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Full text of "Bosquejo histórico-documental de la Gaceta de Madrid escrito al entrat en el IV siglo de su existencia y para solemnizar la declaración de la mayor edad del Rey Don Alfonso XIII"

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BOSQUEJO  HISTÓRICO-DOCUMENTAL 


GACETA  DE  MADRID 


ESCRITO 


al  entrar  en  el  IV  siglo  de  su  existencia  y  para  solemnizar 
la  declaración  de  la  mayor  edad  del  Rey 

DON  ALFONSO  XIII 


D.  JUAN  PÉREZ  DE  GUZMÁN  Y  GALLO 

Antiguo  Director  de  La  Época. 


MADRID 

IMPRENTA  DE  LA  SUCESORA  DE  M.  MINUEBA  DE  LOS  RÍOS 
Miguel  Servet,  13.  —  Teléfono  651. 

1902 


BOSQUEJO  HISTÓRICO-DOCUMENTAL 


GACETA  DE  MADRID 


ESCRITO 


al  entrar  en  el  IV  siglo  de  su  existencia  y  para  solemnizar 
la  declaración  de  la  mayor  edad  del  Rey 

DON  ALFONSO  XIII 


D.  JUAN  PÉREZ   DE   GUZMÁN   Y  GALLO 


Antiguo   Director  de  La  Época. 


w 


MADRID 

IMPRENTA  DE  LA  SUCESORA  DE  M.  MINUESA  DE  LOS  RÍOS 
Miguel  Servet,  13.  —  Teléfono  651. 

1902 


AL    EXCMO.    SEÑOR 

DON  SEGISMUNDO  MORET  Y  PRENDERGAST 

Ministro  de  la  Gobernación  del  Reino. 


Excmo.  Señor: 

La  entrada  de  un  nuevo  siglo  y  el  principio  per- 
sonal de  un  nuevo  reinado,  con  la  declaración  de  la 
mayor  edad  del  Eey,  nuestro  señor,  el  Sr.  D.  Alfon- 
so XIII,  moviéronme  á  escribir  un  Bosquejo  histórico 
documental  de  la  Gaceta  de  Madrid,  que  ya  entra  en 
la  cuarta  centuria  de  su  existencia,  toda  vez  que  en 
la  Historia  de  la  Gaceta  de  Madrid,  puede  decirse,  se 
sintetiza  la  del 'periodismo  en  España,  desde  sus  oríge- 
nes racionales  en  toda  Europa,  poco  después  del  des- 
cubrimiento y  propagación  de  la  imprenta. 

Contra  las  diversas  teorías  que  se  han  sentado  en 
varios  países  y  en  varias  literaturas,  pretendiéndose 
por  algunos  apropiarse  la  primera  revelación  del  pe- 
riódico, instrumento,  alma  y  antorcha  de  la  vida  y  de 
las  relaciones  recíprocas  en  las  sociedades  modernas, 
las  exploraciones  de  la  erudición  y  las  depuraciones 
de  la  crítica  han  descubierto  que  la  aparición  del  pe- 
riodismo debe  considerarse  como  un  hecho  espontá- 
neo y  de  uniforme  simultaneidad  en  casi  todo  nues- 
tro viejo  continente,  como  resultante  imperiosa  de  la 
nueva  situación  social  y  política  en  que  quedaron 
constituidas  al  final  del  siglo  XV  las  nacionalidades 
modernas,  y  de  los  grandes  descubrimientos  é  inven- 
ciones de  aquel  tiempo,  entre  las  que,  para  la  difu- 


sión  del  pensamiento  humano,  se  destacó  gallarda- 
mente el  que  á  los  adelantos  generales  de  la  civiliza- 
ción dieron  la  inspiración,  la  aplicación  y  la  perse- 
verancia del  glorioso  mecánico  de  Maguncia  Hans 
Gensflejsch  Guttenberg  y  sus  nobles  compañeros 
y  discípulos. 

Mal  había  de  retrasarse  en  recibir  en  su  seno 
aquel  apostolado,  también  redentor,  que  de  ellos 
emanó,  en  su  inmediata  dispersión  fuera  de  las  fron- 
teras teutónicas,  el  país  ilustre  que,  desde  el  reinado 
de  sus  esclarecidos  Reyes  Católicos,  Fisrnando  de 
Aragón  é  Isabel  de  Castilla,  al  fundir  en  uno  los 
Estados  mayores  independientes  de  la  Península  occi- 
dental Mediterránea,  y  al  realizar  las  últimas  con- 
quistas de  su  territorio,  llevándolas  después  por  todos 
los  linderos  del  planeta,  hasta  los  anteriormente  des- 
conocidos, no  sólo  constituyó  la  unidad  política  de 
España,  sino  que,  poniendo  á  esta  generosa  Nación  á 
la  cabeza  del  movimiento  civilizador  de  aquel  siglo, 
por  más  de  dos  centurias  sostuvo,  juntamente  con  la 
superioridad  de  su  influencia  en  el  equilibrio  moral 
del  Universo,  la  superioridad  también  en  todos  los 
ámbitos  y  palenques  de  la  inteligencia. 

Todas  las  naciones  civilizadas  de  los  dos  mundos, 
ante  el  desarrollo  y  ascendiente  que  ha  tomado  el 
periodismo  en  la  existencia  pública  y  privada  de  los 
pueblos,  desarrollo  y  ascendiente  que  adelanta  siem- 
pre en  marcha  progresiva,  han  procurado  escribir  y 
publicar  la  interesante  historia  respectiva  de  este  po- 
deroso instrumento  de  su  cultura.  España,  acaso,  es 
la  única  que  mantiene  en  este  punto  una  lastimosa 
excepción;  y  ya  es  tiempo  de  que,  en  ésta  como  en 
otras  deficiencias  de  su  propio  aprecio  y  estimación, 
salga  á  iluminar  la  conciencia  nacional  y  á  recobrar 
su  puesto  entre  las  gentes,  sacudiendo,  por  fructuosos 
ensayos,  su  tradicional  inacción  vituperable,  si  es 
efectivo  verdaderamente  el  propósito  que  todos  decan- 
tamos de  levantarnos  moral  é  intelectualmente  de  los 


—  5  — 

estrechos  moldes  en  que  el  espíritu  y  la  conciencia 
general  permanecen  estancados  y  como  en  prisiones. 
En  la  parte  humilde  que  á  mi  modestia  corresponde, 
el  presente  Bosquejo  equivale  al  pobre  óbolo  de  mi 
sana  voluntad  por  el  despertar  moral  de  la  Patria;  y 
en  manos  de  V.  E.  lo  deposito,  para  que,  bajo  su  ilus- 
trado patrocinio,  alcance,  donde  le  corresponde,  la  pu- 
blicidad, que  es  el  último  resorte  de  mi  patriótico  pen- 
samiento. 

Acog-ido  benévolamente  por  V.  E.  en  alas  de  mi  fe 
nacional,  permítame  V.  E.  acompañarle  con  los  sen- 
timientos públicos  de  la  gratitud  con  que  quedo, 

Excmo.  Sr., 
de  V.  E.,  afectísimo  y  mayor  servidor, 
Q.  S.  M.  B., 
Juan  Pérez  de  Guzmán. 


BOSQUEJO  HISTÓRICO- DOCUMENTAL 


GACETA     DE    MADRID 


1621-1902 


I 


La  Monarquía  española  no  tuvo  capital  ni  corte  de  asiento 
hasta  que,  para  constituirlas  en  Madrid,  centro  geográfico 
de  sus  provincias  peninsulares,  el  Emperador-Rey  Carlos  V, 
en  1543,  mandó  realizar  las  obras  que  dieron  a  su  antiguo 
alcázar  la  suntuosidad  correspondiente  á  la  que  había  de  ser 
residencia  permanente  y  definitiva  de  los  Reyes  de  España  y 
de  sus  Ministerios  y  Tribunales.  Este  mismo  Monarca  no 
dejó  perfeccionado  su  proyecto.  Consumólo  su  hijo  y  sucesor 
Felipe  II,  que  en  el  año  de  1560  hizo  venir  á  la  heráldica 
villa  sus  Consejos  Supremos,  y  abrió  el  camino  por  donde  la 
nueva  capital  se  convirtiera  en  el  eje  de  la  vida  política  y  so- 
cial de  sus  vastos  dominios  por  toda  la  extensión  del  planeta. 

Todavía  Madrid  careció  de  imprentas,  hasta  que  en  1566 
formaron  compañía  para  establecer  en  ella  esta  industria 
Alonso  Gómez  y  Pierres  Cosin,  poniendo  éste  el  arte  y  aquél 
el  capital.  Pérez  Pastor,  en  su  Bibliografía  Madrileña  (1891), 
explica  satisfactoriamente  el  suceso.  Desde  la  introducción 
de  la  imprenta  en  los  Reinos  de  Castilla,  se  hizo  costumbre 
conceder  á  los  Escribanos  de  Cámara  el  derecho  de  imprimir 
algunos  documentos  oficiales,  que  estaban  obligados  á  testifi- 
car, como  Pragmáticas  y  Cédulas  Reales,  Capítulos  de  Cor- 
tes, etc.,  cuya  licencia  vendían  á  los  libreros,  para  que  éstos 
á  todo  riesgo  costeasen  las  impresiones.  Trasladada  la  Corte 


á  Madrid,  Francisco  López,  el  viejo,  mercader  de  libros  de 
Valladolid,  donde  había  publicado  varios  de  estos  documen- 
tos, vínose  á  ella;  y  continuando  aquí  favorecido  por  la  ser- 
vidumbre de  los  Consejos,  adquirió  nuevas  licencias,  para 
cuyo  desempeño  valióse,  ya  de  los  impresores  de  Alcalá  de 
Henares,  donde  la  imprenta  se  hallaba  establecida  desde  que 
en  1502  el  muy  honrado  é  insigne  varón  Lanzalao  Polono, 
«maestro  muy  precipuo  en  el  arte  impresoria»,  fué  llevado 
por  el  muy  virtuoso  y  liberal  señor  García  de  Rueda  á  dicha 
ciudad  á  fin  de  imprimir  los  cuatro  voluminosos  tomos  de  la 
Vita  Christi  Cartuxauo,  romanzada  por  fray  Ambrosio  Mon" 
tesino;  ya  de  los  de  Toledo,  donde  los  Reyes  Católicos  tal  vez 
hicieron  concurrir  al  alemán  Teodorico,  que  en  tanta  gracia 
habían  tenido  desde  1477,  cuando  resolvieron  que  se  impri- 
miera el  Cuaderno  de  Cortes  de  1480,  la  compilación  legal  de 
Alfonso  Díaz  de  Montalvo  y  las  Bulas  de  la  Santa  Cruzada, 
de  que  concedieron  privilegio  al  Monasterio  de  San  Pedro 
Mártir.  Ello  es  que  cuando  en  1569  se  dio  á  la  estampa  la 
Recapitulación  de  las  leyes  destos  Reynos,  habiéndole  pasado 
la  última  mano  el  licenciado  Bartolomé  Atienza,  del  Consejo 
de  S.  M-,  que  logró  incluir  en  su  texto  hasta  las  últimas 
Pragmáticas  de  1568,  hubo  que  acudir  también  á  las  prensas 
del  complutense  Andrés  de  Ángulo,  lo  que  arguye  que  toda- 
vía en  aquel  tiempo  la  imprenta  que  en  Madrid  establecieron 
los  mencionados  Alonso  Gómez  y  Pierres  Cosin  en  1566,  y 
que  en  1568,  por  haber  deshecho  su  compañía,  se  había  re- 
partido en  dos,  debía  carecer  de  elementos  suficientes  para 
superar  obra  de  tal  consideración,  aun  con  haberse  ya  im- 
preso en  la  villa  coronada  algunas  Pragmáticas  y  Provisio- 
nes Reales,  y  alcanzado  Alonso  Gómez  de  la  benignidad  de 
Felipe  II  el  título,  ora  de  impresor  de  corte,  ora  de  impresor 
de  Su  Majestad. 

Si  por  este  tiempo  ni  aun  concepción  había  de  lo  que  pos- 
teriormente ha  constituido  la  institución  civil  del  moderno 
periodismo,  el  embrión  habíase  dejado  revelar  en  España 
desde  que  la  imprenta  penetró  por  las  comarcas  orientales  de 
la  península  en  la  misma  forma  y  con  las  mismas  tendencias 
y  caracteres  que  se  había  manifestado  en  los  demás  términos 
de  Europa;  mas  con  la  diferencia  esencial  de  que,  habiendo 
sido  España  desde  el  último  tercio  del  siglo  XV  la  nación  de 
nuestro  continente  que,  por  un  conjunto  de  circunstancias  de 
las  que  mas  eficazmente  contribuyeron  á  la  grande  evolución 


—  9  — 

que  sufrió  la  historia  en  el  siglo  del  renacimiento  artístico, 
científico  y  literario,  de  la  invención  de  la  imprenta  y  del 
descubrimiento  del  Nuevo  Mundo,  jugó  el  papel  de  mas  pre- 
ponderante influjo,  los  sucesos  que  inició,  dirigió  ó  en  que  de 
algún  modo  intervino,  fueron  los  que  inspiraron  las  produc- 
ciones volantes  de  más  universal  interés,  en  que  se  incubaron 
los  gérmenes  del  periodismo  en  Europa. 

Tan  antigua  como  el  hombre  constituido  en  sociedad  civil, 
fué  siempre  la  inclinación  á  fijar  y  extender  la  noción  de  los 
hechos  generales  ó  particulares  que  herían  la  imaginación 
Los  siglos  medios  habían  creado  casi  como  oficios  de  la  ser- 
vidumbre de  los  Monarcas  los  Cronistas,  que  tenían  á  su 
cargo  reunir,  custodiar  y  dar  pública  fe  de  los  sucesos  en  que 
intervenía  el  poder  real,  en  quien  se  reconcentraba  entonces 
toda  la  vida  pública  de  las  sociedades  nuevas  que  á  la  sazón 
se  formaban  y  definían.  Con  todo  el  cuidado  de  conservar  la 
memoria  de  algunos  sucesos  transcendía  hasta  á  la  redacción 
notarial  de  los  documentos  escriturarios,  y  en  nuestras  ricas 
colecciones  diplomáticas  monacales  del  Archivo  Histórico 
Nacional  es  frecuente  hallar  documentos  cuyas  fechas  van 
adicionadas  con  la  conmemoración  de  algún  fasto  histórico 
que  se  celebraba  en  los  momentos  en  que  la  escritura,  carta 
ó  diploma  se  extendía.  Una  escritura  particular  de  donación 
en  el  Cartulario  de  Sahagún,  legalizada  el  9  de  Abril  del 
año  959,  lleva  esta  adición  á  la  fecha:  «Regnante  Serenissimo 
principi  Sandio  Raminiri  prolis,  auno  post  Spania  reoer- 
sione  primor).  Lascarías  reales  del  reinado  de  Alfonso  VII, 
llamado  el  Emperador,  en  el  mismo  Cartulario  de  Sahagún, 
abundan  en  estas  notas  periodísticas.  En  una  del  año  1136 
(N.  66)  dice  :  «in  anuo  quo  in  Legione  coronatus  fui».  Otra 
del  27  de  Octubre  del  año  1139  :  «in  anuo  et  mense  quo  capta 
est  Aurelia))  (Oreja,  villa  del  reino  de  Toledo).  Un  documento 
del  4  de  Diciembre  de  1144  :  «in  reditu  fossati  quod  fuerat  eo 
tempore  imperator  in  térra  Granate));  y  en  otro  de  25  de  No- 
viembre de  1147:  «quando  predominatus  imperator  redibat 
de  Almaria  quam  tune  eum  auxilio  ianuensium  ceperat  et 
iuri  christianorum  submiseratn.  Los  del  año  1152  se  expidie- 
ron «codem  anno  quo  imperator  tenuit  circumdatam  Gaen)). 
En  otro  del  mismo  año  (18  de  Diciembre)  se  dice  :  «anno  quo 
imperator  duxit  in  uxorem  Reiam  imperalricem)),  y  otro  de 
23  de  Junio  de  1153  estaba  expedido  «in  Carrione,  quando 
imperator  dedit  ibi  filiam  suam  in  conjugem  regí  N  acarro). 


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Los  diplomas  Reales  de  Sancho  III  del  año  1158  hacen  cons- 
tar que  aquel  fué  el  «  atino  quo  domnus  Adefonsus,  pater 
noster ,  famossissimus  hispaniarum  imperatov,  obiit  in  portu 
de  Moradal»;  y  en  una  carta  de  22  de  Enero  de  1178,  bajo  el 
reinado  de  Alfonso  VIII,  el  de  las  Navas,  se  consigna  que  se 
expedía  nquando  serenissimus  rex  Adefonsus  Burgis  curia m 
celebravitY).  Otra  efeméride  Real  caballeresca  se  contiene,  en 
forma  periodística,  en  carta  del  mismo  Rey  de  26  de  Agosto 
de  1188,  «  co  atino  quo  serenissimus  rex  prefatus  Adefonsus 
Castelle  Adefonsurn  regem  legionensem  apud  Carrioneni  citi- 
cjulo  militie  accinxit  et  ipse  Adefonsus  rex  legionensis  deos- 
culatus  fuit  manum  dicti  Adefotisi  regis  Castelle  et  Toleti». 
Además:  «£o  etiam  anuo  ethis  diebus  quibus  sepedictus  Ade- 
fonsus illustris  rex  Castelle  et  Toleti,  romani  imperatoria 
filium  Conradum  nomine  accinxit  in  nocum  militem  et  ei 
filiam  suam  Berengariam  tradidit  in  uxoremn.  Esta  costum- 
bre alcanzó  hasta  los  tiempos  del  Rey  D.  Alfonso  X,  el  Sa- 
bio, y  todas  las  escrituras,  así  reales  como  particulares,  del 
año  1255,  consignan  que  se  expidieron  (xen  el  atino  que  don 
Odoart,  fijo  primero  del  rey  Henric  de  Anglatierra,  recibió 
caballería  en  Burgos  del  Reg  D.  Alfonso,  el  sobredicho.)) 

Todavía  cuando  la  imprenta,  después  de  mediado  el  si- 
glo XV,  se  introdujo  en  España,  y  con  el  casamiento  de  la 
Princesa  Isabel  de  Castilla  con  el  Príncipe  Fernando  de  Ara- 
gón, Rey  ya  de  Sicilia,  se  fundieron  las  dos  mayores  coronas 
de  la  Península,  desempeñábase  el  oficio  de  cronistas  reales 
por  varones  tan  esclarecidos  como  Hernando  del  Pulgar, 
Lucio  Marineo  Sículo.  Antonio  de  Nebrija,  á  quienes  en  el 
siglo  y  los  reinados  subsiguientes  sucedieron  el  Obispo  de 
Mondoñedo  Fray  Antonio  de  Guevara,  Pedro  Mexía,  Florián 
de  Ocampo,  Ambrosio  de  Morales,  Jerónimo  de  Zurita,  Es- 
teban de  Garibay,  Juan  Páez  de  Castro,  Cristóbal  Calvete  de 
Estrella,  Renito  Arias  Montano,  Antonio  de  Herrera,  Fray 
Prudencio  de  Sandoval,  Obispo  de  Pamplona.  Todos  estos 
pueden  considerarse  padres  de  la  Historia  de  España.  Pero 
aun  con  tal  conjunción,  la  forma  en  que  el  periodismo  mo- 
derno hizo  simultáneamente  sus  primeros  ensayos  en  todos 
los  países  de  la  Europa  culta,  ni  fueron  anteriores  ni  poste- 
riores, ni  afectó  otros  moldes  que  los  que  en  su  origen  tuvo 
en  las  demás  naciones.  En  los  Catálogos  primitivos  (Regis- 
trum  librorum)  de  la  biblioteca  privada  que  formó  en  Sevilla 
Fernando  Colón,  hijo  del  gran  navegante  descubridor  de  las 


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Indias,  se  describe  un  Tractado  en  que  se  contiene  el  recibi- 
miento que  en  Sevilla  se  hizo  al  Req  Don  Fernando.  Alenda, 
en  su  monografía  bibliográfica  sobre  Solemnidades  y  fiestas 
públicas  de  España,  refiere  este  papel  al  año  1477,  atendien- 
do una  indicación  de  Ortiz  de  Zarate  en  sus  Anales.  Si  fué 
impreso,  como  hace  constar,  por  Jacobo  Cromberger,  no  pudo 
salir  á  luz  en  dicho  año,  sino  en  los  primeros  del  siglo  XVI, 
que  era  cuando  Jacobo  Cromberger  imprimía  i'n  la  ciudad 
del  Betis.  Mas  si  éste  no  fué  el  primer  papel  volante  de  no- 
ticias contemporáneas  que  se  conoce  en  los  orígenes  históri- 
cos del  periodismo  en  España,  ¿puede  caber  duda  de  que  en- 
teramente nos  pertenecen  en  la  última  década  del  siglo  XV 
la  Relación  de  la  conquista  de  Málaga  que  Bruno  registra  en 
su  Manuel  du  Libraire  et  de  l'amateur  des  licres,  y  las  dos 
de  la  conquista  de  Granada  de  que  da  cuenta  Harrisel  en  su 
Bibliotheca  Americana  Vetustissima,  y  que  escrita  una  en 
latín  y  traducida  la  otra  en  francés,  y  editadas  respectiva- 
mente en  1494  y  1497,  testifica  haber  visto  en  las  Bibliotecas 
de  Nueva  York  y  Washington?  Discútase  lo*  que  se  quiera 
acerca  de  la  edición  primitiva  de  las  Cartas  de  Cristóbal  Co- 
lono, adc  insulis  India'  supra  Gangcm  nuper  inventis»,  diri- 
gidas á  Luis  de  Santángel  y  á  Gabriel  Sánchez  y  traducidas 
ab  hispano  idiomate  in  laünum,  ¿pueden  ya  regatearse  á  la 
imprenta  española,  después  de  los  últimos  ejemplares  autén- 
ticos hallados  y  reconocidos? 

No  se  incluirán  entre  los  testimonios  documéntanos  de 
los  orígenes  del  periodismo  en  España  los  papeles  peregrinos 
con  que  se  festejaron  en  la  imprenta  española  en  1496  «el 
casamiento  de  la  hija  del  Rey  despaña  con  el  hijo  del  empe- 
rador duque  de  bergoña,  códe  de  flandes,  archiduque  de 
autrixa»;  ni  de  1497,  «las  fiestas  y  recibimiento  q  se  hizie- 
ron  al  tiépo  q  la  princesa  doña  Margarita,  hija  del  aperador 
Maximiliano  desébarcó  en  Santander»;  ni  «los  altos  estados 
d  los  reys  nuestros  señores  de  como  salieron  a  misa  con  el 
alteza  del  muy  alto  principe  et  princesa  de  españa  et  de  los 
caualleros  que  con  sus  altezas  salieron»,  ni  otros  semejantes; 
porque,  aun  incluyendo  una  relación  de  sucesos  en  la  forma 
común  para  satisfacer  la  curiosidad  general,  vicia  su  carác- 
ter periodístico  el  hallarse  estos  papeles  escritos  en  verso. 
Pero  en  el  Registro  primitivo  de  la  Biblioteca  Colombina,  de 
Sevilla,  consta  la  relación,  en  prosa,  de  «El  recibimiento  que 
hizo  el  Rey  de  Francia  en  Saona  al  Rey  Don  Fernando»,  im- 


—  12  — 

preso  en  español  en  1507,  y  de  1509  se  conserva  en  la  Biblio- 
teca de  la  Universidad  Central,  procedente  de  la  de  Alcalá  de 
Henares,  la  Carta  del  Reuerendissitno  \  Cardenal  de  España 
arco-  |  hispo  de  Toledo.  \  Al  venerable  uro  especial  amigo  el 
doc  |  tor  de  villalpando  capellán  mayor  de  nra  \  santa  y glesia 
de  Toledo  nro  visitador  \  y  |  vicario  general  re.  |  ,  en  que  des- 
de Cartagena,  el  25  de  Mayo  del  año  referido,  el  Cardenal  Xi- 
ménez  de  Cisneros,  de  vuelta  de  África,  le  comunica  la  expe- 
dición y  conquista  de  Oran. 

No  eran  distintos  de  los  nuestros  los  documentos  que, 
como  primeros  síntomas  del  periodismo  en  Europa,  brotaban 
del  nuevo  invento  de  la  imprenta  en  el  resto  del  continente 
en  la  publicidad  en  que  se  interesó  la  opinión  de  los  pueblos 
al  llegar  á  su  constitución  definitiva  las  también  nuevas  na- 
cionalidades en  que  aquél  se  definió  durante  la  primera  mi- 
tad del  siglo  XVI;  y  aunque  algunos  hayan  hablado  por  tes- 
timonios ajenos,  que  la  docta  erudición  no  ha  podido  com- 
probar documentadamente,  de  que  en  Roma  se  publicaban 
en  1523  relaciones  de  periodicidad  uniforme,  con  capítulos 
de  noticias  varias,  y  principalmente  políticas,  de  Ñapóles, 
Venecia,  Genova  y  otras  partes  de  Italia,  de  Francia  y  de  In- 
glaterra, lo  que  indudablemente  está  comprobado  por  el  Ca- 
talogue des  livres  rares  et  precieux  que  de  la  biblioteca  del 
Sr.  E.  F.  D.  Ruggieri  se  formó  en  París  en  1873,  cuando 
salió  á  la  venta,  es  que  en  todas  las  lenguas  de  Europa  se 
imprimieron  por  aquel  tiempo  muchos  papeles  sueltos  de  no- 
ticias varias  y  con  títulos  y  encabezamientos  muy  distintos, 
en  que  se  lanzaron  á  la  curiosidad  y  á  la  cultura  general  los 
sucesos  que  adquirieron  á  la  sazón  mayor  relieve  público. 
Con  referencia  á  nuestros  principes  que  enlazaron  ó  provi- 
nieron de  la  Casa  de  Borgoña  é  imperial  de  Hapsburgo,  los 
hay  en  castellano,  en  francés,  en  alemán,  en  italiano,  en  ho- 
landés y  en  latín.  El  primero  que  entra  en  esta  serie,  en  el 
año  1500,  se  titula:  La  forma  como  fue  rescebida  en  Gante  la 
sennora  princesa  de  Castilla.  Como  la  mayor  parte  de  estas 
Relaciones,  ni  tiene  pie  de  imprenta,  ni  nombre  de  autor.  Su 
tamaño  es  diverso.  Las  que  no  ocupan  mas  que  de  una  á  cua- 
tro planas  de  impresión,  suelen  ser  en  folio,  y  en  cuarto  las 
que  tienen  mas,  sin  que  esta  regla  deje  de  tener  sus  excep- 
ciones, como  ocurre  con  las  Cartas  de  Hernán-Cortés  so- 
bre la  conquista  del  imperio  mexicano,  que,  impresas  y  reim- 
presas muchas  veces  y  en  muchos  lugares  y  lenguas  des- 


—  13  — 

de  1522  á  1526,  suelen  tener  28  y  más  hojas,  y  están  en  folio. 
Relaciones  y  cartas  de  relaciones  de  fastos  reales  é  impe- 
riales de  Carlos  V,  las  hay  en  número  extraordinario.  A  este 
número  pertenece  La  triumphante  et  solemnelle  entrée  faicte 
sur  l'aducnement  de  Mr.  Charles,  prince  des  Hespaignes,  Ar- 
chiduc  daustrice,  etc.,  ensa  tille  de  Bruges  le  18  apecril  1515, 
apres  Pasques,  redigé  en  escript  par  Maistre  Remy  ou  Puys. 
De  este  número  es  la  Carta  que  el  muy  illustre  señor  Almi- 
rante de  Castilla  embio  a  la  muy  noble  y  muy  mas  leal  ciu- 
dad de  Seuilla.  En  la  qual  da  entera  relación  de  las  cosas 
sucedidas  con  la  junta  de  las  comunidades  et  la  carta  et  re- 
querimiento que  les  a  embiado  et  la  respuesta.  E  otras  cartas 
que  embio  a  Toledo  et  a  otras  partes  (1520).  Ejemplo  de  las 
de  Italia  puede  ser  la  Ordine,  pompe,  apparati  e  cerimonie 
della  solemne  intrata  di  Cario  Quinto,  imperatore,  nella  cittá, 
di  Roma  (vi  di  april  1536);  y  de  las  de  Francia,  Lordre  tena 
et  gardé  á  Lentrée  detrés  hault  et  tres  puissant  prince  Char- 
les empereur  et  roy  Despaigne  en  la  tille  de  París.  Lordre  du 
banquet  faict  au  Palais.  Lordonnance  des  ioustes  et  tournoy 
faict  au  chateau  du  Lonures  (1539).  Son  gacetas  alemanas  de 
aquel  tiempo,  la  Vonn  Pómischer  Kaiserlicher  mayestat  Ca- 
roli  V  ehrlich  einreitten  der  Heyligen  Reichsstag  Nürnberg 
den  XVI  February  anuo  1541,  y  las  Kurtser  Bericht,  wel- 
cher  gestalt  Kaiser  Cari  Hertsog  Moritsen  su  Sachsen  mit 
dem  Erts-Marschalch  Ampt  und  der  Chur  su  Sachsen  su 
Augspurg  belchnet  hat  (1548).  Délas  escritas  en  latín  testifi- 
ca el  Spectaculum  in  susceptione  Philippi  Hespaniarum  prin- 
ceps divi  Caroli  V,  filii,  auno  1549,  Antuerpia*;  y  de  las 
en  castellano,  el  Traslado  de  una  carta  que  fue  embiada  del 
reyno  de  Ynglaterra  a  la  muy  illustre  condesa  de  Olivares, 
en  que  se  da  relación  como  aquel  reyno  se  ha  reformado  en 
la  fe  católica  y  dado  la  obediencia  al  sumo  pontífice  y  las  ce- 
remonias con  que  esto  se  hiso,  estando  plísente  a  todo  el 
Principe,  nuestro  señor  (1554).  Sin  éstas,  no  tiene  aún  núme- 
ro el  tesoro  de  interesantísimas  gacetas  que,  constituyendo 
peregrinas  joyas  de  las  Bibliotecas  de  la  Real  Casa  de  Espa- 
ña y  del  Monasterio  del  Escorial,  de  la  Nacional  de  Madrid 
y  de  la  de  la  Real  Academia  de  la  Historia,  de  la  del  Vatica- 
no y  de  la  Imperial  de  Viena.  del  British  Museum  y  de  la 
Nacional  de  París,  y  de  las  de  Colonia,  Bruselas  y  El  Haya, 
se  conservan  como  monumentos  de  la  Historia  y  de  la  apari- 
ción del  periodismo  en  Europa,  habiendo  coetáneamente  sa- 


—  14  — 

lido  de  las  prensas  de  Barcelona  y  Burgos,  Valladolid  y  Sa- 
lamanca, Valencia  y  Sevilla,  en  España,  y  fuera  de  España 
en  todos  los  idiomas  cultos  del  continente,  de  las  de  Augusta 
y  Colonia,  Bona  y  Nuremberga,  Venecia  y  Roma,  Ñapóles  y 
Milán,  Praga  y  Amberes,  Aquisgram  y  Bruselas.  Todos  estos 
papeles  volantes,  que  debió  devorar  la  multitud  de  su  tiempo, 
refieren,  en  la  forma  que  ya  anunciaba  la  moderna  informa- 
ción del  periodismo,  las  efemérides  y  empresas  de  tan  gran 
Monarca,  lo  mismo  las  políticas  y  militares,  que  las  de  fami 
lia  y  corte. 

Cualquiera  que  sea  la  lengua  en  que  estos  papeles  volan- 
tes se  hallen  escritos  y  el  lugar  en  donde  se  hayan  dado  á  la 
estampa,  España  y  el  periodismo  español  los  considera  como 
pedazos  y  documentos  de  su  historia,  á  los  que  todavía  nos  es 
licito  añadir  los  muchos  que,  aun  saliendo  primitivamente  de 
nuestra  Península,  eran  traducidos  y  adquirían  carácter  de 
universalidad,  como  los  que  relataban  las  expediciones  y  con- 
quistas del  África  y  del  Asia,  la  civilizadora  expansión  de 
nuestras  misiones  católicas  y  las  geográficas  del  Nuevo  Mun- 
do, como  las  Relaciones  de  Alvar  Núñez  Cabeza  de  Vaca,  que 
se  imprimieron  en  Zamora  en  1542,  y  las  de  lo  sucedido  en  las 
provincias  y  reino  del  Perú  desde  la  ida  del  virrey  Blasco 
Núñez  Vela,  que  vieron  la  luz  en  Sevilla  en  1549. 

Tales  son  los  prolegómenos  del  periodismo  en  España, 
antes  de  que  en  ninguna  otra  parte  de  Europa  hubieran  apa- 
recido por  el  vehículo  de  la  imprenta  y  con  su  propio  carác- 
ter de  continuidad  y  regularidad  sistemática  las  genéricamen- 
te llamadas  Gacetas,  cuando  Carlos  V  preparó  en  1543  su 
Alcázar  histórico  de  Madrid  para  asiento  permanente  de  su 
casa  y  trono,  cuando  Felipe  II  trajo  en  1560  á  la  realzada 
villa  sus  Consejos  y  Tribunales  Supremos,  y  cuando  Alonso 
Gómez  y  Pierres  Cosin  en  1566  formaban  su  compañía  y  es- 
tablecían en  la  nueva  corte  y  capital  del  imperio  tan  dilatado 
el  ministerio  civilizador  de  la  imprenta. 


II 


Abarcó  el  reinado  de  Felipe  II  casi  todo  el  resto  del 
siglo  XVI,  pues  que  rigió  la  Monarquía  de  España  desde  el 
año  1556,  en  que  la  renunció  su  padre,  hasta  el  13  de  Sep- 


—  15  — 

tiembre  de  1598,  en  que  murió  en  el  Escorial.  En  continuos 
avances,  Madrid  fué  absorbiendo  la  corriente  de  toda  la  vida 
política,  social,  económica  é  intelectual  de  la  Península,  y 
Madrid  se  constituyó  en  el  centro  directivo  déla  inteligencia. 
La  imprenta,  en  medio  siglo,  echó  en  ella  raíces  que  habían  de 
ramificarse  y  beber  el  jugo  de  toda  la  Monarquía,  y  el  mismo 
rey  Felipe  II  tomó  en  ello  una  parte  personal  importante, 
cuando  llamó  de  Salamanca  al  impresor  florentino  Julio  Junti 
de  Modesti,  á  fin  de  acabar  de  dar  á  un  arte  que  él  miraba 
con  aficionada  predilección  la  perfección  en  que  tanto  se  ha- 
bían afanado  los  dos  profesores  que  vinieron  aquí  á  fundarlo, 
y  Francisco  Sánchez,  Juan  Gracián,  Guillermo  Drouy,  Que- 
rino  Gerardo,  Juan  Iñiguez  de  Lequerica,  Pedro  Madrigal, 
Luis  Sánchez  y  Guillermo  Foquel,  que  desertaron  en  su  ma- 
yor número  de  Alcalá,  de  Valladolid  y  otros  puntos,  se  es- 
tablecieron en  ella  y  alcanzaron  el  honor  de  asociar  sus  nom- 
bres á  una  multitud  de  las  ediciones  príncipes  de  nuestros 
más  ilustres  escritores  del  siglo  de  oro,  adelantándose  á  los 
Junti,  llamados  con  su  regente  Juan  Flamenco  por  el  Rey 
mismo  para  echar  los  primeros  cimientos  de  la  Imprenta 
Real  en  la  casa  que  para  este  oficio  Felipe  II  dispuso  que  se 
tomara  de  la  Marquesa  del  Castellar,  junto  á  San  Justo,  con- 
forme Pérez  Pastor  ha  explorado  en  los  libros  de  la  Cámara 
del  Archivo  general  de  Simancas. 

Con  iguales  alas  que  la  imprenta  había  ido  creciendo, 
dentro  y  fuera  de  España,  la  continuada  publicación  de  los 
papeles  volantes  y  opúsculos  de  sucesos,  ya  particulares,' ya 
generales  y  varios.  Estos  papeles  habían  tomado  un  nombre 
genérico  en  cada  uno  de  los  países  en  que  se  producían ;  y 
derivándose  los  más  de  las  Cartas  de  avisos  de  los  espías  de 
Estado,  de  los  mercaderes  entre  si,  de  los  agentes,  ya  di- 
plomáticos, ya  estipendiados,  y  hasta  de  las  relaciones  de  fa- 
milia, subsistieron  mucho  tiempo  manuscritos  antes  de  que 
de  ellos  se  apoderase  el  imperio  de  la  imprenta.  Los  de  Le- 
vante, que  á  España  venían  en  1552,  los  traían  Domenico  Ga- 
ribaldi,  patrón  de  la  nave  Santa  Ana,  y  Jorge  de  Polo,  patrón 
de  la  Santa  Trinidad.  Casi  todas  estas  noticias  solían  ser  se- 
cretas, y  en  su  mayor  parte  no  se  suscribían  para  que  pa- 
recieran anónimas:  así  cuando  comenzaron  á  darse  al  am- 
biente de  la  publicidad  tropezaron  con  grandes  oposiciones 
que  contuvieron  su  marcha  inicial  por  todo  el  siglo  XVI  y 
gran  parte  del  XVII. 


—  16  — 

Ha  escrito  Casti  que  los  primeros  en  establecer  estas  car-  ¡ 
tas  periódicas  manuscritas  para  comunicarse  noticias  políti- 
cas y  sociales  que  hacían  á  su  interés  fueron  los  mercaderes 
italianos  de  las  riberas  de  Levante;  que  como  en  estas  cartas 
se  daban  noticias  de  toda  clase  de  sucesos,  principalmente  de 
los  más  ocultos  en  la  política  de  los  Estados,  fueron  ingenio- 
samente llamadas  entre  los  mercaderes  levantinos  que  las 
recibían  gassetas,  es  decir,  urraquillas  que  todo  lo  parlaban, 
diminutivo  de  gasza,  urraca;  y  que  cuando,  inventada  la  im- 
prenta, comenzaron  á  darse  á  la  luz  en  papeles  volantes  y 
libros  breves  las  cartas  y  noticias  umversalmente  interesan- 
tes, como  las  de  las  exploraciones  y  conquistas  geográficas  de 
Portugal  y  España,  las  últimas  expulsiones  de  los  moros  de 
nuestra  península  y  las  cuestiones,  pendencias  y  guerras  de 
preponderancia  y  equilibrio  que  se  plantearon  en  toda  Euro- 
pa desde  que  Fernando  el  Católico  y  el  Gran  Capitán  dis- 
putaron victoriosamente  á  Francia  la  supremacía  sobre  Ita- 
lia, eje  á  la  sazón  de  todos  los  intereses  en  el  Mediterráneo  y 
en  el  continente,  la  multitud  de  papeles  que  entonces  por 
vez  primera  se  lanzaron  á  los  estadios  de  la  opinión,  relatan- 
do sucesos  de  política  y  de  guerra,  sosteniendo  derechos  ó 
abriendo  el  palenque  de  las  discusiones  jurídicas,  cualquiera 
que  fuese  el  título  con  que  se  les  encabezase  y  la  materia  de 
que  trataran,  recibían  el  nombre  genérico  de  gazctns,  que  el 
contacto  con  Italia  hizo  común  para  este  género  de  publica- 
ciones á  todo  el  mundo  neo-latino.  Pero  esta  opinión  de  Casti, 
para  constituir  un  verdadero  canon  histórico,  necesita  de 
algún  testimonio  documental  en  que  apoyarse,  y  este  docu- 
mento no  existe.  Nuestro  distinguido  filólogo  D.  Lorenzo 
González  Agejas  no  opina  como  Casti.  Las  mismas  gazetas 
de  noticias  privadas  que  se  atribuyen  á  los  mercaderes  ita- 
lianos del  Mediterráneo,  pudieron  tenerlas  los  mercaderes 
neerlandeses  y  alemanes  del  Mar  del  Norte,  y  la  palabra  ga- 
ceta podría  derivarse  de  la  voz  germánica  Gezelt,  que  equi- 
vale á  noticias  del  día. 

Las  gacetas  de  Italia  por  aquel  tiempo,  ni  en  casi  todos 
los  dos  siglos  XVI  y  XVII,  cuando  se  circunscribían  á  pa- 
peles de  noticias  varias,  á  semejanza  de  las  cartas  de  avisos 
de  los  antiguos  mercaderes  de  Levante,  ni  se  encabezaban 
con  titulo  especifico  ninguno,  ni  llevaban  pie  de  imprenta. 
Consistían  ordinariamente  en  una  sola  hoja  en  fclio,  y  em- 
pezaban por  el  nombre  del  lugar  de  donde  procedían,  seguido 


—  17  — 

de  la  fecha,  en  la  forma  siguiente:  Venczia  li  28  marzo  15... 
o  16...,  Genoca  li  6  giuyno  15,..  ó  16...,  Firenze  l¿30  mág- 
gio  15...  ó  16...,  Torino  li  23  aprile  15...  ó  16...,  Napoli  1 
luglio  15...  ó  16...,  y  en  esta  misma  forma  de  otras  muchas 
partes.  Nosotros  no  conservamos  ninguna  colección  formada 
de  estas  Gazzeta^  primitivas  de  Italia.  Pero  en  todos  nuestros 
Archivos  históricos,  en  nuestra  Biblioteca  Nacional,  asi  en 
las  colecciones  de  documentos  de  la  Sección  de  Manuscritos, 
como  en  la  de  Varios,  y  en  la  Real  Academia  de  la  Historia, 
hay  gran  número  de  ejemplares  sueltos  que  pueden  servir  de 
testimonios  de  comprobación. 

Mas  si  como  genérico  de  esta  clase  de  publicaciones  el 
nombre  de  Gazsetas  se  generalizó  en  varias  partes  de  Euro- 
pa desde  mediados  del  siglo  XVI,  como  específico  de  algunas 
determinadas,  que  ya  entran  en  la  jurisdicción  del  primer 
embrión  orgánico  del  periodismo,  tardó  mucho  más  en  ser 
aceptado.  En  ninguna  parte  del  continente  se  encuentra  hasta 
después  del  primer  tercio  del  siglo  XVII,  excepción  única 
hecha  de  la  Gazzeta  di  Venetia,  de  1603  y  1604  La  Ga¿¿  te 
de  Amsierdam  y  la  Gazzete  de  Rotterdam,  son  de  1630.  En 
1631  apareció  en  París  la  Gazzete  de  France,  de  los  herma- 
nos Theophrasto,  Eusebio  é  Isaac  Renaudot.  De  esta  Gaceta 
poseemos  nosotros  una  noticia  casi  documental.  En  un  In- 
quiridión  de  noticias  que  se  encuentra  en  nuestra  Real  Aca- 
demia de  la  Historia  (estante  27,  grada  11,  E.  núm.  31, 
folio  132)  se  lee  :  —  «Año  1631.  —  Se  inventó  la  Gaceta  por 
el  Cardenal  de  Ric/ielieu.»  La  Gaseta  primera  de  Lisboa  fué 
de  1641,  y'en  las  islas  de  la  Gran  Bretaña  el  denominativo  de 
Guzzete  no  penetró  como  especifico  en  uno  de  sus  periódicos 
hasta  el  año  1699,  en  que  John  Watson  estableció  en  la  capi- 
tal de  Escocia  su  T/ie  Edinburgh  Gasette. 

El  no  aplicar  el  nombre  genérico  de  Gacetas  á  sus  pro- 
ducciones periódicas  de  noticias,  en  la  forma  que  por  todas 
partes  les  fueron  características  en  el  primer  largo  período  de 
la  incubación  del  periodismo  moderno,  no  arguye  que  care- 
cieran del  suyo  local  en  otras  naciones.  En  Alemania  se 
apellidaron  Zeittingen;  Mercurys  en  Inglaterra:  Nouvclles 
en  Holanda  y  Flandes;  Conrriers  y  Journaux  en  Francia,  y 
en  España  y  Portugal,  así  como  en  Roma,  Acisos,  Cartas  y 
Relaciones.  La  traducción  universalmente  admitida  á  la  pa- 
labra Zeitung  equivale  á  Gaceta,  no  sólo  porque  realmente 
representa  en  su  significado  lo  que  la  voz  Gaceta  define  ya, 

2 


—  18  - 

es  decir,  una  cosa  equivalente  á  vo¿,  eco  ó  testimonio  del 
tiempo,  sino  por  el  origen  etimológico  de  la  misma  palabra, 
que  ya  hemos  enunciado.  Prutz,  en  sus  Geschichte  des  deuts- 
cher  Jornalismus,  la  analiza  también  diciendo  que  Zeitung 
se  deriva  de  la  voz  theidinge,  antes,  en  el  alto  alemán,  tei- 
dittiy,  cuyas  raíces  son  las  mismas  que  la  de  la  palabra  in- 
glesa tiding  y  de  la  del  sueco  tidinger,  y  le  da  por  significa- 
do directo  el  de  noticias  nuevas.  González  Agejas  explica  el 
origen  déla  voz  moderna  Zeitung  del  modo  siguiente:  aZeit, 
dice,  es  una  palabra  alemana  primitiva,  que  equivale  á  tiem- 
po. De  ella  se  forma  Zeit-ung ,  nombre  derivado  que  equivale 
exactamente  á  nuestra  voz  Periódico,  en  el  sentido  de  publi- 
cación que  aparece  de  tiempo  en  tiempo.  También  emplean 
los  alemanes  la  voz  Zeitschrift  (literalmente,  escrito  ó  publi- 
cación periódica).  Esta  palabra  germánica  Zeit  corresponde 
á  la  neerlandesa  ú  holandesa  Tijd  (tiempo)  y  á  la  escandina- 
va Tide  (danesa,  sueca,  etc.),  escrita  antes  como  la  anterior, 
de  donde  forman  su  Tijdschrift,  equivalente  al  Zeitschrift 
alemán.»  De  cualquier  modo,  dentro  de  la  voz  genérica  Zeit- 
ung, aunque  ya  en  1526  no  se  hubiera  aplicado  en  Praga  á 
algunos  papeles  volantes  con  relaciones  de  la  guerra  contra 
los  turcos,  entraron  á  modo  de  Gacetas,  los  opúsculos  y  re- 
laciones de  sucesos,  como  en  Inglaterra,  bajo  el  de  sus  Mer- 
curgs,  sus  Spges,  Discoverces,  Posts,  Intelligencers,  y  por 
este  estilo  en  los  demás  países. 

La  tendencia,  asi  á  no  contraer  cada  una  de  estas  publi- 
caciones á  la  relación  de  un  solo  suceso,  sino  á  dilatar  la  es- 
fera de  sus  informaciones,  como  á  reducir  su  aparición  ante 
el  público  á  reglas  sistemáticas  de  periodicidad  y  método,  fué 
también,  en  sus  ensayos,  simultánea  en  casi  todos  los  Esta- 
dos de  Europa.  La  erudición  y  la  crítica  han  contribuido  á 
deshacer  la  fábula  ingeniosa  con  que  los  hermanos  Yoske 
habían  hecho  creer  en  Inglaterra  que  en  1588  había  existido 
un  periódico  en  Londres  titulado  English  Mercurg.  destinado 
á  levantar  el  espíritu  público  del  pueblo  inglés  para  defen- 
derse de  las  amenazas  del  rey  Felipe  II  de  España,  y  de  su 
poderosa  Invencible  Pero  si  la  destrucción  de  esta  falsifica- 
ción, á  que  tanto  ha  contribuido  nuestro  ilustre  Gayangos. 
echa  por  tierra  toda  idea  de  que  los  Gobiernos  pensasen  ya 
en  el  último  tercio  del  siglo  XVI  en  apoderarse  de  estos  ór- 
ganos de  publicidad  para  dirigir  la  opinión,  dotándolos  á  la 
va^  de  la  variedad  de  noticias  que  excita   su   interés  é  impri- 


—  19  — 

miéndoles  las  primeras  reglas  de  uniformidad  y  regularidad 
en  su  aparición,  en  las  condiciones  ingratos  en  que,  por  cir- 
cunstancias muy  varias,  en  España  discurrió  en  el  siglo  XVI 
la  infancia  del  periodismo,  quedan  huellas,  que  deben  ser  bien 
apreciadas,  de  que  á  cada  uno  de  estos  tres  términos  de  su 
desenvolvimiento  ó  por  cálculo  ó  por  instinto  se  tendió. 

Entre  el  tesoro  de  relaciones  de  sucesos  particulares  que 
aun  nos  queda  del  siglo  y  reinado  de  Felipe  II,  existe  en  la 
Real  Academia  de  la  Historia  (Salazar  :  N.  34.  Fol.  39)  un 
papel  que  se  titula  fa  Relación  délo  sucedido  en  el  cerco  de 
Galera.  Son  dos  hojas  en  folio,  de  letra  gótica,  que  por  no 
llevar  fecha  no  testifica  el  año.  Está  impreso  en  Valladolid  por 
Bernardino  de  Santo  Domingo.  La  relación  empieza  :  —  «El 
señor  don  Ivan  de  |  Avstria  llego  sobre  el  lugar  de  Gale  |  ra, 
a  los  diez  y  nueue  de  Enero,  y  se  a  |  posento  el  capo  y  el  si- 
tio, y  a  los  veynte  |  y  quatro  comégo  a  batir  con  doze  |  piecas 

de  arttilleria  grades  y  menores  por  dos  par  |  tes» —  Y  asi 

concluye  en  la  plana  tercera:  —  «Aliamos  los  christianos  que 
tenían  dé  |  tro  muertos,  hechados  en  vn  corral,  y  algunas 
ca  |  becas  cortadas,  y  entre  ellos  echadas  vestías  y  |  perros 
muertos.» — La  cuarta  plana,  sin  embargo,  no  queda  en  blan- 
co, ni  se  ocupa  con  romances  ó  coplas,  como  en  otros  papeles 
de  noticias  se  advierte,  sino  que  en  ella  se  articulan,  como 
dudiera  hacerse  en  el  estado  actual  del  periodismo,  con  su  di- 
visión correspondiente,  otras  noticias  de  la  siguiente  ma- 
nera : 

1T  Por  carta  de  diez  y  siete  de  hebrero  de  Baga  se 
entiéde  quel  |  señor  don  Ivan  de  Avstria  auia  estado 
alli  hasta  aquel  dia,  y  |  auia  mádado  entregar  a  Gale- 
ra a  la  muger  de  don  Henriq  |  cuya  era,  con  que  hi- 
ziesse  las  casas  en  lo  baxo,  y  a  los  soldados  |  de  Huesca, 
que  daua  cargos  d'  derribar  todo  lo  alto  y  allanallo  | 
enlo  qual  se  entendía  lúa  el  señor  don  Ivan  sobre  Se- 
rón, do  |  de  se  entendió  que  auia  poca  resistencia,  y 
passaria  sobre  otro  |  lugar  que  estaua  mas  adeláte  yes 
mas  fuerte. 

1T  De  Granada  auia  salido  don  Ivan  de  Médoca  con 
ocho  |  mil  hombres  sobre  las  Guájaras,  y  don  Antonio 
de  Luna  có  |  el  corregidor  de  Malaga  yuan  a  la  sierra 
de  Bentomiz,  y  el  duque  de  Sessa  con  la  demás  gente 
yua  la  buelta  del  Alpu  |  jarra:   y  créese  que  con  esta 


—  20  — 

orden  y  la  nieue  que  auia  caydo  |  en  la  siérrase  acaba- 
ra todo. 

TI  De  ocho  de  enero  escriue  don  Alonso  Pimentel  de 
la  Go  |  leta  quel  rey  de  Argel  se  allaua  cerca  dalli,  y 
auia  auido  |  vn  renquentro  con  el  de  Túnez:  en  el  qual 
se  auia  desuaratado  |  y  proseguía  su  camino,  la  buelta 
D'  la  Goleta,  créese  que  la  bera  I  de  abora  la  tiene  cer- 
cada. El  duque  de  Alcalá  jütaua  las  gale  |  ras  de  Ñapó- 
les y  Sicilia  y  la  religión  para  socorrella,  no  ere  |  en 
que  hará  daño:  porque  aquella  plaza  esta  fuerte. 

En  otras  relaciones  de  la  insurrección  de  los  moriscos  de 
Granada  que  contiene  el  mismo  volumen,  consta  que  la  li- 
cencia para  imprimirlas  la  obtuvo  el  impresor  Bernardino  de 
Santo  Domingo  «del  muy  magnífico  y  muy  reverendo  señor 
el  licenciado  Portella,  Provisor  de  la  Abadía»;  pero  la  forma 
y  condición  de  las  noticias,  que  parecen  emanadas  de  las  ofi- 
cinas de  Estado  y  hallarse  incluidas  en  la  colección  formada 
á  fines  del  siglo  XVII  por  el  Presidente  de  Castilla,  Conde 
de  Villahumorosa,  el  cual  no  protocolizó  en  sus  volúmenes 
sino  piezas  documentarías  y  del  Consejo,  inspiran  la  convic- 
ción de  que  aquellos  papeles  volantes  de  la  rebelión  de  los 
moriscos  de  las  Alpujarras,  ó  salieron  de  las  Secretarías  del 
Rey,  ó  de  la  de  D.  Juan  de  Austria,  el  glorioso  caudillo  de 
aquella  empresa.  Mas  de  la  intervención  del  poder  real  en 
estas  publicaciones,  en  el  reinado  de  Felipe  II,  siguiendo  ade- 
lante se  darán  pruebas  más  concluyentes. 

De  que  la  tendencia  á  determinar  para  su  impresión  una 
periodicidad  constante  también  prosperó  en  España  en  los 
últimos  años  del  siglo  XVI,  tenemos  pruebas  aun  más  irrecu- 
sables. En  el  Catálogo  impreso  de  la  Biblioteca  de  Salva,  an- 
tes de  que  pasase  á  la  propiedad  del  Marqués  de  Benahavis^ 
D.  Ricardo  de  Heredia,  registranse  unas  Gacetas  publicadas 
de  año  en  año  en  Sevilla  desde  el  de  1597.  Salva  no  llegó  á 
reunir  más  que  tres  consecutivas,  cuyos  títulos  eran  los  si- 
guientes : 

I.  Nuevos  avisos  venidos  de  Roma,  por  el  Licenciado  Ro- 
drigo de  Olia  de  Osisenaga,  al  P.  Fray  Alonso  de  Aguilar, 
en  que  se  da  cuenta  de  las  cosas  que  pasan  en  Turquía  y  del 
Principe  Cardenal,  en  Francia  g  en  otras  partes.  —  Sevilla: 
por  Rodrigo  de  Cabrera:  1597. 

II.  A  visos  nuevos  venidos  de  Roma  en  8  de  Enero  de  1598, 


—  21  — 

en  que  se  da  cuenta  de  la  ceñida,  é  inundación  que  las  Iludas 
y  el  rio  Tiber  han  causado  en  dicha  ciudad. — Sevilla:  por 
Rodrigo  de  Cabrera:  1598. 

III.  Nuevos  avisos  venidos  de  Roma  de  lo  sucedido  en  el 
Ejercito  imperial  y  de  lo  que  ha  hecho  el  Principe  de  Tran- 
silvania  y  de  otros  avisos  de  diversas  partes.  —  Sevilla:  por 
Rodrigo  de  Cabrera,  1599. 

Sevilla,  como  saben  cuantos  conocen  algo  de  la  bibliogra- 
fía española,  fué,  durante  los  siglos  XVI  y  XVII,  y  hasta 
que  en  1690  se  vinculó  en  un  privilegio  especial  y  exclusivo 
la  facultad  de  publicar  Gacetas  y  Relaciones  de  sucesos  y  no- 
ticias, el  centro  más  activo  de  esta  clase  de  publicaciones  en 
España.  El  mayor  número  de  estos  papeles  originales  ema- 
naron de  sus  prensas,  y  en  ellas  se  reimprimían  al  vuelo 
cuantos  aparecían  en  cualquiera  otra  localidad,  en  los  diver- 
sos reinos  ó  provincias  de  la  Monarquía.  El  comercio  que  de 
estos  papeles  sostuvo  con  América  debió  ser  considerable;  y 
aunque  todavía  la  erudición  no  ha  encontrado  rastros  docu- 
méntanos para  asegurar  que  los  que  se  dedicaban  á  esta  in- 
dustria debían  contar  corresponsales  que  les  dieran  razón  de 
los  sucesos  de  público  interés  en  todos  nuestros  á  la  sazón 
extensos  dominios,  asi  lo  hace  sospechar  el  número,  la  va- 
riedad y  la  frecuencia  en  que  en  aquella  ciudad  se  publica- 
ban, ya  con  el  titulo  de  Relaciones,  ya  con  el  de  Cartas  ó  Co- 
pias ó  Traslados  de  Cartas.  Organizado  así  este  elemento 
mercantil,  se  explica  bien  que  el  impresor  Rodrigo  de  Cabre- 
ra, que  desde  1594  había  comenzado  é  trabajar  en  Sevilla,  in- 
tentase dar  estabilidad  á  las  Gacetas,  publicando  una  de  ellas 
cada  año,  aunque  en  el  de  1599  dio  otras  dos  distintas  de  las 
que  contenían  las  noticias  que  de  Roma  enviaba  Olia  de  Osi- 
senaga:  la  de  lo  que  sucedió  en  las  islas  Canarias  con  la  Ar- 
mada de  Holanda,  desde  el  26  de  Junio  hasta  el  8  de  Julio  del 
mismo  año,  la  primera,  y  la  segunda,  la  de  lo  que  a  hicieron 
los  naturales»  el  día  3  del  último  de  estos  dos  meses.  Hay  que 
atribuir  la  suspensión  que  sufrieron  los  Xuevos  Avisos  de 
Roma  al  tercer  año  de  su  publicación,  á  que  en  el  mismo  de- 
bió morir  Rodrigo  de  Cabrera,  según  opina  Escudero  y  Pe- 
rosso,  y  que  su  imprenta  debió  cerrarse  ó  quedar  regenteada 
por  manos  extrañas,  pues  de  su  hijo  y  sucesor  Juan  de  Ca- 
brera no  se  encuentran  impresiones  anteriores  á  1624. 

Entre  tanto,  en  Madrid  ni  aun  señales  sedaban  de  que 
el  periodismo  despertase.  La  casi  total  carencia  de  Gacetas 


-  22  - 

ó  Relaciones  de  sucesos  emanadas  de  sus  prensas,  hizo  creer 
á  Gayangos  que  Felipe  II  no  permitió  que  se  publicasen  en 
su  corte  á  consecuencia  de  la  Bula  IV  de  Gregorio  XIII,  con- 
tra famigeratores  nuncu patos  M enantes;  pero  esta  Bula  lle- 
va la  fecha  de  1."  de  Septiembre  de  1572,  y  de  los  seis  años 
anteriores,  desde  la  introducción  de  la  imprenta  en  1566  por 
Alonso  Gómez  y  Pierres  Cosin,  tampoco  existe  el  menor  pa- 
pel de  este  linaje.  Pérez  Pastor,  echándolos  también  de  me- 
nos y  teniendo  en  cuenta  el  carácter  personal  de  aquel  rey, 
supone  que  no  seria  de  su  agrado  que  se  publicasen.  Pero 
entonces,  ¿.cómo  las  toleraron  sus  ministros  y  consejos,  y 
aun  las  autorizaron  con  sus  licencias  en  otras  partes?  El  Ca- 
talogue del'histoirc  de  France  de  la  Biblioteca  Nacional  de 
París  registra  de  aquel  tiempo,  como  de  épocas  posteriores, 
una  multitud  de  preciosos  opúsculos  y  hojas  volantes  impre- 
sas en  aquella  capital  coh  ocasión  de  las  paces  con  España  y 
de  los  matrimonios  de  Felipe  II  con  Isabel  de  Valois.  Todos 
estos  papeles  volantes  cumplían  en  Francia  la  misión  de  los 
periódicos  modernos;  mas  Felipe  II,  aunque  autorizó  los  li- 
bros que  sobre  esta  efeméride  publicaron  la  Universidad  de 
Alcalá  de  Henares  y  la  ciudad  de  Toledo  en  1560,  y  el  de  Al- 
var Gómez  de  Castro  en  1561.  sólo  consintió  que  en  Sevilla 
se  diera  á  luz  la  Relación,  llamémosla  popular,  que  editó 
Alonso  de  Coca,  en  Calde  la  Sierpe.  De  la  gloriosa  batalla  de 
l.epanto  se  publicaron  Cartas  y  Relaciones  en  Sevilla,  en 
Medina  del  Campo  y  en  Valladolid :  de  la  imprenta  de  Fran- 
cisco Sánchez,  de  Madrid,  únicamente  salieron  los  nueve  ro- 
mances que  con  el  título  de  Historia  dio  á  la  estampa  el  os- 
curo poeta  y  bachiller  Hernán  López  de  Yanguas.  De  la  ba- 
talla naval  de  las  Azores  hay  Relaciones  impresas  en  Sevi- 
lla, en  Lisboa,  en  Zaragoza:  de  Madrid,  ninguna.  ¿Existia 
realmente  una  prohibición  expresa  de  Felipe  II  para  que  no 
se  permitiese  imprimir  en  Madrid  este  género  de  papeles"?  A 
pesar  de  la  rigurosa  policía  en  que  en  su  tiempo  vivía  la  im- 
prenta cuya  libertad  tenían  coartada  así  las  leyes  civiles  como 
las  eclesiásticas,  la  suposición  de  Pérez  Pastor  no  podrá  ser 
admitida  de  una  manera  definitiva  mientras  entre  las  Cédu- 
las del  Consejo  no  aparezca  un  documento  que  pronuncie  la 
sentencia. 

Las  meticulosidades  del  Bey  Felipe  II  en  materia  de  im- 
prenta están  corroboradas  por  multitud  de  hechos  que  la  de- 
nuncian, y  en  el  Cartulario  de  1583,  de  la  Inquisición  de  Va- 


-  23  — 

lencia,  constan  dos  documentos  que  revelan  cuáles  eran  las 
vacilaciones  de  tan  gran  monarca  en  cuanto  se  referia  a  la 
publicidad  de  las  cosas  políticas.  La  anexión  de  Portugal  ha- 
bía sido  tema  de  ardientes  impugnaciones  contra  su  derecho 
en  todas  las  plazas  de  la  opinión  en  Europa,  movida  por  los 
implacables  adversarios  de  la  Corona  de  España,  y  Joan  An- 
tonio Viperano  recibió  el  encargo  de  salir  á  la  defensa  en  un 
libro  que  tituló  Obtenía  Portugalia  a  Rege  Catlwlico  Philippo 
Historia.  Hecha  la  edición  en  Madrid,  el  14  de  Septiembre 
de  1583  el  Cardenal  Inquisidor  general  se  dirigió  ad  mane/ata 
á  los  Reverendos  Inquisidores  de  Valencia,  ordenándoles  que 
tan  luego  como  recibiesen  el  ejemplar  de  dicho  libro  que  les 
remitía,  dispusiesen  que  con  la  celeridad  posible  se  imprimie- 
sen por  su  impresor  de  aquella  ciudad  1.500  pliegos  como  el 
primero,  sin  quitar  ni  poner  cosa  alguna  más  que  el  nombre 
del  impresor  que  lo  imprimiera;  y  de  tal  manera,  «que  parez- 
ca y  se  entienda  que  todos  los  cuerpos  destos  libros  han  sido 
impressos  en  Valencia...  Avisareisnos  el  recibo  del  y  lo  que 
costará  imprimir  y  embiar  en  papell  los  dichos  mili  y  qui- 
nientos pliegos  primeros...,  y  procurareis  que  se  haga  con  toda 
breuedad  y  sin  que  se  dé  ha  entender  quel  dicho  libro  se  a 
entibiado  desta  corte,  ni  que  haya  sido  impresso  en  otra  parte, 
porque  assi  conuiene.  »  En  10  de  Diciembre,  el  Cardenal  In- 
quisidor volvía  á  escribirles: —  «En  5  deste  mes  escriuimos 
que  nos  embiasedes  los  mili  y  quinientos  primeros  pliegos  de 
la  Historia  de  Portugal  que  escriuisteis  estauan  impressos... 
y  porque  después  desto  se  a  entendido  que  no  conuiene  que  los 
dichos  libros  se  publiquen  ni  vendan,  ordenareis  como  luego 
se  recojan...  y  nos  auisareis  el  estado  en  que  quedan...  para 
que  cerca  dellos  se  os  ordene  lo  que  deueis  hazer.» 

Una  sola  vez,  á  lo  que  parece,  el  Rey  Felipe  II  quiso  poner 
gratamente  su  mano  sobre  aquellos  ensayos  del  periodismo 
naciente  y  entregar  sus  pensamientos  por  medio  de  las  Gace 
tas  á  los  vientos  de  la  publicidad.  Armado  su  brazo  contra 
Inglaterra,  no  le  detuvo  en  su  empresa  ni  la  muerte  de  Pero 
Meléndez  de  Aviles,  el  Adelantado  de  la  Florida,  cuando  en 
Santander  organizaba  su  colosal  expedición;  ni  la  del  Mar- 
qués de  Santa  Cruz,  D.  Alvaro  de  Bazán,  cuando  la  disponía 
en  Lisboa  Dada  la  última  mano  á  los  grandes  preparativos, 
nombrados  los  cabos,  reunida  la  gente  de  tripulación  y  des- 
embarco, mandó  imprimir  en  la  capital  de  Portugal  la  Rela- 
ción verdadera  del  Armada  que  el  Reg,  nuestro  Señor,  man- 


—  24  — 

da  juntar  en  el  puerto  de  la  ciudad  de  Lisboa  en  el  Reino  de 
Portugal  el  año  de  1588.  De  este  papel  mandó  hacer  reim- 
presión en  Madrid,  para  lo  que  se  dio  licencia  á  Blas  de  Ro- 
bles, librero  del  Rey,  haciendo  constar  en  dicha  licencia  que 
la  Relación  la  «ha  visto  y  emendado  el  Secretario  Andrés  de 
Alba».  Pérez  Pastor,  que  ha  visto  la  que  pasó  de  la  aproba- 
ción del  secretario  Gallo  de  Andrada  á  las  cajas  de  la  viuda 
de  Alonso  Gómez,  impresor  del  Rey,  para  servir  de  original, 
dice  que  donde  dice  en  el  membrete  «que  la  Armada  comen- 
zó á  salir  á  los  treynta  y  se  hizo  á  la  vela  »,  el  Rey  añadió  de 
su  puño:  vque  nuestro  Señor  la  encamine  en  su  santo  servi- 
cio».—  Después  añade  el  autor  de  la  Bibliografía  madrileña 
del  siglo  XVI:  —  «La  publicación  de  esta  Gaceta  en  Madrid 
fué  inconveniente  en  alto  grado.  Poco  tiempo  después  se  hizo 
circular  con  profusión  la  noticia  de  la  victoria  de  la  misma 
Armada.  A  los  pocos  días  se  supo  el  desastre  de  nuestra  Ma- 
rina, y  se  mandó  recoger  la  falsa  Relación  para  ocultar  nues- 
tra vergüenza. » 


III 


Aunque  en  el  año  de  1607  se  publicó  en  Madrid,  en  la  im- 
prenta de  Luis  Sánchez,  impresor  del  Rey,  «  El  juramento 
qoe  la  Señora  Infanta  D.'  Ana,  por  si  y  en  nombre  del  Sr.  In- 
fante D.  Carlos  y  la  Sra.  Infanta  Doña  María,  sus  herma- 
nos, hicieron  al  Principe  Don  Felipe,  nuestro  señor,  en  las 
Cortes  que  se  celebraron  en  la  villa  de  Madrid  á  16  de  Abril 
del  año  1607.  Y assi  mismo  el  que  hicieron  á  su  Alteza  los 
Prelados,  Grandes  y  Caualleros  de  titulo  y  los  Procurado- 
res de  las  Ciudades  y  Villa  de  voto  en  Cortes,  destos  Rey- 
nos,  en  presencia  de  las  Magestades  del  Rey  y  de  la  Reyna, 
nuestros  Señores)),  este  papel  no  puede  entrar  en  la  categoría 
de  Gaceta  ó  Relación  de  sucesos.  Las  actas  de  estos  Juramen- 
tos eran  documentos  de  oficio;  no  se  vendían  al  público;  cir- 
culaban autorizados  por  los  escribanos  de  Cortes  ó  del  Conse- 
jo, y  constituían  estado  jurídico;  así  fué  como  Felipe  II,  que  no 
permitió  que  en  Madrid  se  publicaran  sino  Pragmáticas,  Pro- 
visiones, Privilegios  y  los  demás  documentos  de  la  literatura 
oficial,  hizo  imprimir  en  1573  el  Juramento  del  Principe  de 
Asturias  D.  Fernando  en  las  Cortes  de  31  de  mayo  en  dicho 
año;  en  1580  el  del  Principe  D.  Diego,  y  en  1584,  el  11  de 


Noviembre,  en  el  Monasterio  de  San  Jerónimo  el  Real,  el  del 
Príncipe  D.  Felipe,  que  le  sucedió.  Las  Relaciones  particula- 
res del  Juramento  del  Príncipe  Felipe  IV,  en  1607,  conside- 
radas como  Gacetas  de  noticias  y  no  como  testificación  de  un 
acto  jurídico  y  de  Estado,  se  publicaron  por  la  industria  pri- 
vada del  periodismo  al  año  siguiente  de  1608,  en  Alcalá  de 
Henares,  en  casa  de  Justo  Sánchez  Crespo,  «  que  sea  en  glo- 
ria »,  y  en  casa  de  Juan  Gracián,  «  que  sea  en  gloria  »  tam- 
bién, de  donde  salieron  dos  ediciones  diferentes. 

Habíanse  verificado  antes,  reinando  ya  Felipe  III  en  1599, 
las  llamadas  Fiestas  de  Denia,  con  motivo  de  la  llegada  de 
dicho  monarca  á  aquella  población  para  celebrar  sus  bodas 
con  la  Archiduquesa  Margarita  de  Austria,  juntamente  con 
las  de  su  hermana  la  Infanta  Doña  Isabel  Clara  Eugenia  con 
el  Archiduque  Alberto,  que  para  esto  se  había  depuesto  de  la 
púrpura  cardenalicia,  que  por  tanto  tiempo  había  ostentado 
durante  sus  Gobiernos  de  Portugal  y  Flandes,  y  aunque,  se- 
gún Gil  González  Dávila  en  el  libro  II,  cap.  VII  de  su  His- 
toria de  Felipe  III,  aun  inédita,  «lo  sucedido  en  este  Ytine- 
rario  lo  escribió  Don  Alvaro  de  Carvajal,  capellán  y  limosne- 
ro mayor  de  aquella  Magestad,  en  los  Libros  diarios,  donde  el 
que  tiene  este  oficio  escribe  cada  día  lo  que  sucede  en  el  Pala- 
cio del  Rey»;  y  aunque  confluyeron  para  solemnizar  aquellos 
sucesos  en  el  ámbito  de  la  literatura  y  de  la  historia  la  musa 
de  Lope  de  Vega  Carpió,  á  quien  el  Marqués  de  Denia,  Duque 
de  Lerma,  arrastró  á  Valencia  con  tal  motivo;  la  de  Gaspar 
de  Aguilar,  invitado  por  el  favor  de  la  casa  ducal  de  Gandía, 
y  Luis  Velez  de  Santander,  que  después  cambió  este  segun- 
do apellido  materno  por  el  de  Guevara,  llevado  de  Andalu- 
cía por  el  Cardenal-Arzobispo  de  Sevilla  D.  Rodrigo  de  Cas- 
tro, y  todos  escribieron  y  publicaron  al  propósito  sendos  li- 
bros y  relaciones  de  ciegos;  ni  de  las  de  estos  escritores  insig- 
nes, ni  de  las  de  los  que  anónimas  las  escribieran  también, 
se  imprimió,  ni  reimprimió  en  Madrid  una  sola,  habiéndolas 
producido  numerosas  en  Valencia  las  prensas  de  Pedro  Pa- 
tricio Mey,  Juan  Chrysóstomo  Garriz  y  Diego  déla  Torre;  en 
Sevilla,  las  de  Rodrigo  de  Cabrera,  Clemente  Hidalgo  y  Juan 
de  León;  en  Valladolid,  las  de  los  herederos  de  Juan  Iñiguez; 
y  en  Toledo,  las  de  Juan  Ruiz. 

El  periodismo,  en  su  forma  todavía  embrionaria  de  Rela- 
ciones de  sucesos  particulares,  no  se  inició  en  Madrid  hasta 
el  año  1612.  El  Poder  Real  y  el  de  sus  Ministros  y  Consejos 


—  26  — 

abrieron  la  mano  para  tolerarlo,  cuando,  con  motivo  «  des 
hereuses  alliances  de  FrAce  et  d'Espaigne»,  y  de  ala  publica- 
tion  des  mariages  du  Roy  <f*  de  Madame  auec  l' Infante  <$/•  le 
Pruiee  d'Espaigne)),  Juan  Millot,  Juan  de  Bordeaulx  y  Juan 
Laquehay,  impresores  de  París,  apar  le  Coinmandement  de 
Sa  Mu J esté  i)  empezaron  á  llenar  el  mundo  político  de  Europa 
con  las  multiplicadas  relaciones  de  sucesos  tan  importantes. 
Partió  de  Madrid  á  París  la  embajada  del  Duque  de  Pastra- 
na  D.  Ruy  Gómez  de  Silva  y  Mendoza,  «el  mas  bizarro  y  de 
buen  rostro  y  cuerpo  que  ay  en  España»;  de  París  vino  reci- 
procamente á  las  capitulaciones  la  embajada  del  Duque  de 
Mayenne,  Enrique  de  Lorraine,  enviado  de  la  Regente  de 
Francia,  María  de  Médicis;  y  cuando  toda  Europa  ardía  en 
curiosidad  é  interés  por  una  aproximación  de  las  dos  coronas, 
en  un  suceso  de  familia  que  había  de  ejercer  un  influjo,  no 
por  todos  previsto,  aunque  por  todos  sentido,  en  la  política 
general  del  continente,  ni  al  Rey  Felipe  III,  ni  á  su  valido  el 
Duque  de  Lerma,  parecióles  que  era  disculpable  tener  en  la 
corte  de  España  cerradas  las  válvulas  de  la  opinión  hasta  para 
los  desfogues  de  los  entusiasmos  populares. 

Kn  las  altas  esferas  del  poder  pensóse  en  imprimir  direc- 
ción á  estos  desfogues,  sometiendo  la  redacción,  ya  de  los  li- 
bros, ya  de  los  papeles  volantes  que  hubieran  de  ver  la  luz 
pública,  al  talento  probado  de  un  ingenio  conocido,  y  Tamayo 
de  Vargas  nos  testifica  que  para  este  delicado  encargo  fué  de- 
signado Gabriel  Lasso  de  la  Vega,  que,  aunque  sin  dar  su  nom- 
bre, escribió,  en  efecto,  la  Jornatla  de  los  Duques  de  Pastra- 
na  ;/  de  Humena;  nombre  el  último  con  que  el  oído  vulgar  co- 
rrompió el  del  titulo  de  Enrique  de  Lorraine,  Duque  de  Ma- 
yenne. Pero  contra  estas  altas  previsiones  presentáronse  de 
improviso  en  la  palestra  tres  paladines  aspirando  al  aún  des- 
conocido honor  del  periodismo:  éstos  fueron  el  precoz  erudi- 
to Pei<vo  Mantuano,  que  á  instigaciones  del  Condestable  de 
Castilla,  Juan  Fernández  de  Velasco,  ya  había  tratado  de  su- 
bírsele á  las  barbas  al  talento  serio,  fundamental  y  mermado 
del  P.  Juan  de  Mariana,  padre  y  maestro  de  la  Historia  en  Es- 
paña; otro  joven,  andaluz  también,  é  indudablemente  de  Se- 
villa, Andrés  Al/nansa  de  Mendoza,  que  acaso  vino  en  la  co- 
mitiva familiar  del  Conde  de  Olivares  D  Gaspar  de  Guzmán, 
cuando  éste  fué  llamado  á  los  servicios  palatinos  del  Prínci- 
pe Felipe  IV,  y,  finalmente,  aquel  Cristóbal  Suárez  de  Figue- 
roa,  ya  distinguido  desde  1609  en  Valencia,  con  las  prosas  y 


versos  de  La  constante  Amarilis  y  la  traducción  de  la  tragi- 
comedia pastoral  de  Juan  Bautista  Guarirá  El  Pastor-  Fido, 
y  que  en  el  mismo  año  de  1612  lanzaba  á  los  vientos  de  la  pu- 
blicidad su  heroico  poema  de  España  defendida.  Cada  uno  de 
estos  escritores  venia  apoyado  por  influencias  cortesanas  de 
gran  peso.  Ausente  en  la  embajada  de  Londres  el  Condesta- 
ble de  Castilla,  habíase  arrimado  el  sagaz  malagueño  Pedro 
Mantuano  á  los  poderosos  auspicios  del  Conde  de  la  Oliva, 
D.  Francisco  Calderón,  primogénito  del  Marqués  de  Siete 
Iglesias;  Almansa  de  Mendoza  tenía  en  su  favor  toda  la  casa 
de  los  Guzmanes,  asi  de  la  ducal  de  Medina-Sidonia,  tan  pro- 
pincuamente emparentada  con  la  casa  de  Silva,  y  por  ésta  con 
la  de  Lerma,  como  déla  condal  de  Olivares;  y  Suárez  de  Fi- 
gueroa  descansaba  en  el  patrocinio  del  quinto  Marqués  de 
Cañete,  D.  Juan  Andrés  Hurtado  de  Mendoza,  ídolo  de  las 
letras.  De  las  prensas  de  Alonso  Martín  salieron  las  tres  Re- 
laciones de  entradas,  fiestas  y  capitulaciones;  y  Almansa  y 
Mendoza,  dejando  traslucir  ya  su  instinto  periodístico,  añadió 
á  la  suya  un  capítulo  de  Gacetilla  de  corte,  con  las  noticias  de 
gracias,  mercedes  y  otros  sucesos  de  los  días  en  que  se  publi- 
có. Todas  las  tres  fueron  reimpresas:  la  de  Pedro  Mantuano, 
en  Málaga,  por  Antonio  Rene;  la  de  Almansa  y  Mendoza,  en 
Granada,  por  Bartolomé  de  Lorenzana:  y  en  Zaragoza,  la  de 
Suárez  de  Figueroa,  por  Juan  de  Lanaja  y  Quartanet;  pero  en 
el  concurso  de  influjos  vencieron  los  del  primogénito  del  Mar- 
qués de  Siete  Iglesias,  y  su  protegido  Pedro  Mantuano  fué  el 
designado  para  compendiar  en  un  libro  historial  y  de  Estado 
todos  aquellos  sucesos.  El  libro  se  tituló  Casamientos  de  Es- 
paña y  Francia  y  viaje  del  Duque  de  Lerma,  llevando  la 
Reyna  Christianissima  Doña  Ana  de  Austria  al  passo  del 
Beobia,  y  trayendo  la  Princesa  de  Asturias,  nuestra  Señora, 
y  se  imprimió  con  extraordinario  lujo  el  año  1618  en  la  Em- 
prenta Real,  por  Thomas  Zunti,  impressor  del  Rey,  nuestro 
Señor. 

De  estos  accidentes  resultaron  dos  hechos  á  cual  más  im- 
portante: el  de  la  introducción  en  Madrid,  corte  de  España, 
del  periodismo,  de  que  hasta  entonces  había  permanecido 
excluida,  y  la  aparición  del  tipo  característico  del  gacetero  ó 
periodista.  Este  tipo  no  se  realizaba  ciertamente  ni  en  Pedro 
Mantuano,  que  nunca  consagró  su  inteligencia  sino  á  estu- 
dios críticos  indigestos,  sin  parir  nada  original  y  provechoso, 
ni  en  Cristóbal  Suárez  de  Figueroa,  que,  después  de  pasar  á 


-  28   - 

Italia  de  auditor  de  gente  de  guerra  por  S.  M..  volvió  á  la 
Península  para  desempeñar  en  la  costa  granadina  el  empleo 
de  fiscal,  juez,  gobernador  y  comisario  contra  bandoleros, 
y  que  esmaltó  toda  su  laboriosa  vida  con  la  continuada  pro- 
ducción de  libros  tan  estimados  como  los  Hechos  del  cuarto 
Marqués  de  Cañete,  La  Historia  y  relación  anal  de  las  mi- 
siones de  los  jesuítas  en  Oriente,  El  Pasagero,  la  Plaza  Uni- 
versal de  todas  las  ciencias,  el  Pusilipo,  etc.  El  tipo  del  pe- 
riodista sagaz,  activo,  perspicaz,  mañoso,  se  encarnó  en  aquel 
joven  evidentemente  sevillano  Andrés  Almansa  y  Mendoza, 
el  cual,  para  hacerse  notar,  lo  primero  que  escribió,  después 
de  las  relaciones  de  las  bodas  de  España  con  Francia,  de  las 
que,  además  de  la  publicada  en  Madrid,  mandó  á  Sevilla, 
donde  se  imprimieron  en  casa  de  Clemente  Hidalgo,  enfren- 
te del  Correo  Mayor,  tres  más  sucesivas  y  numeradas  sobre 
los  casamientos,  desde  que  Madama  Isabel  de  Borbón  llegó 
á  Burdeos  el  17  de  Octubre  de  1615,  hasta  su  desposorio  en 
Burgos  y  su  entrada  pública  en  Madrid,  adicionándolas  con 
otras  noticias  de  actualidad,  como  (da  victoria  que  tuuo  el 
gran  Mariscal  de  Francia  contra  el  Príncipe  de  Conde,  reue- 
lado  contra  su  Bey,  y  otras  cosas  notables  y  de  mucho  gus- 
to», fué  un  Discurso  contrapuesto  al  de  Pedro  Mantuano  so- 
bre la  jornada  de  Francia,  dado  a  los  Consejos  Real  y  de 
Estado  y  Gobierno.  Este  Discurso  nunca  ha  sido  publicado. 
El  manuscrito  original  y  autógrafo  se  halla  en  la  Beal  Aca- 
demia de  la  Historia,  Archivo  de  Salazar,  N.  5,  fol.  118-28; 
pero  de  él  se  sacaron  y  circularon  muchas  copias,  en  las  que 
Gayangos,  en  el  Kalendar  del  British  Museum,  registra  una 
en  el  vol.  j,  pág.  270,  de  los  Manuscritos  españoles.  El  Din- 
curso,  por  último,  está  dirigido  á  un  limo.  Sr.,  que  no  es 
otro  que  D.  Diego  de  Guzmán,  Patriarca  de  las  Indias, 
«Maestro  de  la  Reina»,  de  quien  Mantuano  en  su  libro 
había  hecho  absoluta  omisión,  así  como  del  Arzobispo  de 
Granada  D.  Galcerán  Albanell;  del  Duque  de  Pastrana,  que 
había  sido  el  embajador  de  las  capitulaciones  en  París;  de 
los  Marqueses  de  Peñafiel,  primogénito  de  Osuna,  Flores  Dá- 
vila,  Tovar,  Laguna  y  Velada;  del  Conde  de  Monclova,  y  de 
otros  sujetos  tan  caracterizados  y  visibles  como  D.  Fernando 
Carrillo,  D.  Juan  de  Castilla,  D.  Diego  de  Ibarra  y  D.  Diego 
Brochero. 

Almansa  y  Mendoza  se  proponía  en  este  Discurso,  des- 
pués de  haberse  aplicado  á  la  lectura  de  aquel  libro,  que, 


—  29  - 

como  la  de  otros,  le  servían  de  «último  asilo  á  la  fortuna 
deshecha  que  padezco  en  el  mar  tempestuoso  de  ía  corte», 
corregir  á  un  autor  de  no  advertido  talento,  que,  dando  mo- 
tivo á  las  censuras  de  políticos  y  estadistas,  aun  con  haber 
tenido  noticia  cierta  de  todos  los  sucesos  por  D.  Lorenzo  Ra- 
mírez de  Prado,  del  Consejo  de  S.  M.,  había  lanzado  un  li- 
bro indigno  de  haber  sido  impreso,  en  que,  con  lenguaje 
rudo,  trabazón  desigual  y  sobra  de  hipérboles  y  palabras  de 
exornación,  se  había  cuidado  más  de  la  adulación  de  los  po- 
derosos y  de  la  depresión  de  los  espíritus  independientes,  que 
del  realce  de  la  verdad  y  el  espíritu  nacional.  «Dar  honra  es 
tenerla»,  decía  acerca  de  los  que  había  condenado  á  delibe- 
rado silencio,  «bien  que  hay  personas  de  quienes  ni  la  alaban- 
za se  puede  desear»;  y  atendiendo  á  la  confusión  que  era  muy 
propia  del  genio  de  Mantuano,  no  esperaba  «que  nunca  los 
papeles  de  este  autor  ayudaran  a  las  disposiciones  prácticas 
de  la  política,  pues,  como  cierto  curioso  decía  del  libro  de  los 
Casamientos,  sus  obras  todas  serían  como  verdad  del  diablo, 
que  siempre  se  guarnece  de  mentiras».  En  otro  lugar,  Al- 
mansa  y  Mendoza  añade:  «para  imprimir  este  libro  se  salió 
de  casa  del  Sr.  Conde  de  Lemos,  pues  de  casa  de  tal  ingenio 
no  habían  de  salir  efectos  tan  ignorantes»;  mas  en  todo  le 
reconocía  un  principio  viciado,  desde  que  en  sus  Adverten- 
cias á  la  Historia  de  Juan  de  Mariana  se  consintió  á  su  pe- 
tulancia poner  objeciones  á  quien  fué  luz  de  la  ciencia,  y  á 
quien  las  naciones  dan  el  primer  lugar  en  ella. 

Aunque  los  dictados  de  la  emulación  entraron  en  buena 
parte  en  la  acritud  de  estas  censuras,  debió  haber  mucho  en 
ellas  que  agradase  á  una  parte  de  la  opinión,  principalmente 
en  aquel  partido  hostil  que  se  había  formado  contra  la  pri- 
vanza del  Duque  de  Lerma,  y  que  cada  día  aumentaba  el  nú- 
mero de  sus  secuaces.  Por  esta  causa,  en  el  espacio  que  me- 
dió entre  la  publicación  del  libro  de  Mantuano  y  la  muerte 
prematura  del  rey  Felipe  III,  la  introducción  del  periodismo 
en  Madrid  por  medio  de  las  Gacetas  ó  Relaciones  de  sucesos 
particulares  debió  chocar  en  nuevos  inconvenientes  opuestos 
por  el  Poder,  pues  no  logró  realizar  ningún  progreso. 

El  momento  de  la  exaltación  de  Felipe  IV  al  Trono  y  del 
cambio  total  de  ministros  y  gobernantes,  marcó  la  hora  de 
hacer  en  España  un  nuevo  ensayo  en  los  vehículos  de  la  pu- 
blicidad, y  Andrés  Almansa  de  Mendoza  entró  de  lleno  en- 
tonces en  el  magisterio  del  nuevo  ensayo. 


-  30  — 

Enteramente  desconocido  este  escritor  por  los  eruditos  de 
cerca  de  tres  siglos;  ignorada  su  existencia  hasta  por  el  dili- 
gente Nicolás  Antonio,  después  de  mediado  el  siglo  que  aca- 
ba de  terminar,  el  ilustre  Fernández -Guerra  descubrió  su 
nombre  al  buscar  la  genealogía  histórica  de  la  Gaceta  de 
Madrid  en  1860.  Después  Gayangos  llamó  ya  más  la  atención 
sobre  él,  así  en  la  Rutista  de  la  Universidad  de  Madrid 
como  en  el  Memorial  Histórico  Español  al  publicar  las  Car- 
tas de  noticias  de  los  PP.  de  la  Compañía  de  Jesús  Ultima- 
mente,  habiéndose  encontrado  impresas  diez  y  siete  cartas 
entre  sí  articuladas  y  conservando  desde  1621  á  1626  cierta 
periodicidad  regular  y  sistemática,  con  algunas  otras  Rela- 
ciones más  de  sucesos  varios,  el  Marqués  de  la  Fuensanta  del 
Valle  y  D.  José  Sánchez  Rayón  publicaron  en  1886  un  pre- 
cioso volumen  para  contenerlas  reunidas  Con  todo,  ni  Fer- 
nández-Guerra, ni  Hayangos,  ni  Fuensanta  del  Valle,  ni 
Sánchez  Rayón  lograron  encontrar  todos  los  papeles  volan- 
tes de  novedades  que  de  Almansa  y  Mendoza  existen  impre- 
sos y  desparramados  por  todos  nuestros  depósitos  bibliográ- 
ficos, ni  exploraron  sus  obras  manuscritas  y  autógrafas  que 
nuestra  Real  Academia  de  la  Historia  custodia,  asi  en  la  co- 
lección que  fué  del  Marqués  de  Villahumbrosa,  como  en  la  de 
los  Jesuítas,  ni  obtuvieron  de  sus  propios  escritos,  á  falta  de 
otros  medios  de  investigación,  las  noticias  biográficas  que  de 
ellos  resultan,  ni  mucho  menos  hallaron  en  la  colección  cita- 
da de  Villahumbrosa,  que  forma  parte  del  Archivo  de  Sala- 
zar,  el  único  número  que  hasta  ahora  se  conoce  de  una  Gace- 
ta formal  de  la  corte,  que  en  cuatro  hojas  en  cuarto,  con  el 
nombre  también  de  Carta  numerada  y  sin  pie  de  imprenta, 
comenzaron  á  publicarse  el  mismo  año  1621,  y  que  debe  ser 
considerada  como  el  primer  fundamento  del  periódico  oficial 
del  Gobierno  de  España,  la  Gaceta  de  Madrid. 


IV 


Para  conjeturar  que  Andrés  Almansa  de  Mendoza  fué  se- 
villano, me  he  apoyado  en  lo  que  desde  Barcelona  decía 
en  27  de  Marzo  de  1627  en  su  Qnarta  relación  y  diario  déla 
entrada  del  Cardenal-Legado,  á  D.  Alonso  Pérez  de  Guz- 
mán,   arzobispo  de  Tyro  :   «dos  años  ha  que  honrando  Su 


—  31   - 

Mag.'  nuestra  Sevilla  y  en  casa  de  V.  S.  I.»...  Que  era  de 
noble  sangre,  se  advierte  desde  los  primeros  de  sus  papeles 
de  noticias:  —  «Caria  que  escribió  un  Señor  de  esta  cor- 
ten  ,  dice  en  cabeza  de  la  del  13  de  Abril  de  1621.  —  «Car- 
ta segunda  que  escribió  un  caballero  de  esta  corten...,  dice 
la  de  16  de  Mayo.  En  la  Relación  de  fiestas  reates  de  toros  // 
cañas,  que  en  Junio  de  1623  dedicó  al  Duque  de  Buckingham. 
también  en  la  dedicatoria  escribía:  —  «El  gran  Conde  de  Be- 
na vente,  padre  de  tan  buenos  hijos,  me  decía:  La  niai/or  di- 
cha de  tos  Principes,  es  poderse  servir  de  hombres  de  alta 
esfera.»  En  una  Relación  de  justas,  torneo?  y  saraos  en  Bar- 
celona, en  Enero  de  1627,  de  anteíirma  se  suscribe  El  Motilón 
del  Teatro;  y  en  la  Vitoria  que  los  monges  del  monasterio  de 
Nra.  Sra.  de  Oya,  de  la  orden  del  Cister,  tuvieron  contra 
cinco  navios  de  turcos,  que  imprimió  en  Sevilla  Francisco  de 
Lira,  en  1624.  adicionó  su  firma  con  el  dictado  de  asistente 
en  la  corte;  y  en  su  carta  al  Conde  de  Benavente,  suscribe 
Un  virtuoso  desta  corte;  pero  en  la  Carta  que  dirigió  al  Du- 
que de  Medina-Sidonia,  en  23  de  Noviembre  del  mismo  año. 
dándole  el  pésame  por  la  muerte  de  la  Duquesa,  su  mujer, 
expresa  su  inexcusable  obligación  en  hacer  apena  de  desco- 
nocido, lo  que  por  naturaleza  sele  debe  y  lo  que  por  su  ánimo 
grangea». 

Desde  que,  rival  de  Pedro  Mantuano,  se  presenta  en  el 
palenque  de  la  publicidad  con  motivo  de  los  Casamientos  con 
Francia,  se  le  ve  girar  alrededor  del  Patriarca  de  las  Indias 
D.  Diego  de  Guzmán.  Sus  cartas  de  noticias  fueron  dirigidas 
á  un  amigo  que  residía  fuera  de  Madrid,  y  este  amigo  fué  el 
mismo  D.  Alonso  Pérez  de  Guzmán  el  Bueno  y  Mendoza, 
hermano  menor  del  Duque  de  Medina-Sidonia,  con  quien  re- 
sidía en  su  palacio  de  esta  ciudad.  Trátale  de  merced  en  las 
nueve  Cartas  de  novedades  que  le  dirigió  desde  el  13  de  Abril 
de  1621  hasta  el  16  de  Noviembre  de  1622:  mas  elevado  des- 
pués á  la  mitra  y  á  otras  dignidades  eclesiásticas  D.  Alonso, 
le  da  la  cortesía  de  vuestra  se/loria  ilustrisima,  lo  que  no  le 
extraña  de  los  vínculos  de  la  intimidad,  tanto  porque  esta 
respetuosa  atención  era  entonces  común  en  las  relaciones 
hasta  de  padres  é  hijos,  cuanto  porque  en  la  expedición  de  la 
corte  á  Sevilla  y  al  bosque  de  Doña  Ana  en  1624,  Almansa  y 
Mendoza,  que  la  acompañó,  fué  recibido  y  albergado  en  la 
casa  de  los  Duques;  y  cuando  en  1627  se  anticipó  á  la  expedi- 
ción de  la  corte  á  Barcelona  para  las  paces  con  Francia,  df?s- 


-  32  — 

de  la  ciudad  condal  siguió  la  misma  comunicación  frecuente 
con  el  que  ya  había  sido  elevado  al  arzobispado  de  Tyro,  al 
Patriarcado  de  Indias  y  á  los  cargos  palatinos  de  limosnero 
y  capellán  mayor  del  Rey  Felipe  IV.  Las  relaciones  con  la 
casa  del  Conde  Duque  en  Madrid  y  sus  allegadas  participan 
de  esta  misma  comunicación,  y  en  sus  cartas  de  noticias 
muestra  por  D.  Gaspar  de  Guzmán,  el  valido  de  Felipe  IV, 
una  adoración  que  traspasa  los  límites  de  la  mera  observa- 
ción política  No  hay  que  olvidar  que  si  por  lo  Mendoza  pudo 
contarse  entre  los  deudos  de  la  casa  ducal  deMedina-Sidonia, 
por  la  Duquesa  Doña  Ana,  por  lo  Almansa  pudo  también  te- 
ner parentesco  mas  ó  menos  inmediato  con  la  del  Marqués 
de  Alcañices  D.  Alvaro  de  Almansa,  que,  como  se  sabe,  esta- 
ba casado  con  Doña  Inés  de  Guzmán,  hermana  del  Conde- 
Duque. 

La  órbita  de  sus  relaciones  sociales  le  coloca  en  la  fami- 
liaridad de  los  personajes  más  visibles  de  su  tiempo.  La  dedi- 
catoria de  la  mayor  parte  de  sus  Relaciones  de  sucesos  parti- 
culares, independientemente  de  las  Cartas  de  noticias  que 
escribió  para  D.  Alonso  de  Guzmán  y  el  Duque  su  hermano, 
para  el  Duque  de  Béjar  y  para  el  P.  Fabián  López,  de  la 
Compañía  de  Jesús,  si  pudieron  tener  el  estimulo  de  la  remu- 
neración ó  del  favor,  denota,  sin  embargo,  que  no  le  estaban 
cerrados  los  más  altos  umbrales.  Al  Rey  Felipe  IV  dedicó  su 
Relación  de  la  vida  y  muerte  de  Fray  Simón  de  Rojas,  con- 
fesor de  la  Reina;  al  Conde  de  Olivares,  la  del  bautizo  de  la 
Infanta  Doña  Margarita;  y  á  la  Condesa,  su  mujer,  la  de 
las  capitulaciones  matrimoniales  de  su  hija  Doña  María  de 
Guzmán  con  el  heredero  del  Marqués  de  Toral,  Marqués  de 
Liche;  al  Patriarca  D.  Diego  de  Guzmán,  la  del  presente 
de  los  veinticuatro  magníficos  caballos  que  su  sobrino  el  Du- 
que de  Medina-Sidonia  regaló  al  Rey;  al  Conde  de  Benaven- 
te,  la  de  la  muerte  y  vida  del  Conde,  su  padre,  y  la  de  su  her- 
mano D.  Rodrigo  de  Pimentel;  á  Doña  María  Paulina  de 
Chaves,  la  del  auto  de  fe  de  1624;  y  un  año  antes,  con  motivo 
de  la  inopinada  venida  del  Príncipe  de  Gales,  al  Conde  de 
Gondomar,  la  descripción  de  la  llegada  del  augusto  hués- 
ped; al  Marqués  de  Astorga,  Conde  de  Trastamara,  la  de  los 
dos  banquetes  que  el  Conde  de  Monterey  dio  al  Duque  de 
Buckingham  y  á  los  de  la  comitiva  del  Principe  de  Inglaterra; 
á  la  Duquesa  de  Rioseco,  Doña  Vitoria  Colonna,  la  de  la  más- 
cara que  dispuso  su  marido  el  Almirante  de  Castilla;  y  á  Don 


-  33  — 

Alonso  Neli  de  Rivadeneyra,  señor  de  la  Vega  de  Pones,  la 
de  la  partida  de  los  huéspedes  británicos  para  su  reembarque. 
Aún  no  sería  necesaria  la  testificación  que  implica  este  nú- 
mero considerable  de  personas  de  alto  rango  á  quien  Alman- 
sa  de  Mendoza  dirigió  estos  escritos  de  su  pluma  para  per- 
suadirse de  que  su  posición  entre  esta  clase  de  gentes  fué  el 
nervio  principal  de  sus  informaciones  políticas,  con  que  com- 
puso asi  suGaceta  como  sus  Carlas  de  novedades.  Suponien- 
do que  tal  vez  hubiera  pertenecido  á  la  servidumbre  de  la 
Casa  Real,  pues  que  desde  1621  acompañó  a  la  corte  en  todas 
sus  jornadas,  acudí  a  los  Archivos  de  Palacio;  pero  en  ellos 
no  se  ha  hallado  ningún  rastro  del  fundador  de  la  Gaceta  de 
Madrid.  Lo  mismo  me  ha  sucedido  en  el  Archivo  general  de 
Simancas. 

Tenemos  datos  para  asegurarnos  de  que  Almansa  y  Men- 
doza hizo  del  gacetismo  la  profesión  que  le  ayudaba  á  la  vida, 
no  ciertamente  rodeada  de  comodidades,  si  bien  en  carta  al 
Duque  de  Béjar,  fechada  el  23  de  Febrero  de  1624,  le  decía, 
impugnando  á  los  que  le  perseguían  por  la  encidia:  «  Estoy 
en  infelice  estado;  mas  ni  la  esperanza  de  mayor  fortuna  me 
desvanece,  ni  el  temor  de  perder  la  que  poseo  postra  mi  ánimo 
constante.»  Así  en  estas  cartas  al  Duque  de  Béjar,  como  en 
muchas  de  las  que  dirigió  á  D.  Alonso  de  Guzmán.  antes  y 
después  de  ascender  al  arzobispado,  consigna  con  persisten- 
cia que  las  escribe  porque  se  le  manda  escribirlas;  y  en  carta 
de  ¿9  de  Agosto  de  1623  al  P.  Fabián  López,  de  la  Compa- 
ñía de  Jesús,  dirigíale  esta  advertencia:  «A  quatro  ó  cinco 
deue  Vmd.  Respuesta,  en  que  deseo  sauer  si  gusta  la  conti- 
nuación de  la  correspondencia,  y  que  se  sirua  de  Remitirme 
lo  seruido  con  tal  puntualidad:  que  en  Madrid  todos  necesi- 
tan ;  sobre  que  encargo  á  Vmd.  su  conciencia,  y  es  el  mayor 
peso  que  le  pudiera  hacer. »  En  otra  carta  á  Neli  de  Riva- 
deneyra  consta  que  el  Principe  de  Gales,  por  su  propia  mano, 
le  dio  tres  mil  reales  de  regalo  por  los  papeles  que  había  es- 
crito de  las  fiestas  que  en  Madrid  se  le  hicieron. 

Se  ha  dado  mayor  importancia,  desde  que  Gayangos  las 
reveló,  á  sus  Cartas  de  novedades  que  á  las  demás  obras  pe- 
riodísticas de  Almansa  y  Mendoza;  pero  hay  que  tener  en 
cuenta  que  Gayangos  no  conoció  el  número  de  su  Gaceta  que 
se  halla  en  la  colección  de  Villahumbrosa,  y  que  aun  acerca  de 
las  mismas  Cartas  reunidas  por  Fuensanta  del  Valle  y  San- 
cho Rayón  es  preciso  hacer  alguna  rectificación  importante. 

3 


-  34  — 

Así  Gayangos  como  los  editores  de  las  Cartas  creyeron  que 
éstas  fueron  impresas  originariamente  en  Sevilla,  de  los  tras- 
lados facilitados  en  Medina  Sidonia  por  D.  Alonso  de  Guz- 
mán.  Esto  no  es  exacto.  Muerto  Felipe  III,  Andrés  de  Men- 
doza, asistente  en  la  corte,  emprendió  simultáneamente  en 
Madrid  dos  publicaciones  de  índole  muy  distinta :  la  de  su 
Gaceta,  que  simplemente  apellidó  Carta  primera,  segunda, 
tercera,  cuarta,  sin  más  epítetos  ni  explicaciones  titulares,  y 
la  de  las  Relaciones  y  avisos  de  sucesos,  que  impresos  en- 
viaba desde  aquí  á  su  correspondiente.  Las  Gacetas  se  publi- 
caban en  cuatro  hojas  en  cuarto,  y  las  Re/aciones,  con  epí- 
grafes diversos  para  cada  una,  en  dos  hojas  en  folio,  y  ni 
aquéllas  ni  éstas  llevaban  pie  de  imprenta. 

