario  de  la  Academia  de 
la  Lengua  (i). 

En  Cartagena  existe  el  último  tomo,  del  que  hemos  copiado 
la  portada;  y  en  la  Biblioteca  Nacional  falta  precisamente  este 
tomo. 

2^.  *  Juan  Nuix — Reflexiones  sobre  la  humanidad  de  los 
españoles  en  las  Indias,  Madrid,  1782.  Deben  consultar  esta  obra 
los  apasionados  contra  los  españoles. 

24.  §  *  Parka,  fray  Pbdro  Josi— Gobierno  de  los  Regulares 
de  la  América.  Madrid,  1783.  Dos  tomos. 

25.  §  *  Padre  Antonio  Julián,  S.  J. — La  Perla  de  la  América: 
Provincia  de  Santa  Marta.  Madrid,  1877,  Fue  de  los  misioneros 
jesuítas  que  vinieron  con   el    Virrey  Pizarro  en  1749,  y    Secretario 


(1)  cLos  Diccionarios  geográficos  de  Alcedo  y  Coleti  son  meras 
compilaciones  de  escaso  valor  histórico.»  (Vicente  Restrepo,  Los 
Chibchas,  página  20'). 


HISTOSIADORES  DEL  NUEVO  REINO  DE  GRANADA      331 


dei  Obispo  de  Santa  María.  Arauz,  con  quien  recorrió  el  territorio 
de  ios  feroces  rhirailas,  y  que  a  pie  y  a  caballo  recorrió  posterior- 
mente todo  lo  que  hoy  forma  el  Departamento  del  Magdalena. 
Añade  Borda:    <En  tiempos  posteriores    escribió  ei  Padre   Antonio 

Julián  una  Historia  geográfica  del  rio  Magdalena  y  de  todas  las 
Provincias  que  le  tributan  de  una  banda  y  otra  sus  ríos,  cuyo  pa- 
radero se  ignora,  y  también  otra  obra  en  italiano:  Storia  apolegé- 
tica  del  guasto  e  pregindizi  cagionati  dalle  nazioni  straniere 
alia  Nazione  e  monarchia  spagnola  nella  Terra  Ferma  ed  intutta 

VAmerica  meridionale.  Nosotros  sólo  tenemos  conocimiento  de 
La  Perla  de  América,  descripción  interésame  del  territorio  que 
forma  hoy  el  Estado  del  Magdalena,  recorrido  por  él  y  estudiado 
con  detenimiento.»  (Tomo  ii,  página  24). 

2Ó.  *  Juan  B.  Muñoz  -Historia  del  Nuevo  Mundo.  Madrid, 
1793.  Un  tomo  en  4.° 

Coleccionó  gran  cantidad  de  documentos  del  Archivo  de  In- 
dias de  Sevilla,  y  otros.  Dice  Acosta  (Joaquín)  en  el  prólogo  de 
su  obra,  que  la  colección  de  Muñoz  es  la  más  completa  y  contie- 
ne todos  los  documentos  esenciales  sobre  el  descubrimiento. 

27.  •  WiLLiAM  RoBERTsoN— 7/zc  History  of  the  America. 
Basilea,  1790.  5.*  edición.  Tres  volúmenes  en  8.^ 

28.  Buena  Maissovi— Historia  de  los  piratas  de  América. 
Madrid,  1793.  Un  volumen  en  8."  (Catálogo  de  Autores). 

29.  *  Joaquín  Dukán  y  Díaz— Guía  de  forasteros  del  Nue- 
vo Reino  de  Granada.  179^. 

Estado  General  del  Virreinato  de  Santafé.  Bogotá.  1794. 

50.  *  Cristóbal  Ci^adera— Investigaciones  históricas  sobre 
los  principales  descubrimientos  en  el  Océano  en  el  siglo  XV  y 
XVI.  Madrid,  1794. 

.  31.SDUQUESNE  ^Disertación  sobre  el  calendario  de  los 
muiscas  indios  naturales  de  este  Nuevo  Reino  de  Granada,  dedi- 
cada al  señor  doctor  D.José  Celestino  Mutis,  Director  General 
de  la  Expedición  Botánica.  Por  el  doctor  don  José  Domingo  Du- 
quesne  de  la  Madrid,  Cura  de  la  iglesia  de  Gachancipá,  de  los 
mismos  indios.  Año  de  i79S.>  La  publicó  el  Coronel  Acosta  en  su 
Compendio  Histórico. 

^Disertación  sobre  el  origen  del  Calendario  y  Geroglifico  de 

los  moscas.»  Manuscrito  anterior,  lo  publicó  don  Liborio  Zer- 
da  en  eí  Papel  Periódico  Ilustrado,  año  in,  número  66,  página 
279.  Otras  dos  disertaciones  sobre  los  mismos  moscas,  publicadas 
en  los  números  6y  y  68.  Todos  estos  escritos  de  Duquesne  se  ha- 
llan en  la  obra  El  Dorado,  del  doctor  Zerda,  que  se  anotará  ade- 
lante. 

Nació  en  Santafé  de  Bogotá  en  1745,  y  allí  mismo  murió  en 
1822.  Fue  largos  años  Cura  de  Lengüazaque  y  Gachancipá,  y  des- 
pués Canónigo  y  Gobernador  del  Arzobispado.  Humboldt  intercaló 
en  su  obra  Sitios  de  las  cordilleras  de  América  muchos  fragmen- 
tos tomados  de  los  manuscritos  de  Duquesne.  Morillo  lo  condenó 
a  las  bóvedas  de  Puerto  Cabello  con  43  eclesiásticos  más. 


332  BOLETÍN    DE    HISTORIA    Y    ANTIGÜEDADES 


Hay  que  desconfiar  mucho  de  las  aserciones  deductivas  de 
Duquesne;  Vicente  Restrepo  dice  que  «conviene  fijarse  en  que 
Duquesne  no  hace  mérito  de  haber  recibido  revelaciones  de  los  in- 
dios (si  se  las  hubieran  hecho  no  tenía  por  qué  callarlo);  sólo  se 
precia  de  haberlos  tratado  con  frecuencia  y  de  haber  penetrado  su 
genio  y  su  carácter  misterioso  y  enfático.»  Julio  C.  Salas,  siguien- 
do a  Restrepo,  rechaza  las  fantasías  de  Duquesne. 

«Tuvo  el  estudioso  Canónigo  doctor  José  Domingo  Duquesne 
un  siglo  de  celebridad  no  merecida  por  haber  inventado  una  serie 
de  novedades  relativa  a  este  pueblo.»  Los  Chibchas,  por  Vicen- 
te Restrepo. 

SIGLO  XIX 

y.  Manuel  del  Socorro  Rodríguez,  el  célebre  Bibliotecario 
de  Santafé  de  Bogotá,  de  fines  del  siglo  xviii  y  principios  del 
XIX.  Su  famosa  publicación  el  Papel  Periódico  es  fuente  históri- 
ca de  su  época  en  los  sucesos  de  la  capital  del  Virreinato  (fines 
del  siglo  xvni);  y  el  Redactor  Americano,  principios  de  éste. 
Dos  volúmenes  en  8."" 

«Del  Papel  Periódico  aparecieron  con  regularidad  270  nú- 
meros en  el  espacio  de  siete  años.  Imprimióse  en  la  Imprenta  Real, 
importada  por  el  Virrey  don  Manuel  Antonio  FIórez  y  dirigida  por 
don  Antonio  Espinosa  de  los  Monteros,  decano  de  los  tipógrafos 
bogotanos.  La  edición  fue  de  ocho  páginas,  no  mal  impresas.  En 
sus  columnas  aparecieron  artículos  de  interés  general. 

«El  I. o  de  enero  de  1789  llegó  a  Santafé  el  Excelentísimo  ae- 
ftor  don  José  Ezpeleta,  uno  de  los  más  benéficos  gobernantes  de 
los  tiempos  coloniales.  Mesía  de  la  Cerda  nos  trajo  a  Mutis;  Ez- 
peleta a  Socorro  Rodríguez.  Don  Manuel  del  Socorro  Rodríguez 
nació  en  Bayamo,  en  la  isla  de  Cuba,  el  15  de  abril  de  1756.  Don 
Manuel  fue  un  hombre  de  trabajo;  cuidó  con  esmero  de  la  Biblio- 
teca, y  fue  un  cristiano  a  carta  cabal.  Comulgaba  todos  los  días. 
Un  día  sus  conocidos  y  amigos  notaron  que  no  había  abierto  la 
puerta;  de  algún  modo  entraron,  y  encontraron  a  don  Manuel, 
vestido  con  el  hábito  de  San  Francisco,  una  cruceciUa  en  las  ma- 
nos, y  los  pies  descalzos:  había  muerto.  Los  Padres  candelarios  le 
hicieron  honras  gratuitamente;  en  su  iglesia  fue  enterrado.  Debió 
morir  entre  los  años  de  1819  a  1820.» 

2.  CoRKEO  Curioso,  erudito  económico  y  mercantil.  Publica- 
ción redactada  por  Jorge  Tadeo  Lozano  y  Luis  Azuola,  tuvo  46 
números.  Comenzó  el  '7  de  febrero  de  1800.  Vergara  y  Vergara 
lo  juzga  de  escaso  mérito:  todos  sus  artículos  de  fondo  son  ma- 
zorrales, dice.  Una  de  las  pocas  cosas  curiosas  y  notables  que  pro- 
dujo fue  el  Padrón  general  de  Santafé,  conforme  al  estado  en 
que  se  hallaba  a  fines  de  1800  (i). 


(1)  Sobre  este  periódico  y    el  anterior  véase  Bibliografía  Bogo- 
tana, por  E.  Posada — (Nota  del  Boletín). 


HISTORIADORES  DEL  NUEVO  REINO  DE  GRANADA      333 


3.  *  F.  Depons — Voy  age  a  la  parti  oriéntale  de  la  Terre 
Ferme  dans  VAmerique  Meridionale.  París,  1806. 

4.  «j  Roque  Men chaca — Memorias  cronológicas  y  geográ- 
ñcas  de  los  Arzobispados  y  Obispados  de  América  y  Filipinas 
con  sus  sufragáneos  y  otras  prelaturas,  escritas  por  el  Padre  Ro- 
que Menchaca,  S.  J.,  que  murió  en  18 lo,  publicadas  por  los 
editores  de  la  obra  del  Padre  Hernáez,  al  final  de  la  7.'  parte, 
sección  i." 

5.  José  Igntacio  DE  Poubo— Informe  del  real  Consulado  de 
Cartagena  de  Indias.  Un  volumen  en  S,®,  18 lo,  impreso  en  Carta- 
gena de  orden  del  Gobierno.  (Catálogo  de  Autores), 

6.  Juan  García  del  Río — Ensayo  sobre  la  historia  de  la 
civilización  en  el  Continente  Americano  y  sus  islas  adyacentes. 
Fue  éste  uno  de  los  proceres  de  nuestra  Independencia. 

7  Fran'cisco  José  de  Caldas  (1771  a  1816) — Este  sabio, 
además  de  sus  muchos  y  notablísimos  trabajos  científicos,  escribió 
relaciones  de  viajes,  de  estadísticas  y  de  épocas,  importantes  para 
la  historia.  Se  hallan  en  su  Memoria  sobre  el  estado  de  la  geogra- 
fía del  Virreinato  de  Santafé  de  Bogotá,  con  relación  a  la 
economía  y  el  comercio,  y  en  su  célebre  revista  Semanario  de  la 
Nueva  Granada.  Sus  obras  completas  se  han  publicado  en  Quito 
y  en  Bogotá  recientemente.  Es  fuente  histórica  para  su  época, 
como  autor  original.  Sus  obras  fueron  recopiladas  por  Eduardo 
Posada,  y  forman  el  tomo  ix  de  la  Biblioteca  de  Historia  Na- 
cional (i). 

8.  *  Alejandro  de  Humbolt  («769-1835).  Alemán,  sabio 
físico,  viajero  por  investigación  científica  en  América,  inclusive  en 
nuestro  país,  antes  de  la  Independencia. 

Voyage  aux  regions  equinoxiales  duNouveau  Monde.  París, 
1816,  30, 44  y  47.  cNo  brilla  e!  genio  del  barón  de  Humboldt  en  lo 
que  escribió  acerca  de  los  chibchas.»  aseguró  con  conocimiento  de 
causa  don  Vicente  Restrepo. 

Q.  *  Martín  Fernández  de  Navarrete — Viajes  y  descu- 
brimientos que  hicieron  los  españoles  desdefines  del  siglo  XV. 
Tres  volúmenes  en  8.°  Madrid,  1825;  2.*  edición,  1837.  Dos 
tomos.  Y  la  Colección  relativa  a  Cristóbal  Colón,  de  que  se  hizo 
relación  arriba  al  hablar  del  Almirante  descubridor. 

10,  *  Washington  Irving— V/cía  y  viaje  de  Colón.  Publi- 
cóla en  su  idioma  inglés  en  1829,  traducida  en  1859.  Santiago. 

Viajes  de  los  compañeros  de  Co/ón..  Edición  inglesa,  París, 
1831;  francesa,  Tours,  1839. 

xr.  Lallement.  Historia  de  la  República  de  Colombia, 
1827. 


(1)  Parece  que  en  Quito  no  se  han  publicado  sino  dos  o  tres  tra- 
bajos de  Caldas,  en  folletos  separados.  También  publicó  E.  Posada 
el  tomo  Carias  de  Caldas,  vol.  xv  de  la  Biblioteca  de  Historia  Na- 
cional—(Nota  del  Boletín). 


334  BOLETÍN    DE   HISTORIA    Y    ANTIGÜEDADES 


12.  Reperiorio  Americako.  \%2q— Miscelánea  de  artes, 
ciencias  y  literatura,  trabajado  en  Londres  por  una  sociedad  de 
distinguidos  literatos  americanos  y  españoles.  Cuatro  volúme- 
nes en  8.° 

T3.  Wir.LiAM  Prescott  (i 796- i 859)— Aunque  no  escribió 
sobre  la  Nueva  Granada,  observa  Joaquín  Acosta  que  «sus  escri- 
tos son  indispensables  al  que  quiera  conocer  el  estado  de  los  co- 
nocimientos de  lus  modernos  respecto  déla  historia  de  América, 
independientemente  de  su  excelencia  como  libros  históricos.» 
1836,  44  y  47.  Es  notable  por  la  imparcialidad  con  que  escribió: 
siendo  inglés  y  protestante  hizo  justicia  a  España  y  la  Iglesia  Ca- 
tólica. 

14.  Juan  José  Nieto.  Geografía  histórica,  estadística  y  local 
de  la  Provincia  de  Cartagena,  República  de  la  Nueva  Granada. 
Contiene  un  bosquejo  de  su  descubrimiento  y  revolución,  notas  y 
series  cronológicas  de  los  gobernadores  y  prelados  eclesiásticos 
desde  la  conquista  hasta  nuestros  días,  etc.  Publicóse  en  Carta- 
gena en  1839;  era  poco  ccnocida  esta  obra  cuando  el  Centro  de 
la  Historia  de  la  misma  ciudad  resolvió  publicarla  en  1918,  en 
el  Boletín  Historial  número  34.  Comprende  el  Departamento  del 
Atlántico  y  el  actual  Departamento  de  Bolívar,  menos  las  Provin- 
cias de  Mompósy  Magangué,  que  formaban  casa  aparte  a  la  sazón. 
El  General  Nieto  (1804- 1866),  nacido  en  Tubará  (Cantón  de  Ba- 
rranquilla),  fue  militar  y  político  de  mucha  nombiadía  en  su  época. 
Vivió,  casó  y  murió  en  Cartagena.  Para  su  obra  histórica  se  apro- 
vechó de  los  manuscritos  de  don  Francisco  Escudero  Gilón.  y  el 
Obispo    Peredo. 

15.  José  CoROLEu — América,  historia  de  su  colonización, 
dominación  o  independencia  (citada  por  Ibáñez). 

i<^.  *  Henri  Terneaux  CoMFAns—Voyages,  relationes  et 
memoires  origeneaux  pour  servir  a  Vüistoire  de  la  decouveri 
de  PAmerique.  PárU  1837. 

Essai  sur  I' anden  Cundinemarque.  Recuil  ■  de  documents 
et  momoires  origenaux  sur  l'histoire  des  posessions  espagnoles 
dans  VAmerique,  a  divers  époques  de  la  conquéte.  Dos  tomos  en 
un  volumen  en  8  "  (Catálogo  de  Autores).  Lo  cita  varias  veces  Ibá- 
ñez en  sus  CrÓAZ/CflS  de  Bogotá.  París.  1852.  Terneaux  Compans 
fue  grande  y  generoso  ^migo  de  las  letras;  como  tal  le  prestó  ser- 
vicios en  París  a  nuestro  historiador  Acosta. 

17.  *  John  Bakrow.  The  Life,  voyagesand  exploits  of  ad- 
miral  Sir  Francis  Drake — London.  1842.  Debe  tener  interés  esta 

obra  para  la  historia  de  Cartagena. 

18.  M.a.nuelJosé  de  Quintana  (1772  a  1857) — Vidas  de 
los  españoles  célebres:  Pizarro,  Balboa,  fray  Bartolomé  de  las 
Casas,  etc.  D"s  tomos  en  un  volumen  en  8.°,  publicado  en  España 
en  1801  el  primer  tomo,  y  ios  dos  en  París,  Baudry,  1845.  ^'E' 
nombre  de  Quintana  será  siempre  grato  a  los  americanos.  Su  plu- 
ma humana  y  ñlosófica  ha  logrado  sacudir  las  preocupacit)nes 
mezquinas,  añejas  y  extravagantes  de   que  no  están    libres  ni  Na- 


HISTORIADORES  DEL  NUEVO  REINO  DE  GRANADA      335 


varrete  ni  casi  ninguno  de  los  historiadores  españoles.  Rinde  ho- 
menaje a  la  virtud  dondequiera  que  la  encuentra,  castiga  y  re- 
prueba el  vicio  y  la  crueldad,  sin  averiguar  de  dónde  es  oriundo 
el  que  manifiesta  tan  menguadas  cualidades,  ni  pretende  excu- 
sarlas o  encubrirlas  cuando  se  hallan  en  pechos  españoles.  No 
tememos  en  señalar  a  Quintana  como  el  modelo  de  los  historia- 
dores honrados  y  justos,  a  la  par  que  es  investigador  escrupuloso 
de  la  verdad  y  escritor  ameno  y  elegante.»  (Acosta). 

19.  *  Coronel  Joaquín  Agosta  (1800  1852; —  Compendio 
Histórico  del  Descubrimiento  y  colonización  de  la  Nueva  Gra- 
nada, en  el  siglo  decimosexto.  París,  1848.  Mucho  debe  la  his- 
toria patria  a  este  investigador,  primer  granadino  del  siglo  xix  que 
impulsó  los  estudios  historiales,  registró  archivos  en  la  madre 
patria,  descubrió  libros  inéditos  y  documentos,  cuya  lista  publicó 
al  ñnal  de  su  obra.  Fue  hombre  versado  en  varios  ramos  del  sa- 
ber humano,  militar  y  diplomático. 

20.  Semanario  de  la  Nueva  Granada  —  Miscelánea  de 
ciencias,  literatura,  artes  e  industrias,  publicada  por  una  Sociedad 
de  patriotas  granadinas,  bajo  la  dirección  de  Francisco  José  de  Cal- 
das. Nueva  edición  publicada  en  París  en  1849,  poi  el  Coronel 
Joaquín  Acosta  y  A.  Lassere.  Además  de  algunos  escritos  del  sa- 
bio Caldas,  de  carácter  histórico,  o  útiles  a  la  historia,  los  con- 
tiene también  de  José  Manuel  Restrepo,  Joaquín  Camacho,  José 
María  Salazar  y  los  presbíteros,  Eloy  Valenzuela,  Francisco  Mos- 
quera, Nicolás  Mauricio  Umafia,    ilustre  constelación  de  proceres. 

21.  JosE  Antonio  DE  Flaza— Memorias  paro  la  Historia 
de  la  Nueva  Granada  desde  su  descubrimiento  hasta  el  20  de 
julio  de  /S/O,  terminadas  en  1848  y  publicadas  en  Bogotá  en 
185c,  un  tomo. 

22.  •  EzEQuiEL  Uricoechea —  Memorios  sobre  las  anti- 
güedades neogranadinas.  Berlín,  1854. 

23.  •  J.  Antonio  García  v  García — Relación  de  los  Vi- 
rreyes el  Nuevo  Reino  de  Granada.  Nueva  York,  1869. 

24.  *  José  Manuel  Groot.  (1800-1878) — Historia  Eclesiás- 
tica y  Civil  déla  Nueva  Granada. Bogotá,  primera  edición,  1869; 

segunda,  1889,  reimpresa  por  Medardo  Rivas,  aumentada  y  corre- 
gida. Cinco  volúmenes  en  4."  Su  lectura  es  muy  amena  y  el  len- 
guaje hermoso. 

25.  José  María  Vergapa  y  Vergara — Literato  de  prime- 
ra éntrelos  colombianos  (1831-1872), — Cuadro  Cronológico  de 
los  soberanos  y  magistrados  de  la  Nueva  Granada,  desde  los 
Zipas  hasta  nuestros  días,  1866.  En  asocio. del  señor  don'Tulio 
Samper  Grau  formamo.«  un  cuadro  de  lo  mismo,  sin  saber  que 
existía  el  de  Vergara  y  Vergara.  el  cual  debe  ser  inferior  al  nues- 
tro en  exactitud,  noticias  y  pormenores. 

Historia  de  la  literatura  neogranadina.  Publicó  Vergara  y 
Vergara  el  primer  tomo  o  primera  paite  en  1867,  en  Bogotá,  y 
dejó  inédita  la  segunda;  su  hijo,  el  presbítero  Vergara,  publicó  la 
obra  completa,   en  España,   1906.  «El  señor  Vergara, — dice  J.  J. 


336  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Borda  en  la  biografía, — conocedor,  como  muy  pocos,  de  nuestra 
historia,  se  ha  apoderado  de  los  principales  episodios  de  ella,  y  con 
distintas  novelas  ha  formado  un  todo  notable  por  las  bellezas  de 
imaginación  y  por  el  fondo  de  verdad  histórica.» 

26.  *  Jerónimo  de  Mendieta— ///sfor/a  Eclesiástica  de  las 
Indias.  Méjico,  1870.  Parece  ser  esta  la  fecha  de  una  edición  de 
obra  de  otro  siglo.  El  Catálogo  de  la  Biblioteca  Nacional  la  pone 
en  la  Sección  de  Religión. 

27.  *  Pío  Bonifacio  Gams,  benedictino — Series  Episcopo- 
rum.  Ratisbona,  1^73.  Decisiva  esta  obra  para  saber  la  serie  cro- 
nológica de  los  obispos,  comenzando  por  el  primero  de  cada  dió- 
cesis, por  haber  sido  tomados    los  datos  del   archivo  del  Vaticano. 

28.  José  María  Quijano  Otero  (1836  a  1884)  — Gran  es- 
tudioso e  investigador  de  la  historia  patria,  buscó  documentos  en 
las  bibliotecas  de  España,  especialmente  en  las  de  Sevilla  y  Siman- 
cas; logró  reunir  una  excelente  biblioteca  de  obras  americanas,  que 
después  de  su  muerte  compró  el  gobierno,  y  forma  parte  de  la  Bi- 
blioteca Nacional.  Escribió  nm  Memoria  histórica  sobre  límites 
entre  el  Imperio  del  Brasil  y  la  República  de  Colombia.  Com- 
pendio de  la  Historia  Patria,  que  sirvió  mucho  tiempo  de  texto, 
algo  extenso  para    escuelas   primarias  y  escaso    para  secundarios. 

29.  *  José  Joaquín  Borda. — Historia  de  la  Compañía  de 
Jesús  en  la  Nueva  Granada.   Poissy,   1872,   dos  tomos  en  8." 

menor,  con  prólogo  de  Vergara  y  Vergara.  «El  sei^or  Borda  fue  el 

primero  que  escribió  y  publicó  la  Historia  de  Colombia  contada 

a  los  niños,  libro  que  por  mucho  tiempo  fue  texto  de  enseñanza  en 
la  mayor  parte  de  los  colegios  de  la  República,  y  ha  llegado  a  la 
novena  edición.»  (Hermano  Luis  Gonzigd,  Efemérides  Colom- 
bianas).  Nació  en  Tunja  en  1835,  y  murió  en  Bogotá  en  1878, 

30.  J.  Miguel  Lobo  -  Historia  general  de  las  antiguas  co- 
lonias hispanoamericanas.  ^  citada  por  Ibáñez)  3  volúmenes  en  8.0 
Madrid,  1875. 

31.  «)  Francisco  Javier   Hkrnáez,  S.  J. — Colección  de  las 
Bulas,  Breves  y  otros  documentos  relativos  a   la  Iglesia  de 

América  y  Filipinas.  Dispuesta,  anotada  e  ilustrada  por  el  Padre 
Francisco   Javier  Hernáez,   de    la  Compañía  de   Jesús.    Bruselas, 

1879.  Obra  importante  para  la  historia  eclesiástica  de  todos  los 
países  americanos. 

32.  *  César  Coronado  Guzmán — Historia  General  de  la 
América  desde  el  descubrimiento  hasta  nuestros  días.  París. 

1880.  Obra  pequeña,  simple  compendito. 

33.*  Manuel  Briceño— Los  Comuneros:  Historia  déla 
Insurrección  de  1781,  por  Manuel  Briceño.  Bogotá,  imprenta  de 
Silvestre  y  Compañía,  188 1.  Véase  el  juicio  crítico  de  esta  obra  por 
Carlos  Martínez  Silva,  en  el  Repertorio  Colombiano,  mayo  de 
1881, 

34,  Doctor  Manuel  Uribe  Ángel.  i88i.— Geografía  general 
y  compendio  histórico  de  la  Conquista  del  Estado  de  Antioquia 
en  Colombia  (hoy  Departamentos  de  Antioquia  y  Caldas),  obra  de 


HISTORIADORES  DEL  NUEVO  REINO  DE  GRANADA     337 


783  páginas  en  4°,  publicada  en  París,  con  xxxiv láminas  litogra- 
fiadas en  Berlín  de  objetos  arqueológicos  de  cerámica,  piedra, 
tumbaga  y  oro,  y  un  mapa  de  Antioquia  al  tiempo  de  su  descu- 
brimiento y  conquista.  «La  tercera  parte  contiene  algunos  datos 
históricos  sobre  los  aborígenes  antioqueños,  algo  sobre  arqueo- 
logía y  etnografía,  una  noticia  sobre  la  situación  y  carácter  del 
pueblo  conquistador,  y  la  historia  cronológica  de  la  conquista  hasta 
que,  concluida  ésta,  entra  la  época  de  la  Colonia,»  como  lo  dice 
en  su  Advertencia  Preliminar.  En  la  segunda  parte.  Geografía 
descriptiva^  cada  ciudad  o  pueblo  tiene  descrita  su   historia. 

35.  Papel  Periódico  Ilustrado — Notabilísima  revista  di- 
rigida por  Alberto  Urdaneta,  de  agosto  de  1881  a  mayo  de  i838, 
de  la  cual  se  formaron  cinco  volúmenes  muy  apreciados;  en  ella 
se  encuentran  artículos  importantes  sobre  temas  de  historia  colo- 
nial, por  notables  historiadores  de  la  época  de  la  revista. 

36.  Juan  Pablo  Restrepo— ¿a  Iglesia  y  el  Estado  en  Co- 
lombia, 1881.  Aunque  es  obra  de  jurisprudencia  y  polémica 
religiosa,  en  favor  de  los  derechos  de  la  iglesia  católica,  contiene 
muchos  datos  históricos  importantes.  Publicada  en  Londres  por 
Emiliano  Isaza  en  1885.  Com;;e/2í//í7  í/fi  Historia  Patria,  Bogotá, 
1891,1  preciosa  obrita  por  orden  de  cronologías,  que  está  escrita 
con  fechas  marginales  en  cada  página.  Don  Juan  Pablo  Restrepo 
dejó  inéditos  copiosos  manuscritos  sobre  historia  colonial,  especial- 
mente relativos  a  la  obra  de  las  misiones. 

37.  *  Liborio  Zerda — El  Dorado,  estudio  histórico  etnográ- 
fico y   arqueológico  de  los  chibchas  y  otras   tribus.  Bogotá, 

1883. 

38.  Soledad  Agosta  de  S amper — Biografía  de  Hombres 
ilustres  y  notables  de  la  época  del  descubrimiento,  conquista  y 
colonización  de  Colombia.  Bogotá,  1883.  Los  Piratas  en  Carta- 
gena, Bogotá,  1886.  La  mujer  española  en  Santafé  de  Bogotá. 

39.  Carlos  Benedetti,  cartagenero — Historia  de  Colombia. 
Se  han  hecho  dos  ediciones,  la  segunda  1887,  en  Lima,  donde 
residió  muchos  años  y  murió  este  autor.  Comprende  las  tres  nacio- 
nes que  la  historia  llama  la  Gran  Colombia  (Nueva  Granada,  Vene- 
zuela y  Ecuador);  es  compendio  escrito  con  criterio  partidarista, 
no  se  esconde  la  heterodoxia  del  autor,  su  espíritu  antirreligioso. 
Como  obra  histórica  no  vale  gran  cosa,  es  insulsa  y  errada  en 
muchas  partes. 

40.  *  José  P.  Urueta — Cartagena  y  sus  cercanías.  Cartage- 
na, 1886.  Documentos  para  la  historia  de  Cartagena,  compilados 
por  José  Urueta,  historiógrafo  del  Departamento  de  Bolívar. 
Edición  oficial.  Cartagena  1888.  Dos  tomos. 

41.  Manuel  Ezequiel  CoRRAL^s—Recíificacíones  a  la  obra 
•Cartagena  y  sus  cercanías  del  doctor  José  P.  Urueta.»  Bogotá, 
1887.  Efemérides  y  Anales  del  Estado  de  Bolívar,  tres  tomos. 
Bogotá,  1889. 

43.  *  Eduardo  G.  de  Vi^^krs— Documentos  para  la  his- 
toria del  Departamento  de  Bolívar.  Cartagena,  1889. 

xTv— 22 


338  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


43.  RosELLiDE  LoRGUE—  Vida  del  Almirante  Cristóbal  Colón. 
La  mejor  y  más  extensa  que  se  ha  escrito.  Está  traducida  del 
francés. 

44.  Enrique  Alvarez  BomLLA— Compendio  de  Historia 
Patria,  1898.  Reemplazó  el  texto  de  Quijano  Otero  en  las  escue- 
las primarias. 

45.  Heliodoro  Peña  -  Geografía  e  Historia  de  la  Provin- 
cia delQuindio,  1892. 

46.  §  Ricardo  Cappa,  S.  J.—  Colón  y  los  Españoles,  estudios 
críticos  acerca  de  la  dominación  española  en  América,  siete  tomos. 
Fueron  publicados  cuando  se  preparaba  la  celebración  del  4," 
centenario  del  descubrimiento,  1892. 

47.  Antonio  B.  Cuervo,  hijo  del  céiebre  don  Rufino  Cuervo, 
murió  en  1893 — Resumen  déla  Geografía  histórica, política,  es- 
tadística y  descriptiva  de  la  Nueva  Granada.  Colección  de  do- 
cumentos inéditos  sobre  la  geografía  y  la  historia  de  Colom- 
bia, recopiladas  por  Antonio  B.  Cuervo  durante  su  permanencia 
en  España  como  Ministro  de  Colombia.  Dos  tomos.  Bogotá,  1892. 
«Obra  importantísima,  laboriosa  y  de  utilidad  incontestable,»  la 
llamó  Isidoro  Laverde  Amaya. 

48.  *  Vicente  Restrepo— i4f/^5  arqueológico.  París,  1893. 
Los  Chibchas  antes  de  la  Conquista.  Bogotá,  1895,  interesan- 
tes y  eruditas  obras  para  la  historia  precolombina.  Estudios  SObre 
las  minas  de  oro  y  plata  de  Colombia.  Hemos  encontrado  en 
esta  obra  de  mineralogía  mucho  acopio  de  historia  colonial  de  las 
minas  y  metales. 

49.  José  C.  Alarcón—  Compendio  de  Historia  del  Departa- 
mento del  Madaglena,  desde  1525  hasta  1895;  año  de  su  pu- 
blicación, 1898;  no  dice  dónde,  ni  tiene  pie  de  imprenta,  pero  fue 
en  Santa  Marta,  y  al  parecer  por  el  aparte  final,  en  la  de  don 
Pedro  Antonio  Infante.  Contiene  suficiente  historia  de  la  antigua 
Provincia  de  Santa  Marta,  que  abarca  lo  que  es  hoy  Departamen- 
to del  Magdalena. 

Daniel  Brinton— La  raza  americana:  clasificación  lingüista 
y  descripción  etnográfica  de  las  tribus  naturales  de  la  América 
del  Norte  y  la  del  Sur  (en  inglés).  Eminente  lingüista  lo  lla- 
ma V.  Restrepo. 

SIGLO  XX 

1.  Alvaro  Restrepo  Euse  (antioqueño) — Diccionario  Histó- 
rico de  la  Colonia.  Historia  de  Antioquia,  1903. 

2.  Posada  e  Ibáñez.  Los  Comuneros.  Un  volumen  en  8.", 
1905.  Es  el  tomo  iv  de  la  Biblioteca  de  Historia  Nacional.  Con- 
tiene varios  estudios  sobre  esta  revolución  del  siglo  xviii. 

3.  Julio  C.  Salas,  profesor  de  Sociología  en  la  Universidad  de 
Mérida  (Venezuela)— Etnología  e  Historia  de  Tierra  Firme  (Ve- 
nezuela y  Colombia),  Madrid,  Editorial  América.  No  dice  la  fe- 
cha de  la  impresión,  pero  fue  escrita  en  1908.  Interesantísima  obra; 


HISTORIADORES  DEL  NUEVO  REINO  DE  GRANADA     339 


en  ella  demuestra  la  unidad  de  origen  de    la  raza   indígena  y  com- 
bate la  escuela  transforrnista  o  de  tribus  autóctonas. 

4.  Diego  Mewoza— Expedición  botánica  de  José  Celestino 
Mutis  al  Nuevo  Reino  de  Granada  y  Memorias  inéditas  de 
Francisco  José  de  Caldas.  Madrid,  1909.  «Este  volumen  con- 
tiene algunos  documentos  ilustrativos  del  desarrollo  intelectual  de 
Colombia,»  comienza  diciendo  el  compilador, 

5.  §  Reverendo  Padre  fray  Bernardino  Almansa— /?e/a' 
ción  histórica  de  la  Provincia  de  Franciscanos  en  la  Nueva 
Granada. 

ó^Gabriel  Arango  Metía — Genealogías  de  familias  an- 
tioqueñas.  Medellín,  mcmxi.  Comienza  coa  una  simpática  por- 
tada de  estilo  arcaico,  en  que  campea  grabado  el  escudo  d?  la 
villa  de  la  Candelaria  de  Medellín.  Este  libro  es*  «fruto  de  veinte 
años  de  paciente  labor,»  dice  el  propio  autor  en  la  primera  línea. 
Lo  escribió  para  honra  y  gloria  de  su  pueblo  y  de  su  raza  y  para 
probar  a  muchos  que  sí  es  la  raza  antioqueña  de  casta  limpia  es- 
pañola. Consta  de  dos  partes:  en  la  primera  se  registran,  por  or- 
den alfabético,  los  apellidos  de  las  cabezas  de  familia  de  origen 
español  que  vinieron  a  Antioquia  de  1540  a  18 10;  y  en  la  segun- 
da, los  de  le*  descendientes  de  los  pobladores. 

7.  Luis  Orjuela — Minuta  Zipaquireña,  «erudito  y  ameno 
libro.»  lo  llama  Ibáñez. 

8.  Antonino  Olano.  Popayán  en  la  Colonia. 

.  g.  §  Fray  Pedro  Fabo,  agustino  descalzo,  español,  que  ha 
residido  en  Colombia  muchos  años,  y  literato.  Restauración  de  la 
Provincia  de  la  Candelaria,  libro  que  publicó  en  Bogotá  en  igii , 
para  seguirlo  luego  de  su  Historia  de  la  Provincia  de  la  Cande- 
laria, que  sacó  a  luz  en  Madrid,  en  dos  grandes  volúmenes  y  que 
es  una  especie  de  ampliación  de  la  primera.  «Conectada  como  está 
y  de  una  manera  tan  íntima,  nuestra  historia  política  con  la  re- 
ligiosa, especialmente  en  los  tiempos  coloniales,  y  habiendo  toma- 
do la  orden  de  San  Agustín  un  puesto  tan  distinguido  en  nuestros 
anales,  ya  como  colonizadora,  catequizadora,  educadora,  etc.,  pare- 
ce excusado  decir  que  tales  obras  son  monumentos  de  grande  utili- 
dad para  estudios  de  los  viejos  tiempos  coloniales,  y  que  en  sus 
páginas  se  hallan  grandes  enseñanzas  y  ricos  veneros  que  no  pue- 
de despreciar  el  historiador  moderno.»  {Archivo  Historial  de  Ma- 
nizales,  año  11,  número  24). 

10.  Doctor  Pedro  María  IbáSbz,  ex-Secretario  y  miembro 
de  número  de  la  Academia  Nacional  de  Medicina  y  Secretario 
Perpetuo  de  la  Academia  Nacional  de  Historia,  etc.,  que  ayudó  a 
fundar — Crónicas  de  Bogotá.  Segunda  edición,  notablemente  au- 
mentada con  numerosas  ilustraciones,  Bogotá,  Imprenta  Nacional, 
tomo  I,  1913;  tomo  11,  1915;  tomo  iii,  1916;  tomo  IV,  1923. 
Volúmenes  x,  xi,  xii  y  xxxi  de  la  Biblioteca  de  Historia  Nacional, 
Contienen  los  dos  primeros  tomos  la  historia  de  los  primeros  años 
de  la  capital  y  la  de  los  días  coloniales,  con  muchos  grabados. 

11.  HENAoy  Arrubla— //ís/ona  de  Colombia  parala  en- 
señanza secundaria,  por  Jesús  María  Henao  y  Gerardo   Arrubla, 


340  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


individuos  de  número  de  la  Academia  Nacional  de  Historia.  Dos 
tomos.  Bogotá,  191 1.  El  primero  trata  del  «Descubrimiento.  Orí- 
genes americanos.  La  conquista.  El  régimen  colonia!.»  Antes  ha- 
bían publicado  un  Compendio,  que  sirve  de  texto  en  las  escuelas 
primarias,  y  reemplazó  en  muchas  al  de  Alvarez  Bonilla. 

12.  Uruetay  PiSeres—  Cartagena  y  sus  cercanías,  por 
José  P.  Urueta,  segunda  edición,  cuidadosamente  corregida,  no- 
tablemente aumentada  por  Eduardo  G.  de  Piñeres.  Cartagena, 
I9ir. 

13.  [aime  Arroyo -Historia  de  la  Gobernación  de  Pgpayán. 
Edición  anotada  por  Antonino  Olano  y  Miguel  Arroyo  Diez. 

14.  Ernesto  Restrepo  Tirado,  individuo  de  número  de  la 
Academia  Nacional  de  Historia— Los  Qüimbayas.  Ensayo  Etno- 
gráfico y  Arqueológico  de  la  Provincia  de  los  Qüimbayas  en 
el  Nuevo  Reino  de  Granada.  Un  folleto,  Bogotá,  Imprenta  Na- 
cional, 191 2.  Útilísimo  para  el  estndio  de  la  prehistoria  americana. 
Descubrimiento  y  conquista  de  Colombia.  Bogotá,  Imprenta  Na- 
cional, dos  tomos  en  4°,  19 19,  Don  Enrique  Otero  D'Costa,  cuyo 
juicio  es  autorizado,  reputa  esta  obra  como  «una  de  las  mejores 
escritas  en  su  género  en  Hispano  América,  y  la  mejor  sin  disputa 
entre  las  que  se  han  compuesto  sobre  nuestros  ciclos»conquistado- 
res.»  (Archivo  Historial  de  Manizales,  volumen  i,  página  502^. 
Restrepo  Tirado  es  constante  colaborador  del  Boletín  de  Historia 
y  Antigüedades. 

15.  §  Presbítero  Gonzalo Uribe  Villegas — Los  Arzobispos- 
y  Obispos  colombianos  desde  la  Colonia  hasta  nuestros  días, 
por  Gonzalo  Uribe  Villegas,  presbítero,  19 19.  Esta  importante 
obra,  de  más  de  ochocientas  páginas,  contiene  el  estudio  biográ- 
fico de  todos  los  Prelados  que  han  gobernado  las  diócesis  colom- 
bianas, desde  la  colonia  hasta  los  tiempos  actuales  y  que  consti- 
tuye   la  historia  religiosa  y  civil  de  Colombia. 

16.  Phil  Hakspiel,  escritor  alemán  que  vivió  y  casó  en 
Bucaramanga,  donde  murió  en  1920 — Vida  cieniífíca  en  la  Nue- 
va Granada.  «Al  morir  dejó  una  abundante  obra  literaria  e  histó- 
rica sobre  asuntos  nacionales,  de  sumo  interés  y  gran  amenidad.» 
Cítala  Otero  D'Costa  en  la  Harmónica  vida  del  Reverendo  Padre 
Eloy  de  Valenzuela,  publicada  en  el  número  24  del  año  11  del 
Archivo  Historial  de  Manizales. 

17.  §  Reverendo  Padre  fray  Marcelino  Ganüza,  agustino, 
recoleto — Monografía  de  las  Misiones  vivas  de  agustinos  recole- 
tos (candelarios)  en  Colombia.  Siglos  xvii-xx.  Tomo  i,  en  4.°  Bo- 
gotá, Imprenta  de  San  Bernardo,  mcmxx. 

18.  Carlos  Cuervo  Mi.KQUEZ—f'sfí/cííOS  Arqueológicos  y  Et- 
nográficos de  americanos.  (Prehistoria  y  viajes  americanos^.  Dos 
tomos.  Editorial  América,  Madrid,  1920.  El  sefíor  Cuervo  Már- 
quez, hombre  de  ciencias  y  de  Estado,  es  miembro  de  número  de 
la  Academia  Nacional  de  Historia. 

19.  Eduardo  Posada — Cofundador  y  primer  Presidente  de 
la  Academia  Nacional   de  Historia,   actual   Secretario  Perpetuo, 


HISTORIADORES  DEL  NUEVO  REINO  DE  GRANADA     341 


Ha  escrito  numeroso  artículos  en  el  Boletín  de  Historia  y  Anti- 
güedades, y  los  siguientes  libros:  Obras  de  Caldas,  en  que  ha 
recopilado  todos  los  trabajos  científicos  de  este  sabio.  Cartas  de 
Caldas,  recopiladas  en  abundancia.  Son  los  tomos  ix  y  xv  de  la 
Biblioteca  de  Historia  Nacional,  Bibliografía  Bogotana.  Tenaz 
investigación  de  todo  libro,  folleto,  cuadernito  u  hoja  suelta  pu- 
blicada en  Bogotá  desde  que  los  jesuítas  introdujeron  la  primera 
imprenta.  ^Volumen  xvi  de  la  Biblioteca  de  Historia  Nacional^, 
1918.  Cronología  Colombiana  (inédita). 

20.  Hermano  Luis  Gonzaga.  ('Pacifico  Coral)  del  Instituto  de 
los  Hermanos  de  las  Escuelas  Cristianas—  Efemérides  Colombia- 
nas. Bogotá,  MCMXX.  Aunque  la  mayor  parte  de  estas  agradables 
efemérides  se  refieren  a  la  historia  de  la  guerra  de  la  Independen- 
cia y  tiempos  posteriores,  tiene  muchas  del  tiempo  anterior. 

2 1 .  Becker  y  Rivas  Groot— £■/  Nuevo  Reino  de  Granada  en 
el  siglo  XVIII,  por  don  Jerónimo  Becker,  de  la  Real  Academia  de 
la  Historia,  y  don  José  Maria  Rivas  Groot,  ex-Ministro  de  Instruc- 
ción Pública  en  Colombia,  Parte  primera.  Madrid,  mcmxxi.  Acaba 
de  aparecer  esta  cbra.  Además  de  las  obras  que  hemos  catalogado, 
deben  contarse  los  útilísimos  boletines  historiales  de  las  academias 
y  centros,  que  han  comenzado  en  este  siglo.  Boletín  de  Historia  y 
Antigüedades.  Órgano  de  la  Academia  de  Historia  Nacional; 
Director,  Pedro  María  Ibáñez,  Secretario  perpetuo.  Desde  sep- 
tiembre de  1902  hasta  febrero  de  1923,  lleva  publicados  161  nú- 
meros, que  forman  catorce  volúmenes.  Imprenta  Nacional,  Boletín 
Historial.  Órgano  del  Centro  de  Historia  de  Cartagena  de  In- 
dias; Director,  Generoso  Jaspe.  Llevaba  publicados,  desde  mayo 
de  1915  hasta  abril  de  1919,  48  húmeros,  que  forman  cuatro  tomos. 
Su  vida  es  muy  precaria  por  falta  de  apoyo  del  gobierno  depar- 
tamental. Archivo  Historial.  Órgano  del  Centro  de  Estudios  His- 
tóricos de  Manizales;  Director,  Enrique  Otero  D'Costa,  desde 
agosto  de  1919,  más  de  dos  volúmenes,  que  contienen  32  números. 


ÍNDICE  ALFABÉTICO 

Autores,  Sig-lo.        Número. 

Acosta  Joaquín XVIIl  19 

Acosta  José XVl  23 

Acosta  de  Samper XIX  38 

AlarcónJoséC „ XIX  49 

Alcedo  Antonio...^ - „ XVIII  22 

Almanzar XX  5 

Alvarez  Bonilla..... >..........»...............  XIX  44 

Aguado  Fernández  Pedro XVI  18 

Andagoya  Pascual...» XVI  25 

Anglería  Fz.  Pedro XVI  4 

Antúnez  Acebedo......... XVIII  8 

Arango  Mejía XX  6 


342 


BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Autores.  Siglo. 

Arroyo  Jaime XX 

Barcia  Andrés  González XVIII 

Barroso  John...~ « XIX 

Bastidas  Rodrigo XVI 

Becker  y  Rivas  Groóte XX 

Benedetti  Carlos XIX 

Benzoni  Jerónimo XVI 

Borda  José  Joaquín „ XIX 

Bricefto  Manuel XIX 

Bry  Teodoro XVII 

Buena  Maisson XVIII 

Caldas  Francisco  José XIX 

Cappa  Ricardo.... «...  XIX 

CassániJ.  B XVIII 

Castellanos  Juan XLI 

Caulín  Fz.  Antonio XVIII 

Cieza  de  León  Pedro XVI 

Cladera  Cristóbal XVIII 

Corolón  José XIX 

Colón  Cristóbal XV 

Coletti  Domingo XVIII 

Corrales  Manuel  Ezequiel XIX 

Correo  Curioso « XIX 

Cuervo  A.  B XIX. 

Cuervo  Márquez  Ci XX 

De  la  Rosa  Nicolás XVIII 

De  la  Torre  Miranda..... XVIII 

Depons  F XIX 

Duquesne  José  Domingo XVIII 

Duran  y  Díaz  Joaquín XVIII 

Epitome  de  la  Conquista XVI 

Fabo  Fray  Pedro XX 

Fernández  de  Enciso...., -....  XVI 

Fernández  de  Navarrete XIX 

Fernández  de  Oviedo XVI 

Fernández  de  Piedrahita XVII 

Flórez  de  Ocáriz XVII 

Freiré  Antonio. XVII 

Gama  Pío  Bonifacio XIX 

Ganuza  Fz.  Marcelino XX 

García  Gregorio XVIII 

García  del  Río  Juan XIX 

García  y  García  J.  Antonio XIX 

Garzón  de  Tahuste  Alonso XVII 

González  Barcia  Andrés. XVIII 

González  Dávila  Gil XVII 

Gomara  López  Francisco.... XVI 

Groot  José  Manuel XIX 


Número. 

13 
9 

17 
3 

21 

39 
19 
29 

33 

2 
28 

7 
46 

7 
21 

19 
8 

30 

I 

13 

2 

47 
18 

5 
21 

3 
31 
29 
12 

9 

5 

9 

II 

13 

15 

18 

27 

4 
6 

12 

9 
10 

»7 
24 


HISTORIADORES  DEL  NUEVO  REINO  DE  GRANADA     343 


Autores.  Siglo.        Número, 

Gumilla  José XVIIl  •         9 

Guzmán  César  C. XIX  32 

Hakspiel  Phil XIX  16 

Henao  y  Arrubla  ,. XX  11 

Heredia  Pedro XVI  6 

Hernández  Francisco  Javier... XIX  31 

Herrera  Antonio XVII  i 

Hojeda  Alonso XVI  i 

Humboldt  Alejandro XIX  8 

Ibáñez  P.  M XX  10 

Irving  Washington XIX  lo 

Jiménez  de  Quesada XVI 

Johnson  Charles XVIII  29 

Juan  Jorge , XVIII  16 

Julián  Antonio - XVIII  25 

Las  Casas  Bartolomé XVI  13 

La  Condamine ...~ ~...  XVIII  10 

Lactjuan ~ XVII  6 

Lallement » XIX  1 1 

Lebrija  Antonio » XVI  10 

Linaje  Veitia  José XVII  14. 

Lobo  José  Miguel ....« XIX  30 

López  de  Gomara XVI  17 

López  de  Velásquez ~..« XVI  16 

Lugo  Bernardo XVII  3 

Luis  Gonzaga  (Hei mano) XX  20 

Machuca  Fernando  Vargas. XVI  20 

Meléndez  Fz.  Juan...» XVII  ^9 

Menchaca  Roque ►....  XIX  4 

Mendieta  Jerónimo XIX  26 

Mendoza  Pérez  Diego ~ XX  4 

Miranda  Antonio XVIII  21 

Muriel  Moreili XVIII  19 

Muñoz  Juan  B XVIII  26 

Murillo  Pedro XVIII  ii 

Nadaillac  Marqués  de XIX 

Navarrete  Martin  Fernández XIX  o 

Nieto  Juan  José «...  XIX  14 

Novísima  Recopilación XVII  17 

Nueva  Recopilación XVI  22 

Nuix  Juan XVIII  2$ 

Ocáriz  Juan  Flórez XVII  15 

Ojeda  Alonso « XVI  1 

Olano  Antonio...- é. ....  ...........  XX  8 

Orjuela  Luis «... ...» XX  7 

Oviedo  González  Frz «..« »..„...  XVI 


IX 


Papel  Periódico  Ilustrado... XIX  36 

Parra  Fz.  Pedro  José. ......*. XVIII  24 


344 


BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Autorea.  Siglo. 

Paw xvni 

Peña  Heliodoro...« « * XIX 

Peredo  Obispo ^ «..«...  XVIII 

Piedrahita  (Obispo) XVII 

Pinelo  León XVII 

Piñeres  Eduardo «...  XIX 

Pizarro  y  Orellano  Fernando XVII 

Plaza  José  Antonio XIX 

Pombo  José  Ignacio XIX 

Posada  Eduardo XX 

Posada  e  Ibáfiez XX 

Prescott  Guillermo XIX 

Quesada  Gonzalo  Jiménez XVI 

Quij ano  Otero  J.  M XiX 

Quintana  Manuel  José..... XIX 

Repertorio  Americano XÍX 

Reclus  Eliseo XIX 

Recopilación  de  Indias XVI 

Restrepo  Cuse  Alvaro XX 

Restrepo  Juan  Pablo XIX 

Restrepo  Vicente XIX 

Restrepo  F.  Ernesto xX 

Ribero  Juan « XVIII 

Rivas  Groot  y  Becker XX 

Robertson  Guillermo XVIII 

Rodríguez  Socorro XIX 

Rodríguez  Manuel XVII 

Rodríguez  Fresle XVII 

Roselly  de  Lorgne. XIX 

Salas  Julio  C XX 

Santa  Cruz  Alonso XVI 

Scherer  Juan  Benoit XVIII 

Simón  Fz.  Pedro - XVII 

Solís XVII 

Solórzano...- XVII 

Terneaux  Compans XIX 

Torquemada XVIU 

Tonson XVIII 

Ulloa  Antonio « ,. XVIII 

Uribe  Ángel XIX 

Uribe  Villegas XX 

Uricoechea XIX 

Urueta  José  Pasos XIX 

Urueta  Piñeres...» .,..„.. XX 

Vargas  Machuca...» »..» XVI 

Veilia  Linaje XVII 

Velasco XXI 

Vergara  y  Vergara...» «...  XIX 


9y 


Númtro. 

15 

45 
16 

13 
16 

4« 
8 

2X 

5 
19 

-  2  ■ 
13 

15 
28 

18 

12 

13 

Z 

36 

48 

14 

3 
21 

27 
I 

9 

7 
43 

3 
14 
18 

14 
iz 

5 
16 

X 
Z2 
16 

34 

'5 
22 

40 

X2 
20 
14 

i6 
25 


INDICACIONES  PARA  EL  BUEN  GOBIERNO  345 


Autores.  Siglo.  Número. 

Vespucio...«......«..~ ........M XVI  2 

Zamora XVII  20 

Zerda  Liborio XIX  37 


Pedro  M,  RevollOy  Pbro. 


inOlCflCIOnES  para  Eh  BUED  GOBIERHO  (1) 

Representación  original  que  hace  a  Su  Magestad  el  Licencia- 
do Gonzalo  Ximenez  de  Quesada,  conquistador  de  las  provincias 
de  Santa  Marta  y  Nuevo  Reino  de  Granada,  que  contiene  treinta 
capítulos  todos  relativos  al  buen  gobierno  que  deberá  observarse 
en  dichas  provincias. 

Muy  poderoso  señor:  El  licenciado  Gongalo  Ximenez  de  Que- 
sada vecino  de  la  ciudad  de  Santa  Fee  en  el  Nuebo  Reyno  de  Gra- 
nada que  es  en  la  provincia  de  Santa  Marta  de  las  Indias  de  v.  a. 
como  uno  del  pueblo  y  como  principal  capitán  y 'conquistador  de 
las  dichas  probincias  y  Nuebo  Reyno  el  qual  conquiste  e  puse  de- 
baxo  de  la  obediencia  de  v.  m.  y  en  la  mejor  manera  que  de  dere- 
cho puedo  digo  que  en  la  dicha  provincia  y  Nuebo  Reyno  de  Gra- 
nada para  la  perpetuación  de  aquella  provincia  e  para  el  buen 
govierno  della  para  el  buen  tratamiento  de  los  yndios  naturales  de 
la  tierra  e  ansi  mismo  para  el  de  los  españoles  e  para  los  pueblos 
de  cristianos  que  alia  hay  hechos  son  menester  probeerse  algunas 
cosas  cumplideras  al  servicio  de  dios  y  de  v.  m.  y  al  bien  público 
y  particular  de  aquella  tierra  y  reino  y  de  los  que  en  ella  biben 
suplico  a  V.  m.  los  mande  probeer  las  quales  cosas  son  las  si- 
guientes. 

I.  primeramente  se  suplica  a  V.  m.  que  ávido  rrespeto  como 
la  dicha  probincia  de  Santa  Marta  es  muy  grande  y  como  desde  la 
ciudad  de  Santa  Marta  hasta  el  dicho  Nuebo  Reino  de  Granada  ay 
Jerca  de  docientas  e  cincuenta  leguas  y  todo  es  una  diócesis  y  un 
obispado  de  donde  se  sigue  que  los  cristianos  de  una  parte  y  de 
otra  no  pueden  estar  bien  regidos  ni  administrados  en  las  cosas 
espirituales  ni  el  tal  obispo  puede  entender  bien  en  la  conbersion 
de  los  yndios  de  la  una  parte  y  de  la  otra  que  se  suplique  a  su 
santidad  pues  ay  tanta  necesidad  dello  tenga  por  bien  de  hazer 
obispo  y  obispado  por  si  apartado  del  de  la  dicha  ciudad  de  Santa 
Marta  a  la  provincia  del  dicho  Nuebo  Reyno  el  qual  obispo  resida 
siempre  en  el  dicho  Nuebo  Reino  y  tenga  cuidado  de  sus  obejas. 


(1)  Enviado  este  documento  de  Sevilla  a  la  Academia  de"  Histo- 
ria por  el  señor  don  Lui8  Rubio  y  Moreno,  laborioso  e  inteligente 
investigador  del  yíríAíz/o  de  /»</ia;  quien  ha  esp>ecializado  sus  tra- 
bajos en  lo  relativo  a  nuestra  historia.  Debemos  también  a  él  el 
documento,  bien  curioso,  sobre  Juan  de  los  Barrios  que  apareció  en 
el  número  anterior. 


346  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


2.  ytem  se  suplica  a  v.  m.  que  por  cuanto  el  tiempo  que  yo 
gane  y  conquiste  el  dicho  Nuebo  Reyno  y  lo  poblé  de  pueblo  de 

cristianos  a  cada  pueblo  señale  e 
di  sus  términos  conocidos  como 
ojo  que  laabdiencia  lo  vea  y  consta  por  esta  escritura  que  pre- 
si  fuerebuena  la  cofirme  ysi  senjto  que  v.  m.  sea  servido  de 
no  haga  otra  partición  qua-  aprobar  y  confirmar  la  dicha  par- 
les les  pareciere.  ticion  de   términos  y   si  esto  no 

fuere  serbido  que  lo  sea  de  man- 
dallo  cometer  a  uno  de  los  oydo- 
res  que  ban  al  dicho  Nuebo  Reyno  o  a  todos  para  que  bean  la  dicha 
partición  de  términos  la  aprueben  y  confirmen  o  hagan  otra  por 
donde  se  guien  los  dichos  pueblos  y  por  donde  cada  un  pueblo 
tenga  sus  términos  conocidos  porque  de  otra  manera  seria  grande 
confusión  e  de  cualquier  delito  o  caso  acontecido  en  el  campo 
abria  gran  diferencia  entre  un  pueblo  e  otro  sobre  que  justicias  de 
aquellos  pueblos  abrían  de  conocer  de  los  dichos  delitos  y  causas 
y  asi  para  esto  como  para  otras  muchas  cosas  es  necesario  que 
cada  pueblo  despañoles  de  los  suso  dichos  tengan  sus  términos 
conocidos. 

3.  yten  se  suplica  a  v.  m.  que  por  quanto  quel  dicho  Nuebo 
Reyno  ay  minas  de  piedras  esmeraldas,  como  a  v.  m.  ya  le  es  noto- 
rio y  no  las  tiene  otro  principe  cristiano  ni  ynfiel  que  se  sepa,  las 
quales  piedras  los  yndios  naturales  de  la  dicha  tierra  sacan  con  ar- 
tificios e  ynstrumentos  e  otras  ordenes  que  muy   con9ertadamente 

para  ello  tienen  ordenado  lo  qual 
y  los  españoles  ovisen  de  hazer  e 
quel  presidente  e  oydores  in-  se  les  permitiese  ir  a  sacar  pie- 
formen  de  lo  que  le  paresce  dras  a  las  dichas  minas  dentro  de 
que  se  debe  hacer  y  que  entre  muy  breve  termino  las  dichas  mi- 
tanto  no  se  haga  nobedad  ni  ñas  quedarían  asoladas  y  perdidas 
agravio.  porque  asi  por  no  tener  la  orden 

ojo.  e  artificio   que  tienen  los   dichos 

yndios  para  sacarlas  como  por  la 
cobdÍ9Ía  que  generalmente  se  be 
en  los  españoles  en  toda»  las  yndias  por  sacarlas  syn  orden  ningu- 
na darian  con  todo  aquel  peda9o  de  montaña  donde  están  en  tie- 
rra y  las  desharían  y  hecharian  a  perder  de  manera  que  fuesen  más 
las  que  se  perdiesen  sin  comporacion  que  de  las  que  se  aprobecha- 
sen  demás  que  quedarían  las  dichas  minas  acabadas  y  agotadas 
para  siempre  jamas  sin  dexar  allí  a  naturaleza  produzír  mas  de 
aquel  fruto  que  solía  y  allende  desto  se  seguiría  otro  muy  grandí- 
simo daño  que  sería  el  alboroto  de  los  yndios  viendo  que  una  cosa 
tan  antigua  se  la  quitaban  e  acababan  que  no  les  dexaban  llebar  la 
orden  que  ellos  e  sus  pasados  tenían  o  tienen  en  el  sacar  de  las  di- 
chas piedras  especialmente  que  muchos  pueblos  de  yndios  de  los 
que  están  en  la  comarca  de  las  dichas  minas  no  biben  de  otra  cosa 
sino  de  sacar  e  tratar  las  dichas  piedras  con  otros  yndios  pojr  man- 
tenimientos o  por  otras  cosas  que  necesariamente   los  dichos  pue- 


INDICACIONES  PARA  EL  BUEN  GOBIERNO  347 


blos  habian  de  perecer  e  los  yndios  dellos  morirse  faltándoles  los 
dichos  tratos  que  v  m.  mande  dar  su  provisión  real  para  que  los 
dichos  españoles  no  entren  ni  saquen  piedras  preciosas  de  las  di- 
chas minas  de  esmeraldas  sino  que  libremente  se  las  dexen  tratar  y 
usar  a  los  yndios  como  hasta  agora  han  hecho  ellos  y  sus  pasados 
desde  antes  que  la  tierra  estuviese  debaxo  de  la  obediencia  de 
V.  m, 

4.  yten  se  suplica  a  v.  m.  que  de  su  probision  real  dirigida  a 
los  oficiales  del  dicho  Nuebo  Reyno  dándoles  en  ella  orden  como 
ayan  de  cobrar  los  quintos  a  v.  m.  pertenecientes  en  quanto  a  las 
piedras  esmeraldas  que  los  dichos  españoles  han  de  los  yndios  de 

sus  tributos  o  las  compran  de 
otros  yndios  por  que  hasta  agora 
que  se  embie  al  el  presidente  los  dichos  españoles  han  sido 
eoydores  la  relación  desteca-  muy  agraviados  en  el  quintar  de 
pitulo  para  que  la  vean  y  hor-  las  dichas  piedras  por  que  quin- 
denen  como  pareciere  que  tando  los  dichos  oficiales  una  pie- 
conviene  a  servicio  de  su  ma-  dra  o  dos  que  les  traen  a  quintar 
gestad  y  de  manera  que  las  las  aprecian  ellos  a  su  voluntad 
partes  no  sean  agrabiadas.  según  les  pare9e  yde  aquel  precio 

ojo.  -  hazen  pagar  el  quinto  al  dueño  de 

la  dicha  piedra  como  quiera  que 
los  dichos  oficiales  no  saben  ni 
están  espertos  en  el  valor  de  las  dichas  piedras  ni  son  lapidarios  ni 
oficiales  dello  y  asi  a  bulto  las  aprecian  a  precios  tan  excesibos 
que  como  es  notorio  vale  una  piedra  aya  diez  veces  mas  que  acá 
trayendola  de  aya  acá  para  vendella  y  aprobecharse  della  y  allende 
desto  si  traen  cinco  o  mas  piedras  para  quintar  como  aya  numero 
para  sacar  en  piedras  el  quinto  toman  una  los  dichos  oficiales  para 
v.  m,  que  vale  mas  que  todas  las  otras  que  quedan  quintadas  y  que 
otras  muchas  mas  e  asi  quintan  las  dichas  piedras  por  la  cantidad 
haviendose  den  quintar  por  la  calidad  que  v.  m.  mande  que  quan- 
do  las  dichas  piedras  se  quintaren  se  pongan  en  almoneda  y  en  el 
que  mas  diere  por  ellas  se  rematen  y  de  aquello  se  pague  el  quinto 
o  que  se  mande  a  los  dichos  oficiales  que  para  quintar  las  dichas 
piedras  llamen  ante  sy  dos  oficiales  plateros  lapidarios  que  con  ju- 
ramento declaren  el  valor  de  aquella  cosa  que  se  quinta  y  conforme 
a  lo  que  juraren  que  vale  se  pague  el  dicho  quinto  y  si  esto  no  pa- 
reciere a  V.  m,  que  de  otra  orden  qualqaiera  que  fuere  servido 
como  los  dichos  españoles  no  reciban  tan  notorio  agrabio. 

5.  yten  se  suplica  a  v.  m.  que  pues  es  costumbre  de  los  reyes  y 
especialmente  de  v.  m.  a  pobladores   de   tierras   nuevas   hazelles 

nuevas  mercedes  y  asi  en  la  ciu- 
dad  de   Santa  Marta  y  en  otras 
que  esta  bien  proueydo.  muchas  partes  y  lugares  de    las 

yndias  al  tiempo  que  se  poblaron 
de  españoles  les  hizo  v.  m.  mer- 
ced de  que  solaraente  pagasen  a  v.  m.  el  diezmo  del  oro  que  obie- 
sen  asi  de  los  yndios   como  de  minas  de   debaxo  de  la  tierra  que 
v.  m.  sea  servido  que  pues  el  dicho  Nuebo  Reyno   de  Granada  es 


348  BOLETÍN   DE  HISTORIA    Y   ANTIGÜEDADES 


nuebamente  ganado  en  los  moradores  del  sirvieron  en  el  descu- 
brimiento con  tanto  travajo  de  sus  personas  y  haziendas  de  que  del 
dicho  oro  no  paguen  mas  del  dicho  diezmo  e  ya  que  v.  m.  desto 
no  sea  servido  sino  que  se  pagne  el  quinto  enteramente  que  esto 
sea  del  oro  que  se  ha  de  los  tributos  de  los  dichos  yndios  o  de  otro 
cualquier  oro  que  se  oviere  encima  la  tierra  o  de  sepulturas  pero 
del  oro  que  se  saca  de  minas  con  tanto  travajo  y  costo  y  artificio 
que  sea  servido  de  mandar  que  se  lleve  siquiera  los  diez  años  pri- 
meros siguientes  tan  solamente  el  diezmo  como  v,  m.  lo  ha  man- 
dado hazer  en  muchas  otras  partes  de  las  yndias  porque  de  otra 
manera  con  las  costas  que  tiene  el  sacar  oro  de  minas  y  con  la 
paga  del  dicho  quinto  es  mas  la  costa  que  el  probecho  y  si  no  abra 
hombres  que  se  den  a  las  dichas  minas  y  perderá  v.  m.  muchos 
probechos  que  de  alli  se  le  podrían  seguir  e  asi  alibiando  a  los  es- 
pañoles la  costa  dar  se  y  an  muchos  mas  a  las  minas  y  lo  que  pare- 
ce se  perdia  por  un  cabo  se  ganaba  con  muy  grande  e9eso  por 
Otro, 

6.  yten  se  suplica  a  v.  m.  que  por  quanto  quando  yo  gane  el 
dicho  Nuebo  Reyno  quedo  y  sucedió  en  mi  lugar  y  oficio  Hernán 

Pérez  de  Quesada  mi  hermano  y 
luego  de  alli  a  poco  tiempo  fue  a 
que  no  ha  lugar.  descobrir  tierras  nuebas  mas  ade- 

lante del  dicho  Nuebo  Reyno  y 
como  pienso  que  v.  m.  sabe  y  le 
es  notorio  descubrió  cerca  de  dozientas  leguas  adelante  del  dicho 
Nuebo  Reyno  e  por  aquella  parte  que  yba  descubriendo  siempre 
hallo  pocas  poblaciones  y  mala  tierra  pobre  y  de  poca  comida  y  de 
poca  jente  hasta  que  al  cabo  cerca  de  las  dichas  docientas  leguas 
hallo  una  provincia  desyerta  y  casy  iniíbitable  donde  por  muchas 
leguas  dellas  ay  ynfinidad  de  arboles  de  especería  de  la  especia 
que  se  llama  canela  y  della  truxo  muestra  al  dicho  Nuebo  Reyno  la 
cuales  la  que  hasta  agora  benia  a  la  ciudad  del  quito  en  la  provin- 
cia del  Perú  por  contratación  de  yndios  de  pueblos  en  pueblos 
yasi  después  que  mi  hermano  la  descubrió  se  llama  la  dicha  pro- 
vincia la  Provincia  de  la  Canela  la  qual  es  tierra  muy  anegadiza  y 
de  ciénegas  y  con  rios  harto  crecidos  que  pasan  por  la  dicha  pro- 
vincia los  quales  por  la  derota  son  conocidamente  el  rio  del  mara- 
ñon  o  los  otros  rios  que  están  la  costa  abaxo  desde  el  dicho  rio  de 
Marañon  hazia  lo  de  la  provincia  de  Bene9uela  y  porque  asi  yo 
como  otros  muchos  conquistadores  y  pobladores  del  dicho  Nuebo 
Reyno  querrán  yr  a  la  dicha  probincia  alguna  temporada  o  algún 
año  a  aprobecharse  de  la  dicha  especia  y  cargar  della  para  embiar- 
la  en  españa  que  sera  cosa  tan  de  ymportancia  y  probechosa  para 
V.  m.  y  para  estos  sus  reynos  y  sy  los  que  asy  fuesen  oviesen  de 
bolber  al  dicho  nuebo  reyno  a  pagar  el  quinto  de  la  dicha  canela 
allende  de  que  seria  casi  ymposible  era  traer  muy  poca  cantidad  de 
la  dicha  especia  y  no  se  podrían  traer  seis  quintales  por  que  como 
a  V.  a.  le  es  notorio  alia  no  hay  bestias  de  carga  y  v.  m.  no  permi- 
te que  los  yndios  sean  cargados  fuera  de  su  provincia  quanto  mas 


INDICACIONES  PARA  EL  BUEN  GOBIERNO  349 


que  aunque  fuera  licito  cargallos  todavía  se  podia  traer  poca  can- 
tidad y  poco  probecho  abido  respeto  a  la  poca  carga  que  un  om- 
bre  puede  traer  sobre  sy  camino  tan  largo  y  a  que  los  yndios  mo- 
rirían en  el  dicho  Nuebo  Reyno  que  es  tierra  fría  y  fuera  de  la 
calidad  de  su  provincia  quanto  mas  que  los  dichos  yndios  son  muy 
pocos  en  la  dicha  provincia  y  desviados  con  hartas  leguas  donde 
están  los  dichos  arboles  de  la  canela  de  manera  que  es  yraposible 
bolber  con  las  dichas  cargas  de  especia  al  Nuebo  Reyno  a  quintalla 
con  los  oficiales  de  v.  m.  que  allí  residen  sino  que  necesariamente 
se  han  de  hazer  vergantines  en  los  dichos  ríos  que  pasan  por  la 
dicha  provincia  y  allí  cargallos  de  la  dicha  especia  y  benir  por  el 
dicho  rio  o  ríos  abaxo  a  la  mar  del  norte  que  bienen  a  salir  a  don- 
de he  dicho  que  v.  m.  sea  servido  que  aunque  los  dichos  con- 
quistadores no  buelban  al  dicho  Nuebo  Reyno  con  la  dicha  especia 
a  quintalla  no  incurran  en  pena  ninguna  por  ello  conque  en  lle- 
gando a  la  mar  del  norte  en  la  primera  gobernación  y  pueblo  don- 
de oviera  caxa  y  casa  de  oficiales  de  v.  m.  sea  obligados  a  quin- 
tallo  y  a  manifestallo  luego  o  señalando  para  ello  donde  luego  la 
ciudad  de  Santo  Domingo  que  es  lugar  cómodo  para  ello  donde 
bengan  a  parar  los  que  asy  truxeren  la  dicha  canela  pues  es  la  cosa 
de  calidad  que  en  ninguna  manera  se  puede  esconder  ni  desfrau- 
dar vuestros  derechos  reales. 

7,  yden  se  suplica  a  v.  m.  que  por  quanto  el  yr  a  coger  y  car- 
gar de  la  dicha  canela  es  cosa  de  mucho  trauajo  y  costa  de  mane- 
ra que  no  se  puede  /hazer  ninguna  jornada  que  cada  año  se 
hiziera  para  lo  suso  dicho  con  menos  de  quinze  o  veinte  mil  cas- 
tellanos a  lo  mas  poco  y  no  lo  puede  hazer  un  solo  conquistador 
sino  muchos  juntos  y  todos  con  gran  travajo  y  abentura  de  sus 
personas  y  así  mismo  con  grande  costa  de  sus  haziendas  que  v.  m. 
sea  servido  atento  lo  suso  dicho  que  a  donde  quiera  que  e  la  dicha 
especia  se  ovieren  de  pagar  los  derechos  a  vi  m.  pertenecientes 
no  sea  el  quinto  enteramente  sino  que  sea  servido  de  que  se  llebe 
de  derechos  el  dozabo  o  a  lo  menos  el  diezmo  de  la  dicha  especia 
y  aun  es  mucho  según  el  travajo  y  costa  y  otra  ynñnidad  de  peli- 
gros y  abenturas  que  tiene  el  yr  desde  el  dicho  nuebo  reyno  a 
cargai  della  a  la  dicha  provincia  de  la  canela. 

8.  yten  se  suplica  a  v.  m.  que  por  quanto  después  que  yo  salís 
del  dicho  Nuebo  Reyno  a  dar  quenta  a  v.  m.  de  como  le  había  ga- 
nado como  es  notorio  y  publico  se  han  hecho  en  el  dicho  Nuebo 
Reyno  por  los  conquistadores  y  otros  pobladores  españoles  muchos 
malos  tratamientos  a  yndios  asi  de  muertes  como  de  robos  y  cor- 
tamientos de  miembros  en  tanto  grado  que  es  espanto  dezillo  todo 
a  fin  de  que  les  diesen  oro  e  piedras  y  por  esta  causa  se  han  des- 
poblado muchos  pueblos  y  muertos  mucha  ynñnidad  de  yndios  y 

los   gobernadores  y  justicias  hor- 

dinarias  e  an  tenido  poco  cuydado 
que  la  audiencia  que  va  hará  de  castigar  semejantes  delitos  asi 
justicia.  por  que  no   escriban   ynformacio- 

nes  ni  relaciones  contra  ellos  a  v. 

m.  como  por  que  también  temien- 


350  BOLETÍN   DE  HISTORIA   Y    ANTIGÜEDADES 


do  no  ser  molestados  en  las  desidencias  por  los  mismos  conquista- 
dores y  por  estas  causas  y  otras  muchas  que  son  notorias  no  sola- 
mente los  governadores  y  justicias  no  castigan  los  dichos  delitos 
pero  aun  ellos  mismos  son  en  perpetrallos  y  en  hazer  las  dichas 
muertes  y  robos  y  otros  ynfinitos  géneros  de  delitos  como  en  la 
verdad  se  han  hecho  en  el  dicho  nuebo  reyno  que  v.  m.  sea  servi- 
do pues  esto  es  cosa  tan  yraportante  para  la  conserbación  de  aque- 
lla tierra  de  dar  su  juez  pesquisidor  para  que  a  costa  de  los  culpa- 
dos ba  y  castigue  a  los  delinquentes  en  los  dichos  delitos  y  mal 
tratamiento  de  yndios  y  ponga  en  orden  lo  de  aquella  tierra  de  ma- 
nera que  tengan  entendido  de  que  aqui  adelante  qualquiera  mal 
tratamiento  que  se  hiziere  a  yndios  ha  dPe  ser  luego  de  acá  con 
particular  diligencia  remediado. 

9.  yten  se  suplica  a  v.  m.  que  por  quanto  los   conquistadores 

y  los  otros  españoles  que  han  he- 
cho y  hazen  muertes  y  otros  malos 
que   hasta    lo   por   derecho         tratamientos  a  yndios  tienen   una 
proueydo.  cautela  y  es  esta  que  quando  sien- 

ten o  saben  que  biene  o  quiere 
benyr  oydores  y  audiencia  o  go- 
vernador  o  justicia  nueba  van  antes  los  alcaldes  hordinarios  que 
son  sus  compadres  y  amigos  y  naturales  de  los  mismos  pueblos 
como  ellos  y  fautores  de  los  mismos  delitos  y  aun  quiza  los  maes- 
tros y  causa  dellos  y  se  hacen  acusar  ante  ellos  y  lo  conciertan  asi 
entre  el  juez  y  las  partes  y  los  sentenciaban  penas  muy  libianas  a 
causa  que  quando  benieren  las  dichas  justifcias  nuebas  no  hallen 
manera  para  los  poder  castigar  diziendo  que  han  sido  ya  castiga- 
dos por  los  dichos  delitos  mostrando  para  ello  las  dichas  senten- 
cias pasadas  en  cosa  juzgada  que  v.  ra.  sea  servido  de  hazer  ley  e 
ordenanga  en  aquella  tierra  que  de  aqui  adelante  ninguna  cosa  que 
toque  a  muertes  o  otros  malos  tratamientos  de  yndios  pueda  pasar 
ni  pase  en  cosa  juzgada  a  lo  menos  las  sentencias  que  no  ovieren 
pasado  por  algunas  de  las  audiencias  reales  que  v.  m.  alia  tiene 
puestas  e  asy  mismo  v.  m.  al  pesquisidor  o  a  cualquier  otro  juez 
ordinario  que  destos  malos  tratamientos  deba  de  conocer  le  mande 
que  tome  y  bea  todos  los  procesos  hechos  por  Ins  dichos  alcaldes 
ordinarios  y  conosca  de  las  colusiones  que  en  ellos  se  han  hecho  e 
saque  de  rrayz  los  dichos  delitos  y  allende  de  castigallos  castigue 
asi  mismo  a  los  dichos  alcaldes  y  promutores  que  han  dado  causa 
a  las  dichas  colusiones. 

10.  yten  se  suplica  a  v.  m.  que  por  quanto  después  que  los  es- 

pañoles biben  en  el  dicho  Nuebo 
Reyno  los  dichos  yndios  han  des- 
que la  audiencia  lo  vea  y  viado  sus  pueblos  de  los  caminos 
prouean  lo  que  vieren  que  principales  que  van  de  los  unos 
conviene  al  buen  tratamien-  pueblos  de  cristianos  a  los  otros 
to  de  los  yndios  y  como  los  por  dexar  lugar  a  los  cristianos  y 
culpados  sean  castigados.  por  que  no  tengan  que  hazer  con 

ellos  ni  ser  molestados  dellos  y  les 


INDICACIONES  PARA  EL  BUEN  GOBIERNO  351 


ojo.  han   hecho   sus  casas  y  paraderos 

a  manera  de  ventas  e  syn  eijibargo 

desto  algunas  vezes  los  dichos  es- 
pañoles  se    apartan    del    camino 


prencipal  que  lleban  y  se  ban  a  los  pueblos  de  los  yndios  a  pedi- 
lles  comida  y  mantas  y  otras  cosas  y  a  tomalles  algo  sin  que  los 
dichos  yndios  lo  bean  y  aunque  lo  bean  como  son  tímidos  y  bo9a- 
les  no  osan  ni  tienen  yndustría  para  benir  a  quejarse  ante  la  justi- 
cia ni  las  mismas  justicias  lo  pueden  castigar  por  que  con  color  de 
dezir  que  no  se  íes  puede  prohibir  el  andar  por  do  quieren  con 
que  no  hagan  mal  a  nadie  le  paresce  están  seguros  que  v.  m.  sea 
servido  de  mandar  hazer  ordenan§a  y  ley  que  ningún  español  si  no 
fueren  los  que  tuvieren  yndios  encomendados  y  estos  solamente  a 
los  dichos  sus  yndios  encomendaros  no  puedan  yr  a  lugares  de 
yndios  ningunos  aunque  digan  que  ban  solamente  a  holgarse  o  a 
algún  mercado  que  se  haze  en  los  dichos  lugares  de  yndios  por 
que  entonces  es  muy  mas  peor  y  donde  mas  daño  se  espera  de  los 
dichos  españoles  egebto  yendo  los  dichos  españoles  a  los  dichos 
lugares  de  yndios  con  alguna  justicia  o  alguazil  del  dicho  nuebo 
rey  no, 

11.  yten  se  suplica  a  v.  m.  que  por  quanto  en  aquel  Nuebo 
Reyno  se  acostumbra  a  pedir  las  demoras  de  los  tributos  que  los 
yndios  pagan  en  quatro  en  quatro  meses  de  manera  que  lo  que  dan 

cada  año  es  en  tres  vezes  lo  qual 
es  perjuizio  y  escándalo  de  los  in- 
ojü — a  la  abdiencia  que  ha-  dios  por  que  como  son  vozales  y 
gan  la  tasación  de  los  tribu-  timidos  de  su  natural  están  muy 
tos  y  los  plazos  de  la  paga  sobresaltados  y  cansados  de  tan 
sean  con  el  menos  daño  de  corto  a  tan  corto  termino  espe- 
los  yndios  que  pueda  como  cialmente  que  siempre  se  están  en 
a  ellos  pareciere.  dar  el  oro  a  cada  demora  un  mes 

de  manera  que  poco  después  de 
pasada  la  una  paga  viene  la  otra 
en  lo  qual  allende  de  los  daños  suso  dichos  ay  otro  muy  principal 
que  el  mismo  cacique  no  tiene  cogido  de  sus»yndios  ni  de  las  otras 
partes  donde  se  ha  de  aver  en  tan  poco  termino  como  ay  de  paga 
a  paga  asi  que  aunque  no  se  aya  de  pagar  mas  por  todo  el  año  es 
muy  grande  inconveniente  se  pague  en  tantas  vezes  que  v.  m.  sea 
servido  de  mandar  por  su  probision  re^l  que  los  dichos  tributos  no 
se  cobren  si  no  dos  veces  en  el  año  de  seys  en  seys  meses  por  que 
asi  los  yndios  andarán  mas  holgados  y  los  españoles  no  pierden 
nada  en  ello  pues  les  pagan  al  cabo  del  año  su  tributo  entero. 

12.  yten  se  suplica  a  v.  m.  que  por  quanto  en  las  pagas  de  los 
dichos  tributos  ay  una  confusión  e  yncertitud  muy  grande  que  ni 
las  justicias  aunque   tienen  tasado  asi  a  bulto  lo  que  cada  cacique 

ha   de   dar  a  su  español  no  le  tie- 
nen  dado   pesas   ni  manera   por 
que  la  abdiencia  haga  hacer        donde   lo  cobren  sino  solamente 
las  pagas  conforme  a  este  ca-        los  dichos  españoles  se  las  dan  a 


352  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


pitulo  y  que  no  use  de  otras         sus  caciques  hechas  de  piedra  como 
personas.  a  ellos  les  paresce  sin  estar  vistas 

ni  examinadas  ni  marcadas  por  los 
gobernadores  ni  sus  justicias  antes 
es  cosa  muy  fácil  si  los  dichos  españoles  lo  quieren  hazer  como 
podria  hazer  que  lo  hiziesen  acrescentalles  el  peso  de  las  piedras 
haziendoles  mayores  cada  demora  y  haziendo  creer  a  los  bozales 
yndios  que  aquellas  heran  las  pexas  por  donde  cobraron  la  demo- 
ra pasada  y  pues  en  España  y  a  donde  quiera  ay  tanto  quenta  en 
razón  puesta  por  los  regimientos  e  justicias  para  que  los  almotaze- 
nes  no  dexen  hender  cosa  ninguna  aunque  sea  en  el  mas  poco  pre- 
cio del  mundo  sin  pesas  que  tengan  marca  y  señal  de  lo  que  monta 
cada  pesa  de  aquellas  y  como  son  examinadas  y  en  esto  otro  ba 
tanto  asy  de  parte  de  lo  que  se  cobra  ser  mucha  cantidad  como  de 
parte  de  los  mismos  yndios  a  los  quales  v.  m.  pretende  quitalles 
todo  escándalo  que  vivan  sin  que  se  les  haga  agrabio  nunguno  y 
que  V.  m,  sea  servido  de  mandar  que  después  de  escrito  por  las 
justicias  lo  que  pagan  los  caciques  a  los  españoles  o  lo  que  han  de 
pagar  que  quede  asentado  en  un  libro  particular  que  este  en  la 
caxa  de  v.  m.  y  que  los  dichos  españoles  no  puedan  yr  a  cobrar 
los  dichos  sus  tributos  sino  con  pexas  marcadas  con  la  señal  que 
V.  m.  mandare  la  qual  pesa  o  pesas  se  le  queden  al  cacique  en  su 
poder  para  pagar  la  otra  demora  siguiente  pues  estando  con  su 
marca  no  puede  desfraudar  al  español  y  pues  para  una  libra  de 
fruta  se  haze  para  cosa  en  que  tanto  ba  es  menester  poner  grande 
remedio. 

13.  yten  se  suplica  a  v.  m.  que  pues  tiene  determinado  de  dar 
los  repartimientos  de  yndios  a  los  españoles  perpetuos   para   ellos 

y  para  sus   descendientes  y   para 

esto   V.    m.  ha  probeido  ya  en  la 

que  se  haga  Nueba  España  quien  haga  la  dis- 

ojo.  crecion  y  la  están   haziendo  y  asi 

mismo  ha  probeido  para  Guati- 
mala  y  para  otras  parles  quien  lá 
haga  que  v.  m.  sea  servido  de  mandar  con  gran  brevedad  quien  la 
haga  al  dicho  Nuebo  Reino  para  que  se  parta  con  brebedad  ora  aya 
de  ser  algún  oydor  de  los  que  v.  m.  alia  emvia  o  otra  cualquiera 
persona  aviado  respeto  a  que  esta  avia  de  ser  una  de  las  primeras 
partes  donde  avia  de  prpbeer  por  que  si  las  otras  partes  donde 
hasta  agora  esta  probeido  están  mas  asentadas  y  mas  en  razón 
puestas  mas  conbeniente  cosa  es  que  se  haga  con  mas  brebedad 
donde  hay  mas  peligro  siquiera  por  que  quando  benga  a  conceder 
se  del  todo  la  dicha  perpetuidad  en  el  dicho  nuebo  reino  aya  que 
perpetuar  que  certifico  a  v.  m.  que  tanto  se  puede  tardar  el  reme- 
dio que  no  aya  que  perpetuar  después. 

14.  yten  se  suplica  a  v  m.  que  por  que  hasta  acabarse  del 
todo  de  conceder  y  confirmar  la  dicha  perpetuidad  pasaran  tres  o 
quatro   años  a  lo  menos  y  para  este  tiempo  es  menester  probeer 

también  en  el  remedio  de  los  di- 
chos yndios  y  que  no  les  sea  he- 


INDICACIONES  PARA  EL  BUEN  GOBIERNO  353 


que  se  de  sacada  del  libro  cho  agrabio  ninguno:  y  que  v.  m. 
la  prouision  de  las  tasacio-  sea  servido  de  mandar  dar  su  pre- 
ñes, visión  para  que  luego  las  justicias 

se  escriban  en  padrón  e  rregistro 
lo  que  cada  cacique  paga  e  que 
tasen  lo  que  moderadamente  pueden  pagar  e  que  aquello  cobren 
los  dichos  españoles  y  no  mas  por  que  aunque  esto  ha  mandado  v. 
m.  muchas  vezes,  por  muchas  provisiones,  nunca  las  justicias  lo  han 
hecho  y  asi  ios  españoles  cobran  sus  tributos  a  bulto  como  a  ellos 
les  paresce  sin  tener  padrón  ni  registro  deV.  m.  ni  de  sus  justicias 
por  donde  lo  cobren  e  sy  alguna  diligencia  las  justicias  han  hecho 
no  es  sino  asi  a  bulto  sin  escrito  ni  padrón  e  sin  tener  cuenta  de 
dezirselo  a  los  yndios  ni  dárselo  a  entender. 

15.  yten  se  suplica  a  v.  na.  que  por  que  acontece  casi  siempre 
que  unos  españoles  cobran  sus  tributos  ahora  y  otros  de  aqui  a  un 
mes  e  otros  de  alli  a  quinze  dias  mas  adelante  según,  que  se  cum- 
ple el  termino   de  las  demoras  de 
sus  tributos   de  cada  uno,  lo  qual 

a  la  abdiencia  que  lo  vea  notoriamente  es  gran  perjuicio  de 
y  probea  como  cesen  los  in-  los  yndios  porque  por  causa  de 
convenientes  de  este  capí-  su  ynavilidad  e  ynadvertencia  e 
tuio.      »  ser   bosales  e  tímidos  piensan  en 

ber  pagar  tributos  a  sus  vezinos 
que  también  les  vernan  a  pedir  a 
ellos  luego  no  aviendo  mas  de  un  mes  o  quinze  dias  quellos  paga- 
ron sus  demoras  y  para  persuadilles  lo  contrario  no  basta  dezirselo 
por  lenguas  ni  ynterpetres  ni  ninguna  otra  cosa  para  asegurallo 
ante  luego  se  al9an  con  sus  mugeres  e  hijos  y  se  ban  a  los  montes 
y  dexan  despoblados  los  lugares  e  perdidos,  pensando  que  les  quie- 
ren pedir  oro  otra  vez  antes  del  cumplimiento  de  la  demora:  que  v. 
m.  sea  servido  de  mandar,  por  su  provisión  real,  que  todos  los  es- 
pañoles cobren  sus  tributos  juntos  en  una  misma  temporada  de 
manera  que  todq^  los  yndios  de  la  tierra  del  dicho  Nuebo  Reyno 
sepan  cuando  les  viene  su  demora  o  que  todos  juntos  asy  mismo 
sepan  como  hasta  la  otra  demora  siguiente  no  se  ha  de  pedir  a  nin- 
gún yndio  del  dicho  Nuebo  Reyno  oro  ninguno  e  que  v.  m,  mande  a 
sus  justicias  que  tengan  en  esto  muy  gran  cuidado  e  miramiento. 

16.  yten  se  suplica  a  v.  m.  que  si  algún   repartimiento  bacare 

y  el  governador  o  su   teniente   lo 

proveyere  en  oposición  de  otro  o 

que  se  guarden  las  leyes.  otros  que   lo  pretendan,   y   desto 

fuere  apelado  para  ante  la  audien- 
cia real  de  v.  m.,  pretendiendo  los 
otros  que  ellos  lo  merecían  mejor  y  que  se  les  avia  de  dar  a  ellos 
que  V.  m.  sea  servido  de  mandar  y  mande  que  entre  tanto  que  se 
determina  por  la  jurisdicion  superior  e  viene  de  alia  el  remedio 
quel  governador  ni  su  teniente  no  se  entremetan  en  dar  la  posesión 
del  dicho  repartimiento  estando  apelado,  sino  que  se  depositen  en 

XTV— 23 


354  BOLETÍN   DE  HISTORIA    Y   ANTIGÜEDADES 


la  caxa  de  v.  m,  los  tributos  hasta  que  se  determinen  cuyos  han 
de  ser  dichos  yndios  que  pues  ello  ya  se  lleba  por  via  de  justicia  y 
en  sustancia  es  cosa  de  pleito  no  deben  los  jueces  atentar  ni  ynobar 
cosa  alguna,  después  de  la  apelación,  con  achaque  de  dezir  que  alli 
no  ay  pleito  ni  sentencia  ni  otro  auto  judicial  ninguno  sino  sola- 
mente el  nombramiento  quel  haze  y  esto  no  es  traer  pleito  scbre 
yndios  para  que  se  diga  que  contra  la  ordenansa  nueva,  sino  sola- 
mente se  litiga  sobre  la  prelesion  que  hace  el  gobernador  entre  dos 
personas  sobre  qnal  lo  merece. 

17.  yten  suplico  a  v.  m.  que  por  quanto  de  los  perros  que  alli 

llebaron  los  españoles  quando  yo 
conquiste  el   dicho  Nuebo  Reyno 
que  la  abdiencia  ynforme.  ha  procedido  tanta  casta  y  multi- 

plicado en  tanta  manera  que  casi 
son  sin  numero  y  los  mismos  es- 
pañoles, por  tener  contentos  a  sus  caciques  y  a  los  capitanes  e  yn- 
dios prencipales  dellos,  les  han  dado  perros  y  perras  para  hazer 
casta  la  qual  ha  benido  en  tanto  crecimiento  que  no  ay  pueblo  de 
yndios  ninguno  pequeño  ni  grande  que  no  tenga  quinientos  y  mili 
perros  porque  ningún  yndio  por  pobre  que  sea  dexa  de  tenerlos 
que  quiere  lo  qual  es  en  muy  gran  perjuizio  de  toda  la  tierra  por 
que  si  biniese  tiempo  que  un  cacique  se  airase  y  se  subtrí*xese  de 
la  obediencia  de  v.  m.  seria  muy  difícil  de  ylio  a  allanar  y  apaci- 
guar por  que  tienen  como  por  guardas  suyos  a  los  perros  de  mane- 
ra que  de  muy  lexos  son  sentidos  los  españoles  y  se  ban  lugo  los 
yndios  a  los  montes;  y  allende  desto  si  la  tierra  toda  se  alease  hera 
muy  mayor  el  yncombeniente  por  tener  como  por  amparo  suyo  los 
dichos  perros  especialmente  que  están  y  los  tienen  los  dichos  yn- 
dios cebados  en  ombres  de  otros  yndios  llamados  panchcs  sus 
enemigos  que  biben  no  muy  lexos  del  dicho  Nuebo  Reyno,  de  ma- 
nera que  también  arreraeteraii  y  arremeten  a  un  español  e  ayudan 
al  yndio  contra  el  cristiano  de  manera  que  ay  muchos  yncombe- 
nientes  dexalles  tener  los  dichos  perros:  que  v.  m.  sea  servido  de 
mandar  y  mande  que  ningún  yndio  pueda  tener  perro  ninguno  en 
el  dicho  Nuebo  Reyno  y  se  los  maten  o  quiten  si  no  fuere  tan  so- 
lamente cacique  y  este  que  tenga  un  perro  o  dos  solamente  y  ma- 
cho y  no  embra  por  que  no  pueda  hazer  casta  por  que  de  otra 
manera  beniendo  tiempo  en  que  los  yndios  sean  mas  ladinos  y 
quieran  cometer  alguna  rebelión  tienen  gran  aparejo  para  su  de- 
fensa en  los  dichos  perros. 

18.  yten  se  suplica  a  v.  m.  que  por   quanto    los   que   ban  de 
Santa  Marta  o  de  Cartagena  o  de  otro  qualquier  puerto  de  la  mar 

del  norte  al  dicho  Nuebo  Reyno 
de  Granada  por  un  rio  arriba  asi 
que  en  ninguna  manera  por  el  agua  como  por  tierra  a  la 
puedan  alquilar  los  yndios  orilla  hasta  llegar  a  un  lugar  que 
por  quien  los  tuviere  enco-  llaman  el  desembarcadero  que  es 
mendados  ni  por  su  majes-  hasta  donde  llegan  los  vergantines 
tad  y  en  lo  demás  se  remita  e  de  alli  dexan  el  rio  e  atrabiesan 
al  abdiencia  que  guardando         unas  montañas  despobladas  que  se 


INDICACIONI5S  PARA  EL  BUEN  GOBIERNO  355 


la  ley  prouean  como  no  re-  llaman  las  sierras  de  Opon  las  quales^ 
ciban  detrimento  y  den  or-  pasadas  comiení^a  el  dicho  Nuebo 
den  en  el  abrir  de  los  carai-  Reyno  yes  asy  que  des  del  primer 
nos  y  que  haya  bestias  de  lugar  de  cristianos  españoles  del 
carga  con  toda  presteza.  dicho  Nuebo  Reyno  hasta  el  dicho 

desembarcadero  ai  quarenla  leguas 
despobladas  de  diferentes  regiones 
porque  la  tierra  del  dicho  Nuebo  Reyno  es  fria  y  esta  otra  tierra 
del  dicho  rio  grande  es  caliente;  y  es  asi  que  cuando  ban  españoles 
al  dicho  Nuebo  Reyno  e  llegan  a!  dicho  desembarcadero  ques  el 
puerto  a  '  onde  necesariamente  an  de  desembarcar  como  alli  na 
hay  yndios  ni  en  todas  las  dichas  sierras  hasta  el  dicho  Nuebo 
Reyno  para  que  les  lleben  sus  haziendas  y  cargas  enbian  un  ombre 
al  dicho  Nuebo  Reyno  por  yndios  que  vengan  a  lleballes  sus  cargas 
y  las  justicias  y  los  que  gobiernan  los  dichos  lugares  de  españoles 
se  los  embian  como  si  los  dichos  yndios  fuesen  obligados  a  ello  e 
aun  otra  cosa  mas  recii  que  los  señores  de  los  repartimientos  que 
están  cerca  de  aquellas  sierras  a  la  entrada  del  dicho  Nuebo  Reyno 
alquilan  sus  yndios,  como  si  fuesen  bestias  de  carga,  para  que  bayan 
al  dicho  desembarcadero  a  traer  cargas  por  que  por  cada  arroba  les 
dan  tres  castellanos  ques  el  precio  que  los  dichos  señores  de  repar- 
timiento tienen  deputados  para  que  sus  yndios  ganen;  de  donde  se 
sigue  que  ninguna  bez  ban  españoles  al  dicho  Nuebo  Reyno  que 
no  cueste  gran  cantidad  de  yndios  que  quedan  muertos  en  aquellas 
sierras  por  que  como  son  de  región  diferente  luego  en  esta  otra 
tierra  caliente  especialmente  yendo  cargados  enfeiman  y  se  mue- 
ren y  pues  los  españoles  pueden  yr  prevenidos  de  caballos  o  de 
otro  cualquier  genero  de  bestias  en  que  llsbar  sus  cargas  o  dexar 
parte  de  lo  que  lleban  en  el  desembarcadero  y  bolber  después  por 
ello  en  vezes  sin  que  sea  causa  haziendose  de  otra  manera  para  que 
se  acaben  los  yndios:  que  v,  m.  sea  servido  que  allende  de  lo  que 
tiene  mandado  generalmente  en  todas  las  Yndias  cerca  de  lo  que 
se  debe  hacer  en  el  cargar  de  yndios  sea  servido  de  especialmente 
mandar  que  del  dicho  Nuebo  Reyno  no  puedan  salir  yndios  a  traer 
cargas  al  dicho  desembarcadero  y  sobre  esto  poner  muchas  penas 
a  las  justicias  o  a  otras  cualesquiera  personas  que  lo  contrario 
hizieren  aunque  digan  los  dichos  yndios  que  lo  hazen  de  su  volun- 
tad e  que  ellos  quieren  yr  de  su  grado  por  que  ya  v.  m.  sabe  esta 
voluntad  de  los  yndios  de  que  manera  es  y  como  se  lo  hazen  decir 
los  españoles  por  mil  modos  e  ynduzimientos  que  tienen  para  ello. 
19.  yten  se  suplica  a  t.  m.  que  puesto  caso  que  muchas  e  di- 
bersas  vezes  ha  sido  por  vuestras  provisiones  reales  mandado  que 
los  conquistadores  que  tienen  repartimientos  se  casen  para  que  la 

tisrra  se  pueble  e  perpetué  e  pare 

hacer  perder   a    los    españoles  el 

que  se  de   sobre   carta   con         amor   de  su    naturaleza,  nunca  lo 

que   el    termino     «ean    tres         han   hecho  ni  quieren   hacer   por 

años.  que  a  los  principios  quando  alia 

llegan  las  dichas  provisiones,  heñi- 
do del  tiempo  para  el  efeto  dellas, 


356  BOLETÍN  DK  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


buscan  mili  dilaciones  y  escusas  e  licencias  que  las  justicias  les 
dan  e  asi  mismo  ante  v.  m.  enbian  a  pedir  e  piden  licencias  con 
falsas  relaciones  que  hazen  de  manera  que  nunca  se  cumple  el 
efeto  de  las  dichas  prouisiones  y  es  asi  quel  dicho  Nuebo  Reyno 
que  había  a  mi  parescer  trescientos  repartimientos  poco  mas  o 
menos  no  ay  doze  hombres  casados  que  no  puede  ser  cosa  de  ma- 
yor crueza  ni  de  mayor  cargo  de  conciencia  de  gentes  que  lleban 
los  provechos  de  la  tierra  y  la  desfrutan  no  con  yntencion  de  po- 
blalla  e  perpetualla  sino  de  heñirse  a  España  en  hallándose  con 
suficiente  cantidad  de  haziendapara  ello:  que  v.  m.  sea  servido  de 
mandar  que  en  el  dicho  Nuebo  Reyno  se  casen  todos  los  que  tu- 
bieren  repartimientos  dentro  del  termino  que  v,  m.  mandare  el 
qual  pasado  pierdan  los  repartimientos  e  se  den  a  otros  casados  o 
se  pongan  en  cabeca  de  v.  m.  de  manera  que  resolutamente  tengan 
entendido  que  se  han  de  casar  dentro  del  dicho  termino  y  que 
para  largas  ni  escusas  no  les  ha  de  dar  v.  m,  licencia  ni  alia  sus 
justicias  este  termino  sea  competente  y  largo  por  que  sin  casarse 
lo  puedan  fazer. 

ío.  yten  se  suplica  a  v.  m.  que  por  quanto  las  justicias  y  es- 
cribanos del  dicho  Nuebo  Reyno  lleban  los  derechos  que  les  per- 
tenescen  de  los  negocios  como  a  ellos  le  paresce,  sin  regla  ni  me- 
dida, por  que  aunque  les  esta  mandando  que  lleben  quatro  tanto 

mas  que  en  estos  reynoscon  acha- 
que de  no  estar  echa   esta    Hqui- 
que  se  comete  al  señor  li-         dación  de  quanto  monta  raultipli- 
cenciado  Tello  de  Sandoual         cados    los  derechos   por  el  dicho 
que  haga  el  arancel.  quatro  tanto  lleban  sin  conciencia 

lo  que  se  les  antoje  y  asi  lleban 
derechos  demasiadas  a  las  partes 
en  muy  gran  cantidad  e  asi  otra  cosa  que  aunque  tubiesen  alia  el 
aranzel  de  los  derechos  que  acá  se  usa  habido  respeto  a  que  este 
aranzel  habla  por  maravedises  e  alia  se  cobra  por  tomines  e  pesos 
de  oro  es  cuenta  confusa  e  donde  los  dichos  escrivanos  para  echar 
su  quatro  tanto  sobre  los  maravedís  de  acá  lleban  como  cosa  que 
no  esta  liquidada  excesibos  derechos:  que  v,  m.  sea  servido  pues 
es  cosa  tan  fazil  que  con  cometello  a  un  ombre  qualquiera  que 
tenga  cuenta  de  los  pesos  y  tomines  de  las  yndias  tomando  este 
otro  arancel  en  las  manos  puede  sacar  en  limpio  que  monte  el 
quatro  tanto  o  lo  que  v.  m.  mandare  llebar  conforme  a  lo  de  acá 
lo  qual  e  cosa  tan  fácil  que  se  puede  azer  en  un  dia  o  dos  que  v.  m. 
de  aranzel  hecho  e  firmado  de  su  real  nombre  por  la  cuenta  de 
alia  para  que  por  las  justicias  y  los  escrivanos  y  las  otras  provin- 
cias lleben  sus  derechos  que  de  alli  no  excedan  mandando  quel 
dicho  aranzel  se  ponga  en  lugares  públicos  a  donde  las  dichas 
justicias  hazen  sus  audiencias  para  que  benga  a  noticias  de  todos. 
21.  yten  se  suplica  a  v.  m.  que  por  quanto  los  gobernadores 
del  dicho  Nuebo  Reyno  e  sus  tenientes  juezes  de  residencia  y 
otras  justicias  han  usado  e  acostumbrado,  contra  todo  derecho  e 
rrazon,  de  nombrar,  en  los  pueblos  de  los  españoles,  regidores  para 
los  cavildos  aunque  ay  regidores  puestos  por  v.  m.  e  quando  quie- 


INDICACIONES  PARA  EL  BUEN  GOBIERNO  357 


ren  que  hagan  los  dichos  regidores  una  cosa    que  a  ellos  les  cum- 
ple y  ben  que  no    tienen  botos   para   ello   porque  es  contra  razón 

contra  justicia  nombran  el  dia  an- 
tes todas  las  personas  que  quieren 
que  donde  houiere  seis  regi-         de  sus  amigos  e  aliados   por  regi- 
dores puestos  por  su  mages-         dores  de  los   dichos   pueblos  para 
tad  no  ponga  otros,  que  se  haga  lo  que  ellos  quieren  e 

tenel  los  a  su  mandado  á  voluntad 
y  estos  mismos  governadores  e 
justicias  si  después  se  les  antoja  por  qualquiera  desconformidad 
que  tengan  con  los  dichos  regidores  que  ellos  nombraron  les  qui- 
ten los  bicios  e  nombran  otros  que  estén  mas  a  su  proposito  de 
ellos  y  sobre  esto  pasa  la  mayor  desorden  e  burleria  del  mundo: 
que  V.  m.  sea  servido  de  mandar  y  mande  que  en  el  pueblo  que 
oviere  seis  regidores  nombrados  por  v.  m.  ques  numero  mediano 
y  conbeniente  en  los  dichos  gobernadores  o  juezes  no  puedan 
nombrar  ninguno  e  que  a  donde  no  los  oviere  o  nombrare  que 
después  el  dicho  gobernador  e  las  dichas  justicias  no  los  puedan 
tomar  a  quitar  ni  a  rrenobar  e  sobre  esto  v,  m.  de  la  orden  que 
conbiene  para  que  no  pasen  las  cosas  tocantes  a  este  capitulo  que 
pasan  en  el  dicho  Nuebo  Reyno  e  asi  mismo  señalen  hasta  en  la 
cantidad  de  regidores  puede  nombrar  el  dicho  gobernador  so- 
bre los  que  obiere  nombrado  por  v.  m. 

22.  yten  se  suplica  a  v.  m.  que  por   quanto  en    estos  vuestros 
reynos  cuando  algún  pleito   es  de   pequeña  cantidad   por   ley  de 
estos  reynos  no  se  pueda  apelar  para  las  audencias   sino  para  ante 
los  cabildos   de  las  ciudades    donde  se  trata   el  pleito  la   qual  can- 
tidad no  ha  de   pasar  de   tres  mil 
maravedis  e  después  por  capitulos 
hasta  Lxxx  peses  y  las  leguas         de  cortes  se  ha  acrecentado  hasta 
sean  doce  seis  o  ocho  mil  maravedis    lo  qual 

manda  la  dicha  ley  se  haga  en  todos 
los  lugares  ecebto  de  los  lugares 
que  estuvieron  dentro  de  las  dichas  ocho  leguas  donde  oviere  chan- 
cilleria  real :  que  v.  m .  sea  servido  que  en  el  dicho  Nuebo  Reino  en  los 
lugares  que  estovieren  fuera  de  las  dichas  ocho  leguas  donde  ovie- 
re la  dicha  chancilleria  real  se  haga  lo  mismo  e  no  se  pueda 
apelar  sino  para  los  dichos  cavildos  de  las  dichos  ciudades  e  vi- 
llas donde  los  dichos  pleitos  casaren  y  atento  a  que  lo  suso  dicho 
es  en  las  yndias  y  tan  lexos  de  España  e  se  entienda  la  dicha 
cantidad  hasta  cient  castellanos  e  que  de  aqui  abaxo  no  5e  pueda 
apelarsinoa  los  dichos  cabildos  ecebto  en  los  dichos  lugares 
que  estuvieren  dentro  de  las  dichas  ocho  leguas  donde  oviere  chan- 
cilleria real  por  que  de  otra  manera  se  gastaria  mas  en  los  pleitos  tres 
doblado  de  lo  que  ellos  valen  e  se  echarian  a  perder  las  partes 
que  los  litigan  gastando  sus  haziendas  sobre  tan  poca  cosa  fuera 
de  sus  casas. 

22.  yten  sa  suplica  a  v.  m.    que  por  quanto  en   aquel  Nuebo 

Reyno    se   pone  audiencia   real  y 
los  oydores  se  querrán  meter  en 


3S8  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


que  al  presente  no  conviene.         cosa    de    governacion     e     rregi- 

miento  del  pueblo  donde  estubie- 
ren  e  residieren  e  de  otros  como 
es  en  el  poner  precio  a  las  cosas  y  enlal¡mp¡e9a  de  la  ciudad  e  otras 
muchas  cosas  que  ay  desta  arte:  que  v.  m.  sea  servido  pues  se  ha 
hecho  y  mandado  lo  mismo  muchas  vezes  en  estos  reynos  de  España 
a  los  oydores  de  las  dos  chancillerias  que  en  Valladolid  y  en  Gra- 
nada residen  de  mandar  y  mande  lo  mismo  a  los  dichos  oydores 
del  dicho  Nuebo  Reyno  dando  su  provisión  en  que  se  les  mande 
que  no  se  entremetan  en  las  dichas  cosas  ni  en  otras  semejantes 
sino  que  las  dexen  hazer  y  usar  libremente  a  los  cavildos  en  justi- 
cias  ordinarias  como  se  haxe  en  estos  reynos. 

24.  yten  se  suplica  a  v.  m.  que  por  quanto    nuebamente  hase 

servido  de   hazer  una   ley  en  que 
manda   que   no  se   trayga   pleito 
que  la  ley  ni  la  declaración         sobre   repartimiento    de  yndios  si 
no   comprehende   a    vedar         no  que  se  guarde  cierta  forma  con- 
testo, tenida  en  una  declaración  que  des  • 

pues  se  hizo  de  la  dicha  ley:  que 
V.  m.  sea  servido  declarando  la  di- 
cha ley  y  declaración  de  mandar  y  mande  declarar  que  aquello  se 
entienda  quando  se  truxere  pleito  sobre  repartimiento  puramente 
pero  si  se  truxere  tan  solamente  sobre  frutos  e  rentas  de  reparti- 
miento alguno  que  algún  ynjusto  poseedor  aya  Ilebado  en  el  tiem- 
po que  lo  tubo  que  a  este  tal  se  pueda  pedir  por  via  e  pleito  or- 
dinario lo  que  le  quisieren  pedir  como  no  pida  juntamente 
con  los  frutos  el  mismo  repartimiento  por  que  aunque  esto  de 
suyo  se  esta  claro  pero  podría  acaecer  los  tales  pleitos  en  alguna 
cibdad  o  villa  que  careciendo  de  letrados  pensasen  que  por  ser 
cosa  anexa  e  dependiente  de  repartimiento  no  podrian  conocer  de 
los  tales  pleitos. 

25.  yten  se  suplica  a  v.  m.  que  por  quanto    después  que  gane 

aquel   Nuebo  Reyno  hasta  agora 

nunca  se  ha  embiado   alia  frayles 

que  se  entenderá  en  esto  con         religiosos   parala   conversión   de 

toda   diligencia.  los  yndios  de  aquel  reyno  e  asi  se 

estau  por  convertir  cosa  que  es 
de  tanta  lastima  por  que  aunque 
alia  ay  algunos  clérigos  son  tan  pocos  que  no  basta  para  lo  suso- 
dicho quanto  mas  que  ellos  no  se  entremeten  ni  curan  de  nada 
de  eso  como  si  alia  fuesen  solamente  ydos  a  granxear  y  no  a  otra 
cosa  y  el  obispo  que  puede  ser  y  se  debe  creer  asi  que  lo  haze 
mejor  que  todos  tiene  tanto  que  hazer  y  tanto  trabajo  en  el  gobierno 
espiritual  de  los  españoles  de  todas  las  cibdades  de  aquel  reyno  que 
no  puede  aunque  quiera  entender  en  otra  cosa  y  oxala  le  baste 
tiempo  para  esto:  que  v.  m,  sea  servido  de  embiar  con  muy  grande 
brebedad  religiosos  de  las  ordenes  obserbantes  que  v.  m.  acostum- 
bra mandar  que  alia  pasen  y  que  bayan  juntos  para  que  puedan  hazer 
y  edificar  alia  un  monesterio  o  dos  pues  el  hedificarse  es  cosa  tan 


INDICACIONES  PARA  EL  BUEN  GOBIERNO  359 


fazilallay  el  mantenellos  entre  los  españoles  y  por  esto  v.  m,  escriba 
a  los  provinciales  encargándole  mucho  esto  porque  sera  un  veneficio 
tan  conocido  para  remedio  de  las  animas  de  aquellos  ynfieles 
quanto  puede  en  el  mundo  encarecerse  con  que  tenga  v,  m. 
entendido  que  mientras  esto  no  se  hiziere  los  indios  estaran  por 
convertir  a  nuestra  religión  cristiana  solo  por  no  tener  ombres  que 
con  espíritu  y  ferbor  se  la  den  a  entender. 

26.  yten  se  suplica  a  v,  m.  que  por  quanto  hay  una  costumbre 

en  aquel  Nuebo  Reyno   muy  per- 
niciosa a  los  yndios  la  qual  es  que 
a  la  abdiencia  questo  parece         cuando  baca  algún  repartimiento 
bien  y  ellos  lo  vean  y  pro-         por  muerte  de  conquistador  o  en 
uean.  otra  manera  y  acaso  el  governador 

o  su  teniente  lo  quieran  dar  a  dos 
o  a  mas  personas  pareciendoles  que 
no  merecen  mas  o  quel  muerto  que  lo  tenia  merescia  mas  que  estos 
otros  dos  juntos  en  tal  caso  desmiembran  los  yndios  dando  el  ca- 
cique con  alguna  parte  de  los  yndios  alguno  dellosy  algún  capitán 
del  mismo  cacique  con  algunos  yndios  al  otro  o  a  otros  conforme 
a  como  son  las  personas  o  a  como  es  el  repartimiento  en  lo  qual 
los  yndios  totalmente  se  hechan  a  perder  e  se  destruyen  por  que 
como  el  cacique  bee  que  parte  de  sus  yndios  no  lo  sirven  si  no  que 
sirbe  al  que  solia  ser  su  capitán  de  tal  manera  se  escandaliza  el  y 
sus  subditos  que  el  cacique  se  ba  por  una  parte  y  los  yndios  que 
quedan  con  el  otro  capitdn  por  no  servir  al  capitán  ni  tener  cuenta 
con  el  se  ban  también  por  la  suya  y  se  al^an  allende  desto  los  unos 
y  los  otros  se  alborotan  e  huyen  e  desamparan  su  tierra  viendo  que 
en  un  repartimiento  e  lugar  entran  diversos  españoles:  que  v.  m. 
sea  servido  de  mandar  y  mande  que  ya  que  un  governador  o  su 
teniente  provea  un  repartimiento  y  le  parezca  que  es  mucho  para 
aquel  a  quien  lo  quiere  dar  y  lo  quiere  repartir  entre  dos  o  tres  o 
mas  personas  que  no  desmiembre  los  yndios  ques  perdimiento  co- 
nocido dellos  sino  que  lo  de  a  un  solo  español  con  cargo  de  que  de 
al  otro  español  o  a  los  otros  entre  quien  el  lo  quiera  repartir  cierta 
cantidad  señalada  con  quel  un  español  acuda  al  otro  o  a  los  demás 
si  oviere  de  ser  mas  de  uno  porque  desta  manera  el  cacique  e  to- 
dos sus  yndios  no  conocen  para  sus  tributos  mas  de  un  español  ni 
tienen  fuerza  ni  rrazon  con  otro  ni  al  cacique  asi  mismo  le  quitan 
parte  de  sus  yndios  e  se  escusan  muchos  e  ynñnitos  daños  que  a 
los  yndios  se  les  sigue  de  lo  contrario  que  por  brebedad  no  se 
dicen  asi  que  v.  m.  mande  que  de  aqui  adelante  lo  suso  dicho  no 
se  haga  si  no  por  la  forma  dicha  e  que  lo  que  hasta  agora  en  con- 
trario de  esto  esta  hecho  se  reduzga  a  la  manera  dicha  arriba  man- 
dando que  los  yndios  se  tornen  a  sus  caciques  e  que  un  solo  espa- 
ñol señor  del  principal  repartimiento  tenga  cuenta  e  lo  cobre  todo 
y  este  acuda  otro  español  o  a  los  otros  si  fueren  muchos  con  parte 
del  tributo  que  a  el  le  dan  rata  por  cantidad. 

27.  yten  se  suplica  a  v.  m.  que  por  quanto  acontece  a  los  go- 


360 


BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


que  se  mande  que  visiten 
cada  año  uno  de  los  oydo- 
res  como  esta  mandado  a  la 
española. 


fiat  como  lo  pide  y  cuando 
visitare  el  oidor  haga  lo  que 
viere  que  combiene. 


vernadores  e  a  sus  tenientes  del 
dicho  Nuebo  Reyno  de  Granada 
estarse  de  asiento  en  la  principal 
ciudad  del  dicho  Nuebo  Reyno 
que  es  la  ciudad  de  Santa  Fe  sin 
salir  por  las  otras  ciudades  e  luga- 
res de  españoles  que  en  el  Reyno 
están  de  lo  qual  viene  que  aya  en 
ellas  falta  de  justicia  y  como  de  suyo  esta  claro  manifiestamente  se 
siguen  muchos  malos  efetos  de  no  andar  a  tiempo  la  dicha  justicia 
por  muchas  partes  del  dicho  Nuebo  Reyno:  que  v.  m.  sea  servido 
de  mandar  y  mande  que  cada  un  año  los  governadores  y  sus  te- 
nientes visiten  todos  los  lugares  de  españoles  del  dicho  Nuebo 
Reyno  e  que  a  lo  menos  estén  de  asiento  una  vez  dos  meses  o  mas 
en  cada  pueblo  pues  no  son  tantos  que  no  se  pueda  esto  hazer  con 
mucha  facilidad  aunque  estén  en  la  ciudad  de  Santa  Fe  la  mitad 
del  año. 

28.  yten  se  suplica  a  v.  m.  que  por  quanto  acontece  y  puede 

acontecer  que  estando  el  governa- 
dor  o  su  teniente  en  un  lugar  co- 
nozca de  algún  delito  o  de  otra 
causa  cibil  cualquiera  que  en  aquel 
tal  lugar  oviese  acontecido  o  al 
tiempo  del  partirse  de  aquel  lugar 
el  dicho  governador  o  su  teniente 
se  seguiría  gran  daño  y  costa  yr  las  partes  a  seguillo  al  lugar  donde 
el  juez  fuese  especialmente  siendo  presos  y  aviendose  de  llebar  de 
una  parte  a  otra:  que  v.  m.  sea  servido  de  hazer  como  se  hace  en 
muchas  governaciones  destos  reynos  e  asi  mande  que  quando  el 
governador  o  su  teniente  partiere  de  algún  lugar  remita  las  causas 
todas  de  las  partes  y  pleitos  de  aquel  lugar  que  antel  estubiere  pen- 
diente al  tiempo  de  la  partida  a  ¡os  alcaldes  hordinarios  de  la  di- 
cha villa  o  a  qualquiera  dellos  para  que  ellos  conozcan  dellas  digo 
de  las  que  estubieren  pendientes  antel  dicho  governador  o  teniente 
en  primera  ynstancia  que  no  estuviere  ante  ellos  en  grado  de  ape- 
lación por  aver  sido  apelados  ante  ellos  de  los  dichos  alcaldes  or- 
dinarios. 

29.  yten  se  suplica  a  v.  m.  que  por  quanto  pasa  un  gran  des- 

orden en  el  dicho  Nuebo  Reyno 
en  el  probeer  de  los  alcaldes  hor- 
dinarios, lo  uno  en  no  probeerse 
en  dia  señalado,  como  es  uso  y 
costumbre  en  todas  las  partes  de 
estos  rreynos;  lo  otro  em  no  pro- 
beerse por  suertes;  y  lo  tercers 
ques  muy  mas  recio  y  cosa  mao 
absurda  que  el  mismo  regimiento  y  cabildo  elige  muchas  vezes  de 
sus  regidores  mismos  alcaldes  ordinarios  por  que  no  salgan  los  ofi- 
ciales dellos:  que  V.  m,  sea  servido  de  dar;  ede  orden  en  el  probeer 
de  los  dichos  alcaldes  ordinarios  la  forma   que  en   ello   se   ha   de 


que  se  embie  a  la  abdiencia 
la  orden  de  este  capitulo 
para  que  ellos  proueaii  lo 
que  viere  que  combiene. 


INDICACIONES  PARA  EL  BUEN  GOBIERNO  361 


tener  mandando  quel  dia  de  cada  año  nuebo  o  otro  dia  señalado 
qual  a  v.  m.  le  pareciere  se  junten  en  su  cabildo  y  juntos  boten 
sobre  que  personas  entraran  en  suertes  para  los  dichos  oficios  e  asy 
boten  e  señalen  hasta  quatro  o  seis  o  los  que  v.  m.  mandare  e  asi 
señalados  por  boto  dellos  estos  seis  o  quatro  o  los  que  fueren  se 
hecharen  en  un  cántaro  para  suertes  y  un  niño  como  se  suele  hacer 
saque  dos  nombres  de  aquellos  del  cántaro  e  aquellas  personas 
cuyos  fueren  sean  alcaldes  ordinarios  aquel  año  mandando  asi 
mismo  que  no  pueden  entrar  en  suertes  ni  ser  alcaldes  ordinarios 
regidores  del  cabildo  ni  ningún  oficial  de  los  de  v.  m.  ni  persona 
ninguna  que  tenga  titulo  ni  otra  persona  alguna  poderosa  ni  que 
tenga  oficio  de  justicia  alguna  o  que  esto  se  mande  generalmente 
en  todas  las  cibdades  e  lugares  del  dicho  Nuebo  Reyno. 

30.  Yten  se  suplica  a  v.  m.  que  por  quanto  las  provisiones 
que  se  dan  para  el  dicho  Nuebo  Reyno,  e  se  han  dado  para  toda  la 
provincia  de  Santa  Marta,  se  pierden  y  (i)  han  perdido  por  no  haber 
recabdo  ni  cobro  en  ellas  ni   aver   lugar  diputado    domde  estén  y 

asi  las  que  son  contra  las  justicias 
ellos  las  tomen  y  las  hazen  despa- 
a  la  abdiencia  que  tenga  un  recer  e  por  otras  infinitas  e  diber- 
archivo  universal  y  que  cada  sas  maneras  se  pierden  de  manera 
pueblo  tenga  el  particular  que  no  ay  agora  una  sola  provi- 
de  sus  escripturas.  sion  de  todas  quantas  se  han  dado 

desde  que  aquella  provincia  se 
descubrió  o  a  lo  meruos  ay  bien 
pocas  que  todas  las  demás  son  perdidas:  que  v.  m.  sea  servido  de 
mandar  y  mande  que  todas  las  que  están  esparcidas  que  se  pudie- 
ren recoger  y  las  que  se  dieren,  sobre  lo  tocante  a  estos  capítulos 
en  las  que  de  aqui  adelante  se  dieren  para  qualesquier  otros  efec- 
tos, se  pongan  en  el  arca  (2)  de  v.  m.  de  las  tres  llabes  e  mande  a  sus 
oficiales  que  las  tomen  por  cuenta  e  asienten  en  sus  libros  la  me- 
moria de  las  que  son  que  se  haga  cargo  dellas  para  no  dallas  sino 
por  mandado  de  la  justicia  como  si  fuese  hazienda  de  v.  m.  pues 
que  en  la  verdad  es  hazienda  de  v.  m.  qualquiera  cosa  que  toque 
a  buena  governacion  de  justicia  porque  haziendose  de  otra  manera 
ninguna  cosa  de  las  que  v.  w.  quiere  probeer  en  aquel  rrevno  no 
puede  aber  efeto  para  adelante  por  perderse  la  guia  por  donde  se 
ha  de  hazer  que  son  las  dichas  provisiones  reales. 


XiMENEZ  (rubricado)  (3). 


(1)  Al  margen  dice:  fecho. 

(2)  En  la  carpetilla  dice:  fechas  todas. 

(3)  Archivo  general  de  Indias.    Sevilla.   Sección  i.  Patronato, 
estante  2,  cajón  2,  legajo  2-17.  Firma  y  rúbrica  autógrafas. 

Nota— Hemos  conservado,  como  se  ve,  la  ortografía  del  original, 
y  solo  pusimos  mayúsculas  a  los  nombres  propios  que  estaban  todos 
en  minúsculas,  y  alguna  puntuación,  para  mayor  claridad,  pues  no 
tenia  ninguna— (Kota  del  Boletín). 


362  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 

flCflDEOiifl  nflcionflh  de  bistoria 

(Extracto  de  sictas) 
15    DE   FEBRERO 

El  sefior  Moros  informa  que  llenó  la  comisión  de  recibir  los 
objetos  del  Museo  que  debían  llevarse  a  la  Quinta  de  Bolívar,  y 
presenta  el  inventario  de  ellos 

El  señor  Triana  informa  sobre  los  objetos  arqueológicos  que 
se  han  hallado  cerca  de  Santa  Marta  y  que  se  proyecta  llevar  a 
Chicago, 

El  señor  Mestre  manifiesta  su  deseo  de  dar  próximamente 
una  conferencia  relativa  al  escudo  nacional. 

El  señor  Triana  hace  la  lectura  quincenal,  la  cual  versa  sobre 
la  tribu  de  los  quimbayas. 

I.°   DE   MARZO 

El  Centro  Atlántico  de  la  Historia  presenta  al  señor  G.  Pine- 
da como  su  Delegado  ante  la  Academia. 

El  señor  Quelle,  profesor  de  la  Universidad  de  Bonn  (Alema- 
nia), pide  datos  sobre  la  Academia  para  la  nueva  edición  de  su  li- 
bro sobre  instituciones  científicas,  y  solicita  el  Boletín  de  Historia. 

La  sociedad  Librería  Italiana  de  Turín  (Italia)  envía  su  catá- 
logo Giornale  y  solicita  entrar  en  correspondencia  con  la  Academia. 

El  señor  Medina,  de  Tumerqué,  envía  correcciones  a  su  tra- 
bajo arqueológico  presentado  anteriormente,  y  anuncia  mandar 
otros  sobre  el  mismo  asunto. 

La  Legación  de  Colombia  en  Caracas  remite  un  artículo  del 
señor  A.  Mata,  publicado  en  El  Universal  de  aquella  ciudad,  en 
el  cual  se  trata  sobre  el  juramento  de  Bolívar  en  Roma,  con  mo- 
tivo de  un  monumento  proyectado  en  nuestro  Congreso  en  el  año 
pasado. 

El  señor  Correa  informa  respecto  al  libro  Memorias  que  se 
relacionan  con  la  fundación  de  Armenia. 

El  director  del  Museo  de  Gothembourg  (Suecia)  acusa  recibo 
de  publicaciones  de  la  Academia  y  manifiesta  su  deseo  de  conocer 
algunos  documentos  de  los  días  de  la  conquista. 

Se  resuelve  dar  el  concepto  de  que  los  objetos  arqueológicos 
hallados  ctfrca  de  Santa  Marta  no  deben  salir  del  país,  por  ser  uti- 
lizables  para  el  estudio  de  nuestra  historia. 

El  señor  Guerra  hace  la  lectura  quincenal,  en  la  cual  relata 
varios  episodios  de  la  vida  del  doctor  R.  Guerra  Azuola. 

15-  DE   MARZO 

El  sefior  de  la  Rosa,  Ministro  de  Venezuela,  envía  25  ejem- 
plares de  la  obra  Campaña  de  Carabobo;  el  señor  Grillo,  Minis- 
tro de  Colombia  en  el  Brasil,  el  libro  Resumen  histórico  de  la^  úl- 
tima dictadura  del  Libertador  Simón  Bolívar,  por  el  procer 
Abreu  de  Lima;  y  el  oficial  del  ejército,  sefior  Flórez  Alvarez,  una 


ACADEMIA  NACIONAL  DE  HISTORIA  363 


obra  del  Coronel  boliviano  Blanco  Galindo,  nieto  del  Coronel 
colombiano  Fernando  Galindo. 

El  Estado  Mayor  del  ejército  solicita  algunos  números  del 
Boletín  de  Historia  y  algunos  volúmenes  de  la  Biblioteca  de 
Historia   Nacional  que  faltan  en   las  colecciones  de  ese  instituto. 

El  señor  G.  Restrepo,  de  Medellín,  solicita  se  le  envíe  la  obra 
inédita  del  señor  Restrepo  Euse,  intitulada  Diccionario  Histórico^ 
que  existe  en  la  secretaría. 

El  señor  M.  Medina,  de  Turmequé,  envía,  manuscrito,  un  tra- 
bajo arqueológico  sobre  nombres  geográficos,  de  que  es  autor. 

El  señor  Wiiis  renuncia  el  cargo  de  tesorero  de  la  Acade- 
mia, por  ausentarse  del  país,  y  presenta  las  cuentas  y  comproban- 
tes correspondientes.  Se  aprueba  una  proposición  que  lamenta  su 
separación  y  que  agradece  sus  eficaces  servicios. 

Los  señores  Cortázar  y  Cuervo  presentan  el  volumen  xxxv 
de  la  Biblioteca  de  Historia  Nacional,  que  contiene  las  actas  del 
Congreso  de  Cúcuta.  Son  felicitados  por  el  presidente  y  por  el 
señor  Posada,  fundador  y  propietario  de  dicha  Biblioteca. 

Se  fija  la  próxima  sesión  para  hacer  la  elección  de  tesorero 
y  designar  el  tema  del  concurso  para  1924. 

El  secretario  informa  que  antes  de  un  mes  estará  terminada 
la  impresión  del  tomo  4.°  de  las  Crónicas  de  Bogotá,  por  el 
doctor  Ibáñez. 

El  señor  Rivas  anuncia  que  su  obra  Los  fundadores  de  Bo- 
gotá aparecerá  también  dentro  de  breves  días. 

El  señor  Cuervo  lee  la  lista  de  miembros  de  número  y  corres- 
pondientes de  la  Academia,  residentes  en  Bogotá,  que  no  han 
hecho  aún  la  lectura  histórica  quincenal,  a  fin  de  invitarlos  a  des- 
empeñar esta  tarea  y  a  solicitar  de  algunos  de  ellos,  que  no  toman 
parte  en  sus  trabajos,  se  sirvan  prestar  su  valioso  contingente 

El  señor  Rivas  hace  la  lectura  quincenal,  la  cual  trata  sobre 
doña  Jerónima  de  Orrego,  la  rica  encomendera  de  los  primeros 
días  coloniales, 

2   DE  ABRIL 

El  secretario  da  cuenta  de  que  había  entrado  en  prensa  el 
volumen  de  Biblioteca  de  Historia  Nacional,  que  trata  sobre  el 
Congreso  de  las  Provincias  Unidas  de  la  Nueva  Granada. 

El  doctor  Marroquín  envía  varios  libros  y  folletos  para  la  bi- 
blioteca de  la  Academia. 

Es  elegido  tesorero  de  la  Academia  el  señor  Cortázar. 

Se  discuten  varios  temas  para  el  concurso  de  1924  y  se 
resuelve  aplazar  la  decisión  para  la  próxima  sesión. 

Se  expresa  la  condolencia  de  la  corporación  por  la  muerte  de 
los  miembros  correspondientes,  señores  Gabino  Charri  y  J.  M. 
Quijano,  muerto  el  primero  en  Neiva  y  el  segundo  en  esta  ciudad. 

Hace  la  lectura  quincenal  el  señor  Arrubla,  la  cual  trata  sobre 
el  origen  de  los  americanos  y  sobre  dos  inscripciones  que  parecen 
cuneiformes  y  que  se  dice  fueron  halladas  en  nuestro  territorio. 


364  BOLETÍN    DE   EUSTORIA    Y   ANTIGÜEDADES 


Asisten  a  esta  sesión  los  señores  I.  F,  Bliss  Luquiens,  pro- 
fesor de  la  Universidad  de  Yale,  y  Hastings  Sleigh,  distinguido 
arqueólogo  americano. 

Designa  el  Presidente  los  miembros  que  deben  hacer  las  próxi- 
mas lecturas. 

1 6  DE  ABRIL 

La  Junta  de  la  coronación  del  poeta  Julio  FIórez,  dona  el  ál- 
bum que  se  formó  con  motivo  de  esa  ceremonia,  para  que  sea 
guardado^n  la  Academia. 

El  señor  J.  J.  Méndez  remite  de  Santa  Marta  una  fotografía 
del  testamento  del  Libertador. 

El  General  Triviño  y  el  Coronel  Chiriboga,  de  Quito,  envían 
al  secretario  déla  Academia  dos  medallas  conmemorativas:  una 
del  centenario  de  la  batalla  de  Pichincha  y  otra  de  la  inauguración 
de  un  obelisco  en  el  campo  de  aquella  jornada. 

Varias  bibliotecas  y  academias  extranjeras  acusan  recibo  de 
publicaciones  de  la  Academia  y  solicitan  números  del  Boletín  y  vo- 
lúmenes de  la  Biblioteca  de  Historia  Nacional  que  faltan  en  sus 
colecciones.  Envían  en  canje  algunos  libros  y  revistas. 

La  comisión  de  cooperación  intelectual  de  la  Liga  de  las  Na- 
ciones pide,  de  Ginebra,  un  dictamen  de  la  Academia,  en  la  encues- 
ta abierta  por  dicha  comisión,  sobre  la  situación  del  trabajo  inte- 
lectual en  los  diversos  países,  los  males  de  que  sufre  la  vida  de  las 
gentes  de  letras  y  los  remedios  que  se  propongan,  especialmente 
para  las  condiciones  económicas  de  los  trabajadores  intelectuales. 

El  señor  cónsul  de  California  solicita  informes  sobre  ios  requi- 
sitos para  emprender  excavaciones  en  el  pueblo  de  San  Agustín. 

El  señor  Monsalve  manifesta  su  deseo  de  que  se  publique  en 
folleto  su  trabajo  Las  Mvjeres  en  la  Independencia,  premiado  en  el 
concurso  del  año  pasado. 

Se  acuerda  una  condolencia  por  la  muerte  del  doctor  Andrés 
Posada  Arango,  sabio  naturalista  y  erudito  historiador,  muerto  en 
Medellín  recientemente. 

Se  presenta  como  candidato  para  miembro  correspondiente  a 
fray  Jesús  Martínez,  y  se  señala  la  próxima  sesión  para  postular  el 
candidato  del  sillón  de  número  que  quedó  vacante  por  la  muerte 
del  señor  Fajardo. 

Se  nombra  una  comisión  para  que  haga  una  confrontación  del 
códice  de  la  obra  del  historiador  Pedro  Simón,  con  la  edición 
publicada  ahora  años;  y  restablezca  un  texto  auténtico  y  fiel,  acom- 
pañado de  notas  aclaratorias  e  ilustrativas. 

No  se  acepta  la  renuncia  que  el  señor  Cortázar  hace  del  cargo 
de  tesorero. 

El  señor  Posada  presenta  el  Boleiin.  Histórico  de  Puerto  Rico, 
en  el  cual  está  publicada  la  bibliografía  del  General  Valero,  que 
leyó  en  la  Academia  el  año  pasado. 

El  Mayor  FIórez  Alvarez  hace  la  lectura  quincenal,  la  cual 
tiata  sobre  la  acción  de  la  caballería  en  la  guerra  de  la  indepen- 
dencia. 


ARQUEOLOGÍA   COLOMBIANA  365 

flRQUEOhOGIfl  COhOmBIflnfl  (1) 

Sefior  Presidente,  queridos  colegas. 

Nueve  años  hace  que  me  hicisteis  el  honor  de  poner  mi  nom- 
bre en  la  lista  de  miembros  de  la  Sociedad  de  Americanistas  de 
París,  y  desde  entonces  he  seguido  con  entusiasmo  y  cariño  vues- 
tras labores.  Cada  día  es  mayor  mi  regocijo  al  presenciar  la  mar- 
cha segura  y  la  fecunda  prosperidad  de  esta  sabia  y  docta  corpora- 
ción. Hoy  me  habéis  otorgado  otro  gran  favor  al  invitarme  a 
dirigiros  la  palabra  en  esta  hora  en  que  celebráis  una  de  vuestras 
sesiones  mensuales. 

Quisiera  desarrollar  algún  tema  de  honda  investigación,  tocar 
uno  de  aquellos  problemas  que  figuran  en  vuestra  revista  y  que 
son  las  bases  de  este  ilustre  centro,  pero  imposible  me  es  en  estos 
momentos,  lejos  de  mis  libros  y  documentos,  y  cuando  soy  tan 
sólo  ave  de  paso  en  este  París  brillante,  sobre  cuyas  plazas  y  ave- 
nidas derraman,  hace  siglos,  los  soles  del  arte  y  de  la  ciencia  sus 
mejores  resplandores. 

Os  presentaré  por  el  momento  el  saludo  de  la  Academia  de 
Historia  de  Colombia,  donde  el  nombre  de  la  Sociedad  de  Ameri- 
canistas es  respetado  con  intensidad  y  con  quien  desea  aquélla  estar 
unida  eon  lazos  de  perdurable  fraternidad. 

En  nuestro  país  hay  un  campo  inmenso  para  el  estudio  de 
cuestiones  americanistas,  y  en  Europa  es  generalmente  descono- 
cido. Fuera  de  un  grupo  de  sabios  que  han  penetrado  en  él,  y  que 
han  sabido  cultivarlo,  se  ignora  nuestra  historia,  bien  accidentada, 
como  nuestras  montañas,  con  hondos  abismos  y  con  gloriosas 
cumbres;  no  se  tienen  sino  escasas  ideas  de  lo  que  son  nuestros 
tesoros  arqueológicos;  no  figuran  entre  las  fuentes  de  investigación 
nuestros  museos;  nuestros  archivos  y  nuestras  bibliotecas;  y  aun 
las  obras  de  nuestros  tenaces  historiógrafos  son  mencionadas  en 
escaso  número  y  sólo  en  contadas  ocasiones.  Aprovecho  pues 
vuestro  benévolo  convite  para  mencionar  algunos  de  esos  monu- 
mentos y  de  esas  narraciones  que  son  reliquias  de  otras  edades, 
trofeos  de  hazañas  lejanas  y  huellas  sensibles  para  el  estudio  de 
estas  elevadas  cuestiones  de  la  antigüedad  americana,  a  la  cual 
habéis  levantado  este  templo,  en  el  corazón  de  Francia,  en  esta 
poderosa  Lutecia,  donde  toda  labor  intelectual  tiene  su  colmena  a 
la  cual  acuden,  en  bullidor  enjambre,  todos  los  intelectuales  del 
mundo.  Para  no  ser  zángano  traigo  hoy  yo  tambiéa  algunos  áto- 
mos de  flores  intertropicales. 

Las  razas  aborígenes  dejaron  bastantes  rastros  de  su  vida,  pero 
en  la  lucha  de  la  conquista  se  perdieron  muchos  de  ellos.  Era  difí- 
cil implantar  una  religión  sin  destruir  los  ídolos  bárbaros;  era  im- 
posible formar  una   colonia   sin    borrar   las   insignias  de  las  tribus 


(1)  Conferencia,  en  la   Sociedad  de  Americanistas  de  Parts,  el 
5  de  abril  de  1921. 


366  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


que  resistían  la  invasión.  Quedaron,  sin  embargo,  como  testimo 
nios  de  nuestra  prehistoria,  magníficos  objetos.  Existen  en  Colom 
bia  inscripciones  indígenas,  pintadas  unas,  esculpidas  otras,  sobre 
grandes  piedras  que  guardan  el  misterio  de  sus  frases.  No  lejos  de 
nuestra  capital  está  la  de  Pandi,  hermosa  petrografía  que  nadie 
ha  podido  descifrar  y  que  soles,  nieblas  y  vientos  han  dejado  intac- 
ta durante  siglos.  Se  hallan  también  la  deSaboyá,  la  de  Aipe,  la  de 
Chinauta,  la  de  Anacutá  y  otras  tantas.  Por  todo  el  territorio  pu- 
sieron las  diversas  agrupaciones  esos  jeroglíficos  como  para  per- 
petuar su  memoria;  pero  aún  no  ha  aparecido  el  Champollión  que 
les  arranque  su  secreto.  El  sacerdote  Duquesne  hizo  esfuerzo  cien- 
tífico para  explicar  algunos  de  esos  símbolos,  y  aunque  Humboldt 
acogiera  sus  conceptos,  no  parece  aquello  coronado  por  un  éxito 
completo.  Fue,  sin  embargo,  un  vigoroso  impulso  hacia  el  análisis 
de  tales  enigmas. 

El  doctor  Zerda,  que  acaba  de  morir,  escribió  obra  de  solider 
sobre  los  primitivos  habitantes  de  nuestra  patria.  Lázaro  Girón 
llamó  la  atención,  en  acertado  estudio,  sobre  algunos  de  esos  sin- 
gulares dibujos  y  nos  dio  hermosa  reproducción  de  ellos,  que  ha 
servido  para  hacerlos  conocer  en  el  extranjero.  Jorge  Isaacs,  a 
quien  debemos  una  novela  inmortal,  supo  también  espigar  en  esos 
terrenos  de  la  arqueología,  y  publicó  con  juiciosas  observaciones 
las  inscripciones  de  las  tribus  del  Magdalena.  Uribe  Ángel  y  Po- 
sada Arango  nos  mostraron,  en  sesudos  libros,  la  prehistoria  an- 
tioqueña.  Vicente  Restrepo  y  Ernesto,  su  hijo,  han  profundizado 
bastante  estas  cuestiones  etnológicas,  y  tenemos  de  ellos  muy  in- 
teligentes producciones.  Ultimament'^'  Miguel  Triana  ha  copiado 
pacientemente  todos  esos  grotescos  escritos  precolombianos  y  en- 
saya en  estos  momentos  un  trabajo  de  interpretación.  Mas  a  pesar 
de  todo  este  empuje,  de  unos  y  de  otros,  queda  lugar,  y  vastí- 
simo, para  los  hombres  de  ciencia  que  quieran  ir  a  sacar  la  verdad 
de  entre  esos  ignotos  signos  y  a  poner  nuevos  capítulos  a  la  histo- 
ria de  las  razas  primitivas. 

Y  no  solamente  esos  pictóricos  recuerdos  tenemos  para  re- 
construir la  vida  aborigen;  hay  también  esculturas  de  un  valor 
altísimo.  Allá  donde  nace  el  Magdalena,  rodeado  de  selvas  impene- 
trables y  de  un  nudo  de  cordilleras,  hay  un  santuario  que  es  tam- 
bien  un  arcano  de  nuestro  génesis.  Allí  están,  en  la  aldea  de  San 
Agustín,  muchísimas  estatuas  y  figuras  de  piedra,  de  tamaño  heroi- 
co la  mayor  parte  de  ellas.  Caldas,  nuestro  sabio  mártir,  fue,  según 
parece,  él  primero  que  habló  de  esos  monolitos;  y  luego  Codazzi, 
un  eximio  italiano  que  hizo  de  Colombia  su  segunda  patria  y  don- 
de terminó  su  vida,  redactó  un  estudio  de  ese  templo  de  los  anda- 
quíes o  de  un  pueblo  anterior  a  éstos.  Al  par  de  las  de  Teotibua- 
cán  y  de  Tiguanaco,  bien  conocidas  de  los  americanistas,  y  que  en 
Méjico  y  Bolivia  se  guardan  con  veneración,  están  estas  efigies  de 
recónditas  épocas  de  nuestro  país. 

Bien  que,  últimamente,  uno  que  otro  europeo  ilustrado  haya 
llegado   hacia   ese   escondido   lugar  y  tomado  reproducciones  de 


ARQUEOLOGÍA    COLOMBIANA  367 


aquellos  dioses  o  magnates,  están  todavía  por  hacer  allí  investiga- 
ciones serias  y  hondas  y  por  aclarar  el  origen  y  el  significado  de 
esas  monstruosas  imágenes. 

Aquí,  en  el  Museo  del  Trocadero,  existe  una  de  esas  piedras, 
traída  según  he  conjeturado  por  Chanfajon,  ahora  medio  siglo.  Y 
en  uno  de  los  parques  de  Bogotá  se  encuentran  actualmente  dos 
que  fueron  trasladadas  allí  hace  tres  lustros. 

En  el  año  pasado  fueron  descubiertas  no  lejos  de  dicho  vi- 
llorrio otros  monolitos,  Y  por  los  lados  del  litoral  se  han  hallado 
también  con  frecuencia  imágenes  salvajes. 

No  quedaron  edificios  de  nuestros  aborígenes  como  en  Mé- 
jico y  el  Perú,  pero  parece  que  en  la  hora  del  descubrimiento  ya 
iban  a  entrar  ellos  en  la  época  déla  arquitectura.  Yacen,  por  ahí,  en 
un  pueblo  llamado  Ramiriquí,  caídas  por  el  suelo,  columnas  de 
piedra  que  iban  a  ser  la  base  de  algún  palacio  o  templo  de  sus 
dioses. 

De  cerámica  se  hallan  con  frecuencia  curiosos  artefactos.  Un 
tiempo  se  perdían  muchos  por  la  ignorancia  de  los  campesinos  que 
tropezaban  con  ellos  al  labrar  la  tierra,  y  sólo  algunas  personas  los 
guardaban.  Hoy  todo  el  mundo  aprecia  allá  esos  objetos,  se  reco- 
gen con  exquisito  esmero,  se  les  estudia  y  se  les  estima  en  todo  su 
valor  científico.  Los  museos  europeos  guardan  muchos  de  ellos, 
traídos  de  Colombia,  y  en  el  de  Bogotá  existe  una  profusa  e  inte- 
resante colección.  Su  catálogo  tuve  el  gusto  de  presentarlo  a  la 
Sociedad  de  Americanistas,  ah^ra  días:  en  él  podéis  ver  cómo 
adelantan  en  esa  altiplanicie  las  aficiones  arqueológicas.  Además 
de  ese  museo  que  acabo  de  mencionar,  y  que  contiene  varias  pre- 
seas de  todas  las  épocas  de  nuestra  historia,  poseemos  otros  bien 
notables,  como  el  de  Zea,  en  Medellín,  y  el  que  en  Pamplona  está 
formando  el  Reverendo  Padre  Rochereau,  ilustrado  francés  que 
vosotros  conocéis  por  haber  publicado  él  recientemente  en  vues- 
tro Jornal  notables  escritos  y  por  saber  vosotros  que  él  vino, 
desde  aquellos  lejanos  confines,  a  empuñar  el  fusil  en  la  gran  gue- 
rra, y  a  luchar  por  la  Francia  en  sus  largas  horas  de  martirio  y  de 
gloria. 

Posee  Medellín,  además  del  Museo  Zea,  que  acabo  de  mencio- 
nar, el  del  señor  Leocadio  Arango.  Es  una  de  las  mejores  colec- 
ciones privadas  que  se  han  hecho  en  Sur  América  de  utensilios 
de  los  aborígenes,  y  hay  allí  fecundo  campo  para  las  gentes  exhu- 
madoras  del  pasado.  Desgraciadamente  no  es  conocido  sino  en 
aquella  región,  pues  el  catálogo  que  se  hizo  de  él  se  limitó  a 
unos  tres  a  cuatro  ejemplares,  de  uno  de  los  cuales  soy  poseedor, 
por  galante  donación  de  su  dueño,  pero  no  me  fue  posible  conseguir 
otro  para  presentarlo  a  la  Sociedad  de  Americanistas,  a  fin  de  que 
se  conociera  aquí  ese  gran  tesoro  de  arqueología.  Abrigo  el  pro- 
pósito de  hacer  algún  día  una  nueva  edición  de  esa  lista. 

A  fines  del  siglo  anterior  fue  hallado  un  montón  de  objetos 
de  oro  que  se  ha  llamado  el  tesoro  del  cacique  Calarcá.  Aquella 
valiosísima  colección  de  poderosa  estimación,  curiosa  y  rica  como 
pocas,  fue  obsequiada  a  España  y  se  guarda  en  uno  de  los  museos 


368  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


de  la  madre  patria  con  exquisito  esmero.  Notables  estudios  se  hi- 
cieron sobre  ella,  pero  aún  pueden  los  escalpelos  de  la  crítica  sacar 
nuevas  síntesis  de  esas  áureas  reliquias. 

Desde  los  primeros  días  de  la  conquista  se  redactaron  obras 
sobre  las  lenguas  indígenas.  El  Padre  Lugo  trabajó  una  gramática 
chibcha,  el  Padre  Albis  un  vocabulario  de  los  andaquíes,  Gumilla 
nos  dio  pormenores  de  las  lenguas  del  Orinoco,  y  otros  tantos  mi- 
sioneros laboraron  en  ese  yunque  de  las  hablas  primitivas. 

Cuando  Catalina  de  Rusia  quiso  coleccionar  tratados  sobre  el 
lenguaje  de  los  antiguos  pobladores  del  Nuevo  Mundo  y  se  solici- 
taron en  América,  fueron  hallados  varios  en  nuestra  patria,  de  alto 
mérito,  gracias  al  esfuerzo  de  Mutis.  Por  diversas  circunstancias 
dispersóse  esa  biblioteca  lingüística,  pero  por  ahí  han  ido  apare- 
ciendo tales  joyas.  Recientemente  el  Reverendo  Padre  Fabo  ha 
hallado,  en  viejos  archivos,  una  gramática  de  una  de  esas  lenguas 
muertas,  la  de  los  sálibas,  que  formaba  parte  de  aquélla  y  que  es 
de  alto  valor  para  esos  estudios. 

Y  después  de  la  colonia  son  notables  los  trabajos  que  se  han 
emprendido  sobre  este  ramo.  Ezequiel  Uricoechea  publicó  un 
libro  sobre  el  idioma  chibcha,  que  es  portentoso,  y  fundó  aquí  en 
París  una  biblioteca  de  lenguas  ¿mericanas,  de  las  cuales  se  edita- 
ron varios  volúmenes.  A  aquel  benemérito  colombiano  se  deben 
otras  producciones  sobre  nuestros  aborígenes,  de  alto  mérito.  Es- 
cribió una  obra  sobre  cartografía  intitulada  Mapoteca  Americana, 
que  es  un  prodigio  de  erudición  y  laboriosidad;  fue  él  catedráti- 
co de  árabe  en  la  Universidad  de  Bruselas  en  sus  últimos  años;  y 
un  día  emprendió  viaje  de  estudio  a  las  regionss  de  oriente.  Allá, 
en  Siria,  murió  en  momentos  en  que  podía  darnos  frutos  opimos  de 
su  intensa  sabiduría. 

El  obispo  señor  Celedón  escribió  la  gramática  goajira,  y  los 
padres  candelarios  Fernández  y  Bartolomé  nos  han  dado  la  de  una 
de  esas  hordas  nómadas  que  vagan  en  nuestras  grandes  llanuras. 

Varios  extranjeros  han  estudiado  también  nuestros  lenguajes 
muertos.  Humboldt,  que  llegó  como  un  astro,  entre  las  nieblas  de 
la  colonia,  a  iluminar  nuestro  campo  geográfico  y  arqueológico, 
mostró  al  mundo,  en  todo  su  esplendor,  las  grandes  maravillas 
naturales  de  nuestras  comarcas  y  reveló,  a  todas  las  gentes,  muchos 
secretos  de  nuestra  prehistoria.  Luego  Nadaillac,  Douay,  Bollaert, 
Kunz,  Uhle,  Seler,  Read  y  otros  tantos  han  buscado  esos  filones 
y  sacado  preciosas  alhajas,  y  recientemente  habéis  visto  los  erudi- 
tos y  sabios  trabajos  de  vuestro  distinguido  secretario  el  doctor 
Rivet;  pero  muchas  investigaciones  pueden  aún  hacerse  en  estas 
cuestiones  filológicas  y  quién  sabe  cuántos  trabajos  estén  por  ahí 
olvidados  en  bibliotecas  y  archivos. 

En  el  último  número  de  vuestro  Journal  habréis  visto  dos  de- 
talles que  dan  la  medida  de  la  amplitud  que  están  tomando  en  nues- 
tra patria  estos  estudios.  Ahí  está  reproducida  una  inscripción  abo- 
rigen tomada  de  un  modesto  periódico  de  una  ciudad  de  provin- 
cia, y  se  mencionan   los   trabajos   lingüísticos  que  allá  en   lejano 


ARQUEOLOGÍA   COLOMBIANA  369 


pueblo  de  los  llanos  de  Vülavicencio  ha  emprendido  un  inteligen- 
te misionero.  Tiene  él,  según  anuncia  el  periódico  de  ese  recóndito 
lugar,  un  diccionario  de  dos  mil  palabras  en  seis  idiomas  indígenas, 
V  que  va  a  ser  impreso  allá  junto  con  catecismos  y  gramáticas  de 
esas  lenguas. 

En  el  Boletín  de  nuestra  Academia  de  Historia  se  publican 
con  frecuencia  trabajos  sobre  cuestiones  americanistas.  Especial- 
mente debo  mencionar  los  del  señor  Medina,  quien  escribe  desde  una 
pequeñísima  población  artículos  notables  sobre  etimologías  de  las 
voces  indígenas,  y  ha  logrado  explicar  muchas  de  sus  denominaciones 
geográficas.  Además  de  ese  Bo/eünqne  acabo  de  mencionar  se  publi- 
can revistas  de  historia  en  Medellín,  Manizales,  Cartagena  y  Cali. 
Allí  se  habla  sesudamente  de  nuestra  historia  primitiva,  y  entre  los 
estudios  de  la  conquista  debo  mencionar  el  profundo  trabajo  hecho 
recientemente  por  Otero  D'Costa  sobre  el  gran  adelantado  Ji- 
ménez de  Quesada,  así  como  el  de  Rodrigo  Noguera  sobre  Ro- 
drigo de  Bastidas.  Carlos  Cuervo  Márquez  ha  publicado  un  libro 
sobre  arqueología  colombiana,  bastante  meritorio,  y  ha  colaborado 
en  muchas  revistas  con  sus  producciones  científicas. 

Poseemos  en  nuestra  capital  una  gran  biblioteca  donde  al 
lado  de  valiosos  incunables  y  raras  ediciones  hay  obras  desconoci- 
das de  los  que  estudian  la  historia  de  América  y  que  son  fuentes 
inagotables  para  ello.  En  la  laboriosa  bibliografía  que  ha  publicado 
en  el  penúltimo  número  de  la  revista  de  esta  Sociedad  el  doctor 
Rivet,  habréis  visto  mencionadas  muchas  obras  que  se  refieren  a 
nuestra  arqueología  y  a  otros  ramos  de  la  historia  que  difícilmente 
se  encuentran  en  otra  parte,  y  las  tenemos  en  esa  biblioteca  que 
fundara  allá  en  el  corazón  de  los  Andes  el  Virrey  Ezpeleta. 

Otra  gran  fuerza  para  el  estudio  son  nuestros  archivos.  Los 
tenemos  en  abundancia,  y  el  clima  de  Bogotá  es  propicio  para  ello, 
así  como  el  de  las  otras  ciudades  del  interior.  En  ellos  se  busca  hoy 
por  los  miembros  de  la  Academia  de  Historia  y  por  todos  los 
amantes  de  estas  tareas,  la  verdad  de  los  episodios  de  nuestros 
anales.  Están  abiertos  al  extranjero  y  se  tienen  buenos  catálogos  de 
ellos.  Cuántas  maravillas  se  esconden  aún  en  aquellos  legajos;  qué 
de  cosas  ignoradas  habrá  aún  en  esos  códices  sobre  los  cuales  ha 
caído  el  polvo  de  los  siglos. 

Hemos  tenido  historiadores  desde  los  días  del  descubrimiento, 
y  hoy  más  que  nunca  se  labora  en  ese  huerto  con  tenaz  empeño. 
Nuestro  conquistador  principal,  Jiméqez  de  Quesada,  el  fundador 
de  nuestra  metrópoli,  supo  narrar  sus  propias  proezas.  Con  la 
misma  mano  que  empuñaba  la  espada  que  de  un  tajo  derribó  un 
reino,  manejaba  luego  la  pluma  para  referir  a  la  posteridad  sus 
hazañas  inverosímiles.  Dos  de  sus  compañeros,  Lebrija  y  San  Mar- 
tín, fueron  también  cronistas  de  esa  inmortal  empresa. 

Y  Castellanos,  a  quien  vosotros  conocéis  y  a  quien  menciona 
Larousse  en  su  grande  enciclopedia,  y  Medrano,  Aguado,  Simón, 
Zamora,  Ocáriz,  Piedrahita  y  Rodríguez  Fresle,  que  vinieron  des- 

xrv— 24 


370  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


pues.  Todos  ellos  nos  dejaron  luego,  en  los  días  coloniales,  intere- 
santes páginas  de  nuestros  anales.  Aun  hoy  existen,  tal  vez,  relatos 
inéditos  de  esos  tiempos  por  aquí  en  los  archivos  de  Europa. 

Una  de -las  obras  de  Castellanos  duró  perdida  casi  cuatro 
siglos,  y  hace  pocos  años  fue  hallada  en  un  recóndito  monasterio  de 
España.  La  de  Aguado  dormía  en  los  anaqueles  de  la  Academia  de 
Historia  de  Madrid,  y  me  tocó  no  hace  mucho  dar  a  la  publicidad 
lo  relativo  a  Colombia;  el  gobierno  de  Venezuela  hizo  imprimir 
después  lo  que  se  refiere  a  ese  país;  y  más  tarde  la  misma  Acade- 
mia formó  nueva  edición  de  toda  la  obra. 

He  mencionado  anteriormente  a  Mutis,  y  debo  daros  noticia 
de  este  sabio  que  vivió  en  nuestra  patria.  Era  de  Cádiz  y  dirigió 
en  el  virreinato  de  la  Nueva  Granada,  que  así  se  llamaba  entonces 
nuestro  país,  la  Expedición  Botánica.  Fue  amigo  de  Linneo  y  diole 
a  éste  preciosos  datos  para  su  gigantesca  obra.  Mutis  halló  allá 
una  ñora  y  una  fauna  no  estudiadas  aim  y  dio  sobre  ellas  ideas  de 
altísima  novedad.  Le  ayudaron  en  su  empresa  Caldas,  Zea,  Loza- 
no y  otros  tantos  sabios  de  nuestro  terreno. 

Esos  caminos  abiertos  por  Humboldt  y  Mutis  y  transitados 
luego  por  otros  sabios  no  los  hemos  dejado  cegar,  y  allí  podéis  ha- 
llar vastos  horizontes  para  vuestros  estudios.  Aun  los  simples  via- 
jeros, qué  serie  de  novedades  hallan  cuando  recorren  nuestro 
territorio;  ahí  están  Mollien.  Lemoyne,  Safray,  Andrée,  Reclus, 
Espagnac,  Brison  Crevaux  y  Brettes  para  no  hablar  sino  de  los 
franceses.  Y  aun  Gabriac  y  Serré,  que  nos  trataron  con  un  tanto  de 
ironía,  pero  que  también  acrecieron  allá  sus  conocimientos  y  nos 
dieron  producciones  solicitadas  por  los  bibliófilos. 

A  Colombia  se  le  ha  dado  a  conocer  recientemente  por  sus 
riquezas  naturales  y  su  comercio;  son  ya  del  dominio  de  los  econo- 
mistas y  hombres  de  negocios  sus  minas,  los  productos  de  su  agri- 
cultura y  de  su  pesca,  su  ganadería  y  el  impulso  de  sus  fábricas. 
También  se  ha  hecho  propaganda  a  su  literatura,  y  no  son  desco- 
nocidos los  nombres  de  sus  tribunos  y  de  sus  trovadores,  de  sus 
periodistas  y  de  sus  hombres  de  estado.  Pero  creo  son  ignorados 
sus  tesoros  históricos,  por  eso  he  señalado  algunos  de  ellos. 

Bastante  se  ha  trabajado  allá,  y  bastante  se  trabaja  hoy  día  en 
el  campo  de  la  historia  americana.  Pero  el  escenario  es  vastísimo  y 
he  querido  enseñaros  al  mismo  tiempo  todas  las  regiones  que  se 
abren  allí  para  el  estudio. 

El  Boletín  de  la  Academia  de  Historia  forma  ya  bastantes 
volúmenes,  y  en  ellos  se  ven  capítulos  dedicados  al  estudio  cientí- 
fico de  América  y  de  sus  habitantes  desde  las  épocas  más  anti- 
guas hasta  nuestros  días.  Además  de  esa  revista  ha  publicado  nues- 
tro instituto  varias  obras  sobre  nuestra  historia:  etnología,  lingüís- 
tica, paleograiía,  numismática,  cartografía,  bibliografía;  todos  los 
ramos  de  la  ciencia  de  Clío  han  sido  ensayados  con  más  o  menos 
éxito.  Nuestras  bibliotecas,  nuestros  archivos,  nuestros  museos, 
nuestras  academias,  nuestros  liceos,  están  abiertos  para  toda  noble 
aspiración.    Allí  se  os  prestará  benévola  colaboración  para  vuestras 


INFORMES  371 


tareas;  y  a  todo  sabio  que  tocare  a  sus  puertas  se  le  ayudará  en  su 
obra,  y  respetados  serán  sus  trabajos.  Hago,  para  terminar,  mis 
votos  entusiastas  y  sinceros  por  la  posteridad  de  este  noble  insti- 
tuto y  de  cada  uno  de  sus  miembros. 

Eduardo  Posada 

inFORmES 

J 

DATOS  SOBRE  EL  ARZOBISPO  FLÓREZ  V  OTROS 

£1  señor  director  de  la  Biblioteca  Nacional  ha  pasado  a  la 
Academia  una  solicitud  dirigida  por  el  señor  Carlos  Flórez  Vicu- 
ña, abogado  de  Santiago  de  Chile  (casilla  .^,774),  en  la  cual  hace 
varias  consultas  respecto  de  tres  personajes  que  figuraron  en  nues- 
tra Patria:  don  Pedro  Flórez  Ordóñez,  don  Juan  José  Flórez  y  don 
Manuel  Flórez.  La  Academia  tuvo  a  bien  confiarme  el  estudio  de 
tal  asunto,  y  en  consecuencia  me  permito  proponer  que  se  diga 
al  señor  director  de  la  Biblioteca  lo  siguiente: 

I,"  Sobre  don  Pedro  Flórez  Ordóñez,  arzobispo  de  Santafé. 
Sin  duda  por  equivocación  invierte  el  señor  Flórez  Vicuña  el  orden 
de  los  apellidos,  pues  el  arzobispo  se  llamaba  don  Pedro  Ordóñez 
y  Flórez.  Su  gobierno  fue  de  corta  duración,  y  no  creo  fácil  conse- 
guir los  documentos  que  desea  el  peticionario.  En  la  sacristía  de  la 
Catedral  de  Bogotá  existe  un  retrato  al  óleo  de  dicho  arzobispo; 
don  Juan  Flórez  de  OcáViz,  en  el  tomo  i  de  sus  Genealogías  del 
Nuevo  Reino  (página  134),  suministra  informes  interesantes  acerca 
del  prelado  de  quien  trata.mos;  y  el  señor  José  Manuel  Groot  le 
dedica  unas  líneas  en  el  tomo  i."  (página  241)  de  su  Historia 
Eclesiástica  y  Civil  de  la  Nueva  (í^<i«ai¿z  ísegunda  edición).  Como 
las  dos  obras  citadas  son  hoy  dia  de  difícil  consecución,  estimo 
que,  para  complacer  al  señor  Flórez  Vicuña,  podría  copiarse  en  la 
Biblioteca  Nacional  el  contenido  referente  al  señor  Ordóñez  y  Fló- 
rez en  las  obras  y  páginas  mencionadas, 

2.*  Sobre  don  Juan  José  Flórez.  Estimo  que  debe  contestarse 
al  peticionario  que  siendo  tan  intensa  la  actuación  política  del 
General  Flórez,  desarrollada  en  su  parte  principal  en  países  ftis- 
tintos  de  esta  República,  no  es  aquí  donde  se  podrá  obtener  la 
mejor  obra  acerca  de  su  administración  y  su  vida  pública. 

3.°  Sobre  el  señor  don  Manuel  Antonio  Flórez.  No  se  ha  es- 
crito, que  sepamos,  obra  completa  y  documentada  acerca  de  este 
personaje;  su  retrato  figura  en  la  galería  de  virreyes  del  Museo 
Nacional.  El  señor  Groot,  en  el  tomo  2,°  (página  177  y  siguientes) 
de  la  Historia  expresada,  da  varios  datos  sobre  el  virrey  Flórez, 
que  podrían  extractarse  o  copiarse  textualmente  y  enviarse  al  pe- 
ticionario. 

Bogotá,  15  de  noviembre  de  1922. 

Vuestra  Comisión. 

José  María  Restregó  Sáent 


372  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 

II 
CENTENARIO   DE   CABALLERO   Y   GÓNGORA 

En  la  penúltima  junta  que  celebró  la  Academia  en  e!  año  pa- 
sado se  nos  encomendó  el  estudio  de  una  comunicación  dirigida 
por  el  señor  cónsnl  de  Colombia  en  Córdoba  al  señor  ministro  de 
Relaciones  Exteriores,  pasada  por  éste,  en  calidad  de  consulta,  a 
nuestro  instituto. 

En  el  citado  escrito  participa  el  señor  don  José  Maria  Rey, 
quien  desempeña  con  acierto  tal  consulado,  que  el  24  de  mayo  de 
1923  se  celebrará  en  Priego,  ciudad  perteneciente  a  la  provincia 
de  Córdoba  y  cuna  del  varón  egregio  que  se  llamó  don  Antonio 
Caballero  y  Góngora,  el  segundo  centenario  de  su  nacimiento,  con 
unas  fiestas  religiosoliterarias,  en  las  cuales  los  paisanos  del  arzo- 
bispo virrey  se  disponen  a  tributar  a  la  República  de  Colombia 
un  himno  de  amor  y  de  respeto  y  a  levantar,  en  mármol  o  en 
bronce,  la  figura  del  insigne  mandatario  del  Nuevo  Reino  de  Gra- 
nada. Acompaña  el  señor  cónsul  copia  de  un  párrafo  del  acta  de 
la  sesión  del  ayuntamiento  de  Priego  del  13  de  julio  de  1922,  en 
la  que  se  ordenó  celebrar  con  pompa  el  mencionado  centenario  y 
dar  el  nombre  de  Calle  del  Arzobispo  Caballero  Góngora,  a  una  de 
las  principales  de  la  población,  y  el  de  Paseo  de  Colombia  al  co- 
nocido hasta  hoy  cop  el  del  Adarve. 

Pide  el  cónsul  al  ministro  de  Relaciones  Exteriores  una  ayu- 
da económica,  aunque  sea  modesta,  del  gobierno  de  Colombia, 
para  llevar  a  cabo  los  relatados  festejos,  y  ofrece  ceder  el  original 
de  una  memoria  biográfica  del  señor  Caballero  y  Góngora  a  la 
Academia  de  la  Historia  de  Bogotá. 

Parécenos  digna  del  mayor  apoyo  la  actuación  del  señor  cón- 
sul de  Córdoba,  así  como  la  del  ayuntamiento  de  Priego,  pues 
ambas  tienden  a  estrechar  los  vínculos  que  nos  unen  con  la  madre 
patria  y  a  honrar  la  memoria  del  ilustre  mandatario  andaluz,  que 
tanto  trabajó  por  el  adelanto  moral  y  material  de  la  Nueva  Gra- 
nada. Creemos  que  el  gobierno  nacional  y  la  Academia  de  His- 
toria están  en  el  deber  de  corresponder  a  ese  gesto  de  simpatía  por 
Colombia,  poniendo  cada  uno  de  ellos  de  su  parte  lo  que  las  cir- 
cunstancias exigen  y  permiten. 

En  consecuencia,  solicitamos  vuestros  votos  para  las  siguien- 
tes proposiciones: 

I  .*  Dígase  al  señor  ministro  de  Relaciones  Exteriores,  en  con- 
testación a  su  consulta,  que  la  Academia  Nacional  de  Historia  es- 
tima que  de  la  partida  de  gastos  imprevistos  del  ministerio  se 
envíe  al  ayuntamiento  de  Priego,  por  conducto  del  señor  cónsul 
de  Colombia  en  Córdoba,  la  suma  de  mil  pesetas  para  ayudar  a  la 
celebración  del  segundo  centenario  del  nacimiento  del  araobispo 
virrey  don  Antonio  Caballero  y  Góngora,  y  que  convendría  que 
el   gobierno  se  hiciera  representar  en  estas  festividades. 

2.*  La  Academia  Nacional  de  Historia  de  Colombia  se  asocia 
regocijada  a  la  celebración  del  segundo  centenario  del  arzobispo 


INFORMES  373 


virrey,  envía  al  ayuntamiento  de  la  ciudad  de  Priego  un  voto  de 
aplauso  y  de  cariño  con  motivo  de  las  manifestaciones  que  hace 
a  esta  república,  y  designa  para  representar  a  la  corporación  en 
las  ceremonias  oficiales  que  tendrán  lugar  en  mayo  del  corriente 
año,  a  los  señores  don  José  María  Rey,  iniciador  del  homenaje  a 
Colombia,  distinguido  cónsul  de  nuestra  patria  en  Córdoba  y  cro- 
nista de  esa  noble  provincia,  y  don  Ernesto  Restrepo  Tirado,  a 
quien,  en  nota  de  estilo,  se  comunicará  por  la  secretaría  de  la  A.ca- 
demia  el  respectivo  nombramiento  y  se  hará  saber  el  contenido  de 
la  presente  proposición  para  que  lo  transmita  al  ayuntamiento  de 
Priego. 

Bogotá,  31  de  enero  de  1923 — Vuestra  Comisión,  fosé  Marta 
Restrefio  Sáenz — José  Manuel  Mar  roquín. 

III         , 

PROCESOS    DE   NARIÑO   Y   OTROS 

Valiosísima  es  la  documentación  presentada  a  la  Academia 
por  el  señor  don  José  María  Pérez  Sarmiento.  Consta  ella  de  tres 
voluminosos  legajos  copiados  en  el  Archivo  de  Indias  de  Sevilla,  y 
que  tratan  sobre  los  célebres  procesos  levantados  a  ñnes  del  si- 
glo XVIII  contra  los  precursores  de  nuestra  independencia. 

El  primero  contiene  la  causa  por  la  publicación  de  los  Dere- 
chos del  hombre,  seguida  a  Nariño  y  su  defensor  don  José  Antonio 
Ricaurte,  la  cual  consta  de  196  documentos,  en  235  pliegos. 

El  segundo,  las  causas  por  pasquines  sediciosos  seguidas  a  los 
señores  Luis  Gómez,  Pablo  Uribe,  José  María  Duran  y  José  de 
Arellano;  y  por  tentativa  de  sublevación  seguida  a  los  señores  José 
María  Lozano,  Ignacio  Sandino,  José  Ángel  Manrique,  Enrique 
Ümafia,  Luis  de  Rieux,  Francisco  A.  Zea  y  Pedro  Pradilla,  las 
cuales  constan  de  Ó5  documentos  (197  a  261),  en  42  pliegos  (236  a 
277  bis).  Allí  está  también  la  causa  por  sospechas  de  conspiración 
seguida  al  señor  Juan  Alegre,  la  que  consta  de  15  documentos 
(262  a  277),  en  28  pliegos  {2"]^  a  306). 

El  tercero,  nuevas  diligencias  sobre  las  causas  anteriores,  las 
que  constan  de  10 1  documentos  (278  a  377),  en  180  pliegos. 

Son  todos  estos  autos  de  una  importancia  ingente  para  el  es- 
tudio de  la  historia  de  aquellos  días  angustiosos  que  precedieron 
al  grito  de  independencia  y  que  fueron  el  preludio  del  glorioso  y 
magnífico  drama.  En  ellos  se  pintan  el  dolor  y  las  emociones  que 
anunciaban  el  alumbramiento  de  la  grande  idea;  y  es  con  un  sen- 
timiento de  gratitud  y  de  compasión  a  un  tiempo  mismo  como  se 
lee  allí  lo  que  hicieron  aquellos  promotores,  en  esas  lejanas  horas 
de  la  colonia,  y  las  persecuciones  que  cayeron  sobre  ellos,  impla- 
cables y  temibles. 

Estos  voluminosos  códices  muestra  son  de  cuánto  es  el  tesoro 
de  historia  patria  aún  escondido  en  los  archivos  europeos.  De  Na- 
riño y  sus  Derechos  del  Jiombre  todos  aquí  hablábamos,  pero  en 
realidad  nadie  había  hojeado  su  célebre  proceso.  En   la  Biblioteca 


574  BOLETÍN  DE  HISTORIA    Y   ANTIGÜEDADES 


Nacional  hallé  ahora  años,  revueltos  y  apolillados,  varios  papeles 
del  ilustre  bogotano,  los  arreglé  lo  mejor  posible,  hice  gestiones 
para  que  fueran  encuadernados,  y  los  publiqué,  en  unión  del 
doctor  Ibáñez,  en  el  libro  que  intitulamos  El  Precursor,  bien 
conocido  hoy  por  todos  los  amigos  de  la  historia  y  por  todos  los 
amantes  de  las  glorias  de  la  patria. 

En  el  prólogo  de  esa  compilación  de  documentos  sobre  Nari- 
ño,  que  salió  en  1903,  puse  estas  palabras:  «De  ese  extenso  proceso 
que  se  instruyó  contra  Nariño  no  poseemos,  a  pesar  de  las  investi- 
gaciones que  hemos  hecho,  sino  los  fragmentos  que  hoy  publi- 
camos. El  sumario  se  dividió  en  tres  partes:  una  por  sedición, 
otra  por  pasquines  y  otra  por  impresión  de  los  Derechos  del  hom- 
bre. Quizás  en  España  existan,  originales  o  en  copia,  esos  autos 
preciosos.  ¡Cuánto  dato  curioso  no  habrá  en  esas  hojas,  relativo  a 
aquella  última  década  del  siglo  xviii  y  a  ese  proceso  inmortal!  No 
hemos  hallado  sino  esas  declaraciones  mutiladas  (página  49);  la 
defensa  del  acusado  (página  51);  la  ronda  en  el  convento  de  ca- 
puchinos (página  143);  y  el  concepto  de  los  fiscales  ante  el 
Consejo  de  Indias  (página  ni).  Bastante  luz  nos  dan  estas  pie- 
zas sobre  la  célebre  causa;  pero  ¿cuántos  incidentes  están  envuel- 
tos en  el  misterio?  Parece  que  Nariño  se  declaró  culpable  en  su  pri- 
mera declaración,  según  se  ve  en  varios  párrafos  de  su  defensa, 
pero  luego  en  ésta,  aun  cuando  no  elude  la  responsabilidad  del 
hecho,  trata  de  demostrar  que  no  cometió,  al  ejecutarlo,  un  delito 
contra  la  religión  ni  el  Estado.  Es  curioso,  entre  los  argumentos 
que  pone  para  tachar  de  nulidad  su  indagatoria,  la  afirmación  que 
hace  de  hallarse  enfermo,  y  presenta,  como  prueba,  el  reconoci- 
miento que  le  hizo  en  la  cárcel  el  doctor  Honorato  Vila.  Muestra 
Nariño  allí  sus  estudios  médicos,  y  se  ve,  además,  cuan  grandes 
fueron  sus  padecimientos,  pues  llegóse  hasta  llevarle  un  confesor, 
creyéndolo  en  peligro  de  muerte.» 

El  erudito  publicista  señor  Medina,  en  su  Historia  de  la  Im- 
prenta en  Saníafé  de  Bogotá,  refirió  que  había  visto  el  interesante 
sumario  en  el  Archivo  de  Indias.  Llamé  en  un  periódico  de  esta 
ciudad  la  atención  sobre  ello,  y  luego  hablé  extensamente  en  mi 
obra  Bibliografía  bogotana,  de  aquella  actuación  que  se  creía 
perdida. 

El  señor  Pérez  Sarmiento,  atento  a  ese  aviso,  y  con  la  excita- 
ción del  ministerio  de  Relaciones  Exteriores,  tomó  copia  entonces 
de  varios  manuscritos  en  aquel  archivo  y  los  publicó  bajo  el  título 
de  Proceso  de  Nariño.  Después  en  su  interesante  revista  Colombia, 
que  dirigía  en  Cádiz,  insertó  otras  piezas  relativas  al  mismo  asunto. 

Don  Lorenzo  Marroquín  dio  a  la  estampa,  en  19 13,  un  estu- 
dio llamado  Los  Precursores ,  en  el  cual  se  encuentran  muchas  car- 
tas de  don  José  Antonio  Ricaurte,  el  defensor  de  Nariño,  escritas 
en  sus  largos  y  dolorosos  días  de  prisionero. 

Sobre  el  proceso  de  los  pasquines  escribí  también  algo  en  el 
número  96  de  nuestro  Boletín  (mayo  de  1913),  y  allí  traté  de  es- 
cudriñar detalles  sobre  los  cuatro  jóvenes  que  fueron  al  destierro 


INFORMES  375 


como  sindicados  de  ellos.  Pero  cuáa  pocos  datos  tenía  sobre  la  in- 
formación levantada  contra  los  reos  y  sobre  sus  infortunios  en  los 
lejanos  presidios.  El  señor  Tascón,  en  su  biografía  del  general 
Cabal  insertó  piezas  sustanciales  relativas  al  ostracismo  de  aquellos 
patricios. 

La  nueva  documentación  que  hoy  presenta  el  señor  Pérez 
Sarmiento  viene  a  completar  aquellos  trabajos  que  eran  necesaria- 
mente escasos  por  faltar  aquí  esa  materia  prima  que  en  tal  abun- 
dancia ha  hallado  ahora  nuestro  colega  en  los  anaqueles  de  aquel 
santuario  sevillano. 

Por  el  momento,  opino,  deberia  publicarse  en  nuestro  Boletín 
el  índice  de  los  documentos;  y  luego  todos  ellos  como  volumen  de 
la  Biblioteca  de  Historia  Nacional,  arreglados  metódicamente, 
con  un  prólogo  escrito  por  alguno  de  los  miembros  de  la  Acade- 
mia, colocándole  notas  aclaratorias  y  acompañados  de  tablas 
alfabéticas 

En  consecuencia,  hago  respetuosamente  la  siguiente  proposi- 
ción: La  Academia  Nacional  de  Historia  da  un  voto  de  aplauso  al 
señor  J.  M.  Pérez  Sarmiento  por  la  tarea  de  hacer  copiar  en  el  Ar- 
chivo de  Indias  documentos  importantísimos  relativos  a  nuestros 
anales;  le  agradece  altamente  la  donación  que  ha  hecho  de  ellos  a 
esta  corporación,  y  resuelve  publicar,  en  la  revista  que  le  sirve  de 
órgano,  el  índice  de  esa  documentación,  y  luego,  en  libro,  las 
piezas  que  estuvieren  inéditas. 

Bogotá,  I.*  de  febrero  de  1923 — Eduardo  Posada. 

IV 

MIEMBRO   CORRESPONDIENTE 

En  cumplimiento  de  la  disposición  reglamentaria  nos  es  grato 
informar  sobre  la  candidatura  del  señor  Enrique  Ruiz  Guiñazu 
para  miembro  correspondiente  de  esta  corporación. 

El  señor  Ruiz  Guiñazu  es  un  distinguido  escritor  argentino, 
catedrático  de  las  Facultades  de  Derecho  y  Ciencias  Económicas 
de  Buenos  Aires,  y  ha  publicado  obras  notables  sobre  historia  de 
América.  Una  de  ellas,  Magistratura  Indiana,  obtuvo  el  año  ante- 
pasado el  premio  de  la  raza,  que  otorga  anualmente  la  Real  Aca- 
demia de  la  Historia  en  Madrid.  En  sus  páginas  se  encuentran 
curiosos  datos '  acerca  de  los  tribunales  que  funcionaban  en  los 
tiempos  coloniales,  y  se  hace  una  exposición  completa  respecto  de 
la  organización  y  procedimientos  de  la  justicia  en  el  continente 
americano . 

Además,  el  señor  Ruiz  Guiñazu  colabora  actualmente  en  los 
diarios  de  su  país  con  estudios  históricos  de  verdadero  mérito,  y  es 
un  sincero  amigo  de  Colombia. 

Por  todo  ello  es  merecedor  del  título  de  correspondiente  de 
nuestra  Academia,  y  en  tal  virtud  atentamente  proponemos  que 
se  le  expida  el  diploma  respectivo. 

Bogotá,  abril  30  de  1923 — Raimundo  Rivas— Gerardo  Arruóla 


376  BOLETÍN  DK  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


flCflDEmifl  nflClOnflb  de  ñlSTORIfl 

PUBLICACIONES     RECIBIDAS  DESDE     EL  I."  DEO'TUBRE  DE   102: 
HASTA    LA    FECHA 

Epopeya  de   la  Libertad  (Manuel  C.  Bonilla),  tomo  i,  Lima. 

Manual  del  Derecho  Parlamentario  (Tomás  Jefferson),  Pa- 
rís, 1827. 

La  Campaña  de  Carabol^o  (Coronel  Arturo  Santana\  Cara- 
cas, 1921. 

Monografías,  tomo  ii  (Rufino  Gutiérrez),  volumen  xxx  de 
la  Biblioteca  de  Historia  Nacional,  Bogotá,  1921. 

Ricaurte  y  sus  impugnadores  ante  la  critica  (Luis  Orjuela), 
volumen  xxv  de  la  Biblioteca  de  Historia  Nacional,  Bogotá, 
1922. 

Epistolario  del  doctor  Rufino  Cuervo,  tomo  iii  (L.  A.  Cuer- 
vo), volumen  xxiv  de  la  Biblioteca  de  Historia  Nacional,  Bogo- 
tá, 1922. 

Compilación  Cundinamarquesa  (Alfredo  Cortázar  Toledo), 
edición  oficial,  tomol,  Bogotá,  1922. 

Monografía  de  Misiones  vivas  de  Agustinos  Recoletos  en 
Colombia,  tomo  ili  (Marcelino  Ganuza),  1921. 

Simón  Bolívar  (G.  A.  Shewell),  traducción  de  R.  Cortázar, 
Bogotá,  1922. 

El  libro  amarillo  de  Venezuela,  Caracas,  1921. 

Memoria  del  Ministro  de  Instrucción  Pública  de  Colombia, 
Bogotá,  1921. 

Armas  antarticas,  tomos  1."  y  2.°  (J.  de  Miramontes  Zuazo- 
la),  Quito. 

fournal  de  la  Société  des  Americanistas  de  París,  tomo  iii, 
1921. 

Correspondencia  del  doctor  Manuel  Herrera  y  Obes,  tomo 
IV,  Buenos  Aires,  1919. 

La  religión  del  Imperio  de  los  Incas  (J.  Gijón  y  Caamaño), 
volumen  i,  Quito. 

Artefactos  prehistóricos  del  Guayas  (J.  Gijón  y  Caamaño), 
Quito,  1919. 

Contribución  al  conocimiento  de  las  lenguas^  indígenas  que 
se  hablaron  en  el  Ecuador  interandino  y  occidental  con  anterio- 
ridad a  la  conquista  española  (J.  Gijón  y  Caamaño),  Quito,  1919. 

Mitos  de  los  indios  jibaros  (Rafael   Karsten),  Quito,  1919. 

El  asesinato  del  Gran  Mariscal  de  Ayacucho  (N.  A.Gon- 
zález), Bogotá,  1908,  tomos  i  y  ii. 

Hojas  de  laurel  (F.  Jiménez  Arraiz),  Caracas,  1921. 

La  Biblioteca  de  Maestros  (Antero  Urioste).  Montevideo, 
1922. 

Memoria  del  Ministro  de  Obras  Públicas,  Bogotá,  1922. 

Informe  del  Ministro  de  Relaciones  Exteriores,  Bogotá, 
1922. 


ACADEMIA  NACIONAL  DE  HISTORIA  377 


Memoria  del  Ministro  de  Instrucción  Pública,  Bogotá,  1922. 
Obras  completas  {Miguel  Antonio  Caro),  tomos  i,  il  y  ni, 
Bogotá. 

Selección  literaria  (Diego  Rafael  deGuzmárí),  Bogotá,  1922. 
Monografía  de  Almaguer  (Arcesio  Guzmán),  1921. 
General  Benjamín  Herrera  (A.  Robayo  L.),  1922. 
Escalafón  general  del  Ejército  activo  de  Colombia,  1921. 

POR   CANJE. 

L'Amerique,  Santo  Domingo  (Pradt). 

Oeuvres  choisies  de  Richarson,  Pamela,  tomos  1 . "  y  2.°,  Pa- 
rís, 1821. 

Recherches  sur  la  population  et  sur  la  faculté  de  acroisse- 
ment  deVespécehumaine  (William  Godwin),  2  tomos,  1821. 

Notions  elementaires  d'Economie  Poliiique  (Comte  d'H***), 
París,  1825. 

Lois  de  la  Nature. 

L'art  du  distillateur  (Dicbuisson),  2  tomos. 

De  Vesprit  (Helvetíus),  2  tomos,  París,  1822. 

Oeuvres  completes  de  VAbbé  de  Mabli,  12  tomos,  1797. 

Cours  de  Philosophie  Genérale  (H.  Azais),  8  tomos,  París, 
1824. 

Des  principes  de  VEconomie  Politique  et  de  l'import  (David 
Ricardo),  2  tomos,  1819. 

Le  Rodeur  Francés  ou  les  gioeurs  du  jour.  Cinco  tomos, 
París,  1821 . 

DIARIOS    V   REVISTAS   NACIONALES 

Memorial  del  Estado  Mayor  del  Ejército,  Bogotá, 

Anuario  Estadístico,  1916  y  1917,  Bogotá. 

Revista  de  Agricultura,  Bogotá. 

La  Nueva  Italia,  Bogotá. 

Anales  del  Consejo  de  Estado,  Bogotá. 

Repertorio  Boyacense,  Tunja. 

Archivo  Historial,  Manizales. 

Colombia,  Medellín. 

Boletín  Diocesano,  Tunja. 

Repertorio  Histórico,  Medellín. 

Estudio  y  Trabajo,  Medellín. 

El  Propagador,  Támara. 

El  Porvenir,  Cartagena. 

Gaceta  Municipal,  Girardot. 

Norte  de  Santander,  Gaceta  Departamental,  Cúcuta. 

Eco  de  Oriente,  Villa vicencio. 

Juventud  Bartolina,  Bogotá. 

Gaceta  Judicial,  Bogotá. 

Boletín  de  Estadística,  Bogotá. 

La  República,  Barranquilla. 

Revista  Pedagógica,  Bogotá. 


>78  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Revista  Jurídica,  Bogotá. 

Registro  Municipal,  Bogotá. 

Elio,  Sonsón. 

La  Batalla,  Cali. 

El  Colombiano,  Medellín. 

El  Trabajo  y  Popayán. 

El  Trabajo,  Cúcuta. 

El  Día,  Cúcuta. 

Boletín  de  la  Sociedad  de  Embellecimiento,  Bogotá. 

EXTERIOR 

Revista  del  Archivo   General  Administrativo   del  Uruguay, 
Montevideo. 

Journal  de  la  Société  des  Americanistes  de  París. 

Boletín  de  la  Academia  Nacional  de  Historia  del  Ecuador. 

France.  Amerique,  París. 

Boletín  de  la  Academia  Nacional  de  Historia,  Caracas. 

Revista  de  la  Universidad  Nacional  de  Córdoba. 

Colombia,  Revue  mensuelle,  París. 

The  Colombian  Review,  New  York. 

El  Exportador  Americano,  Nueva  York. 

The  Colombian  Trade  Review,  London. 

Boletín  de  la  Unión  Panamericana,  Washington. 

ínter  America,  Nueva  York. 

L' Opinión. 

Boletín  de  la  Real  Academia  de  Historia,  Madrid. 

Boletín  del  Centro  de  estudios  americanistas  de  Sevilla. 

Bülletin  de  U Amerique  latine,  París. 

Anales  de  Instrucción  primaria  del  Uruguay,  Montevideo. 

Boletín  del  Ministerio  de  Relaciones  Exteriores  del  Salva- 
dor. 

Boletín  de  la  Biblioteca  Municipal  de  Guayaquil. 

Boletín  de  la  Biblioteca  Municipal  de  San  José  de  Costa 
Rica. 

Boletín  de  la  Biblioteca  América  de  la  Universidad  de  San- 
tiago de  Compostela,  Buenos  Aires. 

Revista  Chilena,  Santiago  de  Chile. 

Bogotá,  septiembre  30  de   1922.  El  Bibliotecario,  Manuel 
Marta  Meza. 


EPlSCObflRlO  DEfa  \7IRREy  ESbñl7fí  (1) 

EL  ATAQUE  A  CARTAGENA 

Expresamos  en  la  anterior  entrega  el  concepto  obvio  de  que 
el  mayor  prestigio  del  señor  Eslava  estriba  en  que  su  nombre  su- 
giere el  hecho  de  armas  que  mereció  a  Cartagena  el  dictado  de 
HEROICA,  en  la  historia  ignorada,  del  cual  ciframos   desde   la  pri- 


(1)  Véase  el  número  158  de  este  Boletín. 


epístola KIO    DEL    VIRREY    ESLAVA  379 


mera  ojeada  el  valor  máximo  de  este  epistolario,  así  como  fue  ello 
la  razón  que  más  determinadameate  hubo  de  movernos  a  su  publi- 
cación. Allí  se  encuentra,  en  efecto,  el  jíroceso  íntimo  de  la  defen- 
sa de  aquella  plaza,  desde  los  aprestos  hasta  su  feliz  término,  con 
todas  las  contingencias  que  la  acompañaron,  por  el  aspecto  fiscal: 
lo  cual  muestra  la  tenacidad  del  virrey  en  su  empeño  de  allegar 
recursos,  luchando  sostenidamente  en  e!  interior  (al  igual  que  con 
los  sitiadores),  contra  la  falta  de  espíritu  público  que  desde  enton- 
ces caracteriza  a  la  familia  indohispánica,  y  es  este  a  nuestro  pa- 
recer el  aspecto  más  brillante  de  la  actuación  del  señor  Eslava  en 
aquella  emergencia  : 

cS.  mió;  El  Rey  nro.  Sr.^que  Dios  Ge  .  cuidadoso  de  la 
■Quietud,  y  sossiego  de  estos  Reynos  se  desvela  dando  las  providen- 
cias más  eficaces  para  la  defensa,  y  para  conseguir  el  fin  desseado 
de  impedir  los  insultos  de  Yngleses  en  la  costa  de  tierra  firme  a 
embiado  a  este  Puerto  dos  Navios  de  Guerra,  y  quatrocientos,  y 
cinquenta  soldados  veteranos,  que  quedan  empleados  haciendo  el 
servicio:  A  mas  de  que  por  las  noticias  vltimas  de  Spaña  se  tiene 
aviso  cierto  de  que  se  estaban  apromptando  otros  mayores  socorros 
con  destino  para  la  America.  En  cuia  consequencia  encargo  a 
V.  S.  que  haciendo  saber  a  los  vecinos  de  essa  Ciudad,  y  Provincia 
la  necesidad  vrgente  de  estas  Caxas  Reales,  a  causa  de  los  gastos 
que  ocasionan  las  Esquadras  y  tropas,  que  se  han  aumentado, 
muestren  en  esta  ocasión  el  celo  que  deven  a  la  confianza  de  S.  M. 
subministrando  a  essas  Caxas  Reales,  por  via  de  préstamo,  las  can- 
tidades de  dinero  que  pudieren,  para  que  en  tiempo  lleguen  aquí 
las  remesas  de  los  caudales  que  fueren  entrando:  lo  que  no  dudo 
se  conseguirá  si  V,  S,  (como  me  prometo)  toma  a  su  cuidado  esta 
importancia. 

«Dios  (etc.)  Cartagena,  7  de  Mayo  de  1740. > 

Publicamos  en  seguida  la  tercera  carta  del  mismo  mes,  por 
servir  de  base  a  un  largo  y  vergonzoso  proceso  sobre  la  imposibili- 
dad física  del  oidor  decano  para  seguir  a  su  destino : 

cCartagena  9  de  Mayo  de  1740 

«Por  Real  Cédula,  de  20  de  Agosto  del  año  próximo  passado 
de  1.739,  resolvió  S.  M.  por  justos  motivos  de  su  servicio,  que  Dn. 
Joseph  Joachim  Martínez  Malo,  Oydor  Decano  de  essa  Audiencia, 
passe  a  la  de  Panamá,  y  que  Dn.  Joseph  de  la  Quintana,  también 
Ministro  de  ella,  vaya  a  servir  a  la  de  Quito,  por  combíene,  y  via 
de  providencia;  y  assi  hará  que  se  le  intime  el  Acuerdo,  para  que 
dentro  del  termino  de  dos  meses,  salgan  de  essa  Ciudad  a  sus  res- 
pectivos destinos,  contados  desde  el  día  en  que  se  les  hiciere  no- 
torio, sin  admitírseles  replica,  ni  excusa  alguna,  por  ser  esta  la  real 
voluntad;  quedando  para  los  Despachos  del  publico  govemando 
los  dos  Ministros  desembarazados  con  el  Fiscal,  y  Protector,  ínte- 
rin se  les  acreze  el  numero  prevenido  por  la  real  Persona,  y  dándo- 
me quenta  con  autos  de  lo  que  se  executare  en  cumplimiento  de 
las  reales  ordenes.» 


380  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


La  carta  siguiente  da  a  conocer  el  modo  de  subvenir  a  los  gas- 
tos ocasionados  por  las  desgracias  ocurridas  en  la  península,  sis- 
tema seguido  hasta  última  hora,  para  la  restauración  reaccionaria 
contra  la  invasión  francesa: 

«Cartagena  y  Junio  20  de  1.740 

«Respecto  a  que  por  Real  Circular  de  veinte  de  Diziembre  de 
mil  setecientos  y  treinta  y  seis,  con  la  ocassion  del  fatal  Yncendio 
acaecido  en  el  Real  Palacio  de  la  Corte  de  Madrid,  se  previno  el 
mas  prudente  y  proporcionado  repartimiento  para  su  nueba  fabrica 
y  tocó  al  Reino  del  Perú,  y  Provincias  del  de  tierra  firme,  la  can- 
tidad de  dos  millones  de  pesos,  y  que  lo  que  facilitase  y  dirigiese 
a  esta  Ciudad  el  Presidente  de  Sta.  Fée.  se  remitiese  en  los  presen- 
tes Galeones,  no  se  ha  executado  hasta  aora;  El  Sr.  Oydorque 
preside  por  mi  ausencia  la  sala,  luego,  y  sin  dilación  sacará  del 
poder  donde  se  hallare  este  procedido,  y  según  lo  recaudado  hasta 
el  presente,  granjeando  las  horas,  lo  remitirá  con  persona  segura, 
por  lo  que  importa  su  prompta  percepción  al  Real  servicio,  y  que 
no  se  retarde  con  ningún  pretexto  esta  remesa,  dando  quenta  de  lo 
que  se  restare  por  recaudar,  o  del  importe  total.» 

Aquí  continúa  el  proceso  del  sitio  y  je  hace  manifiesta  la 
preeminencia  de  los  chapetones  sobre  los  criollos,  que  fue  causa 
remota  de  la  emancipación: 

«Con  carta  de  3  de  este  mes,  responsiva  a  la  mia  de  7  de 
Mayo,  me  dize  V.  S.  que  haviendo  practicado  de  antemano  todas 
las  diligencias  possibles  con  esse  Comercio,  y  Vecmdario,  para  que 
hiciese  vn  préstamo  a  estas  Caxas  Rs,  aora  serán  inútiles  nuebas 
diligencias,  y  qualesquiera  apremios;  por  lo  que  en  Junta  de  Tri- 
bunales, a  vista  de  la  vrgencia,  se  resolvió  entonces,  que  el  Gover- 
nador  de  esta  Plaza,  a  proporción  tomase  prestado  de  los  vecinos 
de  la  Provincia,  y  comercio  de  España,  dándole  facultad  para  que 
practicase  los  apremios  en  caso  necesario.  Y  siendo  cierto,  que  en 
esta  Ciudad  y  en  la  Villa  de  Monpox  se  están  practicando  espe- 
cialmente desde  mi  arribo,  y  más  cierto  que  no  será  suficiente  esta 
contribución,  para  subenir  a  los  precisos  gastos  que  aquí  ocurren  a 
día,  sin  ser  posible  escusar  alguno  por  tratarse  del  resguardo  de 
esta  Plaza,  vuelvo  a  insistir  en  que  V.  S.  tome  a  su  cuidado  este 
negocio,  por  ser  de  la  mayor  importancia;  llevando  a  rigor  en  caso 
necesario  los  apremios,  hasta  que  los  vecinos  cumplan  con  el  re- 
partimiento se  les  hiciere.  Y  en  qto.  a  este  Governadoi  puede  en  el 
caso  presente  apreniiat  al  Comercio  de  España  diré,  que  a  mas  de 
contemplarlo  sumamente  cargado  con  los  suplementos  que  Jia  hecho  a 
la  jMarina,  dudo  que  essa  Rl.  Audiencia,  ni  ninguna  otra  de  las  de 
Ameticas,  tenga  facultad  para  apremiar  a  los  Comerciantes  españo- 
les que  han  venido  en  Galeones,  y  obligarlos  a  éste  género  de  contfi- 
huciones  sin  expresa  orden  del  Rey. 

«También  expresa  V.  S.  en  su  citada  carta,  que  el  día  22  del 
pasado  en  Junta  de  Tribunales  se  mandó  comprar  dos  mil  Cargas 
de    Arina,    y   que    liaviendo  salido    mas   de   setesientas   por    el 


EPISTOLARIO   DEL  VIRREY    ESLAVA  381 


Puerto  de  Honda,  solo  se  esperan  las  canoas  que  a  este  Gover- 
nador  se  le  pidieron,  para  cargar,  y  conducirlas  a  esta  Ciudad:  con 
esta  inteligencia  passo  a  prevenir  a  V.  S.  que  toda  la  que  en  ade- 
lante viniere  se  ponga  en  flor,  aplicando  el  mayor  cuidado  en  se  le 
saque  el  afrecho,  y  (roto)  para  que  mejor  se  conserve,  y  no  se  co- 
rrompa, como  de  ordinario  sucede,  sino  se  consume  luego. 

«.(roto)  Junio  22  de  1.740.» 

Sobre  reinstalación  del  Virreinato  olvidamos  en  la  anterior 
entrega  la  siguiente  requisitoria,  en  donde  expresa  el  mandatario 
su  intención  de  seguir  al  anterior- 

«Para  gobierno  del  Tribunal  de  Quentas  de  essa  Ciudad,  Ca- 
xas  que  se  le  subordinan,  y  lo  que  debe  providenciar  para  los  que 
son  a  su  cargo,  por  lo  que  pudiere  facilitar  el  mayor  conocimiento 
a  las  obligaciones  del  expresado  Tribunal,  mandará  V.  S.  se  le 
passe  testimonio  del  establecimiento  de  esse  Virreynato,  como  que 
muy  por  menor  en  el  se  expresa  lo  deven  cuidar  para  el  lleno  de 
su  ministerio,  y  que  dé  las  ordenes  necesarias  para  que  se  remitan 
las  quentas,  procurando  se  rebean  con  toda  brevedad  las  que  estén 
pendientes,  para  que  al  tiempo  de  mi  restitución  a  essa  Ciudad  estén 
(ininteligible)  siis  adiciones,  o  aprovaciÓ7t  y  no  se  cmbaraze  en  esto 
lo  que  logfarsc  en  la  revisión  de  la  que  nuebamente  se  subvenciona. 

«.(roto)  Junio  22  de  1.740.» 

La  carta  siguiente  se  refiere  a  las  ELECCIo^íEs  que  «para  pro- 
veer los  officios  de  República^  tenían  lugar  cada  año  en  algunas 
localidades,  única  e  incipiente  manera  del  ejercicio  de  los  derechos 

políticos  entonces: 

«Aunque  brevemente  espero,  llegaren  a  mis  manos  todas  las 
Nominas  de  las  Ciudades,  Villas  y  Lugares,  que  no  hacen  elección 
para  proveer  en  ellas  los  officios  de  República  del  año  próximo, 
venidero;  pero  por  si  acaso  ocurrieren  a  V.  S.  ignorando,  que  la 
dirección  deve  ser  a  mi,  hará  V.  S.  que  esta  se  practique,  y  mien- 
tras en  vista  de  las  Nominas,  libro  los  despachos  correspondientes, 
se  mantendrán  en  sus  officios  los  que  en  el  presente  año  los  exer- 
cen. 

«Y  por  lo  que  mira  a  la  confirmazon,  de  las  elecciones  de  essa 
Ciudad  y  demás  que  deven  ocurrir  pa.  ello  a  este  superior  Govier- 
no;  doy  a  V.  S.  especial  comisión,  para  que  mi  nombre  haga  las 
confirmaciones  del  espressado  año,  no  haviendose  hecho  la  remi- 
sión y  de  cualquier  modo  se  me  dará  noticia  para  hallarme  en  lo 
que  corresponde. 

*(roto)  Noviembre  19  de  1.740.» 

Cerramos  estos  datos  con  el  recibo  de  la  primera  remesa 
hecha  de  Santafé,  comunicación  en  la  cual  resalta  el  celo  fiscal 
del  Virrey: 

«En  carta  de  6  de  Octre.  me  participa  V,  S.  el  recivo  de  la 
mia  de  4  de  Agosto  sobre  la  salida  de  Do.  Joseph  Martínez   Malo 


382  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


al  exercicio  de  su  Plaza  de  Panamá,  sobre  cuyo  asumpto  tengo 
dada  la  indispensable  orden  que  constara  a  V.  S.  por  mi  carta  de 
7  del  crrte.  sin  que  ocurra  otra  cossa  que  añadir,  sino  que  se  exe- 
cute  el  viage  con  el  rendido  cumplimiento  a  las  Rs.  ordenes  de 
S.  M. 

«Dn.  Miguel  de  Yriarte  entrego  en  estas  Caxas  los  veinte  mil 
y  mas  pesaos  que  se  le  encomendaron  por  las  de  essa  Ciudad,  pero 
la  espresion  de  ser  esta  cantidad  procedida  unicamte.  del  préstamo 
de  su  vecindario,  sin  haversele  agregado  otro  caudal  de  S.  M.  me 
motiva  el  reparo  de  que  estando  suspendidos  todos  los  pagamentos 
desde  el  mes  de  Junio  en  que  se  recivieron  mis  ordenes  no  se  haya 
verificado  desde  entonces  mas  remisión  que  la  que  compusieron 
los  caudales  remitidos  de  Popayán,  Chocó  y  otras;  siendo  invero- 
símil el  que  en  el  tiempo  que  ha  mediado,  no  hayan  sido  los  in- 
gressos  de  las  Caxas  de  essa  Ciudad  suficientes,  y  para  venir  en 
conocimiento  de  lo  que  han  importado,  pedirá  V.  S,  una  razón  a 
los  Officiales  Rs.  respectiva  de  lo  que  havia  entrado,  hasta  el  dia 
que  salió  el  expresado  Dn.  Miguel,  en  que  pudieron  haverle  en- 
cargado su  conducción  para  en  su  vis  dar  la  providencia  que  con- 
venga.» 

Roberto  Triana 

REflh  CEDUbfl 

El  Rey  doctor  ArbÍ9o  nuestro  Presidente  de  la  Audiencia 
Real  de  el  Nuevo  Reino  de  Granada.  Pedro  de  Colmenares  Pro- 
curador General  de  ese  dicho  Nuevo  Reino  de  Granada  en  su 
nombre  me  ha  hecho  relación  que  entre  la  ciudad  de  Vélez  y  la  de 
Tunja  de  ese  dicho  Nuevo  Reino,  está  un  río  que  llaman  el  río  de 
Suárez,  que  es  caudaloso,  y  que  en  invierno  es  muy  trabajoso 
de  pasarse,  tanto  que  muchas  veces  ha  acaecido  ahogarse  españo- 
les e  indios  en  él,  lo  cual  con  hacer  una  puente  que  se  podría  hacer 
con  poca  costa  se  evitaba,  y  que  ansí  mismo  entre  la  ciudad  de 
Tunja  y  la  de  Pamplona  está  ansí  mismo  el  río  de  Sogamoso  que  es 
muy  más  caudaloso  y  más  necesario  que  en  él  se  haga  puente  por- 
que lo  más  del  año  no  le  pueden  pasar  y  es  muy  pasajero  por  don- 
de entran  todos  los  ganados  que  vienen  a  dicho  Nuevo  Reino  de 
la  Provincia  de  Venezuela  y  de  el  Tocuyo,  y  la  Margarita  y  Bur- 
burata,  suplicándome  que  atento  esto,  y  a  la  necesidad  que  había 
de  que  las  dichas  puentes  se  hiciesen,  mandare  (jue  los  pueblos 
más  cercanos  ayudasen  a  la  hacer  de  la  dicha  puente,  contribuyen- 
do cada  uno  prorrata  a  los  gastos  de  ellas  favoreciéndonos  de 
nuestra  Real  Hacienda  con  la  cantidad  que  fuésemos  servidos  para 
ello,  o  como  la  mi  merced  fuese,  por  ende  yo  vos  mando  que  veáis 
lo  sobredicho  y  si  fuere  necesario  que  se  hagan  las  dichas  puentes 
proveáis  que  se  hagan  conforme  a  las  leyes  de  estos  reinos  que 
cerca  de  ello  disponen.  Fecha  en  la  Villa  de  Vallejo  a  treinta  días 
de  el  mes  de  Agosto  de  mil  quinientos  cincuenta  y  cinco  años.  La 
Princesa.  Por  mandato  de  su  Majestad  su  Alteza  en  su  nombre, 
Jtwn  de  Sáviano. 


CASAS  DE  NARIÑO  Y  DE  RICAURTE  EN  LEIVA         383 


Fecho  y  sacado  aqueste  dicho  traslado  de  la  dicha  Cédula 
original  la  cual  estaba  puesta  en  el  Arca  de  el  Cabildo  de  esta  ciu- 
dad, la  que  hice  escrebir  y  sacar  en  esta  dicha  ciudad  de  Santifee 
a  trece  días  de  el  mes  de  Octubre  de  mil  quinientos  cincuenta  y 
seis  años,  y  va  fecha  y  bien  sacada,  testigos  que  lo  vieron  corregir 
y  concertar  Juan  de  Veny."  Sebastián  Díaz  vecinos  en  esta  ciudad. 

Por  ende,  yo  Sebastián  de  Prado  Escribano  de  su  Majestad 
Público  y  de  Cabildo  de  esta  ciudad  lii  vide  corregir  y  concertar 
de  este  dicho  traslado  con  el  original,  en  testimonio  fice  aquí  mi 
signo.  En  testimonio  de  verdad,  Sebastián  de  Prado  Escribano  de 
su  Majestad  (i). 


cflsfls  DE  nfiRino  y  de  ricaurte  En  bEiua 

El  día  13  de  diciembre  del  presente  año  cúmplese  el  centena- 
rio primero  de  la  muerte  del  precursor  Nariño.  Que  falleció  en 
Leiva,  todo  el  mundo  lo  sabe  y  es  la  verdad,  demostrada  por  la  par- 
tida de  muerte,  firmada  por  el  cura  vicario  don  José  María  Arias. 
¿En  qué  casa  de  la  villa  murió?  Responderán  los  leivanos:  en  la 
casa  de  la  hija  del  señor  Aquilino  Ferro,  donde  hay  una  moderna 
inscripción  marmórea  que  dice  que  allí  murió. 

Es  harto  fácil  poner  inscripciones  aquí. ...  y  en  todas  partes, 
no  del  todo  seguras  y  verdaderas. 

En  la  villa  de  don  Andrés  Venero  de  Leiva,  señálase  también, 
liace  nueve  años,  la  casa  donde  nació  el  inmortal  Antonio  Ri- 
caurte,  y  me  parece  muy  dificultoso  el  probar  lo  que  dice  la  leyen- 
da del  mármol. 

Hasta  hace  cuarenta  y  dos  años  nadie  (ni  en  Leiva  ni  en  Co- 
lombia) sabia  el  pueblo  natal  del  Capitán  Ricaurte.  Todos  le  creían 
bogotano;  véase  a  Scarppeta  y  demás  biógrafos  e  historiadores. 
Un  inteligente  escritor  halló,  hace  cuatro  décadas,  la  partida 
bautismal  del  procer,  y  entonces  los  leivanos  señalaron,  o  más  bien 
buscaron,  la  casa  y  alcoba  de  nacimiento  del  mismo.  Dijeron  los 
buscadores:  ^cSegún  la  fe  de  bautismo,  le  echó  el  agua  un  padre 
agustino  (pero  lo  haría  en  la  iglesia  parroquial,  añado  yo);  luego 
fue  en  el  templo  de  San  Agustín;  luego  en  la  plaza  del  convento 
tuvo  que  nacer.»   ¡Pobre  lógica! 

Los  padres  de  Ricaurte  eran  santafereños.  Casados  a  disgusto 
de  sus  familias,  viniéronse  a  vivir  a  la  Vilh  .  Antes  de  cumplir  un 
lustro  el  niño  Antonio  Ricaurte  fuese  con  sus  padres  a  Bogotá 
para  siempre,  y  en  Leiva  no  quedó  recuerdo  de  la  morada  donde 
nació.  Esta  es  la  verdad  escueta. 


(1)  Archivo  Nacional — Salón  de  la  Colonia — Mejoras  materiales , 
tomo  20,  página  925.  Debemos  esta  copia  al  señor  R.  Rojas.  Se  men- 
ciona ahí,  como  se  ve,  un  presidente  de  la  audiencia  que  creemos  no 
está  mencionado  en  nuesrras  obras  históricas — (E.  P.). 


384  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Pasemos  a  la  casa  de  Nariño.  Hay  argumentos  muy  plausi- 
bles para  saber  cuál  sea;  mas  ahora  que  se  nos  viene,  tan  callan- 
do, el  centenario  encima,  es  preciso  aclarar  los  puntos. 

El  tomo  de  la  Biblioteca  Nacional  de  Historia,  intitulado 
muy  bien  El  Precursor,  prueba  sobradamente  todo,  todo  lo  de  los 
últimos  momentos  del  grande  hombre,  y  que  fue  auxiliado  por  dos 
padres  agustinos  (más  que  por  el  presbítero  secular  don  Buena- 
ventura Sáenz)  y  que  fue  sepultado  en  la  iglesia  de  San  Agustín. 
En  aquel  humilde  templo  estuvo  el  cadáver  hasta  el  año  de  1857; 
hoy  reposa  en  la  Catedral  de  Bogotá,  donde  debiera  descansar 
también  el  del  Conquistador  Jiménez  de  (,  uesada. . . . 

Va  mi  dificultad  sobre  la  casa  mortuoria  del   General  Nariño. 

En  El  Católico,  periódico  bogotano  de  1864,  número  55,  hay 
publicado  un  artículo  muy  bien  escrito,  llamado  Las  Carmelitas 
de  la  Villa  de  Leiva,  y  en  el  artículo  las  siguientes  lineas  que  no 
pueden  referirse  a  la  casa  de  un  solo  piso  (y  retirada  del  hospital 
de  San  Juan  de  Dios)  en  donde  hoy  está  la  inscripción  de  la  casa 
y  en  la  que  dicen  los  de  Leiva  que  murió  Nariño: 

«A  ella  (Leiva)  se  retiró  en  sus  últimos  y  angustiosos  días  el 
primero  de  nuestros  grandes  hombres,  el  General  don  Antonio 
Nariño;  y  murió  en  una  casa  de  dos  pisos,  inmediata  al  hospital 
de  San  Juan  de  Dios,  donde  sin  duda  tenía  constantemente  ante 
los  ojos  cuadros  capaces  de  hacerle  meditar  en  las  miserias  de  la 
vida  humana.» 

El  artículo  de  El  Católico  paréceme  escrito  por  los  padres 
Joaquín  Páez  o  Saturnino  Gutiérrez. 

Un  amigo  leivano,  y  que  tiene  sus  sesenta,  decíame  que  él 
conoció  hacia  1870  a  un  señor  paisano  suyo  de  apellido  Borras,  que 
decía  haber  visto  morir  a  Nariño  en  la  casa  que  fue  de  Aquilino 
Ferro,  la  misma  de  la  reciente  inscripción  marmórea.  Puede. ...  ni 
quito  ni  pongo  rey;  dudo  nada  más. 

A  estudiar  historia  documentada,  «que  historia  sin  documen- 
tos poco  vale»  y  las  tradiciones  orales  se  las  lleva  el  viento  des- 
pués de  unos  lustros.  La  Academia  de  Historia  sabe  de  sobra  qué 
de  disputas  ha  habido  acerca  de  la  casa  natal  de  Nariño  y  aun  so- 
bre su  misma  fe  de  butismo. 

Tienen  la  palabra  las  personas  ilustradas  de  la  Villa.  Tal  vez 
prueben  que  El  Católico  se  equivocó,  pero  lo  de  la  casa  natal  de 
Ricaurte  (y  de  ella  et  periere  rtiinae),  está  durillo  de  demostrar  y 
creer.  Y  ¿qué  se  dirá  de  la  alcoba  que  los  leivanos  quieran  ense- 
fiarnas? 

Fray  A.  Mesanza 


i* 


boletín 


Ano  XIV~N.' 163  ^\     II      r.    1    \  |\|    Diciembre:  ¡925 

DE    HISTORIA    Y    ANTIGÜEDADES 

oRGflno  De  íñ  flcfloemifl  nflcionflc  oe  historia 

DIRECTOR ,  REDACTORES, 

EDUARDO  POSADA  LUIS  AUGUSTO  CUERVO 

ROBERTO  CORTÁZAR 

Bogotá— República  de  Colombia 


flCflDEíDia  ílflCIOnflh  DE  5I5T0RIfl 
(Extracto  de  actas) 

i,"   DE   MAYO 

La  Sociedad  geográfica  de  Quito  y  el  Centro  de  historia  de 
la  ciudad  de  Antioquia  participan  sus  inauguraciones,  la  primera 
el  19  de  febrero  y  el  segundo  el  8  de  marzo;  y  manifiestan  su3 
deseos  de  entrar  en  relaciones  con  la  Academia. 

El  ministro  del  Tesoro  y  el  presidente  de  !a  Corte  de  Cuentas 
avisan  haber  quedado  enterados  del  nombramiento  del  señor  Cor- 
tázar para  tesorero  de  la  corporación. 

El  ministro  de  Gobierno  comunica  que  no  fue  posible  nombrar 
al  señor  Roberto  Rojas  en  el  puesto  de  archivero  auxiliar,  como  lo 
solicitaron  muchos  miembros  de  la  Academia,  porque  existia  ya  ua 
compromiso  para  el  indicado,  empleo. 

El  señor  Pineda  expresa  los  inconvenientes  que  tiene  el  des- 
arreglo de  la  sección  Pineda  en  la  Biblioteca  Nacional,  y  pide  se 
solicite  del  director  de  ésta  vuelva  a  colocar  a  aquélla  en  el  orden 
que  antes  tenia. 

Se  acuerda  solicitar  de  la  autoridad  respectiva  la  publicación 
en  la  Imprenta  Nacional  del  trabajo  La  mujer  en  la  independencia 
por  el  señor  Monsalve,  laureado  «n   el  concurso  del  año  pasado. 

Es  nombrado  miembro  correspondiente  el  historiador  argen- 
tino stñor  Enrique  Ruiz  Guiüazú. 

El  señor  Rivas  informa  sobre  el  asunto  de  si  el  juramento  de 
Bolívar  fue  en  el  Monte  Sacro  o  en  el  Aventino,  tema  de  una 
publicación  que  remite  el  ministro  de  Colombia  en  Caracas. 

£1  señor  Cortázar  anuncia  la  presentación,  en  la  próxima  sesión, 
de  un  estudio  sobre  historia  de  la  odontología  en  Colombia,  desdo 
los  indígenas  hasta  hoy,  que  escribe  actualmente  un  amigo  de  la 
historia. 

El  mismo  socio  informa  sobre  sus  labores  como  tesorero. 

El  secretario  presenta  un  voluminoso  legajo  de  documentos 
inéditos,  de  alta  importancia,  enviados  por  el  señor  Restrepo, 
cónsul  en  Sevilla,  copiados  por  él  en  el  Archivo  de  Indias. 

XTv— 25 


386  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


El  señor  Cuervo  hace  la  lectura  quincena),  la  cual  versa  sobre 
el  pueblo  de  Bojaiá. 

Se  resuelve  aplazar  para  otra  sesión  el  nombramiento  de  miem- 
bro de  número  en  el  sillón  que  está  vacante. 

15    DE   MAYO 

El  ministro  de  Instrucción  Pública  comunica  que  se  resolvió 
por  el  director  de  la  Biblioteca  Nacional  arreglar  la  sección  Pi- 
neda, separadamente,  de  acuerdo  con  lo  indicado  por  la  Aca- 
demia. 

El  ministro  de  Gobierno  avisa  que  se  ha  dado  orden  para 
editar  en  la  Imprenta  Nacional  las  actas  del  congreso  de  1823, 
tan  pronto  como  se  concluya  la  impresión  del  tomo  iv  de  la» 
Crónicas  de  Bogotá  y  del  Diccionario  de  los  Conquistadores. 
El  mismo  funcionario  pide  el  dato  de  cuál  fue  el  acto  oficial  que 
dio  a  una  calle  de  la  capital  el  nombre  de  Girardot.  Solicita  también 
el  envío  de  la  historia  del  origen  de  la  bandera  colombiana,  a  fin  de 
contestar  a  las  preguntas  que  sobre  ello  se  le  hacen  con  frecuencia 
del  interior  y  de  fuera  del  país. 

El  general  Mestre  presenta  su  folleto  Los  SlmbolOS  Nacio- 
naler  de  Colombia,  y  pide  a  la  Academia  que  coadyuve  sus  pro- 
pósitos sobre  ello. 

El  señor  Vitlaveces  informa  sobre  las  cuentas  del  anterior  te- 
sorero, y  son  ellas  aprobidas  y  fenecidas  definitivamente. 

El  bibliotecario  de  la  Academia  avi^a  haber  recibido  del  señor 
Mendoza  una  donación  de  gran  número  de  folletos  sobre  varias 
materias. 

El  señor  Triana  se  excusa,  por  motivo  de  viaje  al  exterior, 
de  informar  sobre  la  consulta  del  cónsul  de  California,  con  respec- 
to a  formalidades  para  hacer  excavaciones  en  San  Agustín.  Se 
nombra  una  nueva  comisión. 

