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Full text of "Clépsidra roja"

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VARGAS   Vi  LA 


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RA  ROJA 

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CLEPSIDRA  ROJA 


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CLEPSIDRA 

:: ::  ROJA  -  "• 


POR 


VARGAS  VILA 


1916 


BARCELONA 
CASA  EDITORIAL  MAUCCI 

Gran  medalla  de  oro  en  las  Exposi.  ¡oiies  de  Viena  de  1903,  Madrid 
1907,  Budapest  1907  y  gran  premio  en  la  de  Bueno»  .\ire$   1910 

Calle  de  Mallorca,  166 


Buenos   Aires,    Maucci    Hermanos,    Sarmiento,    1057   al    1065 


as   pnOflEDU)  &t    KSTA   CASA    8I>lTOfliAL 


Si  Dios  HO  se  conoce  uno  por  el 
Dolor,  según  el  decir  del  P»alnri»(a, 
es  la  hora  de  que  el  Mundo  conozca 
a  Dios,  porque  nunca  como  en  c«(a 
hora,  el  Dolor  imperó  como  Sobe- 
rano, en  el  corazón  sin  consuelo  de 
los  hombres... 

VARGAS   VI LA 


PRÓLOGO 


Me  llegcni,  para  ser  corregidas,  estas  pá- 
ginas, que  parecen  guardar  aún,  el  estreme- 
cimiento de  angustia,  que  agitaba  el  Mundo, 
'en  las  horas  trágicas,  en  que  ellas  ¡dieron 
escritas  ; 

son,  como  un  eco  del  clamor  sin  esperan- 
za, que  se  alzaba  del  corazón  de  los  hom- 
bres, ante  las  alas  abiertas  de  la  Muerte, 
que  empezaba  a  aparecer  victoriosa,  sur- 
giendo Vlel  corazón  de  las  tinieblas,  vio- 
ladas por  la   mano   del  Destino; 

abyssus  abyssum  invocat  ; 

el  abismo  llamaba  al  abismo,  y  los  bár- 
baros despertados  a  esa  voz,  aparecían  en 
el  horizonte,  en  masas  compactas,  dispues- 


8  VARGAS   VILA 

tos  a  exterminar  la  Civilización,  que  se  ha 
bía  alzado  hasta  entonces,  como  un  muro, 
entre   ellos    y,    sus    sueíios   imposibles ; 

el  suplicio  del  mundo  civilizado,  comen- 
zaba, con  las  tristezas  de  una  lenta  agonía, 
y,  las  imprecaciones  del  Dolor,  tenían  la 
magnificencia  de  gritos  divinos,  escapados 
al   corazón    de    los    dioses    vencidos; 

la  hora  era  de  la  Barbarie,  que  extermi- 
nando la  Piedad,  ordenaba  al  corazón  de 
los  hombres,  la  renunciación  absoluta  a 
toda  fiOrma  del  Amor  humano ; 

ella,  aparecía,  armipotente  y  solitaria,  con 
su  aureola  de  Brutalidad  Vencedora,  sobre 
el  cúmulo  de  cenizas  que  sembraba,  y  entre 
el  rebaño  aterrorizado,  de  pueblos  que  mu- 
til  aba  o  que  vencía; 

las  entrañas  del  Tetragammanton,  que 
desde  los  tiempos  de  Moisés,  parecía  se- 
pultado bajo  las  ruinas  del  Templo,  se  ha- 
bían abierto,  y,  de  ellas  habían  saltado, 
los  siete  tigres  de  la  Visión,  famélicos  y 
caracoleantes,  dispuestos  a  lanzarse  sobre 
el  'Mundo   y,   devorarlo ; 

la  hora  de  la  Abominación  había  llegado,      2 
y,  los    pueblos   se   preparaban   a   apurarla,       "^ 
desgarrando    los    pezones    mismos,    que    U 
brindaban  esa  leche  de  sacrificio  y   Je   la- 
mentaciones; 


CLEPSIDRA     ROJA  9 

el  Sinaí,  no  humeaba  ya,  en  los  horizontes 
remotos  de  la  Tradición,  porque  toda  Ley, 
divina  o  humana,  había  dejado  de  existir ; 

no  había  sino  la  Fuerza; 

la  Fuerza,  que  subía,  v,  subía  en  una 
marea  devastadora,  ante  la  Soledad,  que 
parecía  apartarse  para  decirle: 

adveniat  regnum  tuum... 

tu   Reino  ha  llegado... 

la  cima  de  la  Esperanza,  había  desapa- 
recido, en  la  tempestad,  con  sus  celajes, 
puros  y  tiernos,  tan  queridos  a  los  ojos 
soñadores  de  los  contemplativos ; 

la  Tierra,  había  bebido  sangre,  y,  pa- 
recía que  temblaba,  ebria  de  ella ; 

la  caricia  de  esa  Tierra  ya  no  era  ma- 
ternal, era  una  caricia  de  brutalidad  salvaje, 
como  de  leona  hambrienta,  que  devora  sus 
cachorros ; 

las  fauces  de  los  valles  y  de  las  monta- 
ñas, se  abrían  esplinéticas  y,  desmesura- 
das, para  devorar  su  cosecha  de  cadá- 
veres ; 

la  tristeza,  cuasi  paradojal  de  los  paisajes, 
era  un  reflejo  de  la  consternación  trágica 
de  las  almas,  en  esa  hora,  en  que  la  dulce 
y  bella  Francia,  alma  parens,  de  la  Civiliza- 
ción, se  sentía  profanada,  por  las  hordas 
de  Arminíus,  que  venían  enloquecidas  sobre 


10  VARGAS  VILA 

ella,  'no  habiendo  perdido  de  sn  antigua 
barbarie,  sino  sus  cabelleras  Injuriantes, 
prendidas   en   las   selvas    de  la   Historia; 

yo,  sentía,  el  rumor  de  la  ola  infecta, 
llegar  hasta  mi  soledad,  y,  escuchaba  el 
relincho  de  los  caballos  de  Atila,  impacien- 
tes de  apagar  su  sed,  en  las  linfas  del 
Sena,  que  empezaban  a  hacerse  rojas,  como 
las   mejillas    de    una    virgen   abofeteada ; 

fue  en  esas  horas,  de  angustia  y,  de  de- 
solación, privadas  de  toda  serenidad,  que 
escribí  las  primeras  de  estas  páginas,  cuan- 
do la  sombra  de  los  bárbaros,  se  alzaba, 
tan  poderosa,  que  hacía  casi  la  Noche,  so- 
bre los  pueblos  que  cubría,  y,  es  natural 
que  ellas  tengan  la  palpitación  de  cólera 
y  de  horror,  que  agitó  la  hora  incierta  y, 
trágica,  en  que  fueron  escritas; 

lejos  está  de  ellas,  toda  serenidad  clásica, 
que  habría  sido  una  complicidad  traidora 
con  las  fuerzas  devastatrices,  que  asolaban 
y,  deshonraban  la   Tierra; 

continuadas  fueron  luego,  casi  día,  a  'día, 
como  un  Memorándum,  febricitante,  bajo 
la  avalancha  de  hechos  luctuosos  o  triun- 
fales, que  lia  cían  temblar   el  Mundo; 

los  'millones  de  almas,  habituadas  a  leer- 
me más  allá  del  Mar,  me  pedían  orienta- 
ciones en  esa  liora  definitiva:' 


CLEPSIDRA     ROJA  11 

sií  VOZ,  llegaba  hasta  mí,  como  un  re- 
clamo imperativo  ; 

\\  yo,  sentía,  que  tenía  el  deber  'de  orien- 
tar muchas  almas,  y,  de  que  mis  palabras 
fueran,  como  las  Abejas  nómades  de  The- 
salia,  que  vuelan  de  cara  al  sol,  felices  de 
colear  sus  colmenas  a  la  sombra  de  un 
laurel ; 

V,  entonces,  como  siempre,  en  las  horas 
significativas  de  mi  vida,  embracé  mí  es- 
cudo, '«Némesis»,  mi  Revista  Personal, 
aquella,  desde  la  cual  digo  al  Mundo,  mis 
acres  decires  de  Justicia  y  de  Verdad; 

la  hora  era  caliginosa,  y,  el  calor  de  la 
borrasca  fundió  el  escudo ; 

la   atmósfera    apagó    el   meteoro; 
l«N emesis»,  lio  pudo  vivir; 
yo,  'no   sé  escribir   a  la  sombra   de   una 
espada ; 

entonces,  me  refugié  en  el  Silencio,  y, 
escribí  en  sus  lentas  horas  de  angustia, 
las  otras  páginas  de  este  libro ; 

en  ellas,  está  mi  alma  entera,  crucificada, 
como  el  alma  del  Mundo,  bajo  el  pálido 
cielo  de  la  angustia; 

los  hechos  de  la  Política  y,  los  He  la 
Diplomacia,  ocupan  todo  este  libro; 

los  hechos  y,  las  narraciones  de  la  guerra, 
están  ausentes  de  él; 


12  VARGAS   VILA 

escritor  político,  pensador  solitario,  dado 
al  estudio  asiduo  de  los  problemas  de  la 
Diplomacia,  v,  de  la  Historia,  yo,  no  po- 
día escribir  y,  no  he  escrito,  sino  sobre 
las   cosas    que    conozco; 

yo,  'no  soy  un  cronista  militar ; 

en  la  epopeya  portentosa  del  momento, 
solo  a.  Francia,  le  ha  sido  dado  ostentar 
ante  el  mundo,  el  orgullo  de  tener  una 
.«Legión  de    Voluntarios    extranjeros  y> ; 

solo  Francia,  tiene  voluntarios,  que  vienen 
a  combatir  por  ella,  y,  a  morir  por  ella; 

ningún  otro   país  tiene; 

¡realidad  turbadora  y,  desconcertante ! ... 

Inglaterra,   tiene    mercenarios ; 

Rusia,  tiene  siervos; 

Alemania,  tiene   esclavos; 

solo  Francia,  tiene  voluntarios ; 

porque  Francia,   es:  la   Libertad; 

por  eso  soy  yo,  un  Voluntario  de  la  Fran- 
cia; un  Voluntario  que  combate  armado 
con  su  pluma; 

¿qué  otra  cosa  podría  yo,  ofrecerle,  si  es 
la  sola  cosa  que  poseo? 

el  acero  de  una  pluma,  vale  tanto  como 
el  acero  de  una  espada ; 

pero,  sus  victorias,  son  más  sonoras,  van 
más  lejos,  ellas  rompen  el  silencio  espec- 
iante,   y,    degüellan    la    Mentira,    en    prc- 


CLEPSIDRA     ROJA  13 

senda  de  sus  cari ba ates  vencidos,  que  as- 
^piraban  a  hacer  de  esas  alas  membranosas, 
abiertas  sobre  el  Mundo,  un  palio  de  ti- 
nieblas  caóticas,  que  impidieran  para  siem- 
pre al   Sol  de  la   Verdad,  llegar   hasta   él; 

vo,  soy  el  Voluntario  Idealista,  que  com- 
bate libre  y  so/o,  sin  gajes   v  sin  consigna; 

soy  el  Voluntario  de  la  Libertad,  que 
puede  decir  a  la  Francia,  mostrándole  las 
manos  que  la  defienden:  cestas  manos  que 
combaten  por  ti,  paras  están  de  tus  dá- 
divas;  esas  manos  no  solo,  no  han  soU ci- 
tado  tus    mercedes,    sino    que   las    habrían 

rechazado  »  ; 

a  las  causas  que  defiendo,  yo,  puedo  sa- 
crificarles hasta  mi  Vida,  no  les  sacrifico 
nunca  'mi  Honor ; 

'mí  pluma  no  es  sobornable  por  nada,  ni 
siquiera  por  la  Gloria; 

he  envejecido  en  los  limbos  'de  una  aus- 
teridad sin  compensaciones  y,  sin  manci- 
llas ; 

desciendo  (a  colina  crepuscular  que  lleva 
hacia  la  tumba,  no  llevando  en  mí  soledad, 
sino  el  orgullo  de  tnis  manos,  incontamina- 
das, vírgenes  de  toda  venalidad,  unas  manos 
tan  puras,  que  cuando  las  extiendo  fxira 
sostener  mi  cabeza  envejecida  y  solitaria, 
siento   que    hacen    sobre    ella,   un    halo    de 


14  VARGAS  VILA 

pureza,  semejante  a   un   resplandor  de  au- 
rora ; 

esas  manos,  que  treinta  años  de  com- 
bates no  han  manchado,  con  el  oro  del 
soborno,  defienden  hoy  la  Francia,  con  el 
mismo  desinterés,  con  que  durante  treinta 
años,  han  defendido  la  Libertad; 

contra  todos,  y,  contra  todo ; 

sin  pedirle   nada; 

sin  aceptarle    nada; 

mi  libro,  es  el  óbolo  que  yo  doy  a  la 
gloria  de  la  Francia ;  es  decir,  a  la  Gloria 
del  Mundo; 

la  Francia,  no  puede  darme  nada,  ni  si- 
quiera el  Óbolo  de  la  Gloria...; 

llegaría  tarde  para  eso ; 

otros    mundos    y,    otros    pueblos,    me    lo 
han  dado. 
% 


CLEPSIDRA     ROJA  15 


* 


Cuanto  en  este  libro  dije,  cumplido  fué ; 

yo  y  anuncié  en  aProf  ética)) ,  la  venida 
de  la  Guerra,  y,  la  Guerra,  vino ; 

yo,  hablé  de  «Las  Frágiles  Victorias » , 
cuando  la  Francia  temblaba  bajo  los  cas- 
cos de  los  caballos  teutones  que  venían 
vencedores  sobre  París,  y,  frágiles  fueron 
esas  victorias  y  las  hordas  de  bárbaros 
empenachados,  se  rompieron  en  lus  riberas 
del  Mame  ; 

yo,  escribí  s<Las  Águilas  de  Dios)),  y, 
las  águilas  retroceden  aún,  con  las  alas 
exangües,  sin  que  un  soplo  de  Victoria, 
les  permita  remontar  el  vuelo; 

yo,  dije  en  a  Rule  Britaniay>,  el  per  i  pie  o 
que  el  Egoísmo  británico,  había  recorrido 
en  el  Mundo,  y,  las  últimas  etapas  de  ese 
peripleo  cruel,  han  sido,  la  retirada  de 
los  Dar  dáñelos,  y,  la  aventura  de  Macedo- 


16  VARGAS   Vil  A 

¡lia,  que  ha  removido  en  su  tumba  los  hue- 
sos de  Xenophoiite,  v,  ha  puesto  otra  vez 
en  pie,  el  fantasma  de  los  Diez  Mil,  fugi- 
tivos hacia   el   Mar; 

yo,  predije  en  nAlma  Aíater»,  la  actitud 
equívoca  y  falaz  de  Bulgaria  y,  de  Grecia, 
y,  estos  sultanatos  semibárbaros,  me  han 
dado  la   razón; 

en  üBor gia- ¡Altero  y>\  denuncié  al  Mundo 
la  Duplicidad  papal,  innoblemente  enmas- 
carada d-e  Piedad,  y,  esta  abyecta  Duplicidad, 
encarnada  en  la  paloma  pérfida  de  la  Paz, 
que  iio  es  sino  un  milano  disfrazado,  se 
escapa  todos  los  di  as  del  Vaticano  hacia 
Berlín,  en  un  vuelo  de  aleve  complicidad, 
sin  volver  a  mirar  siquiera  hacia  las  tierras 
de  Armenia,  en  donde  mueren  los  cristianos 
bajo  el  alfange  musulmán,  sobre  el  cual, 
la  equívoca  sonrisa  pontifical,  se  extiende 
como  un  Arco  Iris  de  Perfidia ; 

en  ■  «V  e  nci  d  os  -  Humilla  dos  y>,  'dije  lo  que 
nadie  dudar  podía:  que  los  mercaderes  de 
Washington,  venderían  al  peso,  y  cobrarían 
en   oro,    los    muertos    del   Lusitania  ; 

r,  los  descendientes  de  Sylock,  me  dieron 
la  razón ; 

y,  hoy,  con  la  voladura  del  Ancona,  ¿  no 
presenciamos,  el  mismo  repugnante  espec- 
táculo ? 


CLEPSIDRA     ROJA  17 

ios  ^nercaderes  de  cadáveres  venden  sus 
muertos  en  pública  subasta,  ¿ntlniidando  a 
Austria,  para  hacer  subir  el  precio  de  su 
lúgubre  mercancía ; 

canté  y  (.(.Libera  Italia  Gloriosa  y> ,  y,  las 
águilas  sabaudas,  han  revolcado  las  águilas 
austríacas,  maculando  con  su  sangre,  las 
nieves  vírgenes  del  Isonzo ; 

cuando  dije  el  «Surge  et  Ambula»,  sobre 
el  lecho  del  Rey  de  Grecia,  restablecido, 
anuncié  el  golpe  de  Estado,  que  el  Preto- 
rianismo Real,  iba  a  ensayar,  sobre  las 
ruinas  del  Gran  Candiólo,  momentáneamen- 
te vuelto  al  Poder ; 

y,  el  golpe  de  Estado,  fué  dado;  y,  los 
genízaros  €  pirólas,  en  sus  trajes  de  baila- 
rinas, saludaron  la  disolución  de  la  Cámara, 
besaron  la  espada  real,  que  hacía  pedazos 
la  Constitución,  y,  celebraron  las  victorias 
búlgaras,  sobre  un  pueblo  hermano,  al  cual 
los  ligaba  un  Tratado  de  Honor ;  refugia- 
dos en  los  sofismas  de  la  Cobardía,  ya 
no  supieron  sino  temblar,  felices  de  ser 
de  nuevo  una  Satrapía  Bizantina,  bajo  el 
azote  de  un  amo  absoluto,  feudatario  a  su 
vez,  de  otro  amo,  que  lo  hace  palidecer  de 
miedo,  al  solo  fruncir  de  sus  cejas  impe- 
riales ; 

Clepsidra   Roja. — 2 


18  VARGAS  \ILA 

las  predicciones  de  mi  «Panlatitiismoyy , 
fueron  todas  cumplidas  y  superadas,  en  el 
bochornoso  ^espectáculo  de  la  Conferencia 
Financiera  Panamericana,  de  Washington, 
donde  un  coro  de  financistas,  de  rodillas, 
fatigaron  la  elocuencia  del  coheclw,  hacien- 
do la  apología  de  la  Doctrina  de  Monroe, 
agitando  aquel  harapo  de  piratas,  como  una 
bandera  de  pacificas  conquistas,  sobre  el 
Continente  Meridional,  que  al  oirlos,  vaciló 
entre  la  cólera  y,  el  desdén,  no  sabiendo 
qué  hacer,  si  sonreír  o  indignarse,  ante  el 
entusiasmo  estipendiado,  de  aquellos  áulicos 
del  Despojo  ; 

uno,  por  ano,  todos  los  capítulos  de  mi 
libro,  han  recibido  su  confirmación  de  las 
manos  equitativas  del  tiempo,  v,  de  los  la- 
bios incorruptibles  de  los  acontecimientos ; 


CLEPSIDRA     ROJA  19 


* 


Me  he  limitado,  en  este  volumen,  a  pu- 
blicar, el  Itinerario  de  mi  Pensamiento^  en 
ese  primer  año  de  la  Guerra,  muy  triste 
de  que  mi  pluma,  haya  tenido  que  escribir 
después  de  ese  año,  muchas  páginas  más; 

la  Barbarie  Teutona,  continúa  en  trazar 
su  vergonzosa  Odisea,  en  caracteres  inena- 
rrables, sobre  los  muros  de  las  ciudades 
que  reduce  a  cenizas,  y,  sobre  los  campos 
yermos,  que  el  brazo  de  sus  asesinos  con- 
vierte  en  un  cementerio  ilimitado ; 

y,  es  necesario  escribir  esta  Odisea  de 
la  Devastación  ; 

el  éxodo  de  los  bárbaros  hacia  el  Oriente, 
abre  nuevos  horizontes  a  sus  depredaciones, 
y,  las  hordas  de  los  hunos,  reviven  sus 
victorias,  sobre  los  mismos  campos,  donde 
la  espada  de  Actius  las  cortó  en  pe- 
dazos ; 


20  VAROAS  VILA 

la  Civilización  v,  la  Libertad,  vencidas 
en  la  península  trágica,  de  donde  partió 
Alejandro  a  la  Conquista  del  Mundo,  tar- 
darán en  reponerse,  de  la  herida,  que  la 
espada  del  siniestro  Apóstata  de  Bulgaria, 
hizo  en  el  cráneo  de  la  Di  plomada  Occiden- 
tal, vetusta  y,  testaruda; 

la  talla  de  este  Juliano  sin  ge  ni  o  y  es  tan 
baja,  que  cualquiera  que  sea  la  postura 
que  ensaye,  quedará  siempre,  por  debajo 
de  su  Crimen; 

la  Civilización  tiene  que  enrojecer  de  ha- 
ber encontrado  en  su  camino,  hacia  el  Orien- 
te, hombres  como  Fernando  de  Bulgaria  y, 
Constantino  de  Grecia; 

el  'mundo  occidental  que  los  hizo  reyes, 
no  los  envileció  bastante  coronándolos,  es 
necesario,  que  un  día,  él,  se  envilezca  a  su 
turno,  castigándolos  ;  cortándoles  de  un  solo 
tajo,  la  cabeza  y,  la  corona ; 

no  se  alcanzan  a  divisar  aún,  los  horizon- 
tes de  la  Victoria,  tras  de  los  altos  cerros, 
formados  de  cadáveres ; 

pero,  ella  vendrá ;  ella  vendrá  para  coro- 
nar la  Libertad,  y,  fundar  de  nuevo,  la 
Civilización,  destruida  por  los   bárbaros ; 

envuelto  en  el  Silencio,  yo,  escribo,  día, 
a  día,  las  etapas  de  esa  aurora ; 

mi  alma  ardiente  de  solitario,  que  ningu- 


CLEPSIDRA     ROJA  21 

na  otra  visión  perturba,  ve  ya,  los  linea- 
'mienios  del  Gran  Día,  diseñarse  sobre  el 
esplendor  de  los  horizontes  lejanos; 

todo  el  mundo  civilizado  y  libre,  se  siente 
iluminado  por  los  rayos  de  esa  Fe,  como 
por  los  rayos  de  un  mismo  sol; 

como  Juan,  el  solitario  de  la  Thebaida,  a 
quien  mensajeros  desconocidos  anunciaron 
la  victoria  de  Teodosio,  yo,  envuelto  en  mi 
soledad,  que  ha  llegado  a  hacerse  desmesu- 
rada, espero  el  día  glorioso  en  que  los  ecos 
de  los  clarines  enloquecidos,  vengan  a  anun- 
ciarme la  Victoria  de  la  Libertacl,  que  hoy 
me  complazco  en  prever,  y,  en  anunciar 
la  un  mando,  en  donde  solo  los  cobardes, 
tienen  el  aire  de  dudar  de  ella;  yo,  veo 
llegar  ya  las  claridades  de  aquel  día,  en 
que,  sobre  las  ruinas  de  su  Imperio,  des- 
truido por  el  rayo,  el  Emperador  Teutón, 
con  la  espada  del  Mundo  Vencedor,  sobre 
la  garganta  cancerosa,  escupa  con  su  alma 
su  coraje,  para  decir,  parodiando  a  un  gran 
vencido:    ¡VENCISTE  .Galo!... 

¡Salve  al  Galo  Vencedor! 

VARGAS  VI LA 

Paris-Enerü-1016. 


Profética  (*) 


París  junio  i.o  1914- 

Uno  corno  soplo  de  pa\or,  pasa  so- 
bre la  tierra  estremecida,  y  bajo  los  altos 
cielos,  que  parecen  palidecer  en  una  mortal 
angustia;  :      : 


(*)  La  Paz...  una  paz  que  se  creía  inalterable,  reinaba 
sobre  el  mundo,  cuando  yo  escribí,  en  mi  Revista  «Né- 
mesis»,  estas  líneas,  que  sesenta  días  después,  habían  de 
tener  tan  trágica  confirmación; 

¿fui   yo,   un   Profeta?...    no; 

los  profetas  han  muerto;  pero,  los  pensadores  viven;  los 
adivinos  han  pasado,  pero  los  hombres  de  estudio  quedan; 
ya  no  hay  Profecía,  no  hay  sino  Ciencia;  ya  nadie  cree  en 
los  libros  de  Magia,  sino  en  los  libree  de  Historia;  en  sus 
páginas  se  aprende,  no  a  predecir,  sino  a  deducir,  la  marcha 
de  los  acontecimientos;  las  entrañas  abiertas  de  la  Historia, 
nos  dan  todas  sus  revelaciones,  que  son  terribles  lecciones; 
mediante  ellas,  los  pensadores  pueden  anunciar  la  venida  de 
ciertos  acontecimientos  como  los  astrónomos  anuncian  el  re- 
greso  de   ciertos    astros;   la   órbita   de   los    hechos    historíeos, 


24  VARGAS  VILA 

de  los  cuatro  puntos  del  horizonte,  el  sim- 
bolismo profético  de  todas  las  anunciaciones, 
avanza,  cargado  de  presagios  siniestros... 

murmullos  confusos,  prontos  a  convertirse 
en  grandes  alaridos,  llegan,  como  si  se  oyesen 
en  la  noche  gritos  de  una  mar  muy  lejana, 
donde   lloraran    todos   los   naufragios... 

la  hora  es  del  Pavor... 

hora  obsesionante,  llena  de  presentimien- 
tos obscuros,  que  dicen  cosas  muy  tristes 
al    corazón   azorado    de  los   hombres... 

hay  en  la  atmósfera  asfixiante  una  opre- 
sión malsana  que  viene  de  la  adivinación 
confusa  de  las  catástrofes,  de  su  inevitable 
presencia,  a  cada  Jwra  más  cercana,  y  más 
terrible ; 

se  diría,  que  se  siente  caminar  en  las  ti- 
nieblas,  agitadas    ellas    también,    de   un   in- 


es  fija,  como  la  de  los  planetas;  la  niunoionía  de  la  Histo- 
ria es  desesperante  a  causa  de  eso ;  del  estudio  atento  de  las 
ciencias  sociológicas,  pudría  extraerse,  este  postulado :  dr- 
ducir,  es,  predecir  ; 

dos  meses  antes  de  estallar  la  guerra,  yo  deduje,  qur 
la  guerra  iba  a  venir,  y,  la  guerra  vino ;  no  merezco  la  lapi- 
dación de  los  profetas,  a  la  cual  algunos  me  condenan ; 
apenas  si  merezco  el  desdén  debido  a  los  hombres  de  esmdio, 
que  amando  dialogar  con  la  Historia,  extraen  de  esos  diá- 
logos el  conocimiento  lúcido  de  las  leyes  de  la  Dinámica 
Social,  que  se  cumplen  como  el  veredicto  inapelable  de  todos 
los  dictados  de  la  Ciencia,  tánica  Potencia  Superior,  que  abru- 
ma con  su  divina  brutalidad,  la  debilidad  orguUosa  de  los 
hombres   y   los    aplasta    bajo   ella. 


CLEPSIDRA     ROJA  25 

sondable  espanto — el  dios  del  Exterminio,  que 
avanza  sobre  la  Tierra... 

hay  una  quietud  espectante,  símil  a  lai 
que  envuehe  la  selva,  antes  de  estallar  la 
tempestad... 

esa  hora  en  que  parece,  que  el  corazón 
de  la  Mo(ntaña  deja  de  palpitar; 

que  los  arroyos  moderan  su  ruido,  como 
tcmeroisos  de  provocar  las  cóleras  del  gran 
cielo  irascible,  que  hace  visajes  huraños, 
sobre   el   cristal   de  sus   aguas  vírgenes; 

que  los  torrentes,  parecen  como  detenidos 
sobre   las   peñas,    por   manos    invisibles; 

y,  lois  grandes  ríos,  ocultan  en  la  niebla, 
el  caudal  de  sus  aguas,  como  temerosos  de 
denunciarse  a  las  alas  de  la  Tormenta,  que 
empieza  ya  a  azotar  la  sagrada  desnudez 
de  las  cimas  pensativas... 

hora,  en  que  el  ruido  leve  de  una  hoja, 
basta  para  hacar  alzar  al  tigre  la  cabeza 
somnolienta,  y  hacer  al  pájaro,  plegar  las 
alas   medrosas   dentro   del  nido... 

hora  en  que  las  grandes  serpientes,  se 
ocultan  miedosas  entre  el  follaje,  como  si 
temiesen  ser  vistas  y  fulminadas,  por  el  ojo 
invisible  de  la  Tewpestady  que  i^i  a  asolar 
la  selva  ; 

y,  los  insectos  inmovilizan  sus  antenas, 
como  temerosos  de  atraer  con  ellas,  el  furor 


26  VARGAS  \'ILA 

del  rayo,  que  caracolea  ya,  sobre  las  cres- 
tas lejanas,  cabalgando  en  los  lomos  del 
Huracán ; 


un  silencio,  un  pavor,  una  inquietud  se- 
mejantes, hay  en  la  atmósfera  de  la  é]x>ca 
actual;... 

los  pueblos  tiemblan,  agobiados  por  la 
omnipresencia  de  algo  desconocido,  que  se 
aproxima... 

se  siente  la  mano  de  la  Fatalidad,  que 
empuja    los    acontecimientos; 

se  siente  el  choque  rudo,  de  los  hechos, 
que  se  precipitan  bajo  el  soplo  colérico  de 
lo    Inexorable;... 

el  presentimiento  de  lo  Inevitable,  trabaja 
el    corazón    del    Mundo; 

bajo  ese  impulso  de  Terror,  todo  toma 
un   aspecto   salvaje   y  agresivo;... 

las  águilas,  ensayan  las  alas  bélicas,  an- 
siosas  de  un  vuelo  enonne; 

los  buitres,  afilan  el  pico,  contra  las  al- 
tas rocas,  como  enloquecidos  por  una  visión 
roja,    de  próximas   carnicerías ; 

ráfagas  de  un  viento  extraño,  trayendo  el 
perfume  guerrero  de  campos  históricos,  sa- 
cude las  viejas  banderas,  que  yacían  inmó- 
viles caídas  a  lo  largo  de  las  astas; 


CLEPSIDRA     ROJA 


27 


un  relente  de  angustia,  hace  pesada  la 
atmósfera,  bajo  un  horizonte  cárdeno,  corno 
si  las  alas  de  Azraél,  lo  hiciesen  rojo  con 
su  vuelo,  y  su  brazo  extendido  para  marcar 
¡as  puertas,  que  mañana  ha  de  empujar  ¡a 
Muerte,  hiciese  una  curvatura  negra,  tan  ne- 
gra como  el  Arco  de  las  puertas  de  la  Eter- 
nidad,  abiertas   sobre  el  Mundo; 

los  perros  de  Jetzabel,  aullan  atraillados 
en  la  sombra,  comiOt  si  el  olor  de  la  sangre 
dilatase  ya  los  cartílagos  de  sus  narices  fe- 
roces;... 

ellos,  también  sienten  que  la  ola  de  sangre 

llega ; 

presa  de  esos  augurios,  tiembla  el  Mimdo... 

tiembla   de  miedo... 

EL     ESPECTRO     DE    LA    GUERRA    lo,    hace 

temblar... 

¡lo:  Inevitable! 

I  que  el  Emperador  de  Alemania  va  a  Ko- 

nospicht  ? 

la  Europa  tiembla... 

¿que  los  Balkanes  se  incendian  de  nuevo? 

la   Europa  tiembla; 

¿que  la  Grecia  y  la  Turquía,  reviven  las 
viejas   querellas,   sobre   las  playas   del  Asia 

Menor? 

la  Europa  tiembla; 


28  VARGAS  \ILA 

¿que  hay  huelga  general  en  Italia,  y  la 
República,   es  proclamada  en  Ravenna? 

la  Europa  tiembla; 

¿  que  los  epirotas  llegan  vencedores  hasta 
los  muros  de  Durazzo? 

la  Europa  tiembla; 

¿  que    renuncia   Doumerge  ? 

¿que  Ribot  cae? 

la  Europa  tiembla... 

se  teme  la  chispa  que  ha  de  poner  fuego 
a  la  pólvora  descubierta; 

todos  los  elementos  que  el  Odio  de  los 
pueblos  ha  acumulado,  parecen  prontos  a 
entrar  en  combustión  expontánea,  a  la  sola 
aproximación    de    la    hora    trágica    ij   fatal; 

los  hoberaiix  germanos  aprestan  sus  ar- 
mas, en  el  fondo  de  sus  castillos  feudales,  y 
miran  hacia  la  Selva  Negra,  como  esperan- 
do ver  aparecer  en  ella,  el  fantasma  de  Bar- 
barroja,  seguido  de  su  nube  de  aguiluchos 
hambreados ; 

un  hidalgo  tudesco,  hecho  Rey  de  Alba- 
nia, no  sabe  cuál  defender,  entre  su  cabeza 
y  su  corona,  y  prisionero  del  Tumulto,  se 
prepara  a  desaparecer,  acaso  como  el  último 
Obrenovich,  habiendo  hecho  un  Reinado  de 
Tragedia,  allí  donde  la  imaginación  poética 
de  Carmen  Syha,  creía  haber  hecho,  un  Rei- 


CLEPSIDRA     ROJA  29 

nado  d€  Leyenda,  para  un  Lonhengrin  afor- 
tunado; (*) 

los  ustlers  y  las  sufragistas,  ponen  más 
niebla  de  la  que  es  habitual,  sobre  los  is- 
lotes del  Reino  Unido,  que  tiembla  ante  la 
idea  de  armarse  para  las  luchas  del  Conti- 
nenie,  o  ver  disminuir  el  fantasma  de  su  do- 
minación  sobre   los   mares  lejanos; 

¿y  Francia? 

¿no  veis  con  que  incertidumbre,  marcha 
el  Cerebro  del  MuTido,  hacia  sus  destinos  fu- 
turos ? 

se  diría  que  una  embriaguez  de  absoluto, 

la  hace  vacilar; 

la  crisis  que  acaba  de  atravesar,  noi  ha 
sido  ima  crisis  de  Partido,  ha  sido  una  crisis 

del  Sistema; 

las  últimas  elecciones,  que  marcaron  la 
violenta  orientación  de  la  República,  hacia 
la  izquierda,  indica  claramente,  que  la  hora 
de  la  República  Social,  ha  sonado  en  Fran- 


(*)  Esta  sospecha  de  tragedia  no  se  realizó:  el  Príncipe 
defendió  su  vida  antes  que  su  reino;  incapaz  de  resistir 
como  héroe,  se  escapó  como  un  lacayo  infiel,  llevándose  su 
corona  real  entre  su  equipaje  de  coracero  prusiano;  hoy 
forma  parte  de  la  servidumbre  imperial  en  uno  de  esos  Es- 
tados Mayores  trashumantes,  que  hacen  cortejo  al  miedo  del 
Emperador,  fugitivo  de  campamento  en  campamento. 


50  VARGAS   VILA 

cia;  y  nada,  ni  nadie,  estorbará  el  paso  del 
Socialismo   hacia   el    Poder; 

los  sistemas  políticos,  cumplen  su  evalu- 
ción,  como  los  astros; 

no  hay  manera  de  interrumpir  la  trayec- 
toria de  un  Sistema^  ni  la  de  un  Cometa; 

oponerse  al  desarrollo  lógico,  de  un  Siste- 
ma Político,  no  es  sino  optar  entre  dos  for- 
mas  de  caída; 

de  rodillas  ante  él,  que  es :  la  Abdicación ; 
o  a  2)lat  venfre,  bajo  él,  que  es:  la  Desapa- 
rición ; 

capitular  con  el,  o  verse  aplastado  por 
él  ;  tal,  es  el  dilema  ;  imperativo,  y  cate- 
górico ; 

el  ciclo  de  la  República  Parlamentaria, 
cumple  su  evolución; 

de  la  República  militar  de  Mac-Mahon, 
a  la  República  conservadora  de   Carnot; 

de  la  República  conservadora  de  Carnot, 
a  la  República  liberal  de  Waldeck  Rous- 
seau ; 

de  la  República  liberal  de  Waldeck  Rous- 
seau; a  la  República  radical  de  Combes,  y 
Clemenceau; 

de  la  República  radical,  exasperada  por 
las  tentativas  de  reacción,  la  Francia  ha 
llegado  a  la  República,  radico-social,  con 
Viviani; 


CLEPSIDRA     ROJA  31 

un  paso  más,  otra  crisis,  y  la  República 
social,    habrá  llegado    con   Jaurés...    (*) 

inevitable  desarrollo  del  Sistema;  lógica 
implacable ; 

nada  hay  más  despótico  que  un  Sis- 
tema ; 

la  Ley  de  las  mayorías,  es  soberana;  y 
ella  rompe  la  República  bajo  su  peso... 

si  la  mayoría  parlamentaria,  es  socialista, 
el    Gobierno   tiene    que    ser    sociahsta; 

y,  el  Socialismo,  es  enemigo  de  la  Guerra; 
de  la  guerra  que  avanza... 