El  primero  de  estos  papeles  en  folio  se  titulaba  Copia  de 
ana  carta  \  Que  escriuió  vn  señor  desta  corte  a  vn  su  amigo, 
y  empezaba  así:  —  «Por  auerme  mandado  V.  m.  le  auise 
de  la  muerte  de  su  Mag.\  le  escriuo  esta  con  gusto,  por 
seruidor  suyo,  y  con  particularidad,  por  auer  sido  testigo 
de  vista  y  oidas  de  muchas  de  las  cosas  que  le  diré  aquí 
breuemente  por  no  cansarle »  Al  final  decía,  para  con- 
cluir: —  «Esto  es  lo  cierto:  aunque  no  lo  es  todo  lo  que  se 
dice.  Guarde  Dios  á  V.  m.  Abril  13  »  El  segundo  de  estos  pa- 
peles se  encabezaba,  en  la  edición  original  de  Madrid,  de 
modo  muy  distinto:  ((Relación  de  la  muerte  g  honras  fú- 
nebres del  Rey  D.  Felipe  III,  celebradas  en  los  conventos  de 
San  Gerónimo  y  Santo  Domingo:  alzamiento  del  pendón  por 
el  Rey  D.  Felipe  IV  y  su  entrada  pública  desde  San  Geróni- 
mo á  Palacio.  —  Carta,  segunda  que  escribió  un  caballero  de 
esta  corte  á  un  su  amigo.))  Ni  este  papel  ni  el  anterior  lle- 
vaban pie  de  imprenta;  pero  apenas  salieron  en  Madrid,  fue- 
ron reimpresos  uno  y  otro:  en  Valladolid,  «con  licencia  del  or- 
dinario», por  la  Viuda  de  Francisco  de  Córdoba;  y  en  Sevi- 
lla, por  luán  Serrano  de  Vargas  y  Vreña,  enfrente  del  Co- 
rreo Mayor.  En  una  y  otra  reimpresión  se  modificaron  las 
lineas  del  epígrafe,  aunque  se  hizo  constar  su  procedencia 
de  un  señor  ó  de  un  caballero  desta  corte. 

De  la  Gaceta  de  Almansa  y  Mendoza,  repito  que  no  se  co- 
noce sino  un  solo  número,  que  es  el  4."  Su  titulo,  simple  y 
sencillamente,  dice  Carta  quarta.  Carece  de  paginación,  de 
signatura,  de  fecha  y  de  pie  de  imprenta,  y  se  diferencia  de 
las  anteriores  Cartas  de  sucesos  y  novedades  en  que  sólo  con- 
tiene noticias  do  oficio  ó  actos  oficiales.  Las  noticias  se  redac- 


—  35  — 

tan  con  la  sobriedad  de  un  mero  índice,  y  sobre  ninguna  de 
ellas  se  vierten  juicios  ni  se  hacen  comentarios;  y  aunque  en- 
tre unas  y  otras  no  haya  analogía,  se  insertan  continuadas, 
sin  división  de  artículos  ni  espacios  de  continuidad  Hé  aquí 
la  reproducción  exacta  de  la  primera  de  las  siete  planas  que 
ocupa: 

Carta  quarta. 

«Dio  su  Magestad  al  Duque  de  Gandia  el  condado 
de  Villalonga  |  y  treynta  y  dos  mil  ducados  de  ayuda 
de  |  costa.  Al  Conde  de  Villafranqueza,  el  condado  que 
te  |  nia  por  dos  vidas,  dio  perpetuo,  y  una  villa  en  el 
Reyno,  |  de  Aragón,  y  dos  mil  ducados  de  renta.  Al 
Marques  del  |  Villar,  la  Encomienda  de  Diana,  de  fu- 
tura sucesión  de  |  Don  Rodrigo  Calderón.  Don  Sancho 
de  Monroy,  Vee  |  dor  general  del  Reyno  de  Portugal, 
fue  a  Francia  a  la  Em  |  baxada  trasordinaria  por  la 
posta.  Despachóse  priuilegio  |  en  que  se  hizo  ciudad  a 
Luzena,  villa  en  el  Andaluzia,  a  |  pedimento  del  Du- 
que de  Segorue,  señor  della.  Dio  el  In  |  quisidor  gene- 
ral antes  de  su  detención  plaza  de  Consejo,  |  consulta- 
da con  el  Rey  muerto,  a  Don  Pedro  de  la  Torre  |  In- 
quisidor de  Cuenca,  y  viniendo  a  tomar  possession  don  | 
Mendo  de  Benavides.  no  se  la  dio,  proueyendo  como 
mas  |  antiguo  la  plaza  en  Don  Pedro  de  Cifuentes,  fis- 
cal del  Con  |  sejo  y  la  fiscalia  a  Don  Pedro  de  Bergara 
Gabiria,  In  '  quisidor  de  Logroño.  Viernes  a  veyntitres 
del  passa  |  do,  beso  la  mano  á  su  Mag.d  el  Marques 
de  Astorga,  |  acompañándole  entre  los  demás  señores 
veynte  y  tres  Grandes,  lleuando  el  Duque  de  Ariscoto, 
y  de  Don  Duarte  de  Portugal.  Dia  de  Santiago,  salien- 
do su  Mages  |  tad  á  la  capilla,  llego  el  correo  de  Flan- 
des,  con  la  nueua  |  del  señor  Archiduque  Alberto  Prín- 
cipe glorioso,  tanto  |  por  el  gouierno  doméstico  y  po- 
lítico, quanto  por  auer  a  |  cauado  la  tregua,  pues  en  los 
dias  de  su  muerte,  se  rom  |  pió  la  guerra  con  los  reuel- 
des  de  aquellos  Estados.  Para  |  lo  qual  su  Mag.'1  es- 
tos dias  con  liberales  manos  ha  li  |  brado  un  millón  y 
seyscientos  mil  escudos » 

Ni  de  la  periodicidad  con  que  se  publicaba  esta  Gaceta,  ni 
del   tiempo  que  duró  su  publicación  puede  formarse  idea, 


—  36  — 

mientras  el  hallazgo  de  otros  números  no  facilite  la  ilus- 
tración de  todas  las  circunstancias  con  que  fué  fiíndada.  Lo- 
que racionalmente  puede  colegirse  de  los  datos  que  suminis- 
tran los  otros  papeles  coleccionados  de  Almansa  y  Mendoza* 
es  que  su  existencia  fué  breve,  y  que,  combatida  por  las  alar- 
mas de  algunos,  que  no  vieron  su  creación  con  buenos  ojosr 
sufrió  los  mismos  embates  que  las  Relaciones  de  novedades, 
las  cuales,  así  como  la  Gaceta  tuvo  enteramente  que  desapa- 
recer por  entonces,  se  vieron  constreñidas  á  emigrar  de 
Madrid  para  ser  publicadas;  y  aun  asi,  produciendo  muchos 
disgustos  á  su  autor  al  llegar  impresas  de  Sevilla,  retardó  ya 
cuanto  pudo  el  escribirlas,  rompiendo  el  sistema  de  periodi- 
cidad que  se  propuso  observar  al  iniciarlas,  hasta  que,  envuel- 
tas en  otros  sucesos,  fueron  expirando,  ó  hasta  que  el  mismo 
Almansa  y  Mendoza  murió  ;  porque  se  hace,  á  la  verdad, 
chocante  que,  habiendo  ido  en  Diciembre  de  1626  á  Barcelo- 
na, á  ser  testigo,  así  de  la  llegada  del  Cardenal  Legado  como 
del  Rey  Felipe  IV  con  su  corte  para  tener  Cortes  y  negociar 
las  paces,  allí  en  1627  se  apague  su  voz  para  no  resonar  más 
con  nuevas  producciones  de  su  ingenio. 

La  oposición  que  desde  su  aparición  se  hizo  en  la  corte  á 
la  Gaceta  y  á  las  Cartas  de  novedades  de  Andrés  de  Mendo- 
za, comenzó  éste  á  explicarla  á  D.  Alonso  de  Guzmán  desde 
su  carta  del  14  de  Octubre  de  1621,  en  que  le  decía:— «No  he 
podido  ni  escribir  ésta,  ni  remitir  á  vuestra  merced  aquélla 
con  más  priesa,  porque  ha  parecido  á  muchos  grande  mi  cui- 
dado en  avisar  á  vuestra  merced  de  los  sucesos  de  aquí,  y 
han  procurado  estorbarlo.  ¡Como  si  mis  cartas  tuviesen  algo 
dañoso  contra  la  rectitud  y  la  prudencia!  Pues  antes  este 
modo  de  escribir  es  loable,  pues,  sin  faltar  á  la  verdad  de  los 
sucesos  y  sin  daño  de  nadie,  se  da  un  alivio  á  los  deseos  de 
los  ausentes  de  la  corte,  para  que  pasen  las  horas  con  menos 
ocio;  entretenimiento  á  que  yo  principalmente  tiro  con  escri- 
bir á  vuestra  merced,  sin  obligarle  á  que  lo  crea,  pues  ni  yo 
escribo  más  que  lo  que  oigo,  ni  ello  tiene  fuerza  de  ley  ó 
pramática  que  no  puede  dudarse  ó  contradecirse-  De  más, 
que  si  la  curiosidad  de  los  libreros  es  tal,  que  saca  mis  cartas 
á  la  calle,  ¿qué  culpa  tiene  lo  que  yo  hago  en  mi  casa?  Vues- 
tra merced,  si  quiere  saber  nuevas,  las  guarde  mejor:  que  no 
quiero,  por  servir  á  vuestra  merced,  disgustar  á  nadie.» 

Entre  la  carta  del  22  de  Octubre  de  1621  y  la  siguiente  de 
18  de  Marzo  de  1622   mediaron  cinco  meses  de  absoluto  si- 


—  37  — 

lencio.  En  la  de  esta  última  fecha,  Almansa  y  Mendoza  se 
sinceraba  asi:  —  «Perdóneme  vuestra  merced  el  no  haberle 
dado  cuenta  de  lo  sucedido,  después  que  lo  hice  en  mi  última 
de  22  de  Octubre;  porque  ha  dado  cuidado  á  tantos  nuestra 
correspondencia,  que  tiran  á  estorbarla,  por  parecerles  que 
es  caso  de  corte  cualquiera  de  estos  avisos.  Vuestra  merced 
tiene  la  culpa,  que  guarda  mal  mis  cartas  y  se  las  impri- 
men.» Otros  ocho  meses  de  interrupción  de  corresponden- 
cia siguió  a  la  publicación  que  en  Sevilla  se  hizo  de  la  carta 
del  18  de  Marzo.  El  16  de  Noviembre,  movido  Je  las  instan- 
cias de  D.  Alonso,  le  escribió  una  nueva,  pero  con  las  mis- 
mas estrechas  advertencias.  «El  poco  recato,  escribía  Andrés 
de  Mendoza,  que  vuestra  merced  tiene  en  guardar  mis  car- 
tas, pues  no  sólo  las  da  para  que  las  lean,  sino  para  que  las 
trasladen  é  impriman  y  traigan  á  la  corte,  hace  que  se  pro- 
duzca molestia  á  quien  las  vende  y  enemistad  á  quien  las  es- 
cribe. Por  evitarlo,  determiné  no  escribir  más  de  estas  mate- 
rias, sino  asegurado,  como  vuestra  merced  me  asegura,  que 
las  guardará  en  secreto.»  Aun  asi,  quedándole  algún  escrú- 
pulo de  que  las  noticias  que  transmitía,  por  haberlas  tratado 
de  aderezar  para  que  no  levantasen  polvareda,  quedaran  des- 
figuradas, añadía  más  abajo:  —  «Vuestra  merced  perdone  si 
algo  de  lo  escrito  no  saliese  cierto;  pues  lo  cierto  es  que  yo 
escribo  lo  que  se  platica  en  la  corte  entre  personas  fidedig- 
nas, que  podrán  engañarse  como  yo  en  escribirlo.»  En  otra, 
sin  fecha,  le  advertía  «que  le  avisaba  las  cosas  más  públicas 
de  la  corte,  reservando  las  secretas  para  cuando  nos  vea- 
mos». 

Almansa  y  Mendoza,  como  escribía  al  Duque  de  Medina- 
Sidonia  el  23  de  Noviembre  de  1624,  tenía  conciencia  de  que 
«cuando  me  falte  el  ingenio,  lo  noticioso  de  su  memoria  y  lo 
urbano  de  su  decoro  con  las  personas,  no  se  le  podría  ne- 
gar»; pero  es  necesario  tener  en  cuenta  lo  difícil  que  es  siem- 
pre entrar  en  toda  innovación,  para  explicarse  la  pugna  que 
sostuvo  con  la  opinión  resistente  de  su  época,  que  no  le  per- 
mitió que  por  entonces,  ni  por  mucho  tiempo  después,  no 
pudiese  prosperar  un  organismo  cuyos  pasos  no  eran  menos 
vacilantes  todavía  en  los  demás  países  de  Europa. 

De  cualquier  modo,  la  tentativa  quedó  realizada;  y  aun- 
que ni  su  Gaceta  ni  sus  Cartas  de  novedades  lograron  arrai- 
gar, el  instinto  de  la  sistematización  orgánica  y  de  la  estabi- 
lidad que  debía  dar  forma  definitiva  á  estos  vehículos  de  la 


—  38  — 

publicidad,  que  cada  día  despertaban  mas  vivamente  en  su 
favor  el  interés  y  la  curiosidad  común,  continuó,  ya  impo- 
niéndose á  las  susceptibilidades  resistentes,  ya  á  la  metodi- 
zación  de  este  género  de  publicaciones.  De  Madrid  ya  no  de- 
sertaron jamás;  y  si  no  acababa  de  adivinarse  la  fórmula 
para  erigirlo  en  un  servicio  continuo  y  permanente  de  utili- 
dad general,  con  uno  ú  otro  motivo,  los  papeles  de  noticias,, 
que  en  el  lenguaje  vulgar  afirmaban  de  día  en  día  el  dictado 
genérico  de  gacetas,  nunca  faltaron  enteramente  de  las  pla- 
zas de  las  curiosidad  pública.  En  Madrid  mismo,  el  año 
de  1624  salía  de  la  imprenta  de  Diego  Flamenco  un  papel  de 
Auisos  muy  verdaderos  que  ha  traydo  el  último  correo  extra- 
ordinario de  Flandes,  en  que  no  sólo  se  contenían  noticias 
interesantes  de  la  guerra  contra  los  holandeses,  sino  que  se 
capitulaban  en  él  las  diversas  partes  que  forman  el  todo  de 
un  verdadero  periódico,  estableciendo  divisiones  por  proce- 
dencias, de  esta  manera:  —  De  Amberes:  á  21  de  Febrero.  — 
De  Düji'/uerque:  á  18  de  Febrero,  etc. 

Gayangos  tenía,  y  hoy  posee  la  Biblioteca  Nacional  de 
Madrid  (N.  15.883),  otra  Relación  de  estas  del  año  1626,  en  la 
cual,  después  de  transcribir  las  noticias  comunicadas  á  la  In- 
fanta Doña  Isabel  Clara  Fugenia,  Gobernadora  de  Flandes* 
por  el  Conde  de  Tilly,  capitán  general  del  ejército  cesáreo, 
sobre  la  derrota  de  Gustavo  Adolfo  en  la  batalla  librada 
el  27  de  Agosto  de  aquel  año,  se  daban  noticias  capituladas 
de  diversos  puntos  de  Europa,  determinando  con  letras  gran- 
des versales  la  parte  de  donde  procedían,  seguida  de  la  fecha 
de  expedición,  en  esta  forma  :  — Del  Austria  superior,  á25  de 
Agosto ;  —  De  Silesia,  á  26  de  Agosto  ;  —  De  Bruselas,  á  9  de 
Septiembre  ;  —  De  Hungría  y  Transilcania  (sin  fecha);—  De 
París,  á  12  de  Septiembre.  —  Esto  era  caminar  hacia  el  ver- 
dadero periodismo,  y  el  ejemplo  y  el  modelo  se  nos  daba  de 
las  publicaciones  de  este  género  que  arrojaba  al  pasto  de  la 
curiosidad  la  imprenta  en  varias  ciudades  de  Bélgica  y  de 
Holanda.  Algún  extranjero,  como  el  gentil-hombre  alemán 
Juan  Scheffer,  vino  en  1627  á  Madrid,  llamado  por  el  emba- 
jador imperial  Conde  de  Frankenburgh,  para  ensayar  esta 
industria  en  la  imprenta  de  la  viuda  de  Alonso  Martin.  Pero 
¡lunque  el  8  de  Octubre  dio  á  luz  una  Gaceta  con  noticias  de 
la  guerra  de  Alemania,  como  materia  de  Estado  intervino  el 
Consejo  en  el  asunto,  y  se  suspendió  la  publicación. 

No  sólo  á  la  iniciativa  y  á  la  industria  particular  quedó 


-  39  - 

abandonado  el  cuidado  de  publicar  gacetas  ó  velaciones,  so- 
bre todo  á  la  llegada  de  cada  ordinario,  como  escribió  Jacin- 
to Polo  de  Medina  en  verso : 

con  esto  no  os  digo  más, 
aunque  otras  cosas  me  quedan; 
y  para  el  otro  ordinario 
habrá  segunda  gaceta. 

Aunque  ya  habían  comenzado  á  publicarse  las  comprensi- 
vas de  hechos  anuales,  como  el  Sumario...  desde  Febrero 
de  1636  hasta  14  de  Marzo  de  1637,  que  se  estampó  en  la  im- 
prenta del  Reino;  la  Relación  general...,  sin  lugar  ni  año  de 
impresión,  que  comprendía  los  sucesos  de  España,  Flandes, 
Italia  y  Alemania  desde  1."  de  Marzo  de  1639  hasta  fin  de  Fe- 
brero de  1640;  el  Compendio  de  lo  sucedido...  desde  Marzo 
de  1639  hasta  Marzo  de  1640,  y  el  Sumario  del  año  1640  has- 
ta el  de  1641  de  la  imprenta  de  Catalina  de  Barrio  Ángulo; 
con  motivo  de  la  guerra  declarada  de  nuevo  por  Francia,  en 
un  libro  diario  de  Noticias  de  Madrid,  que  poseyó  D.  Pas- 
cual de  Gayangos,  se  lee  con  relación  al  día  3  de  Octubre 
de  1636 :  —  «De  quince  dias  á  esta  parte  D.  Antonio  de  Men- 
doza ha  dado  á  la  estampa  la  Gaceta  ó  relación  de  los  nuevos 
y  dichosos  sucesos  que  han  tenido  este  verano  las  armas 
de  S.  M.  con  muy  rico  lenguaje,  habiendo  sido  primeramen- 
te enmendada  por  los  superiores  y  aun  por  S.  M.  mismo. 
Imprimióla  Alonso  Pérez;  y  como  se  supiese  en  el  pueblo  el 
autor  y  crédito  que  le  debia  dar  á  la  dicha  Gaceta,  fué  tanto 
el  concurso  de  compradores,  que  seiscientas  de  ellas  se  des- 
pacharon en  menos  de  dos  horas,  y  fué  necesario  tornar  á 
imprimir  otro  juego» 

D  Antonio  de  Mendoza  ó  Hurtado  de  Mendoza,  que  es 
como  se  le  conoce  en  el  mundo  literario,  caballero  de  la 
Orden  de  Calatrava,  Comendador  de  Zurita,  Secretario  de 
Su  Majestad  desde  Marzo  de  1623,  y  del  Consejo  de  la  Supre- 
ma Inquisición,  era  un  hidalgo  de  las  montañas  de  Burgos, 
que,  después  de  haber  sido  paje  del  Conde  de  Saldaña,  así  por 
las  dotes  de  su  talento,  con  que  brilló  entre  los  poetas  dramá- 
ticos de  su  tiempo,  como  por  ser  el  tipo  del  perfecto  cortesano, 
entró  en  la  servidumbre  de  Felipe  IV,  que  fió  á  su  rara  dis- 
creción algunas  obras  de  política  y  de  Estado.  En  1632  le  fué 
encomendada  la  redacción  del  interesante  opúsculo  Convoca- 
ción de  las  Cortes  de  Castilla  g  Juramento  del  Principe, 


—  40  — 

nuestro  señor  D.  Baltasar  Carlos,  primero  de  este  nombre, 
que,  como  documento  de  oficio,  fué  impreso  en  la  Imprenta 
del  Reyno.  Sospéchase  que  también  fué  parto  de  la  pluma 
elegante  del  discreto  en  palacio,  con  cuyo  mote  se  le  apelli- 
daba, la  Relación  de  lo  sucedido  en  Flandes  desde  que  entra- 
ron en  los  Estados  obedientes  de  S.  M.  C.  los  ejércitos  de 
Francia  y  Holanda,  este  año  de  1635,  que,  aunque  con  más 
carácter  oficioso  que  oficial,  se  estampó  en  la  misma  Impren- 
ta. Pero  después  de  lo  que  se  dice  en  el  libro  diario  manus- 
crito que  se  ha  citado,  no  cabe  duda  que  fueron  suyas,  y  acor- 
dadas con  el  mismo  rey  Felipe  IV,  que  en  ellas  colaboró,  las 
dos  Gacelas  más  importantes  que  quedan  de  aquel  tiempo, 
sobre  todo  sancionadas  como  fruto  de  tan  alta  inspiración. 

La  primera  de  estas  dos  Gacetas  lleva  por  título  Suce- 
sos |  y  vitorias  \  de  las  Cathólicas  \  Armas  de  España,  y  del 
Imperio  en  Francia,  y  otras  Prouincias,  desde  22  de  junio 
dcste  |  año,  hasta  20  de  agosto  del  \  mismo  de  1636  \  Escu- 
do de  Armas  Reales  |  Con  licencia  y  prohibición  ¡  En  Ma- 
drid, En  la  Imprenta  del  Reyno.  Año  1636.  |  A  costa  de 
Alonso  Pérez,  Librero  de  S.  M.  |  Véndese  en  su  casa,  calle 
de  Santiago.  —  La  segunda  se  llama:  Efetos  \  de  \  las  Armas 
Españolas  \  del  Rey  Cathólico,  nuestro  Señor,  en  Flandes  | 
contra  los  exordios  de  Financia,  y  Olanda  \  en  la  campaña 
destc  año  |  1638  |  (Escudo  de  armas  Reales)  |  Con  licencia 
y  prohibición.  |  En  Madrid,  En  la  Imprenta  del  Reyno, 
Año  1638  j  Véndese  en  casa  de  Alonso  Pérez,  Librero  de  Su 
Mag.'1  |  á  la  entrada  de  la  calle  de  Santiago.  —  Las  dos  Ga- 
cetas son  en  folio,  y  tienen,  la  primera,  catorce  pliegos,  tasa- 
dos á  6  mrs.  cada  uno;  y  la  segunda,  diez.  La  primera  lleva 
en  blanco  las  planas  2  y  28,  y  á  la  segunda  se  le  ha  borrado 
en  la  línea  de  la  licencia  la  palabra  y  prohibición.  El  lengua- 
je en  ambas  es  idéntico  y  escogido,  con  estudiada  sobriedad, 
y  á  la  primera  precede  en  el  texto  una  pequeña  introducción, 
que  dice:  «  Es  tan  pública  al  mundo  la  injusta  guerra  que  el 
Christianissimo  Rey  de  Francia  ha  movido  al  Rey  Cathólico 
de  España,  nuestro  señor,  (Dios  le  guarde)  que  no  será  me- 
nester noticia  nueva,  para  que  la  tengan  todos  de  la  forma, 
el  tiempo  y  ocasión  en  que  lo  hizo.»  Después  de  este  breve 
preámbulo  entra  desde  luego  en  la  relación  de  los  sucesos. 

Hurtado  de  Mendoza  no  continuó  escribiendo  con  el  Rey 
nuevas  Gacetas,  que  no  impedían  la  circulación  por  todo  el 
Reino  de  las  muchas  que  á  diario  salían  de  iniciativa  parti- 


—  41  — 

cular,  la  mayor  parte  traducidas  de  las  que  se  recibían  de 
Flandes.  Con  todo,  el  año  1639  entró  en  liza  un  nuevo  perio- 
dista, esencialmente  político,  y  cuyas  obras  habían  alcanzado 
una  gran  resonancia  en  toda  Europa:  el  Marqués  Virgilio 
Malvezzi,  el  cual,  el  mismo  año,  publicó  en  Pamplona,  bajo 
el  pseudónimo  de  Gririlio  Versal  mi,  su  libro  de  La  Libra , 
en  que  se  pesaban  las  ganancias  y  las  pérdidas  de  España  en 
el  reinado  de  Felipe  IV.  Cuando  llegó  á  Madrid,  el  Conde- 
Duque  le  confió  otro  opúsculo  ó  Gaceta  de  grandes  dimen- 
siones: los  Sucesos  principales  de  la  Monarquía  de  España 
en  el  año  1639,  la  cual  fué  impresa  también  en  la  Imprenta 
Real  al  año  siguiente  de  1640  El  premio  de  estos  trabajos 
fué  la  embajada  de  Inglaterra,  para  la  que  fué  nombrado  por 
el  Rey  Felipe  IV.  Hay,  sin  embargo,  un  hecho  de  este  tiem- 
po que,  sin  duda,  debió  producir  alguna  alarma  en  el  mun- 
do político  de  Madrid;  éste  fué  la  aparición  simultánea  de 
periódicos  semejantes  al  que  en  París  se  publicaba  y  se  le  lla- 
maba vulgarmente  la  Gaceta  de  Riehelieu.  en  varias  ciuda- 
des del  reino  de  Aragón;  estos  periódicos  fueron:  las  Nocas 
ordinaris,  en  Rarcelona;  unas  Cartas  de  Nuevas,  en  Valen- 
cia; y  un  Correo  de  España,  que  vio  la  luz  pública  en  Logro- 
ño. Todos  estos  periódicos  son  de  los  años  1640  y  1641.  De 
ellos  se  conservan  algunos  números  en  la  Sección  de  Var'ios 
de  la  Biblioteca  Nacional,  y  en  la  Colección  del  Obispo  electo 
de  Leiria,  en  la  Sección  de  Manuscritos  del  mismo  estableci- 
miento. 

Desde  esta  fecha  hasta  que  la  Gaceta  de  Madrid  se  fundó 
en  1661  de  una  manera  más  regular,  periódica  y  permanen- 
te, el  Estado  dejó  explotar  con  cierta  libertad  las  Caceras  ó 
Relaciones  de  Flandes,  casi  exclusivamente,  al  impresor 
Diego  Díaz  de  la  Carrera;  las  de  la  campaña  de  Cataluña,  á 
Julián  de  Paredes;  y  las  de  la  de  Portugal,  á  Francisco  Nie- 
to. Ahora  veamos  con  quién,  cómo  y  cuándo  la  Gaceta  de 
Madrid  entró  en  su  segunda  evolución  antes  de  alcanzar  su 
existencia  definitiva. 


42  — 


Acabadas  las  paces  que  pusieron  término  á  aquella  gue- 
rra que  Francia  movió  á  España  en  1635,  y  que,  acosándonos 
con  sus  Ligas  y  afligiéndonos  con  las  insurrecciones  que  nos 
levantó  en  Portugal,  en  Cataluña,  en  Ñapóles  y  en  Sicilia, 
se  había  sostenido  sin  interrupción  por  espacio  de  veinticin- 
co años,  al  volver  Felipe  IV  de  los  desposorios  y  entrega  de 
su  hija  la  Infanta  María  Teresa  para  el  tálamo  de  Luis  XIV 
en  las  fronteras  de  Guipúzcoa,  en  1660,  consultóle  D.  Pedro 
Fernández  del  Campo  y  Ángulo,  su  Secretario  de  Estado  de 
España,  la  conveniencia  de  fundar  en  Madrid,  á  semejanza 
de  la  que  había  en  París  y  otras  partes  de  Europa,  una  Gace- 
ta periódica  de  noticias  que  á  la  vez  sirviera  de  instrucción  al 
público  y  de  servicio  á  S.  M.  El  futuro  Marqués  de  Mejorada 
y  de  la  Breña  proponía  que  aquella  Gaceta  dependiera  inme- 
diatamente de  su  Ministerio  ó  Secretaría,  como  entonces  es- 
tos oficios  se  denominaban,  y  aun  quiso  que  se  redactara  por 
el  oficial  de  la  misma  D.  Leonardo  del  Castillo,  que,  habien- 
do acompañado  por  su  mandato  y  conocimiento  de  S.  M.  al 
Rey  en  su  jornada  á  Fuenterrabía,  y  hecho  la  relación  diaria 
de  ella,  recogía  á  la  sazón  los  últimos  documentos  oficiales 
de  aquel  suceso  para  refundirlos  en  el  interesante  libro  que 
al  cabo  publicó  en  1667,  dos  años  después  de  la  muerte  del 
Monarca,  en  la  Imprenta  Real  como  instrumento  público  y 
de  Estado.  No  accedió  el  Rey  á  la  consulta  de  su  Ministro; 
pero  poco  después  toleró  la  aparición  de  otra  Gaceta  metódi- 
ca que  desde  su  Cuartel  general  de  las  fronteras  de  Portugal 
inspiró  su  hijo  bastardo  y  general  de  aquellas  campañas  Don 
Juan  de  Austria,  y  que  éste  dejó  á  la  dirección  y  manejo  de 
su  Secretario  de  lengua  alemana  D.  Francisco  Fabro  Bre- 
mundan.  Esta  Gaceta  es  ya  la  que  á  causa  de  su  publicación 
regular  forma  cabeza  en  nuestra  Biblioteca  Nacional  de  la 
colección  completa  de  cuatro  siglos  de  la  Gaceta  oficial  de 
Madrid,  que,  como  órgano  del  Gobierno  de  España  para  la 
promulgación  de  sus  actos  oficiales,  continúa  su  publicación 
en  medio  de  las  vicisitudes  de  tan  larga  existencia.  Esta  es  la 
Gaceta  que  Fernández-Guerra  y  Gayangos  determinan  ya 
como  ensayo  resuelto  de  periódico  de  carácter  normal,  á  pe- 


-  43  - 

sar  de  sus  varias  y  sucesivas  interrupciones,  á  la  vez  que  so- 
metido á  la  inspección  inmediata,  aunque  oficiosa,  del  Poder 
constituido,  y  ésta,  en  fin,  la  que  D.  Eugenio  Hartzenbusch, 
en  sus  Apuntes  para  un  catálogo  de  periódicos  madrileños 
desde  el  año  1661  al  1870,  siguiendo  la  opinión  de  Fernán- 
dez-Guerra, describe  como  primer  fundamento  de  la  existen- 
cia regular  y  metodizada,  no  sólo  del  periódico  de  Estado  que 
sirve  de  órgano  al  Gobierno,  sino  de  todo  el  periodismo  es- 
pañol. 

En  las  Memorias  documentales,  aun  inéditas,  del  confesor 
de  la  Reina  Doña  Mariana  de  Austria,  segunda  mujer  de  Fe- 
lipe IV  y  madre  y  tutora  en  la  gobernación  del  Reino  de 
Carlos  II,  el  P.  jesuíta  alemán  Everardo  Neidthard,  dicese 
que  el  Barón  de  Lisola.  hallándose  de  Embajador  imperial 
en  Bruselas,  dio  al  Sr.  D.  Juan  de  Austria,  cuando  gobernaba 
en  Flandes  las  armas  españolas,  y  teniendo  bajo  sus  órdenes 
al  Principe  de  Conde  guerreaba  contra  Turena,  al  joven  bor- 
goñón  D.  Francisco  Fabro  Bremundan,  para  que  en  los  ser- 
vicios de  sus  Secretarías  le  fuese  muy  útil  en  su  calidad  de 
poligloto,  á  quien  eran  familiares,  así  en  hablarlas  como  en 
escribirlas,  casi  todas  las  lenguas  de  Europa.  En  esta  condi- 
ción están  contestes  todos  los  que,  con  motivo  de  la  publica- 
ción posterior  de  las  varias  obras  que  escribió  en  castellano, 
dejaron  certificados  sus  juicios  en  las  censurus  y  aprobaciones 
que  por  aquel  tiempo  precedían  á  toda  obra  literaria  que  mere- 
cía los  honores  de  la  imprenta.  Pero,  además,  en  estas  notas, 
todos  están  conformes  también  en  su  vasta  cultura  intelectual, 
en  el  hondo  y  recto  juicio  en  que  le  amaestraron  el  continuo 
manejo  y  la  larga  experiencia  de  las  materias  de  Estado,  y  la 
perfección  que  llegó  á  adquirir  en  nuestra  lengua.  En  justifi- 
cación de  estos  conceptos,  en  la  Sección  de  Manuscritos  de 
nuestra  Biblioteca  Nacional  pueden  verse  algunas  desús  car- 
tas familiares  á  D.  Juan  de  Austria,  escritas  indistintamente 
en  latín,  en  italiano,  en  francés,  en  alemán  y  en  español.  El 
P.  Fray  Manuel  Guerra,  de  la  Orden  de  la  Trinidad,  predi- 
cador de  S.  M..  escribía  en  una  censura  que  «vino  á  España 
á  conquistarnos  la  escondida  riqueza  de  la  lengua  castellana, 
á  la  vez  que  le  sobraban  las  largas  noticias  que  admiraban 
todos  en  letras,  idiomas  y  erudición»  El  P.  D.  Antonino 
Ventimiglia.  clérigo  regular  de  San  Cayetano,  le  alababa 
diciendo  que  «era  admirable  particularmente  por  la  facilidad 
y  propiedad  con  que  hablaba  y  escribía  en  los  idiomas  prin- 


—  44  — 

cipales  de  Europa;  de  suerte  que  cada  nación  le  podía  repetir 
por  suyo  ».  Y  el  P.  Juan  Cortés  Osorio,  de  la  Compañía  de 
Jesús,  lo  ponderaba  «  por  su  noticia  de  tan  varias  lenguas,  y 
la  experiencia  de  tan  varios  reinos  y  tan  diferentes  naciones 
con  el  continuo  manejo  de  los  papeles». 

Con  estas  aptitudes  y  una  aplicación  al  trabajo  del  mismo 
modo  excepcional,  D.  Juan  de  Austria,  al  ser  relevado  por 
Felipe  IV  del  mando  de  los  Ejércitos  de  Flandes,  trájole  con- 
sigo á  Consuegra,  cabeza  del  Priorato  de  San  Juan,  donde  el 
bastardo  del  Rey  tenia  su  residencia;  y  aunque  de  allí  Fabro 
Bremundan  vínose  á  Madrid  á  la  actividad  de  su  vida  litera- 
ria, nunca  ya  dejó  de  girar  en  la  órbita  y  en  los  intereses  de 
aquel  Principe,  hasta  que  por  su  muerte  pasó  á  la  de  la  Reina 
Madre  Doña  Mariana  de  Austria,  restituida  á  la  Corte  de  su 
proscripción  en  Toledo. 

Tal  vez  algunos  de  los  papeles  -volantes  de  novedades  po- 
líticas que  en  1660  se  publicaron  en  Madrid  salieran  de  la 
pluma  de  Fabro  Bremundan.  En  realidad,  no  existe  constan- 
cia alguna  de  este  hecho.  Pero  desde  que,  por  los  oficios  del 
Duque  de  Medina  de  las  Torres,  el  perenne  procurador  de 
D.  Juan  de  Austria  cerca  de  la  persona  del  Rey,  volvió  éste  á 
obtener  el  mando  de  los  Ejércitos  de  las  fronteras  de  Portu- 
gal, D.  Juan,  que,  así  en  Ñapóles  como  en  los  Países  Bajos, 
se  había  aficionado  á  las  lisonjas  de  la  publicidad,  dispuso  con 
Fabro  la  aparición  periódica  de  la  Gaceta  en  Madrid.  Hay 
que  advertir  que  en  este  tiempo,  por  un  efecto  que  no  puede 
atribuirse  sino  á  una  rara  casualidad,  con  Fabro  Bremundan 
se  repitió  el  mismo  hecho  que  ya  se  observó  cuando,  á  la  muer- 
te de  Felipe  III,  Almansay  Mendoza  fundó  la  primera  Gaceta 
sin  nombre  de  1621.  Fabro  Bremundan,  al  final  de  1660  y 
principios  de  1661,  creó  á  la  vez  dos  suertes  de  publicaciones 
periódicas:  la  que  en  su  primer  número  llamó  Relación  ó  Ga- 
ceta de  algunos  casos  particulares,  asi  políticos,  como  milita- 
res, sucedidos  en  la  maj/or  parte  del  mundo ,  hasta  fin  de  di- 
ciembre de  1660,  que  salió  en  cuatro  hojas  en  4.",  y  se  impri- 
mió, con  licencia,  por  Iulián  de  Paredes,  impressor  de  libros 
en  la  plagúela  del  Ángel;  y  las  Relaciones  exclusivas  de  los 
sucesos  de  Portugal,  que,  sin  guardar  la  misma  periodicidad 
uniforme,  salían  de  la  imprenta  de  Francisco  Nieto,  en  dos 
hojas  en  folio. 

El  Número  primero  de  lo  que  puede  llamarse  Gaceta  re- 
gular definitiva  lleva  un  breve  proemio  para  justificar  su  pu- 


blicación» —  «Supuesto  que  en  las  mas  populosas  ciudades  de 
la  Italia,  Flandes,  Francia  y  Alemania  —  dice  —  se  imprimen 
cada  semana  (demás  de  las  Relaciones  de  sucesos  particula- 
res) otras  con  título  de  Gacetas,  en  que  se  da  noticia  de  las 
cosas  más  notables,  asi  políticas  como  militares,  que  han  su- 
cedido en  la  mayor  parte  del  Orbe,  será  razón  que  se  intro- 
duzga  (sicj  este  género  de  impresiones,  ya  que  no  cada  sema- 
na, por  lo  menos  cada  mes,  para  que  los  curiosos  tengan  avi- 
so de  dichos  sucesos  y  no  carezcan  los  españoles  de  las  noti- 
cias de  que  abundan  las  Extrangeras  naciones.  Y  en  quanto 
á  lo  primero,  damos  principio  por  las  Provincias  de  Italia.» 
— En  efecto,  seguidamente  entra  en  la  exposición  de  sus  no- 
ticias por  capítulos  encabezados  con  el  lugar  de  donde  pro- 
ceden, en  esta  forma:  Roma.  —  De  Venecia.  —  De  Viena  de 
Austria.  —  De  Suecia.  —  De  Francia  —  y  —  De  Inglaterra. 
—  Como  se  ve,  en  este  primer  número  no  había  noticias  de 
España,  ni  de  ninguno  de  sus  Estados  continentales. 

El  Número  II  modificó  el  titulo  en  esta  forma:  Gaceta  de 
los  sucesos,  etc.  En  el  Número  III  hubo  otra  variación:  se  la 
llamó  Gaseta  nuera  de  los  sucesos,  etc.,  y  desde  el  Número  V 
volvió  á  la  simple  denominación  de  Gaceta  de  los  sucesos, 
etcétera,  que  mantuvo  en  los  12  números  que  se  publicaron 
en  el  año  1661,  hasta  el  15  de  Noviembre,  que  fué  el  último, 
y  en  los  ocho  que  se  tiraron  en  1662,  hasta  el  de  fin  de  Di- 
ciembre, que  apareció  en  Enero  de  1663,  y  con  el  que  se  sus- 
pendió la  publicación.  Sólo  el  Número  VI  del  año  1662  co- 
rrespondiente al  mes  de  Agosto  del  mismo  año,  lleva  distinto 
encabezamiento,  pues  se  titula  Gaceta  nueva  de  los  sucesos 
militares  que  han  sucedido  en  el  Reino  de  Portugal  por  la 
parte  de  Ciudad  Rodrigo  y  Reino  de  Galicia  este  año  de  1662. 
Desde  el  número  3."  de  1661  se  introducen,  además  de  las  ex- 
tranjeras, noticias  de  la  campaña  de  Portugal,  que  se  repiten 
en  el  6  u  (Zafra),  9.'  (Extremadura,  Castilla  la  Vieja  y  Gali- 
cia) de  1661,  y  2."  (Badajoz),  4."  (Llerena,  Badajoz  y  Arron- 
ches); 6.°,  ya  mencionado,  y  8."  (Ciudad  Rodrigo)  de  1662, 
y  en  unos  ú  otros,  con  las  exteriores  de  toda  Europa,  alter- 
nan capítulos  de  Madrid,  Cádiz,  Oran,  Vizcaya,  Málaga,  re- 
gistros de  Tierra  Firme  y  Nueva  España  en  Indias;  Gibral- 
tar  y  Cartagena. 

De  estos  dos  primeros  años  de  la  existencia  regular  de  la 
Gaceta  de  Madrid,  la  Biblioteca  Nacional  posee  la  colección 
completa;  la  Real  Academia  de  la  Historia,  en  la  Colección 


—  46  - 

del  Marqués  de  Villahumbrosa  (Núm.  48),  los  números  II,  X 
y  XII  de  1661  y  el  qiiarto  y  quinto  de  1662.  En  ninguna  otra 
biblioteca  se  halla  ni  coleccionada  ni  en  números  peregrinos. 

Debe  hacerse  notar  aquí  que  esta  Gaceta  no  debió  poseer- 
corno  más  adelante  sucedió,  ningún  privilegio  exclusivo,  y 
que,  por  lo  tanto,  si  bien  sin  su  relativa  periodicidad,  por 
aquel  tiempo  se  permitió  imprimir  otras  Gacetas.  En  la  Real 
Academia  de  la  Historia,  Colección  de  Jesuítas,  tomo  173,  nú- 
mero 35,  hay  otra  distinta  de  las  descritas,  que  se  titula: — 
«.Gaceta  en  que  se  escriben  los  sucesos  más  notables  ele  Euro- 
pa desde  15  de  Abril  de  1 660  por  todo  el  de  1661n  —No  tie- 
ne pie  de  imprenta  y  consta  de  18  hojas  en  folio. 

Las  Relaciones  diarias  de  Portugal  siguieron  la  misma 
suerte  que  la  Gaceta  de  Madrid.  Aunque  llamadas  diarias, 
sólo  se  publicaban  cuando  había  sucesos  de  importancia  que 
relatar.  Del  año  1662  y  último  de  su  publicación,  en  la  Colec- 
ción de  Gayangos,  que  ya  pertenece  á  nuestra  Biblioteca  Na- 
cional, sólo  se  conservan  seis  números  que  llevan  las  fechas 
siguientes:  — 19  de  Mayo. — Campo  de  Jurumeña,  12  de  Junio. 
—  Campo  de  Monforte,  27  de  Junio.— Campo  de  Uguela,  8  de 
Julio.— Campo  de  Montaña  de  Real,  2  de  Agosto,  -y— desde 
14  de  Agosto  hasta  fin  de  Septiembre. 

También  en  la  Academia  de  la  Historia,  Papeles  de  los 
PP.  Jesuítas,  tomo  173,  núm.  37,  hay  otra  de  las  de  Portu- 
gal, distinta  de  las  de  Fabro  Bremundan.  Se  titula:  —  Gaceta 
en  que  se  contiene  la  guerra  de  Portugal  hasta  fin  de  Sep- 
tiembre de  1662.  Está  impresa  en  6  hojas  en  folio  y  no  tiene 
pie  de  imprenta.  El  estudio  de  estas  Gacetas  es  muy  impor- 
tante; porque  si  Fabro  en  la  suya  sólo  escribía  lo  que  lison- 
jeaba á  D.  Juan  de  Austria,  las  otras  revelan  más  libertad  de 
opinión. 

Las  Memorias  del  P.  Neidthard,  inéditas  en  la  Sección 
de  Manuscritos  de  nuestra  Biblioteca  Nacional,  nos  informan 
con  más  minuciosidad  que  las  biografías  apologéticas  de  don 
Juan  de  Austria,  cómo,  cuándo  y  por  qué  Felipe  IV  quitó  á 
su  bastardo  el  mando  de  las  armas  en  la  frontera  portuguesa, 
recluyéndolo  á  Consuegra  con  prohibición  de  entrar  en 
Madrid. 

Concluida  la  campaña  de  D.  Juan,  concluyeron  las  dos 
publicaciones  periódicas  que  sostenía  en  la  corte,  por  medio 
de  su  secretario  de  Estado,  el  borgoñón  Francisco  Fabro  Bre- 
mundan; y  en  lo  que  se  conoce  de  la  correspondencia  fami- 


—  47  — 

liar  de  éste  con  el  de  Austria,  además  de  descubrirse  las  es- 
trecheces pecuniarias  á  que  su  señor  tenia  reducido  á  su  su- 
frido poligloto,  se  revelan  las  nuevas  ocupaciones,  siempre 
en  servicio  de  D.  Juan,  en  que  en  sus  ocios  del  no  arraigado 
periodismo  Fabro  Bremundan  se  empleaba.  «Yo  conozco, 
escribía  Fabro  en  carta  de  4  de  Noviembre  de  1666,  que  no 
valgo  lo  que  cuesto  á  V.  A.;  pero  tampoco  deseo  desconfiar 
de  su  Real  Grandeza  y  Benignidad  sin  desmentir  el  celo  con 
que  le  he  asistido  y  lo  voy  continuando  en  su  Real  Serviciu. 
Teniendo  que  sustentar  y  vestir  á  Egidio  (hijo  de  Fabro)  y  un 
criado,  hallo  imposible  vivir  con  seiscientos  reales  cada  mes, 
después  de  pagado  el  alquiler  del  cuarto,  los  utensilios  de  es- 
critura y  el  guisar,  que  montan  noventa  reales.  Tanto  Egidio 
como  yo  estamos  desnudos,  y  sin  contar  las  necesidades  que 
pasarán  su  madre  y  hermanas,  que  son  las  que  me  pasan  el 
alma.»  En  otra  de  27  de  Diciembre  al  Sr.  D.  Juan,  le  reitera 
los  apuros  en  que  se  encuentra,  o  hallándose  sin  un  maravedí 
para  entrar  en  año  nuevo  y  tener  ya  gastados  doscientos  rea- 
les de  la  mesada  de  Enero,  por  estar  desnudos  yo  y  este  mu- 
chacho  ;  y  esto  más  considerando  que  no  puedo  ni  debo 

imaginarme  que  V.  A.  venga  en  darme  medios  para  traer  mi 
familia  y  añadir  mugeres  y  niños  á  esta  corte,  donde  los  hay 
sobrados  de  criados  antiguos  y  más  beneméritos.»  En  arbi- 
trar D.  Juan  que  acudiera  á  Maza,  su  tesorero,  para  que  le 
librara  quinientos  reales,  desde  luego  se  advierte  que  el  de 
Austria  no  hacía  nada  de  más,  pues  así  de  estas  cartas  como 
de  otras  dirigidas  al  secretario  D.  Mateo  Patino,  resulta  que 
Fabro  se  ocupaba,  ya  en  Madrid,  ya  en  Consuegra,  en  reunir 
ó  copiar  documentos  para  la  Historia  de  los  hechos  del  Sere- 
nísimo Señor  D.  Juan  de  Austria,  que  posteriormente  se  im- 
primió en  Zaragoza  el  año  1673  en  la  imprenta  de  Diego 
Dormer. 

Fernández-Guerra  en  1860,  y  Hartzenbusch  después,  han 
visto  una  Gaceta  ordinaria  de  Madrid,  cuyo  primer  número 
apareció  el  domingo  4  de  Julio  de  1667,  y  el  segundo  el  sá- 
bado 10  del  mismo  mes,  publicándose  en  este  mismo  día  de 
la  semana  hasta  el  cuarto,  que  salió  el  miércoles  28,  fijándose 
después  su  salida  definitiva  en  el  corto  espacio  de  tiempo  en 
que  existió,  en  los  martes  de  cada  semana,  desde  el  3  de 
Agosto. 

Esta  Gaceta  no  se  halla  en  la  colección  de  la  Biblioteca 
Nacional,  ni  en  la  Real  Academia  de  la  Historia  que  empieza 


con  las  de  Zaragoza  de  1678,  ni  en  la  de  la  Biblioteca  de  la 
Real  Casa,  cuya  colección  no  alcanza  á  las  del  siglo  XVII,  ni 
en  la  de  San  Isidro,  que  sólo  posee  algunos  números  sueltos 
de  las  de  los  años  1678,  1679,  1698,  1699,  1702,  1705,  1706, 
todo  el  año  de  1707,  y  números  incompletos  y  raros  de  los 
años  1710,  1735,  1741  y  1747,  desde  cuya  fecha  es  ya  su  colec- 
ción completa.  Tampoco  Gayangos  poseía  la  Gaceta  de  1667, 
y  ni  Fernández-Guerra  ni  Hartzenbusch  determinan  dónde 
lograron  verla.  No  obstante,  hay  razones  para  creer  que 
después  de  las  Gacetas  de  1662  se  siguieron  publicando  algu- 
nas otras  errantes,  sin  periodicidad  determinada  ni  conexión 
entre  sí.  En  la  Colección  de  Papeles  de  los  PP.  Jesuítas  de  la 
Real  Academia  de  la  Historia,  el  núm.  39  del  citado  tomo  173 
contiene  una  que  se  encabeza  así :  Gaceta  del  año  ¡664.  Está 
impresa  en  12  hojas  en  folio.  A  pesar  de  todo,  en  el  espacio 
que  media  entre  1662  y  1676,  mis  exploraciones  sólo  me  han 
permitido  conocer,  fuera  de  esta  Gaceta,  dos  papeles  sueltos', 
uno  de  1669  y  otro  de  1675,  que  si  no  fueron  Gacetas  de 
oficio,  al  menos  se  sabe  que  fueron  dispuestas  una  y  otra  en 
las  covachuelas  por  los  amigos  y  partidarios  de  Don  Juan  de 
Austria  en  la  guerra  de  rebeliones  y  partidos  que  suscitó  en 
la  corte,  primero  contra  el  confesor  de  la  Reina,  Neidthard, 
y  después  contra  el  ministro  universal  de  la  misma  Reina 
Doña  Mariana  de  Austria  y  de  su  hijo  el  Rey  Carlos  II,  Fer- 
nando de  Valenzuela,  primer  Marqués  de  Villasierra. 

El  primero  de  estos  papeles  ó  Gacetas  volantes  se  titulaba: 
Relación  puntual  y  verdadera  de  la  salida  del  Padre  Juan 
Everardo,  Confesor  de  la  Reina,  nuestra  Señora,  el  lunes  25 
de  Febrero  deste  año  de  1669.  Son  dos  hojas  en  folio  y  no 
lleva  pie  de  imprenta. 

El  segundo  llevaba  por  encabezamiento:  Novedades  suce- 
didas desde  el  dia  seis  de  Noviembre  del  año  de  1676.  Este 
papel  tenia  8  hojas  en  folio. 

Sin  embargo,  nada  tenían  de  común  estas  Gacetas  con 
una  muy  abultada,  de  92  hojas  ó  folios  de  impresión,  sin  ti- 
tulo, fecha,  nombre  de  autor,  ni  lugar  ni  nombre  de  impre- 
sión, en  la  cual  se  compendiaban  todos  los  sucesos  en  que 
Don  Juan  de  Austria  había  intervenido  en  oposición  al  Go- 
bierno de  la  Reina  Doña  Mariana  hasta  la  fuga  del  Rey,  su 
hijo,  al  palacio  del  Buen  Retiro,  la  llamada  de  D.  Juan  y  su 
entrada  en  Madrid  y  en  el  Gobierno,  la  prisión  de  Valen- 
zuela en  el  Escorial,  y  el  destierro  de  Doña  Mariana  de  Aus- 


—  ií»  - 

tria  á  Toledo;  gacetón  que  no  sólo  se  esparció  copiosamente 
por  los  dominios  españoles  de  los  dos  mundos,  sino  que  para 
hacerlos  circular  bien  por  todo  el  continente,  D.  Juan  de 
Austria  cuidó  de  que,  como  se  había  redactado  en  sus  secre- 
tarías particulares,  en  ellas  también  fuese  traducido  al  ita- 
liano y  al  francés.  De  este  triste  documento  de  la  historia  de 
nuestras  ominosas  decadencias,  la  biblioteca  que  perteneció 
á  la  casa  condal  del  Campo  de  Alange  transmitió  á  la  Sección 
de  Libros  raros  de  la  Biblioteca  Nacional  uno  délos  ejempla- 
res que  posee,  siendo  de  este  establecimiento  y  de  la  Biblio- 
teca particular  de  la  Real  Casa  los  ejemplares  que  entre  nos- 
otros han  quedado  y  los  de  las  traducciones  francesa  é  ita- 
liana antedichas  (1). 

Con  todo,  no  fué  en  estos  papeles  volantes  que  genérica- 
mente llevaron  el  nombre  de  Gacetas  en  los  que  el  oficial 
mayor  de  lenguas  de  las  Secretarias  de  Estado  y  Guerra  de 
D.  Juan  de  Austria,  D.  Francisco  Fabro  Bremundan,  elevado 
al  Consejo  del*  Rey  Carlos  II  y  á  secretario  de  S  M.  en 
la  Interpretación  de  lengua  latina  en  la  secretaria  de  Esta- 
do del   Norte,  reanudó  públicamente  los   trabajos  periodís- 


(1)  En  mis  Orígenes  históricos  del  periodismo  en  España, 
obra  todavía  inédita,  en  la  parte  2.a,  §  6,  escribí  acerca  de  este 
papel:  —  «Tal  era  el  estado  de  la  Monarquía,  tal  la  violencia  de 
las  pasiones  políticas,  cuando  en  1668  se  prohibió  la  publicación 
de  las  Gacetas,  que  se  imprimían  para  abastecer  de  noticias  los 
mercados  de  las  Indias  á  la  llegada  de  las  flotas,  y  sólo  en  1669, 
después  de  la  expulsión  del  P.  Confesor  se  dio  clandestinamente 
á  la  estampa  un  cuaderno  tie  noventa  y  dos  hojas  en  folio,  sin 
portada  ni  encabezamiento  alguno,  que,  según  la  copia  manus- 
crita que  de  él  se  conserva  en  la  Biblioteca  de  la  Casa  Real 
(Sala  II,  Est.  B., -plúteo  4),  escribió  y  remitió  á  su  amo  en  la 
Nueva  España,  un  criado  del  Marqués  de  Mancera,  D.  Sebastián 
de  Toledo,  que  desde  1664  desempeñaba  aquel  virreinato.  Era 
un  verdadero  papel  político,  como  ahora  pudiera  hacerse,  en  que, 
á  vuelta  de  relatar  los  sucesos  de  la  Corte  de  España,  tan  nutri- 
dos de  extraordinarios  accidentes,  durante  los  dos  años  que  sos- 
tuvo D.  Juan  de  Austria  Calderón  su  guerra  implacable  de  riva- 
lidad contra  el  P.  Everardo,  hacía  la  critica  de  los  personajes  y 
de  los  acontecimientos,  afectando  una  imparcialidad  de  juicio  y 
una  moderación  en  la  forma,  que  hace  notable  contraste  con  la 
acritud  de  expresión  con  que  ordinariamente  aparecen  redacta- 
dos casi  todos  los  escritos  políticos  de  aquella  época,  por  medio 
de  los  que  sus  autores  se  proponían  impresionar  ó  conquistar 
para  la  causa  á  que  eran  adictos  la  opinión  pública.  Aumentaba 
su  importancia  la  inserción  en  su  texto  de  algunas  de  las  cartas 

4 


-  50  — 

ticos  en  que  se  inició  en  España  de  1660  á  1662,  fundando 
la  nueva  Gaceta  de  Madpid.  Durante  el  tiempo  en  que,  para 
alejar  á  D.  Juan  de  Austria  de  las  proximidades  de  la  corte 
y  del  núcleo  de  sus  conspiraciones  impenitentes  contra  los 
Ministros  de  la  Reina  Regente  y  Gobernadora,  se  le  discernió 
el  Vicariato  general  de  la  Corona  de  Aragón,  con  residencia 
precisa  en  Zaragoza,  y  luego  que  se  dio  á  luz  la  Historia  de 
sus  hechos  que  había  escrito  Fabro  Bremundan,  en  la  misma 
imprenta,  ya  de  los  herederos  de  Diego  Dormer,  comenzó  á 
publicarse  una  nueva  Gaceta  semanal,  que  la  Real  Academia 
de  la  Historia  ha  colocado  con  sabia  determinación  á  la  cabe- 
za de  la  colección  de  la  Gaceta  de  Madrid  que  posee;  defi- 
niendo así  con  esto  que  esta  Gaceta  debe  ser  considerada  como 
la  continuación  de  la  que  salió  en  la  corte  durante  la  campa- 
ña de  D.  Juan  de  Austria  en  Portugal,  y  como  enlace  entre 
ésta  y  la  que  de  Zaragoza  pasó  á  Madrid  en  1677. 

La  Gaceta  de  Fabro  Bremundan  del  año  1676  en  Zaragoza 
consta  de  36  números,  desde  el  del  día  7  de  Enero  hasta  el  del 
15  de  Septiembre,  y  aparecía  todas  las  semanas.  El  título  de  su 
primer  número  es  Aitisos  ordinarios  \  de  las  cosas  del  |  Mor- 


que en  el  tiempo  mencionado  se  cruzaron  entre  D.  Juan,  la  Rei- 
na y  el  Confesor,  y  otros  documentos  públicos,  y  alguno  satírico, 
y,  por  lo  tanto,  anónimo,  de  los  que,  á  falta  de  imprenta  libre, 
se  multiplicaban  por  copias  de  amanuenses». 

En  el  volumen  de  la  Biblioteca  de  S.  M.,  en  que  se  contiene 
la  copia  referida  (Sala  II,  Est.  B.  -  plúteo  6),  el  papel  referido 
tiene  el  siguiente  encabezamiento:  —  ^  Papeles  que  un  criado 
del  Virey  de  México  Embió  á  su  Amo,  impresos  en  el  año 
de  1669.  Que  contienen  las  materias  Políticas  del  Gouierno  de 
la  Reyna  Madre  Doña  Mariana  de  Austria,  privanza  del  P.  Eue- 
rardo  y  su  Tiranía,  y  la  expulsión  dimanaría  de  la  opinión 
del  Sr.  D.  Juan  de  Austria.  A  quien  perseguía  Mandados  co- 
piar por  el  Exmo.  Sr.  Don  Luis  de  Arias,  cauallero  y  Baylio 
del  Orden  de  San  Juan  y  Teniente  General  de  las  Galeras  de 
España. 

Hay  una  traducción  italiana  y  otra  francesa  de  este  papel  en 
la  Sección  de  Manuscritos  de  la  Biblioteca  Nacional,  signatura 
antigua  V  - 141.  —  La  italiana,  que  lleva  la  fecha  de  Madrid  15  de 
Octubre  de  1670,  empieza  asi:  —  «Con  occasione  della  scritura 
che  con  titolo  di  Gazzetta  diretta  ai»  vn  vicebk  dell'Indie  si 
e  impressa  e  divídgala  in  questa  corte,  esparsa  per  tutta  la 
Spagna,  che  in  rué  di  proibirla  l'accreditano  con  leggerla  e 
servarla...»  Ocupa  10  quinternos  de  papel  en  folio. 

La  traducción  francesa,  también  manuscrita,  sólo  se  encabeza 
con  la  etiqueta  de  Monseigneur. 


—  51  — 

te.  Debajo  llevaba  una  viñeta  ya  gastada  y  sucia,  con  un  es- 
cudo floreado,  en  cuyo  centro  estaba  la  cifra  del  Rey  Carlos  II, 
representada  por  dos  CC,  una  natural  y  otra  invertida,  de 
-cuyo  enlace  las  curvas  formaban  el  escusón  central  con  el  sig- 
no numérico  II  de  correlación.  En  otros  números,  por  ejem- 
plo, los  correspondiente  al  28  de  Abril  y  12  de  Mayo,  los  Avi- 
sos eran  del  Norte  y  de  Italia,  y  los  del  23  de  Mayo  se  llama- 
ron extraordinarios,  porque  sólo  trataban  «del  combate  y  vic- 
toria de  las  Armadas  del  Rey,  Ntro.  Señor,  y  de  los  Seño- 
res Estados  de  Hclanda  contra  la  de  Francia,  sucedido  á  22  de 
abril  en  el  golfo  de  Catania  ».  Estas  Gacetas  ó  Avisos  extra- 
ordinarios no  alteraban  la  paginación  ni  la  signatura,  que 
proseguían  continuadas;  y  asi  las  ordinarias  como  las  extra- 
ordinarias constaban  de  dos  ó  de  cuatro  hojas  en  cuarto  in- 
distintamente, según  el  material  que  había  para  rellenarlas. 
Las  noticias  no  tienen  en  ellas  otra  separación  de  proceden- 
cias que  la  división  de  la  parte  del  Norte  ó  de  la  de  Italia. 
Parecen  extractadas  de  cartas  de  gabinete  y  documentos  de 
oficio;  eran  todas  originales  y  no  tomadas  de  otras  Gacetas 
extranjeras,  y  no  contenían  noticia  alguna  de  Madrid,  ni  de 
ninguna  otra  parte  de  la  Península;  pero  si  de  nuestros  Esta- 
dos de  Italia  y  Flandes. 

Como  en  la  Gaceta  de  Madrid  de  1660,  Fabro  empezó  el 
número  primero  de  los  Avisos  de  Zaragoza  con  su  correspon- 
diente preámbulo,  en  que  decía:  —  «Siendo  asi  que  la  quietud 
del  Invierno,  en  que  se  suspenden  las  operaciones  militares 
de  mayor  empeño,  da  más  lugar  á  pensamientos  de  Paz,  y,  en 
efecto,  suministran  los  últimos  correos  del  setentrión  materia- 
les para  alargarse  algo  en  este  propósito;  en  tan  buen  tiempo 
como  principios  de  año,  que  puede  ser  anuncio  de  un  bien  tan 
inestimable,  necesario  y  deseado  de  toda  Europa,  se  da  prin- 
cipio á  estos  Avisos,  con  las  disposiciones  que  se  van  dirigien- 
do á  aquella  negociación,  por  cuyo  logro  firme  y  seguro  de- 
ben todos  los  Christianos  implorar  el  divino  auxilio  y  los  á 
quien  toca  acelerar  los  medios  que  más  prontamente  pueden 
conducir  á  su  conclusión»  —  Después  entra  en  la  explicación 
política  de  las  causas  de  la  guerra  pendiente,  «por  los  pre- 
textos frivolos  y  segunda  intención  con  que  los  franceses  inte- 
rrumpieron los  tratados  entablados  el  año  1674  en  Colonia 
para  la  Paz  general  entre  el  Imperio,  España.  Francia  y  sus 
aliados queriendo  obligar  al  Emperador  á  poner  en  liber- 
tad al  Príncipe  Guillermo  de  Fürstenberg,  uno  de  los  instru- 


—  52  — 

mentos  más  perniciosos  que  concurrieron  á  alentar  la  inva- 
sión funesta  de  franceses  en  los  Estados  de  Holanda....  » 

Los  sucesos  escandalosos  que  D.  Juan  de  Austria  promo- 
vió en  Zaragoza,  atropellando  á  media  noche  la  casa  del 
Conde  de  Aranda  y  tratando  con  poco  recato  hasta  á  la  Con- 
desa, á  quien  no  se  guardó  la  inmunidad  ni  del  lecho  en  que 
dormía,  so  pretexto  de  buscar  los  venenos  que  los  partida- 
rios del  bastardo  decían  que  la  Reina  Doña  Mariana  había 
mandado  para  matar  á  D.  Juan;  el  alistamiento  que  se  hizo 
de  los  aventureros  y  vagabundos  de  todas  partes  para  formar 
la  hueste  desordenada  con  que  el  inquieto  y  ambicioso  Prín- 
cipe se  puso  en  marcha  para  caer  sobre  Madrid,  y  la  expedi- 
ción tumultuaria  que  éste  emprendió  para  apoderarse  á  todo 
trance  del  Rey,  cuya  mayor  edad  se  había  proclamado,  y  de 
su  Gobierno,  que  bajo  el  consejo  de  su  madre  Carlos  II  había 
puesto  absolutamente  en  manos  de  Valenzuela,  hicieron  tam- 
bién que  Fabro  Bremundan  abandonase  á  Zaragoza  y  á  su 
Gaceta  de  avisos,  por  seguir  la  suerte  de  su  señor,  y  los  Avi- 
sos quedaron,  en  efecto,  interrumpidos,  como  se  ha  dicho,  con 
el  número  del  15  de  Septiembre  de  1676-  En  medio  de  las  ne- 
gociaciones y  componendas  que  para  defender  á  Madrid  de 
un  asalto  militar,  cuyos  resultados  infundían  en  todos  los 
ánimos  terror  y  alarma,  ni  la  fuga  del  Rey  al  Retiro  y  la  de 
Valenzuela  al  Escorial,  ni  la  entrada  de  D.  Juan  en  Madrid, 
por  efecto  de  estos  hechos,  se  realizaron  hasta  el  sábado  23  de 
Enero  de  1677;  y  aunque  el  bastardo  desde  luego  se  apoderó 
de  todo,  las  urgentes  medidas  de  gobierno  en  que  tuvo  que 
emplearse  para  sustituir  personas  con  personas,  que  fué  el 
único  plan  de  reconstrucción  que  en  la  pobreza  de  su  genio 
había  formado,  alargáronle  á  no  pensar  en  la  resurrección 
de  la  Gaceta  de  Madrid  hasta  mediado  el  año  1677. 

Acerca  de  esta  Gaceta  de  1677,  hay  en  la  Sección  de  Ma- 
nuscritos de  la  Biblioteca  Nacional  uno  que  se  señala  con  el 
número  de  orden  2.289,  y  que  se  titula  Décima  sexta  parte 
de  las  misceláneas  y  papeles  varios  cariosos  de  D.  Juan 
Ant.°  de  Valencia  Idiaquez,  en  el  cual,  al  fol.  34,  se  registra 
un  interesantísimo  Diario  de  todo  lo  sucedido  en  Madrid 
desde  el  sábado  23  de  enero  de  1677,  que  entró  S.  A.  el  Se- 
renísimo Sr.  D.  Juan  de  Austria,  llamado  de  su  MagJ,  has- 
ta el  15  de  julio  de  1678.  Al  folio  134  vuelto,  al  pie  de  las 
noticias  del  día  4  de  Julio  de  1677,  en  que  se  traslada  un  pa- 
pel del  secretario  D.  Jerónimo  de  Eguia  á  D.  Melchor  de  Na- 


-  53  — 

varra,  dice  una  nota  de  letra  coetánea  é  igual  á  la  del  tex- 
to:—«Desde  4  de  Julio  se  imprimen  cada  semana  Gacetas  de 
lo  que  sucede,  aunque  muy  paliada  la  verdad,  y  para  que  en 
ellas  se  vea  lo  sucedido  van  puestas  después  de  este  Diario.)} 
En  efecto,  en  el  índice  de  lo  que  contiene  el  volumen,  se  re- 
fieren al  folio  214,  y  así  consta  también  de  los  Catálogos  an- 
tiguos de  la  Sala  de  Manuscritos;  pero  han  sido  desglosadas, 
y  allí  no  parecen.  No  son  perdidas  sin  embargo,  pues  de  es- 
tas Gacetas  de  1677  hay  ejemplar  completo  en  la  Colección 
de  la  Biblioteca  Nacional,  é  incompleto  en  la  de  la  Real  Aca- 
demia de  la  Historia,  hl  número  primero  de  estas  Gacetas 
concuerda  perfectamente  con  la  fecha  indicada  en  la  Misce- 
lánea de  Valencia  Idiaquez. 

Más  importante  es  otra  nota  del  mismo  Diario  manuscri- 
to. Al  folio  140,  noticias  correspondientes  al  domingo  11  de 
Julio,  se  dice  del  mismo  modo:  «El  nuevo  oficio  de  Gasetero 
ha  sido  hoy  el  objeto  general  de  la  risa,  admirando  haya 
quien  eche  su  dinero  en  tal  bagatela.  Compróle  D.  Francisco 
Fabro,  secretario  del  Sr.  D.  Juan,  para  que  ninguno,  sin  su 
licencia,  pueda  imprimir  Gacetas  para  fuera,  só  graves  pe- 
nas, expresadas  en  la  Carta  de  venta;  y  este  llama  quien  im- 
prima las  que  él  da  y  no  mas,  aunque  las  haya  y  las  sepa:  y 
después  las  ve  el  Consejo  y  con  su  licencia  corren.  ¡Fuera 
gran  oficio,  si,  como  prohibe  las  impresiones,  prohibiera  que 
en  las  cartas  misivas  nadie  pudiera  avisar  á  sus  amigos  de 
las  novedades  de  la  corte  y  fuera  de  ella:  con  que  queda  sin 
valor  alguno  el  tal  oficio  sin  esta  circunstancia.  Mas  todo  lo 
que  le  falta  de  útil,  le  sobra  de  risa  común:  materia  bien 
apta  para  poner  el  puchero,  si  le  necesitare  sacar  de  este  ar- 
bitrio! ¡Tal  es  el  mundo  y  sus  dictámenes!» 

A  pesar  de  los  juicios  de  Valencia  Idiaquez,  lo  que  políti- 
camente se  deduce  de  este  acto,  aun  prescindiendo  de  la  parte 
de  favor  personal  que  hubiera  en  beneficio  de  Fabro  Bremun- 
dan,  mas  teniendo  en  cuenta  su  carácter  particular  en  la  fa 
milia  y  servidumbre  íntima  de  D.  Juan  de  Austria  y  su  carác- 
ter público  como  funcionario  de  la  primer  Secretaría  de  Esta- 
do de  España,  es  que  el  bastardo  de  Felipe  IV,  no  sólo  daba 
gran  importancia  á  la  opinión,  sino  que,  monopolizando  su 
dirección  por  medio  de  una  persona  de  su  completa  confianza, 
podía  moverla  á  su  arbitrio,  y  de  todas  maneras  ejercer  sobre 
ella  una  asidua  policía.  Sometía  el  servicio  de  la  publicidad  á 
la  inspiración  inmediata  de  los  Poderes  ministeriales,  y  aun 


—  54  — 

asi  no  la  libraba  de  los  trámites  de  la  censura.  En  cuanto  á 
Fabro  Bremundano,  cuyo  lema,  que  con  frecuencia  repetía  en 
sus  cartas  familiares  á  D.  Juan,  era  nulla  dics  sine  labore,  hay 
que  admirar  adonde  llegaba  la  extensión  de  su  laboriosidad 
infatigable;  pues  en  el  mismo  año  de  1677,  después  de  haber 
acompañado  desde  el  21  de  Abril  hasta  el  12  de  Junio  al  Rey 
Carlos  II  y  á  D.  Juan  de  Austria  en  su  jornada  á  la  capital  de 
Aragón,  escribió  y  dio  á  la  imprenta  de  Bernardo  de  Villa- 
Diego,  donde  se  tiraba  la  Gaceta,  su  libro,  de  160  páginas 
en  4.°,  con  la  descripción  en  relación  diaria  de  aquel  Viaje,  la 
entrada  de  Su  Mag  .d  en  Zaragoza,  el  juramento  solemne  de 
los  fueros  y  el  principio  de  las  Cortes  del  mismo  Reino. 


VI 


La  Gazeta  ordinaria  de  Madrid,  cuyo  primer  número  se 
publicó  el  4  de  Julio  de  1677,  en  4.°,  cuatro  hojas  foliadas  y  sin 
pie  de  imprenta,  y  sin  más  nota  final  que  Con  privilegio,  tuvo 
más  larga  existencia  que  las  precedentes,  pero  tampoco  pudo 
prolongar  su  vida  sino  hasta  el  2  de  Abril  de  1680  En  el  ejem- 
plar de  la  Biblioteca  Nacional,  y  al  final  de  este  último  núme- 
ro de  dicha  serie,  se  lee  una  nota  manuscrita  en  letra  de  la 
época,  en  que  se  dice :  —  a  Lunes  8  de  abril  de  1680  se  mandó 
no  corriesen  ni  imprimiesen  mas  Gazetas,  con  lo  que  dan  fin 
en  la  presente.  »  Esta  determinación  se  hace  más  sorprenden- 
te, cuanto  que  al  tomarse  por  el  Consejo,  recogiendo,  sin  duda, 
el  privilegio  que  Fabro  Bremundan  había  comprado  en  Julio 
de  1677,  estaban  aún  frescas  las  fiestas  celebradas  con  motivo 
del  casamiento  del  Rey  con  María  Luisa  de  Borbón  y  Valois,. 
de  las  que  la  Gazeta  se  había  esmerado  en  publicar  pomposas 
narraciones,  multiplicando  para  esto  sus  números  extraordi- 
narios de  entre  semana. 

La  estructura  de  la  Gaceta  de  Mahrid  en  los  treinta  y  tres 
meses  escasos  que  gozó  de  una  existencia,  no  sólo  regular  y 
continua,  sino  bastante  próspera,  como  testifican  sus  frecuen- 
tes números  intermedios  y  el  haber  aumentado  á  seis  hojas  las 
cuatro  en  que  empezó  á  tirarse,  es  la  misma  que  tuvieron  la 
de  Madrid  de  1661  y  la  de  Zaragoza  de  1676,  conociéndose  en 
las  tres  la  misma  mano  directiva  y  el  mismo  molde  de  fami- 
lia. Esta  estructura  fué  tan  característica  y  acertada,  que 


nunca  se  modificó  esencialmente  en  ella,  mientras  conservó 
hasta  el  primer  tercio  del  siglo  XIX  su  tamaño  primitivo,  y 
hasta  que,  después  de  la  reforma  política  de  nuestras  institu- 
ciones constitucionales,  poco  á  poco  dejó  de  ser  vehículo  de 
noticias  políticas  y  generales,  para  convertirse  exclusivamen- 
te en  periódico  promulgador  de  resoluciones  oficiales. 

El  primer  número  del  4  de  Julio  de  1677  comenzaba  por 
un  pequeño  articulo  de  política  interior,  el  cual  puede  con- 
siderarse como  de  fondo;  pero  estos  fondos  no  se  repiten  más. 
«  El  Rey,  nuestro  señor,  decía  en  él  la  Gazeta  ordinaria  de 
Madrid,  desde  su  dichoso  y  aplaudido  viage  de  Aragón,  ha 
continuado  asistido  de  S.  A.  con  aplicación  incansable  en  las 
disposiciones  que  requieren  las  ocurrencias  de  la  Monarquía, 
interpolando  estas  ocupaciones  con  las  que  han  ofrecido  los 
días  pasados  de  devoción,  como  la  de  la  procesión  general  del 
Corpus,  en  que  Su  Mag.d,  con  el  acompañamiento  de  S.  A., 
de  los  Grandes,  Títulos  y  Señores  de  la  corte  y  de  sus  Supre- 
mos y  Reales  Consejos,  intervino  la  primera  vez  de  su  reina- 
do, con  la  devoción  heredada  de  sus  Augustissimos  Progenito- 
res y  consuelo  inexplicable  de  toda  la  imperial  villa,  que  se 
esmeró  con  indecible  suntuosidad  en  el  adorno  de  las  calles  y 
Plaza  mayor,  por  donde  pasó  la  procesión  desde  el  templo 
parroquial  de  Nra.  Sra.  de  la  Almudena,  de  donde  salió  y 
volvió.  —  También  se  ha  señalado  su  Augusta  y  Real  gran- 
deza en  las  mercedes  siguientes:  De  Gentileshombres  déla 
Cámara  á  los  Sres.  Duque  de  Medina  Sidonia,  Marqués  de 
Camarasa,  Duque  de  Hijar,  Duque  de  Uceda,  D.  Antonio  de 
Toledo,  Conde  de  Altamira,  Marqués  de  Leganés,  Marqués  de 
Guevara,  D.  Gaspar  de  Silva,  Marqués  de  Villamanrique,  y 
Conde  de  Palma.  Asi  mismo  hizo  merced  de  Grande  al  Sr. 
D.  Pedro  de  Aragón,  y  de  Presidente  de  Italia  al  Sr.  Duque 
de  Alba:  todos  con  inexplicable  satisfacción  de  la  corte,  que 
venera  con  singular  atención  los  méritos  de  todos  los  Exmos. 
sujetos  referidos.» 

Ordinariamente  la  Gaseta  estaba  compartida  en  capítulos 
titulados  con  las  noticias  exteriores  de  Alemania,  Italia,  In- 
glaterra, Francia,  Holanda  y  otras  partes  del  Septentrión.  A 
cada  procedencia  se  le  añadía  las  más  veces  la  fecha  y  el 
nombre  del  lugar  de  donde  venían,  y  con  éstas  se  interpola- 
ban las  de  nuestros  diversos  Estados  en  el  continente,  en 
África  y  aun  en  el  Nuevo  Mundo.  Las  cartas  de  Italia  eran 
las  más  frecuentes,  pero  no  continuas;  mas  aveces  se  ad- 


-  56  — 

vertía  la  no  llegada  de  los  correos,  lo  que  se  repetía  mucho 
durante  el  invierno,  causando  su  detención  los  temporales  de 
aguas  y  nieves  y  alguna  que  otra  vez  los  robos.  Guando  ve- 
nían noticias  de  gran  resonancia  se  daban  por  números 
extraordinarios  ó  suplementos,  que  no  tenían  más  que  dos 
hojas,  pero  en  los  que  seguía  la  paginación  correlativa.  Al 
final  de  cada  año  se  distribuía  una  hoja  con  portada  com- 
prensiva de  todo  él,  para  los  que  quisieran  encuadernarlas.  El 
tomo  correspondiente  al  año  1679  de  la  Colección  de  la  Real 
Academia  de  la  Historia  conserva  esta  portada,  que  dice 
así :  —  Memorias  diarias  |  de  |  los  Svccessos  |  de  Evro- 
pa  |  del  año  m  d  c  l  xx  i  x  I  ( Florón  de  flor  de  lis)  |  En  la 
Imprenta  de  Bernardo  de  Villadiego  \  Impressor  de  su 
Mag.d  |  Con  Priuilegio. — Los  primeros  números  de  la  Ga- 
ceta de  1677  salían  los  sábadqs:  desde  el  núm.  7.°,  corres- 
pondiente al  3  de  Agosto,  pasó  á  publicarse  los  martes,  y  así 
continuó  en  lo  sucesivo.  El  último  número,  de  los  treinta  que 
vieron  la  luz  en  el  año  referido  entre  Gacetas  ordinarias  y. 
extraordinarias,  fué  el  del  martes  28  de  Diciembre  Ningu- 
no llevó  pie  de  imprenta  en  este  año.  El  primer  número  que 
apareció  con  nombre  de  impresor,  siendo  éste  el  citado  Ber- 
nardo de  Villa-Diego,  fué  el  extraordinario  que  se  publicó 
el  25  de  Abril  de  1678.  Desde  entonces,  las  Gacetas  lo  lleva- 
ron siempre.  Este  extraordinario  relataba  «la  vergonzosa 
fuga  que  han  hecho  las  fuerzas  de  mar  y  tierra  de  Francia, 
abandonando  las  tres  ciudades  de  Messina,  Augusta  y  Taor- 
nina,  y  todos  los  demás  lugares  y  puntos  fortificados  que 
ocupaban  en  el  Reyno  de  Sicilia  )>.  Otro  extraordinario  del 
3  de  Mayo  daba  cuenta  «del  modo  y  circunstancias  con  que 
la  ciudad  de  Messina  volvió  á  la  obediencia  del  Rey  Car- 
los II,  abandonada  de  las  fuerzas  marítimas  y  terrestres  de 
Francia  el  16  de  Marzo  de  1678». 

El  interés  que  en  el  teatro  de  la  opinión  pública  progresi- 
vamente iba  adquiriendo  la  publicación  de  la  Gaceta  se  reve- 
la en  la  frecuencia  con  que  se  hicieron  de  algunos  números 
dos  ó  más  ediciones  La  persona  curiosa  que  formó  la  colec- 
ción que  posee  nuestra  Biblioteca  Nacional  nos  dejó  testimo- 
nio de  esto,  encuadernando  juntos  estos  ejemplares  repetidos, 
cuya  diferencia  estriba  en  que  el  de  la  segunda  edición  siem- 
pre lleva  alguna  noticia  adicionada  que  en  la  primera  no 
consta.  Por  ejemplo,  en  la  Gaceta  de  segunda  edición  del 
martes  14  de  Junio  de  1678,  al  final  de  la  octava  plana  se 


añade  un  párrafo  con  noticia  de  la  llegada  de  un  correo  del 
Norte  y  la  de  haberse  concluido  la  pa¿,  de  que  la  primera 
edición  carece.  Asi  otras.  Otro  testimonio  elocuente  de  la 
prosperidad  creciente  en  que  el  favor  del  público  fomentaba 
la  publicación  de  la  Gaceta  es  el  del  progresivo  aumento  de 
sus  páginas.  Durante  el  año  1679,  los  ordinarios  constaban  de 
cuatro  y  seis  hojas  en  números  alternos:  en  1680,  todas  se 
publicaron  con  seis  hojas. 

El  esmero  de  su  confección  había  llegado  á  perfeccionar 
la  distribución  y  riqueza  de  sus  materiales,  y  el  primer 
número  de  la  de  1680,  correspondiente  al  2  de  Enero,  conte- 
nia extractos  de  nueve  procedencias  de  Alemania,  que  eran 
Viena,  Praga.  Berlín,  Rensburg,  Argentina,  Rivera  del  Albis, 
Hamburgo,  Ratisbona  y  Colonia;  de  una  carta  de  Londres, 
otra  del  Haya,  otra  de  Bruselas  y  otra  de  París,  todas  con  sus 
fechas  de  expedición,  y  en  el  capítulo  de  Madrid,  había  ar- 
tículos de  noticias  de  corte,  políticas,  sociales,  religiosas  y 
hasta  de  espectáculos.  Corroboren  los  ejemplos  este  aserto. — 
Noticias  de  corte.  —  «Domingo  24  del  mes  pasado  asistie- 
ron SS.  MM.  (Dios  les  guarde)  á  las  primeras  vísperas  y  á 
los  maitines,  y  el  lunes  á  los  divinos  oíicios  de  la  festividad 
de  Pascua  del  Nacimiento  en  la  Iglesia  del  Real  Convento  de 
S.  Gerónimo,  y  continuaron  las  propias  muestras  de  su  he- 
redada piedad  durante  las  otras  cuatro  fiestas. — Miércoles  27, 
á  la  tarde,  se  divirtió  el  Rey  algún  rato  en  el  campo.  —  Vier- 
nes 29,  fué  la  Reina  Madre,  nuestra  señora,  (Dios  la  guarde) 
á  visitar  á  sus  Augustos  Hijos  y  también  el  sábado,  á  la  tarde, 
volviendo  de  la  devoción  de  Ntra.  Sra  de  Atocha.» —  Socia- 
les. —  «Miércoles  27  del  pasado  dio  la  Exma.  Sra.  Duquesa 
de  Terranova,  Camarera  Mayor  de  la  Reina,  ntra.  Sra.,  un 
suntuosísimo  convite  á  todas  las  damas  de  S.  M.»  —  De  es- 
pectáculos. —  «A  28  del  pasado  vieron  SS.  MM.  y  sus  fami- 
lias una  famosa  comedia  en  el  Palacio  del  Buen  Retiro.  »  — 
Excusamos  copiar  las  demás. 

Después  que,  como  se  ha  dicho,  por  orden  del  Consejo,  se 
suspendió  la  publicación  de  las  Gacetas,  el  8  de  Abril  de  1680, 
dice  Hartzenbusch,  las  que  de  nuevo  comenzaron  á  salir  á  luz 
desde  el  martes  16  de  Noviembre  de  1683  con  el  título  de 
Ahuevas  ordinarias  de  los  sucesos  del  Norte,  con  doce  pági- 
nas cada  una,  impresas  por  Villa-Diego,  y  que  continuáronse 
publicando,  ya  con  el  nombre  de  Nuevas  ordinarias,  ya  con 
el  de  Nuevas  singulares.  Hartzenbusch,  que  no  dice  cuándo 


-  58  — 

estas  Gacetas  terminan,  es  un  escritor  minucioso,  diligente  y 
muy  veraz:  no  testifica  sino  lo  que  ha  visto  por  sus  ojoso 
sabe  con  entera  fe,  y  sus  datos  siempre  son  ciertos.  Pero  ni 
en  la  Biblioteca  Nacional,  ni  en  la  de  la  Real  Academia  de  la 
Historia  he  visto  los  seis  ó  siete  números  de  esta  serie 
hasta  1684,  ni  los  siguientes,  si  su  publicación  siguió.  En  la 
Colección  de  la  Real  Academia  de  la  Historia  se  encuentran, 
con  relación  al  año  1684,  dos  series  de  Gacetas  distintas  y 
con  distintos  nombres  y  pie  de  imprenta,  que  simultáneamen- 
te comenzaron  á  publicarse  en  dicho  año.  El  dato  que  Hart- 
zenbusch  nos  aporta  con  la  de  Villa-Diego  de  1683,  y  los  que 
emanan  de  la  aparición  simultánea  de  estas  dos  Gacetas, 
una  en  la  imprenta  de  Lucas  Antonio  de  Bedmar  y  Valdivia, 
Impressor  de  los  Reynos  de  Castilla  y  León,  y  otra,  aunque 
sin  citarla,  de  la  imprenta  de  Villa-Diego,  Impresor  de  S.  M., 
bajo  el  patrocinio  del  también  Librero  de  Cámara  de  S.  M., 
Sebastián  de  Armendariz,  denotan  la  existencia  acaso  de  al- 
guna cuestión  de  derecho  en  pleito  entre  el  poseedor  del  pri- 
vilegio y  los  que  trataban  de  desconocerlo.  La  de  Armendariz 
al  fin  ponía:  Con  privilegio,  desde  su  primer  número  del  4 
de  Enero;  la  de  Bedmar  y  Valdivia  no  llevaba  esta  nota,  lo 
que  haría  colegir  una  verdadera  usurpación,  si  ya  Fabro  Bre- 
mundan,  el  redactor  de  la  Gaceta  legítima,  en  una  Adver- 
tencia a  los  curiosos  destc  género  de  escritos,  puesta  en  la 
de  Armendariz,  no  hubiera  declarado  «que,  aunque  el  autor 
era  medianamente  versado  en  varios  idiomas  de  Europa, 
nunca  había  procurado  aprender  las  lenguas  de  los  buhos, 
lechuzas  y  otras  aves  de  rapiña». 

Las  dos  Gacetas  salieron  el  martes  4  de  Enero.  La  que 
puede  llamarse  falsa  se  titulaba:— uGazeta  general  del  Norte, 
Italia  y  otras  partes.  (Con  licencia  de  los  Sres.  del  Conse- 
jo). En  Madrid,  por  Lucas  Antonio  de  Bedmar  y  Baldi- 
via  (sic),  Impressor  de  los  Reynos  de  Castilla  y  León.  Año 
de  1684».  —  La  legítima,  la  de  Fabro  Bremundan,  llevaba 
por  título  :  —  uNuecas  singulares  del  Norte  y  otras  partes  de 
Europa.  Publicadas  el  martes  4  de  enero  de  1684.  -h-  Por 
Sebastian  Armendariz,  Librero  de  Cámara  de  Su  Mages- 
tad.  —  (Con  privilegio.)»  —  La  primera  se  vendía  en  casa  de 
Bedmar  y  Valdivia,  en  la  calle  del  Carmen  y  en  Palacio. 
Peroá  pesar  de  la  protección  que  este  editor  parecía  gozar  en- 
tre los  señores  del  Consejo  y  en  el  patio  de  Palacio,  donde  se 
encontraban  las  librerías,  la  cuestión  debió  zanjarse  para  me- 


—  59  - 

diados  de  Mayo,  pues  desde  el  extraordinario  del  23  de  este 
mes  quedaron  las  dos  Gacetas  fundidas,  y  ya  al  pie  de  ellas 
no  aparecen  más  nombres  que  el  del  editor  Armendariz  y  el 
del  impresor  Villa-Diego. 

Es  una  verdadera  anarquía  la  que  se  observa  en  la  deno- 
minación de  la  serie  de  la  Gaceta  de  Madrid  que  discurre 
desde  las  primeras  ordinarias  de  4  de  Enero  de  1684  basta  las 
primeras  del  año  1690,  en  que  continuaron  sin  interrupción. 
En  la  Advertencia  que  se  ha  citado  de  Fabro  Bremundan 
justifica  la  reaparición  del  periódico  regular  suprimido 
en  1680  por  la  alegría  y  el  interés  que  habían  despertado  en 
el  público  las  noticias  «del  gran  suceso  de  Viena»,  y  la  gue- 
rra de  la  Liga  Sagrada  contra  los  Turcos,  y  estando  en  estos 
asuntos  muy  interesada  además  la  atención  de  la  Reina  Ma- 
dre Doña  Mariana,  hermana  del  Emperador  Leopoldo,  no 
hubo  medio  de  oponerse  á  las  imposiciones  de  tantos  influjos 
desde  que  á  toda  la  Cristiandad  llenó  de  alegría  la  liberación 
de  Viena  por  Juan  Sobieski  y  el  Duque  Carlos  de  Lorena. 
Fabro  Bremundan  al  servicio  de  D.  Juan  de  Austria  había 
sido,  indudablemente,  el  autor  de  la  mayor  parte  de  los  pa- 
peles por  aquél  inspirados  y  que  ultrajaron  la  doble  majestad 
de  la  madre  y  de  la  reina;  pero  D.  Juan  había  muerto;  Fa- 
bro se  había  puesto  á  los  pies  de  la  Reina  ofendida  con  com- 
pleta sumisión  y  resuelta  lealtad,  y  en  Madrid  ninguno  le 
aventajaba  en  la  familiaridad  de  las  dos  lenguas  de  la  Madre 
del  Soberano  y  hermana  del  Emperador,  la  española  y  la  ale- 
mana. La  Gaceta  le  fué  de  nuevo  consentida,  y  ya  para  no 
interrumpir  en  lo  sucesivo  su  publicación. 

Ha  creído  Hartzenbusch  que  estas  Gacetas  de  denomina- 
ciones tan  pintorescas  de  1683  á  1690,  y  principalmente  des- 
de 1685,  quedaron  reducidas  á  meros  avisos  de  la  guerra  de 
la  Liga.  No  le  falta  razón  para  creerlo;  pero  no  es  así.  Des- 
de 1684  á  1690,  la  Gaceta  de  Fabro  Bremundan  tuvo  el  ca- 
rácter de  noticias  generales,  que  habían  tenido  las  anteriores 
de  1677  á  1680.  Lo  que  sucedía  era  que  el  asunto  de  interés 
mayor  y  más  general  que  entonces  se  ventiló  en  Europa  fué 
la  guerra  contra  el  turco,  que  reclamaba  la  atención  de  todo 
el  mundo  político  y  religioso  del  continente.  También  nos- 
otros, los  españoles,  una  parte  de  este  tiempo,  sostuvimos 
nuevas  guerras  con  Francia,  hasta  en  la  misma  Península, 
y  las  noticias  que  sobre  la  defensa  de  Gerona  contra  el  ejér- 
cito que  mandaba  el  Mariscal  Bellefons,  y  las  de  la  campaña 


—  60  - 

del  Duque  de  Bournonville,  hasta  arrojar  á  los  franceses  del 
Principado  y  penetrar  en  las  comarcas  del  Rosellón,  en  nin- 
guna parte  traspiran  como  en  aquellas  Gacetas  el  ambiente 
de  la  verdad. 

De  sus  artículos  para  la  Gazeta  de  Madrid,  acerca  de  la 
Liga  sagrada  contra  el  turco,  desde  el  mismo  año  de  1683, 
empezó  á  formar  D.  Francisco  de  Fabro  Bremundan  los  cin- 
co volúmenes  de  su  Floro  Histórico,  que  dedicó  á  la  Reina 
Doña  Mariana  de  Austria,  su  protectora,  y  dio  á  imprimir  al 
mismo  impresor  de  la  Gazeta,  Bernardo  de  Villa-Diego.  El 
primer  volumen  se  publicó,  fresca  la  campaña  de  1683, 
en  1684;  el  segundo,  en  1686;  el  tercero,  en  1687;  el  cuarto, 
en  1688;  y  el  quinto,  en  1690.  La  aparición  de  cada  uno  de 
estos  volúmenes  se  anunciaba  en  la  Gaseta  previamente,  y 
en  el  Archivo  de  la  Casa  Real,  en  el  expediente  que  tiene 
formado  á  su  nombre,  hay  una  Real  orden  de  la  Reina  Doña 
Mariana,  de  10  de  Enero  de  1687,  transmitida  por  su  mayor- 
domo mayor  el  Marqués  de  Mancera  al  Contralor  y  Grefier 
de  S.  M.  D.  Juan  Alvarez  del  Peral,  disponiendo  que  á  Don 
Francisco  Fabro  Bremundan,  Oficial  de  Estado,  se  le  libren 
doscientos  ducados  de  vellón,  por  una  vez.  de  que  S.  M.  le 
ha  hecho  merced  para  los  gastos  de  la  impresión  del  tercer 
tomo  del  Floro  Histórico  de  la  guerra  contra  el  Turco.  Otros 
doscientos  ducados  en  la  misma  forma  y  para  la  publicación 
del  tomo  cuarto,  se  le  mandó  librar  por  S.  M.  el  4  de  Octubre 
de  1688;  y  lo  que  nos  da  noticia  de  su  última  enfermedad, 
que  le  llevó  al  sepulcro,  es  el  documento  siguiente  de  la  mis- 
ma procedencia. 

«D.  Agustín  de  Silva,  Grefier  de  la  Reina,  Ntra.  Sra. — 
Su  Mag.'1  (Dios  la  guarde),  se  ha  servido  de  mandarme  des- 
pachar el  Real  Decreto  sig.lc:  Daréis  orden  que  se  libren  cien 
ducados  de  vellón  á  Don  Francisco  Fabro,  Secretario  del 
Rey,  mi  hijo,  y  Oficial  de  la  Secretaria  de  Estado,  que  me  ha 
representado  se  halla  enfermo  y  con  mucha  necesidad,  de 
que  le  hago  merced  por  esta  vez  para  ayuda  de  su  curación.  — 
Rubricado  de  Su  mag.11— Madrid  18  de  Noviembre  de  1690. — 
El  Marqués  de  Mancera.» 

Al  morir  Fabro  Bremundan,  se  llevaba  al  sepulcro  el 
privilegio  de  la  publicación  de  la  Gazeta;  pero  ni  quedó  ésta 
interrumpida,  ni  huérfana  su  redacción.  Desde  el  año  ante- 
rior de  1689,  sintiéndose  viejo,  fatigado  y  abrumado  de  ocu- 
paciones con  la  preparación  del  Floro ,  llamó  á  la  colabora- 


—  til  — 

ción  de  la  Gaseta  al  Doctor  D.  Juan  de  las  Hebas,  colegial 
del  insigne  de  la  Magdalena  de  la  Universidad  de  Sala- 
manca, Canónigo  Magistral  de  Tarazona  y  asistente  en  la 
corte  como  Predicador  de  S.  M.  y  su  Capellán  de  Honor. 
Hebas  había  sido  el  redactor  de  las  Gacetas  de  Bedmar  y 
Valdivia,  en  cuya  casa  había  publicado  su  libro  titulado  Ca- 
mino real  del  desengaño.  Su  colaboración  en  la  Gaceta  de 
Fabro  se  dejó  sentir  desde  mediados  de  Marzo  de  1689  por  la 
abundancia  de  noticias  directas  y  de  documentos  de  la  corte 
de  Roma  que  comenzó  á  insertar  con  marcada  preferencia. 
Indudablemente,  el  último  ó  uno  de  los  últimos  papeles 
históricos  y  de  noticias  que  escribió  Fabro  Bremundan,  fué 
el  Bosquejo  de  la  triunfante,  magnifica  y  suntuosísima  en- 
trada, que  en  esta  católica  corte  ejecutó  á  veinte  y  dos  de 
mayo  del  presente  año  de  1690,  Nuestra  Augustísima  Reina 
y  Señora  Doña  Ana  de  Austria,  Princesa  Palatina  del 
Rhin,  etc.  Participa  á  la  noticia  destos  Rey  nos  Don  Fran- 
cisco Fabro  Bremundan,  del  Consejo  de  S.  M.,  y  su  Secreta- 
rio, oficial  de  la  lengua  latina  en  la  Secretaria  de  Estado 
del  Norte,  en  esta  forma  compendiosa,  lo  infinito  de  la  gran- 
deza y  ostentación  con  que  en  este  alegre  y  memorable  dia  se 
lució  la  devoción  y  fineza  desta  Corte  augusta  y  real,  en 
obsequio  de  tan  Soberana  Señora  :  siendo  forzoso  remitir  á 
mayor  espacio  lo  inmenso  que  no  cabe  en  la  brevedad  del 
tiempo,  que  la  curiosidad  de  los  ausentes  solicita  una  nueva 
de  tanto  consuelo.  Fué  este  un  papel  en  4.°,  de  doce  páginas, 
que  se  imprimió  en  la  imprenta  de  Sebastián  Armendáriz, 
librero  de  Cámara  de  S.  M.,  y  Curial  de  Roma.  Aunque  en 
él  Fabro  Bremundan  ofreció  en  varios  pasajes  publicar  una 
relación  más  amplia,  nunca  se  hizo  á  causa  de  su  enferme- 
dad y  su  muerte. 


VII 


El  privilegio  que  quedó  vacante  á  la  muerte  de  Fabro  Bre- 
mundan, aunque  debió  ser  pretendido  por  los  impresores, 
en  quienes  el  poseedor  lo  subrogaba  por  medio  de  un  con- 
trato de  arriendo  pues  la  Gazeta,  con  su  monopolio  y  con  el 
interés  creciente  que  había  despertado  la  curiosidad  de  sus 


-   62  — 

noticias,  debía  producir  bastantes  utilidades,  determinó  al 
Rey  Carlos  II  á  vincularlo  perpetuamente  en  las  rentas  del 
Hospital  general.  La  Real  Cédula  en  que  así  se  disponía  fué 
expedida  á  20  de  Agosto  de  1690;  lleva  la  firma  de  El  Rey 
que  otorgaba  al  Hospital  general  esta  gracia,  y  está  refren- 
dada por  D.  Eugenio  de  Marban  y  Maella,  Secretario  de  S.  M., 
y  registrada  en  el  Consejo  de  Castilla.  La  suscriben  además 
los  licenciados  D.  Gil  de  Castrejón,  D  Antonio  Ronquillo 
Briceño  y  D.  Luis  de  Salcedo  y  Arbizu.  Otro  nombramiento 
se  hizo  correlativo  de  esta  Real  disposición,  el  de  Gacetero 
mayor  del  Reino  en  favor  del  ya  referido  Dr.  D  Juan  de  las 
Hebas,  que  á  los  títulos  con  que  antes  se  ha  condecorado 
añadía  el  de  Capellán  mayor  del  Real  Convento  de  Santa 
Isabel. 

Aunque  por  el  decreto  y  cédula  de  Carlos  II  el  privilegio, 
con  sus  prerrogativas  inherentes,  quedaba  bajo  la  inspección 
y  el  celo  del  Ministro  del  Consejo,  Protector  de  los  Hospita- 
les, á  quien  competía  hacer  arrendamientos  y  contratar  li- 
cencias, aquel  fué  un  momento  tan  critico  para  la  existencia 
de  la  Gaseta,  que  cuando  menos  inició  en  su  explotación 
industrial  una  visible  decadencia.  Al  principio  disputáronse 
la  preferencia  para  continuar  imprimiéndola  el  mercader  de 
libros  Andrés  Blanco,  que  vivía  en  la  Puerta  del  Sol  á  la  en- 
trada de  la  calle  de  las  Carretas,  asociado  al  impresor  Ber- 
nardo de  Villa-Diego,  y  el  librero  Sebastián  de  Armendariz 
en  compañía  con  el  impresor  Antonio  Román;  pero  al  cabo 
estos  últimos  vencieron,  y  desde  la  Gaceta  del  30  de  Septiem- 
bre de  1690,  estos  dos  últimos  nombres  permanecen  en  el  pie 
de  imprenta  hasta  la  del  martes  26  de  Marzo  de  1697,  en  que, 
aunque  Antonio  Román  continúa  imprimiéndola  en  su  casa, 
fíjase  el  punto  de  venta  en  la  de  Antonio  Bizarrón,  mercader 
de  libros,  en  frente  de  las  gradas  de  San  Felipe,  lo  que  ar- 
guye un  cambio  notorio  en  las  personas,  al  menos,  que  cos- 
teaban la  edición. 

En  los  seis  años  que  la  Gaseta  anduvo  en  manos  de  Ar- 
mendariz y  Román,  no  fué  siempre  regular  su  aparición,  y  en 
el  ejemplar  del  año  1694  que  posee  la  Real  Academia  de  la 
Historia  se  encuentra  una  inmensa  laguna  desde  la  del  23  de 
Agosto,  en  que  termina  aquel  año,  y  la  del  22  de  Febrero,  en 
<jue  empieza  la  del  siguiente.  Tampoco  llevan  en  todo  este 
tiempo  el  nombre  especifico  de  Gacetas.  La  del  2  de  Enero 
de  1691  se  titula  Noticias  universales;  después  se  continúan 


—  63  — 

llamando  Noticias  ordinarias  ó  Noticias  extraordinarias, 
aunque  el  número  de  los  extraordinarios  y  suplementos  de- 
crece siempre  desde  que  Fabro  Bremundan  murió.  Respecto 
al  Gacetero  mayor  D.  Juan  de  las  Hebas,  si  á  Andrés  de  Al- 
mansa  y  Mendoza  se  trató  de  estorbarle  que  escribiese  sus 
Cartas  de  novedades  en  1621,  y  si  en  1677  fué  objeto  de  la 
risa  común  que  D.  Francisco  de  Fabro  comprase  el  privilegio 
y  título  de  gacetero,  el  nuevo  y  retumbante  oficio  del  Capellán 
mayor  del  convento  de  Santa  Isabel  se  prestó  á  la  befa  de  la 
sátira.  En  la  sección  de  manuscritos  de  la  Biblioteca  Nacio- 
nol,  en  el  códice  4.050,  folios  10,  14  y  15,  hay  dos  romances  y 
un  soneto  escritos  por  el  jesuíta  P-  Calleja,  y  el  primero 
lleva  por  epígrafe:  Curiosa  jácara  nueva  que  ha  salido  á  Don 
Juan  de  las  Hebas,  Capellán  mayor  del  Convento  de  Santa 
Isabel  y  Gacetero  mayor  de  su  Magestad.  Este  romance  em- 
pieza asi : 

Oigan  de  Juan  de  las  Aves, 
Que  con  la  pluma  ha  volado 
Tanto  su  fama,  que  tienen 
Hoy  las  mentiras  aplauso; 
Oigan,  que  es  aventurar. 
Segundo  Ingenioso  hidalgo: 
Que  él,  con  molinos  de  viento, 
Hace  gigantes-enanos; 
Perrito  de  todas  bodas, 
Tití,  que  no  mono  zambo, 
Carilla  de  golondrina, 

Y  barbilla  de  ruibarbo... 

No  hay  que  decir,  leído  este  principio,  que  el  resto  de  estas 
sátiras  abunda  en  los  más  burlescos  epítetos,  como  el  de  li- 
cenciado gacetilla,  predicador  gacetero,  charlatán  de  repen- 
te, motejándole  además 

Por  ser  lindo  en  las  Gazetas 

Y  en  los  sermones  muy  damo; 

y  concluye,  después  de  ponerle  como  chupa  de  dómine: 

Esta  es  de  Juan  de  las  Aves 
La  vida,  no  los  milagros: 
Quien  leyere  sus  Gacetas 
Crea  que  está  dado  al  diablo. 