El  ?eñor  Quijano  informa  sobre  el  escrito  del  señor  Orjuela 
Contradicciones  Históricas.  Réplicas  a  Cornelia  Hispano,  y  se 
leen  algunas  páginas  de  éste. 

El  señor  Arroyo  se  excusa  de  hacer  la  lectura  histórica  que  le 
corresponde  en  esta  sesión,  por  indisposiciones  de  salud. 

El  presidente  manifiesta  que  ha  nombrado  miembros  de  la 
Junta  de  festejos  patrios  a  los  señores  A.  Gómez,  L.  García,  L. 
Acebedo,  J.  R.  Bejarano  y  A.  Ramos. 

Se  resuelve  hacer  alguna  diligencia  para  la  traída  de  los  restos 
del  señor  Gual,  que  están  en  la  iglesia  de  Facatativá,  lo  cual 
podría  ser  uno  de  los  números  del  programa  del  próximo  20  de 
julio. 

Se  acuerda  pedir  al  ministro  de  Colombia  en  España  que  ave- 
rigüe por  los  manuscritos  de  La  Flora  de  Bogotá,  escrita  por 
Mutis  y  sus  compañeros  de  la  Expedición  Botánica,  y  que  fue  lle- 
vada a  Madrid  en  los  días  de  la  reconquista,  a  fin  de  que  se  haga 
su  publicación  allá,  o  se  traiga  a  esta   ciudad,  original   o  en  copia 


ACADEMIA   NACIONAL  DS  HISTOKIA  387 


Se  comisiona  al  señor  Ramos  para  que  invesCigue  si  en  la  ha- 
denda  de  Ticha,  jurisdicción  de  Ubaté,  existe  aún  la  cueva  donde 
estuvo  escondido  más  de  un  año  el  poeta  Vargas  Tejada,  a  fin  de 
poner  allí  alguna  inscripción  conmemorativa. 

Varias  bibliotecas  y  corporaciones  extranjeras  acusan  recibo 
de  las  publicaciones  de  la  Academia- 

I."   DE  JUNIO 

£1  señor  Mendoza  envía  algunos  datos  relativos  a  la  FlO' 
ra  de  Bogotá  que  existe  en  Madrid,  y  sobre  la  cual  se  trató  en  la 
anterior  sesión. 

El  ministro  del  Pcrü,  señor  Freyre,  participa  la  próxima  veni- 
da a  Bogotá  de  una  comisión  encargada  de  publicar  la  obra  El 
mundo  bolivariano,  para  el  centenario  de  Ayacucho,  y  manifiesta 
BU  deseo  de  que  la  Academia  le  preste  su  cooperación. 

La  Universidad  de  Chicago  pide  la  obra  Colombia  y  Méji- 
co, por  el  señor  A.  Quijano. 

La  Sociedad  de  Americanistas  de  París  presenta  sus  agrade- 
cimientos por  el  pésame  que  se  le  envió  con  motivo  de  la 
muerte  de  su  presidente,  M.  Vignau. 

El  ministerio  de  Gobierno  envía  cincuenta  ejemplares  del 
tomo  IV  del  libro  Obras  de  don  Miguel  Antonio  Caro. 

El  señor  García  Ortiz  se  excusa  de  asistir  a  la  junta  de  feste- 
jos; es  nombrado   suplente  de  él  el  señor  Villaveces. 

El  ministro  de  Obras  Públicas  solicita  informe  sobre  la  cesión 
hecha   por  el  señor  Pombo   de  la  biblioteca  que  lleva  su  nombre. 

El  personero  municipal  de  Puente  Nacional  propone  que  se 
erija  allí  un  monumento  que  conraenmore  el  triunfo  obtenido  en 
ese  lugar  por  los  Comuneros. 

El  señor  Saniper  Grau  indica  la  conveniencia  de  reimprimir 
los  primeros  periódicos  oficiales,  como  se  ha  hecho  en  otro» 
países. 

El  mismo  señor  anuncia  que  remitirá  próximamente  un  tra- 
bajo sobre  el  coronel  F.  Jiménez,  compañero  de  Barreiro  en  Bo- 
yacá. 

El  señor  Posada  informa  sobre  el  nombre  de  la  calle  Girar- 
dot,  en  e«ta  ciudad,  sobre  lo  cual  habían  pedido  datos  el  ministro 
de  Gobierno  y  el  inspector  6.'  municipal. 

El  señor  M.  Arteaga  envía  un  trabajo  inédito  sobre  la  historia 
de  la  dentistería  en  Colombia. 

El  señor  Orjueia  presenta  una  exposición  sobre  algunos  pun- 
tos de  su  obra  Ricaurte  y  sus  impugnadores  ante  la  critica. 

Se  hace  una  moción  respecto  de  los  restos  del  arzobispo  Cai- 
cedo  y  Fiórez. 

Se  aprueba  un  pésame  por  la  muerte  del  señor  Enrique  Pérez, 
miembro  correspondiente  de  la  Academia. 

El  señor  Rivas  presenta  el  libro  Los  fundadores  de  Bogo- 
tá, que  acaba  de  publicar  y  que  es  ei  volumen  xxxi  de  la  Biblio- 
teca de  Historia  Nacional. 


388  BOLETÍN  Dt£  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Los  sefiores  Tavera  Acosta,  de  Caracas,  y  Alfonso  Zawadsky, 
de  Cali,  remiten  varios  ejemplares  de  sus  obras  Las  provincias 
orientales  de  Venezuela  en  la  primera  época  y  La  batalla  de 
Pichincha. 

El  prefecto  apostólico  déla  misión  de  Urabá  remite  varios 
ejemplares  de  su  libro  Historia  Eclesiástica  de  Urabá. 

Son  presentados  como  candidatos  para  miembros  correspon- 
dientes los  señores  M.  Arteaga  y  fray  José  Joaquín   del    Carmen. 

Hace  el  señor  Mesa  la  lectura  quincenal,  la  cual  versó  sobre 
una  causa  célebre  de  principios  del  siglo  xvii. 

Se  hace  constar  en  el  acta  la  complacencia  por  la  actividad, 
benevolencia  y  corrección  con  que  se  ejecutan  en  la  Imprenta  Nacio- 
nal los  trabajos  de  la  Academia. 

El  ministro  de  Relaciones  Exteriores  comunica  también  la 
venida  de  la  comisión  del  Perú  e  indica  la  importacia  de  esa 
misión. 

15  DE  JUNIO 

El  ministro  de  Instrucción  Pública  pide  uñ  informe  de  los 
trabajos  de  la  Academia  durante  el  año  pasado,  para  incluirlos  en 
la  memoria  que  presentará  al  Congreso. 

El  cónsul  de  Colombia  en  Córdoba  informa  sobre  los  festejos 
en  Priego  con  motivo  del  segundo  centenario  del  arzobispo  vi- 
rrey Caballero  y  Góngora. 

El  señor  J.  A.  Masón  dirige  una  comunicación  sobre  los 
objetos  arqueológicos  hallados  per  él  cerca  de  Santa  Marta  y  que 
»e  propone  llevar  al  museo  de  Chicago, 

El  ministro  de  Relaciones  Exteriores  pide  un  nuevo  concepto 
de  la  Academia  sobre    la  exportación  de  esos  objetos. 

El  señor  Mesa  presenta  los  informes  que  solicita  el  ministro- 
de  Gobierno  sobre  la  biblioteca  Jorge  Pombo. 

La  Junta  del  centenario  de  la  batalla  de  Maracaibo,  instalada 
en  aquella  ciudad,  participa  el  nombramiento  de  sus  dignatarioj  y 
la  inauguración  de  sus  trabajos. 

Se  acuerda  un  saludo  a  la  comisión  de  periodistas  peruanos 
que  visita  el  país. 

Es  nombrado  miembro  correspondiente   fray  Jesús   Martínez. 

El  señor  Monsalve  anuncia  tener  escrito  un  estudio  intitulado 
Asuntos  Bolivianos,   que  leerá  en  próxima  sesión. 

El  señor  Lecuna,  de  Caracas,  envía  el  Alias  de  Venc/íuela;  y 
el  señor  Dáviía,  de  la  misma  ciudad,  el  Boletín  del  Archivo  Na- 
cional. 

2   DB    JULIO 

Son  recibidos  en  esta  sesión,  que  se  celebra  en  el  ministerio 
de  Relaciones  Exteriores,  los  señores  Sánchez  y  Belaunde,  perio- 
distas peruanos,  quienes  manifiestan  el  plan  de  la  obra  El  Mando 
Bolivatiano.  El    señor  Aramburu  se  excusa  por  motivos  de  salud. 

Informa  e!  señor  Arrubla  sobre  la  exportación  de  objetos 
arqueológicos  que  se  propone  hacer  el  señor  J.  A.  Masón. 


ACADEMIA   NACIONAL  DB  HISTORIA  3S9 


£1  inspector  6.^  municipal  consulta  sobre  algunos  nombre» 
antiguos  de  las  calles  de  Bogotá. 

6  DE  JULIO 

Se  conceptúa  con  respecto  a  la  exportación  de  objetos  arqueo- 
lógicos que  al  gobierno  le  toca  determinar  el  modo  de  cumplir  la 
ley  4^7  de  1920. 

Da  el  seflor  Rivas  algunos  informes  sobre  los  restos  de  don 
Pedro  Gual,  depositados  en  la  iglesia  de  Facatativá. 

I. o    DK   AGOSTO 

La  municipalidad  de  Ríohacha  maniñesta  el  agradecimiento 
del  pueblo  de  aquella  ciudad  por  la  cooperación  de  la  Academia 
en  los  homenajes  al  almirante  Padilla. 

El  ministro  de  Gobierno  comunica  que  para  poder  ordenar 
la  impresión  de  la  obra  Contradicciones  Históricas,  del  señor 
Orjueia,  es  preciso  que  el  autor  la  presente  y  proponga  las  bases 
del  contrato. 

La  Sociedad  de  las  naciones  participa  que  se  ha  establecido 
en  Ginebra  una  oñcina  de  la  América  Latina  para  fomentar  las 
relaciones  entre  ésta  y  aquélla;  y  solicita  un  canje  de  publica- 
ciones. 

El  ministro  de  Relaciones  Exteriores  comunica  que  los  restos 
de  don  Pedro  Gual  serán  transladados  el  día  6,  de  Facatativá  a 
esta  ciudad,  y  que  el  día  7  se  les  harán  en  la  Catedral  honras 
solemnes. 

El  ministro  de  Gobierno  envía  el  decreto  sobre  la  colaboracióa 
en  el  libro  El  Ai  ando  Bolivariano,  que  se  publicará  en  el  Perú; 
decreto  que  encomienda  a  la  Academia  la  formación  del  índice  y  la 
revisión  de  los  trabajos.  • 

La  comisión  de  periodistas  peruanos  para  dicha  publicación 
maniñesta  su  complacencia  por  aquella  designación  y  hace  algunas 
indicaciones  sobre  dicha  obra. 

El  ministro  de  Relaciones  Exteriores  avisa  que  encardó  a  la 
legación  en  Madrid,  de  hacer  investigaciones  sobre  la  Flora  dt 
Bogotá. 

La  familia  del  doctor  P.  M.  Ibafiez  presenta  su  agradecimien- 
to al  secretario  de  la  Academia  por  la  publicación  del  tomo  cuarto 
de  las  Crónicas  de  Bogotá. 

El  P.  H,  Rochercau  anuncia  haber  terminado  su  obra,  His- 
toria de  la  Diócesis  de  Pamplona;  y  que  tiene  en  preparación  un 
trabajo  sobre  don  Juan  de  bolórzano,  y  otro  sobre  los  seminarios 
colombianos. 

£J  señor  Medina  Chirinos,  de  Maracaibo,  participa  haber 
obtenido  el  primer  premio  por  su  descripción  de  la  batalla  naval  de 
1823;  y  envía  a  la  Academia  su  cordial  saludo.  Esta  expresa  su 
congratulación  y  agradecimiento. 


390  BOLETÍN  Dtt  mSTORIA  T  ANTIGÜEDADES 


Los  señores  Rivas  y  Posada  presentan  como  candidato  para 
miembro  correspondiente  el  señor  L.  Laáso  de  la  Vega,  marqués 
del  Saltillo,  residente  en  Sevilla,  y  autor  de  varios  trabajos  histó- 
ricos. 

Se  resolvió  hacerse  representar  la  Academia  y  colaborar  ea  los 
festejos  que  habrá  en  Salamanca,  para  conmemorar  el  cuarto  cen- 
tenario del  padre  Diego  de  Deza,  amigo  y  protector  de  Colón. 

Se  registtó  en  el  acta  el  pésame  por  ¡a  muerte  del  miembro 
de  número  aefior  Simón  Chaux. 

AGOSTO    15 

La  Academia  de  Ciencias  naturales  de  Filadelfia,  y  trece  so- 
ciedades científicas  de  los  Estados  Unidos,  dirigen  una  invitación 
a  la  Academia,  para  hacerse  representar  en  la  conmemoración  del 
centenario  de  José  Leidy,  eminente  naturalista   americano. 

El  Sr.  Rosenzweig,  encargado  de  negocios  de  Méjico,  solicita 
una  lista  de  sociedades  e  institutos  de  investigación  histórica, 
radicados  en  Colombia,  a  fin  de  enviarles  la  Revista  ArchivO 
Histórico  y  Diplomático,  que  se  publica  en  dicho  país. 

La  comisión  nacional  agraria  de  Méjico  solicita  para  su  bi- 
blioteca el  libro  Cartas  de  Caldas  y  otros  volúmenes  de  la  Bi- 
blioteca de  Historia  Nacional. 

El  ministerio  de  Guerra  remite  un  ejemplar  del  acta  de  exhu- 
mación de  los  restos  del  almirante  José  Padilla. 

Fray  A.  Mesanza  manifiesta  su  deseo  de  que  la  América  haga 
un  homenaje,  en  su  sesión  del  12  de  octubre,  al  Padre  Diego  de 
Deza,  protector  de  Colón,  con  motivo  del  4.*  centenario  de 
su  muerte. 

El  señor  J.J.  Rojas  Tejada  envía  de  Cali  un  trabajo  intitu- 
lado La  Patria  de  Córdoba  y  su  estatua. 

El  señor  M.  Medina,  de  Turmequé,  remite  un  estudio  sobre 
el  origen  del  nombre  de  Bucaramanga. 

Se  hace  una  manifestación  de  pésame  por  la  muerte  del  miem- 
bro de  número  señor  Rufino  Gutiérrez. 

Se  felicita  al  señor  M,  Arteaga  por  su  escrito  Los  dientes 
y  la  dentisterla  en  Colombia,  y  se  le  excita  a  seguir  en  sus  labo- 
res históricas. 

Los  señores  García  Ortiz,  Restrepo  (Eduardo)  y  Posada  pre- 
sentan el  plan  de  El  Libro  Bolivariano  en  el  cual  se  enumeran 
cincuenta  capítulos  y  los  sendos  escritores  designados  para  redac- 
tarlos. 

I.*    DB    SEPTIEMBRE 

Ei  señor  V.  Arboleda  da  las  gracias  por  su  nombramiento  de 
miembro  correspondiente  en  Barcelona. 

El  director  del  Instituto  peda  ógico  de  varones,  de  Mana- 
gua, pide  una  suscripción  al  Boletín  de  Historia  y  Antigüedades, 
órgano  de  la  corporación. 


ACADSUIA  NACIONAL  DE  HISTORIA  391 


El  ministro  de  Gobierno  envía  varios  ejemplares  de  la  publi- 
cación Obras  de  M.A.  Caro,  (Tomos  ir  y  iii). 

El  señor  Restrepo  Briceño  comunica  que  proyecta  celebrar 
un  contrato  para  hacer  un  índice  cronológico  del  Archivo  Nacio- 
nal, y  pide  el  apoyo  de  la  Academia. 

El  señor  Rivas  informa  sobre  el  arreglo  de  la  biblioteca  de  la 
Quinta  de  Bolívar,  y  solicita  libros  para  ella. 

El  señor  Quijano  presenta  su  nueva  publicación  El  Alma  de 
Colombia  ante  el  derecho  internacional. 

El  señor  Urrutia  envía,  de  Europa,  su  obra  Las  conferencias 
panamericanas. 

Ei  señor  L  Acebedo  hace  una  lectura  sobre  La  historia  mi- 
litar del  país. 

15    DE    SEPTIEMBRE 

La  Junta  de  embellecimiento  de  Santa  Marta  pide  que  la 
Academia  influya  para  que  sea  aprobado  en  el  corgreso  el  proyec- 
to sobre  celebración  de!  centenario  de  la  fundación  de  dicha 
ciudad. 

El  señor  Rosenzweig,  encargado  de  negocios  de  Méjico,  eavia 
varias  obras  de  alto  mérito  para  la  biblioteca  de  la  Academia. 

El  ministro  de  Relaciones  Exteriores  envía  dos  ejemplares  del 
informe  que  ha  presentado  al  actual  congreso. 

La  Junta  del  centenario  de  la  muerte  del  general  Narifto, 
solicita,  de  Villa  de  Leiva.  se  aclare  la  fecha  del  fallecimiento  de 
dicho  procer. 

Es  nombrado  miembro  correspondiente  el  historiador  sevi- 
llano señor  Lasso  de  la  Vega,  marqués  del  Saltillo. 

Se  da  concepto  sobre  la  idea  de  formar  un  catálogo  del 
archivo  colonial  que  había  anunciado  el  señor  M.  Restrepo. 

Informa  el  secretario  que  fueron  impresos  la  circular  y  el 
índice  re'ativos  al  libro  El  Mundo  Bolivofiano,  y  repartidos  los 
ejemplares  correspondientes  a  los  autores  designados  para  cola- 
borar en  dicha  obra. 

El  señor  F.  García  Carbonell  envía  de  Magangué  un  traba- 
jo inédito  intitulado  Calendario  Boliviano,  y  una  relación  alfa- 
bética de  los  miembros  de  la  Legión  Británica. 

Se  encarga  al  señor  Mendoza  de  celebrar  el  contrato  para 
la  publicación  y  la  venta  del  tomo  xviii  del   Archivo  Santander. 

Se  declaran  vacantes,  por  fallecimiento,  los  sillones  de  los 
seftores  R.  Gutiérrez  y  S.  Chaux. 

Da  lectura  el  señor  Cortázar  a   un   estudio  sobre  la   recusa-  , 
ción  que  se  le  hizo  a  Nariño  para  ocupar  el  puesto  de  senador  en 
lósanos  de  i82f  y  1823. 

Invita  el  presidente.de  la  Academia  a  los  miembros  a  la  cere- 
monia que  tendrá  lugar,  en  el  Gimnasio  Moderno,  el  día  déla  fies- 
ta nacional  de  Chile,  en  la  cual  se  dará  al  miembro  correspondien- 
te, señor  Acebedo,  una  condecoración  enviada  por  dicha   nación. 


392  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


I.«   DE  OCTÜBRB 

La  Biblioteca  apostólica  vaticana  avisa  haber  recibido  al- 
gunas obras  editadas  por  la  Academia. 

El  ministro  de  Obras  Públicas  solicita  las  publicaciones  dé- 
la Academia  para  la  biblioteca  de  ese  ministerio. 

El  señor  Guimaraes,  encargado  de  negocios  del  Brasil,  par- 
ticipa el  proyecto  acordado  por  el  Congreso  Internacional  de 
Historia  de  América,  de  elaborar  una  historia  general  de  este 
continente;  y  pide  se  designe  quienes  se  encarguen  de  escribir  lo 
relativo  a  Colombia. 

El  ministro  de  Gobierno  comunica  que  se  ha  destinado  la 
suma  de  $  i.ooo  para  gastos  del  libro  El  Mundo  Bolivaríano . 

El  bibliotecario,  señor  Mesa,  presenta  el  informe  anual  sobre 
el  movimiento  y  estado  de  la  biblioteca  de  la  Academia. 

Es  presentado  como  candidato  para  miembro  correspon- 
diente el  doctor  J.  P.  García.  Y  como  candidato  para  miembro  de 
número,  en  reemplazo  del  señor  Rufino  Gutiérrez,  el  doctor  J.  M. 
Marroquín. 

Se  aplazó  la  sesión  pública  del  12  de  octubre  para  ei  28  del 
mismo  mes,  por  indisposición  del  orador  señor  Casas. 

Son  elegidos  los  dignatarios  para  el  nuevo  período  así: 
presidente,  señor  Gerardo  Arrubla;  vicepresidente,  señor  Arturo 
Quijano;  secretario,  señor  Eduardo  Posada;  secretario  auxiliar, 
señor  Luis  A.  Cuervo,  tesorero;  señor  Roberto  Cortázar,  y  biblio- 
tecario señor  Manuel  Maiía  Mesa. 

15    ÜE  OCTUBRE 

Monseñor  Cortés  Lee  y  los  señores  M.  F.  Suárez  y  A.  J.  Rea- 
trepo  se  excusan  de  colaborar  en  la  obra  El  Mundo  BolivarianOy 
y  los  señores  C.  E.  Restrepo  y  R.  Negret  manifiestan  su  acep- 
tación. 

Es  nombrado  miembro  de  nüniert),  en  reemplazo  del  señor 
R.  Gutiérrez,  el  doctor  José  M.  Marroquín;  y  miembro  correspon- 
diente el  doctor  Juan  C.  García. 

El  señor  V.  Maclas,  de  Armenia,  envía  el  discurso  pronuncia- 
do por  él  en  el  34.°  aniversario  de  la  fundación  de  dicha   ciudad. 

El  señor  T.  Samper,  de  Barranquilla,  envía  algunos  datos  so- 
bre el  procer  señor  García  del  Río,  hallados  en  la  biblioteca  de 
Méjico. 

La  Academia  americana  de  la  historia  de  Buenos  Aires  par- 
ticipa que  inauguró  solemnemente  sus  tareas  anuales,  y  solícita  el 
canje  de  publicaciones. 

El  señor  J.  J.  Casas  felicita  a  la  Academia  por  la  elección  dfr 
sus  dignatarios  y  manifiesta  que  al  haber  asistido  a  la  sesión  ante- 
rior habría  dado  su  voto  por  éstos. 

El  señor  José  Vicente  Ortega  envía  su  obra  titulada  Historia' 
del  Teatro  de  Bogotá. 

El  contralor  general  de  la  nación  indica  la  conveniencia  de 


ACADEMIA   NACIONAL  DE   HISTORIA  393^ 


catregar  a  la  Academia  el  archivo  de  la  antigua  Corte  de  Cuentas, 
correspondiente  a  la  época  de  la  colonia. 

El  señor  F  Losada,  de  Cali,  remite  un  escrito  intitulado  El 
himno  de  tas  Estatuas^  para  el  libro  El  Mundo  Bolivariano. 

£1  secretario  presenta  el  informe  anual  sobie  los  trabajos  de 
la  Academia. 

I  .•  DE   NOVIEMBRE 

Se  posesionan  los  nuevos  dignatarios  señores  Arrubla  y  Qui- 
jano. 

La  biblioteca  de  Guayaquil  remite  varios  libros  en  canje  de 
las  publicaciones  de  la  Academia. 

El  señor  Einiiio  Rob'edo  manifiesta  su  aceptación  para  cola- 
borar en  la  obra  El  Mundo  Bolivariano. 

El  general  R,  Negret  envía  su  trabajo  La  Batalla  de  Bom- 
bona, para  dicha  obra. 

El  doctor  J.M.  Marroquín  presenta  su  agradecimiento  por 
el  nombramiento  de  miembro  de  número,  en  reemplazo  del  señor 
R,  Gutiérrez. 

El  doctor  J.  C.  García  da  las  gracias  por  el  nombramiento  de 
miembro  correspondiente. 

El  ministro  de  Gobierno  solicita  ejemplares  del  tomo  i  de 
Las  Crónicas  de  Bogotá,  el  cual  desean  tener  varios  estableci- 
mientos. 

El  señor  A.  Aragón,  de  Popayán,  envía  su  escrito  Bolívar  y 
la  raza  española,  por  si  la  Academi'a  lo  estima  adecuado  para  Él 
Mundo  Bolivariano. 

El  ministro  de  Obras  Públicas  pide  un  concepto  de  la  Acade- 
mia sobre  el  lugar  donde  deba  colocarse  la  estatua  del  doctor  J.  I. 
de  Márquez,  que  se  ha  quitado  del  parque  del  Centenario. 

El  señor  Bejarano  infoima  sobre  el  monumento  que  se  pro- 
yecta elevar  a  los  Comuneros  en  Puente  Nacional. 

Se  dan  las  gracias  al  señor  J.  D.  Monsalve  por  el  interés  que 
tomó  por  el  arreglo  del  salón  de  las  sesiones  de  la  Academia. 

Se  acuerda  solicitar  del  ministerio  de  Instrucción  Pública  que 
dicte  las  medidas  eñcaces  para  intensificarla  enseñanza  de  histo- 
ria en  todos  los  planteles,  y  para  que  figure  ese  curso  en  el  pen» 
ium  del  bachillerato. 

El  señor  C.  Pacheco,  de  Cúcuta,  envía  el  folleto  La  familia 
de  Santander;  y  la  Asociación  Americana  para  la  Conciliación 
internacional  la  obra  El  significado  de  la  Educación  por  N. 
Murray  Butler. 

Se  nombra  una  comisión  para  hablar  con  el  señor  ministro  del 
Perú,  sobre  el  libro  El  Mundo  Bolivariano. 

El  señor  Villamizar  envía  copia  de  varios  documentos  sobre  i» 
revolución  de  los  Comuneros  en  Pamplona. 

Se  resuelve  pedir  la  colocación  de  una  lápida  en  la  cata  don- 
de aació  Antonio  Nariño   (hoy  Palacio  Presidencial). 


394  BOLETÍN  Dtfi  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Se  lee  una  carta  del  señor  M.  Triana  sobre  sus  investigacio- 
nes en  Méjico  y  América  Central,  y  se  le  nombra  representante  de 
la  Academia  ante  las  corporaciones  científicas  de   aquellos  países. 

Se  designan  al  mismo  señor  Triana  y  al  señor  Bejarano  como 
candidatos  para  miembros  de  número,  en  reemplazo  de  los  señores 
Fajardo  y  Chaux. 

Se  acuerda  una  felicitación  a  los  Hermanos  cristianos  del  Ins- 
tituto de  La  Salle  por  sus  exploraciones  prehistóricas  en  las  cerca- 
nías de  la  capital. 

Se  aprueba  solicitar  del  congreso  una  ley  que  prohiba  la  de- 
molición de  las  murallas  de  Cartagena. 

Lee  el  secretario  su  informe  sobre  los  trabajo»  y  labores  de  la 
Academia  durante  el  año. 

Se  acuerda  excitar  a  la  municipalidad  de  Facatativá  a  que  pro- 
cure impedir  la  destrucción  de  las  famosas  piedras  que  existen  en 
los  alrededores  de  aquella  ciudad. 

Es  designado  el  señor  Guerra  para  contestar  el  discurso  del 
doctor  Marroquín  el  día  de  su  recepción. 

El  señor  F.  Montes  de  Oca  envía  de  Tenerife  (Islas  Canarias 
copia  de  un  rarísimo  impreso  sobre  dichas  islas,  en  el  cual  figuran 
Fernández  de  Lugo  y  Jiménez  de  Quesada. 

Se  lamenta  la  muerte  del  miembro  correspondiente  señor  Rivas 
Groot. 

La  Universidad  de  Yate  solicita  algunas  de  las  publicaciones 
de  la  Academia. 

El  señor  C.  Salazar  del  Camino  envía  varias  copias  de  docu- 
mentos relativos  a  nuestra  historia  y  geografía;  e  indica  la  conve- 
niencia de  dar  a  conocer  las  numerosas  relaciones  que  traen  los  ar- 
chivos sobre  organización,  industria»  minas  y  comercio. 

El  señor  Medina  Chirinos  comunica  de  Maracaibo  sobre  loi 
festejos  celebrados  allí  en  honor  del  almirante  Padilla. 

15    DE   NOVIEMBRE 

El  señor  Cortázar  informa  haber  entregado  al  ministro  de  Ins- 
trucción Pública  la  proposición  sobre  enseñanza  de  historia  nacio- 
nal acordada  en  la  sesión  anterior. 

"     Se  lee  un  saludo  que  envía  a  la  Academia,  desde  Cali,  el  se- 
cretario señor  Posada. 

Se  declara  vacante  un  sillón  de  número  por  muerte  del  señor 
J.  M.  Rivas,  y  se  señala  la  próxima  sesión  para  postular  el  candi- 
dato que  deba  reemplazarlo. 

El  señor  Monsalve  lee  dos  capítulos  de  su  refutación  al  libro 
Bolívar  y  la  posteridad  del  señor  C.  Hispano. 

I  .*   DK  DlCIÉ&fBBE 

El  Ateneo  científico,  literario  y  artístico  de  Madrid  solícita 
entrar  en  relaciones  con  la  academia. 


aOHCNAJE  DE  ROM\   AL  LIBERTADOR  395 


El  presidente  de  la  República  acusa  recibo  de  la  comunicac'óa 
<le  la  academia  sobre  lápida  en  la  casa  donde  nació  el  general 
Nariñc. 

El  ministro  de  Instrucción  Pública  avisa  haber  pasado  al 
Consejo  universitario  la  resolución  de  la  Academia  sobre  enseñanza 
de  la  historia  nacional. 

Los  señores  Monsalve,  Ortega,  Otero  D*  Costa  y  Pereira 
Gamba  envían  sus  trabajos  para  El  Mando  BolivariatiO. 

El  señor  L.  E.  Nieto  consulta  sobre  la  conveniencia  de  adqui- 
rir unos  documentos  históricos  de  la  familia  París. 

El  señor  Winquist,  agregado  comercial  de  Suecia  en  Colom- 
bia, solicita  informes  sobre  una  bandera  sueca  que  existe  en  el 
Museo  Nacional. 

Los  señores  Arrubla,  Cuervo,  Cortázar  y  Rivas  presentan 
como  candidato  para  miembro  de  número  al  señor  E.  Otero 
D'Costa,  en  reemplazo  del  señor  J.  Rivas  Groot. 

Los  señores  Cuervo  y  Lozano  presentan  como  candidato  para 
miembro  correspondiente  al  señor  Gregorio  Lozano  Londoflo. 

Los  señores  Quijano  y  Restrepo  (Eduardo)  presentan  el  infor- 
me sobre  la  candidatura  del  señor  Triana  para  miembro  de  número. 
Por  falta  del  quorum  reglamentario  se  aplaza  la  consideración  de  el. 

Nombra  el  presidente  una  comisión  para  el  homenaje  en  el 
centenario  de  la  muerte  del  general  Nariño.  La  componen  los 
señores  García  Ortiz,  Marroquín,  Restrepo  (Eduardo)  y  Rivas. 

Se  acuerda  activar  la  colaboración  de  Colombia  en  el  libro 
El  Mundo  Bolivariano. 


BOÍDEnflDE  DE  ROÍDA  flb  falBERCflDOR 

Bajo  el  régimen  facista,  cuyo  advenimiento  al  poder  anuncia 
un  nuevo  despertar  de  la  vieja  energía  romana,  tempestuosa  y  crea- 
dora como  la  atmósfera  que  la  aviva,  la  municipalidad  de  la  Ciudad 
Eterna  inauguró  en  el  Monte  Sacro  una  plaza  que  lleva  el  nombre 
de  Simón  Bolívar. 

Ningún  pedestal  más  apropiado  al  recuerdo  del  hombre  a 
quien  el  gran  historiador  italiano  consagra  esta  afirmación: 

«Bolívar  con  un  puñado  de  valientes  propagaba  la  revolución 
en  América  cuando  Napoleón  con  quinientos  mil  hombres  la  deja- 
ba perecer  en  Europa.» 

Ningún  pedestal  más  apropiado  a  la  grandeza  de  Bolívar, 
porque  esa  pequeña  colina  fue  <la  cuna  de  las  libertades  popula- 
res»; y.  fue  allí  que  él  juró  consagrarse  a  la  emancipación  de  su 
patria,  «hasta  no  dar  descanso  a  su  brazo  ni  reposo  a  su  alma.» 
Diez  y  nueve  años  después,  desde  Pativilca,  pocos  meses  antes  de 
Ja  batalla  de  Ayacucho,  qae  sella  la  independencia  de  la  América 
del  Sur,  escribía  a  don  Simón  Rodríguez: 


396  BOLETÍN   DE  HISTOKIA   Y    ANTIGÜEDADES 


«¡Oh  mi  maestrol  ¡Oh  mi  amigo!  ¿Se  acuerda  usted  cuando 
fuimos  al  Monte  Sacro,  en  Roma,  a  jurar  sobre  aquella  tierra  santa 
la  libertad  de  la  patria?  Ciertamente  no  habrá  usted  olvidado 
aquel  dia  de  eterna  gloria  para  nosotros....» 

£1  Monte  Sacro  es  la  más  pequeña  de  las  colinas  de  Roma; 
pero  para  la  humanidad  es  la  más  alta,  por  el  recuerdo  que  evoca 
y  por  la  emoción  que  produce  ese  recuerdo.  También  el  Capitolio 
es  montículo — dice  uno  de  los  más  reputados  historiadores  de 
Roma — no  obstante  se  eleva  más  alto  en  la  imaginación  de  los 
hombres  que  las  cimas  gigantescas,  pero  sin  historia,  del  Aconca- 
gua y  del  Himalaya. 

Con  la  inauguración  de  la  plaza  de  Bolívar  en  el  sitio  más  glo- 
rioso del  agrocrustomino,  comienza  a  cristalizarse  en  homenaje  per- 
durable la  admiración  de  la  ciudad  romúlea  al  más  grande  hombre 
que  ha  producido  el  Nuevo  Mundo.  Elevemos  nuestros  corazones 
ante  la  expresiva  raaniíestación  y  tenga  en  ellos  altar  y  mirra  c) 
pueblo  que,  después  de  haber  sido  milenariamente  dueño  del  mun- 
do, sigue  aún  ejerciendo  universal  soberanía  en  los  espíritus  aptos 
al  diálogo  con  las  cosas  inmortales.  Hoy  una  plaza,  mañana  una 
inscripción  conmemorativa  en  ia  casa  de  la  escalinata  de  la  Trinitá 
dei  Monte;  y  más  tarde  el  monumento  definitivo.  En  este  pensa- 
miento comulgan  los  pueblos  bolivarianos  y  con  ellos  los  italianos 
que  tienen  en  estos  pueblos  su  segunda  patria.  La  realización  de 
tal  pensamiento  representaría  la  libertad  de  una  gran  porción  del 
planeta  consumada  por  el  genio  latino. 

Según  periódicos  que  tenemos  a  la  vista: 

«El  Congreso  de  Colombia  ha  autorizado  al  Gobiern  j  para 
iniciar  ante  los  de  Venezuela,  Ecuador,  Perú  y  Boüvia,  la  erección 
de  un  monumento  a  Simón  Bjlívar  en  e!  Aventino,  en  Roma,  para 
conmemorar  el  primer  centenario  de  la  batalla  de  Ayacucho.» 

Patriótico  designio,  que  cuenta  con  el  aplauso  continental. 

Pero  ¿porqué  se  ha  fijado  el  Congreso  de  Colombia  en  el 
Aventino  para  la  erección  del  monumento? 

Probablemente  a  causa  de  que  todavía  se  persiste  en  el  error 
de  confundir  el  Monte  Aventino  con  el  Monte  Sacro,  cada  vez  que 
escritores  y  poetas  se  refieren  al  profético  juramento  del  futuro  Li- 
bertador. 

Verdad  es  que  el  Aventino,  desde  los  primeros  tiempos  de 
Roma,  comparte  con  el  Monte  Sacro  ia  gloria  de  haber  sido  tam- 
bién fortaleza  de  la  plebe  contra  la  tiranía  de  los  patricios.  El 
Aventino  es  el  pueblo;  el  Palatino  la  aristocracia;  el  Capitolio  los 
dioses,  dice  Michelet.  Pero  la  gloria  de  la  humilde  colina  de  las 
afueras  de  Roma  estriba  en  que  ella  fue  el  teatro  de  las  primeras 
sublevaciones  de  la  plebe  y  en' que  alii  fue  en  donde  nació  la  insti- 
tución del  tribunado.  En  memoria  de  tal  acontecimiento — dice  Tito 
Livio — le  fue  dado  a  dicha  colina  el  nombre  de  Monte  Sacro. 

«Lugar  sagrado,  en  efecto — agrega  Ampé.e — pues  fue  la  cuna 
de  la  libertades  populares.  Tal  nombre  expresaba  ia  idea  de  la  in- 
violabilidad de  las  personas  y  de  los  derechos  que  conquistaron  los 


HOMENAJE  DE  ROMA  AL  LIBERTADOR  397 


plebeyos.  Las  leyes  que  los  garantizaron  se  llamaron  leyes  sagra- 
das. La  persona  de  los  tribunos  que  los  representaron  también  fue 
<Jeclarada  sagrada.» 

Años  más  tarde,  tras  los  desmanes  de  los  decenviros,  «los  ple- 
beyos abandonaron  por  segunda  vez  a  sus  jefes,  marcharon  en  or- 
den militar  al  través  de  la  ciudad  y  se  dirigieron  al  Monte  Sacro, 
donde  nombraron  de  nuevo  sus  tribunos.»  Narra  así  Mommsen  la 
segunda  parte  de  la  epopeya  que  mantiene  incólume  !a  celebridad 
del  Monte  Sacro. 

Si  lo  que  desea  el  soberano  congreso  de  la  nación  hermana  es 
que  se  erija  el  monumento  a  Bolívar  en  el  mismo  sitio  donde  pro- 
nunció el  juramento  que  fue  luego  incendio  de  gloria  «desde  las  ori- 
llas de!  Ormoco  hasta  las  cimas  argentadas  del  Potosí,»  lo  natural  es 
que  sea  escogido  para  ello  el  Monte  Sacro.  A  la  riente  colina  aledafia 
al  Puente  Nomentano  y  no  a  la  opuesta,  aledaña  a  la  Puerta  de  Ostia, 
«s  a  la  que  con  justicia  corresponde  ai  nuevo  triunfo.  Bolívar  no 
tiabla  del  Aventino  sino  del  Monte  Sacro.  Su  maestro  tampoco  da 
lugar  a  dudas:  «un  día,  después  de  haber  comido  y  cuando  ya  el 
«ol  se  inclinaba  al  occidente,  emprendimos  paseo  hacia  la  parte  del 
Monte  Sacfo.»  dice  Rodríguez.  Y  ambos,  sobrado  familiarizados 
con  los  clásicos  latinos,  sabían  muy  bien  lo  que  dccíin,  O'Leary 
también  es  muy  claro  en  el  particular. 

La  confusión  donde  es  patente  es  en  el  siguiente  párrafo  de  la 
Viaa  del  Ltberlador  ^imón  Bolívar ,  por  Larrázabal : 

«Roma  conáprende  en  sus  muros,  como  se  sabe,  diez  u  once 
■colinas,  que  encierran  el  Tíber.  y  que  lo  hacen  acanalado  ycorren- 
toso.  Estas  colinas  parecen  destinadas  a  dar  a  la  vista  un  placer 
grave  y  melancólico.  Cierto  día,  de  los  últimos  que  Bolívar  debía 
pasar  en  Roma,  tomó  el  calesín  desde  temprano  con  Rodríguez,  y 
juntos  fueron  al  Monte  Aventino  {Sactum  Moníem).  Del  lado  del 
río,  este  monte  termina  en  precipicio;  del  opuesto  se  descubren  la 
tumba  de  Cecilia  Metella,  la  vía  Apia  y  la  campiña  de  Roma. 
Aquel  sitio  solitario  y  silencioso  predispuso  el  ánimo  de  los  viaje- 
ros. La  vista  del  campo  romano  les  refrescó  la  memoria  de  las  fér- 
tiles campiñas  de  Caracas.  Hablaron  del  MonteSacro  y  de  la  liber- 
tad de  Venezuela.» 

Como  se  ve,  Larrazábal  sitúa  a  Bolívar  en  el  propio  Aventino. 
La  descripción  es  exacta,  pero  veam.os  la  conclusión  del  párrafo: 

«Se  indignaron  contra  la  opresión.  El  maestro  y  el  discípulo, 
-colocados  en  la  augusta  colina,  más  allá  del  Anio,  victorearon  la 
libertad  futura  de  la  América  en  el  mismo  lugar  en  que  Roma 
afianzó  por  dos  veces  sus  sacrosantos  derechos.  Bolívar,  inflamada 
el  corazón,  tomó  las  manos  de  Rodríguez,  y  con  enérgica  frase 
juró  sobre  aquella  tierra  santa,  la  libertad  de  la  patria!* 

Este  final  está  en  contradicción  con  el  comienzo  del  párrafo 
Ahora  no  aparece  Bolívar  en  el  Aventino,  sino  en  el  Monte  Sacro, 
pues  la  «agusta  colina,  más  allá  del  Anio,»  es  el  genuino  Monte 
Sacro,   scijr^rado   del  Anio    por   una    pradera,    a   tres  millas   del 


398  BOLETÍN  DB  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Avcntino,  cuyo  río  es  el  Tíber.  Amén  de  que  cel  lugar  en  que 
Roma  afianzó  por  dos  veces  sus   sacrosantos   derechos, 9    fue    el 
Monte  Sacro  y  no  el   Aventino.  S>n  palmarias  en  et    relato  las 
inexactitudes  nistóiicas  y  topográficas. 
Leamos  ahora  a  Mancini: 

cUna  tarde  de  mediados  de  agosto,  en  momento  en  que  iba 
ya  apagándose  el  ardor  del  sol,  el  azar  de  un  paseo  por  la  campi- 
fla  condujo  a  Bolívar  y  a  Rodríguez  a  orillas  del  Anio,  al  pie  del 
Monte  Sacro.  Subieron  ei  cerro  al  iniciarse  el  crepúsculo  y  se 
sentaron  sobre  una  columna  rota  que  yacía  entre  zarzas.  No  tardó 
en  salir  la  luna,  dejando  adivinar  en  cercana  lontananza  la  inmen- 
sa presencia  de  Roma.  Rodríguez  recordaba  a  su  compañero  los 
episodios  de  la  retirada  al  Monte  Aventino,  ingeniándose  en  esta- 
blecer un  parangón  entre  los  plebeyos  de  Menenio,  sublevado* 
contra  la  tiranía  de  los  patricios  y  del  senado,  y  la  impaciencia 
desesperada  de  los  pueblos  de  América,  sin  tribunos  autorizados 
para  defenderlos  contra  los  opresores.» 

Particularidad  digna  de  anotarse:  Larrazábal  coloca  a  Bolívar 
en  el  Aventino  pensando  en  el  Monte  Sacro;  Mancini  lo  sitúa  en 
el  Monte  Sacro  pensando  en  el  Aventino.  Diriase  que  ambos  no 
supieron  documentarse  para  describir  la  escena  del  juramento. 

En  el  relato  copiado,  Mancini  está  dentro  de  la  verdad  históri- 
ca, menos  en  la  terminación  de  dicho  relato,  que,  como  el  de  La- 
rrazábal,  también  tiene  las  de  confundir.  La  retirada  de  los  plebe- 
yos a  que  se  refiere  Mancini,  nada  tiene  que  ver  con  el  Aventino, 
tfiío  con  el  Monte  Sacro,  pues  es  la  célebre  retirada  en  que  inter- 
viene Menenio.  Además,  es  un  error  inexcusable  en  Mancini  eso 
de  los  «plebeyos  de  Menenio»  Los  plebeyos  en  su  retirada  aban- 
donaron los  cónsules  y  escogieron  por  Jefe  a  Sicinio  Beliuto,  uno 
de  sus  compañeros.  Menenio  no  fue  sino  el  delegado  del  senado 
para  concertar  la  paz  con  la  plebe. 

«Se  resolvió  pues — dice  Tito  Livio — diputar  ante  el  pueblo  a 
Menenio  Agrippa,  distinguido  por  su  elocución  fácil,  y  caro  a  los 
plebeyos,  de  quienes  su  familia  había  salido.» 

Y  Menenio  les  dirigió  allí  el  célebre  apólogo  de  los  «miembros 
y  del  estómago,»  que  según  Michelet,  es  un  verdadero  fragmento 
ciclópeo  del  antiguo  lenguaje  simbólico. 

Desde  el  punto  de  vista  histórico,  el  monumento  iniciado  por 
el  congreso  de  Colombia  no  debe  ser  erigido  sino  en  el  Monte 
Sacro.  ¿Que  está  un  poco  lejos  del  centro  de  Rorrea?  Más  lejos 
está  Mouni-Vernun  de  Washington  y  no  por  eso  ¡a  tumba  del 
héroe  de  Yotk-Town  deja  de  ser  sitio  de  continua  peregrinación. 
Para  el  patriotismo  como  para  la  admiíación  no  hay  distancias. 
Más  aún:  el  Monte  Sacro  no  tiene  la  mácula  del  Aventino. 

Según  la  tradición,  desde  la  cumb^^e  del  Aventino  consultó 
Remo  los  presagios  que  le  fueron  contrarios.  Aventius  fue  sllí  ful- 
minado por  el  cielo.  Y  como  lugar  de  «presagios  funestos»  fue  ex- 
cluido por  ios  patricios  del  recinto  sagrado  de  la  ciudad.  Aún  sigue 


POLICARPA   SALAVARRIETA  399 


el  Aventino  inhabilitado  como  si  la  antigua  maldición  patricia  pe- 
tara siempre  sobre  él.  Ningúa  sitio  de  Roma,  dice  Maurice  Paléo- 
logae,  es  más  desierto,  más  retirado  de  la  vida. 


V  dice  la  verdad. 
Macuto,  enero  14  de  1933. 


Andrés  Mata  (l) 


POblCflRPfl  SflhflVflRRlETfl  (2) 

Al  tender  la  vista  por  las  escenas  de  Anaérica,  desde  principio» 
de  la  revolución,  se  diría  que  sus  hijas  han  revivido  ei  siglo  de  los 
mártires,  constantes  a  toda  prueba,  pródigas,  como  ellas,  de  su 
sangre,  las  hemos  visto  sellar  con  ésta  en  los  suplicios  la  indepen- 
dencia de  su  patria.  Aquí  la  sombra  de  una  víctima  ilustre  sale  de 
la  tumba  para  excitar  la  admiración  de  todas  las  edades:  es  la  de 
la  virtuosa,  la  inmortal  Policarpa  Salavarrie. a.  Esta  señora  era 
natural  de  Bogotá;  distinguíase  por  sus  sentimientos  patrióticos, 
que  ni  a  los  enemigos  ocultaba,  y  no  es  extraño  que  llegase  a  ser 
el  blanco  de  la  rabia  de  aquellos  desalmados.  Toda  la  vigilancia 
inquisitorial  del  Gubieno  opresor  había  ella  burlado,  instruyendo 
circunstanciadamente  a  los  patriotas,  dispersos  por  las  tropas  de 
Morillo,  del  estado  de  la  opinión  pública,  de  las  fuerzas  y  opera- 
ciones del  enemigo,  Su  amante,  empleado  por  fueiza  en  1818  en 
el  estado  mayor  del  ejército  español,  le  daba  noticias  de  cuanto 
pasaba;  y  ella  las  transmitía  al  general  Santander,  que  entonces,  a 
la  cabeza  de  unos  cuantos  bravos,  se  sostenía  en  la  provincia  de 
Casanare,  en  los  confines  de  Venezuela  y  Cundinamarca. 

Fuertes  sospechas  indujeron  al  virrey  Sáraano  a  allanar  varias 
veces  la  casa  de  nuestra  heroína;  por  algún  tiempo  fue  vano  su  em- 
peño encontrarla  delicuente;  mas  habiéndose  encargado  aquel 
mismo  joven,  con  quien  debía  casarse  en  breve,  de  llevar  una  co- 
municación interesante  a  los  patriotas,  fue  sorprendido  por  enemi- 
gos en  el  páramo  de  Toquilla,  y  conducido  a  Bogotá  con  el  cuerpo 


(1)  £1  Universal  de  Caracas. 

(2)  Tomamos  estas  líneas  de  un  libro  pequeño  y  raro,  de  280  pá- 
ginas, que  se  publicó  en  París  en  1826.  y  en  la  casa  de  Bossang^e 
Vadre.  calle  de  Richelieu  número  60,  y  que  ae  intitula  La  flor  co- 
lombiana. Biblioteca  escogida  de  las  patriotas  americanas  o  colec- 
ción de  los  trozos  más  selectos  en  prosa  y  verso.  La  advertencia  e>tá 
firmada  P.  A..  }'  su  primer  artículo,  sin  fírma.  tiene  este  título:  De 
la  tnffuencia  de  las  mujeres  en  la  sociedad,  y  acciones  ilustres  de  va^ 
rías  americanas.  Es  tal  vez  lo  primero  que  se  escribió  kobre  nuestra 
keroína,  ycuando  aún  estaba  fresco  su  sacrificio — ^£.  P.}. 


400  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


del  delito,  tomado  sobre  su  persona.  Luego  que  Policarpa  supo 
«sta  ocurrencia,  se  presentó  con  entereza  al  virrey,  y  le  dijo  que  su 
amante  era  inocente;  que  ella  misma  había  extraído  los  papeles  j 
persuadídole  a  que  emprendiese  el  viaje,  pero  sin  imponerle  del 
contenido  de  lo  que  llevaba.  Interrogado  el  joven  conductor  sos- 
tuvo, al  contrario,  que  él  era  el  delicuente,  y  que  aquélla  no  tenia 
conocimento  alguno  de  sus  intenciones.  Confrontados  ambos,  se 
"mantuvieron  firmes  en  el  propó.-ito  de  salvarse  mutuamente.  Según 
costumbre  en  estos  casos,  sentenciaron  al  joven  a  sufrir  la  pena 
capital;  y  sentado  ya  en  e!  banquillo,  llevaron  a  la  Salavarrieta  a 
su  presencia,  le  ofrecieron  el  perdón,  y  aun  que  protegerían  a 
los  dos,  siempre  que  declarase  los  cómplices;  mas  los  españoles 
no  lograron  otra  cosa  que  renovar  el  conflicto  entre  dos  corazones 
generosos  que  se  amaban  entrañablemente  y  que  estaban  decidi- 
dos a  todo  sacrificio  antes  que  faltar  a  la  causa  de  su  patria.  Vien- 
do los  tiranos  lo  inútil  de  sus  esfuerzos  para  arrancar  a  almas  de 
iemejante  temple  un  secreto  de  tanta  importancia,  ordenaron  la 
-ejecución  del  intrépido  mensajero,  y  le  arcabucearon  en  presencia 
de  su  amada.  Volvieron  a  conducirla  a  la  prisión;  y  constantemen- 
te se  negó  a  revelar  los  nombres  de  las  personas  que  en  secreto 
estaban  trabajando  en  favor  de  la  libertad.  En  consecuencia  fu« 
calificada  de  traidora  y  condenada  a  muerte. 

Su  conducta  hasta  el  momento  mismo  de  expirar,  enseñó  a 
aus  verdugos  el  grado  de  energía  de  que  es  capaz  el  verdadero 
patriotismo:  sólo  la  afligían  las  desgracias  de  su  país  natal;  mas 
la  consolaban  los  servicios  que  ella  le  había  prestado  y  la  certi- 
dumbre de  que  pronto  se  vería  libre,  mientras  su  espíritu  iba  a 
unirse  al  de  su  amante.  Cuando  caminaba  al  fatal  lugar  dond» 
debía  ser  sacrificada,  exhortó  al  pueblo  que  lloraba  desconsolado  y 
triste,  del  modo  más  enérgico.  «No  lloréis  por  mí,  les  dice,  llorad 
por  la  esclavitud  y  opresión  de  vuestros  abatidos  compatriotas;  sír- 
vaos de  ejemplo  mi  destino;  levantaos  y  resistid  los  ultrajes  que 
sufrís  con  tanta  injusticia.»  Llegada  al  patíbulo,  pidió  un  vaso  d« 
agua;  mas  observando  que  era  un  español  quien  se  la  traía,  se  negó 
a  admitirle,  diciendo:  «Ni  un  vaso  de  agua  quiero  deber  a  un  ene- 
migo de  mi  patria.»  El  comandante  del  destacamento  que  la  custo- 
diaba la  instó  entonces  para  que  nombrase  ella  misma  alguna  per- 
sona de  su  estimación  que  le  hiciese  aquel  servicio.  «Mil  gracias, 
contestó,  por  una  bondad  que  no  puedo  aprovechar,  pues  que  el 
pasajero  alivio  de  esta  mi  última  necesidad  podría  quizás  com- 
prometer  ante    los    tiranos   a  quienquiera  que  yo    dispensase  tal 

■prueba  de  amistad Vamos   a  morir.»  Un  momento  antes 

de  darse  la  señal  de  ejecución,  se  vuelve  a  sus  crueles  verdugos,  y 
■con  espíritu  tranquilo  exclamó:  «Asesinos,  temblad  íU  coronar 
vuestro  atentado:  pronto  vendrá  quien  vengue  mi  miíerte.»  Tu 
predicción  se  cumplió,  ilustre  cunríinamarquesa:  desde  la  morada 
•de  los  ángeles  te  complaces  en  las  glorias  de  tu  patria;  tu  sangre 
pura  fecundó  su  suelo;  cada  gota  ha  brotado  un  héroe;  y  todos 
ellos  han  heredado  tus  seotimientos.  Por  una  coincidencia  singular, 


PROCESO    DE   NA8IÑO.    RICAURT©   Y   OTROS  40 1 


el  nombre  y  apellido  de  esta  esclarecida  joven  se  prestan  a  per- 
petuar la  memoria  de  su  heroísmo  en  este  oportuno  ncagraroa: 
«Policarpa  Salavarrieta:  Yace  por  salvar  la  patria.» 


PROCESO  DE  HflRinO,  RICñURTE  y  0CR05 

índice  de  los  documentos  (i). 

1.  19  noviembre  1794  Carta  del  virrey  de  Santafé  al  duque 
de  la  Alcudia:  acompaña  tres  testimonios  {no  eslán)  de!  expediente 
sobre  reimpresión  clandestina  y  divu'gación  de  papeles  sediciosos, 

2.  I  octubre  1795.  Solicitud  de  José  Antonio  Ricaurte,  preso 
en  ei  castillo  del  Pastelillo  de  Cartag'ána:  pide  a  Su  Majestad  se  le 
ponga  en  libertad  y  se  la  restituya  a  la  posesión  de  su  honor,  ha- 
beres y  empleos  de  que  ha  sido  despojado  sin  ser  oído  y  sin  que 
se  le  haya  hecho  cargo  de  su  delito;  solicita  también  se  le  conceda 
licencia  pira  ir  a  la  Corte  a  vindicarse. 

3.  5  febrero  1796.  Oficio  de  Silvestre  Collar  ai  Príncipe  de  la 
Paz,  remitiéndole  el  documento  anterior. 

4.  18  agosto  1795.  Memorial  de  José  Montero,  yerno  de  J.  A. 
Ricaurte:  pide  testimoni  >  de  las  diligencias  de  prisión  de  éste  a  la 
real  audiencia;  y  negativa  de  ésta. 

5.  30  junio  i7Qt.  Solicitud  al  Príncipe  de  la  Paz,  de  J.  A.  Ri- 
caurte para  que  dé  curso  a  Su  Majestad  de  su  memunal. 

6.  30  junio  179(3.  Memorial  dirigido  a  Su  Majestad  por  J.  A. 
Ricaurt:^,  pidiendo  nuevamente  se  le  restituya  la  posesión  de  su  ho- 
nor, libertad,  etc.,  etc.;  trata  además  di  justificar  la  defensa  que  hizo 
de  Antonio  Narifto. 

7.  septiembre  1796,  Memorial  de  José  Antonio  Ricaurte, 
(suscrito  por  Sebastián  Mirtín  de  Rojas,  en  virtud  de  poder  que 
acompaña),  pidiendo  a  Su  Majestad  se  sirva  mandar  separar  de  la 
causa  de  sublevación  de  Santafé  lo  relativo  a  la  prisión  del  su- 
plicante y  que  se  comisione  sujeto  que  entienda  de  ello. 

8.  13  septiembre  179Ó.  Poder  de  J.  A.  Ricaurte  a  S.  Martin 
de  Roj-s,  otorgado  en  Cartagena. 

9.  Sin  fecha.  Minuta  del  estado  de  la  causa  de  J.  A.  Ricaurte 
y  dictamen  de  Su  Majestad  a  la  consulta  de!  Consejo  de  Indias. 

10.  10  noviembre  1800.  Extracto  de  la  causa  de  Nariño,  R¡- 
canrte,  Espinosa  y  otros  con  la  consulta  que  el  Consejo  de  Indias 
presentó  a  Su  Majestad,  y  el  borrador  del  dictamen  de  éste. 

I  i.  19  julio  1797.  Carta  de  la  audiencia  de  Santafé,  al  Prín- 
cipe ¿e  la  Faz,  acusándole  recibo  de  la  real  orden,  de  26  de  octubre; 
y  participándole  que  en  su   cumplimiento  ha  prevenido   al  gober- 


(1)  Batos  documentos  fueron  enviados  de  España  por  el  arfior 
Péreí  Sarmiento,  coTio  se  dijo  en  el  número  anterior  'página  373). 
Loü  niarcad'<s  1  a  74  están  publicados  en  el  libro  del  msmu  stftor, 
intitulado  Proceso  de  Nanño,  Cádiz,  1914.  El  presente  índice  dará 
una  idea  de  la  importancia  de  esos  legajos  (E.  f.). 

XTV— 26 


402  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Dador  de  Cartagena  ponga  a  José  Antonio   Ricaurte  en   uno   de 
los  castillos  de  la  plaza,  sin  permitirle  comunicación. 

12.  30  agosto  1800.  Memorial  de  Ricaurte  (suscrito  por  su 
apoderado  Sebastian  Martín  de  Rejas),  lamentándose  de  su  des- 
graciada situación  y  de  la  rigurosa  prisión  que  sufre,  y  solicitando 
se  le  conceda  plaza  en  alguna  audiencia  de  Indias. 

13.  II  noviembre  1800.  Minuta  de  Real  orden  M  virrey  d« 
Santafé,  diciéndole  que  en  vista  de  lo  que  resulta  de  la  causa 
contra  Antonio  Nariño  y  Ricaurte  y  otros,  ha  mandado  el  rey  la 
le  encargue  ponga  sumo  cuidado  en  la  introducción  de  libros,  pa- 
peles y  sus  impresiones. 

14.  14  enero  1 8o c.  Memorial  de  Ricaurte  (suscrito,  por  su 
apoderado  Sebastian  Martín  de  Rojas),  pidiendo  clemencia  y  que 
se  examine  nuevamente  su  causa. 

15.  I."  febrero  1801.  Carta  de  J.  A.  Ricaurte  al  secretario  del 
Estado  y  del  despacho  de  Gracia  y  Justicia,  representando  su  lar- 
ga e  injusta  prisión  y  suplicándole  se  despache  su  causa. 

16.  9  septiembre  1800.  Minuta  de  un  oñcio  del  Consejo  de 
Indias  a  Su  Majestad  para  satisfacer  su  conducta  en  el  parecer 
de  una  consulta. 

17.  8  agosto  180 r.  Representación  de  J.  A.  Ricaurte  al  se- 
cretario di  Estado  y  del  despacho,  acompañando  copia  de  las  re- 
clamaciones  que  ha  dirigido  al  virrey  de  Santafé. 

i3.  8  agosto  180 1.  Copia  de  las  reclamaciones  que  dirige  al 
virrey  de  Santafé  J.  A.  Ricaurte,  con  motivo  de  la  prisión  que  sufre. 

jg.  29  octubre  1801.  Memorial  de  J.  A.  Ricaurte  (suscrito 
por  Sebastian  Martín  de  Rojas),  pidiendo  a  Su  Majestad  se  de- 
termine pronto  su  causa  para  que  cese  la  larga  prisión  que  sufre. 

30.  í6  jumo  1802.  Solicitud  de  S.  Martín  Rojas  a  Su  Majestad 
pidiendo  clemencia  para  J.  A.  Ricaurte. 

21.  I."  marzo  1803.  Memorial  deS.  Martin  de  Rojas  pidiendo 
pronta  resolución  a  Su  Majestad  de  la  causa  de  J.  A.  Ricaurte. 

22.  13  diciembre  1803.  Memorial  de  J.  A. Ricaurte,  suscrito  por 
S.  Martin  de  Rojas,  con  nota  marginal  en  que  se  decreta  su  li- 
bertad. 

23.  20  mayo  1803.  Carta  de  J.  A.  Ricaurte  al  primer  secre- 
tario de  Estado  y  del  despacho,  solicitando  su  protección  para 
que  se  le  ponga  en  libertad. 

24.  4  enero  1804.  Minuta  de  real  orden  al  gobernador  dt 
Consejo  de  Indias  participándole  que  Su  Majestad  ha  resuelto  se 
ponga  en  libertad  a  J.  A.  Ricaurte,  que  se  halla  preso  en  Car- 
tagena. (1). 

25.  19  septiembre  17Q5.  Carta  del  virrey  de  Santafé,  al  du- 
que de  la  Alcudia,  dirigiendo  una  representación  del  fiscal  de 
aquella  Audiencia,  Manuel   de   Blaya,  quejándose  de  una  cita  qae 


(1)  En  la  obra  Precumores,  por  Li  Marroquín.  1913,  se  hallan  las 
cartas  que  Ricaurte  dirigió  a  Montero  y  que  completan  estos  com- 
probantes, sobre  los  paáecimíentos  del  ilustre  procer.  (E.  P.) 


PROCESO    DE   NARIÑOj    RICAÜRTE   Y    OTROS  403 


hace  Antonio  Nariño  en  su  escrito  de  defensa.  El  virrey  hace  elo- 
gios del    fiscal. 

26.  19  septiembre  1795.  Representación  del  fiiscal  del  crimen 
de  la  Audiencia  de  Santafé,  Manuel  Mariano  Blaya  a!  duque  de  la 
Alcudia,  quejándose  de  la  cita  que  hace  Ricaurte  en  su  escri- 
to de  defensa  de  Antonio  Narifto,  de  un  discurso  que  el  que  re- 
presenta pronunció  en  la  Academia  de  Santa  Bárbara  de  Madrid, 
y  solicita  providencia  a  su  desagravio. 

27. 19  septiembre  1795.  Carta  de  la  Audiencia  de  Santafé  a 
Su  Majestad  informando  sobre  los  justos  motivos  que  tuvo  para 
recoger  el  escrito  que  presentó  Ricaurte  en  defensa  de  Anto- 
nio Narifto  y  para  corregir  a  su  autor. 

28.  íq  octubre  1795.  Testimonio  duplicado  del  escrito  pro- 
sentado  por  Antonio  Narifto  y  diligencias  practicadas  en  lu 
virtud. 

29.  19 septiembre  1795.  Carta  reservada  del  vig:ey  de  Santafé 
al  duque  de  la  Alcudia,  diciendo  acompaña  testimonio  do  lo  ac- 
tuado hasta  la  fecha  en  averiguación  del  papel  sedicioso  Loí  de- 
rechos d*l  hombre.  {No  está  el  testimonio'). 

30.  19  diciembre  1795.  Carta  del  virrey  de  Santafé,  al  Prínci- 
pe de  la  Paz  participándole  que  en  virtud  de  haberle  pedido  la 
Real  Audiencia  la  auxiliase  en  el  cumplimiento  de  !a  sentencia 
contra  Antonio  Narifto,  ha  dispuesto  que  éste  pase  a  España. 

31.  19  enero  1796.  Memorial  de  Magdalena  Ortega,  esposa 
de  Antonio  Nariño,  a  Su  Majestad,  representando  la  injusticia  e  in- 
formalidad con  que  se  ha  procedido  contra  su  marido,  y  pide  que 
«e  le  pase  a  la  Corte  para  oírle  en  justicia. 

32.  22  marzo  1796.  Carta  del  juez  de  arribadas  de  Cádiz,  Ma- 
nuel González  Guiral,  al  Príncipe  de  la  Paz,  participándole  qu» 
como  le  dijo  en  su  carta  del  18  del  corriente,  se  verificó  al  día 
siguiente  el  traslado  de  los  reos,  a  excepción  de  Antonio  Narifto, 
que  se  había  fugado  del  navio  San  Gabriel,  en  donde  venía, 

33.  19  junio  1798.  Carta  de  la  Real  Audiencia  de  Santafé. 
Dice  estar  enterada  de  haber  aprobado  sus  providencias  sobre 
envío  a  España  de  Antonio  Nariño  y  respecto  a  Fermín  de  Varga» 
y  al  sermón  de  Lorenzo  Ferreira. 

34.  30  marzo  1796.  Minuta  de  R.  O.  al  Presidente  o  Gober- 
nador del  Consejo  de  Indias  encargándole  prenda  a  Antonio  Na- 
riño, que  a  su  arribo  a  Cádiz  huyó  y  ne  encuentra  en  4a  Corte. 

35.  8  abril  1796.  Carta  del  juez  de  arribadas  de  Cádiz,  Ma- 
nuel González  Guiran,  al  Príncipe  de  la  Paz,  acompañando  un  oficio 
del  comandante  del  navio  San  Gabriel,  Manuel  de  Paudo.  expli- 
cando la  faga  de  Antonio  Nariño. 

36.  6  abril  1796.  Oficio  del  comandante  del  navio  S»n  Gü" 
briely  explicando  la  fuga  de  Antonio  Nariño. 

37.  18  marzo  1796.  Relación  de  los  individuos  conducidos  bajo 
partida  de  registro  en  los  navios  8an  Juan  Bautista^  San  Gabriel  y 
Santiago  en  Cádiz,  procedentes  de  La  Habana.  En  el  San  Gabriel 
iba  Antonio  Narifio. 


404  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


38.  22  enero  '796.  Carta  del  gobernador  de  La  Habana,  Luis 
de  las  Casas,  al  Príncipe  de  la  Paz,  participándole  que  además  de 
los  diez  reos  de  que  dio  aviso  le  envió  despué*  el  virrey  de 
Santafé  a  Antonio  Narifto,  y  tados  se  dirigen  a  Cádiz  en  los  navios 
de  guerra  San  Juan  y  Sun  Gabriel,  bajo  partida  de  registro. 

39.  IQ  julio  1797  Carta  de  la  Audiencia  de  Santilé  al  Prínci- 
pe de  la  Pdz  al  regreso  de  Antonio  Nariflo  y  Pedro  Fermín  de 
Vargas  al  Reino;  dice  que  Vargas  es  más  peligroso  que  el  otro,  y 
manifiesta  las  disposiciones  que  se  han  tomado  y  lo  peligroso  de 
la  situación. 

40.  13  julio  1797.  Real  acuerdo,  celebrado  en  Santafé  para  tra- 
tar de  las  noticias  reservadas  que  había  comunicado  el  arzobispo 
sobre  los  planes  de  Antonio  Nariño;  sus  gestiones  en  París  y  Lon- 
dres para  revolucionar  el  país,  regreso  de!  mismo  y  de  Pedro  Fer- 
mín de  Vargas  y  del  ofrecimiento  que  se  hizo  al  arzobispo  en 
nombre  de  Su  Majestad  de  no  proceder  criminalmente  contra  ellos. 

41.  14  julio  1797.  Copia  de  un  oficio  del  virrey  de  Santafé  al 
arzobispo  de  aquella  Arquidiócesis,  pidiéndole  informes  sobte  Anto- 
nio Nariiio  y  Pedro  Fermín  de  Vargas,  que  han  regresado  al  país  y 
pretenden  promover  tumultos  valiéndose  de  los  eclesiásticos  y  le 
promete  en  nombre  de  Su  Majestad  que  las  noticias  que  comunique 
no  influirán  para  la  formación  de  la  causa  criminal. 

42.  4  julio  1797.  Oficio  de  los  alca'des  de  Anolaima,  dando 
cuenta  de  un  sermón  que  predicó,  en  aquel  pueblo,  el  cura  propio 
del  mismo,  Lorenzo  Ferreira,  hablando  mal  de  la  dominación  es- 
pañola. 

43.  17  julio  1797.  Oficio  del  arzobispo  de  Santafé  al  virrey 
acusándole  recibo  de  un  oficio  del  14  del  mismo  mes  e  imponién- 
dolo extensamente  de  los  manejos  de  Antonio  Nariño.  bajóla  pro- 
mesa que  le  hizo  de  que  las  noticias  que  le  daba  no  influiíían  en  la 
formación  de  causa  en  que  hubiese  pena  aflictiva  o  de   santrre  (i). 

44.  19  julio  1797.  Carta  del  virrey  de  Santafé  al  Príncipe  de 
la  Paz,  informándole  sobre  la  vuelta  anaquel  R<  ino  de  Antonitj  Na- 
riño y  de  Pedro  Fermín  de  Vargas;  providencias  gubernativas  y 
militares  que  ha  tomado  y  exponiendo  el  riesgo  en  que  se  halla  y 
la  necesidad  de  auxilios. 

45.  19  julio  1797.  Carta  del  virrey  de  Santafé  al  Príncipe  de 
la  Paz,  participándole  que  después  de  escritos  los  oficios  del  real 
acuerdo  y  suyo  de  esta  fecha  sobre  la  entrada  en  el  Reino  de 
Antonio  Nariño  y  Pedro  Fermín  de  Vargas  se  ha  presentado  el 
primero  personalmente  con  interposición  del  arzobispo  y  bajo  el 
seguro  ofrecido  al  prelado. 

46.  2  noviembre  1797.  Minuta  de  R.  O.  al  virrey  de  Sant  fé, 
acusando  el  recibo  de  sus  cartas  de  19  de  julio  y  la  de  la  Audien- 
cia de  igual  fecha,  sobre  el  regreso  de  Antonio  Narifto  y  Pedro 
Fermín  de  Vargas  a  aquel  reino  y  aprobando  las  providencias  que 
había  adoptado. 

(l^  Este  oficio  lo  publicamos,  en  1903,  en  nuestro  libro  El  Pre- 
cupsor,  página  218. 


FKOC£SO   DE  NARIÑO,    RICAÜRTE   Y   OTROS  4C5 


47.  25  julio  i7q8  Carta  de  Nicolás  de  Azara,  embajador  de  Es- 
pafia  en  París,  a  Francisco  Saavedra,  dándole  noticia  de  haber  apa- 
recido el  año  anterior  en  París  Antonio  Narifto  y  de  la  inutilidad 
de  las  gestiones  que  practicó  allí  y  en  Londres,  para  intentar  la  su- 
blevancia  de  Tierra  Firme;  y  de  los  manejos  de  un  tal  Caro,  que  fue 
complicado  en  la  conjuración  de  Caracas,  y  que  ha  salido  de  París 
disfrazado  de  negro  para  introducirse  en  Santafé, 

48.  IQ  noviembre  1798.  Carta  reservada  del  virrey  de  Santafé 
al  Príncipe  de  la  Paz,  manifestando  no  haber  recibido  contesta- 
ción a  las  cartas  que  habrá  mandado  dando  cuenta  de  las  noveda- 
des ocunidas  después  de  la  presentación  de  Narifto  y  deseando 
saber  si  ha  merecido  la  aprobación  de  Su  Majestad  sus  providea- 
cías. 

49.  19  noviembre  1798.  Carta  del  virrey  de  Santafé  al  Prín- 
cipe de  la  Paz,  manifestando  que  ha  mandado  esté  lista  una  em- 
barcación en  la  villa  y  puerto  de  Honda  para  trasladar  a  Narifto  y 
algún  otro  a  Cartagena,  por  los  recelos  que  tiene  y  pidieaio  la 
aprobación  para  el  gasto  extraordinario  que  con  dicho  motivo  ha 
hecho. 

50. 19  noviembre  1798.  Carta  del  virrey  de  Santafé  al  Pilncipe 
de  la  Paz,  informando  sobre  una  representación  que  acompaña,  que 
con  fecha  4  le  dirigió  Nariño  suplicando  el  cumplimiento  de  lo 
que  se  le  ofreció  cuando  se  presentó. 

51.4  noviembre  1798.  Representación  de  Antonio  Nariño  a 
que  hace  referencia  el  documento  anterior, 

52.  19  enero  1799.  Carta  reservada  del  virrey  de  Santafé  al 
Ministro  de  ¡a  Guerra  Juan  Manuel  Alvarez,  acusando  recibo  de 
la  real  orden  reservada  de  21  de  agosto,  sobre  los  manejo» 
de  Narifto  y  Caro  para  sublevar  aquel  reino  y  haciendo  un  breve 
resumen  de  lo  ocuriido  desde  el  afto  1794  y  de  las  principales  dis- 
posiciones que  ha  tomado. 

53.  6  febrero  1800.  Representación  de  Antonio  Narifto  en 
Santafé,  en  la  cual  pide  se  le  juzgue  o  ponga  en  libertad. 

54.  35  noviembre  i8oo.  Oficio  de  Silvestre  Coliar  a  Mariano 
Luis  de  Urquijo, remitiéndole  seis  cartas  y  otros  documectos  sobre 
la  causa  de  Nariño. 

55.  29  diciembre  1800.  Memorial  de  Magdalena  Ortega  y 
Mesa,  esposa  de  Nariño,  a  la  Reina,  exponiendo  su  desdichada 
situación  y  pidiendo  la  libertad  de  su  esposo. 

56.  I."  junio  1802.  Memorial  de  Juan  Bosmeniel  al  rey,  pi- 
dienco  la  libertad  de  Nariño  y  compañeros  y  el  desembargo  de 
sus  bienes. 

57.  19  agosro  1803.  Carta  del  virrey  de  Santafé  al  primer 
Secretario  de  Estado,  dando  cuenta  de  las  diligencias  sobre  enfer- 
medad de  Nariño, 

58.  26  abril  1803.  Memorial  de  Narifto  sobre  su  enfermedad 
y  dili^rencias  practicadas  para  comprobar  esto. 

59.  14  enero  1804.  Oficio  sin  firma  en  Aranjuez,  que  partici- 
pa al  virrey  su  aprobación  del  Rey  a  lo  resuelto  sobre  Nariño. 


406  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 

óo.  1 6  noviembre  1837.  Oficio  del  virrey  al  Ministro  de  Es- 
tado, pidiéndose  le  permita  a  Nariño  el  manejo  de  sus  bienes. 

61.  Memorial  de  Nariño  pidiendo  se  le  permita  el  manejo  d« 
sus  bienes  y  documentos  en  que  se  funda. 

(Continuará) 


flPUnCES  CR0n0h06IG0S(i) 

▲Í70  DK  1831 

Enero  i.»  Recayó  la  elección  para  alcaldes  en  los  seflores 
Agustín  Guriérrez  y  Joaquín  Gómez  Hoyos.  • 

Enero  lo.  Llegó,  por  posta,  la  noticia  del  fallecimiento  del 
general  Bolívar,  que  acaeció  en  la  hacienda  de  San  Pedro,  cerca 
de  Santa  Marta,  el  17  del  mes  pasado. 

Enero  11.  Se  decretó  luto  por  un  mes. 

Enero  14.  Bando  retirando  las  facultades  dadas  a  los  prefec- 
tos por  el  decreto  del  25  de  septiembre  próximo  pasado. 

Enero  16.  A  los  ochenta  años  de  edad  falleció  el  padre  Ama- 
ya,  religioso  hospitalario. 

Enero  17.  Convocatoria  de  una  convención  granadina  para  el 
2  de  julio  de  este  año  en  la  Villa  de  Leiva. 

Enero  19.  Falleció   de  calentura  el  señor  Luis  Sarmiento. 

Enero  20.  Murió  la  señora  Narcisa  Trujillo,  que  iba  a  casar- 
íc  el  día  de  hoy. 

Enero  23.  Ruido  sobre  la  venida  de  los  llaneros  por  Cáqueza. 
Salió  para  allá  el  coronel  Johnson,  con  alguna  gente. 

Enero  26.  Falleció   de  calenturas   la  señora  Ignacia  Maza. 

Febrero  2.  Matrimonio  del  doctor  Antonio  Plaza  con  la  seño- 
ra Nieves  Morales. 

Febrero  4,  Murió  de  hidropesía  el  señor  Lucas  Lombana. 

Febrero  10.  Se  celebraron  con  la  mayor  magnificicncia  tas 
exequias  funerales  del  Libertador  Simón  Bolívar. 

Febrero  13.  Se  casó  el  señor  José  María  Rendón  con  la  se- 
ñora Concepción  Bonilla. 


(1)  El  presente  diario,  hasta  hoy  inédito,  pertenece  al  señor  Luis 
Augusto  Cuervo  y  trae  algunos  apuntes  curiosos  y  desconocidos.  Su 
autor,  el  señor  Auza,  era  juez  de  hecho  para  las  causas  de  impren- 
ta en  Bogotá,  en  1838,  según  vemos  en  el  Almanaque  nacional  o  guia 
de  forasteros,  de  ese  año.  Es  el  único  dato  biográfico  que  tenemos 
de  él.  Estos  cotidianos  apuntes  de  los  últimos  días  de  la  gran  Co- 
lombia y  del  nacimiento  de  la  Nueva  Granada  vienen  a  complementar 
los  de  Vargas  Jurado  y  Caballero,  que  publicamos  en  el  libro  La  Pa- 
tria Boba:  y  los  de  Ramírez  y  Escandón,  de  que  hablamos  en  este 
Boletín  ;tomo  vii,  página  23,  y  tomo  xiv,  página  123).  Poseemos  tam- 
bién un  diario  de  1861  a  1864,  que  escribió  el  señor  B.  Torrente,  y  que 
publicaremos  algún  día.  Quedará  así  historiada  la  vida  de  esta  ca- 
pital, hora  por  hora,  durante  muchos  años  de  la  colonia  y  del  si- 
glo wx— (E.  P.). 


APUNTES  CRONOLÓGICOS  407 


Febrero  21.  Noticia  áe  la  acción  de  Palmira,  ganada  el  10  por 
los  generales  José  María  Obando  e  Hilario  López,  sobre  el  coro- 
ronel  Muguerza,  jefe  por  Urdaneta. 

Marzo  4.  Bando  disponiendo  que  los  descontentos  pidan  sus 
pasaportes  para  las  provincias  disidentes. 

Marzo  7.  Salieron  para  el  sur  setecientos  veteranos  ai  mando 
del  general  Florencio  Jiménez. 

Marzo  8.  Noticia  de  haber  habido  en  Sabanalarga  un  pro- 
nunciamiento en  favor  de  ta  libertad.  De  Cartagena  habrá  salido 
gente  con  el  objeto  de  sofocar  la  revolución. 

Marzo  14.  Murió  de  apoplejía  la  señora  María  Josefa  Rodrí- 
guez de  Leiva. 

Marzo  20.  Noticia  de  haberse  pronunciado  en  Ubaté  los  an- 
tiguos patriotas  Juan  José  Neira,  Miguel  y  Manuel  Rodríguez, 
Mariano  Acero. 

Marzo  21.  Aprehensión  de  muchos  liberales,  entre  ellos  Te- 
lésforo  Rendón,  José  María  Gramas,  Manuel  Urquinaona,  Miguel 
Uribe,  doctor  José  María  de  la  Torre,  doctor  Romualdo  Liévano, 
José  Maiía  Forero,  Vicente  Gómez,  Tomás  Silva,  Clemente  Pa- 
dilla, Judas  Tadeo  Landínez,  Pedro  Ruiz,  Eustaquio  Blanco, 
Francisco  Lemus,  doctor  José  Afanador,  doctor  Rafael  Vásquez, 
Juan  Levy,  el   francés  Bordel  y  la  señora  Carmen  Rodríguez. 

Marzo  22.  Salieron  desterrados  para  Cartagena  tos  señores 
Telésforo  Rendón,  José  María  Gramas,  Manuel  Urquinaona,  Mi- 
guel S.  Uribe,  Vicente  Gómez,  José  María  Forero,  Tomás  Silva, 
doctor  José  María  de  la  Torre,  doctor  Romualdo  Liévano;  habién- 
dose fugado  el  señor  Blanco.  Salió  Pineros  para  Ubaté,  con 
alguna  gente. 

Marzo  24.  Sacaron  con  destino  para  Cartagena  a  los  señores 
Levy,  Padilla,  Bordel,  Vásquez,  Afanador,  Arenas.y  la  señora 
Carmen  Rodríguez. 

Marzo  26.  Noticias  de  haberse  pronunciado  en  Neiva  el  se- 
ñor Joaquín  Posada  con  la  columna  de  su  mando,  en  favor  de  la 
libertad. 

Marzo  31.  Jueves  santo.  Llovió  desde  las  once  de  la  mañana 
hasta  iguales  horas  de  la  noche.  Entró  de  regreso  de  Ubaté  el 
señor  Vicente  Pineros,  sin  haber  hecho  otra  cosa  que  haberse  ba- 
tido con  las  fuerzas  de  Patria,  a  las  que  tomó  por  enemigas. 

Abril  3.  Matrimonio  del  señor  Torcuato  Ortega  con  la  lefiora 
Francisca  Meló. 

Abril  4.  Noticia  de  haber  sorprendido  eljseñor  Juan  José  Nei- 
ra,  que  quedó  herido,  el  cuartel  de  Ubaté  y  hecho  cincuenta 
prisioneros. 

Abril  7.  Elecciones  para  el  congreso  de  Leiva.  Salieron  por 
esta  provincia  los  señores  Estanislao  Vergara,  Félix  Castro,  Cami- 
lo Manrique,  Manuel  Camacho  Quesada,  Luis  Carbonell,  los  doc- 
tores Riaño....  Saavedra  y  Juan  Nepomuceno  Escobar:  ¡qué  ma- 
ravilla !  Murió  el  señor  Pedro  Ignacio   Silva  (alias  el  Caleníano). 


408  BOLETÍN   DE  HISTORIA   Y    ANTIGÜEDADES 


Abril  9.  Noticia  del  sitio  de  Cartagena  por  el  geríeral  Luque, 
vuelto  a  la  buena  causa.  Salieron  para  Cáqueza  algunos  jóvenes 
a  formar  guerrilla  al  mardo  de)   capitán  Ft^  minaya. 

Abril  10.  Murió  el  capitán  Bati,  extranjero. 

Abril  13.  Negó  el  Consejo  la  renuncia  hecha  por  el  general 
Urdaneta. 

Abril  14.  Falleció  el  señor  Vicente  Losada. 

Abril  15.  Ocupación  de  Zipaquirá  por  los  liberales.  Salieton 
los  señores  Vicente  Borrero  y  Raimundo  Santamaría  comisiona- 
dos por  Urdaneta  cerca  del  general  Caicedo  a  mover  pláticas 
de  paz. 

Abril  16.  Salió  el  general  R.  Urdaneta  a  ponerse  al  frente  del 
ejército  para  alcanzar  mejores  condiciones  en  los  tratados  que  de- 
berán hacerse.  Se  admitió  al  señor  Estanislao  Vergara  !a  renuncia 
de  la  secretaría  del  interior. 

Abril  17.  Cincuenta  guerrilleros  de  los  de  Ubaté  se  ▼inieron 
hasta  el  Chicó  e  intimaron  el  restablecimiento  del  régimen  consti> 
tucional.  Vuelta  del  Callao  a  Funza  y  salida  de  parte  de  ¿I  para 
Zipaquirá  a  órdenes  del  general  Jiménez. 

Abril  18.  Llegada  a  Funza  del  doctor  Céspedes,  comisionado 
por  el  general  Caicedo  cerca  de  Urdaneta. 

Abril  19.  Ocupación  de  Zipaquirá  por  Jiménez. 

Abril  2[.  Noticia  de  estar  el  general  Hilaris  López  en  el 
paso  de  Fusagasugá. 

Abril  22.  Noticia  de  haber  sido  sorprendido  Mariano  Acero 
én  las  Pilas  por  el  genera'  urdanetista  Justo  Briceflo. 

Abril  23.  Llegó  el  comisionado  Raimundo  Santamaría  con 
las  últimas  proposiciones  del  general  Caicedo,  que  son:  garantíu 
de  vidas  y  propiedades  a  los  comprometidos  y  que  se  anularan 
los  grados  conferidos  por  el  gobierno  intruso,  lo  que  tendrá  lugar 
cuando  hayan  entregado  las  armas. 

Abril  24.  Gran  noticia.  El  coronel  Salvador  Córdoba,  que 
logró  escaparse  de  sus  perseguidores,  que  lo  remitían  para  Carta- 
gena, volvió  a  Antioquia;  principiando  la  campaña  con  sólo  vein- 
ticinco hombres,  deshizo  en  tres  acciones  a  Casteiii,  a  quien  tomó 
prisionero. 

Abril  27.  Muerte  inesperada  de  la  señora  María  Josefa  San- 
tamaría y  Baraya  de  Montoya. 

Abril  29.  Posta  de  las  Juntas  de  Apulo  con  tos  tratados  cele 
brados  el  28  en  dicho  lugar,  que  contienen:  olvido  absoluto;  ga- 
rantías de  vidas  o  propiedades  para  los  comprometidos;  y  que  se 
pondrá  la  fuerza  a  disposición  del  gobierno  legítimo,  que  reem- 
plazará al  intruso.  Fueron  contratantes  por  Urdaneta  el  doctor 
José  María  del  Castillo  y  los  señores  Juan  García  del  Río  y  Flo- 
rencio Jiménez;  y  por  e!  general  Caicedo,  Pedro  Mosquera,  Joa- 
quín Posada  Gutiérrez  y  general  J.  Hilario  Lópei.  Gran  descon- 
tento en  el  pueblo. 

Abril  30.  Gran  satisfacción  con  la  noticia  del  completo  triun- 
fo obtenido  por  la  división  de  Casanare  al  mando  del  valiente  Juan 


APUNTES  CRONOLÓGICOS  409 


Nepomuceno  Moreno  sobre  Juan  José  Patria,  general  urdanetis- 
ta,  en  el  campo  de  Cerinza.  El  número  de  muertos  por  nuestra 
parte  fue  corto;  el  de!  enemigo  muy  crecido,  por  todos  quedaron 
en  la  lista  136.  Se  hicieron -350  prisioneros.  Se  admitió  por  el 
Consejo  la  renuncia  que  del  mando  supremo  hizo  el  general  Ur- 
daneta. 

Mayo  I  .•  Entrada  del  Callao. 

Mayo  2.  Entrada  del  Rffles.  A  las  once  de  !a  noche  entró  el 
general  Caicedo. 

Mayo  3.  Entraron  trescientos  hombres  más. 

Mayo  4.  Nombramiento  del  ministerio  constitucional  en  la 
forma  siguiente:  el  señor  Alejandro  Vélez  para  el  exterior;  el  doc- 
tor José  María  del  Castillo  para  el  interior;  Pedro  Gual  para  el  de 
hacienda;  y  el  general  José  Matia  Obando  para  la  guerra.  Para 
la  prefectura  de  Cundinamarca  fue  nombrado  el  doctor  Bernardi- 
no  Tobar. 

Mayo  5.  Llegada  del  general  J.  Hilario  López. 

Mayo  6.  Jura  de  los  tratados  por  los  batallones  c'  Callao  j 
Rifles. 

Mayo  7,  Salida  para  Funza  del  general  López. 

Mayo  ir.  Unión  en  Funza  de  las  columnas  de  Posada  y  Mo> 
reno.  Salida  de  Caicedo  con  Jiménez  a  arreglar  la  entrega  de  la 
gente. 

Mayo  12.  Murió  la  sefiora  María  Clavijo. 

Mayo  13.  Al  amanecer  comenzaron  a  llegar  adonde  Garzón 
las  tropas  de  la  libertad,  y  a  las  diez  estaba  formado  el  campo  por 
resistirse  Jiménez  y  su  oficialidad  al  cumplimiento  de  los  tratados. 
Hubo  con  este  motivo  gran  alarma,  la  que  se  aumentó  con  la  muer- 
te alevosa  que  unos  húsares  del  escuadrón  de  Ayacucho  dieron  a 
lanza  al  joven  Galarza,oñcial  liberal,  cuando,  como  otros  muchos^ 
se  paseaba  por  la  ciudad.  Después  de  muchos  pasos  y  contesta- 
ciones, se  convino  en  que  el  día  de  mañana  se  pondrá  la  fuerza  a 
órdenes  del  general  Mantilla  y  que  a  los  oficiales  se  Íes  darán  pa- 
saportes para  fuera  de  la  República. 

Mayo  14.  Se  puso  la  fuerza  dictatorial  a  las  órdenes  del  ge- 
neral Mantilla. 

Mayo  15.  Domingo.  Se  convocó  la  convención  granadina 
para  el  15  de  noviembre  en  esta  ciudad.  A  las  once  de  la  mañana,^ 
en  medio  de  un  concurso  inmenso,  entró  en  esta  ciudad  la  fuerza 
libertadora   en  número  de  más  de  3,000  hombres. 

Mayo  17.  Muiió  la  sefiora  Luisa  Ortega. 

Mayu  18.  Salieron  diez  de  los  oficiales  del  Callao  para  Vene- 
zuela. 

Mayo  19.  Dio  a  luz  la  señora  María  Antonia  Auza  de  Esco- 
bar una  niña,  a  quien  se  !e  puso  María  Josefa.  Noticia  de  la  ocu- 
pación de  Cartagena.  Salieron  para  fuera  de  Colombia,  por  la 
vía  de  Honda,  los  ingleses  Johnson,  Jackion  y  Mackintosh.  Igual- 
mente salió  Jiménez  con  algunos  de  sus  oficiales. 


410  BOLETÍN  Dlfi  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Mayo  20.  A  las  seis  v  media  de  la  tarde  fue  atacada  la  casa 
del  cervecero  extranjero  Mayer,  por  algunos  hombres  disfrazados, 
íjuienes  hirieron  al  extranjero  Mayer  y  mataron  a  un  su  criado. 

Mayo  2  1.  Decreto  anticipando  un  mes  la  reunión  de  la  coa- 
vención.  Falleció  el  extranjero  Mayer. 

Mayo  22.  Nombramiento  del  señor  Andrés  Marroquin  para  la 
prefectura,  por  renuncia  de  Tobar. 

Mayo  23.  Falleció  el  capitán  Salazar,  delator  de  la  conspira- 
ción de  septiembre  de  1828. 

Mayo  25.  Entró  el  general  José  María  Obando.  Murió  la  se- 
ñora Josefa  Silva. 

Mayo  27.  Tembló  a  las  cinco  de  la  mañana,  lentamente. 

Mayo  28.  Salió,  con  destino,  para  fuera  de  la  República,  el  ge- 
neral R.  Urdaoeta. 

Mayo  21.  Entrada  del  escuadrón  Húsares  de  Paiia. 

Junio  2.  Jueves  de  Corpus.  Se  encargó  el  general  José  María 
Obando  de  la  secretaria  de  la  guerra. 

Junio  4.  Falleció  de  disenteria  el  señor  Francisco  Urqui- 
naona.  Se  retiraron  del  ministerio  Castillo  y  Mendoza. 

Junio  6.  Murió  la  señora  Josefa  Baraya  de  Santamaría. 

Junio  23.  Murió  la  señora  Marta  Reyes. 

Junio  2"] .  Salieron  para  Popayán  los  Húsares  de  Patia. 

Julio  8.  Murió  el  señor  Antonio  Rendón. 

Julio  9.  Murió  de  calentura  el  valiente  comandante  de  caba* 
Hería  Alejo  Acosta.  Murió  el  padre  Marchan,  de  San  Francisco. 

Julio  II.  Bando  mandándose  preséntenlos  que  estuvieron 
ocultos  y  los  que  hubieren  recibido  pasaporte. 

Julio  12.  Se  presentaron  el  general  Mares  y  el  señor  Pedro 
Domínguez,  y  no  habiéndola  hecho  el  general  Justo  Briceño,  se  Ic 
ha  llamado  por  bando,  dándole  setenta  y  dos  horas  de  término. 

Julio  13.  Ha  principiado  la  salida  de  la  división  de  Casanare. 

Julio  17.  Salió  con  destino  a  su  provincia  de  Casanare  y  con 
el  resto  de  su  gente  el  general  Juan  N.  Moreno. 

Julio  18.  Llegó  Castelli  remitido  por  e!  señor  Salvador  Cór- 
doba. 

Julio  19.  Murió  el  doctor  Cárdenas,  presbítero, 

Julio  21.  Fue  fusilado  uno  de  los  húsares  de  Ayacucho,  que 
d  13  de  mayo  de  este  año  lancearon  al  joven  José  Galarra,  Fue  lle- 
vado en  hombros,  por  estar  complentamente  beodo. 

Julio  22.  Elecciones  para  diputados  a  la  Convención.  Salie- 
ron por  esta  provincia  los  señores:  Gabriel  Sánchez,  Miguel  Tobar, 
Agustín  Gutiérrez,  Bernardino  Tobar,  Policarpo  Uricoechea,  Vi- 
cente Azuero,  Juan  José  Neira,  Romualdo  Liévano,  José  María 
Mantilla,  Mariano  Escobar,  Andrés  Marroquin,  Manuel  del  Canti- 
llo, Francisco  López  Aldana. 

Julio  24,  Se  casó  el  coronel  José  Acebedo  con  ia  señora  Isa- 
bel Caicedo 

Julio  28.  Falleció  el  señor  Rafael  Caro.  Salió,  co«  destino, 
para  fuera  de  la  República,  el  señor  Juan  García  del  Río. 


APUNTES   CRONOLÓGICOS  411 


Julio  31.  Se  casó  el  señor  Miguel  Pefia  con  la  seftora  Merce- 
des Medina. 

Agosto  I."  Entró  en  la  secretaría  de  hacienda  ei  doctor  Ig- 
nacio Márquez. 

Agosto  lo.  Salieron  para  Popayán  aa  e-jcuadrón  y  un  medio 
batallón. 

Agosto  14,  Murió  la  señora  Francisca  Madero. 

Agosto  16.  Salió  para  Antioquia  el  batallón  segundo  del  Cen- 
tro, al  mando  del  capitán  José  Antonio  Gutiérrez.  Tuvo  lugar  el 
juri  del  Baluarte,  papel  publicado  en  esta  capital  por  Castelli,  y 
en  el  que  se  acriminaba  el  general  Obando  (José  María)  por  el 
asesinato  del  general  Sucre.  Alegaron  Obando,  López  y  José 
María  Gaitán  en  contra  de  él.  Se  absolvió.  Murió  en  el  hospital, 
en  la  mayor  miseria,  la  señora  Nieves  Caro.  Se  encargó  del  mi- 
nisterio del  interior  y  relaciones  exteriores  el  señor  Alejandro 
Vélez.  Murió  de   cólico  el   señor  Rafael  Delgado. 

Ago.sto  19.  Fueron  fusilados  en  la  Huerta  de  Jaime  Manuel 
Montes,  Miguel  Tirado,  Antonio  Gómez,  José  María  García  y 
Francisco  Carrasquel,  como  homicidas  de  los  extranjeros  F.  Mayer 
y  Santiago  Fée,  asesinados  el  20  de  mayo  de  este  año.  Murió  de 
repente,  y  a  las  nueve  de  la  noche,  el  señor  Pedro  Ruiz. 

Agosto  20.  Falleció  de  calenturas  el  joven  Cirilo  Puyana. 
Murió  ei  señor  Domingo  Sánchez.  / 

Agesto  27.  Día  aniversario  de  la  infausta  batalla  del  Santuario. 
Salió  ei  general  López  acompañado  de  los  jefes  existentes  en  ésta 
y  con  toda  la  tropa,  y  fueron  al  sitio  mismo  en  donde  se  dio  la 
acción.  Alií  se  dijo  una  misa  en  altar  portátil  por  el  doctor  Ra> 
fael  Vásquez,  quien  pronunció  la  oración  fúnebre  de  aquellos  már- 
tires de  la  libertad,  y  después  de  un  discurso  pronunciado  por  el 
general  López,  se  regaron  rosas  sobre  los  sepulcros  y  se  sembra- 
ron cuatro  sauces. 

Septiembre  5,  Falleció  de  calenturas  el  presbítero  Julián 
Acebedo. 

Septiembre  6.  Se  celebraron  en  la  Catedral  las  exequias  fúne- 
bres de  los  mártires  del  Santuario. 

Septiembre  8.  Falleció  la  señora  Teodora  López  de  Hortúa. 

Septiembre  21.  Falleció  de  calenturas  el  joven  Joaquín  Bus- 
taraante. 

Septiembre  23.  Fueron  fusilados  los  soldados  Antonio  Cssti» 
lio  y  Antonio  Martínez,  por  robo  cometido  en  la  casa  del  señor 
Antonio  Gil  en  Fontibón.  Tuvo  lugar  el  juri  del  papel  intitulado 
Manifestación  de  la  conducta  Hberaly  patriótica  de  la  curia  metro- 
politana, su  autor  el  presbítero  José  María  del  Castillo.  Fue  el 
acusador  el  doctor  Agustín  Herrera,  notario;  y  hubo  mucha  efer- 
vescencia, por  considerarse  este  negocio  de  partidos.  Fue  conde- 
nado  en  cuarto  grado.  Música  por  la  noche  al  autor  por  los  li' 
berales. 

Septiembre  27.  Se  escapó  Castelli  de  la  prisión  j  se   llamó  a  sa- 
grado, asilándose  en  la  puerta  de.  la  Catedral,  en  donde  permane- 


412  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


ció  hasta  las  nueve  de  la   noche,    hora  en   que  fue   restituido  a  la 
prisión. 

Septiembre  28.  Noticia  de  la  victoria  ganada  en  el  Istmo  por 
el  señor  Tomás  Herrera  sobre  los  facciosos  Luis  Urdaneta  y  Juan 
Eligió  Alzuru,  quienes  cayeron  prisioneros  y  fueron  íusilados. 

Octubre  4.  Se  casó  el  señor  Manuel  Manrique  con  la  señora 
Petronila  Caicedo. 

Octubre  5.  En  seco  y  con  muy  hermoso  tiempo  cayó  un  rayo 
a  las  tres  y  media  de  la  tarde,  en  la  tercera  calle  de  la   Carrera. 

Octubre  14.  Falleció  el  general  Federico,  barón  de  Even. 

Octubre  17.  Con  destino  a  las  bóvedas  de  Cartagena  salió  el 
señor  Castelli. 

Octubre  20.  Instalación  de  !a  convención  granadina. 

Octubre  22.  Murió  la  señora  María  Aldana  de  López.  Se  casó 
el  coronel  Gregorio  Forero  con  la  señora  María  de  Jesús  Or- 
dóflez. 

Octubre  27.  Murió  a  los  ochenta  y  siete  años  el  pzesbitera 
José  Castro.  Salió  para  Popayán  el  general  López. 

Noviembre  I. 'Fue  consagrado  el  señor  Juan  Fernández  de 
Sotomayor  por   obispo  de  Caledonia  y  vicario  de  Cartagena. 

Noviembre  3.  Murió  el  padre  fray  Rafael  Alarcón. 

Noviembre  21.  Se  admitió,  por  cuarenta  votos  contra  diez  y 
nueve,  la  renuncia  que  de  la  vicepresidencia  hizo  el  General  Caí> 
cedo. 

Noviembre  22.  Se  procedió  por  la  convención  a  nombrar  vi- 
cepresidente, y  resultó  electo,  después  de  más  de  veinte  escruti- 
nios, el  señor  general  José  María  Obindo,  habiendo  tenido  por 
competidor  al  doctor  J.  I.  Márquez. 

Noviembre  23.  Prestó  el  general  Obando  el  juramento,  ea 
manos  del  doctor  Francisco  Soto,  de  presidente  de  la  convención. 

Noviembre  3D.  A  los  quince  días  de. haber  recibido  el  grado 
de  doctor  en  medicina  falleció  de  calenturas  el  señor  Tomás  Rueda, 
de   veintidós  años. 

Diciembre  9.  Murió  de  calenturas  ei  señor  Fernando  Benju- 
mea,  viudo  y  presbítero.  Falleció  de  disenteria  el  señor  Nicolás 
Sánchez. 

Diciembre  i?,.  Después  de  una  larga  y  penosa  enfermedad 
falleció   el  apreciable  joven   doctor  Lázaro  Herrrán. 

Diciembre  ao.  Falleció  el  señor  Cristóbal  Vergara. 

Diciembre  :8.  Falleció  de  disenteria  el  señor  José  María  Quin- 
tero. Murió  por  la  noche,  de  calenturas,  el  señor  Isidoro  Carrizos*. 

AfiODK  1832 

Enero  i.*'  Fueron  nombrados  para  alcaldes  los  seflotcs  Tibtir- 
cic  Pieschacón  y  José  Bastidas. 

Enero  4.  A  consecuencias  de  un  disgusto  murió  repentina- 
mente el  doctor  José  Joaquín  Suárez,  actual  viceprcsident»  de  la 
convención. 


APUNTES  CRONOLÓGICOS  413 

£nero  6.  El  mismo  día  en  que  cumplía  los  ochenta  y  un  afios 
de  su  edad  murió  el  doctor  Nicolás  Cuervo,  deán  de   esta  iglesia. 

Enero  9.  Murió  de  calenturas  la  señora  Patrona  Macharavia- 
ya  y  Aranza. 

Enero  15.  Murió  hrscfiora  Rita  Venegas. 

Enero  20.  A  las  nueve  de  la  noche  se  anunció  con  tambores 
y  salvas  de  fusil  la   noticia  de   la  reincorporación  de  la  República. 

Febrero  4.  Entró  en  esta  ciudad  el  batallón  Cerittza,  fuerte  de 
400  plazas. 

Febrero  lo.  Salió  para  Popayán  el  batallón  segundo  del 
centro. 

Febrero  12.  Se  casó  ei  señor  Francisco  Balcázar  con  ia  seño- 
ra Francisca  Olano. 

Febrero  17.  Después  de  haber  dado  su  vuelta  en  coche,  fa- 
lleció, a  las  siete  de  la  noche,  el  señor  Fernando  Caicedo  y  Fiórez, 
arzf)bispo  de  esta  arquidiócesis,  a  los  setenta  y  cinco  años  siete 
meses  y  dos  días  de  su  edad.  Fue  consagrado  por  el  señor  Esté- 
vez  el  19  de  marzo  de  1828. 

Febrero  20.  Con  la  solemnidad  correspondiente  a  su  alto 
puesto  fue  inhumado  el  cadáver  del  señor  Caicedo  en  la  bóveda 
destinada  a  los  arzobispos. 

Febiero  24.  Falleció  de  disenteria  el  señor  Mateo  Moro,  di- 
putado a  la  convención  por  Santa  Marta. 

Febrero  29.  Se  concluyó  y  firmó  ia  nueva  constitución. 

Marzo  7.  Murió  a  los  tres  años  y  diez  mesea  de  su  edad  el 
señor  Gregorio  Escobar  y  Auza. 

Maizvj  9.  Se  procedió  a  la  elección  de  los  altos  magistrados. 
El  general  Santander  salió  electo  para  presidente  con  cuarenta  y 
nueve  sufragios  de  les  sesenta  y  ties;  y  la  vicepresidencia  se  de- 
claró, después  de  doce  escrutinios,  por  el  doctor  José  Ignacio  Már- 
quez, siendo  su  contrario  el  general  José  María  Obando.  Por  la 
noche  fueron  nombrados  para  el  Consejo  de  Estado  los  señores 
Rafael  Mosquera,  Vicente  Azuero  y  Francisco  Soto. 

Marzo  10.  Siguieron  las  elecciones  para  el  Consejo  de  Esta- 
do, y  fueron  nombrados  los  señores  Domingo  Caicedo,  Benito  Re- 
bollo, Miguel  Uribe  Restrepo  y  José  Vallaiino.  A  la  una  del  día 
prestó  el  doctor  Márquez  el  juramento  constitucional  en  manos  del 
doctor  Francisco  Soto.  Falleció  de  calenturas  la  señora  Trinidad 
Torres. 

Marzo  11.  Nombró  la  convención  al  doctor  V.  Azuero  pre- 
sidente del  Consejo  de  Estado.  Murió  el  señor  Agustín  Chaves. 
Fue  nombrado  el  general  Obando  secretario  de  guerra.  Se  casó  cl 
señjr  Manuel  N.  Arboleda  con  la  señora  liusebia  Torres. 

Marzo  18.  Se  publicó  la  constitución. 

Marzo  19.  Se  juró  la  constitución. 

Matzo  22.   Murió  la  señora  Josefa  Laiseca. 

Marzo  24.  Falleció  de  calenturas  el  señor  Gabriel  Rosas.  Sa- 
lieron para  Quito  los  señores  José  Manuel    Restrepo  y  José  Matia 


414  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Estévez  cou  misión  del  gobierno,  por  existir  diferencias  con  el 
Ecuador  sobre  las  provincias  de  Pasto  y  Popayán. 

Marzo  25.  Eligió  la  convención  para  jueces  de  la  Suprcmi 
Corte  a  los  doctores  Félix  Restrepo,  Diego  F.  Gómez  y  Santiago 
Arroyo,  y  para  fiscal  al  doctor  Alejandro  Osorio. 

Marzo  27.  Renunció  el  doctor  Francisco  Sotóla  silla  del  Con- 
sejo para  entrar  en  la  secretaría   de  hacienda. 

Marzo  29.  Salió  el  batallón  Palmira  para  el  sur. 

Fue  nombrado  para  el  Consejo  de  Estado  el  general  Juan  N. 
Moreno. 

Marzo  30.  Amaneció  muerto  en  un  caflo  en  la  calle  de  San 
Miguel  el  seflor  José  de  la  Asunción  Saldafla,  natural  y  proscrito 
del  Brasil  y  muy  versado  en  la  literatura  (i).  Salió  el  general  José 
María  Obando  encargado  de  las  operaciones  sobre  la  provincia  de 
Pasto. 

Marzo  31.  Se  admitieron  las  renuncias  que  hicieron  los  gene- 
rales Caicedo  y  Moreno  de  sus  plazas  en  el  Consejo  de  Estado. 
Fueron  nombrados  para  aquel  destino  los  «aflores  Alejandro  Oso- 
rio  y  José  María  Estévez  (obispo),  y  para  la  fiscalía  de  la  suprema 
Corte  el  doctor  Francisco  Pereira.  A  la  una  y  media  de  la  mañana 
terminaron  las  sesiones  de  la  convención. 

Abril  3.  Entró  en  la  gobernación  de  esta  provincia  el  doctor 
Rufino  Cuervo.  Prendieron  a  algunos  sabaneros. 

Abril  28.  Murió  el  seflor  Juan  Sordo, 

Mayo  5.  Murió  el  padre  Navas,  de  San  Agustín. 

Mayo  6.  Murió  el  seflor  Higinio  Latorre. 

Mayo  8.  A  los  setenta  y  nueve  aflos  de  su  edad  murió  el 
señor  Javier  Prieto,  empleado  en  la  casa  de  moneda  desde  sus 
siete  afios.  Salió  para  Cartagena  el  seflor  doctor  Juan  Fernández 
de  Sotomayor,  vicario  de  aquella  iglesia  y  obispo  de  Leuca. 

Mayo  23.  Murió  la  sefiora  Manuela  Rosa  Camacho. 

Mayo  28.  Falleció  de  apoplejía  y  en  la  mayor  miseria  el 
seflor  Julián  Torres,  hombre  de  vasto  saber. 

Junio  5.  Falleció  de  calenturas  la  señora  Rosalía  Fajardo,  es- 
posa del  general  H.  López. 

Junio  7.  Llamado  a  juri  por  el  seflor  José  M.  Bernal  el  papel 
titulado  Alcance  al  Constitucional',  s\xdM\ox,fi\  seflor  Francisco  Var- 
gas, fue  condenado  en  tercer  grado. 

Junio  8.  Llegó  el  general  H.  López,  nombrado  para  la  se- 
cretaría de  guerra. 

Junio  20.  Murió  el  padre  fray  Francisco  Leal. 

Junio  21.  Día  de  Corpus.  Murió  de  pleuresía  el  padre  hos- 
pitalario fray  José  de  la  Trinidad  Bonilla.  Era  religioso  secular;  y 
gozando  de  un  beneficio,  que  le  producía  $  3,000  en  el  aflo,  lo  re- 
nunció para  entrar  de  fraile  y  morir  en  la  mayor  miseria. 


(1)  En  et  número  160  de  esteBor^BTÍN  (página  243)  ae  habló  sobrt 
Saldaña.  Este  diario  viene  a  confirmar  que  su  muerte  acaeció  en 
«•ta  ciudad  y  a  darnos  la  fecha  precisa  de  ella,  que  antes  no  había 
sido  posible  liallarla — (E.  P.). 


APUNTES  CRONOLÓGICOS  415 


Junio  31.  De  una  liaga  en  la  cara,  y  a  los  setenta  y  ocho  afios 
de  su  edad,  murió  el  doctor  Dionisio  de  la  Torre. 

Junio  28.  Feneció  de  pleuresía  el  doctor  Toribio  García,  cura 
de  la  Mesa  de  Juan  Diaz. 

Junio  29.  Murió  el  doctor  Agustín  García,  cura  del  Peladero, 

Julio  4.  Murió  el  señor  Francisco  Pinzón. 

Julio  12.  Falleció  el  doctor  Juan  N.  Sanmiguel,  abogado. 

Julio  16.  Falleció  la  señora  Juana   Racines, 

Julio  17.  Murió  el  Reverendo  padre  fray  José  Vicente 
Chavarría,  agustino  calzado. 

Jnlio  20.  En  edad  muy  adelantada  y  de  apoplejía  murió  el 
tefior  Rafael  FIórez.  Murió  la  señora  Bárbara  Alvarez, 

Agosto  I."  Elecciones  de  cantón.  En  éste  tuvo  el  general 
Santander  la  mayoría  de  los  sufragios  para  presidente;  el  señor 
Joaquín  Mosquera  para  la  vicepresidencia. 

Agosto  7.  Murió  el  Padre  Marcelino  Trujillo,  de  hospitala- 
rios. Murió  de  hidropesía  la  señora  Ignacia  González. 

Agosto  8 .  Feneció  la  señora  Trinidad  Romero  de  Borda. 

Agosto  12.  Murió  el  señor  Antonio  Mejía. 

Agosto  18.  Murieron  la  señora  Lugarda  Gaitán  y  el  señor 
José  Antonio  Gutiérrez. 

Agosto  19.  Falleció  el  elocuente  padre  M.  Máximo  Fernán- 
dez, religioso  agustino. 

Agosto  26.  Dejó  de  existir  el  doctor  Gil  Martínez  Malo,  cura 
de  la  parroquia  de  Santa  Bárbara  en  esta  ciudad,  murió  el  día 
mismo  en  que  cumplía  setenta  años. 

Agosto  27.  Murió  el  joven  Januario  Nariflo, 

Agosto  30.  Salió  para  el  sur  la  brigada  de  artillería.  Falleció 
el  señor  Ignacio  Romero. 

Agosto  31.  Fue  fusilado,  por  homicidio,  el  señor  Silverio  Gua- 
canera,  jornalero.  Murió  Gabriel  Alvarez. 

Septiembre  2.  Se  casó  el  señor  Anselmo  Pineda  con  lasefio» 
ra  María  Josefa  Valencia  de  Caicedo. 

Agosto  9.  Se  bendijo  la  nueva  capilla  del  Señor  de  Las  Cru- 
ces, situada  al  sur  de  la  ciudad. 

Agosto  16.  Se  concluyeron  las  fiestas  de  toros  que  tuvieron- 
lugar  con  motivo  del  suceso  anterior,  con  un  acontecimiento  que 
pudo  haber  tenido  graves  consecuencias,  y  fue  un  fuerte  disgusto 
que  se  suscitó  entre  la  gente  decente  y  la  de  ruana,  con  motivo 
del  modo  brusco  y  grosero  con  que  un  sargento  de  milicias  quiso 
hacer  salir  de  la  barrera  al  doctor  Liévano  y  otros  individuos.  La 
llegada  del  Gobernador  y  del  batallón  Cerinza  disipó    la  pelotera. 

Septiembre  19.  Murió  la  señora  Micaela  Franqui  (alias  ta 
tuerta   Trujillo). 

Septiembre  2 1 .  Como  a  las  seis  de  la  tarde  cayó  un  rayo  en. 
la  celda  de  la  priora  del  Carmen,  sin  que  dicha  madre  ni  tres  com- 
pañeras más  recibiesen  lesión  alguna. 

Septiembre  22.  Como  en  el  día  de  ayer,  hubo  tempestad;  y 
como  ayer,  un  suceso  notable:  estaba   el  señor   Mateo  Esquiaqui. 


416  BOLETÍN  DB  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


rezando  la  magníñca,  cuando  le  cayó  un  rayo,  que  habiéndole  pa- 
sado por  dentro  del  vestido  no  le  hizo  daño. 

Septiembre  23.  Falleció  de  disenteria  un  ilustre  y  benéfico 
ciudadano,  un  virtuoso  padre  de  familia,  un  magistrado  recto  e 
ilustrado,  el  protector  de  la  humanidad,  el  señor  doctor  Félix  Res- 
trepo,  juez  de  la  Suprema  Corte  y  el  mismo  que  en  el  congreso 
de  Cúcuta  presentó  el  proyecto  sobre  manumisión. 

Septiembre  24.  Después  de  haberse  paseado  en  coche,  como 
lo  acostumbraba,  murió  a  las  diez  de  la  noche  y  de  apoplejía  el 
marqués  de  San  Jorge,  señor  José  María  Lozano,  caballero  del 
orden  de  Alcántara,  con  cuyo  hábito  fue  presentado  al  público  su 
cadáver,  no  obstante  el  siglo  y  las  instituciones  que  nos  rigen.  Fa- 
lleció de  setenta  y  seis   años. 

Octubre  4,  Entró  a  las  dos  de  la  tarde  el  general  Francisco 
de  P-  Santander,  presidente  electo  de  la  República.  Con  él  ha 
venido  el  señor  Luciano  Bonaporte,  hijo  del  hermano,  del  mismo 
nombre,  del  gran  Napoleón, 

Octubre  7.  Se  posesionó  el  general  Santander  de  la  presiden- 
cia, prestando  el  juramento  en  manos  del  vicepresidente. 

Octubte  9.  Se  recibió  el  siguiente  parte:  Señor:  si  una  bata- 
lla hubiese  decidido  la  campaña,  yo  no  tendría  la  honrosa  satisfac- 
ción de  participar  a  Vuestra  Excelencia  un  triunfo  tan  glorioso  como 
el  que  se  ha  obtenido  a  beneficio  sólo  de  una  marcha  forzada.  No 
ha  currido  una  gota  de  sangre,  y  una  fuerza  igual  o  mayor  que  la 
de  mi  mando,  se  ha  disuelto  completamente,  y  Pasto  se  ha  recu- 
perado. No  puedo  aún  entrar  en  detalles,  porque  yo  mismo  igno» 
ro  lo  que  ha  sucedido.  Anticipo  este  aviso  a  Vuestra  Excelencia 
para  satisfacción  del  gobierno  ofreciendo  aquéllos  para  después. 
£l  día  de  hoy  para  Pasto  ha  sido  el  i5  de  mayo  pata  Bo^oti.  Cuar- 
tel general  en  Pasto,  a  21  de  septiembre  de  1832.  José  María 
Otando.» 

Octubre  11.  Murió  la  señora  Gertrudis   Vargas  de  González. 

Octubre  28.  Feneció  el  señor  Javier  Rodiiguez. 

Octubre  29.  Murió  de  costado  el  señor  Camilo  Manrique. 

Noviembro  12.  Tembló  bastante  recio  a  las  tres  de  la  maña- 
na. Murió  el  señor  Francisco  Malo, 

Noviembre  28.  Fue  nombrado  rector  del  (colegio  del  Rosa- 
rio el  doctor  José  María  del  Castillo  Rada. 

Noviembre  29.  Falleció  en  su  hacienda  de  J^uie  la  señora  Jo- 
sefa Pinzón. 

Expiró  a  los  noventa  y  dos  años  y  nueve  meses  de  su  edad 
el  profesor  de  medicina  señor  Sebastián  López,  a  quien  le  es 
deudora  la  Nueva  Granada  del  descubrimiento  de  la  quina  en  su 
territorio. 

Diciembre  24.  Llegáronlos  tratados  celebrados  con  el  Ecuador; 
por  ellos  dicho  estado  reconoce  las  provincias  de  Pasto  y  Buena- 
ventura como  partes  integrantes  de  la  Nueva  Granada.  Murió  la 
señora  Concepción  Ramírez. 

Diciembre  30.  Se  casó  el  señor  Guillermo  Wills  con  la  señora 
Juana  Pontón. 


APUNTES   CRONOLÓGICOS  417 


1833 

Enero  i."  Salieron  nombrados  para  alcaldes  los  señores  Mi- 
guel Ibáñez  e  Isidoro  Cordobés. 

Enero  3.  Falleció  la  señora  Francisca  Escobar. 

Enero  17.  Murió  en  Usaquén  la  señora  Benita  Nariño.  Falle- 
ció de  hidropesía  el  señor  Francisco  Garavito. 

Enero  28.  Por  disposición  gubernativa  reconocieron  los  doc- 
tores Benito  Osorio  y  Félix  Merizalde  uno  de  los  presos  de  la  cár- 
cel pública,  detenido  allí  por  delitos  cometidos  en  Neiva,  hacía  un 
año,  y  practicada  la  diligencia  resultó  ser  mujer. 

Febrero  3.  Amaneció  muerto  en  su  cama  el  señor  Pacífico 
Taime;  vivía  en  la  misma  casa  en  que  murió  de  repente  el  doctor 
J.  Suárez. 

Febrero  15.  Murió  la  señora  Fidela  Carrizosa. 

Febrero  16.  Falleció  el  señor  Francisco  Antonio  Ortiz. 

Marzo  i.°  Murió  en  Cáqueza  el  doctor  Isidro  Arroyo. 

Marzo  5.  Se  instalo  el  congreso  constitucional  legislativo. 

Marzo  8.  Abiertos  los  registros  en  las  cámaras  reunidas  en 
congreso  resultó  que  el  general  Santander  había  obtenida  1,012 
votos  para  la  presidencia,  con  lo  que  se  declaró  popularmente 
electo,  presidente  del  Estado.  No  habiendo  reunido  para  la  vice- 
piesidencia  ninguno  de  los  candidatos  el  número  requerido  de 
votos,  entraron  en  cántara  los  señores  José  Ignacio  Márquez,  Joa- 
quín y  Rafael  Mosquera;  quedó  excluido  el  último,  y  contraída  la 
votación  a  los  dos  restantes,  resultó  efecto  el  señor  Mosquera  (Joa- 
quín). 

Marzo  15.  Llegó  del  sur  el  batallón  2°  del  centro. 

Marzo  16.  Honras  del  ilustrísimo  Caicedo;  predicó  la  ora- 
ción fúnebre  el  doctor  Francisco  J.  Guerra. 

Marzo  19.  Reunidas  las  cámaras  eligieron  para  el  Consejo  de 
Estado  a  los  señores  José  Ignacio  Márquez,  presidente,  Vicente 
Azuero,  Rafael  Mosquera,  Benito  Rebollo,  José  Manuel  Restrepo, 
Salvador  Camacho  y  Bernardino  Tobar. 

Marzo  20.  Quedó  perfeccionado  en  el  senado  el  nombra- 
miento para  ministros  de  la  Suprema  Corte  en  los  señores  Diego 
Fernando  Gómez,  Miguel  Tobar  y  Francisco  Cuevas. 

Marzo  25.  Se  escogió  por  el  senado  al  doctor  Alejandro  Oso- 
rio  para  la  fiscalía  de  la  Suprema  Corte  de  Justicia.  Habiendo  re- 
nunciado sus  plazas  en  el  Consejo  de  Estado  los  señores  Rafael 
Mosquera,  Manuel  Restrepo  y  Vicente  Azuero,  fueron  nombrados 
para  reemplazarlos  los  señores  José  Vallarino,  Alejandro  Vélez  y 
Manuel  María  Quijano. 

Marzo  27.  Por  renuncia  del  doctor  Manuel  María  Quijano 
fue  nombrado  para  el  Consejo  de  Estado  el  general   H.  López. 

Marzo  28.  Murió  de  apoplejía  el  señor  Víctor  Fuenmayor. 

Marzo  30.  Se  nombró  al  doctor  Francisco  Pereira  para  el 
Consejo  en  lugar  del   general  López,  que  renunció. 

XIV— 27 


418  BOLETÍN  DE   HISTORIA  Y   ANTIGÜEDADES 


Abril  1."  Prestó  el  juramento  constitucional  el  presidente 
F.  P.  Santander  en  manos  del  Senado,  *sefior  Agustín  Gutiérrez 
Moreno, 

Abril  2.  Se  encargó  en  ínterin  de  la  secretaria  del  Interior  el 
señor  Rafael  Mosquera. 

Abril  7.  Se  casó  el  coronel  José  Manuel  Montoya  con  la  se- 
ñora Matilde  Rondón. 

Abril  I5.  Se  tomó  en  consideración  por  las  cámaras  reunidas 
la  renuncia  que  de  la  vicepresidencia  de  la  República  hizo  el  se- 
ñor Joaquín  Mosquera,  y  se  negó. 

Abril  26.  Salió  para  Cartagena  el  batallón  segundo  del  centro. 

Mayo  2.  Llegó  el  señor  Joaquín  Mosquera  de  vuelta  de  la 
Europa, 

Mayo  5,   Murió  de  apoplejía  el  señor  Teodoro  Arguello, 

Mayo  10.  Muiió  el  señor  Ignacio  Ricaurte.  Falleció  en  Cipa- 
cón  el   doctor  Ignacio  Sandino,  abogado. 

Mayo  12.  Prestó  el  señor  Joaquín  Mosquera  el  juramento  de 
estilo.  Se  casó  el  señor  Plácido  Morales  con  la  señora  Petronila 
Tobar. 

Mayo  24.  Murió  la  señora  Josefa  Chaves, 

Mayo  28.  Amaneció  adelante  del  Chapinero,  en  el  camino  que 
gira  para  Usaquén,  asesinado,  el  joven  José  Antonio  Latorre,  quien 
iba  de  viaje  ct)n  $  400  que  le  fueron  robados.  Murió  la  señora 
Carmen  Madiedo, 

Junio  I."  Tuvo  lugar  e.\  iuri  del  papel  titulado  Diálogo  entre 
un  donado  y  un  fraile  de  misa,  el  que  fue  acusado  por  el  fiscal 
del  tribunal  de  este  distrito  como  subversivo,  por  ser  su  objeto  des- 
opinar el  congreso  porque  desatendió  la  representación  hecha 
por  los  regulares  sobre  abolición  de  las  leyes  de  profesiones  reli- 
giosas. Fue  grande  el  concurso,  y  los  defensores,  los  señores  doc- 
tores F,  J.  Guerra,  Francisco  Margallo  y  Nicolás  Quevcdo.  Se  ab- 
solvió. Falleció  la  señora  Rosa  Ortiz  de  Rojo, 

Junio  2.  Se  pusieron  en  receso  las  cámaras. 

Junio  25,  Murió  de  hidropesía  la  señora  María  Josefa  Acosta. 

Junio  28.   Murió  el  doctor  Blanco,  presbítero 

Junio  30,  Se  casó  el  señor  José  María  Portocarrero  con  la  se- 
ñora Dolores  Caicedo  y  Santamaría. 

Julio  5.  Llegó  a  la  iglesia  de  San  Diego  el  cuerpo  de  San 
Victorio.  Fue  este  santo  español  hijo  de  San  Marcelo,  centurión 
con  quien  fue  degollado  en  lugar  llamado  Legione  en  España,  en 
la  persecución  de  Diocleciano,  a  fines  del  siglo  tercero.  Oían  al- 
boroto del  populacho. 

Julio  8,  Se  presentó  en  San  Bartolomé  un  lucido  certamen  de 
derecho  canónico,  en  el  que  se  sostuvieron  tesis  que  en  otro  tiempo 
hubieran  llevado  al  catedrático  y  alumnos  a  las  hogueras  del  santo 
tribunal.  Los  prelados  regulares  quisieron  impedir  el  escándalo,  y 
para  el  efecto  se  presentaron  al  ordinario  solicitando  se  radiasen 
del  aserto  cuatro  proposiciones  que  la  bula  auiorem  fidei  declaraba 
por  heréticas.  Como  nada  alcanzaron,  asistieron  al  acto   bien  pre- 


APUNTES   CRONOLÓGICOS  419 


reñidos  produciendo  la  mencionada  bula  como  su  principal  argu- 
mento. £1  preceptor,  doctor  Gómez  Plata,  y  los  estudiantes  de- 
fendieron su  campo  con  firmeza,  lo  que  acaloró  tanto  a  los  repli- 
cantes que  hablando  todos  a  la  vez  produjeren  el  desorden. 

Julio  II.  Falleció  Joaquina  Jiménez  a  los  sesenta  y  dos  años 
ocho  meses  y  cuatro  días  de  su  vida. 

Julio  23.  Martes.  Recibió  el  gobierno  un  anónimo  en  que  se 
le  avisaba  que  en  la  noche  de  este  día  debía  estallar  una  conspi- 
ración, formada  por  los  enemigos  de  las  instituciones  patrias,  y 
en  que  han  tomado  parte  algunos  oficiales  en  servicio,  y  entre 
éstos  el  señor  Pedro  Arjona,  encargado  hoy  de  la  guardia  del  cuar- 
tel de  húsares.  Con  estos  antecedentes  pasó  el  general  Santander 
al  cuartel,  plazuela  de  San  Francisco,  y  arrestando  a  Arjona  lo 
mandó  preso  a  la  prevención  con  el  coronel  Montoya,  quien  se 
encargó  de  tal  comisión,  sin  querer  llevar  en  su  compañía  soldado 
ninguno;  pero  le  costó  cara  tal  confianza,  porque  al  llegar  a  la  es- 
quina de  la  calle  segunda  del  comercio  corrió  el  preso  hacia  arri- 
ba y  perseguido  por  el  conductor,  se  deshizo  tirándole  un  pistole- 
tazo, que  lo  dejó  en  el  sitio.  Los  conspirados,  sabedores  de  cuanto 
pasaba,  tomaron  la  fuga  por  la  vía  del  norte. 

Julio  24.  Se  han  tomado  varias  medidas  para  descubrir  y 
aprehender  a  los  conspiradores.  El  gobernador  mandó  comparecer 
al  prior  de  agustinos  calzados,  quien  en  unión  de  sus  gobernados 
quiso  resistir  la  intimación,  saliendo  con  la  comunidad  9  las  puer- 
tas del  convento,  con  el  fin  de  conmover  a  la  multitud;  pero  pro- 
tegido el  juez  comisionado  por  la  fuerza  armada  condujo  al  prela- 
do a  la  plaza  pública,  en  donde  en  presencia  de  un  crecido  número 
de  gente,  el  presidente  y  gobernador  reprimieron  con  energía  la 
altanera  arrogancia  de  las  capillas.  A  la  una  fueron  llamados  los 
ciudadanos  en  ayuda  del  gobierno.  A  las  cinco  de  la  tarde  salie- 
ron veinticinco  hombres  al  mando  del  señor  Rafael  Mendoza  con 
dirección  al  norte. 

Julio  25.  Alarma  a  las  nueve  de  la  noche,  con  motivo  de  ha- 
berse formado  en  el  distrito  de  Santa  Bárbara  un  tumulto  de  gen- 
tes del  pueblo  que  victoreaban  la  religión.  Salió  una  partida  de 
veteranos  al  mando  del  señor  Joaquín  Posada. 

Julio  26.  ShHó  para  el  norte  el  general  Hilario  López. 

Julio  29.  A  Ids  once  de  la  mañana  llegó  un  posta  con  la 
plausible  noticia  de  haber  sido  aprehendidos  los  facciosos  en  el 
pueblo  de  Iza.  provincia  de  Tunja,  por  el  coronel  Manuel  María 
Franco,  con  excepción  del  caudillo  ex-general  Sarda  y  unos  pocos 
más  que  lograron  escaparse.  Salió  el  oficial  Manuel  Calle  con  par- 
tida de  milicias  en  busca  del  señor  Mariano  París,  y  habiéndolo  en- 
contrado en  Chipaque,  lo  conducía  para  ésta,  cuando,  según  se 
asegura,  trató  de  fugarse,  en  el  sitio  de  la  Fiscala,  pero  fue  alcan- 
zado por  la  bala  que  le  dirigió  el  sargento  de  la  partida  y  acabado 
de  matar  allí  mismo.  Su  cadáver,  medio  desnudo,  fue  entrado 
atravesado  en  un  caballo,  lo  que  llenó  de  horror  al  pacífico  pueblo 
de  Bogotá,  que  jamás  había  sido  testigo  de  una  escena  tan  injurio- 


420  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


sa  para  él  como  para  la  humanidad.  Falleció  de  disentería,  en  el 
mayor  abandono  y  en  el  hospital  público,  el  sefior  Joaquín  San- 
tamaría, siendo  notable  que  él  fue  quien  metió  la  mano  en  que  su 
sobrina  se  casase  con  el  señor  Mariano  París. 

Agosto  2.  Llegaron  los  treinta  y  cinco  facciosos  aprehendidos 
en  Iza. 

Agosto  4.  Perdió  la  literatura  un  poeta  distinguido  en  el  se- 
ñor Andrés  María  Marroquin,  que  murió  de  pulmonía.  Han  sido 
presos  el  general  Mares,  Barrionuevo  y  otros. 

Agosto  5.  Llegó  de  Tunja  el  general  López  con  la  noticia  de 
haber  sido  aprehendido  Sarda  y  compañía. 

Agosto  8.  A  las  tres  y  media  de  la  tarde  entraron  n  Sarda,  Ig- 
nacio Amaya,  Alejo  Arjona  y  a  un  Izquierdo. 

Agosto  12.  Se  encargó  el  señor  Lino  Pombo  de  la  secretaria 
del  interior. 

Agosto  i6.  Fue  reducido  a  prisión  el  general  Antonio  Vélcz. 
Entraron  preso  a  un  Villamil. 

Agosto  17.  Entró  preso  un  tal  Nieto,  venezolano  y  de  la  pan- 
dilla de  Sarda. 

Agosto  21.  Llegó  el  señor  Santos  Michelena,  encargado  por  el 
gobierno  de  Venezuela  de  arreglar  las  relaciones  con  la  nueva  Gra- 
nada y  de  concurrir  al  congreso  de  plenipotenciarios. 

Septiembre  8.  Fue  excarcelado  con  fianza  el  general  Vélez. 

Octubre  3.  Llegó  preso  el  oficial  Anguiano. 

Octubre  5.  Enterraron  en  la  iglesia  de  las  Nieves  el  cadáver 
del  señor  Vicente  Barrera,  muerto  en  Serrezuela. 

Octubre  6.  Falleció  la  señora  Petronila  Castro. 

Octubre  11.  Se  fugó  de  la  cárcel  el  ex-general  José  Sarda,  de- 
jando limados  sus  pesados  grillos,  regalo  que  le  hizo  Patricio  Pa- 
rada, y  un  agujero  en  el  techo  de  su  prisión. 

Octubre  12.  La  Corte  superior  de  justicia,  compuesta  de  los 
doctores  Vicente  Azuero,  Ezequiel  Rojas  y  Cipriano  Cuenca,  por 
haberse  excusado  los  jueces  propietarios,  después  de  haber  toma- 
do conocimiento  de  la  causa  seguida  a  los  conspiradores  de  julio, 
pronunció  sentencia  condenando  a  Sarda  y  a  cuarenta  y  seis  com- 
pañeros al  último  suplicio;  de  ellos  diez  io  fueron  definitivamente, 
y  el  resto  con  consulta  de  conmutación. 

Octubre  13.  El  poder  ejecutivo  mandó  ejecutar  la  sentencia 
de  muerte  en  Sarda  y  diez  y  siete  compañeros,  debiendo  ir  los  res- 
tantes a  presidio. 

Octubre  14.  Entraron  en  capilla  los  condenados. 

Octubre  15.  Falleció  la  señora  Mapa  Josefa  Urisarri. 

Octubre  16.  Formadas  en  la  plaza  mayor'  la  fuerza  vetera- 
na y  las  milicias  de  Bogotá  y  Facatativá,  fueron  pasados  por  las 
armas  los  diez  y  siete  reos  de  conspiración,  quienes  sufrieron  con 
denuedo  su  destino.  Eran  sus  nombres  Ignacio  y  Juan  Amaya, 
Francisco  Grillo,  Juan  Arjona,  Ignacio  Acero  (rico  hacendado), 
Antonio  Grillo,  Francisco  Amaya,  Juan  Nepomuceno  Escandón, 
Lucas  Gracia,  Telmo  Santos,  Antonio  Nieto,  José  María  Sandoval 


APUNTES   CRONOLÓGICOS  421 

«17 

Agustín  Yepes,  Matías  Zúfliga,  José  Antonio  Ramírez,  Alejo  Ro- 
dríguez y  Juan  Nepomuceno  Triana,  Se  notóla  coincidencia  de 
haber  sido  puesto  en  capilla  el  señor  José  María  Sandoval  el  día 
mismo  en  que  fue  fusilado  el  señor  Pedro  Celestino  Azuero,  cuyo 
escondrijo  denunció  él. 

Octubre  2i.  A  las  seis  de  la  mañana  siguieron  para  su  desti- 
no deChagres  y  Cartagena  treinta  y  dos  reos  de  conspiración. 

Octubre  22.  Apresaron  al  general  Francisco  Urdaneta  por 
causa  de  conspiración. 

Octubre  23.  Fue  puesto  en  prisión  el  señor  Miguel  Pey  por 
asuntos  de  conspiración. 

Octubre  14.  Se  excarceló  al  señor  Pey. 

Octubre  25.  Fue  puesto  en  libertad  el  señor  Francisco  Urda- 
neta. 

Noviembre  12.  Amaneció  muerto  en  su  cama  el  coronel  Co- 
lens,  inglés  de  nacimiento.  Por  un  frasquito  hallado  cerca  do  su 
cadáver  se  vino  en  conocimiento  que  había  abreviado  sus  días  con 
láudano. 

Noviembre  13.  Doe  ¿renda  pere  mo  pir  hebar  selodi  la 
laloande  (i). 

Noviembre  30.  Murió  el  seCor  Manuel  Pardo,  patriota  del  año 
de  diez.  Se  casó  el  señor  Eulogio  Malo  con  la  señora  Mercedes 
Manrique. 

Diciembre  17.  Falleció  el  señor  doctor  José  Gabriel  Silva, 
prebendado  de  esta  iglesia. 

Diciembre  19.  Pasaron  por  las  armas  al  desgraciado  joven  Ma- 
nuel Anguiano,  por  el  delito  de  conspiración.  Murió  con  la  sereni- 
dad de  un  militar  valiente  cuando  aún  no  había  tocado  al  cuarto 
lustro  de  su  edad.  Su  muerte  ha  sido  lamentable,  por  haber  sido 
hijo  de  un  español  decidido  por  nuestra  causa,  por  la  cual  murió 
fusilado  en  Cartagena. 

Diciembre  30.  Murió,  octogenario,  el  doctor  Juan  Antonio 
Uricoechea. 

El  30  de  marzo  de  184.1  murió  la  señora  María  Josefa  Auza, 
de  espasmotétano  y  garrotillo  o  mal  de  quijada,  que  todo  es  lo 
mismo  para  el  efecto. 

Ay!  es  en  vano  que  el  mortal  intenta 
El  grolpe  detener    de  muerte  airada: 
Nada  es  la  ciencia,  la  hora  señalada 
Postra  el  poder,  ala  riqueza  ahuyenta. 
El  tiempo  de  vivir  nos  acrecienta 
la  ansia  anhelante. 

Andrés  Auza  y  Jiménez 


(1)  Esta  frase  enigmática  parece  decir  día  grande  para  mi  por 
haber  salido  libre. . . .  (la  última  palabra  la  hallamos  indescifrable). 


422  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 

Efa  GEHERflh  flhVEflR  ED  C5UQU15flCfl 

RECTÍFICACIÓN    HISTÓRICA 

Tiempo  es  ya  de  que  se  restablezca  la  verdad  histórica  sensi- 
blemente amenguada  con  menoscabo  del  nombre  de  personajes 
ilustres. 

Sabido  es  y  ha  sido  ya  ampliamente  comentado  el  viaje  triun- 
fal que  emprendió  el  Libertador  Bolívar,  después  de  ¡a  victoria  de 
Ayacucho  a  la  an'igua  Chuquisaca,  Parecía  que  no  satisfecho  con 
los  homenajes  que  había  recibido  en  la  ciudad  de  los  virreyes, 
iba  en  busca  de  nuevos  honores  al  través  de  las  comarcas  redi- 
midas. 

El  fausto  más  extraordinario  y  ia  pompa  sólo  destinada  para 
los  reyes  fueron  ios  distintivos  de  esta  jira  verdaderamente  estun- 
penda.  Por  donde  pasó  el  Libertador  fue  agasajado  con  delirio  por 
el  pueblo  y  las  autoridades,  que  no  veían  en  él  sino  a  la  encarna- 
ción de  la  libertad  tanto  tiempo  ansiada.  Así  continuó  su  viaje 
hasta  que  llegó  a  Chuquisaca. 

Encontrábase  allí  dictando  las  órdenes  más  eficaces  para  el 
afianzamiento  de  la  nueva  República,  cuando  un  acontecimiento 
inesperado  vino  a  suspender  la  atención  del  gobierno  recientemen- 
te establecido.  Tratábase  de  la  llegada  de  una  misión  diplomática 
de  las  Provincias  Unidas  del  Río  de  la  Plata,  creada  en  virtud  de 
la  ley  de  9  de  mayo  de  1825,  por  el  congreso  general  constitu- 
yente. La  nueva  misión  vino  confiada  al  general  Carlos  María  de 
Alvear  y  al  doctor  José  Miguel  Díaz  Vélez. 

Tan  distinguidos  huéspedes  fueron  recibidos  con  muestras  de 
gran  regocijo  en  medio  de  la  fiesta  esplendorosa  en  que  pasaba  sus 
días  Bolívar. 

El  16  de  octubre  del  mismo  año  fueron  recibidos  en  audien- 
cia pública  por  el  Libertador,  cambiándose  los  siguientes  expresi- 
vos y  conceptuosos  discursos.  El  general  Alvear  dijo  al  Liberta- 
dor: 

«Excelentísimo  seflor:  Con  la  más  grata  complacencia  los  Minis- 
tros Plenipotenciarios  que  tienen  el  honor  de  hablaros,  ponen  en 
vuestro  conocimiento  que  el  poder  ejecutivo  de  las  Provincias  Uni- 
das del  Río  de  Plata,  en  virtud  de  la  ley  de  9  de  mayo  del  Congre- 
so general  constituyente,  les  ha  encargado  que  en  nombre  de  la 
nación  Argentina  os  feliciten  por  los  altos  y  distinguidos  servicios 
que  habéis  prestado  a  la  causa  del  Nuevo  Mundo,  cuya  libertad  e 
independencia  acabáis  de  afianzar  irrevocablemente,  transmitien- 
do al  mismo  tiempo  los  sentimientos  más  sinceros  de  gratitud  y 
reconocimionto  de  que  están  animadas  las  Provincias  de  la  Unión 
por  los  heroicos  y  generosos  esfuerzos  del  ejército  liberta- 
dor. Este  acto  es  digno  de  una  República  que  a  la  par  de 
ia  inmortal  Colombia  ha  empleado  por  diferentes  direcciones  tu 
poder  y  su  fuerza  en  llevar  la  libertad  a  los  inmensos  pueblos  her- 
manos que  gemían  en  la  esclavitud,  hasta  que  cerca  del  Ecuador 
se  unieron  ambos  estandartes  en  la  celebre   batalla  de    Pichincha. 


EL  GENERAL  ALVEAR  EN  CHÜQÜISACA  423 


Entonces  el  genio  de  Colombia  más  dichoso  hizo  que  tomaseis  el 
difícil  y  glorioso  encargo  de  dar  libertad  al  resto  del  Nuevo  Mun- 
do, que  a  pesar  de  su  decidida  adhesión  y  ardientes  esfuerzos  se 
hallaba  oprimido  con  la  enorme  cadena  de  la  tiranía  española,  que 
vos  sólo  fuisteis  capaz  de  romper.  Así  es  que  la  gratitud  hacia  el 
ilustre  guerrero  y  el  júbilo  y  alegría  en  las  Provincias  Unidas,  ha 
llegado  a  un  grado  de  que  son  sólo  capaces  los  pechos  generosos 
que  saben  amar  la  independencia  y  la  libertad. 

Mas  el  suelo  sagrado  de  la  patria  se  halla  profanado  por  las 
plantas  de  un  impío  extranjero.  El  emperador  del  Brasil,  con  vio- 
lación de  todos  los  derechos,  se  ha  atrevido  a  provocar  a  los  libres 
de  Colón,  pretendiendo  usurpar  la  provincia  de  la  Banda  Orien- 
tal a  la  nación  Argentina,  e  insultando  a  la  inmortal  Colombia  y 
al  gobierno  peruano  con  su  inesperada  agresión  en  las  provincias 
del  Alto  Perú,  que  están  bajo  la  protección  de  estas  ilustres  repú- 
blicas. Tiempo  es  ya  de  que  el  honor  americano  se  conmueva  y 
que  el  Libertador  de  Colombia  y  el  Perú  sea  el  brazo  fuerte  que 
se  encargue  de  dirigir  el  espíritu  nacional  para  obligar  a  la  Corte 
vecina  a  desistir  de  una  conducta  tan  poco  leal,  como  contraria  a 
lus  propios  intereses.  Por  la  presente  carta  que  tenemos  el  honor 
de  presentaros,  os  instruiréis  más  detenidamente  de  los  sinceros 
deseos  y  finos  afectos  que  animan  a  vuestro  gran  amigo  y  fiel  alia- 
do el  Jefe  Supremo  de  la  nación  Argentina  por  la  unión  estrecha 
y  sincera  amistad  con  las  Repúblicas  que  tan  gloriosamente  pre- 
sidís. 

Admitid  pues  las  sinceras  protestas  y  finas  felicitaciones  de 
una  República  que  hace  consistir  su  mayor  gloria  en  la  sabiduría 
de  sus  instituciones,  en  la  moderación  de  sus  principios  y  en  el 
respeto  que  profesa  a  todos  los  gobiernos  establecidos.  Por  lo  que 
respecta  a  nosotros,  ha  sido  el  colmo  de  nuestra  satisfacción  el 
haber  sido  encargados  de  promover  intereses  tan  preciosos,  esta- 
blecidos sobre  bases  tan  sólidas;  y  nada  nos  quedaría  que  desear, 
si  tuviéramos  la  dicha  de  merecer  el  aprecio  de  Vuestra  Excelencia 
en  el  tiempo  que  tengamos  el  honor  de  residir  cerca  de  vuestra  per- 
sona, así  como  el  de  manifestaros  el  profundo  respeto  y  admiración 
que  profesamos  a  las  grandes  y  eminentes  cualidades  que  mostráis 
al  mundo. 

El  Libertador  contestó: 

Señores  Plenipotenciarios:  El  gobierno  de.las  Provincias  Uni- 
das del  Río  de  la  Plata  ha  tenido  la  bondad  de  querernos  honrar 
con  una  misión  lo  más  lisonjera,  tanto  por  su  objeto  verdaderamente 
glorioso  como  por  los  ilustres  personajes  que  la  componen.  Así  el 
pueblo  argentino  debe  contar  siempre  con  que  nuestro  corazón  no 
se  apartará  nunca  de  su  futura  suerte;  que  nuestro  más  vivo  inte- 
rés y  nuestro  más  cordial  afecto  serán  por  aquel  pueblo  que  empe- 
zó simultáneamente  con  nosotros  la  hermosa  carrera  de  libertad  que 
hemos  terminado. 

No  queríamos  mencionar  nuestros  sensibles  dolores;  pero 
cuando  el  escándalo  los  publica  ¿porqué   callarlos?   A    la  verdad, 


424  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


tenemos  un  derecho  demasiado  incontestable  para  sorprendernos 
de  que  un  principe  americano,  recién  independiente  de  la  Europa, 
que  se  halla  envuelto  en  nuestra  noble  insurrección  y  que  ha  levan- 
tado su  trono,  no  sobre  débiles  tablas,  sino  sobre  las  indestructibles 
bases  de  la  soberanía  del  pueblo  y  de  la  soberanía  de  las  ieyes,  este 
príncipe,  que  parecía  destinado  a  ser  el  amigo  de  sus  vecinas  repú- 
blicas, es  el  que  ocupa  todavía  una  provincia  y  una  plaza  fuerte  que 
no  le  pertenecen  y  que  domina  a  una  de  nuestras  naciones  más 
beneméritas.  Por  otra  parte,  sus  tropas  acaban  de  invadir  nuestra 
provincia  de  Chiquitos  para  asolarla  y  ultrajarnos  con  amenazas 
bárbaras,  y  cuando  el  espanto  de  nuestras  armas  las  ha  puesto  en 
fuga,  entonces  se  llevan  nuestras  propiedades  y  a  nuestros  ciuda- 
danos. Y  sin  embargo,  esos  insignes  violadores  del  derecho  de 
gentes  han  quedado  impunes;  nuestros  pueblos  humildes  y  nuestra 
gloria  ofendida.  Mas  demos  gracias  a  los  sucesos  que  ha  añadido 
nuevos  vínculos  que  nos  estrechan,  para  que  a  la  vez  reclamemos 
nuestros  derechos,  como  a  la  vez  los  adquirimos. 

Como  se  ve,'  en  estos  discursos  se  significó  el  deseo  de  mani- 
festar a  nombre  de  la  nación  Argentina  la  complacencia  con  que 
se  había  visto  en  las  márgenes  del  Plata  el  advenimiento  de  las 
nuevas  repúblicas  después  del  glorioso  triunfo  de  Ayacucho.  Ter- 
minando por  expresar  el  principal  objeto  de  su  venida,  que  no  era 
otro  que  insinuar  la  idea  de  llamar  la  atención  al  Brasil  por  su 
conato  de  usurpación  de  la  provincia  de  la  Banda  Oriental  de  la 
nación  Argentina,  y  la  devolución  del  departamento  de  Tarija, 
que,  desde  el  año  de  1807,  había  constituido  parte  integrante  de 
la  Intendencta  de  Salta. 

Las  negociaciones  se  entablaron  inmediatamense  con  celo  harto 
prolijo.  No  siendo  causa  para  interrumpirlas,  ni  los  devaneos  que 
se  provocaron  en  medio  de  ese  ambiente  de  continua  sugestión, 
como  se  ha  manifestado  alguna  vez  con  suma  ligereza  ni  con  el 
viaje  inesperado  de  uno  de  los  negociadores,  como  vamos  a  pro- 
barlo. 

En  efecto,  el  general  Alvear,  a  pesar  de  la  vida  galante  que 
llevaba,  consiguió  realizar  de  una  manera  satisfactoria  uno  de  los 
principales  objetos  de  su  alto  encargo,  cual  fue  la  devolución  de 
Tai-ija,  que  les  fue  entregada  el  17  de  noviembre  de  1825,  habieíK 
do  tomado  posesión  de  ella  a  nombre  del  gobierno  de  las  Provin- 
cias Unidas  del  Río  de  la  Plata,  su   edecán,  sefioi   Ciriaco  Vélez. 

Había  entrado  de  lleno  en  el  cometido  de  su  función  el  gene- 
ral Alvear,  cuando  fue  llamado  por  su  gobierno  para  ocupar  el 
Ministerio  de  Guerra.  Entonces  tuvo  forzosamente  que  interrumpir 
las  negociaciones  que  llevaba  a  cabo  respecto  del  Brasil  y  empren- 
der, en  cumplimiento  de  una  obligación  contraída,  su  marcha  de 
regreso  a  Buenos  Aires,  no  sin  antes  recibir  de  la  sociedad  de  Chu- 
quisaca  y  de  las  autoridades  oficiales  todo  género  de  manifestacio- 
nes de  aprecio. 

Alvear,  como  llevamos  dicho,  no  salió  precipitadamente,  ni 
mucho  menos  se  le  proporcionó  caballo  para  que  su  partida  no 
sufriera  demora.  Esto  lo  dice  la  leyenda,  pero  no  es  cierto. 


BL  GENERAL  ALVEAR  EN  CHÜQUISACA  425 


Dando  rienda  suelta  a  los  sentimientos  amistosos  que  domina- 
ba el  ambiente  que  rodeaba  a  Bolivar  y  Sucre,  el  general  Alvear 
fue  despedido  en  un  banquete  por  éste,  quien  aprovechó  de  tan 
significativo  momento  para  exteriorizar  la  simpatía  y  reconocer  pú- 
blicamente no  sólo  los  méritos  militares  del  general  Alvear  sino,  su 
acción  inteligente  y  sagaz. 

Dice  un  historiador  que  Sucre,  alzando  su  copa  para  brindar 
en  su  honor,  hízole  la  ofrenda  más  valiosa  que  pudiera  hacer- 
le, en  obsequio,  cual  fue  el  caballo  histórico  que  montara  en  Aya- 
cucho,  esperando  lo  retribuyera  con  una  victoria.  Tal  demostración 
y  la  respuesta  de  Alvear  fue  saludada  con  grandes  aclamacionei  y 
asentimiento  general  de  los  invitados. 

Días  después,  el  mariscal  envióle  su  caballo  con  una  misiva 
cuyo  contenido  es  éste  que  sigue,  y  su  original  consérvase  en  los 
papeles  de  la  familia  de  Alvear: 

Señor  general  Airear:  Mi  apreciable  general  y  amigo:  Ten- 
go el  gusto  de  enviarle  a  usted  el  caballo  tordillo  que  me  sirvió 
en  la  batalla  de  Ayacucho.  Al  mandarlo, vuelvo  a  significara  usted 
que  sólo  la  amistad  y  la  confianza  me  animan  a  este  presente. 

Mucho' y  mucho  celebraré  (y  esto  lo  digo  con  toda  mi  cora- 
zón) que  usted  lo  «retribuya»  verificando  mi  brindis  del  domingo. 
Buen  viaje,  mi  querido  general.  Realice  usted  nuestros  buenos  de- 
seos, y  dígnese  aceptar  los  sentimientos  sinceros  con  que  me  repito 
su  afectísimo  amigo,  atento  y  obediente  servidor,  Sucre  (i). 

Llegado  a  Buenos  Aires  para  tomar  posesión  del  Ministerio 
de  Guerra  y  designado  general  en  jefe  del  ejército  de  operaciones, 
su  primer  recuerdo  fue  para  Sucre,  escribiéndole  una  extensa  carta 
que  podrá  leerse  en  la  sección  correspondiente,  y  en  cuyos  párrafos 
pertinentes  a  nuestro  punto,  hace  referencia  al  obsequio,  con  estas 
palabras  dignas  del  obsequiado: 

Mi  muy  querido  y  respetado  amigo:  Las  innumerables  aten- 
ciones que  me  rodean,  en  circunstancias  tan  críticas  y  en  que  es 
preciso  crearlo  todo,  no  me  han  dejado  lugar  para  escribir  a  usted, 
como  yo  lo  hubiera  deseado  y  mi  amistad  me  lo  dicta.  La  media- 
ción de  Inglaterra  ha  sido  eludida  por  el  emperador,  y  la  guerra 
va  a  seguir  con  todo  vigor.... 

Debo  decir  a  usted  que  el  gobierno  ha  acordado  honrarme 
con  el  mando  del  ejército,  y  esta  confianza  «me  pone  más  en  pro- 
porción, si  la  suerte  me  ayuda,  de  poder  corresponder  a  usted  con 
otro  caballo  que,  aunque  nunca  podrá  tener  el  mérito  distinguido 
del  de  Ayacucho,»  tendrá  al  menos  el  de  sincera  voluntad 

Buenos  Aires,  agosto  3  de  1826.  Carlos  de  Alvear. 


(1)  Casi  todos  los  cronistas  y  biógrafos  de  Sucre  dan  equivoca- 
damente el  color  del  caballo  de  Ayacucho,  afirmando  montaba  sobre 
un  tostado  o  castaño.  Con  este  color  aparece  en  un  cuadro  al  óleo 
que  hemos  tenido  a  la  vista;  pero  el  documento  irrefutable  que  publi- 
camos aclara  el  punto  plenamente. 


426  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Vuelto  el  general  Alvear  a  Buenos  Aires,  tomó  el  mando  del 
ejército  que  operaba  contra  el  Brasil;  y,  como  es  notorio,  batió  y 
derrotó  a  las  fuerzas  que  comandaba  el  marqués  de  Barbacena  en 
la  memorable  batalla  de  Ituzaingó. 

Ahora  Vimos  a  dar  a  conocer  un  episodio  que  hasta  hoy  no 
ha  sido  referido  por  nadie  y  que  por  tratarse  del  caballo  que  le  ob- 
sequió el  general   Sucre  es  de  palpitante  interés. 

La  batalla  de  Ituzaingó  arreciaba  en  medio  de  una  refriega 
espantosa;  el  coronel  Feliz  Olazábal  mandaba  el  regimiento  nú- 
mero 5;  y  cuando  la  división  oriental  comandada  por  Lavalleja  venía 
en  desorden  sobre  el  ejército  argentino,  el  general  Alvear  fue  en 
persona  y  le  dijo  a  Olazábal  que  cargara;  éste  le  preguntó,  enton- 
ces, si  su  caballo  estaba  herido  y  si  quería  cambiar  con  el  suyo  al 
ver  el  histórico  tordiilo  cubierto  de  sangre.  Pero  el  general  Alvear 
le  dijo,  en  respuesta,  que  el  caballo  vencedor  en  Pichincha  no  caería 
en  Ituzaingó.  Probablemente  recordando  el  valeroso  comporta- 
miento de  Olazábal  en  esa  gloriosa  acción  de  armas,  mandada  tam- 
bién por  el  general  Sucre.  En  Pichincha  peleó  Olazábal  como  co- 
mandante del  legimiento  peruano  número  2,  y  fue  recomendado 
en  el  parte  respectivo  por  el  general  Santa  Cruz.  El  general  Al- 
vear, de  acuerdo  con  el  ofrecimiento  que  le  hiciera  al  general  Su- 
cre en  su  carta  de  3  de  agosto  de  1826,  le  devolvió  su  caballo. 
¡Qué  hombres  y  qué  tiempos!!.... 

Finalmente  rectificamos  también  otro  hecho  histórico.  El  ge- 
neral Alvear  murió  en  Nueva  York  el  2  de  noviembre  de  1852,  des- 
empeñando la  representación  diplomática  de  la  República  Argen- 
tina. Sus  restos  fueron  trasladados  a  Buenos  Aires  en  1854.  En 
Montevideo  los  recibió  el  glorioso  almirante  Brown  y  los  llevó  a  la 
metrópoli  a  bordo  de  la  nave  guerrera  argentina  Riobamba.  El  fé- 
retro fue  envuelto  en  el  pabellón  nacional,  y  estaba  rodeado  de  las 
banderas  brasileñas  tomadas  en  Ituzaingó.  La  oración  fúnebre  de 
tan  excelso  personaje  fue  pronunciada  por  el  general  Guido,  el  in- 
separable amigo  del  geneial  San  Martin. 


Jacinto   Sixto   Garda  (i) 


Eh  SfíBlO  CflhDflS  (2). 

En  París  y  en  el  año  de  1852  publicó  Acosta  un  estudio  his- 
tórico referente  a  Don  Francisco  José  de  Caldas^  naturalista  neo- 
granadino,  y,  como  homenaje  de  respeto,  reconocimiento  y  cariño, 
dedicó  dicho  trabajo  a  los  doctores  don  Rufo  Manuel  Fernández, 
arcediano  de  la  Catedral  de  Puerto  Rico,  y  a  don  Lucas   de  Tor- 


il) Revista  de  Derecho,  Hisíori» y  Letras,  áe  Bueno»  Aire»;  mayo 
de  1923. 

(2)  En  el  Boletín  dk  Historia,  tomo  4»,  página  213  (1906),  se  in- 
sertó el  estudio  sobre  Caldas  que  escribió  el  ilustrado  F>ortorriqueSo 
señor  J.  J.  Acosta,  y  que  fue  tomado  de  Bl  Correo  de  Ultpamap,  De 


EL  JIABIO  CALDAS  427 


no»,  catedrático  de  zoología  en  la  Universidad  de  Madrid.  Por 
referirse  a  dicho  trabajo,  reproducimos  la  carta  que  escribió  Aces- 
ia   al  sefior  don  Félix  M.  Tanco.  Dice  así: 

Señor  don  Félix  M.  Tanco,  París,  31  de  octubre  de  1852. 

Mi  estimado  paisano:  el  adjunto  opúsculo,  que  con  gran  pla- 
cer le  envió,  probará  a  usted  que  no  he  olvidado  el  asunto  más  co- 
mún de  las  sabrosísimas  conversaciones  que  teníamos  en  Madrid, 
así  como  también  que  no  se  borra  de  mi  memoria  el  recuerdo  de 
mi  amigo  Tanco.  Con  frecuencia  hablábamos  de  la  Nueva  Grana- 
da, de  su  pasado,  de  su  presente,  de  su  porvenir,  y  casi  siempre 
recaíamos  en  Caldas,  cuyo  desarrollo  intelectual  y  cuyos  proyec- 
tos de  mejora  pública  le  enlaza,  por  decirlo  así,  con  todas  las  épo- 
cas. Estas  conversaciones  hicieron  nacer  en  mí  el  deseo  de  consa- 
grar algún  recuerdo  al  malogrado  sabio  neogranadino,  y  adqui- 
riendo cada  díi  más  fuerza  este  pensamiento  en  vez  de  disiparse 
con  el  tiempo,  al  fin  puse  manos  a  la  obra  y  he  tenido  la  fortuna 
de  terminar  el  trabajo  que  le  acompaño.  Yo  me  complazco  en  re- 
conocer la  parte  que  tiene  usted  en  su  concepción. 

Ahora  me  atrevo  a  exigirle  una  prueba  de  su  amistad,  y  es 
que  me  conteste  haciendo  una  crítica  severa  de  dicho  opúsculo.  Me 
mueve  a  esta  exigencia  el  inteiés  que  tengo  en  oír  los. consejos  de 
los  hombres  competentes,  porque  yo  considero  el  trabajo  sobre 
Ccilda%  como  uno  de  esos  pequeños  globos  que  los  aeronautas 
lanzan  al  aire  antes    de  emprender  su  peligroso  viaje 

Estoy  devorado  por  el  deseo  de  emprender  una  serie  de  es- 
tudios históricos  acerca  de  los  privilegiados  individuos  de  nuestra 
raza  que  han  consagrado  sus  facultades  al  progreso  de  las  ciencias, 
y  aunque  desconfío  mucho  de  poder  realizar  semejante  pensamien- 
to, deseo  conocer  mis  fuerzas,  y  considero  el  estudio  sobre  Caldas 
como  un  excelente  dinamómetro.  Mi  desconfianza  nace  principal- 
mente de  que  el  año  que  viene  voy  a  encerrarme  en  Puerto  Rico, 
donde  es  imposible  proporcionarse  los  materiales  necesarios  para 
toda  clase  de  erudición,  dado  que  mi  pobreza  y  la  letal  influencia 
de  mil  causas,  que  usted  conoce,  me  dejen  la  quietud  de  espíritu 
necesaria  para  los  partos  de  la  inteligencia.  Más  que  naturalistas  ha 
tenido  nuestra  raza,  guerreros  y  teólogos,  pero,  no  obstante  ia  esca- 
sez, no  falta  mies  que  segar. 

Al  señor  Caballero  envío  también  un  ejemplar,  y  será  para 
mí  una  gran  fortuna  oír  su  juicio. 

Después  de  la  contestación  que  di  a  su  grata  de  diciembre 
de  1849,  no  _he  vuelto  a  tener  el  placer  de  escribirle  hasta  hoy.  Du- 


la obra  José  /.  Acosta  y  su  tiempo,  que  publicó  su  hijo,  señor  Ángel 
Acosta  y  Quintero,  son  los  sig-uientes  apuntes  relatiros  a  dicha  bio- 
grafía. Se  ve  por  ellos  que  antes  de  la  publicación  en  aquel  periódico 
de  París  había  sido  editada  en  folleto,  el  cual  no  existe  en  esta  ciu- 
dad, y  es  por  consiguiente  una  curiosidad  bibliográfica.  Debemos 
este  capítulo  de  la  mencionada  obra  al  señor  Gustavo  Arboleda,  quien 
lo  recibió  del  señor  Federico  Acosta  Velarde,  hijo  de  don  Ángel  y 
nieto  por  consiguiente  de  don  Jo»é  Julián. 


428  BOLETÍN   DE   HISTORIA    Y    ANTIGÜEDADES 


rante  una  gran  parte  de  este  tiempo  he  residido  en  Prusia  y  en 
Francia,  sin  tener  la  menor  noticia  acerca  de  usted.  Espero  me 
escriba  largamente  bajo  el  siguiente  sobre:  Mr.  Hemeterio  Be- 
tances^  pour  remettre  a  Mr.  f.  ) .  de  A  costa,  Rué  Racine,  30  París. 
Castro,  que  está  aquí  conmigo,  me  encarga  mil  cosas  para 
usted.  Reciba  el  corazón  de  su  afectísimo  amigo,  fosé  J.  de  Acosta, 

Los  temores  de  Acosta  tuvieron  una  triste  realización.  D« 
ellos  se  lamenta  en  la  carta  que  reproducimos,  escrita  diez  afios  des- 
pués: 

Señor  don  Joaquín  Bernal— Puerto  Rico — Diciembre  24  de  1862. 

Mi  estimado  amigo:  Mi  amigo  Castro  me  entregó  anoche  su 
buena  carta,  fecha  17  del  actual,  y  agradecido  a  los  honrosos  con- 
ceptos que  en  la  misma  me  dispensa  usted,  me  apresuro  a  contestar- 
la lamentando  únicamente  no  poder  hacerlo  con  la  extensión  que 
merece  y  que  tanto  hubiese  sido  de  mi  agrado.  Mas  en  esta  oca- 
sión, como  en  otras  muchas,  tendré  que  conformarme  con  las  tria- 
tes  exigencias  de  mi  vida.  ^ 

Celebro  mucho  que  mis  dos  ensayos  históricoliterarios  Caldas 
y  El  Café,  hayan  sido  de  su  agrado,  porque  si  bien  creo  que  en  la 
favorable  impresión  que  en  usted  ha  producido  su  lectura  entra  por 
mupho  la  naturaleza  de  ambos  asuntos,  siempre  gratos  a  un  lector 
americano,  es  también  para  mí  de  mucho  peso  el  juicio  de  usted, 
principalmente  desde  que  conocí  los  sabios  consejos  que  dio  usted 
a  nuestro  común  amigo  Marín,  al  cantar  a  Campeche.  Y  sobre  todo 
esto  agradezco  su  felicitación  porque  la  juzgo  sincera.  Con  igual 
sentimiento  hablo  a  usted. 

Mi  estudio  sobre  Caldas  es  única  y  exclusivamente  hijo  de 
mi  corazón.  Tendría  yo  diez  o  doce  afios  cuando  llevado  de  una 
curiosidad  insaciable,  de  una  afición  innata  a  los  libros,  encontré 
casualmente  en  el  cajón  de  una  mesa  vieja  de  otro  muchacho,  ami- 
go mío,  un  cuaderno  impreso.  Le  eché  mano  ocultamente,  confieso 
mi  pecado,  y  lo  llevé  a  casa  para  devorarlo.  El  opúsculo  resultó 
ser  el  Discurso  de  Zea  sobre  la  medicación.  Encontré  en  él  un 
párrafo  consagrado  a  Caldas,  que  empieza  «¡  Malogrado  natura- 
lista!» etc.,  etc.,  y  ese  solo  párrafo  rae  conmovió  profundamente 
y  fue  para  mi  alma  una  especie  de  revelación. 

En  medio  de  mi  lectura  desordenada,  de  mis  estudios  regu- 
lares, tenía  siempre  en  la  memoria  el  párrafo  de  Zea;  y  cuando 
llegué  a  Europa,  con  el  alma  llena  de  aspiraciones  literarias,  me 
propuse  saber  quién  era  ese  Caldas.  Visité  las  bibliotecas  de  Ma- 
drid, París  y  Berlín;  hablé  con  el  sapientísimo  Humboldt,  y  al  fin 
vi  realizado  mi  ardiente  deseo.  En  esta  investigación  aumentaba 
cada  día  mi  interés,  mi  entusiasmo,  porque  cada  vez  me  parecía 
más  grande  el  hombre,  y  cuando  llegué  a  conocerle  bien  se  apo- 
deró de  mi  alma  una  inmensa  compasión,  y  exclamé  a  mi  vez: 
<¡Malogrado  naturalista!»  e  intenté  desagraviar  su  sombra.  ¡Som- 
bra sublime! 

Si  hablé  sólo   del  sabio  y  no  del  patriota,  usted  lo  compren- 


EL  MUNDO  BOLIVARIANO  429 


derá....  Apenas  han  transcurrido  cuarenta  y  ocho  aflos  desde  su  la- 
mentable muerte,   y  aún  no  ha  terminado  la  crisis  que  le  arrastró. 

No  es  pues  que  yo  haya  estado  nunca  a  la  altura  del  ilustre 
neogranadina;  la  distancia  que  nos  separa  es  inmensa,  inmensa, 
de  ello  tengo  conciencia,  sino  que  mis  naturales  inclinaciones  y  mi 
posición  han  tenido  cierta  analogía  con  las  suyas.  Ardiendo  en 
deseos  de  instruirme  en  medio  de  una  sociedad  atrofiada,  compren- 
dí todos  los  obstáculos  que  encontró  el  joven  popayanés  en  su 
camino,  y  la  heroica  constancia  con  que  supo  vencerlos  para  colo- 
carse tan  alto  en  las  regiones  del  pensamiento  y  de  las  ciencias  de 
observación.  Esta  y  no  otra  es  la  explicación  de  que  haya  podido 
bosquejar  la  fisonomía  moral  del  primer  sabio  de  Hispano  América. 

Sí,  comprendo  tanto  más  la  constancia  de  Caldas,  cuanto  que 
a  mí  me  ha  faltado.  Yo  he  cedido  a  los  embates  de  la  suerte,  he 
cerrado  los  admirables  libros  de  Platón,  Tácito,  Plinio,  Bacon, 
Descartes,  Montesquieu,  Voltaire,  La  Place  y  Arago,  que  tan  felices 
me  hacían  para  entregarme  a  los  negocios.  Con  esposa  e  hijos, 
heme  visto  obligado  a  abandonar  el  cultivo  de  mi  entendimiento 
para  cuidar  de  una  Imprenta.  He  aceptado  mi  sacrificio,  y  aunque 
comprendo  ahora  más  que  nunca  la  gloria,  ya  no  es  posible  ceder, 
ni  a  los  impulsos  de  mi  corazón,  ni  a  las  leales  excitaciones  de  usted 
y  otros,  amigos.... 

A  fuerza  de  sufrir  me  voy  acostumbrando  a  la  inercia  cientí- 
fica. Prueba  de  ello,  lo  que  ha  pasado  por  mi  alma  al  escribir  esta 
carta.  Al  referirme  a  mi  pasado  he  creído  que  no  se  hablaba  de 
mí  propio,  sino  de  un  muerto. ...Y  con  efecto,  murió  aquel  acosta 
que  escribió  el  Caldas.  Y  si  supiera  usted  qué  pensamientos  acari- 
ciaba entonces.  Recorrer  la  América  para  escribir  un  Plutarco  Ame- 
ricano. Sueños  que  se  desvanecieron,...  Al  llegar  aquí,  me  llama  un 
cajista,  y  tengo  que  suspender. 

Respecto  a  mi  opúsculo  El  Café,  sólo  diré  a  usted  que  es  hijo 
de  mi  amor  a  esta  preciosa  planta.  Siempre  me  ha  cautivado  el 
reino  vegetal. 

Adiós,  amigo  mío.  Si  esta  carta,  escrita  de  ligero,  pero  en 
que  he  tratado  ciertos  asuntos,  fuera  de  su  agrado,  y  resuelve  usted 
guardarla,  le  suplico  la  conserve  con  mucha  reserva.  Sólo  en  el 
seno  de  la  amistad  me  permito  abrir  mi  alma.  ¡Hay  hombres  tan  per- 
versos! Deseo  vivir  oscuro  e  ignorado.  La  única  felicidad  hoy  par* 
mí  es  la  que  pueden  darme  mi  familia  y  mis  amigos.  Lo  es  de  usted. 

José  J.  de  Acosía 

Eh  munDOBOfaiupiRíflno 

I 

Bof^otá,  20  de  junio  de  1923 

Señor  Secretario  de  la  Academia  Nacional  de  Historia — La  ciudad. 

Señor  Secretario:   El  señor  Jorge  Ricardo  Bejarano,    miembro 

de  esa  docta  corporación,  puso  ayer  en  nuestras  manos  la  nota  de 


430  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


fecha  19  del  presente,  en  la  que  se  nos  comunica  el  honroso  e  in- 
merecido acuerdo  adoptado,  con  respecto  a  nosotros,  en  la  últi- 
ma sesión  ordinaria. 

Una  vez  más  ha  querido  la  Academia  de  Historia  colombia- 
na demostrar  su  benevolencia  suma,  al  mismo  tiempo  que  su  gran 
devoción  por  todo  lo  concerniente  a  su  patria,  devoción  que  la  ha 
colocado  entre  las  primeras  instituciones  culturales  del  Continente. 

Al  transmitir  nuestro  profundo  agradecimiento  a  la  Academia 
por  la  honrosísima  distinción  de  que  nos  ha  hecho  objeto,  nos 
complacemos  en  formular  votos  por  su  incesante  prosperidad 
y  en  ponernos,  incondicionalmente,  a  la  disposición  de  sus  miem- 
bros. 

Quiera  usted,  tenor  Secretario,  aceptar  nuestro  saludo  y  nuestra 
gratitud.  C.  ^ramburu  S. —  L.  A.  Sánchet —Alejandro  Belaunde. 

II 

DSCRETO   NÚMERO   984 

El  Presidente  de  la  República  de  Colombia,  en  uso  de  sus  fa- 
cultades legales,  y  considerando: 

Que  la  Comisión  de  periodistas  del  Perú,  actualmente  en  Bo- 
gotá y  presidida  por  el  señor  don  Carlos  Aramburu  y  Salinas,  se 
ha  dirigido  al  gobierno  en  solicitud  de  que  se  dicten  las  disposi- 
ciones del  caso  a  fin  de  que  se  designe  la  comisión  que  debe  for- 
mar el  índice  de  las  materias  correspondientes  a  Colombia  para 
el  libro  El  Mundo  Bolwariano  que  dichos  señores  se  proponen  pu- 
blicar con  motivo  del  primer  centenario  de  la  batalla  de  Ayacu- 
cho,  y  que  además  se  señale  el  número  de  ejemplares  de  dicha 
obra  a  que  el  gobierno  se  suscriba;  que  la  referida  publicación, 
por  el  objeto  a  que  está  destinada,  reviste  el  más  alto  interés  pa- 
triótico para  las  naciones  libertadas  por  el  genio  de  Bolívar, 

Decreia: 

Artículo  I.*  Encomiéndase  a  la  Academia  Nacional  de  His- 
toria, como  cuerpo  consultivo  del  gobierno,  la  formación  del  ín- 
dice del  libro  El  Mundo  Bolivariano,  así  como  la  revisión  de  los 
trabajos  respectivos.  Dicha  corporación  designará  de  los  miem- 
bros de  su  seno  la  comisión  que  debe  llevar  a  cabo  el  trabajo  de 
que  se  trata.  Artículo  2*  El  Gobierno  de  Colombia  adquirirá  a  su 
debido  tiempo  el  número  de  ejemplares  de  la  edición  de  lujo  y  de 
la  edición  popular  que  se  estime  conveniente. 

Comuniqúese  y  publíquese.  Dado  en  Bogotá  a  6  de  julio  de 
1923.  Pedro  JNel  Ospina — El  Ministro  de  Gobierno,  fosé  Ulises 
Os»rio, 


EL  MUNDO  BOLIVARIANO  431 

III 
COMUNICACIÓN 

Bogotá,  21  de  julio  de  1923 

Señor  doctor   don   Eduardo  Restrep»  Sáent,  Presidente  de  la  Aca- 
demia Nacional  de  Historia — La  ciudad. 

Señor  Presidente:  El  gobierno  de  Colombia,  por  decreto  nú- 
mero 984  de  fecha  6  del  presente,  al  oficializar  el  libro  El  Mundo 
Bolivariano,  destinado»  conmemorar  el  primer  centenario  de  la  li- 
bertad suramericana,  ha  tenido  el  acierto,  que  nosotros  aplaudi- 
mos muy  de  veras,  de  encomendar  a  esa  ilustre  corporación  la  for- 
mación y  ejecución  del  índice  de  Colombia,  así  como  la  revisión 
de  los  trabajos  que  han  de  insertarse  en  la  obra. 

No  necesitamos  decirle  que  nuestro  deseo  es  que  la  parte 
destinada  en  el  libro  a  la  Repúb'ica  de  Colombia  tenga  todo  el 
brillo  correspondiente  a  su  alta  situación  política  y  cultural. 

Por  nuestra  parte,  coadyuvando  a  este  resultado,  y  aprove- 
chando el  ofrecimiento  del  señor  Ministro  de  Gobierno,  nos  he- 
mos dirigido  a  él,  en  nota  de  esta  misma  fecha,  rogándole  ponga  a 
disposición  de  usted  las  fondos  necesarios  para  poder  realizar  una 
completa  y  artística  labor. 

Nos  será  muy  grato  mantener  correspondencia  con  usted  du- 
rante el  tiempo  que  dure  la  labor  de  esa  corporación,  y  nos  per- 
mitimos hacerle  notar  que  el  libro  de  Colombia  debe  estar  expedi- 
to para  sernos  remitido  a  Lima  en    diciembre  del  año  en  curso. 

Rogamos  a  usted,  señor  Presidente,  transmita  a  la  Academia 
Nacional  de  Historia  nuestro  profundo  agradecimiento  por  las 
inmerecidas  atenciones  que  nos  ha  dispensado. 

De  usted  siempre  atentos  seguros  rervidores,  C.  Aramburu  S. 
L.  A.  Sánchez  -Alejandro  Be  Inunde. 

IV 

RESOLUCIÓN   EJECUTIVA 

El  Presidente  de  la  República  de  Colombia,  en  uso  de  sus 
facultades  legales,  y  considerando: 

Que  por  medio  del  decreto  ejecutivo  número  984  de  6  de 
julio  próximo  pasado  el  gobierno  encargó  a  la  Acad^^mia  Nacio- 
nal de  Historia  la  formación  del  índice  del  libro  El  Mundo  Boli- 
variano,  que  el  Perú  piensa  publicar  con  motivo  del  centenario  de 
la  batalla  de  Ayacucho;  que  la  Academia  Nacional  de  Historia,  en 
oficio  fechado  el  6  del  presente,  dirigido  al  Ministerio  de  Gobierno, 
da  cuenta  que  el  encargo  está  ya  cumplido,  así  como  la  debida  dis- 
tribución de  trabajos,  y  que  en  el  plan  general  de  la  obra  están 
comprendidas  numerosas  ilustraciones,  las  que  sin  duda  la  comple- 
tarán dándole  especial   atractivo;  que  los   fotograbados,  tricornias, 


432  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


etc.,  se  harán  ejecutar  en  Europa  por  quienes  han  emprendido  a 
publicación  del  libro,  pero  cada  país  debe  enviar  las  fotografías  y 
dibujos  que  sirvan  de  base  para  las  ilustraciones;  y  que  como  la 
Academia  no  dispone  de  fondos  para  el  objeto  indicado  solicita 
del  gobierno  se  le  auxilie  con  la  suma  de  un  mil  pesos  moneda 
corriente  (ti,oon)  para  poder  llevar  a  cabo  el  trabajo  indicado, 

jResuelve: 

De  la  partida  apropiada  en  el  Presupuesto  de  gastos  de  la 
vigencia  ecrnómica  en  curso,  en  el  Capítulo  19,  artículo  279, 
para  gastos  imprevistos  del  Ministerio,  destinase  la  de  un  mil  pe- 
sos ($  1,000)  para  el  gasto  dicho.  El  tesorero  de  la  Academia 
presentará  las  cuentas  de  cobro  respectivas  para  el  reconocimiento 
y  ordenación  de  la  cantidad  expresada.  Comuniqúese  y  publi- 
queae. 

Dada  en  Bogotá,  a  22  de  septiembre  de  192J. 

Pedro  Nel  Ospina—  El  Ministro  de  Gobierno,  José  Ulises 
Osario. 


CIRCULAR 

Academia  Nacional  de  Historia — Bagotá,  i5  de  septiembre  de  1923, 

Señor:  El  gobierno  del  Perú,  en  reconocimiento  de  la  obra 
magna  de  la  indepei-dencia  de  América,  que  fue  sellada  por  los 
Ejércitos  libertadores  del  norte  y  del  sur  en  los  campos  de  Aya- 
cucho,  medita,  con  justicia  y  acierto,  celebrar  como  se  merece  el 
primer  centenario  de  la  batalla  decisiva  para  la  libertad  de  un  con- 
tinente, ocurrida  dentro  de  territorio  peruano  y  dirigida  por  el 
general  colombiano  Antonio  José  de  Sucre  el  9  de  diciembre  de 
1824. 

Para  uno  de  los  puntos  del  programa  de  festejos  se  solicita, 
con  singular  gentileza,  el  concurso  de  las  otras  cuatro  naciones  que 
libertó  Bolívar.  Tal  renglón  consiste  en  la  publicación  en  Europa 
de  un  libro  monumental  denominado  El  Mundo  Bolivariano,  divi- 
dido en  cinco  partes,  correspondientes  a  las  cinco  Repúblicas:  Bo- 
livia,  Colombia,  Ecuador,  Perú  y  Venezuela. 

Cada  una  de  éstas  aportará  el  contingente  de  su  homenaje  es- 
pecial a  los  libertadores,  y  dará  cuenta  sucinta  de  cómo  ha  aprove- 
chado hasta  ahora  su  vida  independiente. 

El  gobierno  de  Colombia,  al  aceptar  tan  patriótica  e  ilustra- 
da invitación,  encomendó  lo  que  le  competía  a  la  Academia  Na- 
cional de  Historia,  y  ésta,  a  sa  turno,  se  sirvió  designar  para  tan 
honroso  y  delicado  encargo  una  comisión  especial  de  su  seno, 
compuesta  de  los  suscritos,  actuales  dignatarios  de  ella. 

Esta  comisión,  inspirándose  en  el  buen  deseo  de  llenar  su 
cometido  con  eficacia  y  lucimiento,  e  interpretando  los  designos 
del  gobierno  y  de  la  Academia,  resolvió  buscar  el  concurso  dt  al- 


EL  MUNDO  BOLIVARIANO  433 


gunos,  entre  otros  muchos,  compatriotas  eminentes,  asignándole  a 
cada  uno  de  ellos  la  parte  de  tarea  para  la  cual  se  le  considera  es- 
pecialmente apto  o  preparado,  según  puede  verse  en  el  adjunto 
progtama  o  índice. 

Muchos  otros  colombianos  podrían  honrar,  con  su  ciencia  o 
'Con  su  ingenio,  las  páginas  del  libro;  pero  fuera  de  que  el  progra- 
.ma,  por  su  naturaleza  misma  y  por  las  exigencias  de  la  publica- 
ción, es  necesariamente  limitado,  la  Comisión  se  ha  abstenido,  unas 
veces  por  delicadeza  y  otras  por  considerarlo  inoficioso,  de  diri- 
girse a  varias  innegables  y  notorias  competencias:  a  las  unas,  por 
el  lugar  en  que  se  hallan,  a  las  otras,  porque  el  género  de  sus  ac- 
tividades intelectuales  no  entra  o  no  se  complace  dentro  de  los 
renglones  del  índice,  y  a  otras  más  por  la  clase  de  sus  tareas  o  por 
el  peso  de   apremiantes  ocupaciones. 

El  libro  constará  de  i.oo''  páginas,  en  grande  infolio,  de  den- 
sa impresión,  de  manera  que  a  cada  una  de  las  cinco  naciones  le 
corresponderán  2co  páginas,  las  cuales  distribuidas  entre  los  cin- 
cuenta y  seis  artículos  señalados  en  el  índice,  darán  aproximada- 
mente para  cada  artículo  tres  páginas  y  media.  Sobrado  será  decir 
que  tales  artículos  no  deben  ser  de  menuda  erudición,  sino  de  sín- 
tesis significativa  y  sustanciosa.  Los  autores  podrán  aprovechar  o 
adaptar  para  el  caso  los  trabajos  que  ellos  ya  hayan  hecho  o  pu- 
blicado. 

El  libro  será  valioso  e  interesante  también  por  el  número  y 
calidad  de  sus  ilustraciones.  Cada  autor  suministrará  o  indicará  las 
que  desee  para  su  artículo,  cuando  éste  las  requiera.  La  Comisión 
colombiana  ha  resuelto  que  en  la  parte  que  corresponde  a  Colom- 
bia, se  prescinda  en  absoluto  de  los  retratos  de  los  autores. 

Si  cada  uno  de  los  notables  colombianos  rogados  para  ello  da 
en  su  artículo  la  medida  de  su  propio  valer  y  pone  en  tal  es- 
crito algo  de  su  amor,  a  Colombia,  los  suscritos  están  seguros  de 
que  ella  saldrá  con  lucimiento  en  este  verdadero  examen  interna- 
cional. Entre  esos  colombianos  ninguno  se  excusará  de  prestar  el 
contingente  que  se  le  pide,  y  todos  lo  considerarán  como  obli- 
gadci  e  ineludible  deber.  De  otra  inanera  sería  contestar  ausente 
cuando  la  Patria  los  llama.  Por  ser  la  cosa  así  es  por  lo  que  se  pu- 
blica este  índice  sin  previo  acuerdo,  como  un  ruego  y  como  una 
notificación. 

l^os  trabajos  deben  ser  entregados  a  cualquiera  de  los  tres 
miembros  de  esta  Comisión  o  dirigidos  al  Secretario  de  la  Acade- 
mia Nacional  de  Historia  (apartado  número  42,  Bogotá)  antes 
del  i.°  de  diciembre  próximo. 

Eduardo   Restrepo  Saenz,   Laureano    Garda   Ortiz,  Eduardo 

Posada, 


xiT— 28 


% 


434  BOLETÍN  DE   HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


índice  del  contenido  de  la  parte  que  corresponde  a  Colombia  en  e(- 
libro  El  Mundo  BoUvariano  con  que  el  Perú  celebrará  el  cen- 
tenario de  la  batalla  de  Ayacucbp. 

1.  A  la  estatua  de  Bolívar— Oda  de  Miguel  Antonio  Caro. 

2.  Elogio  en  prosa  de  Bolívar — Guillermo  Valencia. 

¿.  Conceptos  políticos  de  Bolívar — Marco  Fidel  Suárez. 

4.  Batallas  de  Bolívar  en  territorio  colombiano. 

d)  Pantano  de  Vargas — Coronel  Carlos  Cortés  Vargas, 

b)  Boyacá — Teniente  Coronel  Luis  Acebedo. 

c)  Bombona — General  Rafael  Negret. 

d)  Acciones  navales — Mayor  Leónidas  FIórez  Alvar»'/,. 

e)  La  ruta  del  Libertador  al  Perú — ^Jorge    Ricardo    B(*jd" 
rano. 

5.  Colaboradores  de  Bolívar — L,  García  Ortiz. 

6.  Antecedentes   y   consecuencias   de   Ayacucho —  Eduardo 

Restrepo  Sáenz. 

7.  Emblemas  e  himno  nacionales — Eduardo  Posada. 

8.  Iconografía  y  bibliografía  bolivarianas  en  Colombia — Luis 

Augusto  Cuervo. 

9.  Reliquias  históricas  — Arturo  Quijano. 

10.  La  Mujer  en  la  Independencia — J.  D.  Monsalve. 

11.  Colombia   en    la  familia   de   las   naciones — Francisco  J. 
Urrutia. 

12.  Iniciativas  colombianas  en  la  política  internacional — Die- 
go Mendoza. 

13.  Los  Aborígenes — Gerardo  Arrubla. 

14.  Los  Conquistadores — E.  Otero  D'Costa. 

15.  La  Colonia — Raimundo  Rivas. 

•  16,  La  sangre  española  en   Colombia— José   María    Restrepo 
Sáenz.  ' 

17.  El  carácternacional — Alfonso  Robjedo. 

18.  La  Vitalidad  colombiana — Carlos  E.  Restrepo. 

19.  Organización  política  y  administrativa  de  Colombia — Mi- 
guel Abadía  Méndez. 

30.  La  Iglesia  y  el  Estado  en  Colombia — José  Vicente  Castro. 

21.  Evolución   del    Derecho   en    Colombia  —  Antonio  José- 

Uribe. 

22.  La  literatura  colombiana — Antonio  Gómez  Restrepo. 

23.  Los  grandes   prelados   colombianos — Rafael    M.   Carras- 

quilla. 

24.  La  Mística  en  Colombia — Carlos  Cortés  Lee. 

25.  Los  oradores  sagrados — ^José  Alejandro  Bermúdez. 

26.  El  Clero  en  la  Indepeadencia — ^José   Manuel    Marroquin. 

27.  Templos  y  palacios   bogotanos — Juan  C.  García, 

28.  El  periodismo  en  Colombia — Luis  E.  Nieto  Caballero. 

29.  Reseña  sobre  la  instrucción  pública  en  Colombia — Rober- 

to Cortázar. 

30.  Las  ciencias  exactas  en  Colombia — ^Julio  Carrizosa. 

y.  Las  ciencias  naturales  en  Colombia  -Ricardo  Lleras  Co- 
dazai. 


COMUNICACIONES  435 


32.  La  Minería  en  Col«mbia — Fortunato  Pereira  Gamba. 

33.  La  Agricultura  en  Colombia — Jesús  del  Corral. 

34.  La  Medicina  en  Colombia — Emilio  Robledo. 

35.  Higiene  pública  en  Colombia — Pablo  García  Medina, 

36.  Acción  social  y  beneficencia— Agustín  Nieto  Caballero. 

37.  Perspectivas  económicas  e  industriales  de  _  Colombia — Lu-^ 

cas  Caballero. 

38.  Régimen  fiscal  y  bancario — Esteban  Jaramillo. 

39.  Vías  de  comunicación — Alfredo  Ortega. 

40.  El  pueblo  y  sus  aspectos  regionales — Antonio  José  Res- 

trepo. 

41.  Ciudades  colombianas  — Alberto  Sánchez. 
4.2.  El  castellano  en  Colombia — Jorge  Roa. 

43.  La  Poesía  popular  en  Colombia — José  Joaquín  Casas 

44.  La  Poesía  patriótica  en  Colombia — iCornelio  Hispano. 

45.  La  Música  en  Colombia — Andrés  Martínez  Montoya. 

46.  La  Pintura  en  Colombia— Pedro  Carlos  Manrique. 

47.  Manifestaciones  artísticas — Alfredo  Ramos  Urdancta. 

48.  La  Oratoria  política  y  parlamentaria— Emilio  Perrero. 
4Q.  Jueces  y  Magistrados — ^Jesús  M.  Henao. 

50.  Los  historiadores  colombianos — Gustavo  Arboleda. 

51,  La  espiritualidad  bogotana — Carlos  Villafafie. 
5a.  La  Biblioteca  Nacional — Rudesindo  López  Lleras. 

53.  Reseña  geográfica  y   etnológica  de   Colombia — ^José  Joa- 
quín Guerra. 

54.  Colombia  entre  sus   hermanas  de  la   América  del   Sur.  Al 
través  del  continente — Carlos  Cuervo  Márquez. 

55.  La  Batalla  de  Ayacucho — General  Manuel  Antonio  López^ 

testigo  presencial. 

56.  La  batalla  de  Ayacucho — General  Guillermo  Miller. 


comunicflcionES 
I 

Sociedad  Geográfica  de   Quito—Quito,  a  31  de   diciembre  de  1922. 

Señor  Secretario  de  la  Academia  de  Historia — Bogotá — Me 
es  altamente  honroso  poner  en  su  conocimiento  que  el  19  de  fe- 
brero del  presente  año  se  constituyó  en  esta  ciudad  la  Sociedatt 
Geográfica  di  Quito. 

Ojalá  ella  sea  favorecida  con  sus  comunicaciones,  que  serán 
recibidas  con  gusto  y  apreciadas  como  se  merecen. 

Me  es  grato  remitirle  un  ejemplar  de  los  estatutos  de  la  So- 
•ciedad,  aprobados  por  el  Supremo  Gobierno  de  la  República. 

El  Presidente,  C  de  Gaugoíena  y  Gijó*t 


436  BOLETfW  DK  HISTORIA  T  ANTIGCTEDADES 


II  * 

Instituto    Varnahagen  Sede    Pra9a  15  de  noverabro,    101  2' — Río   de 
Janeiro— Río  de  Janeiro,  27  de  ferereiro  de  1923. 

Exmo.  Snr.  Pi^esidente  da  Academia  Nacional  de  Historia — Bogotá. 

Tenho  a  honra  de  communicar  a  V.  Exa.  que,  funda- 
do aos  treze  dias  do  mez  de  novembro  do  anno  passado,  o  Ins- 
tituto Varnahagen  realizou  a  17  do  corréate  a  sessOa  inaugural  de 
seustrabalhos,  e,  ao  fazer  tal  participadlo,  cumpro  o  gratissimo  de- 
ver  de  saudar  a  essa  douta  institui^ao,  na  pessSa,  eminente  de 
V.  Exa.  certo  de  que  entre  ambos  os  institutos  se  estabelecerao 
proficuas  rela95es  em  beneficio  da  cultura  histórica  dos  nossos 
paizes. 

Pe^o  a  V.  Exa,  sr.  presidente  que  se  digne  acceitar,  coma 
expressaSo  da  mais  perfeita  solidariedade  intellectual,  os  protes- 
tos da  minha  elevada  estima  e  da  minha  maior  admira^ao. 

O  Secretario  Geral.  Ñuño  Amam 

III 

Presidencia  de  la  Academia  local  de  Historia  de  Antioquia,  10  de 
marzo  de  1923— Señor  Presidente  de  la  Academia  Nacional  de 
Historia — Bogotá. 

Me  es  grato  comunicar  a  esa  honorable  corporación,  por  el 
muy  digno  conducto  de  usted,  que  el  8  del  presente  mes  se  inaugu- 
ró en  esta  ciudad  la  Academia  local  de  Historia,  corporación 
cuyo  origen  y  tendencias,  el  fin  que  se  propone  y  los  medios  que 
empleará  para  conseguirlo,  pueden  fácilmente  comprenderse;  con- 
servar ese  rico  venero  de  historia  de  esta  venerable  ciudad,  madre 
gloriosa  del  departamento  al  que  dio  su  nombre. 

Por  mi  humilde  conducto,  la  Academia  local  de  Historia  de 
Antioquia  envía  a  esa  augusta  corporación,  que  usted  dignamen- 
te preside,  el  más  respetuoso  saludo,  y  espera  confiada  que  le 
prestará  su  importante  apoyo,  sin  el  cual  serían  casi  inútiles  los 
esfuerzos  y  anhelos  de  aquélla. 

Del  señor  presidente  atento  respetuoso  servidor,  Miguel  Mar- 
tínez. 

IV 

Consulado  de  Colombia  Córdoba  (España),  14  de  abril  de  1923. 

Señor    Secretario  de    la  Academia  Nacional  de  Historia  de  la  Re- 
pública de  Colombia— Santafé  de  Bogotá. 

Muy  señor  mío:  Tan  pronto  ha  sido  en  mi  poder  la  comuni- 
cación que,  bajo  el  número  301,  y  en  fecha  13  de  febrero,  usted  me 
dirigió,  he  trasladado  su  grato  contenido  al  ilustre  Ayuntamiento 
de  la  ciudad  de  Priego,  donde  estoy  seguro  habrá  sido  recibida  con 
júbilo,  y  habrá  determinado  nuevas  corrientes  de  afecto  hacia  la 
hermosa  nación  que  en  un  día  ejerció  su  mando  el  prieguefio  insig- 
ne don  Antonio  Caballero  y  Gongo ra. 


COMUNICACIONES  437 


Hace  unos  meses  comenzó  ei  pueblo  de  Priego  de  Córdoba  a- 
realizar  su  programa  conmemorativo  anunciando  un  concurso  na- 
cional, con  premio  único,  para  proveerse  de  la  mejor  biografía  del 
Arzobispo  Virrey,  concurso  cuyo  plazo  se  cierra  mañana. 

Ya  está  ultimado  el  programa  de  fiestas  que  han  de  tener  lu- 
gar en  los  días  23,  24  y  25  de  mayo,  y  cuando  sea  impreso  este 
programa  me  apresuraré  a  remitir  ejemplares  a  esa  Academia  Na- 
cional. 

Igualmente  lo  haré  del  acuse  de  recibo  que  el  referido  Ayun- 
tamiento de  Priego  me  haga,  tanto  a  la  comunicación  que  acabo 
de  ponerle  cuanto  a  la  suma  de  mil  pesetas,  que  según  veo  ha  de 
recibir  por  mi  conducto,  llegada  que  sea  a  mi  poder  dicha  canti- 
dad, la  que  me  apresuraré  igualmente  a  poner  en  sus  manos. 

En  cuanto  a  la  honrosísima  representación  que  se  me  confie- 
re, en  el  oficio  a  que  contesto,  he  de  decir  que  no  hallo  palabras 
adecuadas  a  la  inmensidad  de  mis  sentimientos  de  gratitud.  Acu- 
dir a  las  ceremonias  oficiales  de  Priego  en  el  centenario  de  ese 
personaje  histórico,  cuya  figura  es  para  mí  tan  simpática,  y  llevar 
la  investidura  de  esa  culta  Academia  es  un  supremo  honor  que 
yo  no  podré  nunca  pagar. 

Reciban  por  ello  las  muestras  más  fervorosas  de  mi  devoción 
y  gratitud,  y  sepan  soy  de  la  Academia  Nacional  y  de  cada  uno  de 
sus  miembros  un  leal  servidor, 

José  M.  Rey 
V 

Société  des  Americani»tes  de  París,  671,  Rué  de  Ruffon— Paris  el 
18  avril  1923. 

Señor   Secretario   Perpetuo  de   la  Academia  Nacional  de  Historia. 
Bogrotá. 

La  Sociedad  de  los  Americanistas  de  París,  profundamente  re- 
conocida po5  los  sentimientos  de  condolencia  que  la  Academia 
Nacional  de  Historia  se  ha  dignado  participarla  con  motivo  de  |a 
muerte  de  su  ilustre  presidente,  el  señor  Henry  Vignad,  me  en- 
cargó transmitir  a  usted  y  sus  distinguidos  colegas  la  expresión  jj^ 
su  reconocimiento  y  de  su  más  alta  consideración. 

El  Secretario  General,  Dr.  Rivet 

VI 

Academia  Americana  de  la  Historia — Buenos  Aires,  junio  23  de- 
1923 — Señor  Presidente  de  la  Academia  Naciooal  de  Historia. 
Bolsota. 

Tengo  el  honor  de  dirigirme  a  a  usted  para  manifestarle  que 
esta  Academia  Americana  de  la  Historia,  inauguró  solemnemente  la 
apertura  de  sus  tareas  anuales,  presidiendo  el  señor  ministro  de 
Instrucción  Pública  de  la  Nación.  Lo  que  me  complazco  en  co- 
municar a  esa  institución. 


438  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Por  otra  parte,  quedaríamos  agradecidos  si  se  sirviera  enviar- 
nos  las  publicaciones  de  esa  institución  para  ia  biblioteca  de  esa 
■Academia. 

Me  es  grato  saludar  ai  sefior  presidente  con  mi  distinguida 
consideración. 

iV,  S^rmienío,   Presidente. 


inFORmES 

I 

BIBLIOTECA   POMBO 

El  señor  ministro  de  Obras  Públicas,  en  oficio  del  19  del 
mes  próximo  pasado,  dirigido  a  la  presidencia  de  la  Academia,  dice 
que  €para  la  resolución  deñnitiva  en  un  asunto  que  se  ventila  en 
este  ministerio,  ruego  a  usted  se  sirva  informarme  sobre  la  cons- 
tancia que  ^aya  en  el  archivo  de  ese  instituto  acerca  de  la  cesión 
gratuita  hecha  a  él  por  el  señor  Jorge  Pombo  de  la  biblioteca  que 
lleva  su  nombre,  y  remitir  copia  de  la  respectiva  acta  de  entrega.» 

En  la  última  sesión  de  la  Academia  me  fue  pasado  el  anterior 
oficio  para  que  informara,  y  en  desempeño  de  la  comisión  cum- 
plo con  placer  rindiendo  el  presente  dictamen. 

En  4  de  junio  de  1910  el  señor  ministro  de  Instrucción  Pú- 
blica  hace  a  la  Academia  la  transcripción  del  siguiente  memorial: 

«Bogotá,    mayo  12  de  1910 — Señor  ministro  de  Instrucción  Pública. 
En  su  despacho. 

Deseoso  de  contribuir,  aunque  de  muy  modesta  manera,  a  ia 
celebración  del  centenario  de  nuestra  Independencia,  y  sabedor 
de  que  la  Comisión  Nacional  encargada  de  organizar  los  corres- 
pondientes festejos  tuvo  desde  un  principio  la  muy  patriótica  y  lau- 
dable idea  de  abrir  en  esta  capital  una  nueva  biblioteca  pública 
que  tuviera  por  base  el  mayor  número  posible  de  obras  colombia- 
nas, noble  propósito  para  cuya  realización  tropezó  aquella  hono- 
rable Comisión  con  el  insuperable  obstáculo  de  la  absoluta  caren- 
cia de  recursos,  me  es  muy  especialmente  grato  exponer  a  su 
Señoría,  con  el  debido  respeto,  lo  siguiente:  desde  hace  muchos 
años  me  he  ocupado,  con  el  tesón  y  la  perseverancia  que  el  asunto 
exige,  en  la  formación  de  una  bibliografía  nacional,  procurando 
<jue  ella,  algún  día,  pueda  ser  perfectamente  completa.  Los  inau- 
ditos esfuerzos  hechos  por  mí  para  el  feliz  logro  de  mi  propósito, 
casi  han  coronado,  hoy  día,  mi  anhelo,  pues  el  acopio  de  libros  y 
folletos  colombianos  que  en  la  actualidad  poseo  está  reputado,  si  uo 
como  una  colección  estrictamente  completa  de  todo  lo  publicado 
en  nuestra  patria  hasta  el  día,  al  menos  sí  como  la  que  más  se 
acerca  en  el  país  a  merecer  tal  calificativo. 

Fuera  de  la  satisfacción  personal  que  la  compilación  de  to- 
das aquellas  obras  patrias  me   procuraba,    con  mi  labor   yo  perse- 


INFORMES  439 


guia  otro  objeto:  el  que  ellas  me  suministraran  los  datos  precisos 
que  yo  necesitaba  para  la  formación  de  un  diccionario  bibliográ- 
fico colombiano,  primera  obra  de  ese  género  en  el  país,  y  cuya 
laboración  terminé  en  meses  pasados,  pero  la  cual  no  podré  pre- 
sentar impresa  el  dia  20  de  julio,  como  era  mi  desee,  por  carecer 
de  los  medios  para  su  publicación. 

Habiéndome  pues  suministrado  ya  esos  libros  los  importan- 
tes datos  que  de  ellos  requería  para  mi  trabajo,  y  coincidiendo  tal 
circunstancia  con  la  de  que  antes  hablé  a  Su  Señoría  de  que  la  Co* 
misión  Nacional  del  Centenario  ha  tenido  que  desistir  de  la  bella 
idea  de  abrir  en  esta  ciudad,  el  día  de  nuestra  clásica  fecha,  una 
nueva  biblioteca  pública,  con  base  del  mayor  número  posible  de 
obras  colombianas,  festejo  quizás  el  más  importante  en  aquel  día, 
puesto  que  él  será  el  que  exhibe  Colombia  en  su  adelanto  intelectual 
durante  el  primer  siglo  de  su  vida  independiente,  por  el  muy  res- 
petable conducto  de  ese  ministerio,  que  está  hoy  al  digno  e  ilus 
trado  cargo  de  Su  Señoría,  rae  permito  ofrecer,  como  obsequio  a  la 
República,  con  el  objeto  de  que  no  deje  de  llevarse  a  cabo  la  pa- 
triótica idea  de  los  señores  de  la  Comisión  del  Centenario,  mi  co- 
lección bibliográfica  colombiana,  de  que  antes  he  hecho  mención  a 
Su  Señoría. 

Sumamente  grato  es  para  mi,  señor  ministro,  el  poder  coo- 
perar, aunque  sea  de  esta  manera,  a  la  celebración  del  primer  cen- 
tenario de  nuestra  Independencia.  Si  Colombia,  por  cualesquiera  cir- 
cunstancias, no  está  todavía  hoy  llamada  a  figurar  en  primera  línea 
entre  sus  hermanas  de  Hispano  América  como  nación  manufacture- 
ra o  industrial,  debe  exhibirse  en  esa  fecha  en  el  muy  elevado  pues 
to  intelectual  en  que  muchos  de  sus  buenos  hijos  la  han  sabidc 
colocar.  La  compilación  en  un  solo  grupo  de  la  notable  labor  inte- 
lectual de  nuestra  patria,  durante  ún  siglo,  constituirá,  del  20  de 
julio  para  adelante,  además  de  un  estímulo  para  nuestras  jóvenes 
generaciones  y  de  un  justo  motivo  de  orgullo  para  todo  patriota, 
la  prueba  más  palmaria  y  objetiva  de  que  si,  como  con  tanta  fre- 
cuencia se  nos  enrostra,  Colombia  ha  contado  en  su  vida  republi- 
cana cuarenta  o  más  revoluciones,  también  ha  sido  durante  ella 
un  cerebro  que  no  ha  estado  dormido,  ni  aun  siquiera  indiferente 
ante  el  progreso  humano. 

Si,  como  no  lo  dudo,  el  gobierno  de  mi  patria  se  digna  acep- 
tar mi  modesto  óbolo  para  la  fiesta  de  nuestra  Independencia, 
sería  para  mí  muy  grato  que  la  nueva  biblioteca  que  está  correcta- 
mente organizada  y  catalogada,  sea  siempre  institución  enteramen- 
te aparte  y  separada  de  la  antigua  Biblioteca  Nacional  que  existe 
en  esta  ciudad,  y  que  ella  quede  a  perpetuidad  bajo  la  inmediata 
dependencia  de  la  muy  honorable  Academia  Nacional  de  Historia. 
Para  este  efecto  ya  solicité  previamente  la  venia  de  aquella  corpo- 
ración, y  debe  ya  Su  Señoría  haber  recibido  la  correspondiente 
proposición  aprobada,  por  unanimidad  de  votos,  en  la  sesión  del 
día  2  del  presente  mes. 

Agradecería  mucho  a  Su  Señoría    se  sirviera  hacer  transcri- 
h'n  el  presente  memorial,  tanto  a  dicha  Academia  como  a  la  Comí* 


440  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


sión  del  Centenario,  para  efecto  de  que  con  esas  dos  honorables 
corporaciones  pueda  yo,  en  oportunidad,  ponerme  de  acuerdo 
para  hacer  la  entrega  oficial  de  la  biblioteca,  y  haya  tiempo  sufi* 
ciente  para  arreglarla  debidamente  para  el  día  20  de  julio  próximo. 

Sefior  ministro,   Jorge  Ptmbo*  (1) 

En  10  de  julio  de  1910  el  secretario  de  la  Comisión  Nacio- 
nal del  Centenario  de  la  Independencia  dice  al  sefior  presidente 
de  la  Academia:  «Tengo  el  honor  de  comunicar  a  usted  que  la 
Comisión  Nacional  del  Centenario,  en  su  sesión  de  ayer  resolvió 
comprar  al  señor  don  Jorge  Pombo  dos  mil  volúmenes  sobre  his- 
toria americana  para  agregarlos  a  la  biblioteca  que  el  mismo  sefior 
generosamente  donó  a  la  ciudad  de  Bogotá,  y  ruega  a  usted  tenga 
la  bondad  de  certificar,  en  asocio  del  sefior  doctor  don  Pedro  M. 
Ibáfiez,  si  los  mencionados  volúmenes,  o  las  obras  que  entregue 
dicho  sefior  Pombo  valen  $  2,000  oro.»  Este  oficio  está  firmado 
por  el  sefior  W.  Ibáfiez  M.  (2). 

En  el  extracto  de  la  sesión  de  la  Academia  del  2  de  mayo 
de  iQro  se  lee:  «El  académico  don  Jorge  Pombo  informó  que  ha- 
bía donado  a  la  República  una  biblioteca  de  obras  nacionales, 
con  la  condición  de  que  ésta  quede  bajo  el  patrocinio  de  la  Aca- 
demia» (3). 

La  biblioteca  Pombo  se  inaguró  el  11  de  julio  de  1910,  y  a 
su  inauguración  concurrieron  y  pronunciaron  discursos  el  donante 
Jorge  Pombo,  el  doctor  Adolfo  León  Gómez,  como  presidente  de 
la  Academia,  y  los  doctores  Antonio  José  Uribe  y  Eusebio  Roble- 
do. (Extracto  de  las  actas  de  las  sesiones  de  la  Academia  (4.). 

En  la  sesión  solemne  de  la  Academia  del  28  de  octubre  de 
deiQío,  en  el  informe  anual  de  su  secretario,  dice:  «En  el  mes  de 
mayo  último,  guiado  por  laudable,  patriótico  impulso,  obsequió  el 
miembro  de  número  don  Jorge  Pombo  al  gobierno  de  la  Repú- 
blica, con  la  única  condición  de  que  quedase  bajo  la  dependencia 
perpetua  de  esta  Academia,  la  valiosa  sección  colombiana  de  su 
biblioteca  particular  (5). 

En  16  de  agosto  de  1911  da  cuenta  a  la  Academia  don  Jor- 
ge Pombo  de  la  terminación  del  catálogo  de  la  biblioteca  donada 
por  él  a  la  República,  y  pide  que  se  nombre  una  Comisión  para 
que  examine  y  gestione  su  apertura  para  el  público  (6). 

El  6  de  diciembre  de  19 1 2  el  sefior  ministro  de  Instrucción 
Pública  transcribe  al  secretario  de  la  Academia  el  oficio  dirigido 
por  el  ministerio  a  la  sefiora  Evangelina  Jiménez  de  Pombo,  en  el 
que  dice:    «Este  ministerio  sabrá  agradecer   debidamente  a   ustedi 

(1)  Boletín  de  Historia,   tomo  6.°,  pi.ginz^  267. 

(2)  Boletín  de  Historia,  tomo  6.°,  página  269* 
<3)  Boletín  de  Historia,  tomo  7.*,  página  155. 

(4)  Boletín  de  Historia,  tomo  7.*,  página  627. 

(5)  Boletín  de  Historia,  tomo  6.*,  página  283. 
<6)  Boletín  de  Historia,  tomo  8. 9,  página  440. 


INFORMES  441 


se  silva  entregar  a  la  Academia  las  llaves  de  la  expresada  biblio- 
teca, a  efecto  de  que  ella  preste  los  servicios  que  su  ilustre  donante 
tuvo  en  cuenta  al  hacer  tan  precioso  legado»  (i). 

En  el  informe  anual  del  señor  secretario  de  la  Academia,  de 
12  de  octubre  de  1Q13,  da  cuenta  de  que  la  biblioteca  Pombo 
quedó  abierta  al  servicio  del  público  el  8  de  febrero  de  ese  mismo 
año,  acto  al  que  asistieron  representantes  del  ministerio  de  Ins- 
trucción Pública,  de  la  Academia  y  de  la  familia  del  donador 
Pombo  (2). 

Y  últimamente,  en  el  tomo  8.%  página  650  del  Boletín  de  His- 
toria, se  encuentra  el  acta  de  la  apertura  de  la  biblioteca  Jorge 
Pombo  como  sigue: 

«A  las  tres  de  la  tarde  del  día  8  defebrero  de  1913  se  reunie- 
ron en  el  local  de  la  biblioteca  y<?r¿r  Pombo  el  doctor  José  Manuel 
Goenaga,  vicepresidente  de  la  Academia  Nacional  de  Historia;  los 
miembros  de  ella,  señores  Fabio  Lozano  y  Lozano,  bibliotecario 
déla  Pombo;  don  Gerardo  Arrubla,  representante  del  ministerio  de 
Instrucción  Pública;  don  Pedro  María  Ibáñez  y  don  Roberto  Cor- 
tázar, secretarios  de  la  corporación;  y  don  Pablo  Pombo,  con  el  ob- 
jeto de  poner  al  servicio  del  público  esta  biblioteca.  Dispuso  el 
señor  vicepresidente  que  se  extendiera  esta  acta  para  hacer  cons- 
tar los  siguientes  hechos:  i  '  Que  el  señor  Lozano  y  Lozano  recibe 
el  local,  los  estantes,  quince  silletas,  mostradores  y  los  libros  y 
folletos  que  forman  la  biblioteca,  de  la  cual  no  aparece  índice  ni 
catálogo.  2.»  Que  el  señor  bibliotecario  se  encarga  de  elaborar  un 
catálogo  completo  de  las  obras  que  allí  se  encuentran,  y  de  poner 
al  servicio  del  público  la  librería  todos  los  días  no  feriados  de  la 
una  y  media  a  las  cuatro  y  media  de  la  tarde.  3.*  Que  el  señor  Te- 
sorero de  la  Academia  se  sirva  proveer  esta  biblioteca  de  mesas 
apropiadas  para  la  lectura  y  de  escupideras.  4.»  Que  se  presente 
esta  diligencia  en  la  próxima  sesión  de  la  Academia  para  su  cono- 
cimiento y  aprobación,  la  cual  una  vez  obtenida  se  publicará.  Por 
insinuación  del  señor  vicepresidente  se  hace  constar  que  los  libros  y 
folletos'que  componen  la  biblioteca  Jorge  Pombo  se  encuentran 
convenientemente  arreglados  y  en  el  mismo  estado  en  que  los  tenia 
el  señor  Jorge  Pombo  cuando  ocurrió  su  muerte  inesperada.  En  fe 
de  todo  lo  expuesto  se  firma  la  presente  acta  por  iodos  los  que  en 
ella  intervinieron,  en  la  ciudad  de  Bogotá,  a  8  de  febrero  de  1913. 
/osé  Manuel  Goenaga —  Gerardo  Arríala — Pedro  M.  Ibáñez — Ro- 
berto Cortázar — P,  Pomho — F.  Lozano  y  Lozano.^ 

Hechas  las  transcripciones  y  citas  anteriores,  con  respeto  pro- 
pongo y  sujeto  a  la  consideración  de  la  Academia: 

Pásese  copia  del  presente  informe  al  señor  ministro  de  Obras 
Públicas,  en  cumplimiento  de  lo  solicitado  por  él. 

Señor  presidente,  Manuel  Maria  Mesa 

(1)  Boletín  de  Historia,  tomo  S.",  píígina  717. 

(2)  Boletín  de  Historia,  tomo  9.»,  xA^rn.  260- 


442  BOLETÍN  DE  HISTORIA  T  ANTIGÜEDADES 

II 

MIEMBRO  CORRESPONDIENTE 

Tenemos  el  honor  de  informaros  sobre  los  méritos  y  circuns- 
tancias de  don  Miguel  Lasso  de  la  Vega  y  López  de  Tejada,  mar- 
qués del  Saltillo,  propuesto  para  el  cargo  de  académico  corres» 
pondiente  de  nuestro  instituto. 

Pertenece  el  sefior  Lasso  de  la  Vega  a  una  ilustre  tamilia  se- 
villana; lleva  nombres  gloriosos  en  la  historia  de  España;  y  siendo 
muy  joven  todavía,  es  catedrático  de  la  Universidad  hispalense  y 
académico  de  la  Sevillana  de  Buenas  Letras  y  de  la  de  Bellas  Ar- 
tes de  Santa  Isabel. 

Es  autor  el  marqués  del  Saltillo,  entre  otras  producciones,  de 
las  manogtafías  históricas  El  Duque  de  Havre  y  su  misión  en  Es- 
Paña:  Un  gentil  hombre  de  fosé  ^';  El  Marqués  de  Ameva,  y  don 
Nic§lás  Antonio  en  la  Orden  de  Santiago.  Suyos  son  los  artículos 
publicados  en  la  Revista  de  Historia  y  Geontlogia  española  sobre  la 
nobleza  andaluza  de  origen  ñamenco. 

au  discurso  de  recepción  en  la  Academia  Sevillana  de  Buenas 
Letras  constituye  un  eruditísimo  estudio  sobre  la  heráldica  sevilla- 
na, ramo  en  el  cual  el  marqués  del  Saltillo  es  una  verdadera  au- 
toridad. 

Foreste  aspecto,  la  cooperación  del  marqués  del  Saltillo  en 
las  labores  históricas  de  la  Academia  puede  ser  de  positiva  utili- 
dad. Sus  profundos  conocimientos  en  las  genealogías  espaftolas 
servirán  seguramente  para  el  esclarecimiento  de  puntos  no  bien 
estudiados  todavía  y  referentes  a  distinguidas  familias  peninsula- 
res que  pasaron  al  Nuevo  Reino  durante  la  colonia.  En  su  cita- 
do discurso  se  habla  de  linajes  que,  como  el  de  los  Ponces  de 
León,  tuvieron,  desde  muy  antiguo  entronques  con  la  colonia. 
Allí  .se  recuerda  que  el  marqués  de  Premio  Real  hizo  en  Carta- 
gena de  Indias  la  gran  fortuna  que  le  permitió  fundar  su  mayoraz- 
go. Allí  se  cita  algún  apellido  que  ha  dado  nombre  a  un  sitio  de 
nuestra  ciudad,  sin  que  quede  quizá  memoria  de  la  causa  de  tal 
designación,  como  el  apellido  de  Paiba,  que  según  el  marqués, 
pertenece  a  «una  ilustre  familia  italiana  enlazada  con  la  de  los 
condes  de  Miraflores  de  los  Angeles. >  Aplicada  esta  ciencia  he- 
ráldica y  genealógica  a  un  asunto  que  especialmente  nos  interese, 
nos  dará  ocasión  a  un  valioso  aporte  de  datos. 

Por  otro  lado  llama  gratamente  la  atención  que  un  noble, 
poseedor  de  gran  fortuna,  y  que  se  halla  en  plena  juventud,  con- 
sagre su  tiempo  y  sus  energías  a  esclarecer  la  historia  de  su  patria 
y  los  anales  de  la  nobleza  de  su  tierra.  No  es  ciertamente  este 
caso  único  en  Espafia  ni  menos  en  Andalucía;  pero,  de  todos 
modos,  es  muy  digno  de  alabanza. 

Por  estas  consideraciones,  nos  permitimos  proponeros  respe- 
tuosamente que  se  acepte  al  marqués  del  Saltillo  en  calidad  de 
académico  correspondiente. 

Sefiores  académicos:  Antonio  Góm*%  Jtestrepo,  Eduardo  Res- 
trepo  Sáent. 


INFORMES  443 


III 


CALLK  GIRARDOT 


Se  ha  consultado  a  la  Academia  por  el  señor  miuistro  de 
Gobierno  sobre  la  época  en  que  se  dio  el  nombre  de  Girardot  a 
una  de  las  cades  de  eita  ciudad.  También  el  señor  inspector 
7."  municipal  me  ha  dirigido  una  nota  sobre  el  mismo  asunto. 

En  mi  libro  Narraciones  hablé  de  las  diversas  nomenclaturas 
que  han  tenido  las  calles  de  esta  capital,  y  ahí  mencioné  ligera- 
mente la  actual,  que  viene  del  año  de  1886. 

En  este  año  se  expidió  el  acuerdo  número  16,  de  8  de  junio, 
en  el  cual  ordena  denominar  por  números  las  carreras  y  las  calles. 
El  artículo  8. '  dice:  *Si  hubiere  sitios  en  la  ciudad  que  no  coinci> 
dan  con  la  dirección  de  alguna  calle  o  carrera,  se  les  hará  conocer 
denominándolas  con  el  nombre  de  alguna  batalla  favorable  a  la 
independencia  de  Colombia,  para  lo  cual  el  alcalde  dictará  el  de- 
creto respectivo,  que  será  publicado  en  el  periódico  oficial»   (i). 

Esta  nomenclatura  debía  empezar  a  regir  el  i9  de  agosto. 
El  señor  alcalde  dictó  el  decreto  de  16  de  junio,  en  el  cual  ordena 
cumplir  este  acuerdo  (2),  y  el  29  del  mismo  mes  celebró  un  con 
trato  con  los  señores  Jorge  Pombo  y  Carlos  Obregón  para  hacer  la 
numeración  conforme  al  nuevo  sistema  (3). 

Eiiel  informe  que  da  el  alcalde  a  la  municipalidad,  el  3 1  de  julio 
dice  que  se  va  a  cumplir  dicho  contrato;  y  en  el  de  31  de  dicieoá- 
bre  hay  este  párrafo:  <■  Nomenclatura.  La  mandada  establecer  últi- 
mamente para  las  calles  y  carreras  de  la  ciudad  está  ya  casi  ter- 
minada, y  la  utilidad  que  ella  presta  al  público  es  reconocida,  por 
todos,  aun  por  aqueüos  que  hostilizaron  en  su  principio  esta  me- 
dida civilizadora»    (4). 

