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Full text of "Cartas .."

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1.  •  a  '^  } 


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CARTAS 


DE  LA  VENERABLE  MADRE 


SOR  MARÍA  DE  AGREDA 


Y    DKL 


Señor  Rey  Don  Felipe  iv 


PRECEDIDAS  DE  ÜN  BOSQDEJ^  HISTÓRICO 


roK 


D.    FRANCISCO    SILVELA. 


Oon  la  aprobadoa  de  la  eonmn  oelosiictica. 


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"TOMO     PRIMISIiO 


MADRID: 

l-:ST.   TIPOCikÁFlCO   <^SUCESOHK.S    DK    klVAniíNhVKA  ^ 

rXr'RESOKES     DE     LA     REAL     CAbA 

}'cu>co  de  San  Viccntu,  20. 


CARTAS 


iii: 


SOR     MARÍA     DE     AGREDA 

Y   DEL 

REY    DON    FELIPE    IV. 


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CARTAS 


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D.     FRANCISCO     SILVELA. 


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CARTAS 


DE  LA  VENERABLE  MADRE 


SOR  MARÍA  DE  AGREDA 


Y   DEL 


Señor  Rey  Don  Felipe  iv. 


PBECBDIDAS  DE  UN  BOSQUEJO  HISTÓRICO 


POR 


D.    FRANCISCO    SILVELA. 


Con  I*  Rprotaeioa  ét  b oraran  eeltctáitlca. 


•««««*0«^«^«*M^h^M 


TOMO      I»  li  1  M  £:  It  <» 


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MADRID: 

l-VI.    TIl'OíiKAFlCO    <^SIT('KSOKKS   DF-    KIVADKNKVKA 

IMPRESORES     DE     LA     REAL     CASA 

Paseo  de  San  Vicente,  20. 


1880. 


lÁ-y/ 


Esta  obra  es  propiedad  de  la  Comunidad  de  religiosas  de  la  Purísima 
Concepción  de  Agreda,  por  cesión  gratuita  de  sus  editores. 


M^ta**^«^^**rfN^^^N^^0N^«tf^«N««tf«^ta««tf*rth««rfNtfM«*tf«tfMa«tf«tf^tf^Atf^^N^^#^tf^#^^^#^#%^^^Ntf^rfkrt^*^^^^^*^ 


Sor  María  de  Agreda  y  Felipe  IV, 


^«««tf«tf«««««*«P«P«^ktfNMtf«««^W« 


I. 


Velazquez,  en  una  serie  de  admirables  retratos,  tra- 
zó la  figura  de  Felipe  IV  con  tal  verdad ,  que  no  pa- 
rece sino  que  se  ha  animado  el  lienzo  bajo  aquel  pin- 
cel prodigioso,  y  es  el  monarca  austríaco  personaje 
vivo  entre  nosotros,  de  quien  hacemos,  al  tratar  sus 
hechos,  reciente  y  personal  memoría.  Cuanto  el  alma 
y  la  vida  dicen  de  si,  en  la  expresión  de  la  mirada,  las 
lineas  del  rostro,  la  apostura  del  talle,  todo  lo  sor- 
prendió el  artista  y  nos  lo  ha  legado  en  aquella  mono- 
grafía, cuyas  páginas  guarda  el  Museo  de  Madríd;  pero 
hasta  donde  alcanzó  el  pincel  del  maestro,  hasta  alli 
han  llegado  la  felicidad  y  el  acierto  en  el  retrato  po- 
pular del  Rey,  pues  la  imaginación  y  la  leyenda  die- 
ron en  privilegiarle  con  sus  atenciones  en  términos, 
que  ha  venido  á  ser  para  el  común  de  las  gentes  un 
tipo  de  mera  convención  dramática,  recargado  con 
tonos  y  colores  falsos,  debidos  á  observaciones  his- 
tóricas imperfectas  y  á  juicios  formados  de  rondón  y 
á  la  ligera. 

No  han  sido  muchos,  ni  muy  extensos,  aunque  al- 
gunos considerables  por  su  sustancia,  los  estudios  que 


BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


la  crítica  histórica  ha  dedicado  al  penúltimo  monar- 
ca de  la  dinastía  austríaca,  y  aun  á  todo  su  siglo ;  pu- 
diendo  decir  con  verdad  un  autor  extranjero  muy  de- 
dicado á  investigaciones  en  nuestros  archivos,  que  la 
historia  de  las  ideas  de  esa  época  en  Espafia  está  por 
hacer  (i) ;  pero  de  una  y  otra  parte,  ya  escritores  na- 
cionales, ya  extraños,  han  ido  acumulando  valiosos 
elementos,  con  los  cuales  se  podrá  escribir  algún  dia 
la  grande  y  severa  narración  de  nuestro  apogeo  y 
decadencia. 

Esa  obra ,  para  ser  definitiva  y  seria ,  deberá  conte- 
ner algo  más  que  meras  relaciones  militares  y  políti- 
cas, ó  consultas  oficiales  de  juntas  y  consejos ;  exigirá 
el  análisis  propio  y  el  estudio  comparado  de  cada 
clase  social  en  su  vida  más  íntima,  la  fisonomía  de 
cada  personaje  sin  aparatos  teatrales  preparados  por 
panegiristas  mercenarios  ó  satíricos  apasionados,  la 
huella  que  dejaron,  pensamientos,  pasiones  é  intere- 
ses en  su  medida  real,  sin  preconcebido  propósito 
de  acreditar  tesis  liberales  ó  reaccionarias;  y  en  ese 
trabajo  de  acumulación,  que  como  terreno  de  acar- 
reo podrá  formar  en  su  dia  base  para  fértiles  explo- 
taciones, nos  ha  parecido  será  precioso  elemento  la 
correspondencia  entre  Felipe  IV  y  Sor  María  de  Je- 
sús de  Agreda,  de  la  que  sólo  se  han  publicado  algu- 
nos fragmentos  en  Francia  y  tal  cual  trozo  en  Espa- 
ña, como  mero  modelo  de  literatura  epistolar. 

Algún  historiador  contemporáneo  (2)  ha  examina- 
do, con  notable  aprecio,  el  manuscrito  existente  en  la 


(i)  Morel-Fatio.  LEspagne  au  zvi  et  au  xvii  siécU;  Documents  kisto- 
riques  et  litteraires. — Heilbroun,  1878. 

(2)  Cánovas  del  Castillo.  Bosquejo  histórico  de  la  Casa  de  Austria. 


BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


Academia  de  la  Historia,  que  contiene  una  parte,  y 
no  la  mayor  ni  la  más  interesante,  de  esta  correspon- 
dencia; pero  aun  son  ignoradas  las  copias  hechas  por 
mano  de  la  Venerable  Madre,  conservadas  en  Agre- 
da, y  otras,  que  la  suerte  y  la  perseverancia  nos  han 
permitido  ir  reuniendo,  y  todas  ellas  forman  el  com- 
plemento moral  de  los  retratos  de  Velazquez,  el  alma 
y  la  palabra  de  aquella  figura,  tan  favorecida  por  el 
arte  como  maltratada  por  la  historia. 

No  reviste  menor  importancia  la  colección,  por  lo 
que  al  personaje  de  la  Venerable  Madre  se  refiere, 
pues,  aparte  la  maestría  en  el  manejo  del  idioma,  ya 
tan  acreditada  en  otras  obras  de  su  pluma  que  le  va- 
lieron el  honor  insigne  de  figurar  en  el  Diccionario 
de  Autoridades^  son  las  cartas  un  precioso  tesoro  de 
doctrinas  místicas  y  cristianos  consejos  en  materias 
morales  y  políticas,  con  minuciosos  detalles  sobre 
hombres  y  sucesos,  y  visible  eco  de  la  opinión  popu- 
lar, que  en  aquellos  tiempos  tenía  acceso  en  locu- 
torios y  gradas  con  singular  facilidad  y  exactitud,  y 
que  durante  veintidós  años  denuncian  una  influencia 
y  dibujan  una  figura,  sin  cuyo  conocimiento  y  estudio, 
el  cuadro  de  la  Corte  en  aquella  época  no  sería  com- 
pleto. 

Recoger  todos  los  frutos  que  brotan  de  esa  corres- 
pondencia, perseguir  los  filones  en  ella  descubiertos, 
es  tarea  que  requiere  mayores  medios  de  ciencia 
crítica,  y  vagar  de  toda  otra  atención  y  cuidado,  que 
los  propios  y  peculiares  del  que  escribe  estas  líneas, 
y  de  quien  en  sus  investigaciones  y  trabajos  tan  eficaz- 
mente le  ha  ayudado.  Pero  siendo  el  cuadro  de  las 
cartas  en  sí  mismo  y  por  sus  aplicaciones  en  manos  de 
otros  ingenios,  tan  subido  en  precio,  aun  podrá  sopor- 


BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


tar  algunas  explicaciones  y  notas  útiles  como  los 
marcos  modestos  á  los  preciosos  lienzos  de  un  museo, 
que,  sin  rivalizar  en  arte  ni  en  valor  con  ellos ,  contri- 
buyen sin  embargo  á  realzar  sus  bellezas  y  á  hacerlas 
más  sensibles  á  la  observación  de  los  menos  atentos. 


11. 


Las  relaciones  y  memorias  contemporáneas  más 
acreditadas  por  veraces ,  y  sobre  todas  ellas  la  corres- 
pondencia con  Sor  María,  nos  pintan  á  Felipe  IV  al 
llegar  su  edad  madura,  como  hombre  de  complexión 
sana,  aunque  un  tanto  linfática  y  poco  vigorosa;  afable 
y  aun  familiar  con  algún  exceso  para  los  que  frecuen- 
taban su  compañía,  pero  serio  y  reservado  si  recibía 
ó  conversaba  ejerciendo  oficio  y  autoridad  Real;  pun- 
tual y  metódico  en  distribuir  su  tiempo,  hasta  el  ex- 
tremo de  decirse  por  viajeros  coetáneos  que  se  sabia  al 
principiar  el  año  lo  que  habia  de  hacer  y  dónde  se  ha- 
llaría S.  M.  en  cada  dia  (i) ;  con  ingenio  más  que  me- 
diano y  capacidad  natural  muy  sobrada  para  tratar  por 
si  mismo  toda  clase  de  negocios;  escaso  en  estudios  y 
en  lecturas  serias  y  sustanciosas,  pero  con  aptitudes 
literarias  singulares;  noble  y  desinteresado  en  sus  pro- 
pósitos ;  animado  por  el  deseo  del  bien,  amante  de  su 
pueblo  y  con  manifiesta  inclinación  á  las  franquicias 
populares  y  vivo  anhelo  por  conocer  y  seguir  los  con- 
sejos de  la  pública  opinión ;  exento  de  esos  despóticos 


(i)   Voyage  ctEspagm  curietix,  historique  etpolitique,  1654. 


BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


caprichos  en  cosas  y  personas,  que  tan  fácilmente  en- 
gendra el  poder  absoluto  en  almas  menos  rectas  que  la 
suya;  ajeno  á  toda  pasión  de  ira^  odio  ó  venganza; 
propenso  á  la  paz  en  la  política  y  á  la  indulgencia  en  el 
gobierno ;  sin  la  aversión  que  por  lo  común  se  le  su- 
pone á  los  asuntos  públicos,  antes  al  contrario,  incli- 
nado á  consagraries  su  tiempo  y  su  vida,  y  ganoso  de 
pagar  con  su  persona  en  guerras  y  viajes  más  de  lo  que 
á  sus  favoritos  cuadraba ;  liberal  en  olvidos  y  perdo- 
nes ,  más  que  en  dádivas ;  piadoso  en  la  fe ,  pero  sin 
que  este  sentimiento  alcanzara  en  su  ánimo ,  ni  aque- 
lla iniciativa  de  un  Felipe  II  convencido  de  que  en  él 
se  encamaba  la  representación  de  la  causa  católica 
con  tanta  ó  mayor  fidelidad  y  pureza  que  en  el  mismo 
Papa,  ni  aquel  incontestado  predominio  sobre  pasio- 
nes y  potencias  que  fué  en  Felipe  III  regla  práctica 
y  casi  exclusiva  de  su  vida  pública  y  privada  (i).  Flo- 
taba sobre  todas  esas  condiciones,  como  la  niebla  que 
funde  en  tintas  y  contornos  uniformes  los  detalles  y 
accidentes  de  un  paisaje,  la  debilidad  de  su  carácter, 
la  irresolución  en  su  voluntad  y  la  pereza  de  su  espí- 
ritu, fuerte  sólo  para  sufrir  con  resignación  inactiva 


(i)  En  el  tomo  iv  de  la  Historia  de  los  Principes  de  Condes  su  ilustre 
autor  el  Sr.  Duque  de  Aumale,  al  advertir  no  debe  confundirse  al  Ar- 
chiduque Alberto,  marido  de  la  infanta  D/  Isabel  Clara  Eugenia,  que 
gobernó  los  Paises-Bajos  en  1596,  con  el  cardenal  Infante,  jefe  de  nues- 
tros ejércitos  en  Flándes  en  1634,  incurre  en  la  equivocación  de  caliñ- 
car  al  glorioso  vencedor  de  Norlinga  como  hijo  natural  de  Felipe  III, 
siendo  hermano  menor  del  rey  D.  Felipe  IV  y  nacido  del  mismo  legiti- 
mo matrimonio  que  él.  No  hemos  querido  omitir  esta  rectificación  al 
paso,  en  el  estudio,  tan  notable  por  muchos  conceptos,  del  egregio  aca- 
démico francés,  por  recaer  el  error  sobre  la  memoria  de  tan  morigerado 
Rey  como  D.  Felipe  III ,  de  quien  hay  historiador  que  afirma  era  creen- 
cia en  su  tiempo,  murió  sin  haber  cometido  pecado  mortal. 


BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


las  mayores  desgracias,  pero  inhábil  y  nada  solícito 
en  perseguir  la  realización  de  un  pensamiento  propio, 
resistente  aun  á  aquel  ejercicio  de  actividad  que  re- 
quiere el  formarse  idea  por  sí  mismo  de  las  cosas,  y 
trazarse  líneas  de  conducta  para  guiarse  y  para  guiar- 
las, y  destinado  por  tanto  á  vivir  bajo  dirección  ajena, 
porque  la  vida  es  ante  todo  y  sobre  todo  voluntad,  y 
el  que  no  usa  la  propia,  vive  necesariamente  de  la  ex- 
traña. 

El  imperio,  con  sus  tremendas  responsabilidades, 
cuando  recae  en  hombres  con  tales  condiciones  de  es- 
píritu ,  es  origen  de  grande  infelicidad  y  profunda  me- 
lancolía ,  que  á  la  larga,  penetra  en  lo  más  esencial  de 
su  vida.  Por  huir  el  esfuerzo  que  en  tales  almas  repre- 
sentan los  actos  de  la  voluntad  y  la  posesión  de  sí  mis- 
mas, dejan  ir  los  sucesos  al  hilo  de  los  impulsos  aje- 
nos, creyendo  les  resultará  la  carga  menos  pesada; 
pero  si  la  razón  y  la  inteligencia  no  son  mudas,  refu- 
tan al  cabo  todos  los  falsos  argumentos  que  va  sumi- 
nistrando la  pereza,  sienten  una  y  otra  vez  las  conse- 
cuencias de  su  abandono ,  y  al  propio  tiempo  la  volun- 
tad no  ejercitada  debilítase  más  y  más,  y  consideran 
como  irremediable  su  impotencia,  cuando  más  alto  les 
hablan  los  remordimientos  de  la  inacción. 

No  parece  sino  que  el  famoso  Argoli,  maestro  de 
Astrología  en  Padua,  á  quien  consultó  Felipe  III  el 
horóscopo  de  su  hijo,  adivinó  esa  triste  condición  de 
carácter  cuando  le  pronosticó  los  más  amargos  desti- 
nos, anunciando  ademas  que  debería  morir  en  la  ma- 
yor miseria,  si  la  circunstancia  de  contar  por  patri- 
monio los  Estados  españoles  no  le  librara  casualmen- 
te de  esa  indicación  de  las  estrellas. 

Acreditóse  el  horóscopo  con  los  sucesos,  y  trascen- 


BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


dieron  á  populares  aprensiones  los  recelos,  que  sobre 
la  total  ruina  de  esta  monarquía  abrigaban  cuantos 
conocían  lo  gastado  y  endeble  de  su  constitución ,  y 
comentaba  el  vulgo,  desde  los  comienzos  del  reinado, 
que  en  muchos  de  los  palacios  donde  se  habia  coloca- 
do el  retrato  de  S.  M.  cubría  el  cuadro  en  el  salón  el 
último  sitio  y  no  quedaba  espacio  para  el  sucesor,  cla- 
ra muestra  de  que  en  el  Rey  se  extinguia  su  raza;  esto 
habia  acontecido  en  la  Galería  de  Madrid,  en  Sevilla, 
en  Córdoba  y  en  alguna  otra  parte.  Hacíanse  cabalas 
con  su  número  de  orden  entre  los  monarcas  austria- 
cos,  recordando  que  no  se  hablan  sucedido  nunca  más 
de  cinco  soberanos  en  una  misma  línea,  y  él  hacía  pre- 
cisamente el  quinto,  que  los  reyes  de  Castilla  que  han 
llevado  en  su  nombre  el  número  tres ,  han  sido  des- 
graciadísimos en  sus  hijos,  y  los  que  han  llevado  el 
número  cuatro,  poco  afortunados  en  sus  empresas. 

No  habian  menester,  en  verdad,  el  ingenio  y  capa- 
cidad natural  de  Felipe  IV,  aun  cuando  no  estuviera 
ayudado  con  muy  profundas  y  variadas  lecturas,  de 
el  estímulo  y  ocasión  de  horóscopos  y  agüeros,  para 
sentir  penetrada  su  alma  al  mediar  su  vida,  por  la  me- 
lancolía que  cambió  lentamente  su  carácter,  apode- 
rándose de  todo  su  ser  hasta  acabar  prematuramente 
con  su  existencia.  No  hablaban  en  aquella  naturaleza 
tan  alto  las  pasiones ,  ni  era  tan  muda  la  voz  del  de- 
ber, ni  tan  callado  el  sentimiento  de  la  patria,  que  no 
se  le  representara  á  menudo  con  amarga  verdad,  la 
triste  labor  de  su  reinado,  comenzado  con  grandes 
promesas  de  reformas,  justicias  y  reparaciones  os- 
tentosas,  desvanecidas  como  vana  ilusión  unas  tras 
otras. 

Aquellos  inventarios  y  registros  en  los  bienes  y  ren- 


8  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


tas  de  los  ministros,  que  se  establecieron  por  el  Conde- 
Duque  siguiendo  el  arbitrio  ideado  por  el  P.  Mariana, 
no  aliviaron  el  tesoro  del  Reino  ni  nutrieron  las  Ren- 
tas Reales.  Vivia  el  Rey,  hasta  para  sus  gastos  perso- 
nales y  de  Palacio,  con  los  préstamos,  que  por  partidas 
de  ciento  y  doscientos  mil  ducados  le  hacian  cuatro 
mercaderes  genoveses.  Centurión,  Spinola,  Iniozcay 
Pallavicino,  empeñando  tributos  y  censos,  por  tan  des- 
ordenada manera,  que  ya  en  1647  tuvo  que  dar  por 
nulos  los  empeños;  y  tal  debia  ser  la  premia,  que 
hombres  tan  adelantados  para  su  época  en  asuntos  de 
crédito  como  los  embajadores  venecianos,  disculpan 
en  sus  relaciones  la  medida,  diciendo  que  «si  bien  se 
» faltó  por  ella  á  la  palabra  Real  y  se  arruinó  á  mu- 
»chos  particulares,  juzgóse  como  de  todo  punto  in- 
»  dispensable ,  porque  S.  M.  no  tenía  ya  modo  alguno 
»  de  encontrar  dinero. » 

El  proceso  de  altos  dignatarios  y  oficiales  de  la  cor- 
te, el  duro  suplicio  de  D.  Rodrigo  Calderón,  no  ha- 
bian  dado  de  si  sino  lo  que  es  constante  en  tales  es- 
carmientos aislados,  cuando  no  representan  cambios 
radicales  de  sistema  y  no  van  acompañados  de  nue- 
vas y  más  perfectas  organizaciones ;  la  conmiseración 
del  vulgo  hacia  las  víctimas;  porque  en  los  tiempos  an- 
tiguos acontecía  como  en  los  presentes,  que  se  abultan 
de  tal  suerte  en  la  imaginación  popular  las  culpas  de 
los  acusados  políticos  con  la  relación  de  fabulosas  con- 
cusiones y  cohechos,  que  cuando  se  depuran  en  una 
sentencia,  parecen  á  menudo  pecados  veniales  com- 
parándolos con  los  que  se  siguen  atribuyendo  siempre 
á  otros  magnates  coetáneos,  no  inquietados  por  el  ma- 
jestuoso y  respetable  azar  de  la  justicia  humana. 

La  reformación  de  costumbres,  con  cuyo  nombre 


BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


creóse  nada  menos  que  una  Junta,  no  andaba  más 
aventajada,  ni  las  pragmáticas  sobre  el  uso  de  manto 
por  las  damas  habian  logrado  atenuar  los  frecuentes 
escándalos  de  que  era  teatro  la  corte,  en  los  que  so- 
naban nombres  ilustres,  como  el  del  Almirante  de 
Castilla,  de  quien  se  decia  haber  dado  á  una  cortesa- 
na So.ocx)  escudos,  suma  fabulosa  para  aquellos  tiem- 
pos, y  los  Condes  de  Mogeron  y  de  Fiesque,  insulta- 
dos y  lastimados  en  público  por  celos  y  agravios  de 
tales  mujeres,  que  escandalizaban  á  las  gentes  pasean- 
do sus  carrozas,  ó  las  de  sus  galanes,  en  la  calle  Mayor, 
en  las  alamedas  del  Rio  y  la  celebrada  fiesta  de  San- 
tiago el  Verde,  con  lujosos  trajes  y  vistosos  afeites,  y 
consumiendo  la  hacienda  de  sus  adoradores  en  golosi- 
nas y  frutas  que  allí  se  derrochaban,  ni  más  ni  menos 
que  en  los  laberintos  y  encrucijadas  del  Bois  de  la 
moderna  Babilonia.  Añádase  4  esto  que  tales  exce- 
sos impresionaban  muy  de  otra  manera  que  hoy  la 
opinión  de  las  gentes,  cuando  es  sabido  que  nadie 
entonces  ponia  en  duda  reconociera  el  terremoto 
de  Burgos,  por  exclusivo  origen ,  la  cólera  del  cielo 
excitada  por  los  pecados  públicos,  y  que  en  él  se  hu- 
biera oido  la  voz  de  Dios,  resistiéndose  á  la  interce- 
sión de  un  bienaventurado,  y  diciendo :  «déjame  aca- 
bar de  una  vez  con  éstos»  (i).  Y  á  tales  achaques  en 
la  Hacienda,  la  Administración  y  las  costumbres,  se 
unian  los  desastres  en  la  política  exterior  y  las  em- 
presas militares,  más  desconsoladores  aún,  por  cuanto 
se  pagaban  con  la  sangre  de  los  ejércitos  y  los  jirones 
de  sus  banderas. 
La  liquidación ,  por  decirlo  así,  de  aquella  serie  apé- 


(i)  Pellicér.  Avisos. — Agosto  de  1643. 


10  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


ñas  interrumpida  de  desgracias  y  desengaños,  fué  la 
caida  del  Conde-Duque ,  y  como  en  esa  figura  se  en- 
cierra la  historia  de  la  primera  parte  del  reinado, 
conviene  consagrar  á  su  significación  é  influencia 
algunas  páginas,  pues  sin  conocerla  ó  recordarla  no 
se  puede  apreciar  bien  el  carácter  y  la  situación  de  es- 
píritu de  Felipe  IV,  cuando  visitó  por  primera  vez 
á  Sor  María,  y  en  toda  la  segunda  parte  de  su  vida , 
en  la  que  veremos  influir  tan  poderosamente  á  la  ve- 
nerable Abadesa. 


III. 


Don  Gaspar  de  Guzman,  tercer  Conde  de  Olivares, 
nació  en  Roma  en  1587,  siendo  su  padre  embajador 
de  S.  M.  Católica  en  aquella  corte,  y  creció  y  se  edu- 
có en  los  palacios  de  la  embajada  y  de  los  vireinatos 
de  Sicilia  y  Ñapóles,  viviendo  su  hermano  mayor 
D.  Jerónimo,  destinado  á  la  sucesión  de  los  mayoraz- 
gos y  títulos,  sufriendo  por  tanto  la  natural  influencia 
de  aquella  institución  vincular,  de  la  que  dice  un  au- 
tor inglés,  produce  la  inestimable  ventaja  de  crear  un 
sólo  tonto  por  familia. 

Era  frecuente,  en  efecto,  que  así  como  el  ocio,  la 
certeza  en  su  porvenir  y  lo  consentido  de  su  edu- 
cación, viciaban  ú  oscurecian  en  el  mayorazgo  sus  na- 
turales prendas,  se  avivaran  en  el  segundogénito  los 
deseos  de  medro  personal  por  propio  ingenio  y  trave- 
sura, con  el  espectáculo  de  grandezas,  en  las  que  sólo 
podia  disfrutar  el  reflejo  mientras  viviera  en  la  casa 
paterna,  y  sintiendo  D.  Gaspar  semejantes  estímu- 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  II 

los  de  ambicien,  abrazó  la  carrera  eclesiástica  como 
camino  abierto  entonces  á  toda  clase  de  prosperida- 
des en  la  corte,  cuando  se  podia  contar  con  elevados 
parentescos,  cursando  en  Salamanca,  con  más  ingenio 
que  aplicación  según  el  Conde  de  la  Roca  (i),  hasta 
los  grados  mayores,  aunque  sin  tomar  órdenes,  reci- 
biendo de  Felipe  III  una  encomienda  de  Calatrava, 
y  criando  en  buenos  principios  su  orgullo,  pues  como 
dice  Novoa,  aludiendo  malignamente  á  su  poca  afi- 
ción á  las  aulas  « llegó  á  ser  Rector  antes  que  cole- 
gial ni  estudiante»  (2). 

Murió  por  entonces  su  hermano  mayor,  y  á  poco  el 
padre ,  y  vino  D.  Gaspar  á  la  corte  á  pretender  la  gran- 
deza de  España,  cuando  empezaba  á  dibujarse  en  el 
Real  palacio  el  partido  del  Príncipe,  á  pesar  del  poco 
calor  que  el  carácter  de  éste  prestaba  á  esas  ambicio- 
nes prematuras. 

Es  por  demás  curioso  observar,  en  estos  principios 
de  su  medro  cortesano,  qué  paciente  labor,  qué  per- 
sistente empeño  emplea  D.  Gaspar  para  asegurarse 
un  porvenir,  unido  á  la  persona  del  que  habia  de  ser 
Felipe  IV,  como  si  tuviera  fe  ciega  en  su  destino  y 
conocimiento  de  la  corta  vida  reservada  á  Felipe 
III  (3),  atribuyéndose  después,  según  Siry,  tanacer- 


(i)  Fragmentos  históricos  de  la  vida  de  D,  Gaspar  Felipe  de  Guztnan,  por 
don  J.  A.  de  Vera  y  Figueroa,  conde  de  la  Roca  y  gentilhombre  de  boca 
de  S.  M.  D.  Felipe  IV,  rey  de  las  Españas  y  emperador  de  las  Indias.— 
París. — ^Biblioteca  nacional. 

(2)  Historia  de  Felipe  IV,  por  Matías  de  Novoa. 

(3)  Murió  Felipe  III  á  los  cuarenta  y  tres  años  no  cabales  de  su  edad, 
llevándole  al  sepulcro  una  erisipela  eficazmente  ayudada  por  los  médicos 
de  la  Real  Cámara.  Basompierre  refiere  en  el  Journal  de  ma  vie,  que  el 
viernes  26  de  Febrero  de  162 1  estaba  el  Rey  ocupado  en  la  lectura  de 
varios  despachos,  teniendo  á  su  lado  un  gran  brasero  que  le  acaloraba  el 


12  BOSQUEJO   HISTÓRICX). 


tados  cálculos,  por  unos  á  predicción  de  un  astrólo' 
go,  y  por  otros  á  los  propios  medios  y  conocimientos 
en  magia  del  privado. 

Sorprende,  en  efecto,  cómo  un  joven  que  reunia 
condiciones  y  facultades  no  comunes  en  aquella  cor- 
te, á  la  que  llegaba  como  pretendiente,  no  quisiera  ir 
á  la  edad  de  veinticuatro  años  á  la  embajada  de  Ro- 
ma, y  cifrara  todo  su  empeño  en  entrar  de  mero  gen- 
til-hombre con  el  Príncipe,  á  quien  se  puso  cuarto 
para  ir  á  la  frontera  de  Francia  á  sus  desposorios  con 
la  princesa  Isabel,  y  que  poco  después,  cuando  de- 
seoso Lerma  de  separar  del  lado  del  heredero  una  in- 
fluencia que  podia  ser  perturbadora  (i),  le  ofreció 


rostro,  y  el  Marqués  de  Pobar^  que  asi  se  lo  contó  á  Basompierre,  rogó  al 
Duque  de  Alba,  gentil  hombre  de  cámara,  que  lo  mandase  separar;  pero 
el  Duque  de  Alba  dijo  que  eso  correspondía  al  Sumiller  de  Corps ,  que 
era  el  Duque  de  Uceda,  y  habiendo  tardado  éste  en  llegar,  sufrió  una 
sofocación  el  Rey  que  le  produjo  ñebre  y  la  erisipela  en  que  terminó  su 
enfermedad,  habiéndose  repetido  mucho  esa  anécdota  para  ponderar  los 
excesos  de  la  etiqueta  española.  Pero  aun  cuando  asi  lo  refiriese  el  Mar- 
qués de  Pobar,  no  fué  ésa  sino  una  de  tantas  versiones  caprichosas  como 
pululan  siempre  en  las  cortes  cuando  ocurren  tales  desgracias  de  Princi- 
pes. En  Francia  se  publicó  un  folleto  en  162 1,  que  se  conserva  en  la  Bi- 
blioteca nacional  de  París ,  con  el  titulo  de  Les  grandes  acHons  et  notables 
changements  que  le  Roy  étEspagne  Philippe  IV  afait  a  son  advenement  á  la 
couronne  en  la  direction  des  affaires  de  son  Estat  apres  le  defes  et ftinerailles 
dufeu  Rey  Philippe  III,  son  per e;  y  en  ese  escrito  se  atribuye  la  muerte  á 
los  médicos,  diciendo  eran  los  más  ignorantes  del  mundo,  porque  le  san- 
graron sin  purgarle,  cosa  que  califica  el  autor  como  especie  de  asesinato 
disimulado,  y  en  verdad  que,  debilitado  el  Rey,  como  lo  estuvo  constan- 
temente desde  la  enfermedad  que  le  puso  á  las  puertas  del  sepulcro  en 
Casarrubios,  propináronle  sin  embargo  cuatro  sangrías,  al  primer  ama- 
go de  erisipela  que  se  le  presentó,  lo  cual,  según  los  usos  y  prácticas 
modernos,  justifica  con  exceso  uno  de  los  temas  que  para  romance  se 
propusieron  en  la  Academia  burlesca  del  Buen  Retiro  en  1637  :  A  que 
los  enfermos  enferman  del  mal,  pero  mueren  del  doctor. 

(i)  En  papeles  del  tiempo  se  dice  que  á  Lerma  le  habian  pronostica- 
do seria  arrojado  de  Palacio  por  un  Guzman ,  pero  parece  que  no  fué 


BOSQUEJO   HISTÓRICO.  1 3 


un  alto  cargo  en  la  casa  del  Rey,  le  contestara  el  Con- 
de, «que  no  abandonaría  el  servicio  del  Príncipe  ni 
»por  la  mayordomía  mayor  de  Palacio,  ni  por  el  virei- 
»nato  de  Ñapóles,  ni  por  el  Consejo  de  Estado.» 

Procuró  al  mismo  tiempo  D.  Gaspar  aumentar  sus 
relaciones  y  medios  de  acción  en  Palacio,  como 
quien  lo  consideraba  el  terreno  propio  á  fijar  definiti- 
vamente sus  reales,  y  para  ello  hizo  fastuosa  corte  de 
presentes  y  fiestas,  que  dejó  larga  memoria,  á  su  prima 
Doña  Inés  de  Zúñiga  y  Velasco,  dama  de  la  Reina, 
sin  bienes  de  fortuna ,  poco  agraciada  en  su  persona, 
pero  discreta,  virtuosa  y  de  familia  antigua  y  muy 
considerada  (i). 

Ya  instalado  en  la  casa  del  Príncipe,  fué  fácil  al  fu- 
turo privado  ejercer  sobre  aquel  carácter  débil  y  bon- 
dadoso el  ascendiente ,  que  con  mayores  dificultades 
mantuvo  más  tarde,  y  que  desde  sus  principios  no  se 
fundó  en  la  afección  ni  en  la  simpatía,  sino  en  la  cos- 
tumbre y  en  la  necesidad  que  sentia  el  Rey  de  tener  á 
su  lado  una  voluntad  enérgica,  para  suplir  la  defi- 
ciencia de  la  suya  (2). 

Pero  no  era  tan  robusto  ese  cimiento  para  que  fiara 
en  él  exclusivamente  su  fortuna  el  privado ,  ambicioso 
de  destinos  más  altos  que  el  manejo  del  cuarto  y  las 


don  Gaspar  el  que  inspiró  mayores  recelos  al  privado  de  Felipe  III,  sino 
don  Enrique  de  Guzman ,  marqués  de  Pobar,  que  sufrió  bastante  de  ese 
falso  testimonio  de  los  hados  ó  de  sus  intérpretes. 

(i)  En  la  historia  del  Ministerio  del  Conde-Duque,  atribuida  al  Con- 
de de  la  Roca,  se  dice  que  en  hacer  la  corte  á  la  que  fué  su  mujer,  invir- 
tió D.  Gaspar  300.000  ducados. 

(2)  En  los  fragmentos  históricos  de  la  vida  de  D.  Gaspar  Felipe  de 
Guzman,  mapuscríto  de  la  Biblioteca  nacional  de  París,  se  confirma  el 
hecho  ya  referido  por  Siry,  de  que  siendo  aún  príncipe  D.  Felipe,  llegó 
á  decirle  un  dia  á  Olivares  cmuy  cansado  estoy  de  vos,  Conde»,  pero 


14  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 

pequeñas  intrigas  interiores  de  las  servidumbres  pa- 
laciegas, y  para  sostenerse  contra  los  inquietos  celos 
de  Lerma,  buscó  y  obtuvo  Olivares  la  protección  y 
apoyo  de  Aliaga  y  de  Uceda.  Bien  conocidos  son  los 
detalles  de  aquella  sucesión  en  los  valimientos,  que 
agitaba  y  preocupaba  á  la  corte  al  espirar  Felipe  III, 
más  que  la  herencia  de  la  corona,  y  con  razón,  puesto 
que  ésta  era  un  mero  accidente,  y  la  esencia  del  po- 
der habíase  trasmitido  á  los  privados;  y  no  desmintió 
Olivares  en  aquellos  momentos  las  cualidades  de  di- 
simulo en  el  pensar,  prontitud  en  el  resolver,  audacia 
en  el  ejecutar,  indispensables  para  arrebatar  el  man- 
do ,  cuando  éste  se  hace  patrimonio  exclusivo  de  la 
intriga.  Así,  se  adelantó  á  prohibir  con  un  mero  decre- 
to del  Príncipe ,  vivo  aún  el  Rey ,  el  regreso  de  Ler- 
ma, separó  de  seguida  á  Uceda  de  su  cargo  de  ma- 
yordomo mayor,  á  pretexto  de  exigirlo  la  indepen- 
da de  los  jueces  en  el  proceso  de  Osuna,  y  envió  á 
Aliaga  á  su  convento,  sin  recordar  los  buenos  servi- 
cios que  le  debiera  en  sus  luchas  contra  los  trabajos 
de  la  nodriza  Doña  Ana  de  Guevara,  del  Conde  de 
Lémos  y  D.  Fernando  de  Borja,  gentiles-hombres 
también  del  regio  heredero,  que  movidos  por  el  Car- 
denal habian  procurado  con  empeño  la  desgracia  de 
D.  Gaspar. 


dejando  éste  pasar  ese  movimiento  de  sinceridad  ó  de  mal  humor,  cuan- 
do días  después  le  pidió  permiso  para  retirarse  á  Sevilla ,  el  Principe  le 
retuvo  y  le  satisfizo  de  su  repulsa. 

En  otros  papeles  se  dice  que  viviendo  el  Príncipe  con  gran  estrechez, 
por  lo  escaso  de  las  asignaciones  que  le  daba  su  padre,  le  facilitó  el  Con- 
de-Duque grandes  adelantos  con  onerosos  sacriñcios  de  su  no  muy  des- 
ahogado caudal  de  Andalucía.  ( Histoire  du  Ministere  du^  CcmU-Duc  á 
Cologne^  1673.) 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  1 5 


No  fueron  obstáculo  para  tan  expeditivas  resolucio- 
nes las  palabras  del  difunto  Rey,  que  en  su  lecho  de 
muerte  parece  recomendó  á  su  hijo  á  sólo  tres  per- 
sonas; su  confesor,  el  Duque  de  Uceda  y  D.  Bernabé 
de  Vivanco;  en  pocos  dias  quedó  convencida  la  corte 
de  que  era  un  hecho  la  frase  que  se  atribuye  al  favo- 
rito cuando  espiró  Felipe  III  :  «Ahora  ya  todo  es 
mió»,  menudeando  los  destierros  y  alejamientos  de 
los  amigos  y  allegados  de  Uceda,  pero  sin  ensañarse 
con  ninguno,  á  excepción  del  Conde  de  Saldafla,  á 
quien  obligó  bajo  pena  de  la  vida  á  casarse  (i). 

Hasta  aquí  resultaron  proporcionadas  las  fuerzas  de 
D.  Gaspar,  con  la  empresa  que  venía  persiguiendo; 
pero  son  tan  distintas  las  facultades  propias  para  con- 
quistar el  poder,  de  las  necesarias  para  ejercerlo  con 
fruto ,  que  desde  el  punto  y  hora  en  que  vio  realizado 
su  propósito,  puede  decirse  que  empieza  la  serie  de 
sus  temeridades  inspiradas  en  la  única  pasión  que  do- 
minaba su  vida,  el  deseo  de  conservar  su  privanza,  y 
aconsejadas  por  un  espíritu  ligero,  superficial,  sin  co- 
nocimiento alguno  del  estado  del  mundo  ni  del  país 
que  en  absoluto  era  llamado  á  regir. 

Los  embajadores  venecianos  dan  noticias  favora- 
bles á  las  cualidades  personales  del  privado ,  atribu- 
yéndole feliz  memoria,  palabra  fácil,  expedición  en  el 
despacho ,  y  sin  duda  que  no  le  faltaron  esas  y  otras 
prendas  (2)  tan  propias  de  las  naturalezas  meridiona- 


(i)  Les  grandes  acUons  et  notables  changenunts  que  le  Roy  Pkilippe  IV 
afait,  etc.,  162 1.  (Biblioteca  nacional  de  París.) 

(3)  No  hubiera  sido  D.  Gaspar  hombre  de  su  tiempo,  si  criado  en 
Italia  j  Salamanca  no  hubiese  rendido  su  tributo  á  las  Musas  escribien- 
do numerosos  versos ,  pero  no  podemos  formar  juicio  hoy  de  sus  facul- 


í 
1 6  BOSQUEJO  HISTÓRICO.  | 

^ ^ ^ __^ ' 

les,  todas  extemas  y  vistosas,  útiles  para  la  intriga  de 
las  Cortes,  lucidas  en  audiencias  y  consejos,  como 
hoy  lo  suelen  ser  en  parlamentos  y  asambleas,  y  que 
con  facilidad  engañan  al  observador  superficial,  y  más 
si  es  extraño  á  la  tierra,  porque  imagina  y  da  por  cier- 
to que  á  tan  brillante  hojarasca  ha  de  corresponder 
alguna  raíz  y  sustancia,  más  ó  menos  honda  y  propor- 
cionada, de  talentos  útiles  y  de  conocimientos  prácti- 
cos y  formales,  y  no  sucede  así  las  más  veces,  pagan- 
do á  menudo  el  engaño  los  que,  por  error  ó  desgra- 
ciada suerte ,  fundan  en  tan  sutiles  apoyos  intereses 
considerables. 

Ya  alguno  de  los  mismos  embajadores,  aunque  re- 
tratando favorablemente  al  Conde-Duque ,  le  declara 
falto  de  toda  experiencia ,  amigo  de  hablar  con  exce- 
so, indiscreto  en  su  celo,  no  sintiendo  las  malas  nue- 
vas por  lo  que  contrarien  sus  propios  pensamientos, 
ó  el  daño  que  infieran  al  país,  sino  por  lo  que  pue- 
dan disgustar  al  Rey  de  su  privanza,  hipócrita  sin  em- 
bargo ,  hasta  el  punto  de  que  fingia  al  comunicar  una 
desgracia,  cuando  no  era  ya  posible  ocultarla,  llorar  y 
acongojarse  con  tales  extremos,  que  compadecido  el 
Monarca,  no  se  ocupaba  sino  en  consolarle,  distraerle 
y  amenguar  la  importancia  del  daño,  haciéndole  mil 
reflexiones  para  calmar  su  dolor;  accidentes  todos 
ellos,  que  sin  ser  en  sí  muy  graves,  revelan  sin  embar- 
go ,  en  un  hombre  colocado  á  tal  altura',  y  sobre  el  que 
descansaban  intereses  de  tamaña  cuantía,  tan  ruin 
condición  de  carácter,  que  hacen  adivinar  desde  luego 


tades  poéticas,  porque,  más  severo  con  su  literatura  que  con  su  política, 
parece  hizo  con  ellos  auto  de  fe  en  1626.  {Fragmentos históricos  déla  vida 
de  D,  Gaspar  FeUpe  de  Guzman.  (M.  de  la  Biblioteca  nacional  de  París.) 


BOSQUEJO   HISTÓRICO.  1 7 


no  era  espíritu  aquél,  ni  aún  para  empresa  menos  di- 
fícil que  el  desempeño  y  guarda  de  la  herencia  de 
Felipe  III. 

Una  cualidad  le  reconocen  sus  biógrafos  y  la  con- 
firman todos  los  embajadores  venecianos,  bien  estima- 
ble en  un  valido,  y  á  decir  verdad,  menos  en  uso  en 
aquellos  tiempos  que  en  los  actuales ;  la  integridad  en 
sus  funciones;  no  era  hombre  de  cohechos,  y  no  fué 
calumniado  de  tal ,  ni  aún  por  sus  enemigos,  pero  no 
llegaba  esa  virtud  ciertamente  á  la  delicadeza  y  des- 
prendimiento de  su  suegro  D.  Juan  de  Zúfiiga,  que 
después  de  ser  Virey  de  Méjico  y  del  Perú,  necesitó 
de  una  suscricion  en  Lima  para  que  se  costease  digna- 
mente su  entierro.  Utilizaba  su  valimiento  en  acumu- 
lar rentas ,  encomiendas,  cargos  retribuidos  y  pensio- 
nes sobra  la  flota  de  América,  que  hacen  subir  escri- 
tores del  tiempo  á  más  de  468.000  escudos  anuales, 
y  obtuvo  un  breve  especial  del  Papa  para  asegurarse 
emolumentos  sobre  los  beneficios  eclesiásticos  por 
40.000  escudos,  con  cuarenta  afios  de  superviven- 
cia (i). 

El  mismo  Francisco  Comer,  al  reconocer  su  in- 
tegridad, relaciona  su  lujosa  estancia  próxima  al 
convento  de  San  Jerónimo,  alhajada  con  riquísimos 
muebles  y  tapices,  y  añade  que  cuantos  querían  ha- 
cerse agradables  al  privado  le  enviaban  algún  obje- 
to de  valor  con  la  excusa  de  que  lo  colocara  en  ese 
palacio. 

Pero  tales  pecados  de  indelicadeza  eran  á  la  ver- 


(i)  Uno  de  los  panegiristas  del  Conde-Duque  en  vida  del  favorito, 
elogia  mucho  este  rasgo,  como  prueba  de  que  el  Conde  no  quería  nada 
del  Estado. 


1 8  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 

dad  materia  muy  venial  en  tiempos  en  que  se  pu- 
blicaban sin  asombro  pragmáticas  como  la  de  1614, 
mandando  «que  las  dignidades,  oficios  y  mercedes  se 
provean  en  personas  dignas ,  sin  intervención  de  nin- 
guna suerte  de  cohecho :►,  y  en  los  que  el  fiscal  de  la 
causa  de  Osuna,  D.  Andrés  Velazquez,  escribia  al  Du- 
que para  indicarle  que  un  sujeto  de  cuenta  deseaba 
una  alfombra,  y  le  anadia,  como  consejo  de  hombre 
experimentado  en  los  achaques  de  la  curia,  «envíele 
vuestra  excelencia  dos,  y  niegue  á  Dios  que  otro  no 
le  dé  tres»  (i). 

Con  frase  expresiva,  que  revela  los  hábitos  del  tiem- 
po más  que  pudiera  hacerlo  un  libro  entero ,  se  dice 
en  los  Cargos  contra  el  Conde-Duque y  impresos  con 
el  Nicandro  (2),  que  se  le  atribuye  haber  sido  limpio 
en  recibir  de  particulares ^  pero  no  sin  razón  prosigue 
preguntando  el  acusador : 

4;  ¿  De  qué  se  ha  hecho  la  gran  fábrica  de  Loeches 
»y  los  riquísimos  homenajes,  si  cuando  entró  al  vali- 
> miento  no  tenía  un  real,  y  su  mayorazgo,  lleno  de 
» acreedores?  ¿De  qué  se  compró  San  Lúcar  de  Alpe- 
5^chin  y  Castilleja  de  la  Cuesta,  y  todo  lo  demás  que 
» acrecentara  ?  Esto  no  se  hace  por  ensalmo» ;  y  en  re- 
lación de  la  época,  atribuida  al  embajador  de  Alema- 
nia en  Madrid  (3),  se  da  noticia  de  cómo  se  utilizaba 
de  sus  grandes  medios  en  el  gobierno  para  comerciar 


(i)  Fernandez-Guerra.  Vida  de  D,  Francisco  de  Quevedo  Villegas, 

(2)  Cargos  contra  el  Conde- Duque ,  privado  que  fué  de  la  Majestad  Cató- 
lica de  Felipe  el  Grande ,  escritos  por  un  ministro  residente  en  su  corte.  En 
Madrid  ,  Imprenta  Real,  1643. 

(3)  Relaíion  de  ce  qui  s'estpassi  en  Espagneála  disgrace  du  Comie^Duc, 
traduit  de  ntalien  enfranfois,  chez  Agustín  Courbe,  1650.  Este  libro  está 
manuscrito  en  la  Biblioteca  Nacional  de  París,  en  papeles  varios,  con 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  1 9 

con  los  productos  de  sus  tierras  y  explotar  la  flota  de 
las  Indias. 

Juzgándole,  pues,  en  su  concepto  moral,  sin  pasión 
ni  preocupaciones ,  habremos  de  clasificarle  entre  esos 
ingenios,  más  abundantes  eii  nuestros  tiempos  que  en 
los  pasados,  que  costeando  el  Código  y  las  concusio- 
nes directas  y  expresas,  aciertan  á  utilizar,  ya  las  posi- 
ciones administrativas,  ya  las  grandes  influencias  po- 
líticas, para  exprimir  con  provecho  de  su  fortuna  par- 
ticular las  flotas  de  las  Indias,  ó  lo  que  en  los  moder- 
nos sistemas  financieros  las  han  reemplazado  para  el 
efecto ;  hombres  de  los  que  se  murmura  en  voz  baja 
cuando  circula  la  noticia  de  sus  inexplicables  aumen- 
tos, ó  cuando  se  da  á  luz  alguno  de  sus  inesperados 
derroches,  pero  que  conservan  en  la  opinión  y  en  el 
trato  social  y  político  una  respetabilidad  relativa,  de 
la  que  no  disfrutan  los  que  rutinariamente  se  atienen 
á  los  anticuados  procedimientos  de  recibir  de  parti- 
culares^ que  en  el  siglo  xvii  eran  más  usuales  que 
ahora  en  altos  dignatarios,  y  que  el  progreso  de  los 
tiempos  va  relegando  á  las  últimas  escalas  de  la  ad- 
ministración pública. 

Proporcionados  á  ese  carácter  moral ,  tan  deficiente 
y  endeble,  fueron  los  propósitos  y  acciones  del  Conde- 
Duque  ,  en  los  que  no  se  descubren  con  claridad  fines 
superiores  á  la  conservación  y  aumento  de  su  privan- 
za, que  según  el  dicho  acertadísimo,  por  lo  que  se 
vio  después,  de  un  embajador  veneciano,  era  para 


una  nota  que  dice  :  «  Se  tiene  por  cierto  es  del  marqués  de  la  Grana, 
embajador  de  Alemania ,  gran  ministro  y  muy  de  la  reina  Isabel  de 
Borbon> 


20  BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


D.  Gaspar  de  Guzman  «tan  necesaria  á  su  vida  como 
el  diario  alimento  á  los  demás  hombres.» 

Así  procuró  desde  el  primer  dia  halagar  los  genero- 
sos sentimientos  del  Rey  con  gloriosas  empresas,  y 
para  que  tuviera  fórmula  concreta  el  pensamiento, 
hizo  adjudicar  en  vida  al  Monarca,  y  como  título 
oficial,  el  dictado  de  Grande^  rasgo  que,  por  desgra- 
cia, no  era  una  adulación  estéril  y  meramente  pala- 
ciega del  favorito ,  sino  como  la  enseña  ó  mote  del 
funestísimo  programa  para  sus  veintidós  aflos  de  im- 
perio; y  el  tal  alarde,  muy  criticado  eiitre  los  propios, 
no  dejó  de  alarmar  á  los  extraños,  hasta  donde  una  pa- 
labra de  ese  sentido  podia  hacerlo,  antes  que  las  des- 
dichas acumuladas  sobre  el  desgraciado  Rey,  y  las 
sucesivas  pérdidas  de  plazas  y  provincias,  sacaran  del 
famoso  dictado  el  conocido  epigrama  de  ser  su  gran- 
deza «como  la  de  los  hoyos  del  campo,  mayor  cuanta 
más  tierra  se  les  quita»,  dicho  en  el  que  se  ha  resumi- 
do el  juicio  popular  que  de  aquel  reinado  se  con- 
serva. 

Mocénigo  y  Comer,  en  sus  relaciones  al  Senado 
Véneto ,  confirman  la  vulgar  opinión  sobre  el  absolu- 
to imperio  del  Conde  y  su  satisfacción  en  hacerlo  pú- 
blico, refiriendo  á  ese  propósito  que,  habiendo  reci- 
bido el  Rey  en  una  ocasión  un  memorial  donde  se 
denunciaban  abusos  de  nueve  amigos  ó  protegidos  del 
privado ,  hizo  éste  que  al  siguiente  dia  fueran  los  nue- 
ve distinguidos  con  diferentes  recompensas.  Sin  hi- 
pérbole podia  decirse  que  estaba  entregado  el  Rey  en 
cuerpo  y  alma  á  Olivares ;  habíale  dado  por  confesor 
á  un  fraile  dominico  llamado  el  P.  Antonio,  de  hu- 
mildísima condición  y  en  absoluto  guiado  por  el 
P.  Salazar ,  jesuita  confesor  del  privado  y  hombre  de 


BOSQUEJO   HISTÓRICO.  21 

facultades  é  indudable  valer,  aunque  anden  discordes 
los  testimonios  de  autores  graves  sobre  la  aprecia- 
ción de  sus  cualidades  morales,  poniéndole  en  mala 
opinión  los  embajadores  venecianos,  y  estimándole 
como  escritor  sabio  y  piadosísimo,  Backer,  Lafuen- 
te  y  otros  historiadores  de  nota  (i).  Pero  de  todas 
suertes,  acreditado  parece  que  en  la  dirección  de 
la  conciencia  del  Rey  tenía  no  poca  parte,  aunque 
indirecta,  Salazar,  al  propio  tiempo  que  disfrutaba  la 
confianza  del  Conde-Duque  ;  y  Córner  nos  completa 
los  detalles  de  tan  absoluta  tutela,  refiriendo  al  Sena- 
do de  Venecia  que  de  tal  manera  se  ocupaba  Olivares 
en  la  dirección  del  Palacio,  que  diariamente  deter- 
minaba el  traje  que  habia  de  llevar  S.  M. 

Por  estos  y  otros  datos  puede  apreciarse  la  sujeción 
constante  en  que  vivió  el  Monarca  durante  los  prime- 
ros veintidós  años  de  su  reinado,  y  la  absoluta  res- 
ponsabilidad que  alcanza  á  Olivares  por  toda  aquella 
política,  singularmente  en  cuanto  se  refiere  á  las  reía- 


(i)  Al  P.  Salazar  se  atribuye  la  invención  del  arbitrio  del  papel  sella- 
do, tributo  que,  como  todos,  fué  mal  recibido  en  un  principio,  pero  que 
constituye  un  titulo  de  gloría  financiera  para  el  Ministerio  del  Conde- 
Duque,  pues  no  ha  quedado  pueblo  ni  gobierno  que  no  lo  haya  acepta- 
do y  lo  cuente  por  principal  y  saneado  recurso  en  sus  presupuestos.  En 
el  sello  se  puso  el  letrero  que  decia  :  Felipe  IV  el  Grande,  con  lo  que  se 
murmuró  por  entonces  que  convenia  añadir  el  mote,  y  poner,  para  que 
fuese  justo,  el  Grande  tributador,  pues  no  se  habia  hallado  hazaña  más 
esclarecida  para  darle  ese  tratamiento ,  que  la  de  imaginar  una  gabela 
nueva.  Bien  pronto  se  allanaron  los  ánimos  á  un  impuesto  bien  imagina- 
do y  fócil  de  llevar,  cuando  no  es  excesivo  en  las  cuotas;  y  el  viajero 
Somerdich ,  al  dar  cuenta  del  estado  de  España ,  nota  esa  renta  con  en- 
vidia y  alabanza,  como  una  de  las  mis  pingües  y  mejor  establecidas.  Re- 
lazione  di  Spagna  de  Ahize  Mocenigo. — Backer.  Bibliothéqtu  des  écrivains 
déla  Compagnie  de  Jesús.  —  Lafucnte  (D.  Vicente).  Historia  eclesiástica 
de  España  f  2.*  edición. 


22  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


clones  europeas,  pues  si  para  la  administración  de  los 
reinos  aun  se  encontraban  obstáculos  en  la  opinión  y 
en  aflejos  vicios,  que  podian  imponer  ciertos  errados 
procedimientos  al  Gobierno,  la  dirección  de  la  política 
exterior  vinculada  estuvo  durante  todo  el  siglo  xvii 
en  el  Real  Palacio,  no  ya  sin  trabas  constitucionales, 
pero  aun  sin  presiones  sensibles  de  la  pública  opi- 
nión, muda,  ó  tardía  cuando  menos,  en  tales  materias, 
que  á  causa  de  la  dificultad  en  las  comunicaciones, 
la  imperfección  en  los  medios  de  publicidad  y  lo  limi- 
tado de  los  conocimientos  geográficos  y  estadísticos, 
podian  ser  abarcadas  y  entendidas  por  corto  número 
de  privilegiados. 

Claramente  puede  juzgarse  su  desacierto  en  la  pri- 
mera y  unade  las  más  graves  cuestiones  que  hubo  de 
resolver  el  Conde-Duque  al  ocupar  su  privanza:  la 
ruptura  con  los  Estados  de  Holanda. 

Sabido  es  que  por  decidida  voluntad  de  Lerma ,  y 
tras  cuarenta  años  de  guerra  con  los  holandeses ,  ha- 
bíase ajustado  una  tregua  de  doce  años,  no  bien  reci- 
bida sin  duda  alguna  por  muchos  y  muy  autorizados 
personajes  en  aquel  entonces,  pero  resistida  princi- 
palmente, por  no  serles  dudoso  que  tal  otorgamiento  á 
subditos  rebeldes  á  la  Corona,  constituidos  bajo  una 
forma  de  gobierno  regular,  representaba  el  reconoci- 
miento implícito  de  su  independencia  y  la  segregación 
definitiva  de  aquellos  territorios. 

Discutióse  con  empeño  en  1609  la  propuesta,  mu- 
chos consejeros  de  Estado  la  resistieron  enérgicamen- 
te, considerando  los  tesoros  y  la  sangre  vertida  sin 
fruto,  el  mal  ejemplo  para  los  territorios  vecinos  aun 
sujetos,  la  ignominia  de  confesar  un  vencimiento,  los 
inconvenientes  de  perder  un  ejército  aguerrido  que  se 


BOSQUEJO   HISTÓRICO.  23 


corrompería  necesariamente  en  el  ocio,  no  faltando 
quien  murmurase  entonces  que  si  Lerma  apoyaba  la 
paz,  era  con  el  propósito  de  que  hiciesen  los  cauda- 
les de  Castilla  y  América  mayor  remanso  en  las  arcas 
Reales,  y  se  prestaran  más  fáciles  y  abundantes  á  las 
sangrías  que ,  para  fertilizar  su  patrimonio  particular, 
les  hacía  el  interesado  ministro.  Aquel  era,  sin  embar- 
go, el  momento  de  discutir  maduramente  la  paz,  por 
que  firmadas  y  guardadas  por  tan  largo  espacio  las  tre- 
guas, diligentes  como  hablan  sido  los  Estados  en  enviar 
embajadas  á  todas  partes,  en  organizar  recursos,  y  en 
extender  su  navegación,  cuando  en  1621,  al  adveni- 
miento de  Felipe  IV,  espiró  el  plazo,  la  conveniencia 
en  prorogar  al  menos  aquel  estado  de  cosas,  era  por 
tal  modo  evidente,  aun  con  aspiraciones  á  mayores 
conquistas ,  para  organizar  siquiera  las  fuerzas  y  me- 
dios adecuados  á  la  nueva  política  guerrera,  que  no  se 
explica  la  resolución  del  Conde-Duque ,  si  no  es  por 
imponderable  ligereza,  unida  á  su  impaciente  afán 
en  rodear  de  responsabilidades  y  peligros  el  gobierno 
de  la  monarquía,  como  quien  defiende  codiciado  ver- 
jel con  altos  y  espinosos  setos. 

Contarini,  el  último  embajador  veneciano  cerca  de 
Felipe  III,  en  su  relación  al  Senado  en  1621,  ponia 
ya  su  perspic^  previsión  en  el  problema  de  la  tregua 
próxima  á  espirar,  y  daba  cuenta  de  las  opiniones  con- 
trarias que  sobre  el  particular  se  defendían,  notando 
él,  por  su  parte,  que  los  Estados  de  Flándes  costaban 
ya  gruesas  sumas  á  los  Tesoros  de  España,  que  si  la 
tregua  se  rompia,  el  gasto  y  la  necesidad  de  suminis- 
trar recursos  crecerían  considerablemente,  que  la  opi- 
nión general  temía  una  guerra  acreditada  por  la  expe- 
riencia de. larga,  difícil  y  por  extremo  costosa,  que  el 


24  BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


archiduque  Alberto,  gobernador  de  los  Países-Bajos, 
deseaba  y  aconsejaba  la  paz,  y  que  no  era  dudoso  se 
mantuviese,  si  el  Cardenal  de  Lerma  conservara  en 
la  Corte  la  autoridad  que  antes  tenía;  pero  apartado 
él,  que  profesaba  una  política  conocida  de  paz,  era 
difícil  pronosticar  lo  que  sucedería,  dependiendo  el 
suceso,  ante  todo  y  sobre  todo,  de  las  inclinaciones  é 
intereses  de  los  que  gobernasen  á  España  en  el  mo- 
mento de  concluir  el  plazo  estipulado  (i). 

El  momento  llegó  cuando  acababa  de  morir  Feli- 
pe III ,  y  la  apreciación  del  veneciano  se  confirmó 
por  completo,  surgiendo  la  guerra  en  el  instante  en 
que  más  se  necesitaba  la  paz,  por  la  inclinación  y  el 
empeño  casi  exclusivo  de  Olivares. 

Si  no  constara  el  vivo  deseo  en  los  holandeses  de 
prorogar  la  tregua,  podría  creerse  habían  sido  sus  exi- 
gencias excesivas  las  que  forzaron  la  mano  á  el  Gobier- 
no español;  y  si  no  estuviera  de  igual  modo  acredita- 
da la  opinión  favorable  á  la  paz  en  los  más  autorizados 
personajes  de  la  corte  en  aquella  época,  aun  cabria 
imaginar  padeció  el  favorito,  bajo  el  poder  de  una 
universal  preocupación ,  ó  algún  avasallador  fanatis- 
mo, de  esos  que  á  menudo  han  lanzado  á  poderes  dé- 
biles á  luchas  temerarias  sin  preparación  suficiente. 
Pero  muy  lejos  de  eso,  es  cosa  averíguada  querian  los 
holandeses  la  tregua,  sin  otra  exigencia  que  el  mante- 
nimiento del  statu  quo,  bien  hallados  con  el  progreso 
creciente  de  sus  intereses  materiales ;  las  provincias 
de  Flándes  la  querian  también,  por  las  ganancias  que 
obtenían  en  su  libre  comercio  con  los  holandeses ;  los 


(i)  Relazione  di  Spagna  di  Pietro  Contarini,  ambasiatore  a  Filippo  III 
dael  anno  1619  al  1621. 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  25 


espafloles  y  los  católicos  fieles  á  nuestra  bandera  re- 
celaban facilitase  la  ruptura  un  poderoso  auxiliar  al 
Rey  de  Francia,  que,  apaciguándose  un  tanto  las 
guerras  religiosas  interiores,  ambicionaría  la  posesión 
de  los  Países-Bajos;  y  entre  tanto  los  protestantes  de 
Alemania,  los  ingleses,  deseosos  de  dificultar  nuestras 
relaciones  marítimas  y  nuestra  dominación  en  las 
Indias,  todos  los  enemigos  de  la  casa  de  Austria, 
en  una  palabra,  pedian  á  una  voz  la  ruptura.  Y  en 
verdad  no  tuvo  la  augusta  casa  enemigo  mayor  ni 
más  certero  que  el  Conde-Duque,  pues  á  todos 
ellos  los  sirvió  á  medida  de  su  deseo,  desprecian- 
do las  opiniones  más  autorizadas  que  aconsejaban 
la  paz. 

El  archiduque  Alberto,  que  regía  los  Países-Bajos 
como  marido  de  la  infanta  Clara  Eugenia,  hija  de  Fe- 
lipe II,  dirigió  un  correo  á  la  Corte  aconsejando  la 
continuación  de  la  tregua,  cuyas  negociaciones  creia 
viables,  y  sobre  esa  comunicación,  refiere  Malvezzi, 
se  celebró  en  Madrid  un  gran  consejo,  cuyos  detalles 
minuciosamente  consigna,  insertando  los  votos  y  aun 
los  razonamientos,  sin  duda  imaginarios,  de  los  con- 
sejeros, que  todos,  á  excepción  de  D.  Pedro  de  To- 
ledo, opinaron  por  aceptar  las  indicaciones  del  Archi- 
duque, y  empezar  al  menos  las  negociaciones  para 
prorogar  la  tregua. 

Disintieron  en  verdad  de  esta  opinión  los  Consejos 
de  Indias  y  Portugal,  fundándose  principalmente  en 
que  la  libertad  de  comercio  que  disfrutaba  Holanda 
en  las  Indias  Orientales  y  Occidentales,  habia  costa- 
do más  á  España  que  los  cuarenta  y  cinco  años  de 
guerra,  y  sosteniendo  que  sólo  se  debia  prorogar  la 
tregua  si  abandonaran  los  holandeses  la  navegación 


26  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


de  América,  las  Molucas  y  las  Azores,  autorizándoles 
para  comerciar  en  el  Japón  y  para  vender  sus  mer- 
cancías á  un  precio  razonable^  en  Cádiz  y  Lisboa.  Se 
remitieron  estas  deliberaciones  al  Archiduque,  que 
insistió  en  extensos  despachos  en  su  opinión  favora- 
ble á  la  paz,  y  sobre  esta  contestación  reunióse  nue- 
vamente el  Consejo  de  Estado  bajo  la  presidencia  del 
Rey,  y  predominaron  en  él,  á  lo  que  afirma  Malvezzi 
y  acoge  como  seguro  Siry,  las  opiniones  favorables  á 
la  paz,  distinguiéndose  en  su  apoyo  el  Conde  de  Chin- 
chón. 

Afirman  aquellos  autores  que  D.  Baltasar  de  Zúfii- 
ga  opinó  por  la  guerra,  pero  contradice  ese  aserto  la 
relación  de  Alvize  Mocénigo,  uno  de  los  embajado- 
res vénetos  más  caracterizado,  ya  Senador  cuando 
vino  en  misión  á  España ,  residente  en  esta  corte  al 
resolverse  este  negocio  diplomático,  cuya  autoridad 
en  tan  importante  extremo  no  puede  ser  discutida ;  y 
hablando  de  la  ruptura  se  expresa  en  estas  sensatas 
palabras :  « Fué  la  resolución  más  valerosa  que  pru- 
» dente;  el  consejo  de  los  más  entendidos,  entre  los 
>que  se  contaba  D.  Baltasar  de  Zúñiga^  recordaba 
ȇ  S.  M.  que  estaba  bien  empezar  el  gobierno  con  la 
»paz,  tomar  respiro  de  tantos  trabajos  y  gastos  como 
»los  pasados,  ordenar  los  asuntos  interiores,  en  par- 
»ticular  los  del  dinero,  para  emprender  después,  con 
> mayor  fuerza  y  esperanza,  los  de  fuera;  pero  no  pre- 
»valeció  este  consejo,  sino  el  del  Conde-Duque,  que 
»bien  pronto  quedó  arbitro  exclusivo  de  los  nego- 
»cios,  muerto  D.  Baltasar  de  Zúñiga»  (i). 


(i)  En  papeles  del  tiempo  aparece  la  indicación  de  que  no  andaban 
muy  conformes  en  opiniones  sobre  asuntos  graves  el  Conde-Duque  y  su 


BOSQUEJO    HISTÓRICO.  2^ 


Más  adelante,  en  esa  misma  relación  de  su  embaja- 
da, vuelve  á  hablar  Mocénigo  de  los  tratos  con  los 
holandeses,  y  nos  revela  que  el  Marqués  de  Spínola, 
frescos  los  laureles  de  la  toma  de  Breda,  aun  proponía 
una  tregua  de  cuarenta  años,  en  cuyos  tratos  interve- 
nía Rubens,  estrellándose  unos  y  otros  esfuerzos  ante 
la  obstinación  del  Conde;  «error,  dice  Mocénigo,  in- 
excusable en  un  ministro  que  quiere  con  absoluta  in- 
dependencia guiar  los  negocios  de  un  Estado.» 

No  tardaron  mucho  los  sucesos  en  dar  la  razón  á 
los  que  aconsejaban  la  tregua.  Basta  recordar  que  en 
la  paz  de  Vestfalia  son  reconocidas  las  Provincias 
Unidas  como  nación  independiente ,  con  cuantas  po- 
sesiones ocupaban,  con  el  comercio  libre  en  ambas 
Indias,  y  dejando  cargada  á  nuestra  cuenta  de  pérdi- 
das la  destrucción  de  la  escuadra  de  Oquendo  cerca 
de  Dunquerque ,  uno  de  los  mayores  desastres  marí- 
timos de  nuestra  historia,  la  de  Mascareñas  en  Amé- 
rica, que  de  los  46  bajeles  que  llevaba  sólo  pudo  sal- 
var de  las  garras  de  Huighens  cuatro  galeones  y  dos 


tio  D.  Baltasar  de  Zúfiiga,  cuya  experiencia  y  estimables  dotes  sirvie- 
ron de  mucho  al  favorito  en  los  principios  de  su  ministerio,  diciéndose 
que  éste  tenia  envidia  de  la  superioridad  y  alto  concepto  de  que  gozaba 
D.  Baltasar ,  y  que  á  no  morir  tan  pronto  el  respetable  consejero,  á  quien 
por  sus  virtudes  se  le  llamaba  en  su  tiempo  el  polUico  cristiano  y  hubiera 
surgido  entre  su  sobríno  y  él  rompimiento  ruidoso. — Histoire  duMinis- 
tire  du  Cotnie-Duc ;  Cohgne,  1673. — Otro  indicio  de  que  el  voto  de  don 
Baltasar  de  Zúñiga  debió  ser  favorable  á  la  paz ,  es  el  antecedente  que 
nos  da  de  sus  opiniones  Contarini ,  el  embajador  que  precedió  á  Mocéni- 
go en  la  corte  de  España,  y  que,  informando  al  Senado  sobre  los  minis- 
tros del  Consejo  de  Felipe  III,  decia  en  1622:  «El  Conde  de  Benavente, 
el  cardenal  Zapata,  D.  Baltasar  de  Zúñiga  y  Agustin  Messia,  aunque 
continuadores  de  las  máximas  de  Felipe  II,  parece  se  ajustan  al  mejor 
concepto  de  sostener  el  lustre  y  la  grandeza  de  la  Corona,  más  bien  con 
el  fundamento  de  la  paz,  que  con  el  medio  de  la  guerra. » 


2^  BOSQUEJO    HISTÓRICO. 


naves  mercantes,  y  otros  infinitos  apresamientos ,  ex- 
pensas y  daños  de  más  enojosa  liquidación,  aunque 
de  no  menor  pesadumbre.  Saldo  terrible  para  nuestra 
desgraciada  patria,  que  nos  hace  contemplar  siempre 
con  tristeza  aquel  inimitable  lienzo  de  la  rendición  de 
Breda,  pues  el  haber  dado  ocasión  á  Velazquez  para 
trazarle,  es  el  único  beneficio  líquido  que  puede  con- 
tarse de  la  funesta  guerra  con  que  inauguró  D.  Gas- 
par de  Guzman  la  era  de  su  privanza. 

No  se  muestra  tan  á  las  claras  la  parte  de  respon- 
sabilidad del  Conde-Duque  en  la  ruptura  del  nego- 
ciado matrimonio  entre  el  Príncipe  de  Gales  y  la  in- 
fanta María,  hija  segunda  de  Felipe  III,  ni  puede  ser 
tan  seguro  el  juicio,  como  al  tratarse  de  las  paces  con 
Holanda,  sobre  los  bienes  ó  las  desventuras  que  tal 
enlace  habría  traido  á  España ;  pero  es  lo  cierto  que 
la  conducta  irreflexiva  del  favorito  no  acertó  á  inspi- 
rarse en  un  pensamiento  fijo ;  fué  á  remolque  de  las 
antipatías  de  Roma  y  las  desconfianzas  de  Inglaterra, 
y  en  lo  que  pudo  ser  principio  y  fundamento  para  po- 
derosa alianza,  en  la  que  tanto  alivio  habrían  recibido 
nuestras  flotas,  y  tan  poderoso  aliento  nuestras  rela- 
ciones marítimas,  sólo  se  alcanzó  á  buena  cuenta  un 
airado  enemigo  para  nuestras  armas,  un  nuevo  azote 
para  nuestras  costas,  y  un  peligro  más  para  aquellos 
caudales  de  América  que,  como  providencial  maná, 
venian  á  refrescar  de  cuando  en  cuando  los  exhaus- 
tos veneros  de  las  Rentas  Reales. 

Sabido  es  que  el  pensamiento  del  enlace  se  agita- 
ba de  antiguo  en  la  diplomacia  inglesa  y  que  el  Con- 
de de  Bristol,  embajador  cerca  de  Felipe  III,  habia 
propuesto  en  1611  el  matrimonio  de  D.'  Ana  de 
Austria  con  el  Príncipe  de  Gales ,  quedando  la  negó- 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  2<) 


ciacion  en  tal  estado ,  porque  ya  estaba  hecha  igual 
petición  por  la  corte  de  Francia ,  pero  muerto  el  Rey 
de  Inglaterra ,  y  sucediéndole  en  el  Principado  el  que 
fué  después  Carlos  I,  renovóse  la  proposición  por 
medio  del  Conde  de  Gondomár,  nuestro  embajador 
en  Londres,  refiriéndola  á  la  infanta  María,  y  acom- 
pañando extensos  ofrecimientos  sobre  libertad  y 
protección  de  la  Religión  católica  en  los  Estados 
británicos. 

No  fué  mal  recibida  por  Felipe  III  la  propuesta; 
tratóse  el  asunto  en  Consejo,  y  diéronse  contestacio- 
nes favorables  al  embajador,  demostración  clara  de 
que  no  habia  en  Felipe  III,  no  obstante  su  religioso 
celo,  resistencia  decidida  á  un  enlace  de  desigual  re- 
ligión, y  bien  puede  asegurarse  que  la  opinión  del 
pueblo  no  iba  más  lejos  que  la  del  Rey  en  las  repug- 
nancias de  trato  y  comunicación  con  herejes,  y  que  ni 
entonces  ni  después  hubo  presión  de  tales  preocupa- 
ciones para  romper  el  matrimonio  proyectado;  era, 
por  el  contrario,  popular  en  España  la  alianza  con 
Inglaterra,  si  merecen  crédito  las  noticias  de  los 
Embajadores  venecianos,  quienes  creyeron,  con  su 
habitual  perspicacia,  difícil  y  poco  probable  la  bo- 
da, pero  atribuyendo  los  obstáculos  á  Inglaterra  más 
que  á  España. 

Cuando  la  negociación  se  estaba  siguiendo  bajo  los 
mejores  auspicios,  murió  Felipe  III,  pero  no  abando- 
nó por  eso  el  monarca  inglés  el  pensamiento,  reanu- 
dó con  Felipe  IV  los  tratos,  dio  nuevos  y  extraordi- 
narios poderes  en  1622  al  Conde  de  Bristol,  pidió 
el  Rey  de  España  al  Papa  la  dispensa  necesaria  para 
el  matrimonio,  y  en  este  estado  las  cosas,  y  como  si 
quisiera  decidirlas  por  un  golpe  audaz,  más  raro  aún 


30  BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


en  aquellos  tiempos  de  severísima  etiqueta  palaciega 
que  en  los  actuales,  se  presentó  de  improviso  el  pro- 
pio Príncipe  de  Gales  en  Madrid  con  el  Duque  de 
Bukingan,  sorprendiendo,  no  sólo  á  la  Corte,  sino  al 
mismo  embajador  inglés.  Conde  de  Bristol,  que  ase- 
guraba no  habia  tenido  aviso  alguno  de  tal  visita. 

Las  fiestas  y  obsequios  que  se  prodigaron  al  enamo- 
rado viajero  fueron  exquisitos;  visitáronle  los  diversos 
Consejos  y  Juntas,  que  constuian  entonces  los  centros 
y  direcciones  de  la  administración  y  la  justicia,  ha- 
ciéndole presente  tenian  orden  del  Rey  para  despa- 
char en  el  acto  cuantas  gracias  y  provisiones  tuviese 
á  bien  indicar  el  Príncipe  para  todos  los  que  recurrie- 
sen á  su  protección,  cualesquiera  que  fuesen  los  deli- 
tos ó  acusaciones  que  sobre  los  tales  pesaran,  decre- 
táronse generales  indultos,  alzáronse  las  pragmáticas 
recientes  sobre  trajes,  coches  y  libreas,  saliendo  á 
plaza  todos  los  lujosos  atavíos  que  aguardaban  ocul- 
tos remitiese  el  rigor  propio  de  tales  reglamentacio- 
nes en  los  primeros  dias  que  ven  la  luz,  se  sucedieron 
sin  interrupción  fiestas  y  visitas,  en  las  que  no  escasea- 
ron las  aclamaciones  populares,  y  apresuráronse  con 
estos  sucesos  las  dispensas,  que  vinieron  de  Roma  sin 
condición  de  abjuraciones,  y  sólo  con  algunas  reservas 
de  la  Santa  Sede,  fáciles  de  satisfacer ;  y  cuando  la 
opinión  de  respetables  teólogos  consultados  al  efec- 
to se  habia  mostrado  favorable  (i),  el  voto  de  los  Con- 
sejos unánime  en  tal  sentido  y  la  buena  presencia  del 


(i)  Los  teólogos  del  tiempo  fueron  mucho  menos  intransigentes  de 
lo  que  la  vulgar  opinión  da  á  menudo  por  cierto,  y  no  fueron  extraños  á 
las  consideraciones  del  patriotismo  y  la  prudencia  dentro  de  los  límites 
que  la  doctrina  consiente.  Fray  Francisco  de  Jesús ,  predicador  del  Rey, 


BOSQUEJO   HISTÓRICO.  3 1 


Principe  y  de  su  galano  amigo,  y  las  muestras  de  ena- 
morado que  acreditara  el  romancesco  viaje,  predispo- 
nian  bien  los  ánimos  y  ganaban  simpatías  al  enlacé, 
partió  el  novio  pretextando  cartas  que  con  preci- 
sión le  llamaban  á  Inglaterra,  y  dejando  poderes  para 
el  casamiento  al  Conde  de  Bristol  y  al  infante  D.  Car- 
los, pero  sin  duda  alguna  resuelto  á  dar  por  termina- 
da la  negociación,  y  según  se  dijo  por  entonces,  me- 
diando, antes  de  abandonar  la  corte,  agrias  contes- 
taciones entre  Bukingan  y  Olivares,  jurándoselas  el 
favorito  inglés  al  castellano,  amenazándole  con  ha- 
cerle sentir  en  breve  su  venganza,  á  lo  que  parece  con- 
testó el  Conde-Duque,  «Vuestra  merced  cumpla  sus 
» promesas  como  debe  y  ejecute  sus  amenazas  como 
»pueda,  que  perdonado  quedará  de  mi  parte.» 

La  despedida,  sin  embargo,  correspondió  al  recibi- 
miento en  exterioridades  de  afecto  y  en  pompa  y  cor- 
tesía, pero  ya  desde  Segovia  revocó  el  Príncipe  los 


que  fué  uno  de  los  consultados,  decia:  «  Aqui  hay  peligro  de  perversión 
de  católicos ,  que  es  menester  prevenir ,  y  hay  esperanzas  de  conversión 
de  herejes,  á  que  también  hay  que  mirar,  y  no  es  menester  que  la  con- 
versión sea  inmediata,  que  bastan  esperanzas,  y  puesto  que  el  Príncipe 
ofrece  concurrir  siempre  que  S.  A.  se  lo  pida  á  las  pláticas  de  la  Reli- 
gión, y  á  no  estorbarla  en  ninguna  ceremonia,  esto  es  lo  sumo  que  pue- 
de y  debe  pedirse,  de  la  conversión  del  Principe  para  afuera;  y  sobre  la 
libertad  de  la  Religión ,  dice  con  San  Agustín ,  que  entonces  está  li- 
bre la  Religión  católica  entre  herejes,  cuando  el  hereje  no  es  forzado  á 
tomarla,  ni  el  católico  tiene  ya  que  temer  por  seguirla;  pero  una  tan 
grande  acción  pide  tiempo ,  y  es  en  favor  de  ella  misma  que  no  se  haga 
precipitada  ni  apresuradamente.»— Z<75  papeles  que  por  mandado  del  Rey 
M  5.  há  hecho  Fr,  Francisco  de  Jesús ^  su  predicador^  sobre  el  tratado  del 
matrimonio  qiu  el  Principe  de  Galles  pretende  con  S,  A,  la  infanta  María, 
según  los  Sferentes  estados  que  ha  ido  teniendo  esta  materia, — Imprenta  Real, 
1623. 


32  BOSQUEJO    HISTÓRICO. 


poderes  matrimoniales,  y  apenas  llegado  á  Inglaterra 
hizo  pública  la  ruptura,  y  se  ocupó  activamente  en 
procurar  la  restitución  del  Palatinado  por  la  fuerza, 
favoreciendo  cuanto  le  fué  posible,  la  liga,  y  mandan- 
do una  escuadra  con  tropas  de  desembarco  á  Cádiz, 
felizmente  rechazadas  sin  grande  daflo  nuestro,  por  la 
vigorosa  resistencia  de  D.  Fernando  Girón,  coman- 
dante de  aquella  costa,  pero  que  causaron  tales  inquie- 
tudes en  España,  que  cuando  llegó  sin  novedad  la 
flota  con  1 6  millones,  túvose  el  suceso  por  milagro  y 
obra  de  una  especialísima  protección  divina  á  nuestra 
monarquía,  mandando  el  Rey  que  se  celebrara  perpe- 
tuamente en  todas  las  iglesias  del  reino  una  función 
religiosa  en  acción  de  gracias  el  29  de  Noviembre,  dia 
de  la  feliz  arribada  de  los  galeones  á  Cádiz. 

Guizot,  en  su  notable  estudio  histórico  sobre  esta 
extraña  negociación  del  matrimonio  (i),  juzga  con 
merecida  severidad  al  Conde-Duque,  y  los  documen- 
tos que  por  extenso  relaciona,  confirman  que  aun  ad- 
mitiendo siguiera  el  favorito  en  esa  ruptura  el  hilo  de 
las  inclinaciones  del  Rey  y  de  la  misma  Infanta,  ante 
propios  y  extraños  la  responsabilidad  del  rompimien- 
to, de  los  males  positivos  que  por  el  momento  trajo, 
y  de  las  ilusiones  lisonjeras  que  deshizo,  acreditan 
en  esta  ocasión  la  ligereza  en  sus  acciones  y  palabras 
en  términos  difíciles  de  creer,  si  no  constaran  por 
modo  irrecusable,  y  que  seguramente  no  pasarían 
inadvertidos  y  sin  dejar  huella  ante  el  natural  inge- 
nio del  Monarca. 

En  la  carta  que  el  Príncipe  y  Bukinghan  escribie- 


(i)  Guizot.  Un  projet  de  mariage  Roya!, 


BOSQUEJO   HISTÓRICO.  33 


ron  al  Rey  de  Inglaterra,  fechada  en  Madrid  en  20  de 
Marzo  de  1623,  se  revela  á  las  claras  con  cuánta  im- 
prudencia debió  expresarse  Olivares,  en  un  asunto  eri- 
zado de  dificultades  y  peligros  en  aquellas  circunstan- 
cias, mediando  la  decidida  oposición  que  á  una  hacian, 
la  Santa  Sede,  los  protestantes  ingleses,  y  todos  los 
enemigos  de  la  casa  de  Austria  en  Europa. 

«Hemos  encontrado  al  Conde  de  Olivares»,  decian 
los  alegres  viajeros  escribiendo  según  su  costumbre 
en  colaboración,  «tan  encantado  de  nuestro  viaje  y  de 
»tal  cortesía,  que  rogamos  á  vuestra  merced  le  escriba 
» la  más  afectuosa  carta  de  gracias.  Nos  ha  dicho  esta 
» misma  maflana,  que  si  el  Papa  no  queria  conceder  la 
»  dispensa  para  que  la  infanta  llegue  á  ser  la  mujer  de 
»tu  hijo,  se  le  daria  como  su  querida,  y  que  ha  escrito 
»hoy  mismo  al  cardenal  Ludovisi,  sobrino  del  Papa, 
>que  el  Rey  de  Inglaterra,  enviando  aquí  á  su  hijo, 
» habia impuesto  al  Rey  de  España  tales  obligaciones, 
»que  suplicaba  al  Papa  concediera  inmediatamente  la 
» dispensa,  porque  no  habia  nada  en  estos  reliaos  que 
»se  os  pudiera  negar.  En  resumen,  creemos  repug- 
»nará  mucho  el  conceder  la  dispensa,  y  si  la  negara, 
» quisiéramos  saber  hasta  qué  punto  podríamos  obli- 
»garnos  en  cuanto  al  reconocimiento  del  poder  espe- 
ja cíal  del  Papa,  porque  nos  inclinamos  á  creer  que  si 
»le  quisierais  reconocer  como  jefe  principal  bajo 
» Cristo,  entonces  el  matrimonio  se  haría  sin  él.  Pi- 
»diéndoos  vuestra  bendición,  quedamos  de  vuestra 
»merced  humilde  hijo  y  servidor, 

Carlos, 

»y  vuestro  humilde  esclavo  y  perro, 

Steenie.  » 


34  BOSQUEJO   HISTÓRICO. 

Nombre  familiar  este  último,  del  Duque  de  Bukin- 
ghan. 

En  armonía  con  las  impresiones  de  esta  carta,  es- 
cribia  el  Conde  de  Bristol:  «Jamas  he  visto  hombre 
»  más  satisfecho  que  el  Rey,  cuando  supo  que  el  Prínci- 
»pe  habia  llegado.  Olivares  se  hincó  de  rodillas  excla- 
» mando :  « No  tenemos  ya  otra  cosa  que  hacer  sino 
» echar  la  infanta  en  sus  brazos»,  y  volviéndose  á 
»  Bukinghan  le  dijo :  «Ahora  nuestros  amos  pueden  di- 
»vidirse  el  mundo. »  Noticias  todas  estas  y  otras  mu- 
chas que  en  el  mismo  sentido  podríamos  acumular,  si 
la  índole  de  este  pequeño  estudio  lo  consintiera,  que 
ponen  de  manifiesto  la  responsabilidad  del  favorito, 
por  lo  menos,  en  lo  agrio  y  violento  de  la  ruptura  de 
una  negociación,  ligeramente  entablada  quizá  por  am- 
bas partes ,  pero  que ,  si  por  causas  de  fuerza  mayor 
debia  fracasar,  se  habría  desatado  suavemente  en  ma- 
nos más  hábiles,  tratando  muy  de  otra  manera  el  asun- 
to en  sus  principios. 

Dejando  á  un  lado  las  hiperbólicas  ofertas  de  entre- 
gar la  infanta  al  Príncipe  por  querida,  como  pondera- 
ción de  mal  gusto,  quizá  no  bien  traducida  por  el  pre- 
tendiente y  su  petulante  amigo,  queda  siempre  la  idea, 
quenotenemos  por  menos  desatinada,  de  que  pudiera 
haberse  hecho  un  matrímonio  de  Príncesa  española  sin 
la  dispensa  de  la  Santa  Sede ,  con  sólo  una  declara- 
ción doctrinal  del  rey  Jacobo,  que  no  llevaba  envuel- 
ta la  abjuración  de  su  herejía,  y  de  dar  tal  asunto  por 
llano  cuando  cabos  de  esa  importancia  quedaban  por 
atar,  impresiones  todas,  que  no  pudieron  venir  al  áni- 
mo de  los  viajeros  recien  llegados  á  Madrid  sino  por 
las  declaraciones  y  conversaciones  imprudentísimas 
del  Conde- Duque. 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  35 

Después  del  rompimiento,  Olivares  quiso  utilizar 
este  suceso  en  elogio  de  su  piedad  ;  recibió  carta  de 
plácemes  de  Urbano  VIII  por  haber  descompuesto 
el  matrimonio  proyectado  (i),  y  en  el  Nicandro^  des- 
dichado papel  que  él  inspiró,  y  del  que  se  hablará  más 
adelante  al  refutar  el  cargo  de  herejía  que  de  público 
se  le  dirigiera ,  alega  como  disculpa  suficiente,  no  ha- 
ber querido  se  casase  la  infanta  María  con  el  Rey  de 
Inglaterra,  por  sólo  la  diferencia  de  religión. 

Richelieu  recogió  después  el  fruto  de  las  fracasadas 
negociaciones,  logrando  el  matrimonio  de  Carlos  I 
con  Enriqueta  María,  hija  de  Enrique  IV,  y  llevando 
adelante,  con  bien  distinta  energía  y  perspicacia  que 
el  Conde-Duque ,  el  pensamiento  capital  de  su  políti- 
ca exterior,  la  liga  de  los  Estados  protestantes  bajo  el 
patrocinio  del  Rey  Cristianísimo,  subordinando  las 
ideas  religiosas  y  los  afectos  personales  de  la  familia 
reinante,  á  las  necesidades,  á  los  intereses  y  á  la  gran- 
deza de  la  Francia. 

Otra  empresa,  personalmente  ideada  y  dirigida  por 
el  Conde-Duque  para  acertar  con  el  filón  de  prospe- 
ridades y  aumentos  que  respondiera  al  dictado  de 
Grande^  á  crédito  adjudicado  al  Rey,  fué  la  del  duca- 
do de  Mantua,  y  aunque  para  ser  justos,  no  debemos 
cargar  á  su  cuenta ,  como  algunos  historiadores  del 
tiempo  lo  hacen,  todas  las  guerras  que  con  esa  cues- 
tión se  enlazaron ,  pues  bien  se  nos  alcanza  habia  otros 
gérmenes  de  enemiga  contra  la  casa  de  Austria,  que 
hubieran  buscado  su  satisfacción  por  algún  otro  ca- 


(i)  Fragmentos  históricos  á  la  vida  de  D,  Gaspar  Felipe  de  Guzman,  por 
D.  J.  A.  de  Vera  y  Figueroa,  Conde  de  la  Roca.  ( B.  N.  de  París.) 


36  BOSQUEJO   HISTÓRICO. 

mino,  no  cabe  dudar  partió  la  agresión  de  el  favorito, 
contra  el  general  sentir  de  consejeros  y  diplomáticos, 
contrariando  la  pública  opinión  en  Italia  y  en  Espa- 
ña ;  y  los  desastres,  expensas,  sacrificios  y  perturba- 
ciones que  inmediatamente  produjo,  ni  gloria,  ni  pro- 
vecho trajeron  á  la  Monarquía,  antes  al  contrario, 
humillación  ante  los  extraños  en  Italia,  hondo  dis- 
gusto en  los  jefes  de  nuestro  ejército  y  aliados,  fraca- 
so completo,  en  una  palabra,  del  intento  de  Olivares. 

Habia  muerto  el  duque  Vicente  de  Mantua,  de- 
jando concluidas  las  fortificaciones  de  Casal,  que  se 
reputaban  por  entre  las  primeras  en  Europa,  corres- 
pondia  la  sucesión  al  Duque  de  Nevers  en  aquel  pe- 
queño Estado  de  Mantua  y  Monferrato ,  y  á  pretexto 
de  favorecer  las  pretensiones  que  á  la  misma  heren- 
cia alegaba  César  Gonzaga,  Duque  de  Guastalla, 
mientras  se  discutía  en  los  Consejos  del  Rey,  en  el  Es- 
corial, el  preferente  derecho  de  los  pretendientes  y  la 
conveniencia  en  aceptar  la  adhesión  que  á  los  intere- 
ses de  España  y  de  la  casa  de  Austria  habia  manifes- 
tado oficialmente  Nevers,  y  se  inclinaba  la  opinión  á 
respetar  la  natural  y  legítima  herencia,  que  era  la  re- 
presentada por  el  francés ,  daba  órdenes  secretas  el 
Ministro,  áD.  Gonzalo  de  Córdoba,  Gobernador  de 
Milán,  cuando  aun  no  habia  espirado  el  Duque,  cau- 
sante de  la  sucesión,  para  que  en  el  instante  que  su- 
piera su  muerte  cayera  sobre  la  fortaleza  de  Casal  y 
procurase  ocuparla,  y  expedia  instrucciones  al  Conde 
de  Oñate ,  embajador  en  Viena,  para  que  lograse  del 
Emperador  el  envío  de  un  cuerpo  de  ejército  que 
atacara  á  Mantua ;  todo  lo  cual  hacía  bien  inútiles  los 
consejos  y  deliberaciones  del  Escorial. 

Los  sucesos  y  resultados  de  esta  guerra  son  sobrado 


BOSQUEJO   HISTÓRICO.  37 

conocidos,  para  que  en  un  trabajo  de  esta  Índole  de- 
bamos reproducir  su  narración.  Richelieu  y  Luis  XIII 
en  persona  acudieron  á  Italia  á  sostener  los  derechos 
de  Nevers ;  Crepi  y  Basompiere  deshicieron  él  corto 
ejército  del  Duque  de  Saboya,  que  defendia  las  gar- 
gantas de  Suza,  hizo  el  Conde-Duque  que  el  Marques 
de  Spínola  abandonara  la  guerra  de  Flándes,  que  lle- 
vaba en  tan  buen  camino,  y  lo  trajo  á  Italia,  donde 
murió  víctima  de  ingratitudes  y  disgustos,  después  de 
haber  rendido  á  Casal  (i),  y  tras  de  sucesos  varios,  en 
los  que  lucharon  como  siempre  nuestros  soldados  con 
heroísmo,  pero  con  escasos  recursos,  sin  ninguna  vic- 
toria decisiva,  se  ajustó  primero  por  el  Marqués  de 
Santa  Cruz  una  tregua  inesperada,  y  se  concluyó  des- 
pués el  tratado  que  se  llama  de  Casal,  aunque  se  rati- 
ficó en  Querasco  en  1631,  por  el  que  todos  los  pensa- 


(i)  Se  ha  repetido  mucho,  aun  por  escritores  vecinos  al  suceso ,  que 
Spinola  murió  de  sentimiento  por  la  debilidad  demostrada  por  su  hijo 
en  la  defensa  de  un  puente  que  se  le  había  confiado,  y  Quevedo  popu- 
larizó la  especie  con  una  frase,  diciendo :  «Murió  de  que  otros  no  habían 
sabido  morir»;  pero  de  las  Memorias  de  Richelieu,  de  un  libro  del 
tiempo ,  RaccoUa  de  diverse  Memorie  per  scrivere  la  vita  del  cardinali  Giu- 
lio  Mazarini,  de  Elíridio  Benedetti,  hombre  de  confianza  del  Cardenal, 
y  de  la  Historia  de  Italia  ^  de  Brusoní,  1664,  resulta  plenamente  com- 
probado que  Spinola  fué  sacrificado  por  el  Conde-Duque,  por  no  res- 
ponder con  el  entusiasmo  y  ardor  que  el  Ministro  deseaba  á  sus  propó- 
sitos guerreros.  Al  pasar  por  Madrid  el  insigne  capitán  recomendó  y 
propuso  paces  con  Holanda,  á  pesar  de  las  victorias  de  Breda  y  Osten- 
de,  y  esto  ya  prepararía  mal  el  ánimo  del  favorito,  promovedor  de  aque- 
lla guerra ;  en  Italia  oyó  proposiciones  de  avenimiento  de  Mazaríno,  muy 
ventajosas  para  nuestras  armas,  pues  se  hacían  ante  las  dificultades  que 
habían  creado  á  los  franceses  una  grave  enfermedad  de  Luis  XIII  y  los 
estragos  de  la  peste  en  el  ejército,  en  cuyas  negociaciones  llegó  á  con- 
traer algún  compromiso  personal  Spinola,  deseoso  de  ocupar  á  Casal,  y 
dar  la  paz  á  Italia  y  aun  á  toda  Europa ;  pero  cuando  Mazaríno  volvió  al 
campo  español  con  la  aceptación  del  Rey  de  Francia  y  de  Richelieu ,  se 
encontró  al  general  postrado  y  sin  aliento ;  á  las  preguntas  é  instancias 


38  BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


mientes  que  habían  llevado  al  Conde-Duque  á  la 
guerra  fueron  vencidos  y  contrariados,  puesto  que 
nada  adquirió  Espafla,  quedó  por  entonces  el  Casal  en 
poder  del  de  Mantua ,  el  Duque  de  Saboya  adquirió 
algunas  fortalezas  en  el  Monferrato,  Francia  ocupó 
definitivamente  á  Pignerol ,  que  le  abría  las  puertas 
de  Italia  con  más  seguridad  y  certeza  que  la  simpatía 
eventual  del  Duque  de  Nevers,  y  ni  siquiera  se  logró, 
á  costa  de  tales  mortificaciones  y  sacrificios,  el  be- 
neficio de.  la  paz,  pues  embarcados  en  la  empresa  de 
apoyar  al  Emperador  de  Alemania,  seguimos  la  cam- 
paña contra  Francia  y  Suecia,  aliadas  á  la  liga  de  los 
protestantes. 

Tan  ciego  estaba,  sin  embargo,  el  Conde-Duque,  y 
tan  pagado  de  su  resolución  en  provocar  aquella  guer- 
ra, que,  según  refiere  Siry,  cuando  ya  se  habia  firma- 
do la  paz  de  Casal  y  eran  conocidos  los  resultados 
tristísimos  para  España  de  tan  insensata  aventura,  pa- 
seando Olivares  en  el  Buen  Retiro  con  el  caballero 
Hompton,  embajador  de  Inglaterra,  le  dijo,  señalán- 
dole una  frondosa  alameda  :  «Fíjese  vuestra  merced 
» en  ese  sitio  ;  ahí  fué  donde  se  acordó  declarar  la 
» guerra  de  Mantua  y  el  Monferrato»;  dejando  asom- 


del  enviado,  sólo  contestaba  repitiendo  :  «Me  han  quitado  la  honra»; 
por  ñn  le  enseñó  cartas  de  España ,  en  las  que  se  le  acusaba  de  dificultar 
la  paz  por  mostrar  deseos  de  lograrla ,  7  se  le  privaba  de  toda  atUoridad 
para  concluir  nada^  y  se  quejó  amargamente  de  Olivares  y  del  Rey,  que 
le  hacían  aparecer  como  hombre  sin  honor  ante  Richelieu  y  el  Rey  de 
Francia.  Mazarino  trató  en  vano  de  animarle :  le  despidió  Spinola  repi- 
tiéndole como  para  si  la  misma  frase  :  «  Me  han  quitado  la  honra  » ,  y  el 
25  de  Setiembre  de  1630 ,  á  la  edad  de  cincuenta  y  nueve  años,  murió 
en  Castelnuovo  de  Scrivia  aquel  gran  capitán,  cuya  figura,  llena  de  ca- 
balleresca cortesía,  ilumina  con  inimitable  expresión  el  centro  del  admi 
rabie  cuadro  de  Las  Lanzas, 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  3y 


brado  al  embajador  de  que  se  complaciera  en  traer  á 
memoria  una  empresa  tan  desdichada  para  los  espa- 
ñoles, debida  exclusivamente  á  su  autoridad  y  em- 
peño. 


IV. 


Los  errores  en  la  dirección  y  sentido  general  de  la 
política  exterior  suelen  sentirse  más  á  la  larga ,  y  co- 
mo la  responsabilidad  de  los  gobernantes  va,  por  lo 
común,  estrechamente  unida  á  los  sucesos  militares,  y 
en  éstos  tienen  tanta  parte  la  pericia  de  los  capitanes 
y  los  azares  de  una  campaña,  á  menudo  se  confunde 
la  opinión,  y  tarda  la  historia  en  aclarar  las  culpas  y 
los  aciertos ;  pero  en  las  materias  de  gobierno  inte- 
rior se  ajusta  con  algo  más  estrechamente  la  cuen- 
ta, y  la  que  sobre  ellas  iba  formándose  al  Conde- 
Duque  fué ,  sin  duda  alguna ,  la  que  dio  en  tierra  con 
su  favor  y  con  su  vida. 

Estalló  el  nublado  casi  á  la  par  en  Portugal  y  Cata- 
luña, pudiendo  decirse,  sin  exageración  en  el  juicio, 
que  cada  una  de  esas  rebeliones  hace  el  proceso  á  los 
dos  mayores  errores  en  que  puede  caer  quien  toma 
sobre  sí  la  difícil  tarea  de  dirigir  los  destinos  públicos; 
la  inoportunidad  en  los  atrevimientos  para  las  refor- 
mas y  los  intentos  nuevos ,  y  la  negligencia  en  los  re- 
paros y  renovaciones  de  las  obras  antiguas  que  se  cuar- 
tean ó  amenazan  con  ruina. 

Ya  en  su  viaje  y  jura  en  las  Cortes  de  Lérida  de  1626, 
habian  quedado  el  Rey  y  el  favorito  harto  desabridos 
con  los  catalanes,  mediando  en  cartas  y  respuestas  del 
Rey  frases  y  acusaciones  bastante  agrias  para  dejar 
semillas  de  desconfianza,  esparcidas  luego  á  los  cua- 


40  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


tro  vientos  por  D.  Gaspar,  que  en  esto,  como  en  todo, 
daba  rienda  suelta  á  deshora  á  su  verbosidad  y  pru- 
rito en  hacer  públicos  sus  atrevidos  planes,  persua- 
diendo á  todo  el  mundo  de  la  pasión  y  mala  voluntad 
que  contra  los  catalanes  abrigaba,  y  de  su  propósito 
de  concluir  en  breve  con  sus  fueros,  sometiéndolos  al 
régimen  y  cargas  de  Castilla,  y  al  dominio  absoluto  del 
Rey,  en  rentas  y  en  gobierno. 

Las  palabras  de  un  hombre  que  tiene  en  su  mano 
los  destinos  de  una  vasta  monarquía,  rara  vez  son  per- 
didas, sobre  todo  cuando  se  trata  de  despertar  rece- 
los por  crecientes  opresiones  y  tiranías,  y  de  levantar 
pasiones  en  daño  á  su  dominación  y  poderío,  y  se  pue- 
de calcular  cuáles  serian  los  temores  suscitados  entre 
los  proceres  y  caudillos  catalanes  sobre  los  propósi- 
tos del  Rey  y  el  Conde-Duque ,  cuando  vemos  que 
Contarini,  el  embajador  de  Venecia  en  1641 ,  decia  á 
su  gobierno  «que  Ips  fueros  eran  aborrecidos  de  los 
» monarcas  de  Castilla,  y  que  el  valido  se  desataba  en 
^injurias  cuando  de  los  catalanes  se  trataba»  (i).  Do- 
naires de  voluntad  y  lenguaje  tanto  más  oportunos 
para  herir  la  fiereza  de  aquellos  naturales,  cuanto  de 
cerca  seguian  al  acto  solemne  que  tan  sagrado  debia 
ser  para  el  Rey  como  para  el  pueblo,  de  jurar  éste  la 
fidelidad,  y  aquél  el  respeto  á  sus  libertades  provin- 
ciales. 

No  hemos  de  discutir  ahora  si  era  pensamiento  plau- 
sible, en  los  principios  del  siglo  xvii,  poner  mano  en 
los  fueros  de  los  reinos,  trabajosamente  unidos  á  la  Co- 
rona de  Castilla,  ni  si  la  obra  de  unidad  en  la  monar- 


(i)  Relazione  di  Spagna  de  Alvize  Contarini  Ambascictiore  á  FilippoIV 
da  el  anno  1638  al  1641. 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  4I 


quía  exigía  procedimientos  diversos,  y  harto  más  sua- 
ves cuando  se  tropezaba  con  franquicias  populares,  de 
los  empleados  con  fruto  para  acabar  con  los  privile- 
gios feudales  ;  pero  lo  que  excede  los  límites  para  toda 
excusa  es  que  D.  Gaspar  de  Guzman  quisiera  empezar 
su  obra  de  sumisión  á  la  ley  común  y  al  absolutismo 
regio,  si  á  tanto  alzó,  como  él  dijo  después,  sus  atre- 
vidos pensamientos,  por  el  Principado  catalán,  en  el 
momento  preciso  de  empeñar  una  guerra  con  la  ma- 
yor potencia  europea  en  aquella  propia  frontera ,  v 
que  para  hacer  más  irritante  la  opresión,  hiciera  atro- 
pallar  sus  libertades  y  franquicias  por  los  ministros  y 
soldados  del  Rey,  antes  de  ser  abolidas  por  alguna  ley 
ó  disposición  soberana  que  asi  lo  resolviera. 

Los  detalles  de  la  rebelión,  minuciosamente  descri- 
tos por  Meló,  popularizados  después  por  Lafuente, 
Wisse  y  otros  escritores,  no  son  para  repetidos  aquí; 
baste  consignar  que  las  provocaciones  y  ofensas  del 
gobierno  de  Castilla  en  los  alojamientos  de  tropas, 
violencias  de  los  oficiales  y  atropellos  impunes  de  los 
campesinos,  llegaron  al  extremo  de  prohibirse  por  el 
virey  Santa  Coloma  que  ningún  abogado  defendiera 
querella  de  paisanos  contra  soldados ;  y  eso,  que  tales 
alientos  llevaban  las  tropas  al  penetrar  en  las  campi- 
ñas, que  dice  Meló  con  frase  expresiva,  «que  entre  el 
» hospedaje  y  la  ruina  no  habia  ninguna  diferencia.» 

Arrecióse  el  nublado  con  las  prisiones  de  Tamarit, 
Claris,  Verges  y  Serra,  diputados  de  la  nobleza,  del 
clero  y  de  la  ciudad,  que  con  brío  no  desigual  al  co- 
medimiento (i)  habian  protestado  ante  Santa  Coloma 


(i)  Meló.  Lib.  I,  §  60.  Historia  de  los  nummientos  ^  separación  y  guerra 
de  Cataluña  en  tiempo  d^  Felipe  IV, 


42  BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


por  los  daños  comunes,  y  pedido  el  remedio;  anun- 
cióse bien  á  las  claras  la  explosión  en  12  de  Mayo, 
rompiendo  el  pueblo  las  cárceles  y  sacando  á  Tama- 
rit  y  demás  oficiales  detenidos,  sin  que  por  esto  se 
presidiara  más  fuertemente  Barcelona,  y  el  dia  del 
Corpus,  que  fué  en  aquel  año  de  1640  el  7  de  Junio, 
la  agitación  popular  creció  á  desenfrenado  motin ,  en 
el  que  pereció  el  Virey,  y  fueron  degollados  sin  resis- 
tencia y  destrozados  con  inaudita  barbarie  cuantos 
soldados  ú  oficiales  del  Rey  pudieron  descubrir  las 
turbas. 

Aun  se  intentaron,  después  de  estas  alteraciones, 
avenimientos  por  parte  de  los  catalanes,  y  el  virey 
Duque  de  Cardona,  nuevamente  nombrado ,  trató  de 
poner  freno  á  las  demasías  de  las  tropas,  prendiendo 
á  los  jefes  de  regimiento,  Arces  y  Moles,  y  á  otros  ofi- 
ciales y  soldados;  pero  el  Conde-Duque,  aconsejado 
de  aquella  altivez  que  siempre  le  habló  al  oido  (i), 
hizo  desaprobar  por  el  Rey  la  conducta  de  Cardona, 
y  el  viejo  Duque  no  pudo  sobrevivir  á  este  desaire, 
con  el  que  se  perdian  sus  esperanzas  ó  sus  ilusiones  de 
salir  adelante  en  el  tardío  y  difícil  empeño  de  apaci- 
guar incendio  tan  adelantado. 

Cedieron  ya  entonces  de  una  y  otra  parte  el  paso, 
los  tratos  de  arreglo,  á  los  preparativos  de  campaña; 
en  Castilla  se  organizó  un  ejército  puesto  al  mando 
del  Marques  de  los  Velez,  se  fortificó  Barcelona,  se 
juntaron  Cortes  y  se  buscó  el  apoyo  de  los  aragoneses 
y  de  Francia,  quedando  así  abierta  y  encendida  aque- 
lla cruelísima  guerra,  producida,  decia  Contarini  al 


(i)  Meló.  Lib.  i,  §  60. 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  43 


Senado  Véneto ,  «si  he  de  hablar  en  verdad,  por  la 
»poca  prudencia  de  quien  gobierna.» 

El  efecto  que  en  la  corte  causaron  los  sucesos  de 
Cataluña  fué  grande ;  no  anduvieron  conformes  los  pa- 
receres en  los  remedios,  y  alcanzó  ruidoso  eco  la  opi- 
nión del  Conde  de  Oñate,  que  aun  después  de  la 
muerte  de  Santa  Coloma,  aconsejaba  medidas  de  cle- 
mencia, y  pedia,  sobre  todo,  acudiera  el  Rey  en  per- 
sona al  incendio,  censura  clara  y  oposición  decidida 
á  la  política  del  Conde-Duque,  que  era  sabido  resistía 
todo  viaje. 

Curioso  síntoma  de  alborotada  opinión  en  el  vulgo 
es  el  hecho  que  refiere  Pellicer  en  sus  Avisos.  Parece 
que  yendo  S.  M.  en  la  octava  del  Santísimo  acompa- 
ñando la  procesión,  se  le  puso  delante  un  labrador 
— cuyas  voces  oí — dice  el  cronista,  y  le  dijo  estas  ra- 
zones :  <í^Al  Rey  todos  lo  engañan :  Señor,  esta  monar- 
quía se  va  acabando,  y  quien  no  lo  remedia  arderá 
en  los  infiernos. »  El  Rey  miró  hacia  el  señor  Almi- 
rante y  dijo  que  debia  ser  loco;  el  hombre  replicó 
«que  la  locura  era  no  creerle;  que  allí  estaba,  que  le 
prendiesen  ó  le  matasen»,  y  al  fin  le  retiró  la  guadia. 

No  hablan  transcurrido  seis  meses  del  levantamien- 
to en  Barcelona,  cuando  llegó  á  Madrid  la  infausta 
nueva  de  la  rebelión  en  Portugal  y  el  alzamiento 
por  Rey  del  Duque  de  Braganza,  bajo  el  dictado  de 
Juan  IV.  «Con  sangre,  no  con  tinta,  dice  Pellicer, 
que  habia  de  escribirse  ese  aviso ,  y  llorarse  antes  que 
referirse » ,  y  en  verdad  no  ponderaba  el  cronista  la 
pesadumbre  de  ese  suceso,  en  el  que  se  conteníala 
definitiva  sentencia  contra  nuestra  preponderancia  en 
el  mundo. 

No  se  advirtió  el  desastre  por  los  oficiales  ó  minis- 


44  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


tros  que  tuviera  el  Gobierno ,  atentos  al  estado  alar- 
mante de  aquel  territorio;  circularon  rumores  del 
suceso  en  la  feria  de  Estremoz,  y  despertó  mala  sos- 
pecha en  Palacio  la  circunstancia  de  haber  faltado 
la  víspera  de  la  Concepción  un  correo  que  se  des- 
pachaba siempre  en  Lisboa  para  los  dias  de  vigilia 
con  pescado,  y  que  le  costaba  al  Rey,  según  papeles 
del  tiempo,  infinitos  ducados,  y  era  ocasión  para  que 
los  cortesanos  hicieran  pasar  cosas  preciosas  sin  re- 
gistrar; tan  antigua  es  en  España  la  institución  y 
público  aprovechamiento  de  las  estafetas. 

El  segundo  aviso  llegó  el  dia  de  Nuestra  Señora; 
fué  del  Marques  de  Villanueva  del  Fresno,  recien  he- 
redado en  la  villa  fronteriza  de  Moguer,  por  donde  se 
ve  el  deplorable  mecanismo  de  una  administración 
que  con  un  reino  en  las  delicadísimas  condiciones 
de  Portugal ,  no  tenía  servicio  de  comunicación  me- 
dianamente establecido,  sino  para  los  platos  de  vi- 
gilia. Quizá  si  Felipe  IV  no  hubiere  tenido  la  aver- 
sión á  los  pescados  de  que  nos  dan  noticia  los  em- 
bajadores venecianos,  asegurando  que  sólo  los  pro- 
baba en  las  abstinencias,  hubiérase  disfrutado  con 
Lisboa  de  correo  diario.  Pero  aparte  este  detalle, 
basta  á  formar  el  juicio  de  un  gobierno  y  del  hombre 
que  en  absoluto  le  habia  manejado  por  diez  y  nueve 
años,  contemplar  con  asombro  cómo  se  puede  sepa- 
rar un  reino  entero,  desgarrando  el  costado  de  la  pro- 
pia Península,  sin  que  un  jefe  militar  salve  una  plaza 
ó  un  cuerpo  de  ejército,  sin  que  una  autoridad  fiel 
despache  un  correo,  y  con  razón  llama  á  esta  rebelión 
Contarini  «novedad  muy  curiosa  de  nuestros  tiempos, 
»y  quizá  nunca  vista  con  semejantes  circunstancias  en 
»los  pasados,  5^ 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  45 


Ni  había  estallado  la  rebelión  sin  anuncios  que  de- 
bieran fijar  la  atención  del  ministro  más  distraído  so- 
bre la  necesidad  de  defender  y  prevenir  con  la  pru- 
dencia y  la  guarda  aquellos  territorios,  aun  dando  de 
grado  que  en  el  ánimo  de  todo  gobernante  mediana- 
mente advertido,  no  sirvieran  de  suficiente  aviso  la 
historia  y  precedentes  de  la  anexión,  que  forzosamen- 
te habían  de  dejar  por  largos  años,  y  aun  por  siglos,  se- 
millas de  independencia,  prontas  á  germinar  con  cual- 
quier fomento  que  les  prestara  la  imprudencia  de  los 
castellanos,  ó  los  sucesos  exteriores  adversos  á  la  mo- 
narquía. 

Ya  en  1637  habíanse  producido  motines  de  consi- 
deración en  los  Algarves,  con  motivo  de  nuevos  tri- 
butos, dádose  vivas  á  Braganza,  rey  de  Portugal,  y 
no  habia  tenido  por  tan  leve  el  alboroto  el  gobierno , 
cuando  solicitó  del  Papa  censuras  y  breves  que  con- 
tribuyesen á  aplacarlos  ánimos,  y  que  por  cierto  no 
obtuvo.  En  el  mismo  aflo  de  la  rebelión,  por  el  mes  de 
Octubre  (i),  ya  habia  noticia  en  Madrid  de  que  los 
hidalgos  portugueses ,  no  sólo  rehusaban  salir  al  Ha- 
mado  del  Rey  para  la  guerra  de  Cataluña,  sino  que 
amenazaban  al  primero  que  saliera ,  y  decia  Pellicer 
«que  el  fin  de  esa  oposición  era  derramar  entre  la  ple- 
»be  y  pueblo,  que  es  sencillísimo,  que  el  Rey  va  con 
»la  mira  de  sacar  la  nobleza  para  quitarles  el  amparo 
»y  oprimirles  luego,  cosa  que  me  aseguran  tienen 
» creído.»  La  actitud  contraria  del  clero,  elemento  de 
importancia  tan  decisiva  en  las  conmociones  popu- 
lares ,  no  podia  estar  oculta  tampoco  si  en  Madrid  se 
hubiera  puesto  oido  al  estado  de  las  provincias  :  únase 


(i)  Avisos,  16  Octubre  1640. 


46  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


á  esto  la  advertencia  directa  hecha  por  el  Duque  de 
Hljar  al  Conde-Duque,  de  que  aquel  nos  da  cuenta 
en  una  carta  á  Sor  María  de  Agreda  (i),  las  excusas 
y  resistencias  del  Duque  de  Braganza  para  acudir  á  la 
corte ,  y  aun  para  recibir  el  collar  del  Toisón  de  que 
hacia  dos  años  se  le  habia  hecho  merced,  y  verdade- 
ramente maravilla  tal  ineptitud  y  negligencia  en  unos 
gobernantes  que  acababan  de  experimentar  el  rudo 
golpe  de  Cataluña,  y  no  acuden  con  una  sola  preven- 
ción racional  de  guarda  ó  defensa,  ni  en  Portugal,  ni 
en  sus  colonias. 

En  efecto,  de  medidas  políticas  y  organización 
administrativa  ó  económica  que  pudieran  ir  ayudan- 
do á  la  unión  de  los  reinos,  no  hemos  de  hablar,  por- 
que parecería  exigencia  excesiva  y  superior  á  lo  que 
de  sí  daban  las  ideas  del  tiempo;  conservábase  la 
aduana,  y  por  ende  las  fronteras,  manteníanse  las  se- 
paraciones en  la  Armada,  las  colonias  respetadas  en 


(i)  En  la  carta  del  Duque  de  Hijar  á  Sor  María,  fecha  14  de  Mayo 
de  1648 ,  dice  asi  el  Duque :  « También  tengo  presente  que  cuando  di 
»el  aviso  de  la  pérdida  de  Portugal  al  Conde  tres  meses  antes,  dicien- 
»  do  que  sería  de  alli  á  tres  meses,  entonces  cobré  nombre  de  mentiroso,  y 
» después,  por  hombre  que  habia  tenido  noticias,  estuve  mandado  pren- 
>der.  Y  hoy,  siendo  del  Consejo  de  Estado  de  Portugal  y  castellano,  no 
» entro  en  la  junta  de  aquel  Reino;  con  que  se  ve  que  para  las  materias 
»de  él  aún  se  desconfían  de  mi.»  E<:ta  carta,  que  toca  otros  asuntos  de 
interés,  de  que  nos  ocuparemos  más  adelante,  se  presentó  por  Sor  María 
en  la  causa  que  formó  á  la  Venerable  Madre  la  Inquisición,  suspensa 
muchos  años,  pero  removida  de  nuevo  al  descubrirse  la  conspiración  de 
Hijar,  suponiéndose  por  algunos  que  Sor  Maria  habia  tenido  al  menos 
conocimiento  de  esos  trabajos ,  no  resultando  nada  en  contra  suya,  y 
satisfaciéndola  el  Rey  en  sus  cartas,  como  se  verá  por  los  documentos 
de  esta  colección.  La  causa  de  la  Inquisición  se  halla  original  entre  los 
papeles  de  la  casa  de  Valoría ,  que  posee  en  la  actualidad  la  casa  de  Gor, 
y  una  copia  del  manuscríto  se  encuentra  en  la  biblioteca  del  Excmo.  se- 
fior  D.  Antonio  Cánovas  del  Castillo. 


BOSQUEJO   HISTÓRICO.  47 


SU  unión  con  la  metrópoli  Portuguesa  tal  como  la 
dejó  Felipe  II,  no  habiendo  alterado  en  su  resumen 
otra  cosa  que  el  sistema  tributario  para  acomodarle 
al  de  España;  pero  yaque  no  se  intentaran  más  pru- 
dentes medidas  de  asimilación,  asombra  que  en  tales 
circunstancias  y  ante  tamaños  peligros  y  amenaza- 
doras advertencias  de  alteraciones  próximas,  tuviera 
el  Conde-Duque  en  Lisboa,  por  toda  autoridad,  á 
la  Sra.  Duquesa  de  Mantua,  quien  no  habia  demos- 
trado, ni  acreditó  entonces,  cualidad  alguna  que  la 
hiciera  digna  de  tan  difícil  puesto ;  y  como  su  con- 
sejero y  valido,  áD.  Miguel  de  Vasconcellos,  hombre 
sin  prestigio  en  Portugal  por  su  origen  y  por  su  con- 
ducta propia,  hijo  de  un  curial  penado  por  delitos 
graves  en  el  mismo  reino,  que  en  sus  principios  ha- 
bíase dedicado  á  tratar  en  carbón. 

Bastó,  sin  embargo,  á  despecho  de  tan  ruines  ante- 
cedentes, que  el  D.  Miguel  Vasconcellos  emparentara 
con  un  Diego  Suarez,  muy  valido  del  Conde-Duque, 
para  que  recibiera  la  Secretaría  de  Estado  de  Portu- 
gal, siendo  voz  pública  que  apenas  sabía  escribir,  y 
que  ambos  parientes  tenian  hecha  escritura,  cuyo 
original  llegó  á  manos  del  Marques  de  la  Puebla,  de 
partir  las  mercedes  que  el  Rey  les  hiciese,  no  descui- 
dándose en  agenciar  ganancias,  como  lo  acredita  el 
hecho  de  haber  vendido  á  la  ciudad  un  pié  de  agua 
que  el  Suarez  tenía  en  una  huerta,  por  renta  de  1.600 
ducados,  cuyo  manantial  se  llevó  al  Palacio,  impo- 
niendo al  pueblo  para  pagarlo  el  tributo  de  un  real 
por  arroba  de  carne  que  se  llamó  el  real  de  agua^  y 
parece  contribuyó  poderosamente  á  excitar  contra 
los  dos  ministros  el  odio  común. 

Por  su  parte,  el  Conde-Duque,  con  su  habitual  in- 


48  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


temperancia,  avivaba  aquí,  como  en  Cataluña,  el  in- 
cendio, que  su  abandono  dejaba  después  crecer  y  en- 
señorearse de  una  y  otra  provincia.  Contarini  nos  re- 
vela que  á  los  nobles  y  prelados  llamados  á  Madrid 
tras  las  alteraciones  de  1637,  los  increpó  duramente 
como  autores  de  la  rebelión,  y  no  se  oia  otra  cosa 
al  Ministro  y  sus  confidentes,  sino  que  los  portu- 
gueses eran  unos  traidores;  lenguaje  desdichado  siem- 
pre, aun  estando  justificado  por  falsías  y  desenga- 
ños, pues  no  se  recoge  de  él  otro  resultado  que  dis- 
gustar á  los  leales,  exasperar  á  los  indecisos,  y  rego- 
cijar á  los  irreconciliables  (i). 

Estaba  ya  el  Duque  de  Braganza  al  frente  de  la 
conspiración,  impulsado  en  sus  indecisiones  por  el  vi- 
goroso espíritu  de  su  mujer  D.*  Luisa  de  Guzman, 
hermana  de  Medina  Sidonia,  cuando  acertó  á  confiar- 
le el  Conde-Duque  comisión  para  revistar  las  costas 
y  las  plazas  de  guerra.  Dicen  los  autores  favorables  á 
Portugal,  que  esto  se  hizo  con  ánimo  de  prenderle 
tan  luego  como  penetrase  en  un  barco  español,  pero 
no  hay  documento  ni  noticia  cierta  que  permita  ó 
aconseje  autorizadamente  convertir  aquel  indicio  de 
torpe  abandono,  en  prueba  de  traidora  intención,  y 


(i)  No  omitieron  los  portugueses  el  obligado  manifiesto  para  justificar 
su  rebelión,  y  en  él,  después  de  muchas  razones  de  familia  y  genealo- 
gía, dicen  sobre  la  violación  del  juramento  al  Rey,  que  Felipe  IV  se  ha 
portado  de  casi  todas  las  maneras,  por  las  que,  según  los  Doctores,  se 
hace  un  rey  indigno  de  reinar,  y  entre  ellas  por  imponer  á  los  pueblos 
tributos  insoportables  sin  Cortes,  y  asi,  aunque  tuviera  un  .titulo  legiti- 
mo, lo  perdería,  y  el  reino  podría  eximirse  de  su  obediencia  y  no  ren- 
dirle homenaje,  sin  faltar  por  eso  al  juramento  de  fidelidad.  Firman,  con 
varios  grandes  y  diputados  de  las  ciudades,  el  Arzobispo  de  Lisboa,  el 
Inquisidor  general  y  siete  obispos  más.  Declaración  de  los  Estados  de  Por- 
tugal. Lisboa,  33  Marzo  164 1. 


BOSQUEJO   HISTÓRICO.  49 


parécenos  era  llevar  demasiado  lejos  el  disimulo,  en- 
viarle al  propio  tiempo  cuarenta  mil  ducados,  encar- 
garle reclutára  tropas,  misión  la  más  propia  para  en- 
cubrir conspiraciones,  y  que  coincidieran  estas  medi- 
das con  levantar  las  guarniciones  castellanas  en  todas 
las  fortalezas  portuguesas,  hechos  á  los  que  nos  resisti- 
ríamos á  prestar  crédito  si  no  estuvieran  confirmados 
por  todas  las  relaciones  del  tiempo  (i),  y  por  los  mi- 
nuciosos informes  del  embajador  veneciano  que  así 
explica  este  maravilloso  suceso  de  cómo,  «aceptada  la 
» Corona  de  Portugal  por  el  Duque  de  Braganza,  sin 
» ejército,  sin  armada  y  con  la  muerte  de  un  solo 
» hombre,  se  ha  rebelado  todo  un  reino,  y  pasado  de 
»las  manos  y  obediencia  del  Católico  á  las  del  Du- 
»que,  sin  faltarle  un  palmo  de  terreno.» 

Ante  acontecimientos  de  tan  inmensa  pesadumbre 
no  desplegó  Olivares  mayores  cualidades  que  las  po- 
brísimas  de  alguna  actividad  en  arbitrios,  órdenes  y 
expedientes,  que  desde  un  principio  se  le  conocían. 
Comprendió  entonces  que  presentaba  dificultades, 
atendido  el  estado  de  Europa  y  el  de  España,  el  pro- 
grama grandioso  con  que  inauguró  su  privanza,  y  ges- 


(i)  En  las  cartas  de  los  Jesuítas,  publicadas  por  la  Real  Academia  de 
la  Historia,  se  relaciona  minuciosamente  el  levantamiento,  y  resulta  de 
ellas,  entre  otros  muchos  detalles  curiosos,  que  del  Castillo  de  Lisboa  y 
la  Torre  de  San  Gian  se  habian  sacado  la  casi  totalidad  de  las  guarni- 
ciones ;  en  el  castillo  no  habia  más  de  ocho  quintales  de  pólvora,  ni  más 
comida  que  la  que  diariamente  subian  de  abajo ;  estaba  ademas  abierto 
por  todas  partes,  y  muy  mal  fortificado,  y  de  los  400  soldados  que  le 
goamecian ,  los  más  eran  portugueses  ó  casados  con  portuguesas.  No  se 
entregaron,  sin  embargo,  ni  alborotaron  contra  sus  jefes  ;  pero  en  tales 
condiciones  toda  defensa  era  inútil,  y  el  maestre  de  campo  D.  Diego 
de  Cárdenas  los  mandó  capitular,  saliendo  la  pequeña  guarnición  con 
sus  armas  de  fuego,  cuerdas  encendidas  y  balas  en  boca.  Los  castillos 
de  Belén ,  Cabeza  seca  y  Cascaes  no  tenian  soldados  ni  artilleros  sino 
portugueses.  (  Memorial  histórico  español,  tomo  xvx.) 


50  BOSQUEJO   HISTÓRICO. 

tionó  la  paz  con  Francia  y  dio  á  entender  á  las  claras 
la  deseaba ;  pero  con  las  dos  rebeliones  de  Cataluña 
y  Portugal  pujantes,  era  descubrir  ese  intento  can- 
didez insigne ,  y  ni  aun  tregua  pudo  obtener ,  si  en 
ellas  no  se  comprendia  á  Portugal  y  Cataluña ,  y  á 
tanto  no  era  ya  posible  llegara  en  los  primeros  mo- 
mentos la  humillación. 

En  Cataluña,  tras  el  tiempo  perdido  en  la  malo- 
grada misión  del  Duque  de  Cardona,  nombróse  Virey 
al  Obispo  de  Barcelona,  hombre  benigno  y  temeroso, 
como  le  califica  Pellicer,  el  menos  propio,  por  tanto, 
para  la  ocasión ;  diéronse  al  propio  tiempo  á  la  Du- 
quesa viuda  de  Cardona  poderes  para  ajustar  perdo- 
nes y  partidos,  sin  que  en  aquella  señora  se  descu- 
brieran tampoco  las  condiciones  extraordinarias  que 
pudiesen  explicar  se  comisionase  á  una  dama  con  em- 
pleo en  el  que  toda  energía  y  prudencia  y  altas  dotes 
debian  parecer  pocas  para  su  afortunado  desempeño. 
Publicáronse  de  una  y  otra  parte  manifiestos  y  pro- 
clamaciones con  extraordinaria  fecundidad,  dando  los 
catalanes  excusas  de  su  rebelión,  y  replicando  el  go- 
bierno á  sus  teologias  y  razonamientos ;  y  es  de  notar, 
como  curioso,  que  uno  de  los  agravios  y  atropellos 
ponderados  con  mayor  energía  en  los  manifiestos  por 
los  rebeldes,  poniéndolo  al  nivel  de  las  más  insopor- 
tables tiranías,  fuera  el  haber  visto  casullas  y  fronta- 
les convertidos  en  jubones,  basquinas  y  prendas  de 
uso  (i),  cosa  que  ahora  parece  llevadera  y  llana, 
puesto  que  no  repugnan  agenciar  tales  objetos  para 
adorno  de  sus  salones,  escrupulosos  católicos. 


(i)  Proclamación  de  los  Católicos  á  la  Majestad  de  Felipe  el  Grande, 
nuestro  señor,  los  Conselleres  y  Consejo  de  los  ciento  de  la  ciudad  de 
Barcelona. 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  5 1 

Pero  entre  tanto,  los  pueblos  del  Principado  se  for- 
tificaban y  apercibian  á  la  lucha,  las  inteligencias  y 
tratos  con  el  Rey  Cristianísimo  se  estrechaban,  é  iban 
entrando  franceses  á  la  deshilada.  Reuníanse  también 
las  milicias  de  Castilla,  y  se  dictaban  severos  bandos 
contra  desertores  y  retardados,  consagrábase  muy 
particularmente  el  Conde-Duque  á  poner  en  servicio 
los  caballeros  de  las  Órdenes  militares  y  cuantos  hi- 
dalgos debieran  merced  ú  obligación  al  Rey,  pero  es 
el  caso  que  en  Diciembre,  seis  meses  después  del  al- 
zamiento de  Barcelona,  aun  no  habia  penetrado  un 
ejército  á  castigar  la  rebelión,  y  todavía  recibia  el 
gobierno  embajadas  de  los  conselleres  nuevamente 
elegidos,  con  desvergonzadas  condiciones,  como  las 
califica  Pellicer;  se  dudaba  si  iria  orden  para  que 
entraran  al  fin  tropas,  y  se  llegaban  á  nombrar  pública 
y  oficialmente  personas  prácticas  para  que  formen 
memoriales  de  los  medios  y  disposiciones  que  se  les 
ofrezca  para  introducir  negociación  de  paces  en  Ca- 
taluña^ como  pudiera  comisionarse  á  un  perito  el  es- 
tudio de  algún  procedimiento  industrial  ó  agrícola. 

En  acudir  á  los  aprietos  de  Portugal  ya  se  creyó 
era  el  caso  de  no  escatimar  medidas  las  más  extremas, 
y  se  instituyó  una  Junta  presidida  por  D.  Luis  de  Ha- 
ro,  cuyo  objeto  era  alistar  á  los  caballeros  más  lu- 
cidos de  la  corte ,  y  que  atendió  ante  todo  á  prescri- 
bir el  ceremonial  reglamentario  del  alistamiento,  por 
extremo  curioso.  «Los  caballeros  llamados  al  seno 
»de  la  Junta  debian  entrar,  sentarse  y  cubrirse;  se 
»les  proponia,  de  parte  del  señor  Conde-Duque^  el 
» aprieto  de  las  cosas  y  la  obligación  del  servicio  del 
»  Rey,  y  se  les  pedia  fueran  á  esta  ocasión  con  su  caba- 
»llo  y  armas,  y  firmaban  si  habian  de  ir,  añadiendo  la 


52  BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


»  parte  de  las  conveniencias  y  mercedes  que  se  les  ha- 
»bian  de  hacer,  hábitos,  oficios  y  ayudas  de  costa,  de 
» lo  cual  se  hacía  consulta  á  S.  M.  con  informe  escri- 
»to;  subia  al  despacho  y  bajaba  resuelto.  » 

Abrióse  también  una  á  manera  de  suscricion  para 
allegar  soldados,  ofreciendo  cada  consejero  cuatro, 
los  grandes  de  España  ciento,  y  los  títulos,  según  su 
posibilidad ;  pero  se  caminaba  en  todo  con  pasmosa 
lentitud,  se  perdian  los  primeros  momentos,  precio- 
sos, principalmente  en  Portugal,  donde  la  rebelión 
contaba,  por  la  pobreza  y  debilidad  del  país,  con  po- 
quísimos recursos ,  y  donde  no  se  pueden  registrar  sin 
indignación  y  vergüenza  las  páginas  de  historias  y  do- 
cumentos que  un  año  y  otro  nos  relatan,  por  todo  es- 
fuerzo del  gobierno  para  reparar  aquella  inmensa  des- 
gracia, correrías,  rebatos,  saqueos  de  villas  y  campi- 
ñas, más  propias  entre  tribus  salvajes  fronterizas  que 
en  un  país  que  procura  rehacer  su  unidad  nacional, 
amenazada  por  tan  tremendo  retroceso  (i).  Y  corona 
este  tristísimo  cuadro  de  imprevisiones  é  incapacida- 
des, como  un  rasgo  humorístico  puede  completar  una 
elegía,  el  célebre  cartel  de  desafío  que  el  Duque  de 
Medinasidonia  dirigió  á  su  cuñado  el  de  Braganza, 
especie  de  penitencia  expiatoria  que  le  impuso  el  Con- 
de-Duque en  pena  á  las  vehementes  sospechas  que 
sobre  él  recayeron  en  la  conspiración  del  Marques  de 
Ayamonte  para  declarar  la  independencia  de  Anda- 
lucía, descubierta  por  extraña  casualidad  á  tiempo,  y 
castigada  con  el  suplicio  del  Marques. 


(i)  Justiniani,  en  su  relación  de  1643;  dice  que  sólo  se  habian  en- 
viado contra  Portugal  unos  seis  ú  ocho  mil  hombres  de  gente  allegadiza 
de  Extremadura  y  Andalucía ,  que  vivian  del  saqueo  y  la  rapiña. 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  53 


Emplazaba  Medinasidonia  al  Príncipe  rebelde  para 
que  viniese  á  combatir  cuerpo  á  cuerpo  en  Valencia 
de  Alcántara,  donde  le  esperaría  solo,  por  espacio  de 

ochenta  dias,  dejándole  la  elección  de  armas todo 

lo  que,  por  iniciativa  y  traza  de  Olivares,  se  hizo  cor- 
rer en  papeles  impresos  por  España  y  por  las  cortes 
extranjeras,  que  insertos  andan  en  varias  historias  y 
que,  á  la  verdad,  ni  en  estilo,  ni  en  sentido  práctico  y 
formal,  desdicen  de  los  andantescos  desafíos  trazados 
algunos  años  antes  para  eterno  regocijo  de  las  edades, 
por  el  príncipe  de  nuestros  ingenios. 

No  sería  completo  el  cuadro  de  las  diversas  causas 
que  produjeron  la  caida  del  Conde-Duque  y  su  des- 
gracia en  el  Real  ánimo,  si,  con  los  grandes  desastres 
del  político,  no  mencionáramos  los  errores  del  corte- 
sano, y  los  desvanecimientos  de  lo  que  llamaríamos 
hoy  el  hombre  de  mundo ;  y  entre  otros  sobrado  mi- 
nuciosos para  las  márgenes  reducidas  de  este  bosque- 
jo, el  solemne  reconocimiento  y  ostentoso  enlace  que 
prociíró  á  su  hijo  natural  D.  Enrique  Felipe ,  con  im- 
prudente desafío  á  la  opinión  en  la  Corte  y  la  villa. 

Ya  en  1636  diera  Olivares  gallarda  muestra  de  su 
despreocupación  en  parecidas  materías,  declarando 
por  hijo  suyo  á  D.  Gaspar  de  Teves,  habido  en  la 
mujer  de  D.  Melchor,  del  Consejo  Real,  constante  el 
matrimonio  y  tenido  hasta  entonces,  como  es  ley,  por 
hijo  legítimo  del  Consejero  (i) ;  pero  no  satisfecho  con 
esto,  años  después,  en  los  momentos  de  mayor  duelo 
y  angustia  para  la  monarquía ,  cuando  ardia  la  guerra 
en  Cataluña  y  estallaba  la  rebelión  en  Portugal,  pre- 


(i)  Cartas  de  algunos  PP,  de  la  Compañía  de  Jesús;  Marzo,  1636. 


54  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


para  y  lleva  á  cabo  otro  reconocimiento ,  y  en  alarde 
de  omnipotencia  capitula  y  casa  al  bastardo  con  do- 
ña Juana  Velasco,  hija  mayor  del  Condestable  de 
Castilla,  noticiando  á  todos  los  grandes  el  enlace 
proyectado,  en  una  carta  en  que  apellida  al  nuevo  vas- 
tago prenda  de  yerros  pasados;  y  en  verdad  eran  los 
yerros  de  naturaleza  y  circunstancias  tales,  que  el  ver- 
los tan  ensalzados  no  podia  menos  de  lastimar  los  res- 
petos de  la  Corte ,  aun  siendo  tan  fácil  en  sus  costum- 
bres como  aquélla. 

El  novio  habia  pasado  en  Madrid  por  hijo  natural 
de  una  dama  galante  entre  las  más  notadas  en  la  calle 
Mayor  y  en  el  Sotillo ,  llamada  D.'  Isabel  de  Anversa, 
y  de  D.  Francisco  Valcárcel,  alcalde  de  casa  y  cor- 
te, que  era  sabido  sustentaba  con  gran  lujo  á  la  corte- 
sana ;  y  se  le  puso  por  nombre  en  el  bautismo  D.  Ju- 
lián. Muerta  la  madre,  porfiara  el  mozo  por  que  le  re- 
conociese Valcárcel ,  quien  lo  resistía,  no  teniendo 
conciencia  fuera  él  más  obligado  que  otros  á  decla- 
rarse por  padre  ;  pero  lo  hizo  al  fin  á  la  hora  de  la 
muerte  instado  por  el  Conde-Duque ,  y  pasó  el  don 
Julián,  ya  habilitado  con  apellido,  á  México,  donde, 
por  malas  aventuras  fué  condenado  en  delito  grave, 
estando  á  punto  de  ser  ahorcado,  y  librándole  la  amis- 
tad que  con  Valcárcel  habia  tenido  el  Virey ,  quien  le 
facilitó  la  fuga  á  Flándes ,  de  donde  regresó  á  poco  á 
España,  y  casó  con  D."  Leonor  de  Unzueta ,  hija  de 
otra  cortesana  madrileña. 

Pero  ni  antecedentes,  ni  matrimonio,  ni  considera- 
ciones de  pública  honestidad,  detuvieron  al  Conde, 
que,  desgraciado  en  su  legitima  sucesión,  aspiraba  á 
dilatar  su  gloria  y  poderío  en  un  heredero  de  su  ape- 
llido, que  llegara  á  ser  su  D.  Juan  de  Austria,  y  en 


BOSQUEJO   HISTÓRICO.  55 


Noviembre  de  1641,  interviniendo  la  autoridad  del 
Rey,  declaró  por  hijo  suyo  á  D.  Julián  Valcárcel,  le 
cambió  el  nombre ,  apellidándole  D.  Enrique  Felipe 
de  Guzman ,  dio  parte  á  los  embajadores  y  grandes 
del  suceso  por  mano  de  los  secretarios  de  Estado  An- 
drés Roxas  y  Antonio  Camero ,  logró  comisionara  el 
Papa  al  Obispo  de  Ávila  para  el  examen  del  matri- 
monio contraido  con  la  de  Unzueta,  lo  declaró  nulo  el 
Obispo,  contra  las  protestas  de  la  interesada,  casó  á 
ésta  luego  con  un  sujeto  á  quien  se  dio  plaza  de  oidor 
en  las  Indias,  y  quedó  el  flamante  D.  Enrique  habili- 
tado para  enlazarse  con  la  ilustre  familia  de  los  Velas- 
eos,  no  sin  acentuado  disgusto  en  deudos  y  allegados, 
y  sin  desahogos  del  vulgo  en  numerosas  y  picantes 
coplas  y  canciones,  reveladoras  de  la  huella  causada 
portales  demasías  en  la  general  opinión  (i). 


(i)  Entre  otras  muchas  merecen  mencionarse  las  que  empiezan : 

Vuestra  Majestad  despache 
A  mi  hijo  D.  Julián  ; 
Hoy  Enrique  de  Guzman 
Y  ayer  Guzman  de  Alfarache. 

El  pasquin  puesto  en  la  casa  del  Condestable  cuando  se  supo  daba  su 
hija  al  bastardo  del  Conde,  y  que  decia  : 

Soy  la  casa  de  Velasco , 
Que  de  nada  hace  asco. 

Y,  por  Último ,  un  diálogo  sobre  varios  sucesos  del  año,  publicado  en 
Cataluña ,  y  que  posee  en  su  notable  Biblioteca  de  libros  españoles ,  ra- 
ros y  curiosos,  el  Conde  de  Benahavis ;  dice  así  el  trozo  relativo  á  ese 
acontecimiento,  en  el  que  se  viene  hablando  del  valido : 

l  Qué  se  dice  en  la  corte  de  su  hijo  ? 
Capitán  le  hizo  el  Conde  de  la  guerra , 
Y  ha  tomado  liciones 

En  tabernas ,  despensas ,  bodegones  , 

Con  tanta  gallardfa , 

Que  si  no  se  lo  daban ,  no  comía. 

Sigura  puede  estar  cualquier  Corona 


56  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


No  trascendió,  sin  embargo,  el  disgusto  de  manera 
visible  á  Palacio ,  antes  sirvieron  los  obsequios  y  de- 
mostraciones Reales,  prodigados  en  esta  ocasión  al 
privado,  como  testimonio  de  no  sufrir  su  poderío  con 
los  desgraciados  lances  empeñados  en  Portugal  y  Ca- 
taluña ,  pues  se  hizo  á  D.  Enrique  conde  de  Loeches, 
marques  de  Mairena,  gran  canciller  de  las  Indias, 
tesorero  general  del  reino  de  Aragón  y  alcaide  del 
Retiro,  y  en  ese  Palacio  les  visitaron  con  ostentación 
los  más  altos  personajes,  y,  como  donosamente  dice 
una  carta  de  los  PP.  Jesuitas,  «;ío  quedó  grande^ 
embajador  ó  cardenal  que  no  les  arrojara  excelen- 
ciai^  (i). 

Estaba,  sin  embargo,  entre  estos  alardes  y  esplen- 
dores, muy  próxima  la  primera  señal  de  la  decaden- 
cia en  el  poderío  del  privado ,  y  se  ofreció  visible  y  ya 
con  graves  caracteres,  en  el  viaje  á  Zaragoza,  resuelto 
y  llevado  á  cabo  por  persistente  voluntad  del  Rey  y 
contra  el  deseo  y  consejo  de  Olivares.  La  opinión  y 
anhelo  para  que  acudiera  S.  M.  en  persona  á  los  ejér- 
citos que  peleaban  por  conservar,  siquiera  en  la  Pe- 


Que  pusiere  á  su  lado  tal  persona. 

Si  esta  guerra  se  hidera  á  una  despensa , 

Hallara  en  nuestro  alférez  gran  defensa. 


El  Conde  como  Papa  ha  dispensado , 

Y  dos  veces  á  un  tiempo  le  ha  casado  ; 

Y  si  otra  lo  quisiera , 
Del  mismo  modo  fuera, 
Que  basta  que  él  lo  mande 

Para  que  se  le  ofrezca  cualquier  grande 


(  Coloquio  del  sentimiento  que  hacen  dos  licenciados ,  de  la  destrucción  de 
toda  España  por  causa  del  Conde- Duque  y  luto  de  toda  Castilla.  En  Barce- 
lona, por  Jaime  Mathevat,  año  1643.) 

(i)  Correspondencia  de  los  jesuitas,  t.  iv. 


BOSQUEJO   HISTÓRICO.  57 


nínsula  la  integridad  nacional  á  tanta  costa  alcanza- 
da, eran  universales  y  se  revelaban  con  apremio,  des- 
de los  grandes,  cuya  voz  en  esto  llevaba  el  Conde  de 
Ofiate,  hasta  los  que,  como  Pellicer  y  otros  escrito- 
res, traducían  en  papeles  y  avisos  las  impresiones  del 
vulgo  y  clases  medias  (i) ,  representando,  aunque  por 
manera  imperfecta,  el  oficio  de  la  prensa  en  nuestros 
dias ;  y  esta  corriente  universal  movió  sin  duda  los  na- 
turales alientos  y  las  inclinaciones  sanas  de  Felipe  IV, 
decidiéndole  á  sacudir  el  yugo,  al  menos  en  esa  cues- 
tión del  viaje. 

En  vano  fué  se  reunieran  en  el  Retiro  muchas  jun- 
tas, así  del  Consejo  de  Estado  como  de  médicos,  para 
apoyar  no  convenia  saliera  el  Rey ,  y  que  un  abogado 
de  nota  se  prestara  á  escribir  en  derecho^  probando 
no  debia  hacerse  la  jomada,  ruedas  todas  no  movidas 
á  andar  seguramente  sin  órdenes  del  Ministro ;  el  Rey 
persistió  en  su  acuerdo ,  y  refirióse  como  muy  cierto 
por  entonces,  que  habiendo  encontrado  S.  M.  al  Pro- 
tonotario  con  una  consulta  en  la  mano,  tomóla  y  la 
hizo  pedazos,  diciendo  :  «No  me  hagan  consultas  para 
»no  ir  á  Cataluña,  sino  vayanse  disponiendo  para  la 
»ida.»  Di  jóse  también  hablan  intentado  su  confesor  y 
la  Condesa  de  Olivares  disuadirle,  y  que  replicó  el 
Rey  :  «Si  no  quiere  salir  el  Conde ,  que  se  quede.»  Y 
reacio  éste,  con  efecto,  en  abandonar  á  Madrid  aun 
después  de  la  lenta  y  trabajosa  partida  de  S.  M.,  pa- 
rece recibió  un  papel  del  Rey,  diciéndole  que  si  el 
martes  no  estaba  en  Aranjueznole  aguardaba,  por  lo 


(i)  Años  atr^s  babia  aparecido  un  pasquín  en  Palacio  que  decía ; 

El  de  Francia  está  en  campaña , 
Y  en  el  ¡Retiro  e)  de  EspaA^. 


S8  BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


que  hubo  de  salir  el  favorito  en  el  siniestro  dia,  acom- 
pañado del  P.  Provincial  de  los  jesuitas,  y  aun  en  el 
viaje,  cuando  en  Molina  se  disparó  al  descuido  ó  con 
malicia  un  arcabuz,  cuya  bala  rompió  el  coche  del 
Conde-Duque ,  hiriendo  á  su  secretario  y  al  enano 
Primo  que  le  daba  aire ,  todavía  quisieron  algunos  to- 
mar de  este  atentado  causa  para  el  regreso  del  Rey, 
pero  tampoco  les  valió  (i). 

Coinciden  estas  noticias  con  el  interés  que  mostró 
por  el  viaje  la  Reina,  apoyada  por  varios  señores  de 
la  corte ,  y  las  exhortaciones  á  su  marido  para  apre- 
surarlo, cuando  por  última  vez  le  vio  en  Vacia-Ma- 
drid, y  todo  ello  evidencia  que  empezó  entonces  ano 
ser  absoluto  el  imperio  del  Ministro ,  y  en  estas  altas 
torres  del  favor  cortesano,  es  el  primer  estremeci- 
miento vecino  inmediato  á  la  total  ruina. 

Los  resultados  y  circunstancias  de  la  jornada  no  fa- 
vorecieron tampoco  al  privado,  y  cuando  se  repasan 
en  los  documentos  del  tiempo  las  trazas  y  preparati- 
vos de  aquella  expedición,  en  que  podian  librarse  tan 
graves  intereses  para  la  monarquía,  se  ve  á  las  claras 
con  cuánta  sinrazón  se  ha  querido  mejorar  la  memo- 
ria funesta  de  Olivares ,  atribuyéndole  diligencia  y  ac- 
tividad en  administrar  recursos. 

Se  inició  el  viaje  por  el  anticipado  envío  de  la  caba- 
lleriza de  S.  M.  con  pompa  y  atavíos,  más  propios  de 
fiestas  que  de  guerra,  puesliban  seis  literas,  nueve  co- 
ches, ciento  tres  caballos  encubertados,  catorce  pa- 


(i)  En  Molina  se  celebró  un  consejo  sobre  si  el  Rey  debía  entrar  en 
el  reino  de  Aragón ,  y  todos  fueron  de  opinión  que  no  saliese  de  Casti- 
lla, menos  el  embajador  de  Alemania,  Marqués  de  Grana,  que  opinó  en 
contra ,  lo  cual  aumentó  la  enemiga  que  le  tenia  el  Conde-Duque.  (Ma- 
nuscrito de  la  Biblioteca  Nacional  de  París. } 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  59 


jes  y  los  oficiales  de  Palacio;  «vista  digna  de  admi- 
»racion  y  aplauso,  dicen  los  Avisos^  por  las  galas 
»de  los  personajes,  hermosura  de  los  caballos  y  ri- 
»queza  en  las  literas  y  coches.»  Hasta  mucho  tiempo 
después  no  se  cuidó  de  reunir  fondos,  y  entonces 
se  pidieron  donativos  de  diez  y  siete  mil  ducados  á 
particulares,  señores  y  hombres  de  negocios,  reco- 
giéndose, á  lo  que  se  dijo  entonces,  sobre  millón 
y  medio,  no  sin  que  para  ello  fuera  menester  llevar 
á  la  cárcel,  sólo  en  Madrid,  á  150  de  los  donantes 
más  reacios  en  ejercitar  la  generosidad;  á  media- 
dos de  Marzo  de  1 642  se  dirigieron  las  cartas  á  gran- 
des títulos  y  prelados  que  debian  todos  sin  excusa 
acompañar  á  S.  M. ,  y  se  publicó  la  jornada ;  y  en  23 
de  Abril ,  tras  solemnes  despedidas  á  varias  imágenes 
devotas ,  á  Santiago  en  su  parroquia  y  á  Nuestra  Se- 
ñora de  Atocha,  pasó  el  Rey  á  Alcalá  á  visitar  el  san- 
tuario de  San  Diego,  y  llegó  el  martes  29  á  Loeches; 
se  trasladó  luego  á  Aranjuez,  donde  estuvo  hasta 
entrado  Mayo,  y  el  20  de  ese  mes,  sin  embargo  de  ser 
martes,  como  dice  Pellicer ,  salió  el  Conde-Duque  de 
Madrid  para  reunirse  con  S.  M.,  siguiendo,  ya  sin 
largos  descansos  y  escalas,  á  Zaragoza. 


V. 


Ausentes  el  Rey  y  el  favorito,  comenzaron  á  descu- 
brirse en  Madrid  más  á  las  claras  los  intentos  de  la 
reina  D/  Isabel  y  la  labor  por  ella  dirigida  para  dar 
en  tierra  con  la  privanza,  aprovechando  la  ocasión  á 


6o  BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


más  andar  y  con  no  poca  maña,  para  acreditar  su 
amor  al  pueblo  y  fortificarse  con  la  opinión  general, 
dispuesta  siempre  á  vigorizar  los  buenos  propósitos, 
sobre  todo  cuando  éstos  se  enlazan  con  la  destrucción 
de  algún  poderoso. 

Era  D.*  Isabel ,  por  universal  testimonio  de  los  con- 
temporáneos, de  notable  belleza  y  agradables  mane- 
ras, y  convertida  á  las  costumbres  españolas,  gustaba 
por  demás  de  fiestas  de  toros  y  comedias,  en  las  que, 
por  los  principios  del  reinado  sobre  todo ,  habia  dado 
rienda  suelta  á  su  condición  alegre  y  bulliciosa ,  con- 
sintiendo y  agradeciendo  se  preparasen  en  su  obse- 
quio, no  sólo  representaciones  extraordinarias  y  tra- 
moyas nocturnas  en  Aranjuez  y  el  Retiro,  sino  silbas 
y  tumultos  y  riñas  entre  las  mujeres  del  pueblo,  y 
desórdenes  que  tramaban  los  cortesanos,  soltando  cu- 
lebras y  sabandijas  entre  los  espectadores,  todo  lo 
cual  parece  le  entretenía  tanto  ó  más  que  la  fábula 
dramática.  Estas  aficiones  y  divertimientos  van  muy  á 
menudo  acompañados  en  las  damas,  de  piedad  severa 
y  de  honestidad  exquisita,  pero  rara  vez  dejan  de 
prestar  aliento  á  atrevimientos  más  ó  menos  insensa- 
tos, dando  ocasión  á  murmuraciones  que  cada  cual 
acoge,  desde  el  momento  en  que  se  producen  y  cir- 
culan, con  la  incredulidad  ó  el  aprecio  que  le  dictan 
sus  grados  de  caridad  para  con  el  prójimo. 

Y  algo  de  esto  debieron  dejar  tras  sí  tan  bulliciosas 
funciones,  y  singularmente  la  celebrada  de  noche  en 
Aranjuez,  en  el  jardin  de  la  Isla,  para  representar  La 
Gloria  de  Niquea^  obra  escrita  por  Juan  de  la  Vera 
Tássis,  conde  de  Villamediana,  para  la  joven  Reina,  y 
en  la  que  el  poeta  la  habia  asignado  el  papel  de  diosa 
de  la  Hermosura.  Aconteció  que  precisamente  al  ter- 


BOSQUEJO   HISTÓRICO.  6 1 


minar  la  loa  estalló  violento  incendio  en  los  pabello- 
nes y  bastidores  interiores  ocupados  por  las  damas ,  y 
fácilmente  se  comprende  que  en  fiesta  nocturna  y 
campestre,  ya  ocasionadas  de  suyo  á  malas  suposicio- 
nes y  rumores,  el  suceso  sería  de  los  que  abren  ancho 
crédito  á  la  maledicencia.  Los  poetas  cortesanos,  al 
relacionar  las  confusiones  del  jardin,  insisten  mucho 
en  que  el  Rey,  y  no  otro,  fué  quien  sacó  en  brazos  á 
la  Reina  y  á  la  Infanta;  pesada  carga,  como  observa 
Hartzenbusch ,  para  un  solo  viaje  (i);  pero  dan  á  en- 
tender que  entre  la  noche  y  el  tumulto  engendráronse 
murmuraciones,  que  no  eran  para  referidas, 

fingiendo 

la  novedad  desatinos , 
y  la  ignorancia  misteríos. 

Pocos  meses  después,  Villamediana,  el  autor  de  la 
comedia  y,  según  algunos,  del  incendio,  paseando 
por  la  calle  Mayor  en  su  carroza  con  D.  Luis  de  Haro, 
muere  asesinado ,  como  dijeron  las  coplas  de  enton- 
ces, por  impulso  soberano^  pues  parece  cosa  averi- 
guada fué  aquella  sumaria  ejecución  acto  de  imperio, 
que  las  ideas  del  tiempo  estimaban  como  legítimo 
ejercicio  de  la  Real  autoridad,  si  la  pena  era  mereci- 
da en  el  fuero  de  la  conciencia.  Con  notable  proli- 
jidad y  estudio  se  ha  escrito  después  para  desvanecer 
la  tradición,  que  atribuye  ese  drama  á  los  elevados 
atrevimientos  del  famoso  Correo  Mayor,  y  lo  relacio- 
na con  las  confusiones  del  jardin  y  la  representación 
de  La  Gloria  de  Niquea;  pero  no  satisface  del  todo 


(i)  Discursos  en  la  Academia  de  la  Lengua ,  en  la  recepción  de  D,  Fran- 
ciuo  Cutanda;  17  Marzo  1861. 


62  BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


la  explicación  de  haberse  decretado  la  muerte  en  cas- 
tigo á  sus  sátiras ,  no  siendo  ellas  más  celebradas  ni 
más  temibles  que  las  de  otros,  que  las  purgaron  con 
meras  prisiones  ó  destierros,  y  el  instinto  del  vulgo 
vio  entonces  en  aquel  escarmiento  algo,  sobre  lo  que 
ni  la  murmuración  se  atrevia  á  explayarse  en  aquellos 
tiempos.  Abultáronse  después  esas  impresiones  por 
Mad"*  D'Aulnoy  Sommerdyck  y  otros  viajeros  poco 
escrupulosos  (i),  pero  si  D.' Isabel  de  Francia  sufrió 
de  algunas  murmuraciones  contemporáneas  y  postu- 
mas, y  padeció  por  justos  ó  injustos  celos,  fueron  de 
todas  suertes  nubes  pasajeras,  aunque  quizás  sangrien- 
tas, y  quién  sabe  si  contribuiria  tan  duro  escarmiento 
de  alguna  venial  coquetería,  á  moderar  su  jovialidad 
y  templar  su  carácter.  Ello  es  que  conservó  hasta 
su  muerte  el  respeto  y  la  estimación  de  la  corte  y  del 
pueblo ,  en  medio  de  las  amargas  pruebas  á  que  la  su- 
jetara continuamente  la  incorregible  fragilidad  de  su 
esposo,  y  por  el  tiempo  en  que  preparaba  la  desgracia 
del  favorito,  con  razón  podia  decirse  de  ella  en  todos 
sentidos,  como  escribe  el  P.  Florez  en  su  sencillo 


(i)  Á  los  muchos  datos  que  en  su  notable  discurso  reunió  Hartzen- 
busch  para  la  justificación  de  la  buena  conducta  y  memoria  de  D.*  Isabel, 
puede  unirse  el  testimonio  de  uno  de  los  consejeros  del  Parlamento  de 
Paris,  que  acompañaron  al  mariscal  Gramont  en  1659  y  que  escribió  su 
viaje  por  España  y  Portugal;  y  si  bien  da  noticia  del  rumor  que  atri- 
buia  la  muerte  de  Villamediana  á  sus  galanterías  por  la  Reina ,  dice  que 
muchos  lo  negaban ;  que  el  Conde  era  pequeño  y  de  mala  ñgura;  que  la 
Francelinda  de  sus  poesías  amorosas  era,  como  ya  lo  descubre  Hartzen- 
busch,  una  D.*  Francisca  deTabara,  á  quien  también  galanteaba  el  Rey, 
y  que  le  dio  á  Villamediana  la  banda  con  los  reales  de  á  ocho,  y  que  por 
ella  y  no  por  D/  Isabel  se  puso  el  mote  de  Mis  amores  son  reales,  siendo 
la  causa  de  su  muerte ,  en  opinión  de  los  que  hablaron  al  viajero,  un  so- 
neto en  el  que  se  burlaba  de  los  nombrados  gentiles-hombres  de  Cá- 
mara. 


BOSQUEJO  HISTÓRICA.  63 


lenguaje  (i),  «que  la  satisfacción  que  el  Rey  tenía  de 
>su  buena  conducta  le  aseguraba  para  vivir  sin  so- 
»bresalto  en  las  ausencias.» 

En  tales  condiciones  colocada,  era  D.*  Isabel  una 
gran  fuerza  en  Palacio,  pues  las  inclinaciones  ligeras 
del  Rey  no  le  apartaron  de  su  familia  ni  llegaron  á 
determinar  movimiento  alguno  en  su  voluntad,  ni 
hacer  huella  en  su  espíritu ,  ni  siquiera  influyeron  en 
el  desarreglo  de  su  particular  hacienda ;  y  así  que  la 
Reina  se  decidió  á  combatir  la  privanza  del  Conde- 
Duque,  y  puso  enjuego  sus  poderosos  recursos,  no  se 
hicieron  esperar  mucho  los  resultados. 

Sacudiendo  la  tutela  de  la  Condesa  de  Olivares,  dió- 
se  D.'  Isabel  á  visitar  las  guardias,  excitando  en  jefes 
y  soldados  el  entusiasmo  por  la  causa  del  Rey,  presi- 
dió las  juntas,  hablando  en  ellas  con  notable  disposi- 
ción y  desembarazo  sobre  las  materias  de  gobierno 
y  guerra,  y  no  omitió,  como  era  regular,  el  ofreci- 
miento de  sus  joyas  para  el  más  pronto  equipo  de  las 
coronelías  que  iban  organizándose  en  la  villa,  todo  lo 
que  produjo  en  poco  tiempo  un  entusiasmo,  al  que 
prestaban  mayores  alas  las  noticias  ciertas  de  ser  de- 
cididamente contraria  al  valido,  y  la  que  hasta  enton- 
ces habia  sido  una  modesta  y  no  poco  desdeñada  es- 
posa, sujeta  á  estrecha  y  dura  vigilancia  de  la  Conde- 
sa de  Olivares,  creció  en  pocos  dias,  á  espaldas  del 
Rey  y  del  privado,  en  significación  y  en  prestigio  con 
la  vertiginosa  rapidez  con  que  se  elevan,  aún  en  los 
sistemas  sociales  y  políticos  más  autoritarios ,  los  que 
aciertan  á  descubrir  y  colocarse  en  una  corriente,  ver- 


(i)  Florez.  Reinas  Católicas. 


64  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


dadera  ó  equivocada,  pero  real  y  positiva  de  la  opi- 
nión pública.  El  Rey,  que  hasta  entonces  no  habia 
hecho  de  su  mujer  estimación  alguna  para  materias 
de  gobierno,  la  tuvo  desde  ese  viaje  en  alto  precio. 
Así  lo  acredita  la  referencia  que  corrió  más  tarde 
por  Madrid,  cuando  acababa  de  retirarse  á  Loeches 
el  Conde-Duque.  Parece  que  visitando  Felipe  IV  las 
Descalzas,  hubo  de  decirles  en  su  conversación  «en- 
»comendáran  mucho  á  Diosa  su  privado,  para  que  le 
» comunicase  luz  para  el  gobierno»,  y  como  no  se  de- 
clarase más,  cuando  se  iba,  una  de  las  hermanas  se  le 
hincó  de  rodillas  y  le  dijo:  «Seflor,  para  que  estas 
»  santas  religiosas  dirijan  sus  oraciones  con  más  fruto, 
»  suplicóle  me  haga  merced  de  decimos  quién  es  el  pri- 
»vado.»  A  lo  que  respondió  S.  M. :  «Mi  privado  es  la 
» Reina  »,  revelando  así  con  esta  declaración  titular,  y 
en  esas  pocas  palabras ,  el  hilo  y  trama  verdadera  de 
aquella  tremenda  lucha  librada  en  su  espíritu  entre 
las  influencias  y  las  ideas  de  su  juventud  concentra- 
das en  el  Conde-Duque,  y  los  estímulos  de  la  opi- 
nión común ,  el  clamor  de  los  sucesivos  desastres  y 
los  impulsos  perezosos  de  la  propia  conciencia,  en 
la  que  habia  izado  el  guión  y  decidido  el  triunfo, 
doña  Isabel  de  Francia. 

En  el  viaje,  el  Conde-Duque  dio  una  prueba  más 
de  lo  mezquino  de  sus  miras  y  alcances :  mantuvo  en- 
cerrado en  Zaragoza  al  Monarca,  defendiéndole,  co- 
mo de  ponzoñoso  contagio,  del  trato  y  comunicación 
con  el  ejército  y  con  los  nobles  y  pueblo  aragonés, 
y  á  trueque  de  resguardar  contra  enemigas  asechan- 
zas su  valimiento ,  no  vaciló  en  hacer  pasar  al  Monar- 
ca ante  las  tropas  por  pusilánime ,  y  ante  el  pueblo  por 
desabrido  é  indiferente ,  empleando  cuantos  recursos 


BOSQUEJO   HISTÓRICO.  6  5 

de  predominio  aun  le  quedaban,  en  esterilizar  los  fru- 
tos todos  que  un  Rey  inteligente,  benévolo,  de  no- 
bles y  sanas  inclinaciones ,  podia  haber  recogido  en 
aquella  jornada  entre  pueblos,  que  si  conservaban  aun 
vivos  el  respeto  y  entusiasmo  monárquico,  era  ur- 
gente atraerlos  á  la  causa  de  Castilla,  y  de  la  nacio- 
nalidad española ,  pues,  según  las  relaciones  de  Con- 
tarini  (i),  Aragón,  Valencia  y  Navarra  estaban  tan 
desconfiadas  con  los  alardes  del  Conde-Duque,  que 
dudaban  si  la  victoria  sobre  Cataluña  sería  la  víspera 
de  su  ruina,  y  personas  muy  doctas  temían  se  propa- 
gase el  incendio  muy  luego  á  Aragón.  Vencido  el 
Rey  en  esa  lucha,  regresó  á  Madrid  sin  haber  pasa- 
do de  Zaragoza,  disgustado,  triste  y  con  impaciencia 
ya  visible  por  sacudir  el  yugo  opresor  del  favorito. 

En  Palacio  halló  levantado  el  estandarte  de  la  re- 
belión por  la  Reina,  y  abierta  por  tales  manos  la 
primera  brecha,  los  aliados  para  la  empresa  habían 
de  ser  muchos ;  pero  mantúvose  predominante  en  la 
campaña  el  carácter  con  que  se  iniciara,  y  puede  de- 
cirse que ,  como  causas  inmediatas  y  determinan- 
tes, dieron  en  tierra  con  el  Conde-Duque,  tres  mu- 
jeres (2),  D.*  Isabel  de  Francia,  la  Duquesa  de  Man- 
tua y  D.*  Ana  de  Guevara,  la  nodriza  del  Rey,  que  en 
los  principios  habia  ayudado  á  Lerma  en  sus  tentati- 


(i)  Contaríni.  Relazione  de  Vambassada  al  Senaio  de  Venezzia^  1641. 

(2)  Es  digno  denota  que  cayera  al  impulso  de  una  conjuración  feme- 
nina hombre  que  hada  alarde  de  tener  en  poco  á  las  mujeres,  pues  es 
suya  una  frase  que  en  su.  parte  más  grosera  y  absurda  repitió  Napoleón. 
Según  el  manuscrito  ya  citado,  atribuido  al  Marqués  de  Grana,  decia 
Olivares  «que  las  monjas  se  debian  estimar  sólo  para  rezar  y  las  mujeres 
para  parir.» 


5 


66  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


vas  para  estorbar  la  privanza  del  D.  Gaspar  con  el 
Príncipe, 

La  Duquesa  de  Mantua,  desde  el  levantamiento  de 
Portugal,  vivia  en  retiro  forzoso  en  Ocafla,  y  alimen- 
taba contra  el  Conde-Duque  todo  el  odio  que  des- 
piertan las  desgracias  políticas  en  los  que  se  creen  sus 
víctimas  inocentes ,  sin  recordar  la  parte  de  culpa  á 
ellos  imputable,  y  agriada  por  añadidura  con  la  penu- 
ria más  espantosa.  La  reciente  Vireina  de  Portugal 
tuvo  que  recurrir  en  su  destierro  á  la  caridad  de  dos 
conventos,  y  á  fuerza  de  instancias  y  emisarios  sólo 
habia  logrado  le  enviase  el  Gobierno,  lo  que  ahora 
Uamariamos  un  libramiento  contra  la  villa,  con  el 
que  le  fué  tan  difícil  hacer  moneda,  como  suele  serlo 
todavía  hoy  con  tales  papeles ,  y  tomando  motivo  de 
esa  angustia,  llamada  secretamente,  según  se  creyó 
entonces ,  por  la  Reina ,  salió  de  Ocaña  burlando  la 
vigilancia  del  corregidor,  y  apareció  en  Madrid  con  el 
hábito  de  la  Orden  de  San  Francisco ,  que  por  devo- 
ción vestia  desde  las  desgracias  públicas  y  privadas  su- 
fridas en  Lisboa.  Todavía  intentó  el  Conde-Duque  di- 
ficultar su  entrevista  con  el  Rey,  y  negóse  él  á  visitar- 
la, enviando  á  la  Condesa  su  mujer  para  que  la  instalase 
en  la  Encarnación;  pero  las  resistencias  de  D.  Gaspar 
se  contaban,  desde  el  viaje  al  ejército,  por  derrotas ;  la 
Reina  facilitó  á  la  Duquesa  las  entrevistas,  en  las  que 
menudearian,  como  era  preciso,  las  acusaciones  al  fa- 
vorito por  su  conducta  en  Portugal ,  con  el  vigor  de 
quien  rebosaba  en  razón,  y  en  ira  para  esforzarla ,  y 
avaloradas  con  las  lágrimas  de  la  esposa,  autorizada 
por  el  entusiasmo  popular  en  la  reciente  interinidad 
de  su  gobierno,  y  pidiendo  por  la  suerte  de  su  hijo, 
comprometida  por  la  política  funesta  del  valido. 


BOSQUEJO   HISTÓRICO.  67 

D.*  Ana  de  Guevara ,  apartada  de  la  corte  por  la 
Condesa  de  Olivares,  acudió  también  al  rebato ,  y 
aguardando  al  Rey  en  momento  oportunamente  pre- 
parado por  las  conspiradoras,  le  sorprendió  en  un  pa- 
sillo, al  entrar  en  las  habitaciones  de  D.*  Isabel,  pi- 
diéndole de  rodillas  oyera  la  voz  del  pueblo,  y  aleja- 
ra luego  al  favorito. 

El  Conde  de  Castrillo  y  el  Marqués  de  Grana,  éste, 
embajador  del  Emperador  en  la  corte,  hablando  al 
Rey,  alo  que  parece,  por  encargo  de  su  soberano, 
ayudaron  eficazmente  ese  trabajo,  y  movióse  al  fin  el 
Monarca  al  supremo  esfuerzo  de  su  voluntad,  que  di- 
vide como  en  dos  grandes  cuadros  su  vida;  á  despedir 
de  su  lado  al  Conde-Duque.  El  17  de  Enero  de  1643, 
al  marchar  á  una  partida  de  caza,  le  escribió  una  car- 
ta «  concediéndole  el  permiso  que  varias  veces  le  ha- 
»bia  pedido  para  retirarse  á  sus  tierras,  quedando  muy 
» satisfecho  del  celo  con  que  le  habia  servido»,  fórmu- 
la que  en  aquellos  tiempos,  y  en  caidas  de  privados, 
tenía  un  tanto  más  sentido  que  en  los  decretos  de 
nuestros  dias. 

Dirigió  luego  el  Rey  cartas  á  los  Consejos  y  á  al- 
gunos jefes  principales  de  los  ejércitos,  participando 
el  suceso,  honrando  al  Conde-Duque  con  la  declara- 
ción del  celo,  amor,  limpieza  é  incesante  trabajo 
con  que  le  habia  servido ,  dando  por  toda  causa  de  su 
separación  las  vivas  instancias  del  Ministro,  por  lo 
apretado  de  sus  achaques,  y  manifestando  esperanzas 
de  que  recobrarla  con  el  reposo  la  salud  para  volver 
á  emplearla  en  lo  que  conviniera  á  su  servicio. 

Á  estas  públicas  y  oficiales  demostraciones  debie- 
ron acompañar  otras  más  íntimas,  propias  á  despertar 
en  el  favorito  esas  esperanzas  que  tan  escaso  alimento 


68  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 

necesitan  para  vivir  y  crecer  en  el  pecho  de  un  des- 
terrado, y  así,  á  pesar  de  las  anteriores  instancias  y 
vivos  deseos  de  dejar  el  poder  para  ocuparse  con  hol- 
gura de  sus  haciendas,  y  de  cuidar  de  su  salud  corpo- 
ral y  espiritual,  que  pocos  ministros  han  prodigado 
tanto ,  extremándolas  hasta  el  punto  de  hacer  que  el 
Rey  le  hiciera  merced  de  un  convento  para  retirarse 
de  los  negocios  (i),  ello  es  que  una  vez  conocida  la 
voluntad  del  Monarca,  en  términos  que  no  se  presta- 
ban á  duda,  no  hallaba  momento  oportuno  el  Conde 
para  salir  del  Real  Palacio,  acariciando  quizás  en 
aquellas  amargas  horas,  dudas  y  esperanzas,  traduc- 
ción española  de  la  memorable  journée  des  dupes^  en 
la  que  tantos  cortesanos  creyeron  caido  á  Richelieu 
á  impulsos  del  odio  de  María  de  Médicis,  bastando 
luego  al  astuto  Ministro  unas  horas  de  conversación 
á  solas  con  Luis  XIII,  para  recobrar  todo  su  imperio, 
y  saborear  una  tras  otra  las  venganzas  que  fué  im- 
poniendo á  los  conspiradores  y  simpatizadores  pre- 
surosos de  su  caida. 

Necesitó  Felipe  IV  para  un  nuevo  arranque  de 
energía,  una  nueva  partida  de  caza,  dejando  dicho 
«  que  para  cuando  volviera  estuviese  ya  fuera  de  Pa- 
» lacio  el  Conde-Duque»,  pero  todavía  estaba  éste  en 
sus  habitaciones  al  regreso  del  Rey,  y  creyó  deberse 
excusar  por  hallarse  indispuesto ,  prometiendo  partir 
al  dia  siguiente ,  recado  que ,  según  las  cartas  de  los 
Jesuítas,  nada  enemigos  del  favorito,  acogió  ya  el 
Rey  con  poco  gusto,  y  respondió  con  desabrimiento, 
« que  salga  sin  falta.  » 


(i)  Correspondencia  de  los  PP,  /esuiías^  1. 1. 


BOSQUEJO   HISTÓRICO.  69 

• 

Viendo  cerrado  el  camino  para  detenerse  más,  dio 
el  Conde  sus  papeles  é  instrucciones  á  su  sobrino 
D.  Luis  de  Haro,  pidió  la  asistencia  para  viaje  como 
caballerizo  mayor,  que  era,  «coche  de  seis  muías,  un 
carro  largo,  dos  hacas  y  una  muía  de  regalo»,  conce- 
diéndosele ,  no  sin  consultar  á  S.  M.,  y  mientras  este 
aparato  atraia  á  los  alrededores  de  la  Priora  las  mu- 
chas gentes  que,  enteradas  del  caso ,  se  prometian  pre- 
senciar la  triste  despedida  del  Conde ,  éste ,  asistido 
sólo  por  dos  criados,  poseido  de  melancolía  profun- 
da, sin  apenas  probar  bocado  de  los  platos  que  le  sir- 
vieron, salió  por  puerta  secreta,  tomó  un  coche, 
donde  le  esperaban  el  Conde  de  Grajal  y  el  P.  Juan 
Martinez  de  Ripalda,  y  partió  á  Loeches,  dejando 
burlados  á  mal  intencionados  y  curiosos,  que  vien- 
do partir  varios  coches  de  la  puerta  principal,  los 
persiguieron  con  insultos  y  pedradas  juzgando  iba  en 
ellos  el  Conde-Duque. 


VL 


Siguió  á  esta  mudanza,  como  á  casi  todas  las  por 
largo  tiempo  deseadas,  grande  y  lisonjera  manifesta- 
ción de  buenos  propósitos,  laudables  principios  y  me- 
jores esperanzas.  Las  aclamaciones  del  pueblo  cuando 
S.  M.  salió  en  aquellos  dias',  una  vez  á  la  Encarnación 
y  otra  á  las  Descalzas,  aplaudiendo  su  resolución,  fue- 
ron extraordinarias ;  los  grandes,  que  habian  empeza- 


70  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 

do  á  evitar  las  asistencias  á  Palacio  (i),  no  sólo  acu- 
dieron presurosos,  sino  que  varios,  como  Híjar,  Lé- 
mos.  Osuna  y  el  Infantado,  salieron  con  sus  carrozas 
á  largas  distancias  cuando  regresaba  S.  M.  del  Esco- 
rial, sólo  para  venir  acompañándole  y  mostrarle  su  re- 
gocijo, y  el  Rey,  cuyo  natural  ingenio  y  buen  deseo 
eran  tan  apropiados  para  esos  momentos,  en  los  que 
sólo  se  trata  de  bosquejar  excelentes  resoluciones  de 
enmienda,  dejó  maravillados  á  los  Consejos  con  sus 
pláticas,  que  en  aquellos  tiempos  de  ampulosos  esti- 
los sorprendieron  por  su  sencillez,  prudencia,  cordu- 
ra y  exquisito  juicio. 

Al  Consejo  de  Estado  y  de  la  Cámara  habló  por 
largo  espacio ;  empezó  con  graciosa  naturalidad  uno 
de  sus  discursos,  previniéndoles  pudiera  ser  que  se 
cortara  ante  el  auditorio ,  y  aunque  tan  absoluto  el 
régimen  de  aquella  monarquía,  no  se  creyó  dispen- 
sado de  dar  sobre  la  crisis  sus  explicaciones,  fuerza  es 
confesarlo ,  más  claras  y  explícitas  de  las  que  se  acos- 
tumbran en  nuestros  Parlamentos,  diciendo  «cuanto 
» estimaba  al  Conde-Duque,  y  sus  buenos  deseos  de 
» servirle  que  siempre  tuvo;  pero  que  habiendo  llegado 
ȇ  entender  era  grande  el  deseo  del  pueblo  de  que  lo 
» gobernase  por  sí,  le  quería  satisfacer  sin  tener  más 
» privado,  y  rogaba  á  todos  le  ayudasen,  diciéndole 


(i)  En  los  últimos  años  del  ministerio  del  Conde- Duque ^  fueron 
desterrados  de  la  córtei  y  más  ó  menos  perseguidos,  los  Duques  de  Osu- 
na, Fernandina,  Hijar,  Alba  y  Maqueda,  los  Condes  de  Lémos,  Fuen- 
salida  y  Altamira,  D.  Fadríque  de  Toledo,  y  otros,  llegando  el  aparta- 
miento de  la  nobleza  al  extremo,  de  que  el  dia  de  Navidad  no  hubiera  en 
el  banco  de  la  Capilla  Real  más  grande  que  el  Conde  de  Santa  Coloma. 
RelaHon  de  ce  qui  ¿estpassé  en  Espagne  á  la  disgrace  du  ComU  Duc  d^  Oli- 
vares,— 1650,  París. 


BOSQUEJO   HISTÓRICO.  7 1 

»lo  que  sintiesen  con  llaneza  y  verdad;  sólo  en  una 
»  cosa — les  dijo  al  terminar — os  advierto  no  me  vayáis 
»  á  la  mano ,  y  es  en  que  estoy  en  resolución  de  salir  á 
»  campaña  y  ser  el  primero  en  los  peligros,  arriesgando 
»mi  sangre  y  vida  por  el  bien  de  mis  vasallos,  resuci- 
» tando  en  ellos  su  antiguo  valor  que  está  muy  caido 
»con  los  sucesos  de  estos  años»  :  peroración  admira- 
blemente elegida  para  aquellos  momentos,  que  re- 
vela cuan  szmos  eran  los  sentimientos  del  Rey,  tal 
como  los  vemos  manifestarse  después  en  toda  su  cor- 
respondencia con  Sor  María,  y  cómo  los  comprimia 
y  dirigia  por  senderos  mezquinos  el  Conde-Duque. 
Libre  el  Monarca  de  su  presión,  respiraba  y  se  apresu- 
raba á  protestar  contra  lo  que  más  habia  dolido  á  su 
noble  espíritu,  las  resistencias,  desconfianzas,  cobar- 
días y  mezquindades  de  su  anterior  viaje  á  campaña 
empequeñecido  y  malogrado  por  el  favorito. 

Ni  se  reducian  á  meras  pláticas  los  esfuerzos  del 
Rey  en  hacer  por  su  parte  cuanto  consintieran  sus  fa- 
cultades y  potencias  en  bien  de  su  pueblo,  y  para  go- 
bernarle por  sí,  con  lo  que  se  creia  remediar  en  poco 
tiempo  todos  los  males ;  asistia  á  los  Consejos  de  Esta- 
do de  ordinario,  acudia  con  gran  puntualidad  al  des- 
pacho, todos  los  dias  á  las  siete  estaba  ya  vestido,  dan- 
do audiencia,  y  de  su  mano  escribia  decretos  y  comu- 
nicaciones, tan  dignos  de  atención,  como  el  que  creó 
la  comisión  de  los  Condes  de  Ofiate,  Castrillo,  D.  Juan 
Chumacero  y  otros,  para  que  examinaran  y  juzgaran, 
«si  los  tributos  impuestos  á  los  Reinos  por  el  apretado 
» estado  de  las  cosas,  y  de  las  invasiones  en  ellos  de 
»  nuestros  enemigos,  habian  sido  con  toda  justificación 
»y  seguridad  de  conciencia» ;  y  la  supresión  de  las  in- 
finitas juntas  permanentes  creadas  por  el  Conde-Du- 


72  BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


que,  para  prescindir  de  los  Consejos  y  Tribunales  don- 
de podia  encontrar  mayores  resistencias. 

La  opinión,  por  tanto  tiempo  comprimida,  habia  de 
tomar  en  esta  mudanza  vivos  y  naturales  desahogos,  y 
así  en  sermones,  coplas  y  memoriales,  continuaron  los 
enemigos  del  Conde  tachando  su  conducta,  y  llegan- 
do á  pedir  al  Rey  se  le  visitase^  á  el  y  á  los  que  con  él 
habian  servido.  Algunos  versos  salieron  también  en  su 
defensa,  pero  con  la  escasa  fortuna  peculiar  á  toda 
poesía  ministerial,  y  los  ánimos  parecían  un  tanto 
aplacados  cuando  apareció  un  papel  de  ocho  pliegos, 
titulado :  Nicandro  ó  Antídoto  contra  las  calumnias 
que  la  ignorancia  y  envidia  han  esparcido  por  deslu- 
cir y  manchar  las  heroicas  é  inmortales  acciones  del 
Conde-Duque  de  Olivares^  después  de  su  retiro;  al 
Rey  Nuestro  Señor.  Era  el  folleto  una  defensa  de  la 
conducta  del  Ministro,  pero  hecha  de  tal  manera, 
decia  Nicolás  Sagredo  al  remitirla  al  Senado  vene- 
ciano, «que  nadie  podría  creer  estuviese  escrita  con 
» conocimiento  y  aprobación  del  Conde-Duque,  per- 
eque lastimaba  á  todo  el  mundo  y  revelaba  los  propó- 
» sitos  más  insensatos»,  principalmente  para  alardear 
con  ellos  antes  de  logrados. 

Con  efecto,  el  papel  es  la  inspiración  fiel  y  perfec- 
ta de  un  espíritu  ligero,  sin  juicio  y  sin  estudios,  acos- 
tumbrado á  despreciar  por  igual  á  cuantos  le  rodea- 
ban, fatigado  de  contener  ese  desprecio,  en  la  medida 
que  necesariamente  impone  el  ejercicio  directo  del 
mando ,  poseído  de  la  superioridad  y  alteza  de  sus 
miras,  y  seguro  de  que  tan  luego  como  le  era  lícito 
con  desahogo,  por  la  intervención  de  ajena  pluma  y 
por  su  alejamiento  del  poder,  poner  á  un  lado  dis- 
creción y  modestia,  el  solo  anuncio  de  sus  propósitos 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  73 

dejaría  al  mundo  absorto,  y  la  revelación  de  algunos 
detalles  de  su  maquiavelismo  y  su  industria  para  el 
oculto  gobierno  de  todas  las  cosas,  impondría  á  ami- 
gos y  adversarios  el  terror,  la  admiración  y  el  arre- 
pentimiento por  haber  permitido  abandonara  los  des- 
tinos de  la  Monarquía,  ministro  con  aquellos  al- 
cances. 

Sólo  así  se  explica  la  imprudencia  de  declaracio- 
nes tales,  como  la  de  que  el  poder  de  España  era  un 
cuerpo  fantástico;  las  acusaciones  á  Fernando  el  Ca- 
tólico y  á  Felipe  II;  los  ataques  á  la  forma  de  gobier- 
no existente ,  por  no  ser  bastante  absoluta ;  la  revela- 
ción de  los  medios  indirectos  y  ocultos  puestos  en 
juego  para  aniquilar  y  envilecer  á  los  grandes  en  be- 
neficio de  la  seguridad  del  Rey ,  y  para  evitar  las  cons- 
piraciones contra  su  vida  y  su  Monarquía ,  haciendo 
sospechosa  la  lealtad  y  adhesión  de  todos ;  los  pensa- 
mientos de  suprimir  toda  franquicia  popular  en  clases 
y  reinos ,  reduciéndoles  á  una  servidumbre  uniforme, 
sin  la  cual,  decia,  el  Rey  no  era  Rey,  sino  vasallo  de 
sus  vasallos  (i);  y  esto  aderezado  con  acusaciones 
gravísimas  y  personales,  aunque  encubiertas,  á  gran- 
des de  la  corte  que  conservaban  en  ella  elevados 
puestos,  como  Osuna,  Lémos,  Híjar  é  Infantado,  á 
Príncipes  extranjeros  y  al  Colegio  de  Cardenales,  en- 
tre el  cual  afirmaba  haber  repartido  el  Conde-Duque 
varias  sumas  con  motivo  de  la  elección  del  Papa. 


(i)  Es  curiosa  entre  todas  las  máximas  políticas  del  Nicandro,  la  si- 
guiente, que  ha  pasado  como  evangelio  en  triunfo  por  boca  de  tantos 
ministros,  á  pesar  de  los  repetidos  mentís  de  la  historia  y  de  la  experien- 
cia :  «  el  pueblo,  Señor,  con  que  tenga  pan  en  abundancia  y  valgan  bara- 
tos los  mantenimientos,  se  tiene  por  muy  contento,  gobiérnelo  quien 
quisiere.» 


74  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


La  impresión  que  produjo  el  desdichado  papel  fué 
extraordinaria,  y  todos  los  escritos  del  tiempo  la  tras- 
miten al  vivo.  Sagredo,  el  embajador  veneciano,  dijo 
á  su  Gobierno  «que  según  juicio  universal,  era  el  más 
escandaloso  documento  que  se  hubiera  visto  jamas.» 
Al  P.  Pereyra  le  escribía  el  hermano  corresponsal  en 
Madrid,  que  el  Conde,  no  sólo  no  vendría,  sino  que  lo 
mandaban  más  lejos ,  porque  «se  habia  echado  aceite 
»en  los  ojos  con  un  demonio  de  un  defensorio  que  le 
» habia  salido  de  siete  pliegos,  en  su  favor»;  y  no  exa- 
geraban en  verdad ,  porque  tan  luego  circuló  el  im- 
preso, acudieron  los  agraviados  á  Palacio,  pidiendo 
al  Rey  reparación  de  la  ofensa,  adelantándose  alguno 
á  decir,  que  si  no  se  hacía  pronta,  la  tomarian  por  sí 
en  la  persona  del  Conde-Duque.  Unióse  á  los  quejo- 
sos, y  con  razón  sobrada,  el  Nuncio,  por  lo  que  tocaba 
al  Santo  Padre  en  las  relaciones  referentes  al  Sacro 
Colegio,  y  fué  menester,  para  conjurar  el  nublado, 
recogiera  la  Inquisición  el  papel  con  extremo  rigor, 
que  hizo  sean  hoy  raros  y  estimados  los  ejemplares,  y 
se  formara  causa,  así  sobre  el  Nicandro^  como  sobre 
el  memorial  contra  el  Conde,  que  sirvió  de  motivo  á 
la  desdichada  defensa,  saliendo  condenados  en  diver- 
sas y  no  muy  cortas  penas  los  autores,  y  entre  ellos, 
un  Domingo  de  Herrera,  criado  del  Conde-Duque, 
que  lo  hizo  imprimir,  perdiendo  el  presbítero  D.  Juan 
Umena,  redactor  material  del  memorable  documen- 
to, su  puesto  en  el  cuarto  de  D.  Juan  de  Austria,  en 
tanto  que  se  sustanciaba  su  causa  por  lo  eclesiástico. 

Pero  si  con  esto  se  satisfacía,  á  lo  que  pudiera  lla- 
marse hoy  el  delito  de  imprenta,  la  agresión  política 
del  retirado  en  Loeches  contra  los  grandes  exigia 
más  personal  desagravio ,  y  siguiendo  el  habitual  ar- 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  75 


bitrio,  nombróse  una  Junta  del  Presidente  de  Cas- 
tilla, el  Conde  de  Oflate,  D.  Francisco  Antonio  de 
AlarconyD.  Pedro  Pacheco,  para  consultar  sobre 
las  quejas  de  Osuna  y  los  demás  agraviados,  propo- 
niendo esos  señores  tras  breves  deliberaciones,  se 
mandara  al  Conde-Duque  alejarse  de  la  corte,  acuer- 
do que  de  su  letra  dulcificó  el  Rey,  disponiendo ,  para 
hacer  menos  áspero  el  destierro ,  solicitara  el  mismo 
D.  Gaspar  la  licencia. 

Fueron  comisionados  para  notificarle  aquella  reso- 
lución D.  Luis  de  Haro  y  D.  Francisco  Alarcon;  me- 
diaron entre  ellos  tristes  pláticas,  en  las  que  el  Conde- 
Duque  no  acertó  á  contener  sus  lágrimas ,  y  se  convi- 
no solicitara  D.  Luis  el  permiso  para  que  su  sefior  tio 
se  trasladara  á  Toro,  por  ser  el  clima  de  Loeches  de- 
masiado caliente  para  su  salud ;  y  á  Toro  partió  en 
los  principios  de  Junio,  lleno  de  achaques  y  de  canas, 
pero  afectando  mucho  valor  en  sus  trabajos,  y  no  era 
más  del  i6  del  propio  mes  cuando  escribian  los  je- 
suitas  al  P.  Pereyra :  « Ya  no  se  habla  en  Madrid  de 
él  más  que  si  no  hubiera  tal  Conde  en  el  mundo. » 

En  Toro  asistia  el  desterrado  á  concejo,  como  re- 
gidor perpetuo  que  era,  por  privilegio  real,  de  todos 
los  ayuntamientos  de  Castilla,  y  allí  debieron  renacer 
algunas  esperanzas  de  mejor  fortuna,  que  se  traduje- 
ron en  vivas  inquietudes  de  sus  enemigos  en  Madrid, 
y  no  ciertamente  sin  motivo.  La  Condesa  de  Olivares 
seguia  en  Palacio  de  camarera  mayor,  y  acompañan- 
do constantemente  á  los  Reyes ;  la  residencia  del 
Marqués  de  Leganes,  pariente  del  Conde-Duque,  por 
su  conducta  en  el  ejército  de  Cataluña,  paralizada  y 
sin  permitir  el  Rey  llevarla  al  paso  que  querían  los 
adversarios  del  privado ;  todas  las  hechuras  del  Con- 


76  BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


de-Duque,  en  sus  puestos;  los  oficios  por  él  ocupados 
en  Palacio,  vacantes,  y  era  voz  general  se  le  consul- 
taba cuanto  habia  de  importancia,  y  que  el  Rey  no 
ignoraba  los  propósitos  y  manera  de  vivir  del  dester- 
rado ,  pues  habiendo  pedido  licencia  el  Condestable 
para  ir  á  verle,  le  contestó  S.  M. :  «Id  en  buen  hora, 
»pero  ni  le  veréis,  ni  le  hablaréis»;  y  de  labios  del 
Rey  no  habia  salido  palabra  que  contradijese  su  pri- 
mera manifestación  de  alejarle  temporalmente  de  los 
negocios,  sin  renuncia  á  utilizar  oportunamente  sus 
servicios. 

Todo  esto  fué  despertando  en  el  vulgo,  inquietud  y 
desconfianza ,  traducidas  á  las  claras  en  los  avisos  de 
Pellicer,  y  era  común  el  temor  de  que,  fatigado  el 
Rey  por  su  atención  y  trabajo  en  los  asuntos  públicos, 
volviera,  por  natural  reacción,  á  fiarlos  á  manos  del 
Conde-Duque.  Partió  entonces  D.  Felipe  á  Aragón 
con  menos  séquito  y  más  ligereza  que  en  la  anterior 
jornada,  tan  desdichadamente  dispuesta  por  Olivares, 
y  en  ese  viaje  pasó  por  Agreda,  visitó  el  lo  de  Julio 
de  1643  el  convento,  siendo  en  él  ya  abadesa  Sor  Ma- 
ría ,  y  vivamente  impresionado  por  la  superioridad  de 
carácter  y  los  sanos  y  piadosos  consejos  de  la  Venera- 
ble Madre,  le  mandó  le  escribiese,  teniendo  así  prin- 
cipio la  correspondencia  que  vamos  á  publicar. 

En  la  entrevista  y  en  las  primeras  cartas,  recibió  el 
poderío  del  Conde-Duque  el  último  y  definitivo  gol- 
pe, desvaneciendo  los  consejos  déla  Madre  las  velei- 
dades de  una  segunda  época  de  privanza,  tanto  por  lo 
que  directamente  censurara  al  favorito,  como  por  el 
aliento  y  confianza  en  Dios  y  en  sus  propias  fuerzas, 
que  desde  el  primer  dia  acertó  á  inspirar  al  Monarca. 
Y  con  efecto,  de  Zaragoza  vinieron  las  órdenes  para 


BOSQUEJO   HISTÓRICO.  77 

que  la  Duquesa  de  Olivares  saliera  de  Palacio ,  de 
donde  partió  el  2  de  Noviembre ,  acompañada  de  la 
Marquesa  de  Mayrena.  Esta  y  su  marido  D.  Enrique 
Felipe  pasaron,  por  orden  del  Rey,  á  residir  á  Ber- 
langa  ;  el  Marqués  de  los  Velez  recibió  los  despachos 
para  Virey  de  Sicilia  y  el  Duque  de  Medina  de  las 
Torres  fué  nombrado  plenipotenciario  en  la  Dieta  de 
Munster,  con  advertencia  de  que  marchara  sin  répli- 
ca. Esta  inesperada  y  definitiva  catástrofe  del  impe- 
rio de  Olivares  sorprendió  á  Madrid,  atribuyéndose, 
según  Pellicer,  á  un  memorial  del  reino  de  Aragón 
dado  á  S.  M. ;  pero  tal  memorial  no  ha  parecido  en 
parte  alguna,  y  por  la  correspondencia  se  acredita 
fueron  causa  determinante  del  suceso  las  advertencias 
de  Sor  María,  rastreando  el  instinto  del  vulgo  sólo 
una  parte  de  la  verdad,  como  por  lo  común  acontece 
en  estos  rumores  de  la  fama. 

Este  golpe  acabó  con  las  últimas  esperanzas  del  des- 
terrado, que  murió  en  Julio  de  1645,  cumplidos  los 
cincuenta  y  nueve  años  de  su  edad,  y  no  faltó  quien 
dijera  acortaron  sus  dias  allegados  suyos,  para  evitar 
la  residencia  que  iba  á  hacérsele  ;  pero  no  necesitaba 
el  Conde-Duque  otro  tósigo  que  aquella  ambición  de 
mando,  mal  satisfecha  con  la  regiduría  perpetua  de 
Toro,  y  difícil  de  resignar  á  que  se  prohibiese  á  él, 
dueño  por  tantos  años  de  paces  y  guerras  en  la  cris- 
tiandad, poblar  un  monte  propio  de  conejos,  por 
quejas  de  los  labradores  convecinos,  exponiendo  al 
Rey  los  daños  que  por  los  esparcimientos  del  Conde 
iban  á  sufrir  sus  sementeras. 

El  ilustre  autor  del  Ensayo  histórico  sobre  la  casa 
de  Austria^  califica  de  irreflexiva  la  execración  á  que 
han  condenado  los  españoles  la  memoria  de  aquel  va- 


78  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


lido ,  y  quizá  el  calificativo  es  rigorosamente  exacto, 
porque  muy  á  la  ligera  se  han  escrito  la  mayor  parte 
de  nuestras  historias,  y  por  los  meros  resultados  del 
momento,  suele  juzgar  el  vulgo;  pero  en  este  caso 
fuerza  es  convenir  que  los  estudios  críticos  y  compa- 
rativos sobre  aquel  Ministro  no  revocarán  el  popular 
veredicto,  confirmándose  aquí  una  vez  más  la  obser- 
vación, que  tenemos  por  muy  segura,  de  que  los  pue- 
blos, al  juzgar  á  sus  gobernantes,  una  vez  calmadas 
las  pasiones  que  despiertan  las  luchas  del  momento, 
si  en  algo  suelen  pecar  es  en  adulación  y  benevolen- 
cia, siendo  sospechosas  muchas  de  las  reputaciones 
que  levantan,  pero  seguras,  y  á  menudo  deficientes 
por  lo  benignas,  las  sentencias  condenatorias  que  pro- 
nuncian. 

Es  verdad  tuvo  Olivares  condiciones  de  ingenio, 
expedición ,  asiduidad  para  los  asuntos  públicos  é  in- 
tegridad, dentro  de  los  conceptos  morales  de  la  épo- 
ca, superiores  á  otros  privados;  pero  las  meras  cua- 
lidades personales  en  el  gobierno,  cuando  no  son 
eficaces  para  crear  mecanismos  sociales,  políticos  ó 
administrativos,  sólo  sirven  para  prestar  algún  pasaje- 
ro brillo  á  los  poderes  centrales  y  nada  dejan  en  el 
caudal  del  progreso  de  los  pueblos.  Esto  puede  decir- 
se de  Olivares,  pues  fué  en  su  política  exterior  un  in- 
sensato ,  lanzado  á  los  mayores  atrevimientos  sin  no- 
ción ni  estudio  de  propias  ni  de  ajenas  fuerzas;  y  en 
su  política  y  gobierno  interior,  un  vulgar  arbitrista, 
no  llegando  á  abarcar  su  espíritu ,  ni  á  producir  su  in- 
genio, una  sola  reforma  que  señale  un  adelanto  en 
nuestra  organización  administrativa,  civil  ó  militar, 
fuera  del  papel  sellado  en  su  tiempo  introducido. 

Aparte  de  las  desdichadas  y  contradictorias  alte- 


BOSQUEJO  HISTORICX).  79 


raciones  de  monedas,  pragmáticas  sobre  trajes,  tari- 
fas interiores  y  otras  mil  imaginaciones  que  toma- 
ba de  las  ideas  corrientes,  á  las  que  era  forzoso  ren- 
dir algún  tributo,  él  ideó  como  mecanismo  adminis- 
trativo la  creación  de  infinitas  juntas  (i)  sobre  los 
antiguos  Consejos  ya  existentes,  con  el  fin  de  de- 
bilitar la  autoridad  de  éstos ;  él  concibió  el  absurdo 
procedimiento  de  dar  cada  consejero  sobre  cada  asun- 
to su  voto  y  dictamen  por  escrito,  cerrado  y  sellado, 
con  lo  que  se  formaba  al  rededor  de  la  más  pequeña 
cuestión  un  laberinto  de  papeles,  sin  otro  objeto 
que  permitir  al  Ministro  hacer  á  mansalva  su  volun- 
tad, aparentando  consejo  ajeno ;  siguió  nutriendo  los 
tercios  por  los  brutales  procedimientos  de  levas  irre- 
gulares y  arbitrarias ;  no  acertó  con  la  división  de  las 
administraciones  en  el  ejército,  iniciada  por  Riche- 
lieu,  y  vigorizada  por  Colbert  con  la  creación  de  los 
intendentes,  que  fué  un  gran  progreso  en  la  gestión 
de  las  guerras  en  el  siglo  xvii ;  ni  imaginó  que  nues- 
tros dominios  de  América  pudieran  ser  de  otra  utili- 
dad nacional  que  el  envío  de  los  caudales  de  la  flota ; 
y  si  la  fortuna  le  asoció  á  victorias  como  la  de  Fuen- 
terrabía,  y  él  proclamó  con  los  obsequios  y  honores 
extraordinarios  del  Rey,  su  gloria  en  aquel  vencimien- 
to, conseguido  desde  su  gallinero  del  Buen  Reti- 
ro (2),  no  le  quitará  de  su  cuenta  la  crítica,  los  desas- 


(i)  Las  diferentes  juntas  creadas  por  el  Conde-Duque  se  llamaban  de 
la  Armada,  de  la  media  annata,  de  papel  sellado,  de  donativos,  de  millo- 
nes, de  la  sal,  de  arbitrios,  del  almojarifazgo,  de  presidios,  de  obras  y 
bosques  reales  y  de  competencias. 

(2)  Fué  motivo  de  no  pocas  burlas  en  su  tiempo  el  gallinero  suntuo* 
80  que  en  el  Retiro  construyó  el  Conde-Duque,  y  su  afición  al  inocente 
esparcimiento  de  cuidar  por  sí  las  aves  que  allí  reuniera.  Según  papeles 


8o  BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


tres  de  Cataluña ,  algunos  como  el  del  Marqués  de 
Pobar,  expresamente  ordenados  por  él  con  notorio 
desconocimiento  del  arte  de  la  guerra,  y  como  tremen- 
do epílogo  de  sus  desgracias  militares,  la  funesta  rota 
de  Rocroi,  cuya  nueva  se  confundió  en  Madrid  con 
la  alegría  por  su  caida  del  favor  real. 

Si  algún  dia  se  escribe  la  historia  crítica  definitiva 
de  nuestra  decadencia  y  vencimiento,  no  se  incidirá 
en  el  anticuado  error  de  atribuir  á  una  sola  causa,  he- 
cho tan  complejo,  pero  hasta  donde  estudios  contem- 
poráneos, ya  muy  serios,  permiten  apreciar  esos  tiem- 
pos, creémosse  estimará  como  la  primera  entre  to- 
das, la  inferioridad  evidente  de  nuestras  aptitudes  pa- 
ra ejercitar  la  administración  y  el  gobierno,  con  más 
tristes  consecuencias  revelada,  á  medida  que  el  pro- 
greso de  las  nacionalidades  y  la  complexidad  de  sus 
organismos  han  ido  dando  superioridad  á  todo  lo  que 
es  sistema ,  procedimiento  ó  institución,  sobre  el  me- 
ro esfuerzo  individual  y  desordenado.  Se  verá  enton- 
ces que  con  alguna  exageración  se  ponderan  ahora 
nuestra  pobreza,  esterilidad,  emigración  é  intoleran- 
cia, y  se  fija  poco  la  atención  de  críticos  y  estadistas 
é  historiadores  en  la  incapacidad  y  en  las  pequeñas 


de  la  época,  «se  le  enfrió  el  amor  que  por  el  gallinero  tenia  desde  que  se 
le  murió  una  gallina  á  quien  llamaba  D.^  Ana,  pérdida  para  él  de  más 
peso  que  la  rota  del  Casal.  {^Manuscrito  de  la  Biblioteca  nacional  de  Pa- 
rts, atribuido  al  Conde  de  la  Grana.)  Novoaen  sus  Memorias  publicadas 
por  el  Marqués  de  la  Fuensanta  del  Valle  y  Sancho  Rayón,  da  también 
curiosas  noticias  sobre  la  fábrica  del  gallinero  y  las  burlas  con  que  veja- 
ban por  ese  nombre  á  nuestros  soldados,  aun  en  el  extranjero ;  para  en- 
mendar ese  absurdo,  dice  Novoa,  mudó  el  nombre  en  otro  de  su  capri- 
cho, y  le  hizo  esculpir  en  una  piedra ,  poniéndola  en  un  paso  del  Pra- 
do á  la  vista  de  la  obra  del  Buen  Retiro,  y  cargando  pena  al  que  le 
llamase  gallinero. 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  8 1 

pasiones  que  por  largos  espacios  han  sido  peculiar 
atributo  de  nuestros  gobernantes. 

Así  en  los  momentos  en  que  vastos  territorios  y 
complicados  intereses  de  religión ,  raza  y  constitucio- 
nes políticas  distintas,  y  de  industrias  y  producciones 
diferentes,  reclamaban,  con  mayor  urgencia,  inteli- 
gencias elevadas  y  comprensivas,  con  altas  miras  y 
pensamientos  organizadores  de  largo  alcance,  pasa- 
mos por  el  mundo  con  el  cortejo  más  admirable  de 
artistas,  capitanes,  místicos,  colonizadores  y  navegan- 
tes atrevidos,  y  aun  de  escritores  políticos  de  indu- 
dable valer,  pero  sin  tropezar  con  un  sólo  hombre 
de  gobierno  que  realizara  algo  como  las  obras  de 
Crownvell,   Sully,  Richelieu,  Colbert,  Louvois,  y 
que  acertara  á  fundir,  como  ellos  lo  hicieron,  el  an- 
tiguo vigor  individual,  en  los  nuevos  moldes  en  que 
se  preparaban  las  nacionalidades  modernas. 

Entre  mil  ejemplos  que  pudieran  citarse  para  con- 

Srniar  esa  desgracia  nuestra,  elegiremos  uno  que  nos 

parece  elocuente ;  mientras  Francia  lleva  á  cabo  la 

grande  obra  de  su  canal  de  Languedoc ,  y  crea  sus 

arsenales  y  sus  industrias  de  encajes  y  tejidos,  y  sus 

coinpaflías  de  las  Indias,  en  España,  una  junta  nom- 

*^^^<3a  para  el  estudio  de  la  canalización  del  Tajo  y  el 

W^n^anáres,  desaprobaba  el  proyecto  fundándose  en 

'^^   '^si  Dios  hubiera  deseado  que  ambos  rios  fueran 

^aa^iregables,  con  solo  un  ^at  lo  hubiera  realizado,  y 

*^^^ia  atentatorio  á  los  derechos  de  la  Providencia 

**x^3 orar  lo  que  ella  por  motivos  inescrustables  ha- 

*^^^   querido  que  quedase  imperfecto.» 

"^ro  tesis  tan  hondas  no  pueden  tener  natural  des- 
^^^llo  en  este  prólogo,  y  una  vez  apuntadas,  como 
conclusión  al  relato  de  la  funesta  privanza  de  Oliva- 


82  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


res,  es  tiempo  llevemos  nuestra  atención  á  la  nueva 
influencia,  que  sin  aparato  exterior,  sin  artificios  de 
intriga,  sin  otros  medios  que  una  fe  profunda,  un  gran 
carácter,  una  elocuencia  sencilla,  y  un  absoluto  de- 
sinterés personal,  va  á  llenar  en  el  espíritu  endeble  de 
Felipe  IV  gran  porción  de  el  espacio  antes  ocupado 
por  la  personalidad  absorbente  de  Olivares,  mante- 
niendo en  un  sentido  más  popular  la  política  en  la  se- 
gunda época  del  reinado,  relacionando  al  Monarca 
más  directamente  con  sus  vasallos,  despertando  en 
él  á  menudo  el  sentimiento  de  su  propio  deber  y 
responsabilidad,  y  contribuyendo  poderosamente  á 
evitar  sintiera  tan  duramente  Espafia  el  yugo  de  la 
nueva  privanza,  porque  nunca  Felipe  IV  llegó  á  en- 
tregarse á  su  nuevo  Ministro  como  se  entregara  al 
Conde-Duque ;  y  aunque  fuera  en  ello  mucho,  la  ma- 
yor mesura  y  modestia  del  sobrino,  no  fueron  poco 
las  continuas  advertencias  y  las  admirables  cartas  de 
Sor  María,  cuyo  influjo  en  la  vida  del  Rey  analizare- 
mos en  la  segunda  parte  de  este  estudio. 


VIL 


La  vida  de  la  Venerable  Madre  Sor  María,  ofrece 
escaso  interés  dramático ,  para  detenerse  al  relatarla 
en  referencias  muy  al  pormenor.  Sus  elevadas  cone- 
xiones en  la  corte,  lo  activo  de  su  espíritu,  la  dili- 
gencia de  su  pluma,  lo  extendido  de  su  reputación  en 
santidad,  ciencia  y  virtud,  eran  medios  que,  movidos 
por  una  voluntad  ambiciosa,  hubieran  trazado  en  la 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  83 

historia  esas  hondas  y  visibles  huellas,  que  se  prestan 
después  á  narraciones  detalladas  y  curiosas ;  pero 
Sor  María  fué,  ante  todo  y  sobre  todo,  un  espíritu  sin- 
cero y  convencido,  que  mantuvo  en  constante  suje- 
ción afectos  y  pasiones,  subordinándolos  á  un  ideal  de 
perfección,  al  que  ajustó,  con  inquebrantable  cons- 
tancia, vida,  palabras  y  obras;  y  permaneció  ajena  á 
toda  intriga  ó  personal  ingerencia  en  sucesos  políti- 
cos, á  despecho  de  las  facilidades  que  le  brindaron 
las  circunstancias,  y  de  los  intentos  que  para  utilizar 
su  influencia  sobre  el  ánimo  del  Rey  descubren,  en 
niás  de  una  ocasión,  amigos  y  allegados. 

Apenas  se  encuentra  en  el  personaje  histórico  á  la 
inujer,  con  vida  propia,  con  personales  aspiraciones 
de  secta  ó  de  peculiar  interés  ó  pensamiento ,  como 
acostumbran  tener  todos  aquellos,  que  con  fines  di- 
versos, influyen  en  la  dirección  política  de  las  socie- 
dades; era  la  pura  encarnación  de  la  doctrina  cristia- 
na, aplicada  al  gobierno  del  pueblo  español  en  el  si- 
glo  XVII ,  el  órgano  de  una  inspiración  que  debia  pasar 
^^  X^ios  al  Rey,  conmoviendo  su  alma,  y  dirigiendo  su 
P^uma,  sin  poner  ella  otra  labor  propia,  que  su  pureza 
^^  iix tención  y  vida,  para  servir  como  menudo  instru- 
'^^^^^to  á  los  fines  eternos  de  Dios  y  su  Iglesia,  que  de- 
Dian.    ser  secundados  por  una  Monarquía  sujeta  á  los 
P^^^^eptos  del  Evangelio,  en  sus  medios  y  en  sus  fines, 
y  destinada,  en  primer  término,  á  defender  la  verdad 
c^t:<Slica,  y  conservarla. 

""--^  biografía  de  la  Venerable  Abadesa  puede  decir- 

^^  ^stá  contenida  toda  ella  en  sus  dos  obras  fundamen- 

^^le^  ;  La  Mística  Ciudad  de  jDtoSy  de  la  que  van  da- 

^^  ^  la  prensa  49  ediciones  en  casi  todas  las  lenguas, 

^  *^  Correspondencia  con  Felipe  IV ^  de  la  que  sólo 


84  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


hay  publicadas  algunas  cartas  en  el  Epistolario  de  Ri- 
vadeneyra,  y  una  versión  cortísima  en  francés,  de  un 
manuscrito  que  se  encuentra  en  la  Biblioteca  Impe- 
rial. 

La  Mística  Ciudad  es  el  resumen  de  las  doctrinas, 
particulares  revelaciones,  dones  maravillosos,  y  singu- 
lares favores  de  una  divina  inspiración,  que  propios  y 
extraños  han  creido  descubrir  en  aquella  sierva  de 
Dios;  el  libro,  objeto  en  un  tiempo  de  empeñadas 
contiendas  y  contrapuestas  censuras,  triunfante  se 
halla  hoy  en  el  mundo  católico,  en  lo  más  capital  de 
sus  tesis  teológicas,  que  son,  el  dogma  de  la  Inmacu- 
lada, y  la  infalibilidad  pontificia. 

Los  que  se  han  ocupado  en  las  publicaciones,  tra- 
ducciones y  comentos  de  esa  obra,  desde  el  P.  Sarna- 
niego,  que  primeramente  la  dio  á  luz,  hasta  el  doctor 
Gio  Cereseto,  que  ahora  está  terminando  dos  nuevas 
ediciones  italianas  en  Turin,  han  podido  y  debido,  con 
razón  sobrada,  consagrar  su  crítica,  en  toda  preferen- 
cia, á  la  exposición  de  su  mística  y  teología,  conteni- 
das, así  en  la  obra  misma,  como  en  la  existencia  toda 
de  su  autora,  en  sus  perfecciones  y  dones  especiales 
en  vida  y  en  muerte,  que  sirvieron  y  servirán  de  eter- 
na edificación  para  los  espíritus  católicos ;  pero  nos- 
otros, al  publicar  la  Correspondencia  con  Felipe  IV^ 
lo  que  pudiéramos  llamar  la  segunda  parte  de  la  obra 
de  Sor  María  en  la  tierra,  nos  proponemos  un  fin 
harto  más  limitado  y  modesto;  sólo  aspiramos  á  estu- 
diar la  figura  de  la  insigne  escritora  en  sus  relaciones 
con  el  mundo,  en  su  significación  como  elemento  de 
influencia  política  y  medio  de  conocimiento  histórico, 
y  hemos  de  remitirnos  del  todo,  para  cuanto  se  refiera 
á  la  delicada  materia  de  sus  doctrinas  y  vida  espiri- 


BOSQUEJO   HISTÓRICO.  85 

tual,  á  los  numerosos  escritos  históricos  y  apologéti- 
cos que  se  citarán  en  el  curso  de  este  Bosquejo. 

Sobre  la  propia  naturaleza  de  nuestro  trabajo,  nos 
recomiendan  esa  conducta  circunstancias  y  conside- 
raciones del  momento,  pero  de  orden  elevadísimo, 
pues  abierta  y  en  buen  camino,  al  decir  de  varones 
tan  doctos  como  prudentes  que  así  nos  han  informa- 
do, la  causa  de  beatificación  de  la  venerable  Madre, 
en  cuyo  expediente,  su  vida  moral,  dones,  revelacio- 
nes y  especiales  favores  pueden  ser  inmediatamente 
objeto  de  tan  altas  censuras,  cuanto  á  tales  parti- 
culares se  refiere,  parece,  como  terreno  acotado,  del 
que  los  profanos,  por  buenas  que  sean  sus  intenciones 
y  propósitos ,  deben  apartarse ,  para  no  aparecer  te- 
merarios, ya  que  no  resultaran  al  cabo  indiscretos. 

Por  tan  altos  motivos  consagraremos  breves  pági- 
nasá  la  personal  historia  de  la  Venerable  Madre,  muy 
5/  pormenor  referida  por  el  P.  Samaniego  en  la  pri- 
mera edición  de  La  Mística  Ciudad,  y  reproducida, 
Con  cortas  variaciones  de  forma,  por  cuantos  han  pu- 
iAcado  en  Espafla  y  en  el  extranjero  aquella  obra, 
^on si^^nando  aquí  sólo  algunas  líneas,  bastantes  á  dar 
^d^SL   cíe  la  naturaleza  y  carácter  de  tan  extraordinaria 
^iiiex-(i). 

^^ció  Sor  María  en  la  villa  de  Agreda,  sita  en  el 
conü  ri  de  los  antiguos  reinos  de  Aragón  y  Navarra,  el 
dia.  ^  de  Abril  de  1 602 :  fueron  sus  padres  Francisco 
CoToxiel  y  Catalina  de  Arana,  ambos  en  la  sangre  hi- 
dalgos,  en  la  virtud  ilustres,  en  los  bienes  de  fortuna 


f^     ^'  Antón  María  da  Vizenza.  Vüa  de  la  venerahüe  serva  de  Dio  Suor 
^^'''**  <**  Gcsu  de  Agreda^  Franeescana,  Bologna,  1870. 


86  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


regularmente  acomodados ,  y  por  extremo  devotos  á 
la  Virgen,  á  cuya  especial  y  directa  intervención  atri- 
bulan su  matrimonio.  Desde  los  primeros  años  reveló 
la  niña  condiciones  singulares  de  temperamento  y  ca- 
rácter; la  soledad,  el  retiro,  la  contemplación  extáti- 
ca del  firmamento,  era  lo  único  en  que  parecia  com- 
placerse ;  causábanle  tristeza  las  labores  y  distraccio- 
nes propias  de  su  edad;  ante  las  conversaciones  de  su 
familia  y  deudos,  enmudecía,  como  si  no  las  compren- 
diese ,  y  á  esa  anormal  exaltación  de  espíritu  se  unia 
una  constante  debilidad  de  cuerpo  y  quebrada  salud, 
que  la  hacian  pasar,  aun  á  los  ojos  de  los  suyos  du- 
rante su'niflez ,  por  incapaz  é  inútil. 

Parecia  ordenado  todo  esto  para  alimentar  y  acre- 
centar en  aquella  alma  el  fervor  religioso  y  las  aspi- 
raciones místicas  que  desde  sus  principios  revelara,  y 
que  fueron  creciendo  con  sus  virtudes,  penitencias  y 
sincero  despego  de  los  bienes  del  mundo,  ejerciendo 
influencia  maravillosa  y  decisiva  en  su  alrededor  y  en 
su  propia  familia,  hasta  el  punto  de  que,  encendido 
en  divino  amor  todo  aquel  hogar,  cuando  Sor  María 
apenas  contaba  diez  y  seis  años,  veia  realizados  sus 
deseos  de  abrazar  el  estado  religioso,  convertida  en 
convento  su  propia  casa,  y  tomaba  en  ella  el  velo,  con 
su  madre  y  su  hermana,  al  mismo  tiempo  que  el  pa- 
dre y  dos  hijos  varones  profesaban  en  el  convento  de 
San  Antonio  de  Nalda. 

Ya  en  religión  Sor  María,  acrecentó  sus  penitencias 
y  mortificaciones,  elevándolas  á  verdaderos  tormen- 
tos, que  debilitando  su  cuerpo  y  salud,  ya  por  sí  en- 
debles, redujéronla  á  extrema  flaqueza  y  demacra- 
ción; llevaba  asperísimos  cilicios,  dormia  ordinaria- 
mente dos  horas ,  y ,  sobre  los  rigorosos  ayunos  de  la 


BOSQUEJO  HISTÓRICX).  87 

regla,  se  mantenía  por  largo  tiempo  en  abstinencias  á 
solo  pan  y  agua ;  siendo  de  notar  que  tales  asperezas 
resultaban  de  mayor  penalidad  para  ella,  pues  de  las 
noticias  de  sus  biógrafos  se  desprende,  era  la  comple- 
xión de  la  venerable  Madre  por  demás  delicada ,  y  su 
temperamento  en  extremo  nervioso.  Su  cutis  era  tan 
fino,  que  la  túnica  de  sayal  le  hacia  llagas  tales,  que 
necesitaba  ponerlas  en  cura;  á  veces,  de  unir  las  ma- 
nos para  la  oración,  le  brotaba  la  sangre  por  las  jun- 
turas de  las  uñas,  y  en  ocasiones  tenía  el  cuerpo  todo 
tan  sensible ,  que  á  cualquier  parte  de  él  se  causaba 
considerable  dafio  con  solo  el  tacto. 

Á  estos  tiempos  refiere  el  P.  Samaniego  los  rap- 
tos y  arrobamientos  que  solia  sufrir  la  venerable  reli- 
giosa, en  los  momentos  de  más  fervorosa  excitación  de 
su  espíritu ,  y  por  entonces  padeció  también  una  gra- 
ve enfermedad  que  la  puso  al  borde  del  sepulcro ,  y 
motivó  órdenes  expresas  de  sus  confesores  para  mi- 
tigar un  tanto  sus  penitencias  y  vigilias. 

Cuando  aun  no  habia  cumplido  los  veinticinco  afios, 
y  á  despecho  de  sus  súplicas  y  resistencias,  fué  elegi- 
da Abadesa ,  obteniendo  sus  superiores  la  dispensa  ne- 
cesaria de  Roma,  convencidos,  dice  Samaniego,  de 
que  en  cortos  afios  de  edad  habia  cumplido  muchos 
siglos  de  virtud ;  y  los  cuidados  del  gobierno  en  lo 
temporal  hubieron  de  sujetar  necesariamente  su  espí- 
ritu á  atenciones  más  terrenas ,  obligándola  á  mayo- 
res comunicaciones  con  el  mundo,  y  preparándola  in- 
sensiblemente para  sus  nuevos  destinos  de  consejera 
y  amiga  del  desgraciado  Monarca  espafiol. 

Tan  luego  como  se  halló  al  frente  de  la  comunidad, 
comprendió  era  imposible  mantenerla  en  el  estrecho 
recinto  de  la  casa  de  sus  padres ,  convertida  por  ar- 


88  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


diente  piedad  en  convento ,  pero  sin  las  condiciones 
indispensables  para  servir  á  ese  fin,  y  en  el  primer  aflo 
de  gobierno  puso  la  primera  piedra  del  edificio  que 
hoy  se  alza  extramuros  de  la  villa  de  Agreda,  consa- 
grado á  la  Inmaculada  Concepción,  emprendiendo  las 
construcciones  con  solos  cien  reales  que  le  prestó  un 
devoto. 

Es  bastante  vulgar  hoy  la  creencia  de  que  en  el  si- 
glo XVII  andaban  las  gentes  piadosas  tan  abundantes 
y  sobradas  en  España,  que  Uovian  las  limosnas  y  do- 
naciones sobre  quien  quisiera  tomarlas  para  fundar 
iglesias  y  monasterios ,  y  que  eso  de  pasar  trabajos  y 
estrechez  las  comunidades,  es  cosa  sólo  vista  en  los 
revueltos  y  tibios  tiempos  que  alcanzamos  ;  pero  pue- 
de verse  en  la  correspondencia  de  la  diligente  Aba- 
desa, que  no  es  así  ciertamente.  En  una  colección  de 
autógrafos  que  se  conserva  en  el  Instituto  de  Gijon, 
existe  una  carta  de  la  venerable  Madre,  dirigida  al 
P.  Llórente  Aguado,  de  Zaragoza,  en  Febrero  de 
1631 ,  pidiéndole  ayude  al  P.  Vicario  á  hallar  mil  du- 
cados prestados  «  para  terminar  la  nueva  casa  que  es- 
»tán  haciendo  en  Agreda»,  y  en  1633,  pocos  meses 
antes  de  la  traslación,  aun  escribe  al  mismo  con  ma- 
yor apuro,  diciéndole  «que  la  comunidad  carece  de 
»todo  recurso,  y  que  ayude  á  un  hermano  religioso 
»que  va  á  hacer  diligencias  para  encontrar  quinientos 
educados  en  préstamo  con  escritura»  (i). 


(i)  Debemos  el  conocimiento  de  esos  7  otros  autógrafos  de  la  yene- 
rabie  Madre,  ala  diligencia  y  estudios  del  erudito  D.  José  Somoza  :  por 
¿1  supimos  se  hallaban  esas  cartas  en  un  tomo  de  manuscritos  que  per- 
teneció al  señor  Marqués  de  Grimaldos,  que  existe  en  la  Biblioteca  del 
Instituto  de  Gijon,  formada  por  el  insigne  Joyellános, 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  89 


La  energía  y  constancia  de  la  venerable  Abadesa 
fueron  venciendo  esas  y  otras  dificultades,  y  en  lo  de 
Junio  de  1633,  siete  años  después  de  comenzada  la 
obra,  pudo  trasladar  la  comunidad  al  nuevo  convento, 
en  el  que  hoy  se  conserva  el  sagrado  Instituto. 

Durante  estos  afios  y  los  siguientes  hasta  el  de 
1643,  ocupóse  también  Sor  María  en  escribir  diferen- 
tes tratados  místicos,  con  los  nombres  de  Escala  es- 
piritual ^  Leyes  de  esposa ,  Conceptos  y  suspiros  del 
corazón  para  alcanzar  el  último  y  verdadero  fin  del 
agrado  del  Esposo  y  Señor ^  Meditaciones  de  la  Pa- 
sión de  Nuestro  Señor  y  Ejercicios  cuotidianos  y  doc- 
trina para  hacerlas  obras  con  mayor  perfección^  Una 
letanía  á  la  Virgen^  y  la  que  con  propiedad  pudiera 
llamarse  primera  edición  de  La  Mística  Ciudad  de 
Dios  y  con  el  nombre  de  Introducción  á  la  historia  de 
la  Santísima  Virgen^  obra  que  quemó  más  tarde  por 
obediencia  á  uno  de  sus  confesores ,  y  volvió  á  escri- 
bir de  nuevo  en  1655,  tal  como  la  dio  á  la  estampa  el 
P.  Samaniego  en  1670,  ya  con  el  título  simbólico  con 
que  hoy  es  conocida  (i). 

Á  pesar  del  recogimiento  y  modestia  que  acompa- 
ñaban á  Sor  María  en  todas  sus  acciones,  creció  y  fué 
extendiéndose  en  ese  tiempo  la  fama  de  sus  virtudes 
y  extraordinarias  facultades.  La  traslación  de  la  co- 
munidad al  nuevo  edificio  fué  ya  un  suceso  con  mu- 


(i)  A  más  de  estas  obras  publicadas  y  de  las  que  da  noticia  D.  Nicolás 
Antonio  en  su  Bihliotheca  Hispana  Nova,  dejó  entre  sus  papeles  la  Vene- 
rable Madre  varios  escritos  místicos  con  los  nombres  de  Saóaíinas,  un 
Tratado  sobre  la  caida  de  los  ángeles  ^  uno  intulado  Petición  á  Dios^  otro 
Jardin  espiritual  para  recreo  del  alma^  y  otro  no  concluido  que  se  titub 
El  principio  de  mi  vida. 


90  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


che  eco  en  el  reino  de  Aragón,  concurriendo  el  obis- 
po de  Tarazona,  con  gran  parte  de  su  clero  catedral 
y  de  las  parroquias  convecinas,  y  con  ocasión  de  las 
necesidades  del  convento,  mantuvo  correspondencia 
la  humilde  Abadesa  con  el  virey  don  Fernando  de 
Borja  y  otros  elevados  personajes  de  Zaragoza  y  de 
la  corte,  y  cuando  Felipe  IV  acudió  por  segunda  vez 
á  Aragón,  con  motivo  de  los  crecientes  aprietos 
de  las  cosas  en  Cataluña,  se  detuvo  expresamente 
en  Agreda  para  visitar  á  la  Venerable  Madre,  el  lo 
de  Julio  de  1643. 

En  la  primera  parte  de  este  bosquejo  hemos  traza- 
do á  grandes  rasgos  lo  que  habia  sido  el  reinado  du- 
rante el  imperio  de  Olivares,  y  ello  da  idea  de  cuál 
era  la  disposición  de  espíritu  del  Rey  al  pasar  en  1643 
por  Agreda,  como  lo  dice  en  sus  cartas,  «  sin  medios 
^humanos,  fiado  sólo  en  los  divinos,  resuelto  á  cum- 
»plir  su  oficio  de  Rey  sin  excusar  fatigas» ;  pero  sin- 
tiéndose muy  débil  para  sostener  la  desquiciada  he- 
rencia de  sus  mayores,  y  coincidiendo  las  mayores 
angustias  y  amenazas  para  la  Monarquía ,  con  el  es- 
fuerzo, en  que  consumiera  el  corto  caudal  de  su  ener- 
gía, para  apartar  de  su  lado  al  Conde-Duque. 

Con  efecto ,  eran  aquellos  dias  del  reinado  los  que 
descubrían  horizontes  más  pavorosos  do  quiera  se  tor- 
naran los  ojos.  Pujante  la  insurrección  en  Portugal ,  y 
abandonado  por  el  momento  aun  el  propósito  de  com- 
batirla, amenazados  Aragón  y  Navarra  de  prenderse 
en  el  incendio,  que  vigorosamente  sostenía  el  francés 
en  Cataluña ,  sitiado  y  en  gravísimo  trance  Oran ,  des- 
hechos nuestros  tercios  en  Rocroi ,  despertaba  el  Rey, 
por  decirlo  así ,  en  medio  de  tan  multiplicados  y  tre- 
mendos conflictos,  teniendo  que  encargarse  del  go- 


BOSQUEJO  HISTÓRIBO.  9 1 


bierno,  ejercido  hasta  entonces  por  un  hombre  insen- 
sato é  ignorante  de  la  política  y  de  las  fuerzas  euro- 
peas con  las  que  luchaba,  incapaz  para  organizar  na- 
da, ni  para  crear  mecanismos  que  pudiesen  funcionar 
por  sí,  pero  enérgico,  activo,  aplicado  veinte  afios  á 
concentrar  en  sus  manos  y  bajo  su  personal  dirección 
todas  las  fuerzas  del  reino ,  y  atendiendo  á  las  necesi- 
dades de  cada  dia,  con  arbitrios  del  momento ;  y  así 
fué ,  que  pasadas  las  livianas  impresiones  de  popular 
alegría  producidas  por  la  caida  del  privado,  sintié- 
ronse más  al  vivo  las  estrecheces  para  atender  á  tan- 
tas necesidades  y  servicios  como  requerian  las  rebe- 
liones y  guerras  por  todas  partes  movidas  contra  nos- 
otros. 

En  medio  de  tales  angustias  y  desamparos,  encon- 
tró el  Rey  en  la  conversación  y  consejos  de  Sor  Ma- 
ría, tan  nuevo  y  extraordinario  consuelo  para  sus  tri- 
bulaciones, que  le  ordenó,  según  ella  misma  nos  re- 
fiere, le  escribiera  con  el  mayor  sigilo,  y  mantuvo 
esta  correspondencia  con  maravillosa  constancia  por 
espacio  de  veintidós  años,  hasta  la  muerte  de  la  Ve- 
nerable Abadesa,  á  la  que  sobrevivió  el  Rey  tan  sólo 
cuatro  meses  (i). 

Con  alguna  diligencia  propia,  no  poco  auxilio  de 
ilustrados  amigos,  especial  protección  de  la  fortuna 
en  inesperados  hallazgos  de  papeles  perdidos,  y  la  ge- 
nerosa confianza  con  que  la  comunidad  de  Agreda 
nos  ha  abierto  sus  preciosos  archivos,  hemos  logrado 
reconstituir  la  colección,  casi  íntegra  de  ese  epistola- 


(i)  Murió  Sor  Maria  en  29  de  Marzo  de  1665,  y  el  Rey  el  16  de  Se- 
tiembre. 


92  BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


rio,  en  el  que  se  dibuja  la  figura  moral,  política  y  lite- 
raria de  Felipe  IV,  con  una  minuciosidad  y  exactitud 
tales,  que  no  vacilamos  en  afirmar  constituyen  esos 
documentos  la  biografía  definitiva  y  completa  del  Mo- 
narca, su  retrato  moral,  trasladado  con  una  verdad  y 
relieve  á  los  que  no  habría  alcanzado  jamas  el  más 
discreto,  mejor  informado  y  más  imparcial  de  todos 
los  cronistas. 

Pero  á  ese  interés  históríco  de  la  publicación  se 
agrega  otro,  á  nuestro  entender,  no  menor  en  valía; 
ofrecer  al  estudio  y  común  conocimiento  una  figura 
de  las  más  hermosas  que  registrará  la  historia  en  las 
galerías  de  consejeros  y  amigos  de  los  Príncipes,  no 
muy  sobradas  en  modelos  de  belleza  moral. 

Ya  dejamos  dicho  más  arriba  las  graves  considera- 
ciones por  las  que  apartamos  cuidadosamente  nues- 
tra investigación  y  crítica  de  cuanto  se  relaciona  con 
las  doctrinas  teológicas,  vida  religiosa  y  particulares 
favores  de  la  Venerable  Madre ,  pero  en  papeles  del 
tiempo,  en  correspondencias  íntimas  y  secretas,  pa- 
cientemente descifradas,  en  expedientes  y  procesos, 
hemos  seguido  y  apurado  hasta  los  ápices  sus  propó- 
sitos é  influencias,  y  la  veremos  revelarse  siempre,  en 
cuanto  hizo  y  en  cuanto  dejó  de  hacer,  como  un  alma 
enamorada  del  bien  y  del  deber,  sin  torcerse  jamas 
en  la  elección  de  los  medios  con  el  usual  achaque  de 
la  grandeza  de  los  fines,  ansiosa  de  consagrarse,  con  la 
más  perfecta  abnegación  de  sí  misma,  á  cuanto  pudie- 
ra redundar  en  la  mayor  gloria  de  Dios  y  la  más  cum- 
plida prosperidad  y  justicia  para  estos  Reinos. 

Desde  1643  en  adelante,  puede  seguirse  la  vida  de 
Felipe  IV  al  hilo  de  sus  cartas,  viéndosele  tomar 
aliento  con  los  alivios  de  algunas  pasajeras  prosperi- 


BOSQUEJO   HISTÓRICO.  93 


dades  y  decaer  en  los  últimos  años,  agobiado  por  sus 
aflicciones  y  desgracias  en  su  hogar  y  en  su  reino,  y 
luchar  constantemente  á  la  Venerable  Abadesa  por 
levantar  su  espíritu,  regenerar  su  vida,  darle  fe  en  sus 
deberes  de  hombre  y  de  Rey,  y  alientos  para  cum- 
plirlos. 

Avalora  en  mucho  esa  correspondencia,  como  fuen- 
te de  conocimientos  seguros  y  revelaciones  fidedig- 
nas, el  secreto  á  que  Felipe  IV  la  juzgaba  destinada: 
escribía  para  ello  á  la  Venerable  Madre,  á  media  mar- 
gen, ordenándole  en  la  primera  carta  « le  contestase 
en  el  propio  papel  y  no  pasara  esto  de  ella  á  nadie  » ; 
y  en  tal  confianza,  muéstrase  el  Monarca  sin  aquellos 
afeites  del  sentimiento  y  el  estilo,  rara  vez  omitidos 
en  memorias  íntimas,  autobiografías  y  epistolarios 
destinados  á  mayor  ó  menor  publicidad,  donde  es  di- 
fícil deje  el  escritor  de  poner  algo  de  su  parte,  para 
aparecer  discreto  y  bien  nacido,  minuciosamente  in- 
formado ó  sigularmente  previsor,  perdiendo  algo  en 
ello  la  espontaneidad  de  afectos  é  impresiones,  cuan- 
do no  la  veracidad  y  exactitud. 

Las  primeras  cartas  revelan  cuáles  debieron  ser  los 
principales  asuntos  tratados  en  la  regia  visita  al  con- 
vento, en  orden  á  las  atenciones  mundanas ;  el  des- 
tierro reciente  de  Olivares,  y  la  necesidad  y  deber  en 
el  Rey  de  atender  por  sí  al  gobierno ,  sin  privados  ni 
favoritos 

Sor  María  representaba  en  ese,  como  en  todos  los 
temas  políticos  del  tiempo,  la  voz  del  pueblo,  y  no 
debió  andar  ajena  á  los  recelos  despiertos  en  la  corte 
por  aquel  entonces,  sobre  inclinaciones  del  Monarca 
á  llamar  nuevamente  á  sus  consejos  al  desterrado  en 
Loeches;  pero  el  Rey  franquea  el  camino  á  los  ad- 


94  BOSQUEJO   HISTÓRICX). 


vertimientos  de  la  madre,  con  estas  sentidas  frases 
de  su  primera  carta.  «Desde  el  dia  que  estuve  con 
»vos  quedé  muy  alentado,  y  el  afecto  con  que  os 
» reconocí  á  lo  que  me  tocaba,  me  dio  gran  con- 
afianza.  Yo,  como  os  dije,  salí  de  Madrid  sin  me- 
»dios  humanos,  fiado  sólo  en  los  divinos,  y  nuestro 
» Señor  ha  empezado  á  obrar  en  mí,  trayendo  la  flota 
»y  socorriendo  á  Oran,  cuando  menos  lo  esperába- 
»mos....Yo  ardo  en  deseo  de  acertar»  le  dice  más  ade- 
lante, «y  no  sé  en  qué  yerro;  Dios  sabe  que  deseo 
» desenojarle  y  cumplir  con  mi  obligación  en  todo,  y 
»si  por  algún  camino  llegáis  á  entender  cuál  sea  su 
»  santa  voluntad  que  yo  haga,  que  me  lo  escribáis  aquí. 
» Algunos  religiosos  me  dan  á  entender  que  tienen  re- 
»  velaciones,  y  que  castigue  á  éstos  ó  á  aquéllos,  y  que 
»eche  de  mi  servicio  á  algunos.  Bien  sabéis  vos  que 
»  en  esto  de  revelaciones  es  menester  gran  cuidado,  y 
»más  cuando  hablan  estos  religiosos  contra  algunos 
»  que  verdaderamente  no  son  malos,  y  aprueban  otros 
»que  no  tienen  buena  opinión;  espero  que  me  cum- 
»pliréis  la  palabra  que  disteis,  y  me  hablaréis  con  to- 
»da  claridad  como  á  confesor,  pues  los  Reyes  tene- 
» mos  muchos  de  ellos ;  no  rigiéndoos  por  las  voces 
»del  mundo,  que  éstas  no  suelen  ser  muy  verdaderas 
>  por  los  fines  de  los  que  las  mueven,  sino  por  la  inspi- 
» ración  de  Dios,  ante  quien  protesto  (y  acabo  de  re- 
»cibirle),  que  en  todo  y  por  todo  deseo  cumplir  con 
»la  obligación  en  que  me  ha  puesto  de  Rey»  (i). 

De  más  sentido  práctico  la  Venerable  Madre ,  no 
obstante  su  clausura  y  espiritual  apartamiento  de  ne- 


(i)  Carta  del  4  de  Octubre  de  1643. 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  95 


gocios  humanos,  inclina  el  ánimo  del  Rey  en  la  res- 
puesta, á  no  desoir  los  avisos  de  la  opinión,  en  térmi- 
nos tan  severos,  que  aun  tratándose  de  monarquías 
parlamentarías,  se  tacharían  por  algunos  de  irrespe- 
tuosos y  excesivos.  A  vuelta  de  extensas  y  piadosas 
reflexiones  y  alivios  espirituales  llenos  de  profundi- 
dad y  elocuencia,  dice,  refiriéndose  á  los  que  le  ha- 
blan de  mudanzas  en  su  servicio.  «Esas  personas  que 
» hablaron  á  V.  M.  pudieron  tener  otro  motivo  fun- 
»dado  en  el  común  sentir  del  mundo,  que  abomina 
»del  gobierno  pasado,  pareciéndole  que  estas  desdi- 
» chas  y  calamidades  se  oríginan  de  él,  entendiendo 
»que  gobierna  quien  gobernó  antes,  pues  los  que  es- 
lían á  la  vista  de  V.  M.  han  de  favorecer  al  que  los 
» puso  en  ella,  y  también  la  carne  y  sangre  hacen  su 
>  oficio,  y  no  fuera  desacertado  dar  una  prudente  sa- 
i^ttsf acción  al  mundo  que  la  pide  y  porque  V.  M.  ne- 
T^cesita  de  éh  (i). 

Trasparente  alusión  eran  esos  párrafos  á  la  Duque- 
sa de  Olivares,  que  seguia  de  Camarera  mayor,  al 
Duque  de  Medina  de  las  Torres,  al  Marqués  de  Mai- 
rena  D.  Enrique  Felipe ,  y  á  otros  varios  paríentes  y 
allegados  del  Conde-Duque,  aun  en  la  corte,  ocupan- 
do los  principales  cargos,  y  debieron  impresionar  vi- 
vamente al  Rey,  que  contestó  á  i6  de  Octubre  : 

«En  lo  que  toca  á  apartarme  del  camino  y  modo 
»del  gobierno  pasado,  estoy  resuelto,  y  espero  que 
» luego  llegarán  á  vuestra  noticia,  y  de  todos,  nuevas 
»que  acrediten  mi  verdad  y  aseguren  al  mundo  que 
»lo  pasado  se  acabó,  porque  aunque  en  realidad  de 


(i)  Carta  del  13  de  Octubre  de  1643. 


q6  bosquejo  histórico. 


» verdad  esto  es  cierto,  hay  quien  lo  dude,  y  así  he  re- 
»  suelto  que  los  efectos  les  muestren  mi  verdad ;  yo 
»os  pido  que  si  vos  entendéis  con  más  individualidad 
»cual  es  la  voluntad  de  Dios  que  yo  execute,  me  lo 
» advirtáis,  porque  sólo  deseo  ejecutarla  en  todo,  y 
»de  muy  buena  gana  le  ofrecería  mi  vida,  si  con  per- 
» derla  consiguiera  la  restauración  de  mi  reino.» 

Y  con  efecto,  inclinado  el  Rey  por  los  consejos  de 
la  Madre  á  satisfacer  á  las  dudas  y  recelos  de  la  opi- 
nión ,  dictó  las  órdenes  sobre  separación  de  la  servi- 
dumbre, que  mencionamos  más  arriba. 

Grande  era  la  confianza  que  puso  Felipe  IV  en 
las  oraciones  y  espiritual  intercesión  de  la  Superiora 
para  lograr  la  protección  divina,  no  obstante  las  cul- 
pas á  que  la  rebeldía  de  apetitos  y  fragilidad  de  arre- 
pentimientos le  sujetaban  de  continuo,  pero  en  ver- 
dad, no  la  desmintieron  en  aquellos  dias  los  sucesos, 
pues  se  llegó  á  tiempo  en  el  socorro  de  Oran ,  arribó 
sin  tropiezo  la  ansiada  flota  á  refrescar  las  arcas  exhaus- 
tas del  erario,  y  contúvose  al  francés  en  Cataluña  con 
la  toma  del  Castillo  de  Monzón ,  que  no  se  esperaba 
lograr  sino  por  especial  milagro  del  Seflor ;  y  así  el 
Rey,  al  regresar  del  ejército,  describe  con  sencilla  elo- 
cuencia su  agradecimiento  á  Dios  y  á  la  Venerable 
Madre  por  los  beneficios  de  su  intercesión,  su  gozo 
en  ver  á  la  Reina  y  á  sus  hijos,  y  emprende  luego, 
tras  corto  descanso,  nuevas  campañas,  volviendo  á 
Aragón  bajo  auspicios  no  tan  tristes  como  los  que 
afligian  su  ánimo  en  su  primera  visita  al  convento. 

Durante  este  tiempo,  Sor  María  se  esfuerza  en 
mantener  viva  en  el  Monarca  la  noción  de  los  debe- 
res y  diligencias  propios  de  su  cargo ,  con  un  sentido 
práctico,  superior  á  cuanto  se  pudiera  imaginar,  con- 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  97 


siderando  venían  aquellos  consejos  de  una  mujer,  en- 
tregada desde  su  niñez  á  lecturas  y  ejercicios  pura- 
mente místicos  y  devotos. 

El  Rey  á  cada  instante  desfallece,  mira  vecina  la  úl- 
tima ruina  de  estos  reinos ,  excusa  su  inacción  con  la 
falta  de  sujetos  útiles  para  la  paz  y  la  guerra,  se  irrita 
ante  los  obstáculos  con  que  le  embarazan  «para  alle- 
»gar  gentes  y  recursos,  leyes  y  fueros» ,  se  duele  de 
que  casi  todos  los  diputados  «se  querían  vender  para 
»el  remate  de  las  Cortes,  esperando  unos  este  benefi- 
»cio,  y  otros  aquél,  y  sin  hacer  más  caso  de  la  insur- 
erección,  que  si  el  enemigo  estuviera  en  Filipinas»  (i), 
y  muéstrase  inclinado  siempre  á  disculpar  la  pereza 
en  el  querer  y  en  el  ejecutar,  con  la  fe  en  la  protec- 
ción del  Señor  y  la  resignación  pasiva  á  sus  inescru- 
tables designios. 

La  venerable  Madre,  por  el  contrario,  sin  abando- 
nar jamas  el  sentido  religioso  que  para  ella  tienen  to- 
dos  los  actos  de  la  vida  individual  y  social,  en  consi- 
deraLcioxí  al  fin  último,  que  es  la  salvación  de  las  al- 
'^as,  advierte  al  Rey  quiere  Dios  obren  las  causas  se- 
ízixidas,  y  se  unan  á  las  oraciones,  las  diligencias  hu- 
^^^^ixss  en  prevenir  las  armas;  «bueno  es — dice — ocu- 
*P^x-se  de  los  pecados  públicos,  pero  no  lo  es  menos 
^^'•^í^car  con  empeño  y  sin  respetos  humanos  mejores 
*'^^^i:Eiistros,  hacer  justicia,  castigar  las  faltas,  premiar 
*'*^^  ^    servicios ,  confiar  en  que  esta  navecilla  de  Espa- 
*^^^    :mo  ha  de  naufragar  jamas,  masque  llegue  el  agua 
*^    ^^^  garganta,  cumplir  con  su  oficio  de  Rey,  pagan- 


^  ^  ^     Carta  del  21  de  Julio  de  1646. 


98  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


»do  de  su  persona  ante  el  ejército ,  sin  lo  cual  no  po- 
»drá  salvar  su  alma,  aun  cuando  fuera  muy  piadoso  y 
»  creyente». 

Repetidamente  le  insta  á  cuidar  la  recaudación  de 
los  impuestos,  para  evitar  que  por  cobrar  dos,  se  gas- 
ten cuatro,  y  con  maravillosa  discreción,  que  asombra 
en  una  mujer  encerrada  en  un  claustro  desde  su  ni- 
fiez,  y  que  parece  fruto  de  una  larga  experiencia  de 
mundo  y  vida  pública,  le  desimpresiona  de  sus  pre- 
venciones exageradas  sobre  las  consecuencias  políti- 
cas de  la  venalidad  de  los  diputados  á  Cortes ,  y  de  la 
resistencia  que  halla  en  los  fueros  y  en  los  Consejos, 
diciéndole  «  no  son  los  tiempos  de  rebelión  y  guerra 
»  para  apurar  esas  perfecciones ;  que  acaricie  á  los  de 

»  Aragón,  porque  su  fidelidad  le  importa  mucho ; 

»que  contemporice  con  ellos,  para  evitar  mayores  pe- 
»ligros  y  daños,  condescendiendo  en  cuanto  sea  fac- 
» tibie,  pues  cuando  los  tiempos  se  muden,  será  hora 
»de  moderar  y  ponerlos  en  más  razón ;  y  no  dé  dema- 
» siada  importancia  á  las  mercedes  que  haya  de  con- 
»  cederles,  á  trueque  de  que  le  ayuden  á  concluir  la 
» guerra  de  Cataluña ;  que  no  es  hora  de  alterar  los 
» consejos,  sino  de  conducirse  con  fortaleza,  pero  con 
» suavidad,  procurando  que  los  inferiores  no  obren 

>  como  la  cabeza » ;  insistiendo  una  y  otra  vez  en  que 

no  toque  los  fueros  de  Aragón,  ni  quiebre  su  amistad 
con  los  diputados,  si  bien  procurando  tener  poco 
tiempo  reunidas  las  Cortes,  para  descargar  á  las 
Universidades  y  síndicos,  de  los  gastos  que  eso  les 
imponia  (i). 


(i)  Varias  cartas  del  afio  de  1646. 


BOSQUEJO   HISTÓRICO.  99 


Pero  donde  más  se  puede  admirar  el  criterio  de  la 
Religiosa  es ,  cuando  el  Rey  plantea  la  cuestión  más 
grave  que  hubo  por  entonces  pendiente  entre  Aragón 
y  Castilla;  la  jurisdicción  del  Tribunal  de  la  Fe. 

«Toda  la  dificultad  de  los  Aragoneses  —  decía  el 
»  Rey — está  en  el  punto  tocante  á  la  Inquisición,  pues 
» ellos  quieren  dominarla  mucho  en  su  jurisdicción 
» (salvo  en  las  cosas  de  la  fe),  y  yo  no  he  de  poder 
» venir  en  ello,  aunque  aventurase  á  perder  toda  mi 
» Monarquía,  porque  si  bien  es  verdad  que  en  el  nom- 
»bre  no  se  perjudica  á  la  principal  institución  de  ese 
» Santo  Tribunal,  en  el  hecho  vendrá  á  decaer  mu- 
»cho  su  poder,  en  lo  cual  yo  nunca  podré  venir,  y 
»fio  en  Dios  nuestro  Sefior  mirará  por  esta  Monar- 
»quía,  pues  por  ella  estoy  resuelto  á  perder  una  y  mil 
» vidas  que  tuviera»  (i). 

Eran  tales  declaraciones  regias  para  esperar  una 
contestación  de  la  Venerable  Madre ,  abundando  en 
los  sentimientos  ardorosos  que  excitaban  á  Felipe  IV 
á  ofrecer  á  Dios  su  celo  de  Rey  en  compensación  de 
sus  debilidades  de  pecador,  y  lejos  de  eso,  firme  en 
su  convicción  razonada  y  serena  de  atender  á  las  ne- 
cesidades de  Cataluña,  sacrificándolo  todo,  por  el  mo- 
mento, á  la  idea  capital  de  no  ayudar  la  propagación 
del  incendio,  insiste  en  que  transija  y  ceda  en  Zara- 
goza, y  le  aconseja  «aplace  á  toda  costa  el  negocio  de 
»la  Inquisición,  por  ser  de  mucho  peso  y  preciso  re- 
» solverle  con  tiempo  y  tomando  medios  y  arbitrios 
»para  ajustarse  á  todos»  (2) ;  y  transigió  el  Rey,  y  so- 


(i)  Carta  del  5  de  Agosto  de  1646. 
(2)  Carta  del  7  de  Agosto  de  1646. 


100  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 

portó  con  paciencia  las  peticiones  y  granjerias  de  los 
diputados  y  las  formalidades  del  fuero,  y  aplazó  las 
resoluciones  sobre  la  Inquisición,  y  obtuvo  asilos  au- 
xilios con  los  que  se  rescató  á  Lérida,  desvaneciéndo- 
se los  fundados  temores  de  rebeliones  en  Aragón, 
quedando  entonces  trazada  sólidamente  la  primera 
línea  de  operaciones  para  dominar  la  insurrección  de 
Cataluña. 

Cuando  se  compara  ese  juicio  ó  instinto  maravillo- 
so de  una  mujer,  encerrada  desde  su  infancia  en  un 
claustro,  consagrada  á  la  lectura  y  meditación  de 
obras  piadosas,  con  el  vacilante  é  impresionable  cri- 
terio del  Monarca,  y  la  arrogancia  y  locura  de  Oliva- 
res en  las  Cortes  de  Barcelona  y  en  los  primeros  dis- 
turbios de  Portugal,  no  puede  menos  de  sentirse  gran- 
de admiración  por  Sor  María,  y  regocijo  patriótico  de 
que  sus  consejos  evitaran,  en  tan  delicadas  circunstan- 
cias, un  rompimiento  con  los  aragoneses. 