Del  P.  Calleja  hay  otras  sátiras  de  sotana  y  bonete,  así 
manuscritas  como  impresas,  contra  otros  personajes  eclesiás- 
ticos de  su  tiempo.  Y  en  las  jácaras  contra  Hebas  le  llama 


—  64  — 

otro  Ayala,  siendo  este  Ayala,  otro  predicador  insigne  de 
Carlos  II,  D.  Pedro  de  Ayala,  que,  teniendo  gran  influencia 
en  la  curia  romana,  díjose  que  estuvo  para  ser  elevado  á  la 
púrpura  cardenalicia,  captándose  por  esto  la  rivalidad  del 
Cardenal  Espada,  quien  atizaba  contra  Ayala  y  contra  Hebas 
las  sátiras  del  P.  Calleja.  Entre  los  papeles  de  novedades  de 
D.  Pascual  de  Gayangos  hállanse  algunas  de  estas  sátiras  y 
la  caricatura  de  D.  Pedro  de  Ayala,  mal  grabada  al  agua 
fuerte. 

Ya  por  estas  rivalidades,  ya  por  haberse  debilitado  el  in- 
terés que  las  Gacetas  tuvieron,  cuando  las  escribía  Fabro 
Bremundan,  en  Julio  de  1696,  ésta  arrastraba  vida  muy  peno- 
sa, y  cada  vez  era  más  exigua  la  renta  que  producía  al  Hospi- 
tal general.  En  esta  disposición,  el  12  de  Julio  de  dicho  año 
presentó  un  memorial  á  la  Junta  de  patronos  de  los  Hospita- 
les de  Madrid  un  caballero  navarro,  llamado  D.  Juan  de  Go- 
yeneche,  el  cual  proponía  ceder  al  Hospital  general  cuatro- 
cientos ducados  de  renta  en  los  mejores  efectos  de  la  villa, 
por  servir  a  los  Hospitales,  á  cambio  del  traspaso  á  titulo  de 
perpetuidad  del  privilegio  que  para  imprimir  y  componer  las 
Gacetas  al  General  se  había  otorgado.  « Y  se  puede  reco- 
nocer, decía  en  su  instancia,  la  conveniencia  que  se  le  sigue,, 
pues  no  habiendo  prohibición  para  que  cualquiera  que  qui- 
siere, en  tiempo  de  paz,  las  pudiere  imprimir,  nadie  lo  hacía 
por  no  poderlas  costear.»  Á  mayor  abundamiento,  todavía 
Goyeneche  añadía  en  su  Memorial:  «Aun  en  tiempo  de  estas 
guerras,  apenas  rinden  en  arrendamiento  dudoso  lo  que  el 
suplicante  ofrece  de  fijo.»  La  Junta  pidió  sus  fianzas  sobre  la 
declaración  de  los  efectos  que  rentaban  aquellos  400  ducados, 
y  el  asunto  comenzó  á  marchar. 

D.  Juan  de  Goyeneche,  no  sólo  pertenecía  á  una  de  las  fa- 
milias más  ilustres  de  Navarra,  sino  que  era  un  espíritu  muy 
ilustrado  y  una  aptitud  activa  y  diligente,  dispuesta  para  todo 
género  de  útiles  empresas  La  nobleza  de  su  nacimiento  le 
allanó  el  acceso  para  que  en  1699  se  le  nombrara  Tesorero  de 
la  Reina  Doña  Mariana  de  Neuburgo,  y  para  que  en  1721,  por 
Real  cédula  de  22  de  Abril,  se  erigiera  su  casa  de  Goyeneche 
por  Palacio  de  cabo  de  Armería,  cerca  de  Anziuno,  por  voto 
de  las  Cortes  generales  celebradas  en  Pamplona.  En  1728  hi- 
zo poner  el  hábito  de  Santiago  en  el  pecho  de  su  hijo  don 
Francisco;  al  año  siguiente  le  pasó  el  cargo  de  Tesorero  de 
la  Reina,  á  la  vez  que  él  recibía  los  honores  de  Mayordomo 


—  65  — 

de  semana  de  S.  M.  Por  último,  el  año  1731  se  hizo  dar  para 
su  mismo  hijo  primogénito  D.  Francisco  el  titulo  de  Marqués 
de  Belzunce,  como  consta  de  su  expediente  en  el  Archivo  de 
la  Real  Casa.  Había  mostrado  D.  Juan  de  Goyeneche  su  mu- 
cha cultura  publicando  en  Madrid,  en  1685,  en  casa  de  Anto- 
nio Román,  su  libro  de  la  Exelencia  de  la  nobleza,  antigüe- 
dad y  blasones  del  Valle  del  Bastan,  dedicado  á  sus  hijos  y 
originarios.  Mas  consagrado  después  á  los  estudios  económi- 
cos que  estaban  en  boga,  le  dio  la  fiebre  de  las  empresas,  em- 
pezando en  1697  por  la  adquisición  del  privilegio  de  la  tíasetu. 
Los  puestos  administrativos  á  que  fué  llamado  en  Palacio  para 
gobernar  el  bolsillo  particular  de  la  Reina  no  se  hicieron  in- 
compatibles con  el  planteamiento  de  los  proyectos  que  conce- 
bía. En  las  Memorias  políticas  y  comerciales  de  D.  Eugenio 
Larruga  detalladamente  se  describen  las  fabricas  que  fundó  en 
la  Olmeda  y  en  el  Nuevo  Baztán,  pueblos  de  su  señorío,  no  le- 
janos de  Madrid.  Felipe  V  quiso  que  en  España  se  fabricasen 
las  telas  para  el  vestuario  de  las  tropas  y  los  demás  efectos 
de  la  industria  militar,  y  en  1710  fundó  en  la  Olmeda  edificios 
para  26  telares  corrientes,  con  todas  las  dependencias  para  la 
preparación  de  las  lanas,  donde  se  empezaron  á  tejer  paños 
veintedocenos,  blancos,  encarnados  y  granza,  azules,  pajizos, 
verdes  y  de  mezclas;  y  cuando  en  1718  se  formó  el  Regi- 
miento de  la  Reina,  él  le  ofreció  la  escarlata  para  todas  sus 
plazas,  así  como  las  demás  prendas  del  vestuario  entero.  En 
el  Xuevo  Baztán  levantó  fábricas  para  paños  finos,  para  som- 
breros de  munición  y  de  papel  fino,  entrefino  y  de  imprenta, 
y  en  Valdemoro  estableció  otros  22  telares  para  ropas  milita- 
res, con  800  operarios,  de  que  sólo  eran  siete  extranjeros, 
para  que  enseñaran  á  los  de  España  el  secreto  de  los  tintes  y 
á  fundir  y  cardar.  El  Capellán  Real  y  del  Supremo  Consejo 
de  Indias  D.  Francisco  de  la  Torre  y  Ocón  acredita  que  exten- 
dió estas  iniciativas  en  las  villas  de  Illana  y  la  Olmeda  á  la 
fabricación  de  gamuzas  y  toda  clase  de  curtidos  de  pieles 
para  coletos,  vestidos,  medias,  guantes  y  otros  usos;  á  la  de 
destilación  de  aguardientes  y  refinación  de  mistelas  y  aguas 
de  Hungría,  en  que  empleaba  operarios  de  los  dos  sexos,  y 
aun  niños  y  niñas  por  centenares,  y  el  Secretario  del  Despa- 
cho general  de  la  Guerra  y  Marina  D.  Jerónimo  de  Ustáriz 
dice  que  Goyeneche  ayudó  á  la  restauración  de  nuestras  cons- 
trucciones navales,  no  sólo  tomando  el  encargo  de  la  corta  de 
árboles  en  los  montes  del  Pirineo  y  su  arrastre  hasta  el  mar, 


para  lo  que  estableció  transportes  fluviales  por  el  Ebro  hasta 
Tortosa,  sino  creando  fábricas  de  brea  y  alquitrán,  de  lona  y 
cordaje,  de  jarcias  y  de  otra  multitud  de  menajes  para  la 
marina. 

Hombre  de  tal  naturaleza  fué  el  que  en  Julio  de  1697  soli- 
citaba del  Hospital  general  el  traspaso  del  Privilegio  que 
para  la  publicación  exclusiva  de  las  Gacetas  le  había  otorga- 
do seis  años  antes  el  rey  Carlos  II  á  cambio  de  los  400  duca- 
dos de  renta  que  le  ofrecía  en  efectos  fiduciarios  de  la  villa  de 
Madrid,  que  en  su  examen  fueron  declarados  por  excelentes 
y  que  aunque  debían  limitarse  á  la  representación  ó  equiva- 
lencia de  un  capital  de  110.000  reales  vellón,  habiendo  sobre- 
pujado los  que  presentó  hasta  111.000  (10.000  ducados)  hizo 
donación  de  la  diferencia  en  favor  del  mismo  Hospital.  El 
Dr.  D.  Sebastián  de  Cavero,  presbítero  y  administrador  del 
General  y  sus  agregados,  con  la  conformidad  de  la  Junta  de 
Hospitales,  informó  al  Consejero  de  Castilla,  protector  de  los 
mismos,  D.  Juan  de  Laysaca,  representándole  «el  menoscabo 
que  ha  tenido  y  en  adelante  podrá  tener  el  arrendamiento  de 
dicho  Privilegio,  como  lo  ha  experimentado  en  estos  años, 
pues  sin  haber  cesado  la  guerra  de  Hungría  ni  las  de  España 
con  Francia,  ha  ido  bajando  y  descaeciendo  su  estimación  y 
renta  en  tal  grado,  que  de  700  ducados,  en  que  se  arrendó  la 
primera  vez,  bajó  la  segunda  á  510,  y  últimamente  para  el 
arrendamiento  presente  (1696)  que  se  ha  tratado  y  trata  de 
hacer  para  desde  1."  de  enero  de  este  año  (1697),  no  hay  quien 
hasta  ahora  haya  hecho  postura  mas  que  de  2.000  á  2.200rs  al 
año  y  se  puede  esperar  tenga  total  falencia  llegando  el  caso 
de  Paces  Generales».  Aun  con  estos  informes,  todavía  el  pro- 
tector Laysaca  no  se  atrevió  á  acelerar  la  resolución  del  asun- 
to, hasta  que  del  8  al  17  de  Enero  el  pregonero  público  Juan 
Galiano,  acompañado  del  Escribano  real  y  de  los  reales  Hos- 
pitales D.  Pedro  de  Rivas,  de  orden  del  mismo  protector,  dio 
nueve  pregones  en  los  puntos  y  plazas  de  la  villa  Puerta  de 
Guadalajara,  Portal  de  Provincia  y  Puerta  del  Sol,  invitando 
á  quien  quisiere  hacer  postura  de  arriendo  ó  compra  al  Hos- 
pital general  del  privilegio  para  poder  imprimir  y  vender  las 
Gacetas  de  la  villa,  á  que  acudiera  con  sus  proposiciones  al 
Administrador  de  los  reales  Hospitales  general  y  Pasión,  Ca- 
vero. Cuando  se  hubo  certificado  que  no  había  persona  que 
las  hiciera,  elevó  la  cuestión  á  consulta  de  la  Sala  de  gobier- 
no del  Consejo,  que  presidía  el  Conde  de  Gondomary  que  es- 


-  67  — 

taba  formada  por  los  Consejeros  D.  José  de  Soto,  D.  Diego 
de  Flores,  D  Luis  del  Hoyo  y  D.  Tomás  de  Pantoja.  La  Sala 
aprobó  la  proposición  hecha  por  la  Junta  de  Hospitales. 

La  escritura  pública  de  cenia  y  cesión  se  otorgó  el  23  de 
Marzo  en  la  Escribanía  de  D.  Francisco  Isidro  de  León,  en 
cuyo  protocolo  correspondiente  del  año  1697  consta  en  el  Ar- 
chivo notarial  de  Madrid,  adicionada  de  los  documentos,  ya 
originales,  ya  certificados  competentemente,  que  en  ella  se 
incluyen.  El  Hospital  general  estuvo  representado  en  ella  por 
«u  Administrador,  Cavero,  y  fueron  testigos  D.  Martín  Frei- 
ré de  Córdova,  Manuel  Pérez  y  Pedro  de  Aguayo,  terminan- 
do en  el  séptimo  pliego  de  los  que  ocupa  con  la  aprobación 
del  protector  Laysaca  D.  Juan  de  Goyeneche  entró  inmedia- 
tamente en  posesión  del  privilegio  y  de  la  Gazeta,  que  si  en 
su  número  del  martes  26  de  Marzo,  ya  del  dominio  suyo, 
conservó  todavía  el  título  de  Noticias  ordinarias  del.  Xorte, 
Italia,  España  y  otras  partes,  desde  primero  de  enero  hasta 
hoy  26  de  marzo,  y  el  nombre  del  impresor  Antonio  Román, 
que  por  entonces  continuó  imprimiéndola,  desde  aquel  día 
•quedó  reducida  á  solas  dos  hojas  en  4.°,  y  se  puso  á  la  venta 
en  casa  de  Antonio  Bizarrón,  mercader  de  libros,  que  tenia 
su  oficio  enfrente  de  las  gradas  de  San  Felipe.  Otra  adverten- 
cia puesta  al  final  decía:  «Saldrán  estas  Relaciones  todos  los 
martes,  y  los  ausentes  que  las  quisieren  las  podrán  tener  por 
el  correo  en  la  misma  forma  que  hasta  aqui.» 

Es  curioso  que  así  como  hasta  entonces,  y  desde  el  siglo 
anterior,  se  había  dado  el  nombre  genérico  de  Gacetas  á  todo 
papel  de  novedades,  corto  ó  largo,  particular  ó  periódico,  lle- 
vase el  titulo  que  llevase,  en  todos  los  anuncios  de  la  nueva 
Gaceta  se  dé  á  ésta  el  nombre  genérico  de  Relaciones,  hasta 
muy  entrado  el  siglo  XVIII.  Desde  el  número  correspondien- 
te al  2  de  Abril  de  1697,  es  decir,  el  segundo  que  publicó 
Goyeneche,  la  Gaceta  tomó  ya  para  siempre  y  definitivamen- 
te el  nombre  de  Gaceta  de  Madrid.  En  la  del  7  de  Enero 
de  1698  vuelve  á  anunciarse  su  suscripción,  y  se  le  llama  es- 
tas Relaciones.  El  30  de  Diciembre  de  1698  se  repite  el  anun- 
cio para  la  suscripción  del  año  1699,  y  se  le  llama  estas  Re- 
laciones. El  20  de  Enero  de  1699  se  repite  lo  mismo  En  la 
Gaceta  del  27  de  Julio  de  1706  se  inserta  otro  anuncio  del 
Diario  del  ciaje  de  S.  M.  desde  Barcelona  hasta  Zaragoza, 
■que  acababa  de  publicarse.  Se  dice  que  se  halla  venal  donde 
■estas  Relaciones.  Tan  cierto  es.  como  en  los  artículos  ante- 


-  68  - 

riores  se  ha  afirmado,  que  desde  el  siglo  XVI  toda  Relación 
de  sucesos  particulares  debe  ser  considerada  como  parte  in- 
tegrante de  la  historia  del  periodismo  en  España,  pues  entre- 
nosotros  el  nombre  de  Gaceta,  fué  genérico  y  se  aplicó  enton- 
ces á  toda  clase  da  estos  papeles  volantes,  como  al  final  del 
siglo  XVII  y  principios  del  XVIII,  hasta  á  la  Gaceta  ya  per- 
manente, y  ya  casi  oficial,  se  daba  el  nombre  que  quedó  ge- 
nérico de  Relaciones.  Después  de  1706  ya  esta  confusión  de 
apellidos  se  hizo  menos  frecuente. 

Desde  que  Goyeneche  impuso  ya  para  siempre  el  nombre 
de  Gaceta  de  Madrid  á  su  Gaceta  el  2  de  Abril  de  1697,  es- 
cribió Gaceta  y  no  Gaceta,  como  hasta  entonces  se  había  es- 
tilado. Apenas  fundada  por  Felipe  V  la  Real  Academia  Es- 
pañola, y  ésta  pudo  confeccionar  su  Diccionario  llamado  de 
Autoridades,  corrigió  la  ortografía  de  nuestro  periódico  de 
Estado,  pues  la  Academia  entonces,  profesando  el  principio 
conservador  de  las  etimologías  en  la  ortografía  de  las  pala- 
bras, hizo  recordar  que  la  voz  Gaceta  provenía  de  la  italiana 
gazza,  y  con  esta  indicación,  se  hizo  de  nuevo  la  corrección 
oportuna  en  el  título  de  la  Gazeta  de  Madrid,  que  así  si- 
guió escribiéndose  hasta  que  después  de  la  muerte  del  Rey 
Fernando  VII,  en  nuestro  siglo,  el  torrente  vulgar  impuso 
sus  cánones  de  libertad  ortográfica  hasta  á  la  propia  Aca- 
demia. 

D.  Juan  de  Goyeneche  no  quitó  su  título  de  Gacetero  ma- 
yor de  S.  M.  al  Dr.  D.  Juan  de  las  Hebas,  sino  que  á  éste 
quedó  sometida  mientras  vivió  la  redacción  de  la  Gaceta. 
No  es  fácil  averiguar  el  tiempo  que  duró  esta  dirección  lite- 
raria, pues  se  ignora  la  fecha  en  que  Hebas  murió.  Habiendo 
procurado  indagarla  en  el  Archivo  de  la  Real  Casa,  resulta 
de  su  expediente  como  Capellán  de  honor  y  predicador 
de  S.  M.,  que  hasta  1710  seguía  cobrando  su  asignación  anual 
de  60.000  mrs  ;  pero  en  1713  todavía  estaba  vivo  y  en  ejerci- 
cio pleno  de  sus  facultades  literarias,  pues  en  dicho  año  dio 
á  la  imprenta  de  Jerónimo  de  Estrada,  ó  costa  de  Isidro  Colo- 
mo, mercader  de  libros,  su  tratado  de  Theolocjia  moral-sa- 
cramental para  uso  más  fácil  de  las  conferencias  que  se  tie- 
nen en  el  Oratorio  del  Salvador  del  Mundo  en  esta  corte, 
conferencias  que,  como  el  autor  mismo  certifica  en  el  prólo- 
go, empezó  y  venía  dando  sin  interrupción  «delante  de  los 
hombres  señalados  en  virtud  y  letras»  desde  el  año  1686.  Con 
todo,  sábese  que  en  1697  D.  José  Antonio  de  Avellaneda  era 


—  69  — 

«  lo  menos  auxiliar  en  la  confección  del  periódico;  así  como 
•que  en  1719  también  traducía  para  llenar  sus  páginas  de  no- 
ticias extranjeras  D   Juan  Isidro  Fajardo. 

No  ofrece  la  estructura  de  la  Gaceta,  después  que  la  tomó 
Goyeneche,  más  diferencia  con  las  anteriores,  sino  en  que  el 
•capitulo  de  noticias  es  desde  entonces  continuo,  y  que  con 
más  frecuencia  se  dan  otras  de  diversas  partes  de  España  y 
África.  También  en  la  Colección  de  la  Biblioteca  Nacional 
•quedan  pruebas  de  que  con  alguna  frecuencia  de  ciertos  nú- 
meros se  hicieron  dos  ediciones,  añadiendo  en  la  segunda  al- 
guna particularidad  que  la  distingue  de  la  otra.  Sobre  esto 
pueden  consultarse,  por  ejemplo,  las  de  4  de  Mayo,  23  de 
Septiembre,  21  de  Octubre  y  11  de  Noviembre  de  1698;  las  de 
20  de  Enero  y  19  de  Mayo  de  1699,  y  asi  otras.  Hasta  el  prin- 
cipio de  la  guerra  de  sucesión  son  muy  raros  los  números  de 
suplemento  ó  extraordinarios;  pero  desde  1702,  en  la  Colec- 
ción de  la  Real  Academia  de  la  Historia  con  frecuencia  se  in- 
tercalan Gacetas  que  no  llevan  este  nombre,  y  que  ni  siquie- 
ra interrumpen  el  orden  correlativo  de  la  paginación  de  los 
números  ordinarios.  Suelen  denominarse  Noticias  extraor- 
dinarias. Relaciones,  etc.,  y  siempre  salen  con  el  nombre  de 
Antonio  Bizarrón,  el  delegado  de  Goyeneche  para  la  venta 
de  la  Gaceta.  Desde  el  número  correspondiente  al  30  de  Di- 
ciembre de  1710,  la  Gaceta  se  publicó  en  la  imprenta  que  se 
puso  á  cargo  de  Juan  de  Aristia,  en  la  calle  de  los  Boteros, 
desde  donde  en  Agosto  de  1722  se  trasladó  á  la  calle  de  Alca- 
lá. Aristia  era  yerno  de  Bizarrón,  por  quien  pasaban  todas 
las  cuentas  y  cargos  de  la  casa.  Muerto  su  suegro,  siguió 
siendo  el  administrador  general  de  la  Gaceta,  llevando  su 
nombre  la  imprenta,  hasta  que,  sacada  de  planta  y  concluida 
la  construcción  de  la  magnifica  casa  que  para  vivienda  pro- 
pia, almacén  de  sus  productos  industriales  é  instalación  de  la 
imprenta  y  oficinas  de  despacho  de  la  Gaceta,  hizo  levantar 
Goyeneche  en  la  calle  de  Alcalá,  tomó  el  establecimiento  de 
donde  salía  el  periódico  el  nombre  de  Imprenta  de  la  Gaceta 
■el  17  de  Septiembre  de  1737.  Este  edificio  creo  que  es  ei  mis- 
mo en  que  por  mucho  tiempo  ha  estado  instalado  el  Hotel 
Peninsular,  y  hoy  sirve  de  morada  al  Circulo  de  Bellas 
Artes. 


—  70 


VIII 


Los  servicios  que  D.  Juan  de  Goyeneche  prestó  á  la  causa- 
del  Duque  de  Anjou  para  la  sucesión  de  la  Corona  de  Espa- 
ña, también  refluyeron  en  su  nueva  propiedad  de  la   Gaceta, 
de  Madrid.  Hay  una  Cédula  Real  de  confirmación  del  Privi- 
legio que  había  adquirido  y  explotaba,  que  merece  ser  cono- 
cida integra.  Dice  asi:  —  «EL  REY. —  Por  cuanto  por  parte 
de  vos,  D.  Juan  de  Goyeneche,  Tesorero  de  la  Reina,  se  me 
ha  representado,  que  habiéndose  concedido  al  Hospital  Ge- 
neral de  esta  corte  el  Privilegio  de  imprimir  las  Gacetas  en 
estos  reinos,  comprasteis  al  Hospital  este  Privilegio,  como, 
constaba  de  su  cesión  y  ajuste  hecho  con  el  Protector,  Admi- 
nistrador y  demás  Ministros,  y  que  continuando  vos  con  el 
derecho  de  vuestro  Privilegio  hacéis  imprimir  dichas  Gace- 
tas y  Relaciones,  gastando  mucho  caudal  en  adquirir  las  no- 
ticias mas  puntuales,  teniendo  en  mi  el  mas  auténtico  testi- 
monio, por  dignarme  de  leerlas  y  pedirlas  toda*  las  sema- 
fias,  suplicándome  que  porque  otros  se  entrometen  en  impri- 
mirlas en  Madrid  y  en  la  Andalucía,  poniendo  el  título  de 
Relaciones,  sea  servido  de  mandar  se  observe  dicho  privilegio 
en  vuestra  cabeza,  prohibiendo  nuevamente  á  cualquiera  que 
en  estos  reinos  imprimiese  Gacetas  ni  Relaciones  de  noceda- 
des,  pues  si  se  diese  permiso  para  imprimirlas,  con  titulo  de 
Relaciones  ó  Cartas,  seria  solo  mudar  de  nombre  y  derogar 
el  Privilegio,  y  mayormente  cuando  la  Gaceta  es  voz  genéri- 
ca, que  significa  todo  género  de  novedades ,  de  más  de  se- 
guirse inconvenientes  políticos,  porque  las  materias  de  Esta- 
do, que  deben  tocarse  con  prudencia  y  cordura,  se  verían 
tratadas  con  la  indecencia  que  se  ha  experimentado  en  Es- 
paña hasta  que  ha  estado  este  encargo  a  vuestro  cuidado;  y 
habiéndose  visto  en  el  mi  Consejo  de  la  Cámara,  y  atendien- 
do á  los  motivos  que  coadyuvan  vuestra  representación  y  sú- 
plica; He  tenido  por  bien,  y  por  la  presente  es  mi  voluntad, 
que  el  dicho  Privilegio  de  imprimir  las   Gazeias,  de  que  se 
hizo  merced  al  Hospital  General  de  esta  corte,  y  ha  recaído  en 
vos  su  derecho,  se  observe  y  guarde  en  todo  y  por  todo,  sin 
que  por  ninguna  persona  de  cualquier  calidad  y  condición 
que  sea,  se  pueda  entrometer  á  imprimir  algunas,  con  pre- 


texto  de  Relación,  Carta  ó  en  otra  forma,  porque  privativa- 
mente lo  habéis  de  ejecutar  vos  en  virtud  del  dicho  Privile- 
gio que  asi  tenéis  para  poderlas  imprimir;  y  respecto  de  que 
todo  lo  que  son  noticias  generales  y  políticas,  que  propia- 
mente corresponden  á  Gacetas,  no  se  pueden  pasar  á  impri- 
mir por  otro  que  por  vos,  prohibo  nuevamente  lo  pueda  ha- 
cer otra  ninguna  persona,  por  ser  privativa  de  vos  esta  fa- 
cultad, como  viene  referido,  asi  en  estos  mis  reinos,  como  en 
los  de  Andalucía.  Y  para  que  tenga  cumplido  efecto,  mando 
al  Gobernador  y  á  los  de  mi  Consejo,  Alcaldes  de  mi  Casa  y 
Corte,  Corregidor  y  Tenientes  de  la  villa  de  Madrid,  y  á 
otros  cualesquier  mis  jueces  y  justicias  de  estos  mis  reinos, 
os  manutengan  y  amparen,  sin  permitir,  ni  dar  lugar  á  que 
se  contravenga  en  cosa  alguna  de  lo  que  llevo  resuelto  y  se 
expresa  por  el  dicho  Privilegio,  por  haber  de  subsistir  y  per- 
manecer perpetuamente  en  vuestro  favor,  que  así  es  mi  vo- 
luntad. Fecha  en  Barcelona  á  veinte  y  dos  de  Octubre  de  mil 
setecientos  y  un  años.  —  Yo  el  Rey.  —  Por  mandado  del  Rey 
nuestro  Señor,  Don  Francisco  Xicolás  de  Castro.» 

Con  todas  estas  prohibiciones  se  hacía  imposible  atajar  el 
espíritu  industrial  de  los  impresores  y  gaceteros  de  Sevilla, 
que  hacían  muy  buen  negocio  con  la  publicación  de  estos  pa- 
peles, por  medio  de  los  ciegos  ambulantes  en  aquella  parte 
•le  la  Península,  y  sobre  todo  con  sus  envíos  á  América.  Es- 
cudero Peroso  reseña  una  multitud  de  los  que  entonces  sa- 
lieron, y  se  conservan  muchos  en  las  Bibliotecas  de  la  capi- 
tal andaluza  y  algunos  en  la  Nacional  de  Madrid.  Cuando  no 
bastaba  el  descaro  para  que  Francisco  de  Leefdael  imprimie- 
ra Gacetas  generales  de  Xoticias  de  Europa  y  Francisco  Ga- 
ray  sus  Gasetas  de  Gacetas  y  cuentos  de  cuencos,  el  ingenio 
tan  fértil  en  cerebros  andaluces,  y  en  la  generalidad  de  los  de 
España,  para  buscar  esquinas  á  la  obediencia  de  lo  que  se 
manda  ó  se  legisla,  salía  con  papeles  chistosos,  ya  en  prosa, 
ya  en  verso,  pero  en  los  que  entre  frivolidades  romancescas 
se  incluían  las  noticias  de  los  sucesos  de  guerra  ó  Estado.  De 
este  número  eran  el  Memorial  1.°,  2.°,  etc.,  del  Pobre  de  las 
Covachuelas,  que  imprimía  Juan  de  la  Puerta;  los  Diálogos, 
también  periódicos,  de  Perico  y  Marica  sobre  los  felices  su- 
cesos de  la  Monarquía,  frecuente  producto  de  las  prensas  de 
Lucas  Martin  de  Hermosilla;  las  Cartas,  del  mismo  modo  in- 
termitentes, de  Geromillo  de  Parla  á  Bartolillo  Cabrera, 
dando  cuenta  de  lo  que  ha  pasado  en  Castilla  desde  Agosto 


—  72  — 

hasta  Noviembre  de  17 10  y  otras  fechas,  que  editaba  Fran- 
cisco Garay,  ya  repetido,  y  otros  de  idéntico  linaje. 

El  año  1711,  sin  embargo  de  las  reiteradas  prohibiciones, 
Fernando  Monge,  impresor  y  librero  de  Zaragoza,  pretendió 
reimprimir  la  de  Madrid  con  el  título  de  Gaceta  de  Zarago- 
za. Acudió  Goyeneche  al  Consejo,  y  éste  pidió  informes  al 
Hospital  general.  Había  prosperado  tanto  en  este  tiempo  la 
Gaceta,  que  el  Hospital  intentó  que  á  título  oneroso  se  de- 
nunciase el  antiguo  contrato,  devolviéndole  su  propiedad; 
pero  aunque  el  Consejo  no  consintió  la  rescisión  y  declaró  no 
haber  lugar  á  la  nulidad  demandada  en  sentencia  del  9  de 
Septiembre  de  aquel  año,  desde  entonces  comenzó  contra  la 
Gaceta  una  guerra  sorda  de  emulación  de  intereses,  que  sólo 
pudieron  contener  los  respetos  que  alcanzaba  la  personalidad 
de  su  propietario  y  la  nobleza  y  rectitud  de  sus  servicios.  En 
Barcelona,  para  que  se  reimprimiera  también  desde  1711, 
sustituyendo  en  su  epígrafe  el  nombre  de  la  capital  de  Espa- 
ña por  el  de  la  capital  del  Principado,  y  aun  añadiendo  des- 
pués del  capitulo  de  las  noticias  de  la  Corte  otro  con  las  de 
aquella  ciudad,  se  celebró  un  concierto  entre  el  editor  Rafael 
Figueró,  impresor  del  Rey,  y  Goyeneche;  pero  de  Pamplona 
avisó  el  Virrey  de  Navarra,  Conde  de  Maceda,  al  Marqués  de 
Villarias,  que  aquel  Consejo,  sin  atenerse  á  las  órdenes  su- 
periores, había  otorgado  licencia  para  que  se  publicase  con 
el  título  de  Correo  verídico  un  periódico  local. 

A  Goyeneche,  entre  tanto,  agobiaban  en  Madrid  las  mul- 
tiplicadas atenciones  de  que  se  veía  abrumado  entre  sus  car- 
gos en  Palacio  y  en  la  Tesorería  primero  de  la  Reina  viuda 
de  Carlos  II  Doña  Mariana  de  Neuburg,  que  hasta  su  falleci- 
miento, y  firmándose  siempre  la  triste  Reina,  permaneció  en 
Bayuna,  y  después  en  la  de  la  Reina  Isabel  de  Farnesio,  segun- 
da esposa  de  Felipe  V;  sus  empresas  industriales  en  Castilla 
la  Nueva,  Navarra  y  Aragón  y  su  Gaceta  y  el  giro  de  todos 
sus  demás  negocios  en  la  Corte.  De  su  matrimonio  con  la  se- 
ñora Doña  María  Francisca  de  Balanza  había  tenido  un  hijo, 
bautizado  en  la  parroquia  de  Santa  Cruz,  y  de  quien  Alvarez 
Baena  se  ocupa  en  los  Hijos  ilustres  de  Madrid,  á  quien  des- 
de temprana  edad  educó  y  dispuso  para  que  pudiera  suceder- 
le  con  propio  empuje  en  el  cúmulo  de  los  negocios  que  había 
abarcado.  Alvarez  Baena  le  dibuja  más  literato  que  político, 
reproduciendo  obras  de  Lope  de  Vega  y  otros  poetas,  entre 
ellas  las  Fiestas  de  Lerma  de  1598;  pero  D.  Jerónimo  de  Ustá- 


—  73  — 

riz  lo  celebró  mucho  por  haber  traducido  en  su  juventud,  adi- 
cionándole con  interesantes  notas  propias,  un  libro  titulado 
■Comercio  de  Holanda,  ó  el  gran  Thcsoro  historial  y  político 
del  floreciente  comercio  que  los  holandeses  tienen  en  todos 
Jos  Estados  y  Señoríos  del  mundo,  cuyo  libro  se  imprimió, 
sin  año,  en  la  Imprenta  Real,  por  José  Rodríguez  y  Escobar, 
impresor  del  Rey  Felipe  V,  ntro.  Sr.,  de  la  Cruzada  y  de 
la  Real  Academia  Española.  En  unas  partes  se  le  nombra 
D.  Francisco  Xavier  de  Goyeneche  y  en  otras  D.Francisco 
Miguel,  segundo  nombre  de  pila  que  debió  aceptar  para  que 
no  se  le  confundiera  con  otro  D.  Francisco  Xavier  de  Goye- 
neche y  Gascón,  hermano  de  su  padre,  del  Consejo  de  S.  M.  y 
su  Decano  en  el  de  Indias.  En  la  traducción  del  Comercio  de 
Holanda  púsose  en  la  portada  todavía  el  nombre  de  Francis- 
co Xavier;  pero  en  la  censura  del  Dr.  D.  Francisco  de  la  To- 
rre y  Ocón,  Capellán  Real  y  del  Supremo  Consejo  de  Indias, 
cuidó  éste  de  especificar  que  se  trataba  del  hijo  de  D.  Juan. 
En  la  expedición  del  título  de  Marqués  de  Relzunce  con  que 
fué  condecorado  por  mano  de  su  padre  D.  Juan,  en  Real  cé- 
dula, firmada  en  Sevilla  el  13  de  Mayo  de  1731,  se  le  nombró 
D.  Francisco  Xavier;  pero  en  7  de  Diciembre  de  1743,  al  otor- 
gársele nuevo  título  nobiliario  con  la  denominación  de  Con- 
de de  Saceda,  se  le  llamó  D.  Francisco  Miguel.  Él,  desde  en- 
tonces, puso  término  ó  las  equivocaciones  que  de  aquí  pudie- 
ran resultar,  firmando  siempre  sistemáticamente  Marqués 
de  Belsunse,  Conde  de  Saceda,  en  dos  líneas. 

Como  antes  se  ha  apuntado,  su  padre.  D.  Juan,  en  el 
año  1724  le  transmitió  el  oficio  de  Tesorero  de  la  Reina;  el  año 
de  1728  le  hizo  condecorar  con  el  hábito  de  la  orden  de  San- 
tiago y,  contando  con  la  Real  Facultad,  el  27  de  Octubre 
de  1730  fundó  para  él  mayorazgo,  al  que  vinculó  como  su  pri- 
mer alhaja  el  Privilegio  de  la  impresión  de  las  Gacetas.  Y 
aunque  D.  Francisco  Xavier  ó  Miguel,  ó  D.  Francisco  Xavier 
Miguel  no  heredó  á  su  padre  D.  Juan  hasta  1748,  desde  que 
le  invistió  con  el  mayorazgo  de  la  Gaceta,  enteramente  le  sub- 
rogó su  dirección  y  su  administración.  De  ello  dan  testimo- 
nio las  diversas  comunicaciones  oficiales  que  acerca  de  asun- 
tos relacionados  con  la  Gaceta  de  Madrid  median  desde  aque- 
lla fecha  entre  los  Ministros,  Secretarios  de  la  primera  Sub- 
secretaría de  Estado,  desde  Felipe  V  hasta  Carlos  III,  y  él 
-como  representante  único  de  aquella  publicación. 

Desde  1737  se  había  concedido  licencia  á  D.  Leopoldo  Je- 


rónimo  Puig  para  la  publicación  del  Diario  de  los  literatos 
de  España,  y  luego,  al  siguiente,  en  1738,  la  obtuvo  por  seis 
años  D.  Salvador  José  Mañer  para  fundar  el  Mercurio  histó- 
rico i/  político,  y  el  régimen  de  policía  que  se  hubo  de  crear 
para  estos  dos  nuevos  periódicos  tuvo  que  refluir  también  en 
la  Gaceta  de  Madrid.  En  efecto,  por  Real  decreto  de  20  do 
Agosto  de  1739  se  creó  una  censura  á  la  que  «el  gacetero  edi- 
tor de  la  Gaceta  de  Madrid»  había  de  remitir  alo  que  publique 
este  periódico».  El  censor  que  le  fué  nombrado  era  el  mismo- 
que  ya  lo  había  sido  para  el  Mercurio,  el  Marqués  de  la  Rega- 
lía. El  ya  Marqués  de  Belzunce,  á  pesar  de  la  dignidad  de  este 
titulo,  y  de  los  empleos  de  Tesorero  y  Mayordomo  de  la  Rei- 
na, que  simultáneamente  desempeñaba,  por  instancia  reco- 
mendada del  Marqués  Scotti  á  D.  José  Patino,  y  aprobada 
por  S.  M.  en  San  Ildefonso  el  1.°  de  Agosto  de  1735,  que  ori- 
ginal consta  en  su  expediente  del  Archivo  de  la  Real  Casav 
llevaba  por  sí  el  trabajo  no  excesivo  de  la  redacción  semanal 
del  periódico:  de  modo  que  en  la  intervención  del  nuevo  cen- 
sor debió  adivinar  la  red  de  nuevos  propósitos  para  socavar 
sus  derechos,  toda  vez  que  desde  la  primera  fundación  de  Don 
Francisco  Fabro  Bremundan,  los  originales  de  la  Gaceta  fue- 
ron consultados  siempre  antes  de  publicarse  con  la  primera 
mesa  de  la  covachuela  de  España,  y  esta  costumbre  nunca  so 
había  interrumpido,  considerando  que,  como  en  la  Cédula  de 
confirmación  del  Privilegio,  el  Rey  Felipe  V  había  expresado 
en  1701,  si  las  noticias  generales  y  políticas  eran  propiamen- 
te de  la  Gaceta,  se  seguirían  serios  inconvenientes  de  que  no 
se  tocasen  con  prudencia  y  con  cordura  y  aun  bajo  la  tácita  ju- 
risdicción de  aquel  Ministerio  Esta  inspección  de  costumbre 
y  dependencia  era  la  que  excusaba  otras  licencias  codificadas 
para  la  publicación. 

El  Consejo  de  Castilla,  por  su  parte,  se  molestaba  de  que 
la  Gaceta  fuera  la  única  impresión  privilegiada  que  eludía  su 
aprobación;  y  llevado  de  este  enojo,  decretó  en  pleno  el  29' 
de  Agosto  de  1741  que  á  los  impresores  y  vendedores  de  la 
Gaceta  se  les  prohibiese  desde  aquel  día  vender  ninguna  sin 
tener  entregadas  las  que  correspondían  al  Consejo,  y  lo  mis- 
mo se  hiciera  con  los  papeles  que  tratasen  de  noticias  gene- 
rales; que  en  la  Gaceta  no  se  pusieran  las  impresiones  de 
libros  que  salían  para  vender,  hasta  tener  orden  particu- 
lar por  el  portero  de  l8s  impresiones  de  ellos;  y  que  mucho- 
menos  se  incluyera  en  las  Gacetas  el  tratamiento  de  señor 


á  otros  Ministros  y  personas  que  no  fuesen  del  Consejo  y  del 
de  Estado,  Presidentes  y  Gobernadores  de  los  otros,  Mayor- 
domos y  Caballerizos  Mayores  de  SS.  MM.,  pena  de  doscien- 
tos ducados.  Como  complemento  de  este  decreto  aún  vino  otra 
orden  al  impresor  de  la  Gaceta,  contradictoria  de  la  anterior, 
para  que  «siempre  que  se  nombrara  Ministro,  en  tabla  del 
Consejo,  fuera  con  el  tratamiento  de  señor,  con  apercibimien- 
to de  que  se  le  sacarán  cien  ducados  de  multa,  y  lo  mismo  se 
practique  con  los  Arzobispos  y  Obispos» 

Con  fecha  28  de  Enero  de  1742,  el  Marqués  do  Belzunce  se 
dirigió  al  de  Villanas,  representándole  que,  «puesto  que  la 
Gaceta  es  cosa  que  depende  del  Consejo  de  Estado,  se  sirva, 
como  Decano  que  es  de  él  y  su  primer  Secretario,  declarar 
qué  órdenes  de  las  anteriores  se  debían  obedecer  sobre  el  tra- 
tamiento de  Grandes,  Ministros,  personas  condecoradas  del 
Ejército,  etc.,  para  que  la  Gaceta  no  yerre  ni  incurra  en  mul- 
tas»; y  como  Villanas  le  contestara  que  se  atuviese  en  todo  á 
las  etiquetas  de  Palacio,  que  él  debía  conocer,  por  este  medio 
alejó  las  molestias  que  le  amenazaban. 

En  otra  cuestión  fué  menos  afortunado.  Cuando  á  D.  Sal- 
vador José  Mañer  se  concedió  por  seis  años,  que  comenzaron 
el  17  de  Marzo  de  1739,  la  licencia  para  el  Mercurio,  formado 
con  las  traducciones  de  la  Gaceta  de  Holanda,  D.  Francisco 
Miguel  de  Goyeneche  formuló  una  protesta  en  regla,  que  no 
le  fué  admitida.  En  17  de  Marzo  de  1745,  la  licencia  que  dis- 
frutó Mañer  se  confirió  á  D.  Miguel  Josef  de  Aoiz,  que  la  ha- 
bía solicitado,  y  Goyeneche  volvió  á  reclamar;  pero  Mañer, 
que  se  encontraba  despechado,  levantó  ante  escribano  pú- 
blico un  acta  de  cesión  del  Mercurio  Histórico  //  Político,  de 
que  se  creía  único  dueño,  como  primer  inventor  de  la  traduc- 
ción de  la  Gaceta  de  Holanda,  al  Hospital  General,  creyendo 
herir  así  á  un  mismo  tiempo  al  propietario  del  Privilegio  de 
la  Gaceta  de  Madrid,  que  iba  en  auge,  y  al  nuevo  editor  del 
Mercurio.  Goyeneche,  para  evitar  inconvenientes,  pretendió 
que  se  anulase,  así  la  cesión  de  Mañer  como  el  privilegio  con- 
cedido á  Daoiz.  Para  esto  ofreció  reemplazar  los  75.000  reales 
vellón  con  que  Daoiz  había  servido  á  S.  M.  por  él,  entregán- 
dolos en  la  Tesorería  Mayor  de  Cuentas  para  urgencias  de  la 
guerra,  y  acudir  con  mil  ducados  anuales  al  Hospital  del  pro- 
ducto del  Mercurio;  pero  el  Rey  mantuvo  á  Daoiz  en  el  dere- 
cho de  su  adjudicación. 

Desde  que  murieron,  por  un  lado,  el  rey  Felipe  V,  y  por 


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otro,  D.  Juan  de  Goyeneche,  el  tole- tole  contra  el  privilegio 
<le  la  Gaceta  de  Madrid,  que  cada  día  prosperaba  más,  fué 
ya  casi  incesante  El  Marqués  de  Belzunce,  Conde  de  Saceda, 
oía  las  quejas  que  se  formulaban  hasta  en  la  Cámara  del  Rey 
Fernando  VI.  Llegóse  hasta  poner  en  duda  su  privilegio,  y  él 
mismo  debió  sufrir  por  algún  tiempo  alguna  incertidumbre, 
pues  en  las  Gacetas  de  fines  de  Enero  de  1747,  y  que  se  impri- 
mían en  la  imprenta  de  la  Gazeta  calle  de  Agua-va,  se  sus- 
tituyó el  Con  Privilegio  por  un  simple  Con  Licencia.  Cierto  ó 
supuesto,  el  20  de  Octubre  de  1750  tuvo  que  justificarse  del 
cargo  que  oficialmente  se  le  comunicó  por  una  omisión  pade- 
cida en  el  número  de  la  Gaceta  del  día  anterior,  y  en  la  co- 
municación del  primer  Secretario  de  Estado  se  le  decía  tex- 
tualmente que  «S.  M.  había  advertido  el  notable  desconcier- 
to que  se  echaba  de  ver  en  la  composición  de  la  Gaceta». 
Belzunce,  sin  embargo,  hacía  cinco  años  que  había  entrega- 
do casi  la  dirección  del  periódico  al  redactor  D.  Juan  Anto- 
nio Eguilondo,  á  quien  su  padre  había  agregado  á  sus  ofici- 
nas para  que  colaborara  en  las  traducciones  de  que  desde  la 
muerte  de  Hebas  se  había  servido  del  presbítero  D.  Juan 
Lacy,  Capellán  del  Hospital  de  San  Antonio  de  los  Alema- 
nes. Con  Eguilondo  continuaba  la  confección,  consultando 
•los  originales  con  la  primera  mesa  de  la  primera  Secretaría 
de  Estado,  que  desempeñaba  D.  Ricardo  Wall,  cuando  inopi- 
nadamente, en  la  tarde  del  5  de  Mayo  de  1755,  estándose  ti- 
rando la  Gaceta  del  día  inmediato,  de  orden  del  Juez  de  im- 
prentas D.  Juan  Curiel,  entraron  un  escribano  y  un  minis- 
tro de  dicho  Tribunal  é  intempestivamente  se  apoderaron  de 
los  pliegos  que  iban  impresos.  Acudió  Eguilondo  mostrando 
la  orden  expedida  algún  tiempo  antes  por  el  Ministro  D.  José 
•de  Carvajal  y  Lancáster,  predecesor  de  Wall,  para  que  en- 
tendieran los  que  ejecutaban  el  mandato  de  Curiel  que  la  cen- 
sura de  la  Gaceta  tocaba  privativamente  á  la  primera  Secre- 
taria del  Despacho,  así  como  todo  cuanto  ocurriese  y  depen- 
diese de  la  imprenta  y  composición  del  periódico  de  Estado. 
Mas  sin  suspender  su  ejecución,  el  escribano  siguió  tomando 
declaraciones  á  las  personas  á  cuyo  cuidado  estaba  puesta  la 
imprenta,  reservándose  su  acción.  En  instancia  del  día  9,  el 
Marqués  de  Belzunce  alzóse  en  queja  á  Wall,  y  por  lo  pron- 
to también  se  anuló  aquel  acto;  pero  no  quedó  tranquilo, 
pues  veía  la  frecuencia  con  que  se  aguzaban  motivos  de  mo- 
lestarle con  tan  desagradables  sucesos. 


Pasado  algún  tiempo,  en  efecto,  nuevas  quejas  vinieron  á 
afligirle.  Con  fecha  14  de  Noviembre  de  1756,  desde  San  Lo- 
renzo del  Escorial,  el  mismo  D.  Juan  Curiel  dirigía  al  Conde 
de  Saceda,  Marqués  de  Belzunce,  una  comunicación  en  que 
le  decía  :  —  ((En  la  Gaceta  del  martes  2  del  corriente,  capitu- 
lo de  Madrid,  se  dijo  hallarse  el  Sr  Infante  Don  Luis  en 
San  Ildefonso,  estando  en  este  sitio.  A  este  descuido  se  añade 
que  en  la  del  martes  último,  9,  se  dice  que  S.  A  había  re- 
suelto restituirse  al  sitio  de  San  Ildefonso,  no  correspondien- 
do en  este  asunto  á  S.  A.  la  resolución,  sino  al  Re;/.  S.  M., 
que  ha  observado  estos  dos  defectos,  sobre  las  repetidas  im- 
propiedades que  se  hallan  en  la  composición  y  estilo  de  la 
Gaceta,  é  inteligencia  del  idioma  en  las  otras  de  que  se  valen 
para  componerla,  me  manda  advertirlos  á  V.  S.  y  la  poca 
atención  que  se  pone  en  una  cosa  tan  pública  y  que  le  corres- 
ponde cuidar,  para  que  procure  fiarla  á  persona  inteligente, 
del  cuidado  y  discreción  que  se  requiere  para  servir  al  públi- 
co, sin  que  sirva  de  disculpa  la  revisión  á  que  está  sujeta, 
pues  ésta  es  sólo  para  lo  que  se  roza  con  los  puntos  sustancia- 
les de  Estado  y  Gobierno  y  no  para  los  demás  requisitos  de 
que  debe  constar»  En  la  contestación  que  Belzunce  dirigió 
al  Ministro  D.  Ricardo  Wall,  y  no  al  Juez  de  imprentas  Don 
Juan  Curiel,  con  fecha  del  día  15,  se  disculpaba  con  los  acha- 
ques que  le  tenían  indispuesto;  reconocía  la  justa  reprehen- 
sión que  tan  benignamente  debía  á  su  piedad  por  los  descui- 
dos últimos  de  la  Gaceta,  y  sintiéndolos  más  por  haber  sido 
causa  de  su  más  mínima  desazón,  cuando  todo  su  anhelo  era 
procurar  de  servirle,  ofrecía  que  en  lo  sucesivo  vigilaría  más 
sobre  esto  «aunque  fuere  mudando  de  personal  que  desempe- 
ñe con  más  habilidad  y  acierto  este  encargo». 

Por  su  parte,  el  censor,  que  desde  el  año  1739  se  le  había 
nombrado,  el  Marqués  de  la  Regalía,  comprendiendo  que  en 
el  ánimo  del  Ministro  D.  Ricardo  Wall  se  descubría  la  secre- 
ta intención  de  apoderarse,  para  incorporarlas  á  la  Corona, 
de  las  tres  publicaciones  privilegiadas  que,  por  su  índole  es- 
pecial, tenían  una  dependencia  tácita  con  el  Estado,  esto  es: 
la  Gaceta  de  Madrid,  el  Calendario  manual  y  Guia  de  Fo- 
rasteros y  el  Mercurio  Histórico  y  Político,  cuanto  podía 
arrimaba  el  hombro  para  ayudar  á  satisfacer  los  deseos  del 
Ministro;  y  en  26  de  Diciembre  de  1755,  habiendo  D.  Ricardo 
Wall  preguntado  á  su  Fiscalía  «  si  en  el  último  Mercurio  se 
habían  incluido  con  aprobación  sffya  las  Relaciones  en  que 


—  7S  — 

se  hablaba  de  los  terremotos  de  Lisboa,  y  por  qué  motivo 
había  permitido  se  imprimiesen  tales  disparates»,  capciosa- 
mente Regalía  contestó  :  —  «Exmo.  Sr.  —  Satisfaciendo  á 
esta  Real  Orden  debo  expresar  á  V.  E.  que  el  autor  del 
Mercurio,  estando  yo  enfermo,  como  todavía  lo  estoy,  solici- 
tó de  que  le  permitiera  incluir  en  el  de  Noviembre  las  no- 
ticias de  los  sucesos  del  terremoto,  tomándolas  y  extractán- 
dolas de  las  Relaciones  particulares  que  habia  adquirido  de 
diferentes  ciudades  del  Reino.  Yo  le  hice  responder  que  para 
esto  debía  tomar  el  permiso  de  V.  E.  No  extrañaré  que  estén 
mal  coordinadas,  porque  el  sujeto  es  tan  ignorante  del  idio- 
ma español  como  del  francés,  en  que  regularmente  vienen 
los  Mercurios,  y  así  este  traductor  como  el  de  la  Gaceta  me 
ocupan  inútilmente  por  la  misma  razón  mucha  parte  del 
tiempo  que  necesito  para  cumplir  mis  principales  encargos: 
y  no  es  tan  inútil  el  producto  que  sacan  del  público  con  unos 
y  otros  papeles  que  no  merezca  bien  poner  esta  comisión  al 
cargo  de  persona  mas  instruida;  que  es  cuanto  puedo  hacer 
presente  á  V.  E  para  que  poniéndolo  en  noticia  de  S.  M.  se 
sirva  tomar  la  providencia  correspondiente  para  cortar  en 
adelante  estos  inconvenientes,  pues  mi  comisión  para  reveer 
Gaceta  y  Mercurio,  á  que  estoy  destinado  desde  antes  del 
año  1740,  tiene  por  objeto  solamente  el  evitar  que  salgan  al 
público  algunas  noticias  respectivas  á  las  cosas  de  Estado  que 
se  introducen  en  las  de  Holanda,  y  no  la  corrección  de  la 
traducción,  porque  seria  preciso  hacerlo  todo  de  nuevo. 
Dios  g.'c  á  V.  E.  m.s  años,  etc.» 

Después  de  esta  comunicación,  las  resoluciones  de  D.  Ri- 
cardo Wall  comenzaron  á  dirigirse  abiertamente  al  objeto 
que  se  proponía.  Le  impedía  la  enfermedad  del  Rey  que  fue- 
ran aceleradas  y  concluyentes.  Pero  quedando  en  su  ánimo 
la  cuestión  de  la  Gaceta,  sentenciada  á  la  misma  absorción 
que  desde  luego  puso  en  práctica  respecto  al  Mercurio,  se  sa- 
tisfizo por  lo  pronto  con  dar  una  forma  más  claramente  de- 
terminada en  sus  funciones  y  gravosa  á  la  vez  para  los  inte- 
reses de  la  Gaceta,  á  la  revisión  que  de  sus  originales  se 
hacia  en  el  Negociado  del  Oficial  mayor  de  la  primera  Se- 
cretaria del  Despacho.  Aprobado  su  proyecto  por  S.  M.,  á 
quien  habia  representado  que  «por  más  advertencias  que  se 
habían  hecho  al  sujeto  que  cuidaba  de  la  impresión  de  la  Ga- 
ceta para  que  nada  pusiera  en  ella,  especialmente  en  el  capí- 
tulo de  Madrid,  de  cuya  verdad  no  estuviere  asegurado  y  de 


—  79  — 

■cuya  publicación  no  se  siguiera  inconveniente,  de  tiempo  en 
tiempo  incurria  en  estas  faltas  con  ligereza  y  poca  circuns- 
pección», se  mandó  que  la  Gaceta  se  pusiese  al  cuidado  de 
uno  de  los  Oficiales  de  aquella  Secretaría  que  revisase  ma- 
nuscritos todos  los  originales  que  se  habían  de  insertar,  para 
lo  que  habrían  de  llevársele  los  lunes  á  medio  día.  y  que  no 
se  pudieran  dar  á  las  prensas  hasta  que  el  referido  Oficial 
ios  rubricase  y  pusiese  de  su  letra  en  ellos:  Imprimase. 

La  comunicación  que  contenía  estas  órdenes  se  dirigió  al 
Marqués  de  Belzunce  el  2  de  Noviembre  de  1758.  haciéndole 
saber  además  que  S.  M.  había  nombrado  para  la  revisión  al 
Oficial  de  la  Secretaría  de  Estado  D.  Miguel  San  Martin  y 
Cueto,  á  quien  S.  M.  había  señalado  por  este  servicio  la  pen- 
sión anual  de  100  doblones  de  oro  del  fondo  de  la  misma  Gace- 
ta. Goyeneche  no  se  hallaba  en  Madrid;  pero  Eguilondo,  que 
«brió  la  comunicación,  contestó  al  día  siguiente,  3  de  Noviem- 
bre, confor otándose  con  cumplir  en  todas  sus  partes  lo  que  se 
le  mandaba,  mientras  el  propietario  de  la  Gaceta  regresaba  de 
su  expedición  á  sus  fábricas.  Belzunce,  que  veía  venir  el  tiro, 
tampoco  quiso  oponerse  á  lo  que  se  le  ordenaba  en  nombre 
de  S.  M.  el  Rey,  aunque  tan  peligrosamente  enfermo  á  la 
S8zón.  Tales  fueron  los  procedimientos  que  se  emplearon 
para  incorporar  la  Gaceta  de  Madrid  á  la  Corona,  y  tales  los 
sucesivos  pasos  que  se  dieron  para  llegar  poco  á  poco  á  este 
fin,  sacándola  de  la  jurisdicción  del  interés  privado,  que  la 
dio  regularidad,  estabilidad,  prestigio  y  prosperidad.  Y,  ¡  cosa 
curiosa!,  apenas  se  incorporó  el  Mercurio,  recogiendo  simple 
y  sencillamente  el  Privilegio  que  en  1745  se  había  otorgado  á 
D.  Miguel  José  Daoiz,  y  se  echaron  de  ver  los  grandes  ren- 
dimientos que  á  la  sazón  producía,  la  primera  gracia  que 
sobre  ellos  se  decretó  fué  el  pagar  de  sus  fondos  el  primer 
uniforme  que  se  hicieron  los  Oficiales  de  la  primera  Secreta- 
ría del  Despacho.  En  este  concepto,  y  del  fondo  del  Mercurio, 
«1  mismo  año  de  1758,  por  orden  de  S.  M.,  se  dieron  6  000 
reales  vellón  para  este  fin  á  cada  uno  de  los  seis  Oficiales 
D.  Bernardo  del  Campo,  D.  Bernardo  Iriarte,  D.  Fernando 
Magallón,  D.  Sebastián  de  Llano  y  D.  Simón  de  las  Casas, 
y  el  Archivo  Histórico  Nacional  enseña  en  sus  vitrinas  de 
autógrafos  de  personajes  históricos  el  recibo  que  D.  Nicolás 
José  de  Azara  suscribió  al  recibir  los  6  000  reales  del  fondo 
del  Mercurio  y  de  la  Gaceta  para  costear  su  primer  uniforme 
cuando  ascendió  á  Oficial  de  la  primera  Secretaria  de  Estado. 


-  80  — 


IX 


El  9  de  Diciembre  de  1759  entró  solemnemente  en  Madrid 
á  ocupar  el  trono,  vacante  por  muerte  de  Fernando  VI,  el 
Rey  Carlos  III,  su  hermano,  después  de  renunciada  en  su  hijo 
tercero,  D.  Fernando,  la  corona  de  Ñapóles.  Las  fiestas  de  su 
proclamación  todavía  no  habían  cesado  enteramente  en  todos 
los  ámbitos  de  la  Monarquía  Española,  cuando  con  fecha  18  de 
Enero  de  1760  recibía  el  Conde  de  Saceda,  D.  Francisco  Mi- 
guel de  Goyeneche,  una  comunicación  del  Ministro  D.  Ricar- 
do Wall,  en  que  le  decía  :  —  «El  Rey  quiere  saber  desde  cuán- 
do, cómo  y  en  qué  términos  está  en  casa  de  V.  S.  el  privilegio 
de  imprimir  y  vender  la  Gaceta,  y  de  orden  de  S.  M.  lo  pre- 
vengo á  V.  S.  para  que  me  informe  de  ello  cuanto  antes  y  con 
la  mayor  individualidad.  »  Ya  en  los  expedientes  de  Imprentas 
del  Archivo  Histórico  Nacional  consta  una  corresponden- 
cia particular  cruzada  entre  el  oficial  mayor  de  la  Secretaria 
de  Estado,  D.  José  Agustín  de  Llano,  Caballero  de  la  Orden 
de  Santiago,  y  el  impresor  D.  Juan  Manuel  de  Mena,  en  la 
cual,  valiéndose  éste  de  informes  secretos,  que  indudablemen- 
te por  su  prolijidad  y  certeza  no  habían  podido  tomarse  sino 
en  el  propio  archivo  de  la  casa  del  Conde  de  Saceda,  y  aun  del 
de  las  mismas  oficinas  de  la  redacción  y  administración  de  la 
Gaceta,  detalladamente  se  le  había  dado  razón,  asi  de  la 
parte  del  derecho  que  á  los  Goyeneches  correspondía  en  la 
propiedad  y  vinculación  del  privilegio,  como  de  la  situación 
actual  económica  del  mencionado  periódico.  En  una  nota  de 
Mena,  que  lleva  por  cabeza  Lo  que  he  podido  averiguar  del 
coste  ;/  producto  de  la  Gaceta  es  lo  siguiente,  dice,  entre  otras 
cosas  :  —  «En  tiempo  de  paz  se  venden  seis  resmas  de  la  Ga- 
ceta; ahora  diez,  y  algunas  semanas  once.  Hago  la  cuenta  pru- 
dencial de  que  en  todos  tiempos,  haciéndolos  iguales,  se  ven- 
den ocho  resmas  cada  semana,  las  que  vendidas,  como  se 
venden,  á  235  r.s,  importan  cada  semana  1880  r.s  v.°.  Cincuen- 
ta y  dos  tiene  el  año,  por  lo  que  importa  el  total  del  año 
97.760  r.s.» 

Los  gastos  los  computaba  en  44.802  reales,  en  esta  forma : 


—  81  — 

Al  traductor,  cada  año 3.300  reales. 

Al  Sr.  San  ¡Martín  y  Cueto 7.500  — 

A  Ant."  el  vendedor  (á  8  r.5  dia- 
rios)   2.920  — 

A  Bme.  Fernandez,  por  cerrar 

y  plegar 1.872  — 

A  Miguel  Enriquez,  mozo 780  — 

Al  Hospital  General 6.000  — 

Papel 12.480  — 

Impresión •. 7.800  — 

Total 44.802  — 


Con  cuyos  cálculos  resumía  en  estas  cifras  : 

Producto 97  760 

Gastos 44.802 


Ganancia 52.958 


Después  de  estos  datos  hipotéticos,  el  impresor  Mena  con- 
cluía su  nota  de  13  de  Enero  de  1760,  con  este  curioso  dicta- 
men: —  ((Se  le  pueden  pagar  al  Hospital  los  6.000  r.s  y  que 
el  Conde  de  Saceda  vuelva  á  tomar  sus  efectos,  y  que  se  con- 
tente con  lo  que  ha  ganado  en  todo  este  siglo.» 

Hay  un  informe  de  D.  Ricardo  Wall  al  Rey,  fechado  el 
16  de  Enero  en  el  Buen  Retiro,  que  es  de  lo  más  peregrino 
que  se  puede  imaginar.  El  Ministro  que  Carlos  III  heredó  del 
gobierno  de  su  difunto  hermano  exponía  al  Monarca  lo  que 
se  había  hecho,  cuando  se  resolvió  por  el  Rey  Felipe  V,  pocos 
años  antes  de  su  muerte,  vestir  de  uniforme  á  toda  la  Casa 
Real-  Se  trató  entonces  de  si  las  Secretarias  del  Despacho  y 
los  oficiales  de  ellas  debían  reputarse  como  criados  de  la  casa, 
y  se  determinó  que  lo  eran.  Se  mandó  formarles  asiento  en 
los  libros  del  bureo,  y  S.  M.  les  dio  uniforme  bordado  de  oro, 
que  estrenaron  el  día  de  los  desposorios  de  la  Señora  Delfina 
María  Teresa.  Conocióse  entonces  que  era  demasiado  costoso; 
pero  habiéndose  dispuesto  que  los  jefes  se  pusiesen  el  mismo 
que  los  oficiales,  como  á  la  sazón  lo  usaba  el  Marqués  de 
Camporedondo,  y  que  le  conservasen  los  secretarios  de  los 
Tribunales,  como,  por  ejemplo,  Gordillo  y  Montiano  y  Lu- 
yando,  se  pasó  por  encima  del  demasiado  costo  para  los  ofi- 
ciales, á  título  de  que  los  jefes  tuviesen  uniforme  correspon- 

6 


—  82   - 

dientemente  lucido.  Con  todo,  para  ellos  quedó  inferior  á  los 
demás  de  la  Casa  Real.  Lejos  de  pretender  sobresalir  en  el 
uniforme,  se  lastimaron  los  más  de  los  oficiales  déla  Secre- 
taría de  Estado  del  excesivo  gasto,  y  el  Rey  Felipe  tuvo  la 
piedad  de  pagarles  el  primero. 

En  el  reinado  de  Fernando  VI  se  mudó  la  hechura  del  bor- 
dado de  los  secretarios,  por  representación  que  hizo  el  Mar- 
qués de  la  Ensenada,  y  de  orden  de  S.  M.  pasó  el  dibujo  á  las 
Secretarias  de  Estado  y  Gracia  y  Justicia,  que  eran  las  únicas 
que  no  regentaba  y  que  no  tuvieron  la  menor  parte  en  la  mu- 
danza. Los  oficiales  de  estas  dos  conservaron  el  antiguo  tanto 
como  pudieron;  pero  con  el  tiempo  se  mudaron  todos,  pues 
cuanto  los  viejos  se  deterioraron,  hubo  que  adornar  los  nuevos 
bajo  lo  determinado  por  S.  M.  Los  sueldos  que  disfrutaban  en 
aquel  tiempo  los  oficiales  de  Secretaria  eran  25.000  reales 
anuales  el  mayor  y  20.000  cada  uno  de  los  otros  cuatro;  suel- 
dos cortos,  que  no  sufrían  estos  gastos  extraordinarios.  Ex- 
puesto esto  en  1758  al  Rey  Fernando  VI,  S.  M.  acordó  que 
del  fondo  sobrante  del  Mercurio,  ya  incorporado  á  la  Corona, 
se  pagasen  los  uniformes  á  los  nuevos  oficiales,  empezando  á 
lograr  el  fruto  de  esta  merced  los  oficiales  que  entraron  en- 
tonces. Wall,  considerando  que  el  Conde  de  Saceda  era  un 
particular  rico,  y  que,  aunque  tenía  el  privilegio  de  la  Gaceta, 
había  ocasionado  muchos  disgustos  al  Ministerio  de  Carvajal 
y  Lancáster  y  Villanas,  y  los  ocasionaba  frecuentemente  al 
suyo,  por  la  indiscreción  y  trastrueque  con  que  hacía  uso  de 
las  noticias;  que  para  corregirlo,  se  le  había  impuesto  un  re- 
visor previo  en  uno  de  los  oficiales  de  la  Secretaría,  obligán- 
dole á  retribuirle  este  trabajo,  «de  lo  que  ha  callado  y  se  dá 
por  muy  contento  á  trueque  de  que  no  se  haga  con  él  lo  mismo 
que  con  el  Mercurio,  en  que  ganaría  mucho  mas  el  público 
por  el  abandono  en  que  está  la  Gaceta,  que  no  tiene  mas  mé- 
rito que  ser  copia  de  las  de  Holanda»,  y  sabiéndose  que  «  en 
Paris  y  Londres  se  conceden  muchas  pensiones  á  los  que  se 
hacen  acreedores  en  la  carrera  del  Ministerio  y  aun  á  los  que 
se  distinguen  en  las  letras  y  ciencias,  sobre  los  Mercurios  y 
Gacetas  de  dichos  países  »  ,  proponía  á  S.  M.  la  reivindicación 
para  la  Corona  del  Privilegio  que  Goyeneche  había  comprado 
por  147.000  reales  vellón,  en  que  se  regularon  los  efectos  de  la 
villa  que  cedió  al  Hospital  General,  y  que  entonces  no  eran 
muy  seguros;  pues  los  productos  de  la  Gaceta  de  Madrid  con 
los  del  Mercurio,  bien  manejados  por  S.  M.,  le  darían  medios 


-  83  — 

«de  hacer  con  ellos  nuevas  mercedes  á  los  que  son  merecedores 
de  ellas.  —  Al  margen  del  informe  extractado  y  con  fecha  del 
mismo  dia  16  de  Enero,  aparece  este  decreto:  —  «Todo  lo  ha 
■visto  S.  M.  el  Rey,  y  quiere  que  corran  y  se  cumplan  las  reso- 
luciones anteriores,  y  que  así  como  se  recogió  el  privilegio  del 
Mercurio  se  disponga  recoger  el  de  la  Gaceta  y  que  se  maneje 
por  su  Secretaria. ))  — 

A  la  Real  orden  que  le  fué  comunicada  el  18  de  Enero, 
contestó  el  21  el  Marqués  de  Belzunce,  Conde  de  Saceda,  ha- 
ciendo puntual  relación  é  historia  de  la  Gaceta,  desde  que  su 
padre  D.  Juan  de  Goyeneche  compró  en  1697  el  Privilegio  al 
Hospital  General,  hasta  su  vinculación,  con  facultad  del  Rey 
Felipe  V,  en  el  mayorazgo  para  él  instituido  en  1730;  mas  no 
dándose  S.  M.  por  contento  con  este  informe,  de  Real  orden, 
el  25  del  mismo  se  le  pidió  que  acompañara  un  tanto  autori- 
zado de  la  escritura  de  1697,  que  el  Conde-Marqués  remitió 
el  28.  Por  otra  Real  orden  de  6  de  Diciembre  del  mismo 
año  1760,  se  le  pidieron  todas  las  cuentas  desde  que  la  casa 
de  Goyeneche  se  hizo  cargo  de  la  Gaceta,  al  mismo  tiempo 
que  se  le  expresaba  que  el  Rey  deseaba  saber  las  mejoras  que 
había  tenido  este  efecto  desde  que  lo  poseía.  Entonces  Belzun- 
ce, en  4  de  Enero  de  1761,  contestó  á  Wall,  remitiéndole  por 
quinquenios  las  cuentas  detalladas  de  su  administración,  des- 
de 1736,  en  que  su  padre  le  subrogó  la  dirección  de  la  Gaceta, 
representando  que,  habiendo  reconocido  con  particular  aten- 
ción los  papeles  antiguos  de  su  casa,  habían  quedado  frustra- 
dos sus  deseos  de  hallar  las  noticias  precisas  que  buscaba,  no 
habiendo  encontrado  sino  las  que  desde  1736  conservaba  por 
mera  curiosidad ,  y  que  estaban  evacuadas  semanalmente  por 
el  impresor  primero  á  quien  con  total  confianza  estaba  encar- 
gado el  manejo  de  la  parte  administrativa  de  la  Gaceta,  como 
después  lo  había  continuado  con  la  misma  confianza  y  bajo  el 
propio  método  el  impresor  actual,  yerno  del  primero. 

Sobre  el  fomento  que  se  había  dado  á  aquella  publicación, 
que  iba  siempre  en  creciente  prosperidad,  Belzunce  lo  atribuía 
al  esmero  y  regularidad  con  que  salía,  á  la  excelente  elección 
de  las  personas  que  escribían  las  mejores  noticias,  á  la  vera- 
cidad que  se  cuidaba  que  éstas  tuvieran,  para  que  el  público 
tuviera  fe  en  ellas,  y  al  método  con  que  se  disponían,  logrando 
hacerlas  interesantes.  Se  procuraba  que  la  corrección  fuese 
perfecta,  y  excelente  la  calidad  del  papel  elaborado  en  fábrica 
propia,  y  la  letra  se  renovaba  cuando  menos  cada  dos  años  á 


—  84  - 

fin  de  que  la  impresión  no  perdiera  en  limpieza  y  claridad. 
Desde  el  número  que  se  publicó  el  24  de  Febrero  de  1739,  se 
le  añadió  medio  pliego  más  en  cada  uno;  y  para  corresponder 
al  favor  del  público,  se  admitían  las  noticias  que  le  interesa- 
sen, las  cuales,  permitiéndolo  el  revisor,  se  publicaban  sin 
exigir  retribución  alguna,  admitiendo  únicamente  un  ejem- 
plar, si  libremente  querían  darlo,  á  los  que  anunciaban  algún 
papel  impreso  ó  libro.  Goyeneche  expresaba  además  que  con 
este  esmero  se  había  atraído  hacia  la  Gaceta  la  atención  del 
público,  aunque  reconocía  que  en  esta  parte  se  debía  mucho 
á  los  progresos  de  la  educación  popular,  pues  se  conocía  que 
el  pueblo  ganaba  cada  día  en  instrucción  con  las  disciplinas 
creadas  por  el  Rey  Felipe  V,  padre  de  S.  M.,  que,  amante  de 
sus  vasallos,  fomentó  el  estudio  de  las  ciencias  y  las  artes, 
creó  cátedras  de  Geografía  y  de  Historia  de  los  intereses  de 
los  Principes,  hizo  aprender  idiomas,  «y  por  consiguiente  esta 
clase  de  escritos,  en  que  cada  uno  desea  instruirse,  para  ha- 
berse con  algún  conocimiento,  estimulaba,  no  sin  admiración,, 
la  propensión  curiosa  hacia  las  Gacetas,  aun  en  el  ínfimo 
pueblo,  pues  á  porfía  las  compran,  especialmente  en  tiempo 
de  guerra.»  «Por  estos  únicos  medios,  añadía,  juzgo  ha  llega- 
do al  perfecto  establecimiento  en  que  hoy  se  halla  y  ser  tanto 
más  apreciable  que  en  lo  pasado  por  lo  que  produce.» 

Conociendo  el  móvil  de  los  informes  que  se  le  pedían^ 
esta  comunicación  terminaba  con  el  párrafo  siguiente  :  —  «El 
producto  de  esta  alhaja,  como  la  principal  de  mi  mayorazgo, 
no  sólo  me  ayuda  á  pagar  las  muchas  y  precisas  cargas  que 
sobre  sí  tiene,  sino  me  mantiene  con  la  correspondienta  de- 
cencia á  mi  calidad  y  estado,  á  que  la  piedad  de  SS.  MM.  ha 
elevado  mi  casa,  premiando  los  dilatados  servicios  de  mi  di- 
funto padre  D.  Juan  de  Goyeneche  y  los  que  yo  tengo  la  honra 
de  continuar  á  los  R.s  P.s  de  la  Reina,  nuestra  señora,  madre 
de  S.  M.» 

Los  resúmenes  de  los  productos  líquidos  que  la  Gaceta 
de  Madrid  había  dado  desde  el  año  1736  hasta  el  1760.  dedu- 
cido de  las  cuentas  y  documentos  presentadas  por  Goyene- 
che, se  formulan  en  los  siguientes  estados: 


—  85  — 


PRODUCTOS 

Reales. 

Mrs. 

Quinquenio  de  1736  á  1740 

331.493 
455.904 
421.830 

288.728 
620.842 

27 

—          de  1741  á  1745 

1 

—          de  1746  á  1750 

7 

—          de  1751  á  1755 

10 

—          de  1756  á  1760 

16 

En  el  primer  quinquenio,  los  productos  mínimos  corres- 
pondieron al  año  1738  por  45.576  reales  32  maravedises,  y  los 
máximos  al  1740  por  96.260  reales  1  maravedí.  En  el  se- 
gundo, el  mínimo  fué  el  año  1743  por  86  822  reales  5  mara- 
vedises, y  el  máximo  el  1745  por  93.921  reales  20  maravedises. 
La  progresión  llega  á  su  limite  en  el  tercer  quinquenio,  en 
el  cual,  en  el  año  1747,  llegó  el  producto  á  101.743  reales  y  6 
maravedises;  pero  en  este  mismo  período  vino  la  depresión,  y 
el  año  1750  sólo  produjo  la  Gaceta  59.042  reales  y  8  marave- 
dises. Todavía  en  el  cuarto  quinquenio  se  observa  mayor  de- 
crecimiento en  el  año  1751,  que  bajaron  los  productos  á 
51.483  reales  6  maravedises;  pero  otra  vez  se  pronuncia  el  alza 
en  este  período,  y  en  el  año  1755,  las  entradas  fueron  de  65.653 
reales  y  9  maravedises.  Por  último,  en  el  quinquenio  de  1756 
á  1760,  el  año  primero  subió  á  79  863  reales  19  maravedises, 
y  el  de  1760  cerró  en  160.289  reales. 

El  número  de  Gacetas  impresasen  este  mismo  espacio  de 
tiempo,  con  el  de  las  vendidas  y  sobrantes,  se  resuelve  en  las 
siguientes  cifras,  referidas,  para  evitar  prolijidad,  solamente 
al  último  de  los  cinco  quinquenios: 


AÑOS 

Impresas. 

Vendidas. 

Sobrantes. 

Totales. 

En  1756 

250.675 
320.350 
357.400 
404.400 
461.571 

217.556 
286.06-5 
319.397 
367.940 
425.037 

16.008 
16.032 
19.751 
18.178 
15.851 

250.675 

En  1757 

320.350 

En  1758 

357.400 

En  1759 

En  1760 

404.400 
461.571 

El  valor  representado  por  las  Gacetas  vendidas,  con  el 
importe  de  lo  cobrado,  lo  invertido  en  sus  propios  gastos,  y 
la  suma  de  las  ganancias  líquidas,  fueron  : 


86  - 


AÑOS 

Cobrado. 

Gastos. 

Ganancias. 

En  1756 

112.947  2 
'  150  554.2 
167  480.30 
188  482.26 
216.433.20 

33  08317 
36.833.17 
39.559  »     ' 
49.435  » 
56.144.20 

79.863.19 

En  1757 

113.720.19 

En  1758 

126.921.30' 

Kn  1759 

139.04720 

En  1760 

160.289  » 

Las  Gacetas  que  por  órdenes  superiores  ó  por  costumbre- 
se  servían  gratuitas  a  las  Secretarias  del  Despacho  y  Conse- 
jos de  Castilla  é  Indias,  fueron  : 

En  1756 17.109 

En  1757 18.252 

En  1758 Id. 

En  1759 id. 

En  1760 20.687 

La  exactitud  y  claridad,  caballerosidad  y  franqueza  con- 
que el  Marqués  de  Belzunce  presentó  todos  los  documentos- 
que  se  le  pidieron,  se  le  comunicó  de  Real  orden  en  24  de 
Febrero  de  1761  habían  dejado  muy  satisfecho  á  S.  M.;  pero 
al  mismo  tiempo  se  le  comunicó  su  Real  resolución  de  rein- 
tegrar á  la  Corona  el  Privilegio  en  que  estribaba  su  derecho, 
«porque  conviene  al  Real  servicio  que  la  Gaceta  se  maneje 
por  la  via  reservada  del  Estado»,  y  se  le  ponía  en  conoci- 
miento de  que  para  ejecutar  lo  resuelto  se  habían  pedido  por 
separado  sus  dictámenes  al  Consejero  de  Castilla  D.  Pedro 
Martínez  Feijoo  y  al  Fiscal  del  Consejo  de  Guerra  D.  Fran- 
cisco Jerónimo  Herrera  sobre  la  cantidad  «con  que  se  le  debía 
recompensar  su  principal  ó  la  renta  que  correspondiera  se- 
ñalarle en  la  misma  finca»,  enviándoles  los  documentos  de 
su  ilustración,  y  advirtiéndoles  que  debían  oirle  en  el  asunto; 
«porque  el  Rey  se  prometía  que  habría  de  allanarse  á  lo  que 
fuera  justo  y  regular».  Belzunce  sólo  contestó  que  «con  cuanto 
tenia  y  con  su  persona,  se  ponia  á  los  Reales  pies,  de  donde 
esperaba  elevarse  con  el  honor,  lustre  y  decencia  que  hasta 
entonces  se  habia  mantenido,  bien  confiado  en  el  paternal 
amor  del  Rey,  N.  S,  á  sus  vasallos,  y  firmemente  persua- 
dido de  que  su  Real  ánimo  no  era,  ni  podía  ser,  perjudicar  á 
quien  se  había  sacrificado  siempre  en  su  servicio». 


Ni  los  Consejeros  nombrados  quisieron  oir  personalmente 
á  Belzunce,  sino  por  escrito,  ni  lograron  ponerse  de  acuerdo 
entre  sí  cuando  fueron  llamados  á  discutir  sus  proposicio- 
nes, ni  llevada  la  cuestión  á  una  Junta  especial  presidida  por 
el  Obispo  de  Cartagena,  Gobernador  del  Consejo,  y  formada 
por  los  Consejeros  D.  Francisco  de  Cepeda,  D.  Francisco 
José  de  las  Infantas  y  D.  Francisco  Carrasco  de  la  Torre,  en 
el  parecer,  que  por  sentir  unánime  emitieron,  se  pusieron  en 
términos  admisibles  de  equidad  y  de  justicia.  Da  pena  exa- 
minar estos  documentos,  en  que  los  más  rudimentarios  prin- 
cipios hasta  de  la  moral  se  ven  oscurecidos,  tal  vez  por  re- 
cónditas pasiones,  tal  vez  por  la  inspiración  de  torpes  adula- 
ciones humanas,  tratando  de  cubrir  consejos  tan  desatenta- 
dos con  la  faz  nublada  del  derecho  y  las  disposiciones 
violentadas  de  las  leyes.  Si  el  Marqués  de  Belzunce  hubiera 
sido  un  ser  abyecto,  un  criminal;  si  la  propiedad  que  legíti- 
mamente poseía  y  esmeradamente  había  prosperado,  hubiera 
sido  una  verdadera  usurpación,  tal  vez  no  habría  sido  tan 
maltratado  ante  un  tribunal  de  jueces  los  más  inexorables  y 
severos.  Mena  ya  había  dicho  al  Oficial  mayor  de  la  primera 
secretaría  de  Estado,  D.  José  Agustín  de  Llano,  «que  se  con- 
tente con  lo  ganado  durante  el  siglo»;  y  el  mismo  Wall  ha- 
bía representado  á  S.  M.:  «Saceda  es  rico.»  Este  espíritu  es 
el  que  impera  en  todos  los  dictámenes  á  que  el  asunto  se  so- 
metió, con  la  agravante  de  haberse  querido  mantener  con  las 
interpretaciones  torcidas  del  derecho  y  la  aleve  máscara  de 
la  hipocresía.  Nadie  se  atrevió  á  negar  que  «el  contrato  de 
cesión  ó  permuta  de  1697  era  perfecto  y  solemne,  que  la  con- 
tinuación de  más  de  sesenta  años  le  constituía  en  la  calidad 
de  incontrovertible,  y  que  el  privilegio  se  adquirió  con  dere- 
cho irrevocable».  ¡Pero  se  concedían  facultades  tan  arbitra- 
rias al  Poder  Real!  Martínez  Feijoo  casi  opinaba  que  el  Rey 
no  estaba  obligado  á  indemnizar,  y  que  le  bastaba  querer  to- 
marlo para  si,  para  que  este  acto  se  estimase  como  justo. 
Sólo  el  rey  Carlos  III  mismo  tuvo  que  oponer  los  escrúpulos 
de  su  decoro  contra  aquellas  excitaciones  al  despojo  legal- 

Las  noticias  de  Martínez  Feijoo,  de  informes  reservados, 
sin  atenerse  á  los  documentos  que  se  le  habían  remitido, 
eran  que  la  Gaceta  «renta  actualmente,  libre  de  gastos,  más 
de  30  000  reales  cada  año».  «Como  la  intención  de  S.  M.,  dice 
más  abajo,  fué  socorrer  á  los  pobres  del  Hospital,  aunque  se 
debe  mucho  en  este  aumento  á  la  buena  conducta  de  D.  Juan 


—  88  — 

de  Goyeneche,  clama  la  equidad  que  merecen  los  pobres  que 
se  realice  el  objeto  de  la  piedad  del  Rey.»  Bajo  este  principio 
proponía  que  al  Marqués  de  Belzunce  se  le  reconociera  la 
renta  de  30.000  reales  en  la  Gaceta,  pero  á  condición  de  apli- 
car al  Hospital  la  tercera  parte.  El  Fiscal  Herrera  opinaba 
por  la  devolución  á  Goyeneche  del  capital  en  que  compró  el 
privilegio;  pero  como  éste  se  hallaba  vinculado  en  su  mayo- 
razgo proponía  que  el  capital  que  se  le  devolviese  quedara 
en  depósito  seguro  hasta  poder  emplearlo,  con  intervención 
de  S.  M.,  en  otra  finca  equivalente.  Estos  primeros  dictáme- 
nes tuvieron  que  reformarse  cuando  se  les  compelió  á  reco- 
nocer que  el  producto  líquido  de  los  últimos  años  daba  un 
término  medio  de  84.000  reales  libres  de  todas  expensas,  y 
entonces  Martínez  Feijoo  se  conformó  con  que  estos  84.000 
reales  se  le  minorasen  a  60.000,  entregándole  el  capital  co- 
rrespondiente á  dos  y  medio  por  ciento,  ó  consignándole  este 
capital  en  efectos  redituables,  que  pudieran  subrogarse  en  su 
lugar  al  mayorazgo;  pero  siempre  entendida  la  aplicación  á 
los  Hospitales  Reales  de  la  cuarta  parte  de  los  réditos.  He- 
rrera siguió  siendo  siempre  de  dictamen  «que  S.  M.  no  es- 
taba obligado  á  compensar  al  Marqués  el  aumento  anual  que 
el  tiempo  había  dado  á  la,  Gaceta,  y  que  satisfacía  S.  M.  to- 
dos sus  deberes  reservando  al  Marqués  y  sus  sucesores  para 
siempre  en  la  Gaceta  los  mismos  400  ducados  de  renta  anual, 
que  por  su  adquisición  transfirió  y  cedió  su  padre  D.  Juan  de 
Goyeneche  al  Hospital  General». 

La  Junta  que  presidió  el  Gobernador  del  Consejo,  Obispo 
de  Cartagena,  no  fué  mucho  más  allá.  Estimaba  que,  por  re- 
glas de  equidad  y  de  razón,  el  Marqués  de  Belzunce  debería 
contentarse,  y  quedaría  muy  beneficiado,  si  sobre  los  400  du- 
cados de  renta  anual,  que  S  M.  le  debía  en  pago,  mandase  el 
Rey  por  un  efecto  de  su  benignidad  se  le  diesen  otros  400  du- 
cados más  de  renta  cada  año  con  la  misma  perpetuidad  y 
aplicación  al  mayorazgo. 

El  Rey  de  proprio  mota  resolvió  el  asunto,  otorgando  á 
Belzunce,  por  decreto  de  10  de  Enero  de  1762,  700  000  reales 
de  la  renta  de  Correos  en  equivalencia  del  Privilegio,  y  sus- 
tituidos en  su  vinculación,  y  ordenando  que  en  el  empleo  de  di- 
cha suma  interviniese  el  Consejero  D.  Francisco  Carrasco  de 
la  Torre  en  nombre  de  S.  M.  El  mismo  día  fué  comunicada 
la  resolución  al  Gobernador  del  Consejo  y  al  interesado,  ad- 
yirtiendo  á  éste  que  «desde  el  martes  19  del  presente  mes  la 


-  89  — 

impresión  de  la  Gaceta  corría  por  cuenta  de  S.  M.»  Belzun- 
ce,  previsto  este  caso  inevitable,  y  temiendo  que  con  la  Gace- 
ta se  tratara  de  despojarle  de  su  casa,  ya  en  Julio  del  año  an- 
terior había  sacado  de  ella  la  imprenta,  las  oficinas  y  los  al- 
macenes, estableciendo  estas  dependencias  en  la  Red  de  San 
Luis.  La  noticia  se  dio  en  el  mismo  periódico  del  día  4  de 
Agosto,  diciendo: — «La  Gaceta  de  la  semana  que  viene  se  ha- 
llará en  la  Red  de  San  Luis,  tres  puertas  más  arriba  de  di- 
cha Iglesia,  adonde  se  ha  mudado  la  imprenta.»  También  en 
la  Gaceta  del  12  de  Enero  de  1762  se  despedía  del  público  en 
esta  forma:  —  «Desde  el  martes  próximo  19  de  este  mes  en 
adelante  se  encontrará  la  Gaceta  en  la  calle  de  Carretas, 
casa  de  D.  Francisco  Manuel  de  Mena,  en  donde  se  vende  el 
Mercurio.  Y  se  advierte  que  se  formará,,  imprimirá  y  vende- 
rá de  cuenta  de  S.  M.,  habiéndose  dignado  incorporar  á  la 
Corona  el  Privilegio  de  venderla,  que  estaba  enagenado,  para 
que  experimente  el  público,  entre  otras  ventajas,  la  de 
tenerla  de  mucho  mejor  papel  y  con  más  frescas  y  funda- 
das noticias;  asi  como  los  autores  de  obras  literarias  é  impre- 
sores, la  de  no  contribuir  con  un  ejemplar,  como  hasta  aquí, 
para  que  lo  publiquen,  pues  se  ejecutará  gratis  )>  En  efecto, 
en  el  número  del  día  19  comenzaron  á  publicarse  las  noticias 
de  la  corte  y  los  primeros  documentos  de  Estado,  llamados  á 
más  larga  fecha  á  absorber  enteramente  el  objeto  de  su  pu- 
blicación. Al  final  del  número  se  leía  en  lugar  del  Con  pri- 
vilegio antiguo,  Por  el  Rey,  Nuestro  Señor,  y  en  vez  del 
nombre  de  La  Imprenta  de  la  Gaceta,  el  siguiente  pie:  En 
■casa  de  D.  Francisco  Manuel  de  Mena,  calle  de  las  Carretas. 
Con  fecha  del  10,  desde  el  Buen  Retiro  al  traductor  D.  Juan 
Antonio  de  Eguilondo  se  le  pasó  esta  comunicación: — «El 
Rey  ha  resuelto  imcorporar  á  su  Heal  Corona  el  Privilegio  de 
imprimir  la  Gaceta  de  Madrid,  queriendo  que  la  del  mar- 
tes 19  del  presente  mes  y  todas  las  sucesivas  se  impriman  de 
su  Real  cuenta,  con  intervención  de  la  Secretaría  del  Despa- 
cho de  Estado  de  mi  cargo,  y  por  dirección  de  D.  Francisco 
Manuel  de  Mena,  vecino  de  esta  corte ;  y  noticioso  S.  M.  de 
ser  V.  quien  de  diez  y  siete  años  á  esta  parte  ha  traducido 
dicha  Gaceta  por  comisión  del  Marqués  de  Belzunce,  Conde 
de  Saceda,  ha  venido  igualmente  en  que  V.  continúe  en  el 
mismo  encargo  que  hasta  aquí,  de  aprontar  las  bacetas,  in- 
cluso el  capítulo  de  Madrid,  y  de  entregarlas  traducidas  en 
el  dia  que  corresponde  y  era  costumbre  al  Revisor  D.  Miguel 


-  90  — 

de  San  Martin  y  Cueto.  Por  via  de  recompensa  al  trabajo  que- 
á  V.  se  le  seguirá  del  cumplido  desempeño  que  el  Rey  se  pro- 
mete acreditar  a  V.  en  este  asunto,  se  ha  dignado  S.  M.  se- 
ñalar á  V.  por  ahora  de  los  productos  de  la  misma  Gaceta 
4.000  reales  de  vellón,  cuya  cantidad  entregará  á  V.  por  su 
recibo  y  á  los  plazos  que  V.  gustare  el  referido  D.  Francisco 
Manuel  de  Mena.  Lo  participo  á  V.  de  orden  de  S.  M.  para 
su  inteligencia  y  cumplimiento  en  la  parte  que  le  toca;  advir- 
tiendo á  V.  que  del  importe  de  las  cartas  con  Gacetas  y  Ma- 
nuscritos para  formar  la  de  Madrid,  que  llegaren  á  V.  desde 
este  dia  en  adelante,  lleve  V.  cuenta  y  se  la  entregue  al  ex- 
presado D.  Francisco  Manuel  de  Mena,  para  que  cargue  su 
importe  en  la  general  que  debe  presentar  á  los  tiempos  que  se 
le  prevengan.  Dios  guarde  etc.  —  Ricardo  Wall.» 

Con  la  misma  fecha  se  dirigió  á  Mena  otra  comunicación, 
dándole  cuenta  de  este  nombramiento.  Antes  de  terminar  el 
mismo  año,  el  celo  que  desplegó  Eguilondo  fué  recompensado 
ascendiéndole  á  redactor  primero  de  la  Gaceta  de  Madrid 
con  6.000  reales  de  sueldo,  y  se  le  dio  un  traductor  segundo, 
D.  Jacinto  Ventura  Melendreras,  con  4  000. 


La  dirección  de  D.  Francisco  Manuel  de  Mena  en  la  pu- 
plicación  de  la  Gaceta  había  de  ser  más  administrativa  y  ar- 
tística que  literaria.  Por  pactos  especiales  que  no  son  propios 
de  los  atributos  de  este  estudio,  él  había  asociado  los  intere- 
ses de  la  imprenta  que  poseía  y  mantenía  casi  con  la  exclusi- 
va de  la  impresión  de  los  Tratados,  Manifiestos  y  demás  do- 
cumentos de  la  primer  Secretaría  de  Estado,  con  los  intereses 
deS.M.,  que,  ayudado  de  las  inspiraciones  de  Wall,  medraba 
ya  la  idea  de  fundar  de  nuevo,  más  bien  que  restaurar,  la  an- 
tigua Imprenta  Real,  que  con  varias  vicisitudes  vino  tomando 
este  nombre  por  herencia  de  la  que  Felipe  II,  en  los  últimos 
años  de  su  reinado,  estableció  con  los  Junti,  que  trajo  de  Sa- 
lamanca. Y  como  todavía  hubiera  sido  prematuro  definir  una 
división  esencial  de  atribuciones  entre  los  que  estaban  encar- 
gados asi  de  las  funciones  político-literarias  de  la  Gaceta  y 
científico-literarias  del  Mercurio,  como  de  las  que  habían  de 


—  91  — 

comprender  la  administración  económica  de  las  nuevas  ins- 
tituciones y  las  que  habían  de  girar  en  la  órbita  artística  y 
mecánica  del  establecimiento  tipográfico,  en  los  primeros  re- 
glamentos que  se  bosquejaron,  la  redacción  de  los  dos  perió- 
dicos quedó  sometida  á  la  regencia  de  la  imprenta  para  que 
en  el  nuevo  edificio  prevaleciese  un  régimen  de  unidad.  Más 
tarde,  en  1781,  se  redactaron  nuevas  Ordenanzas,  en  que  ya 
las  funciones  delegadas  quedaron  con  más  clara  definición,  y 
sosteniendo  siempre  este  principio  orgánico  de  unidad,  el  ar- 
tículo VI  del  capítulo  XI  determinaba  que  los  redactores  de- 
la  Gaceta  se  consideraran  dependientes  deljuez  Conservador 
de  la  Imprenta,  que  desde  aquel  año  tomó  el  apelativo  de  Real, 
«para  que  solo  haya  un  jefe». 

La  dirección  de  Mena  fué  á  la  vez  orgánica  del  nuevo  es- 
tablecimiento, que  ya  contaba  desde  el  año  1756  el  Mercurio, 
que  en  1762  se  incorporó  la  Gaceta  y  que  en  1770  se  enrique- 
ció además  con  el  Kalendario,  Manual  ó  Guia  de  Foraste- 
ros, y  administrativa  de  estas  publicaciones,  de  las  particula- 
res que  antes  desempeñaba  el  crédito  de  la  casa  y  de  las  que 
en  lo  sucesivo  ú  ordenó,  ó  protegió,  ó  consintió  S.  M.  Si  el 
número  de  las  Gacetas  expendidas  el  último  año  que  el  Mar- 
qués de  Belzunce  la  administró  se  había  elevado  á  461.571 
ejemplares,  y  los  425. 037  que  de  éstos  se  habían  vendido  pro- 
dujeron 216.433  reales  20  maravedises  de  su  valor  neto,  y  res- 
tados los  56.144  reales  20  maravedises  de  los  gastos,  dejaron 
una  ganancia  líquida  de  160.289  reales,  Mena  había  de  pro- 
curar mejoras  de  economía  y  fomento  de  circulación,  á  fin  de 
que  la  Gaceta  continuase  la  progresión  ascendente  en  que 
prosperaba.  En  el  servicio  exclusivo  de  la  Gaceta,  el  Conde 
de  Saceda  tenía  diez  oficiales  y  cinco  aprendices  empleados. 
Él  redujo  el  personal  de  caja,  que  eran  cuatro  oficiales  con 
jornal  de  14  reales  diarios,  tres  con  12  y  tres  con  10,  á  seis,  li- 
cenciando dos  de  la  primera  categoría  y  uno  de  cada  una  de 
las  otras  dos.  También  despidió  un  aprendiz  con  más  de  un 
año  de  servicio  sin  sueldo  El  coste  de  la  impresión  por 
los  números  que  en  1760  se  publicaban,  lo  dejó  presupuesto 
en  11.968  al  año,  y  en  i  .200  los  gastos  para  las  fajas  ó  sobres- 
critos. Desde  el  año  1768,  al  establecerse  los  buques-correos 
de  expedición  mensual  para  Nueva  España,  las  Antillas,  Car- 
tagena de  Indias  y  carrera  de  Buenos  Aires,  comenzaron  á 
enviarse  para  expenderlas  sueltas  de  800  á  1.000  en  cada  via- 
je durante  dicho  año;  de  1.400  á  3.000  en  1769;  de  3.600  á  6.000 


—  92  — 

en  1770;  y  en  el  año  1771  llegaron  hasta  7.200  por  cada  expe- 
dición. 

Habiéndose  entrado  en  negociaciones  después  de  esta  fecha 
con  los  Directores  de  Correos  para  concertar  un  arreglo  á  fin 
de  poder  admitir  suscripciones  permanentes,  ya  en  la  penín- 
sula y  el  extranjero,  ya  en  las  Indias,  pidióse  al  Conde  de 
Aranda,  nuestro  embajador  en  París,  noticias  de  la  manera 
como  estaban  estos  servicios  organizados  en  Francia;  y  aque- 
lla Direction  des  Postes  por  su  conducto  remitió  una  curiosa 
información  sobre  les  Usages  etablis  en  Frunce  pour  tous 
les  ouvragcs  périodiques,  y  esta  memoria  se  espaciaba  más 
particularmente  en  la  organización  de  La  Gazzette  de  Frail- 
ee y  de  Le  Journal  de  París,  ambas  publicaciones  dependien- 
tes de  aquel  Ministerio  de  Relaciones  Extranjeras,  y  de  los  que 
el  primero,  que  salía  dos  veces  por  semana,  circulaba  8.000 
ejemplares,  sobre  los  que  por  derechos  de  postas  pagaba  el  que 
los  recibía  tres  dineros,  y  cuatro  por  los  del  segundo,  que  salía 
tres  veces  por  semana.  Con  estos  informes,  por  decreto  de  8  de 
Octubre  de  1778,  se  anunció  que,  desde  1."  de  Septiembre  del 
año  siguiente,  todo  el  que  quisiera  recibir  en  el  punto  de  su 
residencia  las  Gacelas  y  Mercurios,  lo  conseguiría  entregan- 
do al  respectivo  administrador  de  la  Estafeta  en-  las  provin- 
cias de  Castilla  la  Nueva,  Alcarria,  Cuenca  y  Mancha  alta, 
130  reales  cada  año;  en  las  de  Soria,  Burgos,  Extremadura 
alta,  Castilla  la  Vieja  y  Mancha  baja,  140;  en  las  de  Ara- 
gón, Navarra,  Rioja,  León,  Vitoria,  Extremadura  baja,  Mon- 
tañas de  Santander,  Valencia,  Murcia,  Alicante  y  Andalucía 
alta,  150;  en  Cataluña,  Vizcaya,  Galicia,  Asturias  y  Andalu- 
cía baja.  160;  en  Cádiz,  África  y  Oran,  170;  y  en  Mallorca,  180. 
A  estos  precios  para  el  año  de  1779  sólo  hubo  253  suscripcio- 
nes, cuyo  importe  era  de  26.697  reales  17  maravedises.  Mas 
cuando  Mena  murió,  y  de  Zaragoza  se  trajo  á  D  Santiago 
Barufaldi  para  encargarse  de  la  administración  de  las  publi- 
caciones oficiales  de  la  Imprenta  Real,  se  apresuró  á  proponer 
al  Conde  de  Floridablanca,  que  la  aceptó  sin  titubear,  una  re- 
forma en  los  seis  precios  señalados  limitándolo  á  uno  gene- 
ral de  140  reales  al  año  para  toda  España,  de  los  cuales  80  se 
destinaban  á  la  Caja  de  la  Imprenta  Real  y  60  para  la  de 
Correos.  Esta  reforma  dio  por  resultado  que  el  año  1781,  los 
productos  de  la  Gaceta  se  elevaran  hasta  278.110  reales  ve- 
llón, que  aún  subieron  á  288.330  en  el  año  siguiente  de  1782. 

El  beneficio  y  la  comodidad  de  las  suscripciones  se  exten- 


—  93  - 


dieron  este  mismo  año  de  1782  á  la  América  y  Canarias, 
costando  las  de  la  doce  remesas  que  se  hacían,  una  cada  mes, 
por  los  buques  correos,  en  estas  últimas  islas,  170  reales  por 
año,  y  en  la  misma  forma,  200,  por  igual  espacio  de  tiempo, 
para  toda  América.  Las  ventajas  que  inmediatamente  se  to- 
caron, se  demuestran  por  las  cifras  del  siguiente  estado,  que 
comprende  el  quinquenio  de  1789  á  1793: 


AÑOS 

Gastos. 

Productos. 

Utilidades. 

En  1789 

119.751 
100.786 
109.385 
117.832 
382.863 

703.669 
655.711 
721.728 
928.358 
2.067.822 

583.918 

En  1790 

En  1791 

En  1792 

554.925 
612.349 
810.527 

En  1793 

1.684.959 

La  última  cifra,  que  parece  excesiva  por  aparecer  su  au- 
mento tan  de  repente,  se  explica  observando  que  el  año  1793 
fué  el  año  de  la  ejecución  en  París  de  los  Reyes  Luis  XVI  y 
María  Antonieta,  que  tanto  interesó  en  toda  España;  el  año 
de  la  declaración  de  la  guerra  á  la  República  Francesa  y  de 
todos  los  grandes  sucesos  que  prepararon  la  primer  gloriosa 
campaña  del  General  Ricardos  en  el  Rosellón.  Con  todo,  este 
tipo  de  productos  se  fijó  desde  los  primeros  años  del  siglo  XIX 
hasta  la  invasión  de  las  tropas  napoleónicas,  y  los  ingresos 
de  la  Gaceta  el  año  1806,  en  que,  después  de  Trafalgar,  no 
estábamos  comprometidos  en  ninguna  empresa  de  las  que 
mueven  hondamente  la  opinión,  fueron  : 


Por  Gacetas  vendidas  sueltas. 
Por  suscripciones  fuera 


240.015  r.524  m.5 
894.388  —  »    — 


Total 1.134.403  — 


No  todo  este  impulso  administrativo  se  debió  a  D.  Fran- 
cisco Manuel  de  Mena;  antes  por  el  contrario,  aunque  por  el 
contrato  que  tenía  estipulado,  cobraba  el  4  por  100  de  todos 
los  ingresos  de  la  Imprenta  Real,  al  morir  en  1780,  quedó  tan 
alcanzado,  que  los  herederos  tuvieron  que  imprecar  la  piedad 
de  Carlos  III,  y  éste  les  admitió,  en  pago  de  sus  descubiertos, 
los  utensilios  y  materiales  de  la  parte  de  imprenta  que  era 


—  94  — 

-suya,  por  valor  de  224.792  reales  vellón,  después  de  hechos  los 
inventarios  y  la  liquidación,  que  se  encargó  á  D.  Francisco 
Fernando  de  Rábago,  que  recibió  el  nombramiento  de  Subde- 
legado y  Protector  de  la  Imprenta  Real.  De  la  época  de  Rába- 
go es  el  Reglamento  que  antes  se  ha  citado  de  1781,  redactado 
por  orden  de  S.  M.  y  aprobado  por  el  Rey;  y  aunque,  por  los 
respetos  debidos  á  Mena,  Carlos  III  quiso  que  en  el  manejo 
de  la  imprenta  quedase  como  gerente  técnico  y  administrador 
un  sobrino  del  difunto,  D.  Gabino  de  Mena,  que  se  entendía 
estaba  informado  en  la  dirección  de  aquel  establecimiento, 
hubo  más  tarde  que  exonerarlo,  en  1784,  por  su  notoria  inep- 
titud. 