No  he  logrado  hallar  el  decreto  del  Alcalde  que  diera  los 
nombres  de  esas  calles  de  que  habla  el  artículo  5.'^  del  citado 
acuerdo,'  pero  éi  debió  dictarse  en  ese  año  o  en  1887,  pues  en  el 
Directorio  de  Bogotá,  que  publicaron  dichos  señores  Pombo  y 
Obregón  para  188S  (segundo  de  la  serie)  ya  figuran  las  calles  de 
Junín  y  Girardot  y  las  carreras  de  Sucre  y  Caldas. 

En  el  Catastro  de  Cundinamarca,  impreso  en  1890,  figura 
también  (página  12)  la  calle  Girardot,  y  consta  de   cinco  cuadras. 

Bogotá.  1.*  de  junio  de  1923.  Edumrdo  Posada. 

IV 

MIEMBRO  CORRESPONDIENTE 

Con  particular  complacencia  tenemos  el  honor  de  rendir  el 
informe  reglamentario  sobre  los  méritos  y  condicione»  del   señor 


(1)  Acuerdos  expedidos  por  la  Municipalidad  de    Bogotá,   1860  a 
1886,  página  734. 

(2)  Registro  Municipal  número  284. 

(3)  Ibídem. 

(4)  Ibídem.  número  307. 


444  BOLETÍN    DE   mSTORIA    Y    ANTIGÜEDADES 


presbítero  doctor  Juan  C.  García,  propuesto  para  miembro  corres- 
pondiente de  nuestro  instituto. 

El  señor  doctor  García,  uno  de  nuestros  primeros  escritores,  y 
como  orador  sagrado  y  cultivador  de  las  disciplinas  literarias,, 
como  lo  comprueba  su  libro  sobre  LUeratura  preceptiva,  ha  con- 
quistado puesto  preeminente.  Su  afición  ypompetencia  en  materia 
de  estudios  sobre  la  historia  nacional  están  demostradas  con  ios 
numerosos  artículos  con  que  ha  colaborado  en  periódicos  y  revis- 
tas de  la  capital,  ya  sobre  el  período  de  la  conquis'"a,  glorioso  y 
sangriento;  ya  sobre  la  época  colonial,  poblada  de  leyendas  y  tra- 
diciones; ora  sobre  los  días  tempestuosos  y  magníficos  de  la  Inde- 
pendencia. Algunos  de  esos  trabajos — como  la  oración  pronun- 
ciada recientemente  en  la  iglesia  de  la  Enseñanza  con  motivo  dé- 
la traslación  de  los  restos  mortales  de  los  fundadores  del  colegio 
a  un  muro  de  dicha  iglesia — constituyen  modelos  en  ese  difícil 
género  literario,  sí  por  el  profundo  conocimiento  de  los  hechos,  sí' 
por  la  elevación  de  les  conceptos,  sí  por  la  elegancia  y  musicalidad 
del  estilo. 

Superfino  nos  parece,  tratándose  de  persona  tan  calificada^ 
como  el  señor  doctor  García  para  ocupar  un  puesto  en  la  Acade- 
mia de  Historia,  extendernos  en  mayores  consideraciones,  y  por 
eso  nos  atrevemos  a  proponeros  respetuosamente: 

Expídase  diploma  de  correspondiente  al  señor  doctor  Juaa 
C'  García. 

Bogotá,  15  de  octubre  de  1923.  Eduardo  Posada^  Raimundo 
Rivas. 


MIEMBRO  DE  NUMERO 

Con  positivo  placer  cumplimos  la  comisión  que  tuvisteis  a 
bien  confiarnos  de  informar  acerca  de  la  candidatura  del  señor 
doctor  don  José  Manuel  Marroquín  para  llenar  la  silla  numeraria 
vacante  por  muerte  de  nuestro  sentido  colega  don  Rufino  Gu- 
tiérrez. 

El  doctor  Marroquín,  desde  el  momento  en  que  recibió  el  di- 
ploma de  miembro  correspondiente — hace  cosa  de  diez  años  —se 
dedicó,  como  pocos,  a  procur>r  el  adelanto  de  la  Academia.  A  él 
se  debe  de  manera  exclusiva  el  establecimiento  de  las  lecturas 
quincenales,  que  tanto  realce  han  dado  a  las  juntas  y  tanto  estímulo 
a  cada  uno  de  los  socios.  Por  esas  lecturas  se  han  conocido  curio- 
sos y  variados  datos  que  a  no  ser  por  la  iniciativa  de  nuestro  can- 
didato yacerían  sepultados  en  el  olvido  sin  que  nadie  pudiera 
aprovecharlos. 

Ha  profesado  siempre  el  doctor  Marroquín  cariño  especialísi- 
mo  por  la  Academia,  exteriorizándolo  con  la  frecuente  asistencia 
a  las  sesiones  y  demostrando  el  mayor  interés  por  todo  lo  que  a  !a 
institución  se  refiere. 

Los  informes  dados  por  Marroquín  en  el  desempeño  de  comí- 


INFORMES  445 


siones  a  su  cargo  pueden  considerarse  como  modelos  en  su  clase,  y 
le  han  merecido  calurosos  aplausos. 

Durante  el  tiempo  en  que  permaneció  en  España  estudió 
-pacientemente  en  los  archivos  los  documentos  relativos  a  nuestra 
historia. 

El  doctor  Marroquin  prepara  ua  trabajo  titulado  Origen  y 
desarrollo  de  la  jerarquía  eclesiástica  en  Tierra  Firme,  del  cual  oyó 
la  Acdderoia  uii  importante  fragmento  sobre  el  primer  prelado  de 
Indias,  y  tiene  adelantado  un  estudio,  un  libro  quizá,  que  con  su 
modestia  natural  llama  Datos  biográficos  de  los  Artobispas  de  Bo- 
gotá, que  actualmente  llega  hasta  don  Julián  de  Cortázar.  El  autor 
emplea  los  melodías  modernos,  pues  engarza  documentos  de  suyo 
pesados  con  una  narración  sencilla  e  inteligente,  de  lo  que  resulta 
una  lectura  que  instruye  deleitando. 

Vínculos  muy  antiguos  y  muy  respetables  unen  al  nuevo  can- 
didato con  la  Academia,  porque  es  hijo  y  lleva  el  nombre  del  ilus- 
tre fundador  de  esta  corporación. 

En  vista  de  las  circunstancias  anotadas  nos  permitimos  pro- 
poner: 

Nómbrese  miembro  de  número  de  la  Academia  Nacional  de 
Historia  ^ara  llenar  la  vacante  que  dejó  e¡  señor  don  Rufino  Gu- 
tiérrez, al  señor  doctor  don  José  Manuel  Marroquin. 

Vuestra  Comisión.  Bogctá,  15  de  octubre  de  «923.  losé 
María  Res  trepo  Sáenz,   L.  García  Ortiz. 

VI 

EXAMEN  DE  CUENTAS 

Para  dar  cumplimiento  a  la  comisión  que  me  fue  confiada  en 
la  sesión  de!  15  de  abril  próximo  pasado,  manifiesto  a  usted  que 
he  examinado  detenidamente  las  cuentas  de  la  tesorería  de  la 
Academia  que  estuvieron  a  cargo  del  ex-tesorero  sefior  don 
Jorge  Wills  Pradüla,  y  que  las  he  hallado  correctas  y  de  acuerdo 
con  los  comprobantes  que  las  acompañan,  con  un  saldo  a  cargo 
de!  responsable  por  la  suma  de  diez  y  siete  pesos  con  sesenta  y 
cinco  centavos  ($  17-65).  Dicho  saldo  fue  satisfecho  por  el  sefior 
Wilis  con  un  cheque  de  su  firma,  a  cargo  del  Banco  de  Bogotá, 
por  la  referida  suma,  y  que  pasó,  por  mi  conducto,  a  manos  del 
actual  tesorero  de  la  Academia,  señor  Cortázar. 

En  consecuencia  de  lo  expuesto,  someto  a  ia  consideración  de 
la  Academia  la  siguiente  proposición: 

La  Academia  Nacional  de  Historia  aprueba  y  fenece  defini- 
tivamente las  cuentas  de  la  tesorería  de  la  Academia  que  estuvie- 
ron a  cargo  del  señor  don  Jorge  Wills  Pradilla.  Por  conducto  de 
la  Secretaría  se  dará  traslado  de  esta  resohición  al  interesado,  ma- 
nifestándole al  mismo  tiempo  los  agradecimientos  de  la  Academia 
por  sus  importantes  y  desinteresados  servicios. 

Bogotá,  mayo  15  de  1923.  Señor  presidente,  Manuel  Villa- 
veces. 


446  BOLETÍN  DK  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Vil 

MIEMBRO  DE   NÚMERO 

SeScr  Prenidsnte  de  la  Academia.  Nacional  de  Historia: 

Correspondemos  al  honor  que  usted  nos  hizo  al  encomendarnos 
informar  sobre  la  candidatura  del  señor  doctor  Miguel  Triana 
para  ocupar  la  vacante  en  las  plazas  de  número  de  la  Academia 
dejada  por  el  lamentado  fallecimiento  del  señor  M.  M.  Fajardo. 

Conocidos  de  todos  los  méritos  que  como  ciudadano  y  ser« 
vidor  público  adornan  al  candidato  y  su  reconocida  honorabilidad, 
cúmplenos  referirnos  a  su  obra  como  historiógrafo,  que  es  la  que- 
debe  premiar  la   Academia  con  la  distinción  propuesta. 

Y  en  cuanto  a  aquella  obra,  en  verdad  que  pocas  veces  como 
ahora  podría  decirse  más  apropiadamente  que  la  calidad  suple  a 
la  cantidad:  no  es  el  bagaje  historial  del  doctor  Triana  muy 
voluminoso,  ni  mucho  menos;  pero  en  cambio  su  libro  sobre  La 
Ctvilixación  Chibcha^  nítidamente  editado  en  el  presente  año  en 
esta  ciudad  y  profusamente  ilustrado,  es  de  aquellos  que  por  sí 
solos  forman  la  reputación  de  un  autor  y  consagran  a  un  aca- 
démico. 

Esa  preciosa  obra  tiene  todos  los  caracteres  de  madurez  y  de 
factura  de  las  cosas  definitivas,  sin  que  con  esto  queramos  atribuir- 
le dones  de  infalibilidad,  sino  las  excelencias  que  en  buena  biblio- 
grafía fundamentan  ese  concepto.  Porque  en  realidad  el  citado 
volumen  de  222  páginas  es  uno  de  los  esfuerzos  más  interesantes, 
más  armónicos  y  más  originales  que  se  hayan  hecho  en  nuestra 
patria,  y  aun  en  nuestra  América  sobre  el  eterno  problema  de  la 
prehistoria. 

A  propósito,  bien  sería  que  hiciésemos  aquí  una  reseña  de  los 
escritores  colombianos  que  se  han  ocupado  especialmente  en  la  ar- 
queología del  país  para  demostrar  cuan  pocos  han  sido  relativa- 
mente, y  por  tanto  para  hacer  resaltar  cuánto  debe  la  historia 
nacional  a  los  que,  como  Miguel  Triana,  se  han  hecho  unos  verda- 
deros especialistas  en  cuestiones  atañaderas  a  los  indígenas  de 
Colombia,  ya  se  trate  de  los  de  ahora  siglos,  ya  de  los  contem- 
poráneos. 

No  rectificamos  el  juicio  de  arriba  sobre  la  originalidad  de  los 
trabajos  del  doctor  Triana,  pues  ni  siquiera  lo  consideramos  exa- 
gerado, aunque  desde  luego  reconocemos  que  el  autor  ha  tenido 
que  tomar  por  base  aquellas  exposiciones  de  ios  especialistas.  De 
suerte  que  conceptuamos  que  el  citado  libro  del  doctor  Triana  es- 
original  con  la  relativa  originalidad  de  que  habló  quien  dijo  que 
nada  nuevo  había  bajo  el  sol,  no  tanto  por  la  esencia  misma  de  su 
contenido  y  por  las  prolijas  noticias  que  trae  acerca  del  imperio 
chibcha,  sino  por  aquello  que  en  todas  partes  se  considera  como 
prenda  y  gaje  de  la  originalidad:  la  concepción  personal  del  plan, 
el  método  nuevo  para  desarrollarlo,  la  manera  no  aprendida  -de 
agrupar  los  diversos  elementos,  los   puntos  de  vista  antes  no  <=■  nsa-- 


INFORMES  447 


yados,  eafin,  el  criterio  particular  para  apreciar  los  detalles  y  el 
conjunto,  todo  ello  reunido  a  no  escasas  observaciones  directas  ya 
objetivas,  ya  subjetivas,  pero  todas  de  innegable  valor  y   novedad. 

Díganlo  si  no  los  capítulos  referentes  al  culto  de  las  aguas  y 
al  proceso  de  los  desagües;  a  las  migraciones  de  otros  continen- 
tes ai  nuestro  y  de  las  riberas  americanas  a  la  altiplanicie,  por  el 
Meta  y  por  el  Magdalena;  a  la  orfebrería  en  relación  con  la  mine- 
ralogía;  a  la  metáfora  y  los  nombres  geográficos;  a  la  infiltración 
de  mitos;  a  los  petroglifos,  el  jeroglífico  y  los  dispersos  indi- 
cios de  escritura. 

¿Por  ventura  no  constituiría  un  tomo  así  de  sustantivo  y  su- 
gestivo bagaje  suficiente  para  presentarse  en  una  academia  de  es- 
pecialistas en  cualquier  país  culto?  Y  no  tan,  sólo  para  penetrar 
simplemente  a  una  corporación  de  esta  clase,  sino  para  ocupar  en 
ella  puesto  numerario,  es  decir,  de  honor  y  de  confianza. 

El  doctor  Triana  lo  merece,  asi  por  las  cualidades  intrínsecas 
de  su  intensa,  y  por  lo  mismo  seleccionada  labor  de  arqueólogo,, 
sino  también  por  esto:  es  verdaderamente  desconcertante  el 
desconocimiento  que  se  observa  en  el  vulgo  del  mundo  cul- 
to sobre  lo  que  fue  y  lo  que  significa  el  pasado  prehistórico  de 
este  centro  de  Colombia  y  sobre  la  epopeya  sin  rival  de  la  con- 
quista del  país  de  los  chibchas,  tras  de  la  odisea  sui  géneris  del 
Magdalena  y  de  las  sierras  del  Opón. 

En  efecto,  en  todas  partes  y  a  todas  horas  se  cita,  y  con  jus- 
ticia, al  Imperio  azteca  y  al  Imperio  incásico,  a  Atahualpa  y  a 
Montezuma;  pero  nadie  cita  al  Imperio  chibcha  ni  se  le  ocnrre 
nombrar  a  Nemequene,  con  todo  y  estar  demostrado  que  la  civili- 
zación, esa  civilización  que  en  un  bloque  exhibe  el  doctor  Triana, 
fue  la  tercera  del  continente. 

Lejos  de  nuestro  pensamiento  la  ingenua  vanidad  de  creer 
que  los  progresos  y  riquezas  de  por  aquí  pudieran  parangonarse 
con  los  de  allí  y  acullá;  que  lo  de  este  centro  de  América  haya  de 
equipararse  con  lo  del  Norte  o  con  lo  del  Sur.  Mas  también  es  ver- 
dad que  si  el  corazón  de  Colombia  careció  del  adelanto  material 
y  del  fausto  de  Méjico  y  del  Perú,  en  cambio  los  avances  morales, 
en  veces  sorprendentes,  en  ciertas  materias  de  filosofía  y  de  legis- 
lación, bien  merece  ya  que  se  comience  a  hablar  cuandoquiera  que 
de  estas  materias  se  trate  de  los  tres  imperios  prehistóricos  del 
Nuevo  Mundo. 

Otro  tanto  acontece  con  la  conquista:  hace  cuatrocientos  aftos. 
que  el  mundo  viene  admirando  las  hazañas  que  llevaron  con  el 
pendón  español  la  Cruz  de  Cristo  hasta  los  palacios  mejicanos  y 
hasta  los  templos  del  Cuzco;  raro  será  al  hombre  que  no  haya 
oído  nombrar,  en  veces  con  harta  frecuencia,  a  Cortés  y  a  Pizarro. 
Y  sin  embargo,  Jiménez  de  Quesada  persiguió  los  abismos  con  la 
cruz  de  su  espada,  según  el  admirable  y  simbólico  cantar  de  Cho- 
cano,  el  gran  vate  peruano  que  aquí  pudo  darse  cuenta  personal» 
de  muchas  de  esas  grandezas  sin  rival;  sin  embargo,  decimos,  la 
obra  de  Quesada  el  descubidor  y  conquistador  del  tercer  imperio,. 


448  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


obra  que  en  muchos  de  sus  singulares  detall  .^  ^  yN^unuchos  de  sus 
aspectos  superó  en  heroísmos,  originalidades  y'forailezas  de  áni- 
mo a  las  más  hazafiosas  de  su  tiempo,  principalmente  por  el  tea- 
tro erizado  de  horrorosos  obstáculos  donde  le  tocó  en  suerte  actuar 
esa  obra,  en  ñn,  pasa  casi  siempre  fuera  de  aquí  sin  mención  si- 
quiera. Tiempo  es  ya  de  que  emprendamos  también  esa  especie 
•  de  reivindicación,  tan  justa  como  justiciera,  hasta  lograr  que  en 
adelante  se  hable  asimismo  conjuntamente  de  los  tres  conquisla- 
dores  de  los  tres  imperios:  Cortés,  Pizarro  y  Quesada. 

De  manera  que  los  colombianos  estamos  en  la  obligación  de 
premiar  y  estimular  todo  esfuerzo  que  trate  de  llevar  con  funda- 
mento a  los  grandes  círculos  intelectuales  del  mundo  esos  anhelos 
y  esas  reivindicaciones  históricas;  ¿y  quién  si  no  la  Academia  de 
Historia  puede  en  nombre  de  la  República  y  por  autoridad  de  la 
ley  cumplir  con  quienes  tal  hagan  tan  claros  deberes? 

No  refiriéndonos  a  los  dos  libros  anteriores  del  doctor  Triana: 
A¿  Meta  y  Por  el  sur  de  Colombia  (con  interesantísimos  capítulos 
sobre  las  costumbres,  lenguaje,  etc.,  de  las  tribus  de  salvajes  de  ac- 
tualidad), bien  podemos  decir  que  afortunadamente  es  tal  la  savia 
de  nuestro  instituto,  que  en  sólo  este  año  de  gracia  de  1923  se  pue- 
den registrar  en  el  seno  de  él  dos  obras  de  alto,  de  altísimo 
aliento,  ya  definitivas,  en  uno  y  otro  de  aquellos  conceptos  de  que 
acabamos  de  hablar:  la  del  doctor  Miguel  Triana,  en  cuanto  a  los 
aborígenes;  la  del  doctor  Raimundo  Rivas,  en  cuanto  a  los  con- 
quistadores. 

Nada  más  justo  pues  que  venga  Miguel  Triana  a  sentarse  en 
un  sillón  de  número  al  lado  de  Raimundo  Rivas. 

En  consecuencia  tenemos  el  honor  de  proponeros: 

La  Academia  Nacional  de  Historia  elige  al  señor   doctor  Mi- 
**  guel  Triana   para  ocupar  la   plaza  de   académico  de   número,  va- 

cante por  la  muerte  del  señor  don  Manuel  M.  Fajardo. 

Vuestra  Comisión,  Arturo  Quijano,  José  María  Restrepo  Sáenx. 


ERRATA 

En  la  página  413,  línea  7,  dice:  de  la  República,  léase  de  Po- 
payan  en  la  República.  Y  en  la  nota  de  la  página  421,  donde  dice 
libre,  léase  de  la. 


V 


boletín 


Año  XIV-N.' 164  r^i     11      r     I     I  rV       Marzo.- 1924 


DE    HISTORIA    Y    ANTIGÜEDADES 

OROflno  De  tñ  flCfloemifl  rmcionflc  oe  historia 

DIRECTOR,  REDACTORES, 

EDUARDO  POSADA  LUIS  AUGUSTO  CUERVO 

ROBERTO  CORTÁZAR 


Bogotá— República  de  Colombia 


PROCESO  DE  nflRinO,  RICflURCE  y  0CR05 

(índice  de  los  documentos). 

{Conclusión). 

62.  19  septiembre  1794.  Carta  del  virrey  de  Santafé  al  duque 
de  la  Alcudia,  acompañáadole  unos  papeles  {no  están)  sobre  des- 
cubrimiento de  la  sedición  que  anunciaban  los  pasquines. 

63.  19  septiembre  1794.  Carta  del  virrey  de  Santafé  a  su 
majestad  acompañánc'ole  laque  dirige,  en  igual  fecha,  al  duque  de 
la  Alcudia,  sobre  lo  ocurrido  con  motivo  de  los  pasquines  sedicio- 
sos y  de   la  impresión  y  publicación  de  Los  derechos  del  hombre. 

64.  19  septiembre  1794.  Carta  del  virrey  de  Santafé  al  duque 
de  la  Alcudia,  a  que  hace  referencia  el  anterior. 

65.  25  agosto  1794.  Oficio  del  virrey  de  Santafé  a  la  Real 
Audiencia. 

65.  26  agosto  1794.  Oficio  del  virrey  de  Santafé  al  presidente 
del  hospicio  de  capuchinos,  sobre  misiones  en  favor  de  la  monarquía. 

67.  25  agosto  1794.  Oficio  del  mismo,  al  mismo,  coa  instruc- 
ciones para  los  misioneros. 

68.  27  agosto  1794.  Circular  del  virrey  de  Santafé  a  los 
padres  provinciales  de  los  conventos,  encargándoles  predicar  en 
favor  del  rey. 

69.  5  septiembre'1794.  Circular  del  virrey  de  Santafé  al  pre- 
sidente de  Quito  y  a  los  gobernadores  de  las  provincias,  sobre  pa- 
peles sediciosos.    ^ 

70.  5  septiembre  1794.  Circular  del  virrey  de  Santafé  a  los 
jefes  de  las  provincias  independientes  e  inmediatas,  sobre  lo  mismo. 

71.  19  septiembre  1794.  Memorial  de  Francisco  Carrasco, 
natural  de  Jerez  de  la  Frontera  y  oficial  escribiente  de  las  reales 
cajas  de  Santafé,  a  Eugenio  Llaguno,  pidiendo  se  tenga  presente 
que  fue  el  primero  que  dio  parte  al  gobierno  de  la  conspiración 
que  se  tramaba  para  sublevar  el  reino.  * 

72.  19  octubre  1794.  Memorial  de  Francisco  Carrasco  al 
duque  de  la  Alcudia,  sobre  el  mismo  asunto. 

73.  18  cctubre  1794.  Carta  del  administrador  de  correos  de 
la  Habana,  José  Fuertes,  al  duque  de  la  Alcudia,  participándole  ha 

XIV— 29 


450  BOLETÍN  DE  HISTORIA  T  ANTIGÜEDADES 


enviado   al  administrador  de  correos  de  la  Coruña  un   pliego   y 
otros  documentos  que  ha  recibido  del  virrey  de'Santafé. 

74.  19  septiembre  1794.  Oficio  del  virrey  de  Santafé  al  ad- 
ministrador de  correos  de  la  Habana,  enviándole  el  pliego  y  do- 
cumentos a  que  hace  referencia  el  anterior. 

75.  18  octubre  1794.  Recibo  que  dio  el  capitán  de  la  fragata 
Reina  Luisa  al  administrador  de  correos  de  la  Habana  de  los  pa- 
peles a  que  hace  referencia  el  documento  número  73. 

76.  ¿9  enero  1795.  Minuta  de  real  orden  al  administrador  de 
correos  de  la  Habana,  participándole  haber  recibido  el  rey  la 
carta  y  documentos  que  le  había  enviado. 

77.  19  octubre  1794-  Carta  del  gobernador  de  la  Habana, 
don  Luis  de  las  Casas,  al  duque  de  la  Alcudia,  dándole  cuenta  de 
la  reunión  que  tuvo  con  los  generalas  de  marina  para  determinar 
el  envío  de  una  fragata  de  guerra  con  el  pliego  mandado  por  el 
virrey  de  Santafé. 

78.  19  enero  1795.  Minuta  de  real  orden  al  capitán  general  de 
la  isla  de  Cuba,  don  Luis  de  las  Casas,  aprobando  las  providencias 
que  dictó  con  motivo  del  pliego  dirigido  por  el  virrey  de  Santafé, 

79.  9  septiembre  1794-  Oficio  del  virrey  de  Santafé  al 
capitán  general  de  la  isla  de  Cuba,  sobre  el  papel  Los  derechos  del 
hombre,  y  contestación. 

80.  19  septiembre  1794.  Extracto  de  ios  documentos  y  noti- 
cias, sobre  la  fijación  de  pasquines  sediciosos  y  publicación  del 
papel  titulado  Los  detechos  del  hombre  en  Santafé. 

8t.  19  octubre  1794.  Carta  del  virrey  de  Santafé  al  duque  de 
la  Alcudia,  que  tiene  al  margen  una  minuta  de  real  orden. 

82.  14  febrero  1795.  Mmuía  de  real  orden  al  virrey  de  Santa- 
fé, acusándole  recibo  y  quedar  enterado  su  majestad  de  su  carta 
de  fecha  rg  octubre  del  94  y  repitiéndole  el  encargo  de  velar  por 
la  quietud  del  reino. 

83.  12  noviembre  1794.  Carta  del  capitán  general  de  Caracas, 
Pedro  Carbonell,  al  duque  de  la  Alcudia,  dándole  cuenta  de  las 
novedades  ocurridas   en  Santafé   y  providencias   que  ha    tomado. 

84.  28  septiembre  1794.  Oficios  del  gobernador  de  Mara- 
caibo, 

85.  2T  octubre   1794.  Oficio  del  capitán  general   de  Caracas, 

86.  23  octubre  1794.  Oficio  del  intendente  Esteban  Fernán- 
dez de  León,  al  capitán  general  de  Caracas. 

87.  23  octubre  1794.  Oficio  de  Pedro  Carbonell  al  intendente 
general  del  ejéicito  y  real  hacienda. 

88.  23  octubre  1794.  Oficio  del  virrey  de  Santafé  al  capitán 
general  de  Caracas. 

89.  14  octubre  1794.  Oficio  que^el  gobernador  de  Harinas 
Fernando  Miyares,  envió  al  capitán  general  de  Caracas, 

90.  31  octubre  1794,  Oficio  que  el  ge  bernador  de  Caracas 
dirigió  al  intendente  general  del  ejército  y  real  hacienda, 

91.  20  septiembre  1794.  Cartas  particulares  de  individuos  de 
Santafé, 


PROCESO   DE  NARIÑO,  RICAURTE   Y    OTROS  45t 


92.  I."  noviembre  1794.  Acta  de  la  junta  celebrada  en  Ca-: 
racas. 

93.  I."  noviembre  179+.  Copia  del  documento  número  10,  al 
cual  hace  referencia  el  documento  número  94  (i). 

9+.  i.°  noviembre  1794.  Circular  del  capitán  genera!  de  Ca- 
racas a  los  tenientes  justicias  mayores  sobre  vigilancia  de  pasajeros. 

95.  1."  noviembre  1794..  Circular  a  los  tenientes  justicias  ma- 
yores sobre  extranjeros. 

96.  13  octubre  1794.  Carta  de  Manuel  Cerezo  al  capitán  ge- 
neral de  Caracas. 

97.  3  noviembre  1794.  Contestación  del  capitán  general  de 
Caracas. 

98.  19  enero  1795.  Minuta  de  real  orden  al  capitán  general  de 
Caracas  acusándole  recibo  de  su  carta  y  documentos,  que  envió  en 
12  de  noviembre  de  1794,  en  los  cuales  hacia  referencia  de  lo  ocu- 
rrido en  Santafé. 

99.  26  enero  1795.  Oficio  del  conde  de  Campo  de  Alange  al 
duque  de  la  Alcudia  pasándole  la  resolución  de  su  majestad  sobre 
la  carta  reservada  del  capitán  general  de  Caracas  con  motivo  de  lo 
ocurrido  en  Santafé. 

ICO.  19  noviembre  1794.  Oficio  del  virrey  de  Santafé  sobre 
una  carta  del  presidente  de  Quito,  en  que  da  noticias  de  las  ins- 
cripciones y  pasquines  sediciosos  que  aparecieron  fijados  en  aque- 
lla ciudad. 

lor.    21  octubre    1794.    Carta  del  presidente   de  Quito 

102.  8  enero  1795.  Oficio  de  Silvestre  Collar  al  duque  de  la 
Alcudia,  dándole  cuenta  de  las  ocurrencias  de  Santafé. 

103.  10  enero  1795.  Minuta  del  primer  secretario  de  estado  a' 
Silvestre  Collar,  dándole  recibo  del  oficio  anterior. 

104.  12  enero  1795.  Oficio  de  Eugenio  de  Llaguno  al  duque 
de  la  Alcudia,  poniéndolo  en  antecedentes  de  lo  ocurrido  en 
Santafé. 

105.  13  enero  1795.  Carta  del  capitán  general  de  Caracas, 
Pedro  Carbonell,  al  duque  de  la  Alcudia,  participándole  haberse 
atajado  en  tiempo  los  sucesos  de  Santafé. 

106.  19  enero  1795.  Representación  de  José  Caicedo,  regi- 
dor del  cabildo  de  Santafé  a  su  majestad  por  el  despojo  que  se 
hizo  de  la  2.*  vara  de  alcalde. 

107.  19  enero  1795.  Representación  de  Luis  de  Chaves, 
regente  de  la  audiencia  de  Santafé,  al  duque  de  la  Alcudia, 
pidiéndole  ponga  en  conocimiento  de  su  majestad  sus  méritos  y 
servicios, 

108.  2  mayo  1795.  Oficio  del  duque  de  la  Alcudia  al  regente 
de  la  audiencia  de  Santafé,  en  contestación  a  la  representación 
anterior. 


(1)  Publicado  en  El  Precursor,  página  48,  menos  loa  último»  pá- 
rrafos. 


452  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


109.  21  marzo  1795.  Representación  a  su  majestad  del  apo- 
derado del  ayuntamiento  de  Santafé,  en  Madrid,  suplicándole 
atienda  las  razones  que  expone. 

no.  19  octubre  1794.  Carta  de  José  Caicedo  en  nombre  del 
cabildo  de  Santafé,  al  diputado  por  dicha  ciudad  en  Madrid, 
para  que  éste  represente  a  su  majestad  las  injusticias  cometidas 
por  el  virrey  y  oidores,  con  los  habitantes  de  la  misma, 

111.  18  octubre  1794.  Certificación  del  secretario  del  ayun- 
tamiento de  Santafé,  legalizada  por  tres  escribanos. 

112.  19  septiembre  1794.  Oficio  del  virrey  de  Santafé  al  ca- 
bildo de  la  misma  ciudad. 

113.  13  octubre  1794.  Oficios  del  cabildo  de  Santafé  al 
virrey  y  audiencia  de  la  misma  ciudad. 

114.  18  octubre  1794.  Oficio  del  virrey  de  Santafé  al  cabildo 
de  la  misma  ciudad. 

115.  30  marzo  1795.  Representación  al  virrey  de  Santafé  de 
fray  Andrés  de  Xixona,  vicario  del  hospicio  de  capuchinos. 

116.  30  marzo  1795.  Memorial  a  su  majest id  de  fray  Andrés 
de  Xixona,  pidiéndole  jtrotección  y  permiso  para  que  pueda  since- 
rarse en  el  consejo  del  delito  por  que  se  le  acusa. 

117.  23  diciembre  1795.  Oficio  a  Eugenio  Llaguno  devol- 
viéndole la  carta  del  virrey  de  Santafé  y  documentos  que  le  acom- 
pañaban referentes  a  la  remisión  a  España  de  fray  Andrés  de 
Xixona. 

118.  20  diciembre  1795.  Oficio  de  Llaguno  al  príncipe  de  la 
Paz  enviándole  la  carta  y  documentos  que  hace  referencia  el  docu- 
mento anterior. 

119.  4  mayo  1795.  Minuta  al  secretario  de  Estado  enviándole 
el  expediente  de  los  documentos  recibidos  con  respecto  a  la  causa 
que  se  sigue  en  Santafé  por  la  fijación  de  pasquines,  publicación  de 
Los  derechos  de í  hombre  y  supuesta  sublevación. 

120.  28  abril  1795.  Minuta  al  secretario  al  Cojisejo  de  Es- 
tado de  las  novedades  ocurridas  en  Santafé  y  del  contenido  de  una 
carta  anónima  recogida. 

121.  IX  mayo  1795.  Representación  del  apoderado  del  ayun- 
tamient )  de  Santafé,  en  Madrid,  Juan  Antonio  Rubio  Plaza,  a  su 
majestad,  haciéndole  relación  de  los  sucesos  de  aquella  capital  y 
pidiéndole  en  vista  del  espíritu  de  partido,  pasión  y  parcialidad 
con  que  ha  procedido  el  virrey  y  la  audiencia,  sean  oídos  los  reos 
por  persona  sabia,  recta  y  desapasionada  que  sentencie  con  arreglo 
a  derecho. 

122.  13  mayo  1795.  Representación  de  la  ciudad  de  Santafé 
a  su  majestad,  hecha  por  el  apoderado  de  la  misma,  en  Madrid, 
Saturio  Ángel  de  Velasco,  pidiéndole  sea  reconocida  su  lealtad  y 
fidelidad. 

123.  14  noviembre  1794.  Certificación  legalizada  por  tres 
escribanos  del  secretario  del  cabildo  de  Santafé. 

124.  14  enero  1795.  Certificación  del  secretario  del  cabildo 
de  Santafé,  legalizada  por  tres  escribanos,  afirmando  que  los  electos 
para  ocupar  cargos  concejiles  son  todos  patricios  americanos. 


PROCESO   DE   NARIÑO,    RICAURTE   Y   OTROS  453 


125.  18  octubre  1794.  Certificación  del  secretario  del  cabil- 
do de  Santafé,  legalizada  por  tres  escribanos,  de  la  denuncia  y  con- 
ducta de  don  José  Arellano. 

126.  10  enero  1795.  Acta  certificada  y  legalizada  de  la  elec- 
ción de  cargos  concejiles  en  el  cabildo  de  Santafé. 

127.  13  diciembre  1794.  Oficios  cruzados  entre  la  real  au- 
diencia y  el  cabildo  de  Santafé. 

128.  10  enero  1795.  Acuerdos  tomados  por  el  cabildo  de 
Santafé. 

129.  10  enero  1795,  Oficios  cruzados  entre  el  virrey  y  el  ca- 
bildo de  Santafé. 

130.  12  enero  1795.  Real  cédula  concedida  por  su  majestad 
a  los  conquistadores  y  pobladores  del  Nuevo  Reino  de  Granada  en 
25  de  febrero  de  1579. 

131.  14  enero  1795.  Oficios  remitidos  por  oficiales  reales  de 
hacienda  ai  cabildo  de  Santafé. 

132.  29  diciembre  1795.  Oficio  de  orden  de  su  majestad, 
contestando  a  las  representaciones  hechas  por  el  cabildo  de 
Santafé. 

133.  20  mayo  1795.  Carta  del  virrey  de  Santafé  al  duque  de  la 
Alcudia,  acusándole  recibo  de  la  real  orden  de  19  de  enero  del  mis- 
mo año  y  quedar  enterado  de  su  contenido. 

134.  17  junio  1795.  Oficio  del  presidente  del  consejo  de  es- 
tado, conde  de  Montarco,  al  duque  de  la  Alcudia,  sobre  los  pasqui- 
nes sediciosos  que  se  habían  fijado  en  Santafé,  Lima,  Quito  y  Gua- 
yaquil y  sobre  la  necesidad  de  virreyes  celosos  y  activos. 

135.  ig  junio  1795.  Carta  del  virrey  de -Santafé  al  duque  de 
la  Alcudia,  dándole  cuenta  de  lo  acordado  por  él  y  la  real  au- 
diencia en  cumplimiento  de  las  reales  órdenes  de  19  enero,  14 
febrero  y  23  de  marzo. 

136.  18  junio  1795.  Acuerdo  tomado  por  el  virrey  y  la  real 
audiencia  de  Santafé,  a  que  se  refiere  la  carta  anterior. 

137.  27  septiembre  1795.  Minuta  de  real  orden  al  virrey  de 
Santafé  en  contestación  de  su  carta  de  19  de  junio  y  ordenándole 
sobresea  la  causa  de  pesquisa  general  de  sublevación. 

138.  19  junio  1795.  Carta  del  virrey  de  Santafé  al  duque  de 
la  Alcudia,  exponiéndole  el  estado  de  la  tropa  veterana  y  de  los 
refuerzos  de  que  está  necesitada  con  motivo  de  los  recelos  que 
habían  ocurrido. 

139.  18  octubre  1795.  Oficio  del  duque  de  la  Alcudia  al 
ministro  de  la  guerra,  participándole  el  contenido  de  la  carta  an- 
terior y  diciéndole  tome  con  urgencia  la  previdencia  correspon- 
diente para  contestar  al  virrey. 

140.  10  julio  1795.  Oficio  del  secretario  del  consejo  de  Indias, 
Silvestre  Collar,  al  duque  de  la  Alcudia,  enviándole  el  original  de 
una  representación  del  cabildo  de  Santafé. 

141.  17  julio  1795,  Carta  de  la  real  audiencia  de  Santafé  al 
duque  de  la  Alcudia,  dándole  cuenta  de  la  tenaz  solicitud  del  ca- 
bildo movida  por  el  regidor  don  José  Caicedo. 


454  BOLETÍN  DE   HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


142.  9  noviembre  i/g^;.  Minuta  de  real  prden  al  regente  y 
oidores  de  la  audiencia  de  Santafé,  contestándole  lo  resuelto  por  su 
majestad  sobre  la  carta  anterior. 

143.  10 julio  1795.  Oficios  cruzados  éntrela  real  audiencia 
y  el  cabildo  de  Santafé,  referentes  a  que  se  le  diera  testimonio  de 
lo  actuado  por  aquélla. 

144.  19  enero  1795.  Representación  de  la  real  audiencia  de 
Santafé  a  su  majestad,  exponiéndole  las  razones  que  había  tenido 
para  no  dar  posesión  de  las  varas  de  alcaldes  a  los  que  habían 
sido  elegidos  para  ella. 

145.  19  julio  1795.  Carta  del  virrey  de  Santafé  a!  duque  de  la 
Alcudia,  exponiéndole  las  razones  de  porqué  considera  infundada 
la  solicitud  del  cabildo  de  aquella  capital,  para  que  se  le  tenga 
por  parte  en  la  causa  de  pesquisa.  Acompaña  tres  representaciones 
de  dicho  cabildo  y  las  contestaciones  dadas. 

146.  igjulio  1795.  Representación  a  que  hace  referencia  la 
carta  anterior. 

147.  19  julio  1795.  Representación  a  que  hace  referencia  la 
misma  carta. 

148.  19  julio  1795.  Representación  a  que  hace  referencia  la 
misma  carta. 

149.  9  noviembre  1795.  Minuta  de  real  orden  al  virrey  de 
Santafé,  contestándole  lo  resuelto  por  Su  Majestad  a  su  carta  de  19 
de  julio. 

•  50.  28  septiembre  1795.  Oficio  de  Llaguno  al  principe  de  la 
Paz,  dirigiéndole  siete  cuadernos  de  autos  relativos  a  la  causa  de 
conspiración  denunciada  en  Santafé. 

151.  19  octubre  1795.  Carta  del  virrey  de  Santafé,  copiando 
el  dictamen  que  le  ha  manifestado  el  arzobispo  en  cuanto  al  per- 
dón de  los  individuos  comprendidos  en  la  causa  de  pesquisa. 

152.  ig  octubre  1795.  Carta  reservada  del  capitán  de  grana- 
deros del  batallón  auxiliar  del  Nuevo  Reino  de  Granada,  al  duque 
de  la  Alcudia,  acompañándole  el  memorial  que  con  igual  fecha 
dirige  a  su  majestad  solicitando  la  agregación  de  teniente  coronel 
vivo  al  regimiento  fijo  de  Cartfigena. 

153.  19  octubre  1795.  Memorial  de  Lorenzo  de  Parga  y 
Saavedra,  capitán  de  granaderos  del  batallón  auxiliar  del  Nuevo 
Reino  de  Granada. 

154.  7  septiembre  1795.  Certificación  dada  por  el  presidente 
de  la  Audiencia  de  Santafé,  Luis  de  Chaves,  al  capitán  de  granade- 
ros Lorenzo  de  Parga,  de  haber  disipado  con  sus  providencias  la 
subversión  que  intentaban. 

^55*  ^9  octubre  1795.  Carta  del  virrey  de  Santafé  al  duque 
de  la  Alcudia,  avisándole  que  han  salido  para  Cartagena  con  des- 
tino a  España  los  diez  reos  que  expresa  el  acuerdo  de  la  real 
audiencia  y  que  acompaña. 

156.  7  septiembre  1795.  Acuerdo  de  la  real  audiencia  de 
Santafé,  en  que  hace  relación  de  los  diez  reos  que  en  virtud  de 
dicho  acuerdo  remiten   a  España   a  disposición    de  su   majestad 


PROCESO   DE   NARIÑO,    RICAURTE   Y    OTROS  455 


157.  19  noviembre  1795.  Carta  de  la  audiencia  de  Santafé  a 
su  majestad,  participando  no  haber  podido  averiguar  el  autor  del 
pasquín  sedicioso  fijado  en   la  mañana  del   día    21   de  septiembre. 

158.  21  septiembre  1795.  Testimonio  de  ias  diligencias  prac- 
ticadas para  descubrir  el  autor  del  pasquín  sedicioso  que  se  fijó  en 
la  ciudad  de  Santafé  en  la  mañana  de  dicho  día. 

15Q.  23  septiembre  1795,  Bando  mandado  publicar  en  la  ciu- 
dad de  Santafé  de  orden  de  la  real  audiencia  con  motivo  del  pas- 
quín que  hace  referencia  el  documento  anterior. 

160.  8  diciembre  1795.  Mernorial  a  Su  Majestad  del  cabildo, 
justicia  y  regimiento  de  li  ciudad  de  Santafé,  suscrito  por  su  apo- 
derado general  Joaquín  Dareche  y  Urrutia,  suplicando  se  inhiba 
al  virrey  J')sé  Ezpeieta  y  a  los  ministros  de  la  audiencia  que  cita, 
del  onocimiento  de  las  causas  de  pasquines  y  de  la  supuesta 
sublevación,  cometiendo  al  ten. ente  general  Antonio  de  Arévalo  el 
mismo  asunto  y  que  al  cabildo  se  le  tenga  por  parte. 

i6t.  25  octubre  1794.  Varios  documentos  a  que  hace  referen- 
cia el  memorial  anterior. 

162.  25  septiembre  1794.  Representación  a  su  majestad,  que 
hace  referencia  el  mismo  memorial. 

163.  25  enero  1765.  Copia  señalada  con  el  número  3,  que 
hace  referencia  el  mismo  memorial  del  cabildo. 

164.  8  diciembre  1795.  Oficios  y  discursos  a  que  hace  referen- 
cia el  mismo  memorial. 

165.  13  julio  1795.  Varios  documentos  a  que  hace  referencia 
el  mismo  memorial. 

166.  19  febrero  1796.  Oficio  de  la  real  audiencia  de  Santafé 
dando  cuenta  a  su  majestad  de  haber  concluido  las  causas  que  se 
expresan  y  quedar  el  reino  en  la  debida  subordinación. 

167.  i6  abril  1796.  Representación  a  su  majestad  del  apode- 
rado general  del  ayuntamiento  de  Santafé,  Joaquín  Dareche  y 
Urrutia,  dando  cuenta  de  la  negativa  del  virrey  a  que  pase  a  Es- 
paña el  regidor  José  Caicedo,  para  defender  aquella  ciudad  y 
solicitando  se  le  conceda  dicho  permiso, 

168.  19  abril  1797.  Carta  del  virrey  de  Santafé  al  príncipe  de 
la  Paz,  acompañando  copia  de  una  declaración  dada  por  un  vecino 
de  Ríohacha  y  de  la  carta  que  envió  al  gobernador  de  dicha  pro- 
vincia para  que  adelante  la  referida  declaración  en  los  términos 
qae  expresa. 

169.  19  abril  1797.  Capítulo  de  la  declaración  que  Pedro 
Pérez  Prieto  dio  ante  el  gobernador  de  Ríohacha. 

170.  i'9  abril  1797.  Carta  que  el  virrey  de  Santafé  envió  al 
gobernador  de  Ríohacha, 

17  £.  13  mayo  1796.  Oficio  de  Diego  de  Gardoqué  al  príncipe 
de  la  Paz,  manifestándole  que  el  visitador  intendente  de  la  Haba- 
na ha  dado  cuenta  al  rey  de  haber  llegado  a  aquella  plaza  diez 
reos  remitidos  por  el  virrey  de  Santafé  para  seguir  para  España,  y 
diciendo  también  los  socorros  que  se  le  han  dado 

172.  19  mayo  1796,  Carta  del  ayuntamiento  de  Santafé  al 
príncipe  de  la  Paz,  acusándole  recibo  de  la  que  éste  le  dirigió  ea 


456  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


29  de   diciembre  anterior,  donde  le  manifestaba  lo  satisfecho  que 
estaba  su  majestad  del  amor  y  lealtad  de  dicha  ciudad. 

173.  6  agosto  1796.  Representación  a  su  majestad  del  ayun- 
tamiento de  Santafé  hecha  por  el  apoderado  en  Madrid,  supli- 
cando se  mande  publicar  las  actuaciones  e  informes  del  virrey 
acerca  de  la  denunciada  sedición. 

174.  19  septiembre  1796.  Representación  de  José  Vicente 
Huerta  a  la  reina,  rogándole  providencie  en  desagravio  de  su  ino- 
cencia, y  acompaña  varios  documentos,  a  fin  de  que,  en  mérito  de 
ellos,  se  le  recompense  los  perjuicios  que  le  ha  ocasionado  su  injus- 
ta prisión. 

175.  19  agosto  1796.  Titulo  original  de  graduado  en  leyes. 

176.  19  septiembre  1796.  Certificación  legalizada  que  hace 
referencia  el  documento  número  185. 

177.  15  septiembre  1796.  Certificación  legalizada  que  hace 
referencia  el  documento  número  185. 

178.  21  abril  1796.  Tres  cartas  originales  y  sus  contestaciones 
respectivas,  que  hace  referencia  el  documento  número  185. 

179.  29  diciembre  1796.  Minuta  de  una  carta  dirigida  al  virrey 
de  Santafé,  dándole  cuenta  de  haber  comunicado  a  Eugenio  Lla- 
guno,  la  que  él  remitió  con  fecha  19  de  septiembre. 

180.  26  enero  1799.  Oficio  al  gobernador  del  consejo  de 
Indias  recordándole  otro  de  10  de  noviembre  anterior  para  que 
dicho  consejo  procure  el  más  pronto  despacho  del  negocio  corres- 
pondiente a  los  reos  presos  en  el  castillo  de  San  Sebastián  de  Cádiz. 

181.  4  junio  1799.  Dictamen  del  gobernador  del  consejo  de 
Indias  en  la  cansa  de  la  supuesta  sublevación  en  Santafé. 

182.  21  junio  1799.  Oficio  del  marqués  de  Bajamar  a  Mariano 
Luis  de  Urquijo,  remitiéndole  el  anterior  dictamen. 

183.  19  junio  1800.  Memorial  de  Micaela  Beitrán  y  Pinzón  al 
presidente  del  consejo  de  estado,  suplicándole  la  libertad  de  su 
esposo,  preso  en  Santafé. 

184.  5  noviembre  1800.  Oficios  relativos  a  la  remisión  del 
memorial  anterior  al  consejo  de  estado. 

185.  Minuta  de  un  oficio  y  carta  sin  fechas  que  hay  en  otras 
hojas  del  expediente. 

i8ó.  19  septiembre  1794.  Carta  del  virrey  de  Santafé  al  duque 
de  la  Alcudia,  enviándole  testimonio  del  expediente  actuado  por 
el  oidor  don  Joaquín  Juelan  para  la  averiguación  de  los  autores  de 
los  pasquines  sediciosos. 

187.  19  noviembre  1794.  Carta  del  virrey  de  Santafé  al  duque 
de  Alcudia,  remitiéndole  la  continuación  del  testimonio  del  expe- 
diente que  está  actuando  para  la  averiguación  de  los  autores  de  los 
pasquines  sediciosos. 

188.  19  febrero  1796.  Carta  del  virrey  de  Santafé  al  príncipe 
de  la  Paz,  dándole  cuenta  de  haber  remitido  a  Cartagena  de  Indias 
para  que  sigan  para  España  los  cuatro  reos  autores  de  los  pas- 
quines. 

189.  I."  abril  1796.  Carta  del  gobernador  de  la  Habana  al 
príncipe  de  la  Paz,  participándole  de  haberle  remitido  el  virrey  de 


PROCESO    DE   NARIÑO.    RICAÜRTE   Y    OTROS  457 


Santafé    cuatro  reos  más,   que  los  mandará  a  Cádiz  en  la  primera 
ocasión. 

igo.  5  julio  1796.  Oficio  del  juez  de  arribadas  de  Cádiz  ai 
principe  de  la  Paz,  comunicándole  dispondrá  se  ponga  en  seguri- 
dad los  reos  que  han  de  venir  de  América. 

191.  22  noviembre  1796.  Oficio  del  juez  de  arribadas  de  Cá- 
diz al  piíncipe  de  la  Paz,  sobre  las  condenas  de  ios  reos  que  cita, 

192.  2  septiembre  1796.  Memorial  a  su  majestad,  suscrito  por 
Luis  Gómez,  Pablo  Uribe  y  José  Duran,  implorando  su  real  cle- 
mencia. 

193.  22  septiembre  1796.  Minuta  de  oficio  al  presidente  del 
consejo  de  estado,  para  que  resuelva  sobre  la  aprobación  de  la 
gentencia  de  la  audiencia  de  Santafé  a  los  reos  de  la  causa  de  pas- 
quines. 

194..  10  noviembre  1796.  Minuta  de  oficio  de  la  presidencia 
del  consejo  de  estado,  designando  el  presidio  en  que  han  de  cum- 
plir su  condena  los  reos  de  la  causa  de  pasquines. 

195.  4  noviembre  1799.  Oficio  de  Antonio  Cornel  a  Mariano 
Luis  de  Urquijo,  remitiéndole  la  solicitud  del  indulto  que  pide 
Luis  Gómez,  confinado  en  El  Peñón  por  la  causa  de  pasquines. 

196.  II  noviembre  1799.  Oficio  de  Mariano  Luis  de  Urquijo  a 
don  Antonio  Cornel,  como  contestación  al  del  documento  anterior. 

197.  24  diciembre  1799.  Memorial  a  su  majestad,  de  Luis  Gó- 
mez, suscrito  por  Juan  Fernández  Leal,  soliciíando  indulto  con 
motivo  del  feliz  alumbramiento  de  la  infanta  doña  María  Luisa. 

198.  8  enero  i8co.  Minuta  de  oficio  que  hace  referencia  al 
memorial  del  documento  anterior. 

199.  31  agosto  1803.  Solicitud  de  Luis  Gómez,  pidiendo  se 
mande  fijar  la  fecha  de  la  sentencia  dictada  por  la  audiencia  de 
Santafé. 

200.  25  febrero  1804.  Memorial  a  su  majestad,  de  Luis  Gó- 
mez, suplicándole  le  permita  regresar  a  su  país  en  virtud  de  las 
consideraciones  que  expone. 

201.  7  abril  1804.  Solicitud  de  Luis  Gómez,  pidiendo  se  le 
nombre  contador  entre  partes  y  tasador  general  de  la  ciudad  de 
Málaga. 

202.  20  junio  1804.  Solicitud  de  Luis  Gómez,  volviendo  a  ha- 
cer las  mismas  peticiones  expresadas  en  los  dos  documentos  ante- 
riores. 

203.  5  septiembre  1804.  Minuta  de  oficio  del  consejo  de  In- 
dias, contestando  a  la  solicitud  del  documento  anterior. 

204.  Id  noviembre  1834.  Minuta  de  oficio  al  secrerario  del 
depósito  de  hacienda,  comunicándole  lo  resuelto  por  su  majestad 
en  el  oficio  del  documento  anterior. 

205.  13  febrero  1805.  Memorial  de  Luis  Gómez  a  su  majestad, 
pidiéndole  un  empleo  en  España,  que  remedie  su  triste  situación. 

206.  8  octubre  1805.  Minutas  de  dos  oficios  para  resolver  lo 
solicitado  por  Luis  Gómez  en  sus  memoriales  anteriores. 

207.  5  marzo  1805.  Memorial  a  su  majestad,  de  Luis  Gómez, 


458  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGUEDADECS 


solicitando  el  empleo  de  interventor  del  muelle  de  Málaga,  u  otro 
cualquiera. 

208.  14  agosto  1806.  Minuta  de  oficio,  contestando  a  una  re- 
presentación de  Luis  Gómez,  que  solicita  sea  nombrado  para  una 
escribanía  de  renta. 

209.  14  septiembre  1806.  Minuta  de  oficio  referente  a  lo  que 
solicita  don  Luis  Gómez,  de  la  dispensa  de  derechos  para  ocupar 
una  escribanía  de  rentas. 

210.  17  agosto  1805.  Memorial  de  Luis  Gómez  a  su  majestad, 
suplicándole  atienda  con  urgencia  sus  representaciones. 

21  í.  18  noviembre  1799.  Memorial  a  su  majestad,  de  José 
María  Duran,  suscrito  por  don  Pedro  Pradilla,  solicitando  el  indul- 
to en  la  causa  de  pasquines. 

212.  I."  octubre  1799.  Certificación  firmada  por  José  Rivera  y 
Manuel  Llórente  Perca,  de  la  conducta  y  buen  comportamiento  de 
José  María  Duran  en  el  presidio  de  Melilla. 

213.  23  noviembre  1799.  Minuta  de  oficio,  que  hace  referen- 
cia a  los  dos  documentos  anteriores. 

?I4.  22  diciembre  1799.  Memorial  a  su  majestad,  de  José  Ma- 
ría Duran,  suscrito  por  Pedro  Pradilla,  repitiendo  la  solicitud  de 
indulto  con  motivo  del  alumbramiento  de  la  serenísima  infanta. 

215.  29  diciembre  1799.  Memorial  a  su  majestad,  de  José  Ma- 
ría Duran,  suscrito  por  Pedro  Pradilla,  solicitando  se  te  cuente  el 
tiempo  de  su  condena  desde  el  día  en  que  fue  arrestado  en  Santafé. 

216.  5  enero  1800.  Minuta  de  oficio  que  hace  referencia  al  do- 
cumento anterior. 

217.  i.°  agosto  1801.  Oficio  de  Pedro  Ceballos  al  marqués  de 
Bajamar  y  otro  de  este  señor  al  anterior,  relativos  a  lo  solicitado 
por  el  señor  Duran,  de  volver  a  su  país. 

3 18,  febrero  1802.  Solicitud  de  José  María  Duran  al  pre- 
sidente del  consejo  de  estado,  implorando  su  protección  para  que 
el  rey  le  otorgue  volver  a  su  patria. 

219.  27  julio  1802,  Memoiial  a  su  majestad,  de  José  María 
Duran,  implorando  su  gracia  con  motivo  del  matrimonio  del  prín- 
cipe de  Asturias,  para  que  le  conceda  regresar  a  su  país. 

*  220.  ó  noviembre  1802.  Solicitud  de  José  María  Duran,  al  pre- 
sidente del  consejo  de  estado,  recordándole  ha  llegado  el  tiempo 
de  concederle  la  gracia  que  tiene  solicitada. 

221.  14  enero  1803.  Solicitud  de  José  María  Duran  igual  a  la 
del  documento  anterior. 

222.  29  agosto  1803.  Solicitud  de  José  María  Duran  al  presi- 
dente del  consejo  de  estado,  suplicándole  mande  repetir  el  real 
decreto,  para  conseguir  su  repatriación. 

223.  14  marzo  1803.  Minuta  de  oficio  al  gobernador  del  con- 
sejo de  Indias,  remitiéndole  varios  documentos  de  las  causas  de 
pasquines,  de  Ricaurte  y  de  Nariño. 

224.  Sin  fecha.  Escrito  de  la  secretaría  del  consejo  de  Indias, 
exponiendo  a  su  majestad  su  parecer  en  la  causa  contra  José  María 
Duran,  y  otros  pormenores  que  detalla. 


PROCESO   DE  «ARIÑO,    RICAüRTE  T   OTROS  459 


225.  21  marzo  1795.  Oficio  de  Eugenio  Llaguno  al  duque  de 
!a  Alcudia,  remitiéndole  una  carta  de  la  audiencia  de  Santafé,  sobre 
el  expediente  general  de  pesquisa. 

226.  19  abril  17Q5.  La  audiencia  de  Santafé  lemite  testimonio 
de  cuadernos  de  diligencias  practicadas  en  la  causa  de  pesquisa. 

227.  19  octubre  1795.  Carta  de  la  audiencia  de  S  mtafé  al  du- 
que de  la  Alcudia,  dando  cuenta  a  su  m<<je3tad  de  los  fundados 
motivos  por  que  remite  a  España,  en  partida  de  registro,  diez  reos 
principales  de  la  causa  de  pesquisa  general. 

228.  .19  octubre  1795.  Informe  a  su  majestad  del  fiscal  de  la 
audiencia  de  Santafé,  Francisco  Javier  Ezterripa,  exponiendo  las 
razones  y  fundamentos  que  ha  tenido  para  votar  en  contrario  de  las 
providencias  tomadas  por  aquel  tribunal  en  la  causa  de  pesquisa. 

229.  19  octubre  1795.  Cartn  reservada  del  virrey  de  Santafé  al 
duque  de  la  Alcudia,  dándo'e  aviso  de  que  han  salido  para  Carta- 
gena los  diez  reos  que  menciona  el  acuerdo  que  acompaña  y  cuya 
remisión  ha  decretado  !a  audiencia. 

230.  19  octubre  1795.  Acuerdo  de  la  audiencia  de  Santafé,  a  que 
hace  referencia  el  documento  anterior. 

231.  6  noviembre  1795.  Memorial  a  su  majestad,  de  los  reos 
de  la  causa  sobre  pesquisa,  implorando  su  real  clemencia. 

232.  12  diciembre  1795.  Carta  del  gobernador  de  la  Habana 
al  principe  de  la  Paz,  dándole  cuenta  de  sus  providencias  para  que 
sigan  para  España  los  diez  reos  que  le  remitió  con  dicho  objeto  el 
virrey  de  Santafé. 

2^.  19  diciembre  1795.  La  audiencia  de  Santafé  da  cuenta  al 
príncipe  de  la  az,  con  testimonio  de  lo  acordado  con  respecto  a 
seis  reos  de  pesquisa. 

234.  19  enero  1796.  Memorial  a  su  majestad,  firmado  por  An- 
tonio Cortés,  solicitando  el  remedio  en  las  desgracias  que  le  han 
producido  las  falsas  calumnias  de  complicidad  en  la  sublevación  de 
Santafé. 

23:;.  II  julio  1795.  Testimonios  que  acompañan  al  anterior 
memorial  de  don  Antonio  Cortés. 

236.  19  febrero  1796.  Carta  muy  reservada  del  virrey  de  San- 
tafé al  príncipe  de  la  Paz,  acusándole  recibo  de  la  real  orden  de  27 
de  octubre. 

237.  19  marzo  1796.  Carta  de  la  audiencia  de  Santafé  al  prín- 
cipe de  la  Paz,  contestando  al  recibo  de  las  reales  órdenes  de  9  y 
20  de  noviembre  del  año  anterior. 

238.  26  marzo  1796.  Memorial  a  su  majestad,  suscrito  por  don 
Sebastián  Martín  de  Rosas,  suplicando,  en  virtud  de  poder  que 
acompaña,  la  real  clemencia  para  los  reos  que  cita  de  la  causa  de 
pesquisa. 

239.  21  noviembre  1795.  Poder  que  dieron  los  reos  que  firman 
al  agente  que  los  represente  en  Madrid. 

240.  9  abril  1796.  Carta  del  juez  de  arribadas  de  Cádiz,  Ma- 
nuel González  Guiral,  al  príncipe  de  la  Paz,  remitiéndole  una  re- 
presentación que  le  han  dirigido  los  reos  de  la  causa  de  pesquisa. 


460  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


241.  8  abril  1796.  Solicitud  de  los  reos  de  la  causa  de  pesqui- 
sa, presos  en  el  castillo  de  San  Sebastián  de  Cádiz,  al  juez  de  arriba- 
das, pidiéndole  les  asigne  un  diario  para  atender  a  su  alimentación. 

242.  18  abril  1796.  Minuta  de  real  orden  al  juez  de  arribadas 
de  Cádiz,  aprobando  su  consignac.ón  de  seis  reales  diarios  a  cada 
uno  de  los  reos. 

243.  5  julio  1798.  Solicitud  de  los  individuos  presos  en  el  cas- 
tillo de  San  Sebastián  de  Cádiz,  pidiendo  la  revisión  de  sus  causas, 
y  entretanto   se  les  provea  de  alimentos  y  vestidos. 

244.  I. o  noviembre  1798.  Solicitud  de  los  individuos  presos  en 
el  castillo  de  San  Sebastián  de  Cádiz,  pidiendo  razonadamente  la 
revisión  de  sus  causas. 

245.  15  enero  1799.  Solicitud  de  los  presos  en  el  castillo  de 
San  Sebastián  de  Cádiz,  pidiendo  la  ampliación  de  la  prisión,  para 
dentro  de  la  ciudad,  ínterin  se  resuelve  su  causa. 

246.  12  marzo  17Q9.  Oficio  del  marqués  de  Bajamar  al  señor 
don  Mariano  Luis  de  Urquijo,  accediendo  a  lo  solicitado  en  el  do- 
cumento anterior. 

247.  14  marzo  1799.  Oficio  del  señor  secretario  del  consejo  de 
Indias,  Silvestre  CoU  ir,  al  marqués  de  Bajamar,  comunicándole  el 
acuerdo  de  dicho  tribunal,  sobre  la  petición  de  los  presos  en  el  cas- 
tillo de  San  Sebastián. 

248.  15  marzo  1799.  Oficio  del  marqués  de  Bajamar  a  Maria- 
no Luis  de  Urquijo,  aclarando  una  equivocación  del  oficio  que  le 
remitió  el  12  del  mismo  mes. 

249.  19  marzo  1799.  Minuta  de  real  orden  al  gobernador  del 
consejo  de  Indias,  de  quedar  enterado  su  majestad  de  sus  oficios 
del  12  y  15  del  mismo  mes,  y  ordenándole  active  la  conclusión  de 
la  causa  sobre  pesquisa. 

250.  9  abril  1799.  Solicitud  de  los  individuos  presos  en  el  cas- 
tillo de  San  Sebastián  de  Cádiz  a  Mariano  Luis  de  Urquijo,  expie- 
sándole  su  gratitud  por  la  gracia  que  les  ha  concedido. 

251.  19  octubre  1794.  Carta  de  la  audiencia  de  Santafé  a  Eu- 
genio Llaguno  de  Amirola,  enviándoie  dos  cartas  originales,  una 
en  francés  y  otra  en  castellano,  de  Juan  Alegre. 

252.  12  abril  1794.  Carta  en  francés  a  Manuel  Fróez,  en  Car- 
tagena de  Indias. 

253.  15  marzo  1794.  Carta,  escrita  en  castellano  y  dirigida  a 
Manuel  Fróez  en  Cartagena  de  Indias,  a  que  se  refiere  el  documen- 
to número  262. 

254.  15  octubre  1794.  Diligencias  y  declaraciones  tomadas  en 
Santafé  con  motivo  de  las  dos  cartas  anteriores  y  que  la  audiencia 
remitió  para  unirla  al  expediente  de  Juan  Alegre. 

255.  20  julio  1795.  Carta  al  gobernador  de  Cádiz,  participán- 
dole de  orden  de  su  majestad  el  cumplimiento  de  lo  que  ella  dice 
con  respecto  a  Juan  Alegre. 

256.  31  julio  1795.  Carta  del  gobernador  de  Cádiz  al  duque 
de  la  Alcudia,  participándole  las  diligencias  que  ha.  practicado  para 
dar  cumplimiento  a  lo  ordenado  por  su  majestad. 


PROCESO    DE   NARIÑO,    RICAURTE   Y    OTROS  461 


257.  4.  agosto  1795.  Carta  del  gobernador  de  Cádiz  al  duque 
de  la  Alcudia,  participándole  la  prisión  de  Juan  Alegre  y  de  la  re- 
cogida de  todos  sus  papeles. 

258.  15  septiembre  1795.  Carta  del  gobernador  de  Cádiz  al 
duque  de  la  Alcudia,  enviándole  testimonio  de  las  diligencias  prac- 
ticadas y  copia  de  los  extractes  de  los  papeles  encontrados  a  don 
Juan  Alegre. 

259.  II  septiembre  1795.  Diligencias  y  extra'to  de  los  papeles 
encontrados  a  Juan  Afegre  y  que  se  refiere  el  documento  anterior. 

260.  6  octubre  1795.  Carta  del  gobernador  de  Cádiz  al  prin- 
cipe de  la  Paz,  participándole  quedar  enterado  de  la  resolución  de 
su  majestad  de  poner  en  libertad  a  Juan  Alegre  mediante  fianza. 

261.  20  octubre  1795.  Carta  del  gobernador  de  Cádiz  al  prín- 
cipe de  la  Paz,  consultándole  la  dificultad  que  encuentra  para  la 
libertad  bajo  fianza  de  Juan  Alegre  según  testimonio  que  acom- 
paña. 

262.  20  octubre  1795.  Testimonio  a  que  hace  referencia  el  do- 
cumento anterior. 

263.  13  noviembre  1795.  Solicitud  de  Juan  Alegre  al  principe 
de  la  Paz,  suplicándole  atienda  a  lo  que  le  expone. 

264.  20  noviembre  1795.  Minuta  de  real  orden  a  la  Audiencia 
de  Santafé,  poniéndola  en  antecedente  de  la  resolución  de  su  ma- 
jestad. 

Con  varias  fechas.  Copias  de  oficios  y  diligencias  decretadas 
de  real  orden  que  comprende  todo  lo  ordenado  en  el  expediente 
de  Juan  Alegre. 

265.  19  diciembre  1795.  Carta  de  la  audiencia  de  Santafé  al 
príncipe  de  la  Paz,  acusando  el  recibo  de  la  real  orden  de  20  de 
julio  de  dicho  año. 

266.  10  enero  1795.  Carta  del  virrey  de  Santafé  a  Eugenio 
Llaguno,  dándole  cuenta  de  haber  suspendido  en  virtud  de  lo  acor- 
dado por  la  audiencia  la  suspensión  del  empleo  de  alcalde  ordi- 
nario a  José  Mrifia  Lozano. 

267.  10  enero  i7g5.  Oficio  del  cabildo  de  Santafé,  y  del  cual 
hace  referencia  el  documento  anterior. 

268.  10  enero  1795.  Oficio  que  la  audiencia  de  Santafé  diri- 
gió al  virrey  y  señalado  con  el  número  2°,  a  que  se  refiere  el  do- 
cumento número  278. 

269.  10  enero  1795.  Oficio  que  el  virrey  de  Santafé  mandó  al 
cabildo,  señalado  con  el  número  3.°,  a  que  se  refiere  el  documento 
número  278. 

270.  10  enero  1795.  Copia  de  otro  oficio  que  el  virrey  de 
Santafé  dirigió  al  cabildo,  y  señalado  con  el  número  4.°,  a  que  se 
refiere  el  documento  número  278. 

271.  27  noviembre  1795.  Oficio  de  Eugenio  Llaguno  al  prín- 
cipe de  la  Paz.  enviándole  los  anteriores  documentos,  ,, 

272.  19  enero  1795.  Representación  a  su  majestad  que  hace 
el  oidor  de  la  audiencia  de  Santafé,  Francisco  Javier  Ezterripa, 
exponiéndole  las  razones  que  tuvo  para  haber  votado  en  contra  del 
acuerdo  tomado  por  aquel  tribunal. 


462  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


273.  6  marzo  1795.  Representación  a  su  majestad  José  María 
Lozano,  suscrita  por  su  hermano  Jorge,  suplicándole  ordene  le  den 
posesión  de  su  empleo  de  alcalde  del  cabildo  de  Santafé,  para 
cuyo  cargo  fue  electo. 

274.  19  enero  1795.  Copia  del  expediente  instruido  en  San- 
tafé, motivado  por  la  suspensión  del  empleo  de  alcalde  de  José 
María  Lozano. 

275-  í3  enero  1795.  Oficio  de  Jorge  Lozano  al  duque  de  la 
Alcudia,  pidiéndole  le  conceda  audiencia  para  testimoniarle  lo 
que  ocurre  en  Santafé. 

276.  25  mayo  1795,  Solicitud  de  Jorge  Lozano,  pidiendo  se 
ponga  a  su  hermano  don  José  en  posesión  del  cargo  de  alcalde  de 
Santafé,  para  el  que  fue  elegido. 

277.  4  mayo  1795.  Oficio  de  Silvestre  Collar  al  duque  de  la 
Alcudia,  con  nota  marginal,  dándole  cuenta  de  un  acuerdo  del 
consejo. 

278.  6  mayo  1795.  Minuta  de  real  orden  al  secretario  del  con- 
sejo de  Indias,  detallando  la  nota  marginal  del  documento  anterior. 

279.  19  febrero  1795.  Memorial  a  su  majestad  de  Ignacio  San- 
dino,  implorando  su  clemencia  por  el  arresto  que  sufre  en  Santafé* 

280.  19  febrero  1795.  Solicitud  de  Concepción  del  Corral,  es- 
posa de  Sandino. 

281.  19  febrero  1795.  Solicitud  de  Sandino  a  la  audiencia  de 
Santafé. 

282.  30  septiembre  1800.  Solicitud  de  Sandino,  pidiendo  se 
ordene  al  virrey  de  Santafé  le  proponga  para  el  primer  empleo 
que  vaque  en  aquel  reino,  en  virtud  de  sus  méritos  y  servicios  cuya 
relación  acompaña. 

283.  15  marzo  1800.  Relación  de  los  méritos  y  servicios  de 
Sandino. 

284.  8  octubre  1800.  Minuta  de  oficio  resolviendo  lo  que  so- 
licita Sandino. 

285.  8  octubre  1800.  Minuta  de  real  orden  al  secretario  del 
despacho  de  Gracia  y  Justicia,  confirmando  el  documento  anterior 
y  ordenando  se  le  conceda  al  Sandino  una  vara  en  España. 

Sin  fecha.  Solicitud  de  Manuela  Santamaría,  madre  de  José 
Ángel  María  Manrique,  preso  en  Santafé,  pidiendo  la  libertad  de 
su  hijo  para  que  pueda  curarse  la  enfermedad  que  padece'. 

Sin  fecha.  Solicitud  de  la  misma,  pidiendo  la  pronta  resolucipn 
a  la  anterior  que  ha  presentado. 

286.  19  marzo  1795.  i'iemorial  de  la  misma,  pidiendo  cle- 
mencia para  su  hijo,  José  Ángel  Manrique,  y  acompañando  varios 
documentos. 

287.  16  diciembre  1795.  Memorial  de  Isidoro  García  Vicente, 
por  poder  de  Francisco  González  Manrique,  padre  de  José  Ángel. 

288.  19  junio  1705.  Certificación  del  rector  del  colegio  de 
Nuestra  Señora  del  Rosario  en  Santafé. 

'         289.  19  junio  1795.  Certificación  del  catedrático  de  derecho 
canónico  en  el  colegio  de  Nuestra  Señora  del  Rosario. 


PROCESO    DE  NARIÑO,    RICAURTE   Y   OTROS  463 


290.  18  junio  1795.  Certificación  del  catedrático  de  derecho 
público  en  el  colegio  de  Nuestra  Señora  del  Rosario. 

291.  19  junio  1795.  Certificación  del  médico  José  Celestino 
Mutis  y  legalización  de  ésta  y  de  las  anteriores. 

292.  22  diciembre  1795.  Oficio  de  Eugenio  Llaguno  al  prín- 
cipe de  ¡a  Paz,  enviándole  los  cinco  anteriores  documentos. 

293.  19  noviembre  1794.  Memorial  de  Ignacio  de  Umaña  en 
nombre  de  su  hijo  Enrique,  quejándose  de  las  opresiones  a  que  le 
tiene  reducido  la  audiencia  de  Santafé,  sin  adelantar  su  causa  jii 
admitirle  sus  defensas. 

294.  17  julio  1795.  Testimonio  dado  por  la  audiencia  de  San- 
tafé a  las  solicitudes  presentadas  a  ella  por  el  procurador  de  Ea- 
rique  Umafia, 

295.  28  abril  1795.  Oficio  de  Silvestre  Collar  al  duque  de  la 
Alcudia,  remitiéndole  el  memorial  de  Umaña. 

296.  9  febrero  1795.  Memorial  de  J.  Umaña  y  López,  pidiendo 
autorice  su  majestad  a  la  audiencia  de  Santafé  para  castigar  las 
vejaciones  de  que  es  objeto. 

297.  22  enero  1795.  Testimonios  que  hace  referencia  el  me- 
morial anterior. 

298.  6  junio  1795.  Oficio  de  Silvestre  Coliar  al  duque  de  la 
Alcudia,  enviándole  el  documento  número  310. 

299.  22  abril  1795.  Memorial  de  S-iturio  Ángel  de  Velasco, 
por  poder  de  Ignacio  Umaña,  padre  de  Enrique,  pidiendo  justicia. 

300.  12  noviembre  1795.  Memorial  del  mismo,  insistiendo  en 
la  pronta  resolución  del  anterior. 

301.  i.°  abril  1795.  Poder  otorgado  a  Saturio  Ángel  de  Ve- 
lasco,  por  Ignacio  Umaña. 

302.  17  diciembre  1794.  Representaciones  dirigidas  a  la 
audiencia  de  Santafé,  por  Ignacio  Umaña. 

303.  15  octubre  1800.  Certificación  de  Cristiano  Herrgen,  pro- 
fesor del  real  estudio  de    mineralogía,  a  favor  de    Enrique  Umafia. 

304.  16  abril  i8oo.  Solicitud  de  Umaña  a  don  Mariano  Luis 
de  Urquijo,  pidiéndole  pasaporte  para  continuar  sus  estudios  de 
mineralogía  en  París. 

305.  21  abril  1800.  Memorial  de  Umaña,  suplicando  se  le 
dispense  los  dos  años  de  práctica  que  le  faltan  para  obtener  el  título 
de  abogado. 

306.  28  abril  i8oo.  Oficio  de  Mariano  Luis  de  Urquijo  al  mar- 
qués de  Bajamar,  enviándole  el  memorial  anterior,  y  oficio  de  con- 
testación accediendo  a  "lo  solicitado  en  él. 

307  4  mayo  1800.  Minuta  de  real  orden,  confirmando  la 
concesión  de  lo  solicitado  por  E.  Umaña. 

308.  5  septiembre  1800.  Solicitud  de  Umaña,  suplicando  se 
ordene  a  la  secretaría  de  hacienda  de  Indias  sea  atendido  en  sus 
pretensiones,  en  virtud  de  las  razones  que  expone. 

309.  28  octubre  i&oo.  Minuta  de  real  orden  al  secretario 
del  despacho  de  hacienda  de  Indias,  previniéndole  en  una  nota 
lo  que  resulta  de  las  causas  seguidas  en  Santafé  por  la  audiencia,  y 
la  real   determinación  tomada  por  su  majestad  en  dichas  causas. 


464  BOLETÍN   DE   HISTORIA   Y    ANTIGÜEDADES 


310.  17  abril  1796.  Solicitud  de  Luis  de  Rieux,  preso  en  la 
real  cárcel  de  Cádiz,  pidiendo  sea  trasladado  a  Madrid,  para  la 
que  le  oigan  sus  defensas,  solicitando  al  mismo  tiempo  le  abonen 
sus  sueldos. 

31 1.  6  junio  1796.  Oficio  de  Silvestre  Collar  a  Eugenio  Lla- 
guno,  dándole  cuenta  de  la  solicitud  anterior. 

312.  15  junio  1796.  Oficio  de  Eugenio  Llaguno  al  príncipe  de 
la  Paz,  remitiéndole  los  dos  documentos  anteriores. 

313.  22  julio  1796.  Representación  de  Rieux  al  príncipe  de  la 
Paz,  insistiendo  en  la  petición  del  documento  número  310. 

314.  29  octubre  1798.  Carta  del  embajador  de  Francia  en 
Madrid  al  ministro  de  estado,  expresándole  lo  solicitado  por 
Rieux.  r 

315.  10  noviembre  1798.  Minuta  de  real  orden  al  gobernado 
del  consejo  de  Indias,  enviándole  el  sumario  remitido  por  la  audien- 
cia de  Santafé,  de  'a  causa  de  supuesta  sublevación. 

316.  10  noviembre  1798.  Oficio  del  ministro  de  estado  al  em- 
bajador de  Francia  en  Madrid,  contestando  a  la  carta  que  expresa 
el  documento  número  314. 

317.  6  marzo  1799.  Solicitud  de  Rieux,  en  nombre  de  los  pre- 
sos en  el  castillo  de  San  Sebastián  de  Cádiz,  pidiendo  se  les  am- 
plíe la  prisión  a  toda  la  plaza  y  sus  arrabales. 

318.  II  marzo  1799.  Oficio  al  gobernador  del  consejo  de  In- 
dias, ordenándole  la  pronta  resolución  de  la  consulta  pedida  por 
su  majestad,  y  mientras  tanto  diga  si  puede  ampliarse  la  prisión 
solicitada  en  el  documento  anterior. 

319.  6  abril  1799.  Memorial  de  Rieux,  suplicando  lesean  en- 
tregados a  su  apoderado  en  Cádiz  los  diarios  vencidos  desde  su 
salida  del  castillo  de  San  Sebastián. 

320.  54  abril  1799.  Oficio  de  Mariano  Luis  de  Urquijo  al  mar- 
qués de  Bajamar,  remitiéndole  el  memorial  anterior  y  su  contes- 
tación. 

321.  27  abril  1799.  Minuta  de  real  orden  al  juez  de  arriba- 
das de  Cádiz,  accediendo  a  lo  solicitado  por  Luis  de  Rieux. 

322.  7  mayo  1799.  Carta  del  juez  de  arribadas  de  Cádiz  a 
Mariano  Luis  de  Urquijo,  participándole  dará  cumplimiento  a  la 
real  orden  anterior. 

323.  21  junio  1799.  Solicitud  de  Rieux  a  Mariano  Luis  de 
Urquijo,  enviándole  una  representación  para  su  majestad  a  nom- 
bre de  los  individuos  remitidos  bajo  partida  de  registro  por  la  real 
audiencia  de  Santafé. 

324.  21  junio  1799.  Memorial  que  se  refiere  la  solicitud  an- 
terior. Nota  de  Rieux  sobre  su  causa. 

325.  17  diciembre  1807.  Solicitud  de  Rieux  al  secretario  de 
estado,  enviándole  un  memorial  para  su  majestad. 

326.  17  diciembre  1807.  Memorial  a  que  se  refiere  la  solicitud 
anterior. 

327.  20  enero  1808.  Minuta  de  real  orden  en  contestación  de 
lo  que  solicita  en  el  memorial  anterior. 


PROCESO    DE   NARIÑO,    RICAURTE   Y    OTROS  465 


328.  20  enero  1808.  Solicitud  de  Rieux,  exponiendo  las  ra- 
zones que  tiene  para  no  conformarse  con  lo  dispuesto  en  la  minuta 
anterior. 

329.  21  enero  i8c8.  Solicitud  de  Rieux  a  Pedro  de  Ceballos, 
implorando  su  protección  para  que  pueda  lograr  sus  pretensiones. 
Varias  fechas.  Extracto  de  la  causa,  reclamaciones  y  fundamen- 
tos presentados  por  Luis  de  Rieux. 

330.  10  noviembre  1800.  Solicitud  de  Pedro  Pradiila,  pidiendo 
se  le  conceda  pasaporte  para  restituirse  a  Santafé. 

331.  31  mayo  1800.  Oficio  de  José  Antonio  Caballero  a  Ma- 
riano Luis  de  Urquijo,  pidiendo  informes  para  resolver  una  solici- 
tud presentada  por  Francisco  Zea. 

332.  ro  junio  i8oo.  Contestación  al  oficio  anterior. 

333-  30  septiembre  1795.  Memorial  de  Enrique  Rodríguez,  re- 
presentando hallarse  preso,  suspenso  de  empleo  e  incomunicado 
por  la  causa  que  expresa,  a  fin  de  que  su  majestad  lo  proteja  y  sea 
restituido  a  su  honor,  libertad  y  empleo. 

334.  19  enero  1796.  Carta  de  la  Audiencia  de  Santafé  al  prín- 
cipe de  la  Paz,  dándole  cuenta  de  lo  actuado  en  la  causa  que  se  le 
sigue  a  Rodríguez,  por  testimonio  que  acompaña,  e  implorando 
la  resolución  de  su  majestad. 

335.  10  mayo  1796.  Minuta  de  ía  carta  del  príncipe  de  la  Paz 
a  la  Audiencia  de  Santafé,  en  contestación  a  la  que  ésta  le  dirigió 
en  19  de  enero,  con  la  resoli  ción  de  su  majestad.  Testimonio  de  la 
causa  que  se  menciona  en  el  documento  número  35c,  y  al  cual  hace 
referencia. 

336.  I."  febrero  1796.  Solicitud  de  Rodríguez  al  príncipe  de 
la  Paz,  acompañándole  un  memorial. 

337.  i.°  febrero  1796.  Memorial  de  Rodríguez,  con  diligencias 
a  las  cuales  hace  referencia  el  memorial, 

,338-  30  abril  1796.  Memorial  de  Rodríguez,  acompañando 
testimonio  en  solicitud  de  licencia  para  pasar  a  la  corte  a  defender- 
se personalmente.  Testimonio  que  acompaña  al  memorial  anterior. 

339.  2  septiembre  1796.  Memorial  de  Rodríguez,  acompa- 
ñando tres  testimonios  con  el  objeto  de  continuar  sus  defensas  en 
su  causa. 

340.  2  de  septiembre  1796.  Testimonio  número  i,  que  hace 
referencia  el  memorial  anterior. 

341.  2  septiembre  1796.  Testimonio  número  2,  que  hace  re- 
ferencia el  mismo  memorial. 

342.  2  septiembre  1796.  Testimonio  número  3,  que  hace  re- 
ferencia el  mismo  memorial. 

343.  2  febrero  1797.  Solicitud  de  Rodríguez  ai  príncipe  de  la 
Paz,  implorando  su  protección,  y  suplicándole  ponga  en  manos  de 
su  majestad  la  representación  que  acompaña. 

344.  2  febrero  1797.  Representación  de  Rodríguez  a  su  ma- 
jestad, a  la  cual  hace  referencia  el  documento  anterior. 

XIT~30 


466  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


345.  21  junio  1797.  Solicitud  de  Joaquín  Cañaveral,  gober- 
nador que  fue  de  Cartagena  de  Indias,  al  príncipe  de  la  Paz,  pi- 
diendo se  le  den  copias  de  las  providencias  dadas  en  la  causa  de 
Rodríguez. 

346.  24  junio  1796.  Solicitud  de  Joaquín  Cañaveral  al  piín- 
cipe  de  la  Paz,  en  que  le  suplica  pase  al  consejo  de  Indias  la  causa 
de  Enrique  Rodríguez.  Sin  fecha.  Minuta  que  acompaña  la  copia 
de  la  carta  que  la  Audiencia  de  Santafé  mandó  con  el  testimonio 
de  la  causa  seguida  a  Rodríguez 

347.  9  junio  1802.  Carta  al  gobernador  del  consejo  de  Indias, 
enviándole  copia  de  la  última  representación  de  Rodríguez  a  la 
Audiencia  de  Santafé. 

348.  30  junio  1802.  Oficio  de  Miguel  Cayetano  Soler  a  Pe- 
dro Ceballos,  para  que  le  diga  si  Enrique  Rodríguez  salió  absuelto 
de  la  causa  que  se  le  formó  en  Santafé, 

349.  5  julio  1802.  Minuta  al  señor  secretario  del  despacho  de 
Hacienda,  contestándole  al  oficio  del  documento  anterior. 

350.  19  diciembre  1801.  Representación  de  la  Audiencia  de 
Santafé  a  su  majestad,  sobre  la  conducta  observada  por  Rodríguez. 

351.  4  noviembre  1802.  El  consejo  de  Indias  representa  a  su 
majestad  las  razones  que  tiene  para  que  le  alce  a  don  Enrique  Ro- 
dríguez la  suspensión  de  sus  empleos,  fundándose  en  la  respuesta 
del  fiscal,  que  acompaña. 

352.  13  octubre  1802.  Respuesta  del  fiscal  del  consejo  de 
Indias,  que  hace  referencia  el  documento  anterior. 

353.  29  noviembre  1802.  Memorial  de  Gaspar  Soliveres,  so- 
licitando sea  repuesto  Rodríguez  en  su  empjeo,  y  se  le  abonen  los 
sueldos  caídos. 

354.  15  junio  1802.  Minuta  de  real  orden,  remitiendo  al  go- 
bernador del  consejo  de  Indias  una  representación  de  Rodríguez. 
Testimonios  a  los  cuales  hace  referencia  el  memorial  del  núme- 
ro 349. 

345.  17  febrero  1803.  Informe  del  consejo  de  Indias  a  su  ma- 
jestad, para  que  determine  sea  repuesto  Rodríguez  en  la  fiscalía 
de  hacienda  de  Cartagena. 

346.  17  febrero  1803.  Sentencia  absolviendo  a  Rodríguez,  y 
reponiéndolo  en  su  profesión  y  empleo. 


MEMORIA    INSTRUCTIVA  467 

mEíDORifl  mszmdum 

DE    LA    PROVINCIA    DK   MUZOS    Y    COLIMAS   (l) 

Smaragdis  hic  locus  Patria  est. 
Nam  licet  sint  et  ^giptü,  et 
Calcedonü,  et  Medici,  et  Laconoci, 
praecipuns  tamen  honor  est  Scyth- 
icis.  Nihil  his  jucundius,  uihil 
utilius  vident  oculi:  in  primis 
virent  ultra  irrigua  gramina, 
ultra  amnicas  herbas:  deinde  fati- 
patos  colorís  reficiunt  lenitate. 
Man  vissus,  quos  alterius  gemmae 
fulgor  returedit,  Smaragdi  recreant 
et  exacunnt.  Nec  aliam  ob  caussam 
placuit,  ut  non  scalperentur,  ne 
offensum  decus  imaginum  lacunis 
corrumperetur:  quam  quam  qui  verus 
est,  difficulter  vulneretur. 
Probantur  hoo  pacto:  si  aspectus 
transmittant,  si  cum  globosi  sint, 
inspectantium  facías  aemuletur;  si 
ñeque  umbra,  ñeque  lucernis,  ñeque 
solé  mutentur.  Óptimos  tamen  sonti- 
"  untur  situs,  quibus  planities  resu- 
pina  est,  et  extenta. 

(C.  Jul.  Solini  Polyhistor.  Cap.  25^. 

Topograñao 

Prolóngase  esta  provincia  del  nord-ouest  al  norte  de  Santafé, 
capital  del  reino  de  Tierra  Firme,  con  cuya  jurisdicción  cívica 
parte  términos  en  distancias  de  quince  y  veinticinco  leguas,  sir- 
viéndoles de  lindes  las  montañas  que  corren  desde  la  catarata  de 
Teqüendama,  al  ouest  de  Santafé,  y  mediodía  de  los  colimas. 

Siguiendo  la  cadena  al  norte,  divide  los  pueblos  deZipaquirá, 
Ubaté,  Fúquene,  Simijaca  y  Chiquinquirá,  pueblos  de  la  provin- 
cia de  Santafé.  y  el  último  de  la  de  Tunja,  confinantes  al  oriente 
de  los  muzos.  Termina  ésta,  por  el  norte,  en  los  territorios  de  la 
ciudad  de  Vélez.  De  norte  a  ouest  le  sirve  de  valla  el  gran  río  de 
la  Magdalena,  que  la  divide  de  las  jurisdicciones  de  los  gobiernos 
de  Antioquia  y  Mariquita,  partiendo  término  con  este  segundo  al 
mediodía  por  el  río  Negro  o  de  Villeta,  antigua  linde  de  la  nación 
panche. 

Los  geógrafos  antiguos  sitúan  la  ciudad  de  Muzo  en  sesenta  y 
seis  giados  de  longitud,  y  cinco  grados  cincuenta  minutos  de  la- 
titud septentrional,  y  los  modernos  la  ponen  más  oriental,  condife- 


(1)  El  señor  don  Carlos  Salazar  del  Camino,  que  ha  hecho  inves- 
tíg^aciones  acertadas  en  los  archivos  europeos,  nos  obsequió  con  e&te 
importantísimo  documento,  hasta  hoy  inédito.  Próximamente  publica- 
remos otros  igualmente  curiosos,  que  debemos  al  mismo  señor.  (E.  P.). 


468  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


reacia  de  diez  grados  de  longitud  (?).  Hacia  el  mediodía  de  Muzo 
en  poco  más  de  una  jornada  de  distancia  está  la  ciudad  de  la 
Palma,  casi  bajo  un  mismo  meridiano. 

Todo  el  costado  del  paralelo  del  río  Magdalena  es  descono- 
cido; y  como  este  caudaloso  río  corre  por  inmensas  vueltas,  care- 
ciéndose  de  observaciones  astronómicas  rectificadas  en  sus  diferen- 
tes ángulos,  no  puede  determinarse  la  área  de  la  provincia  de  los 
muzos  y  colimas,  aunque  se  suponga  reducida  a  un  romboide, 
dándole  treinta  leguas  al  frente  de  Santafé,  en  la  cadena  de  mon- 
tañas, y  otras  tantas  poco  más  o  menos  por  el  lado  de  los  panches, 
siguiendo  el  curso  del  río  de  Villeta,  hasta  su  desagüe  en  el  Mag- 
dalena, e  igual  medida  en  la  línea  divisoria  de  Tunja  y  Vélez 
hasta  el  mismo  Magdalena,  porque  las  vueltas  de  éste  hacen  irre- 
gular su  línea^  la  cual,  si  se  puede  computar  por  la  navegación  or- 
dinaria, suponiendo  que  en  cada  día  se  navegan  ocho  leguas,  río 
arriba,  y  que  de  las  bocis  del  río  Opón  a  la  del  río  Negro,  o  Ville- 
ta se  emplean  siete  jumadas,  podrá  decirse  por  este  cálculo  que 
aquella  línea  serpeada  y  divisoria  de  la  provincia  de  Muzos  com- 
prende cincuenta  y  seis  leguas. 

Toda  la  población  de  los  muzos  y  colimas  está  puesta  norte- 
sur,  casi  bajo  un  mismo  meridiano  a  las  vertientes  occidentales  de 
la  expresada  cordillera  divisoria  de  las  sabanas  de  Bogotá.  El  resto 
del  territorio  occidental  hacia  el  río  de  la  Magdalena  es  despobla- 
do pero  frondoso  de  espaciosas  selvas,  valles  y  altas  colinas.  En 
toda  la  linea  expresada  de  la  ribera  del  Magdalena  n j  se  ad- 
vierten desagües  de  ríos  que  bajen  de  ias  montañas  de  los  muzos. 
Por  esto  es  de  creer  que  todas  las  aguas  sean  lo  que  en  el  p;iís  se 
llaman  quebradas,  y  en  otras  partes  serían  ríos  de  nombradla.  Ellas 
pueden  desaguar  unas  en  el  expresado  río  Negro,  término  meridio- 
nal; otras  en  el  Opón,  término  boreal;  y  otras  en  ¡as  ciénegas  nom- 
bradas del  Ermitaño  al  nord  ouest  de  Muzo  que  vacia  en  el  Mag- 
dalena, abajo  de  su  célebre  angostura;  y  otrí)S  en  las  ciénagas  de 
Palagua,  al  ouest  dé  Muzo,  poco  más  arriba  de  la  angostura,  al 
frente  del  celebrado  río  de  Nare,  de  la  Provincia  de  Antioquia,  ca- 
mino corriente  del  comercio  de  ella  a  la  villa  de  Honda,  y  capital 
de  Santafé. 

Las  aguas  vertientes  de  la  expresada  cordillera  forman  el  río  Zar- 
ve,  que  tiene  su  origen  en  el  cerro  de  Itoco,  famosa  cantera  de  las 
esmeraldas,  y  por  eso  los  habitantes  también  lo  llaman  río  Minero. 
Está  la  ciudad  de  Muzo  a  dos  le  >uas  al  mediodía  del  expresado  cerro, 
en  distancia  de  una  legua  de  la  ribera  oriental  del  río.  Las  aguas  de 
éste  son  naturalmente  oscuras,  porque  lavan  las  excreciones,  grasas 
y  lucos  fermentados  de  los  minerales  de  esmeraldas,  de  los  de  co- 
bre, de  los  de  caparrosa,  fuentes  saladas  y  una  indecible  multitud 
de  vegetales.  Corre  después  por  entre  dos  admirables  pirámjdes 
que  levantó  naturaleza  y  adoró  la  gentilidad  dándoles  los  nombres 
de  JFura  y  Tena,  que  los  españoles  quisieron  olvidar,  apellidándolas 
las  Tetas  de  Jbamá,  pueblo  situado  a  su  inmediación,  de  que  sólo 
queda  el  nombre.  Ambas  pirámides  son  de  piedra   estriadas;    la 


MEMORIA    INSTRUCTIVA  469" 


una  eslá  truncada,  con  la  particularidad  de  tener  a  su  lado  otra? 
pequeña,  que  se  juzga  puede  ser  la  misma  cresta  truncada  y 
traspuesta  al  pie  con  el  juguete  de  algún  rayo,  porque  si  se  re- 
conocen externamente,  todo  parece  obra  de  la  naturaleza;  aunque 
otros,  sin  examen  de  ella,  juzgan  ser  todo  obra  hechiza,  porque  los 
indios  adoraban  en  ese  monumento  un  matrimonio  con  una  hija, 
según  sus  tradiciones.  La  otra  pirámide  entera  la  distinguió  natu- 
raleza con  una  fuente  agradable,  cristalina  y  dulce,  y  de  aquí  po- 
dría conjeturarse  que  la  truncada  sea  un  verdadero  cráter  apagado 
al  tiempo  de  la  explosión,  que  puso  al  pie  su  cresta.  Cada  columna 
tiene  más  de  mil  varas  de  perímetro  a  su  base.  Su  elevación  es  tan- 
ta, que  sus  cimas  escarpian  hs  nubes  al  vuelo,  y  desde  ellas  se  re- 
gistran las  estrellas  de  los  dus  polos  del  mundo,  Hé  aquí  un  vigía 
de  la  naturaleza  adonde  desgraciadamente  no  le  ha  hecho  la  sen- 
tinela  ningún  sabio  explorador  del  universo. 

Ignórase  si  desde  las  expresadas  columnas  es  navegable  el  re- 
-ferido  río  en  su  curso  sucesivo,  que  parece  lo  sigue  al  mediodía,  a 
vaciar  en  el  río  Villeía  o  Negro,  porque  desconociéndose  su  co- 
rriente honda,  se  ignora  también  si  tiene  algún  precipicio,  como  es 
probable,  según  el  terreno,  semejante  al  del  Tequendama. 

El  temple  de  este  país  es  benigno  y  uniformemente  cálido  en 
razón  de  la  influencia  solar,  de  la  elevación  de  los  terrenos  y  de 
la  combinación  de  otras  causas.  Es  por  e^^o  feraz  igualmente  de  mi- 
nerales y  de  vegetales,  pudiéndose  disputar  si  es  más  estimable 
por  lo  uno  o  por  lo  otro;  cuyo  problema  resolverá  la  posteridad 
con  el  evento  de  los  tiempos  y  el  examen  de  la  naturaleza,  aunque 
ésta  es  siempre  novelera.  Fue  suceso  muy  notable  al  principio  de 
la  conquista  la  observación  de  que  los  ganados  y  los  hombres  per- 
dían el  pelo  y  las  uñas  en  el  partido  de  la  Palma.  Entonces  los 
más  presumidos  filósofos  se  contentaron  con  cualquier  razón,  ver- 
dadera o  aparente  del  fenómeno,  atribuyéndolo  al  alimento  del 
maíz,  no  por  el  género  sino  por  la  especie  y  calidad.  La  observa- 
ción ulterior  acreditó  qne  la  malignidad  no  era  propia  del  fruto 
sino  del  terreno,  sin  duda  porque  éste  está  muy  cargado  de  capa- 
rrosa, sales  y  otro  jugos  no  examinados.  Pero,  por  el  contrario,  entre 
los  indios  se  veían  nacer  criaturas  monstruosamente  cubiertas  de 
áspero  bello  o  cerda,  y  esta  era  bastante  causa  para  que  las  madres, 
sorprendidas  del  horror  o  guiadas  de  la  superstición,  les  quitasen  la 
vida,  de  cuyo  hecho  se  tomó  testimonio  en  el  año  de  1600  por  un 
cura  que,  noticioso,  procuró  precaver  el  daño.  Tales  fenómenos  no 
examinados  por  naturalistas  inteligentes,  han  quedado  en  relación 
y  no  se  ven  repetidos,  ya  sea  porque  los  terrenos  se  han  domado  y 
las  siembras  se  hacen  con  más  conocimiento,  ya  porque  casi  no 
hay  indios,  y  los  residuos  son  menos  silvestres  y  supersticiosos. 
Consiguientemente  si  la  naturaleza  aún  produce  estos  fenómenos, 
no  provienen  de  las  referidas  causas  conjeturales. 

Población. 

La  población  está  dividida,  por  razón  de  las  diferentes  juris- 
dicciones, en  dos  raetrocomias  o  partidos.  El  primero  y  más  princi- 


470  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


pal  es  el  de  la  ciudad,  capital  de  la  provincia,  titulada  de  la  Santí- 
sima Trinidad  de  los  Muzos,  fundada  por  el  capitán  Luis  Lanche- 
ro, en  la  segunda  entrada  que  hizo  a  la  pacificacicn  de  los  gentiles, 
llevando  el  ejército  desde  Tunja  y  entrando  por  el  confín  de  la  ciu- 
dad de  Vélez,  y  esta  fue  la  cuarta  entrada  de  los  españoles  en 
aquella  provincia,  el  año  de  1558.  La  ciudad  de  Muzo  distará 
de  la  capital  de  Santafé  poco  más  o  menos  veinticinco  leguas  y  lo 
mismo  de  la  ciudad  de  Tunja.  Tiene  cabildo,  justicia  y  regimien- 
to, y  en  lo  eclesiástico,  un  cura  rector,  que  reúne  el  vicariato  ordi- 
nario y  las  comisiones  de  cruzadas  e  inqu  sición  de  todo  e!  partido, 
y  también  hay  un  sacristán  instituido  conforme  al  real  patronato. 
Cuando  fue  opulenta  tuvo  conventos  de  Santo  Domingo,  de  San 
Francisco  y  de  San  Agustín,  de  los  cuales  no  queda  sino  el  de  San- 
to Domingo,  con  uno  o  dos  frailes,  únicos  cooperadores  de  la  ad- 
ministración eclesiástica.  La  populación  de  ia  ciudad  y  la  campaña 
podrá  constituir  en  quinientos  vecinos,  poo  más  o  menos,  de  todas 
gentes,  restando  entre  ellas  algunas  familias  nobles,  empobrecidas. 
La  iglesia  es  de  teja  y  medianamente  aderezada,  pero  el  resto  de 
la  ciudad  apenas  tendrá  cuatro  o  cinco  casas  de  teja,  siendo  las 
demás  de  paja  y  bahareque.  Agregósele,  en  1731,  la  administración 
eclesiástica  y  la  política  del  asiento  de  minas  de  esmeraldas  a  ins- 
tancias del  párroco  don  Tomás  Villalobos,  por  no  poderse  susten- 
tar conjuntamente.  En  el  distrito  del  partido  se  hallan  los  curatos 
y  pueblos  siguientes: 

I."  El  pueblo  y  curato  de  Copere,  situado  al  oriente  de  Muzo, 
en  que  habrá  treinta  familias  de  indios  y  ciento  veinte  de  blancos, 
que  viven  miserablemente.  Riega  este  pueblo  el  lío  nombrado  Vi- 
llamizar,  heredando  el  apellido  del  capitán  que  mandó  la  batalla 
memorable  dada  sobre  este  terreno  a  los  gentiles, 

2."  El  curato  de  Paime  y  su  agregado  de  la  Herradura  con 
otros  tres  pequeños  caseríos  o  sitios  dispersos  al  poniente  de  Muzo, 
tendrá  poco  más  o  menos  doscientas  cincuenta  familias  miserables. 
La  iglesia  principal  es  de  paja  y  desviada  de  toda  decencia.  El  te- 
rreno es  montuoso,  con  muchos  precipicios  y  barriales.  Por  su  mi- 
seria llegó  a  extinguirse  este  curato,  pero  el  muy  reverendo  arzo- 
bispo Urbina  lo  restableció  fabricando  iglesia  y  casa  para  el  cura, 
que  proveyó  en  el  año  de  1796,  desde  cuyo  tiempo  no  ha  tenido  el 
pueblo  crecimiento  sensible. 

3.°  El  tercer  curato  es  el  de  Paunagrandfe,  situado  al  norte  de 
Muzo.  Este  pueblo  de  indios  estuvo  encomendado  a  la  religión  de 
San  Francisco.  Tendrá  cincuenta  indios  y  cien  blancos  agregados, 
pero  carece  de  la  regular  decencia  en  la  iglesia.  A  este  curato  per- 
tenece el  territorio  de  un  distante  valle  hacia  el  río  de  la  Magdale- 
na llamado  el  Otro  Mundo,  refugio  cierto  y  salvo  de  forajidos, 
desertores  o  delincuentes.  Por  la  considerable  distancia,  maleza  de 
las  veredas  y  temeroso  horror  con  que  se  habla  de  aquellos  monta- 
races nadie  se  atreve  a  visitarlos  ni  averiguar  su  vida.  Otros  case- 
ríos o  estalafes  de  la  misma  naturaleza   hay  en  aquellos   desiertos. 

4.°  El  curato  y  pueblo  de  Moporá  tiene  muy  pocos  indios,  y  su 
vecindario  llegará  a  cien  blancos. 


MEMORIA    INSTRUCTIVA  471 


5."  El  pueblo  de  Yacopí,  con  ios  sitios  agregados  de  Quinama- 
cepi  y  otro  se  compone  de  indios  y  blancos  en  muy  poco   número, 

6.'  El  curato  dé  Quipama,  con  sus  sitios  agregados  de  Itoco 
y  Topo,  fueron  de  la  administración  de  la  religión  de  Santo 
Domingo:  tiene  pocos  indios  y  corto  miserable  vecmdario,  princi- 
palmente desde  que  se  trasladó  a  la  catedral  de  Santafé  la  devota 
imagen  de  Nuestra  Señora  de  los  Dolores,  apellidada  del  Topo, 
que  antes  llevaba  algunos  peregrinos  a  aquel  sitio. 

7.°  El  curato  de  Abipique  fue  de  la  administración  de  ios  pa- 
dres de  S»  Francisco,  en  el  día  muy  miserable. 

8."  El  curato  de  Maripí,  situado  a  media  jornada  de  Muzo  y 
una  jomada  de  Chiquinquirá,  término  de  la  provincia  deTunja.  La 
iglesia  es  de  paja,  y  su  vecindario  se  compondrá  de  cincuenta  fa- 
milias y  lal  cual  indio. 

Ei  otro  partido  es  el  de  los  colimas,  cuya  capital  es  la  ciudad 
de  la  Palma  de  Ronda,  fundada  por  don  Antonio  de  Toledo,  ve- 
cino de  Mariquita,  en  15Ó0,  en  el  sitio  de  Parriparri,  y  tiasladada, 
en  1563,  por  don  Gutierre  de  Ovalle,  natural  de  Ronda  en  España. 
Tiene  esta  ciudad  consejo,  justicia  y  regimiento  en  el  nombre.  Su 
vecindario,  incluso  el  de  la  campaña,  puede  ascender  a  cuatrocien- 
tos vecinos.  Dista  de  la  capital  de  Santafé  quince  leguas  poco 
más  o  menos.  Tiene  iglesia  de  teja,  con  escaso  ornamento;  un 
cura  rector  vicario  y  un  sacristán,  instituidos  conforme  al  real  pa- 
tronato; y  un  convei.ío  de  San  Francisco,  que  hoy  apenas  es  mora- 
da de  un  fraile.  En  ei  distrito  de  esta  ciudad  hay  los  curatos  y 
pueblos  siguientes: 

I ."  El  curato  de  Teramaalta  tendrá  trescientos  vecinos,  los 
más  acomodados  de  la  jurisdicción  por  las  cosechas  de  caña  dulce 
y  algodón  que  cultivan.  El  terreno  es  montuoso  y  pantanoso  y  hay 
en  su  recinto  tal  cual  indio. 

2."  El  curato  de  las  agregaciones  de  Teramabaja,  la  Peña, 
Minipí  y  otras,  para  cuya  administración  hay  tres  miserables  igle- 
sias de  paja,  muy  indecentes.  Este  curato  fue  de  la  administración 
de  los  padres  de  San  Francisco  cuando  existía  el  pueblo  de  Mar- 
cha, por  cuya  extensión  a  solicitd  de  los  vecinos  de  los  valles  de 
la  Peña  y  Minipí,  que  se  regularon  en  doscientas  familias,  se  eri- 
gieron en  parroquia,  en  el  año  de  1751. 

3.°  El  curato  de  Caparrapí  tendrá  ochenta  vecinos,  con  tal  cual 
indio,  y  su  iglesia,  tan  miserable  como  ellos. 

4.°  El  curato  de  Muchipay,  con  las  agregaciones  de  Topaipí 
y  otros  caseríos  dispersos,  tendrá  sesenta   vecinos  y  tal  cual  indio. 

5.°  El  curato  de  Murca,  con  sus  agregaciones  de  Guachipay  y 
otras,  que  fue  antiguamente  administrado  por  la  religión  de  San 
Francisco,  que  hizo  división  de  él,  en  el  año  de  1763.  Su  feligresía 
es  de  la  misma  clase  y  número  que  la  antecedente. 

El  gentío  de  las  dos  referidas  metrocomias  de  Muzo  y  la 
Palma  se  compone,  como  va  notado,  de  dos  clases: 

I."  Del  resto  de  las  dos  tribus  de  los  muzos  y  colimas,  de 
cuyas  bravas  naciones  quedan  muy  pocos  individuos  dispersos.  No 
hay  pueblo  alguno  que  se  componga  de  sola  esta  gente  solariega. 


472  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Quizá  examinando  el  asunto  con  detenida  madurez  sería  mejor  no 
diferenciar  los  individuos  residuos  con  los  caracteres  de  las  leyes 
declarando  a  los  indios  francos,  como  los  demás  habitantes,  una  vez 
que  se  han  considerado  por  reales  cédulas  sobrecartadas,  en  ii 
de  septiembre  de  1766,  capaces  y  dignos  acreedores  de  obtener  to- 
dos los  oficios  y  dignidades  civiles  y  eclesiásticas  del  mismo  orden 
y  modo  que  les  españoles.  Por  este  medio  quedarían  libres  del 
ominoso  tributo  personal,  cuyo  horror  los  tiene  en  dispersión.  Igua- 
lados, en  todos  derechos,  con  los  demás  habitantes,  pagarían  los 
diezmos  de  sus  cosechas,  las  alcabalas  de  sus  ventas  y.  las  demás 
contribuciones  generales  en  que  lucraría  la  rea!  hacien®  a  propor- 
ción de  sus  haberes  e  industria;  alternando  con  todos,  conocerían 
las  ventajas  de  la  propiedad,  que  aborrecen  porque  temen  el  despo- 
jo, y  no  trabajan  para  su  posteridad.  Libres  de  las  vejaciones  que 
padecen  en  la  exacción  del  tributo  o  tasa  personal,  del  mismo  modo 
que  su  majestad  se  ha  servido  últimamente  favorecer  a  sus  pueblos 
de  esta  península  con  la  abolición  de  su  pecho  personal,  la  alterna- 
tiva con  los  demás  habitantes  los  llevaría  al  pundonor  y  propia 
estimación;  progresivamente  imitarían  todas  las  costumbres  españo- 
las; sacudirían  fácilmente  el  abatimiento  en  que  los  tiene  una  legis- 
lación contradictoria  que  los  diferencia  de  aquellos  que  siempre 
miran  como  deshermanados  en  la  naturaleza  y  como  opresores  de 
sus  individuos;  y  al  fin  se  haría  una  sola  gente  capaz  de  otro 
crecimiento  en  lo  espiritual  y  temporal,  pues  la  experiencia  tiene 
acreditado  que  la  propagación  encastada  es  más  industriosa  y  apta 
para  todo. 

2.0  Esa  es  la  clase  dominante,  conocida  con  el  nombre  de 
blancos,  entre  los  cuales  se  computan  las  familias  de  puros  españo- 
les, reliquias  empobrecidas  de  los  primeros  conquistadores  y  po- 
bladores, que  a  pesar  de  su  miseria,  pican  de  hidalgos.  Conocénse 
las  familias  de  Cameros,  Padillas,  Ramírez,  Manforte,  Corteses  y 
otros  apellidos  ilustres,  pero  como  no  hay  comercio  lucroso,  ni  fa- 
milias ricas,  están  confinadas  a  aquellos  desiertos  adonde  no  inter- 
nan los  modernos  aventureros,  ni  hacen  alianza  los  vecinos  de  las 
provincias  comarcanas.  Los  encastados  o  mestizos  de  indios  y  es- 
pañoles son  hijos  de  la  miseria  o  del  pecado,  y  puede  decirse  no 
hay  mulatos  ni  zambos,  porque  si  algún  negro  hubo  en  los  primi- 
tivos tiempos  en  que  las  minas  de  esmeraldas  se  trabajaban  por  los 
particulares,  esa  edad  fue  fugaz  y  o  se  extrajeron  los  negros  para 
ocuparlos  en  otros  trabajos  o  se  acabaron  los  pocos  internados  en 
las  minas,  único  objeto  en  que  se  emplean  eu  las  provincias  inter- 
nas del  virreinato. 

Después  de  doscientos  cuarenta  años  de  ocupada  esta  provin- 
cia, tan  inmediata  a  la  capital  del  reino  y  confinada  de  otras  pro- 
vincias bien  pobladas  y  comerciantes,  es  muy  digno  de  admirarse, 
se  ignore,  como  se  ignora,  si  en  estas  desconocidas  selvas  y  exten». 
sión  territorial  de  Muzo  hay  o  nó  gentiles  refugiados  o  por  descu- 
brir. Con  el  espantoso  apellido  de  yariguíes  se  teme  mucho  a  ori- 
llas del  río  Magdalena,  hacia  el  confín  de  Vélez,  a  una  porción  de 
gentes  que  se  creen  reliquias  de  los  antiguos  muzos,  o  de  la  nación 


MEMORIA    INSTRUCTIVA  473 


Naura,  y  otros  indios  de  la  referida  provincia  deVélez,  dispersados 
o  fugitivos  desde  el  tiempo  de  la  conquista.  Si  ellos  son  reliquias 
de  una  nación,  también  es  verosímil  que  entre  esos  montaraces  se 
hayan  metido  posteriormente  otros  indios  y  muchos  esclavos  y  de- 
lincuentes. Consta  que,  por  los  años  de  1600,  hubo  un  palenque  de 
negros  muy  formidable  que  ocupaba  la  laguna  de  Palagua,  causan- 
do muchas  hostilidades  con  robos  y  muertes  ejecutadas  en  los  na- 
vegantes del  río  de  la  Magdalena,  hasta  el  extremo  de  haberse  in- 
terrumpido el  comercio,  y  al  mismo  tiempo  se  experimentaron 
iguales  hostilidades  de  los  apellidados  yariguíes  a  la  parte  de  abajo 
del  mismo  río  de  la  Magdalena  infestando  el  antiguo  camino  de 
Opón.  Por  eso  se  hicieron  unas  ordenanzas  estableciendo,  entre 
otros  puntos,  que  nunca  navegase  un  champán  o  canoa,  sino  en 
convoy  o  flotillas,  y  se  estableció  un  presidio  de  fuer¿:a  en  el  pa- 
raje llamado  Corare,  que  defendiese  la  navegaeión  así  del  Magda- 
lena como  del  no  Opón.  Se  tomaron  otras  medidas  para  develar  el 
palenque  de  negros  y  se  proyectó  fundar  una  ciudad  de  asilo  y 
fuerza  en  la  angostura  del  Magdalena,  que  no  tuvo  efecto,  pero  ha- 
biéndose contenido  los  apellidados  yariguíes,  o  unidose  con  los  ne- 
gros del  palenque,  se  trasladó  el  presidio  del  Carare  cinco  jorna- 
das más  arriba,  poniéndolo  en  la  misma  angostura  del  Magdalena, 
en  la  ribera  occidental,  para  que  no  pudiese  ser  sorprendido,  y 
desde  allí  fácilmente  se  batiese  el  palenque  de  Palagua,  que  demo- 
raba poco  más  arriba.  Este  presidio  facilitóla  navegación  inteírum- 
pida  del  río  de  la  Magdalena,  desde  el  año  1592,  y  para  mantenerlo 
se  situaron  sobre  las  cajas  de  Santafé  siete  mil  quinientos  pesos  de 
dotación  de  la  fuerza  y  un  capellán  con  trescientos  pesos  de  esti- 
pendio, creyendo  que  por  este  medio,  insensiblemente  se  lograba 
dar  principio  a  la  deseada  ciudad.  Contemporáneamente  se  fomen- 
tó el  establecimiento  del  puerto  de  Honda,  seis  jornadas  arriba  de 
la  angostura,  haciendo  allí  unas  bodegas,  especie  de  aduana,  con 
un  administrador  recaudador  de  los  derechos,  impuestos  de  puertos 
y  almofarifazgo,  sobre  cuyo  producto,  por  real  cédula  de  27  de  enero 
de  158 1,  se  situaron  seis  mil  pesos  anuales  para  la  apertura  del  ca- 
mino de  tierra  desde  el  puerto  de  Honda  por  los  valles  de  Gua- 
duas y  Villeta  a  la  capital  de  Santafé;  se  abandonó  enteramente  el 
camino  de  Opón  y  ccmenzó  a  poblarse  la  villa  de  Honda,  puerto 
necesario  de  descarga  para  tomar  el  camino  de  tierra  a  Santafé,  si- 
tuado a  su  oriente,  y  a  las  provincias  meridionales  de  Popayán, 
creciendo  tanto  la  población  de  Honda,  que  en  1640  se  erigió  en 
título  de  villa,  con  su  consejo,  justicia  y  regimiento.  Pero  se  des- 
gració la  deseada  fundación  de  la  angostura,  ya  fuese  porque  los 
navegantes  sólo  aportan  para  ser  registrados  del  resguardo  de 
rentas;  ya  porque  la  mala  conducta  de  los  capitanes  les  hizo  más 
temible  el  presidio,  que  los  mismos  yariguíes;  o  ya  fuese  por  la  mala 
economía  y  política  con  que  se  trató  este  establecimiento,  redu- 
ciendo el  presidio  a  mero  resguardo  de  rentas.  Así  subsiste  reduci- 
do a  seis  u  ocho  hombres  de  resguardo,  sin  capellán,  ni  provecho 
alguno  del  estado.    En  el  gobierno    del  muy  reverendo   arzobispo 


474  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


virrey  se  comenzaron  a  experimentar  de  nuevo  algunas  muertes  y 
robos  ejecutados  en  los  navegantes  del  Magdalena,  hacia  la  parte 
de  Opón,  con  que  resucitó  el  casi  olvidado  apellido  de  los  yari- 
guies.  Esto  le  dio  ocasión  a  aquel  jefe  de  tratar  de  pacificarlos  y 
sujetarlos,  cometiendo  la  expedición  a  don  Salvador  de  Plati,  ve- 
cino de  la  villa  del  Socorro,  una  de  las  comprendidas  en  el  corre- 
gimiento, que  por  resolución  de  su  majestad,  de  marzo  del  año  pa- 
sado de  1795  se  ha  mandado  erigir  en  Vélez,  para  atender  ai  res- 
tablecimiento del  antiguo  camino  de  Opón,  y  fomentar  aquella 
provincia,  que  lo  necesita  igualmente  que  su  confinante  de  Muzo. 
La  débil  población  de  ésta,  abandonada  del  gobierno  y  no  vi- 
sitada por  los  reverendos  prelados,  es  tan  decadente,  que  apenas 
conocen  la  moneda,  y  en  lo  interior  permutan  sus  groseros  frutos 
para  socorrer  las  necesidades  diarias,  viviendo  los  moradores  con 
los  plátanos,  yucas,  maíz,  caña  dulce,  algún  arroz,  poco  cacao  y 
café  y  otras  producciones,  como  queda  dicho.  Un  espectador  no 
halla  comparación  entre  los  habitantes  de  esta  provincia  con  los 
solitarios  anacoretas,  y  menos  con  los  pordioseros  de  los  pueblos 
civilizados  que  con  las  sobras  del  lujo  y  de  la  gula  nutren  grande- 
mente sus  carrillos,  y  visten  sus  carnes,  al  ver  que  los  montaraces 
de  Muzo  se  contentan  con  el  manjar  que  llaman  soatá,  que  no  es 
más  que  un  cocimiento  de  maíz  y  cogollos  de  oyama,  especie  de 
calabaza,  y  se  regalan  como  con  un  delicado  néctar  tomando  su 
espinóla,  que  es  la  composición  de  un  puco  de  cacao,  harina  de 
maíz  tostado  y  dulce  de  caña  de  las  especies  que  llaman  miel,  pa- 
nela o  alfandoque. 

Gobierno. 

En  el  floreciente  tiempo  de  la  provincia  hizo  la  ciudad  de 
Muzo  diligentes  instancias  con  el  presidente  visitador  general  del 
reino  don  Antonio  González,  ministro  togado  del  supremo  consejo 
de  Indias,  que  pasó  a  aquella  región  con  plenos  poderes  para  darle 
la  mejor  forma  de  gobierno,  solicitando  se  erigiese  en  dicha  ciudad 
\ina  caja  real  donde  se  quintasen  las  esmeraldas  y  demás  metales  que 
se  podrían  beneficiar;  se  cobrasen  juntamente  las  alcabalas,  tri- 
butos de  indios  y  demás  ramos  de  real  hacienda;  y  se  aliviase  a 
aquel  vecindario  de  la  necesidad  de  acudir  para  todo  esto  a  las 
cajas  de  Santafé,  y  de  las  extorsiones  que  por  esta  causa  sufrían 
con  continuos*jueces  de  residencia.  Tuvo  la  solicitud,  como  todas 
las  del  buen  orden  público,  sus  tropiezos, y  fue  remitida  su  decisión 
a  la  junta  general  de  tribunales  que  por  su  acuerdo,  de  9  de  no- 
viembre de  1594  y  9  de  octubre  de  1595,  deliberó  el  estabeciraien- 
to  de  capital  en  Muzo,  cometiendo  la  ejecución  al  contador  oficial 
real  de  las  cajas  de  Santafé,  Hernando  de  Ángulo,  con  todas  las  fa- 
cultades necesarias.  Posteriormente  se  acordaron  por  los  presiden- 
tes sucesores  y  oidores  visitadores  de  la  tierra  varias  providencias 
y  ordenanzas  que  reglaron  la  administración  de  la  caja  real,  la 
exacción  de  quintos  y  los  demás  ramos  de  real  hacienda,  como 
también  la  labor  de  las  minas  de  esmeraldas,  bajo  cuyo  pie  duró 
la  caja  algunos  años. 


MEMORIA    INSTRUCTIVA  475 


Desde  la  ocupación  de  la  provincia  se  erigió  en  un  gobierno, 
conforme  a  las  ordenanzas,  subordinado  a  la  audiencia  de  Santafé, 
y  lo  obtuvieron  sucesivamente  veintiséis  gobernadores,  con  ejerci- 
cio del  real  patronato,  hasta  que  se  extinguió,  en  el  año  da  1650,  a 
cumplimiento  de  real  cédula,  de  4  de  miyo  de  1648.  En  su  virtud 
el  partido  y  territorio  de  Muzo  se  sometió  al  corregimiento  de 
Tunja;  y  el  otro,  de  los  colimas,  se  agregó  al  corregimiento  de  To- 
caima  y  Mariquita.  Esta  providencia,  fundada  en  la  decadencia  de 
la  provincia,  vino  a  ser  la  ruina  total  de  ella,  cuando  hubiera  sido 
fácil  por  otros  medios  fomentar  y  auxiliar  su  engrandecimiento.  Ni 
al  corregidor  de  Tunja  ni  al  de  Mariquita  les  han  podido  jamás 
ser  cómodas  estas  agregaciones,  así  por  !a  distancia  y  desvíos  de 
sus  residencias,  como  por  los  fragosos  caminos  y  ningunas  utilida- 
des en  proporción  con  el  cuidado  del  gobierno.  Desaparecieron, 
pues,  el  gobierno  y  las  cajas  reales,  los  frailes  desampararon  los 
conventos  y  la  populación  se  dispersó.  Entonce^  había  sido,  sin 
duda,  mejor  unir  esos  territorios  a  la  inmediata  inspección  del  su- 
perior gobierno  de  Santafé  con  probables  esperanzas  de  otras 
ventajas,  pero  los  eventos  de  la  visita  general,  actuada  a  la  sazón, 
encaminaron  al  extremo  no  sólo  la  ruina  de  esa  preciosa  provin- 
cia, sina  de  otras  más  florecientes.  Con  esto  concurrió  el  haberse 
incorporado  en  la  real  corona  la  labor  y  administración  de  las  mi- 
nas de  esmeraldas,  excluyendo  a  todos  los  particulares  que  habían 
tenido  parte  en  ellas,  y  fue  consecuencia  necesaria  el  que  los  más 
pudientes  vecinos  abandonaron  la  provinci^ky  se  avecindaron  en 
otras  partes.  Perdiéronse  las  labores  de  las  minas,  y  no  pudo  pros- 
perar en  los  demás  ramos,  ni  se  acudió  a  ello  por  la  calamidad  de 
los  tiempos. 

El  virrey,  marqués  de  la  Vegade  Armijo,  don  frey  Pedro  Masía 
de  la  Zerda,  a  poco  de  haber  tomado  el  mando,  fijó  su  atención  al 
fenómeno  délas  minas,  entre  las  cuales  no  podía  dejar  de  ser  la  pri- 
mera la  de  esmeraldas  de  Muzo.  A  este  fin  hizo  pasar  a  aquel  reino 
varios  minei  os  de  los  acreditados  de  Lima  y  Méjico,  y  de  éstos, 
don  José  Antonio  Villegas  fue  destinado  a  las  de  Muzo,  en  que  no 
hizo  progreso,  ciertamente  por  su  impericia,  pero  estableció  una 
administración  de  cuenta  de  la  real  hacienda,  que  se  ha  continuado, 
sin  progreso  ni  utilidad  alguna  hasta  el  año  de  1792,  en  que  el  mi- 
nistro tesorero  de  las  cajas  de  Santafé,  don  Martín  Urdaneta,  fue 
comisionado  para  visitar  dichos  minerales  y  examinar  el  estado  de 
la  administración,  de  cuyos  resultados  dio  cuenta  al  superior  go- 
bierno, y  ha  propuesto  directamente  a  su  majestad,  en  papel  sepa- 
rado, los  medios  que  considera  convenientes  para  que  continúe  la 
administración  y  se  restablezca  con  probabilidad  la  labor  de  aque- 
llas minas,  joya  singular  de  la  corona  y  única  que  en  el  día  se  co- 
noce en  el  universo. 

Ha  quedado  pues  la  provincia  de  Muzo,  de  muchos  años  a  esta 
parte,  reducida  a  un  despreciable  gobierao  municipal,  que  consiste 
en  los  ayuntamientos  de  la  ciudad  de  la  Trinidad  de  Muzo  y  de  la 
ciudad  de  la  Palma  de  Ronda,  cuerpos  no  más  que  nominales,  por- 
que no  hay  regidores  perpetuos,  ni  quienes  apetezcan  estos  oñcios, 


476  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


estando  reducidos  los  ayuntamientos  a  uno  o  dos  regidores,  tai  vez 
vecinos  de  otras  jurisdicciones,  que,  con  los  alcaides  del  año  ante- 
rior, eligen  los  que  lo  han  de  ser  en  el  año  siguiente,  y  también  los 
alcaldes  rurales  o  pedáneos  de  las  parroquias  de  cada  partido' 
cuyas  elecciones  confirman  los  respectivos  corregidores  de  Tunj-)  y 
Mariquita. 

En  ningún.)  de  los  ayuntamientos,  ni  en  todo  el  distrito,  hay 
escribano  real^  ni  de  número.  Por  esta  falta  no  puede  tener  expen- 
dio el  papel  sellado,  ni  borrarse  el  derecho  de  alcabalas  de  los 
contratos  que  se  celebran,  como  que  no  se  autorizan  con  escrituras. 
Así  convendría  que  su  majestad,  por  algunos  años,  mientras  la 
provincia  tome  incremento  capaz  de  otras  medidas,  diese  ¡autoridad 
al  virrey  para  crear  y  nombrar  escribanos,  despachándoles  los  títu- 
los gratuitamente  a  algunos  sujetos,  con  cargo  de  ir  a  avecindarse 
a  aquellas  ciudades  y  parroquias  de  su  señalamiento.  Este  será  uno 
de  los  medios  muy  h'jnrad(;s  y  alicientes  de  llevar  gente  a  aquellos 
desiertos,  sin  cost  j  de  real  hacienda,  la  cual  nada  pierde  en  que, 
por  ahora,  estas  gracias  al  sacar  (¡o  le  den  el  ingreso  de  la  tarifa, 
porque  a  cualquier  extremo  que  se  mire  carece  siempre  del  ingreso. 
No  hay  escribano,  y  de  aquí  se  siguen  muchos  males  en  el  orden 
público.  No  los  habrá  durante  la  miseria  de  la  provincia,  siempre 
que  la  gracia  se  haga  de  conceder  por  el  servicio  pecunario  de  la 
tarifa  y  con  la  formalidad  de  impetrar  los  despachos  de  notaría  real 
y  escribanía  pública  por  la  vía  del  conseio,  porque  no  prometiendo 
utilidad  en  el  presente  estado,  ninguno  la  solicitará,  como  se  expe- 
rimenta también  de  otras  ciudades  y  en  casi  todas  las  grandes  y  pe- 
queñas parroquias  del  virreinato.  Por  eso, para  introducir  tan  nece- 
sarios oficios,  es  necesario  rogar  con  ellos  'y  dárselos  a  quienquiera 
obtenerlos,  haciéndole  la  ventaja  propuesta  con  cargo  de  que  sean 
obligados  a  la  administración  del  papel  sellado,  pues  así  se  facilita- 
rá el  otorgamiento  de  testamentos,  poderes  y  contratos,  actuacio- 
nes de  causas  y  demás  actos  solemnes  de  que  se  carece,  y  la  real 
hacienda  nada  ingresa  ni  dei  pape!  sellado,  ni  de  las  alcabalas,  ni 
de  penas  de  cámara.  Para  darles  más  alicientes  a  los  oficios  de  es- 
cribanos y  que  en  lo  sucesivo  sean  apetecibles  en  venta,  es  muy 
conveniente  que,  así  a  los  primeros  escribanos  constituidos  gratui- 
tamente en  los  términos  referidos  por  la  primera  o  más  veces,  se- 
gún lo  estime  el  virrey,  se  les  conceda  el  tanto  por  ciento  de  la 
administración  del  papel  sellado,  por  razón  de  la  cuenta  y  trabajo 
de  la  administración,  de  suerte  que  procurando  su  utilidad  es  ne- 
cesario el  mayor  ingreso  de  la  real  hacienda. 

Comercio, 

Cuasi  es  ninguno  el  comercio  que  presentemente  tiene  la  pro- 
vincia de  Muzo,  pero  él  puede  fomentarse  a  un  grado  de  mucha 
estimación.  En  la  Palma  y  su  partido  se  cosechan  el  maíz  y  alguna 
caña  dulce  de  sobresaliente  calidad.  El  terreno  produce  natural- 
mente los  árboles  de  guayaba,  y  de  este  fruto  silvestre,  con  las 
pocas  mieles  que  cosechan,  hacen  la  conserva  que  llaman  de  suela^ 


MEMORIA   INSTRUCTIVA  477 


único  ramo  de  exportación  que  tienen  para  la  villa  de  Hon- 
da. Llámase  conserva  de  suela,  porque  mezclada  la  miel  y  la  gua- 
yaba a  punto,  la  cuelan  y  azucaran  en  forma  de  suelas,  extendién- 
dole sobre  mesas  y  dándole  el  grosor  de  la  suela.  Por  otra  parte, 
le  queda  el  color  de  tal  naturalmente,  por  lo  mucho  que  se  le  semeja 
el  de  la  miel  y  la  guayaba.  Cuajada  y  seca  la  suela  la  cortan  en 
tiras,  la  empacan  en  cajas  de  cuero,  de  dos  y  cuatro  arrobas,  para 
transportarla  a  dicha  villa,  donde  se  vende  a  seis  y  ocho  reales 
arroba,  y  de  allí  se  transporta  a  otras  paites,  donde  la  apetecen. 
Esta  misma  jalea  la  labran  de  distintas  clases  y  puntos,  según  se 
!es  encarga  o  lo  exigen  la  calidad  de  las  mieles  y  la  naturaleza  de 
las  guayabao,  por  su  color  blanco  o  colorado,  o  en  berza  y  su  sa- 
bor agrio  o  dulce,  mezclando  muchas  veces  los  colores  y  sabores, 
de  modo  que  queden  distintos  y  sobrepuestos  unos  a  otros  al  cua- 
jar la  jalea,  y  estas  pequeñas  industrias  les  granjeen  algún  más 
valor.  Las  plantaciones  de  caña  dulce  prosperan  con  muchas  ven- 
tajas de  abundancia  y  bondad  en  estos  territorios  de  la  Palma, 
porque  cuanto  ellos  son  salitrosos,  son  más  a  propósito  que  otros 
para  esta  granjeria,  que  es  i-i  clase  de  hacienda  a  que  más  se  han 
dedicado  sus  moradores.  Deberían,  pues,  por  eso,  fomentar  sus 
pequeñas  plantaciones  ¡jara  que  crecieran  en  número  y  extensión, 
facilitándoles  la  exportación  de  mieles  y  azúcares,  con  la  franqueza 
de  los  derechos  reales  y  municipales  que  pagan  en  la  ciudad  de 
Santafé  y  en  la  villa  de  Honda,  y  si  se  facilitase  la  navegación  del 
río  Negro  o  de  Vilieta,  les  tendría  gran  cuenta  conducir  por  él  y 
por  el  Magdalena  los  azúcares  hasta  los  puertos  marítimos  de 
donde  se  transportasen  a  Europa.  Con  esto  tendría  un  gran  creci- 
rpientú  el  comercio  de  aquella  pebre  provincia,  pudiendo  espe- 
rarse se  poblase,  muy  en  breve,  todo  el  expresado  río  Negro,  por 
di.nde  no  hay  memoria    haya  entrado    ni  salido    español    alguno. 

En  el  mismo  partido  de  la  Palma  se  cosecha  algún  arroz,  que 
asimismo  se  transporta  a  Honda  y  Santafé.  De  los  demás  frutos 
de  árboles  nativos,  como  el  aguacate,  mamey,  nísperos  y  otra  va- 
riada multitud,  no  se  hace  extracción,  porque  son  frutas  delicadas, 
y  en  los  malos  caminos  se  golpean,  y  en  las  largas  distancias  se 
pasan  de  sazón,  ni  conocen  artificio  alguno  para  conservarlas,  ni 
transmutarlas  en  caldos  o  leches.  El  algodón  abunda  silvestre,  y  se 
cultiva  a  poca  costa,  aprovechando  sus  copos  en  hilo,  con  cuyos 
ovillos  comercian  pobremente,  sirviéndoles  muchas  veces  de  signo 
monetario. 

En  el  partido  de  Muzo  hay  las  mismas  producciones,  pero 
menos  comercio  de  las  conservas,  aunque  es  más  cuantioso  el  del 
arroz,  por  su  exquisita  calidad  y  crecido  grano,  y  del  algodón,  cuyos 
efectos  se  extraen  para  Santafé  y  sus  comarcas.  Hay  también  en 
este  partido  algunas  pequeñas  plantaciones  de  cacao,  que  se  co- 
mercia en  Santafé  con  regular  estimación,  porque  su  calidad  es  su- 
perior al  de  Cúcuta,  Caracas  y  otras  partes.  Coséchase  asimismo 
algún  café,  más  apreciable  que  el  de  Moca,  según  la  estimación 
que  de  él  hacen  los  aficionados,  con  cuya  opinión,  si  abundasen  las 
plantaciones  y  se  extrajesen  sus  cosechas  a  la  Europa,  se  daría  a  la 


478  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


provincia  de  Muzo  muy  grande  estimación  y  valor  con  ventajas  del 
comercio  y  de  la  real  hacienda.  No  es  menos  interesan  te  facilitar  el 
comercio  del  benjuí,  aroma  exquisito  y  singular  en  aquella  provin- 
cia, cuanto  es  apreciable  en  otras  regiones  del  mundo.  El  estora- 
que, aroma  bien  conocido,  tiene  allí  otra  ventaja,  cual  es  la  de  dar 
su  árbol  una  goma  de  tal  grasa,  que  de  elia  se  hacen  velas  como  de 
esperma,  para  el  alumbrado,  siendo  por  ambas  razones  digno  de 
fomentar  su  cultivo  y  extender  su  comercio  a  todo  el  mundo.  De 
otros  bálsamos  y  resinas  que  producen  las  arboledas  de  aquellas 
selvas,  podría  muy  bien  hacerse  un  comercifj  lucroso,  como  así 
mismo  de  la  zarzaparrilla,  vainilla,  ipecacuana  y  otras  drogas  apre- 
ciables,  y,  finalmente,  de  excelentes  maderas  de  toda  clase,  com- 
pactas y  variadas  en  colores,  matices  y  jugos  de  tinte. 

Una  mano  obrera  de  un  hábil  intendente  podría  hacer  se 
aprovechen  muchos  otros  ramos  desperdiciados  o  no  conocidos  en 
el  comercio,  o  no  cultivados  por  falta  de  expendio  o  de  extracción, 
proporcionando  todos  los  auxilios  necesarios.  La  limpia  de  las  ma- 
lezas o  de  la  braveza  del  terreno  es  un  punto  de  suma  importancia, 
porque  es  de  mucho  interés,  el  aprovechar,  conservando  o  destru- 
yendo, las  plantas  y  árboles  y  la  varia  multitud  de  palmas  fructí- 
feras de  que  abunda  el  terreno. 

La  introducción  de  ganados,  de  que  generalmente  carece  la 
pro/incia,  es  un  medio  muy  a  propósito  para  limpiar  la  tierra  y 
romper  las  malezas  y  para  asegurar  el  abasto  de  la  población. 
Las  circunstancias  locales  de  los  pantanos,  de  las  muchas  saban- 
dijas e  insectos  venenosos,  y  de  la  abundada  de  la  guayaba  y  del 
dátil  llamado  cahipay,  frutos  muy  a  propósito  para  los  cerdos  y 
abundante  en  todas  partes,  deciden  la  preferencia  con  que  se 
deben  introducir  esta  clase  de  ganado  devorador  de  toda  saban- 
dija, que  se  muliplica  prodigiosamente  en  los  pantanos,  y  en  ellos 
se  acorrala  por  su  natural  temperamento.  Con  el  tiempo,  abiertos 
los  bosques,  destruidas  las  sabandijas  y  bien  ventilados  y  enjuga- 
dos los  terrenos,  prosperarán  mejor  los  ganados  de  asta  y  caba- 
llares, siendo  el  mular  que  allí  se  cría,  de  excelente  condición  en 
algunas  partes  del  partido  de  Muzo.  Y  por  otra  parte  es  de  pre- 
ferencia desde  el  principio,  por  ser  de  primera  necesidad  al  comer- 
cio para  la  exportación. 

Se  haría  la  provincia  de  Muzo  la  primera  del  virreinato  por 
sólo  el  comercio,  si  se  le  abriese  un  camino  desde  la  angostura  del 
río  de  la  Magdalena  hasta  Santafé.  Es  muy  probable  que  los  genti- 
les tuvieron  caminos  trillados  a  la  ribera  de  este  río  y  quizá  a  las 
ciénagas  referidas  de  Palagua  y  el  Ermitaño,  porque  entre  sus 
tradiciones  contando  su  origen,  lo  referían  a  sus  primeros  padres 
levantados  por  el  haré  (véase  la  Ley  7,  título  i.*,  libro  i.°  de  In 
dias,  y  Antonio  Herrera,  décad.  8.  libro  4,  capítulo  6)  en  una 
playa  del  Magdalena,  convirtiendo  dos  maderos  en  el  hombre  y 
mujer,  sus  progenitores.  Descubriendo,  como  es  posible,  sus  vere- 
das que  naturalmente  serán  las  más  cortas,  se  abreviaría  en  muchas 
jornadas  el  transporte   de  mercaderías   desde  la  angostura   hasta 


MEMORIA   INSTRUCTIVA  479 


Santafé.  Se  evitarían  todos  los  maios  pasos  del  río  de  la  Magdale- 
na, que  precisamente  son:  desde  la  angostura  hasta  la  villa  de 
Honda,  los  más  aventurados  y  peligrosos;  se  exportarían  recíproca- 
mente los  frutos  del  reino  y  de  Muzo,  con  considerables  ventajas  y 
seguridad  para  la  provincia  de  Antiuquia  por  el  río  de  Ñare, 
abriendo  este  nuevo  comercio,  igualmente  que  para  la  plaza  de 
Cartagena;  sería  consecuencia  necesaria  la  población  de  la  ciudad 
de  la  Angostura,  que  fuese  el  baluarte  de  todo  el  río  de  la  Magdale- 
na, situándola  a  la  ribera  oriental  a  la  parte  de  abajo  de  la  misma 
angostura,  desde  donde  tomando  la  colina,  debe  principiar  el  ex- 
presado camino,  y  seguir  por  la  cresta,  dando  vista  a  las  ciénagas 
referidas  de  Palagua,  por  la  derecha,  y  del  Ermitaño  por  la  iz- 
quierda; con  que  registrados  los  terrenos  de  una  y  otra  parte,  hasta 
Muzo,  sería  mayor  seguridad  de  los  caminantes  y  trajín  del  comer- 
cio, con  que  insensiblemente  se  irían  poblando  y  aprovechando 
aquellos  terrenos  desiertos. 

En  esto  debe  tomar  parte  y  prestar  los  auxilios  necesarios  el 
consulado  de  Cartagena  (artículos  22  y  23  del  establecimiento  del 
consulado,  dicho  en  real  cédula  de  14  de  junio  de  1795),  confor- 
me a  uno  de  los  artículos  de  su  ordenanza  que  les  encarga  facili- 
ten todos  los  caminos,  porque  en  la  apertura  de  éste  no  es  menos 
interesado  el  comercio  de  aquella  plaza  por  las  ventajas  que  obten- 
drá, que  lo  puede  ser  la  provincia  de  Muzo  por  las  razones  que 
quedan  bastantemente  asomadas. 

Minas. 

Cuanto  es  importante  a  todo  el  virreinato  de  Santafé  la  pro- 
vincia de  Muzo,  por  su  situación,  frutos,  vegetales  y  comercio  po- 
sible, según  se  ha  dicho,  lo  es  asimismo  por  sus  minerales,  y  cuan- 
do no  hubiere  otros  que  los  de  esmeraldas,  por  sola  esta  única 
cantera  debe  procurarse  su  población,  para  lograr  su  aprovecha- 
miento. Es  un  hecho  notorio  que  estas  minas,  descubiertas  por  el 
Capitán  Juan  de  Penagos  casualmente  y  suspiradas  desde  que  los 
primeros  españoles  arribaron  a  la  costa  de  Tierra  Firme  donde  en- 
contraron sus  muestras,  son  las  únicas  que,  desde  la  conquista  de 
las  Indias,  se  han  descubierto  y  conocen  en  su  especie.  En  la  costa 
del  sur  también  encontraron  los  primeros  españoles  muestras  de 
ella,  y  creyendo  allí  la  existencia  de  la  cantera  dieron  el  apellido 
de  provincia  de  las  Esmeraldas  a  la  que  se  mantiene  desierta  con 
este  nombre  dentro  de  los  términos  del  virreinato  de  Santafé.  Se 
han  buscado  allí  con  eñcaz  diligencia  en  todos  tiempos,  sin  que  en 
los  últimos  hubiere  podido  descubrirlas  el  diligente  y  expertísimo 
don  Pedro  Maldonado,  emprendiendo  prolijos  exámenes  y  reco- 
nocimientos de  los  terrenos,  montes  y  aguas  que  bañan  la  expre- 
sada provincia  de  las  Esmeraldas.  En  la  provincia  de  Cuenca  se 
juzgó  haberlas  encontrado,  pero  el  examen  no  acreditó  más  que 
unas  piedras  verdes  de  la  clase  de  jaspes.  Las  esmeraldas  de  Scy- 
thia,  Coptos  y  Arabia  han  desaparecido  o  sepultádose  en  el  des- 
precio con  el  descubrimiento  de  las  de   Muzo,  donde  se  hallan  de 


480  BOLETÍN   DE   mSTORIA    Y    ANTIGÜEDADES 


sobresaliente  fondo  y  brillo  todas  las  clases  que  refiere  linio  para 
distinguir  su  estimación  (C.  Pliny,  Histor.  Natur.^  libro  37, 
capítulos;  Acosta,  Historia  Natural  y  Morai  de  Indias  ^  libro  4, 
capítulo  14,  merecen  ser  leídos,  y  también  Valmont  Verb.,  Eme- 
raude,  Esineraudé)  y  además  se  hallan  los  beriles  y  pantauras. 
Por  esta  razón  puede  darse  a  aquellos  minerales  necesariamente 
el  aprecio  que  se  quiera,  como  que  es  riqueza  que  nmguna  otra 
nación  la  posee,  ni  la  deposita  otra  provincia  que  la  de  Muzo  en 
su  famoso  cerro  de  Itoco,  pues  aunque  hay  otro  mineral  en  Somon- 
doco  de  la  provincia  de  Tunja,  confinante,  no  es  tan  rico  como 
aquél,  y  el  que  se  descubrió  por  mineros  particulares  en  la  misma 
provincia  de  Muzo,  a  diez  leguas  de  la  ciudad,  hacia  el  río  de  la 
Magdalena,  de  cuya  situación  no  queda  memoria  por  no  haberse 
estacado,  y  las  demás  razones  insinuadas. 

En  el  orden  de  las  piedras  preciosas  es  después  del  diamante 
la  esmeralda,  la  que  merece  el  segundo  lugar  y  grado,  cuya  razón 
influye  igualmente  para  que  por  todos  medios  se  trate  de  su  apro- 
vechamiento. Los  más  adecuados  en  este  tiempo  los  ha  propuesto 
el  tesorero  oficial  real  don  Martín  Urdaneta  en  papel  separado, 
a  que  se  puede  añadir  el  auxilio  de  destinar  a  aquellos  trabajos 
algunos  reos,  formando  allí  uu  presidio  de  esta  clase  de  esclavos 
de  la  pena,  y  destinando  a  ella  todos  los  que  la  incurran  de  gale- 
ras, que  regimenté  es  más  aflictiva.  Para  aumentarlo  podría  tam- 
bién declararse  por  pena  ordinaria  de  los  blasfemos  y  falsarios,  y 
de  los  demás  delitos  que  a  juicio  de  la  real  audiencia  y  del  virrey 
pueden  ser  purgables  con  estos  trabajos.  No  es  nuevo  este  arbitrio, 
practicado  de  tiempos  muy  lejanos  por  naciones  cultas  y  celosas 
de  la  conservación  del  hombre,  ni  es  desconocido  en  la  legislación 
de  Indias.  En  la  ley  4.a,  título  9.",  libro  7.°,  se  ordenó  a  los 
virreyes  y  ministros  a  cuyo  cargo  está  el  gobierno  y  el  dictamen 
de  la  justicia  en  aquellas  provincias,  provean  que  los  negros  y  mu- 
latos libres  y  ociosos,  que  no  tuvieren  o  ejercieren  oficios,  se  ocu- 
pen y  trabajen  en  la  labor  de  las  minas;  que  los  condenados  a 
algún  servicio  personal  sean  destinados  a  los  trabajos  de  minas,  y 
gue  dando  a  éstos  la  comida  y  vestido,  ingrese  a  la  real  hacien- 
da el  sobrante  del  salario  que  se  les  tasare  o  diese  por  los  mineros 
particulares.  De  donde  es  claro  que  si  la  real  hacienda  tiene  de- 
recho a  ingresar  el  sobrante  de  los  salarios,  y  la  potestad  de  justi- 
cia los  puede  destinar  a  los  trabajos  de  minas,  mejor  derecho  tiene 
la  regalía  para  esta  destinación  de  rematados,  siervos  de  la  pena,  a 
la  labor  de  las  minas  de  esmeraldas  de  Muzo,  acreedoras  por  su 
singularidad  a  todos  los  auxilios  posibles. 

Además  de  la  expresada  ley,  el  artículo  13,  título  12  de  la 
real  ordenanza  de  minería  de  Nueva  España,  fecha  22  de  mayo 
de  1783,  previno  que  los  ociosos  o  vagamundos  de  cualquier  casta 
(exceptos  los  españoles  y  mestizos  reputados  por  tales),  que  andu- 
vieren por  los  minerales  y  lugares  de  sus  contornos  sean  apremia- 
dos y  obligados  a  trabajar  en  las  minas  sin  excusar  a  aquellos  que 
pretextan  tener  oficios  si  no  los  ejercen  en  actualidad  y  continua- 
ción, y  que  los  mineros  pueden  tener   recogedores,  con  licencia  de 


MEMORIA    INSTRUCTIVA  481 


la  junfa  territorial  para  recogerlos.  Ejecutada  esta  providencia  en 
la  capital  de  Santafé,  en  Muzo  y  en  todas  las  comarcas  disminuiría 
esa  clase  de  gentes  pestilentes,  o  las  obligaría  a  aplicarse  con 
honradas  industrias,  o  a  la  agricultura,  con  que  se  fomentarían  los 
casamientos  y  la  populación  y  se  destruirían  algunos  vicios.  Muy 
bien  se  distingue  el  trato  correspondiente  con  que  los  recogidos 
por  esta  causa  deben  diferenciarse  de  los  rematados  o  condenados 
por  pena  condigna  a  sus  hechos  deliberados,  pudiendo  esperarse 
de  aquéllos  su  reforma  sin  infamia,  y  de  éstos  una  aplicación  que 
compadezca  a  los  espectadores  para  aliviarles  la  pena. 

En  ambos  partidos  de  Muzo  y  la  Palma  hay  muestras  de  mi- 
nerales de  oro,  cuya  labor  puede  esperarse,  fomentando  la  po- 
blación. 

Son  muy  conocidas  las  minas  de  abundantísimo  y  rico  cobre 
íie!  partido  de  la  Palma  con  mezcla  de  oro.  El  cobre,  bien  reflexio- 
nado, debe  mirarse  como  un  material  de  primera  necesidad,  para 
el  surtido  de  vasos  del  común  servicio  de  las  gentes,  principalmen- 
te en  los  trapiches  e  ingenios  de  azúcar,  donde  se  necesitan  vasijas 
consistentes  de  todos  tamaños.  Esto  debe  facilitarse  transportando 
de  España  o  más  bien  quizá  de  Alemania  artistas  latoneros  que 
sepan  purificar  el  cobre  y  batir  su  hojas  y  otros  instrumentos  cien- 
tíficos, de  que  enteramente  se  carece  en  el  país,  y  no  pueden  sur- 
tirse de  España. 

En  el  mismo  partido  abunda  la  caparrosa  de  excelente  cali- 
dad, el  azufre  y  otras  concreciones,  que  también  deben  fomentarse. 
Son  multiplicadas  las  fuentes  saladas,  cuyo  provecho  quizá  con- 
vendría franquear  a  los  particulares  bajo  de  contratas  regladas,  que 
conservasen  ilesa  la  regalía  e  hiciesen  abundar  la  sal  en  la  villa  de 
Honda  y  otras  partes.  Es  sin  duda  que  este  medio  sería  capaz  de 
llevar  a  la  provincia  de  la  Palma  y  Muzo  un  considerable  número 
de  gentes  pudientes  e  industriosas  que  se  arraigasen  y  poblasen 
aquellos  desiertos. 

Conclusión. 

Nunca  podrá  tener  la  provincia  de  Muzo  la  nombradla  y  lie-* 
gar  al  auge  que  se  merece  si  no  se  le  facilitan  los  auxilios  propues- 
tos y  otros  que  sugerirá  la  experiencia.  Para  esto  es  necesario  crear 
en  ella  un  intendente,  cuyo  empleo  en  sujeto  de  las  nociones  ne- 
cesarias, celoso  y  activp,  que  ponga  su  conato  y  verdadero  mérito 
en  hacerla  prosperar  a  proporción  de  las  ventajas  territoriales  que 
tiene,  en  comparación  con  otras  provincias  más  afortunadas.  La 
aplicación  y  el  celcf  del  intendente  le  hará  experimentar  y  conocer 
los  oportunos  auxilios  que  debe  emplearen  formar  y  arreglarla 
población,  como  que  ésta  es  la  argolla  de' donde  dependen  los  pro- 
gresos de  la  agricultura,  minas  y  comercio.  No  pudiendo  niugún 
minero,  de  este  carácter  y  atenciones,  acostumbrarse  al  presente 
modo  de  vida  y  alimento  de  aquella  débil  y  rústica  población,  en- 
cesita  de  una  dotación  de  cuatro  o  cinco  mil  pesos  con  que  pueda 

XIV— 31 


482  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


proveerse  de  lo  necesario  a  la  vida,  llevando  todo  de  fuera  y  hacer 
los  ensayos  de  sus  operaciones,  a  cuyo  fin  se  le  debe  considerar 
como  a  uno  de  los  pobladores,  para  que  haga  sus  tentativas  en  la 
agricultura  y  crianza  de  ganados,  en  que  si  prósperamente  lucrase, 
dará  ejemplo  de  emulación  y  enseñanza,  expenderá  dentro  de  la 
provincia  su  sueldo,  y  con  eso  fomentará  considerablemente  a 
aquellos  desvalidos  a  quienes  ha  de  pagar  su  trabajo.  Pero  será 
excluido  enteramente  de  tener  parte  en  el  aprovechamiento  de 
minas,  porque  en  este  género  cargaría  la  balanza  a  su  favor  y  es- 
taría próximo  a  abusar  del  empleo. 

La  libertad  de  derechos  en  la  exportación  de  frutos  por  veinte 
años,  y  por  diez  años  de  los  quintos  de  todos  minerales  qi^e  se  be- 
neficien; el  repartimiento  de  tierras  con  la  franqueza  y  condiciones 
acordadas  a  la  isla  de  La  Trinidad  para  la  internación  de  esclavos; 
las  concedidas  a  la  isla  de  Cuba  para  las  herramientas;  y  final- 
mente las  que  su  majestad  se  ha  servido  conceder  para  fomentar 
el  comercio  de  Veracruz  con  las  islas  del  Seno  y  provincias  marí- 
timas del  virreinato  de  Santafé,  en  real  cédula  de  lo  de  abril  del 
corriente  año,  por  la  vía  del  ministerio  de  hacienda  harán  pros- 
perar la  provincia  de  Muzo. 

Madrid,  14  de  julio  de  1796 — Martín  de  Urdaneta. 


mEbO 

El  general  don  José  María  Meló  nació  en  Chaparral  el  día  9 
de  octubre  de  1800,  del  legítimo  matrimonio  de  don  Manuel  An- 
tonio Meló  y  doña  María  Francisca  Abadía.  Pasó  sus  primeros 
años  eu  Ibagué,  según  dice  su  pariente  don  Juan  Francisco  Ortiz, 
en  Reminiscencias  Postumas. 

Ingresó  en  el  ejército  libertador,  el  21  de  abril  de  1819,  con 
el  grado  de  teniente.  En  1820,  21  y  22  hizo  la  campaña  del  sur, 
siendo  de  los  combatientes  en  Popayán,  Pitayó,  Jenoy,  Pichin- 
cha, etc.  En  1823  mereció  que  el  libertador  le  ascendiera  a  capi- 
tán (O'Leary,  tomo  xix).  En  el  Perú  asistió  a  las  batallas  de  Ju- 
nín,  Mataró  y  Ayacucho  y  a  la  rendición  de  las  fortalezas  del 
Callao.  Vuelto  a  Colombia,  estuvo  en  el  Pórtete  de  Tarqui  a  órde- 
nes del  gran  mariscal  Sucre.  Llevó  con  honor  sobre  su  pecho  las 
condecoraciones  de  Pichincha,  Junín  y  Ayacucho  y  el  busto  del 
Libertador, 

Cuando  Venezuela  se  separó  de  la  gran  Colombia,  el  general 
Meló  sirvió  en  aquel  país,  y  allí  contrajo  matrimonio  con  doña  Te- 
resa Vargas  París,  hermana  de  la  esposa  del  general  don  Rafael 
Urdaneta.  En  los  años  de  1833  Y  ^^35  ^^^  revolucionario,  y  tomó 
parte  activa  en  una  conspiración,  y  luego  en  el  golpe  de  estado  que 
dio  en  tierra  con  el  gobierno  del  sabio  don  José  de  Vargas;  pero  el 
año  siguiente  las  fuerzas  constitucionales,  al  mando  del  general 
Páez,  vencieron  a  las  revolucionarias  en    Puerto  Cabello,  cayendo 


MELÓ  48c 


prisionero  Meló,  quien  después  de  varios  meses  de  estrecha  prisión, 
fue  expulsado  del  territorio  venezolano.  Estuvo  entonces  en  las 
Antillas,  y  residió  luego  en  Bremen  algunos  años.  De  vuelta,  nue- 
vamente en  Colombia,  se  dedicó  un  tiempo  al  comercio  en  Ibagué. 
Más  tarde  fue  jefe  político  de  aquel  cantón. 

En  1800  fue  ascendido  a  coronel  efectivo,  y  en  1851  a  gene- 
ral. En  este  año,  el  13  de  agosto,  recayó  en  él  el  nombramiento  de 
miembro  de  la  junta  directiva  del  montepío  militar,  cargo  que 
desempeñó  hasta  el  día  19  de  junio  de  1852.  En  esta  fecha,  el 
presidente,  que  lo  era  el  general  López,  lo  promovió  a  la  coman- 
dancia general  del  departamento  o  zona  de  Cundinamarca,  y  a 
jefe  de  la  2.»  división  del  ejército,  puesto  en  que  lo  conservó  du- 
rante su  gobierno.  En  1854  el  nuevo  presidente,  general  Obando, 
varió  la  numeración  de  la  2.^  división  por  la  de  i.*,  compuesta 
entonces  de  medio  batallón  de  artillería,  el  batallón  3.°  de  in- 
fantería y  el  regimiento  de  caballería  que  antes  había  regido  el 
mismo  Meló,  cuyo  nombramiento  de  comandante  general  le  rati- 
ficó en  el  decreto  reorgánico  del  pie  de  fuerza. 

Las  reformas  introducidas  por  la  constitución  de  1853  exal- 
taron los  ánimos  de  los  amigos  políticos  del  presidente  Obando. 
Esta  exaltación  llegó  al  extremo  de  que  el  general  Meló  encabe- 
zara, con  las  tropas  de  su  mando,  la  revolución  que  estalló  en 
Bogotá  el  17  de  abril  de  1854.  Como  el  general  Obando  no  qui- 
siera ponerse  al  frente  de  aquella  rebelión,  el  general  Meló  asumió 
el  mando  con  el  dictado  de  jefe  supremo  de  la  República. 

Algunos  autores  han  dicho  que  la  causa  privada  que  indujo  al 
general  a  entrar  en  este  movimiento  fue  la  de  librarse  del  sumario 
que  le  instruía  el  alcalde  de  Bogotá,  coronel  don  Lorenzo  Gon- 
zález, por  la  herida  que  el  día  1°  de  enero  del  año  últimamente 
citado  infirió  al  cabo  segundo|Pedro  Ramón  Quirós,  herida  que  le 
causó  la  muerte  al  tercero  día. 

El  general  Meló  quiso  dar  a  la  dictadura  militar  que  acaudi- 
llaba todas  las  formas  de  un  orden  de  cosas  regular.  Su  gobierno 
tuvo  por  constitución  un  decreto  reglamentario  de  la  potestad 
dictatorial;  y  como  periódico' oficial  hizo  continuar,  sin  interrup- 
ción numérica,  la  edición  de  la  Gaceta  del  gobierno  legítimo;  y 
dictó  varios  decretos  reformatorios  del  reglamentario;  reorganizó 
el  ejército  y  organizó  ministerio  en  toda  forma. 

Hay  un  detalle  curioso,  por  lo  raro  en  las  dictaduras,  detalle 
que  hace  honor  a  la  memoria  del  general  Meló:  se  señaló  como 
sueldo  mensual  la  suma  de  $  600  {$  480  de  la  moneda  actual),  a  él, 
que  era  el  jefe  supremo,  el  jefe  único  de  la  nación,  el  emperador 
de  los  Andes,  como  lo  llamaban  algunos  de  sus  aduladores.  El 
sueldo  del  presidente  era  el  de  $•  1,000. 

Siete  meses  logró  sostenerse  victorioso  al  frente  de  sus  lucida» 
y  aguerridas  huestes,  pero  el  4  de  diciembre,  después  de  los  san- 
grientos combates  de  Bosa,  Tresesquinas  y  Egipto,  fue  vencido  y 
prisionero  en  Bogotá  por  el  ejército  nacional,  compuesto  de  las 
divisiones  norte  y  sur,  comandadas,  respectivamente,  por  los  ex- 
presidentes  generales  Mosquera  y   López,  bajo  la  hábil  dirección 


484  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


del  también  ex-presidente,  general  don  Pedro  Alcántara  Herrán, 
el  soldado  caballero  que  mereciera  por  su  valor  el  título  de  húsar 
de  Ayacucho.  Tuvo  el  general  Herrán  por  mayor  general  al 
veterano  de  la  independencia,  general  don  José  María  Ortega 
Nariño. 

El  6  de  junio  de  1855  el  vicepresidente  Obaldía,  encargado 
del  poder  ejeoutivo,  haciendo  uso  de  la  facultad  que  le  confiriera 
el  decreto  legislativo  de  29  de  mayo  del  propio  año,  indultó,  junto 
con  otros  revolucionarios,  al  general  Meló,  con  la  condición  de 
permanecer  desterrado  durante  ocho  años  {Gaceta  Oficial  número 
1822).  Con  la  correspondiente  escolta  fue  conducido,  cuatro  meses 
después,  a  Santa  Marta,  donde  tomó  pasaje,  el  23  de  octubre,  en  el 
buque  de  vapor  Clyde,  de  la  Royal  Mail  Steanship  C°  De  Kings- 
ton, puerto  de  escala  de  aquella  nave,  se  dirigió  a  Costa  Rica, 
y  de  esta  pequeña  república  a  la  del  Salvador,  cuyo  presidente, 
general  don  Gerardo  Barrios,  le  nombró  inspector  general  de  su 
ejército.  Con  este  carácter  instruyó  aquellas  tropas  debidamente, 
poniéndolas  a  la  altura  de  las  mejor  organizadas  y  disciplinadas 
de  Centro  América. 

Ei  15  de  septiembre  de  1859,  aniversario  de  la  independen- 
cia centroamericana,  pasó  revista  el  presidente,  en  la  capital  sal- 
vadoreña, a  más  de  10,000  soldados,  en  formación  de  gran  parada; 
mas,  celoso  del  brillo  dado  por  Meló  a  aquel  ejército,  y  del  cariño 
que,  naturalmente  se  había  captado  en  él,  lo  despidió. 

Dirigióse  entonces  el  general  Meló  a  Méjico,  por  la  vía  terres- 
tre de  Guatemala,  única  posible  en  aquellos  días.  En  la  capital  de 
este  país  se  hospedó  en  el  Hotel  Alemán;  pocos  días  después  reci- 
bió inesperada  orden  del  presidente,  general  don  Rafael  Carrera, 
para  salir  inmediatamente  del  territorio  de  la  nación.  El  general 
Carrera  le  hizo  suministrar  algún  dinero,  y  con  una  escolta,  de  cin- 
cuenta hombres  le  envió  a  la  frontera  mejicana.  Esto  tenía  lugar 
en  los  primeros  meses  de  1860,  pues  ya  para  el  mes  de  mayo  de 
este  año  había  ofrecido  sus  servicios  al  gobernador  del  estado  de 
Chiapas,  don  Ángel  Albino  Corzo,  mientras  podía  ofrecerlos  al 
presidente  de  Méjico,  don  Benito  Juárez,  radicado  entonces  con 
su  g()i)ierni)  en  Veracruz.  Como  en  esos  días  el  general  revolucio- 
nanu  d  -n  Juan  Ortega,  con  el  apoyo  del  general  Carrera  hosti- 
lizíbrt  al  g  bierno  de  Corzo,  éste  envió  contra  aquél  al  general 
Mei'>  con  una  fuerza  de  caballería — su  arma  favorita — que  él  mis- 
mu  h'ibía  organizado;  pero  como  no  ordenara  la  incorporación  de 
la  iiif  iiiter'a  que,  por  disposición  de  Cotzo  debía  reforzarlo  «vícti- 
ma de  su  descuido  o  de  su  confianza,  fue  sorprendido,  derrotado^ 
hecho  pris  onero  y  fusilad/»  por  Ortega^  el  1°  de  junio  de  1860,  en 
la  hacienda  de  /uncaná^  Departamento  de  Comitá?iy  Estado  de  Chia- 
pas.* 

La  fecha  de  la  muerte  de  Meló,  lo  mismo  que  ¡a  que  le  hubie- 
ra cabido,  han  sido  durante  sesenta  y  tres  años  una  incógnita  en 
nuestra  historia  política.    El   historiador  Benedetti  (i)  asegura  que 


(1)  Boletín  de  Historia  y  Antigüedades,  tomo  v. 


MELÓ  485 


fue  asesinado  sobre  la  cubierta,  de  una  embarcación,  en  un  rio  de 
Guatemala,  cuando  intentaba  una  revolución,  y  el  doctor  Parias 
Vargas  (i),  de  grata  memoria,  quien  vivió  mucho  tiempo  en  Guate- 
mala, dice  que  en  Izabal  oyó  a  un  pasajero  asegurar  había  sido 
fusilado  en  Tehuantepec,  en  el  boquerón,  por  orden  del  general 
Miramón;  y  así,  cada  autor  de  historia  hace  afirmaciones  erradas. 
Recientemente,  y  después  de  una  laboriosa  investigación,  hemos 
logrado  obtener  la  verdadera  fecha  y  las  circunstancias  de  la  muer- 
te del  distinguido  hijo  del  Tolima,  de  quien  dice  la  historia  que 
conquistó  fama  de  valiente  a  las  órdenes  del  Libertador  y  del  ma- 
riscal de  Ayacucho,  cuando  la  guerra  magna,  y  después  en  Vene- 
zuela y  Nueva  Granada,  aunque  «no  dio  pruebas  de  pericia 
militar  en  la  cruenta  revolución  de  1854,  en  la  que  figuró  como 
protagonista.»  (2). 

Y  ccmo  el  descubrimiento  de  la  fecha  citada  se  debe  al  ilus- 
trado señor  don  Manuel  Mestre  Ghigliazza,  acucioso  director  de 
la  Biblioteca  Nacional  de  Méjico,  juzgamos  oportuno  e  indispen- 
sable transcribir  en  seguida  la  carta  que  hemos  recibido  de  dicho 
caballero,  con  la  parte  pertinente  de  los  documentos  que  en  copia 
acompaña  a  esa  carta: 

«Méjico,  19  de  octubre  de  1923. 
Señor  don   Tulio  Samper  y  Grau — Barranquilla,  Colombia. 

Muy  distinguido  señor:  Tengo  el  gusto  de  dar  respuesta  a  la 
muy  atenta  carta  de  usted,  de  fecha  8  de  septiembre  próximo  pa- 
sado. 

Paso  a  comunicarle  las  noticias  que  he  adquirido  sobre  la 
muerte  del  general  José  María  Meló.  Tras  de  la  acción. de  Bogotá, 
el  4  de  diciembre  de  1854,  desterrado  del  país,  después  del  juicio 
que  se  le  siguió,  en  el  cual  se  le  impuso  esta  pena,  emigró  a  Cen- 
tro América,  y  sin  que  yo  pueda  precisar  fechas,  estuvo  algún 
tiempo  al  servicio  de  la  República  del  Salvador.  Después  resolvió 
pasar  a  Méjico;  estuvo  algunos  días  en  Guatemala,  de  tránsito,  y 
llegó  al  estado  mejicano  de  Chiapas.  Por  lo  que  usted  verá  en  los 
fragmentos  que  van  al  pie  de  esta  carta,  Meló  se  vio  obligado  a 
detenerse  en  Chiapas.  Iba  rumbo  al  puerto  de  Veracruz  a  ponerse 
a  las  órdenes  del  presidente  Juárez,  que  allí  residía,  pero  por  el 
apuntado  obstáculo,  ofreció  sus  servicios,  mientras  tanto,  al  gober- 
nador de  Chiapas,  Ángel  Albino  Corzo.  Por  aquel  tiempo  había 
un  caudillo  reaccionario  que  promovía  revueltas  en  los  límites  de 
Chiapas  con  Guatemala;  se  llamaba  Juan  Ortega,  y  era  protegido  en 
sus  expediciones  invasoras  por  el  clerical  presidente  de  dicha  re- 
pública, geneial  Rafael  Carrera.  Corzo  aceptó  los  servicios  de  Me- 
ló, el  cual  salió  a  batir  a  Ortega,  al  frente  de  una  fuerza  de  caba- 
llería que  él  mismo  había  organizado,  no  habiendo  querido  aguar- 


(1)  IMdem 

(2)  Quijano  Otero,  Histeria  Patria. 


486  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


dar,  para  el  caso,  tropas  de  infantería  que,  enviadas  por  Corzo, 
iban  a  reunírsele,  procedentes  de  San  Cristóbal  o  de  Comitán.  Víc- 
tima de  su  descuido  o  de  su  confianza.  Meló  fue  sorprendido, 
derrotado,  hecho  prisionero  y  fusjlado  por  Ortega,  el  i."  de  junio 
de  1860,  en  la  hacienda  de  Juncaná,  departamento  de  Comitán, 
estado  de  Chiapas. 

Por  no  demorar  estas  noticias  le  va  mi  carta,  hecha  a  toda 
prisa.  Ya  con  este  hilo,  voy  a  escribir  a  Chiapas,  a  ver  si  me  am- 
plían los  datos  anteriores.  Por  lo  pronto  ya  verá  usted  que  en  algo 
me  ha  protegido  la  fortuna  en  mis  investigaciones  sobre  la  biogra- 
fía del  infortunado  hijo  de  Colombia.  Manuel  Mestre  Ghigliazza.* 

Documentos. 

I.  ^'Correo  de  CAm/aí.  La  guerra  civil  continúa  afligiendo  a  los 
pueblos  fronterizos  de  la  vecina  República,  lo  mismo  que  a  casi 
toda  ella.  El  periódico  oficial  que  se  publica  en  Tuxtla  da  la 
noticia  de  que  el  día  1°  del  pasado  fue  sorprendido  por  los  pronun- 
ciados, en  la  hacienda  de  Juncaná,  el  general  Meló ^  que  había  ido  a 
tomar  servicio  a  las  órdenes  del  gobierno  de  Chiapas.  Dícese  que 
después  de  un  ligero  combate.  Meló  fue  derrotado^  hecho  ttrisionero 
y  pasado  por  las  armas.  La  partida  de  caballería  que  iba  a  sus 
órdenes,  fue  deshecha  y  muertos  varios  de  los  que  la  componían." 
{Gaceta  de  Guatemala^  de  2  de  julio  de  1860). 

II.  "En  ese  tiempo  tenía  mi  gobierno  otra  atención.  Cobos 
estaba  apoderado  de  Oaxaca,  y  cualquier  triunfo  que  alcanzara 
sobre  Tehuantepec  y  Juchitán  robustecería  a  nuestros  enemigos 
interiores  y  exteriores,  y  era  forzoso  auxiliar  &1  general  Díaz,  que 
estaba  en  Tehuantepec,  con  cuyo  objeto  le  despaché  algunas  fuer- 
zas del  estado,  al  mando  del  coronel  Ruiz,  las  que  desgraciada- 
mente sufrieron  un  revés  en  Milta,  al  obrar  sobre  Oaxaca,  en  com- 
binación con  el  gobernador  don  José  María  Díaz  Ordás,  que  se 
encontraba  por  la  Sierra.  Esa  situación  en  que  se  hallaba 
Oaxaca  embarazó  su  marcha  al  se&or  general  de  Nueva  Granada, 
don  José  María  Meló,  que  con  deseo  de  pasar  a  Veracruz,  adonde 
estaba  establecido  el  gobierno  supremo,  llegó  al  estado,  perse- 
guido de  Carrera.  Este  general,  cuyo  nombre  tendrá  que  recordar 
su  patria  por  los  importantes  servicios  que  prestó  al  hacer  su  inde- 
pendencia de  la  España,  quiso  prestar  sus  servicios  a  la  causa  de 
la  libertad  de  Méjico,  y  mientras  tanto  estuviera  interrumpida  la 
vía  del  estado  vecino  a  aquel  puerto  no  rehusó  aceptar  el  mando 
de  la  fuerza  que  tenía  destinada  en  perseguir  a  Ortega,  con  cuya 
misión,  expedicionando  por  la  frontera, /«^  sorprendido  y  fusilado 
en  la  hacienda  de  Juncaná,  en  junio  de  1860,  hecho  que  hizo  adqui- 
rir a  Ortega,  de  Carrera,  nuevos  títulos  de  estimación.  La  confian- 
za que  le  sugiriera  la  idea  de  perseguir  a  un  enemigo  varias  veces 
derrotado,  hizo  a  este  desgraciado  general  no  disponer  de  una 
fuerza  de  infantería  de  San  Cristóbal  o  de  Comilón,  teniendo  órde- 
nes para  ello,  y  quiso  únicamente  confiar  en  la  de  caballería  que 
él  mismo  organizó.  Dejó  un   hijo  a  quien  quiso  colocar  en  el  colé- 


MELÓ  487 


gio  militar  de  Méjico,  con  cuyo  loable  objeto  escribió  al  señor 
Juárez,  al  poco  tiempo  de  haberse  instalado  los  poderes  en  dicha 
ciudad;  y  habiéndose  exigido  como  paso  previo,  tramitaciones 
embarazosas,  innecesarias  si  se  quiere,  al  tratarse  de  un  huérfano 
que  había  perdido  a  un  buen  padre  en  el  servicio  de  la  nación, 
tuvo  a  bien  recogerlo,  tenerlo  como  hijo  y  darle  el  trato  que  lo» 
más  padres  dan  a  sus  hijos.  Este  es  el  esbirro  en  boca  del  guate- 
malteco Velasco:  ¡expresión  de  ingratitud  que  revela  los  nobles  y 
¿generosos  sentimientos  de  los  actuales  servidores  del  gobierno  exis- 
tente en  el  Estado,  para  con  los  que  lo  fueron  de  la  nació»  en  días 
de  prueba!."  Tomado  de  las  páginas  79  y  80  de  un  folleto  cuya  por- 
tada dice  así:  Segunda  reseña  de  sucesos  ocurridos  en  Chiapcts,  desde 
184"]  a  1867, y  contestación  a  los  artículos  que  la  prensa  ministe- 
rial del  mismo .  esleído  ha  publicado  contra  el  C.  Ángel  A.  Corzo. 
Méjico.  Tipografía  de  T.  F.  Nevé.  Callejón  del  Espíritu  Santo,  mi- 
meto  II  -1868. 

III.  Guatemala  y  la  intervención — En  carta  de  Comitón  nos 
dice  un  amigo  lo  que  sigue: 

«En  su  editorial  útnldido  PoUtica  continental  americana,  inserto 
en  el  número  142  de  El  Siglo,  habló  usted  en  general  de  las  re- 
públicas americanas,  diciendo:  Nuestros  triunfos  y  la  restauración 
de  nuestra  independencia  han  sido  motivo  de  júbilo  en  todo  el 
mundo  de  Colón,  etc. 

Compréndese  en  este  concepto  la  república  de  Guatemala,  y 
a  ella  han  pesado  nuestros  triunfos  y  la  nueva  conquista  de  nuestra 
independencia,  porque  en  su  política  aquel  gobierno  ha  estado  del 
lado  de  la  traición  y  el  imperio.  Guatemala  ha  sido  la  madriguera 
de  los  revolucionarios  de  Chiapas.  Guatemala  dobló  con  sus  fuer- 
zas armadas  la  sección  reaccionaria  que  hizo  la  oposición  en  este 
estado  desde  la  adhesión  al  plan  de  Adyutla;  de  sus  pueblos  vinie- 
ron con  la  sección  dicha  los  jefes  Cuevas,  Carias  y  Muñoz,  cuando 
atacaron  esta  plaza  el  20  de  enero  de  1859,  y  después  del  triunfo 
que  alcanzaron,  incendiaron  varios  edificios  públicos  y  casas  parti- 
culares; hubo  saqueo  general,  y  los  vencedores,  pocas  horas  des- 
pués, evacuaron  la  ciudad,  y  se  fueron  a  colocar  en  la  frontera  de 
aquella  república,  desde  donde,  continuamente,  merodeaban  en 
las  haciendas  de  la  frontera,  hasta  dejarlas  en  esqueleto,  plagiando 
a  sus  dueños  y  asesinando  a  los  que  reputaban  como  enemigos  por 
ser  adictos  a  los  principios  que  se  conquistaban  aquí  por  el  gran 
partido  nacional. 

Esta  situación  fue  prolongada,  y  tuvo  sus  días  de  victoria  y 
de  reveses.  A.  22  de  septiembre  de  1859,  embistió  vigorosamente  a 
esta  plaza,  pero  el  gobierno,  a  cargo  del  C.  Ángel  Albino  Corzo, 
que  había  previsto  un  sitio  dilatado,  capaz  de  que  alcanzara  un 
triunfo  sobre  ella,  la  hueste  fronteriza,  había  apostado  a  distancia 
de  doce  leguas  de  aquí  al  coronel  don  Nicolás  Ruiz  con  una  sec- 
ción respetable  de  fuerza,  para  auxiliar  las  fortificaciones  al  recibir 
el  menor  aviso,  como  en  efecto  sucedió,  pues  muy  pocas  horas 
antes  de  que  aquel  jefe  llegara  a  esta  ciudad,  el  enemigo  sorpren- 


488  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


dio  SU  precipitada  retirada,  otra  vez  a  la  frontera,  dejando  algunas 
victimas  de  su  parte.  Poco  despué?,  el  juez  de  Nentón,  capitán  Mu- 
ñoz, del  ejército  de  Guatemala,  fue  sorprendido  en  la  hacienda 
de  Catarina,  donde  sucumbió  bajo  los  fuegos  que  le  hizo  el  coman- 
dante'don  Isidoro  Castellanos,  con  ía  fuerza  de  guardia  nacional 
con  que  recorría  la  frontera.  Eji  jumo  del  año  siguiente  esa  facción 
obtuvo  un  triunfo  sobre  una  fuerza  del  gobierno  que  recorría  las 
haciendas,  la  cual  comandaba  el  getieral  José  Maria  Me¿o,  quede 
Nueva  Granada  iba  a  Méjico  a  prestar  sus  servicios  al  gobierno, 
y  de  paso  lo  ocupó  el  gobernador  Corzo,  para  recorrer  la  frontera; 
y  habiendo  aceptado,  fue  hecho  prisionero  en  Jtincaná  después  de 
derrotada  su  fuerza,  y  luego  pasado  por  las  armas,  habiendo  tam- 
bién muerto  el  jefe  cuatleco  Salvador  Peralta,  que  militaba  con 
Meló;  después  del  triunfo,  la  sección  vencedora  corrió  a  la  frontera 
de  la  vecina  república,  a  colocarse  del  otro  lado  de  la  línea  divi- 
soria, como  siempre. >  {El  Siglo  diez  y  nueve,  Méjico,  7  de  febrero 
de  1863). 

Resta  aún  esperar  la  ampliación  que  nos  ofrece  el  señor  Ghi- 
gliazza,  pues  está  pendiente  todavía  saber  en  qué  jurisdicción  mu- 
nicipal está  emplazada  la  hacienda  de  Juncaná,  y  en  qué  lugar 
fuera  sepultado  el  cadáver.  A  este  respecto  esperamos  respuesta  del 
ilustrísimo  señor  obispo  de  Chiapas,  a  quien  con  tal  objeto  nos 
hemos  dirigido. 

Para  terminar,  creemos  de  nuestro  deber  hacer  constar  que 
debemos  a  los  historiógrafos  don  Eduardo  Posada  y  don  Pedro 
María  Ibáñez  muchos  de  los  datos  que  nos  han  servido  de  guía 
para  este  artículo,  como  también '  nuestros  agradecimientos,  muy 
sinceros  al  señor  Ghigliazza  por  el  interés  que  ha  tomado  en  la  in- 
vestigación histórica  de  que  se  trata,  la  que  no  había  podido  ob- 
tenerse antes,  ni  con  la  mediación,  primero,  de  don  Pablo  E,  Ven- 
goechea,  cónsul  que  fue  de  Méjico  en  esta  ciudad,  ni  después  con 
la  de  don  Luis  Felipe  "Ángulo,  ministro  de  Colombia  en  aquel 
país,  a  pesar  del  empeño  tomado  por  estos  distinguidos  caba- 
lleros. 

Barranquilla,  diciembre  de  1923.   Tulio  Sampery  Grau 


mEraoRiflb 

Señores  miembros  de  la  Academia  de  Historia: 

Con  el  propósito  'de  colocar  los  volúmenes  de  la  Bibliotece 
Nacional  según  sus  tamaños,  el  anterior  director  de  ella  cambió  el 
orden  de  los  libros,  y  quedaron  inservibles  todos  los  catálogos  que 
se  habían  hecho.  La  Biblioteca  Pineda,  cuyos  tomos  son  muy  con- 
sultados, porque  ahí  están  todas  las  publicaciones  hechas  en  nues- 
tro país,  quedó  completamente  alterada,  y  tanto  sus  catálogos  im- 
presos como  manuscritos  no  prestan  hoy  utilidad  ninguna. 


MEMORIAL  489 


No  entraré  a  estudiar  si  ese  sistema  de  dimensiones  es  el  más 
apropiado,  pero  sí  haré  notar  que  se  ha  debido  hacer  con  mayor 
cuidado  y  no  precipitadamente.  Ni  siquiera  quedaron  juntos  los 
distintos  tomos  de  una  misma  obra,  y  así  vemos  como  incomple- 
tas muchas  obras.  La  Biblioteca  Pineda  era  casi  de  un  tamaño 
uniforme.  Sus  misceláneas  de  cuadernos  estaban  divididas  en  tres 
series:  la  primera  eran  obras  en  cuarto;  la  segunda,  obras  en  oc- 
tavo; la  tercera  obras  en  dieciseisavo.  Se  han  podido  pues  dejar 
en  el  mismo  orden  en  que  estaban,  aun  adoptando  el  sistema  de 
tamaños.  Esos  volúmenes  tenían  marcado  su  número  en  el*  lomo, 
de  modo  indeleble,  y  se  taparon  dichos  números  con  los  papelitos 
de  la  nueva  nomenclatura,  de  modo  que  es  dificilísimo  hallar  el 
volumen  que  se  busca.  Pienso  que  las  secciones  especiales  de  una 
biblioteca  o  fondos,  como  dicen  los  bibliógrafos,  se  deben  conser- 
var en  estantes  separados  y  con  el  nombre  del  coleccionista  que 
las  formó  o  del  donador  que  las  regaló  o  las  legó  a  la  Biblioteca. 
Me  informan  que  así  se  hace  en  las  bibliotecas  extranjeras.  Eso 
sería  conveniente  hacerlo  aquí  con  las  secciones  o  fondos  Pine- 
da, Cuervo,  Martín,  Sáenz,  Acosta  y  otros.  Pero  sobre  todo  con 
la  primera,  que  tiene,  como  he  dicho,  catálogos  tan  minuciosos  y 
que  encierran  el  tesoro  de  nuestra  historia.  Los  lectores  se  quejan 
muchísimo  de  que  ya  no  se  encuentra  ninguno  de  aquellos  folle- 
tos que  antes  se  podían  consultar  tan  fácilmente.  En  esos  estan- 
tes especiales  podría  colocarse  el  retrato  de  los  antiguos  dueños 
de  esas  secciones. 

Creo  por  esto  que  la  Academia  de  Historia  debería  dirigirse 
al  actual  director  de  la  Biblioteca,  que  tanto  ha  deseado  mejorar 
el  servicio  de  ésa,  a  fin  de  que  se  sirva  dictar  alguna  disposición, 
si  en  ello  no  hay  inconveniente,  para  que  se  restablezca  a  la  Bi- 
blioteca Pineda  el  orden  que  tenía  antes  de  venir  esta  confusión 
en  que  hoy  se  halla.  El  mismo  trabajo  de  los  empleados  disminui- 
ría, pues  fácilmente  hallarían  el  volumen  que  se  les  pidiera.  Hoy 
se  fatigan  buscando  un  libro  y  muchas  veces  acaban  por  no  en- 
contrarlo. 

El  congreso  del  año  de  1881  expidió  la  ley  67,  por  la  cual 
se  honra  la  memoria  del  coronel  Anselmo  Pined^  y  se  ordena  que 
el  salón  de  la  Biblioteca  en  el  cual  está  la  donada  por  él  se  llamará 
Biblioteca  Pineda  (i). 

Un  sentimiento  de  amor  filial,  así  como  el  "deseo  de  que  el 
público  se  beneficie  de  aquella  Biblioteca,  me  mueve  a  dirigir  esta 
petición  a  mis  colegas  de  la  Academia. 

Bogotá,  abril  25  de  1923. 

Anselmo  Pineda  D, 


(1)  Diario  Oficial  número  5091. 


490  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


RESOhUCIOnES  (i) 

I 

Historia  del  P,  Simón. 

La  Academia  Nacional  de  Historia  designa  una  comisión  es- 
pecial de  su  seno  y  compuesta  de  los  académicos  doctor  Raimundo 
Rivas,  doctor  Gerardo  Arrubla  y  don  José  María  Restrepo  Sáenz 
para  que  haga  una  confrontación  detenida  y  rigurosa  entre  el 
códice  de  la  Historia  del  Padre  Simón  y  la  única  edición  bogota- 
na, con  el  fin  de.fijar  y  restablecer  un  texto  auténtico  y  fiel  acom- 
pañado de  notas  históricas  aclaratorias  e  ilustrativas.  No  estando 
en  los  medios  actuales  de  la  Academia  el  emprender  por  ahora 
una  nueva  edición  crítica  y  definitiva  de  ese  libro  precioso  de 
nuestra  historia,  el  trabajo  de  la  expresada  comisión  se  publicará 
en  el  mismo  formato  de  la  edición  Rivas,  para  ser  encuadernado 
con  ella  como  apéndice. 

Abril  i6~  García  Ortiz 

II 
Pedro  Gual 

La  Academia  Nacional  de  Historia  manifiesta  respetuosa- 
mente al  concejo  municipal  de  Bogotá  que  como  los  restos  del 
benemérito  hombre  de  estado  don  Pedro  Gual  fueron  legados  a 
esta  ciudad  por  su  hija,  fallecida  hace  poco  tiempo  en  Guayaquil, 
y  traídos  luego  a  Colombia  en  el  año  pasado  y  están  actualmente 
en  la  iglesia  de  Facatativá,  convendría  se  dedicara  para  ellos  un 
lote  del  cementerio,  se  ordenara  su  traslación  lo  más  pronto 
posible  a  Bogotá  y  se  le  elevara  algún  mausoleo  digno  de  aquellas 
cenizas. 

Mayo  15 — Posada 
III 
,  Flora  de  Bogotá 

La  Academia  Nacional  de  Historia  manifiesta  a  Su  Señoría  el 
señor  ministro  de  Relaciones  Exteriores,  respetuosamente,  que  se- 
ría útil  y  patriótico  averiguar,  por  conducto  de  nuestro  minis- 
tro eft  España,  por  los  manuscritos  de  i  a  La  Flora  de  Bogotá,  com- 
puesta por  Mutis  y  sus  compañeros  de  la  Expedición  Botánica  y 
llevados  por  Enri(e  a  Madrid,  en  los  días  de  la  reconquista,  y  que, 
al  ser  hallados,  se  diesen  los  pasos  necesarios  para  su  publicación 
en  aquella  ciudad  o  para  su  traída  al  país. 

Mayo  15 — Posada 


(1)  Van  al  pie  los  nombres  de  los  autores    de  cada  una   de  estas 
mociones  y  la  fecha  de  su  aprobación,  en  el  año  pasado. 


RESOLUCIONES  491 


IV 

Vargas  Tejada 

Nómbrese  una  comisión  que  averigüe  si  existe,  en  la  jurisdic- 
ción de  Ubaté,  la  cueva  donde  estuvo  escondido,  más  de  un 
año,  el  poeta  Vargas  Tejada,  a  fin  de  hacer  colocar  allí  una  lápida 
conmemorativa. 

Mayo  15 — Posada 
V 
Murallas  de  Cartagena 

La  Academia  Nacional  de  Historia,  considerando:  que  en  di- 
versas ocasiones  ha  manifestado  su  concepto  acerca  de  la  inconve- 
niencia de  la  demolición  total  e  inconsulta  de  las  históricas  mu- 
rallas de  Cartagena;  y  que  para  prevenir  el  mal  apuntado  dio  co- 
misióa  a  sus  distinguidos  individuos  de  número  señores  Diego 
Mendoza  Pérez  y  Luis  Augusto  Cuervo  para  presentar  a  las  cá- 
maras legislativas  un  proyecto   de  ley  sobre   la  materia,  resuelve: 

Dar  encargo  a  los  señores  Luis  Augusto  Cuervo  y  Jorge 
Ricardo  Bsj araño  para  que  gestionen  de  nuevo  si  es  el  caso 
en  la  actual  legislatura  la  expedición  de  la  ley  por  la  cual  se  dis- 
ponga que  no  pueda  demolerse  parte  alguna  de  las  murallas  de 
Cartagena  sin  oír  previamente  el  concepto  de  la  Academia  de 
Historia. 

Noviembre  i." — Rivas y  Cortátar 

VI 
Enseñansa  de  Historia 
La  Academia  Nacional  de  Historia,    considerando: 

I."  Que  el  estudio  de  la  historia  patria  es  elemento  esencial 
para  formar  el  sentimiento  patrio,  aquilatar  el  patriotismo  y  vigo- 
rizar los  vínculos  de  la  unidad  nacional;  2.°,  que  es  notoria  ia  de- 
ficiencia que  hoy  se  observa  en  muchos  colegios  de  primera  y  se- 
gunda, enseñanza  respecto  de  dichos  estudios,  y  en  algunos  de  la 
más  alta_ importancia  no  se  cursa  esta  materia,  quizá  por  creerse 
que  los  alumnos  que  a  esos  claustros  llegan,  la  han  estudiado  ya 
detenidamente;  3.°,  que  es  necesario  que  la  juventud,  desde  los 
aulas,  conozca,  con  la  mayor  exactitud  y  profundidad  posibles,  la 
evolución  histórica  de  Colombia,  resuelve: 

1."  Solicitar  de  la  manera  más  atenta  y  encarecida  del  señor 
ministro  de  Instrucción  Pública  que  dicte  las  medidas  que  estime 
más  pertinentes  y  eficaces  a  fin  de  que  se  intensifiquen  en  los 
planteles  de  primera  y  segunda  enseñanza  los  estudios  históricos, 
y  a  tal  efecto  debe  hacerse  figurar  este  curso  en  primera  linea  en 
el  pensum  del  balchillerato.  Igualmente  la  Academia  se  permite 
insinuar  al  señor  ministro  la  conveniencia  de  que  el  curso  de 
historia  nacional  se  dicte,  en  todos  los  planteles,  por  profesores  co- 
lombianos. 

Noviembre  i. — Rivas  y  Cortázar 


492  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Don  sufln  garcía  del  rio 

Este  distinguido  granadino,  hijo  de  Cartagena  de  Indias,  es- 
critor galano,  político  notable,  que  colaboró  en  altos  cargos  con 
el  general  San  Martín,  en  Lima;  coo  el  general  Urdaneta,  en  Bo- 
gotá, y  con  el  general  Flores,  en  Quito;  este  procer  ilustre,  des- 
pués de  una  vida  brillante  y  agitada,  falleció  en  la  ciudad  de 
Méjico  el  día  15  de  mayo  de  1856,  según  nos  lo  dice  el  doctor 
don  Manuel  Mestre  Ghigliazza,  director  de  la  Biblioteca  Nacional 
mejicana,  en  carta  de  2  de  julio  último,  a  !a  cual  acompaña  una 
copia  de  la  reproducción  que  hicieron  los  diarios  El  Siglo  diez  y 
nueve  y  El  Monitor  republicano  de  un  suelto  de  El  Heraldo,  de 
16  de  mayo  de  1856.  Este  periódico  lo  redactaba  el  colombiano 
(entonces  granadino)  señor  Godoy. 

La  copia  del  suelto  dice  así: 

«Defunción.  A  las  cuatro  y  media  de  la  mañana  de  ayer,  des- 
pués de  una  penosa  enfermedad,  falleció  el  señor  don  Juan  García 
del  Río,  distinguido  escritor  neogranadino.  El  señor  García  del  Río 
figuró  como  diputado  al  congreso  constituyente  de  la  República  de 
Colombia;  como  ministro  de  hacienda  en  el  Perú,  y  encargado  de 
negocios  de  la  misma  República  cerca  de  su  majestad  británica, 
y  en  otros  altos  empleos  que  obtuvo  de  las  otras  repúblicas  de  la 
América  del  Sur.  Su  extraordinario  talento,  su  vasta  ilustración, 
sus  trabajos  en  diversas  materias,  en  los  que  probaba  sus  profun- 
dos estudios,  le  hacían  considerar  como  uno  de  los  sabios  ameri- 
canos. Se  había  establecido,  desde  hace  algunos  años,  en  esta 
capital,  donde  era  estimado  de  cuantos  tenían  el  gusto  de  cono- 
cerle. En  su  trato  era  sencillo,  sin  pretensión  de  ninguna  especie. 
Su  personal,  era  simpático,  noble,  digno.  Acompañamos  a  la  se- 
ñora su  viuda  en  el  sentimiento  que  esta  irreparable  pérdida  debe 
haberle  causado,  y  deseamos  a  nuestro  querido  amigo  el  descanso 
eterno.» 

Gracias  pues  a  la  acuciosidad  del  .señor  doctor  Mestre  Ghi- 
gliazza debemos  este  dato,  que  hacía  falta  para  la  biografía  del 
eminente  García  del  Río,   «el  sabio  americano». 

Barranquilla,  septiembre  16  de  1923.    Tullo  Samper  Grau. 


flCflDEÍDlfl  nflCIOnflh  DE  BISTORIfl 
Extracto  de  actas 

I.*  DE  FEBRERO 

El  concejo  municipal  de  Tabio  transmite  la  proposición  acor- 
dada por  él  con  motivo  del  centenario  de  la  muerte  del  general 
Nariño. 

La  secretaría  de  educación  pública  de  Méjico  comunica  que  en 
el  boletín  bibliográfico  de  El  libro  y  el  pueblo, ¡de  esa  oficina,  apa- 
rece una  relación  de  las  principales  obras  editadaspor  la  Academia. 


ACADEMIA  NACIONAL  DE  HISTORIA  493 


La  librería  española  de  Caracas  avisa  que  acaba  de  editarse 
en  esa  capital  una  sexta  edición  ilustrada  de  la  obra  del  señor  Pia- 
zón,  Critica  al  Diario  de  Bucaramanga  y  que  contieae  el  verda- 
dero diario  del  general  Perú  de  Lacroix. 

El  director  de  la  biblioteca  municipal  de  Jericó  solicita  se  le 
envíen  las  obras  de  la  Academia. 

El  ministro  de  Obras  Públicas  pide  tres  colecciones  del  Bo- 
letín de  Historia. 

El  ministro  de  Relaciones  Exteriores  transmite  una  comuni- 
cación del  despa::ho  de  Instrucción  Pública,  de  España,  con  la  cual 
se  informa  sobre  los  manuscritos  de  la  Flora  de  Bogotá,  según  lo 
solicitado  por  la  Academia. 

El  departamento  de  histeria  de  la  Universidad  de  Staford, 
en  California,  solicita  algunos  volúmenes  de  la  Biblioteca  de  His- 
toria Nacional. 

El  presidente  del  concejo  municipal  de  Barbacoas  avisa  que 
remite  el  folleto  Primer  centenario  del  rescate  de  las  alhajas  de 
la  ciudad  de  Santa  María  del  puerto  de  la  provincia  de  Barba- 
coas, ejecutado  por  las  damas  patrióticas  de  su  vecindario  en 
agosto  de  1821. 

El  ministro  de  Instrucción  Pública  envía  la  circular  del  co- 
mité Novel  de  Noruega,  sobre  las  bases  para  adjudicar  el  premio 
de  la  paz. 

La  empresa  cinematográfica  Di  Doménico  Hermanos  y  Com- 
pañía comunica  que  su  gerente  tiene  en  Ñapóles  concluidos  los 
detalles  para  la  filmación  de  la  vida  de  Bolívar,  y  solicita  de  la 
Academia  su  colaboración  y  gestiones  para  conseguir  el  apoyo  del 
gobierno. 

El  señor  Samper  y  Grau  envía  la  publicación  que  ha  hecho, 
en  un  diario  de  Barranquilla,  de  una  lista  de  gobernantes  de  Co- 
lombia de  i8i2  a  1923,  con  los  lugares  de  su  nacimiento. 

El  secretario  da  cuenta  de  haber  entregado  veintijsiete  traba- 
jos para  el  libro  Bolivariano  al  señor  Fabio  Lozano,  quién  los  llevó 
para  Lima. 

Se  consignó  en  el  acta  una  manifestación  de  pésame  por  la 
muerte  de  los  señores  Nicolás  Esguerra  y  Santiago  Cortés,  miem- 
bro honorario  de  la  Academia  el  primero  y  correspondiente  el  se- 
gundo. 

El  señor  Quijano  presentó  el  volumen  XVIII  del  ArchíVO 
Santander,  que  acaba  de  publicarse. 

Se  designó  una  comisión  para  redactar  las  bases  de  una  nueva 
edición  de  Documentos  sobre  la  vida  de  Bolívar. 

El  señor  Munsalve  leyó  un  nuevo  capítulo  de  su  refutación  a 
los  escritos  de  C.  Hispano  sobre  el  Libertador. 

15  DE  FEBRERO 

Leyó  el  señor  Monsalve  un  nuevo  capitula  de  su  refutación  a 
los  escritos  de  C.  Hispano  sobre  el  Libertador,     x 


494  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Se  resolvió  negar  toda  solicitud  que  se  haga  a  la  Academia  de 
su  salón  para  el  uso  de  otras  corporaciones  y  para  espectáculos 
públicos  o  privados. 

El  señor  C.  Cuervo  visa  haber  enviado  a  Lima  su  trabajo 
para  El  Mundo  B olivar iano. 

El  señor  A.  Gerardi,  de  Turín  (Italia)  solicita  los  estatutos 
y  algunos  otros  datos  de  la  Academia. 

El  señor  J.  B.  Arteaga  envía  de  Albán  (Narifio)  el  drama  in- 
titulado La  venta  del  llano  de  piedra  hecha  por  Bolívar,  sobre 
el  cual  solicita  el  concepto  de  la  Academia. 

Se  acuerda  publicar  un  libro  relacionado  con  el  centenario 
de  la  batalla  de  Ayacucho. 

La  secretaría  presenta  un  i  lista  de  las  comisiones  que  aún  no 
han  sido  despachadas. 

Se  resuelve  pedir  al  extranjero  algunas  insignias  para  los  aca- 
démicos, por  haberse  agotado  las  existencias. 

I.o  DE  MARZO 

El  señor  Monsalve  leyó  un  nuevo  capítulo  sobre  refutación 
al  libro  Bolívar  y  la  posteridad,  de  C.  Hispano. 

El  señor  Zuleta  leyó  una  disertación  sobre  el  origen  del  nom- 
bre Antioquia  dado  a  una  comarca  de  nuestro  país. 

El  señor  Wills  presentó  el  auto  del  departamento  de  contra- 
loria,  en  el  cual  se  fenece  definitivamente  la  cuenta  de  la  junta  de 
festejos  patrios,  del  año  de  1922,   sin  cargo  alguno  al  responsable. 

Se  aprobó  una  felicitación  al  señor  Rivas  por  su  nombra- 
miento de  ministro  en  Venezuela. 

15  DE  MARZO 

El  ministro  de  Instrucción  Pública  comunica  que  ha  dispuesto 
que  el  director  del  Museo  Nacional  y  un  miembro  de  la  Academia 
vayan  a  Sogamoso  a  hacer  investigaciones  sobre  el  templo  del  sol, 
que  existió  en  dicha  ciudad.  Fue  designado  para  esto  el  señor  Car- 
los Cuervo. 

El  comité  nacional  de  la  bandera  solicita  el  nombramiento  de 
tres  académicos  para  hacer  parte  de  él.  Son  designados  los  seño- 
res Acebedo,  Casas  y  Mendoza. 

Se  nombra  a  los  señores  García,  Guerra  y  Restrepo  (Eduardo) 
para  que  dirijan  la  publicación  de  un  libro  sobre  Ayacucho,  en  los 
días  del  centenario. 

Se  designa  para  la  comisión  de  festejos  patrios  a  los  señores 
Acebedo,  Gómez  Restrepo,  Otero,   Quijano  y  Wills. 

Se  solicita  del  ministro  de  Gobierno  la  impresión,  en  la  Im- 
prenta Nacional,  del  folleto  Cantos  de  Gloria  por  el  señor  A. 
Gómez  Jaime. 

La  comisión  orgnizadora  del  congreso  científico  que  se  reu- 
nirá en  Lima  invita  a  la  Academia  a  colaborar  en  él.  Se  encarga  al 
señor  F.  Lozano  de  representar  a  ésta. 


RESTOS  DEL  DOCTOR  IBÁÑEZ  495 


RE5C05  DEh  DOCCOR  IBflinEZ 

Acuerdo  número  34  de  1923,  por  el  cual  se  concede  a  perpe- 
tuidad ua  lote  de  terreno  en  el  cementerio  para  guardar  los  restos 
del  doctor  Pedro  María  Ibáñez.  El  concejo  municipal  de  Bogotá, 
considerando:  que  el  señor  doctor  Pedro  María  Ibáñez  se  ha  hecho 
acreedor  a  la  gratitud  de  Bogotá,  a  cuya  historia  consagró  la  mejor 
parte  de  su  vida,  acuerda:  Artículo  i.*>  Cédese  a  perpetuidad  en  el 
cementerio  de  esta  ciudad  un  lote  de  terreno  de  4  metros  cuadra- 
dos de  superficie  para  guardar  los  restos  del  distinguido  historia- 
dor, hijo  de  esta  ciudad,  doctor  Pedro  María  Ibáñez.  Artículo*  2*" 
En  el  monumento  que  levante  !a  familia  se  colocará  una  placa  con 
esta  inscripción;  Área  cedida  por  el  concejo  de  1923  en.  honor  de 
Pedro  María  Ibáñez^  historiador  de  Bogotá.  Artículo  3 .°  Autorí- 
zase al  señor  Personero  Municipal  para  que  otorgue  la  escritura 
correspondiente  a  la  familia  del  doctor  Ibáñez.  Dado  en  Bogo- 
tá a  veintinueve  de  mayo  de  mil  novecientos  veintitrés. 


inFORmEs 
I 

CALLE  GIRARDOT 

Se  ha  consultado  a  la  Academia,  por  el  señor  ministro  de  Go- 
bierno, sobre  la  época  en  que  se  dio  el  nombre  de  Girardot  a  una 
de  las  calles  de  esta  ciudad.  También  el  señor  inspector  7,"  muni- 
cipal me  ha  dirigido  una  nota  sobre  el  mismo  asunto. 

En  mi  libro  Narraciones  hablé  de  las  diversas  nomenclaturas 
que  han  tenido  las  calles  de  esta  capital,  y  ahí  mencioné  ligera- 
mente la  actual,  que  viene  del  año  de  1886.  1 

En  este  año  se  expidió  el  Acuerdo  número  16,  de  8  de  junio, 
en  el  cual  ordena  denominar  por  números  las  carreras  y  las  calles. 
El  artículo  8.°  dice:  «Si  hubiere  sitios  en  la  ciudad  que  no  coinci- 
dan con  la -dirección  de  alguna  calle  o  carrera,  se  les  hará  conocer 
denominándolas  con  el  nombre  de  alguna  batalla  favorable  a  la 
independencia  de  Colombia,  para  lo  cual  el  alcalde  dictará  el  de- 
creto respectivo  que  será  publicado  en  el  periódico  oficial.»  (i). 
Esta  nomenclatura  debía  empezar  a  regir  el  i."  de  agosto.  El  se- 
ñor alcalde  dictó  el  decreto  de  16  de  junio,  en  el  cual  ordena 
cumplir  ese  acuerdo  (2);  y  el  29  del  mismo  mes  celebró  un  con- 
trato con  los  señores  Jorge  Pombo  y  Carlos  Obregón  para  hacer  la 
numeración  conforme  al  nuevo  sistema  (3).  En  el  informe  del  al- 
calde a  la  municipalidad,  el  31  de  julio,  dice  que  se  va  a  cumplir 
dicho  contrato,  y  en  el  de  31  de  diciembre  hay  este  párrafo:   «iVó- 

(X)  Acuerdos  expedidos  por  la  Municipalidad  de  Bogotá.  1860  a 
1886,  página  734. 

(2)  Registro  Municipal  número  28Í. 

(3)  Ibídem. 


496  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


menclatura.  La  mandada  establecer  últimamente  para  las  calles  y 
carreras  de  la  ciudad  está  ya  casi  terminada,  y  la  utilidad  que  ella 
presta  al  público  es  reconocida  por  todos,  aun  por  aquellos  que 
hostilizaron  en  su  principio  esta  medida  civilizadora»  (i). 

No  he  logrado  hallar  el  decreto  del  alcalde  que  diera  los 
nombres  de  esas  calles  de  que  habla  el  artículo  5.°  del  citado  acuer- 
do, pero  él  debió  dictarse  en  ese  año  o  en  1887,  pues  en  el  Direc- 
torio de  Bogotá,  que  publicaron  dichos  señores  Pombo  y  Obregón, 
para  1888  (segundo  de  la  serie),  ya  figuran  las  calles  de  Junín  y 
Girardot  y  las  carreras  de  Sucre  y  Caldas.  En  el  Catastro  de  Cun- 
dinamarca,  impreso  en  1890,  figura  también  (página  12)  la  calle 
Girardot,  y  consta  de  cinco  cuadras. 

Bogotá,  I."  de  iunio  de  i^2t¡-^ Eduardo  Posada. 


II 

MIEMBRO  CORRESPONDIENTE 

Señores  Académicos: 

Se  nos  ha  pasado  en  consideración  la  candidatura  del  reveren- 
do padre  Jesús  Martínez  de  San  Agustín,  propuesto  para  miembro 
correspondiente  de  esta  corporación.  Uno  de  nuestros  colegas,  el 
doctor  A.  Gómez  Calvo,  tuvo  la  amabilidad  de  facilitarnos  los  im- 
presos que  en  diferentes  épocas  muestran  los  escritos  del  padre 
Martínez  relacionados  con  nuestra  historia.  Entre  tales  impresos  se 
destaca  El  Propagador,  pequeño  periódico  que  ha  visto  la  luz  en 
Támara,  y  aunque  los  artículos  de  historia  allí  publicados  lo  han 
sido  sin  firma  alguna,  hemos  venido  en  conocimiento  del  callado 
autor  por  una  carta  autógrafa  del  mismo  reverendo  padre  al  doctor 
Gómez  Calvo,  en  la  cual  declara  pertenecerle  de  todo  en  todo  la 
propiedad  intelectual  y  literaria  de  tales  trabajos.  Despejada  de  este 
modo  la  paternidad,  ya  podíamos  entrar  a  apreciar  el  valor  de  di- 
chas producciones  para  predicar  de  su  autor  las  cualidades  y  de- 
fectos que  en  ellas  pudieran  hallarse. 

El  trabajo  de  más  largo  aliento  es  el  que  lleva  por  título  His- 
toria de  Casanare.  A  nadie  se  oculta  que  esta  región  de  Colombia 
goza  de  rara  celebridad  en  los  anales  patrios,  por  h^ber  sido  tea- 
tro de  acontecimientos  políticos  y  guerreros  y  prestado  el  concur- 
so más  decidido  a  la  causa  de  la  independencia,  cuando  Santan- 
der organizaba  por  allí  parte  de  los  ejércitos  libertadores.  El  padre 
Martínez  no  desconoce  nada  de  esto:  por  el  contrario,  se  echa  de 
ver  que  la  historia  de  la  región  le  es  conocida,  quizá  más  que  para 
muchos  que  han  trasegado  libros  y  documentos,  pero  sin  beber  en 
la  fuente,  que  son  los  archivos  parroquiales  principalmente,  los 
cuales  el  padre  Martínez  sí  ha  podido  gustar  a  su  antojo.  Y  es  de 
gran  conveniencia  para  la  Academia   que  de  su  propio   seno  haya 

(1)  Registro  Municipal  número  307. 


MEMORIA  DEL  SECRETARIO  497 


en  aquellas  soledades  un  buscador  de  documentos  históricos,  cada 
uno  de  los  cuales,  bien  analizado,  puede  servir  para  complementar 
la  cadena  que  perfeccionará  más  tarde  el  conjunto  de  datos  que 
fundamenten  con  solidez  la  historia  del  país.  Ni  le  son  desconoci- 
dos al  padre  Martínez  los  nombres  y  los  hechos  de  las  principales 
figuras  que  en  Casanare  y  en  diferentes  campos  de  actividad  se 
distinguieron  durante  la  emancipación:  allí  pueden  leerse  datos 
precisos  sobre  Juan  Nepomuceno  Moreno,  Juan  José  Molina,  Ig- 
nacio Marino,  los  mártires  Cadena  y  Rosillo,  Nonato  Pérez,  Fran- 
cisco Olmedilla  y  otros  muchos.  Fuera  de  que  le  es  familiar  la  ac- 
tuación de  las  comunidades  religiosas,  entre  las  cuales  sobresale  la 
de  la  Compañía  de  Jesús,  tan  fecunda  en  todas  partes,  bien  sea 
en  los  centros  de  mayor  cultura,  bien  en  los  solitarios  parajes  don- 
de es  más  escaso  el  estímulo  y  mayores  las  penalidades  de  la  ac- 
ción. Sacar  a  luz  esa  historia  de  las  misiones  católicas  es  labor 
grata  a  los  ojos  de  la  historia,  tanto  más  cuanto  este  ha  sido  y  con- 
tinuará siendo  el  medio  más  a  propósito  para  conocer  y  estimular 
las  costumbres  de  los  salvajes  y  llegar  así  a  la  resolución  de  pro- 
blemas de  raza  y  lengua,  que  de  otra  suerte  seguirán  durmiendo  el 
sueño  de  los  siglos.  Mucho  ganarían  las  páginas  del  Boletín  si  en 
ellas  algún  día  llegaran  a  reimprimirse  las  copiosas  que  el  reveren- 
do padre  Martínez  ha  escrito  sobre  la  historia  de  Casanare,  pues 
descontada  alguna  dureza  notoria  en  e¡  estilo,  el  andigo  de  estos 
estudios  puede  allí  encontrar  piso  firme  para  cuestiones  más  ge- 
nerales. 

Estamos  ciertos  de  que  el  padre  Martínez  recibirá  el  título  de 
miembro  correspondiente  de  la  Academia,  no  como  premio  a  sus 
faenas  hasta  ahora  realizadas,  sino  como  un  llamamiento  a  la  pro- 
secución de  sus  labores  con  mayor  diligencia,  si  cabe,  de  la  que 
hasta  ahora  ha  empleado;  para  los  que  como  él  saben  que  si  no  se 
adelanta,  se  retrocede,  un  título  no  es  señal  de  descanso  sino  oca- 
sión de  enaltecerlo.  En  vista  de  lo  que  dejamos  dicho,  propone- 
mos con  todo  respeto: 

Admítase  al  reverendo  padre  Jesús  Martínez  de  San  Agustín 
en  el  número  de  miembro  correspondiente  de  la  Academia. 

Bogotá,  2  de  junio  de  1923. 

Vuestra  Comisión.    José  /oaquin   Guerra — R.   Cortázar 

mEínORIfl  DEh  SECRETARIO 

Modestas  pero  bien  fecundas  han  sido  las  tareas  de  la  Acade- 
mia en  el  año  corrido  después  mi  anterior  informe.  Con  inteligencia 
y  constancia  han  laborado  la  mayor  parte  de  sus  miembros,  así  de 
número  como  correspondientes,  y  contribuido  al  buen  éxito  de  sus 
empresas. 

Algunos  pocos  académicos  residentes  en  la  ciudad  se  abstie- 
nen, há  tiempos,  de  tomar  parte  en  nuestras  faenas.  Lamentable  es 

XIV— 32 


( 

498  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


ese  alejamiento,  debido  sin  duda  a  grandes  ocupaciones  u  otras 
circunstancias,  y  que  nos  priva  de  poderoso  refuerzo.  Quizás  con- 
vendría excitarlos  a  que  participen  en  nuestra  patriótica  misión  o  a 
que  manifiesten  si  han  desistido  definitivamente  de  coadyuvar  en 
ella.  Podrían  así  designarse,  en  su  reemplazo,  individuos  igualmente 
m'eritorios  y  que  sin  duda  serían  asiduos  y  tenaces  colaboradores 
de  nuestra  corpoi  ación. 

Dos  académicos  de  número  han  fallecido  en  el  presente  año: 
los  señores  Rufino  Gutiérrez  y  Simón  Chaux,  quienes  le  prestaron 
valiosos  servicios  y  dejaron  en  el'a  una  huella  profunda  de  simpatía. 
Murió  el  primero  en  esta  ciudad,  tras  larga  agonía,  y  en  su  lecho  de 
penalidades  siguió  con  todo  cuidado  los  trabajos  de  la  Academia,  y 
a  ella  consagró  muchas  de  sus  postreras  horas.  En  una  hacienda, 
cerca  de  Popayán,  pasó  el  segundo  sus  últimos  años,  y  allí  seguía, 
igualmente  con  atención  y  cariño,  la  marcha  de  este  templo  de  Clío, 
en  el  cual  ofició  él  con  brillo  en  ya  lejanos  días.  En  las  actas  se  hizo 
constar  el  pesar  de  la  Academia  por  estas  pérdidas,  y  se  declararon 
vacantes  sus  sillones. 

Como  aún  no  se  ha  elegido  quien  deba  ocupar  el  del  señor 
Fajardo,  de  cuya  muerte  hablé  en  el  anterior  informe,  tenemos  hoy 
vacíos  tres  puestos  de  miembros  de  número,  y  acertado  sería  hacer 
la  elección  lo  más  pronto  posible,  una  vez  que  hay  varios  candidatos 
bien  dignos  para  formar  en  esta  distinguida  categoría. 

Tuvo  la  Academia,  en  este  año,  el  honor  de  ser  designada  para 
formar  el  índice  de  los  capítulos  que  corresponden  a  Colombia  en 
la  obra  El  Mundo  Bolivariano,  que  se  publicará  en  el  Perú  con 
motivo  del  centenario  de  Ayacucho.  Encomendados  de  este  traba- 
jo fueron  los  señores  Eduardo  Restrepo,  Laureano  García  y  el  in- 
formante. Conoce  la  Academia  ya  la  lista  de  materias  y  de  autores 
que  formó  dicha  comisión,  la  cual  fue  publicada  en  varios  pe- 
riódicos y  se  envió  a  cada  uno  de  los  nombrados.  Ella  ha  sido 
acogida  con  agrado  por  el  público  y  aceptada,  en  la  parte  que  le 
corresponde,  por  cada  uno  de  los  escritores  allí  señalados.  Casi 
todos  están  ya  en  la  tarea  y  llenado  será  sin  duda,  con  lucimiento, 
e!  aporte  de  nuestro  país  en  aquel  glorioso  monumento. 

Entre  las  adquisiciones  que  ha  hecho  la  Academia  en  estos 
doce  meses  está  la  del  proceso  de  los  Derechos  del  Hombre  y  de 
otras  causas  instruidas  a  fines  del  siglo  xviii.  Esta  abultada  docu- 
mentación fue  enviada  por  el  señor  Pérez  Sarmiento,  quien  hizo 
tomar  copia  de  ella  en  el  Archivo  de  Indias.  El  índice  se  publicará 
próximamente  en  el  Boletín;  y  más  tarde,  con  todos  esos  legajos, 
se  hará  un  volumen  de  la  Biblioteca  de  Historia  Nacional. 

La  Junta  de  la  coronación  del  poeta  señor  FIórez,  que  tuvo 
lugar  en  Usiacurí,  nos  donó  el  álbum  que  se  formó  con  tal  festejo, 
en  el  cual  hay  curiosos  autógrafos  y  selectas  composiciones;  y  en 
nuestro  archivo  se  le  guarda  con  altísimo  aprecio. 

Tocóle  a  la  Academia  poner  su  tributo  en  los  homenajes  que 
se  rindieron  a  los  manes  de  dos  ilustres  proceres:  el  almirante  Pa- 
dilla y  el  doctor  Pedro  Gual.  Asistió  a  la  exhumación  de  las  ceni- 
zas del  primero  en  la  iglesia  de  San  Agustín,  y  las  acompañó  hasta 


MEMORIA  DEL  SECRETARIO  499 


la  estación  del  ferrocarril,  de  donde  fueron  llevadas  a  Ríohacha,  la 
patria  del  valeroso  marino.  Del  segundo  fue  a  recibir  sus  restos, 
traidos  del  Ecuador,  a  la  ciudad  de  Facatativá,  donde  estaban  en 
provisional  depósito,  y  los  condujo  en  solemne  desfile  al  ministerio 
de  Relaciones  Exteriores,  y  asistió  a  la  ceremonia  fúnebre  en  la 
Catedral  al  ser  allí  colocados  en  un  artístico  monumento. 

Celebróse  en  España  há  pocos  meses  el  segundo  centenario 
del  nacimiento  de  Caballero  y  Góngora,  el  benemérito  arzobispo- 
virrey,  y  la  Academia  nombró  su  representante  en  esa  conmemora- 
ción al  señor  Restrepo  Tirado.  Algunos  miembros  rindieron  a  su 
vez,  aquí,  en  la  prensa,  su  alabanza  ai  que  supo  llevar,  con  majes- 
tad y  benevolencia,  el  bastón  y  el  cayado,  en  la  colonia  encomen- 
dada a  su  guarda. 

Próximamente  festejará  también  la  madre  patria  el  aniversario, 
cuatro  veces  secular,  del  padre  Diego  de  Deza,  patrocinador  de  la 
gran  empresa  de  Colón;  y  tomará  igualmente  parte  en  aquel  acto 
rememorativo,  tan  simpático  para  todos  los  amantes  de  la  his- 
toria. 

La  Sociedad  de  Americanistas  de  París  perdió  a  su  presidente, 
el  venerable  M.  Vignau,  que  tantas  y  tan  gallardas  páginas  consa- 
gró a  la  vida  de  Colón  y  a  los  problemas  de  los  aborígenes  y  del 
descubrimiento  de  América.  Nuestra  Academia  transmitió  su  con- 
dolencia a  aquel  centro  de  altísimos  estudios,  que  tanto  se  interesa 
por  nuestras  cuestiones  arqueológicas,  y  la  cual  tiene  a  varios  co- 
lombianos en  la  lista  de  sus  miembros. 