(*)  No  fué  el  Poder,  fué  la  Muerte,  la  que  sorprendió 
al  Tribuno  Máximo,  cuando  levantaba  sus  manos,  como  es- 
tandartes  de   Paz,   sobre   el  mundo,   enloquecido   de   espanto; 

no  fueron  las  puertas  del  Capitolio,  sino  las  puertas  desme- 
suradas de  la  Eternidad,  las  que  se  abrieron  ante  él,  con  sus 
dinteles  ilimitados,  únicos  bastante  altog  para  dejar  pasar 
bajo  ellos,   su   gloria  sin  mancilla; 

la  Muerte,  no  turba  a  aquellos  que  alberga  en  su  seno, 
y,  el  Gran  Púgil  del  Verbo,  entró  sereno  en  sus  dominios, 
apretando  contra  sus  labios,  el  escudo  de  su  Palabra,  vio- 
lada por  el   Crimen ; 

la  Reacción,  implacable  y,  tenebrosa,  que  lo  hizo  matar, 
tuvo  el  sentido  de  las  proporciones,  y,  sabía  todo  el  al- 
cance de  ese  acto,  que  reducía  al  Silencio  la  trompeta  de 
la  Democracia,  sobre  las  murallas  del  Pueblo; 

no  puede  decirse  hoy,  cual  habría  sido  en  definitiva,  la 
actitud  de  Jaurés,  frente  a  la  guerra;  no  se  puede  absolver, 
ni  condenar,  lo  que  no  ha  vivido;  eso  de  calumniar  el  por- 
venir, puede  ser  útil,  pero,  es,  falaz; 

lo  que  si  puede  asegurarse,  con  las  garantías  de  un  preteri- 
tismo  histórico,  insospechable,  es,  que  la  actitud  de  Jaurés, 
en  la  Epopeya  actual,  habría  igualado  y  sobrepasado  en 
belleza   ética   de    voces   y  de   hechos   a   todos   los   gestos,    de 


32  VARGAS  \'ILA 

¿qué  será  de  la  Francia  desarmada,  pri- 
sionera  de  los   sofismas  pacifistas? 

¿  quién  meterá  su  mano,  en  la  boca  abierta 
del  Enigma,  para  sacar  de  ella,  la  respues- 
ta reveladora,  hecha  una  hola  de  sangre? 

he  ahí  por  donde  la  suerte  del  mundo, 
está  ligada   a  esta  crisis   de  Francia; 

si  esta  crisis,  debilita  el  sistema...  dejad- 
me  temblar  por   la   Libertad; 

si  esta  crisis,  debilita  la  Francia...  dejadme 
temblar  por  la   Civilización; 


eso  que  se  ha  llamado  el  patriotismo,  en  aquellos  que  lo  hi- 
cieron   asesinar; 

esa    actitud    ¿habría    sido    estéril? 

hoy,  no  hay  más  elocuencia  posible,  que  la  elocuencia 
brutal  de  morir  y,   de  matar; 

la   hora,    no   es   de  la   Palabra ;   la   hora,   es,   del   Acto ; 

todo   el   prestigio    de    la  Elocuencia,    está    en    el    Acto; 

en   el  acto   heroico   y  violento   de   morir; 

morir  la  muerte  anónima  y  colectiva  de  las  muchedum- 
bres   hechas    guerreras ; 

morir:   es  la   consigna   del  momento; 

morir,   para   que   otros   viran; 

degollar  el  Hoy,  sobre  la  cuna  del  Mañana,  para  que 
esta  sangre  permita   al   mundo  vivir; 

un  mundo  engendrado  por  los  muertos,  que  ya  no  lo 
verán ; 

¿  no  era  este  espectáculo  lamentable,  estos  gritos  lamenia- 
bles,  los  que  turbaban  el  corazón  y,  el  alma  de  Jaurés,  cuando 
entró  en  el  Inexorable  Misterio,  marchando  hacia  las  cata- 
raras  del  Eterno  Silencio,  suspendidas  sobre  el  mundo,  pron- 
tas a  caer  sobre  él,  y,  a  amortajarlo,  cuando  esta  marea 
de  sangre  que  hoy  sube  y  sube  y  sube...  haya  acabado 
de  ahogarlo,  y,  al  pie  de  un  sol  sin  rayos  aparezca  escrita, 
la  queja   de   todo   holocausto  estéril:   Lamna   Sabatchani? 


CLEPSIDRA     ROJA  33 

¿  qué  sería  del  Mundo,  con  la  Francia  de^ 
bilitada  o  desaparecida? 

¿no  escucháis  el  ruido  de  los  cañones,  en 
marcha   cautelosa? 

ES  LA  Guerra  que  llega... 

y,  ¿más  allá? 

el  tropel  de  los  bárbaros  en  marcha.,. 

¿hacia  dónde? 

¿  quién  los  detendrá  ? 

si  Varus  cae  vencido,... 

¿a  dónde  irán  las  legiones  de  Arminius? 

la  Tierra  toda,  parecerá  una  conquista,  pe- 
queña al  orgullo  de  los  bárbaros; 

y,  el  hacha  de  Othon,  habrá  decapitado  el 
Mundo;. 


Clepsidra  Roja, — 3 


Q4HM4aH4a-i4««4am44«H4aM4-M4M*4*»4|3 


Jabalí  Imperial 


i  París  junio  2§-i9i4. 

(al   crepiUculo) 

Muriente  un  sol  de  fuego  sobre  los  cielos 
fúlgidos ; 

verano  adolescente; 

en  el  zafiro  triste  de  las  dispersas  nubeSj 
much a   melan col í a ; 

la  tarde  supliciada,  tiene  la  pompa  triste 
de  una  suave  agonía; 

que  se   sabe   precaria... 

la  caricia  del  aire  es  perfumada,  como  be- 
sos de  labios  de  mujer; 

la  Primavera  muerta  y  apenas  sepultada, 
deja  errar  en  el  aire  sus  últimos  perfumes; 


36  VARGAS  VILA 

sobre   París:   quietud... 

calma  dominical... 

el  alma  de  París,  está  hoy  en  los  campos, 
en  las  verduras  tiernas   de  las  praderas; 

en  las  verduras  azulosas  de  los  cercanos 
bosques ; 

sobre  las  olas  del  Sena,  donde  una  gran 
dulzura  pasa,  y,  las  golondrinas,  raudas,  lle- 
van poemas  de  amor; 

distraigo  mis  hastíos,  vagando  taciturno 
en    esa   gran   molicie; 

escucho  la  voz  triste  de  la  hora  vesperal; 

me  siento  en  la  ferrasse  de  un  Café; 

pasan  en  filas  lentas,  sobre  ese  río  de 
asfalto,  nostálgicas  hetairas:  los  cisnes  del 
trottoir  ; 

burgueses  domingueros,  pasean  sus  proles 
pálidas,  que  linfas  ancestrales  consumen; 

un  macró... 

se  mira  las  sortijas:  sonríe; 

en  la  acuarela  páHda  de  los  divinos  cielos, 
estrellas   anónimas   comienzan  a  brillar; 

un  vendedor  de  diarios; 

su  voz  llena  el  espacio,  alcohólica  y  tur- 
bada; 

¡la   Presse!... 

evoco   como   siempre   a  Emilio    Girardin; 

la  Fresse!  asesinato  del  Archiduque  de  Aus- 
tria»... 


CLEPSIDRA     ROJA  37 

me  tiembla  el  corazón; 

compro  el  diario;  :    ; 

lo  leo; 

la  llama  que  se  escapa  del  homo  de  los 
cielos,  con  sus  reflejos  de  oro^  me  deja  leer; 

I  verdad ! 

susulto   de   alegría... 

¡verdad,  verdad,  verdad!... 

el  jabalí  austriaco,  cayó  con  la  hembra 
cálida  que  iba  tras  de  sus  huellas; 

un   niño   los   mató... 

¡salve   al    arquero    adolescente! 

¡Salve! 

sagitario  de  las  legiones  cuasi  extintas  de 
la  Justicia,  ¿en  qué  bosque,  poblado  de  Eu- 
menides,  hallaste  el  venablo  sagrado,  que 
puesto  en  tu  arco  y,  tocado  por  tu  mano, 
había  de  ser  como  la  cuerda  armónica,  de 
una  divina  cítara,  en  las  manos  die  unO'  de 
esos  arcángeles  míticos  que  la  mentalidad 
de  los  hombres,  colocó  al  pie  del  trono  de 
dioses  inexorables? 

¿en  cuál  fragua  de  titanes  forjaste  el  dar- 
do estinfalita,  que  había  de  atravesar  el  co- 
razón de  la  Hidra,  abatiéndola  sobre  el  co- 
razón  de   su   conquista? 

el  ruido  de  ese  dardo  que  pasa  silbando  a 
través  de  las  selvas  de  la  Historia,  hace 
poner  de  pies  los  Héroes  en  sus  tumbas,  tris- 


38  VARGAS  VILA 

tes  de  verse  emulados,  y,  hace  alzarse  de 
las    suyas,    los    mártires   ya    vengados; 

vengados  por  tu  mano... 

Hércules  de  las  montañas  de  Bosnia,  tú 
también  abatiste  el  jabalí  sah'ajc,  escapado 
a  la  selva... 

¡gloria  a  ti!... 

i  deja  que  la  Historia  bese  tas  manos  en- 
sangrentadas, que  tienen  todavía  las  hue- 
llas del  fuego  divino,  que  dejó,  el  Rayo  de 
Dios,   al  pasar  por  ellas; 

niño  prodigioso,  cuyas  manos  cegaron  con 
las  tinieblas  de  la  Eternidad,  el  feto  de  Saúl, 
ebrio   de  orgullo; 

la  bestia,  engrasada  para  asolar  la  Tie- 
rra, fué  ultimada  por  tu  gesto  redentor,  que 
dio  al  mundo  el  espectáculo  prodigioso  de 
un  castigo   sin   miedo   y  sin  piedad; 

las  manos  del  Cristo,  se  desprenden  de  su 
ciHz,  para  aplaudirte; 

y,   sus  brazos  te  abrazan; 

¿no  sientes  como  te  besa  desde  la  Eterni- 
dad, con  sus  labios  sin  formas,  que  guar- 
dan las  acritudes  de  la  hiél,  y,  la  sed  inex- 
tinguible, de  esa  fuente  de  la  Justicia,  que 
tú  acabas  de  hacer  correr  sobre  el  mundo^ 
en  ondas  necesarias  de  sangre? 

en  el  cristal  enigmático  de  tus  ojos,  se 
reflejó  por  un  momento,  toda  la  Divinidad 


CLEPSIDRA     ROJA  39 

dispersa  por  los  ámbitos  del  ciclo,  tristes 
de  poseerla  sin  tener  un  corazón  de  Héroe, 
en  el  cual  depositarla; 

y,  la  depositaron  en  el  tuyo; 

tal  vez,  tu  gesto,  no  liberte;  pero  tu  gesto 

castiga ; 
tal  vez  no  serás  un  Libertador;  pero,  has 

sido,   un    Vengador; 

tal  vez,  no  habrás  sido  la  Libertad,  pero, 
has  sido,  la  Justicia; 

de  todas  maneras  has  sido:  la  Gloria; 

el   Mundo   tiembla   al  aplaudirte; 

y,   baja   sus  ojos  al   mirarte; 

el  rayo  de  Dios,  duerme  en  tus  manos;» 


así    dije; 

y,  me  puse  en  pie,  y,  anduve  gozoso,  en  la 
magia  infiltrante  de  la  Noche,  bajo  el  cielo 
que  tenía  el  encanto  seductor  de  un  manto¡ 
imperial    despedazado... 

tinto  en  sangre,  como  debe  ser  todo  manto 
imperial,  mientras  en  las  fraguas  de  la  Tie- 
rra pueda  fabricarse  un  puñal  para  desga- 
rrarlo; 


40  VARQAS  \  ILA 


29  de  Junio  de  1914 
(al    alba) 

Noche    de    Insomnio;  ■ 

me   alzo... 

la    tierra    aun    en    tinieblas... 

¿por  qué  tarda  en  despuntar  la  aurora  glo- 
riosa? 

pienso  en  el  drama  de  ayer... 

en   el   drama   de   Sarajevo... 

y,  me  parece  que  el  sol  va  a  asomar  con 
una  trompeta  de  Gloria  sobre  sus  labios 
de  fuego; 

tal  vez  el  cielo  va  a  volcar  sus  estrellas, 
como  una  canastilla  de  rosas,  sobre  la  tum- 
ba de  Marco-Bruto... 

y,  la  noche  de  Filipo,  tiene  a  mis  ojos  res- 
plandores  de  Alba; 

aquel  abyecto  adorador  de  la  Divinidad, 
que  fué  David,  no  hallaba  todo  el  resplan- 
dor de  Jehová,  sino  en  el  seno  implacable 
de  la  Justicia  Divina; 

yo,  no  tengo  el  alma  religiosa,  y,  no  creo 
en  la  Justicia  de  los  dioses; 

yo,  soy  un  Hombre  Libre,  y,  para  tener 
derecho  de  admirarla,  no  creo  sino  en  la 
Justicia   de   los   hombres; 


CLEPSIDRA     ROJA  41 

y,  cuando  ella,,  cae  sobre  las  cumbres  del 
Crimen,  yo  tiendo  mis  manos  para  aplau- 
dirla ; 

y,  yo,  que  no  me  arrodillo  ante  nada,  ni 
ante  nadie,  siento  ímpetus  de  arrodillarme, 
ante  el  lejano  lugar  en  que  cayó  ayer  el  ra)  o 
y  redujo  a  cenizas  la  púrpura  de  un  César 
en  fennento; 

ninguna  gloria  se  ha  abatido,  es  verdad 
sobre  el  lugar  de  a^uel  desastre,  y,  solo  el 
sueño  de  una  Soberbia  Nula,  cayó  allí,  para 
no   levantarse   jamás... 

las  águilas  de  Hapsburgo,  vuelan  en  ban- 
dada, lanzando  gritos  feroces,  sobre  el  agui- 
lucho muerto,  que  no  tuvo  el  tiempo  de  abrir 
sus  alas  bajo  el  solio,  para  clavar  sus  ga- 
rras y,  su  pico  en  el  corazón  sagrado  de  la 
Libertad; 

con  la  muerte  de  aquella  larva  de  César, 
el  mundo  se  ha  visto  libre  de  presenciar  el 
reinado  de  un  nuevo  Caracalla... 

el  tiro  que  dio  en  tierra  con  aquel  alu- 
sinado  semi  idiota,  no  arrebató  nada  a  la 
Humanidad; 

ni   siquiera   un    Hombre;  * 

al  levantar  el  manto  con  abejas  de  oro, 
que  ahora  lo  cubre,  no  se  hallará  bajo  ese 
manto,  sino  el  cadáver  de  un  cerdo; 

bastaba  ver  aquel  cráneo  estrecho,  aque- 


42  VARG.^S   VILA 

líos  ojos  dementes,  aquella  frente  obstinada, 
aquel  rictus  cruel  en  los  labios  insolentes, 
para  saber  que  pasaba  ante  vosotros,  uno 
de  esos  locos  trágicos,  a  quienes  solo  la 
muerte,  puede  poner  en  la  impotencia  de 
fatigar  el  Crimen; 

tenía  una  alma  de  genízaro,  escapado  a 
las  legiones   de  un  Emperador  de  Oriente; 

acerebrado  )  brutal,  como  un  hcmbre  pri- 
mitivo, el  olio  de  la  civilización  había  he- 
cho muy  poco  efecto  en  el  cerebro  de  aquel 
bárbaro  regresivo,  rebelde  a  salir  del  obs- 
curo corazón  de  la  barbarie; 

una  sola  vez,  lo  vi  pasar  ante  mí,  en  una 
estación  balnearia; 

el  fantasma  de  Othon  de  Baviera,  evadi- 
do a   sus  guardianes... 

la  sombra  de  Heliogabalo,  con  el  hacha 
en  la  mano,  pronto  a  decapitar  el  Mundo... 

la  decadencia  de  una  raza  y  de  un  Impe- 
rio, no  pudo  dar  de  sí,  un  producto  más 
efectivo  de  su  derrumbamiento,  que  este  idio- 
ta espectacular,  con  sus  dos  manos  tendidas 
al  esplendor  de  una  diadema; 
*  la  podredumbre  die  Austria,  revivía  toda, 
en  ese  Príncipe,  que  el  Destino  había  mar- 
cado con  todos  los  estigmas  de  la  degene- 
ración, síntesis  viva  de  una  raza  y  de  un 
Pueblo,   que   vuelta  la  faz  hacia  el  Pasado, 


CLEPSIDRA     ROJA  43 

esperan  el  rayo  que  los  despierte  en  el  fondo 
de  la  tumba; 

el  hálito  de  podredumbre  que  se  exhala 
de  ese  cadáver,  delata  la  podredumbre  del 
Imperio  que  él  iba  a  regentar; 

la  muerte,  que  le  arrebató  la  púrpura  antes 
de  deshonrarla,  no  se  sabe  aún  por  quién 
tuvo  piedad,   si  por  él,  o  por  su  pueblo; 

los  esclavos  perdieron  su  amo  antes  de 
coronarlo,  y,  lo  lloran,  no  sabemos  si  del 
placer  de  haberlo  perdido,  o  de  la  tristeza 
de  no  haberlo  soportado; 

éste,  fué  coronado  como  Sapor,  en  el  vien- 
tre de  su  madre,  pero,  no  por  el  Destino^ 
con  una  corona  imperial,  sino  por  la  Fata- 
lidad, con  la  enfermedad  hereditaria,  que 
ha  hecho  de  su  raza,  una  raza,  para  la  cual, 
solo  el  Crimen  ha  sido  indulgente  y,  no 
ha  logrado  despertar  otro  amor,  qu'e  el  amor 
de   sus    esclavos; 

nada  de  lo  que  hace  augusto  a  un  hombre, 
tenía  aquel  que  iba  a  ser  declarado  Au- 
gusto, por  un  decreto  absurdo  del  Destino, 
empeñado  en  hacer  gemir  un  pueblo  de  sier- 
vos, bajo  las  botas  espoladas  de  un  loco  ta-  ^ 

citunio; 

los  pueblos  que  han  declarado  hereditaria; 
la  púrpura,  han  declarado  hereditaria  la  es- 
clavitud ; 


44  VARGAS  VILA 

y,  en  Austria,  con  la  púrpura  de  los  Haps- 
burgos,  se  ha  jurado  la  sumisión  al  Crimen^ 
a  la.  Locura,  y  a  la  Tragedia,  que  siguen 
a  esa  raza  maldita,  a  través  de  los  laberintos 
de   la    Historia... 

habituada  a  buscar  el  reposo  en  el  Cri- 
men, esa  raza  fatal,  no  ha  dejado  de  apo- 
yarse en  la  lanz^a  de  un  Sicario,  sino  para 
apoyarse,  en  el  hacha  de  un  Verdugo; 

y,  este  Principe  testarudo,  ensimismado  y, 
cruel,  era  la  flor  bituminosa  y  enferma  del 
árbol  moribundo  de  esa  raza,  la  gran  flor 
de  cenizas,  que  anunciaba,  no  ya  la  deca- 
dencia, sino  la  inevitable  desaparición  de  la 
encina  milenaria,  cuyas  raíces  se  han  podrido, 
de  hundirse  tan  hondamente,  en  el  cieno  y 
en  la  sangre; 

el  Emperador  octogenario,  no  deja  hijo 
varón,  que  recoja  el  cetro  que  va  a  caer  de 
sus  manos  seniles,  fatigadas  de  sembrar  la 
Muerte ; 

el  puñal  vengador,  le  asesinó  el  único  hijo 
que   tuvo; 

se  lo  asesinó  sobre  el  vientre  desnudo  del 
Adulterio,  teniendo  por  única  púrpura,  las 
sábanas  de  un  lecho,  maculadas  de  sangre; 

ese  drama,  hizo  heredero  de  la  duple  co- 
rosa  imperial,  a  este  lobatón,  obtuso  y  dis- 
plicente, que   era   su   primo; 


CLEPSIDRA     ROJA  45 

y,  con  él,  todo,  hasta  la  gracia  un  poco 
mórbida,  de  lejana  herencia  latina,  que  era 
la  fuerza  y  el  encanto  del  Archiduque  muer- 
to, huyó  de  las  gradas  del  tronoi,  a  donde  no 
quedó,  sino  la  brutalidad  imperativa,  de  un 
epiléptico  enchamarrado,  que  tenía  el  alma 
cautelosa  y  vivaz  de  un  legionario  de  Ma- 
xencio ; 

nacido  en  un  lecho  principesco,  tenía  sin 
embargo,  un  espíritu  de  centurión,  que  re- 
cordaba vagamente,  los  Emperadores  pre- 
toiianos  de  la  Decadencia  romana,  que  sal- 
taban del  Cueipo  de  Guardia  al  Trono,  para 
ser  precipitados  del  Trono  en  el  Sepulcro; 

para  hacerlo  digno  de  la  corona,  el  Des- 
tino había  retirado  de  su  cerebro  toda  for- 
ma de  Inteligencia,  dejándole  así,  una  ca- 
beza digna   de  ser  ungida  y,  de  reinar; 

era,  a  ese  respecto,  un  HapsburgO'  de  pura 
raza :  acerebrado  y,  feroz ; 

teniendo  el  alma  primitiva  de  un  bárbaro, 
tenía  el  culto  de  la  espada,  y,  vivía  de  ro^ 
dillas  ante  la  suya  virgen,  ansioiso  de  de- 
capitar con  ella  la  Libertad,  y,  hundirla  en 
el  corazón  del  Mundo; 

antes  de  hacer  de  ella  una  hacha,  había 
hecho  un  cayado  rojo,  para  llevar  a  través 
de  los  campos  de  su  idiotismo',  un  rebaño 
de  sueños  inverosímiles,  sueños  que  atizaba 


4^  VARGAS  VILA 

la  mano  de  la  hembra  astuta  y  dominado- 
ra, que  le  servía  de  guía,  y,  de  la  cual  ha- 
bía  hecho   su   esposa  morganática; 

fué,  yendo  un  día  a  casa  de  sus  primas, 
para  pedir  la  mano  de  una  de  ellas,  que  se 
halló  con  la  Institutriz  que  las  acompañaba, 
y,  quedó  prisionero  de  sus  encantos  ya  mar- 
chitos,  como   de  un  hechizo... 

fué   su    Ninfa    Egeria... 

ya  no  pensó  sino  con  el  cerebro  arrebatado 
de  ella,  no  vio  sino  con  los  ojos  ambiciosos 
de  ella,  y,  no  sintió  sino  con  el  corazón  cruel 
de  ella... 

ambiciosa  como  Catalina,  y  fatal  como 
Fausta,  la  astuta  pedagoga,  dominó  el  re- 
toño real,  y,  ya  no  pensó  sino  en  reinar 
con  él; 

la  captación  fué  absoluta  y,  completa; 

el  Príncipe,  desapareció  en  la  hembra  vo- 
raz, que  lo  devoraba; 

y,  ya  no  hubo  sino  ella,  reinando  sobre 
su  corazón,  y,  pronta  a  reinar  sobre  su  Im- 
perio ; 

este  temperamento  agreste,  de  bruto  so- 
ñador, no  tuvo  sino  otro  culto,  unido  al  culto 
de  esa  hembra:  el  del  Emperador  de  Ale- 
mania ; 

el  ídolo  revela  al  Adorador; 


CLEPSIDRA     ROJA  47 

vivir  de  rodillas  ante  el  Ridículo,  es  una 
forma    de   serlo; 

el  culto  de  lo  grotesco,  revela  una  alma 
de  mono; 

y,  el  jabalí  de  Viena,  vivía  en  muda  adora- 
ción  ante  el  mono  de   Berlín... 

el  Mimo  coronado,  lo  fascinaba  de  tal 
manera,  que  vivía  ensayando  la  vil  imitación 
de  los  gestos   imperiales; 

y,  el  paquidermo,  aun  sin  corona,  de  Viená, 
era  como  una  mueca  del  antropoide  coro- 
nado  de   Postdam; 

plasmaba  sus  gestos,  y,  soñaba  plasmar 
su  política  futura,  en  el  molde  arcaico  de 
su  modelo  plastronante,  abacadabrante  y  so- 
noro; 

fuera  de  esta  obsesión  imitativa,  el  ma- 
mífero selvático,  no  pensaba  sino  con  el 
sexo; 

su  hembra,  era  el  otro  polo  de  su  adora- 
ción ; 

legitimar  su  hembra; 

hacer  coronar  su  hembra; 

reinar  al  lado  de  su  hembra; 

esa  era  toda  su  política  del  presente  y, 
todo  su  sueño  del  futuro... 

para  realizarlos,  vivía  de  rodillas  ante  el 
Papa  y  ante  el  Emperador; 


48  VARüAS  VILA 

la  vieja  Institutriz^  a  medias  coronada,  lo 
orientaba  violentamente,  hacia  esos  dos  ab- 
solutismos... 

apoyado  en  ambos,  marchaba  hacia  el  tro- 
no, el  obtuso  soñador,  rodeado  de  sus  bas- 
tardos, acariciando  el  sueño  de  colocar  sobre 
la  cabeza  del  mayor,  la  corona  con  el  águila 
bitestacea,  el  águila  ciega,  que  con  los  ojos 
llenos  de  sangre,  no  veía  venir  la  Muerte... 

y,  él,   soñaba,   con: 

atacar  a  Italia,  por  la  espalda,  degollar  el 
ág:uila  sabauda  en  las  gradas  del  Capitolio, 
y,  aventar  su  cadáver,  sobre  los  arrecifes 
de  Cerdeña; 

coronar  al  Papa,  como  Rey  de  Roma,  en 
pago  de  haber  legitimado  su  unión,  ofre- 
ciéndole como  recuerdo  de  sus  bodas,  el 
cadáver  de  la  loba  capitolina,  ultimada  por 
su   mano; 

desmenmbrar  la  Italia  gloriosa,  para  res- 
taurar sobre  tronos  minúsculos,  príncipes  de 
su   raza,  más  minúsculos  todavía; 

hacer  de  Venecia,  la  Cayena  adriática,  pre- 
cipitando desde  el  Puente  de  los  Suspiros, 
lo  que  quedara  de  Libertad,  en  el  corazón 
de  los  descendientes  de  Marini; 

poner  el  águila  vencida  de  Sadowa,  sobre 
los   lomos    del   león   alado   de   San   Marcos, 


CLEPSIDRA     ROJA  49 

para  reventarle  con  el  pico,  las  pupilas  llenas 
del  fulgor  de  las  victorias,  obtenidas  bajo 
los  cielos  de  Oriente; 

afinnar  por  la  sangre  y,  el  terror,  ese  reino 
de  Albania,  donde  bajo  la  batuta  de  Offen- 
bach,  actúa  como  Soí^erano,  un  feto  de  Car- 
men  Sylva; 

dominar  los  Balkanes,  para  abrirse  un  car- 
mino hacia  el  Oriente,  coronándose  César 
en   Constant inopia... 

«tú  reiyiarás  aquí»;  había  dicho  a  su  heni- 
bra^  mostrándole  desde  las  torres  de  Santa 
Sofía,  el  panorama  de  Constantinopla,  como 
un  mar  de  mosaicos  a  sus  pies; 

y,  la  vieja  pedagoga,  en  la  cual  vivió  por 
un  momento  el  alma  ambiciosa  de  Teodora, 
sonrió  a  los  sueños  de  aquel  Justiniano  del 
Danubio,  de  cuya  miseria  mental,  ella  dis- 
ponía a  su  antojo; 

Guillermo  II,  era  el  eje  de  estos  sue- 
ños ; 

el  Arlequín  imperial,  se  gozaba,  en  alen- 
tarlos, en  exasi>erarlos  hasta  la  hiperestesia, 
en  el  cerebro  brumoso,  de  ese  pobre  alu- 
sinado,  no  tan  loco,  pero  sí  tan  ambicioso 
como  él; 

el  siieiio  de  estos  dos  dementes,  amenazaba 
destruir  el  mundo; 

Clépiidra    Roja, — 4 


50  VARGAS  \ILA 

Calígula  y  su  fantasma,  soñaban  en  re- 
partírselo; 

el  drama  de  ayer  en  Sarajevo,  ha  venido 
a    despertar    brutalmente   los    soñadores; 

el  uno  ha  sido  precipitado  en  la  Muerte... 

el  otro,  ha  sabido  en  el  mar,  la  trágica 
noticia... 

«todo  está  por  comenzar  de  nuevo»,  dijo, 
e  hizo  enderezar  el  rumbo  de  su  nave,  hacia 
su    Imperio...  » 

la    Muerte,    ha    decapitado    su    sueño... 

ese  Agamenón  del  Crimen,  que  queda  aún 
sobre  el  trono  de  Austria,  es  un  fantasma 
vencido,  que  se  arrastra  lúgubremente  por 
la  Vida  y,  por  la   Historia; 

un   Faraón,   petrificado; 

la  osatura   de   un  tigre; 

¿qué  hacer  con  esa  Momia? 

ante  la  tumba  de  Francisco  Fernando,  Gui- 
llermo   II,    queda   pensativo... 

el  Abismo  que  ha  devorado  su  cómplice, 
puede  devorarlo  a  él... 

tiende  la  mano  en  la  sombra,  huscando 
el  blandón  imperial  con  que  ha  de  incendiar 
la  Tierra; 

él,  solo,  prenderá  fuego  al  mundo,  aun- 
que haya  de  perecer  entre  sus  llamas  y, 
quedar  sepultado   bajo   sus  cenizas... 


CLEPSIDRA     ROJA  51 

y,  el  mundo  tiembla,  porgue  se  siente  a 
punto  de  morir,  entre  las  manos  de  un 
loco.    (*) 

Alejandro,  no  sabiendo  qué  sacrificar  a 
los  manes  de  su  amigo,  arrojó  sobre  la  ho- 
guera que  lo  consumía,  el  último  de  sus  ca- 
bellos ; 

Guillermo  de  Prusia,  menos  grande,  pero 
más  suntuoso,  que  el  hijo  de  Filipo,  pre- 
tende quemar  el  mundo  sobre  la  tumba  de 
su  amigo   asesinado; 

el  amo  vivo,  se  apresta  a  ofrecer  al  amo 
muerto,    una    hecatombe    de    esclavos. 


(*)  Pocos  días  después,  este  loco  nefasto  prendía  fuego 
al  Mundo,  y  las  llamas  de  ese  incendio  alumbran  aún  la 
Tierra,    que   parece   temblar,    desorbiiada  de   angustia. 


Q^  H-s^aB  ♦»■#»■  4  ■9*44 


La  Voz  del  Rayo 


París  Agfjsto  4- rol 4 

[Perdida  serenidad  de  los  cielos  del  Estío! 

he  ahí  que  las  nubes  se  hacen  rojas  y, 
se  siente  el  rodar  del  carro  del  Espanta, 
pronto  a  desplomarse  sobre  la  superficie  de 
la  Tiena; 

las  selvas  se  extreniecen  bajo  el  soplo  del 
Horror,  que  parece  anunciar  la  carrera  ver- 
tiginosa de  los  caballeros  del  Apocalipsis, 
tal  cual  los  vieron  surgir  de  las  tinieblas 
los  ojos  adivinos  del  viejo  \^isionario; 

sobre  las  cordilleras  del  Misterio,  surge  el 
rayo,  y,  el  Mundo  tiembla  al  verlo  serpen- 
tear enloquecido,  coino  si  marcase  el  rumbo 
a  las  legiones  del  Exterminio,  prontas  a  aso- 


54  \AROAS  VILA 

lar  las  cinco  partes  del  planeta,  clavando 
con  sus  lanzas  sobre  el  cielo,  el  Sol  de  las 
matanzas   de  Josué; 

extremecida  por  las  confidencias  del  Pre- 
sagio, parece  oirse  la  lamentación  sollozante 
de  los  presentimientos,  como  la  voz  de  una 
selva  que  ha  tomado  fuego,  y,  en  el  riñon 
de  la  cual,  todas  las  selvas  aullasen  y  mu- 
giesen  prontas   a    morir... 

la  faz  de  la  Noche  parece  herida  de  he- 
betud,  cual  si  sus  constelaciones  ebrias  de 
sombra,  se  negasen  a  alumbrar  la  marcha 
de  los  pueblos,  al  enorme  Sacrificio,  al  cual 
los  lleva  la  demencia  colérica  de  sus  amos; 

siniestro  y  solo,  el  Enigma  se  inclina  so- 
bre la  Eternidad  y,  la  interroga... 

y,  las  notas  del  Silencio,  caen  lentamente, 
como  las  rosas  de  un  rosal,  sacudido  sobre 
un    sudario... 

inmóvil  la  respiración  de  los  siglos,  pa- 
rece haberse  detenido  sobre  la  boca  del 
Tiempo,  en  la  cual  la  mano  gigante  de  una 
Noche  Impenetrable,  pone  una  mordaza  de 
tinieblas ; 

el  feto  del  Desastre,  se  mueve  en  las  en- 
trañas de  la  Devastación,  de  donde  va  a 
partir  como  la  flecha  de  un  arco,  tenebrosa, 
pronta   a  atravesar  el   corazón   del   Sol; 

en  el  festín  de  las  concupiscencias,  en  que 


CLEPSIDRA     ROJA  55 

el  mundo  se  hartaba  de  placeres,  de  críme- 
nes V  de  lascivias,  el  dedo  del  Destino  ha 
aparecido  trazando  las  trágicas,  palabras : 
Mane,  Thecel,   Phares; 

oparerum  digíL..  y,  el  grito  de  la  Orgía, 
se  apagó    en   todos    los   labios; 

el  sudor  del  Abismo,  moja  las  sienes  del 
Mundo,  y,  la  angustia  de  lo  desconocido 
llena   sus  ojos  de  tinieblas... 

las  puertas  de  bronce  y,  de  oro,  tras  de 
las  cuales  se  ocultaba  la  Cobardía  volup- 
tuosa y  reinante,  se  han  abierto  con  estré- 
pito, y,  el  mundo  ha  aparecido  en  su  lecho 
de  sibaritismos,  desnudo  y  con  la  punta  dé 
una    espada    sobre    la    garganta; 

y,  se  pone  en  pie; 

se  rebela  a  morir  sin  defenderse; 

quiere  luchar; 

quiere  vencer... 

morir,  para  vivir... 

he  ahí  el  Veredicto  de  la  Historia... 

por  la  escala  de  Jacob,  baja  la  Muerte; 
coronada  de  rayos... 

la  voz  del  trueno  llena  el  espacio,  y,  el 
lívido  rebaño  humano,  tiembla  ante  el  brillo 
de  la  cuchilla,  que  aparece  en  el  espacio, 
pronta   a    decapitarlo; 

la  Esf ing-'e,  ha  hablado,  y,  su  palabra,  como 
una   columna    de   fuego,    ha  incendiado   los 


56  \  ARQAS  VILA 

horizontes,   del   Nadir  al  Cenith,,   y  dt\  Sep- 
tentrión   al    Mediodía.... 

he  ahí  la  Guerra... 

la  Guerra,  que  la  ceguedad  colérica  de 
los  reyes,  ha  desatado  sobre  la  miseria  es- 
túpida de  los  pueblos... 

la  ola  de  la  Demencia  ahoga  las  más  al- 
tas cimas,  antes  de  que  el  diluvio  de  la  san- 
gre, la  sepulte  por  completo,  haciendo  de 
ella,  un  enonne  coágulo  rojo  perdido  en  la 
Noche  Eterna,  que  no  debió  abandonar  ja- 
más ; 

ha  bastado  que  un  aguilucho  austríaco, 
cayese  muerto  sobre  la  tierra  pillada  por 
sus  gaiTas,  la  cual  había  ido  a  ultrajar  con 
su  presencia,  para  que  el  rayo  de  la  Guerra, 
prisionero  hasta  hoy,  en  las  manos  del  Mi- 
lagro, se  escapara  de  ellas,  prendiendo  fuego 
al  Mundo,  y,  haciendo  temblar  hasta  las 
cenizas  de  los  muertos,  en  la  soledad  de  sus 
sepulcros; 

ha  bastado  que  ese  fantasma  coronado, 
que  reina  entre  los  muros  de  Viena,  haya 
sentido  temblar  de  miedo  su  corazón  co- 
barde, para  que  sus  manos  trémulas,  que 
todas  las  olas  de  todos  los  mares,  no  alcan- 
zarían a  lavar  de  la  sangre  que  las  mancha, 
soltaran  sobre  el  mundo  este  haz  de  rayos, 
que  va   a   destruirlo  y   del  cual  se  ve  y2i  el 


CLEPSIDRA     ROJA  57 

rojo  serpenteo  hacer  siniestro  el  espléndido 
azul ; 

Edipo,  no  podía  morir,  sin  deshonrar  su 
senectud   con    un   nuevo    Crimen; 

Francisco  José  de  Austria,  no  podía  bajar 
al  sepulcro,  sin  envoher  al  mundo  en  ese 
sudario  de  tragedias,  que  ha  sido  su  manto 
imperial,  brutalmente  desgarrado  por  el  Cri- 
men, y,  sacudido  perpetuamente  por  tm  hu- 
racán de  horrores,  que  habrían  fatigado  la 
fantasía  de  los  bardos  homéridas; 

no  hay  sombras  bajo  los  cielos,  ni  aguas 
en  los  mares,  ni  nie\'e  sobre  las  cimas  de 
los  más  altos  montes,  qCle  la  Fatalidad  no 
haya  obligado  a  profanar  con  sus  crímenes 
a  este  Agamenón  del  Delito,  fuente  obscura 
\,  tenebrosa  de  todas  las  devastiiciones ; 

en  él,  \'i\e  el  Crimen,  como  la  ferocidad 
en  el  vientre  de  una  fiera  en  cinta ; 

y,  este  tigre  en  deo'epitud,  vaieltos  Jos 
ojos  hacia  la  Noche  Inmutable,  en  que  vi- 
vt  su  espíritu,  palpando  con  manos  ávidas 
el  cuerpo  desnudo  de  la  Muerte,  ha  re- 
suelto, para  vengar  la  sangre  del  cachorro 
imperial,  ultiniado  en  Saraje\o,  eaitregar  la 
Tierra  al  ^^eredicto  de  la  espada,  en  la  bru- 
talidad de  un  juicio  primitivo; 

y,  enojado  en  su  Sjoledad,  envía  más  allá 
del  Danubio,  sus  leg^ione-s  de  escla^'os  a  cas- 


58  VARGAS   \  ILA 

tigar  un  pueblo  heroico,  culpable  de  la  glo- 
ría de  haber  dado  vida  al  Hércules  adole- 
cente,  que  abatió  con  su  tiro  el  jabalí  sal- 
vaje, pi-onto,  a  devorar  los  pueblos,  en  la  selva 
fangosa,  que  le  servía  de  guarida,  escoltado 
por  coraceros  más  feroces,  que  la  bestia  in- 
munda,   coronada   de  lises    imperiales; 

Servia,  con  una  rodilla  en  tierra,  no  puede 
obtener  perdón; 

se  le  obliga  a  doblarlas  ambas,  para  de- 
caj^itarla  de  hinojos; 

yo,  no  tengo  ninguna  simpatía  por  esa 
raza  de  pastores  asesinos  que  reina  en  Servia, 
raza  de  locos  que  decapitaron  un  cerdo,  para 
robarle   la   corona  y,    ceñírsela  ellos^; 

pero  amo  la  actitud  de  ese  pueblo  semi- 
bárbaro y  viril,  desafiando  la  insolencia  de 
las  legiones  austriacas,  que  arrastrarán  tras 
de  sí,  las  hordas  empenachadas  de  Berlín; 

hay  de  un  épico  homérida,  en  este  gesto 
insensato ; 

pero,  de  ahí  que  el  pueblo  de  pastores  bé- 
licos, no  está  solo; 

del  Septentrión  cercano,  el  oso  polar  baja 
para    defenderlo; 

el  caballo  de  Vercengitorix,  relincha,  im- 
paciente en  las  llanuras  de  Galia; 

se  oye  el  ruido  de  los  escudos  célticos,  lim- 
pios para  el  combate   y,  siéntese   sobre  las 


CLEPSIDRA     ROJA 


59 


piedras    druídicas,    el   afliar    de  las    espadas 
que  han  de  cortar  €l  cuello   a  las  legiones 

de  Anninius; 

el  leopardo  británico,  enarca  el  cuello  en- 
tre sus  rocas  marinas,  y,  los  cartílagos  de 
su  nariz  se  hinchan  de  voluptuosidad  al  le- 
jano olor  de  las  conquistas  posibles;  la  ra- 
piña lo  seduce  con  sus  mirajes  de  sangre... 

nadie  ni  nada  ha  podido  detener  el  choque 
de  los  grandes  pueblos,  que  volviendo  la 
espalda  a  la  Civilización,  entran  violentamen- 
te en  la  selva  ancestral  de  la  Barbarie;^ 

el  Hombre  Primitivo,  hace  su  reaparición, 
bajo  el  Hombre  Decrépito,  enchamarrado  de 
libreas  de  oro,  larva  espléndida  de  una  Ci- 
vilización,   que    fué    fugaz,    y,   fué    mentira; 

el  Silex,  hace  eco  al  alarido  de  las  bes- 
tias; 

y,  Cam  aparece  en  las  fronteras  del  mun- 
do... 
i  Salve  Caín!... 
en  nombre  de  Abel:  mil  veces:   ¡salve!... 