Ni  se  crea  rendimos  culto  á  propia  afición  hacia  el 
personaje,  atribuyendo  á  sus  influencias  lo  que  fuera 
debido  á  otras  causas  de  mayor  monta,  pues  aparte 
de  la  increible  constancia  en  escribir,  prueba  ciertísi- 
ma  del  excepcional  afecto  y  estima  que  el  Rey  le  tri- 
butaba, las  ponderaciones,  una  y  otra  vez  repetidas,  de 
los  consuelos  y  alientos  que  halla  en  las  cartas,  las 
numerosas  veces  que  lee  muchas  de  ellas,  el  interés 
que  pone  en  avisar  á  la  Venerable  Madre  los  sucesos 
prósperos,  como  al  ministro  más  allegado,  todo  está 
revelando  que  ninguna  palabra  pesó  tanto  en  los  pro- 
pósitos y  resoluciones  de  Felipe  IV,  después  de  la 
caida  de  Olivares,  como  la  de  Sor  María  de  Agreda, 
entendiendo  el  Rey,  como  le  decia  al  contestar  su 
discreta  carta  sobre  la  Inquisición,  «que  sus  consejos 


BOSQUEJO   HISTÓRICO.  lOI 

»eran  dignos  de  estar  escritos  en  la  memoria  de  los 
^hombres»,  llegando  su  fe  ó  su  interés  hasta  remitir 
á  la  religiosa  copias,  asi  de  las  instrucciones  y  planes 
militares  enviados  á  D.  Felipe  de  Silva  y  al  Marqués 
de  Leganes  para  las  campañas  de  1645  Y  1646,  como 
de  las  cartas  á  Su  Santidad  instando  la  declaración 
dogmática  de  la  Inmaculada,  y  de  ajustarse  á  sus  ad- 
vertencias, hasta  para  las  prevenciones  de  la  guerra, 
diciéndole  sencillamente,  en  carta  de  22  de  Junio  de 
1645,  al  contestar  á  avisos  de  la  Superiora  para  que 
se  aprovisionara  Balaguer :  «luego  que  recibí  vuestra 
» última  carta  hice  la  diligencia  que  me  decís,  y  di 
» órdenes  apretadas  para  que  se  fuesen  poniendo  allí 
»bastimentos  y  lo  demás  necesario»;  por  donde  se 
ve  que  en  la  guarda  afortunada  de  aquel  puesto  tu- 
vo decisiva  parte ,  desde  el  retiro  de  su  convento,  la 
Madre. 

En  el  secreto  de  esa  correspondencia  quedó  tam- 
bién la  explicación  de  la  política  de  tolerancia  segui- 
da entonces  en  Zaragoza,  el  abandono  de  los  propósi- 
tos de  la  corte  de  Castilla  de  extender  la  jurisdicción 
del  Tribunal  de  la  Fe  con  todas  sus  facultades  á  aque- 
llos reinos,  y  hoy,  al  descubrirla,  fuerza  es  reconoz- 
camos que  tan  felices  inspiraciones,  dado  el  aprieto 
de  las  cosas  en  Cataluña  y  las  vacilaciones  de  los  es- 
píritus en  Aragón ,  salvaron  nuestra  unidad  nacional 
de  una  total  ruina. 

La  presencia  del  Rey  en  el  ejército  fué  también 
parte  al  aliento  y  vigor  con  que  se  llevaron  las  ope- 
raciones de  guerra  en  el  Principado,  y  si  bien  no  he- 
mos descubierto  indicios  de  que  personalmente  se  ex- 
pusiera de  cerca  al  fuego  enemigo ,  como  ha  afirma- 
do algún  historiador  de  tiempos  muy  vecinos,  es  lo 


102  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


cierto  no  excusó  trabajos  ni  fatigas,  visitando  con 
frecuencia  el  campamento  de  las  tropas  sitiadoras  de 
Lérida,  desde  Fraga,  donde  fijó  su  residencia,  y  asi, 
cuando  el  mariscal  La  Mothe,  repuesto  de  la  rota  que 
le  hizo  sufrir  D.  Felipe  de  Silva,  y  con  refuerzos  reci- 
bidos de  Francia  y  Barcelona,  reconoció  las  líneas 
castellanas ,  las  encontró  en  tan  buen  estado ,  que  no 
osó  atacarlas ,  y  acudió  á  sitiar  Tarragona  dando  lu- 
gar á  que  capitulara  Lérida  y  entrase  en  ella  Feli- 
pe IV,  pasando  el  Segre  con  el  príncipe  Baltasar,  y 
amenazando  al  ejército  de  La  Mothe,  que  hubo  de 
levantar  el  cerco  de  Tarragona  y  abandonar  á  las  tro- 
pas del  Rey  católico  las  importantes  poblaciones  de 
Balaguer,  Agramunt  y  Ager,  ventajas  en  gran  parte 
perdidas  en  la  campaña  siguiente ,  en  la  que  sucumbió 
también  Rosas,  por  cuyo  pronto  socorro  clamó  en 
vano  en  numerosas  cartas  Sor  María ,  comprendien- 
do sin  duda  toda  la  importancia  de  aquel  puerto,  úni- 
co que  se  conservaba  por  nuestras  armas  entre  el  Ro- 
sellon  y  Barcelona. 

En  términos  misteriosos  pide  el  Rey  por  ese  tiem- 
po á  Sor  María  inste  á  Dios  en  sus  oraciones  proteja 
un  negocio  grande  que  tiene  entre  manos,  sin  decla- 
rarse más  por  importar  en  extremo,  sin  duda  alguna, 
el  secreto ;  mas  por  coincidencia  de  fechas  se  viene  en 
conocimiento  de  que  habian  llegado  hasta  el  Rey  las 
esperanzas  de  recobrar  Barcelona,  fundadas  en  la 
conspiración,  que  con  tanto  arrojo  como  paciencia, 
venía  preparando  desde  1644  la  Baronesa  de  Alby, 
personaje  singular,  apenas  mencionado  en  nuestras 
historias,  y  que  es  acreedor  á  alguna  ligera  digre- 
sión, como  ejemplar  curioso  y  poco  conocido  entre 
nosotros,  de  esas  duquesas  de  Luis  XIII,  la  Regen- 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  I03 

cia  y  la  Fronda,  que  dieron  tan  especial  fisonomía  á 
la  Francia  del  siglo  xvii,  mezclando  de  tal  suerte  la 
galantería  y  la  política ,  que  no  se  acierta  á  desenre- 
dar bien  en  sus  intrigas  cuál  de  aquellas  dos  pasio- 
nes era  para  ellas  el  fin,  y  cuál  el  medio. 

En  Cataluña  no  anduvieron  los  franceses  más  polí- 
ticos y  comedidos  que  en  su  tiempo  Olivares  y  sus  he- 
churas, y  fué  labrando  el  disgusto  en  los  ánimos ,  pre- 
parándose los  elementos  en  que  se  crian  y  florecen 
las  conspiraciones.  Era  una  de  las  personas  más  heri- 
das por  la  altanería  y  ligereza  de  los  caudillos  y  cor- 
tesanos del  Cristianísimo,  la  Baronesa  de  Alby,  ca- 
sada con  un  magnate  barcelonés ,  afiliado  al  partido 
de  Francia;  mujer,  según  papeles  del  tiempo,  de  ex- 
trema hermosura ,  ingenio  vivo ,  valor  temerario,  co- 
razón duro,  carácter  independiente  y  despreocupado, 
y  que  soportaba  con  tanta  impaciencia  el  lazo  con- 
yugal como  la  dominación  extranjera.  Después  de 
la  gloriosa  campaña  de  Lérida ,  los  catalanes  afectos 
á  Castilla  cobraron  ánimos,  y  la  Baronesa  juzgó  opor- 
tuno el  momento  para  poner  en  obra  su  propósito  de 
entregar  Barcelona  á  las  armas  de  Felipe  IV. 

Utilizó  para  ello  en  primer  término  á  un  importante 
jefe  catalán,  llamado  D.  Onofre  Aquíles,  poseído  de 
una  pasión  por  la  Baronesa  tanto  más  intensa,  cuanto 
hasta  entonces  más  desgraciada,  al  que  atrajo  y  puso 
á  su  servicio  con  poco  esfuerzo.  Por  iguales  artes  do- 
minó á  un  primo  del  Virey,  llamado  Chabot,  sin  reve- 
larle el  complot,  pero  descubriendo  por  él  todos  los 
secretos  y  noticias  del  ejército  y  gobierno  de  la  plaza. 
Comprometieron  en  la  conjura  al  Bayle  de  Mataró  y  á 
algunos  eclesiásticos  de  influencia  en  el  pueblo,  y  se 
puso  la  Baronesa  en  relación  con  la  corte  de  Madrid 


I04  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


y  con  el  Duque  de  Toralto,  gobernador  por  Castilla 
en  Tarragona,  llegando  á  fijarse,  después  de  muchos 
aplazamientos,  la  sublevación  en  Barcelona  para  el  8 
de  Setiembre,  en  cuyo  dia  hablan  de  ser  sorprendidos 
y  asesinados  los  principales  jefes,  entre  ellos  el  pro- 
pio marido  de  la  conspiradora,  acudiendo  la  escuadra 
castellana  al  puerto  para  apoyar  el  movimiento ,  y  el 
Duque  de  Toralto  para  recoger  desde  luego  el  fruto 
de  la  sorpresa ;  pero  la  armada ,  falta  de  vituallas ,  no 
llegó  á  tiempo,  y  los  conspiradores ,  con  tan  grande 
quiebra  en  sus  planes,  no  se  lanzaron  al  riesgo,  á  pe- 
sar de  los  esfuerzos  desesperados  de  la  Baronesa,  que 
quería  acudir  á  los  mayores  extremos  de  arrojo  y 
crueldad,  y  ejecutar  las  sorpresas  y  muertes  tratadas 
en  la  ciudad,  fiando  el  resto  á  los  azares  de  la  fortuna 
y  al  prestigio  de  la  audacia ;  mas  no  logró  mover  á  tal 
temeridad  á  sus  parciales,  y  de  nuevo  suspendióse 
todo ,  aguardando  más  oportuna  ocasión. 

Tan  adelantados  trabajos  tocaron  ya  en  demasiadas 
gentes  para  que  el  secreto  se  mantuviera  con  el  ne- 
cesario rigor,  y  cuando  Harcourt  volvió  á  Barcelona, 
recobrado  Balaguer,  descubrió  lo  bastante  de  la  tra- 
ma para  cortar  los  principales  hilos,  ahorcando  al 
Bayle  de  Mataró  y  prendiendo  á  D.  Onofre  Aquilas,  á 
quien  la  Baronesa  tenía  oculto  en  el  convento  del 
Carmen.  Sujetáronle  á  tormento  para  que  revelara 
todas  las  ramificaciones  de  la  conspiración ,  y  nada  se 
obtuvo  de  él ;  pero  condenado  á  muerte ,  cuando  hizo 
su  confesión  general,  y  rotos  los  lazos  del  mundo,  dejó 
de  pesar  sobre  él  la  pasión  que  le  habia  llevado  á  la 
conjura,  el  sentimiento  religioso  pudo  más  en  su  vo- 
luntad que  todos  los  crueles  sufrimientos  del  potro; 
no  creyó  que  satisfacía  su  culpa  sin  una  pública  revé- 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  I05 

lacion  de  toda  la  trama,  y  antes  de  morir  la  refirió  ín- 
tegra. La  Baronesa,  que  seguia  en  Barcelona  por  no 
abandonar  en  el  peligro  á  sus  amigos ,  fué  reducida 
entonces  á  prisión,  pero  sus  altas  conexiones  de  fami- 
lia apartaron  de  su  cabeza  el  golpe  que  habia  herido 
á  sus  cómplices,  y  limitóse  el  castigo  á  un  sencillo 
destierro  á  Tarragona. 

Aunque  fracasado  el  movimiento,  comprendió  Har- 
court  importaba  asegurar  los  ánimos  con  el  prestigio 
de  algunas  ventajas  militares,  y  emprendió  la  campa- 
ña para  recobrar  á  Lérida,  á  cuya  pérdida  se  atribuian 
las  esperanzas  del  partido  español  en  Cataluña ;  pero 
no  logró  su  empeño,  merced  muy  principalmente,  se- 
gún lo  reconocen  los  mismos  historiadores  france- 
ses (i),  á  la  actividad  que  desplegó  Felipe  IV  desde 
Zaragoza,  y  á  los  auxilios  que  su  buena  política,  tan 
aconsejada  por  Sor  María,  consiguió  de  aquel  reino. 

Gobernaba  la  plaza  D.  Gregorio  de  Britto ,  y  la  de- 
fendió con  admirable  energía,  dando  tiempo  al  socor- 
ro que  trajo  el  Marqués  de  Leganes,  quien  en  este 
suceso  se  condujo  con  notable  pericia,  desbaratando 
las  líneas  de  Harcourt,  obligándole  á  retirarse  en  des- 
orden á  Balaguer,  abandonando  artillería  y  bagajes  á 
nuestras  armas. 

Pero  no  hubo  de  gozar  el  Rey  con  alegría  estas  vic- 
torias, pues  sufrió  en  esos  años  hondos  pesares  do- 
mésticos, cuya  impresión  traduce  con  elocuencia 
verdadera  y  sentida  en  las  expansiones  de  su  secreta 
correspondencia.  Á  la  toma  de  Lérida  siguió  de  cer- 
ca la  muerte  de  la  reina  D.*  Isabel  de  Francia,  tan 


(i)  Monglat.  Memoins, — Douzünu  campagm. 


I06  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 

querida  del  pueblo,  tan  bien  inclinada  y  discreta,  su 
animosa  consejera  y  auxiliar  en  el  pasado  empeño 
de  alejar  á  Olivares;  y  ahora,  con  el  glorioso  alza- 
miento del  cerco  en  la  misma  plaza,  coincidia  la  pér- 
dida del  príncipe  Baltasar  á  los  diez  y  ocho  años  de 
su  edad,  ofreciéndose  lisonjeras  esperanzas  en  su  per- 
sona, cuando  lo  habia  traido  su  padre  á  Aragón  y  Va- 
lencia para  que  lo  juraran  las  Cortes  y  fuera  adoctri- 
nándose en  los  oficios  de  Rey,  y  con  orgullo  lo  habia 
presentado  al  ejército,  y  Uevádole  á  visitar  á  Sor  Ma- 
ría. Una  violenta  calentura  lo  arrebató  en  pocos  dias, 
y  por  entonces  se  dijo,  determinaron  la  enfermedad 
excesos  á  que  le  habian  arrastrado  complacientes  cor- 
tesanos, entre  ellos  D.  Pedro  de  Aragón,  jefe  de  las 
guardias  españolas,  y  cuñado  de  D.  Luis  de  Haro,  y 
que  no  obstante  tan  elevado  parentesco,  sufrió  des- 
tierro de  la  corte  con  tal  motivo. 

Las  cartas  en  que  desahoga  su  pena  pidiendo  el  au- 
xilio de  sus  consuelos  y  oraciones  á  Sor  María,  son 
verdaderos  modelos  de  sentimiento  y  estilo  : 

«Ayer  recibí  vuestra  carta — le  dice  á  Sor  María — 
»pero  os  confieso  no  me  hallo  para  responderos  sho- 
»ra  á  ella,  pues  me  tiene  nuestro  Señor  en  estado  que 
»hago  mucho  en  estar  vivo;  desde  ayer  acá  tengo  á 
»mi  hijo  muy  apretado  de  una  calentura,  y  hoy  está 
»  delirando  todo  el  dia.  La  primera  diligencia  que  he 
»hecho  ha  sido  resignarme  á  la  voluntad  de  Dios,  y 
» pedirle,  que  si  en  ella  cabe  el  dar  salud  á  mi  hijo,  se 
» duela  de  mí.  Bien  veo.  Sor  María,  que  yo  merezco 
agraves  castigos,  y  que  todos  los  que  me  pudieran  ve- 
»nir  en  esta  vida  serán  cortos  para  satisfacer  mis  pe- 
ncados, y  á  la  intercesión  de  su  Santísima  Madre  y  á 
»vos  os  encargo  me  ayudéis  en  esta  ocasión  de  to- 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  IO7 


»das  veras ,  y  sí  acaso  la  divina  justicia  ha  dado  ya  la 
»  sentencia,  os  pido  que  en  este  trance  ayudéis  á  mi 
»hijo  para  que  acierte  lo  que  tanto  le  importa,  y  á 
»  á  mí,  para  que  tenga  fuerzas  con  que  llevar  este  gol- 
»pe»  (i). 

Y  después  de  espirar  el  desgraciado  Príncipe,  es- 
cribia : 

«Pues  no  movieron  el  ánimo  de  Nuestro  Seftor  las 

♦  peticiones  que  se  le  hicieron  por  la  salud  de  mi  hijo, 
»no  le  debió  convenir  á  él  ni  á  nosotros;  anoche,  en- 
»tre  ocho  y  nueve ,  espiró,  rendido  en  cuatro  dias  de 
»la  más  violenta  enfermedad  que  dicen  los  médicos 
»han  visto  nunca :  yo  quedo  en  el  estado  que  podéis 
♦juzgar,  pues  he  perdido  un  solo  hijo  que  tenía,  y  tal 
♦como  vos  le  visteis,  que  me  alentaba  mucho  en  me- 

♦  dio  de  todos  mis  cuidados.  Todo  lo  que  he  podido 

♦  he  hecho  para  ofrecer  á  Dios  este  golpe,  que  os 

♦  confieso,  me  tiene  traspasado  el  corazón ,  y  en  esta- 
♦do,  que  no  sé  si  es  sueño  ó  verdad  lo  que  pasa  por 

♦  mi ;  quiera  su  Divina  Majestad  darme  su  gracia  para 
♦aprovechar  tan  conocidos  llamamientos.  Sor  María 

♦  encomendadme  muy  de  veras  á  nuestro  Señor,  que 
♦me  veo  afligido  y  he  menester  consuelos  (2). 

No  creemos  que  la  lengua  castellana  pueda  llegar 
más  allá  en  sencillez  y  vigor  de  expresión,  y  cuando 
se  recuerda  están  escritos  esos  renglones  al  correr  de 
la  pluma,  y  destinados,  no  á  aplaudirse  en  discursos 
ó  solemnidades  académicas ,  sino  á  secreto  casi  con- 
fesional, fuerza  es  reconocer,  aun  sin  llegar  más  ade- 
lante en  la  prueba ,  que  habia  en  Felipe  IV  una  sensi- 


(i)  Carta  del  7  de  Octubre  de  1646. 
(2)  Carta  del  16  de  Octubre  de  1646. 


I08  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 

bilidad  y  un  carácter  moral,  bien  distintos  del  que  de- 
jaron delineados  en  coplas  y  sonetos  los  satíricos 
coetáneos,  y  han  aceptado  luego  por  buenos ,  sin  más 
forma  de  juicio,  muchos  literatos  é  historiadores  pro- 
pios y  estraflos. 

No  escaseó  en  trances  tan  duros  Sor  María  aque- 
llos consuelos  piadosos  que  mejor  pueden  aliviar  á  un 
alma  creyente,  pues  si  para  las  luchas  de  la  vida  se 
atreven  á  disputar  su  eficacia  á  la  religión  unas  ú  otras 
filosofías,  en  la  separación  suprema  de  la  muerte  en- 
mudecen todas,  ante  la  elocuencia  irreemplazable  de 
la  fe. 

Las  cartas  de  la  Venerable  religiosa ,  así  en  la  pér- 
dida de  D.*  Isabel  de  Francia,  de  la  que  hacia,  cual 
todo  el  pueblo,  grande  estimación,  como  en  la  desgra- 
cia del  Príncipe,  son  trozos  de  doctrina  y  moral  reli- 
giosa, avalorados  con  forma  literaria  exquisita;  pero 
no  satisfecho  el  Rey  con  la  lectura  de  tan  sanas  ense- 
ñanzas, quiso  visitar  á  la  superiora,  y  con  ese  fin  pasó 
porÁgredafen  Noviembre  de  1646. 

No  ha  quedado  de  la  conversación  que  entonces 
tuvieron  más  noticia  que  la  nota  puesta  por  la  madre 
en  sus  papeles,  dia  y  hora  en  que  S.  M.  visitó  el  con- 
vento; pero  se  desprende  de  las  cartas  sucesivas  del 
Rey,  debieron  tratar  asuntos  de  gobierno  y  reforma- 
ción de  costumbres,  ansiosa  la  consejera  y  la  amiga 
de  levantar  el  ánimo  del  Monarca  á  la  altura  de  su  si- 
tuación. 

Perseguia  ante  todo  la  superiora  el  ideal  de  que 
gobernara  por  sí,  poniendo  entonces  el  pueblo  es- 
pecial confianza  en  la  virtualidad  propia  de  la  mo- 
narquía, que  no  podia  á  sus  ojos  dejar  de  ser  pater- 
nal y  grande,  sino  cuando  viciaban  sus  impulsos,  ó  en- 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  IO9 


torpecian  sus  propósitos,  ministros  y  privados.  Así 
vemos  que  en  las  cartas  que  dirige  el  Rey  á  la  religio- 
sa á  su  llegada  á  Madrid ,  le  asegura  no  se  descuidará 
en  los  puntos  que  le  encargó,  y  pone  particular  empe- 
ño en  demostrar  que  se  ocupa  por  si  de  minuciosos  y 
variados  asuntos,  noticiando  los  buenos  sucesos  obte- 
nidos en  Cataluña,  cómo  se  ha  escrito  para  que  se 
negocie  por  la  embajada  de  Roma  la  revocación  del 
Decreto  Pontificio  expedido  por  aquel  entonces,  pro- 
hibiendo llamar  Inmaculada  á  la  Purísima  Concep- 
ción ,  de  qué  manera  apresura  la  causa  de  la  Madre 
Luisa,  y  ha  recomendado  al  Inquisidor  general  mire 
con  toda  atención  estas  materias,  y  asegurándole  «que 
» en  todo  toma  por  sí  lo  último  de  las  resoluciones, 
» después  de  oir  á  los  Ministros»  (i). 

Así  lo  creia  sin  duda,  y  siguió  entendiéndolo  de 
buena  fe  el  Rey,  pero  por  estos  años  llevaba  ya  la  di- 
rección y  peso  del  gobierno  un  nuevo  valido,  D.  Luis 
de  Haro,  que  sucedió  en  influencias,  funciones,  con- 
fianza ó  abandono  del  Rey,  poderío  en  la  corte  y  en 
los  Consejos,  al  Conde-Duque,  con  medios  personales 
harto  más  escasos,  con  no  mayor  fortuna,  ni  acierto,  ni 
desprendimiento  personal,  ni  elevación  de  miras,  ma- 
lográndose, por  lo  mediano  de  sus  aptitudes  y  alientos, 
todas  las  ocasiones  de  salvación  que  ofrecieron  los 
sucesos  y  los  errores  y  culpas  de  nuestros  enemigos, 
y  que  á  pesar  de  todo  eso,  vivió  tranquilo,  sin  viva 
oposición  de  satíricos  y  cortesanos,  gobernando  la 
monarquía  hasta  la  última  hora  de  su  vida.  Ni  los 
contemporáneos,  ni  los  que  han  escrito  después,  exe- 


(i)  Carta  del  9  de  Enero  de  1647. 


lio  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


eran  su  memoria,  y  bien  apuradas  las  cosas,  no  es 
fácil  asignar  á  esa  desigual  fama  y  fortuna  de  entram- 
bos validos,  más  que  una  sola  explicación;  D.Luis 
de  Haro,  aleccionado  sin  duda  por  la  desgracia  de  su 
tío,  no  fué  nunca  soberbio. 

El  Rey  habia  sufrido  tanto  en  su  buen  natural  con 
el  gobierno  de  Olivares ,  y  tan  honda  huella  dejaron 
en  su  ánimo  los  odios  y  tempestades  movidos  por 
aquella  privanza ,  y  la  opinión  común  atribuyendo  al 
pasado  valimiento  los  males  y  miserias  de  estos  rei- 
nos, que  puede  asegurarse  no  tenía  idea  más  fija  en 
su  imaginación  que  gobernar  sin  nuevos  validos,  hasta 
el  extremo  de  que  habiendo  insinuado  en  un  sermón 
el  P.  Agustin  de  Castro,  en  Zaragoza ,  que  debia  ele- 
gir privado  para  descansar  un  tanto  de  los  cuidados 
del  gobierno ,  le  envió  á  decir,  que  si  tal  cosa  repetia 
en  cualesquiera  ocasión ,  lo  mandaria  á  la  cárcel ,  lo 
cual,  sea  dicho  de  paso,  es  una  de  tantas  noticias  cier- 
tas que  ponen  en  su  punto  las  declamaciones  de  algu- 
nos escritores  al  uso,  sobre  libertad  é  independencia 
de  la  cátedra  del  Espíritu  Santo  bajo  la  monarquía 
absoluta. 

En  nada  es  tan  difícil  violentar  á  la  naturaleza  como 
en  aquellas  inclinaciones  que  exigen,  para  dominarlas 
ó  dirigirlas,  persistencia  de  voluntad,  y  Felipe  IV,  que 
tan  repetidamente  lamenta  su  fragilidad  y  sus  seguros 
vencimientos  siempre  que  entra  en  lucha  con  los  ene- 
migos del  alma,  aun  eramásendebleydistraido,  si  cabe, 
cuando  trataba  de  poner  en  obra  las  resoluciones  de 
gobernar  por  sí,  faltándole  por  completo  la  pasión  del 
mando,  la  aspiración  por  la  gloria  de  labrar  un  impe- 
rio ó  humillar  un  poderío,  y  si,  al  recordar  sus  debe- 
res de  campeón  del  catolicismo  y  las  obligaciones  de 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  III 


nombre  y  casa,  parecía  despertar  de  su  indiferencia 
algunas  veces,  no  era  posible  mantener  vivos  aquellos 
alientos,  sin  el  resorte  de  la  personal  ambición,  muer- 
ta del  todo  en  su  pecho,  y  era  preciso  que  en  una  ü 
otra  forma  viniera  el  gobierno  á  descansar  en  alguien 
que  tuviera  voluntad  para  ejercerlo,  aunque  sin  des- 
pertar los  mal  olvidados  recuerdos  de  Olivares. 

Lo  que  más  importaba  para  esto  era  una  profunda 
modificación  en  nombres  y  formas,  y  en  ello  anduvo 
discretísimo  D.  Luis  de  Haro. 


VIIL 


Los  informes  de  los  embajadores  venecianos  pue- 
den tomarse  como  documentos  definitivos,  sobre  todo 
en  cuanto  hace  relación  con  descripciones]de  sujetos 
y  apreciación  de  caracteres  y  cualidades  políticas,  y 
ellos  nos  pintan  á  D.  Luis,  en  los  años  del  45  al  49, 
como  el  dueño  de  los  negocios,  aunque  cuidando  de 
no  pertenecer  al  Consejo  de  Estado ;  de  natural  afa- 
ble y  cortés  en  extremo,  poniendo  estudio  en  apar- 
tarse de  cuanto  pudiera  asemejarle  al  Conde-Duque; 
ambicioso  y  siervo  de  su  propio  deseo  de  mando,  pero 
ocultándolo  bajo  capa  de  afectuosa  indiferencia  hacia 
los  que  podia  mirar  como  contrarios  de  su  fortuna; 
muy  paciente  en  las  audiencias,  procurando  á  toda 
costa  que  nadie  se  fuera  disgustado  de  su  lado ;  muy 
liberal  en  buenas  palabras,  pero  tan  inseguro  en  satis- 
facerlas, que  dice  de  él  Zane,  con  ponderación  me- 
ridional, ^que  pocos  recuerdan  haya  negado  cosa 


112  BOSQUEJO   HISTÓRICO. 

» alguna,  pero  menos  que,  ofreciéndola,  la  haya  cum- 
»plido»;  con  buen  deseo  y  luz  natural,  pero  escasa 
experiencia  é  ignorancia  absoluta  en  las  artes  políticas 
y  sus  auxiliares;  con  poca  intención  en  sus  miras  y  es- 
casa consistencia  en  sus  resoluciones,  retrocediendo 
siempre  que  hallaba  seria  oposición  en  los  demás  mi- 
nistros, ó  se  le  convencia  que  no  tenia  razón,  hablán- 
dole  moderadamente.  Aunque  no  muy  avaricioso,  se 
dejaba  inclinar,  por  no  decir  comprar,  escribe  Justi- 
niani ,  por  los  intereses,  y  era  muy  amigo  de  los  rega- 
los, y  como  los  hábiles  diplomáticos  de  la  serenísi- 
ma República  no  olvidaban  nada  de  cuanto  pudiera 
ilustrar  á  su  Senado  en  la  mejor  dirección  de  sus  ne- 
gocios, añaden:  «se  deja  cautivar  de  la  adulación 
» cuando  se  usa  con  arte»,  y  aconsejan  como  proce- 
dimiento seguro,  «hablar  bien  de  él  á  S.  M.,  el  cual  se 
»lo  decia  de  seguida,  y  se  le  encontraba  después  muy 
» benévolo  y  perfectamente  dispuesto  á  dejarse  enga- 
»flar».  El  embajador  recomienda  se  cuide  mucho  en 
no  reconocerle  delante  del  Rey  por  favorito ,  y  des- 
pués de  dar  algunas  noticias  sobre  sus  allegados  y  se- 
cretarios Lezama  y  el  Conde  de  Monterrey ,  que  su- 
plian  en  gran  parte ,  por  su  sagacidad  y  discreción,  la 
falta  de  conocimientos  de  su  jefe,  y  de  mencionar  la 
grande  influencia  que  sobre  D.  Luis  ejercia  su  mujer, 
concluye  diciendo:  «al  Conde-Duque,  Felipe  IV  le 
»temia,  y  á  éste  le  ama.» 

Estas  suavidades  y  prudencias  en  el  aparato  de  la 
privanza,  eficaces  para  acallar  los  escrúpulos  del  Rey, 
moderar  á  los  Consejos,  entretener  las  envidias  en  los 
palaciegos  y  no  despertar  impaciencias  y  pasiones  en 
el  vulgo,  no  eran  bastantes  á  impedir  viera  la  Venera- 
ble Madre,  como  veian  los  embajadores  venecianos, 


BOSQUEJO   HISTÓRICO.  II3 

quién  era  ya  en  España  il  padrón  dagli  affari;  tanto 
niás,  cuanto  que  por  entonces  era  conocida  de  eleva- 
dos personajes  la  confianza  y  aprecio  que  hacía  el 
^ey  de  la  religiosa,  y  mantenia  ésta  correspondencia 
con  algunos,  y  señaladamente  con  D.  Fernando  de 
í^orja,  á  quien  conoció  de  virey  en  Aragón,  y  ahora 
ocupaba  puesto  de  importancia  en  la  corte,  y  estaba 
al  tanto  de  los  sucesos  é  influencias  en  Palacio.  Vien- 
do la  Superiora  desbaratarse  á  más  andar  su  adorado 
ideal,  de  que  el  Rey  gobernara  por  sí,  tentó  con  em- 
peño y  porfía  obstinadísima  derrocar  esa  influencia 
2}aciente,  si  bien  manteniendo  en  todas  sus  cartas  la 
/arma  de  consejos  y  advertencias  generales  y  de  con- 
ducta, superiores á  todo  ataque  personal;  actitud  que 
no  abandonó  jamas,  ni  aun  ante  las  propias  instancias 
d^l  Rey  para  que  le  designara  sujetos  y  ministros  que 
^^  ftiesen  aceptos  á  los  ojos  de  Dios,  ó  no  sirvieran 
lealxnente  á  su  Corona. 

-Es  por  extremo  curiosa  la  discusión  que  al  rededor 
^G  ese  tema  se  entabla  entre  la  religiosa  y  el  Rey,  im- 
Pulsacia  ella  por  su  deseo  y  su  fe  en  la  eficacia  de  un 
?c>t>i^j^jjQ  ejercido  por  el  Monarca,  como  represen- 
tante tíe  Dios  cerca  de  sus  vasallos,  y  partícipe,  en  ese 
^^iicrepto,  de  la  sabiduría,  bondad  y  alteza  de  pensa- 
^ierxto,  propios  del  origen  sagrado  de  su  poder,  y  un 
^anto    movida  á  poner  en  juego  su  influencia,  por  algu- 
nos  e  nemigos  ocultos  del  valido,  que  la  solicitaban  á 
^se    ixxi ;  y  el  Rey,  defendiendo  con  los  razonamientos 
^^s  ingeniosos,  y  en  apariencia,  más  sensatos  que  iina- 
^^'^^^  cabe,  sus  procedimientos  de  gobierno,  correc- 
^^^s  »  oon  efecto,  en  la  forma,  pero  que  en  el  fondo  se 
"^cltioian  á  dejar  gobernar  á  su  antojo  á  D.  Luis  de 

8 


114  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


Sor  María,  que  con  motivo  de  la  enfermedad  y  muer- 
te del  Principe,  y  para  rogar  por  su  alma  hizo  extra- ' 
ordinarias  penitencias  y  devociones,  afectándose  en 
extremo  su  espíritu  con  esta  desgracia,  escribió  por 
mandato  de  su  confesor,  y  remitió  al  Rey,  un  papel, 
ya  publicado  por  Lavigne,  en  el  que  se  contienen  el 
resultado  de  sus  contemplaciones  y  espirituales  ejer- 
cicios, y  que,  rozándose  estrechamente  con  la  vida 
religiosa  y  favores  especiales  que  mereciera  de  Dios 
aquella  su  predilecta  sierva,  no  entra  en  el  cuadro  de 
nuestros  estudios  y  análisis ;  pero  su  sentido  y  sustan- 
cia, en  lo  que  hace  relación  á  los  deberes  de  oficio  del 
Rey,  era  imponerle,  como  obligación  religiosa  nece- 
saria á  la  salvación  de  su  alma,  el  personal  gobierno 
de  la  monarquía,  sin  privados  ni  favoritos. 

El  Rey,  satisfecho  con  las  formas  de  secretario  po- 
nente en  los  negocios  todos ,  hábilmente  mantenidas 
por  D.  Luis  de  Haro,  se  excusa  en  una  larga  carta,  ad- 
mirable en  claridad  y  sencillez,  con  el  ejemplo  de  Fe-  * 
lipe  II,  su  glorioso  abuelo,  que  tuvo  también  criados 
y  ministros  de  quienes  se  valia  para  todos  los  nego- 
cios, reservándose  lo  último  de  las  resoluciones.  «No 
»es  lícito — dice — á  la  dignidad  del  Rey  andar  de  casa 
»en  casa  de  ministros  y  empleados,  viendo  diariamen- 
»te  lo  que  hacen,  y  puesto  se  tienen  los  reyes  que  va- 
»ler  de  hombres,  es  excusable  sea  de  los  que  tienen 

»mayor  satisfacción,  mientras  no  abusen :  el  haber 

» heredado  estos  reinos  de  diez  y  seis  años,  y  entrado 
^  en  este  caos  con  las  cortas  noticias  que  en  aquella 
»edad  se  adquieren,  fué  causa,  á  mi  parecer,  lícita 
» entonces,  que  me  fiase  de  ministros,  y  que  á  algunos 
»les  diese  más  mano  de  lo  que  parecia  conveniente: 
» hice  mal  en  que  durase  aquel  modo  de  gobierno  lo 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  IIS 


>que  duró,  pues  con  la  experiencia  y  años  reconocí 
»los  inconvenientes,  y,  aunque  tarde,  tomé  laresolu- 
» cion  de  apartar  al  ministro  que  sabéis :  después  acá 
»he  procurado  no  dar  la  mano  á  ninguno  que  le  habia 
»  dado  á  él,  por  tenerlo  así  por  necesario  para  cumplir 
»con  mi  obligación  y  reputación,  y  aunque  es  verdad 

»que  he  mostrado  más  confianza  de  algún  criado , 

»  siempre  he  rehusado  darle  el  carácter  de  ministro, 

»por  huir  de  los  inconvenientes  pasados ;  yo.  Sor 

»Marfa,  no  rehuso  trabajo  alguno,  pues  como  todos 

» pueden  ver,  estoy  continuamente  sentado  en  esta 

*  silla,  con  los  papeles  y  la  pluma  en  la  mano,  viendo 

-í^ cuantas  consultas  se  me  hacen,  los  despachos  que  vie- 

^nen  de  fuera,  resolviendo  las  más  allí  inmediatamen- 

^tG  -  Otros  negocios,  que  piden  más  inspección,  remi- 

*  to    á  diferentes  ministros,  para  habiéndoles  oido  re- 

*  solver  lo  que  tengo  por  más  ajustado  á  la  razón,  y  en 

*G.rx  ,  las  últimas  resoluciones  no  pasan  por  otra  cen- 

*svix-a,  pues  es  esto  lo  que  yo  entiendo  que  á  mí  me 

**^c><:ra,  y  creedme,  que  los  que  más  deslucen  estas 

terias  y  dan  ocasión  para  que  se  murmure,  si  éste 

iquél  tiene  más  mano  de  lo  que  en  realidad  de 

dad  yo  le  doy,  son  generalmente  los  pretendien- 

y  ambiciosos  (de  que  hay  mucho  número  en  la 

X^ública),  y  éstos,  al  que  creen  hago  más  merced, 

xtejan  y  siguen ,  de  modo  que  viéndole  el  pueblo 
este  séquito  y  aplauso ,  le  tiene  por  lo  que  en  ver- 

ci  no  es,  y  yo  procuraré ,  en  las  más  ocasiones  que 
ofrecieren,  desengañarle  de  esta  ceguedad»  (i). 
vivo  retratan  esas  expresivas  excusas  al  Rey  y  á 


^  ^  ^  Carta  del  30  de  Enero  de  1647. 


Il6  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


SU  Ministro ;  al  Rey,  privado  de  la  pasión  del  mando, 
del  instinto  y  el  deseo  de  mover  un  pueblo  por  el 
propio  pensamiento  y  voluntad ,  sin  lo  cual  se  ha  rei- 
nado muchas  veces,  pero  no  se  ha  gobernado  nunca; 
y  al  Ministro ,  tal  como  los  embajadores  venecianos 
lo  describen,  atento  á  mantener  ante  su  Soberano  to- 
das las  formas  extemas  de  la  más  constante  y  abso- 
luta dependencia.  No  se  desanima  por  ello  la  Ve- 
nerable Madre,  y  de  nuevo  insiste  diciéndole  «que 
»con  efecto  tiene  mucho  bueno  que  imitar  en  Feli- 

»pell que,  aunque  no  es  de  su  profesión,  tiene 

» ella  conocimiento  de  las  materias  de  Palacio  y  de 
»la  Monarquía,  y  ya  comprende  no  puede  prescindir- 

»se  de  los  ministros,  ni  evitarse  las  emulaciones 

»pero  eso  no  impide  que  él  no  deba  permitir  que  los 

» inferiores  hagan  de  cabeza recordar,  que  si  sus 

» obligaciones  personales  para  con  Dios  son  las  pri- 
» meras,  las  segundas  son  las  de  su  oficio,  no  menos 
»  precisas  de  cumplir  para  merecer  la  misericordia  di- 
»vina»  (i);  y  el  Rey,  cada  vez  más  penetrado  de  el 
sentimiento  de  su  debilidad,  esfuérzase  en  satisfacer 
á  la  religiosa  con  la  exposición  de  sus  buenos  deseos, 
y  apremiado  por  sus  argumentos  le  dice:  «procuro  ha- 
»cer  todo  lo  que  estuviere  en  mí  para  cumplir  con 
»mi  obligación,  así  en  evitar  ofensas  á  nuestro  Se- 
»flor,  como  en  atender  al  gobierno  de  estos  Reinos, 
»  sin  más  fin  que  el  servicio  de  Dios  y  el  bien  de  ellos, 
»oigo  para  eso  á  todos  los  ministros  que  quieren  ha- 
»blarme,  y  oiré  siempre  á  todos  para  que,  tomando 
>más  noticias,  se  pueda  acertar  mejor ;  bien  me  pare- 
jee que  os  entiendo  en  la  parte  que  apuntáis,  y  yo 


(i)  Carta  del  15  de  Marzo  de  1647  y  siguiente. 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  II7 

» estoy  sobre  aviso,  y  no  me  descuidaré  en  poner  re- 
» medio,  ni  dejaré  pasar  la  ocasión  oportuna,  que  para 
»  mí  no  hay  más  que  el  servicio  de  Nuestro  Seftor  y 
»  el  buen  gobierno  de  esta  Monarquía.  Harto  procuro, 
»Sor  María — añade  en  otra  carta — cumplir  con  las 
» obligaciones  del  puesto,  y  esto  mismo  me  fatiga, 
» viendo  las  dificultades  que  se  ofrecen  para  conse- 
»guirlo;  buen  medio  es  el  de  oir  á  todos,  como  me 
» decís,  y  la  puerta  tengo  abierta,  y  á  nadie  que  quie- 
bre hablarme  le  niego  la  entrada,  y  suelo  llamar  á  mu- 
»chos,  pero  no  cuesta  poco  trabajo  atender  á  los  in- 
» tenores  de  cada  uno,  pues  si  todos  fueran  sanos  y 
»de  buena  intención,  se  llevara  con  grande  facilidad 
»  el  timón  de  esta  nave  »  (i). 

Don  Luis  de  Haro  no  debió  ignorar  la  campafta 
emprendida  contra  él,  y  no  desdeñó,  sin  duda,  al  ene- 
migo, pues  por  las  cartas  de  la  Venerable  Madre  ve- 
mos acudió  á  visitarla  en  Agreda  como  portador  de 
epístolas  del  Rey,  y  no  debió  ser  la  entrevista  acto 
rápido  de  mera  cortesía ,  cuando  nos  refiere  que  es- 
tando allí  en  conferencia  sobre  las  novedades  de  Bar- 
celona, recibió  la  noticia  del  feliz  suceso  de  Lérida, 
y  pocos  dias  después,  volvió  al  Monasterio  á  recoger 
respuesta  para  S.  M.;  pero  los  halagos  del  privado  no 
fueron  parte  á  dulcificar  los  consejos  de  la  Superiora, 
que  siguió  tras  la  visita  manteniendo  con  igual  vigor 
sus  tesis  austeras  é  inflexibles;  ni  las  excitaciones  de 
los  cortesanos  enemigos  del  favorito  logran  tampoco 
traerla  al  terreno  de  las  exigencias  ó  imposiciones  per- 
sonales, ó  revelaciones  de  la  voluntad  de  Dios  en  sepa- 
rar al  privado,  á  lo  que  con  empeño  la  quisieron  Ue- 


(i)  Carta  del  i  de  Julio  de  1648. 


Il8  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 

var.  La  correspondencia  de  la  Venerable  Madre  con 
los  Borjas,  antes  citada,  cifrada  en  parte,  con  clave 
que  hemos  logrado  descubrir,  pone  bien  en  claro,  asi 
el  empeño  con  que  se  combatió  la  privanza,  como  la 
resistencia  tenaz  que  opuso  á  cuanto  pudiese  dar  co- 
lor interesado  á  sus  consejos ;  no  tenemos  las  cartas 
de  D.  Fernando ,  pero  por  las  respuestas  se  colige  la 
instaba  á  que  formulara  peticiones  concretas,  y  en 
verdad  que  el  Rey  daba  sobrado  pié  para  ello,  no  solo 
con  las  demostraciones  de  su  asiduidad  en  escribir, 
de  su  agradecimiento  y  estima  por  los  consejos  reci- 
bidos ,  sino  pidiendo  designara  personas,  y  anticipán- 
dole tomarla  sus  juicios  como  inspirados  por  Dios  en 
revelaciones  directas. 

Un  alma  menos  elevada  que  la  suya  hubiera  segu- 
ramente sucumbido :  Sor  María  entendió  no  llegaba 
su  deber  más  que  á  predicar  doctrina ,  inculcar  prin- 
cipios y  reglas  de  conducta,  y  decia  muy  discreta- 
mente á  D.  Francisco  de  Borja :  «si  algo  eficaz  puede 
» esperarse  de  mis  consejos,  es  manteniéndolos  des- 
» interesados»  y  no  encontramos  en  efecto  en  sus  car- 
tas, ni  una  petición  que  tenga  mediana  importancia,  ni 
una  acusación  personal  determinada  y  concreta.  Y  no 
es  que  ignorara  nombres,  ó  no  tuviera  sentir  sobre  su- 
jetos determinados,  pues  en  las  cartas  á  los  Borjas 
desahoga  su  pecho  contra  D.  Luis  de  Haro,  ya  desig- 
nándole con  el  sobreentendido  nombre  de  el  dedo 
malo  y  ya  citándole  por  su  apellido,  ya  juzgando  su  in- 
fluencia y  procedimientos  como  funestos  al  esplen- 
dor y  buen  gobierno  de  la  Monarquía. 

El  astuto  y  flexible  ministro  triunfó  de  esa,  como 
de  las  demás  oposiciones  intentadas  en  su  daño,  y  sólo 
en  muerte  logró  reemplazarlo  en  la  confianza  del  rey 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  II9 


don  Femando  de  Boija,  que  sin  duda  alguna  había 
aspirado  á  conseguirlo  en  vida,  aunque  por  modos 
muy  secretos  y  cautelosos. 

No  fué  tampoco  escasa  parte  en  aliviar  un  tanto  de 
trabajo  á  D.  Luis  de  Haro  y  hacer  más  lucidos  algu- 
nos periodos  de  su  ministerio,  el  feliz  suceso  de  ha- 
llarse gobernada  la  Francia,  por  manos  harto  menos 
activas  y  vigorosas  que  las  de  Richelieu,  con  quien  tu- 
vo que  habérselas  Olivares ,  y  ya  se  empezó  á  sentir 
á  las  claras  ese  beneficio,  en  las  revueltas  de  Ñapóles, 
conservado  por  entonces  á  estos  reinos,  tanto  por  lo 
menos  por  la  torpeza  é  inacción  de  los  franceses,  co- 
mo por  el  esfuerzo  propio. 

Sabidas  por  demás  son  las  dramáticas  vicisitudes 
de  aquella  rebelión,  que  venía  anunciándose  de  tiem- 
po atrás,  sin  que  se  previnieran  remedios  ni  defensas, 
y  no  hemos  de  reproducir  aquí  narraciones  de  suce- 
sos tan  conocidos.  El  Rey  en  sus  cartas  no  da  sobre 
ellos  noticias  que  añadir  á  las  muchas  ya  reunidas  por 
los  numerosos  historiadores  y  literatos  que  las  han 
tratado,  siendo  curioso  únicamente  verle  en  sus  car- 
tas más  preocupado  con  Ñapóles  y  Sicilia  que  con 
Portugal,  al  que  en  todo  este  tiempo,  apenas  si  nom- 
bra alguna  rara  vez.  Refiere  á  la  Madre  en  los  afios 
del  47  y  48,  las  principales  fases  de  la  revueltas  de 
Masaniello  y  Anese,  el  envío  de  la  escuadra,  la  reti- 
rada de  las  armas  francesas  sin  socorrer  al  Duque  de 
Guisa,  que  capitaneaba  á  los  amotinados,  y  las  pre- 
venciones y  gobierno  de  D.  Juan  de  Austria  hasta  el 
triunfo  definitivo,  conseguido  el  lunes  santo  de  1648, 
y  que  el  joven  Príncipe  refiere  á  su  padre  en  carta  de 
que  se  envió  copia  á  la  Madre  de  seguida,  ípor  con- 
ducto del  Patriarca. 


I20  BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


«Con  tres  milhombres  y  en  cuatro  horas — dice  don 
» Juan  en  su  carta — reduje  la  ciudad  y  puse  fin  á  una 
» rebelión  que  tenía  tan  poderosas  raíces»;  pero  á  las 
claras  se  descubre  que  los  celos  de  Mazarino,  ó  de  la 
Regente,  secundada  en  esta  pequeña  pasión  por  su 
Ministro,  produjeron  el  increible  abandono  en  que 
dejaron  á  Guisa,  luego  que  tanteado  el  terreno  para 
el  Duque  de  Anjou,  hijo  segundo  de  D.*  Ana,  no 
se  halló  facilidad  para  establecerle  por  Rey  de  Ñapo- 
Íes;  y  la  rebelión,  sin  el  aliento  que  esperaba  recibir 
de  los  enemigos  de  España,  con  un  jefe  que  care- 
cia  de  toda  condición  personal  para  tal  empresa,  dio 
pronta  entrada  á  las  corrupciones  y  tratos ,  que  ayu- 
daron tan  eficazmente  á  los  apremios  de  las  armas.  Sor 
María  no  se  preocupa  menos  que  el  Rey  con  esos  suce- 
sos, y  desde  el  primer  anuncio  de  revueltas  recomien- 
da una  política  de  dulzura  y  alivio  en  las  cargas  injus- 
tas y  vejatorias,  advertida  ó  conocedora  de  las  causas 
de  aquellos  trastornos,  milagrosamente  dominados. 

No  menor  maravilla  fué  también  la  ventaja  lograda 
en  Cataluña  con  el  levantamiento  del  cerco  de  Léri- 
da por  Conde,  del  que  al  paso  hicimos  alguna  men- 
ción más  arriba :  reemplazaba  ese  Príncipe  al  Conde 
de  Harcourt,  y  precedido  de  justo  renombre,  se  le 
recibió  en  Cataluña  como  el  destinado  á  poner  inme- 
diato y  glorioso  término  á  la  guerra.  Apenas  pose- 
sionado el  joven  capitán  de  su  vireinato,  marchó  so- 
bre Lérida ,  gobernada  por  el  heroico  Britto  :  creyó 
el  francés  tomar  por  asalto  la  plaza  en  corto  tiempo, 
mas  desengañado  por  la  energía  de  los  sitiados,  se  re- 
tiró, con  solos  veinte  dias  de  trincheras. 

Los  escritores  militares  franceses  elogian  como  acto 
de  prudencia  esta  retirada,  suponiendo  bien  provista 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  121 

Ja  plaza,  pero  en  cartas  del  Rey  hallamos  prueba  de 
lo  contrario;  la  plaza  no  estaba  surtida,  el  socorro 
pronto  se  creía  difícil,  el  Monarca  contaba  por  impo- 
sible una  larga  defensa,  y  mas  un  ataque  á  las  líneas 
del  Príncipe,  como  éste  imaginaba;  á  punto  estuvo  de 
acudir  el  Rey  en  persona  al  lance ,  y  así  se  lo  aconse- 
jaba Sor  María,  pero  envió  á  D.  Luis  de  Haro  para 
apresurar  las  disposiciones  del  socorro,  y  nadie  re- 
sulta tan  sorprendido  de  la  retirada  como  el  Rey  y  su 
gobierno,  atribuyéndolo  á  alborotos  en  Barcelona, 
por  no  imaginar  que  el  sitiador  recelara  poco  ni  mu- 
cho de  nuestra  ofensiva.  El  Príncipe  volvió  á  Fran- 
cia,   sin  más  ventaja  que  la  toma  de  Ager,  dejando 
^^   tanto  desencantados  á  los  catalanes,  confirman- 
do   estas  noticias  que  el  Rey  comunicó  inmediata- 
mente á  la  Superiora,  que  Dios  protegió  en  aque- 
"a  o  evasión  por  manera  visible  nuestra  Corona,  oscu- 
''^^i^ndo  el  juicio  militar  del  héroe  de  Rocroy,  y  des- 
P^^^^Mdo  en  su  corazón  una  prudencia  exagerada,  gra- 
cias   zSk.  la  cual  se  salvó  Lérida. 

^^l^^n  desahogo  trajeron  estas  ventajas,  unidas  ala 
paz    <:: on  Holanda  (i),  y  sin  duda  que  mayores  hubie- 
odido  obtenerse  desde  luego  en  Cataluña,  don- 


raii 


^  ^^'^-X  ostras  fuerzas  militares  habian  llegado  á  igualar 


tÓfli 


pre 
del 
aqu 


j^^^^      ^ué  esta  paz  uno  de  los  escasos  triunfos  diplomáticos  que  por  en- 

„^       ^     alcanzamos.  Las  Provincias  Unidas  debian  á  la  Francia  su  defen- 

jIíj,^  ^^*>,grandec¡m¡ento,  y  por  un  tratado  de  1635  habian  convenido  la 

y  el  reparto  de  los  Países  Bajos  españoles ,  pero  recelaban  siem- 

la  vecindad  de  Francia;  temieron  que  ajustándose  el  matrimonio 

XIV  con  una  princesa  española ,  fueran  en  dote  los  Estados  de 

¿j^T"**  ^.  frontera  á  poder  del  Cristianísimo,  y  se  adelantaron  en  1648  á  fir- 

ces  con  España,  desentendiéndose  de  las  seguridades  dadas  á 

no  y  del  texto  expreso  del  tratado  de  1635. 


122  BOSQUEJO  HISTÓEUCO. 


á  las  contrarias ;  pero  según  decía  muy  discretamente 
la  Madre  en  sus  cartas,  nuestro  ejército  siempre  salia 
tarde,  y  marchaba  despacio:  allí,  como  en  todas  par- 
tes, parecíamos  consagrados  á  una  perpetua  guerra 
defensiva,  tanto  más  penosa,  cuanto  que  el  país  entero 
habia  perdido  aquellos  alientos  y  fe  ciega  en  su  pode- 
río militar  y  político  de  los  tiempos  de  Carlos  V  y  Fe- 
lipe II ;  se  sentía  débil  y  desangrado  para  sostener 
dominaciones  tan  extensas  y  extrañas,  y  sólo  ansiaba 
la  paz,  con  aquel  indiferentismo  sobre  el  precio  para 
obtenerla  ó  conservarla,  propio  de  todos  los  pueblos 
en  sus  tiempos  de  decadencia. 

Tarea  tan  difícil  como  interesante  para  escribir  his- 
toria con  alguna  formalidad  y  sentido ,  es  la  de  cono- 
cer el  estado  de  la  opinión  en  cada  período,  y  para 
ese  fin,  en  el  reinado  de  Felipe  IV,  y  singularmente 
en  estos  años  que  precedieron  á  la  paz  de  Wesfalia, 
no  existe,  en  nuestro  sentir,  documento  más  precioso 
que  esta  correspondencia  del  Rey  con  Sor  María,  por- 
que la  Venerable  Madre  es  indudablemente  el  órga- 
no y  la  voz  de  las  clases  medias,  del  cuerpo  de  la  na- 
ción, tal  como  estaba  constituida  en  unión  íntima  en- 
tonces, en  verdadera  confusión  de  intereses  y  deseos 
con  el  clero  y  comunidades  religiosas ;  y  el  Rey,  corto 
en  ideas  y  pensamientos  propios,  pero  deseoso,  á  des- 
pecho de  su  poder  absoluto,  de  seguir  la  voluntad  po- 
pular como  el  más  democrático  de  los  monarcas  cons- 
titucionales al  uso,  nos  da  suficientes  avisos  de  lo  que 
veia  y  sentía  á  su  redor,  en  el  ejercicio  siempre  muy 
instructivo  del  gobierno,  y  merece  este  punto  le  con- 
sagremos alguna  atención,  relacionándolo  con  la 
misteriosa  conspiración  del  Duque  de  Híjar ,  un  tanto 
aclarada  en  estas  cartas. 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  1 23 


IX. 


España,  durante  la  privanza  de  Olivares  y  en  el  mi- 
nisterio pasivo  de  D.  Luis  de  Haro,  habia  llegado  á 
ser  el  país  peor  administrado  de  Europa ,  encontrán- 
dose en  una  desigualdad  en  este  punto,  respecto  de 
Francia  é  Inglaterra,  que  fué  principal  causa,  á  nues- 
tro juicio,  de  su  vencimiento,  como  sigue  siendo  hoy, 
una  de  las  que  mantienen  su  inferioridad. 

No  es  esta  ocasión  para  justificar  tales  afirmaciones 
con  análisis  de  historia,  legislación  y  costumbres  ad- 
ministrativas comparadas,  y  basta  por  el  momento  á 
nuestro  propósito  referirnos  á  la  autoridad  de  los  mi- 
nistros venecianos,  hombres  que  no  llegaban  á  las  em- 
bajadas españolas,  sin  haber  estudiado  al  vivo  la  Eu- 
ropa de  su  tiempo,  observadores  siempre  acreditados 
como  imparciales  y  perspicaces,  por  cuantas  investiga- 
ciones auxiliares  hemos  practicado  para  corroborar 
sus  noticias.  Mocénigo,  Quirini  y  Basadone  coinci- 
den en  la  misma  reflexión  sustancial,  ya  examinando 
la  deplorable  gestión  de  los  impuestos,  ya  dando  idea 
de  la  administración  militar,  ya  notando  la  escasez  de 
hombres  aptos  para  ejercitar  el  mando,  observaciones 
todas,  concisa  y  severamente  resumidas  en  el  juicio 
sumario  que  el  último  de  esos  ministros  dirige  al  Se- 
nado en  1653,  tras  cinco  años  de  residencia  en  nues- 
tro suelo;  «7/0  hay  en  el  mundo ^  escribe  el  experi- 
mentado diplomático ,  nación  más  desconocedora  del 
buen  gobierno. » 

Y  si  ese  mal  se  pagaba,  en  lo  tardío  de  los  socorros, 


r 


I 


124  BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


lo  estéril  de  las  victorias ,  la  dureza  de  las  derrotas  y 
lo  cruel  de  las  desmembraciones  de  reinos  y  provin- 
cias ,  hacíase  sentir  también  con  desasosiego  y  mal 
contento  en  el  propio  corazón  de  la  Monarquía,  dan- 
do lugar  y  ocasión  esos  fermentos  á  despertar  en  al- 
gunos espíritus  levantiscos,  esperanzas  de  alteraciones 
cortesanas,  análogas,  en  sus  procedimientos  y  alcan- 
ces, á  las  que  perturbaban  la  minoría  de  Luis  XIV. 

Existia  ademas  por  aquellos  dias  en  España  un  mo- 
tivo especial  de  disgusto  para  con  la  Monarquía,  dan- 
do por  entonces  los  devaneos  del  Monarca  ocasión  á 
mayores  ruidos  que  en  tiempos  anteriores,  pues  des- 
de la  caida  del  Conde-Duque  anduvo  más  recogido  ó 
más  cauto  en  sus  distracciones. 

De  la  correspondencia  secreta  y  cifrada  de  Sor 
^  María  con  D.  Francisco  de  Borja,  se  deduce  que  en 

medio  de  los  grandes  aprietos  de  Portugal ,  Italia  y 
Cataluña,  se  celebraban  con  sobrada  frecuencia  co- 
medias en  Palacio,  vivia  S.  M.  en  diaria  comunica- 
ción con  los  comediantes,  y  habia  llegado  á  instalar 
I  en  el  Alcázar,  como  manceba  suya,  á  una  dama  lla- 

mada Eufrasia,  que  sería  sin  duda  alguna  la  Eufrasia 
Reina,  cómica  muy  conocida  por  su  airada  vida,  en 
la  historia  galante  de  nuestro  teatro;  todo  lo  cual 
cargaba  el  buen  Rey  al  achaque  de  su  debilidad ,  llo- 
rando sus  vencimientos  continuos  en  la  lucha  con 
los  enemigos  del  alma,  en  castizos  párrafos  de  las 
cartas  á  Sor  María. 

Pero  la  corte,  el  pueblo,  los  teólogos,  su  íntima 
consejera,  que  revela  con  respetuosa  y  enérgica  frase 
la  opinión  común  de  las  gentes  por  aquel  entonces, 
desesperan,  ante  fragilidades  tan  calificadas,  de  que 
el  Monarca  obtenga  la  divina  protección  para  triun- 


Y 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  12  5 


far  sobre  sus  enemigos,  mediando  tan  graves  y  diarias 
ofensas  por  parte  del  ungido  del  Señor;  no  creen 
pueda  satisfacer  á  su  oficio  de  Rey  viviendo  con  ene- 
migos de  Dios  y  en  privación  constante  de  la  divina 
gracia,  y  los  desastres,  sacrilegios  y  crueles  atropellos 
de  la  toma  de  Tortosa,  las  rebeliones  de  Italia,  y  la 
peste  que  diezmaba  á  Valencia,  Murcia  y  Sevilla, 
y  traia  aterrorizado  á  Madrid,  todo  era  ocasión  de 
descontento  y  daño  contra  la  conducta  del  Rey,  en 
cuanto  los  más  y  los  mejores  veían  en  tales  desgra- 
cias, no  ya  la  negligencia  de  una  administración,  ó  á 
lo  sumo,  la  mala  estrella  de  un  gobierno,  como  ahora 
se  estila,  sino  la  cólera  del  cielo  justamente  excitada 
contra  este  pueblo  católico  y  defensor  de  la  fe,  por  los 
pecados  de  un  David,  que  persistía  en  hacerse  acree- 
dor á  los  castigos  con  sus  culpas,  y  no  llegaba  nunca 
á  merecer  los  beneficios  con  su  arrepentimiento. 

Á  tal  estado  de  la  opinión ,  no  podían  responder  en 
Castilla  conmociones  populares,  porque  donde  no 
existía  espíritu  de  independencia  provincial  ó  regio- 
nal, faltaba  toda  fórmula  política,  en  la  que  tomara 
cuerpo  el  descontento ;  y  por  otras  razones  históricas 
y  de  organización  que  ahora  no  vendría  al  caso  expo- 
ner, no  llegaron  á  responder  tampoco  revueltas  en- 
tre la  nobleza,  que  harto  más  quebrantada,  pobre  y  so- 
metida que  en  Francia  había  quedado  por  aquellos 
días;  pero  se  dibujaron  los  intentos,  en  Jíneas  que 
aparecen  muy  desvanecidas,  y  que  es  curioso  resta- 
blecer, borrando  lo  que  con  alguna  ligereza  se  ha  pin- 
tado al  capricho  y  con  exageración,  en  nuestras  histo- 
rias generales. 

Ya  á  raíz  de  la  caída  de  Olivares  se  había  movido 
proceso  sobre  unos  avisos  y  revelaciones  de  peligros 


126  BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


que  amenazaban  á  la  Monarquía  y  al  Rey,  haciéndo- 
se prisión,  entre  otros,  de  un  D.  Francisco  Chiribo- 
ya  y  un  Padre  Monteron,  fraile  francisco  este  últi- 
mo, de  nación  italiano,  y  confesor  del  Presidente  de 
Castilla,  y  á  no  dudarlo,  tuvo  esta  causa  grandes 
protecciones  en  la  corte  entre  los  mal  contentos  disi- 
mulados, que,  como  los  Borjas,  suírian  de  mal  grado 
la  privanza  de  D.  Luis  de  Haro,  á  pesar  de  todas  las 
modestias  y  suavidades  con  que  rodeaba  el  ejercicio 
de  su  autoridad  el  favorito. 

Sor  María  en  su  correspondencia  con  los  Borjas 
se  interesa  en  extremo  por  el  Padre  Mont  eron ,  y  á 
las  claras  revela  mediaban  constantes  y  secretas  afini- 
dades entre  los  detenidos  por  esa  causa,  y  D.  Fer- 
nando de  Borja,  á  pesar  de  los  elevados  cargos  de 
confianza  que  éste  ocupaba  en  Palacio,  y  de  que  el 
exaltado  Padre  seguia  desde  su  cárcel  de  Toledo, 
profiriendo,  en  son  de  augurios,  tremendas  amena- 
zas sobre  conspiraciones,  peligros  de  la  Monarquía 
y  riesgos  de  la  propia  vida  del  Rey,  que  buenamente 
procuraban  sus  protectores  no  quedaran  sepultadas 
entre  las  paredes  de  la  Inquisición,  llegando  las  voces 
al  Alcázar  de  Madrid.  Y  como  esto  coincidia  con  las 
excitaciones  que  el  propio  D.  Francisco  dirigia  á  la 
Madre  para  que  pidiese  al  Rey,  en  nombre  y  uso  de 
sus  dones  y  favores  divinos,  la  separación  de  D.  Luis 
de  Haro,  apretándole  á  que  no  mantuviera  en  prin- 
cipios tan  desinteresados  sus  consejos  y  advertencias, 
y  con  ser  ellos  intermediarios  para  entregar  cartas  y 
papeles  secretos  á  todos  los  comprometidos  en  el  pro- 
ceso que  designan  con  el  nombre  de  los  del  Tajo^  y 
como  por  entonces  andaba  débil  y  achacoso  Haro  y 
en  alza  las  esperanzas  de  los  cortesanos  sobre  su  cai- 


BOSQUEJO   HISTÓRICO.  12? 

cía,  xn  O  parece  aventurado  asegurar  que  todo  ello  cons- 
títviisL  la  trama  de  conjuras  políticas,  quizá  elaboradas 
sin    i>lan  fijo,  y  sólo  dispuestas  á  recibir  el  dibujo  y 
úitixxia  impresión  que  facilitaran  las  circunstancias. 
No     ^  s  esto  raro  entre  los  que  conspiran  para  derro- 
car-     gobiernos  establecidos,  pues  encaminando  los 
esfd^Tzos  á  preparar  medios  y  allegar  elementos  con 
qu  ^    x^oder  utilizar  ocasión  oportuna  para  obtener  por 
la   soipresa  ó  la  fuerza  alteraciones  de  importancia 
^^    1^  corte  y  gobierno,  es  difícil  que  señale ,  el  que 
tal^s    caminos  emprende,  el  punto  y  hora  en  que  ha 
de  detener  su  mano,  y  el  límite  en  que  ha  de  compro- 
r  su  conciencia. 

n  las  siniestras  profecías  del  Padre  Monteron 
^^ixicide  la  tan  famosa  como  oscura  conspiración  del 
*^^iciiie  de  Híjar,  á  la  que  dio  proporciones  y  eco  rui- 
doso  entre  propios  y  extraños,  más  que  la  grande- 
za    del  intento  y  los  medios  movidos  para  lograrlo, 
^'   ixombre  del  procer  comprometido  en  la  causa,  y 
'^  Solemne  y  jurídica  severidad  con  que  se  siguieron 
las  diligencias. 

I^ asaban  ya  sobre  la  ascendencia  del  Duque  tradi- 

^^^^*^es  de  inseguridad  en  la  sumisión  á  las  voluntades 

^^     I3  corte.  Su  abuelo  habia  sido  reducido  á  pri- 

^^^^■^   l)or  Felipe  II,  cuando  el  levantamiento  de  Zara- 

^^^^-  y  las  alteraciones  de  Antonio  Pérez,  y  fuese  por 

^f^^i  SO  á  sus  culpas ,  ó  por  cautela  de  sus  intenciones, 

^^    ^s  que  la  detención  fué  prolija,  y  sin  llegársele  á 

5*^^*^ar  acusación  y  proceso,  murió  en  el  encierro. 

X>sdre  habia  cultivado  como  poeta  la  sátira  corte- 

^'*  y  cobrado  fama  de  murmurador  y  maldiciente, 

'      ^  inieto,  destinado  á  apurar  las  desdichas  de  su  casa, 

^^>    en  los  primeros  tiempos  del  reinado,  de  los  más 


128  BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


asiduos  en  asistir  á  S.  M.  con  su  persona,  nombrán- 
dole de  continuo  los  papeles  del  tiempo  en  las  fiestas 
de  lanzas,  sortijas  y  estafermos,  á  que  era  tan  inclina- 
do el  Monarca,  recogiendo  de  su  asistencia  los  favo- 
res cortesanos  que  se  distribuian  por  mano  del  Conde- 
Duque.  En  1639  fué  hecho  Capitán  de  los  Caballeros 
de  Cristo,  y  en  1642  recibió  el  mando  de  la  caballería 
en  la  expedición  que  organizó  Olivares  para  someter 
á  los  portugueses ;  pero  no  fueron  parte  esas  merce- 
des á  impedir  se  moviera  en  Palacio  entre  los  más  ac- 
tivos enemigos  del  Conde-Duque,  pues  él  se  adelan- 
tó con  el  Conde  de  Lémos  en  el  camino  del  Escorial 
á  dar  las  albricias  al  Monarca  y,  cuando  se  hizo  públi- 
ca la  despedida  del  privado,  y  figuró  asimismo  entre 
los  grandes  más  airados  por  las  censuras  del  Nican- 
dro^ que  acudieron  al  Rey  cuando  salió  ese  papel  re- 
clamando personal  desagravio,  notándosele  entonces 
por  atizador  y  capitán  de  aquel  ruido. 

Derribado  el  Conde-Duque,  no  se  aquietó  Híjar; 
movió  también  á  los  grandes,  que  veian  con  celos  sur- 
gir la  disimulada  privanza  de  Haro,  á  que  representa- 
ran en  su  contra  al  Rey ,  que  á  la  sazón  se  hallaba  en 
Zaragoza,  observándose  cuan  poco  se  ha  progresado, 
aun  en  los  detalles  externos  y  formas  de  la  intriga  po- 
lítica, desde  aquellos  tiempos  del  derecho  divino  á 
éstos  de  parlamentarismo  y  soberanía  nacional,  pues 
no  faltó  el  preciso  banquete  en  una  casa  de  campo 
de  Madrid,  para  constituir  el  partido  contrario  al  mi- 
nistro, y  la  formación  de  junta,  que  ahora  llamaría- 
mos comité,  compuesta  de  Híjar,  Osuna,  Montalto, 
Oñate,  Lémos  é  Infantado,  comisionándose  áeste  úl- 
timo para  llevar  la  representación  de  la  voluntad  na- 
cional á  S.  M.,  bajo  fórmula  aparentemente  respetuo- 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  1 29 


sa,  puesto  que  no  le  pedían  prescindiera  de  privado, 
ni  menos  solicitaban  para  ellos  el  poder,  como  se  di- 
ría en  el  lenguaje  al  uso,  sino  que,  con  gran  desinte- 
rés personal  ^  le  aconsejaban  llamara  de  nuevo  al  Con- 
de-Duque, una  vez  que  le  sucedia  en  el  valimiento 
D.  Luis,  sin  ser  tan  dueño  de  las  materias  del  gobier- 
no, diestro  y  ejercitado,  como  su  desterrado  tio. 

Deshizo  con  facilidad  el  ministro  la  intriga;  el  Du- 
que   del  Infantado,  al  hallarse  en  Zaragoza  con  los 
semblantes  recelosos  y  adustos  de  los  cortesanos,  per- 
dió toda  la  resolución  que  recogiera  sin  duda  en  los 
entusiastas  brindis  del  banquete;  quiso  castigar  el 
^^y  j  pero  moderado  y  suave  el  ministro,  tan  diferen- 
te en  estos  detalles  externos  y  de  procedimiento  de 
Olivares,  suplicó  no  lo  hiciese,  tuvo  larga  plática  el 
ininistro  con  el  Duque,  le  satisfizo  de  que  S.  M.  ni  te- 
^ia    privado,  ni  le  quería,  siendo  él  mero  criado  de 
s^^t^vicio,  y  cuando  llegó  el  embajador  de  la  Junta  á  la 
presencia  Real,  no  acertó  sino  á  disculparse  con  que 
^^  habian  engañado,  reprendiéndole  severamente  el 
Monarca  por  haber  tomado  complicidad  en  el  alboro- 
to, con  lo  que  salió  el  mal  aconsejado  grande  de  la  au- 
Qíencia  con  más  colores  en  el  rostro  de  lo  que  conve- 
^^^  Á  su  calidad,  y  vino  á  descargar  lo  más  recio  del 
.  ^t>i3.do  en  el  Duque  de  Hfjar,  á  quien  se  tuvo  por 
^^^^ mentó  principal  y  cabeza  de  la  Junta,  dester- 
^^^^le  á  Villarrubia  de  los  Ojos,  lugar  suyo,  sin  que 
^  ^*^i";a  salir  de  allí,  «hasta  tanto  se  le  enviase  otra  ór- 

^*^  >     para  que  en  aquel  retiro — dice  Vivanco — se 

^^^^ase  á  callar  y  aprendiese  la  cordura  y  buena 
^Pg'^  ciencia.» 
.^■^«mos  ademas,  como  antecedentes  de  su  perso- 

*^'      aidicion,  que  se  daba  ya  por  entonces  de  hom- 


1 30  BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


bre  versado  en  secretos  de  conspiraciones  y  levanta- 
mientos, pues  en  carta  que  dirigió  á  Sor  María,  de  la 
que  ya  se  ha  hablado ,  decia  haber  dado  aviso  al  Con- 
de-Duque de  la  pérdida  de  Portugal ,  tres  meses  antes 
de  la  ocurrencia,  fijando  hasta  la  fecha  en  que  tendría 
lugar,  y  en  el  propio  documento  resulta  hallarse  tam- 
bién en  íntimas  comunicaciones  con  el  P.  Monteron, 
por  cuyo  proceso  se  interesa,  y  cuyas  profecías  da  por 
ciertas,  relacionándolas  con  los  pensamientos  y  noti- 
cias de  las  graves  alteraciones  políticas  que  motivan 
el  consejo  y  ayuda  que  pide  á  la  venerable  Religiosa. 

Tales  datos  bastan  para  comprender  era  el  Duque 
de  Híjar  uno  de  aquellos  espíritus  poco  notados  por 
nuestros  historiadores,  pero  de  los  que  dice  Vivanco 
habia  muchos  en  Castilla,  con  alientos  «hasta  para 
»  mudar  de  Príncipe  y  escoger  el  Gobierno  de  la  aris- 
»tocracia,  á  ejemplo  de  los  holandeses,  ingleses  y 
» otras  repúblicas  que  se  gobiernan  por  los  mejores  y 
»más  escogidos  de  ellos,  cansados  de  sufrir  el  poder 
» absoluto  en  la  vanidad  y  fuerza  de  los  privados,  de 
»sus  gentes  y  allegados,  que  todo  lo  toman  y  quie- 
bren para  sí,  y  no  parece  sino  que  el  Príncipe  no  co- 
»noce  á  otros,  ni  debe  á  otros,  ni  le  sirven  más  que 
»  éstos. » 

Pero  aparte  de  los  malos  pensamientos,  y  quizá  de- 
lectación morosa  en  conspiraciones  y  conjuras,  á  que 
se  debió  entregar  el  Duque  de  Híjar  después  del  triun- 
fo definitivo  é  incontestable  de  D.  Luis  de  Haro,  todo 
acredita,  apurado  en  conciencia  el  asunto,  que  pagó 
con  creces,  en  su  persona  y  fama,  meros  pecados  del 
deseo,  ó  á  lo  sumo,  imprudencias  de  criminales  tenta- 
ciones, de  las  que  no  huia  con  aquella  prontitud  y  re- 
solución que  caracterizan  al  justo. 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  I3I 

Faltaban,  en  primer  término,  al  personaje,  para 
tales  aventuras,  condiciones  de  carácter  tanto  más 
necesarias,  cuanta  menos  preparación  habiaen  el  país 
para  ese  linaje  de  empresas:  no  tenemos  biógrafos  que 
nos  den  minuciosa  noticia  de  su  vida  y  costumbres, 
pero  los  datos  que  pueden  hoy  reunirse  dan  idea  se- 
gura de  su  corta  aptitud  para  el  arriesgado  oficio  de 
los  Catilinas. 

En  la  corte  no  le  dio  fama  de  arrojado  el  hecho  que 
refiere  autor  anónimo  en  las  Noticias  de  Madrid  y  de 
haber  sido  víctima  paciente  de  los  capeadores  en  que 
hervian  las  callejas  próximas  al  Alcázar,  y  que  una  no- 
che ,  al  salir  de  Palacio ,  le  quitaron  la  capa ,  el  bro- 
quel y  la  espada,  aun  cuando,  corrido  del  lance,  él  lo 
negaba:  no  la  tenía  tampoco  de  desprendido,  pues  en 
un  papel  satírico  titulado :  Los  prodigios  del  año  pa- 
sado tífe  1641,  que  se  publicó  en  el  Memorial  histórico 
y  del  que  decia  uno  de  los  PP.  jesuitas  que  tenía  mu- 
cha sal  para  quienes  conocían  los  sujetos,  enumerán- 
dose actos  los  más  contrarios  á  las  costumbres,  aficio- 
nes ó  debilidades  de  los  cortesanos,  se  decia:  «Hubo 
» pendencia  en  Madrid  y  no  se  halló  en  ella  el  Almi- 
arante de  Aragón ;  la  Princesa  de  Asculi  confesó  que 
»no  veia,  hubo  quien  dijese  que  el  Marqués  de  Pala- 
»cios  pagaba  bien,  dio  un  vestido  el  Duque  de  Híjar 
»á  un  aragonés,  etc.».  Confirma  sus  cortos  alientos  la 
pretensión  que  elevó  al  Rey,  ya  sublevado  Braganza, 
para  que  le  autorizara  á  cobrar  las  rentas  que  en  Por- 
tugal tenía  por  el  ducado  de  Alenguer,  que  fué  enton- 
ces cosa  por  demás  notada  en  la  corte ,  haciéndole 
sospechoso  de  traición  la  benevolencia  del  rebelde 
en  redimirle  de  las  confiscaciones  entonces  al  uso,  y 
andando  así  en  lenguas  su  adhesión  y  su  mezquindad, 


132  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


comparándola  con  la  entereza  de  Castel  Rodrigo,  que 
hallándose  en  la  mayor  estrechez  por  iguales  embar- 
gos, y  teniendo  á  su  cuñado  el  Marqués  de  Ferreira 
en  el  campo  rebelde,  rechazó  la  oferta  que  éste  le  hi- 
ciera de  enviarle  22.000  ducados  anuales  por  sus  ren- 
tas en  el  territorio  alzado  en  armas  contra  Castilla. 
Puesto  en  lugar  y  caso  de  acreditarse  como  caudillo 
militar,  nada  hizo  que  diera  muestra  segura  de  su  es- 
fuerzo ó  atrevimiento,  y  aunque  pasaba  por  hombre 
de  ingenio,  era,  á  lo  que  parece,  por  lo  expedito  de  su 
lengua  en  chistes  y  maledicencias  contra  cortesanos  y 
ministros ,  buena  condición  para  hacerse  lugar  los  ad- 
venedizos en  las  cortes  de  regios  pretendientes,  en 
convites  de  grandes  descontentos,  salones  de  damas 
principales  ó  pasillos  de  cabildos  y  asambleas,  pero 
pésima  para  capitanear  facciones  ó  elaborar  paciente 
y  cautelosamente  conjuras  contra  el  poder. 

Sobre  tan  mal  preparado  terreno  descargó  la  tem- 
pestad que  dio  en  el  suelo  con  la  fortuna,  la  libertad 
y  la  vida  del  desgraciado  Duque,  acusándosele  de 
quererse  alzar  con  la  soberanía  de  Aragón,  enlazar  á 
la  fuerza  á  la  infanta  María  Teresa  con  el  hijo  del  re- 
belde Braganza,  atentando,  para  reunir  las  dos  coro- 
nas desde  luego,  á  la  vida  de  Felipe  IV,  llegando  á 
calificarle  Lafuente  de  los  más  culpados  en  tal  delito^ 
y  dando  á  entender  que  por  consideración  á  su  rango 
no  sufrió  el  suplicio  que  se  impuso  á  D.  Carlos  Padi- 
lla y  D.  Pedro  de  Silva ,  degollados  en  la  Plaza  Ma- 
yor. 

El  Sr.  Cánovas  del  Castillo,  en  su  bosquejo  histó- 
rico de  la  casa  de  Austria ,  trayendo  á  la  cuestión  do- 
cumentos nuevos,  no  pronuncia  un  concluyente  jui- 
cio sobre  el  alcance  de  la  conspiración  y  la  culpa 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  1 33 


en  ella  del  de  Híjar,  porque  á  su  propósito  bastaba  to- 
mar de  aquellos  datos  el  color  con  que  animar  el  pre- 
cioso cuadro  de  ideas  y  costumbres  del  reinado,  que 
traza  en  breves  y  sustanciosos  párrafos;  pero  sus  se- 
guras noticias,  que  minuciosamente  hemos  estudiado, 
y  las  allegadas  por  propia  diligencia  como  comple- 
mento, evidencian,  en  nuestro  sentir,  que  toda  la  cons- 
piración fué  pecado  espiritual  que  no  trascendió  de 
las  imaginaciones  y  concupiscencias  de  unos  aventu- 
reros ,  extraviados  en  el  peligroso  camino  de  trastor- 
nar naciones,  ajustar  paces,  mover  guerras  y  prepa- 
rar caídas  de  imperios,  por  invisibles  tramoyas  de 
cifras,  sobornos,  asesinatos,  y  secuestros  misteriosos 
de  reyes,  ministros  y  princesas. 

Casos  de  tales  dolencias  mentales  no  son  nuevos 
para  cuantos  hayan  participado  más  ó  menos  en  las 
agitaciones  políticas  de  un  país,  y  sabido  es  cómo  se 
agravan  doquiera  que  el  descontento  y  malestar  al- 
canzan proporciones  considerables ,  faltan  hombres  y 
medios  de  los  que  se  espere  natural  y  conocido  alivio, 
y  se  debilitan  y  enferman  los  fundamentos  ó  resortes 
más  capitales  del  poder  público ;  y  no  hay  duda  algu- 
na que  el  D.  Carlos  de  Padilla,  agente  principal,  autor 
y  editor,  pudiéramos  llamarle,  de  la  conjura,  era  un 
hombre  cortado  por  ese  patrón  de  conspiradores  pro- 
yectistas, más  ruidosos  que  temibles. 

Como  sospechoso  de  tibieza  en  la  guerra  de  Cata- 
luña, y  notado  por  sus  jefes  de  sedicioso  y  pronto  de 
lengua,  habia  venido  el  Padilla  á  Madrid,  perdiendo 
el  puesto  de  Teniente  general  de  la  caballería  que 
disfrutaba,  y  anduvo  necesitado  é  inquieto  murmu- 
rando en  las  antesalas  del  privado  con  los  pretendien- 
tes y  descontentos ,  hasta  que  logró  introducirse  con 


134  BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


Don  Luís  de  Haro,  asegurándole  tenía  medios  para 
concluir  una  paz  ventajosa  con  Francia. 

Obtuvo  una  pensión  secreta  de  300  escudos  men- 
suales para  negociarla,  y  se  acreditó  á  punto  de 'recibir 
cantidades  y  joyas  de  consideración  y  firmas  en  blan- 
co del  Rey  y  del  primer  Ministro :  acabó  esto  sin  du- 
da de  exaltar  su  espíritu  poco  seguro,  y  valiéndose  de 
un  hermano,  jefe  militar  al  servicio  de  España  en  Mi- 
lán ,  inició  tratos  con  los  rebeldes  portugueses  y  con- 
ciertos con  Francia  para  libertar  al  infante  D.  Duar- 
te,  prisionero  nuestro  en  Italia,  y  llegó  á  ofrecer  al 
Duque  de  Híjar,  por  su  cuenta  y  sin  prenda  alguna 
para  ello,  el  auxilio  de  Francia  para  proclamarse  Rey 
de  Aragón.  Creciéndose  por  dias  en  sus  desvaneci- 
mientos con  tales  tramoyas,  llegó  á  juzgarse  arbitro 
de  las  fuerzas  militares  y  diplomáticas  de  España,  y 
cayó  en  los  delirios  que  revela  la  carta  dirigida  á  su 
hermano,  impresa  en  el  Memorial  histórico  y  pieza 
capital  de  la  causa  de  Híjar,  en  la  que,  juzgando  el  es- 
tado y  situación  de  las  principales  naciones  europeas, 
hace  una  nueva  distribución  de  reinos  en  España, 
habla  de  negociar  con  Mazarino ,  sublevar  Andalucía  y 
Aragón,  y  apresurar  ó  retardar  á  su  capricho  las  nego- 
ciaciones que  llevaba  el  Conde  de  Peñaranda ;  todo 
ello  unido  con  nimias  referencias  á  su  manera  de  vivir 
alegremente,  y  gastar  el  dinero  que  recibía  del  priva- 
do por  sus  agencias  secretas ,  revelándose  en  esos  es- 
critos á  las  claras  lo  mediano  del  personaje,  y  lo  vano, 
disparatado  y  embustero  de  sus  tramas  y  negocia- 
ciones. 

Como  asociado  para  tamañas  empresas  tomó  el  Pa- 
dilla á  un  D.  Carlos  Cabral,  de  nación  portuguesa, 
hombre  falso  y  necesitado,  «sin  más  alhaja  ni  emolu- 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  1 35 

^mentes — dice  Vivanco — que  una  capilla  rota  y  una 

> espada  al  cinto»,  y  que  deseando  sacar  algún  dinero 

Aara  alivio  del  hambre ,  dio  noticia  de  que  Braganza 

^on  una  armada  quería  tomar  los  galeones,  asaltar  á 

^ácJiz  y  ocupar  Sevilla,  y  que  para  esto  enviaba  de 

^^creto  600.000  ducados,  que  él  tenía  trazas  y  modo 

^^  traer  á  manos  de  S.  M.  Encontráronse  ambos  su- 

^^tos,   muy  cortados  para  entenderse,  en  las  antesalas 

aro,  cuando  andaban  en  los  principios  de  sus 


efe 


¿    ^Axgencias  con  el  privado ;  murmurarian  sin  duda 
d^      ^^tado  de  las  cosas,  como  es  costumbre  entre  sol- 


g:^^^^s  mal  pagados,  y  pronto  llegaron  á  revelarse  los 
^^^^^s  negocios  que  cada  cual  traia  entre  manos,  pues 
^^;^^j^^  ^ndo ,  como  es  común  en  tales  empresarios  de 
^^"^s,  gente  de  mayor  fuste  que  atienda  á  las  expen- 
^5^^  atrajeron  á  D.  Pedro  de  Silva,  marqués  de  la  Vega 
de  la  Sagra,  que  se  tenia  por  desdeñado  por  no  ha- 
berle dado  S.  M.  alguna  plaza  en  sus  Consejos. 

Vivanco  afirma  que  D.  Luis  de  Haro,  receloso  del 
Duque  de  Hijar  desde  el  suceso  de  la  junta,  usó  de 
D.  Carlos  Padilla  como  de  confidente,  ó  lo  que  en  los 
neologismos  de  la  policía  contemporánea  se  ha  llama- 
do agente  provocador,  para  descubrir  sus  intentos  y 
probar  su  fidelidad,  y  toda  la  marcha  del  proceso  y  do- 
cumentos posteriores  confirman  esa  idea,  autorizando 
con  grandes  fundamentos  la  opinión,  ya  por  sí  de  peso, 
del  historiador  coetáneo ;  sin  que  á  esto  contradiga 
que  el  Padilla ,  siguiendo  los  usos  de  hacer  traición  al 
que  le  empleaba ,  de  que  da  noticia  en  la  carta  á  su 
hermano,  convirtiera  las  exploraciones  en  tratos  de 
conspiración  con  ánimo,  aunque  sin  sombra  de  me- 
dios, para  hacerla  efectiva. 
El  Duque  de  Híjar  oyó  y  creyó  á  Padilla,  tuvo  por 


136  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 

intento  grandioso  y  tremendo  sus  embustes,  sonaron 
á  sus  oidos,  sin  hacerse  aborrecibles,  las  ofertas  de  re- 
voluciones y  alzamientos  ejecutados  por  su  medio, 
pero  ni  facilitó  recursos,  ni  consintió  en  complicida- 
des, ni  se  arriesgó  al  más  leve  principio  de  ejecución, 
ni  para  alzar  á  Aragón,  ni  para  casar  á  la  Infanta,  ni 
para  deponer  á  Felipe  IV,  ni  para  cosa  alguna  que  no 
fuese  conversar  en  secreto  sobre  los  males  de  Espafia 
y  los  extremos  en  que  se  pudiera  buscar  su  remedio 
por  obra  y  arte  de  su  mano.  Esto  resulta  con  entera 
claridad  del  proceso  y  de  las  cartas  del  Rey  á  Sor 
María,  porque  lejos  de  haberse  usado  indulgencia  y 
miramientos  con  Híjar,  como  ligeramente  da  á  enten- 
der Lafuente  en  su  Historia^  desde  el  primer  instante 
se  acreditó  en  la  causa  el  espíritu  democrático  que 
informó  siempre  nuestros  procedimientos  criminales. 

Cuando  estuvo  decretada  la  prisión  del  Duque ,  hí- 
zole  llamar  á  su  casa  el  Presidente  del  Consejo,  y  le 
entretuvo  hasta  que  llegó  el  alcalde  D.  Francisco  de 
Robles,  con  cédula  Real  para  detenerle ;  quitóle  la  es- 
pada y  daga,  le  pidió  las  llaves  y  papeles  que  tenía  en 
la  faldriquera,  y  con  doce  alguaciles  le  llevó  en  un  co- 
che al  castillo  de  San  Torcaz,  no  dándole,  dicen  las 
historias  del  tiempo,  el  primer  lugar,  y  diciéndole 
«que  no  lo  hacía  con  ser  grande,  porque  le  tenía  por 
reo,  y  él  era  juez. » 

El  ruido  de  la  prisión  fué  extremo ;  se  habia  sor- 
prendido la  disparatada  carta  de  Padilla  á  su  herma- 
no, y  por  todas  las  puertas  de  Madrid  se  dispararon 
correos  á  toda  diligencia,  para  encarecer  la  vigilancia 
á  los  gobernadores  y  cabos  en  los  ejércitos,  puesto 
que  la  traza  de  la  conspiración  no  abarcaba  menos 
que  de  Milán  hasta  Cádiz. 


BOSQUEJO  HISTÓRICO/  137 

¿Cómo  extrañar  que  proceso  comenzado  con  tal 
aparato ,  no  despertara,  y  aún  acreditase,  en  el  vulgo 
y  Uevára  á  los  extraños,  noticias  abultadas  sobre  el  al- 
^^ce  del  delito?  En  Madrid  se  formaron,  y  corren 
^^presos,  doce  capítulos  de  acusación  de  otros  tantos 
^rtmenes  imputados  á  Híjar;  muerte  del  Rey,  levan- 
tamiento de  Aragón,  complicidad  con  Braganza,  trai- 
Clon  para  la  entrega  de  Tortosa ,  incendio  de  Madrid 
por  cuatro  partes  para  saquear  las  casas  particular- 
^ente  de  los  hombres  de  negocios,  secuestro  de  la 
Infanta,  para  casarla,  libertad  de  D.  Duarte,  preso  en 
^ilstn  y  voladura  de  Badajoz,  entierro  de  un  hombre 
^Vo  en  Portugal,  y  haberle  tratado  de  vos  el  Monarca 
^^í>elc3e  en  alguna  carta.  Las  noticias  de  Roma  y  Fran- 
^^^>    I>or  lo  que  refiere  Mad""  de  Motteville  en  sus  Me- 
^^^'«Vx^  (confundiendo,  por  cierto,  esta  conjuración 
^^^    lamas  seria  de  Andalucía,  en  que  intervinieron 
^^<3.ixia-Sidonia  y  Ayamonte),  atribuian  como  móvil 
y  í^^^^^ncipal  objetivo  de  los  conjurados  el  enlace  de 
.^^■^^  Teresa  con  los  Braganzas,  que  era  un  senti- 
°^^^^^^^o,  con  efecto,  muy  arraigado  en  España,  pues 
\  ^1    nos  dan  razón  también,  años  después,  los  em- 
^^Ja-dores  venecianos,  censurando  agriamente  que  se 
P^'^s^ra  por  el  pueblo  en  enlaces  para  recobrar  un 
reír^  --^  ^1  q^^  deberian  someter  primero  con  las  armas. 

To  depuradas  las  culpas,  resultó  lo  que  en  un  prin- 
cipa xo  hemos  apuntado,  graves  pecados  de  infidencia 
^^  ^1  pensamiento  y  en  la  voluntad,  sin  medios  ni  prin- 
cip>xos  de  ejecución  en  parte  alguna,  pues  no  cabe  su- 
^"^^^T  que  á  tiempo  inutilizaran  las  pruebas  los  deteni- 
^Ki^  ó  sus  cómplices.  En  la  posada  de  Padilla  se  reco- 
gieron  todos  sus  papeles,  y  hombre  que  escribia  la  car- 
ra á  sil  hermano,  á  que  hemos  hecho  repetida  referen- 


I3S  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


cía,  no  es  de  creer  usara  de  grandes  cautelas  para  la 
salvaguardia  de  documentos  que  hubieran  comprome- 
tido más  que  á  él  á  terceros :  tampoco  se  halló  nada  á 
Híjar,  no  menos  desprevenido  á  la  prisión  que  los  de- 
mas,  y  como  testigos  de  cargo,  sólo  tuvo  el  Duque  á 
los  dos  culpados,  que  tampoco  dieron  noticia  de  otra 
cosa  que  de  las  ociosas  conversaciones  y  visitas  á  que 
se  redujo  indudablemente  toda  la  trama,  que  tanta 
alarma  causara  entre  propios  y  extraños. 

En  cambio,  algo  nos  dice  ya  en  favor  del  Duque,  aun 
en  tiempos  en  que  la  crítica  judicial  tiene  desterrada 
de  los  Códigos  esa  forma  bárbara  de  probanza,  el  he- 
roísmo con  que  soportó  el  tormento,  pues  tal  cons- 
tancia de  ánimo  no  parece  aliarse  bien  con  el  disimulo 
y  el  engaflo :  hora  y  cuarto  sufrió  en  el  potro,  tras  ha- 
berle tenido  para  que  su  debilidad  facilitara  las  confe- 
siones que  de  él  se  esperaban ,  todo  el  dia  sin  probar 
alimento,  y  cuando  los  alguaciles  y  verdugos  le  saca- 
ron los  cordeles  de  entre  las  majaduras  de  los  brazos 
y  las  piernas ,  como  sintiera  escalofríos  y  temblores, 
le  dijo  el  cirujano :  « Usía  tiene  frió»,  á  lo  que  respon- 
dió el  Duque  con  valor :  «pues  por  Dios  que  no  es  de 
miedo»,  frase  que  repitió  después,  sin  conocerla  cier- 
tamente, otra  víctima  de  las  pasiones  políticas  de  su 
tiempo,  el  desgraciado  Bailly,  en  el  carro  donde  le 
llevaron  á  la  guillotina. 

Con  prolijidad  desvaneció  el  Duque  en  sus  descar- 
gos los  cortos  indicios  que  en  contra  suya  podian  des- 
prenderse de  las  declaraciones  de  Cabral  y  de  Silva, 
acreditando  el  absurdo  de  las  pretensiones  á  la  Corona 
de  Aragón,  sus  ningunos  medios  en  aquel  reino  y  su 
residencia  constante  en  Castilla,  donde  habia  naturali- 
zado á todos  sus  hijos;  pero  completa,  á  nuestro  jui- 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  1 39 


Cío,  IsL  prueba  de  su  inocencia  en  la  medida  que  deja- 
nos  expuesto,  su  carta  á  Sor  María  de  Agreda,  fe- 
chada, en  14  de  Mayo  del  48. 

T^i^  ía  el  Duque  con  la  venerable  Madre  antiguas  re- 
laciones; sin  duda  la  fama  de  su  mérito ,  más  extendi- 
da en  J\.ragon  que  en  Castilla,  le  hablan  movido  á  co- 
noc^irla,  ello  es  que  en  las  primeras  cartas  de  la  Aba- 
desa, á.  Felipe  IV  en  1643,  á  la  raíz  de  la  caida  de  Oli- 
vir^^  ,  halla  ocasión  de  recomendarle  al  Rey  como 
niirii^'tro  de  buen  celo  para  su  servicio,  cosa  para  no- 
tada. ,  x>or  lo  mucho  que  la  escaseó  la  Religiosa,  y  que 
d^  á  entender  se  habrían  escrito  ó  hablado  ya  sobre 
°^^t^x*ias  de  Estado;  pero  se  interrumpió  esta  cor- 
resp>c>xidencia  largo  tiempo,  y  cuando  las  fantasías  de 
^^^ilXa  y  Cabral  preocuparon  el  ánimo  del  Duque, 
P^^I^l^o  ante  acontecimientos  próximos  de  tal  alcan- 
ce »  ^-cz:ude  á  la  experiencia  y  consejo  de  la  Abadesa, 
diciéxxdole: 

^  T'^mpocohe  decaído  un  punto  en  lo  que  vuestra 

^^^^^^:ed  y  su  reverendísima  me  ordenó  en  servicio  de 

^^^^  ^tro  amo,  y  se  me  ofrece  un  negocio  que  puede 

^^     <de  gran  servicio  á  Dios  y  al  Rey,  pero  para  se- 

^^^^^*^Xe  hé  menester  mayor  confianza  de  la  que  tengo 

^  ^^  lcr>s  ministros,  y  que  S.  M.  tuviera  de  mí  la  satis- 

^^^^xon  que  mi  deseo,  avisos  y  servicios  le  merecen 

!•  ^^^^i  ansia  de  servirle,  al  paso  que  por  esto  me  ha  cas- 

^^'^     lo  y  castiga,  pues  no  me  da  satisfacción  de  lo  pa- 

.  Mis  riesgos  pueden  ser  muchos,  y  dos  evidentes; 

^^xio  que  para  saber  la  traición  que  se  dispone ,  que 

^    ^So  ó  que  puede  ser  contra  la  vida  de  S.  M.  y  de  la 

^^^^^nta,  ó  levantamiento  de  provincia  ó  reino,  hé 

_^nester  tratar  con  algunos  que  no  deben  ser  bien 

^ctos,  y  puede  ser  que  necesitase  de  no  parecerlo. 


140  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


»y  esto,  aun  por  de  burlas,  no  me  atreveré  á  hacerlo... 
»  y  si  fio  de  otro  las  noticias  que  hoy  tengo,  ó  no  harán 
» caso  de  ellas,  ó  no  se  las  fiarán  á  él  y  desconfiarán  de 
»ml.  Si  las  digo  á  mi  amo,  córrese  este  mismo  riesgo, 
»  con  que  el  suyo  no  se  asegura,  y  si  las  dejo,  pueden 
» obrar  las  cosas  que  apunto,  ú  otras. 

» Vuestra  merced  encomiende  esto  á  Dios  y  me 
» aconseje  luego,  que  yo  procuraré  no  perderlas  de 
»  vista,  ni  aventurarme  si  no  fuese  con  evidencia,  aun- 
»que  sé  que  con  esto  ni  el  Rey  se  dará  por  servido,  ni 
»yoni  mis  hijos  hallaremos  perdón  en  los  culpados, 

»que  podrían  ser  muchos  y  de  gran  importancia ; 

»pero  contra  todo  debo  estar  á  mi  obligación  y  al  amor 
»que  á  mis  amos  tengo. 

» Reparo  en  que  para  desentrañar  esta  bellaquería 
afuera  menester  algún  papel  del  Rey  que  me  asegura- 
»ra,  porque  no  me  levantasen  algún  testimonio  ó  an- 
otes de  averiguarla  ó  después,  y  gran  secreto. 

» También  juzgo  que  el  Rey,  aunque  está  harto  apa- 
»cible  conmigo,  ha  de  pensar  que  esta  materia  es  para 
» introducirme  con  él,  y  más  en  tiempo  que  D.  Luis 
»de  Haro  está  achacoso,  y  cesan  sus  audiencias,  y  no 
» corren  por  su  mano  los  despachos.  También  ten- 
» go  presente  que  cuando  di  el  aviso  de  la  pérdida 
»de  Portugal  al  Conde,  tres  meses  antes,  diciendo 
I  »que  sería  de  allí  á  tres  meses,  cobré  nombre  de 

^mentiroso,  y  después,  por  hombre  que  habia  tenido 
» noticias,  estuve  mandado  prender,  y  hoy,  siendo 
»del  Consejo  de  Estado  de  Portugal  el  solo  castella- 
»no  que  habia,  no  entro  en  la  Junta  de  aquel  reino, 
»con  que  se  ve  que  para  las  materias  de  él,  aun  se 
»  desconfia  de  mí. 

»Digo  todo  esto  á  vuestra  merced,  y  acuerdóla  con 


k 


BOSQUEJO   HISTÓRICO.  I4I 

*  el  rigor  que  es  tratado  Monteron ,  sabiendo  vuestra 
^merced  cómo  está  calificada  su  causa,  y  la  verdad  de 

*  lo  que  ha  predicho ,  que  lo  que  yo  le  he  dicho  todo 
*iíasido  cierto,  y  amenaza  y  mucho ;  no  sé  si  es  hacia 

*  el  lado  que  á  mí  se  me  trasluce  el  negocio  que  apun- 

^to,  pero  también  es  una  de  las  cosas  que  me  hace 

>  entrar  en  cuidado ,  y  todo  me  obliga  á ,  suplicar  á 

->►  vuestra  merced  encomiende  mucho  á  Dios  que  acer- 

*  temos  este  negocio.» 

Est2L  carta  retrata  al  personaje,  la  conspiración  y  sus 
alcances  tal  como  los  dejamos  trazados  más  arriba, 
y  quita  todo  recelo  de  que  hubiera  sido  fraguada  por 
^^til  artificio  de  exculpación  la  respuesta  de  la  vene- 
rable Madre. 

J^^spuesdel  acostumbrado  preámbulo  de  gratitud 
í^^i"  ^Ti  carta  y  referencias  á  la  muerte  de  su  confesor, 
^  soX  edad  de  consejos  y  guía,  en  que  esta  desgracia  le 
^^  <i^ado,  insinúa  delicadamente  la  excepción  que 
^^^     al  contestarle,  diciendo  : 

'^  ^^uestro  Padre  Palma  me  asistia  lo  que  era  posi- 

*  *^1^     desde  tan  lejos,  y  me  confieso  muy  beneficiada 

^^     ^u  piedad ;  decíame  que  escribiese  pocas  cartas, 

^^^«^^   el  mayor  retiro,  pero  á  personas  como  V.  E.  no 

^^^^rian  sus  órdenes»  y  entrando  de  lleno  en  el 

^^^o  solicitado,  dice  con  su  habitual  discreción  y 

^'^'        nte  sencillez  de  estilo: 

_n  cuanto  á  lo  que  V.  E.  me  insinúa  en  su  carta, 

^^■^D,  Seflor  mió,  que  en  esta  pobre  Monarquía  el 

_^^^"Vicio  de  Dios  y  de  S.  M.  están  tan  atrasados,  que 

^    lástima  y  vivo  dolor  no  acudan  todos  con  sus  vi- 

^      ^^  y  poder  de  sus  fuerzas  á  remediarlo,  porque  cor- 

^  ^^    'V  vuela  á  su  precipicio ;  y  mayor  amargura  engen- 

^5^  no  sean  admitidos  los  que  en  tan  grave  causa 


» 


» 


142  BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


» pudieran  obrar,  pues,  la  necesidad  da  voces  á  que  se 
» acuda  con  el  remedio,  y  si  ella  no  pone  disposición 
»en  los  sujetos  que  V.  E.  me  dice  oir  á  todos  y  á 
»V.  E.  como  más  noticioso  de  las  materias,  sordos 
» quieren  estar  de  voluntad,  pero  pesado  letargo  pa- 
»rece  el  que  á  tantas  voces  no  despierta. 
\  » Nuestro  Padre  Fray  Francisco  Andrés,  que  esté 

»en  gloria,  diria  á  V.  E.  no  hablase,  por  temor  de  si 
»  sería  V.  E.  mal  admitido ,  porque  la  disposición  para 
»  oir  es  el  buen  concepto  y  crédito  de  quien  ha  de  ha- 
»blar ;  y  si  éste  le  quitaron  á  V.  E.,  no  era  mucho  que 
»el  difunto  temiese. 

»Desde  que  murió,  se  han  podido  mejorar  ó  empeo- 
»rar  las  cosas;  V.  E.  lo  conocerá  y  sabrá  si  hay  mejor 
» disposición  á  ser  admitido,  pero  en  caso  que  V.  E. 
» hubiese  de  hablar,  mejor  sería  inmediatamente  al 
i  »amo  que  por  terceros,  que  de  unas  manos  en  otras 

!  »es  más  fácil  adulterar  la  verdad,  y  que  la  emulación 

i  » glose  mal  las  intenciones  de  V.  E.  La  vida  del  due- 

j  » fio  es  lo  que  más  cuidado  nos  puede  dar;  ya  he  sa- 

•  »bido  que  Monteron  la  amenaza,  pero  no  he  enten- 

•  »dido  porqué  modo,  si  violento  ó  natural;  de  todo 

»me  avise  V.  E.  por  mano  del  Dr.  Zapata,  que  ven- 
»  drán  seguras  las  cartas. » 

Pero  si  todavía  dejaran  alguna  duda  esos  documen- 
nos,  no  creemos  que  resista  la  prevención  más  arrai- 
gada al  testimonio  que  se  desprende  de  la  correspon- 
dencia del  Rey  con  Sor  María.  Llegaron  al  convento 
los  rumores  de  novedades  y  prisiones  por  causa  de  in- 
fidelidad, y  pregunta  la  Madre  sobre  el  suceso,  con- 
testándole el  Rey  en  30  de  Setiembre  de  1648,  «que 
»  el  asunto  era  de  consideración ,  aunque  nada  contra 
»su  persona,  que  habia  nombrado  los  mejores  jueces 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  143 

»que  había  en  sus  consejos,  y  se  haría  justicia»,  y 
cuando  termina  el  proceso,  escribe  su  juicio  comple- 
to sobre  él,  díciéndole  : 

«La  causa  délos  presos  se  concluyó,  y  habiendo 

ahecho  yo  en  ella  todo  lo  que  me  ha  tocado,  sin  que 

*nie  quede  el  menor  escrúpulo  del  mundo,  pues  les 

*dí  tiempo  competente  para  sus  defensas,  y  les  dejé 

*  elegir  abogados  de  su  satisfacción  para  que  por  es- 

*crito  y  de  palabra  las  hicieren,  les  di  cinco  jueces, 

*Ios  de  mayor  satisfacción  que  hay  en  mis  consejos, 

^^es  exhorté  á  que  no  atendiesen  á  más  sino  á  admi- 

>nistrar  justicia  recta,  sin  que  ninguna  pasión  les  mo- 

>  viese  á  otra  cosa,  é  hice  el  día  que  se  votó  la  causa 

^que  en  todos  los  conventos  se  encomendase  á  Dios 

^su   acierto,  con  que  de  mi  parte  no  hallé  más  que 

»Aacer.  Los  reos  fueron  el  Duque  de  Híjar,  D.  Pe- 

^drcy   de  Silva  Marqués  de  la  Sagra,  D.  Carlos  de 

*-^^<Jilla  y  Domingo  Cabral ;  estos  tres  últimos  estu- 

'^^verc>n  convictos  y  confesos  por  sus  propias  declara- 

>C]oix^s  en  que  habían  conspirado  (ó  querían  conspi- 

*^^^  ^     contra  mi  corona  y  cierto,  tan  ridiculamente, 

*9ii^    xnás  parecían  locos  que  traidores :  condenóselos 

^*^^^^rte  como  manda  la  ley ;  á  Cabral  se  la  dio  Dios 

J"^3^    trabajosa ,  pues  el  mismo  día  que  se  sentenció 

/^^^xisa  murió  en  la  cárcel  de  un  accidente  que  no 

,'^^^^  lugar  de  confesar,  habiéndolo  menester  mu- 

^^    ^egun  su  modo  de  vivir;  á  D.  Pedro  y  á  D.  Cár- 

^      *^  e  les  dio  muy  diferente ,  pues  murieron  en  el 


^^Iso  con  gran  valor  y  cristiandad,  y  con  tales  se- 
^^s  de  su  arrepentimiento  y  dolor  de  sus  pecados, 
^    Se  puede  tener  por  cierto  se  salvaron,  y  no  po- 


^   *^      duda  en  ello  los  religiosos  que  les  asistieron. 
*^  ^   a  el  de  Hijar  hubo  grandísimos  indicios,  y  así 


144  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


»se  le  dio  tormento,  en  el  cual  negó,  con  que  no  se  le 
»  dio  la  misma  pena,  pero  se  le  condenó  á  cárcel  per- 
»pétua  en  un  castillo.  He  querido  haceros  esta  rela- 
»  cion  para  que  tengáis  noticia  de  lo  que  ha  pasado  en 
»  un  caso  que  tanto  ruido  ha  hecho  en  todas  partes»  ( i ). 

La  Venerable  Madre ,  al  llegar  á  esta  carta  en  el 
cuaderno  de  copias  que  existe  original  en  el  conven- 
to de  Agreda,  pone  una  nota  relacionando  la  consul- 
ta del  Duque,  la  correspondencia  íntima  que  éste  ha- 
bia  tenido  con  unos  religiosos  que  amenazaban  mu- 
chas calamidades  para  el  reino,  la  contestación  que 
le  habia  dado,  y  que  presentó  el  reo  en  la  causa  para 
su  disculpa,  lo  mucho  que  de  esto  habló  el  mundo,  lo 
tranquila  que  ella  tenía  de  toda  culpa  su  conciencia, 
lo  que  vaciló  en  dar  satisfacción  al  Rey,  no  habiéndo- 
sela pedido  S.  M.  hasta  que,  aconsejada  de  personas 
graves  y  con  mandato  de  sus  prelados,  le  escribió  es- 
tos delicados  y  discretísimos  párrafos. 

«La  justicia  de  los  Reyes  es,  Señor,  la  defensa  de 
»la  patria  y  la  paz  de  los  pueblos,  y  por  ello  dijo  Da- 
»vid  que  la  justicia  y  la  paz  se  unieron.  Habiendo 
»  Vuestra  Majestad  encomendado  á  Dios  materias  tan 
agraves  como  las  de  los  delincuentes,  y  escogido  para 
» juzgarlos  ministros  tan  cabales  y  atentos  que  han  oido 
»sus  descargos  sin  apresurarles  los  tiempos,  queda 
»  Vuestra  Majestad  justificado,  y  alabo  á  la  Providen- 
»  cia  divina  por  haber  descubierto  tales  tramoyas,  que 
»áun  imaginadas  ofenden,  y  siendo  sólo  fantasías  han 
»  merecido  el  castigo  que  hará  cuerdos  á  otros.  Á  los 
»reos  que  murieron  haya  perdonado  Dios;  mucho 
»  puede  con  S.  M.  la  confesión  del  delito  y  la  sujeción 


(i)  Carta  del  8  de  Diciembre  de  1848. 


BOSQUEJO   HISTÓRICO.  1 45 

>á  Ist,  pena.  £1  Duque  de  Híjar  causa  admiración  mi- 
^T?Li^  c:3o  su  proceder,  con  las  obligaciones  de  la  calidad 
leni  c^Mt  Dios  le  puso.  El  mes  de  Mayo  me  escribió 
»ua^i-  carta,  que  la  extrañé,  por  haber  mucho  tiempo 
»qiK^^  yo  habia  dejado  su  correspondencia;  decíame 
»eii.  ^s  Ha  que  temía  algunos  trabajos  futuros  en  esta 
»M<:>:ar3iarquía,  y  hablaba  de  las  materias  antiguas  de 
»reXi,^^osos  que  V.  M.  sabe;  respondí  al  Duque,  más 
»eii  cz»T)sequio  del  servicio  de  V.  M.,  que  pesando  con 
»prxi  «iencia  lo  que  podia  resultar,  y  pregúntele  que  si 
»er£i.  1  o  que  me  decia  por  lo  que  habia  declarado  Mon- 
»tex-cz>:m,  y  que  hablara  á  V.  M. ;  no  sé  si  lo  hizo,  por- 
»qii.  ^     no  me  respondió  más. 

*-L->^  esta  carta,  dicen,  se  ha  valido  para  su  defensa: 
»no  :xn>ne  pareció  escribir  á  V.  M.  en  aquella  ocasión, 
»pox-<:3^ue  no  di  bastante  asenso  á  las  materias  y  cre- 
*y^^*^<:3olo  haria  el  Duque,  ni  tampoco  dije  nada  lué- 
H^  <i"ue  sucedió  la  prisión  de  los  delincuentes,  por  de- 
»]ar"  czr  crrer  su  causa  y  saber  los  fundamentos  de  ella; 
»aa<z>x-a  que  se  ha  sentenciado,  y  V.  M.  se  digna  es- 
»crxl:>ijjjjg  g^  ejecución,  me  ha  parecido  dar  á  Vues- 
»tr^.  ^^íajestad  esta  noticia  y  cobrar  yo  aliento  en  la 
*^^^^^  siva  pena  que  he  tenido;  pues  confieso  á  Vues- 
»tra.  ^Majestad  que  en  mi  natural  encogido,  ha  sido 
»  °^^  :rxa  la  mortificación.  Abrazaréla  por  el  escarmien- 
*  ^    ^Vie  he  sacado  para  retirarme,  pues  no  le  podia 

^^^x  mayor  y  de  más  amargura,  que  entender  me 
^^^    hombrado  en  papeles  de  tal  calidad,  y  no  hallo 

"^^^   consuelo  que  el  de  la  fidelidad  que  siento  en  mi 

"^^^2on  al  servicio  de  V.  M.,  y  creer  que  V.  M.  la 

la  conoce»  (i). 


>v& 


ViJarta  del  i8  de  Diciembre  de  1648. 


xo 


146  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


Contestóle  el  Rey  confirmando  la  satisfacción  cum- 
plida que  de  su  amistad  tenía ,  pero  no  impidió  esta 
personal  confianza  del  Monarca  que  se  moviera  un 
proceso  de  Inquisición,  del  que  hablaremos  más  ade- 
lante ,  formado  sobre  doctrinas  de  la  venerable  Madre 
en  lo  tocante  á  la  declaración  dogmática  de  la  Inma- 
culada, y  otros  extremos  análogos ,  y  paralizado  hacia 
años.  Con  el  suceso  de  Híjar  se  debió  pasar,  lo  que  aho- 
ra llamamos  el  tanto  de  culpa,  á  la  Inquisición  de  Ma- 
drid, y  ésta ,  en  Setiembre  de  1649,  mandó  completar 
la  causa  con  el  interrogatorio  de  la  Madre,  que  alcan- 
za á  80  preguntas ,  siéndola  última  relativa  á  la  corres- 
pondencia con  el  Duque,  y  contestándola,  declara  en 
el  proceso  la  Madre,  «que  le  conoció  cuando  hizo  con 
»el  Rey  la  jomada  á  Aragón,  que  estuvo  tres  ó  cuatro 
»veces  á  verla,  y  conoció  que  el  Duque  quena  intro- 
»ducirse  con  S.  M.,  y  daba  por  causa  que  quería  recu- 
^perar  lo  de  Cataluña  y  Portugal  y  tenía  medios,  dañ- 
ado también  noticia  de  la  carta  y  respuesta  que  entre 
»  ellos  mediaron  en  Mayo  y  Julio  del  48,  y  habiéndole 
»creido  fiel,  por  lo  mucho  que  le  abonaba  su  confesor 
»F.  Francisco  Andrés,  pero  con  algún  recelo  de  que 
»le  tenian  por  poco  verdadero  en  Palacio»;  reconoce 
haber  tenido  correspondencia  con  el  P.  Monteron, 
con  quien  la  tenian  también  el  Duque  y  Fr.  Andrés, 
pero  ella  dio  todas  las  cartas  á  este  último  y  sabia  las 
quemó,  y  nada  más  se  hizo,  pues  se  declaró  suspensa 
la  causa  por  decreto  de  la  Inquisición  de  1650. 

En  la  correspondencia  con  Borja  no  descubre  más 
la  venerable  Madre ,  reproduciendo  las  mismas  alar- 
mas por  las  siniestras  profecías  de  Monteron  y  las  pro- 
pias inquietudes,  por  el  mal  sentido  que  quisieran  dar 
á  sus  comunicaciones  con  Híjar. 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  1 47 

iez  y  seis  años  vivió  el  desgraciado  Duque  encer- 
]^ci<r>  en  el  castillo  de  Luna,  en  León,  y  al  morir  quiso 
(j^j  ^i-rr  escrito  por  su  mano  el  epílogo  de  esta  triste  his- 
to:^-i^,  y  por  conducto  de  su  confesor,  religioso  déla 
Cox^Mrmpaflía  de  Jesús,  dirigió  una  carta  al  Rey,  citándo- 
le ^t^rmrmte  el  Tribunal  de  Dios,  donde  recibirla  la  satisfac- 
¿czp^MTM^    que  le  debia,  haciéndole  justicia,  y  al  que  pedia, 
pr<3:3<^imo  á  comparecer  ante  El,  que  ante  todo  el  mun- 
do   l=B.iciera  constar  algún  dia  su  inocencia,  y  concluía 
cox-i>      estas  palabras :  «Y  porque  es  verdad,  lo  digo  y 
>\o>    firmo  de  mi  mano  el  dia  que  recibo  el  Viático  di- 

"ocede,  á  nuestro  juicio,  con  estos  datos  rectificar 
la  errada  y  vulgar  opinión  que  del  Duque  de  Híjar  se 
ba  formado,  mirándolo  como  autor  y  promovedor  de 
re^VTieltas,  cuando  á  lo  sumo  pudo  ser  tentado  á  probar 
del  fruto  sin  llegarlo  á  los  labios ;  pero  no  por  resultar 
inia.gr£j^2^j^2^y  gQlj^jj^  la  conjura,  deja  de  ofrecer  pági- 
nas del  mayor  interés  su  estudio,  tanto  para  apreciar 
^^    ^st^do  de  la  opinión  y  el  caimiento  y  endeblez,  ya 
^'^^^D^ces  irreparable,  de  la  aristocracia  castellana,  co- 
í°o  p3.:i-a  poner  en  su  punto  las  acusaciones  de  tiranía 
y  ^^sp>otismo,  tan  al  uso  cuando  se  habla  de  la  domi- 
^^^^^  de  los  Austrias.  Duras  son  para  nuestras  cos- 
,^^*^x-es  leyes  que  imponen  por  indicios  tormento  y 
,     ^^1  perpetua,  pero  hecha  su  parte  á  los  progresos 
^^  legislación,  fuerza  es  convenir  no  cabe  llevar  un 
^       ^^so  político  con  mayor  moderación  y  más  res- 
^^    á  los  derechos  del  reo  en  los  procedimientos, 
P  ^     Blas  elevación  de  miras  y  cristiana  nobleza  en  el 
^'^  1  con  más  igualdad  y  más  independencia  de  jerar- 
^^^s  y  fortunasen  la  sustanciacion  y  en  la  pena,  y  hoy 
X  dia  en  que,  llenos  nuestros  anales  de  conquistas 


t- 


I* 


148  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


sobre  el  antiguo  régimen,  repletos  nuestros  archivos 

de  declaraciones  de  derechos  y  leyes  de  garantía,  he- 

I  mos  de  reconocer,  si  la  pasión  no  nos  ciega,  que  son 

bien  pocas  las  soberanías  reinantes  capaces  de  seguir 
un  proceso  de  esta  índole,  con  tanta  mesura  como  la 
que  acreditó  Felipe  IV,  y  que  no  andan  sobrados  los 
jueces  que,  desde  el  principio  al  fin  de  una  causa, 
acrediten  la  severa  integridad  que  revelan  los  fisca- 
les, alcaldes  y  consejeros  que  entendieron  en  el  pro- 
ceso de  Híjar. 


X. 


Al  propio  tiempo  que  se  desenlazaban  en  Madrid, 
por  tan  trágica  manera  esos  intentos  de  conspira- 
ción, se  concertaban  las  paces  laboriosamente  nego- 
ciadas en  Munster,  que  llevan  en  la  historia  el  nombre 
de  tratado  de  Westfalia,  llegando  á  término  la  famosa 
guerra  de  los  treinta  aflos,  y  abriéndose  un  nuevo  pe- 
ríodo en  el  modo  de  ser  político  y  religioso  de  la  Eu- 
ropa occidental. 

Si  aspirásemos  á  escribir  una  historia  del  reinado, 
gustosos  depurariamos  muy  al  pormenor  los  pensa- 
mientos de  nuestros  plenipotenciarios  en  las  conferen- 
cias, y  la  responsabilidad  que  alcanza  á  D.  Luis  de  Ha- 
ro,  en  haber  dilatado  nuestros  avenimientos  con  Fran- 
cia diez  años  más,  con  tanto  dafio  para  esta  Monar- 
quía ;  pero  á  los  fines  más  reducidos  de  este  estudio 
bastará  poner  de  relieve  el  cruel  desengaño  sufrido 
en  nuestra  corte  al  verse  abandonada  por  el  Imperio, 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  1 49 

y  libando  los  Austrias  alemanes,  paz  y  amistad  con 
í'rancia,  con  entera  independencia  y  separación  de  la 
3  española, 
n  firmes  juzgaba  el  Rey,  por  tradición  familiar, 
los  vínculos  de  su  Corona  con  el  Imperio,  que  al  ex- 
"bort arle  la  venerable  Madre  á  la  paz,  cuando  ella  tuvo 
noticia  de  que  se  entablaban  conferenciasen  Munster, 
y  apremiarle  á  buscar  las  causas  de  las  guerras,  y 
cortsur  las  que  no  se  fundaran  en  graves  motivos  de 
Justicia  y  defensa,  contestábala  el  Rey  estas  curio- 
sas palabras: 

«  JEn  lo  que  toca  al  punto  que  me  preguntáis,  os  pué- 
delo decir  que  entre  esta  Corona  y  la  de  Francia  no  se 
»tia.  h tibiado  en  ajustamientos,  porque  yo,  sin  el  Em- 
*per-a.dor,  no  puedo  tratar  con  Francia,  ni  tampoco  el 
*  Emperador  (si  hace  lo  que  debe  )  sin  mí.  Entre  las 
^tres    Coronas  hemos  deseado  siempre  ajustaría  paz 
^  ^}  ^^niperador  y  yo,  juzgando  habia  de  ser  imposible, 
♦^^intrervenian  todos  los  aliados,  llegar  al  ajustamien- 
*  ^  ultimo,  por  la  diversidad  de  intereses  que  hay  en- 
,^    ^llos;  pero  Francia  nunca  ha  arrostrado  á  esto, 
.^^^    que  lo  remite  todo  para  el  Congreso  universal 
^vf^^^^  en  Munster,  donde,  á  mi  parecer,  si  Dios  no 
"""^    xxn  milagro,  no  será  fácil  ajustamos  jamas.  Allí 


.      S'o    ahora  á  mis  ministros  con  órdenes  sobre  el 

^*^^:iniento  de  la  paz,  y  deseóla  tanto,  que  aunque 

^  I^^xdiendo  algo,  vendré  en  ella;  vos  podéis,  con 

^     ^^  Seguridad,  decirme  lo  que  os  pareciere ,  que  lo 

^       ^  "^^CDS  me  dijéredes,  que  quede  en  mi  pecho  os  ase- 

*   y  que  no  lo  sabrá  la  tierra»  (i). 


CO 


Tta  del  20  de  Julio  de  1645. 


; 


150  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


Insiste  la  Religiosa  en  no  desaprovechar  esa  oca- 
sión, le  aconseja  con  gran  sentido  no  repare  mucho 
en  algunos  intereses  territoriales,  y  él,  abundando 
siempre  en  el  propio  sentir,  sigue  cargando  la  culpa  á 
los  ministros  del  Cristianisimo,  que  dice  se  niegan 
tácitamente  á  la  paz. 

Es  para  notado  que  por  su  parte  Mazarino  se  es- 
fuerce en  defenderse  de  la  propia  acusación  que  se  le 
dirige  en  Francia,  donde  la  opinión  común  deseaba 
las  paces  tanto  ó  más  que  en  Castilla.  Publicada  está 
la  carta  del  Cardenal  áLoménie  de  Brienne  (i),  en  la 
que  refiriéndose  á  estas  negociaciones,  le  dice:  «vos 
» sabéis  si  yo  he  impedido  la  conclusión  de  la  paz ,  y 
»  con  qué  sinceridad  ha  hablado  sobre  esto  el  Duque 
»  de  Longueville  en  tiempo  en  que  no  estaba  obligado 
ȇ  tomar  mi  defensa,  y  si  no  ha  dicho  muchas  veces 
»en  el  Consejo  que  jamas  pudo  llegar  á  saber  con  qué 
acondiciones  querían  ajustarías  los  españoles,»  Y  con 
efecto,  estudiadas  las  negociaciones  de  Munster  y 
Osnabruk,  por  lo  que  de  ellas  nos  es  hasta  ahora  co- 
nocido, parece  claro  que  las  ofertas  de  los  ministros 
españoles  no  tuvieron  aquellos  caracteres,  concretos 
y  definidos,  que  suelen  distinguir  á  los  que  sincera- 
mente desean  concluir  ajustes  y  concertar  volunta- 
des; pero  á  decir  verdad,  Mazarino,  haciendo  contes- 
tar á  la  Reina,  que  declinaba  el  honor  de  un  arbitraje 
personal  que  propusieron  los  españoles  y  á  su  vez  de- 
feria á  lo  que  propusiera  Felipe  IV  por  la  gran  opinión 
que  tenía  de  su  virtud  y  de  su  equidad ,  suponiendo 
seria  ajustado  á  la  situación  real  de  las  cosas,  no  llega 


(i)  Cheruel^  Lettres  de  Mazarin, 


BOSQUEJO   HISTÓRICO.  151 


á  c^onvencemos  de  que  deseara  tampoco  la  paz,  y  la 

r& rodadera  conclusión  de  todo  ello  para  nosotros  es, 

qii^    la  deseó  vivamente  Felipe  IV,  que  la  esperaba  y 

pedi^  con  empeño  Francia,  pero  que  no  la  quisieron 

ea     !^^unster,  ni  Mazarino,  ni  D.  Luis  de  Haro. 

-^^xmbos  pusieron  su  atención  é  interés  en  preparar- 
se  ^^^ski3,lagueTr3,y  aislando  á  su  adversario,  en  cuya 
lah>  <zp  :r  la  fortuna  les  distribuyó  por  igual  sus  favores, 
pm.  ^  ^    si  bien  Mazarino  logró  el  señalado  triunfo  de 
sex>si^xar  de  nuestra  causa  al  Imperio,  nosotros  alcan- 
zaix:!.  cDs  una  victoria  muy  celebrada ,  separando  á  las 
Pr- o ^v^incias- Unidas  de  la  Francia,  concertando  paces 
pa^^^^iculares  con  ellas,  privando  así  á  nuestros  ene- 
nii,^<z>s  de  una  posición  estratégica  de  suma  importan- 
cía-,      -y  logrando  esto,  á  despecho  de  las  previsiones 
^^1        astuto  Cardenal,  que  tal  interés  ponia  en  que 
^^*-^^^     xo  hubiera  acontecido,  que  no  consintió  fueran 
su^     IRlinistros  á  Munster  sin  pasar  antes  por  el  Haya, 
ipular  solemnemente  llevarían  unidos  ambas  na- 
«s  sus  tratos  con  España  sin  adelantar  más  un 
^rno  que  otro  y  sin  ultimar  nada  sin  común  con- 
xmiento. 
litó  la  República  holandesa  á  Francia,  como  fal- 
Imperio  á  España,  y  quedaron  Mazarino  y  Haro 
cual  sin  una  pieza  importante  en  su  juego,  pero 
^idos  á  seguirle ,  si  bien  por  respetos  el  uno  á  la 
ion  de  su  país,  y  el  otro  á  las  instrucciones  y  vi- 
^eseos  del  Rey,  hubieron  de  asegurar  ambos  con 
áos  y  ajenos  testimonios,  que  su  adversario  era  el 
no  queria  la  paz. 
:»-istemente  notició  Felipe  IV  las  conclusiones  de 
^^ster  á  Sor  María;  dolíale  sobre  todo  el  abandono 
^sengafio  del  Emperador  «que  haciendo  la  paz 


I 

I 


152  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


»con  Francia  nos  había  dejado  fuera  y  con  todos  los 
» enemigos  á  cuestas»;  y  aun  le  lleva  su  buen  natural  y 
su  afición  de  raza  á  disculparle,  dando  por  averiguado 
«que  jamas  hubiese  venido  en  ello  por  su  voluntad  y 
»  si  no  le  hubieran  forzado  y  cohibido  los  Príncipes  del 
» Imperio  y  sus  Ministros»  (i),  y  afligido  por  la  falta  de 
medios  humanos,  pone  cristianamente  su  confianza 
en  Dios  y  en  la  esperanza  de  que  si  logra  merecer  su 
amistad,  excusado  está  de  buscar  otros  aliados. 

Debió  alentar  D.  Luis  al  Monarca  con  algunas  pro- 
mesas más  terrenas,  pues  en  toda  la  corresponden- 

¡  dencia  de  este  año  da  á  entender  Felipe  IV  á  Sor 

María  su  fe  en  dos  eventualidades,  que  sin  duda  sos- 

I  tuvieron  los  ánimos  del  Ministro  al  resistirse  en  Muns- 

ter  á  prestar  facilidades  á  la  paz ;  lo  quebradizo  de  los 
ajustes  entre  el  Imperio  y  Francia,  y  las  discordias 
que  amenazaban  perturbar  hondamente  á  nuestros  ve- 
cinos durante  la  minoría  de  Luis  XIV. 

En  lo  primero  erró  su  cuenta,  si  de  veras  la  hizo 
nuestro  ministro,  y  nada  disculparia  la  errata,  porque 
ni  el  estado  de  Alemania,  ni  el  agotamiento  de  fuer- 
zas del  Imperio,  ni  el  organismo  que  creaba  el  tra- 
tado, permitian  equivocarse  sobre  el  carácter  defi- 
nitivo de  aquella  paz,  en  todo  lo  esencial  para  los 
intereses  germánicos;  pero  en  su  esperanza  de  los 
frutos  y  aprovechamientos  que  pudieran  recogerse  de 
hacer  la  guerra  á  la  Francia  con  sus  interiores  pasio- 
nes, no  andaba  en  verdad  tan  descaminado  nuestro 
gobierno,  y  las  fuerzas  que  empezaban  á  agitarse 
amenazando  la  obra  de  Richelieu,  eran  para  despertar 


(i)  Carta  del  8  de  Diciembre  de  1648. 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  1 53 


terif:a.ciones  de  aventuras,  aun  en  los  más  prudentes. 
T^o  sólo  el  Parlamento  de  París,  sino  casi  todos  los 
de    i* 'rancia,  estaban  en  una  verdadera  rebelión  contra 
el    IF^oder  Real,  no  se  cobraban  los  impuestos,  los 
atr2i.sos  y  estrecheces  de  la  Corte  no  eran  menores 
qu^     los  de  Espafia  y  Alemania  (i),  y  se  movían,  dis- 
par s^tos  á  capitanear  opuestas  facciones,  vigorosos 
Tesaos  de  antigua  aristocracia,  militares  tan  señala- 
dos    como  Turena  y  Conde,  hombres  políticos  de  la 
int^xicion  y  alcance  del  coadjutor  Retz,  y  para  con- 
tenerlos y  encauzarlos  sólo  se  contaba  con  una  Reina 
al  frente  del  Estado,  ligada  á  los  intereses  de  su  Mi- 
nistro por  vínculos  más  estrechos  de  lo  que  conviene, 
pa^ra.  que  el  bien  público  sea,  como  debe  ser,  la  única 
pasión  del  Príncipe. 

^^   sobre  tales  elementos  de  luchas  civiles  empefla- 
^^s  ,    se  agitaban,  como  los  dioses  mitológicos  en  los 
Pí>^  rxias  heroicos ,  las  figuras  singulares  de  esas  damas 
"^    1^  Corte  y  la  Fronda,  tan  amorosamente  retra- 
por  Víctor  Cousin  en  sus  estudios  biográficos 
iglo  XVII,  Mme.  de  Longueville,  Mme.  de  Che- 
se,  MUe.  de  Pons,  excitando  los  ánimos  y  las  pa- 
^s  en  los  combatientes,  y  llevando  el  hilo  de  las 
complicadas  intrigas,  á  impulso  de  afectos,  am- 
anes é  intereses,  del  todo  independientes  del  bien 
c^ria  de  la  Francia. 

Tirante  los  años  49  y  50  vive  animado  el  Rey  con 
^    ^^eneficios  que  abundantes  se  recogen  de  los  dis- 
..  '^"■^ios,  guerras  civiles,  intrigas  y  motines  que  cons- 
3í^en  la  novelesca  historia  de  la  Fronda,  dando  fre- 


^    Memaires  de  Mad.  de  MoitevÜU,  1649. 


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154  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


cuente  noticia  de  esas  alteraciones  á  la  Venerable 
Madre,  no  sin  lamentar  algunas  veces  «  sea  menester 
» fomentar  tan  malos  hechos  y  dar  ocasión  á  que  en 
» reinos  católicos,  así  los  parlamentos  como  otros  se- 
» ñores  de  mucha  calidad  y  partes,  tomen  las  armas 
» contra  el  Rey,  confiando  en  hallar  disculpa  con  el 
»  honrado  fin  de  lograr  la  quietud  de  la  cristiandad ,  y 
»en  sacar  así  triaca  del  veneno  y  llegar  á  la  tan  de- 
»seada  paz»  (i). 

Por  ese  tiempo,  aparte  de  otras  inteligencias  y  tra- 
tos más  secretos  y  menudos  con  los  enemigos  de  Ma- 
zarino,  anudó  Mme.  de  Longueville  una  alianza  ofen- 
siva entre  la  Casa  de  Conde  y  España,  en  Stenay, 
mediando  en  ello  el  Archiduque  Leopoldo  y  Turena, 
y  pactando  subsidios  y  tropas  que  habia  de  dar  Es- 
paña ,  con  distribución  de  las  plazas  y  territorios  que 
se  conquistaran  á  Francia  «entre  Su  Majestad  Cató- 
» lica  y  la  señora  de  Longueville  y  el  señor  de  Turena», 
y  éstos  siempre  bajo  el  nombre  y  protección  del  Rey 
católico. 

Penetran  á  seguida  nuestros  ejércitos  con  el  Archi- 
duque y  Turena  en  Francia,  llegan  á  seis  leguas  de 
París,  temiéndose  que  cayeran  sobre  el  castillo  de 
Vicennes ;  obligan  al  Cardenal  á  trasladar  á  los  Prín- 
cipes de  Conde,  Conti  y  Longueville,  que  allí  tenía 
prisioneros,  á  la  fortaleza  de  Marcoussis;  derrotan  á 
Hocquincourt,  forzándole  á  retirarse  hasta  Soissons,  y 
con  varia  fortuna  se  sostiene  la  guerra  civil  en  medio 
de  un  desorden  y  desconcierto  en  el  gobierno  y  en 
los  rebeldes,  como  seguramente  no  ha  sufrido  ningnn 
otro  país  sujeto  al  imperio  de  una  Monarquía. 


(i)  Cartas  del  3  de  Febrero  de  1649  y  siguientes. 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  ISS 

Conde  envió  sus  plenipotenciarios  á  Madrid,  y  ce- 
lebró el  tratado  que  vino  á  dificultar  más  tarde  las 
paces  entre  las  dos  coronas  por  la  oferta  de  no  firmar 
el  Rey  católico  con  Francia,  pacto  ni  tregua,  ni  sus- 
pensión ele  armas,  sin  que  se  comprendiera  á  Conde 
y  á  los  suyos,  reponiendo  al  Príncipe  «en  el  rango, 
»  dignidad  y  empleos  á  que  tenia  derecho  por  su  na- 
» cimiento  y  sus  méritos»,  con  oferta  de  poner  en  las 
aguas  de  Burdeos  treinta  buques  de  guerra  y  4.000 
hombres  de  desembarco ,  y  abundantes  pensiones  y 
subsidios  en  metálico;  tratado  que  suscribieron  el 
Príncipe,  Nemours,  La  Rochefocauld,  Conti,  y  la 
Duquesa  de  Longueville. 

Entre  tanto,  nos  favorecía  la  suerte  por  Italia;  ha- 
bíamos ganado  á  Casal,  á  Piombino  y  Portolongone , 
^ra  nuestra  escuadra  dueña  sin  rival  del  Mediterrá- 
^^o,  se  sitiaba  y  tomaba  á  Dunquerque,  y  se  concluía 
/^  '"econquista  de  Cataluña,  ocupando  las  armas  de 
-^  •  J^ixan  de  Austria  á  Barcelona,  recuperándose  los 
^^ados  de  Cerdafla  y  Conflans,  y  retirándose  los 
^'^xv^eses  del  Rosellon ;  si  bien  el  Rey  veia  tan  á  las 
ciaras  todo  lo  que  estos  buenos  sucesos  tenian  de 
precario  y  quebradizo,  que  en  medio  de  sus  legítimas 
y  naturales  alegrías  escribía  á  la  Madre  «tan  falto 
*  estoy  de  medios,  que  temo  volver  muchos  pasos 
>5íras  si  Dios  no  continúa  los  milagros  que  ha  obra- 
doestos  años»  (i). 

^^cil  es  calcular  cuanto  ha  apresurado  nuestra  de- 
^  ciGzxc^l^  no  haber  utilizado  aquellos  momentos  para 
"^       ir  la  paz,  bien  ligándose  menos  apretadamente 
rebeldes,  bien  imitándolos  hasta  donde  fuera 


tou? 


0} 


del  27  de  Noviembre  de  1652. 


IS6  BOSQUEJO  HISTÓRICO, 

preciso  en  la  inconsistencia  de  sus  odios  y  amistades, 
para  servir  los  intereses  de  España,  como  servian 
ellos  los  de  sus  pasiones  y  granjerias. 

Refieren  las  Memorias  de  Monglat  y  de  Mad™  de 
Motteville  que,  avanzando  nuestro  ejército  sobre 
Reims,y  ocupados  Neufchatel,  Pontaverne  y  Bazo- 
ches  por  el  Archiduque,  envió  éste  un  parlamentario  á 
París  para  tratar  de  la  paz  con  el  Duque  de  Orleans, 
y  fueron  grandes  el  júbilo  y  emoción  de  la  corte  y  la 
villa  Se  le  recibió  en  presencia  del  Nuncio,  del  Em- 
bajador de  Venecia,  de  los  grandes  magistrados  y 
ministros  que  se  hallaban  en  la  capital,  se  leyó  públi- 
camente la  carta,  acudió  Orleans  de  seguida  con  el 
aviso  á  la  Reina  y  á  Mazarino,  pidiendo  poderes 
para  tratar,  y  aunque  de  muy  mala  gana,  porque 
recelaba  intriga  contra  él,  no  se  atrevió  á  resistir  el 
Ministro,  enviándose  luego  los  poderes,  y  cuando 
acudieron  con  el  Nuncio  y  el  Conde  de  Avaux  á 
Soissons  para  avistarse  con  los  plenipotenciarios  de 
España,  no  concurrieron  éstos,  y  vino  á  descubrirse 
que  todo  ello  habíase  reducido  á  una  estratagema  pa- 
ra anudar  ciertas  inteligencias  y  pequeñas  intrigas 
con  los  que  aun  esperaban  mover  el  pueblo  de  París 
contra  el  Cardenal. 

Pero  I  quién  duda  que  terreno  tan  bien  preparado 
podria  haberse  reconocido  y  explotado  á  tiempo  por 
nuestro  Ministro !  y  ¡  cuan  diferente  hubiesen  sido  su 
posición  y  sus  medios  en  Soissons,  que  en  la  isla  de 
los  Faisanes !  El  secreto  de  retirarse  á  tiempo  suele 
ser  el  que  decide  de  las  ganancias,  lo  mismo  en  el 
juego  de  la  diplomacia  que  en  los  demás ,  sobre  to- 
do para  los  pobres  y  los  débiles,  y  no  acertó  con  él 
nuestro  D.  Luis  de  Haro,  dando  lugar  este  descuido, 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  1 57 


Ó  errada  cuenta,  á  que  Mazaríno  fuera  cobrando,  uno 
par  uno,  los  triunfos  con  que  nos  abrumó  en  la  paz  de 
los  F^irineos. 

Entretanto,  y  como  es  uso  antiguo  en  nuestros  go- 
biernos, los  alientos  y  propósitos  al  convenir,  fueron 
raá.s  lozanos  y  crecidos  que  los  hechos  al  ejecutar,  y 
los  suibsidios  en  fuerzas  y  dinero  llegaron  menguados 
y  tfiíx-ciíos  para  el  auxilio  de  los  rebeldes.  Felipe  IV  se 
afligf  xa  por  ello,  desahogando  sus  estrecheces  de  dine- 
ro ^xx  las  confidencias  de  las  cartas,  diciendo  «  cuando 
^nec^esitaría  millones  de  ducados  para  atender  alas 
*m.a."yores  urgencias,  no  tengo  sino  20.000  escudos  en 
>in^x    caja,  y  dias  hay  en  que  me  falta  caudal  hasta  para 
*cosas  muy  menudas»;  y  al  pormenor  refiere  á  la 
V^rx  arable  Madre  los  preparativos  de  la  flota  alistada 
P2.r^   el  socorro  de  Burdeos,  ya  pronta  á  lo  que  pare- 
ce    ^1  2  de  Julio,  que  no  marcha,  sin  embargo,  hasta 
^^ diado  el  mes,  y  que  llega  tarde   al  empeño  (i), 
P^^«"<:3Lue  el  24  de  Julio  la  familia  y  amigos  de  Conde, 
^^sj>iies  de  haber  ofrecido  á  Cronwell  un  puerto  en 
^^  ^^^ airona,  y  á  los  protestantes  de  la  Guiena,  la  Re- 
P^l^lica,  acaban  por  ajustarse  con  Mazarino,  entre- 
ga^xx^Jo  al  ejército  del  Rey  la  ciudad  y  obteniendo 
^^*"^^>^  amplio  perdón  para  sus  rebeldías. 

^^<:>r  María,  sin  tratar  nunca  á  fondo  sobre  las  espe- 
raxx^^s  que  se  pudieran  fundar  en  las  revueltas  de 
^^  *=*«tros  vecinos,  muestra  smgular  mstmto  contestan- 
la  confianza  del  Rey ,  con  dudas  sobre  la  raíz,  al- 
y  gravedad  de  esas  alteraciones,  teme  se  pon- 
ífl  por  quien  tenga  interés  en  desprevenimos  para 


^  ^  ^  Cartas  del  2  de  Julio  de  1652  y  siguientes. 


% 


* 


158  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 

la  guerra,  ó  en  alejamos  de  la  paz,  y  una  y  otra  vez  re- 
prende las  tardanzas  en  los  auxilios,  diciendo  con  su 
habitual  virilidad  de  estilo  «á  todo  acuden,  Señor, 
»  vuestros  Ministros  tarde ,  mal  y  nunca ,  y  ésta  es  la 

»  causa  de  tan  repetidas  pérdidas reparad  que  cuan- 

»  do  ha  habido  felicidad  y  ventura  hay  que  notarlo  por 
» milagro,  pues  ha  sido  con  tal  falta  de  medios  y  pre- 

» venciones  humanas,  que  sólo  Dios  los  ha  obrado 

:^por  mucho  que  su  Divina  Majestad  proteja  á  esta 
»  corona,  él  quiere  que  hagamos  lo  que  nos  toca,  con- 
»curriendo  con  las  causas  naturales ;  y  lo  que  se  ha  de 
:►  hacer  tarde  ó  temprano,  mejores  prevenirlo  con 
:►  tiempo  :►  (i). 

Singular  acierto  en  el  juicio  y  apreciaciones  el  de 
esa  solitaria,  encerrada  en  un  rincón  de  la  vieja  Cas- 
tilla, que  casi  literalmente  trascribia  al  Rey  el  juicio 
de  uno  de  los  embajadores  más  ilustres  de  la  Repú- 
blica veneciana,  quien  refiriéndose  á  esos  mismos 
aftos  decia  á  su  Senado,  «  no  podia  volver  de  su  asom- 
»bro  que  tanto  se  retardase  la  total  ruina  de  esta  Mo- 
:►  narquía ,  teniendo  por  verdadero  milagro,  indepen- 
:►  diente  de  toda  previsión  y  diligencia  humanas,  que 
»con  tales  apuros  de  dinero  y  desórdenes  de  admi- 
»nistracion,  y  disparatada  manera  de  reclutar  tropas 
»  y  formar  ejércitos,  se  hubiese  logrado  dominar  la  re- 
»beIion  de  Ñapóles,  y  mantener  la  lucha  con  varia 
:►  suerte  en  Francia,  en  Cataluña  y  en  Portugal.» 

Una  tras  otra  van  desvaneciéndose  las  esperanzas 
fundadas  en  las  desgracias  y  alteraciones  de  la  Fran- 
cia ;  no  sólo  se  habia  entregado  Burdeos  y  sometido 


(i)  Carta  del  25  de  Julio  de  1658. 


BOSQUEJO  HBTÓRICO. 


159 


Madame  de  Longueville ,  y  vuelto  Turena  al  servicio 
de  las  tropas  Reales,  sino  que  jefes  como  el  príncipe 
Conti,  firmante  de  los  tratados  con  España,  lleno  de 
deudas  y  desesperanzado  de  mudanzas ,  casaba  con 
una  de  las  sobrinas  del  Cardenal,  celebrándose  con 
pompa  su  matrimonio  en  el  Louvre ,  como  si  fuera  na- 
tural y  proporcionada  conclusión  á  la  comedia  de  la 
Fronda,  y  en  Noviembre  del  53  escribia  ya  Felipe  IV 
con  malas  esperanzas  para  la  campaña  siguiente,  «  así 
»por  la  falta  de  medios,  que  cada  dia  es  mayor,  como 
»por  verse  libres  los  franceses  de  las  inquietudes  in- 
» sanas  que  han  padecido  estos  años,  pues  se  han  ajus- 
»tado  con  ellos  los  de  Burdeos,  y  aunque  el  Príncipe 
»de  Conde  no  lo  ha  hecho,  no  le  sigue  nadie,  conque 
»no  se  coge  fruto  de  la  división,  y  si  Dios  no  abre 
>  algún  camino  no  pensado  para  facilitar  la  paz,  ó  para 
» proseguir  con  la  guerra ,  veo  de  mala  cara  nuestras 
»  cosas.» 

Añádase  á  esto  la  ruptura  con  Inglaterra,  decidién- 
dose Cromwell  á  firmar  el  tratado  de  comercio  con 
Francia  de  1655,  que  con  razón  aterrorizaba  al  Rey, 
moviéndole  á  pedir  á  la  Venerable  Madre  que  con 
ese  motivo  solicitara,  más  que  nunca,  la  protección 
de  Dios  para  impedir  la  total  ruina  de  estos  reinos,  y 
se  tendrán  los  elementos  bastantes  para  juzgar  tan  se- 
veramente como  se  merece  la  conducta  inexplicable 
D.  Luis  de  Haro  en  las  conferencias  secretas  de  Ma- 
drid de  1656,  desdichado  preliminar  de  la  paz  de  los 
Pirineos. 

No  conocemos  estos  sucesos  por  otros  documentos 
y  noticias  que  los  publicados  en  Francia ;  pero  cote- 
jados con  las  referencias  de  la  correspondencia  del 
Rey,  se  forma  acabada  convicción  de  que  la  voluntad 


« 


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1 


1 6o  BOSQÜETO  HISTÓRICX). 


del  Monarca  fué  sorteada  hábilmente  en  esto  por  el 
Ministro,  obligándole,  con  extremos  recursos  de  ho- 
nor empeñado  y  fidelidad  á  su  regia  palabra  compro- 
metida, á  seguir  la  guerra  cuando  más  ardientemente 
deseaba  la  paz. 

El  archiduque  Leopoldo,  hermano  del  emperador 
Femando  III,  que  desde  1646  tenía  el  gobierno  de 
los  Países  Bajos  por  Espafia,  riflendo  brillantes  cam- 
pañas por  nuestra  causa,  escribía  desde  1655,  decla- 
rando imposible  la  guerra,  y  refiriéndose  á  él,  decia 
Felipe  IV  á  la  Venerable  Madre:  «De  Flándes  me 
»  pintan  tales  aprietos  y  tan  tristes  pronósticos  de  la 
» futura  campaña,  que  llega  mi  primo  á  pedirme  licen- 
^  cia  para  irse  porque  no  se  le  muera  el  enfermo  en 

>  sus  manos ;  y  os  confieso  que  lo  que  más  cuidado  me 
»da  hoy  es  esto,  pues  si  aquellos  estados  se  perdie- 

>  sen,  se  acabaria  en  ellos  la  religión  católica ,  y  estos 
» reinos  padecerían  su  última  ruina;  hácese  lo  que  se 
» puede  para  evitar  tan  gran  daño,  pero  como  el  paño 
:^es  corto,  por  masque  se  tira  no  alcanza  á  cubrir 
»todo  el  cuerpo»  (i).  Insistió  el  ilustre  y  entendido 
Archiduque  en  sus  propósitos  y  á  principios  de  1656, 
dirigía  un  emisario  á  Madrid  con  apretadas  instruc- 
ciones en  el  mismo  sentido,  y  con  encargo  de  son- 
dear, á  su  paso  por  París,  las  intenciones  del  Carde- 
nal, hallándole  tan  benévolo,  que  se  prestó  á  enviar 
sin  demora  á  Madrid,  y  con  el  mayor  sigilo,  un  em- 

'  bajador  extraordinario ,  que  fué  Hugues  de  Lionne, 

con  poderes  amplísimos,  en  los  que  se  le  autorizaba 

j  á  renunciar  á  Puigcerdá,  á  Conflans  y  al  Rosellon, 

obteniendo  algunas  compensaciones  en  el  Artois,  ó 


(i)  Carta  del  17  de  Febrero  de  1655. 


BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


I6l 


en 
fro 


^ecJainando  el  Luxemburgo  ó  el  Franco  Condado,  y 
^/evando,  á  lo  que  parece,  instrucciones  de  no  insis- 
tir en  ninguna  condición  y  abandonarlas  todas  en 
caso  necesario,  si  la  corte  de  Madrid  consentia  en  dar 
'^rn^^no  de  la  infanta  María  Teresa  á  Luis  XIV. 
í^ric^reible  sería,  á  no  atestiguarlo  documentos  irre- 
^'is^lt^les,  que  negociaciones  bajo  tan  buenos  auspicios 
^^^tíladas,  y  de  las  que  tanto  partido  podia  obtenerse 
adrid,  fracasaran;  no  por  la  determinación  de 
eras  y  reintegros  de  plazas ,  sino  por  el  cumpli- 
o  estricto  del  tratado  que  celebraran  los  rebel- 
e  la  Fronda  en  165 1  con  España,  en  el  que  se  es- 
^^s  ^^^,  como  deciamos  más  arriba,  no  se  harian  por 
^^  \:orona  paces  con  Francia  dejando  fuera  al  Prínci- 
"^^^  Consentia  Mazarino  en  alzar  la  sentencia  de  alta 
traición  y  perdimiento  de  la  vida  y  bienes,  dictada  por 
el  Parlamento  contra  el  de  Conde,  devolviéndole  sus 
rentas  y  propiedades  confiscadas ;  pero  no  llegaba  á 
ofrecer  conferirle  los  gobiernos  y  cargos  con  la  cláu- 
sula que  exigía  el  soberbio  magnate,  de  que  no  se  le 
pudiese  obligar  á  ir  á  la  corte  bajo  ningún  pretexto, 
entendiéndose,  que  aunque  se  le  mandase,  podria 
dejar  de  ir  sin  que  se  tuviera  por  desobediencia. 

En  vano  insistia  Lionne  con  Haro  para  convencer- 
le de  que,  si  el  Rey  de  España  perdia  provincias  y  pla- 
zas, y  el  Duque  de  Lorena,  nuestro  aliado,  sirviendo 
veinte  años  en  nuestras  banderas,  sacrificaba  la  terce- 
ra parte  de  sus  estados,  bien  podia  sufrir  Conde  no  se 
le  confiaran  desde  luego  mandos  y  cargos  con  ejerci- 
cio de  autoridad,  en  un  país  que  acababa  de  perturbar 
con  guerras  civiles;  inútilmente  presentaba  el  ejem- 
plo, elocuente  en  verdad,  del  tratado  de  1526,  dicta- 
do por  Carlos  V  á  Francisco  I ,  prisionero  en  el  Al- 


XI 


102  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


cazar  de  Madrid,  donde  no  se  había  atrevido  el  Cesar 
á  pedir  para  su  aliado  el  Condestable  de  Borbon  más 
que  la  restitución  de  sus  bienes,  y  la  promesa  de  no 
ser  perseguido  por  sus  rebeldías ;  todo  lo  que  consi- 
guió del  Ministro  fué  la  oferta  de  llevar  el  asunto  co- 
mo caso  de  conciencia  política  al  Consejo  de  Estado, 
el  cual  declaró  «que  en  materias  que  afectan  al  honor 
»  del  Rey  como  la  observancia  de  un  tratado  firmado 
»y  jurado  por  él,  estaba  obligado  á  poner  en  peligro 
»sus  estados,  y  aun  á  soportar  su  pérdida.»  Con  cuya 
discreta  teoría,  tan  oportunamente  aplicada  al  caso 
del  Príncipe,  quedó  rota  la  negociación  y  escribió 
Lionne  á  París  el  24  de  Setiembre  «que  todo  habia 
» concluido  y  habia  naufragado  al  llegar  al  puerto.» 

De  tomar  al  pié  de  la  letra  esas  referencias,  tendría- 
mos por  locos  del  todo  á  nuestros  Ministros  y  Conse- 
jeros; pero  si  se  confrontan  fechas,  quizá  se  encuentre 
alguna  explicación  menos  disparatada  á  la  ruptura. 
En  la  noche  del  15  al  16  de  Julio  habíase  logrado  por 
nuestras  tropas,  al  mando  de  D.  Juan  de  Austria,  de 
Conde  y  del  Marqués  de  Caracena,  la  victoria  de  Va- 
lenciennes,  en  laque  se  hicieron  4.000 prisioneros  á  los 
franceses,  y  entre  ellos  al  Mariscal  de  la  Ferté  que  los 
mandaba,  salvando  la  plaza  y  preparando  la  recupe- 
ración de  otras  importantes.  Supo  la  nueva  el  Rey 
el  I.**  de  Agosto,  á  tiempo  que  estaba  escribiendo  una 

,  extensa  carta  á  Sor  María  encareciéndole  el  gusto  ca- 

da dia  mayor  con  que  recibia  las  suyas,  sus  esfuerzos 

j  para  aprovechar  sus  santas  y  ajustadas  doctrinas ;  y 

apenado  dejaba  correr  la  pluma  sobre  los  apuros  en 
que  nos  tenian  los  enemigos  en  Flándes,  y  el  sitio  de 
Valenciannes,  plaza,  decia,  «de  las  más  importantes 

!  »  de  aquellos  estados;  y  aunque  D.  Juan  se  halla  cerca 


BOSQUEJO   HISTÓRICO..  1 63 


»corx   el  ejército  con  intención  de  intentar  el  socorro 

>á    t:o <do  trance,  y  los  de  dentro  se  defienden  bien, 

»teixic:>  se  ha  de  perder,  y  sería  pérdida  capital  en 

»  aq  u  ^  lias  provincias. »  Relacionaba  después  el  sitio  de 

Val^ixcia  del  Po;  los  esfuerzos  que  se  hacian  por  Ca- 

tali:i:rL^  ,  donde  nuevamente  habian  penetrado  losfran- 

ce  s^  s  ;    las  alarmas  del  comercio  por  la  llegada  á  las 

^gxxsL^     de  Cádiz  de  la  flota  inglesa;  le  hablaba  por  úl- 

tiíno    <:3e  la  paz,  y  contestando  á  las  continuas  excita- 

cic^ri^  ^  de  la  Madre  para  que  la  ajustase,  la  decia  «es 

f^^  n^^  gocio  de  los  negocios,  y  estad  segura  que  si  es- 

'fr^'á  em:^m.  mi  mano,  haciendo  lo  razonable  y  aun  cedien- 

jkIo  ,     :k::io  le  dilataré  un  instante y  al  llegar  aquí,  re- 

^►cibo  aviso  cierto,  aunque  no  de  D.  Juan,  de  que  ha 
»soccz>:aTÍdo  á  Valenciannes  con  pérdida  muy  conside- 
»rab>l^^  del  enemigo,  de  lo  que  doy  infinitas  gracias  á 
*Di<^^  y  á  su  Santísima  Madre,  pues  beneficio  tan 
*gr3-x:B.<ie  sólo- lo  podíamos  recibir  de  su  infinita  bon- 
»da.ci  «  _.,.  pues  con  este  suceso  han  de  mejorar  mucho 
»las  c^osas  de  Flándes»  (i).  Fuese  que  la  alegría  del 
tTmn-^,,3  despertara  insensatas  esperanzas  de  mayores 
vetiti^j  as ,  ó  que  avivara  agradecimientos  hacia  Conde, 
^,^P^^  ^s  lo  cierto  que  en  los  hechos  y  en  la  conclusión 
tinto  vemos  desmentidas  ó  burladas  las  fervien- 
soluciones  del  Rey  por  la  paz,  y  rota  una  nego- 
ciací^::^^^  sin  la  más  leve  probabilidad  por  nuestra  parte 
^^  •^^^^ar  mejores  condiciones  para  reanudarla  (2). 


del 
tes 


(O     «—^ 

/j  -V      ^' — -arta  del  i  de  Agosto  de  1656. 
nas^r^  '^-^fuente  incurre,  al  hablar  de  esta  negociación  de  1656,  en  algu- 
preacl    ^^^  ivocaclones  bien  disculpables,  en  quien  de  primera  intención  em- 
obra  tan  colosal  y  poco  preparada  como  la  Historia  general  de  Es- 
•ero  que  conviene  rectificar;  afirma  (pág.  416,  t.  xvi,  parte  iii, 


/ate  ^ 


104  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


Poco  antes  de  los  ajustamientos  de  paces  en  Muns- 
ter,  habíase  llevado  adelante  el  del  matrimonio  de  Fe- 
lipe IV  con  su  sobrina  la  archiduquesa  Mariana,  hija 
del  Emperador,  acontecimiento  del  que  apenas  hacen 
la  precisa  mención  de  fecha  y  suceso  las  historias  de 
España  hasta  el  dia  publicadas,  pero  acerca  del  cual 
hay  numerosas  noticias  en  relaciones  del  tiempo,  y  se 
encuentran  frecuentes  y  menudas  referencias  en  las 
cartas  del  monarca  y  su  venerable  amiga,  considerán- 
dole principal  y  casi  exclusivamente  como  medio  de 
asegurar  la  sucesión  de  estos  reinos ,  y  de  fortificar  un 
tanto  al  Monarca  contra  las  fragilidades  que  de  con- 
tinuo le  traian  en  tan  mala  preparación  para  recibir  y 
gozar  los  beneficios  de  la  divina  gracia. 

Parece  cierto  habia  rechazado  el  Rey  toda  plática 
y  propuesta  de  segundas  bodas,  mientras  juzgó  bas- 
tante  asegurada  la  sucesión  de  varón  con  su  hijo  Bal- 
j  tasar  Carlos,  robusto  de  cuerpo  y  dispuesto  de  ánimo, 


lib.  IV,  c.  xiii),  «que  el  resultado  de  la  victoria  de  Valenciennes ,  ade- 
mas de  la  toma  de  Conde  con  que  terminó  la  gloriosa  campaña  de  1656, 
fué  la  venida  á  Madrid  de  M.  de  Lionne,  enviado  de  Luis  XIV  para 
ofrecerle  la  paz»;  y  tan  lejos  está  eso  de  lo  cierto,  que  Lionne  entró  en 
Madrid  el  4  de  Julio,  la  batalla  tuvo  lugar  en  la  noche  del  15  al  16,  cuan- 
do ya  habían  celebrado  numerosas  conferencias  el  Embajador  extraordi- 
nario y  D.  Luis  de  Haro,  y  no  se  supo  la  noticia  en  Madrid  hasta  el  31 
de  Julio,  terminando  las  conferencias  en  fin  de  Setiembre.  También 
afirma  (pág.  647,  t.  xvi,  parte  iii,  lib.  iv,  cap.  xvi),  que  la  causa  del 
fracaso  de  estos  ajustamientos  fué,  la  pretensión  de  Francia  de  obtener 
la  mano  de  D.*  Maria  Teresa  para  Luis  XIV ,  y  aunque  en  efecto,  hubo 
siempre  en  Mazarino  ese  pensamiento ,  y  lo  apuntó  Lionne  en  las  con- 
ferencias, fué  por  manera  muy  incidental,  y  consta  con  toda  claridad 
que  el  motivo  diplomático  y  oficial  de  la  ruptura  no  fué  otro  que  la  exi. 
gencia  de  España  de  que  se  repusiera  al  Principe  de  (Donde  en  todos  los 
cargos  y  gobiernos  que  tenia  en  Francia  antes  de  su  rebeldía ,  á  lo  que 
se  negó  Mazarino;  habiéndose  ajustado  todo  lo  demás. 


i 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  165 


y  c:3X>xtulado  estaba  el  malogrado  Príncipe  con  su  pri- 
ma.     I^   Archiduquesa  Mariana  cuando  sucumbió  en 

_En      carta  de  Enero  del  47  refiere  el  Rey,  que  al 
darl^     ^1  pésame  por  la  muerte  de  su  hijo,  el  Empe- 
radox"    le  ofrece  la  novia  vacante;  y  él  se  muestra  in- 
clinsK^io  á  aceptarla,  más  como  obligación  de  familia 
y  <3£is^s-  j  que  por  consideraciones  de  otra  índole.  Cortas 
fuero  -^n  las  negociaciones,  pues  á  30  del  propio  mes  ya 
le  psurticipaba  el  Rey  á  la  Venerable  Madre  que  el  ma- 
trirn.c:>:inio  estaba  ajustado,  y  en  Agosto,  «que  las  capi- 
tulaciones se  habian  celebrado  el  dia  de  San  Antonio»; 
te;\ar<:i endose  la  conclusión  de  este  negocio  hasta  el 
aflo   siguiente  por  un  motivo  que  da  idea  cumplida  del 
destín  ir  cien  y  estrecheces  en  que  se  vivia  entonces  en 
las   i>:»:~incipales  monarquías  europeas  «por  la  falta  de 
»caxx<^al,  decia  el  Rey  á  la  Venerable  Madre,  en  que 
^nos     encontramos  el  Emperador  y  yo  »  (i). 

^^-^go  característico,  en  efecto,  y  más  saliente  en- 
tone^ 5  que  en  ningún  otro  período  de  nuestra  historia, 
es  es^^  de  los  apremios  de  la  pobreza,  la  escasez  y  el 
naEnt^^ej  ellos  son  elementos  de  nota  en  las  sumisio- 
nes d  ^  la  nobleza  á  los  validos,  dato  decisivo  en  los 
°^^*<^^  sucesos  de  los  socorros  á  los  rebeldes,  ó  de  los 
suitn^:j-^jgjj.Qg  y  mantenimientos  de  los  ejércitos,  razón 


?"^  ^^^etarda  los  enlaces  regios  y  los  viajes  de  los  So- 
^^'^■^os,  y  motivo  de  las  más  repetidas  y  aflictivas  la- 
"^^^ciones  del  Rey  en  sus  cartas;  y  de  tal  modo  se 


j      *^  ^turalizan  esas  impresiones  con  la  vida  y  manera 
^^o^de  nuestra  sociedad,  que  en  novelas,  cuentos 

■y  Q*-«^ 

^•^^ledias  del  tiempo,  apenas  se  hallan  otros  resortes 


-^       <Iarta  del  i  de  Julio  de  1648. 


1 66  BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


I  I 


para  mover  la  risa,  que  el  hambre  mal  disimulada  de 
hidalgos  ó  escuderos,  y  la  miseria  y  tacañería  de  sol- 
dados, dueñas  y  mercaderes. 

En  esto  de  las  estrecheces  no  cedia  la  rama  ale- 
mana á  la  española  de  la  ilustre  casa  de  Carlos  V, 
pues  es  fama,  y  bien  autorizada,  que  al  morir  el  em- 
perador Femando  en  1657,  no  habia  en  el  Palacio  di- 
nero para  su  entierro,  y  fué  preciso  celebrar  un  con- 
sejo ,  aun  caliente  su  cadáver,  entre  parientes  y  gran- 
des, con  que  arbitrar  algunos  recursos  para  vestir  los 
lutos  de  la  corte ;  pero  allí  se  llevaba  con  más  humil- 
dad ó  menor  empacho  de  hacerlas  notorias  á  los  extra- 
ños esas  pobrezas,  y  los  detalles  y  accidentes  del  via- 
je de  la  regia  desposada  lo  demuestran,  y  pueden 
constituir,  si  alguno  se  entretiene  en  sacarlos  á  luz, 
un  curioso  estudio  de  costumbres. 

La  dilación  del  matrimonio  se  empleó  en  España 
en  buscar  recursos  para  enviar  á  la  nueva  Reina  una 
Real  casa  que  la  viniese  sirviendo  desde  la  raya  de 
Alemania ,  y  contrastan  las  aflicciones  para  reunirlos 
con  el  derroche  y  ostentación  en  gastarlos. 

Encargóse  de  la  Superintendencia  de  la  jornada  el 
Duque  de  Maqueda,  con  copiosas  mesadas  y  ayudas 
de  costas  ;  le  acompañaban  el  Cardenal  de  Montalto, 
el  Obispo  de  Leyre,  dos  Capellanes  de  honor,  tres 
Gentiles-hombres  Grandes  de  España,  dos  meninos 
hermanos  del  Príncipe  Doria,  dos  caballerizos,  ca- 
marera mayor,  damas,  azafatas,  dueñas  de  retrete 
hasta  el  número  de  32,  sin  contar  gran  copia  de  cria- 
das inferiores  ;  ocho  pajes,  un  oficial  mayor,  un  teso- 
i  rero,  despensero  mayor,  contralor,  graffier,  dos  mé- 

dicos,  un  guarda-damas ,  un  montero  de  cámara,  un 
repostero  de  camas,  tres  porteros  de  cámara,  ocho 


i 

M 


I 
I  ■ 


BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


167 


escuderos  de  á  pié,  ayuda  de  oratorio,  panaderos, 
fruteros,  ugieres  de  vianda,  guarda-mangel,  tres  apo- 
sentadores de  camino ;  todos  con  ministros  inferiores 
para  ejercitar  sus  oficios,  y  soldados  de  escolta  que 
sería  cosa  muy  larga  de  referir. 

Salió  esta  casa,  que  mejor  pudiera  llamarse  villa  ó 
ciudad  populosa,  de  Madrid,  el  dia  16  de  Noviembre 
de  1648;  dióse  á  la  mar  en  Málaga  el  21  de  Enero,  y 
llegó  el  17  de  Mayo  de  1649  á  Roveredo,  lugar  desig- 
nado para  las  entregas;  invirtióse  así  en  la  embajada 
cerca  de  un  año,  y  en  tales  atenciones  se  gastó  el 
caudal  de  una  campaña :  pero  identificado  por  com- 
pleto el  Monarca  con  el  gusto  nacional  de  etiqueta 
fastuosa  en  servidumbre  y  empleados  y  dependientes 
inútiles,  declaraba  á  la  Venerable  Madre  «cuánto  le 
» abrumaban  y  dolian  estos  sacrificios,  ahora  más  que 
» nunca,  que  por  los  alborotos  de  Ñapóles  y  Sicilia  no 
»venian  de  allí  socorros»;  pero  tan  inexcusables  son, 
decia,  «que  habria  de  hacerlos  aunque  para  ello  nos 
»  vendiéramos  todos»  (i). 

El  Emperador ,  muy  al  contrario ,  no  tuvo  el  menor 
empacho  en  entregar  á  la  novia  de  todo  punto  des- 
provista y  desalhajada,  y  el  hermano  que  la  acompa- 
ñó hasta  Milán,  aún  dio  mayor  muestra  de  la  estrechez 
que  venía  padeciendo  la  imperial  familia,  y  de  la  poca 
aprensión  á  que  esto  le  habia  traido;  pues  recogió 
cuantos  regalos  habian  hecho  á  su  hermana  en  el  trán- 
sito, y  dio  con  ellos  vuelta  á  Viena,  obligando  á  la 
Casa  de  S.  M.  á  detenerse  en  Milán  para  proveer  á  la 
desposada  de  ropas  y  bordados. 

Muchas  fiestas  y  agasajos  recibió  la  Archiduquesa 


(i)    Carta  del  10  de  Marzo  de  1649. 


1 68  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


:1 


en  el  camino ,  enviándole  el  Papa  la  rosa  de  oro ,  y  sa- 
liendo á  obsequiarla  los  Príncipes  italianos  aliados, 
ocurriendo  curiosos  é  interesantes  incidentes  para  los 
que  gusten  profundizar  en  el  estudio  de  usos  y  etique- 
tas del  tiempo,  y  entre  ellos  nos  ha  parecido  caracte- 
rístico el  que  refiere  Mme.  D'Aulnoy  en  sus  Memo- 
rias. Parece  que  en  una  ciudad  en  la  que  trabajaban 
la  seda,  ofrecieron  á  la  Reina  una  gran  cantidad  de 
medias  y  otros  objetos;  pero  el  mayordomo  mayor 
creyó  que  regalo  de  prenda  tan  íntima  no  se  ajustaba 
al  respeto  debido  á  una  soberana,  y  cogiendo  las  me- 
dias las  tiró  de  la  bandeja  en  que  venian,  diciendo  á 
los  comisionados:  <i^  habéis  de  saber  que  las  Reinas  de 
España  no  tienen  piernas  i^]  afirmación,  cuyo  sentido 
figurado  y  de  palaciega  ponderación ,  no  pudo  com- 
prender bien  la  Archiduquesa,  poco  versada  aún  en 
el  idioma  y  figuras  retóricas  de  sus  vasallos,  y  pro- 
rumpió  en  llanto,  dando  por  cierto  que  la  severidad 
de  la  etiqueta  española  llegaba  hasta  privar  de  tan 
útiles  extremidades  á  las  esposas  de  los  Reyes ;  lo  cual, 
añade  Mme.  D'Aulnoy,  referido  á  Felipe  IV  en  Ma- 
drid, tuvo  el  privilegio  de  hacerle  reir  en  público, 
cosa  que  sólo  le  aconteció  tres  ó  cuatro  veces  en  su 
reinado. 

No  dejaria  de  impresionar  el  ánimo  de  la  niña,  des- 
pués de  los  exquisitos  obsequios  de  Italia ,  que  el  pri- 
mer saludo  recibido  en  costas  españolas  fuera  el  dis- 
paro desde  la  torre  de  Llobregat  de  algunas  piezas 
con  bala  á  la  nao  Real,  pasando  una,  vecina  á  la  popa, 
otra  por  encima,  y  otra  por  el  trinquete ;  lo  que  acre- 
dita procuraban  afinar  la  puntería  los  catalanes  para 
I  recibir  á  su  nueva  Reina ;  pero  sin  otro  percance  que 

el  consiguiente  susto  por  esa  desatención ,  como  la 


BOSQUEJO   HISTÓRICO.  1 69 


UstmsL  indulgentemente  el  cronista  de  la  jornada,  des- 
em  barco  la  regia  desposada  en  Denia  el  4  de  Setiem- 
1  legando  el  6  de  Octubre  de  1649  á  Navalcarne- 
3dia  legua  fuera  del  lugar  fué  á  verla  de  rebozo 
í  IV,  pero  volvióse  á  la  vecina  villa  de  Brune- 
\  siguiente  dia  hizo  su  entrada  y  vistas  en  Na- 
xiero,  recibiendo  allí  las  bendiciones  nupciales, 
^ey  se  disgustó  por  demás  con  la  tardanza  y  ac- 
es  del  viaje,  y  según  Vivanco,  fundóse  la  queja 
L  el  Duque  de  Maqueda  en  cuatro  capítulos ;  no 
enviado  correos  puntualmente,  haber  hablado 
1  la  antecámara  de  la  Reina ,  haber  tenido  con- 
sias  impertinentes  con  el  Rey  de  Hungría,  y  ha- 
atado  con  desatención  á  los  Príncipes  de  Italia 
alieron  á  saludar  á  S.  M. ;  ello  es  que  el  premio 
jomada  fué  el  destierro  á  sus  estados  de  El- 

3)araron  los  gastos  y  ostentaciones  con  la  llega- 
la  entrada  solemne  en  Madrid  fué  ocasión  para 
s  las  fiestas  más  memorables,  entre  les  muchas 
Kn  este  reinado  se  relacionan.  Contaba  la  Reina 
s  afios  de  edad,  y  Pellicer,  que  la  vio  de  cerca, 

»sus  cartas  inéditas  á  Ustaroz,  «que  á  su  gusto 
^  pudo  hacer  mejor  la  imaginación ;  era  blanca, 
^,  alegre  de  humor  y  ocurrente;  y  por  cara,  talle. 


.  j  .  -^3ls  dato  curioso  para  la  historia  de  las  costumbres  administrativas 
^  .^^^*^po,  el  privilegio  de  Felipe  IV,  dado  en  4  de  Junio  de  1653  en 
-^jj  ¿1^^^^»  y  ^"®  ^®  ^^'^  original  en  el  archivo  de  la  casa  de  Oflate :  se- 
doñü.  1^  ^  Duque  de  Maqueda,  en  remuneración  de  su  viaje  para  traer  á 
cQj  -  -  "^^ariana ,  se  le  ofreció  como  merced  que  cesasen  los  pleitos  que 
ioipo  ^^0^3  1^  Hacienda  sobre  alcabalas,  y  no  pedirle  ni  cobrarle  lo  que 
ella .  ^^^jan  las  lanzas  desde  que  salió  de  la  corte  hasta  que  volviese  á 
pefl¿^  ^usula  que  en  verdad  parece  puesta  por  alguien  que  tuviera  em- 
traer  despacio  á  la  desposada. 


I  yo  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


»aire,  garbo  y  agrado,  tuvo  en  el  aplauso  del  pueblo 
»  por  bien  merecida  la  Corona. » 

Salió  del  Retiro  á  caballo  en  el  Cisne  ^  conocido  así 
en  las  Reales  caballerizas  por  su  extraordinaria  blan- 
cura ;  el  vestido  era  nácar ,  con  sombrero  y  abanico, 
acompañábanla  sobre  trescientos  grandes,  títulos  y 
caballeros  con  las  mayores  galas,  diamantes,  joyas  y 
libreas ;  la  Condesa  de  Medellin  á  muía ,  y  doce  damas 
en  palafranes,  servidas  de  doce  caballeros,  señores 
todos.  Á  la  salida  veíase  el  Parnaso  al  vivo  con  Apolo 
y  las  musas  primorosamente  ataviadas,  cantando  al 
pasar  un  himno  á  los  esposos ,  al  pié  de  una  gigantes- 
ca estatua  dorada  de  la  Alegría  y  de  los  bustos  coro- 
nados de  laurel,  de  Séneca,  Lucano,  Marcial,  Juan 
de  Mena,  Garcilaso,  Camoens,  Góngora,  Lope  y  Que- 
vedo ;  seguia  una  galería  al  temple  que  á  pocos  pasos 
la  juzgaban  los  ojos  escultura  de  relieve,  hasta  llegar 
al  arco  de  Madrid,  que  ocupaba  de  Prado  á  Prado, 
donde  esperaban  los  regidores  con  ropas  de  brocado 
para  la  ceremonia  de  las  llaves ;  en  el  Hospital  de 
Italianos  pasó  la  comitiva  por  el  arco  de  Europa ,  y 
en  la  Puerta  del  Sol  por  el  de  África,  con  músicas, 
telas,  colgaduras  y  otras  invenciones.  En  la  Lonja  de 
San  Felipe  veíase  la  apoteosis  de  la  Casa  de  Austria; 
en  la  Puerta  de  Guadalajara  y  en  Santa  María  halló 
los  arcos  de  Asia  y  América ,  y  al  llegar  á  la  plaza  de 
Palacio,  donde  estaban  las  estatuas  de  Himeneo  y 
Mercurio,  salieron  dos  carros  triunfales,  tirado  uno 
de  leones  y  otro  de  águilas,  y  cogiéndola  en  medio 
con  músicas  y  luces  la  acompañaron  hasta  el  alcázar, 
donde  la  recibieron  el  Rey  y  la  Infanta,  habiendo 
gozado,  dice  Pellicer,  «mayor  triunfo,  que  todos  los 
>  romanos  juntos. » 


BOSQUEJO   HISTÓRICO.  171 

No    ^e  mostró  el  Rey  menos  satisfecho  que  el  piie- 

Wo  ci  ^  1  buen  parecer  de  la  novia,  y  escribia  alboroza- 

zado    ^.     Sor  María:  «no  sé  como  agradecer  á  Núes- 

»tro     J^i^ñor  la  merced  que  me  ha  hecho  dándome  tal 

«coutm  i:> afila,  pues  todas  las  prendas  que  hasta  ahora  he 

tcon  «i:><z:ido  en  mi  sobrina  son  grandes;  y  ya  que  he  re- 

»cibi«:i<ZD  de  Dios  tan  singular  favor,  sólo  me  resta  no 

»nio^'t  ararme  desagradecido,  mudar  de  vida  y  ejecutar 

»suw<i>luntad  en  todo»  (i);  alo  que  contesta  la  madre 

con  ^»i     habitual  superioridad  de  estilo  y  pensamiento: 

«no  x^r»  e  admira  que  el  piadoso  corazón  dt'  V.  M.  se 

»halX^    Tendido  al  agradecimiento;  puesta  á  los  pies  de 

•  Vu^^tra  Majestad  le  suplico  se  dé  por  oblifíado  de 

»taa       ^repetidos  favores,   y  aunque  se  tocan  con  las 

»maxaos  los  que  el  Altísimo  ha  obrado  en  este  suceso, 

»no  tcxJosse  ven,  y  el  agradecimiento  á  todo  se  ha  de 

»ext^xider,  que  es  disposición  dar  gracias  de  unos  para 

»recxt>ir  otros:  concurra  V.  M.  de  su  parte  con  laen- 

»mieín<ja  de  la  vida,  que  toda  su  atención  y  voluntad 

»lat^xiga  la  Reina  Nuestra  Señora,  sin  voIvlt  los  ojos 

»a*t:i-c3s  objetos  peregrinos  y  extraños,  que  en  ladivi- 

*'^*K*»~^sencia  hallará  menos  disculpa  habiéndole  dado 

»l,coi-j-j^Q  j^j.g  y_  ^j  compafifa   de  tantas  prendas. 

*  ^'^^ience  V.  M.  á  pagarse  y  satisfacerse  mucho  de 

*  ^  3-S  ^  que  el  tiempo  perfeccionará  y  mejorará  las  na- 
J'^l^s,  y  le  dará  el  Señor  las  de  gracia»  (2}. 

.  ^STsces  propósitos  los  del  Rey  y  estériles  predica- 
"^^^  las  de  la  Madre,  pues  no  más  tarde  que  al  mes, 
^^  ^  Ive  á  lamentar  el  incorregible  pecador  «  que  su 


,  >    Si-^arta  del  17  de  Noviembre  de  1649. 
^— ^rta  del  z6  de  Noviembre  de  1649- 


172  BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


» fragilidad  le  lleve  á  lo  peor,  y  que  si  Dios  no  le  ayuda 
»muy  singularmente  con  su  gracia,  y  ella  con  sus  ora- 
>ciones  y  penitencias,  es  presa  segura  de  los  enemigos 
»de  su  alma> ;  y  á  las  claras  se  trasparenta  en  la  corres- 
pondencia de  los  aftos  siguientes,  que  menudeaban  las 
derrotas  de  S.  M.  en  sus  luchas  con  el  pecado,  tanto 
por  lo  menos  como  la  de  sus  ejércitos  en  las  campa- 
ñas con  los  franceses,  volviendo  á  levantarse  los  nu- 
blados que  señalamos  en  la  cercanías  de  la  conspira- 
ción de  Híjar,  murmurándose  entre  el  vulgo  de  los 
malos  ejemplos  del  Palacio,  de  los  encumbramientos 
de  ministros  y  oficiales  en  premio  de  torpezas  y  livian- 
dades; y  llegando  á  correr  como  muy  acreditado  un 
lance,  del  que  dan  noticia  oscura  viajeros  de  aquel 
tiempo,  en  que  figuró  un  alto  personaje,  marido  agra- 
viado que  hirió  á  S.  M.  sin  conocer  su  persona,  y  por 
maravilla  no  le  causó  la  muerte;  subiendo  el  escánda- 
lo á  punto  de  que  por  rumor  público  llegara  el  suceso 
al  convento  de  Agreda  y  moviera  á  la  Venerable  Ma- 
dre á  escribir  á  D.  Francisco  de  Borja  (i)  para  inqui- 
rir la  verdad,  y  dolerse  sobre  lo  inútil  de  la  corres- 
pondencia, expresando  sus  propósitos  de  abandonarla 
y  rogar  al  Rey  le  dispensara  de  escribirle  más  piado- 
sos advertimientos,  puesto  que  eran  tan  baldíos  y  vi- 
ciosos como  si  los  dirigiese  á  una  estatua  de  hielo  ó 
de  diamante  (2). 


(i)  Véase  apéndice  núm.  VI. 

(2)  £1  lance  de  la  sorpresa  y  la  herida  ocurrió,  á  lo  que  parece,  en  una 
visita  del  Rey  á  la  Duquesa  de  Veragua  ;  pero  vemos  por  las  cartas  no 
anduvo  exacto  el  autor  del  Journal  du  voyage  en  Espagne,  al  atribuirlo  á 
la  época  del  Conde-Duque.  Los  embajadores  venecianos  son  los  que  nos 
suministran  mayores  noticias  sobre  las  inclinaciones  del  Rey,  y  de  eUas, 
y  lo  que  arrojan  cartas,  papeles  y  viajes,  se  puede  deducir  con  cierta  segu- 
ridad que  sus  debilidades,  con  ser  tan  numerosas  y  repetidas,  no  trascen- 


BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


173 


XL 


^  contar  desde  la  ruptura  de  las  negociaciones  se- 

^^eta.s  de  Madrid  en  1656,  y  la  estéril  victoria  de  Va- 

^^iennes,  que  coincidió  con  ellas,  no  registramos  si- 

^1     ^^Teses  y  quebrantos,  y  las  cartas  del  Rey  siguen 

jf^    *^ilo  los  sucesos  desgraciados,  con  las  más  aflictivas 

i^^^ aeraciones  de  sus  penurias  y  congojas;  sin  decaer 

^  so  en  la  puntualidad  y  esmero  en  la  correspon- 


dieron nunca  á  influencias  directas  en  su  política,  ni  aun  á  depilfarros  y 
prodigalidades  en  su  hacienda.  Gustó  por  lo  general  de  cómicas  y  muje- 
res fáciles  y  de  baja  estraccion ,  y  esto  lo  notaban  los  embajadores  como 
cualidad  estimable ,  porque  no  se  hacia  odioso  á  los  grandes.  Se  le  conta- 
ron hasta  treinta  y  dos  hijos  naturales,  y  como  de  persona  noble  sólo  se 
menciona  uno,  habido  en  la  hija  del  Conde  de  Chirella  ;  de  ellos  sólo  re- 
conoció públicamente  á  D.  Juan  de  Austria,  pero  estimó  mucho  al  que 
^¿  en  la  Iglesia  Obispo  de  Málaga  con  el  nombre  de  Fr.  Alonso  de  San- 
to Tomás,  teniéndole  D.  Juan  por  hermano,  y  dándole  titulo  de  tal,  se- 
gún las  relaciones  del  tiempo.  Con  la  Duquesa  de  Chevreuse,  que  vino  á 
España,  guiada  sin  duda  por  sus  aficiones  aventureras,  y  juzgando  al  Rey 
por  la  fama,  materia  muy  dispuesta  para  sus  intrigas,  estuvo  Felipe  IV 
cortés  y  obsequioso;  pero  nadie  será  capaz  de  afirmar  ó  de  negar  en  con- 
c/eocia,  si  hay  razón  para  colocarle  en  la  larga  lista  de  sus  adoradores 
wríünados,  como  lo  hacen  Cousin  y  Mme.  de  Moteville.  De  las  verídi- 
relaciones  de  los  jesuitas  se  desprende  que  no  resultó  rendido  ni  en- 
^c^do  ¿  la  hermosa  francesa,  cuya  corta  estancia  en  Madrid  muestra 
f     ^^  ^os  caracteres  de  haber  ella  tenido  por  fracasado  el  fin  é  intentos 


</ei 


^'aj^.  Ya  en  la  edad  madura  el  Rey,  y  un  tanto  más  moderado  en  sus 


ruujj^^^g^  hacia  los  años  de  53  á  56,  es  cuando  mantuvo  relaciones 
de  r^  ^^on  la  hermana  del  Duque  de  Alburquerque,  casada  con  el  Duque 


emb    -    ^€^^'  y  sefiora  muy  principal  en  la  corte,  dando  de  ello  noticia  el 
^^'"cr  Quirini,  pero  sin  atribuirle  influencia  en  los  negocios;  y  en 
o  ocurrió  sin  duda  el  desgraciado  suceso  á  que  se  refieren  los 
y  á  que  alude  Sor  María  en  su  carta  á  D.  F.  de  Borja. 


)a 


174  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


dencia,  antes  al  contrario,  repitiendo  á  menudo  «  se 
»le  harían  pocas  sus  cartas,  aunque  las  recibiera  cada 
»  dia,  que  no  tiene  alivio  mayor  ni  recreo  que  tanto  le 
»  satisfaga  como  leer  los  consejos  de  la  Madre  y  des- 
»ahogar  en  su  confianza  sus  penas  >. 

Ya  son  las  flotas  inglesas  que  sorprenden,  apresan  ó 
nos  fuerzan  á  incendiar  los  galeones;  ya  la  pérdida  de 
Valencia  del  Po,  Mardik,  Gravelinas  y  Dunquerque 
con  la  fatal  derrota  de  las  Dunas;  ya  los  atrevimientos 
de  los  portugueses  por  Badajoz  y  la  rota  vergonzosa 
de  D.  Luis  de  Haro;  todas  tristezas  y  vencimientos 
que  llevan  al  Rey  á  desesperar  de  los  esfuerzos  huma- 
nos, diciéndole  casi  de  continuo  á  la  Superiora  « que 
»tan  grandes  riesgos  amenazan  por  todas  partes  estos 
» reinos,  que  sólo  de  la  mano  de  Dios  puede  venir  el 
»  remedio,  y  yo  de  mí  os  confieso.  Sor  María,  que  me 
»veo  acongojado,  pero  conforme  con  la  voluntad  de 
> Nuestro  Señor,  y  deseando  imitar  á  Job  cuando 
»dijo:  Él  me  lo  dio  Él  me  lo  quitó,  sea  su  nombre 
»  bendito  >  (i). 

Sólo  en  Cataluña  halla  algún  alivio  el  Monarca  por 
la  buena  actitud  de  la  nobleza  y  parte  considerable 
del  pueblo,  de  las  que  da  noticia  en  sus  cartas  á  la  Ma- 
dre, agradeciéndole  los  prudentes  consejos  que  ésta 
no  cesa  de  recordarle  en  todo  momento,  singular- 
mente en  lo  que  se  refiere  á  los  reinos  y  provincias 
donde  pudieran  ser  más  peligrosos  los  malcontentos. 
Un  dia  y  otro  le  ruega  busque  para  Cataluña  minis- 
tros que  se  avengan  con  los  naturales;  que  les  preven- 
ga respeten  sus  usos,  no  les  causen  vejaciones,  no 


(i)  Carta  del  9  de  Julio  de  1658. 


BOSQUEJO   HISTÓRICO.  1 75 


manden  con  imperio,  no  exciten  su  espíritu  belico- 
so  con  cohechos  é  injusticias,  y  se  compadezcan  de 
los  p>ol)res  y  desvalidos,  atenta  á  cuanto  pudiera  favo- 
reo  er    aquel  temido  incendio;  y  le  previene  no  son 
\y0iSt:sLTxte  considerados  los  síndicos  de  Aragón  en  la 
c<^Trt^  ,    advirtiéndole  no  estamos  en  tiempos  en  que 
^^  pij.^da  desdeñar  que  se  multipliquen  los  enemigos. 
Mer-c^  ^  d  á  esta  política,  seguida  con  notable  mesura 
tras  IsL  toma  de  Barcelona  y  la  pacificación  casi  com- 
pleta   c3el  Principado,  vemos  por  las  referencias  del 
R^r»    c^ue  hallaron  los  franceses  al  penetrar  de  nuevo 
aque  11^  frontera,  muy  cambiado  en  su  contra  el  pais 
y  div^iczlidos  los  ánimos  de  los  naturales,  que  ayudaron 
vigo Teosamente  en  no  pocos  empeños  militares  á  nues- 
tras tir^opas,  mandadas  con  brío  y  fortuna  por  D.  Juan 
^^  -^-xxstria  y  por  Mortara,  lográndose  así  perdiera 
rrax3.c^ia  la  esperanza  de  arrebatamos  tan  preciado 
reíao  ;    y  por  su  influencia  en  la  dirección  de  esa  po- 
itica  ,    y  su  acierto  en  recomendarla  con  tan  singular 
^^^^tencia,  debemos  reiterar  nuestra  admiración  y 
^^^^so  á  la  insigne  escritora. 

^^^>^a.  sola  victoria  diplomática  alcanzóse  por  ese 

tiexrxj>Q^  en  laque  muestra  singular  complacencia  el 

^^y  y   pero  que,  bien  analizada,  no  significa  sino  mera 

satisfacción  á  tradiciones  familiares ,  compensada  con 

positivos  perjuicios  en  auxilios  é  influencias  políticas. 

.^^  referimos  á  la  elección  de  Emperador  de  Alema- 

/^»  Itichade  intrigas,  corrupciones  y  manejos  de  to- 

.     ^SE>ecie,  sostenida  en  los  años  57  y  58  entre  Maza- 

^^  y  las  cortes  de  Viena  y  Madrid:  llevando  la  re- 

^^ntacion  de  Francia  el  mariscal  Gramont  y  Hu- 

^^    c3e  Lionne,  y  la  de  España  el  Conde  de  Peña- 

^^  ,  que  ya  nos  habia  representado  en  Munster. 


1 

\ 
> 


176  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


Felipe  IV  y  sus  consejeros  de  Madrid  no  habían 
perdido  toda  esperanza  de  romper  algunas  mallas  de 
la  paz  de  Westfalia,  y  reanudar  los  lazos  de  las  dos  ra- 
mas austríacas  para  seguir  la  lucha  con  Francia;  y  los 
vemos  prestar  en  su  correspondencia  especial  interés 
á  la  elección  de  Emperador  en  ese  sentido,  escribien- 
do el  Rey  con  frecuencia  á  Sor  María  sobre  los  candi- 
datos, y  mostrando  su  preferencia  por  el  Rey  de  Hun- 
gría, hijo  del  Emperador  difunto  D.  Femando  III, 
que  apenas  contaba  entonces  diez  y  siete  años  de 
edad;  el  mismo  que  habia  acompañado  á  su  hermana 
D.*  Mariana  en  el  viaje  antes  relacionado. 

De  las  cartas  resulta  que  á  la  muerte  del  Empera- 
dor figuró  como  candidatura  probable  la  del  archi- 
duque Leopoldo,  tio  del  Rey  de  Hungria,  el  que  ha- 
bia mandado  nuestros  ejércitos  en  Flándes,  y  utiliza- 
do bizarramente  las  alteraciones  de  la  Fronda  para 
acercar  sus  soldados  á  París ;  pero  no  habia  quedado 
este  príncipe  en  muy  estrechas  amistades  con  Fe- 
lipe IV  por  su  insistencia  en  dejar  aquel  ejército 
cuando  más  necesitábamos  de  sus  servicios,  y  se  incli- 
naba nuestro  Monarca  al  sobríno,  más  unido,  por  otra 
parte,  á  nuestros  intereses  por  la  afección  que  profesa- 
ba á  la  Reina. 

Mazaríno,  siguiendo  la  política  que  dejara  trazada 
Richelieu,  quería  aprovechar  las  circunstancias  para 
dar  un  golpe  atrevido  y  de  inmensa  resonancia  en  Eu- 
ropa, arrebatando  el  imperio  á  la  Casa  de  Austria ,  y 
acabando  de  romper  todo  vínculo  entre  Alemania  y 
Madrid,  con  la  elección  de  un  Emperador  que  sirvie- 
se con  seguridad  los  intereses  de  la  Francia;  y  tal  em- 
peño ponia  en  ello,  que  contestando  á  algunas  peticio- 
nes de  recursos  de  los  ministros  que  diputó  á  esa  em- 


e 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  1 77 

presa,  les  decia  estaba  dispuesto  á  empeñar  su  vajilla 
y  vender  la  camisa  para  ganar  la  elección;  pondera- 
ciones que  en  hombre  tan  avaro  y  apegado  á  los  bie- 
nes de  este  mundo,  como  era  el  Cardenal,  aun  son 
inás  expresivas  que  en  lo  común  de  las  gentes. 

Sus  candidatos  fueron  el  Duque  de  Baviera  y  el 
conde  Palatino  de  Neubourg ;  pues  aunque  tanteó  la 
opinión  por  medio  de  algunos  folletos  anónimos  para 
la  candidatura  del  propio  Luis  XIV,  reproduciendo 
la  temeraria  aspiración  de  Francisco  I,  no  llegó  esto  á 
ser  pretensión  seria.  Pero  fueron  vanos  los  esfuerzos 
y  sacrificios  del  Cardenal ;  era  la  tradición  á  favor  de 
la  Casa  de  Austria  tan  fuerte ,  y  tan  difícil  el  someter 
á  los  electores  á  admitir  un  representante  directo  y 
conocido  de  la  Francia  para  ceñir  la  corona  imperial, 
que,  á  pesar  de  los  trabajos  exquisitos  de  los  embaja- 
dores, de  las  facilidades  que  prestaron  algunos,  como 
el  Elector  Palatino,  vendiendo  su  voto  por  escrito  en 
60.000  escudos  al  contado,  y  40.000  al  plazo  de  la 
elección,  no  se  pudo  llegar  al  acto  con  la  menor  es- 
peranza; y  triunfó  el  Conde  de  Peñaranda,  obtenien- 
do la  elección  por  unanimidad  el  Rey  de  Hungria, 
que  tomó  el  título  de  Leopoldo  I. 

Muy  mermada,  cuando  no  destruida  del  todo,  que- 
dó para  nosotros  esa  ventaja,  pues  hubo  de  firmar  el 
nuevo  Emperador,  antes  de  la  elección,  unas  capitu- 
laciones que  aun  ampliaban  el  tratado  de  Munster  en 
sentido  favorable  á  la  Francia;  se  comprometia  en 
d}}as  á  no  ayudar  á  la  corte  de  Madrid ,  ni  aun  contra 
^-a^liados  del  Cristianisimo,  y  dejaba  abierta  la  puerta 
/^^  la  celebración  de  la  liga  del  Rhin,  cuyos  tratos 
S-xraaron  en  Francfort  el  14  de  Agosto  de  1658  por 
^  ^E^ey  de  Suecia,  el  Duque  de  Brunswick-Lunebur- 


la 


178  BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


go ,  el  Langrave  de  Hesse-Cassel,  el  Obispo  de  Muns- 
ter,  el  Conde  de  Neuburgo  y  los  electores  de  Colo- 
nia ,  Tréveris  y  Maguncia.  El  fin  de  la  liga  era  defen- 
der los  recíprocos  derechos  de  los  convenidos  y  velar 
por  la  observancia  del  tratado  de  Westfalia ;  pero  en 
la  compañía  se  admitió  á  la  Francia,  y  sobre  asegurar 
así  considerables  defensas  en  la  guerra  de  Flándes, 
quedó  consagrada  la  intervención  de  Luis  XIV  en  los 
asuntos  interiores  de  Alemania,  de  los  cuales  fué  arbi- 
tro en  todo  el  período  ascendente  de  su  reinado. 

La  Venerable  Madre  da  noticia  al  Rey  de  una  cor- 
respondencia política  que  habia  entablado  con  ella  el 
Duque  de  Gramont,  poco  antes  de  que  Mazarino  le 
confiriese  la  embajada  extraordinaria  de  Alemania;  y 
recelosa  sin  duda  de  incidir  en  los  disgustos  y  apren- 
siones de  la  causa  de  Hljar,  remite  al  Rey  la  carta  ori- 
ginal del  Duque ,  y  le  consulta  si  es  de  su  gusto  que 
acepte  y  mantenga  la  correspondencia,  á  lo  que  de  se- 
guida contesta  el  Soberano ,  autorizándola  y  con  ins- 
trucciones para  que  incline  el  ánimo  del  embajador 
á  condiciones  razonables  de  paz.  No  hemos  podido 
descubrir  estas  cartas,  ni  noticia  de  su  sustancia ,  pero 
oportunamente  vinieron,  sin  duda  alguna,  á  influir  en 
el  ánimo  del  Duque  en  vísperas  de  aceptar  su  misión 
de  Alemania ,  y  á  facilitar  tal  vez  que  se  admitiera 
como  uno  de  los  artículos  de  las  capitulaciones  im- 
puestas al  emperador  Leopoldo,  el  de  que  se  obliga- 
se á  favorecer  el  restablecimiento  de  la  paz  entre 
España  y  Francia. 

Rota  su  armada,  vencidos  sus  tercios,  en  empeños 
y  miserias  increibles  sus  rentas,  aun  era  el  Rey  de  Es- 
paña, mediado  el  siglo  xvii,  para  el  sentir  de  toda 
Europa,  el  gran  príncipe  de  cuyo  concierto  con  la 


BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


Rancia  pendía  la  paz  de  toda  la  cristiandad;  y  la  pro- 
íongracion  de  la  guerra  entre  ambas  coronas  parecia 
Cada  dia  más  contraria  á  las  opiniones  de  pueblos  y 
gobiernos,  especialmente  desde  que  con  las  paces  de 
V'estfalia  habíanse  avivado  las  esperanzas  de  quietud 
era  tocios  los  espíritus.  Siéntese  esta  influencia,  siempre 
poderosa,  de  la  opinión,  en  el  empeño  que  cada  minis- 
^^  pone,  cuando  recela  se  le  acuse  de  retardar  aveni- 
mientos y  en  defenderse  y  cargarlas  culpas  al  contra- 
"*^;  y    son  para  estudiadas,  por  quien  desee  apreciar 
*^ct:a,mente  el  curso  de  las  ideas  entre  políticos  y  di- 
^"'^í  ¿i ticos  sobre  las  paces  de  España  y  Francia,  las 
?o  <:;  iaciones  que  incidentalmente  se  entablaron  para 
i.j     ^■■»~la  en  el  Colegio  Imperial,  reunido  para  la  elec- 
fU^        *3.e  Leopoldo  I,  las  facilidades  aparentes  que  á 
dUfi  *-**~estaba  Mazarino  poniendo  condiciones  de  eje- 
jeíc-j*  *^  imposible,  las  argucias  con  que  procuraba  sor- 
^    ^*-B  nuestro  plenipotenciario  Peñaranda,  y  el  ter- 
^T)n  que  todos  miraban  se  les  tuviera  por  sospecho- 
■i§;5S ■siquiera,  en  desear  la  prolongación  de  la  guerra. 
Pero  ni  la  fatiga  de  los  pueblos,  ni  el  deseo  univer- 
sal de  la  cristiandad,  ni  aun  el  temor  á  las  acusacio- 
nes de  discípulo  desdichado  de  Maquiavelo  precia- 
do de  gran  ministro,  que  le  habia  dirigido  el  cardenal 
Retz  (r),  hubiesen  llevado  á  Mazarino  á  firmar  la  sus- 
pensión de  armas  con  España  y  el  tratado  de  los  Piri- 
neos, en  el  momento  en  que  lo  hizo,  si  no  hubiera  pe- 
sado sobre  él  la  voluntad  y  el  empefio  decidido  de 
Doña  Ana  de  Austria;  y  éste  es  uno  de  los  puntos  his- 
tóricos que  aclaran  las  cartas  de  Felipe  IV,  confir- 


i  I 


(i)  Tres  humble  et  tres  importante  remontramce  au  Roí  si 
des  places  marítimes  de  Flandre  entre  les  mains  des  aaglais. 


1 8o  BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


mando  lo  que  del  hilo  y  trama  de  las  negociaciones,  y 
del  conocimiento  de  los  personajes,  en  buena  ley  crí- 
tica se  deduce. 

Por  raro  caso  la  inclinación  de  la  Regente  hacia  su 
ministro  habia  servido  en  definitiva  á  los  intereses  y  á 
la  gloria  de  la  Francia ,  pues  es  seguro  que  meras  afi- 
ciones políticas  no  hubieran  resistido  á  las  fuerzas  que 
se  pusieron  en  juego  para  separar  á  doña  Ana  del  Car- 
denal; y  no  dejan  duda  las  minuciosas  y  varias  memo- 
rias del  tiempo,  que  por  esta  vez,  debilidades  tan  á  me- 
nudo acusadas  de  comprometer  y  arruinar  monar- 
quías, salvaron  de  desastroso  naufragio  la  obra  de  Ri- 
chelieu,  manteniendo  enérgicamente  en  el  gobierno 
al  único  hombre  capaz  de  continuarla ;  pero  llegó  un 
momento,  por  ventura  nuestra,  en  que  esos  mismos 
vínculos  debilitaron  en  el  Ministro  la  voluntad  y  la 
energía  para  perseguir  un  fin,  que  sólo  pedia  ya  escaso 
esfuerzo  y  cuyo  logro  seguro  no  estaba  amenazado  ni 
comprometido  por  el  menor  riesgo.  Si  errores  hay  evi- 
dentes en  la  historia ,  si  con  palmaria  claridad  pueden 
deducirse  las  culpas  en  la  dirección  de  una  política, 
en  el  ajustamiento  prematuro  é  innecesario  de  una 
paz,  entre  ellos  está  seguramente  la  suspensión  de 
armas  de  1659  y  el  tratado  de  los  Pirineos,  para  los 
cuales  Mazarino  sacrificó  sus  convicciones  de  hom- 
bre de  Estado,  á  la  dulce  satisfacción  de  realizar  por 
entero  los  ideales  de  familia  y  de  felicidad  doméstica, 
de  una  amiga  tan  cariñosa  y  leal,  como  habia  sido  para 
él  la  hermana  de  Felipe  IV. 

Las  ideas  de  Mazarino  sobre  las  fronteras  de  Fran- 
cia nos  son  conocidas;  desde  1646  tenía  dicho  que  la 
adquisición  de  los  Países-Bajos  dotaria  á  París  de  un 
baluarte  inexpugnable ,  y  que  sólo  así  podria  ser  la  ca- 


BOSQUEJO  HISTÓRICX).  l8l 


píta.1   el  corazón  de  la  Francia,  y  quedaría  colocada  en 
el;px:MTito  más  seguro  del  reino  (i);  y  no  era  menester 
su  sr^  ^ío  para  comprender  que  la  nacionalidad  france- 
sa,   2si  habia  de  mantener  su  superioridad  militar  como 
cutible  en  Europa,  necesitaba  por  los  Pirineos  el 
llon,  por  el  Este  el  Rhin,  y  por  el  Norte  la  fron- 
<ie  Holanda.  En  1658  se  encontrábala  Francia 
aún  de  esos  límites,  pero  en  un  camino  seguro 
alcanzarlos ;  asi  es  que  en  despacho  dirigido  por 
rdenal  á  Gravel ,  representante  de  Francia  cerca 
mperador ,  dándole  conocimiento  de  las  nego- 
ones  que  habia  iniciado  Pimentel  para  el  matri- 
o  de  la  Infanta  á  poco  del  nacimiento  del  prlnci- 
•  Felipe  Próspero,  le  hablaba  de  la  suspensión  de 
s  solicitada  por  los  españoles,  y  la  presentaba 
prueba  sobrada  por  sí  sola  de  que  no  deseaban 
'^jenafe  la  paz,  porque  era  menester  que  todo  el 
^^xx^sejo  del  Rey  hubiera  perdido  el  sentido  para  ac- 
ced^^^  á  una  tregua  en  el  estado  actual  de  las  cosas; 
^^•^^^^  ^3  seguramente  no  hubiesen  accedido  á  ella  los 
^^F^^^:»oles  si  se  les  hubiera  pedido  en  lo  más  recio 
^f   1  <:ii>s  disturbios  de  la  Fronda.  Y  en  efecto ,  sólo  el 
cjfe^r^^^^ito  francés  en  Flándes  y  el  Luxemburgo  contaba, 
^^^'^^^:ki  documentos  oficiales,  20.000  infantes  y  15.000 
cafc>  ^^  jiQg^  y  gi  qy^  nosotros  podiamos  oponerle  apenas 

ba  á  5  ó  6.000  infantes,  sin  caballería  ni  artillería: 
ues  segura  la  total  ocupación  de  los  Países- Ba- 

^^.     ^^  :m  la  inmediata  campaña,  y  sin  más  esfuerzos  ni  sa- 

^    '^  '■^^ios  que  los  ya  hechos. 

s  cartas  de  Felipe  IV  no  dejan  duda  alguna  de  la 
voluntad  del  Cardenal  para  la  paz,  á  despecho 


de 


lie 
erai. 


m 


l/ilgaet,  —  Succesíon  d'Espagne,  1. 1,  págs.  172-182. 


1 82  BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


de  SUS  insistentes  protestas  de  desearla  y  procurarla; 
una  y  otra  vez  se  queja  el  Rey  de  que  los  tratos  se  im- 
pidan, y  comenzados  se  malogren  por  obra  del  Minis- 
tro, motivando  con  esto  las  lamentaciones  de  Sor  Ma- 
ría sobre  lo  impropio  de  tal  labor  en  un  príncipe  de  la 
Iglesia,  poniendo  obstáculo  á  la  reconciliación  de  dos 
monarcas  católicos,  y  dando  ocasión  á  prolongarse  los 
desórdenes  y  pecados  públicos  que  consigo  lleva  la 
guerra. 

Nos  revela  también  el  Rey  que  las  primeras  ges- 
tiones para  reanudar  los  tratos  de  paces  se  encomen- 
daron, por  iniciativa  de  España,  al  Papa;  que  aceptó 
éste  la  misión,  pero  entretuvo  el  negocio  y  no  prestó  á 
darle  cabo  la  diligencia  que  se  esperaba,  siendo  en  él 
más  las  palabras  que  los  efectos.  Los  apremios  que 
por  todas  partes  crecian,  decidieron  las  incertidum- 
bres  de  Felipe  IV  moviéndole  á  enviar  secretamente 
persona  particular  á  su  hermana,  ofreciéndole,  dice 
en  su  correspondencia,  «por  hacer  tan  gran  beneficio 
ȇla  cristiandad,  gran  parte  de  lo  que  tan  injusta- 
» mente  me  han  ocupado  en  esta  guerra,  y  lo  que  es 
»más,  á  mi  propia  hija,  y  no  se  ha  oido  mal  la  pro- 
apuesta;  pero  siempre  con  recelo — añade  más  ade- 
»lante — de  que  nos  lo  desbarate  el  cardenal  Maza- 
»  riño  por  sus  fines  particulares.  Holgárame  de  saber, 
» dice  al  concluir  la  carta,  el  jnotivo  que  tenéis  para 
»  preguntar  cómo  obra  el  Pontífice  en  esto,  y  os  encar- 
»go  tengáis  secreto  en  lo  que  toca  á  la  paz»  (i). 

De  suponer  es  aludiría  el  Rey  en  lo  del  emisario 
á  su  hermana,  á  D.  Antonio  Pimentel,  portador  de 
una  felicitación  con  pretexto  del  restablecimiento  de 


(i)  Carta  del  24  de  Mayo  de  1659. 


/ 

1 

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\ 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  183 


Luis   JXIV  de  una  enfermedad  que  le  puso  á  morir  á 
ZDe elididos  de  1658.  Envíesele  apresuradamente,  cuan- 
do J  i  ^  gó  á  la  corte  el  aviso  del  Conde  de  Fuensaldafta, 
vir^^y^    en  Milán,  de  que  se  adelantaban  los  tratos  para 
cas^jK-:»:"     al  Rey  de  Francia  con  una  princesa  de  Saboya, 
iiiat:«:"i  amonio  que  daba  en  tierra  con  las  últimas  espe- 
ran ^e^^^  s  de  algún  acomodo  beneficioso  entre  ambas  co- 
ron  ^^^   ;  é  hiciéranlo  en  Francia  para  apresurar  la  deci- 
sión^    <zie  Felipe  IV  á  desprenderse  de  su  hija  (lo  que 
par^^  <:^  c  exceso  de  medios  para  conseguir  un  resultado 
tan    ^k.     la  mano)  ó  de  buena  fe,  para  procurar  inmedia- 
ta s^u.  <z:  esion  al  Reino  y  algún  asiento  á  las  pasiones  in- 
qui^^^s  y  un  tanto  románticas  por  entonces  del  Cris- 
tian. J:^xino;  ello  es,  que  planteada  seriamente  la  oferta 
y  f^^::^ilidades  del  matrimonio  entre  Luis  XIV  y  María 
Ter-^  ^a,  D.'  Ana  de  Austria  toma  con  empeño  los  ajus- 
tarrx  i  ojitos  de  paz,  y  Mazarino,  sometido  á  su  volun- 
tad ,^     cDlvida  ó  sacrifica  las  cautelas  todas  del  político  y 
eidx  x>lomático,  para  entregarse  á  las  facilidades  y  com- 
xicias  del  servidor  agradecido,  atento  á  noma- 

el  capricho  de  su  dueño.     . 
Xidió  también  D.  Juan  de  Austria  á  ayudar  en  la 
y  pidió  salvo  conducto  para  atravesar  la  Francia, 
letuvo  en  París,  siendo  objeto  de  curiosidad  (i) 


pía 
lo 


obr- 

y 


franca         ^^^  de  D.  Juan,  elogiándose  su  traje  y  compostura,,  que  eraná  la 

j^^^     ^^^^^^,  lo  lucido  y  respetuoso  de  su  servidumbre ,  la  viveza  de  su  mi- 

Aun.^::J^^"      la  perfección  de  sus  manos,  cualidad  entonces  muy  reparada. 

tívit^  ^^^  ^  serio  en  su  porte,  habló  con  galantería  é  ingenio  con  las  damas 

tt^   ^^^  sanos  que  le  fueron  presentados;  pero  debió  sorprender  sobre  ma- 

.¿^  *     ^^^ues  la  noticia  se  repite  en  todos  los  documentos ,  que  él  y  su  ser- 

^j^^^^Dre  se  hicieran  servir  de  carne  todos  los  dias ,  no  obstante  sercua- 

¿gj^  »  y  aun  parece  que  disgustó  este  accidente  á  la  Reina,  que  hubiera 

u|^    ^^^  o  ver  en  su  pariente  más  obediencia  á  los  mandamientos  de  la 

"^^  , — MoUxñlle:  Montglas, 


184  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


y  simpatía  en  aquella  corte,  siempre  inclinada  á  reci- 
bir bien  novedades.  Visitó  á  D.*  Ana  y  al  Rey,  que 
quedaron  muy  prendados  de  su  galanura  y  porte,  y  le 
brindaron  ocasión  de  que  expresara  públicamente  sus 
deseos  y  votos  por  el  enlace  de  ambas  coronas,  lo  cual 
equivalia  á  dar  por  resuelta  la  paz  y  el  matrimonio ;  y 
ya  en  el  camino  de  las  debilidades ,  como  quiera  que 
el  mayor  empeño  de  Pimentel  era  la  tregua  por  evi- 
tar el  desairado  lance  de  tratar  condiciones  en  medio 
de  noticias  diarias  de  abandonos  y  derrotas,  que  era 
lo  que  nos  guardaba  la  campaña,  suscribió  el  Carde- 
nal en  Mayo  del  59  aquella  tregua,  que  cuatro  meses 
antes  declaraba  imposible  y  suficiente  á  probar  que 
el  Consejo  de  S.  M.  habría  perdido  el  sentido. 


XII. 


Es  común  juzgar  con  severidad  la  paz  de  los  Piri- 
neos, y  presentar  á  D.  Luis  de  Haro  en  la  isla  de  los 
Faisanes  como  envuelto  en  las  redes  que  le  tendiera 
Mazarino,  sin  duda  por  no  haberse  tomado  la  pena 
de  registrar  los  antecedentes  del  suceso,  sin  los  cuales 
es  injusticia  notoria  ó  locura  manifiesta  hacer  juicio 
de  personas  y  negocios. 

El  vencido  y  el  engañado,  en  los  Pirineos,  fué  Ma- 
zarino; y  de  no  ser  conocidos  los  móviles  secretos 
á  que  la  debilidad  obedeció,  el  empeño  perseguido 
con  femenil  impaciencia  por  D.*  Ana  de  Austria  de 
hacer  pronto  la  boda  de  su  hijo  con  su  sobrina,  y 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  185 


ios   Sentimientos  (Je  afición  personal  ó  de  gratitud,  y 
obli^^^ciones  que  pesaban  sobre  el  Cardenal,  priván- 
dol  ^    <de  toda  libertad  moral ;  no  tendrían  explicación 
posil^le,  ni  la  tregua,  ni  el  abandono  de  la  frontera 
deJ    Jr^ün,  ni  el  total  repudio  de  los  portugueses,  ni  el 
acc^<:ier  á  la  condición,  estéril,  en  verdad,  para  nos- 
otrcz>^,  pero  humillante  parala  Reina  madre  y  el  Car- 
den. ^1.1   y  el  mismo  Rey,  de  admitir  á  Conde,  no  sólo 
coir     <:i evolución  de  sus  bienes,  sino  con  varios  de  los 
gol>i^^xnos  y  cargos  de  confianza,  como  el  maestrazgo 
de  -lr*^:K-ancia,  el  mando  de  la  Borgofla,  del  castillo  de 
Díío:m::i.  y  de  la  ciudad  de  San  Juan  de  Losne ;  lo  mis- 
mo   c^xae  habia  motivado  la  ruptura  en  1656. 

^sit  como  para  juzgar  la  conducta  de  D.  Luis  de 
H^^i^<:>  en  las  anteriores  negociaciones  de  Madrid  to- 
da s^^eridad  nos  parece  escasa,  nos  asombra  su  for- 
tuna, ^n  la  isla  de  los  Faisanes;  pues  tras  dos  años  de 
rer^^^s,  y  notoriamente  agotados  todos  los  recursos, 
del:>isi^  racionalmente  esperarse  una  paz  mucho  más 
^"^^  que  la  propuesta  en  1656,  y  bien  pesadas  las 
íüex-^^s  y  posiciones  de  los  contratantes,  se  debe  juz- 
^^  3P>  or  puro  milagro  que  no  se  pagara  más  caro  el 
.  ^^r-  perdido  la  pasada  oportunidad  en  las  conferen- 
cias     ^^g  Madrid ;  bien  es  verdad  que  si  D.  Luis  hizo 


Par^    :nosotros  de  imagen  milagrosa,  ya  queda  explica- 
^  ^     ^ué  se  debieron  en  realidad  las  benignidades  del 


nal. 

que  de  todas  suertes  maravilla  y  suspende  en 
^  ^^     ^•negociación ,  es  el  empeño  de  D.  Luis  de  Haro 
Vor    ^-fc atener  íntegras  las  pretensiones  de  Conde,  pri- 
ya.  de  toda  fuerza  militar  y  política,  y  á  cuyo 
b  siguen  apareciendo  supeditadas  la  paz,  y  los 
monios,  las  cesiones  de  provincias,  la  pacifica- 


vaA 
triti 


1 86  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


cien  de  reinos,  y  la  total  ruina  de  esta  corona;  sin 
que  hayamos  acertado  con  la  explicación  cumplida  de 
tan  ciega  preferencia.  Por  Espafía  se  decia  en  aquel 
tiempo,  que  estaba  dispuesto  el  Rey  á  conferir  al  Prín- 
cipe los  cuatro  maestrazgos  de  las  Órdenes  militares, 
deshaciendo  la  obra  secular  de  reivindicación  llevada 
á  cabo  por  los  Reyes  Católicos,  y  en  las  negociacio- 
nes de  los  Pirineos  fué  preciso  para  que  se  firmase 
la  tregua,  que  Pimentel,  prescindiendo  con  salvadora 
resolución  de  sus  instrucciones,  y  no  admitiendo  ya 
espera  el  Cardenal  para  nuevas  consultas  á  Madrid , 
suscribiese  á  limitar  varias  de  las  ventajas  que  pedia 
para  Conde,  como  precisa  exigencia,  D.  Luis  de 
Haro  (i). 

¿Qué  juicio  deberemos  formar  de  la  elevación  de 
ideas,  del  espíritu  práctico  y  del  sentido  nacional  de  los 
hombres  que  regian  esta  Monarquía,  cuando  leemos 
en  documentos  irrecusables  para  el  caso :  « El  des- 
apacho  de  D.  Luis  de  Haro  para  Pimentel  no  contie- 
»  ne  más  que  la  aprobación  de  su  conducta  por  el  Rey 
» Católico,  y  D.  Luis  se  reserva  hablarle  cuando  se 
» vean  en  la  frontera;  pero  Pimentel  ha  recibido  carta 
»de  uno  de  sus  amigos,  en  la  que  le  dice  que  el  Rey 


(i)  Tan  increíble  obstinación  nos  parece  exigir  prueba  documental 
que  apartamos  en  nota ;  hé  aquí  lo  que  escribia  D.  Luis  de  Haro  á  Pi- 
mentel el  II  de  Abril  de  1659 :  «Debéis  insistir  en  la  misma  ñrmeza, 
tanto  cerca  del  Cardenal  como  del  Rey  y  de  la  Reina  Cristianisima  en  su 
completo  restablecimiento  (  el  de  Conde),  pero  en  el  caso  de  que  encon- 
tréis una  resolución  y  resistencia  en  el  Cardenal  á  no  ceder  en  ese  pun- 
to y  á  romper  el  tratado,  le  diréis  que  el  Rey  por  la  sola  consideración 
de  su  honor  y  de  su  reputación  (que  S.  M.  debe  preferir  la  paz  al  ma- 
trimonio y  á  todas  las  cosas  de  este  mundo  )  ha  querido  anteponer  los 
intereses  del  Principe  á  los  suyos  á  vista  de  toda  Europa.»  Valfrey :  Ar- 
chives nationaUs, — Documents  sur  la  paix  des  Pyrenées, 


BOSQUEJO   HISTÓRICO.  1 87 

*y  XI>-  Luis  se  han  incomodado  en  extremo  de  lo  que 
*Aa  firmado  respecto  al  Príncipe  de  Conde,  y  que  es- 
»tán  x-uuy  descontentos  de  él?»  (i).  De  suerte  que  ni 
el  J^  <z>  mellón,  ni  las  plazas  y  territorios  de  Flándes  y  de 
Italia,  ni  las  eventualidades  del  enlace  con  la  casa  de 
Fran  oz:  ia,  ni  los  beneficios  de  la  tregua,  ni  el  abandono 
que  ^  ^  hacía  de  Portugal  y  de  Inglaterra ;  nada  de  lo 
que  ^:Braun  interés  de  gobierno ,  de  patria,  de  organi- 
zadora, nacional  á  larga  fecha,  impresiona  ni  preocupa 
en  l>i^n  ó  en  mal  á  D.  Luis  de  Haro;  y  lo  que  le 
irrita  -yr  preocupa  su  imaginación  y  hiere  su  alma  exci- 
tancl<:>  su  actividad  para  reprobarlo  y  buscar  á  toda 
cost^  d  remedio,  es  una  cuestión  personal,  de  esas  en 
que  ^  X  amor  propio  halla  entre  nosotros  tan  variados  é 
ingeniosos  senderos  para  elevarse  á  las  regiones  de  la 
dign.i<:i-ad  hollada ,  del  honor  lastimado,  ó  de  santidad 
del  j  XX  r-amento  comprometida. 

^txi-y  conocidas  son  las  etiquetas  que  para  ultimar 
eltir^Xiado  se  observaron  en  la  frontera;  la  elección  de 
laisl^i.  en  el  Bidasoa,  territorio  indiviso  de  ambas  co- 
rona.^ ^  la  construcción  y  acomodo  en  ella  de  una  casa 
con  dcDs  entradas  opuestas,  un  salón  dividido  por  dos 
alto rxx  tras,  con  dos  mesas  unidas  y  dos  sillones  para  el 
Card^iial  y  D.  Luis,  que  de  esta  suerte  tratarian  de 
los  aj  VI  stamientos ,  y  hasta  podrían  hablarse  en  voz  ba- 
ja, s^xxtado  cada  cual  en  territorio  de  su  propio  país. 
^•^^21  no  recargar  con  detalles  sobrado  minuciosos 
esta  xxarracion,  sólo  mencionaremos,  justificando  así 
^^'^^íiexiones  apuntadas  más  arriba,  el  empeño  que 
*^^^  ^::>stró  D.  Luis  de  Haro  en  alterar  en  beneficio  de 


íi> 


rfíres  dt  Mazarini,  t.  XL. 


1 88  BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


Conde  los  preliminares  negociados,  dificultando  to- 
dos los  detalles ,  poniendo  á  punto  de  desesperarse  al 
Cardenal,  que  se  resistiaiá  caer  en  nuevas  debilidades, 
é  invocaba  el  compromiso  establecido  ya  por  Pimen- 
tel  y  aprobado  por  el  Rey ;  pero  no  cedia  Haro,  ante- 
ponía á  todo  el  honor  de  Conde ,  llegaba  á  amenazar 
con  que  se  daria  al  Príncipe  la  soberanía  indepen- 
diente de  Cambresis;  y  fatigado  Mazarino  con  las 
dilaciones  de  D.  Luis,  las  prisas  de  D.*  Ana  y  las  ur- 
gencias de  distraer  á  Luis  XIV  de  su  pasión  ardiente 
por  María  Mancini,  cedió  también  en  esto,  como  en 
la  tregua ;  pero  no  sacrificando  gratis  para  la  Francia 
su  punto  de  honra,  pues  convino  en  restituir  á  Conde 
sus  empleos ,  á  cambio  de  la  plaza  de  Avesnes,  una 
de  las  mejores  de  los  Países  Bajos,  y  de  la  entre- 
ga de  la  cindadela  y  castillo  de  Juliers  al  Conde  de 
Neubourg,  uno  de  los  principales  personajes  de  la  liga 
rhiniana,  y  el  aliado  más  seguro  del  Cristianísimo  en 
Alemania;  con  lo  que  quedó,  pagando  el  país,  conten- 
to el  Príncipe  y  complacida  su  camarilla  de  los  Len- 
net,  Fieschi,  Caillet,  Angelati  y  otros  deudos  y  pa- 
niaguados que,  á  sueldo  y  costa  de  España,  sostenia 
en  las  antesalas  de  nuestro  alcázar,  y  que  cercaban 
continuamente  con  sus  cuentos,  adulaciones  y  corte- 
sías á  D.  Luis  de  Haro. 

También  fué  objeto  de  largas  discusiones  la  dote, 
entre  los  Secretarios  de  ambos  Ministros,  Lionne  y 
D.  Pedro  Coloma,  fijándose  en  5cx).cxx)  escudos,  y 
dando  á  la  promesa  una  forma  condicional  que  hacía 
depender  del  pago  íntegro,  la  renuncia  á  los  derechos 
de  sucesión  en  los  dominios  españoles  que  otorgaba 
D.'  María  Teresa ;  mucho  preocupó  esto  á  nuestros 
diplomáticos,  y  escribía  Coloma  «que  era  menester 


", 
* 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  1 89 

» empeñarlo  todo  y  meter  en  la  cárcel,  si  era  preciso, 
»á  todos  los  españoles,  para  pagar  antes  de  la  boda, 
»pues  de  otro  modo  las  renuncias  déla  Infanta  serian 
nulas»;  y  con  efecto,  sabido  es  cómo  se  utilizó  esa 
cláusula  á  la  muerte  de  Carlos  II  para  apoyar  la  causa 
de  Francia;  pero  dio  mayores  muestras  de  espíritu 
práctico  que  sus  diplomáticos  el  rey  D.  Felipe,  pues 
al  oir  leer  la  cláusula  de  la  renuncia,  parece  hubo  de 
decir  estas  palabras :  «Eso  es  una  patarata,  y  si  faltase 
»el  Príncipe,  de  derecho  vendrá  á  heredar  mi  hija», 
como  si  fuera  anticipada  previsión  del  término  de  la 
dinastía  austríaca  en  esta  corona. 

La  boda  no  pudo  celebrarse  en  el  año  mismo  de  los 
ajustamientos  por  no  aventurarse  Felipe  IV,  ya  en- 
fermo y  achacoso,  á  emprender  el  viaje  de  la  frontera 
en  mala  estación,  y  se  aplazó  para  Junio  del  6o,  dis- 
poniéndose en  tanto  con  mayor  lujo  las  habitaciones 
^^  la  Isla  de  los  Faisanes. 
Con  escaso  séquito  de  grandes  y  cortesanos  se  alojó 
^*ipe  IV,  llegada  la  primavera,  en  San  Sebastian,  y 
^^  /Tasladó  después  á  Fuenterrabía,  donde  aun  se  in- 
^/f^X^  cerca  de  un  mes  en  rectificación  de  fronteras, 
•^c^xa^tas  y  ceremonias,  que  al  pormenor  refieren  las 
tiiexn  carias  y  relaciones  del  tiempo,  trazando  curiosos 
cua^dx-os  en  los  que  se  refleja  la  impresión  de  presti- 
gio 9    x^iqueza  y  poderío  que  todavía  causaba  en  Euro- 
pa ^2st  a  caduca  monarquía  de  los  Austrias,  aun  en  los 
^^¡^xx>  os  trances  de  su  pasión  y  muerte. 

^<^  xadian  los  señores  y  grandes  de  la  corte  francesa 
^°  '^  ^xi  gran  número  á  presenciar  la  comida  del  Rey 
^^^^^lico,  y  era  tanta  su  curiosidad  por  contemplarlo, 
^^  ^^  punto  estuvo  en  una  ocasión  de  impedirse  el 
^^^^^^^  •^io  y  caer  la  mesa ;  doradas  falúas  cubiertas  de 


190  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


vistosas  telas,  tapizadas  de  damasco  con  randas  de 
oro  y  plata,  se  ofrecían  á  las  damas  para  cruzar  de  Hen- 
daya  á  nuestra  frontera,  y  lujosas  carrozas  las  traian 
á  la  ciudad  donde  el  diplomático  Pimentel,  el  antiguo 
cortesano  y  amigo  de  Cristina  de  Suecia,  muy  cono- 
cedor de  las  costumbres  y  galanterías  francesas,  tenía 
encargo  de  obsequiarlas  con  banquetes  y  fiestas. 

Domina  en  las  relaciones  de  los  escritores  franceses, 
sobre  toda  otra  impresión,  la  que  causaba  la  serie- 
dad y  rigidez  de  nuestras  maneras  y  etiquetas,  llevadas, 
en  efecto,  á  extremos  increíbles.  Cuando  los  dos  her- 
manos, el  Rey  de  España  y  la  reina  D.'  Ana,  se  vie- 
ron por  primera  vez  después  de  cuarenta  y  cinco  años 
de  separación,  no  fué  sin  que  antes  se  hubiese  despo- 
sado por  poderes  la  Infanta  en  la  Iglesia  de  Fuenter- 
rabía,  llevando  el  apoderamiento  de  Luis  XIV  el  de 
Haro;  y  todavía  los  dos  hermanos,  al  abrazarse,  y  con 
la  emoción  de  que  da  noticia  el  Rey  en  sus  cartas  de 
esas  fechas  á  Sor  María,  no  creyeron  que  podían  con- 
versar dignamente,  sino  colocándoles  sus  Ministros 
las  sillas  en  la  línea  de  frontera  que  pasaba  por  el  cen- 
tro del  salón  de  la  Isla  de  los  Faisanes. 

El  Rey  de  Francia  no  debía  hablar  á  su  esposa  sino 
después  de  jurar  la  paz  con  el  Rey  de  España,  y  en 
la  entrevista  de  Felipe  IV  con  su  hermana,  si  bien 
concurría  la  joven  Reina,  habíase  pactado  que  sólo 
desde  una  ventana  del  pabellón  vería  á  Luis  XIV 
paseando  á  caballo  por  la  orilla  derecha  del  Bida- 
soa;  pero  aquí  acabó  la  paciencia  del  Cristianísimo, 
y  se  presentó  á  la  puerta  que  daba  acceso  al  salón  por 
la  frontera  francesa.  Pidió  entonces  Mazarino  per- 
miso á  SS.  MM.  para  recibir  á  un  desconocido,  abrió, 
y  detúvose  bajo  el  dintel  el  inquieto  desposado,  vien- 


I 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  I9t 


> 
»• 


(/o   poT  vez  primera  á  María  Teresa,  pero  sin  llegarse 
i  .Li  sLblarla. 

^^c Gustara— dijo  D.*  Ana  en  castellano — de  pre- 

:Hatar  á  la  Reina  lo  que  le  parece  de  ese  desconoci- 
^»  «Aun  no  es  tiempo  de  decirlo — respondió  Feli- 
IV>  «¿  Pues  cuándo  lo  podrá  decir? — replicó  al- 
admirada  de  tanta  severidad  la  Reina  Madre.» — 
ando  haya  pasado  aquella  puerta»,  contestó  con 
perturbable  tranquilidad  el  Rey,  señalando  á  la 
ocupaba  Luis  XIV,  quien  después  de  haber  mi- 
á  su  sabor  á  su  prima,  pero  sin  traspasar  los  um- 
5S  del  salón,  se  retiró  á  la  orilla  del  rio  á  esperar 
las  Reales  personas  y  sus  comitivas  se  embarca- 
y  siguió  por  largos  trechos  las  falúas  al  galope  de 
su  <;;:2r  aballo,  dejando  á  todos  prendados  de  su  apostura 
yer^^  imtileza. 

^^^i  domingo  6  de  Junio  de  1660  se  juró  con  toda 
soL^^  ^Mmnidad  la  paz  de  los  dos  Monarcas,  que  se  abra- 
^^"^^^^  -MTí  después,  prometiéndose  amistad  eterna,  y  al  si- 
8^*^^^  »ite  dia  hlzose  la  entrega  de  la  Infanta,  separan- 
dos^^   el  Rey  de  su  hija  con  no  pocas  lágrimas. 

^gado  á  Madrid  no  deja  de  dar  noticia  á  la  Ve- 

l)le  Madre  de  sus  principales  impresiones,  muy 

*'ables,  en  cuanto  se  refiere  á  la  persona  y  dotes 

^^     -t^ey  de  Francia,  y  bien  sentidas  al  describir  las 

^gas,  hechas,  dice,  «con  harta  ternura  de  todos, 

que  yo  fui  el  en  que  menos  se  reconoció ;  pero 

lo  interior  bien  padecí  y  bien  tuve  que  ofrecer  á 

^Ds  haciéndole  el  sacrificio  de  tal  prenda  por  ad- 

ijir  el  bien  de  la  paz ;  he  tenido  cartas  suyas  en  que 

dice  van  caminando  la  vuelta  de  París ,  buenos, 

^     ^^ue  ella  quiere  ya  mucho  á  su  marido ,  de  que  yo 

oy  harto  gustoso»;  concluyendo  esta  interesante 


ne: 


192 


BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


carta  por  la  referencia  sucinta  de  la  restauración  en 
Inglaterra  de  la  Monarquía  con  aplauso  y  aclamacio- 
nes generales,  de  lo  que  con  escasa  previsión  política 
se  felicita,  «esperando  que  cederían  tales  sucesos  en 
» alivio  de  los  católicos  y  beneficio  de  nuestros  inte- 
»reses»  (i). 

Por  algún  tiempo  se  pueden  seguir  en  las  cartas 
del  Rey  los  ecos  del  amor  apasionado  que  dominó 
bien  pronto  á  María  Teresa,  y  que  compartió  pocos 
meses  Luis  XIV,  pues  no  más  tarde  que  en  Agosto 
del  propio  año,  empezaba  por  la  Condesa  de  Soissons 
la  lista  interminable  de  amigas  que  tantas  lágrimas 
costaron  á  la  joven  Reina.  Ésta  también,  cuando  se 
sintió  desgraciada ,  fué  á  buscar  consuelo  para  las  tris- 
tezas de  su  alma  en  los  religiosos  advertimientos  de 
Sor  María ;  y  en  Agreda  se  encuentran  las  cartas  de 
la  desgraciada  Soberana,  sin  valor  político  ni  históri- 
co que  mueva  á  darlas  á  luz ,  pero  que  no  se  pueden 
leer  sin  emoción  é  interés ,  al  recordar  por  sus  fechas 
dominaba  por  entonces  el  corazón  de  Luis  XI V,  en  la 
aurora  de  su  juventud  y  su  grandeza,  la  pasión  de  ma- 
demoiselle  de  La  Valiere,  que  acumulaba  todas  las 
amarguras  que  pueden  destrozar  el  corazón  de  una 
mujer  sobre  la  enamorada  María  Teresa;  y  parece  se 
rastrean  en  el  amarillento  papel  y  entre  los  renglo- 
nes que  brotan  tristeza  y  resignación ,  las  huellas  de 
las  lágrimas  que  los  humedecieron. 

«Con  saber  que  estáis  buena — le  dice  en  una  carta 
»de  1662 — llevo  mejor  la  soledad  que  paso  de  no  tener 
» noticias  vuestras  tan  á  menudo  como  cuando  estaba 


(i)    Carta  del  6  de  Julio  de  1660. 


tí  I 


(■ 


ÍM. 


U-  ^. 


HA^K     íl  ^ 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  I93 


í 


»en  ETspafia,  y  así  cuando  recibo  carta  vuestra  es  para 
>nií  s~iran  alegría;  y  creed  os  pago  muy  bien  lo  que  me 
♦ama^is  ,  y  estimo  infinito  lo  que  me  encomendáis  á 
*Dio^,    que  con  eso  espero  alcanzar  lo  principal,  que 

J^es  Ist   salvación Rogad  á  Dios  me  guarde  mi  hijo 

»y  xn.^  <ié  buen  suceso  en  mi  preñado »  y  encomendad- 
»le  'también  al  Rey,  y  le  pidáis  le  haga  muy  bueno  y 
^►le  2i-x>3J*te  de  malas  compañías  y  de  malos  consejos; 
^qu^  X>or  medio  de  nuestras  oraciones  espero  yo  al- 
^c^xx^a^x  lo  que  me  estuviere  mejor  para  la  otra  vida 
»Y  X>ax-3.  ésta.» 

-í^i  lado  de  tan  cristiana  resignación  al  dolor,  y  de 
un  desengaño  tan  discretamente  velado,  es  curioso 
encontrar  en  la  correspondencia  las  alegres  esperan- 
zas de  otra  reina,  no  menos  confiada  en  las  oraciones 
de  Sor  María,  más  escuchadas  en  esta  ocasión,  por 
lo    que    se  vio  después,  que  lo  fueron   las  dirigi- 
das Á    pedir  á  Dios  apartase  á  Luis  XIV  de  malas 
compañías.  En  vías  de  ajuste  las  bodas  de  María 
Teresa,   despertóse   en  D.*  Mariana  de  Austria  el 
natural  deseo  de  buscar  una  proporción  análoga  para 
^^    «i ja.    Margarita,    que   tenía   por  entonces   ocho 
^nos   (i)j  y  acude  con  fervorosa  fe  y  cariñosa  llaneza 

^  oor  JVlaría,  diciéndole  en  Agosto  del  59  desde  Ma- 
drid  z 

ien  creo  me  tendréis  por  excusada  en  no  habe- 
^P^   escrito  antes,  que  no  ha  sido  de  poca  voluntad, 
*sixio    que  mis  jaquecas  y  los  calores  que  hace  muy 

es  no  me  dan  mucho  lugar  á  escribir ;  á  Dios 
s  lo  pasamos  bien  de  salud,  y  también  mis  hi- 


Cx>  isr 


ació  la  infanta  Margarita  el  la  de  Julio  de  165 1. 

13 


194  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


» jos,  que  están  para  alabar  á  Dios  de  graciosos,  y  cier- 
»to  que  son  todo  mi  entretenimiento;  bien  se  les  debe 
» lo  que  le  encomendáis  á  Dios,  el  estar  tan  lucidos. 

»  Ya  que  tengo  tanta  confianza  en  vos,  os  quiero  pe- 
»dir  que  en  vuestras  oraciones  pidáis  á  Dios,  que  si  es 
» para  su  mayor  gloria  y  honra  suya ,  supuesto  pare- 
»ce  se  trata  que  la  Infanta  se  case  con  el  Rey  de 
»  Francia,  se  disponga  que  mi  Eija  sea  para  Alemania; 
»que  ponga  Dios  en  el  corazón  de  mi  hermano,  la  es- 
»pere  hasta  que  tenga  bastante  edad,  que  será  el  ma- 
»yor  consuelo  para  mí  que  pueda  tener  ahora ;  fio  tan- 
»to  de  vuestras  oraciones  que  espero  lo  habéis  de  al- 
«  canzar  de  Dios;  yo,  aunque  mala,  no  dejo  de  pedír- 
»selo  cada  dia,  y  esperaré  muy  consolada  vuestra  res- 
apuesta;  no  tengo  que  encargaros  que  no  quisiera  que 
anadie  lo  supiera  hasta  que  sea,  por  si  no  lo  quiere 
»  Dios. » 

Y  al  través  de  tantos  años  y  de  tan  accidentados  su- 
cesos, en  1666  se  vieron  colmados  los  votos  de  Doña 
Mariana  y  satisfechas  las  oraciones  de  la  Religiosa, 
ordenándose  maravillosamente  las  cosas  para  que  la 
infanta  Margarita  viniese  á  compartir  con  Leopol- 
do I  la  corona  imperial  (i). 

De  las  alegrías  de  la  paz  y  los  regocijos  y  galas  de 
la  isla  de  los  Faisanes  no  parece  justo  hablar  sin  ha- 


(i)  La  fe  en  inclinar  la  voluntad  divina  á  £ivorecer  estas  ó  las  otras 
combinaciones  políticas  por  medio  de  la  oración  de  religiosos  en  olor 
de  santidad ,  era  profunda  7  general  en  aquellos  tiempos ,  y  sin  duda  la 
fama  de  la  piedad  y  favores  divinos  de  las  religiosas  españolas  mante- 
nian  muchos  años  después  su  crédito  en  Francia,  á  juzgar  por  una  carta 
de  Mme.  de  Maintenon  á  la  Princesa  de  los  Ursinos  en  la  que  le  pre- 
gunta :  «¿no  tendrian  Vdes.  en  ese  convento  (la  Encamación)  al  que 
»  muestra  tanta  devoción  la  Reina,  alguna  santa  á  quien  poner  en  oracioa 
»para  que  nos  consiguiera  una  paz  ventajosa?» 


BOSQUEJO    HISTÓRICO. 


Cei*  triste  memoria  del  insigne  pintor  á  quien  debe- 
mos la  imagen  viva  de  la  corte  y  la  villa  en  su  siglo, 
de  II>.  Diego  Velazquez,  aposentador  real,  que  murió 
de  I^  jornada,  teniendo  en  su  fin  no  poca  parte  los  ex- 
cesos de  fatiga  á  que  le  arrastraron  los  apremios  y 
ma-STiificencias  del  regio  pabellón,  falúas,  carrozas  y 
servT.<;io  de  la  corte,  que  corrieron  en  la  mayor  parte  á 
su  cajrgo.  En  la  galería  de  sus  retratos  falta  el  que  hu- 
biese tJ'azado  en  los  años  que  aun  quedaron  de  vida 
al  R.e-y,  después  de  logradas  por  tan  dichosa  manera, 
dadas  las  circunstancias,  la  paz  con  el  Cristianísimo; 
ff^G  sí  XI  duda  babria  sido  bien  sentido  en  expresión  de 
de sfa.Xlecim lentos,  amarguras  y  humillaciones,  tal  co- 
°*o  i>cDdemos  verle  dibujado  á  la  pluma  en  las  cartas 
que  escribe  á  su  amiga  y  consejera,  cada  vez  con 
i"enos  aliento  en  el  ánimo  y  con  mayor  endeblez  en 
el  pulso. 
j  ^  *^^«3os  son  desastres  y  aflicciones  en  los  años  del  6o 
"^  »  y  al  vivo  se  retrata  en  la  correspondencia  la 
P''**xa.»ida  melancolía  que  iba  apoderándose  del  Mo- 
*-^^*-  ,  semejando  las  exhortaciones  de  la  Religiosa  y 
^*  ^Conformidades  piadosas  del  Rey,  á  una  larga  y 
cnsti^na  preparación  del  alma  en  la  agonía  de  un  en- 
'-^^o  que  se  extingue  con  su  cabal  sentido,  aten- 
_  *^«:lo  á  los  más  capitales  asuntos  de  su  casa  y  heren- 
"*  »  X^ero  ya  desligado  de  los  intereses  y  pasiones  del 
ma-tfccao. 

^'Ixa.estra  sólo  alguna  mayor  diligencia  é  interés  por 
^os  El'prestos  de  la  guerra  con  Portugal,  cifrando  espe- 
i^*Q-Za.s  halagüeñas  en  el  brío  de  D.  Juan  de  Austria, 
y  Tnuévese  á  algún  sentimiento  de  indignación  por 
las  "bodas  del  Rey  de  Inglaterra  con  la  Princesa  de 
Braganza,  pidiendo  á  Dios  los  confunda,  por  rebelde 


aí&^ 


196  BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


él  á  SU  religión  y  ella  á  su  Rey,  y  por  ingrato  el  res- 
taurado pretendiente  á  los  auxilios  que  le  prestara  en 
su  destierro,  cuando  le  abandonaron  todos  los  mo- 
narcas de  Europa.  La  Venerable  Madre,  sin  perder 
un  momento  su  serenidad  de  juicio  y  su  admirable 
buen  sentido,  le  exhorta  una  y  otra  vez  á  que  no  quie- 
bre, sino  en  último  extremo,  la  amistad  con  Ingla- 
terra, comprendiendo  con  maravillosa  intuición  los 
peligros  inmensos  de  tal  ruptura,  á  la  que  parecia  muy 
inclinado  el  Rey. 

Una  vez  más  revelan  las  cartas  la  triste  historia  de 
nuestras  ideas  de  gobierno ,  tan  descaminadas  en  sus 
líneas  y  direcciones  generales,  del  fin  á  que  debieran 
haberse  ajustado  en  el  difícil  trance  de  liquidar  el  im- 
perio de  Carlos  V,  en  quiebra  inevitable  y  notoria 
desde  los  comienzos  del  siglo.  Con  doloroso  asombro 
leemos  ahora,  al  lado  de  las  lamentaciones  sobre  lo 
escaso  de  los  recursos  para  acudir  á  Portugal,  las  no- 
ticias de  los  socorros  que  se  prestaban  al  Emperador 
contra  el  Turco,  y  la  renuncia  á  los  auxilios  de  tropas 
y  caudales  que  se  aguardaban  de  Italia  y  Alemania, 
por  no  estar  seguras  las  relaciones  del  Cristianísimo 
con  el  Papa,  y  ser  de  temer,  en  los  ardores  é  impa- 
ciencias de  Luis  XIV,  algún  inesperado  rebato  en  los 
Estados  pontificios.  De  esta  suerte,  por  no  desertar, 
aunque  sólo  fuera  en  el  nombre,  el  derecho  á  interve- 
nir en  todos  los  asuntos  europeos,  se  atendian  mal 
y  tarde  las  necesidades  de  la  vida  nacional  en  su  co- 
razón y  raíz,  y  se  preparaban  los  desastres  de  Amejial, 
de  Valencia  de  Alcántara,  de  Castel  Rodrigo  y  de 
Montesclaros ,  gastando  la  fuerza  y  el  prestigio  de 
nuestros  capitanes  y  soldados,  y  desaprovechando  las 
ocasiones  que  brindaban  á  las  armas  y  á  la  política,  el 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  1 97 


desconcierto  interior  del  reino  rebelde  en  manos  de 
un  príncipe  mozo ,  incapaz  y  pervertido  como  era  don 
Alonso  de  Portugal. 

Á  las  rotas  en  la  frontera  se  unian  muertes  y  aflic- 
ciones en  la  corte  :  pierde  el  Rey  al  príncipe  D.  Fe- 
lipe Próspero,  malhumorado  y  ya  endeble  desde 
años  atrás,  y  queda  por  único  heredero  varón  el  niflo 
que  se  llamó  después  Carlos  II ,  al  que  en  sus  ilusio- 
nes de  padre,  llama  lucido  y  hermoso  el  Rey,  cifran- 
do en  él  todas  sus  esperanzas  y  consuelos ;  sucumbe 
D.  Luis  de  Haro  en  medio  de  general  indiferencia, 
y  empieza  á  mostrarse  sobre  ministros  y  secretarios 
la  influencia  de  D.*  Mariana  de  Austria,  inclinada  ya 
por  confesores  y  allegados  á  tomar  alguna  parte  en  la 
dirección  de  los  negocios,  como  si  el  fin  próximo  del 
Rey  se  adivinara,  dibujándose  con  anticipación  en  el 
horizonte  los  crepúsculos  de  la  regencia. 

Amigo  cariñoso  y  blando  como  habia  sido  Feli- 
pe IV  para  D.  Luis  de  Haro  y  todos  los  suyos,  debió 
herirle  muy  hondo  en  el  corazón  el  criminal  intento 
descubierto  en  el  Buen  Retiro,  fraguado  al  parecer 
contra  su  vida,  y  en  el  que  tuvo  confusa  pero  positiva 
complicidad,  el  Marqués  de  Heliche,  primogénito  del 
privado,  distinguido  por  el  Rey  con  singulares  con- 
fianzas, hasta  el  punto  de  temerse  por  algunos  que 
continuaran  en  igual  favor  que  su  padre ,  y  de  espe- 
rarlo como  cierto  el  interesado. 

Parece  seguro  que  bajo  las  tablas  del  teatro  hallóse 
una  maftana  un  pedazo  de  cuerda  como  de  dos  varas, 
hecho  ceniza  y  encaminado  á  dos  ó  tres  papeles  de 
pólvora  con  poco  más  de  una  libra,  á  los  que  maravi- 
llosamente no  llegó  el  fuego,  por  lo  que  acortara  la 
mecha  al  consumirse.  Movió  el  encuentro  el  natural 


198  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


horror  y  escándalo  en  el  pueblo,  culpándose  desde 
luego  al  recien  heredado  Marqués  del  Carpió,  que, 
como  primogénito  de  Haro  se  titulaba  Heliche,  mal 
contento  en  aquellos  dias  por  no  haber  recibido  del 
Rey  ninguno  de  los  cargos  palatinos  de  su  padre ;  y 
acreditó  de  ciertas  las  murmuraciones  populares  el 
indicio,  á  la  verdad  grave ,  de  que  habiéndose  preso  á 
un  moro  esclavo  del  Marqués,  éste  trató  apresurada- 
mente de  envenenarle ;  intento  que  como  averiguado 
reconoce  el  papel  que  se  escribió  en  defensa  del  Mar- 
qués con  el  nombre  de  Arte  de  lo  bueno  y  de  lo  justo  ^ 
y  que ,  unido  á  la  circunstancia  de  negar  Heliche  tu- 
viera llave  de  un  patinejo  por  donde  se  debió  colocar 
el  artificio,  y  habérsela  encontrado  en  su  poder,  y  á 
otras  que  de  su  actitud  y  porte  se  desprendian,  for- 
maron la  convicción,  general  por  entonces,  de  que  el 
Marqués  quiso  poner  en  obra  algún  mal  intento  con- 
tra la  vida  ó  seguridad  del  Rey,  quizá  en  los  primeros 
momentos  del  despecho  por  el  fracaso  de  sus  ilusiones 
de  privanza ;  y  parece  lo  más  seguro  que  Heliche  lo 
confesó  al  Monarca  y  solicitó  su  perdón.  Lo  obtuvo 
sin  gran  esfuerzo  del  generoso  Príncipe,  quedando 
oscurecidos  y  en  el  misterio  gran  parte  de  los  alcances 
y  motivos  de  la  traición ,  como  á  menudo  acontece  en 
tales  sucesos  de  las  cortes,  y  más  cuando  hay  empeño 
en  cubrirlos  con  la  Real  clemencia. 

Nos  inclinamos  por  nuestra  parte  á  imaginar,  salvo 
lo  que  investigaciones  más  exquisitas  puedan  dar  á 
luz,  que  el  principal,  ó  quizá  el  único  culpable,  proce- 
dió más  como  enfermo  y  extraviado  que  como  re- 
flexivo conspirador  de  un  crimen  de  Estado;  mo- 
viéndonos á  pensar  así  lo  desproporcionado  del  ar- 
tificio y  el  desconcierto  en  la  trama  para  lograr  otro 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  1 99 


fin  mayor,  que  un  incendio  ó  rebato  en  el  Buen  Re- 
tiro, por  el  estilo  del  célebre  de  Aranjuez,  atribuido 
con  más  ajustados  propósitos  á  Villamediana ;  y  nos 
confirman  en  esa  sospecha  los  rastros  que  hallamos 
en  las  cartas  del  Rey  y  la  Superiora.  En  Setiembre 
de  1657  dá  noticia  la  Madre  de  haber  pasado  Heli- 
che  por  el  convento,  y  dice  «le  ha  hecho  compasión 
averie  con  los  males  tan  extraordinarios  que pade- 
>cej  Y  le  ha  pedido  carta  para  la  vuelta  para  la  Rei- 
>  na  nuestra  Señora  y  V.  M. ,  á  cuya  petición  se  pro- 
»pone  condescender  por  enfermo»,  lo  que  da  ¿en- 
tender á  las  claras  que  debian  los  padecimientos  afec- 
tar á  su  espíritu,  y  ser  de  aquellos  en  que  se  recela  de 
la  seguridad  de  juicio  del  doliente  ante  pequeñas  con- 
tradicciones á  sus  voluntariedades  ó  caprichos. 