De  la  administración  de  correos  fue  traído  un  archivo  que  es- 
taba allí  en  confuso  montón,  a  fin  de  que  la  Ar:ademia  separara  lo 
útil  que  en  él  hubiera  de  lo  que  no  tuviese  importancia  de  ningu- 
na especie.  Cuidadosamente  el  bibliotecario  señor  Meza  lo  ha  se- 
leccionado y  puesto  en  orden,  de  modo  que  puede  verse  lo  que 
tiene  alto  valor  para  nuestros  anales;  lo  que  apenas  interesa  secun- 
dariamente, y  lo  que  carece  de  todo  mérito.  Convendría  que  una 
comisión  hiciera  una  nueva  clasificación  y  dictaminara  algo  sobre 
estos  últimos  papeles  que  la  sociedad  de  San  Vicente  solicita  con 
ahinco  para  objetos  caritativos.  Soy  opuesto  a  la  destrucción  de 
todo  legajo,  por  insignificante  que  parezca,  pues  algún  día,  por  un 
motivo  o  por  otro,  es  útil  para  los  investigadores  del  pasado,  pero 
es  esa  comisión  la  que  podrá  dar  su  concepto  definitivo  sobre  el 
asunto.  Allí,  en  esos  papeles  vetustos,  se  han  hallado  curiosos  do- 
cumentos que  son  unos  de  valor  para  la  crónica  general  del  país,  y 
otros  para  monografías  de  varios  ramos  del  servicio  público.  Y  aun 
varios  tan  sólo  de'valor  familiar,  como  unas  cartas  que  este  vuestro 
secretario  abrió  con  intensa  emoción,  pues  estaban  pegadas  aún  y 
dirigidas  a  sus  padres.  Y  en  ellas  halló  que  se  trataba  de  su  naci- 
miento y  del  nombramiento  de  sus  padrinos.  No  cometeré  la  indis- 
creción de  decir  cuántas  décadas  habían  yacido  perdidas  aquellas 
epístolas,  que  conducía  a  Medellín  un  particular  en  horas  de  re- 
vuelta y  que  le  fueron  expropiadas;  pero  sí  os  contaré  que  en  una 
de  ellas  se  dice:  sudemos  qtu  el  niño  está  muy  bonito.    Pobre   carta 


500  BOLETÍN  DE  mSTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


<jue  nunca  recibió  mi  madre  y  que  por  singulares  recovecos  del 
destino  le  tocara  recibirla  intacta  y  leerla  sollozando,  más  de  me- 
dio siglo  después,  cuando  ya  estaba  blanca  su  cabeza,  al  mismo 
cuyo  nacimiento  se  saludaba £n  ella  con  alborozo  y  cariño. 

Las  lecturas  quincenales  han  continuado  durante  este  tiempo, 
salvo  en  pocas  sesiones,  que,  por  enfermedad  u  otra  circunstancia, 
se  han  excusado  los  encargados  de  hacerlas. 

El  señor  Quijano  evocó  reminiscencias  de  los  festejos  de  la 
fiesta  nacional  en  1849;  el  señor  Correa  relató  varias  anécdotas  de 
personajes  históricos;  el  señor  Triana  reveló  la  vida  y  costumbres 
de  la  tribu  de  los  quimbayas;  el  señor  Guerra  refirió  algunos  episo- 
dios de  la  vida  de  su  ilustre  padre  el  doctor  Guerra  Azuola;  el 
señor  Rivas  trazó  un  boceto  de  doña  Jerónima  de  Orrego,  la  rica 
encomendera  de  los  primeros  días  coloniales;  el  señor  Arrubla 
analizó  dos  inscripciones  que  parecen  cuneiformes  e  hizo  conside- 
raciones sobre  el  origen  de  ios  americanos;  el  mayor  FIórez  habló 
sobre  sus  investigaciones  respecto  a  la  acción  de  la  caballería  en 
nuestra  guerra  de  independencia;  el  señor  Cuervo  expuso  una  mo- 
nografía del  pueblo  de  Bojacá;  el  señor  Meza  narró  los  incidentes  de 
una  causa  célebre  a  principios  del  siglo  xviii;el  señor  Acebedo  pre- 
sentó varios  episodios  de  la  historia  militar  del  país;  y  el  señor  Cor- 
tázar hizo  un  estudio  relativo  a  la  recusación  de  Nariño  para  ocupar 
un  puesto  en  el  senado,  en  los  años  de  182 1  y  1823.  Trabajos  todos 
ellos  amenos  y  eruditos,  que  vienen  a  dar  claridad  y  precisión  so- 
bre puntos  interesantes  de  nuestros  anales.  También  este  vuestro 
relator  leyó  una  biografía  del  procer  poitorriqueño  general  Anto- 
nio Valero,  !a  cual  ha  publicado  el  Boletín  Histórico  de  aquella 
isla,  con  muestras  de  agradeciraitnto  y  complementándola  con  cu- 
riosos documentes. 

La  Biblioteca  de  Historia  Nacional  ha  seguido  su  marcha 
progresiva  y  ha  completado  xxxv  volúmenes,  hecho  inusitado  en 
nuestro  país,  que  quizás  no  había  visto  antis  llegar  a  una  decena 
de  tomos  ninguna  colección  editorial.  Salieron  últimamente  de  las 
prensas  ^í/rtí  del  congreso  de  Cúcuta,  editadas  con  inteligencia 
y  cuidado  por  los  señores  Cuervo  y  Cortázar;  Los  fundadores  de 
Bogotá,  obra  vigorosa  y  seria  del  señor  Rivas;  y  el  duarto  tomo  de 
las  Crónicas  de  ^Bogotá,  del  doctor  Ibáñez.  con  el  cual  se  ha  com- 
pletado aquel  minucioso  y  hábil  trabajo  de  mi  predecesor  en  este 
puesto.  Tocóme  arreglar  los  materiales  y  dirigir  la  impresión  de 
ese  volumen,  conforme  a  los  deseos  de  la  academia  y  de  la  familia 
del  autor,  y  tuve  con  ello  la  satisfacción  de  rendir  ese  nuevo  ho- 
menaje a  la  memoria  de  tan  meritorio  colega. 

En  prensa  están  los  intitulados  Congteso  de  las  Provincias  Uni- 
das, Congreso  de  1823 y  Bibliografía  bogotana  (tomo  2.0).  La  aglo- 
meración de  trabajos  en  la  Imprenta  Nacional,  con  motivo  del 
congreso,  ha  dificultado  la  terminación  de  estas  obras. 

Debatió  largamente  la  corporación  el  asunto  relativo  a  la  lle- 
vada al  extranjero  de  objetos  arqueológicos,  con  motivo  del  ha- 
llazgo de  ellos  en  las  cercanías  de  Santa  Marta.  La  Academia  re- 


MEMORIA  DEL  SECRETARIO  501 


solvió,  a  la  consulta  que  se  le  hizo  subre  este  caso,,  que  ya  ella,  de 
acuerdo  con  la  ley  47  de  1920,  había  emitido  el  concepto  de  que 
no  debía  permitir  e  la  exprjrtación  de  artefactos  de  carácter  histó- 
rico, sino  bajo  ciertas  condiciones,  y  que  al  gobierno  le  tocaba 
determinar  el  náodo  y  momento  de  hacer  cumplir  dicho  acto  legis- 
lativo. 

Miembros  correspondientes  fallecieron  en  esta  época,  que 
abarca  mi  informe:  los  señores  Enrique  Pérez,  José  María  Quijano 
y  Andrés  Posada  Arango,  quienes  pusieron  en  nuestra  historia 
páginas  de  altísimo  relieve,  y  con  frecuencia  tomaron  parte  en 
nuestras  deliberaciones. 

Como  miembros  de  ta!  categoría  han  sido  nombrados  los  se- 
ñores Enrique  Díaz  Guiñarzú,  notable  historiador  argentino;  fray  Je- 
sús Martínez,  laborioso  investigador  de  nuestras  crónicas,  y  Miguel 
Laso  de  ia  Vega,  catedrático  de  historia  en  la  Universidad  de 
Sevilla  y  autor  de  mteresantes  monografías. 

Muchas  donaciones  ha  recibido  nuestra  biblioteca  reciente- 
mente, como  consta  en  el  minucioso  informe  del  encargado  de 
ella.  Ahí  veréis  que  especialmente  se  han  distinguid-*  por  sus  ricos 
obsequios  los  dignos  repiesentanies,  en  esta  ciudad,  de  la  Argen- 
tina, el  Brasil  y  Méjico  señores  Labougle,  Guimaraes  y  Ros- 
senweit. 

Dirigió  la  Academia,  como  en  los  años  anteriores,  los  festejos 
de  los  días  patrióticos.  Lu  exiguo  del  dinero  asignado  no  permitió 
darle  espleiidúr  y  magnitud  a  los  programas  de  tales  aniversarios, 
pero  sí  hubo  en  ellos  números  serios  y  dignos,  que  se  cumplieron 
fielmente  y  merecieron  el  aplauso  de  quienes  no  buscan  regocijos 
vulgares  sino  espectáculos  delicados,  que  sean  tributo  a  la  memo- 
ria de  les  inmortales  proceres,  y  cultiven  el  recuerde  de  los  gran- 
des acontecimientos  de  nuestra  gloriosa  emancipación. 

El  tomo  XVIII  del  Archivo  Santander  está  en  prensa,  y  pronto 
saldrá  a  la  luz  pública.  El  arreglo  de  los  materiales  y  dificultades 
tipográficas  han  retardado  ¡h  impresión,  pero  la  comisión  encar- 
gada de  esa  tarea  ha  procedido  con  acierto  y  laboriosidad  en  la 
dirección  de  la  obra,  y  tras  de  ese  volumen  vendrán  otros  igual- 
mente sustanciosos,  y  que  complementarán  tan  importante  monu- 
mento de  nuestra  historia. 

En  muchos  otros  asuntos  de  interés  para  nuestro  pasado  y 
para  nuestra  geografía  ha  intervenido  la  Academia,  y  largo  sería 
enumerar  a  todos  ellos.  Ahí  constan  en  nuestras  actas  y  en  las  pá- 
ginas de  nuestro  Boletín.  Uno  de  ellos  fue  la  solicitud  de  la  pu- 
blicación de  la  Flora  de  Bogotá^  obra  del  sabio  Mutis,  que  existe 
en  el  Jardín  Botánico  de  Madrid;  y  otro,  el  de  averiguar  la  gruta 
donde  pasó  escondido,  más  de  un  año,  el  poeta  Vargas  Tejada, 
cuando  era  perseguido  por  su  participación  en  la  conspiración  de 
1828. 

El  4.°  Congreso  Panamericano  expuso  la  conveniencia  de  es- 
cribir una  historia  general  de  América,  y  comisionó  al  Instituto 
histórico  y  geográfico  de  Río  de  Janeiro  para  la  redacción  del  plan 
de  la  obra.  Ya  esta  docta  corporación  lo  ha  hecho,  y  por  conducto 


502  BOLETÍN  DE  fflSTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


del  señor  encargado  de  negocios  del  Brasil  se  ha  puesto  en  cono- 
cimiento de  nuestra  Academia,  y  solicitado  la  cooperación  en  lo 
relativo  a  Colombia.  Irá,  sin  duda,  lo  mismo  que  al  libro  peruano 
de  que  antes  hablé,  nuestro  contingente  a   esa  obra  monumental. 

Con  motivo  de  la  supresión  de  la  oficina  de  la  Corte  de  Cuen- 
tas ha  quedado  un  gran  archivo  para  ser  trasladado  a  otro  lugar. 
La  Contraloría  indicó  que  debía  entregarse  a  la  Academia,  y  se  ha 
comunicado  a  ésta  tal  propósito.  Está  para  resolver  este  asunto,  y 
pienso  que  no  obstante  lo  estrecho  de  nuestra  biblioteca  acata- 
remos aquella  indicación,  pues  aquí  se  guardarán  esos  códices 
con  gran  cuidado,  y  servirán  a  los  académicos  y  a  ¡os  extraños  para 
sus  investigaciones  históricas. 

Apiración  de  todos  ios  miembros  de  la  Academia  ha  sido 
conseguir  un  local  más  amplio  y  que  esté  independiente  de  otras 
oficinas.  Del  salón  de  sesiones  nos  vemos  privados  con  frecuencia 
para  reunión  de  la  asamblea  departamental  y  de  corporaciones 
electorales,  asi  como  para  ceremonias  funerales,  certámenes,  etc., 
etc.;  la  secretaria  es  lugar  oscuro  y  estrecho;  y  la  biblioteca  una 
sala  húmeda  e  incómoda.  Para  la  marcha  próspera  de  nuestros  tra- 
bajos es  conveniente  también  conseguir  o  una  pequeña  imprenta, 
o  que  en  la  nacional  se  nos  señale  una  sección  especial.  Muy  buena 
voluntad  han  tenido  el  señor  director  y  los  empleados  de  la  tipogra- 
fía del  gobierno,  pero  a  menudo  tienen  que  suspender  la  impresión 
de  las  obras  de  la  Academia  para  editar  las  del  congreso  o  de  la 
rama  ejecutiva. 

Debemos  pues  dirigir  en  este  año  nuestros  esfuerzos  a  conse- 
guir estas  dos  cosas:  local  e  imprenta,  pues  sin  ellas  puede  de- 
caer nuestra  corporación,  y  no  seguir  el  brillante  camino  que  ha 
llevado  hasta  ahora. 

Bogotá,  12  de  octubre  de  1923  -Señores  académicos,  Eduardo 
Posada. 


FEnEcimiEnüo  de  \im  cuenüfi 

República  de  Colombia— Departamento  de  contraloría— Sección 
7." — Auditoria  de  liquidación  de  cuentas  anteriores  a  1924. 
Jefatura— Número  382— Bogotá,  febrero  25  de  1924. 

Se  estudió  y  fue  glosada  la  cuenta  de  la  Junta  de  festejos  pa- 
trios, correspondiente  al  año  de  1922,  por  auto  número  121,  de 
enero  22  de  1924;  el  responsable,  señor  Jorge  Wi lis  Pradilla,  dio 
contestación  satisfactoria  a  las  observaciones  formuladas,  corrigien- 
do la  falta  de  recibos  anotados  en  el  auto  mencionado. 

Por  tanto,  se  resuelve:  fenecer  definitivamente  la  cuenta  de  la 
Junta  de  festejos  patrios,  correspondiente  al  año  de  1922,  sin  car- 
go alguno  contra  el  responsable,  señor  Jorge  Wills  Pradilla.  Notifi- 
quese.  Por  el  contralor,  Domingo  A.  Combariza  M.,  jefe  de  la 
auditoria  de  liquidación  de  cuentas  anteriores  a  1924.  El  secre- 
tario ad  hoc,  Hernán  Gutiérrez  Pardo. 


APOSTILLAS  503 


flPOSTIhbflS 


EL  DICTADOR  SANTA  ANA 


En  uno  de  los  pueblos  del  litoral,  en  Turbaco,  vivió  varios 
años  el  distinguido  general  Santa  Ana,  mejicano  que  tantas  pági- 
nas ocupó  en  la  historia  de  su  país,  y  que  ejerció  allá  la  dictadura 
durante  el  siglo  pasado.  Ahí  lo  encontró  el  pintor  francés  León 
Gauthier,  según  se  ve  en  este  fragmento  de  su  viaje  que  reciente- 
mente ha  publicado  la  Revista  de  la  América  Latina  (i."  de  agos- 
to de  1923). 

«Uno  de  los  hombres  más  ilustres  de  Méjico,  el  dictador  San- 
ta Ana,  vivía  en  Turbaco,  retirado  en  su  quinta  de  Santa  Rosa* 
Quise  conocerlo,  y  le  hice  enviar  un  dibujo  de  la  catedral  de  Mé- 
jico y  una  solicitud  de  audiencia.  Me  respondió  con  una  carta  muy 
amable,  fijando  la  hora  de  mi  visita.  No  falté  a  la  cita,  y  en  el  cur- 
so de  una  larga  conversación  conocí  toda  la  pasión,  todo  el  entu- 
siasmo de  este  anciano.  Era  una  gran  figura  con  sus  cabellos  blan- 
cos, su  pierna  de  madera  y  sus  heridas  recibidas  en  las  luchas 
americanas,  desde  el  Poroté  hasta  la  Sonora.  Jugador,  enamorado, 
patriota,  tenía  horror  a  los  americanos  del  norte.  Como  le  ase- 
gurara yo,  al  general  desterrado,  que  él  volvería  a  entrar  en  su  pa- 
tria, ¡oh!,  me  dijo,  tengo  tanto  desdén  por  mi  país,  que  no  quie- 
ro volverlo  a  ver;  yo  moriré  aquí  tranquilo;  es  todo  lo  que  deseo. 
Me  habló  luego  de  Arista,  con  rencor  (si  él  hubiese  sabido  que  yo 
acababa  de  hacer  el  retrato  de  éste,  me  habría  seguramente 
fusilado).  Me  debe  la  vida,  agregó,  comprometido  en  un  pro- 
nunciamiento en  Guanajuato,  yo  le  he  indultado.  Santa  Ana  de- 
fendió a  Méjico  contra  la  invasión  americana,  y  acusaba  a  Arista 
de  traición.  Tuvo  entonces  que  refugiarse  en  Puebla,  donde  éste  lo 
hizo  perseguir,  y  se  ocultó  para  luego  expatriarse.  Con  una  grande 
emoción  me  relató  su  huida  de  Méjico,  afirmando  que  aún  hasta 
Turbaco  su  enemigo  había  enviado  a  un  asesino  pagado.  Los  me- 
jicanos creían  a  Santa  Ana  en  Jamaica. 

Cuando  el  bombardeo  de  San  Juan  de  Ulúa,  por  el  almiran- 
te Bandín  y  el  príncipe  de  Joinville,  Arista  y  Santa  Ana  coman- 
daban el  ejército  mejicano.  Arista  fue  aprehendido  en  su  lecho  y  lle- 
vado a  bordo  del  buque  almirante,  donde  se  creyó  que  sería  fusila- 
do. Se  le  rindieron,  por  el  contrario,  honores  con  los  cuales  qu^edó 
encantado.  El  destino  debía  volver  a  llevar  al  dictador  a  Méjico  y 
enviar  a  Arista  a  morir  en  el  destierro.  Santa  Ana  se  quejaba  de 
su  país,  pero  olvidaba  que  él  había  hecho  fusilar  arbitrariamente  a 
Mejía  y  a  algunos  otros.  Su  patriotismo  era  grande  y  sincero  pero 
sus  ambiciones  no  eran  menos  grandes;  también  sus  pasiones.  Se 
animó  en  su  conversación  conmigo,  y  me  "pareció  muy  deseoso  de 
convencer  al  viajero  francés  de  la  honorabilidad  de   ¿u  pasado.» 

El  viaje  de  Gauthier,  por  nuestrojpaís,  fue  por  ahí  en  los  años 
de  1853  y  1854. 

Santa  Ana  dejó  cariñosa  memoria  en  Turbaco,  y  parece  que 
hizo  obras  de  progreso  en  aquella  población.  Así  se  ve  por  un  do- 


504  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


cumento  que  hemos  hallado  en  una  biografía  del  citado  general. 
Es  una  manifestación  de  muchos  vecinos,  en  la  cual  deploran  su  se- 
paración, y  que  está  fechada  el  17  de  febrero  de  1858. 

«Cuando  en  26  de  septiembre  de  1855,  dicen  ellos,  vimos  re- 
gresar a  vuestra   señoría  a -este   lugar,    recibimos  su  venida  como 
un  presente  que  la  divina  providencia  nos  legaba,  y  con  tanta  más 
razón  lo  creímos,    cuando    de  boca   de  vuestra   excelencia   oímos 
estas  precisas  y  espontáneas  palabras:    Vengo  resuello  a  pasar  el 
resto  de  tni   vida   entre   vosotros.    Este   ofrecimiento  nos  llenó  de 
orgullo,    porque  no    tenemos  vergüenza   en   confesar   que'nos  en- 
orgullecemos en  tener   a   vuestra    excelencia  como   nuestro  padre 
y  bienhechor;  pero  cuandtí  descansábamos   tranquilos  en  la  pose- 
sión de  este  bien  providencial,   nos   quiere*  sorprender  vuestra  ex- 
celencia con  un  triste  y  doloroso   adiós,    despedida  que  nos  llena 
de  consternación    y  desconsuelo.    Hemos  dicho    que  recibimos  el 
regreso  de   vuestra   excelencia    como  un  don  de  la    divina  provi- 
dencia, y  vamos   a  dar  la  razón.   Que  vuestra   excelencia  en  este 
pueblo  y  los  limítrofes  no  ha  sido  otra  cosa  que  i  n  monte  de  pie- 
dad,   es   cosa   que   nadie   puede   du^ar,    porque    dudarse  no    se 
puede  lo  que  es  notorio  y  evidente,  como  lo  atestiguan  los  siguien- 
tes hechos.  ¿No  es  verdad  que  desde  el  rico  hasta  e!  pobre,  el  vie- 
jo y  el  joven,    la  viuda   y  la  huérfana,    el  náufrago    marinero  y  el 
desgraciado  presidiario,  todos   han  recibido  de    las  generosns  ma- 
nos de  vuestra  excelencia   servici'xs  positivos?    Los   primeros  han 
encontrado  en  vuestra  excelencia  un  préstamo    oportuno  y  sin  in- 
terés con  qué  salir  de  sus  ahogos  y  aumentar   sus  especulaciones; 
los  segundos  un  socorro  bastante  suficiente,  no  sólo  para  remediar 
sus  necesidades,  sino  para  mejorar  su  situación,  pues,  lo  repetimos: 
todos,    todos  hemos  sido   protegidos   por   vuestra  excelencia.   Si 
ponemos  en  paralelo  y  miramos  con  ojos  filosóficos    e  imparciales 
lo  que  era  Turbaco  en  1851,    cuando  por  primera   vez  vino  vues- 
tra excelencia  a  este  lugar,  y  lo  que  es  hoy,  se  notará   que  enton- 
ces no  pasaba  esta  población  de  dos  mil  almas,  cuando  hoy  se  en- 
cuentra duplicada.  Entonces  en   el  centro  del    pueblo  no  se  veían 
sino  miserables  chozas  y    desiertos   solares;  hoy   se  ven  éstos  ocu- 
pados por  grandes  y  cómodas  casas.  Entonces  la  iglesia   del  lugar 
se  encontraba  en  vísperas  de  derribarse;  hoy  se  er.cuentra  no  sola- 
mente reedificada  ésta,  sino  edificada  su  casa    de  curato,  todo  ex- 
clusivamente con  fondos  de  vuestra  excelencia.    Entonces  el  cen- 
tro del  templo  se  encontraba  fallo  de  algunos  altares,  cuando   hoy 
no  solamente  están  completos,  sino  hermosos  y  costosos;  pero  to- 
davía ha  hecho  más   vuestra   excelencia:    ha  regalado  ricos  y  lin- 
dos ornamentos.    Entonces   no  se   conocía  en  esta   población  sino 
un  simulacro  de  cementerio,    cuando   hoy   vuestra   excelencia  ha 
hecho  construir  uno  de  material    con  bonitos  sepu  cros.    Entonces 
no  había  otra  industria    que   pequeñas   plantaciones   de  caña  mal 
aparejadas  y  algunas  sementeras  de  poca  valía,  cuando  hoy  pasan 
de  cincuenta  los  trapiches  con  todos  sus  complementos.    Entonces 
no  se  conocía  el  cultivo  del  tabaco,  ni  las  crías  de  ganados,  cuan- 


APOSTILLAS  505 


do  hoy  son  muchas  las  familias  que  viven  de  este  ramo  lucrativo; 
todos,  todos  protegidos  por  la  mano  benefactora  de  vuestra  ex- 
celencia, porque  si  es  verdad  que  hay  algunas  excepciones  que  no 
hayan  recibido  directamente  su  protección,  también  lo  es  que  és- 
tos son  partícipes  del  común  provecho.  Todos  estos  grandiosos 
Servicios  nos  imponen  un  deber,  y  e!  deber  más  sagrado  es  el  de 
ser  agradecidos.  Por  tanto,  excelentísimo  señor,  y  autorizados  por 
la  promesa  que  vuestra  excelencia  nos  hizo  y  hemos  recibido,  le 
rogamos  encarecidamente  desista  de  su  proyectado  viaje,  porque 
le  repetimos  de  buena  fe  que  deseamos  que  permanezca  vuestra 
excelencia  en  este  lugar,  porque  no  nos  hacen  tanta  falta  los  au- 
xilios pecuniarios  como  sus  sabios  y  respetables  consejos  que  con 
frecuencia  nos  da,  y  que  no  tenemos  rubor  en  declarar;  que  vues- 
tra excelencia  nos  ha  inculcado  la  adhesión  al  trabajo,  dándonos 
el  ejemplo,  pues  siempre  !o  hemos  visto  con  una  constancia  sin 
igual  aplicado  a  la  noble  profesión  de  cultivar  la  tierra,  no  por  la 
utilidad  que  ha  reportado  a  vuestra  excelencia,  sino  por  dar  ocu- 
pación a  millares  de  proletarios  que  vagaban  por  estos  alrededo- 
res, hundidos  en  la  miseria  por  no  tener  en  qué  ocuparse,  y  de 
estos  hay  muchos  que  on  sus  economías  son  propietarios.  Reuni- 
dos todos  estos  hechos,  queda  completamente  demostrado:  que  en 
el  corazón  de  vuestra  excelencia  se  encuentra  todo  lo  grande,  todo 
lo  bello,  todo  lo  sublime  y  todo  lo  heroico»  (i). 

Por  esta  expresión  de  gratitud  se  ve  que  fueron  dos  ep^jcas 
las  que  residió  Santa  Ana  en  Turbaco:  una  de  1851  a  1853,  y  otra 
de  1855  a  1858.  Las  cinco  primeras  firmas  de  este  documento  son 
Manuel  Tejada,  Ciprián  Julio,  Pedro  E.  Marimón,  José  María  Es- 
quiaqui  y  José  María  Vives.  En  la  biografía  del  general,  que  es- 
cribió el  señor  Vidal,  se  llama  a  su  casa  de  canapo  en  Turbaco  La 
Rosita  y  refiere  qae  en  el  cementerio  costeado  por  él,  en  obse- 
quio del  vecindaiio,  hizo  fibricar  su  sepulcro. 

El  general  Santa  Ana  cuando  residió  en  las  Antillas,  años 
después,  tuvo  de  secretario  privado,  durante  algún  tiempo,  a  un  co- 
lombiano, el  señor  Mesa.  Algún  grave  disgusto  ocurrió  entre  ellos, 
pues  éste  escribió  después  un  libelo  oprobioso  contra  aquél  (2). 

Otro  viajero  francés,  Félix  Serret,  que  nos  visitó  hace  unos 
doce  años,  consagra  un  recuerdo  a  la  residencia  del  célebre  cau- 
dillo en    quel  lugar  de  nuestra  región  atlántica. 

Habla  de  un  vasto  edificio  con  fachada  que  adornan  elegantes 
arcadas,  y  con  apariencia  de  cuartel,  al  cual  se  llama  Casa  de 
Teja,  porque  fue  durante  lavgo  tiempo  la  única  construcción  de 
la  localidad  cubierta  con  tales  materiales.  «La  Casa  de  Teja,  agre- 
ga, evoca  muchos  recuerdos  históricos  para  que  debamos  decir  al- 


(1)  Biografía  del  ffeneral  Antonio  López  de  Santa  Ana,  escrita 
en  la  Habana  f)or  Luis  G.  de  Vidal  y  Rivas  en  1852. 

(2)  El  general  D.  A.  L.  de  Santa  Ana,  su  vida  pública  y  pri- 
vada desde  el  17  de  abril  de  1868  hasta  el  presente  año,  escrita  por 
su  secretario  privado  el  coronel  don  Manuel  M.  de  Mesa.  Nueva 
York,  1868. 


506  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


gunas  palabras.  Fue  ella  construida  por  el  general  Santa  Ana,  an- 
tiguo presidente  de  Méjico,  en  el  tiempo  de  la  larga  permanencia 
que  este  gran  aventurero  político,  varias  veces  desterrado  de  su 
patria,  hizo  en  Turbaco,  donde  lo  había  atraído  la  dulzura  relati- 
va del  clima,  y  sobre  todo  la  reputación  de  belleza  de  que  gozan 
las  mujeres  de  la  región»  (i). 

Luego  pone  este  viajero  algunos  detalles  bastante  escabrosos 
de  la  vida  privada  del  caudillo,  como  ya,  con  más  extensión,  lo 
había  hecho  su  secretario. 

El  señor  A.  Quijano,  en  su  laborioso  estudio  sobre  relaciones 
y  vínculos  entre  Colombia  y  Méjico,  menciona  a  Santa  Ana  breve- 
mente, y  dice  que  murió  él  en  Turbaco  (2).  Entendemos  que  des- 
pués de  1859  no  volvió  el  general  a  pisar  nuestro  territorio. 

,  Como  aquí  son  poco  conocidos  estos  episodios  de  la  vida  del 
dictador  mejicano,  y  aun  en  Turbaco  está  ya  borrada  su  huella, 
hemos  exhumado  los  anteriores  recuerdos. 


PERSONAJES    DTÍ    LA   NOVELA    «MARÍA» 

No  es  María  una  novela  que  se  roce  con  la  historia,  ni  apare- 
ce en  sus  páginas  ningún  episodio  de  nuestros  anales  políticos  o 
militares.  Tampoco  se  menciona  en  ellas  personaje  alguno  de  nues- 
tras crónicas,  y  apenas,  por  ahí,  en  una  línea,  está  el  nombre  del 
general  Flórez  como  donador  de  un  caballo  al  padre  de  Efraím;  y 
en  otra  hay  un  recuerdo  del  abuelo  de  Isaacs,  fusilado  en  Majagual, 
en  la  guerra  de  la  independencia.  Sin  embargo,  aquel  idilio  senti- 
mental es  un  documento  precioso  para  nuestra  historia.  Allí  se  ven 
costumbres,  ideas  y  sentimientos  de  una  época.  Es  un  cuadro  vivido 
de  los  úitimos  días  de  la  Nueva  Granada.  Y  si  no  hay  vida  pública 
ni  contiendas  civiles,  sí  está  la  imagen  exacta  del  estado  social  y  el 
retrato  pintoresco  del  hogar  y  la  familia.  Ahí  se  ven  los  esclavos  en 
sus  postreros  años  de  servidumbre;  y  se  conocen  los  trajes,  los 
usos,  la  índole  de  la  existencia  provincial  en  aquella  mitad  del 
siglo  XIX.  Allí  las  lecturas  de  ese  tiempo:  El  genio  del  cristianis- 
mo y  Átala,  El  diario  de  Napoleón  en  Santa  Elena,  Las  veladas 
de  la  qui7ita  y  Las  tardes  de  la  granja. 

Para  el  estudio  de  nuestra  geografía  es  también  grato  auxiliar 
la  novela  de  Isaacs.  Las  obras  de  imaginación  suelen  dejar  más  in- 
tensa impresión  de  los  lugares  donde  ellas  se  desarrollan,  que  los 
áridos  textos,  las  guías  de  forasteros  o  los  manuales  de  información. 
Quien  sigue  la  narración  cancana  en  el  mapa,  aprende  muchos  de- 
talles topográficos,  entre  otros,  los  ríos  Zabaletas,  Amaime  y  Nima; 
las  cumbres  de  Morrillos  y  Muíalo;  los  pueblos  de  Yumbo  y  Vijes, 
y  varias  ciudades  y  campiñas.  Y  en  la  subida  del  Dagua  se  ve  no 
sólo  el  modo  de  viajar  primitivo  de  entondes,  sino  Mi  nomenclatura 


(1)  Voyage  en  Colombie.  París,  1912. 

(2)  Boletín  de  Historia  ntímero  155  (diciembre  de  1921). 


APOSTILLAS  507 


del  itinerario  seguido  por  el  amante,  cuando  ansioso  remontaba  ia 
corriente  en  busca  del  hogar  enlutado. 

Hay  en  sus  capítulos  unas  alusiones  que  no  son  bien  claras, 
y  sobre  las  cuales  queremos  dar  alguna  explicación. 

En  las  primeras  ediciones,  al  empezar,  se  designa  el  colegio 
donde  hizo  el  autor  sus  estudios  tan  sólo  con  ***,  pero  en  la  re- 
ciente reimpresión  se  da  el  nombre  del  rector  señor  don  Lorenzo 
María  Lleras,  y  esta  es  una  de  las  pocas  correcciones  de  la  nueva 
edición.  Ese  colegio,  que  tanta  trascendencia  tuvo  en  el  pbís,  se 
abrió  el  i.°  de  enero  de  1846,  se  llamó  del  Espiiitu  Santo,  y  duró 
varios  años.  En  la  lista  de  los  alumnos  en  1847  figuran  Alcides 
y  Lisímaco  Isaacs,  y  en  ia  de  los  matriculados  el  15  de  enero  de 
1848  aparece  Jorge  Ricardo  Isaacs;  datos  que  tomamos  del  pe- 
rió  iico  La  Crónica  Mensual  del  Colegio  del  Espíritu  Santo,  que  al 
plantel  le  servía  de  órgano,  y  que  permiten  precisar  la  época  de 
aquella  obra. 

«Pasados  dos  días,  dice  por  ahí,  hablando  de  la  llegada  de 
un  amigo  a  Bogotá,  estaba  ya  nuestro  Telémaco  vestido  conve- 
nientemente y  acicalado  por  el  maestro  Hilario>  (i).  La  genera- 
lidad de  los  lectores,  si  no  la  totalidad,  pasan  por  esta  frase  sin 
maliciar  que  ella  se  refiere  a  un  personaje  verdadero,  y  según  pa- 
rece procer  de  la  independencia.  Se  trata  de  Hilario  Cifuentes, 
que  vivió  en  Bogotá  hasta  su  muerte,  en  1876,  y  que  era  el  pelu- 
quero único  de  los  años  primeros  de  la  república.  Alcanzamos  a 
conocerlo  y  rememoramos  bien  su  tez  bronceada,  su  cuerpo  pe- 
queño y  su  fisonomía  bondadosa.  «Ese  es  el  maestro  Hilario,  que 
afeitaba  a  Santander  y  a  Bolívar,»  nos  decían  a  los  niños,  los  an- 
cianos cuando  él  pasaba.  En  tiempos  de  Isaacs  aún  no  habían  lle- 
gado Saunier  y  Giléde,  y  era  por  eso  el  barbero  de  la  alta  socie- 
dad (2). 

«Matilde  es  de  Bogotá,  se  lee  en  otro  párrafo,  como  la  pila 
de  San  Carlos,  como  la  estatua  de  Bolívar,  como  el  portero  Esca- 
milla.>  (3),  Y  ahí  tenemos  otro  tipo  bogotano,  perfectamente  his- 
tórico. Escamilla  fue  el  ujier  de  la  cámara  de  lepresentantes 
por  largos  años,  y  conoció  no  sólo  a  los  diputados  neogranadinos 
sino  a  los  de  la  .efímera  confederación  de  1858  y  a  los  de  los  Es- 
tados Unidos  de  Colombia.  Murió  en  los  albores  de  la  regenera- 
ción,   en    edad    octogenaria.    Recordamos  un  episodio  en  el    cuaKv 


(1)  Página  81  de  la  reciente  edición  hecha  por  la  Librería  Co- 
lomtiiana. 

(2)  Cordobés  menciona  a  Cifuentes  ea  el  capítulo  de  Artes  y  Ofi- 
cios de  sus  Reminiscencias .  Dice  que  era  también  dentista  y  , san- 
grador; y  agrega  «que  fue  portero  de  la  Municipalidad  de  Santafé  en 
el  memorable  20  de  julio  de  1810,»  Tal  vez  en  esto  hay  error,  pues 
según  los  datos  que  dimos  en  nuestro  libro  hl  20  de  Julio,  quien  des- 
empeñaba ese  puesto  en  tal  fecha  era  Alvarsánchez.  Groot  en  su  ar- 
tículo La  Barbería  menciona  algunos  peluqueros  de  antiguos  días, 
pero  no  consigna  el  nombre  de  Cifuentes. 

(3)  Página  510  ibídem. 


508  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


casualmente  figuran  Escamilla  y  el  autor  de  María.  Anciano  y 
achacoso  aquél,  pedía  al  congreso  una  recompensa  a  sus  servicios, 
por  ahi  en  1882,  y  el  diputado  Quesada,  de  Panamá,  presentó  un 
proyecto  sobre  ello,  que  pasó  en  comisión  al  señor  Aníbal  Galindo. 
Isaacs,  que  tenia  su  lado  festivo  y  que  estaba  allí  de  representante, 
escribió  sobre  su  pupitre  inmediatamente  un  informe  en  verso, 
y  se  lo  pasó  al  comisionado,  quien  lo  presentó  al  secretario,  y  fue 
leído  en  la  sesión.  Estábamos  en  la  tribuna  y  lo  escuchamos,  y 
luego  lo  leímos  en  El  Zipa,  que  dio  cuenta  del  hecho.  Era  un 
soneto,  y  nos  acordamos  de  la  primera  estrofa: 

Ha  propuesto  Quesada  Marcelino 
Que  de  Esczmilla  la  pensión  se  aumente: 
Justicia,  gratitud;  también  opino 
Que  pagarle  algo  más  es  muy  corriente. 

Conocimos  también  a  este  portero.  Caminaba  lentamente, 
arrastrando  los  pies,  casi  ciego,  con  su  levita  negra  y  sus  cabellos 
blanquísimos.  Cuando  los  representantes  se  salían  del  recinto  a 
conversar  y  fumar  y  dejaban  la  sesión  sin  el  número  requerido 
para  deliberar,  salía  el  viejecito  a  llamarlos,  por  orden  del  presi- 
dente de  la  corporación;  y  con  ln  campanilla  recorría  pasillos  y 
corredores  gritando:  Al  salón,  señores  representantes,  que  no 
habernos  quorum. 

Hablando  un  amigo  de  Efraím  de  alguna  dificultad,  dice  que 
«es  como  resolver  uno  de  aquellos  grandes  problemas  de  Ba- 
cho»'(i).  Pues  bien,  este  nombre  corresponde  igualmente  a  un 
ciudadano  que  vivió  entre  nosotros;  pero  está  mal  escrito  en  todas 
las  ediciones  de  la  novela;  y  es  inexplicable  cómo  el  autor  o  alguno 
de  los  editores  no  hizo  antes  la  corrección.  Ese  concepto  se  refiere, 
sin  duda  alguna,  a  don  Migue!  Bracho,  distinguido  ingeniero  que 
vino  a  Bogotá  en  la  primera  administración  del  general  Mosquera 
(1845- 1849),  y  que  entendemos  era  venezolano.  En  el  año  en  que 
Isaacs  estudiaba  en  el  colegio  del  Espíritu  Santo,  era  Bracho  ca- 
tedrático de  álgebra  y  geometría.  Así  consta  en  la  nómima  de  pro- 
fesores que  publicó  la  revista  antes  citada,  en' su  número  del  iz  de 
marzo  de  1848. 

«Quiso  mi  padre  que  en  aquella  noche  le  leyese  de  sobre- 
mesa algo  del  último  número  de  El  Dia,*  refiere  por  ahí  en  otro 
lugar  (2),  y  eso  alude  a  un  famoso  periódico  que  se  publicó  en 
Bogotá  de  1840  a  1&52,  y  en  la  cual  se  libraron  debates  furibundos. 

El  médico  que  asistió  a  María  y  que  se  menciona  en  varias 
páginas  con  el  nombre  de  Mavn,  creemos  que  es  el  doctor  José 
Enrique  Mayne,  que  vino  con  la  Legión  Británica  y  pasó  en  el 
Cauca  sus  últimos  años. 


(1)  Página  510  ibídem. 

(2)  Página  186  ibídem. 


APOSTILLAS  509 


Se  leían  mucho  en  Colombia  las  traducciones  de  Byron  en 
aquella  época.  Una  del  Adiós  empezaba  así: 

Oh  si  pudiera  yo  ser  lo  que  antes  era; 
y  mi  frente  abatida  reclinar, 
sobre  ese  seno  que  por  mí  latiera. 

Recuerdo  de  esa  estrofa  es  probablemente  esta  frase  de  la 
novela:  abando7iaba  a  las  manos  mías  alguna  de  stis  enanos  aris- 
tocráticas sembradas  de  hoyuelos,  ¡techas  para  oprimir  fi  entes  como 
la  de  Byron  (i). 

Esta  exégesis  de  unos  detalles  de  la  simpática  novela  pueden 
servir  quizás  para  saborear  mejor  sus  encantadoras  páginas. 


AVES    M  ¡ORATORIAS  EN  LA  SABANA 

En  el  interesante  artículo  del  señor  Lleras,  sobre  la  hoyas  hi- 
drográficas al  oriente  de  Bog)iá,  publicado  en  Santafé  y  Bogotá 
(marzo  de  i 924),  se  había  de  las  aves  viajeras  de  estas  re- 
giones. «En  el  raes  de  diciembre,  dice,  por  nochebuena  principia  a 
advertirse  ia  inmigracióti  de  Iasav3s  en  los  parames  y  en  las  sabanas, 
pero  casi  puede  decirse  que  se  reduce  a  l¿i  llegada  de  las  palmípe- 
das y  las  zarcudiis,  algunas  de  ¡as  cuales  concurren  a  los  pantanos 
de  las  hoyas,  principalmente  en  la  laguna  de  ios  Patos.* 

Esta  observación  nos  ha  hecho  recordar  un  fenómeno  que 
ocurría  en  nuestra  capital  en  tiempos  pasados,  y  que  cesó  de 
pronto.  Todos  ios  años,  a!  empezar  el  penúltimo  mes,  cruzaba  so- 
bre Bogritá  una  bandada  de  miles  de  aves  en  columna  cerrada,  que 
formaban  en  nuestro  cielo  una  faja  negra.  Cuando  éramos  niños 
vimos,  en  dos  o  tres  ocasiones,  ese  desfile,  y  olmos  a  las  gentes  de- 
cir que  era  L  langosta.  Desapareció  aquello  en  los  años  siguientes, 
y  no  volvió  a  presentarse  nunca. 

El  periódico  El  Mosaico  habia,  en  julio  de  1864,  hecho  las 
siguientes  preguntas:  c¿De  dónde  vienen  y  para  dónde  van  los  pá- 
jaros que  pasan  todos  ius  años  del  i"  al  3  de  noviembre,  a  los  cua- 
les llaman  langosta  la  gente  de  la  Sabana?  ¿De  dónde  vienen  esos 
millones  de  patos,  de  seis  o  siete  variedades,  que  cubren  las  lagunas 
de  la  Sabana  todos  los  años  en  el  mes  de  octubre,  y  cuándo  y  para' 
dónde  se  vuelven  a  ir?» 

Ln  la  novela  del  señor  Rozo,  Ave?ituras  de  un  tunante,  publica- 
da a  fines  del  siglo  anterior,  hay  estas  palabras  del  personaje  prin- 
cipal al  llegar  a  Bogotá: 

cNo  es  mentira,  pero  se  me  desvanece  la  cabeza  de  ver  tanto 
prójimo.  Me  parece  que  hoy   es  i."    de   noviembre,  y  que  estoy 

(1)  Página  47  ibídem. 


510  BOLETÍN  DK  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


viendo  pasar  los  pájaros  de  guerra,  o  la  langosta,  como  los  llaman 
los  indios.» 

El  Diario  de  Observaciones,  de  Mutis,  publicado  por  su 
biógrafo,  el  señor  Grediila,  anota  lo  siguiente,  con  fecha  2  de  no- 
viembre de  1 76 i: 

«En  este  mismo  día,  a  las  ocho  de  la  miñana,  empezaron  a 
pasar  unos  pájaros  que  venían  del....  y  se  encaminaban  hacia 
el....  Era  un  espectáculo  bien  hermoso,  por  el  ciecidisimí)  nú- 
mero y  por  el  bello  orden  con  que  todos  vi>laban.  La  primera  no- 
ticia que  se  me  dio  fue  avisarme  para  que  viese  pasar  unos  pájaros 
de  tierra  caliente.  Com'i  la  elevación  era  tan  grande,  me  parecieron 
a  lo  lejos  multitud  úq  gallinazos,  que  se  deleitaban  en  el  aire,  como 
suelen  hacerlo  en  los  días  claros.  Nació  este  mi  error  de  la  uniformi- 
dad del  vuelo  de  estos  pájaros  y  de  \os gallinazos,  como  también  de 
no  haber  reparado  la  cinta  espantosa  que  formaba  en  el  aire  este 
ejército.  Pregunté  a  otro  indiecillo,  y  no  me  supo  decir  más  sino 
que  era  la  langosta  que  pasaba.  Pregunté  después  a  un  criollo;  sólo 
me  dijo  que  eran  pájaros  que  venían  de  los  páramos  y  se  encami- 
naban a  los  llanos  de  Casanare,  Pregunté  a  otro,  y  respondióme 
que  subía  del  río  Magdalena,  enderezándose  a  los  llanos  de  san 
Juan;  no  quise  seguir  preguntando  por  no  acabarme  de  confundir 
con  informes  tan  equivocados  y  desiguales.  Por  donde  se  echa  de 
ver  claramente  que,  a  pesar  de  todas  las  diligencias  más  prudentes 
y  practicables,  quedé  expuesto  a  infinitos  errores,  sin  poderlos 
evitar.  Al  mediodía,  concurriendo  a  palacio,  logré  noticias  más 
individuales,  administradas  por  don  Juan  Martínez  Malo  (chape- 
tón), hermano  del  obispo  de  Santa  Mart  ■.  Dijo  este  caballero  que 
los  del  país  llamaban  a  este  pájaro  langosta  por  la  semejanza  en 
sus  averías,  pues  en  los  árboles  que  descansaba  de  noche  aquel 
ejército  quedaban  destruidos  y  que  pasaban  a  tierras  muy  lejanas, 
huyendo  del  invierno.  Otros  dijeron  que  para  criar,  volviendo 
después  a  pasar  al  sitio  de  donde  venían.  Lo  cierto  es  que  yo 
quedé  igualmente  dudoso,  y  admirado  de  que  un  hecho  como 
éste,  que  tal  vez  sucederá  una  o  varias  veces  dentro  de  cada  año, 
esté  tan  ignorado  de  estas  gentes.  Por  cierto  que  en  tales  ocasiones 
valdría  más  bien  morar  entre  la  gente  inculta  de  algunos  infelices 
pueblos  y  estancias  que  en  las  ciudades,  donde  apenas  hay  algu- 
nos que  se  hallen  instruidos  en  tales  asuntos.  Este  ejército  estuvo 
pasando  desde  las  ocho  hasta  las  diez  de  la  mañana.» 

Mutis  no  volvió  a  hablar  en  sus  apuntes  cotidianos  de  esos 
volátiles,  ni  en  El  Mosaico  se  dio  respuesta  a  aquellas  interroga- 
ciones. Y  como  aquí  no  ha  sido  grande  la  afición  por  observa- 
ciones de  historia  natural,  nadie,  que  sepanjios,  fuera  del  sabio  ga- 
ditano, se  ocupó  en  el  asunto.  Y  se  quedó  sin  explicación  la  emi- 
gración de  esas  aves  en  un  tiempo  fijo;  tampoco  se  sabe  porqué 
desapareció  ella  por  completo  desde  fines  del  siglo  pasado. 

Hemos  llegado  a  pensar  que  esas  bandadas  venían  de  oriente 
a  las  lagunas  que  existían  en  las  cercanías  de  Bogotá;  mas  luego, 
por  la  aproximación  de  la  estación  lluviosa,  se  volvían   en  busca 


APOSTILLAS  511 


del  calor  de  los  llanos,  y  como  esos  pequeños  lagos  fueron  dese- 
cados hace  unos  treinta  o  cuarenta  años,  cesó  ese  doble  viaje, 
pues  ellas,  como  los  modernos  hidroa /iones,  necesitaban  lugares 
donde  acuatizar. 


EL  AEROLITO   DB   SANTA    ROSA 

El  primero  que  habló  en  nuestro  país  del  aerolito  de  Santa 
Rosa  fue  el  sabio  Boussingault,  y  a  él  se  le  debe  que  se  hubiera 
estimado  como  tál  esa  masa  metálica.  En  una  de  sus  memorias  a 
la  Academia  de  Francia  habló  el  sabio  así  de  nuestro  famoso 
bólido: 

«Al  llegar  a  Santa  Rosa,  pueblo  situado  en  el  camino  de  Pam- 
plona a  Bogotá,  supimos  que  se  había  descubierto  en  sus  inme- 
diaciones cierta  mina  de  hierro,  y  que  un  fragmento  de  este  mine- 
ral servia  de  yunque  a  un  herrero.  Este  mineral  supuesto  no  era 
otra  cosa  que  una  enorme  masa  de  hierro  meteórico,  según  lo  re- 
conocimos con  agradable  sorpresa,  luego  que  lo  vimos.  Esta  masa 
la  halló  una  muchacha  llamada  Cecilia  Corredor,  en  la  colina  de 
Tocavita,  a  un  cuarto  de  legua  del  pueblo,  el  sábado  santo,  del 
año  de  1810.  En  el  mismo  lugar  en  que  se  encontró,  notamos  la 
excavación  que  se  hizo  para  sacarla  de  donde  estaba  enterrada, 
sin  apaiecer  otra  cosa  que  una  punta  de  algunas  pulgadas  fuera  de 
la  tierra.  El  terreno  de  la  colina  de  Tocavita,  como  el  de  Santa 
Rosa,  pertenece  a  una  formación  de  arenisca  secundaria  de  con- 
siderable extensión. 

Santa  Rosa  dista  de  Bogotá  como  veinte  leguas  al  nordeste, 
a  50  40'  de  latitud  norte,  y  75°  40'  de  longitud  occidental  de  París, 
y  su  altura  sobre  el  nivel  del  mar  es  de  2,744  metíos.  Los  habitan- 
tes del  pueblo  se  juntaron  para  arrastrar  aquella  masa  hasta  la 
plaza,  dejándola  en  la  casa  municipal,  en  donde  permaneció  ocho 
años,  y  luego  en  la  tienda  del  herrero  siete  años  más,  hasta  la 
época  de  nuestro  viaje  (i).  Este  fierro  es  cavernoso,  pero  no  tiene 
la  apariencia  vitrificada  al  exterior  que  se  observa  en  otros  del 
mismo  origen,  pero  de  que  carece  igualmente  el  hierro  meteórico 
de  Zacatecas,  en  Méjico,  cuyo  peso  es  de  más  de  veinte  quintales. 
El  hierro  meteórico  de  Santa  Rosa  es. maleable,  de  una  estructura 
granujienta;  se  deja  fácilmente  limar;  tiene  un  brillo  blanco  de 
plata;  su  peso  específico  es  de  7.3.  El  volumen  de  esta  masa  es  de 
102  decímetros  cúbicos,  y  por  lo  mismo,  su  peso  total  no  exce- 
derá  mucho    de    1,506   libras,  o  quince  quintales. 

Es  digno  de  notarse  que  en  la  época  en  que  se  halló  aquella 
masa  de  fierro  se  encontraron  también  otros  fragmentos  más  pe- 
queños, en  varios  lugares   circunvecinos,  y  nosotros  mismos,  en  el 


(1)  El  señor  Ribero  compró  para  el  Museo,  al  que  pertenece 
hoy,  esta  masa  meteórica  de  hierro,  y  debería  hacerse  un  esfuerzo 
para  traerla  a  la  capital,  desde  Santa  Rosa,  en  donde  todavía 
existía  en  1835.  (£1  traductor). 


512  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


corto  tiempo  de  nuestra  residencia  allí,  recogimos  muchos.  Para 
hacer  ver  que  este  hierro  es  idéntico  a  otros  del  mismo  origen,  que 
diversos  viajeros  han  examinado,  presentaremos  los  experimentos 
químicos  a  que  lo  sometimos.»  (i). 

La  Geografía  de  la  Comisión  Corográfica,  escrita  en  la  mitad 
del  siglo  pasado,  consignó,  luego,  unas  cuatro  lineas  sobre  aquella 
masa  aerolítica.  Y  la  Cosmografía  por  Benito  Roland,  editada  en 
Nueva  York,  el  año  de  1866,  publicó  un  buen  grabado  del  meteo- 
rice bloque,  el  cual  parece  que  aquí  no  ha  sido  reproducido  hasta 
hoy  en  ningún  libro  o  periódico. 

Aquel  tratado  de  astronomía,  al  hablar  de  los  aerolitos, 
pone  estas  líneas:  «Cerca  de  Bogotá  (Colombia)  había  años  atrás 
uno,  de  que  habla  el  barón  de  Humboldt,  de  más  de  1,400  libras. 
A  los  alrededores  del  sitio  en  que  cayó  esa  masa  hallaron  muchos 
fragmentos  meteorológicos,  teniendo  una  composición  análoga  a  la 
de  la  masa  principal,  a  saber:  92  d^  hierro  y  8  de  níquel  (cobre 
mineralizado).  Cuando  la  descubrieron  estaba  casi  enterrada.  Cayó 
en  ia  noche  del  20  al  21  de  abril  de  18 10,  en  Santa  Rosa,  pueblo 
que  se  haüa  en  el  camino  de  Pamplona  a  Bogotá.» 

Pensamos  que  e!  autor  confundió  a  Humboldt  con  Boussin- 
gault,  pues  no  hemos  visto  la  mención  del  aerolito  en  las  obras 
del  sabio  prusiano;  y  además,  éste  visitó  nuestro  país  mucho  antes 
de  ser  hallado  aquel  misteriosa  trozo. 

En  los  días  del  gobierno  del  general  Reyes  vino  aquí  el  inglés 
señor  Levy  Appel,  fue  a  Santa  Rosa  y  logró  que  la  municipalidad 
de  esa  ciudad  conviniera  en  cederle  el  famoso  aerolito,  en  cambio 
de  un  busto  de  aquel  mandatario.  Lo  trajo  a  Bogotá,  y  como 
algunas  personas  llamaron  la  atención  sobre  la  pérdida  que  iba  a 
hacer  el  país  de. esta  curiosidad,  se  consiguió  impedir  se  llevara 
al  exterior.  Pateco,  sin  embargo,  que  se  le  quitó  un  gran  pedazo, 
y  que  éste  fue  a  dar  ai  extranjero.  El  resto  quedó  en  nuestro  Mu- 
seo, al  cual  parece  que  le  pertenecía  desde  muchos  años  antes, 
según  íe  ve  en  la  nota  que  le  puso  el  señor  Acosta  al  escrito  de 
Büussingauit.  Por  aquella  desidia  del  cabildo  de  Santa  Rosa  vino 
a  privarse  tan  simpática  población  de  ese  interesante  adorno,  que 
se  hallaba  en  su  plaza  principal,  donde  lo  vimos  en  1907. 

Eduardo  Posada 


(1)  Esta  exposición,  intitulada  Memorias  sobre  diferentes  ma- 
sas de  hierro,  que  se  han  encontrado  en  la  cordillera  de  los  Andes, 
fue  traducida  por  el  s^ñor  J.  Acosta,  e  insertada  en  el  libro  Viajes 
científicos  a  los  Andes  ecuatoriales,  París.  184^,  página  61.  Boussin- 
gault  habla  allí  también  de  otra  masa  análoga,  .que  se  encontró  en 
Rasgatá,  inmediaciones  de  la  salina  de  Zipaquirá,  y  que  poseía  el 
señor  Jerónimo  Torres. 


Año  XIV-N.'  165  P (^  I      F    I    i  N      ^"^^"^-  ^^^-^ 

DE    HISTORIA    Y    ANTIGÜEDADES 

ORGflno  De  £fl  flcfloemifl  nflcionflc  d€  historia 

DIRECTOK,  REDACTORES, 

EDUARDO  POSADA  LUIS  AUGUSTO  CUERVO 

ROBERTO  CORTÁZAR 


Bogotá— República  de  Colombia 


BOhlVflR  y  Eh  BRflSIb 

No  causará  sorpresa  la  asociación  de  estos  dos  nombres,  el  de 
•mi  país  y  el  del  genial  caudillo  de  la  independencia  hispanoame- 
ricana. Tan  vasta,  como  tan  amplia,  tan  grande  como  tan  inmen- 
sa y  tan  universal,  es  la  figura  de  aquel  extraordinario  americano, 
que  por  doquiera  haya  florecido  el  ideal  de  libertad  y  de  repú- 
blica, lógicamente  puédese  y  débese  invocar  el  nombre  del  varón 
incomparable  que  fue  la  inteligencia,  el  alma  y  el  músculo  de  la 
«mancipación  de  la  mayor  parte  de  las  repúblicas  de  este  hemis- 
ferio. Asi  también  dondequiera  que  se  piense  en  sublimar  la  plás- 
tica humana  por  la  escultura,  ocurren  a  la  memoria  Fidias  o  Mi- 
-guel  Ángel;  cuando  se  afirme  que  por  el  ritmo  de  un  poema  se 
pueden  eternizar  los  héroes  y  las  razas,  será  siempre  oportuno 
■evocar  a  Homero  o  Camoens.  Recordando  que  e!  genio  suele  divi- 
nizar en  obras  maestras  el  dolor  y  la  angustia  humanos,  brotará  de 
los  labios  espontáneamente  la  gloria  de  Shakespeare,  y  si  ese  do- 
lor o  esa  angustia  aparecieren  con  un  ademán  de  sarcasmo  en  faz 
macilenta,  ahí  estará  rediviva  la  sombra  excelsa  de  Cervantes.  Por 
^so  ayer,  hoy  y  mañana;  aquí,  allí  y  por  doquiera;  siempre  que 
se  vean  pueblos  gemir  bajo  el  látigo  de  la  tiranía,  y  de  repente  de 
un  gesto  de  noble  redención,  sacudir  el  yugo  degradante,  luego 
se  impondrá  el  recuerdo  del  hombre  qué  fue  la  encarnación  supre- 
ma de  esa  idea,  el  más  olímpico  y  épico  de  los  hijos  de  America: 
Bolívar. 

Por  eso,  de  un  punto  de  vista  superior  y  general,  la  unión  de 
mi  país  al  nombre  que  es  sinónimo  de  pura  y  suprema  gloria  con- 
tinental, es  lógica  y  sobre  todo  abre  perspectivas  lisonjeras  para 
un  estudio  de  la  naturaleza  del  que  aquí  iniciamos,  y  tiende  a  pro- 
curar entre  Bolívar  y  el  Brasil  un  nex  j  más  directo,  concreto  y 
significativo. 

Para  formular  vetos  por  la  creciente  e  irresistible  concordia  de 
la  hermandad  americana,  no  sería  posible  ir  a  buscar  patrono  más 
alto  que  Bolívar.  Refiriéndose  a  la  nación  que  adoptó  el  patro- 
nímico del  insigne  jefe,  nuestro  Ministro  de  Relaciones  Exterio- 
res, señor  Félix    i  acheco,    que  es  el  más  idealista  y  avanzado  de 

XIV— 33 


514  BOLETÍN  DE   HISTORIA  V  ANTIGÜEDADES 


nuestros  profesores  de  americanismo  activo,  dijo  en  reciente  dis- 
curso: «De  este  nombre,  en  verdad,  se  puede  decir  que  es  u» 
nombre  simbólico  de  unión  de  nuestras  patrias,  como  sofló  el  gran- 
de Libertador  de  muciías  de  ellas.» 

Proyectando  la  mirada  hacia  aquellos  días  laureados  y  febri- 
les de  cien  batallas  que  se  libraban  en  todas  las  tierras  de  la  he- 
rencia de  Colón,  desde  Washington,  y,  con  el  desdoblar  del  tiem- 
po y  del  espacio,  pasando  por  Hidalgo,  por  Páez,  por  Santander, 
por  Sucre,  por  O'Higgins,  por  San  Martin,  por  Artigas,  por  José 
Bonifacio,  que  eran  en  realidad  meros  exponentes  de  un  senti- 
miento generaly  profundo,  de  un  ritmo  armonioso  a  cuya  vibración 
obedecía  todo  un  continente  solidario,  es  menester  coronar  el  pen- 
samiento con  aquel  mismo  inmarcesible  genio  en  cuyo  cerebro  de 
titánicas  ideas  y  generosas  ambiciones,  la  inmensa  alma  continen- 
tal alcanzaba  la  más  perfecta  euritmia. 

El  estudio  de  la  independencia  del  continente,  en  realidad  de 
verdad,  no  debe  jamás  ser  emprendido  en  un  sentido  unilateral, 
como  muchas  veces  hicieron  los  publicistas  e  historiadores  de  di- 
verso origen. 

Porque  además  de  la  influencia  idealista  de  la  revolución 
francesa  y  de  Napoleón,  que  sobre  todos  actuó,  la  idea  suprema  y 
redentora  nació  entre  los  angloamericanos,  y  fue  encarnada  con 
caracteres  de  eterna  belleza  por  el  patriarca  Washington.  No  trans- 
currieron muchos  años,  y  ya  los  latinos  del  continente  comenzaron 
a  experimentar  anhelos  semejantes  a  los  de  este  caudillo.  En  la  co- 
lectividad hispana  creemos  que  el  primer  visionario  del  más  bello 
sueño  de  libertad  fue  el  venezolano  Miranda,  formado  en  las  hues- 
tes de  Napoleón,  y  cuyo  nombre  se  perpetúa  en  las  piedras  del 
Arco  del  Triunfo;  y  antes  de  él  los  comuneros  de  la  Nueva  Gra- 
nada que  hubieran  llegado,  ano  ser  detenidos,  a  ¡deas  de  indepen- 
dencia. Entre  nosotros,  de  estirpe  lusitana,  en  17(1,  Bermrdo 
Vieira  de  Mello,  que  hizo  una  revolución  republicana  en  Pernam- 
buco,  y  luego,  en  1789,  los  «inconfidentes,»  en  las  serranías  ondu- 
ladas de  Minas  Geraes,  levantaron  la  bandera  de  libertas  quae 
sera  tameji.  Y  del  patíbulo  pasaba  a  la  inmortalidad  TiVadentes,  el 
protomártir  de  la  independencia. 

Estos  primeros  impulsos  incontenibles  traducen  la  irrupción 
casi  simultánea,  en  varias  latitudes  de  América,  de  idéntico  pro- 
pósito. América  inglesa  lucha,  y  en  seguida  consolida  su  emanci- 
pación, y  crece  como  un  robusto  organismo,  América  española 
siente  que  los  sistemas  opresores  y  sanguinarios  de  su  metrópoli, 
lejos  de  disminuir  redoblan  y  crecen  a  los  primeros  síntomas  de 
insurrección.  Los  hispanos  de  América  son  obligados  a  tomar 
armas  y  padecen  las  fatigas  y  vicisitudes  de  una  guerra  larga  y 
tremenda.  Al  esfuerzo  y  al  sacrificio  corresponde  la  recompensa 
de  un  incontrastable  triunfo.  Cogen  laureles  más  lozanos  que  los 
de  sus  hermanos  sajones  y  lusitanos.  La  epopeya  hace  brotar  la 
cosecha  olímpica  de  muchos  auténticos  héroes,  de  cuya  pléyade 
Bolívar  es  la  estrella  de  primera  magnitud. 


BOLÍVAR   Y    EL  BRASIL  5l5 


En  el  Brasil  no  hubo  tan  vasta  epopeya  a    causa    de  que  dis- 
frutamos  fortuita  ventaja  histórica.  Cuando  iban  tal  vez  a  estaljar 
con  más  fuerza  los  entusiasmos  de  la  independencia,  Napoleón  fh- 
vade  a  Portugal;  y,  en  1807,  la  familia  de  Braganza,  con  el  cuerpo 
diplomático   acreditado  en    Lisboa  y  con  una  comitiva  de  más  de 
quince  mil  personas,  se  embarca    para  Río  de  Janeiro.    La  sede  de 
la  monarquía  fue  así  transferida  a  América,  y  el    Brasil,  sin  sobre- 
saltos ni  vicisitudes,  fue   promovido  a  reino.    Como  muy   bien  se- 
ñaló el  entusiasta  apologista  de  Bolívar,  el  abate  de  Pradt.el  rey  de 
Portugal,  mudando  su  corte   pata  el   Brasil,  le  dio   más  de  lo  que 
pudieron  pedir  los  patriotas:    lo    hizo   estado    soberano    y  lo  hizo 
metrópoli  de  su   antigua  metrópoli.    La  idea  de  la   independencia 
no  encontró   pues,  como  en  la  América  española,    una  tiranía  por 
sacudir.    Cuando   don  Juan  vi  volvió  a   Portugal,  y    las  cortes  de 
Lisboa    quisieron  restringir  la  soberanía   brasilera,    fue  el  mismo 
príncipe    don  Pedro,  regente  del  Brasil,  quien   proclamó   la  sepa-, 
ración  definitiva  del  Reino   Unido.  De  este   modo,    así    como  ha- 
bíamos sido  una  colonia  promovida  a  reino,  pasamos  a  ser  un  rei- 
no elevado  a    imperio.    En    un  año,    las  fuerzas    portuguesas  que 
pretendían  mantener  los  lazos  antiguos,    fueron  vencidas  y  expul- 
sadas, y  nuestra  escuadra  persiguió    las  naves    enemigas  hasta  las 
bocas  del  Tajo. 

Esas  pequeñas  diferencias  en  la  evolución  de  las  tres  Améri- 
cas,  inglesa,  española  y  portuguesa,  no  llegan,  sin  embargo, 
a  oscurecer  o  a  minorar  la  luminosa  finalidad  histórica  del 
continente,  que  reaccionaba  en  un  movimiento  uniforme  obede- 
ciendo a  causas  paralelas  y  alcanzando  efectos  homogéneos.  De 
premisas  análogas  se  llegaba,  desde  los  puritanos  de  Nueva  In- 
glaterra hasta  los  nómades  de  Araucania  y  Patagonia,  a  conclu- 
siones semejantes.  Se  ve  así  que  la  independencia  era  un  tema  de 
ineludible  unidad  en  las  diversas  regiones  americanas,  del  norte  al 
sur,  del  este  al  oeste.  Y  las  mayores  figuras,  Washington  o  Bolívar, 
San  Martín  o  José  Bonifacio,  tienen  proyecciones  continentales, 
que  fuera  temeridad  negar. 

El  Brasil  muchas  veces  entró  en  las  miras  de  Bolívar.  Mo- 
narquía única  singular  en  América,  planta  exótica,  como  dicen 
muchos  historiadores,  no  podía  nuestro  imperio  dejar  de  interesar 
a  aquel  gran  caudillo,  que  en  su  mirada  de  águila  abarcaba  el 
continente  todo.  El,  primero  y  más  que  nadie,  comprendía  que  la 
familia  americana  era  la  familia  de  la  concordia  y  del  amor;  las 
rivalidades  o  antagonismos  tradicionales  de  Europa  no  armoni- 
zaban con  las  tierras  libres  de  Colón.  Así  era,  así  es.  Ingleses, 
españoles  o  portugueses  hemos  obedecido,  antes  y  después  de  la 
independencia,  a  un  ritmo  irresistible  de  supremas  e  incesantes 
armonías,  en  que  colaboramos  a  una  grandeza  y  porvenir  co- 
munes. 

En  relación  al  Brasil  podría  separarnos  la  monarquía,  y  no 
faltaron  quienes  nos  supusieran  cómplices  de  la  Santa  Alianza. 
Pero  por  más  republicano  que  fuese  Bolívar,    la  verdad  es   que  él 


516  boletín  de  historia  y  antigüedades 


respetaba  nuestra  fiaalidad  histórica  y  nuestras   credenciales   ame- 
ricanas. El    Imperio    no   entibiaba   su   pensamiento    supremo  de 
anión  de  las  Américas.  Por  varias  veces  oyó  él  la  campana  de  aje- 
nos intereses  para  llevar  sus  legiones  hasta  nuestras  fronteras.  Los 
casos  de  Montevideo  y  Chiquitos  fueron  citados   con   argumentos 
en  pro  de  la  tenebrosa  intervención.  Los  que  no  comprendían  los 
nobles  objetivos  de  nuestras  campañas  en  el  Río  de  la    Plata,  que- 
rían excitar  a  Bolívar  a  una  guerra  diversa  de  aquellas  que  él  hasta 
entonces  gloriosamente  dirigiera;  querían    arrastrarlo   al    seno  de 
un  pueblo  libre,  aunque  monárquico,  bajo   el   aparente   móvil    de 
implantar   la    república.   Bolívar   no   se    dejó   coger   por   la  sor- 
presa  o  por  la   lisonja.  Su   extraordinaria   visión   política  lo  hizo 
una  vez  más  decidir   su   noble   conducta   internacional.  No    sería 
tal  vez  temerario  afirmar   que  jamás  tuvo    él  la  idea    de    marchar 
contra  el  Brasil,  ni  aun  en  aquella  célebre   excursión  al  Putosí,  de 
que  nos  habla  el  claro  y  concienzudo  O'Leary.  Más  tarde,  al  con- 
cebir la  grandiosa  anfictionía  de  Panamá,  dirigió  constantes  y  cor- 
diales convites,  no  sólo  a  las  repúblicas  hispanas,    sino  tambiéri  a 
los  Estados  Unidos  y  al  Brasil,  sin  que   nuestras  instituciones  mo- 
nárquicas lo  detuviesen  por  un  momento  en  el   redentor   proyecto 
de  fraternidad  continental.  Es   sobremanera  interesante  anotar  de 
paso   que  la  idea  de  monarquía  no  le  fue   extraña,  y   fue   además 
prohijada  por  muchos  de  sus  más  encumbrados  tenientes.  Ahí  es- 
tán Páez  y  tantos  otros.  En  el  sur  del  continente  San   Martín   era 
un  monarquista  irreductible. 

No  admira  pues  que  también  en  el  Brasil  el  gobierno  de  una 
dinastía  europea  se  granjease  la  simpatía  y  la  adhesión  de  los  más 
notables  patriotas.  El  pueblo  del  Brasil  se  aficionó  al  régimen  que 
puso  los  cimientos  de  su  grandeza;  y  el  imperio  siempre  fue  po- 
pular, y  esa  popularidad  subió  de  punto  durante  el  reinado  de 
Pedro  II,  cuya  figura  magnánima  constituye  una  de  las  legítimas 
ufanías  de  nuestra  historia.  Al  imperio,  sin  duda,  debemos  el 
orden  y  la  integridad  nacional.  Cuando  se  proclamó  la  república, 
en  1885,  se  puede  decir  que  el  extinto  régimen  tenía  realizada  la 
más  formidable  labor  de  construcción  nacional,  y  llegaba  la  hora 
a  la  república  de  recibir  y  sancionar,  por  decir  así,  la  más  per- 
fecta de  las  democracias,  que  habíamos  aprendido  bajo  el  cetro 
incomparable  de  Pedro  11. 

Mas  en  los  agitados  días  del  Reino  Unido  y  del  primer  Im- 
perio, algunos  jóvenes  patriotas  activos  e  idealistas  soñaron  con  la 
república,  queriendo  renovarla  generosa  aventura  del  protomártir 
Bernardo  Vieira  de  Mello  y  Tiradentes.  En  1817  estalló  en  la 
ciudad  de  Recife  un  movimiento  republicano;  y  el  Imperio,  que  con- 
taba además  de  fuerza  militar,  con  el  apoyo  de  la  mayoría  de  la 
población,  fácilmente  dominó  la  audaz  rebeldía.  No  supo  ser  ge- 
neroso y  ahogó  en  sangre  aquel  puñado  de  mozos  visionarios.  El 
joven  José  Ignacio  Ribeiro  d'Abreu  e  Lima,  hijo  y  homónimo  del 
célebre  «Padre  Roma,»  una  de  las  mayores  figuras  de  1817,  fue 
también  preso  y  llevado  a  Bahía,  y    obligado  a  asistir  al   suplicio 


BOLÍVAR    Y   EL  BRASIL  51 7 


del  padre.  Para  dar  una  idea  del  temperamento  de  estos  legítimos 
héroes,  es  preciso  repetir  la  frase  del  Padre  R(¿jna,  cuando  recibió 
la  descarga  de  la  fusilería:  «¡Camaradas!  ¡Yo  osperdoaí>!  Recor- 
dad que  el  corazón  es  la  fuente  de  la  vida!  ¡Disparad  aquí!»  El 
hijo,  impresionado  por  aquella  tragedia  terrible,  allí  mismo  juió, 
sobre  el  cadáver  de  aquel  que  le  diera  el  nombre,  consagrar  la 
vida  al  ideal  de  libertad  del  continente.  Fugóse  él  después  de  /a- 
rias  vicisitudes,  que  sería  fatigante  recordar  en  esta  relación,  y  llegó 
a  Colombia  todavía  a  tiempo  de  tomar  parte  en  la  brillante  acción 
de  las  Queseras  del  Medio.  Fue  un  militar  de  inapreciables  mé- 
ritos, como  atestiguan  algunos  historiadores  granadinos.  En  1830 
abandonó  la  Gran  Colombia,  llevando  un  diploma  de  general,  con 
la  firma  del  mismo  Bolívar,  y  además  de  eso,  la  estimación  del 
gran  jefe,  que  lo  galardoneara  en  el  campo  de  batalla  con  el  epí- 
teto de  É¿  Guapo.  Tuvo,  es  cierto,  en  los  últimos  días  del  régimen 
épico,  agudas  desavenencias  con  el  eminente  Santander,  cuya  va- 
ronil personalidad  de  defensor  de  las  leyes  y  de  estadista  eximio, 
Abreu  e  Lima  no  quiso  comprender,  tal  era  su  devoción  al  partido 
bolivariano  (1). 

Mientras  Abreu  e  Lima  revelaba  en  la  gran  guerra  sus  in- 
comparables e  inexcedibles  cualidades  de  bravura,  en  Pernambuco 
la  idea  de  la  república  volvía  a  flote  y  originaba  la  nueva  revuelta 
de  1824.  Aun  en  esa  vez  el  primer  Imperio  sofocó  con  crueldad 
el  movimiento  que  contaba  en  sus  ñlas  mozos  de  talento  y  patrio- 
tismo innegable.  Muchos  de  los  jefes  de  la  insurrección  consiguie- 
ron, sin  embargo,  escapar  a  los  verdugos,  y  pudieron  refugiarse  en 
el  extranjero.  Fue  presidente  de  la  efímera  república  Manuel  de 
Carvaino  Paes  d'Andrada;  secretario  de  Estado,  el  poeta  Jusé  da 
Natividade  Saldanha,  y  jefe  militar,  Falcao  de  Lacerda.  Todos  se 
evadieron. 

Sea  en  i8í7,  sea  en  1824,  los  republicanos  de  Pernambuco 
tenían  los  ojos  fijos  en  la  epopeya  de  la  independencia  hispano- 
americana. No  se  puede  dudar  que  conocían  y  amaban  la  figura 
de  Bolívar,  como  paladín  de  la  libertad  y  de  la  democracia.  En 
un  paralelo  de  fácil  erudición  ya  consideraban  a  Bolívar  el  Was- 
hington del  sur.  En  vísperas  de  la  intentona  de  18 17  los  conspi- 
radores pensaban  en  el  drama  que  se  desarrollaba  en  el  resto  de 
América.  Recordando  aquellas  jornadas  de  fiebre  y  desvarío,  el 
comendador  Antonio  Joaquín  de  Mello  expone  !os  móviles  que 
bullían  en  la  cabeza  ardorosa  de  sus  coe'áaeos.  Este  trozo  es- 
clarece por  demás  el  fuero  íntimo  de  ios  insurrectos:  «Ya  los  pue- 
blos limítiofes,  al  poniente  del  Brasil,  derramaban  en  las  cien 
batallas  su  robusta  sangre  para  sacudir  el  yug.j  colonial  y  cons- 
tituir naciones  independientes  y  libres.  El  no  acompañarlos  esta 
otra  parte  de  América,  el  Brasil,  en  tan  generosa  y  sublime  em- 
presa, sería  una  prueba  inexcusable  de  su  atraso  intelectual  y 
moral,   de  sumisión  y  vil   frialdad    delante  de  los  hierros  de    la 


(1)  Del  mismo  autor:  Un  brasileño  en  la  epopeya  de  Bolívar. 


518  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


tiranía  absoluta  y  embrutecedora.   La  libró,  sin  embargo,  de  este 
oprobio,  la  provirfcia  de  Pernambuco»  (i). 

Por  este  fragmento  característico  e  irrefutable  se  ve  bien  que 
los  demócratas  pernambucanos  procuraban  imitar  el  ejemplo  de 
sus  hermanos  del  resto  de  América,  que  obedecían  a  geniales  ca- 
pitanes del  porte  de  Bolívar.  Malogrado  el  generoso  movimiento, 
triunfante  en  el  Brasil  el  principio  dinástico,  que  era  sinónimo  de 
integridad  y  cohesión  nacionales,  los  revolucionarios  procuraron, 
en  el  destierro,  escapar  a  la  atroz;  persecución  con  que  los  fulmi- 
naba el  Imperio.  En  1817  el  bravo  y  glorioso  Abreue  Lima 
buscó,  como  vimos,  clara  y  altivamente  alistarse  en  las  huestes 
bolivarianas,  con  el  propósito  declarado  de  consagr^ar  la  vida  al 
ideal  emancipador  del  continente. 

Los  rebeldes  de  1824,  en  gran  número,  consiguieron  también 
encontrar  asilo  en  lejanas  tierras,  sobre  todo  en  Londres  y  París. 
El  presidente  Paes  u'Andrada  escapó  a  bordo  de  una  corbeta  in- 
glesa, y  en  vano  el  Imperio,  por  sus  autoridades  restauradoras  en 
Pernambuco,  o  por  el  órgano  de  su  ministro  en  Londres,  vizconde 
d'Itabayanna,  reclamó  con  energía  la  entrega  del  revoltoso.  La 
estrella  de  Andrada  le  deparó  en  las  aguas  de  Recife  un  barco 
británico  bajo  el  comando  de  un  cuñado  de  Canning,  el  famoso 
primer  ministro.  Canning,  espíritu  liberal  y  estadista  avanzado,  no 
atendió  los  reclamos  de  Pedro  i;  fingía  darle  explicaciones, 
pero  resguardaba  la  libertad  del  fugitivo.  Itabayanna,  con  len- 
guaje enfurecido,  como  hierro  ardiente,  en  notas  diplomáticas 
estigmatiza  la  personalidad  de  Manoel  de  Carvalho,  tratándolo  de 
monstr7W y  fascineroso . . . .  Canning  apenas  sonríe  pero  asegura  la 
libertad  de  los  pasos  del  revolucionario  en  las  calles  de  Londres, 

Decían  el  marqués  de  Barbacera  y  el  vizconde  d'Itabayanna 
al  canciller  Carvalho  e  Mello:  «tuvo  lugar  nuestra  entrevista  con 
el  señor  Canning,  y  fue  en  esa  ocasión  que,  presentándole  el  Times 
del  día  anterior,  en  que  el  protervo  Carvalho  hizo  pérfidamente 
insertar  una  carta  de  agradecimiento  dirigida  a  los  comandantes 
de  las  fragatas  inglesas  Tiveed  y  Brazett,  que  nos  quejamos  de  la 
manera  más  formal  contra  la  escandalosa  violación  que  los  dichos 
comandantes  habían  cometido  del  artículo  14  del  tratado  de  co- 
mercio de  18 10,  y  pedírnosle  que  hubiese  de  pensar  en  el  medio 
de  dar  una  satisfcicción  correspondiente  a  Su  Majestad  Imperial, 
por  la  violación  del  artículo  arriba  citado.  Mr.  Canning  mostróse 
muy  resentido  del  atentado  cometido  y  bastante  indignado  contra 
el  comandante  de  la  fragata  Biazen,  que  en  su  concepto  es  mucho 
más  culpable  que  el  de  la  Tweed,  que  se  disculpa  diciendo  que 
recibió  a  Carvalho  a  su  bordo  únicamente  para  el  fin  de  avistarse 
allí  con  el  comandante  de  la  escuadra  imperial  y  estipular  con  él 
los  términos  de  una  capitulación. . . .»  (2). 

(1)  A.  J.  de  Mello,  Biográphia  de  Natividade  Sahlanha.  Recife, 
1895.   Me'lo  tomó  parte  en  las  dos  revoluciones. 

(2)  Archivo  Diplomático  de  la  Independencia,  volumen  ri,  tomo  ir, 
Río  de  Janeiro,  1922. 


BOLÍVAR    Y    EL  BRASIL  519 


Los  dos  insignes  representantes  de  Pedro  i  seguían  con  inte- 
rés y  emoción  los  pasos  de  Manoel  de  Carvalho,  quien  conspiraba 
abiertamente.  «El  malvado  Carvalho  está  aquí  haciendo  alarde  de 
su  criminaiísima  rebeldía,  y  lleva  tan  lejos  su  imprudencia  y  arrojo 
que  dice  tener  el  designio  de  pasar  a  tos  Estados  Unidos  o  a  la 
isla  de  Santo  Domingo,  para  armar  allí  dos  escunas  e  ir  con  ellas 
a  infestar  las  costas  del  Imperio»  (i). 

Manoel  de  Carvalho  tramaba,  sin  duda,  una  expedición  de 
grandes  recursos  y  extraordinariamente  audaz.  Ayudábalo  aún  el 
ex-comandante  de  armas  de  Recife,  Falcao  deLacerda.  Afrontaba 
con  astucia  y  cálculo  el  lado  práctico  de  la  aventura,  y  esperaba 
realizar  en  Inglaterra  o  en  Hamburgo  una  abundante  remesa  de 
palo  brasil,  que  le  proporcionaría  amplios  recursos.  Pero  los  dos 
enviados  del  Imperio  tomaron  todas  las  providencias  y  precaucio- 
nes para  frustrar  este  negocio  e  impedir  que  el  ex-presidente  reci- 
biese el  cuantioso  lucro. 

Al  mismo  tiempo  el  desterrado  se  entendía  con  muchos  de  sus 
correligionarios,  refugiados  también  en  Londres  y  París,  y  quere- 
mos creer  que  tuvo  sobre  el  asunto  más  de  una  entrevista  con  el 
propio  Canning.  Le  insinuó  su  plan  y  le  habló  de  la  hostilidad  de 
Bolívar  al^  Imperio  sospechoso  en  América  por  sus  tendencias 
expansionistas.  El  24  de  junio  de  1825  Canning  abordó  franca- 
mente el  asunto  a  Itabayanna,  preguntándole  sobre  el  estado  de 
relaciones  entre  el  Brasil  y  Colombia.  Itabayanna  pudo  fácilmente 
destruir  las  maquinaciones  de  Andiada,  mostrando  al  jefe  del  ga- 
binete inglés  la  reciente  invitación  dirigida  por  Bolívar  al  Imperio 
para  que  tomase  parte  en  el  congreso  de  Panamá.  Entonces 
Canning  se  refirió  con  entusiasmo  a  nuestro  país  y  a  ¡a  monarquía, 
que,  en  su  textual  concepto,  era  la  aliada  natural  de  la  Gran  Bre- 
taña en  el  Nuevo  Mundo  (2). 

Andrada,  por  tant^  no  encontró  apoyo  en  Canning,  pero  no 
desmayó.  Sus  miradas  se  volvieron  definitivamente  hacia  Bolívar,  e 
imaginó  la  posibilidad  de  venir  a  solicitar  al  gran  caudillo  de  gue- 
rra la  ayuda  de  sus  ejércitos  para  democratizar  el  Brasil. 

El  núcleo  principal  de  los  conjurados  estaba  en  París.  Pero 
también  en  la  capital  francesa  el  Imperio  disponía  de  la  infatigable 
vigilancia  «iel  vizconde  Da  Pedra  Branc?.  Desde  la  fuga  de  los 
revoltosos  en  1824,  se  entendió  largamente  con  el  conde  de  Ville- 
le,  presidente  del  Consejo  en  el  reinado  de  Carlos  x,  que  puso 
luego  en  campaña  los  agentes  secretos.  Al  llegar  Saldanha  a  Fran- 
cia, procedente  de  Nueva  York,  entró  en  actividad,  y  ya  el  15  de 
enero  de  1825  comunicaba  aquél  a  la  cancillería  de  Río  de  Janeiro: 

« de  los   Estados    Unidos,  con    pjsaporte    portugués  entró  al 

Havre  un  tal  Natividade  Saldanha,  que  me  dicen  negro,  secreta- 
rio del  negro  gobierno  de  Carvaino;  di  inmediatamente  los  pasos 
necesarios  en  tal  caso,  extrañando  que  tuviese  pasaporte  para  esta 

(1)  Archivo    Diplomático    de   la  Independencia,    obra   citada, 
volumen  11,  tomo  ir. 

(2)  Id.  ibídem. 


520  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


capital.  Me  fue  dicho  que  ignoraban  quién  fuese  y  sabían  sola- 
mente que  venía  con  su  pasaporte  portugués  muy  en  regla,  y  que 

no  obstante  se  ha  de  arrepentir  de  haber  venido  aquí »  (i).  En 

Nueva  York  Saldanha  se  valió  de  la  amistad  de  un  antiguo  colega 
de  Coimbra,  hijo  del  Cónsul  portugués  en  aquella  ciudad.  Con 
desprecio,  el  Ministro  imperial    trata  de  envilecerlo  por  su  origen 

mest'zo,    taíhándole   de   negro Diez   días  después  agregaba: 

«Saldanha  tiene  orden  de  la  policía  para  retirarse  a  un  lugar  del 
interior  de  este  reino,  según  me  contestó  el  Ministro  de  Relacio- 
nes Exteriores,  orden  que  mucho  ha  mortificado  a  sus  amigos,  que 
lo  recibieron  y  festejaron,  conforme  a  los  informe»  que  tengo»  (2). 
AI  mismo  tiempo  se  cogían  los  hilos  de  la  conspiración;  los 
brasileños  de  París  y  de  fuera  se  congregaban  en  una  especie  de 
sociedad  secreta  bajo  el  patrocinio  de  Bolívar,  para  dar  en  tierra 
con  el  cetro  de  Pedro  i,  tratando  desde  luego  de  enviar  un  emisa- 
ri'o  al  insigne  caudillo.  Es  completo  el  informe  de  la  policía  secre- 
ta del  conde  de  Villele: 

«No  hay  ya  duda  alguna  sobre  la  existencia  de  la  sociedad 
creada  para  exterminar  la  monarquía  del  Nuevo  Mundo.  Ninguna 
duda  tampoco  de  que  el  foco  está  en  Colombia,  y  que  tiene  rami- 
ficaciones por  todas  partes  en  América,  en  Londres,  donde  las 
sesiones  se  verifican  en  casa  del  agente  de  Colombia,  y  últimamen- 
te también  en  París.  Ninguna  duda  aun  de  que  los  afiliados  de 
Carvalho  esperan  que  Bolívar,  no  sabiendo  qué  hacer  de  su  ejérci- 
to, y  para  distraer  los  espíritus,  se  dirija  a  Buerios  Aires  y  ataque 
el  Brasil.  Los  emisarios  de  estos  señores  han  sido  enviados  a  Co- 
lombia, y  usted  tendrá  la  prueba  en  la  copia  de  la  carta  original 
que  yo  le  he  mostrado  y  que  le  envío  de  acuerdo  con  su  solicitud. 
El  gobierno  brasileño  procederá  muy  mal  si  él  no  hace  inmediata- 
mente partir  un  agente,  hombre  recto  para  Colombia,  con  el  objeto 
de  examinar  y  malograr  las  gestiones  d»sus  enemigos,  y  si  él  no 
hace  además  examinar  bien  a  todo  extranjero,  no  importa  de  que 
nación,  que  lleguen  al  Brasil.»  (16  de  junio  de  1825)  (3). 

Pues  bien,  el  enviado  de  los  bolivaristas  brasileñt'S  era  exac- 
tamente el  visionario  Saldanha,  que  de  Inglaterra  partió  con  rumbo 
a  Colombia,  en  mayo  de  1825,  según  se  verifica  de  la  siguiente 
carta: 

cLiverpool,  4  de  junio  de  1825 

«Ilustrísimo  señor: 

cEn  respuesta  a  su  estimada  carta  de  i  i  del  pasado  a  Sal- 
danha, digo:  que  en  esta  ocasión  Martins  (4)  mandó  orden  para 
el  mismo  individuo  entregar  Vuestra  Señoría  más  50,000  reis,  para 


(1)  Op.  cit. 

(2)  Id.  id. 

(3)  Op.  cit.,  yol.  III. 

(4)  Manoel  JoBé  Martina  Junior. 


BOLÍVAR   Y    EL   BRASIL  521 


las  encomienda?,  etc.  Saldanha  ya  ha  partid3  de  ?quí  para  Colom- 
bia, pero  no  sin  diñcultad.  El  diablo  aún  no  salió  del  camino.  Ll 
fue  en  un  navio  y  su  ropa  en  otro.  El  diablo  está  en  liga  con  los 
emperadores  y  reyes  contra  los  patriotas.  Mientras  no  hubiere  por 
lo  menos  media  docena  de  regicidas,  no  se  quiebra  el  encanto,, 
mas Recomiéndeme  a  los  hermanos  y  acepte  los  sinceros  vo- 
tos  de   amistad  de  este  que  es,  etc.  M.  de  C.  P.    d'Andrada»  (i). 

Saldanha,  que  era  un  delicado  poeta  e  inteligencia  de  selec- 
ción, vino  así  a  Colombia  con  propósitos  definidos  (2).  Su  biógrafo 
A.  J.  de  Mello  no  ignoró  este  destino  determinado,  aunque  haya 
desconocido  la  gravedad  de  los  proyectos  de  los  conjurados  boli- 
varistas  de  París.  Es  tiempo  de  indagar  quiénes  podrían  ser  esos 
conjurados.  No  es  difícil  la  pesquisa.  El  mismo  Mello  menciona 
a  varios  de  los  revolucionarios  de  J824,  refugiados  en  la  ciudad 
luz.  Eran  los  mayores  de  primera  línea  Arruda  e  Santiago,  Fran- 
cisco Xavier  Pereira  d'Oliveira,  Basilio  Quaresma  Terreao  y  José 
Telles  de  Menezes.  Fuera  de  París  los  adherentes  al  atrevido 
plan  eran  el  teniente  coronel  José  Antonio  Feíreira,  el  coman- 
dante José  Francisco  Vaz  de  Pinho  Carapeba,  Félix  Antonio  Fe- 
rreira  d'Albuquerque,  presidente  de  la  Parahyba;  Francisco  Leite 
da  Silva,  comandante  de  las  fuerzas  del  centro  en  la  provincia  de 
Alagoas;  el  teniente  coronel  Antonio  d'Albuquerque  Montene- 
gro, el  comandante  Manoel  Igníicio  Bezerra  de  Mello,  José  Go- 
mes do  Regó,  Francisco  ü'Arruda  Cámara,  Antonio  Gabriel  Pires 
da  Franca  Mendanha,  el  periodista  padre  Joao  Baptis'a  da  Fon- 
seca,  el  comandante  del  batallón  de  pardos  Emiliano  Felippe 
Benicio  Mundrucú  (3). 

Además  de  esos  es  menester  juntar  en  Europa  otros  indicados 
por  la  policía  de  Villele;  así  el  irlandés  naturalizado  Ühili  (4),  que 
de  Colombia  fue  a  Francia  como  emisario  y  regresó  al  mismo 
país  americano;  el  duque  de  Sussex,  que  excitaba  a  los  conju- 
rados. 

Tuvieron  éstos  ¡a  audacia  de  solicitar  el  apoyo  del  propio  José 
Bonifacio,  que  terminantemente  rechazó  su  asentimiento  a  la  idea. 
Entre  los  pernambucanos  que  recibieron  a  Saldanha  en  Paiís,  no 
fuera  errado  suponer  que  algunos  tenían  simpatías  con  las  ideas: 
así  Boa  Vista,  Itamaracá,  Olinda,  Siqueira  Lima,  que  en  aquellos 
tiempos  eran  simples  estudiantes  de  humanidades. 

Sal(|anha  vino  pues  primero  a  Caracas  y  después  a  Bogotá. 
Algunos  de  aquellos  otros  desterrados  lo  acompañaron.  Uno  de 
ellos  fue  Mundrucú,  quien  en  la  capital  de  Venezuela,  en  1826, 
publicó  interesante  folleto  digno  de  mención  en  este  escrito.  Im- 
porta abrir  un  paréntesis  para  la  transcripción  íntegra  de  un  docu- 
mento de  tanto  relieve: 


(1)  Op.  cit.,  rol.  III. 

(2)  Véase  Natividade  Saldanha  en  Bogotá,  libro  en  preparación, 

(3)  Op.  cit. 

(4)  Op.  cit. 


522  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


«MANIFIESTO 

QUE  HACE  A  LA  NACIÓN  COLOMBIANA  EMILIANO  FELIPE  BENICIO 
MUNDRUCÚ,  MAYOR  COMANDANTE  DEL  SEGUNDO  BATALLÓN  DE  CA- 
ZADORES DE  LA  DIVISIÓN  REPUBLICANA  DE  PERNAMBUCO,  DIRIGIDO 
AL  RESPETABLE  PUBLICO  Y  EJÉRCITO  DE  LA  REPÚBLICA  DE  COLOM- 
BIA, BAJO  LOS  AUSPICIOS  DEL  SEÑOR  ARRIAGA,  RESIDENTE  EN 
PUERTO  CABEL  LO 

Guiado  desde  ruis  primeros  años,  tanto  por  la  riaturaleza  como 
por  los  principios  de  la  educación  que  he  recibido  desde  mi  juven- 
tud, me  dediqué  al  ejercicio  de  las  armas  con  el  dulce  proyecto  de 
poder  concurrir  más  fácimente  a  la  libertad  de  mi  país. 

Cuando  en  el  año  de  1817  el  grito  de  la  libertad  sonando  por 
la  primera  vez  en  la  villa  del  Recife,  respondió  su  eco  desde  la 
provincia  de  las  Alagoas  hasta  casi  el  dilatado  Amazonas,  mi  co- 
razón exaltó  de  júbilo,  y  yo  fui  de  los  primeros  que  concurrieron 
a  levantar  el  pendón  de  la  lioertad,  teniendo  entonces  el  grado  de 
alférez  con  el  ejercicio  de  edecán. 

Perdida  (así  quisieron  los  hados)  esta  ocasión  de  recuperarse 
la  libertad,  un  destino  feliz  me  hizo  compañero  de  un  sinnúmero 
de  patriotas  que,  aunque  oprimidos  con  las  cadenas  del  despotis- 
mo, entonaban  todavía  suaves  canciones  al  bien  que  les  había  sido 
robado.  Es  inútil  exponeros  los  trabajos  e  irK:omodidades  que  en- 
tonces sufrimos,  pues  que  vosotros  los  habéis    igualmente  sufrido. 

En  el  año  de  1820  se  proclamó  en  Portugal  la  ley  fundamen- 
tal de  la  monarquía,  que  estaba  olvidada  hacía  largo  tiempo,  y 
siendo  inmediatamente  adoptada  en  el  Brasil,  ocurrieron  circuns- 
tancias  que  me  dieron  lugar  de  hacer  no  pequeños  servicios. 

Por  cuanto  rehusando  aceptarla  el  infame  Luis  do  Regó,  que 
entonces  gobernaba  mi  provincia,  las  tropas  y  gran  parte  del  pue- 
blo se  retiraron  a  la  villa  de  Goyana,  donde  después  de  varios 
combates  nos  pusimos  en  marcha  para  la  capital,  obligando  de 
esta  suerte  a  aquel  malvado  a  capitular  vergonzosamente  con  nos- 
otros y  a  huir  precipitadamente  para  Portugal,  queriendo  de  este 
modo  escaparse  de  nuestra  justa  venganza.  Durante  este  período 
yo  asistí  a  todos  los  combates,  y  recibí  siete  heridas,  sustentando 
con  honor  el  punto  de  María  Simplicia.  El  premio  de  estos  seivi- 
cios  fue  el  grado  de  mayor. 

Las  vicisitudes  que  ocurrieron  durante  los  diversos  gobiernos 
que  sucedieron  a  aquél,  son  de  muy  poco  momento;  yo  las  omito 
por  este  motivo,  deseando  aproximarme  a  la  grande  época  de  la 
última  revolución. 

Disueita  a  fuetza  de  armas  por  el  pérfido  emperador  del  Brasil, 
la  Asamblea  Nacional,  y  regresando  a  la  provincia  de  Pernambuco 
las  tropas  que  habían  sido  enviadas  para  auxiliar  a  la  Bahía,  el 
gobierno  existente,  conociendo  que  había  perdido  la  opinión  pú- 
blica, convocó  un  gran  consejo  por  ante-  quien  dio  su  dimisión, 
pidiendo  al  mismo  consejo  que  nombiase  otra   junta  que  dirigiese 


BOLÍVAR    Y    EL   BRASIL  323 


los  negocios  de  la  provincia.  Quiso  la  suerte  que  la  presidencia  de 
la  nueva  junta  recayese  en  un  patriota  que  había  sido  víctima, 
como  yo,  de  la  revolución  del  año  de  17. 

Este  presidente  conservaba  todavía  y  conservará  siempre  en 
su  pecho  el  fuego  sagrado  de  la  libertad.  Desde  el  principio  de  su 
gobierno  empezó  a  desconocer  las  leyes  imperiales,  pues  que  no 
emanab  n  de  una  autoridad  legítima,  bien  que  en  el  público  fin- 
gía obedecerlas. 

En  el  mes  de  mayo  del  año  de  24  dos  comandantes  de  cuerpo, 
indignos  del  nombre  brasileño,  y  vendidos  por  interés  a  la  ser- 
vidumbre, desampararon  los  estandartes  de  la  libertad  y  siguieron 
los  del  despotismo.  Fue  entonces  necesario  enviar  contra  estos  re- 
beldes un  cuerpo  de  tropas  que  los  destruyese,  y  despué>*  organi- 
zar los  batallones,  que  quedaron  en  la  ciudad,  en  los  críticos  mo- 
mentos en  que  teníamos  que  combatir,  n^  solamente  los  enemigos 
terrestres,  sino  también  los  marítimos,  pues  que  ya  estaba  a  ese 
tiempo  bloqueado  el  puerto  de  la  armada  imperial.  En  estas  cir- 
cunstancias me  fue  confiado  el  mando  del  segundo  batallón  de 
cazadores  con  ei  mismo  grado  que  tenía. 

La  suerte  de  la  guerra  nos  fue  casi  siempre  adversa,  pues  que 
teníamos  que  combatir  enemigos  muy  superiores  en  fuerzas,  lia- 
biendo  sido  auxiliados  los  rebeldes  por  el  mismo  pérfido  empera- 
dor. En  este  estado  de  cosas,  era  necesario  aumentar  las  fuerzas 
de  la  división  constitucional,  y  para  este  fin  me  ordenó  el  presi- 
dente que  marchase  con  el  batallón  de  mi  mando  a  reunirme 
a  ella. 

La  suerte  continuó  siéndonos  contraria,  de  tal  manera  que  fui- 
mos obligados  a  abandonar  la  capital.  La  mayor  parte  de  mis  bra- 
vos compañeros  no  quisieron  entregarse  a  la  disposición  del  ene- 
migo, y  guiados  por  el  comandante  general,  nos  pusimos  en  mar- 
cha para  la  república  del  Ciará. 

El  comandante  de  las  fuerzas  imperiales  no  desistió  de  per- 
seguirnos, y  bien  que  obtuviésemos  algunos  triunfos,  después  de 
una  larga  marcha  de  cerca  de  300  leguas,  la  fortuna  se  huyó  de 
nuestras  banderas,  la  hambre,  la  sed,  la  falta  de  municiones  y 
finalmente  la  noticia  que  tuvimos  de  que  la  República  de!  Ciará 
estaba  ya  ocupada  por  las  armas  imperiales,  todos  estos  motivos 
nos  obligaron  a  capitular  con  nuestros  enemigos.  Pero  como  ni 
los  reyes,  ni  sus  sectarios  tienen  buena  fe,  la  capitulación  no  fue 
cumplida,  y  yo  y  mis  cr  mpañeros  fuimos  reducidos  a  prisión. 

Felizmente  en  el  camino  yo  pude  escaparme,  robándome  a  la 
vigilancia  de  mis  conductores,  y  despuéí  de  haber  estado  oculto 
algún  tiempo,  me  transporté  para  Boston,  De  esta  ciudad,  en  donde 
encontié  no  vuigar  acogimiento,  pasé  a  Santo  Domingo;  volví  otra 
vez  a  Boston;  y  últimamente  llegué  a  Puerto  Cabello,  en  donde,  no 
menos  que  en  Boston,  fui  muy  bien  recibido. 

Conservando  las  mismas  ideas  y  los  mismos  sentimientos,  me 
presenté  sin  detención  al  benemérito   general   el  e.xcelentíaimo  se- 


524  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


ñor  José  Antonio  Páez,  quien  me  recibió  con  su  usual  blandura  y 
civilidad,  dándome  al  mismo  tiempo  las  más  lisonjeras  esperanzas. 
Famosos  republicanos,  bravos  soldados,  que  habéis  ganado  y 
sostenéis  la  libertad  colombiana,  ved  aquí  un  republicano  más,  ved 
aquí  un  hermano  vuestro  de  armas:  yo  deseo  naturalizarme  entre 
los  unos,  yo  deseo  igualmente  alistarme  entre  los  otros. 

Emiliano  F.  B.  Mundrucú*  (i) 

No  se  puede  dudar  que  ese  manifiesto  fuese  lanzado  de  acuer- 
do con  Saldanha  y  otros  brasileros,  para  preparar  la  misión  secreta 
del  primero  ante  Bolívar.  En  Colombia  ya  se  encontraban,  además 
del  general  Abreu  e  Lima,  otros  p-rnambucanos  evadidos  en  1817, 
como  Luis  de  Lima  e  Francisco  Antonio  de  Lima  Birrete.  Mun- 
drucú  revela  esperanzas  y  afirma  haber  oído  del  insigne  Páez  li- 
sonjeras promesas. 

En  Caracas,  para  vivir,  Saldanha  ejerció  la  abogacía,  y  era 
grato  a  la  protección  que  le  dispensaba  el  procer  venezolano  ge- 
neral Escalona,  a  quien  él  se  refiere  cariñosamente  en  cartas  data- 
das en  el  exilio.  No  se  demoró  en  Caracas,  partió  luego  para 
Bogotá.  Procuró  inmediatamente  entenderse  con  aquel  que  era 
aclamado  el  Libertador  de  pueblos,  cuyo  apoyo  querían  conquistar 
loa  republicanos  brasileros.  Del  éxito  de  sus  conversaciones  encon- 
tramos apenas  esta  incompleta  referencia  de  Antonio  Joaquín  de 
Mello,  bastante,  sin  embargo,  para  ilustrar  el  asunto:  «Nuestro  hu- 
milde pero  dulce  poeta  presentóse  al  inmortal  Simón  Bolívar,  que 
tampoco  no  era  ua  oscuro  armero,  sino  el  armado  invencible, 
conquistador  de  la  independencia  y  libertad  de  su  patria.  El  éxito, 
sin  embargo,  resultó  igual:  Saldanha  fue  recibido  muy  benigna  y 
favorablemente »  (2). 

Pero  el  comendador  Mello  ignoraba  la  trascendencia  de  la 
misión  de  Saldanhe,  y  nada  más  pudo  agregar.  El  expatriado,  en 
Caracas  y  Bogotá,  escribía  a  una  hermana  suya,  en  Recife,  y  los 
datos  recogidos  por  Melle  venían  de  esa  fuente.  Naturalmente,  en 
asuntos  políticos,  él  guardaba  en  aquellas  misivas  prudente  reserva. 
De  sus  preocupaciones  respecto  de  Bolivar,  otra  prueba  está  en  su 
amistad  con  Leocadio  ds  Guzmán.  En  un  soneto  compuesto  en 
Bogotá,  entre  terribles  amenazas  de  venganza  contra  el  Imperio, 
exclamaba: 

A    MIS   VERDUGOS 

En  vano  intentas,  monstruo  sanguinario 
Descargar  sobre  mí  tu  golpe  injusto. 
¿Fui  condenado  a  muerte?  No  me  asusto, 
No  me  acobarda  el  dictum  arbitrario. 


(1)  Caracas,    imprenta   de    Tomas  Antero.  1826.  Es    copia  fiel. 
Caracas.  2  de  febrero  de  1924. 

(2)  A.  J.  de  Mello,  op.  cit.,  página  87. 


BOLÍVAR   Y   EL  BRASIL  525 


Perdí  la  patria,  mas  mi  hogar  precario 
Cubre  hoy  la  recta  ley  de  un  pueblo  augusto, 

Y  el  rey  de  reyes,  el  excelso,  el  justo 
A  ti  y  a  mí  nos  guarda  su  salario. 

Junta  a  cuantos  esclavos  nuestra  tierra 
Pisan:  llama  a  las  furias  del  Averno; 
Tá  mismo  írguete  en  hiél;  nada  me  aterra. 

El  odio  que  te  juro  será  eterno, 

Y  esté  yo  donde  esté,  te  haré  la  guerra: 
En  tierra,  en  mar,  en  cielo,  en  el  infierno, 

(Traducción  de  Rafael  Pombo). 

Y  en  este  otro  soneto,  también*dei  ostracismo,  hay  fragmentos 
elocuentes  que  apenas  encubren  el  malogrado  plan  de  la  famosa 
vindicta  que  soñaban: 

HABLAN    LOS   CONDENADOS 

No  creas  jamás  ¡oh!  déspota  inhumano 
Que  el  patíbulo  arredra  al  pecho  fuerte: 
Amar  la  patria,  despreciar  la  muerte, 
Carácter  siempre  fue  pernambucano. 

Si  piensas  hoy,  ¡oh!  p>érfído  tirano. 
Con  golpes  en  el  trono  sostenerte. 
Te  equivocas,  infame,  pues  la  suerte 
ya  tu  fin  nos  señala  muy  cercano. 

Rasga  con  hierro  agudo  al  libre  pecho 
Donde  no  reinas;  y  el  puñal  entiérra: 
Mas  nada  te  valdrá  tan  duro  hecho: 

La  sangre  que  verás  teñir  la  tierra 
Héroes  mil  brotará,  y  a  tu  despecho 
Libertarán  la  patria  en  cruda  guerra: 

Bogotá,  1827. 

(Traducción  de  Eduardo  Posada). 

Por  eso,  muchos  afios  más  tarde  el  ilustre  vate  colombiano 
Rafael  Pombo,  en  bellas  rimas  consagradas  al  brasileño,  pudo  ape- 
llidarlo «enamorado  de  Colombia  heroica.» 

A   SALDAÑA 

Reo  de  amor  patrio,  huyendo  de  tu  suelo 
A  buscar  en  la  tierra  lo  infinito 
Triste  como  aquel  pájaro  maldito 
Que  no  encontró  donde  sentar  el  vuelo. 
Águila  libre,  el  águila  modelo 
Te  hizo  expiar  de  tu  raza  el  sambenito; 
Cristiano  tiel  te  viste  allí  proscrito 
Cual  reo  de  otro  redil  para  otro  cielo. 


526  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Enamorado  <le  Colombia  heroica 

Y  viendo,  al  culminar  de  tu  carrera, 
Sobrevenir  el  caos,  el  cataclismo, 
Triste,  incapaz  de  interferencia  estoica, 
Tu  propio  ideal,  temiéndole  quimera, 
Ahogaste  de  letargo  en  el  abismo. 

Pombo,  traductor  de  Sildaaha,  poco  conocía  su  dolotosa  no- 
vela, por  loque  es;  uchaba  las  deficientes  informaciones  del  pleni- 
potenciaiio  brasileño  José  Augusto  Ferreira  da  Costa.  Al  meritísi- 
mo  investigador  se  le  escaparon,  con  todo,  muchísimos  detalles  de 
la  existencia  de  Saldanha  en  Bogotá,  donde  permaneció  durate 
siete  años,  viniendo  a  fallecer  en  maizo  de  1832.  Migue!  Antonio 
Caro  compuso  un  magistral  soneto  en  que  la  sombra  de  nuestro 
desgraciado  republicano  de  1824  hablaba  a  Ferreira  da  Costa: 

I.\    SOMBRA    DE   SALDAÍ?\ 

Al  Excelentísimo  señor  F. 
D'Costa,  ilustre  Minis- 
tro del  Brasil. 

Amigo  generoso  de  los  muertos 
Que  recordando  a  quien  el  mundo  olvida 
Has  vengado  su  muerte  inmerecida 

Y  hoy  buscas  con  piedad  sus  huesos  yertos.  ' 
Cruzando  ásperas  cumbres  y  desiertos 

Llegas  tarde  al  lugar  donde  mi  vida 
En  honda  soledad  se  vio  extinguida 
Astro  apagado  en  piélaífos  inciertos. 
No  sobrevive  quien  de  mí  te  hable, 
Ni  una  cruz  ni  una  piedra  que  mi  fosa 
Indique  en  la  extensión  del  campo  santo. . .  . 
Mas  ¿qué  importa  la  parte  deleznable? 
En  la  paz  celestial  mi  alma  reposa: 
Viven  por  ti  mi  espíritu,  mi  canto. 

^Caro). 

Pero  todos  cuantos  se  han  referi  io  con  emoción  y  cariño  a  la 
memoria  impoluta  de  Saldanha,  desconocen  aquella  misión  de  los 
bolivaristas  brasileños.  De  los  escritores  bogotanos  que  a  él  se  re- 
fieren, ninguno  ha  hecho  alusión  a  tan  notable  episodio  de  su 
atribulada  vida.  Ni  aun  los  mismos  hermanos  Ortiz,  que  tanto  lo 
amaron. 

Queda  así  este  capítulo  cerrado  aquí  sin  epílogo;  campo  que 
llama  a  los  curiosos  de  la  historia  para  elucidación  de  un  punto  de 
tanto  lelieve  y  de  tan  transcedentales  proyecciones  para  la  historia 
del  Brasil  y  de  la  América.  La  misión  de  Saldanha,  al  fin  malogra- 
da, precisa  aún  ser  aclarada,  para  que  se  establezca  de  un  modo 
más  nítido  un  nexo  real  y  directo  entre  el  inmenso  Bolívar  y  nues- 
tros soñadores  republicanos  de  18 17  y  1824. 

Argén  Guimarñes 
Bogotá,  marzo  de  1824. 


APOSTILLAS  527 


fíPOSCífahñS 

PRIMER    AERONAUIA 

Fue  un  argentino,  José  María  F!órez,  el  primero  que  se  elevó 
sobre  nuestros  campanarios  y  cruzó  nuestra  atmósfera  Parece  que 
vino  él,  a  Bogotá,  por  la  vía  de  Popayán,  pues  el  periódico  El  Pa- 
yanes de  dicha  ciudad,  dice  el  15  de  junio  de  3843: 

«Por  piirnera  vez  hemos  gozado  en  Popayán  de!  grandioso  es- 
pectáculo de  ver  la  ascensión  de  un  globo  aerostático,  conduciend© 
a  un  aeronauta.  El  lunes  12  de!  presente  el  señor  José  M.  Flórez 
(natural  de  Buenos  Aires)  se  elevó  a  las  siete  y  media  de  la  maña- 
na de!  patio  de!  colegio  Seminario;  y  después  de  hiber  subido  a 
una  altura  bastante  considerable,  descendió  en  el  llano  de!  Ejido 
de  esta  ciudad.  El  globo  se  incendió  al  caer,  y  no  hizo  ningún  daño 
al  viajero.  El  señor  Flórez  ha  heclio  varias  ascensiones  en  Europa 
y  en  América,  y  ha  obtenido  en  todas  partes  aplausos  por  su  valor, 
destreza  y  serenidad.» 

A  nuestra  capital  llegó  a  fines  de!  año,  según  se  v.-  por  las 
noticias  que  publicó  El  Dia.  En  su  número  de  24  de  septiembre 
trae  dicho  periódico  estas  lineas: 

*  Viaje  aéreo — El  señor  Flórez  ha  pedido  a  los  bogotanos  ór- 
denes para  las  nubes,  y  noy  a  las  cuatro  de  la  tarde  emprenderá  el 
viaje  desde  el  colegio  dei  Rosario,  si  no  üua.'e.  Oclio  reales  vale 
la  entrada  al  punto  de  partida.» 

Y  en  el  de  i.®  de  octubre  nos  relata  así  aquella  hazaña: 
'.Viaje  aéreo  —  Ei  miércoles  de  la  semana  pasada,  a  las  nueve 
y  treinta  minutos  de  la  mañana,  hizo  su  viaje  aéreo  el  señor  José 
María  Flórez  en  un  globo  de  lienzo,  de  25  varas  de  alto  y  15  de 
ancho;  elevóse  como  Ó50  varas  castellanas.  El  punto  de  partida 
fue  el  patio  del  colegio  del  Rosario,  y  el  de  descenso  el  tejado  de 
una  casa  contigua  al  hospital  de  mujeres.  Pocos  espectácuios  han 
excitado  más  la  curiosidad  pública  que  este  viaje  aéreo;  y  en  efecto, 
a  la  circunstancia  de  la  novedad  se  unía  !a  audacia  de!  aeronauta 
que,  confiado  únicamente  en  sus  conocimientos  prácticos,  se  en- 
tregaba a  la  merced  de  los  vientos  y  del  fuego  que  daban  impulso  a 
la  caprichosa  nave  en  que  se  embarcó,  sin  un  aparato  seguro  para 
regresar  salvo  al  pueito  de  donde  había  salido.  Una  barquilla  de 
media  vara  de  alto  y  sostenida  por  cuatro  cuerdas  era  todo  el  apoyo 
que  llevaba.  En  la  mayor  altura  a  que  subió  viose  en  gran  peligro, 
y  obligado  a  echar  mano  de  un  cable  con  nudos,  y  asido  del  cual 
bajó  precipitadamente  escapando  del  fuego  de  la  canastilla  y  del 
humo  del  globo  que  lo  habría  sofocado,  además  del  golpe  que  su- 
frió al  caer.  Arrojo  semejante  es  admirable  bajo  todos  aspectos; 
y  más  admirable  aún  que,  con  iguales  circunstancias,  quiere  hacer 
otro  viaje,  como  se  dice  que  lo  hará  en  esta  semana.  Un  sentimiento 
de  horror,  mezclado  de  compasión  y  curiosidad,  ha  producido  el  vivo 
interés  que  la  población  de  Bogotá  manifestó  por  este  espectáculo 


528  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


El  pueblo  tjn  masa  corría  por  todas  partes  a  informarse  de  la  suer- 
te que  había  corrido  el  señor  Fiórez,  y  si  éíte  es  tan  sensibU  como 
valiente,  según  lo  creemos,  habrá  conocido  el  noble  entusiasmo, 
hijo  de  una  buena  índole,  que  caracteriza  al  pueblo  boajotano.  Nos- 
otros nos  congratulamos  con  el  señor  Fiórez  por  el  feliz  resultado 
de  su  empresa  en  esta  ocasión,  y  le  deseamos  que  en  sus  excursio- 
nes tenga  otro  modo  de  ganar  la  vida  menos  aéreo  y  más  positivo.» 

De  oportunidad  y  de  justicia  es  recordar  a  este  precursor  de 
la  navegación  aérea,  y  de  quien  nada  dicen  nuestros  cronistas,  ea 
estos  días  en  que  el  aeroplano  pasea  majestuoso  por  nuestro 
cielo. 

PRIMERAS    LOGIAS 

La  primera  logia  se  fundó  en  la  capital  a  los  pocos  meses  de 
la,  entrada  de  los  libertadores.  La  Gaceta  de  Santafé  de  Bogotá 
publicó  el  2  de  enero  de  1820  el  siguiente  aviso: 

«Una  sociedad  amante  de  la  ilustración,  protegida  por  el  se-' 
aor  general  Santander,  ofrece  al  público  dar  lecciones  para  apren- 
der a  traducir  y  a  hablar  los  idiomas  francés  e  inglés.  El  señor 
Francisco  Urquinaona  y  el  teniente  coronel  Benjamín  Enríquez 
serán  los  preceptores.  Los  lunes  y  jueves  de  cada  semana,  de  las 
seis  a  las  ocho  de  la  noche,  darán  lecciones  en  la  casa  que  habita 
«1  señor  Lastra.  Los  que  deseen  tomar  conocimientos  en  estos 
idiomas  se  pondrán  de  acuerdo  con  el  señor  José  París,  contador 
ordenador  del  tribunal  mayor  de  cuentas,  en  inteligencia  que  a 
principios  de  este  mes  se  abrirá  ia  sala  de  lecciones.» 

Según  dice  Groot,  ese  anuncio  era  nada  menos  que  el  llama- 
miento a  la  logia  y  a  la  primera  piedra  del  templo  masónico  en  la 
Nueva  Granada.  «El  local,  agrega,  se  había  dispuesto  de  manera  que 
los  concurrentes  a  la  escuela  no  pudieran  sospechar  cosa  alguna, 
manteniéndose  cerrada  la  puerta  de  la  sala  donde  se  había  adereza- 
do el  templo.  Ellos  concurrían  a  la  suya,  y  concluida  la  hora  de 
lecciones  se  retiraban.  Entonces  empezaban  los  trabajos  de  la  lo- 
gia» (i). 

Dicho  historiador  nos  refiere,  en  un  artículo  publicado  en 
1853,  que  esa  primera  logia  se  llamó  Fraternidad  bogotana,  y  que 
^1  perteneció  a  ella.  Su  tío,  don  Francisco  de  Urquinaona,  que 
era  uno  délos  primeros  masones,  lo  llevó  a  la  casa  de  la  logia 
para  que  le  pintase  la  perspectiva  de  la  cámara  de  recepciones  le 
provocó  iniciarse  en  esa  sociedad,  y  a  los  pocos  días  fue  recibido 
en  ella;  pero  algunos  años  después  se  separó  de  la  logia  definitiva- 
mente (2). 


(1)  Historia  eclesiástica  y  civil  de  la  Nueva  Granada,    segunda 
edición,  tomo  iv,  página  35. 

Í2)  Este  artículo,  intitulado  Abjuración  de  tnxsones,    está  repro- 
ducido en  la  obra  citada,  tomo  iv,  apéndice,  página  34. 


APOSTILLAS  529 


"Esa  logia,  dice  él,  era  arriba  del  Rosario,  pero  luego  se  fue  a 
dar  a  la  casa  de  Rivas,  calle  de  Santa  Clara,  y  all^tomó  el  nombre 
'de  Los  corazones  sensibles"  (í). 

Ahora  cincuenta  años  se  pensó  en  levantar  un  edificio  para  la 
logia,  como  se  ve  en  el  siguiente  suelto  que  publicó  el  Diario  de 
Cundinamarca,  el  23  de  julio  de  1875: 

^Templo  masénico.  El  señor  gobernador  del  Estado  ha  apro- 
bado el  remate  celebrado  el  día  13  del  mes  en  curso  de  los  lotes 
primero  y  segundo  del  edificio  de  san  Francisco,  y  que  se  adjudi- 
caron a  los  señores  Antonio  Clopatofsky  y  Carlos  Sáenz,  por  la 
suma  de  %  8,6qo,  con  destino  para  el  servicio  de  las  logias  simbó- 
licas de  Bogotá,  y  el  de  las  demás  cámaras,  consejos  y  corporacio- 
nes superiores  de  la  jurisdicción  del  Grande  Oriente  de  Colombia. 
El  templo  masónico  se  levantará,  por  tanto,  frente  al  templo  pro- 
testante, y  si  la  obra  exterior  se  ejecuta  conforme  al  plano  que  se 
ha  trazado  al  efecto,  la  ciudad  tendrá  otro  buen  edificio  cuustruí- 
do  conforme  al  susto  moderno.» 


LA  QUEBRADA  DEL  ERMITAÑO 

En  la  revista  Santaféy  B0g0tá  se  publicó  un  escrito  intitulado 
El  Ermiiañ^^  en  el  cual  su  inteligente  autor,  doctor  Juan  C.  García, 
da,  en  forma  de  galana  leyenda,  una  explicación  del  origen  de 
aquel  nombre  que  lleva  un  riachuelo  en  las  cercanías  del   Carare. 

Bastante  laudable  es  todo  esfuerzo  que  se  haga  para  investi- 
gar cuándo  y  porqué  se  hicieron  algunas  designaciones  geográfi- 
cas de  nuestro  país.  Cuántas  consejas  y  tradiciones,  qué  de  verda- 
des históricas  no  brotarán,  del  misterio  en  que  están  envueltas, 
merced  a  esa  labor  de  diligencia  y  critica.  Es  terreno  inexplorado 
y  donde  puede  ejercerse,  con  nobleza,  la  zapa  de  los  eruditos. 

Una  noticia  que  publicó  un  peiiódico  de  Bogotá,  E¿ Heraldo, 
en  noviembre  de  1894,  y  que  el  citado  presbítero  guardó  cuidado- 
samente, le  sirve  para  modelar  su  preciosa  iradición.  Creemos  sin 
«mbargo  que  la  quebrada  de  El  Ermitaño  lleva  esa  denominación 
desde  tiempos  más  remotos. 

Con  gran  precisión  da  el  autor  el  número  de  aquel  famoso 
diario,  y  esto  nos  ha  permitido  hallarlo  en  nuestra  colección. 
Como  en  el  artículo  de  Santaféy  Bogotá,  se  inserta  solamente  un 
extracto  del  episodio,  copiaremos  aquí  las  líneas  principales  de 
ElHeialíU: 

«El  sábado  10  del  presente  mes  salió  de  sus  trabajos  de  ase- 
rrío de  maderas  el  señor  Rafael  Vargas,  que  tiene  en  la.  montaña 
de  Purnio.  entre  Yeguas  y  Conejo,  y  se  internó  más  al  corazón  de 
la  misma  montaña  con  ánimo  de  cazar.  Rafael  encontró  la  que- 
brada de  Purnio,  y  bajando  por  ella,   observó  que  del  bosque  tira- 


(I)  Ibfdem,  pásfinas  307,  310  7  36. 

XIV— 34 


530  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


bán  piedras,  y  oyó  algunos  golpes.  Atento  el  cazador,  logró  ver 
sobre  las  raíces  de  un  corpulento  árbol  a  un  bulto  acurrucado,  que 
gesticulaba  y  movía  los  brazos  como  si  fuera  mono.  La  cara  no  la 
pudo  ver,  pero  la  cabeza  era  idéntica  a  la  de  un  mono  grande,  lo 
mismo  que  el  color  y  las  dimensiones  de  los  brazos.  Rafael  pues, 
sin  dar  tiempo  a  que  su  animal  huyera,  le  disparó:  pero  ¡cuál  sería 
su  asombro  el  oír  no  el  grito  de  un  mono,  y  al  ver  caer  no  rti  mono 
sino  a  un  hombre!  La  víctima  era  de  color  moreno  y  caratoso; 
tenía  muy  pintados  los  brazos  y  la  cara;  el  abdomen  muy  crecido, 
pero  los  huesos  del  resto  del  cuerpo  apenas  estaban  forrados  en  el 
pellejo  que  los  cubría;  las  uñas  eran  más  largas  que  los  mismos 
dedos;  el  pelo  le  caia  a  los  hombros;  y  el  color  del  cabello,  ya 
cano,  era  muy  parecido  al  del  gorro  de  cuero  de  mono  que  le 
cubría  la  cabeza.  El  ermitaño  no  tenia  más  abrigo  que  los  restos 
de  algo  que  se  llamó  calzoncillos,  llenos  de  parches  de  diverso* 
géneros  y  colores,  y  tenía  un  guarnid  (o  carriel)  muy  viejo,  con 
dos  anzuelos  para  pescar,  un  mohoso  y  anticuado  carramplón  y 
unas  mazorcas  y  almendras  de  cacao. . .  .Uno  de  los  peones  que 
tenía  Rafael  en  el  aserrío  dice  que  el  ermitaño  se  hacía  llamar 
Cruz,  y  decía  ser  natural  de  Cundinamarca;  que  era  conocido  en 
la  comarca  de  Purnio,  donde  vivió  con  su  esposa,  pero  después 
que  ésta  murió  se  internó  a  vivir  entre  aquella  montaña,  ignorán- 
dose su  paradero  desde  hacía  doce  o  catorce  años,  y  sólo  se  dejaba 
ver  cuando  necesitaba  sal,  la  que  conseguía  en  cambio  de  cacao.» 

Interesante  realmente  la  coincidencia  de  ese  eremita  con  el 
nombre  de  aquel  afluente  del  Magdalena;  pero  como  expresamos 
arriba,  ya  tal  denominación  existía  desde  época  muy  anterior. 

La  geograíia  de  la  comisión  corográfica,  escrita  a  mediados 
del  siglo  pasado,  al  hablar  de  la  provincia  de  Vélez,  trae  este 
párrafo:  «El  Magdalena,  río  de  los  de  primer  orden  en  la  Repú- 
blica, costea  la  provincia  por  su  parte  occidental,  con  un  curso  de 
veinte  leguas  de  excelente  navegación,  desde  la  boca  de  la  quebra- 
da del  Ermitaño,  cerca  de  la  angostura,  hasta  la  boca  del  río 
Opón.» 

Don  Joaquín  Acosta  en  Un  Itinerario  del  Magdalena  que  pu- 
blicó eu  1850,  dice  que  a  una  legua  más  abajo  de  la  angostura  está 
el  peñón  del  Ermitaño^  a  la  orilla  izquierda  del  río,  de  roca  are- 
nisca en  estratos  alternativos  de  conglomerado  ordinario  y  delga- 
do (i).  También  en  varios  mapas  antiguos  recordamos  haber 
visto  demarcada  dicha  quebrada  con  el  expresado  nombre. 

En  los  días  de  la  conquista  vivió  por  esa  zona  un  solitario, 
del  cual  nos  hablan  los  primitivos  cronistas.  Desde  entonces,  sin 


(1)  Aunque  ahí  se  habla  de  orilla  izquierda,  es  quizás  por  un 
error,  explicable  a  cauHa  de  haber  sido  escrito  ese  derrotero  subien- 
do el  río,  o  porque  se  trata  tal  vez  de  un  peñasco  al  frente  de  la  boca' 
de  la  quebrada.  La  angostura  allí  mencionada  es  la  de  Nare,  arri- 
ba de  esa  desembocadura,  lo  cual  no  deja  duda  se  trata  del  mismo 
riachuelo  en  que  nos  ocupamos. 


APOSTILLAS  531 


duda,  el  bautismo  de  la  mencionada  corriente  fluvial.  En  un  articu- 
lo intitulado  En  la,  tierra  de  los  olivos,  del  señor  Luis  A.  Castella- 
nos, publicado  en  el  Repertorio  Boyacense  fdiciembie  de  1923), 
vemos  este  detalle:  «Al  oeste,  las  cordilleras  de  Pantanillo  y  la  Joya, 
digna  de  mencionarse  esta  última  no  sólo  por  sus  alegres  y  fecun- 
das dehesas,  propiedad  de  la  familia  Sáenz  de  San  Peí  ayo,  sino 
principalmente  por  estar  allí  al  pie  de  la  montaña  la  silenciosa  y 
umbría  gruta  del  Ermitaño,  en  donde  vivió  el  célebre  anacoreta 
Diego  Páez,  de  quien  refieren  los  historiadores  Zamora  y  Piedra- 
hita  que  eran  tan  conocidas  su  virtud  y  su  penitencia,  que  hacía 
todos  los  años,  de  rodillas,  su  peregrinación  al  convento  del  Santo 
Ecce  Homo  por  las  grandes  festividades  que  en  él  se  celebraban.» 

Esta  cuestión  del  Ermitaño  nos  trae  el  recuerdo  de  un  inci- 
dente con  él  relacionado.  En  1828  varios  distinguidos  jóvenes  de 
Ríonegro  (Antioquia)  penetraron  en  la  iglesia  de  esa  ciudad,  el 
viernes  santo,  y  cometieron  allí  algún  irrespeto.  Se  les  siguió  un 
juicio,  y  fueron  desterrados  a  la  costa.  Uno  de  ellos,  que  se  llama- 
ba Pascual  Bravo  y  era  de  distinguida  familia  antioqneña,  murió 
por  allá  en  su  penoso  confinamiento  (i).  A  fines  del  siglo  pasado, 
viajando  el  general  Ramón  Perea  por  el  occidente  de  Vélez,  oyó 
hablar  de  un  anciano  con  aquel  nombre,  retirado  en  espesa  mon- 
taña, y  como  conocía  la  aventura  de  aquel  joven,  en  Ríonegro,  sin 
recordar  la  fecha,  pensó  podría  ser  el  mismo,  que  se  habría  fugado 
fingiéndose  muerto.  Eran  tiempos  en  que  se  leía  mucho  El  Condt 
de  Montccristo  y  se  soñaba  con  la  evasión  de  Edmundo  Dantés. 
Siempre  que  una  novela  o  causa  célebre  apasiona  los  espíritus  se 
representan  con  frecuencia  a  la  imaginación  sus  más  sensacionales 
escenas.  Al  general  le  llamó  la  atención,  además,  el  nombre  de 
quebrada  del  Ermitaño,  ahí  cerca  del  asilo  de  Bravo,  y  que  no 
muy  distante  se  llamara  un  lugar  Otro  Mundo;  y  escribió  a  miem- 
bros de  la  familia  que  residían  en  Bogotá  sobre  estas  singularida- 
des una  carta,  que  tuvimos  en  nuestras  manos,  en  días  de  colegio, 
por  habérnosla  enseñado  un  condiscípulo,  emparentado  con  aque- 
lla víctima  (2).  El  asunto  despertó  interés,  parientes  y  relacio- 
nados yiun  joven  Escobar  emprendieron  el  viaje  a  esas  regiones  so- 
litarias, en  busca  del  resucitado. 

Grande  fue  su  desilusión  al  ver  que  quien  llevaba  el  nombre 
de  Pascual  Bravo  era  un  robusto  joven,  nacido  en  esas  comarcas; 
que  allí  había   desde  tiempos  lejanos  ese  apellido;  y  que  Ermiíañ^ 


(1)  El  proceso  correspondiente  existe  en  nuestro  Archivo  nacio- 
nal, y  abí  lo  hemos  leído.  Parece  que  a  Pascual  Bravo  el  notable 
hombre  público  que  figuró  luego,  se  le  dio.  al  nacer,  ese  nombre,  en 
recuerdo  del  que  murió  en  el  ostracismo.  Eso  oímos  decir  a  persona 
de  la  familia. 

(2)  Otro  Mundo,  dice  la  citada  geografía  de  la  comisión  geográ- 
fica, compuesto  de  seis  familias  mestizas  que  hasta  poco  hace  han 
vivido  independientes  de  toda  ley,  pero  sometidas  hoy  a  las  autori- 
dades d«  Canipauna. 


532  BOLETÍH  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


y  Otro  Munié  eran  denominaciones  que  venían  de  pasados  siglos. 
Fue  el  epílogo  de  una  leyenda  que  apenas  estaba  en  su  exordio  (i). 

SAMÁN 

Varias  personas  nos  han  preguntado  porqué  se  liama  Sdms- 
Mfi  un  bello  árbol  que  se  ha  propagado  en  los  últimos  años  en 
nuestras  tierras  calientes,  ¿Tiene  algo  que  ver  esa  denominación, 
nos  han  dicho,  con  el  último  de  nuestros  virreyes? 

La  respuesta  es  sencilla:  no  hay  tal  Sámano;  el  nombre  de  ese 
frondoso  vegetal  es  samán;  y  así  se  le  llama  en  Venezuela  y  las 
Antillas.  Aquí,  por  el  recuerdo  del  sanguinario  don  Juan,  se  ha 
adulterado  el  nombre,  y  debemos  suprimirle  su  letra  ñnal  y  hacer- 
lo agudo. 

El  Diccionario  de  Campano  trae  esta  definición:  «Samán,  m. 
Amér.  bot.  Cierto  árbol  corpulento  parecido  al  cedro  del  Líbano.» 
Y  Andrés  Bello,  en  su  Alocución  a  ia  Poesía,  hace  este  símil  entre 
Bolívar  y  ese  gigante  de  los  bosques: 

«Pues  como  aquel  samán  que  siglos  cuenta, —  de  las  vecinas 
gentes  venerado, —  que  vio  en  torno  a  su  base  corpulenta — el  bos- 
que muchas  veces  renovado, —  y  vasto  espacio  cubre  con  la  hojo- 
sa— copa  de  mil  inviernos  victoriosa: — así  tu  gloria  al  cielo  se  su- 
blima,—  libertador  del  pueblo  colombiano; —  digna  de  que  la  lie- 
Ten  dulce  rima —  y  oculta  historia  al  tiempo  más  lejano.» 

En  poesías  cubanas  recordamos  haber  visto  mencionado  el 
samán;  y  hace  pocos  días  leímos  una  oda,  recitada  en  Cádiz,  el  It 
de  octubre  del  año  pasado,  por  el  señor  E.  Vander   Biest,    cónsul 


(1)  Después  de  publicadas  ahora  meses,  en  un  diario  de  esta  ciu- 
dad, las  anteriores  líneas,  hemos  hallado  mencionados  estos  dos  nom- 
bres, en  una  relación  escrita  en  1786,  y  que  insertamos  en  este  BoU- 
iín,  número  164.  Allí  se  lee:  das  ciénagas  nombradas  del  Ermitaño 

al    noroeste  de    Muzo,    que   vacian   en  el    Magdalena un 

distante  ralle  hacia  el  río  de  la  Magdalena  llamado  Oiro  Mundo, 
refugio  cierto  y  salvo  de  forajidos,  desertores  o  delincuentes.  Por  la 
considerable  distancia,  maleza  de  las  veredas  y  temeroso  horror  con 
que  se  habla  de  aquellos  montaraces  nadie  se  atreve  a  visitarlos  ni 
averiguar  su  vida.» 

Recientemente  El  Repertorio  Histórico  de  Medellín  (agosto  1924) 
ha  publicado  el  retrato  y  biografía  de  Pascual  Bravo  Echeverri,  el 
gobernador  de  Antioquia  que  murió  en  el  combate  de  Cascajo,  en 
1863,  por  el  señor  E.  Gómez. 

Hace  unos  diez  años  el  señor  T.  Márquez  publico  en  El  Liberal 
/Ilustrado  una  leyenda,  en  la  cual  aparecía  que  ese  gallardo  joven 
no  había  muerto  en  la  citada  refriega,  sino  que  logró  refugiarse  en 
recóndita  comarca  y  vivir  allí  olvidado.  Probablemente  dicho  escri- 
tor tuvo  noticia  vaga  de  la  carta  del  señor  Perea,  y  creyó  se  trataba 
en  ella  del  expresado  mandatario. 

También  hubo  Pascual  Bravo  Bernal,  compañero  de  Córdoba  en 
Ríonegro  en  1829,  al  cual  menciona  el  señor  J.  M.  Arango  en  su  es- 
crito  El  Santuario. 


APOSTILLAS  533 

de  Venezuela,  en  Andalucía,  en  la  cual  se  compara  igualmente  al 
Libertador  con  ese  frondoso  árbol: 

«Boiivar,  dios  de  un  mundo;  genio  demaciones; —  samán  de 
libertades,  con  sabia  a  borbotones, —  del  roble  genealógico  del 
solar  español. > 

Tenemos  un  vago  recuerdo  de  que  el  doctor  Andrés  Posada 
Arango  habló  también,  hace  algunos  aflos,  sobre  este  asunto;  pero 
no  hemos  podido  precisar  la  revista  o  diario  en  que  hizo  su  aclara- 
ción. De  haberle  hallado,  nos  habríamos  limitado  a  copiar  sus  pa- 
labras, por  ser  la  mejor  autoridad  en  la  materia. 

También  el  señor  Rivas  Vicuña,  en  su  libro  Las  guerras  de 
Bolívar^  hablando  de  éste  dice  que  en  los  hombres  de  su  tem- 
ple el  calor  de  la  gloria  puiede  provocar  movimientos  desordena- 
dos y  tumultuosos  «como  el  ardiente  sol  del  trópico  junto  con  dar 
Yida  a  palmeras  y  samanes  gigantes,  puebla  el  suelo  de  malezas 
inútiles  » 

Es  curioso  cómo  el  nombre  de  Bolívar  hace  recordar  a  ese  rey 
de  los  bosques. 

BL   FRAILE   MERCKDARIO 

Hecho  extraordinario  fue  el  encuentro  de  los  tres  audaces  ex- 
ploradores, en  el  reino  de  los  chibchas;  y  la  historia  consigna  el 
curioso  detalle  de  que  cada  uno  traía  además  de  un  sacerdote  un 
clérigo  conventual.  El  de  Quesada  era  dominicano;  agustino  el  de 
Federmann,  y  mercedario  el  de  Belalcázar.  Los  tres  bendijeron  la 
cuna  de  nuestra  capital,  en  abril  de  1539,  cuando  se  repitió  su  fun- 
dación, con  todas  las  formalidades  requeridas. 

Conocidos  son  los  nombres  de  esos  dos  primeros  religiosos; 
Las  Casas  y  Requesada;  pero  hasta  hoy  ha  estado  oculto  el  del  úl- 
timo. Muchos  manuscritos  y  muchos  impresos  hemos  hojeado  bus- 
cando aquel  dato,  y  jamás  lo  hallamos  en  ellos.  Ya  hasta  dudába- 
mos de  que  fuera  verídica  la  llegada  de  tal  fraile  a  nuestra  altipla- 
nicie, con  el  conquistador  de  Popayán. 

Zamora  manifestaba,  a  fines  del  siglo  xvii,  su  pesar  por  el 
olvido  que  vino  sobre  los  manes  de  ese  misionero.  «Y  con  tal  des- 
pejado desagradecimiento,  dice,  que  refiriendo  los  nombres,  los 
apellidos  y  las  patiias  de  los  seculares,  como  si  no  los  tuviera  este 
sacerdote,  ha  quedado  en  las  historias  sólo  con  el  título  de  un  mer- 
cedario.* Y  agiega  que  habiendo  leído  muchos  papeles  no  ha  ha- 
llado otra  noticia  que  la  de  que  vino  de  Méjico  al  Perú,  la  cual  da 
fray  Antonio  de  la  Calancha  en  su  historia  de  los  agustinos  en 
este  último  país  (i). 

Si  ese  diligente  cronista,  pensábamos  nosotros,  no  pudo 
descubrir  el  velo,  cuando  aún  existían  muchos  escritos,  tradiciones 
y  monumentos  de  aquella  época,  menos   podría  hallarse  ahora  tal 

(1)  Historia  de  la  Ptovincia  de  San  Antcnino,  página  115. 


534  BOLETÍN  DE   HISTOigLA  T  A.NTIGUEDADES 


nombre  cuando  la  mayor  parte  de  esas  fuentes  están  borradas,  osr 
curecidas  o  convertidas  en  polvo. 

En  el  Boletín  del  Centro  de  Estudios  Americanistas  de  Sevilla 
ha  estado  publicando  fray  Pedro  N.  Pérez  un  estudio  erudito  sobre 
los  religiosos  de  la  orden  de  la  merced,  que  pasaron  a  América. 
Allí  aparece,  aclarado  el  punto  con  los  documentos  que  él  ha  ha- 
llado en  el  Archivo  de  Indias:  se  llamaba  ese  fraile  Hernando  de 
Granada.  Salió  con  Belalcázar  de  San  Miguel;  estuvo  en  Quito  y 
Guayaquil;  asistió  en  Riobamba  a  las  conferencias  de  Almagro,  Al- 
varado  y  Belalcázar;  presenció  la  fundación  de  Cali  y  Popayán;  vino 
hasta  nuestra  sabana;  bajó  con  los  tres  conquistadores  el  Magdalena; 
y  se  fue  con  ellos  a  España.  Volvió  a!  país  en  1540;  intervino  en  las 
disputas  de  Andagoya  y  Belalcázar,  y  pasó  después  a  Quito,  donde 
fundó  el  convento  de  su  orden,  A  fin  A  de  1544  volvió  a  España,  y 
probablemente  allá  murió,  pues  no  se  tiene  después  otra  noticia 
de  él. 

Buen  servicio  ha  prestado  a  nuestra  historia  el  padre  Pérez 
con  esta  investigación,  pues  era  penoso  ese  vacío  en  la  nómina 
de  los  fundadores  de  nuestra  capital. 

LA   NOVIA   DK    CÓRDOBA 

En  la  biografía  de  Córdoba,  que  escribimos  ahora  años,  inser- 
tamos unas  palabras  del  señor  A.  M.  Restrepo,  al  relatar  la  víspera 
de  la  batalla  del  Santuario,  en  la  cual  murió  el  héroe  de  Aya- 
cucho: 

Refiere  dicho  autor  que  el  héroe  de  Ayacucho  estaba  ena- 
morado de  una  hermosa  señorita,  hija  del  cónsul  británico,  que 
se  llamaba  Fanny,  con  la  cual  tenía  proyecto  de  matrimonio;  y 
que  haciéndole  al  señor  Restrepo  confidencias  sobre  esto,  excla- 
maba: 

—  «Sí,  amigo;  mañana  empeño  el  combate,  triunfo,  y  me  voy 
a  Bogotá.  ¡Oh!  qué  alegría  para  Fanny  cuando  me  vea  entrar  ven- 
cedor en  la  capital  en  medio  de  las  más  calurosas  manifestaciones 
de  la  multitud.  ¡La  gloria  sin  el  amor  nada  vale;  yo  tengo  a  ambos 
y  por  eso  me  creo  feliz!» 

También  citán^os  entonces  este  párrafo  de  un  periódico  de 
Bogotá,  el  cual  hablaba,  en  1830,  del  cónsul  señor  Henderson: 
«Este  caballero  es  muy  desgraciado  por  ser  el  padre  de  una  ama- 
ble hija,  a  quien  se  decía  que  el  general  Córdoba,  cuando  estuvo 
en  Bogotá,  había  estado  dirigiendo  sus  atenciones.»  A  Henderson 
se  le  creyó  auxiliador  de  la  revolución  de  Antioquia,  y  fue  por  esto 
considerado  como  poco  grato  jal  gobierno.  De  ahí  el  llamársele 
desgraciado  en  aquella  hoja. 

Muchas  personas  de  las  que  han  leído  nuestro  citado  libro  nos 
han  preguntado  qué  fue  de  Fanny,  y  si  quedó  alguna  huella  de  su 
vida  después  de  aquella  tragedia.  Ningún  dato  teníamos  sobre  ello, 
y  creíamos  imposible  hallarlo  después  de  transcurrido  casi  un  siglo. 


APOSTICLAS  535 


Eq  ia  correspondencia  del  general  Manby  se  halló,  hace  poco, 
una  carta  dirigida  a  él  por  el  coronel  Juan  Galindo,  el  i8  de  octu- 
bre de  1836,  la  cual  nos  pone  en  la  pista  del  posterior  destino  de  la 
bella  inglesa. 

«La  señora  Hendarson  y  su  familia,  dice  allí,  continúan  en  su 
residencia  de  Bolonia,  y  Fanny  se  casará  dentro  de  poco  tiempo 
con  el  abogado  Pritchard,   de  Londres»  (i). 

El  general  Córdoba  regaló  a  Fanny  su  retrato  en  un  medallón. 
Ella  después  de  la  batalla  del  Santuario,  y  al  regresar  a  su  país,  lo 
cedió  a  la  familia  del  héroe.  En  poder  de  la  señora  Dolores  Quija- 
no  Córdoba,  sobrina  de  éste,  se  hallaba  en  1883,  y  al  celebrarse 
entonces  el  centenario  del  Libertador,  lo  obsequió  al  cabildo 
de  Ríonegro.  La  nota  de  dicha  dama,  sobre  el  asunto,  y  el  discur- 
so del  señor  E.  Ramírez  al  entregar  tal  efigie,  se  encuentran  en  el 
libro  Primer  Centenario  del  Libertador,  página  loi. 

Una  hermana  de  la  mencionada  señora,  llamada  Ana  María, 
fue  quien,  en  1826,  presentó  a  la  misma  corporación  la  corona  de 
La  Paz,  que  el  general  envió  a  Ríonegro. 

Ese  retrato  lo  publicó  El  Espectador  de  Bogotá  en  1919,  con 
esta  leyenda: 

^Miniatura  del  general  Córdoba  que  está  adherida  a  la  corona 
de  oro  que  guarda  la  miinic pálido  d  de  Ronegro  Fue  regalada  por 
Córdoba  a  su  novia,  despWs  de  la  campaña  ae I stir,  y  devuelta  por 
ella  de  landres  a  la  familia  del  Tiéroe.  * 

Recientemente  publicó  la  revista -ffAy/a/zíVj:,  de  Londres,  algunas 
cartas  de  Henderson,  escritas  en  Bogotá,  en  1828,  al  ministro  inglés 
señor  Campbell,  quien  se  hallaba'en  Guaduas,  y  en  las  cuales  le 
refiere  la  conspiración  de  septiembre: 

«Esta  mañana,  dice  en  una  de  ellas,  a  la  una,  tuve  noticia  del 
suceso  per  el  general  Córdoba,  que  al  llegar  a  palacio  vio  que  ha- 
cían prisionero  al  comandante,  y  pudo  escapar  del  amago  que  hi- 
cieron para  asegurarlo  a  él  también.  Reunió  en  seguida  algunos  sol- 
dados errantes,  y  con  ellos  derrotó  una  parte  de  la  artillería.  Como 
mí  casa  de  habitación  está  en  ruinosa  condición,  a  causa  del  último 
terremoto,  y  el  ruido  de  la  mosquetería  se  hacía  sentir  cada  vez 
más  cerca,  pasé  a  mi  familia,  como  a  las  dos  de  la  mañana,  a  la 
casa  del  señor  Domingo  Cay  cedo,  más  distante  de  la  escena.» 

La  casa  del  señor  Caycedo  parece  que  era  la  quinta  de  Fucha. 
Se  ve  que  para  Córdoba  fue  su  primer  cuidado,  después  de  estar 
al  lado  de  Bolívar,  en  aquella  noche  trágica,  correr  a  la  casa  de 
Fanny  a  dar  la  voz  de  alarma. 

Quizás  en  Inglaterra  existan  descendientes  de  ese  hogar  fun- 
dado por  Pritchard  y  la  gentil  inglesa  que  vivió  en  Colombia.  Y 
fácil  es  que  aún  guarden  ellos  algunos  documentos  o  reliquias  lle- 
vados de  esta  ciudad  por  la  familia  Henderson  a  su  regreso  a  In- 
glaterra. 

Eduardo  Posada 


(1)  Estas  cartas  las   publicó  el  señor  L.  A.  CuerTO  en  el  Boletín 
de  Historia.  1919. 


536  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


CEraPhO  DEh  50h 

INFORMES 
Señor  presidente  de  la  Academia  Nacional  de  Historia — Bogotá. 

El  Centro  Histórico  de  esta  ciudad  determinó  en  una  de  sus 
sesiones  del  año  pasado  que  se  enviara  a  esa  docta  corporación 
un  informe  sobre  las  investigaciones  que  el  suscrito  presidente 
hizo,  en  tres  veces  distintas,  acerca  de  la  iocalización  del  famoso 
templo  del  sol,  en  Sogamoso. 

Movido  por  los  informes  que  me  dieron  de  que  el  señor  Fran- 
cisco Izquierdo,  persona  modesta  en  su  condición  de  agricultor, 
tenia  objetos  de  origen  muisca,  fui  personalmente  a  ver  el  terreno 
y  conocer  algo  de  los  objetos  indígenas  que  se  decía  había  en- 
contrado. 

Yo  había  interrogado  repetidas  veces  a  personas  distinguidas 
de  aquella  ciudad  acerca  del  sitio  en  donde  hubiera  existido  el 
santuario  de  los  chibchas;  pero  de  todas  las  investigaciones  que 
hice,  lo  único  que  pude  sacar  en  limpio  fue  que  quedaba  situado 
hacia  el  sudeste  de  la  actual  población.  Muchos  han  conjeturado 
que  en  un  sitio  bien  cercano  al  que  voy  a  describir  es  el  asiento 
donde  estuvo  el  templo  del  sol,  y  se  inclinan  a  juzgarlo  así  por 
las  osamentas  humanas  que  en  alguna  ^abundancia  se  hallan  sote- 
rradas en  tal  paraje;  y  como  los  indios  no  sepultaban  en  sus  luga- 
res sagrados,  se  ve  que  aquella  creencia  no  tiene  fundamento  nin- 
guno. C. 

El  sitio  que  en  mi  opinión  ocupó  el  famoso  templo  queda 
situado  entre  los  contrafuertes  de  dos  colinas,  llamadas  Sania  Bár- 
bara^ que  domina  la  ciudad  de  Sogamoso  por  el  oriente,  y  La 
Sierra,  por  el  lado  del  sur;  es  una  estrechura  por  la  cual  se  ve 
que  antiguamente  desaguó  en  el  valle  de  Iraca  algún  antiguo  lago 
que  ocupaba  todo  lo  que  hoy  se  llama  vereda  de  Monquirá;  una 
pequeña  corriente,  que  lleva  este  mismo  nombre,  pasa  a  unos 
veinte  metros  de  distancia  del  sitio  que  llamó  mi  atención. 

£1  señor  Izquierdo  encontró  primeramente  un  grueso  tronco 
de  guayacán,  que  todavía  presenta  huellas  de  haber  sido  quemado 
por  fuera;  este  madero  se  ve  en  la  casa  de  dicho  propietario. 
Como  a  cuatro  metros  del  punto  de  donde  se  extrajo  este  madero, 
a  distancia  igual  como  de  dos  metros  y  en  línea  circular,  se  en- 
cuentran sepulturas  indígenas  a  estilo  de  las  de  los  quimbayas,  es 
decir,  especie  de  zurrones  formados  en  el  suelo  con  arcilla  espe- 
cial, de  abertura  relativamente  pequeña  y  de  mayor  amplitud  ha- 
cia el  fondo.  De  estas  sepulturas  hay  unas  tres  que  ya  benefició  el 
señor  Izquierdo;  pero  de  lo  que  sacara  de  allí,  sólo  me  presentó 
algunas  cuentecillas  hechas  de  barro  o  de  piedra  de  poco  valor; 
los  demás  objetos,  como  tunjos  de  oro  y  una  figura  labrada  y  puli- 
mentada en  una  piedra  negra,  me  informó  que  los  había  vendido. 
Otras  de  estas  sepulturas  estabian  sin  beneficiar  aún  en  junio  del 
año  pasado,  y  todas  forman   como   una   circunferencia   alrededor 


TEMPLO   DEL  SOL  537 


del  hoyo  de  donde  se  extrajo  el  guayacán.  Varias  huellas  o  seña- 
les de  otros  posibles  depósitos  de  objetos  indígenas  hay  en  aque- 
llos parajes. 

Las  razones  que  me  inclinan  a  creer  que  aquél  es  el  sitio  del 
antiguo  templo,  son  las  descripciones  que  los  historiadores  hacen 
del  tal  santuario. 

Primeramente  fray  Pedro  de  Aguado  dice,  en  la  página  157 
de  su  Recop'lación  HisUrial:  cEl  cacique  de  Sogamoso  era  perso- 
na muy  estimada  entre  ios  indios  por  su  falsa  religión,  y  asi  fue 
luego  por  la  posta  avisado  de  cómo  españoles  caminaban  hacia  su 
pueblo,  el  cual  habiendo  tenido  noticia  del  suceso  y  prisión  de 
Tunja  y  de  cómo  para  con  ellos  eran  invencibles  los  españoles, 
no  curó  de  fiarse  de  su  poder,  armas  ni  gente,  ni  de  !a  autoridad 
de  la  estimación  y  religión  de  su  persona,  y  tomando  consigo  to- 
dos sus  tesoros  y  mujeres,  se  puso  en  salvo  donde  no  le  alcanza- 
sen los  actos  de  la  avaricia  española.  El  general  (Quesada)  siguió 
su  camino,  y  no  falta  quien  afirma  que  lo  llevó  por  el  valle  y  po- 
blaciones de  Duitama  y  Paipa,  donde  por  ser  aquella  gente  más 
belicosa  y  atrevida  que  otra  ninguna  de  los  moscas  del  reino,  sa- 
lieron con  las  armas  en  las  manos  a  estorbar  el  pasaje  a  los  espa- 
ñoles, con  los  cuales  tuvieron  ciertas  refriegas  y  escaramuzas,  de 
que  quedaron  sin  reputación  de  valientes,  y  con  ellos  se  detuvo  el 
general  ciertos  días,  cuya  tardanza  fue  causa  que  Sogamoso  fuese 
avisado  y  tuviese  noticia  de  cómo  los  españoles  se  acercaban  a  su 
tierra  y  se  alzase  con  sus  tesoros.  Que  sea  de  la  una  o  de  la  otra 
manera,  el  general  llegó  a  Sogamoso,  y  no  halló  gente  ninguna, 
sino  todas  las  casas  yermas  y  despobladas,  y  según  algunos  cuen- 
tan, un  indio  viejo,  ya  cano,  de  crecida  barba,  que  fue  cosa  que 
hasta  entonces  no  habían  hallado,  dentro  de  un  santuario  o  templo 
de  los  que  en  aquel  pueblo  había,  que  según  se  presumió,  debía 
ser  jeque  o  mohán  de  aquel  templo,  al  cual  se  le  preguntó  dónde 
estaba  el  señor  cacique  de  aquel  pueblo,  y  la  causa  de  haberse 
ausentado  con  su  gente;  y  dio  por  respuesta  que  había  tenido  no- 
ticia de  la  prisión  de  Tunja  y  de  la  ruina  y  saqueo  que  en  su  pue- 
blo se  había  hecho,  y  que  temiendo  el  mismo  suceso  e  infortunio, 
se  había  retirado  a  lugares  muy  apartados  e  ignotos  con  su  gente 
y  haciendas.  Los  españoles,  viéndose  fustrados  de  sus  designios, 
con  licencia  de  su  general,  diéronse  a  buscar  oro  por  el  pueblo 
y  templos  que  en  él  había,  que  según  su  grandeza  y  ornato,  daban 
bien  a  entender  y  conocer  la  particular  religión  que  en  la  gente  y 
señor  de  aquella  tierra  había. 

«Entre  los  otros  templos  había  uno  de  extraña  grandeza  j 
ornato,  que  decían  los  indios  ser  dedicado  al  dios  Remichincha- 
gagua,  a  quien  veneraban  mucho  con  sus  ciegas  supersticiones  e 
idolatrías. 

«Este  santuario,  andando  dentro  ciertos  soldados  con  lumbre 
encendida  a  buscar  oro,  porque  era  muy  lóbrego  y  oscuro,  por 
defecto  de  no  tener  lumbre  por  donde  la  claridad  pudiese  entrar 
y  dar  luz,  y  ser  la  puerta  tan  pequeña  y  baja,  que  entraban  abaja- 


538  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


dos,  o  como  suelen  decir,  a  gatas,  por  descuido  de  los  que  con  la 
lumbre  andaban  dentro,  vino  a  encenderse  el  fuego,  de  suerte  que 
no  se  pudo  atajar  ni  remediar,  porque  como  toda  la  cubierta  era 
muy  seca,  de  pajas,  hízose  más  irremediable  el  daño,  y  así  fue 
consumido  del  fuego,  pero  no  en  tan  breve  tiempo,  como  se  pu- 
diera consumir  otra  casa  de  más  fuertes  materiales,  porque  como 
certifican  los  antiguos  que  lo  vieron  y  se  hallaron  presentes,  que 
tuvo  el  fuego  en  él  sin  acabarse  de  consumir  por  más  tiempo  de 
un  año,  y  la  causa  de  durar  tanto  el  fuego,  dicen  haber  sido  la 
mucha  paja  que  sobre  sí  tenía,  que  conservaba  después  de  que- 
mada el  fuego  de  los  maderos  gruesos  que  debajo  de  esta  ceniza  es- 
taban. Aunque  la  gente  del  pueblo  se  había  alzado  y  llevado  con- 
sigo sus  riquezas,  todavía  los  soldados  hallaron  algún  oro  sobre 
algunas  sepultaras  de  muertos  y  en  el  suelo  de  algunos  templos, 
de  lo  que  por  no  mirar  en  ello  habían  dejado;  y  de  estos  rezaga- 
dos mendrugos  se  juntaron  en  este  pueblo  casi  seiscientas  libras 
de  oro;  y  depués  de  haber  estado  en  este  pueblo  de  Sogamoso  el 
general,  y  visto  que  no  podía  ser  habido  Sogamoso  por  no  haber 
quien  lo  llevase  ni  guiase  adonde  estaba,  dio  la  vuelta  al  pueblo 
de  Tunja,  por  la  propia  provincia  de  Duitama  por  donde  antes 
había  pasado.» 

Fray  Pedro  Simón,  en  la  noticia  segunda,  capítulo  xxvi,  así 
como  el  ilustrísimo  señor  Fernández  Piedrahita,  en  el  libro  v,  capí- 
tulo v,  dan  a  entender  claramente  que  antes  de  llegar  al  pueblo  y 
cercado  principal  del  cacique  de  Sogamoso  había  un  campo  raso  y 
ameno  como  para  presentar  batalla.  Y  en  aquella  época  de  la  con- 
quista en  que  los  pantanos  que  formaba  el  río  eran  tan  grandes,  que 
por  ejemplo  eu  Bonza  se  formaba  una  isla  en  lo  que  es  hoy  terreno 
enteramente  seco,  al  lado  de  la  carretera  central,  en  los  alrededores 
del  Sogamoso,  al  tiempo  de  la  conquista,  la  parte  utilizable  en 
aquella  época  del  año  (mes  de  septiembre),  tenía  que  ser  el  sitio 
en  donde  hoy  está  la  ciudad  de  Sogamoso. 

Agrégase  a  esto  la  humedad  del  suelo  de  la  ciudad  actual, 
circunstancia  enteramente  desfavorable  para  la  conservación  de 
los  edificios  indígenas,  todos  de  madera,  y  sabiendo  el  empeño 
que  los  indígenas  ponían  en  que  sus  construcciones  religiosas  al- 
canzaran la  mayor  duración  posible. 

En  estos  días  leí,  no  puedo  precisar  por  el  momento  la  cita  co- 
rrespondiente, que  el  adoratorio  o  templo  principal  de  Iraca  tenía 
tres  puertas  sobrepuestas;  como  esto  no  puede  suponerse  que  se  hi- 
ciera fabricando  la  puerta  segunda  o  tercera  a  manera  de  ventana- 
hay  que  admitir  que  la  edificación  se  hizo  a  imitación  de  las  pago, 
das  chinas  o  japonesas,  es  decir,  construyendo  un  cuerpo  de  edi- 
ficio como  primer  piso,  de  bastante  extensión  sobre  el  suelo,  pero 
de  de  muy  poca  altura  y  con  su  techo  correspondiente,  apoyado 
sobre  un  segundo  cuerpo  central,  de  radio  menor,  pero  sí  de  ma- 
yor altura  que  el  primero;  y  este  segundo  cuerpo  tendría  a  su  vez 
apoyado  el  maderamen  sobre  la  tercera  construcción,  que  sería  la 
central  y  de  mayor  altura  y  solidez.  Creo  que  así  se   puede   expli- 


TEOIPLO    DKL  SOL  539 


car  por  una  parte  el  reducido  diámetro  de  la  circunferencia  que 
forman  las  sepulturas  visibles  a  flor  de  tierra,  así  como  vestigios 
en  otros  pilares  más  separados,  pero  siempre  simétricos  con  el 
punto  central  de  donde  se  extrajo  el  trozo  de  guayacán  de  que  se 
ha  hablado  arriba.  Además  el  tamaño  de  los  maderos,  de  que  uni- 
formemente hablan  las  tradiciones  chibchas,  que  se  trajeron  desde 
laigas  distancias  y  a  hombros  de  miles  de  hombres,  no  se  explica 
con  una  construcción  ordinaria,  por  más  extensa  que  se  la  quiera 
suponer;  pues  obras  de  esas  las  había  en  Tunja,  y  sin  embargo  no 
llamaron  ia  atención  de  los  conquistadores  como  el  templo  de 
Iraca. 

Finalmente,  creo  que  la  comisión  que  recientemente  ha 
nombrado  el  gobierno  para  este  objeto,  dirá  la  última  palabra  so- 
bre ia  cuestión  esencial  de  este  informe,  que  es  la  localización  del 
famoso  santuario  muisca. 

Dios  guarde  al  señor  presidente,  Coya  Leónidas  Piñuela,  canó- 
nigo, presidente  del  Centro  de  Historia. 

Tunja,  marzo  de  1924. 

Señor    ministro    de    Instrucción    y  Salubridad    públicas.    En    au 
despacho. 

En  virtud  de  la  resolución  número  80,  del  14  del  actual,  dic- 
tada por  el  ministerio  al  digno  cargo  de  usted,  los  suscritos,  el 
primero  en  su  carácter  de  director  del  Museo  nacional,  nombrado 
por  ei  gobierno;  y  el  segundo,  como  representante  de  la  Acade- 
mia de  Historia,  designado  unánimemente  por  este  dqcto  insti- 
tuto, integraron  la  comisión  arqueológica  constituida  con  el  fin  de 
informar  al  gobierno  de  si  las  excavaciones  que  se  están  haciendo 
en  la  ciudad  de  Sogamoso  realmente  se  practican  en  el  sitio  en 
que  se  alzaba  el  templo  del  sol,  el  más  célebre  de  ios  adoratorios 
que  tuvo  la  nación  chibcha  en  remotas  edades. 

La  comisión  designó  al  joven  Juan  Manuel  Arrubla  como 
secretario  ad honor em,  y  el  viernes  21  del  preséntese  trasladó  a 
Sogamoso  para  llenar  su  encargo.  Allí  encontró,  desde  el  primer 
momento,  el  apoyo  eficaz  y  entusiasta  del  señor  prefecto  de  la 
provincia,  del  señor  alcalde  de  la  ciudad,  del  señor  cura  párroco 
y  de  gran  número  de  vecinos  respetables  e  influyentes. 

En  la  mañana  del  siguiente  día  los  comisionados  oficiales, 
acompañados  por  el  prefecto  y  el  alcalde  y  por  enorme  multitud 
de  ciudadanos  pertenecientes  a  todas  las  clases  sociales,  se  dirigie- 
ron al  sitio  en  donde,  de  tiempo  atrás,  se  venían  efectuando  las 
excavaciones. 

Ei  terreno,  hoy  de  propiedad  del  señor  Francisco  Izquierdo, 
mide  aproximadamente  fanegada  y  media;  está  situado  al  pie  de 
la  colina  de  Santa  Bárbara,  al  oriente  del  barrio  popular  de  Afth- 
thacá,  lugar  en  donde  debió  estar  la  primitiva  población  indígena; 
y,  a  la  entrada  de  la  parte  del  valle  conocida  con  el  misterioso 
nombre  de  Monquirá,  que  parece  señalar  el  éxodo  del  pueblo 
chibcha,  en  épocas  remotas,  difícil  de  calcular. 


540  BOLETÍN  DK  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Por  las  exploraciones  y  observaciones  que  practicamos  sobre  el 
terreno  y  por  los  informes,  todos  contestes,  que  obtuvimos  de 
personas  veraces  y  respetables,  adquirimos  la  convicción  de  que 
efectivamente  era  en  ese  sitio  en  donde  estuvo  construido  el  llamado 
templo  del  sol.  Fundamos  tal  convicción  en  las  siguientes  consi- 
deraciones: 

Los  cronistas  e  historiadores  que  tratan  del  asunto  están  acor- 
des en  afirmar  que  el  templo  demoraba  al  oriente  de  la  población 
y  que  estaba  construido  con  gruesas  columnas  de  madera  inco- 
rruptible, traída  de  la  región  de  los  Llanos;  que  el  piso  hallábase 
cubierto  de  espartillo  fino;  que  las  paredes  eran  hechas  de  cañas 
entretejidas,  y  que  tenía  cubierta  pajiza,  como  todas  las  edificacio- 
nes de  los  chibchas. 

También  están  acordes  cuando  aseveran  que  en  la  noche  del  día 
en  que  el  conquistador  don  Gonzalo  Jiménez  de  Quesada  entró, 
con  su  tropa,  a  la  antigua  Suamox,  en  el  mes  de  agosto  del  año 
de  1537,  el  templo  se  destruyó  a  causa  de  un  incendio  que  lo  re- 
dujo a  cenizas. 

Ahora  bien:  la  situación  del  terreno  en  donde  se  han  hecho 
las  excavaciones  coincide  puntualmente  con  las  indicaciones  de 
los  cronistas,  y  también  con  las  vagas  tradiciones  que  se  han  trans- 
mitido de  generación  en  generación. 

En  el  ya  referido  lugar  se  han  encontrado,  primero  ocasional- 
mente y  después  por  excavaciones  intencionadas,  maderos  ente- 
rrados a  cierta  profundidad  y  asegurados  con  piedras  de  tamaños 
diferentes;  todos  de  un  mismo  grosor  (80  a  go  centímetros  de 
diámetro),  de  una  madera  desconocida  en  el  valle  de  Sogamoso 
(algarrobo  o  palo  santo),  y  que  es  sólo  propia  de  la  región  de  los 
Llanos,  y  con  huellas  inequívocas  de  la  acción  destructora  del 
fuego,  el  cual  penetró  al  interior  por  los  tejidos  blandos.  La  cir 
cunstancia  de  que  esos  fragmentos  tienen  la  misma  altura  (un  me- 
tro, más  o  menos),  indica  que  únicamente  se  conservó  aquella 
parte  que  estaba  encerrada  en  la  tierra,  y  que  el  resto  fue  consu- 
mido por  el  fuego. 

Debe  advertirse  que  la  comisión  halló  en  sus  exploraciones 
un  fragmento  de  columna,  igual  a  los  descubiertos  antes.  Los  se- 
ñores Francisco  Izquierdo  y  Luis  Becerra  hicieron  al  director  del 
Museo  nacional  donación  generosa  de  dos  trozos  de  las  columnas, 
los  cuales  quedaron  en  poder  del  señor  alcalde  de  Sogamoso, 
quien  los  remitirá  a  la  capital  para  que  se  guarden  en  aquel  centro. 

Hay  aún  más:  testimonios  recogidos  por  la  comisión,  que  no 
dejan  lugar  a  duda,  establecen  que  bajo  las  columnas  se  encon- 
traron restos  humanos;  esto  concuerda  con  el  dicho  del  historia- 
dor de  la  conquista,  obispo  Lucas  Fernández  de  Piedrahita,  de 
quien  son  las  siguientes  palabras:  «Al  tiempo  de  fijar  en  la  tierra 
los  corpulentos  maderos  para  el  templo,  los  cimentaban  sobre 
esclavos  vivos,  persuadiéndose  de  que  fundados  sobre  sangre  hu- 
mana se  conservarían  ilesos.» 

Asimismo  existe  otra  circunstancia  muy  digna  de  apuntar- 
se, y  es  la  del   hallazgo,  en  el    mismo   sitio  de  que  se  trata,  de 


ACADEMIA   NACIONAL   DE  HISTORIA  541 


gran  cantidad  de  objetos  de  oro,  piedra  y  arcilla;  caracoles;  sar- 
tas de  cuentas,  etc.,  que  bien  pudieran  haber  sido  las  ofrendas 
hechas  a  la  divinidad  tutelar  del  santuario,  que  se  guardaban  en 
alcancías  o  gazcfilacios.  Y  téngase  presente  que  el  lugar  en  don- 
de se  alzó  el  templo  tuvo  que  tentar  la  codicia  de  los  buscadores 
de  tesoros  desde  la  época  de  la  conquista,  quienes,  seguramente, 
practicaron  numerosas  excavaciones. 

Quiso  la  comisión  reconstruir,  hasta  donde  fuera  posible,  la 
forma  y  dimensiones  que  hubiera  tenido  el  templo  del  sol,  y  para 
ello  se  sirvió  de  la  posición  que  presentaban  las  cavidades  que  en 
el  terreno  dejaron  los  fragmentos  de  columnas  que  se  habían  ex- 
traído. De  ese  estudio  se  infiere  que  el  santuario  se  construyó  en 
forma  de  círculos  concéntricos  (se  determinaron  tres  de  éstos),  y 
que  tendría  un  diámetro  total  de  unos  treinta  y  seis  metros.  Una 
lábrica  de  esa  magnitud  era  verdaderamente  colosal  para  la  rudi- 
mentaria arquitectura  de  los  chichas  y  digna,  por  tanto,  del  famoso 
santuario.  Acaso  al  efectuarse  más  amplias  excavaciones  podrían 
determinarse  nuevos  círculos  en  la  primitiva  edificación,  lo  cual 
aumentaría  el  tamaño  del  templo.  , 

Por  lo  que  queda  expuesto,  la  comisión  tiene  el  honor  de 
proponeros: 

«Adquiérase  para  la  República  el  terreno  en  donde  los  chib- 
chas,  pueblo  prehispánico  el  más  importante  de  los  que  ocuparon 
el  territorio  colombiano,  levantaron  el  templo  del  sol;  eríjase 
allí  un  monumento  conmemorativo  que  perpetúe  la  nación  abo- 
rigen y  sea  símbolo  de  sus  tradiciones,  de  su  civilización  y  de  sus 
infortunios.» 

Bogotá,  marzo  26  de  1924. 

Señor  ministro.  Gerardo  Arrubla,  Carlos  Cuerva  Márquez. 
El  secretario,  Juan  Manuel  Arrubla. 

flCflDEÍDlfl  nflClOnflh  DE  5I5C0RIfl 

Extracto  de  actas. 
1."   DE  ABRIL 

Son  elegidos  miembros  de  número  los  señores  E.  Otero 
D'Acosta  y  Miguel  Triana,  en  reemplazo  de  los  señores  Fajardo  y 
Rivas  Groot. 

Los  señores  Arrubla  y  Cuervo  informaron  sobre  su  viaje  a 
Sogamoso,  para  investigaciones  relativas  al  templo  de  los  abo- 
rígenes. 

Se  lee  una  relación  del  doctor  C.  L.  Peftuela,  de  Tunja,  so- 
bre lo  mismo. 

Es  nombrado  miembro  correspondiente  el  señor  Gregorio 
Lozano,  colombiano  residente  en  el  Perú. 

Se  acuerda  pedir  al  señor  ministro  de  gobierno  la  publicación 
de  los  escritos  históricos  del  señor  Adolfo  León  Gómez. 

El  señor  Monsalve  da  lectura  a  un  nuevo  capítulo  sobre 
refutación  a  la  obra  del  señor  C.  Hispano. 


542  BOLETÍN  DK  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


15    DE   ABRIL 

La  congregación  del  Sagrado  Corazón  participa  que  va  a 
editar  una  guía  de  Bogotá,  y  solicita  noticias  sobre  la  organiza- 
ción de  la  Academia. 

La  junta  colectora  de  Concepción  (departamento  de  Antio- 
quia)  pide  la  cooperación  de  la  Academia  en  los  festejos  para  el 
centenario  de  Ayacucho. 

El  capitán  Frederik  Arsenins,  de  Estocolmo  (Suiza),  demanda 
datos  biográficos  de  los  personajes  retratados  en  los  sellos  de  co- 
rreos de  Colombia,  para  una  obra  que  tiene  en  preparación. 

El  doctor  José  Benjamín  Arteaga  envía  de  Albán  (Nariño) 
una  reseña  del  terremoto  que  tuvo  lugar  el  año  pasado  en  Cum- 
bal  y  pueblos  circunvecinos. 

El  teniente  coronel  Acebedo  informa  sobre  la  síntesis  histó- 
rica La  venta  dei  Llano  de  Piedras^  hecha  por  Bollvaí  en  octubre  ¿le 
1826,  escrita  por  el  mismo  señor  Arteaga. 

El  comité  del  bien  público  de  Agua  de  Dios  remite  la  obra 
inédita  del  señor  Antonio  Gutiérrez  Pérez,  intitulada  Apuntes  para 
la  histeria  dá  Agua  de  Dios. 

El  señor  Guimaraes,  encargado,  de  negocios  del  Brasil,  envía 
una  relación  sobre  Bolívar  y  el  Brasil. 

Se  da  lectura  a  varias  notas  de  academias  y  sociedades 
científicas,  en  las  cuales  solicitan  números  del  Boletín  de  Historia 
y  Antigüedades  y  volúmenes  de  la  Biblioteca  de  Historia  Nacional, 
que  faltan  en  sus  colecciones. 

I. o   DB   MAYO  ■ 

El  señor  Otero  D^Acosta  significa  su  agradecimiento  por  su 
elección  como  miembro  de  número. 

La  junta  de  festejos  del  20  de  julio  solicita  el  apoyo  de  la 
Academia,  a  fin  de  conseguir  dos  cuadros  de  sitios  históricos,  pin- 
tados por  el  señor  Tavera  y  que  existen  en  el  ministerio  de  Ha- 
cienda, para  llevarlos  a  la  Quinta  de  Bolívar. 

La  misma  junta  solicita  que  los  fondos  destinados  a  la  erec- 
ción de  un  busto  al  sabio  Mutis,  se  pongan  a  su  disposición,  a  fin 
de  inaugurar  la  obra  en  el  próximo  mes  de  julio. 

Se  acuerda  en  primer  debate  modificar  el  reglamento  de  la 
Academia,  en  la  parte  relativa  a  la  medalla  de  dos  miembros  de 
la  corporación. 

Los  señores  Arrubla  y  Triana  presentan  cada  uno  un  pro- 
yecto sobre  la  propiedad  y  conservación  de  los  objetos  arqueoló- 
gicos. 

'El  señor  Monsalve  lee  un  nuevo  capítulo  de  su  estudio  sobre 
Bolívar,  en  el  cual  trata  de  las  ideas  del  héroe,  con  respecto  a  las 
relaciones  entre  la  iglesia  y  el  estado. 

15    DE    MAYO 

La  Academia  americana  de  historia  de  Buenos  Aires  invita 
al  congreso   internacional    de  historia  y  geografía    de   América  y 


ACADEMIA    NACIONAL  DE   HISTORIA  543 


exposición  de  materiales  de  enseñanza  que  tendrá  lugar  en  el  mef 
de  octubre. 

El  señor  tesorero  dei  xxii  congreso  de  americanistas  que  se  re- 
unirá en  Gotlemburgo  (Suecia),  en  el  presente  año,  avisa  al  secreta- 
rio de  la  academia  haber  recibido  su  cuota  de  inscripción  como 
participante  en  dicho  congreso  y  le  manifiesta  e^  deseo  de  que  asis- 
ta a  las  sesiones  como  representante  del  país. 

El  señor  Triana  manifiesta  su  agradecimiento  por  la  elección 
que  se  le  hizo  de  miembro  de  número. 

El  director  del  Boletín  de  servicios  de  la  asoctación  del  irabajéy 
de  Buenos  Aires,  solicita  el  canje  del  Boletín  con  aquella  revista,  y 
expresa  la  conveniencia  de  mantener  estrechas  relaciones  de  amis- 
tad entre  las  dos  corporaciones. 

El  señor  Monsalve  lee  un  nuevo  capitulo  de  su  refutación  al 
libro  Bolívar  y  la  posteridad. 

El  señor  Zuleta  hace  una  lectura,  en  la  cual  examina  el  deba- 
tido punto  si  el  nombre  del  fundador  de  Popayán  es  Benalcázar  o 
Belalcázar. 

2    DE  JUNIO 

La  Universidad  de  Yale  acusa  recibo  de  vario?  volúmenes  de 
la  Biblioteca  de  Historia  Nacional  que  faltaban  en  su  colección, 
y  envía  en  canje  la  revista  de  ditho  instituto. 

El  señor  P.  A.  Perdomo  remite  tres  ejemplares  de  la  obra 
sobre  geografía  del  Huila,  del  señor  Gabino  Chaves,  quien  antes 
de  morir  lo  recomendó  para  hacer  este  envío. 

El  señor  P.  E.  Cárdenas  ofrece  enviar  de  Tunja  varios  docu- 
mentos inéditos  sobre  fusilamientos  hechos  por  Toirá,  y  partidas 
de  bautizo  de  hombres  notables. 

El  señor  M.  J.  Forero  presenta  su  obra  Leyendas  históricas 
de  Saníafé  y  Bogotá,  la  cual  ha  dedicado  a  la  Academia. 

La  señorita  Georgina  Fletcher  somete  a  la  consideración  de 
la  Academia  un  estudio  sobre  el  escudo  nacional  de  Colombia. 

El  teniente  coronel  Luis  Acebedo  participa  que  partirá 
próximamente  para  Chile  como  agregado  militar  de  la  Legación, 
y  solicit  las  publicaciones  de  los  académicos,  a  fin  de  hacerlos 
conocer  en  aquella  nación. 

El  señor  Arrubla  informa  que  ha  estado  haciendo  averigua- 
ciones sobre  los  restos  del  procer  don  Ignacio  Herrera,  los  cuales 
se  proyecta  trasladar  a  Cali,  su  ciudad  natal. 

Se  nombra  una  comisión  para  que  hable  con  el  señor  alcalde,, 
a  fin  de  que  sea  puesta  en  el  costado  oriental  del  Parque  de  Santan- 
der la  lápida  sobre  el  general  Nariño,  que  existe  hoy  en  el  costado 
norte,  por  ser  aquél  el  sitio  que  le  corresponde. 

Es  designado  miembro  de  número,  en  reemplazo  del  señor 
Chaux,  fallecido  el  año  pasado,  el  señor  Jorge  Ricardo    Bej araño. 

Los  señores  Posada  y  Moros  informan  sobre  el  proyecto  de 
reforma  del  reglamento,  con  respecto  a  la  divisa  de  los  académi- 
cos, y  queda  pendiente  el  debate  para  la  próxima  sesión. 

Fl  señor  S.  Rozo,  visitador  fiscal  de  consulados,  envía  de  la 
isla  de  Santo  Domingo  algunos  datos  y  fotografías   de  las  tumbas 


544  BCMLBTÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


de  Rodrigo  Bastidas  y  su  esposa  Isabel  Rodríguez.,  que  existen  ea 
aquella  República,  así  como  otros  documentos  interesantes. 

El  señor  Restrepo  (José  María)  hace  una  lectura  sobre  Zípacón 
y  la  mujer  llamada  la  Marichuela,  que  vivía  en  tiempos  del  virrey 
Solis. 

1 6    DE  JUHIO 

El  señor  ministro  de  Gobierno  manifiesta  que  vería  con  agrado 
que  uno  de  los  números  del  programa  para  los  festejos  patrios  fuera 
el  restablecimiento  de  ¡as  cuatro  columnas  de!  pedestal  del  Liberta- 
dor en  la  Plaza  de  Bolívar. 

El  centro  de  estudios  históricos  de  Bogotá  participa  los  mó- 
TÍIes  y  fines  de  su  fundación  y  que  ha  comenzado  la  publicación 
de  algunos  trabajos. 

El  doctjr  García  Vásquez  comunica  de  Culi  que  se  h-í  envia- 
do la  solicitud  del  concejo  de  aquella  ciudad  relativa  a  los  restos 
del  procer  don  Ignacio  Herrera,  que  se  desea  trasladar  a  dicho 
lugar. 

El  concejo  municipal  de  Cali  transmite  copia  de  la  proposi- 
ción acordada  sobre  el  asunto. 

El  señor  ministro  de  Instrucción  y  salubridad  públicas  manifies- 
ta el  deseo  de  saber  la  opinión  de  ll  Academia  sobre  la  demolición 
de  las  murallas  de  Cartagena. 

El  señor  Posada  participa  que  ha  recibido  del  ministerio  de 
Industrias  una  comunicación  en  la  cual  se  le  piden  algunos  datos 
respecto  de  la  historia  del  café  en  Colombia,  y  excita  a  los  miem- 
bros déla  Academia  a  colaborar  en  ello. 

La  junta  de  festejos  patrios  solicita  nuevamente,  por  conducto 
de  la  Academia,  del  tesjrero  de  la  junta  de!  año  anterior,  las  su- 
mas  que  estén  en  su   poder  con  destino   al  monumento  de  Mutis. 

Es  designado  el  señor  Restrepo  (Martín)  para  contestar  el 
discurso  del  doctor  Marroquín  el  día  de  su  posesión  como  miem- 
bro de  número. 

El  señor  Restrepo  (Ernesto)  participa  de  Sevilla  que  ha  encon- 
trado al  fin  un  retrato  de  Rodrigo  Bastidas,  así  como  documentos 
importantes  sobre  este  conquistador.  Da  cuenta  además  de  que  se 
propone  hacer  colocar  una  lápida  en  aquella  ciudad  en  recuerdo 
de  Bartolomé  de  las  Casas  y  que  se  verificó  ya  una  reunión  para 
llevar  a  cabo  este  proyecto. 

Se  aprueba  una  proposición  para  aplaudir  los  trabajos  de 
dicho  señor  y  expresar  el  deseo  de  que  permanezca  algún  tiempo 
más  en  dicha  ciudad,  donde  presta  valiosos  servicios  a  nuestra 
historia. 

El  señor  Zuleta  hace  una  lectura  sobre  episodios  de  la  medi- 
cina en  Antioquia. 

Se  leen  muchas  comunicaciones  de  sociedades,  bibliotecas  y 
particulares  que  solicitan  !as  publicaciones  de  la  Academia  y  el 
entrar  en  comunicación  con  ella. 


FERNÁNDEZ    DE   LUGO  545 


FERDflnDEZ  DE  hUGO  (1) 

Don  Pedro  de  Mendoza,  habiéndose  perdido  otros  capita- 
nes, que  antes  fueron  al  descubrimiento  y  conquista  del  río  de  la 
Plata,  que  en  lengua  de  los  indios  se  llama  el  Paraná,  por  el  año 
de  1535,  liego  a  las  islas  de  Canaria  con  los  once  bjjeles  de  su 
armada,  y  allí  fue  socorrido  con  bastimentos  y  municiones;  y 
aunque  llevaba  800  hombres,  negoció  con  grandes  promesas 
llevar  en  su  compañía  a  Pedro  Benítez  de  Lugo,  valeroso  ca- 
ballero, hijo  de  Bartolomé  Benltez  de  Lugo,  conquistador  en 
Tenerife,  y  también  llevó  a  Lope  Gallego  y  Miguel  López  Ga- 
llego, hijos  de  Lope  Gallego,  conquistador  en  Tenerife  con  el 
adelantado  don  Adolfo  Fernández  de  Lugo,  de  quien  era  deudo,  y 
fue  de  los  primeros  fundadores  de  la  Orotava;  y  estos  caballeros 
armaron  a  su  costa  tres  compañías,  y  fletaron  dos  carabelas,  y 
concurrieron  con  sus  personas  a  don  Pedro  de  Mendoza  en  la  con- 
quista del  lío  de  la  Plata,  y  fueron  de  los  primeros  que  allí  hicie- 
ron fortificación  y  población,  resistiendo  grandes  peligros,  ham- 
bres y  trabajos. 

El  adelantado  de  Canaria,  don  Pedro  Fernández  de  Lugo, 
continuando  los  grandes  servicios  de  su  padre  don  Alonso,  por  el 
año  de  1535,  capituló  con  el  señor  emperador  Carlos  v,  conquis- 
tar en  las  Indias  Occidentales  en  la  tierra  firme,  a  barlovento  de 
Cartagena,  de  mar  a  mar,  penetrando  los  terrenos,  reinos  y  na- 
ciones que  las  habitaban;  todo  a  su  costa,  concediéndosele  ciertas 
mercedes,  de  que  no  están  remunerados  sus  descendientes;  y  con 
grandes  expensas  hizo  aquella  armada,  y  en  diferentes  condutas 
llevó,  y  fue  asistido  con  más  de  1,500  hombres,  y  de  ellos  más  de 
los  800  fueron  hidalgos  y  nobles,  entre  quienes  fue  Alonso  Benítez 
de  las  Cuevas,  hijo  de  Juan  Benítez  (conquistador  y  alguacil  mayor 
de  la   isla  de    Tenerife,  por   merced  particular  del  señor  empera- 


(1)  De  un  memorial  escrito  en  Madrid,  en  1649,  por  Juan  Fran- 
cisco de  Franchi  de  Alfaro,  tomamos  este  capítulo  que  se  refiere  a 
Fernández  de  Lugo,  a  su  hijo  y  a  otros  miembros  de  su  familia  que 
figruraron  en  los  días  de  nuestra  conquista.  Hay  ahí  algunos  datos 
curiosos  y  desconocidos. 

Franchi  de  Alfaro  era  «regidor  perpetuo  de  la  isla  de  Tenerife, 
patricio  antiguo  de  la  República  y  procurador  general  de  la  villa  de 
Orotava,>  según  dice  él  en  el  encabezamiento  de  su  escrito,  y  fue  a 
Madrid  a  gestiones  en  favor  de  las  islas  Canarias. 

El  memorial  se  imprimió  entonces,  pero  es  en  extremo  rara  esta 
publicación.  Una  copia  manuscrita  tuvo  la  galantería  de  enviar  a  la 
Academia  Nacional  de  Historia  el  señor  don  Francisco  P.  Montes  de 
Oca,  en  agosto  de  1923,  desde  aquella  isla  donde  reside,  y  de  la 
cual  es  distinguido  cronista.  Hemos  puesto  completas  las  palabras 
que  estaban  en  abreviatura,  3'  todo  en  la  actual  ortografí»^ — E.  P. 

xtv— 35 


546  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


dor  Carlos  v),  y  de  María  de  las  Cuevas.  Y  en  alusión  de  Santa 
Marta  de  Ortiguera  (primer  patrimonio  y  solar  de  la  casa,  y  fa- 
milia de  Lugo,  y  de  los  que  salen  de  ella),  se  llamó  Santa  Marta 
la  primera  provincia  que  conquistó,  que  es  mayor  que  España;  y 
por  su  persiga  hizo  grandes  hazañas,  y  entre  ellas,  la  que  dura  en 
las  memorias  del  Paso  del  Adelantado  (i).  Y  entre  otros  lugares  que 
hay  en  aquellas  tierras,  está  uno  a  la  ribera  del  río  Grande  de  la 
Magdalena,  que  se  nombra  Tenerife,  consetvando  el  de  la  isla  que 
conquistó  su  padre.  Y  por  dos  veces  fabricó  bergantines,  con  que 
penetró  el  río  Grande  de  la  Magdalena,  y  sus  capitanes  (a  costa  de 
dicho  adelantado  don  Pedro),  descubrieron  el  Nuevo  Reino  de 
Granada  y  las  provincias  de  Castilla  del  Oro,  y  conquistaron  y  po- 
blaron hasta  Santafé  de  Bogotá,  y  parte  de  los  Muzos  (en  cuya 
provincia  hay  la  riqueza  délas  esmeraldas),  y  colimas;  especialmen- 
te donde  está  la  población  de  La  Palma  (llamada  así  por  la  memo- 
ria de  la  isla  de  San  Miguel  de  la  Palma),  y  llevó  a  estas  con- 
quistas el  adelantado  a  su  hijo  primogénito,  don  Alonso  Luis  Fer- 
nández de  Lugo,  y  a  su  sobrino  Fiancisco  Bahamonde  de  Lugo 
(hijo  de  su  hermano  Francisco  de  Lugo  el  bueno  y  de  doña  Leo- 
nor Pereira  y  Lugo),  y  por  la  muerte  de  Francisco  de  Lugo  el 
bueno  y  haberse  casado  segunda  vez  doña  Leonor  de  Pereira  con 
el  capitán  Pedro  de  Alfaro,  obtuvo  el  adelantado  la  tutoría  de 
Francisco  Bahamonde  de  Lugo.  Y  en  tan  gran  conquista  se  gastó  el 
patrimonio  de  éste  su  sobrino,  y  todo  cuanto  tenía  de  bienes  libres 
el  adelantado,  y  se  empeñó  sobre  su  mayorazgo,  y  cuando  muiiá 
en  la  ciudad  de  Santa  Marta  se  vendieron  hasta  sus  camisas  para 
pagar  la  gente  de  gueira;  y  en  todo  le  asistieron  muchos  deudos 
y  caballeros,  y  gente  honrada  de  las  islas  de  Tenerife  y  La  Palma 
y  de  las  demás  islas  Canarias,  como  consta  por  infoimaciones 
auténticas,  que  están  presentadas  en  el  pleito  del  dozavo,  y  otrast 
hechas  a  pedimento  de  dicho  Francisco  Bahamonde  de  Lugo,  y 
de  oficio  por  la  audiencia  del  Nuevo  Reino  de  Granada,  donde  (a 
costa  del  adelantado  don  Pedro,  y  como  su  auditor  general  y  te- 
niente) sirvió  y  obró  el  licenciado  Gonzalo  Jiménez  de  Quesada, 
que  después  fue  mariscal  del  Nuevo  Reino,  y  últimamente  tuvo 
título  de  adelantado  del  Dorado,  provincia  confinante  al  mismo- 
Nuevo  Reino,  la  cual  intentó  conquistar  e!  Licenciado  Jiménez  de 
Quesada. 

Muerto  el  adelantado  don  Pedro  Fernández  de  Lugo,  prosi- 
guió, con  las  mismas  capitulaciones,  su  hijo  el  adelantado  don  Alon- 
so Luis  Fernández  de  Lugo,  y  a  su  costa  con  muchas  gentes,  ar- 
mas y  pertrechos  de  guerra,  pasó  desde  España  a  las  islas  de 
Canaria,  de  Tenerife  y  La  Palma,  llevó  muchos  deudos  y  nobles, 
y  de  las  demás  islas,  y  de  los  ejércitos  que  en  aquellos  tiempos 
habían  militado  y  militaban  en  Europa  y   África,  en  servicio  del 

(1)  Aparece  aquí  una  versión  desconocida  sobre  el  nombre  de 
Santa  Marta,  pero  no  resulta  exacta,  pues  tal  nombre  fue  ante- 
rior a  la  expedición  de  Lugo.  Debe,  sin  embargo,  tomarse  nota 
de  ello— E.  P. 


FERNÁNDEZ    DE   LUGO  547 


señor  emperador  Carlos  v,    condujo  capitanes  y  soldados    de  mu- 
cho valor  y  reputación,  todo  a  su  costa.  Y  habiendo  ampliado  las 
conquistas  del    reino  de  Santa  Marta,  y  perfeccionado  muchas  po- 
blaciones de  españoles,  y  entre  ellas,  además  de  la  ciudad  de  oanta 
Marta  (que  su  iglesia  es   catedral  y  cabecera  de  obispado),  pasó  a 
Córdoba  y  Sevilla  (que   así  tienen  los  nombres  dos  poblaciones 
que  permanecen  en  aquella  provincia),  y  lo  mismo  hizo  en  el  valle 
de  Uparen,  la  ciudad  de  los  Reyes,  y  añadió  más  gente   en  Tene- 
rife, y  pobló  la  villa  de  Las   Palmas,   Tamalameque,    y  puso  en 
forma  de  ciudad    la  que  hoy  se  llama  Ocaña,  y    con   grandes  tra- 
bajos y  hambres  (hasta  comer  por   mantenimientos  las  adargas  co- 
cidas  en  los  morriones),    penetró    las  montañas   inaccesibles    que 
hay  desde  Ocaña  a  Tunja,  y  desde  allí  a  Santafé  de  Bogotá,  donde 
perfeccionó  aquella  población,  y  de  los  primeros   regidores  que  se 
hallan  en  sus   libros,  es  su  primo   hermano   (del   adelantado   don 
Alonso  Luis)  Francisco  Bahamonde  de  Lugo,  nombrándole  enton- 
ces Francisco  de  Lugo  Bahamonde,  cuyo  patrimonio   se  consumió 
en  la  conquista  de  Santa  Marta,  y  descubrimiento  y  conquista  del 
Nuevo  Reino  de  Granada,  en  la  cual  fue  capitán  de   la  guarda   de 
su  primo  (dicho  adelantado  don  Alonso),  y  se  halló  con  él   en   las 
guerras  de  los  panches,   indios  valientes  y  que  peleaban  con  es- 
cuadrones de  picas,  guarnecidos  de  flecheros,  y  aplazaban  los  días 
de  las  batallas,  como  consta  en  la  segunda  parte  de  la  historia  que 
escribió   el  padre    fray   Pedro  Simón,  provincial  de   aquel     reino, 
de  la  orden  de  San  Francisco.  Y  en  fin,  el  adelantado  don  Alonso 
Luis  Fernández  de  Lugo   pobló  la  ciudad  de  San   Miguel  de    To- 
caima  e  hizo  repartimientos   de  tierras  y  solares  a   algunos  de  los 
conquistadores,  y  plantó  uvas,  que  permanecen  tan  buenas  como 
las  de  España.  Descubrió  la  mina  de  la  Sabandija,  y  las   de  Pam- 
plona y  los  Remedios,  y  otras  de  oro,  y  las  de  Mariquita,    que  lla- 
man de  las  Lajas,  abundantísimas  de  plata,  de  donde  se   han  sa- 
cado, sacan   y  producen  grandes  riquezas.  Hizo  otras  poblaciones, 
que  las   principales   que  de  presente  permanecen  en  aquel  Nuevo 
Reino  (demás  de  Santafé),  son  San  Miguel  de  Tocaima,  la  Trini- 
dad, Tunja  Pamplona,  Meridad,  Vélez,  Mariquita,  Ibagué,  La  Vic- 
toria (que  llaman  los  Remedios,  donde  hay  minas  de  oro  en  vetas), 
San  Juan  de   los  Llanos,  La  Palma,  San  Cristóbal,   Zaragoza  y  el 
Guamoco,  que  son   del  gobierno,    que  llaman  de  Antioquia,  de 
donde  se  ha  sacado,  saca   y  sacará  grande  acopio  de  oro.  Inclu- 
yendo, como  incluyen  los  reinos  de    Santa  Marta  y   Nuevo  Reino 
de  Granada,  y  Castilla  del  Oro,  y  sus  provincias  (que  se  gobiernan 
por  la  audiencia   y  cancillería  real  de   Santafé,    con    un  arzobis- 
pado, y  dos  obispados  sufragáneos),   más  tierras  que  tres  Espa- 
fias,  con  grandes  multitudes  de  indios  sujetos,  y  con  las   ciudades 
de  Cartagena,  Santafé,  Santa  Marta  y  las  demás  referidas. 

Y  dicho  adelantado  don  Alonso  Luis  Fernández  de  Lugo 
(dejando  con  su  lugar  por  gobernador  y  capitán  general  del 
Nuevo  Reino  de  Granada  a  Lope  de  Montalvo  de  Lugo,  su 
deudo,  y  de  la  casa  de  los  señores  de  Villalba,   que  es  el  tronco 


548  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


del  linaje  de  Lugo,  hijo  segundo  el  dicho  Lope  de  Motalvo  del 
Licenciado  Diego  Ruiz  de  Lugo,  del  Consejo  Supremo  de  Cas- 
tilla, fundador  de  la  casa  de  Lugo  de  Salamanca,  y  de  doña  Ma- 
ría de  Fonseca  y  Solís.  Y  quedando  también  su  primo  de  dicho 
adelantado,  el  capitán  Francisco  Baharaonde  de  Lugo,  y  los  de- 
más capitanes  y  pobladores),  volvió  a  España,  y  en  su  ausencia 
se  ofreció  la  sublevación  de  Gonzalo  Pizarro  y  los  que  le  siguie- 
ron, y  el  virrey  Blasco  Núñez  Vela  pidió  socorro  al  gobernador 
del  Nuevo  Reino,  y  fueron  la  primera  vez  más  de  50  caballeros,  y 
la  segunda,  en  tiempo  del  de  la  Gasea  más  de  60,  y  entre  ellos  el 
capitán  Francisco  Baharaonde  de  Lugo,  sobrino  del  adelantado 
don  Pedro  Fernández  de  Lugo,  y  primo  de  don  Alonso  Luis  Fer- 
nández de  Lugo,  y  se  halló  en  la  batalla  contra  Gonzalo  Pizarro, 
como  consta  de  informaciones  hechas  de  oficio,  y  de  la  nómina 
que  está  astntada  en  los  libros  de  la  caja  real  de  Santafé,  de  don- 
de (para  que  siempre  haya  memoria  de  los  que  fueron  del  Nuevo 
Reino  de  Granada  a  tan  grande  acción),  se  les  socorrió  con  unas 
menudas  cantidades  de  la  real  hacienda,  como  consta  de  las  car- 
tas de  pago  que  dieron,  que  la  del  dicho  Francisco  Baharaonde 
de  Lugo  es  de  cincuenta  pesos,  para  ayuda  a  comprar  un  caballo, 
cuando  valían  el  que  menos  a  más  de  quinientos  pesos  de  oro. 

Y  no  solamente  fueron  los  referidos  del  Nuevo  Reino  de 
Granada  a  la  pacificación  del  Perú,  sino  los  que  llevó  el  mismo 
licenciado  de  la  Gasea  de  las  islas  de  Canaria  y  Tenerife,  to- 
cando con  la  armada  en  aquellos  puertos,  y  también  tocó  en  el 
de  Santa  Marta,  y  de  aquella  ciudad  (y  de  los  conquistadores  que 
habían  conducido  los  adelantados  don  Pedro  y  don  Alonso  Fer- 
nández de  Lugo),  llevó  a  valerosos  soldados,  que  hicieron  seña- 
lados hechos  en  la  restauración  y  pacificación  de  Panamá,  que  es- 
taba por  los  Contreras,  y  lo  mismo  en  las  acciones  y  batalla  del 
Perú. 

Sucedió  al  gobernador  Lope  de  Montalvo  de  Lugo,  capitán 
general  del  Nuevo  Reino  de  Granada,  en  estos  cargos  Juan  Benítez 
Pereira  de  Lugo  (hermano  de  doña  Leonor  Pereira  de  Lugo,  mu- 
jer de  Francisco  de  Lugo  el  bueno,  hermano  del  adelantado  don 
Pedro  Fernández  de  Lugo,  hijo  del  adelantado  viejo  don  Alonso 
Fernández  de  Lugo,  y  padre  del  capitán  Francisco  Baharaonde  de 
Lugo),  que  salió  de  la  isla  de  Tenerife  (donde  había  nacido),  y  a 
su  costa  llevó  gente  de  guerra,  pobladores  y  muchos  criados  y 
caballos,  y  murió  en  el  río  Grande  de  la  Magdalena,  como  consta 
de  informaciones  auténticas  que  se  hicieron  en  el  Nue/o  Reino 
hace  casi  cien  años. 

El  capitán  Francisco  Baharaonde  de  Lugo  (habiéndole  avi- 
sado su  primo  el  adelantado,  que  era  capitán  general  de  la  caba- 
llería en  Alemania  y  Flandes,  por  el  señor  emperador  Carlos  v), 
dejando  sus  comodidades  que  ya  tenía  en  el  Nuevo  Reino  de  Gra- 
nada y  la  encomienda  de  Soatá  y  regimiento  de  Santafé,  pasó  a 
Flandes,  y  de  allí  a  Italia,  donde  fue  capitán  de  caballos  ligeros 
y  de  lanzas  con  dicho   adelantado,  con   quien  se   halló  en   el  so- 


FERNÁNDEZ    DE   LUGO  549 


corro  de  Córcega  contra  los  ejércitos  del  gran  turco  y  el  rey  de 
Francia,  a  quien  hicieron  retirar  y  desamparar  lo  ganado  en  la 
isla  de  Córcega.  En  esta  jornada  se  halló  también  el  capitán  Fran- 
cisco Bercácel  de  Lugo,  cercano  deudo  de  dicho  adelantado,  que 
sirvió  honrosamente,  y  nació  en  la  isla  de  Tenerife,  donde  volvió 
por  primer  alcaide  del  fuerte  de  Santa  Cruz,  con  título  del  señor 
rey  don  Felipe  ii,  por  el  año  de  1565,  y  tiene  muchos  descendien- 
tes en  Tenerife  y  La  Palma;  que  han  continuado  y  continúan  sus 
servicios  como  los  demás  parientes,  y  de  los  conquistadores  de 
las  islas  Canarias. 

Luego  que  se  rompió  la  gueira  con  Inglaterra,  el  señor  rey 
don  Felipe  11  envió  al  mismo  capitán  Bahamonde  de  Lugo  por 
gobernador  y  capitán  general  de  la  isla  de  San  Juan  de  Puerto 
Rico,  donde  puso  las  primeras  defensas  y  soldados;  y  con  40 
hombres,  o  poco  más  (habiendo  los  indios  caribes  de  las  islas  de 
Barlovento  saqueado  la  población  de  San  Germán,  que  llaman 
Guadianilla,  y  llevando  muchos  cautivos  españoles  para  comér- 
selos, y  muchos  ganados),  siendo  los  indios  más  de  500.  los  em- 
bistió con  tanto  valor,  que  les  mató  cerca  de  300  indios,  y  los 
demás  huyeron  dejando  la  presa,  y  nunca  más  han  vuelto  a  la 
isla,  donde  solían  hacer  muchos  y  frecuentes  daños,  de  cuya  re- 
friega salió  dicho  gobernador  atravesado  un  brazo  de  una  flecha 
con  yerba  ponzoñosa;  y  por  esta  señal  de  victoria  se  llama  aquel 
puerto  la  Guazabara  de  Lugo,  que  es  lo  mismo  que  la  batalla 
de  Lugo. 

Habiendo  vuelto  a  España  este  gran  español,  le  mandó  el 
señor  rey  don  Felipe  11  que  fuese  a  Cartagena  de  las  Indias  por 
gobernador  y  capitán  general,  donde  puso  en  aquella  plaza  el  pri- 
mer presidio  y  fabricó  el  fuerte  de  adentro,  que  llaman  de  San 
Felipe  (que  está  en  una  laja  en  el  agua),  el  cual  nunca  se  ha  ren- 
dido, aunque  fue  entrada  la  ciudad  por  Francisco  Draque,  inglés, 
(después  de  muerto  el  dicho  gobernador),  que  resistió  antes  a 
cinco  urcas  grandes  de  guerra  de  la  reina  de  Inglaterra,  a  que  se 
opuso  con  pocos  barcos,  de  los  que  llaman  del  trato  del  Tolú. 

En  esta  facción,  peleando  por  su  persona,  cayó  al  agua,  y 
aunque  fue  socorrido  y  vuelto  a  sus  barcos,  y  salió  a  tierra,  fue 
tan  mojado  y  cansado,  que  murió  dentro  de  pocos  días;  lo  cual 
coníta  por  informaciones,  cédulas  reales,  títulos,  historias  y  otros 
papeles  auténticos. 


Juan  F,  de  Fr anchi 


550  BOLETÍN  DE   HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 

un  PRECURSOR  OhVlDflDO 

EL   ARGENTINO  JOSÉ   ANTONIO   MIRALLA 

Su  amistad  y  relacioaes  políticas  con  José  M.  Heredia  (1). 

Al  doctor  Eduardo  Labougle, 
Ministro  de  la  Argentina. 

Olvido  lamentable  e  injusto  ciérnese  sobre  la  interesante  per- 
sonalidad del  argentino  José  Antonio  Miralla,  uno  de  los  precur- 
sores del  separatismo  cubano,  cuyos  trabajos  literarios  y  políticos 
en  esti  isla,  bien  merecen  el  reconocimiento  de  nuestra  gratitud. 
Un  compatriota  suyo,  Juan  María  Gutiérrez,  escribió  su  biografía, 
bastante  completa,  titulándola  con  sobrada  razón  üh  forastero 
en  su  patria  (2),  y  salvo  las  noticias  brevísimas  de  algunos  dic- 
cionarios enciclopédicos,  las  referencias  de  Vidal  Morales  en  su 
obra  Iniciadores  y  primeros  mártires,  las  de  Menéndez  y  Pelayo 
en  su  Historia  de  ¡a  poesía  hispanoamericana  y  los  pormenores 
sobre  la  residencia  de  Miralla  en  Bogotá,  publicados  en  la  Revis- 
ta del  Rio  de  la  Plata,  por  el  doctor  Florentino  González,  nadie 
ha  hablado  de  aquel  gallardo  joven,  amante  fervoroso  de  la  li- 
bertad, que  tan  anhelosamente  pusiera  su  inteligencia  y  su  cívi- 
ca energía  al  servicio  de  la  causa  emancipadora  americana.  De  ahi 
que  me  proponga  ofrecer  en  estas  líneas  algunos  detalles  de  su 
vida,  que  completan  el  trabajo  de  Gutiérrez,  principalmente  sus 
activas  gestiones  en  pro  de  nuestra  independencia,  así  como  tam- 
bién sus  relaciones  amistosas,  íntimas  e  invariables  con  nuestro 
gran  lírico  José  María  Heredia,  puntos  no  bien  dilucidados  toda- 
vía y  que  pueden  ayudarnos  a  fijar,  de  modo  claro,  los  ideales  pa- 
trióticos de  Heredia  hasta  el  año  de  I825,  en  que  muere  Miralla 
cuando  precisamente  ambos  habían  de  reunirse  en  Puebla  de  los 
Angeles,  para  obtener  de  Méjico  auxilios  eficaces  a  sus  trabajos 
políticos. 

En  Córdoba,  Tucumán,  nació  el  año  de  1789 — glorioso  en  los 
fastos  de  los  derechos  del  hombre — José  Antonio  Miralla.  De  sus 
primeros  años  sólo  se  recuerda  que  ingresó  en  el  célebre  colegio 
de  San  Carlos,  de  Buenos  Aires,  y  que  comenzó  a  estudiar  teolo- 
gía en  1808,  abandonando  antes  del  año  las  disciplinas  eclesiásti- 
cas. Avispado  e  inquieto,  de  talento  natural,  acredita,  en  plena 
adolescencia,  su  carácter  aventurero,  pues  bajo  la  protección  de 
un  genovés,  artífice  de  alhajas,  apellidado  Boqui,  que  lo  adopta 
como  hijo,  marcha  al  Perú  en  busca  de  la  región   de  las  minas. 


(1)  Del  libro  Lecturas  Cubanas  (Habana,  1924),  por  el  galano  es- 
critor señor  Iraizoz,  tomamos  este  capítulo  que  se  refiere  a  un  ilus- 
tre personaje  que  vivió  en  Colombia  y  que  dejó  aquí  perdurables  re- 
cuerdos— E.  P. 

(2)  Publicóse  en  la  Revista  Cubana,  tomo  xvii. 


UN   PRECURSOR    OLVIDADO  551 


Llegan  a  la  ciiíflad  de  los  reyes,  en  20  de  julio  de  1810,  y  a 
los  dos  meses  escasos,  el  virr^  Abascal  dicta  un  decreto  de  expul- 
sión contra  Boqui  y  Miralla,  por  acusárseles  de  conspirar  contra 
el  régimen  establecido.  Circunstancias  especialísimas  del  momen- 
to histórico  determinan  la  prisión  de  Miralla.  Y  después  de  una 
corta  estancia  en  la  cárcel,  logra,  acaso  por  sus  pocos  años,  per- 
manecer en  Lima,  donde  reanuda  sus  estudios.  Obtiene  en  la  uni- 
versidad de  San  Marcos  el  grado  de  bachiller,  y  con  este  pasapor- 
te, comienza  a  cursar  medicina  en  el  colegio  de  San  Fernando,  el 
año  de  1812. 

«En  aquel  mismo  año  de  1812,  dice  Gutiérrez,  encontramos 
nuevas  huellas  del  bachiller  de  San  Fernando,  en  el  terreno  de  la 
literatura  propiamente  dicha,  y  con  el  motivo  que  vamos  a  referir. 
El  hijo  adoptivo  de  Bjqui  había  conquistado  en  Lima  la  amistad, 
la  protección  de  un  personaje,  que  por  su  titulo  de  conde,  sus 
brillantes  talentos,  sus  altos  empleos  en  la  magistratura,  sus 
maneras  cortesanas,  su  lujo  y  disposición,  se  había  granjeado  gran 
fama  tanto  en  el  Perú,  su  patria,  como  en  Madrid,  en  donde  ha- 
bía residido  poi  dos  ocasiones  con  anterioridad  al  año  que  queda 
señalado.  Don  José  Baquijano  y  Canillo,  conde  de  Vista  Florida, 
que  tal  era  el  nombre  y  título  de  aquel  personaje,  era  miembro  de 
la  audiencia  de  Lima  y  casi  rival  por  su  influjo  y  popularidad  del 
mismo  virrey.  Sus  ideas  liberales  y  su  activa  participación  desde 
años  atrás  en  los  trabajos  literarios  de  reforma  en  la  Sociedad  de 
Amantes  de  Lima,  cuyo  eco  fue  el  afamado  Mtf curio  Peruano  le 
colocaban  naturalmente  a  la  cabeza  de  los  hombres  liberales  que 
no  faltaban  en  Lima  y  formaban  lo  que  podía  llamarse  el  partido 
(onst  tucional ,  cuyas  aspiraciones  tendían  a  plantear  en  ambos 
mundos  de  la  monarquía  española,  las  formas  de  gobierno  estam- 
padas en  el  malogrado  código  político  dictado  por  las  cortes.  Bur- 
ladas aquellas  sanas  aspiraciones,  por  las  veleidades  absolutistas  de 
Fernando  vii,  Baquijano  y  sus  amigos  dirigían  sus  esperanzas  y 
sus  miradas  hacia  la  princesa  Carlota,  y  créese  por  algunos  que 
meditaron  una  revolución  armada  con  el  objeto  de  desconocer  las 
autoridades  que  gobernaban  el  Perú  en  nombre  y  representación 
de  la  metrópoli.  Pero  si  no  está  bien  averiguado  que  Baquijano 
llegase  a  levantar  tan  alto  su  pensamiento,  no  cabe  duda  de  que 
el  conde  aprovechó  la  ocasión  que  le  ofrecía  el  nombramiento  de 
miembru  del  Concejo  de  Estado  de  la  península,  hecho  en  su  per- 
sona por  la  regencia  del  reino,  para  separarse  de  Lima  para 
siempre,  y  desentenderse  de  los  compromisos  que  hasta  allí  había 
contraído  para  con  los  liberales  del  Perú,  quienes  estaban  desti- 
nados a  no  ser  verdaderamente  libres,  sino  con  el  auxilio  armado 
de  los  independientes  de  Chile  y  Buenos  Aires.  La  noticia  de 
aquel  nombramiento  halagó  la  vanidad  de  todas  las  clases  de  Lima. 
El  primero  de  entre  sus  hijos  iba  a  ser  colocado  al  frente  de  los 
destinos  de  la  patria,  y  los  intereses  del  Perú  tendrían  desde  en- 
tonces un  abogado  interesado  y  elocuente  en  la  capital  de  la  mo- 
narquía. ¡Ilusiones  y  nada  más!  Mientras  tanto,  la  población  ale- 
gre e  impresionable    de   aquella   simpática   ciudad,  se  entregó   al 


5S2  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


regocijo  por  tres  días  consecutivos,  celebrando  la  promoción  de 
Baquijano  con  fiestas  públicas,  iluminación,  fuegos  artificiales  y 
saraos,  cuya  descripción  escribió  su' joven  y  reciente  amigo  don 
José  Antonio  Miralla,  publicándola  en  un  cuaderno  de  40  pági- 
nas en  4»,  cuyo  título  es  el  siguiente:  Breve  descripción  de  las 
fiestas  celebradas  en  la  capital  de  Us  reyes  del  Perú,  con  motivo 
de  la  promoción  del  Excelentis  mo  señor  don  José  Baquijano  y  Ca- 
rrillo^ etc.  al  supremo  Consejo  de  Estado,  con  una  regular  colec- 
ción de  algunas  poesías  relativas  al  m  smo  objeto Esta  breve 

descripción  en  honra  -de  un  conde,  está  dedicada  al  marqués 
de  Torre  Tagle,  así  como  fiíeron  dedicados  los  exámenes  de  fisio- 
logía al  Excelentísimo  señor  don  José  Fernando  Abascal,  virrey  y 
capitán  general  del  Perú.  Esta  es  la  primera  délas  publicaciones 
de  Miralla. 

En  unión  de  Baquijano  emprende  viaje  Miralla  a  Madrid, 
foco  entonces  de  enconada  lucha  entre  los  partidarios  de  la  cons- 
titución y  los  absolutistas.  Muchos  americanos  prominentes  radi- 
caban en  la  corte  española  por  aquel  tiempo;  unos,  como  el  conde 
de  San  Carlos,  del  Perú,  y  Lardizábal,  mejicano,  ministros  de 
Fernando  vii,  al  servicio  del  despotismo;  y  otros,  como  Vicente 
Rocafuerte  y  Ribero,  diputados  por  Guayaquil  y  Arequipa,  res- 
pectivamente, sufriendo  los  rigores  y  persecuciones  del  gobierno, 
dadas  sus  francas  ideas  de  progieso. 

Con  don  Vicente  Rocafuerte — más  tarde  auxiliar  de  los  cons- 
piradores cubanos  y  presidente  de  la  república  del  Ecuador — se 
identifica  Miralla;  y  esa  identificación  le  aleja  de  su  protector 
Baquijano,  que  se  muestra  paitidario  del  monarca  y  parece  decidi- 
do a  correr  la  suerte  de  Fernando  VjI,  en  lucha  con  los  elevados 
propósitos  de  los  españoles  amantes  de  la  dignidad  nacional. 

A  la  inquisición,  siempre  al  servicio  de  la  tiranía,  se  le  hacen 
sospechosas  las  creencias  filosóficas  de  Miralla,  y  vese  obligado  a 
trasladarse  clandestinamente  a  Inglaterra.  Allí  perfecciona  sus 
conocimientos  en  la  lengua  de  Shakespeare,  y  de  allí  parte  para 
la  Habana,  adonde  llega  en  181Ó,  estableciéndose  como  comer- 
ciante en  la  casa  San  Ignacio  número  6. 

Su  labor  cultural  más  intensa  fue  en  la  capital  cubana.  El  mis- 
mo año  de  su  arribo  ingresó  en  la  Real  sociedad  económica  de 
amigos  del  país.  Y  en  18 17  fue  calificada  de  sobresaliente  una 
memoria  suya  sobre  la  necesidad  de  aumentar  la  población  blanca 
de  la  isla,  en  que  hacia  la  siguiente  proposición:  «El  aumento  de 
población  blanca,  en  esta  isla,  es  el  establecimiento  a  que  debe 
darse  preferencia,  por  su  mayor  necesidad  y  ventajas,  y  por  la  fa- 
cilidad y  oportunidad  de  su  exeeución.v 

Conquista  prontamente  Miralla  generales  simpatías  en  la 
Habana,  relacionándose  con  los  elementos  sociales  e  intelectua- 
les mejores  de  la  isla.  El  26  de  noviembre  de  1818  es  elegido  por 
aclamación  secretario  de  la  junta  de  gobierno  de  la  real  casa  de 
beneficencia,  en  sustitución  de  don  Rafael  O'Farrill  y  Arredondo, 
cargo  que  desempeña  hasta  el  2  de  diciembre  de  1819,  en  que  es 
designado  para  ese   puesto  don  José  de  Ibarra.  Vínculos   espiri- 


UN  PRECURSOR   OLVIDADO  553 


tuales  indestructibles  líganle  por  esta  época  a  tres  hombres  de 
fama  continental  y  representativos  de  la  cultura  cubana:  a  don 
Domingo  Delmonte,  al  doctor  José  Fernández  Madrid,  colombia- 
no, y  a  José  María  Heredia.  Los  tres  se  identifican  en  memora- 
bles bregas  políticas  y  literarias;  los  tres  se  hermanan  en  la  cons- 
piración separatista  de  los  SpUs  de  Bolívar^  laborando  en  el  secre- 
to de  la  masonería;  y  los  tres  viven  en  esta  ciudad  por  igual  época 
e  intervienen  en  los  principales  acontecimientos  públicos  que  se 
ofrecen  durante  el  tiempo  que  media  entre  ios  años  de  1818  a 
1822. 

Fernández  Madrid,  médico,  agrónomo  y  doctor  en  derecho 
canónico,  había  tomado  parte  en  la  guerra  de  independencia; 
electo  presidente  de  la  república  de  Colombia,  fue  capturado  por 
los  españoles  y  deportado  a  la  Habana.  Aquí  se  granjeó  la  con- 
fianza y  los  afectes,  hasta  de  los  peninsulares  integristas,  por  su 
caballerosidad  y  dotes  intelectuales.  Y  con  Miralla  se  compenetra 
de  tal  modo,  que  Gutiérrez  da  esta  sensación  de  la  vida  que  ambos 
hacían:  «En  horas  en  que  el  atractivo  de  la  hamaca,  de  la  bana- 
dera o  de  la  indolente  siesta,  derramaban  sueño  y  silencio  sobre 
los  vecinos  de  la  Habana,  heridos  de  lleno  por  el  sol  del  trópico, 
deponía  el  doctor  su  bastón  de  borlas,  el  comerciante  cerraba  su 
caja  y  dando  de  mano  a  las  tareas  serias,  incluso  las  de  la  redac- 
ción del  periódico  político,  evocaban  las  musas  ligeras,  y  se  daban 
de  todo  corazón  a  la  esgrima  de  las  agudezas  sazonadas  con  la 
rima  y  el  consonante,  los  cuales  cuando  son  fáciles  y  oportunos, 
levantan  el  relieve  de  las  obras  de  imaginación.  Miralla  era  la 
inspiración;  Madrid  quien  devolvía  en  versos  suaves,  naturales  y 
espontáneos,  como  hebras  de  seda  de  un  hermoso  capullo  que  se 
devana,  las  ideas  sugeridas  por  el  amigo.  Bastaba  el  más  mínimo 
toque  a  aquellas  dos  cuerdas  simpáticas  para  que  produjeran  el 
mismo  sonido  y  la  misma  armonía;  y  sobre  tema  cualquiera,  al 
parecer  trivial,  elevaban  un  canto  digno  de  conservarse  entre  las 
más  selectas  inspiraciones  del  ingenio  sudamericano.» 

No  de  tan  subido  valor,  pero  sí  demostrando  fáciles  disposi- 
ciones, se  consagraban  a  las  musas  aquellos  dos  espíritus  inquie- 
tos, a  pesar  de  recomendar  Miralla  a  su  compañero: 

No   más  el  tiempo  en  versos  malgastemos 
Porque  a  la  sombra  del  laurel  de  Apolo 
Coronados  y  hambrientos  moriremos. 