/ 


¡¡♦i»4-»4  —  ^«-i4— »♦♦»♦  —  ♦  —  ♦—'♦— ♦Q 


Belona  Dea  Urbis 


París  Ago?to  5- 19 14. 

De  todas  las  cosas  inmortales,  deshonra- 
das por  los  hombres,  nada  hay  más  augusto 
que  la  GueiTa,  es,  el  alnia  de  la  Libotad, 
y,   el   corazón  sangriento   de  la   Gloria; 

la  Paz,  es,  la  fosa  pútrida  de  la  Gran-- 
deza  Humana;  el  alma  de  Babilonia  y  de 
Bizancio;  un  pei-fume  de  rosas  de  Serrallo; 

la  Paz,  es  el  dios  de  todos  los  amos,  y, 
el   culto   de  todos   los  esclavos; 

la  Guerra,  nació  un  día.  en  el  corazón  del 
cielo,  y,  cayó  sobre  la  Tierra  como  un  rayo, 
despi-endido  de  la  cabeza  de  Júpiter  radioso; 

la  Pa:?,  nació  de  la  simiente  de  Onan,  ai 
pie  del  Tabernáculo; 


62  VARGAS  VII. A 

las  almas  y,  los  pueblos  soberbios,  aman 
la  Guerra,  como,  las  águilas  aman  las  ci- 
mas, y,  los  leones   aman  la   sangre; 

si  los  leones  tmieran  el  don  de  la  Pala- 
bra, que  los  hombres  débiles  en\ilecen,  can- 
tando himnos  a  la  Paz,  no  la  envilecerían 
sin  duda,  cantando  églogas  pacifistas,  en  el 
corazón  salvaje  de  las  selvas; 

las  palomas,  son  las  himnólogas  aéreas, 
de  los  encantos  enfermizos  de  la  Paz:  son 
su   Símbolo; 

¿qué  tiene  que  ver  la  fuerza  cruel  de  la 
garra,   con  la  caricia  tierna  de   las  alas? 

dejad  crecer  el  árbol  de  la  Guerra,  él,  es 
la  encina  de  Hisdrail,  a  cuya  sombra  no 
tiene  eco,  el  despotismo  escolástico  de  los 
sofistas   de  la  Paz; 

la  Paz,  es  la  voz  del  vientre,  y,  ella  esteri- 
liza con  las  deyecciones  del  Miedo,  todo 
germen  de  grandeza  sobre  una  tierra  de  li- 
bres; 

la  Guen-a,  es  el  estado  natural  del  Hom- 
bre; y,  la  Paz,  es  un  estado  de  violencia, 
hecho  a  la  Naturaleza; 

la  aparición  de  la  Guerra,  en  una  sociedad 
enervada  y,  corrompida  por  los  sofismas  de 
la  Paz,  es  la  aparición  del  Silogismo  de 
granito,  que  el  Destino,  pone  en  la  ruta 
de    ese    Pueblo,    para    que  la    rompa,    o   se 


CI.ÍPSIDRA     ROJA  63 

rompa  contra  él,  para  que  lo  venza,  o  caiga 
vencido  al  pie  de  la  Fuerza  inquebran- 
table ; 

fué  el  crimen  sin  proporciones  y  sin  nom- 
bre de  todos  los  pacifistas  de  la  Tierra,  pre- 
dicar la  Paz,  que  había  de  entregar,  la  Li- 
bertad maniatada  al  Despotismo,  y,  la  Tie- 
rra desarmada  al  poder  de  la  Barbarie; 

¿qué  larga  esclavitud  se  prepara  al  Mundo, 
como  la  Expiación  merecida  de  esa  Paz 
oriental,  esa  Paz  ninivita,  que  se  predicó 
y  se  adoró  por  tanto  tiempo,  como  una  dei- 
dad ungida  de  perfumes,  tendida  sohre  los 
cojines  de  la  molicie,  aspirando  el  olor  ener- 
vante de  los  jardines   de  Sibaris? 

los  héroes,  y,  los  mártires,  y  los  apóstoles 
de  todas  las  patrias,  de  todos  los  dioses  y 
de  todas  las  causas,  amaron  el  combate  y 
murieron  combatiendo,  felices  de  oir  interior- 
mente, subir  el  rumor  de  las  olas  de  la  san- 
gre, la  trágica  marea,  desatada  por  su  gesto, 
y  pronta  a  inundar  la  Tierra,  para  purifi- 
carla; 

la  Paz,  es  el  sueño  de  las  razas  vencidas, 
que  amaron  la  cadena,  y,  de  los  pueblos 
mutilados,  que  como  Orígenes,  amaron  su 
mutilación ; 

el  deber  de  los  hombres  y,  de  los  pueblos, 
es  vivir  armados  y  en  vela  para  conquistar 


64  \  ARGAS   VlLA 

la  Vida;  y,  solo  aquellos  que  la  xcncen  tienen 
derecho  a  poseerla ; 

la  Espada  brilla,  suspendida,  sobre  el  Edén 
de  la  Libertad,  como  sobre  el  de  la  Fábula 
bíblica ; 

el  día  que  esa  espada  desaparece,  la  Li- 
bertad de  los  pueblos  muere,  devorada  por 
las  fieras  que  asaltan  el  Edén; 

hablo  de  la  espac^  de  los  pueblos,  no  de 
la  espada  de  los  hombres; 

es  justamente  para  degollar  a  los  hom- 
bres que  abusan  de  la  Espada,  que  los  pue- 
blos deben  tener  la  su  va  afilada  v,  desnuda ; 

\  ay  1  del  Pueblo  que  se  duerme  sobre  su 
'Espada,  ese  despertará  un  día,  prisionero 
a  la  sombra  de  otra; 

el  mundo  \ive  en  las  tinieblas,  y,  es  justa- 
mente la  Espada,  la  que  hundiéndose  en  el 
corazón  de  esas  tinieblas,  hace  brotar  de 
ellas,  el  milagro  de  un  Sol; 

el  Sol  de  la  Libertad  ; 

la  Espada,  es  una  aurora  de  himnos  vic- 
toriosos, y,  no  tiene  que  ver  nada  con  el 
crepúsculo  de  las  lamentaciones,  en  que  des- 
aparecen los  pueblos,  que  rompieron  servil- 
mente su  espada  en  las  rodillas  o  la  entre- 
garon a  un  Amo  victorioso,  en  vez  de  atra- 
vesarle con  ella  el  corazón,  o  degollarlo  abra^ 
zado  a  su  V^ictoria ; 


CLEPSIDRA     ROJA  65 

la  Espada,  corta  los  senos  a  la  Degra- 
dación, y,  le  impide  lactar  hijos  para  la 
Derrota; 

el  brillo  de  la  Espada,  no  ciega  sino  a 
aquellos  que  degüella;  su  brillo  es  familiar 
a  los  ojos  de  los  héroes,  como  el  sol  es  fa- 
miliar a  los  ojos  de  las  águilas; 

romped  la  Espada  de  la  Tiranía  en  la 
mano  del  Hombre,  pero,  mantened  la  Es- 
pada de  la  Libertad,  desnuda  y  tenaz  en  las 
manos   del  Pueblo:  ella,   salvará  el  Mundo; 

la  Libertad  muere,  si  se  acoje  al  filo  de 
una  Espada,  pero,  no  puede  vivir  sin  una 
Espada  en  la  mano; 

la  Libertad  como  Palas,  nació  armada  y 
de  pie; 

[ay!  de  la  Libertad  desarmada,  o  de  la 
Libertad  que  se  arrodilla; 

ella,  no  es  ya  la  Libertad; 

la  Espada  es  la  columna  de  fuego  de  la 
GueiTa ; 

ella  guía  los  pueblos  armados,  a  los  gran- 
des destinos  del  Futuro; 

¿quién    dijo    que   la    guerra   era    funesta? 

la  Guerra  es  salvadora; 

la  Guerra,  es  purificadora ; 

la  Guerra,  es  redentora; 

la   Guerra,  es  el  Sol  del  Mundo; 

Clepsidra    Soja,  —  5 


66  VARGAS   VILA 

y,   el  corazón  de   la  Eternidad; 

la  Guerra,  es  el  alma  de  la  Historia; 

suprimid  de  ella  la  Guerra,  y,  las  más 
bellas  páginas  que  haya  escrito  el  Hom- 
bre en  su  marcha  miserable  sobre  la  Tie- 
rra,   habrán   dejado   de    existir; 

la  Guerra,  ha  sido  el  Alpha  y,  el  Omega, 
de  toda   Civilización; 

la  Humanidad  no  ha  dado  un  paso  deci- 
sivo en  esa  ruta  de  acechanzas  y  de  precipi- 
cios que  se  llama,  la  Gloria,  sino  llevada 
por  el  huracán  de  la  Guerra,  con  la  punta 
de  una   espada  aguzada   en  los   ríñones ; 

la  Guerra,  es  lo  único  que  dignifica  al 
Hombre,  en  su  ruta  por  este  estercolero  mi- 
serable que  se  llama  la  V'ida,  y,  en  el  cual, 
los  pueblos  sin  valor,  se  sientan,  desnudos 
como  Job,  a  exasperar  la  lepra  de  su  Co- 
bardía, bajo  el  infame  sol  de  la  Resignación ; 

la  Guerra,  es  Rebeldía,  y,  todo  gesto  bello 
en  la  Historia,  ha  sido  un  gesto  de  Rebelde; 
desde  aquel  que  quemó  las  alas  de  Luzbel, 
en  los  limbos  de  la  Fábula,  hasta  aquel 
que  hizo  crecer  alas  en  los  hombros  de  Bo- 
lívar, para  ascender  al  cielo  de  la  Gloria; 

todo  lo  que  hay  grande  en  la  Vida,  es 
una  guerra; 

todo:  hasta  el  Amor; 

¿hay    herida   igual   a   la  ferocidad    d€  un 


CLEPSIDRA     ROJA  67 

beso  dado  cu  las  tinieblas,  en  un  encuentro 
de    Amor? 

la  Guerra,  es  la  madre  de  todas  las  gran- 
dezas, y,  el  antídoto  de  todas  las  decadencias; 

el  hierro  cura  por  igual  la  anemia  de  los 
pueblos  y  de  los  hombres;  ella  aumenta  los 
glóbuols    rojos   de   la   sangre  que    derrama; 

la  Paz,  es  un  estado  de  vileza  de  ánimo, 
propio  para  los  hombres  en  decrepitud  y,  los 
pueblos  en  hartazgo; 

la  Paz,  es  el  pienso  de  los  asnos,  la  bellota 
de  los  cerdos,  y,  la  escudilla  de  los  esclavos; 

todos  los  bajos  apetitos  viven  y,  se  ali- 
mentan en  el  seno  de  la  Paz,  como  en  el 
fango  tornasol  de  una  piara; 

las  palabras  mismas,  degeneran  en  la  deli- 
cuescencia,  de  esas  épocas   de  Oprobio; 
en  ellas,  el  Despotismo,  se  llama:  Orden; 

la  Caridad,  se  llama:  Filantropía; 

el   Miedo,   se  llama:   Previsión; 

es  en  la  Paz,  que  florecen  el  despotismo 
de  los  débiles  y,  el  reinado  de  los  mediocres ; 

entre  los  retóricos  de  la  Palabra,  que  can- 
tan himnos  a  la  Paz,  y,  los  retóricos  de  la 
Espada,  que  escriben  con  ella  el  Poema  de 
la  Guerra,  yo,  prefiero  estos  que  cortan  la 
garganta  del  Vencido,  a  aquellos  que  con 
sus  gargantas  cancerosas,  no  saben  sino  can- 
tar, la  gloria  del  Vencedor; 


68  VARGAS  VILA 

Entre  César  y  Cicerón,  yo.,  prefiero  a  Cé- 
sar, CUYO  crimen  mavor,  fué  no  haber  de- 
caj^itado  a   Cicerón; 

desde  luego,  si  prefiero  a  César,  es  a  con- 
dición  de  que  exista   Bruto; 

Bruto,  es,  ]a  última  y,  la  más  alta  expresión 
de  la  Libertad;  es  el  gesto  del  Hombre  que 
se  convierte  en  Dios; 

todo  Pueblo  tiene  el  Amo  que  merece; 

todo  Amo,  tiene  la  talla  de  su  pueblo; 

todo  Amo, — Hombre  o  Partido — es  un  Pre- 
dicador de  Paz,  en  el  Pueblo  que  domina; 

y,  eso,   porque  toda  Paz,  es  Servidumbre; 

la   hora   de  la   Paz,  es  la  hora  decadente; 

y,  los  sofistas  son  los  Amos  de  esta  hora 
prosternada; 

el  Sofisma,  es  el  nenúfar  envenenado,  de 
esa  palude  infecciosa,  que  se  llama:  la  Paz; 

de  todas  las  esclavitudes,  la  Esclavitud  de 
la  Paz,  es  la  más  degradante; 

la  Paz,  fué  el  alma  de  Roma  en  decaden- 
cia, y,  de  Bizancio  en  disolución; 

la  Paz,  es  el  regalo,  que  hace  el  Con- 
quistador al  Pueblo  conquistado; 

y,  es  el  homenaje,  que  el  esclavo  hace 
a  su  Señor; 

la  Paz,  afemina,  como  una  mutilación  se- 
xual; 

un  Pueblo,  en  la  Paz,  es,  como  un  eunuco 


CLEPSIDRA     ROJA  69 

en  fiesta:  muere  del  hartazgo  de  mendru- 
gos y,  de  la  atrofia  de  su  Virilidad; 

la  Paz,  es  el  vino  que  embriaga  a  los 
ilotas,  para  hacerlos  olvidar  su  esclavitud; 
un  Pueblo  que  ama  la  Paz,  no  ama  la  Liber- 
tad, y,  se  apresura  a  sacrificar  ésta,  en  ma- 
nos  de  aquel  que   le  prometa  aquella; 

de  ahí,  que  la  Paz,  sea  la  cuna  del  Des- 
}X)tismo,    y,   la  madre    de  todo    César; 

un  Pueblo,  que  envaina  su  espada,  se  des- 
pierta un  día,  con  la  espada  de  un  Amo  en 
la  garganta; 

la  Mda,  es  un  combate,  y,  Pueblo  que 
renuncia    a   vivir,   renuncia    a   combatir; 

mostrando  horror  a  manejar  el  hacha  que 
salva,  no  sabrá  sino  morir  bajo  el  hacha 
que  mata; 

y,  perderá  su  cabeza,  por  no  haber  sabido 
cortar  la  de  aquellos,  que  se  alzaron  por  en- 
cima de  la  suya; 

renunciar  a  la  Espada,  es  aceptar  un  yugo; 

toda  coyunda  es  hecha,  de  la  vaina  de 
una  Espada,  que  un  Pueblo,  no  supo  o  no 
quiso  manejar; 


y,  he  ahí,  como  el  Sofisma  Pacifista,  ha 
traído  al  corazón  de  la  Francia,  la  Espada 
de  la   Conquista; 


70  VARGAS   VILA 

la  Alemania,  no  amó  nunca  la  Paz,  no  pre- 
dicó la  Paz,  no  divinizo  la  Paz,  y,  por  eso 
sus  ejércitos  violan  la  Paz,  y,  vienen  sobre 
París,  para  acampar  acaso  bajo  sus  toldas, 
en  plena  Bue  de  la  Paix... 

socialistas  ilusos  y  mediocres,  predicaron 
la   Paz; 

anarquistas  candidos  o  imbéciles,  predica- 
ron la  Paz; 

y,  la  Paz,  llamó  a  las  hordas  de  Genserico, 
pronto  a  coronarse  Emperador  de  Occidente 
en    Notre    Dame   de    París; 

he  ahí  la  Obra  de  la  Paz; 

apóstoles  de  la  Paz; 

misioneros  de  la  Paz,  recojed  vuestras  ban- 
deras, salid  al  camino  del  conquistador,  y, 
como  el  viejo  monje  histórico,  tomad  las 
bridas  del  caballo  de  Atila,  y,  hacedlo  cam- 
biar   de   rumbo ; 

o,  caed  bajo  él,  y,  que  sus  cascos  vence- 
dores os  pongan  en  los  labios  el  sello  de  la 
Paz; 

sofistas  de  la  Decadencia,  he  ahí  vuestra 
Obra; 

vosotros  desarmasteis  la  República,  y,  los 
bárbaros  han  llegado,  traídos  por  vosotros; 

y,  como  en  horas  retrospectivas  y  iguales 
de  la  Historia,  ellos  os  traen  la  Paz,  en  la 
punta  de  sus  lanzras; 


CLFPSIDRA     ROJA  71 

la  Paz  de  la   Conquista; 

felizmente,  aun  hay  algo  más  que  retóricos 
en   Francia; 

aun  hay  hombres; 

y,  ellos  marchan  ya  vuehos  de  espaldas 
a  la  Paz... 

con  el  rostro  radioso; 

hacia   la   Guerra; 

y,  de  esa  Guerra  traerá  vencedora  la  Liber- 
tad, que  surge  de  la  urna  de  la  Paz,  hecha 
pedazos; 

el  Pu«eblo  verdaderamente  libre,  no|  es  ¡aquel 
que  se  duerme  sobre  su  Escudo,  sino  aquel 
que  se  apoya  en  él,  después  de  haber  aplas- 
tado con  su  peso,  el  último  de  sus  opresores; 

la  Libertad,  no  la  da  Dios; 

es  la  muerte  de  los  dioses  la  que  da  la 
Libertad... 

y  el  Mundo,  no  será  verdaderamente  libre, 
sino  cuando  haya  matado  el  último  de  sus 
amos,  sobre  el  altar  del  último  de  sus  dioses... 

con  la  Espada  de  la  Guerra. 


Q4n4.B4Bn4-ntn^^»i^H^iM4-K4^i»^Q 


Rule  Britania 


París  Agosto  15-1914. 

Seamos  sinceros; 

tengamos  el   valor  de   ser  sinceros... 

ahora  que  la  ola  de  la  Mentira  sube  hasta 
tocar  todos  los  labios;  tengamos  el  valor 
de  la  Verdad,  que  es  el  más  raro  de  todos 

los  valores; 

en  esta  hora  tan  triste,  en  que  todo  ame- 
naza hacer  naufragio,  todo,  hasta  la  His- 
toria,   tengamos   el  valor    de  recordarla; 

no  añadamos  nuestra  complicidad  a  las 
otras  complicidades,  para  colmar  de  mentiras 
el  abismo  sin  fondo,  en  que  va  a  precipitarse 
el  Mundo... 

confesemos  altamente,  que  sin  la  Verdad, 
nada  se  puede,  y,  que  ella  nos  dice  a  grito 
herido:   sine  me  nihil  potestis... 


74  VARGAS  VIL  A 

nada  se  puede  sin  la  \'erdad,  nada  contra 
la  Verdad,  ni  siquiera  asesinarla,  porque  es 
inmortal; 

démonos  el  placer  de  saborear  el  licor  de 
la    verdad; 

la   Verdad,   purifica; 

la  Verdad,   salva; 

la  Verdad,  hace  augustos  los  labios  que  la 
dicen,  y,  los  corazones  en  silencio,  que  la 
escuchan ; 

es  remontando  el  río  de  la  Historia,  hacia 
sus  cataratas  primitivas,  que  podemos  coger 
en  sus  riberas  las  rosas  del  rosal  de  la  \^er- 
dad; 

no,  no  es  cierto  que  la  Historia  sea  «una 
conspiración    contra   la   Verdad»; 

no; 

la  Historia,  es  la  Apoteosis  de  la  Verdad; 

la  Voz  de  la  Verdad;  contra  todos  y  contra 
todo ; 

la  Verdad  y,  el  Valor  deben  ir  unidos; 
sobre  todo  en  estos  momentos  en  que  en 
nombre  de  virtudes  ocasionales,  se  impone 
a  los  hoinbres  el  culto  de  la  Mentira,  que 
es  infame,  o  el  culto  del  Silencio,  que  es 
cobarde; 

no,  no  hagamos  de  la  Historia  y  de  la 
Verdad,  los  gemelos  de  la  Escritura,  reñidos 
desde  el  vientre  de  su  madre; 


CLEPSIDRA     ROJA  75 

declaremos   que   son  indisolubles; 

y,  no  permitamos  que  la  Fuerza,  nos  haga 
asumir  otra  actitud  que  no  sea  la  del 
Honor  ; 

he  ahí  que  a  la  Rusia  lanzada  en  la  con- 
tienda para  defender  los  eslavos  de  Servia, 
sigue  la  Gran  Bretaña,  entrada  en  liza,  para 
defender... 

¿  qué  ? 

la  Independencia  y,  la  Soberanía  de  Bél- 
gica, brutal  y,  cobardemente  violadas  por 
Alemania ; 

bello  gesto,  hecho  para  desarmar  todos  los 
excepticismos ; 

menos  el  mío; 

para  mí,  la  Gran  Bretaña,  continúa  en 
representar,  la  rapiña  en  todas  sus  forína's,  el 
Imperialismo  en  lo  que  tiene  de  más  repug- 
tante  v  más  violento; 

y,  por  eso  el  Mundo,  tiene  derecho  a  pre- 
guntarse, no,  qué  Ideal,  sino,  qué  Interés, 
tiene  la  Gran  Bretaña^  en  el  gesto  que  hoy 
esboza... 

ese  gesto,  no  es  habitual  en  un  pueblo,  al 
cual  la  generosidad  ha  negado  sus  secretos; 

en  1.772 

en   1. 79 1 

en  1.793,  la  Prusia,  la  Rusia  y,  el  Austria, 
se    repartieron   la   Polonia    despedazada; 


N'ARGAS  \1LA 

¿qué  hizo  la  Gran  Bretaña,  defensora  hoy 
de   las    débiles  nacionalidades? 

tradujo  su  Indignación  en  Silencio,  y.,  puso 
su  mano  amiga,  en  las  manos  del  Despojo; 

sin  hablar  del  Tratado  de  1836,  finnado 
por  las  mismas  Potencias,  basta  recordar 
que  en  1852,  la  Inglaterra,  firmó  con  Fran- 
cia, Austria,  Prusia  y  Rusia,  el  Tratado  que 
aseguraba:  «la  Integridad  de  ¡a  Dinamar- 
ca.., 

cuando  el  Austria  y  la  Prusia  violando 
ese  Tratado — chiffon  de  papier — que  diría 
la  Diplomacia  novísima  del  Canciller  Belh- 
man-Hollweg,  atacaron  y  desmembraron,  la 
Monarquía  danesa,  cuya  Integridad,  habían 
jurado  respetar,  arrancándole  los  ducados 
de  Sleswig-Holstein... 

¿  qué   hizo    Inglaterra  ? 

se  envolvió  en  el  Silencio  negándose  a 
hacer  honor  a  su  firn^a,  a  pe^sar  de  las  ins- 
tancias de  Francia,  y,  volviendo  las  espaldas 
al  Honor,  se  puso  del  lado  de  los  despoja- 
dores; (*) 


(*)     En    esta    guerra,    ha    habido    neutralidades    cobardes; 

casi  todas; 

la   de   Grecia,    a    la   cabeza    de    los    pueblos    que    tiemblan; 

ha    habido    neutralidades    interesadas : 

todas ; 

pero,    solo    ha    habido    una    Neutralidad    Infame: 

la  de  Dinamarca; 


CLEPSIDRA     ROJA  77 

cuando  el  Rey  de  Prusia,  para  castigar 
al  Rey  de  Hanóver,  su  tibia  amistad  por  Na- 
poleón, no  halló  nada  mejor,  que  arrebatarle 
el  trono  y,  la  corona,  condenando  a  la  Eu- 


la  Dinamarca,  desmembrada  por  la  Pru.sia,  en  1864,  había 
permanecido   irreductible,    hasta   la   muerte  del    Rey    Cristian; 

Guillermo  II,  apesar  de  su  manía  ambulatoria  y,  su  desen- 
fado teatral,  no  había  osado  poner  sus  pies,  en  aquella  tierra, 
ultrajada  y,  desmembrada  por  sus  antecesores ;  la  sombra 
de  la  vieja  reina  Luisa,  indignada  e  irreductible,  en  los  aus- 
teros salones  del  Palacio  de  Copenhague,  lo  hacía  retro- 
ceder ; 

a  la  muerte  de  los  viejos  reyes,  sus  descendientes  dege- 
nerados,  hicieron  la   paz   con  Prusia; 

el  Rey  de  Prusia,  fué  su  huésped; 

y,  ellos  pasearon  su  abyección  coronada  por  los  salones 
reales   de   Postdam ; 

uno  de  ellos,  fué  a  morir,  con  su  augusta  insignificancia, 
en   un   hospital   de    Hamburgo; 

el   pueblo   capituló,   como   sus  reyes ; 

el  yugo  le  hizo  perder  la  memoria; 

los  instintos  bobinos,  triunfaron  sobre  los  instintos  heroicos ; 

y,  hoy,  aquel  país,  dá,  algo  más  que  vacas  gordas,  seme- 
jantes a  las  del  sueno  de  José,  da  generaciones  expontáneas 
de  germanófilos,  en  su  mayoría,  mamantones  con  librea,  pren- 
didos a  la  ubre  nacional,  que  manos  reales,  saben  hacer 
próvida ; 

Dinamarca,   es   el  granero   de  Alemania; 

su   Rey,   es,   el   Intendente  general  del  Rey  de   Prusia; 

y,  la  sombra  del  general  Mesa,  el  noble  defensor  de  la 
Integridad  Nacional,  no  se  alza  de  su  tumba,  para  cruzar  a 
cintarazos,  el  rostro  del  Rey  feudatizado,  y  las  espalda^  del 
Pueblo  sometido,  que  han  renunciado,  a  toda  ,idea  de  Re- 
vancha, y,  besan  las  manos  mutiladoras  que  ayer  Iob  azo- 
taron... 

la  Neutralidad,  de  Dinamarca,  no  es  una  neutralidad,  es 
un    vasallaje; 

merced  a  ese  vasallaje,  la  Libertad  cuenta  con  un  Pueblo 
de  menos,  y,  la  Alemania,  con  un  esclavo  más. 


i 


78  VARGAS  VILA 

ropa,  a  la  triste  visión  de  ese  Rey  viejo  y, 
ciego,  recorriendo  las  playas  del  mundo,  co- 
mo la  sombra  de  Lear,  lejos  de  los  lugares 
en  que  había  reinado; 

¿  qué  hizo  Inglaterra,  novísimo  campeón 
de  las  debilidades  vencidas  y  de  las  nacio- 
nalidades ultrajadas? 

aplaudió  hasta  enrojecerse  las  manos,  y, 
se  puso  del  lado  del  Despojador,  porque 
aquel  despojo  era  hecho  contra  un  amigo 
de  Francia  ;   (*) 

cuando  en  1867,  la  Prusia  invadió  como 
hoy,  el  Gran  Ducado  de  Luxemburgo,  per- 
teneciente entonces  al  Rey  de  Holanda,  como 
feudo  de  la  casa  de  Nassau; 

¿  qué  hizo  Inglaterra,  cuya  firma  garan- 
tizaba, la  integridad  del  minúsculo  ducado? 

dejó  en  descubierto  las  protestas  de  Fran- 


(*)  Si  ]a  Historia  tuviera  que  sufrir  de  las  concupis- 
cencias de  aquellos  que  la  deshonran,  no  se  podría  eticribir 
la  Historia,  por  miedo  de  avergonzarla; 

tal  sucedería,  hablando,  no  del  Hanover,  sino  de  los  pre- 
tendientes titiritescos  a  su  trono,  caídas  ahora  en  servidum- 
bre, figurando  entre  los  artefactos  domésticos,  en  la  Corte 
Palatina   de  sus   antiguos   expoliadores; 

hasta  hace  pocos  años  la  actitud  intransigente  y  agresiva 
del  duque  de  Cumberland,  aspirante  al  trono  de  Hanover, 
frente  a  Guillermo    II,   era  histórica; 

cuando  la  Corle  de  Dinamarca,  abdicó  toda  idea  de  altivez 
y  de  revanclia,  y,  el  Rey  de  Prusia,  fué  a  Copenhague,  lel 
duque  de  Cumberland,  y,  su  mujer,  que  es  una  princesa  da- 
nesa, abandonaron  el  país,  como  para  no  oír  el  ruido  de  las 


CLEPSIDRA     ROJA  79 

cia,  Y,  se  puso  tácitamente  del  lado  del  vio- 
lador de  la  déhü   nacionalidad; 

cuando  en  1866,  la  Prusia,  obligó  a  Badén, 
Baviera  y  .Wurthenberg,  a  aliarse  a  ella, 
amenazando  la  independencia  de  los  peque- 
ños Estados  limítrofes,  prontos  a  ser  atraídos 
y  absorbidos,  por  la  naciente  confederación 
germana; 

¿  qué    hizo    Inglaterra  ? 

abendonó  la  causa  de  las  déhiles  nacionali- 
dades y,  de  la  cual  fué  alma  Lord  Stanley, 
para  sancionar,  esa  unión  genitora  del  pró- 
ximo despojo...  y,  eso,  por  odio  a  Francia, 
contra  la  cual,  esa  Confederación  iba  a  ser 
hecha ; 

al  día  siguiente  de  la  victoria  de  Sadowa, 
toda  Inglaterra  repetía  entusiasmada,  las  pa- 
labras de  Goldwin  Smith:  tlie  cause  of  Ger- 


espuelas  del  Conquistador,  sobre  el  territorio  despedazado 
por    sus    conquistas ;  i 

ese  fantasma  de  Rey,  volviendo  la  espalda  a  aquel  Em- 
perador locuaz  y  divertido,  tuvo  en  su  conmovedora  comici- 
dad, algo  de  grandeza;  la  belleza  de  su  gesto,  lo  libraba 
del  ridículo; 

una  desgracia  de  automóvil,  mató  al  príncipe  heredero  de 
aquel  sueño  y,   de   aquel  odio ; 

el  secundón  estólido,  que  heredó  aquel  halo  de  corona, 
se  apresuró  a  pactar  con  el  Emperador,  casándose  con  su 
hija,  y,  aceptando,  el  ducado  infinitesimal  de  Brunswich,  en 
cambio  de  sus  derechos  al  trono  de  Hanover,  y,  hoy,  es, 
como  el  Rey  de  Grecia,  un  apéndice  imperial,  atado  por 
el  sexo  a  las   columnas  del  trono   de  los    Hohenzolern; 


80  VARGAS  \1LA 

7nnny  is  ours:  la  causa  de  Alemania  es  nues- 
tra causa;  y,  fiel  a  ese  entusiasmo,  adoró 
a  Bismark,  declarando  que  la  salvación  del 
mundo,  estaba  en  la  Unidad  Alemana,  hecha 
contra  la  Francia ; 

cuando  en  1867,  la  Francia,  estuvo  a  pun- 
to de  declarar  la  guerra  a  la  Prusia,  por 
el  principio  del  respeto  a  las  pequeñas  nacio- 
nalidades, y,  la  independencia  de  los  pe- 
queños Estados,  al  ver  como  se  anexaba 
violentamente,  el  Saxe,  el  Hanóver,  el  Nas- 
sau^ y,  el  Hesse... 

¿  qué  hizo  Inglaterra,  por  esas  débiles  na- 
cionalidades, así  brutalmente  agredidas  y  ane- 
xadas? 

abandonarlas  a  las  violencias  del  fuerte,  po- 
niéndose abiertamente  del  lado  del  Usur- 
pador; 

¿la  Causa  de  Alemania  no  era  causa  suya? 

entonces ; 

¿  de  dónde  ese  amor  súbito,  surgido  aho- 
ra, por  las  débiles  nacionalidades,  y,  el  res- 
peto de  su  neutralidad? 

la  psiquis  de  un  leopardo,  no  es  difícil 
de   definir:  lleva  el   alma  en  las  garras; 

si  los  coraceros  de  Guillermo  II,  en  vez 
de  inarchar  hacia  Amberes,  hubiesen  mar- 
chado en  dirección  opuesta... 

¿qué  habría  hecho  Inglaterra? 


CLEPSIDRA     ROJA  81 

¿qué  pretexto  habría  tomado  para  inter- 
venir? 

intervención  y  salvación,  eran  sinónimos 
para    ella... 

interv'-enir  o  dimitir; 

ese  era  su  dilema; 

dimitir  del  Imperio  Marítimo  del  Mundo; 
que  la  Alemania  iba  a  disputarle,  y,  tal  vc2 
a    arrebatarle ; 

para  evitar  eso,  Inglaterra,  había  prepa- 
rado esta  guerra; 

mi  guerra,  puede  llamarla,  como  el  orgullo 
de  Chateaubriand,  llamó  la  guerra  de  inter- 
vención en  España,  y,  como  la  vanidad  de 
la  Emperatriz  Eugenia,  llamó  la  guerra  fran- 
co-prusiana del  70; 

sí; 

porque  a  nadie  en  el  mundo,  tanto  como 
a    Inglaterra,   le  conviene   esta  guerra; 

diez  años  más,  y,  el  Imperio  del  Mar,  no 
sería  su)^ ;  Alemania  se  lo  habría  arrebatado; 

he  aquí  las  razones  de  su  sentimentalismo 
agresivo  del  momento; 

he  ahí  el  móvil  de  su  intemperante  Amor, 
por  la  Integridad  de  los  pueblos  débiles,  y, 
la  Inviolabilidad  de  Bélgica; 

el  mismo  amor  que  la  llevó  a  auxiliar  la 
Independencia   de  la  América   Latina,  para 

Clepsidra    Roja ,  — G 


82  VARGAS  VILA 

quebrantar  el  poder  de  España,  dueña  en- 
tonces  de   los  mares   de  Occidente; 

el  mismo  amor  que  la  llevó  a  ayudar  a 
España,  en  su  guerra  contra  Napoleón,  y, 
empujó  sus  legiones  hasta  Waterloo,  para 
vencer  al  Corso  fatal,  traicionado  de  un  solo 
golpe,  por  las  veleidades  de  la  suerte  y,  las 
lentitudes   de  Grouchy; 

ese  Amor,  que  la  Psicología  de  la  His- 
toria, llama  por  su  verdadero  nombre :  el 
Interés ; 

el  Interés  de  su  Imperio  Marítimo,  que 
ella  quiere  conservar  absoluto  e  intangible 
a  todo  trance; 

La  política  llamada  de  Pitt,  no  ha  muerto : 
ella  vivía  antes  de  Pitt,  y,  vive  después  de 
Pitt;  es  la  Política  de  Inglaterra; 

esa  política,  que  destruyó  la  flota  espa- 
ñola en  San  Vicente  y  la  flota  holandesa 
en  Capedumy,  es  la  misma  que  salió  al  en- 
cuentro de  Napoleón  cuando  la  Expedición 
de  Egipto  pareció  librar  el  Mediterráneo  del 
despotismo  de  las  águilas  sajonas,  la  misma 
que  el  cañón  de  Marengo,  obstruyendo  los 
planes  de  Pitt,  inmovilizó  sin  destmir,  y,  que 
el  Tratado  de  Luneville  no  logró  cortar  las 
alas  que  le  había  dado  el  de  Campo-Formio; 

esa  política  de  presa,  que  era  ayer,  como 
es  hoy,  el  alma  de  Inglaterra; 


CLEPSIDRA     ROJA  83 

¿  dónde  estaba  el  amor  de  la  Gran  Bretaña, 
por  las  pequeñas  nacionolidades,  cuando  obli- 
gaba por  sus  injusticias,  a  la  Suecia,  la  Di- 
namarca y  la  Holanda,  a  aliarse  a  Napoleón 
para   proteger   su   independencia? 

fueron  sin  duda  esas  manifestaciones  de- 
masiado efusivas,  de  amor  a  la  integridad, 
a  la  inviolabilidad  de  las  débiles  nacionali- 
dades, lo  que  hacía  escribir  al  Czar  Pablo  I, 
al  Primer  Cónsul :  «quiero  unirme  a  Vos,  para 
poner  un  término  a  la  1)2 justicia  del  Gobierno 
inglés,  que  VIOLA  EL  derecho  de  las  na- 
ciones DÉBILES  1/  no  es  nunca  guiado  sino 
por  su  Egohmo  y  su  Interés ;» 

el  Tratado  de  Versalles  (1783)  fué  la  malla 
urdida  para  aprisionar  el  tiburón  británico, 
absoluto  en  su  dominio  de  los  mares; 

toda  la  política  de  Pitt,  fué  contra  ese 
Tratado ; 

«si  fuésemos  justos  un  solo  día,  no  alcan- 
zaríamos a  vivir  un  año»,  dijo  lord  Chatam; 

el  Evangelio  de  la  Injusticia,  no  ha  tenido 
mejor  expositor; 

la  Injusticia  erigida  en  Dogma,  ha  sido 
la  Religión  de  Inglaterra; 

una    Religión    sin    heresiarcas; 

¿cuántos  siglos  de  Injusticia  Vencedora, 
han  sido  necesarios,  para  que  la  Inglaterra 
sea  invencible  sobre  los  mares? 