La  parte  intelectual  de  la  Gaceta,  del  mismo  modo  no  pue- 
de considerarse  circunscrita  á  los  dos  meros  traductores  me- 
cánicos Eguilondo  y  Melendreras,  á  quienes  se  destinó  para 
este  oficio.  En  el  brillante  período  que  para  la  Gaceta  se  des- 
envolvió desde  que  fué  incorporada  á  la  Corona  hasta  el  mo- 
mento preciso  de  la  invasión  francesa  en  1808,  hay  que  apre- 
ciar qué  partes  de  su  atención  pusieron  en  ella  desde  el  poder 
soberano  del  Estado  hasta  los  primeros  Ministros  de  su  des- 
pacho. Una  tradición  que  conocen  todos  los  eruditos,  asegura 
que  el  Emperador  Carlos  V  había  colaborado  personalmente 
en  el  Comentario  de  la  guerra  de  Alemana,  que  escribió  el 
ilustre  caballero  D.  Luis  de  Zúñiga,  Comendador  mayor  de 
Alcántara,  á  quien  llamaba  testigo  de  sus  pensamientos,  y  en 
el  poema  El  caballero  determinado,  que  en  medio  de  las  cam- 
pañas imperiales  traducía  y  versificaba  D.  Hernando  de  Acu- 
ña, haciéndole  trocar  episodios  inoportunos  y  de  mera  ima- 
ginación por  cosas  más  gustosas  á  la  gloria  de  nuestra  nación. 
En  la  única  Relación  que  bajo  el  reinado  de  Felipe  II  se  pu- 
blicó en  Madrid  sobre  la  expedición  de  la  Armada  invencible 
á  las  costas  de  Inglaterra,  Pérez  Pastor  nos  testifica  que  con 
el  secretario  Alba  puso  mano  en  ella  el  Rey,  de  quien  se  sabe 
que  tanta  parte  personal  tomó  en  otras  obras  científicas,  lite- 
rarias y  políticas  de  más  fuste.  Las  Gacetas  de  1636  y  1638 
las  hemos  visto  manejadas  en  colaboración  común  por  el  Rey 
Felipe  IV  con  D.  Antonio  Hurtado  de  Mendoza.  D.  Juan  José 
de  Austria  es  el  constante  instigador  de  las  Gacetas  de  Fabro 
Bremundan.  Felipe  V,  no  sólo  es  en  Madrid  el  propulsor 
perpetuo  y  atento  de  las  de  D.  Juan  de  Goyeneche  desde  1701 , 
sino  que  en  1716,  en  Barcelona,  sintiéndose  reconocido  á  la 
adhesión  y  lealtad  con  que  le  había  servido  José  Texidó  du- 


—  m  — 

rante  la  guerra  de  sucesión,  recompensóle  con  privilegios 
análogos  á  los  que  gozaba  la  Gazeta  de  Madrid.  Desde  su 
llegada  á  España,  Carlos  111  asiente  á  los  proyectos  de  D.  Ri- 
cardo Wall,  y  toma  bajo  el  protectorado  de  la  Corona  la  pu- 
blicación de  este  mismo  periódico,  y  en  breve  hemos  de  ver 
en  la  Cámara  Real  de  Carlos  IV,  con  las  cartas  de  Ricardos 
en  la  mano,  redactarse  con  el  común  concurso  del  Monarca, 
la  Reina  y  su  primer  ministro  el  Duque  de  la  Alcudia,  la  re- 
lación de  la  batalla  de  Trullas  para  el  articulo  de  la  Gaceta, 
como  en  1800  se  elaboró  el  de  la  derrota  de  los  ingleses  en 
las  playas  de  Doniño  en  Galicia,  y  en  1805  por  los  mismos 
colaboradores  la  descripción  de  la  batalla  de  Trafalgar. 

Los  nombres  de  los  ministros  Carvajal  y  Lancáster,  Vi- 
llanas, Wall,  Floridablanca,  Campomanes,  Aranda  y  Alcu- 
dia, son  beneméritos  en  los  anales  de  la  redacción  de  la  Ga- 
veta, y  tedos  ellos  dejaron  en  sus  páginas  los  rastros  de  su 
pluma;  y  desde  que  la  alta  iniciativa  y  la  menuda  revisión  de 
lo  que  en  la  Gaceta  se  había  de  publicar  se  tomó  resuelta- 
mente por  la  primera  Secretaría  del  Despacho,  puede  decirse 
que  en  ella  residía  su  verdadera  dirección  intelectual.  En  los 
primeros  documentos  que  se  extendieron  para  la  cesión  á 
D.  Juan  de  Goyeneche  del  Privilegio  de  las  Gacetas,  se  trata 
de  su  composición,  impresión  y  venta;  pero  la  primera  dees- 
tas  tres  palabras  se  oscurece  para  siempre  desde  la  Cédula  de 
-confirmación  de  Felipe  V;  y  cuando  su  hijo  D.  Francisco 
Miguel,  estrechado  en  la  invasión  de  su  imprenta  por  los 
agentes  de  D.  Juan  Curiel,  trata  de  protestar  de  aquel  acto, 
apela  al  Ministro  de  Estado,  Marqués  de  Villanas,  recono- 
ciendo que  la  Gaceta  depende  de  aquel  centro  ministerial. 
Creada  la  revisión  oficial,  toda  la  dirección  de  hecho  y  de  de- 
recho se  concentra  hasta  principios  del  siglo  XIX  en  los  ofi- 
ciales mayores  y  en  los  oficiales  revisores  de  aquella  secre- 
taria, en  Llano,  San  Martin  y  Cueto,  Llaguno  y  Amirola, 
Otamendi.  D.  Bernardo  Iriarte,  Anduaga.  Peñuelas  de  Za- 
mora, D.  Sebastián  Piñuela  y  D.  Eusebio  de  Bardaxi  y 
Azara. 

A  pesar  del  freno  que  se  oponía  á  la  invasión  de  la  opi- 
nión pública  por  medio  de  la  imprenta  y  del  periodismo,  el 
periodismo  empujaba,  no  conformándose  á  vivir  comprimido 
en  las  leyes  coercitivas  que  impedían  su  desfogue.  En  la  mis- 
ma forma  que  Madrid,  aspiraban  á  tener  sus  Gacetas  locales 
las  ciudades  que  en  otro  tiempo  fueron  cabeza  de  los  Estados 


-  96  — 

peninsulares,  ó  que  por  sus  relaciones  mercantiles  necesi- 
taban del  tráfico  de  la  opinión.  Ya  se  ha  dicho  que  en  Barce- 
lona, José  Texidó,  primero  por  concierto  con  D.  Juan  de  Go- 
yeneche,  y  después  por  privilegio  especial  obtenido  del  rey 
Felipe  V,  desde  1702  reimprimía  la  Gaceta  de  Madrid,  cam- 
biando este  nombre  por  el  de  Barcelona.  Después,  cuando, 
por  el  casamiento  del  impresor  Tomás  Piferrer  con  Doña  Ma- 
ría Teresa  Texidó  y  Vendrell,  hija  de  José,  pasó  este  perió- 
dico á  sus  manos,  le  trocó  el  título  por  el  de  Diario  de  Bar- 
celona, que  todavía  conserva.  Las  gracias  para  esta  publica- 
ción, que  arrancan  de  los  decretos  del  Duque  de  Berwick  y 
de  los  del  Principe  de  T'Serclaer,  que  confirmó  Felipe  V  y 
refrendó  D.  Lorenzo  Vivanco  y  Ángulo,  renováronse  por 
otras  Cédulas  Reales  de  Aranjuez  á  30  de  Abril  de  1722,  de 
Barcelona  á  22  de  Diciembre  de  1735,  y.  finalmente,  por  dis- 
posiciones análogas  de  los  años  1775,  1790  y  1794  En  Zara- 
goza, Diego  Dormer  había  resucitado  en  1678  la  Gaceta,  que 
dos  años  antes  publicóse  allí  bajo  el  vicariato  de  D.  Juan  de 
Austria.  Más  adelante,  el  Fiscal  de  S.  M.,  D.  José  Álvarez 
Barañaga,  con  licencia  del  Conde  de  Floridablanca,  solicita- 
da en  1787,  fundaba,  «ocultando  su  nombre»,  el  Correo  de 
Aragón.  A  1764  se  remonta  la  publicación  de  la  Gacetilla  cu- 
riosa ó  semanario  granadino.  Para  el  Diario  Pinciano,  eco- 
nómico y  político,  de  Valladolid,  que  dirigió  D.  José  Mariano 
de  Baristein  y  Souza,  catedrático  de  aquella  Universidad,  se 
concedió  privilegio  en  16  de  Diciembre  de  1786  al  editor  Don 
Mariano  de  Santander  y  Fernández;  y  con  la  misma  ampli- 
tud de  criterio  que  fué  apoderándose  de  los  poderes  superio- 
res del  Estado  desde  que  en  1762  se  desterraron  por  la  Real 
orden  de  San  Lorenzo  el  Real  de  14  de  Noviembre  la  tasa, 
los  solicitadores  de  impresiones,  los  privilegios  sobre  libros, 
los  correctores,  los  derechos  de  la  censura  y  la  publicación  de 
las  aprobaciones,  y  todas  las  demás  ruedas  del  laberíntico 
engranaje  en  que  se  hallaba  encadenada  la  cultura  de  la  in- 
teligencia transmitida  á  los  vehículos  de  la  publicidad,  Va- 
lencia tuvo  su  Diario  de  Valencia,  de  D.  Pascual  Marín,  y 
su  Correo  de  Valencia,  de  D.  Alejandro  de  León  y  Luna; 
Murcia,  su  Diario  de  Murcia,  de  D.  Matías  Picheloup  de  Ca- 
sanova  y  D.  Luis  Santiago  Bado;  Sevilla,  su  Diario  histórico 
y  político,  del  Barón  de  la  Bruére  y  de  D.  Carlos  de  Elias  y 
Delgado;  Salamanca,  su  Semanario,  de  D.  Francisco  Prieto 
de  Torres;  Vitoria,  su  Diario  de  artes,  literatura  y  ciencias, 


—  117  — 

de  D.  Valentín  Foronda;  y  Cádiz,  en  cuya  ciudad,  como  en 
Sevilla,  fraudulentamente  se  reimprimían  las  Gacetas  de  Ma- 
drid, y  aun  se  imprimían  otras  nuevas  clandestinas  para  en- 
viarlas por  la  carrera  de  Indias,  tuvo  lícitamente  El  Aryo- 
nauta  Español,  de  D.  Pedro  Gatell,  y  El  Diario  Gaditano,  de 
D.  Juan  Antonio  de  Olavarrieta. 

No  se  pudo  en  Madrid  tener  el  periodismo  contenido,  ante 
los  avances  de  la  opinión,  en  los  periódicos  oficiales  la  Gaceta 
y  el  Mercurio,  y  los  casi  oficiales  del  Diario  de  los  literatos, 
de  Puig,  Sala  franca  y  Huerta;  el  Diario  de  Noticias,  que  con 
el  título  de  Diario  \  curioso-erudito  \  y  comercial  |  poli/ico  y 
económico,  publicó,  con  privilegio  concedido  el  15  de  Diciem- 
bre de  1757  en  el  Buen  Retiro,  D.  Manuel  Ruiz  de  Uribe,  y 
que  con  vicisitudes  pintorescas  é  inenarrables,  llegó  á  pasar 
en  el  siglo  que  ha  terminado  las  fronteras  de  nuestros  últi- 
mas revoluciones  para  perecer  absorbido  por  La  Correspon- 
dencia de  España,  del  primer  Marqués  de  Santa  Ana,  y  la 
multiforme  variedad  de  los  inventados  por  el  traductor  pe- 
destre D.  Francisco  Mariano  Nifo,  con  loda  clase  de  títulos  y 
bajo  toda  suerte  de  pseudónimos.  Desde  que  Carlos  III  apa- 
reció desde  el  Trono  abriendo  la  primera  puerta  á  la  obstrui- 
da libertad  del  pensamiento  para  el  desarrollo  de  la  cultura 
nacional,  la  multitud  estudiosa  y  emprendedora  se  presentó 
impávida  en  el  palenque,  avara  de  conquistar  los  lauros  que 
desde  el  Tronóse  prometían.  La  Gaceta  de  Madrid,  cuyo 
progreso  único  desde  que  se  incorporó  á  la  Corona  se  había 
limitado  al  aumento  de  otro  número  por  semana,  que  empe- 
zó á  tener  desde  el  11  de  Septiembre  de  1778,  saliendo  á  luz 
los  martes  acostumbrados  y  los  viernes,  se  vio  ya  compelida 
á  sostener  cierto  principio  de  competencia  con  otros  escrito- 
res y  con  otros  periódicos;  y  desde  que  D.  Eugenio  de  Llagu- 
no  ascendió  al  Negociado  mayor  de  la  Secretaría  de  Estado, 
trató  de  introducir,  así  en  la  redacción  de  la  Gaceta  como  en 
la  del  Mercurio,  literatos  afamados.  Nunca  este  último  perió- 
dico tuvo  lectura  más  varia,  original  y  amena,  que  en  el 
tiempo  que  le  dirigió  D.  Tomás  de  Iriarte,  desde  el  primer 
número  de  Marzo  de  1772,  hasta  que  en  9  de  Febrero  del  año 
siguiente,  á  causa  de  su  dimisión  y  salida  para  otros  destinos, 
le  reemplazó  D.  José  Clavijo  Fajardo,  que  ya  desde  1762  á  1767 
había  dirigido  otro  periódico  con  el  pseudónimo  de  D.  Joseph 
Álvarez  Valladares,  El  Pensador,  y  que  al  ser  nombrado 
para  la  sustitución  de  Iriarte  en  el  Mercurio,  con  12.000  rea- 


—  98  — 

les  de  sueldo  anual,  tenía  que  dejar  los  18.000  reales  que  dis- 
frutaba como  director  de  los  Teatros  de  los  sitios  donde  re- 
sidía la  Corte.  En  la  Gaceta,  con  aprobación  del  Marqués  de 
Grimaldi,  en  vez  de  reducirse,  se  aumentaron  los  sueldos, 
y  sustituyendo  á  Eguilondo  y  Melendreras  con  los  hermanos 
Guevara  Vasconcelos  y  el  erudito  D.  Felipe  David  Otero, 
contribuyó  Llaguno  á  dar  al  periódico  Real  el  relieve  literario 
que  demandaba  su  decoro. 

De  los  hermanos  Guevara  Vasconcelos,  D.  Ramón  y  Don 
José,  académicos  de  número  de  las  dos  Reales  Academias  Es- 
pañola y  de  la  Historia,  y  el  último  secretario  perpetuo  de 
esta  última  y  de  la  Sociedad  Económica  Matritense,  el  pri- 
mero que  fué  nombrado  primer  redactor  de  la  Gaceta  con 
12.000  reales  de  sueldo  fué  D.  Ramón.  Se  inutilizó  éste  á 
causa  de  una  parálisis  aguda  que  sufrió  algunos  años;  y  ha- 
biéndole sustituido  in  interim  su  hermano  D.  José,  dignidad 
de  Arcediano  de  Ronda  en  la  Iglesia  Catedral  de  Málaga  y 
Tesorero  de  la  de  Murcia,  al  cabo  fué  nombrado  en  propie- 
dad con  el  mismo  sueldo  cuando  aquél  murió.  Eran  hijos  del 
brigadier  de  los  Ejércitos  D.  José  de  Guevara  Vasconcelos, 
del  hábito  de  Santiago,  fidalgo  de  la  Casa  Real  de  Portugal, 
Alférez-Mayor  de  la  Ciudad  de  Ceuta  y  Coronel  de  Infante- 
ría del  regimiento  fijo  de  aquella  plaza.  En  ella  habían  naci- 
do sus  dos  hijos,  y  educádose  y  adquirido  sus  grados  acadé- 
micos en  el  Colegio  inglés  de  Sevilla,  en  el  Sacro-Monte  de 
Granada  y  en  las  Universidades  de  Granada  y  de  Osuna, 
los  dos  gozaban  de  la  reputación  más  lisonjera  en  los  altos 
círculos  intelectuales  de  Madrid.  David  Otero,  á  quien  se  le 
señalaron  9.000  reales  como  redactor  segundo,  no  tenía  los 
mismos  títulos  literarios,  aunque  alternaba  muy  querido  en 
el  círculo  donde  eran  familiares  los  primeros  nombres  de  su 
siglo. 


XI 


La  dirección  material  de  la  Gaceta  por  los  dos  Guevara 
Vasconcelos  se  dilató  cerca  de  un  tercio  de  siglo  La  de  don 
Ramón,  aunque  impedido,  permaneció  activa  hasta  el  29  de 
Septiembre  de  1790.  y  D.  José  la  continuó  en  su  persona, 
hasta  que  en  1802  se  le  condecoró  con  una  plaza  de  Ministro 


—  99  - 

del  Consejo  de  Órdenes.  La  redacción  de  la  Gaceta  estaba 
constituida  entonces  por  cuatro  redactores,  en  la  forma  si- 
guiente: un  Redactor  primero,  Guevara  de  Vasconcelos, 
con  24  000  reales  de  sueldo;  uno  segundo,  D.  Felipe  David 
-Otero,  con  18.000;  un  Oficial  primero,  D.  Nicolás  Albelo, 
con  4. 400,  y  uno  segundo,  D.  Juan  Sánchez,  con  2.200.  Pero 
tlesde  1799,  habiendo  sido  jubilado  en  21  de  Octubre  Clavijo 
Faxardo,  que  sustituyó  á  D.  Tomás  lriarte  en  1773  en  la  di- 
rección del  Mercurio,  aunque  su  vacante  fué  muy  solicitada. 
D.  Mariano  Luis  de  Urquijo,  que  desempeñaba  entonces  el 
Ministerio  de  Estado,  la  concedió,  con  fecha  del  22,  á  D.  Ni- 
casio  Alvarez  Cienfuegos,  con  9.000  reales  de  haber,  «decla- 
rándole la  opción  á  la  primera  vacante  de  Redactor  de  la  Ga- 
ceta, sin  necesidad  de  nuevo  decreto».  Asi,  pues,  cuando  se 
produjo  la  de  Guevara,  pasó  inmediatamente  á  ocuparla,  si 
bien,  para  obtemperar  sus  derechos  con  los  de  David  Otero,  el 
Ministro,  D.  Pedro  Cevallos,  resolvió  hubiese  en  lo  sucesivo 
dos  Redactores  iguales,  entre  los  que  se  compartirían  simul- 
táneamente los  trabajos  de  Gaceta  y  Mercurio,  D.  Nicasio  Al- 
varez Cienfuegos  y  D.  Felipe  David  Otero,  cada  uno  con  el 
sueldo  de  21.000  reales,  y  cesando  el  de  9.000  que  en  el  Mer- 
curio el  primero  disfrutaba.  En  el  año  siguiente  de  1803,  Al- 
varez de  Cienfuegos  fué  ascendido  á  Oficial  de  la  primera 
Secretaria  del  Despacho  universal,  y  David  Otero  murió  en 
los  últimos  dias  de  Diciembre  (27).  Apresuróse  Cevallos  u 
nombrar  en  reemplazo  de  Cienfuegos,  con  fecha  del  12  del 
mismo  mes,  á  D.  Juan  Peñalver,  con  titulo  de  editor  de  la 
Gaceta,  y  este  nombramiento  no  suscitó  rivalidades,  porque 
Peñalver,  además  de  su  notoria  cultura,  dejaba  vacante  una 
plaza  de  Ministro  de  la  Real  Junta  de  Comercio  y  Moneda; 
mas  la  plaza  de  Otero  la  solicitaron  el  Abogado  D.  Joaquín 
María  Pérez  Villaamil,  D.  Pedro  María  Olive,  D.  Carlos 
Bosch,  Oficial  de  la  Biblioteca  Real  y  de  la  Secretaria  de  la 
Interpretación  de  Lenguas,  que  desempeñaba  D.  Leandro 
Fernández  de  Moratín,  D.  José  Manuel  de  Bevia  y  Miranda, 
Caballero  de  la  Orden  de  Carlos  III  y  Secretario  de  Embaja- 
da, y  D.  León  Serrano,  Oficial  de  la  Contaduría  de  Correos; 
pero  la  plaza  de  Redactor  segundo  se  concedió  por  entonces 
á  D.  Francisco  Antonio  de  Zea,  declarándola  compatible  con 
la  cátedra  que  tenia  como  Profesor  en  el  Jardín  Botánico, 
por  lo  cual,  entre  ambos  sueldos,  llegó  á  reunir  24.000  reales 
■de  haber. 


~  100  — 

Peñalver  no  halló  en  el  edificio  de  la  Imprenta  Real,  don- 
de se  hallaba  establecida  la  Gaceta,  ni  oficina  especial  para 
la  redacción,  ni  un  pupitre,  ni  una  silla.  El  nuevo  Regla- 
mento orgánico  para  la  Imprenta  Real,  que  bosquejado  por 
el  Juez  Conservador  D.  José  Antonio  Fita,  fué  perfeccionado 
por  su  sucesor  D.  Juan  Facundo  Caballero,  y  había  sido  apro- 
bado en  26  de  Enero  de  1793  por  el  Duque  de  Alcudia,  y  des- 
de entonces  se  hallaba  en  vigor,  aunque  en  su  capítulo  X  ha- 
bía consagrado  cinco  artículos  a  dar  prolijos  preceptos  sobre 
las  funciones  mas  nimias  de  cada  uno  de  los  individuos  que 
formaban  la  redacción,  nada  había  prevenido  sobre  el  lugar 
donde  la  Gaceta  debía  escribirse,  ordenarse  y  corregirse;  de 
modo  que  cada  Redactor  trabajaba  en  su  casa,  después  de  re- 
cibir las  indicaciones  del  Redactor  primero  en  la  posada  de 
éste,  adonde  los  Oficiales  subalternos  asistían  para  el  despa- 
cho de  lo  meramente  burocrático  y  el  desempeño  de  ciertos 
servicios  mecánicos,  como  el  de  llevar  y  recoger  en  el  Minis- 
terio de  Estado  los  originales  que  se  habían  de  revisar  para 
su  inserción;  el  Redactor  de  guardia  corregía  las  galeradas 
de  la  imprenta  sobre  la  misma  mesa  de  los  correctores  de 
oficio,  y  todo  lo  demás  era  cuenta  de  la  Administración  ge- 
neral del  establecimiento.  Entonces  Peñalver  demandó  oficina 
decorosa  para  el  concurso  de  los  Redactores  y  el  trabajo  dia- 
rio de  redacción  y  traducción,  y  todo  le  fué  acordado  por  Ce- 
vallos,  que  dio  para  ello  sus  órdenes  á  la  Administración  de 
la  Imprenta  Real. 

La  continuada  labor  que  exigía  la  lectura  de  los  periódi- 
cos extranjeros  que  se  recibían  para  traducir  ó  extractar,  ya 
con  destino  á  la  Gaceta,  ya  para  el  Mercurio,  que  había  co- 
menzado á  publicarse  cada  quince  días,  en  vez  de  la  salida 
mensual  que  había  hecho  desde  su  fundación;  la  reducción  de 
las  noticias  oficiales  que  para  el  capítulo  de  Madrid  había 
que  practicar  de  los  documentos  que  se  remitían  de  todas  las 
dependencias  públicas  del  Estado,  y  el  extracto  de  cartas  y 
avisos  que  ya  se  recibían  de  todas  las  provincias  del  reino, 
obligaron  á  Peñalver  á  pedir  á  Cevallos  el  aumento  de  perso- 
nal; y,  hombre  avisado,  para  evitar  la  negativa,  en  carta  de 
11  de  Enero  de  1804  le  manifestaba  que,  con  motivo  de  haber- 
se hecho  quincenal  el  Mercurio,  le  rogaba  nombrase  un  Re- 
dactor auxiliar,  proponiendo  á  D.  José  de  Hevia,  á  quien  ya 
estaba  utilizando;  y  que  como  gozaba  de  sueldo  del  Estado 
sin  tener  precisa  ocupación,  no  gravaría  los  excesivos  gastos 


—  101  — 

que  pesaban  sobre  la  Gaceta.  Accedió  el  Ministro  por  comuni- 
cación oficial  del  día  16;  pero  en  carta  particular  de  la  misma 
fecha  le  decía:  «Ahí  va  el  nombramiento  para  Hevia.  dándo- 
le aplicación  accidental  en  el  empleo  que  disfruta;  pero  no 
tengo  por  conveniente  darle  título  de  agregado  á  la  R 
ción,  pues  este  título,  en  el  día  de  ninguna  consecuencia,  pro- 
duciría en  lo  sucesivo,  por  la  impolítica  propensión  de  crear 
empleos,  uno  nada  necesario  fuera  de  las  actuales  circunstan- 
cias, en  que  el  talento  y  conocimientos  de  V.  S.  han  excitado 
al  Gobierno  á  ocupar  su  atención  en  otros  varios  objetos  que 
precisamente  deben  distraerle  de  la  redacción  de  la  Gaceta  y 
del  Mercurio:  fuera  de  que  D.  José  de  Hevia  tampoco  necesi- 
ta de  este  intento  para  ser  considerado  por  el  Gobierno.» 

En  1804,  el  segundo  Redactor.  D.  Francisco  Antonio  Zea. 
fué  promovido  al  cargo  de  primer  Profesor  y  Director  del 
Jardín  Botánico,  por  lo  que  se  le  relevó  de  su  puesto  en  la 
García,  nombrándose  en  18  de  Mayo  para  sustituirle  en  el 
periódico  del  Estado  al  Presbítero  D.  Juan  Andujar.  de  las 
Sociedades  Económicas  de  Valladolid  y  Cantábrica,  y  encar- 
gado por  ésta  de  la  formación  del  plan  de  estudios  y  libros 
elementales  para  uso  de  su  Real  Seminario;  de  modo  que  la 
Redacción  quedó  aquel  año  compuesta  de  este  modo  :  primer 
Redactor,  D.  Juan  de  Peñalver;  Redactor  auxiliar  del  pri- 
mero, D.  José  de  Hevia;  Redactor  segunda,  D.Juan  Andu- 
jar; Oficial  de  la  Redacción,  D.  Ignacio  Corcuera;  O/iciul  ta- 
quígrafo, D.  Nicolás  Albelo  y  Ulloa. 

A  D.  José  de  Hevia,  en  25  de  Diciembre  de  1805,  después 
de  darle  una  gratificación  de  1.000  reales  aquellas  Navidades 
sobre  el  sueldo  que  tenía,  se  le  fijó  definitivamente  su  posi- 
ción en  la  Gaceta.  No  obstante,  en  las  reformas  de  Enero 
de  1807  desaparece  su  nombre  de  las  nóminas  de  la  Impren- 
ta Real.  En  7  de  dicho  mes,  el  primer  Redactor,  D.  Juan  Ló- 
pez de  Peñalver.  fué  nombrado  Director  de  los  Canales  de 
Aragón  y  Castilla;  y  hecha  pública  la  vacancia  de  su  antiguo 
puesto,  acudieron  á  solicitarla  D.  Francisco  Antonio  Escar- 
tín,  que,  editando  hacía  muchos  años  la  Guia  eclesiástica  da 
España  é  Indias,  ofrecía  su  incorporación  á  la  Corona  á  cam- 
bio del  puesto  de  primer  Redactor  de  la  Gaceta;  D  Simón 
Fernández  Gallardo.  Director  del  Real  Seminario  de  Nobles 
de  esta  Corte  desde  1799;  D.  Francisco  Pulciani  y  Moreno. 
Oficial  de  la  Secretaría  del  Serenísimo  Sr.  Infante  D.  Pedro; 
D.  José  Luis  Munárriz,  Abogado.  Académico  de  honor  de  la 


-  102  — 

de  San  Fernando,  Oficial  de  la  Secretaría  de  la  Real  Compa- 
ñía de  Filipinas  y  traductor  de  Hugo  Blair,  y  otras  personas 
de  análogos  merecimientos.  Un  sentimiento  de  equidad  hizo 
á  Cevallos  proponer  al  Rey  el  ascenso  del  segundo  Redactor, 
D.  Juan  Andújar,  á  primero,  con  el  sueldo  de  18.000  reales, 
y  para  Redactor  segundo  se  nombró  á  D.  Diego  Clemencín, 
de  la  Real  Academia  de  la  Historia,  con  12.000.  Esta  era  la 
Redacción  que  tenia  la  Gaceta  de  Madrid  un  año  después,  al 
ser  invadida  la  Península  por  los  ejércitos  de  Napoleón,  al 
apoderarse  en  Madrid  el  gran  Duque  de  Berg  del  Gobierno 
soberano  de  la  Nación,  en  la  cautividad  de  la  Monarquía,  al 
promulgarse  en  Bayona  una  nueva  forma  constitucional  del 
Estado,  al  proclamarse  por  el  usurpador  imperial  una  nueva 
dinastía  para  el  Trono,  la  de  su  hermano  José  Bonaparte,  rey 
intruso  de  Ñapóles,  y  al  congregar  el  anciano  Conde  de  Flo- 
ridablanca  en  Aranjuez  los  vestigios  de  la  soberanía  deshe- 
cha, bajo  la  forma  de  una  Junta  Central  gubernativa  del  Rei- 
no para  salvar  el  principio  de  unidad,  de  donde  había  de  ema- 
nar la  emancipación  y  la  reconstitución  nacional. 

Es  indudable  que  el  largo  período  que  aquí  se  describe 
marca,  en  la  larga  existencia,  tres  veces  secular  de  la  Gaceta, 
su  más  brillante  apogeo.  Desde  que,  en  los  postreros  años  del 
reinado  de  Carlos  III,  las  patrióticas  inspiraciones  políticas  de 
dos  insignes  estadistas,  los  Condes  de  Floridablanca  y  de 
Campomanes,-  secundados  por  las  benéficas  inclinaciones  de 
aquel  Monarca,  ponen  en  ensayo  los  proyectos  concebidos 
para  impulsar  un  país  tan  apático  y  tan  enervado  como  esta- 
ba España,  para  dirigirlo  sólidamente  por  el  camino  de  su 
regeneración  dentro  de  las  instituciones  que  legitimaron  los 
siglos,  toda  la  vida  y  todo  el  progreso  nacional  afluye  á  las 
páginas  de  aquel  papel,  que,  satisfaciendo  la  curiosidad,  des- 
pertaba en  todas  las  clases  el  afán  de  instruirse,  imponía  en 
las  costumbres  el  placer  de  la  lectura,  ponía  nuestra  sociedad 
civil,  aislada  en  el  confín  de  nuestra  Península  al  último  ex- 
tremo de  Europa,  en  contacto  con  la  vida  universal  contem- 
poránea, y,  excitando  cada  vez  más  el  interés  por  cuanto  pa- 
saba en  el  mundo,  convertía  aquel  vehículo  de  tan  provecho- 
sa ilustración  en  agente  doméstico  de  las  emociones  de  cada 
familia. 

No  se  excusaban  de  aportar  á  las  páginas  de  la  Gaceta  las 
personalidades  colocadas  en  los  rangos  más  elevados  la  ex- 
plicación de  aquellos  actos  de  gran  transcendencia  en  que 


—  103  - 

intervenían,  para  que  sirvieran  de  pasto  á  la  curiosidad  y  de 
satisfacción  al  interés  del  público;  y  cuando  en  1789  se  cele- 
braron aquellas  Cortes  de  Madrid  que  determinaron  el  pri- 
mer acto  de  previsora  reparación  á  nuestro  antiguo  vulne- 
rado derecho,  Campomanes,  que  había  sido  el  alma  de  aquel 
suceso,  por  si  mismo  redactó  el  artículo  que  se  había  de  in- 
sertar en  la  Gaceta,  y  al  remitirlo  a  Floridablanca  para  que 
asi  lo  dispusiera,  lo  acompañaba  de  un  billete  particular  en 
que  le  decía  : 

oExmo.  Sr.  — Amigo  y  Señor:  En  consecuencia  de  lo  que 
me  escribió  á  nombre  de  Vm.  y  respondí  ayer  á  D.  Sebastian 
Piñuela,  he  formado  la  adjunta  apuntación  ó  capitulo  para  la 
García  que  se  ha  de  publicar  por  lo  tocante  á  la  celebración 
de  las  Cortes.  Los  hechos  son  puntuales,  y  sólo  me  falta  la 
fecha  del  dia  en  que  los  ocho  comisarios  del  Reino  besaron  la 
mano  á  la  Reina,  nuestra  Señora;  y  convendría  añadirla  ave- 
riguándolo Vm.  ahí,  aunque  he  entendido  fué  el  dia  7  de  este 
mes;  pero  no  estoy  seguro  de  ello,  ni  si  conviene  añadir  alguna 
otra  circunstancia.  Como  el  público  es  respetable,  conviene 
que  Vm.  repare  todo  lo  que  ya  puesto,  y  que  dé  cuenta  al 
Rey,  para  que  nada  salga  que  después  pudiera  repararse. 
Aunque  estoy  sumamente  ocupado  estos  dias,  he  creído  deber 
preferir  este  asunto  hoy,  pues  es  regular  desee  el  público  te- 
ner, á  lo  menos  por  mayor,  noticia  de  un  suceso  que  no  es 
frecuente  y  que  hace  tanto  honor  al  Rey  como  á  los  vasallos. 
No  hay  tiempo  para  mas,  y  queda  de  Vm.  verdadero  amigo 
y  seguro  servidor.  —  Campomanes.  —  Madrid  21  de  noviem- 
bre de  1789.  —  Sr.  Conde  de  Floridablanca. >; 

Sobre  la  nota,  apuntamiento  ó  capitulo  de  Campomanes 
para  la  Gaceta,  Floridablanca  escribió  de  su  puño:  —  a  Para 
la  Gaceta.  —  Se  verá  si  hay  algo  que  enmendar  en  el  modo, 
estado  y  tratamiento».  —  Y,  en  efecto,  el  original  de  Campo- 
manes  contiene  algunas  correcciones  y  añadiduras  de  letra 
de  Piñuela.  Mas  la  revisión  de  Piñuela  no  degradaba  la  auto- 
ridad de  Campomanes,  pues  cuando  delegó  en  Otamendi  la 
revisión  de  los  papeles  para  la  Gaceta,  le  decía  en  sus  ins- 
trucciones que  habían  de  pasar  por  sus  ojos  hasta  los  anun- 
cios; y  esto  se  observaba  con  tal  rigor,  que  en  1792,  habiendo 
pasado  el  cargo  de  revisor  á  D.  Bernardo  Iriarte,  entre  los 
papeles  detenidos  que  le  entregó  y  que  no  había  permitido 
que  se  publicasen,  aparece  el  siguiente  anuncio  :  —  «  La  mo- 
ral del  quinto  libro  del  Ingenioso  Hidalgo  Don  Quixote  de 


—  104  — 

la  Mancha,  deducida  de  la  historia  que  de  sus  gloriosas  ha- 
zañas escribió  Cidc-Hamete-Benengeli ,  por  su  grande  amigo 
el  Cura.  Se  hallarán  en  la  librería  de  Castillo.» —  Indudable- 
mente este  libro  envolvía  alguna  velada  invectiva.  ¿Contra 
quién?  ¿Contra  Aranda?  Las  instrucciones  escritas  que  tenía 
para  la  Gaceta  y  el  Mercurio  sólo  decían  sobre  la  primera:  — 
«Gaceta.  —  El  Sr.  Iriarte  tendrá  que  revisar  la  Gaceta  de 
Madrid  dos  veces  por  semana,  á  fin  de  que  se  excusen  en 
ella   especies  que  no  convengan.  La  del  viernes  ha  de  estar 
en  Madrid  de  vuelta   precisamente  el  jueves  por  la  mañana; 
la  del  martes,  el  domingo  y  aunque  sea  el  lunes.  Don  José  de 
Guevara  envia  los  borradores  y  se  le  envian  cosidos  luego». 
Bajo  el  Ministerio  del  Conde  de  Aranda,  hombre  tan  ac- 
tivo y  tan  prolijo,  no  sólo  se  le  daba  cuenta  de  todo  cuanto  se 
refería  á  política   exterior,  sino  que  lo  pasaba  por  su  vista  y 
lo  corregía  de   su  mano.   El  caballero  Bourgoing,  embaja- 
dor de  Francia  en  la  corte  de  España,  entregó  á  D.  Miguel 
Otamendi,  el  20  de  Septiembre  de  1792,  una  nota  para  que  se 
insertase  en  la   Gaceta,  que  decía  asi:  —  «Se  hace  saber  á 
todos  los  que  disfrutan  en  este  Reino  sueldos,  pensiones  ó 
recompensas  militares  de  Francia,  dirijan  una  nota  al  Minis- 
tro Plenipotenciario  de  esta  potencia  en  España,  en  la  que 
se  incluirán  sus  patrias,  nombres,  apellidos,  grados  y  épocas 
en  que  contrajeron  los  méritos  que  las  motivaron».  El  Conde 
de  Aranda,  de  su  puño,  sustituyó  esta  nota  con  la  siguiente: — 
(.(.París Pensándose  en  satisfacer  las  pensiones  ó  recom- 
pensas militares  en  Francia,  parece  que  cada  interesado  po- 
drá dirigir  una  nota  por  los  Ministros  ó  Encargados  de  Ne- 
gocios que  de  esta  Potencia  hubiere  en  sus  respectivos  países, 
expresando  sus  nombres,  apellidos,  patria  y  época  en  que 
hubiesen  contraído  los  méritos  que  las  motivan». 

En  materia  de  notas  remitidas  á  la  Gaceta  por  diplomáti- 
cos extranjeros  acreditados  en  España,  es  más  curioso  el  caso 
del  Ministro  de  Suecia  en  1794.  El  redactor  D  José  de  Gue- 
vara, el  2  de  Agosto  del  año  referido,  escribió  al  Duque  de  la 
Alcudia  una  carta  diciéndole  que  el  Ministro  de  Suecia,  Barón 
de  Ehrensverd,  le  había  remitido  para  su  inserción  un  papel, 
que  acompañaba,  sobre  las  reclamaciones  que  se  habían  hecho 
al  Rey  de  Ñapóles  para  la  extradición  del  Barón  de  Armfeldd, 
complicado  en  las  insurrecciones  de  Copenhague,  añadiendo 
que  ni  lo  había  insertado,  ni  había  contestado.  El  Duque  de 
la  Alcudia,  el  día  3,  le  decía  en  un  billete:  —  «  Ha  hecho  V.  S. 


-  105  - 

muy  bien  en  no  haber  insertado  la  note  del  Barón  de  Ehrens- 
verd  y  de  no  contestarle.  En  caso  de  que  insista,  debe  respon- 
derle que  de  ningún  modo  se  publicará  la  mencionada  nota 
en  la  Gaceta,  ni  en  ninguno  otro  de  los  papeles  públicos.» 

Aun  con  esta  vigilancia  no  dejó  alguna  que  otra  vez  de 
quedar  sorprendida  la  buena  fe  de  los  redactores  y  de  los  re- 
visores de  la  Gaceta.  Entre  los  anuncios  de  libros  á  la  venta, 
se  publicó  uno  de  unos  sermones  que  se  atribuyeron  á  Fray 
Diego  José  de  Cádiz.  Reclamó  éste:  y  aunque  la  Gaceta  no 
rectificó,  se  suscitó  en  papeles  volantes  una  viva  polémica, 
que  tuvo  que  refrenar  la  intervención  y  la  autoridad  del  Con- 
sejo de  Castilla.  Prohibióse  terminantemente  que  en  ningún 
periódico  de  España  se  insertasen  noticias  favorables  ó  ad- 
versas de  las  cosas  de  la  revolución  de  Francia,  ni  de  las  que 
acaecían  en  nuestras  fronteras  con  relación  á  este  país.  Trans- 
mitióse la  Real  orden  á  D.  José  de  Colón  y  Larreátegui,  para 
que  lo  impidiese,  y  al  contestar  al  Duque  de  la  Alcudia  el  15 
de  Junio  de  1793,  le  decía  que  era  inútil  prevenir  al  Diario  de 
Madrid  que  no  lo  hiciera,  si  los  Diarios  de  Barcelona  y  de 
Valencia,  extractando  las  Gasetas  de  Holanda  y  otras  del 
Norte,  las  daban  impunemente  á  la  publicidad:  —  «Ayer, 
añadía,  se  me  pidió  licencia  para  reimprimir  los  Diarios  de 
Barcelona  de  los  días  3,  4  y  5  de  Junio.  En  la  Gaceta  de  ayer, 
de  14  del  corriente,  me  llamó  la  atención  la  publicación  de  un 
libro  cuyo  título  es  Colección  de  algunas  piezas  sacado?  del 
Diario  de  Valencia,  en  que  se  pintan  con  vivos  coloridos  las 
consecuencias  de  la  falsa  libertad  que  aniquila  el  reino  de 
Francia.  »  Al  margen  escribió  el  Duque  de  la  Alcudia:  —  «  Ya 
notaba  yo  las  negligencias  del  Consejo.  Que  no  se  den  licen- 
cias. » 

Acerca  de  la  guerra  de  España  con  la  República  francesa^ 
si  la  Gaceta  es  un  arsenal  de  noticias  históricas  preciosísimas, 
lo  que  secretamente  se  relacionaba  en  el  interior  de  la  redac- 
ción del  periódico  oficial,  en  la  Secretaria  de  Estado  y  hasta 
en  la  Cámara  de  los  Reyes  con  la  redacción  de  esas  noticias, 
es  por  todo  extremo  interesante.  Claro  es  que  el  interés  del 
público  en  aquella  ocasión  frenéticamente  se  cifraba  en  las 
vicisitudes  de  nuestra  campaña,  y  así  se  ha  visto  en  el  asom- 
broso aumento  que  entonces  tuvieron  los  productos  de  la  Ga- 
ceta. Pero  las  noticias  militares  no  podían  llenar,  entonces 
que  las  comunicaciones  no  eran  tan  expeditas  como  ahora,  los 
dos  números  semanales  que  se  publicaban,  y  cuyo  relleno 


—  106  — 

acostumbrado  había  que  hacerlo  á  expensas  de  las  noticias 
que  del  extranjero  se  copiaban.  Por  orden  de  Floridablanca, 
en  Abril  de  1790,  el  Conde  de  Fernán  Núñez  había  hecho  sus- 
cripciones en  París  para  la  Gaceta  á  sus  congéneres  de  Fran- 
cia. Amsterdam,  El  Haya,  Leyden,  Colonia  y  Correo  de  Eu- 
ropa, que  se  dirigían  á  nombre  de  D.  Manuel  de  la  Revilla  al 
Ministerio  de  Estado.  Y  en  1793,  los  periódicos  extranjeros  á 
que  la  Gaceta  estaba  suscrita  eran  la  Gazzette  de  divers  en~ 
droits,  la  de  Amsterdam,  la  de  Colonia,  la  del  Bajo  Rhin,  la 
de  Lisboa,  con  la  lista  de  las  embarcaciones*  que  llegaban  á 
los  puertos  de  Portugal,  y  todas  las  de  Italia.  Interrumpidos 
los  correos  con  Francia,  por  cuya  vía  llegaban  casi  todos  es- 
tos periódicos  por  ser  la  más  breve,  la  redacción  de  la  Gace- 
ta se  tuvo  que  ver  privada  de  ellos,  con  el  trastorno  consi- 
guiente. 

El  10  de  Mayo  de  1793,  Guevara  Vasconcelos  escribía 
á  D.  José  de  Anduaga,  Oficial  del  Ministerio  de  Estado,  en- 
cargado de  la  revisión:  —  «El  adjunto  manuscrito  se  ha  for- 
mado de  cosas  atrasadas,  pues  para  la  Gaceta  próxima  no  he 
recibido  ni  un  solo  papel  público  ni  de  Francia,  ni  de  Alema- 
nia, ni  de  los  Países  Bajos;  porque  no  ha  pasado  el  correo. 
Remítame  V.  la  Gaceta  de  Portugal,  porque  nos  servirá  para 
capítulo  de  Londres,  que  desea  el  público»  El  día  17:  —  «De- 
seo saber  si  tienen  Vds.  esperanza  de  que  venga  la  correspon- 
dencia de  Francia,  pues  no  tengo  ni  un  renglón  que  decir  de 
los  asuntos  de  aquel  pais,  habiendo  aprovechado  todo  lo  que 
contenían  los  papeles  hasta  el  día  23  del  pasado.  En  caso  que 
no  vengan,  si  tienen  Vds.  algunas  noticias,  sea  por  el  conduc- 
to que  fuere,  convendría  que  Vds.  me  las  comunicasen  para 
darlas  al  público,  pues  por  lo  mismo  que  no  pasan  papeles  pú- 
blicos ni  cartas,  cualquiera  especie  es  suficiente  para  conten- 
tar la  curiosidad:  de  lo  contrario,  es  de  temer  que  caerá  el  des- 
pacho y  venta  de  la  Gaceta,  que  al  fin  produce  mas  de  600.000 
reales  líquidos  anualmente».  —  El  día  24:  —  «Por  el  poco  ma- 
nuscrito que  acompaño,  verá  V.  la  escasez  de  material  con 
que  me  hallo,  y  no  puedo  dejar  de  pedir  á  V.  encarecidamen- 
te que  me  envíe  los  papeles  públicos  que  tenga  ó  cartas  par- 
ticulares. Es  mucha  la  penalidad  en  que  me  pone  la  escasez 
de  noticias,  y  mucha  la  curiosidad  del  público,  pues  todos  me 
preguntan  á  lo  menos  por  noticias  de  nuestros  ejércitos,  por- 
que se  alimentan  con  mentiras».  —  El  día  31:  —  «Tocayo  y 
amigo:  Es  milagro  que  haya  ese  manuscrito  para  la  Gaceta. 


—  107  — 

del  martes;  porque  ni  V.  me  ha  remitido  papel  ninguno,  ni 
yo  los  he  recibido  por  ningún  conducto.  La  anterior  pudo  for- 
marse con  una  Gaceta  de  Leyden  de  3  del  corriente  que  me 
prestó  un  amigo,  de  que  me  aproveché;  pero  es  una  cosa  muy 
extraña  que  la  corte,  ó  no  tenga  noticias,  ó  no  las  procure  por 
algún  conducto.  El  público  está  ansioso,  y  muchos  creen  que 
consiste  en  mí;  pero  como  yo  no  puedo  adivinar  ni  inventar 
las  noticias,  me  veo  muy  apurado.  Bien  sabe  V.  que  nuestra 
Gaceta  es  el  único  papel  público  que  corre  por  las  provincias 
y  que  leen  las  gentes:  en  este  supuesto,  pidoá  V.  que  cuantas 
pueda  facilitarme  me  las  remita,  pues  temo  el  día  que  avi- 
se á  V.  no  tengo  de  qué  formarla.  Pido  á  lo  menos  la  Gace- 
ta de  Lisboa  y  las  de  Italia.»  Con  esta  penuria  de  noticias  del 
extranjero  se  continuó  en  la  Gaceta  todo  el  tiempo  que  duró 
la  guerra;  y  habiendo  sustituido  á  Anduaga  en  la  revisión  en 
el  Ministerio  de  Estado  D.  Juan  Peñuelas  de  Zamora,  llegó  el 
caso  de  que  Guevara  Vasconcelos  tuviera  que  decirle  el  12  de 
Agosto  de  1794:  —  «Hasta  ahora  han  durado,  á  fuerza  de  eco- 
nomía, los  materiales  que  han  dado  de  sí  los  últimos  papeles 
públicos;  pero  para  la  próxima  Gaceta  no  tengo  de  dónde  sa- 
car noticias,  si  V.  no  me  provee». 

La  guerra  del  Rosellón  dio  á  la  Gaceta  un  interés  de  tan- 
ta mayor  importancia,  cuanto  que  las  noticias  que  por  aquel 
tiempo  llenaban  los  ámbitos  enardecidos  de  la  curiosidad,  han 
quedado  estampadas  en  sus  páginas  como  los  documentos 
más  auténticos  de  la  guerra  de  España  con  la  República  fran- 
cesa. Ordinariamente  los  capítulos  que  se  insertaban  en  la 
Gaceta  se  redactaban  en  el  Ministerio  de  la  Guerra  con  la  in- 
tervención personal  del  Conde  del  Campo  de  Alange.  Aunque 
se  remitían  desde  luego  á  Guevara  Vasconcelos,  éste  los  en- 
viaba directamente  al  Duque  de  la  Alcudia:  se  leían  en  el  pa- 
lacio de  San  Lorenzo  el  Real  en  presencia  del  Rey  Carlos  IV 
y  de  la  Reina  María  Luisa,  que  hacían  sus  observaciones,  y 
con  las  enmiendas  autógrafas  de  estas  lecturas  se  devolvían 
como  revisadas  al  primer  redactor  del  periódico  oficial,  que 
procedía  á  la  inserción.  La  primer  gloriosa  campaña  de  Ri- 
cardos tenía  á  los  Reyes  entusiasmados;  y  cuando  se  tuvieron 
noticias  de  la  batalla  de  Trullas,  se  pidieron  al  Conde  del 
Campo  de  Alange  los  despachos  originales,  sin  esperar  á  que 
se  redactase  el  artículo  oficial.  Hé  aquí  en  qué  términos  el 
Ministro  de  la  Guerra  los  remitía: 

«Exmo.   Sr.:  Estaban  copiando  á  la  letra  las  cartas  del 


—  108  — 

Capitán  General  del  Ejército  del  Rosellón,  D.Antonio  Ricar- 
dos, en  que  da  cuenta  sucintamente  de  los  sucesos  acaecidos 
en  él  en  los  días  17  y  22  del  corriente  para  remitirlos  esta  no- 
che, á  fin  de  que  se  publicasen  en  la  Gaceta  que  se  imprime 
mañana  en  Madrid,  y  las  incluyo  á  V.  E.  en  consecuencia  de 
su  oficio  que  acabo  de  recibir;  debiendo  añadir  que  de  la  des- 
graciada función  de  Olaeta,  del  día  4  de  este,  que  mandó  el 
Mariscal  de  Campo  D.  Rafael  Vasco,  no  ha  remitido  Ricar- 
dos hasta  ahora  relación  circunstanciada,  sin  embargo  de  ha- 
berla ofrecido,  ni  ha  remitido  más  diario  de  operaciones  que 
hasta  el  día  3  inclusive  del  actual.  S.  Lorenzo  29  de  setiem- 
bre de  1793.  —  M.  El  Conde  del  Campo  de  Alange.  —  Exce- 
lentísimo Sr.  Duque  de  la  Alcudia.)) 

Pidió  Godoy  á  Anduaga  todo  lo  que  de  la  Gaceta  se  hubiese 
enviado  sobre  estas  operaciones,  y  Anduaga  las  pidió  á  Hore, 
que  era  el  encargado  de  su  remisión  en  el  Ministerio  de  la 
Guerra,  cuando  se  redactaban  las  notas,  y  Hore,  en  efecto, 
el  mismo  día  29  de  Septiembre  se  las  pasó  «para  que  las  re- 
visara el  Duque  de  la  Alcudia»,  con  una  carta  que  decía:  — 
<iSr.  D.  José  Anduaga:  —  Mi  jefe  me  ha  recomendado  que  re- 
mita inmediatamente  á  V.  la  adjunta  relación  de  la  batalla  de 
Trullas,  por  si  pareciese  conveniente  ponerla  en  la  Gaceta  de 
mañana,  y  en  su  defecto  espero  que  se  servirá  V.  devolvér- 
mela, y  también,  cuando  ya  no  se  necesiten,  las  cartas  de  17 
y  22  próximo  pasado  de  D.  Antonio  Ricardos;  quedando  siem- 
pre á  su  disposición  de  V.  su  más  s.  s.  y  aff  mo.  compañero  — 
Juan  José  Hore». 

La  relación  del  Ministerio  de  la  Guerra,  en  efecto  fué  de- 
vuelta, y  en  el  expediente  respectivo  consta  la  minuta,  de  la 
que  se  dio  á  la  Gaceta,  no  sólo  escrito  todo  el  articulo  de 
mano  del  mismo  Duque  de  la  Alcudia,  sino  atestado  de  co- 
rrecciones y  añadiduras  de  mano  de  la  Reina  María  Luisa,  y 
un  párrafo  entero,  el  último,  de  la  del  Rey.  El  Rey  Carlos  IV 
se  refiere  en  él  á  la  desgraciada  función  de  Olaeta,  donde 
murió  el  Mariscal  de  Campo  D.  Rafael  Adorno,  y  nada  más 
elevado  que  los  sentimientos  que  sugirieron  á  S.  M.  aquella 
victoria  y  esta  sensible  pérdida.  El  párrafo  comienza  asi: 
«Esta  acción  tan  importante  como  oportuna  ha  llenado  de 
gozo  al  Rey,  Nuestro  Señor;  pues  mirando  la  pérdida  de  un 
vasallo,  el  mariscal  de  campo  D.  Rafael  Adorno,  como  la  de 
un  amante  de  su  soberanía,  no  puede  serle  indiferente  la  ac- 
ción menos  gloriosa  que  la  precedió!))  Hicardos,  á  quien  Car- 


—  JOíl  - 

los  III  tanto  había  odiado  por  sus  ideas  á  lo  Aranda,  había 
sido  un  ídolo  de  Godoy  desde  sus  primeros  pasos  en  la  vida 
social  de  Madrid,  y  desde  aquel  día  lo  fué  absolutamente  de 
los  dos  Monarcas.  Su  muerte  en  Palacio  se  lloró  en  familia, 
y  para  eternizar  el  recuerdo  de)  hecho  más  importante  de 
guerra  de  la  campaña  que  tan  bizarramente  dirigió,  el  titulo 
de  Trullas  se  hizo  nobiliario  en  su  viuda. 

El  público  no  quería  más  que  noticias  de  la  guerra,  ebrio 
con  los  éxitos  de  la  campaña  del  Rosellón,  y  Guevara  Vascon- 
celos escribía  desde  Madrid  á  Anduaga,  en  el  Sitio,  con  fe- 
cha del  10  de  Diciembre:  —  «  Se  llenó  la  Gaceta  con  las  noti- 
cias de  nuestros  ejércitos  y  devuelvo  á  V.  las  cartas  de  Ricar- 
dos.» —  De  Tolón,  Lángara  remitía  los  pactos  hechos  para  el 
periódico  oficial;  pero  había  que  corregirlos,  ((suprimiendo 
mucha  parte  de  sus  notas,  inconducentes  para  el  público,  y 
añadir  las  explicaciones  que  tenían  sobre  otros  puntoso;  y 
como  D.  Martín  Fernández  de  Navarrete  había  estado  allí  y 
había  sido  conductor  de  sus  pliegos,  á  él  se  encomendó  redac- 
tar estos  capítulos.  Después  de  la  muerte  de  Ricardos,  el  Du- 
que de  la  Alcudia,  tal  vez  no  prestando  la  misma  fe  que  á  sus 
correspondencias  á  las  de  los  Generales  que  le  sucedieron  en 
los  mandos,  deputó  á  Pamplona  para  que  le  enviase  sus  avi- 
sos privados  de  la  guerra  á  D.  Juan  Mata  Molero  y  á  D.  Pe- 
dro Junco  al  Ejército  de  Cataluña.  De  éstos  fué  gran  parte  de 
las  cartas  que  sirvieron  desde  1794  para  las  noticias  de  la 
Gaceta. 

Entre  asuntos  de  tal  volumen,  y  que  eran  los  que  absor- 
bían la  atención  general,  no  faltaron  notas  que  son  para  la 
historia  como  la  sal  pimienta  de  su  narración.  Ya  se  ha  dicho 
que  en  1794  había  sustituido  D.  Juan  José  Peñuelas  de  Za- 
mora á  D.  José  de  Anduaga  en  la  revisión  de  los  originales 
de  la  Gaceta,  en  el  Ministerio  de  Estado.  Peñuelas  debía  ser 
un  hombre  muy  instruido  en  todo  el  alto  y  bajo  mundo  social 
de  aquel  tiempo,  pues  á  él  se  dirigieron  cuantas  impertinen- 
cias tienen  que  sufrir  los  vehículos  de  la  publicidad  de  parte 
de  cuantos  sienten  la  embriaguez  de  verse  en  letras  de  molde. 
Del  copioso  arsenal  de  las  recomendaciones  que  se  le  diri- 
gieron para  inserciones  en  la  Gaceta,  elígense  las  dos  si- 
guientes cartas : 

Misiva.  —  «Muy  Sr.  mió:  Como  en  las  Gacetas  sucesivas 
al  12  del  corriente  mes,  en  que  mi  marido,  el  Conde  de  Sal- 
vatierra, se  cubrió  de  Grande  de  primera  clase,  no  he  visto 


—  110  — 

en  ninguna  esta  distinción  que  la  piedad  del  Rey,  nuestro 
Señor,  se  ha  servido  dispensar  á  mi  casa,  no  puedo  menos  de 
molestar  la  atención  de  V.  E.  con  la  solicitud  de  que  se  sirva 
dar  la  correspondiente  orden  al  Gacetero;  para  que  ponga  en 
la  que  tuviese  cabida  dicha  cubertura,  y  que  su  padrino  lo  fué 
el  Exmo.  Sr.  Marqués  de  Astorga,  conde  de  Altamira,  por 
ser  conveniente  á  mi  casa  se  dé  al  público  esta  noticia.  Con 
este  motivo  tengo  el  gusto  de  ofrecer  á  V.  S.  mis  respetos  y 
el  deseo  de  complacerle  en  lo  que  sea  de  su  mayor  servicio  y 
obsequio  y  de  que  Nuestro  Señor  dilate  su  vida  muchos  y  fe- 
lices años.  Madrid  29  de  julio  de  1794.  —  B.  1.  m.  de  V.  S.  su 
mayor  servidora  — J.  La  Condesa  de  Salvatierra. —  Sr.  Don 
Juan  José  Peñuelas  de  Zamora.)) 

Contestación  del  Gacetero  á  la  recomendación  de  Peñue- 
las de  Zamora: —  «Madrid  y  agosto  8  de  1794.  —  Amigo  mió: 
el  capítulo  de  cuberturas  de  Grandes  viene  por  lo  regular 
formado  de  esa  Secretaria;  pero  diga  V.  á  la  Villadarias  que 
le  dé  noticia  del  dia  en  que  se  cubrió  su  hermano  y  demás 
circunstancias  y  yo  lo  formaré. — Queda  de  V.  affmo  servidor 
y  amigo  —  Guevara  Vasconcelos.  —  Sr.  D.  Juan  José  Pe- 
ñuelas de  Zamora.)) 

Esta  cuestión  de  las  exigencias  de  las  damas  acerca  de  la 
publicidad  en  la  Gaceta  de  toda  clase  de  sucesos  familiares 
llegó  á  hacerse  tan  cuestión  de  Estado,  que  D.  Pedro  Ceva 
líos  en  1802  tuvo  que  autorizar  á  los  redactores  para  que  en 
lo  sucesivo  se  pudieran  insertar  los  artículos  de  fallecimien- 
tos y  elogios  de  particulares,  «acreditando  antes  que  los  han 
merecido».  Con  todo,  en  12  de  Junio  de  1804,  D.  Juan  López 
de  Peñalver  consultó  al  mismo  Cevallos  si  en  la  Gaceta  po- 
dían insertarse  los  fallecimientos  de  las  damas  que,  aunque 
empleadas  en  la  servidumbre  de  la  Real  Casa,  no  eran  Gran- 
des, y  Cevallos  de  Real  orden  contestó  que  la  voluntad  del 
Rey  era  que  no  se  insertasen  otros  que  los  de  las  damas 
Grandes.  La  consulta  de  Peñalver  fué  motivada  por  conse- 
cuencia de  la  noticia  que  había  enviado  el  Marqués  de  Echan- 
día  sobre  la  muerte  de  la  Sra.  Doña  María  Tomasa  de  Alia- 
ga, viuda  del  Consejero  de  Indias  D.  Manuel  Pablo  Salcedo, 
que  murió  el  14  de  Diciembre  de  1803,  de  edad  de  más  de 
ochenta  y  un  años,  y  había  servido  veinticinco  en  Palacio  de 
tenienta  de  Aya  de  la  Infanta  María  Amalia,  del  Príncipe  de 
Asturias  Fernando  Vil  y  del  Infante  D.  Carlos 

Las  aficiones  periodísticas  del  Duque  de  la  Alcudia,  antes 


-  111  — 

y  después  de  ser  Príncipe  de  la  Paz,  no  se  revelaron  sólo  en 
los  artículos  de  la  primera  campaña  de  la  guerra  del  Rose- 
llón,  cuyas  minutas  salieron  autógrafas  de  su  mano.  Gomo 
tenía  la  misma  minuciosidad  y  la  misma  aplicación  al  traba- 
jo que  caracterizó  al  Conde  de  Aranda,  á  quien  imitó  en  mu- 
chas cosas,  por  su  vista  pasaba  todo  lo  que  se  relacionaba  con 
la  política  general  de  España,  así  en  lo  interior  como  en  el 
exterior.  En  1794  se  le  presentó  á  su  examen  una  nota  para 
la  Gaceta,  que  decía:  —  «.Necesitando  el  Re;/  tener  cerca  de 
su  persona  para  asuntos  de  mayor  importancia  al  Sr.  Duque 
de  la  Roca,  Capitán  General  de  Provincia  y  del  Reino  de 
Valencia,  le  ha  relevado  de  este  empleo  y  en  atención  á  su 
ilustrado  celo,  distinguidos  servicios  y  circunstancias,  se  ha 
dignado  S.  M.  conferirle  plaza  en  su  Consejo  de  Estado  con 
el  sueldo,  casa  de  aposento  y  emolumentos  correspondientes, 
libre  del  derecho  de  media  annata.»  —  Todo  lo  subrayado  lo 
borró  el  Duque  de  la  Alcudia,  y  en  su  lugar  escribió  de  su 
puño:  —  (.{Habiendo  sido  del  ayrado  del  Rey,  nuestro  tenor, 
los  servicios  hechos  por  el  Duque  de  la  Roca  en  la  Capitanía 
General  de  Valencia,  y  teniendo  presentes — ))  Entre  las  di- 
versas notas  autógrafas  de  Godoy  para  capítulos  de  la  Gaceta 
se  halla,  en  1805,  la  narración  de  la  batalla  de  Trafalgar,  es- 
crita en  las  mismas  condiciones  que  la  de  la  batalla  de  Tru- 
llas en  1793  en  la  propia  Cámara  de  los  Reyes.  Trafalgar  fué 
en  Palacio,  así  para  los  viejos  Monarcas  como  para  el  Prín- 
cipe de  la  Paz.  que  amaba  fraternalmente  á  Gravina  y  á  al- 
gunos de  los  que  gloriosamente  murieron  en  la  refriega,  «el 
día  más  grande  de  gloria  y  de  dolor  que  España  jamás  había 
tenido».  Los  Reyes  llevaron  luto  público  por  Churruca,  por 
Alcalá  Galiano,  por  Cisneros,  y  todos  en  aquel  augusto  re- 
cinto lloraron  por  los  muertos. 


XII 


Después  de  la  paz  de  Basilea,  la  Gaceta  tuvo  que  decaer 
del  interés  palpitante  de  la  guerra,  y  marcó  su  tendencia  re- 
trógrada á  su  antiguo  nivel.  La  Administración  general  de 
la  Imprenta  Real  había  padecido  en  esto  un  error  de  impre- 
visión; y  creyendo  que  el  aumento  de  expendición  que  el  pe- 


—  112  — 

riódico  había  tenido  podría  perpetuarse,  había  recargado  so- 
bre sus  gastos  permanentes  y  sus  antiguas  obligaciones  otras 
nuevas  a  que  le  compelía  la  multitud  de  obras  que  tomó  á  su 
cargo  publicar.  Ya  sobre  esto  se  había  hecho  una  reclamación 
colectiva  de  los  impresores  de  Madrid  bajo  el  Ministerio  del 
Conde  de  Aranda,  porque  la  absorción  que  la  Imprenta  Real 
había  hecho  de  los  trabajos  tipográficos  de  los  particulares 
había  establecido  una  competencia  ruinosa  para  las  demás 
imprentas.  Y  á  la  verdad,  no  de  otra  manera,  la  Imprenta 
Real  hubiera  podido  desempeñarse,  en  tan  poco  tiempo  como 
lo  hizo,  del  costo  enorme  que  le  había  importado  la  compra 
de  los  edificios  sobre  que  hizo  levantar  el  suyo  adecuado  y 
suntuoso  para  su  objeto;  el  material  que  adquirió,  asi  en  Par- 
ína,  donde  Rodoni  le  suministró  sus  tipos,  sus  dibujos,  sus 
matrices  para  la  fundición  de  caracteres,  como  el  taller  de 
fundición  que  se  incorporó  de  la  Riblioteca  Real,  en  la  que 
se  hallaban  las  más  hermosas  improntas  de  todas  las  lenguas 
sabias  orientales,  y  hasta  su  propia  nómina  de  personal  acti- 
vo y  jubilado,  que  con  el  de  la  Calcografía  Real  que  se  creó, 
como  otra  de  sus  dependencias,  bajo  la  dirección  de  D.  Nico- 
lás Rarsanti,  se  elevaba  en  1792  á  88.300  reales,  y  cada  año 
crecía  más  con  la  concesión  de  nuevos  haberes  pasivos  y 
pensiones. 

El  proyecto  para  la  construcción  del  edificio  propio  de  la 
Imprenta  Real  surgió  á  la  muerte  de  D.  Francisco  Manuel 
de  Mena,  así  de  la  necesidad  de  dar  decoro  á  un  estableci- 
miento á  que  daba  el  Rey  la  majestad  de  su  nombre,  como 
de  los  excesivos  gastos  y  del  excesivo  desconcierto  que  ema- 
naba de  tener  los  talleres  y  las  oficinas  en  una  casa  de  la  calle 
de  las  Carretas,  y  en  otra  de  la  calle  de  Preciados  los  alma- 
cenes. Por  más  reducciones  que  se  hacían,  éstos  no  bastaban 
nunca  para  contener  el  material  pasivo  y  sobrante  que  en 
ellos  se  hacinaba.  En  1775,  el  Marqués  de  Grimaldi,  para 
aclarar  los  que  entonces  Mena  tenía  en  su  propia  casa,  mandó 
echar  al  papel  viejo  los  sobrantes  existentes  de  Gacetas, 
Mercurios  y  Guias.  Floridablanca,  por  Real  orden  de  26  de 
Mayo  de  1782,  dispuso  del  mismo  modo  que  se  enajenasen  al 
peso  los  sobrantes  de  las  mismas  tres  publicaciones,  de  que 
no  pudieran  formarse  juegos  completos,  desde  que  se  impri- 
mían por  cuenta  del  Rey.  Con  estas  medidas  llegó  la  impre- 
visión hasta  tal  punto,  que  ni  la  Imprenta  Real,  ni  el  propio 
Ministerio  de  Estado,  poseían  una  colección  completa  ni  de 


—  113  — 

Guias,  ni  de  Mercurios,  ni  de  Gacetas;  y  habiendo  mandado 
el  mismo  Conde  desde  Aranjuez,  con  fecha  de  1."  de  Marzo 
de  1783,  que  se  le  remitiese  a  su  casa  un  juego  completo  de 
Gacetas  desde  que  S.  M.  se  sirvió  incorporar  á  la  Real  Coro- 
na este  Privilegio,  otro  para  el  Ministerio  y  otro  para  cada 
uno  de  los  oficiales  de  la  Secretaría  del  Despacho,  habiéndo- 
sele objetado  que  faltaban  varios  ejemplares  para  completar- 
los, expidió  otra  Real  Orden  para  que  se  reimprimiesen  los 
números  que  faltaban.  Más  difícil  por  ser  más  costoso  era 
servirle  una  colección  del  Mercurio,  que  también  reclamó;  y 
habiéndose  presentado  proporción  de  adquirir  una  que  ofre- 
cía D.  Pedro  Ángulo,  comprensiva  desde  1738,  en  que  empezó 
á  publicarse,  hasta  1784,  Floridablanca  dispuso  que  se  com- 
prase por  los  treinta  doblones  sencillos  que  su  poseedor  pe- 
dia «y  que  se  pusiese  en  el  Archivo  del  Ministerio  de  Estado». 

Para  la  construcción  del  nuevo  edificio  de  la  Imprenta 
Real  se  adquirieron  del  Convento  de  Santa  Bárbara  cinco 
casas,  tres  en  la  calle  de  las  Carretas  y  dos  en  la  de  la  Paz; 
otra  en  la  primera  á  D.  Ignacio  Marcoleta  y  otra  en  la  se- 
gunda al  Convento  de  San  Felipe  el  Real.  Estas  siete  casas 
costaron  131.047  reales  2  maravedises,  y  por  sus  cargas  de 
censo  se  pagaban  al  año  otros  33.566  reales  20  maravedises. 
Los  planos  se  trazaron  por  el  arquitecto  D.  Pedro  Arnal: 
sólo  en  1795,  habiendo  dibujado  los  de  la  fachada,  no  agra- 
daron al  Principe  de  la  Paz.  que  prefirió  los  de  D.  Manuel 
Turrillo,  que  fué  quien  la  edificó.  Aunque  la  Imprenta  Re8l 
había  ido  pagando  á  plazos  todos  los  cuantiosos  dispendios 
en  que  se  empeñó,  al  considerable  incremento  que  á  sus  in- 
gresos dio  la  Gaceta  durante  la  guerra,  debió  dejar,  no  sólo 
pagadas  todas  sus  obligaciones,  sino  que  en  el  balance  de 
30  de  Julio  de  1794  contara  un  remanente  en  arcas  de  1.527.481 
reales  y  33  maravedises 

Sin  que  flaquearan  los  robustos  cimientos  económicos  en 
que  la  Imprenta  Real  prosperaba  cada  día  más,  así  la  Gaceta 
como  el  Mercurio,  después  de  1795  comenzaron  á  retroceder. 
El  Duque  de  la  Alcudia  dispuso  desde  San  Ildefonso,  el  29  de 
Agosto  del  mismo  año,  que  á  la  Imprenta  Real  se  llevase  la 
impresión  de  todas  las  Reales  Cédulas,  Decretos,  Pragmáti- 
cas y  cuanto  se  publicaba  por  las  Secretarias  del  Despacho, 
Consejos  y  Tribunales;  mas  en  1797  no  admitió  el  proyecto 
que  le  presentó  D.  José  de  Olmeda  y  León,  para  que  de  Real 
orden  se  hiciera  obligatoria  la  suscripción  de  la  Gaceta  é  to- 


—  114  — 

dos  los  pueblos  de  la  Monarquía.  Olmeda,  en  cifras,  le  pre- 
sentaba esta  agradable  perspectiva  :  «  18.716  poblaciones,  de- 
cía, tienen  los  reinos  de  S.  M.,  según  el  censo  de  1787;  á 
176  r.s  anuales  cada  suscripción,  importan  3.294.016  r.s  »  El 
Príncipe  de  la  Paz  desechó  toda  idea  de  suscripción  forzosa, 
y  sólo  para  darle  interés  al  gran  número  de  personas  que  en 
España  han  vivido  siempre  de  pensiones  del  Estado,  decretó 
que  en  lo  sucesivo  se  insertasen  en  la  Gaceta  las  listas  de  to- 
dos los  empleos  que  se  proveyeran  por  las  vías  ministeriales. 
Era  preciso  reconocer  que,  conforme  el  ímpetu  de  la  opi- 
nión se  imponía  á  despertar  la  aurora  de  los  tiempos  presen- 
tes y  á  utilizar  los  medios  de  la  publicidad  para  extender  los 
beneficios  de  la  ilustración  general,  el  periodismo,  por  entre 
la  malla  de  las  antiguas  trabas  que  todavía  obstruía  la  liber- 
tad del  pensamiento,  penosamente,  pero  con  una  heroica  per- 
severancia, lograba  de  día  en  día  abrirse  en  la  condescenden- 
cia del  Estado  nuevas  vías.  En  vano  se  afligía  á  los  escritores 
con  toda  clase  de  obstáculos  y  prohibiciones  para  impedirles 
conquistar  en  las  nuevas  batallas  de  la  inteligencia  el  puesto 
por  que  suspiraban.  D.  Miguel  de  Manuel  y  D.  Cándido  Ma- 
ría Trigueros,  bibliotecarios  de  S.  M.,  solicitaren  en  1788  pu- 
blicar una  Gaceta  literaria  de  Madrid.  Tenían  organizada 
una  redacción  compuesta  de  D.  Francisco  Arrufal,  D.  Isidoro 
Bosarti  y  D.  José  Ortiz,  para  los  asuntos  de  bellas  artes,  y  de 
Trigueros  con  D.  Felipe  David  Otero  para  los  de  letras;  y 
contaban  con  la  colaboración  de  los  abates  Andrés  y  Lampi- 
llas;  con  los  bibliotecarios  Ferreras,  Gallízá  y  Plá,  y  con  el  sa- 
bio abate  D.  Salvador  Jiménez,  pensionado  en  París.  El  Conde 
de  Campomanes  suscribió  el  informe  negativo  de  su  instancia. 
D.  Pedro  de  Estala  y  D.  Ignacio  García  Malo  solicitaron  del 
Conde  de  Aranda,  en  15  de  Agosto  de  1792,  licencia  para  pu- 
blicar un  Diario  enciclopédico  de  materias  instructivas  y  úti- 
les. Estala  era  bibliotecario  de  S.  M.  en  San  Isidro  el  Real,  y 
en  Salamanca  había  sido  catedrático  de  Retórica,  Poética  y 
lengua  griega  en  aquella  Universidad.  García  Malo  era  oficial 
de  la  Biblioteca  Real.  Los  dos  representaban  sus  deseos  «de 
contribuir  con  sus  luces  á  la  ilustración  nacional».  Confiada 
la  censura  del  prospecto,  que  acompañaron  manuscrito,  á 
Fray  Vicente  de  Navas,  informó  desfavorablemente,  y  el 
Conde  de  Aranda  negó  la  licencia.  D.  Juan  Meléndez  Valdés, 
D.  Juan  López  Peñalver,  D.  Nicasio  Alvarez  de  Cienfuegos, 
D.  Diego  Clemencín,  D.  Ramón  Pérez  Campos  y  D.  Domingo 


-  115  — 

García  Fernandez,  elevaron  instancia  pidiendo  licencia  para 
publicar  un  semanario  titulado  El  Académico,  que  abrazase 
todos  los  ramos  de  los  conocimientos  humanos.  Su  instancia 
y  el  prospecto  que  iba  adjunto  pasó  el  2  de  Julio  de  1793  al 
Gobernador  del  Consejo  de  Castilla,  y  en  junta  celebrada  el 
29  del  mismo  mes,  y  á  la  que  asistieron  Roda,  Mendinueta, 
el  Conde  de  Vilches,  Fita  y  Paz,  acordaron  que  se  pidiera  á 
los  solicitantes  que  presentasen  previamente  los  originales 
■que  tuviesen  preparados  para  un  año  de  publicación .  Asi  se 
les  formuló  la  negativa.  Al  bibliotecario  de  la  Real  Academia 
de  la  Historia,  D.  Joaquín  de  Traggia,  se  le  negó  en  1794  la 
licencia  para  publicar  El  Desengañador  político,  y  en  el  mis- 
mo año,  á  D.  Pedro  María  Olive,  el  Diario  histórico,  y  á  Don 
Esteban  Aldebert  Dupont  las  Efemérides  literarias.  ¿  A  qué 
más  ejemplos  ?  Si  en  tales  inteligencias  y  en  tales  empleos  no 
■estaban  las  garantías  de  la  discreción  y  de  la  prudencia,  ¿dón- 
de se  hallaban '? 

A  pesar  de  estas  negativas  de  aquel  tiempo,  nos  quedan 
nombres  que  inseparablemente  van  unidos  á  las  publicaciones 
periódicas,  con  las  que  se  obligaba  á  la  Gaceta  oficial  á  sos- 
tener ya  la  competencia,  no  sólo  de  los  intereses  rivales,  si 
esta  rivalidad  en  ningún  caso  puede  existir  entre  los  intereses 
supremos  del  Estado  y  los  intereses  respetables  de  cada  hon- 
rada personalidad,  sino  la  competencia  del  acierto,  hacia  el 
cual  siempre  se  inclina  la  corriente  de  la  popularidad.  No  ha- 
blemos de  los  periódicos  que  todo  el  mundo  conoce:  entre  los 
entonces  obscuros  D.  Luciano  Cornelias  y  D.  Lorenzo  de 
Burgos  se  personifica  su  Diario  de  las  Musas;  el  Espiran  de 
los  mejores  diarios  literarios  es  en  cuerpo  y  alma  D.  Cristó- 
bal Cladera;  el  Semanario  Erudito  califica  á  D.  Antonio  Va- 
lladares de  Sotomayor;  D.  Diego  María  Gallard  y  D.  Eugenio 
Larruga  se  descubren  en  el  Correo  Mercantil  de  España  é 
Indias;  los  dos  Canga  Arguelles,  D.  José  y  D.  Bernabé,  hijos 
de  D.  Felipe,  se  inician  en  ilustres  carreras  con  La  Gaceta  de 
los  Niños,  y  con  sus  Variedades  de  ciencias,  literatura  ji  ar- 
tes, D.  Juan  Alvarez  Guerra  y  D.  Manuel  Josef  Quintana  lla- 
man al  palenque  de  la  nueva  vida  intelectual  á  hombres  des- 
pués tan  insignes  como  Lagasca,  Badía  y  Leblich,  el  abate 
Marchena,  D.  Juan  Nicasio  Gallego.  Antillon  y  García  Suel- 
to, con  quienes  no  desdeñan  hermanar  su  nombre  D.  Leandro 
Fernández  de  Moratin  y  D.  Juan  Antonio  Melón. 

Los  redactores  de  la  Gaceta  D.  Juan  Andújar  y  D.  Juan 


—  116  - 

López  de  Peñalver  creyeron  que  para  no  quedarse  atrás  en 
la  invasión  de  este  torrente  se  hacía  necesario  y  perentorio 
proyectar  para  el  periódico  que  les  estaba  sometido  impor- 
tantísimas reformas;  y  después  de  meditadas  y  formuladas, 
con  ellas  acudieron  en  primeros  de  Noviembre  de  1806  al 
Ministro  D.  Pedro  Cevallos,  su  jefe.  Propusieron  Peñalver  y 
Andújar  que  los  papeles  de  Francia  vengan,  por  el  Admi- 
nistrador general  de  Correos,  directos  á  la  redacción,  dispen- 
sándolos de  franquicia  de  Correos;  que  la  Secretaría  de  Es- 
tado enviase  á  la  redacción  de  la  Gaceta  los  papeles,  cartas  y 
notas  que  traigan  los  correos  ordinarios;  que  se  pidieran  para 
la  redacción  las  principales  Gacetas  que  se  publicaban  en  to- 
das las  cortes  de  Europa  para  no  estar  ceñidos  á  lo  que  dicen, 
las  de  Francia;  que  vengan  también  las  que  se  publican  en 
la  América  española;  que  se  publiquen  tres  números  por  se- 
mana de  la  Gaceta  de  Madrid,  los  martes,  jueves  y  sábados, 
en  vez  de  los  dos  que  se  publicaban;  que  en  lugar  de  publi- 
carse en  cuarto  y  en  cuatro  hojas,  se  publique  en  dos  hojas  en 
folio  y  á  dos  columnas;  que  se  suprima  el  Mercurio,  y  que  en 
vez  de  noticias  impertinentes  se  publiquen  en  la  Gaceta  ar- 
tículos de  economía,  ciencias,  etc  ;  que  se  advierta  en  la  ca- 
beza de  la  Gaceta  que  ningún  artículo  más  que  el  de  Madrid 
es  oficial,  para  tener  más  libertad  y  evitar  reclamaciones  de 
los  Gobiernos  extranjeros,  no  quedando  los  redactores  tam- 
poco con  más  responsabilidad  que  la  de  mostrar  el  periódico 
extranjero  de  donde  se  tome  cada  noticia;  que  las  piezas  ofi- 
ciales se  publicasen  in.tegras,  que  con  la  revisión  de  los  ori- 
ginales corrieran  los  caballeros  oficiales  de  la  Secretaría  de 
Estado  que  permanecieran  en  Madrid;  que  por  la  Secretaria 
de  Estado  se  comunicasen  á  la  Gaceta  algunas  noticias  de  las 
que  daban  los  cónsules;  que  se  diesen  todas  las  noticias  del 
interior,  que  es  lo  que  los  lectores  buscan  con  más  interés, 
además  de  las  relaciones  de  batallas  y  guerras,  removiendo 
los  misterios,  reparos,  dificultades  y  temores  que  había  para 
darlas;  que  las  Academias  y  Sociedades  diesen  también  las 
noticias  que  fueren   importantes;   que  se  inserten  forzosa- 
mente todas  las  providencias  del  Gobierno,  pues  por  más  que 
se  había  hecho  no  se  había  logrado  tenerlas  para  publicarlas, 
y  que  S.  M.  por  un  decreto  recordara  que  las  diesen  á  todas 
las  Secretarías  del   Despacho  y  Tribunales,  remitiendo  las 
órdenes,  cédulas  y  circulares  que  se  expidiesen;  que  S.  M.  or- 
denara que  se  tuviesen  por  comunicadas  luego  que  se  inser- 


—  117  — 

tasen  en  la  Gaceta,  asi  en  España  como  en  Indias,  todas  sus 
Cédulas,  Decretos,  Ordenes  y  Circulares,  aunque  para  conti- 
nuarlas hubiera  que  añadir  suplementos;  que  á  los  redacto- 
res se  les  señalara,  además  del  sueldo  moderado  que  disfru- 
taban, un  tanto  por  ciento  del  número  de  Gacetas  que  se  ven- 
dieren, para  que  este  premio  les  estimulara  á  mejorarlas;  que 
para  la  composición  de  cada  Gaceta  los  redactores  se  junta- 
sen en  casa  del  redactor  primero  para  acordar  la  distribución 
de  trabajos  y  elección  de  materias,  corregir  las  pruebas  y 
rubricar  el  número  para  autorizar  la  tirada;  que  los  redacto- 
res fuesen  hombres  de  letras  y  reputados,  y  que  escribiesen 
con  corrección,  y,  por  último,  que  no  se  limitase  la  circulación 
de  más  Gacetas  extranjeras  que  las  que  fuera  de  España  se  es- 
criben en  castellano,  pues  las  demás  tienen  pocos  lectores. 
Estas  Gacetas,  cuya  introducción  se  había  de  prohibir,  eran 
La  Abeja  Española,  que  en  París  escribía  D.  Augusto  Gui- 
tard  bajo  la  protección  del  Marqués  de  Almenara,  Martínez 
Hervás,  y  La  Gaceta  de  Bayona,  de  Mr.  Gosse,  á  que  en 
Madrid  estaban  suscritos  el  General  D.  Antonio  Filangieri, 
el  Conde  de  Polentinos,  el  Marqués  de  Castel  Fuerte,  el  Em- 
bajador francés  Marqués  de  Beauharnais  y  el  Almirante 
Rosilly. 

Sobre  la  proposición  de  los  redactores  de  la  Gaceta  de 
Madrid,  que  llegó  á  conocimiento  del  Rey  Carlos  IV  y  del 
Príncipe  de  la  Paz,  comenzaron  á  trabajar  Melón  y  Quin- 
tana por  la  delegación  de  imprentas,  juntamente  con  el 
mismo  Cevallos  y  el  Oficial  de  Estado  Alvarez  Cienfuegos, 
que  tomó  todas  las  notas  y  redactó  la  minuta  de  la  Real  or- 
den que  se  expidió  en  San  Lorenzo  el  27  de  Noviembre  y  que 
decía  : 

«Deseando  el  Rey  que  la  Gaceta  tenga  toda  aquella  per- 
fección que  exigen  el  honor  del  Gobierno  bajo  cuyos  auspicios 
sale  á  luz,  y  exige  el  buen  servicio  del  público,  á  cuyas  expen- 
sas se  mantiene,  ha  resuelto  que  desde  primero  del  año  próxi- 
mo se  hagan  en  ella  las  reformas  y  mejoras  de  que  es  sus- 
ceptible un  periódico  de  esta  naturaleza.  En  su  consecuencia, 
quiere  S.  M.: 

»1.°  Que  las  noticias  que  contenga  sean  universales:  esto 
es,  que  se  extiendan,  no  solo  á  los  sucesos  políticos,  como 
hasta  ahora,  sino  á  las  ciencias,  artes,  comercio,  industria  y 
á  cuanto  puede  interesar  la  curiosidad  racional  del  público. 

»2.°     Que  se  den  con  la  prontitud  que  se  requiere  para  que 


—  118  — 

no  pierdan  el  carácter  de  noticias,  publicándose  cuando  todo- 
el  mundo  tenga  conocimiento  de  ellas. 

»3.°  Que  sean  instructivas  y  provechosas,  y  dejarian  de 
serlo,  si,  abusando  de  la  credulidad  pública,  se  dan  por  noti- 
cias hechos  y  dichos  falsos,  improbables,  frivolos  y  vagos  ó 
anécdotas  ridiculas. 

»4.°  En  fin,  que  el  modo  con  que  se  presenten  las  noticias- 
sea  no  menos  interesante  por  el  orden,  claridad  y  sencillez 
en  su  exposición  que  por  la  conveniencia  del  estilo  y  por  la 
fuerza  y  propiedad  del  lenguaje. 

»Los  Redactores,  pues,  deberán  poner  la  mayor  diligencia 
en  el  buen  desempeño  de  dichos  cuatro  puntos  y  procurarán) 
que  la  redacción  de  la  Gaceta  se  haga  ordenada  y  metódica- 
mente: de  suerte  que  las  noticias  no  estén  hacinadas  confu- 
samente, sino  en  una  serie  cronológica  y  de  un  modo  verda- 
deramente histórico.  Y  á  fin  de  dar  mayor  interés  á  este  pe- 
riódico //  hacerle  original  hasta  cierto  punto,  los  Redactores 
discutirán  de  cuando  en  cuando  sobre  los  sucesos  políticos  y 
harán  reflexiones  acerca  de  sus  causas,  de  sus  efectos  próxi- 
mos y  remotos,  todo  ello  con  la  moderación,  el  pulso  y  discer- 
nimiento que  exige  la  razón  y  la  sana  critica  y  en  los  térmi- 
nos que  permitan  nuestras  circunstancias. 

»Ni  en  punto  á  ciencias,  letras,  artes,  etc.,  se  contentarán 
con  anunciar  las  noticias  y  los  escritos  relativos  á  estas  ma- 
terias .  sino  que,  sobre  poner  artículos  originales  de  su  com- 
posición, cuando  lo  tengan  por  conveniente,  harán  extractos,, 
análisis  y  examen  de  las  obras  nacionales  y  extranjeras  que 
lo  necesiten,  reflexionando  también  sobre  los  descubrimien- 
tos que  se  hicieren  en  estos  ramos  ó  sobre  las  noticias  que  se 
publicasen  concernientes  á  ellos. 

»En  cuanto  á  las  Reales  Ordenes,  Cédulas,  Pragmáticas  y 
demás  disposiciones  del  Gobierno,  solo  se  insertarán  por  en- 
tero las  que  las  Secretarías  del  Despacho  ó  los  Tribunales- 
de  S.  M.  les  remitieren  al  intento,  ciñéndose  en  lo  demás  á 
anunciarlas,  dando  un  extracto  bien  hecho  de  ellas,  que  es  lo- 
que realmente  es  propio  de  la  Gaceta,  la  cual  no  debe  ser  una 
colección  de  leyes. 

»E1  número  de  Gacetas  ordinarias  que  se  den  cada  semana 
y  los  días  de  su  publicación  serán  los  misinos  que  hasta  ahora; 
pero  se  publicarán  extraordinarias  siempre  que  por  correos 
extraordinarios  se  reciban  novedades  importantes,  ó  cuando 
la  escasez  del  tiempo  no  hubiera  permitido  insertar  en  las 


—  119  — 

ordinarias  todas  las  noticias  de  los  papeles  extranjeros.  Y  á 
la  cabeza  de  cada  Gaceta  se  advertirá  que  en  ella  no  hay  nin- 
gún capítulo  de  oficio,  sino  el  de  Madrid;  y  al  pié  de  cada  ar- 
tículo se  citarán  en  bastardilla  los  papeles  extranjeros  de 
donde  se  hayan  tomado  las  noticias  políticas. 

«Como  por  esta  reforma  de  la  Gaceta  viene  á  ser  más  in- 
útil el  Mercurio,  el  cual  ni  ya  tenia  aceptación  del  público,  ni 
rendía  utilidades,  ha  resuelto  S.  M.  que  se  suprima  desde 
principios  del  año  próximo  de  1807,  para  lo  cual  no  se  reci- 
birán ya  suscripciones 

»Para  la  composición  de  la  Gaceta,  los  Redactores  serán 
dueños  absolutos  de  juntarse  en  el  lugar  y  en  los  días  y 
horas  que  acordaren  y  tuvieren  por  más  convenientes,  que- 
dando en  libertad  de  concurrir  ó  nó  á  la  Real  Imprenta  para 
la  corrección  de  las  pruebas,  pues  su  celo  y  su  discreción 
sabrá  discernir  las  circunstancias  en  que  importa  su  presen- 
cia en  ella. 

»Y  suministrándoles  el  Gobierno  cuantos  materiales  pidan 
y  cuantos  contemplen  útiles  para  hacer  interesante  este  pe- 
riódico, y  facilitándoles  todos  los  auxilios  y  medios  para  la 
pronta  publicación  de  las  noticias,  S.  M.  se  promete  que  no 
perdonarán  diligencia  ni  fatiga  ninguna  para  corresponder 
á  sus  Soberanos  deseos,  dando  á  la  Gaceta  todo  el  grado  de 
perfección  posible;  en  la  inteligencia  de  que  sus  méritos  se- 
rán atendidos  y  sus  trabajos  recompensados  en  proporción 
de  la  aceptación  que  merecieren  al  público  y  de  lo  que  aumen- 
tare el  producto  de  la  Gaceta. 

»De  Real  orden  lo  comunico  á  V.  S.  para  su  inteligencia  y 
cumplimiento  y  de  D.  Juan  de  Andújar.  — Pedro  Cevallos. 
—  Sr.  D.  Juan  López  de  Peñaloer. 

Realmente  esta  reforma  equivalía  á  entrar  en  una  vida 
nueva  dentro  del  impulso  que  llevaba  el  progreso  contempo- 
ráneo. Antecede  dos  años  á  las  que  la  usurpación  francesa 
introdujo  después,  cuando  se  apoderó  de  ella,  y  es  preciso  re- 
conocer que  en  las  disposiciones  apuntadas  resplandece  ya  el 
espíritu  de  libertad  que  traspiraba  del  movimiento  de  las  as- 
piraciones nacionales,  sin  que  necesitáramos  el  acicate  ex- 
tranjero que  nos  abriese  sus  vías.  Por  vez  primera  oficial- 
mente se  preceptuó  el  principio  de  la  libre  discusión  política, 
que  hasta  entonces  venía  sistemáticamente  vedado  desde  el 
primer  tercio  del  siglo  XVI  en  España.  Y  el  conjunto  de  las 
modificaciones  decretadas  imprimía  á  nuestro  periódico  ofí- 


—  120  — 

cial  el  noble  sello  de  la  reformada  vida  social  europea.  ¡Lás- 
tima grande  que  también  esta  vez  del  extranjero  procediera 
la  falange  violenta  que  ahogó  en  sangre  este  principio  pacífi- 
co de  resurrección! 

Al  plantearse  estas  reformas  se  reformaron  también  otras 
costumbres  viciosas  de  disciplina,  que  confundían  las  funcio- 
nes puramente  artísticas  de  los  regentes  de  la  Imprenta  Real 
en  las  funciones  de  otro  orden  de  la  Redacción  de  la  Gaceta. 
A  pesar  de  la  libertad  en  que  la  anterior  Real  orden  dejaba  á 
los  redactores  para  trabajar  ó  reunirse  donde  quisieran,  Pe- 
ñalver  y  Andújar  sostuvieron  la  conveniencia  de  disponer  de 
una  pieza  decente  dentro  del  edificio  de  la  Imprenta  para  que 
á  ella  concurriera  la  Redacción;  y  cuando  se  informó  de  que 
por  una  corruptela  consentida  desde  1781  los  manuscritos 
que  se  remitían  bajo  sobre  por  las  Secretarias  de  Estado, 
Tribunales,  Juntas,  etc.,  se  abrían  por  los  regentes,  que  sin 
otra  consulta  los  daban  á  las  cajas,  se  alzó  en  queja  á  D.  Pe- 
dro Cevallos,  el  cual  dirigió  en  el  acto  á  D.  Juan  Facundo  Ca- 
ballero, juez  conservador  del  establecimiento,  una  comunica- 
ción oficial  en  que  le  decía:  —  «Hará  V.  S.  entender  á  los  Re- 
gentes de  la  Real  Imprenta  que  no  pasen  á  imprimir  noticia 
ni  artículo  en  la  Gaceta  sin  que  le  sea  remitido  por  los  Re- 
dactores á  quienes  S.  M.  tiene  confiado  este  encargo,  en  la 
inteligencia  de  que  todo  debe  pasar  por  sus  manos  antes  de 
imprimirse.» 

La  Gaceta  entró  brillantemente  en  el  nuevo  plan  que  se 
le  había  trazado.  En  Agosto  de  1807,  Peñalver  recibió  una 
comisión  del  Ministerio  de  Hacienda,  que  debía  desempeñar 
en  París,  y  al  salir  de  Madrid  para  evacuarla  quedó  D.  Diego 
Clemencín  en  su  reemplazo  durante  su  ausencia  temporal. 
Pero  abrumándole  el  trabajo,  después  de  los  sucesos  de  Aran- 
juez  de  Mayo  de  1808,  con  aprobación  del  Oficial  mayor  del 
Ministerio  de  Estado,  D.  Eusebio  de  Bardaxí  y  Azara,  tomó 
de  auxiliar  temporero  á  D.  José  Acedo.  Profesor  de  Lengua 
griega  en  los  Reales  Estudios  de  San  Isidro,  por  haber  muer- 
to el  redactor  D.  Juan  Sánchez  Pasallende.  En  esta  situación 
se  precipitaron,  tras  la  sublime  protesta  del  Dos  de  Mayo,  los 
demás  acontecimientos  políticos,  que  á  la  Gaceta  de  Madrid, 
como  á  todas  las  instituciones  orgánicas  del  Estado,  envol- 
vieron por  algún  tiempo  en  el  cuadro  de  la  general  anarquía. 


121  — 


XIII 


Durante  el  siglo  XIX  que  ha  concluido,  se  marcan  para  la 
Gaceta  de  Madrid  tres  periodos  característicos  en  los  que  se 
■divide  su  historia.  Comprende  el  primero  la  guerra  de  la  in- 
vasión napoleónica,  en  la  que,  abandonando  sus  tradiciones 
antiguas,  ó  fué  en  manos  del  poder  que  se  formó  de  improviso 
para  salvar  las  reliquias  del  Gobierno  nacional  un  instrumen- 
to más  para  conservar  la  unidad  de  acción  con  que  reconquis- 
tar la  independencia  de  la  patria  y  las  instituciones  cautivas, 
ó  fué  bajo  la  dominación  extranjera  el  triste  y  desvalido  pri- 
sionero, heraldo  forzoso  de  las  promesas  del  poder  intruso  y 
usurpador.  En  el  segundo,  ella  misma  entra  en  la  común  con- 
tienda á  luchar  por  la  vida  en  medio  de  las  alternativas  con- 
mociones políticas  en  que  se  operaba  por  periódicos  avances 
y  periódicos  retrocesos  la  transformación  operada  al  cabo,  no 
sólo  en  nuestra  constitución  fundamental  y  en  nuestra  or- 
ganización jurídica,  sino  en  el  cambio  radical  que  ha  experi- 
mentado la  corriente  general  de  las  ideas  y  de  las  costumbres. 
En  el  último,  el  más  prolongado,  segregada  paulatinamente 
•de  las  funciones  de  que  fué  despojándola  la  libertad  y  el  pro- 
greso del  periodismo  militante,  ha  ido  depurando  de  una  en 
otra  reforma  el  verdadero  sentido  que  ya  debe  informarla,  si 
no  perpetuamente,  mientras  un  cambio  radical  de  circunstan- 
cias no  imponga  alguna  nueva  modificación  imprevista;  y 
equivalente  á  la  tablilla  romana  donde  el  antiguo  legislador, 
después  de  promulgadas,  fijaba  sus  leyes  y  todas  las  disposi- 
ciones de  gobierno  que  los  pueblos  debían  conocer  para  su 
acatamiento  y  disciplina,  sin  ser,  como  Carlos  IV  tachaba, 
tina  colección  de  leyes,  es  la  universal  enciclopedia  de  toda 
nuestra  existencia  legal,  donde  al  día  se  promulga  cuanto 
pueda  interesar  á  todo  derecho. 

En  el  primero  de  estos  tres  períodos,  el  mismo  caos  que 
produjo  el  momento  inicial  de  la  protesta  y  de  la  lucha  en  la 
sublime  y  espontánea  jornada  popular  del  pueblo  heroico  de 
Madrid,  el  Dos  de  Mayo  de  180*.  cuyo  latido  con  eléctrica 
velocidad  difundió  las  alarmas  del  patriotismo  por  todos  los 
ámbitos  de  la  Monarquía,  promoviéndola  insurrección  gene- 
ral, determinó  á  la  Gaceta  las  mismas  incertidumbres  en 


—  122  — 

que  vacilaron  todos  los  demás  poderes  subalternos  del  Estado- 
Ya  antes,  el  motín  de  Aranjuez,  que  depuso  á  Carlos  IV  de  la 
majestad  de  sus  funciones  soberanas,  en  presencia  de  un 
ejército  insidioso  extranjero,  que  venia,  en  son  de  amistad, 
apoderándose  de  todos  los  ejes  estratégicos  de  la  defensa  na- 
cional, hizo  admitir  bajo  la  fiebre  de  aquellas  engañosas  es- 
peranzas en  las  columnas  de  la  Gacela  documentos  de  un 
poder  ilegitimo,  á  quien  ningún  derecho  podía  abrir  las  puer- 
tas de  aquel  instrumento  privativo  del  Gobierno  déla  nación. 
Las  pasiones  que  presidieron  aquellos  sucesos  nefandos  obscu- 
recían todas  las  inteligencias;  y  mientras  el  ciego  poder  que 
se  creyó  triunfante  sólo  se  cuidaba  de  publicar  extraordina- 
rios para  anunciar  el  22  de  Marzo  que  no  se  había  admitido  la 
dimisión  que  de  la  primera  Secretaría  de  Estado  había  pre- 
sentado D.  Pedro  Cevallos,  «pues  estando  casado  con  una 
prima  hermana  del  Principe  de  la  Paz,  D.  Manuel  Godoy, 
quería  acreditar  que  no  entraba  en  los  designios  injustos  que- 
se  suponen  en  este  hombre));  desde  la  Gaceta  del  25,  en  que  se- 
insertó  la  renuncia  del  Rey,  arrancada  por  las  tropelías  de  la 
anarquía  popular,  empezaron  á  ver,  como  nacionales,  la  luz; 
pública  los  documentos  militares  y  políticos  del  Gran  Duque 
de  Berg.  La  Gaceta  extraordinaria  del  sábado  2  de  Abril 
sólo  contenía  una  proclama  de  este  general  francés,  dirigida 
al  pueblo  español  y  firmada  el  día  primero  en  Madrid.  Por 
extraordinario  del  día  9  se  anuncia  la  salida  del  Rey  Fernan- 
do á  esperar  y  salir  al  encuentro  de  su  intimo  aliado  Na- 
poleón. Por  extraordinario  del  día  17  se  publica  la  carta  del 
Rey  Fernando  dirigida  desde  Vitoria  al  Infante  D.  Antonio; 
mas  en  esta  misma  Gaceta  extraordinaria  se  inserta  la  orden 
del  Principe  Murat  para  que  la  división  del  General  Musnier 
salga  á  tomar  posiciones  militares  acampando  en  las  inmedia- 
ciones de  Madrid  Por  extraordinario  del  día  22  se  hace  pú- 
blica la  entrega  de  la  persona  del  Príncipe  de  la  Paz  al  Gran 
Duque  francés,  y  por  otro  segundo  extraordinario  del  mismo 
día  se  da  al  pueblo  la  noticia  de  la  llegada  del  Rey  Fernando 
á  Irún.  Después  de  estos  extraordinarios,  las  Gacetas  del  6  y 
del  10  de  Mayo  chorrean  aún  la  sangre  de  las  bárbaras  ejecu- 
ciones de  los  días  2  y  3  en  las  aún  más  bárbaras  proclamas 
del  Príncipe  Murat  y  de  los  Generales  Grouchy  y  Belliard. 
Desde  el  viernes  13,  la  Gaceta  es  la  primera  prisionera  de  la 
usurpación  violenta  del  poder  público  por  Murat ;  en  la  del  3  á& 
Junio  se  proclama  á  Napoleón  regenerador  de  España.  Por 


—  123  — 

extraordinario  del  14  del  mismo  mes  se  hace  pública  la  pro- 
clamación del  Rey  José. 