Un  acontecimiento  histórico,  curioso  por  demás,  ha  de  unir 
ahora  el  nombre  de  Heredia  con  los  de  Fernández  Madrid  y  Mi- 
ralla.  Los  conspiradores  separatistas  aprovechaban  la  división 
entre  los  propios  peninsulares  y  ayudaban,  desde  luego,  a  los  par- 
tidarios del  régimen  constitucional:  eran  los  avanzados,  y  a  ellos 
se  inclinaban.  Llega  a  la  Habana  la  noticia  de  que  Fernando  vil 
había  jurado  la  cartn  fundamental  de  1812,  y  ocurre  el  motín  de 
la  Plaza  de  Armas  (15  de  abril  de  1820).  Dos  oficiales  del  regi- 
miento Cataluña,  al  frente  de  su  tropa,  obligan  al  capitán  general^ 
Cajigal,  a  salir,  casi  en  paños  menores,  a  los   balcones  de  palacio 


554  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


para  prometerle  a  la  multitud  que  él  también  juraría  el  preciado 
documento  y  lo  implantaría  en  la  Isla,  Corre  la  versión  de  que 
los  partidarios  de  la  independencia  absoluta  de  la  isla  aprovecha- 
rían el  movimiento  para  separar  a  Cuba  de  España.  El  alcalde 
de  la  Habana,  en  esa  fecha  den  Carlos  de  Castro  Palomino,  orde- 
na la  formación  de  un  proceso  al  licenciado  Pedro  de  Alcántara, 
asistido  de  su  escribano  Miguel  García  Alayeto,  Del  proceso  no 
resulta  nada;  y  en  el  Diario  del  gobierno  constitucional  de  la  Habana, 
lunes  15  de  mayo  de  1820,  aparece  un  dictamen  y  decreto  de  or- 
den del  alcalde,  sobreseyendo  la  causa,  y  dirigiéndose  a  los  habi- 
tantes de  la  capital  les  participa  que  pueden  vivir  tranquilos  por- 
que la  acción  de  los  perturbadores  ha  de  ser  ineficaz  para  separar 
la  isla  del  dominio  español. 

Sin  embargo,  oficialmente  se  reconocía  la  existencia  de  per- 
turbadores. ¿Quiénes  eran  esos  perturbadores?  José  María  Here- 
dia,  testigo  presencial  de  los  hechos,  no  ajeno  ya  a  los  trabajos 
secretos  del  indeciso  movimiento,  compone  su  oda  a  España  libre; 
desborda  su  entusiasmo  en  admiraciones  altisonantes  por  el  triun- 
fo de  la  libertad,  y  dice: 

Y  aquesta  exclamación  noble  y  sagrada 
Derramando  doquier  contento  y  vida, 
De  la  fama  en  las  alas  conducida 
Suena  en  Asia  y  América  preciada, 

Y  doquier  que  se  adora  el  nombre  ibero: 
La  Habana  fue  quien  la  aclamó  primero. 
¡Gloria  eterna  a  mi  patria!  ¡honor  al  suelo 
Que  me  viera  nacer!  honor  a  Ponce, 

A  Miralla,  Valdés,  Madrid  y  Tanco, 
Que  sus  glorias  alzando  al  alto  cielo 
De  O'Dail,  Quiroga  y  de  Giral  y  Riego 
Las  ínclitas  hazañas  celebraron, 

Y  arrebatadas  del  divino  fuego 

Con  entusiasmo  ¡Libertad!  clamaron. 

Que  el  motín  debió  alcanzar  proporciones  que  los  diarios  ofi- 
ciales no  acreditan  ni  reconocen,  y  que  el  ascendiente  de  Miralla 
entre  la  multitud  enardecida  fue  notable,  lo  sugiere  un  soneto  de 
Fernández  Madrid,  publicado  en  el  tomo  de  sus  poesías,  junto 
con  un  Ditirambo  a  la  memoria  de  Porlier  y  Lacy  y  una  oda  a  la 
restauración  de  la  constitución  española,  que  dice  así: 

Al  ciudadano  Miralla  ^  con  motivo  de  haber  sosegado  el  furor   del 
pueblo  el  día  z5  de  abril  de  1820. 

¿Visteis  alguna  vez  del  mar  airado 
Encresparse  las  olas  agitadas. 
Cuando  de  opuestos  vientos  contrastadas 
Bramando  sin  piedad  se  han  levantado? 
Ya  descienden  de  un  cielo  encapotado 
Las  centellas  por  Júpiter  lanzadas; 
Ya  no  atiende  a  las  velas  destrozadas 
El  marinero  absorto  y  consternado. 
Sale  Neptuno,  empuña  su  tridente; 


UN    PRECURSOR    OLVIDADO  555  . 


Sosiéganse  las  olas  del  Océano, 

Y  la  calma  renace  de  repente. 

Imag-en  de  ese  mar  fue  el  pueblo  Habana 

Y  de  Neptuno  el  joven  elocuente, 
Que  aplacar  supo  su  furor  insano. 

En  este  mismo  año  de  1820  publicó  Miralla  dos  folletos  sobre 
asuntos  de  candente  actualidad,  replicand)  a  un  manifiesto  del 
doclor  Tomás  Romay,  que  respiraba  fuerte  olor  a  españolismo. 
Tituláronse  así:  Observac'ones  políticas;  su  auior^  don  José  An'o- 
nio  M rallx.  Habana,  imprenta  de  don  Pedio  N.  Palmer,  1820, 
cuatro  páginas  en  actavo.  Anáhs'S  del  pnpsl  t.tulado  Lo  más  y  lo 
menos,  su  autor,  dn  Jié  Amonio  M ralla.  Habana,,  imprent.i  de 
Palmer  e  hjos   (sin  año),  veinte  páginas  en  cuarto. 

Y  el  3  de  junio  de  1820  con  el  doctor  Fernández  Madrid  y  el 
poeta  colombiano  Vargas  Tejada,  comenzó  a  publicar  la  revista 
El  Argos,  de  carácter  literario  y  político,  cuya  vida  terminó  el  5 
de  marzo  de  182 1  (i). 

En  1822  imprimió  en  la  Habana  también  un  volumen  de  241 
páginas,  en  octavo  (Imprenta  Fraternal),  con  la  traducción  de  las 
Ultimas  cartas  de  Jacobo  Ortts,  de  Hugo  Foseólo,  que  tituló  Mira- 
lla Ultmas  carias  de  Jacobo  Dortis;  obra  novelesca  de  poco  va- 
lor, muy  parecida  al  Werther,  y  sólo  digna  de  mención  por  la  pin- 
tura de  la  sociedad  de  su  tiempo  y  por  sus  alusiones  políticas  y 
fiera  invectiva,  que  le  dieron  extraordinario  interés.  Don  Domin- 
go Delmonte,  en  su  revista  Za  Moda — tomo  primero, año  1829 — pu- 
blicó un  juicio  crítico  sobre  dicha  traducción,  en  que  advirtió . 
algunas  construcciones  exóticas  y  pasajes  mal  entendidos  o  débil- 
mente trasladados.  Y  Menéndez  y  Pelayo,  en  cambio,  observa 
que  «Miralla hizo  dos  traducciones  muy  notables:  las  de  las  cartas 
de  Jacobo  Ortis,  de  Hugo  Foseólo,  donde  los  pasajes  de  Dante  y 
Alfieri,  que  Foseólo  cita,  están  puestos  en  verso  castellano  con  no- 
table propiedad  y  acierto;  y  la  literarísima  versión,  casi  improvi- 
sada, que  en  1823  hizo  de  la  elegía  de  Tomás  Gray  Enel  cernen- 
tcrio  de  una  aldea,  hecha  verso  por  verso.»  Indudablemente  muy 
ceñida  al  original,  y  algo  seca  por  su  escrupulosidad  como  traduc- 
tor. Gutiérrez  observa  que  «las  dos  obras  principales  a  cuya  tra- 
ducción se  contrajo  Miralla,  demuestran  que  en  el  fondo  de  su 
carácter,  aparentemente  tan  jovial,  existía  una  gran  predisposición 
a  la  melancolía,  que  le  llevaba  a  preferir  en  las  literaturas  extran- 
jeras las  producciones  que  se  han  llamado  del  género  romántico. 
Es  verdad  que  la  novela  de  Foseólo    respira   por  todas   sus  pági- 


(l)  Nos  permitimos  una  ligera  aclaración.  Vargas  Tejada  co- 
laboró en  Bogotá  en  el  periódico  El  Constitucional,  redactado  por 
Miralla;  pero  no  estuvo  nunca  en  la  Habana.  Tal  vez  pudo  también 
ayudar  a  Madrid  cuando  publicó  El  Algos,  en  Bogotá,  en  1815, 
bien  que  entonces  estaba  muy  joven.  Ese  periódico  lo  fundó  Madrid 
en  Cartagena  (1812)  con  Rodríguez  Torices;  luego  lo  editó  en  Tun- 
ja  (1813);  después  en  Bogotá  (1815),  ayudado  por  Castillo  Rada;  y 
por  último,  en  la  Habana,  en  asocio  de  Miralla — E.  P. 


556  BOLETÍN  Dtó  HISTORIA  Y  ANTIGUIiDADES 


ñas  el  sentimiento  de  la  patria,  las  aspiraciones  a  la  libertad  y  lo» 
dolores  de  la  servidumbre  política,  y  que  esta  circunstancia  puede 
explicar  la  simpatía  del  traductor  hacia  ella.  Sin  embargo,  su  elec- 
ción no  parece  del  todo  acertada,  pues  Ortis  es  un  personaje  de  la 
enfermiza  familia  de  Werther,  a  quien  vencen  moralmente  los  con 
tratiempos  y  la  desgracia  hasta  precipitarle  en  la  demencia  del 
suicidio.» 

Miralla,  que  dominaba  el  francés,  el  italiano,  el  latín  y  el  in- 
glés, daba  clases  a  Heredia  de  este  último  idioma;  nuestro  gtan 
poeta,  arrebatado  por  huracán  imprevisto  de  los  risueños  carrípos  de 
su  patria  a  las  márgenes  nebulosas  del  Uudson,  quiso  penetrar  en 
los  misterios  del  genio  sombrío  de  la  vieja  Albión  y  tradujo  el  poe- 
ma de  Osiam,  La  batalla  de  Lora  (1824),  dedicándolo,  en  señal  de 
gratitud,  al  amigo  y  maestre,  en  estas  líneas  afectuosas: 

«Procritos  ambos  tenemos  algo  de  común  en  nuestra  suerte.  Si 
atravesando  los  centenares  de  leguas  y  las  olas  del  océano  que 
nos  separan,  llega  a  tus  manos  este  cuaderno,  di:  aún  dura  mi 
amistad  en  el  corazón  de  José  María  Heredia.» 

Hasta  1822  Miralla  reside  en  la  Habana.  Cada  vez  más  com- 
prometido en  las  labores  separatistas,  aprovechó  la  facilidad  que 
le  brindaban  sus  negocios  mercantiles  para  emprender  un  viaje  a 
los  Estados  Unidos  y  ponerse  en  relación  con  los  cubanos  que 
allí  trabajaban  por  la  independencia.  Que  el  móvil  de  su  ausencia 
de  Cuba  obedece  a  los  planes  de  los  conspiradores,  lo  acredita  su 
indiscutible  participación  en  los  trabajos  secretos  de  los  Soles  de 
Bolívar  y  su  entrevista  con  Tomás  JefTerson.  Pocos  meses  después 
de  su  partida  el  gobierno  españ'.;l  descubre  la  conspiración,  y  en- 
tre los  delatados  aparecen  José  María  Heredia  y  José  Antonio  Mi- 
ralla.  Heredia  se  esconde  en  una  finca  de  las  cercanías  de  Matan- 
zas, y  despué'T  huye  a  los  Estados  Unidos.  A  Miralla  se  le  declara 
en  rebeldía,  y  a  los  dos  «se  les  manda  aprehender  y  a  embargar  sus 
bienes,»  participándoseles  a  todos  ioscapitanesde  los  partidos  judi- 
ciales que  investiguen  su  paradero  y  «den  cuenta  cada  ocho  días  de 
las  diligencias  que  hubiesen  practicado.»  Todavía  en  1828,  trea 
años  después  de  muerto  Miralla,  las  autoridades  judiciales  lo  bus- 
caban por  la  isla,  y  su  nomNre  aparecía  constantemente  en  el  pro- 
ceso por  conspiración.  En  Norte  América,  Heredia  y  Miralla 
continúan  sus  trabajos  separatistas;  y  aquéi  se  cartea  constante- 
mente con  don  Domingo  Delmonte,  encausado  también  en  los 
Soles  de  B  o  litar. 

Sólo  Fernández  Madrid,  que  sostenía  continua  corresponden- 
cia con  don  Andrés  Bello,  logró  alejar  el  recelo  de  los  gobernan- 
tes de  la  metrópoli  y  permaneció  en  Cuba  hasta  el  arlo  27.  Tiem- 
po después,  en  Londres,  representando  a  su  país,  escribió  verda- 
deras diatribas  contra  los  españoles,  quizá  no  tanto  porque  sintie- 
ra odio  hacia  ellos  como  para  que  sus  compatriotas  olvidaran  la 
conducta  tímida  que  observó  al  ser  apresado  el  año  ló. 

Al  llegar  Miralla  a  los  Estados  Unidos  toca  primero  en  Nue- 
va Yoik.  Allí   encuentra  a  su   camarada  y  compañero    de    bregaa 


UN   PRECURSOR    OLVIDADO  557 


constitucionalistas  don  Vicente  Rocafuerte,  que  desde  su  estancia 
en  Londres  no  veía,  y  lo  pone  en.  relación  con  el  grupo  de  cuba- 
nos emigrados  mantenedores  del  ideal  republicano,  principalmente 
con  el  Lugareño  e  Iznaga.  Después  marcha  a  Boston,  donde  se 
hace  amigo  del  eminente  hispanista  Ticknor;  y  se  enamora  de  una 
muchacha  de  Virginia,  amores  fugaces  sin  mayor  trascendencia. 
Por  este  tiempo,  Tomás  Jeíferson,  tercer  presidente  de  los  Estados 
Unidos,  aunque  ya  contaba  ochenta  años  de  edad  y  vivía  en  su 
retiro  de  Monticello,  dirigía  la  diplomacia  de  Washington,  y  su 
voz  y  su  consejo,  como  el  de  un  patriarca  reverenciado  por  todos, 
de  continuo  se  solicitaba  en  los  difíciles  problemas  internaciona- 
les. Con  Jefterson  se  entrevistó  Miralla  para  tratar  de  los  asuntos 
cubanos. 

Dos  graves  cuestiones  se  debatían,  y  altamente  preocupaban 
a  los  estadistas  de  Washington:  el  reconocimiento  de  las  nuevas 
nacionalidades  hispanoamericanas  y  las  reclamaciones  rusas  sobre 
las  costas  del  Pacífico.  Preocupaba  además  extraordinariamente  a 
Jefferson,  ia  preponderancia  inglesa  tn  América,  su  creciente  in- 
fluencia por  la  simpatía  que  supo  conquistarse  entre  los  pueblos  li- 
berados del  continente  del  sur.  Sólo  habían  transcurrido  ocho  años 
de  la  segunda  guerra  de  independencia,  y  Jeñerson  concedía  im- 
portancia vital  a  una  posible  agresión  británica  en  Cuba,  en  cuyo 
caso  debería  sobrevenir  nueva  contienda  entre  Inglaterra  y  los 
Estados  Unidos.  Desde  otro  punto  de  vista,  atemorizaba  al  esta- 
dista norteamericano  que  si  en  Cuba  surgía  una  fuerte  insurrec- 
ción, capaz  de  derrocar  el  dominio  de  España,  quizá  la  población 
negra,  tan  numerosa  en  aquella  fecha,  se  adueñaría  del  poder,  y  al 
repetirse  el  caso  de  Haití,  veía  en  ello  un  grave  peligro  para  la 
organización  social  de  la  Unión  Americana,  máxime  cuando  el 
problema  de  la  esclavitud  alboreaba  en  la  política  yanqui  con 
carácter  virulento.  En  tales  circunstancias,  y  bajo  la  presión  de 
esos  recelos  y  prejuicios,  celebróse  la  entrevista  entre  Jeíferson  y 
Miralla,  a  la  cual  concede  Callaban  en  su  estudio  Cuhand  and  In- 
ternacional Rclationt^  especial  significación.  Cuando  en  el  gabine- 
te de  Washington — 15  de  marzo  de  i82¿ — el  presidente  Monroe  y 
su  secretario  de  Estado  Quincy  Adams,  previa  consulta  a  Jeffer- 
son, consideró  la  posibilidad  de  que  Cuba  cayese  en  manos  de 
Inglaterra,  pareció  una  hábil  solución  provocar  una  alianza  anglo- 
americana para  garantir  el  dominio  de  España  en  Cuba;  pero  al 
informarle  Miralla  a  Jefferson  el  verdadero  estado  del  espíritu  pú- 
blico en  la  isla,  y  los  genuinos  sentimientos  de  sus  habitantes  que 
nunca  solicitarían,  ni  aceptarían,  mansamente,  una  dominación 
británica  en  vez  de  la  española,  cambió  de  opinión  el  ex-presi- 
dente,  y  consideró  entonces  alejado  el  conflicto  por  el  momento, 
y  a  los  Estados  Unidos  capaces  por  sí  solos  de  impedir  el  predo- 
minio de  Albión  en  el  golfo  de  Méjico,  y  desistió  de  llevar  adelan- 
te el  convenio  de  alianza  en  que  primero  hubo  de  pensar. 

Fue  larga  esa  conferencia,  y  en  ella  Miralla  expuso  los  propó- 
sitos de  los  conspiradores  nativos,  que  no  se  creían  suficientemen- 
te  fuertes   para   acometer  la  magna   empresa    de    libertar  a  Cuba 


558  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


merced  a  sus  recursos  propios  y  que  planeaban  solicitar  el  auxilio 
de  las  armas  de  Colombia,  primero,  y  de  Méjico,  después,  para 
borrar  totalmente  en  América  el  gobierno  colonial  español. 

Con  seguridad  estos  planes  no  fueron  muy  del  agrado  de 
JefFerson,  dispuesto  a  «garantizarla  independencia  de  Cuba  contra 
todo  el  mundo,  excepto  España,»  y  más  que  nada  porque  era  su 
deseo  ferviente — y  asi  lo  hizo  público  luego — anexar  la  isla  de 
Cuba  a  su  patria  por  estimarla  como  la  continuación  propicia  de 
la  punta  de  la  Florida,  y  creerla  conveniente  para  el  desarrollo 
de  la  Unión  y  resguardarla  del  hipotético  adversario  que  quisiese 
situarse  en  sitio  tan  estratégico  y  tan  cercano  a  sus  costas.  Fue- 
ra por  este  pensamiento  de  Jeíferson,  producto  de  su  profunda 
meditación  sobre  el  problema  antillano,  o  fuera  la  actitud  de  la 
Santa  Alianza,  que  hubo  de  provocar  la  protesta  de  Monroe,  en 
su  mensaje  del  2  de  diciembre  de  1823,  donde  se  contiene  su 
discutida  doctrina,  el  hecho  cierta  es  que  la  obstrucción  vigorosa 
y  tenaz  de  los  Estados  Unidos  impidió  el  desarrollo  del  proyecto 
emancipador  de  Bolívar,  y  convirtieron. en  ineficaces  todos  los 
trabajos  de  les  patriotas  cubanos,  a  quienes  secundaban,  identifi- 
cados en  sus  anhelos,  sus  hermanos  del  continente  como  Vidau- 
rre,  Roc&fuerte  y  Miralla. 

En  el  cuarto  que  ocupaba  el  Lugareño  en  Nueva  York  se 
reunían  constantemente  Antonio  Abad  Iznaga,  Aniceto  Iznaga^ 
José  Agustín  Arango,  Fructuoso  del  Castillo,  Miralla,  Rocafuerte, 
el  matancero  González  y  el  peruano  Vidaurre,  que  luego  fue  pre- 
sidente del  congreso  de  Panamá.  De  allí  brotó  la  idea  de  pedir 
el  concurso  de  las  armas  de  Colombia  para  libertar  a  Cuba.  Se 
acordó  enviar  una  comisión  compuesta  por  Miralla,  el  Lugareño, 
José  Agustín  Arango  y  Fructuoso  del  Castillo,  presidida  por  José 
Aniceto  Iznaga,  que  debía  entrevistarse  con  el  general  Santander, 
en  Bogotá,  vicepresidente  de  la  República,  que  a  la  sazón  ejer- 
cía la  jefatura  del  poder  ejecutivo,  por  encontrarse  Bolívar  en  la 
campaña  del  Perú.  Después  de  un  largo  y  penoso  viaje  en  la  gole- 
ta Midas,  la  comisión  llegó  a  la  Guaira  a  fines  de  1823.  «En  la 
Guaira  conocieron  al  general  Antonio  Valero,  de  Puerto  Rico, 
que  había  renunciado  a  seguir  las  banderas  imperiales  de  Iturbide 
y  ofrecido  su  espada  a  la  república  de  Colombia,  que  rícono- 
ció  en  su  ejército  el  grado  y  empleo  que  había  tenido  y  ganado 
en  el  de  Méjico.  Valero  anhelaba  llevar  a  cabo,  con  elementos 
del  ejército  Libertador,  la  independencia  de  su  isla  natal,  y  puesto 
al  habla  con  los  comisionados  de  la  tertulia  de  Filadelfia,  que  la 
constituían  los  emigrados  cubanos  e  hispanoamericanos  en  cas^ 
de  Bernabé  Sánchez  en  esa  ciudad,  convino  en  hacer  causa  co- 
mún con  ellos.  En  las  conferencias  que  antecedieron  a  este  pacto, 
el  argentino  Miralla  llevó  siempre  la  palabra,  y  ya  asociado  a 
Valero,  se  trasladaron  en  un  buque  de  guerra  que  el  gobierno  les 
dispuso,  ai  puerto  de  Maracaibo,  desde  donde  se  encaminaron  a 
Santafé  de  Bogotá.  En  Caracas  conoció  la  comisión  las  dificul- 
tades que  tendría  que  vencer  para  avistarse  con  Bolívar,  que  se 
hallaba  empeñado  en  la  guerra  que  libraba  en  los  campos  del  Perú, 


UN   PRECURSOR    OLVIDADO  559 


y  acordó  por  su  consecuencia  que  José  Agustín  Arango  siguiese  a 
avistarse  con  el  Libertador,  continuando  ellos  su  peregrinación  a 
Bogotá,  en  donde  el  vicepresidente  de  la  República,  general  San- 
tander, Restrepo  y  otros  personajes,  los  acogieron  con  la  mayor 
cordialidad,  lamentando  que  la  campaña  transandina  impidiese  toda 
acción  eficaz  en  Cuba  y  Puerto  Rico.  En  aquellos  días  (principios 
de  1824)  Bolívar  reclamaba  de  Colombia  refuerzos  y  recursos,  y 
poco  después  circuló  impresa  la  noticia  de  que  España,  agradecí- 
da  a  Francia  por  los  servicios  del  duque  de  Angulema,  iba  a  ce- 
derle o  venderle  la  isla  de  Cuba.  Alarmados  los  comisionados,  re- 
solvieron que  Miralla,  Valero  y  Castillo  permaneciesen  en  Bogotá, 
esperando  noticias  de  la  misión  de  Arango  y  del  resultado  de  la 
guerra  de  independencia  del  Perú,  y  que  Iznaga  (don  Aniceto)  y 
Betancourt  Cisneros  regresasen  a  los  Estados  Unidos  para  cono- 
cer la  opinión  y  actitud  de  su  gobierno  ante  el  anunciado  proyec- 
to de  la  venta  de  Cuba»  (1). 

Inútiles  resultaron  al  fin  los  viajes  y  gestiones  de  los  patrio- 
tas José  Aniceto  Iznaga  y  Arango  para  obtener  la  cooperación  del 
Libertador,  como  es  bien  sabido.  Bolívar,  una  vez  que  terminó  su 
campaña  en  el  Perú  y  í^ofocó  la  revuelta  de  Bustamante,  viose 
imposibilitado  de  iniciar  la  última  guerra  con  España,  debido  a  la 
actitud  contraria  de  los  gobiernos  de  los  Estados  Unidos  e  Ingla- 
terra, impidiéndosele  así  llevar  a  cabo  la  liberación  de  Cuba  y 
Puerto  Rico. 

En  Bogotá  hubo  de  permanecer  un  año  y  meses  Miralla, 
cumpliendo  cuantas  comisiones  los  patriotas  le  encomendaban. 
Mermada  su  modesta  fortuna  tuvo  que  emplearse  como  profesor 
de  idiomas  en  el  colegio  nacional  de  San  Bartolomé;  y  por  este 
tiempo  fueron  sus  desposorios  con  la  señorita  Eloísa  Zulueta,  con 
quien  tuvo  una  niña.  Fructuoso  del  Castillo,  que  prefirió  quedarse 
también,  sentó  plaza  en  el  ejército  de  Colombia  (2). 

El  auxilio  militar  de  una  de  las  repúblicas  del  continente,, 
apoyo  material  y  moral  que  viniera  a  robustecer  la  confianza  en 
la  dura  empresa,  se  estimó  a  medida  que  mejor  se  conocía  por  los 
patriotas  del  exterior  la  situación  de  Cuba,  como  una  necesidad 
imperiosa,  sin  satisfacer  la  cual  no  se  lograría  mover  la  opinión  de 
emigrados  y  habitantes  de  la  isla  en  sentido  favorable  a  la  causa. 
Los  conspiradores,  al  mismo  tiempo  que  acudían  a  Bolívar,  por 
medio  de  sus  incansables  Iznaga  y  Arango  y  que  esperaban  del 
congreso  de  Panamá  consecuencias  provechosas,  se  dirigían  tam- 
bién a  Méjico  en  petición  de  apoyo.  Tanto  el  presidente  Guada- 
lupe Victoria,  amigo  y  protector  de  Heredia,  como  el  general 
Santa  Ana,  gobernador  de  Yucatán,  pública  y  ostensiblemente 
secundaron  el  separatismo  cubano. 


(1)  Iniciadores  ' y  primeros  mártires  de  la  revolución  cubana, 
Vidal  Morales, 

Í2)  El  verdadero  nombre  de  la  esposa  era  Elvira;  au  hija  fue  la 
inteligente  dama  doña  Elena  Miralla,  bien  'conocida  en  Bogotá, 
donde  murió  hace  unos  treinta  años — E.  P. 


560  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Se  creyó  por  un  momento  que  si  los  Soles  de  Bolívar  no  po- 
dían alumbrar  loa  días  de  la  redención,  el  Águila  Negra  «el  Águila 
de  los  aztecas  remontaría  su  vuelo  majestuoso  sobre  la  antigua 
Cubanacán,»  y  con  su  fuerte  pico  y  sus  rudas  garras  abatiría  el  pa- 
bellón de  España  de  los  últimos  mástiles  donde  se  empinaba  en 
América.   ¡Efímeras  ilusiones! 

Compenetrado  Miralla  de  los  nuevos  planes  de  invasión  de 
la  isla,  y  relacionado  con  los  diversos  grupos  conspiradores,  estimó 
necesario  su  viaje  a  Méjico,  único  refugio  ya  para  las  esperanzas 
de  los  patriotas.  Y  en  julio  de  1825,  en  unión  de  su  esposa  y  de 
su  hija,  de  pocos  meses  de  nacida,  embarcó  en  una  goleta  inglesa 
rumbo  a  puerto  Alvarado.a  doce  leguas  de  Veracruz.  Poco  des- 
pués, en  Veracruz,  fae  recibido  con  vivas  muestras  de  simpatía 
por  los  emigrados  revolucionarios,  y  muy  principalmente  por  sus 
fieles  amigos  don  José  Ignacio  de  Basadre  y  José  Joaquín  Calvo. 
De  Veracruz  fue  ajalapa,  y  allí  contrajo  unas  fiebres  malignas,  que 
comenzaron  a  minar  su  organismo.  Con  la  esperanza  de  vencer 
el  mal  al  influjo  de  la  temperatura  fresca,  continuó  su  camino  has- 
ta Puebla  de  los  Angeles,  en  donde  debía  de  reunirse  con  él  José 
María  Heredia,  a  fin  de  realizar  ciertas  gestiones  cerca  del  presi- 
dente Guadalupe  Victoria.  Tres  días  antes  de  que  Heredia  lle- 
gara (i),  el  4  de  octubre  del  mismo  año  y  a  los  treinta  y  cinco  de 
edad,  agobiado  por  la  estrechez  económica,  en  brazos  de  su  joven 
compañera,  se  apagó  la  llama  de  su  vida.  En  sus  últimos  momen- 
tos dijo  estas  palabras,  que  la  dulce  esposa — flor  que  perfumara  sus 
postreros  días — recogió  como  el  mejor  legado  para  su  pequeñuela: 

cNo  me  acuerdo  de  haber  causado  mal  a  ninguna  persona  en 
mi  existencia.  A  nadie  he  engañado;  siempre  me  indignó  la  men- 
tira y  no  la  admito  ni  aun  en  chanza.» 

Así  fue  la  vida  y  a^  fue  la  muerte  del  cultísimo  y  simpático 
argentino  que  consagró  sus  energías,  su  entendimiento  y  su  cau- 
dal a  la  independencia  cubana,  rendido  amante  de  la  libertad  en 
todas  las  latitudes  de  América  y  precursor  fervoroso  de  nuestros 
ideales  patrios. 

Antonia  Iraizot 


CORRECCIÓN 

En  el  artículo  Apostillas^  página  531,  línea  35,  dice:  El  asunto 
despertó  interés  parientes  y  relacionados  y  un  joven  Escobar  empren- 
dieron el  viaje.  Corríjase:  El  asunto  desperfó  interés  entre  parientes 
y  relacionados;  y  un  joven  Escobar  emprendió  el  viaje. 


(1)  Heredia  en  una  carta  a  Silvestre  Alfonso  cree  que  la  igno- 
rancia de  los  médicos  de  Puebla  de  los  Angeles  fue  causante  de  la 
muerte  de  Miralla, 


COMUNICACIÓN  561 


comunicflcion 

Bogotá,  28  de  julho  de  1924. 
Señor  doctor  Eduardo  Posada. 

Cumpro  aqui  o  prazemso  dever  de  testemunhar-lhe  o  meu 
profundo  agradecimiento  pela  versáo  castelhanada  communicagáo, 
ora  gentiimente  publicada,  que,  sobre  Bolívar  e  o  Brasil,  tive  a 
honra  de  dirigir  á  douta  e  conspicua  Academia  de  Historia  da 
Columbia.  N'essa  versáo,  o  meu  caro  e  illustre  amigo  desmentiu 
o  proverbio  -  ttadutiorc  tradiiare,  porque  Ihe  grangeou  um  relevo 
novo,  que  nao  se  encontra  no  original  portuguez. 

Esta  communica9áo  constitue,  em  verdade,  um  esbo9o  de 
obra  futura,  na  qual,  sob  un  ponto  de  vista  brasileiro  pretendo  en- 
carar a  epopéa  bolivariana,  em  suas  mal  conhecidas  conexóes  con 
o  Imperio.  Tive  a  fortuna  de  desvendar  um  ponto  qui9á  inexplo- 
rado, e  d'alta  significa5ao:  o  sonho  dos  republicanos  brasileiros  de 
1824,  que  mandaram  o  meigo  e  infeliz  Natividade  Saldanha  como 
emissario  secreto  junto  a  Bolívar,  a  captar  o  apoio  do  Grande  Li- 
bertador á  causa  frustrada  em  Pernambuco  pelas  armas  imperiaes. 
Como  se  vé,  é  campo  aberto  a  pesquizas  e  conjecturas  bem  inte- 
resseantes,  e  oxalá  logre  devassal-o  sem  troperos. 

Quiera  o  meu  amavel  e  bondoso  amigo  acceitar  um  cordeal 
aperto  de  máo  do  muito  seu, 


Argeu  Guimaráes 


REflhES  CEDUhflS 


Las  relaciones  de  las  hazañas  de  los  conquistadores,  la  des- 
cripción de  sus  descubrimientos  y  las  crónicas  de  la  vida  colonial 
son  ciertamente  instructivas.  Ellas  nos  muestran  el  espíritu  caba- 
lleresco de  paladines  que  después  de  lucha  tenaz  con  el  islamismo, 
vinieron  a  implantar  la  fe  en  medio  de  tribus  bárbaras  o  a  buscar 
soñados  tesoros  que  su  país,  exhausto  de  dinero,  no  podía  propor- 
cionarles. Nos  enseñan  la  topografía  del  terreno,  llevándonos,  paso 
a  paso,  tras  las  huestes  atrevidas  que  se  internaban  en  el  corazón  de 
nuestro  país,  venciendo  a  los  naturales,  destruyéndolos  muchas  ve- 
ces, y  fundando,  aquí  y  allá,  poblaciones  que  fueron  el  núcleo  de 
donde  se  fue  expandiendo  una  nueva  civilización.  Nos  dicen  de 
las  costumbres  de  los  primeros  pobladores  de  raza  blanca  y  cómo, 
mezclándose  con  los  primitivos  habitantes,  fueron  formando,  con 
el  transcurso  del  tiempo  y  bajo  influencias  especiales  de  clima  y  de 
lugar,  una  nacionalidad  distinta  de  la  conquistadora  y  de  la  que 
subyugaron  con  el  evangelio,  con  el  arcabuz,  con  su  sonoro  idio- 
ma y  con  su  policía, 

JPero  estas  narraciones  nada  nos  dicen  del  gobierno  implanta- 
do por  la  metrópoli  para  atender  a  la   conservación  y  propagación 

xtv— 36 


562  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


de  los  naturales,  para  atemperar  los  abusos  de  los  gobernantes  y 
encomenderos  y  para  regir  los  destinos  de  sus  colonias.  El  cono- 
cimiento del  sabio  código  de  las  Leyes  de  Indias  también  es  insu- 
ficiente para  adquirir  este  conocimiento,  pues  diariamente  se  pre- 
sentaban casos  no  previstos  en  él  o  mudanzas  exigidas  por  los 
cambios  de  circunstancias,  y  había  que  corregir  o  enmendar  lo  he- 
cho y  dictar  nuevas  disposiciones.  Esto  lo  hacían  los  reyes  por 
medio  de  cédulas  o  cartas  reales.  La  colección  de  las  cédulas 
dictadas  para  el  Nuevo  Reino  de  Granada  y  sus  provincias  nos  dan 
la  clave  completa  del  modo  como  fue  gobernado  nuestro  país 
desde  que  se  inició  su  descubrimiento  hasta  que  se  desligó  de  la 
madre  patria. 

Es  cierto  que  los  gobernantes  muchas  veces  no  cumplían  los 
reales  mandatos,  ya  que  no  conviniera  a  sus  intereses  particulares 
o  a  los  de  sus  allegados,  ya  que  palpando  de  más  cerca  las  necesi- 
dades y  a  veces  los  peligros  que  pudiera  suscitar  su  ejecución  de- 
moraban su  cumplimiento  o  apelaban  ante  el  rey  de  su  inconvenien- 
cia. En  el  primer  caso  no  faltaban  quejas  de  los  procuradores  de 
las  ciudades,  de  los  escribanos  de  cámara  o  de  simples  particu- 
ares.  Su  Majestad  entonces  dictaba  sobre  cédulas  ordenando  el 
cumplimiento  de  lo  mandado.  En  el  segundo  caso  se  estudiaba  el 
asunto  en  el  Real  Consejo,  y  si  parecía  conveniente  variar  las  cé- 
dulas lo  hacían  por  medio  de  otras,  si  no  se  ordenaba  él  cumpli- 
miento de  la  primera. 

Hay  cédulas  generales  para  las  Indias  y  cédulas  para  el  Nuevo 
Reino  de  Granada,  cédulas  para  los  arzobispos  y  obispos,  cédulas 
para  los  gobernantes,  para  los  oficiales  reales  y  para  las  demás  jus- 
ticias, y  cédulas  para  particulares,  religiosos  o  seglares. 

Las  cédulas  las  podríamos  llamar  en  el  lenguaje  de  hoy  decre- 
tos reales.  Encabeza  la  cédula  el  nombre  del  rey  con  todos  sus  títu- 
los; luego  vienen  los  considerandos,  o  sean  las  causas  que  la  moti- 
van; sigue  la  parte  sustancial  y  esencial,  o  sea  el  mandato  que  gene- 
ralmente se  dicta  de  acuerdo  con  el  concepto  del  Consejo  de  In- 
dias. Cuando  a  ello  hay  lugar  se  expresa  la  pena  que  se  impone  al 
infractor  y  a  la  justicia  que  no  la  hiciera  cumplir.  Termina  con  la 
firma  del  secretario  de  Su  Majestad, 

Entre  los  muchos  legajos  que  contienen  cédulas  he  dado  pre- 
ferencia a  éste  (Indiferente  general,  estante  139,  cajón  y  legíijo  5), 
porque  las  que  contiene  son  en  su  mayor  parte  de  interés  gene- 
ral. Más  tarde,  si  hubiere  lugar,  presentaré,  por  orden  cronológico, 
todas  las  que  se  dieron  para  la  Nueva  Granada,  desde  los  prime- 
ros descubrimientos  hasta  las  reales  órdenes  recibidas  por  Gabriel 
de  Torres  el  año  1821,  en  Caitagena, 

Presento  las  cédulas  en  extracto,  poniendo  en  cada  una  la 
parte  sustancial  y  suprimiendo  el  encabezamiento  y  muchos  deta- 
lles y  repeticiones  que  alargarían  demasiado  el  trabajo  y  dificul- 
tarían su  publicación. 

Ernesto  Restiepo   Tirado 
Sevilla,  febrero  20  de  1922, 


ARCHIVO    DE   INDIAS  563 


flRCB1170  DE  DnDIflS 

NUEVO   REINO  DE   GRANADA,     CÉDULAS    REALES  DESDE   EL    20    DE 
DICIEMBRE   DE    1 536    HASTA   EL  2  2  DE   MAYO   DE  1 58 1 

I  — 1536.  (i)  Para  que  se  hagan  casas  de  piedra  por  los  enco' 
menderos  de  indios. 

Los  conquistadores  no  se  han  ocupado  de  eilo,  de  donde  han 
resultado  grandes  incendios  y  otros  inconvenientes.  Manda  que 
todos  los  que  fuesen  de  sus  reinos  de  España  y  tengan  encomien- 
das se  obliguen  a  hacer  una  casa  de  piedra  o  de  ladrillo  en  el  lu- 
gar que  eligiesen  como  asiento.  En  caso  que  no  hubiere  material 
para  hacerla,  y  previo  aviso  al  gobernador,  las  harán  de  tapias. 
Deberán  dar  principio  a  la  edificación  seis  meses  después  de  pro- 
mulgada la  cédula,  y  las  terminarán  en  el  término  de  cuatro  años, 
bajo  pena  de  pérdida  de  la   encomienda  a  favor  de  la  real  caja. 

Se  pregonó  en  Santafé  el  domingo  23  de  julio  de  1543  y  ea 
Santa  Marta  el  23  de  junio  de  1539. 

2—1538.  Madrid,  octubre  20.  Al  doctor  Venero  de  Leiva 
Presidente  de  la  real  audiencia  de  Santafé  (2): 

Gaspar  Guerrero,  de  nación  portuguesa,  hace  mucho  tiempo 
que  vive  tranquilamente  en  esa  tierra,  donde  quisiera  perpetuarse 
si  no  lo  inquietaran  mandándole  que  se  salga  de  ella.  Manda  Su 
Majestad  que  le  dejen,  y  transcribe  una  carta  remitida  a  Rafael  Fi- 
querola,  gobernador  de  Tierra  Firme  y  Castillo  de  Oro,  en  que  le 
dice:  que  los  extranjeros  que  haga  más  de  diez  años  que  viven  ea 
la  provincia,  que  tengan  en  ella  sus  bienes  y  estén  casados  coa 
mujeres  nacionales,  se  les  tenga  por  tales.  Lo  mismo  a  los  extran- 
jeros que  haga  más  de  diez  años  que  vivan  allí  con  su  mujer.  Los 
mercaderes  extranjeros,  no  casados,  aunque  haga  más  de  diez  años 
que  viven  en  el  país,  se  les  tendrá  por  extranjeros.  Si  no  fuere  mer- 
cader y  tuviere  allí  su  hacienda  y  hubiese  vivido  más  de  diez  años, 
aunque  no  fuese  casado,  se  le  considerará  como  nacional.  Que 
esta  cédula  se  aplique  a  Guerrero. 

3 — 1539.  3  de  diciembre.  Para  que  los  encomenderos  que  no 
estuviesen  casados  lo  hagan  en  el  término  de  tres  años,  con  obli- 
gación de  llevar  a  sus  mujeres  a  las  encomiendas.  Si  no  cumplie- 
ren se  les  quitarán  éstas  y  se  pasarán  a  los  que  fuesen  casados. 
Los  indios  no  son  tan  bien  tratados  y  atendidos,  ni  instruidos  ea 
la  fe  por  los  hombres  solteros.  Para  las  encomiendas  se  haa  de 
preferir  los  que  fueren  conquistadores  de  la  provincia. 

Pregonada  en  Santafé  el  domingo   23  de  julio  de  1542. 

4 — 1542.  Septiembre  20.  Al  adelantado  de  Canaria,  que  vuel- 
va y  restituya,  al  arca  de  las  tres  llaves,  las  perlas  que  tomó  en  el 
cabo  de  la  VeLi. 

El  cabo  de  la  Vela  no  estaba  en  jurisdicción  de  Santa  Marta 
sino  de  las  Pesquerías.   El  día  de  San  Juan   fue    Lugo  a  la  posada 

(1)  No  está  expresado  el  día,  pero  debe  ser  el  20  de  diciem- 
bre, según  el  título— E.P. 

(2)  Debe  ser  de  fecha  posterior,  pues  Venero  aún  no  había  venido 
ea  1538— E.  P. 


564  BOLETÍN  DE  fflSTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


del  tesorero  Francisco  de  Castellanos,  con  el  alcalde  mayor,  el 
alguacil,  el  escribiente  y  varios  soldados  suyos  y  les  hizo  leer  a  ios 
oficiales  reales  un  requerimiento  para  que  le  hiciesen  pagar  el  do- 
ceavo  de  los  quintos  pertenecientes  a  Su  Majestad,  contestaron 
que  las  ordenanzas  no  eran  para  ellos,  porque  eran  oficiales  de  la 
granjeria  de  las  Perlas.  Lugo  los  amenazó  con  la  pérdida  de  sus 
empleos,  y  se  negaron  a  entregarle  ¡as  llaves.  Tomando  la  vara  de 
alguacil  mayor  hizo  jurar  por  fuerza  al  tesorero,  quien  contestó 
que  la  llave  estaba  dentro  de  la  caja.  Lleno  de  ira  el  adelantado 
la  buscó  en  las  ropas,  y  encontró  la  llave  de  un  escritorio.  Cogió 
de  brazo  al  tesorero,  abrió  el  escritorio,  y  en  un  cajón  encontró  la 
llave  que  buscaba.  Para  conseguir  las  otras  dos  hizo  jurar  por 
fuerza  y  amenazó  a  los  otros  oficiales,  los  que  en  vista  de  lo  que 
había  pasado  con  el  tesorero,  las  entregaron.  Don  Alonso,  por  su 
propia  mano,  se  pagó  del  derecho,  tomando  89  marcos  4  ochavos 
y  3  tomines  de  perlas  ordinarias;  en  topos,  3  marcos  y  7  octavos 
por  derechos  de  almojarifazgo;  6  marcos  y  3  onzas  de  perlas  co- 
munes; de  la  cadenilla  y  pedrería,  «3  marcos  y  onzas  y  6  ochavas, 
y  de  aljófar  redondo  3  ochavas.»  Deberá  restituir  todo  por  inven- 
tario, y  si  se  cree  con  algún  derecho,  que  lo  haga  valer  ante  el 
Real  Consejo  (i). 

Que  luego  volvió  a  exigir  las  llaves  al  mismo  tesorero,  y  sacó 
31  marcos  y  una  onza  y  6  ochavos  de  perlas  comunes  y  3  ocha- 
vos de  aljófar  redondo  y  5  onzas  y  3  tomines  de  aljófar  común  y 
una  onza  y  3  ochavoj;  de  avemarias,  y  un  marco  y  una  onza  de 
pedrería  y  cadenilla,  y  3  marcos  y  2  ochavos  de  topos;  y  de  los 
derechos  de  almojarifazgo  3  marees,  3  onzas,  ó  ochavas  y  3  tomi- 
nes de  perlas  comunes,  diciendo  que  los  tomaba  por  lo  que  de- 
cía que  le  correspondía  por  su  doceavo.  Además  de  esto  tomó  46 
marcos,  7  onzas  de  perlas  comunes,  que  valían  750  pesos,  diciendo 
que  eran  para  el  derecho  de  la  Armada,  siempre  por  cuenta  del 
derecho  de  doceavo  que  en  adelante  había  de  tener.  Todo  lo  cual 
habrá  de  devolver. 

5 — 1544.  Valladolid  a  13  de  febrero.  Comisión  al  licenciado 
Miguel  Diez  Armendáriz  sobre  delitos  que  se  han  cometido  en  la 
provincia  del  Nuevo  Reino  de  Granada. 

«Lus  españoles  que  a  aquella  provincia  han  ido  han  hecho  e 
cometido  muchos  e  graves  delitos  contra  los  naturales  della 
matando  grande  número  dellos  y  otros  cortando  las  manos,  todo 
al  fin  de  les  sacar  de  oro  y  muchas  otras  cosas.»  Le  manda  y  co- 
mete que  haga  ihformación  al  gobernador  y  a  otras  justicias,  pre- 
guntándoles por  mandato  de  quién  han  cometido  esos  delitos  y 
hurtos.  A  los  que  hallare  culpables  que  los  ponga  presos,  y  proce- 
da contra  ellos,  y  se  apodere  de  sus  bienes  para  desagraviar  las 
partes  de  acuerdo  con  las  leyes.  Autorízalo  para  imponer  a  los 
culpables  las  penas  que  les  corresponden. 


(1)  La.  segunda  parte,  de  aquí  en  adelante,  lleva  fecha  6  de  junto 
de  1543,  y  parece  que  fuera  otra  cédula. 


ARCHIVO    DE   INDIAS  565 


6—1544.  Febrero  13.  Comisión  ai  licenciado  Miguel  Diez  de 
Armendáriz  sobre  los  delitos  y  excesos  que  dicen  ha  cometido 
Hernán  Pérez  de  Quesada  en  la  provincia  de  Santa  Marta  y  Nue- 
vo Reino  de  Granada. 

Se  acusa  a  Hernán  Pérez  de  haber  dado  malos  tratamientos 
a  los  indios,  dando  ocasión  a  que  la  tierra  se  levante,  lo  mismo 
que  por  haber  desobedecido  a  sus  gobernadores  especialmente  a 
Jerónimo  Lebrón,  de  haber  enviado  treinta  indios  cargados  de  oro 
por  la  vía  del  Perú  para  defraudar  a  Su  Majestad,  «y  que  por  ex- 
cusar el  castigo  se  quiere   venir  secretamente  a  estos  reinos.» 

Manda  que  sea  castigado  en  justicia.  También  le  recomienda 
que  averigüe  qué  particulares  o  justicias  han  escondido  oro  o 
plata  para  no  pagar  los  derechos,  y  lo  autoriza  para  que  los  apre- 
henda y  les  confisque  sus  bienes,  mientras  se  hace  información 
y  les  castigue  la  falta.  Recomienda,  como  siempre,  a  las  autorida- 
des que  le  presten  apoyo. 

7 — 1544.  Febrero  13.  Al  licenciado  Miguel  Diez,  que  si  algu- 
nos de  los  gobernadores  de  la  provincia  de  Santa  Marta,  Nue- 
vo Reino  de  Granada,  Popayán,  Rio  San  Juan  y  Cartagena,  a 
quien  hubiere  de  tomar  residencia,  hallare  que  ha  servido  bien  y 
no  hubiere  contra  él  culpa  notable  le  restituya  su  oficio  hasta 
tanto  que  tomada  su  residencia  vea  después  lo  que  convenga. 

Le  comete  y  manda  que  vaya  a  las  dichas  provincias  y  te  me 
residencia  a  los  adelantados  Benalcázir  y  don  Pascual  de  Anda- 
goya,  don  Luis  de  Lugo  y  don  Pedro  de  Heredia,  a  sus  alcaldes 
mayores,  tenientes  y  otros  oficiales,  y  haga  justicia  en  ellos  con- 
forme a  las  leyes  de  sus  reinos.  Por  el  tiempo  que  durare  la  re- 
sidencia hasta  que  sea  vista  por  el  Real  Consejo  les  impida  el 
ejercicio  de  su  oficio  haciéndose  cargo  de  la  administración.  Si 
resultare  que  algún  gobernador  se  ha  manejado  biea  y  no  hubie- 
re contra  é!  cargo  grave  podrá  dejarlo  en  ejercicio  de  sus  fun- 
ciones. Le  recomienda  especialmente  el  cumplimiento  de  las  orde- 
nanzas que  se  han  hecho  a  favor  de  los  indios. 

8 — 1544.  Diciembre  11.  Que  vea  la  información  sobre  los 
delitos  que  diz  que  cometió  un  dicho  Mad.oñero  y  otros,  y  haga 
justicia  y  envíe  relación  del  castigo. 

El  licenciado  Villalobos,  fiscal  de  Su  Majestad  en  el  Consejo 
de  Indias  le  ha  referido  cómo  Alonso  Díaz  Madroñero,  que  fue 
gobernador  por  don  Sebastián  de  Benalcázar,  cometió  grandes  cruel- 
dades, hasta  que  los  indios  que  estaban  de  paz  se  alzaron.  Para 
sacarles  el  oro  les  hizo  cortar  a  muchos  la  cabeza,  a  otros  los 
martirizaba  metiéndoles  estacas  por  las  piernas  y  por  todo  el  cuer- 
po hasta  que  morían.  Los  obligaba  a  llevar  cargas  pesadas.  Para 
pacificarlos  mandó  al  capitán  Luis  Bernal,  que  hizo  grandes  da- 
ños, crueldades,  robos  y  tiranías.  Que  esos  y  otros  culpables  sean 
debidamente  castigados. 

9 — 1544.  Diciembre  15.  A  Armendáriz.  Jerónimo  Lebrón  «hizo 
cierto  consejo»  contra  Antonio  Díaz  Cardoso,  alcalde  que  fue  de 
la  ciudad  de  Santafé  y  contra  Hernán  Pérez  de  Quesada,  a  la  sazón 
teniente  de  gobernador,   y    Lázaro   Fonte  y    el    contador  Diego 


566  BOLETÍN  DE   HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


de  Colmenares  y  tesorero  Hernán  Venegas,  y  capitán  Juan  de 
Areválo,  y  Hernando  de  Prado,  y  el  veedor  Juan  Tafur,  y  Francisco 
de  Contreras  y  Gonzalo  García,  alcaldes  y  regidores,  por  no  haber 
cumplido  ciertas  condiciones  de  Su  Majestad  y  no  haber  querido 
recibirlo  por  gobernador.  La  causa  pasó  al  Real  Consejo,  al  fis- 
cal Villalobos  y  ahora  se  la  recomienda  a  Armendáriz  autorizán- 
dolo para  apresarlos,  y  si  fueren  culpables,  para  que  les  quite  las 
encomiendas  de  indios  que  tuvieren  y  se  pongan  en  cabeza  de 
Su  Majestad. 

lo — 1545.  Febrero  7.  A  Armendáriz.  El  capitán  Francisco 
Ari£s  ha  pedido  en  nombre  de  las  ciudades  de  Santafé  y  Tunja 
que  cuando  un  encomendero  se  retire  a  España  para  ir  a  traer  a 
su  mujer,  o  por  otro  asunto  de  interés,  no  pierda  su  encomienda. 
Se  autoriza  a  Armsndáriz  para  que  cada  vez  que  un  encomendero 
se  quiera  retirar  vea  si  las  razones  que  alega  para  ello  son  justas, 
y  en  ese  caso  lo  autorice  para  que  nombre  *'uHa  persona  cual  con- 
venga para  el  buen  tratamiento  de  los  dichos  indios,"  mediante 
fianzas  suficientes  para  que  regrese  en  el  término  de  la  licencia 
que  le  conceda,  etc.,  etc. 

II — 1545.  Febrero.  7.  A  Armendáriz,  Francisco  Arias,  por 
conducto  del  adelantado  de  Canaria  ha  manifestado  que  recibió 
una  encomienda  en  tierra  de  los  panches,  cerca  al  valle  de  Neiva, 
donde  otros  conquistadores  también  tienen  sus  repartimientos. 
Pide  que  los  gobernadores  no  tengan  intervención  en  estas  tierras 
ni  en  las  demás  descubiertas  por  Gonzalo  Jiménez  de  Quesada. 
Se  recomienda  a  Armendáriz  para  que  informe  qué  tierras  fueron 
descubiertas  por  Quesada  y  que  sus  encomenderos  queden  bajo 
la  jurisdicción  de  Santafé. 

12 — 1545.  Malinas,  octubre  20.  A  Armendáriz,  relativa  a  la 
cantidad  de  que  se  puede  suplicar  en  las  audiencias  promulgadas 
en  Santafé  el  7  de  enero  1547. 

13 — 1546.  Noviembre  29.  A  Miguel  Díaz.  En  esos  reinos 
hay  muchas  personas  casadas  que.han  dejado  sus  esposas,  viviendo 
mucho  tiempo  separados,  lo  cual,  además  de  la  ofensa  que  se 
hace  a  Dios  Nuestro  Señor  es  un  grave  inconveniente  para  la  po- 
blación. Que  averigüe  por  todas  las  personas  que  tengan  sus  es- 
posas en  España,  para  que  vayan  o  manden  por  ellas  en  los  prime- 
ros barcos  que  salieren.  Los  que  vayan  por  sus  mujeres,  si  tuvieren 
encomiendas,  podrán  dejarlas  con  un  administrador  que  se  compro- 
meta a  tratar  bien  a  los  indios.  A  los  que  en  el  plazo  de  dos  años 
no  hubieren  mandado  por  ellas,  se  les  apresará  y  embarcará  en  el 
primer  barco  que  saliere  (i), 

*  14 — 1536.  Madrid,  enero  28.  Muchos  españoles  que  vienen 
de  las  Indias  traen  indios  y  los  venden,  y  disponen  de  ellos  como 
de  cosa  propia.  Que  en  adelante  nadie  sea  osado  en  traer  indios 
esclavos,    al  menos  que   los  acompañe   una   constancia    del  res- 

(1)  Entre  las  cédulas  al  virrey  y  audiencia  del  Perú  Í1531- 
1570)  hay  algunas  concernientes  a  las  Indias  en  general;  las  pondré 
aquí  precedidas  de  un  asterisco. 


ARCHIVO    DE   INDIAS  567 


pectivo  gobernador  de  que  los  han  comprado  u  obtenido  de  ma- 
nera legitima  y  presenten  el  título  de  propiedad.  Si  así  no  lo  hi- 
cieren, perderán  ios  que  trajeren,  los  que  serán  puestos  en  liber- 
tad. 

*  15 — 1545.  Octubre  20.  Recuerda  la  real  cédula  dada  en 
Barcelona,  a  20  de  noviembre  de  1542,  «para  buen  gobierno  de 
las  Indias  y  buen  tratamiento  de  los  naturales.»  Hay  un  capítulo 
que  dice  que  ningún  virrey,  audiencia,  gobernador,  descubridor, 
ni  cualquiera  otra  persona  puede  encomendar  indios,  ni  por  pro- 
visión, donación,  renunciación,  ni  ventas.  Cuando  muriere  algún 
encomendero  su  encomienda  se  pondrá  en  la  real  corona,  y  las 
autoridades  informarán  acerca  de  ella,  número  de  indios  que  cuen- 
ta, tributos  que  pagaban,  méritos  y  servicios  del  difunto,  tratamien- 
to que  daba  a  los  indios,  si  deja  mujer,  hijos  u  otros  herederos,  etc. 
para  que  Su  Majestad  disponga  a  quién  se  le  entrega,  pues  siem- 
pre tiene  en  vista  premiar  a  los  conquistadores  y  a  sus  buenos  ser- 
vidores. Si  mientras  tanto  a  la  familia  del  difunto  no  tuviere  modo 
de  sustentarse,  se  le  dará  de  los  productos  de  la  encomienda  lo 
que  fuere  necesario.  Manda  por  esta  nueva  cédula  que  se  tenga 
por  de  ningún  valor  el  capítulo  incorporado  y  se  reduzca  todo  al 
punto  y  estado  en  que  se  hallaba  anteriormente. 

*  16  —  1547.  Monzón  a  14  de  septiembre.  A  causa  de  que  mu- 
chos caciques  S5  quejan  del  exceso  de  tributos  y  acogen  bien  a  los 
religiosos  que  van  a  sus  pueblos  a  predicar  la  doctrina,  son  veja- 
dos p.jr  sus  encomenderos,  quienes  además  hacen  pedimentos  y 
ponen  acusaciones  ante  los  alcaldes  ordinarios,  quienes  por  dar 
gusto  a  los  españoles  les  quitan  los  cacicazgos.  En  adelante  nin- 
gún alcalde  ordinario  podrá  hacer  esto,  ni  entrometerse  en  cono- 
cer de  estas  causas,  que  son  privativas  de  la  audiencia,  la  que  será 
informada  por  el  oidor  que  haga  la  visita. 

17 — 1548.  Valladolid,  julio  14.  Al  gobernador  de  Tierra  Fir- 
me. En  esa  provincia  mueren  muchas  gentes,  y  las  justicias  repar- 
ten los  bienes  para  su  administración  entre  diferentes  personas,  sin 
averiguar  si  hay  herederos.  Ordena  recoger  todos  los  bienes  de 
difuntos  que  estén  así  repartidos  y  se  manden  cada  año  a  la  casa 
de  Contratación  de  Sevilla,  junto  con  el  nombre  de  las  personas  que 
los  dejaron  y  de  las  que  sean  sus  herederos,  indicando  la  residen- 
cia de  éstos. 

18 — 1548.  Noviembra  27.  Al  presidente  y  oidores  de  la  real 
audiencia  del  Nuevo  Reino  de  Granada.  Alonso  Téllez  y  Diego  de 
Colmenares  comunican  la  dificultad  que  hay  para  hacer  en  justicia 
los  repartimientos  de  indias.  En  tal  virtud  se  dispone  «que  se  ex- 
tienda en  averiguar  y  saber  el  número  de  indios  que  habrá  en  esa 
dicha  gübernación.v  Así  los  que  están  en  cabeza  como  los  que  hayan 
vacado  y  los  que  están  encomendados  a  conquistadores,  y  digan 
qué  personas  los  tienen;  que  hecho  esto  se  proceda  al  repartimiento 
con  la  mayor  equidad  posible  entre  conquistadores  y  pobladores,  o 
sus  mujeres  e  hijos  y  demás  españoles  que  allí  hubiese,  según  sus 
méritos  y  servicios,  dejando  una  parte  para  los  que  fuesen  de 
nuevo.   Mandarán  relación  detallada,  firmada    y    sellada   con  el 


568  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


parecer  de  lo  que  valieren  cada  año  cío  que  a  cada  se  avalora- 
des,  y  el  valor  y  renta  de  lo  que  cada  uno  da  para  nos,»  comuni- 
cando los  motivos  que  han  tenido  para  juzgar  de  los  méritos  de 
cada  uno.  En  resumen.  Su  Majestad  pide  que  se  haga  un  reparto 
equitativo  de  la  tierra  y  ye  le  ié  cuenta  detallada  de  cómo  y  por- 
qué se  repartió  de  tal  o  cual  manera. 

19 — 1549.  Febrero.  A  Armendáriz.  Que  los  casados  que  no 
estén  con  sus  mujeres  sean  apresados  y  apercibidos  a  ir  por  ellas 
en  el  primer  navio  que  salga.  Los  que  quieran  mandar  por  ellas  a 
un  tercero  podrán  hacerlo,  prestando  fianza  de  que  las  tendrán 
consigo  al  concluir  el  término  de  dos  años.  Todos  aquellos  que 
en  este  plazo  no  hubiesen  traído  sus  mujeres  pagarán  una  multa 
de  cien  pesos  oro  para  el  fisco  real. 

20-  1549.  Febrero  7.  A  los  oficiales  de  Santa  Marta  o  Nuevo 
Reino.  Que  en  cada  uno  de  los  navios  que  vinieren  para  estos 
reinos  remitan  15,000  pesos.  Ya  les  había  ordenado  que  mandaran 
10,000  en  cada  barco  «pero  por  los  continuos  gastos  que  tenemos, 
e  necesidades.»  se  ve  en  la  urgencia  de  que  le  manden  15,000  en 
oro  o  su  equivalente  en  plata. 

21  — 1546.  Febrero  22.  Para  que  no  se  consienta  echar  indios 
a  minas.  Que  se  está  despoblando  ese  reino  con  hacer  trabajar  a  los 
indios  en  jas  minas.  Como  el  rey  tiene  obligación  de  atender  a  su 
buen  tratamiento  y  conservación  dispone  prohibir  que  en  el  Nue- 
vo Reino,  en  Santa  Marta  y  Popayán  se  les  obligue  a  estos  traba- 
jos, y  pide  se  le  dé  cuenta  de  los  infractores  a  este  ra:mdato. 
Repite  la  cédula  que  señala  por  castigo  la  pérdida  de  las  enco- 
miendas, más  una  multa  de  r,ooD  pesos  oro,  una  tercera  parte 
para  la  real  Cámara,  otra  para  el  denunciador  y  otra  para  el  juez 
que  lo  demandare.  Fechr»  en  Valladolid. 

Esta  cédula  fue  promulgada  en  Santafé  el  20  de  marzo  de 
1550  y  en  Tocaima  en  septiembre.  En  la  ranchería  del  Páramo, 
junto  a  Pamplona  alegan  que  allí  los  indios  de  las  minas  son  bien 
tratados  e  instruidos  en  la  fe,  que  no  mueren  en  ellas  por  estar 
aclimatados,  lo  que  no  sucede  con  los  negros,  que  no  resisten  lo 
frío  del  clima;  que  los  indios  no  van  forzados,  sino  de  su  propia 
voluntad;  que  si  se  pone  en  práctica  la  cédula  habrJi  que  dejar  de 
trabajar  las  minas  con  detrimento  de  Su  Majestad,  que  perderá  en 
10  años  1.000,000  de  pesos  de  oro  de  sus  quintos.  Aquellos  in- 
dios son  pobres  y  no  tienen  otra  manera  de  pagar  las  demoras,  y 
ellos  y  sus  encomenderos  están  muy  endeudados.  Como  suponen 
que  Su  Majestad  haya  sido  mal  informado,  suplican  de  la  real  cé- 
dula ante  la  audiencia  para  que  los  dejen  seguir  en  sus  trabajos 
con  los  indios  mientras  se  informa  a  Su  Majestad  y  resuelva.  Bal- 
tasar Maldonado,  como  juez,  en  virtud  de  lo  mandado  por  Su 
Majestad,  mandó  pregonar  la  cédula  en  Pamplona,  En  Santafé 
también  reclaman  de  ella  por  las  mismas  causas.  Tienen  sacerdo- 
tes en  las  minas  para  instruir  a  los  indios  en  la  fe  y  no  tienen  estos 
con  qué  vivir,  pues  no  pueden  contratar  con  los  vecinos  por  temor 
de  que  los  maten.  Su    Majestad,  al  abandonar   las  minas,  perdería 


ARCHIVO    DE   INDIAS  569 


más  de  un  millón  de  pesos,  los  indios  volverían  a  sublevarse  y  se 
necesitarían  más  de  mil  hombres  para  pacificarlos  de  nuevo,  con  un 
gasto  de  más  de  dos  millones,  como  podrá  certificarlo  el  capitán 
Baltasar  Maldonado,  juez  y  visitador  de  las  minas. . 

22 — 1549.  Marzo  30.  Ala  real  audiencia.  Sobre  lo  del  ser- 
vicio personal  de  los  indios.  Tiene  conocimiento  Su  Majestad  de 
cómo,  para  pago  de  los  tributos  en  que  están  tasados  los  indios, 
muchos  encomenderos  los  echan  a  las  minas,  teniendo  que  ir  mu- 
chos desde  50  y  más  leguas  de  distancia,  cargando  con  las  provisio- 
nes que  han  de  llevar,  de  donde  resultan  muchas  pérdidas  de  vidas. 
Manda  que  se  averigüe  en  qué  poblaciones  se  comete  este  abuso,  y 
ordena  que  los  tributos  se  paguen  en  productos  naturales  o  de  fabri- 
cación de  los  indios  para  que  puedan  vivir,  conservarse'  y  procrear. 
A  los  que  no  obedecieren  se  les  quitarán  las  encomiendas  y  se  en- 
tregarán a  personas  que  traten  bien  a  los  indios  y  los  eduquen  en  la 
fe.  Cuando  hubiese  que  transportar  artículos  de  primera  necesidad 
y  no  alcanzaren  las  acémilas  se  podrán  llevar  aquellos  indios  que 
hicieren  menos  falta,  se  les  cargará  poco,  se  les  harán  pequeñas 
jornadas  y  se  les  pagará  bien. 

2^ — 1549.  Mayo'3i.Para  que  no  puedan  pasar  personas  del 
Nuevo  Reino  al  Perú  sin  licenci?  especial,  sobre  todo  si  son  casados. 
Sólo  podrán  hacerlo  los  casados  que  vayan  con  sus  mujeres  y  sus 
mercaderes  o  factores. 

24 — 1549.  Ala  real  audiencia.  Para  que  no  se  carguen  in- 
dios con  mercancías  y  sobre  otras  cosas.  No  se  debe  cargar  a  los 
naturales  sino  «cuando  no  haya  peligro  en  la  vida,  salud  y  conser- 
vación de  los  indios.»  Ni  se  hará  contra  su  voluntad,  ni  sin  pagar- 
los. En  caso  contrario,  se  castigará  severamente  a  los  que  lo  hicie- 
ren. Lo  harán  con  licencia,  cuando  no  haya  camino  a  propósito  para 
recuas,  ni  bestias,  y  en  ese  caso  se  les  pondrá  poco  peso.  A  los  con- 
traventores se  les  cobrará  una  multa  de  mil  castellanos  de  oro  para 
la  cámara  real,  y  si  es  persona  baja  que  no  los  pueda  dar,  recibirá 
cien  azotes,  y  perderán  la  carga  mitad  a  favor  del  demandador  y 
la  otra  para  la  real  cámara. 

25—1549  Junio  9.  A  la  real  audiencia  del  Nuevo  Reino. 
Que  se  haga  la  tasación  de  los  tributos  que  deban  pagar  los  indios 
de  é!  conforme  al  capítulo  de  las  nuevas  leyes  y  veyendo 
que  los  plazos  de  las  pagas  de  que  lo  han  de  pagar  sea  con  el 
menor  daño  y  fatiga  de  los  dichos  indios  e  ser  puede  como  a  ellos 
pareciere.  El  licenciado  Jiménez  de  Quesada  ha  comunicado  a  Su 
Majestad  que  los  encomenderos  acostumbran  hacer  pagar  las  demo- 
ras de  los  indios  cada  cuatro  meses,  lo  cual  es  perjudicial  y  escan- 
daloso, y  no  les  deja  ningún  descanso.  La  audiencia  hará  la  tasa- 
ción de  lo  que  han  de  pagar,  y  la  repartición  de  las  encomiendas 
conforme  a  las  nuevas  leyes,  y  los  indios  no  pagarán  los  tributos 
sino  de  seis  en  seis  meses  «con  el  menor  daño  y  fatiga  de  los  di- 
chos indios.» 

26 — 1549.  Junio  9  A  la  real  audiencia  del  Nuevo  Reino. 
Hagan  hacer  las  paces  que  les  pareciera    conveniente  para  que  los 


570  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


indios  de  aquella  tierra,  por  ellas  e  no  por  otras  algunas  den  a 
sus  encomenderos  los  títulos  que  les  debieren.  El  licenciado  Jimé- 
nez de  Quesada,  «vecino  de  aquella  ciudad  y  teniente  gobernador 
que  fue  de  dicKo  reino,»  informa  que  aunque  las  autoridades  han 
selialado  la  cantidad  que  los  indios  deben  pagar  a  sus  encomende- 
ros, hay  en  esto  una  gran  anarquía,  pues  estos  entregan  a  los 
caciques  piedras  «no  examinadas  ni  marcadas  que  ellos  mismos 
tienen  cuidado  de  ir  aumentando  de  volumen  cuando  van  crecien- 
do las  demoras.»  La  audiencia  hará  pesas  y  medidas  «que  os 
pareciere  convenir»  y  por  ellos,  y  no  por  otros,  pagarán  los  indios 
los  tributos  que  se  les  tienen  señalados,  bajo  las  penas  que  les 
impusiere  ésta. 

27 — 1549.  Junio  9.  Para  que  las  apelaciones  debiesen  de  ir, 
conforme  a  las  leyes,  a  los  consejos  de  las  ciudades  y  villas  del 
Nuevo  Reino  de  Granada  que  estuvieren  fuera  de  las  doce  leguas 
de  la  audiencia  real  sea  la  cantidad  delio  hasta  ochenta  pesos  y 
no  más  y  hasta  la  dicha  cantidad  puedan  conocer  los  dichos  con- 
sejes. Por  informe  del  licenciado  Jiménez  de  Quesada  ha  sabido 
Su  Majestad  que  por  las  leyes  existentes  en  el  reino  no  se  podía 
apelar  por  sumas  pequeñas  sino  ante  la  real  audiencia,  con  grave 
perjuicio  de  las  gentes.  Se  manda  y  ordena  que  por  sumas  meno- 
res de  80  pesos  se  apele  ante  los  ayuntamientos  de  las  ciudades 
y  villas  que  estén  a  más  de  doce  leguas  de  la  audiencia. 

28 — 154.9.  Junio  9.  A  la  real  audiencia  para  que  vean  lo 
que  más  conviene  y  sea  de  justicia  sobre  lo  que  el  licenciado  Jimé- 
nez pide  que  cuando  algún  repartimiento  de  indios  se  hubiere  de 
hacer  no  se  desmiembre  en  muchas  personas  porque  es  daño  de 
los  indios.  Dice  Jiménez  de  Quesada  que  están  acostumbrados  cuan- 
do liega  a  vacar  alguna  encomienda  el  dividirla  entre  varios  preten- 
dientes, dando  a  uno  un  cacique  con  varios  indios  y  a  otro  un  ca- 
pitán de  este  cacique  con  otros  indios,  lo  que  es  muy  perjudicial, 
pues  separados  éstos  de  su  cacique,  ya  no  quieren  servir,  y  se  en  • 
montan.  Manda  si  así  lo  juzgare  bien  la  audiencia  que  cuando 
vaque  una  encomienda  se  le  entregue  al  principal  pretendiente  el 
cual  dará  a  los  otros  que  designe  la  audiencia  una  suma  anual 
que  ella  misma  estipulará. 

29  —  1549.  Junio  12.  A  la  audiencia  del  Nuevo  Reino  de 
Granada.  Que  no  consientan  ni  den  lugar  a  que  Montalvo  de 
Lugo  ni  otra  persona  entienda  en  el  descubrimiento  ni  poblazón 
que  dicen  del  Dorado,  y  cuando  entiendan  hacer  algún  descubri- 
miento avisen  primero  dello.  Se  sabe  que  Lope  Montalvo  de  Lugo, 
teniente  de  gobernador  de  aquel  Reino,  piensa  ir  a  descubrir  el 
Dorado,  sin  siquiera  haber  mostrado  su  raftidencia,  lo  que  no  le 
deben  permitir.  Si  alguno  quisiere  hacer  conquistas  hará  capitu- 
laciones con  la  audiencia,  que  las  remitirá  para  la  aprobación  de 
Su  Majestad. 

30 — 1519.  Julio  17.  Provisión  del  distrito  de  la  audiencia 
del  Nuevo  Reino  de  Granada.  Da  cuenta  de  cómo  ha  nombrado 
sus  oidores  para  que  sean  acatados  y  obedecidos  bajo  las  penas 
que  ellos  mismos  impongan.  Si  acaso  no  llegaren  más  que  dos  oi- 


ARCHIVO    DE   INDIAS  57 1 


dores,    están  ellos   autorizados  a  hacer  su  oficio    siempre   que  sea 
de   común    acuerdo,    mientras  llegan  los  otros  oidores. 

31  — 1549.  Septiembre  4.  Carta  sobre  la  diezma  de  los  indios. 
Han  de  tener  mucho  cuidado,  para  que  los  indios  estén  con- 
tentos bajo  su  yugo  y  obediencia,  de  mandarles  sacerdotes  que 
los  instruyan  en  la  fe;  que  los  tributes  que  paguen  sean  modera- 
dos y  se  los  cobren  con  suavidad;  que  se  Ics  trate  como  a  hom- 
bres libres  de  les  reinos  de  España.  No  debe  arruinárseles  con 
tributos  sino  dejarles  modo  de  hacer  a'gún  ahorro  para  que  pue- 
dan curarse  de  sus  enfermedades  y  se  les  facilite  casar  a  sus  hijos. 
Ordena  ala  audiencia  que  averigüelo  que  los  indios  puedan  pagar 
sin  fatiga,  y  de  las  personas  que  les  cobren  más  tributos  que  los 
que  pagaban  en  tiempo  de  sus  caciques.  De  acuerdo  con  su  real 
Consejo  lo  convenido  que  los  indios  deberán  pagar  el  diezmo  de 
sus  siembras  para  ayudar  al  salario  de  los  obispos  y  maestros  de 
las  iglesias  y  clérigos  que  les  proporcionan  los  sacramentos.  Se  les 
podrá  imponer  una  contribución  moderada  por  cabeza,  contando 
como  una  sola  al  indio  con  su  mujer  y  los  hijos  que  no  fueren  ca- 
sados, para  sustentar  a  ius  españoles  que  fuesen  a  ayudarles  en  su 
policía.  Otro  impuesto  pequeño,  para  las  autoridades  judiciales, 
el  que  se  podría  sacar  de  sus  industrias  y  comercio.  También 
conviene  que  ayuden  a  hacer  iglesias  y  conventos;  todo  lo  cual 
llevarán  a  efecto  de  acuerdo  con  las  órdenes  de  Santo  Domingo, 
San  Francisco  y  San  Agustín, 

El  15  de  marzo  de  1551  se  leyó  esta  cédula  en  presencia 
de  Juan  de  Galarza  y  Beltrán  deOóngora,  oidores,  quienes  hicie- 
ron llamar  a  fray  Jerónimo  de  San  Miguel,  franciscano,  fray  José 
de  Robles,  vicario  general  de  Santo  Domi  igo  y  al  padre  Mata- 
moros, maestrescuela  de  Santa  Marta. 

32 — 1542.  Septiembre  4.  A  Sancho  de  Clavijo,  gobe-^nador 
de  Castilla  de  Oro.  Se  inserta  una  de  las  nuevas  leyes  que  pro- 
hibe en  al  3  -luto  la  pesquería  de  las  perlas  con  indios  o  negros, 
por  las  muchas  muertes  que  resultan  dello,  y  más  se  estima  sus  vi- 
das que  los  quintos  de  las  perlas.  Manda  que  nadie  ios  ocupe  en 
este  oficio  bajo  pena  de  muerte.  Sabe  que  muchas  personas  que 
se  ocupaban  en  esa  granjeria  en  el  cabo  de  la  Vela,  al  ver  que 
alli  se  agotaban  las  perlas,  habían  ido  a  Panamá  llevando  más 
de  600  indios  esclavos  para  la  pesca.  Que  se  les  prohiba  bajo  la 
misma  pena. 

33  ^549-  Septiembre  28.  A  la  audiencia  del  Nuevo  Reino 
de  Granada  sobre  que  los  españoles  que  residen  en  aquellas  par- 
tes y  tienen  indios  encomendados  se  casen  dentro  de  tres 
años.  El  licenciado  Jiménez  de  Quesada  hr^  dado  cuenta  de  que 
aún  existen  muchos  encomenderos  solteros  con  gran  detrimento  de 
los  indios  a  quienes  se  causan  mayores  daños  y  no  se  leí  instru- 
ye bien  en  la  fe.  Recuerda  para  que  se  cumpla  la  cédula  de  1539, 
por  la  cual  manda  que  se  casen  los  encomenderos  que  estuvieren 
solteros,  al  menos  que  sean  ya  de  mucha  edad,  y  que  los  que  son 
casados  lleven  a  sus   mujeres,  en  el  término  de  tres  años.   Manda 


572  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Su  Majestad  que  esta  orden  se  cumpla,  y  que  al  que  no  obedezca 
se  le  quite  la  encomienda  y  se  le  entregue  a  un  casado. 

34—1549.  Septiembre  28.  Ala  audiencia,  recordando  que 
en  la  carta  inserta  sobre  la  tasación  de  los  tributos  que  los 
indios  han  de  dar  a  los  españoles  que  los  tienen  en  encomien- 
da y  como  para  ellos  fuere  dirigida  la  guarden  y  cumplan.  Aún 
no  se  han  tasado  los  tributos  que  los  indios  han  de  dar  a  sus 
encomenderos  en  los  pueblos  de  ese  reino.  Los  oidores  de- 
berán ir  personalmente  a  cada  pueblo,  y  después  de  oír  una  misa 
al  Espíritu  Santo  para  que  los  ilumine,  y  jurar  duranie  ella,  en 
presencia  del  cura,  de  que  cumplirán  con  su  deber  en  conciencia, 
averiguarán  lo  que  los  indios  pagaban  a  sus  caciques  y  loque  hoy 
dan  a  sus  encomenderos,  y  fijará  el  precio  .que  han  de  pagar  en 
adelante.  El  tributo  se  deberá  fijar  en  objetos  que  posean  los  in- 
dios de  cada  lugar,  o  que  sean  de  su  industria,  y  lo  harán  directa- 
mente al  encomendero,  y  nunca  a  un  tercero.  Si  el  encomendero 
sacase  más  de  lo  que  se  le  fija,  perderá  la  primera  vez  el  exceso 
de  lo  que  cobre,  a  favor  del  real  fisco.  Si  reincidiere,  se  le  qui- 
tará la  encomienda  y  se  le  embargarán  todos  sus  bienes  para  Su 
Majestad.  Los  hijos  legítimos  heredarán  la  encomienda  del  padre, 
y  si  no  hubiere  hijos,  la  viuda.  El  heredero  tratará  bien  a  los  in- 
dios, los  instruirá  en  la  religión  y  cobrará  el  tributo  como  se  tiene 
indicado.  Por  el  licenciado  Jiménez  de  Quesada  se  ha  sabido  que 
no  ha  sido  cumplida  otra  cédula  anterior  que  ordena  que  se  haga 
la  tasación.  Al  hacerla  los  oidores  tendrán  un  padrón  de  registro 
donde  estén  inscritas  las  encomiendas  con  los  tributos  que  cada 
uno  ha  de  pagar. 

35 — 1549-  Octubre  9.  A  los  oidores  del  Nuevo  Reino  de 
Granada.  Jiménez  de  Quesada  ha  dado  cuenta  de  que  frecuente- 
mente se  ausenta  el  gobernador  dejando  muchos  negocios  y  plei- 
tos pendientes.  Ordena  que  cuando  se  ausente  un  gobernador  o 
su  teniente,  de  cualquiera  ciudad,  villa  o  lugar,  deje  al  ordinario 
encargado  de  seguirlos  para  no  causar  perjuicio  a  las  partes, 

36 — 1549.  A  los  oidores,  etc.,  Su  Majestad  ha  platicado  con 
los  perlados  de  las  ciudades  sujetas  a  aquella  audiencia  ordenen 
lo  que  vieren  que  conviene  sobre  si  convendrá  que  se  hagan  pue- 
blos de  casas  juntas  en  las  comarcas  que  los  indios  eligieren,  y 
sobre  que  haya  alcaldes  ordinarios  y  corregidores  cadañeros  entre 
ellos,  y  otras  cosas.  A  los  indios  les  agrada  mucho  hacer  sus  casas 
separadas  unas  de  otras,  lo  que  dificulta  al  ejercicio  de  la  justicia 
y  la  enseñanza  de  la  doctrina.  Convendría  que  en  ios  pueblos  de 
indios  se  les  hiciese  nombrar  por  sí  mism.os,  y  entre  los  suyos  al- 
caldes y  regidores,  lo  mismo  que  alguaciles  y  otros  oficia' les  necesa- 
rios, y  que  tuviesen  cárcel  de  malhechores  «y  un  corral  de  consejo 
para  meter  los  ganados  que  les  hiciesen  daños,  y  se  les  enseñasen 
las  penas  que  había  que  aplicar.»  También  han  de  tener  plaza  y 
mercado.  «Los  indios  deben  ser  persuadidos  por  la  mejor  e  mas 
blanda  e  amorosa  vía.» 

37 — 1549-  Octubre  9.  A  los  oidores,  etc.  Sobre  el  enviar  un 
oidor  della  en  cada  un  año  a  visitar  la  dicha  provincia. 


ARCHIVO    DE   INDIAS  573 


Jiménez  de  Quesada  ha  indicado  la  conveniencia  de  visitar  la 
provincia.  El  oidor  Mercado  se  pondrá  de  acuerdo  con  dos  de  los 
oidores,  los  más  ancianos,  para  nombrar  al  oidor  que  deba  hacer 
la  visita  a  todos  los  pueblos  de  la  provincia.  Cada  un  año  se  hará 
nuevo  nombramiento  que  ha  de  recaer  en  otro  oidor  hasta  que 
toque  a  cada  uno  su  turno. 

38 —  549.  Octubre  9.  Presidente  y  oidores  de  ia  audiencia. 
Que  den  ordeu  cómo  en  aquella  nueva  audiencia  liaja  un  ar- 
chivo universal  e  ansimismo  convenía  que  cada  ciudad  o  villa 
que  hubiere  en  cada  provincia  tenga  el  particular  de  sus  escrituras. 
Él  licenciado  Jiménez  de  Quesada  ha  comunicado  la  convenien- 
cia de  que  haya  una  tabla  pública  en  las  casas  del  Consistorio 
donde  estén  inventariadas  las  reales  cédulas,  pues  por  no  haberla 
se  han  perdido  todas  las  que  se  han  dado  hasta  la  fecha.  Manda 
que  todas  las  reales  cédulas,  cartas,  etc.  se  queden  en  una  caja  de 
tres  llaves  y  se  haga  de  ellas  una  lista  por  orden  alfabético,  y  que 
lo  mismo  han  de  hacer  en  todas  las  villas  y  pueblos  para  que  cada 
cual  tenga  su  archivo. 

39 — 1549.  Octubre  25.  A  los  oficiales  de  la  provincia  de  Po- 
payán.  Que  se  informe  qué  personas  de  aquellos  a  quien  Su  Ma- 
jestad ha  hecho  merced  de  alguna  carxtidad  de  almojarifazgo  lo 
han  vendido,  y  aquellos  que  hallaren  haberlo  vendido  cobren  da- 
llos y  de  sus  bienes  lo  que  hubiere  montado  el  dicho  almojarifazgo, 
y  de  lo  que  de  aquí  en  adelante  se  vendiese  tengan  cuidado  de 
que  se  cobre.  Estos  derechos  de  almojarifazgo  se  concedían  gene- 
ralmente a  las  personas  que  iban  a  establecerse  en  Tierra  Firme 
para  ayudarles  en  sus  gastos  y  darles  algunas  facilidades.  Aun- 
que no  eran  transmisibles,  muchas  personas  los  vendían  con  de- 
trimento de  la  caja  real.  Prohibe  nuevamente  estas  ventas  y  orde- 
na que  se  castigue  a  los  que  lo  han  hecho  haciéndoles  restituir  las 
sumas  que  con  esto  han  economizado. 

40 — 1549.  Octubre  9.  A  la  real  audiencia.  Que  provean  cómo 
no  se  echen  ni  traigan  indios  algunos  a  buscar  hoyos  ni  sepultu- 
ras, ni  sacar  tesoros.  Ha  sido  informada  Su  Majestad  deque  en 
estos  trabajos  sufren  mucho  los  indios.  De  acuerdo  con  su  real 
consejo  lo  prohibe  en  adelante  autorizando  a  la  audiencia  a  fijar 
y  aplicar  penas  en  las  personas  y  en  los  bienes  de  los  que  este 
mandato  infringieren. 

41 — 1549.  Octubre  25.  A  los  oficiales  de  las  provincias  de 
Santa  Marta  y  Nuevo  Reino  para  que  se  informen  qué  personas 
etc.  (igual  a  la  del  número  39).  Las  cédulas  que  Su  Majestad  daba 
por  200  y  más  pesos  a  los  que  iban  a  Indias  era  con  objeto  de 
que  no  pagaran  derechos  de  las  cosas  que  llevaban,  para  que  pu- 
dieran instalarse  ccn  alguna  economía,  pero  eran  intrasmisibles, 
etc.,  etc.  (como  en  el  número  39). 

42 — 1549.  Diciembre  30.  A  la  real  audiencia.  Sobre  que  no 
se  hagan  entradas  y  rancherías.  Sabedor  el  rey  de  que  de  las 
entradas  y  rancherías  que  se  hacen  en  aquella  tierra  sólo  resultan 
inconvenientes  y  robos,  prohibe  en  absoluto  que  en  las  Indias  se 


574  BOLETÍN  DK  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


hagan   entradas  sin  licencia  de  los  gobernadores,  bajo  pena  de  la 
vida  y  de  pérdida  de  bienes. 

43  — 1549.  Diciembre  31.  Carti  ala  audiencia  para  que  se 
hagan  pregonar  y  guardar  las  dos  precedentes. 

44 — 1550.  Marzo  11,   A  la  rea!  audiencia.    Que  hagan   cargo 
ai  tesorero,  padre  Briceño,  de  los  derechos  de  quinientos  pesos  de . 
oro  «que  obio  en  polvo  e  no  se  pagaron.» 

45 — 1550-  Abril  16,  Ordenanzas  para  lo  que  toca  a  la 
cobranza  y  buen  recaudo  de  los  bienes  de  difuntos  en  In- 
dias. A  la  audiencia  del  Nuevo  Reino  de  Granada.  Todos  los 
albaceas  y  herederos  de  bienes  de  difuntos  en  Indias  debe- 
rán venderlos  en  almoneda  conforme  a  las  leyes.  Los  que  pro- 
cedieren de  otra  manera  pagarán  con  el  doble,  la  mitad  para 
la  cámara  y  fisco,  y  la  otra  para  el  juez  que  demandarle.  El 
juez  no  llevará  derechos  de  pregón  sino  que  cobrará  de  acuerdo 
con  los  días  que  trabajo.  El  pregonero  y  el  escribano  no  cobra- 
rán derechos  de  tasa  sobre  la  hacienda  que  se  pregone.  Los  al- 
baceas y  tenedores  de  bienes  no  podrán,  ni  por  sí  ni  por  ante- 
puesta persona,  sacar  ninguno  de  los  bienes  que  pusieren  en  al- 
moneda. En  los  pueblos  españoles  de  las  Indias  será  albacea  uno 
de  los  alcaldes,  uno  de  los  regidores  el  otro,  y  el  tercero  un 
miembro  del  Consejo.  Tendrán  un  arca  de  tres  llaves,  con  un  li- 
bro encuidernado,  donde  el  escribano  del  cabildo  sentará  las  en- 
tradas y  salidas.  La  real  audiencia  nombrará  uno  de  sus  oidores, 
comenzando  por  el  más  antiguo,  para  que  despache  los  negocios 
de  bienes  de  difuntos.  El  alcalde  y  los  tenedores  de  bienes  me- 
terán en  el  arca  de  las  tres  llaves  las  sumas  que  fueren  entrando 
de  venta  de  estos  bienes.  H irán  un  balance  de  ellos  cada  dos 
meses  y  darán  cuenta  de  él  al  cabildo.  Si  dejare  de  introducir 
alguna  suma,  se  le  castigará  cobrando  el  doble  a  favor  de  dichos 
bienes.  Cada  un  año,  a  partir  del  día  en  que  recibieren  el  depósi- 
to'los  tenedores  de  estos  bienes  enviarán  a  la  casa  de  Contrata- 
ción de  Sevilla  las  sumas  que  hubiesen  colectado  con  una  relación 
de  los  que  hubiesen  vendido  y  los  que  faltasen  por  vender,  bajo 
pena  de  pagar  el  doble  de  lo  que  dejasen  de  mandar  si  no  lo  hi- 
ciesen con  tiempo.  El  alcalde  y  el  regidor  nombrados  tenedores 
de  hienas  mandarán  a  España,  al  final  del  año,  un  balance  com- 
pleto de  los  bienes  a  su  cargo,  y  remitirán  las  sumas  en  su  poder 
con  relación  de  los  bienes  que  estén  sin  vender,  indicando  su  va- 
lor y  el  poder  en  que  están,  bajo  pena  de  200  pesos  de  multa  por 
cada  vez  que  dejasen  de  cumplir  estos  mandatos.  Esta  relación  se 
enviará  al  oidor,  que  tiene  judicatura  en  España  sobre  los  dichos 
bienes,  con  firrnas  autenticadas  por  el  escribano  público.  Como 
era  costumbre  en  Indias  guardar  por  mutho  tiempo  los  bienes  de 
difuntos  para  estar  cobrando  derechos  sobre  ellos,  con  lo  que  los 
reducían  bistante,  se  ordena  que  estos  derechos  no  se  cobren  sino 
una  vez,  al  fin  de  primer  año.  A  los  que  siguieren  cobrando  se 
les  castigará  c<in  una  multa  cuatro  veces  mayor  que  las  comisio- 
nes que  cobraren.  También  acostumbran  algunos  cobrar  derechos 


ARCHIVO   DE   INDIAS  575 


sobre  las  sumas  que  debía  el  difunto.  En  adelante  no  se  cobrarán 
sino  sobre  !a  suma  que  quede  después  de  pagadas  las  deudas, 
bajo  pena  de  pagar  cuatro  veces  lo  que  cobraren  en  más.  Cuan- 
do el  oidor  juez  de  los  bienes  de  difuntos  creyese  que  deba  llamar 
a  los  tenedores  o  albaceas  para  dar  cuenta  de  algunos  bienes,  el 
llamamiento  se  hará  por  cuenta  de  los  dichos  bienes.  Muchas 
veces  sucede  que  los  tenedores  o  albaceas  conservan  en  su  poder 
por  largo  tiempo  los  bienes  de  difuntos,  y  luego  los  entregan  sin 
las  escrituras  y  comprobantes  necesarios.  En  adelante,  una  vez 
cumplido  el  año  mandarán,  bajo  inventario,  a  la  casa  de  Con" 
tratación  de  Sevilla,  por  cuenta  de  los  mismos  bienes,  una  relación 
completa  de  ellos,  y  las  sumas  recaudadas,  con  sus  respectivos 
comprobantes,  firmados  y  autorizados.  Si  por  cualquier  causa  jus- 
ta no  pudieren  remitir  esta  relación,  exhibirán  los  bienes  ante  el 
juez  bajo  pena  de  pagar  el  doble,  mitad  para  el  real  fisco  y  mitad 
para  los  herederos.  Algunas  personas  consignan  en  su  testamento 
la  voluntad  de  que  se  paguen  deudas  que  tienen  en  el  reino,  o 
destinan  sumas  para  obras  pías,  que  casi  siempre  se  pierden.  Se 
ordena  que  los  herederos  cumplan  con  la  voluntad  del  difunto, 
bajo  pena  de  pagar  el  doble,  mitad  para  el  fisco  y  mitad  para  los 
agraciados.  Cuando  muriere  algún  español  en  pueblo  de  Indias 
donde  no  hubiere  juez  de  bienes,  se  acudirá  inmediatamente  al 
encomendero  del  pueblo,  y,  junto  con  el  clérigo  del  lugar  o  el 
fraile,  pondrá  los  bienes  bajo  buen  recaudo,  y  se  avisará  al  corre- 
gidor o  justicia  mayor  más  cercano  para  que  averigüe  de  qué  lu- 
gar era  el  difunto,  y  comunique  la  muerte  a  los  herederos,  por 
conducto  del  oidor  juez  de  bienes.  Las  personas  que  tuvieren  a 
su  cargo  bienes  de  difuntos  no  podrán  salir  del  lugar  que  habitan 
sin  previo  permiso  de  las  autoridades  y  sin  que  entreguen  los  bie- 
nes que  tienen  en  depósito  bajo  pena  de  la  pérdida  total  de  sus 
propios  bienes,  mitad  para  el  fisco  y  mitad  para  los  herederos. 
Las  autoridades  tendrán  mucho  cuidado  en  ello,  pues  si  dejasen 
salir  a  algún  tenedor  de  bienes,  sin  dar  de  ello  cuenta,  deberán 
pagar  ellos  los  bienes  que  aquél  tuviere.  Manda  que  se  pregone 
para  que  sea  de  todos  conocida. 

Están  las  actas  de  pregón  en  Vélez,  Tocaima  y  Santafé. 

46 — 1550.  Junio  7.  Para  que  en  el  Nuevo  Reino  de  Granada 
y  en  Cartagena  no  se  impida  la  predicación. 

El  objeto  principal  que  en  Indias  se  proponen  sus  majestades 
la  conversión  de  Jos  indígenas,  la  que  ha  estado  a  cargo  de  los 
dominicanos,  de  los  franciscanos  y  de  los  agustinos.  Aconsejan 
que  se  lleven  sacerdotes  instruidos  y  personas  doctas,  y  que  a  cada 
pueblo  que  se  funde  se  le  nombre  un  cura.  Los  sacerdotes  de 
cualquiera  orden  que  sean  podrán  predicar  en  cualquiera  lugar 
cuantas  veces  quieran  sin  que  nadie  lo  estoibe.  Las  autoridades  les 
prestarán  protección   y  castigarán  a  quienes  tratasen  de  impedirlo. 

47 — 1550.  Junio  7.  Al  provincial  de  la  orden  de  San  Fran- 
cisco, en  el  Nuevo  Reino  de  Granada,  que  procure  que  los  reli- 
giosos de  su  orden  enseñen  a  los  indios  la  lengua  castellana. 


576  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Como  el  objeto  principal  de  esa  orden  es  atraer  a  los  indios 
al  conocimiento  de  Dios,  el  camino  más  directo  para  que  entien- 
dan la  doctrina  es  de  enseñarles,  «en  nuestra  lengua  castellana,» 
y  así  aprenderán  también  «nuestra  policía  y  nuestras  costumbres.» 
Deberá  encomendar  esto  a  los  religiosos  como  objeto  principal 
de  la  enseñanza  de  la  doctrina,  contando  con  el  apoyo  de  las 
autoridades. 
^'  Igual  cédula  se  mandó  a  los  provinciales  de  las  órdenes  de 

Santo  Domingo  y  San  Agustín, 

48 — 1550.  Junio  7.  A  los  oidores  del  Nuevo  Reino  de  Gra- 
nada, sobre  lo  que  se  escribe  a  los  provinciales  de  las  órdenes 
de  Santo  Domingo,  San  Francisco  y  San  Agustín,  de  dicha  tie- 
rra, para  que  enseñen  a  los  indios  la  lengua.  «Como  una  de  las 
principales  cosas  que  nos  deseamos  para  el  bien  de  la  tierra,  es 
la  salvación  e  instrucción  e  conversión  a  nuestra  santa  fe  ca- 
tólica a  los  naturales  della,  y  que  también  amen  nuestra  policía 
y  buenas  costumbres,»  tratando  de  los  medios  para  lograr  este 
resultado,  le  ha  parecido  que  el  mejor  es  la  enseñanza  del  idio- 
ma castellano,  lo  cual  ha  recomendado  a  los  religiosos  de  ese 
reino.  Lo  avisa  para  que  lo  encarezcan  a  los  religiosos,  y  les  pres- 
ten ayuda  y  protección. 

49  — 1550.  Junio  12.  A  los  oidores  del  Nuevo  Reino  de  Gra- 
nada, la  recomendación  de  los  religiosos  de  Sanjto  Domingo.  Fray 
Joseph  de  Roble  ha  pasado  a  ese  reino,  junto  con  otros  religiosos 
de  su  orden  a  ocuparse  en  la  conversión  de  los  indios.  Los  reco- 
mienda para  que  esa  audiencia  los  ayude  y  favorezca,  y  espe- 
cialmente para  que  no  los  deje  faltar  de  mantenimientos. 

50 — 1550.  Junio  12.  Presidente  y  oidores,  etc.  Sobre  el  ha- 
cer de  los  monasterios  de  este  Nuevo  Reino.  Que  vean  que  los 
religiosos  dominicanos,  franciscanos  y  agustinos,  que  se  ocupan 
de  la  conversión  de  los  indios  estén  bien  alojados,  y  se  les  ayude 
a  hacer  sus  monasterios. 

51 — 1550.  Julio  16.  Carta  al  tesorero  Pedro  Briceño.  Se  ha 
recibido  la  relación  que  hace  de  las  cosas  de  esa  tierra.  Trata  de 
los  descubrimientos  de  nuevas  minas,  y  cómo  no  se  ha  podido 
castigar  a  los  que  emplean  indios  en  ellas,  porque  los  españoles 
y  los  negros  se  ponen  en  contra  suya,  y  hay  muchos  oficiales  que 
tienen  indios  en  encomienda,  y  los  echan  a  las  minas.  En  cuan- 
to a  los  indios  que  él  posee,  por  haberse  casado  con  doña  María 
de  Carvajal,  no  los  podrá  poseer,  porque  'la  ley  prohibe  a  los  ofi- 
ciales reales  el  tener  indios  en  encomienda.  En  lo  que  dice  hacer 
un  camino  nuevo  para  ir  a  las  minas,  le  contesta:  «¿qué  enten- 
deréis en  vuestro  oficio,  como  se  os  está  dicho,  si  no  os  ocupáis 
en  otra  cosa  alguna?» 

{Continuará) 


boletín 


Año  XIV-N.' 166  r\i      II      r'     I    I    XI      Enero:  1925 


DE    HISTORIA    Y    ANTIGÜEDADES 

oRGflno  De  CR  flcfloemifl  nncionflc  oe  hiisorih 

DIRECXOB,  REDACTORES, 

EDUARDO  POSADA  LUIS  AUGUSTO  CUERVO 

ROBERTO  CORTÁZAR 


Bogotá— República  de  Colombia 


flRCBlVO  DE  UnDIflS 

NUEVO   REINO   DE   GRANADA,    CÉDULAS   REALES  DESDE  EL    20   DK 
DICIEMBRE  DE    1 536   HASTA   EL   22    DE   MATO    1 58 1 

(Continuación). 

52 — 1550.  Julio  16.  Carta  al  presidente  y  oidores  de  la  real 
audiencia  de  Santafé,  Inserta  la  que  escribió  a  Pedro  Briceño. 
Que  hagan  guardar  y  cumplir  las  nuevas  leyes,  especialmente 
en  lo  que  hace  al  buen  tratamiento  que  se  ha  de  dar  a  los  natura- 
les para  su  conversión.  El  oficio  de  contador  que  ha  quedado  va- 
cante por  muerte  de  Mercado,  hase  llenado  con  Cristóbal  de  San 
Miguel,  que  ha  marchado  pan  Santafé. 

53 — 55°-  Agosto  12,  Presidente  y  oidores,  etc.  Que  vean  la 
carta  que  se  inserta,  donde  declara  la  orden  que  se  ha  de  tener  en 
oír  pleitos  sobre  indios,  y  la  guarden  y  cumplan  con  la  nueva 
declaración.  Como  han  alargado  mucho  íos  pleitos  de  indios,  inser- 
ta la  real  orden,  de  20  de  octubre  de  1545,  que  dice  cuales  causas 
deberán  ir  directamente  a  su  conocimiento,  y  manda  se  demande 
justicia  en  la  audiencia,  antes  de  ir  al  consejo.  Cuando  se  remitan 
presos  al  consejo,  han  de  ir  las  partes  citadas. 

54—1550.  Octubre  19.  Carta  a  la  audiencia,  sobre  los  libros 
de  Sepúlveda.  Ha  sido  informada  su  majestad  que  el  doctor  Se- 
púlveda  ha  hecho  nuevamente  la  suma  de  un  libro,  «que  trata  so- 
bre cosas  tocantes  alas   nuestras  Indias ,  y  lo    ha  hecho 

imprimir  fuera  de  nuestros  reinos,»  y  como  dichas  cosas  no  deben 
tratarse,  ni  publicarse  sin  previa  licencia,  manda  averiguar  qué 
personas  tienen  alguno  o  algunos  de  dichos  libros,  los  descomisen 
y  los   manden  todos  al  real  consejo. 

55 — 1550.  Valladolid,  octubre  26.  El  licenciado  Sorita,  oidor 
de  la  audiencia  de  la  isla  Española,  fue  enviado  a  las  provincias 
del  Nuevo  Reino  y  a  las  de  Santa  Marta  y  Cartagena,  a  tomar  resi- 
dencia a  Miguel  Diez  de  Armendáriz  y  a  sus  tenientes  y  oficiales, 
y  como  por  la  calidad  de  su  persona,  es  justo  que  sea  honrado  y 
favorecido  por  el  tiempo  que  allí  estuviese  tomando   la  residencia, 

xtv— 37 


578  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


manda  que  se  le  trate  honradamente  y  se  le  dé  todo  el  favor  y 
ayuda  que  necesite.  Ordena  a  los  oidores  no  se  entrometan  en  las 
apelaciones,  pues  éstas,  según  las  nuevas  leyes,  han  de  venir  al 
consejo  de  Indias. 

56 — 1550.  Noviembre  13.  Sobre  carta  de  la  que  se  dio  para 
que  esclavos  berberiscos  se  dejen  en  las  Indias,  para  que  las  justi- 
cias de  ellas  las  guarden  y  cumplan.  Se  inserta  la  cédula,  de  14  de 
agosto  de  1543,  que  prohibe  que  esclavos  berberiscos  y  otras  perso- 
nas libres  nuevamente  convertidas  de  moros  e  hijos  de  ellos  «pasen 
a  las  Indias^  donde  es  una  tierra  nueva,  en  que  apenas  se  empieza 
a  trasplantar  la  fe,  y  conviene  que  se  quite  toda  ocasión,  porque 
no  se  puede  sembrar  y  publicar  en  ella  la  secta  de  Mahoma.»  £1 
que  hiciere  esto  perderá  las  mercedes  reales,  y  pagará  10,000  ma- 
ravedíes para  la  real  cámara. 

57 — 1551.  Febrero  13.  Presidente  y  oidores  de  la  real  audiencia 
del  Nuevo  Reino.  Sobre  el  arancel  de  los  derechos  de  escribanos. 
Como  en  aquellas  tierras  nuevas  son  muy  caros  el  papel  y  las 
obleas,  en  vista  del  arancel  del  reino,  vean  lo  que  conviene  pagar 
a  los  escribanos,  teniendo  en  cuenta  la  calidad  de  la  tierra. 

58 — 155 1.  A  los  presidentes  y  oidores  y  otras  justicias  de  las 
Indias.  Que  se  informen  si  algunos  de  los  desterrados  de  todas 
las  Indias  por  las  alteraciones  de  Pizarro  y  otras  del  Perú  están  en 
algunas  de  las  islas  y  provincias  de  aquellas  partes,  y  todos  aque- 
llos que  hallare  que  están  y  residen  en  ellas,  de  los  dichos  des- 
terrados, los  envíen  a  estos  reinos  en  los  primeros  navios  que 
de  ellos  vengan.  Se  tiene  relación  de  cómo  las  gentes  que  sirvieron 
con  Gonzalo  Pizarro  y  otros  revoltosos  han  ido  a  servir  a  los  ingle- 
ses y  han  sido  declarados  traidores  y  han  sido  condenados  a  muer- 
te vil  o  pena  de  azotes,  o  a  servir  en  galeras  o  a  destierro  perpetuo 
de  Indias.  Y  como  éstos  no  deben  quedar  en  algunos  lugares,  sien- 
do gente  perniciosa,  los  harán  embarcar  y  remitirlos  al  real  con- 
sejo. 

59 — 1551.  Mayo  16.  En  la  ciudad  de  Panamá  hay  muchos 
escribanos  reales  ante  quienes  se  otorgan  escrituras  que  las  llevan 
de  una  parte  a  otra  de  esa  provincia  y  aun  a  otros  lugares,  con 
gran  perjuicio  para  las  partes.  Manda  que  al  fin  de  cada  año  todo 
escribano  pase  al  cabildo  o  ayuntamiento  todas  las  escrituras  pú- 
blicas que  hubiese  otorgado,  con  su  índice  alfabético,  bajo  pena, 
8i  no  lo  hiciere,  de  pérdida  del  oficio,  500  ducados  para  la  real 
cámara  y  pago  del  daño  que  ocasionare  a  las  partes. 

60 — 155 1.  Junio  8.  A  las  audiencias  de  las  Indias  sobre  la 
orden  que  se  ha  de  tener  en  lo  de  la  tasación  de  tributos  que  los 
indios  han  de  dar.  Las  audiencias  mandarán  a  Su  Majestad  una 
relación  detallada  de  los  tributos  que  han  de  pagar  los  indios,  tanto 
aquellos  que  están  en  cabeza  de  Su  Majestad  como  los  encomenda- 
dos a  particulares.  Esta  se  hará  en  justicia,  indicando  el  producto 
que  puedan  pagar  sin  fatiga,  el  cual  ha  de  fijarse  más  o  menos  por 
el  que  pagaban  a  sus  caciques.  Llevarán  un  libro  con  indicación  de 
ios  pueblos  y  lo  que  cada  uno  hubiese  de  pagar  para  que  los  mis- 


ARCHIVO   DE  INDIAS  579 


moa  indios  sepan  qué  es  lo  que  han  de  dar  a  los  oñciales  reales  y 
a  las  personas  a  quienes  estuviesen  encomendados.  De  la  relación 
que  haga  la  audiencia  dejará  en  cada  pueblo  un  ejemplar  firmado 
en  poder  del  cacique,  explicándole  su  contenido  por  medio  de 
intérprete.  Otro  ejemplar  se  dará  a  la  persona  entfargada  de  co- 
brar los  derechos.  En  el  tributo  que  impongan  tendrán  en  vista 
que  el  indio  quede  con  facilidad  de  alimentar  su  familia,  de  casar 
y  dotar  sus  hijos,  de  curarse  las  enfermedades  y  de  atender  a  otras 
necesidades.  En  todo  caso  habrán  de  tratarlos  de  suerte  que  más 
bien  enriquezcan  que  empobrezcan,  para  que  vengan  a  su  obedien- 
cia en  condiciones  iguales  a  los  demás  subditos  de  sus  reinos. 

6i — 1551.  Valladolid,  junio  8.  Visorreyes,  presidentes  y  oido- 
res. Instruye  la  cédula  sobre  tasación  de  indios,  que  para  bien  de 
los  naturales  manda  se  practique  como  ya  se  ha  hecho  en  Nueva 
España  para  impedir  que  los  encomenderos  cobren  más  ttibutos 
de  los  que  debieran.  Éste  ha  de  ser  inferior  a  lo  que  pagaban  a 
sus  antiguos  caciques  para  mejor  atraerlos  (lo  demás,  como  en  la 
anterior).  Mientras  se  hacen  las  tasaciones  se  debe  seguir  cobran- 
do en  la  forma  indicada,  de  modo  que  los  naturales  más  bien  en~ 
riquezcan  que  empobrezcan. 

62 — 1551.  Julio  20.  Al  presidente  y  oidores  de  la  real  au- 
diencia del  Nuevo  Reino,  sobre  lo  de  la  tasación  de  los  pueblos 
de  indios  de  aquella  tierra,  y  poner  clérigos  y  religiosos  en  ellos  y 
sobre  otras  cosas.  En  el  Nuevo  Reino  aún  no  se  ha  efectuado  la 
tasación  de  los  impuestos  que  los  indios  han  de  pagar,  ni  se  ha 
puesto  cuidado  en  instruirlos  en  las  cosas  de  la  fe,  y  la  mayor  parte 
de  los  naturales  están  sin  bautizar.  Y  esto  no  se  ha  hecho,  no  obs-^ 
tante  las  muchas  cédulas,  cartas  y  leyes  que  sobre  ello  se  han  dic- 
tado, con  lo  cual  se  da  mal  ejemplo.  Todo  español  que  tenga  en- 
comienda de  indios  que  paguen  tributo,  está  en  la  obligación  de 
poner  un  religioso  en  el  pueblo  que  le  está  encomendado  para  que 
instruya  a  los  indios  en  la  fe  y  les  proporcione  los  sacramentos. 
Recomienda  de  nuevo  que  se  haga  la  tasación  y  se  tome  nota  en 
dos  libros,  uno  de  los  cuales  se  colocará  en  el  arca  de  las  tres  lla- 
ves de  los  oñciales  reales,  y  en  ellos  se  pondrá  el  fundamento  de 
la  tasación'que  se  ha  hecho. 

63 — 1551.  Agosto  8.  Presidente  y  oidores  de  la  audiencia 
del  Nuevo  Reino  de  Granada.  Que  provean  como  en  todos  los 
pueblos  de  los  indios  de  aquellos  reinos  que  están  sujetos  a  su 
majestad  se  quiten  luego  de  los  pueblos  que  tuvieren  y  ordene 
que  de  aquí  adelante  no  se  hagan  sacrificios,  y  que  si  habiéndose 
hecho  la  prohibición  y  pregonada  y  publicada  y  habiéndolo  en- 
tendido fueren  contra  ello,  castigúeseles  a  los  que  lo  hicieren,  y 
que  hecho  esto  guarden  las  premisas  que  aquí  van  insertas.  Mu- 
chos indios  en  ese  reino  han  seguido  en  sus  idolatrías  y  hacen 
sacrificios  y  tienen  sus  templos  en  cuevas  y  otros  lugares.  Si  des- 
pués de  publicada  la  orden  para  que  no  vuelvan  a  sus  cultos, 
algunos  recomenzaren,  han  de  castigarles.  En  cuanto  a  lo  de  ios 
tributos,  inserta  la  orden  de  8  de  junio  (véase  número  60),  y  en 


580  BOLETÍN  DE  HISTORIA  T  ANTIGÜEDADES 


seguida  la  de  20  de  julio  (véase  la  anterior).  Esta  cédula  no  fue 
leída  en  Santafé,  besada  y  puesta  sobre  la  cabeza,  en  señal  de  obe- 
decimiento, hasta  el  28  de  febrero  de  1556. 

64.  155 1.  .Septiembre  4.  Carta  del  consejo  para  la  audiencia 
de  capítulos.  Se  ha  prohibido  que  se  eche  a  los  indios  a  las  minas 
y  que  se  les  impongan  trabajos  personales,  y  está  informado  el  con- 
sejo de  que  esto  no  se  cumple,  y  «estamos  maravillados  de  vos- 
otros.» Como  conviene  que  este  abuso  tenga  remedio,  «os  mando 
guardar  y  cumplir»  estas  y  las  demás  ordenanzas.  Ha  sido  informa- 
do que  se  quiere  secar  una  laguna  (Guatavita)  para  sacar  el  oro  y  la 
plata  que  encierra;  y  manda  no  se  haga  tal  mientras  otra  cosa  se 
dispone.  Algunos  indios  dicen  que  saben  sacar  sepulturas,  lo  que 
está  expresamente  prohibido.  Recuerda  también  que  está  termi- 
nantemente prohibido  hacer  expediciones  para  ir  a  descubrir  el 
Dorado,  y  a  cualquiera  otra  parte. 

65 — 1551.  Septiembre  4.  Presidente  y  oidores  del  Nuevo 
Reino  de  Granada.  Sobre  la  provisión  y  memorial  para  que  los 
desterrados  de  las  dichas  Indias  por  las  alteraciones  del  Perú  se 
envíen  a  estos  reinos.  Semejante  a  la  número  58.  Acompaña  una 
lista  de  estos  desterrados,  con  24  nombres. 

66 — 1 55 1.  Septiembre  4.  Presidente  y  oidores  del  Nuevo 
Reino  de  Granada.  Que  no  consientan  que  en  aquella  audiencia 
avoque  ningún  letrado  que  sea  padre,  o  hijo  o  hermano  de  algu- 
no de  ellos  o  del  fiscal.  En  la  cédula  se  agregan  los  cufiados. 

67.  1552.  Enero  31.  Al  presidente  y  oidores  déla  audien- 
cia del  Nuevo  Reino  de  Granada.  Que  se  informe  cuáles  servicios, 
tributo  y  vasallaje  llevan  los  caciques  de  los  indios  y. por  qué  causa, 
y  si  lo  es  de  antigüedad  y  que  la  heredaron  de  sus  pasados  o  si 
la  llevan  con  justo  título  o  si  es  impuesta  contra  razón  y  justicia  y 
si  hallaren  en  que  se  les  lleva  injustamente  y  que  no  tienen  buen 
titulo  para  llevarlo  que  véanlo  y  viesen  que  conviene  y  si  lo  llevan 
con  buen  título  y  los  tributos  fueren  excesivos,  los  moderen. 
Esto  lo  pide  por  relación  que  tiene  de  que  muchos  caciques 
de  ese  reino  agobian  a  los  indios  con  tributos;  que  vean  en  cada 
pueblo  si  el  cacique  tiene  derecho  para  cobrar  impuesto,  y  si  lo 
tiene  por  antigüedad,  lo  haga  de  modo  que  lo  puedan  pagar  sin 
molestia  ni  fatiga. 

68  -  1552.  Marzo.  20.  A  las  justicias  del  reino  que  por  tiempo 
no  se  saque  ningún  ganado.  Como  hasta  el  presente  se  están  llevan- 
do bestias  de  carga,  después  de  que  tantos  indios  perecieron  en  este 
trabajo,  para  que  esto  no  suceda  en  adelante,  prohíbese  por  tres 
años  después  de  pregonada  esta  cédula,  sacar  ningún  caballo,  ni 
yegua,  ni  muía,  ni  macho,  ni  bueyes,  ni  vaca,  ni  ovejas,  carneros, 
puercos  y  otros  géneros  de  ganado,  bajo  la  pena  de  perder  su  valor, 
que  se  dedicará  en  sus  dos  terceras  partes  para  la  Cámara  y  otra 
para  el  demandador  y  el  juez,  más  200  pesos  de  multa  que  se 
repartirán  en  la  misma  proporción.  Al  que  hubiere  vendido  di- 
chos animales  se  le  cobrará  una  suma  igual  a  aquella  en  que 
Jos  vendió. 


ARCHIVO   DE  INDIAS  581 


69 — 1549  Junio  9.  Al  presidente  y  oidores  del  Nuevo  Reino 
de  Granada.  Que  vean  la  partición  de  los  términos  que  a  cada  pue- 
blo de  aquella  gobernación  dio  el  licenciado  Jiménez,  y  si  fuere 
buena  y  que  se  debe  aprobar  la  confirmen  y  aprueben,  y  si  no, 
ellos  hagan  hacer  otra  partición  de  los  términos  que  cada  uno 
de  los  dichos  pueblos  ha  de  tener.  El  general  Jiménez  de  Quesada 
ha  hecho  relación  que  a  tiempo  que  ganó  y  conquistó  el  Nuevo 
Reino  y  lo  pobló  de  cristianos  a  cada  pueblo  señaló  y  dio  sus  tér- 
minos. Conviene  ver  si  esta  partición  se  hizo  bien  para  aprobarla, 
si  nó,  que  hagan  otra. 

70 — 1550.  Abril.  Relativa  a  derechos  de  almojarifazgo  en 
Méjico,  donde  han  acostumbrado  fiarlos  y  se  pierden.  Pide  Su  Ma- 
jestad que  como  todo  lo  demás  de  su  fisco  quiere  que  esas  sumas 
se  cobren  de  contado,  pues  es  su  voluntad  que  nada  se  fie. 

71 — 1552.  Mayo  12.  Declaración  sobre  lo  de  la  sucesión  de 
los  indios  en  los  hijos  e  hijas  de  los  que  los  tienen  encomenda- 
dos o  en  su  mujer  en  el  Nuevo  Reino  de  Granada.  En  caso  de  que 
a  la  muerte  de  algún  encomendero  el  hijo  mayor  tuviese  cargo  en 
otra  parte  o  fuese  casado  y  tuviese  hecho  cargo  de  encomienda  de 
su  mujer,  o  por  cualquiera  otra  incapacidad,  podía  Vieredar  la  enco- 
mienda el  hijo  segundo,  y  si  éste  estuviese  en  el  mismo  caso,  el  si- 
guiente, y  así  sucesivamente  hasta  no  haber  más.  Luéero  seguirán 
las  mujeres  en  caso  de  ausencia  de  varones  o  imposibilidad  de  és- 
tos. Si  la  mayor  no  quisiese  la  encomienda,  pasará  a  la  segunda,  y 
así  hasta  la  última;  las  mujeres  sin  hijos  o  cuyos  hijos  no  se  hicie- 
sen cargo  de  la  encomienda,  podrán  heredarla. 

72 — 1552.  Agosto  II.  Al  presidente  y  oidores  del  Nuevo 
Reino  de  Granada  que  proveen  que  el  servicio  personal  de  in- 
dios que  andan  en  las  canoas  en  provecho  de  los  encomenderos 
se  quite  y  se  tase  de  los  frutos  de  la  tierra  lo  que  en  lugar  de  ello 
buenamente  puedan  pagar  conforme  a  lo  mandado,  y  a  los  dichos 
indios  se  deje  libremente  usar  de  las  canoas  para  su  aprovecha- 
miento. A  los  indios  de  las  costas  de  Cartagena  y  Santa  Marta,  que 
tienen  sus  canoas,  los  obligan  los  encomenderos  a  remontar  las 
mercancías  hasta  el  Nuevo  Reino,  dándoles  mucho  trabajo  y 
poco  de  comer,  de  donde  resulta  que  la  mayor  parte  vuelven 
enfermos  a  morir  a  sus  casas.  Como  está  prohibido  cobrar  a  los 
naturales  toda  clase  de  servicios  personales,  el  tributo  que  han 
de  pagar  se  les  cobrará  moderadamente  del  producto  de  sus 
tierras.  Los  que  transporten  mercancías  mandarán  hacer  para  el 
efecto  barcas  grandes.  Si  los  indios  voluntariamente  quisieren 
hacer  el  transporte,  se  les  podrá  emplear  retribuyéndoles  el  trabajo. 

73 — 1552.  Septiembre  9.  Al  gobernador  de  Castilla  de  Oro. 
Que  ha  mandado  decir  a  sus  oficiales  reales  que  cuando  tomasen 
alguna  cosa  por  perdida,  se  tome  conforme  a  justicia,  la  vendan 
j  rematen  en  pública  almoneda  y  el  precio  lo  pongan  en  el  arca 
de  las  tres  llaves. 

74 — 1552.  Madrid.  Al  gobernador  de  Tierra  Firme.  Le  re- 
cuerda una  carta  a  Sancho  de  Clavijo,  gobernador  que  fue  de  la 


582  BOLETÍN  DE   HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


misma,  en  que  le  dice  que' muchas  personas  casadas  pasan  por  allí 
con  su  mujer  e  hijos  al  Perú,  que  si  muere  la  mujer  quedan  con 
cuatro  o  más  hijos  entre  ellos  algunas  doncellas.  Como  las  licen- 
cias que  Heva-n  van  con  el  aditanaento  de  que  pasen  juntos,  pierden 
la  gracia,  y  quedan  muchas  gentes  perdidas  y  en  esas  tierras  aca- 
ban por  morir.  Puede  dejar  pasar  a  todos  los  que  por  esta  causa 
han  quedado  allí,  sin  obstáculo,  aunque  hayan  perdido  el  padre  y 
la  madre.  Si  los  hijos  quedan  solos,  podrán  pasar  con  algún  deudo, 
previa  su  licencia.  No  obstante  esta  carta  ha  sabido  Su  Majestad 
que  Sancho  Clavijo  no  ha  dejado  pasar  a  varias  personas.  En 
adelante  a  todos  los  que  fuesen  casados  y  llevasen  sus  mujeres 
al  Perú  o  a  los  que  tengan  licencia  de  Su  Majestad  o  de  sus  ofi- 
ciales reales  de  la  casa  de  Contratación  de  Sevilla,  apenas  lleguen 
a  esa  provincia,  los  dejen  pasar  sin  ponerles  impedimento  ni  obs- 
táculo. Si  algunos  estuvieren  en  esas  tierras,  en  esas  condiciones, 
que  los  deje  pasar. 

75 — 1553.  Madrid,  enero  20.  Al  gobernador  de  Castilla  del 
Oro.  Se  inserta  una  carta  dirigida  a  Sancho  Clavijo  en  que  le 
decía  que  el  obispo  de  ésa,  fray  Pablo  de  Torres  y  sus  oficiales,  se 
entrometían  en  llevar  los  bienes  y  herencias  de  los  clérigos  que 
mueren  en  esa  provincia,  ab  intestato,  no  sólo  de  los  que  allí  per- 
manecían, sino  de  los  que  iban  de  tránsito  para  el  Perú;  que  se 
sabe  que  llevó  de  un  clérigo  que  estaba  en  ésa  6,000  castellanos  y 
algunos  esclavos,  y  de  otros,  más  de  6,000  castellanos;  que  como 
los  oficiales  reales  quisieron  inventariar  estos  bienes,  fueron  ame- 
nazados con  censuras  y  excomuniones.  Manda  que  tanto  él  como 
el  obispo  informen  sobre  la  manera  como  estas  cosas  han  sido 
hechas  y  porqué  se  ha  procedido  de  esa  manera,  para  poder  pro- 
veer 

76—1553.  Abril  17.  Presidente  y  oidores  del  Nuevo  Reino 
de  Granada.  Que  vean  la  cédula,  que  dice  va  inserta,  la  cual  de- 
clara la  orden  de  enviar  los  casados  que  estuvieron  sin  sus  muje- 
res y  las  lleven  a  estos  reinos  a  hacer  vida  con  ellas.  Recuerda  la 
cédula  que  mandó  dar  a  Miguel  Diez  Armendáriz,  gobernador 
que  fue  de  ese  reino,  para  que  los  hombres  casados  que  vivían 
sin  sus  mujeres,  con  gran  ofensa  de  Dios  y  perjuicio  para  la 
colonia,  fuesen  por  ellas  en  el  término  de  dos  años  (cédula  de 
17  de  octubre  de  1544).  Marcos  Salvador,  vecino  de  Tunja,  tiene 
íu  mujer  en  Albacete,  y  no  quiere  hacer  vida  común  con  ella.  Or- 
dena que  lo  manden  en  _el  primer  navio  que  salga.  Con  este 
motivo  repite  la  cédula. 

77-1553.  Abril  24.  Presidente  y  oidores  del  Nuevo  Reino 
de  Granada.  Sobre  los  pasajeros  que  han  de  usar  oficios.  Varios 
oficiales  han  partido  de  España  para  esos  reinos  con  recomen- 
dación especial  de  la  casa  de  Contratación  de  Sevilla.  Si  no  ejercie- 
sen sus  oficios  en  esa  tierra  se  les  debe  sacar  de  ella  por  su  cuen- 
ta, perdiendo  las  fianzas  que  dejaron  depositadas. 

78 — 1553.  Mayo  13.  Presidente  y  oidores  del  Nuevo  Reino 
de  Granada.  Que  envíen  relación  de  la  forma   que  han   tenido  en 


ARCHIVO   DB  INDIAS  583 


aquella  tierra  los  indios  cerca  del  aprovechamiento  de  la  sal  y  la 
que  después  que  se  descubrió  se  ha  tenido  y  tiene.  Pide  una  rela- 
ción extensa  para  poder  proveer  a  lo  que  convenga. 

79 — 1553.  Mayo  18.  Al  presidente  y  oidores  del  Nuevo  Rei- 
no de  Granada.  Relación  de  la  necesidad  que  hay  de  hacerse  un 
hospital  en  la  ciudad  de  Santafé  y  de  lo  que  será  menester  hacer 
para  la  sustentación  de  los  pobres  de  él,  y  pareciéndoles  que  con- 
viene que  se  haga  ordenen  las  ordenanzas  que  les  pareciere  y  las 
envíen  juntamente  con  la  dicha  relación.  A  la  ciudad  acuden  mu- 
chos indios  pobres  y  enfermos  que  no  hallan  ni  dónde  curarse  ni 
quién  los  cure.  La  Audiencia  ha  de  elegir  sitio  para  un  hospital 
y  hacer  un  presupuesto  de  gastos  que  mandará  a  la  mayor  bre- 
vedad. 

80—1553.  Octubre  9.  A  Luaro  de  Sosa.  Que  en  la  flota  que 
está  puesta  en  San  Lúcar  para  salir  a  Indias  van  aiguuos  solda- 
dos a  costa  de  averiar,  y  llevan  artillería  y  municiones,  y  como  es 
posible  que  algunas  de  las  naves"  la  tuvieren  que  echar  a  pique  por- 
que estuviese  muy  averiada  para  el  regreso,  manda  que  si  esto 
sucediere,  en  Nombre  de  Dios  haga  repartir  los  soldados  y  artillería 
de  la  dicha  nave  en  las  otras  de  la  flota  hasta  la  Habana,  donde 
los  repartirá  el  capitán  general  Cosme  Rodríguez  Farfán,  como 
mejor  le  pareciese. 

81  — 1553.  Valladolid,  noviembre  4.  A  Suaro  de  Sosa,  gober- 
nador de  Castilla  de  Oro.  Incluye  una  cédula  anterior  sobre  la 
costumbre  de  algunos  escribanos  de  renunciar  sus  oficios  en  perso- 
nas que  no  tienen  para  ello  titulo  de  Su  Majestad,  de  donde  resul- 
tan fraudes  para  su  hacienda.  Manda  que  en  adelante  ningún 
escribano  que  no  tenga  título  de  Su  Majestad  sea  osado  a  desempe- 
ñar estos  puestos,  bajo  pena  de  cien  mil  maravedíes  para  la  real 
cámara  (cédula  dada  en  Monzón  a  19  de  octubre  de  1547). 

Luego  ha  sabido  por  el  doctor  Berástegui,  fiscal  de  Su  Majes- 
tad, que  Diego  Salcedo,  escribano  de  número  de  Nombre  de  Dios, 
renunció  a  favor  de  Francisco  de  Quejada,  y  que  fue  admitido  a 
dicho  oficio  por  Sancho  de  Clavijo,  no  obstante  la  citada  cédula, 
que  no  consienta  que  Quejada  use  de  su  oficio,  y  que  si  algún  de- 
recho pretende  tener  reclame  ante  el  Consejo. 

82  - 1553.  Junio  2.  Acerca  de  lo  que  proveyeron  los  licen- 
ciados Briceño  y  Montano  para  que  el  licenciado  Juan  de  Galarza 
entregue  a  Diego  de  Robles  por  inventario  todas  las  cédulas  e  ór- 
denes reales  y  otros  oficios  que  tenga  de  la  audiencia. 

Estas  cédulas  son:  las  expedidas  en  Valladolid  de  fechas  22  de 
febrero  de  1549  (véase  número  21);  i.**  de  junio  de  1549;  20  de 
marzo  de  1552  (véase  número  68);  17  de  julio  de  1549  (número 
30);  16  de  abril  de  1550  (número  45);  21  de  marzo  de  1551  (núme- 
ro 58);  9  de  octubre  de  1549  (número  37);  13  de  febrero  de  1551 
(número  57';  7  de  junio  de  1550  (número  48);  11  de  marzo  de  1550 
(número  44);  9  de  octubre  de  1549  (número  35);  22  de  junio  de 
1549;  4.  de  septiembre  de  1550;  29  de  octubre  de  1549;  dos  sobre 
«I  mismo  asunto  de  que  informen  qué  personas  han  ido  a  ese 
reino;  mayo  31  de  1549  (número  23);  de  26  de  septiembre  de  1550; 


584  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


dos  de  9  de  octubre  de  1550;  y  4  de  septiembre  de  1551  (número 
66);  16  de  julio  de  1550  (número  51);  4  de  mayo  de  1550;  9  de 
junio  de  1549  (número  27);  dos  de  la  misma  fecha  (números  25  y 
26);   9  de  junio  (número  24). 

Estas  fueron  las  que  Galarza  entregó  y  que  estaban  en  los  li- 
bros de  la  a,udiencia.  Las  relacionadas  con  las  visitas  de  los  oido- 
res dijo  que  las  tenía  por  orden  del  mariscal  Jiménez  de  Quesada. 
Además  entregó  otras  que  no  estaban  en  el  inventario:  las  de  Va- 
lladolid  de  7  de  febrero  de  1555;  de  13  de  febrero  de  1554  (i);  de 
15  de  diciembre  de  1544  (número  9);  de  11  de  diciembre  de  1^44 
(número  8);  de  6  de  junio  de  1543;  de  13  de  febrero  de  1545,  y 
una  de   Madrid  de  29  de  noviembre  de  1546. 

Son  las  que  el  licenciado  Galarza  dice  haber  recibido  de  Ar- 
mendáriz.  Entregó  otra  que  no  se  ha  jurado  en  este  reino  y  dijo 
que  no  tenia  más. 

83 — 1553.  Octubre  9.  Carta  del  rey  sobre  las  personas  que 
vienen  a  este  reino.  Recuerda  la  cédula  de  24  de  abril,  en  que  dis- 
pone que  los  que  fuesen  a  ese  reino  sin  licencia  o  los  que  fuesen 
con  oficio  y  no  se  hiciesen  cargo  de  él,  sean  echados  (véase  número 
77).  Para  mejor  cumplimiento  de  este  mandato  ordena  que  se  ten- 
ga un  libro  de  pasajeros  en  que  se  anoten  las  personas  con  las 
licencias  que  llevaren. 

84 — 1553-  Noviembre  4.  Presidentes  y  oidores  de  la  audien- 
cia. Sobre  conquistas,  entradas  y  descubrimientos  y  que  no  se  ha- 
gan más  en  adelante.  No  obstante  que  ya  en  cédula  anterior  se 
había  prohibido  hacer  entradas  y  descubrimientos  por  el  daño  que 
se  hace  a  los  indios  en  cuya  conservación  esti  interesada  la  corona, 
se  ha  sabido  que  en  la  Española  se  prepara  una  expedición  para  la 
provincia  de  Santa  Marta.  Ordena  que  no  se  le  dé  curso  y  que  lo 
mismo  se  suspenda  cualquiera  otra  que  estuviese  en  vía  de  ejecu- 
ción. Repite  la  prohibición  de  hacer  conquistas,  bajo  pena  de  la 
vida  y  pérdida  de  bienes  de  quien  lo  intentare. 

85 — 1553.  Noviembre  17.  Carta  de  Su  Majestad  a  la  audiencia 
sobre  las  ordenanzas  de  la  Contratación.  Remite  una  copia  de  éstas, 
impresa,  autorizada  por  la  ñrma  de  Sámano,  con  las  ordenanzas 
de  la  casa  de  Contratación  de  Sevilla  sobre  la  manera  como  se  han 
de  hacer  con  ella  los  tratos  y  comercio.  Manda  se  haga  pregonar 
para  que  sea  de  todos  conocida. 

86 — 1553.  Diciembre  20.  Cartas  del  rey  de  capítulos  de  la 
audiencia.  Que  averigüen  de  los  indios  viejos,  bajo  juramento,  cuá- 
les eran  los  tributos  que  los  subditos  pagaban  a  sus  caciques  en 
tiempo  de  su  infidelidad  y  digan  su  equivalente  en  pesos  de  oro,  y 
lo  que  pagaban  los  señores  y  caciques  secundarios  al  principal. 
Cuales  escrituras,  tablas  u  otras  cuentas  llevaban  de  sus  tributos,^ 
y  los  busquen,  y  de  acuerdo  con  los  religiosos  los  traduzcan;  qué 
gentes  eran  las  que  pagaban  los  tributos,  si  los  soldados  o  los  mer- 


(1)  Por  el  contenido  de  estas  cédulas  se  tc  que  bay  error  en  la* 
fecbaa.  Deben  ser  de  1545  7  1544. 


ÁRCmVO  £>E  INDIAS  585 


caderes,  o  los  labradores,  y  si  había  individaos  exentos  de  ese 
pago.  El  tiempo  acostumbrado  para  hacer  el  pago  y  orden  que 
guardaban  para  ello.  Si  los  pagaban  en  relación  con  las  tierra» 
que  cultivaban,  o  de  las  haciendas  que  poseían,  o  por  otras  causas. 
Si  los  tributos  que  pagaban  eran  solariegos  o  por  razón  de  su  seño- 
río universal  o  particular.  Si  los  tributos  con  que  acuden  ahora  a 
sus  caciques  son  los  mismos  que  entonces  pagaban  o  si  han  varia- 
do. Digan  qué  señores  ejercían  mando  por  sucesión  y  cuáles  por 
elecciones  de  los  mismos  indios,  y  qué  juramentos  y  poder  tenían 
en  tiempos  pasados  y  los  que  ahora  tienen;  si  los  tributos  que 
los  españoles  impusieron  cuando  entraron  y  conquistaron  esas  tie- 
rras fueron;lo3  mismos  que  los  indios  pagaban  a  sus  caciques,  y  si 
para  los  tributos  que  impusieron  después,  se  informaron  de  lo  que 
pagaban,  para  igualarlos.  Si  cuando  se  repartió  la  tasa  de  los  tri- 
butos se  convocó  a  los  pueblos  para  consultarlos,  y  si  éstos  acepta- 
ron voluntariamente.  Si  al  imponer  los  tributos  tuvieron  en  cuenta 
que  quedara  a  los  naturales  con  qué  sostener  su  casa,  casar  y  dotar 
sus  hijos,  atender  a  sus  enfermedades  y  con  qué  emprender  en 
algún  oficio  en  que  fuesen  hábiles.  Indiquen  quiénes  son  los  que 
pagan  tributo,  si  los  labradores  o  los  comerciantes,  y  si  son  pobre» 
o  ricos  y  qué  género  de  hacienda  tienen;  y  averigüen,  de  acuerdo 
con  los  religiosos  y  personas  de  conciencia,  cuál  suma  pueden  pagar 
a  Su  Majestad  sin  causar  perjuicio  al  servicio  de  Dios  y  de  modo 
que  pueda  conservarse  la  tierra  en  paz;  y  vean  si  los  diezmos 
están  bien  distribuidos,  si  convendría  cobrara  los  negociantes  la 
décima  parte  de  lo  que  venden  o  si  sería  mejor  cobrar  por  cabezas; 
que  en  todo  caso  no  sean  mayores  a  las  que  pagaban  en  su  infi- 
delidad, ni  tanto  que  privaran  a  los  naturales  de  su  condición  de 
hombres  libres.  Si  para  las  respuestas  hubiese  diversos  pareceres^ 
cada  cual  expondrá  el  suyo  alegando  las  razones  en  que  lo  funda. 
87 — 1554.  Valladolid,  abril  27.  Al  gobernador  de  Tierra 
Firme.  Fue  ordenado  a  Sancho  de  Glavijo  que  de  los  indios  que 
en  esa  provincia  fuesen  dados  por  libres  se  hiciesen  pueblos  y  se 
congregasen  para  instruirlos  en  la  fe  y  que  vivan  con  policía,  pero 
muchos  prefirieron  quedarse  con  sus  amos,  y  los  que  fueron  a 
poblado  casi  todos  murieron,  porque  se  les  dio  poco  favor.  En 
Nombre  de  Dios  y  Panamá  había  muchos  indios  que  servían  en 
las  casas  y  que  eran  bien  tratados  e  instruidos  en  la  fe.  Sancho 
Clavijo  puso  en  solicitud  todos  los  muchachos,  indios  e  indias  que 
recogió,  y  como  no  les  querían  remunerar  su  trabajo  como  lo  de- 
seaban, mandó  hacer  un  pueblo  y  les  repartió  herramientas  para 
que  trabajaran,  pero  como  habían  estado  muy  a  sus  anchas  en  casa 
de  sus  amos,  salían  a  pedir  limosna  de  puerta  en  puerta,  sin  que 
nadie  les  diese  de  comer,  y  murieron  todos  de  hambre.  Cuando  se 
recogían  los  indios  para  ponerlos  en  libertad,  un  vecino  mostró 
una  cédula  por  la  que  se  le  dejaban  los  esclavos  a  perpetuidad, 
porque  con  ellos  había  acrecentado  la  real  hacienda  en  más  de 
$  20,000.  Manda  se  informe  a  Su  Majestad  sobre  todo  esto,  y  qué 
cédula  es  la  que  autoriza  a  poseer  esclavos  y  quién  la  tiene,  pues. 
cree  que  sea  iálsa. 


586  BOLETÍN  DK  HISTORIA  T  ANTIGÜEDADES 


88 — 1554.  Abril  21,  Sobre  cierta  paga  al  adelantado  Pedro 
Hernández  de  Lugo  dirigida  a  los  «oficiales  del  emperador  rey  nues- 
tro señor  de  la  provincia  de  Santa  Marta  y  Nuevo  Reino  de  Gra- 
nada.» 

En  la  capitulación  con  Fernández  de  Lugo,  de  20  de  enero  de 
1535,  se  le  reconocieron  4,000  ducados  de  oro  para  que  le  fuesen 
pagados  por  los  oficiales  de  la  dicha  provincia  de  Santa  Marta,  de 
las  rentas  y  derechos  que  hubiese,  para  ayuda  de  gastos  de  la  con- 
quista. También  se  le  asignaron  329,000  de  las  mismas  rentas  por 
lo  que  había  dejado  en  Canarias.  Que  avisen  por  el  primer  navio 
si  estas  sumas  se  han  pagado  en  parte  o  en  su  totalidad  y  a  qué 
personas.  £n  Santafé  el  20  de  marzo  de  1556  mandaron  esta  cédu- 
la a  los  oficiales  reales. 

89 — 1554.  Abril  21.  A  los  oficiales  del  Nuevo  Reino  de  Gra- 
nada. Al  consejo  de  Indias  se  han  pagado  al  adelantado  Pedro 
Fernández  de  Lugo  trescientos  veinte  nueve  mil  (maravedís?)  que 
le  fueron  debidos  por  capitulación.  Es  una  repetición  de  la  ante- 
rior. Fue  remitida  a  los  oficiales  reales  junto  con  la  anterior. 

90 — 1554.  Mayo  10.  Al  presidente  y  oidores  para  que  co- 
nozcan de  aquí  adelante  de  los  negocios  que  a  aquella  audiencia 
ocurran  de  la  provincia  de  Cartagena  conforme  a  las  que  para  ella 
se  ha  dado.  La  provincia  de  Cartagena  estaba  bajo  la  jurisdicción 
de  la  audiencia  de  Santo  Domingo,  pero  en  vista  del  deseo  mani- 
festado por  muchos  de  sus  vecinos  de  que  se  la  adscriba  a  la  de 
Santafé,  y  vista  la  conveniencia  de  ello,  así  se  resuelve. 

91 — 1554.  Mayo  10.  Al'presidente  y  oidores  del  Nuevo  Reino 
de  Granada.  Que  no  consientan  ni  den  lugar  que  se  haga  venta  de 
indios  ni  por  empeño  ni  permuta  ni  por  otra  alguna  vía.  Muchos 
españoles  han  dado  en  ausentarse  para  ir  a  España  o  a  otros  luga- 
res, y  con  este  motivo  venden  las  encomiendas  que  tienen,  lo  que 
se  ha  de  prohibir  en  absoluto  bajo  severas  penas,  por  ser  contrario 
a  las  leyes. 

92 — 1554.  Abril  27.  Al  presidente  y  oidores  del  Nuevo  Reino 
de  Granada.  Que  viendo  que  convenga  acerca  de  lo  que  es  necesa- 
rio para  la  instrucción  y  conversión  de  los  indios  de  los  pueblos 
que  están  en  la  corona  real  de  aquella  tierra  y  envíen  relación  de 
lo  que  de  ello  hicieren. 

Su  Majestad  ha  sabido  que  no  cuidan  de  instruir]  en  la  fe  a 
aquellos  de  sus  subditos  que  están  bajo  la  real  corona;  que  lo  ha- 
gan como  se  practica  en  el  Perú  y  en  Nueva  España,  llevatido  a 
los  muchachos  y  a  los  hijos  de  los  principales  a  habitar  en  casas 
cercanas  a  las  de  los  frailes.  Que  las  cosechas  de  maíz  que  se  ha- 
gan por  cuenta  de  Su  Majestad  se  destinen  a  su  sostenimiento.  Lo 
mismo  han  de  hacer  los  españoles  que  tienen  indios  encomenda- 
dos. Deben  tratar  de  reunir  los  muchachos  en  las  doctrinas,  para 
lo  cual  constreñirán  a  los  caciques  a  que  habiten  en  los  pueblos, 
los  que  se  han  de  hacer  siempre  en  sitios  sanos  y  fértiles.  Leída  en 
la  audiencia  de  Santafé  el  20  de  mayo  de  1556. 

93 — 1554.  Mayo  10,  Al  presidente  y  oidores  del  Nuevo  Reino 
-de  Granada.  Que  se  informe  de  lo  que  pasa  sobre  las  personas  que 


ARCHIVO   DE  INDIAS  587 


venden  los  indios  que  tienen  encomendados,  y  los  castigue  con- 
forme a  justicia,  y  para  adelante  ponga  el  remedio  que  conviene 
para  que  no  se  haga.  Semejante  a  la  número  91.  Fue  leída  en  la 
audiencia  el  2c  de  marzo  de  1556. 

94 — 1554.  Mayo  10.  Al  presidente  y  oidores  del  Nuevo  Reino 
de  Granada.  Que  hagan  información  personal  con  los  que  yendo 
con  el  capitán  Orsüa,  por  su  mando  a  poblar  el  Valle  de  Tairona 
hicieron  malos  tratamientos  a  los  indios  de  Buriticá,  y  habida  la 
información  los  que  por  ella  resultaren  culpados,  los  castiguen. 
La  audiencia  mandó  a  Pedro  de  Ursúa  a  poblar  en  el  Valle 
de  Tairona,  y  sus  soldados  que  fueron  adelante  hicieron  muchas 
vejaciones  a  los  indios,  quemándoles  sus  haciendas  en  Buriticá,  a 
consecuencia  de  lo  cual  se  alzaron  400  pueblos  en  aquella  tierra. 
Que  averigüe  quiénes  hicieron  esos  daños  y  quiénes  robaron  y 
por  mandato  de  quién,  y  se  les  castigue  según  las  leyes.  De  todo 
se  dará  cuenta  a  Su  Majestad.  Jurada  en  Santafé,  en  20  de  marzo 
de  1556. 

95 — 1554.  Noviembre  20.  Para  que  ninguna  persona  de  Tunja 
a  Tocaima  pueda  llevar  indios  cargados  sin  venir  por  esta  ciudad, 
ni  pasarlos  de  ella,  ni  los  encomenderos  de  ellos,  bajo' ciertas  penas, 
y  a  las  justicias  que  lo  hagan  pregonar  y  ejecutar.  A  los  alcaldes 
ordinarios  y  otras  justicias  de  las  ciudades  de  Tunja,  Santafé  y  To- 
caima. Por  la  real  audiencia  se  ha  tenido  noticia  de  que  de  Tunja  a 
Tocaima,  y  viceversa,  pasan  con  indios  cargados,  contraviniendo 
a  cédulas  y  cartas  anteriores,  y  que  para  que  en  Santafé  no  se  den 
cuenta  de  ello  los  pasan  por  Cabanas  Grandes.  Repita  la  prohibi- 
ción de  cargar  los  indios  y  a  los  encomenderos  de  alquilarlos  para 
estos  servicios.  Ordena  que  los  que  lleven  indios  en  estas  direc- 
ciones los  pasen  por  Santafé.  A  los  que  llevaren  indios  cargados 
se  les  decomisará  la  carga,  y  pagarán  además  $  200  en  oro,  para 
la  real  cámara,  el  denunciante  y  el  juez  que  condene  por  terceras 
partes.  Si  los  pasaren  sin  carga,  se  les  harán  pagar  los  $  200,  y 
si  no  los  tuvieren,  se  les  darán  públicamente  doscientos  azotes. 
Hágase  pregonar  en  todas  las  ciudades. 

96 — 1554.  Ordenanza  para  el  buen  recaudo  de  la  hacienda 
real  de  las  Indias.  A  los  gobernadores,  justicias,  oficiales  reales  de 
hacienda.  Las  cusntas  de  cada  uno  de  los  oficiales  reales  en  las  islas 
'j  provincias  deberán  remitirse  al  principio  de  cada  año,  y  serán  fe- 
necidas durante  los  dos  primeros  meses.  Las  cuentas  se  mandarán 
a  la  audiencia  correspondiente,  y  las  sumas  al  real  consejo.  Para 
que  esto  se  cumpla,  si  los  oficiales  no  hubieren  fenecido  sus  cuen- 
tas en  los  dos  primeros  meses,  seguirán  trabajando|sin  salario  hasta 
terminarlas. 

97—1554.  Valladolid,  mayo  10.  Carta  del  príncipe  a  la 
audiencia.  Ai  presidente  y  oidores  de  la  real  audiencia  del  Nuevo 
Reino  de  Granada.  Por  muerte  del  rey  Eduardo,  ha  concertado 
matrimonio  con  la  serenísima  reina  María  para  acrecentamiento  de 
sus  estados  y  paz  de  la  cristiandad.  Con  este  motivo  se  embarcará 
«n  el  puerto  de  la  Corufia,  dejando  en  su  lugar  y  durante  su  ausen- 


588  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


cía,  encargada  del  reino  a  la  'serenísima  princesa  de  Portugal,  <a 
quien  vos  encargamos  que  obedezcáis,»   etc. 

98 — 1554.  Mayo  10,  Presidente  y  oidores  de  la  audiencia 
real  del  Nuevo  Reino  de  Granada,  «Vi  la  letra  del  12  de  abril  del 
año  pasado  de  mil  e  quinientos  e  cincuenta  e  dos  años,  y  está  bien 
lo  que  decís  que  tenéis  cuidado  del  cumplimiento  de  las  leyes  que 
os  mandamos  enviar  para  que  no  [se  echen  indios  a  las  minas  e  se 
quitasen  los  servicios  personales,  como  lo  haréis.»  Manda  que  no 
se  hagan  entradas,  ni  otros  descubrimientos,  ni  se  busque  el  Dora- 
do, bajo  penas  muy  severas,  pues  todo  esto  viene  en  detrimento 
de  los  natuiales.  Que  los  oficiales  que  pasan  de  España  a  esas  tie- 
rras  están  obligados  a  usar  sus  títulos.  Los  indios  de  Tunja  y  Sa- 
macá  que  fueron  del  capitán  Juan  de  Pineda,  fueron  tomados  por 
los  oficiales  reales,  en  vista  de  que  el  difunto  no  dejó  hijos  legíti- 
mos. Pide  una  vez  más  que  se  haga  la  tasación  de  tributos  y  demo- 
ras. Se  proveerá  a  que  se  manden  sacerdotes  a  instruir  a  los  indios, 
y  pide  a  la  audiencia  preste  protección  y  ayuda  a  los  que  vayan  a 
ese  reino.  Manda  que  los  oficiales  reales  no  cobren  derechos  por  las 
causas  fiscales,  ni  de  las  que  se  hicieren  de  oficio  tocantes  al  ser- 
vicio de  Dios  y  de  Su  Majestad. 

99 — 1554.  Septiembre  7.  Al  presidentejy  oidores  de  la  au- 
diencia real  del  Nuevo  Reino  de  Granada.  Sobre  lo  que  va  a  la 
conversión  e  instrucción  de  los  indios  que  están  encomendados  a 
los  españoles.  Recuerda  otra  anterior  real  cédula  en  la  que  dice  ha- 
ber sido  informado  de  que  los  encomenderos  no  cuidan  de  enseñar 
la  doctrina  a  los  indios  que  siguen  en  la  infidelidad.  Los  encomen- 
deros están  en  la  obligación  de  instruir  a  sus  indios  en  la  fe,  de 
protegerlos,  defenderlos  y  darles  buen  trato.  La  audiencia  averigua- 
rá con  acuciosidad  quiénes  no  cumplen  con  estas  obligaciones  y  los 
castigarán  con  la  pérdida  de  sus  encomiendas  y  de  los  tributos  que 
hubiesen  cobrado.  Jurado  en  Santafé  el  20  de  marzo  1556. 

100 — Traslado  de  un  capítulo  de  los  que  ordenaron  los  obis- 
pos de  Nueva  España  y  algunos  religiosos  de  la  congregación 
que  tuvieron  en  la  ciudad  de  Méjico  el  año  pasado  de  quinientos 
y  cuarenta  y  seis.  La  concesión  que  la  Santa  Sede  hizo  de  aquellas 
Indias  a  los  Reyes  Católicos\tuvo  por  objeto  la  conversión  de  los 
habitantes  a  la  fe.  Después  de  largas  consideraciones  los  obispos^ 
convienen  en  que  los  encomenderos  tienen  la  obligación  de  instruir 
y  convertir  a  los  indios  que  les  tributan,  tratando  de  hacer  iglesias, 
que  proveerán  de  todos  los  objetos  del  culto  y  de  casas  donde  se 
pueda  celebrar  el  culto  diario.  Los  confesores  pondrán  mucho  cui- 
dado en  ver  cómo  consiguen  que  los  encomenderos  devuelvan  a  los 
naturales  las  sumas  malamente  adquiridas.  Los  curas  serán  bien 
provistos  de  alimentos  por  los  encomenderos,  quienes  les  propor- 
cionarán vino,  cera  y  lo  demás  que  fuese  necesario  para  el  culto. 
Lo  mismo  harán  los  oficiales  reales  en  los  repartimientos  que  están 
en  la  real  corona.  En  los  pueblos  grandes  no  deben  contentar  su 
conciencia  con  un  solo  maestre,  sino  que  pedirán  al  diocesano  dos 
o  tres,  y  los  que  fuere  necesario.  En  los  pueblos  pequeños  tendrán 


ARCHIVO   DE  INDIAS  589 


iglesia  decente,  y  para  el  sostenimiento  del  culto  contribuirán  ios 
encomenderos  más  cercanos. 

loi— T1554.  19  de  febrero.  Al  presidente  e  oidores  del  Nuevo 
Reino  de  Granada.  Que  envíen  la  información  que  con  éita  se  les 
pide  sobre  malos  tratamientos  que  Juan  Tafur  ha  hecho  a  ciertos 
indios  que  tiene  en  encomienda,  y  llamado  el  fiscal  de  aquella 
audiencia  hagan  sobre  ello  justicia  a  los  culpables  y  envíen  rela- 
ción de  lo  que  en  ello  hiciesen  e  proveyesen.  El  licenciado  Agreda, 
fiscal  de  Su  Majestad  en  el  Consejo  de  Indias,  ha  dado  cuenta  de 
los  malos  tratamientos  dados  por  Juan  Tafur  a  los  indios  de  su 
encomienda,  metiendo  indios  panches  y  caribes  que  había  matado 
a  muchos  y  cometiendo  grandes  crueldades.  Manda  se  le  aprese  y 
se  la  entregue  al  fiscal,  etc. 

102 — 1555.  Febrero  18.  Al  presidente  y  oidores  del  Nuevo 
Reino  de  Granada.  Sobre  lo  de  mestizos  y  mestizas  de  aquella  tierra. 
Los  hijos  e  hijas  de  españoles  son  por  lo  general  abandona- 
dos, y  se  pierden  y  vuelven  a  la  idolatría  cometiendo  otros  delitos 
y  pecados  de  fornicación,  adulterios,  robos  y  muertes.  Conviene 
averiguar  los  mestizos  que  haya  en  cada  pueblo  y  darles  algún 
oficio  a  los  muchachos,  y  a  las  hembras  ponerlas  en  servicio  en 
buenas  casas.  A  los  niños  que  los  pongan  a  eJucar  en  colegios  y 
a  las  niñas  en  otros,  separados,  y  darles  estado.  Esto  se  recomien- 
da muy  especialmente  a  los  religiosos.  Fue  jurada  en  la  audiencia 
el  12  de  agosto  de  1556. 

103  —  1555.  Julio  5.  Al  presidente  y  oidores  del  Nuevo  Reino 
de  Granada.  Que  hagan  relación  en  los  primeros  navios  si  conven- 
dría hacer  arancel  para  los  indios  que  sea  más  moderado  que  el 
de  los  españoles,  atenido  a  que  tiene  pequeñas  haciendas,  y  en  el 
entretanto  convenía  que  en  los  indios  de  aquella  tierra  se  guarde 
el  arancel  de  estos  reinos,  que  a  los  pobres  no  se   lleven  derechos. 

104  —  1555.  Agosto  20.  Inserta  el  aviso  y  orden  que  se  ha  de 
tener  en  el  embarcadero  nuevo  y  navegación  del  río  Grande  de  la 
Magdalena  y  la  entrada  por  el  embarcadero  de  Vélez,  cese  para 
que  las  justicias  y  alcaldes  se  guarde  el  dicho  embarcadero  y 
río  y  otras  personas  lo  guarden  y  excaven.  Ha  sido  informado  por 
esa  real  audiencia  de  que  el  camino  que  va  de  Vélez,  al  puerto  del 
Magdalena  es  tan  malo  que  por  él  no  pueden  pasar  recuas,  y  se 
siguen  sacando  las  cargas  a  hombros  de  los  naturales,  con  gran 
perjuicio  para  sus  vidas.  Ordena  que  mientras  no  se  abra  un 
camino,  se  saquen  las  cargas  por  el  puerto  que  está  junto  a  Saü 
Sebastián  de  Mariquita,  donde  hay  camino  para  recuas.  Prohibe 
nuevamente  el  empleo  de  indios  para  la  navegación  del  río,  para 
cuyo  efecto  se  deberán  traer  negros.  Que  se  abandone  el  camino  y 
puerto  de  Vélez,  y  el  que  pasare  por  él  perderá  la  carga  que  lle- 
vare, la  tercera  parte  a  favor  del  rey  y  las  otras  dos  para  el 
demandador  y  el  juez.  Nadie  podrá  subir  ni  bajar  el  río  sin  per- 
miso de  la  autoridad,  bajo  pena  de  multa  para  el  real  fisco. 

105—1554.  Mayo  10.  Los  tres  oficiales  reales,  tesorero,  con- 
tador y  factor   colocarán  el  producto  de   tributos   de  Su   Majestad 


590  BOLETÍN  DE  HISTORIA  T  ANTIGÜEDADES 


en  la  caja  de  ias  tres  llaves  de  que  todos  serán  responsables.  £n  la 
misma  arca  deberá  estar  una  copia  del  acta  de  las  tasaciones,  y  los 
oficiales  llevarán  cuenta  aparte  de  lo  que  produzcan  los  tributos. 
Las  audiencias  no  podrán  dar  finiquito  a  los  oficiales  reales.  Las 
cuentas  irán  al  Gran  Consejo,  único  que  podrá  librarlos.  Los  oi- 
dores jueces  de  cuentas,  que  tienen  que  trasladarse  de  un  lado  a 
otro  ganarán  25,000  maravedís  cada  uno,  los  que  pagarán  los  ofi- 
ciales reales.  Manda  a  ios  presidentes,  oidores  y  fiscales  que  a  cada 
flota  que  llegue  hagan  el  avalúo  de  las  mercancías,  una  por  una, 
para  evitar  los  fi-audes.  Tendrán  un  registro  en  que  conste  la  mer- 
cancía de  cada  navio  que  llegare.  Las  mercancías  han  de  llevarse 
directamente  a  la  casa  de  contratación,  de  donde  no  las  podrán 
sacar  sus  dueños  mientras  no  estén  en  el  arca  de  las  tres  lleves  los 
derechos  que  corresponden  a  Su  Majestad,  La  paga  de  estos  dere- 
chos se  hará  en  presencia  de  los  oficiales  y  de  los  tres  oficiales  de 
Su  Majestad,  se  pondrán  en  el  arca  triclave  y  se  sentará  la  partida 
en  los  libros,  que  se  colocarán  en  el  arca,  después  de  firmados. 
«El  arca  de  las  tres  llaves  puede  ser  no  muy  grande  y  de  madera 
buena  y  gruesa  y  muy  bien  bardeada  de  barras  de  hierro  y  con 
buenas  cerraduras  y  llaves  diferentes  y  que  esté  en  parte  segura 
donde  no  le  pueda  suceder  inconveniente  alguno.»  Las  sumas  que 
en  ellas  se  depositaren  las  echarán  en  presencia  de  los  tres  ofi- 
ciales, después  de  que  las  hayan  visto  pesar.  El  oro  y  la  plata  se 
harán  quintar  y  marcar  en  el  lugar  más  próximo  en  que  hubiese 
fundición,  para  evitar  que  se  pierdan, como  ya  ha  sucedido.  Indica 
la  manera  de  hacer  el  remate.  El  tesorero  firmará  cada  una  de 
las  partidas  que  entren.  No  se  ha  de  hacer  libranza  sobre  la  caja 
real  sin  previa  licencia. 

106 — 1555.  Septiembre  5.  Para  que  en  las  Indias  no  sean 
proveídos  de  corregimientos  ni  de  otros  oficios  de  justicia  ningu- 
nos hijos  ni  hermanos,  ni  suegros,  ni  yernos,  ni  cuñados  de  nin- 
gún presidente,  ni  oidor  ni  fiscal  de  ninguna  de  las  audiencias. 
Como  el  empleo  de  estos  cargos  en  miembros  de  una  misma 
familia  producen  graves  inconvenientes  queda  prohibido,  bajo 
pena  de  mil  pesos  de  oro  al  que  lo  infringiere. 

107 — 1555.  Septiembre  9.  Cartas  y  capítulos  de  Su  Majestad 
a  la  audiencia.  A  esa  audiencia  corresponde  hacer  la  tasación  de 
indios  de  la  provincia  de  Popayán,  lo  que  aún  no  ha  piocedido  a 
ejecutar.  Ordena  que  manden  al  licenciado  Tomás  López  y  al  oidor 
Santiago  para  que  la  hagan  de  acuerdo  con  el  obispo  de  Popayán. 
Que  después  de  jurar  ante  el  sacerdote,  libres  de  todo  odio  proce- 
dan a  hacer  la  tasación  de  las  encomiendas  dadas  a  los  pobladores 
y  a  los  conquistadores,  según  el  número  de  habitantes,  la  calidad  de 
la  tierra  y  de  acuerdo  con  lo  que  pagaban  a  sus  antiguos  caciques. 
El  tributo  deberá  ser  bastante  moderado,  de  manera  que  quede  a 
los  naturales  con  qué  sostener  sus  casas  y  dotar  a  sus  hijos  e  hijas 
y  les  sobre  para  atender  a  sus  enfermedades  y  otras  necesidades. 
Han  de  darles  facilidades  para  que  más  bien  enriquezcan  que  em- 
pobrezcan. No  se  les  obligará  a  servicios  personales  ni  se  les 
echará  a  las  minas.  Se  hará  una  lista  de  encomiendas  en  que  cons- 


ARCHIVO   DE  INDIAS  591 


tara  lo  que  cada  indio  ha  de  pagar  a  los  oñciales  reales  o  a  ios  enco- 
menderos, la  que  se  pondrá  en  conocimiento  de  los  indios  hacién- 
doles comprender  que  nunca,  por  ningún  motivo,  ni  directa,  ni 
indirectamente,  se  les  cobrarán  otros  tributos,  ni  se  les  podrá  man- 
dar a  trabajos  personales.  AI  que  cobrare  una  suma  mayor  de  la 
estipulada,  se  le  castigará  la  primera  vez  haciéndole  pagar  cuatro 
tantos  más  para  la  cámara  de  Su  Majestad;  la  segunda  vez  perde- 
rá la  encomienda  y  otros  bienes  que  tuviese  de  los  indios,  más  la 
mitad  de  su  hacienda.  Una  copia  de  la  tasación  quedará  en  cada 
pueblo  en  poder  del  cacique,  a  quien  se  la  leerá  por  medio  de  in- 
térprete, y  otra  en  manos  del  cobrador  para  que  no  pueda  alegar 
ignorancia.  Al  Consejo  se  le  enviará  traslado  de  cada  tasación 
explicando  bien  el  porqué  de  ella.  La- audiencia  dará  las  más  ins- 
trucciones que  creyere  al  oidor  que  envíe,  al  obispo  y  a  las  gtras 
personas  que  intervinieren.  El  visitador  hará  guardar  lo  prevenido 
en  las  cédulas,  especialmente  en  lo  que  se  refiere  a  que  no  se  man- 
de a  ios  indios  a  cargar.  Jurada  en  Santafé  el  29  de  abril  de  1557. 

108 — 1555.  Septiembre  14.  Al  presidente  y  oidores  del  Nue- 
vo Reino  de  Granada.  Que  guarden  las  leyes  de  estos  reinos  que 
disponen  sobre  el  conocer  de  las  causas  civiles  y  en  lo  que  a  cau- 
sas criminales  no  conozcan  si  no  fuere  conforme  a  las  ordenanzas 
de  las  audiencias  reales  destos  reinos.  Los  oidores  de  las  audien- 
cias han  dado  en  conocer  cada  uno  por  sí  de  las  causas  civiles  y 
criminales  que  se  debe  remediar,  para  que  en  esa  audiencia  no  se 
haga  lo  que  en  otras.  Mande  que  se  sigan  las  leyes  del  reino  y  que 
en  lo  criminal  no  se  haga  nada  que  no  sea  conforme  a  las  ordenan- 
zas de  las  audiencias  de  esos  reinos.  Obedecida^en  Santafé  a  8  de 
ebrero  de  1557. 

109 — 1555.  Septiembre  14.  Nuestro  presidente  e  oidores  de 
la  audiencia  real  del  Nuevo  Reino  de  Granada.  Incluye  la  cé- 
dula de  27  de  noviembre  de  1548  (véase  número  18),  en  que 
manda  hacer  una  estadística  de  los  indios  de  ese  reino  enco- 
mendados y  vacíos  para  que  se  haga  una  partición  justa,  de* 
jando  a  Su  Majestad  la  parte  que  correspondiere  y  lo  demás  a  los 
conquistadores,  a  sus  mujeres  e  hijos,  y  a  los  demás  españoles  que 
hubiera,  teniendo  en  cuenta  los  méritos  y  servicios  de  cada  cual. 
De  todo  ello  darán  relación  escrita,  diciendo  la  renta  que  cada 
encomienda  produce  a  su  dueño.  Pedro  de  Colmenares,  procurador 
general  de  ese  reino,  ha  dado  cuenta  de  que  esa  cédula  no  ha  sido 
cumplida  y  de  que  la  mayor  parte  de  los  repartimientos  están  en 
manos  de  españoles  recién  llegados,  que  no  han  prestado  ningún 
servicio.  Manda  que  se  cumpla  y  que  en  el  término  de  un  aflo,  a 
contar  de  la  notificación  de  la  cédula,  deben  enviar  noticia  al  con- 
sejo, de  lo  cumplido. 

lio — 1555.  Septiembre  74  Sobre  carta  para  que  una  persona 
de  esta  corte  vaya  a  la  ciudad  de  Tunja  a  ejecutar  la  provisión  de 
la  tasación  a  cuenta  de  los  vecinos  de  Tunja  a  pedimento  del 
fiscal.  Repite  la  cédula  de  2  de  abril, en  que  recomienda  a  los  oido- 
res que,  acompañados  del  obispo,  hagan  la  tasación  de  los   tribu» 


592  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


tos  y  demoras  que  han  de  pagar  los  indios  de  la  provincia  de  Tun- 
ja.  Deberán  ante  todo  informarse  de  la  cantidad  de  naturales  y 
principales  de  cada  repartimiento,  la  calidad  de  la  tierra  y  lo  que 
cogen  y  crían  en  ella,  de  las  granjerias  y  contrataciones  que  tienen, 
y  de  lo  que  buenamente  pueden  dar.  Las  listas  que  se  hagan  se 
le  entregarán  al  juez  Juan  de  Penagos,  se  harán  pregonar  y  se 
entregarán  a  los  encomenderos  y  a  los  capitanes  y  caciques.  A  los 
que  no  cumplieren  se  les  harán  pagar  500  pesos  de  multa  «para  la 
mía  cámara. >  La  cédula  fue  pregonada  en  Tunja  y  en  Santafé,  y 
sin  embargo  no  se  ha  cumplido.  No  se  dijo  a  los  caciques  lo  que 
habían  de  pagar,  y  con  mil  pretextos  de  que  no  se  podían  sostener 
con  tan  poca  paga,  etc.,  los  encomenderos  seguían  cobrando  a  su 
arbitrio.  Ordena  a  la  audiencia  que  se  traslade  a  Tunja,  que  reúna 
a  los  encomenderos  y  vaya  con  ellos  a  los  cacicazgos  llevando 
intérpretes,  si  lo  creyere  conveniente.  La  autoriza  para  que  apre- 
henda a  quienes  hayan  abusado,  a  los  que  podrá  encausar,  encar- 
celar, retenerles  sus  bienes  y  aplicarles  las  penas  indicadas.  La 
cédula  fue  pregonada,  y  Miguel  Patarroyo  juntó  a  los  encomen- 
deros y  caciques  y  les  puso  la  cédula  en  conocimiento. 

XII  —  1C55.  Septiembre  24.  Sobre  carta  para  que  una  persona 
vaya  de  esta  corte  a  la  ciudad  de  Vélez  a  ejecutar  la  provisión 
de  tasación.  Dirigida  a  Pedro  Rodríguez,  Inserta  la  cédula  de  abril 
de  45,  que  se  pregonó  en  Vélez.  Orden  a  que  la  audiencia  envíe  a 
uno  de  sus  oidores  a  hacer  presentes  las  tasaciones  a  los  encomen- 
deros, caciques  y  capitanes.  Por  cada  tasación  que  se  haga  paga- 
rá el  encomendero  tres  pesos  de  buen  oro  y  lo  mismo  el  cacique 
o  capitán. 

112 — 1555.  Toledo  diciembre  11.  A  la  audiencia  del  Perú  y 
gobernador  de  Tierra  Firme.  Que  a  esas  partes  han  pasado  cléri- 
gos con  hábito  de  frailes  que  son  de  la  orden  de  la  Trinidad;  man- 
da que  no  se  permita  a  éstos  ni  a  ningunos  otros  frailes  que  no 
sean  de  las  órdenes  de  santo  Domingo,  san  Francisco  y  san 
Agustín  hacer  monasterios  en  esas  partes, 

113 — 1556.  Septiembre  29.  Valladolid.  Presidente  y  oidores 
de  la  nuestra  audiencia  real,  etc.  Sobre  tasación  de  indígenas  en 
ese  reino  y  provincia  de  Popayán,  donde  aún  no  se  ha  hecho  y 
convendría  enviar  al  oidor  licenciado  Tomás  López,  y  si  no  estu- 
viese allí  lo  reemplace  el  licenciado  oidor  Santiago,  los  que  lo  ha- 
rán de  acuerdo  con  el  obispo,  que  tiene  gran  conocimiento  de  la 
tierra,  etc.  Es  una  repetición  de  la  que  lleva  el  número  107. 

114 — 1556.  Enero  16.  Bruselas.  Carta  de  Su  Majestad  a  la 
audiencia.  «El  rey  don  Carlos  nuestro  señor  escribe.»  La  guerra 
que  ha  tenido  que  hacer  a  Alemania  y  tantos  años  de  lucha  con- 
tra los  enemigos  y  la  herejía  lo  tienen  enfermo  de  varios  años  a 
esta  parte,  y  se  siente  con  escrúpulos  para  gobernar.  En  tal  virtud 
cede  la  corona  de  todos  los  reinos  de  Castilla  y  León  con  todas 
sus  dependencias  a  su  hijo  don  Felipe. 


^Continuará), 


ACADEMIA    NACIONAL    DE   mSTORIA  593 

flCflD5mifl  nflcionflh  de  siscoria 

(Extracto  de  actas). 
I.*   DB  JULIO 

El  señor  Bejarano  da  las  gracias  por  su  nombramiento  de 
miembro  de  número,  en  reemplazo  del  señor  Chaux. 

La  oficina  de  Circulación  y  Canje  de  publicaciones  oficiales  de 
El  Salvador  solicita  cambio  con  las  publicaciones  de  la  Academia. 

La  Sociedad  Geográfica  de  Colombia  comunica  que  se  le  ha 
destinado  la  planta  baja  del  Observatorio  Astronómico  para  local 
de  ella,  y  que  ha  reanudado  allí  sus  tareas. 

La  Biblioteca  Pública  de  Nueva  York  y  la  Universidad  de 
Missouri  manifiestan  el  deseo  de  recibir  los  volúmenes  de  \di.  Biblio- 
teca de  Historia  Nacional  y  el  Boletín  de  la  Academia. 

El  tesorero,  señor  Cortázar,  informa  que  ha  recibido  parte  da 
los  fondos  de  la  anterior  junta  de  festejos,  destinados  para  el  mo- 
numento al  sabio  Mutis,  y  que  próximamente  se  le  entregará  el 
resto. 

El  señor  ministro  de  Obras  Públicas  solicita  el  concepto  de  la 
Academia  sobre  el  sitio  aprareate  para  colocar  la  estatua  del  doc- 
tor José  lí^nacio  de  Márquez. 

El  señor  Orjuela  presenta  su  renuncia  de  miembro  de  número, 
por  no  poder  asistir  a  las  sesiones,  a  causa  de  su  mala  salud.  Se 
resolvió  pedirle  que  retirara  dicha  dimisión,  por  estimar  la  Acade- 
mia que  él  le  presta  siempre  valiosos  servicios. 

El  señor  ministro  de  Instrucción  Pública  envía  un  memorial 
del  señor  Francisco  Albán,  relacionado  con  la  conmemoración  de 
la  batalla  de  Barbacoas. 

El  señor  Otero  D'Costa  presenta  un  informe  sobre  el  libro 
Leyendas  Históricas  y  del  señor  M,  J.  Forero. 

El  señor  Restrepo  (Eduardo)  informa  verbalmente  que  asistió 
a  la  exhumación  de  los  restos  del  procer  Ignacio  Herrera,  para  lo 
cual  habia  sido  comisionado,  y  que  éstos  fueron  hallados  e  iden- 
tificados. 

El  doctor  Gómez  Calvo  hace  una  lectura  sobre  recuerdos  de 
su  vida,  relacionados  especialmente  con  la  historia  de  Bogotá. 

15  de  JULIO 

El  señor  Rivas  comunica  de  Caracas  la  muerte  del  director 
de  la  Academia  de  Historia  de  Venezuela,  señor  Tejeiro,  y  que 
ofrendó  una  corona  en  nombre  de  la  de  Colombia.  Se  acordó  una 
moción  de  pé<«ame  a  aquel  instituto. 

El  señor  Triana  solicita  el  informe  sobre  su  libro  La  Civiliza- 
eión  Chtbiha,  que  presentó  a  la  Academia  hace  algunos  meses  y 
que  fue  pasado  en  comisión. 

xtv— 38 


594  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


El  señor  Samper  y  Grau  envía  una  copia  de  la  partida  de 
defunción  de  la  señora  Teresa  Rodríguez  de  Toro,  esposa  del  Li- 
bertador. 

La  dirección  de  Mundo  al  Día  manifiesta  el  deseo  de  publicar, 
en  su  edición  del  20  de  julio,  un  pensamiento  de  cada  uno  de  los 
miembros  de  la  Academia,  relativo  a  la  fiesta  nacional. 

El  señor  tesorero  nacional  avisa  recibo  de  la  suma  de  tres 
mil  pesos  ($  3,000)  que  en  calidad  de  reintegro  le  envió  el  teso- 
rero de  la  Academia  y  que  habían  sido  destinados  para  los  festejos 
en  1923,  y  los  cuales  no  fueron  gastados. 

El  señor  juez  3."  superior  solicita  el  salón  de  la  Academia 
para  la  celebración  de  un  juicio  criminal.  Se  resolvió  manifestarle 
que,  según  la  ley,  solamente  puede  destinarse  para  las  sesiones  de 
corporaciones  científicas. 

Son  presentados  como  candidatos  para  miembros  corres- 
pondientes los  señores  D.  García  Vásquez,  P.  A,  Zubieta  y  Gui- 
llermo Sherwell. 

El  señor  León  Gómez  informa  favorablemente  scbre  el  libro 
Historia  de  Jigua  de  D  os,  escrito  por  el  señor  A.  Gutiérrez.  Se 
resuelve  pedir  al  ministerio  de  Gobierno  su  publicación  en  la  Im- 
prenta Nacional. 

El  general  P.  E.  Escobar  envía  un  interesanttí  documento 
sobre  Bolivar,  que  halló  en  una  de  las  notarías  de  Popayán  y  que 
es  desconocido.  Presenta  igualmente  interesantes  fotografías  del 
Juanambú,  Berruecos  y  otros  lugares  históricos. 

El  concejo  municipal  de  Cali  comunica  que  ha  comisionado 
a  los  señores  D.  García  y  E.  Palacios  para  que  reciban  y  conduz- 
can a  Cali  los  restos  del  procer  señor  Ignacio  Herrera. 

El  señor  rector  del  colegio  del  Rosario  comunica  que  dicho 
plantel  tributará  honores  en  la  capilla  del  colegio  y  celebrará  una 
misa  de  réquiem  a  los  restos  del  mencionado  procer. 

Se  resuelve  pedir  a  la  Cruz  Roja  colombiana  que  suprima  de 
su  hoja  de  propaganda  la  frase  que  dice  «la  única  bandera  limpia 
de  la  tierra,»  porque  afecta  el  sentimiento  patriótico. 

El  señor  Matos  Hurtado  remite  el  índice  de  su  obra  Com- 
pendio ¿c  la  h'síoria  de  la  literatura  coLtnbiana,  que  tiene  escrita 
y  Id  cual  presentará  en  próxima  sesión. 

Se  autoriza  a  la  comisión  de  la  mesa  para  prestar  el  salón, 
para  las  conferencias  del  congreso  de  misiones,  caso  de  ser  solici- 
tado para  ello,  como  lo  anunció  el  señor  Guerra. 

Se  nombra  una  comisión  para  que  solicite  de  los  seilores  pre- 
sidente de  la  República  y  ministro  de  Obras  Públicas,  el  edificio 
de  Santa  Inés,  donde  estaba  la  escuela  de  Medicina,  por  ser  más 
adecuado  para  la  biblioteca,  archivo  y  sesiones  de  la  Academia, 
que  el  que^tiene  actualmente. 

I. o  DE   AGOSTO 

El  centro  vallecaucano  de  historia  avisa  que  el  doctor  García 
Vásquez  está  comisionado  para  conducir  a  Cali  los  restos  del  pro- 
cer Ignacio  Herrera. 


ACADEMIA   NACIONAL    DE   HISTORIA  595 


La  Cruz  Roja  manifiesta  que  el  prospecto  a  que  hizo  alguna 
observación  la  Academia  fue  tomado  de  una  edición  extranjera,  y 
que  en  adelante  se  suprimiría  la  frase  relativa  a  la  bandera,  que  fue 
impugnada. 

La   Academia   de   Historia   de   Caracas  expresa  su  agradeci- 
^  miento  por  la  condolencia  que  se  le  dio  en  la  muerte  de  su  director. 
El  señor  notario   de  Valledupar  envía  algunos  anagramas  de 
Bolívar,  Sucre,  Miranda,  Páez  y  Ricaurte. 

El  comité  del  Congreso  Científico  de  Lima  avisa  que  se  ha 
aplazado  su  reunión  hasta  el  20  de  diciembre. 

El  ministerio  de  Relaciones  Exteriores  comunica  que  la  Bi- 
blioteca Real  de  Madrid  solícita  las  publicaciones  de  la  Academia 
y  ofrece  enviar  otras  en  canje. 

El  señor  Jaime  Ferro  remite  algunas  inscripciones  indígenas 
copiadas  por  él  en  las  vecindades  de  Nemocón  y  Suesca. 

El  señor  Matos  Hurtado  presenta  el  manuscrito  de  su  obra 
Compend.o  de  la  historia  de  la  literatura  colombiana. 

El  señor  Arrubla  presenta  impreso  el  tomo  xix  del  Archiv» 
Santander,  y  el  señor  Zubieta  la  obra  que  acaba  de  publicar,  inti- 
tulada Apuntaciones  sobre  las  primeras  m  sienes  diplomáticas  de  Co- 
lombia. 

El  bibliotecario  déla  Acadenia,  señor  Mesa,  da  cuenta  de 
las  donaciones  de  libros  y  folletos  que  se  han  recibido,  entre  ellas 
una  abundante  del  señor  Otero  D'Costa. 

Se  pide  un  informe  de  la  comisión  de   monumentos   públicos. 
El  secretario  presenta  impreso   el  folleto  del  señor  encargado 
de  negocios  del  Brasil,   señor   Guimareas,  intitulado    Bolívar  y  el 
Brasil. 

El  señor  Quijano  hace  la  lectura  quincenal,  la  que  versó  sobre 
las  relaciones  entre  Colombia  y  Bolivia  y  sobre  episodios  de  la 
vida  de  Melgarejo, 

I.°  DE    SEPTIEMBRE  (l) 

El  concejo  municipal  de  Mariquita  envía  a  la  Academia  su 
felicitación  por  la  erección  del  busto  de  Mutis,  y  se  adhiere  a  este 
homenaje. 

La  gobernación  del  Magdalena  comunica  a  la  Academia  que 
ésta  ha  sido  designada  como  jurado  calificador  para  discernir  el 
premio  en  el  concurso  histórico  con  motivo  del  cuarto  centenario 
de  la  fundación  de  Santa  Marta. 

La  Junta  organizadora  de  la  recepción  de  los  restos  del  señor 
César  Contó,  en  Quibdó,  invita  al  presidente  de  la  Academia  para 
aquel  acto,  que  se  verificará  el  12  de  octubre. 

El  concejo  municipal  de  Cali  da  las  gracias  por  las  gestiones 
de  la  Academia  en  la  exhumación  e  identificación  de  los  restos  del 
procer  señor  Ignacio  Herreía. 


(1)  £1  15  de  agosto  no  hubo  sesión. 


596  BOLETÍN  DE  HISTORIA  T  ANTIGÜEDADES 


La  Academia  de  Historia  de  Venezuela  comunica  que  fue  ele- 
gido director  de  eila  el  señor  L.  Vallenilla  Lans,  por  el  tiempo 
que  falta  del  período  reglamentario. 

El  señor  Martín  Medina  envía  de  Turmequé  el  Repertorio  B»- 
y acense,  en  el  cual  hay  un  trabajo  de  él  sobre  nombres  geográficos 
indígenas.  / 

La  Biblioteca  del  Congreso,  de  Washington,  solicita  el  envío 
del  volumen  iv  de  las  Crónicas  de  Bogotá. 

£1  señor  J.  M.  de  Sucre,  de  Barcelona  (España),  solicita  al- 
guna obra  relativa  al  Mariscal  de  Ayacucho,  con^uien,  dice,  está 
vinculado  por  su  sangre  y  su  apellido. 

El  señor  Tulio  Samper  envía  de  barranquilla  las  partidas  de 
bautismo  y  entierro  del  general  don  Miguel  de  la  Torre. 

La  comisión  de  presupuestos  de  la  Cámara  de  Representan- 
tes pide  datos  sobre  la  manera  como  se  invierte  la  suma  de  cinco 
mil  pesos  {^  5,000)  p^ra  los  festejos  patrios,  por  cuanto  algunos 
miembros  encuentran  excesiva  dicha  cantidad.  Se  ordenó  publicar 
la  relación  de  dichos  gastos, 

El  doctor  Zawadsky,  párroco  de  Sevilla  (Valle),  desea  saber 
la  opinión  de  la  Academia  con  respecto  a  no  haber  aceptado  el 
concejo  municipal  de  aquel  lugar  el  retrato  de  Bolívar  que  le 
obsequió  dicho  presbítero. 

El  señor  Ernesto  Restrepo  manda  de  Sevilla  (España)  unas 
copias  fotográficas  del  retrato  de  Rodrigo  de  Bastidas,  que  él  ha 
encontrado  en  aquella  ciudad,  y  de  un  documento  antiguo  en  el 
cual  se  asegura  que  Jiménez  de  Quesada  era  natural  de  Granada. 

El  general  R.  Negret  remite  de  Popayán  un  estudio  sobre  la 
campaña  del  sur,  y  las  batallas  de  Bombona  y  Junín. 

El  señor  Rogelio  García  envía  una  carta  sobre  la  investigación 
del  nombre  del  primer  buque  que  navegó  en  el  Magdalena. 

Los  directores  de  El  Cometcio  de  Lima  solicitan  una  relación 
sobre  la  historia  de  la  Academia  y  fotografías  de  sus  miembros, 
para  el  número  extraordinario  que  se  propone  publicar  en  el  cen- 
tenario de  Ayacucho. 

El  señor  E.  Rondaros  envía  un  ejemplar  de  un  folleto  que  ha 
publicado  sobre  asuntos  morales  e  higiénicos  de  Bogotá. 

La  Guia  Periodística  Argentina,  de  Buenos  Aires,  anuncia 
que  próximamente  aparecerá  la  segunda  edición,  y  desea  para  ella 
datos  sobre  la  revista  de  la  Academia. 

El  señor  Restrepo  (Eduardo)  informó  sobre  el  proyecto  para 
conservar  los  documentos  y  objetos  históricos  y  prohibir  su  expor- 
tación. 

El  señor  Zuleta  hizo  una  nueva  lectura  sobre  el  asunto  de  si  el 
apellido   del   fundador   de    Popayán  es  Belalcázar  o    Benalcázar. 

Se  citó  a  la  comisión  de  la  mesa  para  una  reunión  en  la  alcal" 
día,  a  fin  de  tratar  con  el  señor  encaigado  de  negocios  de  España 
y  la  Sociedad  de  Embellecimiento  sobre  la  conveniencia  de  volver 
a  llevar  los  restos  de  Jiménez  de  Quesada  a  la  Catedral. 


ACADEMIA  NACIONAL    DE  HISTORIA  597 


15  DE   SEPTIEMBRE 

El  señor  gobernador  del  Magdalena  remite  la  ordenanza  de 
1 92 1,  sobre  honores.a  la  memoria  de  Rodrigo  Bastidas,  y  el  de- 
creto en  desarrollo  de  dicha  ordenanza,  en  los  cuales  se  abre  un 
concurso  histórico  y  se  nombra  como  jurado  a  la  Academia. 

El  señor  ministro  de  Relaciones  Exteriores  del  Perú  invita  a 
la  Academia,  en  nombre  del  gobierno  de  dicha  nación,  a  hacerse 
representar  en  las  fiestas  con  que  se  celebrará  en  Lima  el  centena- 
rio de  Ayacucho. 

La  revista  Saniafé  y  Bogotá  pide  una  lista  de  las  personas 
que,  en  esta  capital  y  en  los*  departamentos,  se  interesen  por  la 
investigación  y  el  estudio  de  escritos  históricos  y  científicos. 

El  señor  Gregorio  Gonzalo  Londoño  manifiesta  desde  Lima  su 
agradecimiento  por  el  nombramiento  de'miembro  correspondiente, 
cuya  medalla  y  diploma,  dice,  le  fueron  entregados  en  la  legación 
de  Colombia  en  aquella  ciudad,  y  en  presencia  de  la  colonia  co- 
lombiana y  de  varios  distinguidos  peruanos. 

Los  señores  Restrepo  Mejía  y  Bejarano  informan  sobre  la  can- 
didatura para  miembro  correspondiente  del  señor  Demetrio  García 
y  piden  sea  aceptado  en  tal  carácter.  Asi  lo  aprueba  la  corporación. 

El  señor  Monsalve  lee  un  nuevo  capítulo  de  su  refutación  a  la 
obra  Bolívar  y  la  posteridad,  del  señor  C.  Hispano. 

Se  leen  varias  notas  y  cartas  de  bibliotecas  y  universidades 
extranjeras,  que  solicitan  el  Boletín  de  la  Academia  y  volúmenes 
de  la  Biblioteca  de  Historia  Nacional. 

* 

I."    DE    OCTUBRE 

La  Sociedad  Geográfica  de  Colombia  solicita  el  salón  de  se- 
siones de  la  Academia  para  la  reunión  solemne  que  celebrará  en 
memoria  del  general  Codazzi. 

El  doctor  García  Vásquez  agradece  el  nombramiento  detniem- 
bro  correspondiente. 

El  señor  director  de  la  Bibioteca  Municipal  de  Guayaquil 
anuncia  el  envío  de  varias  publicaciones  del  Ecuador  y  solicita  las 
de  la  Academia  en  canje. 

El  señor  Justiniano  J.  Pérez  avisa  de  Ocaña  haber  mandado 
un  ejemplar  del  libro  intitulado  noticias  históricas  de  la  ciudad  y 
provincia  de  Ocaña  desde  1810  hasta  la  guerra  de  tres  años,  del 
cual  es  autor. 

El  señor  director  de  Instrucción  Pública  del  Magdalena  en- 
vía un  ejemplar  del  decreto  por  el  cual  se  ordena  la  erección  de 
una  estatua  a  Rodrigo  Bastidas  y  se  abre  un  concurso  para  el  cual 
ha  sido  designada-la  Academia  como  jurado  calificador. 

El  señor  Roberto  Triana  participa  que  un  grupo  de  jóvenes 
aficionados  a  las  investigaciones  históricas  ha  resuelto  constituir 
un  centro  para  trabajar  en  estos  estudios  y  solicita  el  salón  para 
sus  primeras  sesiones. 


598  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


El  señor  ministro  de  Gobierno  comunica  que  se  dará  la  orden 
para  imprimir  la  Historia  de  Agua  de  JDios,  de  que  es  autor  el  señor 
A.  Gutiérrez,  tan  pronto  como  se  acuerden  las  bases  de  la  publica; 
ción,  de  conformidad  con  el  informe  de  la  Academia. 

El  señor  A.  M.  Candioti,  cónsul  de  la  Argentina  en  Sofía 
(Bulgaria),  solicita  algunos  trabajos  de  la  Academia  que  le  sirvan 
para  el  curso  que  dicta  sobre  historia  del  progreso  intelectual  de 
la  América  española  en  la  facultad   de   filosofía  de  dicha  ciudad. 

El  señor  Monsalve  obsequia  a  la  biblioteca  de  la  Academia 
gran  número  de  libros  y  folletos  cuya  lista  acompaña. 

El  señor  Posada  presenta  un  informe  sobre  los  primeros  va- 
pores que  subieron  en  el  Magdalena,  así  en  la  parte  baja  del  río 
como  en  la  parte  superior,  o  sea  hasta  Neiva. 

Son  nombrados,  para  el  nuevo  período,  presidente  y  vice- 
presidente los  señores  Monsalve  y  Otero  D'Costa,  respectiva- 
mente; y  reelegidos,  por  aclaniación  para  los  puestos  de  secreta- 
rio auxiliar,  tesorero  y  bibliotecario,  los  señores  Posada,  Cuervo, 
Cortázar  y  Mesa. 

Se  aprueba  una  proposición  en  la  cual  se  solicita  del  congre- 
so la  reforma  de  la  constitución  en  el  sentido  de  volver  a  señalar 
el  I."  de  febrero  como  fecha  de  la  reunión  de  las  cámaras  legisla- 
tivas, en  vez  del  20  de  julio,  pues  este  aniversario,  con  motivo  de 
tal  reunión,  se  ha  vuelto  únicamente  día  político  y  se  olvida  la 
conmemoración  de  los  recuerdos  gloriosos  de  la  patria. 

Se  leen  numerosas  comunicaciones  de  muchos  puntos  del  país 
y  del  extranjero,  en  las  cuales  solicitan  datos  y  aclaraciones  relati- 
vo:^ a  puntos  históricos. 

28  DE  OCTUBRE 

(Sesión  pública). 

El  Secretario  lee  el  informe  sobre  las  labores  de  la  Academia 
durante  el  año. 

Toman  posesión  de  sus  puestos  los  nuevos  dignatarios,  señores 
Monsalve  y  Otero. 

Se  le  da  al  doctor  Marroquín  el  diploma  de  miembro  de  nú- 
mero, y  pronuncian  él  y  el  señor  Restrepo  Mejía  los  discursos  del 
caso. 

3    DE   NOVIEMBRE 

El  señor  Carlos  Infante  envía  un  libro  manuscrito  que  contie- 
ne sus  recuerdos  personales*y  políticos. 

El  señor  ministro  de  Obras  Públicas  pide  un  informe  sobre  la 
compra  o  cesión  gratuita  de  la  biblioteca  jorge  Pombo. 

El  señor  ministro  de  Gobierno  comunica  que  los  tomos  repe- 
tidos del  Boletín  de.  Historia  que  existen  en  el  archivo  del  congre- 
so j  que  fueron  solicitados,  los  ha  destinado  para  la  biblioteca  de 
ese  ministerio,  y  no  puede  por  eso  enviarlos  a  la  Academia. 


ACADEMIA   NACIONAL    DE   HISTORIA  599 


El  señor  ministro  de  Instrucción  Pública  manifiesta  que  no 
puede  dar  útiles  de  escritorio  para  la  Academia,  pues  el  departa- 
mento de  provisiones  ha  comunicado  que  carece  de  partida  para 
tal  gasto. 

El  señor  M.  Medina,  de  Turmequé,  envía  un  trabajo  arqueo- 
lógico sobre  la  provincia  de  Sugamuxi. 

Se  presenta  un  saludo  de  la  Academia  a  la  Sociedad  Boliviana 
y  se  hacen  votos  por  el  feliz  éxito  de  ésta. 

Se  propone  como  candidato  para  miembro  correspondiente  al 
señor  J.  M.  Saavedra. 

Se  encomienda  al  señor  Triana  la  delegación  de  la  Academia 
en  el  Congreso  Científico  que  tendrá  lugar  en  Lima,  en  unión  del 
señor  Lozano,  nombrado  anteriormente. 

Se  autoriza  al  bibliotecario  para  que  disponga  de  a'gunos 
ejemplares  del  volumen  xix  del  Archivo  Santamüf ,  para  canjes 
con  bibliotecas  y  corporaciones  extranjeras. 

Se  confiere  al  señor  Bejarano  la  representación  de  la  Acade- 
mia en  los  festejos  del  centenario  de  Ayacucho,  en  el  Perú, 

Se  dispone  prestar  el  salón  para  la  exposición  de  los  proyec- 
tos sobre  el  monumento  conmemorativo  de  dicha  batalla. 

Se  nombra  una  comisión  para  disponer  el  programa  de  la 
colaboración  de  la  Academia  en  dicho  centenario. 

Se  leen  varias  comunicaciones  de  establecimientos  y  socie- 
dades extranjeros  que  solicitan  las  publicaciones  de  la  Academia 
y  agradecen  las  que  se  les  han  enviado, 

15    DE   NOVIEMBRE 

Se  trata  sobre  la  participación  que  tomará  la  Academia  en 
los  festejos  d*el  centenario  de  Ayacucho  en  esta  ciudad  y  se  desig- 
nan varias  comisiones  para  acordar  el  programa. 

Es  presentado  como  candidato  para  miembro  correspondien- 
te el  coronel  Carlos  Cortés  Vargas. 

La  municipalidad  de  Mompós  envía  la  resolución  por  la  cual 
se  comemora  el  triunfo  de  las  armas  republicanas  de  esa  ciudad 
el   19  de  octubre  de  1812. 

Se  acuerda  gestionar  ante  el  congreso  la  expedición  de  la  ley 
sobro  el  monumento  a  los  conquistadores. 

La  municipalidad  de  Mariquita  comunica  que  desea  levantar 
sendos  monumentos  en  honor  del  sabio  Mutis  y  de  Jiménez  de 
Quesada,  y  solicita  el  apoyo  de  la  Academia  a  fin  de  conseguir 
un  auxilio  de  las  cámaras  legislativas. 

Los  señores  Hermes  García  y  Jorge  Matéus  envían  sus  libros 
Falsos  postulados  nacionales  y  Contra  viento  y  matea. 

El  señor  Zuleta  da  lectura  a  un  estudio  sobre  el  señor  Bel- 
trán  de  Caicedo. 

El  secretario  informa  que  se  ha  publicado  una  nueva  biogra- 
fía de  Córdoba,  de  que  es  autora  la  señora  María  Wiesse  de  Sabo- 
gal, y  presenta  un  ejemplar  de  dicha  obra. 


600  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


I.      DE  DICIEMBRE 

Se  resuelve  hacer  una  sesión  especial  el  día  del  centenario 
de  la  batalla  de  Ayacucho. 

Se  designa  el  jurado  para  la  exhibición  de  vitrinas,  de  acuer- 
do con  lo  solicitado  por  la  sociedad  de  embellecimiento. 

Se  solicita  nuevamente  del  ministerio  de  Gobierno  hacer 
publicaren  la  Imprenta  Nacional  la  obra  del  señor  A.Gutiérrez, 
intitulada  Historia  da  Agua  de  Dios. 

El  señor  Bejarano  da  las  gracias  por  su  nombramiento  para 
representar  la  Academia  en  los  festejos  que  habrá  en  Lima  con 
motivo  del  aniversario  de  Ayacucho. 

El  señor  ministro  del  Perú  acusa  recibo  de  la  comunicación 
en  la  cual  se  le  participó  el  nombramiento  de  los  señores  F.  Loza- 
no y  M.  Triana  para  el  Congreso  científico  panamericano,  y  ex- 
presa su  reconocimiento  por  dichas  designaciones. 

La  junta  de  embellecimiento  del  parqué  de  la  Pola  y  avenida 
Agustina  Ferro,  de  Ocaña,  solicita  datos  biográficos  de  esta  última 
heroína. 

El  centro  de  historia  de  Tunja  manifiesta  la  conveniencia  de 
que  la  Academia  haga  editar  algunas  nuevas  obras  hoy  agotadas, 
como  las  de  Zamora,  Ocáriz,  Herrera  y  Oviedo. 

Los  señores  Caicedo  y  Zuleta  informan  sobre  la  candidatura 
del  coronel  C.  Cortés  para  miembro  correspondiente;  y  es  elegido 
dicho  señor  de  acuerdo  con  lo  solicitado  por  los  informantes. 

El  señor  Gómez  Restrepo  informa  sobre  la  obra  C»mpendia  de 
la  historia  de  la  literatura  colombiana  por  el  señor  Matos  Hurtado, 
de  la  cual  dice  sería  muy  conveniente  su  publicación. 

Se  aprueba  una  proposición  sobre  nombramiento  de  una  comi- 
sión que  estudie  el  libro  sobre  el  asesinato  del  general  Sucre,  que 
acaba  de  publicar  en  el  extranjero  el  señor  Péiez  y  Soto. 

Se  abre  un  concurso  para  premiar  el  mejor  trabajo  de  historia 
nacional  que  se  escriba  en  el  año. 

Se  nombra  una  comisión  para  que  dé  su  concepto  cada  vez 
que  se  trate  de  adquirir  objetos  históricos  para  la  quinta  de  Bo- 
lívar. 

I  o    DE   DICIEMBRE 

(Sesión  pública). 

El  secretario  lee  el  parte  detallado  de  la  batalla  de  Ayacu- 
cho firmado  por  el  general  Sucre  y  la  proclama  que  éste  dio  des- 
pués de  la  victoria. 

El  señor  Monsalve  hace  una  exposición  sobre  la  influencia  de 
Bolívar  en  aquella  campaña  y  en  esa  jornada  decisiva. 

El  señor  García  Ortiz  pronuncia  un  discurso  relativo  a  algu- 
nas cartas  del  general  Córdoba  que  posee  originales  y  que  aún 
están  inéditas. 

El  señor  Cortés  Vargas  lee  un  capítulo  de  su  libro  Particifa- 
€ión  d*  Colombia  en  la  libertad  del  Perú. 


DISCURSO    DEL  SEÑOR  MONSALVE  601 

DISCURSO  DEh  SEÍlOR  mOnSflh\7E 

Señor  Presidente  de  la  Academia,  señoras  y  señores: 

Cordialmente  agradezco  las  benévolas  frases  con  que  me  acaba 
de  honrar  el  señor  Presidente  de  esta  corporación,  hijas  principal- 
mente de  esa  benevolencia  que  en  todo  tiempo  lo  ha  caracterizado. 
Bien  sé  que  no  tengo  mérito  alguno  para  venir  a  ocupar  el 
puesto  de  Presidente  de  esta  docta,  laboriosa  y  proficiente  socie- 
dad que  con  tantos  títulos  tiene  adquirida  ya  la  gratitud  de  la 
Patria,  y  que  ha  sido  presidida  por  insignes  varones,  cuyo  ejemplo 
a  duras  penas  podré  imitar;  y  que  si  esto  consigo  se  deberá  a  las 
altas  capacidades  del  incansable,  activo  e  inteligente  historiógrafo 
señor  Otero  D'Ccsta,  quien  como  colega,  compañero  y  colabora- 
dor me  hará  salir  bien;  que  si  esta  Academia  sostiene  su  esplen- 
dor o  da  algunos  pasos  más  en  su  progreso,  a  él  deberá  abonársele, 
y  en  cambio  la  responsabilidad  de  su  retroceso  o  decadencia  debe 
recaer  sobre  mi  falta  de  aptitudes.  Quiero  decir  con  esto,  señores 
académicos,  que  considero  el  inesperado  honor  que  se  me  ha 
hecho  como  un  estímulo  para  todos  mis  colegas  por  parecer  una 
retribución  al  amor  que  le  he  tenido  a  este  noble  instituto;  a  la 
constante  investigación  con  que  me  convidan  el  origen  dichoso,  la 
atormentada  vida  y  los  gloriosísimos  acontecimientos  de  nuestra 
Nación,  y  al  afectuoso  respeto  que  siempre  he  profesado  a  los  pro- 
ceres que,  unos  amortajados  en  la  túnica  sangrienta  de  su  martirio, 
otros  envueltos  en  la  clámide  victoriosa,  otros  coronados  con  los 
laureles  de  su  heroísiiao,  y  otros  muchísimos  con  su  vida  más  o 
menos  ignorada  pero  siempre  unida  a  los  intereses  patrios,  desfilan 
todos  por  el  escenario  de  la  inmortalidad  cantando  la  coronación 
de  sus  triunfos. 

Muy  notable  y  muy  digna  de  su  objeto  ha  sido  hasta  hoy  la 
labor  llevada  a  cabo  por  nuestra  Academia,  gracias  a  los  eminentes 
colegas  que  m.e  han  precedido  y  a  los  abnegados  y  doctos  secre- 
tarios desde  el  inolvidable  doctor  Pedro  María  Ibáñez  hasta  los 
«ctüales  y  a  todos  los  demás  académicos  que  con  riqueza  de  eru- 
dición histórica  han  consagrado  su  tiempo  y  sus  energías  a  darle 
lucimiento;  treinta  y  seis  volúmenes  de  Historia  Nacional  y  quince 
tomos  del  Boletín  de  Historia  y  Antigüedades,  fuera  de  los  innu- 
merables folletos,  informes,  monografías,  resoluciones  de  consultas 
y  otros  tiabajos  de  gran  mérito,  cotno  se  ve  en  el  informe  anuario 
de  la  Secretaría,  son  muestra  de  cuánto  puede  la  labor  constante 
y  colectiva  de  esta  ilustre  asociación,  todo  sin  contar  con  la  labor 
aislada  de  sus  miembros  y  las  tareas  oficiales  que  ha  desempeñado 
como  cuerpo  consultivo  del  Gobierno.  Esto  debe  hacernos  pensar 
cuánto  más  notable,  más  provechoso  y  más  honorífico  sería  el  co- 
metido de  esta  Academia  si  los  altos  poderes  públicos  la  dotaran 
de  una  imprenta  propia  y  la  favorecieran  con  más  generosidad,  a 
lo  menos  para  la  publicación  de  las  obras  que  hay  inéditas  y  de  las 
que  aún  no  se  han  preparado  por  falta  de  ese  poderoso  estímulo. 


602  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


En  proporción  con  estos  antecedentes  y  de  acuerdo  con  ei 
movimiento  general  que  en  todo  el  mundo  se  adelanta  dándole  a 
la  Historia  su  carácter  científico  y  reconociéndole  su  extraordinaria 
utilidad,  así  para  el  desarrollo  de  los  progresos  científicos  que  hoy 
nos  maravillan  y  mañana  serán  apenas  rudimentos  de  cuantos  las 
generaciones  futuras  han  de  admirar,  como  para  una  especie  de 
aplicación  profiláctica  (si  se  me  permite  esta  comparación)  con  la 
cual  se  han  de  curar  y  prevenir  las  hondas  d(»lencias  que  las  na- 
ciones sufren  actualmente  y  las  de  que  están  amenazadas,  a  causa 
de  que,  como  dice  el  príncipe  de  los  historiadores  italianos,  el  des- 
tino de  la  humanidad  es  progresar  padeciendo,  nuestra  Academia, 
admirando,  apreciando  y  honrando  la  nobilísima  labor  de  los  his- 
toriadores colombianos  que  nos  han  precedido  y  nos  han  hecho 
conocer  las  excelencias  de  nuestra  Patria,  los  adelantos  de  nuestra 
cultura  y  las  epopeyas  glorificadoras  de  nuestra  progenie,  sabrá 
también  aquilatar,  purificar  y  aumentar  el  acervo  de  aquellas  obras 
meritorias.  Los  actuales  que  con  una  recta  voluntad  y  conciencia 
pura  ofician  en  el  luminoso  altar  de  Clio,  y  ios  jóvenes  que,  dejan- 
do las  polvorosas  sandalias  a  la  entrada  han  penetrado  con  el  pie 
descalzo  en  el  templo  sacrosanto,  a  diario  nos  demuestran  que 
nuestra  historia  apenas  ha  sido  iniciada;  que  e::»  los  archivos  pú- 
blicos de  las  grandes  y  pequeñas  entidades;  en  las  bibliotecas  pú- 
blicas y  particulares;  en  la  correspondencia  privada,  en  los  monu- 
mentos, en  los  sepulcros,  en  las  inscripciones,  en  la  orfebrería,  en 
la  numismática,  en  la  heráldica,  en  las  tradiciones  y  aun  en  las 
consejas  populares  mismas  se  encuentran  datos  pequeños  o  gran- 
des que  cual  chispas  de  diamante  reflejan  rayo  luminoso  y  vienen 
a  enriquecer  y  .decorar  el  bello  y  variadísimo  calidoscopio  de 
nuestra  cronología  nacional. 

Muy  mezquino  sería  el  objeto  de  la  Historia  si  ésta  no  fuera 
más  que  la  narración  de  hechos  y  acontecimientos  más  o  menos 
conocidos,  más  o  menos  ignorados,  que  no  produciría  otro  resul- 
tado que  el  de  dar  pábulo  a  la  curiosidad  de  personas  desocupadas. 
El  objeto  grandioso  de  la  historia,  su  misión  novilísima,  su 
bella  utilidad  han  de  considerarse, en  que  es  la  ciencia  de  la  inves- 
tigación de  la  verdad;  el  espejo,  escarmiento  y  estímulo  de  las 
naciones,  la  hermana  mayor  de  las  ciencias  políticas  y  sociales,  la 
guía  y  protectora  de  los  humanos  adelantos,  y  el  tribunal  supremo 
a  cuya  jurisdicción  y  sentencia^  están  sometidos  los  hombres,  los 
partidos,  los  pueblos,  los  países  y  las  naciones;  y  ese  objeto  gran- 
dioso, y  esa  novilísima  misión,  y  esa  inestimable  utilidad  nada 
serían  sin  la  filosofía  de  la  Historia.  Esta  rama,  que  es  la  que  nos 
hace  ver  que  las  naciones,  como  los  individuos,  tienen  su  nacimien- 
to, su  infancia,  su  juventud,  su  ancianidad  y  su  decadencia;  que 
los  acontecimientos  son  el  cumplimiento  de  las  leyes  providencia- 
les y  délas  del  humano  pensamiento;  que  la  guerra,  la  paz,  las 
instituciones,  los  sucesos,  las  consecuencias  de  las  relaciones  y 
combinaciones  de  los  hombres,  todo  viene  siendo  el  resultado  de 
una  ley  poderosa  que  se  interpone  entre  el  error  y  la  verdad.  De 
aquí  que  hayamos   de  considerar   la   obra   que  tiene  entre  manos 


DISCURSO   DEL    SEÑOR    MONSALVE  603 


esta  docta  corporación,  no  sólo  como  incremento  histórico  bien 
documentado,  sino  también  como  purificación  y  depuración,  em- 
presa que  corresponde  a  la  Filosofía  y  a  la  Crítica  históricas,  y  que 
se  impone  hoy  más  que  nunca  cuando  se  presentan  escritores  que 
o  por  inconsciencia,  o  por  incomprensión,  o  por  espíritu  malig- 
no propalan  como  historia  opiniones  discutibles,  o  aseveran  mali- 
ciosamente hechos  falsos  y  calumniosos,  o  quieren  hacer  venir  a 
los  proceres  y  fundadores  de  la  Patria  desde  hace  tiempo  muertos 
a  rendir  el  homenaje  de  su  nombre  y  su  prestigio  a  las  caldeadas 
pasiones  políticas  en  que  hoy  nos  agitamos,  o  a  borrar  del  número 
de  los  glorificados  el  más  gallardo  y  exultante  exponente  del  he- 
roísmo colombiano,  o  a  negar  con  insólita  osadía  aquel  poder 
espiritual,  aquella  influencia  divina,  con  que  la  mujer  colombiana 
ha  contribuido,  modesta  pero  eficazmente,  a  dar  lustre,  gloria, 
esplendor  y  renombre  a  la  nación  cuya  existencia  tuvo  su  bautismo 
con  la  sangre  de  Policarpa,  de  Carlota  Armero,  de  Antonia  Santos, 
y  su  confirmación  en  las  más  grandes  abnegaciones,  en  las  más 
bellas  generosidades  y  en  los  más  admirables  heroísmos  de  las  que 
coadyuvaron  en  los  triunfos  inmortales  de  la  Patria. 

Hecho  muy  encomiable,  hijo  sin  duda  de  esa  filosofía  de  que 
acabo  de  hablar,  y  que  agradecerán  nuestros  historiógrafos,  es  el 
que  esta  sabia  corporación  se  haya  opuesto  con  razones  irrebati- 
bles al  inoficioso  cambio  de  nombre  de  nuestras  poblaciones,  que 
si  hubiera  de  continuar  borraría  los  mojones  geográficos  y  haría 
de  nuestras  noticias  históricas  no  más  que  un  almacigo  de  consul- 
tas, y  no  menos  apreciable  y  agradecible,  y  digno  de  aplauso  es  el 
que  se  haya 'opuesto  y  siga  oponiéndose  hasta  donde  alcancen  sus 
esfuerzos  e  iniciativas  a  la  acción  de  las  picas  demoledoras  que  por 
adoptar  un  abigarrado  e  insustancial  modernismo,  viene  echando  a 
tierra  los  monumentos  coloniales  que  son  como  los  recuerdos  ama- 
dos de  familia  y  nos  señalan  los  lararios  y  penates  de  nuestros 
antepasados,  que  derruidos  destruyen  al  propio  tierñpo  una  fuente 
preciosa  de  nuestra  historia  y  el  sello  más  expresivo  y  honroso  de 
nuestro  origen;  es  cierto  que  para  cantar  las  glorias  de  nuestra 
amada  Madre  Patria  y  las  nuestras,  que  al  fin  son  unas  mismas, 
nos  queda  la  armoniosa  lengua  en  que  cantaron  Rodrigo  Caro, 
Iray  Luis  de  León,  Manuel  José  Quintana  y  Juan  Nicasio  Gallego; 
que  para  bendecir  a  la  Estrella  del  Pilar,  bajo  cuya  celestial  pro- 
tección las  naves  españolas  condujeron  a  estas  tierras  ignotas  a  los 
descubridores,  colonizadores  y  evangelizadores  profesamos  la  su- 
blime religión  católica;  y  que  para  enorgullecemos  de  nuestra  raza, 
heroísmo  y  generosidad  tenemos  los  rutiles  resplandores  del  Bár- 
bula,  San  Mateo,  Bombona  y  Ayacucho,  proyecciones  de  las  Na- 
vas de  Tolosa,  de  Lepanto,  de  Pavía  y  de  Bailen;  pero  no  por  eso 
hemos  de  ver  con  fría  indiferencia  que  teniendo  Bogotá,  y  las  otras 
ciudades  de  la  República,  extensos  ejidos  por  dónde  espaciaise,  se 
siga  destruyendo  la  que  fue  capital  de  los  Virreyes,  nuestra  vene- 
randa Santafé. 

¡Cuan  concurrido!  ¡Cuan  agradable!  Y  qué  ameno  será  dentro 
de  poco  tiempo  el  paseo  que  ha  de  tener  nuestra  capital    hacia  la 


604  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


casaquinta  que  fue  del  Oidor  Portocarrero  y  que  el  insigne  patri- 
cio don  José  Ignacio  París  obsequió  al  inmortal  y  egregio  Liberta- 
dor de  la  América  del  Sur,  si  esta  Academia  no  abandona  la  idea 
de  establecer  en  ella  el  Museo  y  Biblioteca  de  Bolívar.  Allí  los 
bogotanos,  que  siempre  se  han  de  ufanar  de  haber  tenido  en  su 
ciudad  la  última  habitación  del  Padre  de  la  Patria,  los  colombia- 
nos todos  que  vengan  a  visitar  su  metrópoli  y  los  extranjeros  estu- 
diosos o  turistas,  en  constante  desfilar,  formarán  como  una 
peregrinación  o  romería  al  lugar  en  donde  silenciosamente  gritan 
los  recuerdos  de  la  persona  que  llenó  con  su  presencia  todo  el 
continente  y  cuyo  espíritu  radioso  para  dominar  el  mundo  escaló 
la  virgen  en  inaccesible  exelsitud  del  Chimborazo.  Allí,  sin  que  los 
oídos  oigan  ni  los  ojos  vean,  las  almas  se  estremecerán  oyendo  el 
relinchar  de  los  caballos,  los  toques  de  las  épicas  trompetas,  el 
estruendo  atronador  de  los  cañones,  y  mirando  el  estrago  de  las 
batallas,  el  sangriento  espectáculo  de  las  contiendas  y  la  marcha 
solemne  de  los  batallones  flameando  sus  tricolores  triunfantes  y  el 
sol  de  la  tarde  reverberando  en  las  reflectoras  bayonetas;  o  bien 
contemplando  al  Aquiles  de  la  Ilíada  americana,  silencioso,  pa- 
seándose en  el  solitario  corredor  con  los  brazos  cruzados  sobre  el 
pecho,  meditando  en  la  instabilidad  de  las  cosas  humanas  y  la 
vanidad  de  las  glorias  de  los  hombres;  o  tal  vez,  ya  que  todas  las 
naciones  por  él  libertadas  le  ha.i  llorado  después  que  al  sepulcro 
lo  condujo  el  mayor  de  los  martirios  morales,  y  lo  han  echado  de 
menos,  y  han  evocado  sus  recuerdos,  su  prestigio  y  sus  pronósti- 
cos, le  oigamos,  no  como  en  Araure  y  en  Junín  con  aqnella  subli- 
me elocuencia  militar  de  que  fue  el  más  excelso  artífice,  sino  con 
la  voz  desfalleciente  de  quien  vislumbra  la  última  luz  de  la  vida, 
aquellas  palabras  que  con  amor  paternal  dirigió  por  la  vez  postre- 
ra a  los  hijos  de  Colombia,  así: 

«¡Colombianos!  Mis  enemigos  abusaron  de  vuestra  credulidad 
y  hollaron  lo  que  me  es  más  sagrado:  mi  amor  a  la  Libertad.  He 
sido  víctima  de  mis  perseguidores,  que  me  han  conducido  a  las 
puertas  del  sepulcro.  Yo  los  perdono. . . . 

«¡Colombianos!  Mis  últimos  votos  son  por  la  felicidad  de  la 
Patria,  Si  mi  muerte  contribuye  para  que  cesen  los  partidos  y  se 
consolide  la  unión,  yo  bajaré  tranquilo  al  sepulcro!» 

Repito  pues,  señores,  que  el  progreso  que  alcance  esta  Academia 
en  el  año  que  hoy  principia  se  deberá  a  mis  honorables  colegas  y 
no  al  que  entra  a  ejercer  la  Presidencia. 

He  dicho. 


DISCURSO  DEh  DOCCOR  íHARROQUin 

Habéis  querido,  sin  duda,  señores  académicos,  al  traerme  en 
medio  de  vosotros,  honrar  la  memoria,  muy  cara  para  mí,  del  ma- 
gistrado que  dio  vida  a  este  instituto.  Sólo  así  puedo  explicarme 
el  honor  de  ser  vuestro  colega.  Con  ello  echáis  sobre  mis  hombros 


DISCURSO   DEL  DOCTOR  MARROQUÍ»  605 


una  deuda  de  gratitud  tanto  mayor  cuanto  son  escasos  mis  perso- 
nales merecimientos.  Acepto  agradecido  el  honor  que  hacéis  al 
nombre  que  llevo. 

Vengo  a  ocupar  la  vacante  producida  por  la  desaparición  de 
un  varón  ilustre  que  dejó  honda  huella  y  gratísimo  recuerdo  entre 
nosotros. 

Fue  don  Rufino  Gutiérrez,  \iijo  del  cantor  de  la  Montaña,  del 
más  poeta  de  nuestros  poetas  bucólicos,  cuyo  nombre  pronuncia- 
mos todos  con  respeto  cariñoso,  porque  al  recordar  sus  estrofas 
«con  olor  de  helécho»  que  aprendimos  en  la  infancia,  nos  parece 
percibir 

Como  un  eco  lejano  de  otro  tiempo 
Como  un  Tag'o  recuerdo  de  ventura. 

Heredó  el  señor  Gutiérrez  de  sus  mayores  una  rectitud  de  ca- 
rácter poco  común;  y  con  razón  esta  vez  al  tributarle  honores  pos- 
tumos, se  le  presentó  como  modelo  de  ciudadanos,  porque  fue  un 
hombre  de  bien,  por  su  amor  al  bien  público,  por  su  virtud  acri- 
solada. 

De  raza  antioqueña,  trabajador  infatigable,  no  fue  a  buscar 
en  sus  montañas  un  sitio  «en  donde  comenzar  la  roza»;  pero  em- 
pleó su  actividad  nativa  en  cultivar  con  provecho  otros  campos, 
principalmente  el  de  la  historia. 

En  desempeño  de  funciones  oficiales  visitó  casi  todas  las  po- 
blaciones de  Colombia,  y  dejó,  juntamente  con  preciosos  datos  es- 
tadísticos, muchos  otros  de  crónicas  y  de  historia  local,  que  pro- 
bablemente se  hubieran  perdido  sin  sus  asiduas  investigaciones. 
Bien  conocidos  son,  entre  otros,  sus  trabajos  sobre  «Salinas  marí- 
timas de  Colombia»  y  «Resguardos  de  indígenas»;  su  monografía 
de  «Pasto  y  las  demás  Provincias  del  sur  de  Colombia,»  y  lo  que 
escribió  tal  vez  con  más  cariño:    sus  «Impresiones    de  Antioquia.» 

Condensó  esa  intensa  y  benedictina  labor  en  dos  tomos  de 
nuestra  Biblioteca  de  Historia  Nacional,  cuya  importancia  no  ten- 
go necesidad  de  encarecer,  e  irá  creciendo  con  los  años. 

Forma  nuestra  Academia  una  familia  unida  por  estrechos 
vínculos  del  espíritu,  que  tiene  vida  próspera  y  fecunda  porque 
trabaja;  y  por  esta  razón  ha  visto  desaparecer,  con  honda  pena,  a 
uno  de  sus  miembros  más  laboriosos,  más  investigadores  y  de  co- 
laboración más  eficaz.  La  obra  de  don  Rufino  Gutiérrez  es  cierta- 
mente riquísimo  arsenal  para  los  amantes  de  los  anales  patrios,  y 
queda  como  testimonio  de  una  inmensa  deuda  de  gratitud  para  las 
generaciones  venideras. 

Es  la  primera  vez  que  un  miembro  del  clero  viene  a  ocupar 
un  sillón  de  número  en  este  instituto. 

Qué  lástima,  señores  académicos,  que  no  pueda  yo  represen- 
tar dignamente  en  la  Academia  Nacional  de  Historia  a  fray  Barto- 
lomé de  las  Casas,  a  don  Juan  de  Castellanos,  a  fray  Pedro  Agua- 
do, a  fray  Alonso  de  Zamora,  al  maestro  Gil  González  Dávila,  a 
don  Lucas  Fernández  de  Piedrahita,  a   fray  Pedro    Simón,  a  Gar 


606  BOLETÍN  DE   HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


zón  de  Tauste,  a  los  padres  Ribero,  Gumilla  y  Cassani,  por  no  ci- 
tar ahora  sino  a  los  más  ilustres  entre  los  historiadores  eclesiásti- 
cos cuyos  escritos  sirven  de  base  a  nuestra  historia. 

Sería  tan  grande  y  abrumadora  la  honra  de  representar  aquí 
a  aquellos  insignes  varones  que  enriquecieron  el  caudal  de  nues- 
tra historia,  no  solamente  con  las  valiosas  páginas  que  salieron 
de  su  pluma,  sino  principalmente  (fon  lus  hermosos  hechos  que  for- 
maron su  vida,  que  yo  sinceramente  la  rehuyo. 

El  asunto  que  debo  tratar  está  naturalmente  indicado:  la  par- 
ticipación de  la  iglesia  en  nuestra  historia;  mas  es  tan  vasto  y  fe- 
cundo, que  no  puede  caber  deniro  de  los  límites  de  un  modesto 
trabajo  reglamentario,  aun  tratado  a  la  ligera.  Porque  habría  que 
comenzar  por  la  parte  muy  principal  que  tuvo  el  clero  secular  y 
regular  en  el  descubrimiento  de  nuestro  territorio;  por  l.as  hazañas 
de  los  misioneros  que  surcaron  mares  desconocidos  trayendo  la 
luz  del  Evangelio;  por  las  expediciones  legendarias  que  se  abrie- 
ron paso  a  través  de  las  selvas  llevando  como  estandarte  la  cruz  y 
como  vanguardia  los  soldados  de  Cristo;  por  la  influencia  decisiva 
de  la  iglesia  en  la  colonización  de  estas  comarcas  y  en  la  civiliza- 
ción de  su  raza.  Podrían  aquí  surgir  las  nobles  figuras  del  primer 
Arzobispo  de  este  Nuevo  Reino,  el  gran  protector  y  civilizador  de 
los  indios;  de  Lobo  Guerrero;  de  fray  Cristóbal  de  Torres;  de 
Arias  de  Ugarte;  del  Arzobispo  Virrey,  y  de  tantos  otros  insignes 
y  benéficos  representantes  de  la  iglesia  en  los    tiempos  coloniales. 