84  VARGAS   \'ILA 

responda  el  alma,  un  momento  sincera  de 
lord  Chatam; 

para  destruir  la  Coalición  hecha  en  Ver- 
salles,  para  proteger  los  débiles  y,  los  neu- 
tros, los  torys  ingleses  hicieron  asesinar  al 
Czar  Pablo  I,  por  manos  de  sus  nobles; 

Paske  y  Nelson,  cayeron  sobre  Copenha- 
gue, más  débil  y  más  desprevenido  que 
la   Bélgica   actual; 

y,  el  derecho  de  los  neutros,  fué  roto  y,  atro- 
pellado por  Inglaterra,  con  esta  coalición  y 
por   este    ataque; 

el  Tratado  de  Amiens,  acordado  con  pena 
contó  forma  de  pruehff,  según  lord  Hankes- 
burg,  colmó  la  alegría  del  pueblo  inglés, 
que  llenó  de  ovaciones  al  coronel  Lamiston, 
como  si  aquel  triunfo  diplomático,  hubiese 
destruido  sobre  todos  los  mares,  todas  las 
flotas  del  mundo,  que  pudieran  amenazar 
el  poderío  naval  de   la  Gran   Bretaña; 

con  las  mismas  armas,  con  que  había  vio- 
lado la  Coalición  de  los  Neutros,  en  Co- 
penhague, Pitt.  defendió  el  Tratado  de  Lu- 
neville,  «poniendo  en  Europa  quinientos  mil 
hombres,  pagos  a  razón  de  un  millón  qui- 
nientas mil  libras  por  millar,  con  derecho 
exclusivo  de  control  antes  del  pago,  a  cambio 
del  reconocimiento  de  sus  pretensiones  ab- 
solutas sobre  el  mar»; 


CLEPSIDRA     ROJA  85 

la  horda  de  mercenarios  no  se  detendría 
ya,  hasta  atar  al  César  vencido,  sobre  una 
roca   desnuda ; 

N  el  son,  apareció  entonces,  para  vencer  en 
Trafalgar,  las  últimas  naves  defensoras  del 
derecho    del   mundo   sobre    el  Mar; 

con  la  victoria  de  Trafalgar,  Pitt,  halló 
manera  de  extender  su  control,  al  Imperio 
Indio,  y,  sujetar  a  su  coyunda,  ochenta  mi- 
llones de  hombres;  y,  un  núcleo  de  pueblos 
hasta  entonces  soberanos,  naciones  débiles, 
de  éstas,  cuya  violación,  despierta  hoy  tan 
nobles  iras  en  el  corazón  generoso  de  la 
Gran   Bretaña : 

Piít,  murió  un  año  después  de  Trafalgar, 
pero  su  política  de  Violencia  y  de  Expolia- 
ción, queda  en  pie,  como  la  exponente  y 
la  esencia,  del  alma  de  su  Raza  y  de  su 
Pueblo ; 

los  discípulos  de  Piít,  continuaron  esa 
Política,  desconcertados  a  veces  por  el  vuelo 
de  las  águilas  del  Corso,  e  interrumpidos, 
por  el  ruido  de  los  cañones  de  Jcna,  de 
Auerstad,  de  Evlan,  v  de  Friedland ; 

pero,  ese  desconcierto,  no  les  impidió  ata- 
car de  nuevo  a  la  Dinamarca  desprevenida, 
y  bombardear  de  nue^  o  a  Copenhague,  sin 
declaración  de  guerra,  violando  brutalmen- 
te su  debilidad  y  su  neutralidad,  mil  veces 


86  VARGAS  VILA 

más  efectivas  .que  las  de  la  Bélgica  actual^ 
cuyo  ultraje,  subleva  el  noble  corazón  de  los 
subditos   del   Rey  Jorge; 

en  la  quinta  Coalición,  Inglaterra,  entregó 
al  Czar,  la  Finlandia,  la  Moldavia  y,  la  Va- 
laquia,  principados  que  pedían  y,  podían  ser 
libres,  y  que  fueron  miserablemente  unidos 
al  carro  del  czarismo,  por  las  nobles  manos 
de  la  Gran  Bretaña,  no  dadas  todavía,  a 
esta  misión  que  ensaya  hoy,  de  campeón 
libertador  de  las  nacionalidades   violadas; 

entonces  arrebató  a  la  Turquía,  Ismail  y 
Brahislow,  y,  robó  brutalmente  a  Suecia  las 
islas  de  Aland,  como  una  prueba  de  su  res- 
peto por  las  pequeñas  nacionalidades,  pi- 
lladas por  los  excesos   de  la  Fuerza; 

en  la  Convención  de  Breslau,  Inglaterra 
hizo  enrojecer  al  mundo  con  los  planes  de  su 
dominación  y  los  subsidios  vergonzosos  de 
Rinchembachem ; 

en  1837,  Inglaterra  ayudó  al  Caid  de  He- 
rat,  a  sacudir  la  dominación,  del  Sha  de 
Persia,  que  lo  feudizaba; 

¿por  qué ? 

porque  aquel  oasis  estratégico,  codiciado 
por  todos  los  conquistadores  desde  Roam, 
a  Gengis  Kham  y,  Ta-tzis,  era  la  llave  de 
la  India; 

de  ahí  el  entusiasmo  filibustero  del  Conde 


CLEPSIDRA     ROJA  87 

Neselrode  y  de  lord  Palnierston,  Jefes  en- 
tonces del  Gabinete  Británico,  por  la  causa 
del  Caid  Harat; 

por  eso  hicieron  lewintar  a  los  sucesores 
de  Tch-Ali  Sha,  el  sitio  de  Herat,  y,  lo  ro- 
baron luego  al  Caid  protegido  y,  lo  hicieron 
suyo,  para  dominar  el  golfo  pérsico  y  el 
corazón  de  Afghanistan; 

así  tomaron  la  isla  de  Karak,  y,  el  puerto 
de  Bustin,  tan  necesarios,  como  Malta,  Suez, 
Gibraltar  y  Aden,  a  su  dominio  absoluto  so- 
bre el  imperio  de  los  mares; 

así,  para  defender  despojándolas,  la  inte- 
gridad de  las  naciones  débiles; 

me  fatigo  siguiendo  esa  Vía  Appia,  de 
despojos  y  de  atropellos;  de  Abkasin  a  Sha- 
myzem  y  de  Afghan  a  Kerach,  arrebatado 
a   Persia; 

esquivo  hablar  de  Egipto; 

vuelvo  la  cara  al  sacrificio  del  Transwaal; 
no  quiero  recordarlo; 

y,  me  detengo  atónito  ante  estos  inespera- 
dos defensores  de  la  Integridad  de  Bélgica; 

y,   pienso : 

soldados  de  su  Egoísmo,  los  ingleses,  son 
capaces  de  todo,  hasta  de  un  acto  de  hon- 
radez, para  pillar  al  Mundo. 


^^mm^mm^mm^mm^^i^^wm^mmftms'^mm^ms^Q 


Ante  las  frágiles  victorias 


París   Septiembre   i. 6.1^14. 

No  creáis  en  la.  grandeza  efímera  de  estos 
vencedores  de  hoy,  que  parecen  dominar  con 
el  peso  de  sus  legiones,  la  tierra  casi  desor- 
bitada por  la  carrera  \'ertiginosa  de  estos 
últimos  descendientes  de  las  hordas  primi- 
tivas... 

esos  triunfos  son  efímeros,  como  los  de  las 
arenas  sohviantadas  por  el  simoun  en  el  de- 
sierto, y,  los  de  las  olas  agitadas  por  el 
huracán  sobre  los*  mares ; 

pronto  la  voz  de  la  Justicia  vencedora^  los 
hará  aplacarse,  humildes  y,  vencidos,  en  una 
qviietud  hermana   de  la   Muerte... 

ellos  perecerán  por  el  hierro  y  por  el  fuego, 
de  los  cuales  hicieron  la  Suprema  Ley,  dego- 


96  VARGAS  VILA 

liando  los  pueblos  inemies,  que  aplastaron 
bajo   su   escudo  sin   cuarteles; 

la  Justicia  se  lexantará  del  fondo  de  la 
Tierra  humillada  por  tantos  crímenes  y,  la 
Victoria  aparecerá  sobre  las  alas  del  Aqui- 
lón, para  castigar  estas  generaciones  de  es- 
clavos, que  pelean  al  pie  de  los  caballos  de 
sus  amos,  hipnotizados  por  el  relincho  de 
las  bestias  y  las  miradas  del  César  loco,  que 
los   trae  a  la  matanza; 

un  gran  pueblo  se  ha  levantado  en  los 
valles  y  en  los  cerros  de  la  vieja  Galia  y, 
el  gallo  de  todas  las  victorias  ha  cantado 
con  los  clarines  de  la  aurora; 

y  de  las  orillas  del  Tiber,  del  Arno  y, 
del  Adije,  vendrán  las  legiones  de  César^ 
para  castigar  de  nuevo  los  bárbaros  insu- 
misos ; 

el  paso  de  los  soldados  de  la  Libertad, 
hace  un  ruido  de  olas,  y,  semeja  la  voz 
del  huracán,  salido  del  corazón  obscuro  de 
las    selvas; 

fatigadas  de  herir  sin  destruir,  las  manos 
de  los  bárbaros,  comienzan  a  hacerse  ya  co- 
bardes, y,  sus  ojos  miran  con  angustia,  ha- 
cia los  caminos  recorridos,  por  donde  les  pa- 
rece ver  su  propio  espectro  batirse  en  reti- 
rada, cabalgando  en  el  corcel  de  la  De- 
rrota ; 


CLEPSIDRA     ROJA 


91 


ellos  sienten  que  el  Vencedor  Inexorable 
a\  anza,  aquel  que  no  perdona  y,  se  sienten 
ya  revlocados  en  las  cenizas  de  sus  incendios 
V  enterrados  bajo  las  piedras  de  aquello  mis- 
mo  que  destruyeron; 

si  Dios  existiera,  no  habría  sino  un  pue- 
blo digno  de  ser  llamado  el  Pueblo  de  Dios, 
y,  ese  sería  el  Pueblo  de  Francia,  porque 
es  el  Pueblo  de  la  Libertad,  y,  la  Libertad 
es  lo  único  que  hace  a  los  pueblos  creer  en 
Dios,  y,  lo  único  digno  de  ser  adorado  como 

tal; 

y,  Francia,  se  ha  alzado  rompiendo  en 
mil  pedazos  la  víbora  de  la  Discordia  y, 
arrojando  sus  anillos  dispersos,  más  allá  de 
sus  fronteras,   al  campo   amurallado  de  sus 

enemgios ; 

los  profetas  de  la  Decadencia,  rompie- 
ron sus  trompetas  contra  las  murallas  en 
fuego,  y,  fueron  a  combatir  ciñendo  las  ar- 
maduras del  guerrero,  en  vez  de  rasgar  sus 
túnicas  en  gestos  desesperados; 

y,  el  milagro  de  este  pueblo  redi\i\-o  puso 
su  sable  por  límite  a  las  carreras  de  los  hu- 
nos, y,  el  furor  teutónico  inmovilizado,  pe- 
trificóse en  sus  trincheras  cual  si  hubiese 
mirado  atrás,  viendo  llover  el  fuego  del  cielo 
devorando   los   esplendores   de    Berlín; 

es  verdad,  que  las  olas  de  esta  marea  de 


93  VARGAS  VILA 

bárbaros,  golpean  con  furor  las  playas  del 
mundo  civilizado,  pero,  sin  quererlo,  en  esos 
aullidos  formidables,  cantan  ya  el  Miserere 
de  su  propio  vencimiento; 

la  noche  de  sus  abominaciones  los  envuelve 
y,  el  humo  de  los  incendios  que  prendieron 
asfixia   sus   gargantas; 

del  Oriente  al  Occidente  y  del  Septentrión 
al  Mediodía,  los  pueblos  se  han  alzado  con- 
tra ellos,  y,  los  bastardos  de  Pirrus,  pvere- 
cerán  bajo  el  peso  del  mundo  que  espera- 
ban  conquistar; 

la  hora  va  a  llegar  para  ellos,  la  hora 
inexorable  en  que  la  Civilización,  herida  por 
sus  flechas,  va  a  aplastarlos  con  su  escudo 
victorioso ; 

en  medio  de  sus  tiuiebla-,  abrirán  los  ojos 
y,  no  verán,  pondrán  oído  atento  y  nada 
oirán,  porque  la  ceg'uera  del  Orgullo  los  C6gó 
para  siempre,  y,  la  sordera  de  la  Codicia, 
hizo  sordos  sus  oídos  para  toda  voz  de  Mise- 
ricordia y,   de  Justicia; 

arrollados  serán  por  el  huracán,  atrope-  " 
liados  por  los  corceles  de  la  Victoria,  revol- 
cados en  la  propia  arena  de  sus  crímenes, 
arrastrados  por  los  carros  de  los  \'encedores, 
y,  uncidos  a  ellos  como  una  tropa  de  es- 
clavos ; 

ellos,    los   pretendidos   dominadores    de  la 


CLEPSIDRA     ROJA  93 

Tierra,  no  podrán  dominar  su  propio  es- 
panto y,  enloquecidos  de  pavor,  buscarán 
escapar  de  la  Muerte,  seguidos  por  el  fan- 
tasma de  su  Crimen; 

el  alarido  de  sus  delitos  acompañará  su 
huida,  y,  el  cielo  vomitará  sobre  ellos  el 
estrépito    de    su   cólera    sagrada; 

el  abismo  de  la  tumba,  que  devoró  los 
unos,  será  menos  cruel  que  el  abismo  da 
la  Infamia,  que  ha  de  devorar  los  otros; 

las  legiones  de  Atila,  fugitivas  por  los  cam- 
pos de  sus  devastaciones,  no  tendrán  reposo, 
y,  sentirán  la  tierra  misma  huir  bajo  sus 
pasos,  como  avergonzada  del  contacto  con 
aquellos  centauros  del  Asesinato,  fugitivos 
en  llanos   de  Exterminio; 

lívidas  nubes,  semejantes  a  los  sudarios 
que  han  debido  envolver  a  aquellos  muertos 
que  no  tuvieron  ninguno,  acompañarán  su 
marcha,  y,  los  pájaros  de  presa,  harán  man- 
chas rojo-negras,  sobre  el  cobre  amellado 
de  esos  cascos  de  vencidos,  empenachados 
de  horror; 

el  rayo  afoeteará  la  grupa  de  los  corceles 
pávidos,  que  aun  creerán  sentir  tras  ellos 
la   punta    de   las    bayonetas   enemigas; 

la  espuela  del  terror,  más  terrible  que  la 
de  los  ginetes  dementizados  por  él,  acele- 
rará la  marcha  de  esos  brutos  sujDerpuestos, 


91  VARGAS  \'ILA 

hacia  las  regiones  del  Desprecio  Univer- 
sal, que  la  Historia  les  dará  por  campa- 
mento ; 

númidas  fugitivos,  de  vuelta  a  sus  moradas, 
de  donde  salieron  para  conquistar  el  mun- 
do: y  a  las  cuales  vuelven  vencidos  y,  diezma- 
dos, los  crótalos  del  remordimiento  les  de- 
vorarán las  entrañas,  en  esa  soledad  del  Des- 
precio, en  que  el  mundo  va  a  encerrarlos 
como  leprosos; 

semejantes  a  aquel  pájaro  mitológico,  que 
se  devoraba  sus  propias  patas  sin  saberlo, 
ellos  devoraron  el  pedestal  de  su  grandeza 
efímera  y  mutilados  por  su  propio  orgullo 
han  de  agonizar,  sepultados  bajo  las  ruinas 
que  aglomeraron; 

pueblo  de  sofistas  y,  de  genízaros  que  des- 
honraron por  igual  las  palabras  y,  las  es- 
padas, nadie  creerá  ya  en  el  poder  de  su 
retórica  de  esclavos,  ni  en  el  poder  de  su  es- 
pada de  vencidos; 

ellos,  que  señalaron  el  camino  a  la  tem- 
pestad, implorarán  en  vano  al  cielo  un  rayo 
que  los  destruya  en  su  aislamiento  ignomi- 
nioso, de  pueblo  enfermo,  herido  de  todos 
los   contagios; 

solo  el  beber  la  sangre  de  sus  amos  podría 
curarlo ; 

¿tendrá    el    valor    de    esc   sacrificio? 


CLEPSIDRA     ROJA  90 

el  mundo  no  necesita  de  la  sangre  de  los 
Hohenzollern,  para  salvarse; 

Alemania,  sí  necesita  de  ella,  para  puri- 
ficarse y,  para  revivir; 

el  espectro  de  Cromwell,  aparecido  en  Ber- 
lín, bastaría  para  salvar  a  ese  pueblo  de 
lacayos  letrados,  que  tiemblan  bajo  el  po- 
der de  reyes  enloquecidos  y  de  nobles  dege- 
nerados; 

cortar  con  la  espada  del  último  de  sus  ge- 
nerales la  cabeza  del  último  de  sus  empe- 
rador es«,^^ifei 'lo  único  que  podrá  salvar 
a  AleníM^  despires  de  su  derrota; 

Guillermo  el  Fatal,  que  soñó  con  ser  la 
resurrección  de  Napoleón  el  Grande,  no  fué 
sino  la  parodia  miserable  de  Napoleón  el 
Pequeño; 

él,    no    tendrá    su    Waterloo,   pero    tendrá 

pronto  su   Sedán; 

;le  será  dado  entonces,  sentarse  sobre  las 
ruinas  de  su  pueblo  vencido,  y,  verlo  agoni- 
zar, con  su  gesto  de  Orgullo  imperial  exas- 
perado por  la  Demencia? 

¿qué  otro  destino  podría  reservar  la  Jus- 
ticia, a  esa  cabeza  insolente  que  ha  hecho 
decapitar  a  un  pueblo,  sino  caer,  ella  tam- 
bién,  bajo   el  hacha   de  un  verdugo? 

la  sangre  de  los  reyes,  es  el  mejor  recons- 
tituyente para  los  pueblos; 


%  VARGAS  VIL  A 

aquellos  que  la  han  bebido,  han  crecido 
súbitamente  de  talla,  como  los  héroes  de 
Homero ; 

Germania,  decapitando  su  dinastía  de  vi- 
sionarios, habría  decapitado  el  alma  misma 
de  sus  desastres; 

ella  no  será  libre,  sino  cuando  el  último 
de  sus  verdugos,  haya  cortado  la  cabeza 
del   último    de   sus    Kaiseres; 

y,  arrojar  después  la  cabeza  y  el  verdugo 
y  el  hacha,  a  las  ondas  del  Spree; 

y,  alzar,  frente  al  Palacio  Imperial  de  Post- 
dam,  la  estatua  de  la  República  Rheniana; 

ultima  germanus  Regina... 


^¡♦■■♦■«'♦■«♦■«♦■■♦♦■^■^«■♦■■♦■«♦■■♦Q 


Las  águilas  de  Dios 


París   Septiembre    15-1914. 

Ninguno  como  él,  pudo  ser  llamado  el 
Rey  de  los  reyes,  porque  suyo  era  el  poder 
de  las  demás  coronas; 

apacentaba  un  ganado  de  reyes,  y,  su  cor- 
te, era  una  corte  de  vasallos  coronados; 

un  pastoreo  de  soberanos,  bajo  su  caya- 
do  imperial,  ese  era   su  reinado; 

del  uno  al  otro  extremo  de  su  Imperio, 
las  cabezas  coronadas  se  inclinaban  sumi- 
sas  ante  él; 

y,  marchaba  sobre  un  tapiz  de  cabezas 
coronadas  y  de  cetros  rendidos  a  sus  pies; 

sus  ejércitos  hacían  la  proyección  de  una 
montaña  sobre  los  valles   sometidos; 

Clepsidra   Roja, 7 


98  VARGAS  VILA 

antes  de  ponerse  en  marcha  hacían  ya 
temblar  el  mundo,  con  el  gesto  anticipado 
de  su  dominación; 

los  mares,  sentían  el  peso  de  sus  escuadras 
y,  le  hacían  un  cortejo  de  olas  rendidas; 

la  cauda  de  su  manto  imperial,  llevaba 
envuelto  en  su  armiño  el  secreto  de  las  tem- 
pestades; y,  el  decreto  de  la  Paz  o  de  la 
Guerra,  dormía  en  él,  más  pavoroso  que 
en  los  pliegues   del  manto  de  Scipión; 

a  la  cola  de  su  corcel  de  (guerra,  iban 
atados  los  destinos  del  mundo; 

él,    lo   sabía; 

inferior  a  su  grandeza,  el  gusano  del  Or- 
gullo  devoraba   su  corazón ; 

gérmenes  de  degeneración  minaban  su  or- 
ganismo; y  el  microbio  de  la  locura  (en- 
grandecía en  su  cerebro; 

se  creía  el  corazón  de  Dios... 

el    brazo    de   Dios... 

la   sombra   de  Dios    sobre  la   tierra; 

y,  sus  águilas  eran:   las  águilas  de  Dios... 

y,  he  ahí,  que  un  día,  ebrio  con  el  licor 
de  su  Demencia,  de  lo  alto  de  la  montaña 
de  s.ii  poderío,  sacudió  su  manto  sobre  el 
mundo  y,  desencadenó  la  tempestad; 

un  resplandor  ocre  y  bermejo  circuyó  los 
horizontes  de  la  tierra; 

y  rojo   se  hizo  el  mar... 


CLEPSIDRA     ROJA  99 

y  rojo  el  cielo... 

y,  todas  las  gamas  del  horror  llenaron 
el  horizonte,  como  si  el  carro  del  Apocalip- 
sis hubiese  volcado  sobre  el  mundo,  con 
su  cuadriga  enloquecida^  pronta  a  ponerse 
de  pie,  y  marchar  desbocada  por  los  llanos 
siniestros  del   Espanto: 

las  alas  del  rayo  se  incendiaron,  y,  el  rayo 
perdió  toda  su  sonoridad,  ante  la  tempes- 
tad desconocida  que  estallaba  del  corazón 
de  la   Tierra,   hecho   pedazos; 

el  relámpago,  fué  como  un  pestañeo  de 
insecto  ante  el  zig-zag,  de  olas  de  fuego, 
que  hacía  semejar  el  mundo  a  un  océano  de 
lava,  incendiado  por  la  cauda  de  un  as- 
tro; 

las  águilas  imperiales  vuelan  con  implaca- 
ble desprecio,  sobre  las  llamas  del  mons- 
truoso holocausto;  van  seguidas  de  una  nu- 
be de  aguiluchos  feroces,  escapados  a  los 
torreones  feudales,  de  los  viejos  castillos, 
donde  dueime  el  alma  obtusa  de  los  hobe- 
reau,  bajo  el  peso  rechinante  de  sus  arma- 
duras enmohecidas; 

y,  siguen  como  las  águilas  del  corso  la 
trayectoria  feérica,  de  campanario  en  cam- 
panario, hacia  nuestra  Señora   de  París; 

pero,  estas  águilas  queman  las  torres  que 
tocan    con   sus   alas,    y,   bajo    la   caricia   de 


100  VARGAS  VILA 

SUS   garras,   las  ruinas   desmoronadas  se  la- 
mentan... 

una  lluvia  de  cenizas  se  propaga  en  su 
trayecto,  como  caídas  de  sus  alas,  semejantes 
a  grandes  sudarios  fatales,  bajo  cuya  livi- 
dez tiembla  el  mundo,  pronto  a  ser  amor- 
tajado ; 

el  vuelo  fantosmal  parece  un  extraño  sueño, 
pronto  a  volatilizarse  en  el  cielo,  melanco- 
lizado por  aquel  movible  presagio  de  ex- 
terminio; 

la  bandada  aquilina,  rompiendo  el  corazón 
del  huracán,  llega  a  las  riberas  próvidas, 
donde  arrastra  el  Sena  sus  olas  de  oro,  he- 
chas escarlatas  con  el  reflejo  de  las  alas 
rojas  de  las  águilas  teutonas; 

Isotre  Dame  está  allí,  a  un  tiro  de  flecha, 
en  el  deslumbramiento  prodigioso  de  su  Be- 
lleza, magnificada  la  Soberbia  de  su  estruc- 
tura, por  el  horizonte  de  horror  en  que  se 
envuelve ; 

esfinge  opalina,  en  cuyo  corazón,  el  cáliz 
del  sacrificio,  está  presto  a  derramarse  en 
olas  bermejas  de  dolor... 

misal  de  piedra,  sobre  el  cual  están  marca- 
dos, los  versículos  de  las  lamentaciones  de 
Sion,  bajo  el  filo  de  las  cuchillas  asesi- 
nas; 

joyel  de  sueños  místicos,  de  cada  una  de 


CLEPSIDRA     ROJA  101 

cuyas  piedras,  se  alza  un  gemido  heroico, 
pronto  a  entonar  el  Miserere  de  las  desola- 
ciones... 

el  corazón  de  ónix  de  la  gran  Basílica,  per- 
manece sereno,  entre  la  escolta  de  sus  altares 
de  oro  y,  de  sus  piedras  adoratrices,  de 
cada  una  de  las  cuales,  parece  emanar  un 
perfume    de   incensario... 

una  página  de  Silencio  se  extiende  entre  el 
Cielo  y,  la  Tierra,  donde  toda  palabra  parece 
haber  enmudecido,  falta  del  sublime  estre- 
mecimiento de  la  Vida; 

el  Sol,  vela  sus  rayos,  avergonzado  de  su 
impotencia  para  proteger  ese  pájaro  de  ónix 
y  de  oro:  la  Basílica  Sagrada; 

sobre  el  órgano  monumental,  los  himnarios 
languidecen,  esperando  el  viento  de  la  ca- 
tástrofe, que  va  a  dispersar  sus  hojas; 

las  alas  de  piedra  de  los  arcángeles,  se 
pliegan  y,  las  frentes  de  los  apóstoles  se 
doblan,  esperando  el  rayo  que  va  a  pulveri- 
zarlos,   sobre   las  losas    de  mármol... 

sobre  los  cristos  desnudos,  llenos  de  vo- 
luptuosidades difuntas,  se  extiende  la  mis- 
ticidad  floral  de  un  nuevo  sacrificio;  y,  sus 
labios  sin  sonrisas  se  aprestan  a  apurar  el 
nuevo  cáliz,  lleno  del  vino  mortal  de  los  gran- 
des   sacrilegios ; 

los  minutos   caen,  como  gotas  de  desoía- 


102  VARGAS  VILA 

ción,  en  aquel  Silencio,  lejano  de  toda  Aurora 
de   Esperanza... 

I  es  que  con  el   Sacrificio  de  la  Catedral, 
el  mundo  va  a  morir?... 


¿por  qué  revolotean  las  águilas  como  en- 
tontecidas por  los  efluvios  del  río? 

¿por  qué  trazan  enloquecidas  grandes  cír- 
culos de  desastre,  como  si  fuesen  a  caer,  atra- 
vesado el  corazón  por  flechas  invisibles? 

¿por  qué  rozan  casi  el  suelo  hostil,  con  las 
alas  flácidas,  que  semejan  harapos  de  es- 
tandartes vencidos? 

recojen  las  garras,  como  temerosas  de  rom- 
pérselas al  caer; 

enmudecen... 

¿a  dónde  sus  gritos  de  victoria  que  pa- 
recían   quebrantar   la   tierra?... 

quedan  inmóviles,  como  crucificadas  sobre 
el  cielo... 


* 


Ya   remontan    el   vuelo    las  águilas,  libres 
del   vértigo,    que    hizo    sus   alas   inmóviles... 
huyen   azoradas... 


CLEPSIDRA     ROJA  103 

¿  el  ruido  de  qué  olifante  las  dispersa  ? 

se  alejan...  se  alejan...  ya  se  pierde  su 
vuelo  expoliador; 

las  águilas  ululantes  son  ahora  una  ban- 
dada  de  pájaros  fugitivos   en  desorden; 

¿  a  dónde  van  las  águilas  cloróticas  de 
espanto  ? 

posan  el  vuelo  cerca  a  las  fronteras,  donde 
están  sus  ejércitos  vencidos; 

hacen  un  muro  con  sus  alas,  rotas  en  las 
riberas  del  Mame,  y,  clavan  en  tierra  las 
garras   conquistadoras; 

salvaje  y,   lenta  agonía; 

aran  la  tierra  con   sus  garras; 

la  aran,  pero  retroceden,; 

las  filas  se  aclaran... 

las  águilas  ceden... 

ya  que  no  pueden  volar... 

se  arrastran  hacia  su  nido  para  morir  en 
él... 

sueñan  con  la  mortaja  de  la  Selva  Negra... 

¿y,  su  Amo? 

aquel  que  las  adiestraba  como  halcones 
sobre  su  puño  imperial...  ¿a  dónde  está? 

muere  de  Orgullo  vencido,  nuevo  Nabuco- 
donosor,  pronto   a  convertirse  en  bestia... 

el  cáncer  hereditario,  corroe  aquella  gar- 
ganta  criminal,   que  lanzó   el  grito   de  gue- 


101  VARGAS  VILA 

rra,  bajo  el  cual  se  desangra  el  mundo,  cla- 
vado sobre  la  cruz   del  Exterminio; 
vencido  por  todas  partes,  espera  que  la  De- 
rrota  llegue   al   corazón    de  su    Imperio,   y, 
habla  aun   en  nombre   de  Dios... 

y,  mañana  al  caer  vencido,  se  creerá  ven- 
cido con  Dios,  y,  no  por  Dios... 

¿no  era  él,  el  brazo  de  Dios? 

¿el  Verbo   de  Dios? 

¿la  espada  de  Dios? 

i  de   Dios,   que  para    castigar  su   Orgullo, 
estuvo  a  punto  de   destruir  el  Mundo!... 


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Ilusión  Étnica 


París    Octubre    1.0-1914. 

Sería  de  una  trivialidad  inútil  y  descon- 
certante, dejar  de  confesar,  que  el  espíritu 
esencial  de  esta  guerra,  no  es  el  de  una  gue- 
rra entre  dos  civilizaciones,  coino,  se  5ia  dicho,, 
sino  el  de  una  lucha  entre  dos  imperialismos ; 

el  Imperialismo  alemán  con  sus  ejércitos, 
prontos  a  conquistar  la  tierra,  y  el  Impe- 
rialismo inglés,  con  sus  flotas,  listas  para 
dominar  el  mundo; 

el  mismo  sueño  obsesiona  la  mente  de 
los  dos  colosos,  y,  el  choque  de  esos  dos 
sueños,  es  esta  g;uerra; 

ninguno  de  los  dos  oculta  al  mundo  su 
ambición ; 

ambos  se  creen  el  Pueblo  Superior,  el  Pue- 


106  VARGAS  VILA 

blo  Rey,  electo  por  Dios,  para  el  dominio 
del   mundo ; 

ellos  son :  la  Raza  Privilegiada :  he  ahí  su 
bandera ; 

Klemm,  les  enseñó,  que  hay  razas  activas 
y  razas  pasivas,  razas  para  ejercer  lá  domi- 
nación,   y,    razas  para    sufrirla; 

que  las  razas  superiores  tienen  el  deber 
de  la  selección  social,  y,  para  obtenerla  han 
de  ejercer  la  lenta  eliminación  de  las  razas 
inferiores ; 

Gobineau,  vino  luego,  para  declararlos,  la 
raza  superior,  la  raza  por  excelencia,  los  he- 
rederos de  los  Arios,  el  eje  de  toda  la  Civi- 
lización ; 

el  darwinismo  histórico,  apareció  antes  que 
Daruing; 

Darwing,  vino  luego  para  confirmarlo; 

la  Eugenea,  surgió  entonces,  como  una 
rama  frondosa  y,  elegante  de  la  encina  Dar- 
winiana ; 

y,  ellos,  los  ingleses  y,  alemanes,  se  agua- 
paron a  su  sombra,  declarándose  eugénicos 
y,  eugenizantes,  raza  insolente;  la  flor  pre- 
ciada de  las  razas  de  la  tierra; 

proclamaron  ante  el  mundo,  ese  veredicto 
de  su  orgullo,  y,  el  mundo  aceptó  sin  dis- 
cutir,   la    inenarrable    insolencia; 

fieles    a   su  histerismo    destructor,  acepta- 


CLEPSIDRA     ROJA  107 

ron  y  aplicaron  el  principio  de  la  eliminación 
de  las  razas  inferiores; 

la  idea  de  la  Dominación  Universal,  creció 
en  ellos,  como  en  el  corazón  del  pueblo  he- 
breo; 

idealistas  y,  brutales  a  la  vez,  estos  dos 
pueblos,  olvidaron  la  selección,  para  ejercer 
la  destrucción,  que  cuadraba  mejor  a  su 
instinto  de  raza  de  rapiña; 

la   Inglaterra,  lo  practicó   durante  siglos... 

la  Alemania,  principiaba  a  practicarlo... 

la  Inglaterra,  salta  en  la  arena  para  im- 
pedir la  competencia  y,   la  guerra  estalla;... 

no  busquéis  motivos  románticos  a  esta  gue- 
rra ; 

buscádselos  científicos  y  se  los  .encontra- 
réis ; 

motivos  étnicos; 

motivos    historíeos 

motivos    económicos 

¿  éticos  ? 

eso  es  un  sofisma  llamado  a  hacer  ilu- 
sión en  el  periodismo  emofilio  del  momento, 
y  a  desaparecer;  la  Moral  y,  la  Política,  no 
se  han  hallado  jamás  unidas  en  el  corazón 
de  un  hecho  histórcio; 

el  Imperialismo  de  Pitt,  no  difiere  del  Im- 
perialismo de  Bismarck,  sino  en  los  medios 
de  su  desenvolvimiento; 


108  VARGAS  VILA 

el  Imperialismo  de  Pitt,  es  un  Imperialis- 
mo económico,  que  va  hacia  la  absorción 
política ; 

el  Imperialismo  de  Bismarck,  es  un  Im- 
perialismo político,  que  va  hacia  la  absor- 
ción económica; 

ambos  tienden  a  un  mismo  fin:  el  Imperia- 
lismo Antroposociológico ; 

la  Ilusión  Étnica,  es  la  base  del  Imperia- 
lismo de  esos  dos  pueblos; 

¿no  son  ellos  los  dodicocéfalos,  la  raza  su- 
perior, llamada  a  dominar  los  braquicé falos, 
la  raza  inferior,  que  puebla  las  tres  cuar- 
tas partes  del  planeta  y,  está  llamada  a  ha- 
cerles en  la  Historia  un  cortejo  de  pueblos 
esclavos  y,  vencidos? 

después  de  Tácito,  que  sin  hablar  en  an- 
tropólogo, los  había  declarado  herederos  de 
los  arios,  ;no  vinieron  Kant  y,  Hackel,  y, 
Klemm  y  Sherman  y  Stewart  y,  Otto  Am- 
mon,  para  declararlos  los  señores  del  mundo, 
porque  eran  los  dodicocéfalos  blondos,  lla- 
mados por  veredicto  de  la  Ciencia,  a  dominar 
el  mundo? 

ambos  pueblos  son  místicos,  y,  se  alimen- 
tan del  pan  cotidiano  de  la  Biblia,  y,  este 
contacto  con  la  literatura  altielocuente  de 
aquel  que  se  ha  llamado  el  Pueblo  Escogido, 


CLEPSIDRA     ROJA  109 

tenía  que  alimentar  y,   desarrollar  su  mons- 
truoso sueño  de  dominación; 

éste,  creció  dominante  y,  tenaz  en  ambos 
pueblos,    hasta    llegar   al    paroxismo;... 

y,  la  resultante  de  la  hiperestesia  de  este 
sueño,   es   esta  guerra; 

¿cuál  de  ellos,  de  esos  dos  pueblos  de 
dodicocéfalos  blondos,  habrá  de  ser  el  domi- 
nador, el  exterminador,  de  las  razas  inferio- 
res que  pueblan  el  resto  del  planeta?... 

¿cuál  los  pondría  bajo  su  yugo? 