El  Rey,  al  contestar  á  ese  extremo  dice :  «Con  ra- 
nzón os  ha  hecho  lástima  ver  al  Marqués  de  Heliche, 
aporque  há  cuatro  años  padece  mucho  y  con  bien  ra- 
eros accidentes  y  Y  cierto  que  es  muy  buen  mozo,  ple- 
»gue  á  Dios  que  le  aprovechen  los  baños.»  En  No- 
viembre del  mismo  año  hace  referencia  la  Madre  á  la 
carta  que  á  su  regreso  de  los  baños  recogió  el  Mar- 
qués, y  en  Abril  del  58  vuelve  á  visitarla  y  llevarle 
noticias  de  la  corte,  sin  duda  aprovechando  la  prima- 
vera para  repetir  su  cura,  de  la  que  regresa  en  Junio, 
insistiendo  Sor  María  en  que  ha  llevado  cartas  por 
condescender  á  su  enfermedad ,  y  acusando  el  Rey  el 
recibo  con  galantes  ponderaciones  del  buen  pedazo 
de  envidia  con  que  le  ha  mirado,  por  haber  tenido  la 
dicha  de  poderla  ver  y  hablar,  mientras  el  Señor  no 
le  permite  á  él  sino  el  alivio  de  sus  escritos.  Ignora- 
mos si  en  los  cuatro  años  que  pasaron  desde  esas  visi- 
tas al  suceso  del  Buen  Retiro,  Heliche  se  agravó  ó  se 


20D 


BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


alivió,  pero  precedente  es,  digno  de  nota,  esta  com- 
pasión de  sus  enfermedades  y  noticias  de  extraños 
accidentes,  que  permitieron  quizá,  mirar  como  locura 
ó  mentecatez  la  tentativa. 

El  Rey  no  hizo  mención  del  disgusto  ni  de  sus  ge- 
nerosos perdones  á  la  Madre,  como  si  pusiera  empeño 
en  borrarlo  de  su  propia  memoria,  mas  por  las  cartas 
de  la  Religiosa  á  D.  Fernando  de  Borja  sabemos  tuvo 
noticia  de  ello,  y  escribia  en  23  de  Marzo  del  62  admi- 
rada del  suceso,  y  buscando  su  sentido  y  alcance  pro- 
videncial, creyéndole  permitido  por  Dios  para  alejar 
del  pensamiento  del  Rey  toda  veleidad  de  convertir 
el  trato  afectuoso  que  dispensaba  al  hijo  de  D.  Luis, 
en  sucesión  de  privanza  (i). 

Respetó  Sor  María,  como  era  preciso,  el  silencio  del 
Rey,  pero  parece  descubrirse  á  las  claras  en  una  carta 
de  II  de  Marzo,  vecina  al  penoso  lance,  su  deseo  de 
darle  á  entender  no  era  ajena  á  sus  amargas  impresio- 
nes. El  Rey  habia  estado  enfermo  y  sangrado  dos  ve- 
ces, y  tomando  pié  de  ello  esfuerza  sus  consuelos  y 
alientos  diciéndole  :  «Suplico  á  V.  M.,  con  el  encare- 
» cimiento  que  puedo,  mire  por  su  salud,  que  la  nece- 
»  sitamos  mucho,  que  se  alivie  y  dilate  y  no  tenga  pe- 
»nade  cosa  humana,  que  la  protección  del  Altísimo 
» asiste  á  V.  M.  y  su  poderosa  diestra  lo  defiende.  No 
»  contriste  á  V.  M.  verse  tan  trabajoso,  que  palabra  y 
» promesa  es  del  Señor  estar  con  el  atribulado.  Abrá- 
is cese  V.  M.  con  la  cruz  del  padecer,  y  busque  al  Se- 
»ñor  con  corazón  contrito  y  humillado,  y  en  su  Ser 
» inmutable  hallará  V.  M.  padre  que  le  patrocine,  pro- 
»tectorque  le  gobierne,  amigo  que  le  corresponda, 


(i)  Véase  apéndice  núro.  IX. 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  201 

*luz  para  obrar  con  rectitud,  camino  y  puerta  para  la 
*  bienaventuranza  »  (i). 

El  Rey  ni  aun  con  esas  indirectas  excitaciones  se 
^llovió  á  hacer  la  más  leve  alusión  al  caso ,  cuando  de 
otros  harto  más  menudos  daba  noticia,  siquier  fuese 
%era,  á  la  Superiora,  y  como  nos  faltan  las  respues- 
tas de  los  Borjas,  nada  más  podemos  decir  sobre  este 
oscuro  suceso,  que  vino  á  satisfacer  un  aflo  después, 
^*^  lo  que  tocaba  á  sus  culpas  ó  extravíos  el  Marqués 
^^  Heliche,  peleando  como  bueno  en  la  rota  de 
"^^ajial,  á  las  órdenes  de  D.  Juan  de  Austria. 
JL jaramente  menciona  el  Monarca  entre  sus  aflic- 
fíc^^TTfc  ^s,  la  humillación  sufrida  con  motivo  de  la  -^tví- 
de:rm.<z^ia  que  nuestro  embajador  en  Londres  tuvo  con 
el  ^^^r  ^nces,  y  fué  sin  duda  alguna  de  las  que  más  hon- 
dax'xiM.^nte  debieron  lastimarle,  por  las  formas  y  etique- 
tas    d^  on  que  fué  menester  ofrecer  las  satisfacciones  á 
Li:i^i  ^  XIV,  para  que  renunciara  á  movemos  la  guerra 
de    c^iie  andaba  tan  deseoso  el  orgulloso  yerno. 

^^'"^'Ciestro  embajador  Bateville  disputaba  al  francés 
^  <i  ^s^recho  de  pasar  con  su  coche  el  primero  en  las 
^^^^  ^  X)ciones  de  la  corte ,  y  tal  empeño  puso  en  disfru- 
tan ^1  precioso  privilegio ,  que  viéndose  contrariado 
P^^*^^^^  ello  por  la  mala  voluntad  del  Monarca  británico, 
pr^  r^  aró  una  verdadera  asonada  para  alcanzado  por  la 
^^'■^^a,  apercibiendo  de  armas  á  sus  criados,  y  derra- 
^^-''^^  <lo  el  oro  entre  las  turbas  y  gente  riberiega  para 
^^^  secundasen  su  empeño  contra  las  órdenes  y  de- 
seo^  del  propio  Rey.  Más  económico  D'Estrades  su 
corti^petidor,  que  parece  se  quejaba  de  la  mezquindad 


^  *^  ^    Carta  del  ii  de  Marzo  de  lóóa. 


202  BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


de  SU  gobierno  en  el  capítulo  de  los  gastos  secretos, 
no  se  agenció  parciales  en  el  populacho,  y  á  la  prime- 
ra recepción  en  que  acudieron  ambos  diplomáticos 
con  sus  carrozas,  entre  los  guardas  del  embajador  y 
los  marineros  del  Támesis  hirieron  á  un  hijo  del  fran- 
cés, rompieron  el  carruaje,  mataron  sus  caballos,  des- 
armaron y  aporrearon  á  la  servidumbre ,  y  entró  triun- 
fante en  Londres  el  representante  español,  más  con- 
tento de  la  victoria  que  si  hubiera  asegurado  con  ella 
nuestra  definitiva  primacía  en  las  contiendas  europeas. 
I  El  furor  de  Luis  XIV  al  saber  la  noticia  fué  grande; 

;  despidió  al  Conde  de  Fuensaldafla,  embajador  del 

i  Católico  en  París,  mandó  retirar  al  suyo  de  Madrid, 

^  prohibió  el  paso  por  Francia  á  Caracena,  gobernador 

de  los  Países-Bajos,  y  dio  muestras  de  prepararse  á 
romper  las  paces  con  España,  y  aun  con  el  Rey  de 
Inglaterra ,  que  consintió  sin  inmediato  castigo  el  in- 
I  sulto.  Se  murmuró  por  entonces ,  y  aun  parece  era  de 

esta  opinión  el  embajador  francés  en  Londres  conde 
D'Estrades ,  que  el  motin  para  el  que  se  derramó  el 
oro  y  se  movieron  no  menos  que  cinco  ó  seis  mil  hom- 
bres del  populacho,  tenía  miras  más  altas  que  la  cues- 
tión de  etiqueta,  y  se  encaminaba  á  poner  en  riesgo  la 
autoridad  de  Carlos  II,  no  muy  arraigada  y  firme, 
como  venganza  de  las  bodas  con  la  Princesa  de  Por- 
tugal D.*  Catalina  de  Braganza,  y  auxilios  en  sus  pre- 
tensiones á  los  rebeldes  contra  nuestra  Corona ;  pero 
desvanecen  toda  duda  las  cartas  del  Rey  que  tratan 
esta  cuestión  como  incidente  sin  alcance ,  al  que  da 
cuerpo  la  impaciente  mocedad  de  Luis  XIV,  y  en  el 
que  no  se  jugaban  por  nuestra  parte  sino  mortificacio- 
nes de  amor  propio,  á  las  que  nos  sujetaba  la  flaqueza 
de  nuestras  fuerzas ,  sin  que  se  tropiece  con  ninguno 


BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


de  aquellos  rastros  de  esperanzas  y  alientos,  que 
acompaflaron  á  la  conspiración  de  Alby,  ó  á  los  ma- 
nejos é  intrigas  de  la  Fronda. 

Mas  ya  que  por  entonces  renunciara  Luis  XIV  á  la 
gloria  de  la  guerra  con  ambas  Coronas,  no  se  conten- 
tó con  menos  que  los  honores  del  triunfo  sobre  una 
de  ellas,  no  menor  en  solemnidad  y  aparato  que  tos 
decretados  por  el  Senado  romano  al  conquistador  de 
una  provincia.  Se  retiró  á  Bateville  de  Londres  des- 
aprobando su  conducta;  se  diputó  al  Marqués  de 
Fuentes  como  embajador  para  ofrecer  excusa  al  Rey 
de  Francia;  fué  recibido  para  ello  en  audiencia  pú- 
blica, delante  del  Nuncio  y  de  todos  los  ministros  y 
enviados  acreditados  en  París,  y  presentadas  humil- 
demente las  excusas,  las  ratificó  Luis  XIV  volviéndo- 
se al  Nuncio  y  á  los  embajadores  para  decirles :  «Sois 
«testigos  que  el  Rey  de  Espafia  declara  que  me  cede 
»  el  paso  y  el  primer  puesto  en  todo  el  mundo  » ,  y  para 
indeleble  memoria  de  presentes  y  venideros,  hizo 
acuñar  sobre  tal  suceso  una  medalla. 

En  Marzo  de  1665  concluye  la  correspondencia  en- 
tre la  Religiosa  y  el  Rey  que  ya  en  las  últimas  cartas 
se  vale  de  amanuense,  por  la  parálisis  del  brazo  que 
le  embargaba;  sufría  ademas  de  cálculos  biliarios,  y 
era  cada  dia  mayor  su  desaliento  por  la  escasez  de  me- 
dios para  acudir  á  Portugal,  la  falta  de  ministros  y  ca- 
pitanes que  le  hablaran  verdad  y  le  aconsejaran  acier- 
tos, la  miseria  del  pueblo  reducido  en  muchas  provin- 
cias, según  relaciona  en  las  cartas,  á  comer  pan  de 
cebada  y  hierbas  de  los  campos,  acudiendo  con  mayor 
apremio  ante  estas  contrariedades  del  mundo,  á  soli- 
citar las  enseñanzas  y  preceptos  de  la  religión  para 
conseguir  su  salvación  eterna,  dispuesto,  dice,  á  eje- 


204 


BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


cutarlo  todo  por  agrio  y  penoso  que  le  parezca,  sin  ex- 
cusar ningún  trabajo,  como  cosa  que  más  le  importa. 
Pocos  dias  después  perdia  á  su  constante  amiga  y 
fiel  consejera,  y  la  derrota  de  Montesclaros,  en  la  que 
se  desbarató  un  ejército  á  tanta  costa  reunido,  levan- 
tando en  la  corte  y  el  pueblo  recias  tempestades  con- 
tra Caracena,  le  encontró  ya  sin  un  corazón  leal  á  su 
lado  en  el  que  desahogar  su  dolor  y  templar  con  nue- 
vos alientos  su  esperanza;  y  sucumbió  á  los  pocos  me- 
ses, destruido  por  la  consunción  y  la  melancolía,  vic- 
tima anticipada ,  no  tanto  como  imagina  el  vulgo,  de 
sus  pasiones  y  desarreglos  de  hombre ,  como  de  sus 
flaquezas,  carácter  y  blandura  de  corazón,  que  no  le 
consentían  arrostrar  con  viril  energía,  ó  sobrellevar 
con  estoica  indiferencia  las  luchas  y  contrariedades 
de  su  oficio  de  Rey. 


XIII. 


Para  completar  en  este  bosquejo,  hasta  donde  nues- 
tros medios  alcancen,  el  sentido  general  de  la  corres- 
pondencia entre  Felipe  IV  y  Sor  María,  resta  consa- 
grar algunas  páginas  á  la  exposición  de  las  ideas  mo- 
rales y  políticas  de  aquella  mujer  extraordinaria,  que 
unia  á  la  imaginación  viva,  á  las  percepciones  prontas 
y  vecinas  á  la  adivinación  en  conocimientos  y  suce- 
sos, propios  de  las  privilegiadas  de  su  sexo,  una  sere- 
nidad de  juicio  y  un  buen  sentido,  en  cuanto  se  rela- 
cionaba con  las  cuestiones  é  intereses  más  ajenos  á 
su  forma  de  vida  y  al  habitual  empleo  de  sus  faculta- 


BOSQUEJO  HISTÓRICX).  20$ 

des,  que  maravilla  y  suspende  tanto  como  el  mayor 
de  los  favores  espirituales  y  divinos  sometidos  al  fallo 
de  la  Iglesia  en  su  proceso  de  beatificación. 

Al  seguir  el  hilo  de  los  sucesos  históricos  en  lo  que 
se  relacionan  con  las  cartas,  dejamos  esparcidos  aquí 
y  allá  no  pocos  pensamientos  y  frases  que  dan  noticia 
de  la  riqueza  y  ley  de  la  obra,  y  en  verdad  que  sólo 
pueden  apreciarse  en  todo  su  valor,  empapándose  en 
el  estudio  de  esa  vida  entera  de  los  dos  personajes, 
trazada  por  ellos  mismos  en  las  expansiones  continuas 
de  sus  dolores  y  sus  esperanzas.  Mas  cuando,  vencida 
la  primera  impresión  de  aridez  que  ofrece  para  nues- 
tros hábitos  de  lectura  la  repetición  de  algunos  con- 
sejos místicos,  nos  identificamos  con  su  espíritu  y  su 
tiempo ,  los  vemos  renacer  y  vivir  en  un  medio  moral 
vigoroso  y  puro ,  en  el  que  la  expresión  sencilla  de  la 
forma  responde  á  la  severidad  y  altura  de  pensamien- 
to ;  se  experimenta  en  el  alma  algo  así  como  la  sensa- 
ción que  producen  las  supremas  elevaciones  de  las 
montañas,  donde  los  objetos  menudos  del  mundo  des- 
aparecen, y  no  perciben  los  sentidos  sino  en  grandes 
impresiones,  las  líneas  de  los  horizontes  y  los  rumo- 
res de  los  valles. 

El  Rey,  para  Sor  María,  como  para  todos  los  teó- 
logos y  políticos  católicos  de  su  tiempo ,  gobernaba 
en  participación  con  Dios  y  estaba  obligado  por  tanto 
á  cumplir  y  realizar  en  el  mundo  la  justicia,  no  sólo 
por  sus  deberes  de  fiel  y  de  cristiano,  sino  por  los  más 
apretados,  estrechos  y  directos  de  mandatario  leal, 
elegido  por  la  Providencia  para  realizar  parte  de  sus 
fines  en  la  tierra.  Como  tan  alto  favor  del  Ser  Su- 
premo debia  tener  en  el  cumplimiento  y  desempeño 
notoria  preferencia  sobre  todo  otro  orden  de  deberes 


\ 


206 


BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


ú  obligaciones,  el  atender  á  su  oficio  de  Rey  lo  colo- 
ca siempre  la  Madre  ante  todo  y  sobre  todo,  repitién- 
dole, que  profesar  la  fe  consiste  en  la  observancia  de 
la  ley  de  Dios,  y  ello  es  deber  de  todos,  pero  á  él  se 
añaden  los  de  Rey  católico,  que  son  más  graves;  que 
dirigir  bien  y  con  obras  perfectas  su  Monarquía  es 
necesaria  obligación  para  asegurar  la  vida  eterna,  á 
cuyo  fin  Dios  no  negará  al  Rey  luz  con  que  entender 
lo  cierto,  y  como  lo  entendiere,  ejecutarlo  con  toda 
resolución,  sin  atenciones  ni  respetos  humanos.  Para 
conseguir  aquella  divina  luz,  aquel  consejo  que  sin 
duda  Dios  le  ha  de  dar  á  él,  mejor  que  á  todos,  sí,  son 
menester  la  virtud  propia,  la  pureza  de  conciencia  y 
de  corazón,  el  anhelo  de  cumplir  sus  obligaciones  de 
Rey,  vistiéndose  para  ello  de  fortaleza,  porque  la  ins- 
piración divina  há  menester  de  la  preparación ,  sin  la 
que  no  quedaría  sitio  á  la  libertad  y  á  los  merecimien- 
tos humanos,  y  por  eso,  á  la  rectitud  en  la  vida  de  un 
Rey  están  vinculados  los  aciertos  de  su  Corona.  «Se- 
»ñor  mió»,  le  dice  en  una  de  las  cartas,  resumien- 
do vigorosamente  largas  páginas  en  que  desenvuelve 
esas  y  parecidas  doctrinas:  «no  es  Rey  el  que  no  es 
»  Rey  de  sí  mismo  é  impera  y  tiene  dominio  sobre  sus 
»  apetitos  y  pasiones  » ;  y  más  adelante ,  tratando  aná- 
logo tema,  lo  concreta  en  esta  frase,  que  fuera  lema 
propio  para  que  lo  grabaran  en  el  fondo  de  su  alma 
cuantos  penetran  en  las  luchas  de  la  vida :  «  El  que  se 
» vence,  vence.» 

Esta  noción  del  poder  Real  hacía  más  honda  la  im- 
presión y  más  vivo  el  dolor  por  los  desaciertos  ó  mal- 
andanzas de  los  privados,  porque  alas  pasiones  que 
de  suyo  despierta  el  encumbramiento  de  algún  servi- 
dor ó  vasallo  sobre  sus  iguales,  se  unia,  para  prestarles 


j 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  20^ 

extraordinario  vigor,  la  conciencia  segura  de  que  per- 
dian  el  Rey  y  el  reino  la  participación  divina  en  el 
gobierno,  que  debia  acompañar  ala  gestión  directa 
del  Monarca  mandatario  de  Dios  para  realizar ,  en  la 
medida  de  lo  posible ,  el  triunfo  de  Cristo  sobre  la 
tierra.  Así  es  que  la  idea  política  culminante  en  la 
correspondencia ,  como  ya  resulta  de  anteriores  citas, 
es  la  guerra  á  las  privanzas ,  pero  no  al  uso  de  los  cor- 
tesanos y  libelistas  que  hervian  en  antesalas  y  sopor- 
tales de  la  villa,  denunciando  crímenes  y  cohechos, 
acusando  traiciones  y  hechicerías,  denigrando  al  vali- 
do de  hoy  para  empujar  al  de  mañana,  sino  en  la  ele- 
vada región  de  un  principio  de  gobierno,  de  concien- 
cia y  de  doctrina,  alentando  al  Rey  en  los  términos 
más  razonables  y  prácticos  á  que  se  haga  superior  á 
los  desórdenes  y  abusos  que  fácilmente  introducen  los 
más  favorecidos,  y  los  que  no  lo  son  si  afuera  pueden 
algo ;  «no  alterando  para  ello  los  consejos  ni  lastiman- 
»do  con  descrédito  á  jueces  y  ministros  (si  no  es  que 
»lo  grave  de  la  causa  obliga  luego  á  ejecutar),  sino 
»con  suavidad  y  fortaleza,  edificando  y  no  destru- 
» yendo,  corrigiendo  y  no  acabando*  ;  y  cuando  en 
una  ocasión  le  abre  el  Rey  el  camino  para  denuncias  y 
acusaciones  personales ,  pidiendo  le  trasmita  las  noti- 
cias ó  revelaciones  que  á  su  mejor  servicio  importen, 
noblemente  se  excusa  en  estas  sencillas  palabras :  «Yo, 
>  Señor,  fui  siempre  detenida  en  tocar  en  la  honra  del 
> prójimo.  Oiga  V.  M.  y  se  informe  de  todos  los  que, 
» oprimidos  del  trabajo,  dan  muchas  voces  para  las 
» cuales  los  oidos  de  V.  M.  han  de  estar  preparados.» 
En  cuanto  al  ejercicio  del  poder,  profesa  y  predica 
de  continuo  la  Madre  el  vigor  y  la  energía  como  prin- 
cipal necesidad  del  reino :  «Nunca  se  vio  ser  un  Prln- 


\ 

i 
t 


*J 


208  BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


I.  »cipe  fielmente  servido  si  no  es  temido»  le  dice  en 

i^  una  de  las  primeras  cartas,  «y  el  temor  no  se  consigue 

»  sin  alguna  demostración  prudente  de  rigor,  porque  el 
»  castigo  refrena  á  los  malos  como  el  rayo  de  fuego,  que 
'  »  cae  y  mata  á  uno  y  espanta  á  muchos.  V.  M.  tome 

»la  espada  de  la  justicia,  y  con  el  poder  de  su  imperio 
»  ejecute  y  obre  por  sí,  para  que  castigando  le  teman, 
»y  premiando  le  amen;  y  recuerde  el  dicho  de  David, 
»que  la  paz  y  la  justicia  se  unieron,  porque  en  habien- 
»do  justicia  hay  paz» ;  y  haciendo  más  tarde  aplica- 
ción discreta  y  profunda  de  análogos  pensamientos, 
escribe  con  ocasión  de  las  revueltas  de  Ñápeles  : 
«Crea  V.  M.  que  estos  desacatos  y  los  antecedentes 
»de  otras  provincias  no  son  movidos  tanto  contra 
»V.  M.  ni  sus  tributos,  cuanto  contra  las  sobrecargas 
»que  agravan  y  echan  los  ministros,  que  para  cobrar 
»dos  hacen  gastar  cuatro  :  para  lo  justo  Dios  dispo- 
»  ne  los  ánimos,  pero  lo  injusto  agravia  é  irrita.» 

En  materia  de  tributos  y  levas,  clama  á  menudo  por 
que  se  remedien  los  desórdenes  y  vejaciones,  defen- 
diendo como  primero  y  principal  el  derecho  de  los  po- 
bres, así  con  razones  morales  y  religiosas,  como  con 
preceptos  de  prudencia  y  sana  política,  rogándole  á 
menudo  «mande  con  imperio  á  sus  Consejos ,  se  com- 
» padezcan  de  los  pobres  desvalidos  y  apurados  vasa- 
»llos,  no  innovando  en  materia  de  cargas,  ni  exprimien- 
»do  la  sangre  y  sudor  de  su  rostro,  quitándoles  el  sus- 
» tentó;  porque  sobre  estos  tribunales  de  la  tierra  hay 
»  otro  en  el  cielo  que  oye  y  admite  los  clamores  de  los 
» despreciados  y  abatidos,  y  si  los  agravian  vengará 
»su  causa  el  Todopoderoso,  que  dijo :  quien  ofendie- 
»re  á  uno  de  estos  pequeñuelos  me  toca  á  mí  en  los 
»  ojos,  y  el  bien  que  les  hacen  lo  recibo  por  propio.» 


BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


«Ya  veo — dice  en  otra  carta — cuan  pobre  de  caudal 
»  está  la  corona,  y  que  preciso  es  tomar  algunos  medios 
»para  sacarle,  pero  sean  los  más  ajustados  y  suaves,  y 
»  de  manera  que  concurran  también  los  ricos  y  podero- 
»sos;  que  siendo  la  carga  general  no  pesará  ni  irritará 
»tanto ,  y  se  evitará  la  opresión  de  los  pobres,  y  que 
'afligidos  no  se  alboroten ;  pues  no  hay  cosa  que  más 
>  apene  que  los  amagos  de  discordia  y  guerras  civiles 
»entre  nosotros,  porque  es  lo  que  más  intenta  nuestro 
»comun  enemigo  sembrar  en  esta  corona,  para  des- 
»truimos,  y  sería  el  más  severo  castigo  de  la  diestra  del 
> Altísimo.»  «No  consienta — le  dice  en  otra  ocasión 
» — se  haga  la  guerra  sólo  con  los  pobres,  pues  tienen 
'obligación  tan  estrecha  los  poderosos  y  ricos  de  se- 
»guir  al  Rey  y  defender  los  Reinos,  y  razón  es  que 
»en  tales  ocasiones  y  aprietos  todos  salgan  de  su  paso 
»y  estrechez.» 

La  noción  del  poder  real,  como  emanación  y  copar- 
ticipación en  la  tierra  de  la  voluntad  divina ,  rigiendo 
la  historia  y  el  mundo,  sabido  es  no  tuvo  jamas,  en 
nuestros  teólogos  políticos  y  moralistas  del  siglo  xvir, 
el  sentido  de  patrimonialidad  y  dominio  en  cosas  y 
personas,  que  el  vulgo  ha  entendido  por  derecho  di- 
vino de  los  Reyes ;  y  así,  la  necesidad  y  la  obligación  y 
el  deber  de  respetar  y  cumplir  la  voluntad  del  pueblo, 
en  cuanto  se  conformara  con  la  justicia,  la  convenien- 
cia de  transigir  con  la  opinión  popular  en  el  límite 
que  la  ley  de  Dios  permitiera,  aun  renunciando  á  per- 
fecciones morales  del  momento  para  logjrar  los  altos 
fines  de  la  paz  y  del  bien  común,  son  conceptos  que 
brotan  á  cada  paso  en  las  cartas,  como  hemos  visto  al 
relacionar  los  tratos  del  Rey  con  los  Diputados  á  Cor- 
tes, y  al  ponderar  como  se  merece  su  discreción,  al- 


2IO 


BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


tura  de  miras  en  los  gravísimos  negocios  de  la  Inqui- 
sición aragonesa,  y  del  respeto  á  los  fueros  y  franqui- 
cias provinciales,  y  al  registrar  sus  valientes  consejos 
sobre  la  necesidad  de  dar  satisfacción  al  mundo  cuando 
la  pide,  porque  los  Reyes  necesitan  de  él;- y  detallan- 
do en  cartas  menos  importantes  los  procedimientos 
propios  para  llegar  á  conocer  la  opinión  verdadera  del 
pueblo,  le  escribe,  tras  un  cuadro  sombrío  y  vigoroso 
de  tribulaciones  y  divertimientos,  de  peligros  y  de 
abandonos,  de  relajaciones  para  unos  y  tiranía  para 
otros :  «Señor  mió,  mucho  he  deseado  que  el  Altísimo 
» muestre  á  V.  M.  el  estado  de  esta  Monarquía  como 
»yo  lo  veo  ;  suplico  á  V.  M.  solicite  noticias,  hable  á 
»  muchos  y  oiga  á  los  más  retirados,  que  los  que  gobier- 
»nan  es  imposible  conozcan  el  efecto  de  sus  órdenes; 
»  mejor  los  ven  los  que  oyen  sus  ecos  y  experimentan 
»sus  trabajos»;  y  extendiendo,  como  era  justo,  las 
culpas  á  todo  el  reino,  dice  «que  España  se  haya 
» desmembrado  y  apurado  en  tan  poco  tiempo,  no 
»es  causa  natural,  y  tan  lejos  estamos  de  nuestro  re- 
» medio  como  de  la  enmienda  de  nuestros  pecados. 
» Los  vasallos  de  esta  coronase  justifican,  parecién- 
»doles  les  basta  sólo  lo  puro  de  la  fe  que  profesan ; 
»  pues  la  fe  sin  obras  es  muerta,  y  no  ampara  la  creen- 
» cia  á  los  que  desamparan  sus  mismas  acciones. » 

En  lo  que  concierne  á  nuestra  política  exterior,  Sor 
María  profesa  el  principio  de  la  paz  á  todo  trance,  y  se 
esfuerza  en  combatir  las  levaduras  que  el  orgullo  de 
raza,  las  obligaciones  tradicionales  del  imperio  y  los 
desvarios  de  grandeza  de  Olivares  habian  dejado  en 
el  Rey  y  en  toda  la  corte ;  no  descuida  ocasión  de  re- 
petirle tales  consejos,  y  así  cuando  empezaban  las  con- 
ferencias de  Munster  y  Osnabruk,  plantea  la  cues- 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  211 

tion  la  Venerable  Madre  en  estos  humildes  términos 
que  abrazan  las  culpas  pasadas,  para  mejor  corregir 
las  venideras  :  «Obligada  y  compelida  de  la  causa 
»de  Dios  y  bien  común,  y  de  que  V.  M.  se  humana 
» tanto  con  ésta  su  menor  sierva,  y  de  ver  lo  mucho 
»que  V.  M.  padece,  ha  nacido  en  mí  deseo  de  pre- 
»guntarle  si  hay  algunas  esperanzas  para  poder  tratar 
»de  paces  entre  las  dos  coronas,  porque  en  estas 
» guerras  he  descubierto  algún  desagrado  del  Sefior, 
»no  en  que  ahora  nos  defendamos,  que  esto  es  preciso 
»  y  obligatorio,  sino  en  sus  principios ;  aunque  escribo 
»esto  con  algún  encogimiento,  fiada  que  en  la  piedad 
»de  V.  M.  hallaría  mi  osadía  perdón.» 

No  creemos  que  altere  el  método  de  esta  exposi- 
ción de  doctrinas  el  mencionar  las  sentidas  palabras 
con  que  contestó  Felipe  IV.  «Los  trabajos  que 
»yo  padezco  los  llevo  bien  y  con  aliento,  pues  todos 
»  son  más  benignos  castigos  de  los  que  merezco ;  pero 
»el  ver  padecer  tantos  pobres  y  tantos  inocentes 
»con  estas  inquietudes  y  guerras,  me  atraviesa  el 
» corazón,  y  si  con  mi  sangre  lo  pudiera  remediar  la 
» emplearía  de  bonísima  gana  en  ello.  En  lo  que 
»toca  al  rompimiento  de  esta  última  guerra,  que 
»fué  el  año  de  1635,  no  me  hallo  con  escrúpulo  de 
» haber  sido  la  causa  de  él,  pues  aun  sin  notificármela 
»el  Rey  de  Francia,  como  suele  ser  costumbre,  me 
»la  rompió,  entrando  en  Flándes  con  grandes  fuerzas, 
»  uniéndose  con  aquellos  rebeldes  y  herejes  contra  mí, 
»y  desde  entonces  hasta  hoy,  siempre  lo  ha  continua- 
ndo. Las  guerras  de  antes  que  se  movieron  en  Italia 
» sobre  Casal  de  Monferrato,  he  oido  hablar  en  que  se 
» pudieran  haber  excusado  ,  y  aunque  siempre  he  se- 
»guido  la  opinión  de  mis  Ministros  en  materias  tan 


212 


BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


» graves ,  si  en  algo  he  errado  y  dado  causa  para  mé- 
»nos  agrado  de  Nuestro  Señor,  ha  sido  en  esto.  Aho- 
»  ra  tengo  en  Munster  mis  Ministros  con  órdenes  so- 
»bre  el  ajustamiento  de  la  paz,  y  deseóla  tanto,  que, 
»  aunque  sea  perdiendo  algo  vendré  en  ella.  Vos  po- 
»  deis  con  toda  seguridad  decirme  lo  que  os  pareciere, 
»que  lo  que  vos  me  dijéredes  que  quede  en  mi  pecho, 
»os  aseguro  que  no  lo  sabrá  la  tierra.»  Y  cuando  el 
Rey  le  da  noticias  de  las  exigencias  y  soberbias  de  los 
Ministros  franceses  en  Munster,  tales  que  venian  á 
ser  una  negativa  tácita  á  la  conclusión  de  la  paz  ó  á  la 
suspensión  de  armas ,  ella  le  escribe :  «Aliéntame  mu- 
»  cho  la  inclinación  de  V.  M.  á  las  paces,  pues  Dios  es 
»tan  bueno  que  recibe  el  deseo  cuando  no  se  puede 
allegar  á  la  ejecución,  y  le  suplico  no  pierda  punto  en 
»esto,  pues  lo  que  fuere  V.  M.  de  pródigo  dejando  in- 
»tereses  por  la  paz,  se  lo  dará  Dios  por  otros  caminos, 
» y  fio  de  V.  M.  que,  aunque  se  viera  victorioso  de 
»sus  contrarios,  procurará  la  paz.» 

En  otra  ocasión  le  dice :  «anímese  V.  M.  á  trabajar 
»  por  la  paz,  ármese,  Sefior  mió,  de  la  fe  y  esperanza, 
» corrobore  su  brazo  de  fortaleza,  y  en  causa  tan  del 
» servicio  de  Dios  no  regatee  ninguna  diligencia,  y 
» esté  cierto  que  por  la  paz  el  perder  es  ganar.  El 
» Evangelio  dice  que  son  bienaventurados  los  que 
» obran  la  paz,  pero  á  más  de  esto  hay  otra  razón  bas- 
»tante  á  solicitarla,  y  es  que  los  enemigos  nos  exceden 
» en  fuerzas.  Claro  está  que  si  no  es  con  milagros  no 
»nos  podemos  defender,  y  es  temerario  pensar  si  me- 
»  recemos  que  Dios  los  haga;  de  que  se  colige  es  pru- 
»dencia  cristiana  y  política  procurarlas  paces,  y  des- 
»pues  fácil  será  conquistar  á  Portugal.» 

Sus  ansias  de  paz  para  esta  corona  en  estas  proxi- 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  213 

midades  ya  tan  vecinas  del  tratado  de  los  Pirineos, 
la  llevan  á  escribir  airada  contra  todos  los  que  le  di- 
ficultan ó  no  ayudan  con  entusiasmo  y  fe,  y  al  enu- 
merarlos no  se  detiene  ni  en  el  estado  eclesiástico; 
«que  como  está  acomodado  y  goza  de  sus  rentas 
» pacíficamente,  no  conoce  cuan  necesaria  es  la  paz 
»para  los  pobres  que  perecen»;  se  indigna  contra  la 
actitud  de  Mazarino,  y  relacionando  al  Rey  y  envián- 
dole  copia  de  una  correspondencia  que  habia  mediado 
entre  ella  y  Alejandro  VII  por  medio  del  Cardenal 
Rospigliosi,  se  queja  también  de  que  el  Pontífice  no 
a>Tide  á  la  paz  todo  lo  que  pudiera,  «porque  él  no  ve 
»lo  individual  y  particular,  sino  que  le  van  los  traba- 
ja jos  por  relación,  y  no  penetra  bastante  las  calamida- 
»des  del  común  que  ocasionan  las  guerras.» 

En  vano  Felipe  IV  pondera  los  agravios  é  ingrati- 
tudes del  Rey  de  Inglaterra,  especialmente  con  mo- 
tivo de  su  matrimonio  con  la  Princesa  de  Braganza ; 
insiste  la  Madre  en  juzgar  por  gran  prudencia  no  rom- 
per por  nuestra  parte,  y  en  aconsejar  que  todas  las 
fuerzas  se  empleen  en  Portugal,  que  nada  le  haga 
desanimar  al  Rey  de  esa  empresa,  en  la  que  tiene  la 
justicia  clara  de  su  parte,  sin  que  le  desalienten  traba- 
jos ni  reveses  que  lleva  consigo  la  milicia ;  y  tanto  con 
referencia  á  esa  campaña  como  á  las  demás,  toma 
ocasión  de  las  noticias  que  le  comunica  el  Rey  para 
predicarle  la  disciplina  rigorosa  en  el  ejército,  la 
prevención  de  bastimentos  en  las  plazas  y  armadas,  de 
cuyas  faltas  venian  nuestros  mayores  y  más  frecuen- 
tes desastres,  el  salir  pronto  á  campaña  y  convertir  en 
ofensiva  la  guerra  defensiva  que,  con  gran  daño  y  fla- 
queza y  descrédito  de  nuestro  poder,  manteniamos  en 
Cataluña  y  Extremadura ;  mostrando  también  lo  cer- 


214 


BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


tero  de  su  instinto  en  la  escasa  fe  con  que  acoge  las 
esperanzas  que  abrigaba  el  Rey  de  que  nos  ayudaran 
en  Portugal  los  de  adentro,  diciéndole,  importaba  que 
el  ejército  «fuera  bastante  á  vencer  él  solo;  no  fuese 
»que  las  promesas  de  favorecernos  no  se  cumplie- 
»ran»  ;  ponderándole  su  obligación  moral  y  religiosa 
de  trabajar  por  sí  «queriendo  el  Señor  que  obren  las 
»  causas  segundas  y  nos  cueste  trabajo  lo  que  tanto  im- 
»  porta,  á  más  de  que  en  cualquier  suceso  es  gran  con- 
»  suelo  sentir  se  hizo  todo  lo  posible ;  pues  el  vencer 
»las  dificultades  corre  por  cuenta  de  Dios,  y  el  apu- 
ñear los  medios  para  conseguirlo  por  cuenta  del  Rey.» 

Sólo  con  referencia  á  Cromwel  vemos  en  la  corres- 
pondencia de  Sor  María  acentos  de  indignación  que 
recuerdan  los  de  los  profetas  y  jefes  de  Israel  contra 
los  enemigos  del  pueblo  de  Dios ,  moviéndole  á  ello 
el  título  de  Protector  de  los  herejes  que  ostentaba ;  y 
al  noticiar  el  Rey  el  fallecimiento  del  tirano,  le  dice 
en  respuesta  la  Madre,  «que  es  la  única  persona  cuya 
» muerte  ha  deseado  y  pedido  á  Dios,  y  le  alaba  por 
» haber  oido  su  súplica,  acortando  los  dias  de  aquel 
» enemigo  de  nuestra  fe  y  nuestra  Corona»;  á  lo  que 
replica  el  Rey  que  no  estará  demás  pida  también  «se 
«lleve  de  este  mundo  lo  antes  posible  al  hijo,  pues  aun- 
»que  menos  activo  que  el  padre,  ofrece  peligros  por 
»  mantener  las  inclinaciones  del  pueblo  inglés  á  todo 
» lo  que  pueda  favorecer  á  nuestros  enemigos  contra 
»  nosotros». 

En  materias  más  menudas  de  administración  y  con- 
ducta no  profundiza  mucho  la  Superiora,  cuyo  sen- 
tido moral  y  religioso  desciende  con  trabajo  á  deta- 
lles. Los  abusos  de  las  levas  y  las  alteraciones  de  mo- 
neda, el  cuidado  especial  que  convenia  poner  en  la 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  21$ 


elección  de  los  ministros  para  Cataluña,  son  los  pun- 
tos en  que  más  acredita  lo  certero  de  sus  observacio- 
nes y  juicios,  sobre  las  más  capitales  necesidades  de 
gobierno,  y  mayores  flaquezas  de  aquella  adminis- 
tración. Causa  indudable  fué  el  sistema  de  levas  de  la 
completa  desorganización  y  pésimas  condiciones  de 
nuestras  tropas,  singularmente  en  las  campañas  de 
Extremadura,  en  las  que  el  valor  de  jefes  y  capitanes 
y  de  algunos  cuerpos  aislados,  no  bastó  á  contener 
las  desbandadas  de  los  soldados  bisónos  y  allegadizos, 
recogidos  de  la  escoria  de  las  poblaciones  por  los  sar- 
gentos y  alguaciles,  que  sin  orden  ni  concierto  perse- 
guian  reclutas  como  se  cazan  alimañas,  con  toda  suer- 
te de  violencias,  cohechos  y  atropellos;  escaseando 
cada  dia  más  el  núcleo  de  los  tercios  viejos  y  los  cuer- 
pos de  mercenarios  á  soldada  italianos  y  alemanes, 
que  con  jefes  bizarros  y  entendidos,  hicieron  siempre 
bajo  nuestra  bandera,  maravillas. 

Los  consejos  de  conducta  moral  y  religiosa,  de  ob- 
servancia con  corazón  contrito  de  los  mandamientos 
de  Dios,  tanto  para  la  salvación  propia,  como  para 
merecer  la  luz  providencial  y  acierto  en  el  consejo 
que  ayudaran  á  salvar  los  reinos,  son  muchos,  y  re- 
presentan un  tesoro  de  elocuencia  y  galas  de  estilo 
que  es  menester  buscar  en  la  total  lectura  de  los  tex- 
tos ;  moviéndonos  sólo  á  insertar  aquí  algunos  de  los 
más  curiosos  por  su  discreción  y  sentido  práctico,  en 
los  que  contesta  la  Madre  á  varias  objecciones  del 
Rey  sobre  las  dificultades  que  exigencias  y  tentacio- 
nes anejas  á  las  etiquetas,  deberes  y  esplendores  del 
oficio,  oponen  al  cumplimiento  estricto  de  las  doctri- 
nas de  perfección  cristiana  en  las  gradas  del  trono. 
«Cuando  suplico  á  V.  M.,  le  dice,  que  se  abstraiga  de 


2l6 


BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


» las  cosas  terrenas ,  no  es  decir  se  aparte  de  las  de 
»  obligación ,  porque  el  reinar,  tanto  tiene  de  peso  co- 
»mo  de  grandeza,  y  el  trono  Real  no  es  asiento  de 
»  descanso  ni  retiro ,  sino  de  solicitud  para  el  bien  co- 
»inun  de  todos  :  V.  M.  es  deudor  al  triste  para  con- 
» solarlo,  al  pobre  para  defenderlo  de  los  agravios 
»del  poderoso,  á  los  ricos  para  valerse  de  ellos,  á 
»los  soldados  para  premiarlos,  á  los  necesitados  para 
» remediarlos ;  prudencia  práctica  y  piadosa  es  reci- 
»bir  V.  M.  los  agasajos  y  festejos  que  en  demostra- 
»cion  de  sus  finas  voluntades  hacen  los  vasallos,  y  es 
apremio  de  su  afecto,  darse  V.  M.  por  obligado.  Lo 
»que  yo  le  suplico,  puesta  á  sus  Reales  pies,  es  no 
»  consienta  V.  M.  se  hagan  excesivos  gastos  en  fiestas, 
» cuando  falta  el  caudal  para  defender  la  Corona,  y 
»que  en  ellas  no  haya  ofensa  á  Dios.  Debido  y  justo 
»es  se  hayan  hecho  demostraciones  de  alborozo  y  ale- 
»  gría  por  el  nacimiento  del  Príncipe,  y  que  V.  M. 
» asistiese  á  ellas;  lo  que  yo  insinué  solicitaba  del 
» afecto  de  V.  M.,  es  que  sea  con  seguridad  de  con- 
»  ciencia.» 


XIV. 


Más  abundante  es  aún  el  caudal  atesorado  en  orden 
á  ideas  puramente  místicas  y  morales ,  pero  mayor  la 
dificultad  de  arrancar  las  flores  más  exquisitas,  sin  que 
pierdan  todos  sus  aromas  y  colores. 

Era  para  Sor  María  la  fe,  fundamento  y  principio. 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  217 


no  ya  de  todo  conocimiento,  sino  de  toda  acción  y 
buen  suceso  en  la  vida;  «al  que  cree  todo  le  es  posible, 
»y  el  corazón  dilatado  por  esa  virtud,  emprende  gran- 
»des  cosas.  La  fe  es  á  la  manera  del  sol,  que  no  sólo  es- 
aclarece  y  nos  da  certeza  y  verdadera  posesión  de  las 
» cosas  y  de  los  objetos  del  mundo,  sino  que  purifica  el 
»aire  y  la  atmósfera,  eleva  el  entendimiento,  destier- 
»ra  de  él  la  bajeza  y  le  levanta  á  la  certidumbre  de  las 
» verdades  católicas,  con  mayor  seguridad  que  lo  que 
» se  ve  y  percibe.  La  fe  mueve  el  alma  y  el  mundo  en- 
»tero  á  lograr  su  fin  último,  su  unión  con  Dios  en  su 
»seno;  la  esperanza  alivia  los  dolores  de  la  lucha  y  da 
» fuerzas  para  perseverar  en  ella ;  pero  cuando  las  cria- 
» turas  acaban  su  destierro  y  consiguen  la  bienaventu- 
»ranza,  cesa  la  fe  porque  contemplan  directamente 
»  el  Ser  inmutable;  cesa  la  esperanza  porque  se  posee 
»el  ver  á  Dios  y  gozarle;  pero  permanece  la  caridad, 
» virtud  que  consiste  en  amar,  no  sólo  al  que  lo  mere- 
»ce,  sino  al  que  lo  necesita,  y  única  que  no  cesa  en 
»el  bienaventurado,  sino  que  se  perfecciona  en  la 
» eternidad;  abismo  sin  término  donde  se  hunde  toda 
»la  facultad  del  entendimiento  humano,  perpetuo  es- 
» tar  y  carecer  de  futuro  y  pasado,  círculo  cuyo  cen- 
» tro  está  en  todas  partes  y  su  circunferencia  en  nin- 
»  guna. » 

Es  menester,  para  llegar  á  tan  altos  fines,  «la  gracia, 
»los  auxilios  con  que  Dios  nos  previene  con  santos 
» pensamientos,  que  ayudan  á  hacer  buenas  obras,  que 
»se  llama  gracia  actual  y  que  se  pasa  luego,  si  en  ella 
»no  se  persevera  con  el  sacrificio  de  apetitos  y  pasio- 
»nes;  ó  el  don  divino  y  cualidad  permanente  que  in- 
» funde  Dios  en  el  alma,  con  el  cual  la  hace  agradable 
ȇ  sus  ojos,  y  que  se  llama  gracia  habitual,  constitu- 


2l8 


BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


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» yendo  ésta  la  santidad  del  alma  y  disponiéndola  la 
»otra  para  merecerla,  siendo  menester  que  la  criatura 
» concurra  por  su  parte  levantándose  sobre  sí,  espiri- 
» tualizándose  y  disponiéndose  por  medio  de  las  vir- 
»tudes  teologales  para  conseguir  tan  gran  bien ;  pero 
»  sin  imaginar  que  por  sí  sola  pueda  la  criatura  alcan- 
»zarlo,  porque  la  naturaleza  de  esas  virtudes  pide 
»que  las  infunda  Dios;  sólo  su  brazo  omnipotente 
» puede  poner  en  el  entendimiento  un  hábito  de  fe 
»que  incline  á  creer  todo  lo  que  Dios  reveló  como 
» debe  ser  creido ,  otro  en  la  voluntad ,  para  que  sea 
» deseado  y  esperado  como  su  valor  infinito  pide,  y 
»otro  para  que  sea  amado  como  su  misericordia,  su 
»  bondad  y  su  amor  merecen ;  sin  ella  nuestra  natura- 
»leza,  tan  terrena,  caeria  como  la  piedra  que  por  sí 
»baja  á  buscar  su  centro,  necesitando  fuerza  superior 
»y  ajena  para  elevarse ;  por  ella  se  comunica  al  alma 
» participación  de  la  grandeza  y  ser  de  Dios,  sin  que 
» alcancen  á  compararse  tales  bienes  con  ninguno  de 
»los  de  la  tierra,  por  grandes  y  milagrosos  que  ellos 
»  fueran.  Es  condición  precisa  y  efecto  natural  de  estos 
» bienes  terrenos,  que  los  podamos  poseer  sin  tener  lo 
» bueno  de  ellos;  así  puede  un  sujeto  tener  grandes 
» tesoros,  incomparables  joyas,  y  no  se  comunicará 
»por  esa  posesión  excelencia  alguna  á  su  persona; 
osería  señor  de  los  cielos  estrellados  y  rey  de  los 
tángeles,  y  no  le  prestarían  por  ello  su  hermosu- 
»ra  y  su  inteligencia  los  querubines,  porque  la  po- 
»  sesión  de  todas  las  riquezas  y  cosas  que  viven  fuera 
»de  nuestra  alma  no  penetran  en  ella,  ni  la  alteran 
»en  su  modo  de  ser;  mas  la  posesión  de  la  gracia  y 
»de  los  bienes  espirituales  que  la  acompañan  es  de 
»tan  aventajada  condición,  que  acercan  y  elevan  el 


BOSQUEJO   HISTÓRICO.  219 

»alma  que  las  recibe,  al  ser  y  grado  del  que  las  co- 
»munica.» 

Enlázase  con  esta  doctrina  la  del  sacrificio,  fuente 
de  los  mayores  merecimientos  para  el  bien  en  este 
mundo  y  en  el  otro,  y  al  hablar  de  ella,  brotan  de  su 
pluma  los  pensamientos  y  las  palabras  como  manan- 
tial abundante  é  inagotable.  «Los  trabajos  sufridos 
»con  paciencia  son  señal  de  predestinación;  si  otra 
»cosa  más  preciosa  que  ellos  hubiera  en  este  valle  de 
» lágrimas,  y  de  mayor  agrado  para  el  Eterno  Padre, 
»Su  Hijo  Santísimo  el  Verbo  humanado  lo  hubiese 
» escogido  para  sí ;  y  por  fortuna  debe  tenerse  lo  que 
»Cristo  eligió,  que  su  nacer,  vivir  y  morir  fué  siem- 
»pre  en  cruz ; — porque  nos  ama  Dios  y  cuida  de  nues- 
»tra  salvación  nos  rodea  de  trabajos,  pues  somos  ta- 
lles, que  si  no  es  afligidos  no  volvemos  á  Él  los  ojos, 
»yes  nuestra  naturaleza  de  condición,  que  si  no  es 
aprensada  no  da  fruto,  y  sin  el  lastre  de  la  tribulación 
»no  camina  segura. — Las  lágrimas  vencen  al  invenci- 
»ble  y  rinden  al  Omnipotente;  pero  no  las  lágrimas 
^sensibles  que  á  menudo  se  derraman  por  cosas  ter- 
»renas  y  transitorias,  sino  un  dolor  apreciativo  de  los 
» pecados  y  un  ánimo  quebrantado  con  trabajos  y  pa- 
» ciencia  en  ellos. — Si  las  prosperidades  vinieran  solas, 
» seguramente  que  muy  terrenos  nos  quedaríamos  con 
» ellas;  y  siendo  la  mayor  desdicha  que  pueda  permi- 
»tir  Dios  el  pecado,  y  dejar  en  él  al  pecador  por  su 
^rebeldía,  las  aflicciones  que  nos  despiertan  y  levan- 
*tan,  los  desengaños  que  nos  enfadan  del  gusto,  son 
♦finezas  del  amor  divino  y  triaca  contra  el  veneno  de 
*la  culpa.  No  hay,  pues,  que  mirar  los  sucesos  adver- 
ases como  males,  sino  como  ocasión  de  bienes  y  de 
agrandes  provechos ;  el  nombre  vulgar  y  aparente  á 


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BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


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» menudo  nos  divierte  del  concepto  verdadero,  y  así 
»llámanse  pérdidas  los  menoscabos  de  las  cosas  tem- 
»porales,  que  son  ganacias  eternas,  Uámanse  agravios 
»lo  que  es  tan  gran  bien  que,  llevado  por  amor  de 
»Dios,  obra  eterno  efecto  de  gloria»;  y  descendien- 
do otras  veces  á  consideraciones  más  terrenas,  le  re- 
pite en  una  ú  otra  forma :  «  que  aunque  llegue  el  agua 
» á  la  garganta  y  parezca  que  España  se  anegue ,  no 
» hemos  de  perder  ánimo;  y  para  los  trabajos  es  ne- 
» cesaría  alma  grande  y  cordura  cristiana,  con  la  que 
»  nos  resignamos  á  sufrir  lo  que  no  se  puede  excusar, 
»con  lo  cual,  el  que  padece  se  verá  atribulado,  pero 
»no  será  vencido,  asiéndose  con  entrambas  manos  al 
»  sufrimiento  y  pensando,  que  no  hay  peor  mal,  que  el 
»  mal  mal  llevado. » 

Penetra  no  pocas  veces  en  análisis  de  las  faculta- 
des humanas,  bajo  el  común  criterio  de  los  estudios 
aristotélicos,  de  que  tuvo,  sin  duda  alguna,  lecturas 
y  noticias:  «tres  potencias,  dice,  nos  díó  la  Provi- 
»dencia  divina,  que  el  uso  malo  de  ellas  nos  destruye, 
»y  el  bueno  nos  lleva  al  puerto  de  la  salud  eterna ;  el 
»  entendimiento ,  que  tiene  por  oficio  conocer  las  co- 
»sas  y  sus  accidentes,  de  suerte  que  todos  los  objetos 
»  de  que  le  dan  noticia  los  sentidos  los  recibe  y  abs- 
»trae,  los  juzga,  y  con  la  luz  infusa  y  los  hábitos  de 
»las  virtudes  teologales  se  encumbra  á  los  conceptos 
»de  las  verdades  católicas,  definiendo  cuáles  son  las 
» promesas  del  Altísimo  para  el  que  obra  bien,  y  los 
»  castigos  del  delincuente,  y  las  nociones  de  lo  justo  y 
»de  lo  injusto;  la  memoria,  que  guarda,  tiene  presen- 
»tes  y  administra,  en  bien  de  la  criatura  racional,  las 
» imágenes  que  ha  recibido  cuando  las  necesita;  y  la 
» voluntad ,  que  por  ser  ciega  tiene  que  guiarse  del  en- 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  221 


atendimiento»  :  y  no  en  una,  sino  en  muchas  de  las 
cartas,  y  con  las  más  variadas  perífrasis,  canta  la  elo- 
cuente escritora  un  himno  entusiasta  á  la  voluntad, 
potencia  la  más  débil  y  enferma  de  su  regio  confiden- 
te. «Ella  es  la  Reina  á  quien  la  Providencia  divina 
»dejó  el  imperio  del  alma,  de  manera  que  lo  que 
» quiere,  quiere,  y  lo  que  no,  se  trabaja  en  vano  en 
»  persuadiría.  Ella  es  la  que  da  valor  á  las  obras  de  la 
» virtud,  y  gravedad  á  las  culpas;  y  contemplando  en 
» la  soledad  y  retiro  su  grandeza,  se  llora  la  ceguera 
»de  los  que  la  sujetan  á  amar  objetos  peregrinos  y  vi- 
ales, cuando  teniéndola  libre,  pueden  amar  al  Altísi- 
»mo,  que  es  el  noble  y  proporcionado  objeto  de  ella, 
»y  por  lo  que  cantaron  los  ángeles  paz  á  los  hombres 
»de  buena  voluntad» ;  insinuando  con  ello  que  á  una 
voluntad  firme  en  Dios,  ninguna  fuerza  humana  la 
puede  conquistar  ni  mover  guerra. 

En  el  panegírico,  que  según  las  ocasiones  y  sucesos 
hace  de  las  virtudes  cardinales,  pone  siempre  en  pri- 
meros términos  la  prudencia,  «que  si  para  todas  las 
agentes  es  necesaria,  porque  camina  y  dirige  con 
» ajustamiento  las  operaciones  de  las  criaturas,  más  la 
» precisan  los  Reyes  y  Príncipes,  y  más  aún  los  com- 
» batidos  por  tan  extraordinarios  fracasos  como  los 
»que  afligen  á  esa  Corona».  Tiene  á  esta  virtud  entre 
las  cardinales  por  la  mayor  y  más  principal,  «porque 
»sin  la  prudencia,  la  justicia  se  termina  en  crueldad, 
»en  flojedad  la  templanza,  la  fortaleza  en  tiranía,  y 
»el  ejercicio  todo  del  poder,  en  opresión  del  débil;  y 
»con  ella  hay  justicia  verdadera  en  lo  que  se  manda, 
» oficiosidad  en  lo  que  se  ejecuta,  piedad  en  lo  que  se 
» reprime.  La  prudencia  á  todos  los  tiempos  mira,  y 
»con  ella  se  enmienda  el  mal  pasado,  se  ordena  el 


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BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


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»  bien  presente  y  se  previene  la  mayor  perfección  para 
»lo  futuro ;  pero  sin  ella,  ni  se  sabe  recuperar  lo  per- 
»dido,  ni  se  puede  conservar  lo  que  se  tiene,  ni  se 
» acierta  á  solicitar  lo  que  se  espera.» 

De  la  justicia  hace  más  sucinta  mención,  teniendo 
por  ciertas  las  buenas  inclinaciones  del  Monarca  á  dar 
en  su  conciencia,  sin  odios  ni  mezquinas  pasiones,  á 
cada  uno  lo  suyo ;  pero  comentando  la  bienaventu- 
ranza de  los  que  de  esa  virtud  han  hambre  y  sed,  dice 
que  «seguramente  se  ejecutará,  si  con  sano  corazón  y 
afirme  voluntad  se  desea,  procurándola  en  los  Minis- 
» tros  y  jueces ;  pero  de  suerte,  que  ni  ruegos  les  ablan- 
»den,  ni  lágrimas  les  enternezcan,  ni  dones  les  cor- 
trompan,  ni  amenazas  les  espanten,  ni  ira  les  venza, 
»ni  odio  les  turbe,  ni  afición  les  engañe»;  vigorosa 
enumeración,  á  la  que  es  difícil  quitar  palabra  ociosa 
ni  añadir  concepto  olvidado,  para  dar  idea  más  precisa 
y  exacta  de  un  ideal  perfecto  de  justicia  humana. 

Las  excelencias  y  apologías  de  la  templanza  son  más 
prolijas  y  numerosas,  enlazadas  con  preceptos  genera- 
les de  moral  cristiana  que  no  reclaman  tan  especial 
mención,  aunque  se  repiten  con  mayor  frecuencia  que 
otros,  porque  menudean  en  las  cartas  del  Rey  las  con- 
fesiones de  sus  caidas  en  aquellos  pecados  que  más  se 
rozan  con  esta  virtud  cardinal ,  hasta  el  extremo,  ya 
antes  notado,  de  confesar  ingenuamente  que  cuantas 
veces  entra  en  lucha  con  algunos  de  los  principales 
enemigos  del  alma,  otras  tantas  veces  es  vencido. 
Busca  la  Madre,  con  cristiana  constancia,  esperanzas 
de  contrición  en  los  arrepentimientos  y  humildades 
que  de  su  propia  fragilidad  repite  el  Rey,  y  le  con- 
suela encareciéndole  el  conocimiento  de  estas  ver- 
dades como  el  primer  paso  y  más  seguro  para  el  bien , 


I»; 


BOSQUEJO   HISTÓRICO.  223 


porque  con  razón  dice  :  «vernos  ceniza,  y  resistirnos 
»como  diamantes  es  notoria  deformidad  y  patente 
locura»,  esforzándose  en  condenar  «los  gustos  de  la 
» concupiscencia,  que  á  la  nobleza  desdoran,  á  la  pru- 
»dencia  desacreditan,  á  la  libertad  pierden  y  á  la  vo- 
»luntad  indisponen  para  amar  al  Señor  » ;  y  descri- 
be luego  con  pintoresca  imagen  nuestra  naturaleza 
en  relación  con  Dios  y  su  reino  como  «la  tierra, 
»  en  la  que  se  producen  y  viven  todas  las  impurezas  de 
» los  elementos,  criando  en  su  seno  los  reptiles  vene- 
»nosos  y  las  plantas  que  corrompen  las  aguas;  y  la  re- 
nglón limpia  y  despejada  del  aire,  en  la  que  los  planetas 
» influyen  y  el  sol  alumbra  el  mundo  y  reparte  vida 
»con  sus  rayos.  De  esa  laguna  cenagosa,  tierra  aban- 
»  donada  á  sí  misma  como  criatura  que  vive  según  la 
» carne,  se  levantan  los  vapores  de  los  apetitos,  las 
»  nieblas  de  las  pasiones  que  forman  las  nubes  densas 
»de  los  malos  hábitos,  que  oscurecen  el  entendimien- 
» to,  privan  al  astro  de  la  justicia  de  la  influencia  de  sus 
» inspiraciones  y  llamamientos,  y  hacen  irremediable 
» la  corrupción  que  la  sombra  y  las  tinieblas  acrecien- 
»tan  en  el  alma  como  en  lugares  pantanosos,  no  la- 
obrados  por  la  mano  del  hombre,  ni  purificados  por 
»la  luz  del  sol.» 

Mueve  también  á  rasgos  de  elocuencia  la  pluma  de 
esta  gran  escritora,  el  amor,  «afición  voluntaria  que 
»goza  del  bien  de  quien  ama,  y  se  recrea  en  las  felici- 
»dades  del  objeto  querido»,  é  inspirándose  en  las  lec- 
turas de  San  Agustin,  cifra  en  el  amor  de  Dios  y  del 
prójimo  el  cumplimiento  cabal  de  todas  las  escrituras, 
diciendo :  «si  callares,  calla  por  amor;  si  perdonares, 
» perdona  por  amor ;  si  castigares ,  castiga  por  amor, 
»  porque  no  tiene  la  criatura  humana  prenda  ni  senti- 


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224 


BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


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» miento  más  precioso  para  pagar  lo  que  debe,  y  si  el 
»amor  es  lo  más  estimable  del  hombre,  es  razón  lo 
» emplee  en  lo  mejor  que  conoce  su  entendimiento  y 
»que  desea  su  voluntad,  que  es  Dios.  No  hay  cosa 
»  más  poderosa  en  el  cielo  y  en  la  tierra  que  el  amor, 
»  porque  aquel  se  puede  llamar  poderoso  que  vence  á 
»los  poderosos,  pues  no  sólo  somete  y  doblega  á  los 
»  del  suelo,  sino  al  infinitamente  Poderoso  en  el  suelo 
»y  en  la  tierra. — El  amor  acompañado  con  la  gracia  di- 
»vina  tiene  una  suerte  de  inmensidad  en  lo  que  obra 
»y  alcanza,  que  no  cabe  decir  cuánto  es,  porque  la 
»  definición  declara  y  comprende  la  esencia  de  la  cosa 
» definida,  y  el  amor  divino  puede  sentirse  y  gozarse 
»de  sus  ansias,  pero  no  comprenderse  de  ingenio  tan 
»  pequeño  como  el  humano.  Sólo  cabe  notar  algunos 
»  de  sus  efectos ,  en  los  deseos  de  obedecer  al  amado, 
»en  los  anhelos  de  servirle,  viéndose  cómo  las  obras 
» imperfectas  se  purifican  á  su  fuego  hasta  consu- 
»mirse ,  y  se  perfeccionan  las  buenas  hasta  llegar  á  la 
»  aceptación  del  Altísimo ;  sin  que  á  estas  operaciones 
»las  detengan  ni  alcancen,  ni  la  honra,  ni  la  deshonra, 
»ni  la  alegría,  ni  el  tormento,  ni  la  riqueza,  ni  la  po- 
»breza,  ni  la  prosperidad,  ni  la  adversidad,  ni  la  muer- 
te, ni  la  vida. 

Enlaza  con  su  amor  á  Dios  su  voluntad  al  Rey, 
como  los  dos  fines  de  su  alma  y  de  su  existencia ;  «  á 
»no  poder  darle,  ni  riqueza  para  las  guerras,  ni  gente 
»que  venza»  porque  es  pobre  é  inútil,  se  empeña  con 
el  Altísimo  para  que  supla  su  escasez,  ofreciéndole 
cuanto  hace,  y  puesta  á  los  pies  del  Rey  una  y  otra 
vez,  le  suplica  que  la  ayude,  y  coopere  de  su  parte, 
» procurando  la  amistad  de  Dios,  que  no  se  puede  al- 
»canzar  sin  trabajo.»  Todo  lo  terreno  lo  ha  arrojado 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  225 

de  si,  y  en  esta  renunciación  ha  quedado  «con  el  afec- 

>to  al  Rey,  y  la  voluntad  de  mirar  por  su  bien  espiri- 

>tual  y  temporal,  y  con  el  beneplácito  divino  no  tiene 

»otra  atención  que  servir  á  las  dos  Majestades,  divina 

»y  humana,  sintiendo  para  ello  una  fuerza  tan  pode- 

>rosa,  que  bien  comprendo  no  es  mia,  sino  del  Señor 

»que  la  puso  en  mi  corazón  tan  eficazmente,  que  des- 

» fallece  en  ansias  de  conseguirlo. — El  mayor  premio 

»á  que  una  buena  voluntad  aspira  es  á  ser  conocida, 

»y  su  más  gustosa  operación,  ser  admitida»  dice  en 

otra  carta,  y  como  lo  que  en  sus  anhelos  quiere  para 

^1  Rey  es  siempre  la  mayor  felicidad,  y  no  la  hay 

comparable  á  la  de  tener  á  Dios  por  amigo,  sus  ora- 

clones,  sus  lágrimas,  sus  sufrimientos ,  su  vida  entera, 

^s  consagra  á  pedir  se  encaminen  los  pasos  del  Rey  á 

onseguir  tales  bienes  espirituales,  unidos  forzosa- 

^^Jite  á  los  aciertos  y  prosperidades  de  su  corona,  en 

lo ^l^^  á  menudo,  advierte  con  modestia,  «se  toma 

%^^^   licencia  para  censuras  y  reprensiones  de  la  que 

,ci-i^nrmple  á  su  condición  flaca  de  mujer  y  de  inferior, 

:^y  P><i>r  ello  bien  podrá  arrojarme  de  su  gracia  por 

^iir^i^ortuna,  pero  yo  no  podré  dejar  de  serlo  en  soli- 

Kit:^x-le  su  vida  eterna.» 

^^x-o  son  estos  temores  al  enfado  del  Monarca,  pon- 

der^^^i^jQjjgg  retóricas  de   humildad  y  de  afecto  dis- 

pu^stio  á  perseverar  inalterable  aun  en  el  extremo 

tra^x^c^^  de  las  repulsas  y  rigores  del  objeto  amado, 

P^^^^vie  ni  una  sola  vez  desmiente  Felipe  IV  en  sus 

^^^I>  Vi  estas  la  cortesía  exquisita  del  caballero  más  cum- 

^.^^^^  ,  sin  que  se  trasparente  contrariedad  ó  impre- 

s^^xi   acerba,  ni  aun  en  aquellos  temas  en  los  que,  por 

^  *^vitidado  de  las  censuras,  seguramente  le  parecerían 

^  Verdades  amargas  :  nunca  deja  una  pregunta  sin 

í5 


220 


BOSQUEJO   HISTÓRICX). 


contestación  más  ó  menos  detenida,  ni  un  cargo  sin 
excusa  que  aleje  sospecha  de  menosprecio,  ni  un  con- 
sejo sin  alabarlo  de  oportuno,  ó  acreditar  su  empeño 
en  aceptarlo,  ó  su  dificultad  en  cumplirlo;  ni  una  re- 
comendación, en  los  raros  casos  que  aparecen  en  las 
cartas,  sin  la  oportuna  mención  de  sus  diligencias  ó 
memorias  para  atenderla. 


XV. 


El  negocio  por  el  que  con  mayor  insistencia  apre- 
mia al  Rey,  fuera  de  los  directamente  relacionados 
con  su  vida  y  gobierno  de  estos  reinos,  es  la  declara- 
ción dogmática  del  misterio  de  la  Inmaculada,  del 
que  fué  entusiasta  defensora,  pues  en  la  demostración 
de  tal  verdad  católica  está  cifrada  la  importancia  y  ca- 
pital sentido  de  la  Mística  ciudad  de  Dios. 

Para  lograr  de  la  Santa  Sede  el  decreto,  entabló 
Felipe  IV  por  sí  mismo  negociaciones  con  Inocen- 
cio X;  y  elegido  Alejandro  VII,  le  recuerda  Sor  María 
con  el  mayor  encarecimiento,  que  renueve  las  diligen- 
cias para  obtenerlo ,  adelantándose  en  esta  materia, 
con  una  resolución  que  no  emplea  en  ninguna  otra,  á 
afirmar  «que  es  la  voluntad  de  Dios,  se  proclame 
»como  dogma  la  Inmaculada  Concepción»,  y  que  se 
proclamará  seguramente,  y  que  tiene  de  ello  revela- 
ciones que  no  consienten  duda  ni  tibiezas ;  debiendo 
trabajar  el  Rey  por  que  esa  gloria  se  recoja  en  sus 
dias  y  con  su  esfuerzo.  No  quedó  sin  atender  tan  ca- 
lurosa súplica;  nombróse  una  junta  de  los  sujetos  más 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  22? 


graves  de  la  corte  para  tratar  y  ajustar  lo  que  pareciera 
conveniente  al  adelanto  de  este  santo  negocio,  y  se 
envió  como  embajador  propio  para  ello  al  Obispo  de 
Cádiz.  Ya  en  el  ocaso  de  su  vida,  en  el  año  de  1660,  le 
decia  al  Rey  que  tres  cosas  habia  deseado  con  grande 
anhelo,  pidiendo  al  Altísimo  verlas  ejecutadas  antes 
de  morir;  «la  primera,  que  esta  Corona  tomase  por 
apatrona  y  protectora  á la  Reina  del  Cielo;  la  segun- 
»da,  que  se  ajustasen  las  paces  entre  Francia  y  Espa- 
»  ña ;  la  tercera ,  que  se  definiera  por  artículo  de  fe  la 
» Purísima  Concepción »  :  veia  cumplidas  por  la  vo- 
luntad de  Dios  las  dos  cosas  primeras,  y  anhelaba  por 
la  alegría  y  alivio  que  esperaba  de  la  tercera,  á  lo 
que  habia  consagrado  lo  más  ardiente  de  su  fe  y  lo 
más  profundo  de  sus  estudios. 

Pero  los  obstáculos  de  doctrina  con  que  tropezaba 
por  entonces  la  declaración  dogmática  en  su  fondo  y 
en  su  forma  eran  grandes ;  enlazábase  forzosamente, 
tal  como  la  solicitaba  la  Venerable  Madre,  con  la  de- 
claración de  infalibilidad  y  el  concepto  de  la  autoridad 
pontificia  respecto  á  definiciones,  punto  gravísimo 
entonces  y  latente  en  la  guerra  cruda  que  movió  la 
Sorbonaá  Sor  María  y  á  su  libro,  y  debia  morir  la 
Santa  Madre  sin  el  consuelo  de  ver  en  este  mundo  el 
triunfo  definitivo  de  ambas  tesis,  reservado  en  los  de- 
signios Supremos,  en  cuanto  á  su  declaración  dogmá- 
tica, para  los  revueltos  dias  del  siglo  xix.  El  Rey 
muestra  pocas  esperanzas  de  que  tenga  el  negocio 
buen  fin,  por  los  contrarios  dictámenes  que  sobre  él 
corren,  y  la  inclina  á  que  ella  escriba  de  motu  propio 
al  Papa,  y  sin  darle  á  entender  que  es  con  su  noticia* 

Ya  hemos  visto  por  numerosas  indicaciones  de  las 
cartas,  que  Sor  María  sostuvo  correspondencia  con 


228 


BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


todos  los  principales  personajes  de  la  corte ;  pero  no 
hay  rastro  de  comunicación  tan  Intima  y  sostenida  co- 
mo la  que  entabló  con  D.  Fernando  y  D.  Francisco  de 
Borja,  y  pusimos  desde  luego  especial  diligencia  en 
apurar  el  cabo  de  esta  noticia,  que  habia  de  arrojar  luz 
sobre  la  obra  principal  de  nuestra  escritora;  pues  las 
figuras  históricas,  para  ser  bien  apreciadas,  piden,  co- 
mo las  estatuas,  que  se  las  ilumine  de  distintos  y  aun 
opuestos  lados. 

Fué  D.  Femando  de  Borja  virey  de  Aragón  y  Va- 
lencia, sumiller  de  corps  del  príncipe  Baltasar  Carlos 
cuando  murió  en  Zaragoza  y  encargado  de  traer  su 
cuerpo  al  Escorial ,  y  le  hicieron  luego  del  Consejo 
de  Estado,  creciendo  su  influencia  en  Palacio  hasta 
obtener  en  1661  el  cargo  de  caballerizo  mayor.  Tenía 
por  hijo  de  primer  matrimonio  á  D.  Francisco,  que 
tomó  las  órdenes  en  1644,  y  fué  nombrado  capellán 
mayor  de  las  Descalzas  en  1652;  y  en  el  archivo  de 
este  histórico  monasterio  hemos  hallado  originales 
más  de  300  cartas  de  Sor  María  á  entrambos  sujetos, 
aumentando  la  colección,  pero  sin  llegar  ni  mucho 
menos  á  completarla,  otras  que  han  parecido  en  copia 
entre  los  papeles  del  convento  de  Santo  Domingo  de 
la  Calzada.  Nos  faltan  las  contestaciones  de  los  dos 
cortesanos,  que  serían  preciosas  para  definir  bien  el 
juicio  sobre  los  personajes,  y  apurar  el  sentido  de  no 
pocos  enigmas  y  nebulosidades  que  deja  tras  sí  toda 
correspondencia  á  medias,  pues  es  muy  ocasionada  á 
errores  graves  la  deducción  de  las  preguntas,  por  el 
solo  texto  de  las  respuestas;  pero  todo  inclina  á  creer 
que  eran  ambos  sujetos,  piadosos,  carítativos  con 
eclesiásticos  pobres  y  monjas  necesitadas,  depositan- 
do en  ellos  Sor  María  gran  confianza,  y  teniendo  por 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  229 

muy  segura  su  reserva  y  muy  acreditada  su  prudencia. 

En  su  seno  desahogaba,  valiéndose  á  menudo  de 
cifra  (i)  sus  más  secretos  y  personales  escrúpulos,  los 
apuros  de  su  convento,  sus  afectos  por  el  Rey,  sus 
desengaños  y  disgustos  por  la  ineficacia  de  los  con- 
sejos y  predicaciones,  y  con  el  ansia  natural  en  quien 
se  empeña  en  una  obra  de  regeneración,  inquiere  á 
menudo  cómo  vive  y  se  conduce  el  Rey,  y  se  contrista 
y  abate,  cuando  no  le  pueden  desmentir  los  rumores 
de  desorden  y  negligencia  moral  que  llenaban  los  do- 
minios todos  de  esta  Corona  por  aquellos  años.  Aun- 
que con  extrema  cautela  se  descubre  bien,  estudiando 
toda  la  correspondencia,  que  los  Borjas  eran  contra- 
rios á  la  privanza  de  D.  Luis  de  Haro,  que  hasta  don- 
de su  mesura  y  encogimiento  permitia,  trataron  sin 
éxito  de  influir  en  la  Superiora  para  que  ayudara  más 
presurosa  á  derribar  el  privado,  personalizando  sus 
ataques  y  solicitando  en  nombre  de  Dios  una  crisis 
total,  y  un  llamamiento  de  los  Borjas  á  suceder  en  la 
privanza. 

Son  pocos  los  puntos  históricos  que  esclarecen  es- 
tas cartas;  confirman  las  relaciones,  ó  al  menos  lo  que 
ahora  se  Mdumridihi  benevolencia  y  que  personajes  muy 
allegados  al  Rey  y  muy  introducidos  en  la  corte  man- 
tuvieron con  los  descontentos,  que  á  la  sombra  de  Hí- 
jar,  del  Padre  Monteron,  del  Conde  de  Lémos,  don 
Francisco  Chiriboya  y  otros,  tramaban  alteraciones 
más  ó  menos  definidas ;  acreditan  la  oculta  guerra  que 
se  mantenia  en  Palacio  y  en  torno  del  Rey  contra 
D.  Luis  de  Haro,  sin  que  llegara  á  estallar  en  las  sá- 


(i)  Véase  el  facsímile  del  apéndice  núm.  VI. 


230 


BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


tiras,  conjuras  y  alardes  que  se  movieran  contra  Oli- 
vares ;  y  es  curioso  leer  y  traducir  de  la  cifra ,  los  al- 
borozos de  Sor  María  á  los  anuncios  de  que  D,  Luis 
se  bamboleaba,  escrupulizando  si  el  sentir  tanto  gusto 
de  estos  accidentes  era  falta  de  caridad,  aun  deseán- 
dolos tan  sólo  para  que  el  Rey  obrase  libremente ,  y 
admitiera  mejor  las  medicinas  que  habian  de  hacerle 
amigo  de  Dios,  y  darle  acierto  en  su  oficio  y  cargo. 

Acreditase  también  á  las  claras  con  estas  cartas,  la 
sinceridad  de  su  desinterés,  y  la  severidad  de  su  con- 
ducta en  el  oficio  de  consejera,  para  el  que  la  Provi- 
dencia la  habia  designado.  En  diversas  ocasiones,  pero 
singularmente  con  motivo  de  una  pretensión  de  su 
hermano  mayor,  al  que  no  queria  contrariar  de  frente 
en  sus  propósitos ,  la  Superiora  se  duele  de  que  inten- 
te utilizar  cerca  del  Rey  el  favor  y  prestigio  que  á  su 
cariño  y  distinciones  se  atribuia;  y  refiriéndose  á  lo 
ingrato  de  sus  predicaciones,  le  dice  á  D.  Fernando 
estas  expresivas  frases,  resguardadas  por  el  secreto  de 
la  cifra  :  «No  deseo  huir  de  mi  cruz,  sino  abrazarla  y 
» quedarme  con  ella,  pero  sin  dependencias  de  pa- 
»rientes,  ni  de  pretensiones,  ni  de  mundo;  y  tengo 
»  ofrecido  con  aseguración,  que  ni  al  Rey  ni  á  ninguno 
»  de  esa  corte  he  de  pedir  jamas  nada ,  porque  no  po- 
»dria  conseguir  yo  mi  deseo  si  tal  hiciera,  que  es  pe- 
»dir  sólo  al  Rey  lo  que  le  conviene  para  sí  y  su  reino; 
»y  aun  plegué  á  Dios  se  negocie  algo  viéndome  des- 
» interesada;  y  en  lo  demás  mi  natural  y  alo  que  Dios 
»me  encamina  es  á  retiro  y  soledad,  y  me  es  harta 
^mortificación  no  conseguirlos.»  Más  adelante,  cuan- 
do el  hermano,  aunque  religioso,  algo  al  nivel  de  los 
pretendientes  al  uso ,  le  arranca  una  carta  de  reco- 
mendación para  el  Rey,  es  de  notar  su  fatiga  por- 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  23 1 


que  la  han  dicho  ha  metido  un  memorial  en  ella,  que 
no  sabe  lo  que  contiene ,  y  sus  ruegos  para  que  don 
Fernando  la  disculpe  con  S.  M. ,  y  sólo  para  ello  le 
escribe  diciéndole,  entre  otras  consideraciones  sobre 
el  caso:  «Por  amor  de  Dios,  que  haga  esas  diligen- 
»  cias  como  mejor  le  pareciere ,  pues  yo  no  sé  el  estilo 
»  de  esas  materias  y  no  lo  entiendo,  pero  querría  fue- 
»se  luego:  mi  encogimiento  es  grande  y  le  aseguro 
»  á  V.  S.  estoy  corrída ;  ya  me  dice  mi  confesor  que 
» sentir  tanto  la  jornada  de  mi  hermano  es  amor  pro- 
»  pío ,  y  procuro  moderarme ;  pero  disuena  mucho  á  la 
» razón  que  él  pretenda,  porque  el  Rey  me  conoce  á 
»mí;  no  habría  para  mí  mayor  desconsuelo  que  si  al- 
»  canzára  algo,  pues  concurrir  yo  al  monstruo  de  am- 
»bicion  que  el  mundo  tanto  busca,  ni  á  Dios  ni  á  las 
»  criaturas  puede  parecer  bien. » 

Aunque  perseveremos  en  mantener  hasta  el  fin  nues- 
tro propósito  de  no  traer  á  colación  en  este  bosquejo, 
meramente  histórico  y  político,  las  cuestiones  teoló- 
gicas que  ocuparon  lo  más  capital  de  los  pensamien- 
tos de  Sor  María,  no  podemos  omitir  alguna  referen- 
cia á  sus  trabajos  en  el  mundo  con  motivo  de  inter- 
pretaciones de  sus  doctrínas,  pues  quedaría  incom- 
pleta, en  extremo  esencial,  la  idea  general  de  su  vida 
y  de  su  labor  en  la  tierra. 

En  el  archivo  de  la  casa  de  Gor  existe  el  proceso 
de  Inquisición,  instruido  con  ocasión  de  los  rumores 
esparcidos  en  el  vulgo  sobre  los  favores  con  que  Dios 
distinguia  á  la  Venerable  Madre,  y  es  documento  pre- 
cioso para  el  estudio  de  muchas  doctrinas  teológicas 
del  Santo  Tribunal  y  de  la  insigne  escritora,  cuya 
contestación  á  los  ochenta  extremos  de  su  interroga- 
torio es  un  verdadero  comentario  de  su  vida  espiri- 


232  BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


tual,  nutrido  de  místicas  enseñanzas  y  piadosas  rela- 
ciones. 

Tuvo  comienzo  la  causa  en  15  de  Abril  de  1635, 
tomándose  declaración  á  seis  sujetos,  algunos  muy 
calificados,  pero  con  extraordinario  sigilo  y  discre- 
ción, apareciendo  al  margen  de  las  diligencias  nota 
de  los  extremos  que  se  omitían  en  los  interrogatorios, 
para  que  no  entendieran  los  testigos  habia  culpa  con- 
tra la  religiosa,  recayendo  sobre  los  rumores  recogi- 
dos, algunas  censuras  dudosas,  llamando  especialmen- 
te la  atención  de  los  fiscales,  que  la  Venerable  Madre 
apellidara  el  Altísimo  á  Dios,  y  que  se  supusiera  la 
acompañaban  varios  ángeles  de  la  guarda,  siendo  así 
que  á  la  misma  Virgen,  según  Suarez,  no  le  acompa- 
ñan más  que  dos,  uno  como  persona  particular  y  otro 
como  persona  pública ;  pero  no  debieron  parecer  muy 
graves  las  dudas  y  cargos  cuando  quedó  sin  moverse 
la  causa  hasta  1649,  apareciendo,  en  Setiembre  de 
aquel  año,  providencia  de  la  Inquisición  de  Madrid 
para  que  se  completara  el  sumario  con  interrogatorio 
de  la  reo,  ampliándolo  á  las  cartas  del  Duque  de  Hí- 
jar;  verdadero  motivo  que,  sin  duda  alguna,  puso  en 
movimiento  el  dormido  proceso. 

Se  nombró  entonces  para  continuar  la  causa  un  ca- 
lificador de  los  más  doctos  y  entendidos,  que  pasó  á 
Agreda,  asistido  del  licenciado  Juan  Rubio  y  de  un 
Notario  del  Santo  Oficio  de  los  más  diestros  en  ac- 
tuar puntual  y  secreto,  y  recogió  una  declaración  tan 
extensa  como  interesante  para  los  extremos  y  cues- 
tiones, que  salen  del  marco  que  nos  hemos  trazado 
para  este  bosquejo:  sólo  nos  permitiremos,  seducidos 
por  la  elocuencia  del  estilo,  trascribir  una  de  sus  res- 
puestas, que  dará  alguna  idea  del  nervio  con  que  está 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  233 


prestada  la  declaración,  en  la  que  se  invirtieron  por 
los  comisionados  muchos  dias. 

La  preguntaron  si  en  alguna  ocasión  habia  visto  á 
Dios  clara  y  distintamente,  y  contestó  :  «Que  no  ha 
»oido  pregunta  de  cuantas  le  han  hecho  que  más 
»haya  traspasado  su  corazón  de  dolor,  y  quisiera  la 
» cubriese  el  polvo  de  la  tierra.  ¡Pobre  de  raí !  ¿Cómo 
» la  más  vil  y  más  pecadora  de  las  criaturas  habia  de 
»ver  en  carne  mortal  á  Dios,  cuando  desde  que  tie- 
»ne  uso  de  razón  no  le  ha  faltado  continuamente 
»una  amargura  fuerte,  que  pesa  más  que  cuantos 
» trabajos  ha  padecido,  ocasionada  de  pensar  que  por 
» sus  pecados  no  ha  de  ser  digna  de  ver  la  cara  de 
»Dios  cuando  la  desnuden  de  la  mortalidad?  ¿pues 
»  como  vestida  de  ella  y  cargada  de  imperfecciones , 
> remisiones  y  flojedades  la  habia  de  ver,  siendo 
♦fuerza  que  toda  culpa  y  sus  efectos  estén  purificados 
»en  la  criatura  para  ese  beneficio?»  «Otra  cosa  es» 
dice  más  adelante,  manejando  con  admirable  maes- 
tría el  tecnicismo  filosófico,  que  revela  lo  vasto  de 
sus  lecturas  «la  visión  de  Dios,  no  descubriéndose 
»el  Señor  en  sí  mismo,  sino  mediatamente  al  enten- 
» dimiento  criado,  con  presencia  meramente  intelec- 
»tual,  especie  de  visión  intuitiva  que  supone  medio 
» entre  el  objeto  y  la  potencia,  y  que  no  enséñala 
» presencia  real,  aunque  la  contiene,  y  que  es  gran 
» favor,  porque  enseña  y  revela  que  es  Dios  trino  y 
»uno,  en  sustancia  Padre,  Hijo  y  Espíritu-Santo,  y 
»le  dá  la  noción  de  las  personas  sin  dividir  la  sustan- 
»cia;  pero  como  la  capacidad  de  la  naturaleza  huma- 
»na  es  tan  limitada,  y  el  objeto  que  se  le  presenta  por 
»  visión  abstractiva  infinito ,  no  hay  palabras  para  pon- 
»derar  la  impresión  que  produce  en  el  alma:  fácil  es 


234  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


»  que  la  criatura  humana  y  el  padre  espiritual  á  quien 
»se  comunique  esta  visión  (si  no  es  docto)  se  engañen, 
»y  se  piense  que  eso  es  ver  la  divinidad  y  gozar  de  su 
» presencia  real  á  satisfacción  y  hartura,  cuando  esto 
»es  propio  sólo  de  los  bienaventurados.» 

Como  curiosa  ingerencia,  muy  propia  de  la  natura- 
leza mixta  del  Tribunal  y  de  sus  fines,  aparecen  las 
preguntas  sobre  las  cartas  del  Duque  de  Híjar  y  las 
predicciones  ó  amenazas  al  Rey  del  Padre  Monterron, 
que  ya  habian  sido  objeto  de  diligencias  é  interroga- 
torios en  proceso  distinto,  pero  del  propio  Tribunal, 
y  que  por  testimonio  están  unidos  á  la  pieza  principal 
y  ampliados,  sin  que  las  declaraciones  en  unas  y  otras 
diligencias  arrojaran  gran  luz  sobre  el  suceso,  según 
expusimos  ya  al  relacionar  la  conspiración  y  sus  orí- 
genes. 

Es  también  notable  el  interrogatorio  en  lo  relativo 
á  la  letanía  que  ella  compuso  á  la  Virgen,  y  que  cor- 
rió impresa  no  sólo  en  España,  sino  en  Italia  y  Fran- 
cia, merced  á  la  diligencia  de  algunos  devotos.  En 
carta  á  D.  Francisco  de  Borja  nos  revela  Sor  María 
habia  sido  recogida  esta  oración  por  un  inquisidor  de 
Valladolid,  á  causa  de  decirse  al  final:  «asi  la  Santa 
» Iglesia  por  verdad  infalible  determine  vuestra  Purí- 
»sima  Concepción.»  La  Madre  recelaba  del  escándalo 
y  ruido  que  esa  medida  ocasionaría,  siendo  tan  exten- 
dida en  España  la  devoción  á  la  Purísima;  pero  sin 
determinarse  á  acudir  al  Rey  por  no  hablar  en  causa 
propia,  envió  ejemplares  al  Comisario  general  para  su 
censura,  y  él  los  unió,  sin  duda,  al  sumarío. 

Sobre  las  principales  definiciones  y  alabanzas,  se  le 
pregunta  en  una  de  las  últimas  audiencias,  y  singular- 
mente ,  al  explicar  cómo  ha  considerado  á  la  Virgen 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  235 


complemento  de  la  Trinidad  en  sus  obras  ad  extra^ 
revela  tales  conocimientos  teológicos  y  posesión  de 
las  Escrituras,  que  mueven  al  calificador  á  preguntar- 
la por  los  orígenes  de  sus  estudios  y  noticias,  á  lo  que 
satisface  con  sencillez  y  humildad  la  Superiora. 

Diez  dias  se  invirtieron  en  la  inquisitiva,  consagran- 
do dos  sesiones  cada  dia,  con  aquella  escrupulosidad  y 
respeto  minucioso  á  las  formas  del  procedimiento,  que 
caracteriza  todos  los  procesos  de  Inquisición,  y  al  ter- 
minar solicitó  la  Madre  se  le  volviera  á  leer  todo  lo 
contenido,  por  si  en  los  muchos  dias  y  gran  diversidad 
de  preguntas  habria  su  flaca  memoria  incurrido  en 
involuntario  error,  y  accediendo  á  la  petición,  por  ha- 
llarla justa,  el  Padre  calificador  y  el  Comisario  señala- 
ron la  audiencia  de  la  tarde  para  la  lectura,  y  verificada 
de  nuevo,  ratificó  y  firmó  todo  lo  declarado,  pidiendo 
á  seguida,  para  mayor  consuelo,  licencia  para  protes- 
tar la  fe,  extendiéndose  bajo  su  dictado  un  resumen 
de  doctrina  cristiana,  que  á  lo  que  en  esto  es  lícito  juz- 
gar á  los  profanos ,  tenemos  por  admirable  y  digno  de 
correr  impreso  en  libros  de  devoción  y  de  cristianas 
enseñanzas. 

Sobre  estas  declaraciones  viene  en  el  proceso  el 
dictamen  del  Padre  calificador,  quien  consigna  como 
resumen  de  sus  juicios  que  «ha  reconocido  en  la  acu- 
»sada  mucha  virtud,  con  grande  inteligencia  en  cosas 
»  de  la  Sagrada  Escritura ;  que  ha  desvanecido  los  fun- 
»damentos  del  interrogatorio  con  humildad  y  ver- 
»dad,  resultando  que  los  que  testificaron  sobre  ella 
» añadieron  mucho  y  supusieron  más;  concluyendo — 
»dice — en  cuanto  al  sujeto,  en  que  es  católica  y  fiel 
acristiana,  bien  fundada  en  nuestra  santa  fe  y  sin  nin- 
»gun  género  de  ficción» ;  y  en  vista  de  todo,  por  de- 


236  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


creto  del  Santo  Tribunal  en  10  de  Febrero  de  1650, 
quedó  suspendido  el  proceso  y  triunfante  la  pureza 
de  vida,  doctrina  y  fe  de  la  Venerable  Abadesa. 

Pocos  años  después  arreciaron  las  dolencias  que  de 
antiguo  sufria,  y  la  víspera  de  la  Ascensión,  en  el  año 
1 665 ,  cayó  herida  de  la  enfermedad  que  en  pocos  dias 
la  llevó  al  sepulcro.  Hallábase  á  su  lado  el  general  de 
la  Orden  de  San  Francisco,  Fr.  Alonso  de  Salizánes, 
que  yendo  al  capítulo  á  Santo  Domingo  rodeó  el  ca- 
mino para  conocerla,  y  admirado  con  su  modestia  y 
santidad,  le  cobró  tal  devoción  que  no  se  acertaba  á 
separar  de  su  presencia,  y  dilató  los  capítulos  para 
asistirla  hasta  lo  último  de  su  tránsito.  Concurrieron 
también  el  Padre  Samaniego ,  provincial  de  la  Orden, 
y  otros  religiosos,  y  hecho  público  el  peligro  en  la  co- 
marca, eclesiásticos  y  seglares ,  ricos  y  pobres ,  nobles 
y  plebeyos  mostraron  su  sentimiento  y  alarma,  per- 
suadidos que  era  común  y  particular  castigo  el  quitar- 
les el  Señor  á  aquella  insigne  mujer  de  su  lado.  Orga- 
nizáronse rogativas  procesionales,  no  quedó  imagen 
de  devoción  en  la  villa  y  los  contornos  que  no  se  He  va- 
ra al  convento  con  demostraciones  tales,  que  en  nin- 
guna necesidad  pública,  por  apretada  que  fuese,  se 
pudieran  hacer  mayores ;  pero  desde  el  principio  del 
mal  conoció  ella  era  llegado  el  último  trance,  y  con- 
servando, en  medio  de  crueles  dolores  y  congojas,  to- 
da la  serenidad  de  su  alma,  espiró  el  primer  dia  de 
Pascua  del  Espíritu-Santo ,  á  la  hora  de  tercia,  bendi- 
ciendo al  Señor  que,  como  ella  dijo,  \?i  había  concedi- 
do buena  muerte  y  de  espacio. 

El  pueblo  dio  testimonio  de  fe  y  admiración  por  sus 
virtudes,  concurriendo  en  muchedumbre  extraordi- 
naria al  convento  ;  los  cabildos  y  catedrales  de  Ara- 


BOSQUEJO   HISTÓRICO.  237 

gon  prodigaron  los  solemnes  oficios,  con  asistencia 
de  los  obispos ,  y  con  panegíricos  á  la  que  llamaban 
todos  la  Santa  Monja  de  Agreda,  y  ya  apuntamos  más 
arriba,  que  fuera  efecto  de  pena  ó  mera  coincidencia 
de  achaques  y  rigores  de  enfermedad,  ello  es  que 
Felipe  IV  sobrevivió  á  su  amiga  y  confidente  tan 
sólo  cuatro  meses. 

Recogidos  los  escritos  y  papeles  que  dejó  la  Vene- 
rable Madre,  atendió  la  Orden  á  satisfacer  la  devota 
emoción  de  los  pueblos,  publicando  la  Historia  de  la 
Virgen^  sobre  la  que  ya  corrian  noticia  y  elogios  en  el 
mundo,  por  examen  y  aprobación  que  prestaron  á  sus 
libros,  en  vida  de  Felipe  IV,  varones  tan  doctos  como 
fray  Juan  de  Santo  Tomas,  el  nuncio  Rospigliosi  y  el 
cardenal  César  Monti.  Pero  así  los  temas  de  doctrina, 
como  el  origen  revelado  que  lapiedad  otorgó  á  la  obra, 
pedian  gran  mesura  en  darla  á  la  prensa,  y  se  sometió 
la  cuestión  á  una  junta  de  eminentes  teólogos,  que  in- 
virtió cinco  años  en  su  examen,  publicándose  la  pri- 
mera edición  en  1670,  y  moviendo,  como  se  esperaba, 
extraordinarias  polémicas,  especialmente  en  Roma  y 
París.  La  Inquisición  romana,  recelosa  de  hallar  en 
la  obra  principios  de  quietismo,  la  prohibió  en  1681 ,  y 
aunque  r  uspendió  los  efectos  del  decreto  para  España 
y  Portugal,  tampoco  en  estos  reinos  dejaba  la  Inquisi- 
ción circular  en  libertad  el  libro. 

Carlos  II,  el  Rey  de  Portugal,  numerosos  grandes 
y  prelados  solicitaron  con  empeño  la  revocación  del 
decreto  romano  y  se  creó  una  congregación  pontificia 
especial  para  el  caso ;  pero  los  adversarios  del  dogma 
de  la  Inmaculada  movieron  guerra  á  la  obra,  como  á 
su  mayor  enemigo,  agitando  á  la  Sorbona,  y  plantean- 
do en  ella  una  de  las  más  empeñadas  luchas  de  que 


238  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


hay  memoria.  Treinta  sesiones  invirtió  la  docta  Uni- 
versidad en  discutir  la  doctrina  de  Sor  María,  formu- 
lando al  cabo  una  censura,  de  la  que  protestaron  va- 
rios doctores,  diciendo  el  Nuncio  apostólico  en  París, 
«que  sería  indecoroso  narrar  todos  los  desórdenes 
»y  manejos  que  para  alcanzar  tal  fin  se  pusieron  en 
» juego.»  Provocó  este  acuerdo  infinitas  impugnacio- 
nes, publicadas  en  Granada,  Burgos,  Cádiz,  Madrid, 
Canarias  y  Salamanca,  donde  pronunciaron  su  juicio 
favorable  al  libro ,  á  más  de  la  Universidad ,  los  1 7  Co- 
legios mayores  :  en  Francia  se  escribieron  también  fo- 
llet9S  contra  la  Sorbona,  y  la  Universidad  de  Lo  vaina 
y  la  de  Tolosa  aprobaron  la  obra  sin  que  la  Sorbona 
se  atreviera  á  defender  ni  á  sostener  su  censura,  mul- 
tiplicándose por  modo  extraordinario  las  ediciones  en 
francés,  en  italiano,  enlatin,  en  griego,  en  árabe  y  en 
polaco,  hasta  nuestros  dias,  en  los  que  venia  luz  dos 
ediciones  italianas,  una  de  lujoy  otra  popular,  dedi- 
cadas al  cardenal  Alimonda  (i). 


(i)  La  relación  de  las  polémicas  á  que  ha  dado  lugar  la  Mística  Ciu' 
dad  de  Dios,  y  de  los  estudios  teológicos,  comentarios,  defensas  y  edi- 
ciones infinitas  que  acerca  de  ese  libro  se  han  hecho,  es  por  demás  cu- 
riosa ,  pero  nos  distraería  mucho  de  nuestro  objeto  capital.  Remitiremos 
al  lector  que  desee  apurar  esos  extremos ,  á  las  diferentes  alegaciones 
apologéticas  del  P.  Bríngas  ó  del  P.  Cereseto,  y  nos  limitaremos  á  men- 
cionar en  esta  nota  algunas  noticias  de  los  puntos  más  capitales  en  la 
historia  de  las  persecuciones  y  honores  que  experimentó  el  libro  y  con 
él  la  memoria  de  su  insigne  autora.  La  primera  edición ,  publicada  en 
Madrid  en  1670,  produjo  efecto  extraordinario,  y  pasa  por  averiguado 
entre  los  apologistas,  que  las  descripciones  y  elocuentes  panegirícos  de 
la  Virgen  hicieron  viva  impresión  en  Murillo ,  y  bajo  sus  inspiraciones 
purificó  sus  ideales  y  dio  nueva  expresión  á  sus  Concepciones.  La  In- 
quisición receló  que  el  entusiasmo  popular  llegara  á  ocasionar  extravio 
en  las  conciencias,  y  recogió  el  libro  para  sujetarle  á  especial  examen; 
pero  se  autorizó  á  la  Orden  de  San  Francisco  á  publicar  una  defensa, 
que  vio  la  luz  en  1680  con  el  nombre  de  Satisfacción  por  la  religión  de  San 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  239 

La  devoción  á  la  memoria  de  la  Venerable  Madre 
creció  desde  luego,  á  punto  de  costar  trabajos  grandes 
á  los  superiores,  no  pasase  á  culto  público,  anticipando 
lo  que  la  piedad  espera  y  desea  de  las  declaraciones 
de  la  Iglesia.  En  1677  visitó  el  conventó  D.  Carlos  II 
con  D.  Juan  de  Austria  y  crecido  séquito  de  grandes; 
y  resulta  de  la  relación  que  en  su  archivo  se  conserva, 


Francisco ,  de  los  reparos  que  se  han  hecho  contra  los  tres  libros  apartes  de 
la  vida  de  la  Virgen  Marta,  Madre  de  Dios,  Reina  y  Señora  nuestra ,  que  es- 
cribió, como  en  los  mismos  libros  se  <ñce,  por  revelación  privada  la  venerable 
madre  Sor  Maria  de  yesus ,  de  la  Orden  de  San  Francisco.  Inocencio  XI 
alzó  la  prohibición,  j  Clemente  X  declaró  á  Sor  Maria  Venerable,  y 
mandó  seguir  adelante  la  causa  de  beatiñcacion.  Alejandro  VIII ,  Cle- 
mente XI,  Benedicto  XIII  y  Benedicto  XIV  reiteraron  las  declaraciones 
en  honor  del  libro  con  el  concurso  de  los  teólogos  más  eminentes  y  ca- 
lificados, deshaciendo  las  contradicciones  con  las  que  de  continuo  le 
combatían  los  jansenistas  masó  menos  declarados.  En  1834,  el  P.  Diego 
Miguel  de  Bríngas  del  Colegio  de  Misioneros  de  Santa  Cruz  de  Queré- 
taro,  publicó  el  índice  apologético  de  las  razones  que  recomiendan  la  Mís- 
tica Ciudad  de  Dios,  con  varias  cartas  apologéticas  escritas  por  algunos  sabios 
franceses^  ilustradas  con  notas  copiosas  en  que  se  combaten  algunos  escritores 
qtu  posteriormente  han  impugnado  la  Mística  Ciudad;  y  dio  también  á  la 
estampa  una  Vida  de  la  Ven,  M.  Sor  Maria,  extracto,  algo  glosado  en 
algunos  puntos,  de  la  que  escribió  el  P.  Samaniego,  y  ahora  publica 
nueva  edición  de  ella  la  Revista  mensual  que  la  Orden  Franciscana  ha 
fundado  en  la  Ciudad  de  Santiago  de  Galicia.  En  Ñapóles,  en  1827 ,  en 
Monza,  en  1866,  ven  la  luz  nuevas  ediciones  de  la  obra;  el  célebre 
jesuita  P.  Secondo  Franco,  el  canónigo  Pazzi,  moaseñor  R.  Coppola, 
el  benedictino  alemán  Lierheimer,  el  teólogo  Górres,  de  Ratisbona, 
el  P.  Strol,  el  sacerdote  bávaro  Miguel  Gintzel,  Guillermo  Volk,  el 
P.  Lechner,  el  P.  Schmóger,  el  P.  José  Krzysikiewicz,  traductor  al 
polaco  de  la  obra;  el  holandés  Zumautl,  el  P.  Huguet,  el  abate  Cathala, 
el  P.  Serafíno,  monseñor  Malou  y  oíros  muchos  que  aun  pudiéramos 
añadir,  ya  en  compendios  ó  en  comentarios,  tributan  admiración  y  en- 
comios al  libro  y  á  su  autora ,  y  hasta  en  los  Estados-Unidos  se  han 
publicado  dos  ediciones  del  Compendio  de  la  Mística^  del  P.  De  Cesare, 
traducido  al  inglés ;  y  en  el  solemne  centenario  de  San  Pedro,  celebrado 
en  Roma  el  año  67,  el  Arzobispo  de  Zaragoza  puso  á  loi^  pies  de  Pió  IX 
cincuenta  exposiciones  solicitando  la  conclusión  de  la  causa  de  beatifi- 
cación, á  las  que  accedió  el  Venerable  Pontífice,  dando  orden  é  instruc- 
ciones para  que  se  continuara. 


240  BOSQUEJO   HISTÓRICO. 


que  abierto  el  féretro  se  halló  el  cuerpo  entero  y 
lleno,  particularmente  las  manos  muy  blancas  y  her- 
mosas, y  la  cara  sin  corrupción,  aunque  amomiada  y 
seca  (i),  obsequiando  la  comunidad  al  Monarca  con 
varias  alhajas  y  reliquias,  y  entre  ellas  el  bufete  en  que 
escribió  la  Madre,  que  se  llevó  muy  alborozado  el  Rey 
para  acomodarlo  en  Madrid  y  firmar  en  él  los  decre- 
tos en  el  despacho  y  gobierno  de  la  Monarquía  (2), 
pidiéndole  las  religiosas  interpusiera  su  Real  autori- 
dad para  conseguir  el  desembarazo  de  los  libros  de  la 
divina  historia. 

Hay  memoria  de  que  visitaron  después  el  con- 
vento y  la  villa  D.*  María  Luisa  de  Saboya,  esposa  de 
Felipe  V  que  vistió  un  dia  entero  el  hábito  de  la 
Concepción;  D.*  María  Ana  de  Neuburg,  viuda  de 
Carlos  II,  en  1739,  y  otros  muchos  personajes  y  gran- 
des ;  extendiéndose  tanto  la  fama  de  estas  devocio- 
nes, que  en  la  relación  de  la  embajada  de  San  Simón, 
recientemente  publicada,  al  referir  las  instrucciones 
que  un  amigo  bien  enterado  le  facilitó  al  Duque  so- 
bre su  itinerario,  pone  en  primer  término,  como  di- 
ligencia precisa  para  ser  bienquisto  en  España,  «una 
»  visita  con  devoción  á  la  tumba  de  la  bienaventurada 
»Sor  María  de  Agreda,  con  encargo  de  cuidar  que 
»un  pariente  abate  que  llevaba  consigo  no  se  permita 
»  chanzas  jansenistas,  ni  desahogos  de  ingenio  francés, 
» porque  le  podria  suceder  que  no  volviese  completo 
»á  Francia.» 


(i)  D.  Francisco  Fabio. —  Viaje  de  Carlos  II  al  reino  de  Aragón, 
(2)  Este  bufete  se  conserva  hoy  en  el  Convento  de  las  Descalzas 
Reales  de  Madrid,  y  lo  tienen  en  gran  veneración  en  el  interior  del  Mo- 
nasterio las  religiosas. 


BOSQUEJO  HISTÓRICO.  24I 


Saint  Simón,  en  sus  memorias,  da  en  efecto  noticia 
de  haber  hecho  estación  en  la  villa  y  convento  de  la 
famosa  religiosa  María  de  Agreda,  á  la  que  supone 
ya  canonizada,  atribuyendo  con  notable  ligereza  ese 
triunfo  á  las  doctrinas  quietistas  y  al  deseo  de  buscar 
apoyos  para  la  Bula  Unigenitus.  No  le  animaba  un 
espíritu  favorable  á  los  principios  de  que  fué  campeón 
la  insigne  escritora,  y  presta  escasa  atención  á  los  re- 
cuerdos que  de  ella  se  conservaban  en  el  monasterio ; 
pero  refiere  la  visita,  en  la  que  fué  recibido  por  toda  la 
comunidad  en  la  grada,  sorprendiéndole  que  la  Aba- 
desa le  cumplimentara  y  conversara  con  él  en  bastan- 
te buen  francés. 

Contrastan  tantas  y  tan  graves  demostraciones  en 
vida  y  en  muerte  de  lo  mucho  que  significó  en  el  mun- 
do aquella  eminente  mujer,  con  la  pobreza  y  humildad 
que  eligió  y  abrazó  para  sí  y  para  su  convento,  elevan- 
do el  alma  tales  ejemplos  á  la  contemplación  de  un 
mundo  de  sentimientos  y  de  ideas  en  el  que  las  luchas 
por  la  dominación  y  la  riqueza,  que  llenan  la  historia, 
parecen  cosa  bien  mezquina  y  menuda. 

Consejera  de  reyes,  consuelo  de  princesas  en  sus 
tribulaciones,  confidente  de  magnates  y  cortesanos, 
visitada  en  su  retiro  por  privados  y  ministros,  no  te- 
nía, después  de  cuarenta  y  dos  años  de  fundado  el 
convento,  una  alfombra  para  el  altar,  ni  posibilidad 
para  comprarla ,  y,  apurada  por  la  necesidad ,  acudia  á 
D.  Francisco  de  Borja  pidiendo  si  habia  dejado  algu- 
na á  su  muerte  la  Duquesa  de  Maqueda,  de  la  que  pu- 
diera disponer  como  testamentario,  dándosela  por  mi- 
sas ó  por  algunos  oficios :  en  ocasiones  faltaba  dinero 
para  traer  de  comer ;  le  agobiaba  una  deuda  de  6.000 

ducados,  sin  hallar  medios  de  cubrirla  por  muchos 

16 


242  BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


años,  á  pesar  del  anhelo  que  tenia  por  dejar  algo  más 
desahogado  el  convento  á  su  muerte ,  y  hasta  las  col- 
gaduras para  las  más  precisas  funciones  tenia  que  to- 
mar prestadas,  llegando  á  los  mayores  ahogos  cuando, 
forzada  por  la  necesidad,  compra  una.  Ni  rentas,  ni 
fundaciones  nuevas ,  ni  donativos  de  la  piedad  ó  del 
arrepentimiento,  tan  fecundo  en  dones  cuando  inten- 
cionadamente se  le  dirige  á  tomar  los  caminos  de  la 
generosidad,  acrecientan  el  caudal  del  apartado  mo- 
nasterio, ni  enriquecen  sus  claustros  ó  camarines  con 
joyas  del  arte  ó  con  demostraciones  del  fausto ;  pero 
en  medio  de  esas  angustias  y  faltas  de  prevención  para 
asegurar  la  vida  y  el  porvenir ,  el  espíritu  de  la  Vene- 
rable Madre  vela  sin  duda  desde  el  cielo,  al  través  de 
los  siglos ,  para  mantener  á  la  comunidad  segura  y  fir- 
me en  su  modesta  y  tranquila  estrechez,  y  á  despecho, 
lo  mismo  de  visitas  de  principes  y  peregrinaciones  de 
los  magnates,  que  de  las  alteraciones  de  los  pueblos, 
se  conserva  hoy  el  convento,  pobre  pero  intacto,  tal 
como  lo  trazó  y  levantó  Sor  María,  rindiendo  culto  á 
su  memoria  las  religiosas  con  notable  tradición,  en 
estilo,  usos  y  cultura,  de  su  fundadora  insigne. 

Málaga^  15  Agosto  1883. 


FRANCISCO     SiLVELA. 


FIN. 


ADVERTENCIA, 


\ 


No  serán  inútiles,  para  apreciar  mejor  la  importan- 
cia y  autenticidad  de  los  documentos  que  publica- 
rlos, algunas  noticias  acerca  del  origen  y  condiciones 
de  los  textos  allegados  y  tenidos  á  la  vista  para  lograr 
s^a  la  obra  lo  más  completa  que  á  nuestros  medios 
^ra  dable. 

^í^l  Padre  Samaniego,  en  la  primera  edición  de  la 
f^^stica  Ciudad^  al  referir  la  vida  y  feliz  tránsito  de 
^  '^nerable  Madre,  da  ya  cuenta  de  haber  hallado 
ty^X^^    sus  papeles  las  cartas  á  Felipe  IV  y  muestra 
(/^^;;-i<:üda  intención  de  darlas  á  la  estampa,  estimán- 
dola^   como  de  preciosa  enseñanza  para  los  príncipes. 
Er^     ^án  duda  ese  manuscrito,  que  vio  Samaniego,  la 
^0F>i^^  que  por  su  mano  hacía  la  Madre  en  obediencia 
a  sua       <:onfesor,  así  de  lo  que  escribia  el  Rey  como  de 
^^^    ^^^^^spuestas;  los  originales,  dice  el  mismo  biógra- 
^^í   "^  ^e  hallaron  á  la  muerte  del  Rey  entre  sus  pape- 
1  >le^  ,       y  (,Qi|  ambiciosa  devoción  los  repartieron  entre 

>si      X<iDs  principales  ministros,  y  hoy  los  conservan 
»coxrir^  o  prenda  de  suma  estimación.» 

'^^^^^:iiios  procurado  en  primer  término  indagar  la 

sU^^  t^  y  paradero  de  esos  originales,   cuya   colec- 

d^^^       más  importante  se  encuentra  en  la  Biblioteca 

d^^   ^^ alacio  Real  de  Madrid.  Consta  de  98  cartas,  y 


-  II  — 


no  ha  sido  reliquia  salvada  del  reparto  y  conservada 
en  la  Casa  con  los  papeles  del  Rey,  sino  adquisición 
del  tiempo  de  D.  Fernando  VII.  Dos  cartas  cuenta 
en  su  rica  biblioteca  el  Sr.  Cánovas  del  Castillo,  dos 
posee  en  su  notable  colección  de  libros  y  manuscri- 
tos españoles  el  Conde  de  Benahavis,  otras  dos 
existen  en  el  Instituto  de  Jovellános,  en  Gijon;  y  no 
há  muchos  años  adquirió  la  Marquesa  de  Casa-Lo- 
ring  un  tomo  de  manuscritos,  en  el  que  hay  encua- 
dernadas 82  cartas  del  Rey  y  la  Madre,  que  alcanzan 
desde  1645  á  1665,  y  algunas  de  las  últimas  de  Feli- 
pe IV  escritas  por  mano  ajena  y  firmadas  por  él  con 
pulso  inseguro.  Tiene  el  libro  una  esmerada  encua- 
demación,  y  en  sus  tapas  se  lee  estampado  en  oro: 
«  Originales  de  la  Venerable  Madre  Sor  María  de  Je- 
»sus :  D.  Juan  de  Goyeneche.»  Encabeza  los  papeles 
una  nota  autógrafa  y  firmada  por  Fr.  Andrés  de 
Fuenmayor,  que  dice  así:  « Estos  Papeles  orijinales 
>de  Letra  de  la  Madre  son  los  que  Comenzó  á  escri- 
»vir  a  instancia  del  Rey  filipo  quarto  que  deseo  tener 
»  Consigo  La  historia  de  la  Vírjen  de  letra  de  la  M."*  y 
»el  general  fr.  P.*"  que  entonces  era,  se  la  Mando  es- 
» crivir ;  Pero  no  pudo  acabarla  ni  escrivio  Mas  que 
» catorce  quadernos ,  Por  las  Muchas  ocupaciones  y 
» enfermedades,  y  de  estos,  Los  diez  son  los  que  es- 
» tan  aqui ,  y  los  otros  quatro  tiene  Sor  Antonia  de 
» Jesús.»  Sigue  una  portada  grabada  en  madera,  á  lo 
que  parece  en  1669,  para  la  Historia  Divina  y 
Vida  de  la  Virgen  María  ^  manifestada  por  la 
misma  Señora  á  su  esclava  la  Venerable  Madre 
Sor  María  de  ^esus^  abadesa  que  fué  del  conven- 
to de  la  Inmaculada  Concepción  de  la  villa  de 
Agreda,  A  continuación  viene  el  manuscrito  de  la 


—  III  — 


4í 

k 

líe 

cac^ 


82 


ica  Ciudad j  copiado  en  limpio  por  mano  de  la 
e,  con  esmero  extraordinario,  como  dedicado 
lectura  del  Rey,  y  con  una  aprobación  del  muy 
--    P.  Fr.  Francisco  Andrés   de  la  Torre ,  califi- 
'  del  Consejo  Real  de  la  General  Inquisición  y 
sor  de  la  Superiora.  Concluye  el  tomo  con  las 
^rtas  originales  mencionadas,  algunas  otras  de 
aria  á  particulares  y  religiosas,  sin  especial  in- 
histórico,  y  un  papel  de  tres  folios,  relativo  á  la 
^^rte  de  la  reina  D.*  Isabel  y  piadosas  adverten- 
^^'í^s  al  Rey  con  tal  ocasión,  refrendado  á  i.^  de  Di- 
ciembre de  1645  por  el  mismo  Fr.  Francisco  Andrés. 
Sin  duda  que  ese  tomo  se  formó  por  alguno  de 
aquellos  ministros  principales  que  se  repartieron  pia- 
dosamente los  papeles  de  Felipe  IV  á  su  muerte;  y 
^^o  resto  de  la  propia  partición  lo  hemos  hallado  en 
Convento  de  Agreda,  donde  se  conservan  otras  32 
^^^as  originales  del  Rey  y  la  Venerable  Abadesa, 
nUC  quizás  formarian  el  lote  que  tocara  al  Marqués 
¿e  «Falces,  gran  personaje  en  la  corte,  cuya  viuda, 
muy  devota  amiga  de  la  Madre,  se  retiró  de  Madrid, 
vivió  y  murió  santamente  en  el  convento,  y  allí  lleva- 
ría aquellas  reliquias  de  la  fundadora. 

En  el  convento  de  Agreda  se  conserva  un  trozo 
del  libro  que ,  como  copiador  de  sus  cartas  y  respues- 
tas del  Rey,  llevaba  de  su  letra  la  Madre ;  pero  no 
alcanza  ese  precioso  documento  sino  hasta  fin  del 
año  1655,  comprendiendo  460  cartas.  Entre  los  res- 
tos del  archivo  del  convento  francisco  de  Santo  Do- 
mingo de  la  Calzada  hemos  hallado  cinco  cuader- 
nillos sueltos  con  30  cartas,  no  conocidas  antes,  fe- 
chadas desde  24  de  Diciembre  de  1650  á  29  de  Se- 
tiembre de  1 65 1,  copiadas  por  la  Madre,  y  que  en 


—   IV   — 


letra,  papel  y  fechas  enlazan  del  todo  con  el  copia- 
dor de  Agreda ,  revelando  á  las  claras  ser  fragmentos 
de  la  propia  obra,  que  tomarían  sin  duda  los  Supe- 
riores al  fallecer  la  Abadesa,  llevándolos  á  Santo  Do- 
mingo como  reliquia  de  su  santa  hermana  en  religión. 
Hay  también,  entre  esos  mismos  papeles,  155  cartas 
posteriores  en  fecha  á  1655,  asimismo  autógrafas  de 
la  Venerable  Madre,  pero  en  hojas  sueltas  y  con  ta- 
chaduras al  descuido,  que  las  hacen  aparecer  más 
como  borradores  que  copias  para  guardar ;  pero  pro- 
curando valemos  de  los  textos  que  ofrecen  más  con- 
diciones de  autenticidad,  las  hemos  preferido,  como 
original  de  nuestra  publicación,  á  las  copias  de  mano 

ajena. 

De  estas  copias,  más  ó  menos  completas,  hay  mu- 
chas en  bibliotecas  públicas  y  particulares,  mere- 
ciendo el  primer  lugar,  por  ser  sin  duda  tomado  di 
rectamente  de  los  originales ,  un  manuscrito  admira- 
blemente conservado,  con  primorosa  portada  en  tinta 
roja,  que  se  halla  en  el  convento  de  Agreda  y  que 
contiene  234  cartas,  desde  la  del  16  de  Julio  de  1643 
á  la  última  del  27  de  Marzo  de  1665. 

En  la  primera  hoja  hay  una  advertencia,  en  la  que 
se  dice :  «Trajo  el  libro  al  convento  la  Excma.  S.™ 
»  Marquesa  de  Falces,  cuando  vino  á  tomar  el  santo 
» hábito  el  año  1681 :  es  copiado  de  las  cartas  del  se- 
» flor  Felipe  IV,  que  se  hallaron  en  el  escritorio  de 
»S.  M. ;  y  siendo  gran  privado  del  Sr.  Carlos  II  y  del 
» Sermo.  Sr.  D.  Juan  de  Austria,  el  Sr.  Marqués  de 
» Falces  y  de  Santistéban,  virey  que  fué  de  Galicia, 
» embajador  de  Alemania,  tuvo  la  ocasión  de  hacer 
»y  recoger  este  libro.» 

En  la  Biblioteca  Nacional  existe  otro  manuscrito 


—  V  — 


de  letra  de  la  propia  época  con  las  mismas  234  car- 
tas, y  esa  circunstancia,  unida  á  que  se  notan  en  él 
los  propios  errores  en  la  colocación  por  fechas  que 
tiene  el  manuscrito  del  Marqués  de  Falces,  parece 
indicar  que  es  copia  de  él  fielmente  trasladada. 

En  la  Biblioteca  Nacional  de  París,  en  un  tomo  de 
varios,  encabezado  con  una  solicitud  de  D.  Pedro 
de  Ayala,  archivero  de  Simancas,  pidiendo  aumento 
en  su  sueldo  de  700  maravedís,  y  alegando  los  gastos 
que  de  su  peculio  hacía  para  salvar,  dice,  «aquella 
»joya,  compadecido  de  ver  su  total  ruina»,  se  ha- 
llan en  copia  42  cartas  y  el  papel  que  la  Madre  es- 
cribió al  Rey,  con  ocasión  de  la  enfermedad  y  muer- 
te del  príncipe  D.  Baltasar  Carlos. 

La  Academia  de  la  Historia  posee  otro  manuscrito 
casi  igual  al  de  la  Biblioteca  Nacional,  también  de 
copias;  otro  de  letra  del  siglo  pasado  hemos  adquirido 
poco  há ;  y  procedente  del  convento  de  capuchinos 
del  Pardo  poseemos  otro  con  45  cartas,  distintas  de 
las  que  contienen  los  manuscritos  de  la  Biblioteca 
Nacional  y  la  Academia.  Entre  los  papeles  del  con- 
vento de  Santo  Domingo  hay,  ademas  de  las  copias 
autógrafas  citadas,  varios  libros  y  legajos  con  548 
cartas  en  copias  de  letra  del  tiempo. 

Resulta  de  esa  enumeración  de  textos,  traidos  á  la 
vista  para  publicar  esta  obra,  que  218  cartas  son  to- 
madas de  los  propios  autógrafos  que  mediaron  entre 
el  Rey  y  la  Madre ;  361  cartas  están  tomadas  de  co- 
pias ó  minutas  escritas  por  Sor  María,  y  sólo  35  pro- 
ceden de  copias  por  mano  ajena. 

No  obstante  tal  dispersión  de  los  originales  y  tal 
abundancia  de  copias,  no  hallamos,  entre  historiado- 
res y  eruditos,  otra  mención  de  esta  correspondencia. 


—   VI   — 


entre  Felipe  IV  y  Sor  María,  que  la  de  una  excelente 
lámina,  en  la  que  aparecen  fielmente  trasladados  un 
autógrafo  del  Rey,  del  28  Abril  1648,  y  la  respuesta 
de  la  Madre,  como  modelo  paleográfico,  en\?i£s- 
cíiela  de  leer  letras  antiguas^  del  P.  Andrés  Merino 
de  Jesucristo,  religioso  escolapio,  publicada  en  Ma- 
drid en  1780.  Al  comentar  en  el  texto  el  facsímile  de 
la  página  358,  se  dice  conservaba  el  original  el  Arzo- 
bispo Lorenzana  con  el  aprecio  que  merecia ,  «  que  la 
» letra  de  Felipe  IV  denota  bastante  agilidad  y  ma- 
»nejo  en  la  pluma  y  conserva  mucho  del  gusto  anti- 
»guo;yla  de  la  Venerable  Madre  es  clara,  y  que 
» puede  poner  fin  á  la  obra,  porque  desde  aquellos 
» tiempos  á  los  nuestros  no  ha  tenido  otra  variación 
»sino  la  mayor  ó  menor  habilidad  en  el  que  la  escri- 
»bió;»  y  añade  :  «que  como  esas  cartas  no  sabe  se 
» hayan  dado  á  la  estampa,  le  pareció  que  el  público 
» agradecería  su  lectura,  siendo  de  personas  tan  reco- 
»mendables,  y  así  las  pone  enteras,  continuándolas 
»  en  impresión  donde  concluye  la  lámina  grabada. » 

Un  distinguido  literato  francés,  muy  dado  á  estu- 
dios de  nuestros  escritores,  M.  Germond  Lavigne, 
publicó  La  s(£ur  Marte  a' Agreda  et  Philippe  IVroi 
d Espagne^  París,  1855,  con  las  42  cartas  que  se  ha- 
llan en  el  manuscrito  de  la  Biblioteca  Imperial,  y  un 
prólogo  y  apéndices  que  dan  idea  de  la  importancia 
del  documento:  á  él  toca  sin  disputa  la  gloria  de 
haber  fijado  la  atención  en  tan  olvidado  venero  de 
noticias  para  la  historia  del  siglo  xvii.  Muy  luego  la 
publicación  de  Germond  Lavigne  fué  vertida  al  ale- 
mán por  Guillermo  Volk,  con  el  nombre  de  Ludovico 
Clarus  S.  Agreda  und  Philippe  IV,  Ratisbone,  1856, 
y  ya  recordamos  al  principio  que  el  Sr.  Cánovas  en 


vil  — 


su  Bosquejo  de  la  casa  de  Austria  y  apreció,  en  lo 
que  á  aquel  trabajo  importaba,  la  correspondencia 
contenida  en  las  copias  de  la  Biblioteca ;  todo  lo  cual 
nos  movió  á  completar  la  colección,  llegando  á  reunir 
634  cartas,  deduciendo  por  fechas  y  referencias  que 
faltan  poquísimas  para  poseer  cuantas  se  escribieron 
ambos  personajes.  De  ellas  figuran  4  en  el  primer 
Apéndice,  y  sólo  hemos  apartado  de  la  publicación  16 
de  la  Madre,  por  ser  totalmente  insignificantes,  meros 
avisos  de  recibo  ó  protestas  de  cortesía.  Era  mengua, 
en  verdad,  que  de  tal  tesoro,  ya  estimado  aunque  en 
tan  reducida  parte  por  los  extranjeros,  no  hubiese 
en  España  otra  publicación  que  la  de  ocho  cartas 
tomadas  de  las  que  encabezan  el  manuscrito  de  la 
Academia  de  la  Historia  é  insertas  en  el  Epistolario 
Español  y  coleccionado  por  D.  Eugenio  de  Ochoa  para 
la  Biblioteca  de  Autores  Españoles ^  llamada  de  Riva- 
deneyra. 

En  cuanto  á  la  ortografía  de  las  cartas  no  podia 
pensarse  en  seguir  la  que  aparece  en  las  copias ;  pero 
hemos  dudado  si  debería  trascribirse  literalmente  al 
molde  la  de  los  ejemplares  autógrafos  del  Rey  y  la 
Superiora,  decidiéndonos  por  respetar  el  texto  como 
en  los  documentos  aparece,  sin  más  alteraciones  que 
las  relativas  á  la  puntuación,  y  suprimir  las  mayúscu- 
las impropiamente  usadas,  que  harian  molesta  y  con- 
fusa la  lectura,  en  impreso,  de  los  escritos  de  aquel 
tiempo,  poco  cuidados  por  lo  común  en  la  observan- 
cia de  esa  parte  de  la  gramática. 

El  retrato  que  hemos  hecho  estampar  ofrece  con- 
diciones de  autenticidad  bastante  seguras ;  es  copia, 
muy  felizmente  trazada,  de  uno  que  se  halla  en  los 
papeles  del  ya  citado  convento  de  Santo  Domingo  de 


—  VIII  — 

la  Calzada,  de  la  propia  Orden  de  San  Francisco,  y 
adonde  concurrieron  para  celebrar  capítulo  los  Supe- 
riores, que  se  hablan  desviado  de  su  camino  y  retrasa- 
do la  asamblea  para  asistir  en  su  tránsito  á  la  Venera- 
ble Madre.  Es  de  creer  que  en  la  piedad  y  celo  por  su 
memoria,  acrecentados  con  su  muerte,  llevaran  allí 
los  que  llegaban  de  Agreda  la  más  fiel  imagen  de  la 
Superiora,  y  lo  confirma  la  circunstancia  de  tener 
gran  parecido  con  ese  dibujo  los  grabados  más  anti- 
guos, que  hemos  visto  en  las  portadas  de  1669  parala 
primera  edición  de  su  Mística  Ciudad;  perdiéndose 
después  totalmente  la  tradición  de  su  severo  sem- 
blante y  de  la  enérgica  expresión  de  sus  labios  y  su 
mirada,  en  las  estampas  y  cuadros,  que  se  han  dibu- 
jado al  capricho  en  años  posteriores. 


Cartas  de  Sor  María  de  Jesús 


DEL  Rey  Felipe  iv. 


Nota  escrita  por  la  Venerable  Madre,  que  precede  á  las  copias  conservadas  en  el 
convento  de  la  Purísima  Concepción  de  la  villa  de  Agreda. 


+ 


J.  M.  J. 

Pasó  por  este  lugar  y  entró  en  nuestro  convento 
el  Rey  nuestro  Señor,  á  lo  de  Julio  de  1643,  y  dejó- 
me mandado  que  le  escribiese ;  obedecíle ,  y  en  seis 
ó  siete  cartas  le  dije  que  oyese  á  los  siervos  de  Dios 
y  atendiese  á  la  voluntad  divina  que  por  tantos  ca- 
minos se  le  manifestaba,  y  también  supliqué  á  S.  M. 
que  mandase  quitar  los  trajes  profanos,  como  incen- 
dio de  los  vicios ;  ofrecíle  las  oraciones  de  la  Comu- 
nidad y  las  pobres  mias ;  pedile  obligase  al  Altísimo, 
mejorando  y  perfeccionando  las  propias  costumbres. 
Después  me  escribió  la  carta  siguiente  ' : 

I  Así  este  encabezamiento,  como  las  más  de  las  cartas  que  siguen,  están 
escritas  de  letra  de  la  V.  Madre ,  á  la  que  su  confesor  ordenó  tomar  copia  de  sus 
cartas  y  de  las  de  S.  M.— Véase  ademas  el  apéndice  nüm.  i. 


—  2   — 


I. 


Del  Rey. 

Zaragoza  Sof  María  de  Jesús  :  Escríboos  á  media  máríren,  porque  la  res- 
1643.  puesta  venga  en  este  mismo  papel ,  y  os  encargo  y  mando  que 
esto  no  pase  de  vos  á  nadie. 

Desde  eldia  que  estuve  con  vos,  quedé  muy  alentado  por  lo 
que  me  ofrecisteis  rogaríais  á  nuestro  Señor  por  mí  y  por  los 
buenos  sucesos  de  esta  Monarquía,  pues  el  afecto  con  que  os  re- 
conocí entonces,  á  lo  que  me  tocaba,  me  dio  gran  confianza  y 
aliento. 

Yo,  como  os  dije,  salí  de  Madrid  sin  medios  humanos,  fiando 
sólo  en  los  divinos,  que  son  los  únicos  para  conseguir  lo  que  se 
desea.  Nuestro  Señor  ha  empezado  á  obrar  en  mi  favor,  trayendo 
la  flota  '  y  socorriendo  á  Oran  ^ ,  cuando  menos  la  aguardába- 
mos; con  que  he  podido  disponer  estas  armas  (aunque  con  gran 
trabajo  y  tardanza,  por  la  escasez  del  dinero);  de  modo  que 
espero  empezarán  á  obrar  esta  semana.  Yo ,  aunque  suplico  á 
Dios  y  á  su  Madre  Santísima  nos  asistan  y  ayuden ,  fio  muy  poco 
de  mí,  porque  es  mucho  lo  que  le  he  ofendido  y  ofendo,  y  jus- 
tamente merezco  los  castigos  y  aflicciones  que  padezco;  y  así 
acudo  á  vos,  para  que  me  cumpláis  la  palabra  que  me  disteis  de 
clamar  á  Dios  para  que  guie  mis  acciones  y  mis  armas,  de  ma- 
nera que  consiga  la  quietud  de  estos  reinos  y  una  paz  universal 
en  la  crístiandad. 

Por  la  frontera  de  Portugal  nos  infestan  los  rebeldes  portu- 
gueses, obrando  contra  Dios  y  contra  su  Rey  natural. 

1  La  flota,  á  que  alude ,  es  la  que  llegó  á  Gibraltar  con  los  caudales  de  Méjico 
en  los  últimos  dias  de  Julio. 

2  £1  socorro  de  Oran  lo  dispuso  el  Duque  de  Arcos,  á  la  sazón  Virey  de  Va- 
lencia, enviando  provisiones  y  pertrechos  en  dos  navios  ingleses,  cuya  noticia 
se  supo  en  Madrid  el  9  de  Agosto. 


—  3  — 

Las  cosas  de  Flándes  están  en  gran  aprieto  y  riesgo  de  una 
sublevación ,  si  Dios  no  entra  de  por  medio  con  el  remedio ;  y 
estas  cosas  de  este  Reino,  aunque  con  mi  presencia  se  han  mejo- 
rado algo,  temo  que,  sí  no  tenemos  algún  buen  suceso  que  aliente 
á  estos  naturales,  se  han  de  desanimar  y  tomar  alguna  resolución 
muy  dañosa  para  esta  Monarquía.  Sin  duda  los  aprietos  son  mu- 
chos y  grandes ,  y  tras  esto  os  confieso  que  no  es  esto  lo  que  más 
me  aflige ,  sino  tener  por  cierto  que  esto  nace  de  tener  enojado  á 
nuestro  Señor;  y  como  El  sabe  que  deseo  desenojarle  y  cumplir 
con  mi  obligación  en  todo,  quisiera  que,  si  por  algún  camino 
llegáis  á  entender  qué  es  su  santa  voluntad  que  yo  haga  para 
aplacarle,  me  lo  escribáis  aquí,  porque  yo  ando  con  deseo  de 
acertar  y  no  sé  en  qué  yerro. 

Algunos  religiosos  me  dan  á  entender  que  tienen  revelaciones, 
y  que  Dios  manda  que  castigue  á  éstos  ó  á  aquéllos  y  que  eche  de 
mi  servicio  á  algunos. 

Bien  sabéis  vos  que  en  esto  de  revelaciones  es  menester  gran 
cuidado,  y  más  cuando  hablan  estos  religiosos  contra  algunos  que 
verdaderamente  no  son  malos  ni  les  he  reconocido  nunca  cosa 
que  parezca  pueda  dañar  á  mi  servicio;  y  juntamente  aprueban 
á  otros  que  no  tienen  buena  opinión  en  su  modo  de  proceder,  y 
que  el  sentir  universal  de  ellos  es  que  son  amigos  de  revolver  y 
poco  seguros  en  la  verdad. 

Espero  que  me  cumpliréis  la  palabra  que  me  disteis ,  y  me  ha- 
blaréis con  toda  claridad  como  á  confesor,  pues  los  reyes  tenemos 
mucho  de  ellos,  no  rigiéndoos  por  las  voces  del  mundo,  que 
éstas  no  suelen  ser  muy  verdaderas  por  los  fines  de  los  que  las 
mueven,  sino  sólo  por  la  inspiración  de  Dios,  ante  quien  pro- 
testo (y  acabo  de  recibirle)  que  en  todo  y  por  todo  deseo  cum- 
plir con  su  santa  ley  y  con  la  obligación  en  que  me  ha  puesto  de 
Rey,  y  espero  de  su  misericordia  se  ha  de  doler  de  nosotros  y 
ayudarnos  á  salir  bien  de  estas  aflicciones.  El  mayor  favor  que 
podré  recibir  de  su  bendita  mano  es  que  el  castigo  que  dá  á  estos 
reinos,  me  lo  dé  á  mí,  pues  soy  yo  quien  lo  merezco  y  ellos  no, 
que  siempre  han  sido  y  serán  verdaderos  y  firmes  católicos. 

Espero  que  me  habéis  de  consolar  con  vuestra  respuesta,  y 


—  4  — 

que  he  de  tener  en  vos  una  verdadera  intercesora  con  nuestro 
Señor  para  que  me  ayude  y  alumbre,  y  me  saque  de  los  trabajos 
en  que  hoy  me  hallo. 
Zaragoza  4  de  Octubre  1643. —  Yo  el  Rey. 


II. 


De  Sor  María. 


13  de  Octubre  Señor  :  La  de  V.  M.,  escrita  en  4  de  Octubre,  he  recibido  en 
10  del  dicho  mes:  la  dilación  la  habrá  ocasionado  el  traerla  un 
religioso  de  mi  Orden,  que  venía  á  pié,  y  por  evitar  este  incon- 
veniente lleva  la  respuesta  un  propio. 

Con  humildad  y  obediencia  admito  el  favor  que  me  hace  V.  M., 
y  con  ella  respondo  sin  licencia  de  nadie  y  reservando  el  secreto 
en  mi  pecho. 

Lo  que  ofrecí  á  V.  M.  en  este  convento,  desde  entonces  y  an- 
tes estoy  ejecutándolo  incesantemente,  pidiendo  al  Todopode- 
roso con  veras  el  buen  suceso  en  todas  las  cosas  tocantes  á  esta 
Monarquía  y  persona  de  V.  M.,  porque  con  afecto  y  deseos  en- 
trañables de  su  buen  acierto  miro  á  V.  M.  y  á  estos  reinos. 

La  salida  de  V.  M.  de  Madrid ,  aunque  contradicha ,  no  la 
juzgo  desacertada,  cuando  V.  M.  se  movió  á  hacerla  á  la  sombra 
y  amparo  del  Altísimo,  fiando  de  su  Providencia  y  confiando  en 
su  santo  nombre,  como  hizo  San  Pedro  cuando  echó  la  red  en 
el  mar;  y  esta  confianza  habrá  alcanzado  los  buenos  sucesos,  que 
V.  M.  refiere,  de  la  flota  y  socorro  de  Oran;  y  con  la  misma  con- 
fianza, apartando  todo  óbice  é  impedimento  que  estorbe  á  la 
voluntad  divina,  puede  V.  M.  animarse  para  nuevos  empleos 
y  empresas;  que  cuando  el  motivo  y  el  fin  no  desayudan,  asiste 
el  Señor  por  intercesión  de  su  Santísima  Madre,  siendo  invocada 
para  tales  obras.  El  reconocimiento  propio  y  fiar  poco  V.  M.  de 
sí  mismo,  atendiendo  á  los  efectos  que  trae  consigo  la  natu- 


raleza  humana  fraguada  de  barro,  no  impide  las  obras  maravillo- 
sas del  Señor ;  antes  las  granjea  y  solicita ,  como  le  sucedió  al 
rey  David  después  del  reconocimiento  y  dolor  de  sus  quiebras. 

Yo  ofrecí  á  V.  M.  clamar  al  Señor  con  veras,  y  ahora  renuevo 
este  ofrecimiento  con  oraciones,  penitencias  y  lágrimas,  pidién- 
dole que,  como  piadoso  Padre,  mire  misericordioso  la  buena  y 
recta  intención  de  V.  M.  y  su  afligido  corazón ;  que  el  conside- 
rarle en  este  estado  hace  que  el  mió  se  aflija,  gima  y  llore  de  lo 
íntimo  de  mi  alma.  Confieso  ingenuamente  que  estos  reinos  y 
Monarquía  de  V.  M.  están  en  conocido  peligro  y  en  grande  aprie- 
to; y  el  haber  entre  príncipes  y  reyes  católicos  guerras  y  disen- 
siones es  castigo  del  Altísimo,  para  solicitar  la  enmienda  en  los 
delitos  en  que  ha  sido  su  ofensa ;  y  esta  corrección  nace  del  amor 
con  que  ama  y  quiere  la  Divina  Majestad  estos  reinos  católicos 
y  ásu  gran  Monarca,  que  nació  con  tantas  obligaciones;  pero 
cuando  cesan  las  costumbres  antiguas  y  se  renuevan  en  el  Señor, 
sabe  Su  Majestad  trocar  los  castigos,  amenazas  y  rigores,  en  be- 
neficios ,  caricias  y  favores.  Yo  fio  en  la  clemencia  del  Muy  Alto,, 
que  perseverará  V.  M.  en  sus  rectos  y  santos  propósitos,  si- 
guiendo todos  esta  vereda;  castigando  lo  malo  y  administrando 
justicia  cuando  es  necesario,  sin  atender  á  respetos  humanos; 
procurando  que  el  pobre ,  por  serlo ,  no  sea  abatido  (que  se  hizo 
Dios  pobre  por  nosotros  en  este  mundo),  sino  antes  por  su  hu- 
mildad ensalzado,  y  el  rico  y  soberbio  humillado  cuando  no  se 
gobierna  por  los  aranceles  de  la  ley  de  Dios ;  premiando  también 
lo  bueno,  que  la  misericordia,  bondad  y  justicia  en  Dios  iguales 
atributos  son ,  y  después  de  esto  se  siguen  prósperos  sucesos. 

£1  desacreditar  á  unos  para  introducir  á  otros,  no  lo  aprue- 
bo ni  abono ,  cuando  se  puede  decir  lo  que  conviene  sin  tocar  á 
la  honra  del  prójimo;  si  no  es  que  las  personas  que  han  hablado 
á  V.  M.  quieran  decir  que  algunos  asisten  muy  cerca,  que  los 
juzgan  por  oficiosos  é  inútiles  para  gobierno,  porque  es  diferente 
la  virtud  esencial  de  cada  uno,  á  la  ciencia  y  sabiduría  del  go- 
bernar ;  y  que  podían  asistir  otros  que ,  por  más  talento  y  capa- 
cidad, vengan  á  ser  de  más  provecho;  porque  como  el  gobierno 
es  de  una  monarquía  tan  dilatada,  es  fuerza  sean  grandes  los  cau- 


—  6  — 

dales,  y  pues  Dios  repartió  desigualmente  los  talentos,  es  fuerza 
haya  desiguales  sujetos,  unos  más,  otros  menos;  y  el  dafio  ma- 
yor es  que,  debiendo  mirar  todos  al  bien  común  y  el  de  su  prín- 
cipe y  rey,  siendo  desinteresados,  se  ceban  en  sus  bienes,  ende- 
rezándolos á  sus  propias  comodidades. 

Señor  mió:  esto  sucede  en  la  paz  y  en  la  guerra  ;  con  que  V.  M. 
y  sus  reinos  están  pobres,  y  todos  los  que  andan  en  la  masa  prós- 
peros y  ricos;  cada  uno  procura  más  llegarse  al  fuego,  por  recibir 
más  calor  en  los  bienes  de  fortuna,  y  por  eso  se  tienen  envidia  y 
se  hacen  emulación  unos  á  otros.  En  el  tiempo  presente,  sería 
mejor  igualarlos  á  todos  oyéndoles,  de  suerte  que  cada  uno  piense 
es  el  más  allegado,  sin  que  de  la  voluntad  de  V.  M.  reciban  más 
unos  que  otros.  Por  esto  dispuso  el  autor  de  la  naturaleza  que  el 
corazón  estuviese  en  medio  del  cuerpo,  para  que  vivifique  y  acu- 
da igualmente  á  todas  las  partes,  y  el  sol  á  todos  alumbra  sin 
distinción.  'Esas  personas  que  hablaron  á  V.  M.  pudieron  tener 
otro  motivo  fundado  en  el  común  sentir  del  mundo,  que  abomi- 
nan del  gobierno  pasado ,  pareciéndoles  que  estas  desdichas  y  ca- 
lamidades se  originan  de  él;  y  como  tan  apriesa  no  se  ven  buenos 
sucesos  y  aciertos ,  paréceles  que  gobierna  quien  gobernó  antes; 
pues  han  de  favorecer  los  que  están  á  la  vista  de  V.  M.  al  que 
los  puso  en  ella ,  y  también  la  carne  y  sangre  hace  su  oficio;  y  no 
fuera  desacertado  dar  una  prudente  satisfacción  al  mundo  que  la 
pide,  porque  V.  M.  necesita  de  él  '. 

Esto  mejor  se  dispusiera  de  otra  manera,  que  fiándolo  á  la 
pluma,  pues  por  escrito  es  imposible  satisfacer  á  V.  M.  adecuada- 
mente, y  confio  que,  si  V.  M.  obra  lo  que  el  Señor  quiere.  El  ha 
de  dar  cumplido  consuelo  y  prósperos  sucesos  á  su  Monarquía, 
porque  su  divina  clemencia  quiere  le  granjeemos  su  nMsericor- 
dia  y  usar  de  ella  con  su  pueblo ,  y  afligirnos  y  corregirnos 
para  que  no  la  desmerezcamos.  Ofrezco  con  toda  verdad  y  afecto 
de  sierva ,  clamar  al  Señor  con  todos  mis  pobres  ejercicios ,  pe- 
nalidades y  obras  y  con  las  de  la  Comunidad ,  que  hacen  con- 

I  Alude,  sin  duda  alguna,  á  la  Duquesa  de  Olivares,  al  Duque  de  Medina 
de  las  Torres,  al  Marqués  de  Ma}rrena  y  otros  parientes  y  allegados  del  Conde- 
Duque,  que  ocupaban  aún  cargos  en  la  Corte. 


—  7  — 

tfnuas  rogativas,  y  de  pedir  al  Altísimo,  por  intercesión  de  su 
Santísima  Madre  concebida  sin  pecado,  tome  por  su  cuenta  el 
alcanzarnos  lo  que  con  tantas  ansias  desea  V.  M.  Dilátele  Dios  su 
corazón  á  V.  M.,  le  guarde,  prospere  y  aumente  en  paz,  hacién- 
dole Rey  feliz  y  dichoso. 

En  la  Concepción  Descalza  de  Agreda,  Octubre  á  13  de  1643. 
— Humilde  sierva  de  V.  M.  —  Sor  María  de  Jesús. 


III. 


Del  Rey. 


Sor  María:  Mucho  me  he  holgado  con  vuestra  respuesta,  pues     zangoza 

/•i_i.«^j*  .  m  •  .  16  de  Octubre 

OS  confieso  ha  dilatado  mi  corazón  juzgando  que  las  oraciones  y  ^^^^ 
ejercicios  que  hacéis  vos  y  esa  t:omunidad ,  han  de  ser  causa  para 
alcanzar  de  nuestro  Señor  los  sucesos  que  ha  menester  esta  Mo- 
narquía para  su  reposo  y  quietud.  Ahora  es  menester  apretar, 
pues  es  el  tiempo  que  está  acampado  el  ejército,  y  cada  dia  se 
pueden  esperar  sucesos  de  consideración ;  y  cuanto  más  temo  que 
por  mi  parte  los  desmerezco,  tanto  más  he  menester  acudir  á 
que  los  buenos  rueguen  á  Dios  por  mí.  Bien  sabe  su  Divina  Ma- 
jestad que  deseo  cumplir  con  su  santa  ley  como  hombre  y  con 
mi  obligación  como  Rey ,  y  que  para  ello  pongo  los  medios  que 
alcanzo,  procurando  que  se  administre  justicia  con  rectitud  y 
entereza,  y  que  en  todo  se  vaya  caminando  por  el  camino  más 
derecho  al  servicio  de  nuestro  Señor ;  pero  no  es  posible  que  en 
breve  tiempo  se  remedien  los  daños  que  se  han  ocasionado  en 
muchos  días.  En  lo  que  toca  á  apartarme  del  camino  y  modo  del 
gobierno  pasado\  estoy  resuelto;  y  aunque  no  faltan  personas 
que  quieran  ostentar  algún  valimiento  ( pues  esto  es  cosa  muy  na- 
tural en  los  hombres),  viven  engañados;  que  yo  procuro  valerme 
de  todos,  cada  uno  en  lo  que  le  toca,  y  fio  de  la  misericordia  de 
Dios  que  me  mantendré  sin  dar  nota  con  razón  en  este  punto. 


—  8  — 

y  espero  que  luego  llegarán  á  vuestra  noticia  y  de  todos  nuevas 
que  acrediten  mi  verdad  y  aseguren  al  mundo  que  lo  pasado  se 
acabó;  porque,  aunque  en  realidad  de  verdad  esto  es  cierto,  hay 
quien  lo  dude,  y  asf  he  resuelto  que  los  efectos  les  muestren  mi 
verdad  ».  En  todo  deseo  hacer  la  voluntad  [de  nuestro  Señor,  y 
si  faltare  en  algo  será  como  hombre  frágil  y  no  de  malicia.  Yo  os 
pido,  que  si  vos  entendéis  con  más  individualidad  cual  es  la  vo- 
luntad de  Dios  que  yo  ejecute,  me  lo  advirtáis ,  porque  sólo  de- 
seo ejecutarle  en  todo,  y  de  muy  buena  gana  le  ofreceré  mi 
vida ,  si  con  perderla  consiguiese  la  restauración  de  mis  reinos  y 
la  paz  de  la  Cristiandad.  Fio  de  su  misericordia  y  de  la  interce- 
sión de  su  Madre  Santísima  se  ha  de  doler  de  nosotros  y  ayudar- 
nos en  los  aprietos  presentes,  sacándonos  bien  de  ellos. 
De  Zaragoza  á  i6  de  Octubre  de  1643.  — Yo  el  Rey. 


IV. 
De  Sor  María. 


25  de  Octubre  Señor:  Con  ésta  de  V.  M.  he  tenido  singular  consuelo,  por 
alentar  en  ella  mis  esperanzas  á  la  ejecución  de  lo  que  conviene; 
y  sólo  el  decirme  V.  M.  que  le  pueden  ser  de  algún  alivio  mis 
respuestas,  dará  ánimo  ámi  encogimiento  para  escribirlas. 

Confieso  que  de  lo  que  más  necesita  la  Monarquía  de  V.  M., 
es  de  paz :  ésta  se  alcanzará  con  la  justicia ,  porque  David  juntó 

I  Díjose  por;entónces  en  Madrid  que  las  mudanzas  en  los  cargos  de  la  Corte, 
que  coincidieron  con  la  fecha  de  esta  carta ,  las  habia  causado  un  memorial  del 
reino  de  Aragón,  dado  á  S.  M.;  pero  Matías  de  Novoa,  que  estaba  en  la  comitiva 
del  Rey  en  Zaragoza,  dice  sólo  asf :  «  £1  martes  3  de  Noviembre  se  comenzó  á 
levantar  nueva  borrasca  entre  los  validos :  mandóse  á  D.  Enrique  de  Guzman 
saliese  de  Zaragoza  y  se  fuese  donde  estaba  su  mujer;  hizo  sus  réplicas,  pero 
obedeció  y  tomó  la  posta  con  mucho  sentimiento,  porque  el  dia  antes  mandaron 
á  la  Condesa  de  Olivares  que  saliese  de  Palacio  y  se  fuese  á  Loeches  y  después 
á  Toro.  Obedeció  y  tomó  á  su  nuera ,  mujer  de  D.  Enrique,  y  á  la  Condesa  de 
Grajal.»  Por  lo  que  se  ve ,  no  fué  sin  duda  otro  el  memorial,  que  los  consejos  de 
Sor  María. 


—  9  — 

estas  dos  virtudes  y  nunca  se  vio  ser  un  príncipe  fielmente  ser- 
uidd,  sino  es  temido ;  y  el  temor  no  se  consigue  sin  alguna  de- 
mostración prudente  de  rigor;  y  como  la  justicia  consiste  princi- 
palmente en  dar  á  cada  uno  lo  que  le  pertenece,  usando  de  ella 
V.  M.  hará  que  en  primer  lugar  se  le  dé  á  Dios  el  culto,  reveren- 
da y  servicio  que  le  debemos ,  como  hijos  de  la  Iglesia  y  profeso- 
res de  su  fé  santa,  evitando  las  ofensas  que  le  hacemos,  casti- 
gando al  malo  y  premiando  al  bueno;  y  en  segundo  lugar,  el 
cumplimiento  de  buenos  vasallos  y  fieles  á  su  Rey  y  Monarca; 
y  tanto  más  cuanto  V.  M.  defendiere  la  causa  del  Altísimo,  cor- 
rerá por  su  cuenta  la  de  V.  M.  y  se  podrá  animar  á  la  con- 
fianza. 

Los  triunfos  de  la  fé  y  la  esperanza  en  el  que  todo  lo  puede, 
son  grandes;  porque  á  los  que  remedió  el  Redentor  del  mundo 
en  este  valle  de  lágrimas  les  deda  que  por  la  fé  eran  salvos;  y  el 
buen  ánimo  es  hermosísimo  reverenciador  de  Dios,  porque  el 
dilatado  corazón  emprende  grandes  cosas;  y  éstas,  obradas  en  la 
pequeñerde  la  capacidad  humana,  descubren  la  asistencia  del 
Todopoderoso  y  dan  ocasión  á  su  alabanza. 

Todo  esto  deseo  en  V.  M.  y  lo  ha  menester  para  la  reparación 
desús  reynos.  Vístase  y  guarnézcase  V.  M.  de  fortaleza,  y  la  más 
firme  es  la  que  Dios  comunica  á  sus  amigos  por  la  gracia:  no  se 
la  negará  á  V.  M.,  si  con  dolor  de  lo  pasado  hay  enmienda  en  lo 
futuro,  y  el  testimonio  de  la  buena  conciencia  da  confianza  en 
Dios,  fortaleza  contra  los  hombres  y  los  demonios,  y  denodado 
ánimo  para  cosas  grandes. 

Muchas  veces  he  ofreddo  á  V.  M.  que  le  encomendaré  á  Dios 
y  que  damaré  al  Altísimo  por  sus  aciertos;  y  desde  hoy  protesto, 
Señor,  que  cuantas  obras  y  ejercicios  hiciere  serán  para  pedir  al 
Todopoderoso  la  salvación  de  V.  M.  como  la  mia  y  el  amparo  y 
conservación  de  sus  reinos,  y  la  satisfacción  de  todo  lo  que  me- 
rezco con  mi  pobreza,  por  descargo  de  lo  que  V.  M.  ha  ofendido 
áDios. 

Señor  mió :  no  tengo  ni  puedo  más  ofrecer  á  V.  M.  Las  roga- 
tivas y  procesiones  de  la  comunidad  son  continuas  por  el  buen 
aderto  de  las  armas  de  V.  M.  Quedo  cuidadosa  aguardando  las 


—    lO  — 

nuevas  de  lo  que  el  ejército  ha  hecho.  Parece  que  ha  ido  con  pa- 
sos lentos  y  me  lastimo  de  los  pocos  que  ayudan  á  V.  M.,  pues 
pudieran  los  grandes  ocuparse  en  reconocer  el  ejército,  animar 
los  soldados,  hacerles  salir  á  tiempo  y  saber  si  los  oficiales  les 
pagan. 

El  deseo  del  alivio  de  V.  M.  me  hace  ser  larga ,  y  el  que  con- 
siga V.  M.  consuelo,  decir  lo  que  dejo  escrito  en  un  capítulo  de 
la  historia  que  V.  M.  sabe  de  la  Madre  de  Dios;  es  que  cuando 
la  divina  Providencia  dispuso  que  ésta  gran  Señora,  viviendo  en 
carne  mortal,  viniese  de  Jerusalen  á  esa  ciudad  de  Zaragoza,  á 
visitar  al  Apóstol  Santiago,  le  prometió  Dios  á  la  divina  Reina, 
que  todos  los  que  devotamente  invocaren  su  intercesión  en  aquel 
lugar  donde  puso  sus  Santísimas  plantas,  ofreciéndoseles  por 
siervos  é  hijos  fíeles,  los  favorecería  con  liberal  mano.  Hame  pa- 
recido buena  ocasión  para,  cuando  vaya  V.  M.  á  aquella  santa  ca- 
pilla, que  derrame  su  corazón  en  presencia  de  la  consoladora  de 
los  afligidos,  y  ponga  V.  M.  en  sus  preciosas  manos  sus  reinos, 
haciéndola  dueña  de  ellos,  patrona,  protectora,  amparadora,  de- 
fensora y  abogada,  con  todo  afecto  ejecutándola  para  que  dé 
buena  cuenta  de  todo. 

Suplico  á  V.  M.  mire  por  su  salud  y  vida,  que  la  falta  de  ella 
no  puede  ser  remedio  de  estos  daños,  sino  nuestra  ruina  y  perdi- 
ción. Mi  vida  tengo  ofrecida  por  el  aumento  de  la  Iglesia  y  paz 
de  estos  reinos.  El  Todopoderoso  nos  la  dé  y  consuele  á  V.  M. 
con  felices  dichas. 

Señor  mió  :  en  esa  pobre  dádiva  que  envió ,  conocerá  V.  M. 
mi  afecto  y  las  licencias  que  se  toma  para  manifestarse. 

En  la  Concepción  Descalzas  de  Agreda  á  25  de  Octubre  de 
1643. — Sierva  de  V.  M.  —  Sor  María  de  Jesús. 


—  II  — 


V. 
Del   Rey  «. 

Sor  María  de  Jesús  :  mi  exército  se  halla  en  canpafta  y  enpe-    Zmtcon.  xo 

de  Noviembre 

fiado  desde  29  del  passado  en  el  sitio  del  castillo  de  Monzón ,  y  1643. 
aunq  fio  de  la  misericordia  de  Dios  en  primer  lugar  y  de  los  me- 
dios q  se  van  disponiendo,  q  por  toda  la  semana  q  viene  abremos 
tenido  buen  sucesso  y  ocupado  el  castillo ;  con  todo  esso ,  e  me- 
nester acudir  á  El  y  suplicarle  con  todas  veras  nos  assista  y  saque 
bien  deste  enpeño ,  y  mas  con  los  avissos  continuados  q  tengo  q 
el  enemigo  quiere  venir  á  socorrerle;  lo  qual  si  sucediesse  era 
acavar  con  este  Reyno,  y  por  el  contrario,  si  le  resistimos  y  ron- 
pemos ,  quedará  lo  mas  de  Cataluña  reducida  á  mi  obediencia;  y 
yendo  tanto  en  éste  lance ,  me  a  parecido  encargaros  con  todo 
cuydado  le  encomendéis  muy  particularmente  á  ríro  Señor,  apre- 
tando estos  dias  mas  las  oraciones  y  exercicios  q  acostumbráis, 
pues  yo  no  hallo  otro  camino  mejor  q  acudir  á  su  misericordia 
en  lances  tan  apretados ,  esperando  el  remedio  de  los  daños  q 
padecemos  de  su  mano  poderossa,  y  de  mi  parte  procuro  coope- 
rar con  lo  q  puedo  y  executar  lo  q  entiendo  es  su  santa  voluntad, 
como  lo  haré  mientras  me  durare  la  vida. 
De  Zaragoza  á  10  de  Novienbre  1643. — Yo  el  Rey. 


VI. 


De    Sor  María'. 


Señor:  Esta  carta  se  a  detenido  mucho,  porq  la  recibo  en  21     35  de  No- 
de  este,  mas  no  por  eso  a  tardado  para  obede9er  yo  á  la  bolun-  ^»«°^»«»^^3- 

I  y  a  Autógrafos  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—   12   — 

tad  de  V,*  tAfi ,  porq  asi  á  ella  como  á  las  ne9essidades  q  me  re- 
presenta V.»  M.**  tengo  sienpre  presente ,  y  el  mismo  Señor  q  no 
las  olbida  anticipa  los  mandatos  para  q  se  le  pida  el  remedio, 
como  P.®  piadóssimo  q  se  conpadece  de  nuestras  afliciones. 

Yo  Sefior ,  aunq  yndignfssima ,  le  represento  las  de  V.*  MA  y 
sus  deseos  tan  ajustados  á  la  dibina  boluntad  y  los  clamores  de 
los  pueblos,  cuyo  remedio  solo  está  remitido  á  la  clemencia  deste 
Padre  de  las  misericordias ;  mi  deseo  y  anssia  es  q  si  no  mejora- 
mos con  el  castigo,  nos  mejore  con  los  benefi9Íos,  como  á  hijos 
ya  correjidos  con  el  agote ;  pero  la  equidad  de  el  Altfssimo  quie- 
re sienpre  q  de  nuestra  parte  apliquemos  los  medios  oportunos 
para  tenplar  el  rigor  q  tanto  merecemos ,  y  obrando  toda  justi- 
cia nos  alie  dispuestos  la  misericordia.  Mucho  pide  el  Señor  para 
esto ,  y  V.*  M.^  con  la  luz  q  recibe ,  a  de  obrar  en  la  tierra  como 
quien  age  las  beces  de  Dios  en  ella ;  yo  clamaré  á  este  Señor  q 
dé  á  V.*  M.^  sabiduría ,  fortalega  y  gelo  mas  q  de  hombre ,  pues 
le  a  menester  tal ,  y  por  la  yntercession  de  su  Madre  Santíssima 
se  a  de  alcangar  todo.  Obligúela  V.*  M.**  luego  y  sin  dilación,  en 
todo  lo  q  pudiere. 

Mi  confesor  remite  á  V.*  MA  aquellos  papeles :  el  Altíssimo 
asista  á  V.^  M.^  para  q  sean  de  algún  consuelo  como  deseo. 

En  la  Congegion  Descaiga  de  Agreda  Nobienbre  25  de  1643. — 
Umilde  sierba  de  V.»  M.**  —  Sor  María  de  Jesús. 


VIL 


De  Sor  María. 


6  de  Di.         Señor:  Doy  á  V.  M.  la  enhorabuena  por  haber  sabido  que  se 
acm     I  43.  j.jjj¿j¿  gj  castillo  dc  Mouzou  ,  y  no  juzgo  por  pequeño  este  bene- 
ficio del  Altíssimo,  cuando  ninguno  dignamente  le  merece- 


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—  13  — 

mos  ' ;  y  porque  los  menores  favores  de  su  mano,  agradecidos, 
son  prendas  y  principio  de  otros  mayores,  yo  deseo  a3rudar  á 
V.  M.  en  este  agradecimiento,  para  que  no  se  retire  la  mano  del 
Señor  de  asistir  á  V.  M.  y  continuar  esta  victoria  con  otras 
muchas  y  mayores.  Siempre  conozco  ser  ésta  la  divina  voluntad, 
y  que  los  impedimentos  están  de  nuestra  parte  en  las  muchas  y 
continuas  ofensas  con  que  provocamos  su  justa  indignación  :  no 
puede  V.  M.  remediarlas  todas,  pero  en  lo  que  puede  extender 
la  potestad ,  que  Dios  ha  dado  para  esto  á  V.  M. ,  es  manifiesta  la 
obligación  y  sin  escusa.  Suplico  yo  á  V.  M.,  como  su  sierva,  se 
haga  muy  capaz  de  todas  las  cosas  que  le  tocan ;  que  esta  noticia 
es  muy  necesaria,  y  para  tenerla  con  certeza  del  hecho  de  las  co- 
sas, elija  V.  M.  con  el  consejo  de  su  misma  prudencia,  á  quien 
oiry  dar  crédito,  con  la  disimulación  que  conviene,  que  Dios  no 
le  negará  este  beneficio  á  V.  M. ;  y  enterado  de  la  verdad,  con- 
viene que  la  qecucion  sea  presta ,  porque  el  daño  es  grande  y 
pide  resolución  en  el  remedio.  Asista  Dios  á  V.  M.  y  le  gobierne 
su  corazón,  como  yo  deseo. 

En  la  Concepción  de  Agreda  á  6  de  Diciembre  1643. — Sierva 
de  V.  M. —  Sor  María  de  Jesús. 


VIII. 


Del   Rey. 


la  palabra  que  me  disteis,  cuando  estuve  con  vos,  de  que     Madrid  29 
^°    ^^^^  faltarían  vuestras  oraciones  en  mis  necesidades,  estoy       ,643. 
^^y    crontento  y  os  lo  acuerdo  en  los  mayores  aprietos.  Espera- 
mos ^or  horas,  con  la  ayuda  de  Dios ,  la  venida  de  los  galeones, 
de  qvi.^  pende  lo  que  vos  podéis  juzgar;  y  aunque  espero  de  su 
mis^r-icordia  que  los  ha  de  traer  á  salvo,  he  querido  encargaros 


dia  3  de  Diciembre  salió  la  guarnición  francesa  del  castillo  de  Monzón, 
Uev^j^^j^g^  en  doce  carros  su  bagaje  y  enfermos. 


—  14  — 

que  me  ayudéis  á  suplicar  á  su  divina  Magestad  me  haga  éste 
favor;  pues  aunque  yo  no  lo  merezco,  sino  grandes  castigos,  ten- 
go gran  confianza  de  que  no  ha  de  permitir  la  pérdida  total  de 
ésta  Monarquía,  y  que  ha  de  continuar  los  sucesos  que  ha  em- 
pezado á  darnos.  Harto  quisiera  acertar  á  tomar  el  consejo  que 
me  dais  en  vuestra  carta  de  6  de  éste ;  aseguróos  que  lo  procura- 
ré y  que  de  mi  parte  haré  cuanto  alcanzare  para  cumplir  con  la 
voluntad  de  Dios,  así  en  lo  personal,  como  en  el  oficio;  El  me 
dé  su  gracia  para  que  acierte  á  hacerlo.  No  quiero  dejar  de  deci- 
ros el  gozo  que  tuve  cuando  llegué  á  este  lugar  y  vi  á  la  Reyna 
y  mis  hijos ,  porque  ya  la  ausencia  se  me  hacía  muy  larga  ' : 
están  muy  buenos,  sea  Dios  bendito,  y  aunque  sentiré  vivamen- 
te dejar  tal  compañía,  trato  ya  de  volver  á  salir;  pues  primero 
es  el  cuidado  de  mis  reynos ,  que  el  gusto  de  asistir  con  tales 
prendas.  Permita  nuestro  Señor,  que  llege  tiempo  en  que  pueda 
gozarlas  con  más  quietud. 
De  Madrid  á  29  de  Diciembre  de  1643. — Yo  el  Rey. 


IX. 


De  Sor  María. 


8  de  Enero  Coufio  mucho  cn  la  clcmencia  del  Altísimo  se  dará  por  servi- 
'  ^  do  de  la  piadosa  fe  de  V.  M.,  y  aunque  mis  oraciones  no  lo  me- 
rezcan ,  ofrecidas  con  las  de  esta  Comunidad  y  con  la  interce- 
sión de  María  santísima ,  se  dé  por  obligado  y  conceda  la  pe- 
tición de  V.  M.  en  lo  que  desea  ,  para  servicio  suyo  y  bien  de 
esta  Monarquía.  Conozco  lo  que  importa  la  venida  de  los  galeo- 
nes y  estaré  con  gran  cuidado  hasta  ver  á  V.  M.  sin  él ,  con  su 
llegada  á  salvamento.  Quiera  el  Señor  sea  como  conviene  ^ 

1  El  Rey  llegó  á  Madrid  el  dia  14  de  Octubre. 

2  Los  galeones  llegaron  á  salvamento  por  esos  días ,  con  lo  que  hubo  gnn 
alborozo  en  Madrid ;  aumentado ,  según  Pellicer ,  con  la  esperanza  de  que  no 
tomara  el  Rey  nada  por  aquel  año  á  los  particulares. 


—  is  — 

También  presentaré  al  Todopoderoso  la  determinación  santa  de 
V.  M.  en  ejecutar  su  divina  voluntad ,  en  que  confieso  están  pues- 
tos  todos  mis  afectos ,  porque  reconozco  que  si  Dios  no  nos  guarda 
y  edifica,  es  en  vano  toda  humana  diligencia ,  y  quiere  este  Sefior 
obrar  y  edificar  por  mano  de  V.  M.  y  de  su  católico  celo.  Santo 
y  justo  es  el  gozo  que  V.  M.  ha  recibido  de  ver  con  salud  á  la 
Reina ,  nuestra  Señora  y  Príncipes  ^  guárdelos  el  Altísimo  en  in- 
vencible  protección.  Yo  amo  intimamente  á  S.  M.,  y  se  alegra 
mi  alma  de  saber  que  tiene  eú  ella  V.  M.  lo  que  conoce,  y  que 
conoce  lo  mucho  que  tiene  que  amar  de  todo  corazón.  Señor  mió, 
grande  es  este  beneficio  y  digno  del  sumo  aprecio  que  V.  M. 
hace  de  él;  dolor  grande  carecer  de  tal  compañía,  y  no  pequeño 
sacrificio ;  yo  lo  presentaré  al  Señor  con  el  celo  que  V.  M.  se  le 
ofrece  por  acudir  á  la  defensa  de  sus  reyno9  y  á  la  exaltación  de 
su  nombre :  recíbalo  su  dignación  por  aceptable  ofrenda ,  y  viva 
siempre  en  el  corazón  de  V.  M.  como  deseo. 

En  la  Conpepcion  de  Agreda  8  de  Enero  de  1644. — Siervade 
V.  M. — Sor  María  de  Jesús. 


X. 

Del  Rey. 
Otra  vez  me  ha  vuelto  á  este  Reyno  el  deseo  de  cumplir  con     z«j«toza 

.a  de  Msrao 

mi  obligación ,  y  poner  de  mi  parte  los  medios  que  alcanzo ,  para  1644. 
conseguir  la  quietud  y  jeposo  de  esta  Monarquía  ',  dejando  la 
compañía  de  la  Reyna  y  de  mis  hijos  y  las  commodidades  de  mi 
casa,  sin  reparar  en  ninguna  descomodidad  mia  propia.  Vanse 
disponiendo  los  medios  para  obrar,  en  dando  lugar  el  tiempo, 
pero  hay  tantas  partes  á  que  acudir,  así  en  España  como  fuera 
de  ella ,  que  todos  son  cortos  ' ;  y  si  Dios  no  me  ayuda  y  usa 

1  Salió  el  Rey  de  Madrid  el  dia  6  de  Febrero. 

2  El  Rey  do  sólo  daba  gran  priesa  á  que  la  gente  se  juntase  y  se  condujesen 
bastimentos,  sino  que  mandó  que  á  los  caballeros  de  las  cuatro  Órdenes  militares 
que  no  se  presentasen  en  la  frontera  de  Aragón  ante  él,  se  les  multase  álos  quin- 
ce dia3  con  dos  mil  ducados  de  vellón  cada  uno.  (Avisos  históricos^  de  Pclliccr.) 


—  i6  — 

de  su  misericordia  con  nosotros,  no  espero  remedio  humano, 
aunque  de  mi  parte  hago  lo  que  puedo  y  le  suplico  me  ayude, 
para  que  acierte  con  su  voluntad ,  que  es  sólo  la  dicha  á  que  as- 
piro. Fio  poco  de  mis  peticiones  y  ruegos ,  y  así,  he  querido  en- 
cargaros que  me  ayudéis  á  suplicar  á  nuestro  Señor  esto,  y  que 
de  vuestra  parte  me  cumpláis  la  palabra  que  me  disteis,  rogando 
con  vivas  instancias  á  nuestro  Señor,  y  pidiendo  á  su  santísima 
Madre  interceda  con  El,  para  que  se  duela  de  mí  y  de  esta  Mo- 
narquía ,  y  supla  su  misericordia  infinita  mis  desméritos,  dándo- 
nos los  sucesos  que  más  nos  convinieren  para  el  bien  y  reposo  de 
la  Cristiandad,  y  particularmente  nos  alumbre  y  guie  para  que 
las  resoluciones  que  se  hubieren  de  tomar  esta  campaña,  y  los 
efectos  de  ella,  sean  los  que  deseamos ;  y  juntamente  me  ponga 
en  el  corazón  que  en  todo  ejecute  su  santa  voluntad ,  así  en  la 
parte  personal  como  en  la  de  rey ;  pues  sabe  su  divina  Majes- 
tad que  mi  intención  es  buena ,  y  que  deseo  cumplir  enteramente 
con  la  carga  que  ha  puesto  sobre  mis  hombros.  También  os  en- 
cargo mucho  encomendéis  muy  particularmente  á  nuestro  Señor 
á  la  Reyna,  que  la  dé  mucha  vida  y  salud,  y  acierto  en  lo  que 
me  ayuda  en  esta  mi  ausencia ,  y  á  mis  hijos  los  encamine  y  crie 
para  su  mayor  servicio. 

Aunque  mis  ocupaciones  son  muchas,  no  dejo  de  hurtar  algún 
ratillo  para  leer  la  historia  que  me  enviasteis :  he  leido  ya  un 
gran  pedazo  de  ella,  y  me  he  holgado  mucho  de  haberla  visto, 
porque  es  cosa  grande  y  muy  propia  lección  para  este  santo 
tiempo  de  cuaresma. 

De  Zaragoza  9  de  Marzo  de  1644. — Yo  el  Rey. 


XI. 

De  Sor  María. 

14  de  Marzo      Señor  *.  Las  incomodidades  y  trabajos  á  que  V.  M.  expone  su 

'^^'       Real  persona,  así  como  parecen  inexcusables  para  el  bien  de  su 

católica  monarquía,  así  también  espero  sean  muy  aceptas  al 


—  I?  — 

Señor,  con  los  fines  santos  á  donde  V.  M.  las  encamina.  Esta 
confianza  no  admite  engaño,  y  V.  M.  la  asegure  en  primer  lugar 
con  la  rectitud  de  su  intención,  que  quien  da  en  ella  los  fines 
dará  también  los  medios,  y  más  si  los  ministros  de  V.  M.  le  si- 
guen en  la  verdad  del  celo  con  que  deben  obrar  en  todo.  Si  la 
mano  del  Señor  nos  aflige  y  castiga  (como  es  sin  duda  que  lo 
hace),  no  la  podremos  resistir  con  los  medios  humanos ,  aunque 
fueran  muchos.  Procure  V.  M.  quitar  á  Dios  de  la  mano  el  azote, 
y  luego  respiraremos  y  todos  los  imposibles  se  vencerán  glorio- 
samente; que  no  tienen  los  enemigos  mas  armas,  ni  mayores 
fuerzas  que  nuestras  culpas. 

Veo  el  corazón  de  V.  M.  prevenido  con  la  divina  gracia  en  los 
deseos  tan  santos  que  muestra.  ¡  Oh  Señor ,  si  todos  ayudasen  á 
la  ejecución  con  el  mismo  desvelo  I  No  se  compadece  con  la  bon- 
dad divina  poner  en  el  corazón  de  V.  M.  tales  deseos  de  acer- 
tar con  su  voluntad  santísima,  y  negar  la  luz  para  conocerla; 
atienda  V.  M.  á  ella  en  su  secreto,  y  vístase  de  una  fervorosa 
resolución  y  fortaleza,  para  ejecutarla  en  lo  personal  y  en  lo  de 
monarca,  y  sea  sin  regatear  nada;  y  sobre  esto  se  junten  los 
clamores  y  oraciones  públicas  y  particulares,  y  luego  las  dili- 
gencias humanas  en  prevenir  las  armas ,  que  no  nos  niega  Dios 
su  misericordia.  Yo  obedezco  á  V.  M.  en  pedirla  con  todas  mis 
flacas  fuerzas,  y  lo  mismo  por  la  salud  de  la  Rey  na,  nuestra  Se- 
ñora, Príncipe  y  Señora  Infanta,  y  cierto.  Señor  mió,  que  no 
olvido  este  cuidado ,  como  el  mayor  que  tengo  en  mi  corazón  y 
afecto.  Suplico  á  V.  M.  continúe  aquella  historia ,  digna  de  la 
devoción  con  que  V.  M.  desea  granjear  la  intercesión  de  María 
Santísima,  nuestra  Señora,  en  quien  están  todas  nuestras  es- 
peranzas; y  si  gustare  V.  M.  de  lo  que  resta,  se  pondrá  en  lim- 
pio ,  para  que  en  nada  le  falte  con  que  obligar  á  la  gran  Señora, 
que  sea  amparo  de  V.  M.,  como  deseo. 

En  la  Concepción  de  Agreda  á  14  de  Marzo  de  1644. — 
Sierva  de  V.  M. — Sor  María  de  Jesús. 


—  i8  — 


XII. 


De  Sor  María. 


adeSetiem.  Señor :  Alabo  al  Altíssimo  de  lo  intimo  de  mi  alma,  porque 
*^  '^^  nos  ha  mirado  con  ojos  piadosos  en  la  restauración  de  Lérida,  y 
porque  da  á  V.  M.  el  fruto  de  sus  trabajos  y  gobierno ,  y  prendas 
de  que  asiste  á  V.  M.  en  él  '.  En  esta  Comunidad  se  lo  supli- 
camos, y  hemos  trabajado  con  grandes  veras  y  fidelidad  el  tiem- 
po que  el  ejército  de  V.  M.  tuvo  cercada  á  Lérida ;  y  yo  he  cla- 
mado y  llorado  por  esta  causa  con  mi  pobreza,  acompañando  á 
V.  M.  en  sus  cuidados  y  suplicando  al  Todopoderoso  prospere 
á  V.  H.  y  le  dé  larga  salud  y  vida.  Señor  mió,  quien  fia  en  Dios 
no  es  confundido  y  quien  le  obedece  y  confiesa  por  fe  alcanzará 
victorias.  Déselas  el  muy  Alto  á  V.  M.  y  le  pacifique  sus  re)aios. 

En  la  Concepción  Descalza  de  Agreda  á  2  de  Setiembre  de 
1644. —  B.  L.  M.  de  V.  M.  su  menor  sierva. 

Sor  María  de  Jesús. 

I  Salió  el  Rey  de  Zaragoza  el  29  de  Abril  á  iocorpprarse. á  su  ejército,  ins- 
talándose en  Berbejal  y  luego  en  Sari  nena.  £1  ejército  mandado  por  D.  Luis  de 
Silva  entró  uno  de  los  primeros  dias  de  Mayo ,  y  después  de  haber  evacuado  la 
plaza  la  g^rnicion  francesa,  en  Castellón  de  Tarfalla,  cerca  de  Balaguer,  don- 
de primeramente  se  publicó  el  perdón  general  del  Rey  á  todos  los  que  volvie- 
ran  á  su  obediencia.  £1  15  del  mismo  mes,  cerca  de  Lérida ,  y  casi  á  vista  del 
Rey,  se  ganó  una  batalla  á  catalanes  y  franceses,  donde  quedaron  entre  muer- 
tos y  prisioneros  7.000  hombres  del  enemigo  y  se  ganaron  catorce  piezas  de  ar- 
tillería. Se  empezó  por  entonces  el  sitio  de  Lérida ,  pasando  el  Rey  á  Fraga, 
desde  donde  iba  cada  dos  dias  á  visitar  el  campamento  y  cerco ,  y  en  cuya  po- 
blación se  publicó  un  bando  que  todos  ios  que  no  se  hailasen  en  el  campo  deba- 
jo dé  sus  estandartes  y  banderea  fuesen  tenidos  por  infames  y  gallinas.  Se  rin- 
dió Lérida,  firmando  el  Rey  la  capitulación  el  29  Julio ,  y  entró  en  dicha  ciudad 
el  8  Agosto  con  gran  aparato. — Memorial  histórico  ^  tomo  XVII;  Afemoires  du 
Marquis  de  Montglat^  campaña  diez. 


—  19  — 


XIII. 


De  Sor  María. 


Señor:  Con  encogimiento  escribo  á  V.  M.,  porque  es  muy  17 ¿«Octubre 
párvulo  consuelo  para  tan  grande  trabajo  el  que  ésta  su  humil- 
de sierva  de  V.  M.  le  puede  dar ;  pero  la  afectuosa  y  lastimosa 
compasión  que  de  V.  M.  tengo,  me  compele  á  ponerme  á  los 
pies  de  V.  M. ,  suplicándole  se  anime  y  dilate  el  ánimo ,  ofrecien- 
do al  Altísimo  de  voluntad,  á  quien  tan  de  corazón  amó  V.  M., 
para  que  con  tan  grande  sacrificio  de  paciencia  se  aplaque  su 
divina  justicia ,  que  irritado  de  los  pecados  de  este  Reino,  nos 
ha  quitado  tal  amparo  y  protectora  '.  Su  falta  me  ha  costado 
mucho  dolor  y  amargura,  pero  es  razón  conozcamos  y  confese- 
mos que  los  juicios  del  Señor  son  rectos,  y  que  ejecuta  sus  obras 
con  equidad  y  justicia ,  buscando  con  su  sabiduría  infinita  y  en- 
trañas de  piadoso  Padre,  el  tiempo  más  oportuno  y  saludable 
para  llevarse  para  sí  á  las  criaturas  que  crió  y  ama;  en  su  mano 
poderosa  está  el  peso  y  medida ;  no  puede  errar  en  sus  consejos. 
V.  M.  abrace  las  muchas  tribulaciones  que  el  Todopoderoso  le 
envía  ;  que,  padecidas  con  paciencia,  son  prendas  de  la  gloria;  y 
toda  tribulación  que  se  acaba  no  es  grande,  y  se  puede  tolerar 
con  la  esperanza  de  ver  á  Dios ,  que  es  el  fin  que  esperamos.  Se- 
ñor mió,  en  la  muerte  de  la  Reina  nuestra  Señora,  y  después  de 
ella,  he  trabajado  con  fidelidad  de  verdadera  sierva,  y  quedo  ha- 

I  Alude  á  U  muerte  de  la  Reina  Isibel,  hija  de  Enrique  IV  de  Francia, 
cuya  enfermedad  empezó  el  38  de  Setiembre  con  un  ataque  de  erisipela  al  ros- 
tro y  garganta,  atribuido  á  la  continuación  del  chocolate  y  beber  agua  de  la 
quinta  esencia  de  la  canela  para  corroborar  la  falta  de  calor  natural  del  estóma- 
go. Aaistida  de  seis  médicos,  le  dieron  ocho  sangrías  y  murió,  muy  sentida  de  to- 
dos, el  6  de  Octubre.  £1  Rey,  al  saber  su  gravedad,  salió  de  Zaragoza  y  supo  su 
muerte  eo  Maranchon,  viniendo  á  Madrid,  donde  no  quiso  entrar  por  su  gran 
sentimiento  y  se  fué  al  FzTdo.^AvisoSy  de  Pellicer;  Historia  de  Felipe  IV^  de 
Matías  de  Novoa,  antes  conocido  por  Vivanco. 


—  20  — 

ciendo  grandes  ejercicios  y  oraciones  por  S.  M. ,  y  por  muchas 
razones  que  ahora  no  digo,  soy  obligada  con  mi  pobreza  y  las 
oraciones  de  la  Comunidad  á  ayudarla.  Dios  dé  á  S.  M.  descan- 
so eterno  y  á  V.  M.  prospere. 

En  la  Concepción  Descalza  de  Agreda  á  17  de  Octubre  1644. 
— Siervade  V.  M. — Sor  María  de  Jesús. 


XIV. 


Del   Rey 


Madrid  15  de       Desde  O  Dios  ríTo  Señor  fue  servido  de  llevarse  para  sí  á  la 

Noviembre  ^  * 

1644.  Reyna,  q  aya  gloria,  e  desseado  escriviros;  y  la  ternura  grande 
conq  me  hallo  y  los  negocios  continuos  q  se  offrecen,  me  han 
estorvado  á  hacello.  Yo  me  veo  en  el  estado  más  apretado  de 
dolor  q  puede  ser,  pues  perdí  en  solo  un  sujeto  quanto  se  puede 
perder  en  esta  vida ,  y  si  no  fuera  por  saver  (según  la  ley  q  pro- 
feso), ques  lo  más  justo  y  acertado  lo  q  ñrb  Señor  dispone,  no 
sé  q  fuera  de  mí.  Esto  me  hace  passar  mi  dolor  con  resignación 
entera  á  la  voluntad  de  quien  lo  dispusso,  y  os  confíesso  q  e  ávido 
menester  mucha  ayuda  divina  para  conformarme  con  éste  golpe. 
E  querido  pediros  q  me  encomendéis  muy  de  veras  á  Dios  en 
éste  trabajo  én  q  me  hallo,  y  q  me  ayudéis  á  suplicarle  me  con- 
ceda q  sepa  ofErecérsele  y  aprovecharme  del ,  como  más  me  con- 
venga para  mi  salvación,  pues  estos  desengaños  muestran  bien  q 
no  ay  otra  cossa  á  q  apelar:  y  bien  se  a  visto  esto  en  ésta  ocas- 
sion ,  pues  aviendo  ñrb  Señor  dado  á  mis  armas  tan  feliz  campa- 
ña este  año  en  Cataluña,  y  aviéndose  visto  manifiestamente  q 
sola  su  mano  poderossa  a  sido  la  qa  obrado,  pues  los  medios 
umanos  ni  el  trabajo  de  mi  persona,  q  é  puesto  con  el  desseo  del 

I  Autógrafo  de  U  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  21    — 

descansso  de  mis  vassallos ,  no  ubiera  sido  suficiente  para  conse- 
guir una  mínima  parte  de  lo  q  se  a  alcanzado ;  y  quando  pare- 
cía q  avia  llegado  la  ocasión  de  gozar  destos  frutos,  y  descansar 
en  mi  cassa  con  la  conpaftfa  de  la  Reyna  ( á  quien  tanto  amava) 
y  de  mis  hijos ,  fué  esto  tan  al  contrarío ,  q  hallo  dolor ,  pena, 
congoja  y  ternura,  ocasionada  de  la  mayor  pérdida  q  podia 
haver. 

Ellos  son  justos  juicios ,  y  assi ,  no  devemos  hacer  mas  q 
conformarnos  con  la  divina  voluntad  y  vajar  la  caveza.  Lo  q 
me  a£Qige  aún  más  q  ésta  pérdida ,  es  juzgar  q  está  enojado  nro 
Sefior,  pues  los  castigos  son  tan  rigurossos  ;  y  q  cuando  más  des- 
seo  cunplir  con  su  santa  ley  y  con  las  obligaciones  de  mi  ofGcio, 
parece  q  no  devo  de  hacertar  á  hacerlo ;  pero  bien  save  su  Divina 
M.^  q  no  omito  nada  q  juzgo  sea  de  mi  obligación,  si  bien  como 
honbre  frágil  devo  de  faltar  en  mucho.  Pedid  muy  de  veras  á 
ñro  Señor  en  vro  nonbre  y  en  el  mió,  se  duela  de  mí  y  destos 
reynos ,  encaminándome  á  lo  q  fuere  mayor  servicio  suyo  y  bien 
dellos ,  pues  save  q  en  ninguna  parte  está  más  pura  la  religión 
católica  q  en  esta  Monarquía;  y  q  nos  dé  una  paz,  q  sin  ella 
temo  q  acavemos  de  perdernos  todos,  y  la  Chrístiandad  peligrará 
sumamente.  Tanbien  os  pido  le  encomendéis  estos  dos  ángeles  q 
me  ha  dado  por  hijos ,  para  q  los  crie  en  su  santo  servicio  y  los 
conserve  en  él ,  alunbrándome  á  mí  para  q  les  dé  el  estado  q  más 
les  convenga. 

Con  la  elección  del  nuebo  Pontífice  ha  llegado  el  casso  de 
hablar  en  el  punto  de  la  difinidon  de  la  Concepción  Puríssima 
de  má  Señora  ;  y  no  pensseis  q  me  he  descuydado  en  esto,  pues 
están  ajustados  los  papeles  por  las  personas  más  doctas  destos 
reynos ,  y  el  enbajador  q  enbio  á  dar  la  obediencia  á  Su  S<^,  lleva 
muy  encargado  tratar  vivamente  desta  materia,  y  de  mi  pártese 
harán  todos  los  esfuerzos  q  fuere  posible  por  conseguir  lo  q  tanto 
desseo ;  q  si  yo  tubiera  la  dicha  de  ser  medio  para  hacer  este  ser- 
vicio á  rira  Señora ,  viviera  y  muriera  con  el  mayor  consuelo  del 
mundo;  y  ofrezco  de  muy  buena  gana  á  sus  pies  mi  vida,  si  con 
ella  se  ubiere  de  conseguir  esta  dicha ;  q  aunq  he  sido  y  soy 
malo,  sienpre  he  tenido  particular  devoción  con  la  Reyna  del 


—   22  — 

cielo  ;  y  espero  q  por  su  medio  é  intercesión  e  de  conseguir  la  sal- 
vación de  mi  alma,  el  acierto  en  d  goviemo  destos  re3mos  y  la 
paz  y  quietud  en  la  Chrístiandad. 
De  Madrid  á  15  de  Novienbre  1644.— Yo  el  Rey. 

Acuerdesseos  de  enbiarme  los  libros  q  faltan  de  la  vida  de  ñra 
Señora ,  q  aunq  estoy  muy  ocupado,  no  faltará  algún  ratillo  en 
q  poder  leerlos. 


viembre  1644. 


XV. 


De  Sor  María  > . 


18  de  No-  Señor  :  Quando  el  Poder  divino  con  su  justicia  nos  ynbia  en 
esta  bida  algún  trabajo ,  su  clemencia  nos  deja  prebenido  el  ali- 
biO|  y  tras  el  castigo  se  reconoce  y  se  agradece  la  misericordia. 
No  pudo  ser  más  sensible  el  golpe  para  V.»  M.^,  ni  para  la  Mo- 
narquía más  duro  el  castigo,  q  la  muerte  déla  Reyna  nuestra  S.  , 
q  esté  en  gloria;  pero  si  en  V.»  MA  no  fuera  tan  bibo  este  dolor 
y  le  tocara  fuera  del  cora9on,  no  le  pudiera  ofrecer  á  Dios  en 
sacrifi9Ío  de  pacien9Ía  y  berdadera  resigna9Íon  ;  ni  con  otra 
ofrenda  de  menor  estima  le  pudiera  V.»  MA  obligar  tanto,  para  q 
á  sus  ruegos  y  deseos  santos  se  yncline  la  piedad  dibina.  Yo  co- 
nozco más  de  lo  q  puedo  de9ir,  la  causa  del  justo  sentimiento  de 
V.»  M.**,  y  q  no  ay  otro  recurso  más  de  á  la  misericordia  del  To- 
dopoderoso ,  en  cuya  presen9Ía  de  lo  3nit¡mo  de  mi  alma  damo 
y  pido  se  dé  por  satisfecha  su  justicia ,  y  ponga  los  ojos  de  su  ele- 
men9ia  en  V.»  M.^,  y  reciba  en  reconpensa  su  católico  9elo  de  la 
santa  fe  y  religión  christiana,  los  trabajos  personales  en  defen- 
derla y  las  penas,  dolor  y  soledad  con  q  en  medio  de  tantas  aflic- 
ciones a  querido  qercitar  y  probar  á  V.»  M.<*,  tratándole  en  esto 
como  ajusto  y  fuerte. 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  23  — 

£1  sentimiento  jeneral  destos  Reynos  da  á  entender  q  conocen 
el  castigo.  Quiera  Dios ,  Señor  mió  ,  q  sea  la  enmienda  como  el 
conocimiento,  y  q  tenga  V,*  M.^  ministros  fieles,  temerosas  y 
celosos,  q  sin  otro  fin  ayuden  á  la  reformación  de  los  bivios  y  al 
remedio  de  los  daños  q  amena9an.  Este  cuydo  es  para  mide  mu- 
cho peso,  y  en  q  deseo  tenga  V.*  M.^  nueba  luz  del  cielo,  y  la 
pido  á  el  Señor  sin  cesar;  y  la  protección  q  a  mostrado  su  dibina 
piedad  en  los  buenos  sucesos  desta  canpaña  de  Catalunia,  pue- 
den alentar  mucho  á  V.*  M.^,  creyendo  se  da  por  serbido  de  sus 
cuydados  y  trabajos ,  y  que  no  los  desprecia  ni  dejará  sin  premio; 
y  esto  mismo  espero  de  la  atención  tan  justa  con  q  V.*  M,^  de- 
sea la  santa  educación  del  Príncipe  nuestro  Señor  y  de  la  S.»  In- 
fanta, y  el  mejor  acierto  en  darles  estado  para  el  bien  de  la  Chris- 
tiandad;  q  siendo  ésta  causa  de  el  mismo  Señor,  seguramente, 
le  pedimos  la  gobierne  como  propia  suya,  y  q  la  nueba  elecion  de 
su  Santidad ,  sea  medio  eficaz  para  la  paz  unibersal  de  la  santa 
Iglesia. 

Muy  poderoso  espero  a  de  ser  para  todo  el  asentar  la  difini- 
9Íon  de  el  misterio  de  la  Congeccion  de  la  Reyna  del  cielo ,  y  mi 
alma  a  recibido  singular  alegría  sabiendo  q  V.*  M.^  toma  por  su 
quenta  este  grande  serbicio  y  gloria  de  la  piadossísima  Señora, 
con  tanta  debocion  y  beras.  Yo  creo,  sin  duda,  que  la  misma 
Reyna  granjeará  para  V.»  M.**  esta  dicha ,  reserbándole  en  ella 
otras  muchas ,  y  la  mayor  de  todas  q  es  la  salba^ion ;  y  si  esto  y 
mis  ruegos  pueden  aumentar  la  debogion  y  fe  con  la  Madre  de 
la  gracia,  suplico  á  V.»  M,^  no  la  limite  por  ningún  suceso;  y  no 
parece  ocioso  el  aberse  ajustado  este  año  los  papeles  tan  oportu- 
namente para  esta  ocasión.  Los  de  su  vida  SS."^^  se  escriben, 
aunq  por  la  ocupación  de  mi  confesor  en  la  Prelacia  no  se  a  ca- 
minado mucho  en  la  copia.  Adelantaráse  desde  aora. 

Nada  me  manda  V.*  M.<^  de  la  Reyna  nuestra  S.^,  porq  no  era 
necesario;  pero  yo  quiero  responder  al  cuydado  justo  q  tendrá 
V.*  M.*,  de  q  se  le  agan  sufragios  por  su  alma ,  y  con  el  secreto 
de  mi  pecho  y  consuelo  de  V.»  M.^,  le  pido  q  se  apresuren  todo 
lo  posible;  q  si  los  debe  S.  M.^  á  su  santo  y  fidilíssimo  celo ,  es- 
pero en  Dios  le  deberá  muy  buen  retorno  en  adelante,  q  la 


—  34  — 

caridad  se  mejora  en  su  lugar  propio.  V.^  M.*^  la  bea  y  goce  eter- 
namente. 

En  la  Con9ec9Íon  de  Agreda  Nobienbre  i8  de  1644. — Puesta 
á  los  Pies  de  V.*  M.^  besa  su  Mano  su  menor  sierba. 

Sor  María  de  Jesús. 


XVI. 


De  Sor  María. 


30  de  Mano       Señor:  El  considerar  á  V.  M.  tan  rodeado  de  cuidados  y  pe- 
1645. 

ñas  da  ánimo  á  mi  encogimiento ,  para  suplicar  á  V.  M.  dilate  el 

ánimo  y  que  se  fortifique  con  la  fe  y  esperanza,  pues  son  las  alas 
con  que  V.  M.  se  ha  de  levantar  de  las  tribulaciones  que  le  cer- 
can j  para  llegar  al  Todopoderoso  y  presentarle  en  su  tribunal  la 
causa  de  toda  la  Iglesia  y  las  lágrimas  y  suspiros  de  los  fieles ;  y 
no  ha  de  desalentar  á  V.  M.  el  ser  empresa  tan  grande,  pues 
cuanto  mayor  y  más  flacas  las  fuerzas  humanas  podemos  pedir 
las  divinas.  En  esta  comunidad  clamamos  de  ordinario  al  Señor 
suplicándole  dé  larga  vida  y  salud  á  V.  M.  y  al  Príncipe  nuestro 
Señor,  que  la  deseo  con  grandes  veras  y  afecto,  y  me  consuelo 
de  tener  á  V.  M.  y  Alteza  tan  cerca  ' ;  pero  con  grande  ternura 
y  compasión  de  que  sea  con  tantos  cuidados  y  dejando  la  quie- 
tud y  sosiego  de  casa  propia ;  pero  por  Dios ,  que  |es  liberal  en 
premiar ,  se  hace ;  S.  M.  lo  haga  como  puede  y  nos  dé  felices  su- 
cesos en  todo.  Para  suplicárselo,  principiaremos  á  hacer  las  reli- 
giosas ejercicios  y  oraciones :  las  pobres  mias  ya  las  tengo  ofreci- 
das por  V.  M.  Prospérele  el  Altísimo  en  su  amor  y  gracia. 

En  la  Concepdon  de  Agreda  á  20  de  Marzo  1645. — Sierva  de 
V.  M. —  Sor  María  de  Jesús. 

I  £1  Rey ,  acompañado  del  príncipe  Baltasar  Carlos ,  habla  vuelto  á  Zango- 
ta,  saliendo  de  Madrid  el  día  11  de  Marzo. 


—  25  — 


XVII. 


Del  Rey  K 


Ayer  reabí  vra  carta  estando  con  intención  de  escriviros,  y  os     Zango» 

^  „       -   -  ,  ,  ,  _    ,  as  de  Mano 

asseguro  q  llego  á  buen  tienpo,  pues  los  cuydados  en  q  me  veo  1645. 
me  tenían  afligido,  y  con  lo  q  me  deds  he  alentado ,  y  fio  de  la 
misericordia  de  Dios,  que,  mirando  á  toda  la  Christiandad  y  á 
estos  reynos  en  q  tan  pura  está  la  religión  católica ,  no  a  de  per- 
mitir q  acavemos  de  perdernos ;  sino  que  los  a  de  anparar  y  de- 
fender ,  y  disponer  las  cossas  de  modo  que  vengamos  presto  á 
conseguir  buena  paz. 

Cortos  son  los  medios  humanos  con  q  he  buelto  á  este  Reyno, 
y  lo  que  más  me  atemoriza,  es  ver  mis  culpas,  q  ellas  solas  bas- 
tan á  provocar  la  ira  de  ñro  Señor  y  á  executar  en  mí  mayores 
castigos  q  los  passados;  pero  quanto  más  es  esto,  tanto  más  me 
he  de  valer  de  la  fe  y  esperanza,  como  decis,  y  suplicar  conti- 
nuamente á  ñfb  Señor  supla  con  su  mano  poderosa  lo  q  nos  fal- 
ta. De  mi  parte  se  hará  lo  posible,  procurando  no  desagradarle 
y  cunplir  con  la  obligación  en  q  me  pusso,  aunq  aventurase  en 
ello  mi  propia  vida;  y  no  he  reparado  en  dejar  la  comodidad  de 
mi  cassa,  sólo  por  no  dejar  de  acudir  personalmente  á  la  defensa 
destos  reynos ;  pues,  atendiendo  yo  á  esta  obligación,  fio  de  Dios 
no  me  a  de  faltar  ,*  pero  en  cualquier  lance  estoy  sugeto  á  su  vo- 
luntad santíssima. 

He  querido  q  enpieze  ya  el  Príncipe  á  ver  y  ir  aprendiendo  lo  ¡ 

q  le  a  de  tocar  después  de  mis  días ,  y  assi  aunq  solo,  lo  he  traí- 
do conmigo  y  puesto  su  salud  en  las  manos  de  Dios,  fiando  de  su 

misericordia  a  de  guardar  y  encaminar  todas  sus  acciones  á  su  , 

mayor  servicio. 


X  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


-^  2b  — 

Yo  estoy  cierto  no  os  olvidareis  de  nosotros,  y  q  nos  tendréis 
muy  presentes  para  encomendarnos  á  Dios  ñras  personas  y  todos 
los  sucessos  desta  canpaña,  q  se  encaminan  al  bien  destos  Reynos 
y  á  consegmr  con  brevedad  la  paz  en  la  Christiandad;  y  parti- 
cularmente os  pido  q  rogueis  á  ñrb  Señor  ponga  en  mi  corazón 
q  en  todo  execute  lo  q  fuere  mayor  servicio  suyo  y  lo  q  más  le 
agradare. 

Acuerdos  el  libro  de  la  vida  de  lira  Señora,  q  desseo  acavar  de 
leerle.  Ya  an  partido  á  Roma  los  despachos  sobre  el  punto  de  la 
difínicion  de  la  Puríssima  Concepción,  y  de  mi  parte  se  hará  lo 
posible  por  conseguir  tan  gran  bien.  Sirvasse  ñfb  Señor  de  enca- 
*  minar  el  ánimo  de  Su  S.^  á  q  lo  execute ;  y  si  queréis  ver  la  co- 
pia de  la  carta  q  le  e  escrito  sobre  esta  materia,  os  la  enbiaré. 

De  Zaragoza  dia  de  la  Encarnación ,  1645. — Yo  el  Rey. 


XVIII. 


De  Sor  María 


e6 do  Abril  Señor:  Esta  carta  se  a  detenido  algunos  dias,  q  no  me  a  sido 
'^^"  de  pequeña  mortificación  y  cuydado.  Recebila  biemes  santo, 
estando  con  poca  salud ,  pero  con  mucho  deseo  q  el  Altíssimo 
se  la  dé  á  V.*  M.^  y  á  mi  la  enfermedad  q  estos  dias  a  padeci- 
do V.*  M.^  * :  esta  es  mi  petición  y  mi  boluntad ,  si  en  ella  se 
y9Íese  la  de  ñro  Señor,  porq  me  deja  conocer  la  ynportan^ia 
de  su  salud  y  bida  de  V.*  M.^  para  sus  reinos  y  toda  la  Chrís- 
tiandad. 

Beo  tanbien ,  quan  á  solas  tocan  al  coracon  de  V.»  M.<*  los  cuy- 
dados  y  el  celo  de  la  onrra  de  Dios.  Para  indinarle  somos  mu- 

1  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 

2  £1  Rey  estuvo  enfermo  con  calentura  de  una  irritación  que  le  provino  del 
demasiado  ejercicio  en  el  juego  de  pelota.  (^Afemoriai  fíistárkú^  tomo  xviii.)  - 


~  27  — 

chos ,  para  aplacarle  muy  pocos.  En  la  noticia  desta  berdad  me 
aflijiera  mucho,  considerando  á  V.^  MA  tan  solo  entre  tantos  tra- 
bajos ,  sino  fiara  de  la  divina  clemencia  q  perdona  nuestras  cul- 
pas en  la  tribulafion.  No  aflijan  á  V/  M.^  las  suyas ,  pues  el  co- 
razón contrito  y  umillado  no  le  desprecia  Dios ,  y  su  gran  mise- 
ricordia abunda  y  sobrepuja  á  xuás  maldades. 

Lastímame  mucho,  Señor  mió,  q  los  medios  umanos  con  q 
V.^  M.^  a  buelto  á  ese  Reino,  sean  tan  cortos  en  la  mayor  nece- 
sidad ;  pero  esto  a  de  suplir  la  fee  y  la  misma  causa  por  quien 
V.»  M.^  expone  su  persona  y  la  del  Príncipe  ñfb  Señor  á  tantos 
riesgos  y  trabajos.  No  crea  V.»  M.<*  de  la  piedad  del  Señor,  le 
pone  esta  resulucion  y  determinación  para  negar  su  fabor  y  asis- 
tencia en  las  tribulaciones.  Alguna  confianga  me  dio  el  Altíssimo 
el  año  pasado  de  q  se  cono^eria  en  los  sucesos  del  su  protección 
SS.°^;  en  éste  clamaré  á  su  misericordia  de  lo  yntimo  de  mi 
alma  ;  lloraré  y  continuamente,  le  pidiré  q  aparte  de  nosotros  el 
a90te  q  merecen  ñrbs  pecados ;  y  quando  no  ynterbiniera  en  esto 
la  causa  del  bien  común ,  sólo  por  el  alibio  de  V.^  M.^  quisiera  q 
cargaran  sobre  mí  todos  los  trabajos.  Baldreme  de  la  yntercession 
de  la  Madre  de  Dios,  y  suplico  á  V.<^  M.^  ponga  en  ella  toda  su 
esperanfa,  porq  de  sola  su  mano  nos  puede  benir  el  remedio. 
Alegróme  en  estremo  q  V.^  Mfi  la  obligue  con  delijenciarle  la 
gloría  de  la  difínicion  de  su  Purissima  Con9ecion ,  q  no  se  que- 
dará éste  qelo  sin  gran  premio ;  y  pido  á  V.*^  M,^  ponga  en  esta 
debocion  al  Príncipe  ñfb  Señor  para  q  con  ella  herede  á  su  tien- 
po  las  birtudes  y  piedad  q  le  aran  felicíssimo  príncipe. 

La  segunda  parte  de  la  ystoria  de  la  Vítjen  SS."»,  está  ya  es- 
crita; pero  es  necesario  enmendarla  y  ajustaría  para  q  V.»  M.**  la 
bea  :  esto  se  ara  con  brebedad,  q  por  ser  estaparte  mucho  mayor 
q  la  primera,  y  estar  en  su  prelacia  mi  confesor,  no  se  a  podido 
ynbiar  antes.  Luego  se  conpondrá  la  tercera,  con  q  se  rematará 
toda  la  ystoria.  Señor  mió ,  esta  comunidad  q  pongo  á  los  pies 
de  V.^  M.^,  esta  continuamente  clamando  á  el  Altíssimo,  pidien- 
do prospere  á  V.*  M.^  con  todo  buen  suceso. 

En  la  Con^ecion  Descal9a  de  Agreda  Abril  i6  de  1645.— Sier- 
ba  de  V.»  M,** — Sor  María  de  Jesús. 


—  28  — 


XIX. 

Del  Rey. 

zuseoa  Cuanto  mayores  son  mis  cuidados  y  los  aprietos  presentes, 
'^  1645.^^  tanto  más  deseo  acudir  á  nuestro  Señor  para  implorar  su  auxilio 
y  suplicarle  que  con  su  poderosa  mano  aplique  el  remedio,  y 
aunque  de  mi  parte  se  lo  pido  cada  dia  y  procuro  cumplir  lo  me- 
nos mal  que  puedo  con  mis  obligaciones,  temo  que  le  tengo  tan 
irritado,  por  lo  que  le  he  ofendido  y  ofendo,  que  acudo  á  vos 
para  que  me  ayudéis  á  suplicarle  se  duela  de  mi  y  de  estos  reinos; 
que  aunque  verdaderamente  le  ofendemos  mucho ,  en  ningunos 
otros  está  tan  pura  la  religión  católica  como  en  ellos,  y  esto  es 
fuerza  que  nos  ayude  mucho. 

Bien  veo  que  vos  me  cumplis  la  palabra  que  me  disteis  cuando 
pasé  por  ahí  y  os  lo  agradezco  mucho;  y  os  confieso  que  siempre 
me  alientan  vuestras  cartas ,  y  me  mueven  á  solicitar  vivamente 
el  mayor  servicio  de  nuestro  Señor.  Duéleme  infinito  el  no  conse- 
guirlo como  yo  quisiera,  asi  en  mi  persona  como  en  la  enmienda 
de  todos;  que  si  esto  se  consiguiera,  Dios  fuera  servido  y  nosotros 
nos  viéramos  muy  libres  de  lo  que  hoy  padecemos.  De  mi  parte  os 
aseguro  que  hago  cuanto  alcanzo  y  que  trabajo  lo  que  ven  todos, 
con  mucho  gusto  por  cumplir  con  la  obligación  del  oficio.  Tengo 
pocas  ayudas ,  que  en  los  más  pueden  más  sus  propios  fines  que  lo 
que  debieran  hacer.  Bien  lo  conozco  y  procuro  remediarlo ,  pero 
no  es  fácil ;  mas  como  yo  consiga  la  ayuda  de  Dios,  nada  me  pue- 
de faltar.  Ayudadme  á  pedírsela  y  á  suplicarle  que  nos  saque 
bien  de  los  aprietos  presentes,  así  de  Cataluña  como  de  las  demás 
partes,  porque  son  grandes  las  fuerzas  de  los  enemigos,  y  las 
nuestras  cortas  en  su  comparación.  Particularmente  os  encargo 
que  apretéis  ahora  por  el  buen  suceso  del  socorro  de  Rosas,  que 
juzgo  se  intentará  por  todo  este  mes,  y  va  mucho  en  que  se  libre 
esta  fuerza  para  lo  restante  de  las  cosas  de  Cataluña. 


—  29  — 

Confiéseos,  Sor  Mana,  que  me  veo  muy  cuidadoso,  y  que  solo 
lo  que  me  alivia  es  saber  de  cierto  que  Dios  lo  puede  todo,  y  que 
estando  en  su  mano,  no  ha  de  permitir  que  se  acabe  de  perder 
una  Monarquia  que  tantos  servicios  le  ha  hecho.  Sírvase  su  divi- 
na Majestad  de  ayudarnos  y  de  dar  una  paz  á  la  Cristiandad,  que 
esto  es  lo  principal  que  le  debemos  pedir  todos  los  fíeles  católi- 
cos. Desde  que  empezó  á  tener  uso  de  razón  el  Príncipe,  he  pro- 
curado que  se  crie  con  particular  devoción  á  nuestra  Señora,  y 
esto  se  continúa  y  continuará,  pues  es  la  puerta  por  donde  todos 
hemos  de  entrar  á  pedir  el  perdón  de  nuestras  culpas;  y  para  que 
veáis  en  la  forma  que  escribí  á  Su  Santidad  sobre  el  punto  de  su 
Purísima  Concepción,  os  envío  esa  copia  de  la  carta  que  la  es- 
cribí ,  que  me  la  volveréis  en  viéndola  '.  Hasta  ahora  no  he  te- 
nido respuesta,  pero  de  mi  parte  se  hará  todo  lo  posible  para 
conseguir  tan  gran  bien.  Con  mucho  alborozo  aguardo  la  segun- 
da parte  de  la  vida  de  nuestra  Señora,  porque  la  primera  la  leí 
con  gran  gusto  y  devoción,  y  así  cuanto  antes  fuere  posible  me 
la  enviaréis. 

De  Zaragoza  á  15  de  Mayo  de  1645. — Yo  el  Rey. 


XX. 


De  Sor  María. 


Señor  :  El  Altísimo  dice  que  á  los  que  ama  corrige  y  aflige,  "  ^^  ^y° 
porque  tiene  vinculados  tantos  tesoros  en  los  trabajos  que  no 
quiere  privar  de  ellos  á  los  que  elige  para  sí ;  y  para  atraerlos  á 
su  amistad  es  medio  poderoso  el  de  la  aflicción,  y  el  de  acudir 
V.  M.  á  nuestro  Señor  en  la  que  padece,  es  hacer  su  santísima 
voluntad;  que  dá  las  tribulaciones  para  asistir  en  ellas,  y  obliga 
á  que  le  llamen  para  responder,  y  á  que  le  pidan  para  dar.  V.  M. 
acuda  á  la  divina  Providencia  con  confianza,  y  á  la  copiosísima 

I  Apéndice  DáxxL  2. 


—  30  — 

misericordia  de  Dios  con  alegría  y  aliento.  No  se  le  quite,  Señor 
mió,  la  consideración  de  que  ha  ofendido  á  Dios,  que  el  corazón 
contrito  y  humillado  no  le  desprecia.  Pecador  fué  David,  y 
brevemente  alcanzó  perdón  de  sus  pecados;  y  mayor  lo  fué  el 
rey  Manases,  y  lo  que  el  Altísimo  obró  con  él  después  de  sus 
horrendos  delitos  ,  es  asombro  de  los  mortales  y  ostentación  de 
la  misericordia  divina,  pues  se  los  perdonó  por  la  penitencia,  y 
dio  paz  á  su  reino. 

Los  actos  de  amor  de  Dios  y  de  contrición  son  poderosísimos 
y  prestos  en  su  operación ;  y  si  se  ama  á  S.  M.  y  se  aborrece  el 
pecado  con  propósito  firmísimo  de  la  enmienda,  con  esto  está 
el  corazón  contrito ,  apto  y  dispuesto  por  la  gracia  para  que  el 
Señor  lo  gobierne;  y  en  la  Escritura  divina  dice,  que  el  corazón 
del  rey  está  en  la  mano  del  Señor,  porque  el  que  tiene  tal  digni- 
dad ha  menester  lugar  tan  seguro  y  que  el  mismo  Dios  le  adies- 
tre: no  le  negará  esto  á  V.  M.  pues  con  tantas  ansias  lo  desea  y  pide. 

El  Altísimo  puso  á  V.  M.  en  obligaciones  de  rey,  y  en  empeños 
tan  grandiosos,  como  el  de  ser  cabeza  de  los  hijos  de  la  Iglesia,  de- 
fensor y  amparo  suyo;  pues  á  su  poderosa  mano  le  compete  el 
dársela  á  V.  M.  para  encaminarle  y  vivificarle,  para  que  no  des- 
maye en  tanto  trabajo.  Suplicóle,  Señor,  que  se  aliente  en  él,  y  no 
le  mire  solo  y  amargo  como  ahora  lo  gusta  V.  M. ,  sino  con  la  es- 
peranza de  que  tanto  padecer  ha  de  merecer  copiosísimos  frutos, 
y  que  tan  vivos  golpes  son  para  ser  labrado  para  aquella  patria 
celestial,  y  descanso  eterno;  y  con  la  esperanza  de  su  posesión 
todo  trabajo  de  esta  vida  mortal  es  tolerable. 

Alégrese  V.  M.  con  la  grande  empresa  por  que  trabaja,  y  alién- 
tese V.  M.  á  emplear  todas  sus  fuerzas  en  ella,  pues  por  una  hora 
sola  que  impidiese  V.  M.  el  que  la  herejía  no  entrase  en  España, 
y  que  este  aliento  inficcionado  del  demonio  tocase  á  los  fieles , 
puede  dar  V.  M.  por  bien  empleados  todos  sus  trabajos  y  prome- 
terse grande  paga  de  Dios.  Muchas  lágrimas  me  cuesta  esta 
causa,  y  las  derramé  algunos  años  antes  que  entrase  la  herejía  en 
Cataluña ;  porque  fué  el  más  desdichado  azote  que  Dios  les  podía 
dar.  El  Todopoderoso  le  aparte  de  nosotros  por  su  bondad. 

No  es  menos  que  esto  por  lo  que  trabaja  V.  M.,  y  el  verle  tan 


—  si- 
sólo en  tan  grande  empresa  me  aflige  y  contrista  el  corazón  y  me 
cuesta  muchos  dolores  y  enfermedades,  en  las  cuales  hallo  con- 
suelo, porque  tengo  más  que  ofrecer  á  Dios  por  esta  causa,  y 
por  el  alivio  de  V.  M.  Alegróme  mucho  que  conozca  V.  M.  el  que 
está  solo,  sin  quien  le  ayude,  y  que  todos  buscan  sus  intereses 
propios,  porque  es  así;  pero  no  se  aflija  V.  M.,  que  en  la  defensa 
de  la  Iglesia  no  puede  faltar  su  cabeza ,  Jesucristo,  que  la  ama 
mucho  y  su  madre  Santísima ,  que  asistirán  á  V.  M. 

San  Pablo  dijo :  «  Todo  lo  puedo  en  el  que  me  conforta. »  Y  lo 
literal  sólo  de  esta  palabra  me  parece  dijo  mucho ;  porque  aquel 
iodo  lo  puedo  ^  sólo  pertenece  á  Dios  que  es  Todopoderoso,  y  no  á 
la  criatura  que  es  limitada.  La  fé  y  la  esperanza  que  tenía  el  San- 
to Apóstol  de  que  el  Señor  le  habia  de  confortar  en  la  causa  del 
bien  de  las  almas,  que  era  en  lo  que  él  trabajaba,  le  hizo  decir  en 
aquella  palabra  cuan  poderosa  es  la  gracia;  pues  no  dijo,  algo, 
ni  mucho  podré,  sino  todo.  También  V.  M.  trabaja  en  la  causa 
de  la  Iglesia  y  conservación  del  Evangelio;  fie.  Señor ,  que  todo 
lo  podrá  en  el  que  le  conforta.  Confieso  que  los  pecados  del  mun- 
do son  muchos,  como  dice  V.  M.,  y  que  cuando  Dios  está  con  el 
azote  en  la  mano  castigándonos  por  los  cometidos,  hacemos  otros 
de  nuevo,  que  es  el  mayor  dolor.  Para  que  el  Señor  se  aplaque, 
le  he  ofrecido  en  nombre  de  V.  M.  que,  consiguiendo  algún  des- 
ahogo y  victoria  de  sus  enemigos,  de  manera  que  se  pueda  des- 
ocupar más,  advertirá  V.  M.  y  atenderá  á  remediar  algunos  pe- 
cados generales,  y  á  la  reforma  de  su  Reino;  y  otras  promesas 
hago  á  la  Madre  Dios,  porque  nos  ayude  con  su  Hijo  santísimo. 

Heme  consolado  sumamente  de  haber  leido  la  copia  de  la  car- 
ta que  V.  M.  ha  escrito  á  Su  Santidad,  y  tal  afecto  y  devoción 
como  en  ella  muestra  V.  M.,  no  puedo  creer  se  ha  de  quedar  sin 
grande  premio,  solicitado  por  esta  gran  Reina;  y  por  lo  que  es- 
timo y  amo  á  V.  M.  me  alegro  la  procure  tener  tan  propicia 
pues  por  su  mano  han  recibido  sus  devotos  tantas  prosperidades 
en  lo  divino  y  humano.  Remito  la  segunda  parte  de  su  vida  san- 
tísima, poniendo  en  manos  de  V.  M.  lo  más  secreto  de  mi  cora- 
zón. Será  más  dulce  y  consolatoria  que  la  primera,  porque  con- 
tiene toda  la  vida  de  nuestro  Señor  Jesucristo,  su  pasión  santísi- 


—  sa- 
ma; que  lo  que  S.  M.  padeció  puede  ser  consuelo  en  la  mayor  tri- 
bulación. No  está  copiada  á  mi  gusto,  y  temo  tendrá  algunas  fal- 
tas y  que  la  letra  cansará  á  V.  M.:  por  obedecer  en  enviarla  no  se 
vuelve  á  escribir. 

La  palabra  que  df  á  V.  M.  cumplo  con  todas  mis  fuerzas, 
ejercicios  y  oraciones ,  y  me  valgo  de  las  de  la  comunidad ;  de 
manera,  que  ha  mucho  tiempo  que  siete  veces  al  dia  todas  las 
religiosas  en  el  coro  hacemos  oración  por  la  salud,  vida,  salva- 
ción y  buenos  aciertos  de  V.  M. ,  del  Príncipe  nuestro  Sefior  y 
Sra.  Infanta.  Débenme  Sus  Altezas  mucho  cariño  y  memorias. 
Hemos  añadido  por  el  buen  suceso  del  sitio  de  Rosas  el  estar 
postradas  en  cruz,  el  rostro  en  tierra,  pidiendo  misericordia;  y 
otras  devociones  y  ejercicios  hacemos  á  intención  de  V.  M.  El 
Señor  nos  mire  con  ojos  de  misericordia. 

Parece  que  el  socorro  de  Rosas  tarda  en  ir  según  su  aprieto ,  y 
que  el  ejército  va  despacio.  En  la  brevedad  podian  ayudar  á  V.  M. 

Temerosa  estoy  de  mi  atrevimiento  en  tanto  decir  y  alargarme ; 
la  piedad  de  V.  M.  me  dá  ánimo,  y  la  buena  voluntad  de  esta  su 
pobre  y  humilde  sierva  de  V.  M.  se  vale  de  la  licencia  que  V.  M. 
le  ha  dado.  El  Altísimo  prospere  áV.  M.  felices  años. 

En  la  Concepción  de  Agreda  Mayo  á  22  de  1645. — Sierva 
de  V.  M. —  Sor  María  de  Jesús. 


XXL 


Del  Rey 


Zanco»  6        Nq  Duedo  dejar  de  confesaros  que  me  he  alentado  mucho  con 

de  Junio  "^  ^ 

1645.  vuestra  carta  del  22  del  pasado ,  y  sólo  quisiera  poder  ejecutar 
todo  lo  que  me  decís ,  y  saber  aprovecharme  de  vuestros  docu- 
mentos, como  lo  hicieron  los  reyes  David  y  Manases;  pero  aun- 
que no  podré  nunca  igualarlos  en  la  penitencia  y  arrepentimien- 
to, pido  á  nuestro  Señor  me  dé  su  auxilio  para  que  los  imite  lo 


—  33  — 

más  que  fuere  posible,  y  si  no  me  ayuda,  soy  tan  frágil  que  nunca 
saldré  de  los  embarazos  del  pecado.  Dichosos  los  trabajos  que  se 
padecen  y  se  han  padecido,  si  supiera  aprovecharme  de  ellos;  y 
así  os  pido  que  me  ayudéis  á  pedir  á  nuestro  Señor  un  verdade- 
ro dolor  de  mis  culpas  y  un  propósito  ñrme  de  no  volver  á  ofen* 
derle,  que  con  esto  todo  lo  tendré  y  nada  me  faltará.  Si  yo  viera 
que  todos  estos  trabajos  que  padecen  estos  reinos  los  sintiera  yo 
personalmente,  tuviera  yo  algún  alivio,  pues  padeciera  justamen- 
te lo  que  debo,  y  no  viera  que  por  mis  culpas  padecen  tantos 
justos  y  se  ven  en  tan  apretado  estado  los  mas  lugares  de  esta 
Monarquía,  cercados  de  guerras  y  de  confusión  por  todas  partes. 
Creo  que  si  yo  supiera  enmendarme ,  todo  tuviera  remedio;  pro- 
curarélo  con  veras ,  y  estad  cierta  que  hago  cuanto  alcanzo  para 
cumplir  con  mi  obligación  y  satisfacer  lo  menos  mal  que  puedo 
á  tantas  cargas  como  puso  Dios  sobre  mí. 

Acepto  el  ofrecimiento  que  habéis  hecho  en  mi  nombre  á 
nuestro  Señor,  y  si  El  se  sirve  de  darnos  un  poco  de  quietud  y 
descanso ,  procuraré  remediar  los  excesos  más  notorios  de  la  Re- 
pública y  los  pecados  de  escándalo;  que  verdaderamente  en  tiem- 
pos tan  revueltos  como  los  presentes  no  es  posible  enderezar 
nada  á  buen  camino,  aunque  se  procura;  ni  hay  tiempo  para  más 
que  tratar  de  las  disposiciones  de  la  guerra  para  nuestra  defensa; 
y  así  cuanto  antes  permitiere  nuestro  Señor  que  tengamos  paz, 
tanto  más  presto  procuraré  ir  poniendo  en  buena  forma  lo  que 
tanto  deseo  que  se  consiga,  y  entonces  podré  con  mayor  facili- 
dad tomar  resolución  con  los  Ministros,  que  tratan  más  de  su  in- 
terés propio  que  de  la  obligación  de  su  ministerio. 

No  fué  nuestro  Señor  servido  que  Rosas  se  librase,  y  así  se  per- 
dió á  28  del  pasado  K  La  pérdida  ha  sido  áfi  consideración,  pero 

I  Los  franceses  habían  empezado  á  sitiar  á  Rosas  el  2  de  Abril ,  y  no  sólo 
se  culpó  de  esta  pérdida  á  D.  Diego  Caballero,  que  defendía  la  plaza,  á  quien 
prendieron  y  metieron  en  la  cárcel  de  Corte  de  Madrid ,  sino  á  la  tardanza  en  el 
socorro  que  se  esperaba  llevasen  las  galeras  á  cargo  de  D.  Melchor  de  Borja,  á 
quien  quitaron  el  mando ,  enviándole  á  Dénia ;  y  entendiendo  el  Consejo  de 
Castilla  en  su  causa,  le  condenó  á  20.000  ducados  de  multa,  diez  años  de  un 
castillo  y  otros  diez  de  destierro,  y  privanza  de  oficios  y  cargos;  condena  que  en 
gran  parte  le  fué  perdonada  más  adelante.  (Memorial  histórico ^  tomo  XVIII.  Ma- 
tías de  Novoa.  Montglat,  campaña  once. ) 


—  34  — 

heme  conformado  con  su  santa  voluntad,  y  ofirecídole  lo  demás 
que  queda  de  mis  reinos,  pues  todo  es  suyo,  para  que  quite  ó  pon- 
ga como  fuere  su  mayor  servicio.  Tras  esta  pérdida  se  pueden 
temer  otras  mayores,  porque  si  desembarcan  las  fuerzas  que 
tenian  allí  los  enemigos,  y  juntan  con  las  que  tienen  en  esta 
frontera,  nos  han  de  inquietar  mucho;  y  ya  nos  dicen  que  quie- 
ren ir  á  sitiar  á  Tarragona,  si  bien  hasta  ahora  no  se  teme  con 
certeza  lo  que  harán.  De  nuestra  parte  se  hará  lo  posible  por 
defendernos,  pero  las  fuerzas  son  cortas,  que  es  corto  el  paño  y 
hay  mucho  á  que  acudir;  y  aunque  fueran  grandes,  todo  lo  fiara 
en  la  misericordia  de  nuestro  Señor,  que  es  quien  todo  lo  pue- 
de :  encargóos  que  continuéis  las  oraciones  y  que  pidáis  á  su 
divina  Majestad  que  se  contente  con  Rosas,  y  no  permita  que 
tengamos  más  pérdidas ,  pues  cualquiera  que  sobreviniese  ahora 
fuera  acabar  con  nosotros  y  meter  en  confusión,  no  sólo  este 
Reino,  sino  el  de  Castilla  y  lo  restante  de  la  Monarquía.  Espero 
en  su  misericordia  se  ha  de  doler  de  nosotros  y  mitigar  su  rigor; 
pero  si  fuere  su  santa  voluntad  que  acabe  de  perderme ,  pronto 
estoy  á  pasar  por  ello  y  á  ofrecérselo  de  todo  corazón.  Agra- 
dézcoos  todo  lo  que  me  decís  por  mí,  y  por  el  cariño  que  mos- 
tráis á  mis  hijos ;  3ro  os  pido  lo  continuéis ,  y  que  me  los  en- 
comendéis mucho  á  nuestro  Señor  para  que  los  haga  buenos  y 
sepan  cumplir  con  su  santa  ley  y  con  las  obligaciones  en  que 
los  pusiere. 

Mucho  me  he  holgado  con  la  segunda  parte  de  la  vida  de 
nuestra  Señora,  y  no  os  dé  cuidado  la  mala  letra,  que  yo  estoy 
hecho  á  leerlas  muy  diferentes,  y  como  la  lectura  es  tan  sabrosa 
no  reparo  en  nada.  Ya  la  he  empezado  y  espero  que  me  ha  de 
servir  de  hacerme  más  devoto  de  esta  santa  Reina,  y  de  procu- 
rar servirla  y  agradarla  con  mayores  veras  que  hasta  aquí;  pues 
en  fin,  es  Madre  de  pecadores,  y  por  quien  hemos  de  conseguir 
el  remedio  y  perdón  de  nuestras  culpas  y  el  reparo  de  los  males 
que  padecemos. 

Zaragoza  6  de  Junio  de  1645. — Yo  el  Rey. 


-  35  - 


XXII. 

De  Sor  María. 

Señor :  El  deseo  vivo  y  afecto  fervoroso,  que  esta  pobre  y  hu-    "  ¿e  Junio 


milde  sierva  de  V.  M.  tiene  de  aliviarle ,  juzga  por  muy  limitado 
y  corto  el  de  las  cartas,  cuando  la  sangre  derramaría  con  mu- 
chos tormentos  porque  V.  M.  consiguiera  algún  consuelo,  y  la 
Cristiandad  paz ,  quietud  y  reposo.  Padezco  en  estas  ansias,  y  se 
me  oprime  el  alma,  viendo  á  V.  M.  tan  afligido  y  rodeado  de 
cuidados;  pero  no  es  razón ,  Señor  mió,  que,  aunque  llegue  el 
agua  á  la  garganta  y  el  Señor  esté  airado  contra  nosotros,  des- 
mayemos ;  porque  la  desconfianza  de  sus  hijos  católicos,  pudiera 
irritar  más  la  justicia  divina  que  todos  los  demás  pecados:  por- 
que aunque  nos  corrige  y  aflige  con  severidad ,  es  Padre  de  piedad 
y  Dios  de  misericordias  y  no  quiere  destruir  á  las  hechuras  de 
sus  manos,  ni  perder  las  almas  que  tanto  le  costaron.  A  todos  los 
que  le  llamaron  de  corazón  respondió;  los  que  le  buscaron  con 
humildad  le  hallaron. 

£1  mayor  testimonio  de  que  Dios  quiere  á  V.  M.  para  sí ,  y 
que  le  trata  como  á  hijo  de  su  casa ,  para  no  sacarle  de  ella, 
es  que  le  da  trabajos  tan  vivos,  y  que  con  ellos  despierta  el 
piadoso  corazón  de  V.  M.  á  penitencia,  á  deseo  de  perfeccio- 
nar su  vida  y  las  costumbres  y  vicios  generales  de  su  Monar- 
quía :  esto  quiere  Dios  y  para  esto  aflige ;  y  su  mayor  amor  y 
misericordia  está  en  atajarnos  los  caminos  de  la  perdición ,  dán- 
donos trabajos  y  tribulaciones  que  se  han  de  acabar,  para  que 
alcancemos  los  descansos  que  son  eternos.  A  los  herejes  y  escla- 
vos, que  huyen  de  la  verdad,  bástales  por  premios  los  bienes  ter- 
renos que  perecen  y  algunos  buenos  sucesos  temporales  para  que 
con  ellos  se  ensoberbezcan,  y  Dios  justifique  su  causa.  Más  dicha 
es  en  el  fiel  cristiano  la  represión  y  el  azote  con  vara  de  hierro* 
que  en  el  infiel  el  beneficio  y  prosperidad :  pues  en  aquél  busca 
el  Señor  su  bien,  y  á  éste  el  premio  en  esta  vida,  porque  no  con- 


1645. 


-36- 

seguirá  después.  Esta  Monarquía  no  se  aprovechó  con  la  prospe- 
ridad antigua ;  usó  mal  de  ella ,  introduciendo  en  el  uso  de  las 
cosas  necesarias  la  vanidad ,  y  han  crecido  los  vicios  generales 
hasta  lo  último  de  la  malicia,  y  asf  Dios  como  padre  ataja  estos 
pasos  siniestros  y  endereza  los  caminos  de  la  verdad  con  trabajos 
y  azote  que  alcanze  á  todos,  porque  no  se  condenen  tantas  almas. 
No  desaliente  á  V.  M.  el  que  en  su  tiempo  quiera  Dios  corregir 
y  remediar  tantos  dafios  y  encaminar  á  los  errados,  aunque  le 
cueste  á  V.  M.  muchos  dolores  y  penas ;  que  no  se  le  perderá  el 
premio  de  sus  cuidados  y  el  galardón  de  tantos  desvelos :  y  pues 
éste  es  el  fin  del  Sefior  en  enviamos  tantas  aflicciones,  en  cesan- 
do la  causa  cesará  el  efecto. 

Ya  veo  que  con  tanta  confusión  de  guerras  y  turbaciones  no  se 
puede  acudir  tan  fácilmente  á  remediar  tan  graves  ofensas  de 
Dios,  como  en  esta  Monarquía  hay,  y  que  si  el  Señor  diese  algún 
alivio ,  se  podría  ejecutar  mejor.  Desde  hoy  me  postraré  á  los 
pies  del  Altísimo,  el  rostro  por  la  tierra,  y  lo  mismo  harán  las 
religiosas ,  pidiéndole  con  todas  veras  y  afecto  que  nos  mire  con 
ojos  de  padre  y  se  tenga  por  contenta  y  satisfecha  su  justicia  ;  y 
le  ofreceré  de  nuevo  de  parte  de  V.  M.  que,  en  dándonos  algún 
desahogo  y  dejándonos  alentar ,  habrá  una  reforma  general  y 
enmienda  de  la  vida  de  todos.  Y  si  el  Señor  se  da  por  servido  en 
esto,  dispondrá  los  medios  para  que  se  consiga;  y  estando  V.  M. 
con  tan  vivos  deseos  de  penitencia  y  de  dar  gusto  á  Dios,  no 
despreciará  las  promesas  que  en  nombre  de  V.  M.  hiciere,  y  esto 
es  lo  primero  á  que  anhelo ,  pues  deseo  con  más  amor  el  bien  del 
alma  de  V.  M.  que  el  de  todos  los  nacidos  juntos,  si  bien  porque 
el  menor  se  salvara  diera  la  vida  luego. 

La  pérdida  de  Rosas  me  ha  llegado  al  alma;  alabo  al  Altísimo 
por  ver  la  resignación  que  V.  M.  tiene  con  la  voluntad  divina  en 
este  trabajo;  á  Job  le  quitó  Dios  todos  sus  bienes  y  tesoros  y  los 
hijos;  y  el  sacrificio  de  paciencia  que  hizo  diciendo,  «el  Sefior 
me  lo  dio,  el  Señor  me  lo  quitó ;  cúmplase  su  voluntad  » ,  obligó 
tanto  al  Altísimo,  que  le  volvió  después  doblado  de  lo  que  le 
habia  quitado.  A  la  Reina  del  cielo  hemos  de  poner  por  interce- 
sora,  medianera,  abogada  y  restauradora  de  esta  Monarquía; 


—  37  — 

acuda  V.  M.  á  sus  entrañas  piadosas  y  aunque  luego  no  se  toque 
con  las  manos  el  efecto  de  su  misericordia ,  no  desconfie  V.  M., 
que  no  tiene  olvidados  á  los  hijos  de  la  Iglesia,  que  los  ama  mu- 
cho. Señor  mió,  conozco  mi  osadía  en  las  licencias  que  me  tomo 
con  V.  M. :  aunque  el  afecto  lastimoso  se  extiende  á  lo  que  no 
dehe ,  está  mi  corazón  con  la  estimación  y  veneración  que  es 
justo  á  V.  M. ,  y  con  ella  le  suplico,  por  amor  del  Señor,  que  mire 
por  su  salud  y  vida,  descansando;  y  aseguro  á  V.  M.  que  me 
dudo  mucho  de  que  no  haya  quien  con  grande  cariño  mire  esto. 

Al  Principe  nuestro  Señor  y  Señora  Infanta  no  olvido  delante 
del  Altísimo,  y  suplico  á  su  piedad  divina  los  guarde  y  á  V.  M. 
prospere. 

En  la  Concepción  Descalza  de  Agreda  á  12  de  Junio  1645. — 
Sierva  de  V.  M. — Sor  María  de  Jesús. 


XXIII. 

De  Sor  María  '. 

Señor :  Púsome  en  tanto  cuidado  y  pena  los  peligros  que  V.  M.  14  de  janio 
me  significó  se  podían  temer  después  de  la  pérdida  de  Rosas,  '^^' 
que  me  compele  no  sólo  á  clamar  al  Altísimo,  sino  á  deseo  de 
suplicar  á  V.  M.,  puesta  á  sus  pies,  que  pues  se  sabe  las  plazas 
que  el  enemigo  puede  sitiar,  mande  V.  M.  que  se  provean  de 
bastimentos  y  de  todo  lo  necesario,  y  se  guarnezcan  de  gente  los 
pasos  por  donde  han  de  entrar,  porque  se  les  impidan;  que  la 
buena  diligencia  y  fidelidad  en  esto  de  los  ministros  importa 
mucho.  V.  M.  se  informe  de  quien  le  diga  la  verdad  para  saber 
si  se  ejecuta,  y  vístase  de  celo  y  fortaleza  para  esto;  que  el  Señor 
también  quiere  que  obren  las  causas  segundas  y  que  nos  cueste 
trabajo  lo  que  tanto  importa;  y  la  prevención  en  cualquier  su- 

I  Antes  de  esta  carta  existe  la  siguiente  nota  en  el  manuscrito  de  Agreda. 
—Carta  segunda  para  S.  M.  con  algunas  advertencias  que  he  sentido  convenían 
pan  sus  guerras. 


-38- 

ceso  es  grande  prudencia  y  de  consuelo  que  se  hizo  lo  posible. 
Yo  temo  ser  molesta  á  V.  M.  y  el  desacierto  en  lo  que  escribo, 
por  ser  mujer  ignorante  y  hacerlo  sin  consgo  humano,  por  el 
secreto  que  debo  á  V.  M.;  pero  será  yerro  de  entendimiento  y 
no  de  voluntad.  Pido  al  Altísimo  luz  para  hacer  en  esto  y  en 
todo  su  santísima  voluntad ;  así  lo  deseo ,  y  que  prospere  á  V.  M. 
En  la  Concepción  Descalza  de  Agreda  á  14  de  Junio  1645. — 
Sierva  de  V.  M.  —  Sor  María  de  Jesús. 


XXIV. 

Del     Rey  K 
Vras  dos  cartas  de  12  y  15  desde  he  recivido  estos  dias,  y  ale- 

22  de  Jtuúo 

1645.  gradóme  con  ellas  mucho,  pues  cierto  me  sirven  de  alivio  y  con- 
suelo en  medio  de  los  cuydados  en  q  me  hallo  y  de  los  riesgos  áq 
veo  espuestos  estos  re3mos,  si  Dios  por  su  infinita  misericordia, 
no  nos  assiste  y  nos  defiende.  Espero  q  se  a  de  doler  de  nosotros, 
y  no  a  de  permitir  q  una  Monarquía  q  le  ha  hecho  tan  grandes 
servicios,  y  q  se  ha  enpleado  sienpre  en  defender  la  religión  ca- 
tólica, acave  de  destruirse.  Bien  veo  q  tenemos  merecido  el  cas- 
tigo, particularmente  yo,  por  lo  poco  q  he  savido  servir  y  agra- 
decer á  ñrb  Señor ;  y  assi  le  pido  nos  dé  á  todos  su  luz  y  su  gracia 
para  enmendarnos  y  para  q  acertemos  á  servirle  como  es  justo. 
Ayudadme  á  esta  petición,  madre  Sor  María,  q  yo  fio  poco  de 
mis  oraciones ,  y  pedilde  me  dé  vivo  dolor  de  mis  pecados  y  q 
salbe  mi  alma  aunq  en  ésta  vida  me  queste  muy  caro  ;  q  lo  de- 
mas  todo  es  nada  en  conparacion  de  lo  eterno. 

Con  el  recelo  de  q  el  enemigo  después  de  haverse  desenbaraza- 
do  de  Rossas  sitiasse  á  Tarragona ,  metí  en  aquella  plaza  gente  y 
bastimento  y  todo  lo  necessario,  con  lo  qual  llegamos  á  dessear  q 
fuesse  sobre  ella,  pues  teniamos  por  cierto  (mediante  Dios)  q  no 

I  Autógrafo  que  posee  la  M. «a  de  Casa  Loríng. 


fto-^í  'lié-  ^* 

9 


^1 


\ 


—  39  — 

avia  de  salir  con  la  enpressa,  y  q  se  havia  de  deshacer  si  porfiava 
en  ella,  particularmente  viniendo  ya  mi  armada  de  mar,  como 
efectivamente  viene.  Tanbien  se  conpusso  Tortossa  y  como  es- 
ta va  el  exército  cubriendo  las  plazas  del  Segre ,  no  pareció  q  era  en 
ellas  necesaria  mayor  prevención ;  el  enemigo  desistió  del  intento 
de  Tarragona  (según  lo  q  hasta  aora  se  puede  entender ) ,  y  a  en- 
pezado  á  passar  gente  por  el  Segre,  aunq  a  sido  con  pérdida  suya 
tanbien  nosotros  la  emos  tenido,  pues  en  la  guerra  no  se  puede 
dejar  de  perder  alguna  vez.  Si  por  donde  a  enpezado ,  carga  con 
todo  el  grueso ,  creo  nos  a  de  ir  mal  y  Valaguer  no  podrá  ressistir, 
ques  flaco:  con  todo  esso, luego  q  reciví  vía  última  carta,  hizela 
diligencia  q  me  decis,  y  di  órdenes  apretadas  para  q  sefuesse  po- 
niendo alli  bastimento  y  lo  demás  necessario;  y  yo  de  mi  parte  no 
me  descuydaré  en  hacer  lo  posible  para  defendernos;  pero  tene- 
mos poca  gente ,  y  si  Dios  no  suple  temo  q  nos  a  de  ir  mal ,  y 
assi  os  encargo  q  apretéis  con  lifb  Señor ,  q  si  El  nos  ayuda  uno 
vencerá  á  mil.  Yo  os  agradezco  lo  q  me  refereis ,  y  me  huelgo  con 
vías  cartas  y  de  q  no  comuniquéis  con  nadie  lo  q  me  decis  en  ellas; 
pues  quien  os  dictó  la  historia  q  voy  leyendo,  os  podrá  tanbien 
dictar  (si  yo  no  lo  desmerezco)  lo  q  me  ubiéredes  de  escrivir,  y  á 
buen  seguro  q  no  sea  errado.  Tanbien  pedid  á  ñra  Señora  q  me 
zyiide  y  tome  por  su  quenta  la  defenssa  destos  reynos,  pues  por 
su  intercession  espero  salir  bien  de  todo. 
De  Zaragoza  á  22  de  Junio  1645. — Yo  el  Rey. 


XXV. 


De  Sor  María  '. 


Jesús  M.*—  Señor:  Grande  testimonio  de  la  piedad  de  V.*  M.<*    «6  de  junio 
es  el  q  se  alible  con  mis  cartas,  siendo  del  más  bil  gusano  de  la       '^^^* 

I  Autógrafo  que  posee  la  M.<a  de  Casa  Loring. 


—  40  — 

tierra ;  y  el  cono^enne  tan  3mutil  me  pudiera  acobardar  para  es- 
cribirlas ,  si  no  me  alentara  el  q  en  el  pecho  bebnigno  de  V.*  MA 
lo  más  desechado  alia  acogida.  Cada  dia  pondero  más  los  cuyda- 
dos  de  V.«  M.^  y  los  considero  para  lastimarme  de  ellos  con  afec- 
tuosa conpassion,  con  la  qual  assisto  á  V.*  M.<>,  y  con  fidelidad 
damo  á  el  Todopoderoso  suplicándole  se  duela  de  esta  Monarquía, 
fortaleciendo,  bibificando  á  V.*^  M.<^  y  dándole  luz  para  encami- 
nar con  acierto  y  buena  dirección  la  milicia,  y  guardándonos  á 
V.*^  M.^  felices  afios  q  nos  dé  bitoría  y  paz  unibersal.  En  esta  yn- 
pressa  trabajo  con  todas  mis  fuerzas,  con  gran  dolor  de  q  sean 
tan  flacas ,  y  deseo  ferbiente  de  dar  la  bida  por  la  libertad  y  con 
8erba9Íon  del  pueblo  de  Dios;  y  si  no  considerara  la  gran  miseri- 
cordia y  entrañas  de  padre  con  q  a  cuidado  de  los  suyos,  desfa- 
lleciera en  mi  pena.  La  de  V.*^  Mfi  puede  alibiar  el  q  en  la  ley  de 
naturaleza ,  en  la  escrita  y  la  de  gracia,  sienpre  a  mirado  el  Al- 
tfssimo  por  su  pueblo  escogido,  assistiéndole ,  patrocinándole  y 
gobernándole  con  ostentossas  marabillas,  defendiéndole  de  sus 
enemigos  con  grandiosos  milagros. 

Sienpre  ésta  nabedlla  de  la  Iglessia  a  andado  flutuando  y  nun- 
ca  a  dejado  de  estar  conbatida  de  las  fuertes  olas  de  los  enemigos 
erejes ,  q  an  pugnado  contra  ella  a3rudados  del  ynfiemo ;  y  ccm 
parecer  á  los  ojos  umanos  muchas  heces  se  yba  á  fondo,  nmica 
pereció.  Y  aunq  el  Altíssimo  da  lugar  á  que  las  abenidas  fuertes 
la  conbatan  y  persigan ,  la  aflijan  y  rodeen  las  aguas  de  las  tri- 
bulaciones, nunca  su  diestra  dibina  la  desanpara,  ni  deja ;  porq 
es  el  ojebto  de  su  gusto,  el  archibo  de  sus  tesoros,  su  pueblo 
querido,  el  balor  de  su  sangre,  el  tesoro  de  su  coracon;  donde 
están  los  ynfinitos  merecimientos  de  Christo  iTrb  S.°'  y  su  misma 
Majestad  sacramentado,  su  fe  y  todos  los  bienes  de  la  Iglessia  y 
ley  santa.  Y  donde  más  perfectamente  se  oserba  y  estima  este 
tesoro ,  es  en  su  Monarquia  de  V.»  MA  Pues  ¿á  quién  le  conpete 
el  guardar  y  conserbar  á  los  profesores  desta  ley  y  fe  s.^  sino  á 
Dios  ?  ¿Quién  sino  su  poder  les  defenderá,  ni  qué  fuercas  basta- 
rán 7  Con  todo  esto  emos  de  recombenir  á  el  Señor,  y  por  causa 
tan  de  su  agrado  trabaja  V.^  M.^,  pues  es  cabega  y  S.^  destos  rey- 
nos  en  lotenporal,  y  protector  para  defenderla  en  lo  espiritual. 


—  41  — 

Ea,  Señor  mió,  anímese  y  dilate  V.*  Mfi  el  ánimo  para  procurar 
los  triunfos  y  bitorias  de  Dios ;  y  aseguro  á  V.*  M.<*  q  quisiera 
tener  en  mi  bida  todas  las  de  los  mortales,  por  darlas  por  esta 
causa,  y  en  mi  ánimo  el  de  todos  los  hombres  para  ayudar  á 
V.»  M.^:  ya  q  esto  no  me  es  posible,  suplico  á  los  Santos  Ánge- 
les y  particularmente  á  S.  Miguel  q  lo  agan,  q  su  potencia  es 
sobre  la  de  los  enemigos. 

Eme  consolado  mucho  q  Tarragona  y  Tortossa  estén  tan  pre- 
benidas,  en  q  se  lu^e  su  trabajo  y  desheló  de  V.*  M.^ 

La  segunda  carta  que  escribí ,  fué  con  temor  de  q  el  enemigo 
cargaría  y  aria  punta  á  la  parte  más  flaca ,  y  por  esto  supliqué  á 
V.»  MA  q  los  pasos  por  donde  podían  entrar  se  fortaledessen  ;  q 
como  ellos  tienen  espías  á  que  se  junta  su  crueldad,  buscan  lo 
más  débil ,  y  por  esto  en  la  milicia  no  solo  se  a  de  pelear  con  las 
annas,  quando  los  dos  ejércitos  se  carean,  sino  con  los  entendi- 
mientos y  discursos,  saliendo  á  el  enquentro  á  los  dissinios  del 
enemigo,  temiendo  los  mayores  peligros  para  la  prebencion  y 
^tes  q  se  manifiesten ,  y  procurando  su  defenssa  sin  aguardar 
que  los  abisos  lleguen.  Siempre  se  a  de  estar  malÍ9Íando  del  cue- 
lgo lo  peor ,  porque  no  nos  halle  descuydados ,  fortificando  lo 
^^  flaco,  y  de  Dios  se  a  de  esperal  lo  mejor,  y  en  las  deligen9ias 
T^^uas  a  de  aconpafiar  la  fe  y  esperanza  en  la  dibina  Providen- 
.^*  -^  la  Reyna  dd  gielo  damo  y  la  suplico  nos  anpare;  ela  ofi^- 
^  ^ebrar  sus  nuebe  festibidades  con  la  solenidad  possible  de 
'^^^Sfcioncs  y  misas,  y  en  algunas  se  descubrirá  el  SS."<»  SS.^  por 
^^^s^^^mjosL.  Ella  nos  anpare,  y  prospere  á  V.*  Mfi  como  deseo« 
^^^^     Xsi  Con9e9Íon  de  Agreda  Junio  26  de  1645. 

Sor  María  de  Jesús. 


XXVI. 

Del    Rey. 

^^^    ^'^^piéramos  sacar  firuto'de  los  trabajos  que  nos  envia  núes-     z««o« 


tío  ^==^Ci^or ,  los  podíamos  llamar  fdiddades ;  pero  la  flaqueza  no    '  ,^^ ,. 
tvoft  ^^ja  obrar  lo  que  fuera  conveniente. 


1 


—  42  — 

Pocos  dias  há  os  escríbi  el  estado  en  que  nos  hallábamos  y  os 
pedia  que  clamaseis  á  Dios  por  nuestro  remedio;  y  ahora  con  la 
ocasión  de  enviar  á  D.  Luis  de  Haro  á  Madrid  á  tratar  algunas 
cosas  convenientes  á  los  socorros  que  han  de  venir  de  allí,  me 
ha  parecido  escribiros  estos  renglones  con  él ,  pues  pasa  por  ese 
lugar,  y  deciros  que  d  estado  en  que  nos  hallamos  es  muy  tra- 
bajoso ,  como  él  os  dirá  ' ;  pues  con  el  accidente  que  sucedió  á 
mi  ejército  el  22  de  este  mes,  en  que  perdimos  mucha  gente  y 
muchos  cabos,  ha  quedado  todo  con  grande  riesgo,  si  bien  se 
trabajará  lo  posible  por  minorar  los  daños  que  nos  amenazan 
cuanto  se  pudiere  ^;  en  medio  de  estos  cuidados  me  hallo  oon 
una  fe  y  firme  esperanza  de  que  nuestro  Señor  nos  ha  de  defen- 
der; pues  aunque  nosotros  le  ofendemos  mucho,  es  grande  su 
misericordia  y  no  ha  de  permitir  que  acabe  de  perderse  una  Mo* 
narqufa  que  tantos  servicios  le  ha  hecho  siempre.  Ahora  es  la 
hora,  Sor  María,  de  apretar  con  nuestro  Señor;  de  mi  parte  se 
hará  lo  posible  para  aplacarle  y  en  todo  procuraré  cumplir  oon 
mi  obligación.  Decidme  si  os  parece  que  debo  hacer  algo  de  par- 
ticular que  agrade  más  á  nuestro  Señor ,  y  orad  continuamente 
porque  nos  oiga  y  mitigue  su  rigor. 

La  respuesta  de  esta  carta  podrá  venir  por  donde  vienen  las 
demás,  pues  Don  Luis  volverá  por  otro  camino,  según  en- 
tiendo. 

Zaxzgotz  28  de  Junio  1645. — Yo  el  Rey. 