La  redacción  de  la  Gaceta  aun  continúa  constituida  como 
Ja  tenia  el  Gobierno  de  Carlos  IV.  Andújar,  que  había  regre- 
sado de  Francia,  y  Clemencin  recibieron  la  orden  el  5  de  Ju- 
nio de  preparar  la  publicación  diaria  de  la  Gaceta,  transmi- 
tiéndosela el  Marqués  Caballero.  Se  les  pidió  informes  sobre 
las  demás  reformas  que  debían  introducirse  en  ella,  además 
de  las  decretadas,  bajo  el  Rey  Carlos,  para  aumentar  su  in- 
terés, y  ellos,  en  virtud  de  la  urgencia  con  que  se  les  conmi- 
naba, propusieron  que  la  Gaceta  se  subdividiera  en  seccio- 
nes: que  la  primera  la  ocupara  el  artículo  de  los  periódicos 
de  Europa;  la  segunda,  noticias  generales  de  las  provincias 
de  España  y  de  sus  Indias;  la  tercera,  las  novedades  de  Ma- 
drid; y  la  cuarta  se  consagrase  á  asuntos  relativos  á  artes  y 
ciencias,  y,  si  se  quería  imitar  lo  que  se  hacía  en  el  Moniteur 
Unioersel  y  en  los  principales  periódicos  de  Francia,  que  en 
esta  parte  se  insertasen  las  noticias  de  las  principales  resolu- 
ciones del  Gobierno  en  todos  los  diversos  ramos  de  la  pública 
administración,  las  sentencias  de  los  Tribunales  en  las  cau- 
sas más  ruidosas  ( ¡la  de  Godoy,  por  ejemplo!)  y  otras  ma- 
terias análogas.  Andújar  y  Clemencin  proponían,  por  último, 
que  se  obligara  á  todas  las  capitales,  cabezas  de  partido  y  de- 
más pueblos  á  la  suscripción  forzosa,  abonándoles  el  importe 
en  la  cuenta  del  caudal  de  propios,  con  lo  que  podrían  ven- 
derse más  de  20.000  ejemplares  de  cada  número. 

Obedeciendo  á  repetidas  cartas  de  Napoleón,  que  siempre 
había  indicado  á  Murat  la  necesidad  de  apoderarse  de  los  pe- 
riódicos, el  Gran  Duque  de  Berg  había  hecho  que  dos  subdi- 
tos franceses,  Mr.  Damase  de  Raymond  y  Mr.  Jean  de  Esme- 
nard,  adquiriesen  de  D.  Santiago  Thevin  la  propiedad  del 
Diario  de  Madrid;  pero,  hecho  dueño  de  la  Gaceta,  trató  de 
refundir  las  dos  publicaciones  en  un  solo  periódico  oficial 
diario  con  el  título  de  Gaceta  Xacional.  Desistió  después  de 
esta  idea  respecto  á  la  variación  de  nombre,  pero  no  respecto 
á  su  refundición,  y  de  esta  manera,  en  el  número  de  la  Gace- 
ta correspondiente  al  viernes  17  de  Junio,  después  de  reducir 
á  ocho  las  doce  páginas  en  cuarto  de  que  constaba,  publicó 
un  anuncio  que  decía:  —  «Desde  el  sábado  18  del  corriente 
cesa  el  Diario  de  Madrid  y  se  publica  la  Gaceta  todos  los 
días».  Añadía  algunos  preceptos  sobre  el  servicio  de  las  sus- 
cripciones pendientes  y  el  nuevo  régimen  de  la  suscripción, 


—  124  — 

y  después  continuaba:  —  «En  la  Gaceta  se  incluirán  todos  los 
avisos  y  anuncios  particulares  que  hasta  el  presente  se  han 
publicado  en  el  Diario,  para  lo  cual  se  entregarán  en  el  des- 
pacho de  la  Imprenta  Real».  Antes  de  esta  fecha  hubo  un  pe- 
queño accidente  que  es  curioso  consignar.  El  Príncipe  Murat 
no  levantó  para  la  Gaceta  el  régimen  censorio  á  que  estaba 
sometida,  y  en  el  expediente  de  nuestros  Archivos  hay  dos 
comunicaciones  fechadas  un  mismo  día,  el  10  de  Junio,  sobre 
este  particular.  La  primera  es  del  Oficial  mayor  del  Ministe- 
rio de  Estado,  Bardaxi  Azara,  al  Ministro  Marqués  Caba- 
llero, en  que  le  da  cuenta  de  que  S.  A.  R.  el  Lugarteniente 
general  del  Reino  le  había  conferido  la  revisión  y  censura 
de  la  Gaceta  de  Madrid  y  de  todos  los  demás  periódicos  que 
se  publicaran,  «siendo  su  Real  voluntad,  añade,  que  los  De- 
cretos y  anuncios  emanados  de  todos  los  Ministerios  se  pon- 
gan en  noticia  del  público,  insertándolos  en  ellos».  Esta 
misma  disposición  la  había  dirigido  con  fecha  del  9  para  su 
preciso  cumplimiento  en  circular  á  los  Ministerios,  Consejos 
y  demás  Tribunales.  Pero  en  la  misma  fecha,  el  Ministro  de 
Marina,  D.  José  de  Mazarredo,  se  dirigía  á  D.  Eusebio  de 
Bardaxi  y  Azara  y  le  decía  :  —  «El  Teniente  general  del 
Reino  ha  resuelto  esté  á  cargo  del  Sr.  Marqués  Caballero  la 
censura  de  la  Gaceta  de  Madrid  y  demás  periódicos  que  se 
publiquen.  En  su  virtud,  á  él  remitiré  al  día  las  resoluciones 
de  Marina.»  Esta  rectificación  hay  que  explicarla  por  el  ca- 
rácter susceptible  y  envidioso  que  era  propio  del  Marqués 
Caballero,  con  ninguno  leal,  y  que  llevaría  sus  quejas  verba- 
les á  Murat  para  hacerle  corregir  su  resolución. 

El  primer  periodo  de  posesión  de  la  Gaceta  que  los  fran- 
ceses tuvieron  en  Madrid  fué  muy  breve,  y  sólo  duró  hasta  el 
final  de  Julio.  La  lectura  de  sus  números  en  este  tiempo  aún 
lastima  los  sentimientos  nacionales.  Por  suplemento  á  la 
del  21  se  dio  cuenta  del  combate  de  Tudela  y  de  la  rebelión  de 
Zaragoza,  de  la  inmortal  Zaragoza,  acaudillada  por  Palafox. 
No  hay  que  decir  cómo  se  reseñarían  las  ilustres  derrotas  de 
Cuesta  en  el  puente  de  Cabezón  y  en  la  retirada  de  Río- 
seco,  donde  dejó  la  vida  en  el  altar  de  la  patria  el  valiente 
Conde  de  Maceda.  Las  operaciones  de  las  llanuras  andalu- 
zas, en  los  estribos  de  Sierra  Morena,  que  precedieron  á  la 
batalla  de  Mengibar,  donde  murió  Govert,  y  á  la  de  los  cam- 
pos de  Bailen,  donde  rindieron  las  águilas  imperiales  Du- 
pont  y  Vedel,  en  esta  forma  se  reseñaron  en  las  páginas 


-  125  — 

de  la  Gaceta  cautiva  del  domingo  10  de  Julio:  —  «Según  no- 
ticias del  6  de  julio,  una  brigada  perteneciente  al  cuerpo  de 
ejército  mandado  por  el  Exnio.  Sr.  General  Dupont  fué  ata- 
cada en  los  días  1,  2  y  3  de  este  mes  en  las  cercanías  de  Jaén. 
Los  tres  días  ha  sido  igual  el  resultado:  las  tropas  francesas 
han  rechazado,  batido  y  perseguido  todas  las  cuadrillas  que 
se  le  han  presentado.  Mil  y  quinientos  rebeldes  han  quedado 
sobre  el  campo  de  batalla.  No  hay  expresiones  bastante  fuer- 
tes para  deplorar  la  ceguedad  de  estos  infelices,  que  en  lunar 
de  unirse  con  sus  aliados  para  combatir  al  enemigo  común, 
toman  las  armas  contra  la  prosperidad  de  la  patria.  No  se 
ha  podido  saber  sin  horror  que  el  delirio  del  populacho  ha 
llegado  hasta  romper  las  cadenas  de  los  presidarios,  armar- 
los y  hacer  de  esta  suerte  causa  común  con  los  que  la  repro- 
bación de  las  leyes  habia  separado  del  seno  de  la  sociedad». 
Al  dia  siguiente  de  la  rendición  de  Dupont  con  todas  sus  ar- 
mas, águilas,  banderas  y  artillería,  hizo  José  Bonaparte  su 
entrada  en  Madrid,  y  la  Gaceta  del  27  insertaba  la  relación 
de  su  proclamación.  A  los  cuatro  días,  el  Consejo  de  Castilla 
anunciaba  al  pueblo  la  salida  de  los  franceses  de  Madrid.  La 
Gaceta,  del  4  se  publicaba  sin  noticias  políticas  de  España  ni 
del  extranjero,  y  la  del  7,  domingo,  anunciaba  la  rogativa 
pública  á  Atocha,  saliendo  de  Santa  María  de  la  Almudena, 
«á  fin  de  dar  gracias  á  Dios  por  los  beneficios  que  se  ha  ser- 
vido dispensar  á  esta  corte  y  á  toda  la  nación».  Al  final  del 
mismo  número  se  advertía  al  público  que  «el  Consejo  pleno 
ha  resuelto  que  se  restablezca  la  antigua  práctica  de  publicar- 
se dos  Gacetas  semanales,  en  los  dias  martes  y  viernes,  con- 
tinuándose el  Diario  de  Madrid,  desde  mañana  8  del  co- 
rriente, con  arreglo  al  privilegio  del  propietario». 

La  exaltación  del  patriotismo  en  cada  alma  responde  al 
clamor  interno  del  propio  pundonor.  Clemencin,  animado  de 
estos  afectos,  queda  único  director  de  la  Gaceta  y  se  asocia  al 
joven  D.  Manuel  Abella,  que  desde  el  12  de  Agosto  entra  en 
la  redacción  á  compartir  su  servicio  literario.  Se  prefieren 
las  noticias  que  lanzan  á  la  publicidad  los  periódicos  funda- 
dos en  la  mayor  parte  de  las  provincias  por  las  Juntas  impro- 
visadas para  reintegrarse  del  poder  público  y  propagar  la  in- 
surrección, y  principalmente  de  la  Gaceta  ministerial  de  Se- 
villa, que  bajo  la  dirección  política  del  P.  Maestro  Fray  Ma- 
nuel Gil,  se  redacta  desde  el  1.°  de  Junio  de  1808  por  los  jó- 
venes literatos  y  entusiastas  patriotas  D.  Faustino  Matute  y 


—  126  — 

Gaviria  y  D.  Alberto  Lista,  asociados  desde  1795  en  las  pági- 
nas del  Correo  Literario  de  la  ciudad  del  Guadalquivir.  A 
cada  una  de  estas  noticias  se  anota  en  la  Gaceta  de  Madrid 
la  procedencia.  La  Gaceta  del  16  de  Agosto  se  anima  con  las 
que  llegan  de  Cataluña  y  de  Valencia,  y  el  pueblo  quita  á  los 
ciegos  vendedores  de  la  mano  la  del  18,  que  contiene  el  levan- 
tamiento del  primer  sitio  de  Zaragoza,  y  pocas  horas  después, 
el  mismo  dia,  la  relación  detallada  de  la  batalla  de  Bailen.  El 
suplemento  á  la  del  23  contiene  noticias  de  otra  ciudad  inmor- 
tal, Gerona.  Hay  que  ponerse  en  el  vértigo  patriótico  de  aque- 
llas difíciles  circunstancias  para  comprender  cómo  se  leerían, 
ya  en  las  (facetas  ordinarias,  ya  en  las  extraordinarias,  las 
noticias  de  la  retirada  del  Marqués  de  la  Romana  de  los 
campamentos  de  la  Fionia,  de  la  Islandia  y  del  Langueland 
en  Dinamarca,  la  proclamación  frenética  de  Fernando  VII 
por  el  Conde  de  Altamira,  y  la  instalación  de  la  Junta  Supre- 
ma Central  Gubernativa  del  Reino  en  el  Beal  Palacio  de 
Aranjuez. 

Con  otro  de  estos  patrióticos  suplementos  del  dia  30  de  No- 
viembre, al  núm.  CXLIX  de  aquel  año,  de  nuevo  se  inte- 
rrumpe la  publicación  de  la  Gaceta  á  la  aproximación  de  Na- 
poleón á  Chamartín.  Clemencin  había  partido  á  Aranjuez  a 
ponerse  á  las  órdenes  de  Floridablanca  en  los  momentos  en 
■que  la  Junta  Central  emprendía  su  incierta  peregrinación 
á  las  fronteras  de  Portugal  y  á  Sevilla.  De  Aranjuez  se  re- 
tiró á  Cuenca,  sin  volver  á  Madrid,  y  de  Cuenca,  atacado  por 
la  epidemia,  se  internó  para  restablecerse  en  su  salud  en  Ru- 
bielos  de  Mora,  retenido  largamente  por  la  enfermedad  y  la 
miseria.  Un  año  después,  en  1."  de  Diciembre  de  1809,  recibi- 
bió  la  orden  de  la  Junta  de  Sevilla  para  que  se  presentara  á 
continuar  sus  servicios;  pero  tuvo  que  esperar  á  que  se  le  re- 
mitieran recursos  pecuniarios  con  que  hacer  el  viaje  por  no 
poder  disponer  de  la  menor  cantidad  para  ponerse  en  camino. 
Abella  presenció  la  capitulación  de  Madrid  y  la  entrada  del 
Emperador.  Después  desertó,  y  á  fines  de  Diciembre  apareció 
«n  Sevilla,  donde  se  presentó  á  la  Junta.  Por  encargo  de  ésta 
celebró  con  el  P.  Fray  Manuel  Gil  algunas  conferencias  á  fin 
de  refundir  la  Gaceta  Ministerial  de  la  Junta  de  aquella  ca- 
pital en  la  Gaceta  del  Gobierno  que  la  Suprema  Central  se 
proponía  tener  por  órgano  oficial  del  poder  revindicativo  de 
la  soberanía  é  independencia  de  la  nación. 

La  Gaceta  Ministerial  de  Sceilla  desde  1."  de  Junio  de  1808, 


en  que  se  fundó,  hasta  el  martes  10  de  Enero  de  1809,  en  que 
publicó  su  último  número,  había  publicado  65;  y  aunque  al 
anunciar  en  el  primero  que  dio  á  la  estampa  en  la  imprenta 
de  la  Viuda  de  Hidalgo  y  sobrino,  con  superior  permiso,  fijó 
en  miércoles  y  sábados  los  días  de  su  aparición,  condescen- 
diendo sus  editores  con  las  indicaciones  de  D.  Gaspar  de  Jo- 
vellanos,  desde  el  5  de  Agosto,  establecidas  relaciones  con 
Aranjuez,  se  publicó  en  los  días  rituales  de  la  Gaceta  de  Ma- 
drid; es  decir,  los  martes  y  viernes;  y  tomando  oficiosamen- 
te la  equivalencia  del  periódico  oficial  de  la  corte,  aunque 
entonces  en  poder  de  nuestras  armas,  insertó  las  noticias  de 
■oficio  que  se  le  remitían,  juntamente  con  discretos  comenta- 
rios sobre  los  acontecimientos  de  aquella  época,  y  aun  ar- 
tículos políticos,  como  se  advierte  en  los  números  tercero  y 
séptimo  ordinarios,  en  el  suplemento  al  decimosexto  y  en 
otros.  Al  presentarse  en  escena,  dirigió  esta  apelación  á  los 
buenos  patriotas  de  aquella  localidad:— «Sevillanos:  Vosotros, 
que  habéis  leido  los  Diarios  de  Madrid,  en  que  se  consigna 
la  infamia  de  Fspaña,  ¿mirareis  con  indiferencia  la  historia 
de  su  regeneración  y  el  código  de  nuestros  derechos?» — Des- 
pués siguieron  haciéndola  muy  interesante  los  documentos 
de  oficio  y  las  proclamas  locales  que  reproducía  de  todas  las 
provincias  de  la  Monarquía.  Sus  dos  redactores  Matute  y 
Lista  le  daban  además  el  prestigio  que,  aunque  jóvenes,  ya 
disfrutaba  la  autoridad  de  sus  nombres,  hasta  el  punto  de 
que  el  segundo  había  sido  el  escritor  elegido,  después  de  la 
muerte  de  Floridablanca,  para  redactar  su  Elogio,  sobre  el 
cual  quedó  elocuente  este  interesante  testimonio: 

«Exmo.  Sr.:  Encargado  por  S.  M.  de  dirigir  el  Elogio  del 
Serenísimo  Sr.  Conde  de  Floridablanca,  encomendé  este  de- 
licado trabajo  al  pro.  D.  Alberto  Lista,  bien  conocido  en 
esta  ciudad  por  su  excelencia  en  la  literatura,  en  las  mate- 
máticas y  en  el  arte  de  escribir.  Como  haya  desempeñado  su 
encargo  este  digno  literato  consta  ya  á  S.  M.,  pues  que  se 
ha  dignado  canonizarlo  con  su  aprobación.  Habiendo  yo  dado 
cuenta  á  S.  M.  de  estar  concluida  la  impresión  de  dicho  Elo- 
gio, y  que  era  ya  tiempo  de  señalar  á  Lista  la  correspondien- 
te recompenso,  fué  S.  M.  servido  de  mandar  que  le  propu- 
siese la  que  me  pareciera  justa.  En  consecuencia,  y  conside- 
rando que  esta  recompensa  debe  ser  regulada  por  el  decoro 
de  quien  encarga  la  obra,  del  objeto  á  quien  está  dedicada  y 
de  la  persona  que  la  trabajó,  soy  de  sentir  que  lo  menos  que 


-  128  — 

se  puede  acordar  en  favor  de  Lista  son  doscientos  doblones. 
Pero  reflexionando  al  mismo  tiempo  que  la  penuria  del  Era- 
rio no  permitirá  librar  esta  cantidad,  me  parece  que  se  le 
podrían  dar  cien  doblones  y  además  ceder  en  favor  de  Lista 
la  mitad  de  la  edición,  entregándose  á  su  disposición  para 
que  la  beneficie.  Pido  á  V.  E.  se  digne  elevarlo  á  S.  M.  para 
su  suprema  aprobación.  Nuestro  Señor  guarde  á  V.  E.  mu- 
chos años.  Sevilla  22  de  enero  de  1809.  —  Exmo.  Sr.  — 
Gaspar  de  Jovellanos. —  Exmo.  Sr.  D.  Pedro  de  Ribero.)) — 
Al  margen:  —  «Como  se  propone,  y  hágase  saber  á  Estado^ 
</ue  mande  satisfacerlo  del  fondo  de  la  Imprenta  Real  ó  Co- 
i  reos.)) 

El  P.  Maestro  Fray  Manuel  Gil  se  prestó  gustoso  á  que 
se  suprimiera  enteramente  la  Gaceta  Ministerial  de  Sevilla* 
á  condición  de  que  D.  Faustino  Matute,  que  había  trabajado 
con  mucho  esmero  y  patriotismo  en  su  redacción,  quedara  en 
la  del  Gobierno,  con  una  consignación  de  500  ducados  anua- 
les; y  aprobado  todo  por  la  Junta  buprema  Central  en  27  de 
Diciembre,  Abella,  no  sólo  se  consideró  desde  luego  primer 
redactor  de  la  Gaceta  del  Hobierno,  próxima  á  salir,  sino 
que  se  creyó  en  el  deber  de  trazar  un  plan  «para  que  la 
Gaceta  informara  á  la  nación  de  todas  las  noticias  relativas 
á  sus  Ejércitos  y  de  todas  las  providencias  del  Gobierno,  di- 
rigidas á  salvarle  del  enemigo  que  intentaba  subyugarla,  y 
merecer  la  absoluta  confianza  del  público».  Para  la  ejecución 
de  dicho  plan  pedía:  «facultades  para  corresponder;  que  con 
la  posible  brevedad  se  le  pasasen  los  partes  de  los  Generales 
de  los  Ejércitos;  que  se  le  comunicasen  copias  de  todos  los 
Decretos  y  resoluciones  de  la  Junta  Suprema  en  todos  los 
ramos  de  la  Gobernación;  que  el  encargado  de  la  Gaceta  pu- 
diera hacer  algunas  reflexiones  oportunas  para  mantener  en 
toda  su  fuerza  y  vigor  el  espíritu  público  y  desengañarlo,  así 
de  las  amenazas  como  de  las  promesas  del  enemigo;  que  se 
publicara  los  Martes  y  Viernes,  y  que  no  se  pensase  por  en- 
tonces que  la  Gaceta  fuese  una  especulación  lucrativa,  sino 
un  instrumento  para  ilustrar  y  sostener  la  opinión,  aunque 
fuera  á  costa  de  gastos  indispensables». 

Mientras  la  Junta  Central  Suprema  meditaba  sobre  el 
modo  de  resolver  las  cuestiones  relativas  al  establecimiento 
de  una  imprenta  propia  para  imprimir  la  'aceta  y  todos  los 
documentos  que  fuesen  menester,  y  organizar  para  este  pe- 
riódico una  redacción  y  una  administración  merecedoras  de 


—  129  — 

su  confianza,  la  Gaceta  de  Madrid,  que  el  6  de  Diciembre  se 
publicó  por  número  extraordinario,  otra  vez  en  manos  del 
poder  intruso  y  usurpador,  con  tan  refrenadas  iras  fué  reci- 
bida por  el  pueblo  que  había  hecho  en  su  defensa  la  segunda 
odisea  del  Dos  de  Mayo,  que,  avergonzado  de  su  nuevo  va- 
sallaje, condenó  al  fuego  muchos  ejemplares,  y  el  número  que 
consta  en  la  Colección  de  la  Biblioteca  de  San  Isidro  tiene 
cruzado  con  tinta  el  capítulo  que  trata  de  los  franceses  del 
Rey  José.  Desde  el  día  12  se  hizo  diaria  por  segunda  vez,  y 
su  lectura  parecía  una  traducción  del  Moniteur  ó  una  reim- 
presión de  la  Gaceta  de  Bayona-  Posteriormente  tomó  un 
carácter  más  local,  sobre  todo  desde  que  el  número  co- 
rrespondiente al  1.°  de  Marzo  de  1809  duplicó  su  tamaño  y 
disminuyó  á  dos  hojas  á  dos  columnas  el  número  de  sus  pá- 
ginas. Además  de  los  extractos  de  las  noticias  extranjeras 
relativas  á  los  países  que  mantenían  relaciones  con  Francia, 
publicaba  frecuentemente  artículos,  sobre  todo  de  economía 
política  y  social,  algunos  signados  con  una  ó  más  iniciales,  y 
se  consagraba  diariamente  un  capitulo  ó  sección  á  los  Decre- 
tos y  actos  del  Gobierno  existente  Respecto  á  teatros,  no 
sólo  anunciaba  anticipadamente  las  funciones  del  Principe  y 
la  Cruz,  sino  que  dedicaba  artículos  críticos  á  las  obras  nue- 
vas que  se  representaban. 

La  Gaceta  de  Madrid  continuó  en  poder  del  Gobierno  de 
José  Napoleón  todo  el  año  1810,  todo  el  1811  y  el  1812,  hasta 
que,  por  consecuencia  de  la  batalla  de  los  Arapiles  y  la  de- 
rrota del  ejército  del  Mariscal  Marmont,  los  ejércitos  aliados 
se  aproximaron  á  Madrid.  En  el  primero  de  dichos  años  tuvo 
numerosa  colaboración.  Unos  suscribían  sus  artículos  con 
solas  iniciales,  por  ejemplo:  A.  —  N.  de  P.  —  M.  L.  F.  C.  — 
J.  —  R.  A.  —  J.  A.  —  A.  G.  —  Algunos  no  disfrazaron  sus 
nombres,  entre  ellos,  D.  José  María  de  Carnerero,  D.  José 
Pardo,  D.  Eugenio  Roldan,  D.  José  María  de  Alea.  También 
aparecieron  los  embozos  de  muchos  pseudónimos:  El  enemigo 
de  las  circunstancias,  El  amigo  de  las  circunstancias,  El 
distraído,  El  preguntón,  El  representante  del  pueblo,  etc.  La 
mayor  parte  de  estos  artículos,  no  políticos,  ni  de  noticias, 
durante  el  año  de  1810,  se  publicaron  en  forma  de  folletín, 
cortando  las  columnas  por  medio  de  un  corondel  y  dejándo- 
les la  parte  inferior  de  cada  plana.  Estas  columnas  truncadas 
desaparecieron  desde  1811  en  adelante;  pero  en  este  último 
año,  al  anunciar  las  noticias  teatrales,  además  del  título  de 


-  130  — 
las  obras,  se  publicaban  los  nombres  de  los  actores  que  ha- 
bían de  representarlas. 

El  año  1812  seguía  el  mismo  curso  la  publicación;  pero 
el  10  de  Agosto,  bajo  la  espuela  de  Lord  Wellington,  los 
franceses  abandonan  la  capital,  y  la  Gaceta  suspende  su  pu- 
blicación, porque  los  que  la  escribían,  ó  se  fugaron  áuñas  de 
caballo,  ó  se  escondieron.  Entonces  el  Mariscal  de  Campo 
D.  Carlos  España,  á  quien  se  encargó  el  Gobierno  militar  de 
Madrid,  entre  los  muchos  nombramientos  que  hizo,  designó 
á  D.  Bernardo  de  Borjas  y  Tarríus  y  á  D.  Tomás  Villanova 
y  Jordán  redactores  interinos  de  la  Gaceta,  que  continuó  pu- 
blicándose, como  órgano  del  Gobierno  de  la  Regencia  de  las 
Españas,  en  cuarto,  con  cuatro  hojas,  los  martes  y  los  sába- 
dos, desde  el  lunes  17  de  Agosto  hasta  el  29  de  Octubre,  en 
que  otra  vez  se  acercaron  los  franceses,  y  restituido  por  ter- 
cera vez  el  poder  invasor  en  la  capital,  la  Gaceta,  suspendida 
desde  la  fecha  indicada,  reapareció  el  miércoles  4  de  Noviem- 
bre, poniendo  al  frente  del  número  de  aquel  día  esta  nota: 
«Los  movimientos  de  las  tropas  inglesas,  durante  algunos 
días,  nos  hacian  creer  que  se  acercaba  el  Rey,  nuestro  Señor, 
á  esta  corte;  y  aunque  se  ha  procurado  ocultárnoslo,  llegó  é 
ser  ya  evidencia,  cuando  vimos  retirarse  precipitadamente  las 
tropas  enemigas  que  se  hallaban  apostadas  sobre  el  Tajo  En- 
tonces supimos  que  S.  M.  venia  al  frente  de  los  ejércitos  del 
Mediodía,  del  Centro  y  de  parte  del  de  Aragón,  persiguiendo 
á  los  ingleses.  Ayer  tuvimos  la  dicha  de  ver  á  S.  M  ;  pero  se 
cree  que  su  mansión  será  de  cortos  momentos,  y  que  seguirá 
para  dar  una  batalla,  si  le  esperan.  El  Rey  recibió  con  be- 
nignidad una  diputación  de  la  municipalidad,  nobleza  y  clero 
de  esta  villa,  que  salió  al  encuentro  de  S.  M  felicitándole  por 
su  venida  Se  ha  dispuesto  que  haya  iluminación  general  por 
tres  noches  en  celebridad  de  este  suceso.» 

Aun  con  estas  felicidades,  el  día  7  se  suspendió  otra  vez  el 
periódico  oficial  hasta  el  5  de  Diciembre,  sin  volver  á  inte- 
rrumpir su  salida  hasta  el  jueves  27  de  Mayo  de  1813,  que  ya 
acabó  para  siempre  en  Madrid  el  Gobierno  del  rey  intruso  y 
usurpador. 


—  13!  — 


XIV 


El  11  de  Enero  de  1809,  los  Vocales  de  la  Junta  Suprema 
Central  gubernativa  del  Reino  recibieron  y  leyeron  una  ins- 
tancia concebida  en  estos  términos: 

«Señor:  D  Manuel  Josef  Quintana,  Agente  fiscal  de  la 
Junta  de  Comercio  y  Moneda  y  Censor  de  los  teatros  de  Ma- 
drid, á  V.  M.  con  el  respeto  debido  hace  presente:  —  Que  ha 
servido  por  trece  años  el  primer  empleo  y  por  tres  el  segun- 
do con  el  celo,  pureza  y  diligencia  que  son  notorios.  Aplicado 
además  á  trabajos  y  tareas  literarias,  ha  procurado  en  las  di- 
versas obras  que  ha  dado  á  luz  excitar  en  la  Nación  aquella 
energía  y  vigor  de  pensar  y  de  sentir,  que  solos  podian  sa- 
carla del  estado  de  abatimiento  en  que  se  hallaba;  y  esto  en 
un  tiempo  en  que  atreverse  á  publicar  verdades  que  intere- 
sasen á  la  Patria,  era  exponerse  al  odio  y  persecución  de  los 
tiranos  que  entonces  nos  mandaban  y  que  después  alevosa- 
mente nos  vendieron.  Dada  la  señal  al  movimiento  político 
en  que  nos  vemos,  y  libre  Madrid  de  la  opresión  francesa;  el 
Exponente  ha  sido  uno  de  los  que  con  mas  ahinco  y  constan- 
cia se  dedicaron  á  sostener  y  exaltar  la  opinión  en  defensa  de 
la  Patria,  á  esparcir  luces  y  establecer  principios  en  el  públi- 
co, que  asegurasen  la  libertad  y  la  independencia  nacional. 
Los  escritos  que  con  este  objeto  ha  publicado,  han  sido  acogi- 
dos generalmente  con  indulgencia  y  aceptación;  y  el  Autor 
ha  visto  en  este  favor  del  público  recompensados  su  celo  pa- 
triótico y  sus  buenas  intenciones.  La  desgracia  posterior  de 
Madrid  le  ha  arrancado  á  estas  tareas,  que,  por  ser  dirigidas 
á  la  felicidad  de  la  Patria,  constituían  su  gloria  particular  y 
su  consuelo  Incapaz  de  transigir  de  modo  alguno  con  la  tira- 
nía ni  con  la  injusticia,  abandonó  la  corte  cuando  los  france- 
ses entraban  'en  ella,  perdiendo  así  sus  dos  destinos  que  le 
proporcionaban  sobre  treinta  mil  reales  de  sueldo,  su  casa, 
sus  haberes,  las  ediciones  de  las  obras  que  ha  publicado,  en 
fin  todo  el  fruto  de  sus  trabajos  anteriores  y  de  su  economía, 
único  recurso  del  Exponente  en  caso  de  desgracia;  hallándose 
en  el  dia  pobre,  miserable  y  sin  destino,  al  cabo  de  doce  años 
•de  servir  en  tareas  útiles  al  público  y  al  Estado.  Pero  ansioso 
de  ser  útil  á  la  causa  española  en  donde  quiera  que  España 


—  132  — 

se  halle,  después  de  haber  rodado  por  una  gran  parte  dei 
Reino  con  mil  penalidades  y  riesgos,  tiene  por  fin  la  satis- 
facción de  ponerse  á  los  RR.  PP.  de  V.  M.  y  de  ofrecer  en  su 
obsequio  sus  débiles  talentos  y  su  persona  Por  tanto,  Suplica 
á  V.  M.  que,  en  consideración  á  los  méritos  expuestos,  se  dig- 
ne emplearle  en  servicio  de  la  Patria,  ya  ocupándole  en  al- 
guna de  las  plazas  de  la  Secretaria  general  de  la  Suprema 
Junta  Gubernativa,  donde  el  Exponente  tendria  la  mayor  sa- 
tisfacción en  servir,  por  estar  inmediatamente  cerca  de  S.  M  , 
ya  en  cualquier  otro  destino  para  que  le  contemple  útil,  en  lo- 
cual  recibirá  señalado  favor,  que  espera  de  la  benignidad 
de  V.  M.  —  Sevilla  11  de  Enero  de  1809.  —Señor.  —  A  los- 
RR.  PP.  de  V.  M.  — Manuel  Josef  Quintana.» 

Instalada  en  el  Alcázar  de  Sevilla  la  Junta  fugitiva  de 
Aranjuez,  había  sido  uno  de  los  primeros  pensamientos  de 
sus  vocales  y  de  sus  ministros  proveer  al  nuevo  poder  de  un 
órgano  de  sus  mandatos  equivalente  á  la  Gaceta,  que  en  Ma- 
drid quedó  cautiva.  Ni  contaba  con  una  imprenta  propia,  ni 
sabía  cómo  congregar  su  redacción  dispersa.  Al  primer  me- 
nester, invitado  por  D.  Martín  de  Garay,  el  Delegado  de  la 
Real  D.  Juan  Facundo  Caballero,  por  conducto  seguro  y  de 
confianza,  escribió  á  D.  Manuel  Cano,  sujeto  de  toda  probi- 
dad y  patriotismo,  el  cual,  venciendo  insuperables  dificulta- 
des, á  mediados  de  Enero  ya  había  podido  enviar  á  Sevilla 
todo  lo  que  pudo.  Por  la  vía  diplomática  se  había  obtenido 
que  por  mano  de  D.  Evaristo  Pérez  de  Castro,  nuestro  emba- 
jador en  Portugal,  el  director  de  la  Imprenta  Real  de  Lisboa 
remesase  fundiciones  de  diversos  tipos  de  letra,  que  costa- 
ron 603.635  reis,  ó  sean  15.091  reales;  en  tanto  que,  en  Lon- 
dres, el  embajador  de  la  Junta  Suprema,  D.  Juan  Ruiz  de  Apo- 
daca,  á  bordo  del  bergantín  Virgen  de  la  Victoria,  fletado 
para  Sevilla,  remitía  prensas,  fundiciones  y  otros  artefactos, 
que  también  por  la  vía  marítima  llegaban,  con  algún  perso- 
nal de  caja  de  Valencia  y  Málaga.  Pero  mientras  con  toda 
diligencia  se  confiaba  á  D.  José  Hidalgo  yáD.  José  Deniz  y 
Miranda  la  organización  de  una  Imprenta  Real,  para  la  que 
á  diario  aportaban  de  todas  partes  suficientes  elementos,  la 
constitución  de  una  redacción  idónea  en  las  graves  exigen- 
cias de  moderación,  capacidad,  aptitud,  fidelidad,  que  las  cir- 
cunstancias imponían,  era  problema  más  arduo  y  delicado.. 

Admitidas  las  negociaciones  que  D.  Manuel  Abella  había 
mantenido  con  los  editores  de  la  Gaceta  Ministerial  de  Se- 


—  133  — 

villa,  él  de  hecho  se  había  reputado  primer  redactor  de  la 
Gaceta  del  Gobierno  cuya  creación  se  elaboraba;  pero  nada 
había  más  distante  de  la  mente  de  la  Junta  Suprema  y  de  sus 
Ministros.  Jovellanos  desde  la  llegada  de  Quintana  de  Extre- 
madura apoyó  su  designación  para  aquel  puesto,  á  que  pa- 
recía llamarle  la  publicación  del  Semanario  Patriótico  que  en 
Madrid  había  fundado  el  1."  de  Septiembre  del  año  anterior 
de  1808,  y  que  interrumpió  en  Diciembre  á  la  segunda  entrada 
de  los  franceses  en  la  capital.  No  obstante,  Garay  le  reclamaba 
para  la  Secretaría  general  de  la  Junta  Suprema,  donde  la  vi- 
rilidad de  su  pluma  era  necesaria  para  la  redacción  de  los  nu- 
merosos documentos  que  debían  brotar  de  su  iniciativa  para 
acalorar  el  espíritu  de  la  nación;  y  habiéndose  también  pre- 
sentado con  pretensión  de  destino  el  Secretario  perpetuo  de 
la  Real  Academia  de  la  Historia,  D.  Antonio  de  Capmany  y 
Montpalau,  inclinó  el  ánimo  de  los  vocales  de  la  Junta,  sin 
exceptuar  el  del  mismo  Jovellanos,  á  nombrar  á  éste  para  la 
dirección  de  la  Gaceta,  á  reserva  de  llevar  á  Quintana  donde 
la  luz  espléndida  de  sus  talentos  pudiera  dar  á  sus  servicios 
aún  mayor  eficacia  y  claridad.  Capmany  fué  nombrado,  en 
efecto,  director  de  la  Gaceta  del  Gobierno  el  día  5  de  Enero, 
uno  antes  de  la  aparición  de  su  primer  número,  y  Quintana, 
ignorante  de  la  combinación  en  que  jugaba  con  predilección 
su  nombre,  el  9  presentaba  la  instancia  que  queda  transcrita. 
No  quedó  desairado,  sin  embargo:  el  14  de  Enero  recibía  su 
credencial  de  Oficial  mayor  de  la  Secretaria  de  la  Junta. 

La  situación  en  que  se  creó  aquella  Gaceta  no  hizo  modi- 
ficar ninguna  de  las  bases  orgánicas  con  que  se  publicaba  an- 
tes la  Gaceta  de  Madrid.  Al  comunicarle  oficialmente  su 
nombramiento  á  Gapmany,  se  le  prevenía:  —  «Así  mismo  ha 
resuelto  S.  M.,  que  antes  de  entregarse  á  la  imprenta  el  ma- 
nuscrito de  cada  número  que  se  hubiese  de  publicar,  se  pase 
á  la  mesa  del  oficial  mayor  de  esta  primera  Secretaría  de  Es- 
tado para  que  lo  revise,  autorizando  con  su  firma  se  dé  á  la 
imprenta,  que  es  lo  que  se  ha  verificado  siempre,  así  como 
luego  las  primeras  pruebas  que  se  tiren  para  el  mismo  efec- 
to. »  Después,  en  otra  comunicación  de  Garay  á  Capmany,  de 
24  de  Febrero,  se  le  decía:  —  «  Con  el  objeto  de. que  las  Gace- 
tas del  Gobierno  se  hagan  cada  día  mas  interesantes  y  prefe- 
rentes á  todo  papel  público,  ha  determinado  S.  M.  que  se  dé 
á  Vm.  alojamiento  próximo  á  este  Real  Alcázar,  en  donde 
tenga  una  pieza  cómoda  para  establecer  la  oficina,  donde  de- 


—  134  — 

berán  trabajar  los  dependientes  que  para  este  efecto  ha  nom- 
brado S.  M.  Estos  deberán  concurrir  á  dicha  oficina  desde  las- 
nueve  de  la  mañana  hasta  las  dos  de  la  tarde  y  desde  el  ano- 
checer hasta  las  diez  de  la  noche,  sin  perjuicio  de  detenerse 
mas,  si  lo  exigiere  la  urgencia.  »  —  A  continuación  añadía:  — 
«S.  M.  se  ha  servido  nombrar,  demás  de  D.  José  Rebollo  y 
D.  Ignacio  Corcuera,  que  conservan  sus  antiguos  destinos  en 
Madrid,  á  D.  Alberto  Lista,  con  la  gratificación  de  500  duca- 
dos anuales,  que  deberá  percibir,  como  los  otros  las  que  les 
están  asignadas,  de  los  fondos  de  la  Gaceta,  mientras  traba- 
jen en  ella  con  el  celo  que  debe  prometerse  de  su  amor  á  la 
Patria  y  al  Real  servicio.  » 

Este  D.  José  Rebollo  era  catedrático  de  Matemáticas  de  la 
Real  Casa  de  Caballeros  pajes.  El  5  de  Diciembre,  á  la  en- 
trada de  Napoleón  en  Madrid,  tomó  la  resolución  de  salirse 
de  la  capital  con  su  familia,  sin  más  haberes  que  la  ropa 
puesta  y  abandonando  cuanto  poseía.  Después  de  haber  cami- 
nado más  de  sesenta  leguas  á  pie,  con  un  niño  en  brazos,  de 
día  y  de  noche  y  en  lo  más  riguroso  del  invierno,  llegó  á  Se- 
villa, y  en  premio  de  sus  buenos  servicios  se  le  dio  en  la  Ga- 
ceta aquel  pedazo  de  pan,  representado  en  un  sueldo  de  9.000' 
reales  al  año.  D.  Ignacio  de  Corcuera  fué  empleado  en  la  Ga- 
ceta de  Madrid  algún  tiempo  después  de  la  llegada  de  los 
aliados.  Al  aproximarse  de  nuevo  los  franceses,  se  retiró  á 
Sevilla:  en  la  Gaceta  del  Gobierno  se  le  asignaron  8.000  rea- 
les de  sueldo.  En  1."  de  Junio  se  nombró  redactor,  con  600 
ducados,  á  D.  Manuel  Ramajo,  con  destino  á  la  traducción  de 
las  noticias  alemanas  y  de  otros  idiomas;  y  en  28  de  Julio  fué 
sustituido  en  la  dirección  del  periódico  oficial,  por  ascenso  de 
Capmany  á  otro  empleo,  D.  Isidoro  Antillon.  También  Rebo- 
llo en  10  de  Septiembre  pasó  al  Registro  del  Sello  de  Castilla, 
y  entonces,  á  propuesta  de  Antillon,  se  nombró  redactor  se- 
gundo de  la  Gaceta  al  Capellán  de  Honor  que  había  sido  de 
Carlos  IV,  D.  José  Duazo.  D.  Justino  Matute  no  se  agregó» 
con  sueldo  de  600  ducados,  hasta  el  8  de  Octubre,  y  el  27  del 
mismo  mes,  al  año  siguiente,  por  haber  dimitido  Duazo,  ocu- 
pó su  vacante  D.  Ramón  Chimioni. 

La  Gaceta  del  Gobierno,  que  se  publicó  en  Sevilla  desde 
el  6  de  Enero  de  1809  hasta  el  23  de  Enero  de  1810,  á  pesar  de 
las  medidas  que  se  tomaron  para  que  fuera  la  voz  del  Sinai 
para  el  pueblo  y  la  nación  desorientada,  ni  bajo  la  dirección  de 
Capmany,  ni  bajo  la  de  Antillon,  logró  ser  el  eco  del  torrente. 


—  135  — 

«Luego  que  se  formó  la  resolución  general  de  sacudir  el  yugo 
abominable  que  se  nos  queria  imponer,  habia  escrito  Quin- 
tana en  el  prospecto  del  Semanario  Patriótico,  al  instante  sa- 
lieron Gacetas  y  Diarios  para  exaltar  el  patriotismo  y  comu- 
nicar luces  y  noticias.»  Todos  tenían  dos  secciones:  una,  di- 
dáctica y  política,  y  otra  que  hoy  podríamos  llamar  de  pura 
información.  La  primera  en  muchas  partes  se  habia  acalora- 
do de  modo  que,  más  que  sentimientos  nobles,  parecía  pro- 
mover un  movimiento  anárquico  de  represalias  históricas.  El 
mismo  Quintana  ya  habia  tronado,  aunque  con  su  natural 
moderación,  contra  estas  peligrosas  exageraciones,  escribien- 
do en  Septiembre  de  1808:  —  «Tenemos  por  principio  que  los 
papeles  periódicos  bien  dirigidos  deben  ser  antorchas  para 
alumbrar  á  los  pasajeros,  no  tizones  para  encender  en  la 
discordia,  ni  tampoco  incensarios  viles  destinados  á  engañar 
á  los  pueblos  y  á  infatuar  á  los  ídolos  de  la  fortuna. »  Pero  los 
pueblos,  exaltados  por  el  patriotismo,  buscaban  más  los  es- 
critos que  enardecían  sus  pasiones,  que  las  lecciones  que  con- 
fortaran su  denuedo.  Los  pueblos  querían  proclamas  y  no 
razonamientos.  La  esterilidad  en  que  la  Gaceta  del  Gobierno 
vegetaba,  la  reducida  circulación  que  la  comprimía,  á  pesar 
de  que  se  mandaba  en  cantidades  de  consideración  á  todas  las 
Juntas  provinciales,  á  todos  los  Jefes  de  los  Ejércitos  que  se 
iban  organizando  y  entrando  en  campaña,  á  los  confidentes 
que  las  introducían  en  los  territorios  ocupados,  movió  á 
Quintana,  en  Mayo  de  1809,  á  intentar  en  Sevilla  con  Blanco 
y  con  Lista  la  continuación  del  Semanario  Patriótico,  inte- 
rrumpido en  Madrid;  pero  el  pueblo  lo  encontró  poco  canden- 
te y  la  Junta  lo  juzgó  demasiado  avanzado,  y  entonces  se 
acordó  llamar  á  Clemencín. 

Clemencín  llegó  cuando  el  Rey  José  ya  forzaba  los  pasos 
de  Sierra  Morena,  y  sólo  tuvo  tiempo  de  incorporarse  á  la 
Junta  Central  para  ampararse  al  refugio  de  la  Isla  de  León, 
convertida  en  el  baluarte  inexpugnable  de  la  Independencia 
Nacional  por  la  previsión,  la  diligencia  y  el  impávido  de- 
nuedo del  Duque  de  Alburquerque.  Hasta  que  se  constituyó 
la  Regencia  no  se  pensó  en  el  restablecimiento  del  periódico, 
órgano  de  las  resoluciones  del  Gobierno,  suspendido  con  el 
número  del  23  de  Enero  de  1810.  último  que  se  publicó  en 
Sevilla.  Al  cabo,  el  martes  1.°  de  Enero  de  1811  apareció  el 
primer  número  de  la  Gaceta  de  la  Regencia  de  España  é  In- 
dias, impresa  en  Cádiz,  en  la  Imprenta  Real;  y  habiéndose 


—  136  — 

instalado  el  24  de  Septiembre  de  1810  en  la  Isla  las  Cortes 
Extraordinarias  convocadas  por  el  Decreto  que  se  había  ex- 
pedido en  Sevilla  el  22  de  Mayo  de  1809,  el  primer  número  del 
periódico  oficial  del  Gobierno  de  la  Regencia  salió  á  la  plaza 
anunciando  en  la  cuarta  plana  la  aparición  para  el  día  si- 
guiente, 2  de  Enero  de  1811,  del  primer  número  también  del 
Diario  de  las  discusiones  ;/  actas  de  las  Cortes,  previniendo 
al  público  que  este  periódico  «no  podia  ser  impreso  por  per- 
sona alguna  sin  expresa  licencia  de  las  mismas  Cortes». 
Para  que  nada  faltase  al  organismo  oficial  de  la  publicidad, 
en  que  se  confundía  lo  tradicional  con  lo  nuevo,  por  una 
orden  del  Consejo  de  Regencia,  dirigida  al  Subdelegado  de 
Imprentas  D.  Juan  Facundo  Caballero,  se  le  notificó  que  se 
había  nombrado  á  D.  Martín  González  Navas  para  que  vol- 
viese á  redactar  y  publicar  el,  Mercurio,  que  había  sido  su- 
primido por  las  últimas  reformas  del  reinado  de  Carlos  IV. 
¡Tan  desorientados  se  hallaban  los  nuevos  Poderes  constituí  ■ 
dos  en  la  dirección  de  la  gran  transformación  política  y  so- 
cial á  cuyo  frente  se  habían  puesto  y  de  que  debían  ser  los 
propulsores!  ¡Nadie  quería  convencerse  deque  se  había  inau- 
gurado el  reinado  de  la  opinión! 

Todos  los  redactores  de  la  Gaceta  del  Gobierno,  que  se 
publicó  en  Sevilla,  se  habían  trasladado  á  Cádiz  en  expecta- 
tiva de  colocación,  y  uno  de  sus  auxiliares,  D.  Manuel  Pérez 
Ramajo,  desde  Agosto  de  1810  tomó  parte  en  la  fundación  y 
redacción  de  El  Conciso.  La  dirección  de  la  Gaceta  de  la  Re- 
gencia la  tomó  desde  el  primer  número  D.  Diego  Clemencín, 
el  cual,  nombrado  el  25  de  Agosto  de  1812  oficial  de  la  Secre- 
taría de  la  Gobernación  del  Reino,  entregó  los  papeles  de  la 
redacción  al  redactor  segundo  D.  Ramón  de  Chimioni.  Pocos 
días  los  retuvo  éste,  pues  el  16  de  Septiembre  recibía  Don 
Eugenio  de  Tapia  de  manos  de  D.  Ignacio  de  la  Pezuela  el 
decreto  que  le  nombraba  para  la  sustitución  de  Clemencín. 
Antes  de  autorizar  este  nombramiento  la  firma  de  la  Regen- 
cia se  había  recomendado  por  las  mismas  Cortes  para  aquel 
cargo  á  D.  Juan  López  Cancelada.  Era  éste  americano.  Des- 
de 1805  había  sido  el  redactor  de  la  Gaceta  de  México;  pero 
en  1809,  el  Arzobispo  Virrey  D.  Francisco  Xavier  de  Lizana 
lo  había  procesado  por  sospechas  de  infidencia  y  lo  había 
despojado  de  aquel  periódico;  y  él,  fugitivo,  se  embarcó  para 
Cádiz  para  defenderse  y  promover  su  justificación.  Habiendo 
recurrido  á  las  Cortes,  hicieron  en  sesión  pública  su  defensa 


-  137  — 

Calatrava  y  Giraldo,  y  después  se  le  recomendó  á  Pezuela 
para  que  se  le  nombrase  primer  redactor  de  la  Gaceta  de  la 
Regencia.  Pero  cuando  el  nombramiento  estuvo  hecho,  con 
fecha  del  8  de  Septiembre,  López  de  Cancelada  renunció. 
D.  Eugenio  de  Tapia  conservó  la  dirección  del  periódico 
oficial  del  Gobierno  en  Cádiz  hasta  que  por  decreto  de  la 
Regencia,  fechado  en  la  Real  Isla  de  San  Fernando  el  14  de 
Diciembre  de  1813,  se  le  mandó  que  con  los  demás  redactores 
propietarios  pasasen  ó  Madrid,  para  que  allí  se  reanudase  la 
publicación^lesde  el  sábado  1.°  de  Enero  de  1814.  La  suspen- 
sión de  la  publicación  en  Cádiz  se  anunció  en  su  número  171, 
correspondiente  al  30  de  Diciembre  de  1813,  á  la  pági- 
na 1.433. 

La  Gaceta  de  la  Regencia  se  había  publicado  en  Cédiz 
tres  veces  por  semana:  los  martes,  jueves  y  sábados,  y  alter- 
nó sus  números  ordinarios  con  los  muchos  extraordinarios 
que  impuso  el  interés  de  comunicar  noticias  de  las  campa- 
ñas. El  más  curioso  de  estos  extraordinarios  fué  el  del  vier- 
nes 21  de  Agosto  de  1812.  Es  una  sola  hoja  en  4.*  impresa 
por  un  solo  lado  con  tinta  roja.  Contiene  el  parte  del  General 
Marqués  de  Monsalud,  el  cual,  desde  Valencia  de  Alcán- 
tara, comunicaba  que  el  Coronel  D.  Juan  de  Palarea,  el 
día  12,  desde  su  Cuartel  Ambulante  de  Carabanchel  de  Abajo, 
le  había  anunciado  su  entrada  en  Madrid,  que  se  verificaría 
á  las  once  y  media  de  aquella  mañana.  Le  añadía  que  Madrid 
estaba  libre  de  enemigos,  á  excepción  de  los  800  hombres 
que  habían  quedado  en  el  Buen  Retiro  para  entregar  un 
sinnúmero  de  sus  enfermos  y  heridos.  El  parte  concluía 
así:  — «No  es  posible  pintar  á  V.  E.  el  entusiasmo  de  este 
Pueblo  Patriota.  El  Cuartel  General  de  Lord  Wellington 
mañana  se  trasladará  á  Madrid.  La  guarnición  enemiga  de 
Guadalajara  está  capitulando  en  este  momento  con  El  Empe- 
cinado y  va  á  ser  prisionera  de  guerra.» 

Después  de  la  traslación  de  la  Gaceta  de  la  Regencia  á 
Madrid,  su  vida  debía  ser  tan  breve  como  la  de  la  Institución 
de  mera  interinidad  que  la  había  engendrado.  En  la  capital, 
desde  el  jueves  3  de  Junio  de  1813,  la  Gaceta  de  Madrid, 
trocando  en  su  pie,  desde  el  núm.  3.°  el  nombre  de  Imprenta 
Real  por  el  de  Imprenta  Nacional,  como  en  la  de  Cádiz  se 
había  hecho,  empezó  la  nueva  serie  de  sus  números,  bajo  el 
Gobierno  de  la  Regencia  de  las  Españas,  en  la  misma  forma 
y  tamaño  que  había  tenido  antes  de  la  usurpación  de  los  fran- 


—  138  — 

ceses.  Uno  de  los  redactores  que  como  interinos  nombró  er> 
Agosto  de  1812  el  Mariscal  de  Campo  D.  Carlos  España,  Dor> 
Jacobo  Villanova  y  Jordán,  se  hallaba  refugiado  en  la  Man- 
cha, mientras  el  otro,  D.  Bernardo  de  Borjas  y  Tarríus,  se 
corrió  hasta  Cádiz.  «En  el  momento  que  supe  el  movimiento 
del  Cuartel  General  de  Lord  Wellington,  decía  en  Diciembre 
de  1813  Villanova  y  Jordán  á  la  Regencia,  dispuse  mi  salida 
de  Almagro.  Con  noticia  de  la  evacuación  de  Toledo  y  Ma- 
drid, me  dirigí  desde  luego  á  esta.»  Y,  en  efecto,  llegó  tan  á 
tiempo,  que  pudo  encargarse  de  nuevo  de  la  redacción  de  la 
Gaceta,  asistido  de  D.  Antonio  Osteret  y  Nario,  que  le  fué 
recomendado  por  el  Bibliotecario  mayor  de  S.  M.,  D.  Juan 
Crisóstomo  Alamanzón,  aunque  también  pretendieron  aso- 
ciárseles D  Carlos  Bosch  y  Mata  y  D.  Manuel  Gutiérrez, 
oficiales  de  la  Biblioteca  Real.  La  Regencia,  estimando  aquel 
servicio,  dispensó  á  Villanova  y  Jordán,  luego  que  la  presen- 
cia de  los  redactores  propietarios  puso  término  á  su  misión, 
el  título  de  colaborador  en  la  Gaceta  que  abrió  el  año  1814. 
Esta  Gaceta  de  la  Regencia  dé  las  Españas  sólo  vivió  hasta 
el  10  de  Mayo,  el  triste  día  en  que,  restituido  el  Rey  Fernan- 
do VII  al  Trono  con  el  esfuerzo  de  todos,  no  supo  colocarse 
por  encima  de  las  pasiones  rivales,  desatadas  en  lucha  ren- 
corosa, procurando  con  su  magnanimidad  y  su  autoridad 
augusta  unir  á  todos  en  el  altar  de  la  concordia  que  el  común 
sacrificio  parecía  haber  levantado  con  auspicios  de  felicidad; 
y  abandonándose  á  una  mal  aconsejada  política  de  represa- 
lias, dio  orden  al  Teniente  General  D.  Francisco  Eguía  para 
que  se  procediera  al  arresto  de  los  individuos  de  la  Regencia 
D.  Pedro  Agar  y  D.  Gabriel  de  Ciscar,  de  los  Ministros  de  Es- 
tado y  de  varios  de  los  Diputados  á  Cortes.  El  número  si- 
guiente del  periódico  oficial  se  publicó  el  día  12,  y  desde  en- 
tonces rescató  su  nombre  histórico  de  Gaceta  de  Madrid, 
así  como  la  Imprenta  que  fundó  Carlos  III  el  apelativo  de 
Real,  que  justamente  le  correspondía. 

La  Gaceta  de  la  Regencia,  desde  1°  de  Enero  de  1811,  en 
que  se  fundó  en  Cádiz,  hasta  el  10  de  Mayo  de  1814,  en  que 
terminó  en  Madrid  su  excepcional  existencia,  como  órgano 
reconocido  del  Gobierno  de  España,  tuvo  que  mantener  en  lo 
político  aquella  moderación  que  casi  se  hacía  incompatible 
con  la  creciente  efervescencia  que  habían  fomentado,  prime- 
ro, las  luchas  del  patriotismo  contra  el  extranjero  invasor 
aleve  del  territorio  y  usurpador  insidioso  de  la  soberanía  y 


—  139  - 

de  la  independencia  nacional;  después,  el  foco  de  fanatismos 
contrarios  que  en  las  Cortes  de  Cádiz  se  desarrollaron.  Nadie 
podía  permanecer  indiferente  á  las  atracciones  que  sobre 
cada  conciencia  ejercían  la  propia  convicción  y  el  común  es- 
timulo. 

Encerrada  la  Gaceta  en  la  serenidad  de  su  propia  mode- 
ración, no  podía  ofrecer,  ni  á  la  expectación  pública,  ni  al 
interés  de  cada  cual,  más  vínculo  de  simpatía  que  el  de  las 
noticias  de  la  guerra,  que  todos  recibían  con  sentimiento 
igual  y  uniforme,  y  la  curiosidad  de  conocer  las  resoluciones 
generales  gubernativas,  que  reflejaban  sobre  todo  interés  y 
todo  derecho.  La  multitud  de  periódicos  que  con  la  libertad 
discernida  se  había  lanzado  al  vértigo  de  la  publicidad  y  se 
había  apropiado  todos  los  elementos  de  que  ésta  y  la  opinión 
se  nutren,  hacía  que  apareciesen  lánguidas  y  desmayadas 
hasta  las  noticias  del  extranjero,  de  que  anteriormente  las 
Gacetas  se  alimentaban  y  se  hacían  suficientes  á  los  tibios 
anhelos  de  la  curiosidad.  Todas  las  publicaciones  de  iniciati- 
va y  de  industria  particular  establecían  la  más  ruda  compe- 
tencia contra  el  periódico  del  Gobierno,  y,  como  si  esto  no 
fuese  bastante,  ó  para  arruinarlo,  ó  para  hostigarle  á  trans- 
formar su  misión,  no  sólo  las  Cortes  con  su  Diario  privativo 
le  restaba  lectores  apasionados  y  suscriptores  ubérrimos,  sino 
que  cada  dependencia  del  Estado  aguzaba  los  pretextos  que 
justificaran  la  epidémica  aspiración  á  individualizarse  por 
una  publicación  periódica  propia.  El  Ministerio  de  la  Gober- 
nación del  Reino  fué  el  primero  en  echar  la  base  de  estas  sub- 
divisiones de  acción,  y  en  San  Fernando,  el  1."  de  Diciembre 
de  1813,  la  Regencia  dispuso  la  publicación,  por  cuenta  del 
Estado,  del  Correo  politico-economico  de  la  Península  é  Islas 
adyacentes,  que,  teniendo  por  objeto  ilustrar  la  Nación  y  sos- 
tener y  dirigir  el  espíritu  público,  dando  á  conocer  el  estado 
político-económico  de  las  provincias,  se  puso  bajo  la  dirección 
de  D.  Antonio  López  de  La-Nuza,  con  15.000  reales  de  sueldo, 
nombrando  sus  redactores,  con  10.000,  á  D.  Bernabé  García 
y  al  capitán  D.  Cristóbal  de  Beña. 

Aunque  por  orden  de  la  Regencia  de  23  de  Junio  de  1S13, 
expedida  en  Cádiz,  se  suprimieron  todos  los  periódicos  que 
en  las  provincias  se  publicaban  desde  1808  por  las  autorida- 
des establecidas  en  las  provincias  libres,  la  opinión  se  había 
acostumbrado  á  tener  sus  periódicos  propios  por  todas  partes, 
y  los  escritores  que  se  habían  visto  por  vez  primera  generosa- 


—  140  - 

mente  recompensados  a  costa  de  los  fondos  de  las  Juntas,  no 
se  resignaban  á  renunciar  á  la  opima  adehala.  Daza  y  Guz- 
mán,  que  con  Alzaibar  de  la  Puente  y  con  D.  Julián  de  Vi- 
llalba  había  publicado  en  Cádiz  EL  Redactor  General,  escribía 
que  no  había  en  aquella  ciudad  una  calle  que  no  tuviera  una 
imprenta  y  un  periódico;  con  que  aquello  era  una  o'la  de  gri- 
llos; y  desde  que  la  libertad  de  imprenta  se  erigió  en  principio 
constitucional,  por  donde  quiera  salían  periódicos  como  hon- 
gos. Solamente  en  1813,  D.  Pedro  Nolasco  Martín  fundaba  en 
Málaga  su  Minerca  Constitucional;  en  la  Coruña,  D.  Antonio 
de  la  Peña  y  D.  Marcelino  Caloro  y  Portocarrero  El  Ciuda- 
dano de  la  Nación;  D.  Antonio  Brusi  en  Vich,  El  Patriota 
Ausonense ,  y  Gacetas  de  Valladolid,  Guadalajara,  Sala- 
manca, D.  Antonio  María  Peón  y  Heredia,  D.  José  de  Castro 

y  González,  D.  Francisco  Prieto  de  Torres y  ¡un  diluvio 

de  otros  periódicos  por  todas  las  provincias! 

Todos  estos  eran  elementos  contrarios  á  la  Gaceta  de 
Madrid,  que,  perdida  su  pasada  popularidad,  no  había  de  reco- 
brarla, después  de  pasar  por  otro  largo  periodo  de  monopolio 
exclusivo  del  Estado,  sin  que  sufriera  una  transformación 
fundamental  en  la  misión  política  á  que  obedecía  su  existen- 
cia. En  este  camino  ya  la  inclinaba  la  Regencia  del  Reino, 
apenas  se  restituyó  á  Madrid  en  1814,  y  su  decreto,  dirigido 
al  Ministro  de  la  Gobernación  en  14  de  Enero  y  firmado  por 
su  Secretario  D.  José  de  Luyando,  en  medio  de  sus  disposi- 
ciones preceptivas  para  que  á  la  Gaceta  se  remitieran  para 
su  inserción  copias  de  todos  los  Decretos  y  resoluciones  de 
Gobierno,  y  todos  los  nombramientos  de  carácter  oficial, 
ponía  de  relieve  el  aspecto  único  que  había  de  perpetuar  la 
conveniencia  y  utilidad  de  su  servicio. 


XV 


El  período  intermedio  para  esta  evolución  vino  á  carac- 
terizarlo con  sus  tendencias  retroactivas  la  reacción  de  1814 
y  todo  el  reinado  de  Fernando  Vil  que  se  siguió.  No  importa 
que  lo  interrumpiera  la  situación  revolucionaria  que  se  creó 
desde  1820  á  1823.  Aquel  movimiento  fué  un  paréntesis.  Luego 
que  se  superó  su  peligrosa  violencia,  todo  quedó  como  estaba 


-  141  — 

después  dé  1814,  y  como  se  dilató  hasta  la  muerte  del  Mo- 
narca. 

Aunque  el  decreto  prohibiendo  la  publicación  de  todos  los 
periódicos,  menos  la  (Jaccta  y  el  Diario  de  Madrid,  no  se 
expidió  en  Palacio  hasta  el  25  de  Abril  de  1815,  el  7  de  Mayo 
del  año  anterior  dejaron  de  publicarse  El  Universal,  de  Ayta; 
El  Conciso,  de  Pérez  Ramajo;  La  Abeja  Madrileña,  de  Gallar- 
do; El  Tribuno  del  Pueblo  Español,  y  los  demás  que  con  ideas 
más  ó  menos  exaltadas  en  favor  de  la  reforma  constitucional 
habían  venido  de  Cádiz  á  implantar  en  Madrid  su  palenque 
para  la  lucha.  El  periódico  ministerial  con  que  el  nuevo  Mi- 
nisterio de  la  Gobernación  quiso  favorecer  á  La-Nuza  y  Beña, 
el  Mercurio  Español,  que  intentó  Peñalver,  y  el  Correo  Gene- 
ral, que  se  consintió  fundar  á  D.  Francisco  Xavier  Pérez,  an- 
tiguo archivero  del  Real  Patronato  y  prisionero  de  la  guerra 
de  la  Independencia  en  los  depósitos  de  Dijon,  para  que  tuviera 
con  qué  subsistir,  apenas  pudieron  tirar  entre  la  indiferencia 
de  la  opinión  acobardada  hasta  los  principios  de  Agosto,  y  el 
último  hasta  Octubre;  y  las  intemperancias  de  El  Procurador 
general  del  Re;/  y  de  la  Nación,  del  presbítero  D.  Francisco 
José  Molle,  cuyas  indiscreciones  llegaron  á  molestar  al  Rey 
tanto  ó  más  que  las  amenazas  de  los  heraldos  de  la  revolu- 
ción, fueron  los  que,  después  de  las  amonestaciones  que  man- 
dó dar  á  este  escritor  el  10  de  Abril,  le  determinaron  á  la  re- 
solución violenta  del  decreto  del  día  25,  cansado  así  de  su  pe- 
riódico, como  de  La  Atalaya  de  la  Mancha,  y  de  los  demás 
que  aparecían  con  análogo  sentido  político.  Vinieron  tras  las 
prohibiciones  con  que  las  Autoridades  de  las  provincias  tu- 
vieron que  proceder  á  la  obediencia,  reclamaciones  infinitas, 
y  muchos  creyeron  que  el  mandato  de  suspensión  á  que  se  les 
conminaba  obedecía  á  circunstancias  locales,  que  acaso  en 
Madrid  se  desconocían:  por  ejemplo,  el  director  del  Diario  y 
de  la  Gaceta  de  Valencia,  D.  Luis  Monfort,  capellán  de  San 
Pedro  el  Real  de  Madrid,  cuando  el  Capitán  General  de  aquel 
Reino  D.  Xavier  Elio  le  comunicó  la  orden,  la  atribuyó  á  ha- 
ber insertado  en  uno  y  otro  periódico  un  artículo  del  Journal 
des  Debats,  de  París,  sobre  las  insurrecciones  de  Méjico,  y  se 
dirigió  al  Infante  D.  Carlos  María  Isidro  para  que  interpusie- 
ra en  su  favor  su  influjo  con  el  Rey  su  hermano  y  se  le  per- 
mitiera proseguir  su  publicación;  D.  Manuel  Freyre  de  Cas- 
tilla, «diputado  que  fué  por  su  desgracia  de  las  Cortes  Extra- 
ordinarias, aunque  con  una  fidelidad  notoria»,  y  que  después- 


—  142  - 

de  haber  escrito  en  varios  periódicos  de  Cádiz,  redactaba  en 
su  país  La  Estafeta  de  Santiago,  cuando  el  General  Basse- 
court,  le  transmitió  la  misma  orden,  acudió  al  Rey  mismo  en 
lacrimosa  instancia,  representando  que  en  su  periódico  no  in- 
fluía «el  Mariscal  de  Campo  Taboada,  fomentador,  antes  de 
ahora,  de  los  papeles  mas  perversos  y  que  destinado  por  el 
General  Lacy  con  tropas  que  le  dirigió  después  de  la  feliz  en- 
trada de  V.  M.,  á  sostener  la  Constitución,  desautorizando  al 
coronel  Pezzi,  que  se  habia  declarado  por  V.  M.»  Y  en  esta 
misma  disposición  se  explicaron,  pidiendo  misericordia  para 
conservar  la  existencia  de  los  periódicos  que  dirigían,  Fray 
José  Ventui  y  D.  Francisco  Cabrera  de  El  Sensato  del  mismo 
Santiago  de  Galicia,  D.  Joaquín  Escrich  del  Diario  de  Zara- 
goza, D.  José  Moranta,  capellán  del  Ejército,  del  Correo  de 
Valladolid,  D.  Juan  Chacón,  predicador  de  S.M.,  y  D.  Anto- 
nio García,  del  Diario  exacto  de  ¡a  Córtala,  y  otros  muchos 
que  harían  fatigosa  su  enumeración. 

Pero  ¿quedó  por  eso  la  Gaceta  de  Madrid  en  la  situación 
exclusiva  que  tenia  en  los  tiempos  de  sus  prósperos  monopo- 
lios? Cuando  menos  la  asediaban  de  continuo  dos  enemigos 
peligrosos:  por  una  parte,  el  fraude;  por  otra,  los  rivales  clan- 
destinos. El  impresor  D.  Ramón  Howe,  inglés  de  nacionali- 
dad, pero  establecido  en  Cádiz,  reimprimía  con  el  mayor  des- 
caro la  Gaceta  de  Madrid.  Por  Real  orden  de  1."  de  Octubre 
de  1814  se  prohibieron  todas  las  reimpresiones  en  provincia, 
pues  el  Privilegio  de  la  Imprenta  Real  tenia  por  objeto:  pri- 
mero, que  no  se  adulterase  en  las  reimpresiones  el  espíritu  de 
las  resoluciones  Peales  y  demás  noticias  interesantes  que  en 
ella  se  insertaban;  segundo,  sostener  con  su  producto  la  Im- 
prenta Real  y  cumplir  sus  obligaciones.  El  cónsul  británico 
en  Cádiz  llamóla  atención  de  Howe,  y  éste  no  reimprimió  más; 
pero  continuáronse  reimprimiendo  fraudulentamente  para  las 
exportaciones  á  América  por  el  impresor  de  la  misma  ciudad 
D.  Nicolás  Gómez  de  Requena,  en  la  calle  de  las  Tablas,  el  cual 
se  titulaba  Impresor  del  Gobierno,  por  la  Imprenta  de  Hércu- 
les, á  cargo  de  D.  A  P.  de  Celis,  y  por  la  imprenta  de  la  Viuda 
de  Perín  en  San  Fernando.  Acerca  de  los  periódicos  clandesti- 
nos, el  Gobernador  militar  de  Cartagena,  D.  Pedro  Ruiz  Ma- 
teos, en  2  de  Julio  de  1814,  comunicaba  al  Duque  del  Infanta- 
do, Presidente  del  Consejo  de  Castilla,  que  por  aquel  puerto 
furtivamente  se  introducía  por  los  buques  que  llegaban  de  Gi- 
braltar  el  periódico  sediciosísimo  La  Abeja,  que  antes  de  la 


—  143  — 

-venida  del  Rey  se  publicaba  en  Madrid,  enardeciendo  las  pa- 
siones revolucionarias,  y  que  se  seguía  publicando  en  Gi- 
braltar,  «con  la  saña  propia  de  su  espíritu  de  partido  y  de 
venganza».  Aunque  se  tomaron  medidas  para  vigilar  los  bar- 
bos, las  mercancías  y  los  tripulantes,  nada  se  lograba,  pues 
la  propaganda  revolucionaria  se  hacia  por  los  contrabandis- 
tas del  campo  de  Gibraltar,  por  la  frontera  extremeña  de  Por- 
tugal, por  los  puertos  de  Galicia  que  con  frecuencia  visitaban 
■ó  servían  de  amparo  á  los  buques  ingleses,  y  por  todos  los 
pasos  francos  y  puertos  del  Pirineo. 

El  Rey  puso  esmerado  empeño  en  devolver  á  la  Gaceta  de 
Madrid  la  prosperidad  que  había  perdido  durante  la  larga 
crisis  de  la  guerra,  en  los  momentos  en  que  el  entusiasmo  de 
su  restitución  al  trono  producía  el  delirio  en  la  parte  más  nu- 
merosa de  la  opinión,  pues  el  partido  reformista  aun  era  una 
exigua  minoría  militante,  con  sólo  el  capítulo  en  que  se 
detallaban  los  donativos  públicos  al  Rey;  las  hojas  particula- 
res de  los  servicios  ó  de  los  sufrimientos  durante  la  domina- 
ción de  los  franceses;  las  arengas  de  congratulación  de  todas 
las  poblaciones,  grandes  y  chicas,  y  de  todas  las  corporacio- 
nes del  Estado;  la  descripción  de  las  fiestas  y  de  los  regocijos 
con  que  por  toda  la  extensión  de  la  Monarquía  se  celebraba 
la  efeméride  de  la  emancipación  y  del  rescate,  y  otros  actos 
de  esta  naturaleza,  que  por  mucho  tiempo  llenaron  sendas 
páginas  del  periódico  oficial,  prestábase  aliciente  bastante 
para  despertar  la  codicia  de  adquirirle  y  conservarle,  con 
tanto  mayor  motivo,  cuanto  que,  una  vez  obtenida  la  inser- 
ción de  ciertos  documentos,  .con  ellos  se  acompañaban  des- 
pués las  solicitudes  de  honores,  de  empleos  y  de  recompensas, 
fiando  á  la  certificación  pública  de  la  Gaceta  el  testimonio  en 
los  merecimientos  contraídos. 

El  Rey  había  conservado  en  la  Dirección  de  la  Gaceta  á 
D.  Eugenio  de  Tapia,  de  cuyos  méritos  literarios  no  cabía 
dudar,  y  que  en  18  de  Febrero  de  1814  había  recibido  en 
Madrid  la  confirmación  de  su  empleo.  Tuvo  émulos :  se  le 
acusó  de  conspirador  y  se  le  formó  un  proceso,  durante  cuya 
sustanciación,  suspendido  de  su  cargo,  estuvo  en  él  sustituido 
con  el  redactor  segundo  Chimioni;  pero  habiéndosele  decla- 
rado inocente  en  la  causa  que  se  le  formó,  por  decreto  de 
14  de  Agosto  de  1815,  al  sacarle  de  las  Cárceles  del  Santo  Ofi- 
cio, donde  había  estado  preso  desde  el  23  de  Noviembre 
del  año  anterior,  mandó  Fernando  Vil  que  continuase  en  su 


-  144  — 

destino.  Dorante  esta  suspensión,  el  13  de  Diciembre  elevó- 
instancia  á  S.  M.,  solicitando  su  vacante,  D  Vicente  García 
Censor,  cura  castrense  y  penitenciario  de  los  Reales  Hospita- 
les de  esta  corte.  La  redacción  se  hallaba  constituida  el  14  de 
Agosto  de  1815  de  la  manera  siguiente:  —  Redactor  primero;, 
ó  director,  con  20.000  reales  de  sueldo  anual,  D.  Eugenio  de- 
Tapia;  redactor  segundo,  con  12.000,  D.  Ramón  de  Chimioni; 
oficial  primero  de  la  redacción,  D.  Ignacio  Corcuera,  con 
9.750,  y  oficial  segundo,  D.  Manuel  López  Ramajo,  el  redac- 
tor también  de  El  Conciso  de  Sánchez  Barbero  en  Cádiz  y  en 
Madrid,  con  6.600.  También  fué  acusado  de  conspiración  en 
Diciembre  de  aquel  año,  y  se  le  mandó  salir  desterrado  de  la 
corte;  pero  en  la  Gaceta  se  le  continuó  el  sueldo  y  se  le  con-1 
servó  el  puesto.  El  oficial  revisor  de  la  Gaceta  en  el  Ministe- 
rio de  Estado  fué  D.  Luis  Viérgol,  y  el  Subdelegado  de  Im- 
prentas D.  Juan  Pérez  Villaamil. 

En  la  Imprenta  Real  colocó  el  Rey  en  1814,  con  el  empleo 
de  contador- interventor,  un  funcionario  de  su  absoluta  con- 
fianza personal,  que  en  su  carrera  había  prestado  servicio» 
singulares,  y  cuyo  apellido,  ya  en  los  altos  cargos  de  la  admi- 
nistración, ya  en  la  jefatura  de  su  redacción,  llena  casi  ente- 
ras tres  cuartas  partes  del  siglo  XIX.  Llamábase  D.  Ramón 
de  Navarrete  y  Villaamil.  Era  natural  de  Oviedo.  En  1802 
entró  en  el  cuerpo  de  Guardias  de  Corps,  y  fué  de  los  que, 
siendo  Principe  de  Asturias  el  Rey  Fernando  Vil,  admitió  á 
la  familiaridad  de  su  cuarto.  Tomó  parte  en  los  acontecimien- 
tos de  Aranjuez  en  los  días  17,  18  y  19  de  Marzo  de  1808.  Eü 
Abril  del  mismo  año  acompañó  al  Rey,  con  la  compañía  de 
que  formaba  parte  y  en  la  guarda  de  su  Real  persona,  hasta 
Tolosa,  cuando  Fernando  VII,  por  las  instancias  del  General 
Savary,  salió  á  recibir  al  Emperador  Napoleón,  de  quien 
quedó  en  Bayona  cautivo.  Reunido  después  del  Dos  de  Mayo 
y  de  la  declaración  de  la  guerra  al  Ejército  de  Castilla  la  Vie- 
ja, sufrió  las  penalidades  y  los  riesgos  de  las  desgraciadas 
batallas  del  puente  de  Cabezón  y  de  Rio  Seco,  sirviendo  en  el 
arma  de  Caballería,  siendo  en  una  y  otra  tal  el  arrojo  de  su 
escuadrón,  que  todo  él  fué  condecorado  con  el  Escudo  de  dis- 
tinción. Hallóse  después  en  la  retirada  de  León;  en  los  ata- 
ques de  Logroño,  y  agregado  al  Ejército  del  Centro,  hizo  las 
entradas  de  Navarra  y  Cuenca  hasta  la  Mancha;  asistió  á  la 
sorpresa  de  Yébenes,  á  la  batalla  de  Ciudad  Real  yá  la  acción 
de  Santa  Cruz  de  Múdela  en  Marzo  de  1809.  Bajo  el  mando 


—  145  — 

inmediato  y  glorioso  del  Duque  de  Alburquerque,  contribuyó 
con  su  espada  á  coger  los  laureles  marciales  de  Talavera  los 
días  27  y  28  de  Julio  siguiente,  llevando  para  siempre  en  su 
pecho  el  recuerdo  de  aquellas  ilustres  jornadas  con  la  Cruz  de 
distinción.  Y  después  de  la  retirada  del  Puente  del  Arzobispo 
y  de  las  acciones  de  vario  éxito  en  Herencia,  Villafranca, 
Camuñas  y  Mora,  fué  desesperado  actor  y  desconsolado  tes- 
tigo del  desastre  de  Ocaña,  la  tarde  aciaga  del  18  de  Noviem- 
bre, infligido  por  el  mismo  Rey  José  al  inepto  D.  Carlos  de 
Arizaga.  Tras  el  encuentro  de  Villalta,  libró  la  áspera  retira- 
da por  la  serranía  de  Ronda  hasta  Cádiz  y  la  isla  de  León,  en 
donde  le  fué  grato  prestar  todo  el  servicio  que  le  correspondió 
al  frente  del  enemigo.  El  término  de  la  guerra  le  halló  de  ca- 
dete de  su  cuerpo  originario,  las  Guardias  de  Corps,  y  gra- 
duado Teniente  Coronel  del  arma  de  Caballería.  Fernando  Vil 
le  hizo  nombrar  contador-  interventor  de  la  Imprenta  Real,  y 
con  el  subdelegado  Pérez  Villaamil,  su  pariente,  y  el  redactor 
Chimioni,  recibió  el  encargo  de  formar  un  plan  para  hacer  la 
Gaceta  diaria. 

Obstáculos  económicos  que  no  fué  dado  vencer  por  algún 
tiempo  impidieron  por  entonces  esta  reforma,  que  no  se  llevó 
á  cabo  hasta  el  1."  de  Julio  de  1820,  en  que  también  el  tamaño 
ya  secular  de  0°\169X  0m,109  que  tuvo  desde  1621  hasta  el  1.° 
de  Marzo  de  1809,  y  de  0°\172  X  0M 16  que  se  le  dio  desde  12 
de  Mayo  de  1814,  se  trocó  en  0"\274  X0m480,  que  con  poca 
diferencia  conservó  ya  casi  continuamente  hasta  1834.  Al  ve- 
rificarse estas  dos  reformas  tan  importantes,  Navarrete  se 
hallaba,  aunque  interinamente,  no  sólo  como  Director  de  la 
Imprenta  Real,  sino  hasta  virtualmente  de  la  misma  Ga- 
ceta. 

Antes  de  los  acontecimientos  políticos  que  emanaron  de 
la  sublevación  del  General  D.  Rafael  del  Riego  en  las  Cabe- 
zas de  San  Juan,  la  Gaceta,  á  la  que  habían  dado  mucha  im- 
portancia las  noticias  que  comunicaba  sobre  las  revoluciones 
de  América,  había  pasado  en  su  régimen  interno  por  varias 
vicisitudes.  Durante  algún  tiempo,  y  hasta  que  pasó  á  pres- 
tar sus  servicios  de  oficial  en  la  primera  Secretaría  de  Esta- 
do, estuvo  agregado  á  su  redacción  el  ilustre  poeta  D.  Juan 
Bautista  Arriaza,  ya  secretario  honorario  de  S.  M.  y  Mayor- 
domo de  Semana.  A  mediados  de  Noviembre  de  1818  murió 
el  redactor  segundo  D.  Ramón  Chimioni,  y  á  principios  de 
Enero  de  1819  el  oficial  de  la  redacción  D.  Ignacio  Corcuera. 

10 


—  146  — 

Pretendieron  la  plaza  del  primero  D.  José  Joaquín  de  Mora, 
que,  de  soldado  voluntario,  para  las  que  se  alistó  en  las  jor- 
nadas de  las  batallas  patrias,  había  alcanzado  el  grado  de 
Alférez  de  Caballería,  y  que,  alumno  de  las  aulas  de  Grana- 
da, decoraba  su  nombre  con  los  laureles  del  Parnaso,  y  á 
quien  en  Enero  de  1817  se  le  había  concedido  licencia  para 
publicar  un  periódico  titulado  Crónica  científica  y  literaria; 
el  Bibliotecario  de  S.  M.,  Académico  de  las  Reales  Acade- 
mias Española  y  de  la  Historia,  y  reputado  helenista  y  ara- 
bista, D.  Juan  Antonio  Conde;  otro  oficial  de  la  Biblioteca 
de  S.  M.,  D.  Carlos  Bosch  y  Mata;  el  oficial  de  la  redacción 
del  Mercurio,  D.  Juan  Martínez  Marina;  D.  Salvador  Ma- 
ría Granes;  D.  Luis  de  Mata  y  Araujo,  Catedrático  de  Retó- 
rica y  Poética  de  los  Caballeros  Pajes  de  la  Real  Casa;  Don 
Manuel  Arrieta,  y  D.  Félix  Miguel  Sánchez,  maestro  de  len- 
gua francesa.  La  plaza,  sin  embargo,  se  otorgó  el  17  de  No- 
viembre á  D.  Pedro  Cossío,  Abogado  y  Catedrático  de  la  Uni- 
versidad de  Granada.  A  la  vacante  de  oficial  sólo  se  presen- 
taron el  presbítero  D.  Vicente  García  Censor  y  los  mencio- 
nados Mora  y  Mata  y  Araujo.  Tampoco  se  les  concedió,  sino 
al  joven  abogado  andaluz,  natural  del  Castaño  de  Robledo, 
en  la  provincia  de  Sevilla,  D.  Manuel  de  Arrieta,  que  había 
pretendido  el  puesto  de  Chimioni.  Arriaza,  en  el  Ministerio 
de  Estado,  de  agregado  á  la  redacción  de  la  Gaceta,  pasó  á 
ser  su  revisor. 

Atravesaba  la  Gaceta  la  situación  incierta  que  precede  á 
toda  revolución.  En  Madrid  se  había  abierto  un  poco  la  mano 
á  D.  Francisco  Javier  de  Burgos,  que,  después  de  publicar 
algunos  volúmenes  de  discretos  Frutos  literarios,  había  ob- 
tenido licencia  para  dar  á  luz  periódicamente  una  Miscelá- 
nea de  comercio,  artes  y  literatura.  En  Cádiz,  desde  Agosto 
de  1818,  salía  ya  el  Diario  Mercantil,  de  D.  José  Guazque;  y 
en  Bilbao,  desde  Septiembre  del  mismo  año,  el  Correo  Co- 
mercial, de  D.  Pedro  Antonio  de  Azpreiz.  Pero  todas  las 
Autoridades  superiores  de  fronteras  advertían  que  penetra- 
ban en  la  Península  muchos  periódicos  sediciosos  y  clandes- 
tinos del  extranjero,  y  las  del  Campo  de  Gibraltar  tenían 
averiguado  que  las  impresiones  clandestinas  para  la  revolu- 
ción las  hacía  en  aquella  plaza  D.  Francisco  Mestas,  en  la 
casa-domicilio  de  D.  José  Moreno  Guerra,  refugiado  político, 
y  que  las  redactaban  el  mismo  Moreno  Guerra  y  D.  Francis- 
co Caravallo.  La  prensa  de  Londres  hacía  la  causa  de  los 


—  147  - 

separatistas  americanos  é  infamaba  cuanto  podía  el  nombre 
del  rey  Fernando  VII,  y  éste  hizo  que  el  Conde  de  Fernán- 
Núñez,  nuestro  Embajador  en  París,  se  concertase  con  Don 
Juan  Antonio  Melón  para  que  fuera  á  la  capital  de  las  Islas 
Británicas  á  promover  la  publicación  de  un  periódico  que  le 
defendiera,  transigiendo  un  poco  con  las  ideas  liberales  de 
los  que  en  Londres  podían  prestarse  á  su  redacción. 

En  estos  manejos  se  andaba  cuando  el  1.°  de  Enero  de  1820 
ocurrió  el  pronunciamiento  de  las  tropas  destinadas  á  la  ex- 
pedición para  pacificar  las  provincias  del  Rio  de  la  Plata,  y 
á  cuya  cabeza  se  puso  el  General  Riego,  proclamando  el  ré- 
gimen constitucional.  Era  inevitable  que  un  cambio  político 
tan  profundo  como  el  que  de  aquí  provino  ejerciese  un  influjo 
inmediato  en  la  organización  interior  de  la  Gaceta  y  en  su  pro- 
pia exteriorización,  y  á  plazo  más  remoto  en  toda  su  misión 
política  y  en  toda  su  estructura  literaria.  D.  Eugenio  de  Ta- 
pia, por  decreto  de  25  de  Marzo  de  1820,  fué  nombrado  Direc- 
tor de  la  Imprenta  Nacional,  con  el  encargo  de  continuar 
desempeñando  el  de  la  Gaceta,  que  tenía  desde  1812  por 
decreto  de  la  Regencia.  Pero  habiendo  sido  designado  Dipu- 
tado para  las  Cortes  de  1820  á  1821,  tuvo  que  suspendérsele 
en  el  ejercicio  de  sus  dos  destinos,  en  conformidad  con  el  de- 
creto de  Cortes  de  4  de  Diciembre  de  1810.  A  consecuencia 
de  esta  determinación,  en  17  de  Junio  del  mismo  año,  D.  Ra- 
món de  Navarrete  y  Villaarail,  conservando  su  destino  de 
conservador-interventor,  fué  nombrado  interinamente  para 
los  cargos  que  Tapia  dejaba  en  suspenso,  aunque  éste  había 
propuesto  al  Ministro  de  Estado,  D.  Evaristo  Pérez  de  Cas- 
tro, que  el  que  le  sustituyera  en  ellos  fuese  D.  Manuel  Pérez 
Ramajo.  Navarrete  recibió  su  nombramiento  de  Director- 
Contador  sin  más  nota  que  la  siguiente:  «Prevengo  á  Vm.  que 
en  los  papeles  que  se  impriman  bajo  su  dirección  ponga  el 
nombre  de  Imprenta  Nacional,  según  se  practicó  en  1812.)) 
En  20  de  Mayo  se  nombró  oficial  auxiliar  á  D.  Fermín 
March,  por  haber  dimitido  el  mismo  cargo  D.  Jacobo  Vila- 
nova,  que  no  aceptó  el  nombramiento,  y  á  propuesta  de  Na- 
varrete, el  15  de  Julio  se  nombró  taquígrafo  de  la  Redacción, 
para  que  en  la  Gaceta  se  insertase  el  extracto  diario  de  las 
sesiones  de  Cortes,  á  D.  Sebastián  Esteban  Vela,  con  12.000 
reales  de  sueldo;  de  modo  que  al  ejecutarse  en  la  Gacela  la 
reforma  de  su  tamaño  y  al  convertirle  en  diario,  su  Redac- 
ción era  la  siguiente: 


—  148  — 


Sueldos. 


Director -Redactor  primero:  (titular),  Don 
Eugenio  de  Tapia,  Diputado  a  Cortes;  (in- 
terino),  D.    Ramón  de  Navarrete  y  Vi- 

llaamil El  de  Contador 

Redactor  primero ,  D.  Manuel  Ramajo 18.000  reales. 

Redactor  segundo,  D.  Pedro  Antonio  Cossío, 

Diputado  á  Cortes En  suspenso. 

Redactor  tercero,  D.  Manual  María  Arrieta  .  15.000  reales- 

Oficiales  auxil iares:  D.  Sebastián  Andrés. . .  12.000     — 

D.  José  Serralde 12.000     — 

D.  Fermín  Maich 12.000     — 

D.  Ignacio  Navarro 12.000     — 

D.  Manuel  Merino 12.000     — 

D.  Mariano  Adán 12.000     — 

Taquígrafo,  D.  Sebastián  E.  Vela 12.000     — 


A  esta  nómina  se  añadieron,  también  á  propuesta  de  Nava- 
rrete, los  sueldos  de  dos  correctores  para  la  Gaceta,  los  de- 
cretos y  el  Diario  de  Cortes,  que  fueron  D.  Nicolás  Flórez, 
abogado,  y  D.  Marcelino  Magro,  profesor  de  Humanidades 
en  Tudela,  cada  uno  con  9  000  reales.  El  nombramiento  de 
D.  José  Serralde,  oficial  auxiliar  segundo  de  la  Redacción,  se 
hizo  por  la  recomendación  expresa  del  General  Riego,  por 
haber  sido  el  que  le  escribió  sus  proclamas.  Serralde,  des- 
de 1797,  había  desempeñado  el  cargo  de  Vicecónsul  en  Bayo- 
na, y  lo  sirvió  hasta  1804,  en  que  fué  trasladado  á  Marsella. 
Se  adhirió  al  partido  de  los  afrancesados;  pero  habiendo  que- 
dado cesante  en  1811,  entró  de  secretario  particular  al  servi- 
cio de  Mr.  Faipoult,  Director  del  Tesoro  público  durante  el 
régimen  del  rey  José  Bonaparte,  que  lo  nombró  oficial  de 
este  departamento,  con  18.000  reales  de  sueldo.  Emigrado 
en  1813,  volvió  á  España  en  1818,  y  se  colocó  en  Sevilla  en 
la  Compañía  del  Guadalquivir.  En  Sevilla  conspiró  para  el 
restablecimiento  del  régimen  constitucional,  y  en  sus  cáma- 
ras masónicas  adquirió  su  amistad  con  Riego. 


-  149  — 


XVI 


La  guerra  tácita  que  se  declaró  á  la  Gaceta  del  Gobierno, 
cuyo  titulo  había  tomado  la  de  Madrid,  por  la  ambiciosa 
competencia  que  resultó  inmediatamente  del  turbión  de  pe- 
riódicos de  combate  que  cayó  sobre  la  arena,  bien  exigía 
cuantos  cuidados  se  tomaran  y  cuantos  auxilios  se  imagina- 
sen para  salvar  su  existencia.  Por  un  decreto  de  14  de  Agosto 
de  1814  se  había  prohibido  que  en  los  periódicos  de  Madrid 
se  reprodujeran  las  noticias  oficiales  de  la  Gaceta.  El  interés 
privado  no  se  contuvo  en  la  corrupción  de  este  mandato,  sino 
que  aspiró  á  interponer  los  influjos  de  los  fanatismos  secta- 
rios para  obtenerlos  con  preferencia  de  los  Ministros  y  anti- 
ciparse en  su  publicación  á  ella.  D.  Pedro  Sánchez  Trapero, 
que,  además  de  miliciano  voluntario  de  caballería,  era  editor 
de  un  nuevo  Diario  de  Madrid ,  se  quejaba  al  Ministro  de  la 
Gobernación,  Felíu,  de  que  todavía  se  comunicasen  los  de- 
cretos y  las  resoluciones  oficiales  al  viejo  Diario  y  á  la  Ga- 
ceta, que  eran  unos  serviles,  frase  que  precisamente  Tapia 
había  empleado  por  vez  primera  en  Cádiz,  cuando  colaboró 
en  el  antiguo  Semanario  Patriótico  de  Quintana;  y  Felíu  le 
tuvo  que  contestar  con  un  decreto  de  6  de  Junio  de  1821 ,  en  que 
decía:  «que  las  Autoridades  ó  personas  que  hayan  de  insertar 
cualquier  género  de  anuncios,  son  libres  para  hacerlo  en  el 
periódico  ó  periódicos  que  les  parezca,  sin  que  se  reconozca 
preferencia  alguna  legal  con  unos  respecto  á  otros».  No  era 
esto  lo  que  Sánchez  Trapero  pedía;  pero,  interpretándolo  á  su 
modo,  en  esta  disposición  se  fundaba  para  asaltar  por  noti- 
cias los  Ministerios.  El  ejemplo  de  Sánchez  Trapero  lo  apro- 
vechó D.  Vicente  de  Ayta  para  El  Universal,  y  éste  había  al- 
canzado que  en  el  Ministerio  de  Marina  se  le  facilitase  la 
Gaceta,  de  Caracas,  que  traía  las  noticias  más  interesantes 
de  las  insurrecciones  de  América.  Quejóse  Navarrete  de  que 
El  Universal  se  adelantase  á  la  Gaceta  en  la  publicación  de 
las  disposiciones  oficiales  de  los  Ministerios  y  en  las  noticias 
que  de  ellos  se  comunicaban.  Nueva  circular  del  Ministerio 
de  la  Gobernación  recordando  á  los  otros  la  prohibición  que 
á  este  propósito  se  estableció  en  Cádiz  el  año  1812  para  que 
se  observase. 


—  150  — 

Del  personal  nuevo  que  se  había  introducido  en  la  redac- 
ción de  la  Gaceta  había  que  desconfiar.  En  un  artículo  de- 
Variedades  del  número  correspondiente  al  6  de  Marzo 
de  1821  se  insultaba  al  Emperador  Alejandro  de  Rusia,  del 
que  se  decía  :  (fy  ha  conseguido  el  cetro  por  el  asesinato  de 
su  padree,  asesinato  que,  aunque  justificado,  fué  violento)). 
El  Rey  llamó  sobre  esto  la  atención  del  Marqués  de  Casa- 
Irujo,  y  Casa-Irujo,  en  una  nota  que  pasó  de  su  mano  al  ma- 
yor del  Ministerio  D.  José  de  Anduaga,  después  de  censurar 
este  descuido,  le  añadía:  «El  Sr.  Mayor,  al  revisar  la  Gaceta, 
se  servirá  de  no  aprobar  ningún  artículo  que  sea  insultante  á 
Monarcas  ó  Potencias  extranjeras.  Se  puede  criticar  su  poli- 
tica,  pero  es  indecoroso  é  impolítico  hacerlo  con  injurias,  de 
las  cuales  nunca  debe  usar  el  partido  que  tiene  en  su  favor  la 
razón  y  que  nada  teme».  Inmediatamente,  además,  expidió 
la  Real  orden  siguiente  :  «Habiéndose  notado  que  por  tener 
la  Gacela  el  título  de  Gaceta  del  Gobierno  creen  muchos  que 
cuanto  en  ella  se  contiene  es  emanado  de  dicho  Gobierno,  y 
que  expresa  su  modo  de  ver  en  los  asuntos  ó  noticias  de  que 
trata,  ha  resuelto  S.  M.  que  para  evitar  este  error  tenga  en 
adelante  el  titulo  de  Gaceta  de  Madrid,  debiéndose  anunciar 
en  la  primera  que  salga  con  él  el  motivo  de  esta  mudanza,  y 
que  el  Gobierno  no  responde  ni  se  mezcla  en  la  redacción  de 
otro  articulo  sino  el  que  se  señala  con  el  nombre  de  Articula 
de  oficio)).  D.  Eugenio  de  Tapia,  aunque  suspenso  en  el  ejer- 
cicio de  sus  destinos  en  la  Gaceta,  sintiéndose  molestado  por 
esta  disposición,  hizo  renuncia  del  cargo  de  Redactor;  pero 
no  se  le  admitió  entonces,  ni  hasta  el  15  de  Junio  de  1822,  en 
que  la  repitió. 

Los  cargos  interinos  de  Navarrete  no  cesaron,  restituyén- 
dosele á  su  antigua  Contaduría,  hasta  el  12  de  Noviembre 
de  1822,  en  que  se  nombró  á  Ramajo  redactor  primero,  muy 
afecto  ya  en  Palacio,  no  tanto  por  la  protección  que  se  había 
captado  del  P.  D.  Luis  Picado,  Abad  de  San  Juan  de  la  Peñav 
que  residía  en  Madrid,  sino  por  haber  escrito,  para  censurar 
los  excesos  que  se  cometían  contra  el  Rey,  los  opúsculos  y  pa- 
peles políticos  titulados  Primera  epístola,  Sermón  a  algunos 
Zurria guistas  y  La  sociedad  de  Pekin.  Pero  había  perdido  el 
pobre  en  1821  la  vista  del  ojo  derecho;  se  hallaba  en  peligra 
de  quedar  enteramente  ciego,  y  tuvo  que  renunciar  el  destino. 
El  Rey,  sin  embargo,  hizo  que  para  la  jubilación  se  le  reco- 
nociera el  sueldo  de  22.000  reales.  Antes  de*  retirarse  Ramajo 


—  151  — 

de  la  redacción,  y  habiendo  pasado  á  otros  destinos  Cossío  y 
Arrieta,  aunque  D.  Santiago  de  Usoz  había  recomendado  para 
la  plaza  del  primero  á  D.  Antonio  Gelabert,  licenciado  en 
ambos  Derechos,  se  le  consultó  sobre  candidatos  para  aque- 
llas vacantes.  Ramajo,  en  Informe  de  29  de  Noviembre,  pro- 
puso que  se  corriera  la  escala,  diciendo  de  sus  antiguos  com- 
pañeros: —  «Todos  son  acreedores  por  su  aptitud,  conocimien- 
tos y  demás  circunstancias  á  optar  á  las  mencionadas  vacan- 
tes»; y,  en  electo,  en  17  de  Enero  de  1S23,  los  oficiales  auxilia- 
res D.  Sebastián  Andrés  y  D.  José  Serralde  ocuparon  las 
plazas  de  redactores  que  disfrutaron  Cossio  y  Arrieta:  de 
modo  que  la  redacción  quedó  constituida  por  los  dos  redacto- 
res nuevos  mencionados,  siguiéndoles  por  orden  de  antigüe- 
dad March,  Navarro,  Adán  y  Merino.  El  nombramiento  se 
firmó  por  D.  H.variste  San  Miguel,  y  á  Ramajo,  como  destino 
sedentario,  se  le  dio  la  administración  de  Correos  de  Cartage- 
na. Con  todo,  Ramajo  partió  á  mediados  de  Febrero  para  Se- 
villa, á  fin  de  ponerse  en  cura  para  recobrar  la  vista.  La  re- 
dacción de  la  Gaceta  se  completóel  18  del  mismo  mes  con  el 
nombramiento  de  otros  dos  auxiliares,  D.  Lino  Pacheco,  de  la 
Coruña,  por  los  seroicios  patrióticos  suyos  y  de  su  padre  Don 
Antonio,  y  D.  Antonio  Ferro  y  Caaveyro,  bachiller  en  Filo- 
sofía y  Derecho,  miliciano  voluntario  de  Santiago  de  Galicia. 
Los  juicios  históricos  sobre  el  vertiginoso  período  que 
abraza  nuestro  segundo  periodo  constitucional  todavía  no  se 
escriben  sino  bajo  la  inspiración  de  las  reminiscencias  sec- 
tarias. Arguelles  y  Quintana,  al  querer  justificar  el  triste  cua- 
dro de  aquellos  sucesos,  pretendían  adquirir  el  dictado  de  im- 
parciales, y  solamente  puede  concedérseles  que  eran  espíritus 
convencidos  y  hombres  de  bien.  Pero  la  buena  intención,  lo 
mismo  que  la  ciega  fascinación  de  los  fanatismos  políticos,  no 
sacian  los  escrúpulos  de  la  Historia.  ¡Qué  de  amarguras  deja 
en  el  alma  nacional  la  exploración  de  los  documentos!  La 
jornada  sangrienta  del  7  de  Julio  no  envolvía  únicamente,  por 
los  que  arrancaron  del  Pardo,  un  movimiento  de  interés  sec- 
tario; ni  fué  un  movimiento  de  interés  sectario  la  instalación 
de  la  Regencia  de  Urgel  del  15  de  Agosto  de  1822  que  dio 
entrada  á  las  tropas  del  Duque  de  Angulema  por  los  acuerdos 
del  Congreso  de  Leybac.  En  medio  de  todos  estos  sucesos 
figuran  en  la  cima  eminente  el  perfil  del  Trono  socavado  y  la 
figura  del  Rey  escarnecido,  entre  la  absoluta  impotencia  de 
toda  tentativa  de  autoridad,  de  orden  y  de  gobierno.  Nunca 


—  152  — 

se  han  publicado  estos  tres. documentos  autógrafos  que  se  co- 
pian á  continuación: 

I.  Hoy  2  de  diciembre  de  1821.  —  Querido  Vargas:  Rossi 
me  entregó  la  tuya,  y  me  aprovecho  de  la  salida  del  correo 
Alfaro,  que  es  de  toda  confianza,  para  escribirte  con  la  tinta 
cuya  receta  me  has  enviado,  y  decirte  que  me  aprovecharé  de 
tí,  en  la  primera  ocasión,  que  será  muy  pronto;  pero  entre 
tanto  te  digo  que  esto  va  cada  día  peor,  y  se  pone  de  peor  as- 
pecto. Los  Republicanos  adelantan  descaradamente,  sin  re- 
bozo y  á  pasos  agigantados.  De  todas  partes  envian  represen- 
taciones para  que  se  mude  el  Ministerio,  todas  ellas  á  favor 
del  picaro  Riego.  En  Cádiz  y  Sevilla  ya  no  quieren  obedecer 
al  Gobierno,  ni  recibir  á  las  Autoridades  que  se  envian  allá, 
solo  porque  las  envian  los  actuales  Ministros,  á  los  que  no 
conviene  quitar  ahora,  pues  si  los  revoltosos  consiguieran 
esto,  mañana  se  atreverían  contra  la  familia  Real.  Cree,  Var 
gas  mío,  que  estamos  en  una  situación  muy  crítica  y  lastimo- 
sa, que  presenta  un  porvenir  muy  funesto,  si  Dios  no  se  apia- 
da de  nosotros.  Te  pido  que  se  lo  hagas  saber  a  los  Soberanos 
Extranjeros,  para  que  vengan  á  sacarme  de  la  esclavitud  en 
que  me  hallo,  y  libertarme  del  peligra  que  me  amenaza.  Adiós, 
Vargas  mío:  cree  que  te  ama  de  todo  corazón  y  confía  ente- 
ramente en  tí  tu  verdadero  amigo  —  Fernando. 

II.  Estando  bien  satisfecho  del  laudable  comportamiento 
que  habéis  tenido  en  las  actuales  y  críticas  circunstancias  en 
que  se  encuentra  España,  y  p'or  las  multiplicadas  pruebas  que 
me  tenéis  dadas  de  amor  á  mi  Real  Persona,  he  venido  en 
acreditaros  cerca  de  la  Augusta  Persona  del  Rey  de  las  Dos 
Sicilias  y  cualesquiera  otros  Soberanos  de  Europa,  que  fuere 
necesario,  para  tratar  en  secreto,  ya  sea  con  SS.  MM.  ó  con 
las  Personas  que  os  designasen,  de  mis  intereses  particulares 
y  de  los  de  mi  familia,  con  el  objeto  de  salvar  nuestras  vidas 
y  á  la  Nación  entera  de  la  opresión  en  que  nos  tiene  la  facción 
revolucionaria  que  la  domina;  prometiendo  Yo  por  mi  parte, 
como  prometo  desde  ahora,  ratificar,  ejecutar  y  cumplir  cuan- 
to por  Vos  sea  pedido,  estipulado  y  firmado  en  mi  Real  nom- 
bre. Daréis  puntual  cumplimiento  á  este  mi  Real  Decreto  en 
los  términos  que  tenéis  entendido  por  la  instrucción  separa- 
da .  —  Fernando  .  —  Palacio  de  Madrid  á  16  de  Febrero 
de  1822.  —  A  Don  Antonio  de  Vargas  y  Laguna,  mi  Conseje- 
ro de  Estado  y  Ministro  en  la  corte  de  Roma.  (N.  R.  —  De 
Roma,  tachado.) 