¿cuál    debía   ser  el    x\mo   del   Mundo? 

y,  para  dirimir  ese  litigio,  bajaron  a  la 
arena,  y,  han  confiado  su  causa  al  Juicio  de 
Dios,  abrumando  al  mundo  con  el  peso  de 
sus  escudos  de  combate; 

a  las  guerras  religiosas,  de  un  primitivis- 
mo bárbaro,  han  sucedido  estas  guerras  cien- 
tíficas, llenas  de  un  refinamiento  más  bár- 
baro todavía; 

es  un  retroceso  pavoroso  de  la  Historia 
hacia  la  selva; 

los  romanos,  que  aunque  dieron  a  Tácito, 
ignoraban  eso  de  la  superioridad  étnica  de 
los  arios  y,  no  preveían,  esto  de  los  dodi- 
cocéfalos de  hoy,  se  creyeron  el  pueblo  su- 
perior, el  pueblo  escogido,  y,  sometieron  al 
mundo  y,  conquistaron  entre  otras  razas,  las 
de  los  arios-griegos,  y,  la  de  los  germanos, 


lio  VARGAS  VILA 

y,  la  de  los  sajones,  y  las  uncieron  esclavas 
a   su   carro  vencedor   de   Pueblo-Rey... 

y,  los  dodicocéfalos  semidivinos  de  hoy, 
los  superhombres  de  Nietzsche,  sufrieron  el 
yugo  de  los  latinos  braquicéfalos,  declara- 
dos ahora  raza  inferior,  por  un  motín  de 
pedagogos  en  orgasmo,  ebrios  de  una  cien- 
cia incompleta  y,  falaz,  puesta  por  completo 
al  servicio   de  la   victoria; 

va  de  sí,  que  Atila,  no  había  leído  a 
Klemm,  e  ignoraba  a  Gobineau,  pero,  es  de 
suponerse  que  creía  que  esa  raza  de  hunos 
feroces,  de  la  cual  era  jefe,  era  la  raza  supe- 
rior, y,  que  su  pueblo,  era  el  pueblo  esco- 
gido y,  por  eso  aspiró  a  someter  la  tierra 
y,  a  imponerle  el  horror  de  su  coyunda ; 

aun  antes  de  tener  un  nombre,  ya  la  Ilu- 
sión Étnica,  era  el  alma  de  todos  los  con- 
quistadores; 

ningún  hombre,  ni  ningún  pueblo  conquis- 
tador, ha  dejado  de  enarbolar  esa  teoría  de 
la  superioridad  de  su  raza^  como  una  co- 
carda   de   devastación; 

cualquiera  que  sea  el  resultado  de  la  gue- 
rra de  hoy,  y  cualquiera  que  sea  el  pueblo 
dominador,  de  mañana,  nada  podrá  evitar 
el  Destino  de  la  Europa... 

la  Europa  será  degollada  por  esa  cuchi- 
lla de  la  Ilusión  Étnica... 


CLEPSIDRA     ROJA  111 

esa  es   el  alma   del  Peligro   Amarillo... 

esas  razas  milenarias,  que  duermen  en 
Oriente  el  sueño  del  opio,  se  creen  también 
razas  superiores,  y  alimentan  como  las  otras, 
su  sueño  de  dominación; 

y,  esos  millares  de  millones  de  hombres 
amarillos,  que  duermen  en  una  quietud  de 
larvas  del  porvenir,  el  sueño  del  fatalismo, 
romperán  mañana  su  marasmo,  y,  oyendo 
el  grito  de  la  fatalidad  histórica,  se  lan- 
zarán  a   la  conquista   de  Europa;... 

y,  la  conquistarán; 

la   Ilusión  Étnica,   será   su  bandera; 

ellos  también  se  dirán  el  Pueblo  de  Dios;... 

y,  hablarán  de  su  civilización... 

y,  la  traerán  en  las  puntas  de  sus  lan- 
zas; 

y,  el  mundo,  que  cualesquiera  que  sean 
las  ilusiones  de  su  orgullo,  ,no  ha  .salido 
jamás  de  la  barbarie,  caerá  bajo  otra  nueva ; 

y,  sufrirá  la  embriaguez  de  sangre  de  los 
chinos,  de  los  tártaros  y  de  los  malgachos, 
como  sufre  hoy  la  de  los  dodicocéfalos  blon- 
dos de  Erin  y  de  Gemíanla,  que  han  he- 
cho por  sus  crímenes  retroceder  el  mundo 
más   allá  de  las   selvas  preadámicas; 

cada  siglo  tiene  su  paradoja,  y,  se  sacri- 
fica  a   ella; 

esto  de  la  superioridad  de  los  dodicocéfa- 


112  VARGAS  VIL  A 

los  blondos,  es  la  paradoja  universitaria  de 
hoy... 

y,    ella,    ensangrienta   el    mundo; 

ella,  nCs  da  esta  guerra  antroposociológica, 
que  vemos:  la  Ilusión  Étnica  florece... 

dejemos  que  el  mundo  se  corone  con  sus 
rosas... 

esperando  saber  el  nombre  de  aquel  a 
quien  la  \''ictoria  coronará  Amo  del  Mundo. 


[^♦■■♦■■♦■^♦■■■♦«■♦♦■■♦-■♦■■♦^¡♦■■♦Q 


Pro  Alma  Mater 


París  Noviembres  i.°  1914. 

Cuando  el  ruido  del  cañón  atruena  el  mun- 
do, ¿  qué  valen  las  palabras  con  su  misteriosa 
sinfonicidad  solitaria,  su  sonoridad  precaria, 
todo  su  simbolismo  augusto,  su  fuerza  a  la 
vez,  física  y  espiritual,  que  ,antes  domina- 
ba las  almas?... 

nada,   nada; 

son  las  primeras  prisioneras  de  la  fuerza 
bruta,  que  extienden  su  imperio,  sobre  el 
dorso  estremecido  de  la  Tierra,  y  en  vano 
se  rebelan  contra  ella;... 

triste  esfuerzo  de  aves  azoradas,  ,en  ese 
Imperio  de  Tinieblas,  que  no  pueden  con  sus 
alas,  ni  vencer,  ni  abandonar; 

¿qué  valen  ellas? 

Clepsidra  Roja, — 8 


114  VARGAS  VIL  A 

¿qué  pueden  ellas? 

las  palabras,  traducidas  por  el  cañón,  o 
haciendo  dúo  con  él,  no  ^olo  pierden  su  ruta 
luminosa  hacia  la  Idea,  sino  que  pierden 
todo   su   sentido; 

no   significan  ya  lo   mismo; 

no  dicen  ya  lo  mismo; 

el  mundo  se  hace  tartamudo  por  el  espanto, 
y  por  la  cólera,  y  la  palabra  tiene  en  su  gar- 
ganta, el  sonido  ininteligible,  del  grito  de 
Caín,  rompiendo  la  virginidad  de  las  sel- 
vas  primitivas; 

con  sus  labios  ensangrentados,  con  su  al- 
ma turbada  y  loca,  el  .mundo  es  incapaz  de 
traducir   la    música  viva    de  la  palabra ; 

en  esta  hora  de  estrépito  guerrero,  en  que 
las  nubes  se  descuajan,  cayendo  en  lluvia 
de  sangre,  y,  la  tierra  tiembla  bajo  la  ca- 
rrera vertiginosa  de  los  cañones  en  marcha, 
el  alma  y  los  labios  de  los  hombres,  son 
incapaces  de  ver  la  Verdad,  y  de  decir  la 
Verdad; 

carecen  de  pureza  de  corazón,  y  de  capa- 
cidad espiritual  bastante,  para  traducir  está 
taumaturgia  del  Verbo,  que  no  tiene  todo  su 
valor  y  todo  su  esplendor,  sino  cuando  ex- 
presa, ese  algo  divino  y  hosco,  tan  difícil 
de  revelarse,  y  a  veces,  ;:an  costoso  de  de- 
cirse,  que   es:  la   \^erdad; 


CI.hPSIDRA     ROJA  115 

hombres  y  pueblos,  atacados  de  delirio, 
presas  de  insania  guerrera,  enloquecidos  de 
coraje  y  de  espanto,  no  pueden  decir,  ese 
algo  sereno  y  transparente,  digno  de  inmu- 
table  prestigio:    la   Verdad; 

la  Verdad,  aún  la  Verdad  trágica,  es  pura, 
es  simple,  como  la  voz  del  manantial  recien 
surgido   de   las  entrañas   de  la   roca; 

pero,  la  Verdad  por  ser  sencilla,  y  por  ser 
simple,  no  carece  de  esplendor;  lo  tiene, 
como  la  aurora,  que  es  virgen  y  es  ra- 
diosa : 

la  Verdad,  es  llama,  y  es  torrente;  ilumi- 
na   y   atruena ; 

¿no  la  veis  como  desciende,  hecha  fuego, 
por  las  vertientes  del  Sinaí,  y  baja  canta- 
dora de  salmos  simples,  por  las  asperidades 
del  Gólgota? 

la  Verdad,  la  dicen  los  profetas,  los  pen- 
sadores, los  soñadores,  aquellos  seres  de  ex- 
cepción, sobre  los  cuales  sopló  el  viento  del 
Prodigio,  y  ante  cuyos  ojos  el  viento  des- 
garrado de  la  Visión,  se  abrió  con  todos 
sus  horrores ; 

esas  almas  de  ardiente  serenidad,  esas  di- 
cen la  Verdad; 

no  la  dicen  los  pueblos,  no  la  dicen  los 
hombres,  que  van  envueltos  en  el  torbellino 
de  la  guerra,  enronquecidos  por  la  cólera  de 


lio  VARGAS  VILA 

la  guerra,  y  ciegos  por  el  espanta  de  la 
guerra... 

la  guerra,  devora  todas  las  verdades,  y  no 
deja  en  pie,  sino  una  enorme  y  trágica  Ver- 
dad:  el  Heroísmo; 

esa  sublime  Verdad,  que  marcha  a  su  tur- 
no a  ser  devorada  por  la  madre  de  todas 
las  verdades :  la  Muerte... 

la  Muerte,  que  es  la  única  cosa  en  el  mun- 
do, que  merece  el  nombre  de  Verdad;... 

os  decía,  que  las  palabras  pierden  su  sen- 
tido, cuando  el  clarín  de  la  guerra,  les  hace 
compañía ; 

¿no  veis  en  esta  hora  definitiva,  en  que 
una  disminución,  por  no  decir,  una  extinción 
completa  de  la  luz  moral,  sume  al  mundo 
en  la  más  espesa  tiniebla  que  registran  los 
siglos; 

ahora :  que  la  Civilización  ha  hecho  quie- 
bra fraudulenta,  ante  la  candidez  infantil,  de 
los  hombres  que  creían  en  ella; 

ahora :  que  una  invasión  de  barbarie  sin 
ejemplo  asóla  la  Europa,  como  si  los  ven- 
cidos de  los  campos  Cataulónicos,  se  alza- 
ran del  poh  o,  centuplicados  e  invencibles... 

ahora :  ¿  no  oís  como  se  habla  de  la  Civi- 
lización,   de   la  Justicia,    y  de   la   Libertad? 

ellas  son  las  diosas  invocadas  por  todos 
los    combatientes,   y   sus    efigies,   están   gra- 


CLEPSIDRA     ROJA  117 

badas    sobre    el   escudo    de    todos    los    gue- 
rreros; 

los  alemanes,  esos  chacales  amarillos,  sa- 
lidos del  corazón  de  la  Selva  Negra,  esos 
desventradores  de  niños,  esos  mutiladores 
de  ancianos,  esos  verdugos  de  mujeres,  os 
hablan  de  su  Kidtura,  mientras  limpian  sus 
bayonetas  empapadas  de  sangre,  en  las  ho- 
jas de  la  Crítica  de  la  Razón  Fura,  de  Ema- 
nuel  Kant,  acompañando  sus  cantos  de  gue- 
rra, con  aforismos  del  solitario  de  Koenis- 
berg; 

¿veis  aquellas  manos  enrojecidas  de  san- 
gre, que  vuelven  las  hojas  de  un  libro,  a 
la  luz   del  vivac? 

son  las  de  un  oficial  tudesco,  que  distrae 
sus  ocios,  leyendo  estrofas  del  viejo  corte- 
sano, engordado  en  las  caballerizas  de  Wei- 
mar:  ¡  Eulemburgo  que  lee  a  Goethe!  vi- 
sión  de  guerra  actual; 

¿no  oís  como  los  ingleses  nos  hablan  de 
la  Independencia  de  los  pueblos,  de  la  in- 
violabilidad de  las  naciones,  del  4erecho  sa- 
grado   de  los  débiles? 

y,  ellos  salen  del  corazón  de  la  Irlanda, 
del  pie  de  las  horcas  de  los  últimos  feni- 
cios, vienen  del  seno  de  los  pueblos  con- 
quistados por  ellos;  traídos  a  la  matanza  por 
ellos... 


118  VARGAS  VIL  A 

¿no  OÍS  cómo  los  rusos,  nos  hablan  de 
la   Civilización? 

vienen  a  defender  la  Civilización...  ellos 
traen  la  Civilización;... 

oyendo  esto  las  gargantas  del  Cáucaso  se 
abren...  ¿para  reir?  ¿para  llorar?  ¿para  pro- 
testar?... y  la  voz  de  la  estepa,  lanza  un 
enoiTne  alarido; 

millares  y  millares  de  muertos,  parecen 
estremecerse  bajo  su  sudario  de  nieve;  son 
los  deportados,  los  vencidos,  los  que  mu- 
rieron camino   de  Siberia; 

una  selva  de  horcas,  ennegrece  el  hori- 
zonte, bajo  un  aleteo  de  buitres,  haciendo 
oscilar  su   peso  de   cadáveres; 

son  los  nihilistas,  los  re\  olucionarios,  los 
rebeldes;  generaciones  de  ajusticiados,  muer- 
tos por  la  Libertad,  sobre  los  cadáveres  de 
otros    mártires,    aun    insepultos... 

¿  cómo  queréis  que  esos  muertos  no  pro- 
testen desde   sus  horcas   sagradas? 

¡oh!   cobarde   olvido  de   los  hombres... 

la  única  que  no  miente  en  esta  lucha,  es 
Francia; 

porque  ella,  es  la  única  que  dice  la  \>rdad., 
cuando  habla  de  Libertad; 

porque  con  ella,  está  la  Libertad  del  mun- 
do; ella  es  el  alma,  y  el  corazón  de  la  Hu- 
manidad; 


ia0 


CLEPSIDRA     ROJA  119 

he  ahí  por  qué  yo  soy  francófilo; 

pero,  yo  no  soy  aliatófilo ; 

en  esta  lucha,  inusitada  y  monstruosa,  a 
que  Alemania  ha  arrastrado  a  Francia,  con 
la  intención  de  devorarla,  mi  alma,  mi  co- 
razón, todas  las  palpitaciones  y  las  aspira- 
ciones de  mi  ser,  están  con  Francia,  al  lado 
de  Francia,  pendiente  de  la  muerte  de  Fran- 
cia; 

as'sto  a  esta  lucha,  sobre  territorio  fran- 
cés, con  la  ansiedad  dolorosa  de  un  hijo,  que 
al  pie  del  lecho  de  su  madre  enferma,  ve 
la  sombra  de  la  Muerte,  crecer,  o  desapare- 
cer del  rostro  amado... 

mi  corazón  y  mi  cerebro,  me  dicen  a  una 
\oz,  que  esta  lucha  entre  Almeania  y  Francia, 
es  una  lucha  entre  una  Kultura  atrofiada  y 
desvirtuada,  y  una  Civilización  la  más  per- 
fecta que  haya  hasta  hoy  florecido  sobre 
el  mundo,  entre  una  Emporocracia  enfatua- 
da y  brutal,  y  una  Democracia  conciente 
de  su  misión  universal;  entre  la  esclavitud 
militar,  y  la  libertad  ciudadana;  entre  el 
Despojo  y  la  Justicia; 

pero  eso,  por  Francia  y  solo  por  Fran- 
cia ; 

mientras  hava  un  alemán  sobre  territorio 
francés,  o  permanezca  indecisa  la  victoria 
entre  los  dos,  yo  soy  germanófobo  a  outran- 


120  VARGAS  VILA 

cCy  gemianófobo  cnragc,  gcrmanófobo  des- 
esperado ; 

y  eso,  en  nombre  de  la  Civilización,  de  la 
Libertad,  y  de  la  Justicia; 

mientras  los  alemanes  permanezcan  en  Bél- 
gica, como  un  tigre  sentado  sobre  su  presa, 
a  medio  devorar,  yo  soy  germanófobo,  en 
nombre   de  la   Humanidad... 

pero  al  llegar  a  la  orilla  del  mar,  frente 
a  las  islas  británicas,  mi  conciencia  de  hom- 
bre   y    de   escritor    cambia; 

yo  no   soy  anglofilo; 

yo,  no  estoy  con  los  corsarios  de  John 
Bull; 

el  viaje  en  esos  buques  filibusteros,  hacia 
las  islas  del  Despojo,  no  me  seduce; 

mi  alma  de  ciudadano  ateniense,  no  salu- 
dará nunca  las  carabelas  de  Cartago,  par- 
tiendo a  la  Conquista   del  Mundo; 

yo,  no  coronaré  nunca,  con  las  rosas  de 
la  elocuencia,  la  frente  astuta  del  leopardo, 
que  afila  sus  uñas  sobre  las  rocas  del  mar, 
dispuesto  a  saltar  sobre  el  mundo  y  devo- 
rarlo ; 

si  pudiera,  yo,   cortaría  esas  garras; 

pero,  no  puedo,  y  me  conformo  con  no 
besarlas,    como    hacen    otros; 

en  una  lucha  aislada,  entre  el  Militarismo 
Alemán,  y  el  Imperialismo   Inglés,  yo  sería 


CLEPSIDRA     ROJA  121 

apasionado  contra  los  dos,  deseoso  de  que 
se  devoraran  el  uno  al  otro,  hasta  que  no 
quedara  de  ellos,  ni  la  sombra  de  un  casco 
prusiano  sobre  la  superficie  de  la  Tierra, 
ni  la  proyección  de  un  mástil  inglés,  sobre 
la  superficie  del  Mar... 

si  con  la  desaparición  de  esos  dos  Impe- 
rios, se  hundiera  una  Civilización,  sería  la 
de  Alemania;  porque  la  Inglaterra,  no  ha 
dado  al  mundo  una  Civilización,  ni  tiene  en 
sí,    átomos   genitores   de   ella; 

en  cambio,  todos  los  escritores,  todos  los 
pensadores,  aún  los  más  tocados  de  anglo- 
filismo,  tenemos  en  nuestra  cultura,  algo  del 
pensamiento  alemán ; 

todo  se  lo  debemos  en  Filosofía,  desde  el 
agnoticismo  de  Kant,  al  ateísmo  de  Heckel, 
y  del  pesimismo  de  Shopenhauer,  a  la  lo- 
cura de  Nietzsche; 

y,   a    Inglaterra,   ¿qué   le   debemos? 

nada,  a  no  ser  las  utopías  alucinadas  de 
Ruskin,  o  las  doctrinas  enrevesadas  de  ese 
filósofo  para  maquinistas,  que  fué  Herbert 
Spencer; 

en  una  lucha  entre  Rusia  y  Alemania,  ¿  de 
qué  lado   estaría  la   Civilización? 

¿del  lado  de  los  rusos? 

¿en   qué   aguas   lústrales    se  han   bañado 


122  VARGAS  VIL  A 

esos  bárbaros,  para  aparecer  así  vestidos  de 
catecúmenos  heroicos  de  la  Civilización? 

todas  las  cataratas  del  Olvido,  cayendo 
sobre  su  Historia,  no  son  bastantes  a  puri- 
ficarlos... 

yo  no  osaría  deshonrar  mi  pluma,  ni  mi 
palabra,  sosteniendo  que  en  una  lucha  en- 
tre la  Alemania  y  la  Rusia,  esta  última  sig- 
nificara, la  Civilización  ni  la  Libertad  de 
un   mundo... 

estas,  están  hoy  del  lado  de  los  aliados, 
porque  del  lado  de  los  aliados,  está  Francia; 

y  Francia,  significa  hoy,  como  ha  signifi- 
cado siempre,  toda  la  Civilización,  toda  la 
Libertad,  y  toda  la  Justicia  del  Mundo; 

el  triunfo  de  Francia,  es  el  triunfo  del 
Derecho; 

por  eso  lo  amo  tanto,  por  eso  lo  deseo; 

pero  el  triunfo  de  Ii^^laterra,  me  preo- 
cupa ; 

y  el  triunfo   de   Rusia  me  entristece... 

el  Imperialismo  inglés,  vencedor  sobre  los 
mares,  será  tan  terrible,  como  el  Militarismo 
alemán,  vencedor  sobre  la  tierra... 

con  el  triunfo  inglés,  el  mundo,  no  habrá 
hecho  sino  cambiar  de   Amo; 

el  triunfo  de  Rusia,  es  el  triunfo  de  la  bar- 
barie; y  en  los  fragmentos  de  tierra  que  ella 
arranque   al  reino  medioeval   de  los    Habs- 


CLEPSIDRA     ROJA  123 

burgos,  lio  hará  sino  implantar  un  despotis- 
mo polar,  más  cruel  y  más  primitivo;  el 
reinado  de  la  estepa,  se  engrandecerá  des- 
mesuradamente, en  un  miraje  de  desolación; 

¿  qué  importa  a  la  raza  latina  el  triunfo  de 
los   sajones? 

¿  qué  le  importa,  el  triunfo  de  los  eslavos  ? 

en  todo  esto  no  nos  importa  sino  el  triunfo 
de   Francia; 

que  triunfe  Francia; 

que  sea  libre  Francia; 

que   viva  Francia; 

he  ahí   lo   único    que  importa   al   mundo; 

que  ella  no  sufra  la  opresión,  para  que 
pueda  oponerse,  acaso  muy  pronto  a  los 
nuevos   opresores   de  la   tierra; 

que  ella  se  vea  libre  de  la  conquista,  para 
que  pueda  oponerse  con  su  fuerza,  al  carro 
de  los  nuevos  conquistadores... 

una  vez  definitivamente  vencidos,  dejad 
subsistir  ciertos  pueblos  que  hoy  son  terri- 
bles ; 

acaso  mañana,  de  esos  pueblos  rotos,  pue- 
da hacerse  un  escudo  para  la  Libertad; 

tengo  por  seguro,  que  os  parecería  un 
soñador  ridículo,  aquel  que  os  dijese,  que 
acaso  un  día  Francia  y  Alemania,  se  unirían 
en  nombre  de  la  Civilización,  para  contener 
la  barbarie  moscovita,  vencedora  en  Orlen- 


124  VARGAS  VILA 

te,  y  el  Imperialismo  inglés,  vencedor  en 
todos   los   puntos   de   la  Rosa    Náutica; 

dejad  a  los  soñadores  que  extiendan  sus 
brazos  al  espacio,  de  lo  alto  de  la  montaña 
de  sus  visiones; 

ellos,  lo  hacen  siempre  en  forma  de  cruz; 

tienen  la  sed  de  exaltar  el  mundo,  hasta 
su  ensueño... 

Si  exalfatus  fuero,  omyíia  ad  me  traham. 


Q^HÉB^-l-V^-M^iM^aM^^— ♦""4«-4>-B4— i^D 


Fuga  de  Vándalos... 


París  Diciembre   i.o    1914. 

El  águila  austríaca,  sangra  por  todas  par- 
tes... 

su  vuelo  siembra  de  flores  rojas,  los  pra- 
dos de  la  Hungría; 

melancólicamente  vuela,  sobre  los  rfos  que 
gimen,  y,  los  grandes  saucedales  que  llo- 
ran  su   derrota 

por  encima  del  mundo,  sus  plumas  ul- 
trajadas van  cayendo ; 

como    nubes... 

sobre  las  selvas  verdes;  llenas  de  clari- 
dad;... 

en  su  encanto,  pacíficamente  el  cielo  apa- 
cible la  mira  huir;   magnánimamente; 


['2(j  VARfiAS  ViLA 

los  hombres  la  han  herido... 

¿  qué  va  a  hacer  él,  contra  el  ave  asesina 
que  huye  llevando  la  derrota  entre  las  alas 
flasias,    privada    de    toda    consolación? 

en  el  dulce  bienestar  del  Silencio,  ella  sabe 
orientarse    en   la    catástrofe... 

los   cielos   del   desastre   le  son   familiares ; 

conoce  los  caminos  de  la  Derrota,  que  le 
son   habituales ; 

es  la  vieja  águila  vencida,  de  Sadowa, 
de   Solferino   y,   de   Magenta; 

los  pantanos  herbosos  y,  los  estanques  dor- 
midos, reflejan  las  alas  en  cruz,  del  ave 
carnicera,  hermana  del  Espanto  y,  de  la 
Muerte... 

es  el  ave  heráldica  de  la  horca,  la  centi- 
nela de  los  patíbulos,  donde  agoniza  la  Li- 
bertad,   eternamente    solitaria... 

la  sombra  de  sus  alas  hace  estéril  la  tie- 
rra que  cubre,  y,  las  flores  se  secan  bajo  su 
vuelo,  viendo  sus  cálices  hacerse  súbitamen- 
te  rojos... 

se  diría  que  de  sus  plumas  cae  una  llu- 
via de  sangre,  sobre  los  valles  obscuros,  en 
silenciosa  contemplación  de  las  estrellas  le- 
janas... 

bajo  su  sombra  fatal,  se  secan  los  to- 
rrentes, misteriosamente,  tragados  por  la  tie- 
rra que  huye  el   contacto  del  pájaro  malé- 


CLEPSIDRA     ROJA  127 

fico,  a  la  sombra  de  cuyas  alas  duerme  la 
Devastación; 

la  gran  bestia  imperial,  va  buscando  su 
nido  en  el  corazón  de  las  tinieblas,  para 
morir  en  él,  llenando  el  espacio  con  su  ale- 
teo salvaje,  que  el  viento  engrandece  des- 
mesuradamente, tétricamente  hasta  el  Ho- 
rror ; 

fantásticamente; 

en  el  cielo  libre  lleno  de  lúgubres  lamen- 
taciones ; 

la  sigue  un  coro  de  alaridos  escapados  al 
corazón  de  las  más  hoscas  tragedias  de  la 
Historia; 

es  el  águila  de  los  Hapsburgos,  la,  estirpe 
cobarde  que  tiembla  prisionera  en  su  púr- 
pura  ensangrentada ; 

ha  agotado  el  Crimen  esta  ave  heráldica 
de  todas  las  concupiscencias,  y,  hoy  cris- 
pa sus  garras  crueles,  sobre  un  mundo  ven- 
cedor, rebelde  a  dejarse  despedazar,  por  esas 
uñas  ávidas; 

y,  se  pierde,  vencida,  en  las  profundidades 
de  un  cielo  crepuscular; 

las  águilas  demoniales  de  Prusia,  le  ha- 
cen compañía,  en  esta  huida  vergonzosa  a 
través   de  los   cielos    del   Desastre; 

y,  allá  van...  allá  van...  fugitivas  y,  ven- 
cidas,   ante    el    vuelo    del    águila    polar; 


128  VARGAS  VILA 

bajo  sus  alas  atravesadas  de  flechas,  los 
vándalos  se  dispersan,  como  si  vencidos  por 
la   luz,    marchasen   al    asalto   de   la    Noche; 

el  Gensérico  funambulesco,  que  no  pudo 
hundir  su  espada  virgen  sino  en  el  corazón 
de  sus  propias  derrotas,  y,  no  ha  conocido 
el  rostro  sino  las  espaldas  de  la  \'ictoria, 
ve  con  espanto  surgir  la  Muerte,  bajo  los 
cascos  de  sus  caballos; 

no  solo  la  muerte  de  sus  esclavos,  sino  la 
muerte  de  su  Imperio,  donde  se  entrecruzan 
todos  los  caminos  de  la  Derrota,  y,  las  ti- 
nieblas suben  al  horizonte,  con  un  halo  de 
sangre ; 

la  Alemania  castigada  se  debate,  hacien- 
do el  gesto  de  organizar  la  Victoria,  cuando 
no  organiza  sino  la  fuga,  bajo  el  foete  tre- 
mante del  fracaso,  y  ráfagas  de  llamas  y, 
de  hierro,  que  le  muestran  los  senderos,  en 
la   revelación   de  un   trágico  horror; 

el  César  fracasante  y,  fracasado,  arregla 
los  pliegues  de  su  manto,  para  caer  en  la 
actitud  de  un  Héroe  del  Walhala,  y,  piensa 
en  divertir  al  Mundo  por  su  puerilidad,  entre 
el  horizonte  de  incendios,  que  ciñe  la  tie- 
rra,   dementizada   de    espanto... 

el  cómico,  no  muere  nunca  en  él,  ni  aun  en 
el  fondo  de  este  abismo  en  llamas,  donde 
todo  sufre  y,  todo,  llora,  en  el  corazón    de 


CLEPSIDRA     ROJA  129 

esta  hora  sin  entrañas,  donde  todos  los  ecos 
aullan   con  una  fuerza   divina; 

la  desbandada  de  sus  ejércitos,  se  rea- 
liza ante  sus  ojos  ebrios  de  Orgullo,  y,  en 
los  llanos  de  Galitzia,  no  le  es  dado  contem- 
plar, sino  el  tropel  de  sus  banderas  fugi- 
tivas, bajo  los  cielos  de  ocre,  que  tienen  la 
palpitación   de  una   ala   en  furia; 

este  Constantino,  náufrago,  siente  el  es- 
trépito que  hacen  al  romperse,  sus  sueños 
desmesurados,  y,  mira  con  ojos  repletos  de 
pavor,  cómo  se  escapa  el  Mundo,  de  entre 
las  garras  de  sus  águilas  entontecidas  en  la 
borrasca,  voloteando  ebrias  de  sombra,  en 
el  corazón  desierto  de  la  Eternidad,  bajo 
la  lluvia  de  sangre  de  los  soles,  que  vuel- 
ven la  que  han  bebido  en  los  campos  de  la 
Muerte,  invencida,  insatisfecha,  llena  del 
hambre  cruel   de  devorar  la  Vida; 

allá  van  los  huíanos  fugitivos,  ante  la  ma- 
sa informe  de  los  cosacos,  que  más  parece 
un  desbordamiento  de  aguas,  que  un  tropel 
de  hombres; 

se  diría  que  todos  los  lagos  de  Mandchu- 
ria,  se  han  vaciado  sobre  las  cuencas  del 
Niemen,  para  ahogar  en  sus  aguas  malsa- 
nas aquellas  hordas  fugitivas,  gimiendoi  en 
la    Noche    inmensa,    arreadas    las   banderas. 

Clepsidra   Roja, 9 


130  VARGAS  VlLA 

que  son  como  harapos  de  un  muerto,  de  los 
cuales,  apenas  puede  hacerse  un  sudario  a 
la   Derrota; 

de  los  Cárpatos,  baja  un  aluvión  de  vic- 
torias, para  azotar  las  espaldas,  de  aquellos 
vencidos  miserables,  que  partidos  a  la  con- 
quista de  las  tierras  maravillosas,  vuelven 
de  ellas,  deslumhrados  y,  cegados,  por  el 
brillo  de  las  lanzas,  que  los  han  herido, 
llevando  sobre  sus  escudos  vencidos,  el  ca- 
dáver de  su  Crimen; 

la  hora  de  la  liberación  definitiva,  se  anun- 
cia ya  con  caracteres   irrevocables; 
esperad    a    que    la    Media    Luna,    acabe    de 
hundirse,  tras  de  las  aguas  del  Bosforo; 

¿no  veis  como  la  Media  Luna,  tiene  la 
forma  de  un  alfange? 

ese  alfange  decapitará  el  Imperio  putre- 
facto, en  la  inmovilidad  malsana,  de  sus 
pantanos  en  calma; 

y,  con  la  ruina  de  aquel  Imperio  Oriental, 
se  consumará  la  ruina  de  estos  imperios  cen- 
trales, que  desaparecerán,  rotos  por  el  Mun- 
do, en  pleno  esplendor  miasmático  de  su 
Nada,   fatídica   y   triunfal... 


Q4BM4aH4-M4K>4aH44HB4>H4«H^-»4H>4Q 


Cesarión 


París   Enero    1.Q-1915. 

Todas  las  bestias  son  la  Bestia,  al  decir  de 
Esquilo; 

y,  es  necesario  acabar  con  el  culto  de  la 
Bestia,  que  se  quiere  hacer  pasar  por  dio;S; 

todo  corazón  de  pueblo  esclavo,  es  taber- 
náculo propicio,  para  la  adoración  de  la  Bes- 
tialidad, hecha  divina  por  la  bajeza  del  ado- 
rador; 

pero  llega  un  día  en  el  cuadrante  inflexi- 
ble del  Tiempo,  ;en  queila  Historia  se  encarga 
de  desatar  sus  rayos,  para  reducir  a  ceni- 
zas, el  Tabernáculo  profanado,  y,  el  ídolo 
miserable  que  se  albergaba   en  su  seno; 

ese  misterioso  y  divino  desdén,  que  se 
llama,  el  Silencio,  se  hace  imposible  ante  dos 


132  VARGAS  VILA 

cosas  igualmente  trascendentales  en  los  des- 
tinos del  Mundo :  la  Gloria  y^  el  Crimen ; 

y,  cuando  el  Crimen,  quiere  hacerse  ad- 
mirar como  la  Gloria,  el  Silencio,  se  rompe 
con  estrépito,  y,  azota  con  las  mil  lenguas 
de  fuego  de  la  Palabra,  la  extraña  Bes- 
tialidad  epiléptica,    coronada   de    Orgullo; 

hay  terribles  bifurcaciones  y,  grandes  es- 
carpaduras en  el  río  de  la  Historia  y,  lle- 
gando a  ellas,  la  Serenidad  histórica  se  en- 
turbia,  se  hace  violenta,  y,  la  nube  sagra- 
da de  la  Cólera,  apareciendo  sobre  el  cielo 
Jiace  obscura  la  corriente  y,  hace  negro  el 
horizonte; 

así  hay,  hombres-escollos,  que  hacen  rom- 
per y  rugir  la  mansedumbre  profesional  de 
las    corrientes   históricas; 

llegando  a  ellos,  las  olas  de  la  Equidad, 
chocan,  se  represan,  se  enturbian,  ya  no  re- 
flejan la  fidelidad  estática  de  los  paisajes 
evocados  por  el  historiador  y,  puestas  en 
violencia,  rugen  amenazantes,  privadas  de 
toda   cordialidad ; 

es  el  privilegio  de  estos  seres :  desconcer- 
tar la  Historia,  escapando  de  ella  para  en- 
trar brutalmente  en  la  Tragedia; 

Guillermo   II  es  uno  de  ellos j 

en  esta  hora  en  que  se  diría  que  se  oye 
subir   el   Mar  de   la  Muerte,   con  su  tétrico 


CLEPSIDRA     ROJA  133 

oleaje,  esta  figura,  trágica  y  grotesca,  apa- 
rece sobre  esas  olas,  pidiendo  ser  ameda- 
11a da  sobre  el  yunque  mismo  de  la  fragua 
universal,  cuyos  resplandores  ciegan  el  mun- 
do,  y  que  él,  prendió  con  sus  manos  de  Tu- 
balcain,  ambiguo  y  fatal; 

hombre  pretérito,  revenant  de  siglos  bar- 
ba ix)s,  bastardo  de  Atila  y  de  Alarico,  so- 
ñador bajo  el  águila  enigmática  de  su  co- 
rona, este  hombre  hace  retroceder  la  Histo- 
ria a  los  períodos  bárbaros,  poniendo  entre 
él  y,  el  historiador  una  ¡perspectiva  de  si- 
glos; 

su  comicidad  arcaica  y,  contagiosa,  era 
lo  único,  hasta  hoy,  que  había  revestido  en  él, 
una  forma  de  grandeza;  lo  demás,  todo  en 
su  figura,  era  de  una  aplastante  mediocri- 
dad ; 

codeando  lo  grotesco  por  todos  lados,  no 
bordeaba  el  ridículo,  sino  que  se  precipitaba 
en  él,  con  la  pasión  incontenible,  de  un  hi- 
popótamo en  los  fangales  del  Nilo;  se  veía 
que  ese  era  su  elemento  natural; 

sus  vociferaciones  extemporáneas,  no  al- 
canzaban a  salvarlo,  sino  a  hundirlo  más, 
bajo  aquel  oleaje  hilarizante,  que  formaba 
en   tomo   suyo,  un   rumor  de   carcajada; 

fué  acaso  para  desgarrar  esa  túnica  de 
Nessus,  que  se  lanzó  brutalmente  en  la  tra- 


134  VARGAS  VILA 

gedia,  deseoso  de  inmavilizar  la  Risa,  cam- 
biándola en  un  gesto  de  Horror... 

y,  no  lo  ha  logrado  sino  a  medias,  porque 
aquellos  que  caen  bajo  sus  golpes,  ríen  de 
su  gesto   epiléptico; 

los  muertos,  caen  ante  él,  con  un  rictus 
de  hilaridad  en  los   labios  burlones; 

sienten    que    han    sido    extrangulados   por 
un  mono; 
y,  ríen  de  su  verdugo; 

las  garras  del  tigre  están  ausentes  de  aquel 
antropoide  enfurecido,  que  hace  el  gesto  de 
devorar    el    mundo ; 

la  barbarie  tentacular  de  Alemania,  no  lo- 
gra levantar  en  sus  tenazas  de  pulpo,  esta 
baja  figura,  de  relieve  bizantino,  tan  misera- 
blemente incrustada  en  la  antigüedad; 

el  Dios  germánico,  que  los  teólogos  uni- 
versitarios, han  arrancado  de  las  páginas  de 
la  Biblia,  para  hacerlo  suyo,  no  fué  miseri- 
cordioso con  este  pobre  estropeado,  muti- 
lándolo desde  la  cuna  y,  añadiendo  el  cán- 
cer a  la  demencia;  castigo  que  no  inventó 
para  Saúl,  a  pesar  de  sus  ingratitudes,  y, 
sólo  usó  a  medias,  con  Nabucodonosor,  a 
pesar  de   sus  torpezas; 

espectacular  y,  multicolor,  este  Empera- 
dor de  film,  debía  su  mayor  notoriedad,  a 
las  posturas  plásticas  que  ensayaba; 


CLEPSIDRA     ROJA  135 

plastronante  y,  cascante,  todo  en  él,  era 
cascabelero  como  en  un  clown,  hasta  este 
momento  trágico,  en  que  Arlequín  enfurecido, 
quiso  convertirse  en  Aquiles,  para  caer  bajo 
el  peso  de  su  armadura,  en  un  campo  des- 
nudo de  toda  Gloria; 

el  babilonismo  estipendiado  de  sus  historia- 
dores, no  logra  dar  ningún  relieve  a  su  figura 
ninivita,  atropellada  y,  volcada,  por  los  cor- 
celes del  espanto,  que  él  mismo  soltó  y, 
afoeteó  contra   los   campamentos   enemigos; 

por  mucho  que  ellos  se  rebajen,  no  logra- 
rán levantarlo^  sino  hasta  la  altura  de  sus 
epitetos  sin  valor; 

su  idealismo  de  cuartel,  no  logrará  alzarlo 
más  alto  que  el  último  de  sus  aduladores; 

y,  estos,  tienen,  la  talla  mínima  de  Jos 
otros  que  relinchan  en  las  caballerizas  ofi- 
ciales ; 

todos  los  ídolos,  son  representativos  de  la 
mentalidad  del  pueblo  que  los  adora; 

Guillermo  II,  es  a  ese  respecto,  la  repre- 
sentación del  pretorianismo  tumultuoso  que 
lo  alza  sobre  sus  escudos  de  guerra; 

un  genízaro   coronado; 

deforme  como  un  Moloch,  enchamarrado 
de  oro,  evocando  todas  las  formas  de  la 
barbarie,  es  hecho  para  eso:  para  reinar  so- 
bre un  pueblo  de  almas  primitivas  y  crueles. 