1  Mucho  dio  que  decir  en  Madrid  eite  viaje  de  D.  Luis  de  Haro ;  pero  ptre* 
ce  que  de  las  varías  misiones  que  trajera  de  Zaragoza,  la  que  más  hubo  de  tras- 
lucirse fué  la  de  allegar  algunos  recursos  con  que  aliviar  los  últimos  descalabros 
por  una  á  manera  de  derrama  entre  los  que ,  habiendo  tenido  oficios  de  la  Corte 
y  enríquecídose  en  ellos,  podían ,  por  vía  de  restitución,  remediar  las  escaseces 
del  erario.  Díjose  que  el  Cardenal  Borja  hizo  servicio  de  200.000  ducados  de 
plata,  de  20.000  el  Conde  de  Chinchón,  y  con  estos  y  otros reconocimuntos  iU  ¡os 
adnuradoi  (como  entonces  se  llamaron  á  estos  empréstitos  restitutoríos  )  llegó  i 
juntar  400.000  ducados.  (JdemoritU  Histórico  ^  t.  xvm.) 

2  Tuvo  lugar  esta  acción  desgraciada  en  las  cercan¿M  de  Llorens ,  y  pelearon 
en  ella  el  grueso  del  ejército  enemigo  con  unos  1.400  infantes  y  400  caballos  es- 
pañoles :  quedaron  prisioneros  del  francés  d  Marqués  de  Mortara ,  el  Maestre 
de  campo  D.  Juan  de  Valenzuela  y  otros  jefes  y  señores  principales ,  muriendo 
de  las  heridas  que  allí  recibió  el  Duque  de  Lorenzana.  {Mtmorial  Histérico^ 
t.  XVIII ;  Matías  de  Novoa ,  Historia  d¿  Fei^  IV,) 


—  43  — 


XXVII. 


De  Sor  María. 


1 


Sefior:  He  dilatado  el  responder  á  V.  M.  por  hacerlo  más    ^""^  J«uo 
despacio,  y  presentar  primero  al  Todopoderoso  los  cuidados  de 
V.  M.  y  los  aprietos  en  que  nos  hallamos. 

Señor  mió :  suplico  á  V.  M.  que  no  se  contriste  porque  siente 
los  trabajos  que  el  Señor  le  envia,  que  golpes  tan  grandes  fuerza 
es  lastimen  mucho  á  la  naturaleza  y  que  ella  los  reciba  con  vio- 
lencia ;  porque  le  es  natural  repugnarlos  y  apetecer  d  descanso  y 
gusto,  y  asi  no  hay  culpa  en  la  sensibilidad  y  sentimiento  natu- 
ral, sino  mérito,  como  la  parte  superior  del  alma  esté  rendida  á 
la  divina  voluntad  ;  y  aquella  contienda  que  pasa  entre  las  pa- 
siones sensitivas  y  la  razón  bien  ordenada  que  desea  aprovechar- 
se de  las  tribulaciones  que  el  Señor  le  envia,  los  mayores  santos 
la  padecieron  y  San  Pablo  se  lamentaba  de  ella;  y  cuanto  ma- 
yor es  este  sentimiento  y  lo  mismo  la  resignación,  será  más  co- 
pioso y  abundante  el  premio.  Con  esto,  puede  V.  M.  llamar  feli- 
cidades á  los  trabajos  y  buena  fortuna,  pues  es  tener  la  que 
Cristo  nuestro  Señor  eligió  para  sí;  que  su  nacer,  vivir  y  morir 
fué  siempre  en  cruz.  Job  dijo;  «que  pues  recibimos  de  la  mano 
^ei  Señor  los  bienes,  ¿por  qué  no  hemos  de  recibir  los  males?» 
y  niás,  cuando  éstos  se  encaminan  á  mayor  felicidad. 

Grandemente  desea  el  afecto  con  que  tanto  estimo  á  V.  M.  que 

tanto  padecer  se  logre  y  que  no  se  le  pierda  á  V.  M.,  sino  que  lo 

atesore  para  donde  son  los  premios  eternos.  Confieso  á  V.  M.  que 

'^^  ^aqueza  es  tan  grande,  que  he  sentido  vivamente  el  ver  tan 

^"'firido  á  V.  M.  y  rodeado  de  penas,  y  el  suceso  de  nuestro  ejér- 

^  ^  y  que  de  él  falte  gente  tan  lucida,  por  no  advertir  á  librarse 

el  Peligro;  que  quien  no  le  teme  perece  en  él;  pues  para  sólo 

^°^PG<iir  los  designios  del  enemigo,  no  era  necesario  ponerse  á 


—  44  — 

tan  gran  riesgo;  pero  ellos  obran  como  hombres,  y  los  secretos 
juicios  del  Señor  son  inexcrutables,  y  sus  ejecuciones  y  permisio- 
nes con  peso  y  medida,  y  nadie  le  puede  decir  que  ha  errado, 
porque  su  sabiduría  es  infinita,  y  más  siendo  Padre  de  mberí- 
cordia;  que  el  azote  no  es  para  destruir,  sino  para  avisar  y  des- 
pertar. Deseo  que  queden  advertidos  los  del  ejército,  y  que  no 
desmayen  por  verse  disminuidos,  pues  con  pocos  puede  el  Señor 
hacer  mucho. 

V.  M.  se  aliente  en  fe  y  esperanza  que  me  dice  tiene,  pues 
éstas  dos  virtudes,  ejercitadas  en  los  mayores  aprietos,  son  más 
loables ;  y  esperar  en  la  Providencia  divina  contra  la  esperanza 
de  los  medios  humanos,  es  la  mayor  fineza  y  de  mayor  exalta- 
ción del  nombre  de  Dios.  Ante  su  acatamiento  divino  me  postro 
muchas  veces,  suplicándole  que  nos  guarde  y  defienda,  y  que 
nos  libre  de  los  peligros  que  por  tener  poca  gente  nos  pueden 
sobrevenir.  V.  M.  mande  que  salga  toda  la  posible  y  que  se 
aumente  el  ejército ;  que  hay  mucho  tiempo  de  campaña  este 
año  para  que  obre  el  enemigo,  y  la  brevedad  en  detener  es  gran- 
de providencia;  y  para  los  naturales  de  ese  reino  de  Aragón  será 
darles  ánimo  el  conocer  se  hacen  diligencias  apresuradas,  y  á 
vista  de  ellas  y  de  empeños  tan  forzosos,  necesariamente  han  de 
acudir  con  esfuerzo  y  gusto  á  esta  causa.  Y  pues  lo  es  tan  de  to- 
dos, lo  mismo  debían  hacer  los  reinos  de  Castilla,  sin  regatear 
medio  ni  diligencia,  aunque  sea  con  riesgo  suyo;  y  más  cuando 
V.  M.,  dando  á  todos  sus  vasallos  ejemplo,  está  padeciendo  tan- 
tas descomodidades  siempre. 

Persevero  en  presentar  al  Altísimo  lo  que  le  puede  obligar  á 
perdonarnos  y  le  ofrezco  la  enmienda  de  los  vicios  generales,  y 
le  suplico  que  no  nos  castigue;  y  como  son  promesas  de  volun- 
tades ajenas ,  me  parece  me  redarguye  el  Señor  con  que  no  se  lo 
cumplirán ,  y  yo  le  respondo  que  V.  M.  ayudará  á  este  desempe- 
ño, y  que  todos  procuraremos  la  enmienda  general :  y  como  me 
veo  y  considero  la  menor  esclava  en  la  casa  del  Señor,  me  aco- 
bardo en  empresa  tan  grande,  y  suplico  á  la  Reina  del  cielo  me 
ayude  y  que  nos  desenoje  al  Señor,' que  es  bien  menester,  porque 
está  muy  irritado :  hágalo  como  puede. 


—  45  — 

A  V.  M.  suplico  que  lo  que  fuere  enfadoso  y  molesto  en  mis 
cartas,  me  lo  reprenda  y  advierta  para  que  me  enmiende.  Pros- 
pere el  Altísimo  á  V.  M.  felices  años. 

En  la  Concepción  Descalza  de  Agreda  á  i.®  de  Julio  de  1645. 
— Sierva  de  V.  M.—  Sor  María  de  Jesús. 


XXVIII. 


Del   Rey  '. 


No  tan  solamente  no  me  son  molestas  vras  cartas ,  pero  os  zamgoa 
asseguro  que  me  alivian  y  alientan  mucho  en  medio  de  los  cuyda-  *  ^  J»"» 
dos  en  q  me  hallo.  Harto  quisiera  saber  executar  lo  q  me  decis 
en  ellas  y  ofrecer  verdaderamente  á  iTm  Señor  los  trabajos  q  me 
da,  para  sacar  el  fruto  dellos  q  desseo  conseguir  ;  y  aunq  lo  pro- 
curo temo  q  no  le  alcanzo,  ques  grande  mi  ñaqueza.  Encargóos  q 
me  ayudéis,  y  encomendéis  á  lífb  Señor  y  á  su  Madre  santíssi- 
ma,  para  q  memueban  mi  corazón  y  fragilidad  á  ofrecerles  ver- 
daderamente estos  aprietos ,  y  encaminar  mis  passos  y  acciones  á 
lo  q  fuere  mayor  servicio  suyo ;  para  aplacar  su  justa  ira  y  poder 
esperar  de  su  misericordia  q  se  a  de  doler  de  nosotros  y  mitigar 
el  rigor  con  q  aora  nos  castiga.  Sabe  su  divina  M.^  q  desseo  cun- 
plir  con  mi  obligación  y  q,  sino  lo  hago,  será  por  falta  de  enten- 
dimiento, pero  de  voluntad  no. 

Todas  las  deligencias  posibles  se  hacen  para  aumentar  el  exér- 
cito,  y  de  Castilla  se  acude  á  esto  con  todo  cuydado,  y  sin  duda 
aquel  reyno  da  exenplo  á  los  demás  en  todas  estas  assistencias. 
También  éste  de  Aragón  se  esfuerza  a  servirme,  aunq  camina  á 
más  lento  passo  de  lo  q  piden  los  aprietos  presentes;  y  como 
tienen  diferentes  fueros  y  leyes  no  es  fácil  hacerles  andar  apriessa, 

I  Autógrafo  del  Convento  de  Agreda. 


-46- 

pero  se  hace  lo  q  se  puede  y  creo  q  juntaremos  gente  conside- 
rable, pero  no  a  de  poder  ser  con  la  celeridad  q  pide  la  ocasión, 
porq  el  enemigo  está  junto  y  obrando,  y  ñra  gente,  aunq  parte 
della  viene  marchando,  la  mas  no  a  salido  aún,  conq  es  fuerza 
temer  mucho  los  sucesos  de  este  tienpo  que  tardare  en  juntarse 
toda ,  si  Dios  iirb  Señor  no  nos  acude  con  su  misericordia ,  como 
espero  lo  ha  de  hacer ;  pues  fuera  ñiá  última  perdición  si  con  los 
sucesos  passados  tuviéramos  otros  adversos;  pero  en  todo  estaré 
siempre  conforme  con  su  santa  voluntad ,  creyendo  firmemente 
q  lo  q  dispone  su  providencia  es  lo  mejor. 

Del  exército  iTTo  no  tenemos  avissos  porq  el  del  enemigo  se 
a  metido  en  medio  del  y  de  nosotros,  conq  es  difícil  la  corres- 
pondencia, ni  pueden  pasar  á  él  las  ayudas  y  socorros  q  enbio, 
sino  mudan  de  cara  las  cossas,  con  lo  cual  estamos  siempre  en 
un  perpetuo  cuydado,  no  sabiendo  lo  q  pasa  y  viendo  tan  empe- 
ñado ñfb  exército;  pero  como  á  Dios  le  es  tan  fácil  librarle  y 
sacarnos  bien  destos  aprietos,  estoy  con  entera  fe  y  cierta  espe- 
ranza q  se  a  de  doler  de  nosotros.  Agradezcoos  lo  q  trabajáis  porq 
esto  sea  assi  y  os  encargo  lo  continuéis  hasta  q  ñrb  Señor  se 
ablande,  q  yo  os  ayudaré  á  cumplirle  la  palabra  q  le  disteis  de 
la  enmienda  universal  de  pecados ;  y  si  se  os  ofírece  algún  medio 
oportuno  para  q  esto  se  consiga  con  brevedad  y  estubiere  en  mi 
mano,  me  lo  advertiréis  para  q  luego  lo  ejecute.  También  os 
encargo  encomendéis  á  ñro  Señor  la  venida  de  la  flota  q  aguar- 
damos por  oras,  pues  si  (lo  q  no  permita)  se  dilatasse  ó  padeciese 
algún  naufragio,  quedaríamos  destruydos  por  estar  fundadas  en 
el  caudal  q  trae,  todas  las  provisiones  de  fuera  y  dentro  de  Espa- 
ña. Pedid  también  á  ñra  Señora  me  ayude ,  pues  por  su  interce- 
sión espero  hemos  de  tener  buena  salida  de  estos  aprietos. 

De  Zaragoza  á  8  de  Julio  de  1645.  —  Yo  el  Rey. 


—  47  — 


XXIX. 

De  Sor  María  '. 

Señor  :  El  mejor  fruto  q  una  alma  puede  cojer  en  este  baile  de  17  de  jnito 
lágrimas  es  el  de  los  trabajos  y  aflicciones,  pues  son  de  mayor  es-  '^^^' 
tima  q  todos  los  regalos  y  delicias  terrenas ;  porq  en  el  padecer 
por  Dios  no  se  halla  q  ninguno  se  perdiesse ,  y  la  prosperidad  y 
regalo  á  muchos  a  destruydo  y  arrojado  á  lo  profundo  de  su  per- 
dición y  condenación  eterna ;  porq  lífa  naturaleza  es  de  condi- 
ción, iq  ssi  no  es  con  el  lastre  de  la  tribulación  no  camina  segura, 
y  sin  ser  prensada  no  da  fruto.  Y  aunq  el  padecer  es  tan  áspero 
y  amargo  para  abrazarle,  en  él  está  librada  ñfa  felicidad  y  ma- 
yor dicha ,  y  fué  finesa  del  amor  divino  depossitarnos  los  bienes 
y  descansos  eternos  en  trabajos  q  se  an  de  acabar,  y  en  esta  vida , 
siendo  tan  yncostante  y  peligrossa  q  en  ella  ninguno  puede  decir 
está  justificado.  El  Señor  en  su  Evangelio  canoniza  al  q  padece 
por  la  justicia  y  le  dice  bienaventurado;  al  contrario  de  los  profe- 
sores de  la  banidad,  q  en  sus  gustos  y  delicias  temporales  están 
encerrados,  y  binculados  los  tormentos  q  an  de  durar  para  siem- 
pre, por  gustos  brebes  q  no  satisfacen.  Pues,  Señor  mió,  alégrese 
V.»  M.^  con  padecer  por  la  justicia  y  por  defender  su  Iglesia 
santa,  la  cual  fundó  Cristo  ñro  Señor  en  berdad  y  pureza  de  fee; 
y  ésta,  a  donde  con  mas  fíne9a  se  obra  y  cree,  es  en  su  Monarquía 
de  V.»  M.**;  pues  defendiéndola  y  padeciendo  por  esta  justicia,  será 
bienaventurado.  Y  crea  V.»  M.**  q  el  Altísimo  á  quien  ama  corrije 
y  afiije,  y  el  padecer  tribulaciones  con  paciencia  y  igualdad,  es 
señal  de  predestinación  y  la  mayor  fíne9a  de  amor;  y  cuando 
el  Señor  más  aprieta  y  aflige,  confessarle,  amarle  y  llamar,  espe- 
rando de  su  liberal  mano  el  remedio.  Señor,  dilate  V.»  M.**  el 
ánimo  y  crea  q  es  de  mayor  valor  lo  q  puede  merecer  V.»  MA  en 

X  Autógrafo  del  Convento  de  Agreda. 


-4»  - 

un  dia  de  los  q  padece  con  paciencia  q  todos  sus  reynos,  pues  un 
solo  grado  de  gracia  y  merecimiento  con  Dios ,  es  de  mayor  esti- 
mación q  todo  lo  criado  natural;  y  assi,  cuando  aflige  Diosa 
V.*  M.**,  no  le  juzgue  sebero  juez,  sino  también  amorosso  padre, 
q  con  tanto  padecer  querrá  asegurar  á  V.*  M.^  su  buena  suerte. 
Yo  con  mi  pobreza  ayudaré  á  esta  caussa,  suplicando  al  Todo- 
poderoso logre  estos  trabajos  V.*  M.<*,  y  en  la  biba  compasión  q 
me  acen  solo  este  consuelo  puedo  aliar,  q  redunden  en  bien  de 
quien  tanto  estimo. 

Ya  beo  lo  mucho  q  V.*  M.<^  trabaja,  de  q  estoy  cuydadossisima, 
y  creo  la  fidelidad  del  reyno  de  Castilla;  de  el  de  Aragón  emos 
de  estimar  cualquier  cossa  q  agan ,  y  V.*  M.^  anda  acertadísimo 
en  conserbarles  sus  fueros  y  acariciarlos  porq  los  emos  menester, 
y  su  fidelidad  será  de  grande  ynportancia.  Ame  puesto  en  cuyda- 
do  y  nuebo  dolor  el  aprieto  y  enpeño  de  lífb  ejercito,  y  clamo  á 
Dios  eterno  porq  los  assista,  gobierne,  encamine  y  libre  de  mal: 
mi  sangre  diera  por  esto,  y  no  tengo  olbidada  la  venida  de  la 
flota,  q  a  algunos  dias  q  se  ace  oración  en  la  comunidad  por  su 
buen  ssuceso.  £1  Altísimo  la  libre  por  su  bondad. 

Obligada  y  conpelida  de  la  caussa  de  Dios  y  bien  común  y 
de  q  V.^  M.^  se  umana  tanto  con  esta  su  menor  sierba,  man- 
dándome q  encomiende  á  Dios  estas  caussas,  y  de  ber  lo  mucho 
q  V.*  M.<*  padece ;  por  todo  esto  me  e  estrechado  con  el  Señor  más 
estos  dias,  postrándome  á  sus  pies  y  diciéndole  no  me  abia  de 
lebantar  de  ellos  asta  q  nos  mirasse  con  ojos  de  padre  piadoso  y 
nos  librase  de  la  opression  q  padecemos;  y  de  lo  q  me  a  pasado  en 
esto  a  nacido  en  mi  desseo  de  preguntar  á  V.^  M.^  si  ay  algunas 
esperan9as,  aunq  remotas,  para  poder  tratar  de  paces  entre  las 
dos  Coronas ;  porq  en  estas  guerras  e  descubierto  algún  dessigrado 
del  Señor,  no  en  q  aora  nos  defendamos,  q  esto  es  preciso  y  obliga- 
torio, sino  en  sus  principios;  y  aunq  escribo  esto  con  algún  en- 
cojimiento,  fiada  de  q  en  su  piedad  de  V.^  M.^  aliará  mi  ossadia 
perdón,  e  determinado  proponerlo  y  pedir  licencia  para  declarar 
más  lo  q  me  a  pasado  en  esto.  El  Altísimo  prospere  á  V.»  M.<*, 
como  deseo. 

Julio  17,  1645.— Sierba  de  V.»  M.«^ — Sor  María  de  Jesús. 


—  49  ^ 


XXX. 

Del  Rey. 

Si  el  fruto  de  los  trabajos  es  como  me  decis,  puedo  tenerme  Zaragoza 
por  muy  dichoso  padeciéndolos  y  quisiera  saberlos  ofrecer  á  núes-  '°  ,5^5"  *° 
tro  Señor  como  se  debe,  si  bien  mi  flaqueza  temo  me  lo  impide. 
Los  que  yo  padezco  los  llevo  bien,  y  con  aliento,  pues  todos 
son  más  benignos  castigos  de  lo  que  merezco;  pero  el  ver  padecer 
tantos  pobres  y  tantos  inocentes  con  estas  inquietudes  y  guerras 
(lo  cual  es  imposible  que  deje  de  ser  mientras  durare)  me  atra- 
viesa el  corazón ,  y  si  con  mi  sangre  lo  pudiera  remediar,  la  em- 
pleara de  bonísima  gana  en  ello.  Fio  de  la  misericordia  de  nues- 
tro Señor  que  se  ha  de  doler  de  todos  y  mitigar  sus  justos  casti- 
gos;  que  aunque  no  lo  merecemos,  es  grande  su  misericordia. 

Mucho  os  agradezco  todo  lo  que  me  decis  y  lo  mucho  que 
me  encomendáis  á  Dios ,  y  lo  que  me  ayudáis  con  vuestras  ora- 
ciones, para  que  tengan  buen  suceso  estas  cosas  presentes;  y  os 
vuelvo  á  pedir  lo  continuéis  con  aprieto,  pues  cada  dia  parece 
nos  hallamos  en  mayores,  y  está  mi  exército  empeñado  en  Bala- 
guer,  y  tan  cercado  de  el  del  enemigo,  que,  si  Dios  no  nos  ayuda 
y  le  libra,  ha  de  tener  mala  salida  ;  y  aunque  se  harán  las  dili- 
gencias posibles  para  obrar  lo  conveniente  y  encaminado  á  este 
fin ,  como  el  principal  remedio  ha  de  venir  de  la  mano  de  nues- 
tro Señor,  acudo  á  vos  para  que  me  ayudéis  á  pedirle  nos  saque 
bien  de  este  empeño  y  libre  mis  armas,  pues  si  aquellas  tropas 
se  perdiesen,  quedaría  este  reyno  de  Aragón  expuesto  á  la  vo- 
luntad del  enemigo,  y  consiguientemente  los  demás  de  esta  Mo- 
narquía. También  os  encargo  supliquéis  á  nuestra  Señora  nos 
ayude  con  su  santa  intervención ,  pues  es  tan  poderosa  con  su 
Hijo  santísimo;  y  yo,  aunque  malo,  procuro  tener  el  nombre  de 
su  devoto  y  deseo  servirla  y  agradarla. 

En  lo  que  toca  al  punto  que  me  preguntáis,  os  puedo  decir  que 
entre  esta  Corona  y  la  de  Francia  solas,  no  se  ha  hablado  en  ajus- 


—  so  — 

tamiento,  porque  yo  sin  el  Emperador  no  puedo  tratar  con  Fran- 
cia, ni  tampoco  el  Emperador  (si  hace  lo  que  debe)  sin  mí,  por  la 
unión  de  parentesco  y  obligaciones  que  hay  entre  los  dos.  Entre 
las  tres  Coronas,  hemos  deseado  siempre  ajustar  la  paz  el  Empe- 
rador y  yo,  juzgando  que  habia  de  ser  imposible  si  intervenían 
todos  los  aliados  llegar  al  ajustamiento  último,  por  la  diversidad 
de  intereses  que  hay  entre  ellos;  pero  Francia  nunca  ha  arrostrado 
á  esto,  ni  ha  sido  posible  dar  oídos  al  ajustamiento  particular  de 
las  tres  Coronas,  sino  lo  remite  todo  para  el  Congreso  Universal, 
que  está  junto  en  Munster,  donde  á  mi  parecer,  sí  Dios  no  obra 
algún  milagro,  no  será  fácil  ajustamos  jamás;  pero  si  las  tres  Co- 
ronas nos  ajustáramos  una  vez,  pudiéramos  después  con  mayor 
facilidad  reducir  á  nuestros  aliados  á  que  viniesen  á  la  razón. 

En  lo  que  toca  al  rompimiento  de  esta  última  guerra,  que  fué 
el  año  de  1635,  no  me  hallo  con  escrúpulo  de  haber  sido  causa  de 
él;  pues,  aun  sin  notificármela  el  Rey  de  Francia  (como  suele  ser 
costumbre)  me  la  rompió  entrando  en  Flandes  con  grandes  fuer- 
zas ,  uniéndose  con  aquellos  rebeldes  y  herejes  contra  mi ,  y  des- 
de entonces  hasta  hoy  siempre  lo  ha  continuado.  Las  guerras  de 
antes,  que  se  movieron  en  Italia  sobre  Casal  de  Monferrato,  he 
oído  hablar  que  se  pudieran  haber  excusado;  y  aunque  siem- 
pre he  seguido  la  opinión  de  mis  ministros  en  materias  tan  gra- 
ves, si  en  algo  he  errado,  y  dado  causa  para  menos  agrado  de 
nuestro  Sefior,  ha  sido  en  esto.  Ahora  tengo  en  Munster  mis 
Ministros,  con  órdenes  sobre  el  ajustamiento  de  la  paz ;  y  deseó- 
la tanto,  que,  aunque  sea  perdiendo  algo,  vendré  en  ella,  por  evi- 
tar los  daños  y  ofensas  de  nuestro  Señor  que  la  guerra  trae  con- 
sigo ;  y  si  mi  vida  fuera  necesaria  para  conseguir  la  quietud  de  la 
Cristiandad,  la  sacrificaría  de  muy  buena  gana  por  ello. 

Vos  podéis  con  toda  seguridad  decirme  lo  que  os  permitieren, 
que  lo  que  vos  me  dijeredes  que  quede  en  mi  pecho,  os  aseguro 
no  lo  sabrá  la  tierra. 

El  libro  acabaré  de  leer  en  estos  seis  ú  ocho  días  ;  y  así  os  en- 
cargo me  enviéis  la  última  parte ,  porque  es  grande  el  gusto  con 
que  leo  esta  historia. 

De  Zaragoza  á  20  de  Julio  de  1645. — Yo  el  Rey. 


—  SI  — 


XXXI. 


De  Sor  María. 


Señor :  El  Reverendísimo  General  de  nuestra  sagrada  Reli-    '5  de  J«ho 

**  1645. 

gion  pasa  por  este  convento;  díceme  vá  á  besar  la  mano  á 
V.  M.  Heme  consolado  sumamente  de  haberle  visto,  por  ser  su- 
cesor de  nuestro  Padre  San  Francisco,  y  por  el  gran  celo  que 
descubre  del  bien  de  nuestra  orden  y  perfección  de  ella;  si  lo 
consiguiese ,  sin  duda  seria  de  grande  utilidad  y  provecho  para 
ayudar  á  la  Iglesia  santa  en  los  trabajos  que  la  rodean,  y  colum- 
na fuertísima  para  sustentarla.  Para  todo  importará  mucho  que 
el  Reverendísimo  tenga  el  amparo  y  protección  de  V.  M. ,  y  lo 
merece  su  afecto,  porque  es  fidelísimo  vasallo,  y  estimador  de 
V.  M.  y  de  sus  reinos  y  deseoso  de  sus  victorias;  y  porque  el  Al- 
tísimo nos  las  conceda  y  la  vida  y  salud  de  V.  M.,  nos  ha  orde- 
nado con  apretadas  obediencias  que,  sin  atender  á  otra  cosa,  nos 
convirtamos  al  Altísimo  y  clamemos  con  todas  veras  y  muchas 
oraciones  y  ejercicios  y  se  descubra  el  Santísimo  Sacramento. 
Doy  este  aviso  á  V.  M. ,  por  lograr  la  ocasión  de  tan  buen  men- 
sajero,  porque  sepa  V.  M.,  que  tiene  tantos  soldados  que  ayuden 
á  su  ejército  con  las  manos  altas  como  Moisés,  cuantos  hijos  tie- 
ne nuestro  Padre  San  Francisco;  pues  por  toda  la  Religión  ha 
enviado  nuestro  Generalísimo  esta  orden.  No  me  olvido  de  lo 
que  tengo  ofrecido.  Prospere  Dios  á  V.  M. 

En  la  Concepción  Descalza  de  Agreda  á  25  de  Julio  de  1645. 
— Sierva  de  V.  M. — Sor  María  de  Jesús. 


—  52  — 


XXXII. 
De  Sor  María. 

1645^***°  Señor :  No  puede  ser  sin  fruto  la  paciencia  verdadera  en  el 
castigo  que  nos  envia  Dios  como  Padre  amoroso  por  nuestras 
culpas,  y  será  verdadera  si  con  humildad  lloramos  lo  pasado  y 
enmendamos  lo  futuro.  Este  intento  de  V.  M.  y  sus  buenos  de- 
seos represento  continuamente  al  Altísimo  y  los  infinitos  mere- 
cimientos de  Jesucristo  nuestro  Sr.  y  su  Madre  purísima;  y  le 
ofrezco  el  católico  celo  de  V.  M.  por  la  exaltación  de  la  santa  fe 
y  gloría  de  María  santísima,  y  los  propósitos  de  reformar  los  vi- 
cios de  esta  Monarquia,  dejándonos  respirar  para  ejecutar  su  di- 
vina voluntad ;  y  aunque  puedo  ayudar  tan  poco  á  esta  obra, 
con  todo  eso,  el  amor  de  hija  y  fidelidad  de  sierva  de  la  santa 
Iglesia ,  y  lo  mucho  que  estimo  y  quiero  á  V.  M.  con  otras  razo- 
nes ,  han  vencido  mi  encogimiento  y  obligándome  á  ir  contra  mi 
natural  para  escríbir  el  cuadernillo  que  irá  con  ésta,  en  que  de- 
claro á  V.  M.  algo  de  lo  que  este  año  me  ha  sucedido,  clamando 
y  pidiendo  al  Altísimo  por  su  misericordia.  Fiólo  de  su  Real  pe- 
cho de  V.  M.  y  haré  lo  mismo  de  lo  que  sobre  esta  causa  se  me 
manifestare  según  la  dignación  divina,  y  no  tengo  ánimo  de 
ocultarlo  conociendo  el  amor  con  que  mira  el  Altísimo  á  V.  M. 
y  á  estos  reinos,  y  la  ignorancia  de  esta  verdad,  que  el  demonio 
ha  introducido  en  ellos,  para  que  ni  los  castigos  nos  detengan  ni 
los  beneficios  nos  obliguen ;  pero  me  consolaré  mucho  que  V.  M. 
conozca  lo  que  ignoran  los  demás  y  que  comience  el  bien  desde 
la  cabeza,  recibiendo  la  luz  para  comunicarla  á  todos. 

Ahora  sólo  suplico  á  V.  M.  mande  poner  con  efecto  algún  re- 
medio en  los  daños  que  se  hacen  en  las  levas  de  soldados,  por  la 
codicia  délos  cabos,  de  que  Dios  se  ofende  mucho;  porque  todo 
se  carga  en  la  sangre  de  los  pobres,  quedando  ellos  perdidos  y 


—  53  — 

V.  M.  no  servido  y  sus  ejércitos  menos  socorridos;  pues  disponen 
que  muchos  soldados  no  lleguen  á  ellos,  y  que  otros  no  salgan, 
rescatándolos  con  dinero  para  apropiárselo  á  sí. 

£1  año  pasado  nos  concedió  el  Señor  á  Lérida  y  las  victorias 
que  sus  armas  de  V.  M.  tuvieron :  ahora  clamamos  en  esta  Co- 
munidad porque  no  se  malogre  aquel  beneficio ,  en  fe  de  que  lo 
agradeceremos  de  corazón ,  atribuyéndole  la  gloria  á  su  poder 
divino. 

De  los  intentos  de  la  paz  y  de  los  medios  con  que  se  puede 
tratar  quedo  más  capaz,  y  V.  M.  verá  en  ese  papel  el  motivo  que 
tuve  de  preguntarlos.  Fácil  es  al  poder  de  Dios  encaminarla 
sino  la  desmerecemos;  pues  aunque  somos  malos  hijos,  siempre 
nos  anteponemos  á  los  esclavos  que  no  los  han  menester,  mas 
que  para  nuestro  castigo;  ni  hoy  los  ha  escogido  el  Señor  para 
dilatar  su  fe  y  Evangelio,  como  á  V.  M.  y  al  Imperio,  para  que  le 
asistan  en  esta  empresa;  y  si  ella  sola  es  de  la  voluntad  de  Dios, 
razón  es  que  V.  M.,  Señor  mió,  ponga  todo  su  esfuerzo  en  este 
glorioso  fin  y  que  le  emprenda  con  toda  confianza,  y  enderece 
V.  M.  desde  luego  á  la  guerra  defensiva  que  hace ;  que  si  bien  es 
justa  por  esta  parte,  serálo  mucho  más  por  el  intento  principal  y 
último  de  dilatar  por  el  mundo  la  gloria  de  Cristo  nuestro  Señor 
y  su  santísima  Madre. 

Para  la  tercera  parte  de  su  divina  historia,  suplico  á  V.  M.  me 
dé  un  poco  de  tiempo,  porque  no  está  copiada  con  las  ocupacio- 
nes y  ausencias  de  mi  confesor.  Luego  se  pondrá  mano  en  ella 
sin  dqarla,  y  espero  que  será  para  V.  M.  de  tanto  consuelo  como 
las  que  ha  leido,  por  que  lo  último  de  la  vida  santísima  de  la 
Reyna  del  cielo  fué  otro  nuevo  milagro  del  poder  de  Dios  y  me- 
nos conocido  del  mundo  :  todo  sea  para  su  gloria  y  honra. 

Suplico  á  V.  M.  perdone  á  esta  su  pobre  sierva,  que,  aunque 
mi  deseo  es  de  aliviar  á  V.  M.  y  de  no  cansarle,  temo  lo  hago,  y 
el  ser  el  cuadernillo  de  mi  letra  ayudará  á  ello ;  pero  por  ser  ma- 
terias tan  ocultas,  que  es  bien  celarlas  de  todos,  no  le  han  tras- 
ladado de  mejor  letra ;  aunque  lo  que  en  el  va  lo  sabia  mi  confe- 
sor, que  ha  muchos  años  que  lo  iba  comunicando  con  él,  y  por 
escribirlo  no  he  enviado  antes  esta  carta,  ni  la  ha  llevado  Don 


—  S4  — 

Luis,  porque  no  estaba  acabada,  que  pasó  por  aquí  y  me  dio  nue- 
vas de  V.  M.  y  de  que  le  habia  ido  bien  en  su  viaje  ' .  Me  he  con- 
solado porque  tenga  V.  M.  algún  alivio.  £1  Altísimo  se  le  dé  y 
prospere  á  V.  M. 

En  la  Concepción  Descalza  de  Agreda  i.°  de  Agosto  de  1645. 
— Sierva  de  V.  M. ,  Sor  María  de  Jesús. 


XXXIII. 


Del    Rey^ 


zuacosa        Estos  dias  he  recibido  tres  cartas  vras.  de  25  y  27  del  passado 

7  de  Agosto  ^  J      I  r 

1645.  y  de  I  deste,  y  aunq  he  desseado  responderos  antes,  no  me 
a  ssido  posible  por  los  enbarazos  y  despachos  q  continuamente  se 
ofirecen.  Al  General  vi,  y  ya  yo  conoda  este  sugeto  y  le  tenia 
por  muy  apropósito  para  el  cargo  q  le  dio  Dios  y  su  Religión.  En 
la  primer  audiencia  q  tubo  conmigo,  no  pudimos  hablar  en  ma- 
terias individuales  de  la  Religión,  porQ  fué  breve;  pero  un  dia 
destos  bolverá  á  estar  con  migo ,  y  le  encargaré  con  toda  preds- 
sion  el  cuydado  con  esta  sagrada  Religión  y  la  reformación  della, 
pues  espero  q  a  de  ser  gran  parte  (si  esto  se  pone  como  es  justo) 
para  q  ñfb.  Señor  nos  ayude  y  mas  siendo  yo  tan  devoto  de  San 
Francisco :  también  nos  ayudará  mucho  la  orden  q  a  dado  en 
toda  la  Religión  para  las  oraciones  q  an  de  hacer  en  estas  oca- 
siones, en  q  tanto  necesitamos  del  auxilio  divino  para  salir  de 
los  aprietos  en  q  nos  hallamos. 

Después  de  mi  última  carta,  están  en  el  mismo  estado  las  cos- 
sas  de  la  guerra,  y  el  aprieto  de  mi  exercito  crece  cada  dia,  pues 
se  van  consumiendo  los  bastimentos  y  la  gente  enfermando  y 

1  DuraDte  la  estancia  de  D.  Luis  en  la  Corte,  murió  el  Conde-Duque  en 
Toro,  en  22  de  Julio,  al  que  heredó  como  inmediato  en  sus  vínculos  y  mayoraz- 
gos siendo  su  sobrino. 

2  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  55  - 

devilitándose ,  si  bien  para  acudir  al  remedio  se  an  juntado  nue- 
bas  tropas  y  buen  pedazo  de  comida  para  procurar,  aunq  sea  con 
riesgo ,  socorrer  al  exército  y  sacarle  del  aprieto  en  q  se  halla.  Este 
lance  creo  q  se  executará  en  estos  quatro  ó  cinco  dias;  y  como  va 
en  él  el  todo  desta  canpafia  y  de  la  conservación  de  lo  q  se  ganó 
el  año  passado,  os  pido  con  todo  encarecimiento  apretéis  aora 
(q  es  la  ocasión)  con  ñrb  Señor,  para  q  nos  favorezca  y  saque 
bien  deste  enpeño ;  q  aunq  yo  fio  de  su  misericordia  no  a  de 
permitir q  acave  de  perderse  esta  Monarquía,  temo  tanto  lo  q  le 
he  ofifendido  y  offendo,  q  acudo  á  vos  para  que  me  ayudéis  á  su- 
plicarle esto  y  tanbien  á  su  bendita  Madre  para  q  enplee  su  in- 
tercession  en  ilrb  favor ,  pues  save  q  desseo  ser  su  esclavo  verda- 
dero y  q  sienpre  (aunq  indigno)  he  sido  su  devoto. 

E  visto  el  quadernillo  q  me  enbiastes  con  toda  atención  y  os 
confiesso  q  me  ha  dejado  con  vivo  sentimiento  juzgar  quan  ofifen- 
dido se  halla  ñrb  Señor  y  q  esto  syz  sido  en  tienpo  q  los  q  le 
ofifenden  sean  mis  vasallos  ^  Bien  veoq  justisimamente  nos  casti- 
ga, pues  somos  tan  ingratos;  pero  bien  save  su  Divina  M.^  q  sien- 
pre he  desseado  q  se  eviten  sus  ofTenssas,  particularmente  de  algún 
tienpo  á  esta  parte,  y  aora  lo  desseo  con  vivo  ardor  y  he  ordena- 
do á  quantos  ministros  tengo  q  velen  sobre  esto  y  lo  executen  con 
todo  cuydado  ;  y  os  o£Erezco  q  de  mi  parte  haré  quanto  me  fuere 
posible  para  q  esto  se  consiga;  y  si  ñrb  Señor  permitiesse  q  tuvies- 
sernos  un  poco  de  quietud,  se  executaría  esto  con  más  facilidad. 

Todas  las  órdenes  necessarias  tengo  dadas  para  q  se  camine  en 

I  De  este  papel  se  conserya ,  en  el  Convento  de  Agreda,  copia  autógrafft  de 
la  V.  Madre  bajo  el  epígrafe  de  «  Respuesta  que  el  Sefior  dio  á  una  alma^upli- 
»  cindole  librase  á  esta  Corona  de  Espafia  de  las  calamidades  de  las  guenas ,  la 
»cual ,  escrita  en  un  cuadernillo,  se  la  envié  al  Rey  nuestro  Sefior. »  Contiene 
excitaciones  piadosas  á  la  contrición  y  al  arrepentimiento  por  los  pecados  públi- 
cos y  particulares,  encareciendo  los  dafios  que  á  los  vasallos  y  pobres  se  ocasio- 
nan con  las  guerras ;  siendo  digno  de  notar  el  interés  que  muestra  por  que  se 
atienda  á  las  necesidades  de  Catalufia ,  que  fueron  siempre  objeto  de  especial 
preocupación  para  el  espíritu  advertido  y  previsor  de  la  V.  Madre. — No  nos  ha 
parecido  debia  figurar  este  documento  en  los  Apéndices ,  porque  su  interés  his- 
tórico es  escaso  y  su  sentido  y  alcance  se  roza  más  especialmente  con  la  vida  es- 
piritual de  la  religiosa,  y  es  más  propio  de  las  publicaciones  de  sus  escritos  pura- 
mente místicos  ó  de  los  juicios  y  relaciones  que  atafien  á  sus  virtudes  y  dones 
espirituales. 


-56- 

el  ajustamiento  de  una  paz  ó  suspensión  de  armas  q  conduzca  i 
ella ,  y  por  mi  ni  mis  ministros  no  se  dejará  de  ajustar  aunq  sea 
menester  ceder  en  algo ;  q  por  el  bien  común  no  reusaré  perder 
parte  de  lo  q  me  toca.  Apretad  con  úfb  Señor  para  q  ponga  á 
todos  en  el  corazón  q  nos  ajustemos  y  depongamos  '  nuestras 
discordias,  y  tratemos  de  unimos  para  defensa  de  la  Cristiandad, 
que  empieza  ahora  á  ser  invadida  del  Turco  con  gran  fuerza  '. 
Por  otra  parte  me  ha  alentado  vuestro  cuadernillo,  pues  parece 
que  en  fin  Dios  como  padre  piadosso  quiere  que  le  desenojemos 
para  favorecemos,  y  que  nos  reconoce  por  los  mejores  hijos  que 
tiene  en  el  rebaño  de  su  Iglesia ;  y  así  fio  de  su  misericordia  que 
nos  ha  de  tratar  como  padre,  castigándonos  pero  no  destmyén- 
donos. 

Lo  que  apuntáis  del  daño  que  hacen  los  comisarios  en  los  sol- 
dados que  levantan ,  es  cosa  que  me  atraviesa  el  corazón  y  me 
quita  muchas  horas  de  sueño :  actualmente  cuando  recibí  vues- 
tra carta  estaba  tratando  del  remedio,  y  le  procuraré  poner  con 
todo  esfuerzo,  pues  veo  lo  que  padecen  los  pobres  y  el  poco  fruto 
que  mi  servicio  viene  á  lograr,  que  apenas  llega  gente  á  mis 
ejércitos  y  la  que  viene  es  la  peor  y  más  inútil  de  la  República. 

Mucho  siento  que  no  me  podáis  enviar  tan  presto  la  tercera 
parte  de  la  vida  de  nuestra  Señora,  porque  he  leido  las  dos  an- 
tecedentes con  gran  gusto  y  ternura ;  en  pudiendo  me  la  envia- 
reis. Encargóos  que  continuéis  en  vuestras  peticiones  por  nos- 
otros á  nuestro  Señor,  y  enviarme  lo  que  se  os  permitiere,  por- 
que me  es  de  gran  alivio  ver  lo  que  obráis  por  mí  y  por  estos 
reinos.  Decid  á  vuestro  confesor  que  me  he  holgado  con  su  carta 
y  que  le  agradezco  todo  lo  que  me  dice  en  ella. 

De  Zaragoza  á  7  de  Agosto  1645.— Yo  el  Rey. 


I  Hasto  aquí  el  autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio ;  lo  que  sigue,  del 
maniucríto  que  existe  en  el  Convento  de  Agreda. 

3  £1  Turco  habia  atacado  la  isla  de  Candia,  perteneoiente  i  la  República 
Veneciana,  tomando  después  el  puerto  de  Canea,  por  lo  que  los  venecianos  pro- 
curaban con  gran  diligencia  la  paz  ó  suspensión  de  armas  entre  Espafia  y  Fran- 
cia, para  ser  socorrida  de  ambos  reyes.  (Jífimoriai  Histórico^  t.  xvm.) 


57  - 


XXXIV. 

Del    Rey. 

Después  q  os  escriví  ayer,  he  recivido  avisso  como  placien-    g^^^J^^ 
do  á  Dios  se  intentará  el  meter  socorro  á  mi  exército,  Q  está       1645. 
en  Valaguer ;  el  dia  de  San  Lorenzo,  al  anochecer,  digo,  se  enpe- 
zará  á  marchar,  y  el  dia  siguiente  desde  el  amanecer  hasta  medio 
dia  será  quando  se  pelee  y  quando  el  enemigo  nos  lo  quiera  in- 
pedir. Ame  parecido  avissároslo  luego,  para  Q  á  esta  ora  y  los 
dias  siguientes  hasta  el  dia  de  lita  Sefiora  (por  si  acasso  algún 
accidente  detiene  esta  facción)  hagáis  oración  particular  pidiendo 
á  ñfb  Señor  nos  favorezca  y  saque  bien  deste  lanze,  de  q  depende 
mucho,  como  lo  espero  de  su  infinita  misericordia.  Anoche  tube 
avisso  de  Flandes  de  q  se  avia  perdido  un  puerto  de  inportan- 
cia  ',  y  de  q  aquello  queda  va  en  aprieto  grande;  tanbien  me 
avissan  de  Munster  (ques  el  lugar  en  q  se  trata  la  paz),  q  los  mi- 
nistros del  rey  de  Francia  están  tan  sobervios  y  proponen  tales 
cossas,  q  tácitamente  viene  á  ser  la  negativa  á  la  conclusión  de 
la  paz  ó  de  una  suspensión  de  armas;  todo  esto  me  tiene  con 
gran  cuydado,  pues  veo  q,  si  Dios  iTro  Señor  no  obra  con  su  sumo 
poder,  la  Christiandad  irá  á  pique,  y  los  hijos  más  fieles  q  tiene 
nos  perderemos.  He  os  lo  querido  avissar ,  para  q  representéis 
^tos  apuros  á  ñfb  Señor  y  á  su  Madre  santíssima  y  les  supliquéis 
con  todo  esfuerzo  q  se  duela  de  nosotros,  y  buelvan  con  sus  ojos 
de  misericordia  á  miramos ;  pues  los  medios  umanos  ya  no  bas- 
tan si  su  M.^  no  aplica  los  divinos ;  pero  en  todo  me  conformaré 
sienpre  con  su  santa  voluntad. 

De  Zaragoza  á  8  de  Agosto  1645.—  Yo  el  Rey. 

1  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 

2  El  Duque  de  Orleans ,  que  mandaba  las  tropas  francesas  en  Flándes,  em- 
pezó el  sitio  de  Mardic  el  20  de  Junio  y  el  10  de  Julio  se  rindió  el  fuerte,  mar- 
chando la  guarnición  española  á  Dunquerque. 

5 


-  S8 


XXXV. 

De   Sor  María  '. 

10  de  Agosto  Señor:  Esta  última  carta  a  llegado  primero  q  la  q  V.^  M.^  me 
'^^^*  dice  a  escrito.  Responderé  en  recibiéndola;  y  todas  las  de  V.*  M.** 
leo  con  grande  ternura  y  lastimossa  conpassion,  hiendo  lo  q 
V.^  M.^  padece,  quan  rodeado  está  de  cuydados  y  tribulacio- 
nes q  le  conbaten.  Señor  mió,  suplico  á  V.'  M.^  se  anime  y  di- 
late, y  crea  q  tan  bibos  trabajos  serán  prendas  de  amor  del 
Señor  y  esperanzas  de  su  gloria,  aunq  padezca  V.*  M.^  en  éste 
baile  de  lágrimas  y  mar  tempestuoso ;  conbates  tolerables  son 
como  estos  tormentos  arrojen  á  V.*  M.^  á  el  puerto  seguro  de  la 
salbacion,  para  cojer  el  fruto  q  con  lágrimas  senbró,  y  lle- 
gar á  la  possesion  del  descanso  eterno ,  dónde  no  ay  angustia, 
dolor,  llanto  ni  clamor.  Este  es  mi  mayor  cuydado  y  desbelo;  y 
es  cierto,  Señor  mió,  q  trabajo  por  su  salbacion  de  V.*  M.<* 
como  por  la  mia,  deseando  q  tan  felizmente  se  logren  sus  traba- 
jos de  V.*  M.*^,  q  siendo  ellos  tan  grandes  y  estimando  yo  tanto 
á  V.^  M.^j  no  me  puedo  consolar  sino  en  la  considerazion  de  q 
se  han  de  premiar  con  gloría  eterna. 

Quedo  con  grande  cuydado  y  pena  de  el  socorro  de  la  pla^a  de 
Balaguer ,  y  desde  oy  dia  de  S.  Lorenzo  asta  el  de  ñni  Señora  y 
todos  los  demás  q  la  campaña  durare,  trabajaré  fielmente  con 
toda  la  Comunidad :  añadiremos  ejercicios  y  oraciones  particula- 
res :  el  Todopoderoso,  por  su  grande  bondad  y  misericordia,  nos 
mire  con  ojos  de  padre  piadosso  y  libre  á  ñfb  ejército,  le  encami- 
ne y  le  dé  acierto;  á  la  Reyna  del  cielo  pondremos  por  )mter- 
cessora  como  tan  poderossa. 

Ame  lastimado  el  corazón  el  puerto  de  ymportancia  q  se 
a  perdido  en  Flandes,  q  aquello  esté  tan  apretado  y  q  los  mi- 
nistros del  rey  de  Francia  estén  tan  soberbios  y  poco  ajustados 

Z  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


á  las  paces  ó  suspensión  de  annas,  q  á  ellos  y  á  nosotros  nos  es- 
taba bien :  Dios  los  humille  y  rinda  y  desbanezca  sus  torcidos 
3mtentos  por  su  bondad,  para  q  todos  consigamos  reposo  y  el 
cumplimiento  de  la  bolüntad  dibina,  q  prospere  á  V.^  M.^  felices 
años. 

En  la  ConQedon  Descalca  de  Agreda  Agosto  lo  de  1645. — 
Sierba  fiel  de  V  *  M .*—  Sor  Marfa  de  Jesús. 


XXXVI. 

De  Sor  María  >. 

Señor :  Temerossa  estoy  q  con  tanta  frequencia  de  cartas  como  '4  do  Agosto 
escribo  canssan  á  V.^  M.^,  quando  solo  desseo  alibiarle.  Las  dos 
últimas  de  V.*  M.<^  me  an  puesto  en  gran  cuidado  y  continuo 
desbelo ,  considerando  y  pessando  el  enpeño  y  peligro  en  q  está 
su  ejército  de  V.»  M.^  por  el  socorro  de  Balaguer ,  y  lo  mucho  q 
se  abentura  en  el  malo  ó  bueno  sucesso;  y  el  ber  q  pende  de  la 
dibina  Probidencia  (q  todo  lo  está  mirando,  cuyos  hijos  somos 
y  echuras  de  sus  manos)  me  deja  respirar,  pues  en  todas  sus 
obras  procede  con  equidad  y  justicia  y  no  puede  errar  en  ellas, 
y  si  nos  aflije  y  contrista,  será  para  sacar  otros  mayores  bie- 
nes de  nosotros  y  q  los  consigamos  quando  fuere  su  ss.<°^  bo- 
lüntad. 

Yo  e  trabajado  estos  dias  con  todas  mis  fuer(as  y  derramado 
muchas  lágrimas  por  esta  causa ;  y  en  ossequio  de  sus  órdenes  y 
obediencia  de  V.^  M.^  e  clamado  á  el  Todopoderosso ,  y  temo  q 
mis  muchos  pecados  y  el  ser  tan  mala  detiene  la  misericordia 
de  Dios  tanto;  y  esto  me  atormenta  y  ace  padecer  mucho,  y  q  su 
piedad  de  V.^  M.^  se  frustra  y  malogra  en  acudir  á  quien  es  tan 
pobre  como  yo,  q  solo  tengo  un  ardiente  desseo  de  q  se  cunpla  la 
bolüntad  de  Dios  en  nossotros,  q  es  de  padre  amorosso,  y  q  no 
le  ynpidamos  por  ñfbs  pecados,  pues  su  ynclinacion  á  &bore9er- 

X  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  6o  — 

nos  y  remediarnos  es  más  natural  q  bajar  la  piedra  á  su  ^entro 
y  subir  el  fuego  á  su  exfera  y  quemar,  sino  q  ñra  yngratitud  le 
detiene  y  ma  )mdispussÍ9¡on  le  biolenta  á  no  damos  lo  q  neges- 
sitamos,  y  muero  desseando  q  acertassemos  á  desenojarle  y  á 
obligarle.  Estas  son  mis  anssias  y  toda  mi  ocupa9Íon,  y  me  con- 
suelo q  las  oraciones  de  la  Religión  nos  a3niden  y  q  el  Jeneral 
como  Prelado  las  solÍ9Íte.  Debido  es  todo  ásu  piedad  y  debocion 
de  V.»  M.d,  y  la  q  me  dice  tiene  á  el  Santo  seráfico  Fran  ~  me 
alegra,  porq  es  buen  amigo  en  las  tribula9Íones.  Arto  le  suplico 
nos  ayude  en  las  pressentes  y  q  interceda  con  el  Altíssimo,  para 
q  nos  mire  como  padre  piadosso,  y  á  la  Virgen  SS.°*  como  ber- 
dadero  anparo  nuestro. 

Quedo  aguardando  el  su9esso  del  ejército  con  la  pena  q  V.*  M.* 
puede  conssiderar.  Tanbien  me  la  a  dado  q  mi  cuadernillo  a3ra 
aflijido  el  cora9on  de  V.»  M.*^ ;  mi  ynten9Íon  no  es  sino  de  ali- 
biarle  y  dilatarle,  aunq  fuera  deramando  mi  ssangre,  y  temien- 
do q  pudiera  acer  el  efecto  contrario  ressistí  muchas  beces  á  el 
ynpulsso  de  ynbiarle  á  V.*  M.** ;  pero  lo  yce  por  ssi  pudiera  ser- 
bir  de  algún  alibio  y  conocimiento  en  los  peligros  pressentes: 
los  buenos  desseos  q  V.^  M.^  tiene  de  q  el  Señor  no  sea  ofendido 
y  de  la  reformación  jeneral  recibirá  Dios,  y  quanto  más  V.*  M.^ 
se  encendiere  en  ellos  y  enpeñare  por  la  caussa  de  su  serbido, 
tanto  más  correrá  por  quenta  del  Altíssimo  V.*  M.*^  y  sus  reynos, 
y  si  á  el  Todopoderosso  tenemos  obligado  y  propicio  ¿q  poten- 
cia umana  podrá  ser  contra  nosotros  ? 

Tanbien  trabajaré  con  mi  pobre9a  suplicando  á  el  Altíssimo 
disponga  los  ánimos  de  todos  los  Príncipes  christianos  q  an  de 
ajustar  las  materias  de  las  pa9es  ó  suspensión  de  armas ;  y  me 
alienta  mucho  q  V.*  M.^  esté  deste  parecer ,  q  Dios  es  tan  bue- 
no q  recibe  el  desseo  quando  no  sse  puede  llegar  á  la  ejecución, 
y  suplico  á  V.'  M,^  no  pierda  punto  con  esto,  pues  lo  q  fuere 
V.^  M.^  de  prodigo  dejando  ynteresses  por  la  paz,  se  los  dará 
Dios  por  otros  caminos.  Yo  desseo  grandemente  para  conseguir- 
la, q  el  Señor  umille  '  á  los  contrarios  y  los  rinda  para  que 

I  Hasta  aquí  el  autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio ;  lo  que  sigue,  del 
manuscrito  que  existe  en  el  Convento  de  Agreda. 


—  6i  -^ 

se  ajusten  á  ella,  pues  fio  de  V.  M.  que  aunque  se  viera  victorio- 
so de  ellos,  procurará  la  paz:  el  Señor  nos  la  dé  por  su  bondad. 
Mañana  es  dia  de  la  Reyna  del  cielo  y  todo  cuanto  mi  Comu- 
nidad y  yo  trabajaremos  es  por  V.  M.,  y  el  Príncipe  ñTo  S.°' 
y  S.*  Infanta:  no  los  tengo  olvidados,  que  los  estimo  de  cora- 
zón. La  venida  de  la  flota  me  tiene  también  con  cuidado,  que 
parece  tarda:  Dios  la  libre  de  peligro. 

La  tercera  parte  de  la  historia  de  la  Reyna  del  cielo  se  trasla- 
dará con  brevedad  y  la  remitiré  á  V.  M.  Mi  confesor  desea  a}^- 
darme  en  todo  lo  que  es  gusto  de  Dios  en  los  aprietos  presen- 
tes y  servicio  de  V.  M.,  porque  es  de  los  que  tienen  buen  sentir 
en  todo;  direle  lo  que  V.  M.  me  manda,  en  viniendo  á  este  lugar, 
que  está  fuera  de  él  á  negocios  de  su  provincia.  El  Altíssimo 
prospere  á  V.  M.  felices  años  como  deseo. 

En  la  Concepción  Descalza  de  Agreda  á  14  de  Agosto  de  1645. 
—  Sierba  de  V.  M.,  que  besa  su  mano. — Sor  María  de  Jesús. 


XXXVII. 

Del    Rey  . 

Aunque  no  aflojan  los  cuidados,  antes  cada  dia  se  aumentan, 
tengo  gran  confianza  en  nuestro  Señor,  que,  sin  mirar  á  nuestras  1645. 
culpas,  sino  usando  de  su  infinita  misericordia,  se  ha  de  doler  de 
nosotros  y  abrir  algún  camino  cuando  menos  lo  pensemos,  por 
donde  consigamos  el  reposo  de  la  Cristiandad.  El  verla  en  el  es- 
tado en  que  se  halla  y  en  el  que  están  estos  reinos,  que  es  don- 
de más  pura  está  la  religión  católica,  es  lo  que  más  me  aflige, 
pues  lo  que  yo  siento  ni  lo  que  personalmente  paso  no  me  con- 
goja en  esta  comparación,  antes  (como  decis)  lo  tengo  por  mer- 
ced de  nuestro  Señor,  y  espero  que  éste  ha  de  ser  medio  para 
que  yo  abra  los  ojos  y  pida  con  vivo  dolor  perdón  de  mis  pecados; 
y  si  esto  consigo,  podré  decir  que  son  felices  todos  los  trabajos. 

Agradézcoos  mucho  el  cuidado  que  ponéis  en  pedir  mi  salva- 


—   62   — 

cion,  y  os  encargo  que  ante  todas  cosas,  apretéis  en  esto  con 
nuestro  Señor,  pues  todo  lo  demás  no  importa  nada  si  se  alcanza 
esta  dicha.  También  os  pido  que  le  deis  gracias  en  mi  nombre  por 
la  merced  que  nos  ha  hecho  en  permitir  llegue  la  flota,  pues  aun- 
que lo  más  que  trae  estaba  ya  gastado  con  la  esperanza  de  su  ve- 
nida, con  todo  eso  nos  ayudará  mucho  y  dará  algún  ensanche 
para  acudir  á  tantas  partes  como  es  menester. 

A  doce  de  éste  intentamos  por  la  mañana  ocupar  un  puesto  para 
facilitar  la  entrada  del  socorro  en  Balaguer;  pero  el  enemigo  cargó 
con  más  gente  que  la  nuestra ,  y  aunque  se  peleó  muy  bizarramen- 
te no  se  pudo  conseguir  el  deseo  que  llevábamos :  perdimos  dos- 
cientos hombres  entre  muertos,  heridos  y  presos,  y  aunque  no  se 
sabe  con  certeza  el  daño  que  recibió  el  enemigo,  se  cree  que  no 
fué  inferior  al  nuestro.  Como  no  se  consiguió  el  fin  que  se  llevaba, 
se  ha  dificultado  este  socorro;  y  aunque  no  se  dejará  de  intentar 
más  veces  por  diferentes  partes,  temo  el  suceso,  si  Dios  nuestro 
Señor  no  se  duele  de  nosotros;  y  os  he  de  confesar  con  toda  llane- 
za, que  del  modo  que  vos  me  escribís  en  esta  parte,  juzgo  que  no 
se  os  ha  dado  á  entender  que  haya  de  haber  buen  suceso  en  este 
socorro,  lo  cual  me  tiene  afligido,  pues  veo  que  va  mucho  en  él; 
si  bien  siempre  estoy  rendido  á  los  pies  y  voluntad  de  nuestro 
Señor,  y  á  ella  le  tengo  ofrecidos  reinos,  hijos,  vida  y  alma,  para 
que  en  todo  obre  como  suyo ;  y  sin  salir  de  estos  límites  os  pido 
que  apretéis,  así  para  lo  que  toca  á  este  socorro,  como  para  lo 
demás  de  esta  Monarquía,  pues  Dios  quiere  que  le  pidamos  y  que 
le  importunemos,  y  más  cuando  la  petición  es  al  parecer  justa. 

Otro  negocio  grande  tenemos  entre  manos  ' :  también  os  pido 
que  le  encomendéis  muy  de  veras  á  nuestro  Señor,  pues  podrá 
depender  de  él,  si  se  ajusta,  la  quietud  y  sosiego  de  estos  reinos. 
No  se  olvide  de  acudir  á  nuestra  Señora  para  todo  esto,  que  es 
buena  intercesora,  y  más  en  esta  Octava  de  su  Santísima  Asun- 
ción ,  en  la  cual  espero  nos  ha  de  dar  un  buen  dia. 

De  Zaragoza  á  i6  de  Agosto  de  1645.  —  Yo  el  Rey. 

I  Sin  duda  quería  aludir  i  la  conspiración  formada  en  Barcelona  para  en- 
tregar la  ciudad  á  los  españoles,  que  se  descubrió  después,  siendo  ajusticiados 
los  principales  conjurados,  i  excepción  de  la  baronesa  de  Alby. 


-63- 


XXXVIII. 


De  Sor  María. 


Señor:  Ningún  aprieto  ha  de  poner  á  V.  M.  en  estado  de  des-  19  de  AgMte 
confianza*,  pues  aunque  nos  castigue  Dios  con  rigor ,  dice  la  divi-  '  ^^' 
na  Escritura  esperemos  en  El  y  le  roguemos ;  y  tanto  con  mayor 
instancia  y  firmeza,  cuanto  necesitamos  de  su  clemencia  y  mise- 
ricordia en  la  mayor  tribulación,  pues  El  sólo  nos  puede  librar 
de  las  que  nos  oprimen  ;  y  no  asegura  á  V.  M.  menos  la  propia 
causa  de  sti  salvación  y  vida,  cuando  á  los  trabajos  y  penas  de  su 
persona  antepone  como  padre  las  de  sus  vasallos,  que  son  hijos 
de  V.  M.  y  de  toda  la  Cristiandad,  que  es  la  hacienda  del  Señor. 
Este  celo  presentaré  al  Altísimo  para  inclinar  su  misericordia, 
y  V.  M.  no  desmaye  en  él  ni  en  la  confianza ;  pues  el  tenerla  es 
la  mejor  disposición  para  alcanzar  lo  que  se  pide,  porque  al  que 
cree  todo  le  es  posible.  Mi  mayor  cuidado  siempre  consiste  en 
que  reciba  V.  M.  la  divina  luz  con  tanta  plenitud ,  que  nada  ig- 
nore de  lo  que  es  voluntad  de  Dios  que  ejecute  con  la  potestad 
que  de  su  mano  tiene. 

Daré  gracias  al  Señor  muy  afectuosas,  en  nombre  de  V.  M., 
porque  ha  traído  á  salvamento  la  flota,  y  porque  este  beneficio 
redunda  en  tanto  útil  de  la  religión  Católica  y  de  estos  reiaos 
que  la  conservan.  Deseaba  mucho  saber  el  suceso  del  socorro  de 
Balaguer ,  y  doy  gracias  á  Dios  que ,  aunque  no  se  consiguió  el 
día  en  que  se  intentó ,  fué  menor  la  pérdida  de  lo  que  pudiera 
ser  si  no  asistiera  su  Providencia  divina;  y  en  cuanto  á  este  pun- 
to, V.  M.  ha  entendido  la  verdad  de  que  no  he  conocido  si  se 
conseguiría ,  porque  el  Señor  nada  me  ha  declarado;  pero  tam- 
poco me  ha  dicho  lo  contrario  ni  he  entendido,  con  que  he  pa- 
decido más  excesiva  pena  y  se  me  han  avivado  las  ansias  de 
pedirlo  más ,  y  su  bondad  infinita  se  deja  rogar  y  da  á  enten- 


-64- 

der  le  pidamos  é  instemos;  y  como  no  me  toca  á  mí  otro  oficio, 
no  me  atrevo  á  inquirir  más  de  lo  que  su  dignación  divina  me 
declara,  y  en  lo  demás  adoro  sus  juicios  y  sabiduría  incompren- 
sible. El  volver  á  intentar  el  socorro  parece  preciso  y  necesario, 
y  deseo  sea  con  todas  las  advertencias  convenientes  de  prevencio- 
nes, para  resistir  al  enemigo  y  huir  de  su  furia,  fiando  más  de 
Dios  el  acierto  que  de  las  diligencias  humanas,  y  haciendo  todas 
las  posibles,  porque  es  causa  tan  de  su  agrado  el  defender  la  pu- 
reza de  la  fe  de  España.  Yo  clamaré  con  todas  mb  fuerzas  á  su 
piedad ,  estos  días ,  é  invocaré  la  intercesión  de  María  Santísima, 
á  quien  deseo  íntimamente  que  V.  M.  la  sirva  y  obligue ,  y  me 
consuela  verle  tan  devoto  suyo. 

El  negocio  que  de  nuevo  V.  M.  me  manda  encomiende  á  Dios, 
juzgo  es  de  gran  peso  y  consideración ;  en  esto  trabajaré  fielmente 
para  que  se  ejecute,  si  ha  de  ser  remedio  eficaz  para  la  quietud 
de  la  Cristiandad  y  algún  reparo  de  esta  Monarquía  y  alivio  de  la 
persona  de  V.  M.  que  tanto  deseo  ;  y  temo  mucho  que  si  no  se 
ajustan  á  la  paz  los  hijos  de  la  Iglesia,  sentirán  sobre  sí  la  mano 
del  Señor  contra  la  potencia  del  mayor  enemigo  de  Cristo ,  que 
es  el  Turco.  Dios  le  humille  y  ataje  sus  pasos. 

Cuatro  ó  cinco  dias  há  que  tengo  esa  carta  escrita,  aguardando 
mensagero  seguro,  y  con  las  dos  envío  propio  por  no  detenerlas 
más.  El  Altísimo  me  conceda  lo  que  para  V.  M. ,  Señor  mió ,  le 
pido  y  deseo. 

En  la  Concepción  Descalza  de  Agreda  á  19  de  Agosto  1645. — 
Sierva  de  V.  M. — Sor  María  de  Jesús. 


XXXIX. 

Del    Rey  K 


He  recivido  juntas  las  dos  cartas  Q  me  escrivisteis  en  14  y  19 
1645.       deste  mes,  yaunq  teméis  q  me  sea  molestia  la  frequencia  de- 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


-65- 

lias  I  08  asseguro  4  me  caussa  mucho  alivio  el  recivirlas  y  leerlas, 
yassi  sin  estos  miedos  podéis  continuar  esta  correspondencia, 
pues  sienpre  me  alienta  lo  q  me  escrívis ,  y  si  yo  sé  aprovechar* 
me  dello  seré  didiosso. 

Mucho  08  agradezco  lo  q  me  encomendáis  i  Dios,  anteponien- 
do á  todo  el  pedirle  la  salvación  de  mi  alma,  que  esto  es  lo 
principal,  y  luego  el  bien  y  el  reposso  desta  Monarquía,  q  tan- 
bien  lo  desseo  con  vivas  anssias ,  por  verla  con  algún  repoeso  y 
poder  acudir  mejor  á  poner  en  orden  lo  q  estos  tienpos  tan  tur* 
bados  an  desordenado.  Yo  viva  fe  tengo  de  q  ifrb  Sefior  se  a  de 
doler  de  nosotros  y  sacamos  bien  de  los  aprietos  presentes ,  y 
quanto  menores  fueren  los  medios  umanos ,  tanto  más  e  de  es- 
perar en  loB  divinos:  lo  q  me  atemoriza  es  ver  mis  culpas  y 
creer  q  ellas  an  de  detener  los  favores  de  ilrb  Sefior,  pues  no 
acierto  á  servirle  como  quisiera;  y  como  e  visto  por  vrb  quader- 
nillo  q  está  enojado,  ob  confiesso  q  no  se  de  mí.  Tras  esto  me 
holgué  de  verlo,  y  os  pido  q  si  se  os  permite  enbiarme  mas  no- 
ticia de  lo  q  06  passa  en  la  materia  lo  hagáis ,  para  q ,  viendo 
yo  la  parte  q  offendo  más  á  iITo  Sefior ,  procure  enmendarlo  assi 
en  mí  como  en  mis  vasallos. 

Con  algún  aliento  me  dqa  lo  q  decís  de  q,  aunq  no  se  os  a 
dado  á  entender  nada  sobre  el  sucesso  de  Balaguer,  quiere  Dios 
q  le  reguemos,  pues  parece  sefial  de  q  quiere  favorecemos;  ha- 
gámoslo assi,  Sor  María,  y  a)rudadme  vos  á  suplicárselo  ásu 
Divina  M.<^  (como  estoy  cierto  lo  hacéis) ,  pues  yo  soy  malo  y 
temo  no  me  oyga.  Esta  materia  tengo  remitida  á  los  cavos  del 
exerdto  q  están  al  pie  del  hecho,  y  les  subministro  los  medios  q 
puedo  para  q  obren  lo  q  tubieren  por  mejor  para  conseguir  éste 
socorro,  encomendalde  á  Dios  y  pedilde  q  les  alunbre  paraq 
salgamos  bien  deste  enpefio,  q  cierto  estamos  mal  mientras  no 
salimos  deste  lance;  pero  si  la  voluntad  divina  es  q  nos  perda- 
mos, sienpre  estaré  sujeto  á  ella  y  creeré  firmemente  ques  lo  q 
mas  nos  inporta. 

Con  razón  se  puede  temer  la  invasión  del  Turco,  ques  enemi- 
go de  la  Christiandad  y  poderosso ;  y  si  los  príncipes  chrístianos 
no  nos  ajustamos  y  tratamos  de  assistir  á  resistirle ,  nos  emo^  de 


—  66  — 

ver  muy  enbarazados :  de  mi  parte  no  se  faltará  á  esto  aunq  sea 
cediendo,  como  os  he  dicho,  pero  temo  q  Francia,  como  se  ve 
vitoriosa  a  de  reusar  el  acomodamiento,  particularmente  tenien- 
do paz  aquella  Corona  con  el  Turco  y  no  haviendo  de  padecer 
daño  con  esta  guerra.  Mis  reynos  son  los  más  espuestos  al  ries- 
go,  y  el  Turco  está  con  más  desseo  de  acometerme  á  mi  q  á  otros, 
pues  nunca  emos  tenido  paz  con  ellos,  ni  con  la  a)ruda  de  Dios 
la  tendré ,  aunq  me  quede  con  solo  la  capa  en  el  honbro.  Siento 
verme  enbarazado  en  esta  guerra  tan  predssa,  de  mi  propia  de- 
fenssa  contra  católicos ,  y  no  poder  acudir  á  hacer  opósito  al 
Turco;  pedid  á  drb  Sefior  q  nos  conponga  y  q  no  permita  q  pa- 
dezcan los  q  si  pudieran  ajustarse  lo  hideran,  y  q  defienda  á  la 
Christiandad  deste  bárvaro,  pues  si  su  Divina  M>  no  lo  reme- 
dia temo  una  gran  desdicha ,  y  q  se  a  de  encender  tal  fuego  en  la 
Christiandad  q  sea  dificil  de  estinguirse.  Agradezcoos  el  cuydado 
q  tenéis  de  encomendar  á  Dios  á  mis  hijos,  y  os  encargo  lo  con- 
tinuéis por  lo  q  me  inporta  q  se  crien  para  su  santo  servicio. 
De  Zaragoza  á  23  de  Agosto  1645.—  Yo  el  Rey. 


XL. 


De  Sor  María  >. 


at  dé  AfoMo      Señor:  En  fee  de  la  li^engia  q  V.*  M.^  me  da  continuaré  mis 
'  ^^'       cartas  sin  temor ,  q  le  e  tenido  tan  grande  quanto  las  conssidero 
de  poco  probecho,  pero  su  piedad  de  V.*  M.^  todo  lo  benge  y 
dissimula. 

Todas  mis  fuergas  y  pobres  obras  e  consagrado  á  el  Sefior  para 
trabajar  y  pedirle  por  V.»  M,^  y  sus  reynos ,  con  dolor  de  poder 
tan  poco  y  bibas  anssias  de  q  el  Todopoderosso  mire  á  V.^  M.^ 
como  padre,  le  anpare,  le  consuele,  fortalezca,  patro^inne  y  en- 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


-67- 

camine  para  q  consiga  V.*  M.^  la  salba^ion  con  obras  perfetas 
de  su  serbicio ,  y  con  la  buena  direc9Íon  de  su  Monarquía;  pues 
d  oonplir  con  esta  obligación  es  necesario  para  asegurar  la  bida 
eterna,  por  el  enpefio  y  dignidad  en  q  el  Altíssimo  a  puesto  á 
V.^  M.^ ;  y  es  tan  fiel  q  dará  los  ausilios  necesarios  para  este  fin, 
porq  sus  obras  son  con  equidad  y  justicia  y  da  la  niebe  según  la 
lana. 

Suplico  á  V.*  M.^,  Sefior  mió,  q  no  se  desaliente  ni  pierda  el 
ánimo  en  la  consideración  de  lo  q  a  ofendido  V.*  M.<^  á  Dios, 
pues  todos  los  pecados  del  mundo ,  en  su  ynfinita  misericordia 
es  como  una  gota  de  agua  en  el  mar;  y  ñra  maldad  no  puede  es- 
tinguir  su  caridad  y  bondad,  q  excede  sin  conparacion  á  lifá 
malicia. 

Los  pecados  passados,  llorados  y  aborrecidos,  no  desobligan  á 
d  Sefior,  q  es  liberal  en  perdonarlos  y  nos  lo  manifiesta  en  la 
parábola  del  Hijo  pródigo  q  nos  dejó  en  su  Ebanjelio.  El  bol- 
ber  á  reyncedir  es  lo  q  le  dessagrada,  y  el  q  no  nos  lebantemos 
luego  si  como  flacos  cayéremos.  Pero  todo  a  de  ser  con  fe  y  es- 
peranca,  y  los  muchos  trabajos,  penas,  sobresaltos  y  angustias 
q  V.*  Mfi  padece  en  defensa  de  la  Christiandad  y  por  conserbar 
la  purera  de  la  fee  en  Espafia ,  claro  está  q  lo  tomará  el  Sefior 
en  quenta  y  descargo  de  lo  q  V.*  M.<^  le  a  desagradado,  y  para 
obligarse  á  darle  á  V.*  M.^  muchos  premios ;  espero  los  conse- 
guirá el  santo  celo  q  tiene  V.*  i/lfi  contra  el  mayor  enemigo  de 
Christo  rifo  Señor ,  tan  de  Hijo  y  protector  fidilíssimo  de  su  san- 
ta Iglesia  ;  y  el  conocerle  por  su  carta  de  V.*  M.^  me  a  consolado 
y  enternecido  mucho. 

Ratifiqúese  V.*  M.<^  en  él  muchas  beces  con  todo  el  coracon ,  y 
con  afecto  del  mió  se  le  representaré  á  el  Sefior  con  confianca  de 
q  nos  a  de  bborecer ;  y  en  esta  causa  tengo  grandes  racones  para 
trabajar  mucho  y  para  q  V.*  M.^  lo  enprenda  con  fe  y  ánimo  yn- 
contrastable,  y  le  puede  dar  d  q  guerras  con  tan  crudes  enemi- 
gos asearan  más  la  conciencia  y  justifican  la  causa. 

Lo  q  tengo  escrito  en  d  cuadernillo,  parece  q  conbiene  parti- 
cularicarlo  V.*  MA  y  descender  á  las  personas  y  á  las  mate- 
rías  de  justida,  singularmente  para  castigar  y  retribujrr  con 


—  68  — 

equidad  todas  las  cossas,  y  pesar  las  ra9ones  y  ynformesi  y  pene* 
trar  las  yntendones  de  cada  uno,  porq  el  engaño  no  se  bista  de 
berdad  aparente  :  para  esto  dará  luz  el  Señor  á  V.*  M.f ,  y  ccmfi- 
ríéndola  en  su  Real  pechólas  noticias  particulares  de  los  grandes 
y  pequeños,  entenderá  lo  cierto  ;  y  como  V.*  MA  lo  entendiere, 
le  suplico  de  parte  del  Señor  lo  qecute  con  toda  resulu^ion  y 
fortaleza,  sin  atención  ni  respeto  umano. 

Ame  causado  admiraron  q  en  tanto  tienpo  como  los  dos  ejér- 
citos an  estado  en  tan  gran  enpeño,  q  el  del  enemigo  no  aya 
obrado  más  en  i!Tb  daño  ni  el  de  Balaguer  se  aya  rendido ,  y 
por  esto  deseaba  tanto  q  el  socorro  se  apresurase ,  y  porq  no  lle- 
gase tarde  como  á  Rosas.  Parece  q  nos  a  querido  Dios  dar  tienpo 
para  q  pidamos  misericordia  ante  su  tribunal  dibino :  me  postra- 
ré y  en  él,  lloraré  y  clamaré  por  todas  estas  causas  con  beras ;  y 
crea  V.»  M.*,  Señor  mió ,  q  si  yo  pudiera  padecer  por  V.*  M.*  to- 
dos los  trabajos  y  penas  y  darle  los  alibios ,  lo  y9iera  por  lo  q 
estimo  á  V.*  M.^  y  me  conpadezco  de  sus  trabajos.  El  Todopo- 
deroso se  los  alibie  á  V.  M.,  y  le  prospere  en  lo  dibino  y  umano 
feli^e^  años. 

En  la  Conce^on  Descalca  de  Agreda  Agosto  28  de  1645. — 
Sierba  de  V.»  M.<^--Sor  María  de  Jesús. 


XLL 


Del  Rey  ^ 


Sienpre  acudo  á  vos  en  los  aprietos  para  que  intercedáis  y 
,(45.       encomendéis  á  lifb  Señor  estas  materias ;  aora  a  permitido  su  Di- 
vina Mag.<^  q  pueda  enbiaros  mqores  nuebas ,  pues  filé  servido 
q  ocupassen  mis  armas  la  villa  de  Flix,  ques  de  gran  inportan- 

I  A^Ugrpfo  dt  U  Biblioteca  dd  Kml  Palfcto. 


-69- 

da;  si  bien  el  castillo  y  otro  fortin  ocupava  el  enemigo,  espero  Q 
esto  se  venzerá,  pues  no  a  de  haver  enpezado  mb  Señor  á  favo- 
recernos para  dejar  la  obra  inperfecta.  De  Balaguer  salió  la  cava- 
llerfa  los  dias  passados  sin  daño,  con  q  aquella  plaza  queda  con 
más  alivio,  pero  con  mucho  riesgo;  presto  veremos  si  con  esta 
novedad  de  Flix  deja  el  enemigo  á  Balaguer  y  trata  de  ir  á  so- 
correr el  castillo.  Ayudadme,  Sor  María ,  á  dar  gracias  á  úfb  Se- 
ñor por  este  ñivor,  q  cierto  me  hace  gran  confusión  ver  q  quan- 
to  más  le  offendo  más  me  favorezca.  El  se  sirva  de  abrimos  los 
ojos  para  Q  sea  agradecido  y  acierte  á  cunplir  su  santa  ley.  Tan- 
bien  os  pido  q  no  08  descuydeis  en  apretar  por  lo  q  &lta ,  pues 
si  no  se  toma  d  castillo  es  infirutuoso  todo  lo  hecho  y  Balaguer 
está  apretado,  y  assi  es  menester  aora  (y  sienpre)  la  a)ruda  de 
ñrb  Señor,  que  sin  ella  no  hay  nada. 

Mucho  temo  q  pido  mucho  mereciendo  tan  poco,  pero  Dios 
quiere  q  le  roguemos ,  y  assi  me  atrevo  á  hacerlo  encargándoos  á 
vos  me  ayudéis,  pues  la  Christiandad  pide  un  poco  de  reposo. 

De  Zaragoza  á  30  de  Agosto  1645. — Yo  el  Rey. 


XLIL 


De  Sor  María  K 


Señor :  Pague  el  Altíssimo  á  V.*  M.d,  con  liberal  maño ,  el  con-  x.»  dt  stUtn- 
suelo  q  me  a  dado  abisándome  del  buen  sucesso  de  Plüt:  no  des- 
mere9e  este  íabor  el  afecto  con  q  estimo  á  V.*  M.^  y  el  continuo 
cuydado  y  pena  con  q  bibo,  deseando  las  bitorias  de  sus  armas  de 
V.»  M.*^  Daré  gragias  á  el  Señor,  en  nonbre  de  V.*  M.^,  y  me 
postraré  ante  su  dibina  pres8en9ia  suplicándole  continúe  las  mi- 
sericordias q  a  comengado  con  sus  hijos ,  q  le  confiessan  con  pu- 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  70  — 

re^a  de  fe,  y  q  nos  anpare  como  padre  tomando  por  su  quenta 
lira  defensa,  y  q  nos  dé  el  castillo  de  Flix  y  la  plagí  de  Balaguer: 
esto  desseo  con  grandes  beras ,  porque  será  de  mucho  alibio  y 
ynportan^ia ,  y  me  a  dado  cuydado  lo  q  V.*  M.^  me  escribe  de  q 
queda  apretada  la  pla9a  ;  y  el  aber  salido  de  ella  la  caballería  sin 

♦ 

daño  fue  tanbien  beneficio  de  la  dibina  diestra.  Yo  deseo  q  to- 
dos conozcamos  q  no  los  merecemos  y  q  agradezcamos  los  q 
recibimos,  atribuyéndolos  sólo  á  Dios,  á  su3mfinita  misericordia 
y  bondad ,  para  que  nos  dispongamos  para  otros.  Y  no  juzgue 
V.^  M.^,  Sefior  mió,  q  es  mucho  pedir  á  Dios  lo  q  le  suplicamos, 
pues  es  oficio  de  su  Majestad  dar  y  ser  liberal,  y  biolento  á  su 
bebninidad  el  q  desmerezcamos  el  no  estar  sienpre  recibiendo  sus 
misericordias  y  mergedes.  Y  supuniendo  q  no  podemos  merecer 
la  menor  de  ellas ,  y  q  se  a  de  obligar  de  su  misma  bondad  para 
congedémolas  y  de  los  ynfinitos  merecimientos  de  Christo  ñfó 
Sefior,  con  esto  podemos  pedir,  y  en  fe  q  V.*  M.^  defiende  á  los 
hijos  de  su  Iglesia  y  quiere  su  mayor  exaltación. 

Yo  confieso,  Señor  mió,  q  después  q  V.*  M.^  me  escribió  q  la 
Corona  de  Francia  tenía  echas  paces  con  el  Turco ,  desseo  con  más 
eficacia  nuestras  bitorias,  y  q  el  Altíssimo  los  rinda  y  umiUe  asta 
q  se  ajusten  á  las  paces;  pues  es  más  justo  tenerlas  con  los  hijos 
de  la  Iglesia  q  con  el  Turco:  esto  juzgo  q  es  mucho  pedir,  pero 
me  animo  á  suplicárselo  á  el  Sefior ,  en  fe  de  su  misericordia  y  de 
q  nos  emos  de  enmendar  de  nuestros  pecados ,  y  q  para  esto  se 
a  de  tomar  algún  medio  oportuno.  Todo  a  de  benir  de  el  Padre 
celestial ,  en  cuya  protección  militamos  y  en  confianca  suya  bi- 
bimos.  Agalo  como  puede  y  prospere  á  V.*  M.^  en  lo  dibino  y 
umano  muchos  y  felices  años. 

En  la  Concedon  Descalca  de  Agreda  i  de  Setienbre  1645. — 
Sierba  de  V.*  M.^  q  su  mano  besa.  —  Sor  María  de  Jesús. 


—  71  — 


XLIII. 
Del    Rey. 

Grandes  son  los  justos  juicios  de  Dios  é  incomprensibles  para     Zaragoza 
los  hombres  humanos :  solo  nos  toca  venerarlos  y  tener  por  in-   ^  ^,^  ^l^' 
falibles,  que  lo  que  dispone  su  divina  Providencia  es  lo  que  más 
nos  conviene. 

Poco  ha  que  os  envié  el  aviso  de  la  toma  de  la  villa  de  Flix,  y 
os  pedf  dieseis  gracias  á  Dios  por  la  merced  que  nos  habia  hecho 
y  le  suplicaseis  lo  continuase  hasta  dejar  la  obra  perfecta;  poco 
nos  duró  este  alivio,  pues  cargando  los  ñranceses  con  cuatro  mil 
hombres,  volvieron  á  cobrar  la  villa,  prendiendo  la  gente  nues- 
tra que  habia  entrado  en  ella  ^  También  os  pido  que  deis  gracias 
á  nuestro  Señor  por  este  suceso,  pues  asi  por  los  prósperos  como 
por  los  contrarios  se  las  debemos  dar  y  conformarnos  con  su  san- 
ta voluntad  en  todo. 

Confiésoos,  Sor  María ,  que  ha  sido  duro  este  golpe  y  el  más 
dafioso  que  nos  pudiera  suceder  en  la  ocasión  presente,  y  que  mi 
flaqueza  ha  habido  menester  acordarse  que  viene  de  la  mano  de 
Dios  para  tolerarle  con  paciencia:  mucho  debemos  ofender  á 
Dios,  pues  se  van  acentuando  los  castigos;  yo  creo  que  mis  pe- 
cados tienen  la  culpa  de  todo,  pues  soy  tan  ingrato  que,  ha- 
biendo recibido  tantas  mercedes  de  nuestro  Señor,  no  sé  ser- 
virle ni  agradecérselas  como  fuera  justo.  Bien  sabe  su  Divina 
Majestad  que  la  intención  es  buena  y  que  deseo  cumplir  con  mi 
obligación ,  y  espero  conseguirlo  con  su  ayuda :  estos  accidentes 
no  tan  sólo  me  fatigan  por  lo  presente  como  juzgando  lo  venide- 
ro, pues  nos  hallamos  con  tan  pocas  fuerzas  y  con  tan  poca  dis- 

X  Tomado  Flix  por  los  españoles  al  mando  de  D.  Felipe  de  Silva ,  pudieron 
los  ñanceses  socorrer  el  castillo  y  desde  él  atacar  la  dudaid,  que  recuperaron  dos 
días  después ,  haciendo  prisioneros  4  800  hombres  de  4  pié  y  300  de  4  caballo. 
Monigiat^  campaña  once,  » 


—  72  — 

posidon  de  medios  para  aumentarlas  y  para  disponer  lo  demás 
necesario  para  nuestra  defensa,  que  si  nuestro  Señor,  por  su  in- 
finita bondad,  no  toma  la  mano  y  nos  ayuda,  temo  la  total  ruina 
de  esta  Monarquía :  si  de  todo  esto  yo  sacase  el  fruto  que  más  me 
conviene  para  mi  salvación ,  yo  fuera  dichoso  y  diera  por  bien 
empleado  todo  lo  que  hoy  se  padece.  Pedidle  á  nuestro  Señor 
que  me  dé  su  gracia  para  que  me  sepa  aprovechar  de  estos  tra- 
bajos, y  juntamente  le  pedid  que  se  duela  de  nosotros  y  no  per- 
mita que  lleguemos  á  la  última  ruina.  Ahora,  Sor  Maria,  es 
cuando  más  ha  de  lucir  la  omnipotencia  de  nuestro  Señor,  pues 
los  medios  humanos  faltan  ;  y  si  no  me  socorren  los  divinos  no 
sé  adonde  volver  el  rostro,  si  bien  siempre  me  conformaré  cenia 
voluntad  de  Dios  nuestro  Señor,  y  creeré  firmemente  que  lo  que 
dispone  es  lo  que  mejor  me  está. 

Muy  bien  me  aplicáis  el  cuadernillo ,  y  si  yo  acierto  á  tomar 
vuestro  consejo  no  erraré  en  nada ;  yo  me  valdré  de  él  y  pro- 
curaré seguirle  por  aquel  camino,  que  sin  duda  es  el  más  acerta- 
do. Yo  os  confieso  que  no  me  cuesta  poca  atención  reconocer  las 
intenciones  de  los  Ministros  que  me  asisten ,  y  que  hay  bien  que 
hacer  en  ello ;  pero  la  constitución  de  los  tiempos  y  la  falta  de 
sujetos  es  tan  grande,  que  me  hallo  obligado  á  disimular,  lo  que 
no  hiciera  si  estuviéramos  en  otro  estado;  y  sabe  Dios  que  una 
de  las  cosas  porque  más  deseo  la  quietud,  es  por  poner  orden  en 
estas  cosas  mecánicas  y  domésticas,  que  en  tiempo  de  borrasca 
no  se  obra  como  se  quiere  sino  como  se  puede. 

Con  este  accidente  de  Flix  quedan  las  cosas  de  Balaguer  en 
más  apretado  estado,  pues  cesó  la  diversión  con  que  se  podia 
aliviar  aquella  plaza  y  el  enemigo  cargará  con  todo  á  ella ,  y  así 
temo  se  pierda  con  la  gente  que  hay  dentro  (que  es  la  mejor  con 
que  hoy  nos  hallamos)  si  nuestro  Señor  no  nos  ayuda  y  pone 
su  mano  en  algún  medio  que  nosotros  no  alcanzamos  con  que  la 
libre:  rogádselo  y  ayudadme  á  pedírselo;  y  aunque  es  grande  el 
aprieto  de  todo,  tengo  firme  fe  que  no  ha  de  permitir  su  Divina 
Majestad  acabe  de  perderse  de  todo  punto  esta  Monarquía. 

El  punto  más  principal  para  todo,  y  particularmente  para 
impedirlos  progresos  del  Turco,  es  que  nos  unamos  los  prín- 


-  73  - 

cipes  existíanos ,  pues  sin  esto  la  Cristiandad  padecerá,  y  así  os 
pido  que  ésta  sea  vuestra  primera  petición ,  como  la  única  que 
debemos  desear,  y  de  mi  parte  os  vuelvo  á  asegurar  que  no  se 
faltará  á  ello,  así  cediendo  para  que  no  se  estorbe  la  unión,  como 
empleando  todas  mis  fuerzas  en  tan  justa  empresa,  siempre  que 
no  fueren  precisamente  necesarias  para  la  defensa  de  estos  Reinos 
que  es  la  propia  casa. 
De  Zaragoza  4  de  Setiembre  de  1645. — Yo  el  Rey. 


XLIV. 


De  Sor  María. 


Señor:  Confieso  á  V.  M.,  que  la  breve  pérdida  de  Flix  es  tan  edeSetíem- 
considerable  y  yo  la  juzgo  por  tan  gran  castigo  y  azote ,  que  sólo 
puedo  en  ella  venerar  los  justos  juicios  de  Dios:  en  éstos  no  pue- 
de haber  engaño,  porque  los  gobierna  su  sabiduría  y  bondad  in- 
finita; pero  si  este  trabajo  es  tan  inmediato  á  la  última  ruina, 
razón  será  que  V.  M.  obre  con  él  con  nueva  y  particular  resolu- 
ción, pues  no  podemos  esperar  misericordia  sin  enmienda:  para 
ésta  siempre  hay  tiempo',  y  más  cuando  es  tan  manifiesto  que 
nos  aflige  Dios  por  nuestros  pecados  y  para  que  les  pongamos 
algún  término.  V.  M.  tiene  recta  intención  y  se  la  da  el  Señor 
con  su  divina  luz ;  yo  pido  á  su  misericordia  infinita  la  aumente 
de  manera  que  conozca  V.  M.  lo  que  debe  ejecutar ,  y  le  suplico 
á  V.  M.  que  esto  sea  presto ,  eficaz  y  sin  recelo  humano  y  con 
gran  confianza  en  Dios,  que  dará  y  ofrecerá  sujetos  cuales  con- 
venga para  el  servicio  de  V.  M.  y  bien  público,  pues  en  esto  no 
será  defectuosa  su  Providencia;  y  en  comenzando  de  lo  poco  y 
aunque  sea  de  lo  doméstico  y  mecánico,  se  abrirá  el  camino  para 
lo  demás,  y  Dios  asistirá  á  V.  M.  que  obra  por  su  gloria  y  causa. 
Los  mismos  sucesos  y  castigos  del  Señor  pudieran  abrir  los  ojos 
de  los  españoles  para  moderarse  en  sus  vanidades  y  profanidades, 


-  74  - 

y  la  mejor  disposición  para  quitárselas  y  enmendarse  es  lo  que 
Dios  los  corrige;  pues  el  fin  de  afligir  como  padre  es  que  ellos 
como  hijos  se  enmienden.  V.  M.  tiene  vasallos  que  ven  el  daño  y 
lo  ponderan,  y  no  que  se  apliquen  al  remedio  y  ayudar  á  V.  M.; 
y  esta  ceguera  nace  de  sus  culpas. 

Aseguro  á  V.  M.  está  mi  corazón  rodeado  de  muchas  tribu- 
laciones y  en  una  prensa  que  me  oprime,  viendo  la  causa  del 
Señor  y  de  su  Iglesia,  lo  mucho  que  V.  M. ,  Señor  mió,  padece, 
y  lo  poco  que  esta  su  pobre  sierva  le  puede  a3rudar  y  hacer  en 
alivio  de  V.  M. :  todo  me  aflige  y  compele  á  postrarme  á  los 
pies  del  Señor  y  llorar  amargamente  y  ofrecerle  mi  vida  por 
causas  tan  considerables.  Sobre  todo,  pido  á  V.  M.  no  desmaye 
su  real  corazón ,  pues  á  Dios  siempre  le  queda  su  poder  infinito 
libre  para  socorrernos  si  le  sabemos  obligar;  y  cierto  es  que 
S.  M.  lo  desea  y  espera  que  de  nuestra  parte  quitemos  ó  no 
pongamos  tantos  impedimentos  al  favor  que  nos  ofrece.  Cortos 
son  los  medios  humanos  (como  V.  M.  dice)  con  que  nuestra 
esperanza  debe  sólo  estribar  en  los  socorros  divinos;  y  para  obli- 
gar al  Todopoderoso  deseara  reducir  á  los  corazones  de  todos 
los  fieles  de  este  Reino  con  mi  sangre;  pero  este  acierto  ha  de 
venir  de  las  manos  de  Dios  nuestro  Señor,  y  en  darle  principio 
toca  á  V.  M.  que  está  en  su  lugar.  Aunque  soy  la  más  indigna 
sierva,  ofrezco  todas  mis  fuerzas;  y  si  estos  dias  que  deseo  instar 
*  al  Señor  en  esta  causa  tuviere  algo  qiie  decir  á  V.  M. ,  lo  haré 
por  los  deseos  que  tengo  por  su  acierto  y  alivio.  Estos  fracasos 
no  es  justo  que  desmayen  á  los  ejércitos,  cuando  los  deben  hacer 
más  advertidos  y  avisados,  como  hemos  visto  en  el  enemigo,  sino 
que  se  animen  á  lo  que  resta  de  campaña  y  á  recuperar  lo  perdi- 
do. Déles  el  Altísimo  ánimo  y  acierto,  como  se  lo  suplico  y  les 
deseo. 

La  causa  de  las  paces  tengo  presente  delante  del  Todopo- 
deroso y  le  pediré  disponga  las  materias  para  que  se  ajusten : 
siempre  juzgué  este  por  el  más  eficaz  medio  para  la  restauración 
de  esta  Monarquía. 

Muchas  empresas  y  grandes  tiene  V.  M.  entre  manos,  y  tan 
del  servicio  de  Dios  y  de  su  agrado,  que  ellas  mismas  pueden 


—  75  -- 

alentar  el  ánimo  de  V.  M.  y  dilatarle  con  la  fe  y  esperanza ,  vis- 
tiéndose de  fortaleza  para  todo  y  del  celo  de  Dios,  cuyas  son  las 
causas  que  defiende;  y  también  conviene  mire  V.  M.  por  su  sa- 
lud y  vida,  pues  ella  nos  importa  tanto  para  el  buen  expediente 
de  estos  ahogos.  El  Altísimo  nos  alivie  y  á  V.  M.  le  prospere  en 
lo  divino  y  humano. 

En  la  Concepción  Descalza  de  Agreda  á  6  de  Setiembre  1645. 
—  Sierva  de  V.  M.  —  Sor  María  de  Jesús. 


XLV. 


De  Sor  María. 


Sefior :  Del  accidente  de  V.  M.  tuve  luego  noticia  por  aviso  del  ^^^^  ,^5. 
Padre  General  de  mi  Orden  ',  y  ahora  me  la  da  el  Patriarca 
del  favor  que  nos  ha  hecho  Dios  nuestro  Sefior  con  mejorar  tan 
presto  la  salud  de  V.  M. ;  no  he  podido  negarme  á  este  contento, 
ni  ocultar  lo  que  siento  de  este  beneficio.  V.  M.  siempre  ha  sido 
muy  devoto  de  la  gran  Reina  del  cíelo  María  Santísima,  pero 
desde  hoy  intimo  á  V.  M.  de  nuevo  esta  deuda,  para  que  se  ade- 
lante más  en  su  devoción  y  procure  V.  M.  obligar  con  grandes 
servicios  á  esta  gran  Reina  y  Madre  de  misericordias;  asegurán- 
dose V.  M.  que  sola  ella  ha  sido  la  causa  de  su  salud  y  lo  será  de 
mayores  bienes,  si  sabemos  agradecerle  y  no  desmerecer  nos  los 
alcance  de  la  mano  del  Altísimo,  pues  para  todo  es  poderosa  y 
nos  espera,  solicitándonos  siempre  el  remedio  de  los  trabajos  que 
nos  granjean  nuestros  deméritos.  Yo  puedo  hacer  poco  en  esta 
demanda,  pero  no  olvido  mi  obligación,  y  el  íntimo  deseo  de  su 
vida  de  V.  M.,  y  el  buen  suceso  de  sus  armas;  y  lo  uno  y  lo  otro 

I  £1  Rey  tuvo  calentura  y  temieron  fueran  cuartanas. 


-76- 

me  ha  obligado  estos  dias  á  derramar  muchas  lágrimas  dehmte 
del  Señor,  por  lo  mucho  que  estimo  á  V.  M.  Prospérele  d  To- 
dopoderoso felices  años. 

En  la  Concepción  Descalza  de  Agreda  á  i8  de  Setiembre 
de  1645. — Sierva  de  V.  M. —  Sor  María  de  Jesús. 


XLVI. 


Del  Rey  '. 


Zaragoza  xg       L^  vispera  dc  nra  Señora,  ya  tarde,  me  dieron  vra  carta  de  6 

de  Setíembre  '^  i  j  i 

1645.  deste,  y  por  la  indisposición  q  luego  me  sobrevino  no  pude 
escriviros  hasta  aora;  ya,  á  Dios  gracias,  me  hallo  bueno,  y 
aunq  el  achaque  duró  poco,  fué  muy  penosso;  confiessos  q  me 
holgava  de  ver  que  era  yo  personalmente  quien  padecía,  pues 
todo  lo  q  fuere  assi  y  q  no  redundare  en  daño  desta  monarquía  y 
de  mis  vasalíos ,  lo  llevaré  bien  y  con  aliento.  A  ñfb  Señor  le 
tengo  pedido  y  pido  continuamente,  q  si  mi  salud  y  vida  fue- 
re necessaría  para  su  santo  servicio  y  bien  destos  reynos,  me 
la  conserve,  y  sino  me  la  quite  (como  sea  en  su  gracia) ;  q  más 
quiero  su  mayor  bien  q  mi  propia  vida.  Ayudadme  en  esta  pe- 
tición y  juntamente  á  darle  gracias  por  la  salud  q  me  a  buelto, 
y  á  pedirle  q  permita  q  yo  la  enplée  sienpre  en  su  servicio  y  en 
cunplir  con  las  obligaciones  en  q  me  a  puesto:  asseguroos  q 
desseo  cunplir  con  ellas,  y  q  de  mi  parte  haré  lo  posible  por 
conseguirlo  y  tomaré  los  consejos  q  me  dais ,  q  sin  duda  son  bue- 
nos y  santos,  y  espero  en  iTro  Señor  q  me  a  de  alunbrar  para  q 
acierte  á  cunplir  en  todo  su  santa  voluntad.  Holgaréme  mucho 
q  si  tubieredes  q  adbertirme  (después  de  las  diligencias  q  queríais 
hacer  estos  dias),  lo  hagáis  luego,  para  q  yo  pueda  con  la  luz 
q  me  diereis  encaminar  mis  acciones  á  lo  mejor;  y  assi  os  en- 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  77  — 

cargo  q  no  os  descuydeis,  sino  q  me  avisseis  luego  de  lo  q  se  os 
oflfreciere  y  permitiere. 

Las  cossas  de  la  guerra  están  en  el  mismo  estado  y  sienpre  con 
gran  aprieto,  pues  al  enemigo  se  le  aumenta  gente  y  á  nosotros 
con  los  malos  sucessos  q  emos  tenido  se  nos  disminuye.  Balaguer 
es  aora  lo  q  más  insta,  pues  dicen  q  no  tienen  comida  más  q 
para  el  fin  deste  mes,  y  si  Dios  ñrb  Señor  no  nos  abre  algún  ca- 
mino por  donde  se  la  metamos,  se  abrá  de  rendir  aquella  plaza 
y  gente  al  enemigo ;  cosa  q  será  de  gran  perjuicio  para  ñras  cos- 
sas, assi  para  lo  presente  como  para  lo  venidero:  y  aunq  de 
ñia  parte  se  a  intentado  (pero  sin  fruto)  y  intentará  el  reme- 
dio, si  Dios  no  nos  ayuda,  no  le  habrá.  Encargos,  Sor  María,  q 
apretéis  aora,  pues  en  las  mayores  necesidades  es  quando  obra 
la  misericordia  de  ñfb  Señor,  y  assi  espero  en  ella  q  nos  a  de 
valer  aora  y  mitigar  el  rigor  con  q  nos  trata,  dándonos  luz  para 
q  nos  enmendemos ;  con  q  si  lo  hacemos ,  espero  se  dolerá  de 
nosotros  y  nos  sacará  de  tantos  aprietos. 

De  Zaragoza  á  i8  de  Setienbre  1645. — Yo  el  Rey. 


XLVII. 


De  Sor  María  '. 


Señor.  Por  no  cansar  á  V.*  MA  excusé  el  escribir  luego  q  supe  20  de  SeUem- 
su  yndispusicion;  ycelo  en  teniendo  abiso  del  alibio  de  V.*  M.<^  y  "* '  ^  • 
dije  quien  se  le  abia  alcanzado  y  echo  esta  misericordia  á  la  Chris- 
tiandad,  que  fué  la  Madre  de  Dios;  y  avnq  V.*  M.**  ofrege  su  vida 
por  el  bien  común,  mejor  se  consiguirá  guardándonosla  Dios 
ñrb  Señor.  Assi  se  lo  suplico  con  todas  beras  por  yntercession  desta 
gran  Señora,  y  declaré  á  V,»  M.^  q  la  teníamos  más  propicia,  porq 
e  conocido  que  con  entrañas  de  madre  piadosa  nos  pidió  su  salud 
de  V.*  M.^  y  está  deteniendo  la  justa  yndignacion  de  Dios  para  q 

I  Aat(3grafo  de  U  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


! 


-78- 

no  se  ejecute  el  castigo  q  merecemos,  y  q  nuestros  dafios  y  afli- 
^iones  sean  menos  porq  si  no  ynterbiniera  su  gran  yntercesion, 
sin  duda  fueran  mas.  — No  alio,  Señor  mió,  otro  mayor  medio  ni 
anparo,  ni  otra  puerta  para  q  podamos  pedir  misericordia,  q  la 
que  es  madre  de  ella. 

Yo  trabajo  lo  q  puedo  y  me  afligo  el  alma  á  la  bista  de  tantas 
tribulaciones  como  tiene  esta  Corona,  y  lo  poco  q  puedo  acer  en 
alibio  de  V.^  M.^,  q  después  de  la  causa  de  Dios  es  lo  q  más  de- 
seo; y  me  lamento  y  aflijo  de  q  ay  algún  daño  oculto  q  nos  atrasa 
el  bien  y  nos  a)ruda  á  las  malas  fortunas. — Yo,  Señor  mió,  sien- 
pre  fui  detenida  en  tocar  en  la  onrra  del  prójimo,  y  por  cartas  no 
puedo  decir  mas  de  lo  q  e  suplicado  á  V.*  M.^  en  otras,  q  se  yn- 
forme  y  oyga  á  todos,  q  oprimidos  del  trabajo  dan  muchas  boces, 
para  las  cuales  an  de  estar  sus  oidos  de  V.^  MA  preparados.  En- 
cargo de  nuebo  á  V.*  M,^,  por  lo  q  debe  á  Dios,  q  es  mucho,  q 
con  grande  ánimo  y  dilatación  de  coraron  cele  la  causa  del  Altí- 
simo, porq  defienda  la  de  V.^  M.^;  sino  salen  bien  los  consejos 
y  determinaciones  que  se  toman  y  son  tardos,  confiéranse  otros 
y  busquense,  y  sirban  de  escarmiento  unos  daños  para  otros,  q 
tanbien  quiere  el  Señor  obre  el  desheló  y  discurso  natural  en  es- 
tos aprietos.  El  que  tiene  la  placa  de  Balaguer  me  lastima  el  co- 
ragon ,  q  seria  gran  dolor  se  perdiese.  En  esta  causa  está  enpeña- 
do  todo  mi  cuydado  y  con  él  ynstaré  al  Señor  postrada  á  sus 
pies,  y  en  ellos  lloraré  los  pecados  q  le  enojan.  ¡Si  se  pudiera 
juntar  el  ejército  para  Uebar  socorro  y  animarse  contra  el  ene- 
migo, porq  jente  tan  fiel  como  la  q  dentro  de  aquella  plaga  está 
no  se  perdiese!  Dios  les  de  luz  y  los  guie;  V.*  M.<^  se  anime  y 
mire  por  su  salud,  q  aunq  el  Señor  apriete  y  aflija,  poderoso  es 
para  remediarnos  quando  sea  su  boluntad ,  y  con  mucho  menos 
q  dar  la  vida  q  V.»  MA  ofrece,  puede  conseguir  lo  q  desea,  que 
es  con  acer  justicia  y  q  lo  paguen  los  q  tienen  culpa. 

Si  á  V.»  M,^  se  le  ofrece  ocasión  de  faborecer  á  los  de  Aragón  y 
socorrerlos ,  le  suplico  lo  aga,  porq  sean  menos  iirbs  daños  y  ene- 
migos, y  su  fidelidad  es  de  rcucha  importancia.  Prospere  el  Al- 
tísimo á  V.a  MA 

Setienhre  20  de  1645. —  Sor  María  de  Jesús. 


-  79  — 


XLVIII. 


Del  Rey  '. 


Vras  dos  cartas  de  i8  y  20  deste  he  recivido  estos  dias,  y  os  Zaragoza 24 
confiesso  q  me  han  alentado  mucho,  pues  veo  por  ellas  q  la  salud  *  ^^^ 
q  e  cobrado  a  ssido  por  intercession  de  la  Virgen  Santfssima,  de 
quien  desde  mi  niñez  soy  verdadero  devoto  y  lo  continuaré  mien- 
tras me  durare  la  vida,  pues  los  pecadores  no  tenemos  otra  puer- 
ta por  donde  entrar  á  pedir  perdón  sino  es  esta  (q  como  madre 
de  misericordia  espero  la  a  de  ussar  conmigo). 

Digo,  Sor  Maria,  q  me  retifico  en  ser  su  esclavo  y  humilde  de- 
voto, y  procuraré  agradarla  en  quanto  estubiere  en  mi  mano; 
decidme  vos  si  halláis  algo  particular  en  q  pueda  servirla,  pues 
lo  haré  al  mismo  punto  q  lo  entienda;  y  ayudadme  á  suplicarla 
se  duela  de  nosotros  y  usse  de  misericordia  con  estos  reynos,  con- 
tinuando su  patrocinio  y  deteniendo  el  azote  conq  su  Santo  Hijo 
nos  castiga.  De  mi  parte ,  os  ofírezco  hacer  todo  lo  q  estubiere 
en  mi  mano  para  cunplir  con  mi  obligación,  assi  en  evitar  ofFens- 
sas  de  ilro  Señor  públicas  y  de  escándalo ,  como  en  atender  al 
govierno  destos  reynos,  sin  mas  fin  q  el  del  mayor  servicio  de 
Dios  y  bien  suyo;  para  lo  qual  oygo  á  todos  los  ministros  q  quie- 
ren hablarme,  y  oyré  sienpre  á  todos,  para  q  tomando  más  no- 
ticias se  pueda  hacertar  mejor.  Bien  me  parece  q  os  entiendo  en 
la  parte  q  apuntáis  del  daño  del  próximo,  y  yo  estoy  sobre  avis- 
so  en  la  materia  y  no  me  descuydaré  en  poner  remedio,  pues  es 
cossa  q  tengo  tratada  con  mi  confessor  y  con  algunos  ministros; 
y  no  dejaré  passar  la  ocasión  oportuna,  q  para  mi  no  ay  mas  q  el 
servicio  de  líTo  Señor  y  buen  govierno  desta  Monarquía.  Vos  pe- 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  R^  Palacio, 


—  8o  — 

did  á  iTrb  Señor  q  me  alunbre  para  q  execute  esto,  pues  save  q 
lo  desseo  hacer. 

Balaguer  se  halla  en  el  mismo  aprieto  q  sienpre ,  si  bien  me 
avisan  q  han  hallado  más  q  comer  y  q  podran  durar  hasta  20  del 
mes  q  viene:  esto  me  da  alguna  esperanza,  q  si  entrassen  las 
aguas  (como  puede  suceder  por  aora)  el  enemigo  padecería  mu- 
cho y  se  desharía,  y  quizá  con  esto  se  podría  salvar  esta  plaza, 
porq  socorrerla  con  exército  no  es  posible  en  el  estado  q  oy  nos 
hallamos ;  y  assi  es  fuerza  remitirnos  á  lo  q  hiciere  el  tienpo ,  y 
fiar  de  Dios  q  nos  a  de  ayudar  en  este  lanze  y  q  no  nos  a  de  de- 
jar perecer.  Vos  se  lo  pedid  assi  como  sé  lo  hacéis,  y  me  ayudad 
á  suplicárselo. 

Quanto  puedo  favorezco  á  los  naturales  deste  Reyno,  como  ellos 
mismos  lo  tienen  bien  visto ,  y  esto  lo  continuaré  sienpre  y  los 
procuraré  tener  gustossos  y  contentos,  por  lo  q  me  adbertis  y  lo 
q  inporta  en  las  ocasiones  presentes. 

De  Zaragoza  á  24  de  Setienbre  1645. — Yo  el  Rey. 


XLIX. 


De  Sor  María  '. 


i.o  de  Octubre      Señor :  La  estimación  que  ago  de  V.*  M.*^,  el  desseo  que  tengo 

'  ^^'        de  alibiarle  y  la  conpassion  de  sus  trabajos  y  penas ,  a  vencido  el 

encojimiento  de  mi  natural ,  para  decir  á  V.»  M.^  claro  algunas 

cossas  que  me  passan  en  mi  ynterior ;  depossitando  en  su  Real 

pecho  mi  secreto. 

Eme  consolado  sumamente  con  su  carta  de  V.»  M.**  y  e  leido 
con  mucha  ternura  los  afectos  q  V.»  M.^  manifiesta  acerca  de  la 
debo^ion  de  la  Reyna  del  cielo,  y  se  los  e  pressentado  con  beras 
del  corazón ,  y  reconbenido  con  su  desseo  de  V.*  M.<^  de  saber  en 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  8i  — 

que  la  puede.serbir  que  ssea  mas  de  su  agrado.  La  respuesta  de 
tan  piadossa  pregunta  no  la  e  querido  fiar  de  solo  mi  ditamen, 
sino  que  e  procurado  inquirir  la  voluntad  de  la  misma  Señora,  y 
se  a  dignado  su  dibina  piedad  de  decirme  que  tres  cossas  quiere 
de  V.»  M.^ 

La  primera,  que  se  le  ofrezca  V.*  M.^  con  recta  yntencion  y 
pure9a  de  conciencia ,  chitando  las  ofenssas  de  Dios  en  ssi  mis- 
mo, para  q  assi  se  presente  V.^  MA  á  el  Altíssimo  dispuesto  y  acto 
para  cumplir  su  dibina  voluntad ,  y  q  V.*  M.^  tenga  un  cordial  y 
devoto  afecto  á  esta  purissima  Pringesa,  como  á  su  amparo 
único  y  cierto,  madre  y  protectora,  y  como  quien  de  beras  puede 
ayudar  a  V.*  M.** 

La  segunda,  que  V.^  M.^  como  Rey  y  cabera  de  su  monarquía, 
ponga  todas  sus  beras  y  cuidado  en  atajar  las  ofenssas  de  su  Hijo 
SS.™° ,  que  se  cometen,  pues  es  lo  q  mas  dessea  la  dibina  Reyna 
de  los  hombres,  que  estén  sin  culpa  y  pecados ;  y  el  q  los  cometan 
los  fieles  tan  sin  temor  y  respeto  contra  su  Hijo  SS.™^,  atendien- 
do tan  pocos  á  la  enmienda,  es  lo  q  más  la  desobliga  para  ynter- 
ceder  por  ellos ;  y  por  esto  tiene  el  Altíssimo  en  su  mano  la 
espada  del  castigo  desnuda  con  q  aflija  y  hiere  á  estos  reynos.  El 
celo  santo  de  V.*  M.^  se  a  de  enplear  todo  en  estas  dos  cossas,  para 
que  con  la  propia  virtud  y  pure9a  de  conciencia  por  ejenplo,  y 
por  procurar  ebitar  daños  públicos ,  se  desenoje  el  Señor. 

La  tercera  cossa  es  consiguiente  á  estas  dos :  q  la  gran  Reyna 
quiere  q  sobre  esto  aplique  V.»  M.*  toda  su  intengion ,  desseos  y 
solicitud  á  la  defenssa  de  la  S.^  Iglesia  y  fé  católica  y  á  su  dila- 
tación, y  á  la  gloria  de  esta  Señora,  encaminando  á  fines  tan 
altos  los  trabajos  de  su  persona  de  V.*  M.^  y  de  sus  reynos;  y  ofre- 
ce la  Madre  de  Dios  su  ynter^ession  y  fabor  poderossísimo  á 
V.*  M.d 

Señor  mió ;  asta  aquí  es  la  respuesta  de  su  deboto  afecto  de 
V.*  M.^  Resta  el  q  hobedezca  V.»  M.^  á  esta  gran  Señora,  pues  la 
ama  de  cora9on ;  y  en  esta  fé  piense  y  discurra  los  medios  parti- 
culares que  se  an  de  aplicar  para  rremedio  de  los  daños  jenerales, 
q  son  menester  grandes  y  fuertes  por  la  rresisten^ia  terrible  y 
cruel  que  a9e  el  demonio ,  por  abersele  entregado  tanto  los  hom- 


--82   — 

bres,  mal  confiados  de  la  fé  sin  hobras;  y  por  el  conocimiento 
continuo  que  desto  tengo,  y  el  bien  q  á  V.^  M.<^  desseo,  le  repre- 
sento y  encargo  este  cuydado  con  íntimo  afecto :  para  esto  ayu- 
dará mucho  oyr  á  los  ministros  y,  si  necessarío  fuere,  á  otros  aun- 
que no  lo  ssean,  porque  Dios  puede  y  suele  ablar  por  los  peque- 
fiuelos  q  tienen  buena  conciencia  y  son  capa9es  de  su  dibina  luz. 

Señor  mió :  de  la  piedad  de  V.^  M.^  fío,  que  perdonará  los  ex- 
cessos  desta  su  humilde  sierba  por  la  caussa  de  que  na9en  de  su 
serbido  y  seguridad  de  la  salbagion  de  V.^  M.<^,  q  trabajo  por  ella 
como  por  la  mia;  y  entiendo  que  la  gran  Reyna  la  dessea  y  el 
bien  de  sus  reynos  de  V.*  M.*,  pues  ofre9e  los  medios  oportunos 
y  perfectos  para  conseguirlo. 

De  los  trabajos  y  aprietos  deBalaguer  estoy  lastimadissima;  el 
Señor  mire  con  ojos  de  padre  á  los  pobre^icos  q  están  dentro  pa- 
deciendo por  fidelidad  de  su  Rey,  y  después  de  la  causa  de  Dios 
esta  me  ace  más  dessear  su  conserbacion  y  que  fueran  ayudados 
del  ejercito;  pero  sino  se  alia  con  fuer9as  para  ofender  al  enemi- 
go, mejor  es  conserbarse  con  solo  defenderse.  Dios  ynbie  aguas  ó 
algún  medio  para  q  ñni  pla9a  de  Balaguer  se  conserbe  y  á  V.*  M.^ 
prospere. 

En  la  Concepción  de  Agreda  Octubre  i  de  1645. — Sierba  de 
V.*  MA —  Sor  María  de  Jesús. 

Señor:  mucho  tiene  V.  M.  q  perdonarme  mis  ossadias  y  la  mala 
letra  q,  por  no  poder  bolber  á  trasladar  la  carta  y  estar  con  poca 
salud,  ba  con  muchas  ñdtas. 


L. 


Del   Rey  '• 


zangoza         He  Icydo  con  toda  atención  vra  carta  del  i  deste  mes,  y 
^  ^645.       no  solamente  tengo  q  perdonaros  sino  q  agradeceros  quanto  me 

I  Autógraío  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacip, 


-83- 

deds  en  ella.  Mucho  me  consuela  ver  q  quiere  ser  mi  abogada  la 
Virgen  ñm  Señora;  solo  temo  q  mi  flaqueza  lo  a  de  estorvar, 
si  ella  misma  no  me  ayuda ,  que  este  natural  ñrb  inclina  sien- 
pre  á  lo  peor.  Las  tres  peticiones  se  hecha  muy  de  ver  cuyas  son, 
pues  no  pueden  ser  ni  mas  justas  ni  mas  santas,  y  save  su  dibina 
M.^  q  desseo  executarlas  puntualmente  y  de  oy  en  adelante 
será  con  mas  efficacia ,  procurando  poner  para  ello  todos  los  me- 
dios posibles ,  así  en  lo  q  toca  á  mi  persona  como  en  lo  restan- 
te de  esta  Monarquía ;  y  procuraré  poner  todos  los  medios  posi- 
bles para  q  se  eviten  las  ofiíenssas  públicas  y  escandalosas  q  se 
cometen  contra  nuestro  Señor,  y  bien  save  El  q  diera  yo  de 
muy  buena  gana  mi  vida  porq  no  fuesse  ofTendido.  La  materia  a 
de  traer  dificultad,  porq  están  muy  estendidos  los  vicios  y  qui- 
zá incurren  en  algunos  los  mismos  q  los  an  de  remediar;  pero 
se  hará  lo  posible,  y  quando  no  fuera  porq  lo  devemos  hacer  assí 
conforme  á  la  ley  q  professamos  y  á  la  obligación  q  á  mi  me 
corre,  sólo  por  cumplir  lo  q  me  insinuáis  es  voluntad  de  ñni 
Señora,  lo  hiciera  de  bonísima  gana.  Vos  la  ofreced  esto  en  mi 
nonbre  y  la  pedid  q  me  ayude  para  la  execucion ,  pues  mis  fuer- 
zas son  cortas  sin  su  auxilio. 

Espero  en  su  misericordia  q  quanto  más  apretados  estamos  en 
todas  partes  (pues  lo  de  Flandes  está  en  malíssimo  y  peligroso 
estado  y  aora  acavo  de  tener  nuebas  q  tanbien  en  el  estado  de 
Milán  a  entrado  el  enemigo)  tanto  mas  nos  ha  de  favorecer 
mostrando  q  la  obra  es  solamente  suya,  pues  mis  fuerzas  y  me- 
dios no  pueden  acudir  á  todo.  >  Clamad  sobre  esto.  Sor  María,  q 


I  En  Flándes  habia  sido  la  campafia  muy  desastrosa,  apoderándose  los 
franceses  de  Mardic  el  lode  julio,  después  de  veinte  dias  de  bloqueo,  de  Link 
el  2$  de  Julio,  de  Bourbourg  el  7  de  Agosto,  de  Bethune  el  29  del  mismo  mes 
y  ademas  de  Cassel  y  otras  poblaciones  de  menos  importancia.  En  el  estado  de 
Milán  habia  tomado  el  príncipe  Tomás  á  Vigevano  y  el  fuerte  de  la  Rocca ,  del 
que  salieron  los  españoles  el  13  de  Setiembre.  Al  final  de  la  campafia  en  Flán- 
des ( aunque  el  rey  no  habló  de  ello  en  sus  cartas  posteriores )  pudieron  reco- 
brar los  nuestros  á  Cassel,  cuyo  castillo  destruyeron ;  y  en  la  noche  del  3  al  4 
de  Diciembre  i.aoo  espafioles  mandados  por  Fuensaldafia  sorprendieron  el 
fuerte  de  Mardic ,  qne  recuperaron.  (Memorial histórico ^  tomo  xvín ;  Montglat, 
campafia  once.) 


-84- 

veo  muy  vecina  la  ultima  ruina  destos  re}nfi05 ,  si  como  Padre 
piadosso  no  se  duele  de  nosotros  ñrb  Señor. 

Balaguer  está  en  los  últimos  trances  y  creo  q  con  brevedad 
se  habrá  de  rendir ;  todo  es  de  Dios  y  El  me  lo  dio  todo,  assi  no 
tengo  porq  quejarme  si  me  lo  quita,  sino  suplicarle  me  dé  su  luz 
paraq  acierte  á  cunplir  su  santa  voluntad,  q  con  esto  no  me 
faltara  nada  y  seré  dueño  de  todo. 

De  Zaragoza  á  9  de  Otubre  1645.  — Yo  el  Rey. 


LI. 


De   Sor   María '. 

i2dcOctabt»  Señor:  En  las  istorias  eclessiasticas  se  alian  muchos  cassos  ad- 
mirables de  fabores  q  a  echo  la  Reyna  del  cielo  (en  aflÍ9Íones 
grandes  de  la  Iglessia)  con  los  fieles,  remediándolos  con  su  pode- 
rosísima yntercession  y  entrañas  de  amorossa  Madre,  en  estre- 
mas ne9essidades :  las  que  tenemos  pressentes  lo  son  tanto,  quan- 
to  V.*  M.**  considera  diciéndome  q  ve  vecina  la  última  rruina  des- 
tos  reynos;  por  temerla  yo,  e  desseado  bibamente  y  suplicado  á 
V.*  M.^  que  acudamos  á  la  Virgen  SS."*  como  á  tribunal  de  cle- 
mencia y  de  misericordia ,  pues  es  Madre  de  ella  y  de  el  dibino 
Juez  q,  yrritada  su  justÍ9Ía,  nos  aflije,  para  q  le  aplaque  y  le  de- 
tenga; y  e  procurado  saber  con  que  la  podia  V.**  M.<^  obligar,  para 
q  lo  y^iesse,  y  lo  manifesté  en  las  tres  cossas.  Bien  considero  q 
en  ellas  pedia  mucho  la  dibina  Reyna  á  V.*  M.^ ,  pero  más  le 
ofre^ia  (si  se  ejecutaban)  en  su  anparo  y  inter9ession ,  pues 
¿quién  podrá  desenojarnos  á  el  Señor  ayrado  por  los  pecados  de 
el  pueblo,  q  la  q  nunca  le  ofendió  ni  jamas  perdió  su  amistad, 
si  no  q  sienpre  alió  gracia  á  sus  ojos?  y,  ¿quién  mejor  podrá  al- 
can9ar  su  salbacion  de  V.»  MA  q  la  q  a  Uebado  tantas  almas  al 
9Íelo?  Y  lo  que  V.»  M.^  trabajare  por  las  cossas  tan  santas  y  jus- 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio, 


-8s- 

tas  q  le  pide  no  se  le  perderá,  pues  el  Todopoderosso  paga 
9Íento  por  uno.  En  nonbre  de  V.»  M.^^  y  de  toda  la  Yglessia  per- 
seguida y  afligida,  clamaré  y  lloraré  en  presencia  desta  piadosa 
Madre  y  Virgen,  y  le  suplicaré  q  nos  aupare  y  q  no  nos  deje, 
pues  somos  echuras  del  q  la  elijió  por  Madre  y  profesores  de  la 
santa  fé,  y  la  pediré  reciba  su  desseo  y  affecto  de  V.*  M.^  tan  ans- 
sioso  de  obligarla  y  serbirla. 

Mucho  dolor  es  para  esta  su  umilde  sierba  de  V.»  M.^  verle 
tan  rodeado  de  tribulaciones  y  no  poder  ager  nada  en  su  alibio 
y  descanso  de  V.^  M.<>,  ni  darle  nuebas  de  consuelo,  pues  no  se 
asta  donde  llegará  el  enojo  del  Señor,  ni  quando  nos  mostrará  la 
alegría  de  su  rostro  y  grande  misericordia :  esto  lo  reserba  el 
Altissimo  en  el  secreto  de  su  probidiengia  y  será  para  mas  humi- 
llamos y  obligarmos  á  que  le  pidamos  con  mayor  ynstancia  y 
fiíerga  lo  mismo  que  su  clemengia  nos  ofrege ;  y  para  proponer 
esto  á  V.*  M.^  y  alentar  su  real  coragon  contra  tantos  aprietos 
q  le  oprimen,  tengo  algunas  ragones,  porq  no  se  olbida  de  su 
misericordia  en  medio  de  el  castigo;  ñrb  Padre  es,  y  hijos  suyos 
nos  confesamos;  no  nos  a  de  desanparar,  que  ni  tenemos  otro 
Dios  á  quien  acudir,  ni  le  queremos :  aunque  nos  aflija  y  destru- 
ya le  emos  de  confesar,  pues  no  desprecia  los  corazones  contri- 
tos y  umillados.  Suya  es  la  Iglessia  y  los  fieles  por  ellos  murió. 
¿Quién  fió  en  su  majestad  q  se  aliase  frustrado?  y  ¿quién  le 
llamó  que  dejase  de  ser  oydo  ?  Señor  mió  de  mi  alma,  puesta  á 
los  pies  de  V.^  M.<^  le  suplico,  se  aliente  y  dilate  el  ánimo,  pues 
el  padecer  por  la  justigia  y  por  la  caussa  de  Dios  le  puede  ager 
bienabenturado ;  y  todo  lo  que  V.*  M.^  senbrare  con  lágrimas, 
dolores  y  angustias  por  la  defensa  de  sus  reynos  católicos  y  de 
la  purega  de  la  fé,  cojera  con  alegría  y  júbilo,  quando  el  Altissi- 
mo dé  á  V.»  M.*^  el  premio. 

Mucho  me  aflijen  los  aprietos  de  Flandes,  Milán  y  Balaguer; 
trabajaré  de  nuebo  en  esta  caussa,  y  pediré  á  el  Altissimo  dé  luz 
á  V.^  M.^  para  que  elija  los  medios  humanos  que  conbienen;  en 
esto  se  estiende  mi  desseo  á  proponer  y  suplicar  á  V.^  M  <^,  para 
el  año  que  biene  no  consienta  que  la  guerra  se  aga  solo  con  los 
pobres  y  sin  obligaciones,' pues  la  tienen  tan  estrecha  los  demás 


—  86  — 

poderosos  y  rricos  de  seguir  á  V.^  M.<^,  aconpañarle  y  defender 
estos  reynos;  esto  parece  mas  conforme  á  ragon  y  á  boluntad  de 
Dios,  con  que  cregerá  el  ejército,  q  es  menester  sea  mayor  para 
defendernos,  y  que  las  dispusigiones  de  las  guerras  sean  mas  ten- 
prano  q  el  año  passado.  El  Altfssimo  lo  disponga  todo  y  pros- 
pere á  V.»  M.^ 

En  la  Concepción  de  Agreda  Otubre  12  de  1645. — Sierba  de 
V.»  M.^  —  Sor  María  de  Jesús. 


• 


LII. 


Del  Rey. 


zaregoxa        He  recibido  vuestra  carta  de  12  de  este,  y  siempre  hallo  en 

xS  de  Octubre      ii«**  «  i  «jj  •* 

,6^^,  ellas  alivio  y  consuelo  para  los  cmdados  y  apnetos  presentes,  y 
muy  buenos  consejos :  así  supiera  yo  ejecutarlos  como  estoy  cierto 
aplacará  la  ira  del  Señor ;  pero  el  daño  es  que  mi  fragilidad  y 
flaqueza  no  me  dan  lugar  á  que  obre  lo  que  debiera,  y  aunque  lo 
procuro  y  procuraré  cada  dia  con  más  cuidado  y  atención ,  fio  de 
la  misericordia  divina  y  de  la  intercesión  de  nuestra  Señora,  que 
han  de  suplir  con  sus  auxilios  lo  que  á  mí  me  falta. 

Sor  María :  deseando  poner  en  ejecución  las  tres  peticiones  que 
me  escribisteis ,  me  he  confesado  y  comulgado  hoy ;  y  aunque  si 
Dios  no  me  k3ruda  yo  caeré  fácilmente,  estoy  con  propósito  de 
procurar  ajustar  mi  vida  y  mudarla  totalmente :  reconozco  en  mí 
de  lo  que  debo  enmendarme,  y  esto  no  es  para  con  los  demás;  y 
para  poder  remediar  los  pecados  de  otros,  es  el  primer  paso  saber 
quién  vive  mal  y  escandalosamente ,  pues  si  no  se  sabe  el  daño 
mal  se  puede  aplicar  el  remedio ;  y  así  he  escrito  á  todos  los  pre- 
lados de  España  que  me  avisen  quién  vive  mal  en  su  diócesis,  y 
qué  pecados  públicos  y  escandalosos  hay,  y  qué  medios  se  les 
ofrece  que  habrá  para  su  remedio,  para  que  con  esta  noticia  yo 
pueda  tomar  resolución  más  acertada.  Lo  mismo  tengo  encargado 


-87  - 

á  todos  mis  ministros,  y  siempre  que  llegare  á  mi  noticia  cosa 
digna  de  remedio  se  le  procuraré  aplicar,  y  en  todo  procuraré 
granjear  la  voluntad  de  nuestra  Señora,  que  ella  es  quien  ha  de 
aplacar  el  enojo  de  su  Hijo  Santísimo  y  quien  nos  ha  de  defen- 
der y  sacar  bien  de  los  aprietos  presentes,  aquí  como  en  Flándes 
y  Milán.  Vos  continuad  vuestras  peticiones,  que  nunca  se  cansa 
Dios  de  oirías  y  ahora  es  mucho  menester  su  ayuda ,  porque  creo 
que  Balaguer  se  rindió  ya  al  enemigo  (aunque  no  lo  sé  con  toda 
certeza  '),  y  viéndose  libre  el  enemigo  y  ayudándole  el  tiempo, 
se  puede  temer  quiera  pasar  adelante  y  poner  este  reino  en  con- 
fusión; pero  fío  de  Dios  no  lo  hará,  pues  en  fin,  aunque  malos 
somos  sus  hijos. 

Yo  estoy  de  partida  para  Valencia,  pues  he  acabado  ya  aquí 
con  el  juramento  de  mi  hijo,  y  procuraré  dejar  estas  cosas  en  la 
mejor  forma  que  sea  posible  ';  allí  también  se  jurará  y  después 
pasaré  á  Madrid  (placiendo  á  Dios),  adonde  procuraré  adelantar 
las  materias  de  la  futura  campaña  cuanto  fuere  posible  y  estar  de 
vuelta  en  este  reino  por  Febrero,  donde  proseguiré  las  Cortes 
que  dejo  empezadas  y  procuraré  salga  la  gente  rica  y  noble,  que 
juzgo  por  acertado  vuestro  parecer  en  esto :  vos  trabajad  por  la 
conservación  de  estos  reinos,  pues  estáis  vecina  de  ellos  y  son 
donde  más  puramente  se  confiesa  la  fe  católica  y  se  observa  la  re- 
ligión cristiana. 

De  Zaragoza  á  i8  de  Octubre  de  1645. — Yo  el  Rey. 


1  Balaguer  no  capituló  hasta  el  20  de  Octubre,  según  Montglat  y  el  Mtmorial 
Histérico  español. 

2  £n  el  Memorial  Histórico  español^  tomo  xvm,  se  dice  que  en  Aragón  las 
Cortes  que  empezaron  en  ao  de  Setiembre  juraron  al  Príncipe  en  21  de  Octubre, 
y  que  el  Rey  salió  de  Zaragoza  el  22 ,  añadiendo :  «  Las  Cortes  de  Aragón  se 
continuaron  por  tratadores,  no  siendo  posible  persuadirlas  á  habilitar  Presidente. 
El  Rey  partió  desabrido  de  su  entereza  y  ofreció  dar  la  vuelta  á  últimos  de  Fe- 
brero. 9 


—  88  — 


Lili. 


De  Sor  María. 


23  de  Octubre  Scñof :  Déjame  V.  M.  con  grande  aliento  y  consuelo  por  la  de- 
terminación que  me  dice  ha  tomado  V.  M.  en  disponer  y  ejecu- 
tar con  efecto  todo  lo  que  la  divina  luz  da  á  entender  á  V.  M. 
para  ia  mayor  seguridad  y  satisfacción  de  su  conciencia ;  y  como 
esto  corresponde  á  mis  vivos  deseos,  me  ha  llenado  de  alegría  la 
confianza  que  tengo  de  que  V.  M.  lo  ha  de  ejecutar  con  grande 
plenitud,  y  que  este  medio  será  principio  de  otros  grandes  bene- 
ficios que  la  mano  del  Altísimo  tendrá  prevenidos  para  V.  M. ;  y 
en  nombre  del  Señor  y  de  su  Madre  Santísima  hago  nueva  ins- 
tancia para  que  V.  M.  ejecute  este  deseo  sin  temor  de  la  propia 
fragilidad ,  pues  el  mismo  Señor,  que  se  le  ha  dado  á  V.  M.,  le 
asistirá  con  su  gracia  y  favor  mucho  mayor  de  lo  que  nuestros 
deseos  se  pueden  extender ;  y  para  la  perseverancia  en  todo,  creo, 
Señor  mió,  es  necesario  frecuentar  mucho  los  Sacramentos  de  la 
confesión  y  comunión,  y  este  sacrificio  será  acepto  para  obligar 
á  la  gran  Reina  del  cielo  y  á  su  Hijo  Santísimo  que  den  mayor 
luz  y  gracia  á  V.  M. 

Mucho  que  hacer  hay  en  la  reformación  de  los  vicios  públicos, 
pero  Dios  nuestro  Señor  no  obliga  á  V.  M.  lo  remedie  todo,  sino 
que  obre  y  haga  lo  posible  cuanto  es  de  parte  de  V.  M.  y  con 
esta  diligencia  se  satisface  á  la  conciencia  y  se  da  el  Señor  por 
obligado.  El  haber  escrito  á  los  prelados  de  estos  reinos,  con  la 
instancia  que  V.  M.  lo  habrá  hecho,  será  poderoso  medio,  si  ellos 
corresponden  con  efecto  al  santo  celo  de  V.  M. ;  mas  á  esta  dili- 
gencia me  parece  entiendo  que  conviene  añadir  otra,  en  reformar 
ministros,  cabezas  y  todos  los  que  tocan  al  gobierno,  y  hacer 
elección  de  los  mejores  y  que  más  teman  á  Dios;  y  este  punto  en 
la  divina  estimación  pesa  hoy  mucho,  y  la  luz  que  tengo  me  obli- 


-89- 

ga  á  representarlo  á  V.  M.  y  á  pedir  continuamente  que  Dios, 
por  intercesión  de  su  Madre  Santísima ,  la  ponga  en  el  corazón 
de  V.  M.  para  que  conozca  y  obre  lo  que  conviene. 

Muchos  dias  há  que  de  persona  muy  propia  de  V.  M.  y  que  me 
habló  sin  engaño,  porque  no  está  en  estado  ni  vía  de  tenerle, 
tengo  algunas  advertencias  que  decir  á  V.  M.,  y  las  guardaba 
para  mejor  ocasión  porque  me  las  dieron  con  esta  orden  ;  una 
de  ellas  es  la  reformación  de  los  trajes  y  excesos  de  las  mujeres, 
de  que  Dios  está  muy  indignado :  adviértolo  ahora  á  V.  M.  para 
cuando  llegue  á  Madrid,  y  lo  demás,  si  fuere  necesario,  será  en 
otra  ocasión.  Tampoco  quiero  ocultar  á  V.  M.  otro  secreto  que 
he  entendido  para  renovar  en  su  Real  pecho  el  cordial  afecto  y 
devoción  que  debe  tener  cada  dia  más  con  la  Madre  de  Dios,  y 
es  que  la  intercesión  de  esta  gran  Señora  y  la  protección  que  tie- 
ne de  V.  M.,  por  la  devoción  y  confianza  que  en  ella  ha  puesto 
V.  M.,  le  ha  defendido  en  este  tiempo  de  una  grande  traición  que 
por  orden  del  enemigo  se  fraguaba  contra  su  Real  persona:  justo 
es  agradecerle  este  beneficio  y  avivar  la  confianza  que  debe  tener 
V.  M.  en  tan  poderoso  amparo  y  defensa.  Señor  mió,  yo  me  he 
sacrificado  con  mis  pobres  fuerzas  á  suplicar  á  esta  poderosa  Reina 
que  mire  á  V.  M.  y  le  encamine  en  todo;  y  aunque  valgo  poco, 
no  faltaré  en  esto  y  en  la  fidelidad  de  afectuosa  sierva,  y  de  mirar 
y  atender  á  todo  lo  que  pudiere  ser  del  alivio  de  V.  M.  aunque 
sea  á  costa  de  cansarle,  fiada  de  que  V.  M.  me  perdonará. 

Déjame  afligida  d  trabajo  de  Balaguer ;  pediremos  al  Señor 
detenga  y  humille  á  estos  enemigos,  pues  tanto  más  será  obra  de 
su  divina  diestra,  cuanto  más  nuestras  fuerzas  son  cortas.  La  au- 
sencia de  V.  M.  me  hace  mucha  soledad  ;  al  Todopoderoso  supli- 
caré lleve  á  V.  M.,  en  su  jomada,  debajo  de  su  divina  protección, 
y  para  el  año  que  viene  vuelvo  á  suplicar  á  V.  M.  que  con  efecto 
mande  le  sigan  los  poderosos  y  nobles,  como  es  tan  justo  en  la 
necesidad  presente  y  tan  debido  á  la  persona  de  V.  M.  Prospé- 
rela el  Altísimo  y  la  del  Principe  nuestro  Señor.  Heme  conso- 
lado le  hayan  jurado  en  Aragón ,  que  deseaba  se  concluyese. 

En  la  Concepción  de  Agreda  á  23  de  Octubre  de  1645. —  Sier- 
va de  V.  M. —  Sor  María  de  Jesús. 

7 


—  90  — 


LIV. 


Del  Rey  ». 


Valencia  6        Hc  rccivido  vra  carta  de  23  del  passado ,  y  sienpre  hallo  en 

deNovicmbre      ,-  .•  j        i»    •  i  •       ^  ^     i 

J645.  ellas  nuevos  motivos  de  alivio  y  consuelo ,  y  juntamente  buenos 
consejos  q  seguir.  Yo  llegué  á  esta  ciudad  á  29  del  passado,  ha- 
viéndose  hecho  el  viaje  con  buena  salud  y  tienpo  apacible ,  de  q 
he  dado  gracias  á  líTo  Señor  y  á  su  Madre  Santissima ,  pues  nos 
ha  librado  de  los  riesgos  q  suele  haver  en  estas  jomadas ,  particu- 
larmente á  mi  g  pude  hacerme  gran  daño  de  una  caida  q  di  de 
una  muía ,  y  por  su  intercession  santissima  me  libró  del  y  no  fué 
más  g  un  golpe  en  un  honbro  y  en  una  mano,  todo  cossa  de  poca 
consideración  %  mereciendo  yo  mucho  mayores  golpes ,  por  lo  q 
continuamente  ofíendo  á  su  Divina  Mag<^.  Sirvasse  por  quien  es 
de  habrirme  los  ojos  para  q  acierte  á  cumplir  enteramente  con  su 
santa  ley  como  lo  desseo  y  procuro.  Ayudadme,  Sor  María ,  á  dar 
gracias  á  ñTo  Señor  y  á  su  Santa  Madre  por  haverme  librado  en- 
tranbos  de  la  traición  q  decis  se  forjava  contra  mi  persona ,  y  pe- 
did me  continúen  su  santo  amparo ;  pues  si  me  faltasse ,  hasta 
las  piedras  se  bolverian  contra  mí,  y  no  dudo  q  cada  instante 
hemos  menester  su  ayuda  por  los  riesgos,  assi  espirituales  como 
corporales,  q  cada  dia  se  nos  ofrecen ,  de  lo  cual  no  me  maravillo 
pues  es  cosecha  deste  mundo;  y  assi ,  mientras  estubieremos  en 
él  a  de  durar  este  trabajo  y  riesgo. 

Después  de  haver  ocupado  el  enemigo  á  Balaguer ,  no  a  tratado 
de  passar  adelante  con  sus  enpressas  ;  antes  se  a  retirado  y  aquar- 
telado  su  gente,  con  q  parece  q  por  este  invierno  estará  quieto. 
Bien  entiendo  q  esto  a  ssido  particular  favor  de  nfo  Señor ,  pues 
si  ubiera  passado  adelante,  nos  hallavamos  con  tan  pocas  fuerzas 

1  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 

2  En  la  cuesta  de  Cariñena,  resbalándose  la  muía,  cayó  el  Rey,  que  en  la  pri- 
mera parada  se  sangró. 


—  91  — 

q  no  ubieramos  podido  resistirle  si  intentara  obrar;  pero  la  in- 
tercession  de  la  Virgen  Santissima  obra  en  tiro  favor :  déme  Dios 
su  gracia  para  q  acierte  á  agradecerla  tanto  como  la  devo.  Aqui 
desseo  abreviar  con  lo  q  ay  q  hacer  y  en  jurándose  mi  hijo  apre- 
suraré mi  buelta  á  Madrid ,  donde  conviene  mi  assistencia  para 
facilitar  y  disponer  las  prevenciones  del  año  q  viene.  Lo  primero, 
quisiera  q  fuesse  el  evitar  ofíenssas  de  ñrb  Señor ,  assi  en  mí  co- 
mo en  mis  ministros  y  en  todos  los  demás,  y  para  esto  os  oñrezco 
de  poner  los  medios  q  juzgare  son  necessaríos  para  conseguirlo. 

Como  piedra  fundamental  para  todo,  los  trajes  de  las  mugeres 
a  dias  desseo  reformar;  y  aunq  se  an  hallado  dificultades  en  el 
effecto,  se  vencerán  y  de  mi  parte  se  hará  lo  posible  para  q  se 
consiga,  pues  es  grande  el  excesso  á  q  esto  a  llegado.  Vos,  Sor 
María ,  apretad  en  las  oraciones ,  pues  según  quedan  las  cossas 
desta  Monarquía  este  año ,  en  todas  partes  se  puede  temer  el  q 
viene  su  última  ruina,  si  Dios  ñrb  Señor  no  nos  assiste  con  su 
mano  poderossa  y  su  Santa  Madre  con  su  divina  intercession; 
porq  aunq  hago  y  haré  todas  las  diligencias  q  caven  en  ñra  posi- 
bilidad para  q  los  medios  humanos  sean  los  suficientes  para  ñni 
defenssa ,  el  caudal  no  alcanza  si  no  suple  ñrb  Señor  lo  q  falta. 
Yo  travajaré  y  reventaré  (ques  lo  q  me  toca )  con  buen  desseo  de 
acertar;  lo  demás  corre  ppr  quenta  divina,  de  cuya  misericordia 
espero  se  a  de  doler  de  nosotros  y  no  permitir  q  acave  de  perder- 
se una  monarquía  q  tantos  servicios  le  ha  hecho. 

De  Valencia  á  6  de  Novienbre  1645. — Yo  el  Rey. 


LV. 

De  Sor  María  K 

Señor:  Con  alegría  de  mi  espíritu  desseo  a)aidar  á  V.*  M,^  en  dar     13  ¿e  No- 
gracias  á  Dios  por  la  buena  salud  con  que  a  llebado  á  V.*^  M.^  asta 
Balencia,  y  le  suplicaré  continúe  este  beneficio  asta  Madrid,  y  q 

X  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  92  — 

en  todas  partes  y  acciones  le  assista  y  gobierne  con  su  poderossa 
diestra. 

Señor  mió;  muy  cuidadosa  estaba  asta  saber  el  sucesso  de  la 
jornada,  y  V.»  MA  puede  y  debe  reconocer  á  la  Reyna  del  cielo  por 
autora  de  todos  los  favores  q  recibe  de  la  mano  del  Altíssimo ,  y 
tanbien  lo  sería  q  la  cayda  no  fuese  de  mayor  peligro,  de  que  yo 
me  e  consolado  mucho :  sea  Dios  vendito  por  sienpre ,  q  mira  á 
V.»  M.^  con  misericordia.  Puesta  á  los  pies  de  V.»  M.^  le  suplico 
mire  por  su  salud  y  vida,  y  mande  q  los  peligros  de  las  jornadas 
se  prebengan  lo  possible ,  pues  su  vida  de  V.*  M.'^  la  a  menester  la 
Chrístiandad  tanto;  y  si  con  la  mia  la  pudiera  alargar  muchos 
años,  lo  yciera ,  por  que  de  coraron  estimo  á  V.»  M.^ 

Necesario  parece  q  los  aprestos  para  el  año  que  biene  se  ade- 
lanten todo  lo  possible  y  que  V.*  M.^  lo  disponga  y  mande  assi 
con  la  mayor  brevedad ;  y  por  lo  q  ynporta  q  todo  se  fie  de  bue- 
nas caberas  q  sirban  con  amor  y  fidelidad,  pediré  á  el  Señor  q 
dé  á  V.*  M.^  luz  para  q  elija  las  mejores,  y  fío  de  su  dibina  cle- 
mencia atenderá  al  católico  y  santo  celo  con  que  V.*  M.^  trabaja 
por  la  fe  de  su  Iglesia  y  conserbacion  y  aumento  de  la  Chrístian- 
dad. Sienpre  conozco.  Señor,  q  es  gran  parte  desto  la  rreformacion 
de  los  pecados  destos  reynos,  en  q  me  mandan  aliente  mucho  el 
yntento  y  Real  coraron  de  V.»  M.**,  sin  embara9arle  ninguna  difi- 
cultad ,  pues  el  vencerlas  corre  por  quenta  de  Dios  y  el  aplicar 
los  medios  por  la  de  V.*  M.^;  y  quando  es  esta  la  boluntad  dibina, 
no  es  possible  q  niegue  su  favor  y  assistencia  á  quien  dessea  eje- 
cutarla. Agalo  V.»  M.^  con  toda  confian9a,  que  si  con  esto  nos  bi- 
nieren  trabajos,  mejor  es  q  nos  alien  fiando  en  el  Señor  y  traba- 
jando por  la  onrra  y  gloría  de  su  nonbre.  Pero  nunca  dessanpara 
su  probidencia  á  quien  espera  en  El ,  y  con  la  ynter^ession  y  an- 
paro  de  María  SS"***  de  q  V.»  M.*^  tiene  tanta  segundad ,  no  debe 
rrendirse  á  ninguna  dificultad  ni  desconfiar  V.*  M.^  de  lo  q  se  yn- 
tenta  con  obligación  j  sana  boluntad. 

Algún  temor  e  tenido  q  el  ejército  del  enemigo  no  obrase  este 
ynbierno  en  las  fronteras  de  Aragón  algún  daño ,  porq  el  demo- 
nio está  muy  bijilante  en  turbar  á  unos  y  mober  á  otros ;  pero 
fa9il  es  para  Dios  desbane9erle  sus  yntentos  y  puedo  asegurar 


—  93  — 

á  V.»  MA  q  es  este  uno  de  los  mayores  cuydados  que  me  afli- 
S^n,  por  no  saber  asta  donde  desobligarán  á  Dios  iTnis  culpas, 
para  darle  á  este  enemigo  permisso  en  su  maligna  ynten9Íon ,  y 
^labajaré  en  esto  con  la  dibina  gracia  todo  lo  q  con  ella  alcanga- 
^^  mis  flacas  fiíergas. 

Alegróme  sumamente  de  la  salud  de  Príncipe  ñfo  Señor  y  S.» 

•'^Aflía,  q  los  estimo  con  berdadero  afecto,  y  pido  á  el  Altíssimo 

/Qj  guarde  y  conserbe  y  se  balga  de  sus  Alte9as  para  beneficio 

^^su  santa  Yglessia  y  q  á  V.»  M.^  le  ylustre  y  defienda,  como 

/^^3  su  gloria  es  negesario. 

E/1  ia  Concepción  Descaiga  de  Agreda  Nobienbre  13  de  1645. — 

Sie/va  <ie  V.*  M.*^  q  su  mano  besa.—  Sor  María  de  Jesús. 


LVI. 


Del  Rey  '• 


^^s  a.  q  no  os  escrivo,  pero  alo  estorvado  el  ha  ver  salido  ocho     Madnd  15 
d>     ^xites  q  yo  de  Valencia  el  Patriarca  y  lo  q  suele  enbarazar    *  ^^^^^  ** 
c  ^^tíxixxo.  Ya,  á  Dios  gracias,  llegamos  aquí  á  los  11  deste,  bue- 
^  V  Kallé  con  entera  salud  á  mi  hija.  Dios  la  bendiga  y  guar- 
*  ^  cierto  está  lindíssima  y  me  sirve  de  harto  alivio  verla  en 
m^lo  de  los  cuydados  en  que  me  hallo,  q  cada  dia  parece  son 
mayores.  Bien  creo  q  vos  no  os  olvidáis  de  encomendarnos  á  Dios 
y  clamar  en  su  presencia ,  para  q  se  duela  de  nosotros  y  aplaque 
stt  justa  ira;  encargóos  lo  continuéis  y  particularmente  pidiéndole 
encamine  la- paz,  pues  aora  en  el  invierno,  ques  quando  las  ar- 
mas están  mas  quietas,  es  quando  se  trata  de  los  ajustamientos: 
ya  os  he  dicho  y  os  lo  buelvo  á  decir  aora,  q  de  mi  parte  no  se 
faltará  á  facilitar  los  medios  para  el  acuerdo,  pero  mis  enemigos 

I  Aut<^;rafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  94  — 
están  tan  sobemos  cx)n  los  buenos  sucessos  q  an  tenido,  q  si  Dios 
líTo  Señor  no  los  humilla  temo  no  se  an  de  concertar  jamas. 

Aquí  travajaré  lo  posible,  en  primer  lugar  en  satisfazer  las  tres 
cossas  q  me  decis  agradan  más  á  la  Virgen  Santíssima ,  por  q 
desseo  tenerla  propicia  para  q  me  balga  su  intercession ;  y  en  se- 
gundo, en  disponer  las  cossas  para  la  futura  canpaña  lo  mejor  q 
fuere  posible,  aunq  verdaderamente  estamos  tan  faltos  de  medios 
umanos,  q  si  ruó  Señor  no  suple  con  los  divinos,  nos  a  de  ir  muy 
mal.  El  se  sirva  de  abrimos  los  ojos  para  q  acertemos  á  agra- 
darle y  á  cunplir  su  santa  voluntad,  q  con  eso  nada  se  herrará  y 
de  todo  saldremos  bien.  Vos  me  iréis  avisando  de  lo  q  juzgá- 
redes  será  mayor  servicio  de  líTo  Señor  para  q  yo  lo  execute. 

De  Madrid  á  15  de  Dicienbre  1645.  —  Yo  el  Rey. 


LVII. 


De  Sor  María  '. 


5  de  Febrero  Scñor  :  Qiuqueuta  dias  se  a  detenido  esta  carta,  por  que  a  ve- 
nido por  Zaragoza  y  las  niebes  y  rigores  del  tieqpo  an  sido  tan 
excesibos  por  todas  partes ,  q  las  estafetas  han  faltado  y  las  cor- 
respondien9Ías  se  an  suspendido.  De  el  Patriarca  tube  abisso  que 
me  abia  encaminado  la  de  V.^  M.^  ,  con  que  a  ssido  mi  pena  más 
que  puedo  ponderar,  asta  q  la  e  rre9Íbido,  y  por  no  dársela  á 
V.»  M.**  no  e  escrito  su  dilación.  jVendito  ssea  el  Señor  que  me  la 
a  traydo,  y  que  llebó  á  V.*  M.^  con  salud  á  su  cassa  y  alió  con  ella 
á  la  Infanta  nuestra  S.*  ,  y  tan  linda  y  gra9Íossa ,  para  alibio  de 
V.*  M.^  !  Dios  la  guarde  y  la  aga  muy  dichossa. 

Bien  creo  que  sus  cuydados  de  V.»  M.**  son  cada  dia  mayores; 
yo  los  pondero  y  pesso  con  afetuossa  conpasion  y  lágrimas  del 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  95  — 

coraron ,  y  me  postro  ante  d  Altíssimo  suplicándole  consuele, 
alibie  y  fortalezca  á  V.^  Mfi  y  que  le  encamine  en  todo  para  el 
a9Íerto,  pues  las  caussas  que  a  cargado  sobre  los  hombros  de 
V.^  M.<>  y  puesto  por  quenta  de  su  cuydado  son  las  mayores  de 
su  serbicio.  La  defenssa  de  la  fe  santa  y  el  9elo  de  su  onrra,  la  con- 
serbadon  de  su  pueblo  querido  y  católico ;  motibos  y  fines  tan 
excelentes,  pueden  animar  á  V.^  Mfi  y  encenderle  en  9elo  de 
Dios,  y  darle  confianga  en  su  misericordia  y  en  q  a  de  a3aidar  su 
protección  á  V.^  M.^;  pues  nos  enseñan  las  dibinas  Escrituras 
q  sienpre  el  Altíssimo  a  cuidado  de  los  que  son  suyos,  y  ninguno 
que  le  llamó  de  beras  y  esperó  en  su  Majestad  fué  confundido; 
y  tanto  más  quanto  V.*  M.^  tomare  por  su  quenta  el  ebitar  pe- 
cados y  castigarlos  con  fortaleca  sin  respeto  umano ,  procurando 
q  los  consejos  y  tribunales  se  conpongan  de  sugetos  temerossos 
de  Dios,  quebrantará  el  Todopoderoso  ñrbs  enemigos ;  q  parece 
quiere  q  conozcamos  que  solo  su  dibina  diestra  lo  puede  acer, 
para  que  le  obliguemos  y  llamemos,  pues  los  medios  humanos 
son  tan  flacos  y  desbalidos  quando  están  nuestros  contrarios  más 
soberbios  y  poderosos. 

Bien  conozco  q  el  ajustamiento  de  las  pages  era  lo  más  acerta- 
do y  conbiniente  para  no  destru3n'nos,  pero  ¿quien  sino  el  Pa- 
dre de  misericordias  y  autor  de  la  paz  nos  la  podrá  dar ,  quando 
todo  el  mundo  está  en  guerra  ?  Y  cierto,  Señor  mió,  q  todos  los 
hijos  de  la  Iglessia  abíamos  de  postrarnos  en  la  pressengia  de 
Dios  pidiéndola  con  lágrimas  de  sangre  :  yo,  la  menor  de  todos, 
lo  aré  y  la  vida  ofreceré  por  conseguirla,  y  para  q  el  Señor  dé 
medios  y  los  enseñe,  para  rendir  aquellos  coracones  endurecidos 
y  pertinaces  á  que  se  ajusten  á  lo  q  á  ellos  mismos  les  está  bien;> 
pues  la  paz,  los  más  bitoriossos  la  debian  abracar.  Muy  pruden- 
temente ace  V.^M,^  en  prebenir  la  canpaña  futura,  q  está  el 
tienpo  muy  adelante  y  el  enemigo  fuerte ,  y  el  principiar  prime- 
ro ace  mucha  ventaja. 

Tanbien  conbiene  que  las  placas  se  probean  abundantemente 
de  todo  y  que  se  guarnezcan ,  por  si  el  enemigo  se  enpeña  en  si;* 
tiar  alguna  q  tenga  en  q  dibertirsse  y  gastarsse,  y  los  passos  fla- 
cos se  fortalezcan  porque  no  dañen  á  las  fronteras. 


-96- 

Anme  dicho  que  Don  Felipe  de  Silba  a  muerto ;  suplico  á 
V.^  M.^  9t  ponga  su9esor  temerosso de  Dios,  fiel  á  V.*  Mj^  y  ger- 
(itado  en  la  milicia,  que  esto  ynporta  y  pessa  mucho. 

Sumamente  me  consuela  q  V.^  M.^  obligue  á  la  Madre  de  Dios 
con  ejecutar  las  tres  cossas  q  son  de  su  gusto,  porque  es  poderos- 
sa  inter^essora,  y  muy  amadora  de  la  Iglessia  S>  y  pedirá  por 
ella  á  su  Hijo  SS.°^^.  Toda  esta  comunidad  trabaja  continuamen- 
te y  clama  á  el  Señor  por  V.'  M.^  y  sus  rey  nos,  con  tan  grandes 
beras ,  q  me  sirbe  de  consuelo  que  V.^  M.^  tenga  sierbas  tan  fieles, 
pues  todas  diéramos  la  vida  por  la  de  V.*  M.^  y  su  alibio ,  pros- 
peridad y  dicha  del  Príncipe  ilro  Señor  y  S.^  In&nta.  El  Altíssi- 
mo  nos  lo  con9eda  por  su  piedad. 

En  la  Concepción  Descalca  de  Agreda  Febrero  5  de  1646. — 
Sierba  de  V.*  Mfi — Sor  María  de  Jesús. 


LVIIL 


Del     Rey  '. 


Madrid  Ayer  reciví  vra  carta  de  5  deste ,  en  respuesta  de  la  q  os  escrí vf 
15  de  Febrero  j,g¿^n  Uegado  á  este  lugar,  y  ya  havia  dias  la  hechava  menos; 
pero  bien  reconocía  q  los  malos  tienpos  q  a  hecho  serian  caussa 
de  la  dilación ,  pues  sois  puntual  correspondienta.  Heme  alegra- 
do de  ver  lo  q  me  deds,  y  os  agradezco  mucho  el  cuydado  q  te- 
neis  vos  y  essa  comunidad  de  encomendar  á  Dios  los  aprietos 
presentes ,  pues  ellos  son  de  tamaño  q  solo  de  su  mano  poderoasa 
puede  venir  el  remedio.  Yo,  Sor  María,  no  acierto  á  servirle  ni  á 
agradecerle  pues  si  lo  hiciera  se  mitigara  su  rigor  ;  pedilde  con 
todas  veras  (y  tanbien  á  su  Santíssima  Madre)  q  me  abran  los 
ojos  para  q  no  les  ofienda  y  haga  en  todo  su  santa  voluntad ;  q 

I  Autógrafo  de  U  Biblioteca  del  Real  PaUdo. 


si  lo  consigo  no  temo  á  todo  el  mundo  junto ,  aunq  se  conspire 
contra  mi. 

De  todas  partes  me  avissan  q  son  grandes  las  prevenciones  q 
hacen  los  enemigos  contra  nosotros ,  teniendo  por  cierto  q  en  esta 
canpaña  an  de  acavar  con  esta  Monarquía;  y  verdaderamente,  si 
miramos  á  los  medios  umanos  con  q  me  hallo  en  todas  partes 
para  defenderme,  no  va  fuera  de  camino  su  intención,  pues  son 
cortíssimos ;  y  aunq  he  trabajado  incessantemente  desde  q  llegué 
aquí,  está  muy  poco  adelantada  ñfa  defenssa  solo  por  falta  de 
medios  umanos,  y  assi  (aunq  no  los  olvido)  devo  acudir  á  los 
divinos,  como  únicos  para  salir  del  riesgo  q  nos  amenaza  en  to- 
das partes  el  poder  de  ñrbs  enemigos. 

Trato  con  todo  cuydado  de  la  reformación  de  pecados  y  de  las 
caussas  de  q  proceden ,  q  esto  es  lo  principal,  y  para  ello  se  están 
ajustando  órdenes  y  papeles,  para  q  la  execucion  sea  más  eñec- 
tiva.  A  todos  los  prelados  y  corregidores  se  les  ordena  continua- 
mente q  velen  sobre  esto,  como  el  medio  más  principal  para 
aplacar  la  ira  de  i^o  Señor :  á  los  ministros  q  andan  por  el  reyno 
á  la  saca  inescussable  de  la  gente,  les  he  encomendado,  con  gran 
particularidad ,  q  la  hagan  con  el  menor  daño  q  pudieren  de  los 
pobres  vassallos ,  pues  aunq  es  inpossible  evitallos  todos ,  conbie- 
<2e  q  sean  los  menos  q  se  pudiere. 

£n  el  puesto  q  a  vacado  por  Don  Felipe  de  Silva,  tengo 

pcnssado  poner  al  Marques  de  Leganés,  assi  por  no  haver  otro 

soldado  tan  á  la  mano,  como  por  concurrir  en  él  las  partes  q  me 

^cri vis.  En  todo  procuro ,  Sor  Maria ,  cunplir  con  esta  carga; 

pero  ella  es  grande  y  mis  honbros  faltos,  y  si  Dios  no  ayuda  da- 

remo^  con  todo  en  tierra.  Pedilde  se  duela  de  lílos  y  no  permita 

7  Aca.  vemos  de  perdernos ,  pues  aunq  somos  malos ,  somos  los  hi- 

jos  xTk^Ls  fieles  q  tiene  en  su  Iglessia. 

iy&  la  paz  espero  muy  poco,  pues  aunq  yo  he  cedido  muchís- 
«/rEfto  i>orq  se  haga  no  la  quieren  iTros  enemigos,  teniendo  por 
^^''*^c>  q  este  año  acavarán  con  todo;  y  assi  es  necessario  tratar 
íe  tTt^.  defensa ,  la  qual  a  de  venir  de  la  poderossa  mano  de  ñrb 
'íi^^o»"  ,  como  lo  espero  de  su  misericordia. 
^^  A^adrid  á  15  de  Febrero  1646.— Yo  el  Rey. 


-98- 


,  l«49. 

i 

i 


LIX. 


De  Sor  Haría  '• 

4 

4  >s  (ie  Febrero      Sefiof :  La  piedad  grande  de  V.*  M.^  me  tiene  tan  obligada, 

que  aunque  no  interbinieran  tan  grandes  y  ponderables  títulos 
para  ser  puntual  en  responder  á  las  cartas  de  V.^  M.^ ,  ven9iera 
mi  cobardía  y  encojimiento  para  ajerio  la  affectuossa  compassion 
]  que  tengo  de  sus  penas  y  cuidados  de  V.^  MA;  pues  es  tan  gran- 

f  de ,  que  me  pone  el  cora9on  en  una  prenssa  y  me  le  lastima  ver 

'*  el  de  V.^  M.^  tan  lleno  de  tribulagiones  por  caussas  tan  justas  y 

del  serbicio  de  Dios;  y  porque  el  Todopoderoso  lo  rremediara 
ofreciera  mi  vida,  y  me  fuera  alibio  darla  por  lo  que  tanto 
desseo. 

Confiesso,  Señor  mió,  que  con  esta  carta  a  crecido  mi  dolor  y 
mi  aflic9Íon ,  ponderando  que  los  enemigos  de  esta  Monarquía 
tengan  fuerzas  y  medios  para  ofenderla  y  nos  falten  para  lífa 
defenssa.  Este  aprieto  desseo  presentar  ante  la  misericordia  del 
Altissimo  y  de  su  Puríssima  Madre,  y  assi  lo  ago  quanto  puedo. 
Verdad  es  que  los  enemigos  son  muchos  y  poderosos ,  pero  sien- 
pre  me  parece  tengo  por  respuesta ,  q  su  poder  son  liras  culpas  y 
la  libertad  de  los  bicios  que  el  demonio  a  senbrado  en  esta  cató- 
lica Monarquía.  Enmendados  estos  (á  lo  menos  en  parte)  sin 
duda  se  aplacará  el  Señor ,  y  si  está  con  nosotros  no  desmaye 
V.^  M.^,  que  las  bitorias  de  los  príngípes  católicos  no  consisten  en 
la  multitud,  sino  en  el  favor  y  poder  divino  que  se  las  da;  y  no 
le  a9en  falta  los  soldados  que  sobran  á  los  enemigos ,  á  quien  pue- 
de salbarnos  con  muy  pocos  si  nuestros  pecados  nos  an  puesto 
en  el  estado  que  tenemos.  Crea  V.*  M.*  que  el  esfuer9o  con  que 
los  rremediare'  serán  fuer9as  y  victorias  contra  los  enemigos ;  y 

I  Autógrafo  de  U  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  99  — 

aunque  V.*  M.<^  a9e  mucho  en  esto ,  pide  mas  el  daño  y  el  Señor 
que  con  gran  fe  y  esfuerzo  agamos  mas. 

Dudóme  mucho  de  ver  á  V.»  MA  tan  solo  para  el  remedio 
quando  tantos  ayudan  á  la  perdición ;  pero  será  V.*^  M.^  señalado 
en  el  premio  de  lo  que  trabajare.  Las  atiendas  de  los  bassallos 
para  estas  ocassiones  son ,  y  los  que  pueden  an  de  a9er  respeti- 
bamente  lo  que  ha^en  los  pobres,  y  los  ministros  de  V.»  M.^  an 
de  ser  los  primeros  como  más  benefí9Íados  de  su  mano;  y  donde 
se  abentura  este  año  la  Monarquía  y  la  Christiandad  ra9on  es 
que  todos  se  animen  y  salgan  del  passo  ordinario  y  se  estrechen, 
y  no  desobliguen  á  Dios  para  que  ejecute  el  castigo  que  nos  ha- 
mena9a.  Buelbo  á  encargar  á  V.»  M,^  de  parte  del  Señor,  como 
quien  tiene  su  poder  y  á  su  quenta  la  honrra  de  Christo  y  de  su 
Iglesia,  que  obre  en  esto  y  con  resolución.  Procure  V.»  M.<*,  en 
todo  casso,  adelantar  la  canpaña  sin  perder  un  punto  de  tienpo, 
q  se  puede  abenturar  mucho  en  un  dia  de  dilación ,  y  como  se 
conpone  de  tantas  cossas  la  guerra  y  el  sustento  del  exército,  sino 
se  prebienen  apriesa  aran  falta;  y  sean  nuestras  armas  principa- 
les la  fée,  y  la  caussa  de  la  guerra  la  de  el  mismo  Dios  y  exalta- 
ción y  conserva9Íon  de  su  nonbre;  esto  quitará  la  cobardía  y  dará 
esfuer90  á  todos.  Téngale  V.*  MA  y  dilate  el  ánimo ,  pues  á  in- 
pressas  tan  del  serbicio  de  Dios  fuer9a  es  las  tome  por  su  quenta, 
y  que  ssea  en  nuestra  defenssa ,  y  como  padre  amoroso  se  a  de 
conpade9er  de  la  aflÍ9Íon  y  tribula9Íon  de  sus  hijos,  que  aunque 
los  corrije  los  ama.  La  comunidad  y  yo,  la  menor  de  todas ,  tra- 
bajamos con  fidelidad  de  sierbas  de  V.*^  M.^  y  aora  prin9Ípia- 
mos  nuebos  exercicios  para  pedir  misericordia,  vida  y  salud  de 
V.»  M.^.  Con9édanosla  el  Altíssimo  como  puede. 

En  la  Concepción  Descal9a  de  Agreda  28  Febrero  1646. — 
Vesa  la  mano  de  V.*  M.<*  su  menor  sierba. — Sor  María  de  Jesús. 


—   100  — 


LX. 


Del  Rey  <. 


Madrid  Oy  he  recivido  vía  carta  de  28  del  passado,  y  como  tengo  alivio 

^  ^ló^ó*^  ^^  oirías  y  en  escriviros ,  no  he  querido  dilatar  mas  la  respuesta. 
Confiessos,  Sor  Maria,  q  me  alienta  mucho  lo  q  me  decis  por  una 
parte  y  pues  veo  q  si  nosotros  cunplimos  con  lo  q  devemos  Dios 
se  dolerá  de  lo  q  passamos,  y  por  otra  parte  me  aflige  infinito  el 
juzgar  q  no  devemos  de  cunplir  con  lo  q  devemos,  pues  duran 
aún  los  castigos  y  las  calamidades.  Bien  veo  q  mis  pecados ,  y 
el  menor  dellos,  merecen  más  rigor ;  y  assi  os  pido  con  todo  enca- 
recimiento q  lo  primero  q  pidáis  á  ñfo  Señor ,  es  q  se  duela  de 
mi  y  me  dé  su  gracia ,  para  q  no  le  offenda  y  para  q  acierte  á 
cunplir  con  las  obligaciones  en  q  me  a  puesto ;  q  si  yo  consigo 
esta  petición  me  tendré  por  el  más  feliz  honbre  del  mundo. 
Quanto  puedo  hago  por  evitar  offensas  públicas  y  escandalossas 
de  lírb  Señor ,  pues  reconozco  verdaderamente  que  quanto  más 
le  ofíendamos  más  armas  damos  á  iTrbs  enemigos  ;  y  ahora  ac- 
tualmente se  an  dado  órdenes  para  reformar  los  trages  en  las 
mugeres  y  en  los  honbres,  y  para  q  cessen  las  comedias,  por  pa- 
recer q  destas  caussas  proceden  parte  de  los  pecados  q  se  come- 
ten ^ ,  y  tengo  encargado  á  todos  mis  ministros  q  obren  en  sus 
offícios  como  deven.  Procuro  inquirir  si  cunplen  con  ello,  y  si 
llega  á  mi  noticia  qualquier  excesso  q  pida  castigo,  le  executaré; 
pero  la  calidad  de  los  tienpos  está  de  manera,  q  temo  ay  mucho 
trabajo,  por  mas  q  procuro  el  remedio.  Este  a  de  venir  de  la 

1  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 

2  Salió  por  entonces  un  decreto  prohibiendo  la  representación  de  comedias. 
Ya  en  Febrero  de  1644  habíanse  dado  pragmáticas ,  según  las  que  sólo  se  po- 
dían representar  las  de  historia  ó  vidas  de  Santos ,  y  entre  otras  particularidades 
se  prevenía  no  pudiesen  ser  comediantas  las  solteras  ni  viudas ,  sino  todas  ca- 
sadas. {Avisos  de  Pellicer ;  Memorial  histórico^  tomo  xvni.) 


—    lOI    — 

mano  poderosa  de  ñro  Señor  y  de  la  intercession  de  su  Madre 
Santissima ;  y  os  agradezco  las  oraciones  q  decis  hacéis  y  os  en- 
cargo las  continuéis,  pues  ya  estamos  en  principios  de  canpafla 
y  con  muy  cortos  medios  humanos  para  ñra  defenssa,  si  bien 
hago  lo  posible  por  aplicarlos  en  quanto  alcanzo. 

Creí  poder  haver  partido  ya  la  buelta  de  Aragón,  pero  los  en- 
barazos  de  la  disposición  lo  an  dilatado ,  y  juzgo  q  hasta  Pascua 
no  podré  salir  de  aquí.  Ame  parecido  ir  por  Navarra  para  ver 
y  favorecer  á  aquel  Reyno ;  y  con  esta  ocasión  passaré ,  placien- 
do á  Dios,  por  esse  lugar,  de  q  voy  muy  alborozado  para  bol  ver 
á  veros  /  para  daros  á  conocer  á  mi  hijo,  q  llevaré  conmigo, 
pues  aunq  juzgo  le  encomendáis  á  Dios  sin  conocerle ,  lo  haréis 
con  más  fervor  después  de  haverle  conocido. 

De  Madrid  á  7  de  Marzo  1646.  —  Yo  el  Rey. 


LXI. 


De  Sor  María '. 


Señor  :  Biep  creerá  V.*  M.^  q  me  alio  muy  obligada  y  con-  «5  ¿e  Marro 
fussa  de  lo  que  debo  á  su  piedad  de  V.*'M.<^ ,  y  de  q  sobre  todos 
sus  cuidados  le  tenga  de  dar  ánimo  á  mi  encojimiento,  para  con- 
tinuar la  correspondiencia  de  V.*  M.^  ,  manifestándome  le  es  de 
algún  alibio  :  si  lo  fuera  mi  dolor  y  conpassion  y  las  muchas  lá- 
grimas que  derramo  hiendo  lo  que  V.*  M.<^  padece  y  trabaja,  le 
pudiera  tener.  Muy  pobre  y  flaca  soy,  pero  mi  agradecimiento 
se  estiende  más  que  mis  fuer9as ,  y  el  deseo  de  su  descanso  de 
V.*  M^  y  quietud  desta  Monarquía  exgede  á  mas  que  puedo  en- 
carecer, y  á  procurar  la  enmienda  de  mi  inperfecta  vida  por 
ayudar  á  V.«  M,^  ;  pero  como  hija  de  la  Santa  Iglessia,  conozco 
que  nuestra  confianca  no  estriba  en  nuestros  merecimientos,  sino 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—    102   — 

en  la  bondad ,  poder  y  misericordia  de  Dios,  y  en  la  intergession 
de  su  SS.°*  Madre.  Esta  verdad  aliente  á  V.*  M.^  para  esperar 
con  confían9a  la  dibina  gracia,  y  cunplir  con  las  obligaciones 
que  reconoce  V.*  M,^  á  Dios,  y  le  suplico  no  desmaye  V.*  M.<*  por 
los  pecados  propios ,  q  el  Altissimo  es  padre  tan  amoroso  con 
sus  hijos ,  q  para  olbidar  las  ofensas  pasadas  mira  los  buenos 
deseos  presentes  de  la  enmienda  de  la  vida.  Ya  conoce  ñró  íig- 
mentó  írajil  y  no  quiere  extinguir  la  centella  que  en9endió  en 
el  coraron  de  V.*  M.^  ;  antes  la  quiere  encender  más ,  para  que 
V.»  M.*^  le  obligue  á  que  le  mire  con  piedad ,  defendiendo  su  glo- 
ria y  honrra  y  procurando  ebitar  los  pecados  públicos.  Y  crea 
V.*  M.^  que  se  dará  por  servido  del  santo  9elo  con  que  V.*  M,^  tra- 
baja por  esta  caussa  tan  justa  y  digna  de  remedio,  por  que  como 
las  offensas  son  de  los  hijos  más  amados  y  los  que  debemos  ma- 
yores benefí9Íos  á  este  Señor ,  las  siente  más. 

En  su  nombre  agradezco  á  V.»  M,^  que  remedie  los  trages  tan 
profanos  de  todos  y  especialmente  los  de  las  mugeres,  y  dester- 
rar las  comedias;  y  más  en  estos  tienpos,  que  será  de  grande 
serbÍ9Ío  y  agrado  del  Altissimo  y  el  camino  derecho  de  aplacar- 
le y  obligarle  para  nuestras  bitorias ,  y  de  bencer  á  el  demonio 
que  ocultamente  nos  hace  guerra  por  ssi  y  por  nuestros  enemi- 
gos ;  y  después  dará  Dios  luz  á  V.*  M,^  para  lo  demás  que  pide 
remedio,  aunque  todo  no  se  puede  atajar  en  esta  vida  sugeta  á 
pecados  y  miserias. 

Señor  mió,  yo  aguardo  á  VA  M.**  con  mucho  júbilo  de  mi 
alma,  y  al  Principe  ñfb  Señor,  que  le  amo  tiernamente  y  no 
crey  merecer  esta  dicha.  Del  reyno  de  Nabarra  tengo  buen  sen- 
tir por  la  fidelidad  que  me  dicen  tienen  á  V.*  M.^  :  serales  de 
mucho  aliento  y  consuelo  ver  á  V.*  M.^  y  á  su  Alte9a.  Quiera 
el  Todopoderoso  por  su  bondad  que  sea  con  próspero  su^esso, 
mucha  salud  y  larga  vida.  En  esta  comunidad  se  lo  suplicare- 
mos con  las  beras  que  tenemos  obligación. 

En  la  Concepción  Descalca  de  Agreda  Marco  15  de  1646. — Be- 
sa la  mano  de  V,*  M.^  su  menor  sierba. — Sor  María  de  Jesús. 


-  103  — 


LXIL 


Del  Rey 


Oy  recivo  vfa  carta  de  14  deste,  y  porq  no  se  buelva  la  estafeta  Madrid 
sin  carta  mia,  he  querido  escriviros  estos  renglones  y  agradezeros  ,6^5. 
por  ellos  quanto  me  decis  y  todo  lo  q  trabajáis  con  ¡TTo  Señor 
para  q  se  duela  de  nosotros ;  q  esto  me  da  á  entender  el  amor  q 
me  tenéis  y  quanto  deseáis  ver  esta  Monarquía  libre  de  los  tra- 
bajos q  padece.  Buelvos  á  encargar  continuéis  vfas  oraciones, 
pues  aora  es  el  tiempo  del  principio  de  la  canpaña  en  q  estamos 
amenazados  por  todas  partes ,  y  con  pocos  medios  umanos  para 
defendernos,  con  lo  qual  es  menester  acudir  á  los  divinos  con 
todo  fervor :  de  mi  parte  pido  á  rvfo  Señor  me  dé  su  auxilio 
para  q  no  le  offenda,  y  q  se  duela  de  lo  q  le  he  offendido, 
pues  bien  reconozco  q  el  menor  de  mis  pecados  merece  muchos 
mayores  castigos  de  los  q  padezco;  y  como  juntamente  no  los 
padecieran  los  pobres  vassallos,  yo  por  mí  los  toleraría  con 
toda  paciencia.  Tanbien  procuraré  en  todo  lo  demás  cunplir 
con  mis  obligaciones,  y  pondré  los  medios  adequados  y  q  yo 
alcanzare  para  el  remedio  de  lo  q  se  padeze  en  la  República.  Ita- 
lia está  muy  amenazada  y  tanbien  España  y  Flandes ,  y  assi  os 
pido  q  por  todo  apretéis  con  nrb  Señor  y  principalmente  para  q 
ponga  en  mi  corazón  q  execute  lo  q  fuere  mayor  servicio  suyo. 

Espero  partir,  placiendo  á  Dios,  para  Casimodo ,  y  voy  con 
mucho  alborozo  para  veros  y  para  daros  á  conocer  á  mi  hijo,  á 
quien  os  encargo  q  le  toméis  á  vfa  quenta  y  tanbien  á  su  herma- 
na, para  encomendarles  á  nfo  Señor. 

De  Madrid  á  21  de  Marzo  1646.— Yo  el  Rey. 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca.del  Real  Palacio. 


—  104  — 


LXIII. 


De  Sor  Haría  '. 


38  de  Marzo       Señor :  En  grandes  enpeños  me  pone  la  piedad  de  V.*  M^;  y 

1646. 

como  para  el  retorno  me  alio  tan  inútil,  presento  al  Todopode- 
rosso  mi  desseo  agradecido  y  le  suplico  tome  por  su  quenta  mi 
deuda  como  padre  de  misericordia,  cuyo  oficio  es  remunerar  lo 
que  los  pobres  recibimos.  No  puedo  negar  la  estimación  y  amor 
que  á  V.»  M.*^  tengo,  y  éste  se  aumenta  sienpre  que  considero  á 
V.*  M.*^  tan  católico  y  caheqa,  de  los  fieles,  por  cuya  quenta  a  pues- 
to Dios  la  defenssa  de  su  Iglessia  y  de  sus  hijos  queridos;  pues 
en  caussa  que  es  tan  de  su  serbicio  ¿cómo  a  de  dejar  á  V.*  M.<* 
solo  ?  ¿  cómo  le  a  de  desanparar  en  lo  que  es  de  su  gloria  y  onr- 
ra?  Aunque  llegue  el  agua  á  la  garganta  y  parezca  que  ésta  na- 
becilla  de  España  se  anega,  no  emos  de  desconfiar,  pues  la  fe  y^o 
á  muchos  salbos.  Muy  irritada  tienen  nuestros  pecados  la  yra 
de  Dios ;  pero  ¿  quién  puede  perdonarnos  sino  el  que  es  Padre  de 
misericordias  ? 

Las  amenazas  de  Italia,  España  y  de  otras  partes,  q  me  dice 
V.a  M.*^  ay  echas  para  este  año,  son  de  hombres  que  por  ssi  pue- 
den menos  de  lo  q  pienssan ;  las  del  cielo  podemos  temer;  estas 
emos  de  aplacar.  Yo  las  e  conocido  en  la  yra  dibina ,  muchos 
años  a,  contra  nuestros  pecados;  pero  no  ay  otro  tribunal  á 
donde  apelar  sino  del  de  la  justicia  de  Dios  al  de  su  miseri- 
cordia :  por  ella  emos  de  clamar  con  beras  y  reconbenir  á  el 
Altissimo  con  las  muchas  promessas  que  tiene  en  su  Iglesia  echas, 
de  que  oyrá  á  los  que  le  llamaren;  que  no  perecerá  quien  esperare 
en  El ,  que  está  con  el  atribulado  y  inclinados  sus  oydos  al  que 
le  llama  de  coracon.  Señor  mió ,  V.  ■  M.^  se  anime ,  que  a  me- 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  IOS  — 

nester  dilatación  para  ager  cossas  grandes ;  y  no  contriste  ni  en- 
cqfa  á  V.^  MA  las  culpas  propias ,  pues  es  obligar  á  Dios  fiar  que 
liberal  y  piadosso  las  perdona.  Yo  ofrezco  á  V.  M.  que  presentaré 
ante  el  tribunal  divino  mis  pobres  obras  y  quanto  trabajare,  con 
los  infinitos  merecimientos  de  ñro  Redentor  y  la  intercession  de 
su  Santissima  Madre,  para  suplicarle  perdone  á  V.*^  MA  y  le  dé  la 
gracia ,  consuelo ,  fortale^  y  vitoria  de  nros  enemigos ,  y  tran- 
quilidad y  reposso  en  su  Monarquía.  Esta  Semana  Santa  clamaré 
á  el  Altissimo  y  lloraré  en  su  presencia,  pues  es  tienpo  oportuno 
y  acectable  para  axjer  penitencia  y  pedir  y  alcanzar  misericordia. 

Señor  mió,  suplico  á  V.^  M.^  que  la  jornada  se  aga  con  toda  co- 
modidad ,  mirando  V.*  M.^  por  su  salud  y  vida ,  y  la  del  Princi- 
pe lírb  Señor  que  tanto  nos  importa.  Yo  aguardo  con  mucho 
go^o  el  buen  dia  de  besar  la  mano  de  V.*  M.^  y  su  Altera ;  sea  el 
viage  con  la  prosperidad  y  buenos  sucessos  que  deseo. 

En  la  Concepción  de  Descalcas  de  Agreda  28  de  Marzo  1646. — 
Menor  sierva  de  V.»  M.*^  que  su  mano  besa. — Sor  María  de  Jesús. 


LXIV. 


Del    Rey. 


Aunque  ando  de  partida,  y  en  vísperas  de  jomada  y  hay  siem-  Madrid 
pre  mucho  que  hacer,  no  he  querido  dilatar  el  responder  á  vues-  ^  ^e^^""^ 
tra  carta  del  28  del  pasado ,  y  agradeceros  todo  lo  que  me  decís 
en  ella  y  lo  que  me  ofrecéis  de  encomendarme  á  nuestro  Señor, 
pues  he  menester  para  todo  su  ayuda ,  particularmente  cuando 
nos  hallamos  tan  rodeados  de  trabajos  por  todas  partes.  Pero  en 
medio  de  ellos  me  alienta  mucho  lo  que  me  decís  y  os  ofrezco 
procurar  yo,  por  mi  parte  y  por  lo  que  me  toca,  desenojar  á  nues- 
tro Señor  y  tratar  de  cumplir  con  su  santa  voluntad,  en  cuanto 
alcanzare. 


—  io6  — 

Espero  con  la  ayuda  de  Dios  partir  de  aqui  el  jueves  á  14  de 
este;  y  según  las  jornadas  que  haré,  llegaré  ahí  el  martes  si- 
guiente )  sino  se  ofrece  algún  embarazo  que  lo  dilate  algún  dia. 
Voy  con  mucho  deseo  de  veros  y  de  que  conozcáis  al  Príncipe, 
para  que  á  entrambos  nos  encomendéis  muy  de  veras  á  nuestro 
Señor  ,  como  estoy  cierto  lo  hacéis  y  lo  continuaréis  siempre.  No 
me  alargo  más  ,,que  tengo  mucho  que  hacer  estos  dias  y,  placien- 
do á  Dios ,  nos  veremos  presto. 

De  Madrid  á  4  de  Abril  de  1646.  -  Yo  el  Rey. 

En  un  manuscrito  procedente  de  Santo  Domingo  de  la  Cal- 
zada se  halla  la  siguiente  nota  : 

Advertencia  que  hace  la  V.  Madre.  «Pasó  el  Rey  N.  S.  por 
este  lugar  el  19  de  Abril  y  entró  en  este  Convento  con  el  Prín- 
cipe su  hijo  ese  mismo  dia  jueves.  Mandóme  que  le  escribiese 
luego  y  el  Príncipe  también ,  y  dio  mi  confesor  á  S.  M.  el  papel 
de  la  muerte  y  suceso  después  de  ella  de  la  Reina  nuestra  Se- 
ñora» '. 


LXV. 


De  Sor  María. 


3S  de  Abril 
1646. 


Señor  :  Aunque  fuera  depósito  seguro  para  esta  carta  de  V.  M. 
el  de  mi  pecho ,  por  la  estimación  que  de  ella  hacía  V.  M.  la 
vuelvo  á  remitir,  porque  en  la  obediencia  de  V.  M.  deseo  ser 


I  Éste  papel,  escrito  de  mano  de  la  V.  Madre,  forma  parte  del  tomo  de  Autó- 
grafos que  posee  la  Marquesa  de  Casa-Loríngf.  Tiene  un  encabezamiento  de 
letra  del  confesor  Fray  Francisco  Andrés  de  la  Torre  y  al  pié  de  la  firma  de  la 
Superiora  un  certificado  que  suscribe  el  religioso  á  i.®  de  Diciembre  de  1645  en 
el  Convento  de  Agreda,  declarando  que  la  ordenó  á  la  madre  Abadesa  lo  escrí- 


—  107  — 

muy  puntual ,  guardando  todas  sus  órdenes  en  lo  poco  y  en  lo 
mucho  '. 

Tieneme  con  suma  pena  y  cuidado  la  jornada,  y  me  le  ha  au- 
mentado haber  sabido  por  D.  Luis  de  Haro,  que  su  Alteza  (Dios 
le  guarde)  no  va  bueno,  con  que  he  acrecentado  mis  pobres  ejer- 
cicios y  oraciones  y  las  de  la  comunidad.  Compadézcome  muy  de 
corazón  de  los  trabajos  á  que  V.  M.  pone  su  Real  persona,  y  siem- 
pre los  presentaré  ante  el  tribunal  de  la  misericordia  divina, 
con  tanta  confianza ,  cuanto  es  mayor  la  causa  de  su  servicio  y 
de  su  gloria,  en  que  V.  M.  emplea  su  vida  y  su  salud.  Señor  mió, 
el  fiador  más  seguro  es  éste ,  para  alentar  á  V.  M.  con  la  confian- 
za que  debe  de  la  protección  del  Altísimo,  y  que  para  guardar 
en  ella  á  V.  M.  se  dará  por  obligado,  cuando  trabaja  V.  M.  con 
tanto  celo  por  la  exaltación  de  su  santo  nombre.  Señor,  la  causa 
es  grande  y  todo  lo  que  yo  entendiere  en  ella  se  lo  diré  á  V.  M., 
como  me  lo  deja  mandado;  y  porque  no  es  amor  verdadero  el  que 
oculta  la  verdad  y  antepone  el  consuelo  presente  al  bien  eterno, 
suplico  á  V.  M.  disponga  su  corazón  entregándole  todo  á  Dios, 
para  que,  entrando  en  él  su  divina  luz,  le  manifieste  su  voluntad 
santa  y  justa  :  éste  será  siempre  mi  cuidado ,  mi  deseo  y  mi  peti- 
ción ,  para  que  V.  M.  ejecute  lo  más  agradable  á  los  ojos  de  Dios. 

Confieso  á  V.  M.  que  quedé  consolada  de  haber  visto  al  Prínci- 
pe nuestro  Señor  con  tan  linda  persona  y  gran  talento,  de  que  es- 
toy muy  pagada  y  deseosa  de  que  le  emplee  en  el  servicio  de  Dios 
y  alivio  de  V.  M.  Supliquéselo  cuando  le  besé  la  mano  y  ahora 
en  la  carta  que  le  escribo,  porque  ninguno  lo  hará  mejor,  ni  será 
más  á  propósito  y  seguro  para  que  V.  M.  tenga  gusto  y  consuelo 
en  sus  cuidados.  El  Altísimo  nos  lo  conceda,  y  prospere  á  V.  M. 

En  la  Concepción  de  Agreda  á  25  de  Abril  de  1646. — Sierva 
de  V.  M.  —  Sor  María  de  Jesús. 

biese.  No  cabe  duda,  por  tanto,  que  ese  mismo  documento  fué  el  entregado  des^ 
pues  por  el  propio  confesor  á  Felipe  IV,  en  la  ocasión  á  que  alude  la  Adverten- 
cia del  manuscrito ,  y  no  sabemos  que  haya  de  él  traslado  alguno ;  pero  no  nos 
hemos  decidido  á  darle  á  la  estampa,  por  las  consideraciones  ya  expresadas  con 
motivo  análogo  en  la  nota  de  la  página  55. 

I  La  carta  á  que  hace  referencia  la  V.  Madre  es  la  del  4  Abril,  que  recibió  an- 
tes de  la  visita  del  Rey  y  en  cuyo  margen  le  contestaba. 


—  io8  —    • 


LXVI. 


Del    Rey. 


Pamplona         Mucho  mc  hc  alegrado  con  vuestra  carta,  que  recibí  ayer,  y 

27  de  Abril 

i6^6.  estoy  bien  cierto  que  con  la  noticia  que  habéis  tenido  de  la  indis- 
posición del  Príncipe ,  le  habréis  recomendado  muy  de  veras  á 
Dios  nuestro  Señor,  particularmente  después  que  le  conocéis  y 
habéis  visto.  El  achaque  es  unas  tercianas  sencillas,  leves  y  sin 
accidente  pernicioso;  come  y  duerme  bien  y  está  de  muy  buen 
semblante,  con  que  fío  de  la  misericordia  de  Dios  ha  de  estar 
presto  bueno:  hoy  le  han  sangrado  y  es  la  primera  vez  que  en  su 
vida  lo  habia  sido.  Encargóos  le  encomendéis  á  Dios  muy.  parti- 
cularmente y  á  su  Santísima  Madre ,  y  á  mí  también ,  para  que 
acierte  á  ofrecer  á  su  Majestad  estos  trabajos  en  que  me  hallo  y 
el  cuidado  de  la  indisposición  de  mi  hijo.  Yo  haré  de  mi  parte  lo 
posible  para  ejecutar  vuestros  consejos,  que  sin  duda  son  de  bue- 
na amiga,  y  os  vuelvo  á  encargar  que  siempre  me  digáis  lo  que 
entendiereis  es  mayor  voluntad  de  nuestro  Señor  que  yo  ejecu- 
te ,  y  que  le  pidáis  me  alumbre  para  que  acierte  en  su  mayor  ser- 
vicio. 

Yo  me  hallo  bueno,  sea  Dios  bendito,  y  no  parece  que  hasta 
ahora  hay  movimiento  considerable  del  enemigo  por  Cataluña: 
lo  de  Flándes  temo  mucho,  pero  como  Dios  es  poderoso  para 
todo,  tengo  esperanzas  que  se  ha  de  doler  de  nosotros :  vos  apre- 
tad, que  bien  será  menester. 

Mucho  se  ha  alegrado  mi  hijo  con  vuestra  carta;  en  estando 
más  aliviado  os  responderá. 

De  Pamplona  á  27  de  Abril  de  1646.— Yo  el  Rey. 


—  I09  — 


LXVII. 


De  Sor  María. 


Señor :  Muchos  son  los  motivos  que  me  compelen  á  desear  la 
salud  del  Príncipe  nuestro  Señor  y  á  pedírsela  al  Altísimo  con 
veras :  el  bien  común  de  esta  Monarquía ,  haber  visto  á  su  Alte- 
za y  cobrádole  afectuoso  cariño  y,  sobre  todo,  el  ser  prenda  tan 
del  corazón  de  V.  M. ,  que  su  indisposición  es  fuerza  le  lastime  y 
aflija  mucho.  En  esta  consideración  me  he  enternecido  y  atribu- 
lado más  que  puedo  manifestar,  porque  es  vivo  dolor  para  mí 
ver  padecer  á  quien  tanto  amo  y  estimo:  suplico  á  V.  M.,  Señor 
mió,  que  se  anime  y  dilate  el  ánimo  con  las  esperanzas  del  pre- 
mio eterno ,  pues  todos  los  que  lo  han  conseguido  ha  sido  con 
golpes  de  tribulaciones  y  sacrificio  de  paciencia,  y  sin  duda  son 
prendas  de  la  gloria  las  penalidades  y  cruz.  Yo  quisiera  que  mis 
fuerzas  no  fueran  tan  débiles  y  flacas,  para  ayudársela  á  llevar 
á  V.  M.,  que  con  mucho  gusto  admitiera  todo  lo  trabajoso  por- 
que V.  M.  tuviera  el  alivio. 

Hame  consolado  la  relación  que  V.  M.  me  ha  hecho  de  la  en- 
fermedad de  su  Alteza  (Dios  le  guarde)  y  buena  disposición  que 
tiene;  pero  en  lo  que  le  hemos  menester  y  estimación  que  hace- 
mos de  su  persona,  no  hay  mal  pequeño,  por  mucho  que  lo  sea, 
ni  mi  cuidado  se  puede  aquietar  hasta  saber  el  efecto  de  la  san- 
gría y  si  ha  alterado  algunos  humores  por  ser  la  primera.  A  to- 
dos nos  ha  querido  el  Señor  enfermar  en  su  Alteza,  y  por  su 
alivio  hacemos  muchos  ejercicios  y  oraciones  y  está  descubierto 
el  Santísimo  Sacramento. 

Señor  mió  de  mi  alma ,  mire  V.  M.  por  su  salud  y  descanse, 
que  mi  cuidado  á  todo  se  extiende  y  temo  que  excedo  en  lo  que 
á  V.  M.  escribo;  yerro  es  de  mucha  voluntad  y  deseo  de  su  ali- 


29  de  Abril 
1646. 


—  lio  — 

vio,  aunque  conozco  no  valgo  para  dársele  á  V.  M.  No  escribo 
á  su  Alteza  por  temor  de  cansarle,  que  mi  mayor  cuidado  es  su 
alivio;  á  la  Madre  de  Dios  clamo  porque  se  le  dé  y  le  hago  al- 
gunas devociones. 

Consuélome  de  que  el  enemigo  por  Cataluña  no  nos  dé  prie- 
sa; buena  ocasión  era  para  dársela  y  hacerle  asalto,  si  nuestro 
ejército  se  hubiera  juntado  antes. 

Lo  de  Flándes  presentaré  al  Señor,  y  le  suplicaré  tome  nues- 
tra defensa  por  su  cuenta  y  prospere  á  V.  M.  felices  años. 

En  la  Concepción  de  Agreda  á  29  de  Abril  de  1646.  —  Sierva 
de  V.  M. — Sor  María  de  Jesús. 


LXVIII. 


Del  Rey. 


Pamplona  Siempre  que  recibo  vuestras  cartas  me  alivio  mucho  con  ellas, 
*  %  ^^^^  P^^  conozco  el  afecto  con  que  las  escribís  y  el  deseo  que  tenéis 
de  mis  aciertos,  lo  cual  os  agradezco,  y  aseguro  que  tomo  de 
muy  buena  gana  los  consejos  que  me  dais  y  que  deseo  ejecutar 
en  todo  lo  mejor ,  si  bien  la  flaqueza  de  nuestra  carne  suele  es- 
torbarlo ;  mas,  la  misericordia  de  nuestro  Señor  y  su  gracia  ha 
de  suplir  lo  que  como  frágiles  nos  falta. 

Las  tercianas  de  mi  hijo  se  continúan  en  la  misma  forma  que 
os  dije;  son  pequeñas  y  no  le  dura  la  calentura  sino  ocho  ó  nue- 
ve horas ,  y  todo  lo  restante  de  ambos  dias  está  libre  de  ella  y 
con  muy  buen  semblante ;  está  sangrado  dos  veces ,  pero  sino  le 
falta  la  terciana  de  mañana  (que  será  la  sétima),  veo  inclinados 
á  los  médicos  á  hacerle  la  tercera  sangría  :  el  mal  parece  seguro, 
pero  en  lo  que  tanto  me  importa  y  en  el  amor  que  yo  le  tengo, 
no  cabe  la  seguridad  hasta  vqrle  bueno  de  todo  punto.  No  dudo 


—  III  — 

que  vos  le  encomendaréis  á  Dios  muy  de  veras  y  á  su  Santísima 
Madre ;  encargóos  lo  continuéis,  si  bien  en  cualquiera  caso  esta- 
rá siempre  mi  voluntad  resignada  con  la  de  nuestro  Señor,  de 
cu3ra  benignidad  fio  se  ha  de  doler  de  mí  y  concederme  la  salud 
de  este  muchacho. 

Todo  lo  posible  hacemos  por  obrar  algo  en  Cataluña ;  pero 
como  los  medios  han  sido  y  son  tan  cortos  está  todo  atrasado,  y 
si  esta  indisposición  de  mi  hijo  no  me  estorbara,  pasara  luego  á 
Aragón  para  adelantarlo  todo  con  mi  presencia,  que  sin  duda 
hago  falta  allí:  procuraré  disponerlo  mientras,  lo  mejor  que  se 
pudiere. 

Á  mi  hijo  os  vuelvo  á  encargar.  Sor  Maria. 

De  Pamplona  á  2  de  Mayo  de  1646.  —Yo  el  Rey. 


LXIX. 


De  Sor  María. 


Señor  :  Muy  párvulos  consuelos  son  los  que  mis  cartas  pue-    6  de  Mayo 


den  dar  á  V.  M. ;  mayores  se  los  deseo ,  y  porque  no  quede  frus- 
trada la  piedad  que  V.  M.  tiene  con  esta  su  menor  sierva ,  supli- 
co al  Todopoderoso  que  su  misericordia  y  bondad  remunere  > 
dé  á  V.  M.  lo  que  mi  cortedad  no  puede ,  consolando,  vivifican^ 
do  y  gobernando  á  V.  M.  y  asistiéndole ,  para  que  en  todo  haga 
su  santísima  voluntad.  Señor  mió ,  por  este  fin  y  porque  V.  M. 
consiga  su  salvación  y  la  vista  beatífica  de  Dios ,  que  es  la  ma- 
yor dicha,  y  el  bien  de  la  Iglesia  y  paz  de  este  Reino,  me  he  de- 
dicado y  ofrecido  á  trabajar  con  mis  pobres  fuerzas,  y  de  nuevo 
me  sacrifico  con  dolor  vivo  de  valer  tan  poco.  Por  conseguir 
todo  esto  son  mis  ansias ,  mis  lágrimas  y  suspiros ;  y  después  de 
Píos,  que  ^s  el  principal  motivo  de  estos  afectos,  me  lleva  mi 


1646. 


f 


—   112  — 

atención  V.  M.  y  su  alivio  y  el  del  Príncipe  nuestro  Señor.  Tié- 
neme  en  grande  amargura  y  pena  la  rebeldía  de  sus  tercianas,  y 
parece  que  el  Altísimo  ha  querido  regateamos  esta  salud ,  para 
que  todos  tengamos  ocasión  de  ofrecerle  sacrificio  de  paciencia  y 
de  dolor,  y  para  que  con  veras  le  supliquemos  salud  y  vida  que 
tanto  nos  importa ,  y  conozcamos  que  sólo  de  sus  manos  nos 
puede  venir.  A  mí  grandemente  me  ha  estimulado  la  dilación  de 
la  enfermedad,  á  clamar  con  más  afecto  y  veras  y  aumentar  no- 
venas y  devociones  y  solicitar  las  de  la  comunidad,  y  no  cesa- 
remos en  esta  petición.  Pena  me  ha  dado  el  que  haya  sido  ne- 
cesario la  tercera  sangría  y  llena  de  cuidado  aguardo  á  saber  el 
efecto ;  quiera  Dios  que  sea  bueno. 

Mucho  me  edifica  el  rendimiento  que  V.  M.  ofirece  en  esta 
carta  á  la  voluntad  divina  :  justo,  debido  y  santo  es  que  V.  M. 
le  tenga  en  lo  que  más  ama,  que  es  su  hijo  ;  pero  yo,  mirando 
al  consuelo  de  V.  M.  y  al  bien  común ,  suplico  al  Altísimo  que 
este  sacrificio  sea  como  el  de  Abraham,  que  reciba  el  deseo  de 
V.  M.  y  rendimiento,  pero  que  nos  guarde  y  dé  salud  y  vida  á 
su  Alteza,  como  hemos  menester.  También  me  da  pena  el  haber 
oido  que  esa  ciudad  no  es  sana,  que  mi  cuidado  todo  lo  recela. 
Suplico  á  V.  M.  que  las  demás  jomadas  que  hiciere  sean  con 
más  comodidad  y  despacio,  que  la  priesa  altera  y  enciende  mu- 
cho ,  y  particularmente  el  caminar  después  de  comer. 

Mucho  deseo  los  buenos  sucesos  de  Cataluña,  para  que  con  me- 
nos cuidados  atienda  V.  M.  á  sus  mayores  alivios  :  el  Señor  nos 
los  dé  como  puede  y  prospere  y  guarde  á  V.  M. 

En  la  Concepción  Descalza  de  Agreda  á  6  de  Mayo  de  1646. — 
Sierva  de  V.M.  Q.  S.  M.  B.— Sor  María  de  Jesús. 


—  113  — 


LXX. 


Del  Rey '. 


Mucho  os  agradezco,  Sor  María,  lo  q  me  decís  en  vra  carta,     Fu>pioi» 

,        9  de  Mayo 

pues  tengo  gran  confianza  en  la  misericordia  de  Dios  q  a  de  oír  1646. 
vras  peticiones  tan  favorables  para  mí,  si  mi  flaqueza  no  lo  hecha 
á  perder  ;  que  os  confiesso  me  temo  más  á  mi  mismo  Q  á  ningu- 
na otra  cossa,  pero  juntamente  me  alienta  el  ver  q  ñrb  Señor 
save  de  q  me  crió,  y  siendo  materia  tan  frágil,  suplirá  mis  faltas 
y  me  dará  su  gracia  para  q  acierte  á  cunplir  su  santa  voluntad 
en  todo.  Harta  materia  da  con  la  pertinacia  de  las  tercianas  de 
mi  hijo  para  merecer;  pero  juntamente  alienta  el  ver  q  son  tan 
pequeñas ,  q  parece  no  ay  riesgo  en  lo  sustancial,  si  bien  hasta 
verle  libre  de  todo  punto  no  se  puede  minorar  el  cuydado.  Oy 
le  a  venido  la  terciana  décima,  pero  hasta  aora  da  muestras  de 
ser  muy  chica  y  esperanzas  de  q  le  vendrán  pocas :  ayer  se  san- 
gró quarta  vez  y  todas  las  a  llevado  con  lindo  aliento  y  está  de 
tan  buen  senblante,  q  cierto,  sino  es  el  rato  q  estacón  la  calen- 
tura ,  lo  restante  no  parece  q  está  enfermo.  Espero  de  la  miseri- 
cordia de  Dios  q  se  a  de  doler  de  nosotros « y  á  vos  os  encargo 
q  continuéis  vFos  exercicios,  pidiéndole  le  dé  entera  salud,  si  le 
conviene  para  su  salvación. 

El  enemigo  se  va  juntando  en  Cataluña  y  creo  q  presto  enpe- 
zará  á  obrar :  de  ñfa  parte  se  hará  lo  posible  para  resistirle,  pero 
el  principal  defensor  es  nro  Señor  y  la  intercession  de  su  Santís- 
sima  Madre,  y  assi  os  encargo  les  supliquéis  nos  assistan,  defien- 
dan y  dispongan  una  firme  y  larga  paz  en  toda  la  Christiandad. 

De  Pamplona  á  9  de  Mayo  1646. — Yo  el  Rey. 

S  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  114  — 


LXXI. 


De  Sor  María  '. 

^  13  de  Mayo       Señor:  A  todo  lo  que  alcangan  mis  deseos  y  pueden  mis  ñacas 

I  '^^^'       fuergas  se  extienden  en  el  serbÍ9Ío  de  V.»  M.** ,  porque  conozco  lo 

I  debo  todo  á  la  piedad  de  V.*  M.**  y  el  Señor  no  quiere  sea  desagra- 

1  decida.  Allome  confussa  y  encojida  en  mi  poquedad,  porque  no 

puedo  merecer  lo  que  desseo ;  pero  la  fe  y  resignación  de  V.*  M.^ 
'  en  la  voluntad  dibina  alientan  mis  esperanzas,  porq  el  Altíssimo 

\  no  desprecia  las  obras  de  sus  manos 'ni  arroja  de  ssi  á  quien   se 

¡  pone  en  ellas  con  coraron  verdadero  y  humillado :  para  esto  nos 

I  formó  de  materia  frágil ,  obligándosse  á  ser  nuestra  fortaleza  y  q 

¡  fuesse  suya  la  gloria  de  sus  obras.  Suplico  á  V.*  M.**,  Señor  mió,  re- 

I  nuebe  en  su  Real  pecho  estas  verdades ,  y  para  que  el  Altíssimo 

'  no  oculte  su  santa  voluntad ,  obligúele  V.*  M.'^  cada  dia  y  cada  ora 

^  con  invencible  ánimo  y  deseos  de  executarla  en  todo  y  por  todo; 

I  y  quanto  fuere  de  mi  parte ,  ofrezco  á  V.*  M.*^  de  nuebo  trabajar 

con  la  dibina  gracia ,  para  que  assista  á  V.*  M.*^  y  gobierne  su  co- 
;  ra^on,  encaminándole  ala  mayor  gloria  suya  y  exaltación  de  su 

santo  nonbre. 
¡  No  puedo  estar  sin  cuydado  y  suma  pena  de  la  salud  del  Prín- 

cipe ríro  Señor ,  mientras  su  Altega  no  esté  libre  de  la  terciana  ; 
y  aunque  son  aora  seguras ,  el  humor  parece  tardo  y  la  dilación 
para  V.*  M.^  de  poco  alivio,  y  para  mí,  que  se  lo  deseo  á  V.*  M.^ 
con  tanto  afecto ,  es  bibo  dolor  no  conseguirle.  Las  sangrias  pa- 
recen artas  cuatro  y  á  mas  temo  le  enflaquezcan  demasiado.  En 
este  lugar  y  conventos  se  ha^en  pro^essiones  y  grandes  exerci- 
^ios  por  la  salud  de  su  Alteza ;  oyga  el  Señor  nfos  clamores,  pues 
le  pedimos  lo  que  es  para  bien  de  su  Iglessia  S.** 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Res^l  Palacio. 


f 


LXXII. 


Del    Rey. 


—  115  — 

Con  el  abiso  q  V.*  M.^  me  da  de  que  el  enemigo  se  ba  juntando 
en  Catalunia  y  q  obrara  luego ,  me  e  puesto  en  nuebo  cuydado, 
y  desseo  de  trabajar  con  esfuerzos  por  los  sucesos  desta  canpaña. 
Deseo  que  se  agan  rogatibas  públicas  y  q  V.*  M.**  ,  si  le  pareciere, 
mande  renobar  las  órdenes  q  ay  para  a9erlas ,  pues  la  necessidad 
cada  dia  es  mayor,  y  el  Señor  quiere  que  le  pidamos  lo  q  sienpre 
necesitamos  y  por  nosotros  no  merecemos :  por  este  fin  y  por  el 
alibio  de  V.»  M.^  tengo  ofrecida  mi  vida  y  todo  quanto  trabajo  y 

padezco  y  las  enfermedades,  que  tengo  algunas,  y  todo  me  pa-  ^ 

rece  poco ;  pero  el  afecto  se  estiende  á  mucho  más ,  porque  me 
lastima  el  coragon  con  considerar  á  V.»  M.^  tan  lleno  de  penas  y 
cuydados,  y  me  enternece  lo  q  V.*  M.^  padece.  El  Todopoderoso 
por  su  bondad  consuele  y  asista  á  V.*  M.^ 

En  la  Concepción  de  Agreda  12  de  Mayo  1646. — Vesala  mano 
de  V.a  M.**  su  menor  sierba.  —  Sor  María  de  Jesús. 


I 


Con  cuidado  aguardaba  vuestra  respuesta ,  pues  habia  enten-  Pa^pj^n» 
dido  os  hallabais  indispuesta  y  os  confieso  lo  sentia ;  porque  1646. 
también  yo  deseo  ser  agradecido  con  todos ,  particularmente  con 
las  personas  que  me  desean  todo  bien  y  me  lo  procuran ,  como 
vos  me  decís  hacéis.  Yo  os  lo  agradezco  mucho  y  os  encargo  lo 
continuéis,  pues  aunque  yo  de  mi  parte  procuro  cumplir  con  lo 
que  debo  y  con  la  voluntad  de  nuestro  Señor,  soy  frágil  y  temo 
que  sin  cuidado  de  los  buenos  que  suplan  mi  malicia,  no  lo  he  de 
conseguir. 

Aunque  se  van  minorando  las  tercianas  de  mi  hijo  y  él  se  halla 
de  buen  semblante  como  en  salud ,  con  todo  eso  porfían ;  con  que 
es  fuerza  dure  el  cuidado  mientras  np  1^  vcq  enteramente  bueno, 


p 
t 
t 


—  ii6  — 

si  bien  espero  en  la  misericordia  de  Dios  ha  de  ser  presto,  que 
cierto  estoy  no  os  descuidaréis  en  solicitarlo  vos;  pues  ademas  de 
la  obligación  natural  se  os  añade  la  del  conocimiento ,  desde  que 
pasó  por  esa  villa. 

El  enemigo  está  ya  en  campaña  con  nueve  mil  infantes  y  tres 
mil  caballos ;  hasta  ahora  no  ha  declarado  sus  designios  si  bien 
ha  reconocido  los  puestos  de  Lérida.  Dudo  que  sitie  aquella  pla- 
za, porque  se  halla  bien  proveida  de  todo ,  pero  puédenos  hacer 
otros  daños  muy  sensibles;  y  como  la  gente  que  hoy  tengo  no 
pasa  de  siete  mil  infantes,  de  los  cuales  están  casi  todos  en  las 
plazas  para  su  defensa,  y  poco  más  de  tres  mil  caballos,  no  hay 
cuerpo  de  ejército  suficiente  para  hacer  resistencia  en  campaña, 
si  bien  se  hará  lo  posible  para  nuestra  defensa ;  mas  como  son 
los  medios  tan  cortos,  temo  que  nos  ha  de  ir  mal  esta  campaña. 

La  esperanza  en  Dios  no  me  falta ;  y  para  tenerle  propicio  he 
ordenado  que  se  hagan  las  rogativas  que  me  decís  y  esta  noche 
irán  las  órdenes  á  todas  partes  para  que  se  ejecuten :  las  vuestras, 
de  creer  es  que  no  me  faltarán ,  y  de  mi  parte  se  hará  todo  lo 
posible  para  ejecutar  los  consejos  que  me  dais ,  pues  si  yo  acierto 
á  agradar  y  cumplir  la  voluntad  de  nuestro  Señor,  no  temo  nada 
en  esta  vida. 

De  Pamplona  á  15  de  Mayo  de  1646.  — Yo  el  Rey. 


LXXIII. 


De  Sor  Maria. 


20  de  Mayo  Señor :  Déjame  muy  obligada  y  reconocida  sierva  la  piedad  con 
'  ^  *  que  V.  M.  hace  memoria  de  mi  enfermedad :  con  remedios  y  san- 
grías he  mejorado,  gracias  á  Dios ,  y  aseguro  á  V.  M.  sin  encareci- 
miento ,  no  rehusara  trabajo  alguno  si  me  le  concediera  el  Señor 
por  la  salud  y  alivio  de  V.  M.  y  de  su  Alteza;  porque  es  satisfacer 
á  mi  obligación  y  alivio  de  mi  cuidado,  hacer  algo  por  lo  que  tan- 
to deseo. 


—  117  - 

Quedo  muy  gozosa  y  consolada  de  la  mejoría  de  su  Alteza,  y 
de  las  nuevas  que  me  han  dado  de  que  está  sin  terciana  :  doy 
afectuosísimas  alabanzas  al  Todopoderoso ,  y  parece  que  del  modo 
que  ha  sido  asegura  más  la  salud ,  porque  faltar  la  terciana  tan 
despacio  y  disminuirse  por  horas  es  indicio  que  se  ha  consumido 
y  faltado  el  humor. 

No  puedo  ocultar  á  V.  M.  el  dolor  que  tengo  de  que  el  ejército 
del  enemigo  haya  salido  á  campaña ,  y  que  el  nuestro  se  halle  tan 
sin  gente  para  resistirle,  después  de  tantos  cuidados  y  diligencias 
de  V.  M. ,  con  que  se  pierde  grande  ocasión  y  no  se  adelanta  el 
crédito  de  las  armas  de  V.  M.  ni  de  sus  vasallos.  Lastímame  el  co- 
razón que  en  causa  tan  grave  y  del  servicio  de  Dios  y  defensa  de 
los  fieles  no  salgan  todos  y  aventuren  sus  vidas  y  haciendas  I 

(que  ganarlas  fuera).  Muy  sólo  dejan  á  V.  M.,  Señor  mió;  supli- 
cóle se  anime  mucho  y  dilate  y  clame  á  Dios  y  le  busque ;  derra- 
me V.  M.  su  corazón  ante  el  Tribunal  divino ;  manifiéstele  sus 
cuidados  y  aprietos  de  esta  Monarquía ;  que  aunque  no  los  ignora, 
gusta  que  con  fe  y  confianza  le  pidamos ,  y  que  clamemos  á  su 
piedad,  y  de  su  presencia  saldrá  V.  M.  fortalecido,  alumbrado  é 
industriado  para  lo  que  ha  de  hacer;  que  un  poco  de  trato  con 
Dios  muy  grandes  efectos  hace. 

Yo  veo  que  su  intención  de  V.  M.  es  recta  y  santa  para  la  glo- 
ria del  Señor  y  reparó  de  esta  Monarquía  y  de  su  Cristiandad;  y 
si  todos  los  ministros  obraran  con  este  celo,  no  es  creible  que  no 
asistiera  Dios  á  sus  consejos,  ni  V.  M.  se  hallara  tan  solo  y  ex- 
puesto á  tantos  trabajos.  Este  cuidado.  Señor  mió,  en  mí  es  con- 
tinuo ,  aunque  en  una  mujer  parece  exceso ,  pero  la  verdad  se 
extiende  á  todo  y  el  Altísimo  no  me  la  oculta,  y  V.  M.  me  obli- 
ga á  ser  fidelísima  sierva  con  verdadero  corazón ,  y  á  suplicar  á 
V.  M.  que  se  busque  gente  y  que  salga  luego  á  campaña  la  que 
está  alojada  en  Aragón ,  y  que  se  tome  con  veras  y  conato  esta 
defensa  en  lo  divino  y  humano.  El  Altísimo  nos  lo  conceda  y 
prospere  á  V.  M.  felices  años. 

En  la  Concepción  Descalza  de  Agreda  á  20  de  Mayo  de  1646. — 
B.  L.  M.  D.  V.  M.  su  humilde  sierva.  —  Sor  María  de  Jesús. 


1 

1 


I 


—  ii8  — 


« 

9 

i 

í  LXXÍV. 


Del    Rey. 


Pamplona        Mucho  mc  huclgo  dc  entender  que  os  halláis  mejor  de  vuestra 
,5^6        indisposición ,  si  bien  hasta  saber  que  estáis  buena  de  todo  punto 
no  perderé  el  cuidado,  porque  os  deseo  todo  bien. 

No  dudo  yo  lo  que  me  decís,  que  os  habéis,  holgado  con  haber- 
le faltado  la  terciana  á  mi  hijo;  yo  he  dado  infinitas  gracias  á 
nuestro  Señor  por  tan  singular  merced  como  me  ha  hecho,  y  os 
pido  me  ayudéis  á  volvérselas  á  dar  y  á  suplicar  le  guarde  y  en- 
camine en  todo,  ahora  y  siempre,  á  su  mayor  servicio.  Levantóse 
anteayer  y  se  halla  tan  esforzado,  que  promete  buena  y  breve 
convalecencia ,  con  que  trataré  de  pasar  á  Zaragoza  para  dar  ca- 
lor con  mi  presencia  á  las  materias  de  las  guerras  y  de  las  Cortes 
de  aquel  reino,  en  que  habrá  bien  que  hacer. 

Las  últimas  nuevas  que  tengo  del  enemigo  son  que  empieza  el 
sitio  de  Lérida  ',  y  aunque  os  tengo  dicho  que  aquella  plaza  está 
bien  proveída  de  todo ,  pues  tiene  buen  Gobernador,  cuatro  mil 
hombres  y  que  comer  y  que  tirar  hasta  fin  de  Noviembre ,  con 
todo  eso  estoy  con  el  cuidado  que  podréis  juzgar ;  si  bien  si  me 
dieran  á  escoger,  según  el  estado  en  que  se  halla  mi  ejército,  de 
lo  que  quisiera  que  obrase  el  enemigo,  hubiera  escogido  lo  que  él 
ha  hecho;  pues  estando  Lérida  tan  bien  proveída,  parece  que 
(mediante  Dios)  dará  lugar  para  que  se  junten  mis  tropas  y  se 
trate  de  su  socorro  por  todos  caminos.  Yo,  en  primer  lugar,  to- 
maré vuestro  consejo  clamando  ante  la  presencia  de  nuestro  Se- 
ñor, pidiéndole  me  alumbre  para  que  acierte  á  cumplir  en  todo 
su  santa  voluntad ,  y  con  la  buena  dirección  de  estas  materias,  en 

I  Desde  los  prímeros  dias  de  Mayo  estaban  los  franceses  circunvalando  á  Lé- 
rida y  tratando  de  apoderarse  de  los  fuertes  próximos ,  con  más  ó  menos  suerte. 


-  119  — 

que  tanto  se  interesa  su  senado  y  ia  defensa  de  la  Religión  Ca- 
tólica ;  y  en  segundo,  haré  los  esfuerzos  posibles  para  que  se  junte 
la  gente  y  se  hagan  las  demás  prevenciones  para  nuestra  defensa, 
sin  omitir  trabajo  alguno  para  conseguirlo.  La  gente  que  estaba 
alojada  en  Aragón  ya  ha  salido  ;  pero  como  ella  no  pasa  de  siete 
mil  infantes  hasta  ahora  y  los  cuatro  mil  que  están  sitiados  en 
Lérida,  hay  poca  que  juntar  en  campaña;  y  añádese  á  esto  la 
&lta  de  dinero  con  que  me  hallo,  que  es  bien  grande;  que  sin  él, 
hablando  de  las  tejas  abajo ,  no  se  hace  nada.  Pero  en  medio  de 
estos  aprietos  y  ahogos  no  desmayaré  en  lo  humano,  haciendo 
todos  los  esfuerzos  posibles  para  defendernos,  ni  perderé  las  espe- 
ranzas en  lo  divino;  pues  siendo  Dios  poderoso  para  todo,  fio  en 
su  misericordia  se  ha  de  doler  de  nosotros  y  sacarnos  bien  de  los 
aprietos  en  que  por  todas  partes  nos  hallamos,  á  lo  cual  estoy 
cierto  me  ayudaréis  con  vuestras  oraciones  y  ejercicios ,  pues  en 
las  adversidades  es  cuando  se  reconocen  más  las  obras  de  los 
amigos.  Clamad,  Sor  María,  que  yo  os  ayudaré  de  mi  parte  dán- 
dome Dios  su  gracia,  que  fio  de  su  misericordia  se  ha  de  apiadar 
de  nosotros. 

Ahí  va  la  respuesta  de  mi  hijo. 

De  Pamplona  á  23  de  Mayo  de  1646. —  Yo  el  Rey. 


LXXV. 


De  Sor  María. 


Señor  :  Siempre  me  hallo  obligada  y  beneficiada  sierva  de  la  36  de  Mayo 
piedad  de  V.  M. ;  mi  salud  sólo  la  deseo  para  trabajar  por  el  ali-  '  ^  ' 
vio  de  V.  M.,  su  salvación  y  quietud  de  esta  Monarquía,  con 
harto  dolor  y  pena  de  valer  tan  poco  y  ser  muy  pobre  delante 
del  Altísimo,  para  dar  el  retorno  que  desea  V.  M.  La  salud  de  su 
Alteza  (Dios  le  guarde)  he  juzgado  por  beneficio  de  su  mano  po- 
derosa ,  y  la  rebeldía  de  las  tercianas  en  su  tierna  edad  manifes- 


—    120   — 

taban  que  la  causa  pudo  extenderse  á  mayor  daño  ;  este  conoci- 
miento y  la  obediencia  de  V.  M.  me  obligan  á  dar  gracias  al 
Señor  por  la  dignación  con  que  ha  mirado  á  V.  M.  en  este  favor 
y  á  toda  la  Cristiandad ,  para  cuya  defensa ,  conservación  y  au- 
mento pediré  siempre  á  Dios  guarde  á  su  Alteza  y  le  gobierne 
con  su  diestra  poderosa,  como  obra  suya  propia  é  hijo  de  padres 
católicos  y  celosos  de  la  exaltación  de  su  fe  y  santo  nombre. 

Con  la  asistencia  de  V.  M.  y  su  atención,  espero  se  adelantarán 
mucho  las  materias  de  la  guerra  y  todo  lo  demás  que  á  V.  M.  es- 
pera en  Zaragoza.  Señor  mió,  inexcusable  es  el  trabajo  en  tales 
aprietos ,  pero  la  fe  es  poderosa  para  mover  los  montes  y  vencer 
los  reinos ,  aunque  todos  estén  tan  llenos  de  enemigos  y  de  con- 
fusión. Motivo  es  de  sumo  aliento  y  esperanza,  saber  que  en  el 
estado  presente  del  mundo  V.  M.  es  casi  sólo  el  que  defiende  la 
honra  de  Dios,  pelea  por  la  Iglesia,  por  la  fe  y  por  conservar  la 
Cristiandad,  y  creo  que  sólo  esto  es  pelear  por  la  justicia :  los  de- 
mas  ,  ó  la  quieren  destruir  del  mundo  ó  no  les  duele  que  se  pier- 
da la  sangre  preciosa  de  Jesucristo  nuestro  Señor.  ¡  Oh ,  Señor 
mió !  I  Cuánto  yo  quisiera  y  deseo  que  todos  los  soldados  se  vis- 
tieran de  este  celo !  Pero  V.  M.  le  tenga  por  ellos  y  en  todas  sus 
obras,  que  si  bien  es  cierto  que  está  Dios  justamente  indignado 
con  el  mundo,  podremos  pedirle  con  mayor  confianza  sus  hijos 
católicos  que  derrame  su  ira  con  los  reinos  que  no  le  conocen ,  y 
en  la  gente  que  no  invoca  ni  adora  su  santo  nombre. 

A  Lérida  concedió  Dios  nuestro  Señor  á  V.  M.,  entregándosela 
con  especial  favor;  no  permita  su  gran  misericordia  que  ahora  se 
pierda,  pues  con  justicia  sabe  dejar  á  los  soberbios,  y  más  políti- 
cos, que  se  engañen  en  la  astucia  de  sus  consejos.  Esta  plaza  me 
tiene  con  gran  cariño  y  afecto  á  que  se  conserve,  por  lo  mucho 
que  importa  para  todo  y  por  lo  que  le  costó  á  V.  M.  de  trabajo 
y  ser  fruto  de  su  cuidado.  V.  M.  dé  priesa  á  todas  las  diligencias 
posibles  para  juntar  la  gente  que  alcanzaren  nuestras  fuerzas, 
porque  se  resista  al  enemigo  si  intentase  otros  designios. 

Lastímame  mucho  la  falta  de  dinero  que  V.  M.  me  dice  y  no 
poderlo  remediar  con  mi  dolor  y  pena:  procure  V.  M.  que  se  dis- 
tribuya bien  lo  que  tuviere,  y  que  los  cabos  se  acomoden  al  tiem- 


—    121    — 


I 

\ 


\ 


po  y  necesidad  presente  y  tengan  alguna  espera  los  que  más  es- 
^^pendio  llevan ,  porque  se  acuda  al  sustento  de  los  pobres  sóida- 
^^;  y  no  hemos  de  desconfiar  por  esto  de  la  Providencia  del 
^^^lo^  si  para  recibirla  nos  disponemos  de  nuestra  parte. 

La  devoción  de  María  Santísima  encargo  á  V.  M.  de  nuevo ,  y 

J^o  deseo  mucho  que  se  continuara  y  obedeciera  la  orden  que  V.  M. 

envió  los  años  pasados  de  que  se  rezara  el  rosario ;  pero  el  pueblo 

dbscuida  y  lo  olvida  todo  con  la  natural  remisión.  V.  M.  perdone 

é  esta  su  pobre  sierva,  que  la  buena  voluntad  me  hace  exceder  y 

rme  en  todo;  y  crea  V.  M.  que  trabajaré  lo  que  alcanzaren 

flacas  fuerzas  hasta  dar  la  vida,  si  necesario  fuere,  por  estas 

a.s,  sin  olvidarme  de  V.  M.  y  del  Príncipe  nuestro  Señor :  su 

esta  me  ha  dado  grande  consuelo  y  gusto.  Guárdele  el  Al- 

D  y  á  V.  M.  prospere. 

la  Concepción  Descalza  de  Agreda  á  26  de  Mayo  de  1646. 

-    L.  M.  D,  V.  M.  su  menor  sierva.  —  Sor  María  de  Jesús. 


LXXVI. 


Del    Rey. 


I 

/ 

1  2^ 


T^Que  voy  caminando  y  tengo  poco  tiempo  libre,  no  he  que-       TudeU 

/'idí-fc      *  .  30  de  Mayo 

'^  ^me  de  vuestra  vecindad  sin  responderos  á  vuestra  carta  de        ,646. 


/ 


ros 
nvi 

no 


^te,  con  que  me  he  alegrado  mucho ,  y  vuelvo  á  encarga- 

iréis  por  vuestra  salud,  pues  por  ahora  más  os  queremos  en 

compañía.  Mi  hijo  va  bueno  y  casi  convalecido ,  con  que 

^te  el  caminar ,  si  bien  procuramos  que  sea  con  toda  la  co- 

Viciad  posible  ;  huélgome  mucho  de  lo  que  decís  le  encomen- 

^^^   á  Dios,  pues  nada  me  importa  más  que  salga  sujeto  á  su 

^  ^^*^ncia. 

^^-^~to  me  he  alentado  oiros  que  miráis  á  Lérida  con  cariño,  y 

"^"^    grande  esperanza  en  nuestro  Señor  que,  habiendo  sido  esta 


—   122  — 

empresa  meramente  obra  suya  y  de  su  Santísima  Madre ,  no  ha 
de  permitir  que  se  malogre  ahora  lo  que  se  trabajó  entonces.  Yo 
de  mi  parte  procuraré  poner  todos  los  medios  divinos  y  huma- 
nos que  pudiere,  y  también  tomaré  vuestro  consejo  en  lo  que  me 
decís,  que  sin  duda  es  conveniente  para  todo;  y  vos  de  vuestra 
parte  tomad  con  muchas  veras  este  socorro  de  Lérida  y  clamad 
ante  la  presencia  de  nuestro  Señor,  para  que  nos  asista  en  todo. 

La  armada  marítima  de  Francia  ha  ido  á  las  costas  de  Italia 
y  algunos  dicen  contra  Su  Santidad:  yo  no  quiero  creerlo,  pues 
al  fin  son  católicos  ' :  la  mia  va  en  su  seguimiento  atan  justa  de- 
fensa. Suplicad  á  nuestro  Señor  la  ampare  y  guie  para  que  tenga 
los  sucesos  que  más  conviniere  al  bien  de  la  religión  católica. 

De  Tudela  á  30  de  Mayo  de  1646.  — Yo  el  Rey. 


LXXVII. 


De  Sor  María. 


4  de  Junio  Señor :  Cuando  V.  M.  expone  su  propia  salud  y  de  su  Alteza 
'^^^'  á  tantos  trabajos  por  la  causa  de  Dios,  fuera  confusión  mia  pen- 
sar que  padezco  algunos ;  y  más  hallándome  tan  obligada  del 
mismo  Señor ,  de  su  piedad  de  V.  M.  y  de  mi  propio  deseo  y  an- 
sia, que  me  ejecuta  por  dar  la  vida  si  fuere  menester  en  esta  de- 
manda :  el  Altísimo  me  la  conservará  para  esto ,  si  fuere  su  santí- 
sima voluntad.  Tiempo  es  de  tribulaciones  y  aflicciones,  porque 
hemos  ofendido  al  Todopoderoso  y  merecemos  que  su  justicia  di- 
vina nos  castigue ,  y  será  beneficio  grande  darnos  que  padecer  en 
recompensa,  porque  con  misericordia  nos  mire  y  aparte  el  azote 
que  cae  sobre  nosotros,  con  la  intercesión  de  su  Santísima  Madre. 

I  La  armada  del  Cristianísimo  salió  efectivamente  el  i.^  de  Mayo  de  Us  costas 
francesas,  y  se  apoderó  el  dia  10  de  la  pequeña  isla  de  San  Stephano  y  del  fuerte 
Telemone,  que  pertenecían  á  España ;  sitiando  desde  el  dia  11  á  Orbitelo. 


—  123  — 

ior  mió  j  suplicó  á  V.  M.  con  todo  encarecimiento  que  se  ani- 

^  y   dilate  mucho ,  y  que  para  obligar  á  Dios  no  dificulte  las  dili- 

^eiicriss  oportunas;  y  la  que  puede  hacer  V.  M. en  su  secreto,  es 

^^TisL-x  algún  rato  en  que  recogerse  al  interior  y  derramar  V.  M.  su 

^'^^on  en  la  presencia  divina,  pidiéndole  con  toda  fe  le  gobier- 

^  3^    <que  le  reciba  en  sus  manos  para  encaminarle ,  y  cuanto  es  de 

^^'"^^     de  V.  M.  no  halle  impedimento,  para  servirse  de  V.  M. 

Z*^^:^    de  instrumento  pronto  para  la  exaltación  de  su  santo  Nom- 

^    crea  V.  M.  que  á  más  de  ser  esta  obligación  tan  legítima, 


no 

í^xiede  hacerle  V.  M.  otro  sacrificio  más  agradable,  en  el 


jj  I    '^^o  que  hoy  tiene  el  mundo;  y  yo,  con  el  vivo  deseo  que  tengo 
/¿^    ^-1 3vio  de  V.  M.  y  con  la  ponderación  que  hago  de  sus  traba- 
'^i      ^   *^ie  parece  que,  siendo  tan  excesivos,  no  hay  otro  consuelo 
^,-^^  *^  ^nto  que  el  de  tratar  un  poco  con  el  que  es  Dios ,  criador  y 
-  de  toda  consolación, 
-'^or  mió,  otra  diligencia  encargo  á  V.  M.  en  lo  público; 
^^^  se  informe  muy  por  menor  de  cómo  se  guarda  justicia  en 
todos  los  ministerios  del  gobierno ,  y  en  particular  en  la  milicia 
que  V.  M.  tiene  más  presente ;  y  esto  conviene  sea  de  manera 
que  todos  entiendan  y  teman  que  no  se  le  ha  de  ocultar  á  V.  M. 
cosa  alguna,  ni  se  le  ha  de  consentir  á  nadie  la  culpa  que  tu- 
viere, sino  que  V.  M.  lo  ha  de  castigar  y  gobernar  todo  según 
su  buen  dictamen  ;  que  sin  duda  se  le  da  Dios  á  V.  M.  mejor 
que  á  todos. 

Agradezco  á  V.  M. ,  puesta  á  sus  pies,  el  celo  de  la  Santa 
Iglesia  en  enviar  la  armada  para  su  defensa ,  si  fuere  contra  ella 
la  invasión,  y  aventurarla  en  esta  empresa  es  obligar  de  nuevo  á 
nuestro  Señor ,  por  cuya  cuenta  corre  el  suceso  y  el  premio  de 
esta  causa. 

De  Lérida  estaré  siempre  cuidadosa,  y  por  todo  trabajaré  fiel- 
mente y  con  todas  mis  flacas  fuerzas,  como  V.  M.  me  lo  manda. 
Con  cuidado  estaré  hasta  saber  el  suceso  de  la  jornada  y  la  sa- 
lud de  su  Alteza;  y  aumenta  la  pena  el  haber  menos  mensajeros 
que  den  aviso  que  de  Navarra.  Prospere  el  Altísimo  á  V.  M. 

En  la  Concepción  Descalza  de  Agreda  á  4  de  Junio  de  1646.— 
B.  L.  M,  D,  V,  M.  su  menor  sierva.  —  Sor  María  de  Jesús. 


—   124  — 


I 


LXXVIII. 


Del  Rey. 


Zaragoza  A  Dios  gracias ,  llegamos  con  salud  á  esta  ciudad  hoy  hace 
1646.  ocho  días ,  y  á  mi  hijo  no  le  hizo  perjuicio  en  la  convalecen- 
cia el  camino ;  con  que  podéis  salir  del  cuidado  con  que  me 
decís  quedáis  hasta  tener  este  aviso.  Yo  me  he  alegrado  de 
saber  os  halláis  mejor,  porque  sin  duda  os  deseo  la  salud; 
que  me  persuado  sois  buena  capellana,  y  que  deseáis  mi  sal- 
vación ,  que  es  el  único  fin  á  que  debemos  aspirar ;  y  siempre 
que  reparo  en  que  el  camino  verdadero  para  ella  son  los  trabajos 
en  esta  vida ,  me  aliento  á  pasar  los  que  se  padecen  con  esta  con- 
sideración. Pero  quisiera  que  mi  flaqueza  no  me  estorbase  á  lo- 
grar el  mérito  que  ellos  ocasionan ;  y  así  os  encargo  pidáis  muy 
de  veras  á  nuestro  Señor  me  dé  fortaleza  contra  mí  mismo,  y  re- 
sistencia en  las  tentaciones ,  pues  sin  grande  ayuda  suya  caeré; 
que  esta  naturaleza  frágil  nos  lleva  siempre  á  lo  peor. 

Muy  buenos  son  los  consejos  que  me  dais ,  y  yo  procuraré  eje- 
cutarlos y  pedir  interiormente  á  nuestro  Señor  lo  que  me  decís ; 
y  bien  sabe  su  Divina  Majestad  que  deseo  acertar  y  ejecutar  lo 
mejor,  aunque  es  fuerza  que  como  hombre  yerre  en  mucho. 

El  punto  que  me  decís  de  administrar  justicia  me  tiene  con 
grande  cuidado,  porque  conozco  que  verdaderamente  no  corre 
bien ;  y  aunque  he  procurado  aplicar  á  esto  los  remedios  que  he 
tenido  por  á  propósito,  no  veo  que  se  consigue  lo  que  yo  quisie- 
ra ,  si  bien  no  por  esto  cesaré  en  las  diligencias  posibles  para  que 
esto  corra  como  conviene ,  antes  las  continuaré  así  en  lo  militar 
como  en  lo  político;  pues  bien  reconozco  que  ésta  es  la  piedra 
fundamental  del  gobierno  y  el  mejor  servicio  que  se  puede  ha- 
cer á  nuestro  Señor.  Pedidle  vos  de  mi  parte.  Sor  María,  que  El 


—  125  - 

me  ayude  y  me  alumbre  para  que  yo  acierte  á  seguir  el  camino 
por  donde  pueda  conseguir  lo  que  tanto  deseo. 

Los  de  Lérida  están  de  buen  ánimo  y  el  enemigo  parece  que 
lleva  el  sitio  por  hambre ,  pues  hasta  ahora  no  ha  hecho  demos- 
tración de  querer  ir  por  fuerza:  aquí  hacemos  lo  posible  para  que 
este  Reino  nos  dé  un  poco  de  gente  con  que  poder  salir  á  campa- 
ña é  intentar  su  socorro  por  el  mejor  camino  que  se  pudiere. 
Clamad  ante  nuestro  Señor  y  su  Santísima  Madre  para  que  nos 
encamine  en  este  fin ,  para  que  no  se  malogre  el  favor  tan  mani- 
fiesto que  nos  hizo  cuando  se  ocupó  esta  plaza. 

Mi  armada  estará  de  hora  en  hora  en  Italia  y  quizá  á  vista 
del  enemigo  :  gran  confianza  tengo  en  nuestro  Señor  que  le  ha 
de  dar  buen  suceso  ,  pues  vamos  en  demanda  tan  justa;  sírvase 
de  a3aidarnos  y  encaminar  las  cosas  á  una  paz  que  en  todas  par- 
tes tanto  importa ,  y  para  el  sosiego  y  aumento  de  la  religión 
católica. 

De  Zaragoza  á  9  de  Junio  de  1646. — Yo  el  Rey. 


LXXIX. 


De  Sor  Maria. 


Señor:  Con  íntimo  dolor  respondo  á  ésta  de  V.  M.  por  la  reía-  12  de  junio 
cion  que  con  ella  me  ha  venido  de  la  muerte  de  la  Sra.  Empera-  ^^^^* 
triz  (que  esté  en  el  descanso  eterno),  y  sólo  puedo  acompañar 
á  V.  M.  en  el  justo  sentimiento  de  tan  grande  pérdida,  que  no 
puede  ser  mayor  para  el  Imperio  ni  más  sensible  para  toda  la 
Cristiandad.  Este  trabajo,  con  la  conformidad  de  V.  M.,  es  un 
paso  muy  largo  para  llegar  á  la  misericordia  de  Dios  nuestro  Se- 
ñor y  á  la  salvación,  como  V.  M.  lo  desea,  y  no  creo  afligirá  á 
V.  M.  sin  fruto  y  sin  alivio  entre  tantos  cuidados.  Yo  encomen- 
daré á  Dios,  aunque  pobre,  el  alma  de  su  Majestad  Cesárea,  aun- 


—   126  — 

que  su  vida  santa  y  perfecta  nos  puede  asegurar  que  estará  go- 
zando la  corona  que  merecía.  V.  M.  no  se  considere  sin  tal  her- 
mana, y  espere  que  la  tiene  donde  hará  este  oficio  con  mayor 
amor  y  eficacia  que  en  esta  vida  mortal;  y  si  desde  el  cielo  asiste 
á  V.  M.,  no  será  haberla  perdido,  sino  haber  asegurado  y  mejo- 
rado todo  lo  que  V.  M.  amaba  en  ella.  Señor  mió  de  mi  alma, 
muchas  veces  con  el  ansia  que  tengo  de  su  alivio  de  V.  M.  en 
tan  grandes  trabajos,  considero  cómo  lo  conseguirá,  cómo  se  lo 
podia  dar  á  V.  M.  ó  dónde  le  hallará;  y  sólo  puede  ser  en  mirar 
la  brevedad  de  este  destierro  y  valle  de  lágrimas,  y  que  sembrar 
con  ellas  y  con  amargura  ha  de  ser  coger  copiosos  frutos  eternos 
y  descansos  que  no  se  han  de  acabar ,  y  la  mayor  fineza  del  Se- 
ñor es  dar  tantas  ocasiones  de  tribulación  para  mucho  merecer. 

Mis  clamores,  aunque  de  poco  provecho,  no  cesarán  en  pedir  á 
Dios  el  buen  suceso  de  la  armada  y  de  Lérida,  y  en  este  sitio 
deseo  la  brevedad  del  socorro  y  que  las  Cortes  de  ese  Reino  se 
ajusten  á  lo  que  V.  M.  les  manda;  pues  en  esto,  el  servicio  de 
V.  M.  es  su  mayor  interés  y  que  se  debia  anteponer  á  otros 
particulares  ó  comunes;  con  harta  compasión  prevenia  mi  cuida- 
do lo  que  V.  M.  decidiría  en  esta  causa.  Siempre  me  aflige  el  co- 
nocer que  V.  M.  no  pueda  ejecutar  el  dictamen ,  con  que  Dios 
mueve  su  Real  corazón,  con  el  celo  de  la  justicia  y  de  su  mayor 
gusto  y  servicio.  Suplico  á  V.  M.  no  desista  de  este  santo  celo, 
que  si  no  se  enmendare  todo,  se  remediará  mucho  con  la  divina 
gracia ,  interponiendo  V.  M.  sus  diligencias  con  la  severidad  y  la 
mansedumbre,  conforme  lo  pidieren  los  sujetos  y  la  necesidad. 

A  su  Alteza  escribo,  anteponiendo  en  esta  ocasión  el  deseo  de 
suplicarle  que  se  anime  al  temor  que  tengo  de  cansarle ;  y  el 
aviso  que  V.  M.  me  da  de  que  ha  llegado  á  esa  ciudad  con  salud, 
sin  haberle  hecho  daño  la  agitación  del  camino,  ha  sido  de  gran 
consuelo  para  mí.  Prospérele  el  Altísimo  en  lo  divino  y  huma- 
no y  á  V.  M. ,  como  deseo. 

En  la  Concepción  Descalza  de  Agreda  á  12  de  Junio  de  1646. — 
B.  L.  M.  D.  V.  M.  su  menor  sierva. — Sor  María  de  Jesús. 


—  127  — 


LXXX. 


Del  Rey. 


m)  no  viera  que  los  trabajos  que  me  envía  nuestro  Señor     zvgoza 
S0Z3.    s^-^,^  3S0S  suyos,  y  ocasiones  que  me  da  para  ir  asegurando  mi        1646. 


salvr^c::^^  on^  con  dificultad  se  pudieran  tolerar,  particularmente 
ést^    c3.^^  la  pérdida  de  mi  hermana,  que  ha  sido  para  mí  de  gran 

iento,  pues  desde  nuestra  niñez  fuimos  siempre  muy  ami- 
<:on  la  edad  se  habia  aumentado  este  amor;  y  verdadera- 
ella  lo  merecía,  porque  era  la  más  perfecta  criatura  que 
^:onocido,  y  tengo  casi  por  infalible  que  está  gozando  de 
que  ha  llegado  á  alcanzar  el  descanso  eterno,  que  con  tan- 
^udes  mereció  en  esta  vida.  Esto  solo  es  lo  que  me  tiene 
;un  alivio  en  esta  pérdida,  y  juntamente  tener  esta  ocasión 
dolor  para  ofrecérsela  á  nuestro  Señor  y  suplicarle  me  dé 
:ia,  para  que  acierte  á  conocer  estos  recuerdos  que  me  hace 
^^^echarme  de  ellos.  Ayudadme  vos,  Sor  María,  á  suplicarle 
ue  mis  fuerzas  son  cortas  y  temo  á  mi  flaqueza. 
:odo  lo  demás  que  me  decís  trabajo  lo  que  puedo,  y  aun- 
lle  dificultades  en  la  ejecución  no  desistiré  del  intento, 
tan  justo  y  tan  debido;  y  espero  en  la  misericordia  de 
Tie  se  ha  de  poder  remediar  algo  de  tanto  como  pide  re- 
:  á  lo  menos  de  mi  parte  no  se  faltará  á  procurarlo, 
.érida  no  hay  novedad  :  el  enemigo  se  está  quieto  y  los  de 
están  de  buen  ánimo;  pero  si  nuestro  Señor  no  dispone 
»rro  de  esta  plaza,  como  dispuso  su  conquista,  mes  más  ó 
se  vendrá  á  perder,  aunque  fio  de  su  misericordia  no  lo 
permitir,  y  estoy  muy  cierto  que  vos  apretaréis  en  la  ma- 
^^    ^^  »      pues  al  parecer  se  puede  tener  la  petición  por  justa.  Cuan- 

medios  humanos,  hago  lo  posible  para  que  se  dispongan 


ba.   ,^ 


—    128  — 

y  no  estoy  sin  esperanzas  de  conseguirlo,  aunque  los  de  este 
Reino  caminan  con  tal  flema  en  estas  Cortes,  que  temo  no  han 
de  conceder  á  tiempo  el  servicio  que  se  les  pide  sólo  para  su 
propia  defensa.  Yo  contemporizo  y  disimulo  con  ellos,  porque 
así  conviene;  pero  no  puedo  dejar  de  deciros  que  he  conocido  en 
casi  todos  que  atienden  primero  á  su  beneficio  que  al  común; 
pues  para  una  cosa  en  que  va  su  propia  defensa  y  que  ellos  mis- 
mos me  lo  habian  de  suplicar  á  mí,  veo  que  tratan  de  venderse, 
aspirando  unos  á  este  beneficio  y  otros  á  aquél.  Dios  se  sirva  por 
su  bondad  de  permitir  que  los  tiempos  se  muden ,  con  que  podré 
hablar  más  alto,  que  ahora  es  fuerza  disimular. 

De  la  armada  tengo  aviso  que  partió  de  Mahon  el  dia  del 
Corpus  la  vuelta  de  Italia :  en  buen  dia  empezó  su  viaje  y  así 
tengo  gran  esperanza  han  de  ser  felices  los  sucesos.  Vos  se  lo  pe- 
did así  á  nuestro  Señor,  y  que  vuelva  por  esta  Monarquía,  pues 
en  fin  es  la  más  pura  de  todo  error  que  hay  en  el  gremio  de  la 
Iglesia.  Mi  hijo  se  ha  holgado  mucho  con  vuestra  carta  y  os 
responde  lo  que  va  aquí. 

De  Zaragoza  17  de  Junio  de  1646. — Yo  el  Rey. 


LXXXI. 


De  Sor  María. 


T9  de  Junio  Señor :  Todos  los  trabajos  que  nos  envia  Dios  de  su  mano  son 
^  ^^'  beneficios  de  Padre  piadoso,  que  á  los  que  ama  corrige  y  aflige 
porque  no  carezcan  de  la  mayor  prenda  de  su  afecto,  que  es  el 
padecer,  á  que  tiene  vinculados  grandes  méritos  y  preciosos  pre- 
mios, como  V.  M.  conoce;  y  el  conocer  esta  verdad  es  el  mayor 
consuelo ,  y  voz  viva  que  nos  habla  á  los  sentidos  y  al  corazón 
para  despertarnos  y  encaminarnos  á  buscar  con  desvelo  el  ver- 
dadero y  sumo  bien.  Yo  tengo  grande  confianza  que  la  Señora 


—   129  — 

Emperatriz  y  las  demás  prendas  que  V.  M.  tiene  en  el  cielo  le 
ayudan  con  su  intercesión,  para  el  acierto  en  tantos  aprietos  y 
tropel  de  adversidades  que  V.  M.  experimenta;  y  yo  conozco  en 
el  Señor  que  su  misericordia  es  y  ha  sido  muy  liberal  con  V.  M., 
pues  no  le  aflige  por  afligir  y  acompaña  las  tribulaciones  con  su 
divina  luz,  auxilios  y  favores. 

Suplico  á  V.  M.,  Señor  mió,  como  sierva  fidelísima  y  verda- 
dera, atienda  mucho  á  ellos  para  responder  á  Dios  con  todo  co- 
razón. Duélome  sumamente  de  considerar  á  V.  M.  más  solo  de 
lo  que  pide  el  aprieto  de  esta  Monarquía,  en  que  hay  tanto  que 
hacer  y  trabajar  para  todos,  aunque  estuvieran  muy  conformes 
en  el  celo  y  en  el  cuidado;  pero  tanto  más  cuanto  menos  ayudan 
á  V.  M.  debe  fiar  del  poder  divino,  á  quien  todo  le  es  fácil  si  le 
obligamos ;  y  esto  es  lo  que  más  me  aflige,  que  todos  los  reinos  y 
pueblos  no  se  desengañen  que  está  su  remedio  en  esta  determi- 
nación. Confieso  á  V.  M.,  Señor  mió,  que  siempre  me  han  dado 
cuidado  las  cosas  de  este  Reino,  porque  no  dudo  que  el  enemigo 
común  tiene  grande  mano  con  muchos  naturales,  oscureciéndoles 
bástala  misma  razón  para  que  ignoren  el  peligro  y  resistan  la  de- 
fensa natural,  y  desprecien  la  honra  y  obligaciones  que  de  vasallos 
de  V.  M.  tienen ;  pues  las  mayores  honras,  premios  y  mercedes 
eran  acudir  á  la  milicia  y  á  defender  su  Reino ;  pero  la  ambición 
ciega  y  borra  todas  las  reglas  de  prudencia,  y  en  ellos  y  en  todos 
los  que  pretenden  está  este  peligro.  Yo  deseo  clamar  al  Señor 
para  que  les  abra  los  ojos  y  que  vean  el  riesgo  en  que  se  ponen  á 
si  mismos  y  á  toda  la  Cristiandad,  por  no  tomar  la  determinación 
que  deben  y  V.  M.  les  propone  y  ordena.  Grande  ansia  tengo  de 
que  todo  se  ajuste  y  el  ejército  se  anime  para  socorrer  á  Lérida 
antes  que  el  enemigo  se  fortifique  más;  y  si  con  la  sangre  de  mis 
venas  pudiera  rescatar  aquella  plaza,  lo  hiciera.  Lloraré  por  ella  en 
la  presencia  del  Señor  y  la  comunidad  trabajará  como  es  justo. 
De  la  armada  tengo  gran  memoria;  quiera  el  Altísimo  darle 
buen  suceso,  y  al  Príncipe  nuestro  Señor  larga  vida  y  salud  para 
qae  en  él  tenga  V.  M.  la  compañía  y  alivio  que  desea. 
En  la  Concepción  Descalza  de  Agreda,  19  de  Junio  de  1646. — 
^,  -L.  Al,  D.  V.  M.  su  menor  sierva.— Sor  María  de  Jesús. 