—  153  — 

III.  1.°  de  Marzo  de  1822.  —  Querido  Vargas :  Estoy  muy 
satisfecho  de  todo  cuanto  me  ama  y  hace  por  mi  el  buen  Viejo 
(el  Rey  Fernando  de  Ñapóles,  hermano  de  Carlos  IV,  padre 
de  Fernando  VII)  y  tú  también.  Diselo  de  mi  parte,  con  un 
millón  de  gracias.  Pero  ten  entendido  que  Rossi  (que  ha  sa- 
lido de  aquí  con  licencia  fingida)  te  entregará  un  encarguito 
mió,  el  cual  pondrás  al  instante  en  ejecución,  concillándolo 
<jon  lo  hecho  y  con  lo  que  mas  convenga  para  conseguir  el 
fin;  todo  lo  cual  queda  á  tu  elección  y  prudencia.  —  (Rúbrica 
del  Rey.) 

En  toda  sombra  de  la  Historia,  la  mano  de  Dios  siempre  se 
dibuja.  ¡Aquella  revolución  de  1820,  encendida  apenas  entre- 
abierto en  el  destierro  el  sepulcro  de  los  Reyes  Carlos  IV  y 
María  Luisa,  caídos  en  el  motín  de  Aranjuez,  atizado  por  un 
Principe  heredero  impaciente  de  entrar  en  la  áspera  senda  de 
sus  destinos  soberanos  !  ¡  Aquel  preciso  intermediario,  en  cu- 
yas manos  se  ponía  la  propia  vida  de  un  Monarca,  que  de 
aquel  intermediario  se  había  servido  para  sembrar  en  el  des- 
tierro las  amarguras  de  sus  padres  ancianos  y  desvalidos!.... 
La  Historia  hablará,  y  entretanto  miremos  siempre  dibujarse 
la  mano  de  Dios  en  toda  sombra  de  la  Historia. 

Cuando  abiertas  al  Ejército  del  Duque  de  Angulema  las 
fronteras  de  la  Patria,  el  partido  dominante,  reduciendo  al 
trono  y  al  Monarca  á  una  nueva  cautividad,  se  dispuso  á  en- 
cerrarse otra  vez  en  los  baluartes  de  Andalucía,  donde  se  ha- 
bían salvado  diez  años  antes  la  soberanía  y  la  independencia 
de  España,  extremando  las  medidas  de  una  inútil  previsión, 
dispuso  llevar  consigo  en  la  imponderable  impedimenta  de  su 
expedición  todo  el  material  de  prensas  y  cajas  y  todo  el  per- 
sonal de  la  Imprenta  Nacional  y  de  la  Redacción  de  la  Gaceta 
de  Madrid,  á  fin  de  continuar  la  publicación  del  periódico  ofi- 
cial en  el  punto  donde  las  circunstancias  le  permitieran  fijar 
su  residencia.  Aun  afilando  más  sus  resoluciones,  y  recor- 
dando que  en  Sevilla  debía  encontrarse  el  ya  jubilado  primer 
redactor  D.  Manuel  Ramajo,  con  fecha  del  18  de  Marzo 
de  1823  se  le  dirigió  una  Real  orden  expedida  en  Palacio,  que 
decía:  —  «Al  día  siguiente  de  la  llegada  del  Gobierno  á  Se- 
villa, comenzará  allí  la  Gaceta  Española,  sin  perjuicio  de 
que  la  de  Madrid  continué  los  martes,  jueves  y  sábados, 
mientras  no  varien  las  circunstancias  ó  el  periódico  no  resul- 
te gravoso,  en  cuyo  caso  lo  hará  V.  presente,  oyendo  antes 
sobre  el  particular  el  dictamen  del  Director  de  la  Imprenta 


—  154  — 

Nacional.  »  Ramaje-  contestó  declinando  la  comisión,  y  enton- 
ces se  dispuso  la  salida  de  la  Dirección  en  masa,  á  excepción 
del  tercer  redactor  D.  Fermín  March,  que  se  quedó  en  Ma- 
drid, y  de  D.  Luis  Pacheco  y  D.  Antonio  Ferro  Caaveyro,  los 
nombrados  por  San  Miguel,  que  se  ausentaron  á  Galicia 
cuando  cundió  el  rumor  de  la  aproximación  del  Conde  de  la 
Bisbal. 

La  Redacción  prosiguió  su  viaje  hasta  Cádiz,  donde  llega- 
ron Andrés,  Serralde,  Navarro,  Merino  y  Adán,  y  el  21  de 
Junio,  el  primero  de  éstos,  que  tomó  la  jefatura  interina,  co- 
municó al  Ministro  de  Estado  que  «inmediatamente  que  lle- 
garon á  esta  ciudad,  los  redactores  procuraron  continuar  la 
publicación  de  la  Gaceta,  sin  embargo  de  no  haber  aun  lle- 
gado de  Sevilla  la  Imprenta  Nacional,  ni  su  Director  ni  los 
operarios.» 

Daza  y  Guzmán,  dueño  de  la  imprenta  de  El  Redactor 
general,  ofreció  á  D.  Sebastián  Andrés  generosamente  su 
establecimiento,  donde  comenzó  á  tirarse  la  Gaceta  Españo- 
la, dando  cuenta  de  esta  resolución  al  Ministro  de  Hacienda, 
para  que  les  proveyera  de  fondos.  Como  Andrés  la  de  la 
Gaceta,  Serralde  tomó  la  dirección  de  la  imprenta;  y,  ¡  cosa 
curiosa !,  en  medio  de  la  anárquica  confusión  en  que  en  Cádiz 
vivió  el  Gobierno,  cuya  acción  se  limitaba,  por  absoluta  im- 
potencia para  más,  á  mantener  la  cautividad  del  Rey  Fernan- 
do y  disponer  estérilmente  de  su  firma,  todavía  aquellos  ilu- 
sos redactores  de  la  Gaceta  Española  tuvieron  tiempo  y  hu- 
mor para  redactar  un  reglamento  nuevo,  pues  Serralde  decía 
que  el  reformado  en  Madrid  en  1820,  «  estaba  marcado  con  el 
sello  de  la  irreflexión,  de  la  imprevisión  y  aun  de  la  falta  de 
memoria  de  cosas  de  mucho  bulto  ».  La  disposición  tercera  ar- 
ticulada del  precioso  documento  determinaba  que  «se  autori- 
zaba al  Director  de  la  Imprenta  Nacional  para  que,  en  unión 
del  primer  Redactor  de  la  Gaceta,  adquiriese  por  los  medios 
posibles  todas  las  noticias  capaces  de  dar  mas  interés  á  este 
periódico»;  disposición  superflua ,  entonces  que  en  Cádiz, 
ciertamente,  falsas  ó  verdaderas,  noticiase  impresiones  emo- 
cionantes, nunca  podían  faltar.  De  la  Gaceta  de  Andrés  y 
Serralde  no  hay  más  que  decir,  sino  que,  fundándose  en  que 
«era  bien  público  el  ningún  aprecio  con  que  es  mirada  en  el  dia 
la  Gaceta)),  se  exoneraba  el  12  de  Septiembre  á  D.  Sebastián 
Andrés,  y  que  en  la  misma  fecha  se  nombraba,  «atendiendo 
el  Rey  al  mérito  y  circunstancias  »  que  en  él  concurrían,  pri- 


—  155  — 

mer  redactor  propietario,  con  oficio  de  director,  á  D.  Manuel 
Narganes. 

En  Madrid,  apenas  formada  por  el  Duque  de  Angulema 
la  Regencia,  que  se  compuso  del  Duque  del  Infantado,  del  de 
Montemar,  del  Barón  de  Eróles,  del  Obispo  de  Osma  y  de 
D.  Antonio  Gómez  Calderón,  los  Ministros  D.  José  Aznares 
y  el  Conde  de  Ofalia,  que  lo  eran  de  Gobernación  y  Gracia  y 
Justicia,  se  apresuraron  á  reorganizar  el  servicio  de  la  Gace- 
ta, quedando  el  nuevo  periódico  del  Gobierno  agregado  al 
Ministerio  del  Interior  para  ejercer  sobre  él  mas  asidua  po- 
licía. El  30  de  Mayo  se  expidió  decreto  nombrando  á  D.  José 
Duaso  y  Latre,  capellán  de  honor  de  S.  M  ,  «para  la  direc- 
ción de  la  opinión  pública,  como  jefe  de  la  redacción  de  la 
Gaceta  y  su  primer  redactor,  con  facultad  de  proponer  los 
sujetos  que  bajo  su  dirección  trabajasen  en  este  ramo».  Con- 
servó Duaso  al  antiguo  funcionario  de  la  redacción  D.  José 
María  de  Nieva,  que  recibió  el  nombramiento  de  segundo  re- 
dactor; para  oficial  primero  propuso  á  D.  Antonio  Sanz,  párro- 
co de  Cobertelada,  y  para  oficial  segundo,  á  D.  Francisco  Otin. 
Los  sueldos  que  se  asignaron  fueron  20.000,  12.000,  10.000 
y  6.600  reales  anuales  respectivamente.  El  día  31  apareció  el 
prospecto  de  la  nueva  Gaceta  de  Madrid,  en  el  cual  iba  in- 
cluso su  programa  de  publicación.  Conservaba  el  tamaño  en 
folio  (0m,269  X  0°\180)  que  se  le  había  dado  á  la  antigua  desde 
el  15  de  Abril  último;  constaba  de  dos  hojas,  á  dos  columnas: 
se  vendía  á  tres  cuartos  cada  número,  y  se  dividía  en  tres 
partes:  una  oficial,  otra  de  noticias  extranjeras  y  otra  de 
cuestiones  políticas  y  de  administración.  Sin  embargo,  su 
aparición  quedó  limitada  á  los  martes,  jueves  y  sábados.  El 
primer  número  que  se  publicó  bajo  este  plan  comenzaba,  en  la 
parte  oficial,  con  la  proclama  del  Duque  de  Angulema,  que  al 
fin  y  al  cabo,  como  extranjero,  representaba  un  poder  tan  in- 
vasor é  intruso  como  el  del  Principe  Murat  en  Mayo  de  1808. 
A  esta  proclama  seguía  el  Decreto  de  formación  de  la  Regen- 
cia. Un  decreto  de  7  de  Junio  volvió  á  poner  el  periódico  ofi- 
cial bajo  la  subordinación  ya  secular  del  Ministerio  de  Estado. 

Por  una  Circular  del  día  8  del  mismo  Junio  de  1823,  re- 
solvió la  Regencia  «que  los  decretos,  órdenes  y  resoluciones 
que  emanen  de  los  Ministerios  y  sus  dependencias  y  deban 
publicarse,  se  envíen  exclusivamente  á  la  redacción  de  la 
Gaceta,  á  fin  de  que,  con  la  debida  antelación  á  todos  los 
demás  periódicos,  se  les  dé  en  ella  la  publicidad  correspon- 


—  156  — 

diente».  No  obstante,  en  contradicción  con  este  mandato,  el 
30  de  Junio  se  expidió  otra  á  los  Secretarios  del  Despacho, 
para  que  «á  los  editores  de  El  Restaurador  ó  escribientes 
que  envíen  diariamente  á  las  secretarias,  se  les  den  todas  las 
noticias  que  puedan  contribuir  á  ilustrar  la  opinión  pública, 
debiendo  publicarse  primero  en  la  Gaceta  de  Madrid  los  de- 
cretos y  órdenes  del  Gobierno)).  La  definición  era  clara,  se- 
parando lo  que  eran  noticias  generales  de  lo  que  eran  reso- 
luciones gubernativas;  pero  El  Restaurador,  en  1823,  como 
El  Universal  dos  años  antes,  interpretó  á  su  modo  esta  cir- 
cular, y  los  redactores  de  la  Gaceta  se  vieron  obligados  á 
levantarse  en  queja  ante  el  Ministro  de  Estado,  porque  al  pe- 
riódico político-religioso  se  le  facilitasen  antes  que  á  ella, 
único  papel  reconocido  por  oficial,  las  noticias  que  el  Gobier- 
no recibía.  Esto  demuestra  que  en  la  invasión  y  concurrencia 
del  interés  particular,  aunque  disfrazado  ccn  máscara  de  in- 
terés de  partido,  que  el  periodismo  militante  hacía  contra  el 
órgano  del  Gobierno,  la  misma  era  la  aspiración  á  absorber- 
lo y  destruirlo  en  los  periódicos  revolucionarios  que  en  los 
periódicos  de  la  reacción.  La  Gaceta,  aunque  oficial,  se  cons- 
tituía en  un  objeto  de  rivalidad  que  había  que  hacer  desapa- 
recer para  la  intransigencia  política  y  las  codicias  industria- 
les del  periodismo  batallador  y  comercial,  cualquiera  que 
fuese  su  color. 

Al  constituirse,  en  la  segunda  cautividad  y  ausencia  del 
rey  Fernando  VII,  la  Regencia  de  Madrid,  no  estaba  desam- 
parada enteramente  la  causa  de  los  monárquicos  del  régimen 
absoluto,  puesto  que  El  Procurador  General  del  Rey,  de  Don 
Luis  de  la  Torre,  veníase  publicando  desde  Mayo  de  1822,  ha- 
biendo contribuido  el  Rey  á  su  fundación  con  30.000  reales 
de  su  bolsillo  particular.  Salieron,  sin  embargo,  inmediata- 
mente á  la  liza  el  Diario  Realista  de  Madrid  ó  El  Realista 
Español,  en  que,  bajo  el  nombre  de  D.  Salvador  María  Gra- 
nes, andaba  la  mano  de  D.  Juan  Rautista  Arriaza.  mayordo- 
mo de  semana  de  S.  M.;  y  en  1."  de  Julio  salió  á  la  palestra, 
con  exigencias  intolerables,  El  Restaurador,  que,  aunque 
representado  por  el  P.  Fray  Manuel  Martínez,  era  obra  co- 
mún en  que  con  él  intervenían  Fray  Manuel  Gómez  Negre- 
te,  D.  Felipe  Lesmes  Zapilla,  JO.  Rernardo  Hernández  de 
Alba,  canónigo  de  Túy.  D.  Gregorio  Martín  de  Urda,  canó- 
nigo de  Valladolid,  y  D.  Serapio  Serrano.  Como  D.  Luis  de 
la  Torre  un  año  antes,  el  P.  Fray  Manuel  Martínez  recibió 


—  157  — 

de  la  Tesorería  Real  otro  anticipo  de  otros  30.000  reales,  y  á 
los  redactores  Alba  y  Urda,  canónigos,  se  les  dispensó  de  la 
asistencia  á  coro,  aunque  teniéndoles  como  presentes  para 
las  obvenciones.  En  19  de  Julio  llegaron  á  pedir  que  se  les 
eximiera  de  censura,  á  lo  que  no  se  accedió;  aunque  para  soli- 
citar que  en  este  punto  se  pusiera  á  El  Restaurador,  bajo  el 
mismo  pie  que  la  Gaceta,  argüía  que  «no  publicaba  articulo 
alguno  de  política  sin  consultarlo  con  la  Secretaría  del  Despa- 
cho de  Estado».  Desde  que  circuló  su  prospecto  había  ofrecido 
que,  «con  el  objeto  de  dar  más  cabida  y  no  interrumpir  la  serie 
de  las  doctrinas  que  sustentaba,  en  el  pliego  correspondiente 
al  lunes  de  cada  semana  se  insertarán  los  decretos,  órdenes  y 
circulares  del  Gobierno,  con  distinta  numeración,  para  que 
pueda  comprarse  y  encuadernarse  por  separado».  Y,  en  efec- 
to, tantas  fueron  sus  intrusiones  en  este  punto,  que,  al  cabo, 
por  Reales  órdenes  de  20  de  Agosto  y  12  de  Septiembre,  se 
giraron  á  las  Secretarías  comunicaciones  más  enérgicas,  á 
fin  de  poner  coto  «al  grande  abuso  que  se  notaba,  permitiendo 
que  los  periódicos  particulares  publicasen,  antes  que  la  Ga- 
ceta de  Madrid,  todas  las  noticias  oficiales,  decretos  y  Rea- 
les órdenes».  Las  alas  que  El  Restaurador  tomó  con  las  con- 
descendencias de  que  era  objeto  en  estas  materias  le  remon- 
taron á  libertades  tales,  que  el  Subintendente  general  de 
Vigilancia  D.  José  Manuel  de  Arjona  hubo  de  denunciar  que 
en  el  número  correspondiente  al  7  de  Diciembre  insertaba 
un  articulo  de  Santander,  en  el  cual  se  incitaba  á  la  desobe- 
diencia de  las  resoluciones  soberanas.  Entonces  fué  cuando 
se  pronunció  por  el  Rey  la  célebre  frase:  Los  mismos  perros 
con  distintos  collares;  y  á  seguida  publicó  la  Real  orden 
de  30  de  Enero  de  1824,  por  la  que,  fundándose  en  lo  dis- 
puesto por  la  ley  V  del  título  XVII,  libro  VIII,  de  la  Noví- 
sima Recopilación,  y  en  las  Reales  órdenes  de  7  de  Diciem- 
bre de  1799  y  25  de  Abril  de  1815,  mandó  que  no  se  publica- 
sen más  periódicos  que  la  Gaceta,  el  Diario  de  Madrid 'y  los 
de  comercio,  agricultura  y  artes.  El  rigor  con  que  esta  dis- 
posición se  cumplió  fué  tal,  que  ni  aun  pudo  salvarse  el  Pe- 
riódico del  Ministerio  de  la  Gobernación,  que  dirigía  D.  Juan 
López  de  Peñalver,  y  redactaban  D.  Antonio  La-Nuza,  Don 
Antonio  Felipe  Salas,  D.  Lorenzo  Tomás  de  Villanueva,  Don 
Donato  García  y  D.  Sandalio  de  Arias. 

Hasta  la  muerte  de  Fernando  VII,  este  Monarca  puso  todo 
su  conato  en  que  la  Gaceta  de  Madrid,  constituida  en  única 


—  158  - 

voz  de  la  publicidad  en  su  Corte,  se  repusiera  de  la  postra- 
ción á  que  la  habían  conducido  desde  1808  tan  repetidas  y 
profundas  crisis  políticas,  y  recobrara  su  pasado  prestigio  y 
prosperidad.  En  el  terreno  económico  llegó  á  adelantarse 
tanto,  que  en  1827  la  Gaceta  tenía  6.513  suscriptores,  que 
rendían  716.591  reales  de  productos.  De  las  pasadas  contien- 
das, la  opinión  quedó  tan  fatigada  de  las  polémicas  frenéticas 
de  la  publicidad,  que  en  ese  mismo  año  las  poblaciones  que 
daban  mayor  contingente  á  las  listas  de  la  suscripción  de  la 
Gaceta  de  Madrid  alcanzaban  sólo  cifras  como  Cádiz,  que 
contaba  315  abonados  permanentes;  Granada,  361;  Oren- 
se, 374,  y  Zaragoza,  303.  En  cambio,  Toledo  no  tenía  mas 
que  64;  Jaén,  52;  Avila,  32;  Cartagena,  21;  Mahón,  1  solo, 
y  ninguno  enteramente  Santa  Cruz  de  Tenerife  en  las  Cana- 
rias, y  San  Sebastián  en  Guipúzcoa  En  1824,  no  habiendo 
sido  suficientes  los  ingresos  de  las  suscripciones  para  el  coste 
de  la  Gaceta,  ni  los  de  la  Imprenta  Real  para  su  manteni- 
miento, hubo  que  expedir  en  15  de  Septiembre  una  Real  or- 
den para  que  la  Tesorería  Central  semanalmente  le  suminis- 
trase los  fondos  que  necesitara-.  Ya  por  una  circular  anterior 
se  había  excitado  el  celo  de  los  Ayuntamientos  de  los  pueblos 
para  que  fomentaran  la  suscripción;  pero  los  derroches  patrió- 
ticos de  la  revolución  pasada  tenían  empeñadas  casi  todas  las 
arcas  de  propios. 

Aquella  penuria  por  que  se  pasaba  hacía  infructuosas  las 
reclamaciones  de  Duaso  para  dotar  á  la  Redacción  de  perió- 
dicos extranjeros  de  donde  extractar  las  noticias,  y  de  otros 
auxilios  que  había  pedido  en  18  de  Junio  de  1823,  en  11  de 
Enero  y  12  de  Julio  de  1825  y  en  26  de  Enero  de  1826.  Apo- 
yado en  estas  deficiencias  para  proseguir  en  su  destino,  pre- 
sentó varias  veces  su  renuncia,  proponiendo  para  que  le  su- 
cediera al  antiguo  oficial  primero  D.  José  María  de  Nieva, 
que  él  había  elevado  á  Redactor  segundo,  y  que  tenía  por  re- 
comendación ser  abogado  y  voluntario  realista.  El  Rey,  con 
su  Ministro  D.  Manuel  González  Salmón,  abrigaban  el  deseo 
de  elevar  el  prestigio  de  la  Gaceta,  confiando  la  redacción  á 
hombres  de  primera  nota  literaria.  En  efecto,  reiterada  la 
dimisión  de  Duaso  el  9  de  Enero  de  1827,  el  mismo  día  se 
firmó  el  decreto  nombrando  Director,  y  no  Redactor  prime- 
ro, como  se  había  acostumbrado  hasta  entonces,  al  sabio  Don 
Tomás  González,  que,  después  de  haber  reorganizado  el  Ar- 
chivo de  Simancas,  disfrutaba  un  canonicato  en  la  iglesia  de 


—  159  — 

Plasencia,  en  Extremadura.  Ignorante  de  su  elección,  cuando 
recibió  el  decreto,  se  vio  contrariado,  y  el  15  del  mismo  mes 
contestaba  á  González  Salmón:  —  «Ignoro  si  las  atribucio- 
nes y  cargos  de  Director  de  la  Redacción  de  la  Gaceta  son 
los  mismos  y  de  igual  naturaleza  que  los  de  primer  Redactor. 
Si  es  asi,  me  veo  precisado  á  rogar  á  V.  E.  tenga  la  bondad 
de  hacer  presente  á  S.  M.  que  la  calidad  de  mis  escasas  luces 
y  conocimientos,  la  cortedad  de  vista  ocasionada  de  doce  años 
de  trabajo  en  los  Archivos  de  Simancas  y  Madrid  y  los  con- 
tinuos achaques  de  cabeza  que  padezco,  me  imposibilitan 
aceptar  un  cargo  que  ni  sabría,  ni  podría  desempeñar.» 

Por  otro  decreto  de  23  de  Enero  se  le  hizo  saber  que  «S.  M. 
no  ha  tenido  á  bien  admitir  la  renuncia  que  hace  V.  S.  de  su 
destino  de  la  Dirección  de  la  Redacción  de  la  Gaceta,  y,  por 
el  contrario,  quiere  que  se  presente  sin  pérdida  de  tiempo  en 
esta  corte  á  encargarse  de  él  y  desempeñarlo».  Puesto  en  ca- 
mino, se  presentó  en  Madrid  el  12  de  Febrero;  y  reiteradas 
sus  instancias  y  su  renuncia  el  15,  se  vino  en  aceptarla,  pero 
indicándole  que  propusiera  sujetos  de  reconocida  suficiencia 
en  quien  confiar  aquel  cargo.  González  propuso,  en  primer 
lugar,  á  Arriaza;  en  segundo,  al  P.  José  Díaz  Ximénez,  ago- 
nizante, predicador  de  S.  M.  en  el  convento  de  San  Dámaso, 
de  Madrid,  y  después,  por  el  orden  en  que  se  mencionan,  al 
Dr.  D.  Francisco  de  Sales  Cascón,  lectoral  de  Ciudad  Rodri- 
go; á  D.  Diego  Suárez,  abogado  de  Sevilla;  á  D.  Ignacio  Ma- 
ría del  Castillo,  canónigo  de  Sevilla,  y  á  D.  Gregorio  Urda, 
lectoral  de  Toledo.  El  Rey  designó  al  P.  José  Díaz  Jiménez, 
dándole  por  Redactor  primero  á  D.  Félix  José  Reinoso.  Los 
dos  nombramientos  se  firmaron  el  11  de  Marzo:  de  modo  que 
la  nueva  Dirección  y  Redacción  de  la  Gaceta  quedó  formada, 
de  1827  á  1829,  por  el  P.  Jiménez,  Reinoso,  ilustre  poeta  sevi- 
llano, Nieva,  y  los  oficiales  D.  Joaquín  López  Amor  y  D.  Ma- 
nuel de  Laraviedra.  En  1829,  el  Director  P.  Jiménez  fué  susti- 
tuido con  D.  Pedro  de  la  Hoz,  que  tomó  el  doble  carácter  de 
Administrador  general  Subdelegado  de  la  Imprenta  Real  y 
Director  de  la  Redacción  de  la  Gaceta.  Reinoso,  en  Marzo 
de  1830,  pasó  á  desempeñar  una  comisión  en  el  Ministerio  de 
Hacienda,  y  ocupando  su  plaza  Nieva,  fué  nombrado  Redactor 
segundo  D.  Eustaquio  Sedaño.  La  Hoz  tuvo  que  luchar  de  nue- 
vo, así  con  los  que  reproducían  noticias  vedadas  de  la  Gace- 
ta, como  con  los  que  habían  obtenido  licencia  para  publicar 
periódicos  científicos,  literarios,  económicos,  etc.,  y  abusa- 


—  160  — 

ban,  insertando  en  ellos  noticias  políticas,  para  las  que  no 
estaban  autorizados.  Contra  éstos  hizo  que  se  publicara  una 
Real  orden,  expedida  en  San  Ildefonso  el  17  de  Mayo  y  reite- 
rada el  8  de  Septiembre  de  1831,  para  queá  ningún  periódico 
se  le  consintiese  publicar  noticias  políticas,  «cuya  publicación 
estaba  reservada  á  la  Gaceta». 

Las  únicas  reformas  que  en  el  periódico  del  Gobierno  se 
debieron  a  D.  Pedro  de  la  Hoz  fueron  el  aumento  de  su  ta- 
maño, pues  desde  el  día  i.°  de  Septiembre  de  1831  se  impri- 
mió la  Gaceta  en  pliegos  de  0m,314  X  0m,214,  y  el  estableci- 
miento de  cambios,  que  hasta  entonces  no  habían  sido  admi- 
tidos por  la  costumbre.  La  Gaceta  desde  1831  cambió  sus  nú- 
meros con  los  de  las  Gacetas  de  Francia,  del  Langüedoc  (To- 
losa),  de  Lisboa  y  de  Badajoz,  Barcelona,  Cádiz,  Sevilla  y 
Zaragoza;  con  el  Memorial  de  Tolosa  y  con  el  Diario  de  la 
Habana.  La  Hoz  quiso  aprovechar  también  el  anuncio  que  el 
Rey  hizo  de  girar  una  visita  á  la  Imprenta  Real  para  propo- 
ner por  medio  del  Ministerio  de  Estado  que  á  los  Redactores 
de  la  Gaceta,  considerados  como  empleados  de  dicho  Minis- 
terio, se  les  concediese  el  uniforme  de  oficiales  de  Embajadas. 
El  Rey  desestimó  la  pretensión,  y  por  Real  decreto  de  6  de 
Marzo  de  1831  les  concedió  el  de  oficiales  de  la  Contaduría  de 
Correos,  con  arreglo  á  la  Real  orden  de  26  de  Julio  de  1806. 


XVII 

Nueve  meses  antes  de  morir  Fernando  VII,  no  habiendo 
respondido  la  dirección  ni  del  P.  Jiménez  ni  de  D.  Pedro  de 
la  Hoz  á  las  intenciones  que  le  determinaron  á  elevar  aquel 
cargo  á  lo  que  su  nuevo  dictado  revelaba,  con  el  Conde  de 
Ofalia  proyectó  una  reforma  nueva  en  la  redacción  de  la  Ga- 
ceta, capaz  de  contener  la  decadencia  en  que  venía,  sin  haber 
recursos  para  levantarla.  Desde  que  se  verificó  su  cuarto  ma- 
trimonio con  la  Princesa  María  Cristina  de  Ñapóles,  que 
tantos  arrebatos  de  simpatía  se  captó  desde  luego  en  la  esfera 
juvenil  de  la  inteligencia  ilustrada,  hizosele  casi  imposible  sos- 
tener por  más  tiempo  el  muro  de  granito  levantado  durante 
todo  su  reinado  para  obstruir  la  irrupción  de  las  ideas  inva- 
soras  que  transformaban  el  mundo.  Él  mismo  se  había  visto 
obligado  á  transigir  con  muchos  que  en  1808,  siendo  primeras 


—  161  — 

capacidades,  no  habían  temido  arrostrar  en  el  ostracismo  la 
censura  de  infidentes,  y  con  muchos  de  los  que,  lanzados 
en  Cádiz  al  camino  de  la  reforma,  habían  sufrido  con  man- 
sedumbre los  rigores  de  las  prisiones  y  de  los  procesos  por 
sostener  la  fe  de  sus  principios  reformistas.  Carnerero  en  la 
Recista  Española  había  agrupado  en  torno  de  si  una  porción 
de  hombres  de  gran  valer,  que  arrastraban  tras  si  los  entu- 
siasmos de  la  opinión;  Caballero  en  el  Boletín  de  Comercio 
había  reunido  otro  divino  enjambre,  y  él  mismo  había  tenido 
que  mandar  á  Melón  á  Londres  y  á  Lista  á  Bayona  para 
contrarrestar  la  corriente  que  de  todas  partes  afluía  hacia 
nuestra  Patria,  amenazando  en  su  ímpetu  arrollarlo  todo,  le- 
vantándole nuevos  obstáculos. 

De  la  Gaceta  de  Bayona  y  de  la  Estafeta  de  San  Sebas- 
tián mandó  venir  á  Madrid  aquel  matemático,  poeta,  histo- 
riador y  publicista,  que  desde  las  cátedras  de  San  Telmo,  don- 
de le  instaló  su  padre  Carlos  IV  en  1796,  había  logrado  en 
cerca  de  cuarenta  años  de  profesorado  continuo  en  las  aulas 
públicas,  en  los  colegios  privados,  en  el  magisterio  del  perio- 
dismo, en  la  seducción  de  la  tribuna,  con  el  espíritu  de  sano 
proselitismo  que  le  caracterizaba,  rendir  á  su  dirección  los 
espíritus  mejor  templados  para  conciliar  y  conformar  las  exi- 
gencias imperativas  del  porvenir  con  las  ideas  de  conserva- 
ción que  sostenían  el  eje  de  una  sociedad  seriamente  consti- 
tuida y  con  el  arraigo  invulnerable  de  los  siglos.  D.  Alberto 
Lista,  llamado  por  el  Rey  á  Madrid,  fué  el  encargado  de  or- 
ganizar una  redacción  para  la  Gaceta  que  respondiera  á  estas 
nobles  intenciones,  y  para  ello  le  nombró  Director  de  esa 
misma  redacción  por  Real  decreto  de  12  de  Enero  de  1833. 
¿Quiénes  iban  á  ser  sus  redactores?  En  21  de  Febrero  de  1834 
se  le  nombró  para  una  plaza  de  las  dos  vacantes  que  había  de 
oficiales  de  la  categoría  inferior  á  D.  Eugenio  de  Ochoa,  que 
de  oficial  segundo  pasó  en  27  de  Marzo  del  mismo  año  á  pri- 
mero; en  15  de  Marzo  de  1835  á  redactor  tercero;  en  20  de  Mayo 
siguiente  á  redactor  segundo,  y  en  13  de  Septiembre  del  mismo 
año  á  redactor  primero.  En  la  misma  fecha  entró  con  el  mis- 
mo carácter  subalterno  D.  Miguel  Salva,  pretendiente  que  ha- 
bía sido  en  Enero  de  1831  á  una  plaza  de  auxiliar  en  el  Mercu- 
rio, y  que  en  la  Gaceta,  siguiéndolos  mismospasos  que  Ochoa, 
renunció  su  cargo  al  nombrársele  en  Septiembre  de  1835  para 
el  de  redactor  segundo  que  el  ascenso  de  aquel  dejaba  va- 
cante. En  su  puesto  renunciado  siguióle  D.  Francisco  Pérez 

11 


—  162  - 

de  Anaya,  y  en  el  de  éste  D.  Cándido  Manuel  Nocedal.  En  la 
vacante  de  éste  se  nombraba  á  D.  Mariano  de  Rementeria  y 
Fica,  al  propio  tiempo  que  el  mismo  Lista  proponía,  en  27 
de  Marzo  de  este  año,  «tanto  por  la  buena  disposición  é  ins- 
trucción de  este  joven,  como  por  el  notorio  mérito  de  su  pa- 
dre, Contador  de  la  Imprenta  Real,  contraído  en  treinta  y  siete 
años  de  buenos  servicios»,  á  D.  Ramón  de  Navarrete  y  Landa, 
el  Asmodeo  posterior  de  las  columnas  de  La  Época  y  de  El  Co- 
rreo, para  una  plaza  de  agregado  sin  sueldo,  que  él  había  de 
ennoblecer  como  su  padre  con  otro  medio  siglo  de  servicios 
distinguidos.  Otros  tres  colaboradores  ingresaron  además 
como  taquígrafos  en  la  Gaceta:  los  jóvenes  D.  Juan  Eugenio 
Hartzenbusch,  D.  Juan  Antonio  Rascón  y  D  Francisco  de 
Paula  Madrazo.  ¿Qué  venían  á  representar  todos  estos  nom- 
bres en  la  redacción  de  la  Gaceta?  El  alto  imperio  de  la  inte- 
ligencia ilustrada. 

Cómo  entendía  Lista  la  misión  á  que  era  llamado  y  de  qué 
instrumentos  se  rodeaba  para  acometerla,  se  demuestra  en 
este  documento  suyo  de  aquel  tiempo: 

(.(Exnw.  Sr.  Conde  de  O  falta  (D.  Narciso  Heredia),  Mi- 
nistro Secretario  de  Estado  y  del  Despacho  del  Fomento  ge- 
neral del  Reino.  —  Exmo.  Sr.  —  Las  empresas  de  la  Gaceta 
de  Bayona  y  de  la  Estafeta  de  San  Sebastian,  que  he  dirigi- 
do, y  la  edición  de  un  curso  de  Historia  Universal,  en  que  aho- 
ra tomo  parte,  han  aumentado  en  gran  manera  el  número  de 
mis  libros,  señaladamente  de  Historia,  que  tengo  en  Francia, 
donde  residía.  En  la  Dirección  de  la  Redacción  de  la  Gaceta 
de  Madrid,  que  el  Rey,  Nuestro  Señor,  se  ha  dignado  con- 
fiarme, me  son  mas  necesarios  estos  libros;  pues  V.  E.  no 
ignora  que  la  mayor  parte  de  las  cuestiones  políticas  se  re- 
suelven en  hechos  históricos.  Quisiera,  pues,  tener  estos  li- 
bros, ya  porque  son  propiedad  mia,  ya  con  más  razón 
por  lo  útiles  que  me  serán  en  mi  destino.  Pero  tengo  en- 
tendido que  las  leyes  relativas  á  la  introducción  de  libros 
extranjeros  son  sumamente  severas,  aunque  no  las  conoz- 
co. Suplico,  pues,  á  V.  E.  que,  si  es  posible,  se  temple  esta 
severidad,  ya  en  atención  al  mejor  desempeño  del  servicio 
de  S.  M.  en  mi  destino,  ya  porque  ninguno  de  ellos,  que 
yo  sepa,  es  de  autor  condenado,  ni  está  prohibido  por  la 
Iglesia  ó  por  el  Estado  Las  principales  obras  son:  Histoire 
Unicersel  par  une  Societé  des  gens  de  leitres,  traducida  del 
inglés;  Histoire  d'Angleterre,  por  Limgard;  Histoire  de  Ve- 


\ 


—  163  — 

nise,  por  Daru;  Histoirc  de  l'Hongrie;  dos  Historias  de  Ale- 
mania, en  francés;  Histoire  de  Russie,  por  Karamsin;  un 
Abregé  d' histoire  d'Espagne;  resúmenes  de  las  Historias  de 
Dinamarca,  China,  Inglaterra  y  el  Imperio;  tres  Historias  di- 
ferentes de  la  Revolución  de  Grecia;  la  obra  del  Sr.  Muriel 
sobre  los  Reyes  de  España  de  la  dinastía  de  Borbon;  Histoire 
des  causes  celebres  du  XIX  siecle;  las  obras  históricas  del 
Conde  de  Segur;  las  Revolutions  de  Suede  et  de  Portugal,  por 
Vertot;  Theatre  de  la  guerre  de  7  ans;  Histoire  de  Pologne, 
porSalvandi;  Voyage  en  Hongrie,  porTownson;  Dictionnaire 
Historique;  Victoires  et  ConquOtes  des  /raneáis;  Histoire  de 
Napoleón,  por  Norvins;  Histoire  diplomalique  de  France,  por 
Bignon;  Histoire  de  France,  por  Anquetil;  Histoire  ancienne 
■et  romaine,  de  Rollín.  A  estos  tomos  acompañan  27  entregas 
de  la  Revue  Encyclopédique,  algunas  de  la  Rccue  des  Deux- 
Mondes  y  del  Boletín  universal  de  ciencias  y  artes  y  varios 
tomos  de  la  Collection  de  clásicos  franceses;  pero  ninguno  de 
ellos  de  autor  condenado  en  España.  Estos  libros,  según  ten- 
go aviso  de  las  personas  á  quien  los  confié  en  Bayona,  no 
tardarán  en  llegar  á  la  aduana  de  Vitoria,  como  propios  del 
uso  de  D.  Alberto  Lista,  que  pasa  á  habitar  en  Madrid.  Dios 
guarde  á  V.  E.  muchos  años.  Madrid  3  de  febrero  de  1833.  — 
Exmo.  Sr.  —  Alberto  Lista.» 

No  hay  que  decir  que  Ofalia  ofició  el  mismo  día  á  los  Mi- 
nistros de  Hacienda  y  Gracia  y  Justicia  y  al  Presidente  del 
Consejo  Real,  y  que,  en  efecto,  poco  después  llegaban  á  la 
residencia  de  Lista  en  la  Dirección  de  la  Gaceta  de  Madrid 
los  libros  que  habían  de  serle  útiles  en  su  destino;  toda  vez 
que  «la  mayor  parte  de  las  cuestiones  políticas,  como  él  decía, 
se  resuelven  en  hechos  históricos». 

Hasta  entonces,  sobre  todo  desde  1820,  sólo  habíamos 
visto  alegar  alternativamente  los  servicios  de  milicianos  vo- 
luntarios ó  de  voluntarios  realistas  para  optar  á  los  cargos 
de  la  redacción  de  la  Gaceta;  y  aun  todavía  en  7  de  Marzo 
de  1836  se  verá  á  D.  Mariano  de  Rementería  y  Fica  acudir  al 
administrador  D.  Joaquín  Zamorano,  en  demanda  de  que  de 
las  pagas  de  su  destino  que  se  le  debían  se  le  facilitase  algu- 
na cantidad  para  comprar  su  uniforme  de  Guardia  Nacional. 
Pero  cuando  esto  pasó,  ya  Lista  había  dejado  la  Dirección  de 
la  Gaceta  y  pasado  á  la  del  Diario  de  las  Cortes,  bajo  el  régi- 
men del  Estatuto  Real.  El  sello  eminentemente  literario  que 
Lista  intentó  dar  á  la  Gaceta  para  contrarrestar  la  concurren- 


—  164  — 

cia  de  los  periódicos  de  toda  índole  que  el  sol  de  las  institucio- 
nes libres  arrojó  al  palenque  de  la  publicidad,  no  llegó  á  cons- 
tituir el  fundamento  esencial  de  que  aquel  ilustre  escritor 
quiso  dotarle.  Indudablemente,  él  sentó  la  tradición  que,  en 
medio  de  las  varias  vicisitudes  políticas  que  han  llenado  el 
margen  de  todo  el  siglo  XIX,  se  ha  conservado  hasta  la  últi- 
ma reforma  de  1886,  de  discernir  los  puestos,  más  ó  meno& 
activos,  de  la  dirección  y  redacción  de  la  Gaceta,  con  muy 
contadas  excepciones,  á  gentes  ilustres  de  letras.  Mas  aunque 
la  Gaceta,  en  sus  propias  columnas,  hizo  ostentación  del 
ornato  de  esta  colaboración  para  hacer  su  lectura  interesante 
hasta  cerca  del  último  tercio  del  siglo,  el  instinto  de  su  con- 
servación por  una  parte,  y  por  otra  la  imposibilidad  de  agru- 
par en  sus  oficinas  el  número  indefinido  de  ilustraciones  de 
todas  las  facultades  del  saber  que  llenan  el  mundo  intelec- 
tual contemporáneo,  hizo  conocer  á  los  altos  Poderes  de  que 
su  existencia  dependía,  que  su  misión  era  más  política  y 
jurídica  que  académica,  y  desde  luego  su  reforma  comenzó  á 
elaborarse  sobre  el  principio  de  las  funciones  fundamentales 
que  ya  la  caracterizan. 

Es  realmente  hermoso  el  desfile  de  insignes  nombres  qua 
discurren  por  la  Gaceta  desde  la  dirección  de  D.  Alberto  Lis- 
ta, su  tercer  Director,  hasta  el  último,  D.  Carlos  Frontaura. 
Á  Lista  sucedió  D.  Pablo  Montesino,  en  quien  se  unió  el  car- 
go de  Administrador  General  de  la  Imprenta  Nacional  con  el 
de  Director  del  periódico  del  Gobierno.  Hubo  un  período  en 
que  los  trabajos  de  redacción  se  hicieron  por  contrata  y  pre- 
cios alzados,  en  vez  de  desempeñarse  por  redactores  de  nom- 
bramiento Real,  y  entonces  estuvieron  al  frente  de  estas  con- 
tratas D.  Francisco  Pérez  de  Anaya  y  D.  José  Castillo  y 
Ayensa.  En  D.  Manuel  Bretón  de  los  Herreros  volvió  á  defi- 
nirse el  cargo  de  primer  redactor,  con  funciones  de  Directorr 
amalgamado  con  la  Administración  general  del  estableci- 
miento del  Estado  en  que  la  Gaceta  se  imprimía.  Y  otra  vez 
definido  de  nuevo  el  primer  cargo  administrativo  de  la  Casa 
con  el  directivo  del  periódico,  por  él  pasaron  sucesivamente 
D  Juan  Gaya,  D.  Rafael  María  Baralt,  D  Manuel  Cañete, 
D.  Francisco  Navarro  Villoslada,  D.  Fernando  Cos  Gayón, 
D.  Nemesio  Fernández  Cuenta,  D.  Joaquín  Baeza  y  Nieto,  el 
Marqués  de  la  Florida,  D.  Felipe  Picatoste,  el  Barón  de  Cor- 
tes, D.  Justo  Tomás  Delgado  y  algunos  otros,  sobre  todo  en- 
aquel  período  de  los  Gobiernos  revolucionarios  que  sucedie- 


—  165  — 

ron  á  la  batalla  de  Alcolea,  y  que  desde  que  se  firmó  la 
Constitución  de  1869  y  se  votó  un  Rey,  hasta  el  término  de 
aquellas  transitorias  situaciones  y  la  proclamación  Real  de 
Sagunto,  cada  quince  días  se  verificaba  una  revolución  total 
•en  el  personal  de  todas  las  dependencias  del  Estado,  al  veri- 
ficarse aquellos  repetidos  y  vertiginosos  cambios  ministeria- 
les que  mantuvieron  por  dos  años  en  el  Poder  la  anarquía 
legal.  Pero  estos  y  los  demás  nombres  que  acompañan  el  cré- 
dito de  la  Gaceta,  en  el  tercio  medio  del  siglo,  ¿son  los  que 
imprimieron  ni  carácter  ni  dirección  á  esto  periódico?  Su 
representación  al  frente  de  él  lo  reviste  de  un  lustre  de  puro 
honor  más  acentuado,  que  el  de  la  eficacia  de  su  influencia 
en  su  precisa  determinación. 

Apenas  reunidas  en  el  Palacio  del  Buen  Retiro  las  Cortes 
del  Estatuto,  instantáneamente  comenzó  á  dibujarse  el  perfil 
de  su  última  evolución.  El  procurador  por  Cádiz  D.  Francis- 
co Domecq  y  Víctor,  en  una  de  sus  primeras  sesiones,  pidió 
que  el  extracto  de  ellas  se  publicara  en  la  Gaceta,  que  en  los 
círculos  de  la  opinión  pública  merecía  más  fe  que  los  perió- 
dicos particulares;  y  en  la  sesión  del  13  de  Febrero  de  1835, 
otro  procurador,  D.  Ignacio  Samponts,  que  lo  era  por  Bar- 
celona, presentó  una  proposición  á  fin  de  que  se  estableciera 
como  ley  que  en  la  Gaceta  se  insertasen,  no  sólo  los  extractos 
de  los  discursos,  sino  enteros,  todos  los  proyectos  de  ley,  dic- 
támenes, votos  particulares,  memorias  y  documentos  que  se 
leyeran  en  las  Cortes,  antes  de  que  se  pusieran  á  discusión; 
«porque,  con  esta  publicidad,  los  pueblos  ó  las  personas  que 
quisieran  hacer  algunas  observaciones  desde  fuera  de  Ma- 
drid, tendrían  tiempo  de  conocerlos  y  estudiarlos  y  redactar 
sus  representaciones,  y  publicados  cuando  se  hallan  en  dis- 
cusión hacen  ineficaces  las  consideraciones  con  que  pudiera 
ilustrarlas  todo  público  interés».  Samponts  prefería  esta  pu- 
blicidad de  la  Gaceta  á  la  de  los  periódicos  particulares,  por- 
que éstos  no  insertaban  los  documentos  íntegros  cuando 
eran  muy  largos,  y  sus  extractos  podían  no  estar  redacta- 
dos con  fidelidad. 

Para  atender  á  estas  nuevas  exigencias,  Lista  propuso  un 
segundo  aumento  al  tamaño  de  la  Gaceta,  que  desde  el  27  de 
Abril  de  1834  se  publicó  en  pliegos  de  0m,322X0ra.216.  Ya 
-desde  el  día  1.°  del  mismo  mes  había  comenzado  á  hacer  su 
-aparición  diaria,  y  para  que  así  estas  como  las  demás  refor- 
mas que  en  la  Gaceta  introdujo  se  hicieran  más  notables 


—  166  — 

por  su  oportunidad  y  conveniencia,  á  su  iniciativa  se  debie- 
ron desde  el  último  semestre  del  año  1833  los  índices  de 
Reales  Decretos  y  Órdenes,  sin  los  cuales  sería  imposible  el 
manejo  de  tan  dilatada  enciclopedia  legal.  Á  su  sucesor  en 
la  Dirección  del  periódico  del  Gobierno  cupo  el  cambiar  en 
16  de  Agosto  de  1835,  al  pie  de  cada  número,  la  cifra  de  la 
impresión  en  la  Imprenta  Real  por  la  de  Imprenta  Nacional, 
que  ya  calificó  aquel  establecimiento,  sin  nuevas  rectifica- 
ciones, hasta  su  desaparición. 

La  primera  reforma  radical  que  se  llevó  á  cabo  sobre  el 
régimen  de  la  Imprenta  Nacional  y  la  Redacción  de  la  Gace- 
ta se  realizó  por  la  Real  orden  de  28  de  Mayo  de  1837,  que 
lleva  la  firma  del  Ministro  entonces  de  la  Gobernación  Don 
Pío  Pita  Pizarro.  La  Imprenta  Nacional,  en  todo  el  conjunto 
de  su  Administración,  tenía  gastos  por  la  suma  de  2.177.411 
reales  13  maravedises,  y  sólo  producía  2.008.000  reales;  de 
suerte  que  su  libro  de  caja  cerraba  con  un  déficit  de  169.411 
reales  13  maravedises.  Además  la  Redacción  de  la  Gaceta  se 
había  hecho  excesivamente  numerosa  y  excesivamente  cara. 
Su  presupuesto  de  personal  ascendía  á  181.800  reales,  que  se 
distribuían:  en  los  24.000  reales  del  sueldo  del  IHrector;  en 
los  28  000  de  los  dos  Redactores  primeros,  á  14.000  cada  uno; 
en  12.000  de  un  Redactor  segundo,  y  los  11.000  de  un  Redac- 
tor tareero;  en  los  10.000  de  un  Oficial  primero,  y  los  8.000' 
de  un  Oficial  segundo;  en  otros  28.000  de  dos  Taquígrafos 
primeros,  á  14.000  reales  cada  uno,  y  24.000  de  otros  dos  Ta- 
quígrafos segundos,  y  en  12.000  de  dos  Escribientes,  á  6.000 
reales.  Para  disminuir  todos  estos  gastos  y  cortar  las  corrup- 
telas que  los  compromisos  políticos  habían  creado,  sobre  todo 
en  las  recomendaciones  del  personal,  Pita  Pizarro,  defirien- 
do primero  á  los  deseos  del  nuevo  gerente  oficial  de  las  dos- 
dependencias,  D.  Pablo  Montesinos,  que  había  solicitado  que 
se  girase  por  una  comisión  parlamentaria  una  visita  escru- 
pulosa de  inspección,  así  á  la  Imprenta  como  á  la  Gaceta,  y 
recibiendo  después  los  informes  que  de  ella  emitieron  los 
Diputados  á  Cortes  encargados  de  esta  comisión,  D.  Vicente 
Salva  y  D.  Francisco  de  Paula  Alvarez,  publicó  la  Real  or- 
den referida  de  reforma,  que  abrazaba  los  particulares  si- 
guientes: 

Primero:  En  lo  sucesivo  no  se  proveerá  empleo  alguno 
con  Real  nombramiento  en  la  Imprenta  Nacional  y  Redac- 
ción de  la  Gaceta  más  que  los  de  Administrador  y  Conta- 


—  167  — 

dor.  —  Segundo:  La  Redacción  de  la  Gaceta  se  ajustará  por 
contrata  particular,  dejando  desde  luego  de  correr  á  cargo  de 
redactores  de  Real  nombramiento  y  sueldo  fijo.  —  Tercero: 
Las  condiciones  para  estipular  esta  contrata  por  parte  de  la 
Imprenta  se  expresarán  circunstanciadamente  en  pliego  dis- 
puesto por  el  Administrador  y  publicado  sobre  las  bases  si- 
guientes:—  a)  El  contrato  comprenderá  la  redacción  de  la 
Gaceta,  la  de  los  Cuadernos  de  Leyes,  Decretos  y  Reales 
Ordenes  (Colección  legislativa)  y  la  de  la  Guia  de  Madrid. — 
b)  Habrá  un  Redactor  principal,  responsable  ante  la  ley  y  al 
Gobierno  del  contenido  de  la  Gaceta.  —  Cuarto:  Si  no  pu- 
diese verificarse  ventajosamente  esta  contrata,  continuará 
dicha  Redacción  á  cargo  de  los  Redactores  nombrados  por  el 
Gobierno;  pero  abonándoseles,  en  lugar  de  sueldo,  un  tanto 
por  ciento  proporcional  sobre  el  producto  de  la  Gaceta  y  de- 
más obras  redactadas. 

En  virtud  de  estas  disposiciones,  quedaron:  de  Jefe  de  la 
Administración  de  la  Imprenta,  D.  Pablo  Montesinos;  de  re- 
dactor responsable,  D.  Ramón  de  Navarrete,  á  quien  se  le 
ascendió,  de  6.U00  reales  que  disfrutaba  desde  27  de  Marzo 
de  1835,  á  8.0ÜU  reales,  y  se  declararon  excedentes  ó  cesantes 
los  demás  redactores  y  oficiales  y  los  taquígrafos.  Ochoa, 
que  sin  duda  olió  la  chamusquina,  había  dimitido  su  destino 
de  redactor  primero  el  13  de  Abril  del  mismo  año. 

Como  complemento  de  las  disposiciones  citadas,  el  2  de 
Junio  siguiente  se  expidió  por  el  Ministerio  de  la  Goberna- 
ción otra  Real  orden  sobre  mejoras  para  la  redacción,  y  en  la 
que  se  decía,  definiendo  resueltamente  el  carácter  de  la  Ga- 
ceta de  Madrid  para  lo  sucesivo:  —  «S.  M.  quiere  que,  con 
preferencia  á  todo  y  tan  pronto  como  lleguen  á  la  Redacción, 
se  circulen  las  Leyes,  Decretos,  Reales  Ordenes  y  demás  dis- 
posiciones del  Gobierno.  Convertida  la  Gaceta  de  Madrid  en 
Roletin  Oficial  Nacional,  no  debe  omitirse  en  ella  ningún 
mandato  superior  que  pueda  interesar  a  cualquiera  clase  del 
Estado.  Las  sesiones  de  Cortes  se  insertarán  con  toda  la  ex- 
tensión posible,  sin  preferencias  de  ninguna  especie,  sin  pa- 
sión y  sin  color  político.  La  Gaceta  deberá  ser  fiel  y  leal 
traslado  de  lo  dicho  y  de  lo  ocurrido.  En  la  comunicación  de 
noticias  oficiales  no  se  perderá  minuto  para  satisfacer  cuanto 
antes  la  justa  ansiedad  del  público.  Las  que  no  lleguen  de 
semejante  origen,  deberán  expresarse  con  aquella  reserva 
prudente  que  evita  los  compromisos  y  desvanece  pretextos 


-  168  — 

de  calumniar  las  intenciones  del  Gobierno.  La  verdad  y  el 
comedimiento  son  el  carácter  distintivo  de  este  periódico  La 
parte  más  selecta  de  los  papeles  nacionales  y  extranjeros,  re- 
lativa á  los  descubrimientos  y  adelantos  de  las  ciencias,  lite- 
ratura, artes,  industria  y  comercio,  deberá  también  tener  ca 
bida  en  él,  según  su  relativa  importancia.»  Por  último,  á  los 
Ayuntamientos  de  los  pueblos  cabeza  de  partido,  y  á  los  que 
voluntariamente  se  suscribieran  á  la  Gaceta,  se  les  otorgaba 
el  derecho  de  que  en  ella  pudieran  insertar,  sin  dilación  ni 
retribución  alguna,  los  avisos  y  anuncios  cuya  mayor  publi- 
cidad les  interesase.  La  Real  orden  concluía  autorizando  á 
D.  Pablo  Montesinos,  á  quien,  como  Administrador  general 
de  la  Imprenta  Nacional,   iba  dirigida,  para  que  eligiera  ó 
conservara  los  redactores  que  poseyeran  conocimientos  pro- 
fundos y  variados  y  para  suscribirla  Gaceta  á  aquellas  publi- 
caciones periódicas  que  juzgase  más  á  propósito  para  sumi- 
nistrar materiales  y  para  entablar  correspondencia  dentro  y 
fuera  de  la  Nación.  No  se  cortaba,  como  se  ve,  por  estas 
disposiciones,  enteramente  la  tradición  ni  el  hilo  literario  de 
la  'iaceta;  pero  sobre  su  carácter  definitivo  no  cabía  ya  duda 
después  de  esta  definición:  —  ((La  Gaceta  de  Madrid  es  el 
Boietin  Oficial  Nacional,  en  el  que  no  debe  omitirse  ningún 
mandato  superior  que  pueda  interesar  á  cualquiera  clase  del 
Estado.» 

En  2  de  Octubre  de  aquel  año  se  celebró  la  primera  con- 
trata de  la  Redacción  de  la  Gaceta,  con  el  redactor  que  había 
quedado  cesante  por  esta  reforma,  Pérez  de  Anaya,  que  la 
tomó.  Pero,  lejos  de  atender  las  instrucciones  de  la  Real  orden 
de  2  de  Junio,  desde  luego  entró,  como  los  periódicos  de  par- 
tido, en  la  contienda  política,  en  unos  momentos  en  que  las 
pasiones  se  hallaban  muy  enardecidas.  Al  Ministerio  de  Cala- 
trava,  en  que  Pita  Pizarro  había  sido  Ministro  de  la  Goberna- 
ción, había  sucedido  en  18  de  Agosto  otro,  para  cuya  presi- 
dencia fué  llamado  el  General  Espartero,  hecho  ya  el  corifeo 
del  partido  más  avanzado  desde  que  al  moderado  se  le  inha- 
bilitó de  la  jefatura  dictatorial,  á  que  también  tendía  el  ven- 
cedor de  Mendigorria,  separado  del  mando  de  los  Ejércitos 
del  Norte.  Espartero  no  quiso  abandonar  su  posición  en  me- 
dio de  sus  soldados,  y  no  vino  á  la  arena  activa  política  á  que 
se  le  invitaba;  y  Bardaxi  y  Azara,  como  Ministro  de  Estado, 
fué  reconocido  para  la  Presidencia  del  Gabinete.  Aunque  San 
Miguel  era  en  él  el  alma  de  Espartero,  aquel  Ministerio  tuvo 


-  169  — 

que  sucumbir  á  mediados  de  Diciembre,  y  Ofalia,  que  le  su- 
cedió, creyó  poder  conseguir  del  soldado  de  Luchana  someter- 
lo á  las  subordinaciones  de  la  mecánica  política,  en  cuya  red 
espesa  no  se  dejaba  envolver.  Pérez  de  Anaya  en  la  Gaceta 
relató  como  sucedidos  en  el  Congreso  hechos  que  eran  falsos  y 
que  exaltaron  las  quejas  y  las  reclamaciones  de  los  Diputados; 
y  el  Marqués  de  Someruelos,  que  ocupaba  el  Ministerio  de  la 
Gobernación,  no  sólo  le  impuso  el  desmentirse  en  el  mismo 
periódico,  sino  que  le  obligó  á  rescindir  su  contrata.  El  13  de 
Enero  se  celebró  otra  nueva  con  D.  José  del  Castillo  y  Ayen- 
sa,  oficial  cesante  del  Ministerio  de  Estado;  pero  á  los  dos 
meses  volvió  á  ser  puesto  en  entredicho  en  la  Cámara  de  los 
Diputados,  provocando,  con  motivo  de  dos  artículos  que  se 
publicaron  en  la  Gaceta  y  que  los  progresistas  calificaron  de 
atentatorios  contra  su  honor  y  atribuyendo  á  su  autor  la  inten- 
ción de  arrojarlos  del  campo  legal,  una  interpelación  que  el 
Marqués  de  Someruelos  tuvo  que  sostener,  sin  otro  auxilio 
que  el  del  Conde  de  Toreno,  contra  el  Diputado  D.  Francisco 
Lujan,  que  fué  el  que  la  planteó,  y  contra  Arguelles,  el  Gene- 
ral Seoane  y  el  Conde  de  las  Navas,  que  reclamaban  una  vin- 
dicación de  parte  del  Gobierno,  con  medidas  de  igualdad  entre 
el  derecho  de  la  Gaceta  y  el  de  los  demás  periódicos  someti- 
dos á  la  legislación  de  imprentas,  si  la  Gaceta  había  de  hacer 
política  de  partido. 

La  exaltación  del  debate  y  la  exageración  con  que  enton- 
ces se  juzgaban  todas  las  cosas,  no  contuvo  á  los  oradores  de 
la  oposición  en  los  diques  de  la  prudencia;  y  si  bien  se  hicie- 
ron apreciaciones  razonables  sobre  algunas  cosas,  en  otras  se 
dejaron  arrastrar  de  las  sugestiones  de  la  maledicencia.  En 
Francia  y  en  Bélgica,  decía  Lujan,  existen  periódicos  de  sus 
respectivos  Gobiernos,  sus  Moniteurs,  y,  á  pesar  de  su  carác- 
ter oficial,  al  pie  ponen  los  nombres  de  los  editores  responsa- 
bles. Aun  asi,  no  toman  parte  en  las  luchas  de  las  parcialida- 
des parlamentarias.  La  Gaceta  de  Madrid  lleva  ¡:or  todo 
signo  de  garantía  el  nombre  de  la  Imprenta  Nacional,  y  en 
aus  páginas  se  leen  artículos  que  hacen  competencia  á  los  de 
El  Hablador,  El  Castellano,  El  Mando  y  El  Eco  del  Comer- 
cio. Sin  embargo,  á  éstos  la  ley  les  exige  editor  responsable 
y  á  la  Gaceta  de  Madrid  no.  «  El  periódico  de  las  leyes,  aña- 
día, debe  ser  solo  Boletín  de  las  leyes,  como  en  Inglaterra,  y 
á  esto  hay  que  reducir  á  la  Gaceta.  »  Someruelos  respondía 
que  el  redactor  responsable  existía,  y  que  contra  los  que,  por 


-  170  — 

lo  que  en  la  Gaceta  se  escribiera,  fuera  de  la  parte  oficial,  qu» 
era  la  única  en  que  el  Gobierno  intervenía,  hubiera  de  proce- 
derse,  quedaba  expedita  la  vía  de  los  Tribunales.  Pero  Lujan 
se  encerraba  en  que  la  Gaceta  era  una  dependencia  del  Minis- 
terio de  la  Gobernación,  hasta  el  punto  de  que  en  él  había  una 
mesa  con  un  oficial  encargado  de  revisar  las  pruebas  de  lo  que 
en  ella  se  publicaba,  y  adjudicaba  toda  la  responsabilidad  al 
Poder  ministerial.  El  Gobierno  no  pudo  deferir,  sin  desauto- 
rizarse á  sí  propio,  á  las  pretensiones  de  Lujan,  Arguelles,. 
Seoane  y  el  Conde  de  las  Navas,  y  se  discutió  tres  días,  desde 
el  12  al  15  de  Marzo,  sin  más  que  arrimar  más  combustible 
para  la  explosión  de  los  sucesos  que  no  tardaron  en  estallar. 


XVIII 

La  Gaceta,  entre  tanto,  no  acababa  de  fijar  su  situación 
económica,  á  la  sazón  tan  ruinosa  como  la  de  la  Imprenta 
Nacional.  La  reducción  de  empleados  y  gastos  no  había  per- 
mitido aun  tener  corrientes  los  sueldos  d-;  los  que  habían 
quedado.  A  Montesinos,  cuando  cesó  del  destino  que  desem- 
peñaba, se  le  debían  de  sueldos  atrasados  24.635  reales;  es  de- 
cir, más  de  año  y  pico  de  su  asignación  de  24.000.  Para 
proporcionar  recursos  á  la  Gaceta,  el  22  de  Diciembre  de  1836 
D.  Antonio  Lisboa  elevó  una  exposición  pidiendo  que  se  decla- 
rasen nulas  y  de  ningún  valor  todas  las  órdenes  generales 
que  no  publicase  la  G<<ceia;  con  lo  cual,  al  mismo  tiempo  que 
se  excitaba  el  celo  de  las  altas  dependencias  del  Estado  para 
llevar  sus  disposiciones  á  esta  especie  de  pública  promulga- 
ción, se  estimulaba,  asi  entre  particulares  como  entre  corpora- 
ciones que  tenían  relación  con  el  Poder  supremo,  á  procurar 
adquirir  la  Gaceta  para  estar  instruidos  en  cuanto  tocase  ásus 
derechos  respectivos.  En  las  Cortes  Constituyentes  de  1837,  el 
Diputado  Sr.  Lasaña  apoyó  una  proposición  de  ley  para  que 
se  hiciera  obligatoria  la  suscripción  de  la  Gaceta  á  las  Dipu- 
taciones provinciales  y  Ayuntamientos  de  las  cabezas  de  par- 
tido, y  por  una  Real  orden  circular  del  Ministro  de  la  Gober- 
nación D.  José  María  López,  del  22  de  Septiembre  de  1836, 
se  prevenía  que  «ínterin  se  toma  en  el  particular  la  medida 
que  se  estime  mas  conveniente»,  los  Reales  decretos,  Orde- 
nes é  Instrucciones  del  Gobierno,  fuesen  obligatorias  desde 
el  momento  de  su  publicación  por  la  Gaceta. 


—  171  — 

Adoptando  varios  medios  para  el  fomento  de  la  Gaceta^ 
en  29  de  Mayo  de  1837  se  dictó  la  Real  orden  definitiva  y 
confirmatoria  de  la  anteriormente  reseñada  del  22  de  Sep- 
tiembre de  1836,  conminando  á  las  Direcciones  generales, 
Inspecciones  y  demás  dependencias  del  Ministerio  de  la  Go- 
bernación; á  las  Diputaciones,  Jefes  políticos,  Ayuntamientos 
y  Alcaldes,  al  cumplimiento  en  la  suscripción;  y  Escriche,  en 
su  Diccionario  razonado  de  legislación  y  jurisprudencia 
(tom.  II,  pág.  1.132,  ed.  1874),  inserta  la  Real  orden  de  22  de 
Septiembre  de  1838,  que  suscribió  el  Marqués  de  Vallgorne- 
ra,  en  que  se  declara  «que  todos  los  Reales  Decretos,  Orde- 
nes é  Instrucciones  del  Gobierno  que  se  publiquen  en  la  Ga- 
ceta de  Madrid  bajo  el  artículo  oficial,  sean  obligatorios  des- 
de el  momento  que  se  pub'iquen  para  toda  clase  de  personas- 
en la  Península  é  Islas  adyacentes,  debiendo  las  autoridades- 
y  jefes  de  todas  clases,  sea  cual  fuere  el  Ministerio  á  que  per- 
tenezcan, apresurarse  á  darles  cumplimiento  en  la  parte  que 
les  corresponda.»  Estas  resoluciones  han  sido  recordadas  de 
Real  orden  repetidas  veces,  y  en  5  de  Septiembre  de  1848  á 
las  autoridades  eclesiásticas  y  judiciales,  dependientes  del 
Ministerio  de  Gracia  y  Justicia.  Respecto  de  la  fecha  en  que 
obligan  las  disposiciones  legales  en  las  provincias,  se  resol- 
vió por  la  ley  de  28  de  Noviembre  de  1837  que  las  leyes  y 
disposiciones  del  Gobierno  insertas  en  la  Gaceta  son  obliga- 
torias para  cada  capital  de  provincia  desde  que  se  publican 
oficialmente  por  medio  de  los  Boletines  en  ella,  y  desde  cua- 
tro días  después  para  los  demás  pueblos  de  la  misma  pro- 
vincia. 

Sobre  todos  estos  pormenores,  suscripciones  y  su  pago,  etc., 
la  legislación  aun  se  basa  en  la  Real  orden  de  17  de  Julio 
de  1847,  de  D.  Antonio  Benavides;  en  la  del  Subsecretario  de 
la  Presidencia  Vázquez  Queipo,  de  1."  de  Septiembre  de  1849, 
y  en  las  del  ilustre  Bravo  Murillo  de  29  de  Abril  y  9  de  Mayo 
de  1851.  El  preámbulo  que  precede  á  esta  última  expresa  1» 
conformidad  de  estas  disposiciones  con  el  sistema  de  publici- 
dad que  exige  el  Gobierno  representativo,  no  siendo  nuevo  el 
pensamiento  de  nuestros  antiguos  gobernantes  de  hacer  la 
Gaceta  de  Madrid  el  medio  único  de  comunicación  para  una 
gran  parte  de  las  resoluciones  legales.  En  el  art.  2."  de  esta 
Real  orden  de  9  de  Mayo  de  1851  se  previene  además  que  «las 
disposiciones  generales  que  se  publiquen  en  la  Gaceta  no  se 
comunicarán  particularmente,  y  que  con  sólo  su  inserción» 


—  172  — 

■en  ella  es  obligatorio  su  cumplimiento  para  los  Tribunales, 
y  para  todas  las  Autoridades  civiles,  militares  y  eclesiásticas 
en  cuanto  dependan  de  sus  respectivos  Ministerios».  En  el 
•artículo  4.°  se  manda  que  en  todas  las  oficinas  que  la  reciban 
por  suscripción  forzosa  se  formen  colecciones  encuadernadas; 
y  haciendo  obligatoria  la  suscripción  por  el  art.  5."  para  todas 
las  autoridades,  funcionarios  y  dependencias  ya  descritas,  les 
señala  los  gastos  de  material  para  su  abono. 

Siempre  ampliando  los  horizontes  de  la  Gaceta,  y  consa- 
grando en  ella  los  preceptos  de  su  eficacia  legal,  por  Real  or- 
den de  15  de  Diciembre  de  1853  se  declaró  que  se  considera- 
sen oficiales  las  cotizaciones  de  efectos  de  la  Deuda  pública 
que  publica  la  Gaceta  para  las  equivalencias  á  metálico  que 
satisfacen  los  compradores  de  bienes  del  Estado.  Estas  coti- 
zaciones para  todas  las  demás  aplicaciones  jurídicas  en  que 
se  emplean,  ya  se  publicaban  en  la  Gaceta  por  las  Reales  ór- 
denes de  11  de  Junio  y  28  de  Septiembre  de  1836.  Del  mismo 
modo,  por  disposición  de  idéntica  índole  de  17  de  Enero 
de  1857  se  ordenó  que  toda  resolución,  sentencia  ó  fallo  qu» 
dicte  el  Tribunal  Supremo  de  Justicia  sobre  competencias  en 
materia  civil  ó  criminal  se  mande  por  la  Sala  que  lo  dicte  y 
se  publique  en  la  Gaceta,  de  Madrid  y  en  la  Colección  legis- 
lativa. Por  último,  Sagasta,  por  Real  orden  de  11  de  Junio 
de  1874,  fijó  la  tarifa  y  tasación  de  los  anuncios  que  se  inser- 
tan en  la  Gaceta;  y  Romero  Robledo,  por  Reales  órdenes 
de  24  de  Abril,  20  de  Septiembre  y  28  de  Octubre  de  1875, 
dispuso  :  por  la  primera,  la  suscripción  forzosa  á  la  Gaceta 
de  todas  las  dependencias  de  la  Dirección  general  de  Benefi- 
cencia, Sanidad  y  Establecimientos  penales;  por  la  segunda, 
que  todas  las  dependencias  del  Estado  y  Corporaciones  pú- 
blicas, provinciales  ó  municipales  remitan  á  la  Gaceta  sus 
■anuncios  de  subasta,  consignando  en  los  pliegos  de  condicio- 
nes que  el  pago  de  su  inserción  debe  ser  satisfecho  por  los 
contratistas;  y  por  la  tercera,  resolvió  que  el  precio  de  sus- 
cripción á  la  Gaceta  desde  1.°  de  Enero  de  1876  había  de  ser 
5  pesetas  al  mes  para  Madrid,  20  cada  trimestre  para  provin- 
cias; 30  para  Ultramar  y  45  para  el  extranjero. 

A  estas  medidas  que,  en  cierto  modo,  refluían  en  sentido 
protector  de  la  publicación  oficial,  hubo  que  añadir  por  algún 
tiempo  el  rigor  con  que  en  un  principio  fueron  tratadas  las 
publicaciones,  que  como  órganos  representativos  de  algunas 
instituciones  del  Estado,  aspiraron  á  tener  vida  propia  y  ex- 


—  173  — 

elusiva  dentro  de  sus  propios  Cuerpos.  Las  Cuerpos  delibe- 
rantes fundaron  su  Diario  de  Sesiones,  que  una  y  otra  Cáma- 
ra crearon  por  sí,  ampliando  la  estructura  de  los  antiguos  Dia- 
rios de  Cortes,  que  realmente  sólo  contenían  en  extractos  las 
actas  y  los  discursos  del  Parlamento.  Esta  publicación  en  nada 
perjudicaba  á  la  Gaceta.  Por  Real  orden  de  20  de  Abril  de  1833 
se  fundaron  los  Boletines  oficiales  de  cada  provincia,  para  ali- 
viar á  los  pueblos  de  los  gastos  de  verederos  y  asegurarse  el 
servicio  de  las  comunicaciones  legales;  mas  aunque  destinadas 
estas  publicaciones  á  vulgarizar  las  disposiciones  interesantes 
á  cada  división  político -geográfica  de  la  Monarquía,  tampoco 
abarcaban  en  toda  su  extensión  la  vasta  esfera  en  que  la  Ga- 
ceta prescribe  toda  regla  de  derecho,  y  por  lo  tanto  no  podían 
perjudicarla.  Más  adelante  el  interés  político  trató  de  desna- 
turalizarlas. Se  dictó  la  Real  orden  de  13  de  Julio  de  1838, 
prohibiendo  que  en  los  Boletines  se  publicasen  noticias  ni 
discusiones  políticas,  y  el  mal  se  atajó.  Cuando  el  alimento 
de  la  lectura  y  la  instrucción  que  difunde  la  publicidad  fué 
allanando  obstáculos  á  los  continuos  clamores  de  las  conquis- 
tas de  la  libertad,  entonces  salieron  por  centenares  Boletines, 
Memoriales,  Revistas  y  otra  multitud  de  publicaciones  perió- 
dicas, que  envolvieron  en  su  tendencia  especulativa  su  senti- 
do técnico,  con  su  afán  de  aislar  en  Cuerpos  determinados  la 
parte  que  á  cada  uno  de  ellos  correspondía  en  la  labor  conti- 
nua de  nuestra  movible  legislación.  No  se  alcanzaron  estas 
facultades  sin  vencer  repetidas  resistencias.  Una  Real  orden 
de  9  de  Septiembre  de  1836  prohibía  que  se  imprimiese  la 
Constitución  sin  licencia  especial  de  las  Cortes  En  23  de  Mayo 
de  1845  se  tomaron  las  mismas  medidas  para  la  Constitución 
que  se  reformó  aquel  año.  La  prohibición  contra  la  reimpre- 
sión de  decretos  y  Reales  órdenes,  etc  ,  por  ningún  particular 
ni  empresa  periodística,  fué  prevenida  por  las  Reales  órdenes 
de  6  de  Marzo  de  1844  y  de  10  de  Mayo  de  1846.  En  1864,  el 
Ministerio  de  Marina  se  propuso  publicar  una  Gaceta  del 
Ejército  y  de  la  Armada,  como  órgano  oficial  de  aquel  Minis- 
terio. Se  le  prohibió  por  Real  orden  de  5  de  Abril  de  aquel 
año.  Todavía  en  1879,  D.  José  Viñas  y  Ortiz  obtuvo  del  Mi- 
nisterio de  la  Gobernación  la  concesión  que  había  solicitado 
para  fundar  una  Gaceta  de  los  Pósitos.  Por  Real  orden  de 
6  de  Mayo  se  dejó  sin  efecto  la  licencia  que  se  le  había  otor- 
gado. 

Desde  1840  toda  la  tendencia  de  las  disposiciones  miníate- 


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ríales  respecto  á  la  Gaceta  se  han  dirigido  paralelamente  al 
tomento  del  establecimiento  nacional  en  que  se  imprimía  y  á 
las  reformas  internas  de  su  redacción.  En  estos  dos  sentidos 
se  han  pronunciado  el  Real  decreto  de  18  de  Diciembre 
de  1843,  obra  del  Marqués  de  Peñaflorida;  el  de  24  de  Diciem- 
bre de  1857,  del  Sr.  Bermúdez  de  Castro;  la  Real  orden  de 
6  de  Abril  de  1858,  de  D.  Ventura  Díaz;  los  decretos  de  1867 
y  68,  por  los  que  el  Sr.  González  Brabo  suprimió  la  Imprenta 
que  en  1760  había  fundado  Carlos  III;  el  decreto  de  11  de  Di- 
ciembre de  1868,  sobre  su  restablecimiento,  por  el  Sr.  Sagas- 
"ta;  la  creación  del  Negociado  para  unificar  los  trabajos,  re- 
formar los  procedimientos  é  impulsar  los  progresos  de  la  tipo- 
grafía, acordada  por  D.  Nicolás  María  Rivero  en  27  de  Abril 
de  1870,  y  la  segunda  supresión  de  la  Imprenta  Nacional,  é 
instrucción  para  el  servicio  de  redacción  y  administración  de 
'la  Gaceta,  decretada  la  primera  por  el  Sr.  Gamazo  el  4  de 
Mayo  de  1886  y  la  segunda  por  el  Sr.  Moret  el  11  de  Agosto 
del  mismo  año. 

La  parte  dispositiva  de  la  primera  de  estas  reformas 
en  1843,  determinaba  :  1.°  La  supresión  de  la  plaza  de  Redac- 
tor primero  con  funciones  de  Director,  quedando  agregada  á 
la  de  Administrador  de  la  Imprenta  Nacional.  Este  funciona- 
rio había  de  cuidar  de  todos  los  pormenores  de  dicho  periódi- 
co y  de  la  parte  de  redacción  que  no  fuera  oficial,  entendién- 
dose para  esta  última  con  el  Secretario  del  Consejo  de  Minis- 
tros.—  2."  El  sueldo  de  este  empleado  era  de  24  000  reales. — 
3."  Para  la  Administración  de  la  Imprenta  Nacional  y  de  la 
Gaceta  se  fijaba  el  personal,  compuesto  de  un  Secretario  In- 
terventor, con  12.000  reales;  un  oficial  primero,  con  10.000; 
■uno  segundo,  con  10.000;  otro  tercero,  con  7.000;  un  cajero, 
con  50  >0;  un  recaudador,  con  4.000;  un  escribiente,  con  4.000; 
un  portero,  con  4.000,  y  un  mozo  de  oficio,  con  3.000. — 4."  El 
personal  de  la  Redacción  lo  formaban,  además  del  Adminis- 
trador Director,  como  redactor  primero,  un  redactor  segundo, 
-con  12.000  reales;  uno  tercero,  con  10.000,  y  un  traductor, 
con  8.000. 

En  el  año  1843  había  tenido  la  Imprenta  Nacional  dos  Ad- 
ministradores: D.  Vicente  Collantes,  que  renunció  el  cargo  el 
14  de  Agosto,  y  D.  Gregorio  de  Pablo  Sanz,  á  quien  nombró 
D.  Joaquín  María  López  en  esta  última  fecha.  Expedido  el  de- 
creto del  Marqués  de  Mataflorida,  fué  nombrado  jefe  adminis- 
trativo de  la  Imprenta  y  Director  de  la  Gaceta  D.  Manuel  Bre- 


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ton  de  los  Herreros,  que  continuadamente  ocupó  aquella  plaza 
hasta  que  Pastor  Díaz,  en  30  de  Mayo  de  1847,  le  nombró  para 
la  Dirección  de  la  Biblioteca  Nacional,  que  dejaba  vacante  la 
jubilación  de  D.  Eugenio  de  Tapia.  Componía  el  personal 
administrativo  de  la  Imprenta  D.  José  María  Gómez  de  Me- 
rodio,  D.  Francisco  Gómez,  D.  Miguel  Marín,  D.  Mariano 
Fernández  del  Campo  y  D.  Eladio  Ibáñez,  y  el  de  la  redac- 
ción D.  Vicente  García  Verdugo,  redactor  segundo;  D.  Ra- 
món de  Navarrete,  redactor  tercero,  y  como  traductor  Don 
Eugenio  Ugena.  En  esta  combinación  no  hubo  más  que  una 
víctima:  D.  Luis  Duarte,  redactor  tercero  desde  13  de  Sep- 
tiembre de  1841,  y  á  cuya  plaza  Navarrete  ascendió.  En  Oc- 
tubre de  1851,  también  á  Ugena  lo  sustituyó  D.  Felipe  Villa- 
randa,  que  había  ejercido  en  Cádiz  la  abogacía. 

La  reforma  de  Bermúdez  de  Castro  duró  poco,  porque,  de- 
cretada en  24  de  Diciembre  de  1857,  por  Real  orden  de  6  de 
Abril  siguiente,  el  Ministro  de  la  Gobernación,  D.  Ventura 
Díaz,  resolvió  que  todo  volviera  á  la  forma  en  que  anterior- 
mente se  hallaba.  No  obstante,  las  resoluciones  de  Bermúdez 
de  Castro  eran  muy  importantes,  sobre  todo  porque  suprimía 
en  la  Gaceta  la  inserción  de  documentos  políticos  que  no 
fueran  los  del  Gobierno.  Además,  Bermúdez  de  Castro  había 
tratado  de  que  la  Gaceta  quedase  reducida  á  su  simple  papel 
de  Boletín  Oficial  Nacional,  que  se  dijo  antes  al  definir 
perfectamente  su  nueva  evolución,  y,  por  lo  tanto,  había 
mandado  proscribir  de  sus  columnas  los  partes  telegráficos  y 
toda  clase  de  noticias,  y  hasta  los  extractos  de  las  sesiones 
de  las  Cortes.  Con  el  decreto  de  Díaz,  la  Gaceta  continuó  su 
antigua  organización,  hasta  que  González  Brabo,  con  los  su- 
yos, suprimiendo  la  Imprenta  Nacional,  tuvo  que  dar  á  la 
redacción  de  la  Gaceta  también  una  forma  adecuada  á  las 
nuevas  circunstancias. 

Bajo  la  administración  política  del  Sr.  Bravo  Murillo,  los 
gastos  de  redacción  de  la  Gaceta  quedaron  reducidos  á  63.800 
reales,  repartidos  en  esta  forma:  Un  redactor,  12. 000  reales; 
un  traductor,  8.000;  un  oficial,  6  000;  un  escribiente,  4  000, 
y  cuatro  taquígrafos,  30.000.  Bermúdez  de  Castro  aun  rebajó 
estos  63.800  reales  á  28.000,  no  asignando  á  la  redacción 
más  personal  que  un  redactor  y  dos  oficiales.  No  obstante, 
se  pagaban  aparte  los  artículos  científicos,  literarios,  econó- 
micos y  estadísticos  que  se  adquirían  para  la  parte  no  oficial 
de  la  Gaceta.  En  el  presupuesto  de  1860  se  añadió  á  estos 


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funcionarios  de  la  redacción  un  inspector  con  10.000  reales, 
y  los  28.000  subieron  á  38.000.  Á  la  salida  de  Bretón  de  Ios- 
Herreros  para  la  Biblioteca  Nacional,  se  nombró  para  susti- 
tuirle Administrador  de  la  Imprenta  Nacional  y  Director  de 
la  Gaceta  á  D.  Eugenio  de  Ochoa,  que,  como  se  sabe,  diez  años 
antes  dimitió  la  plaza  de  redactor  primero  que  desempeñaba. 
Ochoa  llevó  de  escribiente  á  la  Gaceta  con  4  000  reales,  en 
30  de  Julio,  á  D.  Luis  Mariano  de  Larra,  el  hijo  desamparado 
del  antiguo  compañero  de  sus  ensueños  juveniles.  Este  fué 
un  funcionario  que,  como  Navarrete,  como  D.  Celestino  Vi- 
dal y  como  D.  Manuel  Ossorio  Bernard,  no  sólo  hicieron 
largo  asiento  en  la  casa,  sin  haber  ascendido  á  los  puestos 
del  primero,  sino  que  puede  decirse  que  desde  la  dirección 
de  Lista,  en  ellos  descansó  la  mecánica  entera  de  la  Gaceta, 
siendo  los  brazos  de  todos  sus  directores,  hasta  que  la  Gaceta 
quedó  absorbida  en  un  Negociado  de  la  Subsecretaría  del 
Ministerio  de  la  Gobernación,  como  se  halla  desde  la  última 
reforma  de  1886.  Larra  sirvió  en  la  redacción  del  periódico- 
oficial  veinte  años  continuos  desde  1847  hasta  30  de  Junio 
de  1867,  en  que  lo  dejaron  cesante  de  su  plaza  de  redactor  las 
reformas  de  González  Brabo. 

Los  arreglos  del  decreto  de  20  de  Octubre  de  1847  hicieron 
á  Ochoa  dimitir  su  cargo;  y  habiendo  ascendido  Navarrete  á 
redactor  segundo  en  30  de  Julio  anterior,  reemplazóle  en  su 
destino  de  la  redacción  como  redactor  único  por  todo  el 
tiempo  que  rigió  la  casa  D.  Juan  Gaya,  nombrado  adminis- 
trador el  1.°  de  Noviembre  de  aquel  año,  aunque  Diputado  á 
Cortes,  y  en  cuyo  puesto  permaneció  hasta  el  5  de  Abril 
de  1851.  Pero  Gaya  era,  desde  las  oficinas  de  los  periódicos 
de  D.  Andrés  Borrego,  más  hombre  de  administración  que 
de  letras,  y  á  la  de  la  Imprenta  Nacional  consagró  todos  sus 
desvelos.  Cuando  dimitió  la  plaza,  Gómez  de  Merodio  le  reem- 
plazó interinamente,  hasta  que  el  2  de  Octubre,  D.  Ramón  de 
Navarrete  fué  nombrado  en  propiedad  por  el  Conde  de  San 
Luis  Administrador  del  establecimiento  tipográfico  y  Direc- 
tor de  la  Gaceta.  El  juicio  que  merecieron  sus  prendas  á 
D.  Alberto  Lista  fueron  pronóstico  cierto  de  su  encumbra- 
miento, debido  á  su  aplicación.  Navarrete,  aunque  mimado 
por  los  éxitos  del  teatro,  de  la  novela,  del  alto  mundo  social, 
del  que  todos  le  han  conocido  culto  y  discreto  cronista,  toda 
su  vida  giró  en  el  circulo  de  aquella  imprenta  y  de  aquel  pe- 
riódico, que  en  sus  recónditos  sentimientos  miraba  como  un 


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antiguo  hogar  de  familia.  En  aquella  imprenta  nació,  allí 
gozó  los  inocentes  placeres  de  la  infancia,  en  ella  se  educó, 
en  ella  dio  los  primeros  pasos  de  su  carrera  entre  maestros  y 
compañeros  ilustres,  y  la  Imprenta  Nacional  y  la  Gaceta 
conservaban  en  su  alma  esa  religión  que  siempre  conduce  á 
diáfanos  afectos,  la  religión  de  la  familia.  En  aquella  casa 
siempre  le  parecía  había  de  cobijarle  la  sombra  amada  de  su 
padre.  Por  salida  á  otro  destino  en  la  Secretaria  del  Ministe- 
rio de  la  Gobernación,  dejó  otra  vez  su  puesto  á  Gaya  el  21 
de  Octubre  de  1853.  Después  Gaya  y  él  se  ahogaron  en  las 
barricadas  de  la  revolución  de  1854. 

¿El  sucesor  fué  Baralt?  El  expediente  de  D.  Rafael  María 
Baralt  ¡caso  raro!  empieza  por  un  decreto  de  destitución  y  no 
por  un  nombramiento.  Este  decreto,  que  lleva  la  respetable 
firma  de  D.  Francisco  de  Santa  Cruz,  lacónicamente  dice: 
«La  Reina  (q.  D.  g.)  ha  tenido  á  bien  destituir  á  V.  S.  del 
cargo  de  Administrador  de  la  Imprenta  Nacional  y  Director 
de  la  Gaceta)).  Este  decreto  se  publicó  en  el  mismo  periódico 
oficial.  Un  mes  después,  el  27  de  Mayo,  otro  decreto  le  reha- 
bilita, puesto  que  le  vuelve  á  nombrar  para  el  mismo  cargo 
con  el  sueldo  de  24.000  reales.  Mas  él  acepta  el  puesto  y  re- 
nuncia la  asignación  pecuniaria,  y  el  30  del  mismo  mes  se  le 
dan  las  gracias  en  nombre  de  S.  M.  Su  dimisión  definitiva 
lleva  la  fecha  del  27  de  Mayo  de  1856. 

Entre  Gaya  y  Baralt  media  un  corto  espacio  de  continui- 
dad, en  cuyo  vacio  sólo  se  encuentra  una  Real  orden  de  12  de 
Agosto  de  1854,  en  la  que  se  dispone  que  D.  Ramón  de  Nava- 
rrete  entregue  la  Dirección  de  la  Gaceta  y  la  Administración 
de  la  Imprenta  Nacional  á  D.  Juan  Alonso  Colmenares.  Des- 
pués de  Baralt  tampoco  se  halla  sino  el  nombramiento  de  Don 
Manuel  Cañete  para  los  cargos  que  aquél  desempeñaba  y  su 
cesantía  de  6  de  Noviembre  de  1857,  nombrando  para  susti- 
tuirle á  D.  Francisco  Navarro  Villoslada,  que,  habiendo  sido 
miliciano  nacional  en  Viana  de  1837  á  1839,  y  habiéndose  ba- 
tido contra  la  facción  en  1838,  vino  á  Madrid,  donde  halló  en 
la  Gaceta  un  destino  de  redactor,  en  19  de  Abril  de  1840,  con 
encargo  especial  de  asistir  á  las  sesiones  de  Cortes,  oá  fin  de 
que  se  publicase  su  extracto  con  exactitud  é  imparcialidad)). 
De  este  cargo  quedó  cesante  por  orden  de  la  Junta  provisio- 
nal de  Gobierno  en  5  de  Septiembre  del  mismo  año.  En  No- 
viembre de  1857,  Navarro  Villoslada  no  se  presentó  a  la  toma 
de  posesión,  y  Cañete  también  hizo  entrega  de  sus  destinos  á 

12 


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D.  Ángel  José  Massiá.  Se  dispuso  en  20  de  aquel  mes  que  Na- 
varro Villoslada  pasase  al  extranjero  á  asuntos  del  servicio, 
y  con  este  motivo  fué  nombrado  Administrador  déla  Impren- 
ta Nacional  y  Director  de  la  Gaceta  D.  Fernando  Cos-Gayón, 
que  á  la  sazón  desempeñaba  la  censura  de  teatros. 

La  administración  de  Cos-Gayón,  así  en  la  Imprenta  Na- 
cional como  en  la  de  la  Gaceta,  acaso  marca  después  de  1834  la 
época  más  notable  de  aquel  establecimiento  y  de  aquel  periódi- 
co del  Gobierno  en  el  siglo  antecedente.  No  desterró  de  la  Ga- 
ceta enteramente  la  literatura,  pero  si  la  política  en  todas  las 
manifestaciones  que  no  se  resolvían  por  actos  legislativos  de 
los  poderes  ministeriales.  Tuvo  por  auxiliará  D.  Isidoro  Mi- 
llas y  Rodríguez  de  Segovia;  y  cuando  éste  cesó  para  pasar  á 
los  servicios  consulares,  le  sustituyó  D.  Baltasar  Peón,  del  mis- 
mo modo  que  á  D.  José  María  Gómez  de  Merodio  lo  sustituyó 
poco  después  D.  Donato  Lorenzana.  Pero  la  verdadera  adqui- 
sición que  entre  sus  empleados  de  redacción  hizo  en  su  tiem- 
po la  Gaceta,  fué  la  del  oficial  D.  Celestino  Vidal,  que  por  es- 
pacio de  cuarenta  años  no  interrumpidos  ha  prestado,  hasta  su 
jubilación,  sus  excelentes  servicios  al  periódico  del  Gobierno. 
Como  Navarrete,  desde  que  Lista  lo  introdujo  de  meritorio  en 
la  redacción  de  la  Gaceta,  Vidal,  desde  la  dirección  de  Cos- 
Gayón,  fué  el  alma  de  esta  publicación  oficial  con  todos  los 
directores  que  los  accidentados  movimientos  de  la  política 
arrancó  de  los  derechos  de  los  partidos  militantes  para  darles 
el  honor  de  aquellas  posiciones  elevadas  del  Estado.  En  Vi- 
dal puede  decirse  que  la  redacción  de  la  García  encarnó  en- 
teramente, sobreponiéndose  á  todas  las  vicisitudes  de  las  re- 
formas de  González  Brabo,  de  la  fiebre  de  la  revolución  y  de 
toda  la  labor  reorgánica  de  la  Monarquía  restaurada.  No  le  fal- 
taron auxiliares,  y  por  espacio  de  veinte  años,  desde  que  su- 
cedió á  Peón,  que  falleció  en  1865,  con  ligeras  intermitencias 
por  la  acción  de  las  reformas  accidentales,  fué  el  principal  de 
ellos  el  ilustrado  D.  Manuel  Ossorio  y  Bernard,  que  honró  la 
Imprenta  Nacional  y  la  Gaceta  de  Madrid  con  sus  servicios 
administrativos  y  con  las  recomendaciones  de  su  pluma, 
hasta  1889,  en  que  cesó  definitivamente. 

La  época  de  Cos-Gayón  distinguióse  principalmente  por 
la  actividad  que  impuso  á  los  trabajos  tipográficos  de  la  Im- 
prenta Nacional.  Desde  los  reinados  de  Carlos  III  y  Carlos  IV 
nunca  salió  de  ella  mayor  número  de  obras  de  una  elabora- 
ción artística  capaz  de  poner  en  la  más  alta  cumbre  el  prestí- 


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-gio  de  aquel  establecimiento.  Renováronse  en  él  las  impre- 
siones de  libros  con  textos  de  caracteres  orientales,  y  D.  Fran- 
cisco Javier  Simonet  y  D.  Emilio  de  Lafuente  Alcántara  y 
otros  ilustres  orientalistas  vieron  honradas  sus  producciones 
literarias,  que  restauraron  el  crédito  de  los  estudios  de  otros 
tiempos,  con  el  primor  de  ediciones  del  más  alto  precio.  Car- 
nerera allí  vio  laureada  su  Colección  Iconoclástica;  Amador 
•de  los  Ríos,  los  Monumentos  Arquitectónicos  de  España;  y 
Dorregaray  fió  á  sus  cajas  y  á  sus  prensas  aquella  monumen- 
tal reimpresión  del  Quijote  en  cuyas  líneas  ni  una  sola  vez  se 
dividen  con  guiones  las  palabras.  Todas  las  oficinas  del  Esta- 
do llevaron  á  la  Imprenta  Nacional  sus  impresiones;  yaque- 
lia  época  hubiera  marcado  una  era  de  prosperidad  y  de  pro- 
greso tan  grande  como  el  que  disfrutó  la  antigua  imprenta 
Real  desde  su  institución  por  Carlos  III  hasta  la  invasión 
irancesa  en  1808,  si  la  Administración  de  la  Casa,  atendien- 
do más  al  lucro  que  al  honor,  hubiera  abierto  con  sus  pro- 
ducciones la  concurrencia  á  los  establecimientos  tipográficos 
de  industria  particular,  de  que  los  impresores  de  Madrid  que- 
járonse al  Conde  de  Aranda  en  1792. 

Ossorio  y  Bernard,  en  unos  artículos  publicados  en  la 
misma  Gaceta,  así  describe  las  causas  por  que  aquel  período 
de  tanta  actividad  precipitó  la  ruina  á  que  poco  después  con- 
denaron á  la  Imprenta  Nacional  los  decretos  de  González 
Brabo:  —  «La  Imprenta  Nacional,  al  entrar  á  formar  parte 
•de  los  presupuestos  generales  del  Estado,  no  sólo  pudo  en  - 
tregar  al  Tesoro  el  pingüe  remanente  de  sus  arcas,  sino  que 
presentó  grandes  créditos  en  su  favor  y  un  valor  efectivo  en 
■el  aumento  considerable  de  máquinas,  utensilios,  fundicio- 
nes, grabados  y  libros  que  había  adquirido  con  sus  propios 
fondos  para  su  continuado  sostenimiento.  Por  consecuencia 
•del  antiguo  sistema  de  que  las  oficinas  pagasen  al  estableci- 
miento sus  impresiones,  cargándoles  un  tanto  por  ciento 
equivalente  al  gasto  hecho  en  ellas,  apareció  una  cantidad 
calificada  como  incobrable,  la  cual  figuró  como  déficit  de  la 
casa,  que  ascendía  próximamente  á  tres  millones  de  reales, 
por  no  haber  satisfecho  siempre  aquéllas  sus  deudas;  y  las 
impresiones  mandadas  hacer  de  Real  orden,  cuyos  gastos  ha- 
bía de  cobrar  el  establecimiento  del  producto  de  la  venta  de 
las  mismas,  le  hicieron  resultar  con  otro  déficit;  pues  si 
bien  se  conservaba  en  sus  almacenes  el  remanente  de  dichas 
ediciones,  su  venta  era  nula  é  incobrables  también  sus  gastos. 


—  180  *= 

Como  tampoco  cobra  hoy  la  Imprenta  Nacional  por  sus  im- 
presiones más  que  los  gastos  que  ellas  producen,  y  pagados  á 
plazos,  según  la  consignación  de  cada  dependencia,  producen 
también  menos  que  anteriormente.  Sin  embargo,  el  movi- 
miento tipográfico,  en  medio  de  tan  deficiente  situación  eco-^ 
nómica,  puede  calcularse  por  un  solo  dato:  las  resmas  de  pa- 
pel que  consume  para  la  tirada  de  los  impresos,  con  cuyos 
trabajos  sostiene  la  Imprenta  Nacional  más  de  trescientas 
familias:  en  1862  se  emplearon  17.500  resmas,  18.011  en  1864 
y  en  el  quinquenio  de  1862  á  1866  subió  el  número  de  éstas 
á  85.449.» 

González  Brabo  suprimió  y  vendió  la  Imprenta  Nacional, 
y  sometió  el  régimen  tipográfico  de  la  Gaceta  á  un  servicio 
de  subastas;  pero  en  30  de  Julio  de  1868,  no  habiendo  tenido 
licitadores  las  que  se  celebraron  en  25  de  Junio  y  en  9  de 
dicho  mes  para  la  impresión,  publicación  y  reparto  de  la  Ga~ 
ceta,  expidió  un  Real  decreto  disponiendo  que  este  servicio 
se  practicase  por  la  Administración  pública  «en  la  forma  que 
sea  más  conveniente  á  los  intereses  del  Tesoro».  Al  realizar- 
se su  reforma,  Navarrete,  en  30  de  Noviembre  de  1867,  pasó, 
del  cargo  de  Administrador-Director,  en  que  sustituyó  á  Cos- 
Gayón,  á  la  nueva  plaza  de  Inspector,  con  30.000  reales,  que 
González  Brabo  había  creado.  La  redacción  se  componía  ade- 
más de  un  oficial  primero,  con  16.000,  que  fué  D.  Celestino 
Vidal,  y  otros  dos,  segundo  y  tercero,  con  9.000  y  5.000  res- 
pectivamente. La  Gaceta,  desde  el  número  correspondiente 
al  1."  de  Agosto  del  mismo  año,  cambió  la  cifra  de  En  la  Im- 
prenta Nacional,  por  la  de  Imprenta,  de  Julián  Peña,  calle 
de  Relatores,  núm.  13,  y  en  la  del  día  anterior  anunció  este 
traslado,  al  mismo  tiempo  que  el  de  las  oficinas  de  Inspec- 
ción, Redacción  y  Administración  á  la  misma  casa. 


XIX 

En  su  decreto  de  11  de  Diciembre  de  1868,  el  Ministro  de 
la  Gobernación  del  Gobierno  Provisional,  D.  Práxedes  Ma- 
teo Sagasta,  declaró  que  la  reforma  de  1867  no  había  corres- 
pondido á  las  esperanzas  cifradas  para  la  simplificación  en  el 
servicio  de  la  Gaceta,  y  restableció  la  Imprenta  Nacional  y 
la  Dirección  y  Administración  de  la  Gaceta.  Ya  en  21  de  Oo 


=  181  = 

tubre  había  hecho  cesar  en  el  cargo  de  Inspector  á  D.  Ramón 
de  Navarrete,  y  nombrado  para  él  á  D.  Nemesio  Fernández 
Cuesta.  D.  Celestino  Vidal  quedó  subsistente  en  su  puesto  y 
ee  nombró  oficial  segundo  á  D.  José  Leonard,  polaco  de  na- 
ción, natural  de  Jrubieskw,  y  empleado  muy  útil  por  la  per- 
fecta posesión  que  tenía  de  casi  todas  las  lenguas  vivas  de 
Europa,  asi  del  Centro  como  del  Septentrión  y  del  Mediodía. 
Mas  con  motivo  de  la  organización  que  á  la  redacción  de  la 
.Gaceta  se  dio  por  consecuencia  del  decreto  de  11  de  Diciem- 
bre, Fernández  Cuesta  trocó  la  denominación  de  su  cargo 
por  la  de  Administrador-Director,  y  Leonard  ascendió  á  re- 
dactor segundo,  quedando  Vidal  de  primero.  Después  D.  Ni- 
colás María  Rivero,  en  27  de  Abril  de  1870,  definió  de  nuevo 
■el  concepto  jurídico-administrativo  de  la  Gaceta,  diciendo  en 
decreto  de  la  Regencia  de  aquella  fecha:  —  «En  cuanto  á  la 
Gaceta,  se  debe  procurar  que  sea  á  un  tiempo  mismo  órgano 
oficial  de  los  poderes  públicos,  conducto  por  donde,  en  caso 
necesario,  se  comuniquen  noticias  y  rectifiquen  errores,  me- 
-dio  de  publicidad  para  los  trabajos  de  las  corporaciones  cien- 
tíficas y  literarias  del  Estado,  repertorio,  en  fin,  de  datos  y 
conocimientos  interesantes  para  las  provincias,  para  los  mu- 
nicipios y  para  el  público  en  general  »  El  decreto  que  siguió 
-á  estas  declaraciones  confirmó  la  organización  que  el  Sr.  Sa- 
-gasta  había  dado  al  organismo  de  la  Gaceta,  y  que  en  lo  fun- 
damental se  conservó  á  través  de  las  violentas  vicisitudes  de 
la  Monarquía  electiva,  de  la  anarquía  republicana,  del  inter- 
medio de  la  segunda  Regencia  del  Duque  de  la  Torre  y  de  las 
administraciones  reorganizadoras  del  reinado  glorioso  de 
~D.  Alfonso  XII.  Cada  una  de  las  situaciones  distintas  que 
de  estos  hechos  emanaron  dio  un  nombre  más  político  que 
-activo  á  la  dirección  de  la  Gaceta:  en  la  monarquía  electiva, 
el  partido  constitucional,  el  del  probo  D  Joaquín  Baeza  Nieto, 
Senador  del  Reino,  á  quien  nombró  Rivero  y  dimitió  Can- 
dau;  el  partido  radical  ó  democrático,  nombró  primero  al 
Marqués  de  la  Florida;  y  no  habiendo  admitido  éste,  á  D.  Fe- 
lipe Picatoste.  Picatoste  conllevó  en  su  puesto  todos  los  acci- 
dentes de  la  República.  El  Gobierno  del  3  de  Enero  lo  susti- 
tuyó con  D.  Mariano  Carrerasy  González,  y  durante  el  reina- 
do del  Rey  D.  Alfonso  XII,  el  partido  conservador  confió  el 
cargo  al  Barón  de  Cortes  de  Pallas,  D.  Pascual  de  Frígola  y 
:  Ahís,  y  el  partido  fusionista  á  D.  Justo  Tomás  Delgado.  Du- 
rante el  primer  periodo  de  la  Restauración,  la  redacción  de 


—  182  — 

la  Gaceta,  establecida  en  la  calle  del  Cid,  en  la  antigua  Im- 
prenta de  Aguado,  tuvo  algo  de  Academia  literaria,  aunque 
de  escritores  en  su  mayor  número  incipientes.  Vidal  y  Osso- 
rio  y  Bernard  se  compartían  los  trabajos  del  mecanismo  de- 
la  confección,  y  auxiliaban  D.  Javier  Betegón,  D.  Mariano- 
Barranco  y  D  Manuel  Caviedes.  El  último  de  los  directores 
literarios  fué  D.  Carlos  Frontaura. 