136  VARGAS  VILA 

y,  de  esclavitud  refinada  y  sapiente;  llevado 
en  andas,  como  los  ídolos  de  los  otros  bár- 
baros, para  presenciar  el  exterminio  de  un 
mundo,  que  se  ha  vuelto  contra  él,  y,  se 
apresta  a  vencerlo  y,  a  encadenarlo  con  sus 
legiones  de  esclavos; 

hay  quien  haya  osado  comparar,  a  este 
histrión,  coronado  de  ridículo,  con  el  Corso 
audaz,  que  hace  un  siglo  llenaba  el  mundo 
con  el  ruido  de  sus  batallas,  al  cual  hacía  eco 
el  ruido  de  sus  crímenes; 

paralelo  inaceptable,  como  todos  los  pa- 
ralelos  de  la  Adulación; 

los  Plutarcos  de  la  Bajeza,  estipendiados 
por  las  águilas  de  oro  que  aprisionan  entre 
sus  manos,  faltos  de  un  casco  prusiano  en 
que  llevarlas,  no  levantarán  nunca,  esta  fi- 
gura de  tan  sonora  mediocridad,  a  la  al- 
tura de  la  de  aquel  aguilucho  de  estirpe  flo- 
rentina, pérfido  y  rapaz,  que  con  las  uñas 
de  las  águilas  del  Sena,  adiestradas  por  él, 
extrajo  del  tesoro  de  Saint  Denis,  la  corona 
de  Clovis,  para  ponerla  en  su  frente  de  aven- 
turero falaz,  coronada  por  la  Victoria; 

nada  es  más  triste  que  estas  degradacio- 
nes de  la  grandeza  histórica,  ensayadas  por 
el  paralelismo  cortesano,  a  gajes  de  la  mu- 
nificencia de  un  Amo; 

el  fantasma  ensangrentado  de  este  Hohen- 


CLEPSIDRA     ROJA  137 

zollern  enloquecido,  al  cual  hacen  cortejo 
las  esperanzas  muertas  de  su  pueblo,  no 
tiene  nada  de  común,  con  el  fantasma  des- 
esperado del  vencido  en  Waterloo,  al  cual 
hacían  cortejo  la  nube  de  sus  águilas  rapa- 
ces, prontas  a  atravesar  el  mar,  para  morir 
con  él,  en  la  inclemencia  de  la  roca  solitaria ; 

Cesarión,  no  hará  nunca  palidecer  la  gloria 
de   César;   aunque  envilezca   su  nombre; 

y,  Angústulo,  en  su  pequenez,  es  el  fantas- 
ma, pero  no  el  émulo  de  Augusto;... 

la  Adulación,  puede  deshonrar  la  Histo- 
ria,  pero,  no  puede   destruirla; 

solo  una  cosa  iguala  a  este  Honorio  ger- 
mánico, con  el  condotfíere  insular  acorrala- 
do en  Santa  Elena:  el  cáncer  que  devoró  las 
entrañas  del  uno  y  devora  la  garganta  del 
otro;  éste,  heredó  el  cáncer  con  la  corona; 
aquél  recibió  el  cáncer  y  la  corona  de  las 
manos   del   Destino; 

¿  dónde  están  las  victorias  de  este  Fauno 
coronado  con  los  pámpanos  de  Sorrento,  y,  el 
cual  no  puede  aparecer  fabuloso,  sinoi  a  aque- 
llos que  creen  en  la  fábula,  y,  nO'  puede 
aparecer  como  grande,  sino  a  aquellos  que 
ignoran  las  proporciones  de  la  grandeza  hu- 
mana? 

los  triunfos  precarios  de  sus  ejércitos,  no 
han  sido  de  él,  sino  de  la  ciencia  ruda  de  sus 


138  VARGAS  VILA 

mariscales,  todos,  desde  los  obtenidos  con- 
tra la  Fe  jurada,  en  los  campos  de  Bélgica, 
hasta  la  caza  al  oso  blanco,  en  las  estepas 
üe  Rusia,  emprendida  por  Hindenburg,  el 
más  hábil  bull-dog g,  de  las  perreras  imperia- 
les, que  ha  dejado  escapar  la  presa,  confor- 
mándose con  morder  los  talones  de  una  som- 
bra; 

no  es  la  Gloria,  la  que  vuelve  la  espalda 
a   Guillermo    II,  porque   no  la   tuvo  nunca; 

es  la  Fortuna,  la  que  se  la  vuelve,  dejando 
de   sonreir   al  Mimo   coronado; 

esa  Fortuna,  que  abandonando  sus  hordas, 
lo  obligará  mañana  a  regresar  a  Berlín,  en- 
tre el  silencio  de  la  Derrota,  arrastrando  a 
la  cola  de  su  caballo,  la  Cruz  de  Hierro, 
esa  enseña  de  la  piratería,  con  la  cual  ha 
adornado  el  pecho  de  los  más  miserables 
asesinos^  que  hayan  asombrado  jamás  con 
sus  crímenes  la  soledad  inerme  del  océano; 

las  llamas  de  Lovaina,  resurrectas  por  un 
veredicto  del  Destino,  se  mezclarán  acaso 
a  otros  incendios,  para  alumbrar  la  mar- 
cha de  este  Atila  fracasado,  hacia  un  de- 
sierto mayor  que  las  llanuras  pantanosas  de 
la  Scythia :  el  desierto  de  la  Execración  Uni- 
versal; 

él,  destruyó  con  su  espada,  el  altar  de  la 
Victoria,  que  sus  antecesores  habían  levan- 


CLEPSIDRA     ROJA  139 

tado  en  el  corazón  de  la  Conquista^  estre- 
mecida de  tanta  Audacia; 

él,  degolló  en  las  riberas  del  Marne,  las 
águilas  vencedoras  en  los  llanos  de  Sedán; 

su  causa  está  ya  perdida  a  los  ojos  del 
mundo,  y,  empieza  a  perderse,  a  los  ojos  de 
su    Pueblo,    abiertos    ante    el   Abismo; 

el  fantasma  de  la  Victoria  no  existe  ya, 
sino  en  el  corazón  de  aquel  Alarico  vencido, 
y,  en  los  ojos  cegados  de  orgullo,  de  los 
nobles  degenerados,  sobrevivientes  de  los 
banquetes  de  Eulemburgo,  y,  de  las  org^ías 
de  sangre   de  Saverne; 

la  vieja  gloria  de  Alemania,  sepultada  bajo 
las  cúpulas  de  las  catedrales  destruidas,  se 
negará  a  acompañar  mañana,  a  aquel  fan- 
tasma vencido,  hacia  un  Santa  Elena  de 
Desolación,  del  cual  las  olas  del  mar  se  apar- 
tarán con  desprecio,  humilladas  de  ser  obli- 
gadas por  el  viento  a  tocar  aquella  Caprea 
del  Desierto,  donde  agonizará  en  Silencio,  la 
Soberbia  encadenada,  temblando  en  los  gi- 
rones de  su  manto  imperial,  descoronada  de 
un  solo  golpe,  por  Dios  y,  por  los  hombres; 

este  soñador  mediocre,  cuya  cabeza  ha  en- 
loquecido al  peso  de  la  diadema,  no  tuvo 
grande  sino  el  Orgullo,  y,  cayó  bajo  él,  se- 
pultado por  su  peso,  como  por  una  montaña: 
de   Demencia... 


140  VARGAS  VILA 

de  bajo  esos  escombros,  no  salen  sino  sus 
espuelas,  rotas  en  la  huida,  y,  su  casco  im- 
perial,   aplastado  por  el   fracaso; 

lo  arbitrario  residía  en  él,  como  en  una 
fortaleza,  y,  el  rayo  que  ha  derrumbado  las 
murallas,  no  ha  encontrado  bajo  ellas,  para 
castigar,  sino  el  fantasma  de  un  loco,  al 
cual  la  llaga  de  Tiberio,  devora  la  garganta; 

él,  ensaya  capitular  ahora,  con  el  mundo, 
que  no  pudo  vencer,  pero,  el  mundo  victorio- 
so, le  vuelve  las  espaldas,  no  queriendo  dia- 
logar siquiera,  con  aquél,  que  deshonró  la 
Tierra,    no   habiendo   podido    dominarla; 

la  demagogia  letrada  de  sus  retóricos,  no 
alcanza  a  levantar  del  polvo,  la  espada  de 
aquel  Sofista  Imperial,  que  como  muchos 
de  ellos,  fué  también  un  hacedor  de  come- 
dias, que  declamó  como  histrión,  antes  de 
representar  ante  el  mundo,  la  más  pavorosa 
tragedia  que  registran  los  siglos;  tragedia 
que  terminará  por  humillar  la  sombra  de 
Bonaparte,  ya  que  el  mundo,  no  es  bastante 
puro,  ni  bastante  fuerte,  para  traer  sobre 
la  escena,  el  fantasma  de  Cromwell,  con  el 
hacha    ensangrentada    entre    las    manos; 

los  genízaros  de  un  Kedive  fugitivo,  y,  los 
últimos  mercenarios  de  Mohamet,  hacen  es- 
colta a  su  litera  imperial; 

únicas  legiones  dignas  de  escoltar  el  viaje 


CLEPSIDRA     ROJA  141 

de   este   último   bárbaro,    que  quiso   romper 
el  mundo  bajo  el  peso  de  su  espada; 

la  de  Brenus,  arrojada  en  la  balanza,  le 
hará  oir  la  sentencia  definitiva  de  la  Victo- 
ria, que  esta  vez,  es,  la  de  la  Libertad:  Vje 
VlCTIS... 

la  agonía  del  militarismo  alemán,  que  ha 
de  ser  la  muerte  de  todo  el  militarismo  de 
la  tierra,  se  anuncia  ya  en  las  perspectivas 
asimétricas,  de  un  Waterloo,  sin  proporcio- 
nes y,  sin  medidas; 

el  Monstruo,  ensangrentará  aún  rudamente 
la  Tierra,  antes  de  desaparecer  bajo  una 
catástrofe  tan  violenta,  que  se  diría,  que  el 
ciek)  mismo,  va  a  desplomarse,  para  sepul- 
tarlo ; 

los  pueblos  perderán  entonces  el  culto  de 
la  espada; 

roto  el  escudo  de  Atila,  ¿  quién  osará  re- 
coger sus  pedazos,  en  los  campos  desiertos, 
donde  vaga  aún  el  alma  de  las  legiones  ven- 
cidas ? 

el  Caudillaje  coronado,  habrá  lidiado  su 
última  batalla,  con  este  César  sin  Farsa- 
lia,  incapaz  de  conquistar  la  Galia;...  Cé- 
sar ahogado  en  el  Rubicón,  al  repasarlo  ven- 
cido,  fugitivo   en  el    corcel  de   la   Derrota; 

más  que  el  último  César,  último  fantasma 
del    cesarismo,    sobre   la    Tierra,   que   habrá 


142  VARGAS  VILA 

vencido  en  él,  todos  los  sueños  del  Pasado, 
decapitados  por  la  espada  fulgente  del  Fu- 
turo; 

las  águilas  imperiales  de  ningún  Imperio 
del  Mundo,  volarán  ya  como  dominadoras, 
sobre  la  superficie  del  Globo,  ni  sobre  el 
dorso  del  Mar,  donde  arqueros  expertos  las 
esperarán  para  derribarlas  de  un  solo  tiro, 
arrojando  sus  cuerpos  desangrados  al  pu- 
dridero  enorme  del  Olvido; 

sí: 

águilas  marinas,  y,  águilas  montañesas, 
aquellas  que  han  dominado  los  mares,  y, 
aquellas  que  han  aspirado  a  dominar  la  Tie- 
rra, abatidas  serán  sin  Misericodia,  o,  el 
Mundo,  por  ^u  indignidad,  no  tiene  derecho 
a  existir  y,  está  llamadoi  a  desaparecer  entre 
el  desprecio;  salvaje  de  las  fieras  del  desier- 
to, que  superiores  al  Hombre,  supieron  con- 
servar su  Libertad,  y,  vivieron,  sin  Amo  y 
sin   cadena ; 

si  la  Soberanía  de  un  Pueblo  cualcjuiera, 
se  alzara  dominadora  sobre  el  Mundo  des- 
pués de  esta  guerra  sin  paralelo  histórico, 
hecha  para  abatir  el  militarismo  prusiano,  y, 
con  él,  todos  los  militarismos  bochornosos  y 
armipotentes,  los  cielos  mismos  llorarían  de 
humillación,  y,  tal  v^ez,  en  las  soledades  de 
esos  cielos,  el  vapor  de  esas  lágrimas  crea- 


CLEPSIDRA     ROJA  143 


ría  un  Dios,  llamado  a  castigar  con  el  rayo 
de  su  justicia,  el  perjurio  enorme  de  los  hom- 
bres, arrasándolos  de  sobre  la  faz  de  la 
Tien-a,  matando  el  último  de  los  esclavos, 
al  pie  del  trono  del  último  de  los  Amos. 


* 


Hay  hombres,  hechos  a  obrar  sobre  el 
epigastro    de   aquellos   que   los   contemplan; 

Guillermo  II,  es  uno  de  éstos,  por  su  co- 
micidad empenachada,  y,  el  jocundo  gro- 
tesco, que  se  escapa  como  un  perfume,  de 
su  persona  imperial; 

es,  en  el  Ridículo,  como  en  su  Imperio,  el 
Soberano  Absoluto; 

nadie  comparte  con  él,  su  gozosa  domi- 
nación; 

desde  los  tiempos  de  Nerón,  parecía  per- 
dido el   espécimen  perfecto   del  Rey-Clown; 

Guillermo  II,  lo  resucitó,  con  todos  los 
caracteres  de  degeneración  patológica,  que 
marcaron  el  alma  y,  el  cuerpo,  del  hijo  de 
Agripina ; 

la  misma  aspiración  a  la  Belleza,  al  Arte 
y,  a  la  Tiranía; 

la  misma  comicidad  feroz,  con  tendencias 
a  la  gravedad  hierática,   según  el  papel  ju- 


144  VARGAS  VI LA 

gado  en  la  farsa  imperial^  llena  siempre  de 
pomposa  puerilidad; 

el 'mismo  batir  de  falsas  alas  en  la  piara; 

el  mismo  sueño  idiota-audaz,  del  cerdo  que 
se  cree  dios; 

la  misma  agresiva  candidez  de  niño  cruel, 
que  distingue  la  mentalidad  retardataria  del 
Mimo    Imperial; 

Nerón,    era   músico; 

Guillermo,    es   musicógrafo; 

Nerón,    presidía   los   coros    de   su    Teatro; 

Guillermo,  ordena  y,  regimenta  los  coros 
del  suyo; 

Nerón,   amaba  recitar; 

Tjuillermo  hace  ostentación,  de  que  nadie 
declama  como  él,  los  monólogos  de  Hamlet; 

Nerón,   tocaba   el  arpa; 

Guillermo  instrumenta  la  música  para  su 
ópera    de    Cámara ; 

Nerón,    representaba  farsas   de    Libanius; 

Guillermo,  representa  aquellas  que  el  mis- 
mo  escribe ; 

Nerón,  decretaba  el  aplauso; 

Guillermo  lo  impone; 

el  silencio  ante  el  Actor  Imperial,  era  un 
desacato    en    Roma,    como    en   Berlín; 

Nerón,  amaba  las  carreras  de  carros,  que 
él,  mismo  guiaba,  sobre  las  arenas  del  Circo; 

Guillermo    ama   las   carreras    de   caballos. 


CLEPSIDRA     ROJA  145 

que  él  mismo  adiestra  en  las  pistas  impe- 
riales ; 

Nerón  cantaba; 

Guillermo,    predica ; 

Nerón,  era  el  Sumo  Sacerdote  de  Roma; 

Guillenno,  es,  el  Pontífice  luterano  de  su 
Imperio; 

Nerón,  tenía  la  pasión  de  Homero,  cuyos 
versos  recitaba ; 

Guillermo,  tiene  la  pasión  de  la  Biblia, 
cuyos    versículos    salmodia ; 

Nerón,  era'  Poeta,  y,  Petronio  murió  por 
haberle  superado; 

Guillermo  corrige  a  Goethe,  y,  mutila  los 
himnos  de  sus  poetas   cortesanos; 

Nerón,  amaba  los  banquetes,  en  los  cua- 
les gustaba  de  sentarse,  entre  efebos  corona- 
dos  de   rosas; 

Guillermo  ha  presidido  los  banquetes,  ínti- 
mos, en  que  Alfredo  Krupp,  y  Felipe  de 
Eulemburgo,  caballeros  de  esa  Tahle  Ronde, 
revivían  la  ambigua  cordialidad  de  los  con- 
vidados de  Nerón,  ebrios  del  vino  bebido, 
en  las  mismas  copas,  que  Krupp  había  apu- 
rado, en  su  serrallo,  bajo  las  vides  de  Cá- 
prea; 

Nerón,  asesinó  su  madre  por  celos  del 
Poder; 

Clepsidra  Roja, — 10 


146  VARGAS  VILA 

Guillermo,  torturó  la  suya,  para  impedirle 
reinar,  e  hizo  morir  de  tristeza  a  su  padre, 
disputándole  un  cetro,  que  ya  la  Muerte 
arrancaba  de  sus  manos  generosas; 

Nerón,  no  quemaba  las  ciudades  que  ven- 
cía, y,  declaró  sagradas  para  el  pillaje,  las 
estatuas   de  los  templos; 

Guillermo,  prendió  el  incendio  de  Lovai- 
na,  y,  sus  cañones  han  decapitado,  las  esta- 
tuas, que  no  ha  podido  volcar; 

Nerón,  prendió  fuego  a  Roma,  y,  presen- 
ció impasible  la  obra  devastadora  del  incen- 
dio; 

Guillermo,  ha  prendido  fuego  al  mundo, 
y,  contempla  impasible,  la  obra  de  las  lla- 
mas, que  han  de   devorar  su  Imperio; 

Guillermo,  como  Nerón,  ha  puesto  el  Ver- 
dugo a  la  puerta  de  su  Crimen,  para  impedir 
que  sea  delatado; 

reduciendo  su  pueblo  a  la  Servidumbre, 
lo  ha  reducido  al  Silencio; 

poniendo  el  hacha  por  centinela  de  sus 
delitos  ha  cortado  las  lenguas  que  pudieran 
delatarlos ; 

ha  comprado  todas  las  complicidades,  me- 
nos la  de  la  Historia; 

y,  ella  lo  denuncia; 

sus  manos  de  carnicero,  han  plasmado  su 
pueblo   para   todas  las    vilezas  de   la  Servi- 


CLEPSIDRA     ROJA  147 

dumbre   y,   todas  las   crueldades  del   Exter- 
minio ; 

él  representa  en  la  Historia  el  sueño  del 
bárbaro,   hecho   carne; 

el  absolutismo  medioeval,  florece  en  él, 
como  en  la  más  bella  rosa  arcaica,  que  aque- 
lla flora  muerta,  pudo  dar,  en  una  repro- 
ducción inexplicable  y  extemporánea  a  tra- 
vés de  las  edades; 

el  alma  de  Cartago  reside  en  él,  como  en 
su  pueblo,  y,  la  Fé  Púnica,  es  el  escudo  de 
su  sello  imperial,  puesto  al  margen  de  los 
tratados   que   celebra ; 

Aníbal  sin  genio,  él  ha  llevado  sus  legiones 
al  pillaje,  incapaz  de  llevarlas  al  Triunfo; 
demasiado  pequeño  para  ofrecerles  un  Ideal, 
no  ha  sabido  ofrecerles  sino  un  botín,  y, 
se  han  hartado  de  él,  a  la  luz  de  los  campos 
ardidos  por  sus  manos,  testigos  mudos  del 
paso  de  aquellas  hordas  de  la  Devastación, 
que  habrían  espantado  el  corazón  sin  miedo 
de  los  soldados  de  Al  a  rico; 

con  el  estandarte  de  Lutero  en  la  mano, 
esta  resurrección  de  Saladino,  sin  grandeza, 
no  ha  detenido  su  caballo,  sino  para  ordenar 
el  incendio  de  templos  que  no  eran  los  tem- 
plos de  su  Fe; 

con  un  gesto  bestial,  de  Conquistador  ma- 
layo, ha  quemado  los  altares  de  dioses  que 


148  VARGAS  VILA 

no  eran  suyos,  y,  ha  visto  el  humo,  alzarse 
de  los  tabernáculos  ardidos,  como  un  ho- 
menaje a  su  dios,  ofrecido  por  la  fe  de 
sus  soldados,  ebrios  de  un  trágico  furor; 

hugonote  empedernido,  con  una  alma  de 
tan  ruda  ferocidad,  que  parece,  escapado  a 
un  versículo  de  la  Biblia,  en  ese  Código  del 
Asesinato,  que  es  el  Libro  de  los  Reyes,  no 
reconoce  otro  dios,  que  el  dios  de  su  secta 
militante  y,  feroz,  que  parece,  como  su  Amo, 
tocada    de    la    epilepsia    de   Saül; 

su  demencia,  es  toda  la  razón  de  su  inso- 
lencia, y,  presa  de  ella,  ha  aspirado  a  la 
divinidad,  proclamando  la  encarnación  en  sí, 
del  Dios  Germano,  que  hoy  asuela  el  mundo, 
y,  pide  como  holocausto,  las  llamas  de  la 
hoguera,  en  que  arden  por  igual,  los  dioses 
extranjeros,   y,   aquellos  que   los  adoran; 

esa  autoidolatría  de  su  divinidad,  ha  sido 
el  secreto  de  su  comicidad;  una  comicidad_, 
que  hizo  reir  el  mundo,  antes  de  hacerlo  tem- 
blar; 

aislando  su  pueblo  del  resto  de  la  Huma- 
nidad, él,  lo  ha  declarado  fuera  de  toda  ley, 
que  no  sea  la  de  servirlo  y  adorarlo; 

Yo,  y,  el  Mundo;... 

ese  es  su  lema... 

aquel  que  lleva  escrito  sobre  su  escudo,  de 
asirio    resucitado   en   las    playas   del    Spree; 


CLEPSIDRA     ROJA  149 

SU  mentalidad  espesa  y  brumosa,  no  va 
más  allá,  de  ese  sectarismo  ninivita,  que 
es  un  antropomorfismo  grotesco,  colindante 
con    las    selvas    del    mundo   primitivo; 

parece  herido  del  horror  de  las  auroras, 
del  odio  de  los  soles  que  despuntan,  del  te- 
mor al  mañana,  que  avanza  sobre  el  mundo, 
como  una  caricia  de  Esperanza... 

es  un  hombre  pretérito; 

todo  en  él,  es   retrospectivo; 

y,  no  sabe  mirar  sino  hacia  el  pasado, 
hacia  los  focos  extintos  de  soles  que  ya  no 
son; 

incapaz  de  un  Ideal,  vivo  y,  luminoso,  vive 
de  rodillas  ante  ideales  osificados  en  el  ca- 
tafalco de  tiempos  irrecordados,  envueltos 
en  el  sudario  de  siglos,  esfumados  en  el 
horizonte  de  la  Fábula; 

en  vano,  la  retórica  cesarista  de  sus  filó- 
sofos eunuquizados,  erige  un  pedestal  a  su 
enfatuación; 

elevado  sobre  las  espaldas  de  sus  esclavos, 
llevado  en  hombros  sobre  el  escudo  de  sus 
legionarios,  es  siempre  lo  que  el  mundo  ha 
visto:  un  ídolo  bárbaro,  llevado  por  bárba- 
ros, más  allá  de  los  campos  de  la  Barbarie  y, 
de  la  Desolación; 

los  poetas  atrofiados  de  su  Corte,  llaman 
romántico  a  este  pivot  de  la  encina  feudal, 


150  VARGAS  VILA 


enclavada   en    el   corazón   de    la    Selva    Ne- 

absolutista,  de  un  absolutismo  oriental,  no 
ha  tenido  trabajo  para  imponérselo!  a  su  Pue- 
blo, que  ha  ofrecido  el  cuello  a  la  coyunda^ 
con  una  mansedumbre  de  buey,  hecho  al 
trabajo   del  surco  en  la  labranza; 

envuelto  en  los  harapos   de  la  decrepitud,  ^ 
más  que  en  las  pompas  de  la  antigüedad,  este 
soñador  estrafalario,  está  encargado  de  pro- 
bar  al   mundo,   como   un   Sofista   coronado, 
puede   serle  fatal; 

la  Antigüedad,  no  muere;  la  Decrepitud, 
sí;  y,  Guilleniio,  no  es  un  antiguo,  es  un 
decrépito,  un  sueño  arcaico,  pronto  a  con- 
vertirse en  polvo,  como  el  dios  del  Sera- 
peum ; 

todo  en  él,  es  precario,  y,  tiene  el  aspecto 
de  un  cadáver; 

su  sistema^  sus  gestos,  sus  ideas,  todo  en 
él,  exhala  el  olor  malsano  de  la  tumba; 

es  el  último  representante  de  algo  que  va 
a   perecer   con   él:    el   Absolutismo; 

empeñado  en  hacer  triunfar  el  Pasado  so- 
bre el  Presente,  para  hacerlo  su  esclavo,  este 
tébano  resurrecto,  no  ha  logrado  hacer  ha- 
blar la  Esfinge,  y,  la  Esfinge,  lo  aplastará 
bajo   sus   garras; 


CLEPSIDRA     ROJA  151 

la  pasión  del  Pasado  es  estéril,  y,  petrifica 
a.quellos  que  la  poseen; 

y,  Guillenno  II,  ha  amado  el  Pasado,  con 
una    Pasión   feroz,    de    lobo  taciturno; 

ese  contacto  con  los  vestigios,  petrificó  su 
corazón,  y,  lo  petrificó  a  él; 

el   Pasado,   que   evocaba,   lo  devoró; 

y,    después    de   haber  permanecido  en   su 
*scno,    como   Jonás   en   el  vientre    de  la   ba- 
llena,   el    Pasado   lo   ha   vomitado,    sobre  su 
siglo,  y,  es  en  las  playas  del  Presente,  algo 
así  como  la  deyección  de  un  fantasma; 

de  tanto  mirar  hacia  el  sol  muerto  del 
Pasado,  sus  ojos  quedaron  ciegos  para  el 
sol   del   Porvenir; 

el  deber  del  Hombre,  es  mirar  al  Porvenir, 
marchar  hacia  el  Porvenir,  llevar  los  otros 
hacia  el  Porvenir,  entrar  en  él  o  morir  a 
vista  de  él,  con  los  brazos  en  cruz,  como 
Moisés,  a  la  vista  de  los  llanos  moabitas; 

GuilleiTno  II,  no  ha  sabido  mirar  sino  ha- 
cia el  Pasado,  no  ha  orientado  su  Pueblo 
sino  hacia  el  Pasado,  y,  por  eso,  no  ha  guia- 
do sus  hordas  sino  hacia  el  Pasado,  resu- 
citando los  incendios  del  Pasado,  los  asesi- 
natos del  Pasado,  las  abominaciones  del  Pa- 
sado, escribiendo  con  sangre  la  bárbara  epo- 
peya del  Pasado,  para  caer,  en  un  gesto  de 


152  \'AROAS  yiLA 

hombre  del  Pasado,  vencido,  como  el  Pasa- 
do, en  un  nuevo  Campo  Cataulónico,  oyen- 
do los  relinchos  de  los  caballos  de  Atila, 
fugitivos    hacia   el   Pasado; 

esa  idolatría  del  Pasado,  ese  empeño  en 
revivir  el  Pasado,  hasta  en  las  regiones  del 
Arte,  que  debieran  ser  sagradas  para  estas 
regresiones  de  la  barbarie,  y,  que  ha  hecho 
de  la  Sicgesalhe  de  Berlín,  la  Gran  Avenida 
del  Ridículo,  y,  la  Vía  Triunfal  de  lo  Gro- 
tesco, es  como  la  savia  circulante  por  el 
cerebro  de  este  soñador  pretérito,  que  no 
ha  buscado  para  adorar,  entre  sus  anteceso- 
res, y,  para  hacerlos  adorar  de  sus  contem- 
poráneos, sino  aquellos  caracteres  de  bar- 
barie, limítrofes  con  el  mundo  tártaro  y  con 
el  corazón  salvaje  de  los  guerreros  de  Ta- 
merlan; 

todo  el  sedimento  bárbaro  que  hay  en  la 
Historia,  es  el  único  que  aspira  con  delicia, 
y,  éste  acaba  de  envenenar  su  cerebro  en- 
feíTno,  sobre  el  cual  el  buitre  de  la  locura 
abre  sus  alas  enormes ; 

las  águilas  del  casco  cesáreo,  no  alcan- 
zan a  ocultar  ni  a  vencer  el  ave  carnicera 
que  devora  el  cerebro  imperial,  y,  ellas  cuen- 
tan al  mundo,  el  naufragio  de  una  razón  que 
nació  incompleta,  y,  que  la  violencia  de  la 
vida  hizo   estallar  en  la  locura; 


CLEPSIDRA     ROJA  153 

guardémonos  de  reir,  con  una  risa  inno- 
ble, ante  esta  demencia  trágica,  que  ha  con- 
ducido al  mundo  a  la  catástrofe  y,  ha  vol- 
cado por  tierra  todo  el  edificio  de  la  Civi- 
lización; 

a  la  Historia,  le  es  permitido,  sin  perdonar, 
guardar  una  actitud  noble,  ante¡este  ¡demente, 
perverso  y  cruel,  que  ha  hecho  verter  tantas 
lágrimas,  y,  cuyo  infortunio,  no  hará  brotar 
una  sola,  en  los  ojos  de  los  hombres,  fati- 
gados  de  llorar,  por   causa  suya; 

este  Emperador  de  podredumbre,  tan  le- 
jos de  todo  radio  de  lo  sublime,  este  re- 
tórico alambicado  y  locuaz,  este  sofista  fatal, 
que  ha  estado'  a  punto  de  degollar  el  mundo, 
inspirará  siempre  el  Horror,  y,  no  inspirará 
nunca  el  Respeto,  al  cual  lo  monstruoso,  no 
ha  tenido,  ni  tendrá  jamás  derecho; 

el  alma  vacua  y  sin  grandeza  de  este  dés- 
pota oriental,  vuelve  sin  cesar  los  ojos,  ha- 
cia los  pantanos  de  la  Scythia,  como  ena- 
morado de  su  putrefacción,  y,  aspira  a  eva- 
porarse allí,  no  como  el  canto  de  un  cisne 
bn  la  melancolía  de  una  tarde,  sino  como 
el  graznido  de  un  buho,  en  el  corazón  de 
las  tinieblas; 

el  mundo  germano,  era  un  mundo  maduro 
para  la  adoración  de  la  Bestialidad,  como 
todo  pueblo  enarnorado  de  la  Fuerza  Bruta, 


154  VARGAS  VILA 

y,  dado  al  culto  bochornoso  de  la  espada,  y, 
por  eso  adoró  la  abyecta  personalidad  de  este 
Momo  Imperial,  que  representa  tan  bien,  la 
barbarie  delicuescente,  de  una  soldadesca 
que  suda  sangre; 

dominado  por  los  miasmas  de  ese  sueño 
no  le  será  dado  despertar  sino  para  desapa- 
recer ; 

¿vuelto  a  la  razón,  no  le  quedará  ya,  sino 
morir?... 

¿despertado  a  la  orilla  de  la  tumba,  en- 
trará en  ella,  tras  las  últimas  abejas  del  man- 
to imperial,  que  fué  el  sudario  de  su  gran- 
deza y  de  su  gloria? 

cuando  un  Pueblo  renuncia  a  la  Libertad, 
renuncia   a  la  Vida; 

y,  la  tumba,  lo  devora,  sin  dejar  de  des- 
preciarlo ; 

¡guay!  del  Mundo,  si  devorando  el  cadá- 
ver de  ese  Imperio,  se  siente  intoxicado  por 
su    putrefacción ; 

él,   moriría  también; 

y,  razas  vírgenes  aparecerán  sobre  la  su- 
perficie de  la  Tierra,  para  marcar  nuevas 
orientaciones,  a  un  mundo  nuevo,  surgido  del 
naufragio,  y,  al  cual  servirá  de  abono  la 
corrupción  de  los  siglos  desaparecidos,  en- 
trados  inexorablemente   en  descomposición; 


CLEPSIDRA     ROJA  155 

siglos  de  tal  manera  envilecidos  y,  tan 
abyectamente  putrefactos,  que  pudieron  dar 
al  mundo  y  adorar,  hombres  de  tal  manera 
intoxciados  de  Ridículo  y  de  Horror,  como 
este  último  Emperador  Bizantino,  que  ha 
reinado   sobre   Germania. 


\ 


Q^MH4«-i4«>i^iai4— i44-"4»i>-H^«>-^"«4^Q 


La  Palabra  de  la  Esfinge 


París  Febrero   1.2   191 5. 


-e 


Toda    la    atención    del    mundo   se    vueh 
fanatizada  hacia  el  Oriente; 

es  de  allí,  que  viene  con  el  estremecimiento 
de  las  olas,  el  estremecimiento  de  todos  los 
presagios; 

el  fantasma  de  Bizancio  obsesiona  los  es- 
píritus; 

el  hacha  de  Mahomet,  que  decapitó  el 
fantasma  de  Alarico,  aparece  yá,  como  una 
arma  vencida  y  oxidada,  incapaz  de  hacer 
temblar  a  nadie,  y,  pronta  a  romperse  en 
manos  de  aquel  que  venció  en  Crisópolis; 

la  Europa  se  apresta  a  aventarla  por  so- 
bre el  mar  de  Mármara  a  las  playas  asiá- 
ticas, en  donde  fué  forjada ; 

no  es  la  suerte  del  Imperio  turco,  inexora- 


l58  VARGAS  VILA 

blemente    condenado    a    su    desaparición   lo 
que  preocupa   al  mundo; 

es  la  suerte  futura  del  lugar  que  él,  va 
a  dejar  vacío,  del  área  de  terreno  que  ocu- 
paba su  barbarie,  lo  que  preocupa  a  aquellos 
que  se  preparan  a   destruirlo; 

ese  mundo  siente  que  va  a  jugar  la  más 
bella  parte  de  su  destino,  en  el  recinto  for- 
tificado que  la  espada  de  Constantino,  trazó 
sobre  los  muros  derruidos   de  Bizancio; 

no  es  el  resultado  de  la  batalla,  lo  que  lo 
preocupa,    sino   el   resultado    de  la   victoria; 

la  parcelación  de  ese  lote  gigantesco,  des- 
pierta tantos  apetitos,  que  la  Diplomacia  ve- 
tusta, no  teniendo  la  Fuerza,  ni  el  Orgullo 
del  Senado  Romano,  no  sabe  a  quien  vender 
el  campo  en  que  acampó  el  bárbaro,  durante 
cinco    siglos ; 

las  naves  aliadas,  que  avanzan  hacia  el 
Bosforo,  van  en  una  marcha,  creadora  de 
peligros  tan  grandes,  que  a  su  lado,  las 
minas  flotantes  que  las  amenazan  y,  las  rom- 
pen, son  un  juego  de  niños,  de  inocente 
inocuidad ; 

esas  naves,  abriendo  el  camino  a  la  Vic- 
toria, lo  abren  a  la  Paz  futura? 

o,  ¿lo  abrirán  a  nuevas  catástrofes  que  han 
de  aumentar  y,  perdurar  el  pavor  trágico 
de  esta  hora? 


CLEPSIDRA     ROJA  159 

en  esta  lucha  de  ambiciones  bastardas  que 
agita  el  mundo  y,  sobre  la  cual,  en  vano, 
las  manos  ilusionistas  de  los  soñadores,  en- 
sayan prender  el  sol  de  un  Ideal,  la  pose- 
sión de  Constantinopla,  despertando  todos 
los  apetitos,  llenará  el  mundo  con  el  ru- 
gido  de  las  fieras; 

¿de  quién  será  Bizancio?  ¿quién  poseerá 
esa  nueva  Elena,  espléndida  y,  esclava,  des- 
tinada acaso  a  ser  tan  fatal  como  la  otra? 

¿campos  de  Troya,  y,  manes  de  Aquilei, 
no  se  alzarán  en  una  trágica  evocación,  re- 
divivos bajo  cielos  orientales,  no  muy  lejanos 
de  aquellos  en  que  vagó  el  fantasma  de  Héc- 
tor sobre  los  muros   de  Ilion? 

en  ese  horizonte,  obscurecido  por  graves 
augurios,  avanzan  los  grandes  combatien- 
tes; 

el  oso,  tiende  su  garra; 

el   leopardo,   enarca   el   cuello... 

y,   el  gallo  canta; 

I  de   quién   será  la   pieza  codiciada  ? 