—  I30  — 


LXXXII. 


Del  Rey. 


Zaragoza  Por  la  Carta  que  me  escribisteis  en  19  de  éste  veo  hallo  siem- 
23  de  Junio  pj.^  nugyas  causas  para  agradeceros  cuanto  me  decís ,  y  podéis 
estar  cierta  que  lo  hago  y  que  reconozco  que  deseáis  mi  mayor 
bien ,  así  espiritual  como  temporal ;  esto  me  alienta  mucho  y  me 
hace  llevar  con  alegría  los  trabajos  que  padecemos  de  la  mano 
de  Dios,  que,  viniendo  de  ella,  es  cierto  es  lo  que  más  importa: 
así  supiéramos  aprovecharnos  nosotros,  pero  temo  que  esta  fla- 
queza humana  lo  impide.  Harto  deseo  ponerme  en  estado  que 
pueda  aprovecharme  de  ellos  y  de  los  auxilios  que  decís  me  da 
nuestro  Señor,  los  cuales  procuraré  ejecutar  con  las  mayores  vé- 
ras  que  pudiere ,  sin  que  nada  me  lo  pueda  estorbar;  y  bien  sabe 
su  Divina  Majestad  que  deseo  cumplir  en  todo  con  mi  obliga- 
ción. El  me  dé  fuerzas  para  que  lo  haga  y  vos  me  lo  ayudad  á 
pedir  con  todas  veras :  en  todo  procuraré  ejecutar  vuestros  con- 
sejos ,  que  sin  duda  son  dignos  de  ponerse  por  obra. 

Las  cosas  se  están  en  el  estado  que  os  dije  en  la  carta  pasada, 
sin  haber  novedad  alguna  ni  en  las  Cortes  ni  en  la  guerra,  si  bien 
se  hacen  las  diligencias  posibles  para  salir  á  campaña  y  procurar 
socorrer  á  Lérida;  y  fio  de  nuestro  Señor  y  de  la  intercesión  de 
su  Santísima  Madre  nos  han  de  ayudar  en  esta  ocasión. 

He  tenido  respuesta  de  Roma  sobre  el  punto  de  la  Purísima 
Concepción,  y  me  dicen  que  el  Papa  oyó  con  mucho  gusto  mi 
carta  y  que  le  mostró  en  tratar  de  tan  justa  y  santa  obra :  ple- 
gué á  Dios  que  la  inquietud  de  la  Cristiandad  no  le  impida  tratar 
con  veras  de  la  definición  de  este  misterio;  de  mi  parte  se  soli- 
citará lo  posible ,  pues  es  cierto  lo  deseo  más  que  la  vida  propia 
mia ;  y  acordaos  de  enviarme  la  tercera  parte  de  la  de  nuestra 
Señora ,  porque  la  aguardo  con  alborozo. 

De  Zaragoza  á  23  de  Junio  de  1646. — Yo  el  Rey. 


/ 


t 
^ 


—  131  — 


LXXXIII. 


\  De  Sor  María. 


Señor  :  No  es  posible  que  lleguen  mis  palabras  y  cortos  térmi-     * '''  J"''" 

1646. 

nos  á  ponderar  el  ansia  de  mi  corazón  para  desear  el  mayor  bien 
y  felicidad  de  V.  M.  en  lo  divino  y  humano ;  y  por  esto  no 
hallo  que  V.  M.  tenga  tanto  que  darse  por  servido  de  mis  razo- 
nes ,  cuanto  de  lo  que  no  puedo  significar  con  ellas  ;  y  si  las  pe- 
nas que  padezco  por  sus  trabajos  de  V.  M.  pudieran  ser  de  ali- 
vio, muy  grande  le  tuviera  V.  M.  Y  no  extrañe ,  Señor  mió,  el 
que  mi  afecto  camine  tanto  en  esto,  pues  miro  á  V.  M.  no  sólo 
como  á  mi  Rey  y  Señor,  sino  como  defensor  de  la  fe  santa, 
amparo  y  protector  de  todos  los  católicos  :  veo  la  causa  de  Dios 
sola,  la  Cristiandad  perseguida,  y  á  V.  M.  que  padece  tanto  por 
defenderla ,  que  sus  ministros  y  vasallos  no  ayudan  á  V.  M.,  sino 
que  trabajan  por  ocultar  la  verdad  á  V.  M.  y  el  peligro ,  por  no 
oponerse  á  él.  Todo  esto  me  divide  el  corazón  y  me  obliga  á  de- 
sear con  mayor  afecto  tome  el  Señor  en  cuenta  este  trabajo,  que 
le  juzgo  por  el  mayor  de  los  que  V.  M.  tiene  en  el  gobierno  de 
su  Monarquía.  Clamo  y  lloro  ante  la  clemencia  divina  y  supli- 
co al  Todopoderoso  que  pelee  por  nosotros  y  que  defienda  núes* 
tra  causa  con  su  diestra.  V.  M.  le  considere  Padre  que  se  com- 
padece de  sus  hijos,  y  nada  se  le  esconde  de  lo  que  V.  M.  padece, 
y  muchas  veces  se  inclina  á  misericordia  en  medio  de  la  mayor 
aflicción  y  necesidad.  Yo  creo.  Señor  mió,  que  se  quiere  obligar 
Dios  de  los  cuidados  y  deseos  santos  que  da  á  V.  M. ,  aunque  de 
nuestra  fragilidad  se  puede  fiar  poco  ;  pero  todo  lo  bueno  viene 
de  su  mano,  y  ella  es  la  que  hace  todas  nuestras  obras ,  si  nos- 
otros no  le  impedimos.  El  mismo  Señor  da  el  querer  y  el  ejecu- 
tar las  obras,  con  plenitud  de  perfección ;  y  pues  toda  dádiva  ha 


—  132  — 

de  venir  de  su  disposición  divina,  siempre  ha  de  estar  en  nos- 
otros la  fe  y  conñanza ,  ayudándonos  en  lo  poco  que  nos  toca. 

Siempre  me  tienen  con  cuidado  los  lances  de  disgusto  que 
V.  M.  ha  de  tener  y  padecer  con  ese  reino  de  Aragón ;  y  porque 
en  el  aprieto  presente  los  hemos  menester  tanto ,  y  por  redimir 
nuestra  vejación  y  evitar  mayor  peligroy  daños,  juzgo  por  muy 
conveniente  que  V.  M.  condescienda  con  lo  que  piden ,  que  sea 
factible  :  que  si  el  Señor  quisiere  que  los  tiempos  se  muden, 
lo  podrá  V.  M.  moderar  y  ponerlos  en  más  razón  que  ahora 
tienen. 

Grandemente  me  ha  consolado  que  Su  Santidad  haya  hecho 
tan  buena  acogida  á  la  devoción  y  piedad  de  V.  M.  en  el  punto 
de  la  Inmaculada  Concepción  de  María  Santísima,  y  fio  que 
esta  gran  Reina  se  dará  por  muy  servida  de  que  se  tratase  la  de- 
finición de  este  misterio,  y  la  Cristiandad  lo  conocería  en  sus  be- 
neñcios.  V.  M.  es  el  instrumento  de  su  santa  voluntad  en  esta 
causa,  y  en  ella  suplico  á  V.  M.  extienda  su  santo  y  piadoso  celo 
hasta  donde  fuere  posible ,  que  nada  se  quedará  sin  abundantí- 
simo premio. 

Ya  V.  M.  tendrá  la  tercera  parte  de  su  vida  santísima,  que  la 
semana  pasada  la  remitió  mi  confesor  ;  no  escribí  con  ella  por 
excusar  á  V.  M.  alguna  vez  el  cansancio  de  mis  cartas.  Los  mis- 
terios son  grandes  porque  contiene  la  fundación  de  la  santa  Igle- 
sia ;  yo  deseo  reciba  V.  M.  con  ella  gran  gozo  interior  y  mucho 
consuelo,  viendo  que  V.  M.  defiende  lo  que  á  la  gran  Señora 
tanto  le  costó.  La  letra  es  más  inteligible  y  cansará  menos ,  y 
no  puedo  dejar  de  manifestar  á  V.  M.  mi  dictamen  en  esto ;  y  es 
que  no  salga  á  luz  y  en  público  esta  obra  hasta  que  yo  muera; 
aunque  el  examen  de  ella  no  importará  tanto  por  mi  satis- 
facción. 

Todo  lo  pongo  en  mano  de  V.  M.  como  protector  de  la  his- 
toria y  amparo  de  esta  su  humilde  sierva  de  V.  M.,  que  prospe- 
re el  Altísimo  felices  años  y  á  su  Alteza,  como  deseo. 

En  la  Concepción  Descalza  de  Agreda  á  2  de  Julio  de  1646. — 
B.  L.  M.  D.  V.  M.  su  humilde  sierva.  —  Sor  María  de  Jesús. 


—  133  — 


LXXXIV. 


Del    Rey  <• 


ita  aora  no  e  podido  responder  á  vra  carta  de  2  deste,  aunq      Zamgoza 
lo    Irm.  ^    desseado ,  q  algunas  veces  concurren  mas  embarazos  q  otras;     '  *  ^^^^^ '° 


y^  <::<:> S310  para  mi  es  alivio  el  escriviros,  siento  q  aya  estorvos. 
I^si.ar'tiG  quisiera  aprovecharme  de  lo  Q  decís  en  todas  las  cartas, 
^  ^¿  x^  duda  son  buenos  consejos  y  de  persona  libre  de  todo  inte- 
r^^  ,  erques  gran  cossa  para  tenerlos  por  tales :  el  acertar  á  ejecu- 
t¿xT~!l<:>^  quisiera ,  pues  sin  duda  se  me  hará  mayor  cargo  si  havien- 
doX<:>0S  oydo  no  los  cunplo,  y  assi  pido  á  ñrb  Señor  me  dé  su  gracia 
y    r-mrm.^    guie  para  q  en  todo  cunpla  su  santa  voluntad. 

X^>^o>  quiero  dejar  de  deciros  como  se  a  ajustado  estos  dias  el  ma- 
tv^l  n=i.c^nio  del  Principe  mi  hijo  con  mi  sobrina  la  hija  del  Enpera- 
dov-  ;  pues  haviendo  faltado  mi  hermana,  tengo  por  conveniente 
bol^v^^x"  á  enlazar  el  parentesco  entre  el  Enperador  y  yo  por  este 
ca.Dci.i  srmo;  siendo  mi  principal  fin  el  de  la  exaltación  de  la  religión, 
pu^5^    ^ís  cierto  q  quanto  más  unidas  estuvieren  éstas  Cassas,  tanto 

Trae  estará  sienpre  la  religión  en  la  Christiandad.  Pidos 

is  en  la  presencia  de  ilrb  Señor  á  los  novios  y  le  supliquéis 

^^^^  ^^^ examine  en  todo  á  su  santo  servicio,  y  q  permita  q  se  extien- 

o^  la.    siicession  destos  rey  nos  por  largos  siglos,  pues  todos  hemos 

^®^*"   sxcnpre  sus  verdaderos  hijos. 

T**^     i  o  q  toca  á  los  naturales  deste  Reyno,  soy  déla  misma 
opir^ior:^     q  vos,  y  assi  se  contenporiza  con  ellos ;  y  espero  no  de- 
jaran  ci^^  cunplir  con  su  obligación,  aunq  no  puedo  negaros  q  son 
'    *^^,  y  q  como  les  parece  q  son  necessarios  en  estas  ocasio- 


'  "^  ^  ^      ^ren  aprovecharse  ddlas  para  sacar  sus  aumentos. 

^[rafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  134  — 

He  tenido  avisso  del  Gobernador  de  Lérida,  en  q  habla  con 
poco  miedo  y  dice  2}  nos  da  de  tienpo  para  q  le  socorramos  hasta 
ñn  de  Otubre,  con  q  estamos  más  alentados  y  se  procurará  hacer 
lo  posible  para  q  no  se  pierda  la  plaza ,  si  bien  lo  principal  es  la 
ayuda  de  ñFo  Señor ;  y  assi ,  os  pido  claméis  ante  su  presencia 
para  q  nos  libre  á  Lérida.  Tanbien  he  tenido  avisso  q  lífa  arma- 
da de  mar  q  fué  á  Italia  hizo  huir  la  del  enemigo  con  alguna 
pérdida ,  conq  aquellas  cossas  quedan  en  mejor  forma  y  espero 
en  Dios  q  cada  dia  se  mejorarán,  pues  fío  de  su  misericordia  nos 
a  de  ayudar  '.  Vos  se  lo  pedid  assi  y  q  en  todo  me  encamine  á  su 
santo  servicio ,  pues  desseo  hacertar  á  cunplir  con  él. 

La  última  parte  de  la  vida  de  ñm  Señora  reciví  ya,  con  mucho 
gusto,  y  en  pudiendo  empezaré  á  leerla;  y  en  lo  q  me  decís  sobre 
esto ,  estoy  penssando  con  desseo  de  satisfaceros  y  juntamente 
de  q  enpezemos  á  gozar  de  los  frutos  desta  obra,  q  verdadera- 
mente es  grande  y  digna  de  suma  estimación. 

He  buelto  á  encargar  á  mi  enbajador  en  Roma  solicite  con 
Su  S.^  la  difínicion  de  la  Inmaculada  Concecion  de  ñra  Señora  y 
lo  continuare  con  todas  las  veras  q  yo  pudiere ,  pues  es  la  cossa 
q  oy  más  desseo  en  esta  vida. 

De  Zaragoza  á  ii  de  Julio  1646. — Yo  el  Rey. 


I  Don  Francisco  Diaz  Pimienta,  almirante  de  la  armada  española,  escribió 
al  secretario  de  la  Embajada  de  Genova  lo  siguiente  :  « La  armada  francesa 
huia  de  la  mia,  seguila,  pelee  con  la  Capitana,  maté  al  hijo  del  mariscal  de 
Bassé ,  General  de  la  armada.  Llevóme  de  un  cañonazo  el  árbol  de  mi  capitana 
sin  otro  daño.  Eché  á  pique  á  otro  bajel  grande,  tomáronse  otros  pequeños.  El 
Conde  de  Linares  prendió  cinco  galeras  francesas  ;  una  de  Ñapóles  tom6  otra 
de  Francia ,  que  son  seis  y  echó  otra  á  pique.  Llegaron  las  galeras  de  Francia  á 
Liorna  tan  fracasadas,  que  no  podian  navegar.  Espero  que  no  padecerá  Orbitelo; 
yo  trato  de  seguir  al  enemigo  por  mar. »  —  Memorial  histórico ,  tomo  XVin. 


-  135  — 


LXXXV. 


De  Sor  María 


Señor:  Sobre  tantos  cuidados  y  enbara^os  no  es  justo  aumen-    m  de  juiio 


tarloSy  ni  fidelidad  mia  añadir  alguno  mas  á  V.*  M.^  con  mis 
cartas;  y  con  este  rebelo  me  encojiera  en  repetirlas,  sino  me 
alentara  la  obediencia  de  V.*  M.^  y  el  saber  que  mi  fin  en  ellas 
y  mi  mayor  interés  en  esta  vida,  está  puesto  en  el  bien  y  feligi- 
dad  de  V.*  M.*^:  este  es  mi  deseo  y  cuidado  y  por  esto  trabajo  y 
pido  á  el  Altissimo  cada  ora,  con  beras  del  coraron. 

Y  quiero  asegurar  á  V.»  M.**  q,  para  ser  fiel  sierba  en  este  ofi- 
cio, nada  me  falta  de  lo  que  en  mi  estimación  me  puede  obligar 
y  conpeler  para  obrar  con  todo  el  afecto  de  verdadera  voluntad; 
y  no  es  el  menor  motibo  conocer  q  oy  en  la  iglessia  santa  y  en 
el  mundo  tiene  Dios  muy  pocos  que  tomen  por  su  quenta  la 
causa  de  su  onor  y  gloria,  y  la  antepongan  á  otros  fines  y  ynte- 
reses  terrenos,  como  V.*^  MA  lo  a^e,  sino  q  los  más  obligados  fal- 
tan á  esta  deuda. 

Señor  mió,  á  V.»  M.*  a  elegido  y  señalado  singularmente  el 
Altissimo  para  fiarle  la  exaltación  de  su  santo  nonbre  y  para 
que  en  esto  le  sea  hijo  fidelísimo :  anímese  V.*  M.*^  en  tal  inpres- 
sa,  con  la  esperanza  de  premios  eternos;  pues  otras  menores  los 
alcanzan,  de  la  liberalíssima  misericordia  de  Dios,  grandiosos. 

Yo  me  consuelo  con  esta  verdad  en  medio  de  los  aprietos  q  nos 
rodean ,  y  deseo  íntimamente  que  V.*  M.**  con  esta  misma  con- 
fianza dilate  su  corazón;  y  crea,  Señor  mió  de  mi  alma,  q  nos 
castiga  el  Todopoderoso  para  desenojarse;  y  para  obligarse  á  tener 
misericordia  de  nuestras  miserias ,  quiérenos  humillados ,  recono- 

X  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


1646. 


—  136  — 

cidos  y  contritos ;  y  por  esto  nos  corrije  y  pone  tantas  beces  en 
el  crisol  de  las  tribulaciones ,  y  á  V.»  M.^  particularmente  para 
que  salga  del  purificado  y  peloso  de  su  honrra  y  gloria ,  para  q 
en  esto  obre  y  trabaje  V.*  M.^  como  más  obligado  que  todos  los 
reyes  y  príncipes  de  la  tierra. 

Yo  doy  gracias  á  su  misericordia  que  dispone  el  ánimo  de 
V.*  M.^,  para  que  con  esta  intención  tan  santa  y  recta  dé  estado 
al  Príncipe  ñfb  Señor  con  la  cassa  del  Inperio;  que  el  renobar 
este  vínculo  y  nuebo  deudo  es  beneficio  de  toda  la  Chrístiandad, 
y  como  causa  suya  se  la  presentare  á  Dios  para  que  prospere  á 
sus  Alte9as  y  los  mire  como  á  hijos  suyos  y  anparo  de  su  Iglessia. 
Al  Principe  iIFo  Señor  escribo  la  norabuena,  que  creo  es  de 
mucho  gusto  suyo  y  lo  que  con  ra9on  debe  desear  y  estimar. 

En  el  socorro  de  Lérida  suplico  á  V.*  M.*^  se  ponga  toda  dili- 
gencia y  no  se  pierda  tienpo,  no  obstante  lo  que  escribe  el  Go- 
bernador; q  la  mucha  gente  de  adentro  gastará  el  sustento,  y 
los  enemigos,  dándoles  tantas  treguas,  pueden  obrar  mas  délo 
que  aora  hacen.  No  puedo  estar  sin  este  cuidado  asta  saber  que 
se  aplica  algún  medio  para  asegurar  aquella  pla9a;  y  pido  al 
Señor  encamine  á  V.*  M.**  y  á  los  ministros  á  lo  que  fuere  más 
conbiniente,  y  tanbien  en  avenirse  con  la  rebeldia  de  los  arago- 
neses ,  q  me  lastima  mucho  lo  q  en  ese  particular  padece  V.*  MA 
y  juzgo  por  conbiniente  que  se  ajusten  los  ministros  al  dictamen 
de  V.*  M.**,  sobrellebándoles  y  no  negándoles  la  venebolenda,  q 
cuesta  poco  en  el  particular. 

De  la  Istoria  de  la  gran  Reyna,  remito  á  su  prudencia  de 
V.*  M.**  mi  deseo  de  que  se  oculte ,  y  á  su  debo9Íon  el  que  g09e 
del  fruto  de  sus  misterios :  por  su  inter9esion  santísima  prospere 
el  Altísimo  á  V.»  M.^. 

En  la  Concepción  de  Agreda,  14  Julio *i 646. 

Sor  María  de  Jesús. 


—  137  — 


LXXXVI. 


Del     Rey  '• 


Siendo  vras  cartas  de  alivio  para  mí,  no  es  posible  q  puedan  ^f^j^"^ 
enbarazarme  jamás,  pues  en  ellas  hallo  consuelo  y  mucho  q  es-  1646. 
tanpar  en  mi  memoria  y  q  executar  para  mayor  bien  mió:  solo 
quisiera  acertar  á  hacerlo  y  q  la  flaqueza  humana  no  estorvasse 
la  execudon  de  tan  justos  documentos,  q  fuera  mayor  culpa  en 
mi  haviendolos  oydo,  no  executarlos.  De  mi  parte  pondré  todo 
el  esfuerzo  posible  para  obrar  lo  menos  mal  q  pudiere ,  y  espero 
q  desseando  vos  tanto  mis  aciertos,  seréis  tan  fina  intercessora  por 
mi  con  ñfo  Señor  y  su  Madre  Santíssima  q  consiga  lo  q  tanto 
desseo :  lo  q  yo  os  asseguro  es  q  mi  intención  es  buena  y  q  pro- 
curo cunplir  lo  mejor  q  alcanzo  con  las  cargas  q  ñfb  Señor  a 
puesto  sobre  mis  honbros,,travajando  lo  q  otros  dirán,  q  no  me 
está  bien  decirlo  yo. 

Muy  contento  esta  mi  hijo  con  el  nuebo  estado,  y  os  responde 
essa  carta  *:  tanbien  yo  lo  estoy  más  cada  dia  de  haver  elegido  tan 
buena  nuera,  pues  tengo  por  cierto  q  deste  matrimonio  an  de 
resultar  effectos  muy  en  beneficio  de  la  religión  católica,  q  es 
solo  el  fin  á  q  aspiro. 

No  me  descuydo  de  Lérida ,  y  hago  todos  los  esfuerzos  posibles 
para  su  socorro,  si  bien  nos  hallamos  con  poca  gente;  pues  con 
la  dilación  destas  Cortes  no  nos  an  dado  un  honbre  estos  natura- 
les, y  haciamos  quenta  q,  por  lo  menos,  serian  tres  mil  honbres; 
con  q  si  los  tubieramos  se  ubiera  salido  ya  á  canpaña,  pero  es 
estrañíssima  esta  gente  y  no  hace  mas  casso  del  riesgo  q  si  el  ene- 
migo estubiera  en  Filipinas :  con  todo  esso ,  se  tenporiza  con 

1  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 

2  Apéndice  3. 

xo 


-  138- 

ellos ,  y  se  procurará  sacar  destas  Cortes  el  mayor  fruto  q  se  pu- 
diere. Si  la  armada  que  está  en  Italia  le  va  bien  allá  y  buelve 
por  todo  el  mes  que  biene,  espero  en  Dios  libraremos  á  Lérida 
y  aun  se  podrá  obrar  mas;  pero  si  tarda,  no  nos  a  de  ir  bien. 

El  de  Leganés  parte  oy,  y  yo  estoy  con  intento  de  acercarme 
á  la  frontera  para  no  omitir  nada  de  lo  q  estubiere  en  mi  mano 
en  este  socorro  de  Lérida;  pero  si  la  de  Dios  no  nos  assiste,  todo 
es  nada;  y  assi  os  pido  q  apretéis  con  su  Dibina  M.^  para  q  nos 
ayude  en  esta  ocasión,  y  en  todas  nos  guie  á  su  mayor  servicio. 

La  última  parte  de  la  historia  he  empezado  á  leer  y  la  prosi- 
guiré  hasta  acavarla,  con  mucho  gusto,  q  cierto  es  cossa  mará  vi- 
llossa.  Pedid  á  Dios  ilfo  Señor  y  á  su  Santíssima  Madre  q  nos  dé 
á  entender  si  convendrá  q  salga  aora  ó  en  otro  tienpo  á  luz,  para 
q  assi  como  en  escrívirla  haveis  seguido  su  voluntad,  se  haga  lo 
mismo  en  sacarla  á  luz. 

De  Zaragoza  á  21  de  Julio  1646.  —Yo  el  Rey. 


LXXXVIL 


De  Sor  María 


23  de  Jolio 
, 1646. 


Señor :  Premio  liberalíssimo  de  los  deseos  que  tengo  del  bien 
de  V.*  M.*^ ,  es  verle  con  tan  santo  9elo  y  bibas  anssias  de  cun- 
plir  V.*  M.**  con  su  obliga9Íon  y  con  todo  lo  que  es  del  servicio 
del  Muy  Alto;  porque  ni  mi  voluntad  puede  querer  menos  en 
V.*  M.**  de  lo  que  le  está  tan  bien,  ni  para  mi  afecto  le  puede  ve- 
nir mayor  go^o  que  saber  que  V.*  M.*^  lo  qecuta :  y  no  desmaye 
á  V.*  M,^  la  propia  fragilidad  y  la  guerra  de  los  enemigos  comu- 
nes, que  sienpre  pretenden  inpedirnos  la  felÍ9Ídad  eterna,  sino 
anímese.  Señor  mió,  contra  ellos,  pues  para  esta  lucha  ofrece 
Dios  su  gracia  y  la  corona  á  quien  legítimamente  peleare;  y 


I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  139  — 

sienpre  los  ojos  del  Altíssimo  nos  miran  con  clemencia  paternal 
y  con  inmensso  amor,  como  quien  nos  formó  de  barro  quebradÍ9o 
y  nos  puso  en  tan  peligrossa  batalla,  y  es  para  que  con  la  virtud 
de  su  diestra  trabajemos  por  la  exaltación  de  su  gloria  y  ñrb  des- 
canso eterno,  lo  q  la  vida  durare.  V.^  M,^  no  desconfie  aunque 
sea  la  guerra  con  más  enemigos  y  más  fuertes  q  la  tienen  los  de- 
mas  ;  porque  el  mismo  Dios  que  eligió  á  V.^  M.^  para  fiar  de  sus 
honbros  este  gran  pesso,  no  le  dgará  solo,  ni  despreciará  los  cui- 
dados ,  deseos  santos  y  trabajos  que  V.»  M.^  sobre  si  tiene.  Este 
Señor  da  el  querer  acertar  y  dará  el  perfegionar  estos  deseos;  y 
asegúrese  V.*  MA  que  quanto  fueren  más  ardientes  de  la  exalta- 
ción del  nonbre  de  Dios,  tanto  más  asistido  y  gobernado  de  su 
espíritu  dibino  se  hallara  V.»  M.^  cada  dia.  Yo,  Señor  mió,  co- 
nozco en  esta  causa  mas  de  lo  que  digo,  y  mi  cuidado  y  atención 
será  conforme  al  conocimiento  que  me  da  el  Altíssimo. 

Para  el  buen  sucesso  de  la  salida  de  V.^  M.^  á  las  fronteras 
aremos  nuebas  oraciones  y  peticiones.  Arto  me  duelo  del  trabajo 
á  que  V.^  M,^  se  expone,  con  que  quedo  en  gran  cuidado  puesta: 
auméntamele  que  sea  con  tan  poca  jente;  pero  abíendo  echo 
tantas  deligencias  para  juntarla,  no  se  a  faltado  de  parte  de 
V.>  M.^,  y  la  fe  y  la  justicia  pueden  suplir  lo  que  falta  de  fuercas 
humanas,  si  quiere  Dios  darnos  vitoria,  como  se  lo  pedimos  con 
continuos  clamores  como  caussa  suya  y  de  la  Christiandad.  Y  no 
lleba  V.^  M.^  pocas  armas  en  este  celo  y  fin  tan  gloriosso,  que  le 
&cilitan  á  V.*  M.<^  tantos  trabajos  y  descomodidades,  y  puesta  á 
sus  pies  le  suplico  no  sean  de  manera  que  pierda  la  salud 
V.*  M.*^  y  el  Principe  lírb  Señor.  Consuélame  mucho  berle  con 
tanto  gusto  en  su  estado;  yo  le  encomiendo  á  Dios  con  grandes 
afectos  para  que  sea  en  él  principio  del  reparo  del  pueblo  chrís- 
tiano,  y  no  puedo  desear  ni  pensar  menos  del  matrimonio  q 
V.*  M.»  le  a  dado. 

Con  la  vida  de  la  Reyna  Santíssima  deseo  que  tenga  V.^  M.^ 
algún  consuelo  interior ,  como  de  tales  misterios  y  ejenplar  se 
puede  sacar;  lo  demás  q  V.^  M.^  me  manda,  presentaré  á  el  Se- 
ñor y  á  su  Madre  Santíssima,  que  saben  quandoy  como  conbie- 
ne  estender  su  gloria.  Yo  tengo  en  esta  obra  tan  poca  parte, 


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—  140  — 

como  V.»  M.<*  abrá  visto  en  ella;  con  que  remito  el  perfe^ionarla 
á  su  legítima  autora. 

El  Obispo  de  Taragona  se  alia  en  este  lugar :  e  le  pedido  que 
en  todo  su  obispado  haga  a9er  oraciones  y  peticiones  al  Señor 
por  los  aprietos  en  que  nos  aliamos ,  y  lo  mismo  solÍ9Íto  en  ñfa 
Religión  y  en  mi  comunidad.  Concédanos  el  Altíssimo  lo  que 
le  suplicamos,  y  prospere  á  V.*  M.** 

En  la  Concepción  Descaiga  de  Agreda  Julio  23  de  1646. — Ve- 
sa  la  mano  de  V.»  M.^  su  menor  sierba. —  Sor  María  de  Jesús. 


I 


LXXXVIII. 


Del   Rey. 


Zaragoza         SÍ  cn  medio  de  los  cuidados  en  que  me  hallo  no  tuviera  el  ali- 

^^  1640!  "*     vio  que  recibo  cuando  leo  vuestras  cartas,  lo  pasara  muy  mal, 

pues  veo  en  ellas  muchos  caminos  que  me  pueden  abrir  las  espe- 

I  ranzas  para  el  remedio  de  lo  que  se  padece;  no  me  falta  más  que 

acertar  á  ir  por  ellos  y  aunque  lo  procuro,  siempre  temo  y  te- 
meré que  no  acierto,  pues  conozco  cuan  flaco  soy.  Bien  he  me- 
nester. Sor  María,  que  me  a3mdeis  con  vuestras  oraciones  á  de- 
fenderme de  mí  mismo  y  de  esta  flaca  naturaleza ,  pues  sin  duda 
la  temo  más  que  á  todos  los  enemigos  visibles  que  aprietan  mi 
Corona :  esto  es  lo  principal  que  os  encargo,  que  todo  lo  demás 

«  en  su  comparación  importa  poco;  y  si  una  vez  me  venzo  yo  á 

mí  mismo  y  nuestro  Señor  me  da  su  gracia  para  que  lo  alcance. 
El  me  ayudará  también  para  vencer  á  tantos  como  persiguen  á 
estos  reinos. 
Cada  día  se  me  aumentan  los  cuidados,  pues  las  nuevas  que 

^  ahora  recibo  de  Flándes  y  de  Italia  no  son  buenas  S  y  lo  veo 

^  I  Los  franceses  tomaron  á  Courtray  el  29  de  Junio,  después  de  quince  días 

de  sitio  y  de  intentar  socorrerlo  los  españoles.  Las  malas  noticias  de  Italia  que 
traian  impresionado  por  entonces  al  Rey,  eran  sin  duda  alguna  la  de  la  envidia 


—  141  — 

todo  muy  aventurado  si  Dios  nuestro  Sefior  no  nos  ayuda  y  asis- 
te con  su  mano  poderosa:  agradézcoos  lo  que  obráis  para  que 
consigamos  esto  y  os  encargo  lo  continuéis,  pues  yo  no  veo  otro 
remedio  sino  éste  y  la  intercesión  de  María  Santísima. 

Aseguróos  que  voy  leyendo  con  grandísimo  gusto  esta  admira- 
ble tercera  parte  de  su  vida,  y  que  espero  que,  si  mí  fragilidad 
no  lo  impide,  me  ha  de  ayudar  mucho  en  lo  interior  para  ver  y 
conocer  lo  que  debemos  todos  los  fieles  á  esta  santa  Señora ;  y 
juntamente  nos  da  esperanza  á  los  pecadores  para  salir  de  este 
mal  estado  por  su  intercesión,  viendo  lo  que  en  su  vida  hacía 
por  ellos.  Sor  María,  poned  mi  corazón  á  sus  pies  santísimos, 
para  que  le  guie  y  encamine  á  su  mayor  servicio,  y  suplicadla  se 
duela  de  nosotros,  pues  por  su  medio  único  espero  el  remedio  de 
los  males  que  padecemos  y  el  reposo  de  la  Cristiandad. 

Aunque  son  pocas  las  fuerzas  con  que  nos  hallamos,  me  lleva 
el  celo  de  cumplir  con  mis  obligaciones  á  la  frontera,  para  hacer 
de  mi  parte  lo  posible  en  defensa  de  mis  vasallos;  y  siendo  éste 
mi  fin,  espero  en  Dios  conservará  mi  salud,  si  fuere  de  provecho 
para  su  santo  servicio :  con  todo  eso,  no  me  parece  que  podré 
partir  de  aquí  hasta  el  fin  del  mes  que  viene,  porque  quisiera 
dejar  estas  Cortes  concluidas  y  este  Reino  satisfecho,  aunque  hasta 
ahora  no  nos  han  dado  un  hombre;  pero  es  menester  disimular 
mientras  no  permite  Dios  que  estas  cosas  muden  de  estado. 

De  Zaragoza,  á  27  de  Julio  1646.  — Yo  el  Rey. 


y  malquerencia  que  estorbaron  á  nuestra  armada  aprovechar  las  ocasiones  que 
se  presentaron  de  batir  á  la  francesa  con  las  fuenas  reunidas  de  España  y  Ñapó- 
les. Hubo,  en  efecto,  un  encuentro  afortunado  para  nuestra  gente,  del  que  damos 
noticia  en  anterior  nota ;  pero  surgió  de  seguida  la  discordia  entre  los  generales 
y  parece  cierto  que,  alegando  cada  cual  órdenes  contrarías,  se  partió  Linares  con 
las  naves  españolas  á  Vinaroz,  el  del  Viso  á  Ñapóles,  y  la  escuadra  francesa,  á 
pesar  de  su  descalabro,  quedó  enseñoreada  de  aquellas  aguas.  Los  papeles  del 
tiempo  relacionan  lo  mucho  que  el  Rey  sintió  estos  desgraciados  sucesos ;  pero 
DO  pasó  su  rígor  por  entonces  de  negar  al  hijo  de  Linares  la  audiencia  que  pidió 
para  exponer  las  quejas  y  agravios  que  alegaba  como  disculpa  de  la  retirada  de 
su  padre  :  luego  se  dio  el  gobierno  de  las  galeras  á  D.  Luis  Fernandez  de  Cór- 
doba, y  trajeron  preso  á  Castilla  al  Conde  de  Linares, 


—  142  — 


LXXXIX. 


De  Sor  María. 


31  de  juUo  Señor  :  Con  las  grandes  ansias  y  vivos  deseos  que  tengo  del  ali- 
'  ^  '  vio  de  V.  M.,  juzgo  por  muy  párvulo  consuelo  el  de  mis  cartas, 
trabajos  y  cuanto  obro ;  que  todo  lo  encamino  á  este  fin  y  al  del 
remedio  de  la  Monarquía  de  V.  M. ;  y  me  lamento  con  mucho  do- 
lor de  que  la  piedad  de  V.  M.  se  haya  humanado  á  acudir  á  esta 
su  menor  sierva  de  V.  M.  que  tan  poco  puede  y  vale,  y  entre  la 
lucha  de  mi  flaqueza  y  el  afecto  á  su  obediencia  de  V.  M.  de  que 
trabaje,  desfallezco  y  me  convierto  á  Dios,  suplicándole  tome  por 
su  cuenta  mi  deseo ,  que  es  de  todo  lo  que  conviene  á  V.  M.  para 
su  prosperidad.  Señor  mió,  Job  dijo  que  la  vida  del  hombre  era 
milicia  y  lucha  sobre  la  tierra  con  crueles  y  poderosos  enemigos, 
y  para  contra  ellos  es  verdad  que  nuestras  fuerzas  son  flaquísi- 
mas ;  pero  no  nos  deja  el  Señor  con  ellas  solas ,  pues  nos  ofrece  y 
da  las  suyas,  y  su  divina  Providencia  nos  dejó  y  preparó  armas 
suficientes  de  gracia  y  auxilios  para  pelear;  y  crea  V.  M.  que 
cuando  Dios  le  deja  sentir  más  la  propia  fragilidad,  no  es  para 
desampararle,  sino  para  que  con  mayor  fe  le  llame  V.  M.,  y  en- 
tonces está  más  cerca  su  brazo  poderoso  para  ayudar  á  V.  M.  Su 
bondad  excede  á  nuestra  malicia ,  su  misericordia  á  nuestros  de- 
litos, y  sus  infinitos  merecimientos,  que  nos  dejó  para  satisfacer 
á  su  divina  justicia,  sobreabundan  á  lo  que  le  hemos  ofendido. 

La  intercesión  de  su  Santísima  Madre  es  poderosa  para  inclinar 
la  divina  piedad  á  nuestra  necesidad  y  aflicción  y  para  granjear 
el  favor  que  le  pedimos :  su  vida  admirable  y  lo  que  en  ella  hizo 
por  nosotros,  sin  duda  es  grande  despertador  y  estímulo  para  los 
corazones  piadosos,  y  deseo  en  extremo  que  sea  V.  M.  el  primero 
en  obligarla,  como  es  en  conocer  estos  misterios  tan  altos.  Yo 


—  143  — 

confieso  á  V.  M.  que  en  este  cuidado  y  deseos  soy  fidilísima 
sierva  de  V«  M.,  porque  éstas  son  mis  ansias  y  peticiones;  y 
aunque  las  hago  porque  todas  las  criaturas  se  salven,  en  primer 
lugar  las  encamino  con  íntimo  afecto  á  que  V.  M.  alcance  esta 
dicha ;  y  por  conseguirla  tolerables  son  los  trabajos,  y  con  la  es- 
peranza del  premio  eterno  leves  los  tormentos  y  penas. 

Señor  mió  de  mi  alma,  afligidísima  quedo  de  que  no  ten- 
ga V.  M.  de  Flándes  y  de  Italia  tan  buenas  nuevas  como  hemos 
menester;  pero  no  es  razón  desmaye  nuestra  confianza  del  todo: 
cuando  veo  en  el  Señor  el  amor  paternal  con  que  quiere  le  me- 
rezcamos su  amparo  y  beneficios,  me  animo ;  y  si  todos  no  sa- 
ben disponerse  para  ellos,  V.  M.  tiene  más  motivos  y  conoci- 
miento de  esta  verdad,  y  mayor  deuda  para  obrar  con  rectitud 
y  eficacia  todo  lo  que  conoce  ser  justo  y  agradable  á  Dios. 

Harta  ansia  tengo  que  ese  Reino  sirva  á  V.  M.  en  esta  campaña, 
pues  en  esto  todos  somos  interesados  y  cada  uno  lo  es  mucho ;  y 
pues  dice  V.  M.  que  desea  concluir  las  Cortes  antes  de  salir  á  las 
fronteras ,  sea  de  manera  que  tengan  lugar  de  dar  gente  para  que 
acompañe  más  ejército  á  V.  M. ;  y  como  las  universidades  y  sín- 
dicos que  han  de  asistir  á  las  Cortes  gastan  tanto,  se  desazonan 
con  la  dilación ;  y  el  darles  gusto ,  concediéndoles  lo  conveniente 
de  lo  que  piden,  por  menos  daño  lo  tengo  que  no  que  Lérida  se 
pierda  por  falta  de  socorro  y  ellos  se  arrojen  á  lo  que  no  deben. 
V.  M.  por  sí  mismo  los  obligará  mejor  que  sus  ministros,  porque 
le  aman.  En  todo  esto  y  lo  que  V.  M.  me  manda  estoy  muy 
atenta  y  trabajo  cuanto  puedo,  pidiendo  al  Señor  no  nos  castigue 
como  merecemos ,  y  que  prospere  á  V.  M. 

En  la  Concepción  de  Agreda  á  31  de  Julio  1646. — Sierva  de 
V.  M. — Sor  María  de  Jesús. 


—  144  — 


xc. 


Del  Rey. 


Zangón  Como  saqucmos  de  los  trabajos  la  salvación ,  que  es  lo  principal 
1646.  Que  debemos  desear,  se  pueden  dar  por  bien  empleados  y  aun 
pedir  á  nuestro  Señor  que  se  aumenten ,  que  siempre  se  compra- 
rá muy  barato  si  se  consigue  tal  dicha.  Temo  yo  que  no  me  sé 
aprovechar  de  ellos,  pues  conozco  mi  flaqueza,  y  que  no  me  sa- 
bré aprovechar  de  este  fruto  para  lo  que  tanto  me  importa ;  y  así, 
os  pido  que  me  ayudéis  vos  con  vuestras  oraciones  y  ejercicios, 
para  que  yo  me  humille  y  reconozca  cuan  justos  son  estos  casti- 
gos y  pueda  aprovecharme  de  ellos  logrando  el  fruto  de  mi  sal- 
vación. 

Agradézcoos  mucho  lo  que  me  decís  la  deseáis,  y  lo  que  me  en- 
comendáis á  nuestro  Señor  y  á  su  Santísima  Madre  para  que  lo 
consiga :  encargóos  mucho  lo  continuéis ,  y  le  pedid  que  me  pon- 
ga en  el  corazón  que  obre  en  todo  lo  que  fuere  más  justo  y  más 
conforme  á  su  santa  voluntad ,  que  aunque  lo  deseo  ejecutar  así, 
temo  que  no  lo  consigo. 

Ayer  acabé  de  leer  esta  última  parte  de  la  vida  de  nuestra  Se- 
ñora ,  y  os  aseguro  que  es  sumo  lo  que  me  he  holgado  de  verla, 
y  á  fe  que  se  reconoce  bien  en  ella  su  principal  autora.  Yo  siem- 
pre he  sido  devoto  de  nuestra  Señora  desde  mis  primeros  años, 
pero  desde  hoy  en  adelante  la  he  ofrecido  serlo  mucho  más,  pues 
me  tuviera  por  el  más  ingrato  hombre  del  mundo  si ,  habiendo 
visto  lo  que  ha  obrado  por  nosotros  y  lo  que  solicitó  nuestro 
principal  remedio,  no  procurara  servirla  y  agradarla  en  cuanto 
alcanzaren  mis  flacas  fuerzas.  No  he  dejado  de  hacer  reparo  par- 
ticular, que  en  el  mismo  dia  que  acabé  de  leer  esta  gran  historia 
me  llegó  aviso  de  que  en  Italia  hablan  socorrido  mis  armas  á 
Orbitelo,  puesto  de  gran  consideración  y  que  si  se  perdia  queda- 


—  145  — 

ban  bien  fatigados  el  reino  de  Ñapóles  y  el  Estado  de  Milán  ' ;  de 
que  luego  di  gracias  á  nuestro  Señor  y  á  esta  santa  Reina ,  pi- 
diéndoles que  ya  que  han  empezado  á  favorecernos  lo  continúen 
en  lo  que  falta ,  que  no  es  poco ;  pues  hoy  me  ha  llegado  correo 
de  Flándes  con  aviso  de  que  aquello  está  bien  apretado,  y  á  ma- 
nifiesto riesgo  de  una  gran  ruina ,  si  Dios  nuestro  Señor  no  nos 
asiste  ^  Pedidle,  Sor  María,  que  se  duela  de  aquellos  Estados, 
que  veo  muy  pronto  en  ellos  el  menoscabo  de  la  religión  católi- 
ca, si  acaban  franceses  y  holandeses  de  apoderarse  de  ellos;  pues 
los  unos  son  herejes  declarados  y  los  otros  los  ayudan. 

En  el  socorro  de  Lérida  vamos  trabajando  y  disponiendo  sus 
prevenciones  con  deseo  de  que  se  pueda  intentar  vigilia  ó  dia  de 
la  Natividad  de  nuestra  Señora,  teniendo  por  cierto  el  buen  su- 
ceso ejecutado  á  la  sombra  de  tal  Madre  y  amparo  nuestro. 

Los  de  este  reino  parece  que  andan  más  blandos,  pues  entien- 
do quieren  servir  con  gente  para  este  socorro,  y  estad  cierta.  Sor 
María ,  que  se  hace  lo  posible  por  adulzarlos ,  sufriéndolos  más  de 
lo  justo  y  haciéndoles  grandes  mercedes ;  pues  si  he  de  hablar 
verdad ,  casi  todos  se  quieren  vender  ahora  para  el  remate  de  las 
Cortes.  Toda  la  dificultad  está  en  el  punto  tocante  á  la  Inquisi- 
ción, pues  ellos  quieren  dominarla  mucho  en  la  jurisdicción 
(salvo  en  las  cosas  de  la  fe)  y  yo  no  he  de  poder  venir  en  ello, 
aunque  aventurase  á  perder  toda  mi  Monarquía ;  porque,  si  bien 


I  Habia  puesto  sitio  á  Orbitelo  el  príncipe  Tomas  de  Saboya  desde  ii  de 
Mayo,  y  apretando  el  cerco  más  adelante,  dio  un  plazo  de  quince  dias  á  sus  de- 
fensores para  que  se  rindieran ,  amenazando  con  pasar  á  cuchillo  á  todo  el  presi- 
dio y  asegurándoles  no  serían  asistidos  de  España.  A  esta  intimación  respondió 
el  gobernador  D.  Carlos  de  la  Gata  con  una  arrogante  carta,  en  la  que  le  decia 
al  Príncipe :  «Ya  V.  A.  sabe  que  nací  vasallo  de  Felipe  IV,  mi  Rey  y  Sef\or 
natural,  y  también  que  soy  Carlos  de  la  Gata,  y  que  el  gato  teniendo  una  vez  la 
presa  en  las  manos ,  con  dificultad  se  la  deja  quitar.  Cuando  me  entré  en  esta 
fortaleza,  dejé  ya  dispuestas  mis  cosas  y  la  elegí  para  mi  sepultura,  donde  pre- 
tendo con  mi  vida  dar  lustre  á  estas  canas ,  defendiéndola  mientras  me  durare.» 

No  fué  estéril  el  esfuerzo  del  animoso  gobernador,  pues  socorrido  Orbitelo  por 
fuerzas  que  desembarcaron  los  Marqueses  del  Viso  y  de  Torrecusa  el  i6  de  Julio, 
hicieron  levantar  el  cerco  al  príncipe  Tomas,  que  perdió  toda  la  artillería  y  per- 
trechos. £1  Rey  hizo  merced  á  D.  Carlos  de  la  Gata  de  6.000  ducados  de  renta 
por  su  vida,  en  el  reino  de  Ñapóles.  {Memorial  históricOy  tomo  xvm.) 

2  Los  franceses  hablan  vuelto  á  sitiar  i  Mardic  desde  el  4  de  Agosto. 


—  146  — 

es  verdad  que  en  el  nombre  no  perjudica  á  la  principal  institu- 
ción de  este  santo  Tribunal ,  en  el  hecho  vendrá  á  decaer  mucho 
su  poder,  en  lo  cual  yo  nunca  podré  venir,  y  fio  de  Dios  nuestro 
Señor  que  mirará  por  esta  Monarquía  si  yo  miro  por  su  santa  fe, 
pues  por  ella  estoy  resuelto  á  perder  una  y  mil  vidas  que  tuviera. 
De  Zaragoza  á  5  de  Agosto  de  1646. — Yo  el  Rey. 


XCI. 


De  Sor  María. 


7  de  Agosto  Señor:  Cuando  con  humilde  corazón  nos  confesamos  merece- 
dores de  las  tribulaciones  que  nos  envia  Dios ,  muy  seguros  tene- 
mos el  fruto  de  los  trabajos  y  aun  el  remedio  de  ellos;  porque  el 
Altísimo ,  con  el  amor  infinito  que  tiene  á  las  almas  y  su  liberal 
misericordia  para  la  salud  eterna  de  ellas ,  es  verdad  certísima 
que  siempre  envia  el  padecer  para  que  lo  consigamos,  y  nos  afli- 
ge para  que  le  llamemos  y  busquemos  de  veras ;  contrista  el  co- 
razón y  le  da  ocasiones  para  que  se  pegue  con  el  polvo  y  esté 
contrito,  porque  viéndole  así  no  le  ha  de  despreciar  sino  inclinar 
su  misericordia  al  afligido ;  y  no  hay  medio  más  eficaz  para  mo- 
verse las  entrañas  de  nuestro  amoroso  Padre  y  Dios  eterno ,  que 
la  tribulación  y  trabajos.  V.  M.  lleve  los  que  le  cercan  con  áni- 
mo y  dilatación,  pues  cuanto  mayores  sean,  tanto  más  mirado, 
compadecido  y  asistido  de  Dios  se  puede  considerar  V.  M. :  y  en 
fe  de  esto,  ponga  V.  M.  su  corazón  en  las  manos  del  Altísimo 
y  de  la  gran  Reina  del  cielo,  sin  reservar  afecto  ni  atención  al- 
guna y  sin  temer  ni  acobardar  su  Real  ánimo  el  tropel  de  pade- 
cer que  se  le  ofrece;  y  en  virtud  de  este  sacrificio  podemos  pedir 
con  mayor  confianza,  que  ponga  el  mismo  Señor  en  el  corazón 
de  V.  M.  lo  que  fuere  de  su  mayor  agrado  y  servicio.  Yo  haré 
cuanto  en  esto  pudiere,  porque  aseguro  á  V.  M.  que  ninguna 


-  147  - 

cosa  pido  ni  deseo  con  mayor  instancia;  y  no  tema  V.  M.,  pues 
el  mismo  Dios  que  da  la  intención  recta  no  se  puede  desobligar 
de  lo  que  con  ella  se  ejecuta. 

Consuélame  grandemente  que  V.  M.  haya  leido  hasta  el  fin  de 
la  vida  de  María  Santísima  nuestra  Señora  y  cuya  eficacia  cono- 
cerá la  piedad  de  V.  M.  en  sus  efectos.  Sin  duda,  Señor  mió,  que 
ignora  el  mundo  en  particular  lo  que  debe  á  esta  Madre  de  pie- 
dad, y  no  parece  posible  conocerlo  y  ser  ingratos  á  tan  inmenso 
amor  y  gran  solicitadora  de  nuestra  salud ;  y  confieso  á  V.  M., 
que  daré  por  bien  empleada  la  pequeña  parte  de  trabajo  que  he 
tenido  en  escribir  esta  santa  historia ,  porque  V.  M.  coja  el  fruto 
<ie  ese  árbol  de  la  vida  el  primero ;  que  el  amor  que  á  V.  M.  tengo 
^e  hace  desear  afectuosamente  esto,  como  también  me  ha  facili- 
^do  el  poner  en  manos  de  V.  M.  el  secreto  y  tesoro  de  mi  pecho, 
^^e  es  esa  santa  doctrina,  y  hacer  participante  á  V.  M.  de  su 
''^«ura  y  suavidad ;  y  me  consolaré  de  que  repita  V.  M.  el  vol- 
y  ,  ^  leerla  alguna  vez,  que  no  le  dará  fastidio,  y  en  ella  descu- 
^^,    Señor  mió,  grandes  virtudes  y  gracias  que  copiar  en  la 
^   ^a^s  obró  más  perfectamente  que  todas  las  criaturas  juntas. 
\^-c:^    Xa  alabo  y  engrandezco,  porque  ha  pagado  á  V.  M.  el  amor 
(¡ofv   c^'ca.e  ha  leido  su  vida,  dándole  luego  el  contento  de  las  buenas 
tiue^x^^s  de  Italia;  obligúela  V.  M.  para  que  se  mejoren  las  de  Flán- 
des,    c^xie  poderosa  es  para  todo;  por  ella  reinan  los  reyes  y  man- 
dan,   los  príncipes  y  ejecutan  la  justicia.  Esta  verdad  escriba  V.  M. 
P^^^^xr^dola  en  su  corazón,  y  levántele.  Señor  mió,  con  eficaz  de- 
^^^^^ix^acion  de  servir  á  tal  Reina  y  Señora,  y  pedidla  que  reciba 
*^  ^   ^Ní.  por  hijo  predilectísimo,  ofreciéndola  de  hacer  todo  cuan- 
^   Conociere  V.  M.  que  sea  de  su  gloria  y  beneplácito,  y  estos 
^^^^^^s  ejecute  V.  M.  en  todo  lo  que  se  ofreciere.  Yo  los  presen- 
^^  ^n  nombre  de  V.  M.  á  esta  Purísima  Señora,  que  es  Madre 
^^  X"eligion  católica  y  fundadora  de  la  primitiva  Iglesia.  V.  M. 
^  ^^  ser  su  instrumento  para  conservarla  y  dilatarla  por  el  orbe, 
^^^^  correspondencia  pide  fieles  condiciones,  y  se  cifran  en  que 
^ovii-e  V.  M.  estar  siempre  dispuesto  en  el  alma  y  cuerpo  para 
^  >  Oomo  instrumento  propio  y  proporcionado,  pueda  moverle  á 
^'^^^  lo  que  la  Señora  quisiere  sin  hallar  resistencia.  Hasta  aquí, 


—  148  — 

Señor  mío,  llegan  mis  peticiones  y  ansias:  quiera  el  Altísimo 
por  su  bondad  disponer  las  cosas  de  ese  Reino  para  que  acudan 
al  alivio  y  servicio  de  V.  M.  y  su  mayor  necesidad,  que  á  la 
verdad  el  defenderse  lo  es,  y  pedir  mercedes  es  voluntario  y  esto 
no  se  debia  anteponer  á  lo  forzoso ;  pero  los  hombres  estamos  su- 
jetos á  estos  engaños  si  damos  oidos  á  la  ambición  y  al  autor  de 
ella  j  que  es  el  demonio. 

El  negocio  de  la  Inquisición  me  parece  de  mucho  peso,  y  si  se 
pudiera  persuadir  á  los  naturales  de  ese  Reino  que  dieran  lugar  y 
tiempo  para  tomar  medio  y  arbitrio  después  que  se  ajustara  á 
todos,  y  que  luego  ofreciesen  la  gente  para  la  campaña;  pero  son 
de  condición  que  temo  no  desistirán  de  su  parecer  ni  de  sus  inte- 
reses propios  por  los  generales  tan  importantes :  Dios  dé  á  V.  M. 
paciencia  con  ellos. 

Por  el  buen  suceso  del  socorro  de  Lérida  trabajaré  con  todas 
mis  fuerzas,  y  en  la  comunidad  se  hará  lo  mismo;  consuélame 
que  se  trate  de  él  en  dia  de  nuestra  Señora.  Mande  V.  M.  que 
los  medios  naturales  y  prudentes  no  falten  en  la  buena  disposi- 
ción del  socorro,  que  importa  mucho,  y  que  se  prevengan  los 
peligros :  guíelos  Dios  con  su  divina  diestra ,  y  prospere  á  V.  M. 

En  la  Concepción  Descalza  de  Agreda  á  7  de  Agosto  1646. — 
B.  L.  M.  D.  V.  M.  su  menor  sierva. — Sor  María  de  Jesús. 


XCII. 


Del    Rey 


Zaragoza         Si  yo  supicra  executar  lo  q  me  decis  en  la  carta  de  7  deste,  me 

'^  ^\^^*^  pudiera  llamar  dichosso,  pues  todos  son  consejos  saludables  y 

dignos  de  estar  escritos  en  la  memoria  de  los  honbres.  Procuraré 

quanto  estubiere  de  mi  parte  ponerlos  por  obra ,  acudiendo  á  la 

I  Autógrafo  de  U  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  149  — 

misericordia  de  afo  Señor,  pidiéndole  con  humildad  supla  su 
gracia  en  mi  lo  q  mi  malicia  enbaraza ;  y  á  su  Santíssima  Ma- 
dre rogaré  continuamente  sea  mi  intercessora  y  anparo,  pues 
es  la  puerta  por  donde  los  pecadores  emos  de  entrar  á  conseguir 
el  perdón.  Digo,  Sor  María,  q  offrezco  de  boníssima  gana  el 
hacer  quanto  entendiere  es  mayor  servicio  y  gusto  suyo,  y  q  me 
confíesso  por  el  más  mínimo  esclavo  de  quantos  esta  gran  Reyna 
tiene  en  la  Christiandad ;  esto  está  de  mi  parte,  pero  el  merecer 
serlo  no,  si  ella  no  me  ayuda.  Vos  se  lo  pedid  de  por  mi ,  pues 
sin  duda  os  oyrá  de  mejor  gana,  q  yo  temo  q  mis  pecados  tienen 
cerrados  sus  oydos  á  mis  peticiones.  Con  mucho  gusto  bolveré 
á  leer  su  vida  los  ratos  q  pudiere,  q  os  confíesso  no  e  leido  libro 
en  mi  vida  de  ninguna  facultad  con  mayor  contento,  y  espero  me 
a  de  ser  de  gran  fruto  para  alcanzar  lo  q  desseo. 

No  ha  havido ,  desde  q  os  escriví  la  ultima  vez ,  mas  nuebas 
de  Italia  ni  de  Flandes,  pero  temo  sumamente  las  primeras  q  vi- 
nieren de  aquellos  Estados ,  pues  están  en  sumo  aprieto,  y  lo  q 
mas  me  fatiga  es  ver  tan  aventurada  la  religión  católica :  clamad 
ante  la  Divina  M.^  para  q  se  duela  de  nossotros  y  pedilde  no  per- 
mita que  acá  ven  de  perderse  aquellos  Estados ,  pues  si  su  pode- 
rossa  mano  no  obra  temo  su  última  ruina. 

Para  el  socorro  de  Lérida  se  van  disponiendo  todos  los  medios 

humanos  y  prudenciales  q  se  puede,  pero  como  consisten  en 

diverssos  cassos  y  materias  no  se  si  a  de  poder  executarse  para 

^  plazo  q  os  dije,  pues  a  de  venir  gente  de  diferentes  partes ,  y 

^^  l^s  marchas  suelen  detenerse  mas  de  lo  q  se  presupone.  Este 

^^fTM^  O  está  ya  cassi  ajustado  á  darnos  gente:  aunq  en  el  nonbre 

>         d:  :x'es  mil  honbres,  me  contentaré  de  q  en  el  effecto  sean  dos 

^^    ^       prometos  q  ay  harto  q  sufrirlos,  porq  para  cualquiera  ne- 

^c^i^a-<:ion  nos  questa  infinito  travajo,  pero  como  yo  consiga  su 

^¿T'^'^^'^ssa,  passaré  por  todo  de  buena  gana.  Vos  apretad  con  uro 


Qfi-^^^z^-x  para  q  nos  guie  y  encamine  á  su  sta  voluntad  y  para  q 
^0^      ^^yude  en  los  aprietos  presentes  y  nos  libre  á  Lérida,  pues 
es^^       cnpressa  fué  obra  sola  de  sus  manos,  y  assi  espero  no  a  de 
^^^*-~^M  itir  q  se  malogre  aora. 

^  Zaragoza  á  14  de  Agosto  1646. — Yo  el  Rey. 


—  ií;o  — 


XCIII. 


De  Sor  María 


i6  de  Agosto       Señor  :  Verdad  infalible  es  q  de  nra  parte  no  somos  suficientes 
1646. 

para  tener  ni  un  solo  pensamiento  q  sea  bueno  y  menos  para 

executarlo :  nuestra  suficiencia  es  de  Dios ,  q  nos  da  el  querer  y 

obrar  bien,  y  nunca  nías  culpas  an  de  llegar  á  desconfiarnos  de 

la  dibina  bondad,  q  no  despregia  ni  arroja  al  coraron  humillado. 

V.^  M.^  sabe  q  quando  pedimos  á  Dios  use  de  misericordia  con 

nosotros  y  mas  alegamos  culpas  y  negessidad  que  merecimientos. 

Yo  confiesso,  Señor  mió,  q  el  castigo  del  Señor  corresponde  á 

ríFos  pecados ,  pero  V.»  M.^  entienda  q  este  agote  le  a  puesto  Dios 

en  manos  de  otros  á  quien  ama  menos  q  á  V.*  MA  ,  y  no  lo  age 

por  querer  faborecer  más  á  nuestros  enemigos,  sino  para  q,  añi- 

gidos  nosotros  por  ellos  nos  humillemos  y  nos  hagamos  capaces 

de  su  dibino  fabor :  en  esto  conozco  mas  de  lo  que  aqui  puedo 

degir.  V.*  M.^  persebere  en  sus  deseos  santos  y  propóssitos,  reno- 

bándolos  cada  día  para  executar,  con  efecto,  todo  lo  q  conociere 

ser  voluntad  de  Dios  y  de  su  Madre  Santissima,  q  no  parece  pos- 

sible  niegue  esta  gran  Señora  su  intergession  y  amparo  á  quien 

de  todo  coraron  se  dedica  á  su  serbicio. 

Yo  obedezco  á  V.*  M.**  juntando  mis  continuas  petigiones  con 
el  santo  gelo  y  gran  piedad  de  V.*  M.** ,  y  en  esto  no  descansaré 
asta  ser  importuna ,  pues  assi  lo  quiere  el  mismo  Señor  y  assi  me 
lo  manda :  solo  deseo  q,  ni  la  ponderación  de  la  flaquega  propia  y 
indignidad  ni  de  los  aprietos  en  que  V.^  M.^  se  alia,  le  enflaquez- 
can en  la  confianga,  ni  de  los  intentos  de  reformar  los  daños  pú- 
blicos con  el  fabor  de  la  dibina  gragia. 

Señor  mió  de  mi  alma ,  por  los  trabajos  y  peligros  de  Flandes 

I  Autógrafo  de  U  Bibliotecsi  del  Real  Palacio. 


—  iSi  — 

clamaré  á  el  Señor  con  todo  este  conbento,  pues  aquella  caussa  es 
tan  propia  del  mismo  Dios  para  conserbar  la  religión  católica  en 
aquellas  provincias  y  en  otras. 

El  sitio  de  Lérida  me  da  sienpre  cuidado ,  porq  con  la  dila- 
ción del  socorro  no  puede  mejorarse ,  y  me  lastimo  con  sumo 
dolor  q  el  demonio  aya  enl>ara9ado  tanto  á  ese  Reyno  para  que 
deje  perder  la  ocassion  de  su  rremedio.  Enpefio  es  este  y  lo  mu- 
cho q  V.^  M.^  a  padecido,  para  q  la  clemencia  del  Altissimo 
pueda  engrandeger  sus  obras ;  pues  si  nos  asiste,  manifiestamente 
será  suya  la  gloria  y  naydie  se  la  podrá  atribuyr  á  otro :  esta  ra- 
90x1  representare  en  su  acatamiento,  pues  ya  no  tenemos  á  don- 
de bolber  los  ojos  sino  es  á  la  misericordia  del  mismo  Señor.  Para 
esto  es  necesario  q  se  hagan  todas  las  deligencias  humanas,  y  des- 
pués, q  se  llegue  á  la  execucion  en  sola  la  confian9a  del  Todopo- 
derosso. 

Las  muchas  tribulaciones,  trabajos  y  malos  sucessos  conbaten 
mucho  á  la  fe  y  á  la  esperanza,  y  el  tener  estas  dos  virtudes  en 
medio  de  ellos  es  ager  grande  concecto  del  ser  de  Dios  y  sentir 
de  su  Majestad  en  bondad;  porque  el  buen  animo  es  hermossísi- 
mo  reberenciador  de  Dios,  y  el  dilatado  coracon  enprende  gran- 
des cossas. 

El  anssia  que  tengo  del  alibio  de  V.*  MA  y  las  lágrimas  q  me 
questan  sus  penas,  me  conpele  á  suplicar  á  V.^  M.^  q  se  anime  en 
tales  tropeles  y  avenidas  de  afliciones ,  q  todas  ellas  no  son  tan 
grande  mal  como  una  culpa,  y  no  cometiéndola  V.*  M.^  grabe, 
no  se  turbe.  Señor  mió ;  pues  si  esta  V.»  M.**  por  gracia  unido 
con  Dios,  ninguna  adbersidad  ni  tribulación  apartará  á  V.*  M,^ 
de  la  protección  de  su  diestra. 

En  la  Concepción  Descalca  de  Agreda  16  de  Agosto  1646. — 
Besa  la  mano  de  V.^  M.*^  su  menor  sierba. — Sor  María  de  Jesús. 


—   152   — 


XCIV. 


Del     Rey'. 


Zaragoza         Mucho  hc  dilatado  el  escriviros,  pero  no  e  tenido  harto  lusar 

31  de  Agosto  '   *  ® 

X646.  para  hacerlo ,  pues  son  muchos  los  negocios  g  ocurren  y  todos  de 
sumo  pesso;  y  cierto  q  procuro  desenbarazarme  algún  rato  porQ 
es  grande  el  gusto  q  tengo  en  escriviros,  viendo  q  consigo  con 
vras  cartas  alivio  y  la  doctrina  q  mas  me  importa. 

Bien  reconozco,  Sor  Maria ,  g  nosotros  sin  la  a3ruda  de  Dios 
daremos  sienpre  de  un  abismo  en  otro ,  y  esto  es  lo  q  más  me 
aflige  á  mi  por  temer  q  mis  pecados  passados  y  presentes  inpiden 
este  auxilio;  y  no  me  satisfago  de  mí  mismo,  pareciéndome  q  no 
hago  lo  q  deviera  para  conseguir  el  perdón  y  aplacar  el  justo 
enojo  de  liTo  Señor,  que  tan  manifiestamente  lo  esperimento; 
pero  si  del  sacasse  el  fruto  devido,  dichosso  me  llamara  aunQ  per- 
diera estos  reynos.  Procuraré  de  mi  parte  hacer  lo  posible  para 
aplacar  la  ira  divina  y  executar  en  todo  lo  que  juzgare  ser  de 
mayor  servicio  suyo ,  y  espero  que  para  conseguirlo  me  an  de 
ayudar  mucho  vras  oraciones,  que  entiendo  las  hacéis  con  desseo 
de  q  sean  oidas. 

Lo  de  Flandes  se  aumenta  en  el  aprieto,  según  las  últimas  car- 
tas q  recivi  de  7  deste  mes ,  y  lo  que  más  me  congoja  es  juzgar 
q  la  religión  católica  a  de  padecer  en  aquellos  Estados.  Aqui  es 
menester  ussar  de  la  fé  y  esperanza ,  pues  si  Dios  líTo  Señor  no 
obra  con  su  sumo  poder,  veo  aquello  en  el  último  precipicio:  en 
todo  se  haga  su  santa  voluntad ,  q  sienpre  me  hallo  dispuesto 
para  conformarme  con  ella. 

Vamos  adelantando  las  prevenciones  para  el  socorro  de  Léri- 
da, y  según  el  estado  en  q  están,  espero  q  podremos  salir  á  in- 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


-  153  — 

tentarle  dentro  de  quince  ó  veinte  dias.  Menester  es ,  Sor  María, 
apretar  bien  en  este  punto  con  ñrb  Seftor  y  con  su  Madre  San- 
tíssima,  pues  haviendo  sido  ellos  los  q  ganaron  la  plaza  única- 
mente, han  de  ser  tanbien  los  g  la  socorran,  como  lo  espero  en 
su  bondad  y  clemencia.  La  gente  de  este  Reyno  anda  mejor, 
pues  en  fin,  aunq  tarde,  nos  dan  dos  ó  tres  mil  honbres  para  esta 
ocasión,  y  van  de  buena  gana. 

Las  cossas  de  las  Cortes  tienen  todavía  su  dificultad  por  este 
punto  de  la  fundición  de  la  Inquisición ,  pero  procuraré  ajustar- 
ías de  manera  q  se  atienda  á  todo. 

He  buelto  á  enpezar  á  leer  la  vida  de  ma  Señora  y  espero 
proseguirla  sin  interrupción  hasta  acabarla,  y  os  asseguro  q 
cada  dia  me  admira  de  nuebo  lo  que  hallo  allí.  Permita  esta  San- 
ta Reyna  q  sepa  aprovecharme  de  tales  dotrinas,  q  con  esso  no 
me  quedará  q  dessear.  Dios  os  guarde. 

De  Zaragoza  á  31  de  Agosto  1646. — Yo  el  Rey. 


xcv. 


De  Sor  María  '. 


Señor  :  Mucho  prebiene  y  pondera  mi  cuydado  el  ynmenso   4  de  Setíem- 
trabajo  q  V.*  M.^  tiene  con  el  pesso  de  tan  grandes  y  grabes  ne-  ' 

godos ,  para  lastimarme  con  afetuoso  coragon  de  tanto  padecer 
y  suplicar  al  Todopoderosso  lo  pague  con  liberal  mano  y  abun- 
dante luz.  Para  el  abierto  y  por  alcan9ar  esta  gracia ,  pongo  en 
cuenta  el  dignarse  V.»  M.<^  y  humillarsse  á  mandarme  de  nuebo  q 
le  ayude  en  tan  justa  petÍ9Íon :  con  esta  obediencia  deseo  cunplir 
como  fiel  sierba  de  V.»  M.**,  aunq  indigna  á  los  ojos  de  el  Altíssi- 
mo  ;  pero  como  ma  confianza  no  estriba  en  nfós  merecimientos, 


I  Autógrafo  de  U  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


II  I 

i 


—  154  — 

mas  en  la  dibina  elementa  y  en  la  3mter9ession  de  Maria  SS.">*, 
por  esto  llego  con  mayor  fé  á  este  trono  de  la  gra9Ía  donde  los 
afligidos  y  pecadores  aliamos  refagio  de  lírb  remedio.  Esta  ver- 
dad, Señor  mío ,  a  de  vencer  los  temores  de  V  *  M.**  y  encender 
su  verdadera  fé  y  esperanza,  pues  á  Dios  naydie  le  dio  algo,  pri- 
mero q  lo  re^ibiesse  de  su  ser  inmutable  y  naturaleza  dibina ;  y 
assi  no  le  pidimos  que  nos  pague ,  pero  que  nos  dé  liberalmente 
lo  que  nos  falta  para  obligarle;  y  aunque  muchas  beces  lo  aya- 
mos  perdido  por  ñrbs  pecados ,  sienpre  queda  rico  en  miseri- 
cordias y  quiere  q  bolbamos  á  sus  puertas  humillados  y  contri- 
tos. No  desmaye  á  V.^  M.^  la  poca  satisfa^ion  de  sí  mismo,  q 
para  alcanzar  misericordia  no  le  ynpidió  al  publicano  el  no  te- 
nerla, y  al  farisseo  le  higo  indigno  de  ella.  V.^  M.^  ara  la  caussa 
de  Dios  y  la  propia ;  esta  posponga  V.*  M.^  á  la  del  Señor  en  su 
intención ,  y  porque  el  coragon  humano  es  oscuro  y  con  dificul- 
tad le  escrudiñamos,  pida  V.^  M.^  le  encienda  el  Altíssimo  su  luz 
interior  para  penetrarle  y  reconocer  en  él  el  cargo  y  el  descargo; 
q  todo  a  de  ser  grande,  conforme  á  la  dignidad  en  q  pusso  Dios 
á  V.»  MA  y  lo  que  de  ella  a  fiado;  y  para  desquento  de  lo  reci- 
bido y  obligar  á  el  Señor  á  que  enriquezca  á  V.^  M.^,  es  gran 
sacrificio  el  mucho  trabajo  q  continuamente  tiene  V.^  M.*^,  las  pe- 
nas y  sobresaltos  de  los  sucessos  en  materias  tan  grabes  y  q  tanto 
se  abentura ,  las  nuebas  de  tantas  adberssidades  y  perdidas  con 
que  tanto  se  quebranta  y  labra  la  voluntad  de  V.^  MA;  pues  tan- 
tas beges  le  sucede  lo  q  mas  repugna  y  teme.  Todos  estos  golpes 
da  el  Altíssimo  al  coragon  de  V.*  M.^  para  hagerle  digno  de  su 
gragia  y  de  liberalíssimos  premios ,  pues  á  menos  trabajos  los  dá. 

Señor  mió,  lastímame  mucho  los  aprietos  de  Flandes,  y  los  se- 
cretos del  Señor  son  ocultos;  yo  los  admiro  en  q,  si  la  religión  es 
pura,  entregue  Dios  aquellas  probingias  en  manos  de  tan  crueles 
enemigos  como  aquellos  erejes  ;  yo  clamo  á  el  Señor  por  esta 
caussa  y  lo  aré  sienpre. 

Por  el  socorro  de  Lérida  estoy  muy  solícita  estos  dias,  desean- 
do presentar  al  Todopoderosso  algo  de  su  agrado  para  q  se  yndi- 
ne  á  misericordia  y  nos  mire  con  ella  en  este  aprieto,  y  de  la 
gran  Señora  del  gielo  espero  se  obligará  de  la  debogion  y  afecto 


-  IS5  - 

con  q  V.»  M.<*  qtiiere  ler  su  vida  ss."».  Grandemente  dessea  mi  al- 
ma q  V.^  M.^  sea  hijo  suyo  y  q  la  solicite  para  q  haga  ofi9Ío  de 
verdadera  madre  con  V.»  M.<>  :  con  esto  no  solo  se  puede  asigu- 
rar  el  alma,  sino  los  reynos  y  la  Monarquía. 

No  juzgo  por  pequeña  obra  y  efecto  grande  de  su  paciencia 
de  V.*  M.^  el  aber  redu9Ído  á  mejor  estado  ese  Reyno,  que  mejor 
es  para  pagffico  y  obligado  q  para  guerra.  Dios  nos  dé  la  paz  y 
el  buen  sucesso  de  Lérida,  q  es  lo  Q  me  lleba  todo  mi  cuydado  y 
afecto,  y  prospere  á  V.»  MA 

En  la  Con^ep^ion  de  Agreda  4  Setienbre  1646.  ^ 

Sor  María  de  Jesús. 


XCVI. 


Del    Rey». 


cxupadones  continuas  q  tengo  y  el  añadir  á  ellas  los  ratos  zango»  »i 
q  pudiera  enplear  en  algún  exercicio  lícito ,  la  continua  lidon  de  ^  ^^ 
^  ^^ida.  de  ñfa  Señora  (pues  ay  pocos  dias  q  no  gaste  dos  oras  en 
^^  oon  grandíssimo  gusto  y  consuelo),  an  sido  caussa  de  no  ha- 
veros  escrito  hasta  aora  ;  pero  haviendo  passado  tantos  dias,  no 
ne  q^Herido  dilatarlo  más  ni  dejar  de  deciros  quanto  me  aliento 
^^^  VT^s  cartas  y  con  toda  la  dotrina  q  me  dais  en  ellas :  verda- 

^r^rtxente,  Sor  María,  q  deve  de  ser  muy  duro  mi  corazón,  pues 
°^  ^^  deshace  en  mi  cuerpo  de  dolor  de  no  acertar  á  enmendar- 

^'   Sírvase  su  Dibina  M.<^  de  darme  su  ayuda  para  q  lo  consiga, 
P^^  ^sta  es  la  piedra  fundamental  para  alcanzar  los  bienes  espi- 

^  ^^t.^gnLf6  de  U  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  Kó  — 

rituales  y  tenporales ,  y  vos  de  vra  parte,  me  a3aidad  á  alcanzar 
este  favor  y  pedid  á  la  Virgen  Santissima  q  me  redva  por  su  es- 
clavo, pues  desde  mis  tiernos  años  he  tenido  particular  devoción 
con  esta  gran  Reyna,  y  espero  permanecer  en  ella  todo  lo  q  me 
durare  la  vida. 

Ya  se  va  llegando  el  plazo  del  socorro  de  Lérida ,  pues,  me- 
diante la  misericordia  de  Dios,  hemos  podido  juntar  el  mas 
numerosso  exército  y  de  mejor  calidad  q  a  havido  aquí  de  tres 
años  á  esta  parte ;  y  añádese  á  esto  el  sumo  gusto  y  resolución 
con  q  van  todos  los  soldados  á  esta  enpressa.  Yo  me  huelgo  har- 
to de  ver  esto  en  esta  dispossicion,  pues  conozco  q  iifó  Señor  no 
quiere  obrar  milagros  sino  ussar  de  los  medios  naturales  y  hu- 
manos  ;  pero  sin  los  divinos  todo  falta,  y  assi  he  ordenado  q  en 
todas  partes  se  trate  con  viveza  de  remediar  pecados  y  escánda- 
los y  q  se  hagan  oraciones  continuas  y  públicas,  encaminadas 
al  buen  sucesso  del  socorro  de  Lérida ;  pues  de  librarse  ó  per- 
derse esta  plaza  va  á  decir  infinito  para  estos  reynos.  Aora  es 
tienpo,  Sor  Marfa ,  q  representéis  todo  esto  á  riró  Señor  y  á  su 
Madre  Santissima  para  q  ussen  de  su  misericordia  con  nosotros; 
y  me  alunbren  á  mí  para  q  acierte  á  resolver  los  medios  mas 
conbenientes  para  executar  este  socorro,  y  á  los  soldados  y  cavos 
para  consultarlos  y  ponerlos  por  obra,  pues  desto  depende  el  todo. 
£1  exército  estará  todo  junto  en  Fraga  á  26  deste,  placiendo  á 
Dios ,  y  luego  enpezará  su  marcha ;  con  q  si  se  resuelve  acome- 
ter luego  al  enemigo  vendrá  á  ser  desde  San  Miguel  á  San  Fran- 
cisco, y  assi  en  estos  dias  y  en  todos  los  demás  os  encargo  q  se 
aprieten  las  oraciones  y  peticiones.  Yo  estoy  con  gran  confianza 
en  rifo  Señor  y  en  su  Madre  Santissima,  y  pues  nos  an  dejado 
juntar  tales  medios  no  ha  de  haver  sido  para  q  se  malogren,  sino 
para  darnos  un  buen  dia  ;  pero  en  todos  lances  estoy  sugeto  á  su 
voluntad.  Del  governador  de  Lérida  emos  tenido  avisso  q  tiene 
comida  hasta  fin  de  Dicien bre,  q  es  gran  desahogo  para  poder 
obrar  si  el  tienpo  y  las  aguas  no  nos  lo  inpidieren. 

Las  cossas  de  Flandes  están  con  mas  alivio,  pues  se  a  cobrado 
una  plaza  de  las  perdidas  y  los  enemigos  no  obran  tanto  como 
se  juzgó,  de  q  doy  infinitas  gracias  á  ñfb  Señor,  y  os  pido  se  las 


—  IS7  — 

deis  vos  tanbien  de  mi  parte  ' ;  y  q  me  presentéis  ante  su  aca- 
tamiento divino  para  que  en  todo  y  por  todo  obre  en  mi  según 
so  voluntad. 
De  Zaragoza  á  21  de  Setienbre  1646. — Yo  el  Rey. 


XCVII. 


De  Sor  María  ^ 


Señor :  La  estimación  q  ago  de  V.»  M.*  y  el  cuidado  con  q  vivo  '^  *«  Se- 
de sus  trabajos  me  tiene  sienpre  en  vela  y  puesta  con  clamores 
ante  la  presengia  del  Todopoderosso,  de  manera  que  en  la  dila- 
ción de  las  cartas  de  V.»  M.^  tengo  el  mesmo  desbelo  y  presentes 
las  ocupagiones  de  V.»  M.<^.  Grande  trabajo  fuera  para  V.*  MA 
añadir  á  ellas  dos  oras  de  ocupación  á  las  ordinarias  de  cada  dia, 
si  la  lecgion  de  la  díbina  historia  no  recompensara  el  gusto  y  el 
alivio  con  mayores  intereses  y  mas  nobles  efectos  de  la  debo^ion 
con  que  V.»  M.**  la  quiere  1er :  por  esta  parte ,  y  porque  la  ma- 
teria es  tan  dul^e  y  deseable,  presumo  no  cansará  á  V.»  M.**  y 
sienpre  renobará  nuebos  y  santos  conatos  de  la  gloría  del  Altíssi- 
mo  y  de  la  gran  Señora  del  cielo. 

No  podrá  V.*  M.**  executar  todos  estos  y  otros  deseos  santos 

1  La  plaza,  á  que  hace  referencia  la  carta,  es  la  de  Menin  que  sorprendió 
una  noche,  á  mediado  de  Agosto,  el  Marqués  de  Caracena,  ocupándola  y  ha- 
ciendo prisioneros  á  los  franceses  que  estaban  dentro.  Venfa  esta  ventaja  á 
compensar  en  algo ,  y  sin  duda  á  consolar  al  Rey,  de  las  pérdidas  de  Bergues, 
que  habia  capitulado  el  31  de  Julio,  y  de  Mardic,  que  se  entregó  el  25  de  Agos- 
to, no  sin  que  el  sitio  costara  mucha  sangre  y  dinero  á  la  Francia ,  cuya  Corte, 
según  escribía  Mme  de  Motteville,  se  entristeció  con  las  pérdidas  de  muchas 
personas  conocidas.  La  guarnición  española  de  Mardic  pasó  á  San  Omer,  pero 
el  Gobernador  Solls  fué  sujeto  á  proceso,  por  no  haber  hecho  las  capitulaciones 
con  la  decencia  áth\á2L„{  Memorial  Histórico  y  tomo  XVIII;  Montglat^  campaña 
doce  ;  Meuiame  de  Motteville ,  tomo  I. ) 

2  Antógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio, 


—  IS8  — 

que  recibe  de  la  mano  dd  Señor ,  porque  úfb  obrar  sienpre  que- 
da corto  y  atrassado ;  pero  en  la  porfía  santa  consiste  el  mérito  y 
la  Vitoria:  por  esto  suplico  á  V>  M.^,  Señor  mió,  no  dessista  ni 
desmaye,  aunque  se  ofrezcan  inmenssas  dificultades  para  executar 
todo  lo  que  Dios  enseña  á  V.^  M.<^  que  conbiene  para  su  persona 
y  en  el  gobierno. 

Assi  lo  quiere  el  Altíssimo  y  lo  solicita  su  purfssima  Madre,  y 
crea  V.^  M.^  que  por  la  debo9Íon  que  sienpre  a  tenido  á  esta  Se- 
ñora, ella  misma  a  querido  premiarla  y  aumentarla  por  el  medio 
que  V.*  M.**  tiene  entre  manos.  Yo,  Señor ,  e  puesto  todos  mis 
deseos  en  esta  demanda ,  y  procuraré  obrar  conforme  al  conoci- 
miento q  tengo  de  lo  q  á  V.»  M.<^  le  ynporta  ser  hijo  y  sierbo 
fidilíssímo  desta  gran  Reyna  del  9Íelo,  en  cuya  mano  está  nuestra 
salud  eterna. 

De  muchos  dias  á  esta  parte  trabajamos  en  este  conbento  afe- 
tuossamente ,  pidiendo  á  el  Señor  el  buen  sucesso  en  el  socorro 
de  Lérida  Q  tanto  ynporta  para  la  Christiandad,  y  me  parece  (] 
sin  espe9Íal  probidencia  dibina  no  se  huviera  juntado  tan  grande 
exército  para  esta  ocassion,  pues  a  pocos  dias  que  esperábamos 
mucho  menos ;  y  asta  hora  parece  q  lo  de  Orvitelo  y  lo  que  acá 
se  dispone  corresponden  á  la  misericordia  con  que  nos  mira  el 
Padre  gelestial,  y  quando  alienta  nuestra  confianga  no  parece 
nos  despide  de  su  fabor.  Solo  resta  q  le  esperemos  con  ánimo  ren- 
dido para  agradecer  lo  q  dispusiere,  y  q  en  la  ejecu9Íon  no  le 
desobliguemos  con  nuebas  ofenssas :  para  esto  es  ne9essaria  la 
buena  direc9Íon  de  los  cabos  y  que  lleben  delante  la  caussa  y 
onrra  de  Dios,  procurando  evitar  del  exército  los  pecados  públi- 
cos; y  en  esto  suplico  á  V.^  M.^  ponga  particular  aten9Íon  para 
q  salgan  á  canpaña  obligando  al  Señor,  para  q  los  assista  en  su 
tribula9Íon  y  los  adiestre  la  Probidencia  dibina  y  la  3mtercession 
de  la  Madre  de  piedad;  y  este  es  uno  de  los  medios  eficaz,  huma- 
no y  divino. 

En  los  dias  que  V.^  "MlA  señala,  trabajaré  con  esta  comunidad, 
sin  9esar  clamando  de  lo  íntimo  de  nrbs  cora9ones,  como  V.*  MA 
nos  lo  manda,  aunq  yo  no  e  dejado  ni  dqaré  deligenda  alguna  de 
quantas  se  me  ofre9en  para  ha9er  de  mi  parte  lo  poco  q  alean- 


-  159  — 

gare,  según  la  luz  y  voluntad  del  Sefior:  de  su  mano  a  de  venir 
el  haderto,  y  pues  da  tienpo  la  pla9a  de  Lérida  deseo  se  tome  la 
mejor  determinación. 

Lo  de  Flandes  sienpre  es  de  cuidado,  por  estar  aquellas  pro- 
bin^ias  tan  rodeadas  de  enemigos  y  erejes.  Dé  Dios  luz  á  los  na- 
turales para  q  no  le  desobliguen  con  tanto  riesgo  de  la  santa  fé, 
que  será  la  mayor  pérdida  para  ellos.  El  Muy  Alto  reciba  el 
santo  y  católico  ^elo  de  V.»  MA  y  prospere  en  lo  dibino  y  hu- 
mano. 

Señor  mió,  suplico  á  V.*  M.*^  mire  por  su  salud  en  medio  de 
tantos  cuydados,  pues  el  alibio  de  los  q  pade9emos  sus  basallos 
conssiste  en  la  conserbacion  de  la  vida  de  V.^  M.^ ;  y  la  de  su  Al- 
tera no  le  tengo  olvidada  sino  presente  delante  el  Señor. 

En  la  Concepción  Descal9a  de  Agreda  24  de  Setienbre  1646. — 
Vesa  la  mano  de  V.^  M.*^  su  menor  sierba. — Sor  María  de  Jesús. 


XCVIII. 


Del  Rey  '. 


Paréceme  q  hago  tanto  servicio  á  ñra  Señora  en  leer  su  vida,  zango» 
como  en  escriviros,  pues  de  lo  mismo  q  ella  contiene  reconozco  '•°^^^^"*'" 
los  favores  q  os  hace ;  y  assi  dejo  este  rato  la  lección  por  respon- 
deros á  vra  carta  de  24  del  passado,  con  la  cual  me  he  alegrado 
mucho,  como  sucede  con  todas  las  q  me  escrivis.  Harto  desseo 
aprovecharme  de  vrbs  consejos  y  ponerlos  por  obra ,  y  aunq  halle 
resistencia  para  lo  bueno,  e  de  pelear  contra  mí  mismo  hasta 
vencer  esta  frágil  naturaleza ,  mediante  la  misericordia  de  Dios  y 
de  su  Santíssima  Madre,  pues  si  ellos  no  me  ayudan,  saldré  indu- 

I  Autógrafo  del  Convento  de  Agreda. 


—  i6o  — 

dablemente  vencido;  la  intención  es  buena,  y  sabe  su  Divina  "NLA 
q  desseo  acertar :  pedilde  vos,  Sor  María,  q  me  ayude  y  q  me  en- 
camine en  todo  á  su  mayor  servicio. 

Leo  con  tanto  gusto  la  historia  de  ñfa  Señora  esta  segunda 
vez ,  q  con  haverla  enpezado  la  víspera  de  San  Agustin  y  tener 
tantas  ocupaciones ,  acabé  ayer  la  segunda  parte  y  he  dado  oy 
principio  á  la  tercera  y  última,  y  creo  q  aunq  la  bolbiera  á  leer 
otras  muchas  veces  no  me  viera  contento:  gran  beneficio  me  ha 
hecho  esta  Reyna  en  disponer  q  yo  gozasse  de  la  dicha  de  leer  su 
vida:  permita  q  saq  dello  el  fruto  q  mas  me  conviene.  Acordaos, 
Sor  María,  de  lo  q  os  dije  q  procuraseis  entender  si  era  servicio 
de  lira  Señora  q  enpezasse  á  ver  noticia  desta  historia ;  y  res- 
pondedme,  porq  desseo  cunplir  su  santa  voluntad  en  todo,  y 
aconsejaos  en  esto  con  vro  confessor. 

Ya  marcha  el  de  Leganes  en  buelta  de  Lérida  ;  el  dia  de  San 
Miguel  saliéronlas  primeras  tropas,  por  enpezar  en  tan  buen 
dia  esta  enpressa ;  ayer  salió  lo  restante  del  exército  y  va  mar- 
chando todo  junto,  y  según  el  camino  q  llevan  llegarán  á  la 
vista  del  enemigo  por  toda  esta  semana.  Antes  q  vos  me  escri- 
vierades,  havia  ordenado  lo  q  me  decis  (esa  es  la  copia  de  la  car- 
ta q  escrivi  al  de  Leganés  sovre  esto;  bolvereismela  en  viéndola) 
y  entiendo  q  todos  van  con  buena  intención  y  se  pone  sumo 
cuydado  en  evitar  las  offensas  de  ñTb  Señor.  Dicen  q  todos  van 
de  lindo  ánimo  y  q  la  gente  es  muy  buena:  en  todas  partes  se 
hacen  oraciones  y  las  vras  espero  q  me  an  de  ayudar  mucho  en 
esta  ocasión.  Todo  lo  he  puesto  en  la  presencia  de  Dios  y  de  su 
Madre  Santíssima,  y  estoy  con  toda  resignación  en  su  santa 
voluntad  para  cualquier  accidente  q  permitiere  suceda. 

Lo  de  Flandes  esta  trabajosso,  pues  se  a  perdido  un  puesto  de 
inportancia  ';  Dios  se  duela  de  aquellos  Estados  y  mire  por  su 
santa  religión ;  se  lo  pedid  vos  con  todas  veras. 

De  Zaragoza  á  i  de  Otubre  1646. — Yo  el  Rey. 

I  Los  ftiiDceses  tomaron  á  Furnes  el  7  de  Setiembre. 


-.  i6i  — 


XCIX. 


De  Sor  María. 


Señor :  No  tubiera  descargo  mi  ingratitud,  si  no  me  conffessa-  s  de  octubrt 
ra  por  deudora  y  obligada  á  la  Madre  de  misericordia  mas  q  otra 
alguna  criatura,  como  V.*  MA  lo  conoce  de  su  sagrada  historia: 
muy  tarda  y  negligente  soy  en  el  retorno  de  tantos  beneficios, 
pero  el  ymaginarlos  V.*  M.^  en  tan  indigno  sugeto  puede  y  debe 
alentar  la  confian^  de  V.^  M.^  para  recibir  grandes  bienes  de  la 
clemencia  de  María  Santíssima,  pues  como  madre  no  nos  des- 
echa por  indignos,  y  nos  enriquece  como  poderossa  y  piadossa: 
con  este  anparo  no  es  razón  q  desmayemos  en  la  batalla  con  nos- 
otros mismos,  pues  en  nosotros  quiere  obrar  y  bencer  la  virtud 
divina.  Desta  verdad  tiene  V.*  M.<^  muchas  prendas  y  testimo- 
nios, y  no  es  el  menor  la  debocion  y  consuelo  interior  con  que 
V.*  M.**  se  ocupa  en  lér  la  divina  historia  de  rira  gran  Señora ,  y 
abersela  encaminado  ella  misma  á  V.^  MA  tan  presto  y  el  prime- 
ro ;  q  todas  estas  cosas  y  otras  Q  V.^  M.^  advertirá  no  son  obras 
de  carne  y  sangre,  pero  del  espíritu  divino  y  de  la  intercesión  de 
María  Santíssima.  V.*  M.*^  conoce  mi  deuda  y  yo  tanbien  la  de 
V.*  M.^j  y  creo  me  aben  tajo  en  el  desseo  y  cuydado  de  q  sea 
V.*  M.^  muy  fiel  en  la  paga  q ,  si  no  puede  ser  ygual  con  el  be- 
neficio ,  debe  serlo  con  las  anssias  y  anclar  á  él  con  la  divina 
gracia.  Yo  creo,  Señor  mió,  q  sienpre  le  quedará  a  V.»  M,^  cariño 
para  no  olbidar  la  debocion  de  la  gran  Reyna,  y  en  la  memoria 
de  sus  misterios  quedará  el  maná  y  dulgura  del  consuelo. 

X  Autógrafo  del  Convento  de  Agreda. 


—   102  — 

Presente  tengo  lo  q  V.^  M.^  me  a  mandado  sobre  dar  noticia 
de  la  historia,  y  con  orden  de  mi  confíesor ,  antes  y  después,  e 
propuesto  á  la  Reyna  y  á  su  Hijo  SS.'"^  esta  caussa  en  g,  para 
bencer  mi  natural  encojimiento,  e  menester  las  fuerzas  de  tantas 
obediencias.  Asta  hora  solo  he  entendido  g  el  Señor  tenia  sus 
ojos  y  corazón  en  esta  hobra,  con  inmensso  amor,  y  q  iba  ocul- 
tamente dispuniéndola,  y  en  cuanto  álos  desseos  de  V.>  M.*^  que 
son  agradables  á  Hijo  y  Madre  SS.™»;  no  obstante  esto,  reco- 
nocía muchas  dificultades  para  executarlo,  y  las  mayores  son 
las  que  tengo  representadas  á  V.*  M.**  de  vibir  yo;  del  cuando  ó 
como,  no  tengo  conocimiento,  pero  bolberé  á  proponerlo  al  Muy 
Alto,  como  V.»  M.**  me  lo  manda. 

La  carta  de  V.*  M.**  para  el  de  Leganés  e  leydo  con  estrema- 
do gozo,  porque  está  llena  de  santo  celo,  piedad  y  prudencia 
digna  de  V.*  MA,  y  no  me  pesara  que  todo  el  mundo  la  viera,  y 
en  ella  el  exenplo  que  deben  emitar  los  grandes  y  los  pequeños. 
Mucho  nos  promete  esta  buena  dispusicion  y  la  q  lleba  el  exército 
y  las  oraciones  que  en  esta  ocasión ,  más  que  en  otras,  parece  que 
acen  los  pueblos  con  especial  afecto  y  debocion :  de  mi  parte,  si 
de  nuebo  puedo  ofrecer  algo,  no  me  descuidaré,  porq  estoy  en 
un  continuo  desheló  y  aílicion  asta  ber  este  sucesso :  en  lo  q  toca 
á  la  salbacion  de  V.^  M.^  es  cierto,  Señor  mió,  que  deseo  ser  sier- 
ba  fidilíssima ,  como  lo  que  más  inporta. 

Siento  mucho  el  estado  de  las  cossas  de  Flandes,  pero  si  d 
Altíssimo  se  desenoja  fácil  le  será  el  remedio  de  todo,  y  no  es 
creíble  que  desampare  á  esta  Monarquía  q  tan  de  beras  toma 
por  su  quenta  la  conserbacion  y  propagación  de  la  santa  fé  cató- 
lica :  para  conseguirlo  prospere  el  Altíssimo  á  V.*  M.^ 

En  la  Congepcion  de  Agreda  s  de  Octubre  1646,  — Sierva  de 
V.»  M.'*.  —  Sor  María  de  Jesús. 


—  163  — 


c. 


Del  Rey  \ 


Ayer  recivi  vra  carta,  pero  os  confiesso  q  no  me  hallo  en  esta-     z«««oa 

^^  7  de  Octubre 

do  de  poder  responderos  aora  á  ella ,  pues  me  tiene  nro  Señor  en  1646. 
estado  q  hago  mucho  en  estar  vivo :  desde  ayer  acá  tengo  á  mi 
hijo  muy  apretado  de  una  gran  calentura ;  enpezole  con  grandes 
dolores  del  cuerpo  q  le  duraron  todo  ayer  y  oy  está  deliran- 
do todo  el  dia ,  y  llegamos  á  estar  en  estado  Q  desseamos  pare 
en  viruelas  esta  borrasca,  para  lo  qual  dicen  los  médicos  q  ay  al- 
gunas señales.  La  primera  diligencia  q  he  hecho  a  ssido  resignar- 
me en  la  voluntad  de  Dios  y  pedirle  q,  si  en  ella  cave  el  dar  sa- 
lud á  mi  hijo,  se  duela  de  mí;  la  misma  petición  he  hecho  á  su 
Madre  Santíssima  para  q  me  balga  su  intercession  en  este  aprie- 
to. Bien  veo,  Sor  María,  que  yo  merezco  graves  castigos,  y  q  to- 
dos los  que  me  pudieren  venir  en  esta  vida  serán  cortos  para  sa- 
tisfacer mis  pecados ;  pero  apelo  á  la  misericordia  de  nfb  Señor  y 
á  la  intercesión  de  su  Santíssima  Madre,  y  á  vos  os  encargo  me 
ayudéis  en  esta  ocassion  con  todas  veras.  Aora  es  tienpo,  Sor 
María,  en  q  se  luzga  la  amistad;  espero  q  vnis  oraciones  y  peti- 
ciones me  an  de  librar  deste  cuy  dado;  pero  si  acasso  la  divina 
justicia  a  dado  ya  la  sentencia ,  os  pido  q  en  este  lance  ayudéis  á 
mi  hijo  para  q  acierte  lo  q  tanto  le  inporta,  y  á  mí  para  q  tenga 
fuerzas  para  llevar  este  golpe. 
De  Zaragoza  á  7  de  Octubre  1646. — Yo  el  Rey. 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  164  — 


CL 


De  Sor  María '. 


1646. 


s  de  Odtnbre  Scfiof  :  La  enfermedad  de  el  Príncipe  ñrb  Señor  y  el  justo  do- 
lor de  V.*  M.^  me  dejan  traspassado  el  coraron  y  llena  de  amar- 
gura y  lágrimas;  y  si  por  la  estíma9Íon  que  de  V.^  M.^  hago  y 
amor  q  le  tengo,  menores  penas  y  trabajos  de  V.*  M.^  me  ponen 
en  cuidado,  ¿q  será  este,  q  le  juzgo  por  muy  grande  y  le  pondero, 
para  clamar  al  Todopoderosso  y  suplicarle  usse  de  missericordia 
con  su  Iglessia  y  con  V.*  M**,  guardándonos  á  su  Altera?  No  me 
lebantaré  de  la  presen9ia  del  Altíssimo  y,  el  rostro  por  la  tierra, 
gimiré  y  lloraré  fielmente  por  esta  caussa. 

Suplico  á  V.*  M.**,  Señor  mió,  q  se  aliente  y  se  anime  y  q  no 
contriste  tanto  su  ánimo,  porque  no  se  nos  doble  el  dolor  agien- 
do daño  á  V.*  M.^:  el  Altísimo  es  fiel  y  padre  amorosso,  no  pue- 
de errar  en  lo  q  hage;  con  nuestros  trabajos  se  obliga  para  húsar 
de  su  misericordia  y  con  golpes  tan  vibos  nos  dá  la  salud  heter- 
na ,  y  lo  que  tanto  bale  mucho  a  de  costar.  ¡Ó!  quanto  puede  con- 
solar á  V.*  MA  los  actos  que  exergita  en  sus  penas,  pues  el  ren- 
dimiento que  V.^  M,^  a  tenido  en  ofrecer  la  prenda  mas  amada 
á  el  Altíssimo  y  á  la  gran  Reyna  del  gielo  es  fuerga  que  les  obli- 
gue mucho.  V.^  M.^  sacrificará  á  su  hijo,  pero  yo  suplicaré  á  el 
Señor  en  nonbre  de  la  Christiandad  que  nos  le  deje  y  le  guarde 
si  conbiene,  y  la  comunidad  hará  la  misma  petigion:  á  la  Madre 
de  Dios  pondremos  por  intercessora;  esta  grande  y  piadossa  Se- 
ñora nos  ayude  en  trabajo  tan  grande. 

Yo  quedo  llena  de  dolor  asta  saber  los  términos  de  la  enferme- 
dad, q  como  los  principios  son  tan  rigurosos,  aumentan  el  cui- 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


-i6s- 

dado.  Dios  líTo  Señor  se  conpadezca  de  tanta  aflÍ9Íon  y  nos  mi- 
re con  ojos  de  misericordia. 

En  la  Concepción  de  Agreda  8  de  Otubre  1646.  —  Vesa  la 
mano  de  V.^  M.^  su  humilde  sierba. —  Sor  María  de  Jesús. 


CIl. 


Del    Rey. 


Pues  no  movieron  el  ánimo  de  nuestro  Señor  las  peticiones  que     Zaimgoia 

10  de  Octnbi* 

se  le  hicieron  por  la  salud  de  mi  hijo  (que  ya  goza  de  su  gloria)  1646. 
no  le  debió  de  convenir  á  él  ni  á  nosotros,  que  siempre  su  suma 
Omnipotencia  obra  lo  más  conveniente  y  más  justo.  Anoche  en- 
tre ocho  y  nueve  espiró,  rendido  en  cuatro  dias  de  la  más  violenta 
enfermedad  que  dicen  los  médicos  han  visto  nunca  \  Lo  que  me 
tiene  con  gran  aliento  en  medio  de  la  pena  tan  justa  con  que  me 
hallo,  es  que,  habiendo  estado  siempre  fiíera  de  sí,  quiso  nuestro 
Señor  y  su  Madre  Santísima  que  ayer  por  la  mañana  estuviese  por 
más  de  una  hora  tan  quieto  y  sosegado  que  pudo  confesarse  y 
reconciliarse  tres  ó  cuatro  veces,  á  gran  satisfacción  de  su  confe- 
sor ,  reconociendo  toda  su  corta  vida ,  y  recibió  el  Viático  con 
todo  conocimiento  de  lo  que  hacía ,  que  todas  son  muestras  muy 
probables  de  que  le  ayudó  en  aquel  lance  la  intercesión  de  Ma- 
ría Santísima  para  que  acertase  en  lo  que  más  le  importaba.  Yo 
quedo  en  el  estado  en  que  podéis  juzgar,  pues  he  perdido  un  solo 
hijo  que  tenía  y  tal  como  vos  le  visteis,  que  verdaderamente  me 
alentaba  mucho  el  verle  en  medio  de  todos  mis  cuidados.  Con- 

I  En  varias  cartas  de  los  Jesuítas  se  ocupan  de  la  enfermedad  y  muerte  del 
Principe,  copiando  una  declaración  de  los  tres  doctores,  Royo ,  Carpe  y  Godoy, 
que  lo  asistieron ,  en  la  que  dicen  sangraron  al  Príncipe  dos  veces  en  un  solo 
día,  creyendo  iba  á  tener  viruelas :  en  la  carta  siguiente  escribe  el  Jesuíta  fué  la 
última  sangría  en  la  frente  y  le  dieron  á  la  vez  con  sang^re  de  pichón  pocas  ho- 
ras antes  de  monnt,--(Mifnoriai  Histórico  ^  tomoxvni.) 


—  i66  — 

suélome  el  ir  experimentando  que  por  medio  de  tantos  trabajos 
quiere  nuestro  Señor  salvarme:  como  esto  sea,  todos  me  parecen 
pocos  y  fáciles  de  llevar.  Todo  lo  que  he  podido  he  hecho  para 
ofrecer  á  Dios  este  golpe,  que  os  confieso  me  tiene  traspasado  el 
corazón  y  en  estado  que  no  sé  si  es  sueño  ó  verdad  lo  que  pasa 
por  mí.  Quiera  su  Divina  Majestad  que  lo  consiga  y  me  dé  su 
gracia  para  que  me  aproveche  de  tan  conocidos  llamamientos: 
yo  estoy  resignado  enterameute  en  las  manos  de  nuestro  Señor, 
pero  como  soy  frágil,  temo  la  perseverancia;  y  así  os  pido  que 
me  ayudéis  á  pedírsela  á  nuestro  Señor  y  á  sacrificarme  entera- 
mente en  su  santa  voluntad  y  en  la  de  su  Madre  Santísima.  Agra- 
dézcoos  las  oraciones  que  me  decís  haciais  por  su  salud,  y  espero 
le  han  de  haber  aprovechado  para  su  salvación.  Sor  María ,  en- 
comedadme  muy  de  veras  á  nuestro  Señor,  que  me  veo  afligido 
y  he  menester  consuelo. 
De  Zaragoza  á  lo  de  Octubre  1646. — Yo  d  Rey. 


CIIl. 


De  Sor  María. 


13  de  Octnbre  Señor  I  Grande  es  el  poder  del  Altísimo  en  hacer  sus  obras  sin 
'^^^'  dependencia  de  las  criaturas ,  para  que  entendamos  que  sola  su 
voluntad  es  ley  rectísima ,  donde  no  puede  caer  error  ni  engaño, 
porque  tiene  el  peso  y  medida  en  su  diestra  y  procede  con  nos- 
otros con  equidad  y  justicia ,  y  en  nuestras  tribulaciones  nos  en- 
via  la  salud;  y  como  nos  ama  tanto,  antepone  á  nuestro  gusto, 
consuelo  y  querer,  la  salvación ,  dándonos  el  menor  trabajo  por- 
que consigamos  el  mayor  descanso. 

Señor  mió ,  para  consuelo  de  todos,  gran  bien  fuera  que  su  Al- 
teza viviera,  y  para  el  reparo  de  la  Monarquía;  pero  para  el  bien 
del  Príncipe  nuestro  Señor  y  su  salvación  mejor  ha  sido  lo  que 


—  i67  — 

Dios  ha  hecho,  que  le  ha  cogido  en  sus  tiernos  años  y  apartádo- 
le  de  los  peligros  del  Gobierno  y  de  las  pasiones  de  este  valle  de 
lágrimas,  para  llevarle  á  reinar  con  mejores  condiciones  y  menos 
penalidades  que  los  reinos  de  este  mundo.  No  considere  V.  M.  á 
su  hijo  muerto  ni  ausente  para  siempre ,  sino  trasladado  á  aque- 
lla patria  celestial  donde  no  hay  llanto ,  clamor,  angustia  ni  do- 
lor: ha  ido  á  donde  V.  M.  desea  ir,  y  no  le  pierde  cuando  no  es 
más  de  adelantar  la  jornada  que  V.  M.  ha  de  andar.  Mayor  reino 
y  triunfo  ha  conseguido  que  el  que  V.  M.  le  procuraba ,  y  le  go- 
zará sin  amarguras  y  sobresaltos.  V.  M.,  á  ley  de  buen  padre, 
debia  desear  al  Principe  nuestro  Señor  que,  después  de  haber 
reinado  en  la  tierra ,  fuese  á  reinar  en  el  cielo ;  esto  ha  querido 
anticipar  el  Todopoderoso ,  que  pesa  en  el  santuario  todas  nues- 
tras obras  y  momentos  de  nuestra  vida:  yo  miro  á  su  Alteza  como 
un  ángel  y  no  puedo  tener  duda  en  su  salvación,  de  que  el  Al- 
tísimo dejó  á  V.  M.  tan  prudentes  señales  para  su  consuelo. 

Ea,  Señor  mió,  dilate  V.  M.  el  corazón  y  dispense  de  él  con 
verdadera  sabiduría,  que  Dios  quiere  obligarse  mucho  de  las  obras 
y  virtudes  que  con  ella  ejercitará  V.  M.,  y  con  el  sacrificio  de  pa- 
ciencia que  en  esta  ocasión  ha  hecho ;  pues  aseguro  á  V.  M.  que, 
viendo  su  resignación,  he  reprendido  mi  sentimiento  y  amargu- 
ra ,  que  en  esta  ocasión  ha  sido  tanta  que  me  tiene  fuera  de  mí; 
y  no  me  es  posible  sentir  menos  sus  penas  de  V.  M. ,  aunque  me 
alienta  en  que  en  ellas  ha  de  mirar  piadoso  el  Altísimo  á  V.  M., 
y  obligarse  mucho  de  su  dolor  para  usar  de  misericordia  con  esta 
Monarquía,  que  por  nuestros  pecados  no  merecíamos  á  su  Alte- 
za. Yo  trabajo  por  su  descanso  eterno,  y  la  sangre  derramara  por 
el  consuelo  de  V.  M. ,  y  quisiera  que  todos  los  golpes  de  pena 
dieran  en  mí  y  que  no  tocara  á  V.  M. :  aliéntame  el  que  da  Dios 
á  V.  M.  prendas  de  su  amor  y  salvación  con  tanto  padecer ,  pues 
los  trabajos  con  paciencia  son  señal  de  predestinación.  Concéda- 
sela el  Altísimo  á  V.  M.  y  la  vida  que  hemos  menester. 

En  la  Concepción  Descalza  de  Agreda  á  12  de  Octubre  1646. — 
B.  L.  M.  D.  V.  M.  su  menor  sierva. — Sor  María  de  Jesús. 


—  i68  — 


CIV. 

Del  Rey. 

Ztngoa,        No  puedo  negaros  que  en  medio  de  mi  justo  dolor  me  ha  sido 
1646.       ¿6  g^^Q  alivio  vuestra  carta  y  todo  lo  que  me  decís  en  ella,  que 
sin  duda  son  verdades  innegables  y  lo  que  todos  debemos  creer: 
justo  es  sumamente  Dios  y  así  no  puede  errar  en  nada ,  y  aun- 
que á  nosotros  no  nos  es  permitido  alcanzar  sus  secretos ,  debe- 
mos conformarnos  con  su  santa  voluntad  y  tener  por  in&lible 
que  lo  que  obra  su  Providencia  es  lo  mejor.  Yo  he  prociu'ado  en 
esta  ocasión  ponerme  enteramente  en  sus  manos  y  resignarme  en 
su  justo  querer,  si  bien  el  amor  de  padre  y  lo  frágil  de  la  carne 
han  forcejado  en  mí.  Yo  os  confieso  que  lo  que  me  tiene  á  mí 
más  afligido  que  la  misma  pérdida  que  he  tenido,  es  reconocer, 
por  estos  golpes  que  me  envia  nuestro  Señor,  que  le  tengo  eno- 
jado de  tanto  como  le  he  ofendido :  esto  me  atraviesa  el  corazón, 
y  sabe  su  Divina  Majestad  que  deseo  no  enojarle,  sino  cumplir 
en  todo  con  su  santa  voluntad  ;  pero  como  veo  los  castigos,  temo 
que  no  acierto  á  cumplir  estos  deseos,  y  si  yo  me  valiese  de  esta 
pena  que  padezco  para  reconocer  que  es  castigo  y  enmendarme 
de  todo  corazón ,  me  tuviera  por  feliz.  Ayudadme,  Sor  María,  á 
pedir  esto  á  nuestro  Señor,  y  que  encamine  todos  estos  golpes  y 
trabajos  á  mi  salvación ,  pues  todos  serán  llevaderos  y  gustosos 
si  á  costa  de  ellos  se  consigue  tal  bien. 

También  os  encargo  que  no  os  olvidéis  del  alma  de  mi  hijo, 
pues  mediante  la  misericordia  de  nuestro  Señor  tengo  firme  es- 
peranza de  que  se  halla  en  carrera  de  salvación.  Yo  me  hallo  bien 
fatigado  y  he  menester  la  ayuda  de  nuestro  Señor  para  poder  pa- 
sar; pedidle  me  la  conceda,  y  que  en  todo  me  encamine  á  su  ma- 
yor servicio. 

Trato  de  partir  presto  de  aquí ,  y  me  encaminaré  por  esa  villa, 
de  que  voy  muy  alborozado  por  Veros. 
De  Zaragoza  á  16  de  Octubre  1646. — Yo  el  Rey. 


—  169  — 


cv. 


De  Sor  María. 


Señor:  Las  obras  de  la  divina  clemencia  son  de  condición  que  20  de  Octubre 
en  ellas  nos  manifiesta  Dios  juntamente^  el  amor  de  padre  con 
que  nos  corrige  y  el  consuelo  con  que  nos  enseña;  en  la  luz  inte- 
rior los  fines  santos  que  tiene  en  damos  tribulaciones  y  penas: 
este  fin  del  Señor  es  la  salud  de  las  almas  con  la  enmienda  de 
nuestras  culpas.  En  V.  M.  veo  ejecutada  esta  obra  y  voluntad  del 
Altísimo ,  pues  á  un  tiempo  mismo  ha  querido  darle  la  mayor 
aflicción  que  V.  M.  podia  tener  en  esta  vida,  y  junto  con  esto 
dilatar  su  Real  corazón  para  que ,  como  católico  y  magnánimo, 
se  conforme  tan  ajustadamente  á  la  disposición  divina  y  dé  al 
mundo  el  ejemplo  y  edificación  que  en  esta  ocasión  todos  dicen 
han  recibido ,  conociendo  la  igualdad  y  paciencia  de  V.  M.  en 
tan  vivo  dolor  ^  Resta  ahora ,  Señor  mió,  entender  la  voluntad 
de  Dios  para  ejecutarla  y  no  frustrar  sus  intentos  en  las  tribula- 
ciones que  cercan  á  V.  M.,  pues  son  para  que,  sembrando  con 
lágrimas  en  esta  vida  coja  V.  M.  con  alegría  premios  eternos,  y 
con  trabajos  limitados  y  perecederos  granjee  V.  M.  tesoros  infi- 
nitos. Trata  el  Muy  Alto  á  V.  M.  como  á  hijo  que  le  corrige  y 
amonesta :  más  dichosa  fortuna  es  ésta  de  adversidades  y  penas, 
ahora  que  desea  V.  M.  más  hacer  la  voluntad  de  Dios ,  que  la 
que  tenía  de  prosperidades  y  consuelos,  cuando  menos  atendía 
V.  M.  á  eUa. 

I  La  resignación  del  Rey  en  esta  ocasión  no  sólo  causó  el  asombro  de  los 
españoles ,  sino  que  en  Francia  se  alabó  en  extremo,  dando  motivo  esa  sentida 
muerte  á  que  se  volviesen  á  escribir  como  hermanos  el  Rey  de  España  y  la  Re- 
gente de  Francia.  Felipe  IV  aprovechó  poco  después  el  interés  que  le  demos- 
traba  su  hermana  para  hacerle  proposiciones  de  paz;  «porque  no  creo — decia 
—  que  V.  M.  pueda  olvidar  las  paredes  en  que  nació.»  —  {^Madame  de  Motievi" 
lUf  tomo  I.) 

12 


—  170  — 

Yo  confieso  á  V.  M.,  Señor  mío,  que  cuando  veo  que  son  los 
golpes  del  Altísimo  en  los  reinos  temporales  y  en  las  prendas 
más  amadas,  me  lastima  el  corazón;  pero  tengo  algún  desahogo 
con  ver  que  no  tocan  al  alma,  sino  que  la  ayudan  para  más  luz, 
conocimiento  de  Dios  y  deseo  de  servirle.  No  hallara  el  afecto 
que  á  V.  M.  tengo  descanso  ni  alivio  en  otra  cosa  que  en  que 
V.  M.  procure,  busque  y  halle  el  descanso  eterno;  y  por  el  de 
V.  M.  trabajo  como  por  el  mió.  No  es  posible  que  yo  olvide  el 
alma  de  nuestro  ángel  el  Príncipe,  pidiendo  al  Altísimo  le  dé 
premios  eternos  y  le  muestre  la  alegría  de  su  rostro.  En  la  co- 
munidad se  le  hacen  oficios ,  como  tenemos  obligación. 

Suplico  á  V.  M.  con  todo  encarecimiento  que  se  anime  y  di- 
late y  mire  V.  M.  por  su  salud ,  tan  necesaria  para  esta  Monar- 
quía ;  las  nuevas  de  ella  y  la  carta  de  V.  M.  han  sido  más  esti- 
mables á  mi  voluntad ,  porque  estoy  llena  de  cuidado  del  efecto 
que  puede  hacer  tan  viva  pena  en  V.  M.  Las  esperanzas  de  be- 
sarle la  mano  me  tienen  muy  consolada;  sea  con  toda  felicidad  y 
buen  suceso  la  jornada. 

En  la  Concepción  de  Agreda  á20  de  Octubre  1646. — B.  L.  M. 
D.  V.  M.  su  menor  sierva.  — Sor  María  de  Jesús. 


CVI. 


Del   Rey  '. 


Zaragoza         No  pucdo  negaros  q  me  a  sido  de  mucho  alivio  la  carta  q  me 
'^  ^1646.'*  ^  escrivistes  en  20  deste,  pues  todo  lo  q  me  decís  en  ella  va  enca- 
minado á  mi  consuelo  en  el  estado  de  pena  en  q  me  hallo,  q  os 
asseguro  no  se  mitiga ;  y  assí  no  ay  otro  remedio  q  acogernos  á 
los  pies  de  ríTo  Señor  y  procurar  resignarnos  enteramente  en  su 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  171  — 

santa  voluntad :  si  yo  consiguiesse  esto,  sacaría  flores  de  las  espi- 
nas ,  pero  temo  á  mi  fragilidad  q  me  estorbe  conseguir  este  bien. 
No  ay  duda,  Sor  María,  q  todos  los  trabajos  q  dejan  libre  el  alma 
son  dichossos  y  llevaderos,  particularmente  si  se  logra  el  fruto  á 
q  ellos  se  encaminan;  y  el  que  esto  se  consiga  solo  la  ayuda  y 
gracia  de  Dios  pueden  hacerlo ,  pues  sin  esto  nosotros  no  pode- 
mos nada.  Sírvasse  su  Divina  M.^  de  q  ya  q  me  a  enbiado  este 
golpe  tan  sensible,  quitándome  de  delante  de  los  ojos  tal  prenda, 
me  los  abra  para  q  reconozca  (como  lo  tengo  por  cierto)  q  esto 
es  castigo  de  mis  pecados ,  y  trate  de  enmendarme  de  todo  cora- 
zón. Malos  somos,  cierto,  pues  emos  menester  tanto  para  caer  en 
la  quenta  y  plegué  á  Dios  q  baste.  Yo  estoy  muy  cierto  q  no  os 
olvidareis  de  mí  y  q  me  ayudareis  con  ñTo  Señor  y  con  su  ben- 
dita Madre,  para  q  me  encaminen  á  mi  salvación,  queste  lo  q  me 
costare  en  esta  vida,  q  todo  será  poco  si  se  consigue  tanto  bien; 
de  mi  parte  (con  su  ayuda)  haré  todo  lo  posible  para  no  desayu- 
darme, y  assí  en  lo  personal  como  en  el  officio  procuraré  conplir 
con  su  santa  voluntad. 

Las  materias  de  la  guerra  por  Cataluña  ban  bien,  pues  se  an 
ocupado  unos  puestos  al  enemigo,  conq  se  le  dificulta  mucho  la 
comida  y  se  tiene  esperanza  q  por  falta  della  dejan  libre  á  Léri- 
da: á  nosotros  no  nos  falta,  pues  se  ha  hallado  en  Cataluña  harto 
q  comer ,  y  el  exército  está  de  buen  ánimo  y  contentos  los  solda- 
dos. Vos  apretad  con  ñrb  Señor  para  q  perfecione  la  obra,  pues 
de  su  mano  solo  espero  el  buen  sucesso. 

Lo  de  Flandes  está  bien  apretado,  y  la  armada  de  mar  de 
Francia  bolvió  á  salir  á  fin  del  mes  passado  hacia  las  costas  de 
Italia  ' ;  y  aunq  en  este  tiempo  sin  mucho  milagro  se  podria  des- 


I  En  Flándes  habían  los  franceses  empezado  el  sitio  de  Dunquerque  el  17  de 
Setiembre,  y  el  Marqués  de  Leyde,  gobernador  de  la  plaza,  viendo  no  era  socor- 
rido, capituló  el  10  de  Octubre,  saliendo  al  siguiente  dia  de  aquella  fortaleza  con 
las  tropas  españolas. 

La  armada  francesa  llegó  á  la  isla  de  Elba  el  13  de  Setiembre,  donde  se  re- 
unió  con  6cx>  hombres,  que  en  seis  grandes  barcos  mandó  el  Rey  de  Portugal  para 
ayudar  á  los  franceses :  juntos  empezaron  á  sitiar  el  4  de  Octubre  á  Piombino, 
que  capituló  el  dia  i  r,  yéndose  los  franceses  sobre  Puerto  Longone,  que  también 
capituló  en  los  últimos  dias  del  mes.  —  {^Montglat^  campafia  doce.) 


—   172   — 

baratar,  con  todo  esso  os  encargo  q  apretéis  con  iifb  Señor  q  nos 
ayude  en  todas  partes  y  encamine  las  cossas  á  q  se  consiga  bre- 
vemente la  paz.  Yo  no  e  podido  partir  hasta  aora;  esperó  podré 
hacerlo  esta  semana  y  voy  con  mucho  gusto  para  veros. 
De  Zaragoza  á  23  de  Octubre  1646.  —  Yo  el  Rey. 


CVII. 


De  Sor  María  '• 


1646. 


31  de  Octubre  Scñor :  Yo  me  conpadezco  de  los  trabajos  de  V.*  M.^  en  lo  ín- 
timo de  mi  cora9on ,  y  este  dolor  pudiera  enseñarme  lo  que  debo 
hager  y  de9Ír  para  aliviar  en  algo  á  V.*  M.**,  si  mi  capa9Ídad  no 
fuera  tan  limitada ;  pero  la  mano  del  Señor  es  poderossa  para 
suplir  nuestros  defectos  y  animar  líra  flaque9a. 

Cierto  es,  Señor  mió,  que  nos  engañaríamos  muy  pessada- 
mente  si  dixéssemos  que  no  tenemos  pecados ;  pero  la  justicia  di- 
bina no  nos  castiga  tanto  por  aberlos  cometido  como  por  no 
aberlos  enmendado ,  y  para  esto  sienpre  ay  lugar  quando  nos  da 
vida  y  tan  senssibles  abissos  como  tenemos  presentes;  y  quanto 
mayores,  manifiestan  más  la  liberalíssima  y  magnífica  misericor- 
dia de  Dios ,  pues  el  llamarnos  muchas  be^es  es  porque  quiere 
le  respondamos;  y  porque  no  lo  hagemos  luego,  nos  aflije  y  con- 
trista para  que  humillados  y  contritos  le  busquemos  como  á  re- 
fugio verdadero,  consuelo  y  alivio  de  nuestras  tribula9¡ones:  por- 
q  nos  ama  y  nos  quiere  nos  rodea  de  ellas,  pues  somos  tales,  q 
sino  es  afligidos,  no  le  queremos  amar.  Es  condÍ9Íon  de  nfa  gro- 
sera naturale9a  que,  si  no  es  prensada  y  oprimida,  no  da  fruto, 
y  el  cora9on  del  Altíssimo  es  tan  piadosso  que  no  nos  afligiera 
sino  fuera  tan  ne9essario  para  la  salud  eterna. 

Dos  cossas  se  me  o£re9en  q  de9Ír  á  V.^  M.^  en  esto :  la  una  q, 

I  Autógrrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  173  — 

en  ley  de  padre  y  tan  católico,  debe  V.»  M.*  consolarsse  mucho 
con  la  feliz  suerte  que  mejoró  á  su  Altera,  en  que  alio  muchas 
caussas  de  alivio  de  que  hablaré  mas  en  otra  ocasión,  si  fuere 
ne9essario. 

La  otra  es  que  el  rigor  deste  golpe  no  a  tocado  solo  á  V.»  M.<>, 
ni  tanto,  como  á  toda  su  católica  Monarquía,  á  quien  mira  el 
castigo  y  de  quien  el  Todopoderosso  pretende  la  enmienda  de  los 
pecados  y  desórdenes  generales.  Bien  beo,  Señor  mió,  q  este  co- 
nocimiento no  es  arto  consuelo  para  V.*  M.<^,  pero  deseo  q  le 
sirba  de  eficaz  avisso  para  ejecutar  todo  lo  que  la  divina  luz 
enseñare  y  ditare  á  V.*  M.<>,  en  los  vibos  desseos  q  pone  en  el 
Real  coraron  de  V.*  M.*^  de  cunplir  la  voluntad  de  Dios,  queste 
lo  que  costare,  pues  sin  este  medio  no  se  puede  conseguir  el  fin 
que  V.*  M.'^  dessea.  Este  es  el  primer  yntento  de  mis  petigiones 
y  clamores,  y  luego  la  vitoria  de  las  armas  de  V.*  M.*^ ,  y  en  todo 
estiendo  mis  flacas  fuerzas  con  la  dibina  gracia,  á  lo  que  con  ella 
alcanzan. 

Consuélome  mucho  de  la  buena  dispussÍ9Íon  q  tiene  el  exér- 
9Íto  de  Catalunia,  y  esta  caussa  tengo  sienpre  presente  asta  ver 
el  fin  que  deseamos.  En  lo  de  Flandes  y  Italia  se  conoce  el  des- 
velo de  los  enemigos  desta  Monarquía,  y  quando  yo  la  considero 
con  tan  pocas  fuer9as  para  defenderse  en  tantas  partes,  me  aflijo 
mucho ;  pero  todo  lo  pressento  al  Altíssimo  como  caussa  suya 
propia,  y  postrada  ante  su  acatamiento  le  suplico  nos  dé  una  paz 
unibersal ,  q  la  deseo  mas  que  la  vida  y  la  diera  por  conseguirla. 

Espero  á  V.*  M.^  con  mucho  consuelo  de  que  le  e  de  vesar  la 
mano,  pidiendo  al  Señor  sea  el  biaje  con  próspero  sugesso  y  bue- 
na salud ,  como  esta  fiel  sierba  desea  y  la  Monarquía  a  menester. 

En  la  Con9ep9Íon  Descal9a  de  Agreda  31  de  Octubre  i646« 

Sor  María  de  Jesús. 


-  174- 

Nota  de  la  V.®  Madre  que  se  halla  en  el  manuscrito  del  Con- 
vento de  Agreda. 

Pasó  el  Rey  N.  S.  por  este  lugar  y  entró  en  el  convento 
lunes  á  5  de  Noviembre  1646;  hablóme  algunas  cosas  graves, 
y  mandóme  encomendarle  á  Dios  y  que  le  escribiese  lo  que  me 
habia  sucedido  en  la  enfermedad  y  muerte  del  Príncipe :  ofrecí- 
selo,  y  después  de  llegado  á  Madrid  S.  M.  me  escribió  la  carta 
siguiente : 


CVIII. 


Del    Rey. 


Madrid  14  Quiero  cumpliros  la  palabra  que  os  di  de  que  os  avisaría  de 
,646.  mi  llegada  á  mi  casa:  llegué  el  sábado  á  boca  de  noche  (á  Dios 
gracia)  con  salud ,  habiendo  hecho  el  viaje  con  buen  tiempo  y 
comodidad;  hallé  á  mi  hija  buena,  y  aunque  me  holgué  harto  de 
verla,  me  causó  gran  ternura  la  prenda  que  me  ha  faltado,  juz- 
gando lo  que  se  holgaría  de  ver  á  su  hermana,  y  se  me  renovó 
de  nuevo  el  dolor  de  tal  pérdida.  Ya  procuro  volverle  á  ofrecer 
á  nuestro  Señor  y  resignarme  enteramente  en  su  santa  volun- 
tad; sírvase  su  Divina  Majestad  de  darme  gracia  para  que  lo 
consiga.  Ayer  y  anteayer  se  celebraron  las  honras  en  San  Jeró- 
nimo, en  la  forma  y  con  la  solemnidad  que  se  acostumbra;  y 
os  confieso  que  en  todos  estos  lances  hay  mucho  que  ofrecer  á 
nuestro  Señor.  El  sea  servido  por  todo. 

Espero  que  me  cumpliréis  la  palabra  que  me  disteis  de  enco- 
mendarme á  Dios  continuamente  y  á  María  Santísima,  y  par- 
ticularmente apretad  por  la  paz ,  por  el  buen  suceso  de  Lérida 
y  por  el  acierto  en  mi  nuevo  estado,  que  todas  son  cosas  de  la 
importancia  que  sabéis.  Yo  trabajo  y  trabajaré  lo  posible  por 


-  175  — 

cumplir  con  mi  obligación  con  buen  deseo  de  acertar,  que  es  lo 
que  me  toca,  pues  el  que  se  consiga  corre  por  cuenta  de  Dios. 
En  los  puntos  que  me  encargasteis  no  me  descuidaré. 
De  Madrid  á  14  de  Noviembre  1646. — Yo  el  Rey. 


CIX. 


De  Sor  María. 


Señor  :  Hasta  saber  el  suceso  de  la  jomada  estuve  con  grande     »7  ¿e  No- 
viembre 1646. 
cuidado,  porque  en  mí  no  le  puede  haber  pequeño  de  su  salud 

de  V.  M.  y  de  todo  lo  que  por  algún  camino  le  puede  pertenecer 
y  tocar  á  V.  M. ;  y  con  esta  atención ,  prevenía  en  mi  considera- 
ción y  afecto  compasivo  los  lances  de  pena  y  de  dolor  que  se 
ofrecerían,  con  renovar  la  memoria  de  la  amada  prenda  de  que 
el  Señor  privó  á  V.  M.  para  llevársela  consigo;  pero  esta  segu- 
ridad ha  de  valer  para  que  V.  M.  renueve  el  sacrificio,  ofrecién- 
dosele al  Todopoderoso,  no  por  necesidad  y  con  tristeza,  más 
con  voluntad  pronta  y  alegre ,  que  le  haga  agradable  á  su  acep- 
tación; y  cierto  es  que  su  divina  clemencia  recompensará  la 
amargura  y  sensibilidad  del  corazón  Real  de  V.  M.,  con  bendi- 
ciones de  dulzura,  que  siempre  es  liberal  en  premiar  lo  que  con 
dolor  se  le  ofrece. 

Alegróme  mucho  que  V.  M.  hallase  con  salud  á  la  señora  In- 
fanta, y  deseo  que  con  su  compañía  hallen  algún  alivio  los  cui- 
dados de  V.  M. :  yo  los  tengo  en  lo  íntimo  de  mi  corazón ,  con 
mayor  ponderación  que  puedo  manifestar  con  palabras,  y  se  los 
presento  al  Todopoderoso,  suplicándole  que  derrame  sobre 
V.  M.  su  gracia  y  le  llene  de  luz  divina.  Bien  conozco.  Señor 
mió ,  el  grave  peso  que  tiene  V.  M.  sobre  sus  hombros  y  que  en 
lo  humano  se  halla  muy  solo  para  llevarle ;  y  esto  me  solicita 
más  para  pedir  á  Dios  supla  ésta  y  vista  de  fortaleza  y  de  vir- 


—  176  — 

tud  á  V.  M. :  esta  súplica  en  mí  será  continua  y  que  V.  M.  y 
todos  acertemos  á  obligar  al  Altísimo  para  que  nos  dé  las  victo- 
rias y  paz  de  que  tanto  necesitamos. 

Harto  se  dilata  lo  de  Lérida  para  dar  cuidado;  yo  le  tengo 
grande  del  acierto  en  el  nuevo  estado  de  V.  M.,  de  que  penden 
grandes  bienes :  pido  al  Señor  con  instancia  ilustre  á  V.  M.  para 
que  haga  elección  de  la  persona  que  fuere  más  conveniente  para 
gloria  suya ,  y  para  que  V.  M.  tenga  la  compañía  de  que  nece- 
sita; y  siendo  este  negocio  tan  inmediato  á  V.  M.,  cierto  es  mi 
cuidado  y  desvelo  para  clamar  por  su  acierto. 

Señor  mió,  agradezco  y  estimo  á  V/  M.  la  memoria  en  las 
cosas  que  le  supliqué ;  yo  también  la  tengo  de  lo  que  V.  M.  me 
dejó  mandado  del  Príncipe  nuestro  Señor,  y  á  su  tiempo  lo  cum- 
pliré ,  en  confianza  de  que  V.  M.  conoce  los  humildes  deseos  de 
esta  su  sierva ;  que  es  de  que  el  Señor  se  halle  obligado  de  V.  M., 
para  asistirle  y  gobernar  su  corazón  en  el  mayor  agrado  suyo. 

En  la  Concepción  de  Agreda  á  17  de  Noviembre  1646. — Sier- 
va de  V.  M. — Sor  María  de  Jesús. 


ex. 


Del  Rey. 


Madrid  28        Bendito  sea  Dios ,  que  de  las  tres  cosas  que  os  dejé  encomen- 
dé Noviembre      11f.1.«  •  «««I  •!«  « 

,6^6.  dado  le  pidieseis  en  mi  nombre,  ha  sido  servido  de  concedernos 
el  socorro  de  Lérida  que,  como  ya  debéis  saber,  se  qecutó  el  dia 
de  nuestra  Señora  de  la  Presentación ,  con  gran  perdida  del  ene- 
migo y  reputación  de  mis  armas  '.  Yo  le  he  dado  infinitas  gra- 
cias por  tan  singular  favor,  tan  poco  merecido  de  mí  y  obrado 
sólo  por  su  infinita  bondad  y  misericordia:  sírvase  su  Divina 

I  La  relación  de  este  glorioso  hecho  se  halla  escrita  en  la  carta  del  30  de 
Noviembre  de  1646  por  im  jesuíta  que  la  presenció.— (i/irm^r/o/  hisióricoy  to- 
mo xvm.) 


—  177  — 

Majestad  de  darme  su  gracia,  para  que  acierte  á  agradecerle  esta 
merced  y  á  mudar  de  vida,  de  manera  que  aplaque  su  justa  in- 
dignación. 

Bien  creo  que  os  habéis  holgado  de  este  suceso  y  espero  que 
en  lo  que  falta  apretaréis  con  nuestro  Señor,  pues  verdaderamen- 
te necesita  la  Cristiandad  de  una  general  paz  y  reposo  para  su 
mayor  servicio.  En  mi  nuevo  estado  voy  pensando,  con  deseo 
de  acertar  y  que  sea  para  mayor  gloria  y  honra  de  Dios;  y  en 
todo  procuro  y  procuraré  cumplir  con  su  santa  voluntad  y  tomar 
los  consejos  que  me  dais,  que  bien  se  echa  de  ver  son  de  quien 
desea  lo  que  mejor  me  está. 

En  la  materia  que  me  hablasteis  tocante  á  la  Concepción  de 
nuestra  Señora,  he  averiguado  lo  que  ahí  os  envío  en  ese  papel, 
que  es  lo  que  se  ha  declarado  en  Roma.  Yo  tengo  escrito  á  mi 
Embajador  haga  grandes  esfuerzos  por  que  esto  se  revoque  y  haré 
vivas  instancias  con  Su  Santidad  hasta  conseguirlo,  pues  cuando 
habíamos  de  caminar  adelante  en  esta  materia,  no  es  justo  dar 
pasos  atrás,  siendo  tan  justo  que  perdamos  todos  las  vidas  en 
servicio  de  esta  Santa  Reina.  Hasta  ahora  no  he  podido  comu- 
nicar el  punto  de  su  historia  con  el  Comisario  General,  por  su 
indisposición ,  pero  ya  está  convaleciente  y  podrá  venir  presto  á 
besarme  la  mano. 

A  la  causa  de  la  Madre  Luisa  he  dado  priesa,  y  entiendo  se 
caminará  en  ella.  También  me  he  informado  de  las  calificaciones 
que  se  hicieron  sobre  la  de  aquellos  religiosos,  y  hallo  que  las 
primeras  fueron  más  ásperas  que  las  últimas  ' :  ya  he  encargado 
al  Inquisidor  General  que  dé  priesa  á  todo  y  que  mire  con  toda 
atención  estas  materias,  pues  es  cierto  que  en  todo  deseo  que  se 
haga  lo  más  conveniente  y  justo.  Vos  pedid  á  nuestro  Señor  que 
me  alumbre  y  tenga  de  su  mano,  que  con  esto  no  erraré. 

De  Madrid  á  28  de  Noviembre  1646. —  Yo  el  Rey. 

I  Esta  fué,  sin  duda,  la  célebre  Madre  Luisa  de  Carrion  de  los  Condes,  que 
vivió  en  olor  de  santidad  y  murió  el  28  de  Octubre  de  1636,  sin  ser  sentenciada 
su  causa  por  la  Inquisición.  Las  religiosas  á  que  alude  fueron  algunas  de  las 
complicadas  en  la  causa  del  P.  Monteron,  que  habia  predicho  muchas  desgracias 
si  el  Rey  no  variaba  de  conducta ,  y  de  quien  el  mismo  Rey  le  habló  á  Sor 
María  en  su  primera  carta. 


-  178- 


CXI. 


De  Sor  María. 


Sin  fecha.  Scñof :  Grande  es  la  misericordia  del  Altísimo  con  nosotros;  y 
considerando  con  atención  el  orden  y  suceso  de  este  socorro  de 
Lérida,  se  conoce  que  nos  mira  como  padre  clementísimo,  y 
para  entender  que  el  beneficio  ha  sido  grande,  me  basta  saber 
que  fué  obra  de  la  gran  Señora  del  cielo.  V.  M.  corresponda  á 
esta  piadosa  Madre  como  hijo  obligado  de  su  amor  y  favores, 
para  que  los  multiplique  y  acreciente  con  otros  mayores.  Y  no 
quiero  ocultar  á  V.  M.  que  desde  el  principio  en  que  conocí  la 
divina  voluntad  y  la  de  V.  M.  para  pedir  este  suceso,  he  ofrecido 
muchas  veces  al  Señor  y  á  su  Madre  Santísima,  en  nombre  de 
V.  M.,  que,  si  le  daba  victoria,  yo  instaría  á  V.  M.  en  que  le  agra- 
deciese con  una  gran  reformación  en  todo  lo  que  fuese  posible 
para  desenojar  al  Señor :  ya  llegó  el  caso,  y  junto  con  él  me  soli- 
cita el  íntimo  amor  de  sierva,  para  pedir  á  V.  M.  licencia  y  des- 
empeñarme de  esta  promesa.  Yo  clamaré  á  la  divina  misericordia 
dé  á  V.  M.  abundante  luz  para  que  en  todo  conozca  el  mayor 
agrado  del  Altísimo  y  lo  ejecute ;  y  para  esto  enviaré  á  V.  M.  el 
papel  que  ofrecí  escribirla  de  la  muerte  de  su  Alteza,  sobre  que 
he  entendido  las  cosas  que  V.  M.  verá  en  él  y  me  parecen  dig- 
nas de  atención  ;*yo  la  tengo  cuanto  puedo  en  pedir  el  acierto  del 
nuevo  estado  de  V.  M.  y  que  sea  para  tener  compañía  que  ayude 
á  los  deseos  santos  de  V.  M.,  y  para  medio  y  sosiego  de  la  Cris- 
tiandad. 

Agradezco  á  V.  M.,  en  nombre  de  María  Santísima,  la  diligen- 
cia que  con  tan  piadoso  celo  pone  V.  M.  en  que  se  revoque  el  de- 
creto de  no  llamarse  Inmaculada  su  Purísima  Concepción :  ella 
lo  pagará  de  contado ,  y  si  en  los  siglos  pasados  nunca  se  prohibió 
darle  esta  honra,  mucho  menos  se  debe  hacer  en  éstos,  cuando 


—  179  — 

la  verdad  está  tan  declarada;  y  parece  que  este  decreto  salió  cuan- 
do el  Pontífice  antecesor  á  éste,  ó  en  su  vacante,  porque  há  dos 
años. 

En  cuanto  á  la  historia  de  la  Reina  del  cielo,  cuanto  más  lo 
considero  más  conveniente  me  parece  que  no  se  saque  á  luz 
hasta  que  yo  muera;  pues  aseguro  á  V.  M.  que  mi  mayor  cruz  y 
padecer  ha  sido  no  ocultarme  tanto  como  quisiera  de  las  criatu- 
ras, y  sólo  de  V.  M.  y  mi  confesor  deseo  fiar  estas  cosas. 

El  despacho  de  la  Madre  Luisa  también  espero  será  del  servi- 
cio de  Dios  y  singular  consuelo  de  estos  reinos  y  de  la  Cristiandad 
que  lo  desea.  En  el  de  los  religiosos  presos  ó  detenidos,  mi  deseo 
era  que  V.  M.  se  informase  de  los  calificadores,  no  de  los  prime- 
ros que  calificaron  antes  de  la  prisión ,  sino  de  los  que  han  visto 
y  calificado  su  defensa,  que  entiendo  son  algunos  religiosos  muy 
doctos  de  esa  Corte  y  de  Salamanca.  Esta  causa  me  ha  dado  cui- 
dado, creyendo  que  puede  pesar  mucho  en  los  ojos  de  Dios,  don- 
de deseo  que  no  se  halle  en  V.  M.  cosa  alguna  reprehensible, 
pero  que  todas  las  obras  sean  aceptas  y  dignas  de  la  divina  gracia. 

Estos  dias  he  padecido  una  enfermedad  de  que  quedo  siempre 
con  calentura  y  aumento  y  sólo  hallo  en  este  trabajo  de  alivio 

Nota  del  manuscrito  del  Comento  de  Agreda, — Esta  carta  se 
encuentra  sin  concluir,  y  faltan  algunas  otras. 


CXII. 


Del    Rey. 


Puedo  decir  con  verdad  que  he  tenido  muy  buena  entrada  de       Madrid 

9  de  £ncro 

año  con  la  vuestra  del  s  de  éste,  que  recibo  hoy,  pues  veo  por        1647. 
ella  os  halláis  más  aliviada  de  vuestra  indisposición ,  y  juntamente 
me  ha  alentado  mucho  oir  que  os  mandan  rogueis  por  mí ,  así  en 
lo  temporal  como  en  lo  eterno.  Sólo  temo  (como  os  he  dicho 


—  i8o  — 

otras  veces)  que  yo  mismo  he  de  desmerecer  estos  favores,  pues 
no  acierto  á  servir  á  nuestro  Señor  como  debiera,  y  antes  temo 
que  le  irrito  con  lo  que  le  ofendo;  pero  espero  en  su  misericordia 
que  con  su  ayuda  he  de  mudar  de  vida  y  procurar  satisfacer  algo 
de  lo  que  debo  á  su  infinita  bondad,  procurando  obedecerle  y 
guardar  su  santa  ley,  como  es  justo,  para  lo  cual  espero  me  3301- 
dará  mucho  vuestra  intercesión,  y  que  me  habéis  de  hacer,  en  lo 
que  tanto  importa,  oficio  de  buena  amiga.  Yo  procuraré,  Sor 
María,  por  todos  los  caminos  que  alcanzare,  ejecutar  vuestros 
consejos  y  valerme  de  las  inspiraciones  divinas  en  lo  que  debo 
ejecutar;  pues  como  mi  intención  es  buena  puedo  presumir  que 
no  me  ha  de  faltar  la  ayuda  de  Dios,  y  podéis  estar  cierta  que  en 
lo  más  tomo  por  mf  lo  último  de  las  resoluciones,  habiendo  oido 
primero  el  parecer  de  los  ministros  de  mayor  estimación,  que  esto 
es  justo  y  debido  hacerse. 

Vos  pedid  por  mí  á  nuestro  Señor  que  me  ayude  á  resolver  lo 
que  fuere  su  mayor  servicio  y  que  me  dé  fuerzas  para  llevar  el 
peso  que  ha  puesto  sobre  mis  hombros.  Gran  trabajo  es  para  la 
Iglesia  Católica  que  su  cabeza  atienda  más  á  materias  de  Estado 
que  á  lo  que  debe  hacer:  cierto  que  pienso  que  nuestros  pecados 
ponen  en  este  estado  al  Pontífice.  Dios  le  alumbre,  para  que  nos 
obligue  á  todos  á  que  hagamos  esta  paz  que  tanto  importa  á  la 
Cristiandad. 

He  recibido  carta  del  Emperador  dándome  el  pésame  de  la 
muerte  de  mi  hijo,  y  juntamente  me  ofrece  á  mi  sobrina  para  mi 
matrimonio.  El  ver  que  esto  se  ajusta  con  mi  intención ,  juzgo 
me  hará  resolver  el  venir  en  este  casamiento,  pues  sin  duda  es 
el  que  más  me  conviene ,  y  así  espero  en  nuestro  Señor  que  ha 
de  poner  su  mano  poderosa  en  este  negocio,  para  que  se  encami- 
ne á  mayor  servicio  suyo  y  bien  de  esta  Monarquía. 

Acordaos  de  enviarme  aquel  papel  que  me  habéis  prometido, 
pues  estoy  con  gran  ansia  de  verle  y  oiros  que  está  próximo  el 
descanso  del  alma  de  mi  hijo. 

Mucho  me  he  holgado  con  los  Santos  que  me  habéis  enviado 
de  este  año ,  pero  no  ha  de  ser  esto  sin  que  os  cueste  el  trabajo 
de  rezarlos  por  mí  todo  él,  pues  la  oración  será  más  acepta;  y 


—  i8i  — 

aunque  yo  también  lo  haré ,  vos  tendréis  más  lugar  para  estos 
ejercicios.  A  mi  hija  le  di  los  suyos ,  y  se  ha  alegrado  mucho  con 
ellos;  encomendadla  á  Dios  y  pedidle  la  haga  dichosa  en  lo  eter- 
no y  en  lo  temporal. 
De  Madrid  9  de  Enero  1647.— Yo  el  Rey. 


CXIIL 


De  Sor  Maria. 


Señor :  Por  lo  que  en  mi  secreto  procuro  trabajar  con  la  divi-    i»  de  Enero 


na  gracia  y  por  todo  lo  que  respondo  siempre  á  V.  M. ,  puedo 
asegurarme  de  la  verdad  con  que  deseo  ofrecer  la  vida,  si  fuera 
menester,  para  que  Dios  ilustre  el  corazón  de  V.  M.  y  le  gobier- 
ne y  encamine  á  la  felicidad  eterna  y  temporal.  En  esta  empresa 
no  desconfie  á  V.  M.  la  fraglidad  propia  y  humana,  pues  ha  de 
ser  obra  de  Dios  más  que  nuestra,  y  el  primer  fundamento  es 
conocer  nuestra  bajeza  sin  desconfianza  y  extender  el  brazo  á  lo 
más  arduo ,  en  fe  de  que  ayudará  el  poder  del  Muy  Alto  más 
de  lo  que  nosotros  pensamos.  Estos  deseos  de  V.  M. ,  tan  conti- 
nuos y  repetidos ,  habrán  merecido  que  el  Señor  manifieste  su 
voluntad  á  V.  M.  por  nuevos  medios  y  dignos  de  su  bondad  in- 
mensa, y  no  negaré  yo  que  en  pedirlo  he  procurado  hacer  el 
oficio  de  verdadera  sierva  de  V.  M.,  aunque  la  dignación  del 
Altísimo  ha  excedido  á  mis  ansias. 

Cuando  comencé  á  tener  noticia  de  la  enfermedad ,  muerte  y 
estado  del  Príncipe,  que  está  en  el  cielo,  me  ordenó  mi  confesor 
fuese  advirtiendo  todo  lo  que  me  sucediese,  para  escribirlo,  y 
luego  V.  M.  me  mandó  lo  mismo  y  que  le  remitiese  de  todo  un 
papel.  No  pude  entonces  replicar  á  estas  obediencias,  ni  excusar- 
me de  ellas,  porque  como  fué  tan  al  principio,  ignoraba  el  dis- 
curso y  el  fin  en  lo  que  me  ha  sucedido ;  mas  ahora  que  lo  he 
visto,  quiero  confesar  á  V.  M.  que  mi  encogimiento  ha  estado 
muy  cobarde  para  enviar  á  V.  M.  ese  papel ,  y  las  contradiccio- 


Í647. 


—    l82   — 

nes  que  en  mí  misma  he  padecido  vendan  mis  fuerzas ,  porque 
el  temor  en  tales  cosas  es  muy  conforme  á  mi  condición  y  el  ca- 
mino por  donde  Dios  me  ha  llevado  ' ;  mas  como  no  es  justo  re- 
sistir á  su  divina  voluntad ,  he  querido  hacer  este  sacrificio  de 
obediencia,  ayudándome  para  esto  la  segura  confianza  que  tengo 
del  secreto  de  V.  M. ,  como  el  negocio  lo  pide,  pues  sin  él  se 
podrían  impedir  los  fines  del  Altísimo.  A  V.  M.  suplico  puesta  á 
sus  pies ,  lo  confiera  sólo  consigo  mismo ;  que  el  Señor,  que  nada 
hace  ni  dispone  ociosamente,  asistirá  á  V.  M.  para  que  llegue  á 
conocer  su  santa  voluntad. 

Señor  mió,  no  es  mi  intención  en  lo  que  escribí  á  V.  M.  en  la 
carta  de  s  de  éste  excluir  el  parecer  de  los  ministros,  que  es  justo 
tomarle  para  obrar  con  el  orden  común  ;  pero  el  trabajo  de  los 
príncipes  y  el  peligro  de  errar  consiste  en  que  no  obren  los  infe- 
riores con  la  rectitud  y  pureza  que  obra  la  cabeza.  Señor  mió  de 
mi  alma,  ya  veo  que  es  cargar  todo  sobre  sus  hombros  de  V.  M.; 
pero  como  son  causas  de  Dios,  pondrá  los  suyos  para  que  la  carga 
se  aligere ;  y  puede  confiar ,  animar  y  dilatar  á  V.  M.  el  que  en  la 
Iglesia  de  Dios  es  sólo  V.  M.  el  de  más  vivo  celo  para  ayudarla 
y  defenderla;  y  esta  consideración  me  hace  llegar  á  desear  dar  la 
sangre  por  el  alivio  y  vida  de  V.  M.,  y  sólo  tengo  de  pena  que 
se  me  frustran  estas  ansias  por  lo  poco  que  valgo  y  temiendo 
que  tanto  escribir  y  decir  á  V.  M.  ha  de  ser  molesto  y  cansado. 

En  el  estado  que  ha  de  tomar  V.  M. ,  parece  que  lo  va  dispo- 
niendo el  Señor  y  no  siento  cosa  en  contrario :  pidiendo  siempre 
el  mayor  acierto,  espero  del  Todopoderoso  nos  lo  dará.  La  devo- 
ción de  los  Santos  cumpliré  yo  con  toda  esta  comunidad,  rezán- 
doles cada  dia  en  nombre  de  V.  M.  y  pidiendo,  si  algo  merecié- 
remos ,  sea  para  que  el  Altísimo  prospere  á  V.  M.  felices  años  y 
á  la  Infanta  nuestra  Señora ,  como  deseo. 

En  la  Concepción  Descalza  de  Agreda  á  i8  de  Enero  1647. — 
B.  L.  M.de  V.  M.  su  menor  sierva.—  Sor  María  de  Jesús. 


I  Ese  papel,  cuya  copia  escrita  por  la  V.  Madre  se  conserva  en  el  Convento 
de  Agrédanse  halla  también  en  un  manuscrito  de  la  Biblioteca  Nacional  de  Pa- 
rís ,  y  por  consideraciones  análogas  á  las  que  quedan  expuestas  en  la  nota  pági- 
na 55  no  la  hemos  insertado  en  esta  publicación. 


--  i83  - 


CXIV. 


Del  Rey  '. 


En  estafeta  passada  no  os  escriví  por  no  haver  recivido  carta       ***^"** 

*  30  de  Enero 

vrá ,  si  bien  dos  dias  después  del  en  q  solia  llegar  me  dieron  la  q  1647. 
me  escrivistes  en  18  deste  mes,  con  el  papel  largo  q  venia  con 
ella ;  y  os  asseguro  q  me  a  sido  de  tan  gran  consuelo  oír  lo  q  me 
decis  del  alma  de  mi  hijo,  q  no  tengo  palabras  con  q  referíroslo; 
pues  como  buen  padre  le  desseé  sienpre  la  dicha  mayor  q  ay  en 
esta  vida  y  en  la  otra;  y  assi,  no  me  queda  q  hacer  mas  q  dar 
gracias  infinitas  á  Dios  por  tan  singular  veneficio  como  le  ha  he- 
cho á  él  y  á  mi. 

He  leydo  el  papel  largo  con  toda  atención  dos  ó  tres  veces,  y 
por  cada  letra  del  reconozco  las  misericordias  que  obra  Dios 
conmigo,  y  por  otra  parte  buelvo  los  ojos  á  mi  ingratitud  vien- 
do quanto  le  offendo ,  quando  devia  ser  yo  mejor  q  ningún  hon- 
bre  del  mundo,  pues  con  menos  no  podia  satisfacer  á  lo  q  devo 
á  su  infinita  bondad.  Esto  me  atemoriza  y  fatiga  mucho ,  y  assí 
os  pido.  Sor  María,  q  me  ayudéis  para  q  me  ponga  en  estado  q 
pueda  recivir  los  favores  q  ussa  conmigo  Dios  ñfb  Señor,  Sienpre 
os  he  dicho  q  mi  intención  y  desseo  es  cunplir  con  la  volundad 
divina  y  con  las  obligaciones  q  a  puesto  á  mi  cuenta :  esto  buel- 
vo á  assegurar  una  y  mil  veces  y  que  si  yerro,  será  como  honbre 
q  no  alcanzo  mas,  pero  no  queriendo  hacerlo.  Yo  entendía  q  no 
podia  ser  contra  la  voluntad  de  ñTo  Señor  seguir  los  exenplares 
de  mis  passados,  q  tan  justa  y  santamente  governaron  estos  rey- 
nos,  y  juntamente  procurar  huir  de  lo  q  en  su  tienpo  no  fué  bien 
visto.  Yo  creo  q,  aunq  no  sea  de  vra  profession  tener  noticias  des- 
tas  cossas ,  os  la  da  general  lo  q  líFo  Señor  os  favorece ,  y  assí 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  i84  — 

habréis  entendido  la  prudencia  y  satisfacción  con  q  el  Rey  Don 
Felipe  segundo  mi  agüelo  governó  esta  Monarquía ,  el  cual  en 
todos  tienpos  tubo  criados  ó  ministros  de  quien  hizo  mas  con- 
fianza, y  de  quien  se  valió  más  para  todos  los  negocios;  pero  esto 
de  tal  manera,  que  las  últimas  resoluciones  y  disposiciones  sien- 
pre  dejó  reservadas  para  sí.  Este  modo  de  govíerno  a  corrido  en 
todas  quantas  Monarquías,  assí  antiguas  como  modernas,  a  ha- 
vido  en  todos  tienpos ,  pues  en  ninguna  a  dejado  de  haver  un 
ministro  principal  ó  criado  confidente,  de  quien  se  valen  más 
sus  dueños ,  porq  ellos  no  pueden  por  sí  solos  obrar  todo  lo  ne- 
cessarío.  A  este  se  suele  encargar  el  oir  á  ministros  y  negociantes 
para  informar,  á  la  caveza,  de  sus  pretensiones;  tanbien  el  solici- 
tar los  negocios  mas  graves  y  q  se  execute  con  puntualidad  lo 
q  se  resuelve ,  cossa  tan  necessaria  en  todos  tienpos ,  y  particular- 
mente en  los  presentes ,  en  q  tanto  inporta  la  brevedad  de  las 
execuciones  de  lo  que  está  resuelto. 

Esto  difícilmente  puede  correr  por  la  mano  del  Rey,  pues  no 
es  lícito  á  su  dignidad  andar  de  cassa  en  cassa  de  ministros  y 
secretarios  a  ver  si  executan  con  puntualidad  lo  q  les  ordena;  y 
por  estas  noticias  q  recive  por  medio  de  los  ministros  ó  criado 
de  mayor  confianza  puede  ordenar  lo  q  deve  hacer  y  saver  lo 
que  se  hace;  y  supuesto  q  mientras  estamos  en  esta  vida  nos 
hemos  de  servir  de  honbres,  nos  parece  escusable  el  valemos  de 
los  que  se  tiene  mayor  satisfacción ,  mientras  no  se  les  coje  en 
mala  letra  ó  se  save  q  abusan  de  la  merced  q  se  les  hace;  y 
como  por  ñra  vil  naturaleza  todos  dessean  sus  aumentos,  se  fa- 
cilita qualquier  negocio  mas,  si  se  encamina  por  manos  de  quien 
juzgan  q  alcanza  mas  favor  del  Príncipe,  pues  todos  dessean 
q  por  aquel  medio  llegue  á  su  noticia  lo  que  obran  en  su  servi- 
cio y  sus  interesses  particulares.  Esta  regla  creo  ques  general 
en  todas  partes,  y  si  se  ussa  bien  deste  modo,  sin  dar  al  minis- 
tro ó  criado  mas  de  lo  q  le  toca,  en  mi  corto  entender  no  lo 
tengo  por  nocivo. 

El  haver  eredado  yo  estos  reynos  de  diez  y  seis  años,  y  entra- 
do en  este  caos  con  las  cortas  noticias  q  en  aquella  edad  se  adquie- 
ren ,  fué  causa  (y  á  mi  parecer  lícita  entonces)  q  me  fiasse  de  mi- 


-i8s- 

nistros  y  q  á  algunos  les  diesse  más  mano  de  lo  q  pareda  conve- 
niente. Como  digo,  q  juzgo  q  en  el  principio  no  herré,  digo 
acra  q  hize  mal  en  q  durasse  aquel  modo  de  govierno  lo  q  duró, 
pues  con  la  esperienda  y  con  los  años  reconocí  los  inconvenien- 
tes q  tenia,  y  esto  fué  caussa  de  q  (aunque  tarde)  tomase  la  re- 
solución de  apartar  el  ministro  q  saveis.  Después  acá  he  procura- 
rado  no  dar  la  mano  á  ninguno  q  le  havia  dado  á  él,  por  tenerlo 
assí  por  necessarío  para  cunplir  con  mi  obligación  y  con  mi  re- 
putación; y  aunq  es  verdad  q  he  mostrado  más  confianza  de 
algún  criado,  a  ssido  porq  desde  muchacho  se  crió  conmigo  y 
nunca  he  reconoddo  en  él  cossa  fea  ni  en  las  costunbres  ni  en  lo 
q  me  a  representado ,  pues  sienpre  ha  vivido  ajustadamente  y 
le  tengo  por  persona  de  buena  intención  ;  y  aunq  esto  es  assí, 
sienpre  he  reussado  darle  el  carácter  de  ministro  por  huir  de  los 
inconvenientes  passados.  Bien  confíesso  q  le  encargo  la  solicitud 
de  las  materias  q  se  resuelven,  particularmente  d  solidtar  con  el 
Pres.'"  de  Hadenda  las  disposiciones  del  dinero,  de  q  tanto  neces- 
sitamos,  y  con  los  ministros  á  quien  toca  la  solicitud  de  los  medios 
para  prevenir  tenprano  la  canpaña;  pues  como  he  dicho,  á  mí  me 
toca  el  resolverlo  y  á  los  ministros  executarlo.  Tanbien  le  he  en- 
cargado (aunq  lo  mismo  tengo  encargado  á  otras  personas)  q 
como  anda  por  halla  fuera  más  q  yo  y  trata  con  más  personas,  me 
sepa  y  avisse  de  como  proceden  los  ministros,  y  q  esto  sea  con  todo 
recato  paraq  con  estas  noticias  primeras  pueda  yo  tomar  otras  y 
averiguar  lo  q  passa  en  esto,  para  el  castigo  ó  d  premia  de  los  q 
lo  merederen. 

Todo  esto.  Sor  María,  es  fuerza  que  se  haga  por  medio  de  hon- 
bresy  de  quien  se  tiene  más  satisfacción,  y  juntamente,  como  yo 
lo  procuro  hacer ,  atender  á  como  proceden  estos  instrumentos 
mas  inmediatos  para  corregirlos  y  castigarlos  si  abusaren  de  la 
merced  que  se  les  hace.  Bien  me  habréis  oydo  quejar  algunas 
veces  con  vos  misma,  estando  en  esse  convento,  dd  cuydado  q 
me  costava  mirar  á  las  manos  á  los  ministros ,  y  assí  no  estra- 
do lo  q  os  dijo  la  alma  de  mi  hijo  de  q  me  tenía  lástima  vién- 
dome rodeado  desta  gente,  q  á  mi  entender  atienden  mas  á  sus 
interesses  propios  q  al  servicio  de  ñro  Señor  y  á  cunplir  rec- 

»3 


—  i86  — 

tamente  con  sus  ministerios.  El  temer  que  son  muchos  á  los  q 
les  sucede  esto  me  toca  á  mi;  pero  el  saver  quales  son  con  cer- 
teza á  solo  Dios  q  conoce  los  interiores,  pero  bien  save  su  Divi- 
na Mag.^  q  si  yo  llego  á  alcanzarlo,  procuro  remediarlo  luego;  y 
assí ,  si  vos  tenéis  entendido  quales  son  los  mas  perniciossos  y  se 
os  permite  avisarme  dello,  holgaría  de  tener  esta  noticia  para 
aplicar  el  remedio  conveniente,  porq  si  no,  en  la  duda  no  podré 
atreverme  á  remover  tantos  como  deve  de  haver  sospechossos, 
pues  fuera  remover  y  alterar  los  tribunales,  aunq  sienpre  será 
castigado  el  q  yo  entendiere  q  lo  merece ;  si  bien  no  carece  de 
dificultad  haviendose  de  hacer  jurídicamente,  sindicándole  y  si- 
guiendo los  términos  judiciales,  por  las  largas  q  esto  trae  consi- 
go y  por  los  enbarazos  forzossos  q  se  ofrecen  en  esta  manera  de 
juicios. 

Yo,  Sor  Maria,  no  reusso  travajo  alguno,  pues,  como  todos 
pueden  decir,  estoy  continuamente  sentado  en  esta  silla  con  los 
papeles  y  la  pluma  en  la  mano,  viendo  y  pasando  por  ella  to- 
das quantas  consultas  se  me  hacen  en  esta  Corte  y  los  despa- 
chos q  vienen  de  fuera,  resolviendo  las  mas  materias  allí  inme- 
diatamente, procurando  se  ajuste  el  dictamen  q  tengo  por  mas 
ajustado  á  la  razón :  otros  negocios  de  mayor  pesso  y  q  piden 
más  inspección  para  resolverlos,  remito  á  diferentes  ministros 
para,  haviéndolos  oydo,  resolver  lo  q  tengo  por  mas  conveniente. 
En  fin ,  las  últimas  resoluciones  no  passan  por  otra  censura, 
pues  es  esto  lo  q  yo  entiendo  q  á  mf  me  toca;  y  creedme,  q  los 
q  mas  deslucen  estas  materias  y  dan  ocasión  para  q  se  mormure 
si  este  ó  aquel  tiene  más  mano  de  la  q  en  realidad  de  verdad  yo 
le  doy,  son  generalmente  los  pretendientes  y  anbiciossos  (de  q  ay 
mucho  número  en  la  república)  pues  creyendo  q  por  mano  de 
la  persona  á  quien  yo  hago  más  merced  an  de  conseguir  sus  pre- 
tensiones, le  cortejan  y  siguen  de  manera  q,  viéndole  el  pueblo 
con  este  séquito  y  aplausso ,  le  tiene  por  lo  q  en  la  verdad  no  es; 
y  yo  procuro  y  procuraré  en  las  mas  ocasiones  q  se  ofírecieren 
desengañarle  desta  ceguedad.  Bien  será  menester  gran  parte  del 
poder  de  Dios  para  evitar  q  en  palacio  deje  de  haver  emulacio- 
nes sobre  quién  consigue  mas  gracia  con  su  dueño ,  pues  este  es 


\ 


—  187  — 

i  un  tropiezo  en  q  todos  caen  y  en  q  an  caido  en  todos  tienpos  y 

I  monarquías,  assf  antiguas  como  modernas,  y  si  (como  digo)  Dios 

'  no  obra  con  su  sumo  poder,  hallo  difícil  remedio  á  llaga  tan  en- 

vejecida q  nace  de  ñra  naturaleza  y  de  la  anbicion  q  generalmen- 
te reyna  en  los  mas. 

Sor  María ,  ame  parecido  alargar  algo  esta  carta  para  infor- 
maros con  particularidad  de  lo  q  en  hecho  de  verdad  me  su- 
cede'; y  resumo  este  discursso  con  deciros  q  mi  intención  es  de 
hacertar  á  cunplir  la  voluntad  de  ñro  Señor  en  todo  y  por  todo 
y  con  la  obligación  del  pesso  q  a  puesto  á  mi  cargo,  sin  reussar 
travajo  alguno  q  me  conduzga  á  este  fin ,  y  q  todo  lo  q  yo  en- 
tendiere es  voluntad  suya  lo  executaré  procurando  vencer  qual- 
quier  repugnancia  q  tubiere.  Vos  leed  con  atención  esta  carta  y 
se  la  podréis  comunicar  á  vFo  confessor  j  y  haviendo  encomenda- 
do á  Dios  la  materia  con  las  veras  q  vos  lo  hacéis,  me  responde- 
réis lo  q  se  os  offreciere;  q  mientras,  yo  no  me  descuydaré  acá 
de  executar  lo  q  entendiere  es  mayor  servicio  de  ñro  Señor. 

En  la  parte  del  secreto  podéis  estar  sin  cuydado,  pues  será 
inviolable ,  y  no  se  os  olvide  de  encomendarme  á  Dios  para  q 
acierte  á  servirle  en  todo  y  á  salvarme,  aunq  me  cueste  grandes 
travajos  en  esta  vida.  Tanbien  os  encargo  á  mi  hija  para  q  pi- 
dáis á  ñro  Señor  la  guarde  y  q  se  crie  para  su  santo  servicio. 

Mi  nuebo  matrimonio  se  a  ajustado  ya  con  mi  sobrina  la  hija 
del  Emperador :  suplicad  á  ñfb  Señor  permita  q  sea  para  su  ma- 
yor servicio  y  bien  desta  Monarquía ,  y  no  os  olvidéis  della,  pues 
en  todas  partes  ay  muchos  riesgos  y  trabajos ;  pero  fio  de  su  in- 
finita misericordia  q  no  a  de  permitir  q  acave  de  perderse ,  ha- 
viéndole  hecho  tan  señalados  servicios  en  todos  tienpos  y  sien- 
do donde  mas  pura  y  firme  está  la  religión  católica. 
De  Madrid  á  30  de  Enero  1647.  — Yo  el  Rey. 


1 


k 


—  i88  — 


cxv. 


De  Sor  Maria  '. 


I  15  de  Febrero       Scñor:  El  rigof  del  tiempo  abrá  ocassionado  q  las  estafetas  no 

1647. 


lleguen  los  dias  fijos  que  suelen,  porq  esta  carta  de  V.*  M.^  a  tar- 
dado á  llegar  :  recíbola  á  13  deste  mes;  ame  tenido  cuydadossa 
su  dilación. 

Con  rra^on  confiessa  V.^  M.^  allarsse  singularmente  beneficiado 
y  fabore^ido  de  la  mano  poderossa  del  Altíssimo ,  y  yo  entiendo 
q  con  ninguna  nación  ni  generación  a  sido  tan  liberal  como  lo 
conoce  V.*  M.**,  y  esperimentará  mas,  si  con  coracon  recto  se 
entrega  V.»  M.^  en  la  dibina  voluntad ,  para  que  gobierne  y  en- 
camine el  espíritu  y  todas  sus  acciones  de  V.»  M.^:  en  mis  pobres 
oraciones  y  exercicios  se  lo  suplico  continuamente. 

Desta  carta  e  procurado  quedar  muy  capaz;  y  no  obstante  q  no 
son  materias  de  mi  proffession  y  estado,  el  Altíssimo,  que  dá  len- 
gua y  sabiduría  á  los  párbulos,  obra  como  poderosso.  Confiesso 
que  tengo  arto  conocimiento  de  las  materias  de  palacio,  de  las  de 
la  Monarquía  y  de  lo  que  V.*  M.^  me  advierte;  y  esta  inteligen- 
cia me  a  tenido  y  tiene  traspasado  el  coracon  de  dolor,  por  la 
ponderación  q  sienpre  e  hecho  del  grande  y  pessado  trabajo  q 
V.*  M.^  tiene  sobre  sus  hombros;  y  en  mis  cartas  me  abrá  oydo 
V.^  MA  lamentar  del,  y  á  mis  solas  le  lloro  con  amargura  y  se  le 
presento  al  Señor  suplicándole  ponga  alivio  á  este  yugo,  pues  es 
caussa  de  su  Iglessia  santa,  y  por  fundarla,  enrriquecerla  y  darnos 
ley  tan  perfecta,  santa  y  pura,  murió  en  una  cruz;  y  sienpre  e 
aliado  en  su  pressencia  santíssima  el  alivio  de  esta  pena ,  cono- 
ciendo el  católico  y  perfecto  celo  de  V.*  M.**  y  su  sana  intención. 
No  dudo  de  ella,  ni  de  que  el  Todopoderosso  la  recibe,  y  q  con- 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  i89  — 

currirá  con  su  misericordia,  su  aussilio  y  gracia  particular  á  que 
V.*  M.**  obre  y  ponga  en  execu9Íon  su  desseo;  y  le  suplico,  Señor 
mió,  tenga  esta  confian^  y  que  en  fé  de  ella  obre  grandes  y 
magnificas  cossas,  como  las  necessitan  los  aprietos  y  trabajos  de 
la  Iglesia  y  de  su  Corona  de  V.*  M.^ 

En  el  papel  que  escribí  á  V.*  M.*^  no  puedo  decir  más  de  que 
sólo  e  serbido  de  instrumento,  aunq  tan  vil  y  bajo ;  y  no  puedo 
ser  juez  en  la  caussa  q  contiene  porque  esto  toca  á  solo  Dios,  á 
quien  e  obedecido  y  á  quien  son  patentes  los  secretos  ocultos  del 
cora9on  humano,  sin  que  pueda  padecer  engaño,  como  los  hom- 
bres q  sólo  cono9en  lo  aparente  y  de  fuera ;  y  sienpre  es  verdad 
q  á  Dios  no  le  podemos  dar  consejo,  sino  rendirnos  á  sus  JUÍ9Í08 
rectos  y  ynescrutables.  Tanpoco  e  tenido  aten9Íon  á  que  del  todo 
se  remedien  las  emula9Íones  de  pala9Ío,  porque  estas  son  tan 
inescussables  como  ser  hombres  los  que  sirben  á  los  reyes;  y  el 
intento  del  papel,  como  en  el  mismo  conocerá  V.'  M.^,  sólo  es 
prebenir  y  alentar  el  ánimo  de  V.^  M.^  para  que,  como  quien 
tiene  las  ve9es  de  Dios  en  la  tierra ,  se  haga  superior  á  todos  estos 
desórdenes  y  á  los  abussos  q  fá9Ílmente  introducen  los  mas  fa- 
bore9Ídos,  y  los  que  no  lo  son  si  afuera  pueden  algo;  y  en  esto, 
crea  V.*  M.**  q  son  muy  raros  los  q  no  son  hijos  de  Adán  y  que 
no  encaminen  la  poten9Ía  á  sus  propias  conbenien9Ías. 

A  corrido  mucho  en  el  mundo  la  malicia ;  los  VÍ9Í0S  se  an  au- 
mentado; los  pecados  an  cre9Ído  hasta  llegar  á  yrritar  la  justicia 
de  Dios  y  á  que  sintamos  sobre  nosotros  el  a90te ;  pues  el  intento 
•  de  aquel  papel  es  q  V.^  MA  conozca  esta  verdad,  q,  según  la  po- 
testad que  Dios  le  dio,  remedie  V.^  M.^  lo  que  pueda  no  alteran- 
do los  consejos  ni  con  descrédito  de  los  jue9es  y  ministros  (sino 
es  q  la  caussa  obligue  á  luego  executar) ;  q  el  espíritu  y  voluntad 
del  Señor  obra  con  suabidad  y  fortale9a,  edificando  y  no  destru- 
yendo, corrigiendo  y  no  acabando.  V.^  M.^  se  arme  del  querer 
del  Señor  y  esté  como  sol  entre  las  estrellas,  q  á  todo  atiende» 
influye ,  alunbra  y  nada  le  mancha  ni  le  ofende  ni  aparta  de  su 
grande9a. 

Yo,  Señor  mió,  desseo  más  q  todas  las  criaturas  la  salba9Íon 
de  V.^  M.<^,  el  a9Íerto  en  su  gobierno,  q  todos  le  amen,  teman, 


—  190  — 

obedezcan  y  respeten,  y  que  V.»  M.^  no  pierda  de  su  deidad; 
pero  q  estando  en  ella  se  informe  de  la  verdad ,  q  lo  malo  se 
castigue  y  lo  bueno  se  premie. 

Eme  consolado  mucho  de  aber  oydo  á  V.^  M .^  el  orden  q  guar- 
da de  tomar  notÍ9Ías  y  informarsse  de  los  ministros,  y  si  ellos  las 
dan  verdaderas  y  legales,  es  ex9elente;  pero  Dios  es  fiel  y  dis- 
pondrá, como  no  se  le  oculte  á  V.»  M.<*  la  verdad.  For9osso  es 
balerse  V.'  M.<^  de  muchos  para  tanto  trabajo  y  grabes  materias 
q  ay  q  disponer  y  ajustar;  y  buscando  los  sugetos  más  convi- 
nientes  y  de  sana  intención,  es  acertado;  y  en  esto  tiene  V.*  MA 
mucho  bueno  q  emitar  en  el  Señor  Rey  Felipe  segundo,  agüelo 
de  V.*  M,**,  porq  se  supo  serbir  de  los  mejores  criados  y  minis- 
tros, de  manera  q  se  entendiesse  ninguno  tenía  mano  superior, 
como  V.*  MA  di^e :  la  prudencia  de  V.*  M.^  de  todos  los  exem- 
plares  sacará  fruto  y  escojerá  lo  mejor. 

Suplico  á  V.*  M.<*,  Señor  mió,  que  no  se  contriste  ni  aflija  por 
lo  que  la  alma  del  Príncipe  ñfo  Señor  dixo  de  q  tenía  lástima 
de  V.^  M.^,  ni  por  sus  advertencias ;  q  como  son  dadas  de  quien 
está  en  tan  perfecto  estado,  libre  desta  mortalidad  y  donde  la 
luz  es  tan  clara,  son  muy  ajustadas  y  necesarias  á  ma  naturaleza 
tarda  y  pessada;  serbirán  para  q  V.»  M.^  conozca  la  verdad  y  sepa 
los  peligros  deste  baile  de  lágrimas,  q  que  es  el  mayor  benéfico 
q  su  hijo  de  V.^  M.^  le  puede  hacer,  abissándole  de  ellos. 

Ea,  Señor  mió  de  mi  alma,  dilate  el  ánimo  V.*  M.^  no  se  le 
cuarten  los  cuidados  y  negocios  y  los  pocos  q  le  ayudan ;  que 
Dios  es  fiel  y  mira  piadosso,  misericordiosso  y  atento  q  V.^  M.^  es 
solo  el  que  con  beras  defiende  su  Iglessia  y  mira  por  su  onrra  y 
gloría.  No  se  puede  hacer  esto  sin  trabajo,  sin  dolor  y  pena,  y 
mas  quando  los  enemigos  de  los  hijos  de  Dios  son  tantos  y  tan 
crueles :  tienpo  es  de  tríbulacion  por  las  muchas  q  cercan  á  la 
Iglessia  santa,  y  sienpre  que  el  Señor  se  las  a  dado  an  sido  para 
grandes  fines,  porque  con  tribulaciones  se  an  aumentado  los  fie- 
les y  la  nabecUla  de  la  Iglessia  a  caminado  con  trabajos;  poes 
siendo  V.*  M.^  el  Rey  principal  de  los  chrístianos  y  el  mayor, 
mucho  le  a  de  costar  lo  q  tanto  inporta. 

Por  fuego  y  por  agua  emos  de  passar  los  que  á  esta  caussa  emos 


j 


—  191  — 

de  ayudar;  y  como  para  remediarla  es  menester  la  proteegion  y 
anparo  del  Todopoderosso,  es  ra^on  le  obliguemos  para  alcan- 
garle,  V.^  MA  evitando  con  todo  su  poder  y  esfuerzo  las  ofenssas 
de  Dios  y  desórdenes  públicos ,  y  los  demás  daños  que  yrrítan 
la  hira  del  Altíssimo ;  yo,  aunque  la  menor  y  mas  pobre  cria- 
tura, con  esta  comunidad  ofrezco  de  trabajar,  llorar  y  clamar  al 
Todopoderosso,  pidiéndole  misericordia  y  que  aparte  de  nos- 
otros el  a90te  que  mere9en  nuestros  pecados,  y  por  su  salba9Íon 
de  V.^  MA  trabajo  como  por  la  mia;  y  el  desearla  tanto  me  ha9e 
ser  molesta  á  V.^  M.^  y  cansarle,  diciendo  todo  quanto  llega  á 
mi  noticia  y  me  pare9e  puede  ayudar  á  V.»  MA  Estimo  quanlo 
puedo  el  secreto  q  V.^  M.^  me  ofrece,  porque  la  liberalidad  con 
que  pongo  á  V.^  M.^  patente  mi  cora9on,  le  pide  y  le  necessita. 

Mi  confesor  está  muy  enfermo  y  dÍ9en  de  peligro :  tiéneme 
cuidadossa  q  me  £dte  su  consejo  y  doctrina,  q  es  buena  :  sin  ella 
quedarla  muy  sola  en  medio  de  muchos  trabajos  que  me  cercan. 
E  obedecido  á  V.*  M.^  en  darle  noticia  desta  carta  y  me  a  orde- 
nado que  con  beras  encomiende  á  Dios  todo  lo  q  contiene. 

Señor,  el  tiempo  está  muy  adelante;  el  enemigo  no  se  descui- 
dará en  las  prebenciones  de  la  campaña  futura,  en  salir  áynten- 
tar  alguna  fac9Íon,  porque  abrá  incitado  su  soberbia  el  buen  su- 
cesso  que  el  Señor  nos  dio  en  Lérida.  Suplico  á  V.>  M.^  q  mande 
se  nombre  luego  el  general  q  ubiere  de  ser  para  ñro  exército, 
porque  estando  alojado  en  diferentes  partes,  es  menester  tiempo 
para  juntarsse  y  que  esté  presto  para  la  canpaña ;  y  el  salir  tarde 
es  de  grande  daño  porq  nunca  podemos  ha9er  guerra  ofiTenssiba, 
y  la  defenssiba  es  con  mucho  trabajo  y  peligro. 

Ya  considero  lo  que  le  a  de  costar  á  V.*  M.*  el  disponer  todo 
esto  y  el  q  se  busque  dinero  y  lo  demás  ne9essario :  á  esto  qui- 
siera yo  q  todos  ayudassen  y  que  se  baliesse  de  ellos  V.^  M .^  Aora 
es  la  ocassion  oportuna  de  prober  las  pla9as  abundantemente  de 
lo  ne9essario  y  gobernadores  fieles  y  diestros ;  que  si  por  ambre 
ó  infidelidad  no  se  coge  una  pla9a,  es  inespugnable  y  le  cuesta 
mucho  al  enemigo,  con  que  se  le  enflaque9en  las  fuer9as. 

El  Todopoderoso  nos  dé  unas  generales  pa9es  por  su  bondad, 
para  q  yo  vea  á  V.^  M.^  libre  de  tantos  cuidados. 


—   192   — 

Doy  á  V.^  M.^  afetuossas  norabuenas  de  abersse  ajustado  ya  las 
materias  del  nuebo  estado  de  V.*  M.^  con  la  S.'  Archiduquessa: 
suplicaré  á  el  Altíssimo  que  sea  para  gloria  y  onrra  suya  y  que 
guarde  á  la  Señora  Infanta  y  la  crie  para  su  santo  serbi^io,  y 
á  V.*  M.^  prospere  feliges  años  como  desseo. 

En  la  Con^ecion  Descal9a  de  Agreda  15  de  Febrero  1647. — 
Vesa  la  mano  de  V.»  M.^  su  menor  sierba. — Sor  María  de  Jesús. 


CXVI. 


Del     Rey. 


Madrid  Sor  María :  La  estafeta  pasada  no  pude  responder  á  la  carta 
*^  1647.  que  me  escribisteis  en  16  de  éste,  pues  la  recibí  después  de  haber 
partido  la  que  va  de  aquí :  ahora  que  se  acerca  la  partida  de  la 
otra  lo  hago  con  mucho  gusto,  asegurándoos  que  me  son  de 
grande  alivio  y  consuelo  vuestras  cartas  y  los  documentos  que 
me  dais  en  ellas,  tan  dignos  de  estimación  y  de  ejecutarse.  Temo 
que  mi  frágil  naturaleza  y  lo  que  he  ofendido  á  nuestro  Señor 
me  impide  el  buen  logro  de  esta  doctrina ;  y  así  siempre  insto  é 
instaré  con  vos,  para  que  me  ayudéis  á  poner  en  estado  que  sea 
merecedor  de  este  bien  y  que  acierte  á  cumplir  en  todo  con  la  vo- 
luntad de  nuestro  Señor,  pues  El  sabe  que  deseo  cumplir  entera- 
mente con  las  obligaciones  en  que  me  puso.  Ayudadme,  Sor  Ma- 
ría, á  esto  y  particularmente  á  que  acierte  á  salvarme;  que  esto 
es  lo  único  que  debemos  desear  y  procurar  por  todos  caminos. 
Conñésoos  que  me  veo  afligido  temiendo  que  no  acierto  á  cumplir 
con  la  voluntad  de  nuestro  Señor  y  con  lo  que  me  intima  por 
vuestro  medio,  y  esto  me  hace  pasar  bien  malos  ratos;  pero  alién- 
tame algo  el  pensar  que  desea  favorecerme  si  yo  no  se  lo  desme- 
rezco. Sírvase  su  Divina  Majestad  de  que  esto  sea  así  y  de  darme 
su  gracia  para  hacer  en  todo  su  santa  voluntad. 


—  193  — 

En  la  carta  larga  que  os  escribí  me  confesé  generalmente  con 
vos,  y  asf  en  ésta  no  me  queda  que  hacer  más  que  remitirme  á 
lo  dicho  y  pediros  que,  si  os  parece  voy  errado  y  fuera  de  la  vo- 
luntad de  nuestro  Señor,  me  lo  advirtáis  para  que  la  siga  en 
todo  como  lo  deseo  hacer,  y  que  juntamente  le  pidáis  en  mi 
nombre  me  alumbre  y  me  dé  á  conocer  los  buenos  y  malos,  que 
sin  mucha  luz  suya  no  es  fácil  de  conseguir,  para  que  pueda  cor- 
regir los  unos  y  premiar  los  otros.  Harto  procuro  evitar  las  ofen- 
sas de  Dios  nuestro  Señor  y  excesos  de  la  república,  y  me  con- 
tristo sumamente  de  ver  que  no  lo  consigo  como  yo  quisiera; 
pero  haré  lo  posible  de  mi  parte.  Estoy  ahora  tratando  actual- 
mente de  enviar  por  todo  el  Reino  algunos  ministros  de  los  de 
mayor  satisfacción  que  hay,  con  las  órdenes  necesarias  para  que 
reconozcan  los  excesos  que  hay  en  la  república  y  traten  de  re- 
mediarlos y  de  castigar  con  todo  rigor  á  los  culpados,  y  que  me 
avisen  muy  por  menor  de  todo  lo  que  ocurriere  en  los  distritos  á 
que  van :  si  ellos  cumplen  con  sus  comisiones,  como  deben,  ten- 
go por  cierto  será  de  algún  fruto  esta  resolución ;  pero  como  son 
hombres,  se  puede  temer  lo  contrario. 

También  trato  con  todo  calor  de  las  prevenciones  de  la  cam- 
paña, así  por  mar  como  por  tierra,  y  de  poner  las  plazas  lo  más 
abundantemente  que  los  medios  nos  dan  lugar,  y  he  nombrado 
para  general  del  ejército  al  Marqués  de  Aytona  que,  aunque  es 
mozo,  es  temeroso  de  Dios  y  tiene  alguna  práctica  en  la. mi- 
licia ;  con  lo  cual  y  con  los  cabos  que  se  le  ponen  espero  dará 
buen  cobro  de  la  materia.  Con  todo  eso,  aunque  se  hacen  los 
esfuerzos  posibles  son  tan  cortos  los  medios ,  que  si  Dios  nues- 
tro Señor  no  suple  esta  falta  con  su  mano  poderosa,  temo  que 
nos  ha  de  suceder  mal  esta  campaña,  particularmente  con  los 
avisos ,  que  me  vienen  de  todas  partes,  de  que  los  enemigos  ha- 
cen grandes  aparatos  en  todas  partes  contra  nosotros;  y  me  avi- 
san los  ministros,  que  tratan  de  la  paz,  que  hoy  están  más  lejos 
que  nunca  en  venir  en  ella  los  franceses  por  la  soberbia  con  que 
se  hallan,  la  cual  les  da  á  entender  que  este  año  han  de  acabar 
con  todo.  Lo  que  me  alienta  es  que  tenemos  Dios  justo  y  que 
sabe  castigar  á  los  soberbios. 


—  194  — 

Los  holandeses  están  más  blandos  y  va  muy  adelante  el  acuer- 
do con  ellos;  y  si  se  resolviesen  á  separarse  de  los  franceses,  fue- 
ra de  grandísima  consideración  para  que  ellos  tratasen  de  entrar 
por  camino.  Encomendad  todo  esto  á  nuestro  Señor  y  pedidle 
nos  dé  paz  y  que  se  duela  de  esta  Monarquía,  que  tantos  servi- 
cios le  ha  hecho  siempre ;  y  vuélvoos  á  decir  que  siempre  me 
digáis  lo  que  entendiereis  es  su  voluntad  para  que  yo  lo  gecute. 
También  os  encargo  de  nuevo  á  mi  hija  para  que  la  presentéis 
en  mi  nombre  á  nuestro  Señor  y  le  pidáis  se  críe  para  su  santo 
servicio. 

Siento  mucho  la  indisposición  de  vuestro  confesor,  por  ser  él 
tan  bueno  y  por  la  &lta  que  os  haría  si  os  faltase;  pero  fio  de 
Dios  le  dará  salud. 

De  Madrid  á  24  de  Febrero  1647.  —  Yo  el  Rey. 


CXVII. 


De  Sor  Maria. 


8  de  Marco  Señor:  Cada  dia  me  hallo  más  confusa  y  obligada  de  la  piedad 
'^^^'  de  V.  M.  para  conmigo ,  y  me  aflige  lo  poco  que  valgo  para  sa- 
tisfacer á  tan  gran  deuda;  y  sobre  todo  confieso  que  me  enter- 
nece mucho  leer  las  razones  de  V.  M. ,  y  con  lágrimas  las  repre- 
sento y  pongo  en  la  presencia  del  Altísimo,  que  las  infunde  y 
produce  en  el  católico  corazón  de  V.  M. ;  y  en  llegando  á  la  in- 
teligencia de  esto,  no  puedo  desconfiar  de  la  clemencia  divina, 
cu3ras  son  todas  nuestras  buenas  obras  y  de  donde  nos  viene  el 
querer  y  ejecutar  con  perfección. 

Vuestra  Majestad,  Señor  mió,  no  desmaye,  ni  por  la  dificultad 
de  las  cosas  y  trabajoso  estado  que  tienen,  ni  por  la  fragilidad 
humana,  pues  todo  esto  es  menos  que  la  virtud  y  poder  del 
Altísimo ;  y  si  no  desmerecemos  que  nos  asista  y  le  correspon- 
demos, lo  que  parecia  imposible  se  facilitará,  y  en  lo  que  se 


teme  ha  de  ser  amargo  se  viene  á  hallar  mucha  suavidad  y  dul- 
zura, y  tras  de  una  grande  tempestad  viene  serenidad.  Verdad 
es,  Señor,  que  parece  duran  mucho  las  olas  turbulentas  que  com- 
baten á  la  santa  Iglesia  y  á  esta  Monarquía,  y  que  tarda  el  Se- 
ñor á  imperar  sobre  ellas  y  mandarles  se  aquieten,  como  hizo 
cuando  se  halló  en  el  mar  con  sus  discípulos,  que  á  voces  le  cla- 
maban y  decian:  «Sálvanos,  Señor,  que  perecemos»;  y  su  Ma- 
jestad dormia  ó  lo  manifestaba  á  la  apariencia,  porque  con  la 
aflicción  y  trabajo  creciese  la  fe  de  los  Apóstoles  y  en  ella  se 
hiciesen  más  robustos,  y  pensando  que  dormia  el  Redentor  del 
mundo  le  diesen  mayores  clamores,  que  son  deleitables  á  sus 
oidos  los  de  los  atribulados  y  gustoso  el  remediarlos.  No  es  me- 
nor ,  sino  mucho  mayor  el  peligro  presente  de  la  navecilla  de  la 
Iglesia  santa,  ni  le  importa  menos  á  su  Majestad  el  remediarla; 
pues  clamemos  y  trabajemos  y  pidámosle  que  serene  la  tempes- 
tad, é  impere  sobre  las  olas  hinchadas  y  soberbias  de  los  ene- 
migos, como  hizo  en  el  mar,  y  en  un  instante  lo  deje  todo  en 
tranquilidad. 

Lo  que  V.  M.  me  dijo  en  la  carta  larga  estoy  representando 
al  Todopoderoso,  porque  no  deje  errar  á  V.  M.  ni  oponerse  á  su 
divina  voluntad,  y  para  esto  deseo  que  V.  M.  la  reciba  y  la  oiga 
con  ánimo  muy  indiferente ,  que  es  el  mejor  dispuesto  para  eje- 
cutarla: en  esta  igualdad  no  tema  V.  M.  que  le  faltará  la  abun- 
dancia de  la  divina  luz  para  conocer  los  sujetos,  interponiendo 
la  diligencia  conveniente. 

Yo  quedo  muy  consolada  del  acuerdo  que  V.  M.  ha  tomado 
de  enviar  ministros  para  la  reformación  de  los  excesos  del  reino. 
Suplicaré  al  Señor  les  dé  temor  suyo  y  atención  á  la  voluntad 
de  V.  M.,  para  que  procedan  en  esta  ocupación  como  lo  pide 
la  necesidad  de  administrar  justicia  y  castigar  los  pecados  públi- 
cos; y  si  no  consigue  V.  M.  todo  lo  que  desea,  mirará  la  cle- 
mencia divina  que  V.  M.  ha  hecho  lo  que  puede.  ¡  Oh  Señor 
mió !  i  y  qué  medio  tan  eficaz  era  para  aplacar  la  justicia  severa 
de  Dios  reformar  la  república  y  evitar  pecados!  Tanto,  que  se 
cuenta  en  la  Escritura  que,  estando  Holoférnes  para  hacer  guerra 
á  los  hebreos  (que  era  el  pueblo  de  Dios)  con  poderosísimo 


—  196  — 

ejército,  y  queriendo  cercar  á  Betulia,  consultándolo  con  sus 
capitanes,  dijo  uno  de  ellos,  llamado  Achior:  «Si  ese  pueblo 
tiene  enojado  y  ofendido  á  su  Dios,  fácilmente  le  venceremos; 
pero  si  no,  no  bastarán  mil  á  uno.»  Y  fué  así,  porque  el  ejército 
contrario  se  componía  de.  ciento  veinte  mil  hombres  de  á  pié  y 
doce  mil  de  á  caballo,  y  siendo  tan  numeroso,  bastó  á  desha- 
cerle y  ponerle  en  confusión  y  huida  el  hacer,  penitencia  los  na- 
turales de  Betulia  y  ponerse  en  oración;  y  sola  peleó  Judith  y 
cortó  la  cabeza  á  Holoférnes,  con  que  confusos  levantaron  el 
cerco  y  sitio ,  dejando  libre  la  plaza ;  porque  en  teniendo  propi- 
cio á  Dios,  su  Majestad  vencerá  y  nos  alcanzará  triunfos  y  vic- 
torias. 

En  las  prevenciones  de  la  campaña  de  este  año,  aunque  siento 
mucho  que  sean  tan  cortas  y  que  le  cueste  tanto  á  V.  M.,  con 
todo  eso,  confieso  que  en  esta  parte  siempre  atiendo  más  á  que 
tengamos  desenojado  á  Dios,  que  grandes  ejércitos;  y  aplicando 
los  medios  que  nuestras  fuerzas  alcanzan,  el  Altísimo  se  com- 
padecerá de  nuestra  debilidad ,  pues  nuestros  enemigos  huyen 
tanto  de  la  paz  y  no  la  admiten  cuando  les  convidamos  con  ella. 
En  esta  causa  no  tengo  que  ofrecerme  de  nuevo,  porque  conozco 
lo  que  monta  para  la  Cristiandad,  y  así  deseo  obrar  como  hija  de 
la  Iglesia  católica  y  también  solicito  oraciones  de  todos  los  que 
me  hablan  y  conozco;  y  con  las  religiosas  de  mi  comunidad  he 
concertado  que  todos  los  ejercicios,  penitencias,  oraciones  y  ayu- 
nos, que  hiciéremos  esta  cuaresma  y  todo  el  año ,  sean  por  el 
buen  suceso  de  las  guerras ,  para  conseguir  las  paces  y  la  salud  y 
vida  de  V.  M.  y  de  la  señora  Infanta.  De  S.  A.  tengo  continua 
memoria,  y  la  miro  con  grande  cariño  para  suplicar  al  Altísimo 
obre  en  ella  su  divina  voluntad ,  como  V.  M.  desea  y  yo  lo  espe- 
ro de  su  bondad  infinita. 

En  la  Concepción  Descalza  de  Agreda  á  8  Marzo  1647. 

Sor  María  de  Jesús. 


—  197  — 


CXVIIL 


Del    Rey^ 


Sor  Marfa  :  Por  haver  redvido  tarde  el  día  de  la  estafeta  pas-      ^^^ 

'^  19  de  Mano 

sada  vía  carta  de  8  deste  y  tenido  mucho  q  despachar,  no  pude  1647- 
responderos  luego  á  ella,  aunq  desseé  hacerlo  por  lo  q  me  ali- 
via esta  correspondencia;  aora  lo  hago  con  mucho  gusto  y  os 
agradezco  quanto  me  decís  en  ella ,  q  todo  es  muy  conforme  á 
los  desseos  q  tenéis  de  mis  aciertos  espirituales  y  tenporales:  solo 
temo  q  todos  estos  buenos  consejos  q  me  dais  me  an  de  servir 
de  mayor  cargo  para  la  quenta  última,  pues  siendo  ellos  tales, 
no  sé  aprovecharme  dellos  ni  executarlos  como  deviera  :  esto  me 
aflige,  y  aunq  procuro  obrar  lo  q  alcanzo  temo  no  lo  consigo. 
Encomendarme  mucho  á  ñrb  Señor,  y  pedilde  en  mi  nonbre  lo 
q  el  santo  Rey  David  le  suplicó  quando  le  dijo  q  le  criasse  el  co- 
ragon  linpio  (ques  libre  de  las  passiones  q  podian  offenderle); 
pues  para  alcanzar  los  favores  divinos  y  hacerme  capaz  de  redvir 
la  luz  de  ñfb  Señor  para  executar  en  todo  su  santa  voluntad,  he 
menester  entrar  por  este  camino. 

Grande  es  la  borrasca  q  oy  padece  la  navecilla  de  la  Iglesia, 
como  decís,  y  sin  duda  ñrbs  pecados  tienen  dormida  la  divina 
misericordia;  y  aunq  es  verdad  q  tanbien  manifestó  q  lo  estaba 
en  la  ocasión  q  decís,  eran  sus  discípulos  los  q  le  dieron  voces 
y  assí  remedió  su  congoja  y  aprieto  con  tanta  presteza :  oy  somos 
pecadores  los  q  se  las  hemos  de  dar,  y  aunq  es  cierto  q  las  oye 
ñfb  Señor ,  no  acertamos  á  pedirle  ñfb  remedio  como  acertaron 
sus  discípulos,  q  en  fin  eran  justos  y  dignos  del  favor  q  recivian 
de  su  divino  Maestro.  Con  todo  esso,  desseo  q  le  llamemos,  pues 
me  enseña  la  feé  q  si  es  como  se  deve  nos  oirá  y  remediará  los 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  198  — 

travajo»  q  oy  padece  su  espossa  la  Iglesia.  Ayudadnos  á  esto,  Sor 
María,  pues  la  caussa  es  tan  justa,  y  apretad  con  nrb  Señor  (par- 
ticularmente en  este  santo  tienpo  de  la  quaresma),  para  q  nos 
mire  con  piedad  y  se  duela  de  nosotros.  Yo  estoy  dispuesto  á 
executar,  en  todo  lo  q  alcanzare,  la  voluntad  de  ñfó  Señor  :  solo 
desseo  q  sienpre  me  adbirtais  qual  es  y  lo  q  juzgáis  devo  ha- 
cer para  cunplir  con  esta  obligación,  pues  save  su  Divina  Mag.*^  q 
los  desseos  son  buenos  y  q ,  si  no  corresponden  á  las  execuciones, 
será  porque  no  alcanzo  mas. 

La  salida  de  los  ministros  por  el  Reyno  voy  ajustando  y  des- 
searé  q  sean  los  mas  rectos  para  q  salga  el  fruto  q  desseo  de  su 
comission ;  pues  si  ellos  ussan  bien  della,  se  puede  esperar  el  re- 
medio de  gran  parte  de  los  excessos  q  oy  se  cometen. 

De  todas  partes  me  vienen  avissos  de  los  grandes  aparatos  q 
ñfbs  enemigos  hacen  contra  nosotros,  y  particularmente  amena- 
za este  nublado  á  Italia.  De  iTfa  parte  se  hace  lo  posible  para  de- 
fendernos, y  en  quanto  alcanza  la  cortedad  de  los  medios  con  q 
nos  hallamos ,  se  ha  dispuesto  y  dispone  todo  lo  posible  ;  y  por 
no  dejar  de  hacer  nada  de  lo  q  está  en  mi  mano,  ya  q  yo  no 
puedo  enbarcarme  personalmente  en  la  armada  para  acudir  á  las 
cossas  de  Italia,  q  es  lo  q  está  más  amenazado,  he  resuelto  q 
vaya  en  ella  un  hijo  q  produjeron  los  descuydos  de  mi  mocedad! 
( Dios  se  sirva  de  perdonármelos  y  de  tenerme  de  su  mano  para 
q  no  buelva  á  oflFenderle. )  Hállasse  ya  de  diez  y  ocho  años  y  tie- 
ne buenas  partes,  por  lo  qual  me  a  parecido  enplearle  en  cossa 
tan  justa  como  la  defenssa  de  la  religión  católica  y  destos  rey- 
nos,  y  fío  de  la  misericordia  divina  q  le  a  de  guiar  para  q  acierte 
á  servirle  en  todo.  Hele  puesto  los  mejores  consqeros  de  la  prof- 
fession  q  oy  tenemos,  y  criados  temerossos  de  Dios  para  q  le  en- 
caminen á  lo  mas  conveniente  '.  Vos,  Sor  María,  le  encomen- 

I  Como  prínciptl  consejero  acompafiaba  á  D.  Juan ,  D.  Melchor  de  Boija, 
quien,  procesado  por  la  tardanza  en  el  socorro  de  Rosas,  le  mandaron  aguar- 
dase en  su  puesto  la  revisión  de  la  sentencia.  £>on  Juan  salió  de  Ocaña ,  donde 
residía,  y  en  Alarcon  se  despidió  del  Rey  su  padre,  embarcándose  en  Cádiz  á 
fines  de  Abril  con  seis  galeras  ;  yéndose  á  Málaga  á  esperar  lo  restante  de  la 
armada,  que  se  componía  de  32  gruesos  bajeles. —  ( A/<iíwr¿i/  kistáricoy  to- 
mo xvni.) 


—  199  — 

dad  á  nTb  Sefior ,  y  le  suplicad  Q  guie  y  encamine  esta  armada 
en  todo  á  la  exaltación  de  la  religión  católica  y  á  la  defensa 
destos  reynos ;  q  aunq  los  enemigos  son  grandes  y  ñrbs  medios 
pocos ,  le  es  facilfssimo  confundir  á  los  sobervios  por  medios  muy 
déviles,  como  lo  hizo  por  el  de  Judit  en  la  occasion  q  referís. 

A  todas  las  prevenciones  doy  suma  prissa  y  se  travaja  en  ello 
lo  posible :  permita  su  Divina  Mag.^  q  se  luzga  y  se  sirva  de  en- 
caminar las  cossas  á  una  paz  en  la  Christiandad ,  q  verdadera- 
mente ya  parece  tienpo  de  q  reposse. 

Como  os  dije  quando  estube  con  vos ,  he  enpezado  á  comuni- 
car con  fray  Juan  de  Palma  vrb  libro,  y  él  a  quedado  expantado 
de  lo  q  va  allí  viendo :  hele  encargado  q  guarde  secreto  inviola- 
ble ,  y  en  acavando  de  leerle  (q  por  su  flaqueza  va  despacio),  os 
avissaré  de  lo  q  se  le  ofirece  en  la  materia.  Siento  q  le  dure  la 
indisposición  á  vro  confessor  por  la  felta  q  os  hará ,  pero  fio  de 
Dios  le  dará  salud. 

De  Madrid  dia  de  San  Josef  1647.  —  Yo  el  Rey. 


CXIX. 


De  Sor  María 


Señor  :  Muchas  veqes  me  lamento  en  el  secreto  de  mi  coraron  30  de  Mano 
de  lo  poco  que  balgo,  y  quan  pobre  soy  delante  el  Señor  para  '  ^^' 
lo  que  me  obliga  la  piedad  de  V.*  M.^ ;  que  sienpre  me  está  exe- 
cutando  y  conpeliendo  á  clamar  á  el  Todopoderosso,  y  derramar  en 
su  divina  presengia  copiossas  lágrimas  porque  mire  á  V.«  M.*^  con 
ojos  de  padre  piadosso,  y  le  con9eda  la  salba9Íon,  el  remedio  y 
reparo  desta  Monarquía.  Este  es  mi  cuidado  y  mi  deseo  afec- 
tuosso,  y  con  él  me  estiendo  á  todo  lo  que  faltan  mis  fuerzas ;  y 
si  de  una  verdadera  y  fina  voluntad  se  satisface  V.^  M.^,  paré9eme 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  200  — 

no  despreciará  la  mia,  q  siempre  está  queriendo  lo  mejor,  mas 
santo,  loable  y  agectable  á  los  ojos  del  Altissimo  para  V,^  M«^ 

Muy  de  su  gusto  y  agrado  fué  la  petición  de  el  sancto  Rey 
Dabid  (q  V.»  M.^  me  refiere  hi90  á  Dios)  de  que  le  criase  el  co- 
ra9on  linpio  y  libre  de  passiones,  y  se  le  concedió;  pues  dijo 
el  mismo  Señor  q  Dabid  tenía  un  coragon  á  medida  del  suyo,  q 
fué  la  mayor  alabanca  q  se  le  podia  dar ;  y  Su  Magestad  sienpre 
está  prestos  y  atentos  sus  oydos  á  las  petigiones  justas  q  se  ha- 
cen para  mayor  perfección  y  bien  del  alma ;  y  para  conseguirle, 
es  gran  dispussicion  el  coragon  puro  y  la  conciencia  linpia  de 
passiones  y  culpas ,  y  lo  confirmó  el  Espíritu  Santo  en  la  Sabi- 
duría, diciendo  «q  no  entraba  la  luz  y  sciencia  en  el  barón  y  co- 
racon  malébolo  y  sujeto  á  pecado.» 

Dios  es  suma  vondad ,  pureca,  sanctidad  y  verdad,  y  el  alma 
q  aya  de  estar  mas  inmediata  á  su  Magestad  y  participar  de  su 
luz  y  dibinos  efectos,  a  de  uyr  del  pecado  y  terrenidad,  q  es  el 
estremo  mas  contrario  y  distante  de  los  atributos  y  ser  de  Dios, 
en  el  q  nos  pone  la  culpa. 

Por  esto,  Señor  mió,  es  felicidad  tan  dichossa  la  gracia  y  la 
pureca;  y  estando  por  ella  amigos  de  Dios,  ¿quién  podrá  apar- 
tarnos de  su  amparo  y  protección?  S.  Pablo  dijo  q  «ni  la  muerte 
ni  la  potestad,  lo  alto  ni  lo  profundo,  la  espada  ni  las  tribula- 
ciones no  nos  apartan  de  la  caridad  de  Christo»;  y  todos  estos 
trabajos  en  su  gracia  son  congregar  tessoros  y  riquecas  para  la 
bienabenturanca ;  y  los  trabajos  que  no  tocan  en  culpa,  aunque 
sean  de  pena  y  senssibles,  no  llegando  á  el  alma,  fuera  se  quedan, 
acabarsse  tienen ,  tolerables  son.  £  dicho  todo  esto  á  V.^M.^, 
por  suplicarle  persebere  en  su  petición  y  desseo,  y  en  procurar 
tener  el  coracon  linpio  y  puro. 

Confiesso,  Señor  mió,  lo  q  V.<^  M.^  me  dice,  de  que  son  grandes 
las  olas  y  borrascas  q  conbaten  á  esta  pobre  Monarquía  y  á  la  na- 
becilla  de  la  Iglessia;  y  quando  la  considero  espossa  de  Dios,  que- 
rida y  regalada  suya ,  donde  depossitó  sus  mayores  tessoros  y  ri- 
quecas, los  infinitos  merecimientos  de  ñfb  Redentor ;  y  q  el 
fundarla  y  dejarnos  los  sacramentos  para  ñfa  salud  en  ella  le 
costó  la  vida ,  y  q  es  lo  que  mas  estima  y  ama ,  y  con  todo  esto 


—   201    — 

la  aflije  y  ynvia  tribula9¡ones  y  la  rodea  de  tormentas;  quando 
pondero  y  pesso  esto,  me  suspendo  en  mi  discursso,  adoro  y 
reberengio  los  ocultos  secretos  del  Señor,  q  son  inescrutables ,  y 
me  dá  mayor  amor  y  estima9Íon  con  los  trabajos,  q  sin  duda 
son  de  inestimable  balor ,  pues  el  Señor  cargó  la  mayor  parte 
sobre  sí,  y  le  da  tantos  á  su  querida  la  Iglessia  y  á  los  justos 
de  ella.  V.*  M.^,  Señor  mió  de  mi  alma,  re9Íba  con  ygualdad 
de  ánimo  lo  q  le  alcan9a  desta  cruz  de  Christo  ñTo  Redentor,  y 
de  mirar  y  trabajar  por  la  Iglessia;  q  sin  duda  obligará  mucho 
al  Todopoderosso  la  finega  con  q  V  *  M.*^  se  ofirege  á  la  defenssa 
de  la  religión  católica,  sin  perdonar  el  trabajo  de  su  Real  per- 
sona ni  de  prendas  tan  propias ,  exponiendo  al  Señor  Don  Juan 
de  Austria  á  los  peligros  del  mar  y  descomodidad  de  tan  largas 
peregrinaqones  :  la  edad  es  buena ,  y  loable  el  que  tan  tenpra- 
no  se  dedique  y  enplee  en  inpressa  tan  justa,  y  para  V.*  M.*^ 
será  descansso  y  alivio  tener  en  ella  sujeto  de  tanta  confianza  y 
fidelidad,  que  con  el  tienpo  puede  ser  de  grande  utilidad  su 
asistencia  en  essos  empleos.  Quedaré  advertida  y  cuidadossa  de 
encomendarle  á  Dios  con  todo  afecto  y  beras,  suplicándole  le 
encamine  y  gobierne  con  su  diestra  poderossa  y  el  buen  sucesso 
de  la  armada. 

Compadézcome  en  lo  yntimo  del  cora9on  de  las  amena9as  de 
Italia  y  grandes  preben9Íones  q  por  todas  partes  tienen  los  ene- 
migos :  el  Señor  es  poderosso  para  destruyr  sus  consejos  y  humi- 
llarlos ;  en  su  mano  está  ñra  defenssa  y  buena  suerte;  ñrb  Padre 
es,  sus  hijos  somos  ;  obliguémosle,  quando  le  bemos  con  el  a90te 
en  la  mano  por  mos  pecados ,  con  la  enmienda  de  ellos ;  evite 
V.^  M.*^  los  que  fuere  possible  en  su  Monarquía,  y  anime  á  los 
ministros  q  salieren  á  q  miren  la  caussa  de  Dios,  la  defiendan  y 
la  9elen. 

El  Señor  a  sido  serbido  de  Uebarse  para  ssí  á  mi  confesor  á 
otro  día  de  S.  Josef ;  tubo  felicíssima  y  dichossa  muerte,  y  me 
digen  exercitó  actos  eroicos  de  las  virtudes  como  un  apóstol:  este 
es  el  consuelo  que  alio  en  la  falta  de  un  padre  de  beintecuatro 
años,  docto,  desengañado  y  espiritual,  q  eran  prendas  de  mu- 
cha estima :  quedo  sola  y  temerossa  de  errar  como  mujer  igno- 

14 


—   202   — 

rante.  Al  padre  fr.  Juan  de  Palma  e  pedido  q,  en  el  modo  q 
sea  possible  desde  tan  lejos ,  me  anpare  y  aconseje,  pues  sabe  lo 
más  ynportante  de  mi  interior  por  los  libros  Q  V.'^  M.^  le  a  comu- 
nicado, y  con  la  autoridad  de  Prelado  que  tiene  me  podrá  librar 
de  la  curiossidad  y  publi9idad  q  otros  inferiores  pueden  ynten- 
tar :  mi  desseo  solo  es  de  retirarme  y  alejarme  de  todo,  y  ago 
manifiestos  á  V.*  M.^  mis  cuidados  como  á  mi  Señor  y  amparo 
q  tanto  benero.  Prospere  el  Altísimo  á  V.»  M.<* . 

En  la  Concepción  de  Agreda  30  de  Mar^o  1647. — ^Vesa  la  ma- 
no de  V.»  M.*^  su  menor  sierba.—  Sor  María  de  Jesús. 


cxx. 


Del  Rey  «. 


Madrid  En  todas  las  cartas  q  me  escrivís  hallo  mucho  consuelo,  y  mu- 

^  1647 "  ^^^^  caussas  para  agradeceros  y  estimar  todo  lo  q  me  aconsejáis 
y  decís,  y  lo  q  más  me  alienta  es  reconocer  q  desseis  y  procuráis 
de  todo  corazón  mis  aciertos,  assí  espirituales  como  tenporales. 
En  medio  deste  alivio  me  aflige  mucho  el  parecerme  q  yo  echo 
á  perder  todo  esto  con  lo  q  offendo  á  iTro  Señor,  pues  mis  culpas 
son  tantas,  q  no  dejan  obrar  su  misericordia  ni  q  se  logre  lo  q 
vos  travajais  por  mí :  con  todo  esso  os  encargo  lo  continuéis ,  y 
q  vTa  principal  petición  sea  mi  salvación  y  q  aparte  Dios  de  mí 
todo  lo  q  me  la  pudiere  estorvar ;  de  mi  parte  haré  lo  posible, 
pero  como  soy  frágil  y  dévil ,  temo  será  poco.  Tanbien  os  buelvo 
á  encargar  q  sienpre  q  se  os  permitiere  me  digáis  qual  es  la  vo- 
luntad de  ñfb  Señor,  para  q  yo  la  execute,  y  juntamente  si  os  pa- 
rece q  voy  contra  ella ;  pues  save  su  Dibina  M.**  q  desseo  cunplir 
en  todo  con  lo  q  fuere  su  mayor  servicio. 
Cada  dia  se  van  continuando  los  avissos  de  las  grandes  fuerzas 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  203  — 

con  q  los  enemigos  nos  quieren  acometer  por  todas  partes,  y  el 
nublado  q  os  dije  havia  de  dar  en  Italia,  tengo  nueba  noticia  de 
q  vendrá  sobre  Cataluña;  con  q  quedo  con  el  cuydado  q  podéis 
juzgar,  hallándome  con  bien  cortos  medios  para  ñra  defenssa,  si 
bien  no  omito  diligencia  alguna  para  procurarla  por  todos  los 
caminos  posibles.  La  principal  es  acudir  á  ñrb  Señor,  y  assí  os 
pido,  Sor  María,  q  os  acordéis  de  q  soy  vFo  amigo,  para  suplicar 
vivamente  á  tifb  Señor  se  duela  de  nosotros  y  desta  Monarquía, 
q  os  asseguro  se  halla  en  el  estado  más  apretado  que  se  pueda 
imaginar ;  pero  en  medio  desta  congoja  espero  vivamente  q  no 
nos  a  de  dejar  perecer,  y  hasta  el  último  aliento  obraré  de  mi 
parte  quanto  alcanzare  para  cunplir  con  las  obligaciones  q  me 
corren  y  con  la  defenssa  de  mis  vassallos.  El  savado  partió  Don 
Juan  á  enbarcarsse  y  yo  quedo  consolado  de  haverle  enpleado  en 
tan  justa  ocupación,  y  con  esperanza  de  q  ñrb  Señor  le  a  de  enca- 
minar á  su  mayor  servicio. 

Mucho  me  a  pessado,  Sor  María,  de  la  muerte  de  vrb  confessor 
por  el  sentimiento  q  vos  haveis  tenido  della,  q  por  lo  demás 
antes  se  le  puede  invidiar  y  nunca  dudé  q  havia  de  ser  como  de- 
cís, pues  el  haveros  assistido  á  vos  tantos  años,  esto  le  havia  de 
valer.  Ya  fray  Juan  de  Palma  me  a  dicho  lo  q  le  escrivís  y  está 
con  desseo  de  satisfaceros  ;  pero  teniendo  vos  el  maestro  q  tenéis, 
no  os  hará  falta  el  estar  sola.  Buelvos  á  encargar  q  me  tengáis 
en  la  memoria,  q  os  asseguro  me  veo  afligido,  aunq  sienpre  es- 
toy resignado  á  la  voluntad  de  ñfo  Señor. 

De  Madrid  á  3  de  Abril  1647.  —Yo  el  Rey. 


CXXI. 

De  Sor  María  '. 

Señor :  Si  mis  cartas  fueran  ejecugion  de  mis  buenos  desseos,    12  d¿  Abril 
no  dudo  yo  que  hÍ9Íeran  el  effecto  que  V.»  M.*^  me  di9e,  y  que  se        '^^^' 

I  Autógrafo  de  la  Kblioteca  del  Real  Palacio. 


—   204  — 

aliara  consolado,  fortalecido  y  con  todo  lo  demás  q  podía  ser  alivio 
de  V.*  M.^;  pero  mi  voluntad  se  queda  en  afectos,  y  las  palabras 
que  escribo  son  como  de  muger  ignorante.  El  Altissimo,  q  es  el 
autor  de  la  piedad  q  V.*  M.*^  ejercita  con  esta  su  menor  y  mas  ynú- 
til  sierba,  puede  dar  virtud  á  mis  rabones,  mirando  solo  á  V.»  M.<*, 
sino  lo  inpide  el  mal  instrumento  por  donde  se  encaminan;  y  ase- 
guro á  V.*  M.*^  q  sienpre  lloro  con  amargura  y  vivo  dolor  lo  poco 
que  balgo  y  puedo  para  trabajar  en  caussas  q  tanto  pessan  en  mi 
ponderación  y  estimagíon ,  como  son  el  aprieto  y  tribulación  en 
que  se  be  la  santa  Iglessia ,  esta  Monarquía  y  su  Real  persona  de 
V.^  M.*^  Todo  esto  pone  mi  coracon  en  una  prensa,  y  oprimido  me 
obliga  á  clamar  al  Todopoderosso  de  lo  íntimo  de  mi  alma,  pi- 
diéndole misericordia  para  su  pueblo  escogido  q  professa  pura- 
mente su  fe  santa.  ¿  Quando  los  q  le  buscaron,  por  ella  perecieron? 
y  ¿  quien  invocó  su  nonbre  santo  y  le  llamó,  q  fuesse  confundido  ? 
En  tienpo  tan  turbulento  y  afligido  es  necessaría  la  fe  y  la  es- 
peranca:  la  caridad  ya  se  supone,  pues  sin  el  amor  de  Dios  ni 
la  fe  tendrá  buen  arrimo  ni  la  esperanca  tendrá  fundamento. 
Suele  muchas  veces  el  Altíssimo  examinar  y  probar  las  raíces  q 
estas  tres  virtudes  (como  las  principales)  tienen  en  las  almas,  y 
ver  si  desconfiados  de  nosotros  y  humillados  de  ñras  culpas  fiamos 
de  su  Magestad;  y  á  este  yntento  permite  q  las  cossas  lleguen  tal 
vez  á  tenerse  por  desauciadas  y,  faltando  medios  humanos,  se  in- 
tenten y  agradezcan  los  divinos.  A  Abram  dejó  q  llegasse  á  atar 
su  hijo  y  á  ponerle  en  el  altar  en  q  avia  de  ser  sacrificado;  y  al 
tienpo  de  alear  la  mano  para  descargar  el  golpe  de  la  espada,  se 
la  detubo  el  ángel;  y  pues  V.»  M.^  lee  muchas  istorias,  le  supli- 
co se  acuerde  de  lo  q  le  sucedió  al  Enperador  Theodossio,  ñfb  es- 
pañol, religiossísimo  y  balerosso  Príncipe,  el  qual,  abiendo  sido 
certificado  del  santo  Abad  Juan  (q  tenía  don  de  proffecia)  q  Dios 
le  daria  la  vitoria  contra  Eugenio  tirano ,  y  assegurándole  sería 
assí  los  apóstoles  S.  Juan  y  S.  Felipe,  q  la  noche  antes  de  la  ba- 
talla le  aparecieron  estando  él  postrado  en  oración ;  al  punto  q 
comencó  á  poner  en  ejecución  estas  órdenes  y  á  pelear  su  exérci- 
to  con  el  del  enemigo ,  le  ronpieron  un  escuadrón  y  le  mataron 
diez  mil  hombres;  y  él  se  vio  en  tan  grande  aprieto,  q  lebantan- 


—  20S  — 

do  los  ojos  al  cielo  y  el  coraron,  exclamó  y  dijo  con  ferbor  aque- 
llas palabras  q  refiere  S.  Ambrossio:  «¿Dónde  está  el  Dios  de 
Theodossio  ?  »  El  qual ,  aunq  le  pareció  q  estaba  lejos,  le  tenía  cer- 
ca, pero  quisso  probarle  y  poner  en  aquel  estrecho  para  q  reco- 
nociesse  de  su  mano  la  vitoria  :  diósela,  peleando  por  él,  con  unos 
torbellinos  y  furiossos  vientos.  Y  conociendo  el  santo  Job  la  con- 
dición deste  gran  Dios,  decia:  «Si  me  matare,  en  El  esperaré». 
Señor  mió,  la  fe  es  grande  arrimo  y  colubna  en  las  tribulaciones; 
la  esperanca  tanto  bale  quanto  espera;  el  amor  tanto  alcanca 
quanto  se  emplea  en  el  mejor  y  mas  noble  objeto,  q  es  Dios. 

Ya  veo  que  las  offenssas  q  tenemos  echas  á  su  Magestad  son  los 
mayores  oviles  y  impedimentos  destas  virtudes,  y  q  vfos  pecados 
ponen  el  acote  en  la  mano  poderossa  del  Señor  para  castigarnos, 
y  q  irritan  su  justicia  divina;  y  iTrbs  dessacatos,  por  ser  de  hijos 
católicos,  son  mayores  q  los  de  los  esclabos  que  no  le  conocen; 
pero  ¿quién  nos  perdonará  y  adonde  podemos  acudir  por  mise- 
ricordia, sino  al  que  se  precia  de  usar  de  ella  y  es  iTrb  P.''  y  nos 
tiene  enseñado  en  su  santo  Ebangelio  que,  aunq  como  hijos  pró- 
digos ayamos  desobedecido,  offendiéndole,  y  dessipado  y  malo- 
grado la  parte  de  su  acienda  q  nos  dio  para  nfa  justificación, 
volbamos  á  su  cassa,  q  nos  recibirá  con  los  bracos  aviertos  y  de- 
mostraciones de  su  amistad  ? 

¡Oh  Señor  mió!  Si  supiéramos  conocer  el  miserable  estado  en 
q  nos  an  puesto  ilros  desórdenes;  el  salimos  de  la  cassa  del  Señor 
por  la  culpa  y  el  bolber  á  ella  por  la  emmienda  fuera  el  eficaz 
remedio  de  tantos  aprietos  como  V.*  M.**  me  refiere  en  su  carta; 
y  aunq  en  todos  desseo  este  bien  y  felicidad ,  más  á  V.*  M.*^,  porq 
ynporta  q  la  cabeca  y  Príncipe  católico  esté  en  amistad  de  Dios 
y  de  su  divina  clemenzia.  Fio  no  le  negará  á  V.^  M.^  los  aussilios 
necesarios  para  esto,  pero  también  temo  q  el  común  enemigo 
pondrá  más  lacos  y  ocassiones  á  V.<^  M.^  para  caer  q  á  los  demás; 
pero  vencidas,  mayor  será  el  mérito  y  corona:  y  crea  V.»  M.^, 
Señor  mió  de  mi  alma,  q  le  ayudaré  con  mi  pobreca  y  oraciones 
de  la  comunidad  quanto  me  fuere  possible;  y  merezca  perdón  de 
V.»  M.**  mi  ossadia  en  lo  que  escribo,  por  el  amor  de  fiel  sierba 
q  me  solicita  á  decirlo. 


—  2o6  — 

Al  Señor  Don  Juan  de  Austria  encomendaré  á  Dios  con  beras, 
y  el  buen  su9esso  de  la  nabega^ion  sienpre  estaré  con  cuidado 
de  presentarle  á  el  Altíssimo,  y  á  la  S.^  Infanta  q  la  tengo  en  el 
cora9on.  Teniendo  su  anparo  de  V.*  M.*^  no  me  podia  faltar  el 
del  P.^  fr.  Juan  de  Palma,  pero  temia,  por  no  merecerlo,  Q  no  ad- 
mitiera mi  petición.  Prospere  el  Altissimo  á  V.*  M.*^ 

En  la  Congepgion  de  Agreda  12  de  Abril  1647. — Vesa  la  ma- 
no de  V.»  M.^  su  menor  sierba. — Sor  María  de  Jesús. 


CXXII. 

Del    Rey. 

Madrid         Aunque  las  ocupaciones  de  Semana  Santa  me  pudieran  impe- 

'^  1647."     dir  el  responderos,  es  cosa  que  hago  con  tanto  gusto,  que  no  he 

querido  dilatarlo  para  otra  estafeta;  y  también  me  parece  que  es 

obra  de  este  santo  tiempo,  continuar  la  correspondencia  con 

quien  me  desea  todo  bien  espiritual  y  temporal. 

Mucho  me  alientan  vuestras  cartas,  Sor  María,  y  reconozco  cuan 
cierto  es  cuanto  me  decís  en  ellas,  pues  si  nosotros  fuéramos  lo 
que  debíamos  ser  (particularmente  yo  que  tan  mal  cumplo  con  lo 
que  debo)  es  cierto  que  nuestro  Señor  se  doleria  de  nosotros  y 
permitiera  que  cesaran  estas  borrascas  que  hoy  padecemos.  Harto 
procuro  que  se  cumpla  con  causa  tan  justa  y  creo  que  sólo  mi 
flaqueza  lo  impide,  pero  procuraré  valerme  de  las  virtudes  que 
me  apuntáis,  para  imitar  en  lo  posible  á  Abraham  y  á  Teodosio, 
aunque  sea  tan  diferente  mi  natural  que  el  suyo.  Vos  me  ayudad 
á  que  consiga  esto,  pidiéndoselo  vivamente  á  nuestro  Señor  y  á 
su  Madre  Santísima;  y  os  pido  que,  si  es  permitido  y  no  os  pa- 
rece que  excedo  en  la  demanda  ( pues  protesto  que  no  deseo  sa- 
lir de  la  voluntad  de  Dios),  me  digab  si  los  lazos  que  me  pone  el 
demonio  son  en  cuanto  á  pecados  personales  ó  en  los  del  oficio, 
para  que  yo  con  esta  advertencia  pueda  vivir  con  más  cuidado, 
y  procuraré  cumplir  en  todo  con  mi  obligación ,  que  bien  veo 


—  207   — 

que,  en  faltando  lo  principal,  que  es  la  gracia,  todo  falta;  pero 
fio  en  la  bendita  misericordia  de  Dios  que  me  ha  de  ayudar  y 
dar  fuerzas  contra  mí  mismo,  que  sin  duda  soy  mi  mayor  ene- 
migo. 

Cada  dia  estamos  aguardando  dónde  dará  el  enemigo,  pues 
son  continuos  los  avisos  de  las  grandes  fuerzas  que  trae  contra 
nosotros.  Todo  lo  posible  hago  para  nuestra  defensa,  y  aunque 
son  bien  cortos  los  medios  con  que  me  hallo,  lo  que  más  me  des- 
alienta es  ver  cuan  poco  ayudan,  los  que  pudieran,  á  salir  de  es- 
tos cuidados ;  pues  es  cierto  que  si  todos  hicieran  lo  que  pueden 
y  trataran  de  mi  servicio  con  un  poco  de  cariño,  aunque  no  se 
remediara  todo,  se  hiciera  mucho;  pero  estos  trabajos  trae  el 
tiempo  consigo.  Dios  por  quien  £1  es  se  sirva  de  mejorarle,  que 
es  sólo  quien  puede  hacerlo,  y  tengo  viva  fe  en  su  clemencia 
que  no  ha  de  permitir  que  acabemos  de  perecer  de  todo  punto. 

De  Madrid  á  17  de  Abril  1647. — Yo  el  Rey. 


CXXIII. 


De  Sor  Maria. 


Señor:  Bien  há  menester  mi  encogimiento  los  alientos  que  aódcAbríi 
V.  M.  le  da  para  continuar  correspondencia  tan  superior  á  mis  '^'*^' 
fuerzas,  como  la  de  V.  M.,  en  que  hallo  siempre  motivos  de  ala- 
bar al  Altísimo  por  lo  que  V.  M.  se  humana,  y  de  pena  porque 
no  puede  mi  cortedad  llegar  á  lo  que  merece  la  piedad  de  V.  M., 
ni  mi  afecto  administrar  los  alivios  y  consuelos  que  deseo  á 
V.  M.  Conviértome  al  Todopoderoso  y  le  suplico  tome  esta 
causa  por  suya ;  que  fortalezca  y  encamine  á  V.  M.  al  cumpli- 
miento de  su  divina  voluntad  y  á  la  buena  dirección  y  gobierno 
de  esta  católica  Monarquía,  de  manera  que  consiga  V.  M.  un 
poco  de  descanso  en  este  valle  de  lagrimas,  y  la  salvación  y  vis- 


—  208   — 

ta  beatífica  en  la  vida  eterna;  y  porque  V.  M.  llegue  á  tener  es- 
tas dos  felicidades  humanas  y  divinas,  ofrezco  y  sacrifico  á  Dios 
desde  luego  mi  vida  y  la  voluntad  rendida  á  padecer  muchos 
trabajos;  y  fuera  alivio  de  mis  ansias  que  sobre  mis  flacos  hom- 
bros y  débiles  fuerzas  cargara  parte  de  la  cruz  que  V.  M.  lleva, 
y  sus  vasallos  católicos;  que  á  V.  M.  como  cabeza  y  á  ellos  como 
miembros  de  la  república  y  cuerpo  secular  de  la  Iglesia  santa,  y 
como  á  sus  defensores  y  propagadores  de  su  fe,  los  estimo  y  ten- 
go en  mi  corazón. 

Olvidándome  de  lo  poco  que  valgo,  deseo  muchas  veces  entrar 
á  la  parte  del  trabajo  que  V.  M.  tiene,  por  ser  la  empresa  y  fin 
tan  grande  de  conservar  y  aumentar  la  religión  cristiana  y  pure- 
za de  la  fe  católica.  Esto  puede  alentar  á  V.  M.,  dilatarle  el  cora- 
zón y  dar  á  V.  M.  muchos  esfuerzos,  el  que  es  causa  de  Dios  la 
que  sigue  y  que  la  justicia  está  de  parte  de  V.  M. ;  y  al  que 
padece  por  ella  llama  Cristo  nuestro  Señor  en  su  Evangelio 
bienaventurado  y  le  ofrece  premios  eternos ;  y  para  que  los  tra- 
bajos tengan  valor  no  hay  mejor  disposición  que  la  gracia,  por- 
que es  padecer  como  amigos  de  Dios;  ni  para  reparo  y  alivio 
de  ellos  puede  haber  mayor  consuelo  que  su  amistad.  Por  todo 
esto  y  por  lo  que  á  V.  M.  estimo,  me  desvelo,  advierto  y  atien- 
do lo  que  puede  impedir  que  V.  M.  consiga  estas  dichas;  esto 
me  motivó  á  decir  á  V.  M.  que  el  enemigo  común  ponia  lazos 
para  impedirlas ,  y  no  puede  exceder  ni  errar  V.  M.  en  desear 
saber  en  qué  materias  hay  este  peligro  ni  en  mandarme ,  si  es 
voluntad  de  Dios  que  los  declare,  porque  la  intención  de  V.  M. 
es  buena. 

Señor  mió,  es  tan  cierta  la  guerra  y  persecución  de  los  demo- 
nios contra  todas  las  almas,  como  tenemos  ser.  Job  dijo  que  era 
la  vida  del  hombre  pelea  sobre  la  tierra;  y  el  Evangelio,  que  el 
reino  de  los  cielos  padece  fuerza;  porque  estos  crueles  enemigos 
no  quieren  gocemos  los  premios  eternos  que  ellos  perdieron  y 
por  todos  los  caminos  que  pueden  nos  pervierten;  y  nuestro 
mayor  daño  es  que  son  enemigos  invisibles ,  y  las  heridas  que 
nos  dan  no  son  sensibles  en  el  cuerpo  sino  en  el  alma,  y  no  las 
percibimos  ni  sentimos  cuanto  es  el  mal  que  hacen :  y  supuesta 


—  209  — 

esta  verdad,  los  lazos  que  yo  dije  á  V.  M.  temia  le  pondría  el 
demonio,  no  sólo  serán  para  los  pecados  personales,  sino  tam- 
bién en  el  oficio  y  gobierno,  aunque,  cuando  se  lo  escribía  á 
V.  M.,  á  los  personales  sólo  miraba.  Pero  le  suplico,  Señor 
mió,  puesta  á  los  pies  de  V.  M.,  que  sin  contristarse  ni  afligirse 
sea  la  advertencia  en  todo,  fiando  del  Altísimo,  que  no  negará  su 
gracia  para  la  defensa  ni  la  corona  después  de  la  victoria. 

David  dice  en  un  salmo:  «Pusiéronme  los  pecadores  ó  enemi- 
gos muchos  lazos  para  caer,  pero  yo,  Señor,  no  olvidé  tus  manda- 
mientos ni  erré  en  ellos.»  Para  que  faltemos  ó  quebrantemos  los 
preceptos  de  la  ley  de  Dios  y  sus  mandatos ,  nos  persigue  el  ene- 
migo y  pone  lazos,  y  no  hay  mejor  modo  de  librarnos  de  ellos  y 
de  salir  victoriosos  que  no  olvidar  ni  faltar  á  ningún  precepto, 
pues  el  ser  observantes  en  ellos  es  indicio  del  amor  de  Dios  y 
aborrecimiento  al  enemigo,  según  lo  que  dijo  Su  Majestad  en  el 
Evangelio:  «El  que  me  amare  guardará  mis  mandamientos.» 

Con  harto  cuidado  y  sobresalto  espero  el  designio  ó  determi- 
nación del  enemigo  :  el  Altísimo  le  encamine  á  donde  mejor  y 
más  fácilmente  le  venzamos,  y  suplico  á  V.  M.  que  no  le  des- 
alienten los  cortos  medios  humanos  que  hay,  pues  ha  hecho  V.  M. 
lo  posible.  Para  el  poder  y  querer  del  Altísimo  poco  importa 
mucha  ó  poca  gente ;  y  el  ser  menos  nos  ha  de  obligar  á  clamar 
más  al  Altísimo  y  suplicarle  resplandezca  la  potencia  de  su 
brazo  en  defendernos.  Hartas  veces  lloro  en  mi  retiro  lo  que 
V.  M.  me  dice  de  que  le  sirven  con  poco  cariño.  Querrá  el  Se- 
ñor que  en  V.  M.  se  aumente  la  fe  y  confianza  en  su  protección 
divina. 

En  la  Concepción  de  Agreda  á  26  de  Abril  1647.  —  Sierva  de 
V.  M.  —  Sor  María  de  Jesús. 


—   210 


CXXIV. 
Del  Rey. 

Madrid  Esta  mañana  recivi  vfa  carta  del  26  del  passado,  y  no  dilato 

°  164^*^°  ^^  ^^  respuesta  por  ser  cossa  q  hago  de  muy  buena  gana  conti- 
nuar esta  correspondencia  con  vos,  de  q  me  prometo  he  de  sacar 
el  fruto  que  quisiera  conseguir;  pues  sin  duda  vTos  documentos 
y  todo  lo  q  me  escrivis  pueden  mover  los  corazones,  aunq  sean 
tan  duros  como  el  mió. 

Yo  estimo  infinito  el  desseo  q  demostráis  de  mi  mayor  bien, 
assi  espiritual  como  tenporal ,  y  os  agradezco  lo  q  me  encomen- 
dáis á  Dios  y  las  diligencias  q  hacéis  para  q  yo  acierte  á  cunplir 
con  su  santa  voluntad;  pero  como  yo  soy  frágil,  temo  q  me 
echo  á  perder  á  mí  mismo  y  q  con  mis  pecados  estorvo  los  buenos 
officios  q  me  hacéis ,  y  inpido  los  q  iTfb  Señor  se  inclina  por  su 
misericordia  á  hacer  á  todos. 

Con  razón  decis  q  el  demonio  yere  sin  q  se  sienta  la  herida  y 
q  assi  conviene  cautelar  mucho  sus  engaños,  particularmente  en 
las  materias  q  podemos  caer  por  omission  y  son  difíciles  de  cono- 
cer, q  las  de  comission,  sienpre  se  ven  los  tropiezos  q  las  ocasio- 
nan y  assi  es  mas  fácil  el  desviarse  dellas. 

De  mi  parte ,  Sor  María ,  haré  lo  posible  para  aplacar  á  ñrb 
Señor  y  espero  q  vos  me  ayudareis  á  ello  con  toda  veras,  pues 
deveis  pagarme  en  esto  la  satisfacion  q  tengo  de  vos  y  de  q 
desseaís  mis  aciertos  en  todo.  Yo  procuraré  travajar  por  cunplir 
con  mi  obligación ,  pues  esto  a  de  ser  lo  primero  para  q  Dios  se 
duela  de  mí  y  desta  Monarquía,  q  tan  afligida  se  halla ;  pero  alién- 
tame ver  q  defendemos  caussa  tan  santa ,  con  lo  qual  espero  q  no 
nos  faltará  ñrb  Señor.  Vos  sienpre  me  advertid  lo  q  juzgáredes 
es  voluntad  suya  para  q  yo  procure  executarla ,  pues  sabe  su  Di- 
vina M.^  q  los  desseos  son  buenos. 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—   211    — 

Hasta  aora  no  se  a  movido  el  enemigo ,  si  bien  estamos  con 
harto  cuydado,  esperando  donde  será  su  acometimiento,  porq  en 
todas  partes  estamos  con  menos  disposiciones  q  fueran  necessarias 
para  ñfa  defensa;  pero  se  ha  hecho  y  hace  todo  lo  posible  para 
librarnos  del  riesgo.  Dios,  q  puede  obrar  sin  medios  umanos,  es 
quien  lo  a  de  hacer  si  nosotros  no  lo  desmerecemos :  El  nos  ayude 
y  libre,  q  es  sólo  quien  puede  hacerlo. 

De  Madrid  á  i  de  Mayo  1647. —  Yo  el  Rey. 


cxxv. 


De  Sor  María  '. 


Señor :  Aunque  soy  mala  y  inperfecta  me  dio  el  Altíssimo    10  de  Mayo 


natural  agradecido ;  y  como  me  hallo  tan  beneficiada  de  la  piedad 
de  V.^  M.^  y  con  tan  cortas  y  limitadas  fuercas  para  dar  el  re- 
torno, vivo  en  un  continuo  desheló  y  discursso,  penssando  que 
haré  por  V.»  M.<*,  y  no  me  aquieto  sino  en  la  presencia  de  el  Se- 
ñor ,  mirándole  todo  poderosso  para  premiar  á  V.*  M.<^  con  libe- 
ral mano  lo  q  se  humana  á  faborecerme,  sin  otro  motibo  q  el  de 
la  caridad  de  V.»  M.^ ;  y  como  el  beneficio  de  superior  á  inferior 
se  reputa  por  grande  y  de  mayor  estimación,  conpele  más  á  la 
voluntad  y  la  rinde;  y  el  propio  efecto  desta  potencia  es  dessear 
el  mayor  bien  para  quien  ama  y  gomarse  de  q  le  tenga. 

Por  esta  parte  puede  V.»  M.^  estar  gierto  de  lo  que  me  dice, 
que  quiero  para  V.»  M.^  muchas  felicidades  en  lo  divino  y  huma- 
no ;  y  como  la  mayor  es  serbir  al  Señor,  me  consuelo  sumamente 
de  1er  las  cartas  de  V.»  M.^,  con  tantas  anssias  de  dar  gusto  á 
el  Altíssimo ,  de  cumplir  su  voluntad  y  atender  V.*  M.**  á  las 
obligaciones  perssonales  y  de  oficio.  Señor  mió ,  puesta  á  los  pies 
de  V.»  M,^  le  suplico  que  persebere  en  estos  desseos  y  en  la 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


1647. 


—  213  — 

execucion  de  ellos,  tomando  la  cruz  de  los  trabajos  q  el  Altissi- 
rao  a  dado  á  V.*  M.*^,  siguiéndole  asta  alcan9arle. 

Bien  veo  q  es  inpressa  ardua  y  difícil  para  la  naturale9a  inper- 
fecta  y  sujeta  al  pecado:  de  ella  se  quejaba  S.  Pablo  y  decia: 
«¡O  infeliz  hombre,  q  siento  una  ley  en  mis  miembros  repug- 
nante á  la  de  mi  espíritu  q  me  hace  obrar  lo  q  no  quiero ! »  Esta 
lucha  y  contienda  padecemos  porq  tenemos  enemigos  q  nos  estor- 
ban el  bien;  pero  la  gracia  divina  nos  assiste,  defiende  ampara  y 
fortalece;  y  el  mismo  S.  Pablo  dijo  otra  bez  :  «Todo  lo  puedo  en 
el  que  me  conforta.»  Y  careadas  estas  dos  sentencias  no  parecen 
dichas  de  un  sujeto,  pues  en  la  primera  se  queja  q  no  puede 
obrar  lo  q  quiere  y  en  la  segunda  afirma  q  todo  lo  puede  en  el 
q  le  conforta. 

Estos  baybenes  y  diferentes  estados  se  sienten  en  la  vida 
mortal :  quando  nosotros  obramos  y  los  enemigos  nos  persiguen, 
nos  aliamos  flacos  y  conbatidos,  pero  quando  el  Señor  nos  assiste, 
fuertes;  y  si  le  buscamos  y  obligamos,  no  nos  dejará,  sino  que 
nos  assistirá  en  la  tribulagion,  como  lo  promete  su  Magestad  por 
un  salmo  de  Dabid. 

Anme  dicho  q  an  venido  los  galeones;  doy  á  el  Altíssimo  hu- 
mildes gracias  porq  nos  a  mirado  como  padre  piadosso,  y  á 
V.*  M.**  afetuossas  norabuenas  de  tener  este  alivio  en  medio  de 
tantos  cuidados.  Yo  le  tengo  de  clamar  al  Señor  porq  nos  de- 
fienda de  los  enemigos  y  nos  dé  buen  sucesso  en  la  canpaña 
deste  año;  y  cierto  q  me  dispongo  y  prebengo,  como  si  ubiera 
de  pelear,  con  conffessiones  y  habiendo  penitencia  de  mis  peca- 
dos, porque  no  venga  el  castigo  por  ellos  á  estos  reinos,  y  para 
hallarme  con  mejor  preparación  y  menos  ofTenssiba  á  el  Señor 
para  pedirle  misericordia. 

Para  este  fin,  me  balgo  de  las  oraciones  de  las  religiossas  desta 
comunidad ,  q  las  ofrecen  con  ferbor  y  afecto,  y  tenemos  pressen- 
te  en  ellas  á  la  Princessa  ñra  Señora  y  al  Señor  Don  Juan  de 
Austria.  El  Altísimo  los  haga  dichossos,  y  á  V.*  M.^  prospere. 

En  la  Concepción  Descal9a  de  Agreda  lo  de  Mayo  1647.— 
Besa  la  mano  de  V.*  M.*^  su  menor  sierba.— Sor  María  de  Jesús. 


—  213  — 


CXXVI. 


Del  Rey. 


Vuestra  carta  de  lo  de  éste  he  recibido  hoy ;  y  aunque  sea  re-       Madrid 

■;  \  15  de  Mayo 

petir  muchas  veces  una  cosa,  no  puedo  dejar  de  deciros  cuan  1647. 
grande  alivio  me  causan  todas  las  que  recibo ,  viendo  por  ellas 
los  consejos  tan  sanos  que  me  dais  y  lo  que  deseáis  mis  aciertos 
en  lo  que  más  me  importa.  Con  sumo  agradecimiento  estoy  á 
todo  esto  y  con  firmes  esperanzas  de  que,  si  yo  no  lo  embarazo 
con  mis  pecados,  me  ha  de  valer  mucho  vuestra  intercesión  con 
nuestro  Señor  y  su  Madre  Santísima;  pues  tengo  por  cierto  que 
me  ayudáis  con  veras  y  con  deseo  de  que  yo  consiga  mi  salva- 
ción :  apretad  en  esto,  Sor  María,  que  los  demás  trabajos  los  lla- 
maré felicidades  si  consigo  tan  dichoso  fin.  Sin  duda  (como  de- 
cís) nos  desayuda  mucho  nuestra  fragilidad  y  naturaleza  para 
recibir  los  bienes  que  nuestro  Señor  está  dispuesto  siempre  á 
darnos:  lo  que  me  consuela  es  que  nadie  la  conoce  mejor  que  Él, 
pues  se  vistió  de  carne  mortal,  y  que  así  se  dolerá  de  nuestra  fla- 
queza y  nos  ayudará  para  que  acertemos  á  cumplir  con  su  santa 
voluntad.  Yo  os  pido  que  me  ayudéis  sin  cesar  á  que  yo  acier- 
te á  cumplirla,  pues  aunque  todos  los  hombres  deben  llevar 
esta  mira ,  á  mí  me  toca  más  que  á  nadie  por  haber  recibido  más 
favores  y  mercedes  que  los  demás ,  y  así  temo  que  pago  con  in- 
gratitud lo  que  debia  ser  con  fineza.  Dios  se  duela  de  mí,  y  me 
encamine  en  todo  á  su  mayor  servicio. 

Cuando  os  escribí  la  carta  pasada,  ya  podia  avisaros  la  llegada 
de  los  galeones,  pero  os  confieso  que,  habiendo  hecho  memoria 
de  ella  para  escribíroslo,  se  me  olvidó  totalmente  en  tomando  la 
pluma :  también  acá  dimos  gracias  á  nuestro  Señor  por  tan  sin- 
gular merced,  y  espero  en  su  clemencia  que  ha  de  permitir  que 


—  214  — 

á  este  principio  se  sigan  otros  sucesos  y  nos  ayuden  á  salir  de  los 
aprietos  en  que  estamos. 

Hasta  ahora  no  se  ha  movido  el  enemigo;  quizá  no  halló  el 
Príncipe  de  Conde  tan  dispuestas  las  cosas  en  Cataluña  como 
pensaba  y  deseaba ;  pero  con  todo  eso,  estoy  con  sumo  cuidado 

■ 

porque  sus  fuerzas  son  grandes  y  las  nuestras  cortas,  si  bien  se 
hacen  todas  las  diligencias  posibles  para  defendernos ,  fiando  más 
de  los  medios  divinos  que  de  los  humanos.  Mi  armada  navega 
desde  6  de  este  mes ;  va  bien  puesta ,  y  D.  Juan  lleva  buenos 
deseos  de  emplearse  en  el  servicio  de  Dios  y  en  la  defensa  de  los 
Reinos :  yo  fío  en  que  su  misericordia  ha  de  ayudar  y  que  nos  ha 
de  asistir  en  los  aprietos  presentes. 
De  Madrid  á  15  de  Mayo  1647. — Yo  el  Rey. 


CXXVII. 

De  Sor  María. 

31  de  Mayo  Scñor :  No  puedo  dar  más  ponderación  al  aprieto  en  que  me 
'  ^^*  han  puesto  mis  males,  que  el  no  haber  escrito  á  V.  M.,  pues  sin 
ser  muy  grande  no  lo  dejara  de  hacer  cuando  más  lo  deseaba, 
considerando  á  V.  M.  en  estos  tiempos  de  campaña  rodeado  de 
penas,  para  suplicar  á  V.  M.,  puesta  á  sus  pies ,  que  dilate  el  ánimo, 
y  que  con  corazón  magnánimo  é  invicto  dé  V.  M.  al  cuidado  no 
más  de  lo  necesario  para  el  gobierno;  y  mucha  atención  á  la  sa- 
lud, que  nos  importa  la  conservación  de  la  Monarquía,  y  el  con- 
suelo único  en  lo  humano  de  los  vasallos  y  el  mió  (que  después 
de  la  causa  de  Dios)  le  tengo  vinculado  y  puesto  en  la  vida  espi- 
ritual y  temporal  de  V.  M.,  en  que  consiga  la  salvación ;  y  si  yo 
no  fuera  tan  inútil  y  de  poco  valor  delante  dd  Altísimo,  puedo 
asegurar  con  verdad  que  tenía  V.  M.  fiel  solicitadora  en  su  pre- 
sencia de  todas  estas  dichas ;  pero  con  la  pobreza  que  tengo  cla- 
maré por  ellas  con  afecto,  y  por  la  quietud  y  paz  de  este  Reino  y 
buenos  sucesos  de  la  campaña  de  este  año. 


—  2K   — 

De  Aragón  han  escrito  que  está  sitiada  Lérida;  hame  puesto 
en  gran  cuidado  el  no  saber  si  la  plaza  estaba  prevenida  y  con 
harta  gente;  que  si  esto  fuese,  no  parecia  el  peor  designio  el  del 
enemigo  para  nosotros :  en  esta  comunidad  pondré  oración  de 
nuevo,  y  las  pobres  mias  se  aumentarán.  V.  M.,  Señor  mió,  se 
arme  de  fe  y  esperanza,  y  ponga  por  cuenta  del  Altísimo  nuestra 
defensa  y  conservación,  pues  somos  sus  hijos,  en  quien  vivimos, 
somos  y  nos  movemos;  le  confesamos  por  Padre  y  Dios  eterno, 
y  todos  los  que  invocaron  su  nombre  no  fueron  confundidos. 
Suya  es  la  Iglesia  cuyos  fieles  somos ;  su  Majestad  la  fundó  y  der- 
ramó su  sangre  por  establecerla  y  enriquecerla;  pues  es  cierto 
que  se  ha  de  obligar  y  dar  por  servido  de  que  V.  M.  defienda  y 
ampare  lo  que  tanto  le  costó  y  estima;  no  dqará  solo  á  V.  M.  en 
empresa  tan  ardua.  Pese  V.  M.  en  su  corazón  lo  que  importa  y 
vale  en  la  aceptación  de  Dios  defender  su  fe  santa,  para  que  V.  M. 
se  anime  en  el  trabajo  que  le  cuesta,  y  acuérdese  V.  M.,  Señor 
mió,  de  aquel  verso  de  David,  que  dice:  «Quien  siembra  con 
lágrimas  cogerá  con  alegría»;  y  de  lo  del  Evangelio:  «Que  es 
bienaventurado  quien  padece  por  la  justicia.» 

En  esta  vida  mortal  siembra  V.  M.  con  lágrimas,  con  dolor  y 
amargura,  con  cuidados  y  sobresaltos  el  defender  á  la  Iglesia  y  lo 
puro  de  la  fe,  para  coger  en  la  eterna  bienaventuranza  el  premio 
de  lo  que  padece  V.  M.  por  la  justicia;  y  pues  los  trabajos  pueden 
ser  medio  para  alcanzar  la  dicha  del  descanso  eterno,  suplico  á 
V.  M.  que  de  su  parte  concurra  con  obras  dignas  de  la  gracia  y 
amistad  de  Dios,  que  junta  con  el  padecer,  no  hay  mayor  felici- 
dad ni  cosa  más  agradable  á  los  ojos  divinos. 