En  realidad,  la  Gaceta,  por  las  sucesivas  evoluciones  que- 
quedan  reseñadas,  á  la  muerte  del  rey  D.  Alfonso  XII  que- 
daba perfectamente  definida  en  su  misión  y  su  objeto.  La 
Gaceta,  órgano  del  Gobierno,  había  llegado  á  constituirse- 
definitivamente  en  aquel  Boletín  Oficial  Nacional  con  que- 
fué  definido  desde  los  felices  primeros  auspicios  de  nuestra 
reforma  constitucional.  Servicio  exclusivo  del  Estado  para 
la  publicación  inmediata  de  todas  sus  resoluciones  legales,  y 
de  todas  las  que  en  cualquier  sentido  de  la  vida  jurídica  na- 
cional causan  estado  y  afectan  á  todos  ó  á  cada  uno  de  los 
intereses  generales  que  se  nutren  de  las  garantías  y  de  la 
sanción  del  derecho,  la  Gaceta  no  podía  ser  ya  más  un  re- 
pertorio de  noticias  de  la  curiosidad,  ni  siquiera  una  manifes- 
tación déla  cultura  literaria  del  país.  Los  organismos  por  los 
que  estas  cosas  se  manifiestan,  impulsan  el  progreso  social 
y  fundan  los  cimientos  de  la  historia,  giran  en  órbitas  que  les 
son  privativas,  y  cuyo  desenvolvimiento  racional  no  obstru- 
ye ya  ningún  sistema  de  prevención  ni  recelo.  Así,  pues,  la 
reforma  de  1886,  á  cuyas  disposiciones  ajusta  su  modo  de 
funcionar  la  Gaceta  de  Madrid  al  empezar  el  siglo  IV  de 
su  existencia,  puede  decirse  que  marca  la  meta  final  á  que 
había  de  dirigirse  en  los  lentos  pasos  de  su  vida  perseve- 
rante. 

Bedactada  la  Gaceta,  que  sólo  se  nutre  de  documentos  de 
oficio  de  interés  general,  en  cada  una  de  las  altas  dependen- 
cias en  que  se  dividen  el  Gobierno  y  la  organización  suprema 
del  Estado,  con  sus  leyes,  con  sus  decretos,  con  las  senten- 
cias de  sus  tribunales,  con  los  contratos  de  su  pública  admi- 
nistración, con  sus  anuncios  judiciales,  con  sus  memorias 
técnicas,  con  sus  informes  facultativos,  con  sus  exploraciones- 
científicas,  y  con  todo  el  conjunto  de  lo  que  de  la  tarea  conti- 
nua de  la  gobernación  y  de  la  administración  por  medio  de- 
la  publicidad  debe  revelarse  á  la  garantía  del  derecho  de  to- 
dos y  de  cada  cual,  la  Gaceta  no  puede  constituir  sino  los 
dos  Negociados,  uno  de  redacción  y  otro  de  administración,. 


—  183  — 

que  en  la  Sección  correspondiente  del  Ministerio  de  la  Go- 
bernación del  Reino  quedaron  establecidos  por  el  articulo 
primero  de  la  Instrucción  del  año  referido.  A  cargo  de  la 
Subsecretaría  del  mismo  Ministerio  está  la  designación  de 
los  empleados  que  han  de  desempeñar  uno  y  otro  Negociado. 
A  los  designados  para  el  de  la  redacción  toca  solamente  la 
coordinación  de  las  inserciones  en  el  orden  de  prioridad  que 
determinan  las  diferentes  categorías  del  Gobierno  y  de  la 
Administración.  Funciones  precisas  suyas  son  la  revisión  de 
los  originales,  su  distribución  en  las  secciones  correspon- 
dientes, la  corrección  de  pruebas  y  la  inspección  continua 
de  los  trabajos  de  la  imprenta.  De  su  competencia  es  la  for- 
mación de  registros  y  de  índices,  y  la  confección,  en  forma 
semejante,  de  la  Guia  oficial  del  Estado.  Suya  es  también  la 
disposición  del  orden  con  que  han  de  ser  preferidos  los  do- 
cumentos de  mayor  urgencia,  cuando  hay  exceso  de  origina- 
les, así  como  la  conservación  en  legajos  de  todo  lo  que  ha  de 
ser  materia  para  el  Archivo.  El  orden  de  prioridad  en  la 
inserción  de  documentos  se  halla  prescrito  además  en  el  ar- 
ticulo 5.u  de  la  mencionada  Instrucción:  1.°,  las  leyes  y  pro- 
yectos de  ley;  2.°,  los  Reales  Decretos  y  Reglamentos;  3.%  las 
Reales  Ordenes  y  circulares;  y  4.°,  las  disposiciones  de  la 
Administración  central,  provincial  y  municipal.  Aun  dentro 
de  estas  categorías,  por  el  art.  7."  se  prescribe  que  «el  orden 
de  publicación  en  cada  sección  ha  de  ser  el  de  la  antigüedad 
relativa  de  los  Ministerios,  después  de  la  Presidencia  del 
Consejo  de  Ministros,  exceptuándose  los  documentos  referen- 
tes á  solemnidades  ó  actos  oficiales  á  que  asista  S.  M.  el  Rey 
ó  Regente  del  Reino,  que  han  de  ocupar  el  primer  lugar,  así 
como  los  telegramas  y  comunicaciones  de  sucesos  impor- 
tantes». 

La  situación  económica  de  la  Gaceta,  que  se  sostiene  de 
sus  propios  productos,  no  puede  menos  de  ser  siempre  prós- 
pera, mientras  la  ley  la  contenga  en  los  límites  marcados  á 
su  propia  jurisdicción.  En  el  Presupuesto  general  del  Estado 
del  año  1896,  el  capítulo  de  Material  del  Ministerio  de  la 
Gobernación  acredita  250.000  pesetas  para  los  gastos  de  im- 
presión, tirada,  reparto  y  franqueo  de  la  Gackta  de  Madrid 
y  de  la  Guia  oficial  de  España.  En  la  sección  de  Monopolios 
y  servicios  explotados  por  la  Administración  de  los  mismos 
Presupuestos,  formados  por  el  Sr.  Navarro  Reverter,  los 
productos  de  la  Gaceta  se  calculan  en  493.000  pesetas.  Los 


—  184  - 
gastos  de  la  impresión,  tirada  y  reparto  de  la  Gaceta  y  de  la 
Guía,  conforme  al  contrato  aprobado  por  Real  orden  de  9  de 
Julio  de  1890.  fueron  en  el  ejercicio  de  1896  de  244.000  pese- 
tas, y  el  franqueo  ascendió  á  6.000.  Las  ganancias  que  al 
Tesoro  revierten  de  los  productos  de  la  Gaceta  se  elevan  á 
243.000  pesetas.  Estas  cifras  se  han  sostenido  sin  variación 
en  los  Presupuestos  del  Sr.  Fernández  Villaverde  para  el 
ejercicio  que  terminó  el  31  de  Diciembre  de  1900,  y  en  el  pro- 
yecto de  Presupuestos  presentado  á  las  Cortes  por  el  señor 
Allendesalazar  para  el  de  1901.  Estas  cifras  son  las  mismas 
que  se  han  perpetuado  en  los  siguientes,  y  que  subsisten  en 
la  actualidad. 


El  cuadro  que  queda  bosquejado,  aunque  reducido  á  un 
solo  mecanismo  de  los  qué  componen  el  edificio  político-so- 
cial, no  puede  menos  de  prestarse  al  estudio  profundo  de  los 
hombres  reflexivos.  Lista  en  la  Gaceta  sólo  veía  una  docu- 
mentación más  para  la  Historia,  mientras  Carlos  IV  no  que- 
ría que  se  convirtiera  en  una  colección  de  leyes.  En  el  largo 
proceso  de  los  tres  siglos  que  median  desde  su  primer  co- 
nato de  metodización  hasta  su  última  definición  por  Rivero, 
Gamazo  y  Moret,  no  se  ven  solamente  los  esfuerzos  de  un 
nuevo  organismo  que  lucha  por  abrirse  paso  é  imponerse  á 
un  estado  político  y  social  que  se  transforma.  En  efecto,  el 
génesis  de  la  Gaceta  de  Madrid  es  el  génesis  del  periodismo 
en  España,  del  periodismo,  ese  elemento  de  comunicación 
que  ha  realizado  para  la  humanidad  más  conquistas  que  el 
vapor  y  la  electricidad,  y  que  ha  llegado  á  ser  un  alimento  de 
absoluta  necesidad  para  las  exigencias  morales  de  las  socie- 
dades cultas  contemporáneas.  Pero  conforme  la  Gaceta  se  va 
generando  á  sí  misma,  va  descubriendo  en  los  estados  socia- 
les por  que  atraviesa  líneas,  hechos,  documentos  en  que  an- 
tes no  se  había  detenido  el  análisis  del  espíritu  observador. 
De  los  sucesos  militares  y  de  las  resoluciones  de  gabinete  ha 
dependido  hasta  aquí  la  preponderancia  ó  la  decadencia  de 
los  Imperios.  En  las  evoluciones  de  tres  siglos,  por  medio  de 
los  que  hemos  seguido  los  inseguros  pasos  de  la  Gaceta,  he- 
raldo del  periodismo  en  España,  á  poco  que  nos  detengamos 
nos  salta  á  la  vista  el  influjo  que  en  los  hechos  militares  y 
en  las  resoluciones  de  gabinete  que  hasta  ahora  habían  for- 


—  185  — 

mado  el  conjunto  de  la  Historia,  ejercen  con  fuerza  imperiosa 
de  absoluta  determinación  los  estados  sociales,  que  no  hay 
que  deducirlos  de  las  manifestaciones  que  graba  en  la  super- 
ficie la  fisonomía  del  elemento  etnográfico  popular.  Los  es- 
tados sociales,  verdadera  y  profundamente  analizados,  re- 
sultan al  juicio  y  se  imponen  á  la  meditación  del  observador 
político  del  estudio  de  esa  legislación  continua  y  menuda  que 
responde  á  muchos  hechos  particulares  que  se  esconden  de 
la  luz,  y  que  no  suelen  recapitularse  en  las  grandes  colec- 
ciones del  derecho,  asi  como  del  número,  del  eterno  núme- 
ro, que  en  prolijas  estadísticas  suma  los  datos  más  nimios 
de  cada  revelación  social.  Sin  estos  precisos  conocimientos  no 
se  dirigen  bien  las  naciones  en  su  perpetuo  desarrollo,  ni  se 
empuja  su  espíritu  á  grandes  encumbramientos.  La  Historia 
nunca  había  contado  con  estos  datos.  El  mismo  periodismo 
militante,  que  tanto  se  evapora  en  las  rivalidades  del  impre- 
sionismo, no  los  recoge  siempre  tampoco.  Todos  los  almace- 
na la  Gaceta,  el  periódico  más  complejo  de  estudiar  y  más 
difícil  de  entender. 

La  universalidad  de  sus  funciones  en  todas  las  dilatadas 
márgenes  del  derecho,  la  hacen,  entretanto,  indispensable 
para  el  Estado,  indispensable  para  los  pueblos,  indispensable 
para  los  intereses  particulares,  no  habiendo  garantía  indivi- 
dual ó  colectiva,  derecho  que  se  canonice,  empresa  que  se  in- 
tente, proyecto  que  se  lleve  á  términos  de  ejecución,  que  no 
necesite  de  su  sanción  definitiva.  La  masa  popular,  siempre 
tosca,  nunca  sabrá  apreciarla.  En  cambio,  las  instituciones 
constitucionales,  las  asociaciones  emprendedoras,  los  talentos 
estudiosos,  jamás  dejarán  de  tenerla  en  la  continua  familiari- 
dad de  sus  actos  y  de  sus  pensamientos. 


APÉNDICE 


Privilegio  exclusivo  para  la  impresión  y  venta 
de  -Gacetas-. 


DOCCIMEirTOS 


Primera  serie. 


CÉDULA   REAL 

del  Sr.   Rey  D.   Carlos  II,  concediendo  al  Hospital 

general  de   Madrid   el  Privilegio   exclusivo 

para  la  impresión  de  «Gacetas». 

(Madrid  20  de  Agosto  de  1690.) 

(Archivo  Notarial  de  Madrid.  —  Escribanía  de  D.Fran- 
cisco Isidro  de  León  — Escrituras  del  año  1697.  —  Escri- 
tura de  compra  del  Privilegio  por  D.  Juan  de  Goyeneche.) 

D.  CARLOS,  por  la  gracia  de  Dios,  Rey  de  Castilla,  de 
León,  de  Aragón,  de  las  Dos  Sicilias,  de  Jerusalén,  de  Nava- 
rra, de  Granada,  de  Toledo,  de  Valencia,  de  Galicia,  de  Ma- 
llorca, de  Sevilla,  de  Cerdeña.  de  Córdoba,  de  Córcega,  de 
Murcia,  de  Jaén,  de  los  Algarbes,  de  Algeciras  y  Gibraltar, 
de  las  islas  Canarias,  de  las  Indias  Orientales  y  Occidentales, 
Islas  y  Tierra-firme  del  mar  Occéano;  Archiduque  de  Aus- 
tria, Duque  de  Rorgoña,  de  Rrabante  y  Milán;  Conde  de 
Hapsburgo,  de  Flandes,  Tyrol  y  Rarcelona;  Señor  de  Vizca- 
ya y  de  Molina,  etc.  —  Por  cuanto  atendiendo  al  gasto  que 
se  ocasiona  en  el  Hospital  general  de  esta  corte  con  los  mu- 


—  188  — 

chos  enfermos,  y  á  que  no  alcanzan  las  rentas  y  efectos  que 
están  aplicados  para  su  curación  y  asistencia,  y  que  conviene 
que  se  aplique  algún  medio  para  su  conservación:  en  esta 
consideración  he  tenido  por  bien,  por  Decreto  señalado  de 
mi  Real  mano  de  20  de  Junio  de  este  año,  hacer  merced  al 
dicho  Hospital  general  del  Privilegio  de  la  impresión  de  las 
Gacetas,  y  que  sin  su  licencia  no  se  puedan  imprimir  algu- 
nas; dejando  la  distribución  y  aplicación  de  su  producto  .á  la 
disposición  del  Ministro  Protector  de  los  Hospitales  que  al 
presente  es  y  adelante  fuere.  En  esta  conformidad,  es  mi  vo- 
luntad que  privativamente  el  dicho  Hospital  general  de  esta 
mi  corte  haya  de  tener  y  tenga  el  dicho  Privilegio  de  la  im- 
presión de  las  Gacetas,  sin  que  otra  ninguna  persona  se 
pueda  entrometer  en  imprimir  algunas,  si  no  es  que  prece- 
da licencia  de  dicho  Hospital  general,  dada  por  el  Protector 
ó  persona  a  quien  legítimamente  tocare,  y,  si  lo  hiciesen,  in- 
curran en  las  penas  que  están  impuestas  á  los  que  se  entro- 
meten á  usar  de  sus  impresiones  sin  tener  privilegio  para 
ello;  porque  éste  ha  de  subsistir  y  permanecer  perpetuamente 
en  favor  de  dicho  Hospital,  sin  que  en  su  observancia  y  cum- 
plimiento se  le  pueda  poner  impedimento  ni  embarazo  algu- 
no, llevándose  por  razón  de  ellas  lo  que  fuese  costumbre.  Y 
mando  que  en  todo  tiempo  le  sea  cierta  y  segura  la  dicha 
merced  al  dicho  Hospital  general,  sin  que  se  le  pueda  inquie- 
tar ni  perturbar  en  ella;  dejándole  usar  libremente  de  la  di- 
cha impresión.  Y  asimismo  mando  al  Gobernador  y  á  los  de 
mi  Consejo,  Alcaldes  de  Casa  y  Corte,  Corregidor  y  Tenien- 
tes de  la  villa  de  Madrid  y  á  otros  cualesquier  mis  Jueces  y 
justicias  á  quien  toca  ó  tocar  pueda  lo  contenido  en  este  mi 
Despacho,  que  con  ninguna  razón  ni  pretexto  no  embaracen 
ni  pongan  impedimento  alguno  en  lo  referido;  que  Yo,  desde 
ahora,  doy  licencia  y  facultad,  poder  y  autoridad,  á  las  perso- 
nas que  se  nombraren,  perpetuamente,  por  el  dicho  Protector, 
del  dicho  Hospital  general  ó  persona  á  quien  tocare,  para  que 
pueda  hacer  la  impresión  de  las  dichas  Gacetas,  sin  que  ne- 
cesite tener  nueva  licencia,  ni  poner  en  ello  duda  ni  dificul- 
tad alguna:  y  en  su  conformidad,  es  mi  voluntad  que  tenga  el 
dicho  Privilegio  de  las  dichas  Gacetas  perpetuamente,  y  que 
el  producto  de  ellas  haya  de  quedar  y  quede,  en  la  forma  que 
lo  tengo  resuelto,  á  la  distribución  y  aplicación  de  dicho  Mi- 
nistro Protector  que  al  présenle  es  y  adelante  fuere  de  dicho 
Hospital,  para  que  se  convierta  en  beneficio,  sin  que  en  ello 


—  189  — 

se  ponga  embarazo,  duda  ni  dificultad  alguna;  todo  ello  no 
embargante  los  órdenes  y  estilo  que  ha  habido  hasta  aquí  en 
esto,  y  todo  lo  demás  que  haya  ó  pueda  haber  en  contrario, 
que  para  en  cuanto  á  esto  toque,  y  por  esta  vez  dispenso, 
quedando  en  su  fuerza  y  vigor  para  en  lo  de  más  adelante. 
Dada  en  Madrid  a  veinte  de  Agosto  de  mil  seiscientos  y  no- 
venta años.  —  YO  EL  REY.  —  Yo  D.  Eugenio  de  Marbán> 
Secretario  del  Rey,  Nuestro  Señor,  lo  hice  escribir  por  su 
mandado.  —  Licenciado  D.  Gil  de  Castrejón.  —  D.  Antonio 
Ronquillo  Briceño.  —  Licenciado  D.  Luis  de  Salcedo  y  Ar- 
bizu.  —  Teniente  de  Canciller  mayor,  D.  Luís  Vélez.  —  Re- 
gistrada: D.  Luis  Vélez. 

Concuerda  con  el  original,  que  volví  á  la  parte  del  Admi- 
nistrador general.  —  Madrid  y  Mayo  22  de  1697  años. — 
Francisco  Isidro  de  León. 


VENTA 

del  Privilegio  exclusivo  para  imprimir  «Gacetas», 

hecha  por  el  Hospital  General  á  Don  Juan 

de  Goyeneche. 

(Madrid:  año  de  169T) 

(Archivo  Notarial  de  Madrid.  —  Escribanía  de  D.  Francis- 
co Isidro  de  León. —  Libro  de  protocolos  y  escrituras  del 
año  1697.) 


Memorial  de  D.  Juan  de  Goyeneche. 

«Ilmo.  Sr.:  —  D.  Juan  de  Goyeneche  dice:  Que  hallándose 
con  400  ducados  de  renta  en  los  mejores  efectos  de  esta  villa, 
por  servir  á  los  Hospitales,  se  los  cederá  para  siempre,  por- 
que se  le  traspase  perpetuamente  el  Privilegio  de  imprimir  y 
componer  las  Gacetas;  y  se  puede  reconocer  la  conveniencia 
que  se  le  sigue,  pues  no  habiendo  prohibición  para  que  cual- 
quiera que  quisiere,  en  tiempo  de  paz,  las  pudiere  imprimir, 
nadie  lo  hace  por  no  poderlas  costear,  y  aun  en  tiempo  de 
estas  guerras  apenas  rinde  su  arrendamiento  dudoso  lo  que 


—  190  — 

el  suplicante  ofrece  de  fijo;  en  que  recibirá  merced,  etc.   Ma- 
drid y  Julio  12  de  1696.— Juan  de  Goyeneche.» 

Decreto  al  margen  sin  fecha. 

En  Junta  que  se  celebró  este  dia  se  mandó  que  esta  parte 
decíate  en  qué  efectos  están  los  400  ducados  de  renta  que 
refiere. 

II 

Informe  del  Administrador  del  Hospital  General 

al  Consejero  de  Castilla,  Protector  de  los  Hospitales 

de  la  corte. 

«Ilmo.  Sr.:  — Por  D.  Juan  de  Goyeneche,  vecino  de  esta 
corte,  se  propuso  en  Junta  de  Hospitales  por  el  mes  de  Agos- 
to del  año  próximo  pasado  se  hallaba  con  400  ducados  de 
renta  al  año  en  los  mejores  efectos  sisas  é  impuestos  contra 
esta  villa  de  Madrid,  y  que  por  servir  á  los  Hospitales  se  los 
cedería  para  siempre,  porque  se  le  hiciese  traspaso  perpetua- 
mente del  Privilegio  concedido  al  Hospital  General,  por  Cé- 
dula Real  de  20  de  Agosto  del  año  pasado  de  1690,  para  poder 
imprimir  y  vender  las  Gacetas,  en  que  se  le  seguía  al  dicho 
Hospital  suma  conveniencia,  pues  no  habiendo  prohibición, 
antes  de  ganar  el  Privilegio,  para  que  cualquiera  que  quisie- 
re, en  tiempo  de  paz,  las  pudiese  imprimir,  nadie  lo  hacia 
por  no  poderlas  costear;  y  aun  en  tiempo  de  estas  guerras 
apenas  rinden  en  arrendamiento  dudoso  lo  que  el  suplicante 
ofrecía  de  fijo;  y  en  vista  de  la  dicha  proposición,  9n  Junta  de 
Hospitales  se  mandó  que  el  dicho  D.  Juan  de  Goyeneche  de- 
clarase los  efectos  en  que  tenía  los  dichos  400  ducados  de  ren- 
ta que  corresponden  á  10.000  de  principal,  á  razón  de  los  4 
por  100  que  hoy  se  pagan  los  intereses  por  esta  villa  de 
Madrid;  y  hecho  reconocimiento  de  la  buena  calidad  de  di- 
chos efectos,  y  conferido  y  tratado  en  la  dicha  Junta  sobre  la 
determinación  de  este  negocio,  deseando  el  mayor  beneficio 
y  conservación  de  la  renta  de  los  Hospitales;  considerando  el 
menoscabo  que  ha  tenido  y  en  adelante  podrá  tener  el  arren- 
damiento de  dicho  Privilegio,  como  se  ha  experimentado  en 
estos  años,  pues  sin  haber  cesado  la  guerra  de  Hungría  ni 
las  de  España  con  Francia,  ha  ido  bajando  y  descaeciendo 
su  estimación  y  renta  en  tal  grado,  que  de  setecientos  duca- 


-  191  — 

dos  en  que  se  arrendó  la  primera  vez,  bajó  la  segunda  á  qui- 
nientos, y  últimamente  para  el  arrendamiento  presente,  que 
se  ha  tratado  y  trata  de  hacer  para  desde  1.°  de  Enero  de  este 
año,  no  hay  quien  hasta  ahora  haga  postura  más  que  de 
2.000  á  2.200  reales  al  año,  y  se  puede  esperar  tenga  fatal 
falencia  llegando  el  caso  de  paces  generales;  y  que  por  el 
medio  que  ahora  se  ofrece  logran  los  Hospitales  la  conve- 
niencia de  perpetuar  á  su  favor  400  ducados  de  renta,  sin  es- 
tar expuestos  á  contingencias  de  mayor  baja:  Por  cuyos  mo- 
tivos y  puras  consideraciones,  en  Junta  de  Hospitales  de  9 
de  Agosto  pasado  de  1696  se  declaró  la  utilidad  que  se  segui- 
ría á  los  Hospitales  si  se  ejecutase  la  permuta  de  dicho  Pri- 
vilegio con  la  propiedad  de  los  10.000  ducados  al  año,  que- 
dando, como  había  de  quedar,  afecto  el  dicho  Privilegio  á  la 
seguridad  y  perpetuidad  de  la  renta  entera  de  los  dichos  400 
ducados,  que  se  habían  de  cobrar  por  el  Hospital  General  en 
dos  pagas  y  plazos  por  San  Juan  y  Navidad,  á  razón  de  200 
ducados  cada  uno  para  siempre  jamás,  por  habérsele  de  ce- 
der al  dicho  D.  Juan  de  Goyeneche  la  propiedad,  uso  y  apro- 
vechamiento del  dicho  Privilegio,  haciéndose  las  demás  pre- 
venciones que,  llegado  este  caso,  fuesen  necesarias  á  favor 
de  ambos  interesados.  Y  aunque  por  entonces  no  se  dio 
pronta  providencia  en  este  tratado,  así  por  estar  hecho  arren- 
damiento de  dicho  Privilegio  y  que  no  cumplía  hasta  fin  de 
Diciembre  del  año  próximo  pasado,  como  para  experimentar 
el  valor  último  que  daba  de  sí,  para  desde  1.°  de  Enero  de 
este  presente  año,  siendo  tan  corto,  que  aun,  como  va  referi- 
do, no  pasaba  de  2.200  reales;  hallándose  hoy  los  Hospitales 
sin  adelantar  mayor  beneficio,  aunque  se  han  hecho  y  hacen 
vivas  diligencias;  por  cuyas  razones  me  ha  parecido  repetir 
á  V.  S.  nuevamente  la  proposición  hecha  por  el  dicho  Don 
Juan  de  Goyeneche,  para  que,  siendo  del  servicio  y  mayor 
aumento  de  la  renta  de  los  Hospitales  en  que  ros  considero 
por  este  medio  más  afianzados  y  utilizados,  resuelva  V.  I.  con 
mejor  acuerdo  y  más  segura  dirección  lo  que  fuere  servido. — 
Madrid  y  Enero  7  de  1697.— Dr.  D.  Sebastián  Cavero.— 
limo.  Sr.  D.  Juan  de  Laysaca.n 


—  192  — . 

III 
Pregones  para  el  arrendamiento  ó  venta  del  Privilegio. 

Yo,  D.  Pedro  de  Rivas,  escribano  del  Rey,  nuestro  señor, 
y  de  los  Reales  Hospitales,  vecino  de  esta  villa  de  Madrid,  doy. 
fe:  —  Que  de  orden  del  limo.  Sr.  D.  Juan  de  Laysaca  y  Alva- 
rado,  Caballero  de  la  Orden  de  Santiago,  del  Consejo  y  Cá- 
mara de  S.  M.  y  Protector  de  los  Reales  Hospitales,  desde  el 
día  8  de  este  presente  mes  de  Enero  y  año  de  1697,  ante  mí  y 
por  voz  de  Juan  Galiano,  Pregonero  público  de  esta  villa,  has- 
ta hoy,  día  de  la  fecha,  se  han  dado  nueve  pregones  en  los 
puntos  y  plazas  de  la  villa,  Puerta  de  Guadalajara,  Portal  de 
Provincia  y  Puerta  del  Sol,  diciendo  que,  quien  quisiere  arren- 
dar* ó  comprar  el  Privilegio  que  pertenece  al  Hospital  Gene- 
ral de  esta  corte  para  poder  imprimir  y  vender  las  Gacetas  en 
esta  villa,  acudiese  á  hacer  postura  ante  el  Sr.  Dr.  D.  Sebas- 
tián Cavero,  Administrador  de  los  Reales  Hospitales  Gene- 
ral y  Pasión,  que  se  le  admitirá  la  que  hiciere,  y  no  ha  habi- 
do persona  que  la  haya  hecho.  Y  para  que  conste  donde  con- 
venga, doy  el  presente  en  Madrid,  á  diez  y  siete  días  del  mes 
de  Enero  de  1697.  —  Y  lo  signó  y  firmé.  —  En  testimonio  de 
verdad:  Pedro  de  Rivas. 

IV 
Representación  del  Protector  al  Rey  Carlos  II. 

Señor:  El  Administrador  del  Hospital  General  y  sus  agre- 
gados me  hace  la  representación  adjunta  sobre  conmutar  el 
Privilegio  que  V.  M.  se  sirvió  conceder  á  los  Hospitales  para 
que  solamente  por  su  cuenta  se  imprimiesen  y  vendiesen  las 
Gacetas  Generales,  con  una  renta  de  400  ducados  cada  año 
y  10.000  de  principal  en  esta  villa,  que  ofrece  D.  Juan  de  Go- 
yeneche;  y  aunque,  según  la  experiencia,  vendrá  á  ser  de  muy 
corta  utilidad  el  producto  de  este  Privilegio,  queda  también 
obligado  á  la  evicción,  y,  por  consiguiente,  parece  que  será 
muy  útil  este  contrato  á  los  Hospitales,  es  de  mi  obligación  el 
ponerlo  en  la  noticia  de  V.  M.,  y  porque  el  testimonio  adjun- 
to consta  haberse  dado  nueve  pregones  en  nueve  días  siguien- 


—  193  — 

tes  la  postura  última  de  2.000  reales  para  que  V.  M.  resuelva 
lo  que  fuese  servido.  —  Madrid  y  Enero  27  de  1697.  —  Don 
Juan  de  Laysaca  Alvarado. 


V 

Aprobación  del  Consejo  Real  de  Castilla. 

Sala  de  Gobierno. 
Sres.  Conde  de  Gondomar.  Apruébase  la  proposición 

D.  Joseph  de  Soto.  hecha  por  la  Junta  de  Hospi- 

D.  Diego  de  Torres.  tales,  en  orden  de  la  conmu- 

D.  Luis  del  Hoyo.  tación  de  Privilegio  que  les 

D.  Tomás  de  Pantojas.  esta  concedido  para  la  inspec- 
ción de  las  Gacetas,  y  se  re- 
miten al  Sr.  D.  Juan  de  Laysaca,  para  que  dé  orden  de  ejecu- 
tar el  contrato  con  las  prevenciones  que  la  Junta  tiene  acor- 
dado y  demás  que  pareciere  conveniente  á  dicho  señor.  —  Se- 
cretario Solís. 

VI 

NÓMINA   DE   LOS  VALORES   CEDIDOS   POR  D.  JUAN  DE  GOYENECHE. 

(Capitulo  de  la  Escritura  de  compra  del  Privilegio.) 

« El  traslado  de  dicho  Memorial,  Consultas  y  Decreto 

concuerdan  con  sus  originales  que  quedan  en  el  Protocolo  de 
esta  Escritura;  y  usando  el  dicho  Sr.  Dr.  D.  Sebastián  Cave- 
ro  de  la  jurisdicción  que  le  está  dada,  y  como  tal  Administra- 
dor ejerce,  y  en  aquella  vía  y  forma  que  más  haya  lugar  en 
derecho,  en  nombre  de  los  dichos  Hospitales  General  y  sus 
agregados,  y  de  quien  representa  y  representase  en  derecho  y 
fuere  parte  por  ellos,  ahora  y  en  todo  tiempo,  Otorga,  que 
cede,  renuncia  y  traspasa  perpetuamente  á  dicho  D.  Juan  de 
Goyeneche,  y  á  quien  sucediere  en  cualquier  forma  y  tiempo 
el  dicho  Privilegio  y  merced  que  S.  M.  tiene  hecha  á  los  di- 
chos Hospitales  para  impresión  de  las  Gacetas  que  se  impri- 
mieren con  la  misma  regalía,  facultad,  preeminencia,  pena, 
uso  y  aprovechamiento  que  se  contiene  en  el  dicho  Privilegio 
de  20  de  Agosto  de  1690,  y  con  el  goce  de  él,  desde  el  día  i."  de 
Enero  de  este  presente  año  de  1697,  en  adelante,  sin  reserva- 

13 


—  194  - 

ción  ni  limitación  de  cosa  alguna  de  él  y  como  lo  ha  poseído 
dicho  Hospital; _^__________>___™_ 

»Esto  por  cuanto  el  dicho  D.  Juan  de  Goyeneche  ha  de 
dar  y  ceder  por  esta  Escritura  al  dicho  Hospital  110.000  reales 
de  vellón  de  principal  en  los  efectos  que  le  pertenecen  contra 
esta  dicha  villa  y  diferentes  Sisas  que  por  menor  se  expresa- 
rán adelante:  — — — — ^—— — — — ^^— — — — — — — 

»  En  cuya  conformidad  el  dicho  Doctor  D.  Sebastián  de 
Cavero,  en  nombre  de  dicho  Hospital,  se  da  por  entregado  á 
su  voluntad  de  los  dichos  ciento  diez  mil  reales  de  vellón  desde 
ahora  para  cuando  por  esta  escritura  los  haya  cedido  el  dicho 
D.  Juan  de  Goyeneche,  y  renuncia  las  leyes  de  su  entrega  y 
demás  del  caso,  sin  perjuicio  de  lo  que  se  ha  de  hacer  de  di- 
chos efectos;  y  confiesa  que  el  verdadero  precio  de  dicho  Pri- 
vilegio y  sus  aprovechamientos  son  los  dichos  ciento  y  diez 
mil  reales  de  vellón,  pagados  en  la  forma  referida,  y  que  no 
vale  más;  y  caso  que  más  valga  de  demasía  y  más  valor  en 
poca  ó  mucha  cantidad,  hace  gracia,  cesión  y  donación  al  di- 
cho D.  Juan  de  Goyeneche  y  á  quien  le  sucediere,  pura, 
mera,  perfecta  é  irrevocablemente,  que  el  derecho  llama  inter 
vivos,  con  el  juramento,  insinuación  necesaria  sobre  la  renun- 
cia, cualesquier  leyes  y  privilegios  que  puedan  competer  á  los 
dichos  Hospitales,  y  en  especial  las  de  Alcalá  de  Henares,  que 
tratan  de  las  cosas  que  se  compran  y  venden  por  más  ó  menos 
de  la  mitad  del  justo  precio  y  los  cuatro  años  en  ellas  decla- 
rados para  poder  pedir  rescisión  del  contrato  ó  suplemento  de 
él;  y  desde  el  día  1.°  de  Enero  de  este  presente  año,  desiste, 
quita  y  aparta  perpetuamente  al  dicho  Hospital  General  y  á 
sus  agregados  del  derecho  y  acción,  presión,  dominio  y  se- 
ñorío que  había  y  tenía  de  dicho  Privilegio  y  su  aprovecha- 
miento, y  todo  ello,  como  va  referido,  lo  cede,  renuncia  y 
traspasa  en  el  dicho  D.  Juan  de  Goyeneche  y  en  quien  en 
cualquier  manera  le  sucediere  ó  su  derecho  representare;  y  le 
da  poder  y  facultad  para  que  judicial  y  extrajudicialmente 
tome  su  posesión  como  quisiere.  Y  para  que  no  sea  necesario 
hacerlo  judicialmente,  —  Otorga  á  su  favor  esta  cesión,  con 
la  cual  y  el  dicho  Privilegio,  que  original  se  entrega ,  ha  de 
ser  visto  habérsele  transferido;  y  en  el  ínterin  constituye  á 
dicho  Hospital  por  su  inquilino  y  precario  poseedor  en  forma, 
y  obliga  sus  bienes  y  rentas  de  dicho  Hospital  General  y  sus 
agregados,  y  especialmente  los  ciento  y  diez  mil  reales  de 
principal  que  el  dicho  D.  Juan  de  Goyeneche  ha  de  ceder  por 


—  195  - 

•esta  Escritura,  á  que  el  dicho  Privilegio  le  toca  y  perteneced 
■dicho  Hospital,  y  que  no  tiene  vendido,  cedido,  renunciado 
ni  traspasado  á  persona  alguna,  ni  hipotecado  especial  ni  ge- 
neralmente á  ninguna  deuda;  y  si  pareciese  lo  contrario,  lo 
que  así  fuere  y  resultare  de  incertidumbre,  se  lo  pagará  dicho 
Hospital  ó  le  hará  retrocesión  de  los  efectos  que  le  cede  hasta 
en  la  ocurrente  cantidad,  con  declaración  que  en  lo  que  no 
fuere  de  hecho  propio  de  dicho  Hospital  por  causa  de  que 
valga  poca  ó  mucha  cantidad  el  producto  de  dicho  Privilegio, 
esto  ha  de  ser  y  queda  por  cuenta  y  riesgo  de  dicho  D.  Juan 
de  Goyeneche  y  de  quien  representare  su  derecho;  y  el  dicho 
D.  Juan  de  Goyeneche,  aceptando,  como  acepta,  esta  cesión 
en  la  conformidad  que  va  referido,  y  recibiendo,  como  recibe, 
dicho  Privilegio,  cumpliendo  de  su  parte  con  lo  que  está  ca- 
pitulado, en  la  forma  que  más  haya  lugar  en  derecho:  —  Otor- 
ga que,  por  sí  mismo  y  en  nombre  de  sus  herederos  y  suceso- 
res, renuncia  y  traspasa  perpetuamente  á  dicho  Hospital  Ge- 
neral y  sus  agregados,  y  á  quien  por  ellos  fuere  parte  legíti- 
ma, los  dichos  ciento  y  diez  mil  reales  de  vellón  de  principal, 
que  se  componen  de  los  efectos  y  partidas  siguientes  :  ^— 
—  20.000  reales  de  vellón,  por  cesión  de  28.000  reales  de 
plata,  que  al  dicho  D.  Juan  de  Goyeneche  pertenecen  en  par- 
tida de  200.000  reales  de  plata  contra  esta  villa  de  Madrid  y 
las  sisas  del  vino  y  aceite  que  llaman  de  los  tres  millones,  cuya 
suerte  principal  prestó  al  capitán  Juan  de  Santiago,  á  cuyo 
favor,  y  en  virtud  de  facultad  Real  y  poder  de  Madrid,  otorgó 
obligación  D.  Francisco  Portero,  caballero  que  fué  de  la  or- 
den de  Santiago,  regidor  de  esta  villa  y  tesorero  de  las  dichas 
sisas  en  9  de  Octubre  de  1659,  ante  Juan  Manrique,  escribano 
de  número;  y  los  28. 000  reales  de  plata  de  principal,  con  sus 
intereses,  que  al  presente  se  pagan  al  4  por  100,  pertenecen  al 
dicho  D.  Juan  de  Goyeneche  por  cesión  que  á  su  favor  hizo 
Juan  de  Jáuregui,  vecino  de  esta  villa,  hermano  y  síndico  ge- 
neral de  todas  las  Provincias  de  las  Indias  Occidentales,  de 
la  Religión  del  seráfico  Padre  San  Francisco,  que  pasó  en 
esta  corte  á  2  de  Abril  del  año  pasado  de  1689,  ante  Bernardo 
de  Solís,  secretario  de  S.  M.;  en  la  cual  expresa  por  menor 
la  forma  y  cómo  pertenecieron  dichos  28.000  reales  de  plata  á 
la  Provincia  del  Santo  Evangelio  de  la  dicha  orden  de  Nueva 
España,  por  cuya  razón  y  excusar  prolijidad  no  se  refiere  en 
qué;  y  de  los  dichos  20  000  reales  de  vellón  de  los  28-000  de 
plata,  hace  cesión  el  dicho  D.  Juan  de  Goyeneche  á  favor  de 


—  196  — 

dicho  Hospital,  por  cuanto  los  22.000  reales  de  vellón  restantes 
se  los  ha  de  ceder  asi  mismo  por  escritura  aparte  para  pago  y 
satisfacción  de  los  2.000  ducados  en  que  fió  con  dicho  efecto  a 
D.  Francisco  de  Ortega  para  la  tesorería  que  se  le  encargó 
del  Hospital  de  la  Inclusa  de  esta  corte,  por  el  alcance  que 
contra  dicho  tesorero  resultó,  y  así  se  previene;  — — — ^— 

—  27.500  reales  de  vellón  de  principal  de  otro  efecto  con- 
tra esta  villa  de  Madrid  y  la  sisa  que  llaman  de  Quiebras  de 
millones  del  carnero,  en  cabeza  de  Doña  Magalena  Falcó, 
viuda ;  á  cuyo  favor,  en  virtud  de  facultad  Real  y  de  poder  de 
Madrid,  otorgó  obligación  Jorge  de  Tapia,  tesorero  que  fué 
de  dicha  sisa  en  22  de  Diciembre  de  1660,  ante  el  dicho  Juan 
Manrique,  y  últimamente,  después  de  otros,  perteneció  dicho 
efecto  á  Doña  Mariana  de  Monroy  y  Figueroa,  mujer  de  Don 
Francisco  Osorio  del  Águila,  los  cuales,  por  escritura  que 
otorgaron  en  esta  villa  en  7  de  Abril  de  1692,  ante  el  dicho 
Bernardo  de  Solís,  le  cedieron  al  dicho  D.  Juan  de  Goye- 
neche.  — — — — — — — — — — ^— — — — — — — — — 

—  63.500  reales  de  vellón  de  principal  que  se  componen 
de  los  efectos  siguientes :  —  §  11  000  sobre  las  sisas  del  cuarto 
de  Palacio  en  cabeza  de  Doña  Ana  de  Barrio,  quien  los  pres- 
tó á  Madrid,  y  á  cuyo  favor,  en  virtud  de  su  poder  y  facultad 
Real,  otorgó  escritura  de  obligación  D.  Juan  de  Rosales,  te- 
sorero que  fué  de  dichas  sisas  en  4  de  Septiembre  de  1642, 
ante  el  dicho  Juan  Manrique.  —  §§  Otros  11.000  reales  sobre 
las  sisas  de  la  segunda  blanca  del  carbón  en  cabeza  de  Doña 
María  Paez  de  Zelada,  quien  los  prestó  á  Madrid,  y  por  su 
parte  y  en  virtud  de  su  poder  y  facultad  Real,  otorgó  obliga- 
ción D.  Diego  Paez  de  Castro,  tesorero  de  dicha  sisa,  por  es- 
critura ante  D.  Juan  Martínez,  Escribano  que  fué  del  Ayun- 
tamiento en  4  de  Diciembre  de  1652.  —  §  §  §  14.000  reales 
sobre  la  sisa  de  la  obra  de  la  Plaza  Mayor,  en  cabeza  de  Doña 
María  de  Loaisa,  quien  los  prestó  á  Madrid,  y  en  su  nombre 
y  en  virtud  de  poder  y  facultad  Real,  otorgó  obligación  el 
dicho  Juan  de  Rosales  en  5  de  Septiembre  de  1643  ante  el  di- 
cho Juan  Manrique.  —  §  §  §  §  27.500  reales  en  partida  de  un 
efecto  de  44.000  reales  de  principal  contra  esta  villa  y  las 
sisas  del  vino  y  aceite  de  los  tres  millones,  en  cabeza  de  Doña 
Ana  Goveo,  que  los  prestó  á  Madrid,  y  en  virtud  de  poder  y 
facultad  Real,  otorgó  obligación  al  dicho  D.  Francisco  Porte- 
ro de  Vargas  en  3  de  Marzo  de  1168,  ante  Diego  Pérez  de 
Orejón,  Escribano  que  fué  de  número:  cuyas  cuatro  partidas 


—  197  — 

importan  los  dichos  63.500  reales,  y  después  de  diferentes 
dueños  que  hubo  de  ellos,  pertenecieron  á  Frey  D.  José  de 
Santisteban  y  Ripalda,  Presbítero,  religioso  de  la  Orden  de 
San  Juan  de  Jerusalem  en  el  convento  del  Santo  Crucifijo  de 
la  villa  de  la  Puente  de  la  Reina,  por  venta  judicial  que  á  su 
favor  otorgó  el  Sr.  D  Baltasar  de  Rivadeneyra  y  Zúñiga.  ca- 
ballero del  hábito  de  Santiago,  Marqués  de  la  Vega,  del  Con- 
sejo de  S  M.  en  el  de  Hacienda,  siendo  Corregidor  de  esta 
villa  y  Juez  mero  ejecutor  de  las  sisas  y  rentas  Keales  de  ella 
ante  José  García  Remon,  Escribano  de  número,  en  4  de  Mayo 
de  1664,  y  el  dicho  Frey  D.  José  de  Santisteban  cedió  y  donó 
los  dichos  63.500  reales  á  Doña  María  Josefa  de  Santisteban, 
su  sobrina,  en  las  capitulaciones  matrimoniales  que  precedie- 
ron para  el  matrimonio  que  contrajo  con  D  Juan  de  Elizon- 
do  y  Balanza,  Señor  de  los  Palacios  del  lugar  de  Aranguren, 
Reino  de  Navarra,  y  del  de  Arrieta ;  el  cual  por  si  y  en  nom- 
bre y  en  virtud  de  poder  de  dicha  su  mujer  cedió  los  63.500 
reales  al  dicho  D.  Juan  de  Goyeneche  por  escritura  en  esta 
villa  á  21  de  Octubre  de  1695  ante  Domingo  Álvarez  Enrí- 
quez.  Escribano  de  S.  M.    ■       ■  .  ■■  m 

»De  suerte  que  todos  los  principales  de  los  efectos  que  con- 
tiene esta  cesión  importan  ciento  jj  once  mil  reales  de  vellón, 
-con  que  hay  de  demasía,  y  sobran  de  los  dichos  10.000  duca- 
dos mil  reales  de  vellón,  los  cuales,  por  mayor  beneficio  de 
•dicho  Hospital,  también  se  los  cede  enteramente  el  dicho  Don 
Juan  de  Goyeneche  y  con  los  intereses  de  todos  los  dichos 
ciento  y  once  mil  reales,  corridos  y  que  corriesen  en  adelante, 
desde  1."  de  Enero  de  1697,  á  razón  de  los  4  por  100,  como  al 
presente  se  pagan  por  Madrid,  ó  á  la  cantidad  á  que  se  redu- 
jesen adelante;  y  de  lo  que  recibiere  y  cobrare  la  parte  de 
dicho  Hospital,  así  de  los  dichos  principales  y  sus  intereses, 
en  el  ínterin  que  no  se  redimen,  dé  y  otorgue  á  favor  de  esta 
villa  y  sus  herederos  y  demás  personas  que  lo  deban  y  de- 
bieren pagar,  cartas  de  pago,  finiquito,  cesión,  lastos,  reden- 
ciones y  los  demás  recados  é  instrumentos  que  le  sean  pedi- 
dos con  fe  de  paga  y  renunciación  de  sus  leyes,  que  para  ello 
parecer  en  juicio  y  hacer  todos  los  pedimentos,  autos  y  dili- 
gencias judiciales  y  extrajudiciales  que  se  requieran,  y  hacer 
y  disponer  de  dichos  efectos  y  sus  intereses  como  de  cosa 
propia,  habida  y  adquirida  por  justo  título,  como  éste  lo  ex- 
pone y  subroga  en  su  propio  lugar  y  derecho  al  dicho  Hospi- 
tal, en   libre,  franca  y  general  Administración,  y  le  hace 


-  198  - 
actor  y  procurador  en  su  hecho  y  causa  propia. 


»Y  al  cumplimiento  de  lo  que  dicho  es,  ambas  partes,  por 
lo  que  á  cada  una  toca,  se  obligan  el  dicho  Sr.  Dr.  D.  Sebas- 
tián Cavero,  el  dicho  Hospital  y  sus  agregados  y  el  dicho 
D.  Juan  de  Goyeneche  en  la  forma  que  uno  y  otro  lo  han  en 
esta  escritura,  y  dan  poder  á  las  justicias  y  Jueces  que  de  las 
causas  y  negocios  de  cada  uno  puedan  y  deban  conocer  con- 
forme á  derecho,  y  á  cada  uno  in  solidum,  y  en  especial  por 
lo  que  toca  á  dicho  Hospital,  al  Sr.  Protector  que  es  ó  fuere 
de  él,  renuncian  y  en  dicho  nombre  el  fuero,  jurisdicción, 
domicilio  y  la  ley  si  co/we/terit  dcjuris  dictiones  omniumju- 
dicum,  y  lo  reciben  por  sentencia  pasada  en  cosa  juzgada,, 
renuncian  las  demás  leyes  y  derechos  de  su  favor  con  la  ge- 
neral en  forma,  y  el  dicho  Sr.  Dr.  D.  Sebastián  Cavero,  por 
dicho  Hospital,  el  beneficio  de  menor  de  edad,  restitución  in 
integvum  y  otro  que  le  competa;  y  en  lo  que  por  derecho  pue- 
da y  deba  ser  jurada  esta  escritura,  lo  hace  para  su  firmeza; 
y  para  que  en  todo  tiempo  lo  tenga,  se  ha  de  aprobar  por  el 
dicho  limo.  Sr.  D.  Juan  de  Laysaca  Alvarado,  como  tal  Juez 
Protector  de  los  Hospitales,  y  con  esta  circunstancia  ha  de 
quedar,  como  queda,  perfecto  este  contrato.  —  A  quien  yo,  el 
Escribano,  doy  fe  conozco;  siendo  testigos  D.  Martín  Freiré 
de  Córdova,  Manuel  Pérez  y  Pedro  de  Aguayo,  residentes  en 
esta  corte. — Dr.  D.  Sebastián  Cavero.  —  Juan  de  Goyene- 
che. —  Ante  mi:  Francisco  Isidro  de  León. 


VII 

Aprobación  del  Juez  Protector. 

En  la  villa  de  Madrid,  á  29  días  del  mes  de  Marzo  de  1697 
años,  el  Sr.  D.  Juan  de  Laysaca  Alvarado,  Caballero  de  la 
Orden  de  Santiago,  del  Consejo  y  Cámara  de  S.  M.  y  Protec- 
tor de  los  Reales  Hospitales  de  esta  corte;  Habiendo  visto  la 
escritura  de  venta,  cesión  y  permuta  antecedente,  hecha  y 
otorgada  por  D.  Sebastián  Cavero,  Administrador  del  Hos- 
pital general,  y  D.  Juan  de  Goyeneche,  del  Privilegio  para 
imprimir  las  Gacetas  concedido  al  Hospital,  por  la  permu- 
ta de  los  ciento  once  mil  reales  de  vellón  en  efectos  contra 


-  199  — 

esta  dicha  villa  de  Madrid  que  cede  dicho  D.  Juan  de  Goye- 
neche;  y  asimismo,  habiendo  visto  las  Consultas  y  Decreto 
del  Consejo  insertos,  dijo  que  aprobaba,  y  aprobó,  dicha  es- 
critura con  calidad  de  que  quede  hipotecado  el  dicho  Privile- 
gio, que  cede  al  dicho  D.  Juan  de  Goyeneche,  á  la  evicción  y 
saneamiento  que  tiene  hecha  en  esta  escritura  pública  de  los 
dichos  efectos,  con  prohibición  de  su  enajenación  y  en  la  con- 
formidad que  está  ajustada  la  dicha  hipoteca.  —Y  la  firmó. — 
ü.  Juan  de  Laysaca  Alvakado.  —  Ante  mi:  Francisco  Isidro 
de  León,  Escribano  de  número  de  Madrid,  presente  fui,  y  lo 
signé.  —  En  testimonio  de  verdad:  —  Francisco  Isidro  de 
León. 


Incorporación  á  la  Corona  del  Privilegio  para 
imprimir  las  -Gacetas". 


DOCUMENTOS 


Segunda  serie. 

Archivo  Histórico  Nacional.  —  Procedencias  del  Archivo 
del  Ministerio  de  la  Gobernación.  —  Imprentas  y  sus  agre- 
gados.) 

I 

Informe  secreto  del  impresor  D.  Juan  Manuel  de  Mena 

al  Oficial  Mayor  del  Ministerio  de  Estado 

sorre  el  Privilegio  de  la  «Gaceta». 

(Sin  fecha.) 

«Sr.  D.  José  Agustín  de  Llano,  mi  señor:  —  En  fin  del 
siglo  pasado  concedió  el  rey  D.  Carlos  II  el  privilegio  perpe- 
tuo de  la  Gaceta  al  Hospital  General,  quien  le  enajenó  á  los 
cinco  años  de  poseerle.  Le  dio  á  D.  Juan  de  Goyeneche  por 
147.000  reales  de  vellón,  que  dio  en  tres  efectos  de  villa,  que 
hoy  están  corrientes  y  rentan  44.000  reales  al  año,  los  que 
cobra  el  Hospital.  En  aquel  tiempo  eran  los  efectos  algo  fa- 
llidos, porque  la  paga  de  intereses  no  se  hacia  por  causa  de 


—  200  — 

las  guerras  del  principio  de  este  siglo.  Quien  me  da  esta  no- 
ticia, me  dará  con  puntualidad  las  fechas,  si  fuere  necesario; 
pero  no  quiere  que  se  sepa  que  las  da.  Mande  V.  S.  como 
pueda  á  su  seguro  servidor  muy  afectísimo  —  Juan  Manuel 
de  Mena.» 

II 

Representación  del  Ministro  de  Estado,  D.  Ricardo  Wall, 

al  rey  Fernando  VI,  en  queja  contra  el  servicio 

de  la  «Gaceta  de  Madrid». 

(Villaviciosa  1.°  de  Noviembre  de  VíoS) 

Señor:  —  Por  más  advertencias  que  se  han  hecho  al  suje- 
to que  cuida  de  la  impresión  de  la  Gaceta  para  que  nada 
ponga  en  ella,  especialmente  en  el  capitulo  de  Madrid,  de 
cuya  verdad  no  esté  bien  asegurado  y  de  cuya  publicación  no 
se  siga  inconveniente,  incurre  de  tiempo  en  tiempo  en  estas 
faltas  con  ligereza  y  poca  circunspección,  como  acaba  de  su- 
ceder, poniendo  en  la  Gaceta  de  hoy  31  de  Octubre,  que  con- 
currieron el  día  25  á  este  Palacio  los  Embajadores  y  Minis- 
tros Extranjeros.  Para  evitar  este  inconveniente,  me  parece 
que  se  ponga  al  cuidado  de  uno  de  los  oficiales  de  esta  Secre- 
taría el  revisar  todas  las  Gacetas,  y  mandar  al  encargado  de 
ellas  que  se  las  lleve  manuscritas,  el  capítulo  de  Madrid  in- 
clusive, los  lunes  á  mediodía,  y  que  no  se  impriman  sin  que 
haya  puesto  dicho  oficial  de  su  letra:  imprímase;  después  de 
haber  borrado,  aumentado  ó  enmendado  lo  que  juzgue  nece- 
sario. Un  oficial  de  esta  Secretaría  es  más  á  propósito  que 
otro  alguno  para  esta  comisión;  porque  en  ella  se  debe  saber 
lo  que  conviene  ó  no  publicar  de  otras  Cortes,  y  no  puede 
ignorar  lo  que  toca  á  la  nuestra,  siendo  inmediato  subdito 
del  Ministro  de  Estado.  El  Marqués  de  Relzunce  posee  el 
Privilegio  de  la  impresión  de  la  Gaceta,  y  es  notorio  que  le 
costó  muy  poco  para  lo  mucho  que  le  produce.  Se  le  daría, 
sin  duda,  bajo  la  calidad  de  atender  á  que  V.  M.  y  el  público 
estuviesen  bien  servidos  y  costear  los  gastos  necesarios  para 
este  fin.  Se  ve  que  lo  es  el  de  poner  un  Revisor,  y  así  hallo 
justo  que  sobre  el  mismo  producto  de  la  Gaceta  se  le  con- 
signe la  pensión  que  V.  M.  juzgare  suficiente.  —  Ricardo 
Wall.» 

(Decreto  al  margen,  autógrafo  de  Wall.)  —  El  Rey  se  ha 


-  201  - 

conformado  y  quiere  goce  el  oficial  Revisor  cien  doblones  de 
oro  de  pensión  anual;  y  habiendo  dejado  á  mi  arbitrio  el 
nombrarle,  ha  de  ser  Don  Miguel  de  Cueto.  —  Vall. 
Fecha  el  1."  de  Noviembre  de  1758. 


III 
D.  Juan  Antonio  de  Eguilondo,  traductor  de  la  «Gaceta», 

ACUSA    RECIBO   AL   OFICIAL   PRIMERO  DEL  MINISTERIO   DE  EsTADO 

D.  José  Ag.  de  Llano  del  nombramiento  del  Revisor. 

(Madrid  3  de  Noviembre  de  1~58.) 

Mi  Señor  y  dueño  :  Por  hallarse  todavía  ausente,  en  vir- 
tud de  Real  permiso,  el  Sr.  Conde  de  Saceda,  he  abierto  el 
pliego  que  se  le  remitía  de  esa  Secretaría,  con  fecha  1."  del 
corriente,  por  cuyo  contenido  reconozco  haber  resuelto  Su 
Majestad  corra  en  adelante  al  cuidado  de  uno  de  los  señores 
oficiales  de  ella  la  revisión  de  la  Gaceta  por  los  motivos  que 
en  él  se  expresan,  y  que  en  consecuencia  de  la  facultad  que 
Su  Majestad  ha  concedido  á  S.  E.  para  la  elección  de  la  per- 
sona que  debe  corregirla,  ha  nombrado  para  este  encargo  al 
Sr.  D.  Miguel  de  San  Martin  y  Cueto.  En  esta  virtud  paso  á 
valerme  del  favor  de  V.  S.  á  fin  de  que  se  sirva  hacer  pre- 
sente á  S.  E.  quedo  en  noticiar  al  referido  Sr.  Conde  esta 
Real  determinación,  y  yo  en  dar  principio  desde  la  próxima 
semana  á  enviar  manuscrita  para  su  revisión  al  citado  señor 
D.  Miguel  la  Gaceta,  que  corresponde  á  ella  Con  esta  oca- 
sión, ofrezco  á  la  disposición  de  V.  S.  mi  siempre  fiel  volun- 
tad de  servirle,  con  la  que  ruego  á  Nuestro  Señor  guarde 
á  V  S.  muchos  años  como  deseo.  —  Madrid  3  de  Noviembre 
de  1758—  B.  L.  M.  de  V.  S.  su  más  afectísimo  servidor — Juan 
Antonio  de  Eguilondo. — Sr.  D.  José  Agustín  de  Llano. 


IV 

Segundo  informe  secreto  del  impresor  Mena  al  Oficial 
mayor  de  Estado  sobre  la  «Gaceta». 

(Madrid  13  de  Enero  de  1760.) 

Sr.   D.   Agustín  de  Llano,   mi  señor:    Hice    presente 
á  V.  S.  que  el  Conde  de  Saceda  dio  por  la  Gaceta  tres  efectos 


—  202  — 

de  Villa  que  hoy  están  corrientes,  de  los  que  cobran  los  Hos- 
pitales 44.000  reales  de  vellón,  que  es  el  precio  anual  que 
paga  dicho  Conde  por  el  Privilegio.  Lo  que  he  podido  averi- 
guar ahora  del  coste  y  producto  de  la  Gaceta  es  lo  siguiente: 
En  tiempo  de  paz  se  venden  6  resmas  de  Gacetas;  ahora,  10, 
y  algunas  semanas,  11.  Hago  la  cuenta  prudencial  de  que  en 
todos  tiempos,  haciéndolos  iguales,  se  venden  8  resmas  cada 
semana,  las  que  vendidas  como  se  venden  á  235  reales,  im- 
portan cada  semana  1.880  reales.  52  semanas  tiene  el  año, 
por  lo  que  importa  el  total  del  año  97.760  reales. 

Gastos  que  hoy  tiene. 

Traductor  (se  supone  sea  al  año) 3.300  reales. 

Sr.  Cueto 7.500  — 

A  Ant."  el  vendedor  (á  8  r.s  al  día) 2.920  — 

A  Bartolomé  Fernández,  librero  (cerrar,  ple- 
gar Gacetas,  etc.) 1  •  872  — 

A  Miguel  Enriques 780  — 

De  casa 2.200  — 

Hospital 6.000  — 

Papel 12.480  — 

Impresión 7 .  800  — 

Total  de  gastos 44.802      — 

Producto 97  760      — 

Ganancia  liquida 52.958  reales. 


La  ganancia  es  de  52.958  reales  de  vellón,  poco  más  ó  me- 
nos, y  se  hace  al  Hospital  el  beneficio  de  darle  1.600  reales 
más  del  producto  de  la  Gaceta.  Se  le  pueden  pagar  los  6.000 
reales,  y  que  el  Conde  vuelva  á  tomar  sus  efectos  y  que  se 
contente  con  lo  que  ha  ganado  en  todo  este  siglo.  Madrid  y 
Enero  13  de  1760.  —  Francisco  Manuel  de  Mena. 


203  - 


Representación  de  Llano  al  Ministro  Wall, 

y  de  Wall  al  Rey  Carlos  III ,  sorre  incorporación 

de  la  «Gaceta»  á  la  Corona. 

Excmo.  Sr.:  Cuando  se  resolvió  por  el  Rey  Felipe,  pocos 
años  antes  de  su  muerte,  vestir  de  uniforme  á  toda  la  Casa 
Real,  se  trató  de  si  los  secretarios  del  Despacho  y  los  oficiales 
de  la  Secretaría  deberían  reputarse  como  criados  de  la  Casa. 
Determinóse  que  lo  eran;  se  les  mandó  formar  asiento  en 
sus  libros,  y  S.  M.  les  dio  uniforme  bordado  de  oro,  que  es- 
trenaron el  día  de  los  desposorios  de  la  Sra.  Delfina  María 
Teresa. 

Bien  se  conoció  entonces  que  era  demasiado  costoso;  pero 
habiéndose  determinado  que  los  jefes  se  pusiesen  el  mismo 
que  los  oficiales,  como  se  le  pone  ahora  el  Marqués  del  Cam- 
po de  Villar  y  le  han  puesto  los  que  no  han  tenido  otro  á  que 
dar  la  preferencia,  y  que  le  conservasen  los  secretarios  de  los 
Tribunales,  como,  por  ejemplo,  Gordillo  y  Montiano,  se  pasó 
por  encima  del  demasiado  costo  para  los  oficiales,  á  titulo  de 
que  los  jefes  tuviesen  uniforme  correspondientemente  lucido, 
y  con  todo  para  ellos  quedó  inferior  á  los  demás  de  la  Casa 
Real.  Lejos  de  pretender  sobresalir  en  el  uniforme,  se  lasti- 
maron los  más  de  los  oficiales  de  la  Secretaría  del  demasiado 
gasto,  y  el  Rey  Felipe  tuvo  la  piedad  de  pagarles  el  primero. 

En  el  reinado  del  Rey  D.  Fernando,  hermano  de  S.  M.,  se 
mudó  la  hechura  del  bordado,  y  no  otra  cosa,  al  uniforme  de 
las  Secretarias,  por  representación  que  le  hizo  el  Marqués  de 
la  Ensenada;  y  de  orden  de  S.  M.  pasó  el  dibujo  á  las  Secre- 
tarías de  Estado  y  Gracia  y  Justicia,  que  eran  las  únicas  que 
no  regentaba  y  que  no  tuvieron  la  menor  parte  en  la  mu- 
danza. Los  oficiales  de  estas  dos  conservaron,  sin  embargo, 
el  antiguo  tanto  como  pudo  durar  a  cada  cual;  pero  con  el 
tiempo  lo  mudaron  todos,  porque,  á  uno  antes  y  á  otro  des- 
pués, les  vino  la  necesidad  de  renovarle;  y  habiendo  de  hacer 
nuevo,  consideraron  por  osadía  que  no  fuese  según  el  que 
S.  M.  había  últimamente  determinado. 

Habiendo  V.  E.  conocido,  por  el  modo  de  proceder  y  pen- 
sar de  sus  oficiales,  que  no  cabe  hayan  sido  promotores  de 
que  sus  uniformes  sean  más  ó  menos  ricos,  y  que  la  cortedad 


—  204  — 

del  sueldo,  especialmente  en  las  últimas  plazas  (una  hay  de 
15.000  reales  y  cuatro  de  20.000),  no  sufre  gastos  extraordina- 
rios, consiguió  dos  años  há  que  S.  M.  el  Rey  señalase  el  fon- 
do sobrante  del  Mercurio  para  pagar  los  uniformes  á  los  nue- 
vos oficiales,  y  empezaron  á  lograr  el  fruto  de  esta  merced 
los  cuatro  que  entraron  entonces. 

Manifestó  V.  E.  á  S.  M.  que  la  Secretaría  era  acreedora, 
en  cierto  modo,  á  tener  éste  y  cualquier  otro  alivio  extraor- 
dinario en  dicho  fondo,  porque  se  ha  establecido  y  sostenido 
■á  expensas  del  cuidado  y  desinterés  con  que  se  maneja  y  cela 
por  ella  la  traducción,  impresión  y  salida  del  Mercurio,  y  no 
sólo  convino  S.  M.  en  que  los  oficiales  que  entraron  tuvieran 
el  de  costearles  el  uniforme,  sino  en  que  el  encargado  de  esta 
comisión  gozase  por  ella  cien  doblones  de  oro  al  año. 

Cuatro  años  há  que  corre  este  negocio  por  la  Secretaria,  y 
•existen  á  la  disposición  del  Rey,  según  las  cuentas  que  ha  pre- 
sentado el  librero  Mena,  bajados  todos  los  gastos  y  las  citadas 
consignaciones,  y  sin  contar  los  enseres  de  Mercurios  que, 
aunque  atrasados,  darán  regular  ó  mayor  producto,  habién- 
dose dispuesto  enviarlos  á  Indias,  80.000  reales  de  vellón,  es- 
tando el  público  mejor  servido  que  antes,  y  no  habiendo  el 
inconveniente  en  que  se  caía,  cuando  era  un  particular  el 
dueño  del  Privilegio,  de  sacar  á  luz  muchas  noticias  contra 
la  razón  de  Estado  y  aun  contra  el  respeto  y  decoro  de  la  Re- 
ligión. 

Se  iba  sufriendo  este  inconveniente,  hasta  que  la  impru- 
dencia con  que  en  el  Mercurio  se  habló  del  terremoto  de  Lis- 
boa enfadó  al  Rey  (que  goza  de  Dios),  y  V.  E.  averiguó  que, 
sin  faltar  á  la  justicia,  se  podía  unir  al  Ministerio  el  Privile- 
gio de  la  impresión;  pues  habiéndole  obtenido  D.  Miguel 
Daoiz  por  mil  doblones  de  oro  y  la  condición  de  que,  en  que- 
riendo S.  M.  recogerlo,  se  le  hubieran  de  volver,  con  entre- 
gárselos, como  se  le  entregaron,  salvó  V.  E.  la  conciencia 
de  S.  M.,  y  aun  le  ofreció  las  ventajas  que  ha  realizado  la  ex- 
periencia, manejándose  este  negocio  por  la  Secretaría. 

El  Conde  de  Saceda,  que  es  otro  propietario  rico,  tiene  el 
Privilegio  de  la  Gaceta,  y  V.  E.  no  ignora  los  disgustos  que 
le  ha  ocasionado  durante  su  Ministerio  (no  fueron  menores 
los  que  sufrieron  en  su  tiempo  D.  José  de  Carvajal  y  el  Mar- 
qués de  Villanas)  la  indiscreción  y  trastrueque  de  noticias 
que,  imprudente  ó  descuidadamente,  salían  de  ella,  hasta  que 
resolvió  S.  M.  obligar  á  dicho  Conde  á  que  antes  de  impri- 


-  205  — 

mirse  se  hiciese  ver  y  aprobar  de  uno  de  los  oficiales  de  esta 
Secretaría,  señalándole  también  cien  doblones  de  pensión  so- 
bre su  producto,  no  hallando  su  benigna  justiticación  razona- 
ble que  tuviese  éste  el  trabajo  y  que  fuera  el  fruto  para  el 
dueño  del  Privilegio,  que  ha  callado  y  se  da  por  muy  conten- 
to, á  trueque  de  que  no  se  haga  con  él  lo  mismo  que  con  el 
del  Mercurio,  en  que  ganaría  mucho  mas  el  público,  por  el 
abandono  con  que  se  trata  la  Gaceta,  que  no  tiene  más  méri- 
to que  ser  copia  de  las  de  Holanda,  pudiendo  traer  originales 
las  noticias  de  toda  Italia,  Portugal,  África  y  de  nuestros 
puertos,  y  tendría  S.  M.  otro  fondo  para  premiar  beneméritos 
y  usar  de  su  notoria  liberalidad. 

V.  E.  sabe  que  en  París  y  Londres  se  conceden  muchas 
pensiones  á  los  que  se  hacen  acreedores  en  la  carrera  de  este 
Ministerio,  y  aun  á  los  que  se  distinguen  en  las  letras  y  cien- 
cias, sobre  el  Mercurio  y  la  Gaceta.  Bien  manejado  uno  y  otra 
podría  S.  M.  hacer  lo  mismo  en  Madrid. 

Extrajudicialmente  se  ha  entendido  que  al  fin  del  siglo  pa- 
sado concedió  el  Rey  Carlos  11  al  Hospital  General  de  Madrid 
el  Privilegio  de  la  Gaceta,  y  que  á  los  cinco  años  le  enajena 
á  favor  de  D.  Juan  de  Goyeneche,  de  quién  le  ha  venido  á  Sa- 
ceda  por  147  000  reales  de  vellón  en  que  se  regularon  varios 
efectos  de  Villa  que  cedió  al  Hospital,  que  entonces  no  eran 
muy  seguros,  y  que  ahora  rentan  400  ducados  anuales.  —  Don 
José  Agustín  de  Llano. 

Decreto  al  margen:  —  Buen  Retiro,  á  16  de  Enero 
de  1760.  —  Todo  lo  ha  visto  el  Rey  y  quiere  que  corran  y  se 
cumplan  las  resoluciones  anteriores,  y  que  asi  como  se  reco- 
gió el  Pricilegio  del  Mercurio,  se  disponga  recoger  el  de  Ico- 
Gaceta  y  que  se  maneje  por  la  Secretaria.  — Wall. 


VI 

Apercibimiento  al  Conde  de  Saceda,  propietario 
del  Privilegio  para  imprimir  Gacetas 

(Buen  Retiro  18  de  Enero  de  1^60.) 

El  Rey  quiere  saber  desde  cuándo,  cómo  y  en  qué  términos 
está  en  casa  de  V.  S.  el  Privilegio  de  imprimir  y  vent-ler  la 
Gaceta,  y  de  orden  de  S.  M.  lo  prevengo  á  V.  S.  para  que  me 
informe  de  ello  cuanto  antes  y  con  la  mayor  individualidad. 


—  206  — 

Dios  guarde  á  V.  S.  muchos  años.  Buen  Retiro  18  de  Enero 
de  1760.  —  Ricardo  Wall.  —  Sr.  Conde  de  Saceda. 


VII 

Notificación  al  Marqués  de  Belzunce, 

Conde  de  Saceda,  de  la  resolución  de  S.  M.  de  incorporar 

a  la.  Corona  el  Privilegio  de  la  Gaceta. 

(El  Pardo  23  de  Febrero  de  H61). 

Está  el  Rey  satisfecho  de  la  exactitud  y  claridad  con  que 
ha  presentado  V.  S.  las  noticias,  documentos  y  estado  de  va- 
lores que  le  ha  pedido,  relativo  todo  al  Privilegio  de  imprimir 
y  vender  la  Gaceta  que  posee  su  casa,  y  en  el  supuesto  de  ha- 
ber resuelto  S.  M.  reintegrarle  á  la  Corona,  porque  conviene 
é  su  Real  servicio  que  se  maneje  por  la  vía  reservada  de  Es- 
tado, ha  querido  ejecutarle  con  el  dictamen  de  D.  Pedro  Mar- 
tínez Feijoo,  Consejero  de  Castilla,  y  de  D.  Francisco  Geró- 
nimo Herrera,  Fiscal  del  Consejo  de  Guerra,  sobre  la  canti- 
dad con  que  debe  recompensarse  á  V.  S.  su  principal  ó  la 
renta  que  corresponda  señalarle  en  la  misma  finca.  Les  paso 
á  este  fin  todos  los  papeles  que  V.  S.  me  ha  suministrado  y  se 
les  previene  que  oigan  á  V.  S.  en  ese  asunto,  pues  que  se  pro- 
mete el  Rey  de  sus  buenas  circunstancias  que  se  allanará  á 
todo  lo  que  sea  justo  y  regular:  con  que  en  esta  inteligencia 
puede  V.  S.  acudir  á  tratar  y  exponer  á  dichos  ministros  lo 
que  se  le  ofrezca,  pues  con  tan  benigno  intento  me  manda  Su 
Majestad  dar  á  V.  S.  este  aviso.  Dios  guarde  á  V.  S.  muchos 
años.  El  Pardo,  á  23  de  Febrero  de  1761.  —Ricardo  Wall. — 
Sr.  Marqués  de  Belzunce,  Conde  de  Saceda. 


VIII 

Nombramiento  de  nueva  Junta 

oe  informe  sobre  la  indemnización  al  Marqués  de  Belzunce 

por  desacuerdo  entre  los  anteriores  Arbitros 

(San  Ildefonso  11  de  Septiembre  de  1761.) 

Tiene  resuelto  S.  M.  el  Rey,  con  motivos  importantes  á  su 
Real  servicio,  incorporar  á  la  Corona  el  Privilegio  exclusivo 
•de  imprimir  y  vender  la  Gaceta  que  goza  el  Marqués  de  Bel- 


—  207  - 

zunce,  y  que  se  maneje  en  adelante  esta  dependencia  por  la 
Secretaría  del  Despacho  de  Estado  de  mi  cargo.  Sobre  el 
modo  de  hacerlo,  sin  faltar  á  la  justicia,  dando  al  Marqués  de 
Belzunce  el  equivalente  á  que,  según  ella,  fuese  acreedor,  pi- 
dió el  Rey  dictamen,  primero  separado  y  después  juntos,  á 
D.  Pedro  Martínez  Feijoo  y  á  D.  Francisco  Gerónimo  Herre- 
ra, y  se  le  han  expuesto  muy  contrario  el  del  uno  al  del  otro. 
No  puede,  por  consecuencia,  tomar  S.  M.,  con  tranquilidad  de 
su  conciencia,  resolución  sobre  la  recompensa  que  de  justicia 
merece  el  Marqués  de  Belzunce,  en  virtud  del  parecer  de  di- 
chos Ministros,  y  por  eso  quiere  ver  el  de  otros  que  juzguen 
de  los  suyos.  Ha  resuelto,  pues,  que  V.  S.  lima,  junte  en  su 
posada  las  veces  que  fuere  necesario  á  D.  Francisco  de  Cepe- 
da, D.  Francisco  José  de  las  Infantas  y  D.  Francisco  Carras- 
co de  la  Torre,  para  que  con  V.  S  lima,  examinen  dichos  dic- 
támenes de  D.  Pedro  Martínez  Feijoo  y  D.  Francisco  Geróni- 
mo de  Herrera,  y  los  documentos  que  han  tenido  presentes  y 
que  van  adjuntos,  y  que  los  cuatro  informen  á  S  M.  de  lo  que 
se  les  ofreciere  y  pareciere  para  llevar  á  efecto,  sin  que  padez- 
ca la  justicia,  su  resolución  de  incorporar  ala  Corona  el  men- 
cionado Privilegio  de  imprimir  la  Gaceta.  Prevéngolo  á 
V.  S.  lima,  de  orden  de  S.  M.  para  su  cumplimiento.  Dios 
guarde  á  V.  S.  lima,  muchos  años.  San  Ildefonso  11  de  Sep- 
tiembre de  1761.  —  Ricardo  Wall.  —  limo.  Sr.  Obispo  de 
Cartagena,  Gobernador  del  Consejo. 


IX 

Dictamen  de  la  Junta  de  indemnización  por  el  Privilegio 
de  la  «Gaceta». 

(Madrid  30  de  Diciembre  de  1161. ) 
Sres.: 
Obispo  Gobernador.  Señor  :  En  orden  de  11 

D.  Francisco  de  Cepeda.  de  Septiembre  de  este  año, 

D.  Francisco  J.  délas  Infantas.  comunicada  por  vuestro 
D.  Francisco  Carrasco  de  la  primer  Secretario  de  Es- 
Torre,  tado,  se  sirvió  V.  M.  nom- 
brar los  Ministros  del  margen  para  que  examinasen  los  dic- 
támenes entre  sí  opuestos  de  D.  Pedro  Martínez  Feijoo  y  de 
D.  Francisco  Gerónimo  de  Herrera,  sobre  el  equivalente  que, 
sin  faltar  á  la  justicia,  deberá  darse  al  Marqués  de  Belzunce 


-   208  — 

por  el  privilegio  de  imprimir  y  vender  la  Gaceta,  que  por 
justos  motivos  ha  resuelto  V.  M.  incorporarlo  á  la  Corona,  y 
para  que,  en  vista  de  los  demás  documentos  que  se  remitie- 
ron á  la  Junta,  informase  lo  que  se  la  ofreciese  y  pareciese 
para  llevar  á  efecto  la  incorporación  sin  que  padeciese  la 
justicia. 

Tratado  este  asunto  en  dos  sesiones  con  el  cuidado  que 
merece,  y  pedidas  algunas  noticias  más  al  Marqués  y  á  la  Se- 
cretaria del  Gobierno  del  Consejo,  ha  sido  el  sentir  unánime 
de  la  Junta  que,  lo  más  seguro  en  reglas  de  justicia  y  de  equi- 
dad, es  que  no  se  gradúe  el  equivalente  por  lo  que  producía 
el  Privilegio  al  tiempo  en  que  se  hizo  merced  de  él  al  Hospi- 
tal, ni  por  lo  que  producía  al  tiempo  en  que  D.  Juan  de  Goye- 
neche  le  compró  al  Hospital,  sino  por  el  tiempo  presente, 
conformándose  en  esta  parte  con  el  dictamen  de  D.  Pedro 
Feijoo,  pero  aprobando  el  de  D.  Francisco  Herrera  en  la 
parte  de  que  no  debe  hacerse  mérito  de  todos  los  productos 
actuales,  sino  de  los  que  en  justicia  y  equidad  se  deberían 
permitir  en  un  Privilegio  privativo  y  exclusivo  como  el  pre- 
sente. 

El  Plan  presentado  por  el  Marqués  en  los  cinco  últimos 
quinquenios  manifiesta  de  producto  líquido  en  cada  año,  ba- 
jada toda  suerte  de  gastos  y  cargos,  84.000  reales  de  vellón. 
Se  le  han  pedido  las  tasas  y  la  licencia  para  los  precios  á  que 
se  ha  vendido  y  para  aumentar  el  medio  pliego  en  las  Gace- 
tas, y  responde  que  no  ha  habido  tales  tasas  ni  licencias,  y, 
en  efecto,  nada  de  esto  se  ha  hallado  ni  en  el  Consejo;  que 
por  tradición  doméstica  sabe  que  valían  á  tres  cuartos  en  lo 
antiguo;  que  por  irse  aumentando  los  sucesos  y  noticias  de  la 
Europa  se  añadió  el  medio  pliego,  y  con  este  motivo  un  cuar- 
to; y  que  en  el  Privilegio,  cuando  se  concedió  al  Hospital,  no 
se  fijaron  los  precios  á  las  Gacetas,  sino  que  pudiere  vender- 
las á  los  acostumbrados,  lo  que  acaso  sería  considerando  que 
cualquiera  exceso  cedía  en  beneficio  de  los  pobres,  que,  según 
los  asientos  suministrados  por  el  Marqués,  ascendían  enton- 
ces en  líquido  á  400  ducados,  cuando  más. 

Precisada  ahora  la  Junta  para  arreglar  el  justo  equiva- 
lente del  Privilegio,  á  considerar  y  computar  el  precio  que 
prudencial  y  equitativamente  debía  tener  la  Gaceta,  para 
que,  produciendo  al  dueño  una  copiosa  ganancia,  no  fuese  el 
público  tan  enormemente  perjudicado,  contra  la  intención 
de  V.  M.,  ha  tenido  presente  las  tasas  regulares  del  Consejo 


-  209  — 

en  semejantes  Privilegios  exclusivos  para  impresiones  y  plie- 
gos de  calidad  igual  en  todo  a  las  Gacetas  que  se  venden,  y 
tasando  por  aquel  estilo  cada  pliego  á  los  maravedises  que 
correspondía,  sin  escasez,  queda  reducido  el  producto  liquido 
de  los  84.000  reales  de  vellón  a  la  cuarta  parte,  que  es  21.000. 

Por  otro  aspecto  de  menor  examen,  aunque  más  llano,  se 
reconoció  también  que,  dando  al  capital  de  la  compra  y  al 
caudal  anual  que  se  emplea  en  la  impresión  un  10  por  100  de 
ganancia  liquida,  que  es  cuanto  puede  darse,  aún  consideran- 
do lo  que  en  este  negocio  hay  de  industria,  componen,  con  el 
cargo  anual  del  Hospital,  los  mismos  21.000  reales  de  vellÓD, 
con  levísima  diferencia,  que  es  lo  que  á  justa  tasación  debía 
rendir  el  Privilegio. 

En  este  pie  de  renta  líquida,  después  de  recobrado  tantas 
veces  el  capital,  estima  la  Junta  que  el  Marqués,  no  sólo 
queda  resarcido  a  lo  justo,  sino  tratado  con  el  ensanche  que 
hoy  permite  el  Privilegio  y  cual  corresponde  á  la  equidad  y 
grandeza  de  S.  M.  El  que  se  le  forme  precio  de  todo  el  res- 
tante producto,  que  malamente  y  por  puro  desgobierno  se  le 
toleró,  por  no  haberse  puesto  tasa  al  principio  de  su  conce- 
sión, no  cabe  en  equidad  ni  justicia  que  se  proponga. 

Por  este  concepto  parece  que  V.  M.  podía  mandar  que  se 
abone  al  Marqués  —  si  hoy  lo  permite  el  Erario  —  el  capital 
correspondiente  á  3  por  100  de  21.000  reales  de  vellón  de  ren- 
ta, en  que  se  ha  estimado  el  producto  líquido  que  justa  y 
equitativamente  debía  quedarle  cada  año  del  Privilegio;  que 
este  fondo  se  deposite  á  disposición  del  Ministro  que  sea  del 
agrado  de  V.  M.,  para  emplearse,  con  su  intervención  á  be- 
neficio del  Mayorazgo,  en  lugar  del  Privilegio;  que  no  te- 
niendo V.  M.  á  bien  la  entrega  del  capital,  mande  acudir  al 
Marqués  entretanto  con  los  21.000  reales  de  vellón  cada  año 
sobre  el  efecto  de  la  Gaceta,  como  cargo  de  ella,  y  que  este 
equivalente  que  va  considerado  al  Marqués,  sea  con  el  cargo 
de  continuar  completando  al  Hospital  los  400  ducados  anua- 
les, en  conformidad  y  con  arreglo  á  la  ejecutoria  del  Consejo. 

Aunque  con  esto  queda  evacuado  el  encargo  de  la  Junta, 
no  acierta  á  callar  cuan  propio  será  de  V.  M.  el  que,  resti- 
tuida á  su  Real  mano  la  Gaceta,  experimente  el  público,  ade- 
más de  las  ventajas  que  logrará  su  curiosidad,  el  beneficio 
que  no  ha  tenido  en  un  particular:  tanto  más  cuando,  aun 
vendidas  á  dos  cuartos,  pueden  producir  libremente,  con  un 
regular  cuidado,  otro  tanto  de  lo  que  importa  el  equivalente. 

14 


-  210  — 

V.  M.  resolverá  en  todo  lo  que  sea  más  de  su  Real  agra- 
do. —  Madrid  30  de  Diciembre  de  11Q1.  — (Siguen  cuatro  rú- 
bricas.) 


Conformidad  de  S.  M. 
(  Buen  Retiro  10  de  Enero  de  1~62. ) 

Ilmo-  Sr.:  El  Rey  se  ha  conformado  con  la  consulta  que 
la  Junta  compuesta  de  V.  S  ,  D.  Francisco  de  Cepeda,  Don 
Francisco  José  de  las  Infantas  y  D.  Francisco  Carrasco  de  la 
Torre  firmó  el  30  del  antecedente  sobre  la  recompensa  que 
en  justicia  correspondería  dar  al  Marqués  de  Relzunce,  Con- 
de de  Saceda,  por  el  Privilegio  privativo  y  exclusivo  perpetuo 
de  la  impresión  de  la  Gaceta,  que  S.  M.  ha  incorporado  á  la 
Corona ;  y  en  su  consecuencia  ha  resuelto  se  entreguen  con 
la  Renta  de  Correos  al  referido  Marqués  de  Relzunce,  Conde 
de  Saceda,  los  700.000  reales  de  vellón  que  sienta  dicha  consul- 
ta le  producirán  anuales  21.000  reales  á  razón  de  3  por  100; 
pero  con  el  cargo  de  haber  de  continuar  el  Marqués  comple- 
tando al  Hospital  los  400  ducados  anuales  en  que  le  compró  el 
Privilegio  y  con  la  condición  de  emplear  dichos  700.000  rea- 
les de  vellón  á  favor  del  Mayorazgo  de  su  casa,  en  lugar  del 
Privilegio  de  que  se  le  separa,  con  conocimiento  é  interven- 
ción de  D.  Francisco  Carrasco  de  la  Torre,  á  quien  con  esta 
fecha  se  le  pasa  el  correspondiente  aviso. 

No  deja  el  Rey  en  el  todo  de  esta  providencia  de  tener  con- 
sideración á  la  conveniencia  del  público,  por  que  se  interesa  la 
Junta,  pues  bien  que  la  Gaceta  continuará  vendiéndose  al 
mismo  precio  que  hasta  aquí,  saldrá  en  mejor  papel  y  con 
noticias  más  frescas  y  escogidas,  á  cuyo  beneficio  se  agrega 
el  especial  de  los  distintos  destinos  que  dará  S.  M.  á  su  pro- 
ducto á  favor  de  sus  vasallos ;  lo  que  no  sucedería  entrando 
en  un  particular. 

Lo  participo  á  V.  S.  de  orden  de  S.  M  para  su  inteligen- 
cia y  la  de  los  demás  individuos  que  componían  la  expresada 
Junta.  —  Dios  guarde  á  V.  S.  muchos  años.  -  Buen  Retiro  10 
de  Enero  de  1762.  —  Ricardo  Wall.  —  ll/r  Sr.  Obispo  de 
Cartagena,  Gobernador  del  Consejo. 


211  — 


XI 


Delegación  de  la  dirección  de  la  ((Gaceta  de  Madrid» 
en  D.  Francisco  Manuel  de  Mena. 

( Buen  Retiro  10  de  Enero  de  l"7ó2. ) 

El  Rey  ha  resuelto  incorporar  á  su  Real  Corona  el  Privi- 
legio de  imprimir  la  Gaceta  de  Madrid,  queriendo  que  la  del 
martes  19  del  presente  mes  y  todas  las  sucesivas  se  impriman 
de  su  Real  cuenta,  con  intervención  déla  Secretaria  del  Des- 
pacho de  Estado  de  mi  cargo ;  y  atendiendo  S.  M.  á  que  us- 
ted corre  tiempo  ha  con  la  impresión  del  Mercurio  y  con  su 
■venta,  procurando  en  una  y  otra  las  posibles  ventajas  á  su 
Real  Erario,  ha  resuelto  que  igualmente  se  encargue  V.  de  la 
impresión  y  venta  de  la  Gaceta,  y  que  para  que  se  verifiquen 
los  mismos  fines  que  con  el  Mercurio,  tome  V.  desde  luego 
las  correspondientes  medidas;  advertido  de  que  la  Gaceta  se 
ha  de  vender  al  público  á  los  mismos  precios  que  hasta  aquí, 
no  haciéndose  baja  en  ellos  á  motivo  de  mejor  papel  en  que 
se  debe  imprimir  y  de  las  noticias  más  frescas  y  escogidas  y 
costosas  que  ha  de  contener. 

D.  Juan  Antonio  de  Eguilondo,  que  de  diez  y  siete  años  á 
esta  parte  ha  traducido  la  Gaceta,  está  nombrado  por  S.  M. 
para  continuar  en  el  mismo  encargo;  y  en  atención  al  trabajo 
■que  se  le  seguirá,  se  le  han  señalado,  por  ahora,  4.000  reales 
de  vellón  al  año,  cuya  cantidad  le  entregará  V.  por  su  reci- 
bo y  á  los  plazos  que  la  quisiere. 

Al  revisor  de  dicha  Gaceta,  D.  Miguel  de  San  Martin  y 
Cueto,  que  quiere  el  Rey  continúe  en  esta  comisión,  le  entre- 
gará V.  igualmente  por  tercios  ó  por  medios  años  los  500 
pesos  sencillos  anuales  que  ha  percibido  hasta  aquí  por  tal 
Recisión. 

Estas  dos  partidas,  las  del  importe  del  papel  que  V.  com- 
pre para  la  impresión  y  las  de  los  gastos  que  en  ella  se  oca- 
sionen, con  todos  los  demás  que  fueren  indispensables,  las 
cargará  V.  en  la  cuenta  formal  y  separada  que  debe  llevar 
del  producto  de  la  dicha  Gaceta,  no  dudando  S.  M.  de  la 
acreditada  honradez  de  V.,  de  su  celo  y  desinterés,  que  su 
Real  Erario  experimentará  más  y  más  las  ventajas  que  co- 
rresponden á  esta  confianza,  y  el  público  el  cumplido  puntual 
servicio  que  se  debe  prometer. 


-=■  212  — 

La  recompensa  que  deberá  V.  tener  por  este  nuevo  tra- 
bajo que  se  le  aumenta,  se  le  señalará  á  V.  más  adelante, 
bien  en  iguales  términos  que  se  practica  por  el  Mercurio,  ó 
bien  en  los  que  pareciesen  más  correspondientes  al  mérito 
que  V.  acredite. 

Lo  participo  á  V.  de  orden  de  S  M.  para  su  inteligencia 
y  cumplimiento  y  deseo.  —  Dios  guarde  á  V.  muchos  años. — 
Buen  Retiro  10  de  Enero  de  1762.  —  Ricardo  Wall. — Señor 
D.  Francisco  Manuel  de  Mena. 


Definición  actual  de  la    Gaceta-   como  periódico  oficial 
é  Instrucciones  para  su  actual  organización. 


DOCUMENTOS  LEGALES 


Tercera  serie. 

(Colección  legislativa  de  España:  tomos  correspondiente» 
á  los  años  1837  y  1886.) 

I 

Mejobas  de  la  Redacción  de  la  «Gaceta». 

(Real  orden  de  2  de  Junio  de  1837.) 

Era  una  consecuencia  necesaria  de  lo  mandado  por  S.  M. 
en  Reales  órdenes  de  28  y  29  del  mes  anterior  que  el  periódi- 
co oficial  adquiriese  desde  luego  otro  interés,  mejorando  su 
redacción  en  los  diferentes  extremos  que  comprende.  Pene- 
trado V.  S.  de  aquella  neoesidad,  que  ya  en  otro  tiempo  ex- 
pusiera, y  no  siendo  dudoso  que  cooperará  con  su  instrucción 
y  celo  al  logro  de  tan  importante  objeto,  paso  á  comunicar  á 
V.  S.  las  órdenes  de  S.  M.  acerca  del  particular  para  que 
inmediatamente  se  lleven  á  debido  efecto. 

S.  M.  quiere  que,  con  preferencia  á  todo,  y  tan  pronto 
como  lleguen  á  la  Redacción,  se  circulen  las  leyes,  decretos, 
Reales  órdenes  y  demás  disposiciones  del  Gobierno.  Conver- 
tida la  Gaceta  de  Madrid  en  Boletín  Oficial  Nacional,  no 


-  213  — 

debe  omitirse  en  ella  ningún  mandato  superior  que  pueda  in- 
teresar á  cualquiera  clase  ó  persona  del  Estado.  La  exacta 
cerrespondencia  con  el  texto  y  la  corrección  tipográfica  son 
de  esencia  en  esta  parte. 

Las  sesiones  de  Cortes  se  insertarán  con  toda  la  exten- 
sión posible,  sin  preferencias  de  ninguna  especie,  sin  pasión 
y  sin  color  político;  la  Gaceta  deberá  ser  el  fiel  y  leal  trasla- 
do de  lo  dicbo  y  de  lo  ocurrido. 

En  la  comunicación  de  noticias  oficiales  no  se  perderá  mi- 
nuto para  satisfacer  cuanto  antes  la  justa  ansiedad  del  públi- 
co. Las  que  no  lleguen  de  semejante  origen  deberán  expre- 
sarse con  aquella  reserva  prudente  que  evita  los  compromi- 
sos y  desvanece  pretextos  de  calumniar  las  intenciones  del 
Gobierno.  La  verdad  y  el  comedimiento,  como  V.  S.  sabe, 
son  el  carácter  distintivo  del  periódico. 

La  parte  más  selecta  de  los  papeles  nacionales  ó  extranje- 
ros, relativa  á  los  descubrimientos  ó  adelantamientos  en  las 
ciencias,  literatura,  artes,  industria  y  comercio,  deberá  tam- 
bién tener  cabida  en  él,  según  su  respectiva  importancia. 

Sólo  asi  los  funcionarios  públicos  y  los  Ayuntamientos 
cumplirán  gustosos  con  el  deber  que  acaba  de  imponérseles, 
y  sólo  así  los  particulares  codiciarán  la  lectura  de  un  papel 
que  hasta  ahora  desdeñaron  por  su  inutilidad  y  aridez.  Los 
Ayuntamientos  de  los  pueblos  cabezas  de  partido,  y  los  que 
voluntariamente  se  suscriban  á  la  Gaceta,  tendrán  derecho  á 
que  en  ella  se  inserten,  sin  dilación  y  sin  retribución  alguna, 
los  avisos  y  anuncios  cuya  mayor  publicidad  les  interese. 

Por  fin,  S.  M.  la  Reina  Gobernadora,  justa  siempre  en 
sus  disposiciones,  al  imponer  á  V.  S.  nuevos  deberes,  le  pro- 
porciona los  medios  de  cumplirlos.  V.  S.  puede  elegir  ó  con- 
servar redactores  que  posean  conocimientos  profundos  y  va- 
riados; suscribirse  á  aquellas  publicaciones  periódicas  que 
juzgue  más  á  propósito  para  suministrarles  materiales;  enta- 
blar correspondencia  dentro  y  fuera  del  Reino,  y  adoptar,  sin 
más  restricción,  cuantas  medidas  y  providencias  sean  nece- 
sarias para  el  mejor  desempeño  de  su  cometido;  consultando 
á  este  Ministerio  las  dudas  que  le  ocurran.  De  Real  or- 
den, etc.  — Madrid  2  de  Julio  de  1837.—  Pío  Pita  Pizarro.— 
Sr,  Administrador  de  la  Imprenta  Nacional. 


—  214  — 


II 


Instrucción  para  el  servicio  de  redacción  y  administración: 
de  la  «Gaceta  de  Madrid». 

(Madrid  11  de  Agosto  de  1886.) 

(Gaceta  del  día  12.) 

Ilmo.  Sr.:  De  conformidad  con  lo  que  previenen  los  ar- 
tículos 13  y  14  del  Real  decreto  de  4  de  Mayo  último,  que  su- 
primió la  Imprenta  Nacional;  vista  la  Real  orden  de  9  del 
corriente,  expedida  por  el  Ministerio  de  Hacienda,  en  la  que 
se  manifiesta  la  conformidad  de  dicho  departamento  con  la 
Instrucción  formulada  para  el  servicio  de  redacción  y  admi- 
nistración de  la  Gaceta  de  Madrid;  el  Rey  (Q.  D.  G.),  y  en 
su  nombre  la  Reina  Regente  del  Reino,  ha  tenido  á  bien 
aprobar  la  referida  Instrucción,  disponiendo  que  rija  desde 
esta  fecha.  De  orden  de  S.  M.  lo  digo  á  V.  I.  para  su  conoci- 
miento y  efectos  consiguientes.  Dios  guarde  á  V.  I.  muchos 
años.  Madrid  11  de  Agosto  de  1886.  —  Segismundo  Moret  y 
Prendergast.  —  Sr.  Subsecretario  del  Ministerio  de  la  Go- 
bernación. 

INSTRUCCIÓN 

Artículo  1.°  En  la  Sección  correspondiente  de  este  Minis- 
terio habrá  dos  Negociados,  uno  para  el  servicio  de  redacción- 
y  otro  para  el  de  administración  de  la  Gaceta  de  Madrid. 

De  la  Redacción. 

Art.  2.°  Constituyen  el  Negociado  de  Redacción  los  em- 
pleados que  designe  el  limo.  Sr.  Subsecretario,  y  que  bajo  sus- 
órdenes  cuidarán  de  que  se  guarde  el  orden  establecido  para 
la  inserción  de  los  originales  en  la  Gaceta  de  Madrid,  distribu- 
yéndose los  demás  trabajos  que  les  correspondan  como  Redac- 
tores de  dicho  periódico  oficial,  y  alternando  de  modo  que  dia- 
riamente se  halle  de  guardia  uno  de  ellos  en  el  establecimiento- 
tipográfico  donde  se  confecciona  aquél,  desde  antes  de  empe- 
zar la  composición  de  los  moldes  hasta  después  de  haber  enr- 
trado  en  máquina  la  Gaceta. 


—  ¿15  — 

Art.  3."  Corresponde  al  Negociado  de  Redacción  ordenar 
la  inserción  en  la  Gaceta,  previa  revisión,  de  todos  los  docu- 
mentos y  anuncios  de  oficio  que  remitan  los  Ministerios,  Au- 
toridades, Tribunales  y  oficinas  competentes,  asi  como  la  pu- 
blicación en  la  parte  no  oficial  de  los  Discursos,  Memorias  y 
Revistas  de  las  Academias  y  Corporaciones  nacionales  y  ex- 
tranjeras, en  los  casos  que  corresponda. 

Art.  4.°  Los  empleados  de  dicho  Negociado  desempeñarán 
todo  el  trabajo  de  redacción,  teniendo  á  su  cargo  la  formación 
de  registros  é  índices,  confección  de  la  tíaia  oficial  de  España 
y  de  cuantas  publicaciones  oficiales  ordene  el  Excrno.  Sr.  Mi- 
nistro. 

Art.  5."  Las  cuartillas  de  los  documentos  que  se  publiquen 
en  la  Gaceta  han  de  estar  selladas  y  autorizadas  por  los  res- 
pectivos Sres.  Subsecretarios  ó  Jefes  de  las  dependencias  cen- 
trales, insertándose  en  la  parte  oficial  por  el  siguiente  orden: 

1."    Leyes  ó  proyectos  de  ley. 

2.'    Reales  decretos  y  reglamentos. 

3."     Reales  órdenes  y  circulares. 

4.°  Las  disposiciones  de  la  Administración  central,  pro- 
vincial y^  municipal. 

Art.  6  °  Si  hubiese  exceso  de  originales  para  su  publica- 
ción en  un  número  de  la  Gaceta,  se  dará  preferencia  á  aque- 
llos documentos  que  por  lo  perentorio  del  plazo  ó  interés 
general  que  contengan  lo  exijan  así. 

Art.  7."  El  orden  de  publicación  de  originales  en  cada  Sec- 
ción de  la  Gaceta  será  el  de  antigüedad  relativa  de  los 
Ministerios,  después  de  la  Presidencia  del  Consejo  de  Minis- 
tros, exceptuándose  los  documentos  referentes  á  solemnidades 
ó  actos  oficiales  á  que  asista  S.  M.  el  Rey  ó  Regente  del  Reino, 
que  se  insertarán  en  primer  lugar,  así  como  los  telegramas  y 
comunicaciones  de  sucesos  importantes. 

Art  8.u  Atendidas  la  índole  y  perentoriedad  de  los  traba- 
jos que  tiene  á  su  cargo  el  Negociado  de  Redacción,  el  Redac- 
tor de  guardia  resolverá,  de  acuerdo  con  el  limo.  Sr.  Subse- 
cretario de  este  Ministerio  ó  con  los  respectivos  Centros  ofi- 
ciales, según  los  casos,  las  dudas  que  puedan  surgir  sobre  la 
inserción  de  documentos,  y  hará  cumplir  las  órdenes  de  la 
Superioridad  al  contratista  de  la  impresión  de  la  Gaceta, 
dando  cuenta  de  todo  lo   ocurrido   á  esta  Subsecretaría. 

Art.  9."  Los  documentos  oficiales  que  remitan  los  Ministe- 
rios y  demás  Centros  de  la  Administración  se  insertarán  de 


—  216  — 

oficio  en  la  Gaceta,  excepto  los  pliegos  de  condiciones  para 
las  subastas,  que  se  considerarán  como  anuncios  de  pago  en 
su  día. 

Art.  10.  El  Negociado  de  Redacción  llevará  un  registro  ge- 
neral de  todos  los  originales  que  se  reciban  procedentes  de  los 
Ministerios  y  dependencias  del  Estado,  así  como  de  los  anun- 
cios de  oficio,  con  expresión  de  la  fecha  en  que  unos  y  otros 
se  publiquen,  haciendo  saber  ésta  en  los  segundos  al  Tribunal 
ó  Autoridad  de  que  procedan.  También  formará  los  índices 
cronológicos  mensuales  y  alfabéticos  trimestrales  de  las  dispo- 
siciones que  en  estos  períodos  publique  la  Gaceta,  así  como 
los  semestrales  del  Tribunal  Supremo. 

De  la  Administración. 

Suscripciones. 

Art.  11.     Corresponde  al  Negociado  de  Administración: 

1.°  Llevar  el  alta  y  baja  de  los  suscriptores  de  Madrid,  pro- 
vincias, Ultramar  y  extranjero,  con  la  conveniente  separación 
de  matrices  y  registros,  expresando  con  toda  claridad  en  aqué- 
llas las  fechas  de  sus  respectivos  vencimientos. 

2.°  Autorizar  la  inserción  en  la  Gaceta  de  los  anuncios  de 
pago  que  llenen  los  requisitos  que  previene  el  art.  27. 

3.°  Señalar  diariamente  por  escrito,  y  con  veinticuatro  ho- 
ras de  anticipación,  al  contratista  de  la  Gaceta  el  número  de 
ejemplares  de  que  hade  constar  la  tirada,  teniendo  en  cuenta 
para  ello  el  total  de  suscriptores,  los  que  reclame  el  servicio  de 
anuncios  y  los  que  deban  pasar  al  almacén. 