¿Constantinopla,  será  rusa? 

¿  el  viejo  sueño  británico,  brutalmente  ven- 
cido por  sus  propios  cañones,  se  abatirá 
de  un  golpe,  cayendo  como  un  buitre  he- 
rido, sobre  las  torres  de  Santa  Sofía,  ce- 
rradas las  garras  rapaces,  que  aprisionan 
medio   mundo  ? 


160  \ARQAS  \'ILA 

¿  Constantinopla,    será   inglesa  ? 

las  hordas  tártaras,  \'enidas  de  tan  lejos 
al  olor  del  botín,  los  cosacos  del  Vístula,  que 
soñaban  en  hacer  abrevar  sus  caballos  en 
los  pozos  llenos  de  un  azul  intenso,  que  re- 
fleja en  las  aguas  el  miraje  del  desierto; 
los  scytas,  salidos  de  la  estepa  tras  el  fan- 
tasma de  Atila,  creyendo  llegada  la  hora 
de  pillar  el  mimdo,  ;  se  resignarán  a  regresar 
tranquilos  a  sus  hogares,  después  de  haber 
visto  decapitado  su  sueño  milenario,  y,  no 
ensayarán  antes  atravesar  con  sus  lanzas,  el 
corazón  del  leopardo  felón   y  vencedor? 

¿  de  qué  lado  estaría  entonces  Francia,  en- 
tre sus  dos  aliados? 

la  Germania,  a  medias  volcada,  ¿no  se  in- 
corporaría sobre  su  escudo,  y,  las  águilas 
de  su  casco,  no  sentirían  un  viento  de  vic- 
torias pasar  por  bajo  sus  alas  vencidas? 

el  sueño  heroico  de  Grecia,  de  la  Grecia 
noble  y,  letrada,  ese  sueño  anutebo  y  tenaz, 
que  acaba  de  ser  vencido  con  Venizelos  por 
la  obstinación  teutónica  de  su  rey,  y,  por 
el  prusianismo  militante  de  los  generales  de 
antecámara,  que  no  quieren  combatir,  no  pu- 
diendo  hacerlo  contra  la  Libertad;  ¿se  resig- 
nará a  su  derrota?  ¿permanecerá  inerme  y, 
vencido,  sin  ensayar  reaccionar  contra  la  in- 
fluencia enervante  y,  fatal,   de  aquellos  que 


CLEPSIDRA     ROJA  161 

tienen  el  nombre  y  no  la  talla  de  los  fun- 
dadores   de    imperios  ? 

Bulgaria^  que  vé  claramente  que  no  puede 
tender  hacia  el  Bosforo  su  mano  conquista- 
dora, porcj[ue  nadie  en  el  mundo  permitiría 
que  un  Hapsburgo  fuera  coronado  Empera- 
dor de  Oriente,  proyectando  sobre  las  cla- 
ridades del  golfo,  la  sombra  trágica  de  los 
castillos  de  Shoembriui ;  ¿  se  resignará  a  ese 
yeto  histórico  y,  los  viejos  guerreros  de 
Adrianópolis  excitados  por  el  ruido  del  cañón 
no  querrán  salir  del  sueño  hipnótico,  en  que 
los  tiene  sumidos,  el  canto  de  la  Sirena  de 
Postdam  ? 

los  rumanos,  esos  latinos  de  Oriente,  de 
tanta  fuerza  guerrera  y,  tanta  ensoñación 
heroica,  que  se  sienten  hoy  detenidos  en  el 
camino  de  la  Conquista,  por  la  complicidad 
pasiva  de  su  rey,  un  Hohenzolern  lleno  del 
férreo  querer  de  los  aguiluchos  prusianos, 
¿se  resignarán  a  la  decapitación  de  su  Des- 
tino, hecha  por  la  espada  de  Prusia,  conver- 
tida en  cetro? 

I  ay !  ¡  cómo  es  verdad  que  la  Imprevisión 
en  política,  es  el  pecado  inexpiable! 

gobernar,  es  preveer,  y,  aquel  que  no  pre- 
vio, volvió  con  el  mismo  gesto,  la  espalda 
al  triunfo,  y,  el   rostro  al   destengaño... 

Clépsidr*  Soja^ 11 


1G2  VAROAS  VILA 

¿no  veis  cómo  hoy,  toda  la  diplomacia  de 
los  aliados  se  rompe  ante  el  muro  de  testas 
coronadas,  que  forma  ese  grupo  de  reyes 
austro-alemanes  poderosos  en  los  Balkanes? 

¿divorciados  de  sus  pueblos? 

sea; 

pero  hasta  hoy  más  poderosos  que  estos; 
imprevisión  de  Europa  fué  permitir  esa  lenta 
infiltración  de  germanismo  en  las  montañas 
balkánicas ; 

esa  filtración  ha  formado  ese  pantano  tu- 
desco, donde  batraccios  con  corona,  hacen 
naufragar  las  naves  de  su  Diplomacia  y, 
hasta  la  Diplomacia  de  sus  naves; 

aquella  mañana,  en  que  un  oficial  de  hú- 
sares prusianos  salió  de  su  patria,  solo  y  sin 
escolta  y,  fué  a  Rumania  y,  se  coronó  rey 
en  Bucarest,  esa  mañana  Alemania  clavó 
su  bandera  en  los  Balkanes,  porque  aquel 
oficial  de  húsares,  era   un  Hohenzolern; 

y,  cuando  años  después,  ese  rey  estéril,  qui- 
so adoptar  un  heredero,  no  lo  buscó  por 
cierto  entre  pueblos  y  razas  latinos,  para 
dárselo  como  soberano  a  ese  pueblo  latino 
que  le  había  dado  la  corona,  sino  que  lo 
buscó  entre  su  pueblo  y,  entre  su  raza,  y, 
un  Hohenzolern,  fué  declarado  heredero  y, 
ocupó  el  trono  hace  poco,  cuando  el  viejo 
rey,  murió  del  despecho  de  no  poder  poner 


CLEPSIDRA     ROJA         •  163 

SU  sable  de  húsLir,  al  servicio  de  Alemania, 
su  patria  verdadera; 

por  eso  Rumania  fué  neutral; 

por  eso  es  neutral; 
por  eso   será  neutral,   mientras  el   brazo   de 
un  Hohenzolem,  la  ate  al  poste  de  la  Neu- 
tralidad; 

y,  es  lógico  que  eso  sea; 

no  hay,  no  puede  haber  razón  humana, 
ni  ley  en  el  Código  del  Honor,  que  pueda 
exigir  a  un  Hohenzolern,  que  traicione  su 
raza,  que  corte  las  alas  a  las  águilas  impe- 
riales a  cuya  sombra  se  meció  su  cuna,  y, 
vuelva  la  espalda  a  su  estirpe  y,  a  su  patria 
en  horas   de  Agonía ; 

el  día  en  que  Fernando  de  Coburgo,  Ar- 
chiduque austríaco  fué  hecho  Príncipe  de 
Bulgaria,  para  substituir  a  un  Hohenzolern 
dimisionario,  la  Europa  perdió  la  ocasión  de 
desgemianizar  ese  girón  de  tierra  levantina, 
y,  cuando  años  después,  ayudóla  ese  Príncipe 
a  sacudir  su  vasallaje  del  Sultán  y,  hacerse 
soberano,  acabó  con  su  ineptitud  de  asegu- 
rar el  predominio  alemán  en  los  Balka- 
nes; 

por  eso,   Bulgaria,   fué  neutral; 

por  eso  es  neutral; 

y,  es  lógico  que  sea  neutral; 

¿cómo  pedir  a  un  Hapsburgo,  que  se  haga 


164  VARGAS  VILA 

sagitario  contra  las  águilas  austríacas,  las 
águilas  de  su  patria  y,  preste  sus  arqueros 
para  flecharlas,  cuando  van  ya  desbandadas 
y,  moribundas,  llevando  clavados  en  el  co- 
razón los  dardos  de  los  arqueros  del  Nie- 
men ?   (*j 

cuando  hace  pocos  años,  la  impopularidad 
abrumadora  del  actual  rev  de  Grecia,  en- 
tonces Diadoco  lo  obligó  a  huir  de  Atenas, 
escapando  a  la  ola  amenazante  de  su  des- 
prestigio, la  Europa  liberal,  que  con  solo 
cerrar  los  ojos  habría  hecho  surgir  la  Re- 
pública   Helénica   del  pie   mismo   del    trono 


(*)  La  Bulgaria,  ha  salido  de  la  Neutralidad  brutalmente 
empujada    por    las    manos    de    su    rey; 

la  horda,   ha  sido  vendida  al  mejor  postor; 

y,  los  mercenarios  de  Fernando  han  entrado  en  liza  contra 
la  Civilización,  que  han  logrado  deshonrar,  con  su  contacto, 
sin  alcanzar  a   destruir  con  su  esfuerzo; 

el  Rey  de  Bulgaria.,  salió  de  Sofía,  llevando  atado  a  la 
cola  de  su  caballo,  el  cadáver  de  la  Diplomacia  franco-in- 
glesa; I 

Sir  Edward  Grey,  y,  Delcassé,  fueron  sus  primeros  vencidos; 

la  batalla  de  la   Imprevisión,  la  perdieron   ellos; 

pero,  esa  Imprevisión,  venía  de  lejos,  era  una  herencia 
de  siglos,  y,  ellos  no  hicieron  sino  continuarla,  y,  perecer  bajo 
su   táctica  arcaica   y,   sus  errores   polvorientos ; 

¿  no  fué  esa  imprevisión  la  que  dejó  sembrar  de  tronos 
teutónicos,  la   península   tumultuosa    y,   bárbara? 

¿por  qué  quejarse  hoy  si  de  las  gradas  de  cada  uno 
de  aquellos  tronos,  baja  un  enemigo  hereditario,  armado  hasta 
los  dientes?... 

el  candor  de  las  ideas  constitucionalista^,  que  creían  ha- 
ber conquistado  el  Mundo,  también  ha  sufrido  allí  ruda  de- 
rrota... I 


CLEPSIDRA     ROJA  165 

amenazado,  olvidó  toi-pemente,  que  aquel 
Diadoco  fugitivo,  era  en  el  fondo  un  oficial 
tudesco,  educado  en  los  cuarteles  de  Berlín, 
casado  con  una  hermana  del  Emperador  de 
Alemania,  dominado  por  ella  y,  alemán  has- 
ta la  última  fibra  de  su  corazón,  y,  arrojando 
tierra  sobre  la  llanta  apagó  la  hoguera  y, 
permitió  que  el  Diadoco  volviera  a  Atenas, 
vencedor   de   su  propio   desprestigio; 

y,  cuando  hecho  Rey,aquel  Soberano  que 
parece  herido  de  la  atrofia  absoluta  de  todo 
tacto,  pronunció  en  Berlín,  aquel  brindis  his- 


las  dinastías  ya  no  pueden  nada, — se  decía—,  los  pueblos 
lo   pueden  todo; 

y.  al  volver  a  mirar  hacia  el  Oriente,  la  Europa,  ha  visto 
con  asombro,  que  allí,  no  había  pueblos,  sino  reyes ;  que 
los  reyes,  son  todo,  y,  los  pueblo?  no  son  nada;  que  aque- 
llos hatos  de  esclavos  en  tumulto,  no  piden,  sino  pillar  por 
odren  de  su  Amo,  como  los  búlgaros,  o  temblar  por  orden 
del  suyo,  como  los  griegos;  que  morir  por  la  Libertad,  les 
parece  inútil,  y,  morir,  vendidos  por  su  Atno,  les  parece 
el  único  sacrificio  digno  de  ellos ;  dar  su  sangre  de  siervos, 
por  la  sangre  de  un  Príncifje  extranjero,  les  parece  la  más 
alta  gloria  de  un  esclavo ;  por  eso,  van  a  morir,  los  búlga- 
ros, alquilados  a  Alemania  por  Fernando  de  Coburgo,  Prín- 
cipe austríaco,  y,  por  eso  huyen  los  griegos,  alquilados  para 
huir,  por  Constantino  de  Glücksburgo,  Príncipe  danés;  de  ori- 
gen prusiano;  los  unos  alquilan  su  valor,  los  otros  su  co- 
bardía; Alemania,  paga,  la  horda  que  muere  y  la  horda  que 
huye;  el  mercado  de  esclavos  se  extiende  de  Atenas  a  Cons- 
tantinopla.  de  la  cual,  no  debió  salir  jamás ;  el  mundo  se 
habría  ahorrado  el  repugnante  espectáculo  de  ver  ese  tumulto 
de  siervos  libertados,  volverse  para  herir  con  los  pedazos  de 
su  yugo,  la  cabeza  de  aquellos  que  lo  rompieron  para  hacerlos 
libres. 


166  VARGAS  VILA 

tórico,  oloroso  a  cerveza  de  cuerpo  de  guar- 
dia, proclamando  su  alemanismo  abyecto,  con 
un  olvido  ultrajante  y  voluntario  de  lo  que 
a  Francia  debía  su  ejército,  la  Europa,  ener- 
\ada  o  inhábil,  fingió  no  oir  y,  no  hizo  nada 
para  minar  el  trono  a  mitad  tudesco,  de  aquel 
falso  heleno,  enemigo  encarnizado  de  los 
ideales  y  de  los  pueblos  latinos 

y,  como  si  no  fuera  bastante  todo  eso  para 
la  alemanización  brutal  de  los  Balkanes,  ¿no 
accedió  la  Europa,  a  las  baladas  sentimenta- 
les de  Canil  en  Sylva,  poetisa  alemana  y, 
Reina  de  Rumania,  para  coronar  como  Rey 
de  Albania,  a  un  sobrino  suyo,  a  un  prín- 
cipe de  Wied,  aquel  Lohengrín  del  Ridículo, 
que  después  de  fatigar  lo  grotesco,  fatigó  el 
miedo  huyendo  despavorido  de  su  trono? 

con  la  creación  de  aquel  reino  de  opereta, 
completó  la  Europa  la  abdicación  del  lati- 
nismo, del  eslavismo  y  del  helenismo  en  los 
BaJkanes,  proclamando,  la  legitimidad  del 
pretorianismo  tudesco,  coronado  y  vencedor; 

¿  de  qué  puede  quejarse  Europa,  si  hoy 
encuentra  ante  ella  y  contra  ella,  a  aquellos 
reyes  alemanes  que  no  c^uieren  traicionar 
su   raza  ? 

ellos  no  están  inmóviles  sino  por  temor  a 
los  pueblos  que  los  coronaron,  pueblos  que 
no  aman  la  Alemania  y  tascan  mal  el  freno 


CLEPSIDRA     ROJA  167 

forjado   en  las   fraguas   prusianizantes   de   a 
orillas   del   Spree ; 

pero,  no  hay  que  olvidar  que  una  gran 
victoria  alemana  les  podría  dar  el  valor  que 
ahora  les  falta^  y,  entonces  arrastrarían  sus 
pueblos,   tras  la  estela   de  esa   victoria... 

o  tal  vez,  la  toma  de  Constantinopla,  les 
hará  volver  antes  la  cara  hacia  el  sol  que 
se  levanta  sobre  los  mares  de  Oriente,  y,  se 
pondrán  del  lado  de  la  Fortuna; 

¿no  será  entonces  demasiado  tarde  para 
ellos  ? 

esos  pueblos  contrariados  por  sus  reyes 
en  sus  más  grandes  designios,  detenidos  por 
ellos  en  el  camino  triunfal  de  sus  destinos 
¿les  pedirán  entonces  cuenta  de  sus  sueños 
fracasados  y,  de  sus  ambiciones  vencidas  sin 
lidiar? 

¿no  sería  también  entonces,  demasiado 
tarde? 

la  República  Helénica,  con  Venizelos  por 
Presidente  surgiendo  después  del  reparto 
¿qué  podría  exigir?  ¿que  obtendría?  lo  que 
quisiera  darse  a  su  ilustre  Jefe,  vencido  hoy 
por  los  manejos  alemanes... 

si  Femando  de  Bulgaria,  que  hace  pocos 
meses  recogió  su  corona  a  dos  centímetros 
del  suelo,  fuese  derrocado  o  abdicase  ante 
los  aliados  vencedores,  los  búlgaros  llegarían 


1G8  VARGAS  VILA 

tarde  al  reparto;  los  muros  de  Adrianópolis, 
se  alzarían  inaccesibles  ante  ellos,  y,  llora- 
rían, como  hebreos  vencidos,  al  pie  de  esos 
muros,    que   no   supieron   escalar  a   tiempo; 

Rumania,  no  tendría  la  Bukovina,  la  Tran- 
silvania,   ni  la   Besarabia; 

esos  pueblos  habrían  abandonado  el  ca- 
mino de  la  Victoria  y,  perdido  la  meta  de 
sus  grandes  destinos; 

serían  los  tristes  vencidos  sin  gloria  y,  sin 
esfuerzo ; 

lo  serían  porque  ignoraron  la  hora  deci- 
siva, aquella  que  suena  una  vez  sola  en  el 
reloj  inexorable  que  regula  la  vida  de  los 
pueblos ; 

lo  serían  porque  ignoraron  que  toda  su 
fortuna,  que  todos  sus  destinos,  que  toda 
su  golria  del  presente  y  del  futuro  están 
sobre  las  naves,  que  violan  en  este  momento 
la  peligrosa  belleza   de   los  Dardanelos; 

unirse  a  los  aliados,  triunfar  con  los  aha- 
dos  y,  sembrar  partículas  de  helenismo  y, 
de  latinismo  en  el  sueño  brumoso  de  los 
eslavos  y,  en  el  sueño  cruel  de  los  sajones; 

hacer  que  el  César  que  ha  de  coronarse  en 
las  riberas  del  Bosforo  sea  un  César  de 
Humanidad  y,  de  Libertad,  un  César  latino, 
ya   que  no  es  posible  un   César  heleno; 

ese  César  latino,  que  sería  posible,  si  Ita- 


CLEPSIDRA     ROJA  169 

lia  abandonase  a  tiempo  su  inexplicable  ac- 
titud; 

si  Italia  comprendiese  que  el  problema 
de  Constantinopla  encierra  en  sí,  todos  los 
problemas; 

que  ese  problema,  no  puede  y,  no  debe 
resolverse  sino  por  la  latinización  del  Bos- 
foro, que  completa  la  latinización  absoluta 
del   Mediterráneo; 

y,  por  la  neutralización   de  los   estrechos; 

de  todos  los  estrechos; 

del  de  los  Dardanelos  como  del  de  Gibral- 
tar,  del  de  Heligoland,  como  del  de  Suez; 
que  todos  los  estrechos  sean  neutralizados 
y^  todos  los  mares  sean  neutros; 

que  todas  las  aguas  navegables  sean  libres 
y,  no  haya  un  espacio  de  mar,  dominado  por 
el   tiro   de  un   cañón; 

la  libertad  de  los  mares,  es  decir  la  liber- 
tad del  comercio  y^  como  corolario  de  ella, 
la  libertad  de  las   ideas; 

si  el  cañón,  que  hoy  destruye  con  estré- 
pito el  viejo  mundo,  no  sirve  para  crear  otro 
nuevo...    ¡maldito    sea    el    cañón!... 

si  él  no  sirve  para  neutralizar  todos  los 
estrechos,  y,  para  conquistar  la  libertad  de 
todos  los  mares,  aquellos  que  lo  manejan 
han  hecho  traición  a  la   Humanidad; 

la  toma  de  Constantinopla,  debe  anunciar, 


170  VARGAS  VILA 

no  solo  la  desaparición  de  los  otomanos,  sino 
la  desfeudalización  de  los  mares; 

que  no  haya  mares  sometidos,  ni  tierras 
esclavas; 

sería  de  un  cinismo  irritante  ensangrentar 
el  mundo  para  acabar  con  el  militarismo 
en  tierra  y,  dejarlo  subsistir  o  acrecerlo  en 
el   Océano ; 

el  Imperialismo  terrestre  y,  el  Imperialis- 
mo marítimo,  debe  perecer  de  un  solo  golpe; 

no  se  trata  de  que  la  espada  de  la  Con- 
quista cambie  de  mano,  cambiando  de  ele- 
mento; se  trata  de  romperla  sobre  las  ro- 
dillas del  mundo  y,  arrojar  sus  fragmentos 
al  fondo  del  océano; 

dar  Constantinopla  a  los  rusos,  sería  cam- 
biar una  barbarie  por  otra  barbarie;  eso 
sería   hacer   traición   a   la   Civilización; 

dar  Constantinopla  a  los  ingleses,  sería 
cambiar  un  feudalismo  por  otro  feudalismo : 
eso   sería   hacer   traición   a  la    Libertad; 

es  necesario  que  la  eterna  Cuestión  de 
Oriente,  al  solucionarse,  no  sea  en  favor 
de  un  Imperio,  sino  en  favor  de  la  Huma- 
nidad; 

que   no   haya   más   canales  feudales; 

ni  más  mares  cautivos: 

ni  más  carceleros  de  océanos; 

ni  más  llaves  de  estrechos; 


CLEPSIDRA     ROJA  171 

hechar  esas  llaves  al  fondo  de  los  mares 
que  cerraban  y  cerrar  las  fraguas  de  la  Am- 
bición,   en   que   pudieran   forjarse  otras; 

libres  los  Dardanelos;  libres  y,  sin  de- 
fensas ; 

libre   Gibraltar;  libre  y   desmantelado; 
libre  Aden;  libre  y  sin  cañones; 

libre    Heligoland;   libre   y,    sin   fortalezas; 

es  decir; 

libre  el  Mar  Negro  y,  libre  el  Mediterrá- 
neo; libr«  el  Mar  Rojo  y,  libre  el  Mar  del 
Norte ; 

libres...  completamente  libres; 

sin   un   cañón   inglés,    cerca  a   las    costa.s 

latinas ; 

sin    un    centinela    ruso    sobre   las    costas 

egeas ; 

sin  una  garita  alemana  cerca  a  los  mares 

del   Septentrión; 

ni   ejércitos  para  la  guerra; 
ni  marinas  de  guerra; 

sobre  las  ruinas  de  la  última  fortaleza^ 
quemar  el  último  dreagnouth; 

que  no  haya  un  amo  del  mundo  sobre  la 
Tierra,  ni  sobre  el  Mar; 

que  acaben  en  el  mismo  día,  por  obra  del 
mismo  Congreso  de  la  Paz,  el  poderío  de 
Alemania  sobre  la  Tierra  y,  el  poderío  de 
Inglaterra  sobre  el  Mar; 


172  VARGAS  VILA 

desannarlos   a   los   dos; 

y,  que  entren  en  la  Paz; 

¿será   eso  posible? 

el  tiempo  lo  dirá;... 

la   Esfinge,   está   en    Oriente; 

y,  Edipo,  está  en  marcha; 

esperemos   la   palabra   de   la   Esfing-e; 

ella   se  llama :   Bizancio.    (*) 


(*)  Los  acontecimientos,  han  hecho  traición  a  mis  es- 
peranzas; 

la  ruta  del  Oriente,  no  parece  ser  el  camino  de  la  Victo- 
ria  para   los   ejércitos    aliados ; 

parece  que  ese  sol,  los  cegara,  y,  anduviesen  a  tientas, 
no  acertando  con  sus  pasos,  sino  a  despertar  todas  las  ca- 
tástrofes,   dormidas    a    la    orilla   de    los    abismos ; 

así  has  ido  con  la  aventura  de  los  Dardanelos,  donde 
ochenta  mil  hombres  han  muerto  para  servir  de  antemural,  a 
una  retirada  que  se  parece  extrañamente  a  una  derrota; 

así  fué  con  esa  marcha  precipitada  y,  heroica,  para  auxi- 
liar a  Servia,  epopeya  sentimental,  que  no  podía  nacer  sino 
en  el  corazón  heroico  de  Francia,  inagotable  de  pasiones 
nobles,  pronto  a  los  sacrificios  sin  medida,  marcha  asombro- 
sa, donde  las  columnas  de  Sarrail.  perdidas  entre  los  bárbaros, 
prisioneras  de  la  nic\'e  y  de  los  huracanes,  aprendieron  el 
secreto  de  los  ventisqueros,  y,  se  salvaron  porque  la  Ciencia 
y,  el  Heroísmo,  hicieron  crecer  alas  en  sus  talones,  como 
en  los  del   Mensajero   délos  dioses; 

las  hordas  de  los  bárbaros,  como  un  torrente,  acrecido 
por  aguas  impuras  de  los  pantanos  desabordados,  los  han 
seguido  amenazando  llegar  hasta  el  campo  atrincherado  de 
Salónica,  donde  piensan  jugar,  si  no  la  suerte  de  los  impe- 
rios centrales,  al  menos  la  suerte  del  Imperio  Turco,  cuyos 
despojos    codician,    amagando    acariciarlo: 

las  tribus  germanas,  como  en  otro  tiempo  los  godo^  y 
los  scytas,  se  preparan  a  partir  de  las  ribera>  del  Danubio 
hacia  el  Ponte  Euxino,  franquear  el  Bosforo,  y,  llegar  a 
asia,   como  si  a   través  de  los  siglos,   la   sombra  de   Crisogo- 


CLEPSIDRA     ROJA  17 


o 


ñas,   los   llamara    de¿.de   la  oi'illa,   y,   vieran   ya   el  botín,   a   la 
luz   de  las   llamas   de  Nicomedia; 

sobre  la  ribera  opuesta,  los  aduares  en  guerra  los  esperan, 
y,  los  bárbaros  medio  desnudos,  se  aprestan  a  ofrecer  a 
Guillermo  lí.  la  púrpura  harapienta  de  un  jefe  de  beduinos, 
acreciendo  con  sus  despojos,  el  bolín  del  conquistador,  que 
no  se  atreve  a  visitar,  los  campamentos  de  los  tártaros  feroces 
que  la  Codicia  ha  hecho  sus  amigos,  temeroso  de  ser  tragado 
por  el  pantano  que  devoró  a  Decio.  con  sus  hijos  y  su 
ejército;  éste,  presunto  Emperador  del  Soudan,  hombre  in- 
ferior a  su  fortuna,  se  pliega  bajo  la  púrpura  faraónica,  que 
tiene  el  aire  de  ahogarlo,  y,  amaga  perecer  bajo  ella,  al 
grito  de  las  hordas,  empeñadas  en  proclamarlo  Amo  del 
Mundo. 


Q4*H4BH4aM4M«>>»44«M4«H4aM4aH^>M4Q 


Borgia-Lutero 


París  Marzo   i.o  1915. 

La  actitud  del  Papa; 

la   domesticidad   irritante   del    Papa; 

el  vasallaje  prusiano  del  Papa; 

he  ahí  lo  que  preocupa  a  los  amigos  del 
Papa ; 

¿el  Papa  hace  traición  a  la  Libertad? 

mentira... 

el  Papa  no  traiciona  la  Libertad,  porque 
el  Papa  no  la  ha  servido  nunca; 

el  Papa  y  la  Libertad  son  antípodas... 

cuando  el  Papa,  se  une,  hoy,  como  ayer, 
y  como  siempre,  a  los  enemigos  de  la  Li- 
bertad, no  hace  sino  ayudar  a  romper  el 
hacha  que  ha  de  decapitar  ese  espectro  ab- 
surdo y  trágico  del  Papa-Rey; 


176  VARGAS  VIL  A 

¿el  Papa,   hace  traición   a  la  Civilización? 

mentira,   también ; 

el  Papa,  está  fuera  de  la  Civilización; 

el  Papa    y  la   Civilizacóin  se  excluyen; 

el  Papa,  ha  vi\ido  y  vive  de  espaldas  \uel- 
tas  a  la  Civilización,  con  los  ojos  taciturnos 
fijos  en  el  océano  hirNiente  de  todas  las 
barbaries... 

si  hoy,  que  éstas  han  liecho  irrupción  so- 
bre el  mundo  civilizado,  el  Papa,  las  saluda 
como  el  resplandor  de  una  vieja  alba  es- 
perada, si  el  Papa,  las  acaricia,  como  a  bes- 
tias feroces,  hechas  al  halago  de  las  manos 
pontificales,  bestias  familiares,  dormidas  al 
pie  del  trono  de  todos  los  pontífices;  si  el 
Papa,  las  alienta  y  las  bendice  cuando  par- 
ten a  la  Obra  carnicera,  de  Exterminio  y 
de  Desolación;  ¿por  qué  extrañar  eso  del 
Papa? 

el  Papa,  inmóvil  en  la  Tradición,  cumple 
un  gesto  ritual,  el  Papa  cumple  su  misión 
histórica,  de  enemigo  jurado  de  la  Liber- 
tad y   de  la    Civilización; 

la  extrañeza  de  los  creyentes  es  candida; 

no  aciertan  a  explicarse,  como  el  Papa 
católico,  de  Roma,  se  une  estrechamente, 
al  Papa  Anglicano  de  Berlín,  que  mira  con 
horror  a  los  católicos  de  su  Imperio,  y,  al 
Papa    mahometano    de    Constantinopla,    que 


CLEPSIDRA     ROJA  177 

asesina  por  millares,  los  armenios  y,  los  cris- 
tianos,  residentes    en   el    suyo; 

Guillermo  11,  Benedicto  XV,  Maliomed  I\', 
unidos  en  un  solo  designio,  marchando  a 
ini  solo  fin,  eso  extraña  y  eso  entristece  a 
aquellos  que  creen  en  el  Papado; 

el  Papa,  haciendo  causa  común,  con  todos 
los  infieles  del  mundo,  contra  la  Cristiandad 
que  lucha  en  Oriente  y  en  Occidente,  para 
librar  la  tierra,  del  fantasma  oprobioso  de 
todos   los   despotismos... 

el  Papa,   vasallo   de   Alemania... 

el    Papa,    cómplice    de    Alemania... 

el  Papa,  sosteniendo  la  causa  de  Turquía ; 
sirviendo  los  intereses  de  Turquía; 

el  Papa,  extendiendo  su  cayado  para  pro- 
teger a  Alemania  y,  a  Turquía,  anonada- 
das  bajo  la  maldición   del  mundo; 

en  este  momento  trágico,  en  que  un  vien- 
to de  demencia,  sopla  del  uno  al  otro  extre- 
mo de  la  tierra,  este  espectáculo  miserable, 
de  un  Papa  latino,  unido  a  un  Emperador 
tudesco  y,  a  un  déspota  musulmán,  para 
ayudarlos  a  encadeníir  y  a  destruir  el  mundo 
cristiano  y  la  Civilización  latina,  haciéndoles 
compañía  a  través  de  las  llanuras  áridas 
del  Crimen,  asombra  y  entristece  aun  los 
corazones  menos  religiosos  de  la  Humanidad; 

C'lépsiJta  Roja, 12 


178  VARGAS  VII.A 

en  cuanto  a  mí,  ese  fantasma  de  Papa, 
siguiendo  los  caballeros  de  Lutero  y,  los 
genízaros  de  Mahoma,  sirviéndoles  de  es- 
colta, de  paje  y  de  escudero  a  sus  delitos, 
me  regocija  enormemente,  porque  preveo, 
con  la  aparición  de  este  Papa  de  Decaden- 
cia y  de  Cisma,  el  fracaso  estrepitoso  y  no 
niuy  lejano,  de  esta  Iglesia  moribunda,  que 
no  ha  querido  morir,  sin  acabar  de  des- 
honrarse, dándonos  antes  de  perecer,  el  es- 
pectáculo repugnante  de  su  miserable  ve- 
nalidad; 

este  Papa  mercenario,  siguiendo  las  le- 
giones ensangrentadas  del  Rey  de  Prusia, 
y,  las  hordas  feroces  del  Sultán,  mudo  ante 
el  atropello  de  los  pueblos  débiles  y  el  des- 
precio de  la  fe  jurada,  cerrando  los  ojos  ante 
el  incendio  de  las  catedrales  y  el  martirio 
de  los  sacerdotes,  indiferente  ante  la  des- 
trucción de  las  obras  de  arte  y  el  robo  sa- 
crilego de  los  tesoros,  volviendo  el  rostro 
a  las  violaciones  de  las  vírgenes  y  a  la 
angustia  de  las  madres,  negando  los  hechos 
de  la  barbarie  y,  escupiendo  con  desdén  so- 
bre las  tumbas  de  los  mártires  que  llevaron 
como  él,  una  sotana ; 

este  Papa,  dominado  por  la  Ambición,  des- 
aprobando tácitamente  la  actitud  heroica  del 
Cardenal   Mercier,   acusando  de   rebeldía  al 


CLEPSIDRA     ROJA  179 

clero  belga,  sobornando  frailes  y  monjas, 
para  que  declaren  ilusorios  los  crímenes  de 
Alemania  en  Bélgica,  es  bien  un  Papa  de 
Decadencia,  digno  de  hacer  escolta  en  la 
Historia,  a  Juan  XXII.  a  Bonifacio  VIIJ  y, 
a  Alejandro V^I,   el   Papa   Borgia; 

en  este  festín  canibalesco  que  el  mundo 
nos  ofrece,  no  es  un  espectáculo  banal,  ver 
al  Pontífice  Romano,  beber  sangre  en  la 
misma  copa  del  Emperador  Teutón  y,  del 
César  Sarraceno,  hecho  su  aliado  para  des- 
truir la  Civilización  Occidental  y  darles  el 
dominio   del  mundo; 

ante  esta  escena,  en  la  cual  solo  faltan  los 
convidados  de  Baltasar,  los  visionarios  del 
futuro,  ven  ya  aparecer  el  dedo  misterioso 
trazando  la   sentencia   formidable... 

y,  se  ve  avanzar  la  nube  de  donde  va  a 
partir  el  rayo,  que  ha  de  romper  la  espada  en 
las  manos  asesinas,  y,  ha  de  fundir  la  tiara 
en  la  cabeza  culpable; 

entretanto,  los  pensadores  y,  los  políticos, 
no  se  engañan  sobre  los  móviles  y  los  fines 
de   esa  política  papal; 

lo  que  el  Papa  persigue,  es  la  restauración 
del    Poder   Temporal; 

el  Cardenal  della  Chiesa,  no  se  confor- 
ma con  ser  Papa,  y,  quiere  ser  Rey... 