Por  el  buen  suceso  de  la  armada  pediré  al  Altísimo  con  veras, 
valiéndome  de  las  oraciones  de  la  comunidad,  y  le  suplicaremos 
dirija  y  gobierne  y  encamine  al  Sr.  D.  Juan  á  su  mayor  agrado 
y  acierto  en  todo,  y  á  la  señora  Princesa  prospérela  el  Todopo- 
deroso. 

En  la  Concepción  de  Agreda  á  31  de  Mayo  1647.  —  Sierva  de 
V.  M.,  Q.  S.  M.  B.  —  Sor  María  de  Jesús. 


—  2l6   — 


CXXVIII. 


Del  Rey. 


Madrid  Siento  mucho  que  la  causa  de  no  haberme  respondido  sea  in- 
^  1647.^^  disposición  vuestra,  pues  deseo  que  Dios  os  conserve  la  salud: 
espero  que  lo  ha  de  hacer,  y  que  presto  os  hallaréis  aliviada. 

No  he  querido  dejar  de  escribiros,  para  deciros  cómo  ya  el  ene- 
migo se  halla  en  campaña  y  otra  vez  sobre  Lérida:  no  la  halla 
tan  bien  proveída  como  el  año  pasado,  aunque  se  ha  hecho  lo  po- 
sible para  su  defensa.  Dicen  todos  que  la  expugnará  á  viva  fuerza 
y  no  por  hambre ,  con  que  tendremos  menos  tiempo  para  su  so- 
corro, si  bien  se  hará  todo  lo  posible  y  con  más  fuerza  para  sus- 
tentarle ;  pero  como  todos  los  sucesos  vienen  de  la  mano  de  Dios, 
os  pido  le  supliquéis  en  mi  nombre  (y  á  su  Madre  Santísima) 
que  nos  ayude  en  esta  ocasión,  como  lo  ha  hecho  en  las  pasadas, 
pues  aunque  temo  le  tengo  muy  ofendido,  es  mayor  su  miseri- 
cordia que  mi  flaqueza;  y  así  tengo  firmes  esperanzas  que  no  ha 
de  querer  que  se  pierda  una  plaza,  que  se  puede  decir  propiamen- 
te que  ha  sido  conquistada  y  defendida  por  sólo  'su  brazo  po- 
deroso. 

Sor  María,  apretad  en  esta  ocasión ;  pero  advertid  que  siempre 
estoy  resignado  á  la  voluntad  de  nuestro  Señor  en  todo.  Yo  me 
hallo  harto  dudoso  en  si  volveré  á  Aragón  ó  si  me  quedaré  aquí, 
pues  por  ambas  partes  hay  hartas  razones ,  pero  como  yo  deseo 
hacer  lo  más  acertado  para  el  bien  de  esos  Reinos ,  me  tira  mu- 
cho esto.  Hoy,  que  me  he  confesado  y  comulgado,  he  pedido  á 
nuestro  Señor  que  me  alumbre  para  resolver  lo  que  fuere  mayor 
servicio  suyo,  y  á  vos  os  pido  que  le  supliquéis  esto  y  que  me 
digáis  (si  os  es  permitido)  lo  que  entendiereis  ser  su  santa  vo- 
luntad. 

De  Madrid  á  29  de  Mayo  1647. — Yo  el  Rey. 


—  217  — 


CXXIX. 


De  Sor  María. 


Señor  :  Todas  las  enfermedades  y  dolores  que  el  Altísimo  se  7  de  jamo 
ha  servido  de  enviarme  admitiré  con  sumo  gozo,  por  tener  más  '  ^^' 
que  ofrecerle  por  el  alivio  de  V.  M.  y  de  los  trabajos  que  padece 
esta  católica  Monarquía ;  y  á  la  vista  de  ellos  y  lo  que  lastiman 
y  hieren  mi  corazón,  las  demás  penas  son  para  mí  muy  suaves  y 
oficiosas  :  las  deseo  para  sacrificarlas  ante  el  acatamiento  divino, 
donde  muchas  veces  me  presento  á  pedir  misericordia,  y  con  lá- 
grimas me  lamento  de  lo  poco  que  valgo  para  trabajar  por  lo 
que  tanto  deseo;  pero  el  Señor  es  Dios  de  las  misericordias  y 
padre  verdadero  de  sus  hijos  los  fieles  y  no  los  ha  de  desampa- 
rar. Los  aflige  y  corrige  porque  los  ama  y  no  quiere  destruir 
las  obras  de  sus  manos,  sino  preciarse  y  gloriarse  en  su  conser- 
vación; y  por  atraerlos  á  su  servicio  les  envia  tribulaciones  y  des- 
carga el  azote  de  su  justicia ;  y  si  le  sirviésemos  y  amásemos  se 
le  quitaríamos  de  la  mano,  pues  fineza  es  de  este  gran  Dios 
queremos  llevar  á  sí,  y  debemos  corresponderá  aunque  sea  pa- 
sando por  fuego  y  sangre.  V.  M. ,  Señor  mió ,  se  anime  y  ayude 
á  este  fin  del  Altísimo,  poniendo  el  hombro  al  trabajo,  que  no 
se  quedarán  sin  liberal  premio  tantos  cuidados,  penas  y  sobre- 
saltos. Yo  quisiera  que  todos  cargaran  sobre  mí  y  que  V.  M.  con- 
siguiera la  gloria  que  les  podia  corresponder :  á  esto  se  extiende 
mi  afecto  y  voluntad. 

Hame  dado  suma  pena  lo  que  V.  M.  me  dice  de  que  el  enemi- 
go no  haya  hallado  á  Lérida  tan  bien  proveída  como  el  año  pa- 
sado; y  si  la  expugna  á  viva  fuerza,  era  necesaria  gente  adentro, 
munición  y  armas  con  qué  defenderse;  y  si  esto  les  faltase,  sería 
mayor  el  aprieto  y  también  el  motivo  de  la  exaltación  y  gloria 

15 


—  2l8  — 

al  nombre  de  Dios  si  nos  defiende.  Hágalo  por  su  clemencia  y 
bondad  y  sírvase  de  guardarnos  esta  plaza,  que  tantas  veces  la 
ha  defendido  milagrosamente,  con  que  nos  da  más  aliento  á  la 
esperanza  y  ánimo  para  suplicarle  con  fe  que  no  se  pierda  ni  ma- 
logre la  misericordia  que  nos  ha  hecho :  yo  clamaré  de  nuevo  y 
trabajaré  con  mi  pobreza  por  esta  causa. 

De  las  instancias  y  porfías  del  enemigo  en  conquistar  á  esta 
plaza,  se  colige  de  cuánta  importancia  es  su  conservación  y  que 
no  la  perdamos ,  por  lo  que  deseo  sumamente  que  se  hagan  las 
diligencias  posibles  para  socorrerla  á  tiempo;  y  si  esto  se  pudiera 
conseguir  sin  que  V.  M.  volviera  á  Aragón,  fuera  mejor,  porque 
el  tiempo  está  muy  adelante,  los  calores  son  grandes,  y  el  peli- 
gro de  mudar  temple  de  tierra  y  caminar  tanto  es  evidente;  y 
como  el  mayor  interés  y  victoria  es  la  vida  de  V.  M.  y  que  Dios 
nos  la  conserve,  es  menester  atender  mucho  á  ella.  Esto  digo  con 
sólo  el  natural  discurso  y  afecto;  pero  porque,  como  dice  V.  M., 
va  tanto  en  ir  ó  quedarse  en  esa  Corte,  pediré  al  Señor  con  todas 
veras  que  me  dé  luz  ó  conocimiento  de  la  mayor  conveniencia, 
y  si  fuere  servido  declarármelo,  avisaré  á  V.  M. 

En  la  Concepción  de  Agreda  á  7  de  Junio  1647.  —  B.  L.  M. 
D.  V.  M.  su  menor  sierva. — Sor  María  de  Jesús. 


cxxx. 


Del   Rey  '• 


Madrid  Con  mucho  cuydado  estube  de  vra  salud  hasta  ver  lo  q  me  es- 

"  1647!°*°    cri vistes  en  postrero  del  passado,  y  aun  no  he  salido  del,  viendo 

q  no  he  tenido  oy  nuebas  della.  Desseo  q  la  tengáis  cunplida, 

pues  aunq  de  la  presencia  de  tiro  Señor  me  seréis  buena  inter- 

cessora,  con  todo  esso,  mientras  duran  estas  borrascas  y  fuere 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  219  — 

voluntad  divina,  os  quisiera  tener  más  cerca,  para  valerme  de 
los  buenos  consejos  q  me  dais,  los  quales  os  agradezco  mucho  y 
os  pido  con  toda  insistencia  rogueis  á  líFo  Señor  me  dé  luz  para  q 
los  execute  y  ponga  en  obra;  q  verdaderamente  temo  q  yo  mis- 
mo soy  mi  mayor  enemigo,  pues  no  me  pongo  en  estado  de  me- 
recer esta  dicha. 

Con  harto  cuydado  me  tiene  el  sitio  de  Lérida,  pues  aunq  me 
avisan  q  los  de  dentro  se  defienden  bien,  ay  menos  gente  de  la 
q  yo  quisiera  en  la  plaza  y  el  enemigo  tiene  mucha;  con  q  si 
Dios  lírb  Señor  no  nos  assiste  como  el  año  passado,  temo  su  pér- 
dida, y  assi  os  pido  con  todas  veras  apretéis  vivamente  con  su 
divina  M.^  y  con  su  Madre  Santíssima  para  q  nos  ayude  en  este 
aprieto,  pues  de  su  mano  poderosa  sola  puede  venir  el  socorro  y 
alivio  de  lo  q  oy  se  padece.  Acá  se  hace  lo  posible  y  se  va  jun- 
tando el  exército  q  creo  lo  estará  al  fin  deste  mes:  yo  he  manda- 
do que  esté  mi  cassa  prevenida  para,  si  fuere  menester  partir  y 
acudir  más  de  cerca  á  mis  armas,  hacerlo  luego  sin  reparar  en 
nada  ni  en  las  descomodidades  del  camino  en  este  tienpo ,  porq 
mi  desseo  es  cunplir  con  mi  obligación :  permita  líTo  Señor  q 
destos  travajos  saquemos  el  fruto  q  devemos  dessear,  q  si  esto  se 
consigue,  los  puedo  llamar  dichossos.  Vos,  Sor  María,  no  me 
olvidéis ,  q  he  menester  mucho  el  anparo  de  ñfo  Señor. 
De  Madrid  á  12  de  Junio  1647. — Yo  el  Rey. 
Después  de  escrita  esta  carta  recivo  la  vra  de  7  deste  con  q  me 
he  alegrado  mucho  por  juzgaros  os  halláis  mejor  de  vfbs  acha- 
ques. No  me  da  motivo  á  añadir  á  lo  q  tengo  escrito;  solo  bolve- 
ros  á  encargar  os  acordéis  de  Lérida,  la  qual  se  halla  en  el  estado 
q  os  he  dicho ;  no  le  faltan  bastimentos  ni  municiones,  pero  la 
gente  no  es  mucha  y  assi  a  de  ser  solo  de  ñTo  Señor  el  sucesso, 
de  cuya  misericordia  espero  nos  a  de  favorecer. 


—  220  — 


CXXXI. 

Del    Rey  '. 

Madrid  Sor  María :  Aunq  me  estoy  previniendo  para  ir  á  Zaragoza 

1647.  sienpre  q  la  necesidad  lo  pidiere,  como  no  se  puede  hacer  con  la 
prisa  q  yo  quisiera,  he  resuelto  enbiar  antes  á  Don  Luis  de  Haro, 
con  las  órdenes  q  he  tenido  por  convenientes,  para  obrar  lo  posi- 
ble y  apresurar  las  disposiciones  del  socorro  de  Lérida :  a  de  pas- 
sar  por  ay  y  no  he  querido  se  vaya  sin  estos  renglones,  en  q  os 
pido  y  encargo  encomendéis  mucho  á  Dios  este  socorro,  del  qual 
depende  mucho  para  esta  Corona  y  para  la  disposición  de  la  paz 
general.  Los  medios  umanos  no  son  muchos,  pero  los  q  se  an  po- 
dido disponer,  en  la  cortedad  del  caudal  con  q  nos  hallamos,  y 
esto  mismo  me  hace  fiar  más  de  los  divinos;  y  assi  quedo  con  fir- 
me esperanza  de  q  ñfb  Señor  a  de  ussar  de  su  misericordia  con 
nosotros  en  esta  ocasión,  como  lo  hizo  en  la  passada. 
De  Madrid  á  18  de  Junio  1647. — Yo  el  Rey. 

« 

La  respuesta  podrá  venir  por  la  estafeta. 


CXXXII. 

De   Sor  Marías 

21  da  Junio       Sefior :  Indicio  es  de  su  gran  piedad  de  V.^  MA  el  querer  vida 

'^^^'       de  tan  poco  probecho  como  la  mia,  y  si  ella  fiíera  de  algún  alivio 

para  V.*  M.^  no  la  reusára,  aunq  la  temo  mucho  por  el  peligro  q 

ay  en  ella  de  pecar  :  este  es  cierto  y  también  q  yo  soy  ynútil 

1  Autógrafo  del  Convento  de  Agreda. 

2  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  221   — 

para  todo  y  pobre  delante  de  Dios,  con  q  estimo  menos  mi  sa- 
lud. Traygola  quebrantada  estos  dias,  aunq  las  sangrías  me  an 
dado  algún  alivio:  aseguro  á  V.»  M.^  con  berdad  q,  si  las  tribula- 
ciones y  trabajos  me  pudieran  baler  en  la  presencia  divina  para 
aliar  al  Todopoderosso  más  propicio  y  alcanzar  lo  q  le  suplico, 
admitiera  todos  los  deste  baile  de  lágrimas;  pero  su  liberal  mise- 
ricordia no  la  puede  ynclinar  tanto  ñrbs  merecimientos ,  quanto 
su  suma  bondad  y  clemencia:  á  ella  clamo  en  su  presencia,  lloro 
y  pressento  los  infinitos  merecimientos  de  Christo  lífo  Señor  y  de 
su  SS.™*  Madre ,  para  q  por  ellos  nos  conceda  la  deffenssa  deste 
Rey  no,  su  paz  y  quietud,  y  en  el  desseo  de  conseguirlo  vivo 
muriendo.  ¡O  Señor  de  mi  alma  I  Si  V.*  M.<*  conociera  mis 
anssias  en  esta  inpressa ,  ¡cómo  se  diera  por  serbido  desta  su  me- 
nor sierba ,  y  me^  perdonara  por  ellas  lo  poco  q  balgo  de  todas 
maneras  y  menos  para  dar  consejos  á  V.^  M.<^,  q  ablo  como  mu- 
jer ignorante ;  y  el  afecto  q  tengo  á  V.*  M.<>  me  hace  olbidarme 
q  lo  soy,  quando  escribo,  desseossa  de  manifestar  con  racones  el 
secreto  q  está  en  mi  coracon ,  encaminado  á  todo  lo  q  en  lo  divi- 
no y  humano  puede  estar  bien  á  V.«  MA I 

Del  cuidado  y  pena  q  V.^  M,^  tiene  del  sitio  de  Lérida  me  las- 
timo mucho  y  aconpafio  en  él  á  V.^  M.^  con  vibas  anssias  del 
buen  su^esso,  y  lo  pido  á  el  Altíssimo  con  beras  y  con  la  fideli- 
dad q  debo  á  la  obediencia  de  V.»  M.^,  y  q  supla  su  mano  pode- 
rosa la  poca  jente  q  ay  defendiéndonos  del  enemigo  y  guardán- 
donos aquella  pla^a.  Para  su  poder  divino  no  ynporta  poca  jente, 
como  se  colije  de  lo  q  les  sucedió  á  los  Isrraelitas  q,  no  abiendo 
progedido  en  la  pressencia  de  Dios  con  passos  rectos,  los  castigó 
entregándolos  en  manos  de  los  Madianitas  por  espacio  de  siete  años, 
los  quales  los  aflijieron  y  molestaron  mucho;  y  humildes  y  reco- 
nocidos pidieron  al  Señor  fabor  y  socorro  contra  sus  enemigos,  á 
los  quales  ynvió  Dios  un  profeta  q  les  representasse  sus  obliga- 
ciones, los  favores  y  mercedes  q  abian  recibido  de  su  poderossa 
mano,  y  les  arguyesse  de  su  rebeldía,  pues  no  oyeron  ni  atendie- 
ron á  la  voz  del  Señor;  pero  á  Jedeon  hijo  de  Juas,  después  q  se 
le  apareció  el  ángel,  le  miró  el  Señor  y  le  dijo:  «Vé  y  con  tu 
ánimo  y  fortaleca  librarás  i  los  de  Isrrael  de  la  mano  y  poder  de 


—  222  — 

los  MadianitaS)  los  destruyrás  porq  yo  seré  contigo!»  Y  Jedeon, 
después  de  aber  ofrecido  sacrífi9Ío  á  Dios  y  olocausto  y  destniydo 
la  ara  de  Bal  y  el  bosQ  q  estaba  junto  á  él ,  aconpañado  de  los  de 
su  pueblo  juntó  exército  de  tre3nita  mil  hombres  contra  los  de 
Madian,  Amalee  y  los  demás  pueblos  orientales;  cuyo  exército 
era  tan  grande  q  se  asimilaba  al  de  las  langostas  q  suelen  ason- 
brar  y  cubrir  la  tierra,  y  sus  camellos  eran  tantos  como  las  are- 
nas del  mar,  q  lo  dice  assi  la  Escritura;  y  porq  los  de  Isrrael  no 
se  atribuyessen  á  sí  la  vitoria  y  ven9Ímiento,  sino  á  Dios,  de  los 
treynta  mil  hombres  q  llevaba  Jedeon  le  quitó  veinte  y  dos  mil, 
y  pare^iéndole  q  aun  era  gruesso  exército,  le  minoró  y  se  sumió 
asta  llegar  á  tres9Íentos  soldados,  con  los  quales  Jedeon  ven9ió 
y  alcan9Ó  vitoria  de  los  de  Madian  y  sus  ecua^es,  q  eran  }miume- 
rables  y  cassi  ynfínitos  (como  dice  la  Escritura  por  estos  térmi- 
nos) :  «Porq  Jedeon  tenía  á  Dios  consigo.»  V.*  M.^,  Señor  mió, 
procure  obligarle  y  tener  propicio  al  Todopoderosso,  ebitando  las 
ofenssas  y  emitando  á  Jedeon. 

En  quanto  al  yr  V."  M.<*  a  Aragón ,  veo  muchas  conbenien^ias 
en  q  asistiera  la  persona  Real  de  V.«  M.^  en  la  deffenssa  de  Lérida, 
para  q  el  exército  se  juntasse ;  pero  alio  las  mayores  en  q  se  evi- 
ten las  penas,  disgustos  y  riesgos  de  V.»  M.**  y  de  su  salud;  y  si 
con  algún  medio  se  pudiera  remediar  la  ne^essidad  del  socorro  y 
atender  al  alivio  de  V.*  M.<* ,  sería  mejor.  Suplico  á  V.«  M.*,  q 
para  cossa  q  tanto  ynporta  se  balga  V.»  M.^  del  pare9er  de  su 
Consejo,  q  pedido  tengo  al  Altíssimo  no  los  deje  errar  en  esto ,  y 
q  prospere  á  V.»  MA 

21  de  Junio  1647. — Sor  María  de  Jesús. 


CXXXIIL 


De  Sor  María. 


32  de  Junio       Seftor :  La  que  va  con  esta  tenía  escrita  cuando  recibo  la  de 
'^^^*       V.  M.  por  mano  de  D.  Luis  de  Haro :  hame  dicho  muchas  nove- 


—  323  — 

dades  de  Barcelona  y  que  el  sitio  de  Lérída  le  ha  levantado  el 
enemigo  y  puéstose  en  huida ,  las  cuales  nuevas  le  dieron  están- 
dole  hablando;  para  mí  han  sido  de  sumo  gozo,  por  el  alivio  de 
V.  M.,  y  he  alabado  al  Altísimo  por  este  beneficio,  y  sólo  me 
queda  de  cuidado  el  saber  el  fin  de  este  suceso  y  cómo  se  logra. 
No  dicen  con  claridad  cómo  ha  sido ,  porque  no  hablan  tomado 
noticias  de  todo ;  de  las  que  me  han  dado  estoy  consoladísima 
por  el  desahogo  de  V.  M. :  acertado  ha  sido  que  se  haya  dilatado 
la  determinación  de  la  jornada  de  V.  M.  á  Aragón,  pues  con  el 
tiempo  se  conocerán  mejor  las  conveniencias  de  ir  ó  quedarse 
V.  M.  y  los  sucesos  lo  declararán.  Yo,  Señor  mió,  no  cesaré  de 
clamar  al  Altísimo  por  el  acierto  en  esto ,  suplicándole  dé  luz 
á  V;  M.  y  paz  en  su  Reino ,  por  la  que  daria  la  vida  si  fuera  de 
provecho. 

La  carta  de  V.  M.  que  traia  D.  Luis  de  Haro  venía  sin  mar- 
gen donde  responder ,  y  como  no  tenía  cosa  de  secreto,  me  que- 
do con  ella  con  gusto,  estimándola  como  prenda  de  V.  M. 

En  la  Concepción  Descalza  de  Agreda  á  22  de  Junio  1647. — 
Sierva  de  V.  M. ,  Q.  S.  M.  B. — Sor  María  de  Jesús. 


CXXXIV. 


Del  Rey. 


Acabo  de  recibir  dos  cartas  vuestras  juntas,  y  presto  hemos  Madnd 
experimentado  en  Lérida  lo  que  decís  sucedió  á  Gedeon,  y  en  mí  '  1647°^ 
se  puede  añadir  algo  en  este  suceso,  pues  faltaron  los  300  hom- 
bres con  que  entonces  se  venció  al  enemigo  :  aquí  no  ha  habido 
más  que  la  mano  poderosa  de  nuestro  Señor ,  el  cual  nos  ha  con- 
cedido esta  merced  cuando  más  le  ofendo  y  cuando  menos  acer- 
tamos á  servirle  '. 

ilLos  buenos  sucesos  de  nuestras  armas  habían  confirmado  las  esperanzas  y 
correspondido  i  los  alientos  que  la  V.  ¡Madre  di6  al  Rey  en  sus  cartas,  y  el 


—  224  — 

Hele  dado  las  gracias  que  he  podido,  aunque  no  las  que  fuera 
justo,  y  á  vos  os  pido,  Sor  María,  me  ayudéis  á  dárselas,  pues 
habiendo  recibido  siempre  tantos  beneficios  suyos ,  puedo  decir 
que  en  lo  temporal  es  este  el  mayor  que  hoy  pudiera  alcanzar, 
así  por  él  mismo  como  por  las  circunstancias  que  de  él  se  podrán 
seguir.  Hasta  ahora  no  sabemos  la  causa  (con  certeza)  que  mo- 
vió al  Príncipe  Conde  á  dejar  libre  á  Lérida,  pero  es  cierto  ha- 
brá sido  grande;  que  á  no  ser  así,  no  hubiera  este  caballero  desis- 
tido de  una  empresa  que  tenía  tan  adelante  y  en  que  estaba  em- 
peñada su  reputación  y  propia  persona.  Unos  dicen  que  habia 
habido  alboroto  iunto  á  Barcelona  con  la  muerte  de  D.  José 
Margarit ,  y  otros  dicen  varias  cosas;  pero  como  no  hay  certeza 
de  nada,  estamos  dudosos,  aunque  no  se  deja  de  atender  á  las 
disposiciones  necesarias ,  para  lo  cual  se  procurará  lograr  la  oca- 
sión que  se  nos  viene  á  las  manos  y  obrar  lo  posible.  Si  el  ene- 
migo se  viese  embarazado  con  los  de  la  provincia,  a3aidaria  mu- 
cho; y  como  lo  principal  es  acudir  á  nuestro  Señor,  he  man- 
dado que  en  todas  partes  se  le  den  gracias  y  que  se  procure 


abandono  del  sitio  de  Lérida  por  el  francés  con  razón  pudo  parecer  al  Rey 
protección  visible  del  Todopodero.  Fueron  instrumentos  elegidos  para  manifes- 
tar el  divino  auxilio,  la  sin  igual  pericia  y  energía  de  D.  Gr^orio  Bríto,  go- 
bernador de  la  plaza  en  este  y  el  anterior  cerco,  portugués  de  origen  y  cuyo 
noble  y  heroico  comportamiento  reñeren  al  pormenor  en  sus  cartas  los  Jesui* 
tas  que  permanecieron  dentro  de  los  muros  por  todo  el  sitio,  así  como  la  cons- 
tancia de  los  tres  mil  veteranos  españoles  que  mandaba ;  quienes  rindieron  el 
empuje  de  los  enemigos  y  pusieron  tal  desaliento  en  sus  filas,  que  en  vano  los 
capitanes  de  la  primera  nobleza  de  Francia  querían  llevarlos  á  palos  y  mando- 
bles á  las  brechas.  Vinieron  á  ayudar  á  la  eficacia  de  esas  causas  los  rigores  del 
calor  y  la  sequía  y  la  dureza  del  suelo,  que  no  poco  nos  ha  ayudado  á  defenderlo 
de  extraños  en  la  guerra,  compensando  así  lo  qué  con  tales  cualidades  se  hace 
ingrato  á  los  propios  en  la  paz.  En  toda  Europa  causó  grande  sensación  esta 
verdadera  rota  de  Conde ,  siendo  buen  testimonio  de  ello  las  Memorias  dt  mada- 
me  de  Mottevüle^  escritas  en  la  Corte  de  Francia  y  por  mano  nada  enemiga  del 
Príncipe,  en  las  que  se  refiere  la  admiración  que  despertó  el  heroísmo  de  Léri- 
da, contra  el  que  se  hablan  estrellado  los  esfuerzos  y  la  fortuna  de  tan  grandes 
capitanes  como  La  Motte-Houdancourt,  el  Conde  de  líarcourt  y  el  Príncipe  de 
Conde ,  mirado  hasta  allí  como  invencible  ;  y  se  confirma  que  la  retirada  fué  te- 
nida por  un  verdadero  desastre  para  las  armas  francesas ,  que  los  más  prudentes 
sólo  defendían  y  excusaban  mirándolo  como  extremo  recurso  que  evitara  ma- 
yores males ,  por  el  estado  de  indisciplina  y  desaliento  de  los  soldados  franceses 
en  Cataluña. 


—  225   — 

servirle  como  se  debe,  evitando  pecados  y  ejercitándose  la  justi- 
cia como  es  justo. 

Siento  que  vuestros  achaques  os  fatiguen,  porque  os  deseo  en 
esta  vida  por  ahora,  y  estimo  infinito  cuanto  me  decís  hacéis  por 
mí :  encargóos  lo  continuéis,  anteponiendo  siempre  mi  salvación 
á  todo  lo  demás,  que  esto  sólo  es  lo  que  me  importa,  y  espero 
que  vuestra  intercesión  me  ha  de  ayudar  mucho  en  todo. 

Huélgome  que  os  hayáis  quedado  con  mi  carta ,  pues  aunque 
creo  no  será  menester ,  tendréis  allá  esa  prenda  que  os  haga  acor- 
dar de  mí.  Este  accidente  no  pensado  ha  mudado  las  cosas  en  lo 
que  toca  á  mi  jornada,  y  siempre  estaré  dispuesto  á  ejecutarla  si 
lo  pidieren  las  ocasiones ;  y  para  mí  no  hay  comodidad  ni  salud 
como  emplearme  en  la  defensa  de  las  ovejas  que  puso  Dios  á  mi 
cargo.  El  os  guarde. 

De  Madrid  á  26  de  Junio  1647. — Yo  el  Rey. 


cxxxv. 


De  Sor  María. 


Señor :  Muy  afectuosamente  engrandece  mi  alma  al  Altísimo  y  s  ^  JuHo 
le  magnifica ,  porque  la  potencia  de  su  brazo  favorece  á  V.  M.  y  *  ^^* 
le  consuela  en  su  tribulación ;  pues  cuando  temiamos  perder  á 
Lérida,  dispone  su  divina  Providencia  que  el  enemigo  levante  el 
sitio;  y  me  consuela  sumamente  oir  en  esta  carta  lo  que  V.  M. 
dice  y  conoce,  que  aun  los  300  hombres  que  alcanzaron  victoria 
con  Gedeon  faltaron  aquí  y  todos  los  medios  humanos ,  y  que  sola 
la  mano  poderosa  del  Señor  ha  andado  en  esta  obra.  Y  como  la 
confesión  y  el  agradecimiento  de  los  beneficios  es  disposición  para 
otros,  me  gozo  de  que  V.  M.  mande  que  se  den  gracias  por  el 
que  hemos  recibido  y  que  se  eviten  pecados ,  para  que,  contritos 
y  humillados ,  el  Señor  se  nos  muestre  padre  piadoso  y  deje  el 


—  226  — 

azote  de  juez  severo;  que  en  sus  entrañas  de  misericordia  más 
connatural  es  favorecer  que  afligir,  premiar  que  castigar,  vivifi- 
car que  destruir;  y  si  no  lo  hace  liberalísimamente  es  porque 
nuestros  pecados  ponen  óbice  á  su  misericordia  y  cierran  el  ma- 
nantial de  sus  gracias. 

Algunas  veces  me  parece  he  suplicado  á  V.  M.  (y  ahora  lo 
hago  de  nuevo)  que  V.  M.  se  constituya  procurador  del  Señor, 
agente  de  su  causa,  solicitador  de  su  gloria  y  honra,  y  evitador 
de  las  ofensas  que  le  hacen ,  y  que  en  esto  emplee  V.  M.  todas 
sus  fuerzas  y  conato ;  y  después  deje  V.  M.  su  causa  propia  y  la 
defensa  de  sus  Reinos,  el  gobierno  y  acierto  de  ellos  en  la  Provi- 
dencia divina ,  que  ciertos  tendremos  los  buenos  sucesos  y  victo- 
rias. A  mí  me  ha  puesto  en  nuevo  cuidado  este  levantamiento 
del  cerco  de  Lérida ,  porque  se  me  va  el  afecto  á  desear  que  lue- 
go, sin  perder  punto,  entren  socorro  abundante  de  todo  en  la 
plaza ,  por  lo  que  puede  suceder ;  y  V.  M.  hace  lindo  reparo  de 
que  sin  grave  causa  no  hubiera  dejado  libre  la  plaza  el  Príncipe 
Conde,  teniéndola  tan  apurada;  y  si  el  motivo  hubiese  sido  algu- 
na alteración  de  Barcelona  en  que  se  nos  manifestase  quererse 
reducir  al  servicio  y  obediencia  de  V.  M. ,  sería  menester  fomen- 
tarlo y  ofrecerles  ayuda  para  defenderse  del  francés ,  y  hacerles 
tal  pasaje  que  consiguiésemos  lo  que  tanto  nos  importa,  de  redu- 
cirse á  su  señor  natural.  Esta  es  mi  ansia  y  por  lo  que  clamo  al 
Altísimo  muchos  años  há ,  pues  me  atraviesa  el  corazón  el  haber 
sabido  que  aquel  principado  de  Barcelona  le  han  inficionado  algo 
los  herejes  que  allí  han  entrado,  y  que  el  demonio ,  por  su  me- 
dio, ha  arrojado  su  aliento  venenoso  contra  la  pureza  de  la  fe;  y 
si  el  Altísimo  fuera  servido  de  que  el  enemigo  se  embarazase 
( como  dice  V.  M. )  con  los  de  la  provincia  y  hubiese  discordia 
entre  ellos ,  sería  medio  poderoso  para  que  se  retirase  á  Francia 
y  se  ajustasen  más  á  las  paces :  el  Todopoderoso  nos  lo  conceda. 
Suplico  á  V.  M. ,  con  la  humildad  que  puedo,  me  avise  si  se  sabe 
alguna  novedad  que  nos  dé  esperanzas  de  esto ;  yo  trabajo  con 
todas  mis  fuerzas  y  me  postro  ante  el  acatamiento  divino ,  pi- 
diendo misericordia  y  la  paz  de  este  Reino. 

V.  M.,  Señor  mió,  se  anime  mucho  en  todos  sus  cuidados  y 


—  227  — 

póngalos  en  la  mano  del  Altísimo ;  obligúele  V.  M.  y  téngale 
propicio  por  la  gracia;  y  crea  V.  M.  que  es  fiel  amigo  de  los  que 
se  le  entregan  por  amor,  y  como  Todopoderoso  los  defiende ,  am- 
para, patrocina,  vivifica  y  hace  sombra  y  los  encamina  á  su  ver- 
dad. Todo  esto  deseo  en  V.  M.  y  la  salvación  como  la  mia,  pues 
porque  la  consiga  V.  M.  y  el  premio  eterno ,  trabajo  y  ofi-ezco 
mis  pobres  obras,  tanto  por  V.  M.  como  por  mí;  y  aseguro  á 
V.  M. ,  Señor  mió ,  que  de  todo  lo  humano  y  terreno  me  he  des- 
pedido y  retirado,  más  ahora  que  nunca ,  para  atender  á  trabajar 
con  más  veras  por  V.  M.  y  su  Reino ,  aunque  todo  lo  que  hago 
es  coartado  y  limitado. 

Ya  el  padre  Fr.  Juan  de  Palma  habrá  dicho  á  V.  M.  lo  que 
dispuso  en  el  gobierno  de  mi  alma,  que  fué  reservársele  para  sí 
en  el  modo  posible  desde  tan  lejos :  al  Provincial  de  Burgos, 
que  es  el  prelado  más  inmediato,  ha  dejado  encargado  me  asista 
para  lo  que  se  ofreciere.  Yo  soy  tal  que  todo  lo  malograré ;  el 
consuelo  que  me  ha  quedado  es  que  los  dos  me  ayudan  al  cum- 
plimiento de  mis  deseos  de  retirarme  y  del  secreto.  Prospere  el 
Altísimo  á  V.  M. 

En  la  Concepción  de  Agreda  á  5  de  Julio  1647.  —  B.  L.  M. 
D.  V.  M.  su  menor  sierva.  — Sor  María  de  Jesús. 


Nota  del  manuscrito  de  Agreda, —  Pasó  D.  Luis  de  Haro  por 
este  lugar  y  no  se  quiso  ir  sin  carta  para  S.  M.;  dile  la  siguiente: 


GXXXVL 


De  Sor  María. 


Scflor :  El  afecto  que  á  V.  M.  tengo  y  lo  que  le  estimo  vence  al    14  «le  juiio 
temor  de  cansar  á  V.  M.  con  mis  cartas;  y  el  ansia  de  manifestar        '  ^  * 
en  ellas  el  deseo  de  su  alivio  de  V.  M.,  me  obliga  á  que  D.  Luis  de 


—  228   — 

Haro  no  se  vaya  sin  ésta,  en  que  de  nuevo  aseguro  á  V.  M.  tra- 
bajo con  el  Señor  cuanto  puedo  para  pedirle  los  buenos  sucesos 
en  todo;  y  aunque  estos  afectos  y  ansias  son  tan  repetidos  en  mis 
cartas,  crecen  tanto  que  siempre  hay  que  manifestar  de  nuevo. 
Tiéneme  con  cuidado  la  determinación  que  tomará  el  enemigo 
que,  como  ha  quedado  tan  desairado,  temo  no  quiera,  después  de 
conocerlo,  restaurarlo  con  daño  nuestro:  á  todo  se  extenderán  las 
súplicas  con  el  Señor  en  esta  comunidad,  y  á  que  prospere  á  V.  M. 
en  la  felicidad  que  deseo. 

En  la  Concepción  de  Agreda  á  14  de  Julio  1647. — Su  menor 
sierva. — Sor  María  de  Jesús. 


CXXXVII. 


Del  Rey. 


Madrid  Con  mucho  gusto  he  leido  vuestra  carta,  pues  os  aseguro  son 

2647.  de  grande  alivio  todas  las  que  me  decís  deseáis  mi  salvación  y 
mis  aciertos  y  lo  que  me  encomendáis  á  Dios  para  que  lo  consi- 
ga :  sólo  temo  que  mi  flaqueza  ha  de  hacer  malograr  vuestras 
obras,  pues  no  acierto  á  ser  el  que  debo  ni  agradecer,  como  fuera 
justo,  las  mercedes  que  continuamente  estoy  recibiendo  de  la 
mano  de  nuestro  Señor,  y  si  no  supiera  que  su  divina  Majestad 
conoce  esta  flaqueza,  pues  se  vistió  de  nuestra  carne,  me  viera 
con  gran  desconsuelo.  Sírvase  por  quien  es  de  abrirme  los  ojos 
para  que  acierte  á  seguir  el  camino  que  deseo,  y  ejecutar  los 
saludables  consejos  que  me  dais  en  esta  carta :  yo  lo  procuraré 
Sor  María,  aunque  me  temo  á  mí  mismo,  y  os  pido  me  ayudéis 
y  continuéis  vuestras  intercesiones  por  mí;  pues  cuanto  más  os 
apartaredeis  de  lo  terreno,  tanto  más  poderosas  me  serán. 

Aunque  se  creyó  que  habia  obligado  á  levantar  el  sitio  de  Lé- 
rida al  Príncipe  Conde  algún  alboroto  de  Cataluña,  fué  incier- 
to, porque  no  le  ha  habido,  y  aquella  provincia  está  con  la  quie- 


—  229  — 

tud  y  buena  correspondencia  con  los  franceses  que  ha  tenido 
desde  que  se  rebeló;  y  así  andamos  haciendo  varios  juicios  sobre 
cuál  fué  la  causa  de  esta  determinación.  Sea  cual  fuere,  Lérida 
está  libre,  que  es  lo  que  deseábamos,  y  cuanto  menos  se  alcan- 
zan las  causas  humanas  tanto  más  se  verifica  que  sola  la  pode- 
rosa mano  de  nuestro  Señor  ha  obrado  aquí ,  y  espero  de  su  mi- 
sericordia que  lo  ha  de  continuar  hasta  concedemos  una  paz  que 
sosiegue  estas  inquietudes  de  la  Cristiandad ,  y  por  cuyo  medio 
podamos  castigar  los  daños  que  la  herejía  ha  causado  en  Catalu- 
ña, que  es  cosa  que  me  tiene  atravesado  el  corazón.  A  Lérida  te- 
nemos bien  proveída,  y  el  ejército  en  disposición  que  pueda  acu- 
dir con  toda  brevedad  á  lo  que  pidieren  las  ocasiones  :  con  que 
espero  en  nuestro  Señor  que  por  lo  menos  no  perderemos  este 
año  nada  en  Cataluña. 

Las  cosas  de  Flándes  é  Italia  las  encamina  bien  el  Señor,  de 
que  me  alegro  y  por  lo  que  le  doy  gracias  á  su  Majestad ,  pues 
éste  es  principio  para  entrar  en  más  esperanzas  de  conseguir 
la  paz  '. 

Ya  me  dijo  Fr.  Juan  de  Palma  en  la  forma  que  habia  dispuesto 
vuestra  alma,  y  quien  tiene  tales  maestros  como  vos  poca  ayuda 
humana  há  menester. 

De  Madrid  á  lo  de  Julio  1647. — Yo  el  Rey. 


CXXXVIII. 


De  Sor  María. 


Señor:  Alivio  de  mi  encogimiento  es  que  V.  M.  me  signifique    ao  de  jniio 
no  le  son  molestas  mis  cartas,  porque  como  en  ellas  es  preciso       '^^^* 

I  En  Flándes,  las  negociaciones  de  paz  con  Holanda  habían  permitido  al  Ar- 
chiduque Leopoldo,  hennano  del  Emperador,  sitiar  el  1 1  de  Mayo  á  Armenti^es, 
que  capituló  el  31 ,  y  fuese  de  seguida  á  bloquear  el  castillo  de  Comines,  el  3  de 
Junio,  que  se  rindió  ocho  dias  después.  En  Italia  el  nuevo  gobernador,  Don  B. 
Fernandez  de  Velasco,  Condestable  de  Castilla,  habia  sitiado  á  Niza  de  Monfer- 
rato,  el  9  de  Mayo,  rindiéndose  el  33. 


—  230  — 

repetir  siempre  mis  ansias  del  bien  de  V.  M.  y  dedr  lo  que  pue- 
de encaminar  á  él,  temo  ser  molesta;  pero  pesando  lo  mucho 
-  que  V.  M.  hace  en  humanarse  con  la  menor  de  sus  siervas  á  in- 
timarme su  gusto  en  que  le  escriba,  no  hallo  otra  recompensa  ni 
retorno  que  desear  y  solicitar  lo  que  más  importa,  que  es  la  sal- 
vación. Yo  no  puedo  satisfacer  á  la  voluntad  que  tengo  á  V.  M. 
con  darle  riquezas  para  las  guerras,  ni  gente  que  venzan  los  ene- 
migos, ni  otras  preseas  humanas,  porque  soy  inútil  y  pobre;  y 
si  todo  esto  tuviera,  lo  ofreciera  luego  á  V.  M.;  pero  porque  me 
falta,  me  convierto  al  Todopodero  y  le  pido  que  supla  esto  por  sí 
mismo,  como  Señor  de  los  ejércitos,  dándonos  victorias  y  paz  y 
á  V.  M.  la  salvación :  ésta  me  lleva  mi  atención  y  afecto,  y  por- 
que V.  M.  la  consiga  estoy  empeñada  con  el  Altísimo,  ofrecién- 
dole cuanto  hago  y  sus  infinitos  merecimientos.  Puesta  á  los  pies 
de  V.  M.,  le  suplico  que  ayude  y  coopere  V.  M.  de  su  parte  á 
cumplir  la  voluntad  divina  en  esto,  que  sin  duda  es  que  V.  M.  le 
sirva  y  tenga  su  amistad:  ésta.  Señor  mió,  no  se  puede  alcanzar 
sin  trabajo,  porque  vale  mucho,  y  más  para  V.  M.  que  todos  sus 
reinos;  pues  dijo  Cristo  nuestro  Señor  por  San  Mateo:  «¿  Qué  le 
importa  al  hombre  ganar  todo  el  mundo  si  su  alma  padece  detri- 
mento ?  ¿  Y  cómo  si  una  vez  la  pierde,  podrá  restaurar  este  daño  ?» 
Por  lo  cual  se  ha  de  trabajar  lo  poco  que  dura  la  vida  con  la  es- 
peranza del  descanso  eterno;  y  no  le  contriste  á  V.  M.  la  flaqueza 
propia,  pues  el  Todopoderoso  no  la  deja  sola,  que  siempre  justi- 
fica su  causa  dando  luz  y  auxilio.  La  naturaleza  con  la  gracia  es 
fuerte,  pero  sola  y  en  la  ocasión,  flaca;  por  eso  dijo  el  Espíritu 
Santo,  que  «Quien  no  teme  el  peligro  perece  en  él»;  y  David, 
con  ser  un  cedro  del  Líbano,  altísimo  en  perfección  y  santidad 
y  grande  por  ser  Rey,  por  ponerse  en  ocasión  de  mirar  á  Betsa- 
bé  cayó  y  se  envileció  hasta  el  pecado,  el  cual  le  castigó  Dios 
severamente  en  sus  reinos;  y  porque  se  levantó  y  no  volvió  á 
reincidir  le  perdonó  el  Señor,  le  favoreció  en  lo  divino  y  lo 
humano. 

San  Pedro  no  fué  más  fuerte  cuanto  se  puso  en  la  ocasión;  y 
es  cierto  que,  si  primero  de  ponerse  en  peligro  y  de  caer  en  culpa 
se  delibera  y  discurre  la  brevedad  del  gusto  en  el  pecado,  las 


—  231   — 

muchas  accedías  que  trae  el  cometerle,  el  desagrado  de  Dios,  que 
es  lo  principal,  el  peligro  de  aventurar  la  vida  eterna,  todo  esto 
nos  alejará  de  él.  ¡  Oh  Sefior  mió  de  mi  alma,  y  qué  desórdenes 
me  hace  cometer  este  deseo  que  tengo  de  que  V.  M.  sea  amigo 
de  Dios,  pues  me  tomo  más  licencia  de  la  que  me  da  la  condición 
flaca  de  mujer  y  de  inferior  á  V.  M.  I  Pero  no  es  justo  que  lo  que 
el  Señor  ha  dispuesto  de  que  yo  conozca  á  V.  M.  se  frustre  y  que- 
de sólo  en  lo  material;  y  V.  M.  bien  puede  arrojarme  de  sí  y  de 
su  gracia  por  importuna,  pero  yo  no  podré  dejar  de  serlo  en  so- 
licitar la  vida  eterna  de  V.  M.,  y  los  buenos  sucesos  de  sus  reinos 
y  la  paz  y  tranquilidad  en  ellos. 

No  me  espanto  que  la  novedad  de  levantar  el  sitio  de  Lérida 
ocasionase  á  pensar  que  Barcelona  se  habia  rebelado  contra  el 
francés,  porque  sin  este  motivo  (mirando  á  lo  humano)  ha  sido 
insipiencia  del  enemigo  dejar  una  plaza  que  tenía  tan  apurada; 
pero  considerado  á  mejor  luz,  el  Todopoderoso  ha  querido  ha- 
cer como  padre  piadoso,  socorriéndonos  en  el  mayor  aprieto  y 
peleando  por  nosotros  como  Señor  de  los  ejércitos.  Sírvase  por 
su  grande  misericordia  de  continuarlo  y  darnos  felices  sucesos, 
rindiendo  á  los  contrarios  hasta  que  se  ajusten  á  las  paces.  Bue- 
nas nuevas  han  sido  para  mí  que  esté  tan  bien  proveída  Lérida  y 
el  ejército  aprestado  para  lo  que  sucediere,  y  que  las  cosas  de 
Flándes  é  Italia  se  hayan  mejorado :  por  todo  alabo  al  Altísimo 
y  le  engrandezco. 

En  la  Concepción  Descalza  de  Agreda  á  20  de  Julio  1647.  — 
B.  L.  M.  D  V.  M.  su  menor  sierva. —  Sor  María  de  Jesús. 


CXXXIX. 


Del  Rey. 


Cuando  llegó  D.  Luis  de  Haro  me  dio  vuestra  carta  de  14,  y      Madnd 

24  QC  JdIio 

hoy  he  recibido  la  de  20,  y  os  afirmo  que  con  entrambas  me  he       1647. 
alegrado  mucho,  y  que  han  sido  muy  bien  recibidas,  partictilar- 


—  232   — 

mente  esta  última  en  que  os  extendéis  más,  y  me  mostráis  el 
amor  que  me  tenéis  y  lo  que  deseáis  mis  aciertos  en  todo,  y  prin- 
cipalmente mi  salvación ,  como  único  fin  á  que  debemos  aspirar 
todos  para  conseguirla.  Bueno  es,  Sor  María,  decirme  que,  si  os 
metéis  en  más  de  lo  que  es  justo  y  llegáis  á  ser  importuna,  os 
arroje  de  mí:  eso  no  haré  yo  jamas;  antes  os  agradezco  cuanto 
me  decís  y  os  ordeno  expresamente  que  lo  continuéis,  pues  es- 
pero en  la  misericordia  de  Dios  que  por  vuestro  medio  he  de 
conseguir  la  salvación,  y  que  vuestras  peticiones  hechas  á  su 
Divina  Majestad  y  los  consejos  que  me  dais ,  han  de  ser  grande 
ayuda  para  alcanzar  lo  que  tanto  me  importa.  Continuad  lo  uno 
y  lo  otro.  Sor  María,  que  yo  de  mi  parte  procuraré  no  desayu- 
darlo y  huir  las  ocasiones,  pues  veo  (como  decís)  que  han  caido 
en  ellas  otros  más  fuertes  que  yo ;  pero  siempre  me  temo  á  mí 
mismo,  pues  me  conozco  y  me  veo  tan  flaco  que  sin  grandes 
auxilios  caeré.  Vuélvoos  á  ordenar.  Sor  María,  que  continuéis 
vuestros  consejos,  pues  los  estimo,  como  es  razón,  y  tengo  por 
cierto  que  me  los  da  quien  me  desea  todo  bien  :  quiera  Dios  que 
acierte  yo  á  ejecutarlos  y  á  cumplir  en  todo  con  su  santa  vo- 
luntad. 

De  las  cosas  de  Cataluña  no  hay  nada  de  nuevo ;  el  enemigo 
no  se  mueve  y  dicen  que  se  va  deshaciendo;  nosotros  estamos 
prevenidos  para  acudir  donde  lo  pidiere  la  necesidad  y  para 
obrar  en  pasando  los  calores  y  rigores  del  verano,  si  las  ocasiones 
nos  abrieran  puerta  á  propósito.  Lo  de  Flándes  va  mejor  y  tam- 
bién las  cosas  de  Italia,  con  que  no  me  queda  que  hacer  más  que 
dar  infinitas  gracias  á  Dios  y  á  su  Madre  Santísima;  á  vos  os 
pido  me  ayudéis  á  dárselas  y  á  pedirles  dispongan  las  cosas  de 
manera  que  se  consiga  una  paz  justa  en  la  Cristiandad,  con  que 
se  puedan  remediar  los  desórdenes  y  excesos  de  la  República. 

De  Madrid  á  24  de  Julio  1647. — Yo  el  Rey. 


—  233  — 


CXL. 

De  Sor  María. 

Señor  :  Con  vínculos  muy  apretados  quiere  V.  M.  obligar  y  '•"  ^  ^«®*^ 
compeler  á  esta  su  menor  sierva  para  que  trabaje  con  todas  mis 
fuerzas  por  V.  M. :  admito  con  estimación  las  órdenes  que  me 
intima  V.  M.,  y  serán  estímulo  de  mi  temor  y  obediencia  que 
me  anime ;  porque  como  no  tengo  otra  de  criatura  humana  con 
quien  tratar  lo  que  con  V.  M.  hago^  ni  el  secreto  que  debo  á  su 
Real  persona  me  da  lugar  á  descubrirle  con  otro  que  con  Dios, 
me  suelo  encoger  y  recelar  el  errar;  porque  mi  propia  condición 
es  no  fiarme  de  mí ,  y  si  errare,  no  seri  de  voluntad  sino  de  en- 
tendimiento: aliéntame  que  mis  desaciertos  caen  en  el  pecho 
piadoso  de  V.  M. 

Señor  mió,  consuélome  mucho  que  V.  M.  crea  y  conozca  mis 
deseos  del  bien  de  V.  M.;  y  como  ellos  son  operaciones  interiores 
y  las  razones  con  que  las  declaro  materiales,  nunca  han  llegado 
á  ponderar  hasta  dónde  llegan,  pues  se  extienden  á  desear  y  pro- 
curar, de  los  bienes  terrenos  y  humanos,  todos  los  que  se  compa- 
decen con  los  divinos  y  sobre  todos  la  gracia  del  Altísimo. 

De  la  luz  que  sin  merecerla  me  ha  comunicado  el  Todopode- 
roso y  de  lo  que  he  conocido  con  ella  de  las  divinas  Escrituras,  he 
venido  á  hacer  tan  grande  concepto  de  lo  que  es  la  justificación 
y  amistad  con  Dios,  que  aunque  mi  tibieza  es  grande,  siempre 
estoy  anhelando  y  muriendo  por  alcanzarla  y  porque  la  consiga 
quien  amo  y  estimo;  porque  las  divinas  letras,  los  artículos  de 
la  Iglesia  santa,  las  doctrinas  de  los  doctores,  todas  están  llenas 
de  bendiciones  para  el  justo  y  de  maldiciones  para  el  malo,  de 
promesas  para  el  que  está  en  gracia  y  de  amenazas  para  el  re- 
probo. El  descanso  eterno  está  vinculado  para  el  amigo  de  Diosi 
y  el  castigo  para  el  enemigo ;  que  repetidas  veces  ofrece  el  Señor 
su  protección  para  el  justo,  que  le  gobernará,  encaminará,  patro- 

i6 


—  234  — 

cinara,  que  estará  con  él  en  su  tribulación,  que  en  ella  le  glorificará. 
La  Sabiduría  dice  que  el  justo  está  en  la  mano  del  Señor,  que  no  le 
tocarán  los  tormentos,  que  aunque  á  los  ojos  de  los  necios  parece 
que  perece  su  lugar  está  en  refrigerio:  pues,  Señor  mió,  cono- 
ciendo yo  estas  verdades,  no  fuera  fidelidad  del  afecto  que  á  V.  M. 
tengo  dejar  de  deseárselas  y  procurárselas  á  V.  M.  En  esto  digo 
lo  que  quiero,  busco  y  pretendo  de  V,  M.  y  á  lo  que  anhelo;  y 
no  dije  á  V.  M.  que  me  arrojase  de  sí  y  de  su  gracia,  porque  dejo 
de  estimarla  tanto  más  cuanto  el  favor  es  desigual  á  mis  méritos; 
pues  después  de  la  gracia  de  Dios  sólo  la  de  V.  M.  deseo,  que 
todo  lo  demás  de  este  mundo  he  renunciado  en  presencia  del 
Altísimo,  pero  quise  más  aventurar  mi  consuelo  y  gusto  en  la 
merced  que  V.  M.  me  hace,  que  serle  cansada. 

£1  Todopoderoso  se  sirva  de  continuar  los  buenos  sucesos  de 
Flándes  é  Italia,  y  detener  y  desvanecer  el  ejército  de  Cataluña, 
y  damos  paces  generales.  La  palabra  con  que  V.  M.  ha  acabado 
su  carta,  de  que  las  desea  para  remediar  los  excesos  del  mundo  y 
las  ofensas  de  Dios,  me  ha  llenado  el  alma  de  gozo,  porque  no 
puede  V.  M.  emplear  la  potestad  de  rey  en  cosa  más  justa,  santa 
y  debida  y  en  que  V.  M.  más  obligue  al  Altísimo;  y  este  celo  y 
deseo  de  V.  M.  presentaré  en  el  Tribunal  divino  en  nombre  de 
V.  M.,  para  que  nos  conceda  paz  y  reposo  en  esta  Corona,  y  que 
prospere  á  V.  M. 

A  I.®  de  Agosto  1647.  En  la  Concepción  de  Agreda. — Sierva 
de  V.  M. —  Sor  María  de  Jesús. 


CXLI. 


Del   Rey  '. 


Madrid  Con  mucho  gusto  he  recivido  y  leído  vra  carta  de  i  deste,  y 

7  de  Agosto  , 

1647.       con  el  mismo  os  respondo  luego  á  ella,  por  lo  bien  q  espero  me 
I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  235  — 

a  de  estar  el  continuar  esta  correspondencia  con  vos,  pues  reco- 
nozco en  todas  vras  cartas  q  me  desseais  los  bienes  eternos  y  ten- 
porales,  y  q  como  buena  amiga  obráis  para  q  los  alcance;  cossa  q 
os  agradezco  con  todas  veras,  y  os  buelvo  á  encargar  lo  conti- 
nuéis, q  he  menester  mucho  vra  ayuda  para  acertar  á  obrar;  re- 
conociendo q  mi  flaqueza  es  tal,  q  sin  esto  me  pondrá  en  muy 
peligrosso  estado.  Si  yo  acertasse,  Sor  María,  á  executar  los  con- 
sejos q  me  dais  tan  saludables,  dichosso  me  podría  llamar:  plegué 
á  Dios  q  no  me  sirvan  de  mayor  cargo ,  pues  reciviéndolos  no 
acabo  de  aprovecharme  dellos.  A  ñrb  Sefior  y  á  su  Santísima 
Madre  pido  me  socorran  y  me  den  su  luz  para  q  no  les  offenda, 
pues  si  alcanzo  este  bien,  estoy  cierto  q  no  herraré  en  lo  demás. 
Vos  continuad.  Sor  María,  los  buenos  officios  q  hacéis  por  mí,  y 
acordaos  q  os  desseo  todo  bien  como  verdadero  amigo  y  q  esti- 
mo infinito  los  consejos  q  me  dais,  con  que  os  obligo  á  q  lo  con- 
tinuéis y  á  q  me  adbirtais  de  todo  lo  que  juzgáredes  es  voluntad 
de  ñro  Seftor  q  yo  execute. 

De  las  cossas  de  Cataluña  no  ay  novedad;  las  de  Flandes  van 
bien,  aunq  los  enemigos  an  enpezado  á  moverssepor  allá,  si  bien 
espero  en  Dios  no  an  de  obrar  nada,  pues  nos  emos  anticipado 
nosotros.  En  el  reyno  de  Sicilia  y  en  la  ciudad  de  Ñapóles  a 
havido  algunos  alborotos  del  pueblo,  q  no  dejan  de  dar  cuydado, 
aunq  se  puede  esperar  q  se  mitiguen  ' ;  encargóos  q  lo  encomen- 
déis á  ñrb  Señor,  pues  destas  centellas  podria  enprenderse  algún 
fiíego  q  se  apagasse  con  dificultad. 

He  tenido  avisso  de  Alemania  de  q  el  dia  de  San  Antonio  se 
effetuaron  mis  capitulaciones  matrimoniales,  de  q  me  a  parecido 
avissaros  para  q  supliquéis  por  mí  á  ñro  Señor  a3a]de  con  su 
gracia  este  nuebo  estado  en  q  entro,  y  q  permita  se  encamine  á 
su  mayor  servicio,  y  al  bien  y  aumento  de  la  religión  católica. 

De  Madrid  á  7  de  Agosto  1647. — Yo  el  Rey. 


I  Se  refiere  á  las  alteraciones  de  Ñapóles  tan  conocidas,  que  empezaron 
el  7  de  Julio. 


—  236  — 


CXLII. 


De  Sor  María 


16  de  Agosto       Señor :  De  sumo  consuelo  a  sido  para  mi  Q  se  ayan  effetuado  las 

1647.  .  ir  »  ^ 

capitula9¡ones  matrimoniales  de  V.^  MA  ,  de  q  doy  gracias  á  el 
Altíssimo  y  á  V.*  M,^  affetuossas  norabuenas  y  á  esta  Monarquía, 
de  q  para  dejarle  sugession  a  dado  V.*  M.^  el  primer  passo;  y 
siendo  pueblo  de  Dios  y  católico ,  no  puedo  dejar  de  dessear  con 
vibas  anssias  q  sienpre  sea  Corona  de  V.^  M.^  y  q  jamás  le  fal- 
ten su^essores  de  V.*  M.^  .  £1  Todopoderosso  por  su  vondad  nos 
lo  con9eda,  q  premio  será  de  la  perseberan9Ía  en  la  fe,  q  sienpre  a 
tenido  España,  no  quitarles  en  los  siglos  futuros  cabera  y  go- 
bierno de  Cassa  tan  católica  y  llena  de  bendÍ9Íones  de  su  diestra, 
como  lo  es  la  de  V.*  M.^  .  Con  mi  pobrera  suplicaré  á  el  Señor  q 
la  prospere  y  q  el  nuebo  estado  de  V.*  M.*^  lo  gobierne  por  su 
mano,  le  encamine  á  la  exaltagion  de  su  gloria,  bien  de  la  Chris- 
tiandad  y  salbagion  de  V.^  M.^  y  de  la  Reyna  ñra  Señora,  q 
desde  oy  la  miraré  con  el  cariño  y  affecto  q  enjendra  en  mi  cora- 
90n  considerarla  prenda  de  V.*  M.^ 

Señor  mió ,  no  desmaye  ni  desaliente  á  V.*  M.^  el  considerar  q 
es  tan  dificultosso  á  la  condición  humana  alcan9ar  la  gracia  y 
amistad  de  Dios,  y  deficil  perseberar  en  tan  dichosso  estado, 
pues  no  ha  de  ser  con  las  propias  fuerzas,  sino  con  la  birtud  di- 
bina ;  y  aunq  es  don  tan  pre9Íosso  y  rico,  q  todo  lo  criado  en  lo 
natural  es  mucho  menos  q  el  menor  grado  de  gragia,  es  Dios  tan 
liberal  q  de  balde  nos  la  franquea,  á  un  acto  de  contrígion  per- 
fecto nos  le  concede,  á  un  lebantar  de  ojos  nos  mira,  si  le  lla- 
mamos nos  responde;  más  presto  está  su  Magestad  á  darnos  su 
gra9Ía  q  nosotros  cuydadossos  en  pedirla.  ¡  Qué  de  amonesta9Ío- 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  237  — 

nes  ha^e  en  su  Ebangelio  para  q  nos  animemos  á  dessearla !  ¡  Qué 
de  parábolas  pusso  para  q  nos  diessen  aliento  y  esperanza !  La 
del  hijo  pródigo,  la  de  la  obeja  perdida  q  llebó  á  sus  hombros,  y 
otras  muchas  (q  V.»  M.**  mejor  sabrá).  Y  quien  por  lira  salud  dio 
la  vida  con  tantas  afrentas,  ¿q  no  hará  porque  nos  salbemos? 

Dos  cossas  pueden  acobardar  y  detener  al  coraron  humano  para 
q  enpreenda  arduas  inpressas:  la  primera,  la  dificultad  en  conse- 
guirlas, y  la  segunda  no  ber  voluntad,  en  quien  las  a  de  dar,  de 
concederlas.  Estas  dudas  cessan  en  nuestra  pretenssion  de  la  gra- 
cia, porq  con  el  aussilio  divino  (el  qual  Dios  no  niega)  es  fácil 
alcan<^arla,  y  sabemos  de  fé  q  el  Altíssimo  tiene  voluntad  expres- 
sa  de  concedérnosla  con  más  beemenc^ia  (sin  conparacion)  que  la 
piedra  baja  á  su  9entro  y  el  fuego  sube  á  su  esfera.  Nunca  des- 
preció el  coraron  contrito  y  humillado :  aliente  esto  á  V.»  M.** ,  y 
salgamos  con  lira  ympressa  de  q  V.*  M.^  sea  fiel  amigo  de  Dios  y 
á  medida  de  su  coragon.  Yo  asta  morir  trabajaré  porq  V.*  M.** 
la  consiga. 

En  la  obediencia  q  V.*  M.<>  me  intima  de  q  le  abisse  lo  q  en- 
tendiere ser  boluntad  de  Dios,  estaré  adbertida;  q  el  afecto  q  á 
V.*  M.'*  tengo  no  admite  descuydo  en  lo  q  tanto  ynporta. 

Aliéntame  mucho  q  en  las  cossas  de  Catalunia  no  aya  nobedad, 
y  desseo  q  esta  detención  y  silencio  no  nos  haga  descuidados  y 
desprebenidos  para  lo  q  puede  su9eder.  El  Todopoderosso  gobier- 
ne lo  de  Flandes,  dándonos  buenos  sugessos,  y  detenga  los  ene- 
migos en  su  furor;  q  nuestra  pequeña  prosperidad  les  ara  mas 
crueles  si  el  Señor  no  los  detiene. 

La  altera9Íon  de  la  ciudad  de  Ñapóles,  en  el  Reyno  de  Sicilia, 
me  a  dado  gran  cuydado  por  el  q  V.»  MA  tendrá :  verdad  es. 
Señor  mió,  q  es  mal  fuego  el  de  las  discordias,  fraguado  en  el 
infierno ,  q  a  muchos  años  q  el  dragón  quiere  alterar  esta  católica 
Monarquía.  El  Todopoderosso  le  quebrante  la  cabera ,  y  la  gran 
Reyna  del  cielo ;  yo  se  lo  pediré  con  beras  y  en  esta  comunidad. 
Mucho  ynportaba  q  los  gobernadores  de  aquel  Reyno  apagasen 
la  turbación  con  desheló,  suabÍ9ando  á  los  sujetos  con  blandura 
mas  q  con  rigor;  q  en  tienpo  de  tan  gran  tormenta  para  esta 
Corona,  más  se  a  de  tolerar  la  mayor  culpa  q  en  tiempo  de  pros- 


—  238  — 

peridad  la  menor.  V.*  M.<^,  Señor  mió,  dilate  el  ánimo,  q  en  Mo- 
narquía tan  dilatada  y  en  tienpo  de  tribulación  fuerga  es  q  aya 
nobedades  y  trabajos;  y  si  está  el  cora9on  de  V.»  M.**  prebenido, 
no  harán  tan  vivo  efecto  los  golpes  q  le  conbaten  ni  correrá 
riesgo  salud  q  tanto  nos  inporta  y  yo  estimo:  prospérela  el  Altis- 
simo. 

En  la  Con^epgion  de  Agreda  i6  de  Agosto  1647. — Vesa  la 
mano  de  V.*  M.**  su  menor  sierba. — Sor  María  de  Jesús. 


CXLIII. 


Del  Rey  '. 


Madrid  Agradézcoos  mucho,  Sor  María,  la  norabuena  q  me  dais  de 

2Z  de  Agosto 

,647.  haverse  effectuado  ya  mis  capitulaciones  y  lo  q  me  offreceis  pi- 
direis  á  ñfb  Señor  prospere  este  nuebo  matrimonio,  para  bien  y 
aumento  de  la  Monarquía  q  tan  fiel  y  católica  a  ssido  sienpre. 
Yo  por  mi  persona  no  pido  nada,  pues  merezco  castigos  por 
mis  culpas;  pero  la  memoria  de  mis  santos  y  gloriossos  anteces- 
sores me  hace  dessear  q  no  cesse  en  mí  la  sucession;  si  bien  sien- 
pre estoy  resignado  á  lo  q  fuere  mayor  servicio  y  voluntad  de  iirb 
Señor.  Mucho  me  alienta  en  medio  de  mi  flaqueza  lo  q  me  alen- 
tais  para  q  me  anime  á  conseguir  la  gracia  de  ñro  Señor,  como 
único  medio  para  todo,  sin  el  qual  nada  aprovecha :  de  mi  parte, 
aunq  flaco  haré  lo  posible,  con  harto  miedo  de  q  mi  mismo  na- 
tural no  inpida  esta  dicha,  si  bien  la  gracia  divina  lo  suple  todo. 
Mucho  he  menester  de  vras  oraciones  y  ayudas,  y  assi  os  pido 
sienpre  las  continuéis ,  pues  me  prometo  q ,  haciéndolas  con  el 
fervor  q  espero  de  lo  q  decis  me  queréis ,  an  de  ser  oydas  de  ñfb 
Señor.  Con  mucho  gusto  oyré  sienpre  lo  q  me  dijéredes  es  vo- 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  239  — 

luntad  de  ñrb  Señor,  y  con  vivo  desseo  de  hacertar  á  executarla; 
y  assi  08  buelvo  á  encargar  q  no  os  descuidéis  en  esto,  por  el 
particular  gusto  q  me  haréis. 

Las  cossas  de  Cataluña  se  están  quietas,  pero  no  por  esto  nos 
descuydamos;  antes  desseo  aora  q  de  ñrá  parte  se  trate  de  obrar 
algo:  no  sé  si  será  fácil,  pues  el  enemigo  se  halla  desenbarazado 
y  con  igual  gente  á  nosotros ,  pero  no  se  perderá  ocasión  alguna 
de  las  q  se  nos  of&ecieren. 

En  Flandes  no  están  las  cossas  tan  favorables  como  al  princi- 
pio de  la  canpaña,  pues  aunq  mis  armas  an  recobrado  otra  plaza 
de  inportanda,  emos  perdido  dos  en  pocos  dias;  si  bien  el  Archi- 
duq  mi  primo  está  con  ánimo  de  bolver  sobre  ellas,  y  espero  en 
lirb  Señor  nos  a  de  a3nidar  ^ 

Los  alvorotos  del  reyno  de  Sicilia  y  de  la  ciudad  de  Ñapóles  se 
van  aquietando,  y  sus  Virreyes  obran  en  la  conformidad  q  apun- 
táis; q  en  estos  tienpos  de  borrasca  es  menester  valemos  de  la  dis- 
simuladon  y  tolerancia  más  q  de  la  fuerza.  Espero  en  ñro  Señor 
q  nos  a  de  assistir  en  todo,  pues  save  q  mi  fin  es  dessear  el  bien 
y  aumento  de  la  religión  católica  y  de  la  conservación  destos 
reinos,  para  cuyo  efifecto  aventuraré  mi  propia  vida  sienpre  q 
fuere  necessarío. 

De  Madrid  á  21  de  Agosto  1647. — Yo  el  Rey. 


CXLIV. 

De  Sor  María  ' . 


Señor:  Qualquiera  negocio  q  pueda  pertene9er  á  V.*  M.^ ,  aunq  30  de  Acostó 
sea  muy  estraño  y  de  lejos,  le  tomo  con  todo  cuidado:  ¿q  será  el        '^^^ 

1  £1  archiduque  Leopoldo  tenía  sitiada  desde  el  27  de  Junio  á  Landrecies, 
plaza  importante  por  su  situación  cercana  á  Paria,  que  tuvo  que  rendirse  el  18 
de  Julio:  á  la  vez  las  tropas  francesas,  no  habiendo  podido  evitar  ese  sitio,  blo- 
quearon el  II  de  Julio  á  Dixmude,  que  capituló  el  13,  y  otro  cuerpo  atacó  á 
La  Bassée,  que  también  capituló  el  19. 

2  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—   24©  — 

q  es  tan  intrínsico  y  propio  de  V.»  M.**  como  el  estado  y  sugession 
de  su  perssona  ?  V.*  M.^  la  desseará  por  continuar  memorias  de 
sus  antecessores,  y  yo  por  las  de  V.*  M.^  q  (como  tengo  signifi- 
cado repetidas  veces)  me  e  dedicado  y  sacrifficado  á  trabajar 
por  V.^  M^,  y  clamar  al  Altíssimo  por  los  aumentos  prósperos  en 
lo  divino  y  humano  de  V.»  M.'*  y  por  su  salbacion ;  y  tan  fuerte 
y  vibamente  me  hallo  conpelida  en  el  desseo  de  que  consiga 
V.*  M.*^  tan  felices  fines,  q  encamino  antes  á  ellos  mis  pobres 
obras  q  por  mí  misma.  Liábanme  barios  motibos,  q  para  mi  son 
poderossos :  el  principal ,  la  voluntad  del  Altíssimo,  en  q  siempre 
descubro  gran  pesso  y  inclinación  al  bien  de  su  alma  de  V.*  M.*,  y 
á  mirar  con  ojos  de  padre  piadosso  á  estos  reynos  católicos  de 
su  Corona  de  V.»  M.^ ,  si  los  pecados  comunes  no  le  ynpidieran 
su  misericordia  y  yrritaran  su  justicia.  Y  como  se  precia  mas  de 
missericordiosso  q  de  justiciero,  se  me  desage  el  coragon  en  affec- 
tos  de  pedirle  por  su  pueblo  católico,  y  también  me  obliga  mucho 
la  piedad  q  tiene  V.»  MA  con  quien  tan  poco  lo  merece  como  yo. 

El  ver  á  V.*  M.^  en  la  impressa  mayor  q  puede  tener  príncipe 
ni  monarca  del  mundo,  que  es  deffender  la  fé  católica  y  religión 
chrístiana,  el  considerar  á  V.*  M.^  tan  lleno  de  cuidados,  cerca- 
do de  penas ,  con  tan  grabe  pesso  sobre  sus  hombros ,  y  q  reyna 
V.*  TÍA  en  tiempos  que  el  Todopoderosso  corrige  y  aflija  como 
padre  á  esta  Monarquía,  porq  la  ama  y  quiere  que  se  reduz- 
ga  y  salga  de  su  pessado  y  grossero  olvido  de  sus  obligaciones 
y  de  la  miseria  de  los  pecados  ;  y  siendo  V.*  M.*^  cabeca  deste 
pueblo  afligido,  fuerga  es  q  le  toque  la  mayor  parte  del  trabajo: 
todo  esto  me  lastima  el  alma,  y  me  muebe  á  una  afetuossa  con- 
passion  y  viba  fuerga  para  trabajar  por  V.*  M.^  y  sus  reynos, 
pero  hallóme  tan  pequeña  y  párbula  para  inpressa  tan  grande, 
que  me  encoje  y  acobarda.  ¡  O  Señor  mió  de  mi  alma !  Si  yo  fuera 
algo  y  tubiera  mas  q  ofrecer,  ¡cómo  me  dedicara  para  a3a2dar  á 
V.a  M.*>  y  pusiera  el  hombro  á  esta  carga !  Pero  en  medio  de  tan 
vibas  anssias  me  hallo  un  gusano  dévil,  si  bien  la  buena  volun- 
tad, aunq  ssea  de  esciaba,  se  puede  ofrecer  por  ser  lo  más  q  tiene 
q  dar  la  criatura  humana. 

Señor  mió,  suplico  á  V.*  M.<*  se  anime  mucho  y  q  se  vista  de 


—   241   — 

9eIo  de  Dios  y  fortaleza,  para  mirar  por  la  caussa  de  su  serbi- 
cio;  los  padres  antiguos,  patriarcas  y  profetas  y  los  reyes  de 
la  ley  natural  y  escrita,  sólo  por  defender  el  pueblo  de  Dios  de 
que  havia  de  tomar  carne  el  Verbo,  se  animaban  á  grandes  y 
arduas  impressas  por  defenderle;  y  pade9Ían  crueles  y  violentas 
guerras  con  sus  enemigos,  exponiendo  sus  vidas  y  atiendas, 
como  se  colije  de  David,  que  tubo  grandes  peleas  y  Vitorias, 
de  Judid  con  Olofernes,  y  Ester  q  trabajó  con  Asnero  por  li- 
brar su  pueblo,  y  otros  muchos.  Pues  si  estos,  con  las  esperangas 
de  la  venida  del  Hijo  de  Dios  y  porque  havia  de  descender  de 
ellos,  trabajaban  tanto  y  padecieron,  ¿quánto  debe  alentar  á 
V.*  M.^  el  que  tiene  la  possesion  de  lo  q  ellos  esperaban,  q  def- 
fiende  V.*  M.^  la  Iglesia  donde  está  Christo  oro  Señor  sacramen- 
tado, de  manera  q  le  podemos  tratar,  recibir  y  go^ar  de  sus  infi- 
nitos merecimientos?  ¿Qué  hicieran  los  padres  antiguos  con  la 
possession  destas  verdades,  pues  tantos  años  antes  se  animaban 
por  lo  q  havia  de  ser;  y  V.»  M.^  deffíende  lo  q  ya  es,  y  ampara 
el  pueblo  de  Dios  católico  y  chrisliano,  señalado  con  el  caráter 
de  hijos  de  Dios  y  rubricados  con  su  sangre?  Señor  mió,  en  to- 
das las  cartas  q  e  escrito  á  V,^  M.^  e  dicho  algo  deste  fin  ó  enca- 
minado mis  rabones  á  él ,  porque  es  el  primero  q  he  conocido  en 
la  voluntad  divina;  y  como  V.^  M.^  me  intima  tantas  veces  q  se 
la  declare,  por  no  ser  infiel  sierva  á  V.*  M.^  lo  repito,  y  siempre 
he  procurado  en  quanto  e  dicho  ajustarme  á  lo  que  he  conocido 
del  querer  de  Dios  q ,  resumido  en  breves  palabras,  conssiste  des- 
pués desto  en  q  V.*  M.^  procure  ser  amigo  de  Dios,  tener  su  gra- 
cia y  amistad ,  para  que  esté  V.*  M.^  ydonio  y  capaz  para  recibir 
luz  y  acierto  del  Altíssimo  en  el  gobierno;  teniéndole  y  execu- 
tándole  por  si  solo  V.*  M.^,  sin  dar  la  mano  á  otro  mas  de  lo  ne- 
cesario; q  se  heviten  offenssas  de  Dios  y  se  moderen  los  trajes 
profanos  y  offenssibos  á  Dios :  con  esto  se  inclinará  á  misericor- 
dia la  divina  piedad  y  le  tendremos  propicio  para  q  nos  dé  luz 
de  lo  demás  que  conbiniere. 

Consuélame  mucho  q  se  aquiete  algo  el  alboroto  del  reyno  de 
Sicilia  y  la  ciudad  de  Ñapóles.  V.<^  MA  crea  q  estos  desacatos  y 
los  antecedentes  de  otras  probincias  no  son  mobidos  tanto  con- 


—   242   — 

tra  V.^  M.^  ni  sus  tributos ,  quanto  contra  las  sobrecargas  q  agrá- 
ban  y  echan  los  ministros ,  q  para  cobrar  dos  hacen  gastar  cua- 
tro: para  lo  justo  Dios  dispone  los  ánimos  y  los  vassallos  se 
haniman  con  el  amor  de  su  Rey  y  Señor;  pero  lo  injusto  y  so- 
brecarga hirrita.  Ya  veo  q  V.*  M.^  no  lo  puede  remediar  todo: 
hágalo  el  Altíssimo,  y  por  su  bondad  mejore  los  Estados  de  Flan- 
des  y  nos  dé  Vitoria  en  Catalunia.  V.*  M.^  mire  mucho  por  su 
salud  y  vida,  q  ne9essi tamos  della:  prospérela  el  Todopoderoso 
como  deseo. 
En  la  Concepción  de  Agreda  30  de  Agosto  1647. 

Sor  María  de  Jesús. 


CXLV. 


Del    Rey. 


Madrid  Sor  María :  Acavo  de  recivir  vra  carta  de  30  del  passado ,  y 

^bre^ói?"  cierto  q  no  creí  poderos  responder  oy,  porq  es  mucho  lo  q 
ay  q  hacer  y  son  pocos  los  ratos  del  dia  q  tengo  desocupados; 
pero  escrívoos  con  tanto  gusto,  q  no  he  querido  perder  este 
(aunque  breve)  y  deciros  una  y  muchas  veces  de  quanto  alivio 
me  son  vras  cartas  y  quanto  me  alienta  todo  lo  que  me  decís 
en  ellas,  particularmente  el  ver  lo  q  insinuáis  de  q  ivTo  Señor  os 
inpele  á  q  le  rogueis  por  estos  reynos  y  por  mí ;  q  es  señal  q, 
aunq  nos  castiga ,  no  nos  tiene  olvidados  y  q  quiere  q  nosotros 
cunplamos  con  su  santa  voluntad.  Mucho  temo  que  no  acierte 
á  cunplirla,  pues  el  azote  está  levantado ;  pero  de  mi  parte  haré 
lo  posible ,  y  me  prometo  de  los  buenos  officios  q  me  hacéis  q  he 
de  conseguir  el  caminar  por  el  camino  derecho  y  llegar  á  mere- 
cer el  perdón  de  mis  pecados  ;  pues  sin  duda  para  todo  es  esta  la 
puerta  por  donde  se  a  de  entrar,  q  á  quien  le  falta  la  gracia  todo 
le  falta.  Desseo  ponerme  en  estado  de  poder  executar  los  puntos 

I  Autógrafo  de|la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


-  «43  — 

q  me  referís ,  y  os  asseguro  q  mi  primer  fin  es  cunplir  entera- 
mente con  las  obligaciones  en  q  ñTo  Señor  me  a  puesto,  y  q  si  no 
lo  consigo  no  será  por  falta  deboluntad.  Yo  os  agradezco  lo  q  me 
decís,  y  os  encargo  continuéis  sienpre  en  encomendarme  á  líro 
Señor  y  á  su  Santa  Madre  y  en  irme  avisando  lo  q  entendiere- 
des  es  su  santa  voluntad  q  yo  execute. 

Doy  prissa  á  q  salga  mi  exército  en  Cataluña,  para  ver  si  antes 
de  acavarse  la  canpaña  se  podrán  adelantar  algo  aquellas  cossas, 
y  se  hará  lo  posible  por  conseguirlo.  De  Flandes  no  ay  novedad 
y  se  está  con  esperanza  de  hacer  aun  algo  bueno  en  aquellos 
Estados :  de  Sicilia  a  dias  no  tengo  cartas,  aunq  se  dice  se  van 
ajustando  aquellas  cossas :  las  de  ^Tapóles  me  dan  mucho  cuyda- 
do,  pues  aunque  están  algo  sosegadas  no  está  sana  la  herida. 
Dios  me  alunbre  para  q  le  aplique  el  remedio  conveniente:  sin 
duda  proceden  estos  daños  de  lo  q  me  decís ;  assi  lo  conozco  y 
procuro  remediarlo,  aunq  no  es  fácil.  Encomendaldo  todo  á  i!fb 
Señor,  pues  Él  solo  es  quien  lo  puede  hacer. 

De  Madrid  á  4  de  7^^  1647.  —  Yo  el  Rey. 


CXLVI. 


De  Sor  María  '• 


Señor  :  Con  es^essiba  estima9Íon  y  humilde  agrade9Ímiento  u  <ie  Se- 
pondero  y  pesso  las  obligaciones  y  enpeños  en  que  cada  dia  me 
pone  V.»  M.'',  doliéndome  vibamente  de  lo  poco  q  soy  y  balgo 
para  el  retorno;  pero  dóysele  á  V.»  M.^  en  todo  lo  que  puedo,  y 
la  voluntad  se  estiende  á  mas  q  mis  racones  y  cortos  términos 
pueden  manifestar. 

¡O  Señor  mió,  y  quán  fuertemente  me  hallo  conpelida  y  ans- 
siossa  de  trabajar  por  V.»  M.*^ !  Que  en  el  natural  conpasibo  y 

I  Autógrafo  de  U  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  244  — 

agradecido  q  Dios  me  a  dado,  obra  mucho  mirar  á  V.*  M.<^  tan 
rodeado  de  cuidados  y  penas,  tan  solo  para  atender  á  la 
caussa  de  Dios  y  obrar  en  ella ;  y  como  V.»  M.<*  me  manda  q 
clame  al  Todopoderosso  por  lo  q  es  tan  justificado  y  de  su  ser- 
bÍ9Ío ,  todo  esto  despierta  en  mí  grandes  afectos ,  copiossas  lágri- 
mas, y  ante  el  acatamiento  divino  derramo  mi  coraron,  sacrifico 
mis  desseos,  y  ofrezco  mi  vida  porque  V.»  M.**  consiga  algún 
alibio,  esta  Monarquía  remedio,  la  Iglessia  santa  vitoria  de  sus 
enemigos :  y  más  alibio  fuera  para  mí  morir  q  vibir  biendo  al 
Señor  enojado  y  con  el  acote  lebantado  (como  dice  V.*  M.*) ,  la 
Iglessia  y  esta  Corona  perseguida  y  V.*  M.^  padegiendo;  pero  no 
me  rinde  ni  acobarda  la  ponderación  de  cossas  tan  grandes,  bien- 
do  q  es  el  Altíssimo  quien  las  a  de  remediar ,  y  q  le  ynporta  más 
á  su  serbicio,  gloria  y  onrra  q  sabemos  ponderar;  no  an  de  pere- 
cer las  echuras  de  sus  manos,  ni  se  a  de  decir  de  su  misericordia 
y  clemencia  q  fueron  confundidos  los  que  le  llamaron  y  espera- 
ron en  £1. 

Su  Majestad  nos  enseñó  en  su  Ebangelio  que  le  pidiésemos  y 
nos  darla;  á  que  llamássemos  y  nos  abrirían;  á  que,  si  somos  pe- 
cadores contrítos  y  humillados,  nos  perdonará:  estas  son  sus  bi- 
torias,  lebantar  al  pobre  del  polbo  de  la  tierra,  vestir  al  des- 
nudo y  curar  al  enfermo,  consolar  al  triste  y  refijerar  al  traba- 
jado :  desto  se  precia  y  solo  de  su  bondad  y  piedad  a  de  tener 
principio  ñro  remedio  y  el  alivio  de  los  trabajos  q  padecemos, 
porq  nuestros  merecimientos  no  podrán  obligarle  al  menor  be- 
neficio, y  sienpre  tubo  este  modo  de  obrar  obligándose  de  sí  mis- 
mo; pues  es  cierto  que  los  merecimientos  de  todos  los  Ángeles  y 
Santos  y  los  de  la  Virgen  SS°*  no  pudieran  merecer  por  sí  solos 
el  menor  grado  de  gracia  ni  beneficios  q  recibimos,  si  Chrísto 
ñro  Redentor  con  la  unión  ypostática  y  un  supuesto  divino  y 
humano  no  nos  lo  mereciera  y  alcancara.  ¿  Quién  obligó  á  el  Al- 
tíssimo á  que  antes  de  tener  ser  las  criaturas  las  criasse,  ni  q  des- 
pués las  conserbe,  vivifique  y  sustente,  sino  su  misma  bondad? 
Y  el  conocimiento  desta  verdad  y  la  confianca  en  Dios,  pueden 
mucho  en  su  presencia.  V.*  MA  la  tenga,  se  anime  y  dilate, 
y  puesta  á  los  pies  de  V.»  M.**  le  suplico  no  se  aflija  y  q  no 


—  245  — 

se  considere  solo  en  la  inpressa  del  gobierno  y  deffenssa  desta 
católica  Monarquía. 

Dios  ayuda  á  V.*  M.^,  suya  es  la  caussa,  todos  los  trabajos  que 
tenemos  passan  por  su  mano,  en  su  pesso  y  medida  se  dispen- 
ssan ;  y  quando  vea  conbiene,  dirá  basta  y  los  detendrá ;  por  ñrb 
bien  los  ynvia ,  por  nuestra  salud  nos  aflije,  porq  es  ñrb  padre 
nos  corrije;  y  quanto  antes  obedeciéremos  y  fuéremos  hijos  fie- 
les enmendándonos ,  gomaremos  de  paz  y  tranquilidad.  V.^  M.^ 
sea  paciente  de  las  obras  del  Altíssimo  y  no  se  contriste,  sino  con 
balerosso  ánimo,  fe  y  esperanza,  tolere  V.^  M.^  las  dispussi^io- 
nes  y  permissiones  divinas.  Job  decia  :  «El  Señor  me  lo  dio  y 
quitó :  cúmplase  su  voluntad ;  y  si  recibimos  los  bienes  de  su 
mano,  ¿por  qué  no  emos  de  recibir  los  males .^»  Y  por  esta  pa- 
9ien9ia  alaba  la  Escritura  á  Job  y  dÍ9e  q  no  ofendió  á  Dios  con 
sus  labios;  y  por  ella  obligó  á  la  divina  piedad  para  q  le  quitasse 
todos  los  trabajos  y  le  doblasse  los  hijos  y  bienes  tenporales  q 
le  abia  quitado.  Yo  quisiera,  si  el  Todopoderosso  me  lo  conce- 
diera, padecer  todos  los  trabajos  de  V.*  M.<*,  porq  se  apresurasse 
el  tienpo  del  descansso  de  V.»  M.^  y  de  la  tranquilidad  desta 
Corona ,  y  ansi  se  lo  suplico. 

Señor  mió,  en  cuydado  me  a  puesto  lo  q  V.*  M.^  me  dice  de  q 
tiene  pocos  ratos  del  dia  desocupados :  por  amor  de  Dios  suplico 
á  V.*  M^  q  dé  algunas  treguas  ó  yntérbalos  á  ese  afán ,  porq  la 
sangre  y  umores  no  se  enciendan  y  dañen  á  la  salud  de  V.^  M.^; 
q  mejor  es  q  se  dilaten  los  negocios,  q  no  el  q  nos  falte  la  vida 
que  tanto  estimamos  y  emos  menester.  Mire  V.*  MA  á  donde 
llega  la  ynsipiencia  de  mi  afecto,  q  es  á  dessear  poder  mirar  y 
atender  á  la  salud  de  V.»  M.^. 

Al  Altíssimo  suplico  encamine  la  ejecución  de  lo  q  se  yntenta 
hacer  en  Catalunia  al  mayor  acierto;  q  nos  dé  buen  sucesso  y  vi- 
toria  por  su  gran  bondad  y  misericordia;  que  mejore  las  cossas  de 
Ñapóles ,  q  me  tienen  llena  ds  amargura  y  los  naturales  de  aque- 
lla ciudad  deben  de  ser  yndóciles.  Gobiérnelos  el  Señor,  y  ynvíe- 
nos  buenas  nuebas  de  Flándes  y  prospere  á  V.*  M.**  felices  años. 

En  la  Concepción  de  Agreda  14  de  Setienbre  1647.  —Menor 
sierba  de  V.^  M,^  q  su  mano  bessa.  —  Sor  María  de  Jesús. 


—  246  — 


CXLVII. 


Del  Rey  '. 


Madrid  x8 
de  Setiembre 


Sor  María :  Vfas  cartas  recivo  con  mucho  gusto,  y  os  asseguro 
1647.  me  alivia  mucho  los  cuydados  en  q  me  hallo  ver  lo  q  me  decis 
en  ellas  y  el  desseo  q  mostráis  de  mi  mayor  bien ,  assi  espiritual 
como  tenporal :  bien  pagáis  en  esto  lo  q  os  estimo,  q  cierto, 
desde  q  os  vi  la  primera  vez,  quedé  con  gran  gusto  de  ha  veros 
conocido  y  con  esperanza  de  q  vfá  correspondencia  me  havia  de 
ser  de  gran  provecho  para  todo. 

Reconozco  lo  q  me  decis  de  la  bondad  de  ñro  Señor  y  quanto 
dessea  favorecer  á  los  suyos ;  esto  es  lo  q  en  medio  de  mis  travajos 
me  anima,  pues  aunq  sé  lo  pagamos  mal,  en  fin  somos  los  hi- 
jos escojidos,  y  estos  reynos  en  donde  a  estado  y  espero  estará 
sienpre  firme  la  religión  católica;  y  aunq  esto  me  alienta,  me 
congoja  ver  q,  estando  por  esta  razón  más  obligados  á  ser  buenos 
hijos ,  somos  los  q  irritamos  á  liTo  Señor  y  los  q  damos  caussa 
para  q  nos  castigue ,  particularmente  yo  q  le  offendo  más  q  todos, 
siendo  mayores  mis  obligaciones  para  no  offenderle.  Job  fué  jus- 
to, y  assi  mereció  con  su  paciencia  los  favores  q  recivió  de  la 
mano  poderosa  del  Altíssimo;  los  pecadores  mal  merecemos  esto 
si  no  nos  enmendamos.  Sor  María,  sienpre  os  insto  en  q  supli- 
quéis á  ñro  Señor  me  haga  bueno  y  q  acierte  á  cimplir  con  su 
santa  voluntad;  esto  os  buelvo  á  pedir  de  nuebo,  como  fin  prin- 
cipal para  alcanzar  lo  q  desseo ;  y  aunq  de  mi  parte  procuro  ha- 
cer lo  posible,  temo  q  mi  fragilidad  me  lo  estorva. 

No  se  ofrece  novedad  de  q  avisaros,  pues  no  la  ha  havido  estos 
dias ;  todo  está  bien  apretado,  pero  fio  de  ñro  Señor  se  a  de  doler 
de  nosotros;  yo,  á  Dios  gracias,  estoy  bueno  y  miro  por  mi  salud 
sin  faltar  á  las  obligaciones,  pues  sienpre  las  antepongo  á  todo. 

De  Madrid  á  18  de  ^^'^  1647.  — Yo  el  Rey. 

z  Autógrafo  de  ia  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  247  — 


CXLVIII. 


De  Sor  María 


Señor :  Puedo  decir  lo  que  Job,  q  la  mano  del  Altíssimo  me  9  38  de  setiem- 
tocado  y  afligido  con  enfermedad  y  algunos  trabagillos  de  que  me  ^^ 
hallo  oprimida,  aunque  g090ssa  q  se  cumpla  su  santíssima  vo- 
luntad en  mi,  y  de  q  tengo  sacríffi9Ío  de  dolor  y  amargura  que 
ofrecerle  por  V.»  M.^  ,  para  suplicarle  mire  propicio  y  clementís- 
simo  lo  q  V.»  M.^  padece,  q  le  alibie  y  cargue  sobre  mí  la  cruz, 
y  solo  siento  y  temo  q  no  me  oyrá,  por  ser  tan  débil  y  pobre; 
pero  mis  peticiones  siempre  las  fundo  en  los  méritos  de  Christo 
ñro  Señor  y  inter^ession  de  la  grande  Reyna  del  cielo ,  y  tanbien 
me  balgo  de  los  santos  Ángeles ;  y  cierto,  Señor  mió,  q  a  muchos 
tiempos  desseo  suplicar  á  V.'^  M.<>  q  aumente  á  la  debogion  de  la 
Madre  de  Dios  la  destos  divinos  espíritus ;  q  á  todo  lo  q  puede 
estar  bien  á  V.»  M.**  se  estiende  mi  afecto  y  voluntad,  y  á  pagar 
y  reconocer  lo  q  V.*  M.^  me  significa  en  su  carta  le  debo;  y  no 
tengo  consuelo  y  alivio  espiritual  que  deje  de  dessear  (si  fuera 
possible)  q  V.*  M.<^  le  participara  y  gomara  más  abundantemente 
q  yo.  El  q  e  tenido  en  este  baile  de  lágrimas  con  la  debocion  y  in- 
teligencias de  los  Ángeles  santos  es  mas  que  puedo  significar; 
pero  por  lo  que  estimo  á  V.»  M.*,  no  le  quiero  negar  lo  q  le  ser- 
birá  á  V.»  MA  de  goco  y  de  motibo  para  acudir  á  estas  substan- 
cias divinas  y  mensajeros  del  gran  Rey  celestial ,  que  clamen  por 
esta  Monarquía,  por  su  defenssa  y  paz,  de  q  tanto  necessita. 

Certíssimo  es ,  según  dicen  los  Doctores  y  Santos ,  q  no  solo 
tiene  cada  criatura  humana  un  Ángel  de  guarda  y  custodia  q  la 
defienda,  sino  q  también  le  tienen  las  ciudades,  probincias,  rey- 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  248  — 

nos ,  los  reyes  y  prelados ;  y  sobre  todos  estos  ay  un  hermossísimo 
Ángel  superior  á  los  demás,  q  es  custodia  de  todo  el  orbe  y  Prín- 
cipe suyo.  El  oficio  de  todos  estos  divinos  espíritus  es  guardar, 
defender  de  peligros  de  enemigos  y  encaminar  á  las  almas  á  la 
salba9Íon  eterna ,  ylustrarlas ,  enseñarlas  y  pedir  por  ellas ;  y  los 
q  son  Ángeles  de  offi^ios  de  reynos  y  reyes  les  encaminan  y  di- 
rigen á  lo  mas  conbiniente  para  el  mejor  régimen  y  conserba- 
9Íon  de  las  monarquías,  en  particular  las  más  católicas;  y  por 
serlo  tanto  esta  de  V.*  M.**,  me  consta  por  cierta  S9ien9ia  q  tiene 
hermossísimo  y  poderosso  Ángel,  así  el  Rey  no  como  V.*  M.**; 
y  ellos  y  los  de  las  monarquías  de  principes  christianos,  con 
otros  muchos  de  la  Iglesia  santa,  se  postran  ante  el  divino  acata- 
miento del  Altissimo ,  pidiendo  misericordia  y  paz  entre  los  prín- 
cipes christianos;  y  como  ben  la  cara  de  Dios  y  vission  beatíffica, 
en  ella  cono9en  ñras  afli^iones  y  la  necessidad  del  socorro  del  Al- 
tissimo, suplicándole  no  nos  falten;  y  amonestan  algunas  almas 
le  pidan  y  les  acompañan  los  Santos  bienaben turados;  y  pues,  en 
tiempo  q  la  Iglesia  triunfante  ruega  y  clama  por  la  militante  y  sus 
fieles ,  y  principalmente  por  esta  Monarquía ,  suplico  á  V.*  M.^  q 
se  disponga  con  actos  ferborossos  de  contri9Íon  y  amor  al  Altis- 
simo y  propóssitos  fírmíssimos  de  procurar  el  estado  de  gracia ,  q 
es  la  dispussÍ9Íon  más  conbiniente  y  connatural  para  conseguir  la 
amistad  y  debocion  destos  santos  Ángeles,  principalmente  al 
desta  Corona  y  ofí9Ío  de  Rey ,  para  q  ellos  pidan  misericordia  y 
que  se  aplaque  la  hira  divina. 

Ofrézcasse  V.*  M.^  por  agente  suyo  y  solícito  procurador  en 
evitar  las  offenssas  de  Dios  en  su  Reyno,  y  de  quitar  del  todo  lo 
q  sea  desagrado  del  S.^'^;  q  en  estos  propóssitos  yo  ayudaré  con 
mi  pobre9a  á  V.*  MA  Buen  medio  es  este  para  los  aprietos  en 
q  me  dice  V.*  M,^  está  todo,  porque  son  príncipes  de  paz  y  po- 
derossísimos  con  el  Altissimo,  fieles  amigos  de  sus  debotos  y 
fuertes  contra  los  enemigos ;  pues  dice  la  Escritura ,  que  uno  de 
ellos  en  una  noche  mató  á  9Íento  y  cuarenta  y  cuatro  mil.  En  los 
trabajos  y  tribulaciones  q  nos  hallamos ,  bien  aviamos  menester 
tan  poderossos  amigos;  yo  les  suplico  nos  faborezcan,  y  para 
obligarlos  les  e  ofre9Ído  solÍ9Ítar  la  debo9Íon  de  V.^  M.<^  y  agrá- 


—  249  — 

decimiento  de  los  beneficios  q  por  su  mano  recebimos,  q  son 
muchos  y  muy  olbidados  y  poco  conocidos  de  la  naturaleza  hu- 
mana. Prospere  el  Altíssimo  á  V.*  M.^  . 

En  la  Con^ep^íon  de  Agreda  28  de  Setienbre  1647. — Vesa 
la  mano  de  V.*  M.^  su  menor  sierba. — Sor  María  de  Jesús. 


CXLIX. 


Del  Rey 


Con  mucho  cuydado  me  a  dejado  vfa  carta  del  28  del  passado,  Madnd 
pues  me  decis  en  ella  padecéis  falta  de  salud  y  otros  travajos ;  y  '  ^^^^  "* 
quando  vfa  paciencia  llega  á  confessar  esto,  es  señal  q  aun  sentís 
mas  de  lo  q  decis  '.  Quiera  Dios,  por  quien  es,  daros  la  salud  q  yo 
os  desseo ,  q  por  aora  os  asseguro  os  quisiera  mas  en  esta  vida  q 
en  la  eterna,  aunq  esto  sea  contra  vro  descansso,  pues  vfbs  con- 
sejos me  prometo  me  an  de  ser  de  gran  provecho  para  consiguir 
los  bienes  eternos  y  tenporales  q  desseo.  De  muy  buena  gana  en- 
traré en  la  devo9Íon  de  los  Angeles  q  me  decis,  pues  después  de 
la  intercession  de  luá  Señora,  a  de  ser  la  suya  la  q  más  nos  ayude 
y  favorezca  en  todas  ñfas  necessidades,  particularmente  havién- 


1  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 

2  De  los  trabajos  y  penas  á  que  hace  alusión  en  sus  cartas  Sor  María,  hay 
noticia  por  su  correspondencia  con  los  Borjas :  á  más  de  la  pérdida  que  sufrió  en 
pocos  dias  de  dos  religiosas  de  su  comunidad ,  traía  por  entonces  conturbado  su 
espíritu  las  ambiciones  que  su  crédito  con  el  Rey  despertaron  en  el  corazón  de 
su  hermano ,  religioso  Francisco,  mal  contento  á  lo  que  parece  con  el  retiro  del 
claustro,  y  codicioso  de  obtener  aumentos  de  los  altos  personajes  que  distinguían 
á  la  Superiora.  Por  diez  años  le  contuvo  de  acudir  al  Rey,  como  él  quería,  y  no 
pocas  veces  solicitó  de  D.  F.  de  Borja,  en  los  últimos  meses  de  1647,  que  aparte 
á  su  hermano  de  sus  intentos  ó  le  entretenga  en  ellos ;  deseosa  de  mantener  su 
afecto  é  interés  por  el  Rey  libre  de  toda  pretensión  de  personal  conveniencia. 
«  Sin  pedirle  otra  cosa ,  dice  en  una  de  las  cartas,  que  lo  que  le  conviene  para  sí 
y  su  Reino,  sin  dependencia  de  parientes,  de  pretensiones  ni  de  mundo.» 

17 


doles  dado  nTo  Señor  por  officio  el  cuydado  de  ñfás  personas  y 
de  las  monarquías.  De  oy  en  adelante  me  ofrezco  á  esta  devoción 
con  mucho  gusto,  y  procuraré  (para  conseguir  su  patrocinio) 
mudar  de  vida  y  escussar  en  quanto  estubiere  en  mi  mano  las 
offenssas  de  ilfb  Señor;  pero  como  flaco  he  menester  mucha 
ayuda  suya  para  no  caer.  Vos  me  ayudad  para  esto ,  y  pedid  á 
los  santos  Ángeles  me  defiendan  y  encaminen  á  mi  salvación ;  y 
si  se  os  oflfreciere  alguna  devoción  particular  q  yo  haga  en  su  re- 
verencia j  me  lo  diréis. 

Por  acá  no  se  offrece  nada  de  nuevo  de  q  avissaros;  todo  está 
en  el  estado  q  os  he  dicho,  sin  q  aya  novedad  considerable;  la 
flota  llego  á  salvamento ,  de  q  he  dado  gracias  á  rírb  Señor.  Vos 
se  las  dad  tanbien  de  mi  parte  y  le  pidáis  encamine  mi  exército 
(q  sale  aora),  y  q  nos  ayude  en  lo  demás,  pues  mis  desseos  se 
encaminan  á  la  paz  y  quietud  de  la  Christiandad  y  defenssa  de 
estos  reynos,  á  quienes  estimo  tanto,  q  aun  en  los  aprietos  pre- 
sentes les  he  aliviado  aora  de  algunos  tributos.  Dios  nos  dé  tien- 
po  en  q  pueda  aliviarlos  de  los  demás ,  pues  desseo  su  descansso 
como  el  mió  propio. 

De  Madrid  á  2  de  Otubre  1647. — Yo  el  Rey. 


CL. 


De  Sor  María '. 


iideocttibre  Señor  :  Ex9essos  de  la  piedad  de  V.»  M.<*  son  ponerse  en  cuy- 
'647.  dado  por  salud  y  trabajos  q  tan  poco  ynportan  como  los  mios;  no 
desseo  yo  q  ocassionen  éste  efecto,  quando  sólo  los  encamino  y 
ofrezco  á  el  Altíssimo  por  el  alivio  de  V.»  tAA.  Conffiesso  con 
berdad  á  V.»  M.^  q  á  lo  q  con  más  vibas  anssias  anelo,  es  á  ver 
á  Dios  y  desnudarme  desta  mortalidad  y  cuerpo  ynperfecto  q 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  2í;i  — 

agraba  el  alma;  porque  es  el  último  fin  para  q  fuymos  criados,  y 
la  mayor  felicidad  llegar  aquella  vission  beatifica,  donde  cessa 
todo  llanto,  clamor  y  angustia;  y  lo  que  es  mas  estimable,  q  en 
su  posession  está  segura  el  alma  de  ofender  á  Dios.  No  merezco 
esta  dicha,  pero  si  el  Todopoderosso  me  la  con9ediera  luego,  por 
los  méritos  de  Christo  líFo  Señor ,  y  fuera  su  santa  voluntad  q 
se  me  dilatara  mucho,  lo  admitiera,  assistiéndome  sienpre  la 
divina  gracia,  para  trabajar  por  la  Iglessia  santa,  salbacion  de 
V.»  M.**  y  felicidad  desta  Corona;  si  bien  soy  tan  limitada  q  no 
puedo  ni  balgo  nada  para  gusto  del  Altíssimo  y  serbÍ9Ío  de  V.»  M.*. 
Estas  verdades  me  encojen  y  acobardan,  aunq  me  dilata  el  áni- 
mo considerar  q  en  las  cassas  de  los  grandes  príncipes  y  señores 
tal  bez  se  admite  la  voluntad  de  los  esclabos.  Si  el  Altíssimo  y 
V.*M.<^  reciben  la  mia,  ni  reusaré  penas  ni  temeré  trabajos:  á 
todos  me  sacrifico  y  de  coraron  me  ofrezco,  porq  me  le  lastima 
las  tribula9Íones,  aogos  y  congojas  q  cercan  á  V.»  M.**,  y  con  mi 
sangre  las  quisiera  alibiar.  No  se  le  perderá  el  premio  á  V.*  M.<^ 
ni  el  Altíssimo  apartará  su  protec9Íon  de  quien  padece  por  la 
defifensa  de  su  pueblo  católico. 

Consuélame  mucho  q  V.*  M.^  admita  con  tanto  afiecto  la  de- 
bo^ion  de  los  santos  Ángeles:  ninguna  puedo  yo  proponer  á 
V.*  M.^  más  agradable  á  los  ojos  de  Dios  y  á  los  destos  divinos 
espíritus,  q  el  procurar  V.»  M.<*  por  gracia  lo  q  ellos  tienen  por 
naturaleza,  de  la  purera  del  alma  y  no  ofender  á  Dios;  q  como 
estos  Angeles  santos  ven  sienpre  su  rostro  divino,  conocen  cla- 
ramente en  aquel  objeto  admirable  quan  digno  es  su  Magestad 
de  ser  reberengiado ,  serbido,  amado  y  temido,  la  grabedad  y 
delito  que  es  offenderle ;  de  q  les  resulta  sumo  go^o  y  alegría  de 
las  buenas  obras  q  los  mortales  hazen ,  y  amor  con  los  q  sirben 
á  su  Criador  y  Señor. 

La  divina  Escritura  nos  declara  la  solicitud  de  los  Angeles  en 
mirar  por  los  amigos  de  Dios,  en  la  istoria  dul^íssima  y  sabida 
de  Tobías,  q  el  Santo  Ángel  Rafael  en  figura  de  mancebo,  sin 
manifestarse  q  era  espíritu  divino ,  le  acompañó  en  una  jornada 
q  hÍ90,  librándole  de  muchos  peligros;  y  le  dio  estado  con  acier- 
to, restituyó  la  vista  á  su  padre,  q  la  tenía  perdida,  los  enrique- 


—  2S2   — 

ció  de  bienes  espirituales  y  tenporales,  y  con  el  reconocimiento 
destos  beneficios  padre  y  hijo  llamaron  al  santo  mancebo  para 
pagarle  el  trabajo,  y  determinaron  darle  la  metad  de  su  atienda; 
y  á  este  tiempo  se  manifestó  y  les  dijo  q  era  Ángel  del  Señor,  q 
assistia  á  su  trono  Real,  y  sin  poder  tolerarla fuer9a  de  su  reful- 
gengia  y  claridad ,  cayeron  en  tierra  y  confortándolos  les  dixo: 
«Buena  es  la  oración,  el  ayuno  y  la  limosna,  mejor  q  congregar 
tessoros. »  Porq  el  Señor  ynclinó  sus  piadossas  entrañas,  obligado 
destas  virtudes  y  peticiones  de  Tobías,  conq  ynbió  á  su  Ángel  q 
le  librase  de  todas  las  tribulaciones  q  le  cercaban ;  de  donde  se 
colije  q  como  mejor  podemos  obligar  al  Señor  y  á  estos  espíri- 
tus soberanos  para  q  nos  socorran ,  es  obrando  bien,  orando  con 
ferbor,  pidiendo  con  confianca,  y  hagiendo  limosna  á  los  pobres; 
con  que  se  podrá  consolar  V.*  M.<*  de  la  q  a  hecho  á  estos  reynos 
con  alibiarlos  en  las  cargas  q  tenian ,  fiando  del  Altíssimo  q  por 
otros  caminos  suplirá  abundantemente  lo  q  por  este  faltare. 

Señor  mió  de  mi  alma ,  doy  á  V.*  MA  affetuossas  norabuenas 
de  la  llegada  de  la  flota  á  salbamento :  obedeceré  á  V.*  M.<^  en 
que  en  esta  comunidad  den  gracias  al  Altíssimo  por  este  benefi- 
cio y  suplicándole  nos  mire  con  ojos  de  misericordia.  Todas  las 
religiossas  trabajan  fielmente  por  V.*  M.**  y  le  aman  mucho ;  par- 
ticular una  hermana  que  tengo  en  mi  conpañía ,  q  quanto  obra 
y  reca  es  por  V.»  M.^,  y  si  ay  algún  trabajo  q  pueda  llegar  á  ser 
pena  de  V.»  M.**,  llora  amarguíssimamente:  digo  esto  á  V.*  M.** 
por  manifestar  los  afifectos  deste  conbento. 

Lo  de  Sicilia  y  Ñapóles  hago  presentar  á  Dios;  tiéneme  sien- 
pre  con  cuydado  y  desseo  la  brebedad  en  su  cunpussicion ,  porq 
la  dilación  no  3nTÍte  los  ánimos  yndóciles.  Ríndalos  el  Pode- 
rosso  y  á  los  demás  de  la  Corona  aquiete.  A  V.*  M.<*  prospere  fe- 
lices años. 

En  la  Concepción  de  Agreda  ii  de  Otubre  1647.— Vesa  la 
mano  de  V.^  M.<^  su  menor  sierba. — Sor  María  de  Jesús. 


/ 


I 

2 


—  253 


CLI. 


Del    Rey  '. 


mucho  aliento  me  deja  vra  carta,  pues  me  parece  os  ha-      Madnd 

|6  de  Octubre 

igor  de  salud :  quiera  Dios  dárosla  como  os  la  desseo,  pues  1647. 
'ometo  a  de  ser  para  q  me  ayudéis  á  mi  salvación ,  y  á  esta 
rquía  á  q  salga  de  los  aprietos  en  q  se  halla, 
mucho  gusto  he  leido  lo  q  me  referís  de  la  historia  del 
Tobías  y  de  lo  q  le  ayudó  el  Ángel  en  aquella  jornada. 
:zne  dé  su  gracia  para  ponerme  en  estado  de  q  me  ayuden 
santos  espíritus  en  tanto  como  necesito  de  su  patrocinio:  de 
.rte,  lo  procuraré  (aunq  repugna  lo  frágil  de  la  naturaleza) 
ndo  me  ayudéis  vos,  q  bien  he  menester  acudir  á  vra  amis- 
tara conseguirlo.  Buelvo  á  deciros  q  continuaré  con  nuebo 
r  la  devoción  de  los  santos  Ángeles  y  q  en  todos  mis  aprie- 
congojas  me  encomendaré  á  ellos  muy  de  veras ,  para  q  me 
sn  y  alcancen  de  riTo  Señor  el  perdón  de  mis  pecados  y  q 
do  me  encamine  y  dirija  mis  acciones  á  su  mayor  servicio  y 
voluntad. 

habréis  entendido  como  salió  el  exército  del  enemigo  an- 
el  ñfo  en  Cataluña;  no  es  numerosso,  y  aunq  a  ocupado  el 
Ao  de  Ager  (q  no  es  de  gran  importancia)  ^  espero  en  nfb 
r  q  con  su  ayuda  le  hemos  de  dar  en  q  entender ,  pues  ya 
habrá  salido  mi  exército  y  entiendo  es  más  numeroso  q 
yo. 

Flandes  he  tenido  cartas :  no  están  mal  aquellas  cossas  y 
:  Alemania  se  van  mejorando  :  de  Italia  me  faltan  a  dias  y 
guardo  con  cuydado  para  ver  q  camino  toman  las  cossas 


^-s  tógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 

^>s  franceses  empezaron  el  sitio  de  Ager  el  4  de  Octubre  y  el  9  lo  tomaron 
por   ^s^ito. 


—  254  — 

de  Ñapóles  y  Sicilia.  En  todo  os  encargo,  Sor  María,  el  cuydado 
de  encomendarlo  á  rifo  Señor,  pues  de  sola  su  poderossa  mano 
aguardo  el  remedio.  Agradezco  á  vra  her."»  lo  q  me  decís  y  la 
encargo  lo  continúe. 
De  Madrid  á  i6  de  Otubre  1647.— Yo  el  Rey. 


CLII. 


De    Sor    María '. 


1647. 


as  de  Octubre  Scñor :  Las  repetidas  órdenes  q  V.»  M.^  me  intima  por  sus  car- 
tas, me  conpelen  y  ponen  en  nuebos  enpeños  y  vínculos  apre- 
tados para  trabajar  por  la  salbacion  de  V.»  MA  y  bien  desta  Mo- 
narquía; y  aunque  mi  pobre9a  es  grande,  la  voluntad  con  que 
estimo  á  V.*  M.^  fina  y  berdadera;  y  como  es  propio  desta  poten- 
cia desear  el  mayor  bien  para  quien  ama  y  solicitarle  ( no  abien- 
do  otro  mayor  que  la  amistad  de  Dios  y  el  descansso  eterno), 
fuerza  es  serle  molesta  á  V.*  MA,  suplicándole  q  lo  procure  y  fre- 
quente  en  pedir  á  Dios,  y  trabajar  por  q  V.»  M.**  le  consiga.  Dí- 
ceme  V.*  M.**  q  la  fragilidad  de  la  naturaleza  repugna:  confiesso 
esta  verdad ,  pero  el  merecimiento  y  las  grandes  victorias  están 
en  animarnos  contra  la  propia  flaqueza  y  en  pelear  las  guerras 
de  los  enemigos  comunes,  y  para  esto  no  niega  Dios  la  gracia  á 
los  que  quieren  ser  amigos  suyos ;  abiertos  tiene  los  archibos  de 
sus  tessoros,  de  balde  los  franquea,  al  enquentro  sale  á  quien  le 
busca,  más  presto  es  en  responder  y  en  conzeder  que  nosotros  en 
llamar  y  recebir. 

Señor  mió,  no  es  tan  difficultosso  el  camino  de  la  perfección 
como  se  le  pinta;  á  la  naturaleza  no  se  a  de  medir  con  sus  fuer- 
zas sino  con  las  del  espíritu ,  á  la  vista  de  la  fe  y  de  la  esperan- 
za, donde  se  experimenta  lo  que  el  Señor  dixo,  q  su  yugo  y  ley 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  355  — 

era  suabe  y  lebe.  Los  filóssofos  gentiles  emprehendian  arduas  im- 
pressas ,  por  ser  célebres  y  memorables  en  las  virtudes  morales 
y  naturales:  pues  si  por  sólo  el  motibo  de  conseguirlas  y  con  in- 
dustria humana  habían  obras  dignas  de  alabanza  y  alcanzaban 
victorias  admirables  de  sí  mismos,  ¿  q  podremos  los  fieles  ayuda- 
dos de  la  divina  grazia ,  que  todos  los  Doctores  la  aplauden  y  con- 
ficssan  por  poderossísima,  y  San  Pablo  dice  q  todo  lo  podia  en  El 
que  le  confortaba? 

El  ánimo  grande  es  hermossísimo  reberenziador  de  Dios,  porq 
con  su  fabor  emprehende  y  execuU  magníficas  obras  en  lo  divi- 
no y  humano.  Del  Rey  Dabid ,  di^e  Dios  q  era  á  medida  de  su 
coraron ,  q  es  la  mayor  ponderazion  q  le  podemos  dar  de  que 
era  magnánimo  y  de  grande  aliento,  y  sus  obras  lo  manifiestan, 
pues  en  guerras  y  Vitorias  de  sus  enemigos  fué  memorable;  en 
dolersse  de  sus  culpas  y  lebantarse  de  ellas,  constante;  en  deffen- 
der  la  honra  de  Dios,  fuerte  y  ^elosso;  en  procurar  la  perfe^ion 
y  oserbar  los  mandamientos  del  Altíssimo,  perseberante.  Señor 
mió,  aunque  todos  necessitamos  destas  propiedades  y  virtudes 
del  Profeta  Dabid ,  mucho  más  los  reyes  q  an  de  dar  exenplo, 
son  el  objeto  á  donde  todos  miramos  para  regular  ñras  ac9Íones; 
y  para  que  no  desmayen  ni  desfallezcan  en  los  trabajos  grandes 
y  fracassos  forzossos  que  se  ofrecen  en  sus  Coronas,  an  menester 
yntrépido  ánimo  y  magnánimo  coraron,  constante  esfuerzo,  se- 
beros para  el  castigo ,  para  los  soberbios  rígidos,  y  para  los  ñacos 
piadossos.  Señor  mió  de  mi  alma,  mucho  temo  ser  pessada  y 
molesta:  grandes  desórdenes  comete  la  voluntad  quando  no  se 
sabe  detener;  arto  nezessita  mi  ossadía  del  perdón  de  V.*  M.*^ 

La  pérdida  de  Ager  supe  luego  y  me  contristó  afligidamente; 
y  aunq  es  de  poca  ynportancia,  miro  q  le  toca  á  V.*  M,^,  y  en  es- 
ta consideración  es  mucho  para  mi.  Si  motibasse  esta  pérdida 
á  que  el  exército  apresurasse  sus  passos,  tolerable  sería:  siempre 
me  parece  se  ban  despagio  y  q  salen  tarde,  con  que  después  no 
pueden  obrar  lo  q  nezessitamos :  consuélome  q  sea  más  numeros- 
so  q  el  del  enemigo.  Yo  clamaré  á  los  pies  del  Altíssimo  y  me 
baldré  de  la  interzession  de  la  Reyna  del  cielo,  de  los  santos 
Ángeles ,  presentándoles  el  affecto  con  q  V.»  M.**  dessea  obligar- 


—  2S6  — 

los  y  admite  su  debo^ion,  y  trabajaré  por  esta  causa.  Dios  nos 
mire  con  ojos  de  misericordia,  nos  dé  buen  su^esso  y  continúe  el 
mejorar  las  cossas  de  Flandes  y  Alemania.  A  V.*  M.^  prospere 
con  muchas  felicidades. 

En  la  Concepción  de  Agreda  25  de  Otubre  1647. — Vesa  la 
mano  de  V.*  M.^  su  menor  sierba —  Sor  María  de  Jesús. 


CLIII. 


Del    Rey  '. 


Madrid  6         j^q  pude  responder  la  estafeta  passada  á  vra  carta  de  25  de 

de  Noviembre  ^ 

1647.  Otubre ,  por  hallarme  fuera  de  aquí  y  haverla  recivido  después 
de  su  partida ;  aora  g090  la  occasion  de  la  q  parte  oy,  para  res- 
ponderos y  deciros  con  quanto  gusto  recivo  las  q  me  escrivís ,  y 
quanto  alivio  me  caussa  el  leerlas ,  pues  veo  q  desseais  mi  mayor 
bien ,  y  q  para  q  yo  le  consiga  encamináis  todos  vFos  conj.<» ;  no 
tan  solamente  me  pueden  canssar  nunca,  pero  los  estimo  como  es 
razón  y  os  agradezco  quanto  me  decís;  con  q  podéis  deponer  todo 
el  temor  con  q  decís  os  halláis ,  y  continuar  lo  q  espero  a  de  ve- 
nir á  rer  en  tanto  provecho  mió ,  si  yo  acierto  a  poner  por  obra 
lo  q  me  aconsejáis.  Yo,  Sor  María,  procuraré  poner  de  mi  parte  lo 
posible  para  conseguirlo ;  pero  sin  la  ayuda  singular  de  ríTo  Señor 
y  de  su  Madre  Santíssima  no  he  poder  salir  con  ello,  q  mi  fla- 
queza es  mucha ,  y  si  no  entra  su  mano  superior  de  por  medio  no 
podré  levantarme;  y  assi,  en  primer  lugar,  os  pido  q  encaminéis 
vFos  ruegos  á  q  yo  me  disponga  á  pedir  únicamente  la  gracia, 
pues  la  fé  me  enseña  q  no  se  niega  á  quien  la  pide  como  deve. 
Yo,  de  mi  parte  haré  lo  posible,  pero  como  os  he  dicho,  temo 
q  podrá  ser  poco;  pero  fio  de  la  divina  misericordia  me  a  de  ayu- 
dar para  ponerme  en  su  gracia,  sin  cuyo  principio  nada  se  con- 
sigue y,  alcanzando  esta  dicha,  nada  falta. 

z  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  257  — 

Después  de  la  salida  de  mi  exército  en  Cataluña ,  no  se  a  hecho 
nada  ni  por  nosotros  ni  por  los  enemigos:  harto  lo  he  estrañado, 
pues  me  asseguravan  los  cabos  se  podria  obrar.  Sabré  lo  que  a 
ssido  la  caussa  y  procuraré  remediarlo,  pero  ya  por  esta  canpaña 
no  se  hará  nada,  pues  el  tienpo  mete  el  montante  de  por  me- 
dio '.  Las  cossas  de  Fiandes  van  bien;  aora  tengo  avisso  de  q  se 
a  cobrado  una  plaza  de  consideración ,  con  q  en  esta  canpaña  se 
an  ganado  cinco  y  perdido  dos ,  y  ellos  an  perdido  un  general  de 
mucha  opinión  '.  Las  de  Alemania  tanbien  corren  en  ifro  favor; 
y  los  alvorotos  de  Sicilia  ay  avisso  de  q  están  quietos  de  todo 
punto  y  las  cossas  en  el  estado  q  antes,  de  q  se  deven  dar  mu- 
chas gracias  á  lírb  Señor.  Las  de  Ñapóles  no  están  en  tan  buen 
estado,  pues  bol  vio  á  haver  otra  inquietud  grande  en  los  fines  de 
Agosto,  si  bien  tengo  avisso  de  24  de  Setienbre  de  q  aquello que- 
dava  más  quieto  pero  no  sano;  y  mientras  no  lo  estubiere  de 
todo  punto  es  fuerza  tener  gran  cuydado,  porq  depende  mucho 
de  aquello,  como  ya  se  va  esperi mentando  en  el  Estado  de  Milán, 
pues  con  la  falta  de  los  socorros  de  aquel  Reyno,  a  dado  aliento  á 
los  enemigos  para  q  le  invadan  y  temo  allí  algún  golpe  conside- 
rable, si  Dios  no  lo  remedia :  encomendádselo  todo.  Sor  María,  y 
pedilde  se  duela  de  nosotros,  pues  aunq  malos  christianos  somos 
los  hijos  más  católicos  q  tiene. 

Yo  vine  bueno  de  mi  jornadilla,  haviendo  gozado  algunos  del 
del  canpo;  q  para  trabajar  más  es  menester  tomar  de  quando  en 
quando  algún  alivio. 

Holbidávasseme  de  deciros ,  q  en  la  ciudad  de  Valencia  passa 


1  Culparon  principalmente  de  esa  inacción  y  otras  faltas  ai  Marqués  de  Ayto- 
na ,  que  mandaba  el  ejército  en  Cataluña  y  á  quien  trajeron  preso  al  castillo  de 
la  Alameda,  tres  leguas  de  Madrid. 

2  La  plaza  recuperada  era  Dixmude ,  cuyo  sitio  empezó  el  25  de  Setiembre, 
y  Montglat  alaba  mucho  la  actividad  y  vigor  de  los  españoles ,  pues  habiendo 
dentro  dos  mil  soldados  franceses,  les  obligaron  á  capitular  el  5  de  Octubre.  Las 
plazas  perdidas  eran  La  Bassée  y  ademas  Lens ,  cuyo  sitio  empezó  el  24  de  Se- 
tiembre ,  rindiéndose  el  3  de  Octubre ;  siendo  mortalmente  herido  en  el  ataque 
el  mariscal  Gassion,  que  sucumbió  á  los  pocos  dias  y  fué  extremadamente  senti- 
do en  Francia.  Refiere  Mme.  de  Motteville  que  el  Archiduque  dio  seis  mil  escu- 
dos al  Gobernador  de  Lens ,  por  haber  resistido  dos  dias  más,  dc^lo  que  se;  espe- 
raba y  causado  la  muerte  de  Gassion. 


—  2S8  — 

adelante  el  contajio  y  q  sería  la  última  ruina  si  cundiesse  este 
travajo  en  estos  reynos ,  añadiéndose  este  tan  grande  á  los  q  oy 
están  padeciendo;  y  assi  os  encargo  lo  en9omendeis  tanbien  á  nro 
Señor,  para  q  se  sirva  de  mitigar  su  justa  ira  y  dolerse  de  nos- 
otros. 
De  Madrid  á  6  de  Novienbre  1647. — Yo  el  Rey. 


CLIV. 


De  Sor  María 


15  de  No-  Señor:  El  Altíssimo  a  encaminado  mi  afecto  para  con  V.*  M.**, 
de  manera  que  no  puedo  dejar  de  consolarme  y  g09arme  siempre 
de  q ,  en  medio  de  tantos  cuydados  y  afanes,  prebale9e  la  ra^on ;  y 
entre  motibos  de  tanto  divertimiento  se  conserbe  el  espíritu  á  los 
mejores  empleos  del  alma,  produciendo  en  V.^  M.*^  tan  anssiossos 
desseos  de  la  gracia  y  amistad  de  Dios;  y  pues  los  detiene  la  di- 
vina Probiden9Ía  en  la  corriente  de  la  gloria  deste  mundo  y  los 
conserba  en  el  riesgo  sin  perderlos ,  señal  cierta  y  indicio  ebiden- 
te  de  lo  mucho  q  el  Todopoderosso  ayuda  á  V."  M.<*,  y  de  que  es 
voluntad  suya  q  V.^  M.<^  consiga  la  dicha  de  ser  amigo  de  Dios. 
No  pudiera  V.*  M.**  estar  tan  atento  y  obediente  al  querer  divino, 
respeto  de  tan  molestos  cuydados  como  conbaten  á  V."  M.** ,  si 
Dios,  á  lo  dissimulado  y  encubierto  (ó  pagado  y  obligado  de  sus 
christianos  aífectos  de  V.»  M.*^  ó  por  ostentar  su  gran  misericor- 
dia ) ,  no  asistiera  y  gobernara  ynteriormente  á  V.*  M.**:  esto  me 
recrea  y  alienta  mi  esperanca,  ver  á  V.*  M.*^  tan  atento  á  la  vo- 
luntad divina ,  y  á  Dios  tan  cuydadosso  de  V.*  M.^ ;  condición 
propia  de  su  probidencia,  hacerse  ojos ,  protector ,  amparador  y 
custodia  de  quien  le  quiere  serbir  y  celar  su  gloria  y  onrra. 
Señor  mió ,  bien  veo  q  es  corrimiento  metersse  una  muger  ig- 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  259  — 

norante  á  tratar  de  la  Escritura,  á  no  ablar  con  quien  tan  piados- 
samente  la  oye  y  la  dissimula  como  V.»  M.^:  esto  y  lo  q  estimo 
á  V.*  M.d  me  motiba  á  manifestar  en  mis  cartas,  sin  reparo,  lo  q 
se  le  ofreíe  á  la  ynteligen9Ía  de  las  divinas  letras.  La  senten9Ía 
del  Espíritu  Santo  (q  tengo  dicha  á  V.*  M.*)  de  q  el  cora9on 
del  Rey  está  en  la  mano  del  Señor,  me  lleba  mucho  el  alma, 
porque  veo  en  ella  una  confirma9Íon  de  todo  lo  que  desseo  en 
V.*  M.«*.  Señor  mió ,  no  es  Rey  el  q  no  es  rey  de  sí  mismo  y 
jrmpera  y  tiene  dominio  sobre  sus  apetitos  y  passiones ;  porque 
si  se  le  rinde  y  sujeta,  esclabo  suyo  será;  pero  el  quebrantarlas  y 
negarsse  á  ellas  será  poner  el  cora9on  en  la  mano  del  Seflor,  para 
q  no  le  alcan9en  las  penas  ni  hallen  los  haogos  para  dirigir  los 
dissinios  con  ha9Íerto  de  la  salbacion;  y  no  solo  tiene  Dios  en  su 
mano  el  cora9on  para  defenderle  y  recrearle,  sino  para  oprimirle 
como  en  prenssa  ;  q  por  esto  dixo  en  el  Ebangelio:  *  A  los  q  amo 
corrijo.»  Y  aunq  todos  los  cora9ones  humanos  nectssitan  destos 
toques  del  Señor,  mas  los  de  los  reyes,  porque  la  prosperidad, 
grande9a  y  ponpa  deste  baile  de  lágrimas  no  los  Uebe  á  pique; 
y  fine9a  del  amor  de  Dios  es  assegurar  los  premios  y  descanssos 
eternos  con  el  lastre  de  la  tribulación ,  y  darla  para  asistir  en  ella, 
pues  lo  dÍ9e  por  Dabid  :  «Con  vosotros  estoy  en  la  tribulación.» 
Es  condÍ9Íon  humana  temer  q  los  trabajos  son  castigos ,  y  no 
son  sino  fabores  del  9Íelo.  A  Sansón  saludó  un  Ángel  diciéndole: 
«Dios  sea  contigo,  varón  fortissimo. »  Y  él  respondió:  «Si  Dios 
está  conmigo  ¿cómo  me  cercan  tantos  males?»  Pero  él  ablócomo 
hijo  deste  siglo,  y  el  Ángel  como  hijo  de  Dios  ;  y  así  creo  cer- 
tíssimamente  que  no  ay  yndÍ9Ío  mas  zierto  y  claro  de  q  el  Se- 
ñor assiste  en  una  alma ,  q  verla  9ercada  de  penas  y  superior  á 
ellas ,  pues  como  criatura  siente  y  como  endiossada  prebalece. 
No  se  contentó  el  Altíssimo  con  dar  licencia  al  demonio  para  que 
tentasse  y  afligiesse  á  Job ,  sino  q  tratándolo  como  muy  su  ami- 
go ,  para  oyr  clamores  más  altos  y  subidos  en  sus  alaban9as,  tomó 
Dios  la  mano ,  como  el  mismo  Job  confiessa ,  y  le  dio  otro  más 
apretado  toque  de  tribula9Íon.  Muchos  veo  repetidos  q  conbaten 
su  Real  cora9on  de  V.*  M.<^,  le  oprimen  y  aprietan,  de  pérdidas 
dé  reynos ,  discordias  en  ellos,  poca  fidelidad  en  los  vassallos ;  pero 


—  26o  — 

si  V,^  M.^  se  anima  y  dilata,  de  sembrar  con  lágrimas  en  este  si* 
glo  se  siguirá  el  coger  con  alegría  en  el  cielo  premios  eternos. 

Y  no  contriste  á  V.»  M.*  el  ber  su  ha9ienda  gastada,  sus  yn- 
tentos  frustrados ,  las  esperanzas  perdidas  de  un  exército  en  Ca- 
talunia  más  numerosso  q  el  del  enemigo ,  no  habiendo  obrado 
nada  por  su  remission  y  poca  atenzion ;  sino  en  medio  destas 
amarguras  diga  V.*  M.<*  lo  q  el  Rey  Dabid  en  un  psalmo :  «  Si 
me  cercaren  los  reales  de  mis  enemigos,  no  temerá  mi  cora- 
9on :  si  se  lebantare  guerra  cruel  contra  mí  y  no  tubiere  gente 
con  q  defenderme,  en  este  desamparo  confiaré  yo. »  Notable  de- 
cir del  Profeta :  no  teme  las  guerras  y  9ercos  su  coraron ,  porque 
está  en  la  mano  del  Señor  q  lo  guardaba  como  amigo ;  quando 
se  yeia  enbadido  y  sin  gente  se  hallaba  más  confiado,  porq  un 
corazón ,  atento  á  Dios  y  por  su  amor  negado ,  en  los  mayores 
aprietos  se  asegura  más  y  quando  faltan  los  medios  humanos 
acude  á  los  divinos.  Si  esta  verdad  no  me  alentara ,  me  opri- 
miera demassiado  el  que  no  aya  havido  facción  en  Catalunia, 
teniendo  gente  y  fuerzas ,  que  lo  de  Ñapóles  esté  tan  mal  para- 
do :  atribuyo  con  temor  grande  esta  poca  dicha  á  que  está  el  To- 
dopoderosso  enojado  y  dessobligado ,  por  las  muchas  culpas  de 
Espafta,  á  caussa  de  tanta  profanidad  como  ay  de  trajes,  con  q 
se  alienta  y  fomenta  el  VÍ9Í0  y  se  escure^e  lo  hermosso  de  la 
virtud.  Veo  q  el  pueblo  de  Dios,  quando  pecador,  perdia,  era 
vencido  y  ultrajado;  y  quando  justificado,  triunfaba  y  era  esti- 
mado y  temido. 

Suplico  á  V.*  M.**  q  obligue  al  Señor  q  assista  con  su  probi- 
den9Ía,  sabiduría  y  la  poten9Ía  de  su  bra90  á  sus  reales  y  exérd- 
tos ;  mostrando  V.»  M.**  en  una  gran  reforma9Íon  el  Real  catoli* 
co  9elo  de  V."  M.^:  tengo  por  ynposible  q  obligado  Dios ,  deje  de 
estar  de  nuestra  parte.  Yo ,  Señor  mió  de  mi  alma,  no  dejaré  de 
postrarme  ante  su  divina  presen9ia,  y  en  ella  lloraré  y  clamaré 
por  que  se  yncline  su  misericordia  á  ñra  ne9essidad ,  y  la  fidelidad 
de  humilde  sierba  no  me  faltará  jamas  en  esto. 

Alegróme  de  q  V.»  M.**  aya  dado  algún  desaogo  á  sus  cuyda- 
dos ,  q  aunq  en  todas  partes  hallarán  á  V.»  M.** ,  el  campo  y  su 
amenidad  es  donde  más  se  pueden  olvidar  y  con  mas  onesto  y 


—  201    — 


loable  debirtimiento.  Prospere  ,  fortalezca  y  dé  larga  vida  el  Al- 
tíssimo  á  V.»  M.**. 

En  la  Concepción  de  Agreda  15  de  Nobienbre  1647.  — Vesa  la 
mano  de  V.»  M.^  su  humilde  sierba. —  Sor  María  de  Jesús. 


CLV. 


Del    Rey  *. 


Vra  carta  de  15  deste  acavo  de  recivir  saliendo  de  comulgar,     Madn4»o 
q  por  ser  víspera  de  nra  Señora  he  querido  festejarla  con  este        ,647. 
exercicio.  Dios,  por  quien  es,  se  sirva  de  q  se  haya  hecho  como 
se  deve,  pues  es  difícultosso  disponersse  un  hombre  flaco  como 
fuera  razón  para  recivir  tan  grande  misterio.  En  buena  sazón  la 
he  leído ,  y  cierto  q  parece  adivinavais  algo  quando  la  escribistes, 
pues  los  consejos  q  me  dais  en  ella  y  todo  lo  q  me  referís,  es 
muy  apropósito  para  este  día  y  para  sienpre.  Con  gran  consuelo 
y  alivio  me  deja  todo  lo  q  he  leydo ,  y  con  desseos  de  mudar  de 
vida  y  poner  por  obra  tan  santos  documentos :  quiera  Dios  q  no 
falte  la  execucion,  pues  peleo  contra  lo  frágil  de  la  naturaleza,  q 
está  hecha  á  vencer  las  menos  veces,  y  si  no  entra  la  ayuda  divi- 
na me  temo  mucho  á  mí  mismo;  pero  fio  de  su  misericordia  se 
a  de  doler  de  mí  y  ayudarme  á  poner  en  su  divina  gracia.  Si  no 
fuera,  Sor  María,  por  entender  lo  mismo  que  me  escrivis,  mal 
se  pudieran  llevar  los  travajos  q  se  padecen ;  pero  con  los  exen- 
plos  de  la  Escritura  q  me  dais  y  con  lo  poco  q  yo  he  leido ,  reco- 
nozco q  no  son  los  más  dichossos  los  q  en  esta  vida  gozan  de  gus- 
tos y  contentos ,  pues  no  es  fácil  q  á  los  q  les  sucede  esto  vengan 
á  gozar  de  lo  mismo  en  la  otra ;  y  assi ,  estoy  contento  con  mi 
fortuna,  y  espero  q  si  se  llevan  con  paciencia  estos  golpes  (como 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—   202   — 

lo  procuro)  y  cunplir  con  mi  obligación ,  he  de  ser  premiado  des- 
pués de  mis  dias,  q  es  solo  lo  q  me  inporta.  Agradézcoos,  Sor 
María,  lo  q  me  ayudáis  á  conseguir  esto  y  os  encargo  lo  conti- 
nuéis ,  pues  tengo  gran  esperanza  q  vras  oraciones  me  an  de  ayu- 
dar mucho  á  la  salvación.  Procuraré,  quanto  fuere  posible,  q  se 
haga  la  reformación  q  me  decis ,  aunq  como  las  cossas  están  tan 
relajadas  y  todo  inquieto  con  la  guerra,  no  será  fácil  conseguir- 
lo, si  bien  se  intentara;  y  si  estubiera  solo  en  mi  mano  presto 
se  remediara. 

En  los  negocios  generales  no  ay  cossa  de  nuebo:  las  cossas  de 
Ñapóles  (q  son  las  q  dan  más  cuydado  aora)  ay  avisso  por  Fran- 
cia de  q  con  la  llegada  de  la  armada  y  Don  Juan  se  van  mejo- 
rando, pero  con  certeza  no  se  save  nada.  Encargóos  encomen- 
déis todo  esto  á  ríTo  Señor  y  particularmente  mi  salvación,  pues 
aunq  creo  q  vos  tenéis  harto  cuydado  de  hacerlo,  me  inporta 
tanto ,  q  es  fuerza  repetirlo. 

De  Madrid  á  20  de  Novienbre  1647. — Yo  el  Rey. 


CLVL 


De  Sor  María  '. 


29  de  No-  Muy  buen  dia  es  para  mi  el  q  me  tray  cartas  de  V.*  M.*,  y 
siempre  son  re9ibidas  de  mi  affecto  con  grande  alboro9o ;  pero  en 
esta  alio  aumentados  los  motibos  de  consuelo,  hiendo  q  V.*  M.** 
ha  celebrado  la  fiesta  de  la  divina  Prin^essa  con  el  exercicio  más 
útil  y  probechosso  para  el  alma,  y  de  mayor  agrado  y  beneplá- 
cito para  el  Altíssimo  y  júbilo  de  los  bienabenturados  del  9Íe]o; 
pues  á  la  vista  de  la  vission  beatíffica  (que  para  ellos  es  espejo  vo- 
luntario, donde  ben  lo  q  en  la  Iglessia  militante  se  obra  del  gus- 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  263  — 

to  de  Dios)  conocen  los  q  por  el  uso  de  los  sacramentos  se  hagen 
amigos  suyos  y  como  se  restituyen  á  la  gra9Ía ;  y  con  admirables 
cánticos  de  alaban9as  regocijan  y  festejan  las  conberssiones  de  los 
fieles.  Así  nos  lo  enseña  el  Ebangelio,  y  Q  ^^  mismo  Señor  de  los 
qelos  ostenta  con  los  cortessanos  y  domésticos  de  su  cassa  el  aliar 
al  hijo  pródigo ;  y  es  tan  suabe  su  ley  y  yugo  y  su  amor  tan 
fi°o>  5  gusta  de  q  en  los  ^ieios  y  en  la  tierra  se  9elebre  el  perdo- 
nar á  quien  le  a  ofendido,  y  reconciliarle  por  su  amigo:  y  es- 
tando la  divina  Reyna  María  SS.™*  tan  ynmediata  á  el  Altíssimo, 
y  conociendo  tan  yntrinssicamente  los  admirables  effectos  de  los 
sacramentos  y  desseando  tanto  la  amistad  de  las  criaturas  con  el 
Criador,  claro  está  q  no  se  le  puede  ha^er  mayor  serbicio  ni 
más  agradable  9elebra9Íon  que  confesar  y  comulgar  en  sus  fiestas. 
Yo  doy  á  V.»  M.**  affetuosas  gra9Ías  porque  lo  hÍ90  en  la  de  la 
Presenta9Íon,  y  puesta  á  sus  Reales  pies  con  la  humildad  que  debo 
de  sierba,  suplico  á  V.^  M.^  q  todas  las  q  la  Iglessia  militante 
tiene  de  la  Virgen  SS."**  las  celebre  y  festeje  V.*  MA  desta  ma- 
nera ,  y  con  la  execu9Íon  en  los  buenos  desseos  que  ynbia  el  To- 
dopoderosso  á  su  ynterior  de  V.*  M.<*,  fruto  de  la  luz  q  ynfunde 
en  el  entendimiento.  A  El  le  pertenece  el  conocer,  y  á  la  volun- 
^d  el  executar,  pero  no  se  perfe9Íona  la  obra  si  en  ella  no  con- 
^rren  las  dos  cossas,  porq  el  re9ebir  la  luz  es  carga  y  deuda  del 
^^ento,  de  que  el  dia  último  nos  pedirán  cuenta;  el  executar  y 
^"^íar  es  de  la  voluntad  descargo  y  utilidad  para  satis&9er  y  me- 
^'^  grangear  y  alcan9aT  los  premios  eternos.  Yo  soy  tan  aba- 
J¡^^£^^  de  que  V.^  M.^  los  consiga  y  tan  anssiosa  de  su  salbacion, 
^^c3-^)s  los  medios  possibles  para  alcan9arla  querría  representar  á 
•^^^  :^S/Í.*^.  El  repetirme  muchas  ve9es  en  las  cartas  q  la  pida  á  Dios 
jjj^    £1^1  ^gra,  porq  es  yndicio  de  lo  q  la  dessea  V.*  M.** 

^^^^¿5lor  mió  de  mi  alma,  por  ella  me  e  dedicado  á  trabajar  y  en 

la.    X^í^ esencia  divina  ofrezco  mis  pobres  obras,  más  por  V.*  M.^  q 

pox"    XXX £   misma;  y  esto  es  con  tanto  conato,  q  si  viera  en  V.*  M.*^ 

3-^S^^   ^^ontrario  á  la  vida  eterna,  perdiera  la  natural  q  me  sustenta 

y  ^^sfa.iiec¡era  de  pena.  En  este  estado  me  pone  lo  q  estimo  á 

^•"^  -Ni. «a .  y  como  es  enpeflo  en  Dios  y  por  su  amor,  y  cono9Íendo 

10  q  d^to  ¿  la  piedad  de  V.*  M.^  y  quanto  ynporta  para  la  Iglessia 


—  204  — 

santa  su  justificación  y  buen  obrar  de  V.*  M.**,  son  lances  forros- 
sos  los  q  significo  de  mi  cuydado. 

Gomóme  mucho  de  q  V  *  M.*^  tenga  la  essencial  dispusigion 
para  llebar  bien  los  trabajos ,  q  es  conocer  su  balor  y  quan  po- 
derossos  son  ante  el  acatamiento  divino ,  pues  tanto  se  alcanra 
quanto  se  padece  coa  pa9Íen9Ía ;  y  que  bien  acreditado  quedó  su 
balor,  pues  sólo  los  trabajos  y  penalidades  adjudicó  para  sf 
Christo  ñTo  Redentor  deste  baile  de  lágrimas,  como  lo  más  es- 
timable del. 

Señor  mió,  en  esta  comunidad  e  puesto  particular  oradon  por 
que  el  Altfssimo  detenga  el  contagio  q  se  a  manifestado  de  la 
peste  en  Balenria ,  y  con  beras  le  ssuplicaremos  no  passe  á  estos 
reynos.  Si  el  duplicarse  las  tribulaciones  y  aumentarse  los  traba- 
jos fuesse  para  apla^arsse  antes  la  yra  divina,  tolerable  seria. 

Buen  sucesso  nos  pudiéramos  prometer  en  la  quietud  de  Ña- 
póles, si  el  Señor  Don  Juan  y  la  armada  de  V.*  M.**  entrasse  en 
aquel  Rey  no,  y  si  los  naturales  del  procedieran  como  debian  á  la 
vista  de  prendas  de  V^  M.^.  Estas  cossas  son  las  q  mas  aumentan 
mi  cuydado,  por  el  q  de  ellas  tiene  V.*  M.*^.  El  Todopoderosso 
las  pacifique  y  á  V.*  M.^  prospere. 

En  la  Con9ep9Íon  de  Agreda  29  de  Novienbre  1647. — Vesa  la 
mano  de  V.*  M.**  su  menor  sierba. — Sor  María  de  Jesús. 


CLVII. 


Del   Rey  '. 


Madrid  4         Yo  quisiera  no  haver  acostunbrado,  años  a ,  el  celebrar  las  fes- 
1647.        tividades  de  ñfa  Señora  confessando  y  comulgando  en  ellas  y 
ayunando  las  vigilias ,  para  hacerlo  desde  oy  porq  vos  me  lo  pe- 
dís; pero  como  á  los  pecadores  no  nos  queda  otra  puerta  por  don- 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio 


—  26e;   — 


de  conseguiré!  perdón,  sino  su  intercession  santíssima,hedessea- 
do  sienpre  ser  su  humilde  devoto  para  q  me  la  conceda  á  la  ora 
de  mi  muerte.  Lo  q  de  aqui  adelante  haré  por  cunplir  con  lo  q  me 
pedis,  será  procurar  hacer  estos  actos  con  mas  atención  y  devo- 
ción; y  pues  vos  me  lo  aconsejáis,  es  menester  q  me  ayudéis  con 
vras  intercesiones  y  oraciones,  pues  los  flacos  necesitamos  de  mu- 
chas ayudas  para  acertar  á  hacer  estos  actos  como  se  deve. 

Yo  os  agradezco  mucho  todo  lo  q  me  decis  en  orden  á  lo  q 
desseais  mi  salvación  (ques  el  único  fin  á  q  de  vemos  aspirar)  y 
os  confiesso  me  da  gran  consuelo  pensar  q  no  en  valde  a  permi- 
tido ñfb  Señor  q  yo  os  viesse  y  comunicasse ,  las  veces  q  he  pas- 
sado  por  essa  villa ,  de  q  a  procedido  la  correspondencia  q  tene- 
mos ,  pues  della  espero  sacar  el  fruto  q  tanto  me  inporta ;  y  creo 
q,  aunq  vos  sienpre  me  encomendavais  á  ilro  Señor,  lo  deveis  de 
hacer  con  mas  solicitud  después  q  me  conocéis :  continualdo  assi, 
Sor  María ,  q  yo  de  mi  parte  procuraré  poner  en  execucion  los 
buenos  propósitos  q  ilro  Señor  pusiere  en  mi  corazón. 

Agradézcoos  mucho  la  oración  q  haveis  dispuesto  se  haga  en 
essa  comunidad  para  pedir  á  su  Divina  M.^  mitigue  su  hira  y 
aplaque  el  contagio  de  Valencia,  q  cierto  es  gran  calamidad; 
pero  si  por  este  medio  abriésemos  los  ojos,  lo  podriamos  atribuir 
á  dicha. 

De  los  negocios  generales  no  ay  nada  de  nuevo  después  q  os 
escrivi  la  última  vez:  tiéneme  en  gran  confussion  lo  q  tardan  las 
cartas  de  Ñapóles,  si  bien  los  avissos  q  vienen  por  todas  partes 
dan  más  esperanza  de  q  aquello  se  conponga.  Pedídselo  assi  á 
ñro  Señor,  por  la  inportancia  del  negocio,  y  q  en  todo  lo  demás 
mire  por  esta  Monarquía  y  se  duela  della,  permitiendo  q  llegue- 
mos á  conseguir  paz  y  quietud  para  q  podamos  tratar  solo  de  la 
reformación  de  lo  q  estas  guerras  y  travajos  an  relajado. 

De  Madrid  á  4  de  Dicienbre  1647. — Yo  el  Rey. 


ri 


Ift 


—  266  — 


CLVIII. 


De  Sor  María 


13  de  Di-  Señor  :  Bien  sabe  V.»  M.<^  (por  lo  q  le  e  manifestado  de  mi  yn- 
tenor)  las  rabones  q  tengo  para  dessear  muchos  debotos  de  la 
Reyna  del  ^ielo,  que  la  sirban,  onrren  y  procuren  la  exaltagion 
de  su  nonbre;  y  siendo  V.*  M.^  tan  poderosso  para  la  ejecución  de 
todo  esto ,  y  la  debogion  de  la  gran  Prin9essa  tan  ef&caz  para  que 
V.»  M.<*  consiga  su  salbacion,  9Íerto  es  que  me  he  de  go^ar,  alen- 
tar y  consolar  de  saber  los  buenos  exercicios  que  V.»  M.**  ha9e  en 
sus  festibidades,  de  que  alabo  á  el  Altfssimo  y  le  suplico  que  por 
ellos  eche  á  V.^  M.^  muchas  bendiciones  de  dulcura  ,  le  defienda 
y  patrocinie  con  la  potencia  de  su  braco,  mirando  á  V.»  M.<*  en 
todas  las  tribulaciones  q  le  cercan ,  por  yntercession  desta  divina 
Señora :  poderossísima  es  en  el  acatamiento  divino,  y  el  consis- 
torio de  la  SS.™*  Trinidad  le  tiene  dada  palabra  de  concederle 
todo  lo  q  pidiere.  La  Sabiduría  dice,  y  la  Iglesia  santa  lo  aplica  á 
la  puríssima  Reyna ,  q  es  Madre  de  la  gracia,  que  con  ella  está  el 
consejo,  la  justicia,  la  prudencia  y  la  fortaleca;  en  ella  toda  la 
esperanca  de  la  vida  y  de  la  virtud ,  el  camino  de  la  gracia ,  y  la 
verdad  y  tesoros  del  cielo :  quien  la  oye,  no  será  confundido,  y 
quien  con  esta  Señora  y  en  ella  obrare,  no  pecará*  V.»  M.^  conti- 
núe y  persebere  en  su  debocion ,  para  q  en  ella  alie  V.»  MA  todos 
estos  bienes  y  otros  muchos,  q  la  Madre  de  misericordia  sabe 
franquear  liberalmente  á  los  q  militan  debajo  de  su  protección  y 
de  titulo  de  hijos  suyos. 

Señor  mió  de  mi  alma ,  siempre  que  oygo  decir  á  V.»  M.**,  en 
sus  cartas,  q  no  acasso  dispusso  Dios  que  yo  conociesse  á  V.^  M^^  y 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


— .  207  — 

q  espera  le  e  de  ayudar  para  la  salfoadon ,  renueba  V.*  M.*^  mi 
cuydado  y  pena ,  ocasionada  del  conocimiento  que  tengo  de  lo 
mucho  q  hiqo  V.^  M.^  en  humanarse  á  la  corespondiengia  con  la 
menor  de  sus  sierbas ,  q  tan  poco  bale  para  dar  el  retorno  de  pie- 
dad tan  liberal  como  ussa  V.<^  M,^  conmigo ;  y  delante  el  Altíssi- 
mo  me  lamento  con  lástima  y  conpassion  de  que  V.^  M.^  encon- 
trasse  con  quien  tan  poco  bale  y  puedo;  y  biéndome  tan  flaca  de 
fuercas  y  deuda  tan  grande,  cre^e  mi  afecto  y  mis  anssias  para 
más  trabajar  y  suplicar  á  el  Todopoderosso  ^  q  pues  me  pusso  en 
esta  obligación  de  la  piedad  de  V.*^  M.^,  sin  saber  yo  como  ni 
aberlo  ymaginado,  me  saque  de  ella,  sirbiéndose  por  sola  su 
bondad  de  concederme  la  salbacion  de  V,^  M.<>,  el  acierto  en  el 
gobierno,  y  la  paz  y  tranquilidad  q  necessitamos  en  esta  Monar- 
quía :  pues  para  que  le  pida  todo  esto  siento  en  mí  una  fuerga 
tan  poderossa ,  q  no  es  mia  sino  del  mismo  Señor ,  que  a  más  de 
beinte  años  la  pusso  en  mi  coragon  tan  efficazmente ,  que  desfa- 
llezco en  anssias  de  consiguirlo  ;  y  confiesso  á  V.*^  M.^  que  es  ver- 
dad el  abérseme  aumentado  mucho  más  después  que  vi  á  V.^  M.^, 
y  q  e  conocido  algunos  secretos  del  Señor  encaminados  á  esta 
Corona;  y  solo  digo  á  V.»  MA^  q  es  for^osso  para  alcancar  lo  q  tan- 
to bale  como  la  salbacion  de  V.^  M.<^  y  el  bien  de  su  rey  no ,  que 
cueste  mucho  trabajo. 

Animese  V.*  M.^  á  padecerle ,  pues  es  precisso  q  sea  brebe  el 
tiempo  de  la  tribulación  y  eterno  el  del  descansso.  Job  dixo  q 
los  dias  del  hombre  eran  brebes  y  se  passan  como  la  sonbra  y  se 
marchitan  como  la  flor,  y  es  como  la  oja  que  arrebata  el  biento, 
pues  poniendo  la  mira  en  la  eternidad,  ¡  qué  corta  es  tm  vida ! 
Y  ¿  quién  no  passa  esta  carrera  con  trabajo  por  alcancar  el  des- 
cansso, y  da  este  passo  de  la  vida  asta  el  cielo,  aun  que  sea 
amargo,  por  ver  á  Dios  como  último  fin  y  esperanca  zlfa?  No 
contristen  ni  aoguen  á  V.^  M.^  los  cuydados  ni  le  aflijan  las  pe- 
nas, q  presto  se  pasarán ;  ni  reusse  V.*  M.<*  el  travajo  de  bencer 
las  passiones  y  ressistir  á  los  enemigos  del  alma,  por  aliarse 
V.»  M.**  superior  á  todo,  y  amigo  de  Dios.  En  este  estado  desseo 
á  V.*  M.<i,  y  de  mi  parte  trabajaré  asta  morir  porque  V.*  M.*^  le 
consiga. 


—  268  — 

Con  mucho  cuydado  me  tiene  lo  de  Ñapóles ,  y  me  lastíma 
el  coraron  q  V.*  M.*^  le  tenga  tan  grande :  el  Todopoderosso 
tome  en  cuenta  la  pena  para  darnos  buen  sucesso,  y  por  su  gran 
misericordia  pacifique  aquel  reyno :  con  todas  veras  se  lo  su- 
plico y  que  prospere  á  V.*  M.**  felices  años. 

En  la  Concepción  de  Agreda  13  de  Dicienbre  1647. — Vesa  la 
mano  de  V.»  M.^^  su  humilde  sierba. — Sor  María  de  Jesús. 


CLIX. 


Del  Rey  *. 


Madnd  Via  Carta  de  13  he  recivido  y  me  aleirro  mucho  de  ver  lo  Q 

brei647.  nie  decis  tocante  á  la  devoción  de  nra  Señora,  pues  desde  mis 
cortos  años  e  desseado  sienpre  mantenerla  como  el  medio  único 
para  alcanzar  de  ifro  Señor  el  perdón  de  mis  pecados :  harto  des- 
seo  agradar  á  esta  gran  Reyna  y  lo  procuraré  sienpre ,  aunq  temo 
q  mi  flaqueza  me  estorve  esta  dicha.  Con  harto  alivio  y  consuelo 
he  leido  lo  q  me  escrívis  y  alentáis ,  y  lo  cierto  es  q  como  se  con- 
siga el  fin  para  q  fuimos  criados  (ques  ver  á  Dios),  se  puede 
dar  por  bien  enpleado  lo  q  se  passa  en  esta  vida  y  llamar  dichos- 
sos  los  trabajos  y  cuydados  continuos  q  se  passan;  pues,  como 
decis ,  esta  vida  por  larga  q  sea  es  un  soplo  en  conparacion  de  la 
eterna ,  y  assi  devemos  procurar  assegurar  la  dicha  para  lo  q  a 
de  durar  para  sienpre.  Grandes  esperanzas  tengo  de  q  me  haveis 
de  ayudar  mucho  con  vras  oraciones  y  ruegos  para  conseguirlo, 
y  q  el  haver  permitido  ñrb  Señor  q  os  halléis  obligada  á  pedír- 
selo a  de  ser  para  concederlo,  si  yo  con  mi  flaqueza  y  flogedad 
no  lo  jnpido.  Continuad ,  Sor  María ,  estos  buenos  oficios ,  ante- 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  269  — 

poniendo  sienpre  mi  salvación  á  todo  lo  demás ,  y  espero  en  la 
miseñcordia  de  Dios  se  a  de  doler  de  mí. 

Ya  tube  cartas  de  Italia:  Milán  se  a  visto  en  aprieto,  pero  fue 
iffb  Señor  servido  de  librarle  del ,  y  en  cartas  del  20  del  passado 
avisan  de  Genova  quedava  aquello  con  mas  alivio ,  aunq  sienpre 
amenazado  ':  de  Ñapóles  las  ay  de  3;  havia  llegado  la  armada  y 
Don  Juan  á  i  de  Otubre;  con  q  la  nobleza  y  alguna  parte  del 
pueblo  se  havia  alentado ,  pero  lo  restante  persevera  en  su  obs- 
tinación y  se  havia  reducido  la  materia  á  las  armas ;  cossa  q  me 
da  gran  cuydado,  pues  si  aquello  no  se  ajusta,  padecerá  lo  demás 
de  la  Monarquía.  Procúrasse  acudir  con  órdenes  y  medios  lo 
mejor  q  se  puede;  pero  el  remedio  a  de  venir  de  la  mano  de  iTFo 
Señor  y  assi  os  encargo  se  lo  pidáis  con  toda  efficacia.  En  lo 
demás  se  va  disponiendo  las  cossas  para  la  canpaña  q  viene :  per- 
mita Dios  darnos  antes  la  paz ,  pues  con  ella  se  remediaría  todo. 

De  Madrid  á  18  de  Dicienbre  1647. —  Yo  el  Rey. 


CLX. 


De  Sor  María  '. 


Señor  :  Buen  norte  a  buscado  V.»  M.^  para  nabegar  en  el  mar     «ideDí- 

ciembre  1647. 

de  tribulaciones  q  an  cercado  á  V.*  M.<*  toda  su  vida,  en  la  gran 
Reyna  del  9¡elo:  la  Iglessia  santa  la  llama  Estrella  del  mar,  y  lo 
es  para  todos  los  q  la  quieren  mirar  quando  se  ben  acossados  de 
las  olas  tenpestuossas  de  trabajos;  porque  la  ley  de  la  clemencia 
y  misericordia  pusso  el  Todopoderosso  en  su  mano ,  y  no  acasso 
la  divina  Probidencia  (que  da  la  niebe  según  la  lana,  como  dice 
Dabid)  dispusso  q  V.*  M.^  buscasse  y  soli^itasse  desde  sus  tier- 

1  £1  Duque  de  Módena ,  que  hasta  entonces  habia  sido  aliado  de  los  españo- 
les, se  habia  unido  á  los  franceses  en  ese  año. 

2  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  270  — 

nos  años  la  debo9¡on  desta  poderossísima  Señora,  prebiniendo  q 
en  tan  grandes  tribulaciones  tubiesse  V.*  M.^  su  amparo  y  pro- 
tec9Íon. 

Cierto,  Señor  mió,  q  veo  á  el  Altfssimo  probedientíssimo  y  li- 
beral con  V.*  M.**  y  inclinada  su  voluntad  á  faborecer  á  V.*  M.^, 
y  obrar  todo  lo  más  conbiniente  para  su  salbacion  :  no  a  negado 
á  V.^  M.^  la  luz  suficiente,  sino  q  se  la  a  manifestado  y  dado 
abissos  y  in8pira9Íones  y  llamamientos;  todo  esto  pone  á  V.^  M,^ 
en  gran  enpeflo  y  obligación  de  corresponder  y  obedecer  al  que- 
rer del  Señor.  Quando  miro  esto  como  caussa  de  Dios,  utilidad  y 
probecho  para  la  salbacion  de  V.»  M.*^  y  bien  de  su  Monarquía, 
desfallezco  en  anssias  de  conseguirlo,  y  puesta  á  los  pies  de 
V.*  M.**  le  querria  decir,  q  es  biolencia  amarga  para  la  criatura 
humana  no  conseguir  lo  que  dessea ;  y  no  estrañe  V.^  M.<>  berme 
tan  cuidadossa  en  lo  q  tanto  ynporta ,  ni  enoje  á  V.*  M.^  el  ser 
tan  canssada  y  inportuna  en  suplicárselo,  pues  see  que  los  enemi- 
gos comunes  pondrán  á  V.^  M.^  más  ocassiones  q  á  otras  muchas 
almas  y  solicitarán  más  su  daño ;  y  aunque  bil  gussanillo,  des- 
seo  ponerme  á  la  parte  del  Señor ,  para  ayudar  á  V.*  M.**  en  lo 
que  mis  flacas  fuerzas  alcanzaren. 

Señor  mió ,  V.»  M.^  padece  vivos  golpes  de  penas  en  su  Coro- 
na, por  el  trabajosso  estado  en  que  está  y*"^  y  cada  dia  le  sobrebie- 
nen  nuebos  sustos  y  amarguras,  ocassionadas  de  las  pérdidas 
temporales,  discordias  de  los  bassallos,  poca  fortuna  en  las  can- 
pañas :  pues  si  á  esto  se  añadiesse  la  congoja  de  la  poca  seguri- 
dad de  conciencia ,  sería  una  carga  yntolerable,  y  ninguna  otra 
cossa  más  puede  alibiar  á  V^  MA  la  de  su  gobierno ,  q  el  ser 
amigo  de  Dios  y  el  testimonio  de  la  buena  conciencia;  pues  como 
dice  Dabid ,  « el  q  abita  en  la  ayuda  del  Altíssimo,  haciendo  su 
caussa  y  guardando  sus  testimonios  y  ley  sancta,  se  constituye 
el  mismo  Señor  por  su  protector  y  anparo,  defendiéndole  y 
guardándole ;  con  las  alas  de  su  piedad  y  misericordia  le  hace 
sonbra,  le  libra  de  los  lacos  de  sus  enemigos  y  de  las  palabras  ás- 
peras, le  cerca  el  escudo  de  su  verdad  q  es  ynespugnable,  y  rin- 
de y  derriba  á  los  enemigos  para  q  no  le  ofendan. »  Todo  el 
poder  del  Altíssimo  tiene  de  su  parte  el  justo  y  no  perecerá, 


—  271   — 

porq  espera  en  su  probidiencia  y  confiessa  su  nonbre  santo ;  ni 
la  muerte ,  la  espada ,  lo  alto  ni  profundo ,  la  potestad  ni  cossa 
humana,  le  podrá  apartar  de  la  caridad  y  protección  del  Altís- 
simo :  todos  estos  bienes  desseo  en  V.*  MA  Estas  son  mis  ins- 
tangias,  y  tal  bez  no  puedo  detenerme  en  dejar  de  manifestárse- 
las á  V.»  M.** 

Suplicóle  Señor  mió  de  mi  alma ,  q  del  fabor  q  V.»  M.**  me  ha 
hecho,  sin  merecerle,  dignándosse  V.*  M.**  de  berme  y  escribir- 
me, consiga  yo  el  q  V.*  M.*^  me  congeda  una  petición,  pues  de 
la  magnifigien^ia  de  los  Reyes  es  propio  el  ha^er  mercedes;  aunq 
en  mi  pequenez  es  ossadía  el  pedirlas,  no  las  desmerece  mi 
afecto ,  y  es  q  V.*  M.<*  procure  con  todas  beras  conserbarse  en 
gracia  sin  ofender  á  Dios ,  para  aorrarse  V.»  M.^  de  la  amargura 
de  la  culpa.  Estimando  y  queriendo  tanto  á  V.»  M.<*,  no  puedo 
dejar  de  dessear  tan  grande  dicha  á  V.*  M.*^  y  buena  dispussi- 
9Íon  para  tener  felices  pascuas  y  entradas  de  años. 

Con  gran  dolor  y  pena  aconpaño  á  V.»  M.**  en  la  q  tendrá  con 
las  nuebas  q  an  venido  en  las  cartas  de  Italia  y  Ñapóles,  lasti- 
mándome mas  de  lo  q  puedo  significar  de  los  pocos  alibios  q 
V.»  M,^  tiene  :  el  Altíssimo,  cuya  es  esta  Monarquía,  lo  dispone 
asi,  debe  de  conbenir  para  rifo  mayor  bien  este  tiempo  de  tribula- 
ción. Doyle  afectuossas  gracias  porq  libró  á  Milán  del  peligro  en 
q  se  a  visto,  y  me  postraré  ante  su  acatamiento  divino  y  con  lá- 
grimas le  suplicaré  le  libre  y  defienda  del  q  le  amenaca ,  y  q  paci- 
fique á  Ñapóles  y  dé  buen  sucesso  al  S.°^  Don  Juan  y  á  la  ar- 
mada ;  y  cierto  q  me  a  enternecido  el  q  aquella  caussa  se  aya  re- 
ducido á  armas.  Por  todas  estas  negessidades  y  por  la  salud  y 
vida  de  V.»  M.<*  ofreceré  una  fiesta  q  hacemos  en  este  conbento 
el  dia  de  la  Circungission  del  Señor,  en  q  sacamos  el  SS.<°^  Sa- 
cramento. 

En  la  Concepción  de  Agreda  21  de  Dicienbre  1647. 

Sor  María  de  Jesús. 


—   272  — 


CLXI. 

Del    Rey'. 

Madrid  Sor  María  :  Muy  buen  principio  de  año  tengo  con  vra  carta,  q 

iLg"*"*  ^^  recivido  oy,  assi  por  lo  bien  recibidas  q  son  todas  las  q  me 
escrivis  como  por  toJo  lo  q  me  decis  en  ella,  en  q  veo  clara- 
mente quanto  desseais  mi  mayor  bien ,  pues  los  consejos  y  docu- 
mentos q  trae  son  de  buena  amiga ;  y  cierto  me  confunde  el 
temor  de  q  no  sea  esto  para  mi  mayor  daño ,  pues  no  acavo  de 
ponerlos  por  obra ,  aunq  lo  desseo  y  procuraré  mediante  la  infini- 
ta misericordia  de  ñrb  Señor.  Estoy  tan  lejos  de  parecerme  q  me- 
recéis el  perdón  q  me  pedis  de  lo  q  me  escrivis  en  esta  parte,  q 
antes  le  convierto  en  agradecimientos  y  os  pido  q  continuéis 
sienpre  en  darme  estos  buenos  consejos;  pues  aunq  mi  corazón 
sea  de  piedra,  espero  q  le  an  de  hablandar  y  q  me  an  de  dispo- 
ner para  recivir  la  gracia  y  luz  q  ilrb  Señor  me  diere. 

La  petición  q  me  hacéis  es  tan  justa,  que  fuera  yo  muy  ingrato 
sino  os  la  concediera ;  y  aunq  lo  frágil  de  la  naturaleza  procura 
inpedirlo,  procuraré  poner  de  mi  parte  los  medios  posibles  para 
alcanzar  tanto  bien ,  á  lo  qual  espero  me  ayudará  la  intercession 
de  la  Virgen  Santíssima,  cuyo  devoto  indigno  me  confíesso,  y 
tanbien  vFos  ruegos  q,  hechos  con  el  desseo  q  tenéis  de  mí  salva- 
ción ,  me  prometo  serán  muy  efficaces  y  q  me  an  de  ayudar  mu- 
cho. Todo  lo  demás.  Sor  María,  es  menos,  pues  si  consigo  el  bien 
de  alcanzar  la  gracia  y  de  perseverar  en  ella,  no  me  enbarazarán 
ni  darán  cuydado  los  trabajos  tenporales  q  padezco;  antes  los 
tendré  por  felices ,  esperando  q  an  de  venir  á  ser  para  mi  mayor 
convenencia.  Dios  se  sirva,  por  quien  es ,  de  mitigar  su  justo 
enojo  y  de  bolver  sus  ojos  de  piedad  á  esta  Monarquía,  sacándo- 
la de  los  aprietos  y  trabajos  en  q  se  halla.  Agradézcoos  mucho  la 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  273  — 

fiesta  q  me  decís  haríais  oy,  enderezada  á  pedir  á  ñro  Señor  se 
duela  de  nosotros ,  pues  me  prometo  nos  a  de  ayudar  mucho  para 
todo. 

De  Italia  no  he  tenido  mas  nuebas  después  q  os  escriví,  pero 
el  cuydado  sienpre  dura  por  la  gran  inportancia  q  es  q  lo  de 
Ñapóles  se  ajuste,  q  si  aquello  corre  bien,  lo  demás  no  está 
en  tan  mala  disposición  como  se  podía  presumir;  pero  sí  aquellas 
dissensiones  passan  adelante,  temo  q  nos  emos  de  ver  cada  día 
en  mayores  aprietos,  si  Dios  sub  Señor  no  se  duele  de  nosotros; 
pero  fio  de  su  missericordía  no  nos  a  de  desanparar ,  aunq  nos 
castiga  justamente. 

De  Madrid  á  i  de  Enero  1648.  —  Yo  el  Rey. 


CLXII. 


De  Sor  María 


Señor :  No  tengo  otro  camino  por  donde  manifestar  los  afectos    10  de  Enero 


de  mi  voluntad  y  lo  q  á  V.»  M.<*  estimo,  ni  como  retríbuyr  lo 
que  debo  á  la  piedad  de  V.*  M.*^,  sino  diciendo  lo  que  una  pobre 
relígíossa  puede  apreender  en  su  retiro,  de  desengaño  de  la  vida 
humana  (q,  como  di^e  el  sabio ,  todo  es  vanidad  de  vanidades  y 
aflicion  de  espíritu )  y  el  aprecio  de  anelar  á  la  verdadera  per- 
fec9Íon  y  cumplimiento  de  los  precetos  divinos  y  mandamientos 
de  Dios ,  de  los  cuales  dige  David  :  «  Escondí  Señor  en  mi  pecho 
tus  palabras  para  no  pecar,  porque  teniéndolas  tan  á  mano  y  no 
olbidándolas,  se  ejecutan  mejor.»  Y  aunque  esta  dotrina  dicha 
por  quien  tan  mal  la  obra  como  yo  y,  administrada  por  tan  ruyn 
instrumento,  salen  colores  á  la  cara;  no  me  atrebo  á  dejar  de  es- 
cribirla ,  por  no  yncurrír  ni  contravenir  á  tan  repetidos  órdenes 
como  V.*  MA  me  yntima  de  q  continúe.  La  prudencia  de  V.*  M,^ 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


1648. 


—  274  — 

no  ygnora  quan  poco  bale  una  mujer  para  esta  obedien9Ía ,  pero 
su  piedad  de  V.*  M,^  tolera  todo  y  anima  á  mi  encogimiento. 

Señor  mió,  muy  próspera  y  fabore9Ída  me  dqa  V.»  M.'*,  con- 
gediéndome  la  petigion  q  supliqué  á  V.*  MA  de  q  procurasse 
conserbar  la  gracia  del  Señor,  porque  á  la  vista  de  la  luz  divina 
he  hecho  tan  grande  apregio  de  este  feliz  estado  q ,  si  en  el  mas 
estraño  y  menos  conocido  lo  consiguiera  con  mis  pobres  oracio- 
nes y  los  méritos  de  liTo  Redentor ,  diera  por  bien  enpleados 
todos  los  trabajos ,  penas ,  dolores  que  padecerá ,  y  los  exercicios 
que  obrara  en  toda  mi  vida;  pues  ¡q  será  alcan^rlo  de  V.*  M.<*, 
donde  concurren  tantas  circunstancias  de  gogo ,  por  lo  q  á  V.*  M.<^ 
amo ,  por  ser  mi  Rey  y  Señor ,  y  porque  en  el  bien  particular 
de  V.»  M.**  conssiste  el  general  de  sus  bassallos !  pues  si  el  coraron 
de  V.*  M.^  es  puro  y  á  gusto  de  Dios,  le  gobernará  y  encaminará 
su  divina  probidiencia  como  necessitan  las  tribulaciones  desta 
Monarquía.  ¡  O ,  Señor  mió  de  mi  alma !  ¡  Cuánto  mi  coracon  se 
lastima  y  mi  afecto  se  conpadege  de  mirar  á  V.*  M.**  tan  lleno 
de  cuydados  y  penas!  La  vida  particular  por  sí  misma  y  este 
pesso  de  la  carne  ynfí^ionada  con  el  primer  pecado  es  trabajosa, 
pues  la  tristeza  la  añije,  la  alegría  y  felicidad  la  desvanece,  los 
enemigos  la  conbaten  ;  vencida,  se  contrista  el  apetito  senssitibo 
porq  no  consigue  lo  q  quiere;  y  si  lo  alcanca,  arguye  y  amarga 
la  conciencia :  pues  añadir  á  estas  penssiones  de  la  vida  humana 
las  renatibas  del  gobierno ,  los  sobresaltos  de  los  malos  su^essos, 
los  peligros  de  las  guerras,  la  ynposibilidad  de  oponerse  á  los 
enemigos,  grande  y  pessada  carga  es  para  V.*  M.*^;  pero  emos  de 
crer  de  la  Probidencia  divina  q  no  dejará  en  ella  solo  á  V.*  M.«*, 
pues  en  todas  sus  obras  procede  con  equidad  y  justicia;  y  estri- 
bando toda  la  Christiandad  y  lo  puro  de  la  fé  en  su  Corona 
de  V.*  M,^,  claro  está  q  la  tiene  el  Altíssimo  por  su  cuenta  y  q 
no  la  deja  de  su  mano.  Si  la  contrista ,  es  para  mas  prosperarla; 
si  la  conbate  con  las  olas  de  las  tribulaciones,  es  para  asistirla  en 
ellas  y  que  llegue  á  buen  puerto ;  si  la  arroja  asta  lo  profundo  del 
mar  de  amarguras,  es  para  lebantarla;  pero  gustamos  aora  lo 
acedo  y  carecemos  de  lo  dulce;  veemos  las  tinieblas  y  no  descu- 
brimos la  luz ;  nos  anega  la  tenpestad  y  no  llega  la  serenidad. 


í 


—  27S  — 

El  Todopoderosso  acelere  el  tiempo,  y  nos  dé  luz  y  conocimien- 
to de  los  pecados  que  le  ofenden,  para  q  contritos  y  humillados 
no  nos  desprecie. 

El  aprieto  de  Ñapóles  me  da  grande  pena  :  mucho  ynportaba  q 
los  q  encaminan  y  ajustan  aquellas  materias  procedan  con  deten- 
ción ,  suabidad  y  cordura,  y  q  ebiten  y  atajen  las  discordias  con 
las  mejores  y  mas  justas  conbinen9Ías,  y  q  para  las  canpañas  futu- 
ras se  prebenga  lo  ne9essario  con  tienpo:  questo  ynporta  mucho. 

Las  suertes  de  los  Santos  deste  aflo  ynbio  á  V.*  M.^,  y  e  pues- 
to conmemoración  en  la  comunidad  á  cada  uno,  para  decirla 
todos  los  dias  por  V.*  M.<*  y  la  Princessa  iña  Señora;  que  delante 
el  Altíssimo  la  tengo  muy  presente  y  le  suplico  la  aga  muy  di- 
chossa ,  y  á  V.»  M,<*  prospere  felices  aflos. 

En  la  Concepción  Descal9a  de  Agreda  lo  de  Henero  1648. — 
Vesa  la  mano  de  V.*  M.<*  su  menor  sierva.  — Sor  María  de  Jesús. 


CLXIII. 

Del  Rey  ^ 

Harto  sentí  no  poderos  responder  á  vra  carta  de  10  deste ,  la  es-  Madnd 
tafeta,  porq  estube  fuera  del  lugar  y  á  la  buelta  tube  mis  ocupa-  ^^"Jg^"*"* 
ciones  ordinarias,  con  q  no  me  dejaron  lugar  para  escriviros : 
acra  lo  hago,  anticipando  dos  dias  la  respuesta  á  la  estafeta,  por 
tener  libre  este  rato  y  enplearle  con  mucho  gusto  en  esto,  q  os 
prometo  le  tengo  grande  en  leer  vras  cartas  y  en  responder  á 
ellas,  creyendo  q  por  este  medio  a  de  permitir  riTo  Señor  q  yo 
mude  de  vida  y  acierte  á  servirle  en  todo;  para  lo  qual,  es  sin 
duda  me  baldrán  mucho  los  consejos  q  me  dais  y  lo  q  me  alen- 
tais  en  mis  travajos;  q  os  asseguro  ay  algunos  ratos  en  q  es  bien 
menester  acordarse  de  lo  q  me  decis ,  para  poder  tolerarlos  y  lle- 
varlos con  paciencia,  creyendo  q  aunq  nos  castiga  Dios  tan  jus- 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real; Palacio. 


—  276  — 

tamente  no  nos  olvida,  sino  q  antes  dessea  q  nosotros  nos  pon- 
gamos en  estado  de  merecer  sus  favores.  Esto  quisiera  conseguir, 
Sor  María,  pero  como  me  veo  tan  ñaco,  temo  q  no  salgo  con  ello 
y  q  pago  con  ingratitudes  lo  q  devia  ser  con  agradecimientos, 
sin  apartarme  nunca  de  la  voluntad  divina.  Ayudadme  á  conse- 
guir lo  q  tanto  me  inporta ,  pues  tengo  esperanzas  q  vras  oracio- 
nes me  an  de  mudar  totalmente  y  reducirme  al  estado  de  la  gra- 
cia, con  el  cual  pueda  conseguir  de  ñro  Señor  y  de  su  Madre 
Santíssima  mi  salvación  en  primer  lugar,  y  después  la  quietud 
destos  reynos ,  viéndolos  reducidos  á  su  primer  estado. 

Después  de  mi  última  carta  llegó  aquí  de  Ñapóles  un  criado, 
q  me  despachó  Don  Juan,  para  darme  quenta  de  todo  lo  q  suce- 
de en  aquel  Reyno,  q  se  reduze  á  estar  la  mayor  parte  del  pueblo 
de  Ñapóles  revelada  y  proterba  contra  sus  obligaciones,  si  bien 
otra  pequeña  y  toda  la  nobleza,  con  los  castillos,  están  con  la 
fineza  y  fidelidad  que  deven.  Tiénese  esperanza  q  la  hanbre  re- 
duzga  á  la  razón  á  los  inquietos,  porq  me  dicen  la  passan  gran- 
de y  q  entraban  entre  ellos  mismos  algunas  dissensiones,  cossa 
q  podría  producir  algún  buen  effecto  para  la  quietud  de  aquellos 
alvorotos.  Dios  por  quien  es  permita  q  sea  assi,  pues  si  passa 
adelante  y  no  se  ataja  este  fuego,  nos  emos  de  ver  en  mayores 
aprietos  q  los  passados ;  pero  fio  de  su  misericordia  no  a  de  per- 
mitir q  esta  Monarquía  acave  de  perderse  de  todo  punto.  Vos  se 
lo  pedid  assi.  Sor  María,  pero  anteponiendo  á  todo  q  se  haga  su 
santa  voluntad ,  pues  sienpre  estoy  sugeto  á  ella. 

Las  órdenes  y  medios  q  se  an  podido,  se  an  enbiado,  y  se  irán 
enbiando  continuamente;  pero  el  travajo  es  q  ay  mucho  áq  acu- 
dir y  poco  caudal  para  todo.  En  las  demás  partes  nos  vamos 
previniendo  para  la  canpaña,  sino  con  todos  los  aparatos  q  pide 
la  necesidad,  á  lo  menos  en  la  mejor  forma  q  se  puede. 

Mucho  me  he  holgado  con  los  Santos  q  me  enbiaís ,  porq  no 
puede  haver  otros  iguales  á  ellos  y  espero  q  me  an  de  valer  este 
año  y.  sienpre ;  mi  hija  tanbien  se  holgó  mucho  con  los  suyos  y 
está  buena ,  á  Dios  gracias.  Agradézcoos  lo  q  la  encomendáis  á 
Dios  y  os  encargo  lo  continuéis. 

De  Madrid  á  20  de  Henero  1648.  —  Yo  el  Rey. 


—  277  — 


CLXIV. 


De  Sor  María  '• 


Señor :  Esta  carta  de  V.»  M,^  se  ha  detenido  ocho  dias  mas  q  7  de  Febrero 
suelen,  desde  el  20  del  passado  q  la  escribió  V,»  M.^  asta  3  des- 
te  que  la  recibo,  por  cuya  caussa  se  difirirá  la  respuesta;  y  como 
a  passado  tanto  tiempo  q  no  e  sabido  de  la  salud  de  V.*  M.^  y  de 
los  su^essos  generales  q  pueden  dar  pena  á  V.*  M.^,  confíesso  con 
verdad  q  estado  con  sumo  cuydado,  porque  después  de  mi  sal- 
bacion ,  á  sola  esta  atención  está  conbertido  todo  mi  afecto  y  á 
solicitar  la  de  V.»  M.**  y  la  quietud  y  paz  desta  Monarquía;  y  en 
el  desseo  de  conseguir  tan  grandes  dichas ,  el  tiempo  se  me  hace 
corto  para  trabajar;  y  porq  el  Altíssimo  me  las  conceda,  las  tri- 
bulaciones se  me  harán  suabes.  Siempre  estoy  oficiossa  en  esta  ne- 
gogiagion ,  y  con  gran  dolor  de  lo  poco  q  balgo  ante  el  acatamien- 
to divino,  para  fines  tan  grandes;  en  cuya  presencia  y  á  su  luz 
miro  los  trabajos  y  aogos  q  padece  V.*  M.**,  los  pondero  y  pesso, 
y  con  lastimado  coragon  me  conpadezco  de  ellos ,  y  en  su  conoci- 
miento lloro  y  clamo  de  lo  yntimo  de  mi  alma,  y  con  vivas  ans- 
sias  suplico  á  el  Altíssimo  alibie  á  V.'*  M.^  y  fortalezca  con  la  vir- 
tud de  su  diestra  poderossa. 

jO  Señor  mió,  y  quánto  desseo  q  aplaquemos  á  la  justicia  di- 
vina I  Las  Escrituras  sagradas  nos  manifiestan  barios  sugessos  y 
grandes  exenplares;  q  en  la  ley  de  naturaleza  y  en  la  escrita 
detenian  los  sacrificios  de  animales  la  yra  del  Altíssimo  quando 
estaba  enojado  con  su  pueblo,  y  alcanzaban  prósperos  su^essos. 
Pero  después  q  el  Verbo  divino  tomó  carne  humana,  murió  por 
nosotros  y  nos  dio  la  ley  de  gracia ,  los  sacrificios  q  más  le  apla- 
can son  los  corazones  contritos  y  humillados,  las  lágrimas  por 
aberle  ofendido :  ellas  son  (como  dice  San  Agustín)  las  que  pe- 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  278  — 

netran  los  fíelos;  suyo  es  el  reyno  eterno;  de  las  lágrimas  es  el 
poder  del  Altíssimo;  no  temen  la  presencia  del  Juez ;  á  los  ene- 
migos acussadores  ponen  silencio;  solas  las  lágrimas  entran  á 
Dios  pero  no  buelben  solas  de  dones^  beneficios ;  vencen  al  yn- 
vengible  y  rinden  al  Omnipotente.  Y  no  son  las  lágrimas  senssi- 
bles  las  que  tienen  estas  operaciones  (las  quales  muchas  ve^es  se 
derraman  por  cossas  terrenas  y  transsitorias  y  £dtan  para  llorar 
la  offenssa  del  Todopoderosso),  sino  un  dolor  apre^iatibo  de  los 
pecados  por  ser  Dios  quien  es,  con  propóssito  firme  de  la  en- 
mienda y  un  ánimo  quebrantado  con  trabajos  y  pacienta  en 
ellos.  Este  sacrificio  voluntario  es  el  que  rinde  al  querer  de  Dios 
y  ynclina  á  su  misericordia  á  usar  de  piedad,  y  el  discursso  sujeto 
á  las  dispussi^iones  de  su  diestra ;  porq  la  Probidiencia  divina 
tiene  caussas  secretíssimas  para  añigir  á  los  buenos,  castigar  á 
los  malos  y  conbatir  con  olas  de  tribulaciones  á  su  Iglessia  santa; 
las  cuales  el  discursso  humano  no  alcanza  porq  los  juicios  del 
Altíssimo  son  ocultos  y  inescrutables,  pero  siempre  encaminados 
á  misteriossos  fines  y  á  mayores  conbeniencias  nuestras. 

Pues  consuélesse  V.»  M.<*,  Señor  mió  de  mi  alma ,  de  q  hace 
el  querer  del  Todopoderosso  con  tanto  dolor,  y  q  es  agente 
de  su  M.^  cargando  tan  pessada  carga  sobre  sus  hombros ;  y  la 
mayor  parte  de  la  tribulación  no  está  solo  V.*  M.^  en  ella,  q  el 
Señor  le  assiste ;  y  por  beneficio  y  fabor  suyo  tengo  aya  elegido 
á  V.*  M.**  entre  tantos  reyes,  para  que  reyne  en  tiempo  q  obra  sus 
magnifien^ias  en  su  Iglessia  y  pueblo  católico  por  medio  de  tra- 
bajos, q  son  los  que  coronan  á  los  Santos  y  los  ha^en  dignos  de 
Dios,  pues  los  q  V.^  M.*^  padece  no  se  quedarán  sin  copiossísimo 
premio.  Ynescussables  son  en  el  tiempo  q  alcancamos,  pero  des- 
seo  q  de  ellos  consiga  V.*  M.*^  todos  los  buenos  frutos  possibles,  y 
que  con  la  paciencia  seabrebieel  pla^ode  padecerlos;  y  con  celar 
V.*  M.**  la  onrra  de  Dios  y  ebitar  sus  ofenssas,  se  conbiertan  sus 
rigores  en  clemencias  y  sus  castigos  en  misericordias.  Gran  dicha 
(es  la  mayor  q  puede  aber)  tener  á  el  Altíssimo  aplacado,  padre, 
amigo  y  clemente  Rey;  y  trabajo  ynponderable  que  sea  juez  jus- 
ticiero. Yo  ayudaré  á  V.*  MA  asta  morir  con  mis  ñacas  fuercasy 
al  cumplimiento  de  lo  que  suplico  á  V.*  M.^  en  esta  carta  y,  por 


^  279  — 

conseguirlo,  poco  es  morir  y  padecer  yo  las  penas  del  ynfiernó 
(como  sea  en  gracia  de  Dios).  No  se  aflija  V.*  M.*^  de  que  lo  pida 
con  tantas  veras ,  que  ni  me  espanto  de  la  flaquera  y  dificultad 
humana  ny  me  pare9erá  largo  qualquiera  pla^o  si  lo  alcan90. 

Los  su9essos  de  Ñapóles  me  tienen  siempre  cuidadossa  y  pos- 
trada á  los  pies  del  Altíssimo,  para  pedir  misericordia  y  que  re- 
duzga  aquel  pueblo  á  su  primer  estado :  grande  medio  es  el  de  la 
ambre  para  sujetarle,  pues  parege  for90sso  ó  que  se  rindan  con 
ella  ó  perecer,  si  los  tienen  bien  cercados:  mucho  trabajo  por 
esta  ynpressa,  sino  q  soy  pobre  delante  el  Altíssimo.  No  olbido 
en  su  presengia  al  Señor  Don  Juan ,  q  me  conpadezco  mucho  de 
los  cuydados  q  le  gercan  en  sus  pocos  años ,  y  me  gogo  de  q  ayu- 
de á  V.*  M.<*  en  los  suyos.  Encamínele  el  Todoporosso  y  dele  fe- 
lices su9essos,  y  concédalos  en  las  campañas  deste  año  por  sola 
su  bondad ,  como  ne9essitamos. 

Loable  y  prudente  es  la  probiden^ia  de  V.*  M.*^  en  ha9er  de  su 
parte  lo  possible,  prebiniendo  los  medios  humanos:  desseo  q  los 
q  an  de  intervenir  en  disponerlos  pro9edan  con  fidelidad  de  vas- 
salios;  á  todo  se  estiende  mi  cuydado  y  afecto  por  el  alibio  de 
V.*  MA :  désele  el  Todopoderosso  á  V.»  MA,  y  larga  vida  á  la 
Prin9essa  rifa  S.*  Estimóla  de  cora9on  y  la  miro  con  el  cariño  y 
amor  de  prenda  de  V.*  M.** 

En  la  Concepción  de  Agreda  7  de  Febrero  1648. — Vesa  la 
mano  de  V.*  M.<*  su  menor  sierba. — Sor  María  de  Jesús. 


CLXV. 


Del   Rey  '. 


La  detención  de  mi  carta  última,  fué  occasionada  de  haverla  la  de  Febrero 
dejado  aquí  por  descuydo  el  correo,  con  q  hasta  la  otra  estafeta        '^^** 
no  fué  ni  yo  tube  noticia  dello  hasta  oy.  Harta  soledad  me  han 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  28o  — 

hecho  á  mí  las  vfas ,  pues,  como  os  he  dicho,  las  recivo  y  leo  con 
mucho  gusto,  creyendo  q  me  desseais  todo  bien  espiritual  y  cor- 
poral y  y  esperímentando  q  los  consejos  q  me  dais  son  de  buena 
amiga  y  los  q  mas  me  inporta  q  execute.  En  todas  vras  cartas 
reconozco  esto,  y  con  cada  una  se  acrecienta  en  mí  el  desseo  de 
poner  por  obra  lo  q  me  aconsejáis ,  reconociendo  q  este  es  el  úni- 
co medio  para  conseguir  de  ñró  Señor  el  remedio  de  lo  q  estamos 
padeciendo,  pues  sin  esto  no  le  puede  haver;  pero  mi  flaqueza 
(ques  mayor  q  la  de  otros)  temo  me  inpide  el  poner  por  obra 
lo  q  propongo ;  y  assi  he  menester  gran  ayuda  divina  para  con- 
seguirlo y  tanbien  la  vra ,  para  q  con  vras  oraciones  y  exercicios 
se  ablande  el  rigor  de  ñro  Señor  y  permita  q  yo  acierte  á  cun- 
plir  en  todo  con  su  santa  voluntad,  infundiendo  en  mi  corazón 
las  lágrimas  interiores  q  decis,  q  sin  duda  son  las  q  más  nos  in- 
portan y  las  q  espero  me  an  de  valer  para  hacerme  digno  (en  la 
forma  q  es  posible)  de  alcanzar  los  favores  de  Dios,  q  aora  por  mis 
culpas  no  puedo.  Budvos  á  encomendar  continuéis  el  ayudarme 
á  mi  salvación,  q  esto  me  inporta  mucho  y  lo  demás  poco  en  su 
conparacion. 

Después  q  os  escriví  mi  última  carta,  las  reciví  de  Ñapóles  de 
de  los  últimos  de  Dicienbre  con  avisso  de  q ,  haviendo  venido  la 
armada  de  Francia,  salió  un  corto  trozo  de  la  mia  á  pelear  con 
ella  y  lo  hizo  con  tanto  valor  q  la  estorvó  sus  dissinios  (q  eran 
de  socorrer  los  inquietos)  y  la  hizo  retirar,  aunq  después  bol  vio; 
y  últimamente  avissan  por  Genova  q  se  havia  buelto  á  sus  puertos 
maltratada  y  sin  haver  conseguido  sus  intentos;  y  aunq  esto  es 
favorable,  estoy  con  gran  cuydado,  porq  el  pueblo  no  solo  per- 
sevava  en  su  obstinación,  pero  se  ha  hecho  República,  nonbrando 
por  Dux  al  Duq  de  Guisa  y  sugetándose  á  la  protección  del  Rey 
de  Francia ,  cossas  todas  tan  perjudiciales  como  se  dejan  conside- 
rar; con  todo  esso,  lo  passan  con  gran  escaseza  de  comida  y, 
viendo  q  se  a  retirado  la  armada  sin  haverlos  socorrido,  podría 
ser  q  produgesse  algún  buen  efíecto ;  pero  el  principal  a  de  venir 
de  la  mano  de  ñro  Señor,  y  assi  os  encargo  continuéis  vfás  súpli- 
cas encaminadas  á  este  fin ,  q  este  es  negocio  en  q  va  á  decir  la 
conservación  desta  Monarquía. 


—   28l    — 

En  Milán  ha  havido  un  buen  sucesso  contra  los  francesses  y  el 
Duq  de  Módena,  de  q  e  dado  gracias  á  iTró  Señor  ' :  en  todo  lo 
demás  se  va  haciendo  lo  posible  por  acudir  á  todas  partes.  Quie- 
ra Dios  ayudarnos,  q  bien  lo  emos  menester. 

De  Madrid  á  12  de  Febrero  1648. —  Yo  el  Rey. 


CLXVI. 


De  Sor  María  \ 


Seflor:  Sienpre  mi  voluntad  está  en  una  continua  operación,  "derebrero 
desseando  para  V.*  M.<^  muchas  felicidades  divinas  y  humanas,  y 
como  mi  afecto  es  para  con  V.*  M.**  tan  fino,  estiéndesse  á  ape- 
tecer ver  á  V.»  M.**  alibiado  de  tantas  penas  y  trabajos ;  y  como 
no  lo  consigo,  padezco  grande  violencia,  sin  tener  otro  desaogo 
q  decirme  V.»  M.<*  conoce  esta  verdad  y  considerar  q  los  oydos 
del  Altíssimo  están  atentos  á  los  clamores  de  los  pobres,  y  su  tri- 
bunal siempre  patente  para  pedir  misericordia.  A  El  me  presento, 
donde  derramo  lágrimas  de  lo  yntimo  de  mi  coragon,  suplicando 
al  justo  Juez  use  de  su  clemencia  piadosa,  vivificando  y  fortale- 
ciendo con  el  poder  de  su  diestra  á  V.>  M."^.  Quando  á  esta  luz  di- 
vina miro  y  peso  la  fortuna  trabajossa  de  V.*  M.^  con  la  de  sus 
enemigos  próspera  y  triunfante,  se  alienta  mi  espíritu,  cono- 
ciendo la  diferencia  de  las  yntenciones,  motibos  y  fines,  que  son 
los  que  justifican  las  obras.  V.»  M.^  padece  por  conserbar  lo  puro 
de  la  fé  y  amparar  á  todos  los  fieles  católicos,  por  defender  la 
santa  Iglessia  y  guardar  los  reynos  q  el  Todopoderosso  pusso  á 
cuenta  de  V.^  M.<^,  por  celar  su  gloria  y  onrra;  causas  todas  tan 

1  £1  iS  de  Diciembre  al  querer  socorrer  los  españoles  al  pueblo  de  Sabioneda 
les  presentaron  batalla  los  franceses  con  el  Duque  de  Módena,  que  parece  fué 
el  primero  que  huyó  á  refugiarse  en  Cividad,  después  de  una  sangrienta  derrota. 
(^Memorial  histórico  y  tomo  XIX.) 

2  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 

«9 


—   282  — 

grandes  y  grabes  q  conpiten  con  las  que  defendieron  los  márti- 
res; y  el  premio  será  parecido  al  suyo,  si  V.*  M.**  purifica  y  jus- 
tifica su  con9Íen9Ía  y  se  arma  con  la  fortaleza  y  paciencia  para 
padecer  por  la  justicia ,  con  que  será  V.*  M.^  bienabenturado  y 
podrá  gogarsse  en  sus  tribulaciones,  pues  el  Señor  á  los  que  ama 
corrije  y  aflije;  y  V.*  M.**  padece  con  todo  el  resto  de  la  Iglessia 
santa  y  con  los  justos,  á  los  cuales  (como  dice  San  Gregorio) 
«prueba  el  Altíssimo,  y  con  sus  dones  mezcla  castigos  para  q  les 
amargue  todo  lo  dele3^able  y  se  levante  en  sus  almas  el  yn^endio 
de  desseos  gelestiales;  yerelos  amorosamente  y  los  atormenta  sua- 
bemente  para  atraerlos  á  su  amor.» 

Señor  mió,  no  pierda  V.*  M.<^  tan  buena  ocassion  como  la  que 
le  ofre9en  sus  trabajos,  pues  puede  V.*  M.**  congregar  mayores 
tesoros  para  el  cielo  que  balen  todos  sus  reynos  y  las  demás  cos- 
sas  criadas.  Si  lo  temporal  y  terreno  se  le  disminuye  á  V.*  M.**, 
lo  espiritual  y  eterno  puede  ¡granjear;  y  no  desaliente  á  V.»  M.** 
el  cono9er  q  su  fiaque9a  es  mayor  que  la  de  los  otros  (como 
V.*  MA  me  dice)  q  todos  los  hijos  de  Adam  la  esperimentamos, 
y  los  santos,  que  ya  g09an  de  Dios,  la  pade9Íeron. 

S.  Pablo  se  lamenta  de  sí,  en  una  epístola,  diciendo:  «¡O  yn- 
feliz  hombre  que  siento  una  ley  del  pecado  en  mis  miembros  re- 
pugnante á  la  de  mi  espíritu,  que  me  tiene  en  una  serbidumbre 
y  me  Ueba  á  obrar  lo  que  no  quiero ! »  Y  en  otra  parte  coafíessa 
tiene  un  Ángel  de  Satanás  q  le  colafi9a  ;  pero  no  está  el  daño  en 
sentir  esta  propenssion  y  grabámen  de  la  naturale9a  á  lo  malo, 
sino  en  el  no  ressistirla  y  apartarsse  de  las  ocassiones  para  no  pe- 
car. Suplico  á  V.^  M.^  que  todas  las  uya  y  dge ,  para  que  con- 
bierta  su  fortuna  trabajossa  en  feliz  y  dichossa;  que  al  justo  y 
amigo  de  Dios  las  tríbula9Íones  les  son  prendas  de  amor,  de 
gracia  y  gloria,  y  porq,  mirando  V.*  M.<*  la  per5ecu9Íon  de  su 
Reyno,  el  estar  ultrajado  y  oprimido  de  sus  enemigos  no  aflija  á 
V.^  M.<^,  le  suplico  se  acuerde  de  lo  q  Dabid  dice  en  un  salmo: 
«  Vi  al  ynpio  y  malo  muy  ensal9ado  y  lebantado  como  el  cedro 
de  Líbano;  passé  adelante  y  ya  no  tenía  ser;  busquéle  y  no  se 
halló  el  lugar  donde  estaba,  o  El  ynpío  q  tiránicamente  se  levanta, 
osurpando  reynos  ágenos,  y  que  con  estorssiones  y  mala  voluntad 


—  283  — 

busca  sus  prosperidades  y  las  solicita  por  medios  ynjustos,  aunq 
más  triunfante  esté  y  se  lebante  sobre  los  cedros  de  Líbano, 
crea  V.*  M.**  q  no  durará  su  altibez  ni  se  conserbará  en  lo  que 
Eios  no  le  dio;  no  parecerá  el  lugar  donde  le  pusso  la  sobervia  y 
altibez,  porq  escrito  está  en  las  divinas  letras:  «¿Quién  ay  como 
mb  Señor  y  Dios,  q  humilla  á  los  soberbios  y  lebanta  á  los  hu- 
mildes?» Mucho  suben  los  enemigos  desta  Corona;  triunfantes  es- 
tán tiranizando  los  reynos  de  V.'M.<^;  pues  tarde  ó  temprano 
caer  tienen,  porque  número  señalado  an  de  tener  sus  ynjusti^ias 
y  Dios  los  sufre  por  sus  occultos  juicios,  para  q  padezca  su  Iglessia 
y  fieles,  q  con  el  azote  destos  enemigos  nos  castiga  por  nuestros 
pecados  y  después  le  arrojará. 

Todo  esto  me  hage  decir  el  saber  que  estén  tan  prestos  para 
fahoTeqer  y  amparar  la  rebeldia  y  maldad  de  los  catalanes  y  la  de 
los  naturales  de  Ñapóles :  á  todos  los  apóstatas  de  su  obediencia 
de  V.*  MA  quieren  ayudar,  baliéndose  de  erejes  para  sus  aumen- 
tos. Todo  esto  me  hirrita  el  ánimo  contra  ellos  y  me  solista  más 
pedir  al  Señor  que  apresure  el  tiempo  de  humillarlos.  Lo  de  Ña- 
póles me  da  cuydado  y  todo  lo  perteneciente  á  las  canpañas 
deste  año. 

Estoy  dispuniendo  en  mi  comunidad  que  esta  cuaresma  se  au- 
menten los  exercigios  y  penitencias  de  las  religiossas  y  q  los  ofrez- 
camos por  todos  estos  fines:  yo  trabajaré  en  este  santo  tiempo 
quanto  mis  pobres  fuerzas  alcanzaren  con  la  divina  gracia. 

Suplico  á  V.*  M.**  por  amor  de  Dios,  q  mande  prober  la  plaza 
de  Lérida  de  bastimentos,  q  dizen  no  lo  está;  aora  se  ara  con  fa- 
cilidad y  poco  gasto  lo  que  después  a  de  costar  mucho.  Prospere 
el  Altíssimo  á  V.*  M.^ 

En  la  Concepzion  Descalza  de  Agreda  22  de  Febrero  1648. — 
Vesa  la  mano  de  V.»  M.'*  su  menor  sierba. — Sor  María  de  Jesús. 


—  284  - 


CLXVII. 

Del  Rey  '. 

Madrid  Nq  mc  desayudará  vra  carta  de  22  deste  á  entrar  con  buen  pié 

26  de  Febrero 

1648.  en  esta  quaresma ,  pues  la  recivo  su  primer  dia  y  en  ella  conse- 
jos muy  ajustados  para  este  santo  tienpo.  Mucho  me  he  alegrado 
con  ella  y  a  ssido  muy  bien  recivida;  q  sin  duda  me  sirven  todas 
las  q  me  escrivis  de  mucho  aliento,  y  me  dan  gran  confianza  de 
q  se  a  de  doler  Dios  de  mí ,  permitiendo  llegue  la  ora  en  q  yo 
acierte  á  agradarle  ;  pues  á  este  principio  me  prometo  se  an  de 
seguir  los  demás  effectos  de  su  misericordia ,  de  q  tanto  necesita- 
mos. Procuraré  de  mi  parte  disponerme  para  esta  dicha  y  espero 
q  los  q  me  faltare  por  mi  flaqueza  suplirá  la  gracia  divina,  pues 
sin  ella  no  ay  nada,  y  aunq  sienpre  conviene  disponerse  á  reci- 
virla ,  en  este  tienpo  parece  es  más  á  proposito ,  pues  la  Iglesia 
nos  le  da  para  enplearlo  en  santos  exercicios.  Los  q  vos  me  ofEre- 
ceis  hacer,  ademas  de  los  ordinarios,  estimo  mucho  y  quedo 
con  gran  esperanza  de  q  nos  an  de  ayudar  para  todo,  particular- 
mente para  mi  salvación  ques  lo  q  mas  me  inporta :  en  lo  de- 
mas  me  alienta  mucho  el  padecer,  viendo  q  es  obrando  con  ra- 
zón y  justicia,  sin  tratar  de  más  q  de  defender  los  reynos  q  Dios 
me  dio*,  pues  mejor  es  correr  adbersa  fortuna  desta  suerte,  q 
próspera  obrando  al  contrario,  como  sucede  á  ñfbs  enemigos. 
Dios  se  sirva  de  abrirlos  los  ojos ,  q  con  esso  es  cierto  nos  dejarán 
sosegar. 

He  buelto  á  tener  nuebas  de  Ñapóles,  de  postreros  de  henero, 
y  me  avissan  q  Don  Juan  avia  entrado  en  aquel  govierno  con 
aplausso  de  todos  y  con  esperanzas  de  q  por  su  mano  se  llegue  á 
alguna  conposicion,  aunq  queda  va  todo  en  el  estado  q  os  tengo 
dicho :  de  aquí  se  enbian  los  socorros  posibles  y  se  hará  hasta  la 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


-  285  — 

última  diligencia  por  assirtirle ,  pues  va  mucho  en  q  se  ajusten 
aquellas  cossas. 

De  Flandes  me  llegó  ayer  avisso  de  q  se  havia  concluido  la 
paz  con  Holanda,  q  a  ssido  gran  negocio  y  de  q  nos  podemos 
prometer  siga  la  general  con  mayores  ventajas  de  ñra  parte.  Ya 
e  dado  gracias  á  líTo  Señor  por  ello,  pues  sin  duda  en  el  estado 
presente  es  el  mejor  sucesso  q  podiamos  tener:  en  lo  demás  se 
procura  acudir  á  todo,  y  según  estoy  informado  tiene  bien  que 
comer  Lérida;  pero  se  procurará  acomodar  estas  plazas  oy,  en  la 
mejor  forma  q  los  cortos  medios  con  q  nos  hallamos  dieren  lugar. 

De  Madrid  á  26  de  Febrero  1648.  —  Yo  el  Rey. 


CLXVIII. 


De  Sor  María 


Señor  :  A  todo  ocurre  la  prudente  piedad  de  V.»  M.^,  no  dedi-  6  de  Mar*© 
nándose  de  la  correspondien^ia  con  tan  ynútil  sujeto  como  el  mió,  '  *^" 
dando  paqenqa  á  V.*  M.*^  para  tolerar  el  cansancio  de  mis  car- 
tas y  aliento  á  mi  encojimiento  para  continuarlas.  Es  tan  gran- 
de el  q  tengo  q  ne^essito,  á  el  tiempo  de  escribirlas,  olbidar  que 
soy  muger  ignorante  y  acordarme  q  el  Alsíssimo  es  poderosso 
(como  dicen  las  divinas  Escrituras)  para  ha^er  de  piedras  hijos 
de  Abram  y  sacar  óleo  del  guijarro ,  y  puede  concurrir  á  mis  pa- 
labras dándolas  virtud  y  eñca^ia.  Ellas  se  forman  en  un  pecho 
fiel  para  V.*  M.*^,  anssiosso  y  sediento  de  su  mayor  bien ,  donde 
siento  una  fuerza  más  q  humana  para  decir  á  V.^  M,^  lo  q  mi 
ynsufícien9Ía  no  sabe  pronunciar  ni  mi  encogimiento  declarar. 

Todo  lo  q  V.*  M.**  me  dice  de  los  buenos  desseos  encaminados 
á  la  ocupación  perfecta  de  la  cuaresma  es  lerme  V.*  M.<*  el  cora- 
9on  y  alentarle  en  el  anelo  q  tiene  á  que  V.*  M.*^  logre  la  buena 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  286  — 

ocassion  y  coja  el  fruto  q  en  este  santo  tienpo  nos  ofrece  la 
Iglessia ;  en  el  qual  el  Rey  del  gielo  da  audien9Ía  á  los  fieles, 
franqueándoles  sus  misericordias  y  tesoros,  habiéndoles  memoria 
de  sus  marabillas,  de  la  doctrina  ebangélica  de  ñfb  Señor  y  de 
las  obras  admirables  de  la  Redención :  este  es  el  tiempo  oportu- 
no y  saludable  q  nos  muestra  S.  Pablo ,  para  ser  oydos  y  nego- 
ciar. Toda  la  santa  Iglessia  está  en  clamores  al  Altíssimo,  pidien- 
do misericordia  :  las  fuentes  manantiales  de  la  sangre  de  Christo 
en  ]os  sacramentos  están  patentes  para  labar  ampliamente  ñras 
culpas ;  llegue  V.*  M.'*  en  tan  buena  sa^on  y  preséntesse  en  el 
tribunal  del  Rey  de  los  reyes  y  Señor  de  los  señores,  y  en  su  di- 
vina presengia  acuérdesse  V.»  M.^  del  versso  q  dice  Dabid  en 
un  salmo:  «Sacrificad  sacrificio  de  justicia  al  Señor  y  esperad 
en  El.» 

La  virtud  de  la  justicia  es  tan  grande  y  difussa,  q  se  con  pone 
de  muchas  partes  y  especies,  y  conssiste  en  dar  á  todos  y  cada 
uno  lo  q  le  pertenece  por  algún  título;  y  como  la  principal  aten- 
ción desta  virtud  a  de  ser  darle  á  Dios  lo  q  se  le  debe  por  la 
esencia  de  su  divinidad  y  potencia  con  que  crió  á  las  criaturas, 
es  sacrificio  grato  y  acecto  á  sus  ojos ,  pues  conprehende  la  reli- 
gión q  tiene  por  objeto  el  culto  y  reberencia  q  se  da  á  Dios ,  yn- 
terior,  con  debocion;  cuya  materia  y  caussa  es  la  meditación  y 
contenplacion ,  su  efecto  la  alegría  y  júbilo  espiritual,  y  una 
pronta  voluntad  para  reberen^iar  á  Dios  y  obedecerle  en  todas 
las  cossas.  Contiene  tanbien  este  sacrificio  de  justicia  la  oración 
con  sus  partes ,  que  son  :  orar  ó  lebantar  á  Dios  la  mente  al  co- 
nocimiento de  sus  atributos  y  perfecciones  divinas ;  pedir  ó  pos- 
tular, q  es  alegar  rabones  para  ello,  y  acimiento  de  gracias.  Tan- 
bien  ay  culto  esterior,  con  las  ofrendas ,  oblaciones,  genufleciones 
y  postraciones;  y  para  la  equidad  déla  justicia  distributiba,  dar 
los  oficios  y  dignidades  á  los  q  las  merecen ,  premio  á  los  q  an 
trabajado ,  buenas  corespondiencias  á  los  q  fielmente  an  serbido, 
castigo  rigurosso  á  los  malos.  Señor  mió  de  mi  alma,  en  tan 
buenos  enpleos  desseo  á  V.*  M.^  y  que  ejecute  lo  q  S.  Pablo 
amonesta:  «Si  viviereis  según  la  carne,  moriréis;  si  según  el  es- 
píritu, viviréis.»  No  es  vida,  la  de  la  criatura  q  nunca  se  lebanta 


—  287  — 

á  las  cossas  celestiales  y  divinas  y  se  ba  tras  de  las  terrenas  y 
momentáneas ,  de  quien  dice  la  Sabiduría  que  es  vanidad  de 
vanidades  y  afligion  de  espíritu  ;  y  es  lástima  q  el  alma  de  tan 
noble  condÍ9Íon ,  criada  á  la  ymágen  y  semejan9a  de  Dios  y  ca- 
paz de  conocerle ,  no  se  lebante  á  las  cossas  espirituales  y  divi- 
nas para  q  fué  criada.  Haciendo  V.*  M.^  este  sacrificio  de  jus- 
ticia al  Señor,  espere  V.^M.'^q  le  amparará,  assistirá  en  sus 
tribulaciones,  y  le  librará  de  sus  enemigos,  mirando  á  la  buena 
ynten9Íon  y  fin  q  V.»  M.**  dice  tiene,  de  solo  defender  los  reynos 
q  Dios  puso  á  quenta  de  V.*  M.^ 

En  mis  pobres  oraciones  y  en  las  desta  comunidad  clamamos 
á  su  divina  piedad  con  beras,  suplicándole  dé  al  Señor  Don  Juan 
feliz  sucesso  en  lo  de  Ñapóles ,  q  le  assista  y  encamine  todas  sus 
acciones  á  suabi^ar  y  reducir  aquellos  ánimos  rebeldes  á  la  ver- 
dadera paz  y  obedien9Ía  á  V.*  M.^ :  desséolo  con  vivas  anssias 
por  lo  q  ynporta.  Ele  dado  muchas  gracias  á  el  Altíssimo  de 
aberse  concluydo  la  paz  con  Olanda;  concédanosla,  por  su  bon- 
dad, general  y  prospere  á  V.»  M.**  en  toda  felicidad. 

En  la  Concepción  de  Agreda  6  de  Marzo  1648. — Vesa  la  mano 
de  V.»  M.^  su  menor  sierva. — Sor  María  de  Jesús. 


CLXIX. 

Del    Rey  >. 

Si  yo ,  Sor  María ,  acertara  á  executar  lo  q  vos  me  escrivis,  me  Madnd 
pudiera  llamar  dichosso,  pues  sin  duda  vrbs  conj.«»  van  encami-  "  "íejg"** 
nados  á  mi  mayor  bien ;  pero  lo  frágil  desta  carne  en  q  vivimos 
temo  me  inpide  sacar  el  fruto  q  quisiera  de  tan  sana  y  cierta  do- 
trina.  Con  todo  esso ,  recivo  gran  alivio  con  ella  y  espero  q, 
aunq  mi  cora9on  sea  de  pedernal,  a  de  obrar  en  él  y  disponerle 
para  recivir  los  auxilios  de  ñrb  Señor ,  q  es  cierto  está  sienpre 

I  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  288  — 

llamándonos  como  padre  piadosso ,  teniendo  abiertas  las  puertas 
de  su  misericordia  para  q  entremos  por  ellas.  Sírvasse  su  Divi- 
na Mag.^  de  abrirme  los  ojos ,  para  q  acierte  tan  provechosso  ca- 
mino. Prométome  de  los  buenos  ofñcios  q  me  hacéis  q  me  han 
de  ayudar  mucho  para  este  fin,  y  me  caussa  gran  consuelo  oir  q 
quando  me  escrivis  os  ocurre  mucho  q  decirme ;  q  es  señal  q  no 
me  tiene  olvidado  tiro  Señor  ni  su  Madre  Santíssima.  Continuad, 
Sor  María,  las  oraciones  y  ayudadme  á  salir  de  los  tropiezos  en  q 
se  anda ,  q  yo  de  mi  parte,  aunq  flaco,  procuraré  ayudarme,  y  mas 
en  este  santo  tienpo  de  la  quaresma  en  q,  como  decis,  está  dis- 
puesto líro  Señor  á  asistir  y  favorecer  los  pecadores. 

En  los  negocios  corrientes  no  ay  novedad  ni  mas  avissos  des- 
pués de  mi  última  carta :  á  todo  se  procura  occurrir  lo  mejor  q  se 
puede,  aunq  no  como  fuera  necessarío  por  la  falta  de  medios, 
pero  se  travaja  incesantemente  y  yo  desseo  cunplir  [aunq  no  sé 
si  lo  consigo]  con  las  obligaciones  del  puesto.  Dios  me  ayude  y 
me  dé  su  gracia,  q  sin  ella  todo  falta. 

De  Madrid  á  ii  de  Marzo  1648. —  Yo  el  Rey. 


CLXX. 


De  Sor  Maria  '. 


19 de  Mano       Señor:  Bien  conozco  q  es  ossadia  y  animossidad  mia  todo  loa 

1648.  -T  J  1 

escribo  á  V.*  M.^,  confiriéndolo  con  sola  la  prudencia  humana; 
pero  mirándolo  á  la  luz  divina ,  veo  q  dignándose  V.*  M.*^  de 
mandarme  le  escriba,  ¿q  otra  cossa  puedo  de^ir  y  presentar  q  el 
fruto  que  e  cogido  en  mi  retiro,  después  de  aber  cerrado  los  ojos 
al  mundo  y  aviértolos  á  las  verdades  divinas,  donde  la  ignoran- 
cia más  torpe  es  enseñada,  y  encaminado  el  entendimiento  á  los 

z  Autógrafo  de  la  Biblioteca  del  Real  Palacio. 


—  389  — 

caminos  rectos  del  Señor?  Y  aunq  como  flaca  y  inperfecta  no  los 
e seguido,  he  llegado  á  verlos.  Ya  supongo  q  V.*  M.^  los  conoce 
más  abentajadamente  q  yo,  y  que  por  muchos  caminos  y  medios 
de  sujetos  grandes,  manifestarán  á  V.^  M.^  los  misterios  y  sacra- 
mentos del  Altíssimo;  pero  me  parece  infidelidad  de  lo  q  á 
V.*  M.^  amo  y  estimo  no  ha9erle  participante  de  la  luz  que  sin 
merecerla  recibo,  aunqae  el  encogimiento  y  desseo  de  secreto  me 
acobarda  y  enmudece;  pero  el  anssia  del  bien  de  V.^  M.^'  me  so- 
licita y  obliga  á  decir ,  q  es  verdad  lo  q  V.»  M.<*  colije  de  q  el  Se- 
ñor no  le  tiene  olvidado,  sino  que  como  padre  piadosso  quiere 
admitir  á  V.^  M.^  en  su  cassa  y  ponerle  la  estola  y  anillo  de  su 
amistad ,  pero  con  condición  espressa  de  la  enmienda  de  vida  y 
perseberan^ia  en  no  ofenderle.  Mucho  se  le  pide  á  V.*  M.^,  pero 
más  se  le  ofrece  en  la  gracia ;  y  si  las  esperan9as  de  ynpressas 
grandes  dan  ánimo  á  la  naturale9a  humana,  ¿q  mayor  q  ser  hi- 
jos y  no  sierbos  (como  dixo  S.  Pablo)  y  sf  hijos,  erederos  con 
Christo  del  premio  y  descansso  eterno?  Que  no  pequemos,  se  nos 
manda,  y  que  seamos  linpios  de  coraron  ;  y  á  los  q  lo  consiguen 
llama  el  Evangelio  bienabenturados  y  nos  ofre^  que  veremos  á 
Dios,  q  es  la  hultimay  mayor  felicidad. 

Señor  mió ,  muchos  y  magníficos  sacramentos  nos  enseña  la  fe 
santa,  y  por  ella  y  con  luz  divina  e  tenido  inteligen9Ía  de  ellos; 
pero  después  de  los  q  pertenecen  al  Ser  de  Dios  y  á  Christo  nrb 
Señor  y  su  Madre  Santissima ,  el  que  más  me  a  llebado  el  ánimo 
y  robado  e^  affecto  del  cora9on ,  es  la  grande9a  y  hermosura  de 
una  alma  en  gracia  :  no  tiene  ponderación  ni  en  todo  lo  criado  ay 
á  que  asimilarla;  el  resplandor  del  sol  es  oscuro,  la  blancura  de 
la  niebe  negra ,  la  amenidad  de  los  canpos  cuartada,  la  variedad 
de  las  aves  limitada,  toda  la  hermosura  criada  baña,  lo  brillante 
de  oro  ,  plata  ,  piedras  pre^iossas,  escoria;  á  todo  se  aben  taja  y 
solo  se  asimila  respetibamente  á  su  Criador ,  q  la  dio  ser  tan  no- 
ble para  comunicarle  en  el  modo  possible  sus  virtudes  y  perfec- 
ciones. Por  esto  dixo,  «Hagamos  á  el  hombre  á  ñra  ymagen  y  se- 
mejanga.»  La  alma  en  gracia  todo  lo  puede  en  el  q  la  conforta, 
tiene  á  Dios  por  padre  y  amigo ,  protector  y  defensor ,  la  Reyna 
del  cielo  por  abogada,  y  á  los  ángeles  para  q  la  hagan  custodia  y 


—  290  — 

la  porten  en  sus  manos,  q  nada  la  ofenda;  el  9Íelo  es  suyo,  los 
méritos  ynfinitos  de  nTo  Redentor  están  de  su  parte  para  satisfa- 
cer á  la  justicia  divina ,  los  elementos  la  comunican  sus  ynfluen- 
cias  velo9es,  los  demonios  la  temen ,  el  premio  y  descanso  eterno 
la  espera.  Pues  siendo  esta  dicha  y  felÍ9Ídad  tan  grande,  ¿cómo 
puedo  dejar  de  dessearla  para  V.*  M.^  y  suplicarle,  puesta  á  sus 
Reales  pies,  q  la  procure  V.»  M.**?  Confiesso,  Señor  mió,  lo  que 
V.^  M.^  dÍ9e  de  q  la  flaque9a  y  carne  humana  repugna;  pero  un 
ánimo  determinado,  aún  en  cossas  terrenas,  suele  ser  intrépido  y 
conseguirlas,  ¿q  ara  en  las  espirituales  á  donde  la  gra9ia  divina 
concurre  y  la  voluntad  del  Señor  ynterviene,  que  quiere  seamos 
santos  ?  Creo  q  V.*  M.^  lo  dessea,  y  para  q  sea  eficazmente,  V.*  M.^ 
uya  de  las  ocassiones  que,  como  di^e  el  Espíritu  Santo,  quien  no 
teme  el  peligro  perece  en  él. 

Las  materias  de  las  guerras  me  tienen  cuydadossa  y  solícita  de 
clamar  al  Todopoderosso  y  suplicarle  el  buen  sucesso ,  particular- 
mente lo  de  Ñapóles.  Dispóngalo  el  Altíssimo  con  el  poder  de  su 
diestra  y  prospere  á  V.»  M.** 

En  la  Concepción  de  Agreda  19  de  Marzo  1648. — Vesa  la  mano 
de  V.»  MA  su  menor  sierba. —  Sor  María  de  Jesús. 


CLXXI. 


Del    Rey  '. 


Madrid  Auochc  reciví  vra  carta  de  19  deste,  vigilia  déla  Encamación, 

1648.  ^^^  ^^  4  havia  confessado  y  comulgado ,  con  q  puedo  decir  llegó 
en  buena  sazón  á  mis  manos,  pues  todo  lo  q  me  decis  en  ella  es 
muy  á  propósito  para  la  occasion  y  festividad  en  q  me  hallava. 
Dios  por  quien  es  y  su  Santa  Madre  se  hayan  servido  de  q  haya 
acertado  á  hacer  estos  santos  exercicios  como  se  deve  y  permitan 

I  Aatógraío  que  posee  el  Sr.  CinoTas  del  Castillo. 


—  291   — 

q  de  aquí  adelante  mude  de  vida  y  no  buelva  mas  á  ofíender  á 
iTfb  Señor;  para  lo  qual  no  me  ayudará  poco  lo  q  me  escrivis  y 
las  prerrogativas  q  decis  tiene  una  alma  en  gracia,  dignas  todas 
de  q  procuremos  alcanzarla  y  mantenerla  mientras  durare  la 
vida,  como  (mediante  la  ayuda  de  Dios)  espero  procurar,  aunq 
trate  de  inpedírmelo  la  fragilidad  umana. 

De  mucho  alivio  me  a  ssido  lo  q  me  decis  de  q  ñrb  Señor  está 
pronto  á  ussar  de  su  misericordia  conmigo ,  si  yo  sé  valerme  de 
su  favor;  pero  por  otra  parte  me  confunde  y  atemoriza  esto  mis- 
mo, juzgando  q  soy  mas  ingrato  q  todos  y  digno  de  mayores 
castigos  q  los  demás ;  pues  descubriéndome  vos  estas  mercedes 
tan  grandes  de  su  poderosa  mano ,  no  sé  disponerme  á  admitir- 
las como  deviera,  si  bien  ñando  en  su  divina  ayuda  y  temiendo 
mi  flaqueza,  procuraré  poner  de  mi  parte  todos  los  medios  po- 
sibles para  conseguir  tanto  bien.  Ayudadme  á  esto,  Sor  María, 
continuando  los  buenos  officios  q  hacéis  por  mí  con  iTfb  Señor 
y  su  santa  Madre,  particularmente  en  esta  Semana  Santa,  q  es 
tienpo  tan  á  propósito  para  q  Dios  se  duela  de  nosotros.  £1  jue- 
ves Santo  (si  El  fuere  servido)  bolveré  á  confessar  y  comulgar; 
será  entre  ocho  y  nuebe  de  la  mañana ,  y  os  pido  q  á  essa  ora 
hagáis  particular  oración  por  mí ,  para  q  acierte  lo  q  tanto  me 
importa. 

En  materia  de  negocios  no  ay  nada  de  nuebo;  á  todo  se  procura 
acudir  lo  mejor  q  se  puede,  fiando  en  Dios  q  nos  a  de  ayudar. 

De  Madrid  á  25  de  Marzo  1648. — Yo  el  Rey. 


CLXXIl. 


De  Sor  María  '. 


Señor:  El  Altíssimo  eligió  (por  sus  ocultos  juicios)  el  mas     sdeAbni 
ynútil  instrumento  de  la  tierra  para  manifestar  á  V.*»  M.^  su  vo-        ^^^^' 

I  Autógrafo  que  posee  el  Sr.  Cánovas  del  Castillo. 


—   292   — 

luntad ,  y  V.<^  M.^  no  pudo  encontrar  más  desbalido  y  menos 
idonio  sujeto  q  el  mío  para  declararla :  por  esta  parte ,  temo  q 
sea  menos  efficaz  lo  que  escribo  á  V.*  M.^,  si  la  piedad  de  su  Real 
pecho  no  conssidera  que  tanto  más  tendrá  del  Señor  lo  que  eban- 
geli^o  á  V.*  M.^ ,  quanto  soy  menos  capaz  para  decirlo  por  mí 
sola.  Todo  lo  que  he  manifestado  á  V.*  M.^  del  querer  divino  por 
barios  caminos  y  en  diferentes  cartas,  consiste  en  q  V.»  M.**  pro- 
cure la  gracia  del  Muy  Alto  no  ofendiéndole,  y  q  cumpla  V.*  MA 
con  las  obligaciones  perssonales  y  renatibas;  propossiciones  q 
por  sí  solas  pueden  hallar  buena  acojida  en  su  voluntad  de  V.^  M.^, 
pero  dichas  de  parte  del  Señor ,  más  bien  admitidas  deven  ser 
de  V.»  M.**.  ¡  Qué  de  demostraciones  a  dado  el  Altíssimo  á  V.**  M.** 
deste  querer  y  repetidas  vo9es,  llamando  á  V.*^  M.^  con  aussilios 
y  desseos  ynteriores  de  serbirle,  ynviándole  trabajos  para  que 
oprimido  los  execute ,  dando  á  V.*  M.**  pérdidas  de  reynos ,  gol- 
pes vivos  al  coragon ,  quitando  las  prendas  mas  amadas  del !  Es- 
tas tribulaciones  son  duplicados  mensajeros  de  la  voluntad  del 
Señor,  para  q  V.*  M.^  se  conbierta  á  su  amor.  ¡Que  de  veces, 
como  buen  pastor,  a  traydo  á  V.*  M.^  á  sus  hombros  y  le  a  dado 
por  los  Sacramentos  la  amistad  de  padre ,  echando  á  V.*  M.^  sus 
bracos ! 

Pues  tan  piadossa  finesa  y  tan  grande  misericordia  ya  pide 
y  mere9e  effícaz  corespondiencia ;  y  para  suplicar  á  V.*  M .^  q  la 
tenga  me  conpele  una  poderossa  fuerza  ynterior  y  el  amor  q  á 
V.^  M.^  tengo,  aconpañado  de  temor,  considerando  lo  q  es 
común  en  todos ,  de  que  los  dias  de  la  criatura  humana  tienen 
término  señalado ;  las  ofenssas  que  hace  á  Dios ,  número  deter- 
minado; y  los  aussilios  y  llamamientos  que  le  a  de  dar,  decreta- 
dos ;  y  en  llegando  el  p]a90 ,  en  el  estado  q  la  hallare ,  executará 
su  voluntad  el  justo  Juez.  Todo  esto,  q  desseo  prevenir  para  mi 
alma,  solicito  á  la  de  V.»  M.^  y  se  lo  propongo,  porque  quiero 
la  salbacion  de  V.^  M.^  como  la  mia;  y  con  anssias  de  que  la  con- 
siga V.*  M.^  le  suplico,  puesta  á  sus  Reales  pies ,  que  rinda  V.*  M .** 
su  querer  al  de  Dios  y  se  acuerde  de  lo  que  dice  el  Evangelio: 
«El  que  pone  la  mano  al  arado  y  buelbe  la  cabe9a  atrás  no  es 
acto  para  el  reyno  de  los  9Íelos.  >  Parec9e  mucho  rigor  q  por  solo 


—  293  — 

volber  la  cabera  no  nos  alien  ydonios  y  dispuestos  para  trabajar 
por  el  reyno  de  los  gielos,  y  no  es  sino  verdad  evangélica,  por- 
que en  una  alma  que  se  determina  á  seguir  y  servir  á  Dios ,  de- 
jando las  ocassiones  y  pecados  passados,  si  buelbe  el  discursso  á 
dios  y  los  mira,  perecerá  y  reyn9idirá. 

Dabid  por  solo  mirar  pecó ;  Salomón  de  conbersar  con  muge- 
res  vino  á  ydolatrar;  y  San  Pedro  por  ponersse  en  la  ocassion 
negó  á  tíTo  Redentor.  Señor  mió  carfssimo,  para  ocurrir  á  todos 
estos  daños  son  effica9es  medios  los  sacramentos;  y  quando 
V.*  M.**  me  di9e  q  los  frecuenta ,  cojo  g090ssa  el  fruto  y  premio 
de  las  anssias  q  tengo  del  bien  de  V.*  M.*'  y  me  llena  el  alma  de 
consuelo.  Insinúame  V.*  M.^^  q  la  víspera  de  la  Encarnaron  se 
confessó  y  comulgó,  y  el  jueves  S.*°  a  de  repetir  V.*  M.<*  este  al- 
tíssimo  y  útil  exercicio ,  mandándome  que  pida  á  Dios  sea  como 
se  debe:  ofrezco  á  V.»  M.<*  postrarme  ante  la  divina  presencia  y 
pedírselo  todos  los  dias  con  grandes  veras,  y  mas  particularmen- 
te á  la  ora  que  V.»  M.^  señala  en  que,  poco  más  ó  menos,  yo  tan- 
bien  estaré  en  la  misma  ocupación.  Suplico  á  V.*  M.*  con  affecto 
del  coraron,  que  en  tan  santo  dia  haga  V.*^  M.^  las  pages  con 
Dios  para  jamás  ronperlas  por  culpa  grabe  y  que  reciba  la  gra- 
cia para  no  perderla ;  y  crea  V.*  M.*  q  pessa  mucho  para  inclinar 
á  la  divina  clemengia  á  que  la  conceda,  el  que  V.>  M.^  es  cabera 
de  todo  su  pueblo  católico  y  que  nunca  esta  Monarquía  se  vio 
más  necessitada  de  rey  santo  y  bueno  q  la  govierne,  q  en  los 
tiempos  pressentes,  por  las  olas  de  tribula9Íones  q  la  conbaten; 
y  assi,  aventura  mucho  la  caussa  de  Dios  y  su  Iglessia  santa  en 
q  V.»  M.**  no  le  sirba.  Perdone  V.*  M.^  mi  inportuna9ton  y  reciba 
mi  voluntad,  que  es  de  fiel  sierba  '. 

Los  negocios  y  sucesos  comunes  me  tienen  siempre  solícita  y 
cuidadossa  :  trabajo  lo  q  puedo,  y  particularmente  por  lo  de  Ná- 


I  Las  exhortaciones  de  Sor  María  para  que  el  Rey  cambiase  de  conducta  fue- 
ron más  vehementes  en  estos  meses,  porque  era  público  que  vivía  mal  y  que  el 
P.  Monteron  profetizaba  grandes  castigos  y  su  muerte,  como  se  ve  en  la  corres- 
pondencia con  los  Borjas.  Lamentábase  también  se  volviesen  á  permitir  las 
comedias,  lo  que  se  hizo  entonces  pretextando  que  el  dinero  que  se  sacaba  de  esa 
diversión  a3rudaba  al  sustento  de  los  hospitales.  (Memorial  histórüo^  tomo  Xix.) 


—  294  — 

poles,  q  la  juzgo  por  la  mas  ardua  ynpressa  de  las  presentes.  Re- 
medíela el  Todopoderosso  y  prospere  á  V.»  M.** 

En  la  G)ncepcion  de  Agreda  3  de  Abril  de  1648. — Vesa  la 
mano  de  V.»  M.«*  su  menor  sierba. — Sor  María  de  Jesús. 


CLXXIII. 


Del  Rey. 


Madrid  Aunque  estos  días  de  la  Semana  Santa  son  ocupados,  añadién- 

^  ^iM^^  dose  á  los  negocios  la  asistencia  á  los  oficios  y  procesiones,  no 
quiero  dilatar  el  responderos,  por  juzgar  que  el  hacerlo  es  obra 
muy  digna  de  este  santo  tiempo,  y  juntamente  agradeceros  los 
buenos  consejos  que  tan  repetidas  veces  me  dais  y  las  ansias  con 
que  me  deseáis  mi  salvación ,  que  quiera  nuestro  Señor  conce- 
derme y  ponerme  en  estado  que  yo  la  merezca;  y  aunque  siempre 
debemos  poner  los  medios  para  alcanzar  este  bien,  en  la  sazón 
presente,  cuanto  la  Iglesia  santa  nos  trae  á  la  memoria  la  muerte 
y  pasión  de  nuestro  Señor  Jesucristo,  se  debe  atender  á  ello  con 
más  solicitud.  Dios,  por  quien  es,  permita  que  yo  acierte  á  ha- 
cerlo, y  espero  que  la  comunión  de  mañana,  en  que  vos  me 
ayudaréis,  la  he  de  hacer  con  más  atención  y  veneración,  que  las 
pasadas,  procurando  las  paces,  como  decís,  con  nuestro  Señor 
para  no  volver  más  á  ofenderle,  mediante  su  divina  gracia.  No 
me  da  el  tiempo  lugar  para  alargarme;  sólo  os  encargo  que  con- 
tinuéis en  encomendar  mi  salvación  á  Dios,  la  quietud  de  la 
Cristiandad  y  restauración  de  lo  que  estos  reinos  han  perdido. 
Los  portugueses  quisieron  hacernos  daño  en  Castilla,  pero  qui- 
so Dios  que  no  saliesen  con  ello  y  que  perdiesen  alguna  gente  '. 

I  Los  portugueses,  ademas  de  sitiar  á  Alcántara,  hicieron  ana  correria  por 
Montijo  y  la  Puebla,  llerándose  hasta  catorce  mil  cabezas  de  ganado  mayor  y 
menor ;  pero  saliendo  los  españoles  de  Badajoz  á  su  encuentro ,  los  destrozaron 
tan  por  completo  que  tuvieron  que  abandonar  su  presa  y  levantar  el  sitio  de 
Alcántara.  (Jftmoriai histórico^  tomo  XIX.) 


—  295  — 

En  todas  partes  se  va  acercando  la  campaña,  con  que  es  menester 
apretar  ahora  con  nuestro  Señor ;  pero  hasta  hoy  no  he  tenido 
aviso  de  que  haya  novedad  en  ninguna  parte. 
De  Madrid  á  8  de  Abril  de  1648.— Yo  el  Rey. 


CLXXIV. 


De  Sor  Maria. 


Señor:  Doy  á  V.  M.  afectuosas  estimaciones  y  humildes  agrá-    ,^  ¿^  ^bríi 
decimientos  por  el  favor  de  no  dilatarme  las  nuevas  de  la  salud       '^- 
de  V.  M.  y  el  buen  empleo  que  tuvo  V.  M.  la  Semana  Santa, 
asistiendo  á  los  oficios  y  procesiones  de  aquel  tiempo ;  ocupación 
muy  legitima  de  la  cristiandad  y  piedad  de  V.  M. 

Consuélame  sumamente  que  V.  M.  conozca  las  continuas  an- 
sias que  tengo  de  su  salvación ;  y  si  V.  M.  las  mirase  como  están 
en  mi  corazón,  pudieran  tener  disculpa  mis  instancias  y  lo  mu- 
cho que  molesto  á  V.  M.  para  suplicarle  la  procure,  pues  me  ha- 
cen olvidar  lo  poco  que  valgo  para  que  V.  M.  se  digne  de  oirme. 
Yntrépidamente  me  expongo  á  aventurar  el  enfadar  á  V.  M.,  que 
es  lo  que  más  en  esta  vida  sintiera,  pero  habiendo  conocido  el 
bien  y  felicidad  que  es  para  el  alma  la  salvación,  ¿cómo  puedo 
dejar  de  solicitarla  para  V.  M.  por  todos  los  caminos  posibles? 
Y  en  este  penoso  desear,  no  tengo  otro  alivio  sino  ver  por  las 
cartas  de  V.  M.  las  ansias  que  V.  M.  tiene  por  conseguirla,  que 
el  vivo  deseo  es  disposición  para  la  obra  y  el  Señor  dice  en  el 
Evangelio:  «Bienaventurados  son  los  que  tienen  hambre  y  sed 
por  la  justicia,  que  ellos  serán  sachdos.)^  Esta  hambre  y  sed  ha 
de  ser  de  obrar  bien  y  de  justificar  las  obras,  de  manera  que  sean 
dignas  de  tener  á  Dios  por  gracia ,  que  es  quien  sólo  puede  saciar 
y  satisfacer  adecuadamente. 

David  manifestó  al  Señor  la  sed  que  tenía  de  S.  M.  diciéndole: 


—  296  — 

«Como  el  ciervo  herido  y  acosado  de  los  cazadores  desea  las 
fuentes  de  las  aguas,  así  mí  alma  desea  á  tf ,  mi  Dios.»  Y  el  Rey 
sabio:  «Deseé,  y  fuéme  dado  el  sentido;  pedflo  á  Dios,  y  vino 
en  mí  el  espíritu  de  la  sabiduría  ;  túvela,  y  estímela  más  que  los 
tronos  y  cetros  Reales;  y  las  riquezas  no  las  aprecié  en  nada  por 
ella  ni  las  piedras  preciosas,  porque  todo  oro  en  su  comparación 
es  un  poco  de  arena  y  la  plata  como  barro. »  La  verdadera  sabi- 
duría es  el  temor  de  Dios ,  y  el  que  le  conoce,  le  sirve  y  tiene  por 
gracia  es  el  sabio;  y  esto  se  ha  de  desear  y  pedir  á  Dios  y  tener 
por  fin  principal  de  nuestro  afecto,  pues  el  amor  y  deseo  del  fin 
es  el  primer  móvil  para  todas  las  operaciones  y  el  que  da  cons- 
tancia y  estabilidad  á  nuestra  inconstancia  y  debilidad ,  que  es 
tan  grande,  que  hoy  proponemos  y  mañana  faltamos;  y  en  el 
cumplimiento  de  las  palabras  que  damos  á  Dios  somos  defectuo- 
sos ,  preciándonos  de  no  serlo  en  las  humanas  que  damos  á  los 
hombres.  Por  esto  dijo  el  Señor  por  Jeremías:  «No  se  gloríe  el 
sabio  en  su  sabiduría  humana ,  ni  el  fuerte  en  su  fortaleza ,  el  rico 
en  sus  tesoros,  sino  en  conocerme  y  servirme»,  que  es  la  mayor 
felicidad  y  la  que  yo  deseo  para  V.  M.  y  pido  con  veras  al  To- 
dopoderoso. 

Señor  mió,  el  conocer  que  se  llega  el  tiempo  de  las  campa- 
ñas de  este  año  me  pone  en  nuevo  cuidado  y  solicitud  para 
clamar  al  Altísimo  por  el  buen  suceso,  y  suplicarle  que  con  la 
potencia  de  su  brazo  nos  defienda  de  los  enemigos  y  los  deten- 
ga y  desvanezca  en  sus  designios.  Grande  es  la  crueldad  de  los 
portugueses ,  pues  perseveran  en  su  tiranía  injusta :  he  alabado 
al  Señor  porque  los  detuvo  en  lo  que  intentaban  contra  Castilla. 
De  Ñapóles  deseo  saber  el  estado  que  tiene,  porque  es  lo  que  me 
ha  dado  más  pena  por  lo  que  importa.  Gobiérnelo  todo  el  Altísi- 
mo y  prospere  á  V.  M. 

En  la  Concepción  de  Agreda  á  17  de  Abril  1648. —  B.  L.  M. 
de  V.  M.  su  menor  sierva. — Sor  María  de  Jesús. 


—  «97  — 


CLXXV. 


Del  Rey. 


No  pude  responder  la  semana  pasada  á  vuestra  carta  de  1 7  de  Arujuez 
éste,  porque  el  día  que  la  recibí  estaba  en  el  viaje  de  Madrid  á  '  ,^^3 
este  sitio,  donde  he  venido  por  algunos  pocos  dias  á  divertirme 
y  gozar  del  campo  y  de  la  caza.  Ahora  no  he  querido  dilatar  más 
la  respuesta,  particularmente  pudiéndoos  decir  cómo  ayer  recibí 
cartas  de  D.  Juan,  mi  hijo,  de  8  y  ti  de  éste,  con  aviso  de  que 
el  lunes  santo  resolvió  acometer  los  puestos  de  los  rebeldes  de 
Ñápeles,  y  que  con  3.000  hombres  solos,  fué  Dios  servido  que 
venciese  y  en  cuatro  horas  redujese  á  aquella  ciudad  á  la  anti- 
gua obediencia  que  siempre  me  ha  tenido,  como  más  por  menor 
veréis  la  copia  de  su  carta  que  el  Patriarca  entiendo  os^ remi- 
te K  Suceso  de  suma  importancia  y  que  verdaderamente  se  re- 
conoce es  obrado  por  sola  la  mano  poderosa  de  nuestro  Señor, 
pues  con  tan  cortos  medios  ha  obrado  tanto:  yo  le  he  dado  infi- 
nitas gracias  y  os  encargo  me  ayudéis  á  dárselas  de  nuevo ,  pues 
aunque  siempre  estuviera  empleado  en  esta  acción ,  no  me  pare- 
ce que  satisfaciera  á  tan  gran  beneficio. 

Sor  María,  muy  confuso  me  deja  el  ver  que  cuando  yo  ofendo 
tanto  á  nuestro  Señor  El  me  favorece.  Sírvase  de  ayudarme 
para  que ,  reconociendo  yo  esto ,  sea  agradecido  y  obre  lo  que 
tanto  me  importa,  aprovechándome  de  los  santos  documentos 
que  me  dais  en  vuestras  cartas. 

En  las  demás  materias  no  hay  novedad ,  y  espero  en  quien  me 
hizo  el  mayor  favor  que  en  lo  demás  ha  de  continuarlos  y  hu- 
millar la  soberbia  de  nuestros  enemigos ,  para  que  se  reduzcan  á 

l  Véase  Apéndice  4. 

20 


—  298  — 

vivir  en  una  paz  justa  y  razonable,  con  que  repose  la  Cristiandad 
de  tanto  como  padece  y  ha  padecido. 

Yo  me  hallo  bueno ,  á  Dios  gracias ,  y  pasado  mañana ,  con  su 
ayuda,  volveré  á  Madrid  donde  habrá  bien  que  trabajar. 

De  Aranjuez  á  28  de  Abril  1648.  —  Yo  el  Rey. 


CLXXVI. 


De  Sor  María. 


7  de  Mayo       Scñor  :  Más  han  caminado  mis  deseos  que  ésta  á  dar  á  V.  M. 

X648.  ^ 

afectuosas  enhorabuenas  del  suceso  de  Ñipóles,  pues  cada  ins- 
tante que  se  me  dilata  decir  á  V.  M.  el  alborozo  de  mi  corazón 
por  tan  célebre  triunfo  como  el  Todopoderoso  ha  dado  á  su  Coro- 
na de  V.  M.,  le  juzgo  dilatado  plazo,  y  por  limitadas  y  cortas 
mis  razones  y  términos  para  manifestar  á  V.  M.  el  concepto  que 
hago  en  presencia  del  Altísimo  de  este  favor ,  pues  en  él  hallo 
multiplicados  los  motivos  de  alabar  y  magnificar  la  Providencia 
divina,  viéndola  tan  solícita  y  cuidadosa  con  V.  M.;  de  que  in- 
fiero que  el  Señor  tiene  particulares  fines  en  estas  obras,  pues 
como  padre  piadoso  aflige  á  V.  M.  muchas  veces,  enviándole 
impetuosas  olas  de  tribulaciones  y  trabajos  que  combatan  su  áni- 
mo de  V.  M. ,  para  que  oprimido  le  busque  V.  M. ,  le  sirva  y 
no  le  ofenda.  Otras  veces  muda  la  mano  de  rigor  en  misericordia, 
le  hace  á  V.  M.  favores  y  regalos,  dándole  felices  sucesos  im- 
pensados y  poco  prevenidos  de  la  diligencia  humana  para  que, 
conociendo  V.  M.  que  sólo  vienen  de  Dios ,  se  dé  por  obligado  y 
rendido  al  agradecimiento  y  amor  suyo.  Señor  mió  carísimo,  con 
verdad  aseguro  que  ésta  es  la  empresa  del  Altísimo  para  con 
V.  M. ,  y  yo  á  su  parte  y  querer  me  tengo  de  poner  para  que  lo 
ejecute;  y  nunca  más  fiel  sierva  y  estimadora  de  V.  M.  me  mos- 


—  299  — 

traré,  que  cumpliendo  esta  voluntad  divina  tan  útil  y  provecho- 
sa para  V.  M. 

Grande  causa  tengo  y  eficaz  fuerza  para  suplicar  á  V.  M.  que 
procure  su  justificación,  concurriendo  V.  M.  de  su  partéalos 
auxilios  divinos  para  conseguir  la  gracia  perseverante ,  y  éste  será 
el  más  agradable  agradecimiento  que  puede  dar  V.  M.  por  el  be- 
neficio presente  y  la  mejor  disposición  para  recibir  otros  mayo- 
res, con  que  se  puede  V.  M.  alentar  á  la  fe  y  esperanza  y  decir 
con  el  rey  David:  «Dios  es  nuestro  refugio  y  virtud  y  nuestra 
ayuda  en  las  muchas  tribulaciones  que  nos  sobrevinieron ;  por  lo 
cual  no  temeré  aunque  se  turbe  la  tierra  y  se  pasen  los  montes 
al  corazón  del  mar.  Teniendo  al  Todopoderoso  propicio  no  hay 
que  temer,  suya  es  la  potencia  y  lo  que  contiene  la  redondez  del 
abismo;  su  potestad  es  sobre  todo  lo  que  tiene  ser,  lo  puede  ani- 
quilar y  prosperar ,  deshacer  y  vivificar ;  tiene  en  su  mano  los 
corazones  de  los  reyes  y  todos  los  de  los  hombres,  y  su  diestra 
los  puede  llevar  á  donde  y  como  quisiere ;  su  poder  es  infinito  y 
su  bondad  tan  inclinada  á  hacernos  bien,  que  excede  sin  compa- 
ración á  la  fuerza  del  fuego  para  subir  á  su  esfera,  á  la  naturaleza 
de  la  piedra  para  bajar  á  su  centro,  y  más  vehemencia  tienen  sus 
misericordias  y  con  mayor  dificultad  se  pudieran  detener  que  la 
corriente  vehemente  y  rápida  del  mar,  si  no  es  por  el  pecado,  que 
es  lo  que  pone  óbice  y  aparta  de  nosotros  las  misericordias  del 
Muy  Alto. » 

Señor  mió,  no  me  sé  detener  en  mis  afectos  cuando  los  enca- 
mino al  bien  de  V.  M.  y  á  la  paz  de  su  Monarquía:  muchos  des- 
órdenes y  osadías  tiene  V.  M.  que  perdonarme,  y  no  hallo  otra 
disculpa  sino  que  me  he  entregado  con  toda  mi  alma  á  desear  y 
trabajar  por  estas  dos  causas,  y  repetidas  veces  y  con  lágrimas 
digo  al  Señor  que  me  las  conceda. 

Desde  que  tuve  las  primeras  noticias  de  la  rebeldía  de  los  na- 
turales de  Ñapóles ,  aprendí  y  juzgué  aquella  causa  por  grande, 
y  siempre  he  tenido  el  corazón  en  una  prensa  y  mis  clamores  á 
los  oidos  del  Señor;  pero  su  consolación  ha  abundado  á  mi 
amargura  y  con  tan  misericordioso  suceso  ha  llenado  mi  espíritu 
de  gozo,  y  confieso  me  le  ha  aumentado  el  que  nos  haya  venido 


—  300  — 

por  mano  del  Sr.  D.  Juan  de  Austria ,  circunstancias  de  tanto 
gusto  para  V.  M. ,  pues  en  las  primeras  empresas  le  ha  favoreci- 
do tanto  el  poder  divino ,  que  le  ha  hecho  tan  feliz  su  buena  for- 
tuna. He  visto  la  carta  que  escribió  á  V.  M. ,  llena  de  prudencia 
y  cristiandad ,  obligatoria  y  agradable  para  V.  M.  y  en  que  nos 
promete  muchas  y  felices  esperanzas:  en  mí  ha  crecido  el  cariño 
que  le  tenía  y  los  deseos  de  suplicarle  que  las  buenas  y  loables 
prendas,  que  el  Altísimo  le  ha  dado,  las  emplee  en  su  servicio  y 
se  conserve  con  rectitud  y  justicia  en  la  dirección  de  su  divina 
voluntad ,  para  que  le  gobierne  en  las  demás  empresas  como  en 
ésta.  Concédasela  el  Altísimo  y  á  V.  M.  larga  vida  y  salud  :  pru- 
dente cosa  es  para  conservarla  que  V.  M.  dé  algún  aliento  á  la 
naturaleza  y  desahogo  á  los  cuidados,  gozando  del  entreteni- 
miento lícito  del  campo  y  caza. 

En  la  Concepción  de  Agreda  á  7  de  Mayo  1648. — B.  L.M. 
D.  V.  M.  su  menor  sierva. — Sor  María  de  Jesús. 


CLXXVII. 


Del  Rey. 