Ya  que  forzosamente  hemos  de  pasar  en  silencio  esa  parte  de 
nuestra  historia,  vamos  a  detenernos  en  la  época  de  la  magna 
guerra. 

¿Cuál  fue  la  actitud  del  clero  ante  el  movimiento  emanci- 
pador? 

¿Qué  motivo  le  guió  al  abrazar  la  causa  de  América? 

Hace  algunos  años  hubiera  sido  motivo  de  escándalo  el  ase-, 
gurar  que  a  la  influencia  del  clero  se  debió  en  gran  parte  la  obra 
de  la  emancipación  americana.  Nada  más  fácil,  sin  embargo,  que 
establecer  con  documentos,  como  conviene  hacerlo,  el  huhé  his- 
tórico de  que  los  miembros  del  clero  americano  miraron  con  sim- 
patía y  favorecieron  el  movimiento  emancipador  en  el  nuevo  mundo. 

Sin  la  necesidad  de  ser  breve,  muy  interesante  y  oportuno 
sería  hacer  aquí  una  reseña  de  lo  que  fue  la  actuación  del  doctor 
Gregorio  Funes,  comúnmente  conocido  por  el  Deán,  figura  muy  im- 
portante en  la  evolución  nacional  argentina,  y  de  gran  relieve  en 
la  historia  continental  americana.  En  torno  suyo  se  agrupan  mu- 
chos otros  eclesiásticos  para  trabajar  en  la  emancipación  de  aquel 
país,  principalmente  en  la  Asamblea  de  1&13  y  en  el  Congreso  de 
Tucumán  de  1816,  formado  por  una  abrumadora  mayoría  de  di- 
putados eclesiásticos  «que  fueron,  dice  Piaggio,  el  alma  de  aquel 
augusto  acto  que  levantó  una  nación  soberana  y  libre  ante  la  faz 
de  la  tierra»  (i). 


(1)  Piagrglo,  «Inñuencla  del  clero  en  la  independencia  argenti- 
na.>  (Barcelona,  1902),  página  243. 


DISCURSO  DEL    DOCTOR  MARROQüÍN  607 


Y  ver  cómo  en  Méjico  fue  el  clero  quien  aseguró  el  éxito  de 
la  independencia  mediante  el  patriotismo  del  padre  Monteagudo, 
de  la  congregación  del  Oratorio;  y  en  Venezuela,  el  canónigo 
Madariaga,  «el  predicador  favorito  del  pueblo,  como  le  llama 
Mancini  (i),  inflama  los  ánimos,  penetra  en  el  cabildo  abierto  del 
19  de  abril  de  1810,  pide  en  nombre  del  clero  la  destitución  del 
Capitán  General,  representante  de  la  Regencia,  y  el  establecimien- 
to de  un  gobierno  compuesto  de  americanos.  Y  como,  por  último, 
en  el  Ecuador,  desde  la  primera  junta  que  se  instaló  el  10  de 
agosto  de  1809,  el  clero  de  Quito,  a  cuya  cabeza  estaba  el  Ilustri- 
simo  señor  obispo  doctor  don  José  de  Cuero,  y  su  provisor,  el 
doctor  Manuel  José  Caicedo,  se  distinguió  por  su  patriotismo  y 
amor  a  la  independencia.»  A  excepción  de  las  provincias  de  Gua- 
yaquil y  Cuenca,  donde  los  patriotas  no  pudieron  derrocar  el  po- 
der español  hasta  que  fueron  auxiliados  por  Colombia,  en  todas 
las  demás  se  decidió  el  clero  por  el  nuevo  Gobierno  independien- 
te. Presidiólo  por  algún  tiempo  el  mismo  señor  obispo,  y  su  influ- 
jo fue  tan  poderosa  que,  con  muy  raras  excepciones,  todos  los  in- 
dividuos del  clero  secular  y  regular  fueron  patriotas.  «Costóle  esto 
al  señor  Cuero  ser  enviado  a  Lima  bajo  partida  de  registro  por  el 
presidente  español  Toribio  Montes,  y  allí  murió.  A,  su  provisor  se 
le  deportó  a  Filipinas,  de  donde  regresó  después  de  1821,  cargado 
de  años  y  merecimientos.  Este  y  el  cura  de  San  Roque,  doctor  don 
José  Correa,  estuvieron  antes  destinados  al  patíbulo  por  el  benig- 
no españo.1  Montes»  (2). 

Viniendo  a  !o  que  directamente  nos  concierne,  es  un  hecho 
histórico  que  e!  clero  de  la  Nueva  Granada  inflayó  decisivamente 
en  la  suerte  de  las  armas  patriotas,  lo  mismo  en  i8ro  que  en  la 
guerra  de  restauración  de  la  República.  No  quiero  fijarme  en  he- 
chos aislados  que  abundan  en  nuestras  crónicas,  como  el  del  padre 
Marif'.o,  religioso  dominico  y  coronel  patriota,  «sobre  cuyo  som- 
brero ondeaba  un  inquieto  plumije,  en  cuyos  hombros,  resplande- 
cían las  charreteras  sobre  el  hábito  religioso,  y  cuyas  espuelas  re- 
sonaban en  el  pavimento  de  la  iglesia  cuando  se  despojaba  de 
aquellos  arreos  para  revestirse  el  alba  de  los  levitas  y  las  demás 
vestiduras  sacerdotales»  (3). 

Ni  quiero  preguntarme  ahora  si  los  que  como  él  montaron  a 
caballo,  y  lanza  en  ristre  salieron  a  derramar  su  sangre  y  la  san- 
gre de  los  expedicionarios  en  los  campos  de  batalla,  son  dignos 
de  vituperio  o  de  alabanza;  «si  el  discípulo  del  Crucificado  hizo 
mal,  según  la  frase  de  don  José  Joaquín  Ortiz,  o  si  fue  el  amante 
de  la  patria  el  que  hizo  bien.» 

Pero  no  es  posible  dejar  de  recordar  aquí  que  en  la  primera 
junta  del  20  de  julio,  de  18 lo   hubo    doce  elesiásticos    distingui- 


(1)  Bolívar  et  V einancipition  des  Colonnies  espagnoUs 

(2)  J.  J.  Ortir,  Carias  de  un  sacerdote  católico. 

(3)  J.  J,  Ortií,    1.  c. 


608  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


dos  (i).  Pcdria  formarse  además  una  larga  lista  de  los  miembros 
del  clero  que  encabezaron  o  siguieron  el  movimiento  emancipa- 
dor en  Nueva  Granada;  y  nadie  ignora  los  hechos  de  Pey,  de  Ro- 
sillo, de  Estévez,  de  Padilla,  de  Caicedo  y  Fiórez,  y  aun  de  aque- 
llos que  como  el  canónigo  Guerra  fueron  en  un  principio  opuestos 
al  movimiento,  para  convertirse  más  tarde  en  entusiastas  partida- 
rios de  la  causa  americana  y  en  admiradores  del  Libertador. 

«El  clero  de  la  Nueva  Granada,  dice  el  doctor  Nicolás  Gar- 
cía Zamudio  (2),  fue  sin  lugar  a  dtida  decidido  partidario  de  la 
independencia.  Pruébalo  en  lo  relativo  a  Tunja  la  presencia  en  sus 
asambleas  de  numerosos  sacerdotes;  la  Constitución  del  9  de  di- 
ciembre la  firman  más  de  veinte  eclesiásticos;  en  cuanto  al  acta 
de  1813,  encontramos  entre  otras  la  firma  del  célebre  dominicano 
fray  Ignacio  Marino.» 

Refiere  en  sus  memorias  el  abanderado  de  Narifio  en  Pasto 
que  al  llegar  el  precursor  a  Popayán  después  del  triunfo  de  Cali- 
bío,  con  un  ejército  compuesto  de  soldados  desnudos,  descalzos, 
faltos  totalmente  de  fuerzas  por  las  fatigas  anteriores  y  porque  ha- 
cía tres  días  que  no  comían,  convocó  a  todas  las  personas  acomo- 
dadas de  Popayán  y  les  hizo  presente  la  necesidad  de  que  cada 
uno,  según  sus  facultades,  contribuyese  cun  alguna  suma  para  los 
gastos  de  la  expedición  a  Pasto,  «Yo  montaba  guardia  ese  días 
dice  aquel  testigo,  y  presencié  todo  lo  que  pasó  en  la  junta.  Fue- 
ron ofreciendo  todos  diferentes  cantidades,  según  lo  que  calculaban 
que  podrían  dar.  Todos  los  eclesiásticos  contribuyeron  espontá- 
neamente, y  los  que  no  tenían  dinero  llevaron  candeleros,  platos, 
jarros  y  aun  vinajeras,  frontales  y  otras  cosas  de  plata,  todo  lo  cual 
fue  fundido  y  reducido  a  dinero  en  la  casa  de  moneda»  (3). 

La  orden  de  Santo  Domingo  se  distinguió  por  su  patriotismo 
en  aquella  época. 

En  enero  de  18 15  pidió  a  dicha  comunidad  el  ciudadano  José 
Acebedo  Gómez,  comandante  general  y  jefe  político  del  distrito, 
un  préstamo  voluntario  a  nombre  del  gobiernen  para  atender  a  las 
urgentes  necesidades  de  la  guerra  de  la  independencia. 

El  muy  reverendo  padre  prior  fray  Miguel  Garnica  reunió  en 
su  celda  a  los  padres  de  consulta,  «quienes  determinaron  unifor- 
memente, como  consta  en  documento  que  he  tenido  a  la  vista , 
resignar  en  las  manos  del  gobierno  general  todos  cuantos  haberes 
posee  la  comunidad  en  común  y  en  particular,  hasta  las  personas 
de  cada  uno  de  ios  religiosos  del  convento,  y  remitir  el  dinero  y 
alhajas  que  existen  en  el  depósito  para  que  se  ponga  todo  a  dispo- 
sición del  gobierno  general  de  las  Provincias  Unidas,  y  sin  la  ca- 
lidad de  rédito.  Nuestra  Señora  del  Rosario  de  Chiquinquirá  está 


(1)  Pey,  Chaves,    Garnica,    González,    Omaña,    Serrano,  Plata, 
Roch  a  (Vicente),  Cuervo,  Azuero,  Amaya  y  Torres. 

(2)  Boletín  de  Historia,  año  :x,  página  20. 

(3)  Memofias  de  un  abanderado,    por   J.    M,  Espinosa.    Bogotá. 
l876,  página  50. 


DISCURSO  DEL    DOCTOR  MARROQUÍN  609 

pronta  a  desnudarse  de  las  alhajas  que  adornan  su  venerable  ima- 
gen, siempre  que  el  gobierno  general  destine  su  producto  para 
sostener  la  independencia  de  la  Nueva  Granada  y  la  libertad  de 
los  pueblos  a  cuya  piedad  debe  sus  adornos.» 

Este  rasgo  de  patriotismo  bien  puede  compararse  con  el  de 
aquella  frase  que  en  los  aciagos  días  del  sitio  de  Zaragoza  en  1808, 
grabó  otro  Taile  sobre  una  lanchera  improvisada:  «Zaragozanos: 
morir  por  la  Virgen  del  Pilar  o  vencer.  > 

Los  servicios  del  clero  han  sido  reconocidos  por  todos  los 
gobiernos  de  Colombia  y  Nueva  Granada  desde  el  de  Bolívar, 
Santander,  Márquez,  Herrán,  Mosquera,  hasta  el  de  López. 

£1  secretario  del  interior  decía  al  congreso  colombiano  de 
1823:  «El  Gobierno  se  aprovecha  de  esta  solemne  oportunidad 
para  informar  al  Congreso  del  patriotismo  e  importantes  servicios 
que  el  clero  secular  y  regular  de  Colombia  ha  hecho  a  la  causa  de 
la  independencia  Por  todas  partes  la  han  auxiliado  con  el  influjo 
de  la  palabra  y  de  su  ministerio,  coa  el  ejemplo  y  con  sus  riquezas.» 

Y  en  1826  repetía:  «Tanto  el  clero  secular  coma  el  regular  de 
Colombia  continiía  dando  pruebas  de  sumisión  al  gobierno  y  de 
adhesión  a  las  leyes  de  la  república. ^ 

Igual  justicia  hace  el  gobierno  ejecutivo  cuando  se  dirige  a 
ias  legislaturas  de  los  años  siguientes: 

«El  clero  en  nuestra  Patria,  se  lee  en  un  documento  oficial 
de  i85'>,  gallardamente  apoyó  el  grito  de  la  independencia,  traba- 
jando desde  la  cátedra  de  la  verdad  en  difundir  los  dogmas  lumi- 
nosos de  ta  libertad,  fraternidad  e  igualdad,  y  selló  su  consagración 
a  la  causa  americana  con  inauditos  sacrificios»  (i). 

Muchos  actos  y  muchas  palabras  del  Libertador  podrían  adu- 
cirse para  probar  que  el  clero  secundó  su  obra.  Voy  a  limitarme  a 
transcribir  unas  cortas  y  sencillas  palabras  que  expresan  bien  su 
pensamiento. 

Oigamos  lo  que  escribe  en  diciembre  de  1819:  «El  clero  secu- 
lar y  regular  y  los  monasterios  y  religiosas  se  me  acercaron  enaje- 
nados y  rae  abrieron  su  corazón.»  Algo  tiene  que  valer  este  testi- 
monio. 

Voy  a  permitirme  a  este  propósito  referir  el  siguiente  episodio. 

Encontró  el  Libertador  en  cierta  ocasión  una  comitiva  de  reli- 
giosos que  venían  a  felicitarle.  Estos  piadosos  patriotas,  sin  hacer 
caso  de  la  fuerte  lluvia  que  caía,  apenas  divisaron  a  Su  Excelencia 
se  desmontaron  de  sus  gordas  y  briosas  muías,  y  al  acercárceles  el 
Libertador,  un  miembro  de  la  comunidad  le  dirigió  un  discurso, 
al  que  ni  la  misma  inclemencia  del  tiempo  hubiera  puesto  fin,  sí 
Bolívar,  con  su  genial  viveza,  no  le  hubiese  cortado  la  palabra  al 
oírle  decir:  «no  habrá  sacrificio  que  la  comunidad  no  esté  dispues- 
ta a  hacer  por  Colombia  y  su  Libertador. 


(1)  J.  J.  OrUi.  I,  c. 

WV— 39 


610  BOLKTÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGüRDADFS 


—  cEI  más  grato  servicio  que  podéis  hacernos  ahora,  reveren- 
dos padres — dijo  Bolívar, — es  someteros  a  la  privación  temporal  do 
esas  buenas  muías  en  que  habéis  venido;  hemos  hecho  una  larga 
jornada,   y  nuestros  caballos  están  tan  cansados  como  nosotros.» 

Asi  el  Libertador  y  su  séquito  pudieron  continuar  su  viaje  con 
toda  comodidad  (i). 

Muy  importante  es  la  nota  que  el  vicepresidente,  g'>neral 
Francisco  de  Pdula  Santander,  mandó  insertar  en  la  Gaceta  Ofic  al 
de  I.'  de  octubre  de  1820: 

«La  tesorería  general  de  la  capital  ha  recibido  de  !a  de  diez- 
mos $  11,451,  producto  de  los  novenos  beneficíales  que  por  el  afio 
de  1818  pertenecen  a  los  venerables  curas  de  la  diócesis  de  Bogo- 
tá, cuya  cantidad  ha  sido  cedida  al  gobierno  por  sus  participes. 
Este  rasgo  generoso  y  patriótico  del  clero  de  Bogotá  realza  su  mé- 
rito demasiado  demostrado  en  cuantas  contribuciones,  donativos, 
etc.,  se  le  han  pedido,  y  en  su  opinión,  sobradamente  manifestada 
en  todos  los  modos  posibles.  Su  excelencia,  muy  agradecido  a  tan 
laudable  generosidad,  quiete  se  publique  para  honor  y  satisfacción 
del  muy  venerable  clero  bogotano.» 

Para  probar  la  influencia  del  clero  en  la  guerra  de  la  indepen- 
dencia bastaría  lo  dicho;  pero  puede  aducirse  otro  testimonio  de 
indiscutible  autoridad  y  fuerza:  el  del  pacificador  Morillo. 

£1  7  de  marzo  de  1815  escribía  desde  Mompós  al  Ministro  de 
Guerra:  cEn  Espafla  se  cree  vulgarmente  que  sólo  son  cuatro  cabezas 
los  que  tienen  levantado  este  país:  es  preciso,  excelentísimo  señor, 
que  no  se  piense  así.  El  clero  y  todas  las  clases  se  dirigen  al  mis- 
mo objeto  de  la  independencia.» 

Y  el  31  de  mayo  de  181 6  escribía  desde  Bogotá: 

«En  todo  este  espacio  he  visto  siempre  mucha  dulzura  y  doci- 
lidad en  los  habitantes,  y  que  donde  el  cura  ha  sido  bueno,  el 
pueblo  lo  ha  imitado. . . .  Muchos,  o  los  más  de  los  curas  han  sido 
ios  fomentadores  de  las  nuevas  ideas,  y  debo  decir  a  vuestra  exce- 
lencia que  con  las  tropas  del  rey  venceré  en  toda  América,  pero  el 
convencimiento  y  la  obediencia  al  soberano,  es  obra  de  los  ecle- 
siásticos, gobernados  por  buenos  prelados;  pero  desde  Cumaná 
hasta  Quito  sólo  hay  el  arzobispo  de  Caracas  y  el  nuevo  obispo  de 
Maracaibo. . . .  Exige  pues  la  necesidad  que  los  nuevos  pastores 
vengan  pronto  a  cuidar  de  su  rebafto  y  que  centenares  de  religiosos 
se  encarguen  de  los  curatos  de  Santafé  y  Venezuela.  Esta  medida  es 
tan  urgeate  como  el  que  remitan  tropas  para  guarnecer  territorios 
tan  vastos. 

«Es  preciso  enviar  a  Espafia,  dice  el  mismo  Morillo  en  comu- 
nicación del  31  de  agosto  de  1816,  por  lo  menos  a  los  religiosos 
de  Santo  Domingo  y  dispersarlos  alli  en  distintos  conventos. 

«De  Maracaibo  se  huyeron  seis  de  los  eclesiásticos  destinados 
a  ser  enviados  a  Espafla.   Si   los  otros   deportados  vuelven  a  este 


(1)  D.  P.  O'Leary,  Gran  Ctiombia  y  EspaHa,  página  71. 


DISCURSO  DEL  DOCTOR   MARROQÜÍN  611 

país,  vuestra  excelencia  puede  Uner  la  seguridad  de  que  la  guerra 
será  eterna  y  no  habrá  tranquilidad  posible.  Estas  provincias  cae- 
rán en  poder  de  les  rebeldes  si  a  la  falta  de  ejército  suficiente  se 
agrega  el  regreso  a  este  país  de  sus  mejores  agentes  para  hacer 
nuevas  revoluciones.»  (13  de  septiembre  de  1817)  (i). 

Más  convincentes  que  las  palabras  sou  los  hechos: 

«Conociendo  Morillo  todo  el  daño  que  podía  hacer  eidero  de 
la  Nueva  Granada  al  gobierno  del  rey  por  su  patriotismo  y  amor 
a  la  independencia,  se  erapeftó  en  desterrar  a  los  clérigos  más  dis- 
tinguidos. Envió  primero  once  a  Cartagena  con  el  objeto  de  que 
se  les  remitiera  a  España. 

«Habiéndose  negado  a  verificarlo  tanto  el  virrey  Montalvo 
como  el  arzobispo  Sacristán,  mientras  no  fueran  juzgados  según  las 
leyes,  se  incomodó  Morillo  con  esta  oposición,  y  tomó  otro  cami< 
no.  Mandó  pues  sumariar  a  los  eclesiásticos  por  medio  del  titulado 
vicario  general  de  su  ejército  don  Luis  VülabriHe,  sin  atender  a  las 
disposiciones  de  las  leyes  y  de  los  cánones.  Así  deportó  a  Vene- 
zuela con  dirección  a  España  a  noventa  y  cinco  eclesiásticos  de  lo 
más  respetable  del  clero  granadino.  Fue  el  conductor  el  cape- 
llán Melgarejo,  de  la  misma  ralea  de  Villabrille,  que  iba  acom- 
pañado por  ceciales  y  soldados  del  ejército  real.  Por  falta  de 
fondos  sólo  a  veintisiete  se  les  remitió  a  España.  Los  que  no  mu- 
rieron en  el  destierro  volvieron  a  su  país  en  1821.  El  brigadier 
Sámano,  más  bárbaro  que  Morillo,  proponía  a  éste  en  cierta  oca- 
sión que  ahorcaran  al  doctor  Andrés  Ordóftez  por  hereje.  Tal 
era  la  conducta  de  las  pacificadores  con  el  clero  granadino»  (2). 

La  narración  que  acabáis  de  oír  no  es  mía;  es  de  un  testigo 
ocular,  que  es  al  mismo  tiempo  el  más  verídico,  el  más  imparcial, 
el  más  ilustre  de  nuestros  historiadores  de  la  República. 

«Eramos  niños — dice  don  José  Manuel  Restrepo— cuando  ea 
181 D  principió  la  gran  lucha  por  nuestra  independencia,  y  desde 
entonces  hemos  tenido  alguna  parte,  r  unque  pequeña,  en  casi  to- 
dos los  sucesos,  o  por  lo  menos  los  hemos  conocido,  tomado 
notas  y  reunido  multitud  de  documentos  históricos.  Decimos  esto 
para  manifestar  que  tenemos  algún  derecho  a  ser  creídos  en  lo 
que  digamos  sobre  la  parte  histórica  de  la  cuestión.  Aseguramos 
pues  que  la  generalidad  del  clero  católico  de  Venezuela,  de  la 
Nueva  Granada  y  aun  pudiéramos  añadir  del  resto  de  la  América 
Española,  promovió  y  auxilió  eficazmente  la  independencia  de  su 
patria.» 

¿Pero  qué  motivo  tan  poderoso  decidió  al  clero  a  abro  zar  la 
causa  de  América? 


(1)  Dom  Pablo  Morillo,  por  Antonio   Rodrigues   Villa.    Madrid. 
1920,  páginas  242  y  •iguientes. 

(2)  José  Manuel  Restr«po  ,  Ampliación  de  algunos  conceptos  de 
las  Ctiriñs  á%  un  fctrdoU  católico. 


612  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANT1GUEDADE:3 


Cuando  Napoleón  obtuvo  la  abdicación  de  los  reyes  católi- 
cos y  nombró  rey  de  España  a  José  Bonaparte,  el  pueblo  espa- 
ñol, en  su  exaltación  patriótica  y  religiosa,  combatió  la  invasión, 
porque  tenía  el  convencimiento  de  que  la  impiedad,  juntamente 
con  el  usurpador,  como  se  le  llamaba,  vendría  a  ocupar  el  trono 
de  ios  reyes  católicos. 

Voy  a  recordar  brevisimamente  esa  página  de  la  historia  de 
España.  El  general  Castaños,  a  la  cabeza  del  ejército  español,  había 
conseguido  derrotar  y  hacer  capitular  a  28.000  franceses  en  la  ba- 
talla de  Bailen.  Napoleón,  naturalmente  enfurecido  por  una  derro- 
ta que  jamás  habían  sufrido  antes  sus  soldados,  tenidos  por  in- 
vencibles, se  puso  en  marcha  él  mismo  con  300,000  hombres, 
ocupó  como  un  huracán  toda  la  península,  transmontó  la  Sierra 
Morena  y  no  quedó  libre  de  sus  armas  sino  Cádiz  bajo  el  amparo 
de  las  escuadras  inglesas.  Allí  se  asiló  la  junta  central  que  go- 
bernaba con  el  nombre  y  la  delegación  de  Fernando  vii,  mientras 
cl  resto  del  país  hacia  una  guerra  sangrienta  de  guerrillas,  cuyos 
detalles  son  heroicos,  pero  vandálicos  y  atroces  a  la  vez. 

En  medio  de  tales  trastornos  se  organizan  juntas  provinciales 
o  municipales,  independiantes  unas  de  otras;  después  la  junta  su- 
prema y  por  último  el  consejo  de  regencia,  que  gobernaba  en  nom- 
bre del  rey  cautivo  Fernando  vii. 

El  mismo  fenómeno  se  produjo  en  América.  Las  manifestacio- 
nes populares  protestaron  contra  la  invasión  francesa  en  la  penín- 
sula, y  proclamaban  a  Fernando  rey  de  España  e  Indias,  lo  que  no 
impidió,  sin  embargo,  que  la  idea  de  la  independencia  absoluta  del 
gobierno  de  España  fuera  gan?ndo  terretio  con  los  años,  y  fuera 
transformándose  y  haciéndose  más  precisa  a  medida  que  se  des- 
arrollaban en  la  península  los  acontecimientos  de  aquella  época 
tumultuosa. 

Acababa  de  llegar  a  Santafé  el  arzobispo  don  Juan  Bautista 
Sacristán.  Un  sujeto  le  hablaba  cierto  día  de  la  conducta  política 
de  un  eclesiástico  que  había  sido  de  la  junta  del  20  de  julio,  y  lue- 
go que  concluyó  ponderando  esto  como  un  crimen,!  le  contestó  el 
arzobispo: 

cSefior,  en  crímenes  como  éste  han  incurrido  muchos  en  estos 
tiempos,  y  entre  esos  criminales  cuente  usted  a  Jua%j  Bautista  Sa- 
cristán, quien  fue  miembro  de   una  de   las  juntas  de  España»  (1). 

Con  tal  respuesta  el  señor  Sacristán  no  sólo  justificaba  al  ecle- 
siástico, miembro  de  junta,  sino  a  la  junta  misma,  porque  la  ponía 
en  igual  caso  que  las  de  España. 

«A  la  sustancia  inflamable  esparcida  por  los  vastos  dominios 
españoles,  ha  dicho  nuestro  colega  el  doctor  Diego  Mendoza  Pé- 
rez, puso  fuego  la  mano  de  Napoleón.» 

Porque  esévidente,  señores,  que  para  que  cl  movimiento,  eman. 
ipador  conmoviera  las  masas,  tuviera  resultado  y  llegara  a  constu 


(l)  Groot,  ni,  página  434. 


DISCURSO  DEL  DOCTOR  MARROQUÍN  613 


tuír  la  República,  fue  necesario  que  el  pueblo  de  Espafla  se  levan- 
tara contra  Napoleón.  La  independencia  y  ia  República  nacieron  en 
América,  aunque  parezca  extrafla  esta  aseveración,  de  las  manifes- 
taciones unánimes  de  fidelidad  al  antiguo  régimen  y  a  la  religión 
católica.  La  revolución  hispanoamericana  no  es  hija  de  la  revolu- 
ción francesa,  como  lo  han  afirmado  a  primera  vista  muchos  escri- 
tores, sino,  por  el  contrario,  un  brote  reaccionario  contra  aquella 
revolución,  sobre  todo  en  lo  que  tenía  de  antirreligioso. 

Como  prueba  de  ello  y  del  concepto  que  se  tenía  de  la  revo- 
lución, oid  lo  que  escribe  el  canónigo  doctoral  de  la  catedral  de 
de  Santafé,  don  Rafael  Lasso  de  la  Vega,  el    23  de  abril  de  1809: 

<La  guerra  contra  la  que  nos  defendemos  no  es  sólo  una  gue- 
rra de  estado  y  por  causas  políticas.  Aunque  tiene  por  principio  la 
ambición,  y  como  el  mismo  enemigo  no  se  ha  avergonzado  confe- 
sar la  mira  de  arruinar  la  casa  de  los  Borbones  extinguiéndola  de 
raíz,  ella  es  directamente  contra  la  religión.  Sus  armas  ocultas 
tiempo  há,  sabemos  son  el  libertinaje,  la  corrupción  de  la  moral  y 
la  introducción  de  las  costumbres  francesas,  el  lenguaje,  trajes  y  de- 
más afeminación  de  estos  tiempos....  Es  público  y  notorio  que  los 
sables  y  bayonetas  después  de  teñidos  en  sangre  inocente,  se  haa 
ensangrentado  también  en  los  delitos  del  santuario,  y  no  se  han 
peí  donado  los  mismos  templos,  altares  e  imágenes,  y  a  Dios  sacra- 
mentado» (j). 

Este  era  pues  el  modo  de  pensar  de!  clero  granadino  en  vís- 
peras del  famoso  20  de  julio. 

Y  no  era  solamente  el  clero  quien  así  pensaba.  Ahí  están  las 
palabras  del  acta  que  se  firmó  en  aquella  memorable  fecha: 
«Juramos  por  el  Dios  que  existe  en  el  cielo....  derramar  hasta 
la  última  gota  de  nuestra  sangre  por  defender  nuestra  sagrada  reli- 
gión católica,  apostólica,  romana;  nuestro  amadísimo  monarca  Fer- 
nando VII,  y  la  libertad  de  la  patria.» 

Al  principio,  como  era  natural,  hubo  tanteos,  vacilaciones.  El 
20  de  juüo  se  aceptaba,  según  parece,  la  autoridad  de  la  junta  de 
regencia;  el  26  ya  no  se  habla  de  ella.  Pero  siempre  se  conservará 
por  algún  tiempo  la  ficjplidad  a  Fernando  vii. 

Así  consta  de  las  comunicaciones  de  la  Junta  Suprema  de  San- 
tafé, en  donde  se  habla  de  «la  augusta  representación  y  amable 
soberanía  del  señor  don  Fernando  vii,»  y  de  los  términos  del  ju- 
ramento que  debían  prestar  los  miembros  del  primer  congreso  que 
se  instaló  en  Santafé  el  22  de  diciembre  de  1810: 

«¿Juráis  a  Dios  nuestro  Señor  y  a  sus  santos  evangelios,  que 
estáis  tocando,  defender,  preteger  y  conservar  nuestra  santa  reli- 
gión católica,  apostólica,  romana;  sostener  los  derechos  del  señor 
don  Fernando  vii  contra  el  usurpador  de  su  corona.  Napoleón  Bo- 
naparte,  y  su  hermano  José;  y  en  defecto  de  su  restitución  pacífica, 
libre  y  absoluta  al  trono  de  España  y  a  una   dominación   constitu- 


(1)  Rafael  La&so  déla  Vega,  Proclama.  Imprenta    real  do  San- 
tafé. 1809. 


614  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


cional,  defender  la  independencia  o  soberanía  de  este  Reino  con- 
tra toda  agresión  o  persecución  extraña,  no  reconociendo  entre 
tanto  otra  autoridad  que  la  que  han  depositado  los  pueblos  y  pro- 
vincias en  sus  respectivas  juntas  provinciales,  y  la  que  van  a  cons- 
tituir en  el  congreso  general  del  Reino  que  estáis  llamados  a 
formar . . . .  ? 

Respondieron  todos:  tSÍ  juramos.» 
Y  dijo  el  sefior  Vicepresidente: 

«Si  cumpliereis  con  vuestra  promesa  y  juramento,  el  seflor  os 
conceda  el  premio  de  su  gloria  eterna,  y  si  nó,  os  lo  demande  en 
esta  vida  y  en  la  otra»  (i). 

En  la  declaración  de  independencia  decretada  por  el  serení- 
simo colegio  electoral  y  revisor  de  Cundinamarca  el  i6  de  julio  de 
1813,  entre  los  considerados  figura  el  siguiente: 

«En  atención  también  al  peligro  que  corre  nuestra  santa  y 
adorable  religión  si  permanecemos  más  tiempo  en  este  estado, 
tanto  por  el  riesgo  de  que  al  finalizarse  la  conquista  de  España  por 
los  franceses  nos  quisieran  éstos  obligar  a  reconocer  la  dependen- 
cia del  rey  José  Bonaparte,  o  la  de  trasladarnos  a  América  al  rey 
Fernando  imbuido,  ya  en  sus  máximas  y  quizá  rodeado  de  minis- 
tros y  tropas  francesas,  como  por  la  falta  bien  sensible  que  en  el 
día  se  nota  de  pastores  eclesiásticos,  no  habiendo  quedado  en  toda 
la  Nueva  Granada  un  solo  arzobispo  ni  obispo  que  pueda  ejercer 
las  funciones  de  su  ministerio,  cuya  falta  nos  irla  insensiblemente 
reduciendo  a  lá  nulidad  de  ministros  que  prediquen  el  evangelio, 
administren  los  sacramentos  y  atiendan  a  la  conservación  y  aumen- 
to de  la  religión,  y  que  por  lo  mismo  es  de  absoluta  necesidad  el 
que  saliendo  del  estado  de  pupilaje,  nos  pongamos  de  acuerdo  con 
las  otras  provincias  que  han  hecho  o  hagan  igual  declaratoria, 
para  poder  ocurrir  al  padre  santo  solicitando  el  remedio  que  cada 
día  se  hace  más  urgente. 

«En  consecuencia  de  todo  esto,  nosotros  los  representan- 
tes del  pueblo  de  Cundinamarca,  declaramos  y  publicamos, 
en  presencia  del  Supremo  Ser,  y  bajo  los**auspicios  de  la  Inma- 
culada Concepción  de  María  Santísima,  patrona  nuestra,  que  do 
hoy  en  adelante  Cundinamarca  es  un  estado  libre  e  indepen- 
diente, etc.»  (2). 

¡Qué  diferencia  entre  el  lenguaje  y  las  ideas  de  los  documen- 
tos citados,  y  el  lenguaje  y  las  ideas  de  los  revolucionarios  fran- 
ceses! 


(1)  Groot,  lu,  página  zvii,  apéndice. 

(2)  Esta  declaración  llera  la  firma  de  loa  aiguientea  eclesiásticos, 
miembros  del  serenísimo  colegio  electoral  de  Cundinamarca:  Juan 
Batista  Pey.  Fernando  Caicedo,  Pablo  Plata,  fray  Juan  Antonio 
de  Buenaventura  y  Castillo,  fray  Santiago  Páex  y  León,  Jtiaa 
Agustín  Matatlana,  fray  Diego  Antonio  de  la  Rosa,  José  Antonio 
de  Torres  y  Peña. 


DISCURSO  DBL  DOCTOR  MARROQÜÍN  615 

Años  después,  en  carta  dirigida  al  obispo  de  Popayán,  quiea 
•e  mantenía  firme  en  su  adhesión  a  Fernando  vii,  decía  Bolívar. 

«Ilusttísimo  señor: 


«Cuando  nuestros  gobiernos  republicanos,  por  su  demasiada 
liberalidad,  parecían  amenazar  a  la  iglesia,  a  sus  ministros  y  aua 
a  las  leyes  santas  que  el  cíelo  nos  hi  puesto  para  nuestra  dicha  y 
salvación,  usía  iiustiisima  con  algún  género  de  justo  temor,  pre- 
fería la  obediencia  de  un  gobierno  laico  por  su  naturaleza  y  tam- 
bién fiágil  por  su  estructura. 

cLa  revolución  de  España  ha  pesado  tanto  en  la  balanza  de 
este  equilibrio  religioso,  que  todo  el  temor  se  ha  cargado  sobre  la 
conciencia  de  los  españoles  europeos,  y  toda  la  seguridad  se  ha 
venido  a  la  conciencia  de  los  republicanos  de  América.  Usía  ilus* 
trísima  puede  informarse  por  los  recién  venidos  de  España  cuál  es 
el  carácter  antirreligioso  que  ha  tomado  aquel'a  revolución;  y  yo 
creo  que  usía  ilustrísima  debe  hacernos  justicia  con  respecto  a 
nuestra  religiosidad,  con  sólo  echar  la  vista  sobre  esa  constitucióa 
que  tengo  el  honor  de  dirigirle,  firmada  por  el  santo  obispo  de  Ma- 
racaibo,  cuya  conciencia  delicada  es  un  testimonio  irrefragable  de 
!a  buena  opinión  que  hemos  sabido  inspirarle  por  nuestra  con- 
ducta. 

«Aquel  obispo,  como  el  de  Santa  Marta,  era  más  adicto  a  Fer- 
nando VII  que  usía  ilustrísima  mismo.  El  fue  uno  de  los  peores 
enemigos  de  la  constitución,  mucho  más  aún  de  las  insurrecciones; 
pero  al  ver  brotar  del  fondo  del  infierna  un  torrente  de  maldición 
y  de  crímenes,  arrollarlo  y  asolarlo  todo  en  la  iglesia  española,  el 
obispa  de  Puebla  no  pudo  salvar  la  suya  sino  poniendo  el  mar 
entre  Méjico  y  España. 

«Usía  ilustrísima  estuviera  en  comunicar.ión  con  el  gobierno 
español,  y  hubiera  recibido  esas  fulminaciones  atroces  dictadas  por 
el  desentreno  de  una  impiedad  sin  límites,  usía  iiustiisima  sería  otro 
obispo  de  Puebla. 

«Soy,  con  la  más  alta  consideración  de  usía  ilustrísima,  su  aten- 
to obediente  servidor, 

«Bolívar»  (i) 

En  mi  humilde  concepto  se  apartan  de  la  verdad  histórica  los 
que  sostienen  que  la  guerra  de  la  independencia  fue  en  América,  j 
particularmente  en  Nueva  Granada,  un  movimiento  demagogo  de 
insurrección  contra  la  autoridad  legítima,  y  análogo  a  la  revolución 
francesa.  Sin  duda  ideas  vagas  de  emancipación  germinaban  desde 
hacia  veinte  años  en  una  minoría  de  americanos  distinguidos  que 
pertenecían  a  la  aristocracia  de  la  sangre  y  de  las  letras.  £1  des- 
eoatento  por  el  gobierno  de  E'ipafia  había  cundido  en  aquella  épo- 


(l)  D.  F.  O'Leary,  Gran  Colffméia  y  España,  pinina  213. 


616  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  AHTIGUBDADB8 


ca,  como  ha  sucedido  siempre  con  todo  gobierno,  y  fue  un  auxilio 
poderoso  para  el  triunfo  de  la  revolución  del  20  de  julio  de  18  lo. 
Sin  duda  existía  un  grupo  de  hombres  ilustres  que  habían  he- 
redado, como  dijo  Valencia  al  pie  de  la  estatua  de  Ricaurte,  «la 
sangre,  las  ideas,  las  virtudes,  li  s  defectos,  hasta  las  locuras  de  los 
progenitores.  Sin  su  fe,  sin  su  audacia,  sin  su  valentía,  siu  su  ge- 
nerosidad, sin  su  grandeza,  sería  inconcebible  el  poitenío  de  la 
emancipación»  (t). 

Todo  eso  es  cierto;  pero  también  lo  es  que  la  idea  ciara  y  pre- 
cisa de  la  independencia  absoluta  no  había  germinado  todavía. 

Esos  titanes,  como  los  llamó  hace  poco  el  ilustre  representante 
de  España  entre  nosotros,  querían  ser  libres,  pero  no  querían  dejar 
de  ser  espññoles. 

¿Qué  fue  el  20  de  julio?  No  puedo  resistir  la  tentación  de  citar 
aquí  la  descripción  pintoresca  que  de  esa  jornada  hace  un  testigo 
ocular,  don  Jusé  Maiía  Espinosa: 

«A  mí  me  sucedió — dice — lo  que  a  muchos  otros  jóvenes  de 
mi  tiempo:  que  de  la  curiosidad  pasamos  al  entusiasmo,  y  de 
meros  espectadores  nos  convertimos  en  soldados.  Sin  saber  cómo, 
fui  enrolado  en  las  filas  de  los  patriotas,  que  engrosaban  por 
instantes,  y  me  hallé  formando  en  la  plaza  mayor  con  mi  lanza 
al  hombro.  Así  fue  que  vi  aprehender  al  virrey  Amar  y  a  la  vi- 
rreina su  esposa,  por  cierto  más  varonil  que  su  marido,  y  a  los 
españoles  Trillo  e  Infiesta,  personas  de  influjo  e  importancia;  las 
calles  principales  estaban  llenas  de  gente  armada,  y  el  palacio 
rodeado  de  caballería.  Un  señor  Posadas,  que  entonces  era  de 
los  gritones  y  alborotadores  que  figuran  en  todos  los  bochinches 
y  asonadas,  pedía  las  cabezas  de  Llórente,  Infiesta  y  Trillo,  y  lo 
seguía  la  multitud  pidiendo  lo  mismo,  a  manera  del  eco  que  se  re- 
pite en  las  rocas;  pero  muchos  de  la  cola  no  sabían^  porqué  las 
pedían,  ni  cuáles  eran  los  delitos  que  habían  cometido  esos  seño- 
res. El  cuadro  que  presentó  después  la  virreina  con  las  revende- 
doras o  verduleras,  fue  todavía  más  triste  y  desconsolador  que  el 
de  las  caravanas  de  gritones.  Aquellas  mujeres,  soeces,  como  lo 
son  en  todos  los  países  y  en  todos  los  tiempos,  cercaban  a  la  seño- 
ra y  la  insultaban,  empujándola  y  aun  pellizcándola;  algunas  lle- 
garon en  su  villanía  a  punzarla  con  alfileres,  ¿Pero  sabían  porqué? 
Es  seguro  que  no:  el  furor  popular  es  contagioso  y  se  ceba  en  cual- 
quier cosa  que  le  muestre  un  alboratador.  Hoy,  que  veo  a  tanta 
distancia  las  cosas  que  entonces  veía  de  cerca,  creo,  como  lo  creían 
entonces  la  virreina  y  don  Juan  Sámano,  que  si  hubiera  salido  una 
compañía  del  regimiento  Auxii'.ar  que  hacía  la  guarnición  de  la 
plaza,  se  había  terminado  todo  en  pocos  momentos»  (2). 


(1)  Guillermo  Valetici a,  discurso  en  la  inauguración  del   niona<< 
mentó  a  Ricautte. 

(2)  L,  c,  pág-ioa  12. 


DISCURSO  DEL   DOCTOR  líARROQUÍN  617 


El  20  de  julio  fue  un  eco  de  la  protesta  que  levantó  el  pueblo  . 
español  contra  la  invasión  francesa;  o  como  lo  deñne  con  admirable 
precisión  uno  de  nuestros  colegas  (i). 

«Un  pensamiento  confuso  dentro  de  una  inquietud  indesci- 
frable.» 

Para  mí  tengo,  señores,  que  no  fueron  los  avanzados,  como 
diriamos  hoy,  los  imitadores  de  los  revolucionarios  franceses,  los 
que  triunfaron.  Y  me  basta  una  prueba.  Nariño  el  precursor  bien 
puede  considerarse  como  el  jefe  de  este  grupo  de  avanzados,  y  sin 
embargo,  cuando  se  dio  en  Santafé  el  grito  de  independencia,  Na- 
riño siguió  sepultado  en  las  mism.s  bóvedas  donde  le  habían  se- 
pultado por  sus  ideas  libertadoras,  y  nadie  se  acordó  de  sacar  de 
su  prisión  al  que  había  sido  tantas  veces  víctima  de  los  gobiernos 
españoles. 

<AI  mes  de  mi  salida  de  la  inquisición,  dice  Nariño  al  tribu- 
nal de  gobierno  de  Santaíé  el  17  de  abril  de  1811,  sobrevinieron 
los  sucesos  del  20  de  julio  en  esta  capital.  Aquí  comienza  un  nuevo 
orden  de  cosas,  y  parece  que  al  mudarse  el  gobierno  debía  yo  pro- 
meterme mudaría  también  mi  suerte,  pero  no  fue  así.  La  fortuna 
será  variable  en  dispensar  sus  favores,  mas  no  lo  ha  sido  conmigo 
para  perseguirme;  yo  permanecí  preso  tres  meses  más  en  un  bujío, 
en  el  Pie  de  la  Popa;  y  durante  este  tiempo  veía  que  se  sacaba  de 
la  prisión  como  en  triunfo  y  se  hacía  vocal  de  la  junta  al  canónigo 
magistral  doctor  don  Andrés  Rosillo....  y  se  le  enviaban  socorros  a 
Maracaibo,  para  su  regreso  a  esta  ciudad,  al  doctor  don  Juan  Agus- 
tín Estévez.  ¿Hablaré  a  vuestra  excelencia  de  los  cuatro  meses  que 
han  corrido  desde  mi  llegada  a  esta  capital?  ¿Recordaré  mi  pobreza 
y  mis  actuales  enfermedades,  las  de  mi  mujer,  ambas  consecuencia 
de  las  prisiones  y  pesadumbres  que  injustamente  nos  causó  el  ex- 
virrey Amar?  ¿Tocaré  otros  puntos  con  que  en  ios  asuntos  del  día 
se  ha  tratado  ya  de  difamar  mi  nombre?  Nó:  mi  pobreza,  mis  en- 
fermedades son  bien  notorias,  y  los  otros  puntos  los  abandono  al 
tiempo  y  a  mi  corazón.» 

En  suma,  señores,  los  revolucionarios  no  eran  los  promotores 
del  20  de  julio;  eran  los  que  en  España  se  habían  alzado  en  armas 
contra  los  reyes  y  apoyaban  su  cautiverio;  eran  los  de  la  junta  su- 
prema, que  representaban  un  poder  intruso  en  la  península;  eran 
las  cortes  revolucionarias  de  Cádiz  que  desconocían  los  principios 
tradicionales  de  España.  Contra  esa  insurrección  se  levanté  aquí 
la  bandera  de  la  legitimidad,  y  en  pos  de  ella,  a  la  cabeza  de  los 
ejércitos  que  la  defendían,  iban  los  ministros  de  la  religión  católica, 
como  siempre  que  se  trata  de  defender  la  causa  de  los  buenos 
principios  y  del  orden. 

Hoy  hemos  consagrado  un  recuerdo  al  libertador  con  motivo 
de  su  onomástico,    que  nos  trae  a  la  memoria   su   nacimiento.  Yo 


(1)  Don  Jorge  Ricardo  Bejarano. 


618  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


voy  a  terminar .  esta   lectura  consagrándole  otro    relativo   a    su 
muerte. 

Cuando  Bolívar,  desencantado  ya,  terminaba  su  vida  solo  y 
abandonado  de  casi  iodos  sus  amigos;  de  los  que  habían  sido  obje- 
to de  sus  dádivas;  de  los  que  le  habían  adulado  en  sus  horas  de 
triunfo,  sólo  encontró  invariable  la  amistad  de  los  ministros  de  la 
iglesia,  quienes,  lo  mismo  que  en  el  apogeo  de  su  gloria,  le  abrían 
ahora  los  brazos  para  que  en  ellos  exhalara  su  último  aliento  el 
libertador  de  Colombia. 


DISCURSO  DEL  SEÑOR  RBSTRBPO    MBJÍA 

Señores  académicos: 

El  discurso  que  acabamos  de  oír  comprueba  el  acierto  que 
tuvisteis  al  dar  una  silla  en  esta  Academia  al  sabio  y  patriota 
presbítero  que  lleva  la  sangre  y  el  mismo  nombre  de  nuestro 
ilustre  fundador. 

Si  el  interesante  libro  Martoqu:n  infim^,  de  que  es  autor  nues- 
tro nuevo  colega,  no  nos  hubiese  revelado  al  historiador  impar- 
cial, sagaz  y  laborioso,  de  estilo  tan  claro,  como  C(5hviene  a  este 
género  de  trabajos,  y  a  la  vez  tan  sencillamente  elegante,  como  es 
propio  de  la  cultura  de  buen  gusto,  libro  que  se  deja  leer  con  de- 
licia, este  discurso  por  sí  solo  lo  habría  hecho  acreedor  al  doctor 
Marroquín  al  puesto  qus  acaba  de  ocuparen  la  Academia,  vacante 
por  la  muerte  de  aquel  gran  patriota  y  fecundo  historiógrafo  que 
fue  don  Rufino  Gutiérrez. 

Nuestra  corporación  está  satisfecha  y  hasta  orgullosa  de  la 
adquisición  que  acaba  de  hicer.  Trae  a  ella  el  doctor  Marroquín, 
además  de  su  ilustración  general  y  especial  en  historia  de  Co- 
lombia, el  prestigio  de  su  apellido  y  la  honorabilidad  de  su  ca- 
rácter sacerdotal.  Es  función  patriótica  y  propia  de  todas  las  aca- 
demias, por  ser  corporaciones  guardadoras  de  la  tradición,  con- 
servar, fomentar  y  enaltecer  el  mérito  de  aquellas  familias  cuyos 
miembros  han  dado  gloria  a  la  patria  con  sus  hechos  o  con  su 
pluma,  mientras  el  fuego  de  vida  altísima  se  conserve  en  ellas;  y 
así  vemos  repetirse  en  la  española  los  apellidos  de  Villens,  Pidal, 
Fernández  Guerra  y  otros  muchos.  Este  de  Marroquín  es  merití- 
simo  para  nuestra  Academia,  porque  es  el  de  su  fundador  y  el  de 
aquel  ilustre  miembro  suyo,  don  Lorenzo,  cuya  muerte  privó  ines- 
peradamente a  la  patria  de  uno  de  sus  más  vigorosos  talentos  y 
amenos  escritores. 

A  la  par  del  mérito  de  una  gloriosa  tradición,  el  doctor  Ma- 
rroq<>ín  aporta  a  la  Academia  el  título  aún  más  ilustre  de  sacerdote 
católico.  El  viene  a  prolongar  la  rica  y  numerosa  serie  de  historia- 
dores eclesiástico!*,  a  quienes  debemos  principalmente  el  tener 
noticias  ciertas  y  detalladas  del  descubrimiento,  la    conquista   y  la 


DISCURSO   DEL  SEÑOR   RRSTRfi:PO   MRJÍA  619 

colonización  de  nuestro  pai<?;  y  viene  también  a  recordarnos  con 
su  presencia  a  k  Iglesia  Cató'ica,  madre  de  nuestra  civilización, 
promotora  principal  de  nuestra  independencia,  celoso  guardián 
de  nuestros  más  caros  intereses.  Por  esto  ha  hecho  muy  bien  ea 
determinar  en  su  discurso  la  influencia  que  ejerció  la  Iglesia  en 
el  gran  movimiento  de  nuestra  emancipación  política,  y  es  lástima 
que  la  brevedad  de  su  discurso  lo  hiya  obligado  a  abstenerse  de 
mostrarnos  cómo  ella,  para  poder  llevarnos  a  la  independencia, 
formó  en  su  espíritu  a  este  pueblo  colombiano,  tan  celoso  de  sus 
derechos,  como  leal  y  agradecido  a  la  doctrina  que  lo  lleva  por 
caminos  de  prosperidad. 

En  cambio,  el  doctor  Marroquín  ha  señalado,  con  acierto 
admirable,  ia  causa  principa!,  inmediata  y  definitiva  del  gran  movi- 
miento iniciado  aquí  el  20  de  julio  de  1810;  causa  señalada  tam- 
ben, aunque  no  con  tanto  resalto,  por  otrus  historiadores,  como 
Villanueva,  Olano,  Duarte  Level,  etc.  Esta  causa  íue  la  adhe- 
sión a  la  legitimidad  y  el  amor  a  la  relig'ón  que  la  Iglesia  supo 
formar  en  el  ánimo  de  nuestro  pueblo. 

Basta  un  estudio  imparcial  de  la  historia  de  Colombia  para 
reconocer  que,  desde  sus  orígenes,  nuestra  patria  ha  sidj  llevada 
de  prngreso  en  piogreso  por  las  ideas  y  los  sentimientos  que  su 
religión  le  inspira,  y  que  sólo  ha  decaído  cuando  de  ellos  se  ha 
separado. 

Desde  los  comienzos  del  siglo  xvi  los  misioneros  se  empe- 
ñaron en  suavizar  entre  los  horrores  de  la  conquista,  los  padeci- 
mientos de  las  tribus  vencidas,  poniendo  en  ellas  el  óleo  santo  de 
de  la  palabís  divina;  después  las  comunidades  religiosas,  en  labor 
lenta  pefo  eficaz,  domaban  a  los  altivos  colonos,  y  unían  en  igual- 
dad evangélica  a  la  raza  del  Norte  con  la  de  los  trópicos,  echando 
así  las  simientes  de  la  verdadera  democracia;  y,  por  último,  la 
doctrina  de  la  dignidad  personal,  que  sólo  el  cristianismo  funda 
en  la  verdid,  y  la  del  respeto  a  las  autoridades  legítimas,  que 
es  también  exclusivamente  suya,  y  sin  la  cual  las  sociedades  se 
consumen  en  el  desorden,  unieron  en  un  mismo  pensamiento  a 
conquistados  y  conquistadores,  de  modo  que  sus  descendientes, 
en  los  tres  siglos  de  la  colonia,  vinieron  a  constituir  un  pueblo  de 
individuos  conscientes  de  su  dignidad  personal  y  adictos  a  la  vez 
al  orden  de  las  autoridades  legítimas. 

En  el  breve  espacio  de  tiescientos  años  España  descubrió 
conquistó  y  colonizó  estos  inmensos  países  de  América:  abrió  ca- 
minos, fundó  ciudades,  levantó  monumentales  edificios,  civilizó  a 
multitud  de  indios,  estableció  escuelas,  colegios  y  universidades, 
vertió  sobre  las  nuevas  colonias  todos  los  teso'os  de  su  espíritu,  y 
les  comunicó  cuanto  alcanzaba  ella  en  los  caminos  del  progreso. 
Resalta  más  la  importancia  de  esta  labor  si  se  tiene  en  cuenta  el 
corto  adelanto  alcanzado  entonces  en  todos  los  órdenes  de  ia  acti- 
vidad humana,  y  las  ideas  económicas  y  políticas  que  en  esa 
época  prevalecían  en  el  mundo  entero;  y  más  aún  si  consideramos 
que  en  más  de  cien  años  de  vida  independiente,  sobre  un  terreno 


620  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


preparado,  no  hemos  superado  sus  hijos  aquella  inmensa  labor, 
empezada  en  un  mundo  salvaje  y  desconocido.  Gran  pueblo,  sin 
duda  alguna,  el  que  fundó  nuestra  nacionalidad,  y  debemos  per- 
manecer agradecidos  y  orgullosos  de  llevar  su  sangre,  hablar  su 
lengua,  tener  su  psicología,  guardar  sus  tradiciones  y  set  herede- 
ros de  su  aliento,  de  sus  glorias  y  de  cuantos  bienes  dejó  aqui  al 
perder  su  dominación  sobre  nosotros. 

Pero  es  indudable  que  España  erró  ai  establecer  sobre  sus 
colonos  de  América  un  gobierno  fuertemente  centralizado  en  la 
metrópoli,  porque  la  distancia  y  los  lentos  medios  de  comunica- 
ción de  que  entonces  se  disponía  no  dejaban  que  ese  sistema  lle- 
vase a  una  buena  administración  pública;  porque  la  centralización 
despertaba  el  orgullo  de  los  peninsulares,  preferidos  en  todo  a  los 
colonos,  más  meritorios  que  aquéllos,  por  ser  los  conquistadores 
o  colonizadores,  o  al  menos  sus  descendientes;  porque  privaba  de 
derechos  políticos  al  pueblo,  y  dejaba  de  educarlo  en  el  ejercicio 
de  la  vida  ciudadana;  porque  establecía  privilegios  odiosos  y 
coartaba  la  libertad  del  comercio  y  las  industrias;  porque  abría 
caniino  al  despotismo  de  virreyes,  gobt,rnadores  y  capitanes  gene- 
rales y  a  multitud  de  abusos  que,  aunque  el  gobierno  central  quería 
siempre  reprimir  y  castigar,  no  podía  hacerlo  sino  tardío  e  imper- 
fectamente; porque  retardaba  la  administración  de  juíticia,  y  por- 
que dejaba  ahogdr  en  la  distancia  y  bajo  poderosas  influencias  las 
quejas  justas  y  las  racionales  peticiones  ds  las  colonias  lAh! .... 
Si  España  les  hubiese  dado  autonomía  y  las  hubiese  conside- 
rado como  campo  de  expansión  para  los  naturales  de  la  me- 
trópoli y  sus  industrias,  y  no  como  campo  de  explotación,  ni 
ella  hubiese  decaído  en  su  importancia  económica,  ni  ellas  se  ha- 
brían separado — cosa  indispensable  al  llegar  a  su  mayor  edad — 
mediante  fiera  lucha  y  con  heridas  y  rencores,  sino  como  hijas 
agradecidas. 

Es  verdad  que  no  hubo  en  el  gobierno  del  Nuevo  Reino  abu- 
sos como  éste  que  nos  refiere  don  Gabriel  Fernández  de  Villalo- 
bos, marqués  de  Barinas: 

«En  cierta  ocasión  benefició  un  sujeto  una  tesorería,  para 
cuyo  efecto  me  pidió  le  prestase  cierta  cantidad,  y  se  la  di,  si  bien 
procuté  disuadirle  de  ello.  Noobstinte,  lo  benefició  con  el  di- 
nero, y  dentro  de  cuatro  meses  me  lo  pagó,  y  aun  otras  diferentes 
cantidades.  Admirándome  yo  mucho  que  en  tan  corto  tiempo  ha- 
bía satisfecho  a  sus  acreedores,  me  dijo  un  día  que  no  teniendo 
más  que  un  corto  salario,  no  daría  su  ocupación  por  veinte  mil  pe- 
sos todos  los  años;  a  que  le  repliqué  que  cómo  podía  ser  eso. 
Rióse  mucho,  y  me  llevó  a  su  casa,  y  me  dijo:  "vea  Vuestra  Ma- 
jestad, si  yo  tengo  razón  o  nó."  Y  diciendo  esto  se  quitó  el  som- 
brero, y  haciendo  una  cortesía  muy  profunda,  dijo  a  la  caja  donde 
estaba  el  tesoro:  "présteme  Vuestra  Majestad  seis  mil  pesos.'* 
Abrióla,  y  sacó  esta  cantidad  para  emplearlos  por  su  cuenta.  Vol- 
vióse a  mí,  y  dijo  que  en  las  Indias  no  había  oficio  mejor  que 
eS  suyo.» 


DISCURSO   DBL  SBÑOR    KECSTRRPO    MEJÍA  621 

Pero  si  abusos  de  esta  clase  eran  raros  en  todas  partes,  y  no 
se  registran  en  los  anales  de  la  colonia  granadina,  la  venta  de  ofi- 
cios públicos  se  imputa  a  la  esposa  misma  del  virrey  Amar,  y  a 
cada  paso  tropezamos  con  exacciones  injustas,  excesivos  gravá- 
menes, actos  tiránicos  e  irritante  desprecio  de  (os  colonos  y  sus 
más  claros  derechos,  sin  que  los  buenos  gobiernos  de  Caballero  y 
Góngora,  o  un  Ezpeleta  alcancen  a  cambiar  el  colorido  general 
del  cuadro. 

Mientras  la  Iglesia  formaba  el  espíritu  de  tos  colonos  en  la 
idea  del  derecho,  el  Estado  los  trataba  como  a  seres  de  clase  infe- 
rior, y  los  privaba  del  ejercicio  de  funciones  que  en  la  doctrina 
religiosa  veían  ser  propias  de  todo  ser  racional.  Limitados  casi 
hasta  la  anulación  suí  derechos  políticos,  restringido  el  comercio 
de  tal  modo,  que  sólo  podía  hacerse  con  la  península,  prohibidas 
las  industrias  que  pudiesen  hacer  competencia  a  las  de  la  metró- 
poli, incierta  y  siempre  retardada  la  administración  de  justicia, 
era  natural  que  el  pensamiento  de  independencia  surgiese  en  los 
colonos.  De  allí  la  insurrección  de  los  Comuneros  en  el  Soco- 
rro, la  de  Tupac-Amaru  en  el  Perú,  la  misión  de  Vidalle,  los  tra- 
bajos del  marqués  de  San  Jorge  y  de  García  Olano,  movimientos 
esporádicos  que  relevaban  un  malestar  muy  hondo,  al  que  las 
autoridades  españolas  no  prestaron,  sin  embargo,  la  atención  que 
merecía,  si  no  fue  para  ahogar  sus  manifestaciones.  La  gran  masa 
del  pueblo,  por  espíritu  de  orden  y  lealtad,  continuó,  a  pesar  de 
todo,  sometida  a  las  autoridades  constituidas.  Vino  luego  el  ten- 
tador ejemplo  de  la  independencia  de  los  Estados  Unidos  con  la 
ciicunstancia  gravísima  de  que  fuese  apoyada  por  España,  y  a 
continuación  el  torrente  de  la  revolución  fiancesa,  que  libros  y 
periódicos,  furtivamente  introducidas,  trajeron  a  algunos  rincones 
de  las  colonias  americanas,  y  fue  natural  que  mucl.os  cerebros  se 
encendiesen  en  aquel  ejemplo  y  estas  doctrinas.  De  allí  las  cons- 
piraciones de  Nariño,  la  desgraciada  campaña  de  Miranda  en 
1806,  las  tertulias  patrióticas  y  los  conciliábulos  y  planes  revolu- 
cionarios. El  pueblo,  sin  embargo,  permanecía  leal  a  su  rey;  los 
rebeldes,  los  simplemente  partidarios  de  la  independencia,  no  en- 
contraron apoyo  en  la  masa  popular.  Patriotas  meritísimos,  no 
consultaron  el  alma  del  pueblo,  no  entraron  en  la  tendencia  de  su 
espíritu  leal  y  generoso,  y  tuvieron  que  fracasar  en  la  empresa. 

Pero  invade  Napoleón  a  España,  acaba  con  el  gobierno  legí- 
timo, y  da  el  trono  usurpado  a  su  hermano  José.  El  pueblo  espa- 
ñol de  uno  y  otro  continente,  que  no  sabe  doblar  la  cerviz  ante 
fuerzas  extrañas  a  la  razón  y  la  justicia,  se  levanta  en  todas  partes 
centra  el  usurpador,  por  serlo,  por  respresentar  un  yugo  extran- 
jero y  por  simbolizar  la  impiedad  de  la  revolución  francesa.  El 
inmenso  imperio  español  se  disgrega,  falto  del  centro  de  atracción 
de  la  legitimidad.  Sus  partes  quedan  de  hecho  independientes  y 
entregadas  a  la  salud  que  se  buscasen.  En  cada  una  de  las  penín- 
sulas se  organizan  juntas  para  tener  algún  gobierno  y  resistir  al 
invasor.  Lo  mismo  quieren  hacer  las  colonias  americanas,  pero  se 
oponen  las  autoridades  constituidas  por  el  gobierno  que  acaba  de 


622  BOLBTÍN  DK  HÍSTORIA  Y  ANÍTIGÜEDADB3 


desaparcer  bajo  la  espada  napoleónica.  Entonces  el  sentimiento  de 
la  digni  al,  el  reprimido  anhelo  de  independencia,  la  aversión  al 
yugo  y  a  las  ideas  revolucionarias  de  Francia  y  el  nr>ble  deseo  de 
conservar  siquiera  fuese  este  jirón  de  sus  dominios  a  Fernando  vil, 
llevaron  al  pueblo  a  deponer  aquellas  autoridades.  No  era  rebeldía» 
supuesto  que  no  había  contra  quién  rebelarse:  la  legitimidad  ha- 
bía desaparecido,  y  era  preciso  Que  el  pueblo  ejerciese  el  derecho 
de  constituíila,  pues  no  había  enfiente  sino,  por  una  parte,  un 
temible  usurpador,  y,  por  otra,  una  regencia  usurpadora  también, 
impotente  para  resistir,  y  ciega  ante  los  intereses  americanos.  El 
20  de  julio  no  fue  un  movimiento  de  insurrección,  sino  de  reorga- 
nización de  un  pueblo  que  se  había  quedado  sin  gobierno  en  mo- 
mentos de  gravísimo  peligro.  Era  inaceptable  la  pretensión  de 
las  aut'irifiades  espafl 'las  de  continuar  como  tales,  supuesto  que 
se  había  agotado  la  fuente  de  donde  manaba  su  poder,  y  porque 
para  ello  habría  sido  necesario  que  el  pueblo  granadino  áe  hubiese 
crtido  incapaz  de  afrontir  por  sí  mismo  la  dura  situación  que 
atravesaba. 

El  clero  granadino  apoyó  con  entusiasmo  el  movimiento  por 
ser  granadino  y  por  ser  clero.  Como  hijos  del  Nuevo  Reino,  de- 
seaban su  prosperidad,  amaban  a  la  patria,  y  debían  honrarla  en 
sus  derechos;  como  hijos  y  ministros  de  la  Iglesia,  querían  pcner 
un  dique  al  filosofismo  francés,  cuyas  doctrinas  veían  claramente 
opuestas  a  la  verdad  religiosa.  A  su  ejemplo,  casi  la  totalidad  de 
los  coiono'j  entraron  en  el  movimiento  de  reorganización,  de  de- 
fensa, de  salvación  común;  sin  ese  ejemplo  es  casi  seguro  que  ni 
simpatías,  ni  riquezas,  ni  brazos  se  habtían  llevado  a  la  obra  con 
el  entumí  «smo  con  que  se  llevaron. 

La  Junta  Suprema  constituida  en  esta  capital  el  20  de  julio 
de  18  lo  protestó  repelidas  veces  que  su  prooósito  era  solamente 
el  de  defender  la  religión  y  los  derechos  de  Fernando  vil.  Así  lo 
dij(j  en  el  acta  de  su  instalación;  en  el  bando  de  23  de  julio;  en  el 
desconocimiento  que  hizo  de  la  regencia  el  26;  en  la  resolución 
dictada  en  noviembre  de  ese  año  cuando  ae  exigió  al  doctor  Lasso 
de  la  Vega  el  juramento  de  obediencia;  en  la  contestación  a) 
señor  obispo  de  Cuenca;  en  la  exposición  de  25  de  septiembre, 
y  así  lo  dijeron  también  en  muchos  documentos  Torres,  Caldas, 
Herrera,  Pey  y  otros  prohombres  de  esos  magnos  días. 

¿Hubo  falsía  en  estas  deelaciones,  y  sólo  se  dictaban  para  ocul- 
tar el  propósito  de  independencia  absoluta?  Es  posible  que  la  hu- 
biese en  el  ánimo  resuelto  de  unos  pocos,  sobre  todo  de  los  que  se 
inspiraban  en  tas  ideas  fiancesas;  pero  nada  nos  autoriza  para  atri- 
buirla a  la  totalidad,  ni  aun  a  la  mayoría  de  los  vocales  de  la 
Junta  Suprema,  y  menos  del  pueblo  santafereflo  y  del  granadino 
en  general.  Lo  cieito  es  que  sólo  Mompós  se  declaró  inmediata- 
inente  s- parada  de  la  obediencia  al  rey,  y  que  declaración  seme- 
jante no  se  generalizó  en  el  Nuevo  Reino  sino  afios  después,  cuan- 
do la  reacción  y  agresión  española  agrió  los  ánimos,  y  obligó  a 
los  patriotas  a  defenderse  desesperadamente. 


DISCURSO    DIÍL  SKÑOR   RESTREPO   MRJÍA  623 


Es  indudable  que  al  movimiento  inicial  concurrieron  inten- 
ciones diversas:  en  primer  lugar,  las  que  dejamos  señaladas,  úni- 
cas capaces  de  arrastrar  al  pueblo,  al  clero  y  a  las  piadosas  fami- 
lias coloniales;  en  segundo  lugar,  el  deseo  de  independencia,  que 
la  dignidad  nacional  por  una  parte,  y  el  mal  gobierno  por  otra 
habían  generalizado;  en  tercer  lugar,  los  intereses  de  las  idustrias 
y  el  comercio,  que  estaban  ahogados  en  el  sistema  col'^nial;  en 
cuarto  lugar,  el  espíritu  aventurero  y  la  afición  a  novedades  que 
siempre  y  dondequiera  dominan  en  muchas  gentes;  y,  por  último, 
las  ideas  de  la  revolución  francesa,  que  habían  calado  ya  en  unos 
pocos  cerebros.  Todas  estas  intenciones  concurrieron,  pero  todas 
debieron  el  éxito  a  la  de  oponerse  al  yugo  francés  y  a  las  ideas 
revolucionarias.  La  Providencia  Divina  deja  que  en  las  sociedades 
se  formen  diversas  y  aun  encontradas  corrientes  y  que  se  muevan 
con  entera  libertad.  Pero  sabe  llevarlas  en  concurso  común  a  un 
fin  por  ella  determinado,  y  no  por  todas  ellas  previsto.  Asi,  en 
este  caso,  los  acontecimientos  nos  llevaron  a  la  emancipación 
absoluta,  sin  que  la  mayoría  de  los  actores  aspirase  a  ella  desde  el 
principio. 

Si  esto  es  así,  resulta  que  ni  nuestros  padres  fueron  insurgen- 
tes, como  los  llamaban  los  partidarios  del  antiguo  régimen,  ni  la 
independencia  fue  obra  de  un  cambio  sino  de  un  desarrollo  de  las 
ideas  fundamentales  del  pueblo  granadino.  La  defensa  de  nuestra 
religión  y  los  sentimientos  y  principios  que  ella  había  sembrado 
en  los  espíritus,  y  con  los  cuales  había  unificado  y  formado  nues- 
tro pueblo:  hé  ahí  las  causas  principales  de  la  emancipación  de 
la  vieja  colonia. 

Y  es  grato,  señores,  que  estas  investigaciones  históricas  en 
que  tan  hondo  han  metido  en  mano  al  doctor  Marroquín,  nos  lie* 
ven  a  resultados  tan  honrosos  para  el  patriotismo  colombiano.  No 
fuimos  desleales,  no  fuimos  traidores,  no  aprovechamos  circuns- 
tancias desgraciadas  para  la  madre  patria,  a  fin  de  sacar  ventajas 
de  ellas,  no  fuimos  rebeldes,  no  fuimos  insurgentes.  Luchamos 
contra  los  detentadores  del  poder  público,  que  había  vuelto  al 
pueblo,  sin  que  los  viejos  mandatarios  quisiesen  reconocerlo;  lu- 
chamos por  conservar  al  rey  siquiera  este  pedazo  de  sus  dominios 
para  el  caso  de  que  los  demás  cayesen  en  poder  de  Napol-ón; 
luchamos  por  defender  nuestras  creencias,  que  los  aftan<esadcs 
españoles  ponían  en  peligro;  y  si  luego  fue  preciso  declarar  la  in- 
dependencia absoluta,  fue  porque,  desconocida  la  pureza  de  nues- 
tras intenciones,  se  nos  hizo  una  guerra  implacable,  hasta  tomar 
con  Morillo  los  caracteres  de  reconquista. 

Nó.  Tenemos,  sin  duda,  muchas  manchas  en  nuestra  historia, 
como  las  tienen  todos  los  pueblos  en  la  suya.  Vagan  en  la  mon- 
taña de  Berruecos  las  sombras  ensangrentadas  de  Sucre,  el 
inmaculado;  de  Arbólela,  el  poeta  guerrero;  gimen  las  brisas 
del  Atlántico  en  las  frondas  de  San  Peüro  Alejandrino,  como  para 
recordarnos  la  ingratitud  conque  amargamos  los  últimos  instantes 
del  padre;  lloran  aún  las  viudas  y  tos  huérfanos  de  nuestras  insen- 


624  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


satas  guerras  civiles;  aún  quedan  ídolos  en  los  lugares  altos,  y  el 
rebusto  cedro  de  numerosas  ramas  es  a  veces  abitado  por  vientos 
de  tempestad.  Pero  no  temáis;  el  árbol  tiene  hondas  raíces,  fecun- 
dadas por  aguas  de  salud,  y  en  los  sacudimientos  que  sufra  mues- 
tra la  potencia  de  su  vida.  La  síntesis  de  nuestra  historia  nacional 
revela  una  nación  que  marcha  sobre  principios  fijos,  con  clara 
visión  de  sus  deberes,  con  voluntad  de  cumplirlos  y  con  ánimo  de 
hacer  valer  sus  derechos  y  de  afrontar  todas  las  dificultades  de  la 
marcha;  pueblo  noble,  serio,  trabajador  e  inteligente,  que  oye 
con  despectivo  silencio  los  insultos  de  ladrones  de  naciones,  y  los 
desmiente  con  su  conducta;  pueblo  que  va  tras  de  su  Libertador 
subiendo  por  la  áspera  cumbre  de  simbólico  Cbimborazo,  hasta 
donde  flota  e!  manto  de  iris  y  se  ven  los  esplendores  del  cielo. 

Reconozcamos  pues  que  el  doctor  Marroquín  ha  sentado  una 
tesis  sociológica  de  grande  importancia  para  la  filosofía  de  nuestra 
historia  nacional;  tesis  de  que  el  estudioso  sacará  trascendentales 
consecuencias,  y  en  que  el  patriota  hallará  motivos  de  legitimo 
orgullo;  tesis  de  aquellas  que  sólo  es  dado  descubrir  a  los  talen- 
tos vigorosos.  Merece  el  doctor  Marroquín  ser  felicitado  por  to- 
dos los  amantes  de  la  historia,  aun  de  quienes  no  acepten  su  tesis, 
porque  elia  es  y  será  causa  de  profundos  estudios.  Yo  lo  hago 
efusivamente  al  darle  la  bienvenida  en  nombre  de  la  Academia 
de  Historia  y  Antigüedades,  y  lo  excito  respetuosamente  a  prose- 
guir en  tan  saludables  trabajos. 

inFORfnE  DEh  SECRECflRIO 
Señores  académicos: 

£n  este  mismo  día,  hace  veintidós  años,  tuvo  lugar  la  solemne 
instalación  de  la  Academia  de  Historia,  a  pocos  pasos  de  este 
local.  Meses  antes  se  había  iniciado  ella,  por  un  grupo  de  amantes 
de  los  recuerdos  patrios,  con  el  título  de  comisión  organizadora, 
la  cual  puso  las  bases  de  este  instituto  y  le  dio  impulso  a  tan  no- 
bilísimos estudios.  Pero  fue  en  el  onomástico  del  Libertador 
cuando  dada  la  última  mano  a  la  obra  se  abrió  este  templo  para 
rendir  adoración  a  las  glorias  del  pasado. 

Tocóme  ese  día  dirigiros  la  palabra  y  ser  designado,  aunque 
el  menos  meritorio,  para  presidiros  en  el  primer  peiíodo.  Eran 
horas  de  pavor  y  de  tristeza;  feroz  contienda  civil  impregnaba  de 
humo  los  aires,  de  sangre  las  campiñas  y  de  odio  las  almas.  Todo 
edificio  de  paz,  de  cordialidad  y  de  benevolencia  resultaba  delez- 
nable en  tales  momentos  y  sobre  este  terreno.  Parece  que  hasta 
de  simples  o  candidos  se  nos  trató  al  oírse  nuestro  programa. 
Pero  aquello  resultó  hálito  de  generoso  frescor  en  la  quemante 
atmósfera  que  se  respiraba;  o  manantial  cristalino  y  saludable  en- 
tre el  inmenso  erial  que  habían  formado  las  pasiones  políticas. 

Y  la  Academia  siguió  su  marcha,  resistió  todos  los  huraca- 
nes, pasa  ya  hoy  de  la  mayor  edad  y  se  muestra  cada  día  en 
plena  salud  y  en  espléndido  vigor. 


informb:  del  secretario  625 


Bien  que.  antes  de  ella  y  posteriormente  a  su  fundación  se 
hayan  establecido  en  nuestro  país  otros  centros  de  labores  intelec- 
tuales, quizá  ninguno  ha  perseverado  con  igual  fervor  y  con  igual 
tenacidad  en  sus  faenas.  Sea  por  las  agitaciones  en  que  pasamos 
el  siglo  anterior,  sea  por  la  mala  situación  económica  que  no  per- 
mitía cultivar  otros  campos  distintos  de  los  que  proveían  al  sus- 
tento material,  marchitarse  se  vieron  los  huertos  de  ideales  que 
sembraran  nobles  espíritus  saturados  del  arte  o  de  las  ciencias.  Y  la 
Academia  de  Historia,  sin  desmayar  un  día,  prospera  sin  cesar,  y 
tiene  bien  asegurada  su  existencia.  A  vosotros  se  debe  tan  plausi- 
ble resultado,  pues  con  desinterés  y  patriotismo  ingentes  habéis 
velado  ante  estas  aras  de  Clío  y  consagrado  a  tan  magnífica  diosa 
las  mejores  preseas  y  lus  más  constantes  homenajes. 

Murió  a  fines  del  año  pasado,  lejos  del  suelo  nativo,  don  José 
Rivas  Groot.  Literato  eximio  y  labrador  inteligente  en  los  campos 
de  la  historia,  fue  su  muerte  acerba  pena  para  la  Academia,  y  así 
lo  hizo  constar  en  su  acta  correspondiente.  Bien  que  por  su  larga 
ausencia  no  pudo  colaborar  activamente  en  nuestras  tareas,  dejó 
él  varios  estudios  de  alto  aprecio  para  los  anales  colombianos. 

Cuatro  nombres  nuevos  han  entrado  a  la  lista  de  miembros 
de  número.  Los  señores  Marrroquín,  Triana,  Bejarano  y  Otero 
D'Costa,  elegidos  fueron  en  estos  meses,  y  se  enorgullece  la  Aca- 
demia de  tenerlos  en  su  seno.  Todos  ellos  han  puesto  páginas 
bien  intensas  en  nuestra  historia,  y  han  dado  impulso  benéfico  a 
las  tareas  de  la  Academia.  La  recepción  pública  del  primero  se 
hará  esta  noche,  y  en  breve  serán  las  de  los  otros  tres. 

Ha  tomado  parte  la  Academia  en  la  obra  de  varios  monu- 
mentos conmemorativos,  bien  lanzando  la  idea  de  ellos,  bien  apo- 
yando los  propósitos  de  otras  entidades,  bien  asistiendo  a  la  colo- 
cación de  sus  primeras  bases,  o  a  su  inauguración,  bien  ayudando 
en  cualquiera  otra  foima  en  esos  tributos  de  admiración  y  gratitud. 
Citaré  su  intervención  en  la  estatua  del  doctor  Márquez;  en  el 
monumento  a  los  comuneros  en  Puente  Nacional;  en  la  lápida  del 
general  Nariño;  en  el  grupo  a  Ricaurte  sobre  el  camino  de  Cha- 
pinero;  en  el  busto  al  sabio  Mutis,  etc.,  etc. 

Parte  activa  tomó  la  corporación  en  la  exhumación  de  los 
restos  del  procer  don  Ignacio  Herrera.  Debido  a  sus  gestiones 
fueron  ellos  indentificados  y  llevados  al  concejo  municipal,  donde 
en  pomposa  ceremonia  se  le  entregaron  al  comisionado  del  cabil- 
do de  Cali  para  recibirlos.  Asistió  también  la  Academia  al  funeral 
que  se  Ic  hizo  a  esas  venerables  cenizas  en   la  iglesia  del  Rosario. 

Os  di  cuenta  en  la  anterior  memoria  de  las  labores  sobre  el 
JL'ótú  io' ¡vano.  qnc'iniciaTon  algunos  periodistas  peruanos  para 
el  centenario  de  Ayacucho.  Los  designados  para  redactar  dicha 
obra  cumplieron  su  encargo  y  enviaron  sus  correspondientes  ca- 
pítulos, ios  cuales  fueron  remitidos  a  Lima  con  toda,  oportunidad. 
Se  resolvió  además  hacer  aquí,  separadamente,  lo  relativo  a  Co- 
lombia, pero  aún  no  se  ha  podido  empezar  esta  obra. 

xnr— 40 


626  BOLETÍN  DK  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


La  ciudad  de  Santa  Marta,  que  celebrará  su  cuarto  ceatenario 
en  el  aflo  venidero,  tiene  como  número  de  su  programa  un  concur- 
so literario,  y  ha  sido  designada  la  Academia  para  servir  de  jurado, 
honrosa  designación,  que  fue  aceptada  con  vivo  reconocimiento. 
Varias  lecturas  se  han  hecho  en  estos  doce  meses,  en  los  días 
de  sesiones.  El  señor  Monsalve,  con  acopio  de  erudición  y  con 
laboriosidad  inquebrantable,  ha  refutado  los  cargos  hechos  al 
Libertador  en  reciente  libro  de  un  escritor  colombiano.  Esas  ex- 
posiciones, leídas  en  varias  reuniones,  y  en  las  cuales  ha  mostrado 
el  conferencista  su  claro  talento  y  su  denso  patriotismo,  han  sido 
por  todos  aplaudidas  con  entusiasmo. 

El  señor  Quijano  relató,  con  motivo  del  centenario  de  Junin, 
varios  asuntos  relativos  a  las  relaciones  de  Colombia  y  Bolivia;  y 
agregó  a  su  selecta  narración  anécdotas  sobre  el  dictador  Melga- 
rejo, de  origen  colombiano.  Ensalzada  fue  igualmente  aquella  in- 
teresante conferencia.  El  señor  Gómez  Calvo  expuso  algunos 
episodios  de  la  época  federal,  especialmente  de  la  revolución  en 
el  Estado  de  Cundinamarca  contra  su  gobernante  el  señor  don 
Justo  Briceño,  los  cuales  oímos  con  marcado  embeleso. 

El  señor  Zuleta  nos  deleitó  en  una  reunión  ron  un  estudio 
sobre  el  origen  del  nombre  de  Antioquia;  en  otra,  sobre  la  his- 
toria de  la  medicina  en  aquel  departamento,  y  en  otra,  sobre  el 
verdadero  apellido  del  fundador  de  Popayán.  Estas  tres  diserta- 
ciones son  de  altísimo  mérito,  y  llevan  claridad  a  dos  enigmáticos 
puntos  de  nuestro  pasado.  Y  el  señor  J.  M.  Restrepo  nos  dio  cu- 
riosos y  desconocidos  detalles  sobre  Zipacón  y  pormenores  de 
algún  personaje  de  la  época  del  virrey  Solís,  lectura  que  obtuvo 
las  más  sinceras  alabanzas. 

Los  trabajos  de  publicación  sí  han  marchado  con  lentitud. 
La  Jmprenta  Nucional  en  tiempos  de  congreso  es  ocupada  por 
las  labores  de  éste,  y  nuestro  Bolciin  y  demás  obras  quedan  para- 
lizadas. Hay  por  consiguiente  una  congestión  de  originales  que 
aumenta  cada  día.  En  vano  trabajan  los  académicos  de  número  y 
correspondientes;  en  vano  nos  vienen  de  fuera  artículos  de  mé- 
rito y  documentación  preciosa;  la  mayor  parte  queda  inédito  en 
nuestro  archivo.  La  prensa  es  el  estímulo  úuico  a  que  aspiramos, 
y  lo  que  muestra  mejor  la  trascendencia  de  una  sociedad  científica. 
Y  de  ella  estamos  casi  privados  actualmente.  Después  de  mi  ante- 
rior informe,  han  aparecido  sólo  dos  números  de  nuestra  revista: 
los  correspondientes  a  diciembre  del  año  pasado  y  a  marzo  del 
presente,  y  se  halla  para  salir  el  que  lleva  fecha  del  mes  de  junio. 
De  los  volúmenes  de  la  Biblioteca  de  Historia  Nacional  con- 
tinúan en  prensa  el  33  y  el  36,  intitulados  Congreso  de  las  frcvin- 
cias  unidas  y  Bibiiogmfia  bogotana^  tomo  z"  De  ambos  se  ha  edi- 
tado algo  más  de  la  mitad  y  también  se  han  empezado  a  imprimir 
el  que  contiene  las  actas  del  Congreso  de  1823.  XioS  Archivo  San- 
tander ha  aparecido  el  tomo  xix,  que  contiene  valiosas  piezas  de 
aquel  depósito  de  riquezas  históricas. 

Acordó  la  Academia  manifestar  al  ministerio   de    Instrucción 
Pública  que  sería  conveniente  y  patriótico  intensificar  la  enseftnaza 


INFORME   DEL  SECRETARIO  627 


de  historia  nacional.  Con  beneplácito  fue  acogida  esta  solicitud 
por  el  gobierno,  y  parece  que  se  han  dictado  providencias  en  tal 
sentido.  Es  en  realidad  penoso  rer  que  hay  amplios  y  venerables 
institutos,  así  como  modestos  liceos  y  escuelas  elementales,  donde 
no  se  da  este  curso  o  apenas  se  enseñan  algunas  nociones  sobre 
él.  Preciso  es  que  la  Academia  insista  en  esta  cuestión  y  vigile  lo 
que  se  practique  a  ese  respecto  en  todo  el  pais,  desde  las  univer- 
sidades hasta  los  planteles  rurales. 

Ha  vuelto  la  Academia  a  insistir  en  la  conservación  de  Ui 
murallas  de  Cartagena,  en  tas  cuales  se  ejecutaban  algunas  demoli- 
ciones. Esto  fue  suspendido,  según  informes,  y  tal  vez  se  debe  en 
algo  a  tales  gestiones,  que  se  han  hecho  no  sólo  en  proposiciones, 
sino  en  correspondencia  y  en  artículos  de  periódicos. 

Las  grandiosas  piedras  de  Facatativá,  que  al  mismo  tiempo 
son  maravillas  de  la  naturaleza  y  recuerdos  históricos,  se  empezó  a 
mutilarlas,  hace  algún  tiempo.  Nuestra  corporación  tuvo  de  ello  co- 
nocimiento, y  pidió  a  los  ediles  de  aquella  ciudad  se  procurara  im- 
pedir tamafla  insensatez,  Y  como  en  el  caso  anterior,  varios  acadé- 
micos hablamos  también  de  ello  en  la  prensa,  y  nos  dirigimos,  ya  ver- 
balmente,  ya  en  epístolas,  a  varios  vecinos  de  esa  simpática  ciudad. 
Miembros  correspondientes  han  sido  nombrados  en  este  pe- 
riodo los  señores  Gregorio  Lozano,  colombiano  que  reside  en  Lima 
hace  largos  años,  y  que  ha  sido  cultivador  asiduo  de  nuestras  cróni- 
cas; y  Demetrio  García  Vásquez,  quien  a  sus  anteriores  trabajos  his- 
tóricos, que  ya  eran  titulo  para  ello,  ha  agregado  recientemente  un 
libro  Revaluaciones  históricas,  donde  hace  luz  sobre  puntos,  aún 
oscuros,  o  en  la  penumbra,  relativos  al  valle  del  Cauca.  A  él  se  debe 
además  la  glorificación  que  recientemente  se  ha  hecho  a  la  memo- 
ria del  doctor  Herrera,  cuya  actuación,  poderosa  y  fecunda,  en  el 
nacimiento  de  la  República  estaba  un  tanto  desconocida. 

En  los  distintos  actos  con  que  se  corunemoró  el  centenario  de 
la  muerte  del  general  Nnriño  tomó  parte  la  Academia,  bien  toda 
ella,  bien  por  medio  de  comisiones.  Ha  nombrado  al  señor  Lo- 
zano su  representante  para  el  centenario  de  Ayacucho  en  Lima;  y 
designó  para  asistir  en  su  nombre,  al  recibimiento  de  los  restos  del 
señor  Contó,  que  se  efectuó  en  Quibdó,  al  señor  Vargas,  intenden- 
te de  aquella  comarca.  Por  haber  publicado  la  prensa  noticia  de 
algunos  indicios  sobre  el  lugar  donde  se  hallaba  el  templo  de  So- 
gamosü.  incendiado  en  las  primeras  horas  de  la  conquista,  se 
designó  una  comisión  para  investigar  este  punto.  Los  señores 
Cuervo  Márquez  y  Arrubla,  encargados  de  ella,  se  trasladaron  a 
aquella  población,  y  con  laboriosidad  y  talento  estudiaron  tan 
interesante  cuestión.  El  informe  que  presentaron  fue  leído  en  una 
de  las  sesiones,  y  se  publicará  próximamente  en  el  Boletín.  Unos 
maderos  calcinados,  restos  del  famoso  adoratorio,  que  se  hallaron 
en  sus  excavaciones,  y  que  ayudan  a  la  determinación  del  sitio 
donde  él  existió,  fueron  traídos  y  donados  al  Museo  Nacional. 

Con  motivo  de  los  trabajos  del  ferrocarril  del  Noroeste,  se 
hallaron  cerca  de  Suesca  algunas  sepulturas  indígenas.  Los  seño- 
res Arrubla  y  Triana  fueron  a  aquel  lugar  y  practicaron   exhuma- 


628  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


cíones  de  esos  despojos  de  los  aborígenes.  Preciosos  objetos  de 
cerámica  se  encontraron,  y  varios  de  ellos  han  ingresado  también 
a  nuestro  gabinete  nacional  de  antigüedades. 

El  señor  Ernesto  Restrepo,  que  trabaja  con  ahinco  y  aplomo 
en  el  archivo  de  Indias  de  Sevilla,  ha  enviado  documentos  bien 
preciosos  para  nuestras  crónicas  de  la  conquista,  especialmente 
sobre  Quesada  y  Bastidas.  De  éste  halló  al  fin,  tras  paciente  in- 
vestigación, su  retrato,  hista  hoy  perdido,  lo  que  ha  producido 
alborozo  en  la  bella  ciudad  por  él  fundada,  y  que  se  prepara  ahora 
a  celebrar  su  cumplesiglos.  Dicho  miembro  de  la  Academia  ha 
iniciado  trmbién  la  colocación  de  una  lápida  en  Sevilla  en  re- 
cuerdo de  Bartolomé  de  las  Casas. 

Recientemente  ha  acordado  la  Academia  una  moción  sobre 
la  necesidad  de  cambiar  la  fecha  de  la  reunión  del  Congreso.  El 
20  de  julio  era  antes  un  día  de  tregua  a  las  pasiones  políticas,  y 
en  él  fraternizaban  los  más  impetuosos  adversarios.  Todo  rencor 
y  toda  intriga  callaban  ante  el  recuerdo  de  los  grandes  hechos  y 
de  los  grandes  hombres  de  la  lucha  emancipadora.  Pero  desde 
que  en  tal  fecha  se  puso  la  reunión  del  cuerpo  legislativo,  predo- 
minaron en  ella  las  agitaciones  de  los  partidos  sobre  la  evocación 
de  las  magnas  gloiias  Para  remediar  esto,  preciso  es  reformar  la 
constitución,  y  así  se  ha  pedido  al  cuerpo  soberano. 

Vuelvo,  para  terminar,  a  repetiros,  como  en  el  año  pasado, 
que  las  dos  principales  necesidades  de  este  núcleo  de  amantes  de 
la  historia  son  un  edificio  adecuado  para  su  secretaría,  su  biblio- 
teca y  su  archivo;  y  una  tipografía  propia  e  independiente  de 
otros  trabajos,  para  poder  editar  oportunamente  y  con  desahogo 
así  los  artículos  de  sus  miembros,  como  la  importante  documen- 
tación que  se  le  envía. 

Los  libros  y  legajos  de  papeles  ya  no  caben  en  los  estantes,  y 
aglomerados  están  por  e!  suelo,  y  fuera  de  este  amplio  salón  para 
sus  sesiones,  lo  demás  son  cuartos  húmedos  y  oscuros.  Si  se  le 
diera  a  la  Academia  alguna  casa,  separada  de  todo  otro  servicio 
público,  podría  allí  establecer  su  imprenta,  organizar  bien  su  li- 
brería y  fundar  un  museo  de  reliquias  históricas;  y  la  Biblioteca 
Nacional,  que  está  también  en  penosísima  estrechez,  ampliaría  sus 
salas  con  las  que  dejara  nuestra  Academia. 

Muchos  otros  puntos  dejo  de  mencionar  relativos  a  las  labo- 
res de  la  corporación,  ya  porque  ellos  constan  en  los  extractos  de 
actas,  que  después  de  publicadas  en  los  diarios  de  la  ciudad,  a  su 
debido  tiempo,  son  insertadas  en  el  BoU  ín,  ya  para  no  prolongar 
este  acto,  pues  ansiosos  estaréis  por  oír  las  oraciones  del  nuevo 
académico,  y  de  quien  le  da  la  bienvenida  a  nuestro  seno. 

La  Academia,  a  pesar  de  esos  obstáculos  o  inconformidades 
de  que  os  he  hablado,  ha  oficiado  sin  cesar  en  las  aras  del  pa- 
triotismo; y  seguirá,  aun  cuando  sea  abrupto  su  camino,  su  marcha 
por  él,  recogiendo  los  gloriosos  trofeos  del  pasado,  y  colocándolos 
en  los  inmortales  relicarios  de  nuestra  historia. 

Eduardo  Posada 


Octubre  28  de  19214 


INFORMES   DE   COMISIONES  629 

inFORmES  DE  comisionES 

I 

CANDIDATURA  LOZANO  LONDOSO 

Señores  académioos: 

El  señor  Gregorio  Lozano  Londoño  fue  propuesto  para  aca- 
démico correspondiente  en  una  de  las  sesiones  anteriores,  y  sobre 
su  personalidad  me  toca  el  honor  de  rendir  el  informe  del  caso. 

Hace  más  de  sesenta  años  que  el  señor  Londoño  está  ausente 
del  país,  pero  ni  el  tiempo  ni  la  distancia  han  sido  parte  a  amino- 
rar su  intenso  cariño  por  la  patria  colombiana  En  los  periódicos 
del  Perú  figuran  muchos  escritos  de  su  bien  tajada  pluma,  destina- 
dos a  hacer  conocer  a  Colombia  y  a  enaltecer  bs  glorias  de  sus 
héroes,  rememorando  hechos  culminantes  de  nuestra  historia.  A 
pesar  de  su  avanzada  edad  no  desmaya  el  señor  Lozano  en  su  no- 
ble tarea,  y  con  frecuencia  publica  artículos,  para  llevarla  a  cabo, 
inspirados  en  auténticos  sentimientos  de  patriotismo.  No  pasa  un 
20  de  julio  sin  que  aparezcan  en  los  diarios  de  Lima  trabajos  del 
señor  Lozano  para  celebrar  la  clásica  fecha,  en  que  demuestra  los 
progresos  de  la  nación  y  hace  cuanto  puede  para  mantener  vivo  el 
amor  a  Colombia  en  el  corazón  de  sus  hijos  ausentes.  A  la  cabeza 
de  la  colonia  colombiana  en  Lima  visita  en  el  aniversario  patrio 
nuestra  Legación,  y  allí,  con  frases  entusiastas,  hace  el  recuento  de 
nuestras  glorias;  así  el  señor  Lo/.ano  propaga  la  historia  nacional, 
no  sólo  por  medio  de  la  pluma,  sino  también  por  la  palabra. 

Lo  expuesto  es  suficiente  para  demostrar  que  el  señor  Lozano 
merece  ser  admitido  como  académico  correspondiente,  tanto  por 
sus  dotes  de  cultivador  de  la  historia  como  por  su  amor  a  la  tierra 
que  le  vio  nacer,  y  en  tal  virtud  tengo  el  honor  de  proponeros: 

Admítese  como  académico  correspondiente  al  señor  don 
Gregorio  Lozano  Londoño,  ciudadano  colombiano  residente  en 
Lima. 

Señores  académicos,  vuestra  comisión. 

Eduardo  Restrepú  Sáent 
Bogotá,  I."  de  marzo  de  1924. 

II 

CANDIDATURA  OTERO    d'cOSTA 

Señor  presidente  de  la  Academia  Nacional  de  Historia. 

Cumplimos  gustosos  el  deber  de  informar  sobre  la  candi- 
datura para  miembro  de  número  del  distinguido  colega  correspon- 
diente, don  Enrique  Otero  D'Costa. 

Bien  hubiéramos  querido  presentar  un  extenso  informe  hacien- 
do el  recuento  de  las  numerosas  obras  y  escritos  del  señor  Otero,  y 
un  meiecido  elogio  de  unas  y  otras.  Pero  la  misma   excelencia  de 


630  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 

las  producciones  del  joven  y  ya  afamado  historiógrafo  las  ha  hecho 
tan  conocidas  como  admiradas,  pues  en  verdad  pocos  autores  de 
actualidad  han  sido  tan  leídos  y  tan  aplaudidos. 

Todos  los  miembros  de  la  Academia  no  sólo  conocen,  sino  que 
conservan,  con  el  aprecio  debido,  obras  tan  de  aliento  como  Croni- 
cón solatiego.  El  general  Padilla,  y  sobre  todo  ese  erudito  y  origi- 
nal ensayo  que  tantas  cosas  buenas  y  nuevas  ha  popularizado 
sobre  El  Licenciado  don   Gonzalo  Jiménez  de  Qwsatla. 

A  más  de  esto,  la  colaboración  del  seflor  Otero  en  nuestro 
Boletín  ha  sido  tan  frecuente  como  interesante,  pues  ha  solido  es- 
coger puntos  intocados  y  bien  oscuros.  Pudiera  decirse  que  esta 
apreciable  cualidad  ha  sido  la  característica  de  Otero  D'Costa  como 
historiador. 

Pero  sus  actividades  y  su  amor  a  esta  clase  de  estudios  no  se  han 
limitado  a  la  labor  de  bufete,  que  suele  ser  tan  tranquila  y  reposa- 
da. El  ha  sido  un  inquieto  buscador  en  nuestros  archivos,  perspi- 
caz y  activo,  y  adeinás  en  el  terreno  de  esas  actividades  tiene  dos 
títulos  que  difícilmente  pueden  ostentar  otros  colegas:  el  de  funda- 
dor de  dos  importantísimos  centros  de  estudios  históricos,  el  de  Car- 
tagena y  el  de  Manizales,  y  el  de  sus  respectivos  órganos,  el  Boletín 
Jitstorialy  el  Archivo  Historial,  que  tantas  y  tan  lucidas  páginas 
registran  ya  y  que  ha  prestado  servicios  casi  invaluables  a  la  cultura 
histórica  nacional. 

£s  pues  tan  de  relieve  la  personalidad  del  señor  Otero  en  esta 
ciase  de  trabajos,  y  prestará  en  la  nueva  clase  servicios  tan  espe- 
ciales a  nuestro  instituto,  que  toda  otra  consideración  en  este  in- 
forme aparecería  como  una  redundancia. 

Por  consiguiente  terminamos  proponiéndoos: 

Nómbrase  al  señor  Enrique  Otero  D'Costa  miembro  de  nú- 
mero de  la  Academia,  para  llenar  la  vacante  del  señor  J.  M.  Rivas 
Groot. 

Sefior  presidente. 

Arturo  Quijano — /.  I>.  Montalve 

Bogotá,  abril  i.'  de  1934. 

III 

CANDIDATURA   BBJARAMO 

Señeres  académicos: 

£1  académico  correspondiente  don  Jorge  Ricardo  Bejarano 
ha  sido  propuesto  para  ocupar  el  sillón  de  miembro  de  número, 
vacante  por  la  muerte  del  señor  don  Simón  Chaux,  y  sobre  esa  can- 
didatura tenemos  el  honor  de  rendir  el  informe  reglamentario. 

£1  nombre  del  académico  Bejarano  es  bien  conocido  como  el 
de  un  meritorio  cultivador  de  la  historia.  Vivo  está  sin  duda  en  el 
recuerdo  de  los  aquí  presentes  su  discurso  pronunciado  en  la  sesión 


INFORMES   DE   COMISIONES  631 


tolemne  de  la  academia  en  ig22.  Hizo  allí  un  interesante  cuadro 
de  la  vida  colonial,  y  con  hermosas  frases  trasladó  a  sus  oyentes  a 
aquella  época»  demostrando  al  mismo  tiempo  la  versación  del  ora- 
dor en  la  materia  que  trataba.  Meses  más  tarde  dictó  en  la  Acade- 
mia una  conferencia  relativa  a  un  curioso  manuscrito,  por  él  des- 
cubierto, en  la  que  estudió  e!  primer  movimiento  revolucionario  en 
Venezueia  y  dio  datos  de  mucho  interés  sobre  actuaciones  de  al- 
gún miembro  de  conocida  e  ilustre  familia  de  nuestro  país.  En  esa 
conferencia  se  pudieron  apreciar  las  dotes  que  como  investigador 
en  asuntos  de  historia  distinguen  al  que  la  pronunció. 

No  solamente  en  Colombia,  sino  también  en  el  extranjero,  han 
sido  apreciados  los  trabajos  del  candidato  señor  Bejarano.  AI  co- 
nocer el  compilador  de  la  obra  Simón  Bolívar  por  los  más  gf  andes 
escritores  americanos,  el  libro  que  Bejarano  escribió  sobre  las  ideas 
políticas  de  Bolívar,  no  vaciió  en  incluir  allí  la  parte  que  estudia 
al  héroe  como  legislador,  precedida  por  palabras  llenas  de  elogios 
sobre  su  importancia.  Y  al  lado  de  escritores  como  Montalvo, 
García  Calderón,  Vicuña  Mackenna,  Martí,  Rodó  y  otros  muy  dis- 
tinguidos, figura  el  nombre  de  Bejarano,  en  señal  del  aprecio  me- 
recido por  sus  estudios  históricos. 

Ellos  se  distinguen  por  un  ilustrado  espíritu  de  investigación 
y  por  puntos  de  vista  propios  y  nuevos,  expuestos  en  estilo  fácil, 
correcto  y  ameno. 

Lo  expuesto  hace  creer  a  vuestra  comisión  que  el  señor  Beja- 
rano es  digno  de  ser  admitido  como  académico  de  número,  y  en 
consecuencia  tiene  el  honor  de  proponeros: 

Desígnese  como  miembro  de  número,  para  llenar  la  vacante 
que  quedó  por  fallecimiento  del  señor  don  Simón  Chaux>  al  señor 
don  Jorge  Ricardo  Bejarano. 

Señores  académicos,  vuestra  comisión. 

J.  M.  Aíarroquln — Eduardo  Restrepo  Sáent 
Bogotá,  15  de  mayo  de  1924. 

IV 

LEYENDAS   HISTÓRICAS 
Sefior  presidente  de  la  Academia  Nacioaal  de  Historia. 

Me  es  grato  rendir  ante  la  benemérita  corporación  que  usted 
Un  tinosamente  preside,  el  intorme  que  me  fue  encomendado 
«obre  el  libro  Leyendas  hütáricas  de  Santa/e  y  Bogotá,  «acado  a  lu^ 
por  el  sefior  Manuel  José  Forero,  con  dedicatoria  a  esta  Aca- 
demia. 

El  género  de  leyendas,  tomado  este  vocablo  en  su  acepción 
de  sucesos  maravillosos,  y  que  también  llámase  de  tradiciones,  aun- 
que el  mote  no  siempre  convenga,  es  quizá  el  más  difícil  de  la 
escuela  literaria,  porque  él  exige  del  narrador  un  conocimiento  pro- 


632  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


fundo  y  concienzudo  de  la  época  en  que  haga  actuar  sus  episodios; 
vale  decir,  una  asimilación  íntima  de  la  etnografía,  ia  ideología, 
la  filología,  amén  de  regular  dosis  de  conocimientos  geográficos  y 
topográficos  de  las  edades  relacionadas  con  la  narración.  Con 
tal  bagaje  se  salvarán  defectos,  tales  como  lo  de  exponer  a  los  per- 
sonajes o  héroes  en  actitudes  reñidas  con  el  medio  en  que  actua- 
ron, o  razonando  con  ideas  exóticas  en  su  tiempo,  o  dialogando 
con  vocablos  o  giros  inusitados  en  edades  anteriores  o  posteriores 
a  aquella  en  que  se  sitúa  el  hecho  y  aun  casos  como  el  de  denomi- 
naciones o  descripciones  erradas  de  lugar,  calle,  ciudad,  etc.  El 
autor  debe,  en  resumen,  habilitarse  para  trasladar  la  pluma  a  la 
época  descrita  y  desarrollada  en  el  episodio  dentro  de  los  lindes 
perfectos  de  esa  época,  así  en  tiempo  couio  en  lugar. 

Por  no  seguir  esa  re^la  o  precaución,  preparándose  en  pacien- 
tes lecturas  y  estudios,  hemos  visto  poco  menos  que  malogrados 
los  loables  esfuerzos  de  casi  todos  nuestros  escritores  de  tal  escue- 
la, desde  Juan  José  Nieto,  autor  de  Yriífermina  o  La  Hija  de  Ca- 
lamafy  hasta  la  casi  totalidad  de  los  que  actúan  en  nuestros  moder- 
nos días.  Las  obras  de  los  viejos  van  camino  del  olvido,  y  las  de 
los  contemporáneos  seguiíán  también  esa  trayectoria  si  no  se  reme- 
dia el  origen  del  mal.  Ninguno  de  ellos  se  ha  hecho  ni  se  hará 
popular,  y  menos  se  ve  la  obra  que  alcance  a  traspasar  los  lindes 
patrios,  como  pudo  lograrlo,  por  ejemplo,  don  Ricardo  Palma,  el 
inimitable  tradicionista  de  la  Ciudad  de  los  Reyes.  Caso  de  excep- 
ción señalaría  en  el  señor  Cordobés  Moure,  porque  él  se  limitó  a 
traducir  al  libro,  en  ameno,  sino  correcto  castellano,  sucesos  adya- 
centes o  contemporáneos  a  la  época  en  que  vivió,  pudiendo  así 
presentar,  en  cuadros  perfectos,  el  teatro  auténtico  y  los  personajes 
vivos  y  animados  de  sus  Remin  sccndas  o  tradiciones. 

En  el  grupo  de  los  actuales  tradicionistas  destácase  el  señor 
Forero  con  marcado  relieve;  de  su  obra  aún  no  podría  decirse  la 
palabra  concreta,  como  que  apenas  se  compone  de  los  primeros 
ensayos  de  su  juiciosa  mocedad.  Tal  vez  en  la  alforja  de  sus  facul- 
tades se  genera  la  celebridad,  así  como  en  el  morral  de  los  grana- 
deros napoleónicos  agitábase  el  bastón  de  mariscal. . . . 

La  veintena  de  leyendas  que  forman  su  primer  libro,  cuyo  es- 
tudio ocupa  este  informe,  compónese  de  episodios  más  o  menos 
conocidos,  como  los  del  virrey  Solís,  don  Ángel  Ley,  matrimonio 
de  Ricaurte,  el  venado  de  la  Veracruz,  que  tan  donosamente  rela- 
tó don  José  Caicedo  Rojas,  episodios  tomados  por  el  señor  Fore- 
ro de  Groot,  Raimundo  Rivas,  Luis  Augusto  Cuervo,  Vargas  Jura- 
do, Ibáñez  y  otros  autores  o  cronistas  nacionales,  amén  de  algunos 
bebidos  en  la  tradición  oral.  Y  es  lástima  que  al  hacer  la  selección 
de  temas,  no  hubiera  procurado  el  autor  variar  el  género  o  clase 
de  ellos  para  evitar  de  esa  manera  la  continuada  repetición  de  un 
escenario  compuesto,  en  lo  general,  de  un  galán  afortunado,  un 
padre,  hermano,  marido  o  galán  burlado,  frailes  o  monjas  que  se 
enclaustran  o  desenclaustran,  algún  duende  o  fantasma  velador  de 
tesoros  escondidos,  y  como  consecuencia  de  todo  esto  el  necesario 
3  rtejo  de  noches  oscuras,    lluviosas  y  ventosas,    luz  de  candiles  o 


INFORMES   DE   COMISIONES  633 


farolillos,  aceros  desenvainados,  capas,  chambergos,  etc.,  repetido 
con  necesaria  pero  hostigante  frecuencia.  En  la  lira  de  nuestros 
episodios  no  solamente  existe  la  cuerda  amorosa  o  de  espantos: 
allí  están  las  cuerdas  guerreras  en  tierra  y  mar,  la  taumatúrgica 
viajera,  unas  veces  festivas,  traviesas,  otras  trágicas,  heroicas,  y  e» 
fin,  vaiiedades  o  tonalidades  que,  reunidas  en  haz,  imprimirían  a 
cualquier  libro  amenidad  e  interés,  como  que  así  la  imaginación 
del  lector  iría  cambiando  de  panorama  y  de  horizontes.  El  tema 
repetido  y  su  lógico  corolario  traducido  en  la  uniformidad  de  la 
descripción,  es  escollo  que  debería  evitarse  cuando  se  trata  de 
confeccionar  un  libro;  un  relato  aislado  puede  que  se  lea  con 
deleite,  pero  si  ese  relato  se  recopila  en  una  obra  con  otros  simi- 
lares, el  conjunto  resulta  monótono,  pesado. 

Dejando  a  la  vera  esa  observación,  que^se  refiere  al  conjunto, 
como  queda  expresado,  solamente  vienen  a  mi  pluma  frases  de 
aliento  y  de  felicitación  para  el  joven  escritor  que  con  tanta  dispo- 
sición y  ejemplar  constancia  dedica  las  primicias  de  su  inteligencia 
a  estudiar  los  vaivenes  de  nuestras  crónicas  e  historias,  vistiéndolas 
con  las  galas  de  la  fantasía,  para  que,  así  popularizadas,  puedan 
penetrar  a  la  casa  espiritual  del  gran  público,  de  ese  gran  público 
tan  indiferente,  de  ordinario,  al  estudio  de  nuestros  anales.  El 
esfuerzo  realizado  por  el  señor  Forero  es,  a  mi  juicio,  encomiable, 
y  por  consiguiente  una  calurosa  palma  de  aplauso  de  esta  Acade- 
mia paréceme  de  justicia.  Permitome  pues  someter  al  ilustrado 
criterio  del  instituto  la  siguiente  proposición: 

La  Academia  Nacional  de  Historia  avisa  al  señor  Manuel 
José  Forero  el  recibo  de  su  obra  Leyendas  h  stórieas  de  Snntafé  y 
Bogotá,  agradécele  su  fina  dedicatoria,  y  le  envía  su  voz  de  aplau- 
so y  de  excitación  para  que  continúe  laborando  sobre  temas  relati- 
vos a  nuestra  historia  nacional,  aprovechando  toda  la  rica  cantera 
que  ella  ofrece  al  investigador. 

Devuelvo  la  obra  materia  de  estas  líneas,  y  quedo  del  señor 
presidente  su  muy  atento  y  seguro  servidor, 


Enrique  Otero  D' Costa 


Bogotá,  23  de  junio  de  1924. 


CANDIDATURA   GARCÍA   VÁSQUfeZ 

Señor  presidente  de  la  Academia  de  Historia  y  Antigüedades: 

En  desempeño  de  la  comisión  que  nos  disteis  para  informar 
sobre  la  candidatura  del  doctor  don  Demetrio  García  Vásquex, 
propuesto  para  miembro  correspondiente  de  esta  Academia,  tene- 
mos el  honor  de  exponeros: 

Es  el  doctor  García  Vásquez  un  caballero  de  Cali,  muy  ilus- 
trado en  varias  materias  y  perito  en  la  historia  de  Colombia,    espe- 


634  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 

cialmente  en  lo  relativo  al  antiguo  departamento  del  Cauca.  Ade- 
más de  varios  artículos  y  discursos  de  este  género,  ha  publicado 
recientemente  un  libro,  con  el  título  de  Rcvaltiaeiones  H.stórieoi, 
que  hemos  leído  atentamente. 

Es  un  libro  de  combate.  Para  exaltar  los  merecimientos  de 
Cali  y  demás  ciudades  del  Valle  del  Cauca,  el  doctor  García  se 
esfuerza  en  poner  a  Popayán  entre  las  ciudades  netamente  realis- 
tas de  la  época  de  la  independencia.  No  podemos  suscribir  esta 
tesis.  No  hubo,  es  verdad,  en  Popayán  movimientos  de  la  tras- 
cendencia de  ¡os  del  Valle  en  los  comienzos  de  esa  época  gloriosa; 
pero  es  preciso  tener  en  cuenta  las  cij^unstancias  en  que  la  ciudad 
se  encontraba:  era  el  centro  del  gobierno  de  la  provincia:  allí  resi- 
día el  gobernador,  rodeado  de  fuerzas  creadas  con  motivo  de  la 
sublevación  de  Quito;  y  este  gobernador  no  era  un  Amar  y  Bor- 
bón,  sino  Tacón,  caballero  inteligentísimo,  astuto,  activo  y  que 
supo  captarse  las  simpatía  de  la  alta  sociedad  y  el  pueblo  entero 
por  sus  condiciones  personales  y  buen  gobierno.  Sin  embargo,  los 
popayanejos  obligaron  a  este  gobernante  a  constituir  una  junta  pa- 
triótica cuando  se  tuvo  notica  de  los  acontecimientos  del  20  de 
julio  en  Santafé,  junta  que  Tacón  supo  disolver  hábilmente  pasa- 
dos algunos  días,  como  supo  luego  contener  y  ahogar  otros  mo- 
vimientos patrióticos  de  la  ciudad.  Esto  es  gloria  de  Tacón,  no 
desdoro  de  Popayán,  ciudad  que,  por  otra  parte,  no  perseveró  en 
la  actitud  que  Tacón  la  obligó  a  tomar  en  esos  días,  sino  que,  tan 
pronto  como  pudo  respirar  alguna  libertad,  se  mostró  decidida  por 
la  independencia. 

Pero  no  compete  a  nosotros  examinar  la  verdad  o  falsedad 
de  esta  tesis,  sino  la  manera  como  trabaja  el  doctor  García  en  sus 
investigaciones  históricas.  Puede,  en  efecto,  un  individuo  errar  en 
sus  apreciaciones  de  los  hechos  que  estudia,  en  su  filosofía  de  la 
historia,  pero  prestará  grandes  servicios  si  sabe  investigar  aquellos 
hechos,  registrando  archivos  y  aportando  nuevos  documentos.  Y 
esto  ha  hecho,  con  inmensa  labor,  el  doctor  García  Vásquez. 

En  efecto:  trae  él  en  su  libro  muy  interesantes  documentos 
inéditos,  recogidos  por  él  en  archivos  privados  y  públicos,  donde 
dormían  expuestos  a  perecer.  Entre  ellos  nos  han  llamado  la  aten- 
ción los  que  se  refieren  a  los  auxilios  que  dio  el  Cauca  al  general 
Sucre  para  su  expedición  al  Ecuador  y  el  Perú,  que  culminó  en  las 
batallas  libertadoras  de  Yaguachí,  Pichincha,  Junín  y  Ayacucho. 
El  Valle  no  tenía  entonces  más  de  80,000  habitantes,  y  sus  indus- 
trias valían  muy  poco;  había  hecho  xlos  campañas  sobre  Pasto; 
sufrido  las  exacciones  a  que  lo  sometieron  Sámano,  Warleta,  Tolrá 
y  Calzada;  triunfado  en  San  Juanito;  ayudado  al  general  Valdcs 
a  reorganizar  su  división  dándole  soldados,  ganado  y  dinero;  y  a 
pesar  de  todos  estos  sacrificios,  suministró  a  Sucre  los  batallones 
Pay»  y  Santander,  gastó  más  de  %  ao.coo  en  equiparlos,  y  con  el 
tabaco  estancado  garantizó  una  compra  de  armas  por  valor  de 
%  82,625.  Estos  documentos  honran  a  Colombia,  y  su  publicación 
es  debida  al  doctor  García  Vásquez. 


INFORMES  D£  COMISIONES  635 


Por  todo  lo  dicho,  creemos  no  sólo  justiñcada  la  candidatura 
del  doctor  García  Vásquez,  sino  muy  conveniente  para  la  Acade- 
mia contar  con  un  miembro  tan  distinguido  y  laborioso  en  las 
investigaciones  de  su  incumbencia. 

En  consecuencia,  creemos  que  debe  str  admitido  como  miem- 
bro correspondiente  de  la  Academia. 

Bogotá,  septiembre  15  de  1934. 

Señor  presidente. 

M.  Restrepú  Jiejia 

VI 
HISTORIA   DE    LA    LITERATURA    COLOMBIANA 

SeUores  académicoa: 

Tengo  el  honor  de  informaros  acerca  del  compendio  de  la 
historia  de  la  literatura  colombiana,  escrito  por  nuestro  socio  co- 
rrespondiente don  B.  Matos  Hurtado. 

Como  lo  indica  su  autor,  este  trabajo  está  destinado  para  el 
aso  de  las  escuelas  y  colegios  de  la  República;  y  se  basa,  para  la 
literatura  de  la  época  colonial,  en  la  obra  irrempiazable  de  Verga- 
ra  y  Vergara  que,  a  pesar  de  las  deficiencias  propias  de  la  época 
en  que  se  compuso,  y  de  la  ya  lejana  fecha  de  su  publicación, 
continúa  siendo  la  piedra  angular  de  nuestra  historia  literaria. 

Para  los  tiempos  posteriores,  el  señor  Matos  Hurtado  declara 
haberse  servido  de  los  estudios  nacionales  7  extranjeros,  casi  todos 
fragmentarios,  que  se  han  publicado  sobre  la  materia. 

Pero  no  se  ha  limitado  el  señor  Matos  Hurtado  a  extractar 
escritos  ajenos,  sino  que  ha  puesto  a  contribución  sus  copiosas 
lecturas  de  autores  nacionales;  y  presenta  la  materia  de  acuerdo 
con  un  plan  que  consulta  las  necesidades  de  la  enseñanza. 

Pudiera  quizá  observarse,  desde  el  punto  de  vista  didáctico, 
que  en  una  obra  destinada  a  las  escuelas,  no  debe  haber  prodiga^ 
lidad  en  la  cita  de  autores  secundarios.  Pero  por  otro  lado,  habría 
sido  lástima  que  el  autor  hubiera  dejado  perder  muchas  curiosas 
noticias  relativas  a  escritores  poco  conocidos  o  ya  olvidados  y  que, 
sin  embargo,  tienen  derecho  a  ocupar  un  sitio,  por  modesto  que 
sea,  en  la  historia  literaria  de  su  patria. 

Procede  el  autor  con  parsimonia,  en  sus  juicios  literarios,  en 
los  cuales  demuestra  un  criterio  ilustrado,  casi  siempre  justo  y 
benévolo.  Su  información  es  extensa,  aun  cuando  acepta,  como 
pasa  siempre  en  estos  casos,  complemento  y  rectificación  en  cier- 
tos puntos.  Por  ejemplo  y  sin  salir  de  las  primeras  páginas,  el 
señor  Matos  tiene  ahora  que  agregar  un  libro  nuevo  a  la  bibliogra- 
fía de  Castellanos.  El  Discuísa  del  capitán  Francisco  Dtaque;  y  por 
lo  que  se  refiere  a  la  especie,  conservada  tradicionalmente,  de  que 
un  manuscrito  de  Quesada  se  perdió  entre  los  papeles  del  doctor 
Plaza,  convendría  que  el  señor  Matos  tuviera  en  cuenta  lo  que 
apunta  nuestro  colega  don  Enrique  Otero  D'Acosta  en  su  excelen- 
te y  erudita  monografía  sobre  los  escritos  del  fundador  de  Bogotá. 


636  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGU  lí DADES 


Tiene  el  libro  del  señor  Matos  capítulos  que  encierran  bas- 
tante novedad,  como  el  referente  a  las  escritoras  colombianas  y 
aquel  que  estudia  el  desarrollo  del  periodismo  en  nuestra  patria; 
temas  que  no  figuran,  por  lo  menos  tratados  de  manera  especia!, 
en  los  manuales  literarios. 

En  suma,  me  parece  muy  útil  la  obra  del  señor  Matos  Hurta- 
do y  muy  conveniente  su  impresión  y  difusión  para  que  los  niños 
y  los  jóvenes  se  enteren  fácilmente  y  sin  necesidad  de  acudir  a 
obras  extensas  o  raras,  de  nuestro  pasado  literario,  sin  cuyo  cono- 
cimiento no  se  concibe  que  pueda  haber  un  cultura  nacional  sólida 
y  bien  encaminada. 

Vuestra  comisión. 

Antonio   Gomes  Res  trepo 

Bogotá,  noviembre  de  1924. 

PROPosicion 

La  Academia  Nacional  de  Historia  resuelve  manifestar  al  con- 
greso que  como  el  20  de  julio,  que  antes  era  hora  de  tregua  para 
los  partidos  y  se  veía  en  él  fraternizar  los  más  encarnados  adver- 
sarios ante  los  recuerdos  patrióticos,  se  ha  vuelto,  con  la  reunión 
del  congreso,  un  día  político,  convendría  designar  otra  fecha  para 
la  instalación  del  cuerpo  legislativo.  Este  se  había  leunido  siem- 
pre en  nuestro  país  en  los  piimeros  meses  del  año,  y  fue  desde 
1886  cuando  se  designó  el  aniversario  nacional  para  esto.  Ahora  en 
tal  cuando  las  gentes  se  preocupan  más  de-  los  candidatos  a  la  pre- 
sidencia de  las  cámaras,  que  de  los  patriotas  que  nos  dieron  inde- 
pendencia. La  juventud  corre  a  presenciar  estas  elecciones  y  a  las 
manifestaciones  tumultuarias  más  bien  que  a  los  espectáculos  en 
memoria  de  los  proceres.  Los  periódicos  suelen  publicar  ios  retra- 
tos de  caudillos  del  día,  más  o  menos  ilustres,  en  vez  de  las  imá- 
genes de  los  mártires  de  nuestra  gloriosa  epopeya.  Y  así  otros, 
detalles  que  larga  sería  la  enumeración. 

Por  todo  esto  fuera  acertado  que  se  reformara  la  constitución 
señalando  el  i."  de  febrero  para  la  inatiguración  del  congreso  y  el 
I.*  de  abril  para  la  posesión  del  presidente  de  la  República.  Fue 
esta  última  fecha  la  que  se  tuvo  para  tal  acto  desde  187 1  hasta 
1886. 

Mueve  a  la  Academia  de  Historia  a  hacer  esta  indicación, 
que  parece  extraña  a  sus  tareas,  el  deseo  de  que  las  efemérides  de 
la  patria  sean  celebradas  sin  un  átomo  de  odios  ni  de  enemistades» 
en  atmósfera  serena  y  con  todo  el  brillo  y  entusiasmo  de  otras 
épocas. 

Y  no  se  mencionan  otros  inconvenientes,  como  lo  inclemente 
de  la  estación  en  el  mes  de  julio  para  los  que  viven  en  climas  cáli- 
dos, por  ser  esto  sí  tal  vez  ajeno  a  la  índole  de  sus  labores. 

Posada 

Octubre  I." 


SBLLOS  DE  CORREOS  637 


SELhOS  DE  CORREOS 

¿Cuándo  se  emitieron  en  Colombia  los  primeros  sellos  de 
correo?  Los  filatelistas  parece  que  no  tienen  datos  precisos  so- 
bre esto. 

En  la  memoria  que  el  secretario  de  Hacienda,  seftor  Núftez, 
presentó  al  congreso  de  1857,  se  indica  así  la  conveniencia  de 
este  servicio: 

<£l  sistema  de  estampas  y  del  pago  anticipado  del  porte  es 
el  sistema  hoy  en  us)  en  los  países  que  deben  servirnos  de  modelo 
en  esta  materia.  Es  lógico,  porque  propende  a  exigir  directamente 
la  paga  del  que  pide  el  servicio;  es  económico,  porque  evita  la 
conducción  gratuita  de  cartas  que,  cuando  no  se  sacan  en  el  lugar 
de  su  destino,  son  pérdida  neta  para  el  tesoro;  y  hacen,  por  últi- 
mo, innecesaria  la  práctica  de  las  combustiones,  indispensable  en 
el  orden  de  cosas  actual,  pero  que  tiene  muchos  inconvenientes  y 
peligros,  si  se  considera  el  respeto  religioso  que  se  debe  al  sello  de 
una  carta.> 

Don  Ignacio  Gutiérrez,  sucesor  del  sefior  Núfiez,  se  expresó 
así  en  la  memoria  del  año  siguiente: 

«Repetidas  veces  se  ha  manifestado  al  congreso  la  conve- 
niencia de  que  desaparezca  la  correspondencia  a  dtbe,  y  mi  prede- 
cesor propuso  la  de  adoptar  el  sistema  de  estampillas,  que,  al 
mismo  tiempo  que  es  cómodo  para  el  comercio,  es  de  muy  fácil 
administración  y  consulta  la  más  pronta  celeridad  en  el  despacho 
de  las  oficinas,  dividiendo  las  operaciones  y  la  contabilidad,  del 
cobro  del  porte  y  del  número  y  giro  de  las  cartas.  Esta  medida 
podría  quizá  combinarse  con  la  del  papel  sellado,  haciendo  de 
ambas  una  sola  renta  que  prestasen  un  mismo  servicio.» 

La  ley  de  27  de  abril  de  1859,  orgánica  de  correos,  dispuso 
en  su  artículo  25  que  la  recaudación  de  los  portes  de  correspon- 
dencia e  impresos  podría  hacerse  por  el  sistema  de  estampillas,  y 
él  poder  eiecutivo  dictó,  tres  meses  después,  un  laborioso  decreto 
sobre  correos.  Este  dice  en  su  artículo  99:  «La  recaudación  de  los 
portes  de  la  correspondencia  e  impresos  en  su  caso  se  hará  por 
medio  de  estampillas,  cuya  fabricación  se  contratará  por  la  secre- 
taría de  Hacienda,  con  una  persona  de  reconocida  probidad,  y 
tendrán  la  forma,  dimensiones  y  dibujos  e  inscripciones  que  se 
determinen,  tomándose  cuantas  precauciones  sean  necesarias  para 
evitar  la  falsificación.»  Y  en  su  artículo  100:  «Se  emitirán  estampi- 
llas por  valores  de  $  o-c2¿,  $  0-05,  j5  o-io  y  $  0-20,  y  de  $  i,  y 
para  cada  valor  se  empleará  tinta  de  un  color  diferente»  (i). 

El  contrato  se  celebiócon  el  señor  Celestino  Martínez,  el  24 
de  juiio,  quien  se  obliga  en  él  «a  preparar  las  estampillas  con 
arreglo  a  la  ley  y  decreto   citados,  a  satisfacción   del   director  de 


(1)  Gaceta  de  la  Nueva  Granada  númsro  2414. 


638  BOLETÍN  DE   HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


contribuciones  y  de  modo  que  puedan  usarse  iamediatamente, 
siendo  de  su  cargo  el  papel,  goma  y  demás  que  se  necesite  al  efec- 
to, (i). 

El  I.*  de  agosto  de  1859  acusó  recibo  el  administrador  ge- 
neral de  correos  nacionales  al  secretario  de  Hacienda  de  la  nota 
de  éste,  fecha  28  de  julio,  y  de  37,350  estampillas  que  ie  remitió 
con  ella.  Estas  fueron:  de  I  1,  lo.ooo;  de  $  o>2o.  12,225;  ^^ 
í  o-io,  5,555;  de  $  0-05,  7,095;  de  $  0-02^,  2,475. 

£1  12  del  mismo  mes  acusó  dicho  funcionario  recibo  de  otra 
nota,  fechada  el  día  ó,  y  de  47,475  estampillas.  Estas  fueron:  de 
$  1,6,500;  de  $  0-20,  8,085;  de  $  0-10,  12,705;  de  |  o  05^ 
8,085;  de  $  o-oaj,  12,100.  Y  el  18  avisó  haber  recibido  18,260, 
distribuidas  así:  de  $  0-20,5,290;  de  ^  o-io,  3,740,  de  ^  0-05, 
5,390;  de  $  o-o2¿,  3,740  (2). 

Era  administrador  general  de  correos  entonces  el  seflor  don 
Juan  N.  Jiménez. 

El  mismo  señor  Gutiérrez,  arriba  mencionado,  dijo  en  su  me^ 
moria  de  1860:  «Está  adoptado  y  en  práctica  el  sistema  de  estam- 
pillas para  el  cobro  del  porte  de  la  correspondencia,  habiéndose 
celebrado  al  efecto  el  respectivo  contrato.»  Estas  son  las  estampillas 
de  la  Confederación  Granadina,  que  tienen  hoy  altísimo  precio. 

Bien  informado  estuvo  el  periódico  ^/iElf^íía^/ír  al  decir,  el 
I.*  de  junio  de  1882,  en  un  artículo  titulado  Las  Estampitias  de  €0- 
rre»s: 

«Este  cómodo  sistema  para  franquear  las  correspondencias 
fue  introducido  entre  nosotros  en  1859,  bajo  la  administración  del 
seflor  doctor  don  Mariano  Ospina  y  por  iniciativa  del  señor  don 
Gregorio  Obregón,  representante  entonces  por  el  Estado  de  Cun- 
dinamarca,  que  lo  propuso  en  un  proyecto  de  ley  que  sobre 
correos  sometió  a  la  consideración  de  la  honorable  cámara.  El 
país  le  es  pues  deudor  de  tan  importante  mejora,  como  también  de 
la  de  la  conducción  de  correos  en  el  río  Magdalena  por  buques 
de  vapor,  iniciada  en  aquella  administración  por  el  señor  Obre- 
gón, en  su  calidad  de  subdirector  de  rentas,  y  a  la  cual  asoció  su 
nombre  como  secretario  de  Hacienda  el  señor  doctor  don  Igna- 
cio Gutiérrez  Vergara.  Ambas  mejoras  se  aclimataron  sin  grandes 
dificultades,  tanto  que  la  triunfante  revolución  de  1861,  que  tuvo, 
entre  otros  objetos,  el  de  derogar  cuanto  se  hizo  en  aquella  admi- 
nistración, hasta  el  ventajosísimo  arreglo  de  la  deuda  exterior, 
llevado  a  término  sin  violencia  y  sin  menoscabo  del  crédito  nacio- 
nal, hubo  de  respetarlas,  como  respetó  este  arreglo,  gracias  a  la 
actitud  que  asumieron  los  acreedores  extranjeros.» 


(1)  Caceta  de  la  Nueva  Granada  núaero  24  2t. 

(2)  Archivo  nacional,  Secretarías,  correos.  Volumen    172,  pági- 
nas 17  y  47. 


SELLOS  DE  CORREOS  639 


El  28  de  agosto  1861  el  secretario  de  Hacienda  seflor  Truji- 
llo  comunicó  a  los  administradores  de  correos  y  a  otros  empica- 
dos, varias  resoluciones  sobre  este  ramo,  y  entre  ellas  la  siguiente: 

«Que  continúe  practicándose  el  sistema  de  estampillas  para  la 
recaudación  de  los  portes  de  la  correspondencia  e  impresos  a  cuyo 
efecto,  y  mientras  se  provee  a  los  administradores  de  correos  de 
nuevas  estampillas, se  servirán  las  actuales.»  En  el  membrete  de  esa 
nota  dice:  Estadas   Unidos  d*  la  Nueva  Granada. 

En  í  2  de  noviembre  de  ese  afio  se  dio  una  resolución  que  tien» 
aún  hoy  su  importancia  para  comprobar  la  autenticicidad  de  los 
sellos  de  esa  primera  época  de  nuestra  filatelia.  Se  dispone  allí  que 
la  anulación  se  hará  poniendo  en  cada  una,  en  letra  manuscrita,  el 
nombre  del  lugar  en  donde  resida  la  administración  de  correos  que 
haga  el  franqueo  de  las  cartas  (i). 

El  23  de  agosto  de  1864  se  celebró  un  contrato  entre  el  di- 
rector de  correos,  seflor  Mercado,  y  los  seflores  Ayala  y  Medrano, 
litógrafos,  para  la  edición  de  nuevas  estampillas.  Dicen  asi  sus 
primeras  cláusulas: 

«I.*  Ignacio  Medrano  y  Daniel  Ayala  se  comprometen  a  su- 
ministrar a  la  dirección  general  de  correos  las  estampillas  nece- 
sarias para  portear  la  correspondencia  que  ocurra,  tanto  en  dicha 
oficina  como  en  las  agencias  principales  y  subalternas  de  correos 
que  están  bajo  su  dependencia  en  los  Estados  Unidos  de  Co- 
lombia. 2.*  A  construirlas  con  el  lema  de  Estados  Unidos  de  Coüm*' 
bia.  Cofreos  naciottaUs.  En  el  centro,  el  pabellón  nacional,  y  en 
la  parte  inferior,  el  valor  de  la  estampilla;  con  el  dibujo  y  dimen- 
sión que  se  indiquen  por  la  dirección,  y  con  los  colores  y  valores 
que  siguen:  rojo,  $  1;  verde,  $  0-50;  azul,  ^  c-20;  violeta, 
%  o-io;  amarillo,  $  0-05;  púrpura,  $  0-01»  (2). 

Días  después,  el  27  de  noviembre,  el  sefior  Mosquera,  con 
el  titulo  de  Presidente  Provisoria  de  ios  Estados  Unidos  de  Colombia, 
dicta  un  decreto  orgánico  de  correos,  y  en  su  artículo  1 2  dice  que 
«el  Poder  Ejecutivo  hará  emitir  estampillas  del  valor  de  $  r,  de 
$  0-50,  de  $  c-20,  de  $  0-10  y  de  $  c-05»  (3). 

La  ley  de  29  de  abril  de  1865,  orgánica  de  los  correos  nacio- 
nales, dispone  en  su  articulo  82  que  el  poder  ejecutivo  haga  emi- 
tir estampillas  de  valor  de  $  i,  de  $  0-50,  de  $  0-20,  $  o- 10,  de 
$  0-05,  de  $  0-02J  y  de  I  o-oi,  asignando  a  las  de  a  ^  o-32.¿  una 
figura  triangular  o  diferente  de  las  otras,  que  sean  reconocidas  al 
momento  de  tomar  razón  de  la  correspondencia. 


(1)  Registro  Oficial  de  16  de  noTiembre  de  1861. 

(2)  Diario  Oficial  número  IOS. 

(3>  Actos  oficiales  del  gobierno  provisorio  de  los  Estados  Unidas 
de  Colombia,  página  508. 


640  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Y  en  los  artículos  83  y  84  ordena  emitir  estampillas  de  valor 
de  $  0-25  para  pago  del  sobreporte  de  la  correspondencia  que  ya 
para  algún  país  extranjero  con  quien  no  existan  convenciones  pos- 
tales y  cubiertas  para  certificadas  que  expresen  su  valor,  la  fecha 
y  lugar  en  que  se  despachan,  y  si  llevan  o  nó  contenido  con  todos 
los  demás  aditamentos  litografieos  que  los  singularicen. 

Al  año  siguiente  dictóse  otra  ley  sobre  la  materia,  la  cual  or- 
denó en  su  articulo  76  que  para  la  franquicia  de  la  corresponden- 
cia y  encomiendas,  el  poder  ejecutivo  hiciera  emitir  estampillas  del 
valor  de  I  10,  ^  5  y  í  I,  de  $  0-50,  $  0-20,  Í5  o-io,  $  0-05,  $0-02^ 
y  $  o-oi,  asignando  a  las  de  a  $  0-02^  una  figura  triangular. 

Dispuso  también  esa  ley  la  emisión  de  cubiertas  para  certifi- 
cados. 

Otro  acto  legislativo  (35  de  187 1)  mandó  establecer  servicios  de 
correos  dentro  de  las  poblaciones,  o  sea  lo  que  hoy  llamamos  co- 
rreo urbano,  y  dispuso  que  para  el  pago  del  porte,  se  fabricaran 
estampillas  de  a  jJ  0-02,  que  además  de  servir  directamente  al 
objeto  indicado,  se  emplearían  como  monedas  en  las  estafetas, 
siempre  que  fuera  pie  :iso  dar  o  recibir  en  cambio  de  monedas  ma- 
yores un  valor  que  no  pasara  de  $  0-04.  Esta  ley  no  llegó  a  tener 
cumplimiento. 

La  ley  de  1880,  sobre  la  anexión  de  Colombia  a  la  Unión 
Postal  Universal,-  dice  en  su  articulo  4.°: 

cAceptadas  las  equivalencias,  el  Poder  Ejecutivo  dispondrá  la 
emisión  de  estampillas  especiales  para  ai  servicio  de  la  Uniofi  Pos- 
tal Universal  de  $  0-05,  $  0-02  y  $  o-oi.» 

Sabemos  que  estas  fechas  y  cifras  tienen  grande  importancia 
para  los  coleccionistas;  que  la  mayor  p^rte  de  ellas  son  desconoci- 
das de  éstos,  y  que  vienen  a  modificar  los  datos  que  se  han  con- 
signado hasta  hoy  en  escritos  y  catálogos  sobre  la  materia. 

E.  Posada 


boletín 


Año  XIV-N."  167  f^í      II      r     I     I    NJ      Marzo:  1925 


DE    HISTORIA    Y    ANTIGÜEDADES 

oROflno  De  íñ  flcfloemifl  nflcionn£  oe  historia 

DIRECTOR,  REDACTORES, 

EDUARDO  POSADA  LUIS  AUGUSTO  CUERVO 

ROBERTO  CORTÁZAR 


Bogotá— República  de  Colombia 
flRCBlUO  DE  SnDIflS 

KUEVO   REINO    DE   GRANADA,    CÉDULAS   REALES  DESDE   EL    20    DK 
DICIEMBRE   DE    1 536    HASTA   EL   22    DE   MAYO    1 58 1 


(Continuación). 

115 — 1556.  Enero  17.  Carta  de  Su  Majestad  a  la  audiencia, 
en  la  cual  el  rey  don  Felipe  nuestro  señor  trata  sobre  lo  conte- 
nido en  la  precedente.  Da  cuenta  de  cómo  su  padre,  por  motivos 
de  larga  enfermedad,  se  considera  sin  fuerzas  para  gobernar  tan 
vastos  dominios,  los  que  ha  puesto  bajo  su  dirección.  Pide  apoyo 
para  poder  hacerlo  bien.  En  su  ausencia  de  esos  reinos  gobernará 
en  su  nombre  la  serenísima  princesa  de  Portugal. 

116 — 1556.  Valladolid,  21  de  enero.  Presidente  y  oidores,  etc. 
Pedro  de  Colmenares,  en  nombre  de  ese  Nuevo  Reino,  ha  informa- 
do cómo  los  habitantes  de  Ibagué,  después  de  haber  sufrido  mucho 
en  pacificar  la  tierra,  han  abierto  un  camino  a  Popayán,  por  serra- 
nías y  montañas,  poniendo  en  comunicación  a  uno  y  a  otro  mar. 
La  conservación  de  este  camino  demanda  grandes  gastos,  y  piden 
que  para  su  sostenimiento  se  cobre  un  tomín  de  buen  oro  por  cada 
carga  que  pase  y  otro  por  cada  cabeza  de  ganado  mayor  y  dos 
tomines  por  cada  veinte  cabezas  de  ganado  menor.  En  los  térmi- 
nos de  la  provincia  hay  infinidad  de  indios  repartidos  a  los  veci- 
nos por  el  capitán  Hernán  López  de  Galarza,  fundador  del  pueblo. 
Estos  son  muy  rebeldes,  y  han  dado  muerte  a  muchos  españoles. 
Colmenares  pide  que  no  sean  repartidos  en  otro  pueblo  que  diz  que 
se  ha  fundado,  sino  que  queden  en  los  vecinos  de  Ibagué.  Para 
obviar  inconvenientes,  que  pudieran  sobrevenir,  convendría  que  se 
fundase  una  villa  sufragánea  de  Ibagué  y  que  fuera  poblada  por 
vecinos  de  ésta.  En  todo  conviene  Su  Majestad  con  la  condición 
de  que  los  indios  no  sean  agraviados. 

117 — 1556.  Febrero  12.  Santafé.  Inserta  la  ley  de  que  los 
cohibidos  no  pasen  a  estas  partes,  para  que  en  la  gobernación  de 
Popayán  se  publique,  se  ejecute  y  se  pregone.  Se  repite  la  cédula 
«n  que  se  ordena  a  la  Casa  de  Contratación  de  Sevilla  y  a  todos 

xtv— 41 


642  BOLETÍN  DE  ETISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


los  lugares  de  Indias  que  no  dejen  pasar  los  nuevamente  converti- 
dos de  moros,  ni  de  judíos,  ni  los  infames,  ni  reconciliados,  ni 
sambenitos,  ni  hijos  de  quemador  o  condenados  por  herejes,  ni 
herederos  por  línea  masculina  o  femenina  bajo  pérdida  detodos  sus 
bienes  y  destierro  de  esas  tierras.  A  las  personas  que  sabiendo 
dónde  hay  sujetos  de  éstos  y  no  los  denunciaren  se  las  condenará 
a  multa  de  200  pesos  oro  para  la  cámara.  Firman  Lope  de  Ríoja, 
escribano  de  cámara  de  Su  Majestad,  doctor  Venero,  licenciado 
Briceño.  licenciado  Montano.  El  16  de  marzo  se  pregonó  en  Cali 
y  Popayán  y  el  6  de  julio  en  Pasto. 

118 — 1556.  Febrero  26.  Para  que  de  la  plata  que  sacaren  de 
las  minas  los  vecinos  del  Nuevo  Reino  de  Granada  y  provincia  de 
Santa  Marta  paguen  el  primer  año  después  de  que  esta  provisión 
se  planteare,  ante  los  oficiales  de  aquella  tierra,  del  diezmo;  y  el 
segundo  del  noveno  y  así  descendiendo  hasta  llegar  al  quinto. 
Pedro  de  Colmenares,  en  nombre  de  las  ciudades  y  villa  sdel 
Nuevo  Reino  y  provincias  de  Santa  Marta,  dice  que  a  causa  de  los 
gastos  de  fundición  y  pago  del  quinto  se  han  dejado  de  trabajar 
muchas  minas,  y  pide  que  se  rebajen  los  derechos  al  décimo.  Su  Ma- 
jestad ordena  a  sus  oficiales  reales  que  después  de  pregonada  esta 
cédula  sólo  cobren  un  décimo  el  primer  año,  etc. 

119 — 1556.  Julio  14..  Al  presidente  y  oidores  del  Nuevo  Rei- 
no de  Granada,  sobre  el  pastel.  De  Francia  y  Portugal  se  trae  una 
pasta  para  teñir  los  paños  de  azul.  Se  tiene  conocimiento  de  que 
en  esas  tierras  hay  una  tierra  o  planta  que  puede  reemplazarlo,  y 
si  la  hubiere  en  mucha  cantidad  seta  ventajosísimo  para  el  reino 
donde  se  consume   mucho.  Pide  informe  sobre  el  asunto. 

120 — 1556.  Julio  12.  Al  presidente  y  oidores  del  Nuevo  Reino 
de  Granada  y  a  los  oficiales  del.  sobre  el  enviar  a  este  reino  el  oro 
y  la  plata  que  hubiere  de  Su  Majestad  en  aquella  tierra.  Son  mu- 
chas las  necesidades  que  ocurren,  y  por  ello  conviene  mandar  todo 
e  oro  y  plata  que  hubiese  de  la  real  hacienda  lo  más  pronto  po- 
sible, dando  aviso  de  cada  envío  que  hiciesen. 

121  — 1556.  Julio  2g.  Carta  de  Su  Majestad  de  capítulos  a  la 
audiencia.  Acusa  recibo  de  la  carta  de  la  audiencia  de  6  de  noviem- 
bre de  1555,  en  que  dice  haber  despachado  al  oidor  licenciado  Mon- 
tano a  Cartagena  a  acabar  de  tomar  residencia  a  Miguel  Diez  Ar- 
mendáriz,  y  que  en  el  tránsito,  de  acuerdo  con  el  obispo,  hizo  la 
tasación  de  los  pueblos  de  esa  audiencia.  Manda  que  se  haga  bre- 
vemente justicia  de  los  negocios  de  Juan  Tafur,  del  capitán  Mal- 
donado  y  de  Francisco  Maldonado.  Que  hicieron  bien  en  pasar 
al  fiscal  el  proceso  contra  Montalvo  de  Lugo.  Dice  la  audiencia 
que  para  hacer  un  hospital  que  tenga  siquiera  dos  cuartos,  uno 
para  indios  y  otro  para  españoles,  se  necesita  gastar  por  lo  menos 
5,000  pesos,  y  que  con  solos  les  derechos  de  penas  se  gastaría  mu- 
cho tiempo  en  llevarlo  a  cabo,  y  piden  autorización  a  Su  Majestad 
para  gastar  en  ello  los  tributos  de  las  encomiendas  que  están  en 
su  cabeza,  y  así  pronto  lo  terminarían.  Para  su  sostenimiento  se 
podrían  destinar  las  rentas  de  las  encomiendas  que  vacasen,  deján- 
dolas seis  meses  sin  repartir.    En  todo  ello  conviene  Su  Majestad, 


ARCHIVO   DE  INDIAS  643 


quien  tiene  entendido  que  no  hay  en  aquella  audiencia  más  que 
tres  pueblos  que  tengan  fuente  salada,  de  las  que  se  proveen 
los  demás  indios.  Si  otros  fueren  a  sacar  agua  de  allí  para  hacer 
sal  en  su  pueblo,  la  han  de  pagar  a  los  caciques.  Ordena  que  se 
cumpla  con  brevedad  la  cédula  sobre  tasación  de  indios.  Vista  en 
Santafé,  marzo  ii.  1557. 

122  — 1556.  Sepiiembre  15.  Al  presidente  y  oidores  del  Nue- 
vo Reino  de  Granada,  sobre  el  repartimiento  de  indios  de  Pedro 
de  Colmenares  y  lo  del  tesorero.  Por  cédula  real  se  mandó  que  se 
diera  una  encomienda  de  los  que  vacasen  a  Pedro  de  Colmena- 
res, tesorero  real.  Su  Majestad  ha  nombrado  nuevo  tesorero  a 
F.ancisco  de  Alvarado,  y  mientras  éste  se  haga  cargo  del  puesto 
no  podrá  Colmenares  recibir  encomienda,  por  ser  esto  prohibido  a 
los  oficiales  reales. 

123 — 1556.  Para  que  las  personas  de  aquí  adelante  no  con- 
sientan que  ninguna  persona  cargue  mercancías  en  indios  natu- 
rales, y  si  los  cargaren  las  prendan  y  se  ejecute  en  ellas  la  pena 
contenida  en  la  provisión  que  habla  sobre  las  cargss.  Para  evitar 
los  daños,  muertes  y  molestias  que  se  causan  a  los  indios  ponién- 
doles c&rgas,  de  acuerdo  con  el  consejo  y  con  la  real  audiencia, 
Su  Majest  id  manda  que  se  abran  los  caminos  de  Vélez  y  de  San 
Sebastián  de  Mariquita  da  modo  que  puedan  transitar  recuas  por 
ellos.  Todo  individuo  que  llevase  algún  indio  cargado  será  apre- 
sado y  condenado  de  acuerdo  con  lo  ya  previsto.  A  los  que  no 
cumplieren  esta  ley  se  les  condenará  a  30G  pesos  de  multa.  San- 
tafé. Firmados  el  bachiller  Venero;  el  licenciado  Briceño;  el  li- 
cenciado Montano.  Recibida  y  publicada  en  Tunja  el  21  de 
octubre.  En   Vélez  fue    pregonada  a  fines   de  noviembre. 

124 — 1556.  Octubre  5.  Para  que  las  autoridades  de  aquí  ade- 
lante no  consientan  que  ninguna  persona  cargue  mercaderías  a  in- 
dios naturales,  y  si  los  cargan  la  prenda  y  ejecuten  en  ella  la  pena 
con  todo  el  rigor,  y  habla  sobre  las  cosas  de  descubrimiento.  Una 
vez  más  trata  de  la  despoblación  que  se  está  llevando  a  cabo  con 
la  costumbre  de  sacar  las  mercaderías  a  hombros  de  indios,  y 
manda  se  abran  los  caminos  indicados  en  la  anterior  provisión,  bajo 
las  penas  alií  señaladas.  Pregonada  en  Bogotá  el  7  de  octubre 
1556  (sic). 

125 — 1556.  Octubre  25.  Carta  de  sumario  de  capítulos  a  la 
audiencia.  Acusa  recibo  de  la  nota  de  esa  audiencia  de  6  de  no- 
viembre  de  1555.  Concede  un  repartimiento  a  Pedro  de  Colmena- 
res. Ordena  que  los  oficiales  reales  pongan  diligencia  en  cobrar  lo 
que  deben  los  herederos  del  tesorero  Briceño,  y  hagan  pagar  demo- 
ras al  mariscal  Jiménez.  Manda  otra  cédula  para  las  ciudades  y  ca- 
bildos de  la  iglesia  catedral. 

126 — 1556,  Noviembre  2.  Para  que  Juan  de  Avellaneda  vea 
la  provisión  sobre  que  no  se  hagan  entradas  y  descubrimientos  y 
la  guarda  y  cumpla  y  no  se  entremeta  en  nuevos  descubrimientos 
ni  exceda  de  los  que  es  mandado  por  estas  cédulas.  Otra  al  mismo, 
a  quien  llama  capitán  y  justrcia  mayor  de  la  ciudad  de  Santa- 
fé.   Se    inserta    la   cédula    de   4   de    noviembre    de     1553    (nú- 


64^  BOLETÍN  DE   HISTOEaA  Y  ANTIGÜEDADES 


mero  84),  en  que  prohibe  terminantemente  que  se  hagan  nuevas 
conquistas,  y  ordena  que  en  las  tierras  conquistadas  se  trate  bien  a 
los  naturales.  Asi  como  entonces  mandó  suspender  la  expedición 
que  se  hacía  en  la  provincia  de  Santa  Marta,  así  prohibe  ahora  que 
se  lleve  a  efecto  la  queautorizó  el  licenciado  Magallanen  al  llano  y 
la  que  pide  Avellaneda  para  poblar  en  una  laguna  cerca  de  la  Pla- 
ta. Que  se  haga  publicar  esta  cédula  para  que  de  ella  tengan  cono- 
cimiento sus  soldados,  que  no  traspase  lo  en  ella  contenido  bijo 
pena  de  que  se  le  apliquen  con  toda  severidad  los  castigos  en  ella 
mencionados.  Smtafé.  Se  manda  pregonar  y  notificar  al  capitán 
Avellaneda  el  16  de  noviembre  de  155S  (sic). 

127 — 1556.  Diciembre  2.  En  las  villas  y  ciudades  de  esa  au- 
diencia y  de  la  provincia  de  Popayán  muchos  escribanos  de  nú- 
mero y  del  Consejo  de  las  ciudades  renuncian  sus  cargos  en  otras 
personas,  de  donde  han  resultado  abusos  y  fraudes.  En  adelante 
no  se  aceptarán  estas  renunciaciones  si  no  recayeren  en  personas 
que  tengan  real  título  del  oficio,  bajo  pena  de  100,00  ^  maravedís 
para  la  real  cámara. 

128 — 1556.  Valladolid,  diciembre  2.  Gobernador  de  Tierra 
Firme.  El  licenciado  Agreda,  procurador  fiscal  del  Consejo  de  Su 
Majestad,  necesita  los  procesos  y  sentencias  que  se  hicieron  contra 
los  que  fueron  culpados  en  la  revolución  de  los  Contreras  para  co- 
branza de  los  bienes  que  le  fueron  asignados  al  real  erario.  Manda 
que  se  saque  un  traslado  de  las  dichas  sentencias  para  el  Consejo 
de  Indias,  sin  que  falte  nada,  y  que  vaya  signado. 

129  - 1557-  Marzo  6.  Valladalid.  Gobernador  de  Tierra  Fir- 
me. Recuerda  la  cédula  que  dice  que  a  pesar  de  haber  sentado 
paces  con  los  franceses  por  espacio  de  cinco  años,  bien  pudieran  lle- 
gara Nombre  de  Dios  y  a  otros  puertos  corsarios  o  barcos  franceses 
o  de  otras  personas.  Que  prohiba  en  absoluto  tratar  con  ellos  ni 
comprarles  ningún  género  de  mercancía,  bajo  pena  de  la  pérdida 
de  la  mitad  de  sus  bienes  para  la  cámara  y  destierro  de  allí  para 
España  (cédula  de  3  de  junio  de  1556).  Como  se  han  roto  de 
nuevo  las  hostilidades  con  Francia,  manda  Su  Majestad  que  esta 
cédula  se  observe  con  todo  rigor,  sin  que  puedan  vender,  ni  com- 
prar, ni  hacer  trato  alguno  con  los  franceses  que  se  aproximen 
aunque  sea  con  el  pretexto  único  de  negociar. 

130 — 1557.  Septiembre  9.  Al  presidente  y  oidores  del  Nuevo 
Reino  de  Granada  y  otras  justicias  del  y  de  las  provincias  de  Car- 
tagena y  de  Santa  Marta  que  prendan  al  capitán  Manjarrés,  estante 
en  la  provincia  de  Santa  Marta,  y  preso  le  envíen  a  buen  recaudo 
a  su  costa  a  la  casa  de  Sevilla  y  le  secuestren  sus  bienes,  y  lo 
que  fuere  en  oro  y  plata  lo  envíen  a  dicha  casa  y  lo  demás  lo 
pongan  en  poder  de  personas  abonadas. 

131 — 1558.  Enero  21.  Al  presidente  y  oidores  déla  audien- 
cia real  del  Nuevo  Reino  de  Granada  que  de  aquí  adelante  cada 
y  cuando  que  algún  juicio  que  en  la  audiencia  se  tratare,  se  su- 
plicare segunda  vez  suba  al  consejo  de  las  Indias  el  pliego  origi- 
nal,   quedando  el   traslado  autorizado  en  poder   del  reino  y  que 


ARCHIVO   DE  INDIAS  645 


vean  que  allá  se  alegue  por  las  partes  lo  que  conviniere.  En  resu- 
men: que  cuando  haya  segunda  suplicación  ante  la  audiencia  se 
pasen  ios  papeles  originales  y  la  causa  al  real  consejo  para  su 
juicio. 

132—  1558.  Febrero  15.  Inserta  la  ley  que  manda  que  los  que 
pidieren  mercedes  traigan  parecer  de  la  audiencia  de  las  Indias 
para  que  el  presidente  y  oidores  del  Nuevo  Reino  de  Granada 
tengan  ordenada  esta  declaración.  iVIuchas  personas  que  al  reino 
llegan  de  Indias  piden  mercedes  en  recompensa  de  servicios  pres- 
tados, sin  identificar  sus  personas.  En  adelante  el  que  salga  de 
Indias  y  quiera  pedir  mercedes,  hará  levantar  una  información 
de  su  conducta,  servicios  prestados,  situación  en  que  se  encuen- 
tra, etc.,  y  la  audiencia  dará  su  opinión  en  pliego  cerrado  y  sella- 
do,  al  pie  de  la  información,  firmada,  etc. 

133  —  1558.  Marzo  25.  Para  que  las  justicias  de  las  Indias  no 
dejen  venir  a  estos  reinos  a  ningún  religioso  de  los  que  en  aque- 
llas partes  residen  sin  que  traigan  licencia  de  sus  prelados  para 
poder  venir.  Se  tiene  conocimiento  de  que  muchos  religiosos  de  San 
Francisco,  Santo  Domingo  y  San  Agustín  abandonan  las  Indias  y 
siguen  sin  permiso  de  sus  prelados,  con  gran  perjuicio,  especial- 
mente para  Uá  doctrinas.  Para  que  esto  no  suceda  en  adelante 
se  da  esta  nueva  disposición.  A  los  religiosos  que  se  embarcaren 
sin  esta  licencia  y  si  llevaren  algún  oro  o  plata  se  les  hará  secues- 
trar. Si  desembarcaren  en  los  reinos  se  les  hará  reembarcar  en  el 
primer  navio  que  parta  y  se  les  enviará  al  lugar  de  donde  salie- 
ron. A  los  que  no  cumplieren,  se  les  impondiá  una  multa  para  la 
cámara. 

134 — 1558.  Junio  19.  Valla  iolid.  Para  las  Indias  en  general. 
Que  no  obstante  las  prohibiciones  establecidas  muchos  corsa- 
rios extranjeros  pasan  a  Indias,  lo  que  no  conviene  al  servicio  y 
bien  de  sus  subditos,  manda  bu  Majestad  que  todo  navio  extranjero 
que  pase  sin  su  licencia  sea  tomado  y  apresada  la  gente  que  lleva- 
re, y  con  todos  sus  bienes  sea  remitido  a  la  casa  de  Contratación  a 
Sevilla.  Advierte  que  el  portugués  Manuel  Calderón  tiene  permi- 
so para  llevar  2,000  esclavos  negros.  Cumplida  la  dicha  licencia 
es  su  voluntad  que  no  vuelva  a  pasar  ningún  otro  extranjero. 

135 — 1558.  Noviembre  28.  Para  que  los  que  vinieren  de 
las  Indias  y  los  que  en  ellas  estuvieren  quisieren  avisar  de  cosas 
que  a  ellos  les  parezca  que  convenga  de  hacerse  antes  que  avisen 
a  Su  Majestad  den  noticia  de  ello  al  visorrey  y  presidente  y  oido- 
res de  ella  en  cosas  de  justicia  para  que  ellos  vieren  lo  que 
conviniere  y  de  justicia  se  pudiera  y  debiera  hacer,  y  que  no  lo 
proveyendo  hagan  por  escrito  lo  que  se  les  respondiere  a  las 
peticiones  y  memoriales  que  dieren.  Que  las  personas  que  vie- 
nen de  las  Indias  a  España  o  las  que  allá  permanezcan  informen  a 
las  audiencias  de  las  cosas  que  crean  se  deben  remediar  y  abusos 
que  se  cometan  con  los  indios  para  corregirl  js,  y  que  sean  aten- 
didos. La  misma  súplica  hace  a  las  audiencias  y  personas  buenas, 
y  especialmente  a  los  religiosos  para  que  den  cuenta  de  toda  me* 


646  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


jora  que  se  quiera  hacer  y  de  abusos  que  se  puedan  corregir .  Si 
las  dichas  autoridades  no  atendiesen  las  peticiones,  que  han  de 
hacerse  en  memorial  escrito  éstas  las  mandarán  a  Su  Majestad 
con  la  respuesta,  que  también  por  escrito  tienen  obligación  de 
hacer.  Vista  en  Santafé  el  27  de  febrero  de  15Ó1. 

136  —  1550.  Junio  24.  Al  presidente  y  oidores  del  Nuevo  Rei- 
no de  Granada  sobre  lo  del  servicio  y  venta  de  oficios  y  otras 
cosas.  En  vista  de  los  grandes  gastos  que  hizo  el  emperador  en 
sus  jornadas  en  defensa  de  nuestra  fe  y  de  los  que  Su  Mijestad 
ha  hecho  en  la  lucha  con  Francia  y  en  guarda  de  las  fronteras  y 
de  la  religión  está  muy  mal,  debiendo  grandes  sumas  y  pagando 
cuantiosos  intereses.  Ha  tratado  de  poner  remedio  a  esta  situa- 
ción y  ha  consultado  su  Consejo.  Si  en  esa  tierra  hay  personas 
que  quieran  comprar  los  oficios,  que  digan  lo  que  dan  por  ellos  y 
que  la  audiencia  informe  lo  que  producen  para  poderlos  vender 
La  audiencia  publicará  en  todas  las  ciudades  y  villas  sometidas  a 
su  jurisdicción  un  memorial  en  que  se  dé  cuenta  del  estado  del 
reino  y  se  invite  a  los  vecinos  a  que  ofrezcan  por  los  destinos  y 
oficios  y  que  la  audiencia  trate  de  conseguir  empréstitos  con  los  ve- 
cinos y  mercaderes  y  aun  con  los  caciques  y  con  los  indios,  si 
esto  no  le  proporcionara  menoscabo,  fijando  el  plazo  que  les  pare- 
ciere conveniente  para  efectuar  el  pago  con  los  fondos  que  pudie- 
ron entrar  a  sus  reales  cajas.  Para  ello  remite  algunas  cartas  en 
blanco  para  que  las  dirijan  a  las  personas  que  les  pudiesen  ayudar. 
Como  Su  Majestad  no  tiene  datos  suficientes  sobre  la  riqueza  de 
cada  pueblo,  confía  en  que  la  audiencia  podrá  vender  honrada- 
mente los  oficios,  y  asi  la  comisiona  para  que  lo  h^ga. 

137 — 1559.  Julio  13.  A  los  arzobispos  y  obispos  de  las  In- 
dias. Que  velen  con  mucho  ciudado  sobre  sus  rebaños,  no  venga 
el  demonio  a  sembrar  entre  ellos  su  maldita  semilla;  y  que  tengan 
mucho  cuidado  que  en  sus  greyes  ,no  se  introduzcan  luteranos,  ni 
moros,  y  si  supieren  de  algunos  los  castiguen  ejemplarmente.  Que 
vean  si  han  introducido  libros  luteranos  para  que  los  quemen. 

138 — 1559  Julio  13.  Valladolid.  A  los  arzobispos  de  In- 
*d¡as.  A  esos  reinos  han  pagado  algunos  luteranos  que  han  sido 
severamente  castigados,  «pero  como  la  maldad  es  tan  grande  y  el 
demonio  tan  solicito,»  pudiera  ser  que  a  los  indios  hubieran  ido 
herejes  o  moros  o  judías.  Se  suplica  se  tenga  en  cuenta  a  los  que 
hubiere  y  se  dé  aviso  al  consejo,  y  si  hubiere  alguno  o  a'gunos  se 
les  castigue  ejemplarmente,  para  lo  cual  avisa  a  los  virreyes,  a  las 
audiencias  y  a  los  gobernadores  para  que  les  presten  su  apoyo. 
Que  averigüen  si  hay  libros  prohibidos,  y  los  recojan  y  los  man- 
den «a  la  santa  y  general  inquisición,»  y  se  castigue  a  los  que  los 
tuvieren,  y  que  siempre  que  lleguen  libros  los  exa.Tainen,  por  si 
entre  ellos  los  hubiere  prohibidos,  (i). 


(l)  Aunque  estas  dos  cédulas,  de  igual  fecha,  son  en  esencia  una 
misma,  las  pongo  ambas,  por  estar  separadas,  y  ser  distinta  su  re- 
dacción. 


ARCHIVO   DE   INDIAS  647 


T39 — 1559.  Julio  15.  Carta  de  capítulos  de  Su  Majestad  ?  la 
audiencia. 

Que  se  cumpla  lo  mandado  para  que  los  indios  vivan  en   po- 
blación, único  modo  de  instruirlos  en   la  fe   y   en    la    cbediencia; 
Que  se  manden  al  reino  los  peruanos   desterrados  de  Indias, 
que  siempre  tienen  sus  juntas  y  son  peligrosos; 

Que  se  haga  pagar  a  Bartolomé  Gómez  lo  que  debe,  lo  mismo 
que  a  todos  los  deudores  de  la  real  hacienda,  a  quienes  no  deben 
favorecer; 

Que  aunque  está  prohibido  hacer  nuevas  conquistas,  como 
los  indios  de  Bonda,  en  la  provincia  de  Santa  Marta  se  han  reve- 
lado otra  vez,  y  que  aquellas  provincias  son  muy  fértiles,  autoriza 
a  la  audiencia  para  que  pueda  hacer  en  ellas  algunas  poblaciones 
de  españoles,  con  el  objeto  de  pacificar  a  los  naturales; 

Que  se  informe  de  unos  españoles  que  se  dice  quedaron  en. 
los  Llanos,  de  la  expedición  de  Ordás,  que  diz  que  han  ido  a  po- 
blar a  unas  sierras  entre  tribus  que  viven  en  guerra,  y  que  si  puede 
mandar  una  expedición  a  traerlos,  lo  haga; 

Que  muchas  personas  han  solicitado  capitu1aci(^n  para  ir  a  la 
conquista  del  Dorado.  Espera  que  la  audiencia  informe  sobre  su 
conveniencia; 

Sabe  que  se  ha  tenido  la  costumbre  que  los  españoles  que 
van  al  Reino  vendan  sus  encomiendas,  no  obstante  la  prohibición 
establecida  por  real  cédula.  Vuélvelo  a  prohibir  en  absoluto, 
pidiendo  que  se  apliquen  penas  muy  severas  al  que  lo  hiciere; 

Que  los  hermanos  del  licenciado  Montano  tienen  indios  en- 
comendados, que  guardan  en  segundas  manos.  Exige  que  se  les 
qu  ten,  mismo  que  a  los  parientes  de  los  demás  oidores,  por 
serles  prohibido  por  real  cédula; 

Que  los  licenciados  Montano  y  Briceño  han  tomado  dineros 
a  préstimo  de  las  cajas  reales:  que  io  devuelvan,  lo  mismo  otras 
personas  que  lo  hubiesen  prestado;  que  no  se  vuelva  a  prestar 
dinero  de  sus  cajas,  y  así  lo  avisen  a  los  tesoreros  que  estuviesen 
sujetos  a  esa  audiencia; 

Que  manden  a  la  mayor  brevedad  los  fondos  que  tengan, 
pues  está  muy  necesitado; 

Que  se  haga  pronto  la  tasación  de  tributos  de  Popayán  y 
otros  sujetos  a  esa  audiencia,  y  que  si  hay  encomiendas  libres  se 
encomienden. 

Sabe  que  en  esa  tierra  se  carece  de  moneda  de  vellón  y  de  pla- 
ta, lo  que  perjudica  mucho  las  pequeñas  ventas,  porque  se  sabe  lo 
que  se  da  y  no  lo  que  se  recibe.  Manda  que  iaforme  sobre  lo  que 
conviene  para  remediar  el  mal. 

143 — 1559  Julio  15.  Al  presidente  y  oidores  de  la  audiencia 
del  Nuevo  Reino  de  Granada  que  vean  que  luego  se  presente  y 
cobre  del  factor  Bartolomé  Gómez  de  la  Peña  el  alcance  que  le 
hubieren  hecho  y  sabido  se  cubra  al  consejo. 

El  fiscal  del  consejo  de  Indias  informó  a  Su  Majestad  que  el 
balance  de  cuentas  de  Bartolomé  Gómez  no  resultaba,   por  cuya 


648  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


razón  se  ordena  a  la  audiencia  que  vea  cuál  es  el  alcance  de  Gó- 
mez, lo  cobre  y  dé  cuenta  al  real  consejo. 

141 — 1559.  Julio  x$.  Al  presidente  y  oidores  de  la  audiencia 
del  Nuevo  Reino  de  Granada,  que  tengan  cuidado  de  que  se  cumpla 
lo  que  por  Su  Majestad  está  mandado  cerca  de  la  tasación  de  los 
tributos  de  los  indios,  y  que  si  algunas  tasaciones  estuvieren  he- 
chas y  hallaren  que  no  estén  como  conviene,  que  vean  que  se  tor- 
nen a  hacer.  Esto  con  relación  al  Nuevo  Reino,  a  Popayán  y  a 
las  demás  provincias  sujetas  a  esa  audiencia. 

142 — 1559.  Julio  15.  Para  cada  y  cuando  alguno  o  algunos  de 
los  oidores  de  la  audiencia  real  del  Nuevj  Reino  de  Granada  fue- 
ren recusados  y  dados  y  cometidos  por  tales,  que  los  tales  oidor  u 
oidores  no  se  hallen  en  los  estrados,  ni  en  los  acuerdos  a  tratar  ni 
determinar  los  negocios  de  los  que  hubieren  sido  recusados  y  lo 
mismo  se  haga  cuando  se  tratare  algún  negocio  que  sea  de  alguno 
de  los  oidores  de  la  real  audiencia  o  de  sus  parientes.  En  el  texto 
«e  dice  que  cuando  tales  asuntos  se  traten,  el  oidor  u  oidores  re- 
cusados se  vayan  de  los  estrados. 

143 — '559-  Julio  15.  Comisión  a  la  audiencia  del  Nuevo 
Reino  de  Granada  para  enviar  a  hacer  nuevos  descubrimientos. 
No  obstante  la  prohibición  de  hacer  nuevos  descubrimientos,  con- 
quistas y  poblaciones,  visto  que  en  ese  reino  conviene  hacerlas 
para  atraer  a  los  indios  y  educarlos  en  la  religión,  autoriza  a  la 
audiencia  para  que,  si  lo  creyere  conveniente,  permita  hacer  pue- 
blos, siempre  que  se  guarden  las  instrucciones  que  sobre  este 
punto  han  dado  Sus  Majestades.  Así  se  arraigarán  más  los  espa- 
ñoles en  aquellas  partes,  y  se  hará  mejor  la  policía  de  los  indí- 
genas. 

144—1559.  Julio  15.  Instrucción  para  las  nuevas  poblacio- 
nes. Conviene  tanto  a  los  españoles  como  a  los  indigenas  que  se 
hagan  nuevas  poblaciones  especialmente  en  aquellos  lugares  que 
estuvieren  aún  alejados  de  la  obediencia.  Para  ello  se  cumplirán 
las  siguientes  disposiciones:  se  eligirán  sitios  sanos,  fértiles,  abun- 
darles de  agua,  y  que  tengan  buenos  pastos  para  ganados;  no 
se  tomará  nada  a  los  indios  contra  su  volundad;  harán  las  casas 
de  modo  que  se  puedan  defender  en  ellas  con  sus  ganados;  atrae- 
rán a  los  naturales  a  la  paz  y  amistad  para  que  acudan  a  vivir 
con  los  españoles;  los  ayudarán  y  defenderán  de  los  que  quisieren 
hacerles  daños;  los  apartarán  de  sus  vicios  y  pecados;  les  darán 
buen  ejemplo  y  los  instruirán  en  la  fe.  Si  hubiese  indios  que 
tratasen  de  apartar  a  otros  de  estas  enseñanzas,  se  les  castigará,  y 
si  fuesen  principales,  se  les  quitará  el  mando. 

A  los  indios  que  voluntariamente  viniesen  a  la  fe,  se  les  decla- 
rará libres  de  diezmos  y  tributos.  En  cada  pueblo  nuevo  se  nom- 
braián  seis  regidores  y  tenientes  de  oficiales.  A  cada  uno  de  loa 
regidores  y  ministres  de  la  Iglesia  se  les  darán  las  instrucciones  de 
lo  que  han  de  hacer. 

Hechas  las  casas,  labrarán  sementeras  suficientes  para  ali- 
mentarse ellos  y  los  indios  que  lleven  y  los  que  han  de  morar 


ARCHIVO   DK  INDIAS  649 


con  ellos.  Tratarán  de  hacer  canjes  con  los  indios  vecinos,  dán- 
doles las  cosas  que  les  faltaren  por  las  que  ellos  necesitaren.  Lle- 
yarán  religiosos  y  personas  que  los  doctrinen  en  la  fe,  tratando  de 
atraerlos  a  vivir  en  comunidad  para  mejor  instruirles.  Buscarán  lu- 
gares apropiados  para  hacer  nuevas  poblaciones. 

Una  vez  hechas  las  casas  y  labranzas,  sembrarán  frutales 
y  otras  plantas,  y  buscaián  minas  y  cosas  de  provecho. 

Si  los  habitantes  se  opusieren  a  la  población,  se  les  dirá  que 
no  vienen  a  hacerles  daño,  ni  a  quitarles  sus  haciendas,  sino  a 
atraerlos  al  amor  de  Su  Majestad,  a  enseñarlos  a  vivir  en  policía 
y  a  conocer  la  religión  y  a  salvar  sus  almas.  Si  insistieren,  se  les 
harán  por  tres  veces  las  amonestaciones,  con  el  término  de  tiempo 
que  juzgare  la  persona  recomendada  para  ello.  Si  persistieren, 
después  de  esto,  se  defenderán  de  sus  ataques,  tratando  de  ha- 
cerles el  menor  mal  posible.  Hecha  la  población,  tratarán  con  los 
religiosos  de  si  conviene  entrar  en  relaciones  con  los  vecinos. 
Si  se  amistaren  con  ellos,  verán  cómo  consienten  la  entrada  de 
los  religiosos  para  atraerlos  al  conocimiento  de  Dios  y  al  servicio 
de  Su  Majestad. 

Se  nombrarán  oficiales  de  real  hacienda  que  cobren  los  dere- 
chos reales.  Estos  serán  de  la  vigésima  parte  de  lo  que  la  tierra 
produce  en  oro,  plata,  perlas  y  piedras  preciosas,  durante  diez 
años,  a  partir  de  la  fundación,  y  el  décimo,  en  los  cuatro  años 
siguientes. 

145—1559.  Julio  20.  Al  presidente  y  oidores  de  la  audien- 
cia del  Nuevo  Reino  de  Granada,  que  envíen  relación  qué  incon- 
venientes Se  siguen  de  no  haber  moneda  en  aquel  Nuevo  Reino, 
y  de  provecho  que  se  seguiría  de  hacer  casa  de  moneda.  Hace 
falta  la  moneda  de  veilón  y  lo  mismo  la  de  plata,  pues  en  las 
transacciones  de  mantas,  yerba  y  otras  cosas  que  no  se  pesan,  nun- 
ca se  sabe  lo  que  se  recibe.  La  audiencia  contestará  a  la  mayor 
brevedad  si  cree  que  convenga  o  nó  hacer  casa  de  moneda. 

146 — 155Q.  Agosto  7.  Presidente  y  oidores  de  la  real 
audiencia  del  Nuevo  Reino  de  Granada. 

Su  Majestad  vio  la  carta  de  4  de  diciembre  de  1558,  en  que 
se  le  da  cuenta  de  la  reedificación  hecha  por  el  capitán  Asensio 
de  Snlinas,  de  la  ciudad  de  Nueva  Jerez,  que  había  poblado  Alon- 
so Sánchez  de  Avila.  Ordena  que  se  cumplan  las  anteriores  cédu- 
las, y  no  se  hagan  más  nuevas  poblaciones.  Tiene  quejas  de  que 
los  frailes  franciscanos  usan  de  mucho  rigor  con  los  indios;  que 
tienen  cepos  donde  los  meten,  que  les  toman  sus  mantas,  que  los 
mandan  a  tu  dar  ganados  y  a  otras  granjerias.  Su  Majestad  desea 
que  el  clero  de  esa  audiencia  sea  favorecido  y  respetado,  y  manda 
que  supriman  los  cepos  y  que  manden  a  los  indios  a  trabajar  a  lo 
que  no  están  autorizados  por  reales  cédulas. 

^47 — ^559-  De  los  ficios  y  cosas  que  Su  Majestad  ha  escri- 
to que  se  vendan  en  las  Indias  para  que  se  haga  el  más  dinero 
que  se  pueda  para  socorro  de  sus  necesidades  premiantes,  son  las 
siguientes: 


650  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Primeramente  que  en  las  ciudades  y  villas  de  ese  Nuevo 
Reino  y  provincias  le  vendan  a  personas  competentes  ios  servicios 
de  escribanía,  lo  mismo  en  las  villas  que  los  hubiese  como  en  las 
que  no  los  tuviesen.  (Escribanías  del  número,  del  cabildo,  y  de 
provincias).  Que  en  todas  las  ciudades  y  villas  se  cree  el  puesto 
de  alguacil  mayor,  con  gente  a  sus  órdenes,  y  la  bandera  de  ia 
ciudad,  que  deberá  llevar  en  caso  de  guerra.  Los  alféreces  tendrán 
las  mismas  preeminencias  que  los  legidores.  Se  les  dará  entre 
ellos  el  mejor  asiento.  Este  nombramiento  será  perpetuo  de  por 
vida.  Los  hijos  naturales  de  españoles,  aunque  lo  sean  de  india, 
podránheredar  las  encomiendas  mientras  no  hubiere  hijos  legítimos. 

148  —  1559.  Septiembre  g.  Carta  del  secretario  del  consejo  a 
la  audiencia.  Remite:  una  cédula  de  13  de  octubre,  en  que  se 
manda  sobreseer  en  la  venta  del  almojanf-izgo  mayor;  otra  en  que 
se  dispone  que  no  se  provea  juez  de  residencia  contra  los  gober- 
nadores; contestación  a  una  carta  de  esa  audiencia  de  4  de  di- 
ciembre de  1558;  cartas  en  blanco  para  que  los  oficiales  reales  las 
lleven  con  los  nombres  que  convenga  (para  ventas  de  oficios); 
cédu'a  sobre  descubrimientos;  otra  para  que  se  cobren  detenida- 
mente los  gastos  de  penas  de  cámara;  otra  para  que  se  remitan  a 
las  personas  que  llegasen  del  Perú,  etc.;  ídem  sobre  conveniencia 
de  una  casa  de  moneda;  ídem  sobre  castigo  de  herejes;  ídem  sobre 
los  que  fuesen  a  pedir  mercedes;  ídem  para  los  que  fueren  recusa- 
dos por  la  audiencia;  ídem  sobre  tasación  de  indios;  ídem  para  ios 
que  hiciesen  nuevas  conquistas. 

149— f558.  Para  que  en  las  Indias  ninguno  tenga  oro,  ni 
plata,  ni  joyas,  ni  perlas  sin  marcar,  so  pena  de  lo  ver  perdido.  Ea 
esas  tierras  muchas  personas  tienen  «grandes  aparadores  y  tinajas 
de  plata  y  oro,  y  joyas  de  piedras  y  perlas,  sin  hiber  pagado  el 
quinto,  defraudando  así  la  hacienda  de  Su  Majestad.»  En  ade- 
lante nadie  podrá  poseer  estas  cosas,  si  no  tuvieren  la  marca  de 
que  han  pagado  los  derechos.  A  los  que  mandaron  labrar  oro  y 
plata  sin  quintar,  se  les  decomisará,  y  el  joyero,  indio  o  español, 
que  los  labrare,  perderá  todos  sus  bienes  en  provecho  de  la  leal 
cámara.  Tres  meses  después  de  publicada  esta  cédula,  en  todas 
las  ciudades  y  villas  del  reino,  se  decomisarán  los  objetos  de  oro 
y  plata  y  joyas  que  estuviesen  sin  quintar,  mitad  del  valor  para 
Su  Majestad,  y  la  otra  para  el  denunciante  Las  autoridades  que 
no  cumplieren  con  esta  cédula,  «perderán  la  mía  merced  y  mil 
castellanos  de  oro.»  Obedecida  y  pregonada  en  Santafé  a  12  de 
febrero  de  1561. 

150 — 1560.  Mayo  i.o  Al  presidente  y  oidores  del  Nuevo 
Reino  de  Granada,  sobre  el  despojamiento  de  los  señoríos  y 
cacicazgos  de  los  indios  de  aquella  tierra.  Muchos  antiguos  señores 
y  caciques  de  esas  tierras  que  se  han  convertido  a  la  fe,  han  per- 
dido sus  sujetos  y  tributos,  y  reciben  agravios.  Manda  que  sean 
oídos  y  satisfechos,  y  se  les  haga  justicia  brevemente,  pues  pre- 
fiere Su  Majestad  verlos  favorecidos  antes  que  agraviados. 

'5'  —  '560.  Presidente  y  oidores,  que  envíen  todo  el  más  oro 
y  plata  que  pudieren.  Muy  pobres  están  los  reinos  da  don   Felipe 


ARCHI70   DE  INDIAS  651 


a  causa  de  las  guerras  que  sostuvo  su  padre,  y  que  él  mismo  tiene 
que  sostener.  El  turco  amenaza  con  una  guerra  armada  de  ochenta 
galeones,  y  es  preciso  estar  en  guardia  y  hacer  armada  por  su 
parte,  fortificar  las  fronteras  y  poner  guarniciones.  Para  esto  y  para 
otras  machas  cosas  eí  necesario  dinero,  y  como  el  reino-  está  es- 
caso, precisa  que  de  allá  ayuden,  sirviéndose  de  los  arbitrios  que 
puedan  y  envidndo  todo  oro  y  plata  que  tengan. 

152 — 1560.  Julio  18.  Al  presidente  y  oidoies  del  Nuevo  Reino 
de  Granada.  «Sibemos  que  en  las  dichas  provincias  y  en  las  otras, 
sujetas  a  dicha  audiencia  el  oro  que  en  ellas  hobiere  corra  y  ande 
por  la  ley  que  tuviere,  y  no  por  más  sinembirgo  de  cualquier  cosa 
que  se  hiya  prevenido  y  ordenado  en  contra  desto.»  Li  audiencia 
había  dispuesto  que  el  oro  que  había  en  el  Nuevo  Reino  corriese  por 
más  quilates  de  los  que  tenía.  Su  Majestad  ordena  que  circule  por 
su  ley.  Obedecida  el  20  de  febrero  de  1561,  y  pregonada  el  mismo 
día  en  Santafé. 

153  —1560.  Julio  18.  Al  presidente  y  oidores  del  Nuevo 
Reino  de  Granada.  Sobre  la  licencia  que  dieron  varios  oidores  a 
Bartolomé  de  la  Peña,  factor  que  fue  de  Su  Majestad,  quien  quedó 
alcanzado  en  la  suma  de  $  4,800,  más  o  menos,  para  que  vaya, 
bajo  fianza,  a  presentarse  al  real  consejo.  Este  permiso  no  han  debi- 
do darlo  mientras  no  pagase  lo  que  debe.  Si  aún  no  hubiere  salido, 
lo  deben  detener  hasta  que  cubra  la  deuda.  Esta  cédula  parece  re- 
petición a  la  que  lleva  el  número  140,  pero  es  posterior,  y  está 
redactada  en  términos  distintos. 

154 — 1560.  Julio  18.  Al  presidente  y  oidores  de  la  audiencia 
del  Nuevo  Reino  de  Granada.  Sobre  que  cumplan  lo  que  les  está 
mandado,  acerca  de  que  a  la  continua  ande  uno  de  ellos  visi- 
tando en  cumplimiento  y  guarda  de  las  provisiones  para  que  no 
se  echen  indios  a  las  minas,  y  tasación  de  tributos  de  ellos.  Ha 
sido  inf  jrmadd  Su  Majestad  de  que  los  oíd  jres  no  h-icen  las  visi- 
tas obligadas,  y  que  en  Mariquita,  Tocaima  Ibagué  y  Pamplona 
echan  indios  a  las  minas;  que  cumplan  con  las  visitas,  dando  de 
ellas  aviso  a  Su  Majestad.  Obedecida  en  Santafé  el  22  de  febrero 
de  1561. 

155  — 1560.  Julio  28.  AI  presidente  y  oidores  de  la  audiencia 
real  del  Nuevo  Reino  de  Granada.  Que  a  los  oidores  de  ella  cuan- 
do ande  visitando  aquella  tierra  y  las  provincias  sujetas  a  la 
dicha  audiencia,  por  las  que  está  mandado  en  la  ordenanza  dada 
por  nutstra  cédula,  y  por  los  gastos  que  han  de  hacer  se  les  den  a 
razón  de  doscientos  mil  maravedís  de  ayuda  además  de  su  salario. 
Está  mandado  que  constantemente  haya  un  oidor  visitando  la 
provincia  y  sus  anexidades  para  hacer  la  tasación  de  los  indios, 
ver  que  sean  bien  tratados,  que  no  se  les  cargue  ni  se  les  mande  a 
minas,  que  se  les  instruya  en  la  fe,  etc.;  que  vean  cómo  se  les  ad- 
ministran los  sacramentos,  haciendo  cumplir  exactamente  las  or- 
denanzas y  las  nuevas  leyes.  Mientras  un  oidor  va  por  una  parte, 
conviene  que  vaya  otro  por  la  otra,  liaciendo  además  la  tasación  de 
indios  donde  no  se  hubiere  verificado.  Se  fijan  doscientos  mil  m¿> 


652  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


ra vedis  de  salario  por  año  por  el  tiempo  que  en  ello  se  ocuparen, 
a  más  de  su  salario  ordinario.  Obedecida  en  Santafé  el  20  de  fe- 
brero de  1561. 

156 — 1560.  Julio  29.  Para  que  en  las  Indias  se  guarde  la 
provisión  que  está  dada,  de  que  en  cada  un  año  se  tome  cuenta 
a  los  oficiales  de  la  hacienda  real,  y  otras  cosas,  que  de  nuevo  se 
cumpla  lo  que  por  esta  cédula  se  ordena  para  el  buen  recaudo  de  la 
hacienda  de  Su  Maje^ad.  En  1554  se  dio  una  cédula  (véase 
número  96)  para  el  envío  anual  de  las  sumas  que  los  oficiales  de 
Indias  tuviestsn  en  su  poder.  Renueva  dicha  obligación,  bajo 
pena  de  la  pérdida  de  la  merced  y  mil  castellanos  de  oro  para  su 
cámara  y  fisco. 

157 — 1560.  Agosto  4.  Al  presidente  y  oidores  del  Nuevo 
Reino.  Sobre  la  ordsn  que  se  ha  de  tener  en  llevar  los  derechos 
los  escribanos  de  la  audiencia  y  otros  escribanos  del  número  y 
reales  que  residen  en  aquella  tierra.  En  muchas  partes  de  ese  reino 
los  escribanos  han  dado  en  cobrar  derechos  extraordinarios.  La 
audiencia  prohibirá  este  abuso,  y  hará  un  arancel  moderado  de 
derechos  de  escribanía,  que  pasará  a  la  aprobación  del  Consejo,  y 
que  hará  obligatorio  a  todos  los  escribanos  de  su  jurisdicción. 

158 — 1560.  Agosto  10.  A  las  justicias  de  Indias,  que  los  libros 
que  anduvieren  impresos  en  aquellas  partes  sin  lioencia  de  Su  Ma- 
jestad y  toquen  en  cosas  de  Indias,  los  recojan  y  manden  a  estos 
reinos  al  consejo  de  las  Indias,  y  no  consientan  que  de  hoy  en 
adelante  se  impriman  sin  expresa  licencia.  Tiene  conocimiento 
Su  Majestad  de  que  en  aquellos  reinos  se  imprimen  y  circulan  li- 
bros tocante  a  asuntos  de  Indias,  lo  que  prohibe.  El  librero  que 
reciba  una  de  estas  obras  para  imprimir,  deberá  mandarla  antes 
al  consejo  de  Indias  para  conseguir  la  autorización.  Si  así  no  lo 
hiciere  le  será  confiscada  la  obra,  y  pagará  doscientos  mil  mara- 
vedís al  real  fisco.  Las  autoridades  que  no  cumplieren  esta  cédula, 
pagarán  una  multa  de  diez  mil  maravedís.  Esta  cédula  fue  pro- 
mulgada en  Santafé  el  i']  de  febrero  de  1561. 

159 — 1560.  Agosto  14..  Toledo.  Para  las  Indias  en  general. 
En  un  todo  igual  a  la  anterior 

160 — 1560.  Agosto  21.  Toledo.  Deán  y  cabildo  de  la  cate- 
dral del  obispado  de  Tierra  Firme,  que  han  dado  tanto  ellos  como 
el  provisor  en  dictar  censuras  y  excomuniones  por  cosas  leves,  con 
grave  daño  de  sus  subditos.  Mandan  no  usen  de  estas  censuras 
sino  en  casos  muy  graves  y  de  tanta  importancia. 

161 — 1568.  Valladolid,  Agosto  8.  Que  no  se  permita  des- 
embarcar a  ningún  pasajero  que  no  lleve  licencia  de  Su  Majestad 
o  de  la  casa  de  Contratación  de  Sevilla  o  de  un  oficial  en  Cádiz, 
pues  han  dado  en  llevar  mucha  mercancía  y  pasajeros  con  pretexto 
de  que  los  que  van  a  desembarcar  en  Canarias.  Llegan  allí,  ven- 
den un  poco,  y  siguen  con  todo  lo  demás  para  esas  Indias,  de 
de  donde  resultan  graves  ¡ncon/enientes. 

162 — 1560.  Agosto  27.  A  los  prelados  de  las  Indias  y  a  su» 
oficiales,  que  de  aquí  adelante  no  excomulguen  en  los  casos 
que  vieren  por  cosas  y  casos  livianos,   ni  echen  penas  por  ave* 


ARCHIVO    DE   INDIAS  653 


marias  a  lego.  Pide  Su  Majestad  que  no  se  abuse  de  la  excomu- 
nión y  de  ciertas  penitencias  entre  sus  subditos,  que  apenas  prin- 
cipian a  ganar  a  la  fe,  por  ser  muv  inconveniente.  Conviene  más 
darles  buenos  ejemplos.  Obedecida  en  Santafé,  el  14  de  febrero 
de  1561. 

163 — 156:>.  Agosto  31.  A  los  prelados  de  Indias.  Que  de  aquí 
en  adelante  que  cuando  hiciesen  sínodos,  no  los  publiquen  ni 
se  impriman  los  envíen  algunos,  y  si  algunos  obieren  hecho  y  los 
impriman,  los  envíen.  Algunos  sínodos  que  se  han  celebrado  en  esas 
partes  por  prelados  de  ellas  se  han  hecho  y  ordenado  cosas  en  per- 
juicio de  la  jurisdicción  real,  y  se  han  proveído  otras  de  que  han 
resultado  inconvenientes.  Para  evitar  en  lo  sucesivo  dificultades  y 
escándalos  conviene  que  cuando  se  hagan  ¡sínodos,  los  arzobis- 
pos y  obispos,  antes  de  publicailos  e  imprimirlos  los  manden  al 
real  consejo  paia  su  aorobación.  Jurada  en  presencia  de  fray 
Juan  de  los  Barrios,  en  Santafé,  a  14  de  febrero  1561. 

164 — -1560.  Septiembre  16.  A  la  audiencia  del  Nuevo  Reino, 
sobre  los  cien  mil  que  libraron  en  la  caja  rea!  a  Antonio  Maldona- 
do  para  que  de  aquí  adelante  no  libren  más  sobre  caja  de  Su  Ma- 
jestad. Ha  sabido  Su  Majestad  que  a  Antonio  Maldonado  le  ha 
señalado  aquella  audiencia  cien  mil  maravedís  por  año  para  su 
entretenimiento  «y  estamos  maravillados  de  vosotros  haberle  seña- 
lado el  dicho  entretenimiento  de  mi  caja  real.»  En  adelante  no  lo 
harán  sin  su  previo  consentimiento  y  licencia  <porquc  lo  contrario 
nos  t:nemos por  d  servidos,  y  se  cobrará  de  vos§tros  lo  que  nos  Ibra- 
redes.*  Que  a  Maldonado  no  se  le  sigan  dando  los  cien  mil  mara- 
vedís. 

165 — 1560.  Septiembre  16.  A  la  audiedcia  del  Nuevo  Reino. 
Fray  Vicente  Palavecín,  fraile  dominico  extranjero,  ha  compuesto 
un  libro  en  latín  que  dicen  ha  ido  a  esos  reinos.  Hagan  recoger 
todos  los  ejemplares  que  hubiere  y  los  manden  al  real  consejo,  y 
no  se  permita  su  lectura  mientras  no  sea  publicado  con  autoridad 
superior. 

ibó — 1560.  Madrid.  Julio  18.  Al  gobernador  de  la  provincia 
de  Popayán.  El  licenciad 3  Tomás  Lóp-z,  oidor  de  ia  audiencia 
de  Santafé,  fue  enviado  por  Su  Majestad  a  visitar  la  provincia  para 
hacer  la  tasación  de  indios  y  dar  algunas  órdenes,  las  que  cumplirá 
el  gobernador  y  las  hará  cumplir  castigando  severamente  a  los  que 
no  las  obedecieren. 

167 — 1560.  Madrid.  Febrero  18.  Luis  de  Guzmán,  goberna- 
dor de  Popayán  ha  dado  cuenta  de  que  para  mejor  administrar 
justicia  ha  nombrado  por  tenientes  de  los  puebles  a  vecinos  de 
ellos,  de  donde  resulta  una  gran  economía,  pero  que  la  real  au- 
diencia se  ha  opuesto  a  su  resolución.  Su  Majestad  pide  a  la  au- 
diencia las  razones  que  tuvo  para  no  aceptar  estos  nombramientos 
en  cabeza  de  vecinos,  y  manda  que  mientras  tanto  dejen  a  Gazmáa 
los  tenientes  que  nombrare. 

168 — 156D.  Octubre  t.o  Para  que  el  presidente  y  oidores  de 
la  audiencia  del  Nuevo  Reino  de  Granada  vayan  poniendo  poco 
a  poco   en  la   corona  real   algunos  repartimientos    de  indios    para 


654  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADE5S 


ayudar  a  pagar  los  salarios  de  ellos  y  otros  oficiales  de  aquella 
audiencia  y  de  la  hacienda  real  y  para  otros  gastos  necesarios 
para  el  gobierno  y  administración  de  la  justicia  de  aquella  tierra. 
i68 — 1560.  Octubre  11.  Su  Majestad  declara  y  manda  que  si 
alguna  persona  extranjera  natural  de  estos  reinos  pasare  a  las 
Indias  sin  expresa  licencia  de  Su  Majestad  si  no  fuere  aquellos  que 
conforme  a  lo  que  está  ordenado  pueden  pasar,  pierdan  los  bienes 
que  allá  adquirieren. 

Muchos  extranjeros  y  nacionales  pasan  a  Indias,  ya  como 
marineros,  ya  como  soldados,  ya  embarcándose  en  Canarias  u 
otros  puertos,  o  en  barcos  extranjeros  y  llegan  allí  sin  los  requisi- 
tos necesarios,  y  hacen  fortuna  y  dejan  labranzas,  de  donde  resul- 
tan graves  perjuicios  por  ser  machos  de  ellos  gentes  de  mdla  vida. 
Su  majestad,  de  acuerdo  con  su  Consejo,  ha  acordado  que  desde 
que  esta  cédula  sea  pregonada  en  Sevilla  ni  los  nacionales  ni  ios 
extranjeros  podrán  embarcarse  para  Indias  sin  previa  licencia  de 
Su  Majestad  y  que  los  que  lo  hubieren  hecho  pierden  los  bienes 
que  allí  tuvieren  a  favor  de  la  real  cámara,  y  que  sean  apresados  y 
embarcados  por  su  cuenta  para  el  reino.  Un  quinto  de  los  bienes 
confiscados  será  para  el  demandador. 

Si  a  la  casa  de  Sevilla  vinieren  sumas  ea  oro,  plata  o  perlas, 
piedras,  «te,  como  bienes  de  difunto,  no  se  entregarán  a  los  here- 
deros reclamantes,  pues  son  bienes  pertenecientes  al  fisco,  que 
desde  la  fecha  se  han  de  aplicar  a  Su  Majestad.  Los  que  no  cum- 
plieren lo  mandado  en  esta  cédula  pagarán  100. ooo  maravedís 
para  la  real  cámara. 

Dada  y  pregonada  el  mismo  dia  en  Sevilla. 
169 — 156  r.  Toledo.  Marzo  24.  Al  obispo  de  Popayán.  Tie- 
ne dos  alguaciles  que  manda  a  que  hagan  venir  a  los  indios  a  misa 
los  que  «cometen  agravios  y  cohechos»  y  hace  azotar  a  los  indios 
que  no  van  a  misa.  Manda  Su  Majestad  que  en  adelante  no  tenga 
más  que  un  alguacil  con  vara  de  recatón,  como  está  ordenado,  y 
que  cuando  mande  citar  a  los  indios  a  misa  no  envíe  agentes  con 
bastón,  sino  que  lo  hagan  con  prudencia  y  buen  tratamiento. 

170 — 1561.  Toledo.  Marzo  24.  Al  obispo  de  Popayán.  Se  ha 
Sabido  cómo  procedió  contra  el  teniente  Pedro  de  Cuéllar  por 
haber  azotado  a  un  negro  que  había  robado  a  una  india  una 
jicara  de  coca,  «diciendo  que  no  podía  proceder  contra  vuestros 
criados.»  Que  el  teniente  Cepero  quiso  proceder  contra  el  licen- 
ciado Madroflero  por  haberle  tirado  algunos  golpes  de  espada,  y 
no  lo  dejó,  lanzando  censuras  contra  el  teniente.  Que  estando  pre- 
so por  justicia,  Gonzalo  Delgadillo,  le  fue  a  visitar,  y  le  absolvió 
del  juramento  «y  estoy  maravillado  de  estos  abusos  entremetido 
a  hacer  cosas  semejantes,  por  lo  cual  sois  digno  de  reprehensión  y 
porque  no  conviene  que  ros  entremetáis  en  cosas  de  esta  calidad. 
Oí  ruego  y  encargo  que  de  aquí  a  adelante  no  os  entremetáis  en 
ellas  ui  en  otras  semejantes.» 

•7' — 1561.  Toledo.  Marzo  24.  Al  mismo.  Sabe  Su  Majestad 
que  ha   dado  castigo   a  espaft  .¡es   y  a   indios  sin   acudir  al   brazo 


ARCHIVO   DE  INDIAS  655 


seglar.  Que  cuando  quiera  reprender  a  algún  lego  lo  haga  confor- 
me a  derecho  e  invocando  el  brazo  seglar,   y  no    de  otra    manera. 

172 — 1561.  Toledo.  Marzo  24.  Al  gobernador  de  la  provin- 
cia de  Popuyán.  Juan  de  Ovalle,  obispo  de  ésa,  procedió  contra 
Pedro  de  Cué'Iar  por  haber  hecho  azotar  a  un  negro,  su  criado. 
Si  criados  seglares  de  dicho  obispo  cometieren  delitos  se  les  cas- 
tigará en  justicia,  «no  embargante  que  sean  criados  del  dicho 
obispo.» 

173 — 1561.  Toledo.  Marzo  24.  Al  obispo  de  Popayán.  Por 
censuras  que  dio  contra  las  justicias  y  el  escribano  se  quemaron 
muchos  testimonios  que  estaban  en  poder  de  éste.  Qae  no  se  en- 
tremeta en  cosas  semejantes  ni  en  dar  tales  censuras,  «pues  de  lo 
contrario  nos  daremos  por  deservido  y  lo  mandaremos  proveer 
como  convenga.» 

Que  ha  procedido  contra  los  encomenderos  para  que  restitu- 
yan los  tributos  llevados  antes  de  la  tasación,  bajo  pena  de  no 
absolverlos.  Manda  Su  Majestad  que  entregue  al  gobernador  todas 
las  restituciones  que  le  hayan  hecho  no  guardando  para  sí  más 
que  los  diezmos.  Que  no  se  meta  en  averiguar  quiénes  son  los 
dueños  de  las  encomiendas,  y  que  si  algún  indio  recibiere  agravio 
lo  avise  al  gobernador.  También  parece  que  exigió  que  le  entre- 
garan los  cohetes  que  se  iban  a  echar  en  un  día  de  regocijo  en  que 
se  corrió  sortija,  cosa  en  que  tampoco  debe  entrometerse. 

174 — 1561.  Agosto  4.  Carta  de  capítulos  del  rey  a  esta 
audiencia.  En  9  de  septiembre  de  1560  la  audiencia  da  aviso  de 
las  diligencias  hechas  para  conseguir  algunos  préstamos  particula- 
res y  vender  varios  oficios.  En  entendido  que  estos  préstamos 
serán  voluntarios  y  reembolsibles.  No  se  debe  tomar  residencia 
a  los  gobernadores  sin  previa  autorización  de  Su  Majestad.  Con 
motivo  de  las  frecuentes  rebel.iías  del  Perú,  no  conviene,  especial- 
mente en  esa  audiencia,  deponer  gobernadore«,  ni  residenciarlos, 
sin  antes  consultarlo  con  Su  Majestad.  Dicen  que  los  indios  en  sus 
cambios,  por  falta  de  moneda  de  vellón,  reciben  oro  que  llevan  a 
sns  ceremonias  y  lo  depositan  en  los  santuarios.  Si  se  les  pagaran 
los  mantenimientos  en  plata  o  moneda  de  vellón  ésta  no  la  lleva- 
rían a  sus  idolatrías.  S  t  Majestad  comprende  que  esto  es  así,  pero 
por  el  momento  no  conviene  hacer  variación  en  el  asunto.  Vista 
la  información  relativa  a  los  compañeros  de  Ordás  se  verá  lo  que 
sea  conveniente. 

175 — 1561.  Agosto  4.  Al  presidente  e  oid  .«res  del  Nuevo 
Reino.  Que  se  informen  de  los  gobernadores  de  Cartagena  y  San- 
ta Marta  y  de  los  cabildos  de  Mompós  y  otros  pueblos  donde  se 
trata  el  bogar  en  canoas,  qué  trab-^jos  y  daños  reciben  los  indios 
dello  y  les  piden  su  pareceres  los  que  envíen  al  Consejo  con  la 
dicha  información,  juntamente  con  su  parecer  y  que  entretanto 
hubieren  ellos  lo  que  vieren  que  más  conviene.  El  oidor  licenciado 
Melchor  Pérez  h'zo  una  inform-ición  en  la  que  refiere  el  sufrimien- 
to de  los  indios.  De  la  provincia  de  Cartagena  que  emplean  como 
bogas  en  el  río  M-igdalena  y  sus  afluentes  y  en  las  ciénagas  y  la- 
gunas de  esc  reino,  y  dice  qu3  ha  dictado  algunas  ordenanzis  para 


656  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


remediar  tanto  mal.  Pide  que  ss  haga  una  información  sobre  el 
tratamiento  que  en  esa  nevegación  se  da  a  los  indios,  la  que  ha  de 
hacerse  igualmente  en  Cartagena  y  Santa  Marta  y  en  los  cabildos 
de  Mompós,  Tamalameque,  Mariquita,  Vélez  y  otros  lugares  don- 
de los  naturales  fueren  empleados  en  este  oficio.  Mientras  el  con- 
sejo resuelve  lo  que  ha  de  hacer  la  audiencia,  verá  lo  que  más 
convenga  al  servicio  de  Dios  y  conservación  de  los  indios. 

176 — 1561.  Sobre  otra  cédula  que  se  dio  para  que  en  el  Nue- 
vo Reino  de  Granada  no  se  deje  pasar  al  Perú  a  persona  algu- 
na si  no  fuese  con  licencia  de  Su  Majestad  y  hombre  casado  llevan- 
do a  su  mujer. 

Recuerda  la  cédula  que  dieron  los  reyes  sus  antecesores  pro- 
hibiendo que  pasen  al  Perú  los  que  no  lleven  licencia  de  Su  Ma- 
jestad, etc..  etc.  (i).  Su  Majestad  ha  sabido  que  muchos  solteros 
han  pasado  por  aquel  reino  al  Perú.  En  vista  de  los  desórdenes 
que  resultan  en  dejar  pasar  hombres  solteros,  advierte  que  sólo 
dejen  pasar  a  los  casados,  con  sus  mujeres,  siempre  que  lleven 
licencia  suya. 

177 — 156:.  Madrid.  Agosto  4.  A  los  oficiales  déla  provin- 
cia de  Tierra  Firme,  llamada  Castilla  del  Oro,  Nueva  España, 
Cartagena,  Santa  Marta,  Honduras,  Nicaragua,  Guatemala,  etc* 
Que  los  navios  que  van  para  los  puertos  de  esas  provincias,  re- 
gistrados en  la  casa  de  Contratación  de  Sevilla  y  en  Cádiz,  tocan 
en  puertos  intermedios,  donde  los  oficiales  reales,  para  hacerse  a 
los  derechos  de  almojarifazgo,  avalúan  muy  barata  la  mercancía, 
y  luego  se  presentan  los  barcos  con  ese  avalúo  en  otros  puertos, 
sin  que  les  cobren  otros  derechos.  Manda  Su  Majestad  que  cada 
vez  que  llegue  un  navio  hagan  el  avalúo  de  la  mercancía  que  lleva, 
y  si  fuese  inferior  al  que  ya  hubieren  pagado,  cobren  la  diferencia. 
Si  el  primer  avalúo  hubiere  sido  general,  y  no  particular  a  cada 
género  de  mercancía,  harán  nuevo  avalúo  particularizado,  cobra- 
rán el  total  de  los  derechos,  y  devolverán  a  sus  duefios  lo  que  les 
hubiesen  cobrado  en  otro  puerto.  «En  non  pagades  en  de  al  en 
ninguna  manara,  so  pena  de  nuestra  merced  y  de  diez  mil  mara- 
vedís para  nuestra  cámara.» 

178 — 1561.  Agosto  18.  Presidente  y  oidores  de  la  audiencia 
del  Nuevo  Reino  de  Granada  para  que  provean  que  los  oidores 
de  aquella  audiencia  que  fueren  a  visitar  la  tierra  no  excedan  de 
sus  comisiones.  Se  ha  tenido  relación  que  el  oidor  licenciado  Ar- 
teaga,  que  ha  ido  en  comisión  de  esa  audiencia  a  Cartagena  a  re- 
mediar algunas  cosas,  se  ha  entrometido  a  conocer  en  cosas  fuera 
de  su  comisión,  «sin  dejar  usar  sus  oficios  a  los  ministros  que  nos 
tenemos.»  Pide  se  diga  a  dicho  licenciado,  si  aún  estuviere  en 
Cartagena,  que  no  haga  más  que  lo  de  su  misión,  como  habrán  de 
hacerlo  en  adelante  todos  los  oidores  que  salgan  en   comisión  (2). 


(1)  Véase  la  cédula  que  lleva  «1  número  23. 

(2)  Siguen  alg'unas   cédulas   relacionadas    exclusivamente 
Tierra  Firme,  que  no  reprodusco. 


DISCURSO  657 


DISCURSO 

PRONUNCIADO    POR   EL  DOCTOR  JOSÉ   D.  MONSALVE,    PRESIDENTE  DE 

LA     ACADEMIA    NACIONAL     DE   HISTORIA,    EN   LA    SESIÓN     SOLEMNE 

DEL   DÍA    9    DE    DICIEMBRE    DE    1924. 

Señores: 

Un  elocuentísimo  orador  sagrado,  refiriéndose  a  los  triunfos 
del  Libertador  en  el  Perú,  cuya  noticia  se  celebraba  en  la  cátedras 
de  Bogotá  en  1825,  se  expresaba  así: 

«Mas  para  completar  la  gloria  militar  de  Bolívar  faltaba  una 
página  en -su  historia,  y  esta  brillante  página  se  escribió  con  carac- 
teres indelebles  en  la  memorable  jornada  de  Ayacucho;  preciso  el 
asociar  aquí  el  nombre  de  Bolívar  al  del  ilustre  Sucre,  que  ha  veni- 
do a  ser  el  segundo  redentor  del  Perú.  El  Libertador  de  Colombia 
le  sustituye  en  su  lugar  durante  su  ausencia  en  Lima,  le  traza  los 
planes  y  le  encarga  su  ejecución.  > 

Y  ciertamente  el  general  Sucre  fue  el  brazo  que  esgrimió  la 
espada  triunfadora  en  la  batalla  que  dio  fin  al  reinado  de  los  espa- 
ñoles en  la  América  Meridional,  pero  ese  brazo  fue  obediente  a  la 
voluntad  y  dirección  del  dictador  del  Perú,  cuyo  pensamiento 
señaló  el  camino  de  la  victoria,  ordenando  los  movimientos  del 
ejército,  señalando  las  etapas,  previniendo  peligros  e  inconvenien- 
tes, evitando  errores,  conduciendo  como  de  la  mano  al  afortunado 
ejecutor  de  sus  planes,  y  casi  fijando  el  punto  de  combate.  No 
fueron  los  destellos  de  la  espada  que  fulguró  en  Junín  los  que  mo- 
vieron las  maniobras  tácticas  en  la  llanura  de  Ayacucho  y  faldas 
del  Cundurcunca,  pero  fueron  el  pensamiento,  la  voluntad,  los 
planes,  la  estrategia  y  el  nombre  de  aquel  que  imperaba  en  el  co- 
razón de  los  combatientes,  los  que  dieron  el  grandioso  resultado. 
Historiadores  simplistas,  unos,  y  otros  mal  aconsejados  por  pasio- 
nes ocultas,  han  querido  arrebatar  a  Bolívar  la  gloria  que  sobre  él 
derrama  la  victoria  de  Ayacucho;  mas  no  lo  conseguirán  mientras 
los  hechos  y  los  documentos  estén  pregonando  la  verdad  de  la 
historia.  No  mengua  y  más  bien  acrecienta  la  gloria  del  gran  Ma- 
riscal de  Ayarucho  el  conocimiento  y  aprecio  quei^ste  tan  modesto 
como  ilustre  Capitán  tenia  de  las  responsabilidades  y  del  mérito 
que  todo  verdadero  militar  funda  en  la  propia  iniciativa  subordi- 
nada racional  y  concienzudamente  a. las  órdenes  superiores.  El  día 
13  de  noviembre  de  1824,  después  de  recibir  los  refuerzos  que  le 
envió  y  las  órdenes  que  desde  varios  puntos  le  comunicó  el  Liber- 
tador, el  general  Sucre,  en  vista  de  ciertos  movimientos  del  enemi- 
go, creyó  acertado  dividir  sus  tropas  con  el  fin  de  combatir  a  los 
enemigos  pasada  la  sierra,  si  se  dirigían  en  retirada  a  Arequipa,  o 
persiguiéndolos  también  pasando  la  cordillera,  si  tomaban  la  vía 
del  Callao;  siendo  las  tropas  de  Sucre  inferiores  a  las  de  los  espa- 
ñoles, el  plan  conduciría  axiomáticamente  a  un  desastre;  pero  este 
inteligente  General  tuvo  e|  acierto  de   consultar  su  plan  antes   de 

xtv— 42 


658  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 

llevarlo  a  efecto,  y  Bolívar,  justamente  alarmado,  inmediatamente 
despachó  un  posta  con  instrucciones  en  que  sin  desconocer  posi- 
bles eventualidades  o  motivos  urgentes  y  necesarios,  le  dijo: 

«Desde  luego,  digo  a  usted  rotundamente,  que  no  creo  con- 
veniente la  operación  que  usted  me  ha  indicado  en  su  oficio  del  13 
del  corriente  en  cifra.  De  las  cosas  más  seguras,  la  más  segura  es 
dudar.  Si  usted  la  ha  ejercitado  habrá  obrado  en  sentido  opuesto 
a  lo  que  tantas  veces  le  he  dicho.»  En  estas  mismas  instrucciones 
Bolívar  estuvo  repitiendo  que  Sucre  no  debía  pasar  la  sierra  y  diri- 
girse hacia  la  costa;  y  después  de  explicarle  porqué  los  españoles 
se  aniquilarían  si  buscaban  el  camino  de  Arequipa,  o  serían  des- 
trozados por  el  mismo  Bolívar  si  tomaban  el  del  Callao,  agregaba: 

«Este  parece  que  es  el  plan  más  acertado  y  decisivo  que  de- 
bemos adoptar:  por  lo  mismo,  usted  no  debería  nunca  pasar  esta 
cordillera,  y  dejarme  a  mi  la  costa,  que  yo  daría  cuenta  y  pago 
del  señor  Laserna.  Siempre  será  muy  bien  que  usted  no  pase  a  esta 
cordillera  sino  por  un  motivo  urgente  y  necesario » 

Luego  añadía:  «Los  enemigos  no  pueden  obrar  activamente 
en  la  costa  por  mil  razones.  Sus  tropas  no  son  de  estos  climas; 
sus  caballos  deben  llegar  muertos:  y  los  pastos  están  arrasados 
por  nuestras  guerrillas.  Estas  dificultades  me  persuaden  que  ellos 
no  deben  venir  a  estas  costas,  a  menos  que  la  desesperación  los 
traiga  a  encontrarse  en  el  Callao.  lea  tiene  para  los  españoles  el 
mérito  de  ser  godo,  y  creo  que  no  hay  otro  punto  de  la  costa  que 
lo  sea.  Lima  está  cada  día  más  patriota.  Esta  misma  idea  me  per- 
suade que  esos  godos  deben  dirigirse  siempre  a  lea  por  el  primer 
momento,  con  ánimo  de  dirigirse  al  sur  o  al  norte,  según  el  estado 
de  sus  fuerzas.»  A  esto  se  agregaba  que  el  Libertador  conocía 
bien  la  estrategia  del  general  español  Valdés,   por  lo  cual  añadía: 

«A  la  verdad,  diré  a  usted  que  no  se  qué  pensar  ni  qué  con- 
jeturar de  las  locuras  de  Valdés,  porque  un  hombre  que  ha  hecho 
tantas  en  su  vida,  no  dejará  de  hacer  la  última.  Diré,  por  fin,  que 
la  máxima  del  Mariscal  de  Sajonia  se  cumple  perfectamente  aquí: 
"por  los  pies  se  ha  conservado  el  Perú;  por  los  pies  se  ha  salvado, 
y  por  los  pies  se  perderá  porque  las  manías  siempre  se  pagan."  Ya 
que  nosotros  nc^podemos  volar  como  los  enemigos,  conservémonos 
con  prudencia  y  circunspección.  Alguna  vez  se  ha  de  parar,  y  en- 
tonces combatiremos.» 

Hablaba  Bolívar  como  si  estuviera  en  los  campamentos  de 
Sucre  y  de  los  españoles.  Efectivamente,  desde  el  10  de  noviembre 
los  enemigos,  bien  porque  pensaron  dirigirse  a  lea,  o  bien  porque 
hubiesen  resuelto  parar  y  aceptar  combate,  emprendieron  sus  mo- 
vimientos por  la  derecha  de  los  pueblos  de  Talavera,  San  Jeróni- 
mo y  Adahuailas,  acantonamientos  de  las  divisiones  comandadas 
por  Sucre;  el  19  se  batieron  unas  partidas  de  ambos  ejércitos  en  el 
puente  del  río  Pampas,  y  como  los  realistas  lograron  pasar  éste, 
una  parte  de  las  tropas  colombianas  a  órdenes  del  general  Lauren- 
cio Silva  hubo  de  combatir  y  obligarlos  a  repasar  el  río,   con  lo 


DISCURSO  659 


cua)    se   descubrió   que   el  grueso    del  enemigo  había  tomado   la 
espalda  de  los  patriotas  y  cortado  las  comunicaciones  de  éstos;  el 
21,   22  y    23  hubo  encuentros   ventajosos  para   los  americanos,   y 
desde  ese  día  hasta  el  30  el  general  Sucre  se  puso  a  la  defensiva, 
hasta  que  viendo  que  el  enemigo,   marchando  por  la  derecha  del 
Pampas  le  flanqueaba  sus  posiciones,  se  trasladó  a  la  izquierda  del 
rio  para  cubrir  su  retaguardia.  Era  el  momento  de  la  retirada  del 
general  republicano  cuando  llegó  el  edecán  Medina  con  las  ins- 
trucciones del  Libertador,   que  reforzaron  el  ánimo  e  infundieron 
confianza  y  entusiasmo.  Acababa  de   llegar  a   Matará  el    ejército 
patriota,  el  día  2  de  diciembre  por  la  mañana,  cuando  el  español 
se  dejó  ver  sobre  las  alturas;  pésimas  eran  las  posiciones  de  Sucre^ 
pero  presentó  batalla,  que  fue  excusada  por  el  enemigo,  el  cual  fue 
a  situarse  en  unas  breñas  inaccesibles;  desde  alli  volvió  a  provocar 
combate  el  día  3,  y  se  le  volvió  a  aceptar;  pero  entonces,  dirigién- 
dose ailas  grandes  alturas^de  la  derecha,  amenazó  la  retaguardia  de 
los  patriotas;  érale  preciso  a  Sucre  dejar  las  pésimas  posiciones  de 
Matará  y   aprovechar  esa   maniobra  del   enemigo  para   retirarse  a 
Tambo  Cangallo,  no  sin  que  el  paso  del  riachuelo  de  Corpaguaico 
fuese  un  desastre,  donde  los  batallones  Vargas,  Vencedor  y   Riñes 
recibiendo  los  fuegos  de  la  artillería  y  el  choque  de  todas  las  fuer- 
zas   enemigas,  perdieron  dos  piezas  de  artillería,    300  hombres  y 
todo  el  parque  del  ejército  Libertador.  Esta  gran  ventaja  obtenida 
por  los  españoles  fue  quizás  lo  que  más  los  perdió;  el  engreimiento 
les  inspiró  tal  confianza,  que  aunque  no  pensaban  más  que  en  ma- 
niobras, según  la  manía  que  les  tenía  apuntada  el  Libertador,  ya 
se  resolvieron  a   aventurar  una   batalla  que   creían  ganada   desde 
luego;  los  días  4  a  8  los  entretuvieron  los  dos  ejércitos  contendo- 
res moviéndose  en  diferentes  puntos  y  acomodándose  para  comba- 
tir, cada  cual  buscando  las  mejores  probabilidades  de  éxito;  por 
la  tarde  de   ese  último   día  los  españoles  quedaron  situados  en  la 
cumbre  del  Cundurcunca,  y  los  patriotas  en  la  llanura  de  Ayacu- 
cho  al  pie  de  aquella  altura;  se  cruzaron  algunos  luegos  de  artille- 
ría y  se  batieron  unas  guerrillas,  Al  día  siguiente  (9  de  diciembre) 
el  sol  de  la  mañana  vio  prepararse   los  dos  ejércitos  para   decidir 
los  destinos  de   la  América   del  Sur;  cuando  el  general  Sucre   se 
presentó  a  sus  cuerpos  recordándole   a  cada  uno   su  triunfos,    sus 
glorias,  su  honor  y  su  patria,  resonaron  en  todos  ellos  los  vivas  y 
las  aclamaciones  a  la  República  y  al  Libertador;  el  sol  de  la  tarde 
contemplo  el  triunfa  de  5,780  republicanos  sobre  9,310  realistas  y 
prestó  la   luz  con  que   el  héroe  de  Ayacucho  escribió  a  Bolívar  el 
parte  de  aquella  jornada,  terminando  con  estas  palabras: 

«La  campaña  del  Perú  está  terminada:  su  independencia  y  la 
paz  de  América  se  ha  firmado  en  este  campo  de  batalla.  El  ejército 
unido  cree  que  sus  trofeos  en  la  victoria  de  Ayacucho  sean  una 
oferta  digna  de  la  aceptación  del  Libertador  de  Colombia.» 

Donde  mejor  se  comprueba  la  participación  que  le  correspon- 
de al  Libertador  en  la  gloria  de  Ayacucho  es  en  la  carta  que  Sucre 
le  escribió  al  día  siguiente  del  combate. 


660  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


«Está  concluida  la  guerra — díjole — y  completada  la  libertad 
•del  Perú.  Estoy  más  contento  por  haber  llenado  la  comisión  de 
usted  que  por  nada.  La  orden  que  me  trajo  Medina  para  poder 
librar  una  batalla  me  ha  sacado  de  apuros,  pues  en  la  retirada  de 
las  inmediaciones  del  Cuzco  hasta  Humanga  al  frente  del  enemigo 
y  teniendo  que  presentar  un  combate  cada  dia.  ha  sufrido  muclio, 
mucho  mi  espíritu,  he  tenido  mucho  que  pensar,  y  ha  padecido  mi 
cabeza  más  que  demasiado.» 