4."  Llevar  los  libros  de  contabilidad  necesarios,  abriendo 
las  cuentas  oportunas,  una  en  cuyo  Debe  consten  los  recibos 
que  trimestralmente  se  entregan  á  la  Ordenación  de  pagos 
de  este  Ministerio  para  su  cobro  en  provincias  por  medio  de 
los  Delegados  de  Hacienda  y  Administradores  de  Contribu- 
ciones y  Rentas,  y  en  el  Haber  los  recibos  que  dicha  Ordena- 
ción devuelva  incobrados  y  las  cartas  de  pago  que  la  misma 
remita,  justificando  el  ingreso  en  las  respectivas  Tesorerías 
de  Hacienda  de  las  cantidades  recaudadas,  y  otras  separadas 
en  que  se  anoten  los  ingresos  por  las  dos  clases  de  suscrip- 
ciones de  Madrid,  por  anuncios  y  por  las  ventas  que  realice  el 
almacén,  así  como  el  importe  de  las  referidas  cartas  de  pago 
para  conocer  los  rendimientos  totales  de  la  Gaceta. 


-  217  - 

5.°  Examinar  las  cuentas  que  debidamente  justificadas 
presente  cada  tres  meses  el  contratista  de  la  Gaceta  por  los 
diferentes  servicios  ejecutados  en  dicho  período  de  tiempo, 
proponiendo  su  aprobación  y  pago  si  las  hallase  conformes. 
Para  el  abono  de  las  referidas  cuentas,  en  las  que  respecta 
á  composición  y  ajuste,  se  descontará  del  precio  de  cada  plie- 
go lo  que  corresponda  á  las  páginas  en  blanco,  pero  se  consi- 
derarán como  enteras  aquellas  otras  que  tengan  alguna  im- 
presión. En  cuanto  á  la  tirada,  incluso  el  suministro  de  papel, 
se  abonarán  los  pliegos  por  entero  aunque  tengan  una  ó  más 
páginas  en  blanco. 

Y  6."  Incoar  en  tiempo  oportuno  los  expedientes  necesa- 
rios para  contratar  por  subasta  el  recorrido  y  tirada  de  la 
Guia  Oficial  y  para  las  demás  incidencias  que  ocasione  la  Ga- 
ceta de  Madrid. 

Art.  12.  Las  suscripciones  á  la  Gaceta  de  Madrid  son  for- 
zosas ó  voluntarias.  Las  primeras  las  tienen,  en  cumplimieato 
de  las  disposiciones  vigentes,  las  Dependencias  ministeriales, 
Corporaciones  administrativas  y  los  Ayuntamientos  de  las 
poblaciones  que  cuentan  más  de  2.000  habitantes.  Las  suscrip- 
ciones voluntarias  son  las  que  se  sirven  á  los  centros,  asocia- 
ciones y  particulares  que  no  se  hallan  obligados  á  sostenerlas. 
El  pago  de  unas  y  otras  será  adelantado  por  meses  en  Ma- 
drid y  por  trimestres  en  el  resto  de  España  y  en  el  extranjero. 
Los  Ministerios  de  Estado,  de  la  Guerra,  de  Marina,  de  Gra- 
cia y  Justicia,  Fomento  y  Gobernación,  continuarán  satisfa- 
ciendo el  importe  de  sus  respectivas  suscripciones  por  trimes- 
tres vencidos,  para  cuyo  efecto  se  remitirán  á  dichos  centros 
ministeriales  las  correspondientes  cuentas,  intervenidas  por  la 
Ordenación  de  pagos  de  este  Ministerio. 

Art.  13.  Las  suscripciones  forzosas  y  voluntarias  á  la  Ga- 
ceta se  harán  efectivas  en  las  provincias  y  en  los  pueblos  de 
la  de  Madrid  por  las  Administraciones  de  Contribuciones  y 
Rentas,  que,  en  caso  de  demora  en  el  pago  de  las  primeras, 
podrán  hacer  uso  de  los  procedimientos  ejecutivos  estableci- 
dos contra  los  deudores. 

Al  efecto,  la  Sección  correspondiente  de  este  Ministerio 
entregará  á  la  Ordenación  de  pagos  del  mismo,  en  los  diez 
primeros  días  de  cada  trimestre  natural,  los  recibos  trimes- 
trales correspondientesá  los  suscriptores forzosos  y  voluntarios 
de  provincias.  Estos  recibos  serán  impresos,  talonarios  y  nu- 
merados; sólo  tendrán  manuscritos  el  nombre  y  domicilio  del 


—  218  — 

suscriptor,  é  irán  firmados  por  el  Jefe  Administrador  de  la  Ga- 
ceta, ó  quien  haga  sus  veces.  A  dicha  entrega  acompañará 
una  factura  para  los  recibos  de  cada  provincia,  expresando 
los  números  y  valor  de  los  mismos;  también  se  acompañará 
otra  factura  duplicada  con  el  resumen  de  las  de  todas  las  pro- 
vincias y  expresión  del  valor  total  de  la  entrega.  La  Ordena- 
ción de  pagos  devolverá  el  duplicado  de  esta  factura  con  su 
conformidad. 

Art.  14.  Hecha  la  entrega  que  previene  el  artículo  ante- 
rior, la  Ordenación  de  pagos  intervendrá  todos  los  recibos  y 
sus  correspondientes  facturas  de  provincias,  remitiendo  unos 
y  otras  á  los  respectivos  Administradores  de  Contribuciones  y 
Rentas  por  conducto  de  los  Delegados  de  Hacienda,  para  que 
procedan  á  hacer  efectivo  su  importe,  previa  su  contracción  en 
la  respectiva  cuenta  de  Rentas  públicas.  Estos  recibos  ingre- 
sarán en  las  Tesorerías  de  las  provincias  con  aplicación  á  un 
concepto  especial  de  la  cuenta  de  operaciones  del  Tesoro,  que 
se  titulará  Recibos  á  cobrar  por  productos  de  la  Gaceta  de 
Madrid. 

Las  Administraciones  de  Contribuciones  y  Rentas  distri- 
buirán los  recibos  á  las  respectivas  subalternas,  y  éstas  y  aqué- 
llas los  presentarán  al  cobro  inmediatamente  ó  dirigirán  avi- 
so á  los  suscriptores  según  los  casos  para  que  por  sí  ó  por  per- 
sona que  les  represente  hagan  efectivo  su  importe. 

El  día  último  precisamente  de  cada  mes  se  realizarán  en 
las  provincias  las  formalizaciones  de  los  recibos  que  durante 
el  mismo  se  hayan  hecho  efectivos  en  las  Tesorerías.  Dicha 
formalización  consistirá  en  una  data  por  el  importe  de  los  re- 
cibos realizados  con  aplicación  al  mismo  concepto  de  opera- 
ciones del  Tesoro  en  que  se  figuró  su  ingreso,  y  un  cargo  equi- 
valente con  aplicación  al  respectivo  concepto  de  la  cuenta  de 
Rentas  públicas.  La  carta  de  pago  que  produzca  este  ingreso 
la  remitirá  la  Administración  por  conducto  del  Delegado  á  la 
Ordenación  de  pagos,  para  que  ésta,  después  de  intervenida, 
la  entregue  á  este  Ministerio. 

Art.  15.  Las  suscripciones  de  provincias  pueden  hacerse 
de  tres  modos  : 

1."  Directamente  en  este  Ministerio,  cuyo  Negociado  de 
Administración  entregará  el  recibo  correspondiente  con  las 
formalidades  que  previene  el  art.  18. 

2.a  Por  medio  de  carta  dirigida  al  Jefe  de  la  Sección  co- 
rrespondiente, acompañando  en  libranza  del  Giro  mutuo,  ó 


—  219  — 

letra  de  fácil  cobro  á  la  orden  del  Habilitado  de  este  Ministe- 
rio, el  importe  de  uno  ó  más  trimestres.  Para  esta  clase  de 
pagos  no  se  admitirán  sellos  de  franqueo. 

Y  3."  En  las  Tesorerías  de  Hacienda  de  las  respectivas 
provincias,  cuyas  dependencias  entregarán  el  oportuno  re- 
cibo. 

Art.  16.  Para  los  efectos  del  caso  3.°  del  artículo  anterior 
el  Negociado  de  Administración  de  la  Gaceta  remitirá  direc- 
tamente á  las  Tesorerías  de  Hacienda  de  todas  las  provincias, 
excepto  la  de  Madrid,  libros  talonarios  de  100  recibos  trimes- 
trales intervenidos  por  la  Ordenación  de  pagos,  cuyo  total 
importe  anotará  en  las  respectivas  cuentas  corrientes  que  con 
este  objeto  abrirá  á  dichas  dependencias. 

Las  Tesorerías  de  Hacienda  darán  directamente  aviso  á 
dicho  Negociado  en  el  mismo  día  de  las  suscripciones  que 
reciban,  y  cuidarán  de  reclamar  nuevos  libros  talonarios  de 
recibos  cuando  se  agoten  los  anteriores. 

En  las  cartas  de  pago  que  mensualmente  remitan  las  Te- 
sorerías por  conducto  de  la  Ordenación  expresarán  en  con- 
cepto separado  las  cantidades  ingresadas  por  suscripciones 
nuevas,  á  fin  de  que  la  Administración  de  la  Gaceta  pueda 
abonárselas  en  sus  cuentas  correspondientes. 

Art.  17.  Las  suscripciones  y  renovaciones  de  Ultramar  y 
extranjero  se  satisfarán  precisamente  con  arreglo  á  cual- 
quiera de  los  casos  1.'  y  2.°  del  art.  15. 

Art.  18.  Las  suscripciones  de  Madrid  se  cobrarán  por 
recaudadores  especiales,  que  entregarán  su  importe  en  la 
Habilitación  de  este  Ministerio. 

Al  efecto,  en  los  tres  primeros  días  de  cada  mes,  el  Nego- 
ciado de  Administración  entregará  al  Habilitado  de  este  Mi- 
nisterio les  recibos  extendidos  con  el  nombre  y  domicilio  de 
los  suscriptores  é  intervenidos  por  la  Ordenación  de  pagos, 
acompañando  á  aquéllos  una  factura  duplicada,  expresiva  de 
los  números  y  valor  total  de  los  mismos,  cuyo  duplicado  le 
será  devuelto  con  la  conformidad  del  Habilitado. 

Dichos  recibos  serán  impresos,  talonarios,  numerados  y 
sólo  tendrán  manuscritos  la  fecha,  nombre  y  domicilio  del 
suscriptor;  de  modo  que  en  las  suscripciones  por  más  de  un 
mes  se  expedirán  tantos  recibes  como  meses  se  recauden. 

Art.  19.  Hecha  la  entrega  que  previene  el  artículo  ante- 
rior, el  Habilitado  suscribirá  los  recibos  y  los  distribuirá  entre 
los  recaudadores  nombrados  al   efecto,   á  los  que  recibirá 


—  220  — 

cuentas,  entregando  él  la  suya  á  la  Administración  de  la  Ga- 
ceta del  15  al  20  de  cada  mes,  justificándolo  con  un  resguar- 
do de  la  cantidad  recaudada  que  obre  en  su  poder  y  con  los 
recibos  que  devuelva  por  no  haberse  podido  realizar.  Estos 
recibos,  después  de  inutilizados  y  de  haber  producido  las 
bajas  de  suscriptores  ú  otros  efectos  que  procedan,  los  remi- 
tirá el  Negociado  de  Administración  á  la  Intervención  de  la 
Ordenación  de  pagos  para  que  sean  data  en  la  cuenta  corres- 
pondiente. 

Art.  20.  Los  recaudadores  á  que  se  refieren  los  dos  artícu- 
los precedentes  serán  nombrados  por  la  Subsecretaría  de  este 
Ministerio  y  se  les  exigirá  la  fianza  que  la  misma  determine. 

Art.  21.  Las  suscripciones  de  Madrid  se  harán  precisa- 
mente en  el  Negociado  de  Administración  de  la  Gaceta. 

Art.  22.  Todas  las  suscripciones  de  la  Gaceta  empezarán 
en  primero  de  mes. 

Art.  23.  El  contratista  de  la  impresión,  reparto  y  cierre 
de  la  Gaceta  no  podrá  servir  suscripción  alguna  que  no  le 
haya  sido  ordenada  por  escrito  por  el  Jefe  de  la  Sección  co- 
rrespondiente de  este  Ministerio,  observándose  la  misma 
formalidad  para  las  bajas.  Dicho  contratista  está  obligado  á 
dar  cuenta  al  Negociado  de  Administración  de  los  traslados 
de  domicilio  de  los  suscriptores. 

Art.  24.  El  referido  contratista  conservará  bajo  su  res- 
ponsabilidad las  fajas  para  el  envío  de  la  Gaceta  por  el  correo 
y  hará  las  alteraciones  que  se  le  ordenen  según  el  artículo 
anterior,  procediendo  á  la  impresión  de  las  que  sean  nece- 
sarias. 

Las  cuentas  trimestrales  de  este  servicio  se  comprobarán 
sumando  el  número  de  Gacetas  enviadas  por  el  correo  du- 
rante el  trimestre,  según  los  datos  del  Negociado  de  Admi- 
nistración. En  los  primeros  trimestres  se  descontarán  las 
fajas  que  el  contratista  ha  recibido  déla  Administración  de  la 
suprimida  Imprenta  Nacional. 

Art.  25.  La  Subsecretaría  de  este  Ministerio  podrá  impo- 
ner al  contratista  multas  proporcionadas  á  las  faltas  que  se 
noten  en  el  servicio  de  reparto  y  cierre,  siempre  en  vista  de 
las  reclamaciones  de  los  suscriptores;  y  si  éstas  se  hiciesen 
frecuentes,  lo  pondrá  en  conocimiento  del  Excmo.  Sr.  Minis- 
tro para  la  resolución  que  proceda. 

Art.  26.  La  Subsecretaría  designará  un  empleado  que  con 
el  carácter  de  Inspector  presencie  diariamente  la  tirada  y 


—  221  — 

cierre  de  la  Gaceta  de  Madrid,  para  el  exacto  cumplimiento 
de  cuanto  se  dispone  en  el  pliego  de  condiciones  que  sirvió  dé 
base  para  la  subasta  de  impresión  de  la  Gaceta  y  en  la  pre- 
sente instrucción.  Dicho  funcionario  será  responsable  de 
cualquiera  irregularidad  que  se  cometa  en  los  expresados  ser- 
vicios que  no  haya  puesto  á  su  debido  tiempo  en  conocimien- 
to de  la  Subsecretaría  de  este  Ministerio. 

Anuncios. 

Art.  27.  Los  anuncios  que  se  publican  en  la  Gaceta  de 
Madrid  son  de  tres  clases:  1.a,  de  previo  pago;  2  ",  de  pago  en 
su  día;  y  3.",  de  oficio. 

Son  anuncios  de  pago  anticipado:  primero,  las  escrituras, 
estatutos  y  actas  de  Sociedades  y  Bancos,  y  los  que  de  la  mis- 
ma procedencia  tienen  origen,  como  las  convocatorias  de  jun- 
tas, los  balances  y  cualquiera  otro  asunto  relativo  á  dichas 
Asociaciones  industriales  ó  mercantiles;  segundo,  los  avisos 
de  extravíos  de  resguardos  de  la  Dirección  general  de  la 
Deuda,  Caja  general  de  Depósitos  y  Delegaciones  de  Hacien- 
do, siempre  que  los  expedientes  se  tramiten  á  petición  de 
parte;  tercero,  los  anuncios  que  procedan  délas  Audiencias  y 
Juzgados  de  primera  instancia  ó  eclesiásticos  en  asuntos  ci- 
viles, si  los  autos  se  siguen  sin  declaración  de  pobreza;  y 
cuarto,  todos  los  anuncios  de  particulares. 

Están  exentos  de  todo  pago  los  anuncios  de  las  Sociedades 
cooperativas  de  que  trata  la  orden  déla  Regencia  de 26  de  Ju- 
lio de  1870  y  la  Real  orden  de  10  de  Marzo  de  1885. 

Son  anuncios  de  pago  en  su  día:  primero,  los  de  subastas 
oficiales;  segundo,  los  de  los  Juzgados  en  asuntos  civiles, 
cuando  éstos  se  tramitan  de  oficio  y  se  refieren  á  quiebras, 
abintestatos,  herencias,  etc. 

Son  anuncios  de  oficio:  primero,  los  de  los  Juzgados  civi- 
les relativos  á  causas  criminales;  segundo,  los  procedentes  de 
los  Juzgados  militares  en  causas  de  deserción  ú  otras  análogas; 
y  tercero,  los  de  cualquiera  dependencia  del  Estado  que  se 
ocupen  de  la  Beneficencia. 

Art.  28.  Los  anuncios  de  previo  pago  se  satisfarán  en  la 
Habilitación  de  este  Ministerio,  previo  recibo  talonario  que 
extenderá  el  Negociado  de  Administración  de  la  Gaceta,  será 
intervenido  por  la  Ordenación  de  pagos,  y  los  suscribirá  dicho 
Habilitado. 


—  222  — 

El  mismo  Habilitado  anotará  el  recibí  de  las  respectivas 
cantidades  en  los  talones  de  dichos  recibos,  que  conservará  el 
Negociado  de  Administración. 

Los  anuncios  de  pago  en  su  día  se  satisfarán  con  las  mis- 
mas formalidades  que  los  anteriores. 

Art.  29.  Para  la  publicación  de  los  anuncios  de  previo  pago 
será  condición  indispensable  haber  depositado  en  la  Habili- 
tación de  este  Ministerio  el  valor  del  anuncio  á  juicio  del  Ne- 
gociado de  Administración.  Al  efecto,  este  Negociado  exten- 
derá un  resguardo  talonario,  que  suscribirá  el  Habilitado  al 
hacerse  cargo  del  depósito.  Dichos  resguardos  no  serán  in- 
tervenidos por  la  Ordenación  de  pagos. 

Al  día  siguiente  de  publicado  el  anuncio  se  canjeará  dicho 
resguardo  por  el  recibo  definitivo  con  las  formalidades  que 
previene  el  artículo  anterior,  devolviendo  ó  percibiendo  la  di- 
ferencia que  corresponda. 

Art.  30.  El  Negociado  de  Administración  de  la  Gaceta 
llevará  en  el  libro  de  las  corrientes  una  cuenta  nueva  en  que 
se  anoten  los  ingresos  por  anuncios,  y  anotará  en  un  registro 
especial  los  de  pago  en  su  día,  con  todos  los  detalles  necesa- 
rios, para  exigir  su  abono  en  tiempo  oportuno  á  quien  corres- 
ponda. 

Del  almacén. 

Art.  31.  El  almacén  forma  parte  del  Negociado  de  Admi- 
nistración de  la  Gaceta  de  Madrid. 

Art.  32.  Al  frente  de  esta  dependencia  habrá  un  Guarda- 
almacén  nombrado  por  la  Subsecretaría,  con  los  auxiliares 
que  la  misma  determine. 

El  Guardaalmacén  conservará  bajo  su  responsabilidad 
personal  y  por  inventario  valorado  los  ejemplares  de  la  Ga- 
ceta, Guia  oficial  de  España  y  demás  publicaciones  que 
existan  en  la  dependencia  de  su  cargo.  De  este  inventario 
suscribirá  tres  copias  autorizadas  por  el  Jefe  de  la  Sección  de 
Redacción  y  Administración  de  la  Gaceta  de  Madrid,  con- 
servando una  en  su  poder  para  su  resguardo;  de  las  otras 
dos,  pasará  una  á  dicha  Sección,  y  la  otra  á  la  Ordenación 
de  pagos. 

El  Guardaalmacén  recibirá  diariamente  del  contratista  de 
la  impresión  de  la  Gaceta,  previo  resguardo,  los  ejemplares 
sobrantes  de  la  tirada  de  dicho  periódico  oficial.  Con  las  mis- 


—  223  — 

mas  formalidades  se  entregará  de  las  ediciones  de  obras  he- 
chas con  destino  á  la  venta  pública. 

Todos  los  meses  se  adicionará  el  referido  inventario  con  el 
total  de  ejemplares  de  la  Gaceta  entregados  durante  el  mis- 
mo por  el  contratista  de  la  impresión  y  con  las  obras  recibi- 
das para  la  venta. 

Estas  adiciones  se  harán  por  medio  de  nota,  que  suscribirá 
el  Jefe  del  almacén  en  los  tres  ejemplares  de  dicho  inven- 
tario. 

Art.  33.  El  Guardaalmacén  expenderá  directamente,  y 
con  arreglo  á  los  precios  señalados  en  el  inventario,  los  ejem- 
plares de  la  Gaceta,  Guia  oficial  y  obras  que  se  hallen  á  la 
venta. 

Art.  34.  Diariamente  ingresará  el  Guardaalmacén  en  la 
Habilitación  de  este  Ministerio  los  fondos  procedentes  de  las 
ventas  efectuadas  en  el  día. 

Estos  ingresos  los  justificará  por  medio  de  notas  que  sus- 
cribirá el  Habilitado  al  hacerse  entrega  de  los  fondos  en  un 
libro  que  conservará  el  encargado  del  almacén  para  su  res- 
guardo. Dichas  notas  no  tendrán  efecto  alguno  sin  que  en  ellas 
conste  el  V.°  B.°  del  Jefe  de  la  Sección  de  Redacción  y  Admi- 
nistración de  la  Gaceta  de  Madrid  y  la  toma  de  razón  de  la 
Intervención  de  la  Ordenación  de  pagos  de  este  Ministerio. 

Art.  35  Cuando  el  Guardaalmacén  cese  en  sus  funciones, 
hará  entrega  al  que  le  suceda  de  todas  las  existencias  de  la 
dependencia  de  su  cargo.  Esta  entrega  se  justificará  por  inven- 
tario que  suscribirán  el  Guardaalmacén  entrante  y  saliente, 
sacándose  cuatro  copias  de  dicho  documento,  una  para  cada 
uno  de  los  expresados  funcionarios,  otra  para  la  Sección  co- 
rrespondiente de  este  Ministerio,  y  la  cuarta  para  la  Ordena- 
ción de  pagos. 

De  la  contabilidad. 

Art.  36.  El  Negociado  de  Administración  de  la  Gaceta  de 
Madrid  en  este  Ministerio  llevará  un  libro  de  cuentas  corrien- 
tes con  las  que  previenen  los  artículos  11  y  30  de  esta  ins- 
trucción. 

Art.  37.  El  Habilitado  de  este  Ministerio  llevará  un  libro 
de  Caja  en  cuyo  Debe  anote  todos  los  ingresos  por  productos 
de  la  Gaceta  de  Madrid  y  en  el  Haber  las  entregas  que  haga 
en  la  Tesorería  de  Hacienda  de  esta  provincia,  con  arreglo 
al  artículo  siguiente. 


»  224  = 

Proceden  los  ingresos  á  que  se  refiere  "el  párrafo  anterior': 
primero,  de  las  suscripciones  de  la  Gaceta  y  venta  de  hojas 
extraordinarias;  segundo,  délos  anuncios  de  pago  en  ella  in- 
sertos; y  tercero,  de  los  productos  del  almacén. 

Art.  38.  El  Habilitado  de  este  Ministerio  ingresará  dichos 
fondos  en  la  Tesorería  de  Hacienda  de  Madrid  los  días  15  y 
último  de  cada  mes,  y  si  alguno  de  éstos  fuere  festivo,  en 
aquel  que  le  preceda;  y  rendirá  cuenta  mensualmente  al 
Tribunal  de  las  del  Reino  por  conducto  de  la  Ordenación 
de  pagos,  cuyo  Interventor  suscribirá  en  la  misma  su  confor- 
midad; se  justificará  el  cargo  de  dicha  cuenta  con  certifica- 
ción del  Jefe  de  la  Sección  de  Redacción  y  Administración 
de  la  Gaceta,  en  que  haga  constar  los  ingresos  diarios  con 
referencia  á  los  talones  de  cargo  de  los  recibos  que  haya  ex- 
pedido para  la  Habilitación,  y  que  conserve  con  el  recibí  del 
Habilitado,  y  la  data  con  las  cartas  de  pago  que  expida  á  fa- 
vor de  dicho  Habilitado  Ja  Tesorería  de  Hacienda  de  la  pro- 
vincia. 

El  Negociado  de  Administración  de  la  Gaceta  pasará  dia- 
riamente á  la  Ordenación  de  pagos  nota  de  los  ingresos  veri- 
ficados en  la  Habilitación,  clasificados  por  conceptos. 

Art.  39.  La  intervención  de  la  Ordenación  de  pagos  abri- 
rá los  libros  y  cuentas  que  juzgue  necesarios  para  el  mejor 
acierto  de  su  cometido,  con  arreglo  al  art.  6.°  del  Real  decre- 
to de  4  de  Mayo  último. 

Art.  40.  El  encargado  del  almacén  rendirá  cuenta  men- 
sual á  la  Administración  de  la  Gaceta,  en  cuyo  documento 
deberán  constar  las  existencias  de  efectos  al  terminar  el  mes 
anterior  al  de  la  cuenta,  las  entradas  ocurridas,  los  remanen- 
tes que  pasan  al  mes  siguiente  y  las  cantidades  entregadas 
en  la  Habilitación  como  producto  de  ventas- 

El  Negociado  de  Administración  confrontará  estas  parti- 
das con  sus  datos;  y  hallándolos  conformes,  lo  hará  asi  cons- 
tar, pasando  la  cuenta  á  la  Ordenación  de  pagos. 

Además  de  estas  cuentas  particulares,  presentará  el  Guar- 
daalmacén  la  anual,  que,  informada  por  la  Ordenación  de  pa- 
gos, será  remitida  al  Tribunal  de  Cuentas  del  Reino,  hacién- 
dose al  mismo  tiempo  las  notas  necesarias  en  los  inventa- 
rios para  datar  las  Gacetas  y  libros  cuyo  valor  haya  ingresa- 
do en  la  Habilitación  durante  el  año. 

Art.  41.  El  contratista  de  la  impresión  de  la  Gaceta  pre- 
sentará en  fin  de  cada  trimestre  la  cuenta  justificada  de  los 


-  225  - 

servicios  ejecutados  durante  el  mismo,  y  para  su  abono  se 
tendrá  presente  lo  dispuesto  en  los  artículos  11  y  24  de  esta 
instrucción. 

Los  demás  gastos  que  se  ocasionen  con  motivo  de  la  pu- 
blicación de  la  Gaceta  de  Madrid,  como  impresión  de  recibos, 
etcétera,  se  autorizarán  y  abonarán  con  cargo  á  la  partida  co- 
rrespondiente del  presupuesto,  previas  las  formalidades  que 
establecen  las  disposiciones  vigentes. 

Art  42.  El  gasto  diario  del  franqueo  de  la  Gaceta  para  el 
extranjero  se  sufragará  por  el  contratista  de  la  impresión,  re- 
parto y  cierre,  que  recibirá  con  cargo  á  la  partida  correspon- 
diente y  en  concepto  de  á  justificar  la  cantidad  que  se  consi- 
dere necesaria  para  esta  atención  durante  cada  mes,  rindien- 
do á  fin  del  mismo  la  oportuna  cuenta,  que  será  comprobada 
por  el  Negociado  de  Administración  á  la  vista  de  los  regis- 
tros de  esta  clase  de  suscriptores. 

Art.  43.  La  Sección  de  Redacción  y  Administración  de  la 
Gaceta  rendirá  en  fin  de  cada  año  una  cuenta  particular  á 
este  Ministerio,  en  la  que  con  todo  detalle  consten  los  ingre- 
sos y  pagos  realizados,  asi  como  los  rendimientos  obtenidos 
por  la  Gaceta  de  Madrid,  en  cuyo  documento  anotará  su 
conformidad  la  Ordenación  de  pagos. 

ARTÍCULO   TRANSITORIO 

La  presente  instrucción  se  considerará  parte  integrante 
del  reglamento  de  este  Ministerio. 

Madrid  11  de  Agosto  de  1886.— Aprobada  por  S.  M.  —El 
Ministro  de  Estado  é  interino  de  la  Gobernación,  Segismundo 

MORET. 


15 


—  226  — 


TENTATIVAS  HISTÓRICAS,  BIBLIOGRÁFICAS  Y  CRÍTICAS 


DOCUMENTOS  LITERARIOS 


Cuarta  y  última  serie. 

I.  (Historia  de  la  Gaceta  de  Madrid,  por  el  Ilustrísimo 
Sr.  D.  Aubeliano  Fernández-Guerra  y  Orbe.  — Gaceta  de 
Madrid  del  dia  1."  de  Enero  de  1860.) 

II.  (Apuntes  para  un  catálogo  de  periódicos  madrileños 
desde  el  año  1661  al  1870,  por  D.  Eugenio  Hartzenbusch.) 

III.  (La  Imprenta  Nacional  de  España.  — Breve  reseña 
de  su  historia  y  administración,  por  D.  Manuel  Ossorio  y 
Bernard.) 

I 
Historia  de  la  «Gaceta  de  lladrid». 

El  hombre,  á  quien  de  suyo  agrada  referir  cualquier  su- 
ceso en  que  es  parte  ó  testigo;  que  desde  la  infancia  de  la  so- 
ciedad codició  pasar  más  allá  de  los  límites  de  la  vida  la  me- 
moria de  su  valor  y  de  su  próspera  ó  adversa  fortuna;  que, 
ya  para  conservar  la  paz  en  su  patria,  ó  para  gobernar  cuer- 
damente la  guerra,  ya  para  que  la  contratación  y  el  comercio 
rindiesen  los  apetecidos  frutos,  siempre  necesitó  saber  lo  que 
sucede  y  lo  que  se  proyecta  en  los  pueblos  más  poderosos  del 
mundo,  conocer  sus  leyes  y  costumbres,  no  ignorando  las 
propias,  y  tener  idea  del  carácter  y  condiciones  de  los  hom- 
bres que  dirigen  los  Estados  vecinos;  el  hombre  (no  hay 
duda)  tuvo  muy  pronto  que  convertir  las  fuerzas  de  su  inge- 
nio y  de  su  imaginación  en  busca  de  recursos  con  que  satis- 
facer oportunamente  aquella  ingénita  curiosidad  y  lograr 
sus  empresas  y  esperanzas. 

Cada  pueblo  anotó  periódicamente  los  sucesos  de  interés 
común,  y  de  aquí  nacieron  los  Anales,  y  después  rica  y  fe- 
cunda la  Historia.  En  el  templo  colocaba  el  navegante  feliz 


—  227  — 

la  relación  de  sus  aventuras  y  de  las  playas  y  regiones  á  que 
aportó  y  de  cuanto  hubo  de  creer  digno  de  memoria.  Allí,  en 
láminas  de  cera  ó  bronce,  procuraron  los  guerreros  que  apa- 
reciese al  público  la  noticia  de  sus  victorias  y  conquistas;  y 
■allí  los  sacerdotes  fijaban  las  leyes  por  que  se  regía  la  ciudad, 
y  las  ordenanzas  de  otros  países  que  podían  interesar  al  co- 
mercio. Las  paredes  del  templo  hacían  en  la  antigüedad  las 
veces  que  el  periódico  en  nuestros  días;  presentaban  en  un 
punto  de  vista  la  legislación,  los  elementos  históricos  y  las 
noticias  en  que  necesitan  apacentarse  la  curiosidad  y  la  poli- 
tica,  y  de  que  vive  y  florece  el  comercio. 

La  antigua  perfección  de  la  Historia  en  el  Oriente  se  ve 
patentizada  por  la  Biblia,  y  en  el  Occidente  la  muestran  los 
libros  púnicos  (que  se  conservaban  entre  los  romanos  en 
tiempos  de  Cayo  Salustio  Crispo,  y  decían  del  Rey  Hiem- 
psal);  precioso  depósito  de  los  datos  más  auténticos  de  la  his- 
toria africana.  Por  lo  que  hace  á  Roma,  cuenta  Cicerón  que 
desde  Numa  Pompilio  hasta  el  sacerdocio  de  Publio  Mucio 
Scévola  (134  años  antes  de  Jesucrito),  fué  atención  del  Pontí- 
fice Máximo  escribir  periódicamente  los  sucesos  y  presentar- 
los al  público  en  tablillas  enceradas.  Advierte  que  los  primi- 
tivos cronistas,  como  Catón,  Pictor  y  Pizon,  no  hicieron  otra 
cosa  que  resumir  y  metodizar  con  sencillez  estos  apunta- 
mientos, hasta  que  Antipatro,  amigo  de  Craso,  vino  á  levan- 
tar el  estilo  y  usar  de  los  adornos  históricos.  Salustio,  Livio 
y  Tácito  completaron  después  la  obra  para  admiración  de  to- 
dos los  siglos. 

Un  testimonio  insigne  de  relaciones  de  viajeros,  coloca- 
das en  el  santuario  de  los  dioses,  nos  han  conservado  los 
griegos  con  la  que  puso  en  el  templo  de  Saturno  en  Cartago 
el  capitán  Hannon,  después  de  haber  recorrido  las  costas  de 
la  Libia,  situadas  más  allá  de  las  columnas  de  Hércules.  Hoy, 
en  el  articulo  de  fondo  de  un  periódico,  ¿pueden  apreciarse 
más  sagaz  y  discretamente  los  fugaces  sucesos  contemporá- 
neos, los  hombres  y  las  cosas,  que  apreció  los  suyos  Cicerón 
en  su  correspondencia  epistolar  con  Tito  Pomponio  Ático? 
¡Tan  preciosa  colección  es  un  periódico  político  de  aquel  si- 
glo remoto!  Y  que  entonces  no  faltaban  medios  para  recoger 
y  extender  noticias  por  los  más  apartados  confines,  ya  curio- 
sas, ya  interesantes,  nos  lo  hace  ver  Plinio  entresacando  de 
innumerables  autores,  cuyas  obras  hemos  perdido,  singula- 
res anécdotas  de  peregrinos  pueblos  y  naciones. 


—  228  — 

En  vano  la  gótica  barbarie  transformó  la  faz  de  la  tierra, 
ó  hizo  volver  á  su  infancia  la  historia,  y  que  retrocediese  al 
tiempo  de  los  diminutos  y  groseros  cronicones:  el  templo 
cristiano,  como  antes  el  gentílico,  fué  asilo  y  depósito  de  la 
tradición,  de  las  leyes,  de  la  ciencia  y  de  las  útiles  adverten- 
cias y  noticias.  En  la  formación  y  afianzamiento  de  las  nue- 
vas naciones  durante  la  edad  media,  los  espíritus  políticos 
tuvieron  necesidad  de  comunicarse  entre  sí  continuamente  y 
de  conocer  con  exactitud  las  vicisitudes  de  las  guerras  propias 
y  extrañas.  Los  comerciantes  de  Pisa,  Genova  y  Venecia  fa- 
cilitaban al  cálculo  y  á  la  política  las  noticias  que  habían 
menester;  el  uso  de  escribir  en  pergaminos  y  la  feliz  inven- 
ción del  papel  fueron  eficaces  auxiliares  para  ilustrar  la  pú- 
blica opinión  y  apercibir  al  prudente  y  advertido;  hasta  que 
el  maravilloso  descubrimiento  de  la  imprenta  vino  á  colmar 
el  deseo  del  corazón  humano  y  a  hacer  oportuna  propiedad 
de  los  más  lo  que  sólo  era  monopolio  de  la  sagaz  industria  de 
los  menos.  De  repente  se  obtuvieron  ya  numerosos  traslados 
de  los  ordenamientos  y  de  las  leyes,  prodigándolos  entre  las 
municipalidades,  gremios,  compañías  de  comercio  y  perso- 
nas á  quienes  su  conocimiento  pudiera  interesar;  y  rápida- 
mente circularon  ya  las  noticias  de  la  paz  y  de  la  guerra,  de 
la  contratación,  de  la  industria  y  de  la  agricultura,  y  fué  co- 
nocido en  cada  punto  del  globo  cuanto  pasaba  en  los  demás 
moral,  civil  y  políticamente  (1). 

Durante  todo  el  siglo  XVI  comenzaron  á  verbenear  esos 
pliegos  impresos  que  pueden  llamarse  de  circunstancias,  na- 
cidos para  correr  mucho  y  vivir  poco.  En  los  últimos  años 
del  reinado  de  Felipe  II,  y  muy  particularmente  en  el  de  su 
hijo  Felipe  III,  lograron  prodigioso  vuelo  esta  clase  de  pu- 
blicaciones fugitivas,  imitando  á  los  italianos.  Los  más  acti- 
vos y  adinerados  mercaderes,  hombres  de  negocios,  hacían 
imprimir  hojas  sueltas  con  noticias,  ya  para  comunicarlas 
á  sus  correspondientes,  ya  para  fines  particulares.  Hacían  lo 
mismo  algunas  casas  de  religión,  de  aquellas  que  tomaban 


(1)  Véase,  en  comprobación,  el  raro  folleto,  en  folio,  que  se 
intitula:  Leyes  del  qvaderno  nueuo  de  las  rentas  de  las  alcaba- 
las y  franqtecas  fecho  en  (el  Real  de)  la  Vega  de  Granada  (á  10 
días"  del  mes  de  Diciembre,  año  del  Nacimiento  de  Nuestro  Señor 
Jesucristo  de  1491),  por  el  qtal  el  Rey  é  Rey  na,  nvestros  seño- 
res, reuocan  todas  las  otras  leyes  de  los  otros  qmdernos  hechos 
antes. 


-  229  — 

entonces  viva  parte  en  la  política,  y  de  donde  salían  excelen- 
tes varones  para  los  tribunales,  gobiernos  y  embajadas.  Y  no 
se  cuidaban  tampoco  los  proceres  y  magnates  en  hacer  im- 
primir y  circular  esta  clase  de  periódicos,  ya  por  satisfacer 
su  vanidad,  ya  para  popularizar  sus  hazañas  y  captarse  la 
general  estimación.  Mientras  tanto,  el  pueblo  daba  á  la  es- 
tampa la  vida  y  hechos  de  sus  héroes  en  coplas  y  romances; 
y  en  prosa  y  verso,  noticias  estupendas  de  monstruosidades 
y  prodigios,  acomodados  á  las  vehemencias  de  su  imagina- 
ción y  a  la  falta  de  saber  y  de  cultura.  Fuera  imposible  redu- 
cir á  número  las  relaciones  sueltas  que  de  sucesos  particula- 
res se  imprimieron  y  circularon  entonces;  las  cartas  de  reli- 
giosos y  correspondencias  de  mercaderes  que  se  daban  sema- 
nalmente  á  la  estampa;  los  cuadernos  y  recapitulaciones  de 
órdenes  generales  y  leyes  que  se  vulgarizaban;  ni  los  pape- 
les de  todo  género,  que  eran  continuo  alimento  de  la  curiosi- 
dad del  vulgo  (1). 

Faltaba,  sin  embargo,  un  papel  que  los  reuniese  y  corn- 


il) Prueban  lo  dicho  en  este  párrafo  los  siguientes  rarísimos 
papeles  sueltos,  en  folio,  de  que  vamos  á  dar  noticia: 

I.  La  entrada  que  los  Reyes  hicieron  en  Madrid  de  huella 
de  su  casamiento  de  los  Reynos  de  la  Corona,  de  Aragón,  do- 
mingo ueynte  y  qxalro  de  Octubre  de  4599.  —  Con  licencia,  en 
casa  de  Clemente  Hidalgo,  en  la  calle  de  la  Plata.  Allí  las  hay. 

II.  Relación  de  lo  que  hay  de  nueuo  en  toda  la  Christian- 
dad  y  otras  particularidades  del  Duque  de  Osuna,  y  succesos  de 
la  guerra  del  Piamonte  y  otras  partes  diferentes  hasta  fin  de 
Setiembre  deste  año  de  1617. 

III.  Relación  de  auisos  de  todo  lo  que  ha  sucedido  en  Roma, 
Ñapóles,  Venecia,  Génota,  Sicilia,  Francia,  Alemania,  Ingala- 
terra,  Malta  y  otras  partes,  desde  Enero  deste  año  de  1618, 
cmbiada  desde  la  dicha  ciudad  de  Roma  á  esta  de  Seuilla  á  en 
personaje  grane.  —  En  la  qual,  entre  otras  cosas  dignas  de  que 
curiosos  las  lean,  se  auisa  que  su  Santidad  concluyó  la  causa 
de  tres  Santos  españoles  y  de  otro  Santo  italiano  para  canoni- 
zarlos. Y  que  el  Duque  de  Osuna  hace  gruesa  armada  para  la 
primauera.  Y  como  Selim  Mustafá,  heredero  del  turco,  dio 
muerte  á  dos  sobrinos  suyos,  por  asegurarse.  Y  de  la  guerra 
que  le  preuiene  al  Persiano.  Y  de  como  el  gran  Galeón  de  Malta 
peleó  con  once  bajeles  enemigos,  saliendo  vitorioso.  Y  como  el 
Duque  de  Sajonia  se  redujo  á  ser  cathólico  por  el  exemplo  y 
deuocion  que  tenia  el  Rey  de  Rohemia  al  Santíssimo  Sacra- 
mento. Y  como  Venecia,  con  ayuda  de  los  holandeses,  está  ha- 
ciendo una  armada  de  más  de  doscientas  velas  para  salir  en 
corso.  Y  de  otros  muchos  auisos  para  los  lectores.  —  Con  licen- 


—  230  — 

prendiese  á  todos,  metodizándolos  á  un  fin  común,  práctica- 
mente útil,  y  con  el  tiempo  este  papel  fué  la  Gazeta. 

No  cabe  la  menor  duda  que  los  primeros  albores  del  perio- 
dismo aparecieron  en  Italia,  partiendo  de  Venecia,  pueblo- 
todo  él  de  mercaderes,  cuyas  naves  cruzaban  incesantemente 
el  mar  desde  el  canal  de  Constantinopla  hasta  el  estrecho  Gadi- 
tano, extendiéndose  por  las  riberas  del  Mediterráneo,  así  lo& 
frutos  y  producciones,  como  las  noticias  del  Oriente  y  de  todas 
las  naciones  del  mundo.  Venecia  llevaba  muy  á  mal  que  Es- 
paña poseyese  Estados  en  Italia,  y  aguijoneaba  incesantemen- 
te al  Duque  de  Saboya  y  sus  vasallos  para  que  nos  sublevasen 
y  arrebatasen  por  fuerza  de  armas  la  Lombardía.  A  fin  de  mo- 
ver la  opinión  pública  y  tenerla  excitada  sin  cesar,  cuidaban 
que  se  imprimiesen  en  Turin  y  en  otras  ciudades  del  Piamon- 
te  hojas  sueltas  político-literarias  contra  los  españoles  y  en 
favor  de  la  independencia  italiana.  Tenían  comúnmente  por 
epígrafe  estos  papeles  el  de  Ragguagli  di  Parnaso,  esto  es, 
relaciones,  avisos  ó  noticias  del  Parnaso,  donde,  bajo  una  for- 
ma ingeniosa,  literaria  é  insinuante,  se  ponía  en  ridiculo  á  la 
Monarquía  española,  á  nuestros  Gobernadores  de  Milán,  á« 


cia.  —  En  Seuilla,  por  luán  Serrano  de  Vargas,  enfrente  del  Co- 
rreo mayor :  1618. 

IV.  Recopilación  de  las  heroicas  hazañas  y  famosos  hechos: 
del  Exmo.  Sr.  Duque  de  Maqueda,  Yirey  de  Oran.  Y  del  capi- 
tán Juan  del  Castillo,  en  la  Memora.  Y  del  Gobernador  Fran- 
cisco Carrillo  de  Santoyo.  en  Alarache;  todo  en  este  año  de  mil 
y  seyscientos  y  diez  y  nveue.  —  Dase  larga  cuenta  de  los  conti- 
nuos asaltos  y  ricas  presas  que  cada  día  hacen  en  los  moros  los 
capitanes  de  Oran  y  sus  plazas.  Y  como  en  la  Mámora  el  capitán 
Castillo,  con  solos  sesenta  y  siete  soldados,  mató  y  puso  en  huida 
trescientos  moros  de  a  cauallo,  que  una  mañana  vinieron  á  robar 
el  ganado  que  los  nuestros  guardaban  cerca  de  su  fuerza.  Y  como 
el  Gouernador  Santoyo  salió  de  Alarache  con  qualrocientos  hom- 
bres y  al  amanecer  en  un  aduar  muy  rico  y  le  quemó  con  mucha 
gente  y  ropa,  y  cautivó  muchos  moros  y  ganado,  en  que  hubo 
sucesos  memorables.  Y  como  los  Griegos  se  han  levantado  contra 
el  Turco  y  han  alzado  Emperador  cristiano.  Lleva  al  fin  una  pro- 
fecía del  varen  santo  fray  Nicolás  Factor,  en  que  se  verá  ha  lle- 
gado el  tiempo  de  la  destrucción  de  los  herejes  y  total  ruina  del 
Turco  y  su  seta,  y  libertad  de  la  Tierra  Santa." — Impreso  con 
licencia  del  licenciado  D.  Gaspar  de  Vedoya  y  Carvajal,  Teniente 
mayor  de  Asistente  desta  ciudad  de  Sevilla  y  su  tierra.  —  En  Se- 
villa, por  luán  Serrano  de  Vargas,  enfrente  del  Correo  mayor. — 
Año  de  1619. 


—  231  — 

nuestros  Virreyes  de  Sicilia  y  Ñapóles  y  á  nuestros  embaja- 
dores de  Roma  y  Venecia. 

Los  otros  papeles,  periódicos  de  menos  decidida  índole  po- 
lítica, carecían  de  un  nombre  sonoro  y  famoso,  y  aun  de  la 
advertencia  del  año  y  lugar  de  la  impresión.  Simple  inven- 
tario de  noticias  reunidas  en  un  pliego  suelto,  contentábanse 
cuando  más  con  el  titulo  de  Avisos,  Relación,  Carta  del  mer- 
cader Fulano,  Nuevo  y  curioso  romance,  etc.,  etc,  Pero,  soa- 
se que  la  fama  de  los  Rayyuagli  sugiriese  á  algunos  venecia- 
nos la  idea  de  poner  un  titulo  significativo  ¿  la  periódica  re- 
lación de  sucesos  que  echaban  á  volar  de  molde,  séase  que, 
abrazando  su  publicación  mayor  número  de  noticias  recóndi- 
tas, acertase  á  llenar  el  deseo  del  vulgo,  y  éste  le  pusiese  por 
si  ese  nombre  especial  que  se  anhelaba,  ello  es  que  el  de  Ga- 
ceta, con  que  en  Venecia  comenzó  á  ser  conocida,  no  tiene  otro 
origen  que  comparar  semejante  papel  con  la  urraquilla  ó 
picaba,  de  suyo  habladora  y  vocinglera.  Ga¿¿etla  es  diminu- 
tivo de  Gassa,  que  asi  llaman  aquel  ave  los  italianos;  pero  lo 
más  seguro  es  creer  que,  soliendo  comenzar  por  las  noticias 
de  Genova  los  indicados  periódicos,  la  G  de  gran  tamaño,  que 
servía  de  letra  capital,  mostraba  en  su  centro  la  bien  entalla- 
da figura  de  una  urraca.  Fué  costumbre  durante  todo  el  si- 
glo XVI,  en  los  libros  impresos  esmeradamente,  que  la  pri- 
mera letra  de  cada  capitulo  fuese  de  extraordinario  cuerpo  y 
rica  de  adornos,  ya  de  aves  y  animales  caprichosos,  ya  de  pa- 
sajes de  historia  sagrada  ó  profana,  y  muchas  veces  el  gra- 
bador procuró  representar  en  la  letra  capital  el  ave  ó  animal 
de  cuyo  nombre  era  principio:  en  la  S  dibujó,  por  ejemplo,  la 
Serpiente;  en  la  C  la  cigüeña,  y  asi  por  el  estilo.  Todavía  la 
primitiva  Gazzetta  di  Venezia,  correspondiente  al  27  de  Sep- 
tiembre de  1664,  careciendo  de  titulo  y  sin  más  epígrafe  que 
el  nombre  de  la  ciudad  y  la  fecha,  muestra  la  letra  capital 
una  gallarda  I  con  la  fábula  de  Júpiter  y  Leda.  Pudo  muy 
bien  la  casualidad  poner  al  comienzo  del  más  afamado  perió- 
dico repetidamente  la  letra  en  que  estaba  pintada  una  urraqui- 
lla, el  público  separar  la  coincidencia  oportuna  y  generalizar- 
se con  esto  el  nombre  de  Ga;¿etta.  Faltan  datos  para  sostener 
que  antes  se  llamó  así  una  moneda  de  corto  valor,  y  que  en 
ese  precio  se  vendía  aquella  hoja  volante. 

La  publicación  de  la  Gaceta  y  de  las  hojas  sueltas  de  su 
índole  no  impidió  nunca  que  profusamente  corriesen  de  mol- 
de cartas  y  relaciones  de  fiestas  y  sucesos;  antes  por  el  con- 


-  232  - 

trario,  de  tales  papeles  volateros  solían  hacerse  en  una  mis- 
ma ciudad  tres,  cuatro  y  más  ediciones  en  pocos  días;  seme- 
jantes ediciones  se  llamaban  segunda  copia,  tercera,  cuarta 
copia.  Cada  domingo  ó  día  de  fiesta  salían  los  ciegos  por  las 
calles  vendiendo  Acisos,  Relaciones  y  Noticias,  cuya  mayor 
parte  eran  bien  ó  mal  compuestas  novelas,  imaginadas  á  la 
tarde,  impresas  á  la  noche  y  vendidas  por  la  mañana.  De 
aquí  el  procurar  algunos  impresores  que  sus  periódicos  sa- 
liesen autorizados  con  las  señas  y  nombres  de  las  personas 
que  habían  comunicado  las  noticias,  advirtiendo  cuándo  estas 
relaciones  se  formaban  de  orden  del  Rey  (1). 

En  resumen,  las  primeras  vislumbres  del  periodismo,  bajo 


(1)  I.  —  Qvarta  copia  de  Lisboa  á  primero  de  Junio.  —  Pro- 
cession  solerte  del  Ssmo.  Sacramento,  y  fiestas  grandiosas  que 
el  dia  del  Corpus  Christi  hizo  la  ciudad  de  Lisboa.  —  Dase 
qventa  como  aqvel  dia  passó  Su  Magestad  encubierto  de  Alma- 
da  á  Lisboa  y  estvuo  en  una  uentana  de  uidrieras  uiendo  la 
procession,  danzas,  comedias  y  costosas  inuenciones  y  figuras 
de  fuego.  —  Refiérese  el  rico  adorno  de  las  calles,  suntvosos 
arcos,  ricos  y  costosos  altares.  Y  assi  mismo  lleua  al  fin  vna 
changoneta  y  dos  romances  del  Santíssimo  Sacramento,  qve  en 
castellano  cantaron  en  la  processmi  enfrente  de  la  dicha  uen- 
tana. —  Con  licencia.  —  En  Seuilla,  por  luán  Serrano  de  Vargas 
y  Ureña,  enfrente  del  Correo  mayor.  Año  MDCXIX. 

II.  —  Fiestas  que  la  cirdad  de  Lisboa  tiene  preuenidas  para 
recibir  á  la  eathólica  Magestad  del  Rey  Don  Felipe  III  nuestro 
Señor.  —  «Al  vulgo.  —  Véote  tan  aficionado,  amigo  vulgo,  á 
comprar,  leer  y  aun  guardar  como  en  archivo  todas  las  Relacio- 
nes  que  te  presentan  cada  domingo  ó  dia  de  fiesta,  que  me  hallo 
obligado  á  advertirte,  para  que  á"lo  menos  no  te  quejes  de  que  te 
venden  gato  por  liebre,  cómo  todas  ó  la  mayor  parte  de  ellas  n© 
son  más  que  unas  bien  ó  mal  compuestas  novelas,  que  el  ciego 
piensa  á  la  tarde,  hace  imprimir  á  la  noche  y  te  vende  por  la 
mañana;  y  aun  algunas  tan  disparatadas,  como  tú  habrás  repa- 
rado hartas  veces.  Dóyte,  con  todo,  licencia  para  que  pienses  de 
su  verdad  lo  que  quisieres;  pues  ni  te  castigarán  si  la  negares, 
ni  dejarán  de  premiarte  con  borla  de  tonto  si  la  creyeres.  Y  quie- 
ro que  sepas,  si  no  lo  sabes,  que  no  ha  muchos  dias  envió  de  la 
China  el  Rey  de  Marruecos  una  destas  Relaciones  á  cierto  perso- 
naje deste  lugar,  en  que  se  daba  muerte  al  turco,  abrasaba  Cons- 
tantinopla  y  cautivaban  todos  sus  bajaes;  pero  estando  ya  para 
imprimirla,  le  pareció  al  dueño  della  que  al  turco  era  mejor  de- 
jarle por  ahora  la  vida,  con  que  mientras  se  le  concedía  prometiese 
pagar  de  feudo  dos  Relaciones  cada  semana,  que  pregonasen  los 
ciegos,  sin  que  lo  pueda  remediar  otro  que  Dios.  Estas  son  las 
que  todos  los  dias  te  venden:  si  las  lees  por  solo  entretenerte, 


—  233  — 

la  forma  que  hoy  tiene,  aparecieron  con  la  invención  de  la 
imprenta.  En  1523  se  publicaba  ya  en  Roma  una  periódica 
relación  de  todo  lo  importante  que  sucedía  en  Ñapóles,  Ve- 
necia,  Genova,  Sicilia,  Francia,  Inglaterra  y  Malta.  En  1588 
comenzó  á  imprimirse  en  Inglaterra  un  diario  con  el  nombre 
de  Mercurio  inglés,  y  con  el  de  Mercurio  francés  otro  en  la 
nación  vecina  á  principios  de  1605.  Portugal  lo  tuvo  también 
después  de  su  levantamiento  á  mitad  del  siglo  XVII.  Pero 
cuarenta  años  antes  eran  ya  muy  codiciadas  las  Gazzettas  di 
Venezia  y  de  Roma,  de  las  cuales  el  Virrey  de  Ñapóles  y  el 
Gobernador  de  Milán  solían  sacar  copias  de  mano  y  pnviar- 
las  á  los  Consejos  y  Ministros  españoles ;  y  poco  después, 
en  1618,  las  de  Amberes,  Amsterdam  y  Colonia.  En  1631  em- 


alábolo;  pero  si  para  tenerlas  por  verdaderas,  condeno  tu  igno- 
rancia, pues  no  te  debes  persuadir  á  que  lo  son,  por  más  que  te 
encarezcan  la  diligencia  con  que  se  solicitan,  el  cuidado  con  que 
se  hacen,  ó,  finalmente,  que  han  venido  por  mar  en  carretas  y 
en  cartas  escritas  á  ciertos  personajes  que,  ó  no  tienen  nombre, 
ó  si  lo  tienen,  no  están  en  el  mundo.  En  la  que  agora  te  presento 
debes  estimar,  demás  deste  auiso,  la  voluntad  que  tiene  de  acer- 
tar: toma  della  lo  que  quisieres,  y  cree  lo  que  te  pareciere,  que 
yo,  ni  te  la  vendo  por  menos  fabulosa  que  las  otras,  ni  las  que 
cada  dia  lees  son  más  verdaderas  que  ésta,  por  más  que  su  due- 
ño te  las  abone.  Cómprala,  y  Dios  te  guarde.» 

III.  —  Gazeta  Romana  y  relación  general  de  avisos  de  lodos 
los  reinos  y  provincias  del  mundo.  —  Dase  quenta  en  esta  rela- 
ción del  matrimonio  que  se  trata  entre  la  segunda  Infanta  de  Es- 
paña y  el  Principe  heredero  de  Inglaterra,  con  las  condiciones  y 
capítulos  que  de  una  y  otra  parte  se  han  capitulado.  Hácese  asi- 
mismo relación  del  rayo  que  cayó  en  el  Parlamento  de  Paris  y  el 
daño  que  hizo.  Rebelión  de  Constantinopla  contra  el  nuevo  gran 
Turco  y  la  muerte  que  le  dieron.  Elección  de  su  sobrino  en  el 
Imperio,  único  heredero  del  Emperador  Amurates,  difunto.  Dieta 
déla  Hungria  y  elección  del  Rey  de  Romanos.  Renta  del  carde- 
nal Farnesio  para  casas  de  huérfanas.  Ceremonia  y  labatorio  que 
Su  Sant."  celebró  en  Roma  la  Semana  Santa.  Celebre  fiesta  de 
Resurrección  en  Roma  por  los  españoles.  Muerte  del  Patriarca  de 
Constantinopla,  Obispo  de  Catanea,  General  que  habia  >-ido  de  la 
Orden  de  San  Francisco.  Tormenta  en  el  puerto  de  Ñapóles.  Ar- 
mada y  liga  general  contra  infieles,  y  otras  cosas  de  gusto.  Em- 
biada  por  un  curioso  cauallero  seuillano  que  asiste  en  Roma  á 
otro  también  curioso  que  asiste  en  la  ciudad  de  Seuilla,  con  el 
correo  que  vino  lunes  once  de  Junio  deste  presente  año  de  mil 
seiscientos  y  diez  y  ocho  años.  —  Con  licencia.  —En  Seuilla, 
por  luán  Serrano  de  Vargas  y  Vreña,  enfrente  del  Correo  mayor: 
año  de  1618. 


—  234  — 

pezó  á  correr  la  Gazzette  de  France,  cuyo  autor  fué  el  genea1- 
logista  d'Hozien.  En  1637  gozaba  crédito  la  que  podemos  lla- 
mar Gazeta  alemana,  que  veía  la  luz  cada  ocho  días,  con  el 
título  de  Ordinaria  (ó  Extraordinaria)  relationis  historico- 
hebdomadarice  continua/ida  continuatio :  medio  pliego  en  4.° 
de  papel  bazo.  Después  del  titulo  ofrecía  la  fecha  y  núme- 
ro; v.  gr.:  3  Noviembr.  1637  — N.  XXXXIII,  — y  alguna  vez, 
al  final,  el  sitio  en  que  estaba  de  venta: — Inoeniuntur  et 
vameunt  apud  viduam  et  filium  Sercatii  Erfons,  in  platea, 

VulgO  DER  MaRIENGARDENGASSEN. 

Todavía  por  este  tiempo  no  teníamos  en  España  Gazeta, 
desdeñando  aparecer  demasiado  imitadores  de  los  extranje- 
ros, cuando  ambicionábamos  dar  a  todas  nuestras  cosas  un 
sello  de  originalidad  muy  decidido.  Las  noticias  propias  y 
extrañas  vulgarizábanse  en  varios  pliegos  en  folio,  sin  otro 
título  llamativo  que  los  que  por  vía  de  ejemplo  se  van  á  co- 
piar : 

1T  Sumario  y  compendio  de  lo  sucedido  en  España,  Italia, 
F laudes,  Borgoña  y  Alemania  desde  febrero  de  1636  hasta 
14  de  marzo  de  1637.  —  Cuatro  pliegos  de  impresión  en 
folio,  comenzando  las  noticias  por  las  de  España  y  termi- 
nando con  las  del  Consejo  de  Indias,  provisiones  seglares  de 
Indias  y  del  Perú,  eclesiásticas  del  Perú  y  seglares  de  Nueva 
España. 

1T  Sucesos  y  vitorias  de  las  Católicas  armas  de  España 
y  del  Imperio,  en  Francia  y  otras  Provincias,  desde  22  de 
iunio  deste  año  hasta  20  de  agosto  del  mismo  de  1636.  Con 
licencia  y  prohibición.  En  Madrid.  En  la  Imprenta  del  Reyno: 
año  1636.  Siete  pliegos  en  folio. 

1T  Sucesos  felices  que  por  mar  y  tierra  ha  dado  nuestro 
Señor  á  las  armas  españolas  en  las  islas  Filipinas  contra  et 
Mindanao,  y  en  las  de  Torre nate  contra  los  holandeses,  por 
fin  del  año  1636  y  principio  de  1637. 

Este  sistema  de  Relaciones  continuó  durante  todo  el  siglo. 
Sin  embargo,  generalizada  la  Gazeta  por  toda  Italia,  puesto 
que  en  1660  tenían  la  suya  Roma,  Venecia,  Milán,  Rímini, 
Macerata,  etc  ,  etc.,  y  por  los  principales  reinos  de  Europa, 
vino  á  tenerla  también  España.  No  habiéndose  encontrado 
hasta  ahora  dato  ninguno  más  antiguo,  fijaremos  la  aparición 
de  la  Gaceta  de  Madrid  en  el  año  de  1661. 

Núm.  I.  —  Gazeta  nueua  de  las  cosas  mas  particulares, 
asi  políticas  como  militares,  sucedidas  en  la  mayor  parte  de 


—  235  — 

la  Europa ,  hasta  el  mes  de  febrero  deste  año  de  mil  y  seis- 
cientos y  sesenta  y  cno.  —  Al  fin  se  lee  :  Con  licencia  en  Ma- 
drid, por  Iulian  de  Paredes ,  impressor  de  libros,  en  la  Pla- 
zuela del  Ángel :  año  1661.  — Un  pliego  de  papel  bazo  en  4." 
con  cuatro  fojas.  —  Hasta  el  21  de  Agosto  no  iban  publicados 
más  que  diez  números. 

Las  Gazetas  de  1667  fueron  ya  semanales,  apareciendo 
los  sábados  :  carecen  del  nombre  del  impresor,  y  sólo  ponen 
al  pie  la  advertencia  de  Con  priuilegio. 

Las  de  1678  diéronse  á  la  estampa  por  Bernardo  de  Villa- 
Diego,  impresor  de  S.  M. 

Siguió  éste  publicándolas  hasta  el  dia  3  de  Abril  de  1680; 
pero  cinco  días  después  se  mandó  de  orden  superior  que  no 
se  imprimiesen  ni  corriesen  más  Gazetas. 

En  semejante  prohibición  no  fueron  envueltos,  sin  em- 
bargo, los  Av tsos  y  Relaciones  de  sucesos,  los  cuales  conti- 
nuaron saliendo  á  luz  en  Madrid  (de  la  Imprenta  Real,  por 
Mateo  de  Llanos,  impresor  de  S.  M.),  en  Barcelona,  Zara- 
goza y  Sevilla. 

Si  el  interdicto  duró  muchos  años  es  averiguación  difícil. 
Por  ahora  hay  que  contentarse  con  ver  reaparecer  en  1725  la 
Gaceta  de  Madrid,  ostentando  ya  este  título  determinado, 
mudando  del  nombre  la  ¿  en  c,  y  alejándose  con  ello  de  la 
ortografía  italiana.  Salía  todos  los  martes,  impresa  con  pri- 
vilegio por  Juan  de  Ariztia  (en  la  calle  de  Alcalá),  reducida  á 
medio  pliego  de  mal  papel,  en  cuarto,  y  en  el  carácter  de  letra 
que  se  llamó  entredós. 

Existiendo  Gazetas  de  Barcelona  y  Zaragoza  del  año  1720 
en  igual  forma  que  la  de  Madrid  de  1725,  pudiera  sospecharse 
si  antes  de  esta  fecha  pudo  reaparecer,  para  no  verse  más  in- 
terrumpido, el  semanario  en  la  capital  de  la  Monarquía. 

Demos  ya  noticia  de  las  modificaciones  que  ha  tenido 
desde  entonces  hasta  hoy,  describiendo  el  primer  número  en 
que  la  alteración  se  verificó. 

Gaceta  de  Madrid  del  martes  6  de  Enero  de  1733. —  Me- 
dio pliego  en  cuarto  impreso  por  Ariztia.  Empieza  con  las  no- 
ticias de  Viena  de  6  de  Diciembre  anterior;  siguen  las  de  Ge- 
nova, luego  las  de  Londres,  después  la  de  la  Haya;  van  inme- 
diatamente las  de  París,  y  termina  con  las  de  Madrid. 

Gazeta  de  Madrid  del  Domingo  1."  de  Enero  de  1809  — 
Del  Gobierno  intruso. — La  palabra  Gazeta  vuelve  á  escri- 
birse en  conformidad  con  su  origen.  Publícase  en  los  moldes 


—  236  - 

de  la  Imprenta  Real.  El  tamaño,  la  extensión,  la  materia, 
continúan  siendo  los  mismos;  el  papel,  mejor;  los  suplemen- 
tos y  las  páginas  crecen  á  proporción  de  los  acontecimientos 
generales  de  Europa,  y  con  particularidad  de  la  península. 
Sale  ya  todos  los  días. 

Gazeta  de  Madrid  del  Miércoles  1."  de  Marzo  de  1809. — 
Ha  sido  forzoso  variar  el  tamaño;  publícase  en  folio  á  dos  co- 
lumnas, y  en  la  parte  correspondiente  á  España  se  insertan 
órdenes  y  decretos. 

Núm.  1.° — Gazeta  de  la  Regencia  de  España  é  Indias,  del 
martes  13  de  Mayo  de  1810.  Empezó  á  darse  á  la  estampa  en 
Cádiz,  por  la  Imprenta  Real,  en  el  mismo  tamaño  y  forma 
de  medios  pliegos  en  cuarto,  según  la  extensión  de  las  no- 
ticias. 

Con  el  título  de  Gaceta  del  Gobierno  habíase  anunciado  y 
publicado  en  Sevilla  el  periódico  oficial  que,  bajo  la  denomi- 
nación de  Gazeta  de  Madrid,  era  conocido  dentro  y  fuera  de 
España  desde  el  año  1661.  Este  papel  cesó  cuando  tuvo  la 
Suprema  Junta  Central  que  abandonar  el  Real  Sitio  de  Aran- 
juez,  á  30  de  Noviembre  de  1808.  Madrid  estaba  ya  cercado, 
cerrada  la  Real  Imprenta,  asustados  y  errantes  los  operarios, 
en  fin,  disueltas  ú  obstruidas  todas  las  relaciones  políticas  y 
literarias  de  la  corte.  Por  Enero  de  1809,  la  Junta  Suprema 
restableció  en  Sevilla  la  Gazeta  del  Gobierno;  pero  habiendo 
invadido  los  franceses  también  la  Andalucía,  puestas  las  ofi- 
cinas del  Estado  en  el  trance  de  tenerse  que  trasladar  á  la 
Isla  de  León,  hubo  que  suspender  el  periódico,  el  cual,  bajo 
su  nueva  forma,  apenas  llevaba  un  año  de  existencia.  Y  como 
el  Gobierno  intruso,  por  fines  políticos,  siguiese  vulgarizan- 
do en  la  capital  de  la  Monarquía  la  Gazeta  de  Madrid,  la 
Regencia  se  vio  en  la  necesidad  de  discurrir  otro  título  para 
su  diario. 

Expulsados  de  España  los  franceses,  y  restituido  á  su 
Trono  el  Sr.  D.  Fernando  VII,  la  Gaceta  de  Madrid  conti- 
nuó conservando,  sin  embargo,  el  propio  tamaño  de  folio 
prolongado  y  la  misma  forma  que  aquéllos  le  dieron,  salvo 
en  cuanto  á  la  palabra  Gaceta,  que  nunca  ha  vuelto  más  á 
presentarse  con  la  primera  ortografía. 

No  se  limitó  ya,  como  hasta  fines  de  1808,  á  sólo  noticias, 
sino  que  fué  dando  lugar  cada  vez  más  á  las  Reales  órdenes 
y  decretos,  bien  que  éstos,  durante  muchos  años,  se  circula- 
ron en  Gacetas  Extraordinarias. 


—  237  — 

Veamos  los  diferentes  tamaños  que  desde  entonces  ha  te- 
nido: 

1."  de  Enero  de  1820,  cuarto  español. 

1.°  de  Julio  de  1820,  folio  prolongado. 

15  de  Abril  de  1823,  folio  común  español. 

1."  de  Septiembre  de  1831,  folio  prolongado. 

3  de  Septiembre  de  1835,  marca. 

1.°  de  Septiembre  de  1847,  marca  mayoí. 

1."  de  Febrero  de  1848,  marca. 

1."  de  Enero  de  1858,  marca  mayor. 

9  de  Abril  de  1858,  aun  de  mayor  tamaño. 

Hasta  los  primeros  meses  del  año  de  1823  comenzaba 
siempre  por  las  noticias  extranjeras,  dejando  para  lo  último 
las  de  casa.  Por  reforma  de  29  de  Mayo  de  1823,  hubo  de 
disponerse  que  en  lo  sucesivo  constase  la  Gaceta  de  tres  par- 
tes: la  primera,  destinada  para  articulo  de  oficio,  compren- 
diendo los  decretos,  órdenes  y  disposiciones  del  Gobierno,  y 
las  noticias  que  debían  tener  carácter  de  oficiales;  la  parte 
segunda,  para  noticias  nacionales  y  extranjeras,  sacadas  de 
los  más  acreditados  diarios  de  Europa  y  de  correspondientes 
imparciales  y  doctos;  la  tercera,  para  las  cuestiones  de  poli- 
tica  y  administración,  y  también  para  flores  de  la  literatura. 

Esta  es  la  índole  que  el  diario  conserva  todavía. 

Aubeliano  Fernández-Guerra  y  Orbe. 


II 
Bibliografía  de  la  «Gaceta  de  lladrid». 

Relación  ó  gaceta  de  algunos  casos  particulares,  assi  po- 
líticos como  militares,  sucedidos  en  la  mayor  parte  del  mun- 
do, hasta  fin  de  Diciembre  de  1660. 

Dice  al  final: 

Con  licencia,  en  Madrid,  por  Julián  de  Paredes,  impressor 
de  libros  en  la  Plazuela  del  Ángel,  año  1661. 

Publicada  después  con  otros  títulos  en  varias  imprentas 
hasta  el  año  de  1697,  en  que  se  titula  Gaceta  de  Madrid,  nom- 
bre que  aun  conserva. 


-  238  - 

No  es  mi  ánimo  escribir  un  articulo  histórico  sobre  la  Ga- 
ceta de  España  ;  pediría  esto  mucho  tiempo  y  muchos  cono- 
cimientos que  yo  no  poseo.  El  muy  erudito  y  distinguido  li- 
terato Sr.  D.  Aureliano  Fernández-Guerra  dio  á  luz  un  pre- 
cioso trabajo  sobre  esta  materia,  que  se  publicó  en  la  Gaceta 
del  1."  de  Enero  de  1860.  Me  limitaré,  pues,  aquí  á  ordenar 
una  breve  nota  bibliográfica,  relativa  á  este  primer  periódico 
español,  y  sólo  hablaré  de  aquello  que  haya  visto  y  llamádo- 
me  la  atención. 

Comenzó  esta  publicación  en  el  año  1661,  con  el  título 
mencionado  al  principio,  en  un  pliego  de  cuatro  hojas  sin 
paginación,  de  0m,  169  X  0m,  109,  que  tiene  la  signatura  A.  Este 
papel  es  apreciable  por  aparecer  como  primera  impresión  de 
índole  periodística  en  España,  á  imitación  de  las  gacetas  que 
se  imprimían  cada  semana  en  Italia,  Frandes,  Francia  y 
Alemania.  Dice  el  mencionado  papel  que  dará  mensualmen- 
te  las  noticias.  De  dicho  año  he  visto  ese  número  y  once  más, 
de  numeración  seguida,  con  el  mismo  pie  de  imprenta. 

De  Madrid,  con  el  mismo  título  y  por  el  mismo  impresor, 
he  visto  ocho  números  de  1662.  El  segundo  de  este  año  está 
reproducido  por  Bernardo  Nogués,  junto  al  molino  de  la  Ro- 
vella.  Ignoro  el  lugar  de  la  impresión;  pero  creo  debió  ser 
en  Valencia.  El  número  VIII  de  la  gaceta,  impresa  en  1663, 
dice:  —  Qaseta  nueua,  de  los  sucesos  políticos  y  militares  de 
la  mayor  parte  de  la  Assia  y  Europa,  hasta  fin  de  Diciembre 
del  año  passado  de  1662.  Después  de  esta  gaceta  no  he  vuel- 
to á  ver  ningún  número  hasta  el  año  1667.  El  primer  papel 
que  he  visto  tiene  el  título  do  Gazeta  ordinaria  de  Madrid, 
y  es  del  4  de  Julio  (domingo)  de  1667.  Principia  este  número 
con  foliatura  nueva  y  con  la  signatura  A,  lo  cual  parece  es- 
tar indicando  que  suspendió  por  algún  tiempo  su  salida.  La 
segunda  gaceta  es  del  10  del  mismo  mes  ( sábado ),  y  conti- 
núa publicándose  en  este  día  de  la  semana  hasta  el  28  (  miér- 
coles) :  la  siguiente  es  del  martes  3  de  Agosto,  publicándose 
desde  este  día  los  martes  de  cada  semana.  Todas  estas  gace- 
tas carecen  de  pie  de  imprenta. 

La  Gaceta  ordinaria  de  Madrid  de  1678,  79  y  parte  del  80, 
sigue  saliendo  los  martes,  por  Bernardo  de  Villa-Diego,  im- 
presor de  Su  Magestad.  La  última  gaceta  que  he  visto  del 
año  1680,  corresponde  al  2  de  Agosto.  Hay  en  el  ejemplar 
que  he  tenido  presente  una  nota  manuscrita,  letra  de  la  épo- 
ca, en  la  cual  se  dice  que  cesaron  de  imprimirse  con  este  nú- 


-  239  — 

mero  las  Gacetas.  La  Guia  de  Forasteros  de  1870  dice  que 
<(  por  orden  superior,  expedida  en  Abril  de  1680,  se  mandó 
que  no  se  imprimiesen  ni  corriesen  más  gacetas,  exceptuan- 
do los  Avisos  y  Relaciones  de  sucesos,  que  continuaron  pu- 
blicándose en  Madrid  en  la  Imprenta  Real,  por  Mateo  de 
Llanos,  impresor  de  Su  Magestad,  en  Barcelona,  Zaragoza  y 
Sevilla.» 

Difícil  es  averiguar  si  efectivamente  siguió  ó  no  publicán- 
dose el  periódico  mencionado;  únicamente  puedo  decir  que 
la  primera  publicación  periódica  que  he  visto  semejante  á  las 
Gacetas,  después  de  la  última  referida,  es  del  martes  16  de 
Noviembre  de  1683,  y  se  titula  Xueuas  ordinarias  de  los  su- 
cessos  del  Norte,  papel  de  doce  páginas.  La  paginación  prin- 
cipia con  este  día  lo  mismo  que  las  signaturas  de  los  pliegos. 
Después  siguen  en  este  año  publicándose  estos  periódicos  los 
martes  en  la  imprenta  de  Villa-Diego  con  el  nombre  de  Nue- 
vas ordinarias  y  Nuevas  singulares. 

El  martes  18  de  Enero  de  1684  aparece  el  periódico  Ga- 
ceta general  del  Norte,  Italia  y  otras  partes.  En  Madrid,  por 
Lucas  Antonio  de  Bedmar  y  Valdivia,  impresor  de  los  Rei- 
nos de  Castilla  y  León.  Trae,  entre  otras  noticias,  una  orden 
de  Su  Santidad,  mandando  reformar  los  trajes  de  las  muje- 
res, bajo  pena  de  excomunión.  Los  periódicos  siguientes  de 
este  año  vuelven  á  tener  el  nombre  de  Nuevas  singulares  y 
Nuevas  ordinarias.  Unas  se  hallan  impresas  por  Armendá- 
riz,  otras  por  Bernardo  de  Villa-Diego  y  otras  por  Antonio 
Román.  Este  impresor  principia  á  figurar  constantemente 
desde  el  folio  129. 

Los  años  1685,  86,  87,  88  y  89  están  representados  por  el 
papel  titulado  Relación  histórica  de  la  Liga  sagrada  contra 
turcos. 

En  1690  toma  dicho  papel  el  nombre  de  Noticias  ordina- 
rias, y  con  él  continúa  hasta  el  número  II  (2  de  Abril 
de  1697),  en  que  se  llama  Gaceta  de  Madrid,  trayendo  al  fin 
unas  noticias  relativas  á  esta  población. 

Desde  1699  en  adelante  figura  como  impresor  Antonio 
Bizarrón. 

Desde  1710  (30  de  Diciembre),  el  impresor  de  la  Gaceta  es 
Juan  de  Ariztia  ó  Aristia,  hasta  que  en  el  número  XXXVIII 
del  año  1737  (17  de  Septiembre)  se  da  á  luz  en  la  imprenta  de 
la  Gaceta,  calle  de  Alcalá. 

El  número  II  (12  de  Enero  de  1762)  advierte  que  el  perió- 


—  240  — 

dico  se  formará,  imprimirá  y  venderá  por  cuenta  de  S.  M.T 
para  que  el  público  le  tenga  con  mejor  papel  y  con  noticias 
más  frescas;  también  se  dirige  á  los  autores  diciéndoles  que 
sus  obras  se  anunciarán  gratis,  sin  necesidad  de  dar  un  ejem- 
plar, como  antes  era  necesario. 

Sigue  publicándose  por  el  Rey,  nuestro  Señor,  los  años  su- 
cesivos, hasta  que  en  1778,  número  XXXVII  (11  de  Septiem- 
bre) principia  á  salir  los  viernes,  además  de  los  martes,  como 
hasta  aquí,  y  no  ofrece  alteración  en  su  salida  hasta  el  18  de 
Junio  de  1808,  en  que  principia  á  salir  martes  y  viernes;  se 
suspende  su  publicación  en  el  número  exux  (30  de  Noviem- 
bre) cuando  la  Suprema  Junta  tuvo  que  abandonar  el  Real 
Sitio  de  Aranjuez.  La  Gaceta  siguiente,  que  es  extraordina- 
ria, número  cl  (6  de  Diciembre),  es  ya  obra  del  Gobierno  in- 
truso de  José  Napoleón,  y  desde  el  11  de  Diciembre  vuelve  á 
salir  diariamente. 

Principió  en  1808  el  periódico  titulado  Gaceta  ministerial 
de  Sevilla,  en  la  imprenta  de  la  Viuda  de  Hidalgo  y  sobrino; 
pliego  de  ocho  páginas  de  0m,160  X  0m,100.  He  visto  desde  el 
número  l  al  LXV,  que  comprenden  del  1.°  de  Junio  de  1808  al 
10  de  Enero  de  1809.  Comenzó  su  publicación  en  miércoles  y 
sábados  de  cada  semana.  El  5  de  Agosto  de  1808,  la  Suprema 
Junta  determinó  publicar  la  Gaceta  los  martes  y  viernes,  en 
vez  de  los  días  anteriormente  dichos.  Contienen  estas  curio- 
sas gacetas  noticias  de  oficio  y  reflexiones  sobre  los  aconte- 
cimientos de  aquella  época  tan  desgraciada  para  nosotros. 
En  1810,  al  mismo  tiempo  que  se  publicaba  en  la  corte  de 
España  la  Gaceta  de  Madrid,  en  la  Imprenta  Real,  en  Cá- 
diz, en  la  imprenta  del  mismo  nombre,  se  daba  á  luz  la  Ga- 
ceta de  la  Regencia  dn  España  e  Indias,  periódico  del  Go- 
bierno legitimo  de  la  Nación  española:  su  primer  número  es 
del  13  de  Marzo,  y  desde  el  18  de  Septiembre  se  publicaba 
martes,  jueves  y  sábados.  Ambos  periódicos  continúan  du- 
rante 1811. 

En  1812  seguía  publicándose  la  Gaceta  de  la  Regencia, 
de  Cádiz;  la  Gazeta  de  Madrid  y  la  Gazeta  de  Madrid  baxo 
cl,  Gobierno  de  la  Regencia  de  las  Españas.  El  primer  pe- 
riódico, que  comprende  todo  el  año,  se  publica  en  los  mismos 
días  que  el  año  anterior;  el  segundo,  que  es  diario,  está  im- 
preso hasta  el  número  CCXXXUI  inclusive  (10  de  Agosto)  por 
el  Gobierno  intruso:  trae  la  continuación  de  un  artículo  titu- 
lado: —  De  nuestro  estado,  nuestros  males  y  su  seguro  y  único 


-  241  — 

remedio.,  que  empezó  en  el  número  GCXX1;  dicho  articulo,  que 
yo  sepa,  no  llegó  á  concluirse,  por  la  salida  del  Gobierno  in- 
truso, que  acabó  de  hacerla  á  las  diez  de  la  mañana  del  10  de 
Agosto  de  1812.  El  número  siguiente  CCXXXIV  (4  de  No- 
viembre de  1812),  y  los  demás  publicados  diariamente  todo  el 
resto  del  año,  son,  como  se  comprende,  obra  del  Gobierno  le- 
gitimo de  la  Nación.  El  tercero,  que  es  la  Gazeta  de  Madrid 
baxo  el  Gobierno  de  la  Regencia  de  las  Españas,  se  dio  a  luz 
en  la  Imprenta  Real;  el  número  I  es  del  17  de  Agosto,  y 
el  XXXIX,  último  que  he  visto,  es  de  1.°  de  Diciembre. 

En  1813  sigue  la  Gazeta  de  Madrid  diaria,  y  en  la  Im- 
prenta Real;  el  último  número  que  he  visto  es  el  CXLV1I  (27 
de  Mayo).  El  3  de  Junio  apareció  un  número  I,  llevando  el 
nombre  de  Gazeta  de  Madrid  baxo  el  Gobierno  de  la  Regen- 
cia de  las  Españas;  además,  en  Cádiz,  continuaba  publicán- 
dose la  Gazeta  de  la  Regencia  los  martes,  jueves  y  sábados 
por  todo  el  año. 

La  Gaceta  de  la  Regencia  de  las  Españas  se  publicaba 
aún  en  Madrid  en  1814,  en  la  Imprenta  Xacional,  los  mis- 
mos días,  hasta  el  número  LXIX  (12  de  Mayo),  en  que  figura 
impresa  en  la  Imprenta  Real,  y  toma  el  nombre  de  Gaceta 
de  Madrid,  continuando  su  salida  en  l©s  mismos  días  y  en  la 
misma  imprenta  durante  los  años  1815,  16,  17,.  18  y  19;  en  el 
número  XXXV  (9  de  Marzo  de  1820)  principia  á  publicarse 
también  en  la  Imprenta  Nacional,  y  desde  1."  de  Junio 
de  1820  sale  diariamente  con  el  nombre  de  Gaceta  del  Go- 
bierno. 

En  el  número  LXXI  (13  de  Marzo  de  1821)  toma  el  perió- 
dico, por  orden  de  S.  M.,  el  título  de  Gaceta  de  Madrid,  y 
con  él  continúa.  Con  el  número  I  (15  de  Abril  de  1823)  vuelve 
á  salir  martes,  jueves  y  sábados,  publicándose  en  la  Impren- 
ta Real,  desde  el  número  I  (27  de  Abril),  que  es  una  Gaceta 
extraordinaria,  todo  el  año,  é  igualmente  sucede  del  1824 
al  1833:  en  este  año  figura  ya  una  hoja  destinada  á  índice  de 
los  Reales  decretos  y  órdenes  generalmente  insertas  en  la 
Gaceta. 

En  1834,  número  XL  (1.a  de  Abril),  publicase  por  Real  or- 
den diariamente,  y  en  1835,  número  CCXLVIII  (3  de  Septiem- 
bre), en  la  Imprenta  Real  hasta  el  número  DCVIII  (16  de 
Agosto),  que  es  en  la  Imprenta  Xacional,  y  continúa  publi- 
cándose en  dicha  imprenta  hasta  el  año  de  1867,  núme- 
ro CCXIII  (1."  de  Agosto),  que  es  en  la  imprenta  de  Julián 

16 


-  242  - 

Pcñu:  en  1869,  número  I  (1.°  de  Enero),  vuelve  á  publicarse 
en  la  Imprenta  Nacional,  donde  continúa  hoy  en  día  (1870). 
Siendo  este  periódico  órgano  oficial  del  Gobierno  español, 
tiene  que  haber  experimentado  variaciones  grandes  en  su 
dirección,  en  consonancia  con  los  Gobiernos  y  diferentes  par- 
tidos políticos  que  han  regido  a  este  país.  El  distinguido  pe- 
riodista Sr.  D.  Juan  Pérez  de  Guzmán,  en  el  Catálogo  de 
ilustres  periodistas  españoles  desde  el  siglo  XVII,  dice  «que 
el  primero  que  en  España  obtuvo  nombramiento  oficial  de 
gacetero  y  ejerció  como  profesión  este  arte  de  escribir  noti- 
cias periodísticas,  fué  D.  Francisco  de  Fabro  Bremundán, 
Secretario  de  Lengua  alemana  de  D.  Juan  de  Austria,  á  quien 
éste  dio  privilegio  exclusivo  para  escribirlas  en  1677».  Yo 
bien  quisiera  hacer  mención  de  todos  los  directores  y  redac- 
tores que  ha  tenido  esta  publicación  oficial;  pero  sólo  recuer- 
do que  su  dirección  ha  sido  encomendada,  hasta  1870  inclusi- 
ve, á  los 

Sres.  Baeza  y  Nieto  (D.  Joaquín). 
Baralt  (D.  Rafael  María). 
Barinaga  (D.  Pedro). 
Bretón  de  los  Herreros  (D.  Manuel). 
Cañete  (D.  Manuel). 
Cos- Gayón  (D.  Fernando). 
Fernández  Cuesta  (D.  Nemesio). 
Gaya  (D.  Juan). 
La  Hoz  (D.  Pedro  de). 
Lista  (D.  Alberto). 
Montesino  (D.  Pablo). 
Navarrete  y  Landa  (D.  Ramón). 
Pérez  de  Anaya  (D.  Francisco). 
Reinoso  (D.  Félix  José). 
Tapia  (D.  Eugenio  de). 

Redactores,  según  mis  noticias,  han  sido  los 

Sres.  Adán  (D.  N.). 

Alvarez  de  Cienfuegos  (D.  Nicasio). 
Andrés  (D.  Sebastián). 
Arrieta  (D.  Manuel). 
Carnerero  (D.  José  María). 
Clemencín  (D.  Diego). 
Cosío  (D.  Pedro  Antonio). 
Duaso  y  Latre  (D.  José). 
Larra  (D.  Luis  Mariano  de). 
Madrazo  (D.  Francisco  de  Paula). 
Marchena  (D.  Juan). 
Millas  y  Rodríguez  (D.  Isidoro). 
Navarro  Villoslada  (D.  Francisco). 


—  243  — 

Sres.  Neiva  (D.  José  María). 
Ochoa  (D.  Eugenio  de). 
Ossorio  y  Bernard  (D.  Manuel1. 
Peón  (D.  Baltasar). 
Bamajo  (D.  Manuel). 
Bascón  (D.  Juan  Antonio,  Conde  de). 
Bementería  y  Fica  (D.  Mariano). 
Sarralde  (D.  José). 
Vidal  (D.  Celestino), 
y  otros  que  no  recuerdo. 

Hé  aquí  por  orden  cronológico  los  diferentes  tamaños  que 

ha  tenido  la  Gaceta  desde  su  principio  hasta  el  año  1870  in- 
clusive : 

1661 0m,169  X  0m,109 

1809  (l.ü  de  Marzo) 0m.246  X  0ra,140 

1814  (12  de  Mayo) 0mJ72  X  0m,116 

1820  (1."  de  Julio) 0",294  X  0m,180 

1823  (15  de  Abril) 0",269   X  0m,180 

1831  (1 ."  de  Septiembre)  ....     0m.31 4  X  0m,214 

1834(1.°  de  Abril) 0m.209  X  0",18ü 

1834  (27  de  Abril) 0n,.322   X  0m,216 

1835  (5  de  Septiembre) 0m,374   X  0",264 

1837 0m,393   X  0ro,268 

1844 0m,418   X  0",270 

1847  (1.a  de  Septiembre)  ....     0m,507   X  0m,353 

1848  (1.°  de  Febrero) 0m,408  X  0m,370 

1855  (1."  de  Knero) 0"',477    X  0"',304 

1855(1.»  de  Junio) 0m,563   X  0"\384 

1858  (1.°  de  Enero) 0",474  X  0m,300 

1858  (1.°  de  Abril) 0m.562   X  0m,362 

1867  (1.°  de  Agosto) 0n,,273   X  0m,192 

1869  (1 . °  de  Enero) 0"',557   X  0m,395 

1870  (1.°  de  Julio) 0"',388  X  0°\274 

Tanto  la  Gaceta  de  la  Regencia  de  España  é  Indias,  im- 
presa en  Cádiz,  como  la  que  se  titula  Gaceta  ó  Gaceta  de 
Madrid  baxo  el  Gobierno  de  la  Regencia  de  las  Españas  en 
Madrid,  tienen  el  tamaño  de  las  primitivas. 

Eugenio  Hartzenbusch. 


Apuntes  para  un  Catálogo  de  Periódicos  Madrileños 
desde  el  año  1661  al  1870,  por  Don  Eugenio  Hartzenbusch. 
(Obra  premiada  por  la  Biblioteca  Nacional  en  el  Concurso 
público  de  1873,  é  impresa  a  expensas  del  Estado).  Madrid: 
Sucesores  de  Bivadenoyra:  1894.  —  Núm.  I.  — 


-  244  - 

III 
La  Imprenta  Haeional  de  España  (1). 


BREVE    RESENA     DE    SU    HISTORIA    Y    ADMINISTRACIÓN 

En  el  año  de  1756,  el  Ministro  de  Estado  adquirió  la  pro- 
piedad del  Mercurio  histórico  y  político,  publicado  hasta  en- 
tonces, de  su  cuenta,  por  un  particular  llamado  D.  Salvador 
Mañer,  á  quien  se  otorgó  por  la  cesión  una  equitativa  recom- 
pensa. La  Gackta,  que  hasta  el  año  17G2  había  sido  exclusiva 
propiedad  del  Conde  de  Saceda,  fué  también  adquirida  en 
dicho  año  por  el  Gobierno,  y  en  1770  vendió  al  Estado  Don 
Antonio  Sanz  la  publicación  de  la  Guia  de  forasteros  á  cam- 
bio de  una  pensión  vitalicia.  Se  ve,  pues,  que,  comprendiendo 
el  supremo  Poder  del  Estado  la  conveniencia  de  que  las  publi- 
caciones oficiales  no  estuvieran  en  manos  de  particulares, 
trató  de  recobrar  los  derechos  que  sobre  ellas  tenía,  y  en- 
cargó, por  falta  de  edificio  propio,  de  su  impresión  y  venta, 
por  cuenta  de  S.  M.,  á  D.  Francisco  Manuel  de  Mena,  impre- 
sor de  esta  Corte,  que  las  vendía  mensualmente  á  la  Secreta- 
ría de  Estado  Esta  concesión  interina  duró  sólo  algunos 
años,  pues  en  1780  se  decidió  establecer  la  Imprenta  Real, 
según  los  favorables  informes  de  diversas  comisiones  cientí- 
ficas y  literarias  nombradas  para  este  objeto,  coincidiendo 
con  igual  fecha  la  muerte  del  citado  impresor,  cuyos  herede- 
ros, resultando  alcanzados  en  grandes  cantidades  con  la 
Secretaria,  consiguieron  de  S.  M.  se  les  admitieran  en  pago 
de  la  deuda  los  utensilios  y  materiales  de  la  imprenta  de  Mena, 
valuados  en  224.752  rs.  vn. 

Este,  que  fué  el  verdadero  origen  de  la  Imprenta  Nacional, 
obligó  al  Gobierno  á  pensar  con  más  urgencia  en  la  cons- 


(1)  Los  datos  que  abraza  el  presente  articulo  figurarán  más 
extensamente  en  la  Historia  de  la  Gaceta  de  Madrid,  en  que  se 
ocupa  su  autor  hace  años,  destinada  especialmente  á  demostrar 
la  importancia  de  dicha  publicación  bajo  los  puntos  de  vista  lite- 
rario y  bibliográfico. 


-  245  — 

trucción  de  una  casa  en  que  colocarla;  pues  comprendiendo 
la  ventaja  que  reportaría  al  Estado  imprimir  y  expender  por 
su  cuenta  los  documentos  oficiales,  no  admitió  las  varias 
proposiciones  que  se  le  hicieron  con  el  objeto  de  volver  al 
sistema  antiguo  de  imprimirlos  y  venderlos  por  los  parti- 
culares. 

Como  al  poco  tiempo  de  publicarse  la  Gaceta  por  cuenta 
del  Estado  se  obtuvieron  grandes  resultados,  se  decidió  que 
con  los  productos  de  ésta  se  adquiriesen  siete  casas  pequeñas 
de  la  calle  de  Carretas  y  plazuela  de  la  Paz,  en  cuyos  solares 
se  había  de  construir  el  edificio  destinado  á  Imprenta  Real. 

No  hemos  querido  pasar  en  silencio  esta  singular  circuns- 
tancia, pues  no  creemos  que  ningún  edificio  del  Estado  se 
haya  construido  con  los  productos  desús  oficinas,  y  mucho  me- 
nos si  se  atiende  á  que  tales  adquisiciones  se  hicieron  muy  al 
principio  de  su  establecimiento.  Las  casas  costaron  1.115.915 
reales  vellón;  y  como  tanto  esta  cantidad  cuanto  las  inverti- 
das en  su  edificación  se  fueron  pagando  de  los  productos  de 
la  Gaceta,  los  cuales  se  aplicaban  además  á  distintos  objetos 
del  Real  servicio,  entre  ellos  pensiones  y  sueldos  á  emplea- 
dos ajenos  al  establecimiento,  se  vieron  algún  tanto  parali- 
zadas las  obras  de  la  nueva  casa,  hasta  que,  por  un  convenio 
celebrado  con  la  renta  de  Correos,  ésta  facilitó  en  calidad  de 
reintegro  los  fondos  necesarios  para  la  terminación  de  aqué- 
llas, y  tan  rápidamente  se  reintegró  Correos,  que  en  el  año 
de  1791  sólo  se  le  adeudaban  234. 775  rs.  vn  ,  que  poco  tiempo 
después  le  fueron  completamente  satisfechos. 

Si  la  Gaceta  ofreció  desde  el  principio  tan  pingües  rendi- 
mientos, no  fueron  menores  los  de  las  obras  impresas  de  Real 
orden,  la  mayor  parte  de  texto,  pues  el  valor  de  las  vendidas 
en  los  diez  primeros  años  asciende  á  2  176.320  rs.  27  mará-* 
vedis;  algunas  de  éstas  eran  responsables  á  Correos  en  calidad 
hipotecaria  por  los  fondos  adelantados,  y  otras,  aunque  en 
corto  número,  á  bienes  mostrencos.  Fué  preciso  aumentar 
extraordinariamente  el  personal  y  material  de  la  Casa;  hasta 
tal  punto,  que  en  1795  existían  en  el  depósito  de  papel  de  la 
Imprenta  Real  10.024  resmas,  que  importaban  493.621  reales 
vellón  para  las  impresiones  de  los  seis  primeros  meses,  y 
pensar  seriamente  en  el  establecimiento  de  un  obrador  de 
fundición  que,  siendo  propio  de  la  casa,  pudiera  satisfacer  las 
perentorias  necesidades  de  la  misma. 

Existía  un  taller  de  esta  clase  en  la  Real  Biblioteca,  esta- 


-  246  — 

Mecido  por  cuenta  de  la  misma,  con  el  objeto  de  promover  el 
arte  de  abrir  punzones  y  matrices  para  la  fundición  de  letras 
de  imprenta,  y  S.  M.  se  sirvió  resolver,  por  órdenes  comu- 
nicadas por  el  Duque  de  la  Alcudia  en  17  de  Octubre  de  1793, 
que  aquella  oficina  se  agregase  á  la  Imprenta  Real,  siembre 
que  ésta  pagara  los  299.330  rs.  vn.  en  que  fueron  apreciados 
todos  sus  instrumentos,  utensilios  y  enseres.  La  Imprenta  ce- 
lebró un  contrato  con  la  Biblioteca,  por  el  que  se  obligó  á  pa- 
gar dicha  suma  en  plazos  de  50.000  rs.  anuales,  bien  en  efec- 
tivo ó  en  el  valor  de  las  impresiones  que  mandase  hacer  la 
Biblioteca.  A  los  cuatro  años,  la  deuda  estaba  extinguida,  y  la 
Imprenta  Real  era  propietaria  de  su  fundición,  como  lo  había 
sido  de  su  edificio,  sin  el  menor  gasto  por  parte  del  Erario. 

Es  digno  de  notarse  que  en  el  periodo  de  catorce  años,  no 
sólo  había  cubierto  la  Imprenta  Real  todas  sus  obligaciones, 
pagado  á  sus  muchos  empleados  y  operarios,  amortizado  sus 
deudas  con  Correos  y  la  Biblioteca,  é  invertido  en  compra  de 
objetos  indispensables  considerables  fondos,  sino  que  conser- 
vaba en  sus  arcas  en  metálico,  según  el  balance  de  30  de  Julio 
de  1794,  la  respetable  suma  de  1.527.481  rs.  33  mrs.;  existía 
á  su  favor  en  poder  de  los  administradores  de  Correos,  por 
suscripciones  á  la  Gaceta,  la  de  205.276  rs  32  mrs.,  y  se  le 
adeudaba  por  impresiones  de  particulares,  que  la  satisfacían  á 
plazos,  la  de  549.233  rs.  vn. 

Insertamos  á  continuación,  el  estado  del  quinquenio  de 
1789  á  1793,  en  los  tres  ramos  de  Gaceta,  Mercurio  y  Guia 
de  forasteros,  que  abrazaba  el  establecimiento: 

GACETA 


ANOS 

Gastos. 

Productos. 

Ganancias. 

1790. 

119.751 
100.786 
109.385 
117.832 
382.863 

703.669 
655.711 
721.728 
928.359 
2.067.822 

5.077.289 

583.918 
554.925 

1792. 

612.343 
810.527 

1.684.959 

830.617 

4.246672 

El   Mercurio  dejó  en   los  cinco  años  una  ganancia  de 
424.254  rs  vn.,  y  la  Guia  de  forasteros  otra  de  205.105,  que, 


—  247  — 

unirlas  á  los  102.981  rs.  vn.,  ganancia  de  las  ebras  de  parti- 
culares, y  al  total  del  estado  de  la  Gaceta,  compone  una 
.-unía  de  4.978.982  rs.  vn.  Entonces,  cual  muchos  años  des- 
pués, la  Gaceta  fué  el  principal  producto  del  establecimiento, 
sifñdo  de  notar  que  sus  tres  redactores  costaban  en  el  siglo 
pasado  55.000  reales  anuales,  y  los  tres  que  constituyen  hoy 
su  redacción  sólo  28.000. 

Para  que  la  Imprenta  Real  no  careciese  de  una  oficina  de 
estampado,  se  estableció  en  ella  el  ramo  de  calcografía  du- 
rante el  año  de  1789,  con  el  doble  objeto  de  reunir  una  creci- 
da cantidad  de  láminas,  grabadas  á  expensas  de  S.  M.,  que  se 
hallaban  dispersas  en  establecimientos  particulares,  y  á  fin 
de  que  se  grabaran  nuevamente  copias  de  nuestros  cuadros  y 
monumentos  artísticos-  La  Imprenta  compró  también  todos 
los  utensilios  de  esta  dependencia,  pagó  de  su  cuenta  á  los 
dibujantes  y  grabadores,  compró  todas  las  planchas  de  cobre 
y  las  máquinas,  y  tasó  sus  efectos  a  los  cinco  años  de  esta- 
blecerse en  1.106.887  rs.  vn. 

No  disponemos  del  espacio  suficiente  para  detallar  del 
mismo  modo  los  gastos  é  ingresos  de  la  Imprenta  Real  en 
los  años  sucesivos,  pero  si  aseguramos  que  al  perder  su  ca- 
rácter de  renta  especial,  administrada  por  ella  misma,  y  al 
entrar  á  formar  parte  de  los  presupuestos  generales  del  Es- 
tado, no  sólo  pudo  entregar  al  Tesoro  el  pingüe  remanente 
de  sus  arcas,  sino  que  presentó  y  cuenta  en  el  día  con  gran- 
des créditos  y  un  valor  efectivo  en  el  aumento  considerable 
de  máquinas,  utensilios,  fundiciones,  grabados  y  libros,  que 
había  adquirido  con  sus  propios  fondos  para  su  continuo 
sostenimiento.  Por  consecuencia  del  antiguo  sistema  de  que 
las  oficinas  paguen  al  establecimiento  sus  impresiones,  car- 
gándoles un  tanto  por  ciento  equivalente  al  gasto  hecho  en 
ellas,  aparece  una  cantidad  calificada  como  incobrable,  la 
cual  figura  como  déficit  de  la  casa,  que  asciende  próxima- 
mente á  tres  millones  de  reales,  por  no  haber  siempre  satis- 
fecho aquéllas  sus  "deudas;  y  las  impresiones  mandadas  eje- 
cutar de  Real  orden,  cuyos  gastos  había  de  cobrar  el  esta- 
blecimiento del  producto  de  la  venta  de  las  mismas,  le  han 
hecho  resultar  con  otro  déficit;  pues  si  bien  conserva  en  sus 
almacenes  el  remanente  de  dichas  ediciones,  su  venta  es 
nula  é  incobrables  también  sus  gastos.  Añádase  á  esto  que, 
siendo  el  precio  de  la  Gaceta  menor  que  el  de  los  demás  pe- 
riódicos políticos,  y  existiendo  muchísimos  Ayuntamientos 


-  248  - 

en  España  que  no  cumplen  con  la  suscripción  obligatoria, 
naturalmente  han  de  resentirse  sus  ingresos. 

Como  tampoco  cobra  hoy  la  Imprenta  Nacional  á  las  ofi- 
cinas por  sus  impresiones  mas  que  los  gastos  que  ellas  pro- 
ducen, según  queda  dicho,  claro  está  que  éstas,  pagadas  ge- 
neralmente á  plazos,  según  la  consignación  de  cada  depen- 
dencia, han  de  producir  menos  que  anteriormente. 

El  movimiento  tipográfico  que  representan  los  trabajos  de 
la  Imprenta  Nacional  puede  calcularse  por  la  nota  de  las 
resmas  de  papel  impresas  en  el  último  quinquenio,  y  viene  á 
demostrar  que  han  proporcionado  su  subsistencia  á  mas  de 
trescientas  familias  de  jornaleros  en  su  mayor  parte.  Hé 
aqui  la  nota  : 


ANOS 


1862 

1863 

1864 

1865 

1866 

Total 


Resmas. 


17.560 
17.341 
18.011 
16.715 
15.820 


85.449 


Manos. 

12 

3 

» 

19 
15 


El  haber  leído  hace  poco  tiempo,  publicadas  por  algunos 
de  nuestros  colegas,  las  reseñas  de  la  Imprenta  Nacional  de 
Lisboa  é  Imperial  de  Viena,  nos  ha  movido  á  publicar  estos 
datos,  los  cuales  prueban  que  también  nuestra  Imprenta  Na- 
cional es  digna  de  figurar  al  lado  de  los  establecimientos  de 
su  clase  con  que  cuentan  los  Gobiernos  de  las  demás  naciones 
cultas,  así  por  su  historia  como  su  importancia  actual. 


Manuel  Ossorio  y  Bernard. 


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