Madrid  Cierto  estoy  yo,  Sor  María ,  de  todo  lo  que  me  decís  os  habéis 

13  de  Mayo  J  J     ^  i  ^ 

1648.  alegrado  en  este  suceso  que  Dios,  por  su  infinita  misericordia, 
nos  ha  dado  en  Ñapóles ,  así  por  la  importancia  de  él  como  por 
las  circunstancias  con  que  se  obró ,  pues  siempre  he  reconocido 
en  vos  el  cuidado  que  os  daba  aquella  alteración  y  lo  que  haciais 
para  su  remedio.  Sean  mil  veces  dadas  gracias  á  nuestro  Señor  por 
tan  singular  merced ,  que  siempre  que  reparo  en  la  importancia 
que  ha  habido  para  esta  Monarquía,  no  acabo  de  dárselas.  Sírva- 
se su  Divina  Majestad  de  ayudarme  para  que  sepa  ser  agradeci- 
do y  merezca  que  á  este  buen  principio  se  sigan  los  medios  y 
fines  por  donde  se  consiga  la  quietud  de  estos  reinos  y  paz  de  la 
Cristiandad.  Sin  duda,  Sor  María,  es,  como  decís,  el  mayor  reco- 


nocimiento  á  tan  singular  favor  procurar  la  gracia  divina  y  per- 
severar en  ella,  pues  que  sin  esto  no  hay  ni  puede  haber  nada: 
harto  deseo  conseguirlo  y  prociiraré  poner  los  medios  de  mi  par- 
te para  ello ;  pero  temo  á  mi  mismo  y  á  mi  flaqueza  que  me  im- 
pidan tan  gran  bien ,  y  así  os  vuelvo  á  encargar  me  a3mdeis  con 
vuestras  oraciones,  para  que  me  disponga  á  recibir  los  auxilios 
divinos  y  á  vivir  conforme  á  la  voluntad  de  nuestro  Señor.  Agra- 
dézcoos  lo  que  me  decís  os  habéis  holgado  haya  sido  obrado  este 
suceso  por  la  mano  de  este  muchacho;  y  lo  que  más  me  alegra  es 
que  me  escriben  es  temeroso  de  Dios  y  virtuoso,  sin  que  sus 
pocos  años  le  hayan  hecho  tropezar :  yo  le  escribo,  encargándole 
mucho  continúe  en  estos  buenos  principios,  pues,  si  lo  hace,  Dios 
le  ayudará. 

En  Cataluña  creo  que  tendremos  poca  guerra  este  año,  por- 
que todas  las  guerras  de  nuestros  enemigos  cargan  á  Flándes, 
de  donde  he  tenido  cartas  del  Archiduque  mi  primo,  de  25  del 
pasado,  en  que  me  dice  que  ya  estaban  para  salir  todos  á  cam- 
paña ;  y  así  os  encargo  que  apretéis  con  nuestro  Señor  para  que, 
ya  que  ha  empezado  á  favorecernos  en  Ñapóles,  lo  continúe  en 
Flándes,  cuyos  sucesos  de  este  año  han  de  abrir  gran  camino 
para  la  quietud  y  conservación  de  estos  reinos  y  para  la  paz  uni- 
versal. 

Yo  llegué  bueno,  á  Dios  gracias,  de  Aranjuez,  y  se  trabaja  lo 
posible  en  los  negocios  públicos.  Dios  me  alumbre  para  que  en 
todo  acierte  en  lo  que  fuere  de  mayor  servicio  suyo. 

De  Madrid  á  13  de  Mayo  1648.— Yo  el  Rey. 


CLXXVIII. 


De  Sor  Maria. 


Señor :  Las  fuerzas  me  faltaron  para  responder  á  V.  M.  la  es-    >9  ^  Mayo 
tafeta  pasada,  por  tenérmelas  postradas  una  enfermedad  que  he       '  ^ ' 


—  302  — 

padecido;  y  siendo  mi  deseo  tan  de  cumplir  con  esta  obligación, 
no  puedo  negar  la  pena  de  dilatarla,  si  no  se  me  ofreciera  luego 
que  es  más  alivio  de  V.  M.  la  menos  frecuencia  de  mis  cartas, 
montando  ellas  tan  poco ,  aunque  encaminadas  por  un  fiel  ánimo 
y  afectuosa  voluntad  de  quien  estima  y  ama  á  V.  M.  y  le  desea 
muchas  felicidades  divinas  y  humanas;  y  tanto  mayor  fuerza 
tiene  este  conato  en  mi  interior,  cuanto  conozco  á  la  luz  divina 
duplicados  los  motivos  y  conveniencias  de  que  V.  M.  las  eonsiga, 
pues  mirándolo  por  lo  común  y  general,  veo  la  voluntad  del  Al- 
tísimo tan  incliiíada  á  favorecer  la  criatura  humana  que,  á  nues- 
tro modo  de  entender ,  le  es  violento  no  estar  siempre  dando  y 
comunicando  sus  infinitos  tesoros  de  perfección  y  santidad. 

Esta  verdad  nos  manifiesta  en  el  Levítko,  diciendo:  «Sed  san- 
tos ,  porque  yo  lo  soy>  Y  San  Pablo:  «Mirad  que  la  voluntad  de 
Dios  es  que  os  justifiquéis ,  y  gusta  mucho  que  obréis  perfecta- 
mente, y  en  todas  sus  órdenes  y  mandatos  procede  con  equidad  y 
justicia.»  Y  si  quiere  y  manda  en  su  ley  que  seamos  santos  y  bue- 
nos, nos  da  los  auxilios  suficientes  para  que  lo  consigamos  :  con- 
cedió grande  capacidad  á  la  criatura  racional  para  levantarse  á  las 
cosas  celestiales,  pues  cada  una  de  ellas  y  todas  juntas  con  la  gra- 
cia pueden  igualar  en  luz,  amor  y  perfección  al  más  encumbrado 
serafin ;  y  siendo  la  voluntad  del  Todopoderoso  ésta ,  y  el  alma, 
por  la  gracia  y  naturaleza  que  Dios  puso  en  ella,  materia  tan 
dispuesta  para  recibir  las  divinas  influencias  y  tesoros  de  su  dies- 
tra, y  tener  á  Dios  por  amigo,  protector  y  amparo,  el  pecado  la 
indispone,  inhabilita  y  la  hace  incapaz  y  la  aparta  del  Señor  á 
lo  más  lejos ,  pues  del  pecado  á  Dios  hay  infinita  distancia :  por 
esto  dispuso  la  Providencia  divina ,  aun  en  lo  material ,  que  del 
cielo,  donde  están  los  justos  premiados  viendo  la  vista  beatífica, 
hasta  el  infierno,  donde  asisten  los  condenados,  estén  los  extre- 
mos más  lejos;  y  mayor  sin  comparación  es  la  distancia  del  pe- 
cado ala  gracia,  y  conociéndola  el  profeta  David  decia:  «Señor, 
no  me  arrojes  de  tu  rostro,  y  el  Espíritu  Santo  tuyo  no  le  apar- 
tes de  mi;»  que  era  tenerle  por  gracia.  Señor  mió  de  mi  alma,  á 
la  vista  de  estas  verdades  no  puede  estar  mi  afecto  y  deseo  ocioso 
para  con  V.  M.,  pues  si  en  todos  es  voluntad  del  Altísimo  que 


—  303  — 

sean  santos,  con  V.  M.  la  ha  declarado  con  mayores  auxilios,  be- 
neficios, favores  y  llamamientos ;  y  si  en  las  demás  criaturas  fue- 
se desgracia  y  desdicha  el  apartarlas  Dios  de  si,  mayor  en  V.  M. 
y  de  tan  gran  dolor  para  mí,  que  muriera;  y  manifestándole, 
respondo  á  lo  que  me  manda  V.  M.  en  su  carta  de  que  le  ayude 
con  mis  pobres  oraciones,  pues  el  afecto  que  me  ocasionara  tan 
vivo  dolor,  me  solicita  á  clamar  á  Dios  por  la  salvación  de  V.  M. 
y  por  la  del  Sr.  D.  Juan  de  Austria.  Gozóme  con  sumo  consuelo 
de  que  sea  temeroso  de  Dios  y  descubra  buenas  inclinaciones, 
pues  mientras  las  conservare ,  le  gobernará  el  Altísimo  y  dará 
prósperos  sucesos. 

Del  de  la  venida  de  los  galeones  doy  á  V.  M.  la  enhorabuena, 
que  me  han  dicho  han  llegado,  y  que  el  Padre  Palma  ha  muer- 
to :  confieso  á  V.  M.  que  lo  he  sentido  mucho,  porque  ha  perdido 
V.  M.  un  fiel  vasallo,  y  la  Princesa  nuestra  Señora  grande  maes- 
tro y  confesor;  y  á  mí  me  hará  falta,  porque  me  ayudaba  á  los 
intentos  de  mi  retiro:  muy  sola  me  va  dejando  el  Señor;  cúm- 
plase su  santísima  voluntad. 

En  la  comunidad  he  puesto  oración  particular  por  el  buen 
suceso  en  la  campaña  de  Flándes,  salud  y  victorias  del  señor 
Archiduque,  y  yo  trabajaré  con  todas  mis  fuerzas.  Aunque  fal- 
ten las  del  enemigo  en  Cataluña  es  buena  la  prevención ,  por- 
qjie  son  ardides  de  la  milicia  mostrarse  flaco  al  principio  y  des- 
pués cargar ;  y  cuando  no  sea  menester  nuestro  ejército  para 
la  guerra  defensiva,  podían  determinarse  á  hacer  alguna  ofensiva 
porque  se  fuese  obrando. 

El  Todopoderoso  nos  asista  y  á  V.  M.  nos  guarde  y  prospere. 

En  la  Concepción  de  Agreda  á  29  de  Mayo  1648.— Besa  la 
mano  de  V.  M.  su  menor  sierva. — Sor  María  de  Jesús. 


—  304  — 


CLXXIX. 


Del  Rey. 


Madrid  Mucho  hc  seiitido  vuestra  indisposición ,  así  por  desearos  en- 

^  isX^  ^^^^  salud,  como  por  la  soledad  que  me  hizo  la  estafeta  pasada 
vuestra  carta ,  que  os  aseguro  las  recibo  con  mucho  gusto  y  con 
fina  ansia  de  que  me  aprovechen  vuestros  consejos,  que  son  muy 
buenos  los  que  me  dais  en  todas.  Yo  temo,  Sor  María,  que  os 
debéis  tratar  muy  mal,  y  así  os  afligen  los  achaques :  yo,  aunque 
no  soy  vuestro  confesor ,  os  encargo  que  miréis  por  vos ,  pues  las 
penitencias  no  han  de  postrar  el  sujeto;  y  aunque  me  persuado 
que  si  Dios  os  llevara  fuerais  mi  valedera  en  su  divina  presencia, 
con  todo  eso,  por  ahora  quisiera  que  os  detuviérades  por  acá, 
para  que  no  me  falte  vuestra  correspondencia  ni  los  buenos  do- 
cumentos que  me  dais ,  los  cuales  os  agradezco  mucho  y  os  pido 
los  continuéis ,  pues,  aunque  mi  corazón  sea  de  piedra,  espero  han 
de  obrar  en  él  y  disponerle  para  recibir  la  gracia  que  tales  y  tantas 
prerogativas  trae  consigo.  Yo,  Sor  María,  con  la  ayuda  de  Dios 
y  su  Madre  Santísima ,  procuraré  hacer  de  mi  parte  lo  posible, 
aunque  esta  frágil  naturaleza  repugna :  permita  su  divina  Majes- 
tad que  pueda  vencerme,  pues  mi  mayor  enemigo  soy  yo  propio. 
Gran  beneficio  nos  hizo  Dios  con  la  llegada  de  los  galeones, 
de  que  le  he  dado  infinitas  gracias ,  y  á  vos  os  agradezco  la  en- 
horabuena que  me  dais.  De  Ñapóles  he  vuelto  á  tener  cartas; 
vase  continuando  la  quietud  de  aquel  reino,  y  aunque  en  el  vulgo 
no  estaba  acabado  de  extinguir  el  fuego,  esperaban  que  lo  estaría 
brevemente.  De  Flándes  no  hay  novedad ;  yo  estimo  las  oracio- 
nes que  habéis  dispuesto  para  el  buen  suceso:  tampoco  en  Cata- 
luña la  hay  considerable,  aunque  por  la  parte  de  Ribagorza  hay 
algunos  movimientos  de  entrambas  partes ,  pero  cortos  y  con  po- 
cas fuerzas ;  las  mias  se  procuran  engrosar  para  todo  lo  que  se 


—  305  — 

pudiese  ofrecer,  aunque  el  haber  poca  gente  y  el  haberse  de  acu- 
dir á  muchas  partes  con  ella  lo  hace  dificultoso. 

Mucho  he  sentido  la  muerte  del  padre  Palma ,  que  era  bueni- 
simo  sujeto  y  ha  de  hacer  falta  á  mi  hija,  y  también  siento  la 
que  os  hará  á  vos,  pues  os  deseo  todo  alivio  y  consuelo. 

De  Madrid  á  3  de  Junio  1648.  —  Yo  el  Rey. 


CLXXX. 


De  Sor  María. 


Señor:  En  grandes  empeños  de  agradecimiento  me  pone  la    "  ¿e  janio 

1648. 
piedad  de  V.  M.  y  en  ella  hallo  repetidos  alientos  de  mi  encogi- 
miento, y  como  los  necesito  los  estimo,  pues  nunca  pierdo  el 
temor  de  cansar  á  V.  M.  ni  es  posible  me  deje ,  no  faltándome 
el  conocimiento  de  lo  poco  que  soy  y  valgo  para  la  correspon- 
dencia que  V.  M.  me  manda  tener.  No  hallo  otro  mayor  mo- 
tivo para  mirar  por  mi  salud  que  mandármelo  V.  M.,  pues  la 
empleo  tan  mal  que  no  veo  por  qué  solicitarla  ni  sé  que  la  pier- 
da por  penitencias ;  pues  siempre  tengo  á  los  oidos ,  para  mi  re- 
prensión ,  aquella  alabanza  que  dice  el  Espíritu-Santo  de  la  mu- 
jer fuerte  :  «que  no  comió  el  pan  de  balde.»  Yo  no  le  merezco 
en  la  casa  de  Dios ,  y  verdaderamente  de  balde  como  el  pan  por- 
que no  trabajo ;  pero  en  obsequio  de  su  obediencia  de  V.  M. 
atenderé  á  mi  salud,  que  la  estimaría  más  si  en  servicio  de  V.  M. 
la  empleara. 

Señor  mió  carísimo,  el  amor  siempre  es  cuidadoso  y  el  buen 
deseo  solícito  del  bien  de  quien  estima :  mi  pobreza  no  halla  otro 
recurso  donde  buscarle  sino  en  Dios  ;  á  su  luz  y  en  su  presencia 
lo  procuro  y  con  particular  desvelo  atiendo  en  qué  consiste  ó 
como  le  conseguirá  V.  M. ,  y  siempre  descubro  mucho  que  decir 
á  V.  M. ,  pero  me  enmudece  el  que  ha  de  ser  manifestado  por  tan 
inútil  instrumento.  Muchos  sujetos  doctos  y  varones  expeditos 


—  3o6  — 

tendrá  V.  M.  que  le  digan  lo  que  conviene  y  á  ellos  les  pertene- 
ce por  oficio ,  y  á  mí,  como  la  menor  sierva  de  V.  M.,  manifes- 
tar una  buena  y  sana  voluntad  para  suplicar  á  V.  M.  lo  obre, 
pues  así  lo  quiere  el  Señor.  Dos  cosas  particulares  desea  y  solicita 
mi  afecto  para  V.  M. :  la  primera,  la  virtud  propia  y  personal ,  la 
pureza  de  conciencia  y  de  corazón ,  porque  de  los  que  le  alcan- 
zan dice  el  Evangelio  «que  son  bienaventurados»;  paréceme 
que  repetidas  veces  he  dicho  á  V.  M.  que  el  Altísimo  quiere  tra- 
baje V.  M.  por  conseguirlo :  la  segunda  es  el  cumplimiento  con 
las  obligaciones  renativas ,  pues  son  parte  de  su  justificación  de 
V.  M.  y  necesarias  para  la  salvación.  El  Todopoderoso  hizo  Rey 
á  V.  M.,  y  aunque  sea  corona,  en  este  valle  de  lágrimas  se  la 
puso  á  V.  M.  con  grandes  gravámenes  y  obligaciones;  pues  á 
cuenta  de  V.  M.  está  defender  la  causa  de  Dios,  celar  sus  ofensas, 
castigar  pecados,  y  la  potestad  que  de  lo  alto  se  le  ha  dado  á 
V.  M.  es  para  este  fin.  Administre  V.  M.  justicia,  porque  ¿Eiltando 
á  ella  tomará  el  Altísimo  la  mano  y  se  multiplicarán  los  casti- 
gos de  guerras,  peste  y  hambre:  á  V.  M.  le  compete  este  oficio 
y  el  de  premiar  al* fiel  vasallo  y  castigar  al  malo,  valerse  V.  M. 
de  los  buenos  ministros  y  deponer  los  malos,  conservar  al  pobre 
y  humillar  al  soberbio  que  le  quiere  oprimir  y  supeditar.  Para 
todas  estas  empresas  vístase  V.  M.  de  fortaleza,  no  juzgándose 
sólo  hombre  sino  con  participación  de  Dios ;  ármese  V.  M.  de 
su  celo ,  y  crea  V.  M.  no  es  Rey  magnífico  el  que  con  castigos  y 
premios  no  hace  cosas  grandes.  No  querría  ser  molesta  á  V.  M. : 
suplicóle  me  perdone  y  que  mire  y  lea  V.  M.  mi  corazón,  y  ha- 
llará en  él  muchas  disculpas ;  la  de  mi  buen  afecto  admita  V.  M. 

El  dafio  de  Ñapóles  fué  tan  grande,  que  no  es  maravilla  tenga 
siempre  que  vencer :  necesario  es  grande  prudencia  y  benignidad 
en  gobernarlo  y  asistencia  del  Todopoderoso.  En  mis  pobres  ora- 
ciones y  las  de  la  comunidad  se  lo  suplicaremos  y  se  continua- 
rán por  el  buen  suceso  de  Flándes  y  Cataluña.  Duélome  mucho 
del  gran  trabajo  que  le  cuesta  á  V.  M.  todo  :  el  Señor  dé  fuerzas 
á  V.  M.  y  larga  vida. 

En  la  Concepción  de  Agreda  á  12  de  Junio  1648. — B.  L.  M, 
D.  V,  M,  su  menor  sierva. — Sor  María  de  Jesús. 


—  307  — 


CLXXXI. 

Del     Rey. 

Heme  alegrado  mucho  con  vuestra  carta,  pues  veo  por  ella  es-  Madnd 
tais  mejor  y  con  propósitos  de  mirar  por  vuestra  salud,  lo  que  os  '  1648!"*° 
encargo  otra  vez  por  lo  que  deseo  la  conservéis  para  continuar 
los  buenos  consejos  que  me  dais,  que  espero  en  la  misericordia 
de  Dios  me  han  de  ayudar  para  cumplir  en  todo  su  santa  volun- 
tad :  no  sólo,  Sor  María,  me  pueden  molestar ,  antes  las  recibo 
con  sumo  gusto  y  agradecimiento  y  os  encargo  los  continuéis, 
pidiendo  á  nuestro  Señor  disponga  mi  corazón  para  recibirlos  y 
ejecutarlos.  Bien  conozco  que  las  dos  materias  que  me  encargáis 
en  vuestra  carta  son  las  principales  que  debo  ejecutar,  pues  si  la 
conciencia  no  está  libre  de  las  culpas  personales,  mal  se  podrá 
cumplir  con  las  obligaciones  del  oficio,  en  el  cual  sabe  Dios  que 
procuro  ejecutar  lo  que  entiendo  que  debo  y  que  es  mayor  servi- 
cio suyo;  pero  la  calamidad  de  los  tiempos  y  la  falta  de  los  mi- 
nistros hace  que  esto  no  corra  como  conviniera ,  pues  os  aseguro 
son  poquísimos  los  que  obran  sólo  por  el  servicio  de  Dios  y  mió, 
que  esta  ambición  y  fines  particulares  reinan  demasiado ,  y  como 
yo  es  fuerza  valerme  de  ellos  (pues  por  mi  persona  no  puedo 
acudir  á  todo)  me  hallo  bien  fatigado,  si  bien  procuro  hacer 
cuanto  alcanzo  y  dar  castigo  á  quien  lo  merece;  y  os  aseguro  que 
es  dificultoso ,  porque  como  no  es  fácil  salirme  de  los  términos  de 
la  justicia ,  es  menester  que  al  culpado  le  juzguen  otros  que  quizá 
también  lo  están,  con  que  se  suele  dificultar  el  remedio; pero  no 
por  esto  dejaré  de  obrar  lo  posible,  si  bien  os  aseguro  me  veo  fa- 
tigado y  que  más  me  fatigan  estas  cosas  domésticas  que  las  ma- 
terias generales  de  la  Monarquía.  Encomendadme  á  Dios  para 
que  yo  vea  dónde  está  el  daño ,  y  para  que  me  alumbre  en  el  re- 
medio, pues  sabe  su  Divina  Majestad  que  deseo  aplicarle,  y  no 
principalmente  por  verme  libre  de  las  calamidades  que  padece- 


—  3o8  — 

mos ,  sino  por  cumplir  con  su  mayor  servicio  y  con  mi  obliga- 
ción ,  pues  cumpliendo  con  ella  no  temo  nada. 

El  haber  de  acudir  á  muchas  partes  con  cortos  medios  es  gran- 
de trabajo ,  pues  no  se  puede  estar  con  la  prevención  necesaria 
en  todas  ellas :  esto  ha  sido  causa  de  que  el  enemigo  se  haya 
esforzado  á  salir  á  campaña  en  Cataluña  y,  según  me  avisan, 
sitiado  á  Tortosa,  plaza  de  grandes  consecuencias  para  todos 
estos  reinos  K  Tiéneme  con  gran  cuidado  este  accidente,  pues 
no  tiene  los  medios  convenientes  para  su  defensa  ni  están  dis- 
puestos los  necesarios  para  su  socorro ,  con  que  ( aunque  se  hará 
todo  lo  que  cupiere  en  lo  posible)  si  Dios  únicamente  no  nos 
ayuda ,  como  hoy  hace  un  año  lo  hizo  en  Lérida ,  esta  plaza  se 
perderá  y  nos  veremos  en  mayores  embarazos  que  nunca.  Ahora 
es  tiempo.  Sor  María,  de  que  la  amistad  haga  su  oficio,  y  así 
os  encargo  que  apretéis  con  las  oraciones,  poniendo  por  interce- 
sora  á  nuestra  Señora  para  que  nos  saque  de  este  conflicto ,  de 
cuya  mano  espero  mi  remedio  espiritual  y  corporal  y  que  ha  de 
permitir  que  cesen  las  calamidades  que  padecemos,  pues  á  la 
de  la  guerra  se  ha  añadido  la  peste,  que  maltrata  mucho  algu- 
nos lugares  de  los  reinos  de  Valencia  y  Murcia.  Sor  María ,  en 
todo  os  encargo  apretéis  con  Dios  y  particularmente  en  mi  sal- 
vación ,  que  es  lo  que  más  me  importa. 

De  Flándes  tuve  la  semana  pasada  buenas  nuevas,  pues  el  Ar- 
chiduque, mi  primo,  habia  cobrado  á  Courtray,  que  es  una  plaza 
importante ,  aunque  los  enemigos  tenían  sitiada  otra  también  de 
importancia  '.  En  Ñapóles  no  quedan  en  todo  el  Reino  sino  dos 
ó  tres  lugarcillos  con  algunos  resabios  de  lo  pasado,  aunque  se 
creia  que  se  acomodarían  con  brevedad.  En  todo,  vuelvo  á  encar- 
garos el  encomendarme  á  Dios,  suplicándole  aplaque  su  justa  ira 
y  se  duela  de  nosotros. 

De  Madrid  á  17  de  Junio  1648. — Yo  el  Rey. 

1  £1  mariscal  Schomberg,  que  acababa  de  llegar  á  Cataluña  de  Virey ,  empe- 
zó el  sitio  de  Tortosa  el  10  de  Junio. 

2  Los  franceses  sitiaban  á  Ypres  desde  el  12  de  Mayo  y,  mientras  tanto, 
aprovechando  los  españoles  el  haberse  quedado  Courtray  con  pocas  fuerzas,  eo 
tres  horas  se  hicieron  dueños  de  la  ciudad  el  18  del  mismo  mes;  dos  dias  después 
tomaron  también  su  fuerte. 


—  309  — 


CLXXXIL 


De  Sor  María. 


Señor  :  Mucho  rinde  á  mi  ánimo  agradecido  que  se  digne  la  '^  ^  J«»»o 
piedad  de  V.  M.  atender  á  mi  salud ,  en  medio  de  tantos  cuida- 
dos :  harto  la  atrasa  el  ponderarlos  y  considerar  los  ahogos  que 
V.  M.  padece ,  y  repetidas  veces  con  la  vida  la  sacrifico  al  Señor, 
pidiéndole  que  por  sus  infinitos  merecimientos  y  grande  miseri- 
cordia mire  á  V.  M.  con  ojos  de  padre,  le  fortalezca,  vivifique  y 
dé  aliento ,  paz  y  tranquilidad  á  su  Corona  de  V.  M.  Confieso  in- 
genuamente me  ha  enternecido  la  carta  de  V.  M.  y  las  tribula- 
ciones que  por  ella  veo  cercan  al  Real  corazón  de  V.  M.:  sin  duda 
le  quiere  el  Altísimo  para  sí ,  pues  tantos  golpes  le  da  y  tan  fuer- 
temente le  oprime.  Mirándolo  yo  en  su  presencia  divina ,  consi- 
dero que  el  intento  del  Señor  es  grande  y  vehemente,  porque, 
como  dicen  las  divinas  letras ,  es  fuerte  y  suave  en  sus  obras :  la 
fortaleza  consiste  en  que  ejecuta  todo  lo  que  quiere,  aunque 
duela,  y  la  suavidad  en  que  obra  lo  que  mejor  nos  está  y  más  nos 
conviene.  Si  la  divina  Providencia  ha  decretado  que  su  justicia 
se  desagravie  de  lo  que  esta  Monarquía  le  ha  ofendido,  tomando 
su  brazo  poderoso  por  azote  á  los  firanceses,  cumplirse  tiene,  y 
sólo  hallo  por  remedio  que  abreviemos  el  plazo,  concurriendo  de 
nuestra  parte  á  los  intentos  del  Señor  con  corazones  contritos  y 
humillados,  pues  dice  su  Majestad  por  David  no  los  desprecia; 
el  cual  fué  rey  oprimidísimo,  fatigado  y  afligido  con  guerras ,  per- 
secuciones de  enemigos  y  amigos ,  y  su  Corona  contristada  con 
hambre,  guerras  y  peste;  y  como  aplacaba  al  Señor  y  alcanzaba 
remedio  de  todo  y  victoria  de  sus  contrarios ,  era  confiando  en 
Dios  con  dilatado  ánimo  y  fe  viva,  clamando  de  lo  íntimo  de  su 
corazón,  doliéndose  de  sus  pecados,  enmendándose  de  ellos  y  cas- 
tigando las  ofensas  hechas  al  Altísimo  en  su  reino. 


—  310  — 

En  lo  que  toca  á  la  causa  propia  de  V.  M. ,  deseoso  le  veo  de 
imitar  á  este  santo  Profeta;  en  lo  segundo,  perteneciente  á  la 
Monarquía ,  está  V.  M.  muy  solo  y  más  solo  de  lo  que  se  puede 
ponderar,  pues ,  como  dice  V.  M. ,  muy  pocos  hay  que  por  el  ser- 
vicio de  Dios  y  el  de  V.  M.  obren,  y  llevando  segundas  intencio- 
nes no  van  dispuestos  para  recibir  luz  del  Señor  y  tener  acierto. 
El  juicio  de  esto  pertenece  á  Dios  y  no  fácilmente  lo  podrá 
V.  M.  conocer,  pero  no  le  desconfie  á  V.  M.  este  proceder,  pues 
tal  padecer,  tan  grande  desamparo  y  poca  fidelidad  de  los  vasa- 
llos lo  ha  de  tomar  el  Señor  en  cuenta  y  premiarlo;  y  puede  de- 
cir V.  M.  con  el  mismo  David,  que  hallándose  perseguido  y  aho- 
gado de  penas,  Semei  criado  suyo  le  ofendió  y  trató  mal  de 
palabra,  y  queriéndole  castigar  los  que  asistían,  respondió  el 
santo  Rey  :  «Dejadle,  que  por  estas  maldiciones  me  echará  Dios 
sus  bendiciones.  )►  Por  la  poca  fidelidad  que  V.  M.  padece  de  sus 
vasallos  y  persecuciones  de  los  reinos ,  bendecirá  el  Altísimo  á 
V.  M.,  le  asistirá  y  patrocinará :  sólo  deseo,  con  lo  vivo  del  cora- 
zón ,  que  V.  M.  merezca  el  amparo  de  justo  y  amigo  de  Dios, 
á  los  cuales  tiene  el  Todopoderoso  hechas  maravillosas  promesas, 
que  los  asistirá ,  librará  y  sacará  gloriosos  de  la  tribulación ;  que 
caerán  de  sus  enemigos,  mil  á  su  siniestra  y  diez  mil  á  su  dies- 
tra ;  que  los  hollará  y  pisará ,  y  se  constituye  el  mismo  Señor  por 
su  refugio  y  de  hacerles  sombra  con  sus  espaldas. 

Señor  mió  de  mi  alma,  más  fácil  es  para  V.  M.  granjear  á  Dios, 
tenerle  por  amigo  no  ofendiéndole ,  por  defensor  y  protector  de 
sus  reinos,  que  defenderlos  por  armas  V.  M.  Menos  dolor  será 
justificarse  V.  M.  y  huir  las  ocasiones  de  pecar,  que  considerar 
después  á  Dios  ofendido  y  enojado:  ésta  es  carga  sobre  carga,  pena 
á  pena,  que  rendirá  el  más  encumbrado  y  levantado;  los  trabajos 
sin  culpa  son  leves,  y  con  ella  tan  pesados  que  abruman.  Yo 
muero  por  dar  alivio  á  V.  M.  en  lo  que  padece  y  no  hallo  otro 
mayor  que  el  testimonio  de  la  buena  conciencia ;  este  afecto  me 
hace  repetir  lo  que  tantas  veces  he  dicho  y  da  ánimo  á  mi  cobar- 
día; no  mire  V.  M.  que  una  pobre  inútil  mujer  le  dice  esto,  sino 
al  conato  que  tengo  del  bien  y  alivio  de  V.  M.  obligándome  á 
pronunciarlo. 


—  3"  — 

La  dilación  en  el  estado  de  V.  M.  me  tiene  cuidadosa,  por  ha- 
ber tantas  conveniencias  en  su  ejecución  para  V.  M.  y  esta  Mo- 
narquía. 

La  fatiga  que  me  significa  V.  M.  de  las  cosas  domésticas  me 
quebrantan  el  alma  de  compasión  :  oiga  V.  M.  á  todos  los  que 
pudiere ,  sin  faltar  á  la  deidad  de  rey,  que  entre  muchos  y  buenos 
pareceres  se  suele  descubrir  mejor  la  verdad ,  y  más  pura  se  halla 
en  los  menos  interesados  de  los  puestos.  En  cuanto  al  sitio  de 
Tortosa,  se  ha  hablado  por  acá  variamente,  pues  dicen  unos  que 
está  sitiada ,  otros  que  no:  si  diese  lugar  el  enemigo  á  proveer  la 
plaza ,  seria  dicha.  Luego  me  postré  ante  el  acatamiento  divino  y 
clamé  por  esta  causa,  y  he  puesto  oración  particular  en  la  comu- 
nidad por  el  buen  suceso,  y  el  ver  á  V.  M.  tan  cuidadoso  me 
deja  en  una  prensa  y  en  continuo  desvelo  para  trabajar. 

De  las  buenas  esperanzas  que  dan  de  la  pacificación  de  todo  el 
reino  de  Ñapóles  me  consuelo,  y  de  la  plaza  que  el  señor  Archi- 
duque ha  cobrado :  alabo  al  Altísimo  por  esta  misericordia  y  le 
suplico  que  libre  á  la  que  el  enemigo  tiene  cercada ,  y  á  V.  M.  de 
tantas  penas  como  le  combaten ,  dando  una  paz  general  á  toda  su 
Corona  y  prospere  á  V.  M. 

En  la  Concepción  Descalza  de  Agreda  26  de  Junio  1648. — 
B.  L.  M.  D.  V.  M.  su  menor  sierva. — Sor  María  de  Jesús. 


CLXXXIII. 


Del   Rey. 


En  todas  las  cartas  que  me  escribís  hallo  nuevos  motivos  de      Madnd 
agradecimiento ,  pues  reconozco  con  claridad  el  amor  que  me  te-        1648. 
neis  y  los  deseos  tan  vivos  de  mi  mayor  bien,  así  espiritual  como 
temporal.  Esto  me  alienta  mucho  en  medio  de  los  cuidados  con 
que  me  hallo,  que  es  gran  alivio  en  ellos  saber  que  se  tiene  quien 


—  312  — 

los  desea  minorar  y  quien  lo  procura  por  tan  seguro  y  cierto  ca- 
mino ^  como  el  de  la  oración  :  sólo  temo,  Sor  María,  que  soy  el 
que  echo  á  perder  vuestras  diligencias,  pues  al  paso  que  ellas  cre- 
cen, se  aumenta  mi  flaqueza,  con  que  quizá  desmerezco  el  bien  que 
solicitáis,  pero  fio  y  espero  en  nuestro  Señor,  que  ha  de  poder 
más  su  misericordia  que  mi  malicia;  y  para  poder  merecer  que 
la  use  conmigo  procuraré  hacer  de  mi  parte  lo  posible  para  al- 
canzar su  divina  gracia,  pues,  como  vos  me  decís,  es  éste  el  pri- 
mer fundamento  para  conseguir  las  demás  mercedes  de  que  tanto 
necesitan  estos  reinos.  Ayudadme  á  esto.  Sor  María,  que  por  mi 
flaqueza  es  la  empresa  dificultosa  y  así  he  menester  mucho  vues- 
tra ayuda.  Harto  me  consuela  lo  que  me  referís  del  rey  David : 
quiera  su  Divina  Majestad  darme  su  luz  para  que  yo  sepa  imitar- 
le en  las  lágrimas,  como  lo  he  hecho  en  ofenderle. 

Harto  procuro,  Sor  María,  cumplir  con  las  obligaciones  del 
puesto,  y  esto  mismo  me  fatiga,  viendo  las  dificultades  que  se  ofre- 
cen para  conseguirlo :  buen  medio  es  el  de  oir  á  todos  como  me 
decís,  y  yo  lo  uso,  pues  tengo  la  puerta  abierta  y  á  nadie  que 
quiere  hablarme  le  niego  la  entrada;  y  suelo  llamar  los  ministros 
de  mayor  satisfacción  mia  para  preguntarles  y  descubrir  lo  que 
tengo  por  conveniente;  y  os  aseguro  que  no  cuesta  poco  trabajo 
atender  á  sus  interiores,  que  si  todos  fueran  sanos  y  de  buena 
intención ,  se  llevara  con  gran  facilidad  el  timón  de  esta  nave. 

£1  estado  en  que  se  hallan  hoy  las  cosas  en  las  partes  por 
donde  ha  de  venir  mi  sobrina  y  puede  hacer  su  jornada,  y  la  falta 
de  caudal  con  que  así  el  Emperador  como  yo  nos  hallamos,  ha 
sido  la  causa  de  que  se  dilate  la  conclusión  de  mi  casamiento,  con 
harta  pena  mia,  pues  conozco  lo  que  conviene  abreviarle;  pero 
ahora  se  trata  de  esto  con  todo  calor  y  se  procura  sea  este  año, 
con  que  á  más  tardar  no  pasará  de  la  primavera.  Vos  encomendad 
á  Dios  el  suceso,  pues  sin  duda  hoy  es  el  que  más  me  importa. 

También  el  de  Tortosa  es  de  importancia,  pues  está  sitia- 
da ,  aunque  hasta  ahora  no  parece  la  empiezan  á  apretar  los 
enemigos,  si  bien  han  comenzado  á  juntársele  tropas  de  gente, 
con  que  se  le  aumentarán  las  fuerzas  ;  y  como  las  nuestras  son 
tan  cortas  por  la  falta  de  medios,  tememos  el  suceso,  si  Dios 


—  313  — 

nuestro  Señor  no  lo  remedia  con  su  mano  poderosa,  para  lo 
cual  me  prometo  ayudará  mucho  la  oradon  que  habéis  puesto  en 
esa  comunidad,  la  cual  os  encargo  continuéis  con  todo  fervor, 
porque  aunque  se  hará  cuanto  se  pueda  por  socorrer  esta  plaza, 
si  Dios  no  ayuda  no  hay  nada. 

De  Italia  no  hay  novedad :  en  Flándes  se  perdió  la  plaza  que 
tenia  sitiada  el  enemigo  ',  pero  los  nuestros  están  de  buen  áni- 
mo y  esperan  obrar  esta  campaña.  Dios  por  quien  es  nos  asista 
en  todas  partes  y  se  sirva  de  darnos  una  paz  con  que  la  Cristian- 
dad repose. 

De  Madrid  á  i.**  de  Julio  1647.— Yo  el  Rey. 


CLXXXIV. 


De  Sor  Maria. 


Señor :  De  mi  parte  están  repetidos  los  motivos  de  agradecí-    xo  d«  jaUo 


miento,  pues  se  digna  V.  M.  de  admitir  mis  cartas  y  tolerar  lo 
que  en  ellas  puede  escribir  la  mujer  más  ignorante.  Confieso  el 
amor  que  á  V.  M .  tengo  y  el  consuelo  de  que  V.  M.  le  conozca, 
pero  es  voluntad  de  pobre  y  de  quien  sólo  puede  clamar  al  Al- 
tísimo por  V.  M.  desde  el  retiro  de  la  celda;  de  donde  miro  al 
mundo  como  el  Señor  me  lo  muestra ,  pues  á  su  luz  mani- 
fiesta las  cosas  en  su  mismo  ser ,  sin  dolo  ni  engaño ,  y  lo  veo 
lleno  de  tinieblas  é  ignorancias ,  y  á  los  que  le  siguen  sumergi- 
dos en  sus  apetitos  é  inclinaciones  y  revolcados  en  la  causa 
propia  de  su  condenación,  ofendiendo  á  Dios  sin  temor  ni  reve- 
rencia ;  y  siendo  verdad  que  en  su  Majestad  son  iguales  los  atri- 
butos, se  precia  más  de  misericordioso  que  de  justiciero,  pero 
la  desmedida  de  los  pecados  le  ha  obligado  á  tomar  el  azote  en 
la  mano,  afligirnos  y  corregirnos  como  amoroso  padre,  y  mani- 

z  £1  39  de  Mayo  tornaron  loa  franceses  á  Ypres. 

31 


164M. 


—  314  — 

fiesta  el  serlo  en  que ,  al  tiempo  de  irnos  á  precipitar  á  la  conde- 
nación eterna ,  nos  detiene ,  obligándonos  á  retroceder  y  á  la  en- 
mienda ;  con  tantas  obras  de  amor  como  ha  hecho,  usa  de  las  de 
^^S^^Y  y  P^^^  ejecutarlo  toma  los  instrumentos  que  es  servido. 

No  puedo  negar  á  V.  M.  el  vivo  dolor  de  mi  corazón  viendo 
á  V.  M.  reinar  en  tiempo  que  el  mundo  está  tan  depravado  y 
que  há  menester  Dios  castigarle;  pero  en  la  lastimosa  compasión 
que  engendra  el  amor  y  estimación  que  de  V.  M.  tengo ,  hallo 
el  consuelo  de  considerar  que,  no  siendo  menos  los  pecados  de 
nuestros  enemigos  que  los  nuestros,  quiere  corregirnos,  repren- 
dernos y  amonestarnos,  tomando  por  azote  é  instrumentos  á 
nuestros  contrarios.  Más  amor  paternal  es  en  Dios  avisamos  de 
nuestro  daño,  que  dejarnos  perecer;  querer  nuestra  enmienda  en 
esta  vida ,  que  remitir  el  castigo  á  la  eterna ;  reprendernos  con 
adversidades,  que  dejarnos  para  prescitos  con  prosperidades.  Kl 
Evangelio  dice  :  «  Necesario  es  el  escándalo,  pero  ¡  ay  de  aque- 
llos por  quien  viene!»  Señor  mió,  necesario  es  el  escándalo  y 
castigo  en  España,  pero  ¡ay  de  aquellos  por  quienes  entra  y 
que  con  injusticias  usurpan  y  toman  lo  ajeno,  y  haciendo  estor- 
siones  é  inhumanidades  le  ejecutan !  Y  ¡  ay  de  aquellos  que  go- 
biernan y  forman  todas  estas  maldades !  Mejor  es  padecer ,  que 
dar  que  padecer ,  porque  el  mayor  mandato  de  la  ley  de  Dios  es 
amarle  sobre  todas  las  cosas  y  al  prójimo  como  á  sí  mismo  j  y 
San  Juan  dice:  «Quien  dijere  que  ama  á  Dios,  á  quien  no  ve ,  y 
no  ama  á  su  prójimo  que  tiene  delante  sus  ojos,  mentiroso 
es.»  Y  en  otra  parte  dice  el  Evangelio  que  «quien  matare  con 
cuchillo,  ha  de  morir  á  él.» 

Señor  mió,  las  guerras  entre  príncipes  cristianos  siempre  son 
injustas  de  la  una  parte;  en  los  tiempos  presentes  las  guerras  de 
su  Corona  de  V.  M.  son  justas,  pues  quiere  paces  y  no  las  admiten, 
y  defiende  V.  M.  lo  que  es  suyo  en  propiedad ,  porque  se  lo  quie- 
ren quitar;  pues  consuélese  V.  M.  de  que  la  justicia  está  de  su 
parte,  y  crea  V.  M.  que  la  injusticia  de  los  reyes  es  dificultosa  de 
satisfacer,  pues  la  ley  de  Dios  es  la  misma  para  los  monarcas  y 
príncipes  que  para  los  demás  fieles  de  la  Iglesia ;  les  obliga  el  pre- 
cepto de  no  codiciar  ni  usurpar  lo  ajeno,  y  si  le  tomaren,  deben 


—  315  — 

restituirle  ó  condenarse ;  pues  ¿cuándo  se  vio  que  algún  rey  res- 
tituya ó  mande  se  vuelva  lo  ajeno  ?  El  consuelo  que  yo  digo  hallo 
en  V.  M.  es  verle  libre  de  estos  peligros,  y  que  es  V.  M.  el  que 
en  ellos  padece  y  no  hace :  dificultoso  es  á  la  natiuraleza  el  que 
siempre  esté  atribulada,  pero  fructuoso  para  el  alma;  y  porque 
V.  M.  coja  el  premio  de  estos  trabajos  y  consiga  el  ser  bienaven- 
turado de  tanto  padecer  por  la  justicia,  suplico  á  V.  M.  ajuste  la 
conciencia  en  las  demás  causas  personales,  y  en  evitar  ofensas  de 
Dios ,  porque  se  abrevien  los  castigos  y  se  convierta  el  rigor  divino 
en  misericordia.  No  desmaye  ¿  V.  M.  la  propia  flaqueza,  pues  el 
Sefior  la  conoce  y  no  negará  la  gracia  suficiente  para  vencerla,  ni 
la  eficaz  si  V.  M.  concurre  de  su  parte  á  ella. 

Duélome  mucho  de  que  la  dilación  en  concluir  el  estado  de 
V.  M.  haya  sido  la  mala  disposición  de  los  caminos,  pues  tam- 
bién es  padecer  que  no  estén  todos  llanos  para  lo  que  nos  importa 
tanto,  y  que  falte  caudal  en  lo  que  había  de  abundar.  Esta  causa 
es  la  primera  de  mi  cuidado  :  téngole  grande  del  sitio  de  Tortosa 
y  de  que  los  enemigos  la  combatirán  viéndola  desvalida  de  fuer- 
zas. Aseguro  á  V.  M.,  con  verdad ,  que  trabajo  lo  que  puedo  por 
esta  causa  y  todas  las  de  su  Monarquía  de  V.  M.,  con  pena  de 
valer  tan  poco.  Mucho  há  menester  animarse  el  ejército  nuestro 
contra  el  enemigo,  para  no  ser  vencido  de  su  iniquidad.  Fortaléz- 
cale el  Todopoderoso,  y  al  de  Flándes  para  que  recobre  la  plaza 
perdida,  y  dé  larga  y  próspera  vida  á  V.  M. 

En  la  Concepción  de  Agreda  á  lo  de  Julio  1648.  —  B.  L.  M. 
D.  V.  M.  su  menor  sierva.  —  Sor  María  de  Jesús. 


CLXXXV. 


Del  Rey. 


Con  mucho  gusto  he  recibido  vuestra  carta,  como  me  sucede      ^*^^ 
con  todas  las  que  me  escribís ,  y  en  verdad  que  no  encubren  el        1647. 


-3i6- 

amor  que  me  tenéis  y  lo  que  deseáis  mis  aciertos,  pues  todo  lo 
que  me  referís  en  ellas  lo  declara  bastantemente.  Yo  os  lo  estimo 
y  agradezco  mucho  y  vuelvo  á  encargaros  continuéis  esta  buena 
obra  que  me  hacds,  lo  cual  espero  me  ha  de  valer  mucho;  y  no 
os  descuidéis  en  trabajar  ni  os  desanime  el  juzgaros  tan  huoiilde 
instrumento,  pues  Dios  quiere  más  á  éstos  que  á  los  soberbios. 

Confieso,  Sor  María,  que  me  alienta  mucho,  en  medio  de 
los  cuidados  en  que  me  hallo ,  hacer  reflexión  sobre  lo  que  me 
decís ,  pues  de  mi  parte  no  puede  ser  la  guerra  hoy  injusta,  aun- 
que sea  con  príncipes  cristianos,  pues  ellos  me  usurpan  lo  que 
Dios  me  dio,  y  yo  trato  de  defender  lo  que  me  queda  y  cobrar  lo 
perdido ,  con  que  no  caeré  en  el  trabajo  de  ñiltar  al  precepto  di- 
vino que  decís  ;  y  como  esto  no  sea,  llevaré  con  alegría  mis  tra- 
bajos :  sólo  siento  que  lo  paguen  los  pobres  y  no  poderles  librar 
de  esta  carga,  aunque  lo  deseo  infinito, 

También  me  atraviesa  el  corazón  reconocer  el  estado  de  vicios 
á  que  ha  llegado  el  mundo,  que  aunque  vos  no  me  lo  dijerais,  yo 
lo  veo,  y  como  no  puedo  remediarlo  tan  prontamente  como  qui- 
siera, me  fatigo  mucho,  aunque  de  mi  parte  procuro  poner  Io$ 
niedios  que  alcanzo  para  conseguirlo.  Quiera  Dios  que  yo  acierte 
á  hacer  esto  y  á  empezar  por  mí  la  enmienda ,  pues  sin  duda  lo 
hé  menester  más  que  nadie :  encomendadme  á  Dios,  Sor  María, 
para  que  pueda  salir  con  tan  justa  empresa,  que  bien  hé  menes- 
ter su  ayuda  contra  mi  flaqueza. 

El  enemigo  ha  empezado  ya  á  apretar  á  Tortosa,  de  que  quedo 
con  harto  cuidado,  si  bien  vamos  juntando  á  toda  priesa  nuestras 
fuerzas ,  y  si  da  un  poco  de  tiempo  la  plaza,  se  intentará  su  socor- 
ro por  todos  los  medios  posibles ;  y  como  los  más  eficaces  son  los 
divinos,  os  encargo  continuéis  las  oraciones  para  que  se  sirva 
nuestro  Señor  de  oírnos  en  ocasión  tan  apretada.  De  las  otras 
partes  no  hay  novedad  considerable ,  pero  en  todas  necesitamos 
del  favor  divino ,  el  cual  espero  fiado  en  la  misericordia  de  nues- 
tro Señor  y  en  la  intercesión  de  su  Santísima  Madre. 
De  Madrid  á  15  de  Julio  1648. — Yo  el  Rey. 


—  317  - 


CLXXXVI. 


De  Sor  María. 


Señor  :  Los  iavores  y  beneficios  de  personas  superiores  á  infe-  -s  ^  Juiío 
ríores  pesan  y  suponen  mucho ,  si  quien  los  recibe  tiene  sano 
discurso ;  con  la  cortedad  del  mió  pondero  que  es  grande  el  de 
dignarse  V.  M.  leer  mis  borrones  y  limitadas  razones ;  3'  el  ser 
tan  frecuente  la  correspondencia  de  V.  M.  no  puede  quitar  en 
mi  la  estimación,  ni  extinguir  el  temor  y  encogimiento,  viéndo- 
me tan  sin  valor  y  fuerzas  para  el  retorno,  si  bien  no  me  faltan 
para  el  agradecimiento. 

En  la  ocasión  presente  no  doy  á  V.  M.  el  pésame  de  la  pérdida 
é  infeliz  suceso  de  Tortosa  ' ,  porque  sin  la  voluntad  divina  no  se 
ventila  ni  mueve  la  hoja  más  menuda  del  árbol ,  ni  esta  plaza  se 
perdiera  sin  el  beneplácito  del  Altísimo,  que  encamina  tan  grande 
tribulación  y  trabajo  para  mayor  bien  nuestro  y  á  despertarnos 
del  profundo  sueño  y  olvido  en  que  estamos  sepultados ,  sin  acor- 
darnos de  aplacar  la  justa  indignación  de  Dios  de  quien  pende 
nuestra  conservación  y  defensa;  y  también  para  enseñamos  á  pre- 
venir mayores  daños  con  más  solicitud  y  cuidado,  pues  por  esta 
&lta  experimentamos  el  presente.  Al  justo  buscan  los  trabajos, 
como  dice  el  rey  David ,  y  él  se  gloriaba  de  que  le  habian  hallado; 
y  cuando  no  le  hallan  es  porque  no  está  en  disposición  de  recibir- 
los :  ésta  no  le  ñilta  á  V.  M. ,  pues  en  tan  repetidas  ocasión  se  le  han 
cercado  excesivas  calamidades  y  tribulaciones ,  que  no  poco  con- 
tristan mi  afligido  corazón ,  y  esté  cierto  V.  M.  que  le  acompaño 
en  ellas  con  lastimosa  compasión  y  abundancia  de  lágrimas. 

V.  M. ,  Señor  mió,  se  aliente  y  dilate,  creyendo  que  Dios  no  le 
fütaráen  tan  continuado  y  violento  padecer,  pues,  como  dice 

X  Los  franceses  entraron  en  Tortos»  el  13  de  Julio. 


San  Bernardo,  no  se  pudieran  sufrir  y  tolerar  las  adversidades  de 
este  valle  de  lágrimas ,  si  el  Todopoderoso  no  ayudara ;  y  vivir  y 
no  morir  padeciendo  es  porque  su  Majestad  no  falta  ni  desam- 
para. La  causa  de  tantas  calamidades  y  ruinas  son  nuestros  peca- 
dos  y  la  poca  enmienda  de  ellos ;  y  éstos  han  puesto  al  mundo 
en  tan  miserable  estado,  que  podemos  decir  está  loco  y  fuera  de 
sí.  A  nuestro  primer  padre  trajo  la  culpa  al  mismo,  y  San  Am- 
brosio, con  admiración,  extraña  la  pregunta  que  le  hizo  Dios  á 
Adán,  diciéndole  que  dónde  estaba;  sabiendo  su  Majestad  los 
más  íntimos  arcanos  y  secretos  de  los  corazones  humanos ,  no 
ignoraba  el  lugar,  y  así  preguntó  por  el  estado  que  le  habia 
puesto  su  culpa ,  que  fué  enajenarle  y  dejarle  fuera  de  sí.  Lo  mis- 
mo le  sucedió  al  hijo  pródigo ,  el  cual ,  después  de  haber  vivido 
licenciosamente  enredado  en  sus  culpas  y  pecados,  dice  San  Lú- 
eas que  volvió  en  sí,  con  que  enderezó  sus  pasos  á  la  casa  de  su 
padre. 

Los  de  el  mundo  están  fuera  de  sí  y  no  lo  conocen,  que  es  su 
mayor  perdición ;  y  así  en  nada  aciertan ,  todo  lo  disipan  y  des- 
truyen y  gobiernan  al  revés;  y,  como  dice  San  Crisóstomo,  dejan 
el  bien  inconmutable,  que  es  Dios,  por  el  conmutable,  que  es  la 
criatura ;  y  mientras  no  se  castigaren  estos  desórdenes  y  depra- 
vadas costumbres ,  sentiremos  sobre  nosotros  la  ira  de  Dios.  Ya 
veo  que  por  V.  M.  no  falta,  y  que  hace  de  su  parte  lo  que  puede 
para  castigar  los  daños  de  su  Monarquía,  pero  la  rebeldía  de  los 
vasallos  es  grande  para  asentir  á  lo  que  importa,  y  con  vivo  do- 
Jor  que  atraviesa  mi  alma,  conozco  que  el  mayor  trabajo  que  hoy 
padece  V.  M.  es  que  los  que  gobiernan  á  España  y  los  que  han 
de  encaminar  los  medios  para  su  reparo  y  buenos  empleos  y  su- 
cesos en  la  milicia,  atienden  más  al  cumplimiento  de  sus  apetitos 
y  á  los  aumentos  desús  intereses,  que  al  servicio  de  Dios  y  al  de 
V.  M.  y  bien  de  esta  pobre  Monarquía;  y  no  es  verdadero  amigo 
el  que  sólo  trata  de  sus  comodidades  y  aumentos,  porque  la  ver- 
dadera amistad  más  mira  la  persona  que  se  ama,  que  á  lo  que  le 
pertenece  y  toca.  Buena  regla  es  ésta  para  conocer  á  quienes  se 
les  han  de  fiar  los  cuidados  y  comunicar  las  penas;  las  de  estos 
tiempos  son  tantas,  que  requieren  muchos  atlantes  para  susten- 


—  319  — 

tarlas.  Cualquiera  de  las  divinas  personas  es  infinitamente  sabia, 
y  en  las  obras  adestra;  en  la  creación  del  cielo  y  la  tierra,  en  el 
gobierno  del  mundo  y  en  todo  lo  que  toca  alas  cosas  criadas,  no 
rige  ni  gobierna  sola  ni  excluye  el  consorcio  de  las  otras  dos  divi- 
nas personas ;  sino  que  todas  tres  se  aunan  y  conforman  en  sus 
decretos  y  determinaciones,  y  todas  salen  rectas  y  ajustadas  y  en 
ellas  no  se  pierde  punto  ni  razón. 

Acá  de  ordinario  falta  todo,  la  unidad  en  los  que  gobiernan, 
porque  por  sus  particulares  respetos  é  intereses  quieren  ser  solos 
en  sus  dictámenes  y  pareceres,  y  no  menos  en  la  gracia  de  su 
principe  y  rey,  sin  tener  atención  al  bien  común ;  y  como  no  se 
gobiernan  según  Dios,  á  todo  acuden  tarde,  mal  y  nunca  y  ésta 
es  la  causa  de  tan  repetidas  pérdidas ;  y  cuando  ha  habido  felici- 
dad y  ventura  ha  sido  milagro,  porque  sólo  Dios  los  ha  obrado; 
pero  no  siempre  los  merecemos,  porque  quiere  su  Majestad  que 
nosotros  nos  animemos  y  hagamos  lo  que  nos  toca,  concurriendo 
con  las  causas  naturales.  Buen  qemplar  tenemos  en  nuestros  ene- 
migos que  en  todo  andan  solícitos  y  anticipados,  y  así  ven  pre- 
miados sus  cuidados  y  castigados  nuestros  descuidos.  Lo  que  se  ha 
de  hacer  tarde  ó  temprano  mejor  es  anticiparlo  y  prevenirlo  con 
tiempo ,  que  exponerlo  al  peligro  interponiendo  tantas  dilacio- 
nes ;  y  si  conviene  sitiar  plazas,  que  es  lo  que  ellos  hacen,  sitié- 
moslas nosotros  y  no  nos  engañen  por  la  mano  ;  el  poder  divino 
nos  asistirá.  Señor  mió  carísimo ,  no  queria  dar  pena  á  V.  M. ,  pero 
la  que  atraviesa  mi  corazón  me  hace  hablar  y  decir  mi  sentir. 

Quedo  con  cuidado  de  lo  que  ha  resultado  de  la  pérdida  de 
Tortosa  y  como  pretende  nuestro  ejército  reparar  este  daño,  que 
si  él  se  animase  y  en  el  nombre  de  Dios  obrase,  su  Majestad  le 
a3rudaria;  pero  véolos  tardos,  y  parece  conveniente  que  vaya 
persona  de  importancia  que  se  oponga  á  los  designios  del  enemi- 
go. Este  fracaso  no  me  ha  desmayado ,  aunque  le  juzgo  ocasiona- 
do por  mis  pecados ;  el  mismo  aprieto  en  que  nos  hallamos  me 
anima  para  postrarme  ante  el  acatamiento  divino  y  suplicar  al 
Altísimo  nos  remedie,  pues  cuanto  más  desahuciados  de  los  re- 
medios humanos,  debemos  acudir  á  los  divinos:  lloraré  y  clama- 
ré y  se  deshará  mi  corazón  en  amargura  y  llanto,  pidiendo  mise- 


—  320  — 

rícordia  y  que  el  Todopoderoso  me  anime  y  consuele,  y  dé  á 
V.  M.  larga  vida. 

En  la  Concepción  de  Agreda  á  25  de  Julio  1647. — B.  L.  M. 
de  V.  M.  su  menor  sierva. —  Sor  María  de  Jesús. 


CLXXXVII. 

Del  Rey. 

Madrid  Muy  bien  decís  en  que  no  se  puede  dar  el  pésame  de  lo  que 

'^  1648°  *^  ^^os  hace,  pues  aunque  es  verdad  que  en  todo  obra  y  dispone  su 
omnipotencia,  hay  cosas  en  que  quiere  que  le  veamos  visible- 
mente nosotros,  como  en  esta  ocasión  de  la  pérdida  de  Tortosa; 
pues  si  permitiera  su  Divina  Majestad  que  corriera  por  los  térmi- 
nos ordinarios  de  la  milicia ,  es  cierto  durara  tres  ó  cuatro  sema- 
nas más ,  con  que  diera  lugar  á  intentar  su  socorro;  pero  el  Go- 
bernador de  la  plaza  se  cegó  para  que  dejase  la  puerta  abierta  y 
que  por  ella  se  entrase  el  enemigo  revuelto  con  los  nuestros,  cuyst 
turbación  de  accidente  tan  impensado  los  atajó  y  detúvoles  para 
su  defensa.  Confieso,  Sor  María ,  que  la  pérdida  es  grande  y  que 
la  he  sentido ,  mas  no  tanto  por  ella  como  por  ver  manifiesta- 
mente que  ésta  ha  sido  castigo  de  nuestros  pecados  ó ,  por  mejor 
decir,  de  solos  los  mios;  que  como  soy  el  que  más  debo  á  Dios, 
debiera  vivir  mejor  que  todos  y  no  pagar  con  ingratitudes  los 
&vores  que  continuamente  recibo  de  la  mano  poderosa  de  nues- 
tro Señor. 

El  juicio  que  vos  hacéis  del  estado  en  que  se  halla  el  mundo 
y  en  el  que  tienen  los  ministros  y  personas  que  ocupan  los  pues- 
tos de  gobierno  de  esta  Monarquía  es  muy  conforme  á  la  ver- 
dad, pues  se  reconoce  que  lo  estudiáis  en  buen  libro:  confie- 
soos  que  lo  que  más  me  fatiga,  en  medio  de  todos  los  trabajos 
en  que  me  hallo ,  es  ver  esto  y  desear  remediarlo  más  que  el  vi- 
vir, y  no  hallo  camino  tan  pronto  como  yo  quisiera  para  conse- 


guirlo,  aunque  no  por  esto  desconfio  de  hallarle.  Sor  María, 
cuando  Dios  quiere  castigar  una  Monarquía  la  quita  los  medios 
humanos:  éstos  son,  ministros  así  militares  como  políticos  que  la 
gobiernen ,  pues  el  Rey  sin  ellos  no  puede  acudir  á  todo  ni  hay 
medios  con  que  sustentar  los  ejércitos.  Esto  ha  obrado  con  nos- 
otros ,  pues  nos  hallamos  con  solas  dos  cabezas  militares  de  primera 
clase  en  España  y  éstas  no  libres  de  excepciones ,  y  sin  caudal 
para  prevenimos  y  defendernos:  muchos  dicen  que  los  minis- 
tros le  tienen  usurpado,  y  aunque  entiendo  que  algunos  han 
enriquecido,  es  más  la  voz  del  pueblo  que  el  hecho  de  la  verdad. 

En  efecto,  Sor  María,  lo  que  nos  tiene  en  este  estado  es  falta 
de  hombres  y  de  medios ,  y  el  proveer  esto  último  tiene  gran 
dificultad,  porque  apretar  más  á  los  vasallos  no  es  posible,  así 
por  lo  que  padecen  como  por  el  riesgo  á  que  nos  exponemos  de 
padecer  mayores  desventuras.  Si  no  buscamos  medios  copiosos 
no  es  posible  defendernos,  como  se  ha  visto  en  esta  ocasión,  que 
por  esta  causa  nos  ha  hallado  el  enemigo  desapercibidos;  y  aun 
hoy  me  hallo  bien  congojado  para  hallar  camino  cómo  nos  po- 
damos prevenir  para  evitar  los  riesgos  en  que  nos  hallamos  des- 
pués de  esta  pérdida ,  pues  el  enemigo  se  halla  victorioso  y  con 
gente,  y  nosotros  vencidos  y  sin  ella  ;  aunque  hago  cuantas  dili- 
gencias puedo  para  que  se  prevenga ,  y  podamos  estorbar  los  de- 
signios del  enemigo  que ,  según  avisan ,  parece  que  ahora  trata 
de  descansar  por  huir  de  los  grandes  calores;  pero  después  es 
cierto  obrará,  pues  tiene  tiempo  para  hacerlo. 

El  estado  en  que  nos  hallamos  es  el  que  veis  ;  pero  confiéseos 
que  cuanto  los  aprietos  son  mayores ,  es  mayor  mi  confianza  en  la 
misericordia  y  ayuda  de  nuestro  Señor  que ,  aunque  nos  castiga 
justamente,  no  he  de  creer  que  sea  para  acabar  enteramente  con 
una  Monarquía  que  tantos  servicios  le  ha  hecho,  y  que  esto  sea 
por  mano  de  los  que  no  viven  mejor  que  nosotros ,  pues  aunque 
somos  muy  malos,  nunca  hemos  llegado  á  ejecutar  los  sacrile- 
gios que  en  muchas  ocasiones ,  y  en  esta  de  Tortosa ,  han  ejecu- 
tado  nuestros  enemigos ,  que  os  confieso  no  sé  cómo  no  me  ha 
ahogado  el  dolor  de  oirlos.  Sor  María ,  ahora  es  tiempo  de  apre- 
tar y  pedir  á  nuestro  Señor  se  duela  de  nosotros  y  particular- 


mente  de  mí,  alumbrándome  para  que  en  primer  lugar  consiga 
su  gracia  y  luz  para  el  buen  gobierno  de  estos  reinos  y  para  el 
conocimiento  de  los  ministros ,  y  juntamente  me  muestre  el  ca- 
mino que  he  de  seguir  para  agradarle  y  para  evitar  las  ofensas 
de  Dios;  pues  bien  sabe  que  lo  deseo ,  aunque  mi  desdicha  quiere 
que  no  lo  consiga.  También  en  Milán  van  mal  nuestras  cosas  ' : 
de  Flándes  há  dias  no  tengo  nuevas.  Dios  nos  ayude  en  todo  y 
nos  abra  los  ojos  para  que  acertemos  á  servirle. 
De  Madrid  á  29  de  Julio  1648.  — Yo  el  Rey. 


CLXXXVIII. 


De  Sor  María. 


7  de  Agosto  Señor:  No  he  dado  á  V.  M.  el  pésame  de  que  Dios  haya  per- 
'^^^'  mitido  le  pérdida  de  Tortosa,  porque  con  igualdad  de  ánimo  nos 
hemos  de  rendir  á  la  disposición  divina  y  sujetar  nuestros  dictá- 
menes á  sus  juicios  ocultísimos  é  inescrutables;  pero  dóisele  á 
V.  M.  de  que  nuestras  culpas  hayan  llegado  á  estado  que  obli- 
guen á  la  clemencia  del  Altísimo  á  castigarnos  con  tan  duro  y 
severo  azote,  que  no  sólo  llega  á  las  pérdidas  temporales  de  rei- 
nos y  provincias,  sino  que  pasa  á  lo  inmediato  de  su  divinidad, 
á  perder  la  reverencia  y  decoro  de  su  culto.  Grandes  son  los  pe- 
cados que  se  castigan  permitiendo  desacatos  de  la  fe,  y  mucho  el 
letargo  y  pesado  sueño  que  á  tantos  golpes  no  despierta,  y  en- 
flaquecida está  la  fe  de  España  con  los  grandes  vicios  y  pecados 
que  hay  en  ella,  pues  á  la  vista  de  tan  grandes  desacatos  é  irre- 
verencias como  se  han  cometido  por  los  herejes  en  Tortosa,  no 

I  En  los  primeros  dias  de  Julio  las  tropas  españolas  mandadas  por  el  Mar- 
qués de  Caracena  hablan  sido  derrotadas  por  los  franceses,  que  luego  sitiaron  á 
Cremosa  el  22  del  mitmo  mes. 


—  323  — 

salen  todos  á  defenderlas  y  vengarlas  como  verdaderos  católicos. 
Cuando  llegaron  á  mi  noticia  quedé  mortal ,  el  ánimo  despavori- 
do;  y  mi  discurso  natural  me  ofreció  de  aliento  que  de  esta  vez 
se  remediaría  todo,  porque  se  conmoverían  los  católicos  á  ven- 
gar y  deshacer  estos  agravios  hechos  á  Dios  eterno ,  y  que  V.  M. 
tuviera  alivio  de  sus  cuidados ,  hallando  más  prontos  y  fáciles  á 
los  vasallos  para  salir  á  la  campaña ;  y  viendo  que  este  azote  y 
aviso  no  ha  obrado  más  que  los  otros,  ni  alterado  los  ánimos,  ni 
fervorizado  la  fe,  me  vuelvo  á  quedar  con  mayor  ahogo,  lasti- 
mándome vivamente  de  la  soledad  de  V.  M.  en  tan  católico  y 
justo  sentimiento ,  y  con  Jeremías  pido  lágrimas  á  mis  ojos  para 
llorar  lamentablemente  el  ver  á  la  señora  de  las  gentes  sola  y 
viuda,  sin  quien  la  consuele  á  la  princesa  tributaria.  Tan  sola 
está  la  señora  de  las  gentes,  la  santa  Iglesia,  que  habiéndola  he- 
cho agravios  tan  desmedidos,  llegando  á arrojar  el  Santísimo  Sa- 
cramento y  despreciarle,  hacer  irrisión  de  los  vasos  sagrados  é 
inficionar  las  esposas  de  Cristo,  no  hay  quien  la  defienda  ni  salga 
á  volver  por  su  causa. 

La  princesa,  la  santa  Iglesia,  á  quien  todos  debemos  rendir 
reverencia  y  culto,  es  tributaria,  padeciendo  los  agravios  de  los 
herejes.  ¿Dónde  están  los  hijos  de  esta  madre  y  los  profesores  de 
esta  fe?  ]  Oh,  Señor  mió,  qué  ímpetus  me  dan  de  suplicar  al  Al- 
tísimo que  se  acaben  los  dias  de  mi  vida,  por  no  ver  tales  abomi- 
naciones !  Mucho  he  sentido  la  alevosía  de  los  malignos  herejes, 
pero  más  que  no  haya  quien  vengue  y  llore  esta  ofensa,  porque 
el  cometerla  fué  de  herqes ,  y  el  tolerarla  y  sufrirla  insinúa  poca 
fidelidad  de  los  hijos.  Cuando  he  sabido  las  pérdidas  temporales 
de  V.  M.  he  deseado  el  consuelo  y  paciencia  de  V.  M. ;  pero  en 
esta  ocasión  que  ha  llegado  el  trabajo  á  tocar  en  lo  mejor  de  su 
Corona  de  V.  M.,  en  lo  más  honoroso  de  ella,  en  la  piedra  que 
más  la  ha  hermoseado  y  ha  sido  el  fundamento  para  sustentarla 
tantos  siglos ,  la  que  la  ha  hecho  célebre  por  todo  el  orbe,  que  es 
la  fe;  querria  que  V.  M.  se  vistiese  de  celo  y  de  fortaleza  y  se  ar- 
mase de  la  misma  fe  para  defenderla ,  imitando  al  señor  Empera- 
dor Carlos  V,  bisabuelo  de  V.  M.  que,  teniendo  guerras  con  el 
de  Sajonia  y  siguiéndole  á  toda  priesa ,  halló  en  el  camino  una 


—  324  — 

cruz  y  un  Cñsto arcabuceado  por  el  pecho,  sacrflega  hazaña  de 
los  herejes ;  enternecióse  y  convirtióse  en  lágrimas  el  César ,  olvi- 
dóse de  su  agravio ,  encendióse  en  el  del  Altísimo.  Díjole :  «Se- 
ñor, si  vos  queréis ,  poderoso  sois  para  vengar  vuestras  injurias.» 
Palabras  que  dispusieron  los  corazones  délos  oyentes  y  movieron 
la  voluntad  divina,  y  siguiendo  al  enenUgo  alcanzaron  feliz  vic- 
toria y  este  celo  fué  principio  de  sus  dichas. 

Señor  mió  de  mi  alma,  tome  V.  M.  la  causa  de  Dios  por  suya, 
y  la  propia  póngala  á  cuenta  de  su  providencia,  y  crea  V.  M. 
que  no  le  faltará  su  protección  y  amparo;  y  porque  es  preciso 
también  atender  á  los  medios  humanos,  me  lastima  el  alma  que 
V.  M.  esté  tan  sin  ellos ;  y  si  sólo  se  busca  la  gente  pobre  y  sin 
obligaciones  no  se  hallará ,  porque  ha  gastado  muchos  la  guerra, 
y  de  los  que  han  quedado,  si  van  á  la  campaña  se  vuelven,  y 
puestos  en  ella,  como  mal  ejercitados ,  no  saben  lo  que  hacen.  La 
nobleza  habia  de  salir,  pues  la  mayor  fuera  mostrar  que  son  ca- 
tólicos en  defender  la  causa  de  Dios  y  á  la  Monarquía ,  y  no  me 
puedo  persuadir  que  el.  enemigo  descansa ,  sino  que  está  fraguan- 
do é  inventando  nuevos  designios,  que  será  necesario  oponerse  á 
ellos ;  y  nunca  puede  haber  motivos  más  fuertes  para  obligar  á 
todos,  que  los  que  tocan  al  culto  divino,  y  á  éstos  son  los  que  no 
niega  el  Altísimo  su  asistencia  y  protección  y  los  que  aseguran 
las  victorias;  y  siempre  juzgo  que  los  ánimos  de  los  aragoneses  se 
alentarán  y  conmoverán  viendo  que  los  esfuerzos  de  V.  M.  se  en- 
caminan más  á  satisfacción  de  las  injurias  hechas  á  Cristo  nues- 
tro Señor ,  que  á  la  recuperación  de  una  plaza  y  de  muchas ,  y 
que  si  se  les  representa  vivamente  este  sagrado  motivo ,  han  de 
salir  del  paso  ordinario ,  que  hasta  aquí  ha  sido  tan  tardo  como 
V.  M.  sabe.  Yo,  Señor  mió,  hablaré  como  mujer  ignorante ,  pero 
deseosa  de  su  alivio  de  V.  M.  y  de  la  paz  y  tranquilidad  de  esta 
Monarquía. 

Consuélonde  de  ver  á  V.  M.  tan  ansioso  de  que  se  enmienden 
los  pecados  públicos :  éste  era  eficaz  remedio,  pues  ellos  son  los 
que  claman  á  los  oídos  de  Dios  por  justicia.  Absalon  fué  colgado 
de  sus  cabellos ,  que  eran  en  que  ponia  su  afecto  y  de  que  pendia 
grande  parte  de  su  hermosura :  los  santos  Doctores  dicen  que  por 


los  cabellos  se  entienden  los  deseos  y  apetitos  desordenados,  los 
cuales,  por  más  peinados  que  estén  y  más  los  queramos  discul- 
par, si  los  cumplimos  y  entregamos  á  ellos,  nos  colgarán  y  lle- 
varán al  precipicio. 

V.  M.  dilate  el  ánimo,  considerando  que  las  empresas  tan  ar- 
duas y  difíciles  que  matieja  V.  M.  son  grandes,  en  las  cuales  es 
interesada  la  santa  Iglesia,  el  gusto  y  agrado  del  Señor  que, 
como  dice  V.  M. ,  no  ha  de  querer  que  se  pierda  Monarquía  que 
tantos  servicios  le  ha  hecho.  Soy  pobre,  pero  aunque  la  menor 
sierva  de  la  casa  del  Señor,  me  presentaré  en  su  divino  acata- 
miento y  con  todas  mis  fuerzas  y  de  lo  íntimo  de  mi  corazón 
clamaré  por  esta  causa  y  de  nuevo  comenzaré  á  trabajar  por  ella, 
pidiendo  que  dé  á  V.  M.  luz,  le  encamine  á  lo  que  más  conven- 
ga, y  crea  V.  M.  que  seré  fiel  en  obedecer  á  V.  M.  y  á  todas  sus 
órdenes.  El  prospere  y  me  guarde  á  V.  M. 

En  la  Concepción  de  Agreda  á  7  de  Agosto  1648.  —  B.  L.  M. 
D.  V.  M.  su  menor  sierva. — Sor  María  de  Jesús. 


CLXXXIX. 

Del  Rey. 

Sor  María  :  Pues  lo  que  hemos  visto  en  Tortosa,  y  vos  ponde-  Madrid 
rais  tan  justamente  en  vuestra  carta,  no  ha  movido  los  ánimos  "  ^'/^"^ 
de  todos  á  ir  á  tomar  venganza  de  tan  desmedidos  sacrilegios, 
sin  duda  han  perdido  el  juicio  ó,  por  mejor  decir,  nuestros  mis- 
mos pecados  nos  han  cegado  y  quitado  el  ánimo ,  que  en  tantas 
ocasiones  se  ha  visto  en  defensa  de  nuestra  sagrada  religión.  Esto 
05  aseguro  que  me  aflige  y  congoja,  sin  comparación  mucho  más 
que  los  malos  sucesos,  pues  éstos  Dios  los  permite,  en  todos 
tiempos  los  ha  habido;  pero  esta  ceguedad  en  que  vivimos  y 
este  desaliento  que  generalmente  hay  en  todos,  es  lo  que  me  cru- 
cifica ,  teniendo  por  cierto  que  la  continuación  de  los  vicios  nos 


—  326  — 

tiene  en  este  estado.  Yo,  Sor  María,  descalzo  hubiera  ido  á  tan 
justa  satisfacción ,  si  creyera  que  con  eso  se  consiguiera ;  pero 
como  de  aquí  se  han  de  disponer  los  medios  necesarios,  juzgo 
que  no  soy  por  acá  de  menos  provecho ;  con  que  siempre  que  im- 
portase el  ir  personalmente  no  lo  rehusaré,  que  asegurar  mi  sa- 
lud y  todas  mis  mayores  comodidades  están  en  cumplir  con  mi 
obligación.  Harto  deseo  hacerlo  y  principalmente  desenojar  á 
nuestro  Señor,  en  tanto  como  yole  he  ofendido,  y  procurar  que 
todos  hagan  lo  mismo,  porque  con  esto  todo  se  conseguirá,  y 
sin  ello  no  saldremos  de  los  embarazos  que  hoy  tenemos.  Su  Di- 
vina Majestad  me  alumbre  para  que  lo  consiga  y  se  duela  de 
nosotros,  pues  nunca  más  que  ahora  hemos  necesitado  de  su  po- 
derosa a3mda,  y  si  El  quiere  (como  dijo  mi  bisabuelo)  poderoso 
es  para  en  un  instante  trocarnos  la  suerte.  Confíesoos,  Sor  María, 
que  me  veo  bien  acongojado ;  pero,  en  medio  de  la  congoja,  con 
esperanzas  de  que  Dios  nos  ha  de  ayudar  y,  procurando  aplicar 
todos  los  medios,  nos  ha  de  enderezar  á  lo  más  conveniente. 

El  caudal  que  tenemos  para  acudir  á  todas  partes  es  corto, 
con  que  se  padece  mucho.  Yo  os  agradezco  con  afecto  cuanto  me 
decís  y  lo  que  ofrecéis  ayudarme;  lo  cierto  es  que  pagáis  en 
esto  la  buena  voluntad  que  os  tengo,  y  así  no  dudo  que  me  ayu- 
daréis cuanto  estuviere  en  vuestra  mano. 

Después  que  os  escribí,  no  hay  novedad  del  enemigo;  antes 
dicen  que  de  la  gente  que  tenía  en  Cataluña  han  enviado  algu- 
nas tropas  á  la  vuelta  de  Flándes,  pero  no  por  esto  nos  descui- 
daremos :  en  aquellos  Estados  están  bien  las  cosas,  y  me  escriben 
con  esperanzas  de  obrar  algo  considerable.  Lo  de  Milán  me  da 
gran  cuidado,  porque  está  malo  aquello;  pero  fio  en  Dios  que  nos 
ha  de  ayudar,  pues  la  justicia  está  de  nuestra  parte  '. 

De  Madrid  á  12  de  Agosto  1648.  —  Yo  el  Rey. 

I  Por  los  franceses  y  el  Duque  de  Módeaa  seguüise  el  sitio  de  CrémonSí  de- 
fendido tan  Talerosamente  por  los  espaftoles,  que  el  9  de  Octubre  obligiioo  á 
retirarse  á  las  tropas  enemigas.  (Montglat,  campaAa  catorce.) 


—  3^7  — 


cxc. 


De  Sor  Maria. 


Señor  :  No  puedo  fiar  de  mi  flaca  naturaleza  ni  un  sentimien-  38  de  Agosto 
to  puesto  en  razón ,  pues  es  tan  débil ,  que  al  más  justo  se  me  '  ^  ' 
han  postrado  las  fuerzas.  Yo  solté  mis  afectos  al  dolor  y  pena  de 
la  pérdida  de  Tortosa,  viéndome  tanto  más  obligada  cuanto  me- 
nos lo  merezco  de  la  misericordia  del  Altísimo,  pues  miro  su 
grandeza,  mi  pequenez,  y  de  la  piedad  de  V.  M.  motivos  tan 
eficaces,  que  conmovieron  todo  mi  interior  y  alteraron  la  parte 
sensitiva  para  llorar  las  ofensas  de  Dios  en  los  desacatos  de  los 
herejes  y  la  pérdida  de  su  Corona  de  V.  M. ;  de  que  me  resultó 
una  inflamación  junto  al  pecho ,  penosa  y  peligrosa ,  que  ha  sido 
forzoso  que  los  cirujanos  la  abran  y  curen.  Quedé  por  más  de 
treinta  dias  impedida,  sin  poder  tomar  la  pluma  en  la  mano,  á 
cuya  causa  no  he  podido  responder  á  V.  M.  Admítame  V.  M. 
por  disculpa  el  acompañarle  con  tantas  veras  en  las  penas  de 
V.  M.,  pues  aunque  son  afectos  de  esclava  y  voluntad  de  pobre, 
fina  y  verdadera,  es  una  continua  ansia  y  deseo  de  aliviar  á 
V.  M.  en  todas  sus  tribulaciones  y  trabajos.  En  este  valle  de  lá- 
grimas y  mundo  miserable  no  pueden  faltar,  ni  de  ellos  puede 
vivir  ninguno  libre  ni  escaparse  ;  y  cuanto  más  alta  dignidad  y 
puesto  tenga,  más  le  han  de  combatir  las  olas  y  adversidades; 
conque  no  me  admiro  que  áV.  M.,  tan  grande  príncipe  y  monar- 
ca, le  alcancen  y  rodeen  tantas  calamidades.  Señor  mió,  consuélese 
y  aliéntese  V.  M.  y  dilate  el  ánimo  con  el  Hijo  del  eterno  Padre, 
el  Verbo  divino  que,  siendo  rey  de  cielo  y  tierra,  vino  al  mundo 
y  no  fué  para  gozar  de  delicias  y  regalos,  sino  para  padecer  pe- 
nas y  tormentos,  para  ser  envidiado,  murmurado  y  perseguido; 
y  como  es  el  mejor  y  más  seguro  camino  el  de  la  cruz,  le  eligió 


—  328  — 

para  sí,  y  quiso  que  su  Madre  Santísima  y  los  Apóstoles  le  siguie- 
sen ,  y  porque  no  les  extrañase  y  admirase,  les  dijo  :  «Advertid, 
amados  discípulos,  que  lo  mismo  hago  con  vosotros  que  hizo 
conmigo  mi  eterno  Padre:  á  mi  me  envió  al  mundo  á  padecer 
afrentas,  para  ser  perseguido  y  abatido ;  para  este  mismo  fin  os 
envío  por  el  mundo  ;  tened  paciencia  como  la  he  tenido.» 

Señor  mió  carísimo,  Cristo  nuestro  Redentor,  la  Reina  del 
cielo  y  los  Apóstoles  padecieron  para  fundar  la  ley  de  gracia  y  fe 
santa.  V.  M. ,  que  la  ha  de  defender  y  es  discípulo  del  Señor  y  el 
príncipe  más  católico  ¿  cómo  se  podrá  librar  de  los  trabajos  y  de 
la  cruz,  que  es  la  señal  del  cristiano  ?  Abrácela  V.  M.  y  con  este 
estandarte  triunfe  de  los  enemigos  visibles  é  invisibles ,  domésti- 
cos y  extraños;  y  crea  V.  M.  que  no  es  trabajo  el  que  se  acaba, 
ni  descanso  el  que  no  dura :  breve  es  el  tiempo  de  padecer  y 
eterno  el  del  premio  que  se  le  sigue.  Mucho  le  asegurará  á  V.  M. 
y  rendirá  á  la  clemencia  divina  para  que  use  de  misericordia, 
con  el  grande  y  católico  celo  que  V.  M.  me  manifiesta  en  su 
carta,  de  que  quisiera  vengar  las  ofensas  de  Dios,  los  desacatos 
del  culto  divino  y  pecados  públicos :  éste  es  el  origen  del  achaque 
que  padecemos  y,  conocido  mejor,  se  podrá  aplicar  la  medicina. 

Poco  aprovecha  á  la  defensa  de  una  monarquía  el  desvelo  de 
sus  magistrados,  las  conducciones  de  gentes,  las  prevenciones  de 
lucidas  armadas,  las  copiosas  contribuciones,  los  avisos  oportunos, 
los  consejos  prudentes,  cuando  la  causa  de  su  daño  es  superior  á 
todo.  Si  el  origen  de  sus  pérdidas  fuera  sólo  natural,  remedios 
comunes  las  repararan  ;  si  fuera  sola  mala  voluntad  y  malevolen- 
cia de  los  enemigos ,  con  el  poder  de  nuestro  imperio  se  enfre- 
nara; si  fuera  sólo  deslealtad  de  traidores,  nuestra  justificación 
nos  asegura  que  una  monarquía  é  imperio  tan  poderoso,  con  prin- 
cipe tan  católico  y  magnífico ,  no  podia  naturalmente  desmem- 
brarse y  desangrarse  y  hallarse  tan  ultrajada;  no  es  instabilidad 
de  la  fortuna,  sino  mérito  de  alguna  malicia;  pecados  nuestros 
son  y  han  menester  remedio  más  eficaz  que  la  dolencia,  y  éste 
no  puede  venir  por  arte  y  solicitud  de  la  tierra,  sino  por  liberali- 
dad y  misericordia  del  Altísimo.  Esta  verdad  confirma  y  asegura 
San  Pascasio,  diciendo :  «Imposible  es  que  se  cure  en  enfermedad, 


—  329  — 

ni  se  remedie  grave  dafio  á  quien  aflige  la  venganza  y  justicia 
divina.»  Esta  es  la  que  hemos  de  aplacar  con  corazones  contritos 
y  humillados  y  enmienda  de  las  culpas:  harto  se  consuela  mi 
alma  viendo  en  su  carta  de  V.  M.  la  luz  que  el  Altísimo  ha  dado 
á  V.  M.  en  esta  causa ,  el  buen  sentir  que  V.  M.  tiene  y  la  com- 
prensión del  daño  y  en  qué  consiste  nuestra  ruina ,  y  el  piadoso 
y  católico  celo  de  V.  M.  para  ir  si  fuera  necesario  á  Aragón. 

Señor  mió  de  mi  alma ,  V.  M.  sienta  y  cele  la  ofensa  de  Dios 
por  todos,  que  será  el  premio  sobreabundante:  su  persona  de 
V.  M.  es  necesaria  en  esta  Corte  para  las  prevenciones  y  ejecu- 
ción de  los  medios,  y  la  salud  y  vida  de  V.  M.  para  todo  el  reino; 
mire  por  ella  V.  M.  y  consérvela ,  que  es  de  sus  vasallos,  y  todos 
deben  posponer  la  suya  por  la  de  V.  M. 

Lo  de  Milán  me  da  cuidado  y  me  le  aumenta  no  saber  en 
qué  consiste  su  daño ;  clamo  al  Altísimo  por  el  remedio,  confirme 
las  buenas  esperanzas  de  Flándes  con  felices  sucesos ,  y  á  V.  M. 
me  guarde,  prospere  y  vivifique. 

En  la  Concepción  de  Agreda  á  28  de  Agosto  1648. — B.  L.  M. 
de  V.  M.  su  menor  sierva. — Sor  María  de  Jesús. 


CXCI. 


Del    Rey. 


Con  mucho  cuidado  me  ha  tenido  vuestra  indisposición  ,  pues  Madnd 
os  confieso  que  por  ahora  deseo  que  os  deje  nuestro  Señor  con  ^re  1648. 
nosotros ,  y  así  me  ha  alentado  vuestra  carta  juzgando  que  os  de- 
béis de  hallar  con  más  alivio;  quiera  Dios  que  sea  así  y  os  dé  la 
salud  que  yo  os  deseo.  Por  acá  hemos  tenido  estos  dias  buen  cui- 
dado, pues  á  2í  del  pasado  cayó  mi  hija  mala  con  una  gran  ca- 
lentura que  nos  puso  en  harto  aprieto ;  pero  al  cuarto  dia  termi- 
nó el  mal  en  unas  viruelas ,  con  que  la  calentura  cesó,  y  ellas  han 

33 


—  330  — 

sido  de  tan  buena  calidad  que  está  ya  libre  de  todo  punto  dd 
achaque  y  se  levantará  presto,  de  que  he  dado  infinitas  gracias 
á  Dios,  pues  el  amago  fué  terrible;  pero  bendita  sea  su  miseri- 
cordia que  la  ha  usado  con  nosotros  en  la  parte  más  sensible. 
Tampoco  me  he  escapado  libre  de  la  borrasca,  pues  há  siete  ú 
ocho  dias  que  me  hallo  con  un  gran  catarro  que,  aunque  no  me 
ha  obligado  á  hacer  cama,  me  tiene  desazonado.  Aquí  entra 
bien ,  Sor  María ,  lo  que  me  decís  de  la  cruz  de  Cristo,  pues  por 
todas  partes  quiere  que  la  llevemos :  sólo  quisiera  saberlo  hacer 
y  merecer  con  esto  su  ayuda  y  auxilio  para  cumplir  en  todo  su 
santa  voluntad. 

La  flota  ha  llegado  y  las  cosas  de  Flándes  van  bien ,  de  que  he 
dado  infinitas  gracias  á  nuestro  Señor  '.  De  Milán  há  dias  no 
tengo  nuevas.  Las  cosas  de  aquí  están  en  el  estado  que  sabéis  y 
yo  con  tanto  cuidado  de  todo,  pero  fiando  en  Dios  nos  ha  de 
ayudar. 

No  me  atrevo  á  alargarme  más,  que  este  catarro  me  tiene  mal- 
parado. Encomendadme  á  Dios,  Sor  María;  El  os  guarde. 

De  Madrid  2  de  Setiembre  1648. — Yo  el  Rey. 


GXGIL 


De  Sor  Marfa 


Madrid  II  Señor :  En  tan  continuados  trabajos  y  repetidos  ahogos  ha 
1648.  si^o  grande  aliento  y  liberalidad  del  Altísimo  dar  alivio  á  la 
Princesa  nuestra  Señora;  de  todo  mi  corazón  le  magnifico  y  alabo 
por  este  favor,  y  á  V.  M.  doy  humildes  agradecimientos  por  el 
aviso  de  que  su  Alteza  está  mejor.  Muy  lleno  de  amargura  le  re- 
cibo, pues  se  me  ha  aumentado  mi  cuidado  y  pena  con  saber 
que  V.  M.  está  tan  poseido  y  oprimido  del  catarro,  que  suele 

I  El  dia  3  de  Agosto  tomaron  los  espafioles  i  Fumes. 


—  331  — 

ocasionar  penosos  accidentes  y  despertar  otros  males.  V.  M.  le 
habia  de  pasar  en  cama;  para  los  catarros  es  la  mejor  medicina 
la  quietud ;  confieso  á  V.  M.  que  me  ha  parecido  mucho  ánimo 
llevarle  en  pié.  Algunas  personas  que  han  llegado  de  esa  Corte 
me  han  dicho  que  V.  M.  quedaba  sangrado  y  me  han  puesto  en 
mayor  tribulación,  sin  saber  satisfacer  á  mis  preguntas  de  que  si 
era  por  nuevo  accidente :  si  V.  M.  viese  cómo  he  quedado  de  so- 
bresaltada, conocería  mi  afecto  y  voluntad  y  se  lastimaría  de 
mí.  Con  verdad  aseguro  á  V.  M. ,  que  en  mi  vida  he  hecho  peti- 
ciones más  afectuosas  y  llenas  de  lágrimas  á  el  Altísimo  que 
en  esta  ocasión ,  y  le  he  tenido  amorosas  quejas  de  que  aflige 
á  V.  M.  tanto,  pues  parece  que  no  hay  piedra  que  deje  de  mo- 
verse ni  tribulación  que  no  nos  sobrevenga.  Hartas  razones  de 
consuelo  para  V.  M.  descubro  en  la  Providencia  divina;  liberal 
anda  con  V.  M. ;  muchas  prendas  de  afecto  son  llamar  á  V.  M. 
con  tan  vivas  voces  y  repetidos  avisos:  apresure  V.  M.  el  paso  á 
responderle  y  amarle  para  que  se  conviertan  las  tribulaciones 
en  favores,  y  los  llamamientos  en  que  V.  M.  posea  el  mayor 
bien  y  felicidad,  que  es  tener  á  Dios  por  gracia.  El  valor  de  los 
trabajos  es  inestimable,  y  es  lastre  que  asegura  en  la  navegación 
de  este  valle  de  lágrimas.  ¡  Ah !  ¡qué  de  almas  han  salvado  las  tri- 
bulaciones, que  sin  ellas  se  condenaran  y  perecieran  para  siem- 
pre !  Es  Dios  tan  piadosísimo  padre,  que  no  diera  trabajos  á  las 
criaturas  que  ama  si  no  fuera  para  tan  grande  bien  como  la  sal- 
vación :  por  conseguirla  se  puede  V.  M.  animar  en  su  grande 
padecer.  Suplico  á  V.  M.,  con  el  encarecimiento  que  puedo,  que 
suspenda  el  corriente  de  sus  cuidados  y  penas  hasta  que  esté 
V.  M.  en  mejor  disposición,  poniéndolos  todos  en  la  Providencia 
Divina. 

Señor  mió  de  mi  alma ,  á  más  de  las  congojas  que  aquí  signi- 
fico á  V.  M.  se  me  añade  la  de  las  novedades  que  el  vulgo  con 
dolor  aclama:  tiéneme  atravesado  el  corazón  sin  poder  cobrar 
consuelo  ni  apurar  la  verdad  en  la  variedad  de  discurrir;  sólo 
insinúan  que  ha  habido  infidelidad  á  V.  M.  y  que  por  esto  están 
presos  algunos  sujetos  :  suspendo  el  juicio,  y  sólo  digo  que  si  la 
naturaleza  humana  es  cruel  para  V.  M.  y  experimenta  su  des- 


—  332  — 

lealtad,  también  toca  V.  M.  con  la  mano  la  liberalísima  miseri- 
cordia del  Altísimo.  Suplico  á  V.  M.  se  acuerde  de  la  prevención 
que  el  alma  del  Príncipe  nuestro  Señor  hizo  lamentándose  de 
que  V.  M.  estaba  rodeado  de  malas  correspondencias  de  los  más 
beneficiados,  engaños,  falacias  y  traiciones.  ¡Qué  prevención  de 
antemano!  Piedad  del  Señor  fué,  y  yo  he  significado  en  algunas 
cartas  el  dolor  de  mi  corazón  por  esto.  Si  se  descubre  la  verdad, 
haya  V.  M.  justicia,  que  en  los  tiempos  que  alcanzamos  y  cuan- 
do el  infierno  quiere  valerse  de  todos  para  perseguir  á  los  profe- 
sores de  la  fe  y  afligir  á  V.  M. ,  que  es  el  príncipe  más  católico 
de  todo  el  orbe,  es  menester  el  castigo. 

Doy  á  V.  M.  la  enhorabuena  de  la  llegada  de  la  flota  y  buenas 
nuevas  de  Flándes;  el  Altísimo  por  su  bondad  las  aumente  y  de- 
tenga, desvanezca  y  oprima  á  los  enemigos  de  Cataluña  y  de 
toda  su  Corona  de  V.  M.,  dándonos  felices  sucesos,  y  me  guarde 
con  próspera  salud  á  V.  M. 

En  la  Concepción  de  Agreda  á  ii  de  Setiembre  1648.  —  B. 
L.  M.  D.  V.  M.  su  menor  sierva.  — Sor  María  de  Jesús. 


CXCIII. 


Del  Rey. 


Madrid  Por  mi  indisposición  no  he  podido  escribir  estos  dias,  y  os 

bre  1648.  confieso  que  lo  he  sentido ;  pero  cuatro  sangrías  y  las  calenturas 
que  tuve  me  tienen  aún  algo  flaco,  aunque,  bendito  sea  el  Señor, 
con  mucha  mejoría,  y  si  el  catarro  me  dejase,  estaría  bueno  de 
todo  punto;  pero  aun  porfía  y  me  fatiga  harto,  espero  vencerle 
con  el  buen  régimen.  Yo  entiendo,  Sor  María,  que  debo  dar  par- 
ticulares gracias  á  nuestro  Señor  por  esta  enfermedad  que  me 
ha  dado,  pues  ha  sido  causa  para  reconocer  que  por  este  camino 
me  ha  querido  abrir  más  los  ojos  y  librarme  de  algunos  tropiezos 
en  que  andaba;  fio  de  su  divina  misericordia  que  con  su  ayuda 


—  333  — 

no  he  de  volver  á  ellos,  sino  procurar  en  todo  cumplir  y  ejecutar 
su  voluntad. 

La  voz  de  las  prisiones  que  ha  llegado  allá  es  cierta,  y  aun- 
que contra  mi  persona  no  hay  nada ,  es  materia  de  mucha  con- 
sideración. Yo  he  nombrado  los  mejores  jueces  que  hay  en  mis 
Consejos  y  se  hará  justicia,  si  lo  merecieren  los  culpados,  pues 
hay  cosas  en  que  la  gracia  no  cabe. 

De  Flándes  hemos  tenido  malas  nuevas,  pues  hubo  un  mal  su- 
ceso, si  bien  se  procura  prevenir  mayor  daño  '.  Todo  lo  demás 
está  en  el  mismo  estado  que  sabéis,  y  en  todo  es  menester  la 
ayuda  de  Dios.  Yo  os  encargo  se  lo  pidáis  y  que  me  encomen- 
déis mucho  á  su  Divina  Majestad. 

De  Madrid  á  30  de  Setiembre  1648. — Yo  el  Rey. 

POSTDATA  DEL  REY. 

Mi  hija  está  muy  buena ;  sea  Dios  bendito  por  ello. 


CXCIV. 

De  Sor  María. 

Señor:  En  el  alto  concepto  que  hago  de  lo  que  importa  la  10  de  Octubre 
vida  de  V.  M.  para  la  Cristiandad,  y  en  el  íntimo  amor  y  estima-  '^** 
cion  que  á  V.  M.  tengo,  no  puede  haber  *medido  dolor  y  pena 
de  la  falta  de  salud  de  V.  M. ,  ni  pequeño  gozo  de  que  esté  ali- 
viado :  todo  es  excesivo  en  mf ,  y  algunas  veces  me  recelo  si  exce- 
do; pero  en  la  luz  divina,  á  donde  lo  encamino  todo,  descubro 
una  gran  fuerza  que  me  compele  con  más  que  humana  violencia 
á  que  desee  y  pida  al  Altísimo  el  bien  y  conservación  de  esta  ca- 
tólica Monarquía,  la  salvación  de  V.  M.  y  su  vida;  y  como  la 
instancia  del  Señor  para  que  trabaje  por  estas  tres  cosas  es  de 

I  Conde,  al  frente  de  lu  tropas  francesas,  ganó  el  19  de  Agosto  una  importante 
batalla  cerca  de  Lens,  que  querían  sitiar  los  españoles  mandados  por  el  Archi- 
duque. 


—  334  — 

más  de  diez  y  ocho  años,  y  en  varias  ocasiones  y  sucesos  he  ve- 
nido á cobrar  tanta  vehemencia  y  conato,  que  el  no  conseguirlo 
me  es  muerte  y  las  esperanzas  de  alcanzarlo,  gloria.  En  esto  que 
digo  á  V.  M.  (que  no  es  encarecimiento  sino  verdad)  declaro 
cuál  habrá  sido  el  alborozo  que  tuve  el  dia  que  recibí  carta  y  le- 
tra de  V.  M.;  y  más  adecuado  consuelo  me  dio,  decirme  V.  M. 
que  el  Todopoderoso  le  ha  querido  librar,  con  enfermedad,  de 
algunos  tropiezos  en  que  V.  M.  andaba.  |  Ay  Señor  mió  carísimo! 
¡  Cómo  ha  sido  esto  leerme  el  corazón  y  hablarme  á  lo  vivo  de 
él!  I  En  qué  de  cartas  he  significado  á  V.  M.  la  voluntad  del  Al- 
tísimo de  que  dejase  esos  tropiezos,  y  mi  pobre  deseo  de  que  se 
acabasen ! 

No  es  posible  tener  yo  á  V.  M.  presente  delante  del  Señor, 
donde  con  claridad  se  ve  el  bien  y  el  mal,  y  dejar  de  acon- 
gojarme y  ansiarme  por  que  V.  M.  huya  del  mal  y  del  peli- 
gro, y  consiga  el  bien  y  la  sanidad;  ni  puedo  querer  á  V.  M. 
tanto  sin  padecer  grandes  contiendas  y  violencias,  mirando  los 
peligros  de  este  valle  de  lágrimas,  de  que  es  menester  mucho 
para  librarse  V.  M.  El  Todopoderoso  no  me  los  oculta ,  V.  M.  se 
digna  de  continuar  mi  inútil  correspondencia ,  yo  me  hallo  mu- 
jer pobre  y  tan  inferior  para  suplicar  á  V.  M.  huy3,  de  esos  lazos; 
con  que  padezco  vivos  afectos  y  deseo  de  postrarme  á  los  Reales 
pies  de  V.  M.  y  suplicarle  se  acuerde  de  lo  que  dice  el  Espíritu 
Santo,  que  son  breves,  engañosos  y  falaces  los  gustos  del  mun- 
do; con  la  apariencia  llevan  tras  de  sí,  pero  sus  dejos  son  amar- 
gos; apenas  llegan  á  gustarse  cuando  entra  el  dolor,  y  el  mayor 
daño  sería  que  no  viniese  luego  el  de  la  conciencia.  ¿  Para  qué 
queremos  gustos  de  que  es  preciso  pesarnos  y  si  no  perderemos 
la  vida  eterna.^  ¡Oh  Señor  miol  que  vale  mucho  la  amistad  de 
Dios,  la  salvación  y  descanso  eterno,  y  en  su  comparación  todo 
bien  y  deleite  humano  no  pesa  nada.  Digo  esto  á  V.  M.,  previ- 
niendo lo  que  dice  la  Sabiduría:  «Hijo,  si  determinas  á  obrar  el 
bien,  prepárate  para  la  tentación.»  Como  V.  M.  me  significa  que 
está  con  resolución  de  no  volver  á  los  tropiezos ,  temo  que  el  de- 
monio moverá  las  ocasiones ,  solicitará  las  instancias  y  buscará 
medios  por  donde  impida  la  ejecución  de  tan  santa  determina- 


—  335  — 

cion;  V.  M.  se  arme  de  fortaleza  y  corresponda  á  la  inspiración 
del  Altísimo,  que  con  amor  de  Padre  y  Dios  misericordioso  se  la 
ha  enviado  á  V.  M.,  y  cierto  que  le  importa  á  V.  M.  para  su  sal- 
vación, salud  y  vida. 

Señor ,  postrada  á  los  pies  de  V.  M.  le  suplico  me  perdone  lo 
que  le  molesto  en  estas  peticiones;  no  lo  excuso  ahora,  porque 
entre  otras  promesas  que  hice  al  Todopoderoso  porque  diese 
salud  á  V.  M.  fué  que,  con  muchas  veras  de  parte  del  Altísimo, 
le  habia  de  suplicar  á  V.  M.  lo  que  en  esta  carta  significo.  Tam- 
bién ofrecí  que  la  octava  de  la  Purísima  Concepción  en  este 
convento  estaría  el  Santísimo  Sacramento  descubierto,  asistien- 
do siempre  religiosas  por  V.  M.  en  su  divina  presencia ,  y  aun- 
que por  la  cortedad  de  la  tierra  no  se  acostumbra  sino  sólo  el  dia 
de  la  gran  Reina ;  pero  por  obligarla  á  que  me  le  diese  salud  á 
V.  M.  le  prometí  nueve  dias  de  toda  solemnidad  y  otros  ejerci- 
cios; y  no  me  olvidaré  de  suplicar  al  Señor  declare  la  verdad 
de  las  materias  graves  que  V.  M.  me  insinúa  de  los  prisione- 
ros, y  que  en  ellas  se  proceda  justificadamente  y  con  agrado  á 
los  ojos  divinos. 

Del  mal  suceso  de  Flándes  estoy  lastimadísima,  y  mucho  de 
que  esta  pena  no  se  haya  podido  ocultar  á  su  convalecencia  de 
V,  M.;  anime  y  dilate  el  corazón  V.  M.,  que  á  tan  vario  y  grande 
padecer  copioso  fruto  se  le  ha  de  seguir.  No  es  posible  falten  fra- 
casos semejantes  en  una  Monarquía  tan  dilatada,  en  todos 
tiempos  los  ha  habido ;  que  como  las  ofensas  del  Señor  son  con- 
tinuas, lo  ha  de  ser  la  corrección  de  Padre  y  Dios  verdadero. 

Dóile  afectuosísimas  gracias  por  la  salud  de  la  Princesa  nuestra 
Señora  y  mejoría  de  V.  M.:  quedo  cuidadosa  de  la  rebeldía  del 
catorro;  por  amor  de  Dios,  Señor  mió,  que  le  mire  V.  M.  perse- 
verando en  el  buen  régimen,  y  suspendiendo  el  trabajo  todo  lo 
posible  por  que  no  entre  V.  M.  con  ese  achaque  en  el  invierno;  y 
la  flaqueza  de  tantas  sangrías  se  há  menester  reparar.  El  Todo- 
poderoso vivifique  y  fortalezca  á  V.  M.  y  nos  le  dé  la  vida  que 
necesita  esta  Corona. 

En  la  Concepción  Descalza  de  Agreda  á  lo  de  Octubre  1648. 
— B,  L.  M.  D.  V.  M.  su  menor  sierva, — Sor  María  de  Jesús. 


336  — 


cxcv. 


Del    Rey 


uaáxid  Con  vuestra  carta  de  lo  de  éste  me  he  alegrado  mucho  y  os 

14  de  Octubre 

1648.  agradezco  todo  lo  que  me  decís  en  ella,  pues  es  muy  conforme  al 
amor  que  me  tenéis  y  á  lo  que  deseáis  mi  mayor  bien ,  así  espiri- 
tual como  temporal.  Yo,  á  Dios  gracias,  me  hallo  bueno  y  casi 
convalecido,  y  con  el  buen  régimen  que  he  tenido  estoy  casi  li- 
bre del  catarro ;  espero  que  con  continuarle  acabaré  de  echarle 
de  mí  antes  que  entre  el  invierno.  Mis  buenos  propósitos  duran 
y  con  la  ayuda  de  nuestro  Señor  espero  han  de  perseverar ,  y 
cuando  yo  no  los  tuviera,  bastara  lo  que  me  decís  en  esta  carta 
para  mi  enmienda.  No  dudo  que  las  tentaciones  no  faltarán  por- 
que el  demonio  hará  su  oñcio,  y  así  os  pido  me  encomendéis  á 
Dios  para  que  El  me  libre  de  ellas,  pues  sin  su  ayuda  es  cierto 
que  mi  flaqueza  me  hará  tropezar ,  pero  con  ella  espero  resistir. 

En  la  materia  de  los  presos  se  va  caminando  con  toda  aten- 
ción y  con  deseo  de  acertar  la  resolución. 

De  Flándes  no  hay  novedad  y  ya  trabajamos  sobre  las  provi- 
siones del  año  que  viene;  quiera  nuestro  Señor  darnos  antes  una 
paz  con  que  la  Cristiandad  repose  de  tanto  como  ha  padecido  y 
padece. 

De  Madrid  á  14  de  Octubre  1648. — Yo  el  Rey. 


337  — 


CXCVI. 


De  Sor  María. 


Señor  :  Dé  el  Altísimo  á  V.  M.  muchas  bendiciones  de  su  dies-  29  <i«  octubre 
tra ,  asistiéndole  con  su  divina  y  poderosa  providencia  y  paternal  '  ^ 
amor ,  por  las  dos  cosas  que  en  esta  carta  me  dice  V.  M. ,  que  son 
las  mayores  y  de  más  excesivo  gozo  para  mi  alma;  pues  cuando 
llegué  á  leer  que  V.  M.  se  hallaba  bueno  y  que  perseveraba  en 
sus  buenos  propósitos ,  enternecido  y  deshecho  el  corazón  de 
agradecimiento ,  alabé  al  Señor  y  de  nuevo  me  dediqué  á  tra- 
bajar, lo  que  me  resta  de  vida,  por  que  la  de  V.  M.  sea  muy  lar- 
ga y  que  después  consiga  la  salvación ;  y  como  esto  sea  asi,  por 
bien  empleados  daré  mis  trabajos  y  penas. 

Confieso  á  V.  M.,  Señor  mió,  que  me  alienta  en  ellas  el  que  V.  M. 
conozca  el  amor  íntimo  que  tengo  á  V.  M. ,  pues  es  verdad  cer- 
tísima que  todo  lo  terreno  he  puesto  á  los  pies,  lo  he  negado  y 
arrojado  de  mí ,  porque  con  luz  del  Señor  he  advertido  la  verdad 
de  aquella  sentencia  del  Espíritu  Santo,  que  dice  :  «Todo  es  va- 
nidad de  vanidades  y  aflicción  de  espíritu. »  Y  en  esta  renuncia- 
ción solemne  he  quedado  con  el  afecto  y  voluntad  á  V.  M.,  y  la 
atención  á  mirar  por  el  bien  espiritual  y  temporal  de  V.  M.  y 
trabajar  por  esta  Monarquía;  y  en  la  aceptación  divina  hallo  be- 
neplácito en  esta  determinación  y  que  me  da  licencia ;  con  que 
ya  no  tengo  otra  atención  que  á  servir  á  las  dos  Majestades,  di- 
vina y  humana. 

Doy  á  V.  M.  humildes  y  afectuosos  agradecimientos  de  la 
perseverancia  en  los  buenos  deseos:  cierto  es  que  el  común 
enemigo  los  querrá  perturbar,  pues  por  lo  que  conoce  que  yo 
deseo  ayudar  á  V.  M.  en  ellos  y  trabajar  por  la  salvación  de 
V.  M.,  me  amenaza  con  grandes  tribulaciones  y  da  muchas 
penas:  digo  esto,  porque  V.  M.  sepa  su  crueldad,  pero  no  le  he- 


—  33»  - 

mos  de  temer,  que  no  puede  él  más  del  permiso  que  le  da  la  vo- 
luntad divina,  ni  todo  su  furor  nos  apartará  de  la  caridad  y  amor 
de  Dios,  si  nosotros  no  queremos.  He  llegado  á  desear  (siendo 
gusto  del  Altísimo)  padecer  yo  las  penas  y  violencias  que  á  la 
naturaleza  humana  se  le  siguen  negándose  á  sf  misma  y  obrando 
la  virtud ;  y  que  V.  M.  consiguiese  el  fruto  y  gozo  y  los  premios 
que  por  ella  da  el  Señor;  porque  me  compadezco  de  lo  que  le 
costará  á  V.  M.  la  guerra  y  contienda  de  que  habla  Job,  dicien- 
do: «  Que  la  vida  del  hombre  es  pelea  sobre  la  tierra.»  V.  M.  se 
anime  y  dilate  el  ánimo  y  crea  que ,  aunque  para  la  parte  sensi- 
tiva es  dolor  y  pena  estrecharse  y  encogerse,  negar  los  gustos 
del  mundo  y  huir  de  ellos,  para  el  espíritu  es  grande  dilatación; 
pues  de  verdad,  todo  el  orbe  y  cuanto  en  él  se  contiene,  desde  el 
cielo  empíreo  hasta  el  centro  de  la  tierra,  sus  regalos,  riquezas  y 
tesoros,  todo  es  coartado  y  limitado,  estrecho  y  corto :  los  espa- 
cios sin  término,  lo  dilatado  y  anchuroso,  lo  rico  y  de  valor  infi- 
nito es  el  Ser  inmutable  de  Dios ,  su  vista  beatífica  y  descanso 
eterno,  que  alcanzan  los  que  se  dolieron  de  sus  pecados  y  enmen- 
daron de  ellos ;  pues  ¿  cómo  puedo  dejar  de  desear  para  V.  M.  el 
mayor  bien  y  que  ha  de  durar  para  siempre,  cuésteme  lo  que  me 
costare  ? 

Bien  creo  de  la  piedad  de  V.  M.  el  deseo  de  acertar  en  la  ma- 
teria de  los  presos ,  y  el  Señor  concurre  á  él  y  administra  la  luz 
á  la  buena  intención  y  ansia  de  su  agrado ;  pedirésele  con  veras. 

Heme  consolado  mucho  de  las  nuevas  que  me  da  V.  M.  de  que 
se  hacen  yz  prevenciones  para  la  campaña  futura,  que  importa 
el  que  se  anticipen ;  pero  me  ha  enternecido  el  ver  á  V.  M.  tan 
lleno  de  cuidados  y  sin  descanso  en  el  trabajo :  el  Todopoderoso, 
por  su  gran  misericordia,  alivie  á  V.  M.  dando  á  esta  Monarquía 
las  paces  generales  que  V.  M.  desea.  Clamo  á  su  divina  demencia 
pidiéndoselas ,  y  que  apresure  el  plazo  de  la  tribulación ,  que  en 
su  amor  de  padre  parece  largo  y  mucha  la  aflicción  de  la  Cris- 
tiandad, aunque  solos  mis  pecados  merecen  mayores  castigos. 
Perdónemelos  d  Altísimo  y  á  V.  M.  me  guarde  y  prospere. 

En  la  Concepdon  Descalza  de  Agreda  á  29  de  Octubre  1648.— 
B.  L.  M.  D.  V.  M.  su  menor  sierva« — Sor  María  de  Jesús. 


339  — 


CXCVII. 


Del  Rey. 


Por  hallarme  fuera  de  Madrid  no  me  dieron  vuestra  carta  á  san  Lorenzo  a 
tiempo  que  pudiese  responder  con  la  estafeta  pasada ;  ahora  lo  1648. 
hago  con  mucho  gusto  y  os  agradezco  cuanto  me  decís  en  vues- 
tra carta ,  en  que  mostráis  bien  lo  que  me  queréis  y  lo  que  de- 
seáis mis  mayores  bienes ,  asi  espirituales  como  temporales.  Ale- 
gróme mucho  de  entender  sean  con  aceptación  de  nuestro  Señor 
las  oraciones  que  hacéis  por  mf  y  por  esta  Monarquía,  pues  pa- 
rece señal  de  que  se  quiere  doler  de  nosotros  si  nosotros  mismos 
no  lo  estorbamos  con  nuestros  pecados ;  de  mi  parte  procuraré 
resistirme  á  los  acometimientos  del  enemigo  común ,  y  aunque 
soy  flaco ,  espero  me  ha  de  ayudar  su  divina  misericordia  para 
resistirme  y  cumplir  en  todo  con  su  santa  voluntad.  No  hay  duda 
que  esta  carne  humana  en  que  vivimos  siente  dejar  los  gustos 
de  esta  vida;  pero  en  mirando  con  atención  lo  que  vos  me  escri- 
bís, es  fuerza  que  haga  grande  efecto  en  los  que  somos  cristia- 
nos y  nos  obligue  á  arrepentimos  de  nuestros  pecados. 

Sor  María,  vuelvoos  á  encargar  continuéis  vuestras  oraciones 
y  rogativas,  anteponiendo  á  todo  mi  salvación,  que  espero  con- 
seguir mediante  la  misericordia  de  Dios. 

De  las  cosas  de  la  guerra  no  hay  nada  de  nuevo :  procúrase 
acudir  á  todo  lo  mqor  que  la  cortedad  de  los  medios  da  lugar; 
yo  no  omito  trabajo  alguno  para  conseguirlo. 

Heme  venido  á  esta  casa  por  algunos  dias  (aunque  pocos) 
donde,  si  se  puede  decir  que  está  venerado  nuestro  Señor  como 
se  debe ,  es  en  ella;  y  cierto  que  pienso  que  tiene  mi  abuelo  par- 
ticulares grados  de  gloria  por  haber  fundado  este  santuario ,  que 
cada  vez  que  le  veo  me  admiro  más  :  también  hay  muy  buenos 


—  340  — 

campos  y  caza ,  con  que  me  divierto  algo  sin  faltar  á  los  despa- 
chos; pero  volveré  á  Madrid  dentro  de  tres  ó  cuatro  dias.  A  Dios 
gracias ,  me  hallo  bueno. 
De  San  Lorenzo  á  2  de  Noviembre  1648. — Yo  el  Rey. 


CXCVIII. 


De  Sor  María. 


13  «i«No-         Señor  :  Entre  las  demás  cartas  con  que  V.  M.  ha  favorecido  á 

viembrex648.  ••••  •  #^t-  •t.-j-i  i« 

esta  su  mdigna  sierva,  con  ésta  ha  reabido  singular  consuelo  mi 
alma,  á  causa  de  ver  á  V.  M.  en  tan  devota  y  santa  peregrina- 
ción como  visitar  los  sepulcros  de  las  mayores  grandezas  del 
mundo  que ,  vistas  en  ellos ,  enseñan  sin  engaño ,  aseguran  sin 
riesgo  y  guian  sin  peligro  á  la  verdad.  No  me  maravillo  que  los 
deseos  y  afectos  de  V.  M.  estén  hoy  muy  fervorosos;  que  de  los 
desfallecimientos  de  la  carne  renace  más  brioso  el  espíritu.  Yo 
juzgo  que  un  panteón  es  el  crisol  en  que  se  apuran  los  afectos,  y 
así  en  igual  grado  alabo  el  valor  de  quien  lo  edificó  y  la  devoción 
de  quien  lo  visita  y  mira,  pues  todo  es  ayudar  al  desengaño.  He 
oido  ponderar  el  acierto  de  la  Magdalena  cuando  buscó  la  vida 
en  el  sepulcro,  casa  propia  de  la  muerte,  que,  después  que  nues- 
tro. Redentor  la  venció,  no  hay  mejor  modo  de  hallar  la  vida 
del  espíritu  que  en  la  muerte  de  lo  corpóreo  y  sensitivo. 

En  eterna  memoria  creo  yo  que  vive  el  muy  prudente  señor 
abuelo  de  V.  M.  porque,  entre  los  innumerables  cuidados  de  su 
Corona,  halló  su  espíritu  desahogo  y  desembarazo  para  edificarse 
sepulcro;  fabricósele  á  sí  mismo  S.  M.  y  en  él  al  fin  descansó: 
sabio  arquitecto  que  se  previno  con  el  trabajo  prudente  su  des- 
canso, y  dichoso  artífice  que  mereció  tener  en  la  casa  del  olvido 
vida  y  sosiego.  Algunas  noticias  me  habían  dado  de  la  magnifi- 


—  341  — 

cencía  del  Escorial,  y  el  decirme  V.  M.  le  admira  siempre  que  le 
ve  me  hace  ponderarle  por  suntuosidad  grande ,  y  me  motiva  á 
alabar  al  Señor  por  el  culto  que  se  le  da  en  ese  templo;  y  porque 
es  tan  del  gusto  de  V.  M.  y  tan  loable  recreo,  para  coger  fruto  es- 
piritual y  hallar  desahogo  la  naturaleza  en  la  amenidad  del 
campo  y  seguimiento  de  la  caza,  que  todo  es  menester  para  so- 
brellevar la  carga  del  gobierno. 

Consuélome  de  ver  á  V.  M.  tan  ansioso  de  anteponer  la  sal- 
vación á  las  demás  cosas,  y  confiado  en  la  misericordia  divina 
para  resistir  V.  M.  á  sí  mismo  y  obrar  al  gusto  de  Dios  :  crea 
V.  M.,  Señor  mió,  que  es  poderosísima  la  gracia  y  con  ella  idó- 
nea la  criatura  humana  para  obrar  magníficamente;  que  el 
Altísimo  no  la  negará  es  cierto.  Procúrela  V.  M.,  pues  la  dispo- 
sición más  inmediata  para  la  salvación  y  la  gloria  es  la  gracia;  y 
tanto  más  segura  se  levanta  la  esperanza  á  Dios  para  alcanzarla, 
cuanto  padece  por  El  mayores  trabajos;  que  no  se  coge  el  gozo  de 
la  retribución  eterna  si  primero  en  el  mundo  no  se  obra  con 
tribulación.  Por  esto  dijo  David:  «Quien  siembra  con  lágrimas, 
cogerá  con  alegría.»  Y  no  hay  trabajo  que  no  se  haga  leve  cuan- 
do se  mira  la  corona  y  triunfo,  pues  la  esperanza  del  premio  es 
alivio  del  tormento. 

Yo  obedeceré  á  V.  M.  en  lo  que  me  manda  de  que  clame  al 
Tpdopoderoso  por  V.  M.;  no  sé  qué  tenga  que  ofrecer,  que  toda 
estoy  sacrificada  á  trabajar  por  la  salvación  de  V.  M.  y  los 
aumentos  y  paz  de  esta  Corona.  Suplicaré  al  Señor  que  encamine 
las  prevenciones  que  se  hacen  para  la  campaña  futura  al  mayor 
acierto,  victoria  y  alivio  de  V.  M. 

En  la  Concepción  Descalza  de  Agreda  á  13  de  Noviembre  1648. 
— B,  L.  M.  D.  V.  M.  su  menor  sierva. —  Sor  María  de  Jesús. 


34»  — 


CXCIX. 


Del    Rey. 


Madrid  is        Muy  cierto  es  lo  que  me  referís  en  vuestra  carta,  pues  el  mdor 

de  Noviembre 

X648.  dispertador  para  vivir  como  es  justo  es  ver  que  hombres  tan 
grandes,  como  reconoció  el  mundo,  se  hallen  hechos  cenizas  en 
aquellos  sepulcros; y  así,  siempre  que  entro  en  San  Lorenzo  es 
con  fin  de  acordarme  que  también  he  de  venir  á  parar  allí,  cuan- 
do Dios  cortare  el  hilo  de  mi  vida :  sin  duda  esto  es  lo  que  más 
me  puede  aprovechar  para  lo  que  más  me  importa,  y  espero  en 
la  misericordia  infinita  de  nuestro  Señor  que  ha  de  permitir  me 
sepa  aprovechar  de  tan  ciertos  desengaños.  De  mi  parte  haré  lo 
posible  para  ello ,  procurando  conservar  la  gracia  divina,  sin  que 
no  es  posible  que  nada  aproveche;  y  si  por  mí  flaqueza  la  per- 
diere alguna  vez,  pediré  vivamente  á  nuestro  Señor  me  dé  tal 
dolor  de  mis  culpas,  que  él  mismo  me  quite  la  vida.  ¡Dichoso 
fuera  yo  si  consiguiera  tanto  bien  I A  vos,  Sor  María,  os  agradezco 
y  estimo  cuanto  me  decís,  y  no  dudo  que  me  ayudaréis  de  vues- 
tra parte  á  lo  que  os  he  pedido  y  lo  que  más  me  importa,  que  es 
mi  salvación. 

A  Dios  gracias,  volví  bueno  del  Escorial  y  ahora  lo  estoy. 
Vase  trabajando  lo  posible  para  acudir  á  tanto  como  hay  que  ha- 
cer y  hoy  ocurre,  y  cierto  que  hay  pocos  ratos  ociosos. 

De  fuera  no  hay  cosa  de  nuevo  de  consideración;  que  el  in- 
vierno hace  que  todos  se  sosieguen. 

Ya  ha  partido  de  aquí  la  casa  que  va  por  mi  sobrina ,  y  con  el 
favor  de  Dios  espero  la  tendré  conmigo  antes  de  San  Juan ;  pe- 
didle á  su  Divina  Majestad  que  venga  con  mucha  salud  y  que 
dirija  este  nuevo  matrimonio  á  su  mayor  servicio  y  bien  de  estos 
reinos. 

De  Madrid  á  18  de  Noviembre  1648. — Yo  el  Rey. 


—  343  — 


ce. 


De  Sor  María. 


Señor:  { Qué  presto  es  Dios  en  remunerar  los  servicios  que  se       >>  ^ 

,     -  .  .  xr   -ir    1» ,  1  Noviembre 

le  hacen,  pues  en  los  mismos  pasos  que  V.  M.  dió  para  alentar  su  ,648. 
espíritu  y  buscar  un  verdadero  desengaño ,  le  comunicó  todo  £1, 
que  sólo  parece  que  espera  que  le  mostremos  el  afecto  para  ser 
todo  nuestro  I  Mucho  debe  el  espíritu  de  V.  M.  á  Dios,  pues  así 
lo  alienta  y  mueve  á  desear  morir  por  no  ofenderle.  Gran  con- 
3uelo  recibe  mi  alma  en  oir  á  V.  M.  esta  razón,  que  como  único 
Señor  mió  le  deseo  el  sumo  bien ,  y  no  sé  qué  le  haya  superior  á 
desestimar  la  vida,  en  tan  grandes  importancias  de  ella,  por  no 
disgustar  al  Altísimo.  Esto  es  adorar  á  Dios  en  espíritu  y  verdad; 
asegurarle  para  que  no  nos  falte;  y  corazones  así,  conformes  y 
rendidos,  concibo  yo,  á  mi  corto  modo  de  entender,  que  son  li- 
sonja y  agrado  del  divino  gusto,  desagravio  de  su  amor  y  objeto 
de  su  complaciencia ;  que  aunque  Dios  solamente  en  sí  mismo  la 
puede  tener,  corazón  tan  encendido  en  su  amor  que,  si  se  mira  se 
teme  y  si  le  quiere  es  para  su  Señor,  yo  no  le  juzgo  de  tierra  sino 
corazón  espiritualizado ;  que  no  es  nuevo  en  tales  grados  de  cari- 
dad perderse  la  criatura  en  sí  misma  y  hallarse  en  Dios,  y  aún 
desconocerse  humana  y  juzgarse  divina.  Hartas  veces  he  oido  pre- 
dicar esto  de  San  Pablo,  que  tal  vez  mirándose  dijo :  «  que  no  era 
Pablo  sino  Cristo»,  al  gual  grado  y  dicha  le  levantó  un  no 
querer  hacer  su  voluntad  sino  la  del  Señor,  un  desear  de  corazón 
ser  anatema  porque  Cristo  no  fuese  ofendido.  Estos  corazones, 
digo  yo  que  son  entretenimiento  del  Todopoderoso,  y  así  los 
toma  en  las  manos  porque  son  reyes  de  sus  pasiones  y  se  recrea 
con  ellos,  porque,  aunque  el  gusto  de  Dios  es  infinito  y  pide 
proporcionado  objeto,  corazón  que  llega  á  ser  superior  á  sí  mis- 


—  344  — 

mo,  con  la  asistencia  del  Señor,  es  idóneo  instrumento  de  su  agra- 
do, como  él  de  David,  de  quien  dijo  el  Altísimo:  «Hallado  he 
un  hombre  á  la  medida  de  mi  corazón.»  Todo  lo  alcanzó  con  la 
conformidad  que  tuvo  con  el  divino  querer  :  esta  dicha  le  alcance 
á  V.  M.  en  premio  de  su  conformidad.  Por  deméritos  y  descui- 
dos nuestros  solemos  perderla  después  de  haberla  gozado;  ya 
V.  M.  ha  prevenido  el  remedio,  que  es  levantarse  luego  en  ca- 
yendo :  agrada  esto  tanto  á  Dios  que  la  acelerada  contrición 
hace  que  no  pierda  el  flaco,  en  la  divina  aceptación,  el  crédito  de 
justo;  el  amigo  de  Dios  del  pecador  no  se  diferencia  en  no  pecar, 
pues  el  justo  cae  siete  veces  al  dia,  sino  en  que  el  uno  se  levanta 
luego  y  el  otro  se  queda  dormido  en  su  culpa.  El  Altísimo  supo 
lo  que  hizo,  pues  no  nos  justificó;  tal  vez  conviene  al  pecador 
tropezar  si  luego  se  levanta,  que  en  una  caida  puede  Dios  formar 
un  justo. 

El  buen  suceso  de  la  jornada  de  la  Reina  nuestra  Señora  es 
interés  de  todos  [los  reinos  de  V.  M.,  y  creo  no  habrá  vasallo 
que  con  ansias  y  oraciones  no  lo  solicite:  á  mí  me  toca  más  que 
á  todos  juntos  como  más  obligada;  por  esta  intención,  como  in- 
digna sierva  de  V.  M.  y  prelada  de  este  convento,  ofrezco  todas 
las  oraciones,  comuniones  y  ejercicios  que  en  él  se  hicieren,  y  yo 
no  cesaré  de  suplicar  al  Señor  nos  guarde  á  V.  M.  con  felices 
dichas  y  prosperidades. 

En  la  Concepción  Descalza  de  Agreda  á  28  de  Noviembre  1648. 
—  B.  L.  M.  D.  V.  M.  su  menor  sierva. — Sor  María  de  Jesús. 


CCI. 


Del   Rey, 


Madrid  8         No  OS  escribí  la  estafeta  pasada ,  porque  el  dia  que  partió  estu- 

de  Diciembre  ,  *     ,i  • 

1648-        ve  en  el  campo,  y  cuando  vine  á  casa  hallé  tanto  que  hacer  que 
no  tuve  lugar ;  harto  lo  sentí ,  por  lo  que  me  huelgo  en  escribiros 


—  345  — 

y  de  recibir  vuestras  cartas,  que  todas  las  estimo  mucho,  aunque 
siento  no  poder  ejecutar  luego  las  buenas  doctrinas  que  me  dais 
en  ellas ,  pues  mi  fragilidad  me  impide  tanto  bien :  con  todo  eso, 
procuro  animarme  para  pedir  á  Dios  su  ayuda,  porque  sin  ella 
no  es  posible  conseguir  lo  que  quisiera  alcanzar ,  y  espero  en  su 
misericordia  ha  de  permitir  que  yo  aprecie  lo  que  es  su  gracia, 
pues  con  esto  procuraré  no  perderla;  y  si  por  ser  flaco  cayere  al- 
guna vez,  haré  lo  posible  para  levantarme  con  brevedad,  reco- 
nociendo, por  lo  que  me  decís  en  esta  parte ,  lo  que  estima  Dios 
un  pecador  arrepentido.  Permita  su  Divina  Majestad  que  yo  lo 
sea  y  vos ,  Sor  María,  me  ayudad  con  vuestras  oraciones  á  con- 
seguirlo. 

Estimo  mucho  las  que  me  ofrecéis  para  la  jornada  de  mi  so- 
brina, por  lo  que  interesa  á  mí  y  estos  reinos,  en  que  sea  con  las 
felicidades  que  nuestro  Señor  puede  darle  y  de  que  necesita  esta 
Monarquía. 

En  las  materias  generales  no  hay  nada  de  nuevo :  el  Empera- 
dor y  el  Imperio  han  hecho  paz  con  Francia  ' ,  harto  trabajosa  y 
al  parecer  poco  durable,  dejándome  á  mí  fuera  y  con  todos  los 
enemigos  á  cuestas ;  pero  estoy  cierto  que  le  han  obligado  á  ha- 
cer esto  todos  los  principes  del  Imperio  y  sus  ministros ,  pues 
por  su  voluntad  no  lo  hiciera  nunca  el  Emperador.  A  mí,  como 
no  me  falte  Dios,  no  me  da  cuidado  lo  demás,  pues  si  El  me 
ayuda,  todos  los  enemigos  son  pocos  y  no  he  menester  otro 
amigo. 

La  causa  de  los  presos  se  concluyó  ya ,  habiendo  hecho  yo  en 
ella  todo  lo  que  me  ha  tocado ,  sin  que  me  quede  el  menor  es- 
crúpulo del  mundo,  pues  les  di  tiempo  competente  para  sus  de- 
fensas y  les  dejé  elegir  abogados  de  su  satisfacción,  para  que  por 
escrito  y  de  palabra  las  hiciesen  ;  les  di  cinco  jueces ,  los  de  ma- 
yor satisfacción  que  hay  en  mis  Consejos ;  les  exhorté  á  que  no 
atendiesen  á  más  sino  administrar  justicia  recta,  sin  que  ningu- 
na pasión  les  moviese  á  otra  cosa ,  é  hice,  el  dia  que  se  votó  la 
causa,  que  en  todos  los  conventos  se  encomendase  á  Dios  su  acier- 

X  Se  refiere  á  la  paz  de  Westphalia ,  que  se  publicó  el  34  de  Octubre. 

23 


—  346  — 

to;  con  que  de  mi  parte  no  hallé  más  que  hacer.  Los  reos  fueron 
el  Duque  de  Híjar,  D.  Pedro  de  Silva,  Marqués  de  la  Sagra, 
D.  Carlos  de  Padilla,  Domingo  Cabral :  estos  tres  últimos  estu- 
vieron convictos  y  confesos,  por  sus  propias  declaraciones,  en  que 
habian  conspirado  (ó  querían  conspirar)  contra  mi  Corona,  y 
cierto  tan  ridiculamente,  que  más  parecían  locos  que  traidores. 
Condéneseles  á  muerte  como  manda  la  ley;  á  Cabral  se  la  dio 
Dios  muy  trabajosa,  pues  el  mismo  dia  que  se  sustanció  la  causa 
murió  en  la  cárcel  de  un  accidente  que  no  le  dio  lugar  de  confe- 
sar, habiéndolo  menester  mucho,  según  su  modo  de  vivir :  á  don 
Pedro  y  á  D.  Carlos  se  les  dio  muy  diferente,  pues  murieron  en 
el  cadalso  con  gran  valor  y  cristiandad,  y  con  tales  señales  de 
su  arrepentimiento  y  de  dolor  de  sus  pecados  que  se  puede  te- 
ner por  cierto  que  se  salvaron,  y  no  ponen  duda  en  ello  los  reli- 
giosos que  les  asistieron ;  esta  sentencia  se  ejecutó  á  5  de  éste. 
Contra  el  de  Híjar  hubo  grandísimos  indicios,  y  así  se  le  dio  tor- 
mento en  el  cual  negó,  con  que  no  se  le  dio  la  misma  pena,  pero 
se  le  condenó  á  cárcel  perpetua  en  un  castillo  donde  acabará  su 
vida.  He  querido  haceros  esta  relación ,  para  que  tengáis  noticia 
de  lo  que  ha  pasado  en  un  caso  que  tanto  ruido  ha  hecho  en  to- 
das partes. 
De  Madrid  á  8  de  Diciembre  1648. — Yo  el  Rey. 


Nota  del  manuscrito  del  Convento  de  Agreda,  escrita  por  la 
Venerable  Madre. 

En  las  materias  que  el  Rey  nuestro  Señor  habla  en  la  carta 
antecedente  de  los  delincuentes,  me  sucedió  que  el  Duque  de 
Híjar  me  escribió  insinuándome  algo  de  lo  que  se  intentaba  con- 
tra la  Corona  Real  y  preguntándome  qué  haria.  Respondíle  la- 
mentándome de  lo  mal  servido  que  era  el  Rey  y  que  hablase  á 
S.  M.;  y  porque  el  Duque  habia  tenido  correspondencia  íntima 
con  unos  religiosos  que  amenazaban  muchas  calamidades  para 
este  reino  (que  son  de  quienes  el  Rey  nuestro  Señor  me  habló  en 
la  primera  carta  y  cuando  pasó  por  aquí  tratamos  de  ellos) ,  y 
sabiendo  yo  todo  esto ,  creí  que  lo  que  me  decia  el  Duque  era 


—  347  — 

por  sus  profecías.  Pregúnteselo  en  la  carta,  la  cual  presentó  en 
su  pleito  por  descargo ,  y  como  hablaba  de  la  materia  y  se  pu- 
blicó tanto,  tomó  el  demonio  ocasión  de  esto  y  me  amenazó  que 
me  habia  de  perseguir  y  dar  en  qué  entender.  Levantáronse  mu- 
chas olas  y  tempestades  que  me  combatieron  harto;  extendióse  y 
publicóse  que  yo  era  comprendida  en  la  materia;  y  como  los  Pre- 
lados de  la  religión  no  sabian  lo  que  era,  ni  mi  ignorancia  y  sin- 
ceridad en  tan  fea  causa  y  la  buena  voluntad  con  que  habia  pro- 
cedido, sino  sola  voz  común  de  que  yo  entraba  en  el  pleito;  se 
afligieron  y  me  contristaron  con  varias  reprensiones  y  cartas,  y 
el  mundo  habló  mucho:  unos  decian  que  me  llevaban  presa, 
otros  que  me  castigaban ;  pero  mi  conciencia  me  aseguraba  que 
no  tenia  el  menor  escrúpulo  en  esto,  aunque  los  muchos  pecados 
que  contra  el  Rey  del  cielo  he  cometido  me  afligían  más  y  veia 
que  por  ellos  merecía  mayores  castigos.  Llegó  todo  á  oidos  del 
Rey  nuestro  Sefior  (lo  que  se  hablaba ) ;  pero  en  más  de  cuatro 
ó  cinco  meses,  aunque  continuaba  el  escribirme,  ni  S.  M.  me 
dijo  palabra  tocante  á  mí,  aunque  me  hablaba  de  los  presos,  ni 
yo  le  di  satisfacción,  porque  es  fea  cosa  la  disculpa  en  personas 
religiosas,  y  cuando  se  da  sin  pedirla  es  indicación  de  que  hay 
culpa;  pero  después  de  haber  recibido  la  última  carta  en  que  re- 
fiere S.  M.  el  caso,  me  aconsejaron  personas  graves  y  me  lo  man- 
daron los  Prelados  que  satisfaciese  áS.  M.,  que  era  preciso,  con 
que  le  escribí  la  carta  siguiente  en  respuesta  de  la  suya. 


CCII. 


De  Sor  María. 


Sefior :  Todas  las  cartas  de  V.  M .  son  bien  recibidas  de  mi  es-     is  de  dí- 
timacion  y  afecto;  pero  esta  última  viene  con  circunstancias  de  **^°     '  ^  * 
grande  consuelo  mió,  y  duplicados  los  motivos  de  alabar  al  Al- 


-  34»  - 

tísimo,  pues  veo  á  V.  M.  en  los  trabajos  con  aliento ,  en  el  des- 
amparo del  Imperio  confiado,  en  la  multiplicación  de  los  enemi- 
gos animoso  para  resistirlos ,  en  la  administración  de  la  justicia 
tan  prudente  y  cristiano  :  lo  que  V.  M .  padece  me  lastima  y  di- 
vide el  corazón,  y  lo  que  granjea  y  merece  rae  vivifica,  porque 
siempre  son  en  mí  excesivos  los  efectos  de  dolor  por  las  penas  de 
V.  M.  y  de  gozo  por  sus  bienes. 

Señor ,  no  se  considere  V.  M.  solo,  aunque  el  Imperio  se  haya 
pacificado  con  Francia,  dejando  á  V.  M. ,  pues  no  es  posible,  en 
la  piadosa  misericordia  del  Todopoderoso,  permitir  que  le  falten 
á  V.  M.  los  medios  y  socorros  humanos  para  dejarle  solo  en  em- 
presa tan  grande,  como  la  que  corre  por  su  cuidado  de  V.  M.,  de 
defender  y  conservar  los  reinos  católicos ,  pues  son  de  Dios  é  in- 
teresa en  el  aumento  de  la  fe  y  conservación  de  los  fieles  el 
precio  de  su  sangre  con  que  los  redimió.  ¡  Qué  aliento ,  dilata- 
ción y  desahogo  puede  dar  á  V.  M.  considerarse  en  empresa  tan 
justa  I  Y  cuanto  más  destituido  V.  M.  de  favores  humanos  y 
correspondencias  buenas  de  criaturas,  más  altos,  fervorosos  y 
llenos  de  fe  y  confianza  pueden  ser  los  clamores  de  V.  M.,  para 
suplicar  al  Altísimo  le  asista  y  tome  por  su  cuenta  el  gobier- 
no de  esta  Monarquía.  V.  M.  la  defiende  de  los  enemigos  extra- 
ños con  sus  armas,  y  de  los  domésticos  con  la  justicia;  no  es 
posible  que  Dios  falte  á  tal  celo  y,  si  nos  asiste,  ¿quién  pre- 
valecerá contra  nosotros  ?  En  las  Escrituras  Sagradas  se  halla, 
que  con  soplos  de  trompas,  como  si  fuera  artillería,  sabe  Dios 
derribar  muros  fuertes;  con  poca  y  flaca  gente  suele  rendir  ejér- 
citos muy  numerosos ,  y  con  el  brazo  de  Judith  poner  en  afren- 
ta y  en  huida  muchos  escuadrones:  no  reciben  las  armas  el  valor 
del  acero  ni  de  la  multitud,  sino  de  la  virtud  de  Dios.  V.  M.  con- 
curra de  su  parte  disponiendo  los  medios  humanos  y  obligando 
al  Altísimo,  teniendo  el  peso  en  la  mano  para  regular  y  medir 
las  costumbres  de  los  vasallos  con  las  obligaciones  de  cristianos; 
que  porque  el  rey  Baltasar  le  dejó  y  no  administró  justicia ,  le 
destruyó  el  reino.  En  todos  tiempos  ha  sido  necesario  el  uso  pú- 
blico de  esta  excelente  virtud ,  pues  la  justicia  de  los  reyes  es  la 
paz  de  los  pueblos,  defensa  de  la  patria,  amparo  del  común,  pa- 


—  349  — 

trocinio  de  las  gentes ,  gozo  de  los  hombres,  asombro  de  los  ma- 
los, fecundidad  de  las  buenas  costumbres,  solaz  de  los  pobres  y 
esperanza  de  la  paz ;  pues  David  dice  que  la  justicia  y  la  paz  se 
unieron. 

Habiendo  V.  M.  encomendado  á  Dios  materias  tan  graves  como 
las  de  los  delincuentes,  y  escogido  para  juzgarlos  ministros  tan 
cabales  y  atentos,  que  han  oido  sus  descargos  sin  apresurarles  los 
tiempos,  queda  V.  M.  justificado  cabalfsimamente.  Alabo  á  la 
Providencia  divina  por  haber  descubierto  tales  tramoyas ,  que 
aun  imaginadas  ofenden ,  y  siendo  sólo  fantasías  han  merecido  el 
castigo  que  hará  cuerdos  á  otros.  A  los  reos  que  murieron  haya 
perdonado  Dios ;  mucho  puede  con  Su  Majestad  la  confesión  del 
delito  y  la  sujeción  á  la  pena.  El  Duque  de  Hijar  causa  admira- 
ción, mirando  su  proceder  con  las  obligaciones  de  la  calidad  en 
que  Dios  le  puso.  El  mes  de  Mayo  de  este  año  me  escribió  una 
carta  que  la  extrañé  por  haber  mucho  tiempo  que  yo  habia  deja- 
do su  correspondencia:  decíame  en  ella  que  temia  algunos  traba- 
jos futuros  en  esta  Monarquía.  No  me  pude  hacer  del  todo  capaz 
por  su  relación,  que  no  venía  clara,  antes  bien  juzgué  que  era  el 
alboroto  de  Granada,  que  concurrió  al  mismo  tiempo  ',  ó  que  ha- 
blaba de  las  materias  antiguas  de  aquellos  religiosos  que  V.  M. 
sabe.  Respondí  al  Duque,  más  en  obsequio  del  servicio  de  V.  M. 
que  pesando  con  prudencia  lo  que  podia  resultar ,  y  pregúntele 
que  si  era  lo  que  me  decia  por  lo  que  me  habia  declarado  Monte- 
ron,  y  escribí  al  Duque  que  hablase  á  V.  M. ;  no  sé  si  lo  hizo, 
porque  no  me  respondió  más  ^ 

De  esta  carta  dicen  se  ha  valido  para  su  defensa:  no  me  pare- 
ció escribir  á  V.  M.  en  aquella  ocasión  dándole  cuenta,  porque 


1  El  19  de  Marzo  hubo  un  levantamiento  en  Granada  á  la  voz  de  viva  el  Rey 
y  muera  el  mal  Gobierno.  Reuniéronse  unos  seis  mil  amotinados  en  el  campo 
del  Principe,  causaron  cinco  muertos  y  apedrearon  la  casa  del  Corregidor,  quien 
se  habia  fugado  con  hábito  de  fraile  Gerónimo.  KI  Arzobispo  y  cabildo  apla- 
caron un  tanto  los  ánimos  con  grandes  reparticiones  de  pan.  £1  pueblo  pidió  á 
S.  M.  enviara  como  Corregidor  á  D.  Alvaro  Queipo  Valdés ,  que  ejercia  el  pro- 
pio cargo  en  Madrid  con  fama  de  prudente,  y  por  evitar  mayores  males  accedió 
el  Rey,  logrando  la  nueva  autoridad  sosegar  el  tumulto. 

2  Apéndice  núm.  5. 


—  3SO  — 

no  di  bastante  asenso  á  las  materias  y  creyendo  lo  haria  el  Du- 
que, pues  me  preguntó  si  hablaria;  ni  tampoco  dije  nada  en  la 
materia  á  V.  M.  luego  que  sucedió  la  prisión  de  los  delincuentes 
por  dejar  correr  su  causa  y  saber  los  fundamentos  de  ella.  Ahora 
que  se  ha  sentenciado  y  V.  M.  se  ha  dignado  de  escribirme  su 
ejecución,  me  ha  parecido  dar  á  V.  M.  esta  noticia  y  cobrar  yo 
aliento  en  la  excesiva  pena  que  he  tenido,  pues  confieso  á  V.  M., 
en  mi  natural  encogido  ha  sido  buena  la  mortificación :  abraza- 
réla  por  el  escarmiento  que  he  sacado  para  retirarme,  pues  no  le 
podia  tener  mayor  y  de  más  amargura  que  entender  me  han 
nombrado  en  papeles  de  tal  calidad ,  y  no  hallo  otro  consuelo 
que  el  de  la  fidelidad  que  siento  en  mi  corazón  al  servicio  de 
V.  M.,  y  creer  que  la  conoce  y  ve  V.  M. 

La  octava  que  ofrecí  á  V.  M.  de  la  Purisima  Concepción  se 
ha  celebrado  con  mucha  solemnidad,  y  estado  el  Santísimo  Sa- 
cramento descubierto  por  la  salud  de  V.  M.,  buen  suceso  en  la 
jornada  de  la  Reina  nuestra  Señora  y  disposición  de  las  cam- 
pañas futuras ;  dénoslas  el  Todopoderoso  prósperas  y  guarde 
áV.M. 

En  la  Concepción  de  Agreda  á  i8  de  Diciembre  1648. — B.  L. 
M.  D.  V.  M.  su  menor  sierva. — Sor  María  de  Jesús. 


CCIIL 


Del    Rey. 


Madrid  El  tiempo  debió  ser  causa  de  que  la  estafeta  pasada  no  llega- 
''bre  164^°  se  hasta  el  dia  siguiente  al  que  suele ,  con  que  no  pude  entonces 
responder  á  vuestra  carta ;  y  aunque  me  daba  cuidado  su  dila- 
ción ,  me  le  quitó  el  verla  y  me  alegré  mucho  con  ella ,  pues 
aseguro  recibo  gran  consuelo  con  lo  que  me  decís  y  me  ayuda 
á  llevar  con  aliento  los  trabajos  en  que  nos  hallamos,  viendo 


—  551  — 

cuan  cierto  es  lo  que  me  representáis,  que  Dios  es  sumamente 
poderoso;  con  que  si  El  quiere,  con  facilidad  podrá  volver  el 
mundo  de  arriba  á  abajo ;  pero  para  obligarle  á  que  nos  ayude, 
pues  defendemos  la  razón  y  la  justicia,  es  sumamente  necesario 
poner  en  ejecución  lo  que  me  aconsejáis ,  para  lo  cual  procuraré 
cooperar  de  mi  parte  con  todo  lo  que  estuviere  en  mi  mano ,  si 
la  divina  me  ayuda  y  suple  con  su  poder  lo  que  á  mí  me  falta : 
vos,  Sor  María,  me  ayudad  con  vuestras  oraciones  á  conseguir 
esto ,  que  es  lo  principal  para  todo. 

Confíésoos  que  me  veo  bien  congojado  porque  conozco  el  esta- 
do de  esta  Monarquía  y  me  veo  solo  con  toda  la  guerra  á  cues- 
tas, aunque  no  omito  ningún  medio  que  conduzca  á  la  paz ;  y 
como  ahora  es  el  tiempo  más  á  propósito  para  disponer  las  cosas 
para  la  futura  campaña,  me  da  sumo  cuidado  ver  la  falta  de 
medios  con  que  me  hallo,  siendo  preciso  que  esto  lo  atrase  todo; 
pero  aquí  entra  bien  el  decir  que,  como  Dios  no  me  falte,  no  me 
&lta  nada :  todo  lo  posible  hago  para  disponer  lo  que  toca  los 
medios  humanos.  Quiera  nuestro  Señor  que  aproveche  y  se  sirva 
de  concurrir  con  los  divinos. 

No  dudo  yo  que  os  habrá  causado  pena  lo  que  me  decís  tocan- 
te al  Duque  de  Híjar  y  que  en  esta  causa  se  haya  oido  vuestro 
nombre,  porque,  como  os  conozco,  sé  cuan  ajena  estáis  de  estas 
cosas,  y  particularmente  de  materias  que  toquen  en  revelación 
como  tan  sujeta  á  engaños ,  mientras  la  Iglesia  no  nos  las  da  por 
ciertas.  En  mí  nunca  hizo  esto  mudanza,  porque  tengo  entera 
satisfacción  de  vuestra  persona  ;  y  como  os  he  comunicado  más 
que  los  otros,  sé  mejor  que  ellos  quien  sois  y  lo  que  Dios  os  fa- 
vorece. 

Ya  he  tenido  aviso  que  se  celebró  mi  desposorio  á  8  del  pasado 
y  que  á  13  partió  mi  sobrina,  pero  hasta  Abril  no  se  podrá  em- 
barcar por  no  aventurar  tal  prenda  en  el  invierno  y  en  el  mar. 
Espero  en  Dios  estará  por  Mayo  en  mi  compañía;  vos  le  pedid 
que  la  dé  buen  viaje  y  que  se  sirva  de  bendecir  este  nuevo  matri- 
monio ,  para  que  de  él  se  vean  los  efectos  que  le  pedimos  y  de- 
seamos. Dios  08  guarde. 

De  Madrid  á  29  de  Dicienbre  1648. — Yo  el  Rey. 


—  352  — 


CCIV. 


De  Sor  María. 


8  de  Enero  Señor  :  A  la  vista  y  consideración  de  sus  cuidados  de  V.  M., 
'  ^'"  ¡qué  varios  efectos  siente  mi  corazón  1  Hámele  dividido  un  vivo 
dolor  leyendo  en  la  carta  de  V.  M.  que  se  halla  V.  M.  solo  y  afli- 
gido. ¡  Con  qué  ternura  y  compasión  tan  lastimosa  me  lamento 
de  valer  tan  poco  para  ayudar  á  V.  M. !  Véome  mujer  ignorante 
y  pobre,  con  débiles  fuerzas  para  lo  que  desean  mis  ansias  en 
servicio  de  V.  M. ;  conviértome  al  Señor,  postrándome  ante  su 
divino  acatamiento,  donde  clamo  y  lloro,  suplicándole  ampare 
y  vivifique  á  V.  M.;  cobro  aliento  en  mi  desmedida  pena,  conside- 
rando que  la  condición  de  este  soberano  Key  es  benigna,  miseri- 
cordiosa y  suave;  al  afligido  consuela,  al  pobre  enriquece,  al  solo 
busca,  al  caido  levanta  y  al  atribulado  asiste.  El  mayor  servicio 
que  le  podemos  hacer  los  profesores  de  su  fe ,  es  creer  estas  ver- 
dades y  fiar  de  su  liberalísima  piedad  que  nos  ha  de  favorecer 
cuando  más  lo  hemos  menester  ;  por  esto  dijo  David :  «Esperé 
contra  la  esperanza. » 

Es  grandioso  modo  de  reverenciar  á  Dios  y  honrar  su  divina 
Providencia,  esperar  cuando  no  se  ven  medios  humanos  ni  apa- 
rentes donde  la  esperanza  estribe  y,  cuando  nuestra  maldad  des- 
merece el  bien  que  pedimos,  creer  que  le  recibiremos  por  sola 
su  bondad.  ¡Qué  de  veces  se  repite  en  la  Sagrada  Escritura  que 
dice  Dios  al  alma :  «Porque  fió  en  mi  nombre  le  libraré»;  y  en 
el  Evangelio  :  «que  la  fe  hizo  á  muchos  salvos!»  Estas  dos  vir- 
tudes de  la  fe  y  esperanza,  acompañadas  con  obras,  son  podero- 
sísimas en  el  tribunal  de  Dios  y  pueden  servir  de  alas  para  que 
V.  M.  se  levante  de  su  pena  y  ahogo  á  la  confianza. 
Felicidad  grande  es,  y  obra  de  la  diestra  del  Altísimo,  estar 


—  353  — 

la  criatura  humana  trabajada  y  animosa,  atribulada  y  confor- 
me, y  en  que  se  conocen  los  discípulos  de  Cristo  nuestro  Re- 
dentor ,  pues  dijo  Su  Majestad :  «  El  que  quisiere  venir  en  pos  de 
mí,  niegúese  á  sí  mismo,  tome  su  cruz  y  sígame.»  No  hay  mejor 
modo  de  negarnos  que  conformamos  con  la  voluntad  divina 
cuando  dispone  lo  que  es  contrario  á  nuestro  gusto,  lo  que  nos 
amarga  y  lastima ,  y  huir  de  todas  las  ocasiones  de  ofenderle, 
que  es  donde  hay  peligro  de  hacer  nuestra  voluntad  y  de  ir  con- 
tra la  de  Dios ;  esto  es  tomar  la  cruz  y  ser  discípulos  del  Altísi- 
mo, por  medio  de  los  trabajos,  y  consiguiéndolo  puede  V.  M.  es- 
tar confiado,  porque  el  Todopoderoso  á  los  suyos  ampara  y  pa- 
trocina, los  saca  gloriosos  y  triunfantes  de  sus  tribulaciones. 

Señor  mió  carísimo,  previniendo  estaba  mi  cuidado  lo  que 
V.  M.  me  dice  de  las  campañas  de  este  año,  y  cuánto  dolor  cau- 
sará á  V.  M.  ver  que  el  tiempo  se  pasa  y  que  el  de  la  guerra  se 
llega,  siendo  los  medios  tan  cortos.  Después  de  obligar  al  Señor 
y  fiar  firmemente  en  su  misericordia  de  piadosísimo  padre ,  su- 
plico á  V.  M.  con  todo  el  encarecimiento  posible ,  que  ponga 
V.  M.  Greneral  en  el  ejército  de  Cataluña,  fiel,  experimentado  y 
cuidadoso,  y  que  las  plazas  de  Lérida  y  Fraga  se  provean  luego 
ai  punto,  que  sé  de  cierto  les  falta  provisión :  los  enemigos  tienen 
espías,  con  que  lo  sabrán  y  se  adelantarán  y  nos  veremos  afli- 
gidos ;  y  si  las  plazas  tienen  los  víveres  necesarios  y  Gobernado- 
res fieles,  no  las  podrá  el  enemigo  coger  tan  fácilmente ,  porque 
son  fuertes  y  estando  guarnecidas  de  gente  se  defenderán.  El 
deseo  de  excusar  á  V.  M.  de  penalidades  me  hace  hablar  ahora  y 
cometer  este  desorden ;  perdónemele  V.  M.  con  los  demás  que  mi 
ignorancia  obrará. 

Doy  á  V.  M.  gozosísimas  enhorabuenas  de  haberse  efectuado 
su  desposorio  de  V.  M.  con  la  Keina  nuestra  Señora;  buen  día  ha 
sido  para  mí  el  que  me  ha  traido  tan  gran  nueva.  Suplicaré  al 
Todopoderoso  con  veras  y  afecto  que  conceda  muchas  bendi- 
ciones de  su  diestra  á  este  matrimonio  y  que  dé  feliz  jornada 
á  la  Reina  nuestra  Señora  :  de  la  intercesión  de  la  Madre  de  Dios 
me  valdré  para  este  fin ,  y  de  la  de  San  Rafael ,  que  fué  ángel 
fidelísimo  con  Tobías;  dándole  este  estado,  le  libró  de  muchos 


—  354  — 

peligros  y  le  trajo  con  su  mujer  Sahara,  de  una  larga  jornada, 
con  buen  suceso:  es  dulcísima  historia. 

La  suerte  de  los  Santos  de  este  afio  envío  para  que  los  vea 
V.  M.  y  yo  quedo  con  cuidado  de  rezarles  por  V.  M.  y  la  Princesa 
nuestra  Señora. 

En  cuanto  al  Duque  de  Híjar,  sólo  digo  á  V.  M.  que  he  experi- 
mentado en  lo  que  me  ha  pasado  en  ésta  y  otras  muchas  ocasio- 
nes, que  el  Señor  me  pone  la  triaca  que  el  veneno  del  mundo 
há  menester  porque  no  le  vuelva  los  ojos,  y  mi  natural  débil 
necesita  de  tales  avisos ,  y  el  amor  divino  usa  de  estos  recelos.  La 
materia  de  las  revelaciones  temblé  toda  mi  vida,  y  el  temor  que 
de  su  peligro  he  aprendido  me  ha  puesto  candado  á  mis  labios; 
pues  aseguro  á  V.  M.  que,  si  no  es  al  confesor  que  murió,  que 
tuve  veinticuatro  años,  y  á  V.  M. ,  no  ha  estado  el  secreto  de  mi 
corazón  patente,  ni  el  sacramento  del  Rey  celestial  me  le  ha  en- 
tendido alma.  Si  yo  tuviera  que  decir,  ¿  á  quién  sino  á  V.  M.  lo 
declarara,  que  siempre  le  he  hablado  con  toda  la  verdad  de  mi 
interior  ?  El  descuido  que  tuve  en  preguntar  las  materias  me 
hará  cuidadosa,  y  d  ser  revelaciones  de  otros  me  hizo  menos 
cautelosa. 

Beso  los  pies  de  V.  M.,  con  humildes  agradecimientos,  por  el 
aliento  y  consuelo  que  me  ha  dado  V.  M.  manifestándome  no 
me  ha  excluido  de  su  gracia;  esto  tendrá  V.  M.  de  la  condición 
de  Dios ,  que  no  se  ofende  de  descuidos  é  inadvertencias  huma- 
nas, cuando  la  voluntad  es  buena,  verdadera  y  s*ncera:  ésta  no 
me  puede  faltar  para  con  V.  M.,  pues  en  mí  no  hay  otra  atención 
que  las  dos  Majestades,  divina  y  humana. 

En  la  Concepción  Descalza  de  Agreda  á  8  de  Enero  1649.^ 
B.  L.  M.  D.  V.  M .  su  menor  sierva. — Sor  Maria  de  Jesús. 


—  3SS  — 


ccv. 


Del  Rey. 


La  estafeta  pasada  se  fué  sin  carta  mia,  por  hallarme  en  el  Par-       Madrid 

30  de  Enero 

do  cuando  partió  ;  harto  lo  sentí  por  lo  que  me  alegro  de  tener  ,649. 
ocasiones  de  escribiros :  ahora  lo  hago  con  mucho  gusto  y  os 
agradezco  cuanto  me  decís  en  vuestra  carta,  que  aunque  todas 
me  alivian  y  alientan  mucho,  ésta  parece  que  lo  hace  más;  pues 
viene  llena  de  aliento  y  consuelo  para  mí  en  medio  de  los  cuida- 
dos en  que  me  hallo,  que  os  aseguro  son  grandes,  y  el  mayor  de 
ellos  es  temer  que  no  acierto  á  agradar  á  nuestro  Señor,  que  si 
yo  le  sirviera  como  es  debido  y  no  le  ofendiera ,  no  me  diera  cui- 
dado alguno  nada  de  lo  que  ahora  estamos  pasando ;  pero  fío  de 
la  misericordia  de  Dios ,  que  la  ha  de  usar  con  nosotros  pagando 
bien  por  mal  (según  su  costumbre)  y  que  me  ha  de  dar  su  ayuda 
para  no  ofenderle  y  para  cumplir  en  todo  con  su  santa  voluntad ; 
lo  cual  procuraré  ejecutar  y  poner  para  hacerlo  todos  los  medios 
que  pudiere  y  que  cabieren  en  mi  flaqueza,  y  fío  que  vuestras 
oraciones  me  han  de  ayudar  mucho  para  ello. 

Con  razón  os  puede  dar  cuidado  la  futura  campaña ;  yo  le  ten- 
go harto  grande  y  se  atiende  cuanto  se  puede  para  acudir  á  lo 
que  tanto  importa,  aunque  la  posibilidad  es  corta.  En  las  plazas 
que  decís  van  entrando  ya  víveres  y  se  continuará  hasta  dejarlas 
en  buen  estado,  aunque  la  falta  de  dinero  lo  dificulta  y  atrasa 
todo.  A  D.  Juan  de  Garay  tengo  resuelto  enviar  por  General; 
que  es  el  soldado  de  más  opinión  que  hoy  tenemos  ',  y  se  van 
haciendo  linos  á  toda  priesa,  y  espero  de  Flándes  é  Italia  socorro 

I  Según  Novoa,  nombraron  primero  Maese  de  Campo  General  al  Marqués 
de  Mortara,  pero  no  gustando  á  los  aragoneses,  sacaron  de  su  rincón  á  D.  Juan 
Garay,  á  quien  regateaban  el  darle  un  titulo,  como  él  habia  pedido,  porque  habia 
sido  paje  del  Duque  de  Feria. 


—  3S6  — 

de  mil  infantes  con  que,  si  quiere  Dios  que  lleguen  á  tíempo,  es- 
pero que  nos  podremos  defender :  encomendadlo  á  su  Divina  Ma- 
jestad, porque  sin  su  ayuda  no  hay  nada. 

Mucho  os  estimo  lo  que  me  decís  sobre  la  venida  de  mi  sobri- 
na y  espero  que,  con  tan  buen  abogado  como  le  dais,  será  muy 
feliz.  Con  los  Santos  me  he  holgado  mucho,  y  os  agradezco  el 
cuidado  que  me  decís  tendréis  de  encomendarme  á  ellos. 

En  lo  que  toca  á  la  materia  del  Duque  de  Híjar,  podéis  perder 
todo  cuidado,  pues  con  decir  que  os  conozco  lo  digo  todo ;  y  ase- 
guróos, que  lo  que  vos  me  habéis  fiado  á  mí  ni  ha  salido  ni  sal- 
drá jamas  de  mi  corazón ,  que  sé  ser  buen  amigo  de  mis  amigas. 

De  Madrid  á  20  de  Enero  1649.  —  Yo  el  Rey. 


CCVI. 


De  Sor  María. 


39  de  Enero  Señor  :  El  alivio  y  consuelo  que  V.  M.  dice  tiene  con  mis  car- 
'^49-  tas  estriba  más  en  la  piedad  de  V.  M.  que  en  la  fuerza  de  mis  ig- 
norantes razones,  que  son  de  mujer  y  sin  consejo,  pues  el  secre- 
to que  debo  á  su  Real  persona  de  V.  M.  no  me  permite  pedirle; 
consideración  que  me  hace  acobardar  harto,  siempre  que  escribo, 
y  me  compele  á  postrarme  ante  el  Ser  divino  y  suplicarle  enca- 
mine, dirija  y  gobierne  mi  pluma  á  su  agrado  y  servicio,  al  ma- 
yor bien ,  aliento  y  consuelo  de  V.  M. ;  empresa  tan  desigual  á 
mis  fuerzas  y  ajena  de  mi  encogimiento  que,  si  no  me  persua- 
diera corre  por  cuenta  del  Altísimo  y  que  todos  los  yerros  que 
cometo  en  lo  que  de  mi  parte  concurro  llegan  á  la  prudencia  y 
piedad  de  V.  M.,  desfalleciera.  Siempre  que  leo  en  las  cartas  de 
V.  M.  el  temor  de  ofender  al  Señor,  que  V.  M.  tiene,  y  las  ansias 
de  servirle,  me  alborozo  y  lleno  de  gozo,  porque  hallan  mis  de- 
seos el  centro  de  sus  anhelos  que,  después  de  mi  salvación,  son 
los  mayores  y  no  me  atreveré  á  juzgar  si  corren  iguales;  pero 


—  357  — 

aseguro  á  V.  M.  que  trabajo  tanto  por  la  salvación  de  V.  M. 
como  por  la  mía. 

Señor  mió,  grande  felicidad  y  dicha  seria  para  V.  M.  que  esta 
Corona  alcanzase  restauración  de  todos  los  reinos  que  ha  perdido 
y  victoria  de  sus  enemigos,  pues  mayor  sin  comparación  será 
que  V.  M.  sea  rey  santo  y  perfectísimo;  porque  lo  primero  se  fun- 
da en  más  posesiones  de  provincias  y  bienes  terrenos,  felicidades 
perecederas  que  la  fortuna  las  da  y  las  quita,  y  Salomón  las  lla- 
mó vanidad  de  vanidades  y  aflicción  de  espíritu;  pero  á  un  rey 
cristiano  y  justificado  en  su  proceder  le  está  vinculada  la  provi- 
dencia del  Altísimo,  su  protección  y  amparó;  tiene  el  corazón 
Real  en  su  mano,  de  manera  que  ninguna  potencia  humana 
sea  poderosa  á  contrastarle  ni  á  ofenderle.  A  David,  que  cor- 
regia  el  Señor  como  amigo  suyo  (porque  aunque  alguna  vez 
caía  se  levantaba  luego)  le  daba  tribulaciones  y  guerras  crueles 
de  los  enemigos  extraños  y  domésticos,  luego  le  concedia  felices 
victorias.  A  Job,  que  le  contristó  como  á  justo  y  le  afligió  como 
á  perfecto,  quitándole  los  hijos  y  los  bienes  de  fortuna,  después 
se  los  volvió  doblados.  En  estos  santos  reyes  hallo  expresado  lo 
que  de  V.  M.  deseo,  y  es  que  sea  afligido  V.  M.  como  justo  y  be- 
neficiado de  su  liberal  mano  como  amigo ;  que  los  trabajos  sirvan 
para  la  justificación,  y  el  que  duren  tanto  dé  aviso  para  que  se 
conserve  V.  M.  en  la  gracia.  El  Real  Profeta  decia  al  Señor  que 
le  confirmase  en  un  espíritu  principal.  ¡  Y  qué  de  veces  he  hecho 
yo  esta  petición  al  Todopoderoso  por  V.  M. !  Que  conceda  á 
V.  M.  un  espíritu  principal,  magnánimo,  robusto,  fuerte,  cons- 
tante que,  en  alcanzando  la  amistad  de  Dios  por  los  sacramentos, 
se  confirme  V.  M.  en  ella,  de  manera  que  nunca  la  pierda  ni  des- 
cienda V.  M.  de  tan  grande  altura  á  las  pequeneces  de  la  culpa. 
Esta  es  la  habitación  encumbrada  que  yo  deseo  tenga  V.  M.,  para 
que  las  tribulaciones  no  le  hallen  tan  fácilmente  y  para  que  sean 
más  tolerables  y  suaves. 

Señor  mió  carísimo,  la  futura  campaña  ha  llegado  ya  á  mi  cui- 
dado y  comienzan  desde  luego  mis  clamores,  lágrimas  y  suspiros 
para  pedir  al  Altísimo  que  disponga  las  materias  y  apresure  las 
disposiciones ,  que  gobierne  á  los  que  las  han  de  hacer  y  encamine 


-  35»  - 

al  General  del  ejército  al  mayor  acierto :  consuélame  que  sea  tan 
buen  soldado  como  V.  M.  me  dice.  El  socorro  de  los  mil  in&ntes 
será  bueno  y  más  si  apresurasen  el  paso ;  de  grande  importancia 
fuera  que  nos  adelantásemos  al  enemigo,  que  él  no  se  descuidará. 
Grande  dolor  es  para  mí  que  le  falte  dinero  á  V.  M.;  el  Todopo- 
deroso lo  remedie  tomando  por  su  cuenta  nuestra  defensa. 

Bien  creíble  es  para  mi  estimación  que  V.  M.  sabe  ser  fiel  ami- 
go de  sus  amigas,  pues  no  mereciendo  yo  este  título  (ni  aun  el 
de  sierva  ni  esclava)  lo  es  V.  M.  conmigo,  favoreciéndome  y  hu- 
manándose V.  M.  á  consolarme  y  darme  aliento  en  mi  pena, 
porque  humilde  beso  los  pies  de  V.  M.  y  suplico  al  Altísimo 
prospere  y  me  guarde  felicísimos  años  á  V.  M. 

En  la  Concepción  de  Agreda  á  29  de  Enero  1649. — Su  menor 
sierva. — Sor  María  de  Jesús. 


CCVII. 


Del  Rey. 


Madrid  Bien  podéis  estar  con  seguridad  que  son  bien  admitidas  de  mí 
3  de  Febrero  ^^gg^j^g  cartas,  pucs  os  aseguro  me  alegro  mucho  con  ellas  y 
que  me  son  de  sumo  aliento  y  alivio  en  las  ocupaciones  en  que 
me  hallo,  y  juntamente  me  a3mdan  mucho  á  llevar  con  consuelo 
la  carga  que  está  sobre  mis  hombros,  que  es  bien  pesada,  parti- 
cularmente estando  esta  Monarquía  en  el  estado  que  se  sabe.  Si 
yo,  Sor  María,  supiera  agradar  á  nuestro  Señor  como  David  y 
Job  y  cumplir  como  ellos  su  santa  voluntad ,  me  prometiera  que 
también  usara  conmigo  de  los  favores  que  les  hizo,  al  paso  que 
los  afligió;  pero  viéndome  en  todo  tan  diferente,  no  es  mucho 
que  tema  no  acertar  á  servirle  como  ellos,  aunque  deseo  hacerlo 
lo  mejor  que  mi  flaqueza  me  permite.  Dichoso  fuera  yo  (aunque 
nunca  cobrara  lo  perdido  de  esta  Monarquía)  si  llegara  á  conse- 
guir la  gracia  divina,  pues  con  ella  nada  falta  y  sin  ella  todo  so* 


—  359  — 

bra  y  se  puede  despreciar;  y  así  os  agradezco  lo  que  me 
alentáis  á  que  la  consiga  y  lo  que  vos  me  ayudáis  á  ello  con  vues- 
tras, oraciones;  encargóos  las  continuéis,  que  espero  en  la  miseri- 
cordia divina  os  ha  de  oir  y  á  mí  abrirme  los  ojos  para  que  acierte 
á  merecer  lo  que  tanto  me  importa. 

Dias  há  que  no  tengo  avisos  de  fuera,  aunque  corre  voz  que 
en  Francia  habia  algunas  inquietudes  domésticas  que  habian 
obligado  al  Rey  y  á  mi  hermana  á  salir  con  prisa  de  París ;  si 
esto  fuera  cierto  y  se  continuase,  podia  ser  medio  para  facilitar 
la  paz  que  tanto  deseo  y  habernos  menester.  Por  acá  se  hace  lo 
posible  para  prevenirnos,  y  ya  han  entrado  en  Lérida  y  Tarrago- 
na víveres  para  seis  meses  y  se  le  van  previniendo  é  introducien- 
do más:  de  gente  estamos  faltos,  pero  hácense  todas  las  diligen- 
cias posibles  para  levantarla  y  ponemos  en  orden.  Dios ,  por  quien 
es,  nos  asista  y  ayude  y  defienda  de  todo. 

De  Madrid  á  3  de  Febrero  1649.—  Yo  el  Rey. 


CCVIII. 


De  Sor  María. 


Señor:  La  voluntad  en  su  operación  es  impaciente  y  oficiosa  i  a  de  Febrero 
por  solicitar  el  bien  y  consuelo  para  quien  ama;  muy  párvulo  es  ^ 
el  que  yo  puedo  dar  á  V.  M.  en  sus  grandes  cuidados,  mayor  se 
le  deseo  á  V.  M.:  no  se  halla  en  este  mundo  visible,  que  es  valle 
de  lágrimas,  ni  en  la  Monarquía  que,  como  dice  V.  M.,  es  carga 
pesada  y  más  grave  por  el  estado  que  tiene.  Salomón  poseía  su 
Corona  pacíficamente  y  él  mismo  cuenta  las  prosperidades  de  ella: 
fueron  tan  grandes  que  no  llegaron  á  igualarlas  las  de  muchos 
reyes  juntos,  y  después  de  haberlas  ponderado  dice  que  todo  es 
vanidad  de  vanidades  y  aflicción  de  espíritu :  mirábalas  con  cien- 
cia y  así  las  calificó  tan  ajustadamente.  Ningún  reino  de  este 


—  36o  — 

mundo ,  ni  en  paz  ni  en  guerra,  no  puede  dar  consuelo.  Crió  Dios 
á  la  criatura  humana  de  tan  grande  capacidad  y  noble  condición, 
que  no  la  puede  satisfacer  adecuadamente  lo  criado ,  aunque  todo 
lo  poseyera;  para  mayores  felicidades  la  dio  ser  el  Aítisimo,  y  la 
más  dichosa  es  conocer  sus  atributos  y  perfecciones  por  la  fe  y 
participar  de  ellas  según  la  disposición  del  alma.  No  se  consegui- 
rá todo  esto  por  los  sentidos  sólo  ni  lo  percibirá  la  parte  sensitiva 
y  corpórea ;  es  obra  del  entendimiento  y  necesita  la  criatura  de 
levantarse  á  si  sobre  sí  y  despejar  el  interior  de  lo  momentáneo, 
para  que  el  discurso  desentrañe  las  verdades  católicas  y  el  enten- 
dimiento las  penetre  y  mire  el  objeto  más  noble,  que  es  Dios,  y 
pondere  las  gravísimas  causas  y  motivos  que  hay  para  servir  al 
Señor,  amarle,  temerle  y  poseerle  por  la  gracia.  Este  es  el  verda- 
dero y  adecuado  consuelo ;  en  tan  útil  y  dulce  ocupación  le  ha- 
llará V.  M.;  á  su  luz  podrá  armarse  y  fortalecerse  V.  M.  para  las 
ocasiones ;  con  ella  gobernará  V.  M.  sabiamente.  Todo  esto  digo 
por  si  gustare  V.  M.  de  tener  este  santo  tiempo  de  la  Cuaresma 
algún  rato  de  oradon  mental,  que  es  provechosísima  y  eficaz : 
los  Santos  la  llaman  sustento  del  alma,  maná  escondido,  camino 
seguro  para  el  cielo,  antídoto  contra  el  veneno  del  pecado ,  llave 
de  los  archivos  y  tesoros  de  la  divinidad ;  en  ella  se  halla  á  Dios, 
se  trata  con  su  Majestad,  es  la  que  levanta  á  los  pecadores,  con- 
serva á  los  justos ,  todo  lo  puede  y  alcanza  con  la  gracia  divina 
que  en  ella  se  comunica.  No  desalienten  á  V.  M.  en  esta  empresa 
las  dificultades  de  ella,  que  todas  las  vence  la  perseverancia,  la 
fe  y  esperanza. 

Señor  mió  carísimo ,  si  fuese  cierto  que  en  Francia  hay  guer- 
ras domésticas ,  eficaz  medio  sería  para  desvanecer  los  designios 
del  enemigo.  Nunca  creí  de  mí  que  me  habia  de  alegrar  tanto  de 
las  discordias  entre  criaturas  humanas ,  hasta  que  he  sabido  las 
que  V.  M.  me  ha  insinuado:  la  verdad  es  que  les  deseo  las  tribu- 
laciones y  trabajos  que  han  menester  hasta  humillarse  y  admitir 
las  paces;  y  menos  daño  sería  para  ellos  (aunque  padeciesen  mu- 
cho) que  usurpar  lo  ajeno  y  perseguirnos  tan  impíamente.  Yo 
tengo  tan  gran  concepto  de  la  sagacidad  de  los  franceses,  que 
temo  si  han  acriminado  y  ponderado  este  caso  porque  acá  nos 


—  3^1  — 

descuidemos :  quiera  Dios  que  se  confirme  y  que  les  dé  por  allá 
bien  en  qué  ocuparse. 

En  esta  comunidad  somos  fieles  solicitadoras  con  el  Seftor  de 
los  alivios  de  V.  M. ;  yo  clamo  por  ellos  y  por  las  paces  de  esta 
Corona ,  larga  vida  y  prósperas  felicidades  de  V.  M. 

En  la  Concepción  de  Agreda  12  Febrero  1649. — B.  L.  M.  D. 
V.  M.  su  menor  y  más  fiel  sierva. — Sor  Marfa  de  Jesús. 


CCIX. 


Del    Rey. 


Las  nieves  y  malos  tiempos  de  los  dias  pasados  fueron  causa  M««irid 
que  la  última  estafeta  se  detuviese  más  de  lo  que  acostumbra,  '^  \^^ 
con  que  no  llegó  á  tiempo  que  pudiese  responder  con  la  que  vino 
vuestra  carta;  pero  holguéme  mucho  con  ella,  como  me  sucede 
con  todas  las  que  me  escribís,  aunque  algunas  veces  llego  á  te- 
mer si  dándome  vos  tan  buenos  y  santos  consejos  en  ellas,  me 
ha  de  ser  mayor  cargo  para  la  cuenta  final  el  aprovecharme  tan 
poco  de  ellos :  con  todo  eso,  espero  en  la  misericordia  divina  que, 
aunque  mi  corazón  sea  de  piedra ,  le  ha  de  ablandar  lo  que  me 
decís  y  que  por  vuestro  medio  ó  intercesión  he  de  conseguir  sa- 
ber agradar  á  nuestro  Señor  y  vivir  en  su  gracia.  Buen  medio 
para  conseguirlo  es  el  de  la  oración  mental  que  me  proponéis, 
particularmente  para  este  santo  tiempo  en  que  debemos  hacer 
algo  más  que  en  los  otros ,  pues  la  misma  Iglesia  nos  lo  aconseja; 
sólo  quisiera  que  mi  suficiencia  no  me  estorbara,  pero  de  mi  par- 
te haré  lo  posible  para  conseguirlo  y  desde  ahí  me  ayudaréis 
vos ,  conque  se  facilitará  más  lo  que  tanto  conviene. 

Según  los  avisos  que  de  todas  partes  vienen  de  los  alborotos  de 
Francia ,  parece  que  se  continuaban  y  aun  se  iban  encendiendo, 

pues  el  pueblo  de  París,  con  el  Parlamento  y  con  otros  caballe- 

«4 


—  302  - 

ros  de  mucha  calidad  y  partes,  habia  tomado  las  armas  contra  el 
Rey,  y  él  juntaba  ejército  contra  ellos ;  malo  es  que  en  reinos  ca- 
tólicos suceda  esto,  pero  si  por  ello  consiguiéramos  la  quietud  de 
la  Cristiandad ,  fuera  haber  salido  la  triaca  del  veneno.  Si  esto  se 
continúa,  es  el  único  fin  para  que  nos  veamos  en  mejor  estado  y 
para  llegar  á  la  paz  tan  deseada:  acá  no  hacemos  caso  de  ello 
para  las  prevenciones,  antes  se  avivan  más  en  todas  partes;  pero 
la  cortedad  de  los  medios  lo  dificulta  todo,  si  bien  se  hace  y  hará 
lo  posible  para  lograr  esta  ocasión. 

De  Flándes  há  dias  no  hay  cartas;  debe  estorbarlo  estos  albo- 
rotos de  Francia ,  pues  han  de  pasar  por  allí  los  correos ;  pero 
juzgo  que  allá  no  se  descuidarán,  pues  es  donde  mejor  pueden 
lograr  la  ocasión. 

De  Italia  tuve  estos  dias  cartas ;  aquellas  cosas  están  en  buen 
estado,  y  me  avisan  que  mi  sobrina  se  hallaba  ya  en  Trento,  que 
es  al  último  de  Alemania  y  confín  de  Italia,  de  que  me  he  hol- 
gado por  haber  pasado  ya  lo  más  riguroso  del  camino.  Pedid  á 
Dios  felicidad  en  lo  restante  de  su  viaje  y  que  nos  ayude  en 
todo ,  pues  la  justicia  parece  está  de  nuestra  parte. 

De  Madrid  á  23  de  Febrero  1649. — Yo  el  Rey. 


ccx. 


De  Sor  María. 


6  de  Maixo  Sefior :  No  hay  mayor  alborozo  y  consuelo  para  mí  en  este 
**^'*  valle  de  lágrimas,  que  el  que  recibo  con  las  cartas  de  V.  M.  y 
nuevas  de  su  salud ;  pero  el  humanarse  V.  M.  á  &vorecerme  con 
ellas  no  se  ha  de  medir  con  mi  gusto,  sino  con  el  de  V.  M.  y  su 
comodidad,  á  que  sólo  he  de  atender  y  ajustarme.  El  amor  que  á 
V.  M.  tengo  es  de  tan  buenas  condiciones ,  que  ni  conozco  bien 
espiritual  ni  gozo  que  deje  de  desear  que  V.  M.  le  participe  y 


—  363  — 

posea,  y  este  motivo  me  compele  á  representársele  y  cansarle 
oportuna  ó  importunamente ;  pero  cuando  el  afecto  es  tan  bueno, 
aunque  de  sierva  y  esdara,  merece  perdón,  pues  mi  anhelo  es 
que  no  le  comprenda  á  V.  M.  una  queja  severa  que  da  el  Altísi- 
mo por  Jeremías,  diciendo :  «Pasmaos,  cielos,  y  atended  y  vues- 
tras puertas  desquicíense  vehementes ,  porque  mi  pueblo  ha  he- 
cho dos  males ;  me  dejó  á  mí ,  que  soy  fuente  de  aguas  vivas, 
aborreciéndome ,  y  buscó  las  cisternas  disipadas  que  no  pueden 
contener  las  aguas.»  Señor  mió,  ¡qué  justa  indignación  es  la  del 
Altísimo,  pues  constando  la  criatura  racional  departe  superior  é 
inferior,  de  alma  y  cuerpo,  quiere  vivir  más  según  la  carne  que 
según  el  espíritu,  estar  y  atender  más  al  uso  de  los  sentidos  que 
á  las  operaciones  de  las  potencias,  á  la  contemplación  de  las 
criaturas  terrenas,  que  atender  á  Dios,  siendo  verdad  que  todo 
lo  criado  es  amargura,  dolor  y  llanto,  sus  principios,  medios  y 
fines  acedos;  cisternas  disipadas  que  no  pueden  tener  ni  adminis- 
trar las  aguas  para  consolar ,  y  siendo  el  Todopoderoso  fuente  de 
aguas  vivas ,  manantial  de  todos  los  bienes ,  causa  y  origen  de 
toda  santidad,  le  dejamos  I 

Y  si  la  divina  Providencia  anduvo  tan  liberal  en  criar  todo  el 
universo  y  la  hermosura  y  variedad  de  cosas  que  contiene  para 
sustento  y  servicio  del  cuerpo,  que  es  lo  más  imperfecto  y  sujeto 
á  corrupción  y  á  muerte,  ¿qué  tendrá  el  muy  alto  y  poderoso  Se- 
ñor para  el  bien  del  alma  y  uso  de  las  potencias  para  justificarla 
y  comunicarse  con  ella?  No  puede  caer  debajo  de  pensamiento 
criado,  ni  lengua  humana  lo  puede  ponderar ;  y  el  ser  incorpóreo 
é  invisible  no  es  razón  para  olvidarlo,  pues  la  fe  nos  le  hace  ver- 
dadero, la  esperanza  cierto  y  la  caridad  nos  le  franquea.  ¡  Ay,  Se- 
ñor mió,  y  cuántas  lágrimas  vierten  mis  ojos  porque  estos  bienes 
no  los  quieren  conocer  los  mortales,  que  tienen  violentada  (á 
nuestro  modo  de  entender)  la  bondad  y  misericordia  del  Altísimo 
porque  no  los  quieren  recibir  I  Pues  ¿cómo  puedo  yo  dejar  de  po- 
ner á  V.  M.  en  primer  lugar  de  mis  ansias  y  peticiones,  suplicando 
al  Señor  que  dé  á  V.  M.  abundancia  de  estos  bienes,  y  le  conforte 
y  sacie  con  el  corriente  impetuoso  de  sus  misericordias  ?  Y  porque 
V.  M.  las  consiga  estoy  dedicada  á  trabajar  hasta  morir. 


—  3^4  — 

Señor,  los  desórdenes  de  Francia  y  los  desacatos  que  contra  el 
Todopoderoso  y  su  fe  han  cometido,  número  y  tiempo  determi- 
nado han  de  tener ,  y  también  los  castigos  que  por  nuestros  peca- 
dos nos  ha  enviado  el  Altísimo ;  y  si  le  obligáramos  con  la  en- 
mienda, sin  duda  abreviará  el  plazo :  esto  es  lo  que  con  ansias  de 
mi  corazón  le  suplico,  y  que  pues  es  propio  de  S.  M.  sacar  bienes 
de  nuestros  males ,  que  encamine  las  discordias  de  París  á  unas 
paces  generales  y  que  la  Cristiandad  le  pueda  servir  con  paz  y 
reposo.  Mucho  clamo  al  Señor  estos  dias  en  pedirle  tan  gran  fa- 
vor, y  por  ser  tiempo  santo  será  en  el  que  menos  lo  desmerecerán 
los  cristianos,  pues  por  medio  de  los  Sacramentos  es  cuando  más 
procuran  la  amistad  de  Dios. 

Mucho  se  ha  empeñado  el  Parlamento  de  Francia  y  el  pueblo 
de  París  y  los  demás  caballeros  en  tomar  las  armas  contra  su 
Rey:  lo  que  me  duele  mucho  es  la  causa  de  Dios  y  el  intervenir 
prendas  tan  propias  de  V.  M.  en  las  discordias,  que  sin  duda  pa- 
decerán SS.  MM.  mucho.  Quiera  el  Señor  que  estas  tormentas  y 
olas  impetuosas  los  arroje  á  la  serenidad  de  la  paz  con  su  Corona 
de  V.  M.  y  que  la  tengan  en  la  suya. 

Prudentemente  procederían  en  Flándes  si  lograsen  la  ocasión 
de  las  guerras  civiles  de  Francia  y  acá  será  bien  hacer  lo  mismo, 
pues  divertidos  allá  y  repartidas  las  fuerzas,  se  podia  hacer  guerra 
ofensiva. 

He  alabado  al  Altísimo  de  todo  mi  corazón  por  las  buenas 
nuevas  que  V.  M.  me  da  de  que  ha  llegado  la  Reina  nuestra  Se- 
ñora á  Trento,  y  á  V.  M.  doy  afectuosas  enhorabuenas,  y  conti- 
nuaremos la  oración  para  lo  que  resta  que  sea  feliz,  y  este  matri- 
monio lleno  de  bendiciones  del  Altísimo  y  medio  para  conse- 
guir el  bien  que  deseo  á  su  alma  de  V.  M. ;  concédanoslo  el  To- 
dopoderoso y  me  guarde  á  V.  M. 

£n  la  Concepción  Descalza  de  Agreda  6  de  Marzo  1649. — 
B.  L.  M.  D.  V.  M.  su  menor  sierva.— Sor  María  de  Jesús. 


-  36S  — 


CCXI. 


Del  Rey. 


¡  Qué  cierto  es,  Sor  María,  que  no  me  cansan  vuestras  cartas  ni  Madrid 
nada  de  lo  que  me  decís  en  ellas  I  Antes  os  aseguro,  con  toda  ver-  ***  ^e^!^ 
dad,  que  me  alientan  mucho  y  que  las  leo  con  vivos  deseos  de 
poner  por  obra  lo  que  me  aconsejáis  en  ellas,  pues  nada  me  po- 
dría estar  mejor  que  atender  á  hacerlo;  pero  temo  que  me  lo 
impide  mi  propia  fragilidad,  que  es  grande,  y  que,  aunque  lo 
procuro,  me  estorba  á  lo  que  tanto  me  conviene  :  con  todo  eso 
os  pido  que  continuéis,  pues  espero  en  la  misericordia  divina  me 
ha  de  dar  su  gracia  para  que  yo  ejecute  vuestros  consejos,  y  las 
oraciones  que  hacéis  para  este  fin  confío  me  han  de  ayudar  mu- 
cho y  encaminarme  á  recibir  las  aguas  tan  importantes  que  me 
proponéis  en  vuestra  carta.  Yo  procuraré  disponerme  para  ello  y 
más  en  tiempo  tan  á  propósito  como  éste  de  la  Cuaresma,*  per- 
mita nuestro  Señor  que  yo  lo  consiga. 

Ya  tuve  cartas  de  Flándes  confirmando  los  avisos  que  había 
recibido  de  los  alborotos  de  París  y,  según  lo  que  me  dicen,  pa- 
rece se  continúan  y  que  el  fuego  se  iba  encendiendo;  gran  puer- 
ta ha  abierto  Dios  con  esto  para  la  quietud  de  la  Cristiandad  y 
reposo  de  esta  Monarquía ;  quiera  permitir  su  Divina  Majestad  se 
consiga  lo  que  tanto  importa.  En  Flándes  lograrán  sin  duda  la 
ocasión ,  pues  se  hallan  para  hacerlo  con  más  medios  que  por  acá, 
donde  yo  quisiera  no  perderla,  pues  difícilmente  se  puede  hallar 
otra  igual ;  pero  al  paso  que  reconozco  esto  y  que  procuro  enca- 
minar á  ello  las  resoluciones ,  me  aflige  la  falta  de  medios  con 
que  nos  hallamos  aquí,  habiéndose  acudido  en  esta  sazón  á  los 
gastos  de  esta  guerra,  el  asistir  á  Milán  y  á  Ñapóles,  de  donde 
solíamos  tener  socorros  antes  de  los  alborotos,  y  á  la  jornada  de 


-  366  - 

mi  sobrina)  que  en  ésta  se  ha  gastado  mucho  y  es  inexcusable, 
aunque  nos  vendiéramos  todos  ' ;  con  todo  eso,  se  ha  hecho  y 
hace  lo  posible,  confiando  en  Dios  que  nos  asistirá,  pues  la  razón 
y  la  justicia  (á  lo  que  nos  otros  podemos  entender)  parece  está  de 
nuestra  parte. 
De  Madrid  lo  de  Marzo  1649.—  Yo  el  Rey. 


CCXII. 


De  Sor  María. 


19 de  Mano  Scfior :  ¡De  qué  levantados  quilates  es  su  piedad  de  V.  M.,  y 
qué  gran  premio  merece  del  Todopoderoso  porque  se  humana  la 
grandeza  de  V.  M.  á  oir  y  leer  cartas  de  la  más  pobre  é  ignoran- 
te, y  quiere  V.  M.  alentar  de  todas  maneras  mi  pequenez  por- 
que no  desfallezca  en  lo  que  es  tan  sobre  mis  fuerzas,  porque  dé- 
biles las  juzga  mi  deseo ,  pues  se  adelanta  á  cuanto  puedo  decir 
para  alivio  de  V.  M.I  Siempre  ando  ansiosa  de  que  le  tenga 
V.  M.,  porque  nunca  pierdo  de  vista  los  cuidados  y  trabajos  de 
esta  Corona,  y  mi  compasión  los  pondera  de  manera  que  cual- 
quiera de  los  que  combaten  el  Real  corazón  de  V.  M.  me  parece 
bastaba  para  rendir  el  ánimo  más  esforzado  :  mucho  lo  es  el  de 
V.  M.,  pues  está  fuerte  y  magnánimo  á  tan  repetidos  golpes.  Se- 
ñor mió,  no  sólo  hace  célebres  y  magníficos  á  los  príncipes  la 
posesión  de  populosos  reinos  y  preciosos  tesoros,  sino  también 
la  constancia  y  estabilidad  en  grandes  empresas  y  muchas  tribu- 
laciones; y  á  los  que  las  padecen  con  paciencia  y  por  la  justicia 
llama  el  Evangelio  bienaventurados. 
Confieso  á  V.  M.  que  me  ha  traspasado  el  alma  de  dolor  ver  por 

I  Ese  año  de  1649,  ademas  de  los  juros  y  tributos  usuales,  iba  llamando  á 
los  particulares  el  presidente  del  Consejo,  Riafio,  y  obligindoles  á  que  le  £uili- 
táran  dinero,  juntándose  con  esas  dádivas  forzosas  unos  600.000  ducados.  (^His- 
toria de  Filipe  IV^  por  Mateo  de  Novoa.) 


—  3^7  — 

la  carta  de  V.  M.  cuidados  tan  excesivos  y  las  varias  partes  que 
hay  á  donde  acudir,  faltando  tanto  los  medios  humanos;  nunca 
más  confiados  podemos  pedir  los  divinos,  pues  el  Altísimo  no 
deja  perecer  la  verdad,  razón  y  justicia,  y  (como  dice  V.  M.)  la 
tenemos  de  nuestra  parte.  Es  propio  del  poder  divino  y  de  su 
diestra  poderosa  acudir  á  la  mayor  tribulación,  remediar  la  más 
precisa  necesidad  y  vivificar  lo  más  débil ,  levantar  lo  caido  y  des- 
ahuciado: ahora  es,  Señor  mió  de  mi  alma,  cuando  hemos  de 
usar  de  la  fe  y  esperanza  y  postrarnos  ante  el  Tribunal  divino. 
¡Qué  confiado  llegó  David  cuando  decia  en  el  salmo  20:  «Señor, 
en  tu  virtud  se  deleitará  el  Rey  y  sobre  tu  salud  se  alegrará  ve- 
hemente. Retribuyele  según  el  deseo  de  su  corazón ,  y  la  voluntad 
ó  peticiones  de  sus  labios  no  las  frustres;  porque  el  Rey  espera 
en  el  Señor  y  en  la  misericordia  del  Altísimo  no  será  conmovi- 
do.» Fiando  de  ella,  no  se  ha  de  turbar  su  ánimo  de  V.  M.,  sino 
vestirse  de  fortaleza  con  el  mismo  David  y  decir  lo  que  repite  en 
otro  salmo :  «El  Señor  es  fuerte  y  poderoso :  el  Señor  es  poderoso 
en  la  guerra.»  La  esperanza  le  hacía  repetir  el  poder  de  Dios  y 
conocerlo  con  júbilo  de  su  alma. 

Ya  oigo  que  me  responde  V.  M.  que  este  profeta  era  santo  y 
que  se  lamenta  V.  M.  de  su  propia  firagilidad ;  todos  la  tenemos, 
y  el  Altísimo  sabe  del  figmento  que  nos  formó  y  se  compadece 
de  nuestra  flaqueza,  y  con  infinita  sabiduría  nos  da  los  auxilios 
suficientes  y  necesarios ;  es  menester  concurrir  á  ellos  de  nuestra 
parte,  porque  El  que  nos  crió  é  hizo  á  nosotros  sin  nosotros,  y 
nos  sacó  de  la  nada  al  ser,  no  nos  salvará  sin  nosotros  querer. 
Hase  de  aplicar  la  atención  á  los  primeros  auxilios  que  nos  da 
el  Señor,  que  se  llaman  excitantes  ó  previnientes,  porque  exci- 
tan y  mueven  la  voluntad  á  ejecutar  la  virtud  y  poner  por 
obra  los  impulsos  que  nos  da  Dios  interiormente  ó  exterior,  por 
medio  de  algunas  causas  externas,  como  sermones,  lección  de 
libros  ó  trabajos.  Si  se  corresponde  á  este  auxilio,  será  cooperar  y 
obrar  con  el  segundo ,  que  da  la  Providencia  divina  para  que  se 
aplique  el  ánimo  á  lo  bueno;  y  sil  se  logran,  será  hacerlos  efica- 
ces y  conseguir  la  justificación,  el  ser  amigos  é  hijos  de  Dios:  esta 
dicha  deseo  á  V.  M.,  con  lo  cual  serán  tolerables  los  trabajos. 


-  368  - 

En  mis  pobres  oraciones  suplico  al  Todopoderoso  que  encamine 
á  los  de  Flándes  para  que  logren  la  buena  ocasión  de  Francia; 
gran  ventaja  es  hallarse  con  más  medios  que  por  acá  de  qué  va- 
lerse, y  mucha  dureza  sería  de  los  franceses  no  rendirse  á  pedir 
paces,  cuando  Dios  les  envia  el  castigo  de  discordias  domésticas; 
que  el  Señor  tome  por  su  cuenta  esta  causa  y  nuestra  defensa. 
Muchos  ofrecimientos  y  clamores  hago  por  lo  que  tanto  importa, 
y  todo  lo  que  me  parece  ha  de  obligar  á  S.  M.  le  represento,  y 
con  veras  le  suplico  nos  traiga  á  la  Reina  nuestra  Señora  con 
feliz  suceso :  gran  parte  de  mi  atención  me  lleva  este  cuidado  y  la 
salud  y  larga  vida  de  V.  M. 

En  la  Concepción  Descalza  de  Agreda  á  19  de  Marzo  1649. — 
B.  L.  M.  D.  V.  M.  su  menor  sierva. — Sor  María  de  Jesús. 


CCXIII. 


Del  Rey. 


Madrid  Cuaudo  me  son  tan  provechosas  y  gustosas  vuestras  cartas,  y 

,5^9,  tan  importantes  para  mi  mayor  bien,  así  espiritual  como  tempo- 
ral ,  lo  que  me  decís  en  ellas,  no  os  debe  maravillar  que  sean  tan 
bien  recibidas  de  mí  y  que  las  estime  como  es  razón,  y  particu- 
larmente esperando  yo  que,  si  no  soy  de  piedra,  me  han  de  ayu- 
dar y  disponer  para  conseguir  mi  salvación,  que  es  lo  que  única- 
mente me  importa,  porque  los  trabajos  ó  descansos  de  esta  vida 
se  acaban  con  ella,  y  por  larga  que  sea  es  un  soplo  en  compara- 
ción de  la  eterna ;  y  así  ésta  es  la  que  debemos  asegurar,  y  de  mi 
parte  deseo  hacer  lo  posible  y  seguir  el  ejemplar  que  me  ponéis 
del  rey  David,  pero  (como  me  decís)  era  santo  y  tan  favorecido 
de  Dios ,  y  yo  pecador  y  dignamente  castigado  de  la  mano  divi- 
na ;  pero  aliéntame  para  no  des&llecer  el  ver  que  tengo  un  Dios 
misericordioso  y  que  me  da  los  auxilios  que  decís.  El,  por  quien 


—  369  — 

es,  se  sirva  de  permitir  que  yo  me  sepa  valer  de  ellos  como  me 
conviene,  particularmente  en  este  santo  tiempo  tan  á  propósito 
para  ello:  pedídselo  así  vos  á  nuestro  Señor  y  ayudadme  con 
vuestras  oraciones  para  que  lo  consiga. 

Después  que  os  escribí  mi  última  carta  no  he  tenido  correos  de 
afuera ;  pero  por  la  frontera  vienen  avisos  de  que  se  continúan 
las  inquietudes  de  Francia,  y  al  paso  que  veo  cuanto  conviene 
aprovecharnos  de  tan  buena  ocasión,  me  aflige  la  cortedad  de 
medios  con  que  me  hallo,  pues,  como  os  dije,  son  pocos  y  hay 
mucho  á  que  acudir,  si  bien  hago  los  esfuerzos  posibles  para 
obrar  cuanto  cupiere  en  la  posibilidad.  Yo  os  agradezco  mucho 
lo  que  me  decís  os  congoja  verme  con  estos  cuidados,  pero  ésta 
es  la  carga  del  oficio,  y  es  menester  llevarla  con  paciencia  y  con 
aliento  y  hacer  lo  que  estuviere  en  nuestra  mano,  que  con  eso 
fío  que  nuestro  Señor  nos  ayudará  y  sacará  bien  de  los  aprietos 
en  que  nos  hallamos. 

De  Madrid  á  24  de  Marzo  1649. — Yo  el  Rey. 


CCXIV. 


De  Sor  María. 


Señor :  En  tan  afligido  estado  me  pusieron  mis  males  y  traba-  xo  de  Abrii 
jos,  que  no  pude  la  estafeta  pasada  buscar  el  consuelo  de  hablar  '^* 
con  V.  M.  por  escrito,  que  es  el  rato  de  mayor  aliento  que  en 
este  valle  de  lágrimas  puedo  tener,  y  el  de  leer  las  cartas  de  V.  M. ; 
y  pues  yo  no  las  solicité  con  las  mias  y  las  nuevas  de  la  salud  de 
V.  M.  (que  siempre  las  deseo  atenta  y  cuidadosa),  grande  sería  la 
debilidad  de  mis  fuerzas;  helas  cobrado  en  parte  para  responder 
á  V.  M.  La  Sabiduría  dice  que  el  corazón  del  rey  está  en  la  ma- 
no del  Señor ;  el  de  V.  M.  es  tan  piadoso  y  católico,  que  verifica 
esta  sentencia ;  no  le  hallo  yo  de  piedra  (como  dice  V.  M.),  sino 
magnífico  y  suave,  pues  cabe  en  él  lo  majestuoso  de  rey  y  lo  hu- 


—  370  — 

milde  de  oir  á  la  menor  de  sus  siervas :  estos  dos  extremos  no  de- 
jan de  admirarme  y  de  darme  motivo  de  estimación  y  agradeci- 
miento. Grande  alborozo,  vivificación  y  consuelo  ha  sentido  mi 
alma  leyendo  las  ansias,  que  V.  M.  manifiesta  en  esta  carta,  de 
su  salvación ;  si  yo  acertase  á  representar  á  V.  M.  los  motivos  que 
me  compelen  á  suplicar  á  V.  M.  que  con  todas  veras  lo  procure, 
me  parece  sería  bastante  disculpa  para  lo  molesto  de  mis  ins- 
tancias. 

Señor  mió,  el  fruto  de  todas  las  misericordias  que  la  diestra 
divina  ha  usado  conmigo,  sin  merecerlas,  y  el  efecto  de  haber  es- 
crito la  historia  de  la  Reina  del  cielo  (que  V.  M.  sabe)  ha  sido 
un  grande  concepto  y  aprecio  que  he  hecho  del  estado  de  la  gra- 
cia, y  de  tener  á  Dios  por  amigo  en  esta  vida  y  gozarle  beatífi- 
camente en  la  eterna;  no  hallo  palabras  como  ponderarlo,  pues 
la  grandeza  de  este  bien  me  empobrece  de  términos  para  mani- 
festarle, y  nunca  los  comunes  de  que  usamos  pueden  ser  bastan- 
tes ni  adecuados  para  explicar  la  inteligencia  del  Señor. 

Siempre  en  su  presencia  miro  esta  felicidad,  se  la  pido  por 
V.  M.  y  conozco  que  está  pronta  su  misericordia,  si  V.  M.  con 
eficacia  se  dispone  para  recibirla  perfeccionando  la  vida;  pues 
conociendo  yo  el  bien  y  la  voluntad  del  Altísimo  para  que  V.  M. 
trabaje  por  poseerle,  y  amando  y  estimando  á  V.  M.  tanto  (que 
es  más  que  á criatura  humana),  ¿cuál  será  mi  anhelo,  ansia  y  co- 
nato por  que  V.  M.  consiga  la  gracia  justificante  y  permanente, 
ó  que  si  por  los  peligros  de  la  vida  ó  á  instancia  de  los  enemigos 
la  perdiere  V.  M.,  que  se  levante  luego,  pues  dicen  los  santos 
que  el  justo  que  cae  y  se  levanta  luego,  apartando  la  ocasión,  no 
se  puede  llamar  pecador?  Cuenta  la  Sagrada  Escritura  de  los 
Macabeos  que,  queriendo  ofrecer  en  sacrificio  al  Altísimo  unos 
corderíllos,  se  hallaron  confusos  é  indecisos  dónde  sería,  porque 
un  altar  que  habia  le  habían  inficionado  los  judíos  sacrificando  al 
demonio;  y  dicen  las  divinas  letras  que  hallaron  un  buen  con- 
sejo y  fué  destruir  el  altar  y  levantar  otro  nuevo.  Señor  mió, 
¡  qué  prudente  consqo  y  loable  determinación  sería  destruir  todos 
los  apetitos ,  inclinaciones  y  pasiones  que  se  han  sacrificado  al  de- 
monio con  los  pecados  y  vanidades  humanas,  y  renovar  el  altar 


—  371  — 

del  corazón  con  oontridon  y  humillación,  porque  el  Todopode- 
roso no  le  desprecie,  sino  que  le  admita  para  su  morada,  donde 
esté  de  asiento  por  la  gracia  y  reciba  en  tan  puro  altar  los  sacri- 
ficios espirituales  y  deseos  afectuosos!  David  pedia  á  Dios  que 
criase  en  él  un  corazón  nuevo  y  que  en  el  espíritu  principal  le 
confirmase,  porque  el  corazón  y  ánimo  que  se  ha  rendido  á  la 
culpa  y  á  sus  efectos  queda,  por  los  malos  hábitos  que  ha  adqui- 
rido, inhábil  y  pervertido ;  es  menester  renovarle  de  nuevo ,  y 
que  infunda  el  Todopoderoso  el  espíritu  principal  de  la  virtud  y 
gracia,  que  el  del  vicio  es  despreciable. 

Cuidadosa  me  tienen  los  efectos  y  fines  de  las  discordias  de 
Francia,  y  ansiosa  de  que  redunden  en  ñivor  de  España.  Esta  se- 
mana santa  he  trabajado  con  todas  veras  pidiendo  las  paces;  hallo 
piadoso  al  Señor  en  aceptar  la  petición  y  con  voluntad  de  que 
le  desenojemos,  enmendando  nuestras  vidas  y  quitando  vicios  y 
pecados  generales ,  que  son  los  que  nos  tienen  en  tan  miserable 
estado,  del  cual  sin  &vor  divino  especial  no  podemos  salir,  por- 
que todas  las  causas  y  medios  naturales  están  débiles  y,  aunque 
siempre  concurre  el  Señor  á  ellas ,  es  menester  que  sea  ahora  sin- 
gular y  milagrosamente ;  y  estando  la  justicia  divina  irritada,  la 
penitencia  es  la  poderosa  para  aplacarla.  Yo  ofrezco  al  Altísimo 
de  parte  de  V.  M.  todo  lo  que  le  puede  obligar,  y  confieso  de  ver- 
dad que  me  traspasa  el  alma  ver  á  V.  M.  tan  solo  para  remediar 
los  desórdenes  y  vicios  de  su  Corona ,  y  tan  sin  disposiciones  hu- 
manas para  lograr  la  ocasión  presente.  En  Cataluña  los  vasallos 
la  habian  de  conocer  y  salir  todos  á  redimir  su  vejación ;  yo  qui- 
siera tener  en  mi  voluntad  las  suyas  y  las  riquezas  de  los  pode- 
rosos para  rendirlas  á  los  pies  de  V.  M. :  en  la  esfera  de  mi  estado 
trabajo  fielmente  con  Dios ,  aunque  como  pobre  y  pecadora. 

Prospere  su  divina  diestra  á  V.  M.  y  me  le  guarde. 

En  la  Concepción  Descalza  de  Agreda  lo  de  Abril  1649. — 
B.  L.  M.  D.  V.  M.  su  menor  sierva. — Sor  María  de  Jesús. 


—  372  — 


ccxv. 


Del   Rey. 


Madrid  Con  mucho  cuidado  me  tuvo  la  falta  de  vuestra  carta  la  esta- 

14  de  Abril 

X649.  feta  pasada  y  saber  que  era  por  falta  de  salud;  pero  con  haber 
visto  por  la  que  he  recibido  hoy  que  os  halláis  con  mejoría  me 
he  alegrado ,  pues  os  aseguro  que  deseo  estéis  muy  buena  porque 
me  persuado  me  harán  gran  £dta  vuestros  consejos.  Los  que  me 
dais  en  esta  última  carta  son  de  buena  amiga  y  muy  dignos  de 
que  yo  los  ponga  por  obra ,  pues  todos  se  reducen  á  procurar  con- 
seguir la  gracia  justificante,  sin  la  cual  nadie  puede  salvarse;  y 
como  es  esto  lo  que  sólo  debemos  procurar,  quisiera  hacer  de  mi 
parte  lo  posible  para  merecer  de  nuestro  Señor  tan  grande  bene- 
ficio. El,  por  quien  es,  me  ayude,  que  sin  su  a}ruda  es  cierto  no 
lo  conseguiré,  antes  podré  temer  justamente  de  mi  flaqueza  dar 
en  mayores  precipicios;  ayudadme,  Sor  María  (como  lo  hacéis), 
para  alcanzar  tan  gran  bien ,  que  yo  procuraré  destruir  el  altar 
que  tan  mal  he  empleado  lo  más  de  mi  vida,  para  que,  edifi- 
cando otro  de  nuevo  á  imitación  de  lo  que  me  escribís,  pueda 
conseguir  que  sean  aceptas  á  nuestro  Señor  las  obras  que  le 
sacrificare  en  él. 

Esta  semana  santa  tuve  dos  correos  de  Flándes,  con  aviso  de 
que  se  continuaban  las  alteraciones  de  Francia  y  que  el  Archi- 
duque mi  primo  entraba  en  aquel  reino  con  el  ejército,  para  lo- 
grar las  ocasiones  que  le  diesen  estos  alborotos.  Hasta  ahora  no 
ha  llegado  segundo  aviso,  aguardóle  con  cuidado,  pues  sabremos 
el  estado  que  van  tomando  las  cosas ;  quiera  Dios  que  sea  el  más 
conveniente  para  que  se  ajuste  una  buena  paz,  pues  con  ella  des- 
cansará la  Cristiandad  y  se  podrá  con  más  fruto  tratar  de  evitar 
las  ofensas  de  nuestro  Señor  (si  bien  ahora  lo  procuro)  con  que 
nos  podremos  prometer  que  se  duela  de  nosotros. 


—  373  — 

De  Italia  también  ha  habido  avisos  y  aquellas  cosas  están  en 
buen  estado  '  :  aquí  no  nos  descuidamos  para  mejorar  las  de 
Cataluña,  viendo  cuan  ¿  propósito  es  la  ocasión  presente  y,  aun- 
que los  medios  son  tan  cortos,  espero,  mediante  Dios,  que  por 
todo  el  mes  que  viene  podremos  salir  en  campaña  con  razonable 
ejército ;  harta  ocasión  tendrán  los  catalanes  para  obrar  como  de- 
ben ,  pero  están  muy  duros  sus  corazones  y  no  harán  virtud  si  no 
es  viéndose  muy  apretados. 

Ahora  es,  Sor  María,  cuando  importan  las  oraciones,  pues 
aunque  reventemos  nosotros,  si  Dios  no  ayuda,  no  servirá  de 
nada.  Suplicadle  nos  asista,  como  lo  espero  de  su  infinita  bondad. 

De  Madrid  á  14  de  Abril  1649. — Yo  el  Rey. 


CCXVI. 


De  Sor  Maria. 


Señor :  Doy  á  V.  M.  humildes  agradecimientos  porque  se    aa  de  ami 
digna  la  Real  piedad  de  V.  M.  compadecerse  de  mis  males ;  lo  ' 

poco  que  merezco  con  ellos  presento  al  Altísimo  por  V.  M. ,  y 
quisiera  hallar  nuevos  y  eficaces  modos  para  obligar  la  miseri- 
cordia divina  á  que  mire  liberal  á  V.  M.  Confieso  ingenuamente 
que  mi  voluntad  y  afecto  se  encamina  siempre  á  desear  el  mayor 
bien  y  felicidad  para  V.  M. ,  y  esta  ansia  y  conato  no  le  perderé 
lo  que  la  vida  me  durare,  porque  le  he  hallado  y  recibido  á  la 
luz  del  Señor,  donde  miro  á  V.  M.  rey  y  cabeza  de  los  hijos  de 
la  Iglesia  santa,  de  los  cuales  dijo  San  Pablo  que  estaban  com- 
prados con  grande  precio  y  los  amonestó  que  glorificasen  á  Dios 
en  su  cuerpo.  Si  los  siervos  y  miembros  de  este  cuerpo  místico 
de  la  Iglesia  militante  son  tan  obligados  á  servir,  alabar,  bende- 

I  El  Duque  de  Módena  se  había  unido  de  nuevo  á  los  españoles  en  los  prime- 
ros meses  de  ese  año. 


—  374  — 

dr  y  glorificar  al  Todopoderoso ,  porque  los  redimió  con  su  pre- 
ciosa sangre  (que  es  de  valor  infinito)  y  los  sacó  del  cautiverio 
del  pecado ,  ¡  cuánto  le  toca  y  pertenece  á  V.  M.  esta  deuda,  que 
como  á  cabeza  le  compete  el  agradecimiento  y  la  disposición  para 
recibir  el  impetuoso  raudal  de  las  infinitas  misericordias  que  en- 
camina la  diestra  divina  á  letificar ,  alumbrar ,  favorecer  y  enri- 
quecer á  los  fieles  católicos;  pues  después  que  murió  por  ellos  ya 
no  los  llama  siervos  sino  amigos,  y  los  trata  como  á  hijos  carísi- 
mos y  si  hijos,  herederos  con  Cristo  de  los  bienes  eternos ,  como 
dijo  el  mismo  Apóstol !  Y  en  la  equidad  y  orden  de  la  justicia 
divina,  cierto  es  que  enderezará  grande  parte  de  ellos  á  su  alma 
de  V.  M.,  si  no  pone  óbice  para  recibirlos. 

Señor  mió ,  ;  cuánto  desea  esta  su  menor  sierva  de  V.  M.  levan- 
tar y  apartar  á  V.  M.,  porque  no  le  toque  ni  inficione  el  contagio 
de  la  ceguera  é  ignorancia  terrena  que  tiene  el  linaje  humano, 
poseído  y  olvidado  de  los  favores  del  Altísimo  y  de  las  verdades 
católicas ;  las  cuales,  miradas  por  el  entendimiento  humano  y  no 
perdidas  de  vista,  espiritualizan  y  ponen  á  el  alma  idónea  y  capaz 
para  el  conocimiento  del  Ser  increado,  que  es  la  mayor  felicidad, 
para  la  cual  crió  Dios  al  alma  incorpórea,  espiritual  é  inmortal, 
con  que  el  bien  ó  el  daño  ha  de  ser  eterno  I  Dióla  potencias  nobi- 
lísimas, entendimiento  para  conocer  el  sumo  bien,  memoria  para 
tenerle  presente  y  voluntad  con  que  amarle,  libre  albedrío  para 
que  elija  la  virtud  y  aborrezca  el  mal ;  hízola  capaz  de  sabiduría 
para  que  participase  de  la  increada  respectivamente,  y  reciba  la 
gracia,  y  consiga  la  felicidad  eterna.  Todas  estas  grandiosas  propie- 
dades malogra  el  pecado,  é  impide  al  influjo  divino  que  no  obre 
en  el  alma,  que  es  causa  muy  para  llorar  con  lágrimas  de  sangre. 

El  Señor  por  su  bondad  nos  dé  luz  y  auxilio  eficaz  y  unas  paces 
generales,  de  que  tanto  necesita  la  Cristiandad,  con  que  se  podrá 
(como  dice  V.  M.)  atender  mejor  á  evitar  las  ofensas  de  Dios  y 
desórdenes  de  los  vicios :  esta  causa  ha  de  tomar  V.  M.  por  pro- 
pia, para  que  el  Todopoderoso  defienda  la  nuestra.  No  me  admi- 
ro de  que  V.  M.  aguarde  con  cuidado  el  suceso  de  la  entrada  en 
Francia  del  señor  Archiduque ,  porque  es  acción  en  que  se  puede 
aventurar  mucho ;  asístale  el  Todopoderoso  y  le  gobierne. 


—  375  — 

Yo  estoy  en  una  continua  operación  de  cuidado,  pena,  lágri- 
mas y  suspiros,  clamando  al  Altísimo  porque  nos  mire  con  ojos 
de  misericordia  en  esta  ocasión  tan  oportuna  para  mover  los  co- 
razones á  pedir  paces;  bien  se  conoce  que  los  de  los  catalanes  son 
rebeldes ,  pues  no  las  han  solicitado  habiendo  visto  á  sus  ojos  el 
veneno  de  la  herejía  que  les  ha  tocado  de  los  franceses ,  cosa  que 
he  ponderado  mucho.  V.  M.  no  se  aflija  que  poderoso  es  el  Se- 
ñor para  humillarlos.  Alabóle  porque  las  cosas  de  Italia  están  en 
buen  estado,  y  le  suplico  adelante  las  de  acá  y  que  se  logre  el 
buen  deseo  que  V.  M.  tiene  de  que  salga  ejército,  por  todo  el  mes 
que  viene,  á  Cataluña. 

Tiéneme  cuidadosísima  la  larga  peregrinación  de  la  Reina 
nuestra  Señora,  por  ser  sus  fuerzas  tan  delicadas;  tráigala  Dios 
con  próspero  suceso,  y  á  V.  M.  dé  feliz  y  larga  vida. 

En  la  Concepción  de  Agreda  á  22  de  Abril  1649. — B.  L.  M. 
D.  V.  M.  su  menor  sierva. — Sor  María  de  Jesús. 


CCXVII. 

Del    Rey. 

Mucho  he  sentido  no  poderos  haber  escrito  las  dos  estafetas      Madnd 

10  de  Mayo 

pasadas,  pues  la  primera  me  hallaba  en  Aranjuez,  y  el  dia  que  1649. 
partió  la  segunda  no  fué  posible  hacerlo;  ahora  lo  hago  con 
mucho  gusto ,  siendo  cierto  le  tengo  muy  grande  con  vuestra 
correspondencia,  y  que  me  alivia  mucho  lo  que  me  decís  en 
vuestras  cartas,  yendo  encaminado  todo  á  mi  mayor  bien,  asi  es- 
piritual como  temporal,  en  que  conozco  cuan  buena  amiga  sois: 
permita  nuestro  Señor  que  yo  sepa  aprovecharme  de  tan  buenos 
consejos  y  sacar  de  ellos  el  fruto  de  mi  salvación ,  que  es  lo  que 
me  importa.  Espero  en  la  Providencia  divina  que  me  ha  de  abrir 
los  ojos  y  alumbrar  mis  potencias  para  que  llegue  á  conocer  cuan 
gran  bien  es  tener  el  alma  libre  del  pecado,  ó  por  lo  menos,  si  la 
flaqueza  humana  me  hiciese  tropezar,  que  me  ha  de  ayudar  para 


—  376  — 

levantarme  y  salir  de  él,  para  lo  cual  espero  que  me  han  de  a3ru- 
dar  mucho  vuestras  oraciones,  pues  Dios  os  oye  de  buena  gana, 
y  yo  me  prometo  que  vos  las  hacéis  con  deseo  de  que  obren  lo 
que  pedís.  Encargóos,  Sor  María,  las  continuéis,  y  os  pido  que 
añadáis  ahora  el  suplicar  á  nuestro  Señor  nos  libre  del  contagio, 
pues  habiéndonos  hecho  este  favor  en  el  que  padeció  Valencia  y 
Murcia,  se  ha  encendido  ahora  en  la  Andalucía  y  particularmen« 
te  en  Sevilla,  cosa  que  me  tiene  con  el  cuidado  que  podéis  juz- 
gar, viendo  esta  calamidad  tras  tantas  como  padecemos.  Dios, 
por  quien  es,  se  duela  de  nosotros  y  se  sirva  de  encaminamos  á 
que  cumplamos  su  santa  voluntad ,  pues  con  eso  nos  veremos  li- 
bres de  tantos  trabajos.  Al  fin  los  franceses  obraron  como  sue- 
len ,  pues  se  concertaron  sin  hacer  nada  de  cuanto  nos  ofrecie- 
ron, si  bien  no  nos  han  engañado,  pues  siempre  se  ha  caminado 
con  el  resguardo  conveniente;  con  todo  eso,  están  bien  apurados 
y  no  sé  si  extinguido  el  fuego  de  todo  punto. 

El  Archiduque  me  escribe  obraría  en  Flándes,  para  lo  cual  le 
asisto  aún  más  de  lo  que  parece  posible,  viendo  que,  si  por  allí  se 
hace  un  buen  esfuerzo,  es  el  camino  por  donde  con  mayor  facili- 
dad se  puede  llegar  á  la  paz  que  tanto  deseamos  '.  Por  acá  se 
ofrecen  cada  dia  nuevas  dificultades  (por  la  falta  de  caudal)  para 
salir  encampana,  pero  haré  lo  posible  por  vencerlas,  viendo  lo 
que  importa  adelantar  las  cosas  de  Cataluña  esta  campaña ;  Dios, 
por  quien  es,  lo  permita. 

De  mi  sobrína  tuve  cartas  y,  á  Dios  gracias,  se  halla  buena; 
vase  disponiendo  su  viaje  y  espero  en  Dios  que  el  mes  de  Julio 
la  tendremos  en  España :  pídoos  encomendéis  á  su  Divina  Majes- 
tad su  buen  viaje ,  y  que  se  sirva  que  este  matrimonio  sea  para 
mayor  servicio  suyo  y  bien  de  estos  reinos. 

De  Madrid  á  lo  de  Mayo  1649. — Yo  el  Rey. 

I  Los  jefes  de  la  rebelión  francesa  entraron  en  tratos  con  los  españoles ,  y 
mientras  las  tropas  de  Luis  XIV  sitiaban  á  París,  el  Archiduque,  esperando  fa- 
cilitar las  gestiones  de  la  paz,  penetró  en  Francia,  se  internó  hasta  Crespy  y 
presentóse  también  delante  de  Guisa ;  pero  viendo  luego  que  las  discordias  de 
los  franceses  se  calmaban ,  se  retiró  á  Flándes,  empezando  el  sitio  de  Ypres  el  ix 
de  Abril.  {Mtmorias  di  MontgkUy  campaña  quinte ;  Mtmorias  dé  Mnu,  dt  M9U 
tiviUt.) 


—  377  — 


CCXVIII. 


De  Sor  María. 


Sefior:  Si  fuera  posible  ajustar  á  mi  deseo  las  conveniencias  19  de  Mayo 
de  mi  correspondencia ,  no  dudara  yo  de  que  V.  M.  consiguiera  '^^^' 
de  ella  todo  lo  que  la  piedad  de  V.  M.  se  promete;  pero  caminan 
mucho  más  mis  afectos  que  pueden  manifestar  mis  razones,  que 
siempre  las  hallo  coartadas  y  limitadas  para  dar  el  aliento  y  ali- 
vio que  deseo  á  V.  M.;  y  el  verme  sujeto  tan  improporcionado  y 
desvalido  me  acobarda ,  y  nunca  me  reconozco  una  misma  en  las 
obras  y  en  la  voluntad  para  con  V.  M. :  ellas  son  de  sierva  po- 
bre y  la  voluntad  fina  y  verdadera,  sin  aquietarse  en  su  opera- 
ción y  anhelo  sino  es  cuando  me  veo  en  la  presencia  del  Señor, 
que  con  todas  veras  le  suplico  conceda  á  V.  M.  muchas  bendicio- 
nes de  su  diestra  divina,  su  gracia  y  amistad.  Siempre  se  enca- 
minan mis  ansias  al  mayor  bien ,  más  cierto ,  seguro  y  estable, 
que  es  el  eterno ,  á  que  de  la  navegación  del  mar  tempestuoso  y 
peligroso  de  este  valle  de  lágrimas  llegue  V.  M.  á  puerto  seguro 
de  la  protección  del  Altísimo,  donde  habitan  los  justos  en  paz  y 
tranquilidad ,  y  de  donde  (como  dijo  San  Pablo)  ni  lo  alto  ni  lo 
profundo,  el  ángel  ni  la  potestad,  la  muerte  ni  la  espada  ni 
todas  las  tribulaciones,  no  les  apartará :  ésta  es  la  habitación  alta 
y  encumbrada  que  poseen  los  santos  y  amigos  de  Dios,  donde  se 
ven  patrocinados  de  su  paternal  amor  y ,  como  dijo  David ,  am- 
parados de  su  sombra,  guarnecidos  y  defendidos  con  el  escudo  de 
su  verdad. 

Sefior  mió,  no  me  parece  puede  V.  M.  tener  mayor  consuelo 
en  sus  trabajos  que  anhelar  á  esta  dicha ,  ni  más  cierta  felicidad 
que  asegurar  V.  M.  la  salvación  y  descanso  eterno.  V.  M.  puede 
decir  con  Job:  «La  mano  del  Sefior  me  tocó  y  afligió;»  y  con 

as 


—  378  - 

David:  «Mis  enemigos  me  cercaron  y  rodearon,  pusiéronme 
lazo  á  traición,  pero  no  me  olvidé,  Señor,  de  tus  mandamien- 
tos. »  V.  M.  padece  trabajos  y  tribulaciones  harto  parecidas  á  las 
de  estos  dos  reyes  santos;  ¿qué  otra  salida  ni  consuelo  puede 
V.  M.  buscar  que  el  que  ellos  tuvieron?  ¿qué  mejor  arrimo,  am- 
paro y  protección  que  el  que  buscaron ,  que  fiíé  el  del  Altísimo? 
De  Job  dice  la  Escritura  que  no  pecó  ni  ofendió  á  Dios  con  sus 
labios,  sino  que  repetia:  «El  Señor  me  lo  dio,  el  Señor  meló 
quitó,  hágase  su  voluntad»;  y  por  esta  paciencia  mereció  que  le 
doblase  el  Todopoderoso  los  bienes  que  le  quitó.  David  confiesa 
que  de  todas  las  tribulaciones  que  le  cercaron  le  libró  Dios ,  y 
que  caian  de  sus  enemigos  á  su  siniestra  mil  y  á  su  diestra  diez 
mil ;  que  mandó  á  sus  ángeles  le  guardasen  en  todos  sus  caminos 
y  le  llevasen  en  sus  palmas,  porque  no  le  ofendiesen  las  piedras : 
todos  estos  beneficios  y  favores  mereció  David ,  por  lo  que  él  dice 
de  sí:  <No  me  olvidaré  de  tus  mandamientos.»  Es  gran  fineza 
del  atribulado  no  olvidarse  de  la  ley  de  Dios,  de  sus  mandamien- 
tos y  procurar  observarlos  cuando  más  afligido  está,  y  pone  en 
estrecha  y  amorosa  obligación  al  Altísimo  de  favorecerle ,  ampa- 
rarle y  defenderle.  Suplico  á  V.  M. ,  Señor  mió  carísimo ,  abrace 
este  eficaz  remedio  de  todos  sus  cuidados,  y  tenga  V.  M.  el  se- 
guro de  la  fe  y  esperanza ,  fiando  de  Dios  que  no  desamparará  ni 
dejará  solo  á  V.  M.  en  su  tribulación. 

Lastímanme  mucho  las  que  V.  M.  padece,  la  falta  de  caudal 
para  las  disposiciones  de  las  campañas,  los  malos  términos  de  los 
franceses :  siempre  temí  de  ellos  nos  hablan  de  dar  dejos  amar- 
gos ,  pero  fió  del  Todopoderoso  que  los  ha  de  humillar  y  dar  en 
qué  entender ,  con  que  se  apuren  más  de  lo  que  están.  Nunca  se 
lograron  triunfos  injustos  ni  se  hicieron  reinos  ni  tesoros  usur- 
pados y  tiranizados :  es  Dios  justo  y  procede  con  equidad  y  rec- 
titud ;  si  por  nuestros  pecados  los  ha  prosperado  y  hecho  nues- 
tro azote,  en  dejándonos  de  castigar  como  Juez,  nos  favorecerá 
como  padre  y  purgará  en  ellos  las  injusticias  que  nos  han  hecho, 
y  los  desacatos  y  la  irreverencia  al  culto  divino.  V.  M.  se  anime 
y  dilate  hasta  que  llegue  el  tiempo  oportuno  por  el  Señor;  de- 
fienda V.  M.  sus  reinos  hasta  lo  que  alcanzare  el  corto  caudal;  al 


—  379  — 

Señor  no  está  oculto  que  V.  M.  desea  y  procura  las  paces  y  los 
ñ-anceses  las  resisten  ;  esto ,  á  mi  ver ,  pesa  grandemente  en  el 
tribunal  de  Dios  y  alega  mucho  á  nuestro  favor. 

Consuélanme  los  esforzados  alientos  del  señor  Archiduque  para 
infestará  los  franceses  por  Flándes;  déle  el  Altísimo  grandes 
victorias  por  su  bondad. 

Las  disposiciones  de  Cataluña  deseo  se  abrevien ,  que  por  esta 
tierra  hay  alguna  caballería  detenida  y  los  Generales  creo  no 
han  llegado  á  Zaragoza:  importaría  mucho  adelantarnos  antes 
que  los  franceses  pudiesen  salir  en  campaña. 

Gozosas  nuevas  son  para  mí  las  que  V.  M.  me  da  de  la  salud 
de  la  Reina  nuestra  Señora ;  con  grande  afecto  la  pido  y  presen- 
to al  Todopoderoso  los  piadosos  deseos  de  V.  M.  para  que  se  en- 
camine este  matrimonio  á  su  mayor  gloría  y  honra,  salvación  de 
V.  M.  y  bien  de  sus  reinos.  En  esta  empresa  trabajo  fielmente,  y 
en  clamar  á  Su  Majestad  porque  nos  libre  del  contagio  y  peste 
de  la  Andalucía  y  Sevilla  y  la  modere  por  su  gran  bondad,  y  dé 
dilatación  al  Real  corazón  de  V.  M.,  larga  vida  y  prósperos  su- 
cesos. 

En  la  Concepción  Descalza  de  Agreda  á  19  de  Mayo  1649. — 
B.  L.  M.  D.  V.  M.  su  menor  sierva. — Sor  María  de  Jesús. 


CCXIX. 


Del    Rey. 


En  medio  de  los  cuidados  en  que  me  hallo  (que  os  aseguro  me      Madrid 
quitan  el  sueño  muchas  noches)  me  ha  sido  de  gran  alivio  vues-       1649. 
tra  carta  y  todo  lo  que  me  decís  en  ella,  y  no  hay  duda,  Sor  Ma- 
ría, que  es  infalible  cuánto  conviene  obligar  á  Dios;  pero  como 
Job  y  David  sabian  agradar  á  su  Majestad  y  eran  justos ,  los  fa- 


—  38o  — 

voreda  aunque  los  añigia :  yo  me  veo  en  este  últímo  estado  y 
pecador,  con  que  no  doy  lugar  á  que  la  misericordia  divina  haga 
su  oficio  conmigo  ;  antes  tengo  por  cierto  que  yo  mismo  soy  mi 
mayor  enemigo,  y  que  solos  mis  pecados  son  los  que  me  hacen 
la  guerra  y  los  que  ocasionan  todas  las  calamidades  que  padece 
esta  Monarquía;  pero  fio  en  la  divina  misericordia  que,  ya  que  me 
da  conocimento ,  me  ha  de  dar  ayuda  para  arrepentirme  de  todo 
corazón  y  no  volverle  á  ofender.  A  esto  quiero ,  Sor  María ,  que 
me  ayudéis,  pues  esto  es  lo  que  más  importa  y  sin  ello  no  hay 
nada;  asi  os  vuelvo  á  encargar  continuéis  vuestras  oraciones, 
que  tengo  gran  confianza  me  han  de  ayudar  mucho  para  todo. 

Aunque  há  dias  me  faltan  cartas  de  Flándes,  hemos  tenido 
avisos  por  particulares,  diciendo  que  el  Archiduque  hahia  co- 
brado en  Flándes  á  Ypres ,  que  es  un  lugar  muy  importante,  y 
otro  puesto  de  consideración  * ;  todos  estos  efectos  nacen  de  las 
inquietudes  de  Francia,  pues  aunque  en  lo  aparente  están  ajusta- 
das, en  lo  interior  están  trabajosas  y  tienen  aún  bien  que  hacer. 
Espero  en  Dios  que  nos  ha  de  ayudar  y  disponer  las  cosas  á  fa- 
cilitar la  paz. 

Para  obrar  por  Cataluña  hago  todos  lo  esfuerzos  posibles ,  y 
el  no  haberse  adelantado  la  caballería  ni  los  cabos  es  por  tener 
corto  caudal,  y  falta  de  dinero  con  que  sustentarla  y  juntar  á  un 
tiempo  lo  restante  del  ejército,  porque  si  se  uniese  sin  esta  pre- 
vención se  desharía  luego  al  punto;  pero  no  rehusaré  el  trabajo 
hasta  hacer  el  último  esfuerzo  en  cosa  que  tanto  importa,  y  espe- 
ro que  Dios  me  ha  de  ayudar,  pues  ve  la  justificación  de  la  causa. 

De  Madrid  á  26  de  Mayo  1649.  —Yo  el  Rey. 

I  Ypres  se  rindió  al  Archiduque  el  10  de  Mayo ,  y  mientras  duró  ese  sitio  to- 
maron también  los  espafioles  el  25  de  Abril  i  San  Venant. 


38i  - 


ccxx. 


De   Sor   María. 


Señor:  Con  afectuosa  compasión  asisto  á  V,  M.  en  sus  traba-  4 de  junio 
jos  j  y  repetidas  veces  los  considero  y  pondero  por  tan  grandes, 
que  me  admira  el  magnánimo  corazón  y  dilatado  ánimo  que 
V.  M.  tiene  para  tolerarlos,  y  alabo  al  Todopoderoso  porque  da 
fuerzas  á  V.  M.  para  llevarlos.  No  es  menor  grandeza  de  un 
principe  ni  merece  menos  alabanza  por  sufrir  grandes  olas  de 
adversidades ,  trabajos  y  miserias  de  su  reino ,  que  poseerle  rico, 
próspero  y  abundante,  pues  cualquiera  de  las  dos  fortunas,  bue- 
na ó  mala ,  las  dispensa  y  envia  mano  poderosa  y  superior,  en 
que  no  tiene  voluntad ;  y  en  tolerar  la  de  los  trabajos  y  tribula- 
ciones manifiesta  denodado ,  Real  y  magnífico  ánimo ,  más  céle- 
bre y  digno  de  honor,  cuanto  va  de  padecer  á  gozar,  de  trabajar 
á  descansar.  Considero  y  miro  al  Señor  airado  contra  esta  Mo- 
narquía, irritada  la  divina  justicia  por  nuestros  pecados,  los  po- 
bres oprimidos ,  la  Iglesia  santa  combatida  de  enemigos ,  y  á  los 
príncipes  cristianos,  que  la  habian  de  defender  y  conservar,  con 
guerras  y  discordias ,  y  el  piadoso  y  católico  pecho  de  V.  M.  he- 
rido de  todos  estos  golpes  que,  como  cabeza.  Rey  y  Señor,  se 
terminan ,  paran  y  cargan  sobre  el  cuidado  de  V.  M. ;  y  en  medio 
de  tantas  tribulaciones,  estar  tan  constante  V.  M.  es  grandeza  de 
ánimo ,  y  misericordia  del  Altísimo  dársele  á  V.  M. 

Señor  mió,  grandes  son  las  añicciones  que  nos  cercan  y  los  azo- 
tes que  Dios  envia,  por  nuestros  desórdenes ,  de  guerras ,  peste  y 
necesidad,  pero  no  es  justo  nos  desaliente  ver  á  nuestro  Padre  ce- 
lestial cuidadoso  de  nuestro  bien  y  que,  porque  le  consigamos,  nos 
corrige  y  aflige :  esto  nos  conviene ,  pues  el  Todopoderoso  lo  dis- 
pone. Es  cierto  que  con  entrañas  amorosas  aumenta  los  castigos 


—  382  — 

para  apresurar  sus  misericordias  liberalísimas ,  y  pues  nos  crió  de 
nada ,  nos  sustenta  y  vivifica  sin  saberle  obligar,  no  nos  dejará 
perecer;  jamas  se  olvidó  de  sus  hechuras  ni  dejó  de  oir  á  los  que 
le  llaman  de  veras.  S.  M.  es  el  que  con  sabiduría  infinita  dispensa 
la  luz  y  sus  efectos  y,  como  Señor  de  todo,  da  á  cada  tiempo,  oca- 
sión y  término  lo  que  le  pertenece,  forma  sucesivamente  el  dia  y 
la  noche,  hace  serenidad  y  tormenta,  para  que  su  poder  y  gloria 
sea  engrandecida ,  y  que  con  tribulaciones  vayan  las  almas  más 
seguras  y  con  el  lastre  del  conocimiento  sigan  el  camino  de  la  ver- 
dad. Señor  mió,  ¿  á  qué  buen  puerto  arrojarán  á  V.  M.  las  ol^  im- 
petuosas que  padece  su  Monarquía ,  si  le  llevan  á  la  gracia  y  amis- 
tad de  Dios?  Y  de  que  su  fin  es  éste,  no  lo  dude  V.  M.  que  es 
cierto ,  ni  le  desaliente  lo  que  me  dice  V.  M.  en  su  carta  de  que 
Job  y  David  fueron  afligidos  y  castigados  como  justos  y  V.  M. 
por  pecador,  porque  aunque  sea  como  la  humildad  de  V.  M.  lo 
pinta,  se  puede  consolar  con  el  seguro  de  que  el  afligido  está 
cerca  de  Dios,  y  á  muy  breves  pasos  puede  llegar  de  pecador  á 
justo  y  amigo  de  Dios,  y  de  justo  á  más  perfecto.  En  poco  tiem- 
po obra  la  gracia  cuando  se  concurre  de  nuestra  parte;  presto 
pasó  San  Pablo  de  perseguidor  de  la  Iglesia  y  enemigo  de  Dios 
á  ser  apóstol  y  vaso  de  elección.  Mirada  esta  magnifica  obra  de 
la  justificación  con  ojos  terrenos,  parece  diffcil ;  pero  ejecutada, 
no  es  tan  presto  un  volcan  de  fuego  en  obrar  con  su  actividad  en 
materia  dispuesta ,  cuanto  lo  es  la  gracia  para  justificar  un  cora- 
zón contrito  y  humillado.  Díceme  V.  M.  que  le  ayude  para  este 
fin;  aseguro  á  V.  M.  que  por  conseguirlo  diera  la  vida,  y  desde 
luego  ofrezco  al  Altísimo,  en  cuya  presencia  estoy,  cuanto  traba- 
jare y  obrare  (que  será  bien  poco)  por  que  dé  á  V.  M.  su  gracia 
con  muchos  grados  de  perfección. 

Estando  leyendo  su  carta  de  V.  M.  y  llegando  á  lo  que  me 
dice  V.  M.  de  que  por  falta  de  dinero  no  se  habia  juntado  todo 
el  ejército  en  Cataluña,  se  me  ofreció  lo  que  sucedió  á  San  Pedro 
y  á  San  Juan,  estando  en  la  puerta  del  templo  llamada  Especiosa: 
vieron  á  un  pobre  enfermo  que  les  pidió  limosna ;  respondió  San 
Pedro  :  «No  tengo  oro  ni  plata,  daréte  lo  que  tengo :  en  nombre 
de  Jesús  Nazareno  levántate  y  anda»;  tomóle  de  la  mano  y  sanó 


■-  383  - 

el  enfermo.  No  tengo  oro  ni  plata  que  dar  á  V.  M.  por  mi  profe- 
sión, pero  ofreceré  lo  que  por  ella  puedo  (aunque  por  mi  tibieza 
limitado)  que  es  clamar  de  dia  y  de  noche  por  V.  M.,  para  que 
consiga  el  levantarse  á  grande  y  perfecto  agrado  del  Señor;  y  para 
esto  (aunque  la  más  vil  y  pobre  criatura)  ayudaré  á  V.  M.  en 
nombre  del  Altísimo,  y  cuanto  alcanzaren  mis  cortas  razones  y 
limitados  términos ,  alentaré  á  V.  M. ,  y  también  suplicaré  al  To- 
dopoderoso que  con  liberal  mano  remedie  los  aprietos  de  este  rei- 
no,  y  dé  á  V.  M.  con  qué  sustentar  sus  ejércitos. 

Compadézcome  de  lo  mucho  que  le  cuesta  á  V.  M.  componer  y 
juntar  el  de  Cataluña;  por  aquí  va  pasando  gente :  detenga  Dios 
á  los  franceses  por  su  bondad  y  déles  verdadero  conocimiento  de 
lo  que  á  ellos  y  á  nosotros  nos  importan  las  paces  generales  y 
¡qué  de  veces  repito  al  Altísimo  que  antes  que  me  lleve  de  este 
valle  de  lágrimas  las  vea  yo  ajustadas!  Muchos  clamores  me 
cuestan ,  y  hasta  que  se  consigan  y  V.  M.  tenga  su  Corona  pací- 
fica, no  se  enjugarán  mis  ojos,  ni  mi  corazón  se  verá  consolado. 
Aliéntanme  mucho  los  buenos  principios  del  Sr.  Archiduque;  el 
Todopoderoso  le  encamine  y  dé  felices  sucesos  y  victorias. 

Señor  mió,  después  que  murió  el  P.  Fr.  Francisco  Andrés  de  la 
Torre  estoy  sola  y  sin  comunicar  á  nadie,  y  por  esta  causa  no  he 
dicho  á  V.  M.  cosa  superior  ni  interior  de  las  que  se  me  han  ofre- 
cido, como  solia,  porque  el  no  estar  aprobado  por  la  obediencia  ni 
ordenármelo  ella,  como  lo  hacía  el  P.  Fr.  Francisco  Andrés,  me 
acobarda.  Tengo  un  papel  de  las  virtudes  teologales  y  cardinales 
puesto  en  suma  y,  aunque  no  contiene  suceso  particular,  la  admi- 
rable armonía  que  tienen  las  virtudes  me  consuela  mucho :  he 
deseado  enviarle  á  V.  M.;  si  gusta  de  él  y  me  da  V.  M.  licencia  le 
remitiré,  y  la  obediencia  de  V.  M.  suplirá  en  esto  la  que  me  falta. 

Suplico  á  V.  M.,  puesta  á  sus  pies,  que  descanse  y  duerma  y 
mire  V.  M.  por  su  salud  (que  nos  importa  mucho)  suspendiendo 
algún  rato  la  importunación  de  los  cuidados.  Gran  delito  y  des- 
orden ha  sido  el  haberme  alargado  tanto;  [qué  de  ellos  comete 
una  voluntad  afectuosa!  Perdóneme  V.  M. 

En  la  Concepción  Descalza  de  Agreda,  4  de  Junio  1649. — 
B.  L.  M.  D.  V.  M.  su  menor  sierva. — Sor  María  de  Jesús. 


-384- 


CCXXI. 


Del  Rey 


Madrid  No  mc  parece  á  mí  muy  grande  el  delito  y  desorden,  que  vos 

1649.  decís  habéis  cometido,  de  alargaros  en  vuestra  carta,  pues  cuan- 
tos más  renglones  trae  tanto  más  me  dura  el  gusto  de  leerlas, 
y  me  alienta  y  alivia  ver  lo  que  me  consoláis  en  medio  de  los 
cuidados  continuos  que  se  padecen.  Todo  ello  es  infalible  y  Dios 
poderoso  para,  con  sólo  una  seña  y  en  un  instante,  remediar  lo 
que  padecemos ;  pero  si  su  Divina  Majestad  lo  encamina  á  casti- 
garnos en  esta  vida  y  corregirnos  para  que  en  la  otra  gocemos  de 
su  presencia,  bien  podemos  darlo  todo  por  bien  empleado  y  lla- 
marnos dichosos.  Permita  su  bondad  y  misericordia  que  de  estos 
daños  saquemos  este  fruto  y  que  abramos  los  ojos  y  tratemos  de 
mudar  de  vida,  con  que  espero  se  convertirá  su  ira  justa  en  be- 
nignidad y  amor,  y  que  de  la  borrasca  que  padecemos  llegaremos 
á  la  quietud  y  sosiego  del  puerto.  De  mi  parte,  Sor  María  (aunque 
flaco)  espero,  mediante  la  ayuda  divina ,  obrar  lo  posible  para 
conseguir  tan  gran  bien  como  es  el  de  la  gracia ,  para  [lo  cual  me 
prometo  me  han  de  ayudar  mucho  vuestras  oraciones.  Agradez- 
coos  mucho  las  que  hacéis  y  todo  cuanto  me  decís,  y  os  encargo 
las  continuéis,  pues  tengo  grande  esperanza  de  que  me  han  de 
ayudar  mucho  para  todo. 

Lo  que  más  nos  aflige  ahora  es  la  peste,  particularmente  en 
Sevilla  donde  está  muy  fuerte,  y  avisan  que  en  cuarenta  dias 
han  muerto  veinticinco  mil  personas :  esto  nos  tiene  contristados 
y  en  tal  estado  el  comercio ,  por  tener  los  hombres  de  negocios 
allí  sus  tratos  y  caudales ,  que  cuando  son  menester  millones  de 
ducados  para  tanto  como  hay  á  qué  acudir,  os  puedo  decir,  sin 
ningún  encarecimiento ,  que  ño  nos  hallamos  hoy  con  veinte  mil 


-385- 

escudos;  con  que  todo  se  atrasa  y  no  sé  cómo  hemos  de  hacer  la 
guerra  en  Cataluña,  siendo  ésta  la  mgor  sazón  que  ha  habido  ja- 
mas para  obrar  por  aquella  parte;  pero  en  medio  de  tan  f(randes 
dificultades  no  me  rindo,  antes  espero  vencerlas,  pues  no  nos  ha 
de  faltar  nuestro  Señor  en  cosa  tan  justa. 

Ya  tuve  cartas  de  Flándes  confirmando  la  toma  de  Ypres  y  de 
San  Venant,  que  son  puertos  de  harta  importancia:  están  alen- 
tados y  con  esperanzas  de  obrar  más ,  porque  las  cosas  de  Fran- 
cia se  hallan  en  estado  que  parece  nos  darán  lugar.  Yo  di  luego 
gracias  á  nuestro  Señor  y  le  suplico  lo  continúe ,  pues  podia  ser 
medio  para  conseguir  la  paz;  ayudadme  á  esto,  Sor  María,  y 
apretad  las  oraciones  para  que  nuestro  Señor  se  duela  de  nos- 
otros, como  lo  espero  de  su  núserícordia. 

£1  papel  que  me  decís,  me  holgaré  mucho  de  ver  y  así  me  lo 
podréis  enviar. 

De  Madrid  á  9  de  Junio  1649. — Yo  el  Rey. 


CCXXIL 


De  Sor  María. 


Señor :  Propio  efecto  de  la  caridad  es  disimular  los  delitos  y    '9  ^  Joa^* 

1649. 
desórdenes;  en  V.  M.  se  halla  tan  perfecta  esta  virtud  que  fá- 
cilmente tolera  los  que  cometo,  anima  mi  cobardía  y  no  se  de- 
digna  V.  M.  de  corresponderse  con  quien  tan  poco  merece.  Re- 
petidas veces  presento  en  el  tribunal  divino  el  exceso  con  que 
V.  M.  se  humana  y  la  piedad  con  que  procura  el  socorro  del 
Altísimo,  y  le  suplico  no  queden  frustrados  los  santos  y  católicos 
deseos  y  cuidadosas  diligencias  de  V.  M.  por  valerse  de  tan  vil 
instrumento.  Consuélame  que  las  muchas  aguas  de  nuestras  mi- 
serias no  pudieron  extinguir  la  caridad  eterna,  ni  la  multitud  de 


-  386  — 

pecados  la  pueden  agotar :  yo  quisiera  tener  nuevos  modos  y  muy 
eficaces  razones  para  consolar  y  animar  á  V.  M. ;  pero  cuanto 
mayores  las  busca  mi  deseo,  más  cortas  las  halla  en  mi  pobre 
caudal.  Tengo  muy  ponderados  los  trabajos  de  V.  M.  y  tan  pre- 
sentes, que  jamas  los  pierdo  de  vista;  siéntolos  y  lastfmanme 
más  que  los  mios,  con  que  el  ansia  de  aliviar  á  V.  M.  es  viví- 
sima, y  motivo  eficaz  para  clamar  al  Todopoderoso  de  lo  íntimo 
de  mi  corazón  y  pedirle  use  de  su  misericordia,  que  es  adonde 
sólo  puede  hallar  consuelo  V.  M.  Téngale,  Señor  mió,  en  la  con- 
sideración de  que  no  hay  cosa  más  agradable  á  los  ojos  de  Dios 
que  el  padecer,  y  si  hubiera  otra  que  más  obligara  á  su  Divi- 
na Majestad,  Cristo  nuestro  Señor  la  hubiera  escogido  para  sí; 
pero  ésta  fué  la  herencia  y  patrimonio  que  le  señaló  el  eterno 
Padre,  y  así  nació  padeciendo,  vivió  sufriendo  y  murió  en  una 
cruz,  dejándosela  á  su  Madre  Santísima  y  á  sus  Apóstoles.  Ja- 
mas se  malograron  los  trabajos  padecidos  con  paciencia  ni  en- 
gañaron á  nadie,  la  prosperidad  sí;  David  afligido  y  traba- 
jado buscó  á  Dios,  y  aliviado  y  con  prosperidad  le  ofendió;  y 
cuanto  mejor  es  la  fortuna ,  en  mayor  riesgo  pone  de  perderse, 
porque  la  dicha  temporal  no  es  legítima  sino  usurpada  y  tira- 
nizada y  sus  glorias  aparentes ,  y  la  verdadera  felicidad  sola  es 
la  de  la  vida  eterna,  á  que  sólo  el  justo  tiene  derecho  por  la  gra- 
cia. El  Verbo  humanado  es  Señor  y  Rey  de  los  mortales,  y 
cuando  vivió  entre  ellos ,  si  le  conocieran  le  habian  de  llamar 
Rey  y  obedecerle  como  á  tal;  y  con  ser  tan  debido  de  justicia  no 
lo  consintió ,  mas  antes  quiso  pagar  el  tributo  á  César ,  como  si 
fuera  vasallo,  y  respondió  á  los  que  le  acusaban:  «Mi  reino  no  es 
de  este  mundo.»  Porque  la  verdad  de  Dios  y  la  falacia  de  los 
reinos  temporales  no  eran  compatibles,  y  de  lo  que  hizo  mayor 
aprecio  y  blasonó  más  su  Majestad  fué  del  cetro  de  la  cruz ,  de 
la  corona  de  espinas  y  de  la  multitud  de  tribulaciones  que  pade- 
ció, que  son  las  prendas  seguras  del  reino  eterno,  de  donde  se 
llamó  Rey  nuestro  Redentor. 