Bolívar,  como  era  natural  y  estaba  en  su  carácter,  tributó  a 
Sucre  la  justicia  que  merecía  y  le  atribuyó  el  honor  a  que  era 
acreedor;  a  su  vez,  Sucre  le  contestó: 

«Yo  estoy  más  que  contento  por  liaber  satisfecho  los  encargos 
de  usted,  y  porque  usted  haya  salido  de  la  empresa  del  Peiú,  que 
por  el  servicio  que  he  hecho  y  por  la  gloria  que  de  él  pueda  resul- 
tarme. Crea  usted  que  le  hablo  sinceramente  y  sin  lisonja,  que 
usted  sabe  que  no  tengo.  En  mi  placer  ppr  una  victoria  tan  com- 
pleta y  de  tanta  trascendencia,  mi  pensamiento  es  siempre  usted. > 

El  Libertador  de  Colombia,  en  su  carácter  de  dictador  del 
Perú,  al  dictar  el  decreto  de  honores  que  correspondían  al  ejército, 
a  los  jefes  y  oficiales,  y  al  general  en  jefe,  le  discernió  a  éste  entre 
otras  honrosas  distinciones  el  título  de  Gran  Mariscal  de  Ayacu- 
cho,  y  cuando  Sucre  recibió  el  oficio  remisorio  de  tal  decreto,  no 
pudo  menos  de  volver  a  escribir  a  Bolívar: 

«Vuelvo  a  repetir  las  gracias  que  entonces  le  di  por  los  favo- 
res y  honras  que  usted  me  ha'  dispensado  en  sus  decretos  y  procla- 
mas. Quise  entonces,  y  ahora  me  resuelvo  preguntar  a  usted,  si  el 
brillante  título  que  se  me  ha  dado  en  el  articulo  i.°  del  decreto  de 
27  de  diciembre  puedo  solicitar  que  se  le  devuelva  al  que  lo  ha 
merecido,  al  que  me  dio  un  valiente  ejército  para  triunfar,  al  que 
animó  a  todos  y  a  mí  mismo  a  arrostrar  la  muerte  para  hacernos 
una  patria  y  ponernos  en  el  camino  de  la  gloria,  y  pudiera  agregar 
por  medio  de  sus  sabias  instrucciones.  Yo  quisiera  reclamar  del 
Congreso  que  este  ilustre  título  se  le  diera  a  nuestro  querido  el 
padre  de  Colombia,   y  pido  para  ello  el  concentimiento  de  usted.» 

Señores: 

Bien  ha  demostrado  la  historia  de  aquellos  acontecimientos 
que  tanta  influencia  han  tenido  en  la  civilización  americana  con 
grand^e  utilidad  para  la  misma  España,  cuna  de  nuestra  raza  y 
madre  de  nuestras  glorias,  cómo  no  puede  separarse  el  nombre  del 
Libertador  Simón  Bolívar  del  recuerdo  de  la  epopeya  que  dio  fin 
a  la  magna  obra  de  la  emancipación  de  Sur  Ahiérica;  Sucre,  el 
héroe  filósofo,  fue  e!  brazo  esforzado  y  corazón  magnánimo  que 
arrojando  sobre  el  enemigo  sus  pujantes  escuadrones  puso  bajo  los 
pies  de  la  libertad  al  legendario  león  de  arrogancia  y  valentía,  pero 
no  porque  los  políticos  de  aquellos  tiempos  comenzaran  a  alimen- 
tar la  llama  de  pasiones  inconfesables  y  ocultas,  y  con  mal  disimu- 
lada emulación  quisieron  estorbar  la  acción  avasalladora  del  Genio 
de  Colombia,  ha  de  negarse  que  fue  Bolivar  el  ímpetu,    la  luz  y  el 


ACADEMIA    NACIONAL    DE    HISTORIA  661 

alma  del  acontecimiento  grandioso  cuyo  primer  centenario  estamos 
celebrando  hoy. 

He  dicho. 

flCflDEtnifl  nflcionflh  de  biscoría 

(Extracto  de  Actas) 

15    DE    FEBRERO 

Monseñor  R.  Carrasquilla  hace  una  relación  sobre  su  viaje  a 
Lima,  Habla  especialmente  de  la  exhumación  de  los  restos  de 
don  Simón  Rodríguez,  maestro  del  Libertador;  de  los  Museos  bo- 
livariano  e  incaico  y  de  la  Universidad  de  San  Marcos 

El  señor  Arrubla  presenta  el  tomo  xx  del  Archivo  Santander, 
que  acaba  de  publicar  la  comisión  respectiva. 

El  señor  Posada  presenta  el  volumen  xxxiii  de  la  Biblioteca 
Ñacicnal,  el  cual  contiene  las  leyes  y  otros  documentos  del  Con- 
greso de  las  Provincias  unidas. 

2    DE   MARZO 

E¡  concejo  municipal  de  Ríonegro  (Antioquia)  manifiesta  su 
agradecimiento  por  el  saludo  de  la  Academia  en  el  centenario  de 
Ayacucho. 

Los  señores  M.  Vargas  Vásquez,  de  Quibdó,  y  C.  A.  Jarami- 
11o,  de  Concepción  (Antioquia),  informan  sobre  sus  comisiones  de 
representar  a  la  Academia  en  la  recepción  de  los  restos  de  César 
Contó,  el  primero,  y  en  los  festejos  del  aniversario  de  la  batalla  de 
Ayacucho,  el  segundo. 

El  marqués  de  Saltillo,  de  Sevilla  (España),  acusa  recibo  de 
su  nombramiento  de  miembro  correspondiente. 

El  cónsul  de  Colombia  en  Tulcán  solicita  algunos  números 
del  Boletín  de  Historia  que   faltan  en  su  colección. 

El  señor  Erminy  Arismendi,  de  Carúpano  (Venezuela),  envía 
un  trabajo  biográfico  sobre  el  procer  Joaquín  Peña. 

La  Sociedad  de  Embellecimiento  participa  que  ha  resuelto  or- 
ganizar una  exposición  nacional  de  objetos  históricos,  y  solicita  la 
colaboración  de  la  Academia.  Se  nombra  una  comisión  para  esto, 
compuesta  de  los  señores  Cortés  Vargas,  Otero  D'Costa,  Restre- 
po  Sáenz,  Moros  y  García  Ortiz, 

Se  designa  a  los  mismos  señores  para  la  junta  de  festejos 
patrios. 

Se  autoriza  al  tesorero  para  que  arregle  con  el  señor  ministro 
de  Gobierno  lo  relativo  a  gastos  en  el  libro  Bolivariano, 

Se  autoriza  al  encargado  de  la  biblioteca  Jorge  Pombo  para 
que  continúe  desempeñando  sus  funciones  en  la  compulsa,  copia 
y  publicación  de  las  actas  de  los  congresos  de  la  gran  Colombia. 

Se  acuerda  la  publicación  de  las  actas  de  la  comisión  permá- 
óente  del  Congreso  de  Ancfostura,  que  posee  el  señor  Monsalve, 
como  un  volumen  de  la  Biblioteca  de  Historia  Nacional. 


662  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Son  presentados  como  candidatos  para  miembros  correspon- 
dientes los  señores  R.  López  Lleras  y  Cristóbal  Bernal. 

Se  designa  a  los  señores  J.  C.  García,  E.  Otero  y  R.  Moros 
para  que  den  un  concepto  sobre  si  conviene  o  nó  la  demolición 
del  edificio  de  Santo  Domingo. 

Se  nombra  al  señor  J.  M.  Restrepo  para  que  gestione  la  con- 
servación de  la  lápida  relativa  a  la  muerte  del  general  Santander, 
en  la  casa  donde  esto  ocurrió  y  que  actualmente  se  reconstruye. 

Se  acuerda  una  moción  de  agradecimiento  al  rfey  de  España 
por  la  colocación  de  una  lápida  conmemorativa  del  sabio  Caldas 
en  la  Biblioteca  nacional  de  Madrid. 

1 6    DE   MARZO 

Los  señores  Moros,  García  y  Otero  presentan  el  informe 
sobre  la  demolición  del  edificio  de  Santo  Domingo,  de  que  se  trata 
en  el  congreso. 

£1  señor  ministro  de  Instrucción  pública  remite  treinta  ejem- 
plares de  cada  uno  de  los  volúmenes  xix  y  xx  del  archivo  San- 
tander. 

El  señor  ministro  de  Relaciones  exteriores  comunica  que  ha 
despachado  al  señor  Denis,  de  la  secretaría  de  la  sociedad  de  las 
naciones,  el  mapa  general  de  Colombia,  conforme  a  lo  indicado 
por  el  secretario  de  la  Academia. 

El  señor  García  Zamudio  informa" sobre  sus  labores  en  el  con- 
greso científico  de  Lima  y  presenta  las  conclusiones  acordadas  por 
éste.  Ofrece  también  dictar  una  conferencia  sobre  este  mismo  asun- 
to, y  hace  donación  de  varias  publicaciones  relativas  al  Cuzco  y 
otras  ciudades  del  Perú. 

El  doctor  Monsalve  lee  un  nuevo  capítulo  de  su  trabajo  sobre 
Bolívar,  en  refutación  a  la  obra  de  Cornelio  Hispano. 


PODER  OCORGflDQ  POR  B0bl\7flR 

En  la  ciudad  de  Popayán,  a  cinco  de  febrero  de  mil  ochocien- 
tos veintinueve  años,  ante  mí  el  escribano  público  del  número  y 
testigos  que  se  nominarán,  pareció  presente  en  el  palacio  de  go- 
bierno el  Excelentísimo  señor  libertador  de  la  República  de  Co- 
lombia, etc.,  etc.,  etc.  Simón  Bolívar,  que  doy  fe,  conozco  y  dijo: 
que  considerando  de  que  su  hermana  la  señora  María  Antonia 
Bolívar,  residente  en  la  provincia  de  Caracas,  no  puede  por  sus 
ocupaciones  y  ausencias  que  tiene  que  hacer  de  la  ciudad  a  sus 
haciendas  de  campo,  desempeñar  con  la  actividad  que  se  requiere 
el  poder  general  que  su  Excelencia  le  tiene  otorgado  para  todos 
los  asuntos,  causas  y  negocios  que  puedan  ocurrirle  y  le  ocurran 
en  el  día  en  dicha  provincia,  ha  deliberado  su  Excelencia  conferirlo 
nuevamente,  cuanto  en  derecho  se  requiere  y  es  necesario  para 
valer,  en  primer  lugar  al  señor  General  Lino  de  Clemente,  en  se- 
gundo al   señor  Esteban    Palacios  y   en  tercero   al  señor  Gabriel 


PODF.R   OTORGADO   POR  BOLÍVAR  663 


Camacho,  vecinos  y  residentes  en  aquella  dicha  provincia  general, 
para  que  a  nombre  de  Su  Excelencia  y  representando  su  propia 
persona,  derechos  y  acciones  con  arreglo  a  las  instrucciones  que 
privadamente  les  tiene  comunicadas  y  sucesivamente  les  comuni- 
care, puedan  entender  y  entiendan  cada  uno  de  por  si  insólidum 
en  todos  los  asuntos,  causas  y  negocios  que  Su  Excelencia  tiene  y 
en  adelante  se  le  ofreciere,  para  lo  cual  parecerán  y  se  presentarán 
ante  cualesquiera  juzgados  eclesiásticos  o  seculares,  con  escritos, 
memoriales,  instrumentos,  testigos,  probanzas  y  demás  papeles  que 
convengan  haciendo  pedimentos,  protestas,  súplicas  y  alegaciones 
en  toda  forma  y  conforme  a  derecho.  Recusen  jueces,  abogados, 
escribanos,  notarios  y  demás  ministros  de  justicia,  expresando  o 
nó  las  causas  que  a  ello  les  muevan  y  apartándose  de  ellas  cuando 
convenga.  Oigan  autos  y  sentencias  interlocutorias  y  definitivas,  y 
de  lo  adverso  y  perjudicial  apelen  y  supliquen,  siguiendo  las  ape- 
laciones y  súplicas  en  todos  grados,  juicios  e  instancias  que  haya 
lugar.  Ganen,  finalmente,  todas  las  providencias  que  sean  conve- 
nientes al  buen  éxito  de  sus  asuntos.  Demanden  y  perciban  todas 
las  cantidades  de  pesos  que  a  Su  Excelencia  se  le  debieren  en 
cualquier  forma,  bien  sean  procedentes  ds  préstamos,  alcances  de 
cuentas,  legados,  donaciones,  herencias  y  otros  cualesquiera  bie- 
nes que  lepuedan  tocar  y  pertenecer,  y  de  lo  que  percibieren  y  co- 
braren podrán  dar  cartas  de  pago,  finiquitos,  lastos  y  chancelacio- 
nes en  debida  forma.  Hagan  las  compras  y  ventas  que  se  le  ofrez- 
can otorgando  los  respectivos  instrumentos  de  éstas  y  aceptando 
los  de  aquéllas.  Tomen  cuentas  y  denlas  a  la  persona  o  personas 
que  deben  darlas  y  tomarlas.  Y  últimamente  harán  y  practicarán 
en  todos  sus  asuntos  cuanto  Su  Excelencia  haría  y  practicaría  por 
sí  mismo,  sin  que  por  falta  de  cláusula  que  aquí  no  se  exprese  deje 
de  obrar,  pues  la  que  faltare  y  se  necesitare  la  da  por  inserta  e  in- 
sinuada en  forma,  confiriéndoles  al  efecto  el  más  amplio  poder  que 
se  necesite,  con  sus  incidencias  y  dependencias,  libre,  franco  y  ge- 
neral administración,  facultad  de  jurar  y  sustituir  en  una  o  unas  per- 
sonas de  sus  confianzas;  que  a  todos,  guardando  sus  órdenes  e  ins- 
trucciones, releva  de  costas  en  debida  forma.  Al  cumplimiento  y 
firmeza  de  cuanto  lleva  dicho  obliga  sus  bienes  y  rentas  habidos  y 
por  haber,  con  insinuación  de  la  cláusula  guarentigia,  renuncia  las 
leyes,  fueros  y  derechos  de  su  favor  con  la  que  prohibe  toda 
renunciación.  En  cuyo  testimonio  así  lo  dice,  otorga  y  firma,  sien- 
do testigos  los  ciudadanos  José  Gironza,  Joaquín  Córdoba  y  Ma- 
riano Rada,  vecino.  Ante  mí. 

Simón  Bolívar— Joaquin  Camacho  escribano  del  número. 

Es  copia  tomada  del  volumen  de  escrituras  de  los  años  de 
1828  y  1829,  folio  14.  Popayán,  15  de  febrero  de  1924.  El  notario 
público,  Lorenzo  Lemus  (i). 


(1)  Debemos  este  documento  al  señor  general  P.  E.  Escobar, 
•quien  lo  halló  en  Popayán,  y  tuvo  la  atención  de  hacerlo  copiar  y 
remitirlo  a  la  Academia  de  Historia. 


664  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


COROÍlfl  DE  B0hí\7flR 

Esplendorosa  fue,  en  1825,  la  entrada  de  Bolívar  al  emporio 
de  los  incas.  El  Cuzco  desplegó  sus  mejores  atavíos,  y  un  hálito  de 
gratitud,  de  entusiasmo  y  de  alegría  flotó  en  la  mañana  del  24  de 
junio  por  plazas  y  calles  de  la  vetusta  ciudad.  Cabalgata  lujosa, 
que  había  salido  a  su  encuentro,  lo  escoltaba  con  embeleso,  bajo 
los  arcos  triunfales.  Salvas  de  la  artillería  y  repique  de  los  campana- 
rios resonaron  a  su  llegada  y  a  su  paso  por  las  arterias  de  la  metró- 
poli, donde  muchedumbre  febril  lo  aclamaba  con  éxtasis.  En  bal- 
cones y  ventanas,  ricamente  adornados,  el  bello  sexo  vitoreaba  al 
caudillo  y  arrojaba,  dice  un  periódico  de  la  época,  «monedas,  pa- 
langanas de  plata,  palomas  encintadas,  ñores  y  aguas  de  exquisito 
olor  al  tiempo  de  pasar  Su  Excelencia.»    i) 

Celebróse  en  la  catedral  solemne  tedeum  y  «en  seguida  de  este 
acto  religioso,  dice  la  misma  publicación,  pasó  Su  Excelencia  a 
descansar  en  su  palacio  suntuosamente  adornado,  y  allí,  después 
de  una  resistencia  generosa,  fue  coronado  por  mano  de  la  señora 
prefecta,  a  quien  acompañaban  señoras  vestidas  de  lujo,  con  una 
guirnalda  cívica  de  oro,  matizada  de  perlas  y  brillantes,  que  el 
comercio  había  dedicado  a  su  obsequio,  a  pesar  de  la  resistencia 
que  hizo  su  moderación.» 

Sucre  felicitó  a  Bolívar  pocos  días  después  desde  Cochabamba 
por  este  galardón:  «La  corona  que  usted  ha  recibido,  le  dice  el  11 
de  julio,  en  la  capital  de  los  hijos  del  sol,  es  ciertamente  un  pre- 
sente apreciable;  su  valor  moral  es  exorbitante,  y  más  si  se  consi- 
dera que  la  historia  y  la  justicia  la  han  ceñido  en  el  Cuzco,  sobre 
las  sienes  de  un  hijo  del  Guaire.» 

El  Libertador  le  obsequió  entonces  la  rica  guirnalda  al  Mariscal 

,  de  Ayacucho,  y  éste  la  remitió,  desde  La  Paz,  a  Bogotá  para  que  aquí 

se  guardase  tan  valioso  trofeo.  El    congreso,   al  recibirla,   expidió 

una  ley  que  expresa  su  gratitud  y  dispone  se  guarde  la  áurea  joya 

con  exquisito  esmero. 

«Habiendo  recibido,  dice  el  acto  legislativo  (13  de  febrero 
de  1826),  con  la  nota  oficial  del  general  en  jefe  Antonio  José  de 
Sucre,  fecha  en  La  Paz,  a  12  de  septiembre  de  1825,  la  guirnalda 
de  oro  guarnecida  de  brillantes  y  perlas,  que  el  ilustre  pueblo  de 
Cuzco  presentó  al  Libertador  presidente  Simón  Bolívar  en  manifes- 
tación de  gratitud,  per  haberle  dado  patria  y  libertad;  y  que  el  mis- 
mo Libertador  destinó  para  aquel  benemérito  general,  quien  a  nom- 
bre suyo  y  del  ejército  colombiano  libertador  del  Perú  la  consagra 
ahora  al  cuerpo  legislativo,  como  prueba  de  su  respeto  a  la  repre- 
sentación nacional,  y  considerando:  i.'',que  el  ejército  colombiano 
libertador  del  Perú,  después  de  haber  dado  a  la  patria  nuevos  días 
de  gloria,  en  los  campos  de  Junín  y  Ayacucho,  y  ostentado  allí  su 
valor,  su  heroísmo  y  todas  las  virtudes  militares,  manifiesta  ahora 
sus  virtudes  cívicas  con  el  obsequio  que  hace  al   congreso,  deno- 


(1)  Gaceta  del  Cuzco.  Reprodujo  esta  relación  la  Gaceta  de  Lima  y 
y  luego  la  Gaceta  de  Colombia. 


CORONA    DE   BOLÍVAR  665 


tando  el  amor  a  la  República,  a  sus  instituciones  y  el  respeto  a  la 
representación  nacional;  2.°,  que  es  muy  justo  se  conserve  siem- 
pre y  de  un  modo  digno  y  decoroso  este  obsequio,  que  recordará 
a  los  colombianos,  en  las  generaciones  venideras,  las  glorias  de  su 
patria  y  las  virtudes  de  los  que  han  dado  su  vida  y  existencia  a 
tres  naciones,  decretan: 

«Artículo  I."  Se  acepta  por  el  cuerpo  legislativo  a  nombre  de 
la  nación  y  con  el  mayor  aprecio,  la  guirnalda  de  oro  y  piedras 
preciosas  que  el  general  en  jefe  Antonio  José  de  Sucre  a  su  nombre 
y  al  del  ejército  le  ha  dedicado.  Artículo  2.**  Esta  guirnalda  se  co- 
locará en  el  Museo  Nacional,  con  la  distinción  debida  como  un 
monumento  de  gloria  del  ejército  colombiano  que  dio  libertad  al 
Perú  y  como  un  testimonio  público  de  sus  virtudes  militares  y  cí- 
vicas, con  la  siguiente  inscripción  en  letras  de  oro:  El  cuerpo  legis- 
lativo acepta  con  gtatítud  esta  guirnalda  ofrecida  por  el  general  An- 
tonio José  de  Sucre  a  su  nombre  y  del  ejército  colombiano\libertador  en 
elFetú.  Decjeto  del  Congreso  de  Colombia,  año  dc\i826.  Artículo  3.° 
Esta  resolución  se  comunicará  al  general  en  jefe  Antonio  José  de 
Sucre,  como  una  expresión  de  los  sentimientos  de  aprecio  que 
animan  al  cuerpo  legislativo  con  respecto  a  su  persona  y  al  ejército 
que  ha  tenido  la  gloria  de  mandar.» 

Fue  guardada   entonces  la  rica  corona  en  la  casa  de  moneda. 

El  señor  José  Joaquín  Borda  se  lamentaba,  en  1860,  del  aban- 
dono en  que  habíamos  dejado  muchos  trofeos  de  nuestra  historia,  y 
cómo  nos  pediría  la  posteridad  estrecha  cuenta  de  [ello,  «afortuna- 
damente, dice,  ha  escapado  a  la  rapacidad  y  a  la  codicia  un  objeto 
digno  de  la  más  alta  veneración  y  que  simboliza  toda  una  época  de 
glorias  y  de  triunfos,  todo  el  valor  y  el  genio  de  dos  héroes  de  Amé- 
rica, jefes  de  los  pueblos  colombianos  armados  en  defensa  de  sus 
derechos  a  principios  del  siglo  actual.  Hablamos  de  una  guirnalda 
de  oro  que  permanece  conservada  en  la  casa  de  moneda  de  esta 
capital. . .  .Esta  guirnalda  es  la  que  nos  ha  puesto  la  pluma  en  la 
mano,  en  el  instante  en  que  hemos  podido  verla»   (i). 

El  4  de  febrero  de  1862  se  entró  a  Bogotá  la  guerrilla  de 
Guasca,  y  una  fracción  de  ella  invadió  aquel  edificio.  Rompieron 
las  tropas  la  c^a  de  hierro  que  contenía  la  corona,  se  apoderaron 
de  ella  y  la  llevaron  consigo  al  regresar  a  sus  montañas.  El  célebre 
literato  Vergara  y  Vergara  era  tesorero  de  aquella  casa,  y  refiere 
que  el  maquinista  señor  Bulcraig,  al  ver  que  llevaban  el  cajón  que 
contenía  la  guirnalda,  les  dijo  que  no  sustrajeran  esa  joya,  recuer- 
do del  Libertador  y  padre  de  todos  los  granadinos,  y  a  eso  contestó 
el  soldado  que  la  llevaba,  que  Bolívar  no  era  Dios  para  que  no  se 
pudiese  llevar  su  corona. 

De  esta  dice  el  mismo  administrador  que  pesaba  un  kilogramo 
doscientos  sesenta  y  dos  gramos,  y  tenía  cincuenta  perlas  finas:  una 
media  luna  que  coge  el    lazo    con   tres  brillantes  y  cuatro  chispas: 

(1)  Artículo  La  guirnalda  de  oro,   publicado  en  El  Mosaico,  10 
de  octubre  de  1860.  ^ 


666  BOLETÍN  DK  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


ocho  flores  de  lis  alrededor  con  un  brillante,  y  cuatro  chispas  cada 
una;  un  sol  con  el  nombre  de  Cuzco,  y  en  diversas  figuras  doscien- 
tas cuarenta  y  siete  chispas  de  brillantes.  Luego  agrega  que  en  la 
casa  de  moneda  se  había  custodiado  desde  1824  (i). 

El  señor  Cornelio  Borda  relata  en  un  folleto  que  publicó  en 
Medellin,  en  1863,  unas  diligencias  que  hizo  para  recuperar  la 
corona:  «Temiendo  yo  que  algún  soldado  la  hubiera  tomado  sin 
conocimiento  de  los  jefes,  e  interesado  como  estaba  en  salvar  un 
monumento  histórico  de  tanto  precio  para  nuestra  patria,  fui  con 
el  mayor  gusto  y  con  pasaporte,  del  gobierno,  en  la  comisión  de 
averiguar  su  paradero  y  tratar  de  volverla  a  su  depósito.  Ni  los 
jefes,  ni  los  oficiales  sabían  tal  acontecimiento;  pero  las  prontas 
averiguaciones  hechas  por  los  señores  Valentín  Gálvez  y  Salomón 
Forero,  bastaron  para  que  yo  la  viera  en  sus  manos  en  perfecto 
buen  estado.  Hice  los  mayores  esfuerzos,  durante  dos  días,  para 
que  me  la  dejaran  llevar  a  Bogotá,  observándoles  que  aquel  sagra- 
do emblema  de  las  grandezas  de  Colombia  no  correspondía  a  nin- 
gún partido  político,  que  todos  lo  respetarían,  que  su  devolución 
daría  una  grande  idea  de  la  moralidad  de  las  tropas,  y  que  final- 
mente, la  vida  nómade  de  las  guerrillas  no  les  permitiría  cargar 
con  esta  joya  embarazosa  y  de  tanto  precio.  Obtuve  por  fin  una 
promesa  formal,  no  de  entregármela,  porque  la  habían  ya  traspuesto, 
pero  sí  de  mandarla  dentro  de  tres  o  cuatro  días.  Esta  promesa 
hice  que  la  consignaran  en  una  comunicación  que  el  señor  Salomón 
Forero  pasó,  como  prefecto,  al  señor  José  María  Vergara  y  Verga- 
ra,  tesorero  de  la  casa  de  moneda  de  Bogotá,  acompañándole 
además  la  lista  de  unos  efectos  encontrados,  pertenecientes  a  la 
misma  casa  de  moneda,  todo  lo  cual  entregué  al  señor  Vergara  y 
Vergara.  Para  mí,  que  los  que  tenían  la  corona  me  inspiraban  per- 
fecta confianza,  ésta  estaba  salvada.  El  tiempo  lo  ha  probado  y  la 
nación  me  debe  este  servicio.» 

El  señor  Borda  hizo  luego  un  viaje  a  Antioquia,  y  al  llegar  a 
Honda  fue  detenido  su  equipaje,  pues  se  creyó  que  llevaba  en  él  la 
áurea  joya.  No  se  le  halló  ésta,  pero  aparecieron  allí  unos  troqueles 
de  hacer  monedas.  Se  sospechó  por  el  momento  una  tentativa  de 
falsificación,  más  él  demostró,  con  plena  prueba,  su  inocencia. 
Aquellos  troqueles,  rescatados  por  él,  en  Guasca,  los  había  ofreci- 
do al  gobierno  conservador  de  Antioquia,  y  los  llevaba  a  éste,  para 
cumplir  su  oferta. 

Sabido  es  que  el  señor  Borda,  hombre  de  ciencia  y  gallardo 
militar,  fue  luego  al  Perú,  y  allí  murió  en  un  fuerte  del  Callao  sir- 
viendo a  aquella  nación  en  su  nueva  lucha  con  España. 

Un  día,  al  fin,  volvió  a  la  capital  la  reliquia  boliviana.  Véase 
cómo  relata  su  recuperación  el  comandante  en  jefe  del  ejército  de 
reserva,  general  Acosta,  con  fecha  24  de  noviembre  de  1862,  al 
secretario  de  Guerra  y  Marina:    «Tengo  la  satisfacción  de  deciros 

(1)  Acios  oficiales  del  Gobierno  Provisorio  de  los  Estados  Unidos 
de  Colombia,  Por  yerro  tipográficü,  tal  Tez,  se  puso  ese  año  de  1824, 
en  el  cual,  como  ya  hemos  visto,  no  había  aún  Bolívar  recibido  la 
corona. 


CORONA    DE-  BOLÍVAR  667 


que  en  cumplimiento  de  las  órdenes  e  instrucciones  que  se  comu- 
nicaron para  la  ayeriguación  y  paredero  de  la  corona  del  Liberta- 
dor, que  había  sido  extraída  de  la  casa  de  moneda  de  esta  ciudad, 
me  trasladé  a  Guatavita  para  exigirla  del  señor  Juan  B.  Rodríguez: 
este  señor  me  manifestó  que  hacía  algunos  días  que  la  había  dado 
a  guardar  a  uno  de  los  curas  de  esos  pueblos,  y  que  inmediata- 
mente iba  a  hablar  con  él,  y  la  entregaría  a  alguna  de  las  autori- 
dades. El  doctor  Indalecio  Barreto,  cura  da  Chía,  la  ha  puesto 
hace  dos  días  a  disposición  del  presidente  del  Estado  de  Cundi- 
namarca,  y  ayer  la  ha  entregado  el  señor  José  María  Vergara  y 
Vergara  al  director  da  la  casa  de  moneda,  y  se  ha  colocado  en  el 
lugar  que  antes  tenía.  Como  se  ve  por  lo  expuesto,  el  hallazgo  de 
esta  preciosa  finca  se  debe  únicamente  a  las  investigaciones  que  el 
gobierno  de  la  Unión  ha  hecho,  y  a  los  datos  que  le  suministraron 
algunos  de  los  individuos  que  se  rindieron  en  Manizales»  (i). 

En  el  programa  del  20  de  julio  de  1874  se  dispuso  en  uno  de 
sus  números  que  el  cuerpo  del  depósito  de  militares  de  la  indepen- 
dencia conduciría  la  corona  que  el  Perú  presentó  al  Libertador,  de 
la  casa  de  moneda  al  templete  de  la  plaza  de  Bolívar  (2). 

En  1875  hicieron  los  guascas  una  peregrinación  a  la  iglesia  de 
Chapinero.  y  con  tal  motivo  se  recordó  su  entrada  a  Bogotá  en 
1862.  «En  la  casa  de  moneda  penetraron,  dijo  un  periódico,  para 
llevarse  algunas  cosas  que  no  eran  de  ellos,  tales  como  la  rica  co- 
rona que  el  Perú  regaló  al  Libertador.  Esa  después  de  haberla 
reclamado  enérgicamente  a  los  guascas  el  señor  general  Briceño, 
y  después  de  haber  hecho  lo  mismo  el  señor  cura  de  Guasca,  por 
indicación  de  aquél,  valiéndose  éste  de  sermones  y  amenazas,  la 
devolvieron  por  miedo  a  las  sanciones  legal  y  religiosa,  faltándole 
un  diamante  y  una  perla,  que  posible  es  que  en  esa  población  se 
hubiera  perdido.»   (3), 

A  esto  contestó  algún  amigo  de  aquellos  romeros:  «Enton- 
ces fue  cuando  ellos- penetraron  en  la  casa  de  moneda  y  tomaron 
la  rica  guirnalda  que  el  Perú  presentó  al  Libertador  con  el  objeto 
de  salvarla  de  alg-una  amariiZaeión  violenta  durante  la  guerra. 
Aquellos  pobres  campesinos  la  llevaron  consigo,  la  cuidaron  como 
cosa  propia  en  medio  de  triunfos,  derrotas,  fugas,  hambres  y  peli- 
gros sin  número;  y  terminada  la  guerra  la  devolvieron  intacta!  (4). 

En  1881  fue  colocada  en  el  Museo  Nacional,  pues  un  periódi- 
co de  ese  año  la  menciona  entre  los  objetos  curiosos  que  se  hallan 
en  aquel  sitio  ^5);  pero  luego  pasó  otra  vez  a  la  casa  de  moneda. 

(1)  El  Colombiano,  28  de  noviembre  de  1862. 

(2)  Este  programa  lo  insertó  el  Diario  de  Cundinamarca  el  2  de 
julio  de  1874.  El  mismo  periódico  dijo,  después  al  hablar  de  los  fes- 
tejos que  el  22  de  julio  fue  colocada  sobre  las  sienes  del  Libertador 
la  rica  corona  de  oro  que  le  obsequió  el  Perú, 

(3)  Diario  de  Cundinamarca  de  8  de  octubre,  1875,  artículo  titu- 
lado Varios  guascas  per egiinos,  firmado,  R.  C. 

(4)  Id.  id.,  2  de  octubre  de  1875. 

(5)  El  Conservador,  25  de  julio,  1881. 


668  BOLETÍN   DE   HISTORIA    Y    ANTIGÜEDADES 


En  los  días  del  centenario  del  Libertador  un  cortejo  de  damas 
de  la  capital  se  dirigió  de  la  catedral,  en  solemne  procesión  cívica, 
a  la  casa  de  moneda,  recibió  alli  la  corona  y  la  trajo  a  la  plaza  de 
Bolívar,  en  andas.  La  señora  del  presidente  de  la  República  la 
colocó  entonces  sobre  un  busto  del  grande  hombre  que  ahí  se  ha- 
bía colocado,  y  Carlos  Sáenz  Echeverría  pronunció  una  bella  y 
patriótica  poesía. 

La  corona  ya  había  desmejorado  algo,  pues  una  descripción 
que  se  hace  de  ella,  en  esa  época  del  centenario,  le  da  menos  peso 
y  menos  piedras  que  lo  que  anotara  Vergara  en  1862; 

«Peso  de  la  corona,  762  gramos  de  oro  de  altos  quilates;  cua- 
renta piedras  finas;  un  sol  de  diamantes  pequeños;  seis  diamantes 
grandes  y  alrededor  de  cada  uno  de  éstos,  cuatro  pequeños;  una 
media  luna  con  tres  grandes  diamantes  y  cuatro  chispas,  con  un 
lazo  de  oro.  Hay  una  hoja  de  oro,  de  olivo,  y  una  perla  despren- 
dida en  nuestras  perturbaciones  civiles»  (1). 

Parece  que  en  tiempos  posteriores  volvió  al  Museo,  pues  se  la 
menciona  en  el  catálogo  de  este  establecimiento  hecho  en  18S6.  (2). 

Ignoramos  cuándo  se  trasladó  al  palacio  presidencial,  donde 
hoy  se  halla  guardada  en  caja  de  hierro.  Un  decreto  del  señor 
Suárez  ordenó  tenerla  con  toda  vigilancia.  Quizás  su  lugar  apro- 
piado sería  hoy  la  Quinta  de  Bolívar,  donde  se  trata  de. formar  un 
museo  de  recuerdos  del  Padre  de  la  Patria,  pero  ello  no  podría 
hacerse  sino  cuando  hubiera  las  mayores  seguridades. 

Con  esas  joyas  históricas  de  alto  valor,  se  acostumbra  en  los 
países  europeos  mostrarlas  al  público  en  determinado  día  del  mes. 
Así  se  hace,  recordamos  por  el  momento,  con  las  viejas  alhajas  que 
se  guardan  en  la  Torre  de  Londres  y  en  Nuestra  Señora  de  París. 

La  vista  de  los  objetos  que  evocan  un  pasado  de  gloria  siem- 
pre da,  con  la  emoción  estética,  patriótico  entusiasmo  y  no  deja 
dormir  el  amor  y  la  gratitud  hacia  los  grandes^  benefactores  de  la 
República. 

E.  Posada 


(1)  La  Luz,  4  de  agosto,  1883. 

(2)  En  él  se  le  da  esta  descripción,  que  tiene  también  algunas 
diferencias  con  las  anteriores: 

cEs  una  guirnalda  o  corona  de  vencedores  que  imita  dos  ramas 
de  laurel  entretejidas,  en  oro  fino.  En  la  parte  del  frente  tiene  un 
sol  con  muchos  rayos  formados  con  pequeños  diamantes  y  la  inscrip- 
ción Cuzco;  en  la  parte  opuesta  al  sol  hay  un  hermoso  lazo  de  oro 
que  sujeta  las  dos  ramas  del  laurel  y  una  media  luna  con  seis  dia- 
mantes y  cuatro  pequeños.  Tiene  esta  guirnalda  cuarenta  y  cinco 
hojas  de  oro  de  unos  3  centímetros  de  largo;  entre  estas  hoias  se  ha- 
llan repartidas  seis  flores,  cada  una  con  un  diamante  grande  y  cua- 
tro pequeños,  y  lleva  cuarenta  y  cuatro  perlas  grandes  imitando  el 
fruto  del  laurel.  Esta  preciosa  joya  pwsa  763  gramos»  (cat.  1886). 


BATALLAS  DE   LA   INDEPENDENCIA 


669 


tó 


O  2 
o 


o;   k. 


c   c   c 
3    3    3 


c  c 

3    3 


f-^HH      HH 


rl   cQ    co 

a  c-^ 

o  «  nJ 


S  C.2 
o  «  ii 


US 

Q 

c: 
a. 
o 

ce 

U3 
O 

^ 
CE 
F- 

tE 
CQ 


O   O 

O     ON 

O  00 


o  o 
o  o 
ir>  o 


o  o  o 
»o  o  "^ 

rO  ir)  1-t 


O    O    O 
O    O  00 

O    ^ 


o  o 


o  o 


o       o 

o       o 
r^     00 


">    ¡Tí 


O 
O 


ffi 


o 

-o 


c 

o  _  — 
T3    O)    2> 

ca  3  2 
—  '^rt 
cois 


2     O'f^ 


o  S 
o. 2 

c  c 

fe  I—, 


O 

a 

o 

cr> 

o 

J2 


S 


2  o 

o  o 
o  o 


c  c 
fe  fe 


•     N 

:  C 

ra     :  O 

**^—  r1 
O)    CO    ü  **^ 
fc.  »-   tí 
U   (O   B 

C/D        í>    O 

«.2       " 

^*g  o 


o 

T3 

^  O  •" 
Oro 
(j  c  — 
OT   <u   n] 


c 


y  e  ^  ««  ^  <" 
XJUfe      ¿, 


fe     fe 


:  o 
:  >- 
:  m 
:U 
:  <u 

:  "* 

:  "S 
<-=  <= 

O    A 
CJ  C/5 


3 


u 


1-1  *-» 
c 


•*-•   a    o    1-1 
U      PQMc/D 


4) 

(y     P)     C     O 

H  2.2  t 
-  iS  -  o 


^  a>  « 


o 

íB 

< 


4i 

oo 

o  <o 

l-l    >-■ 

X>  ja 

(U 

00 

a  a 

"O 

«o 

c» 

nÓOO 

H.'      O 

N            PO 

O    O 


ca   r¡   a 


c    . 

o   ti 

s° 

<u  o 

rt  « 
t-lC 

«  « 


w 


670 


BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


-a  «  S 
a      o 

O)   5   rt 


rt 

en 

c« 

a 

C 

_0J 

o 

<u 

CO 

o 

tH 

ii 

ce 

x¡ 

.2 

'ti 

S 

C 
(1) 

O 

■<-• 

ce 

(X 

i5> 


¿á  w  o  ''^  t^  o  * 


O  O  O  a  O 

3''-'      >-l      r^      «I      »-i      ,^      »^ 

"c  o  <u  n  <u  <u  n  í> 
HtóQHPQHQ 


oortrtcdcí<d  o 

ccooooo  c 

-»S>-'>-'>-»-5-  •-! 

"n  'C  <u  u  <u  dj  a>  n 

HHPQQPQ  H 


oooooooo 
o»ooooooo 


oooooooo 

OtOOOOOt^O 

lO  >-•    rOvO    »0  '^  «    I-. 


o  o   O  o  O.  O   O 
O   O   o   O    O   o   O 


rt 


o  o 
>  > 

3    3 


:  o 
I-a 
:  V 
: ." 
:*5 
:0 


o  o    ra 

-O  73  OCA) 

S  S  s 

3  *-•  -^ 


o 

o  o  "O  '(U 
o  o  o  50 
1/1    »i    o    o 

o  'ü    rt  ""^ 

C    C  </3    3 

"3 


:  V    : 

■  O)  >   bo 

>  <ü  >-> 

.    (U  •*-•    cO 

C    3  C  > 


T3  "O 


<4      O) 


:z;  ^¿,fe  H  fe  piH  iz; 


<u 

> 

o; 
> 

(1> 

4Í 

c 

c 

o 

o 

ss 

o 

o 

hO  M) 

c 

c 

e 

a 

o 

o 

QQ 

ooocooo       o 

«sOOMOOO         o 


3 

o 

c 
<! 


cu 


v 


T3 

I  2^ 

O    co    rt 

'o  «>  o 

{3  cu  )_, 
tc  —  Tí 
L<    U    4J 

fe  fe  C^ 


U4    >-•    rtJ   ü    o»    f^ 


13 
O 


.3  •?    C 

3    -^ 
0<í      . 


2|  2 

Cu,<Ph 


C   ns 
3  ^ 


3 


fe  _  kj  w  -G  :i 

"1  2Í  o  «  <=  " 
(u  "  (u  <u-2;5 

pi^  ;g  pui  pLH  fe  ^ 


3    D- 


S^      2 


3 


i^  3 


CU 

S 


«.2: 


"u  .b  ^   2  »   iS  "  ü 
_r.i¿<Ua}oPHc3etf 


3 

3 


CJ 


Cu 
o 

fe 


-    0) 


(5  ■  S 


3      - 

"  °  g,2  S  a:H^^ 


0!X)C/3  <  CAÍ  W 


M  *^ 


■   in  O   O    O   ^ 


-O 

o 

j3 


"ÍTr^j"    2    «    S    S    O 

o  o  s  S  S  S  S  g 
<»  «  •;2  -j  '42  -^3  -r  .2 


o  o 


Cu  cu  cu  cu  5  .w 


<i<¡C/3C/3COC/3ÍZ«t-l 


o    "^    "^ 

i3  o  o  o  _ 

2:     N     N     N  ."3 

/-»       k«       >-•       k"       >-i 

•^  rt  ca   03  jQ 

fes:s;^<í 


43  J3 


BATALLAS   DE   LA    INDEPENDENCIA 


671 


.2  «  w 

rt   O  ♦^ 
¿i  ""    O 

<u  5  <* 


t^  4^     .4-*     -4^     4^    1^     4-1     •*-*     -4^ 

c  oooocooo 

"n  oj  (u  oj  0)  n  4>  <u  (u 

H  QQQQHQQQ 


™      fl»      TO 

ge. 2 


o 
o 

00 


nS   co   cC 

ac.2 

o  a>  ¿i 


o 
o 


o  o  o 
o  o  o 

roe»  VO 


O  O  O  O  O 
O  O  ü  O  O 
o\  «   O  O   rr 


oooooooo 

000*00000 
OOfOM    M    0»0>OfO 


o  rt  o  o 

c   p   c   c 


c«    os    o    o 

opee 
HQHH   PQHH 


oooo   oooo 
oooo-   oooo 

OOOOCr^        OxOWM 


oooo 
oooo 


oooo 
oooo 

o    o    tO  M 


en 


a. 
S 

ca 

U 


o 
H 


c 
o 

•4-» 
tí 


^  4->  4->  4)  4J  e  kF¡5 

•— '  o  o  o  í¿ 

o  ^  "J  o  o  2  "» 
•5  .5  .S  x:  j::  o  'S 

2  a  ai¿i¿  si 

c  o  o  i>  «  2 


>  s 

fli   ce 

c  o 

60  o 

a  s 


i5    «    C 
§  ^  5 

o  =  J= 

g    =  >    « 

rt  a  c^ 

"  o  - 


c 


.  o  s  « 


ett 


T3 

tí 


O  o 

«a  ití 

c«   ea 
^   O   !2   ^ 

¡D  <  o  o 
£4-0 -a 

tía} 

00  3    £   S 


tí    « 


tí    :  >- 

'O    :  « 


c4 


.^ 

Rl 

§0 

0 

0 

u 

0 

Oi 

m 

0 

0 

tí 

tí 

ca 

rt 

fs^íH 


12  -  - 

rt   rt   w 

0^0 
o  PQ  ^ 

C  'O    " 

2  S  ^ 


^  J5 
tí  tí 
ca  c« 
o  o 
c«   ai 

'O 

V«       |_       |_ 

I — í-o  -a 
o  tí  c 


c 
o 

»-■ 


u 
•3.2 


tí     _ 

i-T  tí 
'«'tí 


TJ  -a 

*4       O 

tí  ^- 


tí  *- 
<->  05  Oí  o 

N  «o  —    •" 

«  -^    tí  "?  í> 
r!    «    tí    bCK^ 


O   «J  -t:   O   es 


a 

_o 
rt   h   ?? 


Si 

'       tí 
ctf 


(í^     u^S^<l>(2hH 


^(^ 

ií    4) 

W   'TJ 

^  o 
tílS 


:  4> 
:  'O 


o   3 

•tí^  s« 

*•  tí  í_;  O 


tí     OT 

O  «O 

I- 


CO  íácTO  C/3        ^  P^  S 


V 

-o 
o 
Ití 
< 


—  o 


^    4-  f^  d    >OM3    o    ^ 

9  P  .2  .9  .2  .2  .2  o 

rtJ^CCCCtíltí 

gtgtítítítítítí 


ro  t^ 


O» 


"  "*  2  2 

o    o    «    "5 
•  «.SCO 

bo  bo 


'Ü    3    3 


672 


boletín  de  historia  y  antigüedades 


o     ^    o, 

1          .                   .        ^ 

o 

d  .o  t«!  ,d  rt 



o  o  o  o  o  o  o 

"  —  o 

tí  '»-' 

Cí 

Cí  >-«*->  Vi  ■»-• 

c¡  ci  <*-  ^  Cá  Cd  cá 

"5   rt  'C 

O    c 

c 

a  c  p  c  p 

C    C    C    C    C    3    C 

í:  3 

3 

3  D  S  3  t: 

3    3    3    3  _S    3    3 

«si 

<u  *:: 

■^ 

'C  "H   «u  •»:   0} 

1-1      Ul      Wt      Ui      k^      Ui      t-i 

^    CXD. 

QH 

H 

c 

.HQHQ 

HHHHHHH 

■     .     m 
cd   en   co 

i            o  o 

o 

)  o  o  o  o 

o  o  o  o  o  o  o 

JQ     V    *-' 

o    »J0 

o 

LO  o  o  o  o 

o  o  »OvO   o   o   o 

3  a  — 

o    ÍN 

ON 

"^  •*  N    rO  fO 

■^  ro  »0  »0  rO  ro  fO 

ova 

fT 

M             >-i 

u-  2J 

rt  <»  íS 

o  o 

o 

O    O    O    O    O 

O    O    O    O    O    O    O 

S  «  i2 

o    fO 

o 

O    rt-  O    O    O 

O    O    »0  O    O    O    O 

a  e.2 

sO    f^ 

vO 

•T)  rOOO    P»    í^ 

in  lO  lo  ^  .r  vo  ui 

o.S  i: 

fO 

^*'  a 

•  -  : 

o 

_o     : 

i  o  d 

'•5 

'Zi    N 

N 

;  '^  *^ 

: 

.2 

1 

0. 

1  d 
1  w 

co    (U 
3    3 

:  d     i 

<U         •     tO      r/)   •—   •>-   •'- 
p     O     g     g     C     C     C 

c  i?  -3  "S  a  a  a 

(U 

O  -o 

.2  '^ 

fe  °  i « i 

'S  "5  D¿  tó    O.  O,  CU 
aj  .2  .2   «  f  1^ 

'c 

•s  o^>^^ 

o   fl   S   S   c   c   c 

o  o 

o 
c 

o  1-  c  a  c 

a  «  S  o  g 

»-   (u   o   o   d)   rtj   (U 
-S  .2  ^  ^  .2  .2  .2 

Hh^ 

<í 

cu,  >  <  <>>> 

:    :    1 
:     :  « 

1 

i 

:    : 

.  :  a 

£ 

en 

i- 

:  o 
•    :  o, 

■" 

o 

cu 

•    >-. 

ó    : 

O 

Ó3  J  g 

£ 

*iviS  «^ 

j-T  ■)-!  ■*-•*   )-.*   1-"   u    >-.* 

-3   3   ca 

ct 

3  «3  XI  ^3 

3   3   3   ca  ra  ca   co 

i 

at?^ 

u 

^    C    2    C 

1;;  tí  tí  >   >  >  > 

03     cu     ro  *■•— "   •'•-<   •■»-«  V.-H 

Q- 

o  -^     M 

w 

-5  o,'^  O 

•5  -9  -5  o  o  o  o 

S^'l 

•4-1 

^S'^S 

«^^WMpqpq 

<u 

1       ^ 

J2¿ 

Su 

!    rt    co  "oj    co 

ü  2  O  So 

o  o  o  c:  c  c  c 
i;  u,  v^  .o  'O  'O  'O 

c 

r;  TS    M    bO  u. 

(U  ca  v:  cB 

-o  'O  "O  c  ¡a  a  p 

(u  <u  1)  a  .5 .5 .3 

q^  Ph  Pl,  ¿/3  ¿/3  ¿/3  ¿A) 

'.  ;¿ 

:    ca 

co 
O 

:    :< 

.    ctt 

c 

:  c 

!  d    :    :  fl 
:  'i     •        tfl 

:  «ó 

Campame 

c 

'5 

O 

3    o 
C     U 

o  c 

•  r3    O 

"53 
> 
O 

d§   !  i^ 

,       S  <  t5  2  o 

r-J       G      co      ™       Jt 

:  !2C   : 
2'SÍ:^ 

*"  ca  Í5   " 

rt 

a 

-Ti 

3 

:  «u 

:  T3 

¿  o 
c:  <L> 

es    3 



< 

pí        ! 

:  <N 

■Qt 

■    ^  í:^"^  'j  ¿ 

f<- 

)  ló  r<" 

>r^ 

.00 

U 

¿       fó  r--. 

—    ^^    N    <M    N    rrj 

—     m  <u  <u 
)-•  )-i   ¡z 

0) 

-  -  £  £  « 

<U    <U    V    V    V    (U 

^   s  s  a 

o        9i    <J    V 

a 

^  ^  X!  ^^ 

a  e  a-g-g 

«ü  Qj  a>  cí  it 

>-■    V»    >-■    1-,     1^     )-• 

j=>  X>  Xi  X¡  Xi  X^ 

a  a  a  a  a  a 

M 

5      ■>  ■>  ■> 
<í        O    O    O 

.=:  .)X  .^    V    (U 

(¡}    V    <ü    V    V    V 

14 

o 

s^^:s:2 

"o  'o  'o  *u  'o  'o 

>r5 

^^^ 

•z 

^^^QQ 

QPQQPQ 

BATALLAS   DE   LA   INDEPENDENCIA 


673 


o 

73 

en 

O 

c4 

O 

ai 

C4 

ex 

>-• 
O. 

1 

M 

cS 

OT 

ca 

Xi 

<o 

M 

d 

c 

o 

4> 

« 

U 

•k' 

£¿ 

w 

n 

OJ 

<« 

.2 

o 

V 

.^j 

U 

-I-» 

O  ,0  5  .o  ,0  .o  ,0   cfl  rt    o  ,o 

GCOCGCCO  Oca 

"H  'C  <u  "C  "C  'S  'C  4>  4>  "n  "m 

HHQHHHHQ  P  H  E- 


oooooooo 

OoOOOOOO 


O    o    O 

o  o  o 


o    ea   rt    o  .o   O  ,o 

W^     •*-»     ■*-»    ^-*    *4-(    t.»^    t*H 

C   O  O   c   c   c   c 

_2  t:  i:  _2  3  3  3 
'C  lu  <u  'c  'n  *c  n 
HQQHHHH 


o  o  o  o  o  o  o 
o  o  o  o  o  lo  o 


000i«00»00 

oooooooo 


o  o  o 

■-o  o    o 


o  o  o  o  o  o  o 
o  o  i~^  »o  "^  o  o 

00   t^  >-i   •^  Tf  eo  «o 


•^    4)    fl    C! 


oO 

o  'O 

<=!  a 
2  « 


I- 

o  2 
o  o 


N     : 

o    : 

o  o  o 


N 


c  .rr 


bO 


c  c 

<< 


5  o  «i 


tS 


•^  vea 


>  .^ 
■"  c 

^¿■s  J 

"^  vea   bc—  __   rt 
^  >^  .£  2  «  ^ 

a-ü  a  ^  C.4) 

o  2  o  ¿3  rt  " 


o. 

a 


:  <D 
:-3 

:    •  "tí  S 

^  ^  5  'H  f?^ 
>  >  M  j2  w 

o  o  u       o 
cq  cQ       o  u 

\\-^    60.2 
C    tí    3    - 


:  T3 
;-3 


■S    C 


a  a  ni  5  5 

-S   .t:  le-     rt     l- 

cn  CO  i^  C/3  pJn 


rr?      3      <l> 

>  l« 

tí    o    rt 

tí  ^    ^ 
t3    4J    4> 

w  Pi  cq 


o 

tí 

s  <u 

0:2  .u 


CQ 

)-• 
C4 
> 

<u  o 

3  T) 

O 


»-■    ?^ 


2  c^  P-i     O  o 


^ 


«^-^^S 


u  —  _         — 


fll 


m  4j 
3  3 
tí   tí 


o 


O 

1^  ;3  ^  s  A^ 


•^  3 
tí  t«  2  tí 
-3  tí  - 


3— •  <->  ¿: 


■n 


^^ 


y  C4 

a 

3 

-  <o 
5=t   ^ 


?.-l 


!T3 


-í  K  n» 

tí  tí  2 


§^ú': 


C  'íl;    tn  .^ 


^  a 

3     " 
bO 

:5  a 

-tí   «J.s   rí   2'í3   ¿^^   1-   "¿3ilí   H  ~    t«   -r?!^   rt   rt-— 


00 


13 

O 

tí 


.   <~OvO 


00 


000 


O    4} 

5  u  S  S  u  ¿ 

tí    C    tí    tí    tí    u 


000 

N     fj     N 
t-i     ^     V> 

Sáá 


o 

«S      w. 

M 

O 


<íss:s 


XIV— 43 


674 


BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


¿2         O 


.2 

t2  i2  iS 

í*-i  tw    •" 

,B^s^éé 

o  o  c  o 

a 

c  c  o 

a  c  o  a  a  a 

3  i:  3  3 

3 

3    3    S    3    3    3 

M     ^      W      M 

ti 

bi    ti    V 

k.  ui  u  ui  c  n 

HQHh 

H 

HHP 

HHQHHH 

o  o  o  o 

o 

o  o  o 

o  o  o  o  o  o 

o  o  o  o 

>o 

o  o  o 

o  o  o  o  o  o 

o    «N  00  00 

•^ 

o  r^  o 

M  ^  o  o  r^  r>. 

o.Sí  «« 


I  en 

Ctf     M     Ctf 

X)   «  *; 

aa.2 
o  <t»  iJ 


o  o  o  o 
o  >o  o  o 

vo  M    JO  o 


o  o  o 
o  o  o 

VO  00    N 


o  o  o  o  o  o 
o  vo  o  o  o  o 

o    M    «    C7\00    m 


a> 

> 


4>  •  "  rt  O 
J3  O  O)  N  ^ 
O    S    3    C  ^ 


«3  o 


S  S  ST  tí  _ 


ca  "O 


-  3  '-5    •  ^ 


1-1 


OT   n    S 
ü  .S    o 

>,bo- .a 
<i>  ~  o  a 

(U   ns    o    "^ 


o 

bO 


C3  -Si 

>  > 

•  ^    ti    n 

-<u  „  W 
f^  ^  tí 

I— »S  W 


;      : 

V 

•        • 

C/2 

•  ** 

^  . 

J  ° 

O 

o  TI 

TI 

Kí    ^ 

T    « 

n] 

ce  — 

o 

SO 

ii 

03 

o  o 

O 

bo'S 

tí 

c8   ca 

»n 

•J2   c 

a 

tí   nJ 

,^<    tó 


o. 
S 

U 


g  "  crca> 
o    rt  •  -    3    ctí 


>2      PQ 


U 


ii   rt  _ 
>  cW 


~    ti 

•r  « 

t:-tí 
„o.s 

pq^-lH-J 


Oi    :  ;  :  o 

>i  k-  ti  jtí 

o    ta  oj  ta  •—■ 

-    >  >  > 


°  o  o  o  ^ 
cpqpqw  o 

**!  tí  tí  c  "S 

^-j  'O  'O  'O    o 

§  .§  .i  S  ^ 


3  a  „-  -ph 

«•S  a  «  «í 

2  tí  -r-  »-  T3 

<2  cr.i:  3  o 


o 
m 


a 


M      fO 


X3 

a  .  _ 

•43  "^  a  3 
a,  o,  tí  t> 
w      uiOO 


o    k-    ü    «    ü 

¿  §  g  a  a 
o  O  o."S!5 


BATALLAS  DE   LA   INDEPENDENCIA 


675 


O 

•o 


o  S 

o 

a  ex 


£ií 


c  c  c  s  s  c  c 

3    3    3    3    3    3    3 


a^wwi-iMi-it-it-iOi-i 


•    •    .    .    .o    • 

S  ,o  ,s  .^  lO  N  ^ 

■*-■    W-l    W-t    '•♦^    v*^       »«    >l-l 

p  c  c  c  c  2  a 

S    3    3    3    3  "S  .2 

O  'c  "S  *c  'n  <u  'i-I 


oJ    m    (tf 
o  o  rt 


o  c>  o  o  o 

o   o   t^  o  00 
o  lO  «   o  >- 


o  o  o  o  o 
o  o  t>.  o  o 
o  o       o  o 


o  o  o  o  o  o 
o  o  o  o  p  o 


00  ^  o  vo  o  o^  o 


^ 


o 
o 
00 


o  o  o  o  o 
o  o  o  o  >-• 

o  «o  eo  o 


o  o  o 
o  o  o 

o  00  o 


o  o 

í^  o 

-.  00 


o  o 
o  o 

00    N 


o  o  o  o  o 

o    o    o    o  00 

o  -^00  o  w 


o 
d 
ca 

B 
en 

a 

3 


3)    :  « 

ca  2  o 

3    «^    -      . 


gS    :    |S 

o    rt    >-    5 
3    o 


o    4J  ^ 

ocq  S 

o  s  o 

u  S  o 

BJ     o  OJ 

*o  c"*  'o 

2  g  2 


3  ^ 

o  o 

s« 

o  S 

ü  " 

rf     O 


o   V 

«o  <J 
en  ca 
O    O 


■9 


0. 2 
>-    rt 

¿o 
1  = 


V       'ti 

c  i3.>  _ 
,5Í  v2  "O  'O  'ü 

C/J  75  tn    en 

Ph  Ph  i— »t— 1 


O. 

& 


V 

«una 
a  o 


o 

c 

-   >-   <u 


«  3  ¿ 
3    c«    o 


o  o 


o 

c    ü    «> 


c  2^  3  3g  g 
i2  5  c-^ 


. —    C2    "^ 

pq  en  i-J  W  O  Oí  u  m  £0  O 


«  o  S  ií  s  „• 

rj     3     Oí     C     "  —- 


o     00 


o  v 


o  o 


o  00 

O   o 

>-t    t-, 
o    V 


ü  ,a  x>  J3  ^  ^ 


0000 

M     N    ^4    N 


r^  o  «  í-n  ►" 

MI-I  «    P«    M    «    rO 


rt 


W  ti,  ta  fs^  ftí  (n  S  S  S  S 


00000' 

N  N  NJ  N  N  — : 
k>  ti  I-i  >-i  k>  ^ 
C^     Ctf     C^     CQ     C0     /^ 


676 


BOLETÍN  DE   HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


O     05     W 

'O  O  5 

¿  ¿  .  -^v^:"' .... 

N  N  .o  ??  ,o  .o  cd  o        o        o 

CT5             o             CQ     Cd     CTS             CÜ 

«J  —  'íí 

«_g  c  o  c^  o  c      ^       a 

■1-'       «¿i       ♦J  *-  *.       *í 

xs       o 

3    )-•  i3 

o          C          OOO         o 

t^             ^             M     V4     ti             l4 
■t                "^                M      >-l      Im                |4 

ÍR  ""  ca 

0)  i>  "H  <u  'C  'C  <ü  'C      *c       *c 

4)         'C           «    4>    Oí          «J 

«tóHQHHQH      H      HQ      H     QQQ     Q 

omba- 
nte  s 
alistas 

oooooooo       o       o 

o          Q          OOO         O 
O          O          OOO          O 

oooooooo       o       o 

OrOOVOt^OOO          o          -^lO        t^         OOO          O! 

rocíN'-"         «OOO               00         VO 

•-                 « 00  t^      >o 

O.S  « 

J,  M  S     1 

OOOOOOOO         o        o 

o         o         OOO         o 

amb: 
íente 
triot 

oooooooo       o       o 

O       o       o  c  o       o 

00^  r-.  lO  »o  >o  O^  fOVO          o          N 

lO      00         0.0,"^      "^ 

cf  M   hT             lo  rí              ro        f^ 

es    «C  rO 

o*^  Z. 

O 

1      : 

O    : 

-          ; 

i  ó     i 

.X  ^     :  Oí     :  (»3     : 

S 

S  i 

m 

m 

ai  *^     :  1 

Kfí 

:  o  u     :  G     :  <u     • 

m 

O)     : 

co 

<U    (ü    <u    „      • 

cd 

•  'C  'n     :  ^13  •—   >   en  <3 

-oa     : 

T3 

m 

:  <u  S  «;  '-'  ?l  o  o  P 

s  aa  g>|:^«  a  g 

a   : 

o    : 

0  0  0  2: 
pqpQfq  1    : 

0} 

H     : 

05    co    ce  f_(       • 

••rt  <c  ••cd  '^     : 

o     i 
o     : 

5    "2    a  a  a  o  : 

1—1 

AS  S  0.  cq  H^H^tó  ín      fe 

,Q           .         co   o3   «j   rt   »-• 

OJ          H^            o    o    o  r*" 
C/3        Z        1— >i— ,t— ,fe 

1    I 

(U 

lis 

cr 
O 

o'    : 

Id  o  o 

O 

:>-*'- 

a 

k-  .t;  ."  .^    i  c3  «  c  «       a> 

tí 

ílj 

O* 

S>ooo      MW^m       8 
•^  2  5  £  c '°  '2  .rt  'O       tí 

rt         «         « rñ   05   en 
'O       .2       .2  "   i>   *^ 

»-"      S      £  ^  tí  tí 

•-^        „        _    "    bO  bo 
_         <o         oj  .2  'O  'O 

^     2     2  ^  a  a 

ai 

Cccc«.Ea^a       2 

co     J2     JS  5  «J  ■" 

C/3  ■<  <J  •<  S  C/2  C/5  ¿H  C^        fe 

tó      |g      Sfeffiffi 

O 

■ 

:    ; 

o     :  ™ 
:  <u    :co 

c 

"     (-H 

oí 

:'0     :  — 

<ü 

J 

n! 

<n            :   (U 

CÍ4 

:  o 

:  u 

2  o  iS  • - 
o  o  «  c:  « 

^c 

o  2  •"  '^ 

en 

c 

a 

o=|.£¿S'S£«S)    1 

3   o   co   G      !  :^   re   g 

a  ^fe^xj  cb'í:;  m 
§0^     co      SídS 

1/1 

< 

-«i- 

i  j 

!       f^ 

^ 

>.  & 

M 

•       J 

>-t 

w     N 

• 

*^ 

u 

[14 

óo       : 

:    i 

:oo 

t^ 

S  £     ^      2Í  o  <u 

>< 

93       :    : 

ro      VO    CTí  Q 

6  «óoo  «ó  ^f  "       Sí 

aa     s     a-S-fl 
.§  1    •§    jas 

1/5 

oJIlJ^oooooo"^      •- 
^    'E  'n  t^  >.  >.  s^--  .2  O      -íí 

§ 

S<SSSS¿>A<      C^ 

c^c^    o    :z;qq 

BATALLAS   DE   LA   INDEPENDENCIA 


677 


iultado 
ra  los 
triótas 

rere        re  o*  o   o  o  '''w  o*  o 

O* 

^*¿     1 

**      *^                  "^^     t*M     W^    W-4     t*-(      *^      *^     ^«H     W^ 

U:^ 

OO          OCGCCOOcc 

c 

G    o        _3 

ri      I-I              i-G 

üi:      í:D33=ii:t;33 

.5 

«u  5  c^ 

<o  «j      <u  *n  'H  ■»::  'C  4>  <u  "í:  "c 

'C 

'C  aJ        ü 

«  ^o. 

QQ      QHHHHQQHH 

H 

HQ      tí 

•          m 

re  M  re 

OO       ooooooooo 

O 

o  o       o 

o    ü  *- 

OO          OOOOOOOOto 

r^ 

o  o       o 

ac-2 

MvO            «MfO«NM<N-'<^»00^- 

<N 

xn  xn      ío 

o    «    rt 

N    " 

M 

O-  2 

1           n 

re  oQ  5? 

OO          OOOOOOOOO 

o 

O   O         o 

'OO          «OOoOOOOiOiO 

m 

o  o       o 

>-iM            MPDf^M«-00^'-' 

M 

to  »o         -vi- 

o   «  -" 

M 

H4                          ^4 

U'^  g^ 

}  realistas 

Di 
q 

:    :        N     : 

.      .           (U      • 

:    '       'O     • 
:        C3     : 

J      '^     : 

re       ^   =^ 

^           Cu  c 

)- 

c 

fe 

o  o 

c 

c 
Ü 

:  o  ¿ 

:  "o  <o 
C  "-3 

.2  « 

15 

« 

.2 

.2 
*5 

Si 

re* 
.2  2 

: 

re* 

o 

'"ct*    r'^  3  3  3  '^  <^  ^    .o 

^ 
^ 

1 — 1 

cr 
re 

crea        c 
re  X}        re 

o 

O     «o           r^ 

00 

:  ó          :    : 
:  iG         :    : 

*   re           •     • 

'.    i'O 

'5 

-5 

'-a 

re 

•-5         :  o 

:  o  o-  o  £  g 

C 

a 

S"      ü 

:  Í2         :«=: 

N    re            N    *í    N 

'    N 

•ü  "g  o  «  a 

aS     s 

re 

OÍ 

00  re       .2 

1P  ^ 

p  o        sU  3  3UuO  9!< 

<í 

0) 

^y.    :§-ss ^^• 

. 

^ 

•^c      '^«'^       «(ücu^pq 

PQ 

pq  ~      PQ 

(U 

core         OT3<nc«3335? 

ree       5c2«ccc—c 

^    (U 

'       i 

C 

G  ,re         G 

re 

re  'ti        re 

3 
•— > 

.H,;5 

3 

:  <i>     :     : 

:  re 

:    :   • 

;     1 

~~rt 

O 

:  -O     :  ^ : 
:  c     :    : 

re- 5     • 

:  :> 

:> 

'4^ 

G 

re 
W    > 

-a    : 

C 
(L> 

i^   lo; 

re  o 

•  o    OJ 

0)  13 

dj 

a 

^s  jl-s  o  ¿ 

45  «  tí    :  .S  S 

tí   w 

t¡ 

Campa 

rn<J<urev^p30re 

--^^"^rere^ 
=  oÍre«S=g 

rt     O     ™     «     ^     C^              ** 

c/3  n  U  h-1  »H,0      U 

re  i3-i  o 

< 

VO 

: 

*-*NO     íi 

00 

ir 

1   • 

^^ 

»4      ^4      M 

<N    *" 

<j 

00          . 

M 

4}    V    4> 

V 

<ÍJ 

64 

•  i4  w  M 

t- 

Z  <¡} 

í>4 

0) 

■*• 

•  —  ^^o^o  dJS'í^-^ 

x> 

II 

"O  vo'f^vo     cr\***"'"*^«*^aaa 

a 

C/J 

H 

(I) 

o     o  o  o 
<ri      re   re   c 

.2  .2  .2  .2  .2 
*c  *=  "c  "c  "5 

3    3    3    3    3 

Q    (U    OJ    u 

"> 

o 

1^ 

>— I 

) 

678 


BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y    ANTIGÜEDADES 


O   » 

cá 

S  6  o 

nj 

o    ó    o    o    0* 

d 

cti  d  d 

2J  Ui  VÍ5 

2  c  c 

«^    Oí  Ci    Vw     '*' 

•«->  C^  if^ 

O 

O 
Vi 

O 
>i 
>i 

c  a  c  fl  o 

,5 .5 .5  .2  í^ 
'n  *ii  *n  *ii  4> 

n 
o 

o  a  fl 

t:  2.3 
«  s  c 

CU 

p 

P:ÍHH 

Q 

HHHHD 

tó 

QHH 

¿s  » 

C4 

o 

O  o  o 

o 

o  o  o  o  o 

o 

o  o  o 

-2- 

UO 

o  o  o 

o 

o  o  o  o  o 

o 

o  o  o 

en 

Tí- 

o   íOvO 

q^ 

rO  »0  ro  «  vO 

vO 

*^*^  9. 

o. a 

"« 

HH                    1^ 

í^T 

M      IH      M 

i-<      M 

u  *- 

1-1 

1  "> 

tn 

i2 

O 

o  o  o 

o 

O    O    O    O    O 

O 

o  o  o 

li 

O 

o  o  o 

o 

O    O    O    O   lO 

O 

o  o  o 

_o 

rr 

VO    rO  lO 

o 

\0  ro  ^  Tj-  CN 

fO 

"0  1^  o 

o  '-S 

i-i 

*-' 

M      l-l 

M 

U   rt 

rt 

^  ja 

CU 

' 

c 

3 

n* 

CQ 

te 

:   1 

:  o 

:  o    : 

en 

« 

13 

13 

1    M* 

5   oo 

:  co    : 

ca 

*rt 

'-Ij 

:  N 

sa 

rt 

:^<a 

i^as     : 

ai 

.2 
'53 
1^ 

ti  s: 

:   <u 

•   O, 

'O 

:  ._1 

N  "z:  43  cu  :  a 

rt    2    g-O    d   O 

:  a    =22 
:  o    :  u  ^ 

V 

D 

•-^¿í  o 

c 

a^      o  a  ° 

ríS     «5     OT      OT  -«     OT 

••-'  >rt  -cí  •—  C/5  •-" 

Ig     1^^ 

ja 

^     «     OT 

r5 

¿.2  «"Í2Í  o 

4> 

'3 

3  c  "o 

«> 

en  —  —    o          o 

4í    o    4>  "^    j3 

1 — i 

a* 

cr  <u  G 

d 

a  O  O  a  a  a 

(X)    <^    cO    C    Ú 

m 

CTj   o   rt 

J3 

J3   o   o   rt   ca  rt 

li   ra   V,    rt   cj 

o 

1 — 1 

A>¿: 

CO 

c^^^¿;^£ 

¿:   ^1^ 

i    :     :  Ó 

6 

:     i    : 

•     iOá 

(^ 

•     •*  sí 

''5 
a 

o 

a 

'i- 

^  S  <u  - 
"  .2  .2  r"^ 

.5 

'o 
li 

a 
O 

C 
4. 
4. 

:    :  *í  N     : 

"O  •-;  C/j  j3 
«  S    .a 

a 

•   si 

)         «)   li 

—      01 

CU 

<1 

<J  o  o  ^ 

UU  ÜCQ    O 

c 

*         O    o 

O) 

pq 

M<-<1 

OS 

11 

o 
o 

re 

3    3     ^    3    O 

C 

°    fl 

1 — 1 

1 — > 

m    (0    en    ^ 
3    o    o  ^ 

*> 

•S  c  c  c  c 
>   nJ   rt   3   rt 

IS 

<t 

O 

orí 

:  ca 

:  tí 

4>     • 

^   i 

co      • 

O 

c 

§   : 

«     : 

ii 

X0 

'O    : 

a 

CtS 

cu 

a 

es 

Dü  o  „ 

o  —     : 
S  iS-g 

-a    • 

M     : 

P3     : 
>i 

3n-i- 

4-'      H 

>-  « 

tO  1- 

13 

'^    i 
o  J2 

es 

o 

1  cd 

< 

w  o 

2  g 

J3    fl 
0         3    rt 

0>' 

52 

«*! 

VO 

'    <v¡ 

K 

M 

:  N 

t4 

o 

00 

j  — ^ 

b4 

^o    >- 

^ 

■ 

(U 

»^ 

o 

»r 

.         -    -    ^ 

« 

o     rX   J 

•    ti 

t/) 

73 
O 

o  c 

O    O    O 
li    >1    k4 

u  <u  a> 

o 

>i 

°°  '^  M-  ^     : 

o    o    r,    r, 

2Í 

M 

« 

-< 

U     li 

>i   ^  )i 

«1 

_o 

tí)  -^ 

o    0) 

a  c 

J3X1  J2 
d)    V    ü 

P^  fe   piH 

«  «  S  S  "^S 

"5 

<  c/a 

BATALLAS   DE   LA   INDEPENDENCIA 


679 


680 


BOLETÍN   DE  HISTOiaA    Y   ANTIGÜEDADES 


rt    rt    o    C 
p    p    G  "c 

t:  fc:  3  3 

QQHH 


^'^'1  S^*^'  §¿.0 

._,    _    O    O  ,s  .  -    w    *-■    ¿ 


3    3 


i5  tP 
"tí  ^" 

2  ° 
i^  2 


o  aJ  Ü 


O. 


o  o  o  o 

o  NO  vO    o 


OOOOOOOOO 
"^OOOOOOOC 
t-»  O^    (S  vo  VO    lO  rOvO 


O    O    O    O 
O    »0  o    O 


O    O    O 
»0  O    O 

>ooo 


o  o 
o  o 


o  o  o  o 
o  o  o  o 


»-   M  \r¡  T}-  f*  co 


<¡j   o 

t:  a 

íii  o  a 

So  "^ 
l-J  ^ 


"I 


a  ó 


o  o 


Ac5 


o  _o  _o 

cti    ctí    cü 
PLiPh 


N 
O  O  « 
^    )-i    c 

^  ^  -G  o  § 


C3 


O 

pm 
«  tí 

s  a 


a^i 
i-i 

<U    o 


Ph 


o 

o 

r, 

CJ 

< 

c 

-o 

nJ 

V, 

O 

^ 

O  o 
o  o 
00  m 


O  o 
o  o 
o  >o 


<5  o 

Cu  fá 

"5  « 

o  3 


:    : 

<a   cu 

Ph(^  ¿ 

O. 

a 
u 


ce  es 

^  as 

rt    c«    o    c« 

UU<¡pq 


o 

na 

c    . 
2  -<' 


o    to    rj    o    C    M   ^ 

—  a  bo  «j  O  <u 


:  T3 


S  S  -^  a  5)  5  o  o    :  rt     :  S 


,'",'"  r"",""  hH   IkH   IcH  IcH  fcH  'T; 


O 


BATALLAS  DE  LA    INDEPENDENCIA 


681 


lo 

1  - 

O 

■<-» 
o 

3 

o 

•2 

c 

c 

>. 
>- 

C 
u 

o 

N 
Ri 

ja 

O 

N 

n 

c 

c 

3 

C 

3 

c 

3 

"    ns 

rt 

a> 

•n  «  'C  a>  «L 

a> 

V       'C  'C  'C  'C 

tó^ 

CU 

Q 

HQHQP 

tó 

ftí      HE-HH 

cS    " 

r3 

o 

o  o  o  o  0 

o 

o       o  o  o  o 

^  ü 

o 

o  o  lo  o  c 

o 

o       o  o  o  o 

S    S 

¡n 

o\ 

10  VO   TT    "^   0> 

>o 

«          O^xn  rOOO 

O  .S 

"rt 

pT 

M      i-T 

U  - 

>-> 

a  w 

o 

o  o  o  o  C 

o 

o          w    o    o    o 

X)  « 

o 

o    o    "1  lO  0 

o 

M       »o  o  o  o 

S  a 

O 

«o 

tOOO    c«    r<j  tO 

M 

M  pono  r>. 

o.« 

k-l 

M 

M 

M 

U  - 

CU 

ó 

Ó 

1 

o 

1 
c 

: 

s 

§ 

s 

•§ 

é 

ai 

er» 

•     M 

i 

n 

en 

yi 

c3 

i- 

' — > 

a  ' 

o 
H 

o 
o 

.2  c 
ü  a- 

-od 

s 

c 
c 

c- 

.2 

>  c 

1^ 

«. 

;^ 

u 

£ 

c 

c 
m 

c 

% 

C 
< 

n 

^           i 

^                p 

1                '^ 

0 

« 

1- 

»r3 

s 

o 

H 

o 
u 

_-  rt 

S  O  c 

—     «^     r- 

rt  s  2 

ti 

M 

1 

fe    ft 

Hh^P:Í< 

fe 

fe 

fL,w¿;^¿; 

N    Ñ     N      i 

] 

: 

; 

O  v  IV    : 

•                        • 

• 

o; 

T3  T3  TJ     : 

•^ 

M 

M 

1^ 

eo 

»S  >3  -3      ■ 

V 

V 

U 

«-r-T-)     1 

a>        o 

73        .^ 

s  a  a  ° 

)-    ^    u.  "C 
0)    Oí    (U  "C 

pqwpq  a 

Oh 

-CS  O  O  a 
Oh  c  -a  «j 

o. 

U      2 

o  o  o 

C 

o 

•— > 

—       c 

o   o   o   c 

«2     co      9>     {. 

"o  'o  'o   " 

c  c  c  ■-:: 

ca   rt    Rj   C 

0                 1 

< 

« 

< 

-V 

3  &p^*^* 

g        (— ,       fe  fi4  fe  c/] 

O       O            d  «« ,  •,  • 

1—,         ^-»                  H->C/2   fe  fe 

S 

: 

an 

1 

en 

O 

K-J 

ó    ! 
1-    • 

d      - 

:      S 

•tJ 

1}    : 

iC      . 

, 

c 

s 

re 
O. 

g 

a? 

'O 

T3      • 
CU      " 

u  : 

a  S 
3  « 

> 

'S    C 

-a 
0-? 

ir 

:5 

2 

2 

£  c 

>-> 

3 

CT 

2 

C3                     T" 

§-a^'^ 

•»-•  c 

c 

3    *-'    rt    C3  »<« 

hJ       c 

CmÜPÍC 

)       ffi 

U 

C          OPLlO 

W3 

< 

a 

co 

:  fó 

:     ^ 

N>4 

^4 

u 

00 

'•      00 

M 

i-^£  ;: 

^         "           M 

«o"           « 

O  ^-Q 

4)        " 

e 

<^í    r-1 

íx 

-a     íí           í> 

^o  a  i 

»    -O     o 

1- 

N             "-■     V  ^ 

o     o           c 
<!    J2           « 

■>       ^  o  -^  x: 

o     o 

)    <     a3 

•     r:     -2 .2  o 

s 

S          S 

>           fe 

< 

i    :<    A^H,^ 

682 


BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


O   «.   " 

«  rt   ra 


Pí 


(3 

Í3 


a  c 
3  3 


•  o     • 

c  2  a 
.2  o. 2 


Ka      l-l      V      U 


H      HHHtóH 


<^4     Wh     Wh     Í-*^ 

a  a  a  c 

.2  .2  .2  .2 
ti  ')-.  'i-I  *c 

HHHH 


.P  iS  cP  .P     NI 


*^-)   Vh   Vh    W-* 

tí  c   c   c 
a    í3    3    3 


i-i    -j    iJ    i-»  "^ 


iM    i-<    >-■    u    V 


es   tn    BJ 

ja  ü  -s; 

a  13  — 


a  fl 


o  o 

o  o 


o  o  o 
o  o  o 

o   f^  rO 


O    O    O    O 

o  o  o  o 


o 
o 


o  o  o  o  o 

o  o  o  o  o 

N    rO  o    rO  o 


O    O    O    O 
O    O    O    O 


3 


O    O    O 

)-•      l-i      Ui 

'<u  'S  *s 

c«   rt   rt     •    }-• 

Mpqpq  2  g 
^S  .S  v2  'S  f^ 

>1  >-l  >-•  l-l  l_J 
ca  m  ct  a> 

S  S  1^  P^  I 

..0}  'ü  -<u  '«u  !:rf) 
oí  en  sn  en  .^ 
O    O    O    O 


o   «   «> 


fx^^>> 


O    O    O    O    O 

o  o  o  o  o 

t^OO    N    1^  o 


o  o  o  o  o 
o  o  o  o  o 

vO    CTiOO  00  00 


(X 


a 
<a 

B 
tí 

Cu 

a 

O 


'C3 


N  : 

V  : 

Tí  : 

'  -3  • 

a^ 

^  ^>  ^>;  PQ  ^ 
"o  "o  "o    o    O 

"S      pqpqpq  o  (Xi 


x¡ 
o 

'O 


O 

tí 


c 
o 

a 

U 


tí   3   3  "o  g 
'O  'O  'O    c  ^ 

.a  a  a  s  í3 


^ü    3 
O  ,»- 


i « 

u  S 

3 
O  a> 

.2 'O 

3  S 


> 


-    O 
3    3 


c3¿  S  S  ^ 


a  ^ 


3 
tJPn 


tio  3    ;>-.  3    aj 
O    O    O    rt 

pqpqUi-1 


t3 
3 

O  ca  .3  a 
^  «  -3  (u 
OOUH 


N    M    N9    N) 

d)  (u  a>  <u 

TJ  T3  tí  TJ 
-3  -3  -3  -3 

a  a  a  a 

ki     M     ti     bi 

v  (u  a>  oj 

„pqpQMpq 

2  o  o  o  o 
^   o   o   o   o 

ra    CQ    OT    co    </) 
Ph  *o  *o  'u  'Ü 

^^  a  c  c  a 

en    cd    cü    ^    CS 

Q     >-•      l-l      II     Vo 

l_,fl<   pLí   pC^   fu 


'¿Mica 

i  «  S  rfU  o 


O 

Vi 
< 


n 

o      TI 

■ 

-1    M    rj  •» 

O    O    O  O 

>-.  t>^  í^  >, 

CQ    CT3    ct3  cd 


BATALLAS   DE   LA   IMDEPENDENCIA 


683 


(C 


o 
55 -p 


<"    cd  ^ 


tó 


ra    ni    " 


(rt    ca    ra 


CU 


cu 

a 

os 

o 


o  ,c  5  ,o  N  ,o  i3  ,o 
cogcSoOc 


3-t3  ais 
„  „  «>  "c  (Lf  "í:!  «>  "n 


o  o  o  o  o  o 
o  00  o  o  o  o 
o    cO  N    fO  o  oo 


o 
o 


oooooooo 

OOOvooOt^O 


N 

c 
o 
Ü 


-.-tí  .y  "S 


3    o    ro    cu  4) 


feS 


O)    c^ 

3 


t3 
'3 

s 

eq 


ftí 


T3 
-3    ir; 


^    rt 


V 
U 

ro    3 
«l^  vS    "    S    4^ 

.«»  2  c  o  ca 
es  o   g  c  ca  c 
tó  c«  C=^  <!  Ccí  <¡ 


3 

cr 

^3 


unfo. 
unfo. 
unfo. 
unfo. 

a 

3 

k-     :^     w     (i 

.2  M    :     -3 

—  "Jí    ro    N    o 
3    C^^l 

.-  .5  :=  o  a 
^^  ^.2  « 


V 


3vrt 


4J     (L> 
-Cfl  -rt        .  ^^       . 

.2  .2  5  -S  .2 

2  2  O  I — >  o 

3  c  PQ   o  c 
<<!   3  c<¡ 

<U  -ü  '2    o  .(U 

t«  "/j  n  3  <» 

o  o  •-  j:  o 

I — )l — >!/>  **<  I — > 


o  o  o  o  o       o 

vo  lO  o    o  NO  o 

ci    M    ro  o  O» 


O    O    O     D    O  O 

0\  O    O    O    O  » 

iH    iH   r^  r^vO  o 


Ü 

•o 

a 

o 


o 

"S 


O  a 


3 
(X, 

"O  — 


«O 
o 


o 

o 


c  c 

3    3 


V5  o^UvO 

SU 

■"  *-»  <u  ja 

w     VJ      ^      OC     W3   •—    V? 

-  -3  .ií    O    O    -^  =■ 

«-f    —      Ki^    K#^    til 


«    fv|    ^ 

o    o    ^    oc    W3  •  — 

.2  O  O     " 


3    3    3 


bO  bo 


u 


<<:c;20 


-o 
o 

a3 


00 


-  -^ 


—  o 


5  o 

o  ^  j3  ^  ^-:i  « 


684 


BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


tf> 


'O  o  '^ 

ctJ  •— ' 


M     C«     M 

3  o,& 


« 


rt  "   «s 


«  «=  ^ 

53  53  « 
.^  ._i  ■xJ 
>-■>-■    r! 


-Si 

V      k>  l-i      V       M       Ui       V-4 

Pí  H      H  Cíí  H  Eh  H 


,2  I  <2  ^'  .2 
a  2  c  a  a 


000 
000 
<M  o  o 


o  o 
o  o 


00000 
00000 
O    O    m  O    O 


O 

o 


O 

O 
00 


l-l     ti  tí     M     N     «     M 


O 

o 


rt  «  ca 


Cu 


B 
a 
o. 

a 

O 


000 
000 


o  o 
o  o 
t^  o 


00000 
too  o  o  o 
00  <^  o  00  r-^ 


o 

o 


•-3.ii'a 


a 

c 

< 

U 

'O 

a 

0 

C 

;  o 

s 

o 
H 


1     : 

c     : 

S   i 

■  <»    : 

-rt     : 

.  tt 

S   : 

;   1- 

0     : 

>    K 

• 

:C 

S   i 

I— ,2CA) 


•^    r;    (11    ^    , . 


C    co  «rí 


52   « 


fTí     mix^ 


v)   '!>    tñ   Vi 

«;    <U    V    O) 

>    >    >    > 
O    O    O    O 

pq  Wpqpq 
o  o  o  o 

4->     W-l     -4->     4-* 

*c  *c  'S  'c 
<u  <u  <u  o 
uCQpqCQfP 

rt  -O  »iU  v(U  ..D 

I-I    </]    M    </}    eo 

0000 


a 

v¡ 

C4 

"Zi 

a 

a 

ca 

0 

en 

H 

5   ni 


PCH 


•    4) 

:    : 

:  1-  N! 

:  0  <o 

:  <u 

)    3  ^«!    1, 

:-.tJ 

;  c/3  P-t  £ 

JP^ 

U2  -a 
3    . 

o  I — : 
^    O 

,2  o 
'-'  "tí 

0<5 


.2  3 
d  3 
o  o 

^^ 

o 

o  ^ 


^.2 
—  c 
o  o 

«  c 

CTi  I — . 


0^  a>  (U  t> 
k^  v^  ii  ti 
0000 
3    3    3    3 

tfiínxnin 

O)    «    O)    ttJ 

tJ  T3  "O  'O 


C    C    3    fl 
0000 

cace 

<í  <¡  <£{  <J 


c 
o 

a 

>-l 


c 

ll 


73 


S)^W.3^ 
(X,Ph>Q 


c      •::;  -r 


3 


c  c 

C3    ca    cd    ai 


3 

a 

3   o 


S 


O 
O 


íi3 

(O 
T3 


3    <1> 


t^ 


Oh 

'O 


ca  :3 


O  2 


ca 

P4 


-O 


ca  ca 


^  a 

3 


0) 

'O 
O 


vO  rl-  O 

O  O    O    O 

t^  tN  !>^•3 

ca  ca  ca   O 


<o  o 
o 


o 
bC 


k.    V    V    V 

f-,      K      >-l      >-l 

gasa 

.z:  a>  (U  <u 
o  !S  ."2  .2 


o 
ca 


BATALLAS   DE  LA   INDEPENDENCIA 


685 


o           w      ; 

'5  O  5   1 

•                O      • 

...         o      • 

•  o     • 

• 

o                N    o 

O   O   O         N   o 

O    N    O 

.0 

ulta 
ral 

trio 

.3           ".2 

a  c  c       2  (3 
.2  .2  .2      "5 .2 

c  2  c 
3-53 

<iS 

a 

^3 

"S                  9i  *C 

*n  *c  'C     4)  'c 

*n  0)  'C 

ii 

H          P^H 

HHH      tóH 

HfiíH 

H 

mba- 

ntes 

listas 

o           o  o 

o  o  o       o  o 

000 

0 

o           o  o 

o    o    o          o    rO 

000 

0 

fO              OOlO         Tl-í^iO        »oo 

M    fO  rO                M 

o   «   «J    1 

)-l 

l-<     ti      M               M 

-<    w    C>                P^ 

O-  2 

0  0 

1 
0 

omba- 
ientes 
triotas 

o           o  o 

O  O   O        o   o 

0 

o           o  o 

o  o  o       o  o 

000 

0 

*o          t^  q 

■^  q  o       c>i  lo 

o\  0  0            0  i 

ci 

M      M      M 

no" 

M 

5j-  rt 

:       o 

•       •               •       • 

1      ^ 

O 

O  o       o    : 

bO        : 

bO  bo       bO  rt 

O) 

;         O) 

:      ^    • 

c 

G  c       c  -a 

w      ¡ 

2 

,  a 

1 

o    o           o    ctí 

-0)      ¡ 

_M 

2       i 

H 

O    —    —              —      M 

Q 

-O    : 

*— 1 

C           r°       . 

3 

»-i    a    3         3   cJ 

cc    ^    C^ 

-"-* 

Ctf 

a>      H 

bO        O   bo  bo        boO 

c  §  - 

rt  a  « 

-0  >o  -0 

T3 

2 

en 

o        o 
^        2  <y 

< 
G 

•-Ice       a>3 

0 

Pí 

04* 

en    )_•    en 

OÍ 

►Ü       PXH        < 

<-<  <        <C/3 

0    O    0 

0 
■»              1— í 

•    : 

V   u 

"1 

N 

^  W( 

m 

s    z 

<U 

u   0 

rt 

c  c 

-0} 

3    3 

C 

.2 

^ 

'O  'O         ca*  Ph 

V. 

c/3  c/: 

-0 

m 

rt    ctl        ,^    ^ 

eo   4}   aj 

C8 

-*-• 

n        cQ        ^ 

^mtn       o  .i¿ 

^  TD  t: 

C/3 

O. 

^       ^       ^ 
1       1       « 

III  H 

o  «  ^            o 

"o  1— ^h— 

"ü 

en 

M  0  c 

^       s 

PM       Ph        C2 
-ü       ^<u       'g 

OÍ           «o            fc 

o       o      .S 
1 — >     1 — >     c/a 

a  c  'S          -^ 
'O  0  0          £ 

co  -<  <3          pq 

O 

•  2  — 

i 

:    1 

:  >-• 
:  rt 

a 

i- 

O 

O    3    rt         .c 
•^  '^  -2         'O 

H-1 

P- 

^  8  «^ 

O  W         PU 

c 

!    0 

:.^  c 
:  3  ^ 

re   F 
►-   <^ 
0   > 

c 

;     ^ 

!          \^ 

[/I 

¡    !         :     : 

< 
K 
u 

H 

«o    •  : 

00       :    : 

:  1      \¿ 

00 

K 

(. 

■>  c 

<L 

:    vo 
:     ^^^ 

^   00 

)     " 

MESES  T 

á    .2.2          c 

«tí      c   c3            u: 

«     O  s  £     a 

.2      S-¿2     •> 

5      S,.2.i: 

0       0 

r 

t— 

->H^ 

< 

wO 

z 

< 

fí 

c 

fx. 

I 
I 


é86  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


inFORmES 


EDIFICIO    D«    SANTO    DOMINGO 

Señores  académicos:  correspondiendo  a  la  designación  que 
habéis  hecho  en  nosotros  para  dar  un  concepto  sobre  el  valor  his- 
tórico y  artístico  del  edificio  que  por  tres  siglos  fue  residencia  de 
la  Orden  dominicana  en  esta  capital,  nos  es  grato  y  honroso  expo- 
neros que  él  tiene  doble  importancia  para  nuestra  historia,  si  le 
consideramos  sucesivemente  con  respecto  a  la  Colonia  y  a  los  más 
gloriosos  días  de  la  época  republicana.  El  origen  de  su  construc- 
ción se  debió  a  la  munificencia  de  ilustres  conquistadores,  uno  de 
ellos  el  capitán  Penagos,  sepultado  en  el  recinto  del  templo.  Su 
biblioteca,  primera  que  hubo  en  la  ciudad,  se  formó  con  la  cuan- 
tiosa librería  que  donóQuesada;  sus  celdas  presenciáronlas  vigilias 
del  lingüista  Lugo  y  del  historiador  Zamora;  las  aulas  de  su  tramo 
suroeste,  concluido  en  1639,  albergaron  nuestra  incipiente  cultura 
intelectual,  y  en  sus  corredores  resonaron  los  pasos  de  Alejandro 
de  Humbolt,  que  un  día  se  acercó  a  visitarle. 

Cuando  alboreó  la  independencia,  los  muros  de  la  sala  capi- 
tular oyeron  las  voces  tribunicias  de  Camilo  Torres  y  Frutos  Joa- 
quín Gutiérrez,  en  competencia  con  la  no  menos  elocuente  de 
Margallo.  Si  aquellos  acentos  no  distrajeron  de  sus  estudios  mate- 
máticos al  insigne  padre  Mora,  tuvieron  eco  en  el  alma  enardecida 
de  un  fray  Ignacio  Marino.  Más  tarde  fue  el  salón  máximo  del 
colegio  de  Santo  Tomás  donde  se  instalaron  los  primeros  congre- 
sos de  la  Gran  Colombia  desde  1823. 

La  mansión  así  consagrada  por  el  recuerdo  de  los  fundadores 
de  Bogotá,  por  la  ciencüi  monástica  que  iluminaba  el  sol  de  Aqui- 
no,  y  por  la  gloria  cívica  o  guerrera  de  algunos  proceres  de  nues- 
tros días  heroicos,  también  ofrece  interés  para  el  arte  en  su  claus- 
tro principal,  edificado  hacia  la  segunda  mitad  del  siglo  xvi  y  no 
acabado  sino  después  de  treinta  años.  La  arquitectura  correspon- 
de, por  tanto,  al  pleno  desarrollo  del  estilo  colonial,  que  allí  mani- 
fiesta la  habilidad  de  los  constructores  en  las  cintradas  arquerías, 
y  que  ostentando  columnas  apareadas  en  el  segundo  piso,  presenta 
un  aspecto  notable  de  gracia,  ligereza  y  esbeltez.  El  mérito  arqui- 
tectónico de  ese  claustro  mayor  resulta  especialmente  de  la  justeza 
de  proporciones  de!  conjunto,  realizada  en  la  sencillez  del  orden 
toscano  sin  más  decoración  que  los  astrágalos  de  ¡os  fustes,  y  un 
discreto  motivo  ornamental  entre  las  junturas  de  los  arcos.  Desde 
este  punto  de  vista  queremos  llamar  particularmente  la  atención 
hacia  la  arquería  occidental,  que  exhibe  más  pureza  de  lineas  que 
la  dsl  costado  sur,  la  cual  sufrió  deterioros  con  los  incendios  de 
1743»  1761,  1785  y  1827.  Con  excepción  de  esa  parte,  la  finura 
predominante  de  líneas  que  decimos,  casi  produce  la  ilusión  de  ar- 


INFORMES  687 


eos  peraltados,  y  a  veces  aun  sugiere  tenuemente  remembranzas 
moriscas  de  arcos  de  herradura.  Nada  de  esto  ha  escapado  a  la 
mirada  inteligente  de  muchos  extranjeros,  en  particular  norteame- 
ricanos, que  han  hecho  reproducir  en  su  país  variaa  vistas  de  la 
edificación  en  referencia.  Ni  menos  digno  de  atención  es  el  arteso- 
nado  de  la  que  fue  sala  del  capítulo,  hoy  subdividida  en  oficinas 
de  reconocimiento  y  de  paquetes  postales  para  el  exterior. 

Por  todas  las  razones  aducidas  conceptuamos  que  este  lado 
del  antiguo  convento  aventaja  a  muchas  otras  de  nuestras  cons- 
trucciones coloniales,  y  en  consecuencia  debe  preservársele  de  la 
demolición  total  que  se  proyecta.  No  diríamos  lo  mismo  del  claus- 
tro noroeste,  que  bien  puede  ser  destruido  para  levantar  en  lugar 
suyo,  por  ejemplo,  la  bolsa  de  la  capital,  aprovechando  la  cercanía 
de  los  bancos. 

El  docto  Amstrong,  autor  de  El  Arte  en  la  Gran  Bretaña  e 
Irlanda,  establece  una  regla  que  fija  con  precisión  el  criterio  que 
debe  universalmente  adoptarse  para  la  conservación  de  los  edificios 
públicos.  Dice  que  «si  un  monumento  arquitectónico  es  célebre  por 
cualidades  que  no  pueden  restaurarse  (como  son  los  recuerdos  his- 
tóricos), hay  que  dejarlo  intacto.  Pero  si  su  celebridad  viene  de  la 
belleza  de  su  estructura,  o  del  papel  que  desempeña  en  un  con- 
junto (como  el  campanario  de  Venecia),  se  impone  la  mejor  res- 
tauración.» 

Probado  como  está  que  nuestro  edificio  en  cuestión  reúne  al 
valor  histórico  el  artístico  en  su  claustro  principal,  hemos  de  ate- 
nemos al  principio  citado,  que  en  Inglaterra  es  la  norma  seguida 
por  la  Insp^etioví  o/  Ande í  Monutnents ,  y  en  Francia  por  el  Comiti 
des  Arts  et  Monuments.  Y  siendo  esta  Academia  la  llamada  con 
mejor  título  a  imitar  entre  nosotros  el  ejemplo  de  las  dos  corpora- 
ciones dichas,  nos  creemos  en  el  caso    de  proponeros  lo  siguiente: 

Encarecer  al  Gobierno  la  necesidad  de  conservar  al  menos  el 
mencionado  claustro  de  Santo  Domingo,  lo  cual  no  impide  que 
consultando  las  exigencias  del  tráfico  urbano  sean  demolidos  para 
restaurarlos  a  conveniente  distancia,  los  muros  que  dan  a  la  calle, 
particularmente  el  contiguo  a  la  real,  cuyo  presente  estado  com- 
promete la  estabilidad  del  edificio.  Y  ello  no  obsta  tampoco  para 
que  se  reconstruyan  holgadamente  y  de  acuerdo  con  la  higiene  las 
oficinas  de  los  costados  norte  y  oriental,  dejando  a  salvo  las  arque- 
rías, para  que  del  todo  no  se  pierda  el  carácter  tradicional  de  la 
construcción. 

La  Academia  debe  recomendar  la  conveniencia  de  que  se 
abran  amplias  comunicaciones  con  la  vía  pública. 

Bogotá,  i6  de  marzo  de  1925. 

Vuestra  Comisión. /«a/í  C.  García,  presbítero.  Ricarda  Mo- 
ros Urbina.  Enrique  Otero  U  Costa 


688  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 

II 

CANDIDATURA    DEL   SEÑOR   C.    BERNAL 

Señor  Presidente  de  la  Academia  Nacioaal  de  Historia. 

En  cumplimiento  de  la  comisión  que  nos  fue  encomendada 
por  la  honorable  academia,  para  informar  acerca  de  los  méritos  y 
condiciones  del  señor  doctor  don  Cristóbal  Bernal,  aceptado  como 
candidato  para  miembro  correspondiente  de  esta  corporación, 
tenemos  el  honor  de  llenar  las  formalidades  reglamentarias,  sobre 
el  particular,  en  la  siguiente  forma: 

El  señor  doctor  Bernal,  persona  bien  conocida  por  las  magní- 
ficas prendas  que  lo  distinguen  en  nuestra  sociedad,  no  se  ha  redu- 
cido al  solo  ejercicio  de  la  ingeniería,  en  la  cual  ha  conquistado 
justos  y  merecidos  lauros,  sino  que  se  ha  propuesto  emplear  tam- 
bién sus  sólidos  conocimientos  profesionales  en  beneficio  de  la 
historia  patria,  con  estudios  que  lo  honran  por  la  importancia  de 
los  temas  que  ha  escogido  y  la  manera  erudita  y  científica  como 
los  ha  tratado. 

Entre  ios  varios  escritos  de  esta  clase,  que  han  salido  de  la 
pluma  del  señor  doctor  Berna!,  mencionamos  los  que  a  contirua- 
ción  se  expresan,  brevemente,  para  no  extendernos  demasiado: 

Don  Luis  José  Fonseca,  ingeniero  civil.  Datos  biográficos. 
(Anales  de  Ingeniería,  volumen  xxvi,  página  8).  Ingenieros  gra- 
duados en  la  Facultad  de  Bogotá,  de  la  Universidad  Nacional, 
desde  1870  hasta  1917.  (Anales  de  Ingeniería,  volumen  xxvi, 
página  36).  Alfarjes  Santafereños.  En  colaboración  con  el 
ingeniero  señor  doctor  don  Darío  Rozo,  estudio  artístico  histórico 
sobre  los  principales  techos  de  los  edificios  coloniales  bogotanos; 
rectificación  a  un  escrito  del  señor  T.  Castillo,  de  Lima.  (Id.,  vo- 
lumen XXVI,  página  98,  y  en  folleto).  DeJArquitectura.  Apuntes 
sobre  nuestra  arquitectura  nacional.  (Id.,  volumen  xxvi,  página 
195).  Notas  históricas  arquitectónicas  al  trabajo  que  sobre  la  Ca- 
tedral de  Bogotá  dejó  escrito  el  ingeniero  don  José  M.  Pizano. 
(Id.,  volumen  xxvi,  páginas  166  y  321).  La  Capilla  del  Rosario  en 
Tunja.  Estudio  histórico  arquitectónico  sobre  dicha  alhaja  colo- 
nial. (Santafé  y  Bogotá,  volumen  11,  página  85),  Templos  y  pa- 
lacios bogotanos.  Recortes  y  reglosas.  Polémica  sobre  asuntos 
arquitectónicos  un  tanto  relacionados  con  la  historia  de  nuestros 
edificios,  con  el  presbítero  doctor  don  Juan  C.  García.  (Id.,  volu» 
men  iii,  páginas  1 14  y  248).  Iglesia  de  San  José  o  la  Capuchina 
de  Bogotá.  Estudio  artístico  histórico  (Id.,  volumen  iv,  página  22). 
Bibliografía.  Análisis  del  estudio  del  ingeniero  señor  don  Alfredo 
Ortega,  Arquitectura  de  Bogotá.  Don  José  M.  Pizano  Obregón. 
Apuntes  biográficos.  (Anales,  volumen  xxi,  página  290).  El  inge- 
niero señor  don  Enrique  Morales  R.  Biografía  de  este  distinguido 
ingeniero.  (Id.,  volumen  XXVIII,  página  274).  El  arte  arquitectóni- 
co español  en  el  Nuevo  Reino  de  Granada.  Estudio  histórico  artís- 
tico. (Raza  Española  de  Madrid.  Año  vi.  Números  67  y  68 
página  74). 


INFORMES  689 


Por  lo  expuesto  se  verá  que  ¡os  trabajos  científicos  del  señor 
doctor  Bernal,  que  hemos  enumerado,  revisten  especial  importan- 
cia para  la  historia  patria,  y  lo  hacen  merecedor  a  la  distinción  de 
pertenecer  a  esta  academia,  en  la  cual  será  de  incalculable  valor 
su  eficaz  colaboración. 

En  consecuencia,  tenemos  el  honor  de  someter  a  la  aproba- 
ción de  la  AcaderaiS'^el  siguiente  proyecto  de  resolución: 

Nómbrase  miembro  correspondiente  de  esta  corporación  al 
señor  doctor  don  Cristóbal  Bercal. 

Bogotá,  marzo  2¿  de  1925,  vuestra  comisión. 

Bernardo  Caicedo — Luis  Augusto  Cuervo 


biografía  del  general  j.  peña 
Señor  Piesidcnte  de  la  Academia  Nacional  de  Historia: 

Tengo  el  honor  de  rendir  a  la  distinguida  corporación  que  tan 
dignamente  usted  preside,  e!  informe  que  se  me  encomendó  sobre 
el  trabajo  histórico  de  que  es  autor  el  señor  S.  Erminy  Arismendi, 
que  lleva  por  título:  Por  las  g/orias  de  Colombia.  JBiografía  del 
general  Joaquín  Peña. 

Con  este  hermoso  estudio  biográfico  sobre  tan  meritorio  hijo 
del  legendario  Cauca,  señor  general  Peña,  ha  querido  el  notable 
escritor  venezolano,  señor  Erminy  Arismendi,  no  sólo  asociarse  a 
los  festejos  centenarios  de  la  batalla  de  Ayacucho,  sino  también 
significar  a  nuestra  patria  colombiana,  que  tanta  gloria  cosechó  en 
aquella  memorable  acción,  el  sentimiento  de  su  simpatía  y  el  ho- 
menaje de  respeto  «por  ser  este  ilustre  suelo,  como  muy  bien  lo 
dice,  cuna  de  héroes,  sepulcro  de  las  tiranías  y  atalaya  de  los  de< 
rechos  ciudadanos.» 

En  estilo  correcto  y  ameno  nos  traza,  el  escritor  venezolano,  la 
meritoria  carrera  militar  del  procer  Peña,  y  nos  muestra  como, 
desde  el  humilde  puesto  de  aspirante,  a  golpes  de  audacia  y  de 
valor,  fue  ascendiendo,  por  rigurosa  escala,  hasta  obtener  el  grado 
de  general  en  jefe,  y  a  lucir  sobre  su  pecho  de  valiente  las  jneda- 
ilas  de  «Libertador  de  Quito  y  de  Vencedor  en  Pichincha,  el  es- 
cudo de  Junín  y  el  busto  del  Libertador,  la  medalla  y  el  escudo 
de  Ayacucho,»  y  el  envidiable  dictado  de  «Benemérito  de  la  patria 
en  grado  heroico  y  eminente.»  La  rigurosa  documentación  que 
acompaña  y  que  sostiene  a  este  trabajo  biográfico,  acreditan  al 
neflor  Erminy  Arismedi  como  a  un  consciente  investigador,  deseo- 
so siempre  de  descubrir  y  de  confirmar  plenamente  la  verdad  histó- 

XIV— -44 


690  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 

rica,  y  así,  ha  visto  con  placer  el  autor  del  presente  informe,  que 
Ips  documentos  que  trae  el  historiógrafo  venezolano  concuerdan 
con  los  que  en  el  número  io6  inserta  en  las  páginas  174,  175,  176, 
177,  1787  179,  nuestro  distinguido  colega  el  señor  coronel  don 
Carlos  Cortés  Vargas,  en  el  volumen  iii  de  su  patriótica  y  magistral 
obra  Participición  de  Coljm'ia  en  Ict  Ibertad  del  Perú,  docu- 
mentos que  copió  de  sus  originales  el  coronel  Cortés  Vargas,  en  e! 
tomo  361,  de  la  sección  Secretaria  de  Guerra  y  Marina,  en  nuestro 
Archivo  Nacional,  y  que  indudablemente  sirvieron  al  procer  Peña 
para  formar  la  lujosa  hoja  de  servicios  que,  original,  conserva  con 
veneración  y  con  respeto  la  señorita  Francisca  Peña  Codallo,  úni- 
ca hija  que  vive  aún  de  tan  insigne  patriota  colombiano. 

En  atención  a  lo  notable  de!  trabajo  del  señor  Erminy  Aris- 
raendi,  vuestra  comisión  os  propone: 

La  Academia  Nacional  de  Historia,  al  agradecer  al  distingui- 
do historiógrafo  venezolano  señor  S.  Erminy  Arismendi,  el  valioso 
obsequio  que  le  ha  hecho,  con  ocasión  del  centenario  de  la  inmor- 
tal jornada  de  Ayacucho,  del  estudio  titulado  \Por  las  glorias  de 
Colombia.  Bicgrofia  dsl  general  Jo xquin  Peña,  le  envía  su  calu- 
rosa voz  de  aplauso,  y  ordena  la  publicación  de  tan  notable  traba- 
jo en  el  Boletn  de  Historia  y  Antigüedades. 

Copia  de  esta  proposición,  con  nota  de  estilo,  será  enviada  a! 
señor  S.  Erminy  Arismendi  a  la  ciudad  de  Carüpano,  en  la  vecina 
República  de  Venezuela. 

Bogotá,  30  de  marzo  de  1.925. 

Vuestra  comisión,  B.  Matos  Hurtado 


una  RECciFicflcion  GenEñhOGicfl 

{Para  don  José  María  Restrepo  Sáenz  y  don  Raimundo  Rivas). 

Ojeando  un  interesantísimo  libro  de  familia,  que  bondadosa- 
mente me  franqueó  su  dueño,  el  venerable  arcediano  doctor  Fran- 
cisco Javier  Zaldúa,  tópeme  con  un  viejo  documento,  que  a  la  letra 
dice: 

«Habiendo  yo,  don  Manuel  Sáenz  del  Pontón  leído  parte 
del  nobiliario  del  secretario  de  cámara  don  Juan  Flórez  de  Ocáriz, 
observé  en  la  foja  número  418,  que  saqué  del  libro,  que  es  la  ad- 
junta a  ésta,  en  la  que  dice  que  doña  María  Félix  de  Carvajal, 
casó  dos  veces;  la  primera  con  Pedro  de  Bernaola,  natural  del 
señorío  de  Vizcaya;  tuvieron  por  hijo  al  Mr.  Carlos  de  Bernao- 
la; !a  segunda  vez,  con  Juan  Bautista  de  Larrazábal,  que  sin  tener 
hijos  murió  en  la  ciudad  de  Cartagena  de  Indias,  de  cuyos  dos 
matrimonios,  el  cronista  habla  del  primero  con  mucha  verdad, 
pero  del  segundo,  o  sea  por  pasión  o  sea  por  equivocación, 
falta  a  lo  que  debe  a  la  ley  de  legal  genealogista;  cerciorarse  pri- 
mero de  lo  que  relaciona  en  su  historia,  antes  de  dar  a  la  impren- 


XTSA   RECTIFICACIÓN  GENEALÓGICA  691 


ta  para  que  corra  en  ella  (sin  perjuicio  de  partes)  lo  cierto;  pues 
de  no  serlo,  una  vez  que  indebidamente  se  divu'ga  lo  que  se  refie- 
re en  la  historia,  se  pone  en  opiniones  lo  que  no  se  pusiera  si  se 
refiriera  lo  que  consta  por  instrumentos  auténticos. 

«El  caso  es  que  doña  María  Félix  de  Carvajal  casó  de  segundo 
matrimonio  con  Juan  Bautista  de  Larrazábal,  y  tuvieron  por  hijos  a 
doña  Bernabela,  doña  María  Hermenegilda,  doña  Juana,  donjuán 
Bautista  y  doña  Isabel,  cuyas  fees  de  bautirimo  son  las  que  cons- 
tan de  la  certificación  adjunta  del  doctor  Carlos  de  Sorza,  y  asi- 
mismo por  cabeza  de  dicha  certificación,  está  la  fe  de  casamiento 
de  dicho  Juan  Bautista  de  Larrazábal  con  dicha  doña  María  Félix 
de  Carvajal;  con  que  se  ve  comprobado  que  tuvieron  cinco  hijos, 
y  dice  el  dicho  cronista  que  el  dicho  Juan  Bautista  de  Larrazábal 
murió  sin  tener  hijos,  en  lo  que  falta  a  lo  cierto,  con  que  se  sigue 
no  deberse  estar  con  perfecta  seguridad  a  cuanto  relata  en  su  his- 
toria geneológica,  por  lo  que  debe  estar  sujeto  a  las  penas  que  los 
reyes  tienen  impuestas  a  los  que  se  introducen  a  ser  cronistas  sin 
aquellas  prevenciones  justificadas  de  que  deben  usar,  que  son 
requerir  los  archivos,  así  eclesiásticos  como  seculares,  por  los  que 
se  aclaran  las  seg^uras  noticias,  porque  de  otra  suerte  es  hablar  con 
ligereza,  en  materia  donde  depende  la  buena  o  mala  opinión  de 
las  familias,  como  en  la  de  mi  mujer,  doña  Catalina  Angela  de  Ba- 
rasorda  Larrazábal,  quien  es  hija  de  doña  Josefa  Bernabela  de 
Larrazábal;  ésta  hija  de  donjuán  Bautista  de  Larrazábal,  motivo 
por  que  he  solicitado  aclarar  este  error  e  imponerme  en  lo  que  es 
verdad,  que  a  no  serlo,  fuera  para  mí  de  notable  obstáculo  en  la 
honrosidad  que  he  heredado  de  mis  progenitores  de  ambas  líneas, 
como  lo  tengo  manifestado  en  esta  Real  Audiencia  y  Cabildo  de 
esta  ciudad  en  ambos  Tribunales,  apoyado  en  la  posesión  de  inme 
morial  tiempo  que  mis  pasados  y  yo  hemos  gozado,  es  lo  que  se 
ofrece  decir  para  la  satisfacción  de  cuanto  llevo  expresado. 

«Santafé,  enero  20  de  724  años.  «Don  Manuel  Francisco  Sdcnu 
del  Pontón^ 

Duras  frases  tiene  el  anterior  documento  contra  el  notable 
genealogista  FIórez  de  Ocáriz,  pero  el  sensato  leyente  verá  que 
ellas  son  el  fruto  de  un  sentimiento  personal. 

Allí  en  el  libro  de  familia  se  hallan  la  hpja  del  nobiliario  de 
Ocáriz  y  las  certificaciones  de  matrimonios  y  bautismos;  éstas 
dicen  que  el  matrimonio  de  doña  María  Félix  de  Carvajal  con  don 
Juan  Bautista  de  Larrazábal  se  verificó  el  14  de  agosto  de  1645, 
y  que  doña  María  Bernabela  fue  bautizada  el  19  de  junio  de  1646. 
Esta  casó  el  4  de  agosto  de  1666  con  el  capitán  don  Domingo  de 
Barasorda  y  Oinquina.  y  tuvieron  por  hijos  al  doctor  don  Nicolás 
de  Barasorda  y  Larrazábal,  bautizado  el  ii  de  diciembre  de  1668, 
colegial  de  San  Bartolomé,  en  1."  de  octubre  de  1701,  varias 
veces  gobernador  y  vicario  del  arzobispado  cantor  de  panegíri- 
cos gongóricos  de  extensos   títulos,»    muerto  a  los   sesenta  y  cinco 


692  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


de  edad,  el  14.  de  diciembre  de  1753  (i);  y  a  doña  Maña  Catalina, 
bautizada  el  18  de  febrero  de  1679,  quien  se  desposó  con  el  capitán 
don  Manuel  Francisco  Sáenz  de  Pontón  el  17  de  abril  de  1701. 

El  esposo  de  dofla  Catalina  era,  como  se  nota  por  el  docu- 
mento copiado  y  puede  verse  por  los  curiosos  apuntes  acerca  de  su 
familia  e  hidalguía,  celoso  en  extremo  de  su  buen  nombre  y  ejecu- 
torias; era  natural  de  Jerez  de  la  Frontera,  y  en  la  iglesia  de  San 
I\-iguel  de  dicho  lugar  fue  bautizado  el  18  de  septiembre  de  1659, 
hijo  de  don  Juan  Sáenz  del  Pontón,  bautizado  en  la  catedral  de 
Cádiz  el  24  de  junio  de  1622,  y  de  cioña  Beatriz  del  Castillo  y  Jua- 
nes, bautizada  en  la  parroquia  de  San  Miguel  de  Jerez  el  5  de  sep- 
tiembre de  1622. 

Entre  los  numerosos  apuntes  de  don  Manuel  se  encuentra  la 
«Memoria  de  los  Instrumentos  Jurídicos  con  que  me  hallo,  que 
comprueban  mi  genealogía  y  nobleza  por  autos  positivos,  como  son 
iees  de  bautismo,  ejecutoria  de  los  Pontones,  y  otros  que  irán  ex- 
presados en  lo  adelante,»  que  habla  muy  claramente  de  la  nobleza 
y  servicios  de  su  familia,  tanto  por  la  línea  paterna  como  por  la 
materna.  Su  abuelo,  don  Juan  Sáenz  del  Pontón,  bautizado  en  la 
villa  de  Santander  el  12  de  junio  de  1581,  fue  pagador  general  de 
la  Armada  Real  en  el  océano,  título  que  le  fue  expedido  el  9  de 
marzo  de  1637;  su  padre  prestó  grandes  servicios  en  la  Armada 
Jíaval,  y  don  Manuel  Francisco  íue  nombrado  el  3  de  febrero  de 
1695,  por  los  caballeros  hijodalgos  de  la  villa  de  Galizano,  de 
de  donde  eran  originarios  los  Pontón,  su  procurador  para  el  si- 
guiente año  de  1696;  sirvió  en  plaza  de  soldado,  en  el  presidio  de 
Cádiz  sesenta  y  cuatro  meses  y  tres  días,  coatados  desde  el  29  de 
abril  de  1694,  y  pasado  a  las  Indias  se  residenció  en  Santaíé,  de  la 
que  fue  procurador  en  1724. 

Religioso  en  alto  grado,  como  todos  los  españoles  de  su  tiem- 
po, fue  de  los  hermanos  más  distinguidos  de  la  Escuela  de  Cristo, 
a  la  que  ingresó  en  1710  y  de  la  que  fue  su  procurador  desde  17 17 
hasta  1741,  como  lo  dicen  las  actas  de  tan  antigua  institución  que 
contó  en  su  seno  a  Frutos  Joaquín  Gutiérrez,  Camilo  González 
Manrique,  José  Sanz  de  Santamaría,  Nicolás  M.  Tanco,  Pedro 
Groot,  y  de  la  que  fue  secretario  en  dos  largos  períodos  el  pican- 
tísimo poeta  realista  don  Francisco  Javier  Caro,  lo  que  hace  que 
dichas  actas  sean  primoroso  modelo  de  caligrafía. 

De  su  matrimonio  con  doña  Catalina  Angela  de  Barasorda 
tuvo  entie  otros  (2)  a  doña  Mariana  Rosalía,  nacida  el  8  de  sep- 
tiembre  de    1709,  quien    casó   el  21    de   diciembre   de  1723    con 

(1)  La  Patria  Boba,  página  38.  Por  tratarse  de  familias  santa- 
íereñas  omitimos  el  nombre  de  la  metrópoli  al  indicar  los  bautismos 
y  matrimonios. 

(2)  Además  tuvieron  a  Juan,  nacido  el  26  de  agosto  de  1702;  Do~ 
mingo,  el  24  de  noviembre  de  1703;  María  Josefa,  el  26  de  noviembre 
de  1704;  Silvestre  Manuel,  el  31  de  diciembre  de  1705;  Diego,  el  24 
de  julio  de  1708,  y  José  y  Carlos,  el  27  de  febrero  de  1711. 

Doña  Josefa  murió  niña  y  sus  hermanos,  alumnos  de  San  Bar- 
tolomé, siguieron  la  carrera  eclesiástica. 


UNA   RECTIFICACIÓN   GENEALÓGICA  693 


don  Francisco  García  Hurtado  de  Águila,  alcalde  ordinario  de 
Popayán,  los  que  fueron  padres  de  doña  Luisa  Francisca,  bautiza- 
da el  14  de  octubre  de  1724,  quien  casó  en  1740  con  don  Pedro  de 
Galavjs,  natural  de  la  villa  de  Roblediilo  en  Espafla,  capitán  de 
infantería  de  los  reaies  ejércitos;  corregidor  de  Zipaquirá  en 
1753,  y  alcalde  ordinario  de  Santafé  en  1743.  De  este  matrimonio 
nacieron,  entre  otros,  don  Eustaqu;.).  doña  María  Luz,  doña  José- 
fa  Juana  y  doña  Ignacia. 

i)  Don  Eustaquio,  M?.teo,  José  Miguel,  Ignacio  Nicolás,  bau- 
tizado de  siete  días,  el  26  de  septiembre  de  1745.  personaje  distin- 
guidísimo  de  la   coionia:  colegial   del  real  mayor  y  seminario  de 
San  Bartolomé,    adonde  ingresó    el  1 1  de  noviembre  de  1757,    ba- 
chiller y  maestro  en  filosofía,  doctcr    en  sagrada   teología  en  San 
Bartolomé  y  en    la  universidad    tonástica,    bachiller  en  sagrados 
cánones  y  doctor   en   leyes  de  esta    universidad  y  alli  mismo,  pri- 
mer pasante  de  filosofía,  catedrático  de  ésta   e    institutor;  y   en 
San  Bartolomé,    superior  pasante,    por  nombramiento    dei  venera- 
ble   déan   y    cabildo,    catedrático    de   vísperas,   teología   y  leyes. 
Abogado    de    la  real  aundiencia  en  24  de  agosto  de  1770;    consi- 
liario   de    la  real   y    pontificia    universidad;  mayordomo    tesorero 
de  propios  de  Santafé;   juez  conservador    de    los    reales   rentas  ds 
tabacos,    aguardientes   y   salinas  de  Zipaquirá,    y   corregidor   de 
Zipaquirá  y  Ubaté;    capitán  de  la  tercera  compañía  del  batallón 
de  milicias  urbanas  disciplinadas  de  Santafé  y  su  alcalde  ordina- 
rio en    1781;   juez   subdelegado    de    las  reales   rentas  de  Tunja  y 
corregidor,  justicia   mayor   de  ella,  por  título  del   virrey  en  1 2  de 
enero  de  1782,   puesto  que  obtuvo  en  propiedad  por    real  cédula 
de  27  de  noviembre  de  1783.    Da   prueba   de   sus   altas   dntes  el 
«Auto   de  Buen   Gobierno     de  Tunja   en   17 83»  (r).  Casó  el  7  de 
abril  de  1778,  con  doña  Juana  María   Lozano  y  González    Manri- 
que, bautizada  el  18  de  enero    de    1760,  hija  de  don  Jorge  Miguel 
Lozano   de  Peralta   Maldonado    de  Mendoza  y  Caicedo,  Marqués 
de  San  Jorge  de  Bogotá,  y  de  doña    María  Tadea   González  Man- 
rique  Frago  y  Bonis.  Y  en  segundas   nupcias  en  la  parroquia  de 
Tenjo  el  26  de  marzo  de  1780.  con  la  distinguida  señora  doña  Te- 
resa Lasqueti,    bautizada  el  26  agosto  de  1784,  hija  de  don  Diego 
de  Lasqueti  y  de  doña  Josefa  Gálvez,  desposados  el  8  de  diciem- 
bre de  T762.    De   estos  dos  matrimonios   no  dejó   descendencia. 
Don   Eustaquio  murió  en  Santafé  el  14  de  agosto  de  18 10. 

11)  Doña  María  de  la  Luz,  bautizada  a  los  seis  días  de  naci- 
da, el  ¡7  de  diciembre  de  1750;  casó  en  primeras  nupcias  el  20  de 
septiembre  de  1769  con  don  Luis  Claudio  de  Azuola  y  Prieto, 
nacido  el  13  de  julio  de  1729  y  desposado  en  primeras  nupcias  el 
6  de  octubre  de  1758  con  doña  María  Micaela  de  la  Rocha  y  Car- 
vajal; y  en  segundas  el  6  de  enero  de  1779,  con  el  mártir  de  la 
Independencia,   don    Francisco   Morales  Fernández,  bautizado  el 


(1)  Archivo  anexo  a  la  Biblioteca  Nacional,  Asuntos  eclesiásti- 
cos, tomo  10,  y  Gobierno,  toajo  7;  Guías  de  1794  y  1806;  La  Patria 
Jíoba,  página  92,  y  Repertoiio  Boyacense,  ii,  página  14. 


1b94  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


i6  de  marzo  de  1758,  alumno  de  San  Bartolomé  el  28  de  agosto 
•de  1772.  hijo  de  Lorenzo  Morales  Coronel,  y  doña  Joaquina  Fer- 
nández y  Rodríguez,  desposados  el  27  de  agosto  de  1752.  De 
doña  María  Luz  y  don  Francisco  nacieron  dos  ilustres  proceres: 
don  Francisco  de  Paula  y  don  Antonio. 

a)  El  primero  nació  en  Santa  Catalina  de  Turbaco  el  26  de 
diciembre  de  1782,  y  fue  bautizado  allí  mismo  el  31  del  citado 
mes  y  año.  Casó  el  5  de  febrero  de  r8o9  con  doña  Rufina  de  Cai- 
cedo  y  Sanz  de  Santamaría,  nacida  el  10  de  julio  de  1790,  hija  del 
«munífico  señor,»  don  Luis  de  Caicedo  y  Flórez,  nacido  en  Purifi- 
cación el  9  de  octubre  de  1752,  y  de  doña  Josefa  Sanz  de  Santa- 
maiía  y  Prieto,  desposados  el  2  de  marzo  de  1778;  nieta  de  don 
Fernando  Caicedo  Vélez,  bautizado  el  17  de  enero  de  1706  y  de 
doña  Teresa  Flórez  Olarte,  segunda  nieta  de!  Sargento  Mayor 
don  José  de  Caicedo  y  Pastrana,  nacido  el  lo  de  febrero  de  1663, 
y  de  doña  Mariana  Vélez  Ladrón  de  Guevara,  nacida  en  Ecija 
(España)  el  2  de  noviembre  de  1686;  de  don  Bernardo  Antonio 
JFlórez  y  Vanegas  (nieto  del  ilustre  genealogista  Flórez  de  Ocáriz^, 
toautizvtdo  el  24  de  abril  de  1689,  y  de  doña  Isabel  de  Olarte  y  He- 
rrera. Tuvieron  don  Francisco  de  Paula  y  doña  Rufina,  a  doña  Nie- 
ves, nacida  el  4  de  agosto  de  1815,  quien  contrajo  matrimonio  en 
su  ciudad  natal  el  2  de  febrero  de  1831  con  el  historiador  don  José 
Antonio  de  Plaza  y  Racines,  bautizado  en  la  villa  de  San  Bartolo- 
mé de  Honda,  de  doce  días,  el  11  de  noviembre  de  1807,  hijo  de 
don  Simón  Tadeo  de  Plaza  y  Velasco,  bautizado  en  Honda  el  28 
de  octubre  de  1764,  de  cuatro  días,  y  de  doña  María  Antonia  Re- 
cines y  Cicero,  bautizada  en  Honda  de  veinte  días,  el  1  i  de  abril 
de  1776,  los  que  contrajeron  matrimonio  en  Honda  el  i."  de  di- 
ciembre de  1793;  nieto  de  don  José  Antonio  de  Plaza  y  Berneo, 
sargento  mayor  de  los  reales  ejércitos,  establecedor  de  las  rentas 
de  aguardiente  y  su  primer  administrador  en  Santafé  y  Honda,  y 
de  doña  Rosa  de  Velasco  Peláez  y  López  de  Restrepo,  nacida  en 
la  villa  de  la  Candelaria  de  Medellín  el  12  de  mayo  de  1733,  los 
que  habían  contraído  matrimonio  el  14  de  abril  de  1751;  de  don 
Juan  Antonio  Racines  de  la  Colina,  Moncaleán  y  Valle,  maestre  de 
campo  de  los  reales  ejércitos,  primer  administrador  de  las  rentas  de 
tabacos  y  pólvora  en  Honda  y  Antioquia,  y  visitador  real  de 
las  de  Cartagena,  nacido  en  el  lugar  de  Barcena,  vecindad  de 
Trasraiera,  el  12  de  mayo  de  1731,  y  de  doña  María  Josefa  de 
Cicero,  nacida  en  Mariquita  el  12  de  enero  de  1740,  y  bautizada 
el  14;  dichos  esposos  contrajeron  matrimonio  en  Honda  el  r6  de 
julio  de  1757. 

Don  José  Antonio  de  Plaza  y  doña  Nieves  Morales  Caicedo 
fueron  padres  de  doña  Josefa,  bautizada  el  8  de  abril  de  1833,  y 
de  don  Simón  Tadeo.  bautizado  el  14  de  agosto  de  1835. 

6)  Don  Antonio,  bautizado  el  6  de  septiembre  de  1784;  des- 
posóse en  Santafé  el  8  de  diciembre  de  1808,  con  doña  Ana  Ma- 
ría Espinosa,  hija  de  don  Antonio  Espinosa  y  doñd  Mariana  Prieto, 
hermana  del  célebre  abanderado  de  Narifio,  don  José  María  Es- 
pinosa Prieto. 


UNA    RECTIFICACIÓN   GENEALÓGICA  695 


iii)  Doña  Josefa  Juana  fue  bautizada  ei  17  de  junio  de  1753, 
y  casó  con  Jerónimo  de  Mendoza,  natural  de  los  reinos  de  Espa- 
ña. Teniente  de  la  guardia  del  excelentísimo  señor  virrey,  y  co- 
mandante general  de  Ríohacha,  por  titulo  de  19  de  diciembre  de 
1765  (i),  quien  había  casado  en  primeras  nupcias,  el  7  de  mayo 
de  1764,  con  doña  Petronila  Alvarez  del  Casal,  hija  del  fiscal  don 
Manuel  de  Bernardo  Alvarez  y  doña  Josefa  del  Casal  y  Freiría. 
Del  matrimonio  de  doña  Josefa  y  don  Jerónimo  nacieron  el  ilus- 
tre patricio  don  Jerónimo  y  doña  Mariana. 

a)  Don  Jerónimo  de  Mendoza  y  Galavís,  bautizado,  de  cua- 
tro días,  el  14  de  febrero  de  1773,  colegial  de  San  Bartolmé,  ha- 
biéndosele concedido  vestir  la  encarnada  beca  en  28  de  agosto  de 
1786;  SG  desposó  el  16  de  noviembre  de  1800  con  doña  María 
Inés  Morales  Fernández,  hermana  del  mencionado  don  Francisco, 
bautizada  el  24  de  enero  de  1772,  de  cuyo  matrimonio  tuvo  a  don 
Julián  y  don  José  María.  Dichos  hermanos,  bautizados  el  pri- 
mero el  9  de  enero  de  1802,  y  el  segundo  el  4  de  junio  de  1803; 
vistieron  la  beca  del  colegio  de  San  Bartolomé,  el  31  de  marzo  de 
1813;  don  José  María,  distinguido  personaje  de  la  República, 
desposóse  el  2  de  mayo  de  1838  con  doña  Justina  Serna  y  Ri- 
caurte,  bautizada  en  la  parroquia  de  Santa  Bárbara  el  2y  de  sep- 
tiembre de  181 1,  hija  de  don  José  María  Serna  y  Ricaurte,  colegial 
del  Rosario  en  25  de  abril  dei8oi,  y  doña  Carmen  Ricaurte  y  Man- 
rique, desposados  el  8  de  enero  de  1810;  nieta  de  don  José  Do- 
mingo de  la  Serna  y  Larios,  colegial  de  San  Bartolomé  el  29  de 
marzo  de  1770;  y  doña  Josefa  Ricaurte  y  Mauris;  desposados  el 
27  de  septiembre  de  1784;  de  don  Miguel  de  Ricarte  y  Rigueiros; 
bautizado  el  12  de  abril  de  1755  y  de  doña  Josefa  González  Man- 
rique y  Sanz  de  Santamaría,  bautizada  el  29  de  noviembre  de 
1773,  quienes  se  desposaron  el  30  de  marzo  de  1788.  Segunda 
nieta  de  don  Francisco  de  la  Serna  y  doña  Luisa  Larios,  naturales 
de  la  villa  de  Valverde  (Vizcaya);  de  don  Rafael  de  Ricaurte  y 
Terreros  y  doña  María  Ignacia  Mauris  de  Posada,  desposados  en 
Medellín  el  18  de  junio  de  1745;  de  don  Cayetano  de  Ri- 
caurte y  Terreros,  bautizado  el  22  de  diciembre  de  1718,  alumno 
del  colegio  real  mayor,  seminario  de  San  Bartolomé,  el  16  de 
septiembre  de  1731,  y  de  doña  Antonia  Rigueiros  Fernández 
Galindo  y  Mendoza,  desposados  el  n  de  diciembre  de  1745,  y  de 
don  Francisco  Javier  González  Manrique  y  Flórez,  colegial  de  San 
Bartolomé  en  176 1,  y  doña  Manuela  Sanz  de  Santamaría  y  Prieto 
Ricaurte,  desposados  el  20  de  diciciembre  de  1772. 

í)  Doña  Mariana,  bautizada  el  24  de  julio  de  1774,  casó  el 
6  de  enero  de  1789,  con  uno  de  los  venerables  presidiarios  de 
1816;  don  José  Hermenegildo  Sanz  de  Santamaría  y  Prieto,  na- 
cido el  13  de  abril  de  1767,  hijo  del  Regente  del  Tribunal  de 
Cuentas,  doctor  Francisco  Sanz  de  Santamaría  y  de  doña  Petro- 
nila Prieto  y  Ricauíte,  nieto  do  don  Nicolás  Sanz  de  Santamaría, 
bautizado  el  20  de  septiembre  de  1689,  y  doña  María  Josefa  Gómez 

(l)  Archivo  anexo  a  la  Biblioteca  Nacional,  Gobierno,  tomo   vii. 


696  BOLETÍN  DE   HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


de  Salazar  y  Olarte,  bautizada  el  i.®  de  febrero  de  1700,  y  del  acau- 
dalado Tesorero  de  la  Casa  de  Moneda,  don  José  Prieto  de  Salazar 
y  Arellano,  bautizado  en  Cádiz  el  2^áe  febrero  de  1679,  y  dofia 
Mariana  de  Ricaurte  y  Terreros,  bautizada  el  2-^  de  julio  de  i6q8; 
desposados  el  4  de  junio  de  1715,  biznieto  del  español  don  José 
Sanz  de  Santamaría  y  Ángulo,  Caballero  de  la  Orden  de  Santiago, 
castellano  de  la  Barra  y  capitán  de  caballos  y  corazas  de  los  ejér- 
citos de  Su  Majestad,  y  de  doña  Catalina  Alfonsa  Rodríguez  Gh- 
leano  de  Vergara,  bautizada  el  12  de  abril  de  1670;  de  don  José 
Gómez  Salazar,  Contador  Mayor  del  Tribunal  de  Cuentas,  y  de 
doñi  Mariana  de  Otarte  y  Ospina;  de  don  Migue!  Prieto  y  Gómez, 
y  de  doña  María  Josefa  de  Arellano  y  Ribero,  desposados  en  la 
Catedral  de  Cádiz,  el  25  de  marzo  de  1668;  de  don  José  Salvador 
de  Ricaurte  y  de  doña  Francisca  Terreros  y  Villarreal. 

Fue  hija  de  este  matrimonio  doña  Juana,  bautizada  el  25  de 
mayo  de  1790;  esposa  el  15  de  julio  de  1807  de  don  Andrés 
Caicedo  y  Santamaría,  hijo  de  don  Luis,  y  hermano  de  la  mencio- 
nada dofia  Rufina;  bautizado  el  i."  de  diciembre  de  1786,  padres 
de  doña  María  de  los  Angeles;  bautiza  el  3  de  agosto  de  1809. 
quien  se  desposó  el  15  de  agosto  de  1828,  con  Juan  Agustín  de 
Francisco  y  Núfiez,  colegial  de  San  Bartolomé,  en  20  de  octubre 
de  i8o8;  y  de  dofia  Dolores,  esposa,  como  luego  veremos,  de  don 
José  Maiía  Portocarrero  y  Ricaurte.  El  distinguido  historiador 
doctor  Fabio  Lozano  y  Lozano,  en  su  interesante  estudio  sobre 
don  José  María  Portocarrero,  dice  que  doña  Dolores  Caicedo  era 
hija  de  don  Luis;  pero  como  hemos  visto,  basados  en  curialescos 
archivos,  no  fue  su  hija  sino  una  nieta. 

iv)  Doña  Ignacia,  bautizada  el  13  de  junio  de  1762,  casó  el 
18  de  abril  de  1778  condón  Nicolás  María  Ricaurte  y  T-irrijos, 
nacido  el  ti  de  septiembre  de  1768,  colegial  de  San  Bartolomé  en 
17  de  marzo  de  1772,  hijo  de  donjuán  Agustín  de  Ricaurte  y 
Terreros,  bautizado  el  2  de  diciembre  de  17»  7,  colegial  de  San 
Bartolomé  en  11  de  septiembre  de  1730,  y  de  dofia  Gertrudis  To- 
rrijos  y  Rigueiros,  bautizada  el  2  de  abril  de  1731,  los  que  contra- 
jeron matrimonio  el  29  de  junio  de  175 1,  nieto  del  Tesorero  de  la 
casa  de  moneda,  don  José  Salvador  d.'  Ricaurte,  bautizado  e!  3 
de  septiembre  de  167 1,  de  ocho  meses,  y  doña  Francisca  Terreros 
Villarreal  Landa verde  y  Arizeta.  bautizada  el  7  de  junio  de  ió8r, 
y  de  don  José  Torrijos  Mateo  del  Rincón  y  doña  María  Josefa  Ri- 
gueiros Fernández  Galindo  y  Mendoza;  biznieto  del  Capitán  don 
José  de  Ricaute  y  Verdugo,  natural  de  Salamanca,  y  doña  Ana  de 
León  Castellanos,  nacida  el  28  de  julio  de  1643,  hija  de  don  Miguel 
de  León  y  doña  Ana  Díaz  de  Santiago,  desposados  e!  22  de  enero 
de  1631,  de  don  Agustín  Terreros  y  Villarreal  y  doña  María  de  Vi- 
llarreal y  Landaverde,  de  don  Francisco  Torrijos  del  Valle  y  dofia 
Isabel  Mateo  de  Rincón;  de  don  Mateo  Jerónimo  de  Rigueiros  y 
doña  Gertrudis  Galindo  de  Mendoza. 

El  Capitán  don  José  de  Ricaurte  y  doña  Ana  León  Caste- 
llanos contrajeron  matrimonio  el  20  de  septiembre  de  1661. 


UNA  RECTIFICACIÓN  GENEALÓGICA  697 


Tuvieron  don  Nicolás  y  doña  Ignacia  a  doña  María  Josefa, 
bautizada  el  27  de  febrero  de  1785,  quien  casó  el  15  de  mayo  de 
i8c6  con  una  de  las  víctimas  del  24  de  febrero  de  181  ó,  don  José 
María  Portocarrero  y  Lozano.  Nació  éste  el  19  de  septiembre  de 
1782,  hijo  de  don  José  Antonio  Portocarrero  y  Salazar,  bautizado 
el  3  de  febrero  de  1755,  de  doña  Petronila  Lozano  y  González 
Manrique,  los  que  contrajeron  matrimonio  el  23  de  abril  de  1775. 
Del  enlace  de  don  José  María  y  doña  María  Josefa  nacieron  don 
José  María,  bautizado  el  8  de  junio  de  1807,  quien  casó  el  30  de 
junio  de  1833  con  doña  Dolores  Caicedo  y  Santamaría;  doña  Ta- 
dea,  bautizada  el  4  de  agosto  de  .810,  quien  se  desposó  el  3  de 
abril  de  1836  con  don  Mauricio  Rizo,  hijo  de  don  Joaquín  Rizo  y 
doña  Petronila  Barriga;  y  doña  Eugenia,  desposada  el  30  de  mayo 
de  1830  con  don  Francisco  Javier  Herrán,  bautizado  en  la  parro- 
quia de  Santa  Bárbara  el  5  de  diciembre  de  1798,  hijo  de  don  Pe- 
dro Fernández  de  la  Herrán  y  de  doña  Matea  Martínez  de  Zaldúa, 
nacida  en  Honda  el  21  de  septiembre  de  1772,  hija  del  español 
don  Manuel  Martínez  de  Zaldúa  y  de  doña  María  Josefa  de  Plaza 
y  Velasco;  don  Pedro  y  doña  Matea  contrajeron  matrimonio  en  9 
de  enero  de  1792. 

Viuda  doña  Ignacia  de  don  Nicolás  de  Ricaurte,  unió  su  suer- 
te el  1/  de  junio  de  1792  a  la  de  don  Antonio  Joaquín  Froes  de 
Carballo,  médico  natural  de  Forpina,  en  el  reino  de  Portugal, 
hijo  de  don  Antonio  Froes  de  Carballo  y  de  doña  Rosa  Flórez  y 
Marchalán.  De  este  matrimonio  nació  don  Manuel  Antonio  Valen- 
tín, colegial  de  San  Bartolomé,  desposado  el  26  de  febrero  de  1834. 
con  doña  Marcelina  Mendoza  y  Morales,  hija  del  mencionado  don 
Jerónimo,  la  que  fue  bautizada  ei  2  de  junio  de  1805. 

Vergara  y  Scarpetta  en  su  Diccionario  Biográfico^  hablando 
de  este  procer,  dicen  que  era  hijo  de  Manuel  Joaquín  Froes,  el 
amigo  de  Nariño,  pero  esto  no  es  así:  el  sindicado  en  1794  era 
Juan  Manuel,  y  éáte  no  fue  padre  de  don  Valentín,  sino  hermano 
medio,  pues  era  hijo  de  don  Antonio,  habido  en  otro  matrimonio» 
En  El  Precursor  (página  iii  y  siguientes)  en  la  «Vista  del  Conse- 
jo Supremo  de  Indias,  sobre  la  pretendida  sublevación  de  Santafé, 
en  el  año  de  1794»  se  lee  lo  siguiente:  «El  segundo  reo  principal 
de  los  remitidos  a  Cádiz,  es  don  Manuel  Froes,  francés,  de  la  isla 
de  Santo  Domingo,  de  estado  soltero,  de  edad  de  veinticinco  años 
y  doctor  en  medicina  de  la  ciudad  de  Mompeller.»  Lo  que  confir- 
ma con  una  cláusula  del  testamento  de  don  Antonio,  hecho  por 
sus  apoderados,  en  que  se  declara  que  tiene  un  hijo  llamado  Juan 
Manuel  y  «que  a  éste  le  había  dado  la  instrucción  y  rudimentos  de 
escuela,  gramática  y  filosofía,  y  para  que  fueran  más  completos  los 
remitió  a  la  Academia  de  Medicina  y  Cirugía  de  la  ciudad  de 
Mompeller,  en  donde  al  presente  se  halla »  (1) 

Un  hermano  de  don  Manuel  Sáer.z  del  Pontón  fue  don 
Juan,  desposado  com  doña  Catalina  de  Arriuscótegui,  hija  de  don 
Martín  de  Amuscótegui,  y  doña  Andrea  Guzmán  y  Valverda,  padre 

(1)  Notarla  1^,  protocolo  de  1792. 


698  boletín  de  historia  y  antigüedades 


•de  don  Martín  '.arios,  natura!  de  Mompós,  quien  vistió  una  beca 
en  el  colegio  de  San  Bartolomé  el  3  de  febrero  de  1700,  y  fue  se- 
cretario de  cámara  en  la  real  audiencia  de  Santafé.  De  su  matri- 
monio con  doña  María  Luisa  Hurtado  de  Olarte,  payanesa  (hija 
de  dun  José  Hurtado  del  Águila  y  doña  Jerónima  Rosa  de  Olarte 
y  Ospina  y  nieta  de  don  José  Hurtado  del  Águila  y  doña  Juana 
Laz^  de  la  Vega,  y  de  don  Juan  de  (Jlarte  y  doña  María  Luisa  de 
Ospina  y  Acuña),  tuvo  a  doña  Jerónima,  la  que  casó  con  don  Pedro 
Agustín  de  Valencia,  nucido  en  i'opayán  ti  26  de  agosto  de  1710 
(hijo  de  d.jn  Pedro  de  Valencia  y  Sendia,  nacidí.'  en  Málaga  el  31 
de  enero  de  1678  y  de  doña  Josefa  Fernández  del  Castillo,  natural 
de  Popayán),  de  cuyo  matrimonio  fue  hijo  don  Francisco,  nacido 
en  la  patria  de  sus  padres  el  24  de  julio  de  1742,  quien  se  desposó 
en  Madrid  el  15  de  febrero  de  1767,  con  ia  noble  dama  doña  Ma- 
ría Josefa  Codallos,  de  quienes  procedió  don  Pedro  Felipe  de  Va- 
lencia, nacido  ei  19  de  noviembre  de  1767,  segundo  Conde  de 
Casa  Valencia,  y  vizconde  de  Pontón  e  ilustre  víctima  de  la  cuchi- 
lla pacificadora  (i  . 

Que  estas  áridas  relaciones  genealógicas  sean  un  grano  de  are- 
na en  la  monumental  obra  del  noble  español  don  Juan  FIórez  de 
Ocáriz  (2). 


A  los  anteriores  apuntes  agregaremos  los  siguientes  datos 
adquiridos  posteriormente: 

Don  Mariano  Espinosa,  padre  de  doña  Ana  María,  mujer  de 
don  Antonio  Morales  Galavís.  era  hijo  de  don  Juan  Espinosa  de 
los  Montei'oS  y  áh  doft?  Gertrudis  Mora  y  Lechuga.  Y  su  esposa 
doña  Mariana  Prieto  io  fue  del  doctor  don  Joaquín  Prieto  y  Dávi- 
la,  nacido  e*  14  de  abril  de  1749,  y  de  doña  María  Rosa  de  Ricaurte 
y  Torrijos,  bautizada  el  31  de  agosto  de  1756.  quienes  se  desposa- 
ron et  13  de  febrero  de  1774.  Nieta  de  don  Tomás  Prieto  de  Sala- 
zar  y  Ricaurte,  nacido  el  ly  de  septiembre  de  1723,  y  doña  Maria- 
na Dávüa  y  Caicedo,  nacida  el  23  de  abril  de  1727  y  desposados  el 
5  de  diciembre  de  1743. 

Además  de  don  José  María,  don  Julián  y  doña  Maiceíuia, 
tuvo  don  Jerónimo  de  Mendoza  y  Galavís  a  don  Lorenzo,  bautiza- 
do el  8  de  septiembre  de  1809,  casado  el  '9  de  marzo  de  1834  con 


(1)  Fabio  Lozano  y  Lozano:  £1  Conde  de  Casa  í^alencta,  B.  de 
H.  xii,  134,  y  Ejecutorias  de  los  Fernández  de  Córdoba  y  Valencia. 

(2)  Además  nos  hemos  servido,  para  elaborar  este  estudio,  de  los 
apuntes  de  don  Manuel  Sáenz  del  Pontón,  de  los  archivos  de  los  Co- 
legios de  San  Bartolomé  y  el  Rosario,  de  numerosos  certificados  de 
matrimonios  y  bautismos,  y  de  los  libros  del  archivo  de  la  antigua 
parroquia  de  la  Catedral,  sobre  los    que    bondadosameete   nos   dejó 

'hacer  una  detenida    consulta  el  digno  párioco  de  San  Pedro,  doctor 
Manuel  José  Koa  A. 


tJNA   RECTIFICACIÓN  GENEALÓGICA  699 


doña  Felipa  de  Ordófiez,  hija  de  don  José  Maria  Ordóflez  y  dofia 
María  Dolores  Salgar. 

Don  Julián  de  Mendoza  recibió  las  órdenes  sagradas,  gra- 
duóse en  San  Bartolomé  de  doctor  en  teología  y  sagrados  cáno- 
nes, fue  catedrático  de  gramática  en  1826,  y  murió  el  26  de  junio 
de  1828. 

Don  Juan  Agustín  de  Francisco,  esposo  de  dofia  Marfa  de  los 
Angeles  Caicedo,  fue  bautizado  el  30  de  agosto  de  1797,  y  era  hijo 
de  don  Matías  de  Francisco  Martín,  natural  de  Salduero,  obispa- 
do de  Osuna  (España),  y  de  doña  María  Bárbara  Núñez,  y  nieto  de 
don  Matías  de  Francisco  González  y  dofia  Antonio  Martín;  de  don 
Fernando  Núñez,  alguacil  mayor  de  la  inquisición  en  Santafé,  y 
de  doña  María  Josefa  de  Serrezuela. 


Don  Jerónimo  de  Mendoza  y  Huitado,  tronco  de  esta  distin 
guida  familia  en  el  Nuevo  Reino,   murió  en  Santafé  el  19  de  sep- 
tiembre de  1812,  y  fue   hijo  de  don  Agustín  de  Mendoza,  regido- 
de   las  ciudades  Puerto  Real  y  Cádiz,  y  de  doña  Berenguela  Hurr 
tado. 

Don  Domingo  de  Barasorda  y  Oynquina,  era  natural  de  la 
villa  de  Bilbao,  en  el  señorío  de  Vizcaya,  hijo  de  don  Martín  de 
Barasorda  y  doña  Angela  de  Oynquina.  Don  Francisco  Hurtado 
del  Águila,  esposo  de  doña  Mariana  Rosalía  Sáenz  del  Pontón, 
era  hermano  carnal  de  doña  María  Luisa,  cuyos  ascendientes 
pusimos  al  terminar  este  estudio. 

Hermana  de  doña  Luisa  Francisca  fue  doña  Francisca,  bauti- 
zada el  3  de  junio  de  1726,  esposa  de  don  Bartolomé  de  Caicedo  y 
Jiménez,  bautizado  en  Cali  el  31  de  agosto  de  1697,  troncos  de 
distinguidísimas  familias. 

Otra  hermana  de  doña  Luisa  y  de  dofiagFrancisca  se  llamó 
doña  Manuela,  esposa  del  español  don  Juan  Antonio  López  y 
abuela  del  General  José  Hilario  López,  Presidente  de  la  Re- 
pública. 

Hermano  de  doña  Nieves  Morales  y  Caicedo  fue  don  Pláci- 
do, colegial  de  San  Bartolomé,  el  18  de  octubre  de  1833,  desposa- 
do el  i  2  de  mayo  de  1833,  con  doña  Petronila  Tobar  y  Eraso. 
bautizada  el  31  de  mayo  de  1817,  hija  de  don  Luis  Tobar  y  Buen- 
día  y  doña  Josefa  de  Eraso  y  Mendigafia,  desposados  el  30  de 
agosto  de  1807.  Nieta  de  don  Diego  Tobar  y  Buendía,  colegial 
de  San  Bartolomé,  en  octubre  de  1731,  y  doña  Agustina  García  de 
Andrade;  de  don  Lucas  de  Eraso  y  Mendigafia,  bautizado  el  14 
de  abril  de  1749,  quien  vistió  la  beca  roja  el  18  de  octubre  de 
1762  y  dofia  Josefa  Vernaza  y  García. 

Alfonso  Hetnández  y  Lesmes 


700  BOLETÍN   DE  HISTORIA    Y    ANTIGÜEDADES 

fiPOSCIhhFIS 

UN  PRECURSOR  DKL  TEATRO  COLOMBIANO 

Existe  en  la  Biblioteca  nacional  de  Madrid  un  curioso  manus- 
crito intitulado  así:  Comedia  Nueva,  La  Conquista  de  San^afé. 
Su  autor ^  don  Femando  de  Orbea,  Copiada  ficlments  según  su  insig- 
ne original. 

Figuran  en  esta  pieza  Osmún,  rey  de  Santafé  da  Bogotá,  e^ 
mariscal  Jiménez  de  Quesada,  el  general  Tuíidama,  los  capitanes 
Belalcázar  y  Lugo,  Amirena,  infanta  de  Popayán,  Palmira,  prince- 
sa de  Calarabás.  y  Nemequene,  hechicero.  Hay  otros  personajes 
secundarios:  Chiburina  (indio),  Fíoreía  y  Gualeba  (indias)  y  Mar- 
tín (español). 

Ningún  dato  hemos  hallado  sobre  el  citado  Orbea.  No  figura 
él  entre  la  lista  de  conquistadores,  pero  es  probable  que  aquí  hu- 
biera venido  y  tomado  en  estas  tierras  la  inspiración  para  su  dra- 
ma. No  hay  en  éste  tampoco  indicación  sobre  la  época  en  que  fue 
compuesto,  ni  dice  si  llegara  a  ser  representado. 

Hay  en  él  anacronismos  y  otros  muchos  yerros,  pero  induda- 
blemente algo  supo  el  autor  respecto  a  esas  primeras  páginas  de 
nuestra  historia.  La  versificación,  aunque  hoy  aparezca  ramplona 
y  sin  arte,  érala  usada  en  el  siglo  xvi,  y  así  semejante  a  la  de 
Castellanos  y  de  Ercilla.  Está  dividida  en  tres  actos,  que  allí  se 
llaman  jornadas,  y  todos  tres  pasan  en  el  palacio  de  Osmún. 

Al  empezar  llega  Tundama  a  esta  ciudad,  llevando  prisionera 
a  Amirena,  y  refiere  que  ha  vencido  a  sesenta  mil  popayanos, 
mandados  por  Orundato,  y  que  entró  a  Popayán,  cuyo  rey  fue 
muerto.  Le  dice  a  Osmún: 

Doy  a  la  corte  la  vuelta 
Haciéndote  prisioneras 
Todas  las  estrellas  juntas 
En  la  princesa  Amirena, 
Milagro  de  la  hermosura. 
Vencedor  te  aclama  el  orbe. 
El  Calamboá  te  tributa, 
El  Papayano  se  rinde, 
Se  te  humilla  La  Tacunga, 
Sólo  yo  soy  el  vencido 
1       De  una  divina  pintura. 

Y  luego  a  Amirena: 

Todos  veneran  tu  imperio, 
Desde  el  Cauca  hasta  el  Rímac. 

Osmún,  que  iba  a  casarse  con  Palmira,  se  enamora  de  Amire- 
na, pero  en  esos  momentes  se  oyen  varios  disparos  y  la  voz  de 
Quesada,  que  grita: 

iVira  el  grande  Carlos  v. 
Emperador  de  Alemania! 


APOSTILLAS  701 


Entra  éste  con  Belnlcázar  y  Lugo,  y  le  intima  rendición  a 
Osmúft.  Se  i''ega  ei  rey  indígena,  viene  el  combate,  y  son  venci- 
dos los  aboiígenes. 

En  el  segundo  ücto  aparece  Qaesada  enamorado  de  Palmira, 
j  Tundama  de  Amirena,  y  se  desarrollan  varias  escenas  en  torno 
de  estas  pasiones. 

En  e!  tercero,  nuevo  combate,  en  el  cual  mueren  Osmún,  Tun- 
dama y  Amirena,  y  es  herido  Quesada.  Hay  en  este  acto  un  canto 
indígena  que  sería  interesante  investigar  a  cuál  de  los  idiomas 
americanos  pertenece. 

Dice  Fl órela: 

Mariscal  tela 
A  peí  lache  OsnÚD, 
España  pacer 
Marte  canonsio 
Mavorte  ca^ol 
Atacama  o  neyta 
Mucoco  picor. 

Lo  cual  ia  misma  repite  en  espaftol: 

AI  gran  mariscal 
De  España  blasón. 
El  guerrero  Osmún 
Le  postra  el  honor 
Rindiéndole  ufanos 
Al  Marte  español, 
Mavorte  sus  rayos, 
Sus  g-lorias  Amor. 

Baila    ¡uégo   elia   un    bai'e   que   llama    colla   y  entona   este 
nuevo  canto,  junto  con  Floreia: 

Velaico  ñinga 
Tuy  guanchavoto 
Coñoñique 
Apaliache 
Ni  la  nutteca 
Viva  a  pula 
Nunga  Amirena,. 

JLos  cuales  repite  también  en  espaüol: 

Helado  soplo 
Flor  lisonjera 
Puistes  del  campo, 
Ay,  Amirena, 
La  muerte  horrible 
Fría  te  desea, 
Tristes  engaños, 
Ay,  Amirena 


702  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Todo  esto  es,  como  se  ve,  fantástico,  pero  ningún  tiucumento 
antiguo  debe  desdeñarse  en  el  estudio  de  la  historia.  En  todo 
caso,  sirve  para  conocer  las  leyendas  y  la  literatura  de  la  época. 

El  sefior  Paz  y  MeÜa  cita  este  pieza  dramática  en  sus  eruditas 
notas  en  la  Historia  del  Nnev)  Reino  de  Granada,  por  Juan  de 
Castellanos;  y  esto  nos  movió  a  pedir  algunos  datos  sobre  ella.  El 
seflor  Emiliano  Yos  ha  tenido  la  amabilidad  de  enviarnos  copia  de 
las  principales  escenas,  de  las  cuales  hemos  hecho  este  brevísimo 
extracto. 


DON    RAMÓN    DE    LA    INFIESTA 

En  un  libro  publicado  recientemente  {Mirando  al  M'sterio) 
figura,  en  una  evocación  espiritista,  el  señor  Ramón  de  la  Infiesta; 
y  por  ello  han  deseado  saber  algunas  personas  quién  fue  dicho 
personaje. 

Parece  que  dos  individuos  llevaron  ese  mismo  nombre.  El 
uno  fue  director  de  la  Biblioteca  Pública  (hoy  Nacional)  a  fines  del 
siglo  XVIII,  desempeñó  el  puesto  hasta  octubre  de  1790,  mes  en  el 
cual  se  encargó  de  él  don  Manuel  del  Socorro  Rodríguez. 

El  otro,  probablemente  hijo  del  anterior,  era  natural  de  Gi* 
jón,  principado  de  Asturias,  y  nació  por  ahí  en  1780,  pues  declara 
él,  en  18 14,  que  tenía  treinta  y  cuatro  años. 

A  principios  de  18 10  fue  nombrado  miembro  del  cabildo,  y 
de  él  se  habla  en  las  primeras  líneas  del  acta  de  la  independencia. 
Allí  se  le  señala  como  intruso  por  haber  sido  designado  regidof 
por  el  virrey  indebidamente. 

Odios  debía  tener  entre  los  patriotas  o  asumió  tal  vez  actitud 
adversa  al  movimiento  del  20  de  julio,  pues  contra  él  se  dirigieron 
algunos  de  los  amotinados  de  ese  día,  quienes  asaltaron  su  casa  y 
lo  llevaron  a  la  cárcel.  Se  le  siguió  algún  juicio,  pero  a  los  nueve 
meses  fue  absuelto  y  puesto  en  libertad. 

Pensó  entonces  salir  del  país,  pero  los  pleitos  que  le  habían 
venido,  en  la  mortuoria  de  su  suegro  don  Silvestre  Trillo,  lo  detu- 
vieron en  la  ciudad.  Hablaba  seguramente  contra  la  República,  pues 
algún  tiempo  después,  en  día  de  efervescencia  popular,  se  le  trató 
de  agredir,  y  tuvo  que  ocultarse  en  casa  de  un  amigo  americano, 
donde  duró  tres  días.  Nariño  le  ofreció  garantías,  y  así  volvió  a 
salir  a  la  calle. 

En  la  guerra  civil  de  181 2  tomó,  como  todos  los  españoles 
residentes  en  la  capital,  el  partido  de  Cundinamarca.  El  cuerpo 
legislativo  llegó  hasta  nombiarlo  miembro  del  consejo  de  estado, 
puesto  que  no  desempeñó,  ya  por  falta  de  edad,  ya  por  el  regreso 
del  jefe  del  gobierno.  Ayudó  posteriormente  a  la  defensa  de  la 
ciudad  cuando  fue  atacada  por  las  fuerzas  de!  congreso  de  las  Pro- 
vincias Unidas. 


APOSTILLAS  703 


Siguió,  no  obstante,  en  sus  tareas  de  ataque  a  Ja  independencia,, 
y  no  quiso  pagar  un  empréstito  que  se  le  impuso.  Para  eludir  el 
cobro  de  éste,  y  temiendo  nuevas  persecuciones,  huyó  de  Bogotá, 
en  julio  de  1813,  y  sia  equipaje  alguno,  mas  sí  con  la  suma  de  mil 
pesos  y  tres  pistolas.  Tomó  la  vía  del  norte,  fue  a  Ubaté,  pasó 
luego  por  Muzo,  Quipama  y  Caparrapí,  y  llegó  al  fin  a  Calamoima. 

Un  amigo  que  ahí  tenía  io  llevó  a  un  bosque  y  lo  escondió  en 
miseiable  choza.  Allá  duró  cuatro  meses,  teniendo  por  cama  un 
pobre  junco,  padeciendo  de  fiebre,  comiendo  tan  sólo  plátano,  y 
sin  recibir  noticias  de  su  familia. 

Supo  un  día  que  fuerzas  del  señor  José  León  Armero,  gober- 
nador, lo  estaban  buscando,  y  entonces  se  trasladó  a  otra  selva, 
cargado  por  no  poder  caminar.  Allí  estuvo  varios  días  viviendo 
bajo  los  árboles.  El  hambre  y  la  enfermedad  lo  hicieron  salir  de 
ese  salvaje  refugio,  y  tomó  por  el  cauce  de  una  quebrada.  Después 
de  tres  días  de  marcha  llegó  a  las  orillas  del  Magdalena. 

Un  amigo  lo  pasó  en  una  barqueta  y  lo  llevó  a  un  monte  en 
¡as  inmediaciones  de  Mariquita,  donde  crecieron  sus  padecimien- 
tos. Proyectaba  bajar  el  rio,  pero  fue  denunciado  y  se  le  aprehen- 
dió. Conducido  a  la  presencia  del  señor  Armero,  dispuso  éste 
llevarlo  a  la  cárcel  de  Honda.  Allí  duró  vmos  días,  y  luego  se  le 
trajo  a  la  capital  para  ser  juzgado  por  el  tribunal  de  vigilancia. 
Aquí  rindió  una  declaración  en  la  cual  relató  todas  sus  aventuras, 
la  que  hizo  publicar  en  un  pequeño  folleto  (i). 

Parece  que  fue  otra  vez  absuelto,  y  así  en  diciembre  de  1814 
ayudó  nuevamente  a  la  defensa  de  la  ciudad  contra  las  tropas  del 
congreso. 

En  el  poema  Santrr/é  Cauíiip,  del  clérigo  realista  Torres  de 
Peña,  se  mencionan  algunos  de  sus  servicios  en  esa  lucha.  Llevó 
allí  en  la  caballería  una  cruz  a  manera  de  lábaro,  como  se  ve  en 
esta  estrofa: 

Al  escuadrón  valiente  que  formaron 
de  a  caballo  los  fuertes  europeos, 
con  roja  y  grande  cruz  lo  resguardaron 
donde  tuvieron  fijos  sus  deseos. 
A  don  Ramón  Infíesta  la  entregaron 
para  que  aquí  fenezcan  sus  empleos 
cuando  ya  un  fin  glorioso  lo  corone 
7  su  conducta  por  la  cruz  se  abone  (2). 

Vencidos  los  centralistas,  Infiesta  se  refugió  en  la  casa  de  don 
Jerónimo  Torres,  pero  allí  fue  aprehendido  junto  con  Martínez  del 
Portillo,  su  compañero.  Este,  que  había  firmado  el  acta  de  inde- 
pendencia, se  había  vuelto  después  enemigo  de  los  patriotas. 


(1)  Biblioteca  Nacional,  Seción  Pineda,    miscelánea  de  cuader- 
nos, serie  2?,  volumen  50. 

(2)  La  Patria  Boba,  página  309, 


704  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 

Conducidos  fueron  ellos  a  Honda  con  otros  muchos  prisione- 
ros. Conocida  es  la  triste  suerte  que  todos  corrieron:  unos  halla- 
ron muerte  en  el  camino  y  otros  en  aquella  ciudad.  Entre  éstos, 
Iníiesta.  Fue  llevado  al  patíbulo  el  29  de  enero,  junto  con  Martí- 
nez del  Portillo  y  otros  seis  españoles. 

El  doctor  Torres  y  Peña  dedica  algunas  estrofas  de  su  citado 
poema  al  describir  esta  ejecución,  y  dice  en  una  de  ellas: 

Don  Ramón  de  la  Inñesta  y  de  Valdéa 
era  asturiano  noble  y  de  talento. 
Su  valor  no  igualó  a  su  intrepidez 
ni  cubrió  la  cautela  su  ardimento. 
Lo  expuso  su  lealtad  más  de  una  vez 
al  arrojado  y  peligroso  intento 
de  contrastar  la  osada  rebelión, 
con  fuerza  débil  para  tal  acción  (1). 

Fue  pues  Infiesta  un  tenaz  enemigo  de  la  independencia  v 
un  mártir  de  la  causa  realista,  pero  su  lealtad  al  rey,  su  firmeza 
y  su  valor,  hacen  su  memoria  digna  de  todo  respeto. 

Eduardo  Posada 
(1)  Ibídem. 


boletín 


Año  XIV~N.' 168r\í     II      r     I     I    Xl      Mayo:  1925 


OE    HISTORIA     Y    ANTIGÜEDADES 

oRGflno  De  cñ  HCflDemiH  nflcionnc  oe  historia 

DIRECTOR,  REDACTORES, 

EDUARDO  POSADA  LUIS  AUGUSTO  CUERVO 

ROBERTO  CORTÁZAR 


Bogotá— República  de  Colombia 


flRC5I\70  DE  DnOIflS 

NUEVO    REINO    DE   GRANADA,    CÉDULAS    REALES  DESDE   EL    20    DE 
DICIEMBRE    DE    1 536    HASTA    EL    2  2    DE    MAYO    1 58 1 

(Continuación). 

179  —  1 56 1 — Septiembre  15.  Al  presidente  y  oidores  del  Nue- 
vo Reino  de  Granada.  Sobre  la  orden  que  han  de  tener  en  la 
trata  de  los  esclavos  negros  que  a  aquella  tierra  se  llevaren  a  ven- 
der de  estos  reinos.  Los  negros  esclavos  deben  venderse  a  pre- 
cios equitativos,  y  no  dejar  a  sus  dueños  que  abusen  de  la  falta 
de  éstos,  o  de  la  necesidad  que  tengan  algunos  propietarios  de 
minas,  para  ponerlos  a  precios  excesivos. 

180 — 1 561.  Septiembre  15.  Revocación  de  las  providencias 
que  están  mandadas  sobre  la  tasa  de  los  negros.  En  1556,  en  vista 
de  los  precios  excesivos  en  que  se  vendían  los  esclavos  negros,  se 
dictó  una  real  cédula,  pidiendo  que  se  tasaran  a  precios  justicie- 
ros. Ahora,  en  vista  de  que  éstos  se  necesitan  para  muchas  gran- 
jerias, y  que  su  trabajo  es  de  mucha  utilidad,  se  da  libertad  para 
que  sean  vendidos  a  los  precios  que  convengan  entre  el  compra- 
dor y  el  vendedor. 

181 — 1561.  Octubre  5.  Al  presidente  y  oidores  de  ia  audien- 
cia real  del  Nuevo  Reino  de  Granada.  Que  envíen  cada  año  una 
relación  de  los  salarios,  y  ayudas  de  costa  y  entretenimientos,  j» 
tasaciones  que  en  dicha  tierra  se  pagan  de  la  hacienda  de  Su  Ma- 
jestad. 

182 — 1 56 1.  Madrid,  octubre  27.  Que  como  muchos  arzobispos 
y  obispos  dejan  sus  palacios  para  ir  a  España,  sin  permiso  de  Su 
Majestad,  de  donde  resultan  grandes  daños,  pues  quedan  sus  ove» 
jas  sin  dirección,  y  el  ciero,  no  teniendo  quién  lo  corrija  se  relaja, 
manda  a  los  gobernadores,  alcaldes  y  demás  justicias  de  Indias, 
que  por  ningún  motivo  dejen  salir,  ni  embarcar  a  ningún  prelado 
que  nf)  lleve  licencia  real. 

183 — 1561 — Noviembre  23.  A  las  justicias  de  las  Indias.  Que 
cada  y  cuando  tomaren  cuenta  a  los  oficiales  de  aquellas  partes 
de  sus  cargos,  el  tiempo  que  los  tuvieren  algunos,  hagan  notificar 
a  las  personas  que  las  demoren,    que    vengan    o    envíen    poderes 

xrv— 45 


706  BOLETÍN  DK  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


bastantes  a  personas  que  se  hallen  presentes  a  los  dichos,  y  se  hi- 
ciere cerca  de  ellas  apercibiéndolas,  que  no  lo  haciendo,  se  harían 
en  su  rebeldía, 

184.— 1562.  Enero  5.  Carta  de  capítulos  del  secretario  de  Su 
Majestad  a  la  audiencia.  Contesta  la  que  escribió  la  audiencia  a 
Su  Majestad,  el  9  de  septiembre  de  1560,  e  incluye  los  siguientes 
documentos:  una  cédula  sobre  salarios  y  ayudas  de  costa  (número 
181);  otra  sobre  que  no  han  de  pasar  al  Perú  sino  hombres  casados, 
con  licencia  de  Su  Majestad  (176);  otra  sobre  venta  de  esclavos 
negros  (179);  otra  sobre  informes  de  cómo  tratan  a  los  indios  bo- 
gas (175);  otra  sobre  revocación  de  la  que  trata  de  la  venta  de 
neairos  (180);  otra  sobre  notificación  de  los  que  demoren  las  cuen- 
tas (183);  otra  para  que  las  justicias  no  dejen  venir  a  los  reinos 
ningún  prelado  sin  licencia  expresa  de  Su  Majestad  (182);  dice  al 
margen  <!csta  faliaif  (i).  Incluye  dos  pliegos  para  el  presidente, 
oidores  y  oficiales  reales,  y  para  el  licenciado  Melchor  Pérez 
Arteaga. 

185 — 1562.  Marzo  7.  Al  presidente  y  oidores  de  la  audiencia 
real  del  Nuevo  Reino  de  Granada.  Sobre  la  prorrogación  que 
dieron  a  Jorge  de  Quintanilla.  La  audiencia  prorrogó  a  Jorge  de 
Quintanilla,  vecino  de  Cartagena,  por  tres  años,  el  pago  de  $  3,000 
oro,  que  le  fueron  prestados  de  su  hacienda,  «y  estamos  maravi- 
llados de  vosotros  haberos  entrometido  a  dar  semejante  prorroga- 
ción, pues  no  teníades  poder  ni  facultad,  ni  lo  podíades  hacer, 
pues  semejantes  prorrogaciones  las  habíamos  nos  de  dar,  y  no 
dicha  audiencia.»  En  consecuencia  manda  que  en  adelante  no 
las  han  de  dar,  ni  a  entrometerse  en  cosas  de  esa  calidad,  «por- 
que de  lo  contrario  nos  tenemos  por  deservidos,  y  lo  mandaremos 
remediar  como  convenga." 

186  —  1562.  Madrid,  maye  12.  Al  presidente  y  oidores  de  la 
audiencia  del  Nuevo  Reino  de  Granada.  Que  hagan  informacio- 
nes de  lo  que  se  ha  hecho  en  la  compra  de  unas  casas  que  los 
oficiales  de  la  provincia  de  Popayán  compraren  en  la  ciudad  de 
Cali  de  la  dicha  provincia,  y  la  información  habida,  juntamente 
con  el  parecer,  la  envíen  al  Consejo  para  que  en  la  vista  se  haga  lo 
que  sea  justicia.  Los  oficiales  reales  compraron  por  cuenta  de  Su 
Majestad  a  Pero  López  Patino  unas  casas,  probablemente  para 
fundición,  por  $  4,000  oro  de  minas.  Averigüese,  para  que  infor- 
men porqué  y  para  qué  las  compraron,  si  había  necesidad  de  ha- 
cerlo, lo  que  valían  el  día  que  se  compraron,  etc. 

187 — 1562.  Madrid,  mayo  12.  Al  presidente  y  oidores  del 
Nuevo  Reino  de  Gianada  y  al  gobernador  de  la  provincia  de  Po- 
payán y  a  su  teniente  y  a  los  oficiales  de  la  dicha  provincia.  Sobre 
la  cobranza  de  los  quintos  de  aquellos  pueblos  de  indios  que  es- 
tán puestos  en  cabeza  de  Su  Majestad  en  aquella  tierra  desde  el 
tiempo  que  Su  Majestad  los  posee,  y  sobre  la  orden  que  se  ha  de 
tener  para  lo  de  adelante  en  la  cobranza  de  los  dichos  tributos.  Pide 


(1)  Falta  allí,  pero  la  encontré  entre  las  de  Tierra  Firme. 


ARCHIVO    DE   INDIAS  707 


Su  Majestad  que  manden  relación  de  los  indios  que  están  puestos 
como  repartimientos  de  la  corona  desde  el  gobierno  de  Sebastián 
de  Benalcázar,  indicando  !a  lecha  en  que  cada  uno  le  fue  adjudi- 
cado, y  el  tributo  que  cada  uno  ha  de  pagar,  y  que  digaü  si  lo 
han  pagado,  y  si  lo  debieren  que  lo  paguen.  Que  indiquen  cuáles 
están  en  manos  de  administradores,  para  que  respondan  de  las 
sumas  que  hayan  percibido,  y  que  manden  de  seguida  las  que  tu- 
vieren los  oficiales  reales.  Que  digan  si  los  pagos  de  tributos  no 
se  han  efectuado  por  negligencia  de  los  oficiales  reales,  y  que  en 
adelante  se  tenga  mucho  orden  en  su  cobro,  no  tomando  sino 
aquello  en  que  justamente  fueron  tasados. 

188  —  1562.  Madrid,  marzo  14.  Al  presidente  y  oidores  de  la 
real  audiencia  del  Nuevo  Reino  de  Granada  y  al  gobernador  de 
Popayán.  Luis  de  Guzmán,  gobernador  de  Popayán,  tomó  por 
conducto  del  teniente  del  tesorero  en  Cartago,  Vítores  de  Miran- 
da, los  oficios  de  los  oficiales  reales  desde  el  14  de  agosto  de  ^551 
hasta  el  6  de  julio  de  1557,  quedando  a  deber  a  la  real  caja  800 
pesos  y  7  reales  en  oro  amarillo,  1 1  pesos,  3  tomines  y  7  granos 
de  oro  de  minas,  6  tomines  y  10  granos  de  oro  bajo,  los  cuales 
han  de  pagar  al  tesorero  Miguel  de  Magaña  y  demás  oficiales, 
bajo  pena  de  prisión  y  confiscación  de  sus  bienes. 

189 — 1562.  Mayo  14.  Al  presidente  y  oidores  del  Nuevo 
Reino  de  Granada.  Que  envíen  relación  de  qué  causa  tuvieron 
para  mandar  pagar  de  la  hacienda  de  Su  Majestad  $127  de  oro 
de  minas  de  la  caja  de  Popayán,  a  Francisco  Velásquez,  vecino 
de  la  villa  de  Anserma.  El  rey  necesita  saber  qué  causa  tuvieron 
para  ordenar  que  se  entregara  esa  suma  a  Velásquez,  y  manda, 
que  sea  inmediatamente  reintegrada  a  su  re  1  caja. 

19c — 1562.  Alcalá,  mayo  31.  Al  presidente  y  oidores  de  la 
real  audiencia  del  Nuevo  Reino  de  Granada.  Por  causas  cumpli- 
deras a  nuestro  servicio  mandamos  conceder  una  escribanía  a 
Juan  de  Párraga  por  5,000  ducados,  el  cual  se  comprometió  con 
fiadores  en  la  casa  de  Contratación  de  Sevilla  a  pagar  en  dos 
contados  de  2.5000  cada  seis  meses.  Como  no  ha  cumplido,  or- 
dena que  se  haga  efectivo,  y  remitan  la  suma  a  los  oficiales  de 
Contratación. 

191  -  1562.  Madrid,  15  de  junio.  Al  presidente  y  oidores  de- 
la  audiencia  real  del  Nuevo  Reino  de  Granada,  Que  favorezcan  a 
los  religiosos  de  la  orden  de  San  Francisco  que  en  aquella  tierra 
residen,  y  les  guarden  y  cumplan  lo  qus  las  reales  cédulas  por  Su 
Majestad  les  están  dadas,  y  el  vino  y  aceite  que  se  les  cuide  de 
dar,  se  les  dé  como  se  les  da  a  los  religiosos  de  la  orden  de  Santo 
Domingo.  Su  Majestad  ha  sabido  que  a  los  frailes  de  San  Fran- 
cisco no  se  les  guardan  las  consideraciones  debidas,  ni  se  les 
presta  la  ayuda  que  exigen  las  reales  cédulas,  ni  se  les  da  el  vino 
y  aceite  necesarios  para  el  culto,  como  lo  manda  Su  Majestad. 
Ordena  que  en  adelante  todo  esto  se  haga  y  se  cumpla. 

192 — 1562.  Madrid,  julio  26.  Al  presidente  y  oidores  de  la 
audiencia  real  del   Nuevo    Reino    de   Granada.  Queremos   saber 


708  BOLETÍN   DE   HISTORIA    Y    ANTIGÜEDADES 


qué  tantos  repartimientos  de  indios  hay  en  esa  tierra,  y  cuáles 
dellos  están  en  nuestra  corona  y  cuáles  recomendados  a  personas 
particulares,  y  lo  que  renta  cada  uno,  que  los  oidores  y  oficiales 
reales  le  hagan  de  ello  una  relación,  poniendo  de  un  lado  los  pue- 
blos que  están  en  su  cabeza,  y  del  otro  los  que  están  encomenda- 
dos a  otras  personas. 

<93 — 1562.  Septiembre  3.  Empréstitos  sobre  la  caja  de  Su 
Majestad.  Los  oficiales  reales  han  dado  en  recibo  en  prenda  de 
dineros,  que  se  prestan  de  su  caja  o  de  sumas  que  se  adeudan, 
algunas  prendas,  lo  que  prohibe,  como  ya  lo  ha  hecho  por  alguna 
cédula,  que  esto  se  haga  en  adelante.  Como  no  está  estipulado  el 
oro  por  quilates,  es  muy  posible  que  (os  que  saquen  hoy  uoasuma, 
la  paguen  mañana  en  oro  de  título  inferior. 

Í94 — ir,62.  Segovia,  septiembre  22.  Al  presidente  y  oidores 
del  Nuevo  Reino,  de  Granada,  Que  envíen  relación  de  cuál  oficio 
de  alcalde  mayor  es  el  que  proveyeron  a  Juan  de  Penagos,  y  si  sigue 
proveído  a  otra  persona,  y  de  la  necesidad  que  hay  y  qué  salario  se 
da.  Pide  sobre  esto  una  relación  larga  y  particular,  «para  que  vista, 
se  provea  lo  que  convenga  y  sea  justicia. > 

^95 — '562.  Madrid,  octubre  3.  Al  presidente  y  oidores  de  la 
real  audiencia  del  Nuevo  Reino  de  Granada.  Sobre  el  castigo  del 
tirano  Lope  de  Aguirre.  Lope  de  Aguirre  y  sus  secuaces,  después 
de  ccmeter  muchos  asesinatos  y  robos,  se  hicieron  gobierno,  y 
nombraron  por  principal  y  capitán  general  a  un  tal  Hernando  de 
Guzmán,  e!  cual  fue  desbaratado  en  la  provincia  de  Venezuela  (i). 
Muchos  de  sus  compañeros  se  dispersaron,  sin  recibir  el  con- 
digno castigo.  Conviene  buscar  cuáles  de  ellos  pasaron  a  esos 
reinos  para  que  sean  apresados  y  juzgados,  y  se  haga  información 
de  los  nombres  de  los  demás  que  estuvieron  con  el  tirano,  y  en- 
víen relación  de  todo  ello.  Viene  aparte  una  relación  délas  per- 
sonas que  juraron  por  príncipe  a  don  Hernando  de  Guzmán,  que 
se  rebeló  contra  el  servicio  de  Su  Majestad  en  la  provincia  de  Ma- 
raparo,  en  quien  después  sucedió  el  tirano  Lope  de  Aguirre.  La 
lista  contiene  188  nombres. 

19Ó — 1562.  Madrid,  25  de  octubre.  Al  presidente  y  oidores 
de  la  audienci-  del  Nuevo  Reino  de  Granada  para  que  hagan  y 
cumplan  ciertas  cosas.  Por  la  residencia  que  se  hizo  al  licenciado 
Briceño,  se  ha  visto  que  hay  cosas  que  conviene  hacer  en  ese  reino. 
A  los  conquistadores  que  pidan  en  acreedor  bagatelas,  tomar  in- 
formación de  sus  oficios  y  méritos,  y  luego  (téseles  preferencia  en 
los  repartimientos  de  indios  que  vacaien.  Que  en  adelante  no  se 
dé  salario  a  los  que  ordenan  las  cuentas,  pues  esa  es  obligación 
que  tienen  ¡os  que  las  h^^n  de  presentar.  Los  lutos  de  la  audiencia 
se  deberán  hacer  por  cuenta  de  la  misma,  según  la  pragmática. 
Que  no  se  dé  prórroga,  ni  se  venda  al  fiado  nada  que  pertenezca 
a  la  real  hacienda.  Que  no  se  hagan  renunciaciones  de  indios. 
Que  en  adelante  no  se  libre  nada  de  la  real  caja,  ni  se  hagan  gas- 
tos de  ella,  ni  de  ella  se  saquen   salarios.  Que  se    hagan    las   dili- 

(1)  A  Guzmán  lo  hizo  asesinar  Aguirre. 


ARCHIVO    DE  INDIAS  709 


gencias  necesarias  para  cobrar  a  Bartolomé  de  la  Peña  el  alcance 
que  dejó.  Que  los  $  2,oco  que  recibió  el  licenciado  Bricefto  para 
abrir  el  camino  a  Mariquita,  sean  reintegrados  a  la  real  caja.  De 
$  i,ooo  que  se  prestaron  de  la  real  caja  a  Juan  Diez  Gaicano,  fal- 
tan por  pagar  $  73,  que  se  tenga  cuidado  en  ello.  Parece  que  de 
la  real  caja  le  dieron  $  3,000  al  oidor  Sebastián  del  Prado  por  su 
viaita  a  Vélez,  y  a  Antonio  de  Moies  $  200  por  la  que  hizo  a  To- 
caima.  Que  estas  sumas  se  cobren  y  se  pongan  en  su  caja,  y  se 
haga  cargo  de  ellas  al  tesorero.  También  se  sacó  dinero  para  pa- 
gar al  oficial  que  llevó  a  la  costa  las  residencias  de  Góngora  y  de 
Galarza,  para  arreglo  de  unas  puertas,  etc.,  etc.  Hace  fuerza  en 
varios  otros  cargos  que  se  hicieron  a  Briceño  por  haber  hecho 
gastos  ccn  fondos  de  la  real  caja  (misas  para  presos,  etc.,  etc). 
Ordena  una  vez  más  que  no  se  vuelVt^n  a  hacer  gastos  de  su  real 
caja  sin  una  orden  directa. 

197 — 1563.  Febrero  16.  Carta  del  secretario  del  consejo  a  la 
audiencia.  Remite  los  siguientes  despachos  de  Su  Majestad:  cé- 
dula sobre  que  nada  se  preste  de  la  caja  real  (número  193);  infor- 
mándose de  qué  alcaldía  se  dio  a  Juan  de  Penagos  (194);  para 
que  hagan  unos  cobros  en  la  provincia  de  Popayán  (188);  averi- 
guando porqué  se  pagó  una  sunadelacaja  real  (i8q);  averiguando 
por  unas  casas  que  compraron  los  oficiales  reales  (186);  sobre  in- 
dios de  la  provincia  de  Popayán,  que  están  en  cabeza  de  Su  Ma- 
jestad (187);  otra  relacionada  con  el  licenciado  Briceño  (196); 
otra  sobre  el  castigo  de  la  gente  de  Lope  de  Aguirre  (195). 

198 — 1563.  Agosto  29.  Cédula  del  distrito  de  la  audiencia 
de  Quito.  Presidente  y  oidores  de  la  audiencia  real  del  Nuevo 
Reino  de  Granada.  Su  Majestad  comunica  haber  mandado  formar 
una  nueva  audiencia  y  cancillería  real,  con  residencia  en  San  Fran- 
cisco de  Quito,  a  la  cual  ha  dado  por  límites:  «por  la  costa  hacia 
la  ciudad  de  los  reyes  hasta  el  puerto  de  Paita,  exclusive,  y  la 
tierra  adentro  hasta  Piura,  Cajamarca  y  Chachapoyas  y  Moyo- 
bamba  y  Motilones,  exclusive.  De  manera  que  esta  audiencia 
tenga  por  su  distrito  hacia  la  parte  susodicha  los  pueblos  de  Jaén, 
Valladolid,  Loja,  Camora,  Cuenca,  ia  Gasea  y  Guayaquil,  con 
todos  los  demás  pueblos  que  estuvieren  en  sus  comarcas  y  se  po- 
blaren, y  hacia  la  parte  de  los  pueblos  de  la  Canela  y  Quijos,  ha 
de  tener  los  dichos  pueblos  con  los  demás  que  se  descubrieron. 
Y  por  la  costa  hacia  Panamá,  hasta  el  puerto  de  la  Buenaventura, 
inclusive,  y  por  la  tierra  adentro.  Pasto,  Popayán  y  Buga,  y  Cha- 
panchicay  Guachicono,  y  todos  los  dichos  lugares  con  sus  tierras  y 
todos  los  demás  lugares  de  la  provincia  de  P:)payán  han  de  quedar 
a  esa  audiencia.»  De  estos  limites  se  ha  mandado  dar  cédula  para 
que  los  respeten  y  no  administren  justicia  en  sus  linderos. 

199 — 1564.  Mayo  17.  Al  presidente  y  oidores  de  la  audien- 
cia real  del  Nuevo  Reino  de  Granada.  Que  vean  las  cartas,  y  de 
la  relación  aquí  inserta,  sobre  la  orden  que  se  ha  de  tener  en  los 
pleitos  sobreseídos.  Recuerda  una  real  orden  dictada  anterior- 
mente sobre  el  mismo  asunto,  y  remitida  a  la  audiencia  de  los  re- 
yes. Hay  cuatro  cédulas  sobre  el  mismo  asunto,  que  cita.  La  pri- 


710  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


mera  es  una  relación  de  las  nuevas  leyes  a  favor  de  los  indios. 
En  vista  de  que  muchos  españoles  ponen  demandas  contra  los  na- 
turales, ordena  que  se  sobresea  en  estos  pleitos,  y  los  manden  al 
real  Consejo,  donde  se  juzgará  lo  que  más  convenga.  Lo  mismo 
se  hará  con  los  pleitos  que  los  españoles  promuevan  a  los  indios. 
Como  este  capítulo  ha  sido  suplicado  con  muchas  razones,  lo 
mande  suspender,  y  que  no  se  envíen  más  las  causas  al  consejo. 
Si  alguno  tuviere  demanda  contra  los  indios,  que  la  ponga  ante  la 
audiencia  más  cercana,  y  el  presidente  y  oidores  «harán  un  tras- 
lado de  la  contraparte  contra  quien  se  diere.»  Las  partes  en  el 
término  de  tres  meses  presentarán  cada  una  una  información  de 
testigos.  Todo  lo  cual,  cerrado  y  sellado,  lo  mandará  la  audiencia 
al  consejo.  Esta  cédula,  fecha  en  Malinas,  el  20  de  octubre  de 
1545,  se  mandó  publicar  en  todas  las  ciudades,  villas  y  lugares. 
Más  tarde  se  tuvo  noticia  de  que  muchos  españoles,  de  su  propia 
autoridad,  despojaban  a  los  indios.  Por  otra  cédula  mandó  que  se 
cumpliera  la  anterior,  y  que  todos  los  pleitos  que  hubiera  sobre 
posesión  y  despojo  de  indios,  se  remitieran  al  consejo  en  la  forma 
indicada.  La  audiencia  hará  comparecer  ante  sí,  personalmente  o 
por  medio  de  apoderado,  a  los  que  hubieren  procedido  mal,  y  los 
obligará  a  dar  la  información  prescrita.  Cédula  de  25  de  abril.  El 
fiscal  del  consejo  de  Indias  pedía  que  los  pleitos  de  repartimientos 
de  indios  sean  atendidos  de  una  manera  eficaz.  Las  audiencias  po- 
drán atender  sobre  propiedades  y  posesión  de  ellos.  Las  audiencias 
interpretando  mal  la  cédula  de  Malinas,  se  han  entrometido  a  hacer 
justicia  en  estas  materias,  despojando  a  muchos  indios  de  sus  pro- 
piedades. Con  la  muerte  de  varios  encomenderos,  causadas  por 
las  guerras  del  Perú,  han  vacado  muchas  encomiendas.  Su  Majes- 
tad ha  ordenado  y  manda  que  se  atengan  en  lo  sucesivo  a  las 
prohibiciones  de  la  cédula,  «y  guardarlo  y  cumplirlo  todo  y  por 
todo,  haciendo  únicamente  las  probanzas,  que  se  remitirán  ai 
consejo  para  que  resuelva  en  justicia.»  (Cédula  de  30  de  octubre 
de  1563).  Por  esta  última,  de  mayo  de  Ó4,  manda  que  las  cédulas 
anteriores  se  cumplan  en  todo  y  por  todo,  según  y  como  en  ellas 
se  contiene. 

200 — 1564.  Aranjuez,  mayo  29.  Para  que  los  oidores  no  ten- 
gan tratos  ni  granjerias.  Presidente  y  oidores,  etc.  Se  incluye  una 
real  cédula  del  emperador  a  la  audiencia  de  la  Nueva  España. 
Los  oidores  no  podrán  tener  casas  propias  ni  de  alquiler,  ni  edi- 
ficar casas,  ni  tiendas,  ni  las  han  menester,  puesto  que  posan  en 
las  de  la  real  audiencia.  Tampoco  se  les  permite  posean  casas  de 
recrea,  ni  huertas  fuera  de  la  ciudad,  ni  en  otra  parte  en  toda  esa 
tierra.  No  les  será  permitido  prestar  dineros,  «al  censo  o  al  qui- 
tar,» para  que  estén  más  libres  en  sus  oficios.  Se  les  autoriza  para 
pedir  aquellas  cosas  que  fueren  necesarias  para  su  bienestar,  como 
vino,  vinagre,  jabón,  etc.,  a  la  condición  que  las  paguen,  y  vaya 
el  indio  bajo  el  nombre  de  registrado.  No  se  les  tolerará  cerca  de 
la  ciudad,  ni  en  su  distrito  ninguna  granjeria  de  ovejas,  ni  en 
poca  ni  en  mucha  cantidad.  No  sembrarán  trigo,  ni  maíz,    ni  para 


ARCfflVO    DE  INDIAS  711 


SU  sustento,  ni  para  la  venta.  Cumplirán  con  la  ley  de  alimentar 
a  sus  mujeres  y  a  sus  hijos,  io  que  no  será  pretexto  para  hacer 
tratos,  €  porque  es  nuestra  voluntad  que  de  todo  estéis  libres, 
para  que  hagáis  mejor  nuestro  servicio.»  No  podrán  por  medio 
de  terceros  couseguir  leña,  agua  y  yerba,  sino  al  tenor  de  la  cé- 
dula que  reglamenta  este  servicio,  «Nos  será  desacato  que  no 
cumplan  la  cédula,  pues  no  nos  queremos  servir  de  nadie  contra 
su  voluntad.»  Si  los  oidores  tuvieren  haciendas  en  manos  de  ter- 
.ceros,  o  hicieren  tratos  directamente,  serán  condenados  a  la  pér- 
dida de  sus  oficios,  y  a  lo  que  contrataren,  más  mil  ducados  de 
multa.  El  que  con  ellos  contratare,  perderá  todos  sus  bienes. 
Todo  a  favor  de  la  real  cámara.  Esta  cédula  y  la  que  va  incorpo- 
rada, serán  cumplidas  en  ese  nuevo  reino,  donde  serán  pregona- 
das, para  que  sean  de  todos  conocidas. 

20I — 1564.  Aranjuez,  mayo  29.  Recuérdala  cédula  fechada 
en  Valladolid,  a  g  de  abril  de  1549,  por  la  cual  se  prohibe  que  los 
que  gobiernan  hagan  armadas  y  descubrimientos  y  tengan  ganados 
y  otra  clase  de  granjerias,  directamente  o  por  intermedio  de  terceras 
personas,  cédula  que  se  envió  a  la  audiencia  de  la  nueva  España. 
Otra,  de  16  de  abril  de  1550,  en  que  manda  que  la  anterior  se 
cumpla  en  todas  sus  partes,  sin  recurso  ni  apelación  Ordena  por 
esta  sobrecédula  y  por  la  cédula  anterior,  se  cumplan  en  todo  y 
por  todo,  bajo  pena,  a  los  oidores  que  contrataren,  de  la  pérdida  de 
sus  oficios  y  de  cuanto  trataren  y  contrataren,  más  mil  ducados, 
«lo  cual  explicamos  desta  manera;  dos  partes  para  nuestra  cá- 
mara e  fisco,  e  la  otra  tercera  para  la  persona  que  lo  demandare,  y 
asimismo  para  la  persona  o  personas  que  trataren  o  contrataren  a 
los  dichos  oidores,»  los  que  condena  a  la  pérdida  total  de  sus  bienes 
en  la  misma  forma.  Los  que  tuvieren  ganados  en  otras  granjerias, 
al  recibo  de  ésta  tendrán  que  venderlos  en  el  término  de  seis  meses. 
Manda  que  esta  cédula  sea  pregonada  y  cumplida  en  el  Nuevo 
Reino  de  Granada. 

202 — 1565.  Aranjuez,  8  de  abril.  Presidente  y  oidores.  Como 
los  alcaldes  de  esa  ciudad  no  son  letrados,  demoran  mucho  los  ne- 
gocios de  su  cargo,  porque  han  de  buscar  asesor,  y  éstos  son  cos- 
tosos. Como  conviene  que  la  justicia  se  haga  con  brevedad, 
manda  que  uno  de  los  oidores  conozca  de  las  causas  civiles  que 
van  ante  la  audiencia,  en  un  radio  de  cinco  leguas,  «a  la  tarde, 
por  tres  meses,  en  el  año,»  y  así  lo  harán  todos  los  oidores  por 
turno.  De  sus  decisiones  se  podrá  apelar  ante  la  audiencia,  sin 
que  en  la  apelación  tenga  voz  ni  voto  el  oidor  que  hubiere  dic- 
tado la  sentencia. 

203 — 1565.  Abril  20.  Presidente  y  oidores,  etc.,  y  otras  cua- 
lesquier  justicias  della.  Manda  que  se  guarde  y  cumpla  la  cédula 
dada  en  Madrid,  a  12  de  julio  de  1564,  en  que  manda  que  no  se 
usen  espadas,  verdugos  y  estoques  muy  largos  (pues  los  tienen 
hasta  de  16  y  19  palmos),  de  donde  resultan  muchas  muertes  y 
heridas.  En  adelante,  quince  días  después  de  pregonada  esta  cé- 
dula, no  se  usarán  armas  de  éstas  que  tengan  más  de  cinco  cuartas 
de  vara  de  largo,  bajo  pena,  sea  cual  fuere    la  persona,    y    de   la 


712  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


calidad  y  condición  que  sea,  de  la  pérdida  del  anua,  más  diez  du- 
cados de  multa  y  diez  días  de  cárcel.  Al  reincidente  se  le  duplicará 
la  pena,  y  se  le  desterrará  del  lugar  por  un  año.  La  multa  será 
para  el  juez  o  alguacil  que  tome  el  arma.  Las  justicias  que  no 
cumplieren  con  esta  cédula,  «perderán  la  nuestra  merced  y  20,000 
maravedís  para  la  nuestra  cámara.» 

204 — 1565.  Madrid,  agosto  15.  Presidente  y  oidores,  etc. 
Que  conviene  para  que  el  fiscal  se  entere  de  los  pleitos  que  esté, 
presente  en  los  acuerdos  que  en  ella  se  hagan,  y  así  lo  dispone  y 
manda. 

205 — 15Ó4.  Abril  15.  Sobre  las  apelaciones  Diego  de  Robles, 
escribano  de  cámara  de  Su  Majestad,  en  la  real  audiencia  del  Nue- 
vo Reino,  dice  que  como  a  la  audiencia  de  Quito  se  le  han  dado 
en  distrito  las  ciudades  de  Cali,  Pasto  y  Popayán,  y  al  Nuevo 
Reino  otras  ciudades  y  pueblos  déla  misma  gobernación,  y  como 
el  gobernador  de  la  provincia  de  Popayán  reside  casi  siempre  en 
Cali,  es  muy  de  temerse  que  de  los  vecinos  pueblos  de  la  audien- 
cia de  Santafé  lleven  los  pleitos  en  apelación  a  la  de  Quito.  Si 
algunas  justicias  conocieren  de  delitos  de  pueblos  de  otra  audien- 
cia, que  lo  están  muy  cercanos,  la  apelación  sólo  podrá  hacerse 
ante  la  audiencia  a  que  pertenecen. 

206 — 1564.  Cuenca,  abril  30.  Sobre  las  apelaciones  a  pedi- 
mento de  Diego  de  Robles.  Cuando  los  pueblos  de  Cali,  Pasto  y 
Popayán  fueron  adscritos  a  la  audiencia  de  Quito,  ya  tenían 
muchas  visitas  y  pleitos  pendientes  de  la  audiencia  de  Santafé,  y 
los  que  de  ellos  se  desprendieren,  serán  juzgados  y  fenecidos  en 
ella,  aun  cuando  las  partes  habiten  poblaciones  de  la  otra 
audiencia. 

207 — 1563.  Zaragoza,  septiembre  8.  Al  doctor  Venero,  pre- 
sidente de  la  real  audiencia.  Ha  informado  el  licenciado  Geró- 
nimo de  Ulloa,  fiscal  en  el  nuestro  consejo  de  Indias,  que  esa 
audiencia  ha  nombrado  por  teniente  de  gobernador  en  la  provin- 
cia de  Popayán  a  don  Pedro  de  Agreda,  con  salario  de  goberna- 
dor, defraudando  así  la  real  hacienda  {$  2,000  anuales).  Manda 
que  no  se  le  paguen  más  que  300,000  maravedís  por  año,  y  que  si 
se  le  hubiesen  dado  más  se  le  quite,  y  si  no  se  le  haga  cargo  ai 
tesorero,  y  si  éste  no  tuviese  con  qué,  a  los  oidores  de  la  audien- 
cia que  lo  proveyeron  en  el  dicho  cargo. 

208 — 1565.  Escorial,  julio  9.  Al  presidente  y  oidores  de  la 
audiencia  real,  etc.  Que  den  relación  dónde  se  debe  llevar  a  quin- 
tar la  plata  que  se  saca  de  la  ciudad  de  San  Sebastián.  En  San 
Sebastián  se  hizo  una  fundición,  y  ha  habido  discusión  entre  fun- 
didores y  vecinos,  sobre  si  la  plata  se  ha  de  mandar  a  quintar  a 
Santafé  o  a  Popayán.  Hacen  observar  que  la  vía  de  Santafé  es 
más  corta  y  cómoda,  y  que  la  de  Popayán  es  tan  mala,  que  lo  que 
por  allí  se  sacare,  habría  que  llevarlo  a  hombros  de  indios.  Pide 
Su  Majestad  a  la  audiencia  que  informe  acerca  del  camino  que 
lleva  a  Popayán  y  del  que  va  a  Santafé,  distancia  que  hay  a  una 
parte  y  a  otra,  dónde  convendría  más  sacarla  a  quintar,  y  por  qué 


ARCHIVO    DE  INDIAS  713 


causas,  y    cómo   podría  ser   servida   con   más   brevedad   su    real 
hacienda. 

209 — 1565.  Segovia,  agosto  17.  «Venerables  y  devotos  pa- 
dres provinciales,  priores  y  guardianes,  comendadores  y  otros  re- 
ligiosos de  las  órdenes  de  Santo  Domingo  y  San  Francisco  y  San 
Agustín  y  La  Merced.»  Que  no  pongan  obstáculo  ni  inconveniente 
cuando  estén  administrando  algún  pueblo  o  sacramento  de  indios 
a  la  visita  que  les  hagan  el  prelado  o  un  subcomisionado.  Que 
les  muestren  todos  los  libros,  así  de  bautizos  como  de  casamien- 
tos, y  les  permitan  hacer  inventario  de  ornamentos,  y  otras  cosas 
partenecientes  a  las  iglesias. 

210 — 1565.  Segovia,  septiembre  3,  Presidente  y  oidores  de 
la  audiencia  de  Santafé,  San  Francisco  de  Quito,  de  las  provin- 
cias del  Perú  y  de  Panamá  y  de  Tierra  Firme,  llamada  Castilla 
del  Oro.  Don  Alvaro  Mendoza,  nombrado  gobernador  de  la  pro- 
vincia de  Popayán,  ha  hecho  relación  de  «que  vosotros  os  entro- 
metéis» en  nombrar  corregidores  y  otros  jueces  ordinarios  en  al- 
gunos pueblos  de  aquella  provincia.  Como  esto  sólo  corresponde 
ai  gobernador,  ordena  Su  Majestad  que  no  vuelvan  z  entrome- 
terse en  hacer  estos  nombramientos,  y  que  manden  quitar  los  que 
tuvieren  hechos. 

211 — 1565.  Segovia,  septiembre  3.  Para  que  se  hagan  sacar 
las  cuentas  reales  de  esta  provincia  desde  que  se  descubrió,  y  las 
envíen  al  consejo,  cobrados  los  alcances.  No  obstante  la  real  cé- 
dula, en  que  se  mandaba  que  cada  un  año  se  remitan  las  cuen- 
tas, y  las  apruebe  la  audiencia  para  entregar  el  finiquito,  ha  sa- 
bido, por  parte  del  licenciado  Jerónimo  de  Ulloa,  fiscal  de  Su 
Majestad,  que  su  mandato  no  se  cumple  desde  que  descubrieron 
aquellos  reinos,  con  gran  perjuicio  para  la  real  hacienda.  En  con- 
secuencia, ordena  que  los  oficiales  reales  junten  todas  las  cuentas 
que  tengan  en  caja  desde  que  se  descubrió  y  pobló  aquel  reino, 
hasta  el  recibo  de  la  presente  cédula,  haciendo  cargo  a  los  oficiales 
que  desempeñaron  el  oficio,  con  explicación  de  cada  partida,  po- 
niendo aparte  la  cantidad  que  proceda  de  los  quintos  de  oro  y 
plata,  con  especificación  de  peso  y  valor,  lo  que  se  hubiese  co- 
brado de  tributo  de  indios  que  están  bajo  su  corona,  comprobando 
las  partidas,  el  producto  de  las  penas  aplicadas  a  la  real  cámara> 
lo  que  se  hubiese  perdido  por  no  registrarse,  «y  todo  lo  que  nos 
hubiere  pertenecido  de  cualquiera  manera.»  Cada  partida  de 
cargo  y  descargo  deberá  llevar  la  fecha  indicando  el  día,  mes  y 
año,  y  se  harán  los  balances  para  poder  librar  el  finiquito.  Se 
apuntarán  los  alcances  líquidos  que  resultaren  con  especificación  de 
las  personas  a  cuyo  cargo  estuviesen.  Las  cuentas  se  presentarán 
ante  el  consejo,  personalmente  o  por  medio  de  apoderado  bien 
acreditado,  y  de  no  hacerlo  así,  se  les  juzgará  en  rebeldía. 

212 — 1565.  Madrid,  diciembre  6.  En  ese  Nuevo  Reino  hay 
muy  pocos  monasterios,  especialmente  de  la  orden  de  Santo  Do- 
mingo, de  donde  resulta  que  en  muchos  lugares  se  hace  difícil 
la  predicación  de  la  fe.  Conviene  se  haga  como    en    la  nueva    Es- 


714  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


paña.  Que  los  oidores  donde  sea  necesario  hagan  monasterios. 
Si  es  en  los  pueblos  que  están  bajo  su  corona,  se  hagan  por  cuen- 
ta de  las  reales  cajas,  con  ayuda  de  los  indios,  y  si  fuere  en  pue- 
blos de  encomenderos,  los  hagan  mitad  por  su  cuenta,  y  mitad  por 
la  del  encomendero. 

213 — 1565.  Segovia,  septiembre  3.  Al  doctor  Venero,  presi- 
dente de  ia  audiencia.  Por  conducto  de  Sebastián  Rodríguez,  se 
ha  sabido  que  a  las  plazas  de  ciudades  y  villas  del  Nuevo  Reino 
se  sacan  partidas  de  indios  para  alquilar,  y  que  son  vejados  y  cas- 
tigados, y  se  les  paga  muy  bajo  salario.  Manda  que  en  adelante 
no  se  alquilen,  sino  los  que  voluntariamente  quieran  hacerlo,  pre- 
vio arreglo  del  precio  del  jornal.  Ha  resultado  que  muchos  han 
preferido  huirse  antes  que  someterse  a  que  los  alquilen. 

214  —  15Ó5.  Escorial,  julio  lo.  Presidente  y  oidores  de  la  nues- 
tia  audiencia  real,  que  reside  en  la  ciudad  de  Santafé  del  Nuevo 
Reino  de  Granada.  I^as  órdenes  de  San  Francisco,  Santo  Do- 
mingo y  San  Agustín,  «que  se  fundaron  en  esas  tierras  con  toda 
pobreza  y  menosprecio  de  la  hacienda  y  bienes  temporales,  y  en  esto 
han  perseverado  mucho  tiempo,  lo  cual  ha  sido  gran  parle  para 
ia  intrucción  y  conversión  de  los  naturales,  han  comenzado  a  re- 
cibir, mandar  y  herenciar  bienes  propios  con  otras  granjerias, 
apartándose  de  aquel  santo  y  buen  propósito  con  que  comenza- 
ron.» Que  se  comunique  a  los  provinciales  de  dichas  órdenes,  que 
no  tengan  de  estos  bienes,  y  que  ios  que  tuvieren,  los  dediquen  a 
obras  pías.  En  adelante  que  «vivan  con  pobreza  conforme  a  su 
primera  institución»  de  donde  resultará  mucho  bien  y  ganará  el 
servicio  de  nuestro  Señor, 

215 — 1565  Segovia,  agosto  21.  A  las  audiencias,  etc.  Que 
<en  las  almonedas  que  se  hacen  en  los  tributos  pertenecientes  a  la 
real  corona  y  a  las  encomiendas  vacas  sólo  asiste  el  escribano. 
Manda  que  en  adelante  los  tres  oficiales  reales,  un  oidor  y  el  ñscal 
de  las  partes,  y  en  caso  que  no  lo  hubiere,  el  gobernador,  o  una 
justicia  de  la  ciudad,  de  ella  o  lugar  donde  la  almoneda  se  hiciere, 
tendrán  un  libro  donde  se  apunten  con  sus  fechas  ios  remates 
iiechos,  su  valor  y  el  nombre  de  las  personas  a  que  se  adjudicaron, 
el  cual  irá  firmado  por  los  tres  oficiales,  el  oidor  y  el  fiscal  o  la 
justicia,  lo  que  se  entregará  partida  por  partida  al  tesorero.  Que 
lo  cumplan  bajo  la  pena  de  100,000  maravedís  para  la  cámara  a 
cada  uno  que  lo  contrario  hiciere. 

216 — 1565.  Segovia,  agosto  21.  Presidente  y  oidores  de  la 
nuestra  real  audiencia  del  Nuevo  Reino  de  Granada  y  San  Fran- 
cisco de  Quito  y  provincia  de  Popayán.  Muchos  españoles  tienen 
perros  con  que  salen  a  montear  a  los  indios,  que  cansados  del 
trabajo  de  las  minas  y  de  que  los  ponen  a  cargar,  se  huyen.  Con 
esto  se  causa  gran  deservicio  a  Dios  y  desacato  a  Su  Majestad. 
Manda  se  haga  información  de  las  personas  que  hayan  empleado 
y  empleen  este  procedimiento  y  se  les  castigue  en  justicia  con 
todo  rigor,  sean  quienes  fueren,  y  se  mate  a  los  perros  empleados 
<en  este  oficio,  buscándolos  donde  se  hallaren. 

(ConUnuará). 


EL   ORIGEN   DEL   NOMBRE   CALIFORNIA  715 


Eh  ORÍGED  DEh  nOÍDBRE  CflblFORnifl 

El  origen  del  nombre  dado  a  esta  parte  de  la  América  del 
Norte  ha  sido,  hasta  hace  poco,  un  enigma  que  los  escritores  han 
tratado  de  desembrollar  como  han  podido.  Es  innumerable  el 
total  de  conjeturas  que  se  han  hecho:  unos  han  querido  que  venga 
de  kalos,  bello  en  griego;  otros  sacan  el  nombre  de  caliente  y  hor- 
no, imaginando  que  así  lo  dijeran  ios  conquistadores  españoles; 
algunos  ponen  en  boca  de  Cortés  las  palabras  latinas  calida /órnax^ 
y  que  de  ahí  saliera  California;  algunos  quieren  que  este  nombre 
se  derive  del  árabe  ca'i/a,  y  finalmente  los  ha  habido  que  dicen 
que  la  tai  palabra  es  indígena,  y  el  nombre  por   lo  tanto   aborigen. 

Exceptuando  lo  de  cali/a,  que  como  vamos  a  verlo  tiene  algo 
de  cierto,  lo  demás  de  esas  etimologías  nada  tienen  que  ver  en  el 
asunto.  La  resolución  de  este  rompecabezas  histórico  se  debe  en 
parte  a  Mr.  Edward  Everett  Hale,  que  el  año  de  1862  tuvo  la 
buena  fortuna  de  leer  Las  Sergas  de  Esplandián,  libro  de  caballe- 
rías escrito  por  los  fines  del  siglo  xv,  y  que,  bien  lo  sabe  todo  el 
mundo,  fue  ei  primero  que  quemaron  entre  el  cura  y  el  barbero  en 
el  auto  de  fe  de  ia  bibiloteca  de  don  Quijote.  Pues  bien,  en  esas 
Sergas  figura  una  ínsula  con  ei  nombre  de  California,  donde  sólo 
había  mujeres,  perlas  y  oro,  y  donde  reinaba  la  maravillosa  reina 
Califia,  que  apasionaba  a  los  aventureros  de  esos  tiempos. 

Garcí  Ordóñez  de  Montalvo  fue  el  autor  de  Las  Sergas  de 
Esplandián,  y  la  publicación  del  libro  debió  ser  por  el  año  de 
1498,  o  quizás  antes,  eso  es  cosa  que  no  se  sabe  a  punto  fijo. 

Este  libro  fue  el  más  popular  de  su  tiempo,  el  más  leído  y  el 
que  más  se  vendió.  Es  pues  absolutamente  seguro  que  las  gentes 
de  Cortés  conocían  el  libraco;  también  Bernal  Díaz  del  Castillo 
en  su  historia  de  la  Conquista  de  Nueva  España  hace  mención  de 
que  soldados  de  Cortés  tenían  Las  Sergas  de  Esplandián  en  sus 
equipajes.  No  hay  pues  la  menor  duda  de  que  cuando  se  descu- 
brió la  península  (que  al  tiempo  del  descubrimiento  se  la  creyó 
una  isla),  y  habiendo  encontrado  allí  perlas  y  oro,  las  inflamadas 
maginaciones  de  los  aventureros  bautizaron  esa  tierra  paradisíaca 
con  el  nombre  que  estaba  en  ia  punta  de  la  lengua  de  todos  ellos, 
es  decir.  California. 

Esto  así  resuelto,  cabe  ahora  preguntar:  ¿ese  nombre  Califor- 
nia de  dónde  viene  a  las  mientes  de  Garci  Ordóñez  de  Montalvo? 
Vamos  a  verlo. 

En  el  gran  canto  épico  francés  La  Chanson  de  Roland,  com- 
puesto en  el  siglo  xi,  figura  una  tierra  maravillosa  llamada  Ca- 
liferne;  es  de  teda  probabilidad,  si  no  certidumbre,  que  los 
autores  de  caballerías  en  España  estuviesen  muy  familiarizados 
con  la  tal  Chanson,  y  que  adaptaran  el  nombre,  como  se  hacía 
siempre,  de  tal  manera  que  del  Cali/eme  francés,  resultó  nuestra 
California.  Califerne  era  una  ciudad  de  Berbería,  esto  la  ha  puesto 
del  todo  en  claro  el  profesor  Boissonnade,  de  Poitiers,  en  un  ma- 
gistral estudio   de  La  Chanson  de  Roland,  publicado  en  1923.  La 


716  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


tal  Califerne  era  una  ciudad  de  reinas,  fortificada  o  halas  (raí*  de 
donde  viene  califa)  de  la  tribu  de  Benifren,  que  también  se  llamó 
Kalas-Ifren.  Por  esto  dijimos  al  comienzo  que  algo  de  cierto 
había  al  derivar  el  nombre  California  del  arábigo  califa. 

F.  Pereira  Gamba. 
Los  Angeles^  California,   1924. 

flCflDEmifl  nflcionflh  de  siscoria 

(Extracto  de  actas). 
I. o  DE  ABRIL 

El  señor  Moros  se  excusa  de  formar  parte  de  la  junta  de  fes- 
tejos, Y  es  nombrado  el  señor  Gómez  Restrepo. 

El  señor  Matos  presenta  el  informe  sobre  el  trabajo  histórico 
titulado  Biografía  del  general  Joaquín  Peña,  por  E,  Erminy  Aris- 
mendy. 

Es  nombrado  miembro  correspondiente  el  señor  Cristóbal 
Bernal,  de  acuerdo  con  él  informe  de  los  señores  Cuervo  (Luis  A.) 
y  Caicedo  (Bernardo). 

Se  aprueban  las  conclusiones  del  informe  de  los  señores  Gar- 
cía (Juan  C),  Otero  y  Moros,  sobre  la  necesidad  de  conservar  una 
parte  del  edificio  de  Santo  Domingo. 

El  señor  Matos  hace  una  lectura  sobre  episodios  de  los  días 
de  la  conquista. 

Se  aprueba  solicitar  la  publicación  en  la  Imprenta  nacional 
de  la  obra  del  señor  García  Zamudio,  Capítulos  de  historia  diplo- 
mática. 

El  señor  Peña  presenta  un  documento  de  1827,  que  contiene 
algunos  datos  históricos. 

15  DE  ABRIL 

El  señor  Cristóbal  Bernal  da  las  gracias  por  su  nomoramiento 
de  miembro  correspondiente. 

Se  acuerda  pedir  al  ministerio  de  Gobierno  U  publicación  en 
la  Imprenta  nacional,  de  una  obra  histórica  de  don  Basilio  Vicente 
de  Oviedo,  escritor  del  tiempo  de  la  colonia;  y  del  libro  Aposti- 
llas del  señor  Fosada. 

Se  destina  la  suma  de  cincuenta  pesos  $  (50)  de  los  fondos 
de  la  academia  para  ayudar  a  la  exposición  de  objetos  históricos. 

Se  nombra  una  comisión  para  que  solicite  del  señor  gober- 
nador de  Cundinamarca  se  deje  en  préstamo  a  la  academia  él 
mobiliario  de  la  asamblea,  cuando  ésta  termine  sus  labores. 

Se  presenta  como  candidato  para  miembro  correspondiente  al 
historiador  argentino  señor  Ricardo  Levene. 

El  ministro  en  Venezuela,  señor  Rivas,  comunica  las  diligen- 
cias que  ha  hecho  para  encontrar  los  restos  de  Atanasio  Girardot, 
pero  que  no  ha  sido  po-able  dar  con  ellos. 


APOSTILLAS  717 


El  general  Pablo  E.  Escobar,  del  estado  mayor  del  ejército, 
solicita  algunos  datos  sobre  fundación,  estatutos  y  reglamento  de 
la  academia  para  un  trabajo  sobre  estadística  y  estado  de  las  cien- 
cias y  artes  en  !a  capital  de  la  república. 

El  señor  Fernando  Gaudier,  de  Barcelona,  solicita  las  bio- 
grafías de  cinco  personalidades  contemporáneas  de  la  nación. 

El  señor  José  María  Restrepo  hace  una  lectura  sobre  un  epi- 
sodio de  los  días  coloniales. 

El  señor  A.  Lujan  Larrazábal,  de  Carúpano  (Venezuela),  re- 
dactor de  JBl  Obrero  de  aquella  ciudad,  envía  mn  número  de  dicho 
diario  que  contiene  un  artículo  sobre  servicios  del  héroe  colom- 
biano Joaquín  Peña, 

I."  DE  MAYO 

Son  nombrados  miembros  de  la  junta  de  festejos  los  señores 
Wills  Pradilla,  Mercado  y  Peña. 

La  Reforma  Social  áo.  la  Habana,  y  el  Instituto  histórico  y 
geográfico  brasilero,  solicitan  el  canje  de  publicaciones  de  la 
academia. 

El  señor  Otero  D'Costa  hace  la  lectura  quincenal,  la  cual 
cual  versó  sobre  las  poesías  populares  del  tiempo  de  la    conquista. 

Et  señor  ministro  de  gobierno  participa  que  se  ha  dado  orden 
de  imprimir  la  obra  Capítulos  de  historia  diplomática  del  señor  N. 
García, 

Se  acuerda  pedir  al  señor  alcalde  se  sirva  evitar  que  se  dete- 
riore o  se  pierda  la  lápida  que  existe  en  la  plaza  de  mercado,  con 
motivo  de  !os  trabajos  que  allí  se  ejecutan. 

El  señor  F.  Gandier,  de  Barcelona,  solicita  las  biografías  del 
presidente  de  la  república  y  de  otros  personajes  distinguidos. 

La  sociedad  de  embellecimiento  pide  un  informe  sobre  la  lá- 
pida que  existía  en  la  casa  donde  murió  el  general  Santander,  caas 
que  se  reconstruye  actualmente, 

flPOSCIhhflS 

FUENTES  PE   CLOS  TROFKOS»   DE   HKREDIA 

Un  erudito  y  galano  escritor  publicó,  el  año  pasado,  en  Pa- 
rís, un  libro  bien  notable  sobre  las  poesías  de  Heredia  (i).  Es  una 
investigación  minuciosa  de  las  fuentes  donde  hallara  sus  temas 
aquel  eximio  vate,  para  sus  inmortales  sonetos  y  para  sus  dos  bellos 
poemas;  así  como  de  todas  las  influencias  múltiples  que  se  relacio- 
nan con  ellos  • 

El  autor  de  esta  exégesis  había  editado,  meses  antes,  en  unión 
de  su  inteligente  esposa,  una  obra   sobre    la    vida    y    la    obra   del 


iV)  Miodrag  Ibrovac,  docteur  ét  lettres. /osé  María  de  Heredia 
Les  sources  des  Trophées.  Deux  planches  hors  texte,  Paris,  Les 
pressés  fr     •  a  ses.  w  bis,  rué  de  Chaíeadun  IX,  1922. 