Señor  mió  carísimo,  misericordioso  y  liberal  veo  al  Altísimo 
con  V.  M.,  pues  en  su  reino  temporal  y  terreno  le  da  firutos  cier- 
tos del  celestial  y  eterno:  cuando  á  V.  M.  se  le  deshacen  y  des- 


—  387  - 

aparecen  las  plazas  y  le  cuesta  tanto  el  conservar  las  que  tiene, 
cuando  se  halla  sin  dinero  y  rodeado  de  tríbulacioneS|  coja  V.  M. 
el  fruto  del  padecer  y  prométase  de  él  el  cetro  y  corona  eterna, 
donde  reinará  con  Cristo;  porque  si  padecemos  con  él,  con  su 
Majestad  hemos  de  reinar ;  y  tenga  V.  M.  por  muy  dichosa  su 
fortuna,  pues  habiéndole  hecho  el  Todopoderoso  rey  en  esta 
vida,  le  quiere  dar  á  V.  M.  prendas  de  la  felicidad  eterna.  Consi- 
dere V.  M.  que  para  conseguirla  sus  antecesores  sólo  les  habrá 
valido  el  padecer  por  la  justicia  y  obrar  en  agrado  de  Dios,  obe- 
deciendo sus  leyes  y  observando  sus  preceptos. 

Grande  y  lamentable  calamidad  es  la  de  la  peste;  hame  tras- 
pasado el  alma  la  muerte  de  tanta  gente  en  tiempo  tan  breve  y 
en  una  sola  ciudad.  £1  dia  que  recibí  su  carta  de  V.  M.  con  esta 
nueva  estaba  el  Santísimo  Sacramento  patente  en  nuestra  igle- 
sia, y  al  punto  pedí  á  las  religiosas  se  postrasen  en  su  divina  pre- 
sencia, suplicándole  aplacase  su  ira  y  justo  enojo ;  con  muchas 
lágrimas  clamamos  á  su  misericordia ,  y  yo  con  grande  afecto  y 
ansia  de  que  castigo  tan  severo  ocasionase  la  enmienda  de  las 
culpas,  pues  en  la  ley  de  la  naturaleza  escrita  y  la  de  gracia  ha- 
llamos que  la  penitencia  ha  sido  la  que  ha  atajado  estas  cala- 
midades. 

Con  mi  pobreza  acompañaré  á  V.  M.  en  dar  gracias  al  Altí- 
simo por  los  buenos  sucesos  del  Archiduque  y  en  suplicarle  los 
continúe  y  prospere,  y  dé  á  V.  M.  dinero  y  fuerzas  para  acudir  á 
empeños  tan  forzosos,  ó  paces  generales  con  que  cesen  sus  cuida- 
dos de  V.  M.  No  tenemos  otro  padre  ni  señor  de  quien  valer- 
nos  ,  su  misericordia  nos  ha  de  remediar,  y  á  su  suave  providen- 
cia le  toca  cuidar  de  esto :  yo  no  me  apartaré  de  sus  divinos  pies 
sin  procurar  nos  conceda  lo  que  le  suplicamos,  porque  me  tiene 
muy  tierna  y  compasiva  ver  á  V.  M.  tan  sin  dinero.  Mande 
V.  M.  que  se  excusen  gastos  superfluos,  y  disponga  que  los  ricos 
y  sobrados  contribuyan  con  algo  para  lograr  la  ocasión  por  Ca- 
taluña. 

El  papel,  que  V.  M.  manda  le  envié,  escribo  y  no  le  he  podido 
acabar  por  tener  la  salud  muy  débil ;  he  padecido  enfermedad 
de  calenturas  y  me  han  sangrado  cuatro  veces;  en  aliviándome 


—  388  — 

le  remitiré.  El  Altísimo  guarde  y  prospere  á  V.  M.  como  la 
Iglesia  há  menester. 

En  la  Concepción  Descalza  de  Agrega  á  19  de  Junio  1649. — 
B.  L.  M.  D.  V.  M.  su  menor  sierva. — Sor  María  de  Jesús. 


CCXXIII. 


Del  Rey. 


Madrid  Mucho  sieuto  que  os  halléis  tan  falta  de  salud,  que  os  ha3ra 
'^  1649°°*^  obligado  á  sangrar  cuatro  veces ;  quiera  nuestro  Señor  daros  la 
que  yo  deseo,  pues  aunque  me  prometo  que  en  su  divina  presen- 
cia me  seréis  tan  buena  amiga  como  por  acá,  con  todo  eso,  por 
ahora  os  quisiera  tener  más  cerca  para  recibir  vuestros  consejos, 
que  sin  duda  son  los  que  yo  hé  menester ,  y  lo  que  me  decís  lo 
que  más  me  alivia  en  medio  de  los  cuidados  y  dificultades  en 
que  me  hallo,  que  os  aseguro  son  bien  grandes  por  todos  cami- 
nos ;  pero  si  es  tan  grande  la  utilidad  de  padecer  en  esta  vida  y 
tan  agradable  al  Señor  (como  me  referís)  y  por  este  medio  se 
ha  de  llegar  á  gozar  de  la  quietud  eterna,  vengan  trabajos,  que 
todos  se  me  harán  tolerables  por  conseguir  lo  que  más  me  im- 
porta. Sólo  temo ,  Sor  María ,  que  no  sé  aprovecharme  de  este 
azote  de  Dios  ni  acierto  á  enmendarme  como  debiera,  viendo 
tan  manifiesta  la  ira  divina  y  que,  á  mi  entender,  es  sola  por  mis 
pecados:  sírvase  su  divina  piedad  de  abrirme  los  ojos  y  darme  su 
ayuda  para  que  acierte  á  cumplir  en  todo  su  santa  voluntad, 
para  lo  cual  me  prometo  me  han  de  ayudar  mucho  vuestras  ora- 
ciones y  lo  que  suplicáis  á  nuestro  Señor  me  ayude. 

El  contagio  de  Sevilla  pasa  adelante  y  con  mucha  furia;  otros 
lugares  de  la  Andalucía  están  más  aliviados ,  pero  en  otros  ha 
entrado  de  nuevo.  Aquí  hemos  acudido  á  nuestro  Señor  con  ro- 
gativas públicas  y  sacado  á  nuestra  Señora  de  Atocha  por  ocho 


-  389  - 

dias  á  las  Descalzas,  en  cuyas  procesiones  asistí  yo,  y  con  ser  tan 
grande  el  concurso  no  hubo  exceso  alguno ,  antes  estuvieron  to- 
dos con  devoción:  esto  es  lo  que  nos  ha  de  valer,  pues  en  da- 
ños tan  grandes  los  medios  humanos  pueden  poco,  y  así  os  en- 
cargo que  vos  también  de  vuestra  parte  apretéis  con  nuestro 
Señor  para  que  se  duela  de  nosotros. 

Siempre  estamos  con  el  aprieto  de  dinero  que  os  escribí,  aun- 
que se  hacen  las  diligencias  posibles  para  lograr  las  ocasiones 
presentes  y  se  trata  de  usar  de  los  medios  que  me  proponéis. 

De  fuera  no  ha  habido  correo ,  pero  esperamos  con  brevedad 
aviso  de  que  llegará  mi  sobrina  presto  á  estas  costas.  Dios  la  trai- 
ga con  bien  y  nos  ayude  en  los  trabajos  y  aprietos  que  estamos 
padeciendo,  como  lo  espero  y  fio  de  su  infinita  bondad  y  miseri- 
cordia. 

De  Madrid  á  23  de  Junio  1649. — Yo  el  Rey. 


CCXXIV. 


De  Sor  María. 


Señor :  En  mi  salud  y  vida  no  hallo  otra  conveniencia  que  que*  '  ^  J^o 
rer  humanarse  la  piedad  de  V.  M.  á  desearla;  por  todos  los  de-  '  '* 
mas  caminos  es  inútil  y  para  nada  buena,  antes  bien  aseguro  á 
V.  M.  con  verdad  que ,  cuando  considero  las  calamidades  de  esta 
Corona  las  atribuyo  á  mis  culpas  (con  más  razones  que  V.  M.  tie- 
ne para  juzgarlo  de  sí)  y  de  aquí  nacen  en  mí  eficaces  ansias  de 
padecer  yo,  y  que  alivie  el  Todopoderoso  á  las  demás  criaturas. 
Dos  cosas  oprimen  mi  corazón  sin  admitir  consuelo:  el  ver  á 
Dios  tan  justa  y  severamente  enojado,  como  lo  aseguran  las  cul- 
pas tan  sin  temor  cometidas,  y  los  castigos  rigurosos  tan  conti- 
nuados, y  que  ninguno  sea  bastante  advertencia  ni  eficaz  reme- 
dio para  la  enmienda  entre  cristianos,  cuando  sobraba  el  me- 


—  390  — 

ñor  para  reparo  y  conversión  de  los  más  obstinados  infieles  here- . 
jes  j  cuyas  culpas,  por  ser  de  enemigos,  indignarán  menos  á  Dios. 
El  ver  á  este  Señor  ofendido  y  á  los  prójimos  tan  afligidos  y  sin 
atinar  ni  saber  buscar  su  remedio  me  pone  en  estado  de  perder 
la  salud,  y  tal  vez  me  compele  á  impetuosos  y  ansiosos  vuelos 
de  salir  de  este  cautiverio  y  vida  mortal,  por  no  ver  tantas  mi- 
serias, y  más  cuando  me  hallo  sin  ser  de  provecho  ni  poder  re- 
mediar nada.  En  medio  de  estas  ansias  y  zozobras,  confieso  á 
V.  M.  he  cobrado  algún  aliento  y  ánimo  con  la  carta  de  V.  M.;  la 
he  leido  con  gran  ternura,  viendo  que  se  acude  á  el  Altísimo  por 
medio  de  su  Madre  Santísima,  y  que  se  hayan  hecho  rogativas 
públicas  :  por  tan  acertada  como  necesaria  resolución  y  diligencia 
doy  á  V.  M.  afectuosas  gracias  y  humildes  agradecimientos,  y 
muy  particulares  por  haber  asistido  V.  M.  á  las  procesiones  para 
ejemplo  y  edificación  de  todos ,  poniendo  á  riesgo  la  salud  con  el 
rigor  de  las  calores;  y  en  premio  de  esta  acción  la  divina  luz  ha- 
brá dado  á  V.  M.  conocimiento  de  sus  pecados  y  despertado  fer- 
vores para  la  enmienda  de  ellos ,  porque  muchas  veces  está  vin- 
culada la  justificación  á  una  obra  de  virtud ,  y  aunque  pequeña 
realzada  con  los  motivos  grandes  de  aplacar  y  dar  gusto  á  Dios, 
que  obligado  de  esto,  luego  da  auxilios  interiores;  y  con  oir  un 
sermón  los  administra  exteriores,  cuya  doctrina,  como  semilla 
divina  cayendo  en  corazón  dispuesto,  da  fruto  de  penitencia. 
Cualquiera  indicio  de  esta  dicha  que  veo  en  V.  M.  es  mi  vivir  y 
aliento ,  el  gozo  de  mi  alma  y  consuelo  de  mis  aflicciones ;  no  de- 
seo yo  su  bien  de  V.  M.  con  modo  y  tasa,  sino  con  exceso  gran- 
de, que  solicita  en  mí  el  pedir  continuamente  la  salvación  de 
V.  M.,  clamando  al  Todopoderoso  y  presentando  esta  petición 
por  la  primera  de  mi  afecto  ante  su  divino  tribunal. 

Señor  mió  carísimo ,  sufra  V.  M.  con  paciencia  mis  importu- 
nas instancias  en  esto  y  no  admiren  á  V.  M.,  pues  son  tantos  los 
motivos  que  las  producen ,  que  dan  ánimo  á  mi  cobardía  y  me 
hacen  olvidar  que  soy  mujer  y  V.  M.  mi  rey  y  señor ,  y  sin  re- 
paro hablo  en  estas  materias;  porque  deseo  la  salvación  de  V.  M. 
como  la  mia,  y  que  en  trabajos  tan  grandes  tenga  V.  M.  la  pro- 
tección del  Altísimo,  y  esta  Corona  algún  alivio  en  las  tribuía- 


—  391  — 

dones  que  padece ,  y  todo  esto  me  prometo  con  la  justificación 
de  V.  M.  y  amistad  de  Dios;  pues  dice  David  :  «No  vi  al  justo 
desamparado ,  y  las  culpas  de  las  cabezas  (si  las  hay)  pesan  mu- 
cho en  el  tribunal  divino,  y  la  penitencia  que  hacen  aplaca  su 
justicia  grandemente.»  • 

He  ponderado  repetidas  veces  con  mi  corto  discurso  el  daño 
que  hizo  en  la  propagación  humana  la  culpa  de  Adán ,  pues  con 
ella  quedaron  todos  sus  descendientes  inficionados  y  manchados 
sólo  por  ser  cabeza;  y  también  por  serlo  de  los  predestinados 
Cristo  nuestro  Señor  y  del  cuerpo  místico  de  la  Iglesia,  pade- 
ciendo y  muriendo  redimió  al  linaje  humano;  y  David  por  ser 
rey  pidió  á  Dios  le  limpiase  de  sus  pecados  ocultos ,  esto  es ,  sus 
propias  culpas ,  y  también  que  le  perdonase  las  ajenas  que  con 
su  ejemplo  habian  cometido  otros,  y  muy  fácilmente  alcanzó 
perdón  de  todos,  porque  la  misericordia  divina  está  pronta  para 
los  que  la  desean  y  solicitan.  Suplico  á  V.  M. ,  Señor  mió,  que  no 
le  detenga  la  dificultad  que  dice  siente,  pues  en  venciendo  las  pri- 
meras ocasiones  se  hallará  V.  M.  con  valor  para  las  segundas  y 
consolado ,  alcanzando  victoria  de  todas. 

Como  V.  M.  está  tan  inmediato  á  tomar  estado,  deseo  para 
que  V.  M.  obligue  al  Señor  que  deje  toda  atención  humana  y 
terrena ,  y  sólo  se  quede  V.  M.  con  la  que  Dios  le  diere  permiso 
con  el  estado.  ¡  Oh  Señor  mió ,  y  cuánto  importa  eslo  para  incli- 
nar al  Altísimo  á  que  nos  dé  buen  suceso  en  lo  que  tanto  desea- 
mos, que  es  sucesión  de  rey  que  amamos  más  que  á  nosotros 
mismos  I  Consuélame  mucho  que  esté  tan  cerca  la  venida  de 
la  Reina  nuestra  Señora :  el  Todopoderoso  la  dé  próspero  viaje 
y  alivio  á  V.  M.  en  sus  cuidados.  El  de  la  peste  es  excesivo;  los 
clamores,  ejercicios  y  procesiones  se  continúan  en  esta  comuni- 
dad, y  también  por  la  necesidad  de  dinero;  en  todo  acompaño  á 
V.  M.  con  lastimosa  compasión.  El  Altísimo  use  de  su  miseri- 
cordia y  me  guarde  y  prospere  á  V.  M. 

En  la  Concepción  de  Agreda  2  de  Julio  1649. — Besa  la  mano 
de  V.  M.  su  menor  sierva. — Sor  María  de  Jesús. 


—  392  — 


ccxxv. 


Del  Rey. 


Madrid  No  sabré  deciros  cuánto  me  he  holgado  con  vuestra  carta,  pues 
^  1649°  ^  aunque  con  todas  me  sucede  esto,  parece  que  la  que  he  recibido 
hoy  trae  más  motivos  para  mi  consuelo  y  me  habla  con  más 
claridad ,  encaminando  las  razones  á  mi  mayor  bien :  estimólo  in- 
finito, Sor  María,  y  espero  en  la  divina  misericordia  ha  de  per- 
mitir que  yo  sepa  aprovecharme  y  valerme  de  tan  buenos  conse- 
jos ,  dados  por  quien  veo  me  desea  tan  de  veras  mi  mayor  bien,  á 
que  yo  debo  aspirar.  Bien  reconozco  que  los  pecados  de  las  cabe- 
zas son  los  que  más  ofenden  á  nuestro  Señor,  pues  lo' vemos  en 
la  Escritura  y  en  otras  partes,  y  esto  mismo  me  hace  tener  por 
cierto  que  los  mios  solos  son  los  que  tienen  levantado  el  justo 
azote  de  Dios ,  y  aun  quizá  con  mi  mal  ejemplo  le  ofenden  tanto 
los  demás.  Yo  reconozco  esto.  Sor  Maria,  y  este  reconocimiento 
entiendo  que  es  aldabada  para  la  enmienda ;  yo  espero  en  la  mi- 
sericordia divina,  que  á  ella  se  han  de  seguir  otras  con  que  yo 
acabe  de  enmendarme;  ya,  os  aseguro,  he  dado  pasos  muy  consi- 
derables para  ello  y  estoy  con  propósito  de  apartarme  de  todo  lo 
que  más  me  impide  el  llegar  á  estar  en  estado  de  gracia,  creyendo 
que,  haciendo  yo  esto  de  mi  parte  aunque  la  flaqueza  repugne, 
me  ayudará  nuestro  Señor  para  conseguirlo;  y  no  quisiera  yo 
hacerlo  por  las  conveniencias  que  me  proponéis  del  nuevo  esta- 
do, sino  sólo  por  el  dolor  de  haberle  ofendido  tan  continuamen- 
te, siendo  suma  bondad  y  tan  liberal  conmigo;  y  si  yo  consigo 
esto ,  me  prometo  que  El  me  lo  pagará  con  darme  la  salvación  y 
sucesión  de  este  nuevo  matrimonio ;  y  no  la  quiero  para  más, 
sino  para  que  tenga  su  Iglesia  católica  más  columnas  que  la  sus- 
tenten y  defiendan. 


—  393  — 

Las  rogativas  públicas  se  continúan  con  harta  devoción  y  pa- 
rece las  ha  comenzado  á  oir  nuestro  Señor,  pues  es  grande  la 
mejoría  que  hay  en  Sevilla  y  en  otros  lugares,  si  bien  algunos 
están  bellacos ;  pero  éstas  son  de  las  cosas  que  no  se  pueden  curar 
en  un  dia,  aunque  espero  en  nuestro  Señor  nos  ha  de  librar 
presto  del  contagio. 

De  Flándes  tuve  correo  y  aquellas  cosas  van  bien ,  y  las  de 
Francia  están  aún  turbadas,  aunque  en  lo  aparente  parece  están 
ajustadas. 

Aquí  se  ha  dado  orden  se  parta  el  ejército,  y  aunque  los  me- 
dios de  dinero  son  bien  cortos,  se  procura  obrar  por  Cataluña 
cuanto  se  puede,  porque  aquellas  cosas  están  en  buen  estado,  se- 
gún dicen  todos. 

De  Italia  há  dias  me  faltan  cartas,  con  que  no  tengo  nuevas  de 
mi  sobrina,  si  bien  ha  llegado  aquí  un  religioso  de  la  Compañía 
y  dice  la  vio  entrar  en  Milán  el  domingo  de  la  Santísima  Trini- 
dad, con  que  se  puede  creer  que  antes  de  Santiago  estará  en  Es- 
paña. Dios  la  traiga  con  bien  y  nos  ayude  en  los  aprietos  presen- 
tes, como  lo  espero  de  su  divina  misericordia. 

De  Madrid  á  7  de  Julio  1649.'*  Yo  el  Rey. 


CCXXVI. 


De  Sor  Haría. 


.  I 


Señor:  En  el  tiempo  que  V.  M.  me  ha  favorecido  con  su  cor-  16  de  jniio 
respondencia,  he  hecho  altísimo  concepto  del  buen  natural  que  '^^^'' 
el  Todopoderoso  dio  á  V.  M.,  acompañado  de  muchos  dones  de 
naturaleza  y  de  gracia,  haciendo  á  V.  M.  gran  católico,  observa-, 
dor  de  la  religión  cristiana  y  culto  del  Altísimo,  piadoso  en  favo- 
recer la  virtud,  y  otras  prendas  estimables  que  en  V.  M.  he  cono- 
cido y  de  que  he  tenido  particular  luz,  porque  el  Señor  (que  en 

a6 


—  394  — 

todas  sus  obras  procede  con  equidad,  peso  y  medida)  quiso  jus- 
tificar su  causa  y  dar  á  V.  M.  todos  estos  bienes  para  ha- 
cerle rey  de  sus  hijos  católicos  y,  amándolos  tanto,  era  consi- 
siguiente  que  á  su  rey  y  cabeza  le  había  de  dar  lo  necesario  y 
conveniente  para  ser  perfecto  gobernador  de  su  Corona.  Todos 
estos  dones  y  gracias  ha  querido  destruir,  oscurecer  y  ofuscar  d 
común  enemigo  que,  como  lo  es  tan  cruel  inhumano  contra  los 
hombres  que  siempre  les  hace  guerra  y  da  batería,  quiso  ende- 
rezarla á  la  parte  más  principal  y  aumentar  su  malicia  contra 
V.  M.  Conociendo  yo  esto,  cometiera  delito  de  infidelidad  contra 
Dios  y  V.  M.  si  no  se  lo  manifestara,  y  agraviara  al  amor  que  á 
V.  M.  tengo;  y  más  he  querido  resistir  al  temor  de  mi  osadía, 
que  dejar  de  hablar  con  la  claridad  que  V.  M.  me  dice,  y  fidtar 
á  tan  estrechos  vínculos.  Quedo  edificada  y  con  motivo  de  alabar 
al  Altísimo  por  la  piedad  con  que  V.  M.  lo  recibe,  no  dedignán- 
dose  la  grandeza  de  V.  M.  de  admitir  lo  que  mi  insuficiencia  é 
ignorancia  propone  á  V.  M.,  indicio  evidente  de  lo  que  V.  M. 
desea  la  enmienda  y  perfección  de  su  vida.  Hame  llenado  V.  M. 
de  gozo  y  vivificación,  didéndome  que  para  conseguirlo  ha  dado 
pasos  considerables;  enderécelos  el  Todopoderoso  á  su  agrado; 
V.  M.  los  apresure  para  que  llegue  á  la  posesión  de  la  mayor  fe- 
liddad,  que  es  la  justificadon. 

No  propongo  á  V.  M.  las  conveniencias  de  su  nuevo  estado 
por  fin,  para  que  la  procure,  sino  por  medio  y  para  multipli- 
car los  motivos;  cierto  es  que  cuanto  V.  M.  más  realce  los  dd 
dolor  de  haber  ofendido  á  Dios,  mirando  sola  su  bondad  y  Ser 
infinito,  más  perfecto  será  y  con  mayor  vdocidad  alcanzará 
V.  M.  la  gracia.  La  ley  del  Sefior  es  tan  suave  y  útil  á  quien 
la  observa,  que  con  servir  á  su  Majestad  Divina  y  tenerle  por 
amigo,  se  hallan  juntos  todos  los  bienes  de  grada  y  naturale- 
za, espirituales  y  temporales.  El  tiempo  que  Adán  se  conservó 
en  la  justida  original,  y  en  aqud  estado  de  la  inocenda  y  ren- 
dimiento á  Dios  en  que  le  puso,  tuvo  á  todas  las  criaturas  en  su 
favor;  pero  en  pecando  y  siendo  infiel  á  su  Criador,  los  influjos 
de  los  cielos  y  planetas  se  volvieron  contra  él,  los  elementos  se 
desconcertaron  para  dañarle,  la  tierra  produjo  espinas  para  ofen- 


—  395  — 

derle,  y  los  animales  cobraron  sus  iras  y  sus  fuerzas  contra  él; 
y  lo  que  antes  de  pecar  le  era  obediente  y  poseia  sin  trabajo,  des- 
pués le  costaba  el  sudor  de  su  rostro  y  se  le  resistió  rebelde, 
porque  (como  dice  David)  todas  las  cosas  sirven  al  Señor,  unas 
veces  sustentando  al  hombre  y  otras  haciéndose  instrumentos  y 
ministros  de  la  justicia  divina,  afligiéndole  como  lo  experimen- 
tamos ahora;  pues  los  planetas  envian  influjos  dañosos  con  que 
se  engendra  peste,  inficiónanse  los  vientos,  desconciértase  el 
orden  natural,  minóranse  los  frutos ,  falta  el  caudal  y  todo  nos  es 
contrarío. 

Díceme  V.  M.  que  está  el  azote  de  Dios  levantado  por  sus  pe- 
cados; yo  digo  que  por  los  mios  ejecuta  el  castigo.  Harto  quisiera. 
Señor  mió  carísimo,  que  no  hubiera  otras  culpas  que  indignaran 
la  justicia  divina  que  las  de  V.  M. ,  que  más  fácil  fuera  la  en- 
mienda y  antes  me  la  prometiera ;  pero  mucho  importai'á  que 
V.  M.  la  tenga ,  porque  un  rey  recto  y  justificado  en  sus  obras 
le  patrocina  Dios,  llegan  sus  claiíiotes  al  tribunal  divino,  acom- 
pañante lós  ángeles,  témenle  los  faoixíbres  y  se  fortalece  en  la 
justicia.  Pues  ¿quién  ínejor  la  puede  administrar,  que  quien  ño 
tiene  culpa?  Y  el  que  la  comete  enflaquece  su  poder  y  la  inha- 
bilita. 

Señor  mió,  el  Altísimo  quiete  á  V.  M.  pafa  sí,  y  por  eso  le  da 
tantos  avisos  como  me  dice  V.  M.  Suplicóle  puesta  á  sus  pies, 
que  con  dilatado  ánimo  y  consuelo  sumo  le  responda  V.  M.,  acor- 
dándose de  la  parábola  del  Evangelio  del  sembrador,  que  salien- 
do á  derramar  su  semilla,  la  una  parte  de  ella  cayó  cerca  del  ca- 
mino y  fué  hollada  de  los  pasajeros  y  llevada  de  las  aves,  con 
que  no  dio  fruto ;  la  otra  parte  cayó  en  una  tierra  pedregosa,  por 
estar  cerca  de  peña  y  no  profundaron  las  raíces,  y  en  saliendo  el 
sol  se  secó  por  no  tener  bastante  humor;  la  otra  cayó  entre  espi- 
nas, y  creciendo  la  sofocaron;  la  cuarta  cayó  en  buena  tierra  y  dio 
copioso  fruto  á  su  dueño.  De  todos  los  avisos  que  envía  el  Muy 
Alto  á  V.  M.  como  semilla  divina,  deseo  ansiosamente  que  no  los 
hoUen  ni  oscurezcan  los  que  con  V.  M.  tratan,  ni  los  lleven  las 
aves  de  rapiña  con  disuadir  á  V.  M.  á  lo  que  no  conviene;  que 
el  corazón  de  V.  M.  sea  blando  para  obedecer  á  su  Criador  y 


—  396  — 

suave  para  asentir  á  sus  inspiraciones ,  ni  las  espinas  de  los  cui- 
dados han  de  sofocar  á  V.  M.,  sino  que  con  denodado  y  valeroso 
ánimo  dar  fruto  copioso;  esperólo  de  la  piedad  divina. 

Hele  alabado  de  lo  íntimo  de  mi  alma  porque  ha  mejorado  la 
peste  de  Sevilla,  y  le  suplico  guarde  y  defienda  á  esa  Corte  (pe- 
tición que  hago  desde  que  supe  que  la  justicia  divina  nos  afligia 
con  tan  penosa  calamidad)  y  que  detenga  tan  severo  azote :  mu- 
cho a3nidarán  las  continuas  rogativas  que  me  dice  V.  M.  se  ha- 
cen ,  que  el  Todopoderoso  con  muy  poco  que  hagamos  de  nuestra 
parte  se  obliga,  y  más  si  hay  enmienda  de  culpas. 

Consuélame  sumamente  que  las  cosas  de  Flándes  estén  en  buen 
estado  y  que  se  le  haya  dado  orden  al  ejército  que  vaya  á  Cata- 
luña; el  Señor  los  asista  y  nos  dé  felices  victorias,  y  á  la  Reina 
nuestra  Señora,  salud  y  próspero  viaje:  por  todo  clamo  en  la 
presencia  del  Altísimo  y  trabajaré  fielmente. 

Vuestra  Majestad  perdone  lo  largo  y  molesto  de  mis  instancias; 
ya  veo  que  obligo  á  V.  M.  á  que  me  arroje  de  su  gracia,  y  aun- 
que ésta  fuera  viva  pena  para  mí,  no  me  puedo  contener,  porque 
quiero  á  V.  M.,  más  por  su  bien  propio  que  por  mi  interés  y 
consuelo.  Guárdeme  el  Altísimo  á  V.  M.  como  la  Iglesia  santa  há 
menester. 

En  la  Concepción  de  Agreda  á  i6  de  Julio  1649.-*  B.  L.M. 
D.  V.  M.  su  menor  sierva. — Sor  María  de  Jesús. 


CCXXVIL 


Dd  Rey. 


Madrid  La  estafeta  pasada  no  pude  escribiros  por  ocurrir  más  embara- 

38  de  Julio  ,     '^  '^  ^ 

1649.       zos  aquel  día  que  suelen  otras  veces;  harto  lo  sentí,  porque  el 
hablar  con  vos  en  la  forma  que  puedo  es  cosa  que  hago  con  mu- 


—  397  — 

cho  gusto ;  y  no  tíene  que  daros  cuidado  creer  que  pueden  emba- 
razarme vuestras  cartas  aunque  sean  largas,  que  cuanto  más 
tengo  que  ver  en  ellas ,  tanto  más  me  huelgo.  Estimo,  Sor  María, 
la  claridad  con  que  me  habíais,  que  esto  es  lo  que  yo  deseo,  y 
os  confieso  me  atemoriza  mucho  ver  cuan  mal  satisfago  á  los 
favores  que  decís  usa  nuestro  Señor  conmigo,  dándome  lo  nece- 
sario para  cumplir  con  tan  grande  obligación  como  la  del  gobier- 
no; y  esto  mismo  temo  ha  de  ser  mi  mayor  cargo  en  el  juicio 
final,  aunque  espero  de  la  infinita  misericordia  de  Dios  me  ha 
de  a3nidar  para  vencer  las  persecuciones  del  enemigo  común  y 
para  conseguir  su  gracia ,  con  la  cual  no  tendré  que  echar  menos 
nada.  De  mi  parte  espero  hacer  lo  posible  para  conseguirlo,  par- 
ticularmente ahora  con  la  ocasión  del  jubileo  de  la  Pordúncula, 
el  cual  procuraré  ganar  y  haré  las  diligencias  para  ello :  permita 
nuestro  Señor  que  lo  consiga  y  vos  ayudadme  con  vuestras  ora- 
ciones para  ello. 

De  Flándes  he  tenido  buenas  nuevas,  pues  habiendo  el  enemi- 
go sitiado  á  Cambray,  que  es  plaza  muy  importante,  con  ejército 
muy  poderoso,  la  socorrió  el  Archiduque  y  obligó  á  que  dejase 
la  empresa  el  enemigo  ' ,  de  que  he  dado  infinitas  gracias  á  Dios 
y  á  su  bendita  Madre,  pues  fué  en  su  festividad.  Con  todo  eso 
está  poderoso  el  enemigo,  y  así  es  fuerza  vivir  con  cuidado,  par- 
ticularmente pudiendo  acrecentarle  la  falta  de  medios  con  que  nos 
hallamos  para  todo;  pero  no  nos  han  de  faltar  los  divinos  en 
cosa  tan  justa,  como  ya  lo  empezamos  á  experimentar  así  en  este 
suceso  como  en  la  mejoría  del  contagio,  que  se  ha  continuado 
de  manera  que  está  muy  cerca  de  publicar  la  salud  en  Sevilla,  y 
en  Cádiz  y  otras  partes  la  han  publicado  ya :  ayudadme.  Sor  Ma- 
ría, á  dar  gracias  á  nuestro  Señor  por  tan  singular  piedad  y  su- 
plicarle lo  continúe  hasta  perfeccionar  la  obra. 

Aunque  no  he  tenido  carta  de  mi  sobrina  hay  avisos  ciertos 
de  que  está  buena,  pero  creo  se  dilatará  algo  más  su  llegada  de 
lo  que  creíamos;  permita  nuestro  Señor  que  sea  con  la  salud  que 


X  Los  firanceses  sitiaron  á  Cambray  el  Vj  de  Junio,  y  el  3  de  Julio  socomeron 
la  plaza  los  espafioles  mandados  por  el  Archiduque./ 


-  39»  - 

yo  hé  menester,  y  se  sirva  de  ayudamos  en  todo,  pues  en  todo 
necesitamos  mucho  de  su  ayuda. 
De  Madrid  á  28  de  Julio  1649. — Yo  el  Rey. 


CCXXVIII. 


De  Sor  Haria, 


6 de  Agosto  Señor:  El  favor  que  no  se  merece,  en  cualquiera  ocasión  y 
tiempo  se  recibe  con  estimación  :  las  memorias  de  V.  M.  y  hu- 
manarse á  escribirme,  avisándome  V.  M.  de  su  salud  y  sucesos 
ocurrentes,  no  puede  caer  en  méritos  mios,  si  bien  sé  de  mi 
afecto  y  vivos  cuidados  no  lo  desmerecen,  porque  los  produce 
tan  verdadera  y  fina  voluntad ,  que  no  sabe  ni  quiere  buscar  su 
consuelo  y  gusto  sino  rendirse  al  de  V.  M.  y  á  su  mayor  alivio; 
éste,  suplico  á  V.  M.  mire  en  primer  lugar  para  escribirme,  pues 
no  es  justo  añadir  este  cansancio  en  tiempo  que  tiene  V.  M.  ma- 
yores atenciones. 

Señor  mió  carísimo,  no  deseo  yo  atemorizar  á  V.  M.  con  lo 
que  digo,  sino  dilatar  y  alentar  á  V.  M. ;  y  si  no  sé  encaminar 
mis  razones  á  este  fin,  le  puede  conseguir  V.  M.  valiéndose  de  la 
.  consideración  de  los  atributos  del  Altísimo  que,  aunque  en  todos 
es  infinito,  el  que  más  campea  y  sobresale  es  el  de  la  misericor- 
dia, señalándose  tanto  con  las  criaturas,  que  jamas  las  hizo  bene- 
ficios ni  dio  trabajos  que  no  fuese  para  mayor  bien  suyo ;  y  si 
con  beneficios  y  favores  no  las  puede  reducir,  las  corrige  y  aflige 
con  penas  y  adversidades,  como  verdadero  padre.  Pero  todo  es 
amor  en  Dios  y  así  conviene  lo  entendamos,  pues  no  hay  motivo 
más  eficaz  para  rendir  el  corazón  humano,  ni  vínculo  más  fuerte 
para  obligarle,  que  el  amor :  aun  el  humano  es  poderoso  en  sus 
vanidades,  siendo  verdad  que  encamina  al  precipicio  y  á  des- 


—  399  — 

haoer  la  grandeza  del  hombre,  á  disminuir  su  capacidad  y  ique 
degenere  de  su  ser ;  y  si  para  el  mal  es  tan  fuerte  el  amor  que 
todo  lo  arrastra  y  violenta,  ¿qué  será  para  el  bien?  Cuando  la 
voluntad  puede  entregarse  al  objeto  divino  y  Ser  inmutable  de 
Dios,  sin  recelo  de  errar,  sin  zozobra  de  que  ha  de  resultar 
ni  parecer  mal,  sin  pena  de  que  no  nos  ha  de  corresponder,  pues 
quien  murió  por  amor  no  faltará,  y  quien  busca  presto  respon- 
derá. Es  dulce  ejercicio  el  del  amor,  induce  á  dar  culto  á  Dios, 
desprecia  lo  momentáneo,  es  eficacísima  contemplación  que  le- 
vanta el  espíritu  al  délo,  centinela  del  alma,  dulzura  de  los 
trabajos,  sustento  de  los  justos,  y  hace  en  ellos  que  la  razón  pre- 
domine é  impere  á  las  pasiones. 

Para  mover  á  V.  M.  á  este  amor  le  representé  lo  que  la  divina 
diestra  le  habia  favorecido,  y  potencias  tan  nobles  como  las  del 
entendimiento  y  voluntad  de  V.  M.,  no  están  bien  empleadas 
sino  en  conocer  y  amar  á  Dios.  Suplico  á  V.  M.  no  le  retire  de 
tan  excelente  ocupación  la  acostumbrada  humildad  de  V.  M.  y 
conocimiento  de  que  ha  desagradado  y  ofendido  al  Señor,  pues 
aunque  fuera  como  V.  M.  lo  juzga,  el  amor  es  el  que  vence  á 
Dios  eterno.  Su  Majestad  Divina  nos  manda  por  precepto  expre- 
so que  le  amemos,  y  para  que  lo  hiciera  el  hijo  pródigo  le  so- 
licitó con  caricias  y  regalos.  De  la  Magdalena  dijo  nuestro  Sal- 
vador que  porque  amó  mucho  se  le  perdonó  mucho;  de  donde 
se  colige  que  es  remedio  para  alcanzar  perdón  el  amor,  y  para 
hacerlo  es  menester  la  disposición  de  la  gracia. 

Consuélome  grandemente  de  ver  á  V.  M.  tan  ansioso  de  ella : 
buena  ocasión  habrá  sido  la  del  jubileo  de  la  Porciúncula.  Re- 
petidos clamores  he  hecho  al  Altísimo  por  que  diese  luz  y  gra- 
cia á  V.  M.  para  ganarle,  y  por  todos  los  caminos  que  alcanzo  y 
puedo  a3aido  á  V.  M. ,  ofreciendo  al  Señor  por  V.  M.  los  tra- 
bajos que  es  servido  darme  (que  estos  dias  padezco  algunos)  y 
todos  mis  ejercicios  y  oraciones,  aunque  es  ofrenda  de  pobre. 

Con  mucho  gusto  he  obedecido  á  V.  M.  en  dar  afectuosas  gra- 
cias al  Altísimo  por  lo  que  ha  mejorado  á  Sevilla,  Cádiz  y  los 
demás  lugares,  del  contagio  que  padedan,  y  por  el  feliz  suceso 
del  Sr.  Archiduque  en  el  socorro  de  la  plaza  de  Cambray  en 


—  400  — 

Flándes.  Muchas  prendas  de  amor  y  protección  tiene  dadas  la 
Reina  del  cielo  á  su  Corona  de  V.  M.,  alcanzando  del  Señor  prós- 
peras victorias  en  los  dias  de  sus  festividades,  de  que  infiero 
que  nos  quiere  fieles  y  afectuosos  devotos,  y  que  la  obliguemos 
para  mostrar  sus  entrañas  de  clemencia  en  nuestras  tribulaciones; 
y  si  la  acertamos  á  obligar,  no  dudo  yo  nos  sacará  gloriosos  y 
triunfantes  de  ellas;  porque  ¿quién  la  llamó  de  corazón  ni  se 
valió  de  su  poderosa  intercesión  que  pereciera  ni  dejara  de 
alcanzar  remedio  de  su  dolencia  ?  Y  si  nuestros  pecados  tienen 
irritada  la  divina  justicia,  ¿quién  mejor  nos  aplacará  al  Juez  que 
la  que  siempre  le  tuvo  propicio,  y  nos  le  vistió  de  nuestra  misma 
naturaleza  para  redimimos  ?  Renueve  V.  M.  sus  devotos  afectos 
y  solicite  tan  paternal  protección,  con  que  no  se  hallará  V.  M. 
solo  ni  desamparado  en  sus  cuidados. 

Hámele  dado  muy  grande  que  esté  el  enemigo  tan  poderoso, 
por  los  designios  que  puede  tomar.  Reténgale  la  divina  diestra,  y 
dé  salud  y  feliz  viaje  á  la  Reina  nuestra  Señora.  Yo  trabajo,  por 
esta  causa  y  todas  las  que  están  á  cuenta  de  V.  M.,  con  toda  fide- 
lidad y  no  olvido  á  Cataluña. 

El  Duque  de  Alburquerque  ha  pasado  por  aquí  y  parte  de  la 
caballería;  el  Todopoderoso  les  dé  esforzados  alientos  para  que 
logren  la  buena  ocasión,  que  sería  lástima  perderla,  y  me  guarde 
á  V.  M.  felices  años. 

En  la  Concepción  de  Agreda  á  6  de  Agosto  1649. — B.  L.  M. 
D.  V.  M.  su  menor  sierva. — Sor  María  de  Jesús. 


CCXXIX. 


Del  Rey. 


Madrid         No  OS  dé  cuidado  creer  que  me  desacomodo  por  escribiros, 

1649!^^  pues  os  aseguro  que  es  cosa  que  hago  con  mucho  gusto,  y  las 

que  se  hacen  con  él  antes  alivian  que  embarazan ,  y  así  siento 


—  401  — 

cuando  otras  ocupaciones  me  embarazan  para  hablaros  en  la  forma 
que  puedo.  Mucho  estimo ,  Sor  María ,  lo  que  me  decís  en  todas 
vuestras  cartas,  pues  se  conoce  bien  cuánto  deseáis  mis  aciertos, 
y  que  me  tenéis  amor  seguro  y  deseo  que  consiga  lo  que  más  me 
importa,  para  lo  cual  sin  duda  es  convenientísimo  ejecutar  lo 
que  decís,  y  ejercitar  la  virtud  del  amor  de  Dios,  puerta  por 
donde  se  entra  á  las  demás.  De  mi  parte  deseo  ponerla  por  obra, 
aunque  mi  flaqueza  me  lo  impide,  fio  en  la  misericordia  de  Dios 
y  en  la  intercesión  de  su  Madre  Santísima  que  lo  he  de  conse- 
guir, y  para  ello,  como  cosa  precisa,  procuraré  ponerme  en  es- 
tado de  gracia.  Ayudadme  á  ello.  Sor  María,  con  vuestras  ora- 
ciones, que  bien  há  menester  mi  flaqueza  toda  ayuda  para  con- 
seguir tanto  bien.  No  haré  mucho  en  seguir  vuestro  consgo 
en  la  devoción  de  nuestra  Señora ,  pues  desde  mis  tiernos  años, 
si  ha  habido  algo  bueno  en  mí  ha  sido  procurar  merecer  su  am- 
paro; esto  se  continuará  siempre,  pues  espero  por  su  medio  el 
perdón  de  mis  pecados. 

Mucho  siento  que  os  halléis  con  los  trabajos  que  me  decís,  y 
á  buen  seguro  que,  si  estuviera  en  mi  mano  el  remediarlos,  lo 
hiciera  luego  al  punto ;  pero  quizá  por  este  camino  quiere  Dios 
luzca  más  vuestra  virtud. 

No  he  tenido  después  que  os  escribí  aviso  de  afuera ,  con  que 
juzgo  no  debe  de  haber  novedad  considerable,  si  bien  siempre 
se  está  con  cuidado  y  vivo  deseo  de  que  se  encaminen  las  cosas  á 
una  paz  general. 

Por  Cataluña  deseo  se  obre,  pues  nunca  ha  habido  tan  buena 
sazón.  Vase  juntando  el  ejército  y  espero  se  podrá  hacer  algo, 
aunque  la  cortedad  de  los  medios  de  hacienda  lo  dificulta  todo. 
Dios  nos  asista  y  nos  ayude,  que  sin  esto  no  haremos  nada  y 
con  su  ayuda  se  obrará  todo. 

De  Madrid  á  ii  de  Agosto  1649.  —Yo  el  Rey. 


X 


_  403  — 


CCXXX. 


De  Sor  María. 


30  d0  Afosio  Señor:  De  la  caridad  dijo  San  PaUo  era  paciente,  benignai 
'*  que  todo  lo  sufre,  no  piensa  mal,  ni  se  enoja.  Esta  virtud  ejerci- 
ta V.  M.  conmigo,  y  sin  las  propiedades  de  ella  no  fuera  posible 
tolerar  la  correspondencia  de  una  pobre  religiosa  desvalida  é  ig- 
norante; y  llega  la  piedad  de  V.  M.  á  querer  alentar  mi  encogi- 
miento, diciendo  tiene  V.  M.  gusto  en  escribirme ;  la  caridad  se 
le  da  á  V.  M.,  que  es  la  que  suaviza  el  trabajo. 

Gozóme  de  ver  á  V.  M.  tan  aficionado  y  ansioso  del  amor  de 
Dios ,  y  lastimóme  de  las  contiendas  que  es  preciso  padezca  su 
ánimo  de  V.  M.  para  conseguirle.  San  PaUo  las  sintió  y  se  la- 
mentaba llamándose  infeliz  hombre,  y  quejándose  de  la  ley  re- 
pugnante que  sentia  en  sus  miembros ,  contraria  á  la  de  su  espí- 
ritu; y  San  Agustín  forcejaba  y,  mirando  á  Dios  y  los  motivos 
que  tenía  para  amarle  y  servirle,  decia :  «Si ,  Señor ;  ya  quiero 
responder,  ya  quiero  obedeceros  y  rendirme  en  ello  á  vuestra 
ley.»  y  en  perdiendo  de  vista  á  la  verdad  y  convirtiéndose  á  lo 
terreno,  se  congojaba  y  pedia  más  tiempo,  y  decia  luego  :  «Se- 
ñor, ba^ta  un  poco  más,  ¿cómo  podré  yo  pasar  sin  los  gustos 
experimentados?»  Son  fuertes  las  guetraa  y  contiendas  dd  hom- 
bre, que  se  compone  de  espíritu  y  carne;  de  parte  superior,  que 
es  el  alma,  y  terrena,  que  es  el  cuerpo.  Estas  son  lucha;s  de  la 
gracia  y  del  pecado,  en  las  cuales  se  t»aUa  zozobrada ^  combatida 
y  suspensa  la  criatura  humana.  No  e&  posible  sosiegue  sin  Dios, 
porque  la  crió  Su  Majestad  para  sí;  la  llama  y  envia  influjos, 
auxilios  é  inspiraciones  ;  la  ofrece  los  sacramentos  y  tesoros  de 
la  Iglesia  santa  para  su  remedio;  pero  luego  los  enemigos,  de- 
monio, mundo  y  carne,  se  le  oponen,  la  combaten  y  derriban. 
Importuna  es  esta  guerra  j  fuerte;  pero  más  (sin  comparación)  lo 


—  403  — 

es  la  gracia  divina ,  que  á  todos  los  que  la  han  admitido  ha  jus- 
tificado. El  Apóstol  dice :  «Todo  lo  puedo  en  el  que  me  con- 
forta. »  Esta  participación  del  poder  de  Dios  le  vino  de  lo  que  él 
dice  de  si :  «que  no  recibió  la  gracia  en  vano,  ni  en  él  estuvo 
ociosa»,  con  que  venció,  triunfó  de  sus  enemigos,  y  de  perse^ 
guidor  de  la  Iglesia  vino  á  ser  Apóstol  de  ella  y  vaso  de  elección 
para  salvar  mucha  gente. 

Son  grandes  las  victorias  de  la  criatura  humana,  armada  y 
guarnecida  con  las  armas  espirituales,  y  excelentes  los  triunfos 
de  que  resulta  exaltación  al  nombre  de  Dios,  gozo  á  la  Santísima 
Trinidad,  alegría  á  los  ángeles,  gloria  accidental  á  los  bienaven- 
turados y  particular  beneplácito  á  la  Reina  del  cielo  como  Ma- 
dre de  nuestro  Redentor;  y  alabanza  de  los  cortesanos  del  cielo, 
que  la  celebran  y  aplauden  en  la  Jerusalen  triunfante  por  las 
conversiones  de  las  almas,  y  más  cuando  son  sus  devotas  y  se 
han  valido  de  su  poderosa  intercesión.  Todos  estos  motivos  re- 
presento á  V.  M.,  porque  se  anime  á  pelear  contra  la  propia  fla- 
queza, que  humilde  confiesa  V.  M.  Mis  pobres  oraciones,  cuanto 
trabajare  é  hiciere,  representaré  al  Todopoderoso  con  sus  infini- 
tos merecimientos,  porque  V.  M.  alcance  la  eterna  corona  de 
gloria,  paz  y  sosiego  en  la  temporal,  remedio  de  todos  los  traba- 
jos y  cuidados  de  V.  M.  Tiénenme  lastimada  el  alma  y  fielmente 
los  lloro  y  pondero  ;  veo  son  grandes  y  con  falta  de  medios  hu- 
manos. Los  divinos  envié  el  Altísimo  á  V.  M.  abundantísima- 
mente  y  felices  sucesos  en  Cataluña.  Cada  instante  crecen  mis 
ansias  porque  se  logre  la  buena  ocasión  que  el  Señor  nos  ha  dado : 
podémosle  reconvenir  con  que  perfeccione  lo  que  ha  comenza- 
do, y  pues  ha  divertido  á  los  contrarios,  los  detenga  y  nos  dé 
victoria. 

Beso  los  pies  de  V.  M.  con  humildes  agradecimientos  por  lo 
que  se  compadece  de  mis  trabajos  :  la  verdad  es,  Señor  mió,  que 
anda  navegando  mi  alma  en  grandes  y  varias  olas;  la  que  más 
me  combtate  y  hiere  el  corazón  es  no  poderme  enterrar  en  vida, 
y  que  cuantas  diligencias  he  hecho  (que  han  sido  muchas)  para 
guardar  mi  secreto,  no  hayan  bastado,  no  habiendo  hablado, 
si  no  es  muy  pocas  palabras  y  ésas  compelida  por  la  obediencia. 


—  404  - 

No  hallo  á  la  Religión  tan  cautelosa  en  esto,  cuanto  era  menester 
para  ocurrir  á  los  inconvenientes  de  este  siglo ,  y  oprimida  de 
este  cuidado  he  quemado  algunos  papeles,  y  he  dicho  los  demás 
no  están  bien  escritos,  y  he  salido  con  esto  del  peligro  de  darlos; 
y  como  ignoran  lo  que  es,  se  podrán  ocultar,  pues  los  que  los  ha- 
bian  visto  han  muerto  ya,  y  sólo  hay  alguna  noticia  de  lo  que 
se  traslució  trasladándolos  y  examinándolos  el  Padre  Palma;  y 
así  pasaré  hasta  que  el  Señor  disponga  su  voluntad ,  que  con  las 
mudanzas  de  Prelados  y  no  haber  quien  sepa  mi  interior,  discur- 
ren y  hay  varios  pareceres;  y  quieren  mudar  el  estilo  y  modo 
que  lleva  la  historia  de  la  Reina  del  cielo,  y  la  luz  del  Señor  y 
verdad  siempre  ha  de  ser  una ,  y  los  pareceres  humanos,  sin  saber 
lo  intrínseco  de  ella,  la  pueden  pervertir.  |Qué  de  licencia  se  toma 
mi  osadía,  pues  se  vale  de  la  confianza  que  tengo  de  la  piedad  de 
V.  M.  para  desahogarme  refiriendo  mis  penas !  Harto  alivio  es 
de  ellas  que  mi  secreto  por  entero  no  está  sino  en  V.  M.,  donde 
le  considero  más  seguro  que  en  mi  pecho,  y  fio  no  ha  de  salir  del 
de  V.  M.  en  cualquiera  suceso,  ni  aunque  la  Religión  pida  los  pa- 
peles, que  por  los  difuntos  debieron  de  saber  que  V.  M.  los  tenía, 
pero  ignoran  si  V.  M.  los  ha  dejado;  y  copio  yo  los  he  despedido 
podria  ser  acudiesen  á  V.  M.,  y  no  es  tiempo  ahora  de  que  sal- 
gan á  luz.  Guárdeme  el  Altísimo  y  prospere  á  V.  M. 

En  la  Concepción  Descalza  de  Agreda  20  Agosto  de  1649. — 
B.  L.  M.  D.  V.  M.  su  menor  sierva.  —  Sor  María  de  Jesús. 


CCXXXI. 


De  Sor  Haría. 


4  de  setíem.  Scñor :  De  excesivo  dolor  y  pena  ha  sido  para  mí  la  nueva  de 
su  enfermedad  de  V.  M. ;  fuertemente  ha  traspasado  mi  corazón, 
no  hallo  cómo  ponderar  mi  amargura,  es  á  la  medida  de  lo 
que  amo  y  estimo  á  V.  M.  Heme  convertido  al  Señor  y  suplicá- 
dole  con  lágrimas  que  dé  á  V.  M.  la  salud  y  vida  que  necesita 


—  40S  — 

esta  Corona  y  toda  la  Cristiandad.  Y  porque  mis  oraciones  son 
pobres  he  puesto  en  la  comunidad  rogativas,  procesiones  y  pos- 
traciones ,  y  he  hecho  decir  muchas  misas  y  ayudádome  de  la 
intercesión  de  la  Madre  de  Dios,  para  que  pida  al  Todopoderoso 
nos  guarde  á  V.  M.  Señor  mió ,  puesta  á  los  pies  de  V.  M.  le  su- 
plico se  anime  mucho  y  dilate  el  ánimo,  que  suspenda  todos  los 
cuidados  y  sólo  le  ponga  V.  M.  en  mirar  por  su  salud  y  vida.  El 
Altísimo  nos  la  conceda  larga  y  próspera. 

En  la  Concepción  de  Agreda  á  4  de  Setiembre  1649. — B.  L. 
M.  D.  V.  M.  su  menor  sierva. — Sor  María  de  Jesús. 

Respondióme  S.  M.  por  mano  del  Patriarca  de  las  Indias  que 
estaba  mejor  y  que  la  Reina  nuestra  Señora  habia  llegado  á  Es- 
paña con  buen  suceso. 


CCXXXII. 


Del  Rey. 


Sor  María:  Bien  cierto  estoy  de  lo  que  me  decís  en  vuestra    >(«>^  ^s 

4e  Setiembre 

carta  sentís  mi  enfermedad,  pues  sé  el  amor  que  me  tenéis :  ella       1&19. 
duró  poco,  pero  apretó  mucho  y  me  veia  bien  acongojado  con 
las  calenturas;  pero  Dios  me  ha  querido  dejar  en  esta  vida,  y 
creo  sin  duda  que  estos  golpes  son  para  acabar  de  abrirme  los 
ojos ,  que  tan  cerrados  he  tenido.  Espero  en  su  misericordia  que  . 
me  ha  de  ayudar  para  conseguirlo  y  enmendar  enteramente  la 
vida  como  lo  he  propuesto ,  y  procuraré  cumplirlo  con  todas  vé- 
ras.  Yo,  i  Dios  gracias,  he  quedado  bueno  aunque  algo  flaco,  y 
voy  convaleciendo  bien;  y  creo  que  el  gusto  de  tener  ya  en  Es- 
paña á  mi  sobrina  me  ha  de  ayudar  mucho  para  acabar  de  con- 
valecer y  cobrar  fuerzas.  Vos  me  encomendad  á  Dios  para  que 
me  asista  y  me  ayude  en  todo. 
De  Madrid  15  de  Setiembre  1649.— Yo  el  Rey. 


—  4o6  — 


adeOctabra 
1649. 


CCXXXIII. 


De  Sor  Maria. 


Señor:  En  reconociendo  fuerzas  para  tomar  la  pluma  en  la 
mano  busco  el  consuelo  de  escribir  á  V.  M. ;  hámelas  tenido 
muy  postradas  haber  padecido  una  grande  enfermedad ,  con  ac- 
ddentes  tan  penosos  que  temí  si  era  la  última.  Sangráronme 
tres  veces  y  una  de  la  mano :  por  esta  causa  no  respondí  á  la  car- 
ta de  V.  M.  Con  ella  tuve  grande  alborozo  y  consuelo,  y  la  leí 
con  mucha  ternura  por  las  buenas  nuevas  que  me  traia  de  la 
mejoría  de  V.  M.;  tanto  las  he  deseado,  que  me  fué  de  alivio  mi 
enfermedad  para  ofrecérsela  al  Altísimo  por  la  salud  de  V.  M. : 
es  una  súplica  que  hago  repetidas  veces  al  Todopoderoso,  que  si 
V.  M.  ha  de  tener  accidentes  contra  su  salud  y  vida,  los  padezca 
yo,  porque  la  de  V.  M.  es.estiinable  y  útil  para  el  bien  común; 
la  mia  sin  provecho,  y  el  menor  gusano  de  la  tierra  no  puede 
hacer  £üta. 

Consiiélanme  sumamente  los  buenos  propósitos  que  V.  M.  ha 
hecho  en  su  enfermedad  de  úiejorar  la  vida ;  esto  es  asegurar 
más  la  temporal ,  solicítaí'  y  granjead  la  eterna.  Señor  mió  ea- 
risimo,  tiempo  oportuno  y  conveniente  es  éste  jtóra  que  V.  M. 
pongz  en  qecudotí  tan  católicos  y  santos  deseos  de  no  ofender 
á  Dios,  sino  servirle,  pues  pc^  todos  caminos  se  halla  V.  M. 
compelldo  á  hacerlo,  con  aviso  de  enfermedad,  desMgaños  de 
trabaos,  obligado  de  la  liberal  piedad  dd  Altísimo  cén  gran- 
des beneficios  que  ha  hecho  á  V.  M.  y  á  estos  reinos,  dete- 
niendo su  ira  £viña  y  dándonos  esperanzas  de  su  misericordia,  si 
no  le  desobligamos.  Ea ,  Señor  mió,  comience  V.  M.  con  d  nue- 
vo estado  vida  perfecta,  dé  V.  M.  este  beneplácito  al  Todopode- 
roso ,  gozo  á  los  ángdes ,  alegría  á  los  santos ,  y  á  V.  M.  d  mayor 
bien  y  fdiddad.  Tengo  nroy  presente  á  V.  M.  ddaate  dd  Altí- 


simo  y  todos  los  cuidados  que  sobrevienen  á  V.  M.;  trabajo  fiel- 
mente y  le  suplico  ampare,  patrocine  á  V.  M.  y  le  dé  buenos  su- 
cesos ;  á  la  Seina  nuestra  Señora  grandes  aciertos ,  virtudes  y 
gracias,  para  que  de  todas  maneras  sea  alivio  de  V.  M.  Yo  deseo 
estar  tan  ajustada  á  la  voluntad  y  gusto  de  V.  M. ,  que  ni  quer- 
ría faltar  á  la  obligación  en  que  me  ha  puesto  la  piedad  de  V.  M., 
ni  tengo  osadía  por  mi  pequenez  de  escribir  á  la  Reina  nuestra 
Señora ,  ofreciéndole  las  oraciones  de  la  comunidad  y  las  pobres 
mias ;  aguardando  quedo  en  todo  la  orden  de  V.  M. 

Ya  he  suplicado  á  V.  M.  en  otra  carta  se  sirva  de  no  dar  los 
papeles  á  los  Prelados  ni  religiosos  de  mi  Orden,  porque  he  en- 
tendido los  quieren  pedir  á  V.  M.  para  trasladarlos ,  y  no  es 
tiempo  de  que  se  publiquen.  Guárdeme  el  Todopoderoso  á  V.  M. 
como  esta  Corona  há  menester. 

En  la  Concepción  de  Agreda  2  de  Octubre  1649. — B.  L.  M. 
D.  V.  M.  su  menor  sierva. — Sor  María  de  Jesús. 


CCXXXIV. 


Dd  Rey. 


Sor  María :  La  estafeta  pasada  respondí  á  vuestra  carta  y  aho-  Madrid 
ra  vuelvo  á  escribiros  con  mucho  gusto ,  y  creo  verdaderamente  i^  i^^. 
que  os  habéis  holgado  con  mi  salud  y  con  la  venida  de  mi  sobri- 
na, pues  sé  lo  que  me  queréis  y  lo  que  deseáis  mi  mayor  bien; 
juzgo  que  vuestras  oraciones  habrán  tenido  buena  parte  en  am- 
bas cosas.  Yo,  á  Dios  gracias,  me  hallo  ya  bueno  y  convalecido 
de  todo  punto,  y  con  vivos  deseos  de  pagar  á  Dios  estos  favores 
siendo  agradecido  á  ellos  y  no  ofendiéndole ;  y  á  más  espero  en 
su  misericordia  me  ha  de  dar  su  gracia  para  que  lo  pueda  poner 
por  obra:  a3rudadme  vos  á  ello  con  vuestras  súplicas,  pues  tengo 
gran  confianza  en  ellas* 


—  4o8  — 

Mi  sobrina  viene  muy  buena,  y  como  se  va  acercando  ya, 
pienso  (queriendo  nuestro  Señor)  salir  de  aquí  el  viernes ,  irme 
á  San  Lorenzo  y  de  allí  me  adelantaré  á  encontrarla.  Según  la 
cuenta ,  juzgo  llegaré  i  verla  jueves  á  7  dd  que  viene;  ese  día  se 
hará  la  boda.  Héoslo  querido  avisar  para  que  en  él  pidáis  á 
nuestro  Señor  nos  eche  su  bendición  y  permita  que  con  la  mu- 
danza de  estado  mude  también  de  vida,  y  que  de  este  matrimo- 
nio veamos  los  írutos,  así  de  sucesión  como  de  lo  demás  que  han 
menester  estos  reinos. 

También  os  pido  os  acordéis  del  ejército,  pues  está  ya  obrando 
en  Cataluña.  Dios  le  guíe  y  nos  asista  siempre. 

He  entendido  que  no  estáis  buena  y  quedo  con  mucho  cuida- 
do, pero  con  esperanzas  de  que  mejoraréis  luego. 

De  Madrid,  á  29  de  Setiembre  1649. —  Yo  el  Rey. 


FIN  DEL  TOMO  PRIMERO. 


APÉNDICES. 


í7 


APÉNDICE  1. 


Las  cuatro  cartas  que  se  insertan  á  continuación ,  y  que  apa- 
recen copiadas  en  el  manuscrito  de  la  Biblioteca  Nacional  y  en 
otros  varios,  son  las  que  relaciona  la  Venerable  Madre  en  el  en- 
cabezamiento de  su  correspondencia  con  el  Rey. 


I. 


De  Sor  María. 

Señor :  Agradecida  quiero  vencer  el  encogimiento  y  valerme  '^  ^^  ^"^^^ 
del  permiso  de  V.  M.  para  corresponder,  como  sierva  fiel,  no  me- 
nos á  mi  deseo  que  á  la  verdad  con  que  V.  M.  lo  encamina  á  su 
servicio.  Con  veras  de  mi  corazón  he  presentado  al  Señor  el  san- 
to celo  de  V.  M.,  sus  cuidados  y  altos  fines  de  la  exaltación  del 
nombre  de  Dios  y  de  su  Madre  Santísima;  y  todas  las  religiosas 
de  este  convento,  con  la  presencia  y  obediencia  de  V.  M. ,  han 
renovado  sus  afectos  para  pedir  al  Señor  asista  siempre  y  gobier- 
ne todas  las  obras  de  V.  M.  En  esta  petición  perseveraré  siem- 
pre y  no  sin  gran  confianza  de  la  divina  misericordia.  Dos  cosas 
deseo  ahora  de  V.  M. :  la  una  que  en  confianza  de  la  protección 


—  412  — 

del  Altísimo  fortalezca  V.  M.  su  Real  corazón  en  cualquier  suce- 
so de  trabajos,  que  el  Altísimo  á  quien  ama  corrige  :  la  otra  que 
todos  los  criados  de  V.  M.  entiendan,  cuanto  le  sirven  y  darán 
gusto  en  guardar  el  recato  que  conviene  en  Zaragoza ,  porque 
no  es  razón  desmerecer  los  favores  del  cielo  al  mismo  tiempo  que 
se  los  pedimos. 

Del  buen  suceso  de  la  flota  y  todo  lo  demás  que  V.  M.  me 
dejó  mandado  quedo  atenta,  y  puesta  á  los  pies  del  Altísimo  se 
lo  pediré ;  y  de  nuevo  me  lo  ha  renovado  en  nombre  de  V.  M. 
D.  Luis  de  Haro,  dándome  la  limosna  de  V.  M.:  presentaréla  al 
Señor  para  que  la  remunere. 

A  la  Reina  nuestra  Señora  escribí  á  otro  dia  que  V.  M.  partió 
de  este  lugar,  y  continuaré  esta  obediencia  con  toda  fidelidad  y 
cuidado.  Prospere  el  Altísimo  y  guarde  á  V.  M.  en  su  gracia. 

Esa  prenda,  que  estimaba  mucho,  de  la  soga  de  Cristo  envío 
á  V.  M.  Perdone  V.  M.  la  pobreza  y  reciba  mi  voluntad. 

En  la  Concepción  de  Agreda  á  i6  de  Julio  1643. — Sierva  de 
V.  M. — Sor  María  de  Jesús. 


II. 


De  Sor  María. 


z6  de  Agosto  Señor :  Como  los  buenos  sucesos  de  sus  reinos  de  V.  M.  re- 
'^^^*  dundan  en  la  exaltación  del  nombre  de  Dios  y  en  aumento  de  la  fe 
santa,  dan  adecuado  y  perfecto  consuelo:  á  mí  me  le  acrecienta 
mucho  la  grande  estimación  y  afecto  que  tengo  á  V.  M.,  y  el 
vivo  deseo  de  que  el  Todopoderoso  dé  alivio  á  V.  M.  de  sus  pe- 
nas y  que  después  de  ellas  consiga  la  salvación.  Esto  alienta  mi 
pobreza  para  clamar  á  Dios  continuamente ;  y  con  la  licencia 
que  tengo,  en  nombre  de  V.  M.  le  ofrezco  muchas  cosas  de  su 


-  413- 

agrado  y  servicio,  para  que  V.  M.  las  ejecute ,  disponiéndose  cada 
dia  más  á  recibir  la  gracia  y  luz  que  para  estos  fines  se  requiere; 
y  espero  no  la  negará  Dios ,  deseando  V.  M.  lograrla  y  no  dejar- 
la vacía. 

La  Reina  nuestra  Sefiora  (Dios  la  guarde)  me  ha  mandado, 
por  mano  de  D.  Femando  de  Borja,  corresponder  á  la  deuda  en 
que  V.  M.  me  ha  puesto.  Yo  la  reconozco,  y  para  desempeño  de 
ella  ofrezco  las  oraciones  de  la  comunidad ,  que  son  continuas. 

Celebramos  por  V.  M.  la  festividad  de  la  Asunción,  por  cuyo 
medio  é  intercesión  conseguimos  los  buenos  sucesos ;  el  Señor 
los  continúe,  dando  á  V.  M.  muchas  felicidades  y  la  vida  que  el 
reino  há  menester. 

En  la  Concepción  de  Agreda  Agosto  i6  de  1643.  —  Sierva 
de  V.  M. — Sor  María  de  Jesús. 


III. 


De  Sor  María. 


Señor:  El  ser  la  menor  de  sus  siervas  y  vasallas  de  V.  M.  me      «4deSe- 

tíembre  1643. 

acobarda  para  escribir ,  y  la  voluntad  que  á  V.  M.  tengo  me  da 
ánimo  para  hacerlo ;  y  el  deseo  de  ver  á  V.  M.  aliviado  en  las 
tribulaciones  que  le  cercan  me  compele  con  mi  pobreza  á  clamar 
al  Todopoderoso  frecuentemente;  y  como  está  en  su  diestra 
nuestra  buena  suerte  y  en  su  poder  nuestras  victorias ,  presento 
á  S.  M.  los  aprietos  de  esta  Monarquía,  y  le  suplico  nos  mire 
con  ojos  de  piadoso  padre  y  como  á  profesores  de  su  fe  santa;  y 
para  más  obligarle,  en  nombre  de  V.  M.  le  ofrezco  la  enmienda 
de  las  costumbres  y  vicios  generales  que  tienen  contaminada  á 
España ,  y  la  mudanza  de  los  trajes  ,  que  son  los  que  fomentan 
el  fuego  de  este  incendio;  y  si  desenojásemos  al  Señor  con  la  en- 
mienda y  le  tenemos  por  amigo ,  estará  la  Monarquía  de  V.  M. 


—  414  — 

amparada,  defendida  y  bien  patrocinada.  Señor  mió,  ya  veo  que 
sobre  los  hombros  de  V.  M.  estriban  grandes  cuidados ,  pero  son 
causas  de  Dios  y  pone  su  piedad  los  suyos  para  a3a2dar.  Dilate 
V.  M.  el  ánimo  y  reconvenga  al  Altísimo ,  que  no  es  menos  que 
la  conservación  de  su  fe  santa  lo  que  V.  M.  busca ,  y  con  esta 
consideración,  ¿qué  puede  afligir  á  V.  M.  ni  turbarle? 

El  Duque  de  Híjar  me  ha  avisado  de  que  el  ejército  ha  salido 
á  campaña.  Parece  ministro  de  buen  celo  y  fiel  á  V.  M.  A  Dios 
pido  lo  sean  todos  los  que  van  en  compañía  de  V.  M.,  y  en  esta 
comunidad  clamamos  con  ejercicios  y  oraciones  por  la  vida  y 
salud  de  V.  M.  Prospérela  el  Altísimo. 

En  la  Concepción  de  Agreda  Setiembre  14  de  1643. — Puesta 
á  los  pies  de  V.  M.  besa  su  mano. — Sor  María  de  Jesús. 


IV. 


De  Sor  María. 


5  de  Octubre  Scfior:  Sus  órdeucs  de  V.  M.  se  observan  en  esta  comunidad 
'  ^^'  puntualísimamente  y  con  grande  afecto,  clamando  al  Todopo- 
deroso por  el  buen  suceso  de  las  armas  de  V.  M.  La  divina  cle- 
mencia mire  á  este  su  pueblo  con  ojos  de  misericordia  y  aparte 
de  nosotros  el  azote  que  merecen  nuestros  pecados,  y  á  V.  M. 
comunique  la  abundancia  de  su  luz,  le  rija  y  gobierne  para  el 
acierto  que  necesitan  sus  vasallos.  Señor  mió ,  en  las  manos  del 
Altísimo  está  el  corazón  de  V.  M.:  dé  lugar  ala  divina  dirección 
oyéndole,  que  por  muchos  caminos,  como  piadosísimo  padre,  ha- 
bla á  V.  M.  y  le  manifiesta  su  voluntad,  para  que  como  hijo  fiel 
la  ejecute  V.  M.  y  mire  por  el  precio  de  su  sangre,  que  son  los 
fieles,  y  por  el  aumento  de  la  santa  Iglesia.  Todo  está  puesto  por 


—  415  — 

cuenta  de  V.  M. ,  y  cuanto  es  ardua  y  difícil  la  empresa  pide 
más  atención  ,  y  después  se  le  seguirán  á  V.  M.  premios  eternos; 
y  porque  los  consiga  V,  M.  contribuyo  al  Señor  con  mis  pobres 
ejercicios  y  oraciones,  suplicando  al  Altísimo  prospere  á  V.  M. 
y  dé  larga  vida ,  como  esta  fiel  sierva  desea. 

En  la  Concepción  de  Agreda  Octubre  5  de  1643.  —  Puesta  á 
los  pies  de  V.  M.  besa  su  mano. — Sor  María  de  Jesús. 


Ya  dejamos  dicho  en  la  Advertencia  que  omitimos  de  propó- 
sito en  la  publicación  diez  y  seis  cartas  de  Sor  María,  por  no  ha- 
llar en  ellas  noticias,  referencias  ni  consideraciones  que  las  pres- 
ten valor;  pero  quizás  no  sea  inútil,  para  evitar  dudas,  dejar 
consignadas  las  fechas  de  estos  documentos,  que  son  las  siguien- 
tes :  6  de  Noviembre  1646. — iP  de  Setiembre  1648. — 23  de  Se- 
tiembre 1648. — II  de  Setiembre  1649. — 25  de  Setiembre  1650. — 
21  de  Julio  1651, — 7  de  Marzo  1653. —  n  de  Diciembre  1654. — 
14  de  Agosto  1655. — 17  de  Diciembre  1655. — 6  de  Diciembre 
1657. — 18  de  Abril  1660. — 14  de  Mayo  i66o. — 4  de  Noviembre 
1661. — Noviembre  1661. — 28  de  Diciembre  1663, 


APÉNDICE  2  ' 


^*^*^^^^^^^^^0*^m^^ 


Carta  del  rey  Felipe  IV  á  Su  Santidad  Inocencio  X  \ 


Muy  Santo  Padre :  Desde  que  entré  en  el  uso  de  la  razón,  en  »3  de  Febrera 


mí  tuve  particular  devoción  y  afecto  á  la  Virgen  María  nuestra 
Señora;  éste  ha  ido  creciendo  al  paso  que  los  años,  y  cuanto  más 
he  ofendido  á  Dios  en  el  discurso  de  ellos,  como  frágil  y  débil, 
tanto  más  he  procurado  agradarla  y  servirla,  para  tener  abierta 
esta  puerta  por  donde  poder  entrar  á  pedir  perdón  de  mis  cul- 
pas, que,  como  Madre  de  pecadores  y  de  misericordia,  espero 
conseguirlo  por  su  santo  medio.  Siempre  he  atendido  á  tenerla 
propicia,  y  de  mi  parte  he  procurado  contribuir  con  lo  que  he 
juzgado  serle  más  agradable ;  y  aunque  mi  devoción  con  esta 
Santa  Señora  ha  sido  generalmente,  la  he  tenido  más  particular- 
mente de  su  Purísima  Concepción  sin  pecado  original ,  creyendo 
que  se  da  por  servida  de  que  los  fieles  nos  mostremos  defensores 
de  este  santo  Misterio  contra  los  que  han  querido  contradecirle. 
Para  mi  no  habia  de  menester  más  definición  de  la  que  me  dicta 
la  razón  y  mi  modo  de  entender ;  pero  como  todos  no  son  de  un 
sentir  ni  tienen  tan  vivo  amor  como  yo  á  la  Virgen  Santísima, 
recurro  á  V.*  S.^  que  es  á  quien  le  tocan  únicamente  estas  mate- 

j  Véase  U  carU  XIX. 

2  Manuscrito  del  Convento  de  Agreda. 


1645. 


—  4^^  — 

rias ,  y  puesto  á  sus  santos  pies  le  pido  que  oiga  con  benignidad 
lo  que  le  representarán  en  mi  nombre  mis  Embajadores ,  así  el 
Almirante  como  el  Conde  de  Siruela,  encaminado  á  este  fin.  Yo 
no  me  he  resuelto  á  mover  esta  plática  sin  haberlo  tratado  y  co- 
municádolo  con  los  hombres  más  doctos  de  estos  reinos  y  sus 
Universidades ,  por  no  poner  á  V.*  S.<^  en  cosa  que  no  fuese  con 
grandes  fundamentos ,  como  lo  podrá  ver  V.*  SA  por  los  papeles 
firmados  que  se  pondrán  en  su  santa  presencia ;  los  cuales  estoy 
cierto  mirará  con  la  atención  que  pide  materia  tan  justa  y  pía. 
Santísimo  Padre,  sin  duda  aguarda  Dios  el  descubrimiento  de 
este  tesoro  para  el  dichoso  tiempo  en  que  V.^  S.^  ocupa  la  silla  de 
San  Pedro  y  es  su  Vicario  en  la  tierra ,  pues  bien  pudiera  haber 
movido  mi  corazón  en  el  último  pontificado  hacer  esta  diligen- 
cia ,  si  hubiera  dispuesto  que  definiera  este  punto  Urbano  VHI. 
Cierto  es  que  tiene  reservada  esta  dicha  para  Inocencio  X,  y  que 
quiere  recibir  de  V.»  S,^  el  mayor  servicio  que  nadie  le  puede  ha- 
cer en  la  tierra:  no  dudo  que  tendrá  dificultades  y  contradiccio- 
nes ,  pero  cuanto  mayores  fueren,  mayor  será  la  gloria  de  V.»  S.* 
en  vencerlas ,  que  lo  fácil  y  asentado  no  la  acrecienta  aunque  se 
consiga.  En  todo  tiempo  debemos  agradar  y  servir  á  la  Virgen 
Santísima,  pero  en  los  presentes,  en  que  tanto  padece  la  Cris- 
tiandad por  las  inquietudes  y  guerras  en  que  toda  ella  se  halla, 
mucho  más,  para  que  por  su  medio  y  intercesión  consigamos 
verla  libre  de  lo  que  hoy  padece.  V.»  S.<^,  con  su  santo  celo,  desea 
vivamente  darnos  paz  y  quietud,  y  para  ello  ha  aplicado  todos 
los  medios  que  tiene  por  convenientes,  sin  reservar  el  de  mover 
su  santa  persona  (como  me  lo  tiene  escrito)  si  fuere  necesario: 
atrevíame  asegurar  á  V.*  S.<^  que,  si  define  este  punto  y  hace  tan 
gran  servicio  á  la  Virgen  nuestra  Señora,  conseguirá  luego  su 
santa  intercesión  sin  poner  otros  medios;  que  sabe  y  puede  pa- 
gar abundantemente  á  quien  le  sirve  y  agrada.  Para  mí  y  para 
mis  reinos  nos  será  el  mayor  consuelo  que  podamos  recibir  de 
V.*  S.*^,  y  si  en  mis  dias  veo  la  dicha  de  que  V.*  S.*^  haga  este 
beneficio  á  toda  la  Cristiandad,  moriré  con  gran  gozo  y  aliento, 
por  la  parte  que  me  habrá  tocado  en  hacer  este  servicio  á  nuestra 
Señora  y  á  su  Hijo  Santísimo,  el  cual  desea  infinito  la  honra  de 


—  419  — 

su  Madre.  Estoy  cierto  que  con  haber  dicho  esto  á  V.*  S.^  he  dado 
á  este  negocio  el  mayor  cobro  que  pudiera,  y  fío  de  su  santo  celo 
que  ha  de  poner  de  su  parte  todos  los  medios  posibles  para  dar  tan 
buen  dia  á  toda  la  Iglesia  Católica  y  concederme  á  mí,  como  á  el 
más  humilde  y  obediente  hijo  de  V.*  SA,  este  favor  que  le  pido 
con  verdadero  deseo  y  ansia  de  conseguirle  por  su  santa  mano. 
Dios  guarde  á  V.»  S.*  como  deseo. 

De  Madrid  á  13  de  Febrero  1645. — Muy  humilde  hijo  de 
V.^S.*»— ElRey. 


I 

I 


^< 


*  I    . , 


APÉNDICE  3 


Carta  del  Príncipe  Baltasar  Carlos  ^ 


Madre:  Dos  ó  tres  dias  a  que  me  dio  mi  padre  una  carta  vra,     Za««o» 

^  '^  '      20  de  Julio 

y  en  ella  me  dais  el  parabién  del  casamiento  que  mi  padre  a  1646. 
hecho  de  la  Archiduquesa  María  Ana  conmigo.  Yo  estoy  lo  más 
contento  del  mundo  de  aver  tomado  este  estado ,  y  más  con  mi 
prima,  q  era  lo  q  yo  más  avia  deseado  desde  q  tuve  uso  de  ra9on, 
y  me  parece  q  fuera  imposible  topar  otra  mujer  tan  de  mi  gusto, 
con  q  espero  en  su  Divina  Mfi  nos  a  de  hacer  muy  bien  casados, 
q  es  lo  q  más  puedo  desear.  Yo  os  lo  encargo  se  lo  supliquéis  á 
Nrb  Señor.  El  os  guarde. 
De  Qarag09a  á  20  de  Julio  1646. — Yo  el  Príncipe. 

1  Véase  la  carta  LXXXVI. 

2  Autógrafo  del  Convento  de  Agreda. 


APÉNDICE  4 


*  *^^^^0^MM0«M^ 


Copia  de  una  carta  que  escribió  el  Sr.  D.  Juan  de  Austria 

al  Rey  nuestro  Señor  '. 


Señor :  Reconociendo  las  pocas  fuerzas  que  V.  M .  tenía  en  este      Nápoies 

'^  ^  ,  8  de  Abril 

remo  para  sujetar  el  pueblo ,  procuré  siempre  evitar  las  discordias  1648. 
que  habia  entre  los  que  gobernaban  estas  inquietudes ;  y  luego 
que  tomé  el  gobierno,  con  ofrecimientos  y  negociaciones  fuí  dis- 
poniendo los  ánimos  para  la  reducción  de  la  ciudad,  ó  á  lo  menos 
para  tener  granjeada  la  gente  civil ,  con  la  cual  fuese  más  fácil  la 
entrada  de  la  invasión  que  intentaba :  y  esto  se  hubiera  ejecuta- 
do á  no  haberse  publicado  el  secreto ,  porque  forzosamente  se 
manejó  entre  muchos;  con  todo  eso  fuí  manteniendo  la  plática 
y  alentando  las  personas  bien  afectas. 

Habiendo  llegado  D.  Alonso  de  Monroy  con  cuatrocientos  cin« 
cuenta  españoles,  que  V.  M.  se  sirvió  de  enviar,  aunque  era  corto 
el  socorro ,  obligó  la  necesidad  á  aventurar  algo,  por  no  perderlo 
todo,  porque  considerando  que  no  teníamos  trigo  sino  para  ocho 
dias ,  y  según  los  avisos  que  de  todas  partes  nos  daban  podíamos 
esperar  por  horas  la  armada  de  Francia,  que  á  toda  prisa  se 
aprestaba  de  dia  y  de  noche,  ó  algunos  bajeles  y  galeras,  con  los 
cuales  se  cerraba  la  comunicación  del  mar,  trayendo  víveres  á 

1  Véase  la  carto  CLXXV. 

2  Manuscrito  del  Convento  de  Agreda 


—  4^4  — 

los  revoltosos  y  echando  gente  en  tierra ,  no  sólo  era  imposible 
romper  nosotros  los  puestos  de  la  ciudad ,  sino  que  los  nuestros 
eran  perdidos,  y  consecutivamente  la  parte  del  reino  que  que- 
daba aún  fiel  a  V.  M. 

Con  la  seguridad  de  la  gente  civil ,  y  con  el  tratado  que  quedó 
hecho  con  Genaro  Anes ,  que  gobernaba  el  torreón  del  Carmen, 
se  resolvió  la  invasión,  á  la  cual  quise  asistir  en  persona,  asi  por 
lo  que  debia  á  tan  gran  cuidado,  como  por  animar  con  mi  pre- 
sencia á  los  soldados,  cuya  alegría  era  presagio  de  la  felicidad  con 
que  se  allanó  lo  que  estab^  tan  lleno  de  riesgos  y  dificultades. 
Rompiéronse  las  trincheras,  y  penetrando  por  varias  partes  de  la 
ciudad,  en  todas  uniformemente  se  comenzó  á  apellidar  el  nombre 
y  la  vida  de  V.  M.  La  plebe  que  tenía  tiranizado  el  dominio, 
viendo  tan  conforme  aclamación,  se  amedrentó,  y  así  cuando 
llegué  á  los  cuarteles  obstinados  del  mercado,  no  se  halló  resis- 
tencia ninguna :  entregóme  Genaro  Anes,  bajando  del  torreón, 
el  bastón  de  su  gobierno ,  y  en  cuatro  horas  tuvo  V.  M.  rendida 
y  guarnecida  de  los  españoles  la  ciudad ,  que  siete  meses  ha  es- 
tado tan  pertinaz  y  cerca  de  perderse. 

Al  triunfo  de  este  dia  le  añadió  mucho  esplendor  la  asistencia 
de  toda  la  nobleza,  parte  de  ella  gobernando  sus  mangas  y  parte 
incorporada  en  ellas  con  grandísimo  valor  y  demostraciones 
de  muy  seguro  afecto  al  servicio  de  V.  M.  Algunos  caballeros 
rodearon  á  pié  mi  caballo  sin  apartarse  de  mi  lado  un  punto,  y 
todos  en  este  dia  dieron  admirable  testimonio  de  valor  y  fideli- 
dad, como  en  carta  aparte  represento  á  V.  M.  con  la  nota  de  to- 
dos conforme  sus  méritos ,  para  que  según  ellos  V.  M.  les  es- 
criba dándoles  las  gracias.  Y  como  halló  este  suceso  cansada  á  la 
ciudad  de  las  tiranías  de  la  plebe  y  escandalizada  de  la  ligereza 
francesa,  hizo  mayor  aprecio  de  la  templanza  de  nuestra  gente  y 
del  cariño  con  que  la  nobleza  agasajaba  á  todos,  desmintiendo  á 
los  que  les  habían  persuadido  que  entrando  los  españoles  habían 
de  degollarlos. 

El  amor  de  todos  á  V.  M.  fiíé  increíble;  y  en  todas  las  accio- 
nes de  este  dia  fueron  tan  visibles  los  milagros  de  la  divina  Pro- 
videncia, que  anadie  se  han  escondido:  yo  quedo  confundido 


—  425  — 

delante  de  Dios  por  tan  singular  suceso  y  beneficio,  y  á  los  pies 
de  V.  M.  le  rindo  infinitas  gracias  por  haberme  dado  ocasión  de 
hacer  este  servicio  á  su  Real  Corona;  pero  como  yo  no  he  tenido 
en  él  más  parte  que  por  hechura  de  V.  M. ,  suya  es  toda  la  gloria 
y  mia  la  dicha  de  haber  logrado  tan  felizmente  los  desvelos  de 
siete  meses  que  he  meditado  en  este  suceso ,  y  los  estrechos  lan- 
ces y  cuidados  que  Dios  sabe. 

A  las  dichas  de  este  dia  se  añadió  la  prisión  del  Duque  de  Gui- 
sa, el  cual  y  hallándose  en  Posflipo  y  sabiendo  la  felicidad  con  que 
habíamos  entrado,  se  quiso  escapar  á  los  Estados  del  Papa.  Tuvo 
noticia  de  esta  fuga  Luis  Podenco,  que  gobierna  las  armas  de  la 
campaña,  y  enviando  gente  á  ocupar  las  avenidas,  cayó  en  nues- 
tras manos  por  la  de  Próspero  Tutavila,  soldado  de  todo  valor 
y  buenas  partes ,  á  quien  por  ellas  debe  V.  M.  honrar  mucho. 
Con  que  no  le  ha  £dtado  circunstancia  de  felicidad  á  la  victoria, 
de  la  cual  doy  á  V.  M.  el  parabién  con  toda  el  alma ,  nombrando 
á  D.  Femando  Carrillo  para  que  dé  el  primer  aviso  de  ella  á 
V.  M.;  y  en  tanto  que  se  disponen  y  espero  sus  Reales  órdenes, 
atenderé  á  la  convalecencia  de  esta  ciudad,  procurando  que  vuel- 
va á  encuadernarse  el  Reino  para  que  quede  más  firme  en  la  obe- 
diencia de  V.  M.  y  acaben  de  conocer  sus  enemigos,  los  principes 
neutrales,  la  particular  providencia  con  que  Dios  asiste  á  la  Mo- 
narquía de  V.  M.  En  cuanto  á  las  circunstancias  del  suceso  me 
remito  á  los  despachos  de  la  Secretaría,  acordando  aquí  á  V.  M. 
la  fineza  y  valor  con  que  ha  procurado  en  estas  ocasiones  Jua- 
netin  Doria  imitar  los  servicios  tan  continuados  de  su  casa,  á 
quien  se  servirá  V.  M.  dar  las  gracias. 

Dios  me  guarde  á  V.  M.  como  he  menester  y  le  dqe  cumplir 
los  felices  años  de  que  su  Monarquía  necesita,  y  á  mí  me  conce- 
da poder  dar  á  V.  M.  muchas  nuevas  como  ésta,  cuyas  ocasiones 
solicitaré  como  deseo. 

Su  más  humilde  criado  y  vasallo  de  V.  M.  —  Don  Juan. 


28 


APÉNDICE  5  • 


^M^4#«^N«N««^« 


Carta  de  D.  Rodrigo  de  Silva,  duque  de  Hijar,  á  Sor  María 

de  Jesús  K 


Madre  y  señora  mía :  Pudo  más  conmigo  el  no  ser  de  embarazo    14  de  Mayo 

16^8 
á  V.»  M."^*^,  que  el  no  parecelle  desagradecido,  con  ser  el  delito 

mayor  de  las  tejas  abajo,  aun  siendo  el  que  más  se  usa,  y  por  esto 

no  escribí  á  V.*  M.™*  ni  en  la  muerte  de  nuestro  fray  Francisco 

Andrés  de  la  Torre ,  siendo  siempre  quien  más  le  debió  estima, 

y  quien  más  reverenció  á  V.*  M."^^  y  quien  más  la  debe.  Hoy  que 

fray  Juan  de  Palma  no  nos  acriminará  el  delito  de  reconocimiento 

á  lo  que  se  debe  á  Dios  y  al  Rey,  volveré  á  cumplir  con  todo.  Con 

la  memoria  de  nuestro  Padre  R."°  fray  Francisco  Andrés  no  he 

faltado  ni  faltaré  en  cuanto  hubiese  quedado  que  toque;  con  decir 

á  V.*  Mj«*  mi  sentimiento  de  su  pérdida  nohabia  cumplido,  pero 

ni  fué^pérdida  suya ,  ni  en  V.»  M/«i  pudo  haber  sentimiento  de 

tenelle  en  mejor  vida ,  ni  en  los  amigos  de  juzgalle  donde  más 

bien  nos  puede  hacer. 

Tampoco  he  descaecido  un  punto,  en  cuanto  V.»  M.«^  me  or^ 

denó  y  su  R.°»* ,  en  el  servicio  de  nuestro  amo.  Y  aunque  como  dije, 

viviendo  nuestro  Padre,  el  confesor  me  ordenó  que  aunque  fue- 

1  Véase  la  carta  CCII. 

2  Manuscrito  de  D,  Antonio  Cánovas  del  Castillo. 


—  428  — 

se  de  pérdidas  de  reinos  no  abisase  á  su  Majestad,  he  procurado 
hacer  lo  posible  por  la  recuperación  de  los  perdidos ,  y  se  me 
ofrece  un  negocio  que  juzgo  que  puede  ser  de  gran  servicio  de 
Dios  y  del  Rey ;  pero  para  sabelle  he  menester  mayor  confianza 
de  la  que  tengo  en  los  Ministros,  y  que  su  Majestad  tubiera  de 
mi  la  satisfacción  que  mi  deseo ,  avisos  y  servicios  le  merecen,  y 
mi  ansia  de  serbille ,  al  paso  que  por  esto  me  ha  castigado  y  cas- 
tiga ,  pues  no  me  da  satisfacción  de  lo  pasado. 

Mis  riesgos  pueden  ser  muchos  y  dos  evidentes :  el  uno,  que 
para  saber  la  traición  que  se  dispone,  que  juzgo  ó  que  puede  ser 
contra  la  vida  de  su  Majestad  y  de  la  Infanta  ó  de  alguno  de  los 
dos,  ó  conspiración  de  algún  levantamiento  de  provincia  ó 
reino,  he  menester  tratar  con  algunos  que  no  deben  ser  bien  afec- 
tos, y  pudiera  ser  que  necesitase  de  no  parecello  yo,  y  esto,  aun 
para  de  burlas ,  no  me  atreberé  á  hacello  bien ,  aunque  por  el  ma- 
yor servicio  de  mi  amo  sea  menester  fingillo,  y  también  tiene 
gran  riesgo. 

Si  fío  de  otro  las  noticias  que  hoy  tengo ,  ó  no  hará  caso  de 
ellas  para  inquirillas,  ó  no  se  las  fiarán  á  él  y  desconfiarán  de 
mí ;  si  las  digo  á  mi  amo  córrese  este  mismo  riesgo ,  con  que  el 
suyo  no  se  asegurará;  y  si  las  dejo  pueden  obrar,  siendo  ciertas 
una  de  las  dos  cosas  que  apunto  ú  otras.  V.^  M.'^^  le  encomiende 
á  Dios ,  y  me  aconseje  luego ,  que  yo  procuraré  no  perdellas  de 
vista  ni  aventurarme  si  no  fuese  con  evidencia ,  aunque  sé  que 
con  esto,  ni  el  Rey  se  dará  por  serbido,  ni  yo  ni  mis  hijos  halla- 
remos perdón  en  los  culpados ,  que  podrían  ser  muchos  y  de  gran 
importancia,  y  pueden  durar  más  que  uno  ó  dos,  que  no  lo  esti- 
marán ni  aun  nos  defenderán ;  pero  contra  todo  debo  estar  á  mi 
obligación  y  al  amor  que  á  mis  amos  tengo. 

Torno  á  suplicar  á  V.*  M."^  me  encomiende  á  Dios  que  me 
encamine,  y  adbierta  cómo  debo  obrar  en  este  servicio  suyo  y  de 
mi  amo,  que  ya  fray  Juan  de  Palma  no  nos  impedirá  la  corres- 
pondencia, y  guarde  Dios  á  V.*  M.^^^d  como  puede,  deseo  y  he 
menester. 

Reparo  en  que  para  desentrañar  esta  bellaquería  fuera  menes- 
ter algún  papel  del  Rey  que  me  asegurara,  porque  no  me  levan- 


—  429  — 

tasen  algún  testimonio  ó  antes  de  averigualla  ó  después,  y  gran 
secreto. 

También  juzgo  que  el  Rey,  aunque  está  harto  apacible  con- 
migo ,  ha  de  pensar  que  esta  materia  es  para  introducirme  con 
él ,  y  más  en  tiempo  que  D.  Luis  está  achacoso  y  cesan  sus  au- 
diencias y  no  corren  por  su  mano  los  despachos. 

También  tengo  presente  que  cuando  di  el  aviso  de  la  pérdida 
de  Portugal  al  Conde  tres  meses  antes,  diciendo  que  sería  de  allí 
á  tres  meses ,  entonces  cobré  nombre  de  mentiroso;  y  después, 
por  hombre  que  había  tenido  noticias,  estube  mandado  prender. 
Y  hoy ,  siendo  del  Consejo  de  Estado  de  Portugal  y  Castellano, 
y  sólo  el  que  habia,  no  entro  en  la  Junta  de  aquel  Reino;  con 
que  se  ve  que  para  las  materias  de  él  aun  se  desconfian  de  mí. 

Digo  todo  esto  á  V.*  M."^  y  acuerdóla  con  el  rigor  que  es  tra- 
tado Monteron,  sabiendo  V.^  M.'^  como  está  calificada  su  causa 
y  la  verdad  de  lo  que  ha  predicho;  que  lo  que  yo  le  he  oido,  todo 
ha  sido  cierto,  y  amenaza  y  mucho;  no  sé  si  es  acia  al  lado  que  á 
mí  se  me  trasluce  el  negocio  que  apunto,  pero  también  es  una 
de  las  cosas  que  me  hace  entrar  en  cuidado ,  y  todo  me  obliga  á 
suplicar  á  V,*  M."^  encomiende  mucho  á  Dios  que  acertemos 
este  negocio. 

Madrid  y  Mayo  catorce  de  mil  seiscientos  y  cuarenta  y  ocho. 
— Su  más  obligado  hijo  y  servidor  de  V.*  Mj^ 

El  Duque  de  Híjar. 


Carta  de  Sor  María  de  Jesús  á  D.  Rodrigo  de  Silva,  duque 

de  Híjar  '. 


Excmo.  Señor  mió :  Por  muy  largo  plazo  ha  juzgado  mi  afee-    30  de  juHo 
to  y  estimación ,  que  de  V.  E.  hago ,  el  que  he  estado  sin  cartas        '^^*' 
de  V.  E.  y  me  han  hecho  gran  soledad  y  cariño ;  no  las  he  soli- 

I  Manuscrito  de  D.  Antonio  Cánovas  del  Castillo. 


—  430  — 

citado  con  las  mías  por  encogimiento  y  temor  de  cansar ,  pero 
aseguro  con  verdad  que  no  he  olvidado  á  V.  E.  delante  del  Se- 
ñor ni  á  toda  su  familia  de  V.  E. :  deseo  saber  en  el  estado  que 
están,  si  gozan  de  salud;  el  Altísimo  les  dé  muchas  prosperida- 
des en  lo  divino  y  humano  y  á  V.  E.  la  salvación  como  la  ma- 
yor dicha. 

Estoy  muy  cierta  de  la  piedad  de  V.  E.  y  del  &vor  que  me 
hace,  y  aunque  en  todos  tiempos  ha  sido  estimable  para  mí, 
ya  necesito  más  de  ella  después  que  murió  nuestro  Padre  fray 
Francisco  Andrés,  porque  los  empeños  y  cuidados  no  faltan  y 
mi  soledad  es  grande,  y  si  yo  me  hubiera  enterrado  en  el  retiro 
de  la  celda  al  tiempo  que  su  paternidad  murió ,  no  me  hiciera 
tanta  &lta ;  pero  no  tengo  su  consejo  y  he  manester  el  de  todos 
los  que  me  hacen  caridad. 

Nuestro  Padre  Palma  me  asistia  lo  que  era  posible  desde  tan 
lejos ,  y  me  confieso  muy  beneficiada  de  su  piedad  :  decíame  que 
escribiese  pocas  cartas  por  el  mayor  retiro,  pero  á  personas  como 
V.  E.  no  tocarian  sus  órdenes. 

En  cuanto  á  lo  que  V.  E.  me  insinúa  en  su  carta,  digo,  Señor 
mió ,  que  esta  pobre  Monarquía  ,  el  servicio  de  Dios  y  el  de  su 
Majestad  están  tan  atrasados,  postrados  y  mal  servidos,  que  es 
lástima  y  vivo  dolor  que  todos  no  accedan  con  sus  vidas  y  poder 
de  sus  fuerzas  á  remediarlo ,  porque  corre  y  vuela  á  su  precipi- 
cio ;  y  mayor  amargura  engendra  el  que  no  sean  admitidos  los 
que  en  tan  grave  causa  pudieran  obrar ,  pues  la  necesidad  da  vo- 
ces y  los  sucesos  obligan  á  que  se  acuda  con  el  remedio,  y  si  ésta 
no  pone  disposición,  en  los  sujetos  que  V.  E.  me  dice,  á  oir  á  to- 
dos y  á  V.  E.  como  más  noticioso  de  las  materias ,  sordos  quie- 
ren estar  de  voluntad ;  pero  pesado  letargo  parece  el  que  á  tan- 
tos golpes  no  se  despiertan ,  y  que  viendo  el  azote  de  la  divina 
justicia  sobre  sí,  no  se  hacen  cuerdos ;  mucho  lo  temo  todo  si  no 
le  aplacamos. 

Nuestro  Padre  fray  Francisco  Andrés ,  que  esté  en  gloría,  di- 
ría áV.  E.  que  no  hablase  por  temor  de  si  sería  V.  E.  mal  admi- 
tido, porque  la  mqor  disposición  para  oir  es  el  buen  concepto  y 
crédito  de  quien  ha  de  hablar;  si  éste  le  quitaron  á  V.  £.  ao  era 


—  431  — 

mucho  que  el  difunto  temiese.  Desde  que  murió  se  han  podido 
mejorar  ó  empeorar  las  cosas ,  y  V.  E.  lo  conocerá  y  si  hay  me- 
jor disposición  para  ser  admitido;  y  en  caso  que  V.  E.  hubiese  de 
hablar,  mqor  sería  inmediatamente  á  el  amo,  que  por  terceros, 
que  de  unas  manos  á  otras  y  con  varias  relaciones  es  más  fácil 
adulterarse  la  verdad ,  y  que  con  emulación  glosen  mal  su  inten- 
ción de  V.  E. 

La  vida  del  dueño  es  lo  que  más  cuidado  nos  puede  dar;  ya 
he  sabido  que  Monteron  siempre  la  amenaza,  pero  no  he  enten- 
dido por  qué  modo,  si  violenta  ó  natural;  de  todo  me  avise  V.  E. 
por  mano  de  el  Dr.  Zapata ,  que  vendrán  seguras  las  cartas.  No 
he  respondido  antes  á  la  de  V.  E.  porque  he  estado  estos  dias 
enferma,  pero  siempre  afectuosa  sierva  de  V.  E. ,  á  quien  guar- 
de y  prospere  el  Altísimo. 

En  la  Concepción  de  Agreda  á  veinte  de  Julio  de  mil  y  seis- 
cientos cuarenta  y  ocho. — De  V.  E.  sierva. 

Sor  María  de  Jesús. 


ÍNDICE  GENERAL. 


BOSQUEJO  HISTÓRICO. 


Págs 

I.  Introducción i 

II.  Felipe  IV 4 

III.  £1  Conde  de  Olivares lo 

IV.  Alzamiento  de  Cataluña  y  Portugal 39 

V.  La  Reina  D.*  Isabel  de  Borbon  y  caida  del  Conde-Duque 59 

VI.  Acontecimientos  que  siguieron  á  la  variación  en  el  Gobierno 69 

VIL    Sor  María  de  Jesús,  Abadesa  del  Convento  de  Agreda S2 

VIH.  Don  Luis  de  Haro iii 

IX.  Estado  de  la  Administración  en  £spafta. — Proceso  de  Híjar 123 

X.  Proyecto  de  paces.— Venida  de  la  Reina  D.*  Mariana 148 

XI.  Negociaciones  en  Munster  y  primeros  tratos  con  Francia 173 

XII.  Paz  de  los  Pirineos  y  casamiento  de  la  Infanta  con  Luis  XIV.   ...  183 

XI II.  Principales  conceptos  políticos  de  las  Cartas  de  Sor  María. 204 

XIV.  Conceptos  místicos  y  morales  de  las  mismas 216 

XV.  De  otros  escritos  de  Sor  María  y  su  muerte 226 


Advertencia i 


—  434  — 


SUMARIOS  DE  LAS  CARTAS  '. 


Pí«s. 

Nota  de  Sor  María i 

Carta  I.  (Zaragoza  4  Octubre  1643.) — Del  Rey 2 

Le  manda  conteste  i  media  margen  en  las  mismas  cartas  suyas,  sin  oue 
estopase  de  ella  anadie.  —  Tiene  gran  confianza  en  conseguir  por  las 
oraciones  de  la  Madre  la  quietud  &  sus  reinos. —  Ha  llesfado  la  flota  y 
está  socorrido  Oran.  —  Desconfia  de  unas  revelaciones  de  religiosos  y 
pide  le  aconseje  y  hable  como  á  su  propio  confesor.  (C  Aui.  A.) 

Carta  II.  (13  Octubre  1643.) — De  Sor  María ; .      4 

Aprueba  se  haya  puesto  en  campaña,  aun  con  pocos  recursos,  contando  con 
la  protección  aivina. — El  no  fiarse  de  sí  mismo  granjea  las  obras  mara- 
villosas del  Señor,  si  tiene  dolor  de  sus  culpas. —  Que  haga  el  Rey  justi- 
cia sin  atender  respetos  humanos,  y  dé  satis£Eiccion  al  mundo  que  la  pi- 
de, pues  necesita  ae  él  (C  Aui.  A,) 

Carta  III.  (Zaragoza  16  Octubre  1643.) — Del  Rey 7 

Aguarda  pronto  sucesos  de  consideración  en  su  ejército. — Quiere  cumplir  sos 
obligaciones  como  Rey,  remediando  los  daños  pasados,  y  fia  que  se  con- 
vencerán todos  de  que  el  modo  de  gobernar  de  antes  se  acabó.  (C.  Aui.  A .) 

Carta  IV.  (25  Octubre  1643.) — De  Sor  María 8 

Lo  que  más  necesita  la  Monarquía  es  paz. —  Para  ser  bien  servido  es  pre- 
ciso ser  temido. —  Parécele  va  lentamente  el  ejército  y  que  los  Grandes 
Imdieran  ayudarle.  —  Le  ruega  invoque  la  intercesión  de  la  Virgen  en 
a  capilla  del  Pilar.  (C  Au(,A.)       

Carta  V.  (Zaragoza  10  Noviembre  1643.) — Del  Rey 11 

Sitio  del  castillo  de  Monzón.  —  Teme  vaya  el  enemigo  á  socorrerlo. — 
Recomienda  aviven  sus  oraciones  y  ejercicios,  no  esperando  «I  remedio 
sino  de  Dios.  QAut.  /*.) 

Carta  VI.  (25  Noviembre  1643.)—  De  Sor  MarL\. 11 

Tiene  siempre  presente  ante  Dios  las  necesidades  del  Rey.  —  Los  benefi- 
cios deben  hacer  se  mejoren  las  costumbres. — £1  Rey  ha  de  conducirse 
en  la  tierra  como  quien  hace  las  veces  de  Dios  en  ella.  QA  ut.  A) 


Maouscrítos  que  han  servido  de  originales; 

Áut.  P. — Autógrafos  del  Real  Palacio  de  Madrid. 

AuL  C.  C— ídem  del  Sr.  D.  Antonio  Cánovas  del  Castillo. 

Aui.  C.  B. — ídem  del  Sr.  Conde  de  Benahavis. 

Aut.  (j.— ídem  del  Instituto  de  Jovellinos  «n  Gtjon.' 

Aut.  M.  L, — ídem  de  la  Sra.  Marquesa  de  Casa-Loríng. 

Aut.  A.  —ídem  del  Convento  de  la  Purísima  Concepción  en  Agreda. 

C.  Aut.  A. — Copias  autógrafas  de  Sor  María  del  Convento  de  Agreda. 

C.  Aut.  S.  D. — ídem  id  id,  procedentes  del  Convento  Fno.  de  Santo  Domingo  de  la  Cí»|y^^«^^ 

C  cU  S.  D, — Copias  procedentes  del  Convento  Franciscano  de  Santo  Domingo  de  la  C^It^** 

C.  de  B.  N.—látm  de  la  Biblioteca  Nacional  de  Madrid. 

C  (k  C.  P,—lá9Ta  procedentes  d^l  Convento  de  Capudiinos  del  Pardo. 


-    435  — 
Carta  VTI.  (6  Diciembre  1643. ) — De  Sor  María 12 

Enhorabuena  por  haberse  rendido  el  castillo  de  Monzón.  —  Los  favores 
agradecidos  á  Dios  son  prendas  de  otros  mayores.  —  Procure  remediar  las 
continuas  ofensas  á  Dios,  que  la  potestad  aue  de  £1  ha  recibido  le  obliga  á 
ello. — Enterado  con  certeza  de  las  cosas ,  naga  que  la  ejecución  sea  pron- 
ta, ce.  dé  B,  iV.) 

Carta  VIII.  (Madrid  29  Diciembre  1643.)  —Del  Rey 13 

Alégrase  no  le  falten  las  oraciones  de  la  Madre.  —  Espera  por  horas  saber 
la  llegada  de  los  galeones. — Tratará  de  seguir  sus  consejos  en  todo. — 
Gran  gozo  en  ver  á  la  Reina  y  sus  hijos ;  preparándose  con  pena  á  salir 
de  nuevo  por  el  cuidado  de  sus  reinos.  (C.deB,  N.^ 

Carta  IX.  (8  Enero  1644.) — De  Sor  María 14 

Confia  oirá  Dios  sus  ruegos  por  el  bien  de  la  Monarquía. — Se  asocia  á  la  ale- 
gría del  Rey  por  gozar  de  su  familia  y  enaltece  á  la  Reina.  (C.  Je  B,  A^.) 

Carta  X.  (Zaragoza  9  Marzo  1644.)  —  Del  Rey 15 

Hase  vuelto  á  Aragón  y  pide  le  ayude  pm  acertar  á  hacer  la  voluntad  de 
Dios  y  conseguir  el  reposo  de  la  Cristiandad. — Empieza  á  leer  la  vida  de 
la  Virgen ,  a&bándola  mucho.  (C  J£  B,  N.) 

Carta  XI.  (14  Marzo  1644.) — De  Sor  María 16 

Procure  el  Rey  contentará  Dios,  pues  no  tiene  el  enemigo  mayores  ven- 
tajas que  nuestras  culpas.  —  A  su  fervorosa  resolución  de  enmienda 
deben  juntarse  las  oraciones  públicas  y  las  diligencias  humanas  en  pre- 
venir las  armas.  (C  dé  B,  N.) 

Carta  XII.  (2  Setiembre  1644.) — De  Sor  María 18 

Enhorabuena  por  la  rendición  de  Lérida.  (^C.  Aui.  A.) 

Carta  XIII.  (17  Octubre  1644.) — De  Sor  María 19 

Pésame  por  la  muerte  de  la  Reina.  (^C,  AuL  A.) 

Carta  XIV.  (Madrid  15  Noviembre  1644.)  —  Del  Rey...     20 

Lamenta  la  muerte  de  la  Reina  y  anuncia  la  ida  de  una  embajada  á  Roma 
por  la  elección  de  un  nuevo  Pontífice.  (^Aut.  P.) 

Carta  XV.  (18  Noviembre  1644.) — De  Sor  María 22 

Espera  del  sentimiento  general  la  reforma  de  los  vicios.  —  Le  alejgran  los 
trabajos  para  la  definición  del  Misterio  de  la  Purísima.  (^Aut,  F\) 

Carta  XVI.  (20  Marzo  1645.)  —  De  Sor  María 24 

Excita  al  RejT  á  que  se  aliente,  al  llegar  de  nuevo  á  Zaragoza,  á  pesar  de 
las  tribulaciones  que  le  cercan.  (^CAut,  A.) 

Carta  XVII.  (Zaragoza  25  Marzo  1645.)  —  Del  Rey 25 

Ha  vuelto  á  Aragón  acudiendo  personalmente  á  la  defensa  de  sus  reinos 
y  acompañado  del  Principe  su  hijo  para  que  fuese  aprendiendo.— Le  re- 
cuerda envié  la  segunda  parte  de  la  historia  de  la  V&gen.  (^Aut,  P,) 

Carta  XVIIL  (16  Abril  1645.)— De  Sor  María 26 

Desea  salud  al  Rey  y  que  su  enfermedad  la  dé  Dios  á  ella. — El  afío  anterior 
dióle  el  Señor  confianza  se  conocería  en  los  sucesos  su  protecion :  ahora 
clama  á  su  misericordia  y  se  alegra  agencie  la  definición  de  la  Purísima 
Concepción.  (i^iK/.  Z'.) 

Carta  XIX.  (Zaragoza  15  Mayo  1645.)— Del  Rey 28 

Sus  cartas  le  mueven  á  solicitar  el  mayor  servicio  de  Dios.  —  Pide  ora- 
ciones para  el  buen  suceso  del  socorro  de  Rosas. — Envia  copia  de  una 
carta  á  Su  Saatidad  sobre  el  Misterio  de  la  Iniaacu)44ii  Copcepcion, 
{C.Aut.A.) 


—  436  — 
Carta  XX.  (22  Mayo  1645.) — De  Sor  María 29 

Exhorta  al  Rey  á  la  confianza. — Por  una  hora  que  impidiese  entrar  á  la  he- 
rejía en  Espafta  puede  dar  por  bien  empleados  sus  trabajos  y  prome- 
terse gran  pago  del  Señor. — Se  alegra  conozca  el  Rey  buscan  toaos  sus  in- 
tereses propios,  porque  es  así.  —  Lentitud  en  enviar  socorro  á  Rosas. — 
Le  remite  la  segunda  parte  de  la  vida  de  Nuestra  Señora,  rogándole  de 
nuevo  el  secreto.  (^C,  Aut.  A.} 

Carta  XXL  (Zaragoza  6  Junio  1645.) — Del  Rey 32 

Le  ha  alentado  mucho  la  carta  de  Sor  María. — Confiesa  su  fragilidad  y  pide 
la  ajnida  de  Dios  para  sortear  los  escollos  del  pecado.  —  En  cuanto  haya 
quietud  remediará  los  excesos  más  notables  y  los  pecados  de  escándalo. — 
Kosas  se  perdió  el  28  de  Mayo.  — Su  conformidaa  en  todo  á  la  voluntad 
de  Dios.  (^C,  Aut.  A,^ 

Carta  XXII.  (12  Junio  1645.) — De  Sor  María 35 

Quisiera  poder  derramar  su  sangre  por  que  consi^iera  el  Rey  algún  con- 
suelo. —  Esta  Monarquía  usó  mal  de  la  prosperidad  antigua  :  no  se  des- 
aliente norque  en  su  tiempo  quiera  Dios  corregir  tantos  daños  con  traba- 
jos.— Ejemplo  de  Job. — Mire  el  Rey  por  su  salud.  (^C.  Aui,  A,) 

Carta  XXIII.  ( 14  Junio  1645.)  — De  Sor  María 37 

Vuélvele  á  escribir  temerosa  por  los  peligros. —  Ruega  que  las  plazas  ame- 
nazadas se  provean  de  todo  y  se  guarnezca  el  país.  —  El  Señor  quiere 
obren  las  causas  segundas ,  v  la  prevención  trae  el  consuelo  de  que  se 
hizo  lo  posible.  (^C.  Aut.  A.) 

Carta  XXIV.  (Zaragoza  22  Junio  1645.)— Del  Rey 38 

Pida  á  Dios  salve  su  alma  aunque  en  la  vida  le  cueste  muy  caro. —  Tar- 
ragnona  y  Tortosa  se  preparan  ^  pero  el  enemigo  pasa  el  Segre  y  teme  por 
Balaguer.  —  Luego  que  recibió  su  carta  dio  órdenes  apretadas. — Agra- 
dece no  comunique  con  nadie  lo  que  le  dice,  pues  auien  dictó  la  historia 
que  está  leyendo  puede  dictar  lo  que  le  hubiese  ae  escribir,  y  no  será 
errado.  (^Aut.  ¿í,  Z.) 

Carta  XXV.  ( 26  Junio  1645.) — De  Sor  María 39 

Si  no  considerase  que  el  Señor  cuida  de  los  suyos,  desfallecerla  en  su  pena. 
—  La  Iglesia  nunca  pereció ,  y  donde  más  perfectamente  se  observa  la 
religión  es  en  España.  —  Le  anima  y  alienta  para  procurar  las  victorias 
de  Dios.  (^Aut.  M,  L,) 

Carta  XXVI.  (Zaragoza  28  Junio  1645.) — Dey  Rey....    41 

Aprovecha  el  viaje  á  Madrid  de  D.  Luis  de  Haro  para  escribirle. — Ha  que- 
dado todo  en  gran  riesgo ,  después  del  encuentro  desgraciado  de  su  ejér- 
cito el  dia  22.  —  Si  debe  hacer  algo  de  particular  que  agrade  al  Señor. 
i^C.Aut  A.^ 

Carta  XXVII.  (i.*  Julio  1645.)— De  Sor  María 43 

Consuela  al  Re^  con  los  padecimientos  de  Cristo  y  Job.— Aflígese  de  las 
pérdidas  del  ejército,  creyendo  fué  innecesario  ponerse  en  tan  enn  ries- 
go.—  Mande  salga  toda  la  más  gente  posible  y  haya  brevedad  en  dete- 
ner al  enemigo. — Persevera  en  ofrecer  al  Altísimo  la  enmienda  de  los  vi- 
cios. (C.  Aut,  A.) 

Carta  XXVm.  (Zaragoza  8  Julio  i64S.)--Del  Rey. 45 

Se  alienta  mucho  con  sus  cartas.  —  I>e  Castilla  acude  gente,  y  Aragón  se 
esfuerza  aunque  más  lentamente  por  sus  fueros  y  leyes.  —  Teme  los  suce- 
sos poraue  el  enemigo  está  junto  entre  él  y  su  ejército.  —  Raegue  por  la 
venida  de  la  flota.  (^Aut.  A/) 


--  437  — 
Carta  XXIX.  (17  Julio  1645.)— De  Sor  María 47 

Consuele  al  Rey,  que  sin  la  tribulación  no  se  camina  8^[uro. — £1  Señor 
llama  bienaventurado  al  que  padece  por  la  justicia. — Cree  acertadísimo 
conserve  los  fueros  á  los  de  Aragón  v  los  acaricie.  —  Pregunta  si  hay  al- 
guna esperanza  de  paz,  temiendo  desagrade  al  Seftor,  no  la  defensa  de 
ahora  I  sino  estas  guerras  en  sus  principios.  (^Aut.  A.^ 

Carta  XXX.  (Zaragoza  20  Julio  1645.)—  Del  Rey 49 

Lamenta  los  males  que  sufren  sus  vasallos  por  las  sfuerras.  —  Su  ejército 
está  en  Balaguer  cercado  del  enemigo.  —  Imposibilidad  de  tratar  con 
Francia  sin  acuerdo  del  Emperador.  —  Desconfia  de  los  resultados  del 
Congreso  de  Munster.! — En  1635  empezó  la  guerra  entrando  los  france- 
ses en  FUndes  sin  notificación :  la  de  Italia  en  el  Monferrato  pudo  ha- 
berse excusado.  (^C.  Aut,  A,) 

Carta  XXXI.  (25  Julio  1645.)  —  De  Sor  María 51 

Recomienda  al  General  de  su  orden.  —  Todas  las  comunidades  franciscas 
oran  por  que  el  Señor  le  conceda  victorias.  (C.  Aut.  A,) 

Carta  XXXII.  (i.** Agosto  1645.)— De  Sor  María 52 

Incluye  un  cuadernillo.  —  Pide  remedio  en  los  daños  de  las  levas  de  solda- 
dos. —  Don  Luis  de  Haro ,  al  paso ,  le  dio  buenas  nuevas  de  su  viaje  á 
Uzdná.iC,AuLA.) 

Carta  XXXIII.  (Zaragoza  7  Agosto  1645.)— Del  Rey.  ..     54 

Ha  hablado  con  el  General  de  su  Orden. — El  ejército  está  cada  dia  en  ma- 
yor aprieto,  habiéndose  juntado  nuevas  tropas  para  socorrerlo  con 
riesgo.  —  Sus  deseos  de  aiustar  las  paces  y  unirse  en  defensa  de  la 
Cristiandad  que  empieza  el  Turco  á  invadir.  —  Le  quitan  el  sueño  los 
abusos  en  las  levas  y  quiere  remediarlos ,  pues  padecen  los  pobres  y  no 
llega  á  sus  ejércitos  sino  lo  peor  é  inútil. — Se  ha  holgado  con  la  carta 
de  su  confesor.  (  A  ut,  /'. ) 

Carta  XXXIV.  (Zaragoza  8  Agosto  1645.) — Del  Rey..  . .     57 

Le  avisan  se  espera  socorrer  al  ejército ,  que  está  en  Balaguer,  el  dia  10. — 
En  Flándes  se  ha  perdido  un  puerto,  y  los  Ministros  del  Rey  de  Fran- 
cia en  Munster  se  niegan  tácitameate  á  la  paz.  (^Aut,  P. ) 

Carta  XXXV.  (10  Agosto  1645.)— De  Sor  María 58 

Considera  que  los  grandes  trabajos  serán  premiados^  con  la  gloría  eterna. 
— Deplora  que  los  de  Francia  estén  soberbios  y  pide  á  Dios  los  humille 
y  rínaa.  (^Aut  P,) 

Carta  XXXVI.  (14  Agosto  1645.)— De  Sor  María 59 

La  inclinación  de  Dios  á  favorecernos  es  más  natural  que  bajar  la  piedra  á 
su  centro  y  subir  el  fuego  á  su  esfera. — Se  alegra  desee  el  Rey  tanto  la 
paz,  y  lo  que  pierda  de  sus  intereses  por  eso,  se  lo  dará  Dios  por  otros  ca- 
minos. (  Aut,  P, ) 

Carta  XXXVU.  (Zaragoza  16  Agosto  1645.) — Del  Rey.     61 

Espera  abrirá  el  Señor  camino ,  cuando  menos  se  piense  ^  para  el  reposo  de 
la  Cristiandad. —  Dará  por  felices  todos  sus  trabajos  si  íe  dan  vivo  dolor 
de  sus  pecados.  —  Que  la  flota  lleeó. — Dificultades  para  el  socorro  de 
Balaguer. — Juzga  que  Dios  no  le  ha  dado  á  entender  á  ella  que  haya  de 
haber  buen  suceso  en  lo  del  socorro  y  le  pide  que  inste ,  así  como  por 
otro  negocio  grande  que  tiene  entre  manos.  (C.  de  B.  N.) 

Carta  XXXVIII.  (19  Agosto  1645.)— De  Sor  María...     63 

Tener  confianza  es  la  mejor  disposición  para  alcanzar  lo  aue  se  pide. — El 
Señor  no  le  ha  declurado  nada ,  avivándole  las  ansias  ae  pedirle  más  y 
más. — Cree  preciso  intentar  el  socorro  de  Balaguer,  y  juzga  de  gran  peso 
y  consideración  el  otro  negocio  que  le  manda  encomiende  á  Dios. 
iCtUB.N.^ 


-438  - 
Carta  XXXIX.  (Zaragoza  23  Agosto  1645.)—- Del  Rey.  . .     64 

Se  atemoriza  al  ver  está  enojado  el  Seftor. — Que  lee  su  cuadernillo^,  si 
se  lo  permiten ,  le  envié  más  noticias  de  lo  cjue  le  pasa  en  la  matena.  — 
Suministra  los  medios  que  puede  á  los  del  ejército  para  socorrer  á  Bala- 
guer. — Si  los  Príncipes  cristianos  no  se  entienden ,  se  puede  temer  la  in- 
vasión de  los  turcos. —  Francia  está  en  paz  con  ellos,  cosa  que  nunca 
hará  él,  aunque  le  quede  sólo  la  capa  en  el  hombro.  {Aut,  P.') 

Carta  XL.  (28  Agosto  1645.) — De  Sor  María 66 

Ruega  á  Dios  aue  el  Rey  por  sus  obras  y  buena  dirección  de  su  Monarquía 
consiga  su  salvación. — ^ue  se  aliente,  pues  todos  los  pecados  en  la  in- 
finita misericordia  de  Dios  son  como  una  gota  de  agua  en  el  mar,  y  los 
pasados  si  se  aborrecen  no  desobligan  al  Señor. — Aamirase  que  en  tanto 
tiempo  el  enemigo  no  haya  hecho  más  daño  ni  Balaguer  se  haya  rendido, 
y  desea  que  el  socorro  no  vaya  tarde  como  á  Rosas.  QAuí.  P.) 

Carta  XLI.  (Zaragoza  30  Agosto  1645.) — Del  Rey 68 

Sus  armas  han  ocupado  la  villa  de  Flix ,  si  bien  conserva  el  enemigo  el 
castillo  y  fortín. — De  Bala^guer  salió  la  caballería  sin  daño,  lo  que  alivia 
á  esa  plaza,  y  espera  la  dejará  el  enemigo  por  acudir  á  Flix.  QAut,  P,) 

Carta  XLII.  (i.*»  Setiembre  1645.) — De  Sor  María 69 

La  consuela  el  buen  suceso  de  Flix. — Desde  que  sabe  tiene  hechas  paces 
con  el  Turco  la  Corona  de  Francia,  pide  más  vivamente  al  Altísimo  los 
rinda  y  humille  hasta  ajustarse  paces  entre  los  hijos  de  la  Iglesia. 

Carta  XLIII.  (Zaragoza  4  Setiembre  1645,)  — Del  Rey.  .     71 

Los  franceses  han  recuperado  á  Flix. — Confiesa  no  le  cuesta  poca  atención 
reconocer  la  intención  de  los  ministros  y  hay  bien  que  hacer  en  ello,  pero 
la  falta  de  sujetos  le  obliga  á  disimular. — Teme  se  pierda  Balaguer  con 
la  gente  que  hay  dentro ,  que  es  la  mejor.  (  C.  Aut,  A .) 

Carta  XLIV.  (6  Setiembre  1645.)— De  Sor  María 73 

Laméntase  de  la  pérdida  de  Flix. — ^1£1  Rey  obre  con  nueva  resolución. — 
Pide  á  Dios  le  aumente  su  divina  luz  para  conocer  lo  que  debe  ejecutar 
y  eso  sea  presto  y  sin  recelo  humano,  que  Dios  dará  sujetos  cuales  con- 
vengan.— No  desmaye  él  ni  tampoco  los  ejércitos,  y  que  estos  fracasos 
hagan  más  avisados,  como  se  ve  en  el  enenugo.  QC.  Aut,  A,} 

Carta  XLV.  (18  Setiembre  1645.) — De  Sor  María 75 

Supo  la  enfermedad  del  Rey  y  luego  le  avisó  el  Patriarca  su  mejoria,  que 
debe  á  la  intercesión  de  la  Virgen.  QC,  A uL  A .) 

Carta  XLVI.  (Zaragoza  18  Setiembre  1645.)— Del  Rey..     76 

Su  indisposición  duró  poco,  pero  fué  muy  penosa. — Tomará  sus  consejos,  y 
-  lo  que  tuviese  más  que  advertirle  hágalo  luego ,  para  con  su  luz  enca- 
minar sus  acciones. — Al  enemieo  se  le  ha  aumentado  la  g[ente;  y  los 
suyos,  con  los  malos  sucesos,  se  disminuyen. — Balaguer  no  tiene  comida 
más  que  para  el  mes.  {AuL  P.) 

Carta  XLVII.  (20  Setiembre  1645.)— De  Sor  María 77 

Sin  la  protección  de  la  Madre  de  Dios  serían  mayores  los  daños  y  afliccio- 
nes.—Detiénese  en  tocar  á  la  honra  del  prójimo ,  pero  suplica  al  Rey  se 
informe  y  oiga  á  todos  los  que,  apremiados  del  tral¿iio,  dan  voces. — Sería 
gran  dolor  perder  á  Balaguer  y  traten  de  socorrerle. —  Importancia  de 
mantener  la  fidelidad  de  Aragón.  {AuL  /'.) 

Carta  XLVIII.  (Zaragoza  24  Setiembre  1645.) — Del  Rey.     79 

Se  ratifica  en  ser  esclavo  de  la  Virgen  y,  si  hay  algo  de  particular  en  que 
pueda  servirla,  lo  hará  al  punto. — Entiende  lo  del  daño  del  prójimo  y 


—  439  — 

tiene  tratado  el  remedio  con  su  confesor  y  algunos  ministros. — Balaguer 
podrá  durar  un  mes ;  espera  favorezca  su  defensa  la  estación  de  las  aguas. 

Carta  XLIX.  (i.»  Octubre  1645.) —De  Sor  María 80 

Para  servir  á  la  Reina  del  cielo  debe  evitar  las  ofensas  de  Dios  en  si  mis- 
mo, y  como  Rey  ataje  las  ofensas  que  cometen  los  fieles ,  aplicando  toda 
su  solicitud  en  defensa  de  la  fe  católica  y  su  dilatación. — Está  lastima- 
dísima  de  los  trabajos  de  Balaguer ;  pero  si  no  hay  fuerzas  para  ofender 
al  enemigo,  mejor  es  conservarse  con  sólo  defenderse.  (^Aut.  PJ) 

Carta  L.  (Zaragoza  9  Octubre  1645.) — Del  Rey 82 

Desea  ejecutar  puntualmente  lo  aue  le  escribe — Dificultad  de  evitar  las 
ofensas  públicas  por  lo  extendido  de  los  vicios  é  incurrir  en  algunas  los 
mismos  que  han  de  remediarlas. — Lo  de  Flándes  está  en  malísima  situa- 
ción ,  y  en  el  Estado  de  Milán  ha  entrado  el  enemigo. — Balaguer  se  ren- 
dirá pronto.  {Aut.  P.) 

Carta  LI.  (12  Octubre  1645.) — De  Sor  María 84 

Cree  también  estar  vecina  la  última  ruina  de  estos  reinos,  si  la  Virgen  no 
los  ampara.—  Le  alienta  con  que  nadie  llamó  á  Dios  que  dejara  de  ser 
oido. — Obligación  de  los  poderosos  y  ricos  de  seguir  al  Rey  en  la  guerra. 
—El  ejército  sea  mayor  y  las  disposiciones  más  tempranas.  (^AuLP.') 

Carta  LII.  (Zaragoza  18  Octubre  1645.) — Del  Rey 86 

Propósitos  de  ajustar  su  vida  y  mudarla  totalmente. — Que  ha  mandado  á 
los  Prelados  y  Ministros  le  avisen  los  escándalos  y  los  medios  para  reme- 
diarlos.— Teme  se  haya  rendido  Balaguer  y  el  enemigo  quiera  pasar  ade- 
lante.—  Ha  acabado  allí  con  lo  del  juramento  de  su  hijo  y  marcha  á  Va- 
lencia para  lo  mismo ,  procurando  luego  en  Madrid  las  materias  de  la 
futura  campaña  v  volver  en  Febrero.  —  Juzga  por  muy  acertado  salga  la 
gente  rica  y  noble.  (C  AuL  A,) 

Carta  LIII.  (23  Octubre  1645.)— De  Sor  María 88 

Que  persevere  en  sus  buenos  propósitos  sobre  su  vida  y  medidas  de  go- 
bierno.—  Le  advierte  la  reformación  de  los  trajes  de  las  mujeres. — Cree 
le  debe  á  la  intercesión  de  la  Virgen  el  haberlo  librado  de  una  gran 
traición. — Le  aflige  lo  de  Balaguer.  qC  Aut.  A.) 

Carta  LIV.  (Valencia  6  Noviembre  1645.) — Del  Rey 90 


y  reformará  los  trajes  de  mujeres,  venciendo  las  dificultades.  {Aut,  P.) 

Carta  LV.  (13  Noviembre  1645.) — De  Sor  María 91 

Da  gracias  á  Dios  porque  la  caida  no  fuese  de  peligro.  Le  alienta  en  la 
reformación  de  los  pecados. — Su  temor  de  que  el  enemigo  no  obrase  el 
invierno  en  la  frontera  de  Aragón.  QAut,  P,) 

Carta  LVI.  (Madrid  15  Diciembre  1645.) — Del  Rey 93 

Llegó  el  dia  11. — Sus  cuidados  cada  vez  son  mayores.  —  Pida  á  Dios  se 
haga  la  paz. — Se  ocupa  en  las  cosas  para  la  futura  campafia  aunque,  falto 
de  medios  humanos,  sólo  espera  en  los  divinos.  (Aut,  P,) 

Carta  LVII.  (5  Febrero  1646.)— De  Sor  María 94 

Tardanza  de  la  carta  del  Rey. — Que  tome  por  su  cuenta  el  evitarpecados 

Íf  los  castice  con  fortaleza.  —  Procure  mejorar  los  Consejos  y  Tribuna- 
es. — Fortificación  y  provisión  de  las  plazas. — Muerto  D.  Felipe  de  Silva, 
sea  su  sucesor  ejercitado  en  la  milicia.  (Aut,  P,^ 


—  440  — 
Carta  LVIII.  (Madrid  15  Febrero  1646.) — Del  Rey 96 

Grandes  prevenciones  del  enemigo  y  poco  adelanto  de  nuestra  defensa  por 
falta  de  medios. — A  los  ministros  que  andan  á  la  caza  inexcusable  de  la 
gente  recomienda  lo  hachan  con  el  menos  daño  posible.  —  Para  reempla- 
zo de  Silva  tiene  pensado  el  Marqués  de  Leganés ,  por  concurrir  en  él  lo 
que  le  recomienda.  —  De  la  paz  espera  poco,  aunque  ha  cedido  muchísi- 
mo, teniendo  sus  enemigos  por  cierto  que  ese  año  acabarán  con  todo. 

Carta  LIX.  (28  Febrero  1646.)— De  Sor  María 98 

£1  esfueno  con  que  remediará  los  pecados  será  victoria  contra  el  enemigo 
y,  aunque  hace  mucho  en  esto ,  pide  más  el  dafto. — Las  haciendas  de  los 
vasallos  para  esas  ocasiones  son,  y  los  que  pueden  han  de  hacer  respecti- 
vamente lo  que  los  pobres,  y  primero  los  ministros.  —  Peligrando  la 
Monarquía,  todos  deben  salir  de  su  paso.^!)bre  con  resolución,  que  se 
puede  aventurar  mucho  en  un  solo  dia  de  dilación,  y  esté  prevenido  el 
sustento  del  ejército.  {Aui.  P.) 

Carta  LX.  (Madrid  7  Marzo  1646.) — Del  Rey 100 

£1  Señor  se  duela  de  él  para  que  no  le  ofenda  y  acierte. — Ordenes  de  re- 
formar los  trajes  y  que  cesen  las  comedias. — Por  las  disposiciones  para 
la  guerra  detiene  su  viaje  hasta  Pascuas.  —  Irá  á  Navarra  pasando  por 
Agreda,  de  lo  que  está  muy  alborozado  por  volverla  á  ver  y  que  conozca 
á  su  hijo.  CA  ut,  P.) 

Carta  LXI.  (15  Marzo  1646.)  —  De  Sor  María loi 

Nuestra  confianza  no  estriba  en  nuestros  merecimientos,  sino  en  la  mise- 
ricordia de  Dios. — Agradece  al  Rey  remedie  los  trajes  tan  profanos,  es- 
pecialmente de  las  mujeres,  y  destierre  las  comedias. — No  esperaba  me- 
recer la  dicha  de  verlo,  así  como  al  Príncipe.  {Aut,  P.') 

Carta  LXII.  (Madrid  21  Marzo  1646.) — Del  Rey 103 

£1  menor  de  sus  pecados  merece  mayores  castigos ;  y  si  á  la  vez  no  los  pa- 
decieran los  pobres  vasallos,  los  toleraría  con  toda  paciencia. — Italia  está 
muy  amenazada ;  también  España  y  Flándes.  (A  ut,  PJ) 

Carta  LXIII.  (28  Marzo  1646.)— De  Sor  María 104 

Las  amenazas  de  Italia  y  otras  partes  son  de  hombres  que  por  sí  pueden 
menos  de  lo  que  piensan. — Importa  aplacar  las  del  cielo.  —  Que  el  Rey 
se  anime ;  es  menester  dilatación  para  hacer  cosas  grandes.  (Aut,  P.) 

Carta  LXIV.  (Madrid  4  Abril  1646.) — Del  Rey 105 

Aliéntase  con  sus  consejos. — Cuenta  partir  el  jueves  14  y  va  con  muchos 
deseos  de  verla  y  que  conozca  ella  al  Príncipe.  (C.  de  S,  D,) 

Nota  de  la  V.  Madre  copiada  en  un  manuscristo  de  Santo 
Domingo  de  la  Calzada 106 

Carta  LXV.  (25  Abril  1646.) — De  Sor  María 106 

Por  obediencia  le  devuelve  su  carta. — Su  cuidado  por  saber,  por  D.  Luís 
de  Haro,  no  está  bueno  el  Príncipe  en  Pamplona.^)ompadéctte  de  los 
trabajos  á  que  el  Rey  pone  su  persona. — £1  Altísimo  se  cuirá  por  obliga* 
do  de  su  gran  celo  por  la  exaltación  de  su  nombre. — Todo  lo  que  enten- 
diere se  lo  dirá  al  Re^,  como  se  lo  deja  mandado. — Su  consuelo  por  haber 
visto  al  Príncipe.  {C  dé  S,  />.) 

Carta  LXVI.  (Pamplona  27  Abril  1646.) — Del  Rey 108 

Enfermedad  del  Príncipe.— Quietud  del  enemigo  en  Catalufla.  —  Temor 
por  Flándes.  (C  Aut,A.^ 


—  441  — 
Carta  LXVII.  (29  Abril  i646.)~De  Sor  María 109 

La  indisposición  de  su  hijo  es  fuerza  aflija  mucho  al  Rey. — Que  dilate  el 
ánimo  con  la  esperanza  del  premio  eterno.  —  £n  el  Príncipe  no  hay  mal 
pequeño  por  mucho  que  lo  sea. — Consuélale  que  el  enemigo  no  dé  priesa, 
y  buena  ocasión  seria  para  dársela  si  el  ejército  se  hubiese  juntado  antes. 

Carta  LXVIII.  (Pamplona  2  Mayo  1646.)-  Del  Rey 110 

Toma  sus  consejos  y  desea  ejecutar  lo  mejor.  —  Las  tercianas  del  Principe 
signuen  é  inclinados  los  médicos  á  hacerle  la  tercera  san^^üu — Todo  atra- 
sado para  obrar  en  Cataluña  por  los  cortos  medios.  —  Por  la  enferme- 
dad oe  su  hijo  no  está  ya  en  Aragón.  (C.  Aut  AJ) 

Carta  LXIX.  (6  Mayo  1646.)—- De  Sor  María ni 

Pide  á  Dios  dé  fuerzas  al  Rey.  —  Su  sentimiento  por  la  enfermedad  del 
Principe  y  la  tercera  sangría. — Le  edifica  el  Rey,  pero  suplica  al  Altísi- 
mo reciba  su  rendimiento  y  dé  salud  al  Príncipe.  —  Le  han  dicho^  que 
esa  ciudad  no  es  sana. —  Kuega  haga  las  jomadas  con  más  comodidad. 
(^C.Aui.A.) 

Carta  LXX.  (Pamplona  9  Mayo  1646.) — Del  Rey 113 

Se  teme  más  á  sí  mismo  que  á  ninguna  otra  cosa.  —  Siguen  las  tercianas 
de  su  hijo  y  le  han  sangrado  cuarta  vez. — £1  enemigo  se  va  juntando  y 
pronto  empezará  á  moverse.  CAut,  Z'.) 

Carta  LXXI.  (12  Mayo  1646.) — De  Sor  María 114 

La  fe  y  resignación  del  Rey  alientan  sus  esperanzas. —  Su  cuidado  por  la  en- 
fermedad del  Príncipe  pareciéndole  hartas  cuatro  sangrías.  —  Que  renue- 
ve las  órdenes  de  las  rogativas  para  la  futura  campaña.— Cuanto  trabaja 
y  sufre  en  sus  enferme£des  le  parece  poco  para  ofrecerlo  á  Dios  por  las 
penas  y  cuidados  del  Rey.  QAut,  P. } 

Carta  LXXn.  (Pamplona  15  Mayo  1646.) — Del  Rey...  115 

Siente  saberla  indispuesta.  —  Las  tercianas  de  su  hijo  aminoran.  —  £1 
enemigo  está  en  campaña  con  nueve  mil  infantes  y  tres  mil  caballos; 
ha  reconocido  los  puestos  de  Lérida  y  duda  sitie  esa  i>laza,  que  se 
halla  prevenida  de  todo. — £1  tiene  siete  mil  infantes,  casi  todos  en  las 

S lazas ,  y  poco  más  de  tres  mil  caballos ;  no  habiendo  suficiente  cuerpo 
e  ejército  para  hacer  resistencia  en  campaña. — Ha  ordenado  las  roga- 
tivas. (C.  Ahí,  a.) 

Carta  LXXIII.  (20  Mayo  1646.)— De  Sor  María 116 

£stá  mejor  de  su  enfermedad. — Su  alegría  por  la  salud  del  Príncipe. — De- 
plora que  el  ejército  enemigo  esté  en  campaña  y  el  nuestro  sea  tan  cor- 
to, y  no  salgan  todos  y  aventuren  sus  vioas  y  haciendas. — Que  se  bus- 
que nueva  gente ,  vaya  á  campaña  la  que  está  alojada  en  Aragón  y  se 
tome  con  veras  esta  defensa,  en  lo  divino  y  humano.  (C.  Aut  A.) 

Carta  LXXIV.  (Pamplona  23  Mayo  1646.) — Del  Rey..  .  118 

Ha  dado  infinitas  gracias  á  Dios  por  la  mejoría  de  su  hijo. —  £1  enemigo 
sitia  á  Lérida ,  que  tiene  buen  gobernador,  cuatro  mil  hombres  y  que  co- 
mer hasta  fin  de  Noviembre. — Confia  dará  lugar  á  su  socorro. — Los  sie- 
te mil  infantes  alojados  en  Aragón  han  salido ,  pero  es  poco  y  falta  dine- 
ro, sin  el  que,  de  tejas  abajo ,  nada  se  hace.  (C  Aut,  i4.) 

Carta  LXXV.  (26  Mayo  1646.) — De  Sor  María 119 

Con  la  asistencia  del  Rey  en  Zaragoza  espera  se  adelante  todo. — £1  es  so- 
lamente el  que  pelea  por  la  fe  y  la  Iglesia,  y  cree  que  sólo  esto  es  pelear 
por  la  justicia.  —  No  permita  Dios  se  pierda  Lénda  y  dé  priesa  para 
juntar  gente.  —  Si  falta  dinero ,  que  los  cabos  se  acomoden  á  las  necesi- 

29 


—  ád2  — 

dades  presentes ,  y  se  acuda  al  sustento  de  los  soldados.— Desea  sea  obe- 
cida  la  orden  que  dio  el  Rey  los  años  anteriores  que  se  rezara  el  rosa- 
rio. (C.  Auí.  AO 

Carta  LXXVT.  (Tudela  30  Mayo  1646.)  — Del  Rey 121 

No  ha  querido  dejar  su  vecindad  sin  escribirle. — Su  hijo  no  siente  el  ca- 
minar.— Se  alienta  de  que  mire  á  Lérida  con  cariño  y  espera  no  ha  de 
permitir  Dios  se  malogre,  cuando  fué  obra  su3ra  el  recuperarla. — La  ar- 
mada  francesa  ha  ido  á  las  costas  de  Italia  y  la  suya  va  en  su  seguimien- 
to. (C.  Aut.  AJ) 

Carta  LXXVE.  (4  Junio  1646.) — De  Sor  María 122 

Mientras  el  Rey  se  expone  á  tantos  trabajos  por  la  causa  de  Dios,  fuera 
confusión  pensar  en  que  ella  padece  algunos.  —  Que  se  informe  cómo  se 
guairda  justicia  en  los  Ministerios  del  Gobierno ,  sobre  todo  en  la  milicia; 
y  que  todos  entiendan  no  se  ha  de  consentir  á  nadie  culpa. — Agradece 
envié  la  armada  en  defensa  de  la  Iglesia,  y  está  cuidadosa  por  Lérida. 
(C.  Aui.  A.) 

Carta  LXXVIII.  (Zaragoza  9  Junio  1646.) — Del  Rey...   124 

A  su  hijo  no  le  ha  hecho  daño  el  camino. — Que  le  pida  á  Dios  fortaleza 
contra  si  mismo  y  resistencia  en  las  tentaciones. — Conoce  no  corre  bien 
el  administrar  justicia  y  procura  el  remedio.  —  Parece  van  á  sitiar  á  Lé- 
rida {>or  hambre  y  hace  lo  posible  por  que  Aragón  dé  un  poco  de  p;ente 
para  intentar  el  socorro. — Su  armada  estar!  quizás  ya  á  vista  del  ene- 
migo. (C  Aut.  A.") 

Carta  LXXIX«  ( 12  Junio  1646.) — De  Sor  María 125 

Su  dolor  al  saber  la  muerte  de  la  Emperatriz. — La  vida  de  S.  M.  Cesárea 
ha  sido  tan  perfecta  que  se  puede  asegurar  estará  en  el  cielo. — Desea  la 
brevedad  del  socorro  de  Lérida  y  que  las  Cortes  de  Aragón  se  ajusten  á 
lo  que  el  Rey  les  mande. — No  desista  el  Rey  de  remediar  lo  que  pue- 
da. (^C.Auí.A.) 

Carta  LXXX.  (Zaragoza  17  Junio  1646.)  — Del  Rey  ....  127 

Sentimiento  por  la  muerte  de  su  hermana. —  Espera  disponga  el  Señor  el 
socorro  de  Lérida. — Teme  no  concedan  las  Cortesa  tiempo  el  servido. — 
Atienden  todos  á  su  beneficio  antes  que  al  bien  común  V  tratan  de  ven- 
derse.—  Salida  de  la  armada  de  Mahon  el  Corpus.  (C  Aut,  A.) 

Carta  LXXXI.  (19  Junio  1646.) — De  Sor  María 128 

Los  trabajos  son  beneficios  de  Dios. — Confia  en  la  intercesión  de  las  pren- 
das que  el  Rey  tiene  en  el  cielo.  —  Que  está  muy  solo  para  cuidar  de  la 
Monarquía  y  el  demonio  ciega  con  Ta  ambición  á  muchos  vasallos. — Ce- 
lebra los  preparativos  naraelsocorro  de  Lérida,  que  quisiera  rescatar  con 
su  sangre.  (^C.  Atti,  A^ 

Carta  LXXXII.  (Zaragoza  23  Junio  1646.) — Del  Rey.  . .  130 

Agradece  sus  palabras  que  le  hacen  llevar  con  alegría  los  trabajos. — Siguen 
sus  diligencias  para  socorrer  á  Lérida. — Le  han  escrito  de  Koma  que  el 
Papa  oyó  su  carta  sobre  el  punto  de  la  Purísima  Concepción  y  mostró 
mucho  gusto  en  tratar  de  tan  santa  obra. — Desea  la  definición  de  ese 
Misterio  más  que  su  vida  propia. — Que  no  deje  de  mandarle  la  tercera  . 
parte  de  su  obra.  (C  Aut.  A.) 

Carta  LXXXIII.  (2  Julio  1646.  )-"De  Sor  María 131 

No  puede  con  palabras  ponderar  el  ansia  de  su  corazón ,  y^  si  las  penas  que 
padece  por  los  trabajos  del  Rey  pudieran  serle  de  alivio,  muy  grandes 
los  tuviera. --Le  mira  no  sólo  como  Re^  y  Señor,  sino  como  defensor  de 
la  fe  santa,  sin  que  le  ayuden  sus  ministros  y  vasallos,  que  ocultan  la 
verdad  y  el  peligro.— Que  se  condescienda  con  el  reino  de  Aragón  en 


—  443  ^ 

lo  que  sea  factible ;  j  bí  los  tiempos  mudan ,  podrá  ponerlo  en  mis  razón. 
—Ha remitido  la  vida  de  nuestra  Señora,  siendo  su  dictamen  no  salga 
en  público  la  obra  hasta  que  ella  muera.  (^C,  Aut.A.^ 

Carta  LXXXIV.  (Zaragoza  ii  Julio  1646.)— Del  Rey.  . .  133 

Sus  consejos  son  de  persona  libre  de  todo  interés  y  se  le  hará  mayor  car|^o 
si  oyéndolos  no  los  cumple. — Se  ha  ajustado  el  casamiento  ae  su  hijo 
con  la  hija  del  Emperador,  porque  juzea  conveniente  volver  á  emparen- 
tar por  la  exaltación  de  la  religión.  —  Los  de  Aragón,  creyéndose  nece- 
sarios, quieren  sacar  sus  aumentos. — De  Lérida  Te  avisan  da  tiempo  á 
que  la  socorran  hasta  fin  de  Octubre. — La  armada  que  fué  á  Italia  ha 
hecho  huir  al  enemigo  con  pérdida.  (^Aut.  /*.) 

Carta  LXXXV.  (14  Julio  1646.)— De  Sor  María 135 

£1  fin  de  sus  cartas  y  mayor  interés  de  su  vida  es  el  bien  y  felicidad  del 
Rey. — En  el  mundo  tiene  Dios  pocos  que  tomen  su  causa  y  la  ante- 
pongan á  los  intereses  terrenos,  como  hace  el  Rey. — Da  gracias  por- 
que dé  estado  al  Príncipe  con  intención  tan  santa  como  es  el  Deneñcio  de 
la  Cristiandad. — No  se  pierda  tiempo  en  el  socorro  de  Lérida,  que  los 
enemigos  pueden  obrar  más.  —  Que  se  avenga  con  la  rebeldía  de  los  de 
Aragón  y  los  sobrelleve.  —  Su  deseo  que  se  oculte  la  historia  de  nuestra 
SefionuC^  «/./'.) 

Carta  LXXXVI.  (Zaragoza  21  Julio  1646.)— Del  Rey...  137 

Que  jamas  le  embarazan  sus  cartas ,  en  que  halla  mucho  que  estampar  en 
su  memoria  y  ejecutar  para  bien  suyo. —  No  le  está  bien  decirlo  mucho 
que  trabaja. — Su  hijo  está  muy  contento  y  le  contesta.  —  Se  encuentra 
con  poca  gente  para  el  socorro  de  Lérida,  porque  con  las  dilaciones  de 
las  Cortes  no  han  dado  un  solo  hombre  de  Aragón  y  no  hacen  más  caso 
del  riesgo  que  si  el  enemigo  estuviera  en  Filipinas. — Si  la  armada  vuel- 
ve pronto,  espera  no  sólo  librar  á  Lérida,  pero  hacer  más. — El  de  Lega- 
nés  salió  y  tiene  el  Rey  la  intención  de  colocarse  en  la  frontera.  (^AtU.  T'.) 

Carta  LXXXVII.  (23  Julio  1646.)— De  Sor  María 138 

Que  no  desmaye  al  Rey  la  propia  fragilidad ,  mirándonos  Dios  con  clemen- 
cia como  ouien  nos  formó  de  barro  Quebradizo. — Con  gran  cuidado  está 
porque  el  Key  se  va  á  exponer  al  salir  á  la  frontera  y  sea  con  tan  poca 
gente :  habiendo  hecho  todo  por  juntarla ,  la  fe  y  la  justicia  pueden  su- 
plirla.— Tiene  poca  parte  en  la  vida  de  la  Virgen  y  remite  el  perfeccio- 
narla á  su  legítima  autora.  (^Aut.  /*.) 

<  

Carta  LXXXVIU.  (Zaragoza  27  Julio  1646.)— Del  Rey..  140 

Sin  sus  cartas  lo  pasaría  muy  mal  en  medio  de  sus  cuidados,  encontrando 
en  ellas  esperanzas  para  lo  que  padece. — Teme  mucho  á  su  flaca  natu- 
raleza.—  Las  nuevas  de  Fu&ndes  é  Italia  no  son  buenas. — Encuentra 
admirable  la  tercera  parte  de  la  vida  de  la  Virgen.  —  No  podrá  salir  á 
la  frontera  hasta  fines  de  Agosto  para  dejar  concluidas  las  Cortes  y  sa- 
tisfecho el  Reino.  (C  Auí.  A.) 

Carta  LXXXIX.  (31  Julio  1646.)  — De  Sor  María 142 

Se  lamenta  de  que  la  piedad  del  Re^  acuda  ásu  menor  sierva,  que  tan  poco 
puede  y  vale  para  consolarlo.  — Sus  peticiones  son  porque  todas  las  cría- 
turas  se  salven  y  en  primer  lugar  que  el  Rey  alcance  esa  dicha.  —  Ansia 
que  Aragón  sirva  al  Rejr;  no  concluya  las  Cortes  sin  que  den  gente. — 
£1  concederles  lo  conveniente  de  lo  que  piden ,  por  menos  dafto  lo  tiene 
^ue  el  que  se  pierda  Lérida  por  falta  de  socorro  ó  los  de  Aragón  se  arro- 
jen á  lo  que  no  deben.  (C.  Aut  A.) 

Carta  XC.  (Zaragoza  5  Agosto  1646.) — Del  Rey 144 

Sacando  de  sus  trabajos  la  salvación,  los  puede  dar  por  bien  empleados 
aunque  aumenten.^£n  Italia  hablan  socorrido  sus  armas  á  Orbitelo  y  en 


—  444  — 

Flándes  sefiaüan  apretados  •  viendo  en  eso  el  menoscabo  de  la  religión, 
porque  los  Holandeses  son  herejes  y  los  franceses  les  ayudan. — £1  socor- 
ro de  Lérida  se  intentará  la  fiesta  de  la  Virgen. — Los  de  Aragón  darán 
gente ;  casi  todos  quieren  venderse  para  el  remate  de  las  Cortes. — EÍifi- 
cultad  en  lo  de  la  Inquisición ,  quenendo  aminorar  su  jurisdicción  y  no 
poder  consentir  decaiga  ese  Tribunal ,  aunque  aventure  perder  su  Mo- 
narquía. (C  Aut.  A,) 

Carta  XCI.  ( 7  Agosto  1646.) — De  Sor  María 146 

Que  el  Rey  lleve  las  tribulaciones  y  trabajos  con  ánimo  v  dilatación  y  se 
ampare  bajo  la  protección  de  nuestra  Seftora. — Lo  de  la  Inquisición  le 
parece  de  mucho  peso  y  se  deberia  con  tiempo  tomar  medios  y  arbitrios 
para  ajustarse  toaos. — Que  en  el  socorro  de  Lérida  no  falten  los  medios 
natunues  y  se  prevengan  los  peligros.  (C  Aut.  A.) 

Carta  XCII.  (Zaragoza  14  Agosto  1646.)— Del  Rey 148 

Sus  consejos  son  dignos  de  estar  escritos  en  la  memoria  de  los  hombres,  y 
en  su  vida  ha  leido  libro  con  mayor  contento  que  la  vida  de  la  Virgen. 
— Teme  que  el  socorro  de  Lérida  no  se  ejecute  para  cuando  le  dijo. — Ya 
están  ajustados  los  de  Aragón  en  darle  tres  mil  hombres ,  y  cualquier  ne- 
gociación le  cuesta  infinito  trabajo.  (^Aut,  P.') 

Carta  XCIII.  (16  Agosto  1646.)— De  Sor  María 150 

Dios  no  arroja  al  corazón  humillado,  y  cuando  pedimos  use  de  misericordia 
con  nosotros,  más  alegamos  culpas  y  necesidades  que  merecimientos. — 
Ni  la  ponderación  déla  propia  flaqueza  ni  los  apnetos  enflaquezcan  los 
intentos  de  reformar  los  oaftos  púbucos. — Por  Flándes  clamará  al  Sefior, 
y  le  da  cuidado  la  dilación  en  el  socorro  de  Lérida,  que  el  demonio 
embaraza  para  dejar  perder  la  ocasión.  (^Aui,  P.) 

Carta  XCIV.  (Zaragoza  31  Agosto  1646.)— Del  Rey.  ...  152 

Teme  sean  las  desgracias  castigos  de  sus  culpas.  —  En  Flándes  aumentan 
los  aprietos. — Espera  salir  pronto  al  socorro  de  Lérida  con  el  refuerzo 
que  le  da  ese  Reino. —  Procurará  ajustar  las  dificultades  de  las  Caries 
con  la  jurisdicción  de  la  Inquisición.  {Aut.  P.) 

Carta  XCV.  (4  Setiembre  1646.) — De  Sor  María 153 

Le  exhorta  á  humillarse  ante  Dios;  que  la  poca  satisfacción  de  si  mismo  no 
le  impidió  al  publicano  alcanzar  misericordia  y  al  fariseo  lo  hizo  indig- 
no.—  Lamenta  que  Flándes  tenga  que  ser  entregado  á  herejes,  v  juzga 
Sor  no  pequeña  obra,  efecto  de  la  paciencia  del  Rey,  el  haber  obtenido 
e  Aragón  ayuda  para  la  guerra.  (A  ui,  /'.) 

Carta  XCVI.  (Zaragoza  21  Setiembre  1646.) — Del  Rey..  155 

No  le  ha  escrito  antes  por  sus  ocupaciones  y  emplear  dos  horas  casi  dia- 
riamente en  volver  á  leer  la  vida  de  nuestra  Señora.  —  Ha  llegado  el 
plazo  del  socorro  de  Lérida  y  ha  juntado  el  más  numeroso  y  lucido  ejér- 
cito ,  ordenando  que  en  todas  partes  se  remedien  con  viveza  los  pecados 
y  escándalos ,  y  hagan  oraciones  continuas  y  públicas. — £1  ejército  esta- 
rá en  Fraga  el  26,  pensando  acometer  al  enemigo  entre  San  Miguel  y 
San  Francisco.  —  En  Flándes  se  ha  cobrado  una  plaza  de  las  pcrdicbs. 
(Aut.  i>.) 

Carta  XCVU.  (24  Setiembre  1646.) — De  Sor  María....  157 

No  desmaye  el  Rey,  aunque  se  ofrezcan  inmensas  dificultades  para  ejecu- 
tar lo  que  Dios  fe  enseña,  conviene  á  su  persona  y  al  gobierno.  —  Sin 
la  Providencia  divina  no  se  hubiera  juntado  tanto  ejército. — En  la  ejecu- 
cucion  no  se  desobligue  á  Dios  con  nuevas  ofensas  v  haya  buena  direc- 
ción en  los  cabos.  —-Lo  de  Flándes  la  tiene  cuidadosa  por  estar  aque- 
llas provincias  tan  rodeadas  de  herejes.  (Aut,  P,} 


1 

I 


—  445  — 
Carta  XCVIII.  (Zaragoza  i.®  Octubre  1646.)— Del  Rey..  159 

Cree  servir  á  nuestra  Señora  en  escribirla  tanto  como  en  leer  su  vida,  que 
está  concluyendo  por  secunda  vez ,  proponiéndose  volverlo  á  hacer  mu- 
chas más.  —  £1  ejercito  iba  para  Lérida  y  habia  ordenado  á  Leganés  lo 
que  vería  por  copia  que  le  mandaba.  —  La  gente  marchaba  con  ánimo; 
en  todas  partes  se  hacian  oraciones.  —  En  Flándes  se  habia  perdido  un 
puerto.  (^Amí,  a,') 

Carta  XCIX.  (5  Octubre  1846.)— De  Sor  María 161 

Que  no  desmaye  en  la  devoción  á  la  Virgen. — Teme  se  tropezará  con  difi- 
cultades para  dar  noticia  de  su  historia ,  sobre  todo  mientras  viva  ella. — 
Su  gozo  al  ver  la  piedad  y  prudencia  del  Rey  en  su  carta  á  Leganés. 
iAut,  A.) 

Carta  C.  (Zaragoza  7  Octubre  1646.) — Del  Rey 163 

Su  dolor  por  la  grave  enfermedad  de  su  hijo  y  no  sabe  cómo  él  está  vivo. 
—  Empezó  con  grandes  dolores  y  espera  concluya  en  viruelas.  —  Resig- 
nación á  la  voluntad  de  Dios.  —  Apela  con  ansias  á  las  oraciones  de  Sor 
María,  y  si  la  divina  justicia  ha  dado  la  sentencia  que  le  conceda  fuer- 
zas para  llevar  el  golpe.  (^Aut,  P.^ 

Carta  CI.  (8  Octubre  1646.) — De  Sor  María 164 

Tiene  traspasado  el  corazón  con  la  enfermedad  del  Principe  y  dolor  del 
Rey.  —  Dios  no  puede  errar  en  lo  que  hace ,  y  con  golpes  tan  vivos  le 
dará  la  salud  eterna.  (^Auf.  Z'.) 

Carta  CII.  (Zaragoza  10  Octubre  1646.) — Del  Rey 165 

Puesto  que  no  movieron  á  Dios  las  oraciones,  no  le  convendría  la  salud  á 
su  hijo. —  Murió  entre  ocho  y  nueve  de  la  noche,  después  de  cuatro  dias 
de  violenta  enfermedad.  —  rudo  confesar  y  recibir  el  Viático. —  No  sabe 
si  es  sueño  ó  verdad  lo  que  le  pasa,  aunque  está  resignado.  iCAtU.  AJ) 

Carta  CIII.  (12  Octubre  1646.)— De  Sor  María 166 

Para  consuelo  de  todos ,  gran  bien  sería  viviese  el  Príncipe ;  mas  para  su 
salvación  mejor  ha  sido  lo  que  Dios  ha  hecho.  —  Su  hijo  ha  ido  donde  él 
ha  de  ir,  y  no  es  más  que  adelantar  la  jomada  que  él  mismo  ha  de  an- 
dar.—  Viendo  la  resignación  del  Rey,  ha  reprimido  su  sentimiento  y 
amargura.  (C  Aui.  A^ 

Carta  CIV.  (Zaragoza  16  Octubre  1646.) — Del  Rey 168 

Procurará  en  su  dolor  ponerse  en  las  manos  del  Señor,  si  bien  su  amor  de 
padre  y  lo  frágil  de  la  carne  forcejean  en  él. — Todos  los  golpes  los  llevará 
gustoso  si  á  costa  de  ellos  consigue  su  salvación.  —  No  olvide  el  alma  de 
su  hijo. —  Piensa  marcharse  pronto  por  Agreda,  lo  que  le  tiene  muy  al- 
borozado por  verla.  (C.  Aut.  A.) 

Carta  CV.  (20  Octubre  1646.) — De  Sor  María 169 

A  un  tiempo  mismo  que  Dios  ha  querido  darle  la  mayor  aflicción,  le  ha  di- 
latado su  corazón  para  que  como  católico  se  conforme  y  dé  al  mundo  el 
ejemplo  de  edificación  que  todos  han  recibido.  —  Su  afecto  no  halla  ali- 
vio sino  en  que  el  Rey  consiga  el  descanso  eterno.  —  No  olvida  en  sus 
oraciones  el  alma  del  Ángel  Principe.  —  Que  mire  por  su  salud  tan  ne- 
cesaria. (C.  Aut.  A .) 

Carta  CVI.  (Zaragoza  23  Octubre  1646.) — Del  Rey 170 

No  se  mitiga  su  pena;  si  consig^uiera  resignarse,  sacaria  flores  de  las  es- 

{)inas. — Ya  que  Dios  le  ha  quitado  de  delante  de  los  ojos  tal  prenda,  se 
os  abra  para  reconocer  el  castigo  de  sus  pecados  y  trate  de  enmendarse. 
—  Espera  deje  el  enemigo  libre  á  Lériaa.  —  Su  ejército  está  de  buen 
ánimo.  —  Lo  de  Flándes  está  bien  y  la  armada  de  Francia  salió  de  nuevo 
á  las  costas  de  Italia.  —  Desea  conseguir  la  paz  y  partir  para  ver  á  Sor 
María.  (i<  «/./*.) 


—  446  — 
Carta  CVII.  (31  Octubre  1646.)— De  Sor  Masía 172 

La  justicia  divina  no  castiga  tanto  por  los  pecados  cometidos  como  por  no 
enmendarse. — Para  que  Dusquemos  á  Dios  como  reñ^o  de  nuestras  tri- 
bulaciones noB  rodea  de  ellas.  —  Le  debe  consolar  la  feliz  muerte  del 
Príncipe,  de  que  hablará  en  otra  ocasión. — Ese  golpe  ha  tocado  á  toda  su 
Monarquía,  á  quien  Dios  ha  querido  castigar,  y  sirva  de  aviso  p«ra  eje- 
cutar la  enmienda  de  los  desórdenes,  cueste  lo  que  costare. — Daría  su 
vida  por  que  se  consiguiese  la  paz.  (^Aui,  P.) 

Nota  de  Sor  María  del  manuscrito  del  Convento  de  Agreda.  174 
Carta  CVIII.  (Madrid  14  Noviembre  1646.) — Dkl  Rey..  174 

Le  avisa  su  llegada  á  su  casa,  donde  halló  buena  á  su  hija,  con  cuya  vista 
se  le  renovó  el  dolor. — Celebráronse  las  honnts  en  San  Jerónimo. — 
Que  niegue  por  su  hijo,  la  paz,  el  buen  suceso  de  Lérida  y  el  acierto  en 
su  nuevo  estado.— £n  los  puntos  que  le  encargó  no  se  descuidará. 

Carta  CIX.  (17  Noviembre  1646.) — De  Sor  María 175 

Renueve  el  ofrecerle  al  Todopoderoso  su  pena  y  lo  recompensará.  —  Pide 
al  Señor  por  la  paz  y  lo  de  JLérída,  así  como  porque  el  Rey  elija  la  per- 
sona más  conveniente.— Agradece  tenga  en  la  memoria  las  cosas  que  ella 
le  suplicó.  (C  Aut  A.) 

Carta  CX.  (Madrid  28  Noviembre  1646.)- -Del  Rey....  176 

Da  gracias  á  Dios  por  el  socorro  de  Lérida ,  oue  se  eiecutó  eldia  de  la  Pre- 
sentación de  nuestra  Señora,  con  gran  péroida  del  enemigo  v  reputación 
de  sus  armas.  —Tocante  á  la  Concepción  de  nuestra  Señora  na  averísiia- 
do  lo  que  le  envia  en  un  papel  que  se  ha  declarado  en  Roma. — Escnoe  á 
su  Embajador  para  que  eso  se  revoque,  instando  hasta  conses[uirlo  y 
no  dar  paso  atrás  en  esa  materia. — A  la  causa  de  la  Madre  Luisa  na  dado 

Íriesa  j  también  á  las  calificaciones  de  axjuellos  religiosos,  encargando  al 
nquisidor  General  mire  con  toda  atención  esas  materias.  (C  Amt,  AJ) 

Carta  CXI.  (Sin  concluir  ni  fecha.) —De  Sor  María...  178 

Ha  ofrecido  á  Dios  en  nombre  del  Rey  que,  si  le  daba  la  victoria  que  ha 
alcanzado,  la  agradeceria  reformancío  todo  lo  que  fiíese  posible. — Le  en- 
viará el  papel  sobre  la  muerte  del  Principe  y  pide  á  Dios  le  dé  compa- 
ñera que  le  ayude  en  sus  deseos  santos.  —  Agradece  la  diligencia  para 
revocar  el  decreto  de  no  llamar  Inmaculada  a  la  Purísima  Concepción, 
que  si  antes  no  se  prohibió  darle  esa  honra,  mucho  menos  entonces 
cuando  la  verdad  está  tan  declarada.  —  Cada  vez  cree  más  conveniente 
no  se  saque  á  luz  la  historia  hasta  morir  ella,  y  sólo  al  Rey  y  su  confe- 
sor desea  ñar  esas  cosas. —  £1  despacho  de  la  Madre  Luisa  también  es- 
pera será  del  servicio  de  Dios  y  lo  de  los  religiosoe  presos.  (C  AnLA.^ 

Carta  CXII.  (Madrid  9  Enero  1647.) — Del  Rey 179 

Teme  no  acierte  á  servir  á  Dios  como  debiera.-* Le  asegura  que  toma  por 
sí  lo  último  de  las  resoluciones,  después  de  oír  á  los  ministros.  —  La- 
menta que  el  Pontífice  atienda  más  á  materias  de  Estado  que  |á  lo  que 
debe  hacer.  ---  El  Emperador  le  da  el  pésame  y  le  ofirece  su  sobrina  para 
su  matrimonio :  cree  le  conviene.  —  Le  pide  el  papel  que  le  ha  prometido 
sobre  el  alma  de  su  hijo.  QC,  Aut.  A.") 

Carta  CXIII.  (18  Enero  1647.)— De  Sor  María 181 

Le  anima  á  confiar  en  su  reforma,  que  es  siempre  obra  de  Dios  más  qna 
nuestra. — Cuando  supo  la  muerte  del  Príncipe,  su  confesor  le  advirtió  es- 
cribiera lo  que  le  sucediese  y  se  lo  manda  sólo  por  obediencia. — Su 
ánimo  no  es  el  excluir  el  parecer  de  los  ministros,  pero  que  no  obren  loa 
inferiores  como  la  cabeza,  (  C,  Aut,  ^.) 


—  447  ~ 
Carta  CXIV.  (Madrid  30  Enero  1647.)— Del  Rey 183 

No  creía  ir  contra  la  voluntad  divina  siguiendo  los  ejemplos  de  sus  ante- 
pasados. —  Que  Felipe  1 1 ,  su  abuelo ,  tuvo  criados  y  ministros  de  quie- 
nes se  valia  para  los  negocios,  aunque  reservándose  las  últimas  resolu- 
ciones, y  en  las  Monarquías  de  todos  tiempos  los  ha  habido. — Por  em- 
pezar á  reinar  de  16  aftos  dio  á  algunos  ministros  más  mano  de  lo  con- 
veniente ;  y  aunque  en  el  principio  no  erró,  cree  ahora  hizo  mal  du- 
rase lo  Que  duró  y  tomó  la  determinación  de  apartar  al  Ministro  que  ella 
sabe. — Si  después  ha  tenido  más  confianza  en  alguno,  siempre  ha  rehu- 
sado darle  carácter  de  ministro.  —  Que  si  ella  sa^  cuáles  son  los  minis- 
tros perniciosos,  se  lo  avise,  porque  en  la  duda  no  se  atreve  á  remover 
tantos  so8]>echosos.  —  El  no  renusa  el  trabajo  y  está  continuamente  con  la 
pluma  en  la  mano ,  no  pasando  las  últimas  resoluciones  por  otra  censura. 

—  Los  que  más  murmuran  son  los  pretendientes  y  ambiciosos ,  y  es  me- 
nester ^n  parte  del  poder  de  Dios  pora  que  en  Palacio  deje  de  haber 
emulaciones. — Está  ajustado  su  matrimonio  con  su  sobrina,  hija  del 
Emperador.  QAuí,  P,) 

Carta  CXV.  (15  Febrero  1647.)— De  Sor  María 188 

No  ha  pensado  que  del  todo  se  remedien  las  emulaciones  de  Palacio ;  su 
deseo  es  prevenir  y  alentar  el  ánimo  del  Rey  para  que  se^  haga  superior 
á  los  desórdenes  y  abusos  que  introducen  los  más  favorecidos. — Los  pe- 
cados y  vicios  han  crecido  nasta  irritar  la  justicia  de  Dios ,  y  el  Rey,  se- 
gún su  protesta,  debe  remediar  lo  que  pueda,  no  alterando  los  Consejos, 
porque  se  debe  obrar  con  suavidad  y  fortaleza. — Que  tiene  mucho 
bueno  que  imitar  en  Felipe  11. — Su  confesor  está  enfermo  de  peligro. — 
£1  tiempo  adelanta  y  el  enemigo  no  se  descuida.  —  Que  se  nomore  el 
General  que  hubiese  de  ser,  poraue  se  necesita  tiempo  para  juntar  el 
ejército. — Con  salir  tarde  nunca  se  nace  guerra  ofensiva,  v  la  defensiva  es 
con  mucho  trabajo  y  peligro.  —  Que  se  provean  de  Go  oemadores  fieles 
las  plazas,  porque  sólo  por  hambre  ó  infidelidad  se  pierden,  ó  le  cuesta 
mucho  al  enemigo.  (^Aui,  P.) 

Carta  CXVI.  (Madrid  24  Febrero  1647.)— Del  Rey....  192 

Le  aflige  el  no  acertar  á  cumplir  lo  que  el  Señor  le  jintima  por  su  medio. 

—  En  la  carta  anterior  se  confesó  con  ella  y  se  remite  á  lo  que  le  dijo ; 
si  le  parece  va  errado ,  se  lo  advierta  para  seguir  en  todo  la  voluntad  de 
Dios.' — Trata  de  enviar  á  todas  partes  ministros  para  remediar  los  ex- 
cesos y  castigar. — Ha  nombrado  para  General  al  Marqués  de  A3rtona.^ 
Son  cortos  los  medios. — De  la  paz  están  más  lejos  que  nunca  los  france- 
ses, pero  con  los  holandeses  va  muy  adelantado  el  acuerdo.  (^C*Aut.A,) 

Carta  CXVII.  (8  Marzo  1647.)— De  Sor  María 194 

Le  enternecen  las  razones  del  Rey  y  no  debe  desmayar,  aunque  duran  mu- 
cho las  tribulaciones. — Ejemplos  del  Salvador  dormido  en  medio  del 
mar  borrascoso,  y  de  la  guerra  de  Holofémes. — Siente  que  las  prevencio- 
nes para  la  campafia  sean  tan  cortas.  (  C  Aut.  A .) 

Carta  CXVIII.  (Madrid  19  Marzo  1647.) — Del  Rey....  197 

Teme  que  sus  consejos  han  de  servirle  de  mayor  carga  en  la  cuenta  última, 
por  no  aprovecharse  bien  de  ellos. — Que  le  pida  á  Dios  en  su  nombre, 
como  el  rey  David,  un  corazón  limpio  (que  es  libre  de  las  pasiones). — 
El  enemigo  amenaza,  particularmente  á  Italia;  no  pudiendo  ir  él,  ha 
resuelto  se  embargue  un  hijo  suyo  que  tiene  18  años ,  á  quien  ha  puesto 
los  mejores  consejeros  de  la  profesión. — Está  examinando  su  libro  Fray 
Juan  de  Palma,  encargándole  inviolable  secreto.  (^Aut.  P.') 

Carta  CXIX.  (30  Marzo  1647.) — De  Sor  María 199 

Que  Dios  es  suma  bondad ,  pureza  y  santidad ,  y  el  alma  que  ha3ra  de  par- 
ticipar de  la  luz  divina  na  de  nuir  del  pecado. — Obligará  mucho  á 
Dios  no  perdone  trabajo  paru  la  defensa  de  la  rdigioo ,  y  exponiendo  á 


-  44»  ~ 

D.  Juan  [de  Austria  á  los  pelifiTos  del  mar.— Muerto  el  que  ha  sido  su 
confesor  veintícuatro  años. — Que  el  Padre  Fr.  Juan  de  Palma  desde 
tan  lejos  la  ampare  y  aconseje.  1[^v/.  P,) 

Carta  CXX.  (Madrid  3  Abril  1647.)  —Del  Rey 202 

Le  alienta  el  reconocer  en  sus  cartas  que  procura  Sor  María  de  todo  cora- 
zón sus  aciertos,  y  le  diga  siempre  cuál  es  la  voluntad  de  Dios.— Tiene 
nuevos  avisos  de  las  grandes  fuerzas  del  enemigo ;  el  nublado  va  sobre 
Cataluña. — Don  Juan  se  fué  á  embarcar.  —  Siente  la  muerte  de  su  con- 
fesor, pero  teniendo  tal  maestra  puede  quedar  sola.  (^Aut  P.) 

Carta  CXXI.  (12  Abril  1647.)— Db  Sor  María 203 

Dios  puede  dar  virtud  á  sus  razones,  aunque  escritas  por  mujer  ignorante. 
— Én  tiempos  tan  turbulentos  son  más  necesarias  la  fe,  esperanza  y  cari- 
dad.— Ejemplos  de  Abraham,  Teodosio  y  Job. — Nuestros  desacatos,  por 
ser  de  hijos,  son  mayores  que  los  que  no  conocen  al  Sefior.. — Importa 
mucho  que  la  cabeza  esté  en  amistad  con  Dios,  y  no  le  negará  los  auxi- 
lios ,  aunque  el  demonio  le  ponga  más  lazos  y  ocasiones  que  á  los  demás. 
ÍAuLP.] 

Carta  CXXn.  (Madrid  17  Abril  1647.)— Del  Rey 206 

Reconoce  ser  cierto  cuanto  le  dice  ^  tratará  de  imitar  á  Abraham  y  Teodo- 
sio. aunque  su  natural  sea  tan  diferente.  —  Le  ruega,  si  no  es  excederse 
en  la  demanda ,  le  diga  si  los  lazos  que  le  pone  el  demonio  son  de  peca- 
dos personales  ó  del  oficio. — No  sabe  dónde  dará  el  enemigo  y  hace 
lo  posible  para  la  defensa,  desalentándole  ver  cuan  poco  le  ayudan. 
iC.AuLA,) 

Carta  CXXIII.  (26  Abril  1647.)— De  Sor  María 207 

Necesita  los  alientos  que  le  da  para  continuar  una  correspondencia  tan  in- 
ferior á  sus  fuerzas. — Por  un  poco  de  descanso  del  Rey  ahora  y  la  salva- 
ción de  su  alma  ofrece  á  Dios  la  vida  y  la  voluntad  rendida  para  pade- 
cer. —  La  persecución  de  los  demonios  contra  las  almas  es  tan  cierta  como 
tener  ser  y,  supuesta  esa  verdad,  los  lazos  que  le  ponga  serán  para  los 
pecados  personales  y  los  de  oficio,  aunque  ella  se  refiera  á  los  persona- 
les.— Teme  la  determinación  del  enemigo;  pero  habiendo  hecho  lo  posi- 
ble, no  se  desaliente.  (  C  Aut.  yí.) 

Carta  CXXIV.  (Madrid  i.**Mayo  1647.)  —  Del  Rey....  210 

Con  razón  dice  que  el  demonio  hiere  sin  que  se  sienta,  y  así  conviene  cau- 
telar sus  engaños. — El  enemigo  no  se  ha  movido ,  pó'oen  todas  partes  se 
está  con  menos  disposiciones  de  las  necesarias,  y  sólo  Dios  puede  obrar 
sin  medios.  (/!»/.  Z'.) 

Carta  CXXV.  (10  Mayo  1647.)— De  Sor  María 211 

Ru^:a  á  Dios  ayude  al  Rey  á  perseverar  en  sus  ansias  de  darle  gusto 
en  las  obligaaones  personales  y  de  oficio. — Ejemplo  de  San  Pablo. — 
Sabe  llegaron  los  galeones  y  le  da  la  enhorabuena. — Se  dispone  para 
la  campafia  con  confesiones  y  penitencias  como  si  hubiese  ae  pelear. 

Carta  CXX VI.  (Madrid  15  Mayo  1647.)— Del  Rey 213 

Aunque  repitiendo  siempre  lo  mismo,  no  puede  dejar  de  decirle  de  cuánto 
alivio  son  sus  cartas. — Olvidó  anunciarle  la  llegada  de  los  galeones. — 
£1  enemigo  no  se  ha  movido  y  quizás  el  Príncipe  de  Conde  no  encontró 
dispuestas  las  cosas  en  Catalufia.— La  armada  con  D.  Juan  navega  desde 
f\¿va6.iC.Aut.A.) 

Carta  CXXVn.  (31  Mayo  1647.)— De  Sor  María 214 

Ha  estado  enferma. — El  Rey  cuide  de  su  salud,  siendo  lo  que  más  impor- 
ta á  la  conservación  de  la  Monarquía. — Sabe  está  sitiada  Lérida  y  se 
esfuerza  por  dar  ánimo  al  Rey.  (C.  Aut,  A,) 


—  449  — 
Carta  CXXVIII.  (Madrid  29  Mayo  1647.)— Del  Rey 216 

£1  enemigo,  que  está  sobre  Lérida,  no  la  encuentra  tan  provista  como  el 
afio  anterior  y  le  dicen  piensa  tomarla  por  fuerza,  con  lo  que  habrá 
menos  tiempo  para  socorrerla. — Duda  si  ir  á  Aragón.  (C.  Aut.A.^ 

Carta  CXXIX.  (7  Junio  1647.)— De  Sor  María 217 

Que  el  Rey  ponga  el  hombro  al  trabajo  con  ánimo,  pues  no  quedarán  sin 
liberal  premio  tantos  aprietos. — Está  con  suma  pena  por  el  estado  de 
Lérida. — Cree  prudente,  por  lo  adelantado  de  la  estación,  no  vuelva  el 
Rey  á  Aragón.  (C  Aut.  X.) 

Carta  CXXX.  (Madrid  12  Junio  1647.) — Del  Rey 218 

Le  avisan  que  los  de  dentro  de  Lérida  se  defienden  bien. —  Lo  ha  preveni- 
do todo  para  marcharse ,  si  fuese  menester.  (^  «/.  P»') 

Carta  CXXXI.  (Madrid  18  Junio  1647.) — Del  Rey 220 

Lleva  esta  carta  D.  Luis  de  Haro,  que  va  con  órdenes  para  el  socorro  de 
Lérida,  con  quien  ha  querido  encardarle  de  nuevo  encomiende  á  Dios 
esa  empresa,  de  la  cual  depende  mucho  su  Corona.  (^Aut,  A.) 

Carta  CXXXII.  (21  Junio  1647.) — De  Sor  María 220 

Tiene  su  salud  quebrantada  á  pesar  de  haberse  sangrado.»— Pide  al  Sefior 
supla  su  mano  poderosa  á  la  poca  gente  y  la  conceda  la  paz  y  defensa 
de  esos  Reinos,  y  vive  muriendo. — Ejemplo  de  Gedeon,  á  amen  desea 
imite  el  Rey.  —  Conveniencia  de  que  asista  él  al  socorro  de  Lérida,  sin 
grave  riesgo  de  su  salud,  creyendo  debe  pedir  el  parecer  de  su  Consejo. 
lAut.P.) 

Carta  CXXXIII.  (22  Junio  1647.)— De  Sor  María 222 

Le  ha  entregado  D.  Luis  su  carta  y,  estándole  hablando,  llegó  la  noticia 
del  levantamiento  del  sitio  de  Lérida  por  el  enemigo,  que  se  puso  en 
huida. — Su  gozo  por  el  alivio  del  Rey  y  el  acierto  de  haber  dilatado  su 
jomada. — Se  ha  quedado  con  la  última  carta  del  Rey  por  no  tener  mar- 
gen donde  contestar.  (C  Aui,  A,") 

Carta  CXXXIV.  (Madrid  26  Junio  1647.)— Del  Rey 223 

Juntas  ha  recibido  sus  dos  últimas  cartas  y  pronto  ha  visto  en  Lérida  lo 
que  le  decia  sucedió  á  Gedeon. — Es  éste  el  mayor  beneficio  que  en  lo 
temporal  le  puede  haber  hecho  Dios. — No  sabe  aún  las  causas  aue  han 
movido  á  Conde  á  desistir  de  la  empresa,  creyéndose  ha  habido  alboroto 
en  Barcelona.  (C.  Auí,  yí.) 

Carta  CXXXV.  (5  Julio  1647.)— De  Sor  María 225 

Agradezca  á  Dios  su  protección  haciéndose  el  agiente  de  su  causa. — Sin 
perder  tiempo  entre  socorro  abundante  en  Lérida,  y  si  en  Barcelona  hay 
mdicio  de  quererse  reducir  á  la  obediencia,  se  fomente  y  ayude.  —  Le 
atraviesa  el  corazón  saber  que  allí  han  inficionado  algo  los  herejes. — 
Avise  si  hay  esperanzas  de  paz,  por  lo  que  tanto  clama.  —  Fray  Juan  de 
Palma  ha  dispuesto  que  el  Provincial  de  Burgos  la  asista.  (C  Aui.  A.) 

Nota  escrita  por  la  V.  Madre  en  el  manuscrito  de  Agreda.  227 
Carta  CXXXVI.— (14  Julio  1647.)— De  Sor  María 227 

No  quiere  se  marche  D.  Luis  de  Haro  sin  de  nuevo  manifestarle  trabaja 
con  el  Señor  cuanto  puede  por  los  buenos  sucesos  en  todo.  (C.  Aut,  /I.) 

Carta  CXXXVII.  (Madrid  10  Julio  1647.)— Del  Rey 228 

No  acierta  á  agradecer  como  debiera  las  mercedes  de  Dios,  ni  ejecutar  sus 
saludables  consejos,  aunque  lo  procura.— Fué  incierto  lo  del  alboroto  de 
Barcelona. — Desea  la  paz  y  poder  castiear  los  daftos  que  la  herejía  ha 
causado  en  Cataluña. —  Las  cosas  de  FUndes  é  Italia  caminan  bien. — 
D.  Juan  de  Palma  le  ha  dicho  en  la  forma  que  ha  dispuesto  su  alma. 
iC,Aut.A.) 


—  450  — 
Carta  CXXXVm.  (20  Julio  1647.)— Db  Sor  María 229 

Lo  mucho  que  el  Rey  hace  intimándole  su  gusto  de  que  le  escriba :  ella  le 
daría  cuanto  tuviese ;  pero  siendo  pobre  é  inútil ,  se  vuelve  i  Dios  y  le 
pide  supla. — £jemplos  de  S.  Mateo,  S.  Pedro  y  de  David  que,  por  poner- 
se en  ocasión  de  muru-  á  Betsabé,  se  envileció  hasta  el  prado. — Que  se 
toma  más  licencia  de  la  que  su  condición  flaca  de  mujer  inferior  da,  y  el 
Rey  la  puede  arrojar  de  su  gracia  por  inoportuna ;  pero  ella  no  podrá 
dejar  de  serlo  en  solicitar  su  vida  eterna,  (c.  Aui.  A.) 

Carta  CXXXIX.  (Madrid  24  Julio  1647.)— Del  Rey 231 

Que  no  la  arrojará  de  sí  jamas,  antes  le  agradece  mucho  cuanto  le  dice  y 
manda  lo  continúe,  esperando  por  su  medio  conseguir  su  salvación. — 
Huirá  las  ocasiones,  puesto  que  en  ellas  han  caido  otros  más  fuertes  que 
éL  — £1  enemigo  en  Cataluña  se  va  deshaciendo.  —  Está  prevenido  para 
acudir  donde  sea  necesario,  pasando  los  calores.  (^C.  Aut.A,') 

Carta  CXL.  (i.**  Agosto  1647.) — De  Sor  María 233 

Las  órdenes  del  Rey  son  estímulos  que  la  animan,  porque  se  suele  encoger, 
siendo  su  condición  el  no  fiarse  de  sí.  —  Confianza  en  las  bendiciones  que 
Dios  prodiga  al  justo. — Gózase  de  que  el  Rey  desee  la  paz  para  remeoiar 
los  excesos  y  ofensas  á  Dios.  (C.  Aui.  AJ) 

Carta  CXLI.  (Madrid  7  Agosto  1647.) — Del  Rey 234 

Que  continúe  sus  consejos  y  le  advierta  de  todo  lo  que  juzgare  es  la  volun- 
tad de  Dios  que  lo  ejecute. — Los  enemigos  han  empezado  á  obrar  en  Flán- 
nes  y  hay  alboroto  en  Ñapóles.  —  Las  capitulaciones  matrimoniales  se 
han  efectuado  en  Alemania  el  dia  de  San  Antonio.  QAut.  P,") 

Carta  CXLII.  (16  Agosto  1647.) — De  Sor  María 236 

Su  alegría  de  las  capitulaciones ,  y  que  Dios  conceda  á  la  perseverancia  en 
la  fe  de  EspalUí  no  quitarles  en  los  siglos  futuros  cabeza  v  gobierno  de 
Casa  tan  católica. — ^Siendo  la  gracia  y  amistad  con  Dios  el  don  más  pre- 
cioso, está  el  Sefior  más  liberal  en  dárnosla  que  cuidadosos  nosotros  en 
pedírsela. — La  detención  del  enemigo  no  debe  hacer  se  descuiden. — Su 
disgusto  por  lo  de  Ñapóles,  que  espera  se  apaciguará  más  con  blandura 
que  con  ngor.  {Auf.  A) 

Carta  CXLIII.  (Madrid  21  Agosto  1647.) — Del  Eey 238 

Aunque  no  merece  sino  castigos,  por  la  memoria  de  sus  gloriosos  antece- 
sores desea  no  cese  en  él  la  sucesión. — Las  cosas  de  Cataluña  están  quie- 
tas ,  hallándose  el  enemigo  con  igual  gente  que  él.  —  £n  Flándes  se  ha 
recobrado  otra  plaza  y  perdido  dos. — Lo  de  Sialia  y  Ñapóles  se  ha  aquie- 
tado algo  y  sus  Vireyes  obran  con  tolerancia.  (^Aut  P.) 

Carta  CXLIV.  (30  Agosto  1647.) — De  Sor  María 239 

Sentimiento  de  gratitud  hacia  el  Rey.— Le  debe  alentar  que  defiende  la 
Iglesia,  que  es  donde  está  Cristo.— Que  los  desastres  de  Ñapóles  y 
otras  provincias  no  son  movidos  tanto  contra  el  Rey  7  sus  tributos,  cuan- 
to contra  las  sobrecargas  con  que  agravan  los  ministros ,  aue  para  co- 
brar dos  hacen  gastar  cuatro.  —  Para  lo  justo  Dios  dispone  los  ánimos, 
pero  lo  injusto  irrita.  QAui.  P.) 

Carta  CXLV.  (Madrid  4  Setiembre  1647.)  —  Del  Rey.  . .  242 

Le  alienta  ver  que  el  Sefior  la  impele  á  que  ruegue  por  él  y  sus  Reinos. — 
Da  priesa  en  Cataluña. — Lo  de  Ñapóles,  aunque  ya  sosegado ,  le  ins- 
pira recelos ,  pues  no  está  sana  la  henda  :  sin  duda  proceden  esos  daños 
de  lo  que  ella  le  dice,  y  procura  remediarlo.  (^Auí.  A) 

Carta  CXLVI.  (14  Setiembre  1647.) — De  Sor  María.  . .  243 

El  ver  al  Rey  tan  rodeado  de  penas  y  tan  solo,  despierta  en  ella  grandes 
afectos,  derramando  muchas  lágrimas  ante  Dios. — Su  cuidado  por  la 
salud  del  Rey  y  las  cosas  de  Sicuia  y  Ñapóles.  (^AiU,  P,) 


-4SÍ  - 
Carta  CXLVIL  (Madrid  i8  Setiembre  1647.)— Del  Rev.  246 

Desde  la  prímeim  tb  qae  la  ^id  quedó  eon  gran  rato  de  Imberk  conoci- 
do,  y  la  esperanza  que  sn  correspondencia  le  había  de  ser  de  mncho  pro- 
vecho para  todo.  —  Job  mereció  los  favores  de  Dios  con  su  paciencia 
por  ser  justo,  pero  los  pecadores  mal  la  merecen  si  no  se  enmiendan. 

Carta  CXLVIII.  (28  Setiembre  1647.)—  De  Sor  María.  247 

La  mano  del  Altísimo  la  ha  afligido  con  enfermedad  y  algunos  trabaiiUos 
de  que  se  baila  oprimida,  aunque  gozosa  de  tener  que  ofrecer  &  jDíob 

g^r  el  Rey.  —  Funda  siempre  sus  peticiones  en  los  méritos  de  nuestro 
efior  é  intercesión  de  la  Virgen  y  de  los  santos  Angeles ,  y  solicita  la 
devoción  del  Rey  á  esas  sustancias  divinas  y  mensajeras  de  Dios. 
^AMf.  />.) 

Carta  CXLK.  (Madrid  2  Octubre  1647.)  —  Del  Rey...  249 

Su  cuidado  porque  cuando  confiesa  ella  falta  de  salud  y  otros  trabajos,  es 
sefial  que  aun  son  más  de  lo  que  dice.  —  De  muy  buena  gana  entrará  en 
la  devoción  de  los  Angeles  y  le  diga  lo  que  debe  hacer  en  su  reverencia. 
— La  plata  llegó  y  pi£  á  Dios  encamine  á  su  ejército  que  va  á  salir. — A 
pesar  de  los  aprietos  presentes  ha  aliviado  á  sus  Reinos  de  algunos  tribu- 
tos. (Auf.  P,) 

Carta  CL.  (ii  Octubre  1647.)  — De  Sor  María 250 

Agradece  los  cuidados  del  Rey  por  su  salud  y  vida.  Lo  aue  con  más  vi- 
vas ansias  desea  es  ver  á  Dios,  aunque  no  merece  esa  dicha.  —  Se  con- 
suela que  admita  el  Rey  la  devoción  de  los  Angeles ,  y  nada  puede  ser 
más  agradable  á  Dios. — Ejemplo  de  Tobías,  (yf «/.  P,) 

Carta  CLI.  (Madrid  16  Octubre  1647.) — Del  Rey 253 

Dios  le  dé  su  gracia  para  alcanzar  el  patrocinio  de  los  santos  Angeles. — £1 
enemigo ,  saliendo  antes  que  su  ejército ,  ha  ocupado  en  Cataluña  el  casti- 
llo de  Ager,  pero  espera  poderle  dar  que  entender. — Las  cosas  de  Flan- 
des  no  están  mal ,  las  de  Alemania  ,van  mejorando  y  de  Italia  no  tiene 
noticia.  (Aut,  P,) 

Carta  CLII.  (25  Octubre  1647.) — De  Sor  María 254 

Desea  al  Rey  el  mayor  bien,  que  es  la  amistad  de  Dios,  y  eso  le  fuerza  á 
serle  molesta  suphcándole  la  procure.  —  Los  filósofos  gentiles  alcanza- 
ron victorias  admirables  de  sí  mismos  y  los  fieles  tienen  ademas  la  po- 
derosísima ayuda  de  la  gracia  divina. — Más  que  nadie  necesitan  los 
reyes  las  virtudes  de  David,  pues  han  de  dar  ejemplo.  —  La  pérdida 
de  Ager  la  contrista ,  pareciéndole  que  el  ejército  siempre  sale  taitle  y  va 
despacio.  ^Aut.  /*.) 

Carta  CLIII.  (Madrid  6  Noviembre  1647.) — Del  Rey.  . .  256 

Puede  ella  deponer  todo  temor  y  continuar  sus  cartas ,  que  son  en  tanto 
provecho  suyo.  —  Su  ejército  en  Cataluña  no  ha  hecho  nada;  sabrá  por 
qué  causa  v  procurará  el  remedio,  aunque  no  para  esta  campaña. — En 
Flándes  se  na  recobrado  una  plaza  de  consideración  v  ha  muerto  el  ge- 
neral francés. — Ñapóles  ha  vuelto  á  inouietarse  á  nnes  de  Agosto. — 
Ha  gozado  del  campo. — £1  contagio  de  Valencia  pasa  adelante.  (^  ui.  PJ) 

Carta  CLIV.  (15  Noviembre  1647.)  —  De  Sor  María 258 

La  consuela  que  el  Rey  en  tantos  afanes  conserva  ansiosos  deseos  de  la 
amistad  de  Dios.  —  Sentencia  del  Espíritu  Santo.  —  Que  no  es  Rey  el 
que  no  lo  es  de  sí  mismo  é  impera  sobre  sus  apetitos  y  pasiones. —  Ejem- 

Slo  de  Sansón,  Job  y  David. — El  corazón  del  Rey  está  oprimido  de  pér- 
idas  de  reinos ,  poca  fidelidad  en  sus  vasallos ,  ver  su  hacienda  gastada 
y  sus  intentos  frustrados,  porque  está  el  Todopoderoso  enojado  por  las 
muchas  culpas  de  España.— Que  el  Rey  muestre  9u  0^0  en  una  gnn 
reformación.  (Amí,  P.") 


—  453  — 
Carta  CLV.  (Madrid  20  Noviembre  1647.) — Del  Rey.  ...  261 

Recibe  su  carta  saliendo  de  comulgar,  y  sus  consejos  son  muy  oportunos 

ri  ese  dia  y  para  siempre. —  Con  ios  ejemplos  de  la  Escritura  que  le 
y  con  lo  poco  que  ha  leído ,  reconoce  no  son  los  más  dichosos  los 
que  en  esta  vida  gozan  de  eustos ,  y  está  contento  con  su  fortuna ,  espe- 
rando ,  si  cumple  con  su  obligación ,  el  ser  premiado  después  de  sus  días. 
—  Procurará  la  reformación ,  aunque  todo  está  relajado  é  inquieto  con  la 
guerra  y  no  será  fácil.  —  Lo  de  Ñapóles  va  mejomndo  con  la  llegada  de 
U  armada  y  D.  Juan.  (^Aui.  P,) 

Carta  CLVI.  (29  Noviembre  1647.) — De  Sor  María 262 

No  puede  celebrar  mejor  las  fiestas  de  la  Virgen ,  que  hacer  uso  de  los  Sa- 
cramentos. —  La  ley  de  Dios  es  tan  suave ,  que  gusta  de  que  en  el  cielo 
y  en  la  tierra  se  celebre  el  perdonar. —  Está  avarienta  y  ansiosa  de  que 
el  Rey  consiga  su  salvación.  —  Pide  á  Dios  detenga  el  contagio  de  Va- 
lencia, y  se  promete  buen  suceso  de  la  llegada  de  D.  Juan  y  la  armada 
á  Ñapóles.  (AuL  P.') 

Carta  CLVII.  (Madrid  4  Diciembre  1647.)  —  Del  Rey.  . .  264 

Siempre  ha  confesado  y  comulgado  las  fiestas  de  la  Virgen ,  ayunando  las 
vigilias.  —  Le  consuela  pensar  que  no  en  balde  ha  permitido  el  Sefior 
que  comunicase  con  ella ,  á  su  paso  por  esa  villa ,  de  donde  ha  procedido 
U  correspondencia  que  tienen. —  Amdece  pida  á  Dios  se  aplaque  el 
contagio  de  Valencia.  —  Nada  sabe  de  Ñapóles.  (^Aut,  PJ) 

Carta  CLVIII.  (13  Diciembre  1647.) — De  Sor  María..  . .  266 

Pondera  las  excelencias  de  la  devoción  á  la  Virgen.-^  £1  decirle  el  Rey 
que  espera  le  ha  de  ajoidar  para  su  salvación  renueva  su  cuidado  ;  y  pide 
á  Dios  se  la  conceda,  asi  como  el  acierto  del  gobierno  y  paz.  — Siente 
una  fuerza  poderosa,  que  no  es  su3ra,  desde  hace  veinte  afios,  para  pedir 
esto  y  confiesa  se  le  ha  aumentado  desde  que  vio  al  Rey. —  kjemplo  de 
Job.  —  No  rehu3ra  el  Rey  el  trabajo  de  vencer  las  pasiones.  (^Aut.  P,) 

Carta  CLDC.  (Madrid  18  Diciembre  1647.) — Del  Rey...  268 

Lo  mucho  que  le  alienta  lo  que  le  escribe.  —  Milán  se  ha  visto  en  aprieto, 
pero  avisan  está  mejor.  — Con  la  llegada  de  D.  Juan  y  la  armada  á  Ña- 
póles, la  nobleza  y  una  parte  del  pueblo  estaba  bien  ;  pero  la  restante 
seguia  obstinada. — Va  disponiendo  las  cosas  para  la  próxima  campafia. 

Carta  CLX.  (21  Diciembre  1647.) — De  Sor  María 269 

Dios  no  le  ha  negado  la  luz  suficiente  y  le  ha  dado  avisos  y  llamamientos 
á  los  que  debe  corresponder.  —  Es  tan  cansada  é  importuna ,  porque 
sabe  que  los  enemigos  comunes  solicitan  más  su  dafio  ;  y  si  á  sus  amar- 
guras aftadiese  la  coneojade  la  conciencia ,  seria  una  carea  intolerable. — 
Ejemplo  de  David. —Que  por  el  favor  que  le  ha  hecho  el  Rey  de  verla  y 
escribirla  le  conceda  el  procurar  con  todas  veras  conservarse  en  gracia 
sin  ofender  á  Dios.  —  Se  duele  de  lo  de  Milán  y  Ñapóles.  (^«/.  P!) 

Carta  CLXI.  (Madrid  i.*»  Enero  1648.)— Del  Rey 272 

Ha  empezado  bien  el  afto  con  su  carta.  —  Lejos  de  parecerle  necesita  per- 
don  por  lo  que  le  escribe,  antes  lo  convierte  en  agradecimiento  y  le 
ruega  lo  continúe.  —  Nada  sabe  de  Ñapóles.  (Aut,  P^ 

Carta  CLXn.  ( 10  Enero  1648.) — De  Sor  María 273 

Que  aunque  las  doctrinas  dichas  por  tan  ruin  instrumento  hacen  salir  los 
colores  á  la  cara ,  no  se  atreve  á  dejar  de  escribirlas  por  no  contravenir 
á  las  órdenes  del  Rey,  que  no  ignora  cuan  poco  vale  una  mujer  para  esa 
obediencia.  —  Desea  conserven  todos  la  gracia,  pero  aun  más  ^ue  la  al- 
cance el  Rey,  á  quien  ama  por  ser  su  Sefior  y  porque  en  el  bien  parti- 
cular suyo  consiste  el  ^eneñl  de  sus  vasallos.  —  Lo  de  Ñapóles  importa 
se  encamine  con  suavidad  y  condura.— Le  envia  los  Santos  del  afio. 
iAnt.P.^ 


—  453  — 
Carta  CLXIII.  (Madrid  20  Enero  1648.)— Del  Rey 275 

Necesita  acordarse  de  lo  (^ue  le  dice,  en  los  trabajos,  para  poderlos  tolerar,  y 
espera  que  con  sus  onunones  ha  de  mudar  totalmente.  —  La  mayor  parte 
del  pueblo  de  Ñapóles  está  rebelde ;  D.  Juan  con  la  nobleza  sólo  domi- 
na en  los  castillos ,  esperando  reducirlos  por  el  hambre  y  las  disensiones 
de  ellos  mismos.  (^AuL  P.) 

Carta  CLXIV.  (7  Febrero  1648.)— De  Sor  María 277 

Ve  en  las  Escrituras  Samdas  que  los  sacrificios  de  animales  detenían  la 
ira  de  Dios ;  pero  desde  la  ley  de  gracia  los  sacrificios  que  le  aplacan 
son  los  corazones  contritos.  —  Las  lágrimas  penetran  los  cielos  y  rinden 
al  Omnipotente ;  pero  no  las  lá^mas  sensibles ,  sino  un  dolor  aprecia- 
tivo de  los  pecados  con  propósito  de  enmienda  y  ánimo  y  paciencia  en 
ios  trabajos.  —  La  Providencia  tiene  causas  secretísimas ,  que  no  se  al- 
canzan, para  afligir,  combatiendo  con  olas  de  tribulación  á  su  Iglesia. — 
Los  traoajos  son  ios  que  coronan  los  Santos. — Es  gran  dicha  tener  al 
Altísimo  aplacado,  y  elemento  y  trabajo  imponderable  que  sea  juez  jus- 
ticiero. —  Laméntase  de  lo  de  ^fápoles.  (Aut,  P,) 

Carta  CLXV.  (Madrid  12  Febrero  1648.)— Del  Rey 279 

Se  le  acrecienta  el  deseo  de  poner  por  obra  sus  consejos ;  pero  su  flaqueza  , 
que  es  mayor  que  la  de  otros ,  se  lo  impide ,  y  necesita  oue  con  lais  ora- 
ciones y  ejercicios  de  Sor  María  se  ablande  el  rigor  de  Dios  y  permita 
que  él  acierte. —  En  Ñapóles  la  armada  francesa,  de  resultas  de  naberse 
batido  con  parte  de  la  suya ,  se  marchó  sin  socorrer  al  Duque  de  Guisa, 
que  se  halla  al  frente  de  los  amotinados.  —En  Milán  ha  habido  un  buen 
suceso.  (Aut,  PJ) 

Carta  CLXVI.  (22  Febrero  1648.)— De  Sor  María 281 

El  Rey  padece  por  conservar  lo  puro  de  la  fe  y  guardar  los  reinos  que 
puso  Dios  á  su  cuenta.  —  Si  no  pierde  la  buena  ocasión  aue  le  ofrecen 
sus  trabajos ,  puede  congregar  mayores  tesoros  para  el  cielo  que  lo  que 
valen  las  cosas  criadas.  —  Aunque  su  flaqueza  sea  mayor  que  la  de 
otros ,  no  está  el  daño  en  sentir  ese  gravamen  de  la  naturaleza ,  sino  en 
no  resistirlo. —  Ejemplo  de  San  Pablo. — Ko  durará  la  altivez  de  sus  ene- 
migos ,  porc^ue  el  Señor  humilla  al  soberbio ,  y  si  los  sufre  ahora  por 
sus  ocultos  juicios ,  después  los  arrojará ,  puesto  que  amparan  la  rebel- 
día de  Cataluña  y  Ñapóles  y  se  valen  de  nerejes  para  sus  aumentos.  — 
Que  mande  proveer  á  Lérida.  (AuL  /*.) 

Carta  CLXVII.  (Madrid  26  Febrero  1648.)     Del  Rey.  . .  284 

Ha  sido  entrar  con  buen  pié  en  Cuaresma ,  recibiendo  su  carta  el  primer 
dia. — Confia  en  Dios  llegará  la  hora  en  que  acierte  á  agradarle  y  le  alienta 
el  padecer ,  defendiendo  los  reinos  que  Dios  le  dio.  —  En  Ñapóles  habia 
D.  Juan  empezado  á  gobernar  con  aplausos  de  todos.  —  Se  ha  concluido 
la  paz  con  Holanda  y  está  inforxnado  que  tiene  que  comer  Lérida. 
iAui,PO 

Carta  CLXVin.  (6  Marzo  1648.)— De  Sor  María 285 

Tiene  tan  gran  encogimiento  para  escribirle,  que  necesita  olvidar  es  mujer 
ignorante ,  acordándose  que  Dios  saca  el  óleo  del  ^ijarro. —  La  Cuares- 
ma es  tiempo  oportuno  para  ser  oido  de  Dios. — Ejexnplo  de  David  y  de- 
finición de  la  virtud  de  la  justicia.  —  Pedirá  por  el  feliz  suceso  de  Don 
Juan  en  Ñapóles,  y  con  suavidad  se  reduzcan  los  ánimos  délos  rebeldes. 

Carta  CLXIX.  (Madrid  11  Marzo  1648.)— Del  Rey 287 

Si  acertara  á  ejecutar  lo  que  le  escribe  se  pudiera  llamar  dichoso,  y  le 
causa  gran  consuelo  lo  mucho  que  le  ocurre  qué  decirle. — Que  conti- 
núe sus  oraciones  y  le  ayude  á  salir  de  los  tropiezos  en  que  anda. 
iAui.  P.) 


—  454  — 
Carta  CLXX.  ( 19  Marzo  1648.)— De  Sor  María 288 

Conoce  es  osadía  lo  que  escribe,  pero  no  puede  dedr  otra  cosa  qixt  el  finito 
que  ha  cogido  en  su  retiro ,  cerrados  los  ojos  al  mundo  y  abiertos  á  las 
verdades  divinas. —  Mucho  se  le  pide  al  Rey,  pero  más  se  le  ofirece  si  al- 
canza la  amistad  de  Dios  con  la  enmienda  y  perseverancia  en  no  ofen- 
derle. —  Le  representa  lo  que  es  una  alma  en  gracia ;  que  un  ánimo  de- 
terminado es  intrépido  y  consigue  lo  que  desea  eficazmente.  {Aut.  P.) 

Carta  CLXXL  (Madrid  25  Marzo  1648.) — Del  Rey 290 

Su  carta  llegó  á  buena  sazón ,  acabando  de  confesar  y  comulgar.  —  Espera 
que  mudará  de  vida  y  se  confunde  y  atemoriza,  pues  descubriéndole  ella 
las  verdades  tan  grandes  de  Dios  no  sabe  disponerse  á  admitirlas  como 
debiera.  —  £1  Jueves  Santo  entre  ocho  ^  nueve  volverá  á  comulgar  y  le 
pide  que  áesa  hora  haga  particular  oración.  {Aut.  C,  C.) 

Carta  CLXXII.  (3  Abril  1648.)— De  Sor  María 291 

Teme  sea  menos  eficaz  lo  que  le  escribe  al  Rey,  si  no  considerara  que  es 
tanto  más  del  Sefior  lo  que  le  evangeliza,  cuanto  es  menos  capaz  paim 
decirlo  por  si  sola. —  Dios  le  ha  llamado  repetidas  veces  con  deseos  inte- 
riores y  enviándole  trabajos.  —  Que  los  dias  de  las  criaturas  tienen  tér- 
mino, los  auxilios  y  llamamientos  llegan  al  plazo,  y  ejecutará  entonces 
su  voluntad  de  justo  juez.  —  Ejemplos  de  las  Esenturas.  —  Le  llena  el 
alma  de  consuelo  que  repita  las  comuniones.  {A  ui,  C,  C) 

Carta  CLXXIII.  (Madrid  8  Abril  1648.)— Del  Rey 294 

Auncjue  ocupado,  ademas  de  tener  que  asistir  á los  oficios  y  procesiones,  no 
quiere  dilatar  el  responderla. — sentimientos  de  contncion. — Los  por- 
tugueses han  querido  hacer  daño  en  Castilla ,  sin  conseguirlo  y  pertuen- 
do  gente. — En  todas  partes  se  va  acercando  la  campafia.  (C  Aui.A,') 

Carta  CLXXIV.  (17  Abril  1648.)— De  Sor  María.. 295 

Si  el  Rey  viese  sus  continuas  ansias,  podria  disculpar  sus  instancias  que  la 
exponen  intrépidamente  á  enfadarle ;  pero  conociendo  el  bien,  no  puede 
dejar  de  solicitarlo  para  él ,  y  en  ese  penoso  desear  no  tiene  otro  ali- 
vio que  los  buenos  propósitos  del  Rey.  —  Por  nuestra  inconstancia  y 
debilidad  faltamos  á  las  palabras  que  damos  á  Dios,  preciándonos  de  no 
faltar  á  las  que  damos  á  los  hombres.  —  Ejemplos  de  David  y  Jeremías. 
(C.Aut.A.) 

Carta  CLXXV,  (Aranjuez  28  Abril  1648.) — Del  Rey..  . .  297 

Ha  ido  á  Aranjuez  á  gozar  del  campo  y  caza. — £1  dia  anterior  recibió  carta 
de  D.  Juan  de  Austria  (cuya  copia  le  enviará  el  Patriarca)  con  aviso 

aue  el  Lunes  Santo  atacó  a  los  rebeldes  con  sólo  tres  mil  homlm»  ^  re- 
ujo  en  cuatro  horas  la  ciudad.  —  Ha  dado  gracias  al  Sefior,  y  le  tiene 
confuso  que  cuando  él  le  ofende  tanto.  Dios  le  favorece. — ^Vuélvese  á  Ma- 
drid para  trabajar.  (C  Aut.  A.) 

Carta  CLXX VI.  (7  Mayo  1648.)— De  Sor  María 298 

Su  alborozo  por  el  triunfo  de  Ñapóles. —  El  agradecimiento  más  agradable 
que  puede  dar  á  Dios  es  procurar  su  justificación.  —  Ejemplo  de  David. 
— Desde  la  rebeldía  de  Ñapóles  ha  tenido  su  corazón  en  prensa,  pero  su 
consolación  ha  superado  á  su  amargura ;  aumentando  su  gozo  que  suce- 
so tan  misericordioso  haya  venido  por  mano  de  D.  Juan. — Con  la  carta 
que  ha  visto  le  ha  crecido  el  cariño  que  le  tenia.  (C  Aut,  A,) 

Carta  CLXXVII.  (Madrid  13  Mayo  1648.)— Del  Rey...  300 

Siempre  que  repara  en  la  importancia  del  suceso  de  Ñapóles,  vuelve  á  dar 
mil  veces  ^cias  al  Sefior  y  espera  sigan  los  medios  por  donde  se  con- 
siga la  quietud  y  paz  de  la  Cristiandad. — Agradece  lo  que  le  dice  de  ese 
muchacho  TD.  Juan)  que  le  escriben  es  temeroso  de  Uios,  sin  que  sus 
pocos  años  le  hayan  hecho  tropezar.  —  Cree  no  habrá  guerra  en  Catalu- 
ña por  cargar  en  Flándes,  donde  estaban  ya  para  salir  todos  á  campaña. 
iC,Aut,A.) 


—  455  — 
Carta  CLXXVin.  (29  Mayo  1648.)— Ds  Sor  María^...  301 

Se  encuentra  postrada  por  una  enfermedad.  —  La  conveniencia  de  que  el 
Rey  consiga  la  feliciaad  eterna  y  humana,  teniendo  á  Dios  por  ami^. 
— Citas  del  Levíticoi  San  Pablo  y  David. — Enhorabuena  por  la  venida 
de  los  galeones  V  siente  la  muerte  del  Padre  Palma.  —  Recomienda  la 
prevención  en  Cataluña ,  porque  suelen  ser  ardides  del  enemic^o  mos- 
trarse flaco  al  principio  y,  si  sobran  fuerzas,  convendría  pasar  de  la  de- 
fensiva á  la  ofensiva.  (C  Amf.  A.") 

Carta  CLXXIX.  (Madrid  3  Junio  1648.) — Del  Rey 304 

Siente  su  indisposición  v  teme  que  por  tratarse  muy  mal  le  afligen  los 
achaques.  ->  Quisiera  ía  detuviese  Dios  por  acá  para  que  no  le  alte  su 
correspondencia. — Alégrase  de  la  llegada  de  los  galeones. — En  Cataluña 
hay  algún  movimiento  con  pocas  fuerzas.  (C  Aut,  A.") 

Carta  CLXXX.  (12  Junio  1648.)— De  Sor  María 305 

Vale  muy  poco  para  la  correspondencia  con  el  Rey  y  le  alienta  su  empeño 
que  mire  por  su  salud.  ~  Dicen  de  la  mujer  fuerte  que  na  conu  el  fon  de 
Salde,  y  ella  de  balde  lo  come,  porque  no  trabaja. — Los  doctos  dirán  al 
Rey  lo  que  le  conviene  y  á  ella  sólo  petenece  suplicarle  lo  obre.  —  La 
primera  virtud  es  personal  y  la  segunda  el  cumplir  sus  obligaciones 
como  Rey,  necesaria  también  para  su  salvación. — A  él  le  compete  pre- 
miar al  fiel  y  castigar  al  malo,  valiéndose  sólo  de  los  buenos  ministros, 
conservando  al  pobre  y  humillando  al  soberbio.  (^C,Aut/A,) 

Carta  CLXXXI.  (Madrid  17  Junio.)— Del  Rey 307 

Bien  conoce  ^ue  no  estando  libre  de  culpas  personales ,  mal  puede  cum- 
plir las  obligaciones  de  su  oficio. — Por  las  calamidades  y  mita  de  bue- 
nos ministros  no  corren  los  asuntos  como  conviniera.  —  Él  enemigo  ha 
sitiado  á  Tortosa,  que  no  tiene  medios  de  defensa. —  La  peste  xnaltra- 
ta  muchos  lugares  de  Valencia  y  Murcia.  —  £n  Flándes  se  ha  cobrado 
Courtray,  pero  los  enemigos  sitian  otra  plaza.  (C  Aut,  A.) 

Carta  CLXXXII.  (26  Junio  1648.)— De  Sor  María 309 

Su  salud  se  resiente  al  considerar  los  ahogos  del  Rey.  —  La  fortaleza  de 
Dios  consiste  en  que  ejecuta  todo  lo  que  quiere ,  y  su  suavidad  en  que 
obra  lo  que  mejor  nos  conviene.  —  Que  imite  á  David.  —  Su  compasión 
por  las  fatigas  del  Rey  en  Us  cosas  domésticas. —  Oiga  á  todos  sm  fal- 
tar á  la  dignidad  Real ;  que  la  verdad  más  se  halla  en  los  menos  intere- 
sados.—La  tiene  cuidadosa  la  dilación  del  estado  del  Rey  y  cismará  por 
lo  de  Tortosa.  (C  AhL  A,) 

Carta  CLXXXIII.  (Madrid  i. o  Julio  1648.)— Del  Rey...  311 

Quisiera  imitar  á  David  en  las  lá^mas,  como  ha  hecho  en  ofender  á  Dios. 
— Procura  cumplir  las  obligaciones  díel  puesto  y  á  nadie  que  quiere  ha- 
blarle le  niega  la  entrada.  —  Si  todos  los  interiores  fueran  sanos ,  se  lle- 
varía con  gran  facilidad  el  timón  de  esa  nave.  —  Por  el  estado  de  las 
cosas  por  donde  ha  de  venir  su  sobrina,  y  la  falta  de  caudal  en  que  se 
hallan  el  Emperador  y  él,  se  ha  detenido  bi  conclusión  de  su  casamien- 
to.— Lo  de  Tortosa  sigue  lo  mismo  y  en  Flándes  se  perdió  la  plaza. 
(^C.AuLA.) 

Carta  CLXXXIV.  (10  Julio  1648.)— De  Sor  MarL^ 313 

Desde  el  retiro  de  su  celda  ve  el  mundo  sin  dolo  ni  engaño,  sumergido 
en  sus  apetitos. — Que  aunque  es  necesario  el  escándalo ,  ¡av  de  aquellos 
por  quienes  entra  y  de  los  oue  gobernando  forman  t0(ús  las  maldades! 
— El  no  hace  sino  defender  lo  cjue  es  sujro  y  desear  las  paces ;  pero  para 
coger  el  premio  de  sus  trabajos  que  ajuste  su  conciencia.  —  Se  duele 
de  la  dilación  de  su  casamiento  y  de  los  malos  sucesos  de  la  guerra. 
iCAuí.A.) 


Carta  CLXXXV.  (Madrid  15  Julio  1648.)— Del  Rey....  315 

No  se  desanime  al  jazg^ane  humilde  iostrumento,  pues  Dios  cjuiere  más 
á  éstos  que  á  los  soberbios.  —  Por  su  parte  no  es  la  guerra  injusta,  aun- 
que con  principes  cristianos ,  tratándose  de  defender  lo  que  le  queda  y 
cobrar  lo  perdido. — Sólo  siente  tengan  que  pagar  esa  carga  los  poores. — 
Le  atraviesa  el  corazón  el  estado  del  vido^  procura  poner  remedio  em- 
pezando por  sí  la  enmienda.  —  £1  enemigo  aprieta  á  Tortosa  y  si  da 
tiempo  se  intentará  socorrerla.  (C  Aut  A,") 

Carta  CLXXXVI.  (25  Julio  1648,)— De  Sor  María....  317 

Le  contrista  el  infeliz  suceso  de  Tortosa.  —  Los  que  gobiernan  á  Espafta 
atienden  más  á  sus  apetitos  y  aumentos  que  al  servicio  del  Rey. — Falta 
todo  porque  cada  cual  quiere  ser  solo  en  sus  pareceres. — A  todo  acuden 
tarde  y  mal,  por  lo  que  resultan  tan  repetidas  pérdidas,  y  la  ventura  ha 
sido  milagro,  obrando  solo  Dios.— Lo  que  se  ha  de  hacer  tarde  ó  tem- 
prano, mejores  anticiparlo.  —  Su  cuidado  de  cómo  nuestro  ejército  re- 
pondrá ese  dafio.  (C  A  ni.  A,) 

Carta  CLXXXVH.  (Madrid  29  Julio  1648.)— Del  Rey..  320 

El  Gobernador  de  Tortosa  se  cegó  y  dejó  la  puerta  abierta  para  que  entra- 
sen los  enemigos. — £1  juicio  que  hace  ella  de  los  ministros  es  muy  con- 
forme á  la  veraad  y^  deseando  remediarlo  más  que  el  vivir,  no  halla  ca- 
mino para  conseguirlo.  —  Cuando  Dios  quiere  castigar  á  una  monarquía 
le  quita  los  medios  humanos,  que  son  los  ministros,  así  militares  como 
políticos. — Sólo  hay  dos  cabezas  militares  y  esas  no  libres  de  excepcio- 
nes. — Faltan  hombres  y  medios,  y  no  es  posible  apretar  más  á  los  vasa- 
llos ni  defender  sin  meaios  copiosos.  —  Espera  en  la  ayuda  de  Dios,  por- 
que los  españoles  nunca  llegan  á  cometer  los  sacrilegios  <}ue  en  ocasiones 
como  Tortosa  ejecutan  los  enemigos. — También  en  Milán  van  mal  las 
cosas.  (C  Aut,  A,) 

Carta  CLXXXVIÜ.  (7  Agosto  1648.)-- De  Sor  María.  322 

Duélese  que  Dios  ha3ra  permitido  los  desacatos  y  agravios  en  la  toma  de 
Tortosa. — Más  siente  aún  que  no  haya  quien  vengue  ni  llore  esa  ofensa. 
—  Quisiera  que  el  Rey  se  vistiese  de  celo  y  fortaleza  para  defender  la  fe 
imitando  á  Carlos  V.  —  Que  no  se  emplee  en  la  goierra  sólo  á  la  gente 
pobre,  que  la  nobleza  debia  saUr.  ni  nunca  puede  haber  motivo  más 
tuerte  para  obligar  á  todos  á  salir  ael  paso  ordinario. — Ejemplo  de  Ab- 
salon.  (C  Aut,  A.) 

Carta  CLXXXIX.  (Madrid  12  Agosto  1648.)— Del  Rey.  325 

La  ceguedad  en  que  viven  y  el  desaliento  general  le  crucifican.  —  El  iría 
derecho  á  la  guerra  si  con  eso  se  consi^iera  el  remedio,  pero  juzga  que 
no  es  donde  está  de  menos  importancia  su  presencia. — £n  su  congoja 
no  tiene  otra  esperanza  sino  la  ayuda  de  Dios.  —  £1  enemigo  ha  llevado 
tropas  de  Cataluña á  Flándes.  {C  Aut.  A.) 

Carta  CXC.  (28  Agosto  1648.)— De  Sor  María 327 

Su  dolor  Dor  la  pérdida  y  desacatos  de  Tortosa  la  alteraron  tanto,  que  tuvo 
una  innamacion  al  pecho  peligrosa. — El  Hijo  de  Dios  eligió  el  camino 
de  la  cruz  para  sí,  y  el  Rey  debe  abrazar  la  cruz  y  con  este  estandarte 
triunfará  de  sus  enemigos  visibles  é  invisibles. — Hay  que  aplacar  á  Dios 
con  corazones  contritos.  {C.  Aut,  A,') 

Carta  CXCI.  (Madrid  2  Setiembre  1648.) — Del  Rey...  329 

Su  hija  cayó  mala  y  al  cuarto  dia  de  calentura  le  salieron  viruelas,  estando 
libre  ya  de  todo  cuidado. — £1  también  lleva  siete  dias  con  un  gran  ca- 
tarro.— La  flota  llegó  y  va  bien  lo  de  Flándes.  (^C.  Aut.  A,) 

Carta  CXCn.  (11  Setiembre  1648.)— De  Sor  María —  330 

Alaba  á  Dios  por  la  mejoría  de  la  Infanta. — Su  cuidado  del  catarro  del 
Rey. —Dios  lo  llama  con  repetidos  avisos  á  que  apresure  el  paso  á  res- 


—  457  — 

ponderle  y  amarle.-— Se  acongoja  adenias  por  las  navedades  que  el 
vulgo  aclama  de  infidelidad  al  Rey,  por  lo  que  han  preso  algunos  sujetos. 
— yue  recuerde  la  prevención  del  alma  de  su  hijo  de  que  estaba  rodeado 
de  malas  correspondencias. — Haga  el  Rey  justicia,  que  es  menester  el 
castigo.  (  C  Aut.  A.^ 

Carta  CXCIII.  (Madrid  30  Setiembre  1648.) — Del  Rey.  332 

No  ha  escrito  por  cuatro  sangrías  y  unas  calenturas ;  pero  si  el  catarro  le 
dejase ,  estaña  ya  bueno.  —  Da  particulares  gracias  á  Dios  porque  con  la 
enfermedad  lo  na  librado  de  algunos  tropiezos  en  que  andaba. — Que  son 
ciertas  las  prisiones  y  el  asunto  de  consideración,  aunque  nada  contra  su 
persona.  —  Ha  nombrado  los  mejores  jueces  que  hay  en  sus  Consejos  y 
se  hará  justicia.  —  Malas  nuevas  de  Flandes.  (C,  Aut,  A,) 

Carta  CXCIV.  (10  Octubre  1648.) — De  Sor  María....  333 

Pondera  su  alejg^a  por  la  salud  del  Rey  y  verle  libre  de  los  tropiezos.  —  Le 
recuerda  palabras  del  Espíritu  Santo .  desconfiando  que  el  demonio  lo 
deje  tranquilo. — Pedirá  á  Dios  aclare  los  sucesos  ^javes. — Se  lastima  del 
mal  suceso  de  Flándes  y  que  no  se  lo  hayan  podido  ocultar  en  su  conva- 
lecencia {C,  Aut,  A.) 

Carta  CXCV.  (Madrid  14  Octubre  1648.)  —  Del  Rey.  ..  336 

Se  encuentra  repuesto  y  espera  que  sus  buenos  propósitos  han  de  perseve- 
rar, bastando  lo  oue  le  dice  para  su  enmienda,  á  pesar  de  las  tentaciones. 
—  La  materia  de  los  presos  va  caminando. —  Se  prepara  para  la  futura 
campaña,  deseando  que  antes  Dios  diere  la  paz.  {C.Aut.  A.) 

Carta  CXCVI.  (29  Octubre  1648.) — De  Sor  María....  337 

Su  gozo  porque  el  Rey  se  halle  bien  y  con  tan  buenos  propósitos.— Ha 
renunciado  á  todo  lo  terreno  menos  á  su  afecto  al  Rey,  y  toda  su  atención 
está  en  servir  á  las  dos  majestades  divina  y  humana.  —  Hasta  desea  pa- 
decer las  violencias  que  á  la  naturaleza  se  le  siguen ,  negándose  á  sí  mis- 
ma ,  para  que  el  Rey  consiguiera  el  fruto  y  gozo  de  los  premios  que 
por  ello  da  el  Señor.  (^C.  Aut,  A.) 

Carta  CXCVII.  (San  Lorenzo  2  Noviembre  1648.) — Del 
Rey 339 

La  carne  humana  en  que  vivimos  siente  dejar  los  gustos  de  esta  vida,  pero 
le  hace  gran  efecto  lo  que  le  escribe. — Está  en  el  Escorial  unos  dias, 
donde,  si  se  puede  decir  que  en  alguna  parte  está  venerado  Dios  como  se 
debe,  es  allí;  y  cree  que  su  abuelo  tendfrá  particulares  grados  de  gloría 
por  haberlo  fundado, — Se  divierte  con  el  campo  y  caza.  {C,  Aut,  A.) 

Carta  CXCVIII.  (13  Noviembre  1648.) — De  Sor  María.  340 

No  se  maravilla  que  los  deseos  del  Rey  estén  más  fervorosos,  que  de  los 
desfallecimientos  de  la  carne  renace  más  bríoso  el  espíríu. — Alaba  que 
visite  los  sepulcros  de  sus  mayores,  siendo  un  panteón  el  crisol  en  que 
se  apuran  los  afectos. — Ensalza  el  Escorial. — Le  obedecerá  en  que  clame  á 
Dios ,  aunque  no  sabe  que  tenga  ya  qué  ofrecer,  que  todo  está  sacrificado 
á  trabajar  por  sus  necesidades.  (C.  Aut,  A,) 

Carta  CXCIX.  (Madrid  18  Noviembre  1648.)— Del  Rey.  342 

£1  mayor  despertador,  para  vivir  como  es  justo,  es  ver  hombres  tan  gran- 
des como  sus  antepasados  hechos  cenizas ,  y  va  á  San  Lorenzo  siempre 
con  el  fin  de  acordarse  que  hade  parar  allí. — Si  por  su  flaqueza  perdiese 
la  gracia  divina  alguna  vez ,  pedirá  vivamente  á  Dios  le  dé  tal  dolor  que 
le  quite  la  vida. — Ha  partido  la  Casa  que  va  por  su  sobrina,  que  espera 
llegará  antes  de  San  Juan.  (  C  i4  «/.  i4 . ) 

Carta  CC.  (28  Noviembre  1648.)— De  Sor  María 343 

Mucho  debe  á  Dios  que  así  lo  alienta  á  desear  morir  por  no  ofenderle. — 
A  esos  corazones  rendidos  los  toma  el  Señor  de  la  mano,  y  porque  son 

30 


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reyes  de  sus  pasiones  se  recrea  con  ellos. — Citas  de  David  y  San  Pablo. 
— No  se  diferencia  el  pecador  del  justo  en  no  pecar ,  sino  en  que  se  le- 
vanta luego  y  el  otro  queda  dormioo  en  su  culpa.  —  Más  que  todos  jun- 
tos tiene  ella  que  interesarse  por  la  feliz  jomada  de  la  Reina  y  no  cesarán 
sus  oraciones.  QC.  A  ut.  A .) 

Carta  CCI.  (Madrid  8  Diciembre  1648.) -Del  Rey 344 

Espera  alcanzar  de  Dios  el  saber  apreciar  su  j^^cia. — £1  Emperador  ha 
hecho  paces  con  Francia  dejándolo  fuera  y  con  todos  los  enemigos 
á  cuestas. — Si  Dios  le  ayuda,  todos  son  pocos  v  no  necesita  otro  amigo. 
— La  causa  de  los  presos  concluyó  y  le  hace  reuu:ion  de  ella. —  Más  que 
traidores  parecen  locos.  ( C  Aut,  A,) 

Nota  de  la  Venerable  Madre  sobre  la  acusación  del  Duque 
de  Hijar,  en  la  que  habia  figurado  su  nombre 346 

Carta  CCII.  (18  Diciembre  1648.)— De  Sor  María 347 

Le  consuela  ver  al  Rey  con  aliento  en  los  trabajos.  —  Dios  tomará  por  su 
cuenta  el  defenderlo  de  los  enemigos  extraños  y  domésticos.  —  Ejemplos 
de  las  Escrituras.  —  El  Rey  está  justificado  en  la  causa  de  los  delincuen- 
tes.—  Su  carta  al  Duque  de  Hljar  y  pena  que  haya  figurado  en  la  cau- 
sa. (C.  Aut,  A.) 

Carta  CCIII,  (Madrid  29  Diciembre  1648.)  —  Del  Rey..  350 

Se  ve  acongojado  con  el  estado  de  la  Monarquía  y  falta  de  medios  para 
todo.  —  Comprende  su  pena  de  oir  figurar  su  nombre  en  la  causa  de  Hf- 
jar,  porque  sabe  cuan  ajena  está  de  esas  cosas ,  y  más  en  lo  que  toca  á 
revelaciones,  como  tan  sujetas  á  engaftos,  mientras  la  Iglesia  no  las  da 
por  ciertas. — £1  sabe  bien  quién  es  y  lo  que  Dios  la  favorece. — El  8  del 
pasado  fueron  sus  desposorios  y  el  13  partió  su  sobrina ;  pero  hasta  Abril 
no  se  embarcará.  (C.  Aut,  A.) 

Carta  CCIV.  (8  Enero  1649.) — De  Sor  María 352 

Al  saber  al  Rey  afligido,  sólo  cobra  aliento  considerando  debemos  fiar  de  la 
liberalísima  piedad  divina  que  nos  ha  de  favorecer ,  y  esperar  contra  ¡a 
esperanza^  como  dice  David. — Suplica  al  Rey  ponga  General  fiel  en  Ca- 
taluña y  se  provean  las  plazas  de  Lérida  y  Fraga. —  Pedirá  á  Dios  por 
su  nuevo  matrimonio.  —  De  las  revelaciones  tembló  toda  su  vida  y  el 
peligro  le  ha  puesto  un  candado  á  sus  labios ,  no  habiendo  salido  el  se- 
creto sino  para  su  confesor  que  murió  y  el  Rey. —  Su  vehemente  agra- 
cimiento  por  sus  consuelos.  (C  Aut.  ii.) 

Carta  CCV.  (Madrid  20  Enero  1649.) — Del  Rey 355 

Por  estar  en  el  Pardo  no  contestó  la  estafeta  pasada.  —  Sus  cuidados  son 
muy  grandes  y  fia  sólo  de  Dios.  —  En  las  plazas  que  dice  van  entrando 
víveres;  tiene  resuelto  enviar  por  General  á  D.  J.  Garay ,  que  es  el  sol- 
dado de  más  opinión. — Espera  socorro  de  Flándes  é  Itafia. — Pierda  cui- 
dado en  lo  de  Híjar,  y  lo  que  le  ha  fiado  no  saldrá  jamas  de  su  corazón. 
{C,Aut,A,^ 

Carta  CCVI.  (29  Enero  1649.) — De  Sor  María 356 

Sus  razones  son  de  mujer  ignorante,  pues  el  secreto  que  debe  al  Rejr  no  le 
permite  pedir  á  nadie  consejo.  —  Grande  felicidad  tuera  la  restitución  de 
todos  los  reinos  perdidos. — Ejemplos  de  David  y  Job. — Sus  ansias  por 
la  futura  campaña.  (6\  Aut.  Á^ 

Carta  CCVII.  (Madrid  3  Febrero  1649.) — Del  Rey 358 

Si  supiera  agradar  á  Dios  como  David  y  Job,  usaría  con  él  de  los  favores 
que  les  hizo. — Corre  voz  de  que  en  Francia  habia  inquietudes  y  el  Rey 

Ír  su  hermana  salieron  de  París ,  lo  que  podría  ser  medio  para  facilitar 
a  paz.  —  £n  Lérida  y  Tarragona  hay  víveres  para  seis  meses  y  se  sigue 
previniendo  todo  lo  posible.  {C.A  ut.  A .) 


—  459  — 
Carta  CCVIII.  (12  Febrero  1649.)— De  Sor  María 359 

£1  mayor  bien  que  le  desea  no  se  halla  en  este  mundo. — Cita  de  Salomón. 
—  Que  haga  en  esta  Cuaresma  oración  mental. — Seria  eñcsa  medio  para 
la  paz  lo  oe  Francia,  y  nunca  creyó  se  habia  de  alegrar  tanto  de  las  dis- 
cordias entre  criaturas  humanas. — Teme  de  la  sagacidad  de  los  france- 
ses que  ponderen  el  caso  para  que  ños  descuidemos.  (C  AuL  A.^ 

Carta  CCIX.  (Madrid  23  Febrero  1649.)—  Del  Rey 361 

Llega  á  temer  si  por  aprovechar  poco  de  sus  santos  consejos  le  han  de  ha- 
cer mayor  cargo  en  la  cuenta  final. — Los  alborotos  en  h  rancia  aumenta- 
ban ,  V  espera  por  ellos  la  paz ,  aunque  no  cesan  los  preparativos  en  la 
cortedad  de  sus  medios.  —  Su  sobrina  llegó  bien  á  Trento.  (C  A  ut.  A .) 

Carta  CCX.  (6  Marzo  1649.) — De  Sor  María 362 

Su  gozo  de  que  le  favorezca  con  sus  cartas.  —  Es  de  tan  buena  condición 
su  amor  que  quisiera  hacerle  participar  de  todo  bien  espiritual.  — Expli- 
cación de  un  versículo  de  Jeremías.  —  Encamine  las  discordias  de  París 
¿  unas  paces  generales. — Que  en  Flándes  y  Catalufia  aprovechen  la  oca- 
sión para  hacer  guerra  ofensiva.  (^C.  Aut.  A.) 

Carta  CCXI.  (Madrid  10  Marzo  1649.)  —  Del  Rey 365 

Sus  cartas .  lejos  de  cansarle  le  alientan ;  pondrá  por  obra  lo  que  le  acon- 
seja sino  10  impide  su  fragilidad.— Con  los  alborotos  de  París  se  ha  abier- 
to gran  puerta  para  la  quietud  de  la  Cristiandad.  —  Quisiera  no  perder 
la  ocasión  y  le  aflige  la  falta  de  medios,  por  haberse  gastado  en  Milán  y 
Flándes ,  y  particularmente  en  la  jomada  de  su  sobrina ,  lo  que  era  inex- 
cusable, aunque  nos  vendiéramos  todos.  (^C.  Aut.  A.) 

Carta  CCXII.  ( 19  Marzo  1649.) — De  Sor  María 366 

Cualquiera  de  los  trabajos  que  combaten  al  Rey  parece  bastante  para  ren- 
dir el  ánimo  más  esforzado.  —  Citas  de  David.  —  Aunque  nos  crió  Dios  é 
hizo  á  nosotros  sin  nosotros,  no  nos  salvará  sin  nosotros  querer. — Ruega 
á  Dios  encamine  las  cosas  á  que  los  franceses  pidan  paces.  (C  AuL  Al) 

Carta  CCXIIL  (Madrid  24  Marzo  1649.) — Del  "Rky 368 

Desea  seguir  el  ejemplo  de  David ;  para  no  desfallecer  se  alienta  con  la 
misericordia  de  Dios.  — Las  inquietudes  siguen  en  Francia  y  le  aflige  su 
cortedad  de  medios. — Estos  cuidados  son  la  carga  del  oficio.  (^C.  A  ui.  A .) 

Carta  CCXIV.  ( 10  Abril  1649.) — De  Sor  María 369 

No  pudo  por  sus  males  y  trabajos  escribirle  antes. — £n  el  corazón  del  Rey 
cabe  lo  majestuoso  de  Rey,  y  lo  humilde  de  oir  á  la  menor  de  sus  sier- 
vas.  —  No  halla  términos  como  ponderar  la  grandeza  de  la  gracia  y 
amistad  del  Seftor. —  Ejemplos  de  los  Macabeos^  David. —  Si  quieren 
la  paz  que  desenojen  'á  Dios ,  enmendando  las  vidas  y  quitando  los  vi- 
cios y  pecados  generales.  (C  Aut.  A .) 

Carta  CCXV.  ^  Madrid  14  Abril  1649.) — Del  Rey 372 

Si  Dios  no  le  ayuda  temeria  de  su  flaqueza  dar  en  mayores  precipicios. — Le 
avisan  de  Flándes  que  el  Archiduque  entraba  en  Francia  para  lograr  las 
ocasiones  que  le  diesen  los  alborotos. — Las  cosas  de  Italia  van  bien,  y  en 
Catalufia  espera  que  el  mes  próximo  podrá  salir  á  campaña  un  razonable 
ejército.  (C.  Aut,  A,) 

Carta  CCXVI.  (22  Abril  1649.) — De  Sor  María 373 

Le  mira  como  Rey  y  cabeza  de  los  hijos  de  la  Iglesia ,  y  le  desea  levantar 
V  apartar  del  contagio.  —  £1  alma  tiene  potencia  para  conocer  el  sumo 
bien.  —  Se  puede  aventurar  mucho  con  la  entrada  del  Archiduque  en 
Francia.  —Todos  deberían  pedir  paz.  (C.  Aut,  A.) 


—  4^  —- 
Carta  CCXVII.  (Madrid  lo  Mayo  1649.)— Del  Rey....  375 

Por  hallarse  en  Aran  juez  ha  tardado  en  escribirle.  — Espera  aue  Dios  le  ha 
de  alumbrar  para  conocer  cuan  gran  bien  es  tener  el  alma  libre  de  peca- 
do. — El  contagio  de  Valencia  se  ha  encendido  en  Andalucía,  principal- 
mente  en  Sevifla. — Los  franceses  sejconcertaron  sin  hacer  nada  de  lo  que 
le  ofrecieron ,  pero  siempre  se  ha  caminado  con  resguardo  para  no  ser 
engañados:  no  está  allí  extinguido  el  fuego.  —  £1  Archiduque  espera 
obrar  en  FÍándes  y  adelantar  las  cosas  en  Cataluña.  (C.  Aut.  /I.) 

Carta  CCXVIII.  (19  Mayo  1649.)— De  Sor  María 377 

Sentimientos  de  afecto  y  agradecimiento. — Citas  de  David  y  Job. —  Lasti- 
mase mucho  de  la  falta  de  caudal  del  Rey  y  los  malos  términos  de  los 
franceses. — Que  se  abrevien  las  disposiciones  de  Cataluña,  pues  los  Ge- 
nerales no  han  llegado  aún  á  Zaragoza.  (C  Aut.  A.^ 

Carta  CCXIX.  (Madrid  26  Mayo  1649.)— Del  Rey 379 

Sus  cuidados  le  quitan  el  sueño  y  tiene  por  cierto  que  son  sus  pecados  los 
que  ocasionan  las  calamidades  de  su  Monarquía.  —  El  Arcniduque  ha 
cobrado  i  Ypres  y  otros  puntos  de  consideración.  — En  Cataluña  no  han 
adelantado  la  caballería  y  cabos  por  falta  de  dinero.  (C.  Aut  A.) 

Carta  CCXX.  (4  Junio  1649.) — De  Sor  María 381 

Se  puede  consolar  que.  aunque  pecador,  el  afligido  está  cerca  de  Dios,  y 
presto  pasó  San  rabio  de  perseguido  á  apóstol. —  Ella  sin  oro  ni  plata 
clamará  hasta  conseguir  se  levante  á  perfecto  agrado  de  Dios. — Desde  la 
muerte  de  J.  Francisco  Andrés  no  se  comunica  con  nadie,  ni  ha  tenido 
que  decirle  por  obediencia  cosa  superior  ni  interior ;  pero  tiene  escrito 
sobre  las  virtudes,  v  si  gusta,  se  lo  enviará.  —  Que  descanse,  duerma  y 
mire  por  su  salud.  (C.  Auí.  A .) 

Carta  CCXXI.  (Madrid  9  Junio  1649.)— Del  Rey 384 

El  gusto  que  recibe  con  sus  largas  cartas. — Le  aflige  más  que  nada  la  pes- 
te en  Sevilla,  habiendo  muerto  25.000  personas  en  cuarenta  días  y  pa- 
deciendo el  comercio.  —  Cuando  necesitaría  millones  no  se  halla  con 
20.000  escudos  y  no  sabe  cómo  hacer  la  guerra,  siendo  la  mejor  sazón 
que  ha  habido.  —  De  FÍándes  le  confirman  la  toma  de  dos  ciudades. — Se 
alegrará  ver  el  papel  de  que  le  habla.  (C.  Aut  A .) 

Carta  CCXXII.  (19  Junio  1649.)— De  Sor  María 385 

El  Rey  por  caridad  anima  su  cobardía.— Por  ser  más  agradable  á  los  ojos 
de  Dios  escobó  Cristo  el  padecer.  —  Ejemplo  de  David.  —  La  peniten- 
cia ha  sido  siempre  la  que  na  atajado  la  peste.  —  Que  se  excusen  ^^tos 
supérfluos  y  los  ricos  y  sobrados  contriousran  para  lograr  la  ocasión  en 
Cataluña.  —  Por  estar  enferma  no  ha  concluiao  de  escribir  el  papel. 
iCAuLA.') 

Carta  CCXXIII.  (Madrid  23  Junio  1649.)— Del  Rey 388 

Siendo  tan  grande  la  utilidad  de  padecer,  todos  los  trabajos  se  le  harán  to- 
lerables.— La  peste  ha  pasado  á  otros  lu^es  con  mucha  furia. — En  Ma- 
drid se  han  hecho  mucnas  rogativas,  asistiendo  él  á  las  procesiones. — 
Sigue  con  el  aprieto  del  dinero ,  y  espera  llegue  brevemente  su  sobrina. 

Carta  CCXXIV.  (2  Julio  1649.)— De  Sor  María 389 

Ansia  padecer  porgue  alivie  Dios  á  las  demás  criaturas.  —  Su  pena  al  ver 
el  estado  de  los  vicios  y  ofensas  al  Señor. —  La  culpa  de  Adán  hizo  daño 
á  la  humanidad  por  ser  él  cabeza;  y  por  serlo  de  los  predestinados  Cristo 
redimió  al  linaje  humano. — Davia  pedia  perdón  á  Dios  de  sus  culpas  y 
las  ajenas ,  que  por  su  ejemplo  haoian  cometido.  —  Estando  tan  inme- 
diato á  tomar  estado,  deje  toaa  atención  terrena  y  con  eso  inclinará  al 
Altísimo  á  darle  buen  suceso  y  sucesión  de  rey.  (c.  An^^AO 


—  4^1  — 
Carta  CCXXV.  (Madrid  7  Julio  1649.)— Del  Rey 392 

Su  carta  le  ha  holgado  más  que  otras  por  hablarle  con  más  claridad.--  Co- 
noce que  los  pecados  de  las  cabezas  son  los  que  más  ofenden  á  Dios. — 
Ha  dado  pasos  muy  considerables  en  su  enmienda  y  está  con  prop<38Íto 
de  apartarse  de  todo.  —  Las  rogativas  se  continúan  y  hay  gran  mejoría 
en  Sevilla  y  otras  partes. —  Está  dada  orden  para  c^ue  parta  el  ejército  á 
Catalufta.  —  Ha  saoido  por  un  jesuíta  que  su  sobnna  entró  en  Milán  y 
la  espera  antes  de  Santiago.  (C.  Aut.  A.) 

Carta  CCXXVI.  (16  Julio  1649.)— De  Sor  María 393 

Tiene  altísimo  concepto  del  buen  natural  del  Rey ,  siendo  gran  católico, 
observador  del  culto,  favoreciendo  la  virtud  y  otras  prendas,  que  todas 
las  ha  querido  destruir  y  oscurecer  el  enemigo  común. —  Que  se  apresure 
á  la  justificación :  teniendo  á  Dios  por  amifo  hallará  todos  los  bienes 
espintuales  y  temporales.  —  Ejemplo  de  Adán,  parábola  del  Evan- 
gelio.—  Pide  á  Dios  felices  victonas  y  próspero  viaje  para  la  Reina. 
QC.  Autt  A») 

Carta  CCXXVII.  (Madrid  28  Julio  1649.)— Del  Rey 396 

Espera  ganar  el  jubileo  de  la  Porciúncula,  haciendo  las  diligencias  para 
ello. — De  Flándes  sabe  que  habiendo  el  enemigo  sitiado  á  Cambray ,  lo 
socorrió  el  Archiduque  y  obligó  á  dejar  la  empresa. — El  contagio  mejora; 
presto  se  publicará  la  salud  en  Sevilla,  habiéndose  ya  hecho  en  Cádiz 
y  otros  puntos.  —  Su  sobrina  sigue  bien,  pero  dilatará  algo  su  llegada. 
(C.  de  S.  D.) 

Carta  CCXXVIII.  (6  Agosto  1649.)— De  Sor  María....  398 

Sus  razones  se  encaminan,  no  á  atemorizarlo,  sino  á  dilatar  y  alentar  al  Rey. 
— £1  amor,  que  para  el  mal  es  tan  fuerte,  ¿qué  no  será  para  el  bien?  y  es 
el  que  vence  á  Uios.  —  Ejemplo  del  hijo  pródigo  y  la  Magdalena.  —  No 
olvida  á  Cataluña. —  El  Duque  de  Alburquerque  na  pasa(&  con  parte  de 
la  caballería.  (C.  dt  S,  D.) 

Carta  CCXXIX.  (Madrid  11  Agosto  1649.) — Del  Rey...  400 

Lo  que  se  hace  con  gusto,  como  escribirla,  antes  alivia  que  embaraza. — 
Desde  niño  ha  procurado  el  amparo  de  la  Virgen.  —  Nunca  ha  sido  tan 
buena  sazón  de  obrar  por  Cataluña.  (C  de  S.  d.) 

Carta  CCXXX.  (20  Agosto  1649.)— De  Sor  María 402 

Gózase  de  ver  al  Rey  ansioso  del  amor  de  Dios. — Ejemplos  de  San  Pablo 
y  San  Agustín. —  Importuna  es  la  guerra  de  la  propia  flaqueza,  pero 

f grandes  Tas  victorias  de  la  criatura  guarnecida  con  las  armas  espiritua- 
es. —  Le  agradece  su  compasión ,  siendo  el  mayor  de  sus  trabajos  no  po- 
derse enterrar  en  vida  y  que  no  guarden  secreto  de  las  pocas  palabras 
que  por  obediencia  ha  dicho. —  Ha  quemado  alanos  papeles ;  aunque 
los  pidan  no  dé  el  Rey  los  que  tiene,  no  siendo  tiempo  que  salgan  á  luz. 
(^C.deS,  /?.) 

Carta  CCXXXI.  (4  Setiembre  1649.) — De  Sor  María...  404 

Su  inquietud  habiendo  sabido  la  enfermedad  del  Rey.  (  C.  de  S.  D.) 

Nota  de  un  manuscrito  de  Santo  Domingo  de  la  Calzada. .  405 
Carta  CCXXXII.  (Madrid  15  Setiembre  1649.) — Del  Rey.  405 

Su  enfermedad  duró  poco,  pero  apretó  mucho  la  calentura.  —  Ha  quedado 
bueno ,  aunque  flaco ,  y  el  saber  está  ya  en  España  su  sobrina  fe  ha  de 
ayudar  á  convalecer.  (C  de  S,  D.) 

Carta  CCXXXIII.  (2  Octubre  1649.)— De  Sor  María...  406 

Que  comience  con  el  nuevo  estado  vida  perfecta. —  No  tiene  osadía  en  su 


—  4^2   — 

pequenez  para  escribir  á  la  Reina.  —  Le  suplica  no  dé  sus  papeles  ¿  los 
rrelados  de  su  religión ,  porque  ha  entendido  quieren  trasladarlos  y  no 
es  tiempo  que  se  publiquen.  (C  Aut,  A,) 

Carta  CCXXXIV.  (Madrid  29  Setiembre  1649.)  — Del 
Rey 407 

Aunque  le  contestó  la  estafeta  pasada,  vuelve  á  escribirle. — Juzga  que  sus 
oraciones  habrán  contribuido  á  alcanzarle  la  salud  y  la  llegada  de  su  so* 
brína;  espera  pagar  á  Dios  estos  favores  no  ofendiéndole.— Piensa  ir 
á  San  Lorenzo  y  de  allí  al  encuentro  de  su  sobrina,  que  calcula  llegará  á 
ver  el  7  de  Octubre. —  Le  pida  á  Dios  bendig^a  su  matrimonio. — £1  ejér- 
cito ha  entrado  en  campaña  en  Cataluña.  (C.  Aut  AJ) 

Apéndice    I. — Cuatro  cartas  de  Sor  María 41 1 

Fechadas  el  16  de  Julio,  16  Agosto,  14  Setiembre  y  5  Octubre  del  año 
1643.  (Co^as  de  la  B,  N.) 

Fechas  de  16  cartas  que  no  se  publican. . .  415 

Apéndice    II.— Carta  de  Felipe  IV  á  Inocencio  X 417 

Apéndice  III.  -—  Carta  del  Príncipe  Baltasar  Carlos 42 1 

Apéndice  IV. — Carta  de  D.  Juan  de  Austria  al  Rey 423 

Apéndice    V. — Carta  del  Duque  de  Híjar  á  Sor  María. . .  427 

Carta  de  Sor  María  al  Duque  de  Híjar. . . .  430 


fin  del  índice. 


FE  DE  ERRATAS. 


P&«!na. 

Unea. 

DICE. 

DEBE  DECIR. 

9 

2 

Seniido 

servido 

I8 

17 

D.  Luis 

D.  Felipe 

31 

26 

Madre  Dios 

Madre  de  Dios 

38 

II 

desde 

deste 

57 

23 

se  duela 

se  duelan 

67 

31 

lo  emprenda 

la  emprenda 

98 

2 

23  de  Febrero 

28  de  Febrero 

106 

26 

la  ordenó 

ordenó 

177 

34X35 

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religiosas  á  que  alude 

Los  religiosos  á  que  alude 

fueron 

algunas  de  las  compli- 

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algunos  de  los  compli- 

cadas 

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190 

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228 

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todas  las  que  me  decís 

todas  las  en  que  me  decís 

257 

23 

algunos  del  del 

algunos  del 

28S 

14 

1647 

1648 

315 

29 

1647 

1648 

349 

29 

Marzo 

Mayo