718  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


poeta  (i).   Este  nuevo  trabajo,  que    revela    una   ilustración    prodi- 
■  giosa,  es,  como  ae  dice  en   el    prólogo,    una    especie  de   manual 
para  quienes  quieran  estudiar  de  cerca  la  inspiración  y  el    arte    de 
José  María  Heredia. 

Ya  otro  escritor  francés,  Raúl  Thaziés,  había  analizado  los 
cantos  relativos  a  Grecia  y  a  Roma  (2).  Pero  el  trabajo  de  M. 
Ibrovac  comprende  toda  la  obra  del  apolónida,  aun  los  cantos 
que  no  están  en  el  libro  de  Heredia.  o  sea  los  sonetos  postumos. 
Da  también  nuevas  sugestiones,  y  hace  algunas  correcciones  a  los 
apuntamientos  del  citado  comentador  sobre  las  poesías  a  las  divi- 
nidades y  a  los  episodios  de  la  antigüedad  helénica  y  latina.  Para, 
ello  sigue  el  urden  de  la  colección  publicada  por  Heredia  en  casa 
de  Lemerre,  a  fines  del  siglo  pasado. 

Dilatado  sería  señalar  las  ricas  anotaciones  de  M,  Ibrovac  a 
cada  una  de  las  composiciones  del  autor  de  Trofeos.  ¡Qué  conoci- 
miento tan  vasto  y  tan  profundo  de  las  literaturas  antiguas  y  mo- 
dernas revela  aquel  autor!  Y  en  toda  observación  predomina  un 
acertado  criterio  y  una  admirable  sabiduría.  Quienquiera  disfrutar 
bien  de  las  estrofas  impecables  del  poeta,  debe  seguirlas  en  este 
comentario  de  pasmosa  erudición. 

En  los  Irofeos  hay  algunos  sonetos  que  tocan  con  nuestra 
historia,  y  es  importante  conocer  las  observaciones  de  este  estudio. 

En  la  poesía  Jouvencc,  que  se  refiere  a  Ponce  de  León,  cita 
el  señor  Ibrovac  el  epitafio  latino  que  se  le  puso  en  la  tumba  al 
conquistador  de  la  Florida,  y  dice  que  de  él  hizo  esta  paráfrasis 
Juan  de  Castellanos  en  sus  Elegías:  «Este  lugar  estrecho  es  la 
tumba  del  hombre  que  fue  león  de  nombre  y  aún  más  de  hecho.» 
Cita  también  las  palabras  de  Oviedo  sobre  la  fuente  de  la  juven- 
tud que  creía  haber  encontrado  el  brioso  adalid  en  el  nuevo 
mundo.  «He  visto  a  menudo  hombres  que,  sin  ocurrir  a  esa  fuente, 
se  metamorfosean  de  tal  suerte,  por  el  debilitamiento  de  su  viri-- 
lidad,  que  vuelven  a  ser  niños  de  poco  cerebro.  Juan  Ponce  fue 
uno  de  ellos.»  Como  se  sabe,  aquel  descubridor  es  un  precursor 
de  los  modernos  doctores  Voronof  y  Javvorski,  bien  que  Ponce 
alimentó  tan  sólo  una  hermosa  quimera. 

Con  respecto  a  Los  conquistadores  del  firo,  señala  como  la 
principal  fuente  que  ha  tenido  Heredia  la  obra  de  Prescott,  y 
anota  las  semejanzas  del  uno  y  el  otro.  Pero  conceptúa,  además, 
que  hay  detalles  que  no  se  hallan  en  la  historia  del  sabio  inglés,, 
y  vuelve  allí  a  citar,  el  señor  Ibrovac,  a  nuestro  cronista  de  las 
primeras  horas  de  la  colonia.  «Según,  dice,  lo  que  nuestra  incom- 
petencia ha  podido  descubrir,  una  de  las  principales  fuentes  ha 
sido  las  Elegías  de  varones  ilustres  de  Indias,  donde  el  poeta  Juan 
de  Castellanos  discurre  ampliamente  sobre  grandes  hechos  de  to- 
dos los  conquistadores.» 


(1)  José  Marta  de  Heredia.  Sa  vie,  son  oeiivre.  Les  presses  fran- 
caises.  1923. 

(2)  Etude  sur  les  sources  de  J.  M.  de  Heredia  dan  les  cinquanie- 
sepremiers  sonnets  des  Trophées.  Revue  des  Langues  Romanes.  1910. 


APOSTILLAS  719 


Cuan  inmortales  son  los  trabajos  impregnados  de  historia:  a 
ellos  no  afecta  la  moda  tan  sustancialmente  como  a  la  poesía 
lírica  y  a  la  novela.  Los  toscos  renglones  del  humilde  cura  de 
Tunja  en  el  siglo  xvi  vienen  a  ser  materia  prima  para  la  mirífica 
obra  de  arte  del  esclarecido  poeta  francés  de  fines  de  la  pasada 
centuria. 

«Toca  a  los  hispanistas,  agrega  el  comentador  en  que  nos  ocu- 
pamos, investigar  los  modelos  españoles  de  Heredia,»  y  menciona 
una  obra  de  M.  Roger  Delcambre,  de  la  cual  tiene  noticia,  pero 
que  no  ha  podido  consultar,  en  las  que  se  estudian  las  influen- 
cias castellanas  no  sólo  en  el  autor  de  los  Trofeos  sino  también 
en  Leconte  de  Lisie,  Quizás,  pensamos  nosotros,  por  algunos 
episodios,  fueron  lectura  favorita  de  Heredia,  para  este  poema, 
las  obras  de  Herrera  y  de  Oviedo.  Cuando  hicimos,  ahora  años, 
la  traducción  de  Los  conquistadores  deloro,  al  anotar  algunos  vo- 
cablos, citamos  a  este  último  y  también  la  relación  de  Andagoya. 
No  se  vaya  a  creer  que  el  estudio  del  señor  Ibrovac,  como 
los  otros  análogos,  tiende  a  señalar  al  poeta  francés  como  pla- 
giario. Nó,  en  manera  alguna.  El  tan  sólo  quiere  mostrar  los  filo- 
nes donde  el  bardo  halló  bloques  de  oro  y  de  mármol  para  hacer 
sus  obras  maestras. 

Y  ya  que  hablamos  de  Heredia  y  de  plagio,  citaremos  una 
coincidencia.  En  días  de  juventud,  cuando  ensayamos  tocar  una 
lira,  publicamos  unas  estrofas  en  las  cuales  decíamos,  ante  la 
tumba  de  una  mujer: 

Jamás  la  tuve  tan  cerca, 
Jamás  la  tuve  tan  lejos. 

Y  eu  uno  de  los  sonetos  que  aparecieron  años  después.  La 
Jeune  morte,  dice  Heredia,  ante  un  modesto  mausoleo: 

Si  proche  et  deja  loin  de  celui  qui  j'aimaís. 
PALMERAS 

En  la  Revista  Nacional  de  Agricultura^  que  acaba  de  salij 
(octubre  de  1924),  hay  un  interesante  estudio  del  señor  M.  L. 
León,  sobre  las  palmas  de  nuestro  país.  Da  allí  la  acertada  idea  de 
formar  un  jardín  botánico  donde  se  reunieran  unas  cuántas  de 
éstas,  costeado  por  el  gobierno. 

Tiene  hecho  el  autor  de  aquel  escrito  un  catálogo  de  esta  fa- 
milia de  nuestra  flora,  y  en  su  artículo  enumera  más  de  veinte  gé- 
neros de  grande  utilidad  y  que  son  al  mismo  tiempo  adorno  de 
nuestros  bosques.  Para  su  rel-ición  ha  tomado  por  base,  como  allí 
lo  dice,  ¡as  descripciones  de  Humboldt  y  de  Ribero. 

Nos  permitimos  indicar  una  relación  bien  informativa  sobre  la 
misma  materia.  En  la  obra  del  señor  Gredilla,  que  contiene  la  bio- 
grafía y  trabajos  del  sabio  Mutis,  se  insertó  una  memoria  de  las 
palmas  conocidas  en  el  Nuevo  Reino  de  Granada.  La  escribió, 
según  se  dice  en  ella,  el    cura    de   los    teguas,  cuyo  nombre  no  se 


720  BOLETÍN   DE  HISTORIA    Y   ANTIGÜEDADES 


sabe,  y  le  fue  enviada  a  aquél   con  algunas  muestras  de  esos  vege- 
tales. 

«El  género  palma — dice  dicho  trabajo — segundo  en  represen- 
tación del  reino  vegetal,  precioso  adorno  do  ¡as  selvas,  comprende 
especies  tantas  y  tan  varia?,  que  a  punto  fijo  no  se  puede  asegurar 
el  número  a  que  alcanzan  sin  aventurar  la  verdad.  Ello  e^  cierto 
que  en  este  remo  y  en  todas  sus  provincias,  sin  distinción  de  tem  - 
peramento,  se  encuentran  estos  vegetales  con  tanta  variedad,  como 
se  encuentran  climas;  habiéndolas  indígenas  en  cada  uno  de  ellos, 
siendo  a  su  consonancia  peculiar  de  cada  uno  la  hermosa  distin- 
ción, aunque  en  lo  cátido  parece  haberles  puesto  ia  naturaleza  su 
asiento  y  su  solar. 

«Aunque  todas  ellas  gozan  de  propiedades  muy  comunes  en 
las  raíces,  en  las  cañas,  en  las  hojas,  las  bellotas,  las  flores  y  los 
frutos  tienen,  empero,  diferencias  muy  notables,  que  hacen  la  dis- 
tinción de  sus  especies  perfecta,  completa,  no  menos  que  admira- 
ble, porque  aunque  bien  es  cierto  que  casi  todas  se  fijan  en  la  tie- 
rra con  raíces  prolongadas,  elevando  cañas  sobre  éstas,  que  casi 
siempre  se  equivocan  en  una  cabal  analogía;  que  continúan  en  sus 
conchas,  hojas,  espadañas,  arranque  y  disposición  en  los  racimos, 
ellas,  con  todo,  se  hacen  distinguir  con  notas  peculiares  a  esta 
misma  semejanza.» 

Menciona  el  expresado  párroco  treinta  y  seis  clames  de  pal- 
meras. Pone  en  primer  lugar  la  de  Unamá  o  Panamá,  que  abunda 
en  los  Llanos  de  Casanare.  Refiere  que  de  sus  hojas  le  formó  un 
paraguas  bien  curioso  a  fray  Manuel  Otero;  y  que  de  su  lana  hizo 
cordeles  y  almohadas  que  le  trajo  al  Arzobispo  Martínez  Coui- 
pañón. 

Enumera  luego  la  mapora,  la  quitche  y  la  cumare,  de  la  cual 
dice  que  se  forman  telas  muy  usuales,  durables  y  curiosas,  que  lla- 
man anacos;  que  las  dibujan  con  diversos  entrelazados  de  colores 
y  las  aplican  para  sacos  y  mochillas,  y  pueden  servir,  siendo  finas, 
para  vestidos  muy  frescos;  y  que  el  año  de  1793  le  hizo,  también 
a  un  jefe  de  la  igesia,  uno  de  éstos,  celebrado  por  cuantos  lo 
vieron. 

Después  la  corozo,  la  cachipay,  la  pipirí  y  la  dáti!,  que  no 
da  fruto  sino  en  presencia  de  otra  de  ñores  machos.  «Es  palma, 
dice,  conocida  de  muchos  de  los  que  nacimos  hacia  San  Gil  y 
Soatá.» 

Pone  en  seguida  la  palma  real  o  de  cuesco,  la  ramo  silvestre, 
la  ramo  rústica,  la  de  cera,  la  guchire,  la  chuapo,  la  araco  y  la 
aracay.  Al  hablar  ds  ésta  da  también  un  detalle  biográfico.  «El  día 
27  de  febrero  del  pasado  87,  a  las  once  del  día,  bajando  playa 
abajo  del  Humadea.  vena  principal  del  río  Meta,  hacia  el  pie  de 
la  sierra  de  Ariare,  hallamos  dos  de  estas  palmas  derribadas  por  el 
agua.  Movióme  la  curiosidad  de  ver  unos  como  cables  extendidos 
sobre  la  playa  y  tan  prolongados;  ellos  no  tenían  punta  ni  rama  ni 
hoja  alguna,  pero  medidos  tuvieron  uno  51  y  dos  cuartas  de  varas, 
y  el  otro  52  y  un  tercio  de  varas.» 


APOSTILLAS  721 


Siguen  las  cinco  clases  de  la  cubarro  y  la  mararay.  la  maraia- 
ve,  la  corneto,  las  dos  especies  de  la  quiteve,  la  palma  blanca,  la 
maraya,  las  tres  especies  de  macana,  la  noli,  de  la  cual  anota  que 
es  la  yesca  más  famosa  de  que  hay  noticia  hasta  hoy,  y  por  último 
la  milpesos,  la   gueguere  y  la  cusbina. 

Isaacs,  en  su  popular  novela,  habla  asi  de  algunos  de  estos 
árboles:  «Los  grupos  de  palmeras  se  hicieron  más  frecuentes. 
Veíase  la  pembil,  de  recta  columna  manchada  de  púrpura;  la  mil- 
pesos,  brindando  en  sus  raíces  el  delicioso  fruto;  la  chontadura  y  la 
guatle,  distinguiéndose  entre  todas  la  naidí,  de  flexible  tallo  e  in- 
quieto plumaje.» 

Con  los  estudios  del  cura  de  los  teguas,  del  viajero  prusiano, 
de  Acosta  y  de  otros  del  siglo  pasado,  y  con  el  reciente  del  señor 
León,  podría  hacerse  una  lista  bien  completa.  El  botánico  que  la 
emprenda  hará  una  obra  patriótica  digna  del  más  recio  aplauso. 


TEMPLOS    DEL   SOL 

El  señor  Manuel  Vélez  hizo  interesantes  investigaciones  ar- 
queleógicas,  por  allá  a  mediados  del  siglo  pasado,  en  varias  partes 
de  nuestro  país,  y  logró  formar  un  precioso  museo  que  llevó  a 
Europa,  donde  vivió  él  más  de  treinta  años.  Cuando  la  guerra  de 
Francia  y  Prusia,  en  1870,  fue  ocupada  su  casa,  cerca  el  Arco  del 
Triunfo,  por  un  batallón;  y  se  perdieron  muchos  de  los  objetos 
preciosos  que  poesía. 

En  una  carta  que  escribió  desde  Pau,  en  t882,  al  señor  Libo- 
río  Zerda,  felicitándolo  por  sus  escritos  sobre  los  aborígenes,  le 
refiere  sus  hallazgos  de  curiosidades  indígenas.  «Usted  sabe,  dice 
ahí,  que  cuando  invadieron  los  españoles  a  Cundinamarca  y  Boya- 
cá,  encontraron  las  naciones  indígenas  en  un  grado  bastante  avan- 
zado de  civilización,  después  de  las  de  Méjico  y  el  Perú.  Los  caci- 
ques y  reyes  vivían  en  casas  grandes  y  cómodas,  pero  de  madera  y 
con  techos  de  paja,  lo  mismo  que  el  templo  de  Sogamoso;  pero  en 
éste  emplearon  maderas  escogidas  y  olorosas;  nada  había  de  piedra. 
Ningún  vestigio  encontré  en  el  sitio  donde  dice  la  tradición  que 
existía  dicho  templo.  Hice  cavar,  y  se  encontró  carbón,  ceniza, 
restos  del  incendio,  y  cornamentas  de  venados  calcinadas.» 

Por  esto  se  ve  que  ya  en  época  lejana  se  habían  hecho  exca- 
vaciones en  el  adoratorio  de  Sugamuxi,  y  no  es  raro  por  consi- 
guiente que  no  se  encuentren  hoy  reliquias  del  famoso  templo. 

Pero  hay  un  sitio,  al  otro  extremo  de  Boyacá,  donde  existen 
aún  vestigios  verderamente  interesantes  de  las  tribus  anteriores  a 
la  conquista.  Es  el  Infiernito,  valle  no  lejos  de  Chiquinquirá.  El 
mismo  señor  Vélez,  que  descubrió  allí,  en  1846,  varias  columnas 
de  piedra,  escribió  una  descripción  de  ellas  que  envió  a  la  Sociedad 
de  geografía  de  París,  y  fue  publicada  en  el  Boletín  de  dicha  so- 
ciedad (tpmo  viii).  Y  en  la  carta  al  señor  Zerda,  ya   mencionada, 

xtv— 46 


722  BOLETÍN  DE  mSTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


habla  así  de  esos  vetustos  restos:  «Ahora  bien,  si  aquello^  pueblos, 
bien  adelantados  ya  en  civilizncion,  no  edificaban  aún  de  piedra, 
nos  toca  ex  minar  po'-qué  descubrí  en  el  valle  de  Leiva,  en  un 
sitio  que  llaman  el  Infiernito  las  ruinas  de  un  templo  o  palacio, 
con  veintinueve  columnas  todavía  clavadas  en  la  tierra,  rotas  to- 
das, mutiladas,  y  la  más  larga  deitimriñ'»  de  un  hombre  de  esta- 
tura regular,  ciiín  tricas,  muy  bien  labrad  is  y  clavadas  en  la  tie- 
rra sin  cimiento.  Están  en  dos  filas  y  a  regulares  distancias;  las 
ruinas  de  este  edificio  tienen  su  frente  al  oriente:  las  columnas  son 
finas,  de  un  grosor  propocionado.  Esos  restos,  mutilados  hoy,  de- 
bieron servir  de  cantera  a  los  españolas  después  de  la  conquista, 
pues  creo  h  'ber  encontrad  )  algunas  coiumnas  en  algunos  edificios 
de  la  decaída  Villa  de  Leiva  v  en  una  tienda  de  esquina,  en  una 
CHsa  de  la  plaz4  de  Sutam  irchán.  Pero  no  es  esto  tido:  no  lej  >s  del 
Jnficrn  !o^  en  un  punt  >  dil  val'e  U'i  poc)  más  de  elevi  lo,  encont'é 
de  cuatro  a  cinco  columnas  o  embriones^de  columnas  terididas  por 
tierra,  como  un  circuí*»,  cortas  para  su  tamaño  y  tan  gruesas,  que 
de  un  lado  a  otro  no  se  podía  v-^r  un  carro  con  sus  bueyes.  To- 
das tenían  o  tienen  una  honda  muesca  en  una  de  sus  extremida- 
des, de  donde  es  claro  que  las  amarraron  losmdios  para  conducir- 
las allí  de  Id  Cintera.  Pero  ¡cuáita  fuerzi  y  cuá'Ua  muUitud  de 
indios  serían  necesirios  paia  arrastrar  esas  gruesas  |  iedra^!» 

El  señor  Joaquín  .\costa  tambié  >  hibló  de  estas  sáxeas  ruinas 
en  una  carta  a  M.  finnar,  (é  ebre  hombre  de  ciencia,  que  uresidió 
la'g'->s  añ  )S  la  citada  Sociedad  de  geografía  de  P.irís.  carta  que  fue 
escrita  en  Guaduas,  el  15  <le  fbrer*»  de  '850.  Ahí  le  due:  «En  la 
parte  más  llana  del  valle  se  ve  un  campo  cultivado  c>mo  de  5(0 
m-t'^os  de  largo  y  300  de  anch»,  llamado  por  los  habitantes  e! 
Infiernito,  y  en  é  cavada-  algu-iascolumn^ts,  sm  cornisas  ni  pedes- 
tales, probablemente  por  los  indígenas  poco  antes  de  1 1  Ci^nquista. 
Hay  dos  filas  de  ojiurnnas  paralelas  de  diámetro  igual  y  orien- 
tadas en  la  dirección  este  oeste,  "rom  )  si  mirasen  hacia  el  templo 
principal  de  Sugmiuxi;  todas  están  mutiladas;  el  mayor  número  a 
medio  metro  sobre  el  suelo.  Aunque  las  dos  filas  distan  en- 
tre ^i  diez  metros  en  la  base,  como  no  están  c  avadas  vertical- 
mente,  sino  coii  25"  de  inclinación  hacia  lo  interior,  lo  alto  de  las 
columnas  debía  acercarse  bastai  te  para  reribir  en  formi  de  un 
tech  I  plano  las  otras  piedras  que  luego  mencionaremos  Se  encuen- 
tran todavía  3;).  columnas,  todas  de  cuatro  de;  ímetrus  de  diámetro, 
en  la  fila  del  su%  y  sólo  1 2  en  la  del  norte,  fij  idas  a  unas  mismas 
distancias,  es  de<  ir,  con  un  intercolumnio  igual  a  los  diámetros. 
A  pocos  pasos  del  ntjrdeste  se  ve  una  clumna  que  parece  entera, 
tendida  sobre  el  terreno,  midiendo  cinco  metros  y  medio  de  largo, 
que  bien  pudiera  h  iber  sido  el  tamaño  original  de  las  demás,  cuyos 
fustes  mutilad. >s  adornan  los  edificios  ia  las  inmediaciones,  tales 
como  el  convento  del  Ecce  H  >m  >,  edificado  a  dos  leguas  al  occi- 
dente de  las  ruinas,  ci  mandóse  en  el  claustro  32  de  esas  columnas, 
y  la  casa  de  cipellanías  fabricada  en  la  plaza  principal  de  Leiva  y 
adornada  con  12  columnas;  otras  dos  se  hallan   en   el   pueblo    de 


APOSTILLAS  723 


Sutamarchán,  conducidas  no  há  muchos  años  desde  las  ruinas,  que 

ha  sido  la  cantera  de  los  lugares  vecinos.  Además,  en  el  valle,  al 
occidente  del  InficrniiO,  yacen  esparcidas  muchas  piedras  de  dos  a 
cuatro  metros  de  longitud,  cinco  a  ocho  decímetros  de  altura,  y 
cuatro  o  seis  de  espesor,  cortadas  con  un  entalle  o  muesca,  cerca 
de  la  extremidad  dirigida  al  oriente,  labrada  evidentemente  para 
atar  las  sogas  con  que  arrastraban  las  piedras  a  fueiza  de  brazos. 
Estas  piedras,  que  han  conservado  el  nombre  de  vigas  entre  los 
inlígenas  de  aquellos  campos,  parece  que  estaban  destinadas  a 
cubrir  el  templo,  las  más  largds  colocadas  horizontalmente,  y  las 
otras  para  cubrir  el  techo  o  ático.  Recorriendo  con  la  mayor  aten- 
ción la  planicie  de  Leiva,  he  podido  contar  hasta  ciento  de  estas 
piedras;  la  más  dis»^ante  la  encontré  seis  leguas  al  norte,  cerca  del 
río  Ubasa,  de  donde  parecía  sacada,  con  bu  entalle  para  arras- 
trarla como  todas  las  otras,  y  encaminadas  también  hacia  e!  tem- 
plo o  palacio»  (i). 

No  han  faltado,  como  se  ve,  en  nuestro  país,  hombres  de  es- 
tudio que  han  mencionado  en  otras  épocas  todas  Citas  maravillas 
de  edades  ignotas,  pero  nunca  se  les  prestaba  atención.  Aquí  se 
tomaba  esto  por  necedades  o  monomanías.  Pero  como  ahora  se  ha 
hablado  tanto  en  los  p.ííses  civilizados  del  encuentro  de  la  tumba  de 
Tutankhamen,  aquí  se  dio  cuenta  el  gran  público  de  que  aquellas 
cuestiones  sí  tenían  importancia,  y  de  ahí  que  haya  reñido  el  de- 
seo de  exhumar  ios  despojos  dd  Us  razas  prehistóricas,  y  de  hacer 
en  ellos   estudios  serios  y  verdcderamente  científicos. 


DESERCIÓN  DE  UNOS  GRANADEROS 

El  ejército  colombiano,  que  en  marcha  victoriosa  llegó  hasta 
las  regiones  australes  del  continente,  donde  empezaban  ya  las 
campiñas  del  tío  de  la  Plata,  tuvo  algunos  casos  de  indisciplina  y 
de  rebelión.  Uno  de  los  más  graves  fue  el  que  ejecutó  el  teniente 
Domingo  López  de  Matute,  quien  un  día  de  noviembre  de  1826, 
en  Cuchabamba,  después  de  la  lista  de  la  mañana,  desertó  hacia 
la  tierra  argentina,  con  too  granaderos  que  pertenecían  a  un  re- 
gimiento de  la  división  del  general  José  María  Córdoba. 

En  una  notable  revista  de  Buenos  Aires  publicó  el  sefior  Fran- 
cisco Centén'^  un  interesantísimo  artículo  intitulado  Los  iianaos  de 
Colombia  en  Salía.  Suplicio  de  su  Jefe  Matute ^  complementado   con 


(1)  Esta  carta  fue  publicada  en  francés  en  Bulletín  déla  Société 
de  Géographie,  en  mayo  de  1850.  El  párrafo  que  hemos  insertado  lo 
tomamos  de  la  obra  del  señor  Ancízar  Peregrinación  dé  Alpha.  En 
la  biografía  del  g-eneral  Joaquín  Acosta  por  la  señora  S.  Acosta  de 
Samp'rr,  1901,  se  inserta  íntegramente  dicha  misiva,  pero  difiere  bas- 
tante en  su  relación  y  en  algunos  datos.  Esto  se  explica  por  haber 
sido  traducida  nueramente  al  español,  y  porque  sin  duda  el  señor 
Acosta  le  hizo  correcciones  al  original  que  conservaba  el  señor  An- 
cízar, 


724  BOLETÍN   DE  HISTORIA    Y    ANTIGÜEDADES 


abundante  y  oportuna  documentación  (i).  Tiene  tal  escrito  ya  al- 
gunos años,  pero  como  aquí  no  es  conocido, 'y  creemos  que  aquel 
episodio  de  la  campaña  en  el  alto  Perú  no  ha  tenido  mención  en 
nuestras  historias,  daremos  de  elio  una  breve  noticia. 

¿Qué  movió  a  López  de  Matute  a  esa  deserción  y  a  correr  a 
ponerse  bajo  el  amparo  de  otra  nación?  El  ilustrado  señor  Gente- 
no  lo  atribuye  a  un  resentimiento,  por  habérsele  negado  un  ascen- 
so, el  cual  ^e  concedió  a  otro  jefe,  que  parecía  no  merecerlo;  a 
disgusto  con  algunas  disposiciones  de  Bolívar;  al  tedio  que  les 
producía  a  los  llaneros  el  acantonamiento  en  regiones  montaño- 
sas y  con  mala  alimentación;  y  al  deseo  de  dominación  y  de  aven- 
turas que  les  habían  ocasionado  sus  hazañas. 

«El  mariscal  de  Ayacucho,  dice  el  señor  Centeno,  recibió  esta 
desagradable  noticia  en  La  Paz,  y  fue  tanto  su  enojo,  que  dispuso 
la  inmediata  persecución  de  los  fugitivos,  con  la  orden  expresa  de 
fusilar  a  todos,  excepto  Matute,  a  quien  deseaba  interrogar  sobre 
los  designios  y  ramificaciones  de  su  traición,  cuyo  origen  se  creía 
encontrar  en  Buenos  Aires,  Lima  y  Arequipa  » 

Envió  Sucre  rápidamente  un  aviso  al  coronel  O'Connor,  que 
se  hallaba  en  Tarija,  población  separada  de  La  Paz  por  cerca  de 
cien  leguas.  Este  les  salió  a  los  sublevados  al  pueblo  del  Rosario, 
con  el  intento  de  detenerlos, .  pero  fue  completamente  derrotado 
por  ellos. 

«Me  situé,  dice  O'Connor,  en  el  Rosario  de  Atacama,  y  el  día 
6  del  presente,  en  la  madrug^ida,  tuve  noticia  de  que  los  granade- 
ros venían  entrando  al  pueblo.  Embosqué  mi  tropa;  pero  por 
cierta  desgracia,  se  malogró  la  sorpres.t,  cuando  habían  llegado  ya 
los  traidores  a  los  ruarenta  pasos  de  la  iglesia,  punto  donde  tenía 
mi  mayor  fueri:a  para  recibirlos.  Esta  desgracia  resultó  de  haber 
lev  miado  la  cabeza  uno  de  los  soldados  que  tenía  escondido,  con 
nueve  más  y  un  sargento,  en  una  boca  de  mina,  lo  cual  vieron  los 
que  estaban  a  la  cabeza  de  los  granaderos  sublevados,  y  tocaron  el 
alarma,  volviendo  caras,  antes  de  caer  en  medio  de  la  emboscada. 
El'  entusiasmo  e  impaciencia  de  mis  soldados  del  batallón  Ayacu- 
íA<?  los  precipitó  a  su  pérdida,  persiguiendo  sin  cesur  a  ks  fugiti- 
vos hasta  su  campamento.  Ensillaron  éstos  sus  calrallos  de  re- 
puesto, cargaron  sobre  los  míos  y  los  derrotaron,  de  modo  que 
era  imposible  volver  a  reunirlos,  y  que  tratando  de  hacerlo,  caí 
prisionero;  escapándome  a  esfuerzos  por  un  milagro.»     • 

INÍatute  con  su  tropa  siguió  avanzando,  y  al  llegar  a  la  aldea 
de  San  Antonio,  el  día  13  de  diciembre,  le  escribió  al  general 
Arenales,  gobernador  de  Salta,  estas  líneas: 

«Desdé  la  ciudad  de  Cochabamba,  (jue  se  llama  capital  de  la 
República  de  Bolivia,  por  medio  de  muy  rápidas  marchas  me  he 
venido,  mandando  un  escuadrón  de  160  granaderos  del  regimiento 
de  Colombia,  no  con  otro  objeto  que  el  de  prestar  servicios  a  esta 


(1)  Revista  de  derecho,  historia  y  letras,  1911,  1912;    pág^inas  33, 
214,  379  y  522. 


APOSTILLAS  725 


bandera,  e  igualmente  el  de  huir  de  los  inconvenientes  de  un 
mando  vitalicio,  como  el  que  se  ha  erigido.  He  tenido  algunas 
bajas  causadas  por  la  persecución  de  los  pueblos  y  un  encuentro 
que  tuve  con  el  general  O'Connor,  que  en  el  pueblo  del  Rosario 
se  rae  opuso  al  paso  con  una  compañía  de  infantería,  a  la  que  tuve 
la  gloria  de  batir,  quedando  todo  el  armamento  en  mi  poder.  El 
escuadrón  va  completo  de  lanzas  y  monturas,  pero  sin  ningún  ves- 
tuario; las  cabalgaduras  absclutamenle  estropeadas  de  tan  largas 
marchas  y  ásperos  caminos.  Necesitamos  de  la  bondad  de  vues- 
tra señoría  auxilios  muy  prontos,  y  que  se  digne  poner  en  cono- 
cimiento del  gobierno,  cuya  protección  hemos  venido  buscando, 
para  que  libre  sus  órdenes  en  nuestro  favor.  Lo  que  servirá  tam- 
bién al  conocimiento  de  vuestra  señoría  para  no  extrañar  la  en- 
trada de  la  tropa  armada  en  este  territorio.  Mañana  continúo  mi 
marcha.» 

El  general  Arenales,  pensó  en  desarmarlos,  al  saber  su  aproxi- 
mación, pero  'luego  cuando  llegaron  y  se  pusieron  a  sus  órdenes, 
resolvió  aprovechar  sus  servicios  en  la  contienda  civi!  que  azotaba 
el  país.  Para  no  entregarlos,  lo  movieron  sentimientos  de  huma- 
nidad. «El  general  suscrito,  dice,  no  desconoce  los  derechos  de 
hospitalidad  y  asilo  que  las  naciones  todas  están  eu  el  deber  de 
dispensar  a  los  desgraciados,  en  la  vez  que  ios  reclaman.»  Esti- 
mó también,  que  destinarlos  a  calmar  en  lejanas  provincias 
agitaciones  nocivas  a  todas  las  repúblicas  del  continente  no  seria 
ofensivo  para  el  gobierno  de  Bolivia. 

E¡  ministro  de  Relaciones  exteriores  de  esta  nación,  señor  In- 
fante, reclamó  del  gobernador  de  Salta  la  entrega  de  los  fugitivos, 
y  alegaba  para  ello  el  procedimiento  que  había  tenido  el  gobierno 
boliviano  con  desertores  de  las  Provincias  Unidas  del  Río  de  la 
Plata;  y  que  el  derecho  de  gentes  prohibía  la  recepción  de  ua 
cuerpo  armado  de  una  nación  amiga. 

Por  su  parte,  el  general  Córdoba,  siempre  altivo  y  patriota,  se 
dirigió  también  al  general  Arenales  a  reclamarle  los  prófugosj  y 
envió  por  ellos  al  capitán  Escolástico  Andrade.  «Si  como  he  sido 
informado,  le  dice  al  gobernador  de  Salta,  vuestra  excelencia  ha 
cometido  una  hostilidad  contra  Colombia,  recibiendo  como  pasa- 
dos a  soldados  desertores  de  sus  tropas,  yo  declaro  a  vuestra  exce- 
lencia que  no  permitiré  este  ultraje  a  las  armas  de  Colombia,  y 
que  vuestra  excelencia  me  coloca  en  la  dolorosa  necesidad  de 
marchar  a  repeler,  de  un  modo  digno  del  ejército  a  que  pertenezco, 
la  injuria  que  vuestra  excelencia  le  ha  hecho.» 

Arenales  fue  sereno  y  digno  en  su  respuesta.  Manifestó  que 
como  los  granaderos  habían  solicitado  la  protección  del  gobierno 
nacional,  no  se  consideraba  facultado  para  deliberar  sobre  su 
entrega;  y  que  siendo  asunto  internacional,  debía  ser  tratado  por 
las  autoridades  respectivas.  Refirió  que  Matute  y  sus  compañ.*- 
ros  se  habían  ya  revolucionado  contra  él  mismo,  en  marcha  hacia 
Tucumán.  «Si  a  pesar  de  este  acontecimiento,  agrega,  y  de  la 
buena  fe  que  ha  conducido  al  infrascrito  para   no   avanzar   a   una 


726  BOLETÍN   DE   HISTOEaA    V   ANTIGÜEDADES 


resolución  que  no  le  compete,  quiere  el  señor  general  romper  los 
lazos  de  paz  y  amistad  que  ligan  a  estas  dos  repúblicas,  dirigien- 
do, según  su  propuesta,  en  su  apreciable  comunicación,  fecha  lo 
del  comente,  a  que  se  contesta,  sus  tropas  sobre  esta  provincia, 
el  general  que  suscribe  pondrá  en  ejercicio  su  deber,  persuadiéndo- 
se que  después  de  haber  hecho  todo  lo  posible  para  evitar  un  lance 
semejante,  las  amenazas  no  le  intimidan.» 

Matute  y  sus  forajidos  fueron  dejando  por  dondequiera  ras- 
tros de  sus  vicios  y  crueldades. 

Sucre  llegó,  según  una  nota  de  Infante  (agosto  19),  hasta  in- 
vitar a  los  granaderos,  sabiendo  las  desgracias  que  estaban  expe- 
rimentando, a  volver  a  sus  banderas  por  medio  de  un  indulto. 

El  mismo  Matute  se  encargó  de  solucionar  el  conflicto.  Se 
separó  de  Arenales  y  unido  a  sus  enemigos  contribuyó  en  Chi- 
coana  a  la  derrota  de  un  valeroso  jefe,  partidario  de  éste,  quien 
murió   en   el    sangriento  combate. 

Vuelto  el  feroz  caudillo  a  Salta,  se  casó  allí  con  la  señorita 
Luisa  Ibazeta,  a  disgusto  de  la  familia  de  ella.  Pero  a  los  pocos 
días  pensó  en  una  nueva  defección,  contra  sus  recientes  amigos 
Gorriti  y  Puch,  dueños  del  gobierno  de  Salta,  por  haber  emigrado 
Arenales.  Mas  descubierta  la  conjuración  que  él  encabezaba,  fue 
apresado,  y  condenado  a  muerte. 

<A  pesar,  dice  el  señor  Centeno,  de  la  sentencia  que  le  fue 
leída,  no  quería  persuadirse  de  que  iba  a  ser  ejecutado,  hasta  que 
la  víspera  del  día  17  de  septiembre  de  1827,  día  del  fusilamiento, 
pidió  se  le  dejara  oír  misa,  y  cuando  el  padre  guardián  del  con- 
vento de  San  Francisco  estaba  celebrándola,  Matute  se  apoderó 
bruscamente  del  cáliz,  amenazando  derramarlo  si  no  le  perdonaba 
la  vida.  Asustado  el  padre  con  tan  tamaño  sacrilegio,  suspendió 
la  misa,  y  la  nueva  cundió  con  la  rapidez  de  un  relámpago  por 
toda  la  ciudad,  alborotando  por  tal  manera  al  populacho,  que  se 
creía  en  un  posible  castigo  del  cielo  si  se  dejaba  consumar  el  cri- 
men. Consultados  los  directores  espirituales,  todos  convinieron  en 
que  no  debía  perdonársele  la  vida,  hasta  que  se  acudió  en  última 
instancia  al  canónigo  Gorriti,  aquella  misma  notabilidad  de  las 
asambleas  del  año  24,  patriota  eminente,  que  brilló  con  fulgura- 
ciones de  propia  luz,  infundiendo  en  su  pueblo  un  respeto  decidi- 
do por  su  consejo.  Explicado  el  caso  y  la  insistencia  del  reo  en 
no  desprenderse  del  cáliz  sagrado,  dijo:  fusílenlo  con  el  calis. 
Y  convencido  Matute  de  que  sus  días  habíanse  terminado,  entregó 
por  fin  el  copón  al  padre  que  oficiaba,  para  que  continuase 
la  misa.» 

De  los  compañeros  de  Matute  cayeron  algunos  en  manos 
de  Córdoba,  quien  les  aplicó  inmediatamente  el  correspondiente 
castigo.  Así  dice  Sucre  a  Bolívar,  en  carta  de  Chuquisaca,  de  fecha 
4  de  diciembre  de  1826: 

«Acaba,  en  este  momento,  de  llegar  el  general  Córdoba;  ha 
ido  a  Cochabamba,  Oruro  y  Potosí.  En  Cochabamba  hizo  fusilar 
a  tres  soldados  de  ¡os  amotinados  fugitivos  de   Granaderos.  Estos 


ANTECEDENTES  Y  BATALLA  DB  AYACUCHO     727 


fugitivos,  que  eran  162,  al  salir  de  Cochabamba,  haa  hecho  horro- 
res, robos,  saqueos,  asesinatos,  por  los  pueblos  que  han  pasado* 
Aún  no  sé  lo  qne  sucede;  se  han  tirado  tanto  a  la  cordillera  y  des- 
poblado, que  no  tenemos  todavíi  resultado.  El  corone!  O'Connor 
salió  de  Tupiza  el  día  26,  tenía  tiempo  par^  atajarles  el  paso,  no 
sé  si  lo  ha  ligrado;  pero  siendo  ese  campo  tan  abierto,  temo  que 
muchos  pasen  a  Sdíta.> 

Matute  murió  a  los  siete  meses  cabales  de  su  primera  rebel- 
día, como  lo  hace  notar  el  Mosquito  de  Cnuquisaca,  al  dar  cuenta 
de  su  ejecución.  El  fusilamiento  debía  realizarse  en  la  plaza  ma- 
yor, nos  dice  el  autor  citado,  pero  en  consideración  a  su  j  ven 
esposa,  que  estaba  para  tener  familia,  se  hizo  en  las  afueras  de  la 
ciudad.  «El  suplicio  se  terminó,  añade,  bajo  un  hermoso  sauce 
llorón,  que  aún  ostenta  su  añejo  tronco  carcomido  por  tantos 
años  y  su  ca  vellera  verde  páiida,  mojando  sus  extremos  en  la 
cristalina  acequia  del  molino  de  aquella  heredad.  Luego  de  su 
emocionante  muerte,  cuando  se  le  quiso  aar  piadosa  sepultura, 
ésa  que  a  todos  nos  ¡guala,  cual  dice  Cervantes,  tuvieron  que  cor- 
tarle los  pies  para  sacarle  los  grillos,  que  estaban  fuerte  y  cruel- 
mente remachados.» 

Vida  dramática  fue  !a  que  se  llevó  en  todo  el  continente  du- 
rante el  primer  tercio  del  pasado  siglo;  y  casi  no  nos  sorprenden, 
por  lo  comunes,  sus  pavorosas  escenas,  pero  cuadros  de  tan  sin- 
gular desarrollo  como  el  de  estos  desertores,  semejan  argumen- 
tos de  las  tragedias  clásicas. 

Eduardo  Posada 


flnTECEDEnTES  y  BflCflbhfl  DE  flyflCÜGBO 

Conferencia  leída  por  el  señor  coronel  don  Carlos  Cortés  Vargas  el 
día  10  de  diciembre  de  1924,  en  la  sesión  solemne  con  que  la  Aca- 
demia Nacional  de  Historia  celebró  el  primer  centenario  de  la 
batalla  de  Ayacucho. 

Señor  Presidente  de  la  Academia  Nacional  de  Historia. 

Ningún  asunto  tan  hermoso  para  un  militar  como  la  batalla  de 
Ayacucho;  pero  al  propio  tiempo  ninguno  que  presente  mayores 
dificultades  para  ser  tratado  con  lucimiento;  muchas  y  muy  bue- 
nas plumas  han  descrito  y  comentado  aquella  célebre  jornada; 
más  alrededor  de  este  acontecimiento  y  de  sus  antecedentes,  se 
han  hecho  en  épocas  diversas  apreciaciones  que  no  siempre  haa 
tenido  el  sello  de  la  veracidad,  ya  sea  por  falta  de  seguir  un  rigu- 
roso orden  cronológico,  o  ya  en  fia  por  desviaciones  del  criterio. 

En  estas  líneas  hemos  querido  condensar  y  al  propio  tiempo 
armonizar  los  testimonios  y  los  hechos  en  sí,  dando  a  cada  cual 
la  parte  que  en  realidad  le  corresponde,  sin  tratar  de  desfigurar, 
ya  por  defecto,  ya  por  sobra  de  alabanza,  a  uno  u  otro  contendor. 

La  austera  narración  de  los  hechos,  si  bien  resta  belleza  a  la 
epopeya,  la  hace  resaltar  con  todo  su  colorido.  La  historia,  maes- 


728  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


tra  de  los  pueblos,  en  fuerza  de  su  misión  educativa,   debe  ir  por 
la  senda  de  la  verdad  y  la  justicia. 

Inspirados  en  estos  principios,  hemos  trazado  estas  desaliñadas 
páginas.  Es  de  esta  suerte  como  nos  atrevemos  a  llevar  la  palabra 
ante  tan  augttsta  asamblea,  no  para  deciros  nada  digno  de  los 
héroes  ni  de  vosotros,  sino  tan  sólo  para  hacer  un  sencillo  relato 
de  los  antecedentes  y  de  la  batalla  de  Ayacucho. 

Si  bien  los  hechos  de  armas  son  del  dominio  de  la  historia 
militar,  y  por  lo  tanto  es  a  los  profesionales  a  quienes  corresponde 
estudiarlos  y  analizarlos,  en  este  caso  débese  a  la  benevolencia 
de  la  Academia,  en  cuyo  recinto  estamos  reunidos,  el  que  un  sol- 
dado, el  último  quizá,  a  quien  se  acaba  de  conferir  el  titulo  alta- 
mente honorífico  de  miembro  correspondiente,  ocupe  esta  tribuna, 
desde  la  cual  tan  autorizados  y  sobrios  expositores  han  dejado  oír 
su  palabra  elocuente. 

Cumplo  el  deber  de  dar  las  más  expresivas  gracias  por  el 
grande  e  inmerecido  honor  que  me  habéis  discernido,  el  que 
agradezco  tanto  más   cuanto  exento  de  méritos  nae  encuentro. 

La  batalla  de  Ayacucho  es  de  aquellos  sucesos  que  no  se 
pueden  narrar  colocando  a  los  dos  contendores  en  el  campo,  y 
dejando  que  se  batan  y  acuchillen  hasta  ver  la  decisión.  Para  poder 
apreciar  este  momento  histórico  es  menester  seguir,  aunque  sea 
brevemente,  el  proceso  que  durante  la  campaña  se  fue  desarrollan- 
do en  la  mente  y  el  corazón  de  los  dos  caudillos.  Sólo  a  la  luz  de 
la  investigación  serena  suele  encontrarse  la  verdad,  y  sólo  así  nos 
podemos  formar  cabal  idea  de  esta  acción  de  armas,  tan  genial  en 
su  concepción  y  desarrollo  por  parte  del  general  Sucre,  como 
llena  de  falsos  postulados  por  casi  todos  los  tratadistas  que  han 
escrito  sobre  ella. 

No  nos  vamos  a  detener  en  las  hazañas  realizadas  por  todos  y 
cada  uno  de  los  héroes  que  tomaron  parte  en  la  jornada;  vamos 
tan  sólo  a  trazar  el  cuadro  en  sus  lincamientos  generales,  apartán- 
donos en  lo  posible  de  la  técnica  militar,  tan  fatigante  para  un 
auditorio  que  viene  a  refrescar  el  recuerdo  de  los  hechos  históricos 
y  no  a  recibir  lecciones  del  arte  de  la  guerra. 

Bolívar  destruye  al  hispano  en  Carabobo,  y  sin  dar  una  úl- 
tima mirada  al  campo  de  batalla,  se  dirige  hacia  el  Sur,  se  une 
con  Sucre  y  ocupa  a  Guayaquil;  desde  ese  puerto  lanza  sus  bata- 
llones al  Perú,  y  él  en  persona  se  traslada  a  las  playas  del  Rímac. 

Un  abismo  se  abre  dondequiera  que  asienta  su  planta  el  Li- 
bertador de  Colombia.  Allí  es  preciso  crearlo  todo,  y  apoyado  por 
un  puñado  de  verdaderos  patriotas  que  lo  invisten  de  la  dictadura, 
saca  de  la  nada  recursos,  recibe  de  cjolombia  más  soldados  y  ele- 
mentos y  marcha  hacia  la  Sierra  del  Perú,  donde  demora  el  poderío 
realista. 

En  Junín  desencadena  sus  centauros  para  asombrar  a  Cante- 
rao  y  sus  jinetes,  rompe  de  un  tajo  la  moral  del  enemigo,  y  en 
tanto  que  huye  el  realista,    avanza  y  toma  posesión  de  centenares 


ANTECEDENTES  Y  BATALLA  DE  AYA  CUCHO  729 


de  leguas,  se  adueña  de  ciudades  y  de  pueblos,  y  de  innumerables 
ganados  y  elementos. 

La  línea  del  Apurímac,  fuerte  y  extensa,  brinda  campo  pro- 
picio al  realista  para  rehacerse  allí  parapetado.  En  abril  de  1S24 
Bolívar  reconoce  esta  barrera,  la  estudia  y  aprecia  como  infran- 
queable, en  esa  época  de  lluvias  torrenciales;  cree  también  que 
el  enemigo  no  se  atreve  a  pasarla  hasta  comienzos  de  1825.  Ur- 
gentes negocios  llaman  por  entonces  la  atención  del  Libertador 
hacia  la  costa  del  Perú,  y  resuelve  encargar  del  mando  en  jefe  del 
ejército  al  general  Sucre  y  regresar  a  las  playas  del  Pacifico. 

El  Libertador,  en  su  rápida  marcha,  va  pensando  sin  cesar  en 
su  ejército;  en  aquel  ejército  de  su  alma  y  de  su  corazón,  y  en  su 
afán  de  asegurarle  el  triunfo  y  precaverlo  contra  las  inclemencias 
del  frígido  clima  de  la  sierra,  va  dictando  consejos  al  general 
Sucre  para  que  reúna  sus  huestes  y  las  lleve  hacia  atrás,  a  Anda- 
huailas,  en  busca  de  cuarteles  de  invierno. 

El  gran  general  Sucre,  que  en  estos  momentos  soporta  todo 
el  peso  de  abrumadora  responsabilidad,  y  que  oficialmente  tiene 
las  más  amplias  facultades,  intenta  concentrar  sus  tropas  en  el 
nacimiento  del  Apurímac,  desguazarlo  por  ahí  y  caer  sobre  las 
fuerzas  enemigas  mal  repuestas  de  la  derrota  de  Junín.  Mas  cuan- 
do este  movimiento  comenzaba  a  efectuase,  llega  al  cuartel  ge- 
neral orden  en  contrario,  procedente  de  Bolívar.  En  el  nobilísimo 
corazón  del  vencedor  en  Pichincha  se  empeña  recia  lucha;  de  un 
lado  la  suerte  de  la  campaña  que  él  ve  bien  segura  al  efectuar 
el  movimiento,  convencido  en  vista  de  justa,  apreciación  del 
terreno  y  de  las  circunstancias;  del  otro,  su  respeto  profundo  y  su 
afecto  entrañable  por  el  Genio  de  América,  quien  le  muestra  ca- 
mino bien  distinto. 

Entretanto  el  virrey  reúne  las  dispersas  unidades,  toma  la 
ofensiva,  y  de  un  salto  se  presenta  sobre  el  flanco  del  patriota, 
quien  con  grande  habilidad  cambia  de  frente  y  espera  lleno  de  fe 
en  el  triunfo.  El  7  de  noviembre  los  dos  ejércitos,  sin  obstáculo 
alguno  que  los  separe,  estáa  a  diez  leguas  de  distancia.  El  choque 
es  inminente.  £1  realista  tiene  doble  fuerza,  y  sólo  la  moral  está 
de  parte  del  independiente.  Durante  tres  días  ambos  contendores 
enfrentados  espetan  en  la  inacción;  de  repente  el  virrey  se  mueve 
al  Norte  sobre  los  cotrafuertes  de  la  cordillera  Occidental}  trans- 
monta empinados  taludes,  atraviesa  valles  y  corrientes  de  agua; 
en  ruda  y  loca  marcha  va  camino  de  Huamanga. 

Sucre,  sorprendido,  levanta  su  campamento  y  toma  la  misma 
dirección  por  el  pie  de  la  opuesta  cordillera;  lentamente,  sin  fati- 
gar sus  tropas,  se  dirige  en  busca  de  los  acontecimientos  indicados 
por  Bolívar.  El  14  de  noviembre  llega  a  Andahuailas,  y  allí  pasa  al 
reposo,  perplejo  aún  por  el  movimiento  del  contrario. 

El  virrey,  el  18  de  noviembre,  después  de  largo  rodeo,  cree 
encontrar  al  patriota  en  Huamanga,  hoy  Ayacucho;  mas  al  llegar 
allí  sabe  que  Sucre  está  a  muchísimas  leguas  a  su  retaguardia,  y 
entonces  regresa  en  biisca  de  su  enigmático  adversario.  Este  extra- 


730  BOLETÍN  DE  HISTORÍA  Y  ANTIGÜEDADES 


fio   movimiento    quebrantó  la  moral  del  ejército  realista,    que   no 
alcanzó  a  comprender  las  falsas  maniobras  de  su  general. 

El  comando  patriota  cree  a  su  turno  que  el  realista  huye  de 
él  y  va  en  busca  del  valle  de  Jauja;  resuelve  de  esta  suerte  picarle 
la  retaguardia.  Los  dos  ejércitos  se  mueven  en  dirección  opuesta; 
Sucre  llega  a  las  márgenes  del  Pampas;  allí  lo  halla  el  virrey, 
quien  por  medio  de  un  movimiento  falso  logra  que  su  contrario 
abandone  su  formidable  posición,  pase  el  río  y  tome  dirección  a 
Huamanga.  El  patriota  adelante,  detrás  el  realista,  marchan  por 
unos  días,  hasta  el  3  de  diciembre  en  que  Sucre  sufre  un  revés  al 
pasar  la  quebrada  de  Culp  ihiiayco  (i).  Hasta  ese  día  el  patriota  tan 
sólo  piensa  en  esquivar  un  golpe  y  burlar  el  cuerpo  al  enemigo 
bajo  la  presión  de  las  órdenes  y  los  consejos  del  Libertador,  quien, 
sin  saber  los  movimientos  del  realista,  hace  que  el  comando  de 
su  ejércit )  maniobre  contra  las  reglas  del  arte  de  la  guerra,  contra 
sus  intenciones  y  deseos  y  aun  en  contra  de  la  índole  ofensiva  de 
sus  tropas. 

Quieneshan  aplaudido  los  extraños  movimientos  realizados  por 
los  dos  contendores  durante  los  veintiséis  días  de  campaña,  desde 
que  el  virrey,  después  de  salvar  el  Apuiímac,  se  pasó  al  lado  del 
patriota,  hasta  el  asalto  al  pasar  la  quebrada  del  Co p.ihuayco,  no 
han  tenido  quizá  en  consideración  los  factores  de  orden  mural  que 
obligaron  a  los  dos  caudillos  para  obrar  de  modo  tan  singular. 

El  virrey  al  iniciar  la  campaña,  de  seguro  tuvo  en  mientes 
un  plan:  tomar  una  enérgica  ofensiva  y  reconstituir  de  ese  modo 
la  moral  decaída  por  el  encuentro  de  Junín.  La  fácil  realización  de 
la  primera  parte  de  ese  plan  debió  hacerle  creer  que  el  enemigo  le 
temía,  pues  no  de  otra  suerte  pudo  explicarse  que  se  abandona- 
ra el  paso  de  aquella  formidable  línea  de  defensa.  Esto  era  erró- 
neo: ya  sabemos  que  Sucre,  en  acatamiento  de  órdenes  terminan- 
tes del  Libertador,  se  vio  obligado  a  replegarse.  En  esa  situación 
los  contendores  han  debido  librar  la  batalla.  Entonces, ¿porqué 
razón  el  realista  si  tiene  la  intención  de  batir  al  enemigo  levanta 
su  campamento  y  se  dirige  al  Norte?  Bien  por  consejo  de  su  jefe 
de  estado  mayor,  general  Canterac.  quien  mal  repuesto  de  su 
denota,  influyó  en  el  ánimo  de  su  comandante  en  jefe;  bien  por 
creer  Laserna  que  maniobrando  acontecería  al  patriota  como  a 
Santa  Cruz  en  la  campaña  del  Desaguadero:  disolverse  sin  com- 
batir. Ambas  hipótesis  tienen  bastante  fundamento. 

Durante  los  tres  días  que  estuvieron  ambos  ejércitos  en  Sa- 
fiaica,  recibió  el  general  Suíre  la  ley  por  la  cual  se  derogaba  la 
de  facultades  extraordinarias  al  Libertador,  junto  con  la  nota  en 
que  Bolívar  se  retiraba  del  mando  e  ingerencia  del  ejército,  y 
carta  en  que  aquél  se  quejaba  amargamente  del  proceder  de  ami- 
gos y  enemigos.  Estas  noticias  fueron  para  Sucre  motivo  suficiente 
para  tener   como  sagrado  rito  los   aun  consejos  del   Libertador,  su 


(1)  Este  es  el  verdadero  nombre   geográfico  de  aquel  sitio;  nos- 
otros lo  tomamos  de  la  carta  oñcial  del  Perú— N.  del  A. 


ANTECEDENTES  Y  BATALLA  DE  AYACüCHO     731 


jefe  y  amigo,  y  sin  parar  mientes  en  los  movimientos  del  enemigo, 
se  dirigió  en  busca  de  cuarteles  de  invierno,  que  de  antemano  se 
le  habían  indicado;  una  vez  allí,  y  en  vista  de  que  el  enemigo  al 
parecer  «no  quería  guerra  con  él,»  y  en  la  creencia  que  el  viirey 
iba  hacia  la  costa  en  busca  de  B  jlívar,  resolvió  iomar  de  nuevo 
contacto;  al  llegar  a  las  liberas  del  Pampas,  se  encontró  con  el 
realista  que  venía  de  regreso.  Cumo  era  natural,  Sucre  no  podía 
dar  la  espalda  y  contraminhar  a  And  .huaiLis;  en  la  filsa  creencia 
que  el  enemigo  había  pasado  el  lío,  merced  a  la  estratagema  que 
llevó  a  cabo  el  general  Valdés,  tomó  dirección  hacia  Huamanga, 
perseguido  de  c  ;rca  hasta  el  día  3  de  diciembre,  en  que  se  euTen- 
taron  los  dos  ejércit(\s. 

Durante  los  veintiséis  días  de  campaña  comprendidos  entre  el 

9  de  noviembre  y  el  3  de  diciembre,  no  hubo  marcha  paralela,  y  en 
íntimo  contacto  los  dos  adversarios,   como  el  mismo  general  Sucre 

10  dice  en  su  carta  fechada  en  Avaruchn  el  10  de  diciembre,  en  la 
que  se  let :  «  En  la  ret  rada  de  las  'iT,meáiac  ons  det  Luzco  hasta 
Huamang.x  al  frente  del  encm>iiO .  . .  .»  (i).  Naturalmente  este  aserto 
del  Gran  Mariscal,  fuente  ha  sido  de  erróneas  interpretaciones 
respecto  a  la  campañn;  de  ahí  el  falso  postulado  y  la  creencia  de 
brillantes  operaciones  de  una  y  otra  parte,  cuando  en  realidad  no 
hubo  más  que  UiOvimientos  incoherentes,  en  los  cuales  los  dos 
contendores,  por  distinta  causa,  se  desconcertaron  a  porfía.  El 
virrey  cree,  con  sobrado  fundamento,  en  vista  de  las  falsas  manio- 
bras del  patriota,  que  aquél  tan  sólo  pensaba  en  evitar  un  encuen- 
tro, por  lo  tanto  trataba  de  amedrentarlo  más  y  más. 

Hechas  estas  aclaraciones  sigamos  nuestra  narración: 

El  4  de  diciembre  llegó  al  campamento  patriota  el  edecán 
Medina,  con  oficios  procedentes  del  Libertador.  En  ellos  se  decía 
al  general  en  jefe  que  obrara  de  acuerdo  con  las  circunstancias, 
facultándolo  para  decidir  la  campaña  en  el  campo  de  batalla.  En- 
tonces nuestro  general,  que  había  ■sufrido  intensamente  represen- 
tando el  papel  de  derrotado,  de  un  golpe  recupera  su  libertad  de 
acción,  y  desde  ese  momento    no    piensa  sino  en  batir  al  realista. 

Ambos  contendores  S'guen  su  marcha  al  Norte  por  vías  para- 
lelas y  la  vista  el  uno  en  el  otro;  la  quebrada  de  Aacro  los  separa. 
Sucre  llega  el  día  6  a  la  aldea  de  Qumua,  y  allí  acampa;  e!  virrey, 
que  marcha  más  de  prisa,  se  interpone  dejándolo  atrás  y  colocán- 
dose entre  él  y  la  ciudad  de  Huamanga;  un  terreno  impropicio 
para  las  evoluciones  de  ambos  ejércitos  separa  los  dos  campos. 

El  realista  al  día  siguiente  se  corre  un  pooo,  y  el  patriota  se  le 
enfrenta. 

En  la  nueva  posición  el  virrey  tampoco  creyó  el  golpe  bien 
certero;  menester  era  exterminar  a  quien  durante  tantos  días  le 
había  burlado  el  cuerpo;  las  poblaciones  de  Huanta  y  Huancavé- 
lica  habían  proclamado  al  rey;  preciso  era  que  el  patriota  tuviera 
esos  enemigos  a   su   espalda;    de  esta  suerte   el   realista  varió   su 


(1)  O'Leary,  tomo  i,  páfl^ina  198.  El  subrayado  es  nuestro. 


732  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 

posición  y  ocupó  el  día  8  las  alturas  del  Condurcunca.  Sucre,  im- 
pasible, sin  abandonar  su  acantonamiento,  constituye  su  línea 
paralela  a  la  del  enemigo. 

«         La  orden  que  me  trajo  Medina,  dice   el    general  Sucre, 

para    poder   librar  una  batalla,  me  ha  sacado    de   apuros » 

(O'Leary,  tomo  i,  página  198). 

En  verdad  que  era  azarosa  la  situación  del  comando  patriota, 
y  de  un  golpe  se  torna  en  favorable;  mas  el  virrey,  que  no  podía 
estar  al  tanto  de  esta  mutación,  siguió  en  la  creencia  de  que  a  su 
frente  tenía  un  tímido  adversario. 

La  aurora  del  9  de  diciembre  va  a  encontrar  a  los  dos  con- 
tendores enfrentados.  La  pampa  de  Ayacucho  los  separa.  El  pa- 
triota no  ha  escogido  el  campo;  es  el  realista  el  que  impone  las 
condiciones  del  duelo,  Sucre  no  se  atrevre  a  moverse  por  temor  de 
que  el  enemigo  se  le  ahuyente.  El  espíritu  maniobrero  del  virrey, 
así  como  la  celeridad  del  ejército  real  para  moverse,  es  el  único 
temor  que  intimida  a  nuestro  general,  quien  decía:  «El  valor  del 
realista  está  en  los  pies  y  el  de  mis  tropas  en  el  corazón.» 

En  tanto  que  es  la  hora  de  librarse  la  batalla  demos  una  ojea- 
da al  campo  donde  va  a  tener  lugar. 

Nuestra  gran  mole  andina,  en  su  camino  hacia  la  Tierra  del 
Fuego,  va  acrecentándose:  ya  forma  nudos  o  macizos,  ya  se  abre 
en  ramales,  brazos  gigantescos  que  oprimen  valles  profundos  y 
que,  celosos,  los  separan  del  Pacífico  y  de  las  grandes  planicies 
orientales. 

La  sierra  del  Perú,  donde  tuvo  lugar  la  campaña  que  a  gran- 
des rasgos  hemos  trazado,  es  a  manera  de  amplio  y  rugoso  valle 
sembrado  de  contrafuertes  y  hondonadas,  producidas  por  las  mil 
estribaciones  que  proyectan  las  dos  grandes  cordilleras  qiie  la 
enmarcan  longitudinalmente.  Esas  dos  barreras,  la  oriental  y  la 
occidental,  están  coronadas  por  nieves  perpetuas.  Sobre  la  primera 
y  a  corta  distancia  de  la  ciudad  de  Huamanga  (hoy  Ayacucho) 
hay  una  eminencia  notable,  no  por  su  altura,  que  apenas  alcanza 
a  4,055  metros  sobre  el  nivel  del  mar,  altura  que  en  poco  excede 
a  las  cumbres  vecinas,  sino  por  llamaise  el  Condurcunca,  en  cuyas 
faldas  encontramos  el  9  de  diciembre  de  1824,  acampado  el  ejér- 
cito español. 

Desde  esas  faldas  observemos  con  atención  el  panorama:  a 
nuestro  frente,  la  Pampa  de  Ayacnche,  como  suelen  llamarla 
los  indígenas;  estrecha  y  larga  planicie  inclinada  hacia  la  base  del 
cerro  y  ligeramente  convexa;  laquíticos  matojos,  plantas  grises  y 
manchas  de  gramíneas,  le  dan  un  extraño  colorido;  más  allá,  sobre 
un  collado  transversal  y  oculto  entre  arboledas,  se  distinguen 
rústicas  cabanas,  que  dejan  escapar  humo  azulado  que  parece 
enredarse  en  el  follaje,  y  dominando  el  conjunto,  se  destaca  el 
campanario  de  la  aldea  de  Quinua. 

La  pampa  de  Ayacucho  está  limitada  a  la  izquierda  por  an- 
cha y  profunda  cortadura  formada  por  las  aguas  que  del  flanco 
sur  del  Condurcunca  y  la  eminencia  vecina  se  desprenden  para 
caer  a  la  planicie. 


ANTECEDENTES  Y  BATALLA  DE  AYACUCHO     733 


Esta  quebrada  o  torrentera,  completamente  intransitable  des- 
de que  se  desprende  de  su  hoya  hidrográfica  hasta  que  cae  en 
profundo  barranco,  casi  a  la  altura  de  la  aldea,  defiende  por  esa 
parte  la  pequeña  planicie.  A  la  derecha,  bordeando  los  contrafuer- 
tes del  Condurcunca,  en  una  paite,  y  luego  tomando  dirección 
paralela  a  la  opuesta  quebrada,  hay  otra  cortadura  que  sin  ser  por 
completo  inaccesible,  presenta  alguna  dificultad  para  su  paso  y 
limita  por^se  lado  la  pequeña  pampa,  la  que  se  une  a  los  Icmajos, 
pie  del  famoso  cerro,  por  un  estrecho  istmo  que'se  recarga  sobre 
la  gran  tajadura  de  la  izquierda.  El  terreno,  mirado  en  conjunto, 
es  una  gran  planicie;  la  del  Sur  amplia  y  baja  con  algún  arbolado; 
la  del  Centra,  angosta  y  alargada;  la  del  Norte,  también  algo  más 
baja,  con  sinuosidades,  pequeñas  cortaduras  y  acceso  un  tanto 
difícil  a  la  pampa  dt  Ayacucho.  Al  occidente  la  aldea,  y  más  allá, 
lomajos  y  contrafuertes  de  la  cordillera  que  van  a  entrelazarse  con 
los  que  vienen  de  la  occidental. 

Asimismo,  en  tanto  que  transcurren  las  primeras  horas  de  la 
mañana  de  ese  memorable  día,  demos  una  ojeada  al  personal  de 
los  ejércitos  que  muy  pronto  vxn  a  medir  sus  armas,  para  de  esa 
manera  formarnos  una  cabal  idea  de  la  calidad  y  temple  de  los 
combatientes. 

El  ejército  realista,  aislado  por  tres  años  en  la  Sierra  del  Perú, 
sin  contacto  con  España,  ni  cun  el  mando,  se  vio  obligado 
a  crearlo  todo:  su  uniforme  fue  confeccion-tdo  en  los  talleres 
indígena?,  con  lar^  de  ovejas  y  vicuñas;  sus  lanzas  hechas  de  ba- 
rrotes de  ventanas;  sus  fusiles  recompuestos  en  fraguas  improvisa- 
das, y  los  elementos  de  que  disponía  tomados  por  requisición  en 
los  pueblos  y  campiñas  del  teatro  de  operaciones  que  dominaron 
merced  a  los  triunfos  de  lea.  Moquegua  y  campaña  del  Desagua- 
dero. Les  soldados  europeos  fueron  desapareciendo  poco  a  poco, 
ya  por  muerte,  ya  poi  invalidez  o  por  ascenso,  y  en  su  lugar  que- 
daron sólo  indios  del  Perú,  que  requerían,  para  trocarse  en  solida- 
dos, ardua  y  constante  labor,  pues  no  hablaban  CSpañol,  y  era  muy 
poco  de  hu  agrado  el  ejercicio  de  las  armas.  Bien  es  verdad  que 
una  vez  iniciados  en  él  se  mostraban  valerosos,  sobrios  y  dotados 
de  una  cualidad  inapreciable:  grandes  caminadores,  superiores  a 
todos  los  de  América.  Sólo  la  constancia  y  talento  de  un  Canterac 
y  un  Valdés,  secundados  eficazmente  por  los  demás  generales  y 
oficiales  del  ejército,  y  todos  bajo  el  experto  mando  y  brillantes 
dotes  de  organizador  que  desplegó  el  virrey  don  José  de  la  Serna 
e  Hinojosa,  pudieron  realizar  el  milagro  de  conservar  un  fuerte 
ejétcito  bien  instruido  y  equipado,  así  como  muy  bien  mandado 
por  un  cuerpo  de  oficiales  acostumbrados  a  largos  años  de  campa- 
ña y  de  triunfos. 

Este  ejército  tenía  la  imponderable  ventaja  de  moverse  con 
pasmosa  rapidez,  la  que  alcanzaba  al  doble  de  la  mayor  que  pu- 
diera desplegar  el  patriota;  para  el  soldado  peruano  diez  y  siete 
leguas  de  recorrido  en  el  día  es  apenas  jornada  regular.  El  rea- 
lista no  contaba  con  más  de  500  peninsulares  desde  el  virrey 
hasta  el  último  trompeta,  entre  los  10,000  combatientes  que   pre- 


734  BOLETÍN  DE  fflSTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


sentaron  en  la  batalla,  pero  en  cambio  hibía  tenido  tiempo  sufi- 
ciente para  instruir  el  elemento  étnico  más  apropiado  para  hacer 
campaña  en  aquellos  parajes  de  las  nieves  eternas,  de  los  fragosos 
taludes  e  inmensas  soledades  de  temperatura  glacial.  Este  el  ejér- 
cito realista. 

El  Libertador  llevó  al  Perú  los  mejores  cuerpos  del  ejército 
colombiano.  Con  él  fue  La  Guardia  donde  militaban  los  mejores 
jefes  y  oficiales  que  hemos  tenido;  la  tropa  de  aquellas  unidades 
estaba  mtegrada  por  veteranos  que  habían  conquistado  Luros  en 
más  d''  cit*n  combates,  y  mu^'hns  de  ellos  ostentaban  heridas  de 
las  Qtt" ser  as  (id  Medio,  Pantano  de  Vargas,  Boy  acá,  Co^a^o'o, 
Bombona,  Pichincha,  nombres  gloriosos,  justo  orgullo  de  la  Gran 
Colombia. 

Tanto  los  batallones  de  infantería  como  los  regimientos  de 
caballería  de  este  ejército  brillaban  por  la  más  severa  disciplina, 
pcjr  una  inst^^ucción  que  rivalizaba  con  las  instituciones  armadas 
de  la  vieja  Europa,  y  su  presentación  era  tan  correcta  con  su  serio 
uniforme  de  corte  napoleónico,  que  un  general  ing'és,  el  gran 
Miller,  no  pudo  menos  de  exclamar  al  verlos  reunidos  en  el  co- 
mienzo de  esta  campaña:  «Los  colombianos,  tanto  de  infantería 
como  de  caballería,  pueden  presentar  una  revista  militar  ea  el 
parque  de  San  James  y  llamar  la  atención  » 

El  gran  Sucre  se  mostraba  orgulloso  de  comandar  aquel  ejér- 
cito, y  por  esa  misma  época  detía  a  Bjlívir:  «....  La  tropa  y 
oficiales  conservan  su  moral  y  espíritu  nacional,  tienen  orgullo  y 
espero  se  batirán  bien. ...»  Estas  condiciones  no  se  perdieron  en 
el  curso  de  la  camp^iña,  sino  que  antes  bien,  se  aquilataron  Dias 
antes  de  llegar  el  ejército  al  río  Pampas,  nos  cuenta  el  general 
en  jefe,  se  supo  que  el  realista  había  cortado  al  patriota  y  venía 
sobre  é  ;  los  soldados  entasiasaiados  decían:  «Mejor,  pues  estamos 
ciertos  de  que  nos  esperan,»  y  agregaba  el  general:  «Con  esta 
clase  de  gente  no  dudo  pue  batimos  en  cualquier  parte  a  los  ene- 
migos,» y  concluye  diciéndole  a  B  >lívar:  « ....  no  puede  usted  pen- 
sar el  contento  del  ejército  juzgando  ya  que  una  batalla  iba  a 
terminar  la  campaña.» 

Estos  bravos  soldados,  a  dos  mil  leguas  de  sus  hogares,  sen- 
tían palpitar  sus  corazones  de  colombianos  con  la  fuerza  que  da 
el  recuerdo  de  la  patria  ausente;  y  sólo  ansiaban  vencer,  conser- 
var su  prestigio  y  hacerse  dignos  de  la  admiración,  el  respeto  y 
la  gratitud  de  sus  connacionales  y  de  la  América^jentera. 

Si  este  era  el  continente  de  los  rústicos  soldados,  ¿cuál  no 
sería  el  de  los  jefes  y  oficiales  de  aquella  falange  de  esforzados 
campeones?  Todos  se  sentían  arder  en  entusiasmo  y  amor  por 
la  patria;  al  propio  tiempo  la  nostalgia  de  las  fértiles  y  risueñas 
sabanas,  valles,  llanuras  hermosísimas  y  costas,  les  hacían  suspi- 
rar por  el  triunfo  en  cuyas  alas  sóííj  aspiraban  retornar  al  terruño 
tanto  más  querido  cuanto  más  lejano. 

El  general  Sucre,  aquél  hombre  extraordinario,  de  grari  co- 
razón y  de  conciencia  pura,    a   quien    la    Providencia   confió   los 


ANTECEDENTES  Y  BATALLA  DE  AYACUCHO     735 


destinos  de  la  América  en  la  hora  suprema,  aquél  caballero  sólo 
tenía  una  tacha  para  su  jefe  de  estado  mayor,  el  coronel  O'Con- 
nor,  que  nos  la  muestra  así:  «Una  sola  pequenez  pude  notar  en 
él:  cierto  espíritu  provincialista. ...  Tenía  una  predilección  exa- 
gerada por  todo  lo  que  era  colombiano.»  Esto  en  verdad  era  muy 
cierto;  en  su  corazón  primero  estaba  la  patria,  luego  el  senti- 
miento del  deber,  el  amor  a  la  libertad,  el  culto  a  la  amistad,  y 
quizá-un  recóndito  lugar  para  la  gloria,  que  si  la  deseaba  era  tan 
sólo  para  ofrendarla  en  aras  de  la  patria. 

Veamos  lo  que  pensabvi  nuestro  héroe  antes  del  combate  de 
Junín:   De  una  de  sus  cartas  es  el  siguiente  párrafo: 

«Libertar  nosotros  al  Petú  será  la  obra  de  resucitar  un 
muerto;  si  como  nos  lisonjeara  )S,  se  consigue  la  empresa,  será  un 
acontecimient",  que  no  sólo  llevará  nuestra  reputación  más  aUá 
de  lo  que  puede  fafi.  mar  la  indeoendencia,  sino  que  pcir  mui  ho 
tiempo  Colombia  tendía  una  influencia  poderosa  en  la  política  de 
Amé  ica.  El  Libertador  aüadirá  una  página  más  a  su  historia, 
peiO  marcada  con  el  brillo,  la  generosidad  y  una  gloria  inmortal.» 

Hé  aquí  sintetizado  este  bendito  defecto  de  quien  supo  co- 
locarse, gracias  a  sus  virtudes  y  t?.ientos,  en  primera  línea  entre  los 
héroes  de  la  emarci  'ación  umefiíana. 

Los  cuerpos  de  Lx  Guard  a  sufrieron  muchas  bijas  durante 
la  campan?;  el  ci  md  de  la  sierra  del  Perú,  glicial  en  casi  toda  su 
exientión  como  que  en  su  altura  media  es  de  4. eco  metns  st>bre 
el  nivel  del  mar,  tiene  como  en  las  márgenes  del  Apurímic  y  del 
Pampas,  temperatura  tropical.  Es  s  cambios  térmicos  tan  bruscos, 
la  fatiga  de  marchas  dilatadas,  atravesando  centenares  de  Itguas, 
la  escasa  e  impopia  alimentación,  junto  con  las  nothes  pasadas  a 
la  in  emperie,  llenaron  los  hospitales,  y  hubieran  sido  causa  de 
la  eliminación  del  ejércit)  auxiliar  colombiano,  si  no  hubiera  le- 
cibido  de  la  patria  grandes  núcleos  de  tropas  para  I  e  lar   sus    filas. 

Posteriormente  a  la  llegada  del  Perú  del  ejército  colombiano, 
le  fueron  incorporados  a  /a  Guardia  los  bataUories  Ist>o^(\e  la 
guarnición  de  Panamá;  Car  ag  na.  de  la  de  Santa  M  rt  ;  Cirardot^ 
de  la  de  Cartagena;  así  ctjrno  ios  Gufai  de  !a  Guardia.^  qur;  e^tn- 
ban  en  la  campan  i  sobre  Pasto,  y  lus  Drag<n:s  de  Venczu  ¡a, 
procedentes  de  Puerto  Cábelo.  Estos  cuerpos,  junto  con  coi.iia- 
gentes  del  Ecuador,  ascendieron  a  3,000  hombres,  con  los  cuales 
se  suplieron  las  bajas  que  tuvo  la  división  colombiana  en  el  curso 
de  esta  campaña.  También  fueron  incorporados  200  soldadtjs 
chilenos,  restos  de  una  expedición  de  que  aquél  país  llegó  a  órde- 
nes del  coronel  Aldunat. 

La  segunda  división  del  Ejército  Unido  Libertador  estaba 
compuesta  de  tropas  peruanas;  en  ellas,  como  acostumbradas  que 
estaban  a  vivir  en  la  Sierra,  sus  bftjas  fueron  casi  todas  producidas 
por  la  deserción,  bajas  que  no  fue  posible  reemplazar  íntegramente 
por  la  dificultad  para  instiuír  en  el  manejo  de  las  armas  a  los  in- 
dígenas que  no  hablaban  español,  así  como  per  la  poca  afición 
que  tienen  esos  naturales  al  servicio  de  las  filas.  D2  esta  suerte    la 


736  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


división  Lámar,  que  al  comenzar  la  campaña  en  marzo  de  1824 
tenía  un  efectivo  de  2,992  combatientes,  había  perdido  para  el  15 
de  agosto  746  hombres,  y  el  9  de  diciembre  estaba  reducida  a 
1,444  plazas,  con  las  cuales  asistió  a  la  batalla.  El  total  de  sus 
bajas  fue  de  1,548.  Así  la  fuerza  nacional  peruana  no  fue  sino  de 
algo  menos  de  una  cuarta  parte  del  total  de  combatientes,  cuya 
cifra  fue  de  6,775  hombres. 

Hecha  esta  digresión,  sigamos  nuestro  relato. 

Las  primeras  horas  de  la  mañaní  del  día  9  de  diciembre 
transcurrieron  en  tiroteos  de  las  guerrillas  de  uno  y  otro  campo 
que,  acordonadas, .defendían  el  terreno  donde  los  dos  ejércitos  iban 
a  trabar  combate.  El  ejército  patriota  se  forma  en  la  explanada, 
la  división  Córdoba  en  cuatro  columnas  paralelas  y  casi  unidas 
entre  sí,  en  la  extrema  derecha;  a  su  lado,  y  en  la  misma  forma- 
ción, los  dos  regimientes  de  caballería  de  Colombia,  y  a  su 
izquierda,  el  puñado  de  infantes  peruanos  con  el  general  Lámar, 
a  su  frente;  detrás  del  centro  estaba  de  reserva  la  división  Lara  y 
la  caballería  del  Perú, 

Todos  estos  cuerpos  a  la  vista  del  enemigo,  inmóviles,  admi- 
rablemente inmóviles,  formaban  vistosa  masa;  las  filas  de  mo- 
rriones coronadas  por  blancos  pompones,  sobre  los  cuales  apenas 
se  dest:ica  las  relucientes  puntas  de  aguzadas  boyonetas.  Sobre  el 
pecho,  cruzados  los  correajes,  contrastan  en  su  albura  con  el  azul 
de  las  casacas;  aquí  y  aüá  se  ven  en  los  pechos  varoniles  las  cruces 
de  los  Libertadores  de  Venezuela,  de  Nueva  Granada,  o  la  de- 
cretada después  de  Pinchincha.  En  mitad  de  cada  cuerpo  se  alza 
enhiesta  la  tricolor  bandera,  a  cuyo  torno,  tal  parecen  se  agrupan 
los  soldados  para  prestar  abrigo  y  defenderla. 

El  continuo  tañer  de  sables  y  de  estribos,  denuncia,  con  el 
piafar  de  los  caballos,  la  inquietud  de  los  nobles  brutos  y  el  afán 
de  los  bravos  jinetes,  por  mantenerlos  en  correcta  formación;  los 
rojos  cubresillas  flotantes,  hacen  que  se  destaquen  los  blancos 
pantalones  ajustados  por  ceñida  polaina;  un  bosque  de  lanzas, 
coronadas  por  largas  y  angostas  banderolas,  apenas  deja  ver  las 
casacas  de  subido  escarlata  y  los  rostros  de  aquellos  centauros 
quemados  por  el  sol  de  las  pampas  orientales. 

Todo  ese  conjunto,  ese  haz  de  hombres  y  de  brutos,  obede- 
cen cual  fiera  encadenada  por  férrea  disciplina,  a  la  voz  de  un 
general  adolescente;  Sucre,  caballero  en  soberbio  corcel,  el  mismo 
que  lo  llevó  en  sus  lomos  el  día  de  Pichincha,  rodeado  de  su  es- 
tado mayor  y  de  sus  edecanes,  pasa  revista:  en  encendidas  frases 
arenga  a  cada  cuerpo  recordándole  sus  triunfos  y  gicsioso  abo- 
lengo. Luego,  dirigiéndose  al  centro  de  sus  tropas,  y  en  íntimo  y 
completo  conocimiento  de  la  trascendencia  de  la  batalla  que  se  va 
a  empeñar,  así  como  de  sus  consecuencias,  dice  al  ejército: 

«¡De  los  esfuerzos  de  hoy  pende  la  suerte  de  la  América  del 
Sur»;  y  luego,  señalando  las  columnas  enemigas,  que  en  esos  mo- 
mentos descendían  a  la  llanura,  exclama:  «Otro  día  de  gloria  va  a 
coronar   vuestra    admirable    consiancia.»    Esta   lacónica   arenga 


ANTECEDENTES  Y  BATALLA  DE  AYACUCHO  737 


electrizó  a  los" bravos  veteranos  de  Zí  G?^úrrd?/«,  quienes  prorrum- 
pieron en  su  grito  de  guerra:  estrepitosos  vivas  al  Libertador. 

Como  a  las  diez  de  la  mañana,  por  las  faldas  de  Condurcunca 
se  ven  descender  rápidamente  las  columnas  realistas;  los  fusiles, 
los  sables,  las  aceradas  bayonetas  y  las  agudas  lanzas,  heridas  por 
los  rayos  d;;!  sol,  proyectan  mil  y  mil  chispas  luminosas,  que  jue- 
gan a  lo  largo  de  las  filas;  serpientes  de  metálicos  anillos,  que 
presurosas  se  deslizan  por  entre  las  cortaduras  del  terreno. 

Por  el  ala  derecha,  la  división  t^a/í/Zí  con  sus  cuatro  batallo- 
nes, sus  dos  escuadrones  y  su  batería,  va  a  tomar  colocación  re- 
basando la  izquierda  del  patriota,  confiada  al  general  Lámar,  con 
sus  tropas  del  Perú.  Por  el  centro  Moijet,  ya  caai  llega  a  formar 
en  la  explanada,  en  tanto  que  Villabos,  con  sus  tres  cuerpos,  tiene 
ocupada  la  izquierda,  dando  frente  a  la  derecha  nuestra.  Los  cla- 
ras son  llenados  por  la  ¿aballeria,  y  los  dos  batallones  de  Gerona 
constituyen  la  reserva.  Una  batería  va  a  emplazarse  en  el  istmo 
que  comunica  la  planicie  con  las  faldas  del  cerro. 

El  patriota,  como  gamo  perseguido,  se  recoge,  se  achica, 
estrechado  por  las  dos  cortaduras  del  terreno  que  le  impiden  des- 
plegar sus  tropas,  SI  bien  protegen  sus  flancos.  El  virrey  y  los  pue- 
blos circunvecinos,  lógicamente  "creen  que  si  Sucre  se  bate  en  ese 
campo,  es  por  sentirse  acorralado;  no  de  otra  suerte  puede  expli- 
carse su  retirada,  su  visible  temor  por  un  encuentro,  y  por  último, 
la  suprema  inacción  de  los  días  anteriores. 

El  comando  realista,  al  colocar  sus  tropas  para  dar  la  batalla, 
procedió  en  un  todo  de  acuerdo  con  las  más  rancias  prescripciones 
del  arte  de  la  guerra.  Sobre  el  ala  vulnerable  del  patriota  situó 
al  intrépido  Valdés,  con  sus  mejores  y  más  aguerridos  batallones; 
la^izquierda  de  su  línea,  apoyada  en  un  barranco  intransitable,  le 
fue  confiada  a  la  más  débil  división,  y  por  su  centro,  único  terreno 
practicable,  colocó  las  dos  brigadas  de  Monet,  su  reserva,  y  el 
grueso  de  la  caballería.  Hé  aquí  al  escolástico,  que  de  la  cátedra 
traslada  al  terreno  de  los  hechos  sus  vastos  conocimientos  en  la 
táctica;  del  normal  desarrollo  de  tan  severos  como  clásicos  princi- 
pios debe  surgir  el  triunfo.  Sucre,  el  general  formado  en  les  cam- 
pos de  batalla,  sin  diploma  ni  título  académico,  procede  en  abso- 
luta contraposición  a  las  reglas  usuales  de  ese  entonces  y  de  hoy. 
A  la  vista  de  su  técnico  contrario,  apoya  su  más  fueite  y  mejor 
mandada  división  contra  el  obstáculo  que  a  su  derecha  hace  impo- 
sible todo  envolvimiento,  en  tanto  que  a  su  izquierda,  por  donde 
puede  penetrar  fácilmente  el  adversario,  apenas  la  protege.  El 
centro,  ya  lo  vimos,  está  ocupado  por  la  caballería,  que  deberá 
enfrentarse  en  la  pequeña  pampa  a  la  gran  masa  realista.  La  co- 
locación de  la  reserva  es  el  únicp  signo  de  cordura  que  debió 
observar  el  realista  en  tan  extraña  manera  de  situar  las  tropas. 

En  estas  condiciones  colocados  los  dos  ejércitos  que  van  a 
jugar  la  suerte  de  la  América  del  Sur,  es  bien  fácil  predecir  su  re- 
sultado; Valdés  ha  de  envolver  la  izquierda  nuestra,  y  allí  en 
su  apoyo  irá  la  reserva  que  comanda  Lara;  entonces,  por  el  frente, 

xrv— 47 


738  BOLETÍN  DK  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


con  vigoroso  empuje,  será  arrollada  la  división  Córdoba  y  la  caba- 
lleria.  Los  derrotados  qiie  no  se  rindan  en  el  campo  de  batalla, 
caerán  en  las  inmisericordes  manos  de  los  indios  huantianos 
armados  y  listos  para  cazar  a  los  dispersos. 

La  iniciativa  y  libertad  de  acción  propias  de  la  ofensiva  las 
mantiene  el  virrey;  a  su  contrario  sólo  réstale  esperar  impasible; 
de  esta  suerte  el  realista  se  mueve  con  desembarazo,  en  tanto  que 
el  patriota,  como  atemorizado,  quieto,  espera  el  choque,  y  no  le 
es  dable  anticipar  los  acontecimientos;  tan  sólo  puede  sostenerse 
sin  maniobrar,  ya  por  las  condiciones  del  terreno  que  le  ha  im- 
puesto el  enemigo,  ya  por  falta  de  tiempo  para  variar  su  coloca- 
ción tomada  de  antemano.     > 

La  batalla  comienza;  la  división  Valdés,  con  valor  e  intrepi- 
dez poco  comunes,  rompe  el  fuego,  y  principia  la  ascensión  del 
talud  que  la  separa  de  la  planicie,  donde  parapetada  está  la  infan- 
tería peruana;  pronto  patriotas  y  realistas  se  baten  en  el  borde  de 
la  cortadura,  que  ya  se  pierde,  ya  se  recupera.  La  división  Mo- 
net,  que  ocupa  el  centro  de  la  linea,  aún  no  está  en  orden  después 
de  su  descanso;  los  dos  batallones  de  Gerona  se  forman  en  el  sitio 
elegido,  ya  está  en  posición  a  la  izquierda.  En  tanto  que  algunos 
escuadrones  se  forman  y  organizan,  otros  van  descendiendo,  lle- 
vando los  caballos  de  la  brida:  los  generales  españoles  dictan  sus 
últimas  disposiciones.  Las  guerrillas  de  ambas  partes  sostienen  el 
fuego  de  fusilería;  las  piezas  de  artilleria  realista  son  emplazadas 
en  batería,  sobre  la  izquierda. 

En  este  supremo  instante  el  general  Sucre  ordena  cargar  so- 
bre el  centro  realista.  El  general  Córdoba  se  apea  de  su  caballo, 
va  al  frente  de  su  división,  y  con  vibrante  voz  ordena:  €¡  Adelante! 
¡Armas  a  discreción!  ¡Paso  de  vencedores!»  El  Bogotá,  el  Volti' 
geros,  el  Pichincha  y  el  Caracas,  en  cuádruple  columna,  como  un 
solo  hombre,  con  regularidad  admirable,  rompe  la  marcha.  Las 
banderas  al  viento  desplegadas,  el  ritmo  del  simultáneo  movi- 
miento de  la  infantería  que  avanza  en  derechura  hacia  el  pie  del 
Condurcunca,  hace  que  organice  y  compacte  el  realista  sus  filas 
para  repeler  la  avalancha  patriota.  El  virrey,  Canterac  y  Monet, 
alientan  con  su  voz  y  su  presencia  sus  aguerridos  batallones;  bien 
comprenden  que  ese   es  el  momento  decisivo. 

En  tanto  recorre  la  columna  patriota  los  trescientos  metros 
que  la  separan  de  la  línea  enemiga,  se  va  alejando  del  borde  de  la 
cortadura  que  por  la  derecha  limita  el  campo,  en  ese  claro  se  co- 
locan, también  en  columna,  los  dos  regimientos  de  caballería  de 
Colombia,  Granaderos  y  Húsares  van  paralelos  a  la  infantería, 
todos  en  dirección  al  centro  enemigo. 

El  general  Sucre,  con  su  estado  mayor  y  edecanes,  contem- 
pla la  apretada  falange  que  gana  terreno  a  cada  instante  bajo  el 
nutrido  fuego  enemigo;  los  cuerpos  de  reserva,  el  Vencedores,  en 
Boyacá,  y  El R'fl  s,  mudos  expectadores,  alientan  con  su  fe  y 
promesas  a  sus  dichosos  camaradas,  que  bien  pronto  van  a  medir 
sus  armas  con  lo?  vencedores  de  catorce  aftos  de  recio  batallar. 


ANTECEDENTES  Y  BATALLA  DB  AYACUCHO     739 


AI  llegar  la  columna  a  medio  tiro  de  pistola,  distancia  a  la  cual 
se  distinguen  las  facciones  de  los  combatientes,  el  general  Cór- 
doba da  la  voz  de  ¡¡Fuego!!  las  filas  delanteras  disparan,  recha- 
zan dos  columnas  de  caballería  que  tratan  de  interponerse  a  los 
bravos  de  Colombia;  chocan  nuestros  batallones  con  los  realistas; 
cual  alud  incontenible,  se  mezclan  y  acuchillan,  lidian  al  arma 
blanca  por  algunos  minutos,  y  arrollan  cuanto  encuentran  a  su 
paso  hacia  las  faldas  del  Condurcunca.  Los  realistas  se  baten  con 
denuedo,  y  por  unos  momentos  estuvo  indeciso  «quién  ganaría, 
no  la  palma  del  valor,  que  ambos  merecían,  sino  los  favores  de  la 
victoria  del  día.»  En  ese  supremo  instante  los  Húsares  de  Colombia, 
a  las  órdenes  del  coronel  Laurencio  Silva,  cargan  con  su  acostum* 
brada  bizarría;  aquél  cae  herido  a  manos  del  único  apureflo  que 
había  en  el  ejército  real;  en  tanto  que  la  infantería,  en  medio  de 
sangriento  torbellino,  desaloja  en  desorden  at  realista,  empuján- 
dolo con  vigor  hacia  la  altura. 

£1  resultado  de  esta  carga  napoleónica,  tan  diestra  y  valero- 
samente conducida,  como  oportunamente  ordenada,  clavé  y  factor 
del  triunfo,  «produjo  grandísima  sensación  en  el  ejército  real,» 
nos  dice  el  general  García  Camba,  paleando  su  efecto  admirable  y 
verdadero:  la  decisión. 

Córdoba  al  pasar  rompe  el  frente,  y  en  fuerza  de  la  configura- 
ción del  terreno,  que  cual  carril  le  conduce,  cae  sobre  la  izquierda 
realista,  tritura  la  división  de  Villalobos,  y  toina  posesión  de  la 
artillería,  que  aún  no  ha  tenido  tiempo  de  emplazarse.  Por  el  claro 
que  dejan  nuestras  tropas,  dirige  Valdés  un  cuerpo,  a  tomar  por  el 
flanco  la  fuerza  de  Lámar.  El  general  Sucre  manda  al  momento  al 
Vargas  y  los  //usares  de  Junin  a  limpiar  de  enemigos  esa  parte,  en 
momentos  en  que  la  división  peruana,  casi  arrollada  por  el  flanco, 
solicita  socorros;  entonces  toma  nuestro  general  otro  cuerpo  de  la 
reserva,  el  Vencedores^  en  Boyacá,  y  a  su  cabeza,  en  carga  formi- 
dable, en  la  cual  cae  herido  su  comandante  Ignacio  Luque,  junto 
con  el  capitán  Pedro  Dorronsoro,  y  los  tenientes  Vicente  Grana- 
dos y  Manuel  Ariscuro  y  119  de  tropa,  restablece  el  combate.  Ya 
Vargas  y  los  //usares  de  Jun'n  se  unen  al  Vencedotes,  y  con  las 
tropas  peruanas,  arrojan  al  denonado  español  a  la  hondonada; 
éste,  viéndose  perdido,  en  vano  busca  la  muerte. 

A  todo  esto,  los  realistas  se  van  replegando  ante  la  división 
Córdoba,  Conduncurca  arriba;  aquella  confusa  masa,  empujada  y 
triturada  por  la  columna  patriota  que  avanza  implacable,  ofrece 
terrible  cuadro;  las  bayonetas  patriotas  van  sembrando  la  muerte 
entre  las  deshechas  filas  adversarias,  que  sólo  piensan  en  hnír;  de 
nuestros  soldados,  aquellos  que  aún  tienen  sus  fusiles  cargados, 
disparan  sobre  los  enemigos,  que  logran  alcanzar  las  primeras  ele- 
vaciones, y  así:  «. . .  .mientras  los  realistas  iban  trepando  a  las  al- 
turas, nos  refiere  el  general  Miller,  los  patriotas  desde  el  pie  de 
ellas  los  cazaban  a  su  salvo,  y  muchos  de  ellos  se  vieron  rodar, 
hasta  que  algún  matorral  o  barranco  los  detiene.» 

Sobre  las  faldas  del  Conduncurca  flotan  las  banderas  tricolo- 
res que  la  División    Córdoba   ha   llevado  alií  en  su  triunfo,  en  mo- 


740  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y    ANTIGÜEDADES 


mentos  en  que  en  la  planicie  se  baten  las  dos; caballerías.  Arrolla- 
da la  infantería  del  centro  y  de  la  izquierda,  la  caballería  realista, 
que  no  obstante  su  mayor  número  y  aunque  alentada  por  Canterac 
en  persona,  no  se  había  atrevido  a  cargar  sobre  la  patriota  que  a 
pie  firme  la  esperó  enristrando  sus  enornies  lanzas,  con  todo, 
atacada  por  los  nu-tstros,  se  defiende  bravamente;  herido  en  el 
primer  encuentro  el  coronel  Laurencio  Silva,  le  sucede  en  el 
mando  el  comandante  del  tercer  "Escuadrón,  teniente  coronel 
don  Pedro  Alcántara  Herían,  quien  condujo  ests  cuerpo  hasta  las 
faldas  del  Conduncurca.  El  comportamiento  de  este  jefe  mereció 
el  aplauso  de  los  valientes  del   ejércit9. 

Zffs  Grnnaíiavy  no  se  dist\ngu'\eTonmeno3.  El  coronel  Lucas 
Calvajal  asombró  con  su  arrojo.  El  teniente  coronel  Cruz  Paredes 
«disputo  la  gloria  entre  muchos  arrojados.»  El  mayor  Felipe 
Brown,  «con  su  bravura  infundió  el  entusiasmo  entre  los  suyos.» 
El  resto  de  oficiales  del  regimiento,  su  comportamiento  fue  tan 
igual,  que  no  se  puede  decir  que  unos  sobresalieron  de  otros, 
dice  el  coronel  Lucas  Carvajal  en  su  parte  oficial  de  la  batalla  (i). 

El  ilustre  virrej  creyó  que  su  presencia  contendría  el  des- 
orden de  su  ejército,  y  denodado  se  lanza  entre  las  tropas  bati- 
das; como  era  natural,  sólo  tuvo  la  gloria  de  recibir  siete  heridas 
de  bala  y  arma  blanca  y  caer  prisionero.  El  último  representante 
de  la  corona  de  España  en  nuestra  América,  fue  conducido  a  una 
humilde  choza  de  la  aldea  de  Quinua.  Allí  el  iiustre  prisionero 
tuvo  la  amargura  de  saber  la  suerte  que  corrió  su  ejército,  y  ver 
eclipsarse  el  poderío  ibérico  en  la  sierra  virgen  de  la  América 
Hispana. 

Eq  hora  y  media  de  refriega  quedó  ,  exterminado  el  ejército 
realista  y  sellada  la  libertad  de  Sur  América.  9,310  hombres,  res- 
tos de  los  dominadores  del  Perú,  rindieron  sus  armas  ante  5,231 
colombianos  de  Zi  Gtmd  a  y  1,444  peruanos..  A  todos  estos 
héroes  la  gloria  los  arropa  por  igual,  y  envueltos  en  ella,  los  pre- 
sentamos a  la  gratitud  de  los  americanos. 

Ayacucho,  cumbre  de  gloria,  libertad  y  paz,  es  el  más  digno 
monumento  a  la  gloria  del  general  Sucre.  Allí  supo  mostrarse  a  la 
altura  de  los  más  grandes  capitanes;  su  genio  militar  asombra, 
tanto  como  su  magnánimo  desprendimiento.  Este  hombre  por- 
tentoso, que  cuanto  más  se  estudia  tanto  más  se  agiganta,  solicitó 
como  suprema  recompensa,  como  galardón  singularísimo,  algo 
que  lo  coloca  fuera  de  la  común  medida  de  los  mortales."-  «Por 
premio  para  mí,  dice  a  Bolívar,  pido  a  usted  me  conserve  su 
amistad.»  (O'Leary,  tomo  i,  página  19Q). 

Al  joven  general  don  José  María  Córdoba  concede  los  lauros, 
del  triunfo;  y  así  dice  a  Bolívar:  «He  creído  como  justicia  nom- 
brar al  general  Córdoba  sobre  el  campo  de  batalla  y  a  nombre  de 
usted  y  de  Colombia,  general  de  división.»  Y  luego  agrega:  «Cór- 


(1)  «Participación  de  Colombia  en    la  libertad  del  Pera.»    Tomo 
II,  página  18S,  Bog-otá— 1924. 


LABATDT  741 


doba  se  ha  portado  divinamente;  él  decidió  la  batalla » 

(O'Leary,  tomo  i.  página  198).  En  verdad  fue  el  general  grana- 
dino quien  dio  el  triunfo;  él  fue  el  brazo;  Sucre,  la  cabeza. 

Ayacucho  fue  cornbate  de  púgiles;  un  solo  golpe  en  parte 
noble  dejó  tendido  al  adversario;  el  vencedor  con  el  pie  sobre  el 
pecho  del  vencido,  le  perdona  la  vid?,  lo  levanta,  y  a  su  mesa  lo 
sienta. 

Rindamos  homenaje  a  les  briosos  paladines  que  atravesaron 
medio  continente  para  ir  al  Perú  a  mostrarnos  la  cumbre  de  la 
gloria,  y  consagremos  un  recuerdo  a  sus  valientes  adversarios, 
dignos  hijos  de!  Cid,  que  al  entregar  a  un  colombiano  sus  estan- 
dartes, mudos  testigos  del  valor  e  hidalguía  de  una  raza,  ntj  su- 
frieron desdoro.  Esos  pend'.mes  quedaron  en  manos  de  sus  hijos 
para  perpetuarse  en  tierra  americana. 

hílBflCUC 

En  los  primeros  cuadros  del  drama  de  nuestra  emancipación 
se  destaca  la  figura  de  Pedro  Labutut,  que  desempeña  sustancial 
papeí,  pero  que  luego  desaparece  del  escenario,  no  volviendo  a 
sonar  su  nombre  en  la  pavorosa  contienda.  Abandonó  la  tierra 
donde  habia  recogido  laureles,  y  fue  a  plantar  su  tienda  en  el  her- 
moso país  que  baña  el  Amazonas. 

Lo  rápido  de  su  paso  por  nuestra  historia  ha  hecho  que  su 
biografía  sea  breve  en  nuestros  anales  y  que  desconocidos  hayan 
quedado  su  origen  y  su  vida  posterior  a  la  campaña  de  Santa 
Marta,  La*oca  comunicación  que  teníamos  con  el  Brasil,  en  el 
siglo  pasado,  fue  causa  también  de  que  no  pudiéramos  seguir  sus 
huellas,  y  que  apareciera  su  fin  envuelto  en  un  opaco  horizonte  (1), 

Dicen  algunos  que  había  nacido  en  Cannes,  pero  otros  lo  hacen 
natural  de  Marsella,  ¿Y  cuál  fue  su  vida  en  el  país  nativo?  Tan  sólo 
se  cuenta  que  había  militado  con  Napoleón,  y  que  a  la  primera  caí- 
da  de  éste  huyó  hacia  América,  en  busca  de  nuevas  aventuras 

Probable  e?  que  sí  formara  él,  un  tiempo,  en  la  cauda  del  co- 
meta que  entonces  rutilaba  en  Europa,  pero  su  separación  de  ella 
hubo  de  ser  antes  de  aquel  transitorio  eclipse.  Cuando  el  gran 
corso  era  llevado  a  la  isla  de  Elba,  ya  Labatut  estaba  entie  nosotros. 

En  Venezuela  resulta  cuando  la  expedición  de  Miranda,  y 
debemos  conjeturar  que  vino  con  éste  del  viejo  mundo,  seducido 
por  sus  claros  talentos  y  su  brillante  espada. 

Vencido  el  caraqueño  ilustre  y  llevado  a  lejana  mazmorra, 
orilló  Labatut  el  mar  Caribe  y  llegó  a  nuestra  ciudad  amurallada, 
donde  gobernaba  el  joven  Rodríguez  Torices.  La  Gaceta  (xtrcordi- 
maria  de  Cartagena  de  Indias  dio,  el  5  de  septiembre  de  1812,  noti- 


(1)  Fuera  del  ligero  boceto  que  trae  el  Diccionario  de  los.Próce 
res,  por  Vergara  y  Scarpetta,  no  conocemos  otro  estudio  especial  del 
mencionado  procer,  escrito  en  Colombia. 


742  BOLETÍN   DE   HISTORIA    Y    ANTIGÜEDADES 


cías  de  haber  arribado  alli,  emigrados  de  La  Guaira,  el  teniente  co- 
ronel Manuel  Cortés,  el  capitán  Antepara  y  varios  extranjeros  que 
combatieron  por  la  libertad  de  Venezuela.  Uno  de  éstos  segura- 
mente era  nuestro  famoso  francés. 

Se  le  dio  el  mando  de  un  cuerpo  y  salí*  a  campaña  por  el  río 
Magdalena.  El  día  4  de  noviembre  se  hallaba  en  Santo  Tomás  y 
dirigía  una  arenga  a  su  tropas.  «Soldados,  decía,  al  empezar  ella, 
el  gobierno  me  hi  nombrado  cabo  vuestro  para  estar  a  la  cabeza 
de  esta  expedición,  y  os  prometo  que  no  seré  vuestro  cabo  sino 
vuestro  padre,  que  derramaré  mi  sangre  por  sosteneros  y  atender 
a  cuanto  se  os  ofrezca  con  sacrificio  de  mi  reposo  y  de  mi  salud.»  (i). 

Tres  días  después  estaba  en  Sitionuevo,  donde  hizo  saber  al  jefe 
realista  allí  acantonado,  que  si  dentro  de  cmco  minutos  no  entrega- 
ba la  plaza  que  estaba  puesta  a  su  cuidado,  rompería  el  fuego 
hasta  que  se  rindiera,  y  pasaría  a  cuchillo  a  cuantos  encontrara  en 
ella. 

Altiva  fue  la  respuesta  de  Martínez  Malo:  «El  comandante 
de  este  puerto,  con  toda  su  oficialidad  y  demás  tropas  de  su  cargo, 
comunica  que  no  puede  condescender  a  las  propuestas  de  usted 
hasta  tanto  no  pierda  la  última  gota  de  su  sansíre»  (2). 

Trabóse  el  combate,  y  obtuvo  el  caudillo  patriota  com- 
pleta victoria.  En  el  detalle  que  envió  a  Cartagena,  y  que  llegó 
alli  cuando  se  celebraba  el  primer  aniversario  de  su  revolución,  se 
leen  estas  palabras,  que  muestran  cómo  era  la  lucha  en  esas  horas 
y  en  esos  climas:  «De  Sitio  nuevo  se  sacaron  los  cañones,  efectos 
y  municiones  que  se  encontraron  útiles,  y  se  pasaron  a  nuestro 
campo,  y  se  echaron  al  agua  algunos  que  se  encontraron  clavados; 
y  saqueado,  el  sitio  por  la  tropa,  se  le  dio  fuego  por  differsos  pun- 
tos, habiéndose  antes  sacado,  con  la  veneración  correspondiente, 
las  imágenes,  ornamentos,  aras  y  campanas  de  la  iglesia,  que  se 
entregaron  al  cura  de  Santo  Tomás.  En  el  incendio  se  compren- 
dieron tres  casas,  llenas  de  algodón  en  lana,  y  varias  pacas  que 
servían  de  parapeto  de  la  batería.» 

Elogia  luego  la  intrepidez  del  comandante  de  una  cañonera, 
y  dice  que  no  contento  éste  con  haber  hecho  tanto  daño  al  enemigo 
desde  su  buque,  se  botó  al  agua  hasia  ganar  tierra,  donde  cogió 
prisionero  a  un  realista  que  no  pudo  huir  y  le  cortó  las   orejas  (3). 

El  día  18  bate  nuevamente  en  Guáimaro  a  los  realistas.  Re- 
gresa luego  a  Cartagena,  y  allí  es  nombrado  comandante  general 
de  la  expedición  contra  Santa  Marta.  El  25  lanza  una  vehemente 
proclama  a  los  habitantes  de  esa  ciudad:  «La  patria,  les  dice,  ne- 
cesita ahora  más  que  nunca  de  vuestros  fuertes  brazos  y  acreditado 


(1)  Publicada  fue  esta  proclama,  en  hoja  volante,  por  la  im- 
prenta de  Dieg'o  Espinosa,  y  reproducida  está  en  Documentos  para 
la  historia  de  la  provincia  de  Cartagena^  tomo  i,  página  451. 

{2)  Documentos  para  la  histotia  de  la  provincia  de  Cartage- 
na, tomo  I,  página  452. 

(3;  Gaceta  de  Cattagena  de  Indias.  12  de  noviembre  1812. 


LABATUT  743 


valor,  para  acabar  de  subyugar  a  los  enemigos  de  Santa  Marta, 
que  tanto  nos  han  perjudicado  en  nuestro  comercio,  agricultura  y 
propiedades,  y  a  quienes  con  pasos  de  gigante  vamos  persiguiendo 
hasta  que  lleguen  a  su  total  exterminio»  (i). 

Dirigióse  Labatut  con  su  ejército  hacia  Ciénaga,  donde  sólo 
se  le  puso  débil  resistencia,  y  ocupó  esta  población,  que  entonces 
se  llamaba  San  Juan  de  las  Sabanas,  el  segundo  día  de  1813. 

Siguió  la  marcha  contra  Santa  Marta,  cuyo  gobeitiador,  vién- 
dose perdido,  resolvió  la  fuga  en  las  naves  que  tenía  preparadas. 
A  las  nueve  de  la  noche,  el  día  de  Reyes,  entró  Labaíut  por  las  calles 
de  la  vieja  ciudad  de  Bastidas  y  estableció  su  gobierno.  Se  com- 
prende el  alborozo  que  esto  produjo  en  Cartagena,  donde  llegó  la 
noticia  en  la  tarde  del  10  de  enero,  y  en  Santafé,  cuyos  habitantes 
recibieran  el  parte  en  los  úliimos  días  del  mes. 

El  Diaiio  del  santafereño  Caballero  anota  así  este  sucescj 
«Enero  24.,  domingo.  A  la  una  de  la  tarde  vino  un  correo  extraor- 
dinario dando  noticia  de  que  M.  Pedro  Labatut  había  ganado  a 
Santa  Marta  el  día  6  y  derrotado  a  Igs  chapetones,  y  que  el  día 
10  había  entrado  pacíficamente  en  la  dicha  ciudad,  que  encontró 
casi  sola;  los  emigrados  se  llevaron  2.000,000  de  pesos,  las  alha- 
jas de  las  iglesias  y  hasta  la  custodia  de  la  Catedral.  Dejaron  la 
artillería  clavada  y  le  prendieron  fuego  a  la  pólvora  que  tenían. 
Esta  noticia  se  celebró  con  dianas  en  los  cuarteles,  repiques,  pól- 
vora, vivas,  etc.,  eto 

El  día  10  hizo  Labatut  jurar  la  independencia  y  el  reconoci- 
miento del  gobierno  de  Cartagena;  y  el  13  participó  esto  al  ayun- 
tamiento de  Ríohacha,  excitándolo  a  abrazar  su  causa,,  bajo  la 
amenaza  de  destruir  la  ciudad.  Ooce  días  después  requiere  nue- 
vamente a  la  misma  corporación  a  reconocer  el  régimen  republi- 
cano, y  la  amenaza  con  ir  a  imponérselo  por  las  armas.  Los  ediles 
de  esta  ciudad  rechazan  indignados  ambas  comunicaciones,  y 
dicen  que  derramarán  su  sangre  en  defensa  del  juramento  de  fide- 
lidad al  rey  que  tienen  hecho  (2). 

El  13  de  febrero  vuelve  el  jefe  francés  a  apremiar  a  aquel  ca- 
bildo; le  ofrece  la  fraternidad,  si  acepta  su  partido,  y  le  amenaza, 
en  caso  contrario,  con  pasar  a  cuchillo  a  todos  los  habitantes  de 
la  ciudad,  sin  exceptuar  los  infantes.  En  esa  misma  fecha  dirige  al 
ayuntamiento  de  Valledupar  dos  oficios:  en  el  uno  le  pide  diez 
mil  pesos  para  atenciones  del  Estado,  y  en  el  otro  le  ordena  cap- 
turar inmediatamente  a  los  españoles  que  haya  en  aquella  jurisdic- 
ción, embargarles  sus  bienes  y  remitirlos  a  Santa  Marta.  Por 
tercera  vez  las  autoridades  de  Ríohaclu  rechazaron  las  propuestas 


(1)  En  el  atlas  de  Colombia  porM.  M.  Paz,  se  aeñala  la  ruta 
que  siguió  Labatut  de  Cartagena  a  Santa  Marta  (carta  vi),  pero 
no  está  m%rcado  el  regreso  que  hizo  a  aquella,  ciudad  antes  de  se- 
guir a  temarse  esta  última. 

(2>  Estas  comunicaciones  se  mencionan  en  el  Catálogo  del  archi- 
TO  de  Indias  (Sevilla),  números  624,  629,  630  y  631. 


744  BOLETÍN   DE   HISTORIA    Y    ANTIGÜEDADES 


de  Labatut,  y  le   manifiestaron  que  estaban  dispuestas  a  morir  por 
su  amado  monarca  (i). 

El  obispo  de  Santa  Marta,  fray.  Manuel  Redondo,  fue  arres- 
tado por  el  vencedor,  y  enviado  a  Cartagena  (2). 

El  gobernador  Rodríguez  Torices  pidió  al  cuerpo  legislativo 
concediera  un  premio  a  Labatut  por  su  lujida  campaña,  a  lo  cual 
accedió  aquella  asamblea,  declarándolas  a  él  y  a  su  ejército  bene- 
méritos de  ll^pitrla  en  gtado  eminente..  Dispuso  también  que  dicho 
jefe  fuese  honrado  ct  n  una  cinta  tricolor  en  el  brazo  derecho  que 
tuviera  la  inspripción  Cartagena  agradecida  y  que  además  de  su 
sueldo  se  le  diese  una  pensión  vitalicia  de  cien  pesos  mensuales. 

Pero  su  gloria  sólo  duró  pocos  dias.  Numerosas  deserciones 
diezmaron  sus  filas,  y  un  descontento  abrumador  se  fue  exten- 
diendo en  tamo  suyo.  A  los  dos  meses  completos»,  la  revuelta  es- 
talló, y  en  breves  horas  sucumbieron  los  patriotas.  Labatut  corrió 
a  la  playa,  y  se  embircó  en  la  corbeta  Indagadora  con  rumbo  a 
Cartagena.  El  cacique  y  vecinos  de  Mamatoco,  así  como  los  de 
Bonda,  ayudaron  a  los  samjrios  en  la  derrota  del  invasor.  El  día 
siguiente  se  hizojuramenlo  de  fidelidad  a  Fernando  vii  (3). 

Se  señaló  como  motivo  de  esa  reacción  las  duras  represalias 
del  vencedor.  El  congreso  de  las  Provincias  Unidas,  consternado 
por  la  pérdida  de  tan  precioso  baluarte,  dirigió  a  los  samarios  pa- 
labras de  fraternidad  y  concordia:  «Vuestras  quejas,  les  dice,  con- 
tra un  comandante  imperioso  y  atrevido  se  confiesan  justas  por  la 
misma  Cartagena  que  lo  había  puesto,  y  aquel  gobierno  se  prepa- 
raba a  relevarlo  o  lo  había  relevado  ya  con  un  hombre  más  mode- 
rado y  dulce,  que  habría  sabido  reparar  los  males  de  su  antecesor. 
Pero  cuando  esto  no  hubiese  sido,  en  el  reino  teníais  ya  una  auto- 
ridad soberana,  constituida  por  la  voluntad  general  de  los  pueblos, 
y  a  ella  debíais  haber  dirigido  vuestras  quejas....  ¿Qué  culpa  tiene 
la  Nueva  Granada  en  los  excesos  que  haya  podido  ccmeter  una 
persona  particular,  y  ni  aun  el  mismo  gobierno  de  Caitagena?.... 
Quejaos  si  tenéis  motivos  de  Labatut,  quejaos  del  gobierno  de 
Cartagena,  si  os  ha  hecho  algún  mal,  que  seguramente  habrá  sido 
contra  su  intención,  cuantas  veces  tiene  protestado  que  sólo  desea 
vuestra  libertad,  pero  parad  aquí,  y  no  lle\éls  más  adelante  vues- 
tra venganza»  (4). 

El  ayuntamiento  de  Santa  Marta,  con  acuerdo  d€l  prelado, 
dispuso  que  todos  los  años,  el  5  de  marzo,  se  cantase  un  Tedeum 
en  acción  de  gracias  por  «los  beneficios  que  el  Altísimo  dispensó 
a  este  pueblo  en  la  expulsión  de  la  tropa    del    gobierno    ilegal    de 


(1)  Ibídem,  números  636.  637,  638  y  656. 

(2)  Aí-í  lo  participó  el  tesorero  de  la  catedral  J.  E.  Lioci  a  la 
regencia,  en  el  mes  de  marzo.  Ibí  Jem,  número  681. 

(3)  Oficios  del  cacique  y  vecinos  de  Mamatoco  al  g-obefrnadcr  de 
Ríohacha,  y  del  comandante  de  avances  de  Santa  Marta  al  mismo. 
Ibídsm,  659  y  660. 

(4)  Congreso  de  las  Provincias  Unidas,    página  63. 


LABATÜT  745 


Cartagena  al  mando  deJ  francés  Pedro  Labatut,  que  dominaba  esta 
plaza.» 

En  agosto  encargósele  a  nuestro  héroe,  en  Cartagena,  adonde 
¡legó  el  día  siguiente  de  su  derrota  un  nuevo  cuerpo  de  tropas, 
con  las  cuales  marchó  a  recuperar  a  Santa  Marta,  pero  sufrió  tre 
mendo  rechazo(i). 

El  gobierno  de  Cartagena  improbó  su  conducta  y  le  ordenó 
salir  del  territorio,  de  donde  partió  para  las  Antillas,  dirigiéndose 
luego  al  Brasil, 

Perdido  tenían  después  su  rastro  nuestros  historiadores,  mas 
recientemente  escritores  brasileros  han  publicado  estudios  sobre 
el  héroe,  que  ponen  luz  en  sus  postreros  años.  Son  estos  biógrafos 
el  conde  Alfonso  Celso,  Augusto  V.  Aives,  Virgilio  Erigido  y 
Alfonso  (le  Taunay,  mas  de  sus  obras  sólo  conocemos  la  del  último, 
de  la  cual  tomamos  el  retrato  que  va  al  frente  de  este  articulo.  Es, 
nos  parece,  la  primera  vez  que  aquí  se  publica  la  efigie  del  héroe. 
Ya  se  podrá  agregar  a  la  galería  de  proceres,  donde  se  notaba 
'ese  vacío  (2). 

También  el  inteligente  escritor  señor  Carbonell,  que  ha  re- 
presentado a  Venezuela  en  aquella  nación,  publicó  una  silueta  del 
guerrero  francés.  De  estos  dos  escritos  tomamos  los  siguientes 
episodios  de  su  vida  en  ia  antigua  colonia  lusitana. 

Llegó  a  Río  de  Janeiro  y  ofreció  sus  servicios  al  príncipe  regente. 
Diole  éste  el  puesto  de  brigadier,  y  luego  !e  nombró  comandante 
de  las  tropas  que  iban  a  combatir  en  Bahía  contra  el  ejército  por- 
tugués. Fueron  grandes  sus  éxitos  en  aquella  campaña.  Levantó 
sus  fuerzas  hasta  5,000  hombres,  y  el  8  de  noviembre  de  1822 
triunfó  en  Pirajá,  batiéndose  luego  en  Soledad,  Itapoan,  Concep- 
ción y  Bahía, 

Pero  el    caráct;r   tempestuoso   y  autoritario  de    Labatut    vol- 
vió a  revelarse  en  esas  victorias.  Se  murmuró  de  él  en  sus    propias 
filas  y  se  conspiró    paia    deponerlo.    Descubierta    la  conjuración^ 
hizo  aprehender  a  sus  cabecillas   y  condenarlos  a   muerte.  Iban  a 


íl)  Hallamos  este  dato  en  Biografía  del  Coronel  de  la  Inde- 
pendencia Felipe  M.  Martín.  Allí  dice:  cEl  gobierno  de  Carta- 
gena organizó  y  envió  dos  expediciones  sucesivas  para  someter  a 
Santa  Marta:  una  a  principios  de  mayo,  a  órdenes  del  coronel 
Cbatilló»  y  del  mismo  presidente  Torices;  y  otra  en  agosto  al  man- 
do de  Labatut,  que  había  entregado  la  ciudad  cinco  meses  antes. 
Mas  no  obstante  los  recursos  que  se  emplearon  y  la  heroicidad  con 
que  se  lidió,  el  suceso  no  favoreció  a  los  patriotas,  que  fueron  derro- 
tados en  Papares,  rechazados  en  un  ataque  al  Morro  y  vencidos  en 
la  Ciénaga  y  el  Carnien,  con  pérdida  de  muchos  elementos  de 
guerra.» 

(2)  Intitúlase  la   obra   de  Taunay    Grandes  vultos  da  Indepen-^ 
dencia  Btastleira,  publicacao  conmemorativa  do  prineiio   Centena-" 
rio  de  Independencia   Nacional    S.    Paulo,    1922.   El    señor  Guima- 
raes,  distinguido   diplomático  brasilero,  tuvo  la  gentileza  de  facili- 
tarnos este  libro,  que  vino  a  satisfacer  nuestra    curiosidad  sobre  la 
vida  de  Labatut  en  sus  postreros  años. 


746  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


levantarse  loa  patíbulos  cuando  estalló  formidable  insubordinacióa 
contra  el  jefe  y  su  auditor  Cambuey.  Fueron  ambos  reducidos  a 
prisión  y  enviados  a  la  capital,  donde  se  les  juzgó  en  consejo  de 
guerra,  pero  salieron  absueltos.  Volvió  Labatut  a  Bahía,  enfermo 
según  parece,  y  allí  sus  amigos  le  hicieron  en  el  teatro  de  Sanjuan 
una  ovación^  en  la  cual  el  poeta  Maniz  Bárrelo  improvisó  este 
aoneto: 

Ve,  nobre  Labatut,  contempla  o  effeito 
De  tuaB  lides  marciaes  de  outr'ora! 
Olha  como  aBah{a  commemora 
De  sua  libertade  o  heroico  feito! 

Aquí,  consolosao  beba  teu  peito! 
Aquí,  tua  sande  ache  melhora, 
E  felgfue  o  po»o  que  tao  grato  chora 
Ver  te  das  dores  no  penoso  leito. 

Olha  como  te  aíagam  os  bahianos, 
Como  e»  por  seus  vates  decantado, 
Tu  guerreiro,  terror  dos  lusitanos! 

De  povo  que  serviste,  abencoado. 
Rindo  de  ingratos,  rindo  de  tyranos. 
Morreras  grande,  morreras  veng^ado! 

MI  cual  podría  traducirse  así: 

Oh  noble  Labatut,  bajo  este  techo 
Las  lides  de  tu  espada  vencedora, 
Bahía  alborozada  conmemora 

Y  de  su  sacra  libertad  el  hecho. 

Aquí  consolación  tenga  tu  pecho 

Y  encuentre  tu  salud  grata  mejora: 
¿No  ves  al  pueblo  que  angustiado  llora 
Al  verte  de  dolor  en  triste  lecho? 

Mira  cómo  te  aclaman  los  bahianos 
*  Y  fjor  sus  vates  eres  ensalzado. 

Oh!  guerrero,  terror  de  lusitanos. 

Del  pueblo  sin  cesar  glorificado 

Y  triunfador  de  ingratos  y  tiranos, 
Morirás  grande,  morirás  vengado.  (1). 

En  1829  sufrió  nuevas  persecuciones,  se  le  borró  del  escala- 
fón castrense,  y  se  le  ordenó  salir  del  país.  Meses  después  ocurre 
un  cambio  político,  que  lo  restablece  en  sus  grados.  En'  1832  se 
le  encarga  de  dominar  la  rebelión  del  coronel  Madeira,  y  va  y  lo 
vence  en  sangriento  combate.  Siete  años  después  ascendido  a  ma- 
riscal de  campo  se  le  encomienda  una  nueva  campaña,  en  la  cual 
no  lo  favorece  la  fortuna  y  se  le  acusa  de  ineptitud. 


(1)  Nos  hemos  permitido  traducir  esta  poesía  ajustándonos  lo 
más  poiiible  al  original.  Tan  sólo  en  el  primer  cuarteto  pusimos  dos 
rimas  distintas  a  la  de  los  versos  portugueses.  Aun  el  defecto  de  las 
asonancias  en  los  tercetos  lo  dejamos  en  nuestra  versión,  a  fin  de 
ser  lo  más  fieles  posible. 


FRUTOS  JOAQUÍN  GUTIÉRREZ  DE  CABIEDES  747 


Destituido  y  sometido  a  nuevo  consejo  de  guerra,  es  otra  vez 
declarado  inocente.  Retírase  entonces  a  Bahia,  y  allí  muere  el  34 
de  septiembre  de  1849.  Sus  restos  fueron  trasladados  a  Pirajá, 
según  lo  había  él  ordenado,  y  allá  reposan  en  una  modesta  tumba. 

Faltas  cometería  Labatut  durante  su  paso  por  nuestro  país; 
habrá  borrones  de  sangre  en  su  hoja  de  servicio;  no  será  impo- 
luta la  memoria  que  dejara  tras  su  fugaz  campaña,  pero  útil  fue 
su  acción  en  la  alborada  de  nuestra  independencia;  formó  un 
ejército,  enseñó  a  triunfar,  y  levantó  con  sus  proezas  a  los  es- 
píritus desalentados.  Cuan  resonante  resultara  su  representación 
si  hubiera  insistido  en  seguir  la  contienda  hasta  su  maravilloso 
desenlace.  Si  tributamos  alabanzas  a  los  actores  del  maravi- 
lloso epilogo,  bien  dignos  de  loa  son  también  los  que  iniciaron  la 
avalancha  que  rodando  irrestible  y  gloriosa,  fue  desde  las  playas 
norteñas  por  todo  e!  continente  hasta  golpear  en  remotos  confines. 

Sus  crueldades,  si  no  se  justifican,  se  atenúan  al  considerar 
el  medie,  la  época  y  las  circuntancias.  Hijo,  sin  duda,  de  la  re- 
volución francesa,  creado  en  la  hecatombe  napoleónica,  y  llegado 
a  América  en  las  horas  sombrías  de  !a  guerra  a  muerte,  habría  de 
ser  rudo  su  carácter,  y  no  estar  su  sable  mojado  en  las  aguas  de 
la  bondad  y  del  perdón  (i). 

Eduardo  Posada 


FRUC05  SOflQUin  6U3IERREZ  DE  CflBlEDES 

Entre  las  figuras  civiles  de  nuestra  emancipación  política, 
destácase  la  del,preclaro  doctor  don  Frutos  Joaquín  Gutiérrez  de 
Cabiedes,  orlada  con  la  corona  del  martirio,  q«e  seña'a  el  apogeo 
de  su  gloria.  Deseosos  de  tfibutar  a  su  memoria,  que  para  los  más 
ha  pasado  casi  desconocida,  un  pequeño  tributo  de  gratitud  y 
admiración,  hemos  trazado  estas  líneas,  que  rememoran  los  he- 
chos más  culminantes  de  su  fecunda  vida. 

El  fundador  en  nuestra  patria  del  ilustre  apellido  de  Gutié- 
rrez de  Cabiedes,  que  dio  a  la  independencia  dos  mártires  y  a  la 
colonia  numerosos  varones  ilustres,  fue  Domingo  Gutiérrez  de  Ca- 
biedes, quien  al  pasar  a  Indias,  se  radicó  en  la  ciudad  de  Santiago 
de  Tunja,  donde  contrajo  matrimonio  con  doña  Francisca  Pérez 
del  Pilar,  y  desempeñó  los  siguientes  cargos  :  alférez  de  infantería 
española,  corregidor  de  los  mitayos  y  alcalde  de  la  santa  herman- 
dad. Era  hijo  de  don  Juan  Gutiérrez  de  Cabiedes  y  Vélez  de  Es- 
calante y  de  doña  Inés  García  de  Hijárez;  nieto  de  don  José  Gu- 
tiérrez de  Cabiedes  y  doña  María  Vélez  de  Escalante,   de  don  Añ- 


il) Este  artículo  fue  publicado  con  el  retrato  de  Labatut,  el  año 
pasado,  eo  la  revista  Bagatela;  al  reproducirlo  hoy  lo  hemos  corregi- 
do y  ampliado.  A  tiempK)  que  aquí  lo  escribíamos  aparecía  en  el 
Brasil  un  notable  estudio  sobre  el  procer  por  el  señor  Guimaraes 
{Revista  do  Brasil,  número  107),  el  cual  contiene  mayores  detalles  de 
aquella  vida  que  dejó  en  la  historia  americana  tan  perdurables 
huellas. 


748  BOr.ETÍr^  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


tonio  García  de  Hijárez  y  doña  Catalina  Sánchez  del  Palenque: 
todos  naturales  de  la  villa  de  Treseño  y  lugar  de  Gabiedes,  en  el 
corregimiento  de  las  cuatro  villas  de  la  cesta  del  mar  en  las  mon- 
tañas, que  entonces  eran  del  obispado  de  Burgos;  cristianos  vie- 
jos, limpios  de  toda  mala  raza,  hijosdalgo  notorios  y  nobles  de 
todas  partes,  de  los  principales  de  aquel  valle,  según  consta  por 
información  de  ocho  testigos,  actuada  en  el  año  de  1639,  ante  don 
Toribio  Galderón,  teniente  corregidor  del  valle  de  Valdáüga. 

De  su  matrimonio  con  doña  Francisca  Pérez  del  Pilar  nacie- 
ron Diego  y  Juan  Gutiérrez  de  Gabiedes.  Esposo  el  último  de 
doña  Francisca  Guerrero  de  Librillos,  hija  de  don  Ignacio  Gue- 
rrero de  Librillos,  y  de  doña  Bernarda  Mujica  de  Vergara,  de  las. 
primeras  y  nobles  familias  del  reino;  fue  su  hijo  Tomás  Gutiérrez 
de  Gabiedes,  el  que  por  orden  del  presidente  del  reino  pasó  a  la 
villa  de  San  Cristóbal,  a  la  reducción  de  los  indios  chinatos  Desde 
entonces  se  radicaron  en  ella  los  Gutiérrez  de  Gabiedes,  donde  el 
16  de  julio  de  1698  contrajo  matrimonio  don  Tomás  con  doña 
María  Josefa  Vásquez  Hermoso,  en  quien  tuvo  a  Gabriel,  bauti- 
zado el  10  de  mayo  de  1700. 

•  Numerosos  e  imporrantes  fueron  los  empleos  que  desempeñó 
éste.  En  San  Cristóbal,  alcalde  de  la  hermandad  y  ordinario, ^juez 
de  varias  residencias  y  capitán  de  milicias,  ejerciéndolos  con  celo 
y  actividad  en  servicio  de  Dios  y  del  rey  y  utilidad  del  público, 
sin  que  jamás  sé  le  hubiese  notado  exceso  o  defecto  alguno,  ni 
ninguna  persona  se  hubiese  quejado  de  sus  procedimientos. 

Por  título  de  18  de  noviembre  de  1734,  el  virrey  y  corone! 
de  los  reales  ejércitos,  don  Rafael  de  Eslava,  lo  nombró  go-i 
bernador  de  la  provincia  de  San  Faustino,  cuyo  *empleo  resulta 
haber  ejercido  con  acierto,  según  la  sentencia  pronunciada  por  el 
superior  tribunal  de  la  real  'audiencia  de  Santafé,  en  su  causa 
y  juicio  de  residencia,  el  ti  de  enero  de  174c, 

El  7  de  marzo  de  1743  don  Francisco  Antonio  de  Salcedo, 
coronel,  gobernador  y  capitán  general  de  Maracaibo,  lo  nombró 
por  capitán  de  las  milicias  de  San  Cristóbal;  y  en  conformidad  de 
la  real  cédula,  fecha  en  el  soto  de  Roma,  a  15  de  mayo  de  1730, 
se  libró  por  ante  los  señores  de  la  audiencia  la  real  provisión  de  6 
noviembre  de  1743,  para  que  Gutiérrez  de  Cabiedes  pudiese  ma- 
tricular y  alistar  las  gentes  de  su  ciudad  nata!,  y  hacer  entrada, 
según  conviniese  a  la  reducción  y  pacificación  de  los  indios  mo- 
tilones. El  17  de  septiembre  de  1748  fue  elegido  teniente  oficial 
real  de  su  patria;  en  donde  el  25  de  junio  de  1724  contrajo  el 
sagrado  vinculo  con  la  muy  distinguida  doña  Nicolasa  Ramírez 
de  Arellano,  nacida  el  15  de  septiembre  de  1703,  del  matrimonio 
de  don  Bernardo  Ramírez  de  Arellano  y  doña  Míesela  de  Be- 
tancur. 

Don  Gabriel  otorgó  testamento  el  20  de  diciembre  de  1757, 
y  doña  Nicolasa  el  25  de  abril  de  1764,  declarando  por  sus  hijos, 
entre  otros,  a  don  Esteban  Antonio. y  a  don  Juan  Ignacio.  El  pri- 
mero fue  colegial  de  San  Bartolomé  y  siguió  la  carrera  eclesiás- 
tica, llegando  a  ser  canónigo    de  Mérida.  El    segundo,    bautizado 


FRUTOS  JOAQUÍN  GUTIÉRREZ  DE  CABIEDES  749 


el  3  de  agosto  de  173 1,  fue  también  digno  hijo  de  su  padre,  al- 
canzando en  su  larga  y  meritísima  vida  los  títulos  siguientes:  el 
18  de  abril  de  175S,  alíérez  real  de  San  Cristóbal,  con  general  re- 
putación, haciendo  como  tál  la  jura  del  rey  don  Carlos  iir.  Por 
declaraciones  tomadas  en  la  villa  del  Rosario  de  Cúcuta  en  el 
año  de  1799,  resulta  haber  obtenido  en  la  misma  turma  el  empleo 
de  alcalde  ordinario  en  Sún  Cristóbal/  y  los  de  alférez  real  y  al- 
calde ordinario  en  el  Rosario  de  Cúcuta,  «por  común  aclamación 
délos  vecinos  de  ésta,  cuando  p^r  el  año  de  7?3  se  erigió  en 
villa.»  Miguel  de  Santisteban,  como  apoderado  de  la  condesa  del 
Puerto,  lo  nombró,  el  30  de  septiembre  de  1758,  teniente  de  co- 
rreos mayor  de  San  Cristóbal,  con  facultad  de  nombrar  otros  de 
su  satisfacción  para  las  ciudades  de  Pamplona,  Grita  y  Mérida. 
Los  padres  misioneros  de  la  orden  de  predicadores  solicitaron  del 
juez  privativo  de  tierras,  don  Benito  Casal  y  Montenegro,  el  tí- 
tulo de  juez  subdelegado  de  tierras  en  ventas  y  composiciones  en 
toda  la  jurisdicción,  para  don  Juan  Ignacio,  que  lo  obtuvo  el  15  de' 
juliodei767;  y  por  la  misma  solicitud  fue  nombrado,  el  20  de 
mayo  del  año  citado,  capitán  de  la  escolta  de  las  misiones  de  Ba- 
rinas.  Por  certificación  del  cabildo  de  su  villa  natal,  dada  el  12 
deoctubre  de  1767,  consta:  que  habiéndose  mandado  por  el  go- 
bernador de  la  provincia  de  Maracaibo,  en  virtud  de  superior 
orden  del  virrey  de  este  reino,  que  se  hiciese  elección  d«»  sujeto 
benemérito  e  idóneo  para  capitán  comandante  de  entrada  a  la  re- 
ducción y  pacificación  de  los  motilones,  se  congregaron  tcjdi  s  los 
vecinos  de  dicha  villa  y  valles  de  Cúcuta  y  Lobateía,  quienes  de 
común  acuerdo  eligieron  a  don  Juan  Ignacio  Gutiérrez  de  Cabie- 
des,  como  persona  la  más  a  propósito  por  sus  méritos  y  por  el  co- 
nocimiento que  tenían  de  sus  notorias  circunstancias,  como  tam- 
bién por  la  constante  experiencia  de  su  carácter  prudente,  celoso 
y  activo,  que  había  acreditado  en  el  ejercicio  del  empleo  de  alfé- 
rez real,  en  el  de  las  muchas  veces  que  fue  alcalde  ordinario,  y 
cuantas  ocurrieron  en  servicio  de  rey  y  beneficio  del  público. 
Finalmente,  don  Pedro  Messía  de  la  Zerda,  por  título  de  7  de 
abril  de  1770,  lo  eligió  por  maestre  de  campo  de  las  milicias  de 
San  Cristóbal. 

Enestaciudaduniósusuerte,el  22  demayode  i752,a!adedcña 
Bárbdia  de  Bonilla  y  Montoya,  vastago  del  matrimonio  de  don  Gre- 
gorio de  Bonillay  doña  Juana  Móntoya;  nieta  de  don  Gregorio  Boni- 
lla y  doña  Felipa  Colmenares,  de  don  JoséAnselmo  de  Montoya  y 
doña  María  Méndez;  doña  Felipa  Colmenares  fue  hija  del  capitán 
encomendero  Jerónimo  de  Colmenares  y  de  doña  Elena  Navarro 
de  la  Rosa,  los  cuales  son  terceros  abuelos  maternos  del  doctor 
Frutos  Joaquín,  y  cuartos  abuelos  paternos  del  general  Santander. 
Una  hermana  de  doña  Bárbara  de  Bonilla  contrajo  matrimonio,  el 
ig  de  noviembre  de  174?,  con  don  Juan  José  Santander  Caballero. 
Finalmente  hay  triple  enlace  entr^  los  ilustres  Gutiéirez  de  Cabie- 
des  y  el  inmortal  Santander,  por  el  matrimonio  contraído  por  Mi- 
caela Josefa  de  Santander  con  otro  hermano    de  la  esposa,  del  pa- 


750  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


triarcal  don  Juan  Ignacio  Gutiérrez  de  Cebiedes,  como  se  lee  en 
el  interesantísimo  y  laborioso  ifolleto  que  el  distinguido  joven  don 
Luis  Eduardo  Pacheco  ha  publicado  bajo  el  titulo  de  La  Familia 
de  Santander. 

Don  Juan  Ignacio  otorgó  su  última  voluntad  en  la  villa  del 
Rosario,  el  27  de  marzo  de  1795,  declarando  por  hijos  de  su  ma- 
trimonio, con  doña  Bárbara  de  Bonilla,  entre  otros,  a  Pedro  León 
y  a  Frutos  Joaquín.  Había  contraído  segundas  nupcia«,  en  la  últi- 
ma ciudad,  con  dófia  Ana  Josefa  de  Silva  y  Ferreira,  bautizada  de 
siete  meses,  el  20  de  diciembre  de  1756,  el  25  de  agosto  de  1784, 
siendojsus  hijos,  entre  otros,  José  María  (el  Fogoso),  Custodio  y  To- 
más, denodados  servidores  de  la  patria.  Dofia  Ana  Josefa  fue 
fruto  del  matrimonio  contraído,  el  20  de  abril  de  1754,  por  An- 
drés Silva  y  dofia  Paula  Ferreira,  bautizada  en  San  Gil,  el  6  de  oc- 
tubre de  1727,  siendo  sus  padres  Francisco  Antonio  Ferreira  y 
dofia  María  González  Noriega;  y  sus  abuelos,  Juan  Ventura  Fe- 
rreira y  dofia  Josefa  de  Acebedo  y  Pefialosa,  Pedro  González  No- 
riega  y  Casilda  Tello  y  Mayorga,  Don  Andrés  lo  fue  de  Agustín 
de  Silva  y  doña  María  Ortiz,  y  nieto  de  don  Marcos  de  Silva  y 
dofia  N.  Velasco,  de  don  Gabriel  Ángel  Ortiz  y  doña  Violante 
Muñe. 

Vengamos  ya  a  nuestro  biografiado.  Nacido"  en  la  patria  de 
los  Omañas  y  Santanderes,  la  privilegiada  villa  del  Rosario  de  Cú- 
cuta,  pródiga  en  hijos  para  la  patria,  el  27  de  octubre  de  1770, 
según  consta  por  su  fe  de  bautismo,  que  a  la  letra  dice:  «En  la 
viceparroquia  de  Nuestra  Sefiora  del  Rosario  valle  de  Cúcuta,  en 
veintisiete  de  octubre  del  año  de  mil  setecientos  setenta,  yo,  el 
doctor  don  Manuel  Antonio  Nava,  teniente  de  cura  de  dicha  vice- 
parroquia, bauticé,  puse  oleo  y  crisma  a  un  nifio,  a  quien  puse  por 
nombre  Fruto  Joaquín,  legítimo  de  don  Juan  Ignacio  Gutiérrez  de 
Cabiedes  y  de  dofia  Bárbara  Bonilla;  fueron  padrinos  don  Salva- 
dor Medrano  y  dofia  Agustina  de  la  Parra,  a  quienes  advertí  el 
parentesco,  y  porque  conste  lo  firmé.  Doctor  don  Manuel  Antonio 
de  ^ava.* 

Don  Juan  Ignacio  preocupóse  grandemente  en  dar  a  sus  hi- 
jos cristiana  y  vasta  ilustración,  que  más  tarde  pudieran  poner  al 
servicio  de  su  patria,  «gastando  considerable  cantidad  de  pesos, 
dicen  Pedro  León  y  Frutos  Joaquín,  en  nuestra  educación  y  ense- 
ñanza y  desvelándose  en  arbitrar  medios  para  nuestro  adelanta- 
miento, sin  omitir  gasto  alguno.»  Y  así,  enviólos  a  la  ciudad  del 
águila  negra,  con  el  propósito  de  que  coronaran  sus  ya  bien  ci- 
mentados estudios,  en  uno  de  los  prestigiosos  institutos  que  en  ella 
existían. 

El  colegio  real  mayor  y  seminario  de  .San  Bartolomé  pudo, 
el  18  de  octubre  de  1:784,  inscribir  entre  sus  hijos  a  Frutos  Joa- 
quín, de  quien  más  tarde  se  enorgullecería.  En  esos  venerables 
claustros,  a  cuya  sombra  se  meció  la  cuna  de  Colombia  y  se  ga- 
naron San  Mateo  y  Boyacá,    parodiando  la  frase  de  Weilinton,  y 


FRUTOS  JOAQUÍN  GUTIÉRREZ  DE  CABIEDES  751 


que  hoy  la  demoledora  pica  de  la  civilización  va  paulatinamente- 
haciendo  desaparecer,  y  quizá  con  ellos,  la  memoria  de  esa  pléya- 
de gloriosa  de  varones  ilustres  que  le  dieron  gloria  y  fama,  dio  a 
conocer  Gutiérrez  sus  principios  |de  religión  y  vasta  doctrina,  su 
espíritu  sagaz,  a  veces  demasiado  sutil,  su  carácter  muy  condes- 
cendiente y  siempre  amable.  En  él  desempeñó  los  siguientes  car- 
gos: pasante  de  estudios,  secretario,  conciliario  y  fiscal  por  varios- 
afios,  captándose  general  estimación. 

El  23  de  diciembre  de  1788  recibió  el  título  de  bachiller  enr 
filosofía,  por  la  universidad  de  Santo  Tomás;  en  mayo  de  1790, 
el  de  bachiller  en  derecho  canónico,  y  el  13  de  julio,  el  de  doctor 
en  esta  ciencia.  El  3  de  junio  de  1794  don  José  de  Ezpeleta  le 
dio  el  nombramiento  en  propiedad,  de  catedrático  en  dicha  asig- 
natura, para  el  colegio  de  San  Bartolomé.  «Sus  discípulos,  para 
conservar  su  memoria,  colocaron  un  retrato  en  la  clase  de  cáno- 
nes, en  el  año  de  1802.  Este  monumento  se  le  consagró,  dice 
uno  de  ellos,  de  modo  que  él  no  lo  supo  hasta  verlo  en  la  cáte- 
dra. Al  sentarse  en  ella  le  dirigió  la  palabra  el  bachiller  Andrés 
Arroe,  y  en  contestación  pronunció  de  repente  una  elocuente  y 
larga  arenga.» 

Siete  años  más  tarde,  por  el  mes  de  junio  de  1809,  fue  nuestro 
biografiado  quien  colocó  en  su  aula  un  bello  cuadro  alegórico, 
con  el  fretrato  del  rey  que  tenía  la  siguiente  inscripción  latina: 
Fernandus  vii  Hispaniar  et  Indar  Rex.  Hos  adolsscenmm,  senectuta 
jucundus  scelentissmo proditiones  facinore  ante  diem  deeeptus,  adest 
absces  omnium  Noii  Regni  Granat.  an'tnis  inscuipíus.  collcgio  aiv. 
Battítol  civiíat  Sánete fii  dilectissimus ,  vehementer  optatus.  Qanoniet 
jurisprudentie  candidatus,  incensó  amorío  slúdio  prosecuius. 

El  14  de  agosto  de  1794  fue  inscrito  su  nombre^entre  los  abo- 
gados de  esta  real  audiencia;  y  el  16  de  enero  de  1795  otorgó  po- 
der para  'que  a  su  nombre  se  solicitara  en  Caracas  su  incorpora- 
ción a  la  real  audiencia  de  esta  ciudad.  Pero  como  había  enviado  a 
la  Corte  de  Madrid  el  original  de  su  título,  obtenido  en  Santafé, 
sólo  envió  a  Caracas  un  testimonio  que  no  fue  admitido,  según  auto 
del  19  de  agosto  del  año  antes  citado.  Y  por  real  despacho,  de  3 
de  julio  de  1795,  se  le  confirió  el  título  de  abogado  de  los  reales 
consejos.  El  tribunal  de  la  inquisición  de  la  hidalga  Cartagena  de 
Indias  lo  nombró  su  consultor,  el  22  de  julio  de  1799,  año  en 
que  figura  como  alcalde  comisario  del  barrio  de  San  Jorge  de  San 
tafé.  El  fiscal  de  lo  civil  de  esta  real  audiencia,  don  Diego  de  Frías^ 
por  decreto  de  1 1  de  junio  de  1804,  le  invistió  del  delicado  cargo  de 
agente  fiscal  del  crimen  y  protector  de  indios,  que  desempeñó  por 
varios  años. 

Al  lado  de  José  Camilo  de  Torres,  con  cuya  vida  tiene  innu- 
merables puntos  de  contacto,  de  Fernández  Madrid,  Salazar,  Ulloa 
Y  Pombo,  y  como  buen  amigo  que  era  de  fiestas  y  tertulias  parti- 
culares, q-ue  de  su  casa  hicieron  salón  apetecido  de  los  santafere- 
fios,  concurría  asiduamente  a  la  aristocrática  mansión  de  los  espo- 
sos Manrique-Santamaría,   a    aquellas    envidiables   tertulias   del 


752         .     BOLETÍN  DE  HISTORIA  y    ANTIGÜEDADES 


«buen  gusto,»  en  las  que  hacía  la  admiración  de  sus  compañeros, 
«a  quienes  sabia  divertir  con  sus  chistes  y  con  la  instrucción  pro- 
pia del  caso.  Era  un  literato  de  mucho  gusto  y  general  instrucción: 
un  estilo  corriente  y  puro  distingue  sus  escritos,  fina  erudición  y 
solidez  en  el  discurso,  y  poseía  grande  afluencia  para  habiar  en 
público,» 

En  el  S'.manirio  del  sabio  mártir  publicó  dos  trascendentales 
ti\.ná\o%:  \í\\  DiiCiirso  sobre  ¿Oí  ccmcnicr  os,  y  su  famoso  D  curso 
sobfc  la  ccnvenic/ici.T.  de  cr  g  r  mayor  nümno  de  ob  spaio^  en  el  nuevo 
reno.  Esta  obra,  que  f)cupa  cien  páginas  del  SiMuiario,  revela, 
dice  don  José  María  Vergara  y  Vergara,  grande  erudición  en  mate- 
rias canónicas  y  conocimientf)  de  las  ciencias  políticas,  y  dio  mu- 
cho renombre  a  su  autor  (i). 

Aproximábase  el  año  de  i8io,  en  elcual  el  sol  de  la  libertad, 
13espejando  las  tinieblas  que  encubrían  la  América,  haría  figurar  al 
Nuevo  Reino  entre  las  naciones.  «Pero  el  primer  paso,  dice  Gu- 
tiérrez en  su  defensa  de  1811,  el  paso  más  necesario,  era  zanjar  los 
cimientos  de  la  opinión  pública  y  difundir  oportunamente  las 
luces  sobre  un  pueblo  que  no  conocía  sus  derechos.  Este  fue  pre- 
cisamente el  que  yo  di,  por  los  meses  de  febrero  y  marzo  de  1809, 
publicando  las  Cattis  de  Suba^  que  a  muchos  de  los  mismos  que 
las  celebraban,  parecieron  una  locura:  primer  grito  que  se  lanzó  en 
favor  de  nuestra  libertad,  reclamando  los  derechos  de  las  Améri- 
cas,  y  por  el  cual  fui  atacado,  denunciado  y  perseguido,  valiéndo- 
se a  un  tiempo  ios  oidores  de  este  documento  para  acusarme  ante 
el  virrey  Amar,  y  hacer  que  se  me  mirase  comi>  el  prototipo  de 
los  enemigos  de  la  tiranía.» 


^1)  En  el  año  de  1805,  con  motivo  de  una  patriótica  proclama  del 
príncipe  de  la  Paz,  en  la  que  pedía  a  todos  los  españoles  e  hispano- 
americanos, de  todas  clases  y  condiciones,  se  alistasen  en  los  ejércitos 
de  la  patria  para  defenderla  de  la  invasión  inglesa,  Gutiérrez,  exal- 
tado patriota  español  entonces,  grandemente  conmovido  al  leer  el  ma- 
nifiesto, no  pudiendo  tomar  una  parte  activa  y  personal  en  la  defen- 
sa de  la  nación,  se  apresuró  a  hacerlo  del  modo  como  su  carrera  lo 
permitía,  y  después  de  esperar  «las  producciones  de  los  sabios  ciu- 
dadanos que  pudieran  haber  ya  fructuosamente  tributado  a  la  pa- 
tria su  homenaje,»  resolvió  trazar  el  cuadro  político,  en  el  que  se 
hallan  expuestas  las  ideas  y  movimientos  del  pueblo  ambicioso  y 
sanguinario,  que  trat\  de  sub^'ugar  al  mundo,  las  obligaciones  sa- 
gradas de  todo  individuo  social,  y  el  modo  de  ejercerlas  en  el  pre- 
sente estado  para  arruinar  al  enemigo.  Discurso  elocuente  y  ardoro- 
so dedicado  al  príncipe  antes  nombrado,  que  confirma  el  justo  re- 
nombre que  alcanzó  como  orador,  y  que  destinó  a  la  publicidad, 
pero  por  motivos  que  no  hemos  podido  averiguar,  se  quedó  inédito, 
cuando  estaba  ya  listo  para  ir  a  las  cajas,  con  el  siguiente  título: 
La  razón  española  cont>  a  la  injusticia  jnglesa.  Discuiso  pai enético 
que  con  inntivo  de  la  presente  gtiej'ra,  da  a  luz^  Fruto  Gutiérrez  de 
Cabiedes.  En  Santafé  de  Bogotá,  año  de  mdccc.  El  oficio,  por  el  que 
solicitaba  del  virrey  la  licencia  para  su  publicación,  está  fechado  el 
30  de  julio  de  1805. 

El  precioso  original,  hasta  hoy  inédito,  es  conservado  por  el 
distinguido  caballero  don  Enrique  de  Narváez,  digno  descendiente 
del  marqués  de  Santacruz  de  la  Torre. 


FRUTOS  JOAQUÍN  GUTIÉRREZ  DE  CABIEDES  753 


Esa  opinióp  tenía  ante  la  audiencia,  mas  no  en  la  corte,  pues 
el  rey  lo  considerabíi,  se^ún  el  informe  del  comisionado  regio  don 
Antonio  de  Villavicencio,  de  fecha  24.  de  mayo  de  1810,  «como 
sujeto  de  sobresalientes  talentos,  de  grandes  conocimientos  no 
sólo  en  la  jurisprudencia  civil^  y  canónica  sino  también  en  la 
política  económica  y  en  las  ciencias  naturales.  Comprueban  lo  di- 
cho las  obras  que  ha  presentado  al  público,  en  que  ha  hecho  pa- 
tente su  erudición,  buen  juicio  e  instrucción  en  todos  los  ramos  de 
la  administrición,  etc.  Su  conducta  arreglada,  su  conocido  patrio- 
tismo, su  moderación  y  prudencia,  a  que  deben  agregarse  sus  ser- 
vicios, exigen  por  el  bien  del  estado  que  se  le  emplee  a  lo  menos 
en  una  de  las  primeras  auditorías  del  virreinato;  su  crédito  y  bue- 
na reputación  en  éste  lo  testifican  las  propuestas  de  varios  ayunta- 
mientos para  diputado  del  reino.»  • 

Entre  los  numerosos  votos  que  obtuvo,  para  tan  honorífica  de- 
signación, recordaremos  el  del  cabildo  de  Pamplona,  que  lo  eligió 
con  Camilo  de  Torres  y  Primo  Groot;  elección  que  agradeció 
cen  estas  frases:  «No  es  de  ahora  que  persuadido  del  derecho 
incontestable  de  la  América  española  a  nombrar  sus  diputados 
para  la  junta  central,  que  sabiamente  se  ha  establecido  con  el 
importantísimo  objeto  de  reunir  los  poderes  y  majestuosa  repre- 
sentación de  los  pueblos  durante  la  ausencia  de  nuestro  católico 
soberano  ei  señor  don  Fernando  vii,  el  monarca  más  amado,  de- 
.seado  y  suspirado  de  sus  fieles  vasallos,  había  concebido  la  grave 
delicadeza  de  tan  elevado  ministerio,  la  inmensidad  de  los  ramos 
de  su  inspección  y  el  incalculable  valor  de  esta  prerrogativa  social. 
Con  estos  conocimientos  y  el  de  mi  incapacidad  no  podía  lison- 
jearme de  que  alguno  de  los  muy  ilustres  cabildos  se  me  tuviese 
presente  pars  una  elección  que  mira  a  objetos  de  tan  alta  impor- 
tancia. Así  ha  venido  a  ser  para  mí  una  sorpresa  el  magnífico  ras- 
go de  generosidad  con  que  vuestra  señoría  se  ha  dignado  hon- 
rarme y  favorecerme,  siendo  uno  de  los  efectos  que  esta  honorífica 
noticia  ha  producido  en  mi  corazón,  el  de  hacer  inás  sensible  la 
cortedad  de  mis  talentos  y  luces,  nunca  serán  capaces  de  manifes- 
tar en  toda  su  extensión  mi  gratitud  y  reconocimiento.  Tenga 
vuestra  señoría  ¡a  bondad  de  admitir  las  gracias  que  rindo  coa 
toda  lá  ternura  de  mis  afectos  y  expresión  del  agradecimiento  que 
ofrezco  mi  persona  y  facultades  al  servicio  del  muy  ilustre  cuer- 
po que  ha  honrado  mi  pequenez  con  la  demostración  muy  clara 
de  su  s preciabilísimo  concepto.  Dios  guarde  a  vuestra  señoría  mu- 
chos años.  Santafé,  junio  21  de  1809.» 

En  la  célebre  junta,  del  n  de  septiembre  de  este  año,  hízose 
notar  por  su  elocuencia  y  avanzadas  ideas,  que  le  merecieron  ma- 
yor enemistad  del  virrey.  En  la  famosísima  Representación  del  ca- 
bildo de  Bogotá  a  la  suprema  junta  central  de  E^aña,  digno  en- 
gendro de  la  pluma  de  Camilo  Torres,  hallamos  su  nombre  como 
autor  de  uno  de  los  votos  que  se  dieron  por  escrito. 

En  la  sublime  noche  del  20  de  julio  de  i8io,  cel  Demóstenes 
Gutiérrez  se  hizo  inmortal,  jamás  Atenas    ni    Roma   tuvieron    mo- 

XIV- 48 


754  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


mentó  tan  feliz,  ni  fueron  superiores  sus  oradores  a  los  que  habla- 
ron,» según  palabras  del  Tribuno  del  Pueblo,  en  carta  de  21  de 
julio,  a  su  primo  el  procer  Miguel  Tadeo  Gómez.  Tratándose  de 
nombrar  presidente,  Gutiérrez,  vocal  aclamado  por  el  pueblo,  se 
declaró  por  el  ex-virrey,  haciendo  ver  al  pueblo  con  grande  energía 
las  virtudes  y  nobles  cualidades  de  que  estaba  adornado  este  dis- 
tinguido militar,  y  más  particularmente  manifestadas  en  este  día  y 
noche.  Esta  actuación,  consignada  en  el  acta  del  glorioso  día,  lúe 
rectificada  por  los  ilustres  directores  de!  D  ario  Politico,  con  estas 
palabras:  «La  verdad  es  que  el  vocal  Gutiérrez  ha  detestado  a  los 
antiguos  funcionarios,  y  positivamente  se  opuso  a  que  el  ex-virrey 
obtuviese  esta  alta  dignidad,  y  suscribió  porqué  convenia  en  el 
caso.» 

• 

Cabe  aquí,  para  saldar,  a  través  del  tiempo,  una  deuda  de  gra- 
titud contraída  con  tan  egregio  varón,  recordar  cómo  el  día  21,  ai 
ser  conducido  a  la  cárcel  nuestro  tatarabuelo  don  Juan  Hernández 
de  Alba,  en  medio  de  un  pueblo  implacable,  que  pedía  su  suplicio, 
salvóle  de  perecer  a  manos  de  la-muchedumbre. 

Dos  días  más  tarde  la  junta  suprema  lo  comisionó,  con  los 
vocales  Luis  Eduardo  de  Azuola  e  Ignacio  de  Herrera,  para  que 
reconociesen  los  procesos  que  desde  algún  tiempo  se  decía  forma- 
ban los  oidores  contra  algunas  personas  ilustres  de  la  capital, 
como  los  señores  Luis  Caicedo,  Andrés  Rosillo,  fe  sé  Acebedo, 
Ignacio  Herrera,  Pedro  Groot,  Camilo  Torres,  Frutos  Joaquín 
Gutiérrez,  Antonio  Nariño  y  otros 

El  26  fue  designado  miembro  de  los  «negocios  diplomáticos^ 
internos  y  externos,»  y  se  le  encargó  de  la  secretaiía  de  la  pri- 
mera junta.  £1  día  28,  «a  la  noche,  le  dio  el  clero  una  famosa 
música,  con  muchos  cohetes,  a  la  junta,»  y  el  vocal,  don  Frutos 
Gutiérrez  arengó  en  su  nombre  al  clero  y  al  numeroso  pueblo 
que  había  concurrido  a  solemnizar  estas  demostraciones.  Siempre 
admiraremos,  dice  el  ilustre  Caldas,  la  brillantez  de  expresión,  la 
extremada  facilidad  en  producirse,  y  la  solidez  de  las  ideas  en  los 
discursos  repetidos  de  este  patriota  infatigable.  Mucho  le  debe  la 
patria,  y  más  la  pluma  de  los  diarista»»  para  perpetuar  la  memoria 
de  sus  «ervicios. 

El  2g  del  citado  mes  de  julio  fue  comisionado  -con  don  Ca- 
milo de  Torres  para  ir  al  claustro  de  la  universidad  tomistica  para 
poner  la  enseñanza  universitaria  en  consonancia  con  les  principios 
proclamados  por  la  revolución. 

«El  5  de  agosto,  domingo  por  la  noche,  salió  de  la  casa  de 
administración  de  aguardiente  un  carro  triunfal  y  el  retrato  de 
Fernando  vii,  y  condujeron  al  cabildo  en  procesión  todo  el  pue- 
blo echando  muchos  vivas,  con  música,  muchos  voladores.  Tra- 
jeron el  retrato  en  un  trono  de  plata,  y  los  alumbrantes  fueron  la 
oficialidad  de  Cartagena,  todos  con  hachas  de  cera;  luego  lo  pusie- 
ron frente  al  cabildo,  y  a  un  rato  salió  el  doctor  don  Frutos  Gutiérrez 
a  la  galería  y  relató  una  loa  lo  más  famosa,  que  todos  quedaron 
asombrados  y  llenos  de  sumo  gozo;  volvieron  a  llevar  el  retrato    a 


FRUTOS  JOAQUÍN  GUTIÉRREZ  DE  CABIEDE3  755 


la  misma  administración,  a  las  nueve  y  media  de  la  noche.»  Esto 
se  lee  en  un  curioso  libro  de  recuerdos  de  un  santafereño,  N.  Es- 
candón,  propiedad  del  decano  de  nuestros  historiadores,  Eduardo 
Posada,  quien  con  su  bondad   característica  nos  lo  franqueó. 

El  22  de  septiembre  fue  nombrado,  con  fray  Diego  Padilla, 
para  dirigir  la  «impresión  del  manifiesto  de  la  innovación  del  go- 
bierno.» En  tanto  elaboraba  con  el  Catón  granadino  y  Mirabeau 
de  nuestra  revolución,  Camilo  de  Torres,  el  célebre  manifiesto 
Motives  que  han  obligado  al  Nuevo  Reino  de  Granada  a  reasu- 
mir los  derechos  de  soberanía,  etc.,  que  al  decir  de  autorizada 
pluma,  tuvo  por  único  autof  a  nuestro  biografiado.  El  13  de  octu- 
bre, profundamente  herido  se  sintió  el  patriotismo  de  Gutiérrez  al 
Yer  que  cuando  apenas  habían  pasado  ochenta  días  de  indepen 
dencia,  ya  la  división  comenzaba  en  las  provincias.  Desconfiadas, 
unas,  envidiosas  otras;  aquéllas  oigullosas  de  su  libertad,  pero 
sin  ilustración;  éstas,  vergonzosamente  abatidas  e  interesadas,": 
todas,  o  la  mayor  parte  rencorosas  y  sin  política,  habían  formado 
del  Nuevo  Reino  de  Granada  un  teatro  oscuro,  donde  se  veían  en 
contradicción  todas  las  virtudes  y  todas  las  pasiones;  la  verdad  y 
el  error  con  sus  funestas  consecuencias.  «Todos  opinan,  todos  sos- 
pechan, todos  proyectan,  todos  temen;  cada  hombre  es  un  sis- 
tema. Y  entretanto,  Santafé  ha  llamado,  sin  pérdida  de  un 
momento  y  con  e!  lenguaje  tierno  de  la  amistad,  a  todas  las  pro- 
vincias para  que  trabajen  de  acuerdo  en  esta  creación  gloriosa, 
que  Santafé  había  comenzado  y  no  podía  sino  adelantar,  mientras 
que  aquéllas  se  reunían,  Santafé,  en  una  palabra,  no  tuvo  la 
ruindad  de  limitarse  a  su  provincia  y  de  concentrarse  en  sí  misma 
a  pensar  pacíficamente  en  su  existencia,  dejando  a  las  demás  que 
cuidasen  de  la  suya  propia,  sino  que,  con  miras  vastas,  hijas  de 
su  generosidad,  grandeza  e  ilustración,  trató  de  presentar  al  mun- 
do una  nación  más  respetable  y  feliz.» 

Todo  lo  cual  movióli/"  a  pronunciar  en  la  reunión  de  la  junta 
suprema  un  elocuente  discurso,  cuyo  es  el  párrafo  transcrito,  y  en 
el  que  también  decía:  «Yo  velo  a  todas  horas:  si  no  acierto,  si  la 
patria  no  coge  el  fiutp  de  mis  fatigas,  a  mí  me  queda  al  menos  el 
consuelo  de  cumplir  con  mi  deber.» 

Según  bando  promulfjado  el  26  de  octubre,  por  el  cual  de- 
signábanse los  patricios  que  debían  formar  el  primer  turno  en  el 
cuerpo  ejecut'vo,  fue  elegido  secretario  general  de  estado,  gobier- 
no, gracia  y  justicia.  La  suprema  junta  en  su  cuerpo  ejecutivo, 
«acordó  la  asignación  anual  de  dos  mil  pesos  a  cada  uno  ds 
los  secretarios  de  estado  y  del  despacho  universal,  don  Camilo 
Torres  y  don  Frutos  Je  aquín  Gutiérrez,  en  consideración  a  sus 
extraordinarios  servicio?  en  favor  de  la  patria,  dice  la  resolución, 
y  a  que,  abandonando  los  intereses  de  comodidad  y  honrosa  sub- 
sistencia que  les  ofrecía  anteriormente  su  profesión,  al  fin  vendrían 
a  perecer  unos  ciudadanos  tan  dignos  de  que  la  patria  les  remu- 
nere con  su  gratitud.» 


756  BOLETÍN  PE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


En  las  elecciones  para  representante  por  Santafé  al  primer 
congreso  del  reino,  obtuvo,  como  su  amigo  Torres,  un  voto.  Reu- 
nido dicho  cuerpo,  y  viendo  la  junta  suprema  que  el  tiempo  pa- 
saba, y  aquél  no  adelantaba  sus  labores,  resolvió  constituirse  en 
colegio  constituyente  de  Cundinamarca,  para  elaborar  nuestra 
primera  constitución.  Instalóse  éste  el  25  de  enero  de  1811;  y  el  19 
de  febrero  convocó  a  los  padres  de  familia  de  cada  parroquia,  para 
que  eligieran  sus  disputados,  quedando  constituido  eh  27.  Nom- 
brados secretarios  fueron  Torres,  diputado  por  la  parroquia  de  la 
Catedral,  y  Gutiérrez,  diputado  por  la  villa  y  partido  de  Zipaqui- 
rá.  Finalmente,  firmóse  la  constitución' el  30  de  marzo  del  citado 
afio. 

Día  por  día  acentuábase  la  división  de  los  partidos  centra- 
lista y  federalista.  La  no  anexión  de  Cundinamarca  a  las  Provin- 
cias unidas  impedía  la  reunión  del  congreso,  lo  cual  movió  a  los 
representantes  que  se  habían  trasladado  a  Ibagué  a  firmar  una 
estipulación  con  el  supremo  poder  ejecutivo  de  Cundinamarca. 
Para  el  efecto  fueron  nombrados  los  señores  Gutiérrez  de  Cabie- 
des  y  José  María  del  Castillo  y  Rada,  segundos  representantes, 
respectivamente,  de  Pamplona  y  Tunja.  Después  de  haber  presen- 
tado sus  credenciales  en  Santafé,  y  C(5nferenciado  sobre  el  asunto, 
en  los  días  12  y  18  de  mayo,  se  llegó  a  favorables  conclusiones 
para  la  reunión  del  congreso,  que  fueron  firmadas  el  18  de  mayo. 

Infructuosas  fueron  tales  capitulaciones.  La  presidencia  de 
Tunja  declaróse  opuesta  a  ratificar  este  tratado,  y  a  pesar  de  los 
esfuerzos  de  los  diputados  residentes  en  Ibagué,  quienes  nombra- 
ron con  el  fin  de  reconciliar  a  los  presidentes  de  Cundinamarca  y 
Tunja,  una  comisión  integrada  por  Gutiérrez,  Tor:cs,  Juan  Ma- 
rimón  y  José  María  del  Castillo  y  Rada,  vínose  a  la  guerra  civil. 

Movidos  por  las  instancias  de  NariBo,  los  diputados  al  con- 
greso dirigiéronse  hacia  el  norte,  y  se  reunieron  en  la  Villa  de 
Leiva,  donde  el  4  de  octubre  de  181 2  quedó  instalado  el  primer 
congreso  nacional.  Como  segundo  representante  por  Pamplona 
concurrió  e!  doctor  Gutiérrez. 

En  el  año  antes  citado  de  1812,  el  congreso  io  condecoró 
con  una  honrosísima  comisión,  la  de  asesorar  con  sus  luces  al  que 
más  tarde  habría  de  llamarse  nuestro  Libertador.  Asesoría  ésta 
pedida  por  el  general  Bolívar,  ya  que  no  se  le  confería  autoridad 
para  obrar  «con  arreglo  alas  circunstancias»;  en  unión  del  canó- 
nigo de  Mérida,  don  Luis  Mendoza,  y  del  coronel  don  Antonio 
de  Villavicencio,  Esta  comisión  se  puso  en  camino  lo  más  pronto 
que  le  fue  posible,  mas  cuando  llegó  a  Cúcuta,  donde  debía  unir- 
se al  Libertador,  ya  éste  había  abandonado  la  ciudad,  y  ocu- 
rrencias posteriores  le  impidieron  juntarse  a  las  tropas.  Verdad  es 
que  Gutiérrez,  «apenas  habría  servido  para  intervenir  como  po- 
lítico.» 

En  1813  «fue  teniente  gobernador  del  estado  federal  de  Tun- 
ja, en  donde  se  captó  general  y  honda  simpatía,»  según  decir  del 
venerable  historiador  Cayo  Leónidas  Pefiuela,  en  el  número  37 
del    Repertorio   Boyacense,    dedicado   a  los   mártires   de    Boyacá. 


FRUTOS  JOAQUÍN  GUTIÉRREZ  DE  CABIEDES  757 


El  lo  de  junio  de  1814  la  junta  de  electores  de  Tunja  lo 
nombró  ministco  del  alto  tribunal  de  justicia  de  la  provincia,  mas 
el  cuerpo  legislativo,  del  que  hacía  parte,  no  permitió  su  separa- 
ción. En  las  sesiones  dei  congreso,  reunido  en  Tunja  (1814),  tra- 
tóse de  la  urgente  necesidad  de  establecer  relaciones  con  la  santa 
ásde,  a  fin  de  conseguir  el  remedio  a  muchos  males,  que  por  falta 
de  pastor  autorizado,  se  notaban  en  el  clero.  El  cmgreso  era 
opuesto  a  que  el  señor  Sacristán  se  posesionase  de  la  mitra  de 
Santafé,  oposición  desaprobada  p9r  el  caMIdo  eclesiástico.  Para 
resolver  estos  y  otros  asuntos;  relacionados  directamente  con  la 
jurisdicción  eclesiástica,  nombró  el  congreso  una  comisión,  com- 
puesta por  Gutiérrez  de  Cabiedes  y  el  canónigo  de  Cartagena,  don 
Juan  Marimón.  «La  comisión  presentó  su  informe  el  25  de  enero 
de  1814.  En  esta  pieza  importante  i  stentó  el  doctor  Gutiérrez  su 
erudición  en  la  ciencia  eclesiástica,  extendiéndose  difusamente  so- 
bre cada  uno  de  los  puntos  que  tocaban  a  los  canónigos  en  su 
oficio  y  acta.»  En  cuanto  a  la  venida  del  arzobispo,  era  don  Fiutos 
Joaquín  resuelto  oposicionista,  al  menos  que  el  prelado  abjurase 
de  la  dominación  española  y  no  pusiese  por  su  parte  obstáculo 
alguno  al  reconocimiento  de  ia  independencia.  Este  asunto  quedó 
pendiente,  no  llegando  las  autoridades,  civil  y  eclesiástica,  a 
acuerdo  alguno. 

En  el  último  congreso,  reunido  en  Santafé  en  18 15,  fue  se- 
cretario hasta  el  24  de  abril  del  luctuoso  año  de  1816,  en  que 
'  los  miembros  de  esta  alta  corporación,  gravemente  comprometidos, 
en  su  mayor  parte  salieron  de  la  ciudad  para  escapar  de  la  ven- 
ganza española,  Y  así  partieron  de  Santafé,  en  la  noche  del  27  de 
abril,  José  María  Salazar,  Frutos  Joaquín  Gutiérrez  y  el  doctor 
Antonio  Ardila,  acompañados  de  los  Arrublas,  con  dirección  a  los 
Líanos  de  San  Martín  y  Casanare.  Salazar  logró  ¡legar  a  Vene- 
zuela, no  así  el  doctor  Gutiérrez,  quien  cayó  en  poder  del  coronel 
Matías  D'Escuté,  digno  teniente  del  «Pacificador,»  quien  lo  con- 
dujo a  Pore,  donde  fue  pasado  ^or  las  armas  el  25  de  octubre, 
junto  con  distinguidos  e  ilustres  p.ítriotas.  El  conde  de  Cartagena, 
en  la  Relación  de  ¿as principales  cabezas  de  la  rebelión  de  este  Nuevo 
Re  na  de  Granada,  etc.,  dice  del  excelso  Gutiérrez:  «Fue  secretario 
del  congreso,  y  uno  de  los  principales  revolucionarios.  Fue  pasado 
por  las  armas,  por  la  espalda,  y  confiscados  sus  bienes.» 

Por  extraña  casualidad,  nuestra  muy  noble  y  leal  Santafé 
presenciaba  el  25  de  octubre  de  18 16  una  original  ceremonia.  Es- 
cuchemos al  cronista  de  nuestra  independencia:  «En  este  mismo 
día  (25)  se  hizo  una  hoguera  en  la  plaza,  y  a  las  once  vinieron  to- 
dos los -inquisidores,  y  en  medio  de  ellos  traían  un  carro  lleno  de 
todos  los  papeles,  así  manuscritos,  como  todos  los  impresos  que 
habían  salido  en  tiempo  de  La  Patña,  como  fueron,  sermones,  ga- 
ceta.s,  bagatelas,  boletines  y  demás.  En  la  punta  de  una  vara 
traían  el  retrato  de  un  colegial,  que  era  el  del  doctor  don  Frutos 
Gutiérrez,  colegial  de  San  Bartolomé,  y  lo  echaron  en  la  hogue- 
ra, junto  con  todos  los  papeles,  y  mientras  se  hizo  este  sacrificio, 
tocaron  las  companas  a  descomunión.»    No  dudamos  fue   este    el 


758  BOLETÍN  DB  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


retrato    que  en  la  aurora  del  siglo  xviii   consagraron  los   agrade- 
cidos discípulos  a  su  catedrático. 

Así  concluyó  la  preciosa  existencia  de  tan  ilustre  procer, 
quien  había  contraído  matrimonio  con  la  digna  dama  doña  Josefa 
Bailen  de  Guzmán,  una  de  las  literatas  de  Santafé,  como  la  ape- 
llida un  contemporáneo,  y  vastago  del  matrimonio  de  don  Fer- 
nando Bailen  de  Guzmán  y  doña  Lucia  Uribe.  Sa  partida  de  ma- 
trimonio dice  así:  «En  la  ciudad  ^de  Santafé,  a  diez  y  siete  de 
febrero  de  mil  setecietitos  noventa  y  cuatro,  con  expresa  facultad 
que  yo  el  infrascrito  cura  rector  de  éRa;  santa  iglesia  Catedral  con- 
ferí al  doctor  don  Miguel  Garzón  Melgarejo,  presbítero,  |dio  ben- 
diciones nupciales  en  la  iglesia  de  San  Carlos,  al  doctor  don  Fruto 
Gutiérrez  y  a  doña  Josefa  Mallén  (sic),  feligreses  de  dicha  iglesia. 
Siendo  testigo  el  ¡bachiller  doctor  Nicolás  Mallén  (sic).  Doy  fe. 
Docíor    Santiago  Gregotio  de  Burgos.^ 

«Siempre  la  amó  con  la  mayor  ternura,  dice  uno  de  sus  bió- 
grafos, a  pesar  del  tiempo  y  de  su  país  de  tempranas  hermosuras. 
Pudo  ser  superado  en  otro  género  de  mérito,  pero  difícilmente 
igualado  como  buen  esposo.» 

Ella,  como  esposa  de  Frutos  Joaquín  y  hermana  de  Nicolás 
Bailen  de  Guzmán,  sufrió  la  pena  de  destierro;  siendo  confinada 
a  Simijaca,  adonde  llegó  el  20  de  agosto  de  1816,  de  orden  del 
titulado  Pacificador. 

Años  más  tarde,  el  29  de  abril  de  1820,  el  vicepresidente  de 
Colombia  la  grande,  por  una  consideración  especial  a  la  viuda  de  ' 
Gutiérrez  de  Cabiedes,  le  concedió  la  pensión  de  doce  pesos 
mensuales,  que  se  le  pagarían  de  su  sueldo,  mientras  estuviese  en 
la  vicepresidencia.  De  ella  gozó  hasta  el  3  de  septiembre  de  1823, 
día  que  concluyó  su  peregrinación  sobre  la  tierra. 

Terminamos  estos  deficientes  apuntes,  con  las  palabras  con- 
signadas por  un  discípulo  agradecido,  que  quiso  permanecer  anó- 
nimo, y  que  hemos  tomado  del  L  bro  de  colegiales  conVíctores  de 
San  Bartolomé.  Fue  el  doctor  Frutos  Joaquín  Gutiérrez  uno  de 
aquellos  hombres  nada  comunes,  sabio,  virtuoso  y  muy  religioso. 
Uno  de  los  que  primero  se  declaró  por  la  causa  de  la  indepen- 
dencia, y  trabajó  en  ella  hasta  su  muerte,  que  fue  en  Pore,  donde 
lo  sacrificaron  los  españoles. 

Fue  uno  de  los  hijos  más  celosos  per  el  honor  del  colegio:  ©1 
catedrático  más  amable,  digno  de  perpetua  memoria. 

Guillermo  Hernández  y  Lesmes 
BIBhlOGRflFIfl 

Archivo  del  colegio  de  San  Bartolomé:  Extracto  de  los  docu- 
mentos presentados  por  don  José  María  Gutiérrez  de  Cabiedes, 
para  obtener  la  beca  de  este  colegio.  Informaciones.  Libro  de  cole- 
giales convíctores  3'  oposicicnes  a  cátedra.  Biblioteca  nacional,  sec- 
ción Quijano  Otero.  Libro  de  propinas  de  la  universidad  de  Santo 
Tomás,  y  Relación  de  las  principales  cabezas    de  la    rebelión,    etc. 


COMPILACIÓN   BOLIVIANA  759 


Archivo  anexo,  gobierao,  tomo  xvii,  e  historia,  tomo,  xxv,  y  Legajo 
deórdones  del  gobierno  (1819  a  1821).  Archivo  nacional  de  Venezuela 
(Caracas):  Abogados.  Archivo  de  la  antigua  parroquia  de  la  Cate- 
dral: Matrimonios  y  defunciones.  Biblioteca  del  doctor  Eduardo 
Posada:  Libro  del  barrio  de  San  Jorge  y  manuscritos.  El  Semana- 
rio del  Nuevo  Reino  de  Granada,  números  42  a  51.  El  Redactor 
Americano  número  61,  del  4  de  junio  de  1809.  Guía  de  1806.  El 
Diario  Político,  varios  números  (1810).  José  María  Salazar,  Memo- 
ria biográfica,  reproducida  en  Bagatela  U851).  José  María  Vergara 
y  Vergara,  Historia  de  la  literatura.  Eduardo  Posada.  Bibliogra- 
fía bogotana,  tomo  i,  página  209  y  otras.  El  20  de  julio,  páginas 
306  a  311,  y  Actas  del  congreso  de  las  Pronvincias  Unidas.  Adolfo 
León  Gómez,  El  Tribuno  de  1810,  página  48,  José  Manuel  Groot, 
Historia  de  la  Nueva  Granada,  capítulo  Liv,  en  el  tomo  iv.  José 
Dolores  Monsalve,  Antonio  de  Villavicencio,  tomo  l,  pá:JÍnas97  y  98, 
y  u,  página  19.  La  Patria  Boba,    Diario   de  Caballero,  página  258. 


compihflcion  BOhiuianfl  (i) 

A  raíz  de  Ayacucho,  en  1826,  cuando  aún  vivía  el  Liberta- 
dor, tres  proceres  de  distinción  altísima,  los  señores  Cristóbal 
Mendoza,  Francisco  J.  Yáñez  y  Antonio  L.  Guzmán,  emprendie- 
ron la  tarea  de  coleccionar  e  iroprímir  todos  los  documentos  rela- 
tivos al  epónimo  caraqueño. 

Y  la  obra  se  hizo  en  veintidós  tomos,  el  último  de  los  cuales 
apareció  en  1830.  Bien  meritoria  fue  tal  empresa,  y  con  ella  se 
dio  material  espléndido,  no  sólo  a  los  biógrafos  de  Bolívar,  sino  a 
todos  los  que  laboran  monografías,  crónicas  lugareñas  o  historias 
generales  sobre  la  grandiosa  epopeya. 

Hecho  ese  libro  cuando  aún  envolvía  al  continente  la  densa 
humareda  de  veinte  años  de  combates,  y  que  posibles  no  eran  aún 
las  faenas  de  recopilación,  arreglo  y  publicidad,  que  necesitait 
ambiente  plácido  y  oficiales  estímulos,  quedaron  dichos  volúmenes 
apenas  como  hermosa  base  para  un  posterior  monumento  a  la  me- 
moria del  singular  caudillo  (2). 

Otro  adalid  de  la  titánica  contienda,  ungido  además  con  el 
óleo  sagrado,  José  Félix  Blanco,  emprendió  la  tarea  de  reforma  y 
complemento  de  la  mencionada  obra.  Con  inteligencia  y  tesón 
recogió,  por  dondequiera  y  sin  cesar,   proclamas  y   epístolas,    dis- 


(1)  Proyecto  presentado  a  la  Sociedad  Boliviana. 

(2)  La  portada  del  volumen  primero  dice  así:  Colección  de  do- 
cumentos relativos  a  la  vida  pública  del  Libertador  de  Colombia  y  del 
Perú  Simón  Bolívar,  para  servirá  la  historia  de  la  Independencia. 
Tomo  primero,  Caracas.  Imprenta  de  Devisme  hermanos.  Calle  de 
Orinoco,  númeio  140— 1826— 16. 

Tiene  un  Prefacio  firmado  Los  Editores.  La  dedicatoria  dice: 
A.  S.  E.  Simón  Bolívar,  Libertador  de  Colombia  y  del  Perú,  Padre 
de  la  Patria,  Terror  del  Despotismo.  Los  Editores. 

El  último  tomo,  fechado  en  1833,  dice:  Imprenta  de  Damirou  y 
Dupony.  Calle  de  la  Fraternidad,  número  zr. 


760  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


cursos  y  boletines,  ^tas  y  convenciones;  todo  cuanto  atestiguara 
«I  ingente  drama  de  la  gran  Colombia. 

En  1855  concedió  el  gobernador  de  la  provincia  de  Caracas 
privilegio  al  señor  Blanco  para  la  publicación  de  la  obra  Docu- 
mentos para  h  hist)ria  de  la  vida  pública  del  Libertador  de  Colombia, 
Peni  y  B alivia  por  su  orden  Cfottoló^ico  y  con.  adciones  y  ?toias  que 
la  ilustran.  Pero  él  no  pudo  imprimir  su  colección  por  falta  de 
recursos,  pues  aunque  el  congreso  venezolano  de  este  año  asignó 
quince  mil  pesos  para  auxilio  de  ella,  nunca  llegó  a  recibirlos. 

En  1864  'e  dirigió  él  una  simpática  carta  al  señor  Ramón 
Azpurúa,  en  la  cual  le  confía  sus  papeles  para  que  él  dé  cima  a  la 
empresa.  Después  de  reconocerle  modestamente  a  éste  la  inicia- 
tiva de  tan  magna  labor,  le  dice:  «Debilitado  como  estoy,  retirado 
de  la  escena  pública  y  dedicado  exclusivamente  al  ministerio  sa- 
cerdotal, ninguno  otro  que  usted  es  el  llamado  a  procurar  su  com- 
plemento por  medio  de  su  impresión.  Al  efecto  autorizo  a  usted 
por  esta  carta  para  que  haga  uso  del  privilegio  que  me  está  con- 
cedido para  dicha  obra.» 

El  señor  Azpurúa,  que  tampoco  pudo  editar  la  inmensa  com- 
pilación, por  su  propio  esfuerzo,  la  ofreció  al  gobierno  venezolano 
en  1875.  Guzmán  Blanco,  en  elocuente  decreto,  aceptó  el  don,  y 
ordenó  se  procediese  a  imprimir  la  obra  por  cuenta  dfel  tesoro 
nacional. 

El  primer  volumen  apareció  en  ese  mismo  aflo,  y  siguieron 
luego  otros  trece,  de  los  cuales  el  último  vio  la  luz  pública  en 
1877.  Dos  años  no  más  para  tan  extensa  y  suntuosa  fábrica»  Y  a 
ella  hemos  ido  todos  los  sedientos  de  estudios  históricos  como 
preciosísma  e  inagotable  fuente  de  belleza  y  de  verdad. 

Después  de  esa  segunda  edición  cuántos  manuscritos  desco- 
nocidos se  han  exhumado  en  los  archivos  y  bibliotecas  concer- 
nientes a  la  vida  del  héroe;  cuánto  libro  se  ha  redactado  sobre 
sus  gloriosas  campañas;  cuántas  reliquias  de  su  paso  por  el  mundo 
se  han  descubierto  en  el  santuario  de  los  hogares,  en  las  ventas 
de  los  chamarilleros  o  en  los  palacios  y  oficinas  públicas. 

La  colección  de  O'Leary  con  sus  veintisiete  tomos  de  corres- 
pondencia y  documentos,  sus  dos  de  narración,  sus  tres  de  episto- 
larios y  el  reciente  de  apéndice,  ha  venido  a  enriquecer  ese  acervo. 
Esto  para  no  entrar  a  mencionar  la  multitud  de  libros,  folletos, 
periódicos  y  hojas  volantes  que  a  fipes  del  siglo  pasado  y  en  el 
cuarto  que  va  de  éste,  han  salido  a  la  luz  pública  con  episodios  y 
detalles  de  aquella  mirífica  existencia. 

La  obra  de  Blanco  y  Azpurúa,  lujosamente  presentada  y  tan 
útil  y  tan  amena,  tiene  algunos  descuidos  de  arreglo  y  frecuentes 
yerros  tipográficos.  Aparece  además  con  varias  deficiencias  de 
orden  y  método;  y  se  incluyeron  ahí  piezas  que  son  extrañas  a  la 
vida  de  Bolívar,  bien  que  muy  importantes  a  la  historia  de 
América. 

Se  acerca  el  centenario  de  la  muerte  del  Libertador;  seis  años 
apenas  nos  separan  de  ege  lúgubre  fasto,  y  tiempo  es  de  pensar  en 


COMPILACIÓN   BOLIVIANA  761 


los  homenajes  que  habrán  de  tributarse  en  tal  fecha  sobre  sus  ce- 
nizas venerandas.  ¿No  sería  un  elegante  número  del  programa  la 
nueva  recopilación,  lo  más  minuciosa  y  completa  posible,  de  todo 
cuanto  se  refiera  o  toque  con  el  nombre  del  padre  de  cinco  nacio- 
nes americanas?  Es  esa  la  idea  que  nos  lanzamos  a  proponer  a  la 
Sociedad  Boliviana. 

Grande  es  el  beneficio  que  hacen  quienes  publican  colecciones 
de  documentos  o  cosas  análogas.  El  investigador  se  evita  en  gran 
parte  faenas  penosas  de  búsqueda  en  distintos  lugares  y  en  publi- 
caciones diversas  de  materiales  para  su  obra,  y  halla  generalmente 
en  esos  acopios  un  derrotero  firme  para  su  camino.  Sucede  lo 
mismo  que  con  las  series  llamadas  bibliotecas,  hoy  tan  en  boga 
entre  los  artífices  de  la  inteligencia.  Ellas  nos  guian  por  los  bosques 
de  la  producción  intelectual,  nos  señalan  las  rutas  ya  conocidas  o 
las  aún  no  holladas,  y  nos  precisan  los  frutos  en  agraz,  y  los  en  sa- 
zón de  todas  las  plantas  del  arte  y  de  la  ciencia. 

Lo  mismo  sucede  con  los  cuerpos  de  leyes,  las  antologías,  las 
analectas  y  los  florilegios.  Son  cofres  donde  se  hallan  las  alhajas 
que  se  desean,  en  un  momento  dado;  son  invernáculos,  donde  se 
guardan  las  corolas  contra  las  ráfagas  implacables  del  olvido.  Tpdo 
esto  lo  sabéis  bien  vosotros,  pero  hay  gentes  que  en  poca  estima 
tienen  estos  productos  de  paciencia  y  armonía. 

¿Quién  va  a  leer  esos  gruesos  volúmenes?  preguntan  a  veces, 
como  si  se  tratara  de  una  novela  o  de  una  causa  célebre.  Las  mis- 
mas poesías  de  un  bardo  perínclito  presentadas  en  haz  no  son 
para  una  lectura  seguida,  sino  para  deleite  de  determinados  días. 
El  erudito  y  el  artista  tienen  allí  a  la  mano  el  dato  o  la  emoción 
que  anhelan;  como  el  legista  en  las  Pandectas  y  en  el  Digesto  halla 
fácilmente  las  leyes  y  sentencias  de  los  jurisconsultos  romanos. 

Esos  que  desdeñan  tales  acopios  nos  hacen  recordar  a  un 
hombre  rústico  que  obtuvo  una  vez  en  lotería  u  otro  caso  fortuito 
un  grueso  diccionario  de  la  lengua;  y  se  dedicó  a  leerlo  desde  su 
primera  página. 

--¿Y  qué  le  ha  parecido  el  libro,  le  preguntó  un  amigo,  al 
verlo  tan  asiduo  en  aquella  ocupación? 

— No  me  ha  gustado,  contestóle  aquél,  nada,  absolutamente, 
pues  va  voy  en  la  mitad  y  no  le  he  encontrado  el  argumento. 

Varios  sistemas  podrían  adoptarse  para  desarrollar  la  idea  de 
que  tratamos.  Uno  de  ellos  hacer  secciones  según  las  materias,  por 
ejemplo,  alocuciones,  decretos,  leyendas,  piezas  teatrales,  corres- 
pondencia, anécdotas,  poesías,  etc.,  etc.,  y  agrupar  las  cartas,  como 
se  hizo  en  O'Leary,  de  acuerdo  con  las  firmas  de  ellas. 

Este  método  tiene  el  inconveniente  de  que  aparece  un  solo 
interlecutor,  y  es  como  cu'indo  vecinos  a  una  persona  que  habla  por 
teléfono  oímos  tan  sólo  su  conversión  incompleta.  Es  indudable- 
mente más  sensato  poner  cada  misiva  con  su  correspondiente  res- 
puesta. Esto  nos  recuerda  también  a  un  vanidoso  que  decía  tener 
media  correspondencia  con  un  hombre  importante.  ¿Y  cómo  así  le 
preguntaron?  Pues  muy  sencillamente,  respendió,  porque  yo  le 
escribo  y  él  nunca  me  contesta. 


762  BOLETÍN  DE  HISTORIA   Y    ANTIGÜEDADES 


Otro  sistema  sería  dividir  la  documentación  en  tantas  partes 
como  nacionalidades  aparecen,  sirviendo  de  escenario  las  hazañas 
del  capitán  eximio.  También  podría  hacerse  la  separación  de  acuer- 
do con  las  distintas  faces  de  su  genio  como  guerrero,  como  político, 
como  orador,  como  publicista. 

Pero  es  sin  duda  lo  más  acertado  seguir  un  plan  cronológico. 
Se  empezaría  desde  los  Bolívar  de  Vizcaya,  que  pusieron  como 
blasón  familiar  una  piedra  de  molino,  símbolo  del  trabajo  y  la 
constancia,  y  se  llegaría  hasta  la  exhumación  en  Santa  Marta  de 
los  restos  del  vastago  esclarecido,  y  a  los  honores  postumos  que 
se  le  han  tributado  hasta  el  día.  Entre  éstos,  además  de  los  monu- 
mentos elevados  en  muchos  confines  de  la  tierra  se  mencionaría  el 
homenaje  grandioso  que  se  le  rindiera 'llamando  Bolívar  a  un  pla- 
neta en  la  inmensidad  de  los  cielos. 

Hay  por  supuesto  asuntos  que  no  pueden  colocarse  en  una 
época  determinada,  y  habrán  de  aparecer  en  tomos  separados.  Así 
la  iconografía,  asi  la  bibliograíía  boliviana,  así  los  estudios  gene- 
rales o  que  comprendan  diversas  edades. 

La  obra  debe  ser  ilustrada  con  retratos  de  Bolívar  y  miem- 
bros de  su  familia;  con  las  casas  y  quintas  que  habitara;  con  me- 
dallas que  se  acuñaran  en  su  honor;  con  las  espadas  y  coronas 
que  recibiera  en  galardón;  y  con  los  muebles  y  objetos  de  su  uso 
que  se  hayan  salvado  de  la  destrucción  y  del  olvido. 

Tan  múltiples  y  radiantes  son  los  rayos  de  aquel  astro,  que 
ellos  tocan  en  todos  los  países  del  nuevo  mundo.  En  esta  obra  que 
proyectamos  figuraran  éstos,  sin  excepción,  bien  con  extensos  ca- 
pítulos, o  bien  con  pequeños  detalles. 

La  República  Dominicana,  donde  llegara  el  primer  Bolívar,  y 
cuya  tumba  se  guarda  en  la  basílica  de  su  capital;  Venezuela,  que 
meció  su  cuna  y  campo  íue  de  sus  mejores  proezas;  Haití,  asilo 
generoso  del  proscrito  y  protector  de  su  expedición  como  cru- 
zado de  la  libertad;  Ecuador,  que  lo  vio  invicto,  y  fue  el  lugar  de 
cita  con  el  otro  libertador  que  venía  de  las  naciones  del  sur;  el 
Perú,  pináculo  de  su  gloria,  que  culminara  allí  en  decisivas  pales- 
tras; Solivia,  que  lo  aclama  como  su  fundador,  y  que  cariñosa- 
mente lleva  su  nombre;  Chile,  que  le  diera  contingente  valioso 
para  su  campaña  en  el  corazón  de  América;  la  Argentina,  que  lo 
saludara  con  efusión  al  verlo  cercano  a  sus  fronteras  y  le  brindara 
su  alianza;  el  Uruguay,  donde  hicieron  eco  sus  victorias  y  se  le 
ensalzara  con  fervor;  el  Paraguay,  al  cual  trató  de  apoyar  para 
que  se  aliviara  del  yugo  del  doctor  Francia;  el  Brasil,  que  le  en- 
vió emisarios  para  hacer  solidaria  con  la  América  hispana  su 
aspiración  a  ia  independencia;  Méjico,  donde  tocara  Bolívar  en  su 
primer  viaje,  y  que  tantos  vínculos  tuviera  con  éste  en  sus  horas 
de  lucha;  los  pueblos  de  Centro  América,  que  unidos  en  un  solo 
Estado  acogieron  con  entusiasmo  la  misión  que  él  les  enviara,  y 
ensalzaron  su  nombre;  Cuba,  donde  se  fundaron  sociedades  liber- 
tarias con  denominación  boliviana,  y  a  la  cual  pensara  él  llevar 
sus  huestes  triunfadoras;  Panamá,  que  viera  transitar  su?  tropas 
cuando  iban  a  cosechar  laureles  al  Pacífico,  y  donde  reunió  su  in- 


COMPILACIÓN   BOLIVIANA  763 


ternacional  asamblea.  Y  Colombia,  que  lo  tuvo  en  su  seno,  en 
días  inmortales,  y  que  recibió  en  sus  playas  su  postrero  estertor. 

Y  aun  habrá,  capítulos  para  otras  romarcas  fuera  del  mundo 
hispano,  como  para  la  gran  nación  de  Washington.  Las  gestiones 
del  Libertador  con  ese  pueblo  que  nacía  gigante,  a  ñn  de  que  se 
reconociera  a  Colombia  como  estado  libre,  habrán  de  figurar  allí; 
y  los  homenajes  a  su  memoria,  como  la  mención  de  las  efigies  que 
se  le  han  levantado  en  dos  ocasiones.  Y  habrá  también  páginas  para 
Jamaica,  para  Trinidad,  para  Puerto  Rico,  para  Curazao,  para  las 
Guayanas,  pues  en  esas  regiones  hay  o  huellas  de  sus  pasos  o  res- 
plandores de  su  gloria.  Por  esto  es  por  loque  la  obra  debe  ser  em- 
presa continental  y  que  habrán  de  patrocinarla  sajones  y  latinos  de 
este  hemisferio. 

El  gobierno  italiano,  en  el  cuarto  centenario  del  descubri- 
miento de  América,  publicó  la  Ricolitx  Colombiana^  suntuoso  tri- 
buto a  la  memoria  del  gran  genovés,  y  donde  se  recogió  hasta  el 
más  insignificante  apunte  de  éste.  Allí  los  escritos  que  acostum- 
braba hacer  Colón  sobre  las  pastas  y  al  margen  de  los  libros,  todo 
en  facsímil  con  su  correspondiente  transcripción. 

Los  Estados  Unidos  han  hecho  obras  semejantes  para  sus 
hombres  célebres,  y  recordamos  la  consagrada  a  Frankiin,  que 
consta  de  varios  volúmenes.  La  nación  Argentina  acopió  también 
en  lujosa  edición  el  archivo  del  general  Sanmartín. 

La  obra  creemos  que  habrá  de  pasar  de  cincuenta  tomos,  y 
debe  ser  costeada  por  todas  las  naciones  americanas.  Quizá  las 
colonias  inglesas  y  holandesas  que  se  han  mencionado  también  con- 
tribuirían en  algo  para  ello.  Se  podría  hacer  la  impresión  en  París, 
o  en  Madrid,  o  en  Washington.  Allí  se  designaría  un  comité  que 
dirigiera  los  trabajos. 

¿Y  su  título?  Quizás  convendría  darle  uno  distinto  del  que 
han  llevado  las  dos  colecciones  anteriores.  Gustamos  de  rótulos 
cortos  y  expresivos.  Quizás  Comp' Lición  Boliviana  sería  el  más 
adecuado.  O  \.-a\vqz  Archivo  del  Lb.rtidor,  como  se  ha  llamado 
Archvo  Santander,  a  la  publicación  análoga  hecha  recientemente 
en  Bogotá  sobre  el  hombre  de  las  leyes.  La  palabra  archivo  sólo 
tiene  la  acepción  de  lugar  donde  se  conservan  documentos,  y  del 
conjunto  de  ellos,  pero  podría  ampliarse  dándole  también  la  de 
esta  clase  de  libros. 

Quizás  podría  intitularse  Biblioteca  Boliviana,  pues  es  cas- 
tizo llamar  con  el  primer  vocablo  una  serie  de  libros  que  tratan 
asuntos  homogéneos.  Mas  esa  denominación  se  presta  a  confu- 
siones, pues  con  ella  se  conocen  algunos  lugares  de  lectura,  y 
además  seda  nombre  para  escritos  dP  autores  nacidos  o  residen- 
tes en  Bolivia.  Con  el  rótulo  Anales  Bolivianas,  que  parece  indi- 
cado, sucede  también  esto  último.  Se  tomaría  por  obra  relativa  a 
aquella  rica  zona  del  corazón  de  América. 

¡Cuántas  ciencias  auxiliares  de  la  historia  se  agruparían  en 
esta  obra!  La  numismática,  la  geografía,  la  epigrafía  y  la  carto- 
grafía. Así  se  hablaría  de  los  pintores  y  grabadores  que  pu.sieron 
su  imagen  en  el  lienzo  y  en  el   mttal;  de    los   sabios,    políticos  y 


764  BOLETÍN   DE  HISTORIA    Y    ANTIGÜEDADES 


guerreros  que  cultivaron  su  amistad  y  tuvieron  correspondencia 
con  él;  de  los  escultores,  que  han  modelado  las  estatuas  y  bustos 
<Jue  se  levantan  hoy  en  tantas  ciudades;  del  lírico  errante,  que 
pusiera  su  nombre  a  la  nave  en  donde  navegara  por  las  ondas  azu- 
les del  Mediterráneo;  y  de!  astrónomo  célebre  que  lo  colocara  en 
las  costeiaciones  astrales. 

Las  medallas  se  pierden;  las  inscripciones  lapidarias  se  bo- 
rran con  el  paso  de  los  siglos;  los  arcos  y  columnas  tórnanse  en 
ruinas  con  los  cataclismos  de  la  naturaleza  o  con  la  cólera  de  los 
hombres;  las  efigies  son  a  veces  derribadas  y  refundidas  en  los 
crisoles  del  odio  o  de  la  indifeiencia,  o  van  en  pedazos  a  los 
museos. 

El  homenaje  que  se  elabora  en  los  talleres  de  Gutemberg  tiene 
un  sello  de  inmortalidad  superior  al  mármol,  a  la  piedra  y  al 
bronce.  Un  solo  ejemplar  que  se  salve,  como  ha  pasado  con  ve- 
tustos pergaminos  y  con  raros  incunables,  reimpreso  es,  y  la 
humanidad  no  pierde  el  tesoro  guardado  entre  sus  arñarillentas 
hojas. 

Aun  los  escritos  adversos  serán  incluidos  en  esta  apoteosis. 
Ellos  suelen  tener  importancia  histórica,  y,  además,  la  fama  de 
genios  como  Bolívar,  aseméjanse  a  las  ceibas  de  nuestros  climas 
cálidos:  sus  ramas  no  las  calcinan  los  soles  del  más  violento  estío, 
ni  su  tronco  lo  abaten  las  más  horrendas  borrascas.  Y  hasta  los 
menguados  libelos  que  apenas  toca»  sus  raíces  vienen  a  servirles 
de  fecundante  abono. 

La  lama  de  Bolívar  es  impecedera,  y  flotará  magnífica  .por 
sobre  las  centurias  venideras  y  por  encima  de  todos  los  sacudi- 
mientos terrenales  y  de  todas  las  agitaciones  de  los  pueblos;  pero 
pongamos  en  su  tumba,  cerrada  hace  cien  años,  esta  guirnalda 
inmarcesible  cargada  con  todas  sus  reliquias  para  que  ninguna  de 
ellas  se  pierda,  y  pasen  todas  lozanas  y  nítidas  hasta  la  posterida,d 
más  remota. 

Eduardo  Posada 

Bogotá,  1924. 


índice  por  autores 


Pág». 

AcoataJoséJ.    El  sabio  Caldas 426 

Arboleda  Gustavo.    La  muerte  de  Saldanha 246 

Arrubla    Gerardo.    Candidatura  para  correspondiente,    de 

J.  Becker , ; .,...»...  112 

Auza  Andrés.  Apuntes  cronológicos 406 

Belttán  y  Rózpide  R.    Colón  y  la  fiesta  de  la  Raza 279 

Bürja  Juan  de.  Guerra  con  los  pijaos 113  y  129 

Caicedo  Bernardo.    Ministros  de  guerra  desde  1821 286 

Caicedo  Bernardo.   Candidatura  para    correspondiente,    de 

C.  Bernal 688 

Cortés  Vargas  Cfcrlos.    Antecedentes    y    bataflla    de    Aya- 
cucho 727 

Cuervo  Luis  Augusto.    Candidatura  para    correspondiente, 

de  C.  Bernal 688 

Dávila  Vicente.   Comandante  Joaquín  Toires 247 

Franchi  Juan  F.    Fernández  de  Lugo 545 

García  Carbonell  F.    Batallas  de  la  independencia 669 

García  Jacinto  S.    El  general  Alvear  en  Chuquisaca ,  422 

García  Zamudio  Nicolás.   El  archivó  del  mariscal  de    Aya- 
cucho - 1 1 

García  Bejarano  José  María.  L-»  batalla  de  Bombona 58 

Grillo  Maximiliano.  El  archivo  del  general  Santander 16 

Guimaraes  Argén.   La  triste  avi  ntura  de  un  poeta.....". 243 

Guimaraes  Argén.  Bolívar  y  el   Brasil 573 

Gutiérrez  Rufino.   El  archivo  del  general  Santander ■  16 

Henao  José  María.  El  archivo  del  general  Santander 16 

Hernández  Lesmes  A.  Rectificación  a  Ocáriz. 690 

Hernández  Lesmes  G.  Biografía  de  F.  J.  Gutiérrez 

Jraizoz  Antonio.   El  argentino  J.  A.    Miralla..... 550 

Jiménez  de  Quesada  G.  Indicaciones  pafa  el  buen  gobierno.  34S 

Macías  Valentín.  San  Luis  (población) 175 

Marroquín  José  Manuel.  Discurso 604 

Mata  Andrés.   Homenaje  de  Roma  al  Libertador 395 

Mesanza  A.  Casas  de  Ñariño  y  de  Ricaurte  en  Leiva •  883 

Mesa  Manuel  M.  Infirme  del  bibliotecario ^ 376 

Mesa  Manuel  M.   La  Biblioteca  Pombo 438 

Molano  Humberto.  Un  dominico  colombiano  mártir, 221 

Monsalve  José  Dolores.  Discurso.  (Presidencia  dala   Aca- 
demia)   601 

Monsalve  José   Dolores.  Discurso.    (Centenario    de  Aya- 
cucho) „ Ce^y 

O'Leary  Daniel  F.  Un  Diario 117 

Otero  D'Costa   Enrique.  Los  conquistadores   del   imperio 

chibcha 177 


766  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Pereira  Gamba  F.  El  origen  del  nombre  California 715 

Pineda  Anselmo.  Biblioteca  Pineda « '^  488 

Posada  Eduardo.  Catálogo  de  mapas 48 

Posada  Eduardo.  Exordio 61 

Posada  Eduardo.  El  congreso  de  Sevilla 65 

Posada  Eduardo.  Fastos  de  Santafé..-, 123 

Posada  Eduardo.   Apostillas „...i28,  190,  254,  503,  534, 

700  y 7 1 7 

Posada  Eduardo.  Informe  reglamentario  en  192 1 193 

Posada  Eduardo.  Informe  reglamentario  en  1922 264 

Posada  Eduardo.  Informe  reglamentario  en  1923 497 

Posada  Eduardo.  Informe  reglamentario  en  1924 624 

Posada  Eduardo.   Arqueología  colombiana 365 

r'osada  Eduardo.  Calle  Girardot. ..»  443 

Posada  Eduardo.  Sellos  de  correos...- «. 637 

Posada  Eduardo.  Corona  de  Bolívar « 664 

Posada  Eduardo.  Extracto  de  actas 42,  108,  181, 

225,  2bS,  362,  385,  492.  541,  593,  661  y 716 

Posada  Eduardo.  Labatut 741 

Posada  Eduardo.  Compilación  Boliviana 759 

Quijano  Arturo.  Candidatura    para    correspondiente,    de  J. 

Becker 1 12 

Quijano  Arturo.  Hace  cien  aftos ?8i 

Rebollo  Pedro  María.  Historiadores  del  Nuevo   Reino    de 

Granada , 269  y  321 

Restrepo  Daniel.  Quién  es  el  autor  de  un  soneto 206 

Restrepo  Mejía  Martin.  Discurso 618 

Restrepo  Tirado  Ernesto.  Retrato  de  Rodrigo  de  Bastidas.  187 

Restrepo  Tirado  Ernesto.  Documentos  del  siglo  xvi 248 

Restrepo  Tirado  Esnesto.  Reales  cédulas 561,  577  y  641 

Rivas  Raimundo.  El  congreso  de  Sevilla.... 65 

Rivas  Raimundo.  Discurso  en  el  congreso  de  Sevilla 78 

Rivas  Raimundo.  Documentos  en  Nueva  York 167 

Rivas  Raimundo.  Documentos  en  Sevilla 172 

Rivas  Raimundo.  Organización  de  las  secretarías  de  Estado.  293 

Rojas  Gómez  Roberto.  La  esclavitud  en  Colombia 83 

Sáenz  Peregrino.   Las  piedras  de  Leiva 81 

Samper  y  Grau  Julio.  Gobierno  del   general    Canal   y  del 

doctor  Dei  Río  (1862  a  1863) i 

Samper  y  Grau  Julio.   Meló 482 

Samper  y  Grau  Julio,  Don  Juan  García  del  Río 492 

Triana  Roberto.  Epistolario  del  virrey  Eslava 115  v  378 

Urdaneta  Martín.   Memoria  instructiva  de  la    provincia   de 

muzos  y  colinas 467 

Vejarano  Jorge  Ricardo.   Discurso  el  12  de  octubre  de  1922.  257 

Vileri  Homero.  Un  libro  de  Espejo 236 

Zarama    Daniel.     Candidatura    para    correspondiente,     de 

Gustavo  S.  Guerrero 76 


índice  por  materias 

Págs. 
Academia  Nacional  de  Historia.   Extracto  de  las  actas   42, 

108,  181,  225,  268,  362,  385,  49a,  54f .  S93r  661  y....  7it> 
Academia   Nacional  de    Historia.   Proposiciones,  iio,  181, 

279,  490  y 636 

Academia  Nacional  de  Historia.  Publicaciones  recibidas....  376 

Academia  Nacional  de  Historia.  Cuentas 445  y  502 

Academia  Nacional  de  Historia.  Informe  del  secretario   en 

«921 »93 

Academia  Nacional  de  Historia.  Informe  del  secretario   en 

192? , 264 

Academia  Nacional  de  Historia.  Informe  del  secretario    en 

1923 497 

Academia  Nacional  de  Historia.  Informe  del  Secretario    en 

1924 » 624 

Antecedentes  y  batalla  de  Ayacucho,  por  C.  Corté»   Vargas.  727 

Apostilla?,    por  E.  Posada.. ..128,  190,  254,  503,  534,  700  y  717 

Apuntes  históricos  de  San  Luis,  por  V.  Macías 175 

Apuntes  cronológicos,  por  A.  Auza 406 

Archivo  del  mariscal  de  Ayacucho,  por  N.  García  Zamudio.  1 1 
Archivo  del  general  Santander.  Informe  de  Jesús  M.  Henao, 

Maximiliano  Grillo  y  Rufino  Gutiérrez « 16 

Archivo  del  genera!    Santander.    Su   actual  estado  (1916). 

34  y 41 

Arqueología  colombiana,  por  E.  Posada 365 

Batalla  de  Bombona,  por  J.  M.  Garcés  Bejarano ^8 

Batallas  de  la  independencia,  por  F.  García  Carbonell 669 

Biblioteca  Pineda,  por  A.  Pineda .-; 488 

Biblioteca  Pombo.  Informe  de  M.  M.  Mesa 438 

Biografía  del  general  J.  Peña.  Informe  de  B.    Matos    Hur- 
tado  ^ 689 

Bolívar  y  el  Brasil,  por  A.  Guimaraes 513 

Campaña  libertadora  de  Antioquia.  Informe    de   Jesús    M. 

Henao,  Gerardo  Arrubla  y  Luis  Augusto  Cuervo 53 

Caitas  al  general  J.  M.  Vergara 228 

Casas  de  Nariño  y  de  Ricaurte  en  Leiva,  por  A.  Mesanza...  383 

Calle  de  Girardot,  por  E.  Posada 443  y  495 

Catálogo  de  mapas,  por  E.  Posada 48 

Centenario  de  Caballero  y  Góngora.  Informe  de  J.  M.  Res- 
trepo  S.  y  J.  M.  Marroquín.... 372 

Concurso  de  1921.  Informe  de  J.  D.  Monsalve,  Diego  Men- 
doza y  Gerardo  Arrubla 213 

Concurso  de  1922.  Informe  de  A.  Quijano,  J.    J.    Guerra  y 

A.  Gómez  Restrepo 263 


768  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Págs. 
Concurso  de  1920.  Informe  de  J,  M.  Henao,  Gerardo  Arru- 

bla  y  Luis  Augusto  Cuervo 53 

Compilación  Boliviana,  por  E.  Posada 759 

Congreso  de  Sevilla.  Informe  de  R.  Rivas  y  E.  Posada 05 

Congreso  de  Sevilla.  Discurso  de  R.   Rivas..... 78 

Colón  y  la  fiesta  de  la  Raza,  por  R.  Beltrán  y  Rózpide 279 

Comunicaciones..., 187,  320,  435  y  56c 

Corona  de  Bolívar,  por  E.  Posada... 664 

Datos  sobre  el  arzobispo  FIórez.  Informe  de  J.  M.  Restrepo  S.  37 1 

Diario  del  general  O'Leary 117 

Discurso  {12  de  octubre  de  1922),  por  J.  R.  Bejarano 357 

Discurso  dej.  M.  Marroquin 604 

Discurso  de  M.  Restrepo  Mejia 618 

Discurso.  (Centenario  de  Ayacucho),  por  J.  D.  Monsalve...  657 
Discurso.  (Presidencia  de  la  Academia),    por  J.    D.    Mon- 
salve   60 1 

Documentos  existentes  en  Nueva  York.  Informe  de  R.  Rivas.  167 

Documentos  existentes  en  Sevilla.  Informe  de  R.  Rivas 173 

Documento»  del  siglo  xvi,  por  E.  Restrepo  Tirado 243 

Documentos  de  la  revolución  de  1831 316 

Edificio  de  Santo  Domingo.  Informe  de  Juan  C.  García,  R. 

Moros  y  E.  Otero  D'Costa 686 

Epistolario  del  virrey  Eslava,  por  R.  Triana 115  y  378 

Esclavitud  en  Colombia,  por  R.  Rojas 83 

Exordio.  (Rodrigo  de  Bastidas),  por  Eduardo  Posada 61 

El  argentino.  J.  A.  Miralla,  por  Antonio  Iraisos 550 

El  general  Alvear  en  Chuquisaca,  por  J.  S.  García 422 

El  sabio  Caldas,  por  J.  H.  Acosta 426 

Fastos  de  Santafé,  por  E.  Posada 123 

Fernández  de  Lugo,  por  Juan  F.  Franchi 545 

Frutos  Joaquín  Gutiérrez,  por  G.  Hernández  Lesmes. 747 

García  del  Río,  por  T.  Samper  y  Grau 492 

Gobierno  de  Canal  y  del  Río i 

Guerra  con  los  pijaos,  por  J.  de  Borja •.••H3  y  129 

Hace  cien  años,  por  A.  Quijanj 281 

Historiadores  del  Nuevo  Reino  de  Granada.  Informe  de  J. 

M.   Marroquin 219 

Historiadores  del  Nuevo  Reino  de  Granada,  por  P.  M.  Re- 
bollo  269  y  32  I 

Historia  de  la  literatura  colombiana.  Informe  de  A.  Gómez 

Restrepo 635 

Homenaje  de  Roma  al  Libertador,  por  A.  Mata 395 

Índice  del  archivo  nacional,  por  Eduardo  Posada  y  Manuel 

M.  Tobar 53 

Indicaciones  para  el  buen  g(>bierno,  por  Jiménez   de  Que- 

sada 345 

La  triste  aventura  de  un  poeta,  por  A.  Guimaraes 243 

La  muerte  de  Saldanha,  por  G.  Arboleda 246 

Leyendas  históricas.   Informe  de  E.  Otero  D'Costa 631 


ÍNDICE   POR   MATERIAS  769 


Págs. 

Labatut,  por  £.  Posada » » ....^..       741 

Los  cpnquistadores    del    imperio   chibcha,  por   E.    Otero 

D  'Costa...~ — - „ 1 77 

Manuscritos  de  Jiménez  de  Quesada.  Informe  de  la  cámara 

de  representantes,  de  Maximiliano  Grillo,    H.    Hol- 

guín  y  Caro  y  C.  M.  Pérez «...„....,....„....,....„..rt.       210 

Meló,  por  T.  Samper  y  Grau ». ..„.„ «...       482 

Miembro  de  número  (Miguel  Arroyo  Diez).  Informe  de  José 

María  Restrepo  S.  y  Rufino  Gutiérrez.^ 55 

Miembro  correspondiente  (G.  S.  Guerrero).  Informe  de   D. 

Zarama..... 76 

Miembro  correspondiente  (J.  Becker).  Informe  de  G.  Arru- 

bla  y  A.  Quijapo - 112 

Miembro  correspondiente  (Cunningham).  Informe   de  Ma- 
nuel Villaveces  y  R.  Moros.. „ «.. » '218 

'Miembro  correspondiente  (C.  Coll  y  Tosté).  Informe  de  R. 

Cortázar  y  Gerardo  Arrubia íi8 

Miembro  correspondiente  (M.    S.  Bertoni,  J.    E.   Machado 

y  C.  Medina  Chirinos).  Informe  de  M.  Triana  y   M. 

Villaveces. » ..^..  ..„ 220 

Miembro  correspondiente  (J.  Martínez).   Informe   de  J.  J. 

Guerra  y  R.  Cortázar ...~ 496 

Miembro    correspondiente    (G.    Lozano).    Informe   de   E. 

Restrepo  Sáenz 629 

Miembro  correspondiente  (D.  García  Vásquez).  Informe  de 

M.   Restrepo  Mejía » »..~...       933 

Miembro  correspondiente  (C.  Bernal).  Informe  de  B.  Caice- 

do  y  Luis  Augusto  Cuervo -. „ 688 

Miembro  correspondiente  (E.  Ruiz   Guifiazu).  Informe    de 

R.  Rivas  y  G.  Arrubia «..„...       375 

Miembro   correspondiente  (Lazo  de  la   Vega).  Informe   de 

A.  Restrepo  Gómez  y  E.  Restrepo  Sáenz 442 

Miembro  correspondiente  (Juan  C.  García).  Informe  de   E. 

Fosada  y  R.  Rivas — 443 

Miembro  de  número  (E.   Otero    D'Costa),  Informe   de   A. 

Quijano  y  J,  D.  Monsalve 629 

Miembro  de  número  (J.    R.  Bejarano).  Informe   de    J    M. 

Marroquín  y  E.  Restrepo  Sáenz „...       630 

Miembro  de  número  (J.  M.  Marroquín).  Informe  de  J.    IS^. 

Restrepo  S.  y  Laureano  García  Ortiz 444 

Miembro  de  número  (M.  Triana).  Informe  de    A.    Quijano 

y  J.  M.  Restrepo  S 446 

Ministros  de  guerra  desde  1821,  por  B.  Caicedo 286 

Monografía  de  Almaguer.  Informe  de  Rufino  Gutiérrez 56 

Mundo  bolivariano 429 

Notas,  por  E.  Posada  y  L.  García 48 

No  aria  i.*  de  Bogotá,  por  Roberto  Cortázar 50 

Obispado  de  Santa  Marta... 201 

XTV— 49 


770  BOLETÍN  DE  HISTORIA  Y  ANTIGÜEDADES 


Págs. 

Origen  del  nombre  de  California,  por  F.  Pereira  Gamba 715 

Organización  de  las  secretarías  del  estado,  por  R.   Rivas 293 

Partida  del  nacimiento  del  general  Santos  Gutiérrez 189 

Piedras  de  Leiva,  por  P.  Sáenz • 81 

Proceres  granadinos  (Joaquín  Torres),  por  V,  Dávila 247 

Procesos  de  Nariño  y  otros.  Informe  de  E.   Posada 373 

Policarpa  Salavarrieta 399 

Procesos  de  Nariño  y  otros.  índice  de  los  documentos.  401  y  449 

Provincia  de  muzos  y  colinas,  por  M.  Urdaneta 4Ó7 

Poder  otorgado  por  Bolívar  en  Popayán 662 

¿Quién  es  el  autor  de  un  soneto?,  por  D.  Restrepo 206 

Quinta  de  Bolívar.  Escritura  de  venta 164 

Restos  del  doctor  Ibáfiez...~ 495 

Rectificación  a  Ocáriz,  por  A.  Hernández  Lesmes ~ 690 

-Reales  cédulas 382,  561,  563,  577,  641  y  705 

Rodrigo  Bastidas 187 

Sellos  de  correos,  por  E.  Posada 637 

, Templo  del  sol.  Iníorme  de  C.  L.  Peñuela,  G.  Anubla  y  C. 

Cuervo  Márquez 536 

Un  dominico  colombiano  mártir,  por  H.  Molano 221 

Un  libro  de  Espejo,  por  H.  Viteri 236 

Visita  del  presidente  González  a  Tunja  en  1594 311 


F       Boletín  de  historia  y 

2251       antigüedades 

B6 


PLEASE  DO  NOT  REMOVE 
CARDS  OR  SLIPS  FROM  THIS  POCKET 

UNIVERSITY  OF  TORONJO  LIBRARY