180  VARGAS  ViLA 

el  báculo,  es  j)oca  cosa  para  su  Orgullo,  y, 
quiere   el  cetro; 

la  tiara,  es  poca  cosa  a  su  Ambición;  quie- 
re la  corona ; 

muerto  en  Sarajevo,  aquel  cretino  alusi- 
nado  que  debía  reinar  en  Austria,  y.  el 
cual  le  había  prometido  restaurarlo  sobre  el 
trono,  si  legitimaba  su  imión  morganática 
y,  empleaba  su  influencia,  para  hacer  reinar 
con  él,  la  hembra  astuta  y  cruel  que  lo  do- 
minaba, el  Emperador  de  Alemania,  ocurrió 
a  hacerle  la  misma  oferta,  en  cambio  de 
su  apoyo  moral,  para  este  gran  asesinato 
de   los  pueblos 

y,  Benedicto  XV,  aceptó  el  Pacto,  y,  puso 
su  báculo  al  lado  de  la  espada  ensangren- 
tada, en  la  balanza  trágica,  donde  oscilan 
los   destinos   del  mundo ; 

ni  astuto  como  León  XI II,  ni  candido 
como  Pío  X,  tan  lejos  del  talento  diplomá- 
tico del  uno,  como  de  la  simplicidad  apos- 
tólica del  otro,  este  Papa  adocenado  y  falaz, 
hecho  vasallo  del  Emperador  de  Alemania, 
antes  de  serlo  del  Sultán  del  Turquía,  ya 
no  tuvo  más  misión  que  disculpar  ante  el 
mundo  los  crímenes  de  sus  aliados,  y,  a 
cada  derrota,  a  cada  síntoma  de  desfalleci- 
miento de  los  imperios  centrales,  levantar 
el    oriflama    de    la    Paz,    para    proteger    con 


CLEPSIDRA     ROJA  181 

él.  a  los  vencidos,  e  impedir  que  l¿i  Civiliza- 
ción dicte  contra  ellos,  sus  terribles  vere- 
dictos ; 

la  perfidia  que  se  ve  en  las  facciones  asi- 
métricas, de  este  Papa,  deforme  y  jorobado, 
se  revela  en  su  política  como  en  un  espejo; 

el  peso  de  su  joroba,  parece  hacerle  más 
enorme  el  peso  del  Papado,  y,  se  doblega 
bajo    él ; 

el  viaje  de  este  Cuasimodo  mitrado,  en 
busca  de  una  corona  de  Rey,  tiene  algo  de 
grotesco,  que  no  quita  sin  embargo,  nada  de 
lo  trágico   a   su   siniestra  actitud; 

los  jesuítas,  lo  siguen,  con  la  esperanza 
de  conquistar  el  mundo^  detrás  de  los  ejér- 
citos austro-alemanes  victoriosos; 

y,  ellos  conducen  en  todas  partes  la  Reac- 
ción ; 

en    Francia,   para   asesinar   la   República; 

en  Italia,  para  matar  la  Unidad  Italiana; 

en  Irlanda,  para  fomentar  la  Sedición,  ape- 
nas  adormentada; 

en  Bélgica,  para  obstruir  todo  camino  fu- 
turo a  la  Libertad; 

tal  es  el  papel  del  Papa,  en  el  conflicto 
actual; 

este  italiano  traidor,  pronto  a  asesinar  su 
patria  por  la  espalda,  es  el  Jefe  espiritual 
de  la  cruzada  reaccionaria,  de  la  cual  Guiller- 


182  VARGAS  VILA 

mo  II,  es  la  espada  amenazante  y,  el  Sultán 
de  Turquía,  la  cimitarra  ensangrentada; 

ni  genio  religioso,  ni  genio  político,  tiene 
este  Papa  aleve,  cuyo  único  instinto  pre- 
dominante,   es,   la   Ambición: 

la  visión  del  Poder  Temporal,  obsesiona 
su  mente,  con  la  magia  de  su  lema  fulgu- 
rante de  dominación  universal :  orbe  regere 
viemenio ; 

la  tenacidad  de  ese  sueño,  lo  ha  llevado  al 
vasallaje  político,  que  ha  hecho  del  Jefe  de 
la  Cristiandad,  un  Príncipe  palatino  de  la 
Corte   de   Berlín 

buscando  el  fantasma  de  su  Soberanía  Po- 
lítica, abdicó  de  su  Soberanía  Espiritual,  que 
era  verdadera,  y,  queriendo  hacerse  rey,  se 
hizo  lacavo ; 

justo  castigo  a  la  ambición  de  aquél  que 
por  querer  ceñirse  una  corona,  puso  su  tiara 
a  los  pies   de   los  monstruos   coronados ; 

prisionero  en  su  túnica  blanca,  sobre  la 
cual  ha  soñado  poner  un  manto  real,  ha  en- 
trado en  domesticidad,  y,  hoy,  es  un  ala- 
bardero más,  montando  guardia  en  el  Pa- 
lacio de  Püstdam,  o  un  genízaro  más,  ha- 
ciendo guardia  a  las  puertas  del  Serrallo 
de   Siambul ; 

Guillermo  1 1,  que  aspira  al  dominio  del 
mundo,  tanto  religioso  como  político,  y,  ofi- 


CLEPSIDRA     ROJA  183 

cia  tronitantemcnte  en  su  papel  de  Jefe  de 
la  Iglesia  Anglicana,  tiene  ya  en  este  Papa, 
débil  y  ambicioso,  la  vanguardia  de  su  do- 
minación   espiritual   en   el    mundo; 

siguiendo  fielmente  las  líneas  de  su  estra- 
tegia, aspira  a  hacer  en  Roma,  su  irrup- 
ción definitiva,  como  Emperador  Universal, 
lograda  como  está  ya,  la  mitad  de  su  tarea, 
poniendo,  como  ha  puesto,  la  tiara  pontifi- 
cia!, bajo  su  corona  imperial,  haciéndola  pri- 
sionera de  las  garras  de  sus  águilas... 

la  traición  de  Benedicto  XV,  a  su  Patria, 
a  su  Raza  y,  a  su  Iglesia,  lo  ha  hecho  el 
zapador  de  esta  invasión; 

él,  ha  traicionado  su  Patria,  aliándose  a  los 
enemigos  de  ella; 

él,  ha  traicionado  su  Raza,  aliándose  a  los 
que  quieren   destruirla ; 

él,  ha  traicionado  su  Iglesia,  aliándose  a 
un  Heresiarca  soberbio,  al  heredero  de  Lu- 
tero,  que  aspira  a  la  dominación  espiritual 
del  mundo,  fuera  del  catolicismo,  y,  con- 
tra el   catolicismo,   que  el  Papa   representa; 

felizmente,  esos  dos  sueños  de  ambición 
demente;  el  del  Papa,  que  aspira  a  hacerse 
Rey,  y,  el  del  Rey,  que  aspira  a  ser  Papa, 
fracasarán  ante  la  evidencia  de  la  victoria  de 
la  Libertad,  cuya  aurora  despunta  ya  en 
cielos  muy  cercanos; 


154  \  ARüAS  VILA 

vencedora  la  Libertad,  ella  sabrá  enca- 
denar las  dos  hidras  malhechoras:  la  Au- 
tocracia y,  la  Teocracia,  a  los  postes  que 
merecen ; 

el  Emperador  visionario,  hallará  su  Santa 
Elena,  después  de  pasar  por  Waterloo,  si 
antes  su  pueblo,  no  lo  decapita,  dándole 
el  patíbulo,  por  último  peldaño  de  su  trono; 

el  Pontífice  vencido,  verá  con  dolor  a  Ita- 
lia, volver  vencedora  y  engrandecida,  y,  en- 
trará por  la  generosidad  de  sus  contrarios, 
en  el  papel  único  que  le  corresponde :  Jefe 
de    una    Secta    Religiosa; 

y,  eso,  mientras  llega  el  huracán  de  la 
gran  Revolución,  que  barrera  hasta  en  sus 
cimientos  la  seha  ancestral  de  la  Teocracia, 
y,  aventará  en  el  misterio  de  los  siglos,  con 
las  coronas  de  todos  los  reyes,  los  muros 
vencidos  del  X'aticano,  y,  el  árbol  desarrai- 
gado  de  la  cruz... 

y,  el  mundo  será  libre,  bajo  los  cielos  sin 
dioses  y,  sobre  la  tierra  sin  amos. 


Q4-K4npt«-B^HB4Bi«^4ini4im^«K^iBi«mi#p 


Diplomacia  arcaica... 


París   Abril    i.-^    1915. 

Tal  vez  el  mal  de  la  Europa^  de  donde 
ha  salido  esta  cauda  de  desastres  que  hoy 
desequilibra  el  mundo,  ha  sido  la  carencia 
de  Hombres  de  Estado   Universales; 

si  se  exceptúan  dos  grandes  monarcas — 
que  merecieron  aquel  nombre — Enrique  IV 
de  Francia^  y  Elisabeth  de  Inglaterra,  los 
demás  no  han  sabido  tender  su  vista,  más 
allá  de  las  fronteras  inseguras  de  sus  patrias 
respectivas ; 

Richelieu  y  iMazarino,  con  sus  expedientes 
de  política  eclesiástica  y  tortuosa,  no  fueron 
sino  Bismarkes  retrospectivos,  apóstoles  de 
un  imperialismo  nacional,  que  basaba  la 
grandeza  del  mundo,  en  la  grandeza  de  su 
propia  patria; 


186  \ARQAS  VILA 

SU  política,  se  arraigaba,  no  en  el  prin- 
cipio de  las  nacionalidades,  sino  en  el  de  la 
debilitación,  o  la  absorción  de  éstas ;  po- 
lítica inmoral,  de  predominio,  y  no  de  equi- 
librio, privada  de  toda  justicia,  y  genera- 
dora de  todas  las  catástrofes  que  han  aso- 
lado  el   mundo; 

los  Tratados  de  Westphalia,  llamados  en- 
fáticamente, el  Código  de  las  Sacíonc>i,  no 
merecieron  tal  título,  ni  lo  justificaron  ja- 
más; 

la  política  del  Imperio  romano-germánico, 
que  se  decía,  continuadora  del  romanismo, 
del  cual  solo  conservó  el  aspecto  arqueo- 
lógico, no  supo  con  sus  Pontífices  voraces, 
y  sus  Emperadores  testarudos,  sino  conser- 
var el  vasallaje  de  las  naciones,  y  el  espec- 
táculo repugnante,  de  pueblos  de  rodillas, 
ante  una  espada  desnuda ; 

esa  fué  la  política  de  Carlos  V,  y  de  Fe- 
lipe II,  esa  la  de  todos  los  Papas,  desde 
Adriano  V,   hasta  Clemente   VIII; 

política  sin  entrañas,  y  sin  corazón,  que  lo 
mismo  decapitaban  la  Libertad,  con  la  es- 
pada de  un  César,  subido  sobre  las  gradas 
de  un  trono,  que  le  atravesaba  el  pecho  con 
el  puñal  de  un  monje,  salido  de  bajo  las 
gradas  de  un  altar; 

esa   política   eminentemente   anti-cristiana. 


CLEPSIDRA     ROJA  187 

ejercida  en  nombre  del  Cristianismo,  no  pro- 
dujo nada,  no  creo  nada,  y  nada  estable 
salió  del  seno  de  sus  convulsiones  peligrosas ; 

solo  dos  conglomerados  de  pueblos,  se  han 
visto  alzarse  en  este  médano  solitario,  que 
la  sangre  de  tantas  generaciones,  no  ha  po- 
dido abonar  para  la  Libertad:  el  imperio 
Alemán,   y  el   Reino    de   Italia; 

obra  de  Fuerza,  el  uno;  obra  de  Heroísmo 
el  otro; 

el  uno,  tuvo  por  factor  a  Bismark,  que 
fundándolo  sobre  la  fuerza,  lo  condenó  a  des- 
aparecer por  ella; 

el  otro,  fué  fundado  por  la  espada  de 
Garibaldi,  y  por  el  genio  de  ]\Iazzini;  con- 
solidado por  el  cerebro  fuerte  de  Cavour,  y 
miserablemente  extraviado  por  aquel  carbo- 
nario arrepentido,  padre  de  todas  las  co- 
rrupciones,   que    fué :    Francisco    Crispi ; 

el  Imperio  Alemán,  se  aboca  vertiginosa- 
mente a  su  ruina,  pronto  a  perecer  por  el 
hierro  que  lo  fundó;  sus  reyezuelos  \asallos, 
y  sus  príncipes  escuderos,  se  agrupan  para 
desaparecer,  al  pie  de  la  estatua  de  Bis- 
mark, reproduciendo  el  espectáculo,  de  un 
sacrificio  de  esclavos,  degollados  sobre  la 
tumba   de  un   Faraón; 

obra  de  injusticia,  y  de  violencia,  no  po- 
día subsistir,  sino  como  un  desafío  al  mun- 


188  VARGAS  \1LA 

do,  )•  el  miindü  se  venga  decapitando  aquel 
anacronismo   sangriento ; 

la  Italia^  obra  de  Libertad  y  de  Justicia, 
vive ; 

vive...  apesar  de  haber  marchado  uncida 
al  carro  de  los  Césares  germanos,  embo- 
zalada allí,  por  la  mano  de  aquel  Clodio  sin 
tumultos,  que  no  tu\o  por  fonun  de  su  arro- 
gancia, sino  el  campo  estrecha  de  un  por- 
tafolio   de   Ministro; 

vivcy  y  vivirá,  porque  ha  abierto  a  tiem- 
po los  ojos,  y  ha  roto  las  cuerdas  que  la 
uncían  al  Carro  de  Huno,  que  salidos  a 
busca  de  victorias,  regresó  desvencijado,  de 
las   riberas   del  Marne : 

el  puñal  de  Ravaillac,  atravesando  el  co- 
razón de  Enrique  I\^,  apagó  en  él,  la  última 
palpitación  de  una  diplomacia  generosa;  la 
única   capaz  de  salvar  al  mundo; 

porque  ella  era,  la  Diplomacia  del  De- 
recho, contra  la  Fuerza;  del  cerebro,  contra 
la  espada;  de  la  lealtad^  contra  la  astucia; 
de  la  grandeza  solitaria  de  una  alma,  con- 
tra la  pequenez  inconcebible  de  los  espíri- 
tus   reinantes ; 

por  eso  murió  el   Gran  Rey; 

¿de  qué  sirvió  ese  triunfo  al  Papado? 

con  ese  puñal  ensangrentado  bajo  los  há- 


CLEPSIDRA     ROJA  189 

bitos,  fué  a  moiir  siglos  después,  atrave^ 
sacio  el  corazón,  por  las  bayonetas  de  los 
bersaglieres  victoriosos,  que  derrumbaban  las 
murallas  de  Porta  Fia; 

pero,    la    vieja    diplomacia,    subsiste    aún; 

diplomacia  de  astucia  y  de  fuerza,  de  in- 
justicia y  de  mentira,  cuyos  frutos  palpa- 
mos hoy,  en  este  desquiciamiento  universal, 
que  amenaza  sepultar  el  mundo ; 

diplomacia  de  egoísmo  nacional,  más  cruel 
y  más  funesta,  que  toda  acción  de  egoísmo 
individual,  cuya  fatalidad,  es  siempre  más 
restringida  por  su  menor  campo  de  acción; 

nada;  ni  la  fuerza  destructora  de  la  Re- 
volución Francesa,  pudo  fundar  una  Diplo- 
macia nueva,  llamada  a  regenerar  los  des- 
tinos del  mundo; 

Bonaparte,  el  corso  funambulesco  y  fatal, 
hecho  la  caricatura  plebeya  de  Carlos  V, 
no  supo  sino  continuar  la  diplomacia  de 
aquel,  y  morir  bajo  los  errores  de  su  for- 
tuna,   estéril    y    precaria ; 

la   Santa   Alianza  acabo   la  obra; 

y  bajo  esa  Diplomacia  de  violencia,  de 
fraude  y  de  mentira,  ha  marchado  el  mun- 
do, hasta  prender  con  los  crímenes  de  ella, 
esta  hogiiera  ^oraz,  que  amenaza  consumir 
la  tierra  que  la  sustenta,  y  lanza  sus  llamas, 
hacia   el  cielo,  como   queriendo  abrasar  las 


190  VARGAS  VILA 

melenas  del  Sol,  que  parece  desorbitado  de 
espanto ; 

¿no  saldrá  una  nueva  Diplomacia  de  las 
cenizas    de    esa   hoguera,    una  vez    extinta?; 

el  Código  de  W'Cstphalia,  no  es  sino  un  Có- 
digo de  Guerra,  dictado  por  naciones  ven- 
cedoras, empeñadas  en  declarar  como  su- 
prema Ley,  la  voz  de  la  victoria  inapelable; 

es  un  Código  contra  los  vencidos,  de  los 
cuales,  los  huesos  dejados  por  los  leones 
de  la  Guerra,  son  arrojados  a  los  chacales 
de  la  Diplomacia,  para  que  los  devoren; 

¡  ciencia  de  escribas,  que  no  ha  sabido  sino 
proclamar  las  sentencias  de  la  fuerza,  y  es- 
cribir los  comentarios  de  la  espada! 

j  ciencia    funesta ! 

i  ciencia  vil!... 

;en  virtud  de  la  supervivencia  infamante 
de  esa  ciencia  mercenaria,  de  Talleyrandes 
y  Metemiches,  Crispis  y  ¡Bismarkes,  las  coali- 
ciones militares  que  han  oprimido  y  humi- 
llado  el  mundo,  van   a  subsistir? 

;los  girones  de  territorios,  dominados  por 
la  anarquía  de  arriba,  han  de  quedar  así, 
con  el  pretexto  cobarde  del  miedo  a  la  anar- 
quía de  abajo?... 

¿otra  vez,  el  fatal  antagonismo  entre  los 
reyes  y  los  pueblos,  va  a  hacer  imposible 
todo  triunfo  definitivo  de  la  Libertad,   afir- 


CLEPSIDRA     ROJA  191 

mando  la  esclavitud  permanente  que  los  des- 
honra  a  ambos? 

¿se  va  a  declarar  la  intangibilidad  de  la 
Victoria,  cualquiera  que  ella  sea,  como  único 
Código,  dictado  al  mundo,  por  los  pueblos 
vencedores,  sobre  las  ruinas  humeantes  de 
los    pueblos   vencidos? 

¿  el  Dereclio  del  más  fuerte^  continuará  en 
ser  el  Derecho  legitimo  ? 

he  ahí  lo  que  importa  a  todos  saber,  y 
especialmente   a  los    débiles... 

los  doctoras  angélicos  del  Optimismo,  nos 
hacen  creer,  que  vamos  a  salir  regenerados 
de   esta  guerra  sangrienta... 

¿será  así? 

tal  vez... 

si  los  partidos  avanzados,  que  han  en- 
trado en  el  torbellino  de  la  guerra,  con  el 
acervo  de  sus  ideas,  hechas  inútiles  ante 
la  Fuerza,  no  dejan  esas  ideas  prisioneras 
de  la  Victoria,  y  no  se  retiran  como  San- 
sones vencidos,  mutilados  por  la  terrible  Dei- 
dad, que  no  quiero  nombrar... 

será  así,  si  las  legiones  sagradas  de  la 
Libertad,  ocupadas  hoy  en  defender  la  Pa- 
tria, conservan  vivas  sus  energías,  y  los  jar- 
dines del  patriotismo,  no  se  hacen  para  ellas 
las   llanuras   enervantes   de   Campania; 

así   será,    si   los   portadores   de  llamas,   no 


192  VARGAS   VILA 

apagan  las  suyas,  y  continúan  en  alimen- 
tarlas, con  su  propio  aliento,  agitándolas  so- 
bre los  escollos  lejanos... 

así  será,  si  los  escritores,  los  pensadores, 
los  apóstoles  de  pueblos,  que  pueden  hacerlo, 
se  encariñan  va  de  trazar  derroteros  a  la  V'ic- 
toria  futura,  no  preparándose  a  seguir  cie- 
gamente, los  que  aquella  quieran  marcar- 
les; 

el  deber  de  los  pensadores,  es  guiar  la 
Victoria,   no   seguirla... 

el  faro,  marca  la  ruta  de  las  naves,  no  va 
tras  ellas;  la  estela  prestigiosa,  no  seduce 
la   inmutable   serenidad  del   foco   salvador... 

así  será,  si  con  el  derecho  de  las  naciona- 
lidades, se  saha  el  derecho  de  los  pueblos; 
si  de  esta  avalancha  confusa,  salen,  no  solo 
pueblos  victoriosos,  sino  pueblos  libres;  y 
si  al  lado  de  la  Humanidad,  se  salva  inflexi- 
ble,  engrandecida,  y  soberana,  la  Libertad ; 

así  será,  si  la  aurora  enrojecida,  que  ha 
de  nacer  de  las  entrañas  de  la  guerra,  ha 
de  alumbrar  un  grupo  de  imperios  menos, 
y   un    grupo   de   pueblos  más; 

si  el  triunfo  ha  de  ser  de  la  Equidad,  y 
de  la  Libertad; 

porque,  si  no  es  así,  si  en  vez  de  todos 
los  despotismos  de  menos,  surj^iera  un  des- 
potismo de  más... 


CLEPSIDRA     ROJA  193 

si  algunos  pueblos,  o  si  el  mundo  todo, 
llegara  a  tener  un  nuevo  Amo... 

si  lo  que  va  a  salir  de  esta  guerra,  no  es 
una  Federación  de  estados  libres,  sino  un 
anfictionado  de  pueblos  esclavos... 

entonces...  que  continúe  la  guerra,  hasta 
que  el  último  combatiente,  caiga  sobre  la 
última  trinchera,  falto  de  enemigo  a  quien 
herir ; 

que  llamee  la  hoguera  inapagable,  en  la 
siniestra  noche,  hasta  que  se  extinga,  falta 
de    combustible   humano    que   la   alimente... 

que  la  espada  de  Azrrael,  acabe  de  aso- 
lar la  Tierra,...  y  mostrando  al  cielo  la  ca- 
beza del  mundo  decapitado,  la  abofetee,  por 
indigno  de  existir; 

si  la.  Humanidad,  se  ha  de  salvar  sin  la 
Libertad...  que  perezca  la   Humanidad... 

la  Vida,  sin  la  Libertad,  no  es  la  Vida,  es, 
el  oprobia; 

los  hombres  y  I05  pueblos  deshonrados, 
no  tienen  el  derecho  de  vi\4r. 


SléfHdra  Bofa, 1 


9 


« 


(♦Hi4BH^>i"4Ba4Ma44"H4-B4"M4">-4>H^Q 


¡Vencidos!  ¡Humillados!... 


París    Mayo    7    191 5. 

A  las  reclamaciones  de  los  Estados  Uni- 
dos por  el  hundimiento  del  Lusitania,  res- 
ponde x\lemania  con  el  hundimiento  del  Ne- 

braslan--- 

hoch  !  hoch !  liocli ! 

¡hurrah!  por  los  piratas  insolentes,  con 
su    corazón   desnudo   de    toda  Piedad!... 

por  segunda  vez,  el  guantelete  de  hierro  de 
los  antiguos  electores  de  Brandeburgo,  cae 
sobre  el  rostro  amedrentado  de  los  elegi- 
dos de  la  Casa  Blanca... 

¡bravo,  por  este  reto  formidable,  que  tie- 
ne todo  el  aspecto  de  la  flagelación  de  un 
cuerpo   desnudo!... 

¡bravo!... 

el  hundimiento  del  Lusitania^  no  ha  sido 
solo  una  catástrofe  lamentable,  ha  sido  una 


1%  VARGAS  VfLA 

batalla    meinoi-able,    ganada    por    Alemania, 
sobre   los   Estados   Unidos; 

aquel  fué  el  Trafalgar  de  la  Diplomacia 
americana ; 

el  hundimiento  del  ^'ehra^l'oN^  lia  sido  ape- 
nas, un  Navarino  suplementario,  que  ha  ve- 
nido a  aumentar  el  horror,  sin  aumentar 
la  afrenta,  que  había  pasado  ya  los  límites 
de   toda   proporción; 

nunca,  en  ningún  día  de  la  Historia,  un 
pueblo  que  se  dice  fuerte,  había  sido  insul- 
tado por  otro,  que  realmente  lo  es,  con  tanta 
pren^editación,  y  tal  desprecio,  de  una  fuer- 
za   que   él   sabe    mentirosa; 

el  brutal  desafío  de  Alemania  a  los  Es- 
tados Unidos,  sobrepasa  a  todas  las  pro- 
porciones  de  la  afrenta; 

ese  guante,  arrojado  a  la  faz  de  ese  pue- 
blo trasatlántico,  no  será  recogido  por  él; 
le  quedará  adherido  al  rostro,  como  un  es- 
puto sanguinolento;  el  sol  de  todos  los  si- 
glos, no  sabrá  secarlo; 

y,  íese  pueblo  ¡ofendido,  incapaz  de  refugiar- 
se en  la  guerra,  se  refugia  en  la  retórica; 
no  ccaiibate,  ergotea;  y  no  sabiendo  con- 
fiar su  suerte  a  las  armas,  la  confía  al  azar 
de  las  palabras; 

no  sabiendo  hacer  de  su  \alor  una  forta- 
leza para  combatir  en  ella,  hace  del  sofisma 


CLEPSIDRA     ROJA  197 

un    reducto,   y   tiembla    en   él,    balbuceando 
fórmulas  del  Derecho  Internacional;  ese  De-, 
recho   que   hoy   implora,    y   que    hasta   ayer 
no  ha  sabido  sino  \ñolar; 

el  Profesor  Woodrow  Wilson,  Presidente 
de  yankis  en  xVmérica,  me  parece  una  es- 
pecie de  zorra,  con  apariencias  de  lobo; 

fuerte,  si  la  astucia,  es  una  fuerza;  y  gran- 
de si  la  insinceridad,    es  una   grandeza ; 

alma  de  Abogado  y  Pedagogo,  adora  el 
sofisma,  como  a  una  Deidad,  y  ama  la  dia- 
léctica,   como    a   una    cátedra   universitaria; 

el  Papa  de  Roma,  apesar  de  su  infalihüi' 
dad,  no  ha  logrado  definir  aún.  si  Alema- 
nia,  ha   ^•iolado   la   neutralidad  de    Bélgica; 

y,  el  Pontífice  Democrático  de  Washing- 
ton, no  ha  logrado  comprender  aún,  si  con 
la  \"oladura  del  Limtaniu  se  han  violado 
los  derechos  de  los  neutros,  y  los  fueros 
de   la   Humanidad; 

y  socratiza  sobre  el  tema  de  la  Neutra- 
lidad, con  una  ductilidad,  que  haría  la  en- 
vidia si  viviesen,  de  los  últimos  retóricos 
de  los  carrefures  de  Bizancio... 

y  sobre  la  Casa  Blanca,  sopia  un  viento 
de  pérfida  mediocridad,  que  se  parece  ex- 
rrañamente  aJ  de  una  incapacidad  amedren- 
tada; 

yo   pido   perdón   a    los  muertos,    y   a  los 


198  N'ARGAS  VILA 

sobrevivientes  del  Lusüania  y  del  ychraskan, 
si  digo  que  su  enorme  desventura,  después 
de  conmoverme  hondamente,  me  ha  dado 
una  ocasión  de  contentarme... 

sí;  yo  he  mezclado  un  placer  enorme,  a 
esta  gran  tristeza;... 

¿por  qué? 

porque  los  torpederos  que  hundieron  esos 
buques,  hundieron  con  ellos,  el  honor  de  los 
Estados  Unidos,  en  las  aguas  del  océano, 
y  en   el  concepto   del  mundo; 

y,  eso  me  regocija  enormemente,  más  allá 
de  toda  ponderación... 

la  espada  de  Barba  Roja,  ha  herido  la 
mejilla  del   Tío  Sam ; 

y,  eso  me  hace  susultar  de  alegría;  ver 
los  bárbaros  de  allá,  vencidos  por  los  bár- 
baros de  acá,  me  da  una  gran  complacencia, 
que   no   hago   esfuerzo    alguno  por    ocultar; 

¡ah!  corsarios  del  Hudson  y  del  Missisipí, 
que  habéis  ido  con  vuestros  buques  a  des- 
pojar mi  patria  débil;  ya  estáis  humillados, 
ya   estáis   vencidos... 

yo  sé,   que  no  vengaréis  esa  afrenta... 

no  tenéis  el  alma  bastante  alta  para  ello... 

aquel  que  os  ha  herido,  es  un  fuerte...  y 
los   fuertes,   os   hacen   palidecer... 

icapaces  de  vencer  vuestra  propia  debili- 
dad, no  sabéis  sino  ultrajar  la  de  los  otros; 


CLEPSIDRA     ROJA  199 

violar  los  pueblos  débiles;  he  ahí  vuestra 
oprobiosa  Epopeya; 

la  Epopeya  de  aquel  Comodoro  del  ri- 
dículo, que  se  llama  entre  vosotros :  Teodoro 
Roosevelt;  ese  Heráclida  del  despojo,  que 
ahora  gesticula  en  flebotómano,  desde  las 
columnas  de  un  diario  neoyorkino,  pro- 
testando contra  las  violaciones  del  Dere- 
cho... 

yo  sé,  que  vosotros  no  vengaréis  el  ul- 
traje... 

el  miedo  inmovilizará  las  velas  de  vuestras 
naves,  y  helará  el  vapor  en  las  máquinas 
de  vuestros  buques...  y  cuando  la  desconge- 
lación del  terror,  haya  pasado,  vuestros  na- 
vios se  moverán,  no  en  dirección  de  Europa, 
sino  en  dirección  a  la  América  inerme,  cam- 
po abierto  a  vuestras  devastaciones... 

vuestros  argonautas  del  Imperialismo,  lle- 
vando consigo  el  Vellosino  de  Oro,  irán  a 
hacerlo  adorar,  de  pueblos  sobornados  o  ven- 
cidos... 

vuestras  naves,  irán  a  imponer  el  respeto 
de  vuestra  voluntad,  en  las  elecciones  de 
Cuba;  y  la  perla  atlántida,  que  el  sueño  de 
Martí,  soñó  poner  en  las  melenas  del  Sol, 
sufrirá  por  la  centésima  vez,  vuestra  cobarde 
violación ; 

irán  a  los  mares   de  Venezuela,   si  algún 


20()  VARGAS  VILA 

día  resurge  la  dignidad  en  aquel  país,  y  los 
hombres  se  amotinan  contra  el  obscuro  Pre- 
tor, que  el  oleo  de  Mr.  Nox,  ungió  como 
soberano,  sobre  el  testuz  asimétrico  de  acé- 
falo... 

iréis  a  Santo  Domingo,  a  insultar  la  in- 
dependencia de  aquel  pueblo,  humillando  la 
historia  heroica  de  aquella  gema  maravillo- 
sa, la  primera  que  engarzó  Colón,  en  la 
diadema  de  pueblos,  con  que  coronó  las 
sienes  caducas  del  Viejo  Mundo; 

iréis  a  Panamá,  con  la  intención  de  robar 
a  la  República  adolecente,  la  ciudad  de  Co- 
lón, pagándole  con  un  nuevo  despojo,  la 
candidez  culpable  de  haber  confiado  en  vues- 
tra fuerza,  durmiéndose  a  la  sombra  de  vues- 
tro  escudo; 

iréis  a  Nicaragua,  a  fusilar  los  liberaJes 
vencidos,  que  con  Mena  a  la  cabeza,  que- 
maron un  día  vuestras  banderas,  e  hicieron 
morder  el  polvo  a  los  herederos  perfeccio- 
nados  de  Walker... 

iréis  a  Honduras  a  saludar  la  tumba  de 
Manuel  Bonilla,  que  os  vendió  una  pattia, 
que  no  tuvo  otra  culpa,  que  soportar  su  des- 
potismo de  negro  enfurecido  y  traidor... 

iréis  al  Salvador,  a  ver  si  es  posible,  ma- 
tar  otra  vez  a  Leónidas,  sobre  los  muros  de 
Esparta... 


CLEPSIDRA     ROJA  201 

la  sola  sombra  de  Manuel  Araujo,  hace 
zozobrar  vuestros  bajeles  en  la  noche... 

iréis  a  México,  donde  los  asesinados  de 
Veracruz,  os  darán  la  bienvenida,  sobre  bu- 
ques  fantasmas... 

lo  que  sí  puedo  asegurar,  es  que  no  ven- 
dréis a  Europa; 

los  muertos  del  Lnsifania  y  del  NebraskaHf 
serán  vendidos  por  vosotros,  pero  no  serán 
vengados   por   v osotro s . . . 

'  Alemania,  torpedeará  vuestra  Diplomacia, 
con  torpedos  de  oro...  y  os  dará  una  in- 
demnización; no   una  satisfacción; 

los  muertos  serán  pagados,  no  serán  ven- 
gados... 

no  habréis  hecho  un  heroísmo;  habréis 
hecho  un  negocio;  habréis  vendido  cadá- 
veres ; 

^<ist  great  business  of  América... 

;  qué  más  puede  pedir  Cartago  sin  Aníbal  ? 

oro,   oro,  oro, 

hasta  el  día,  en  que  Mario  vencido,  llegue 
a  Ilorai'  sobre  las  ruinas  humilladas; 

tengo  derecho  a  creer,  que  ese  día,  el 
inefable  Mr.  Wilson,  y  el  inagotable  Míster 
Bryají,  habrán  desaparecido  de  sobre  la  faz 
del  planeta;  el  uno  con  su  mediocridaid  si- 
lenciosa, y  el  otro,  con  su  torrentosa  ver- 
bología ; 


202  VARGAS  VILA 

y,   eso  me  consuela; 

sabido  es,  que  el  que  no  se  consuela,  es 
un   tonto; 

y,  yOí  que  no  peco  de  Wilson,  me  consuelo 
fácilmente.   (*) 


(*)  Míster  Bryan,  no  hace  ya  compañía  a  Místcr  Wilson, 
en  las  labores   de  la  Casa  Blanca; 

germanizado  y,  germanizante,  este  pacifista  profesional,  se 
retiró  de  la  tienda  wilsoniana,  indignado  como  Aquiles,  pero, 
no  silencioso  como  él,  sino  llena  la  boca,  de  líricas  impreca- 
ciones alemanas,  que  se  dirían  arrancadas  a  los  cantos  mesiá- 
nicos    de    Klopstock ; 

la  rivalidad  atrevida  de  M/.  Ford,  el  tardío  Colón  del 
Pacifismo,  que  ha  venido  a  Europa,  timoneando  las  carabelas 
del  Ridículo,  lo  ha  entristecido  un  poco,  pero,  como  aquel 
inagotable  padre  de  los  lugares  comunes,  no  se  desanima 
nunca,  y,  no  enmudece  jamás,  arrastra  ahora,  el  Missigipí,  de 
sus  lamentaciones,  por  mítines  y  asarableas,  pastoreando  la 
causa  de  Alemania,  ante  auditorios  bobinos,  que  los  subdi- 
tos de  los  kaiseres,  residentes  en  Yankilandia,  hacen  y,  des- 
hacen a  su  paso,  con  la  encantadora  fastasmagoría,  de  un 
coro    de   opereta; 

el  Emperador  tudesco,  no  ha  concedido  aún  la  cruz  de  hie- 
rro,   a   su    Mesías,    desesperado  y   locuaz; 

espera  que  cometa  algún  gran  crimen,  que  lo  haga  digno 
de  ella; 

pero,  por  ese  camino,  Mr.  Bryan,  no  merecerá  nunca  la 
cruz,  porque  cualquiera  que  sean,  las  actitudes  que  ensaye,  el, 
se  conserva  siempre  un  hombre  inofensivo  y  honrado,  tal 
vez  un  buen  hombre,  al  cual  todas  las  virtudes  le  han  sido 
concedidas,   menos  la  del   Silencio ; 

si  este  antípoda  de  San  Bruno,  mereciera  algún  castigo, 
por  su  inocente  y  verbosa  germanofilia,  sería,  el  de  ence- 
rrarlo por  tres  días,  en  el  Monasterio  de  la  Trappa; 

al  tercer  día,   se  le  hallaría  muerto  sobre  su   lecho; 

el   Silencio,   lo   habría   matado. 


Q4HH4m4aHi4m4BBi^4Hn4H4>iiin4Mi^aB4Q 


Libera  Italia   gloriosa!... 


París   Mayo   2»- 191 5. 

Un  Tratado,  entre  vencedores  y  venci- 
ctos,   no   es  un   Tratado,   es   una   tregua; 

cuando  Italia,  vencedora  de  Austria,  le  ten- 
dió su  mano,  roja  aún  por  la  sangre  austría- 
ca, vertida  en  Solferino  y  en  Mayenta,  no 
se  ligó  a  aquel  pueblo  de  vencidos,  sino  que 
se  rindió  a  él; 

cuando  los  seudo-políticos  italianos,  de  en- 
tonces, volviendo  la  espalda  en  un  solo  gesto 
a  la  Gloria  y  al  Honor,  pusieron  la  mano  de 
Italia,  en  la  de  su  verdugo  secular,  compro- 
metieron la  dignidad  del  país,  pero  no  com- 
prometieron el  corazón  del  país;  él  perma- 
neció lejano  y  hostil,  a  ese  mercado  mons- 
truoso ; 


204  VARGAS  MLA 

esos  hombres  comprometieron  la  política 
nacional,  pero  no  pudieron  comprometer  el 
alma   nacional ; 

se  empeñaron  en  beber  el  Ohido,  hasta 
embriagarse   de   él; 

pero,  no  pudieron  lograr,  que  el  pueblo 
lo  bebiera  y  se  embriagara ; 

el  pueblo,  quedó  solitario,  al  pié  de  .la 
estatua  del  Odio,  que  los  políticos  venales 
abandonaban,  para  ir  a  postrarse  de  rodi- 
llas, ante  el  altar  abominable,  de  la  trai- 
ción a  la  Raza  y  a  la  Historia; 

el  divorcio  entre  el  pueblo  y  la  política,  fué 
deñnitivo,  largo,   y  tenaz; 

él,  incubó  esta  revancha  de  patriotismo, 
que  vemos  surgir  ahora,  con  caracteres  de 
Epopeya ; 

en  Política,  los  intereses  privan  sobre  los 
sentimientos,  pero  no  los   matan; 

llega  un  día,  en  que  el  sentimiento  impone 
su  victoria  inapelable;  cuando  ese  sentimien- 
to,  es  el  del   Honor; 

tal  ha  sucedido  en  Italia,  con  el  Tratado 
de  la  Triple  Ahanza; 

denunciándolo  Itaha,  no  ha  denunciado 
un  Tratado,  sino  un  Error,  por  no  decir  un 
Crimen ; 

no  ha  roto  un  compromiso,  sino  una  ca- 
dena; 


CLEPSIDRA     ROJA  205 

no  se  ha  libertado  de  una  alianza,  sino 
de  un  yugo; 

no   deja   una  amistad,   deja  un  vasallaje; 

unión  contra  natura,  unión  monstruosa,  era 
la  del  Reino  libre  y  floreciente,  con  el  Im- 
perio despótico  y  decadente,  del  cual,  cor- 
dilleras de  crímenes,  y  mares  de  sangre, 
lo    separan ; 

para    Italia,    desunirse,    era    redimirse; 

libertarse,    era    salvarse...    y    así    lo    hizo; 

¿qué  importa  el  largo  gemido,  que  los 
imperios  abandonados,  y  los  bárbaros  he- 
teróclitos  de  toda  la  tierra,  lancen,  al  ver 
el  vuelo  de  las  águilas  latinas,  bajo  el  sereno 
cielo   del  Tirol?... 

los   gennanófiíos   aullan   de   despecho; 

¿qué  importa  eso? 

las    barbaries    se    atraen; 

hay  en  los  bajos  fondos  de  todos  los  pue- 
blos de  la  tierra,  aun  los  más  cultos,,  un 
sedimento  de  barbarie,  que  permanece  virgen 
de  todo  contacto  mental  con  la  civilización; 
en    estado    de    salvajismo    piimitivo; 

ese  sedimento  de  bmtalidad  florante,  se 
siente  hoy  atraído  por  la  barbarie  tudesca; 
la  adora,  siente  un  fanatismo  turco  por  el 
Moloch  blondo  y  feroz,  que  acarició  el  sueño 
inocente  de  devorar  el  mundo; 

esa  germanofilia,  hecha  de  servilismo  y  de 


206  VARGAS  VILA 

bestialidad,  obscura  fermentación  de  instin- 
tos de  esclavos,  y  de  acéfalos,  ha  gritado 
contra   Italia... 

¿  qué  importa  a  la  nación  heroica,  el  re- 
lincho de  los  caballos  de  Alarico,  fanatizados 
por  la  caricia  de  la  espuela,  tremantes  de 
miedo  al  lejano  olor  de  la  sangre  derramada? 

en  cambio,  el  mundo  civilizado,  aplaude... 
y  los  legionarios  de  la  Libertad,  lanzan  un 
I  kurra  !   estrepitoso  y  sonoro; 

Italia,  no  es  la  heniiana,  es  la  Madre  de 
los  pueblos  latinos; 

alma  parens... 

ella,  no  viene  a  seguirlos,  ella  viene  a  pre- 
sidirlos, en  esta  marcha  azarosa,  pero  triun- 
fal, hacia  un  estado  de  civilización  perfecta, 
del  cual  ella  tuvo  el  secreto  y  el  dominio; 

Italia,  viene  a  salvar  el  mundo,  y  lo  sal- 
vará; con  ella,  la  última  Gran  Potencia,  entra 
en  la  lid; 

no  quedan  fuera  de  ella,  sino  las  grandes 
impotencias,  atadas  al  poste  inseguro  de  la 
neutralidad; 

los  Estados  sin  fuerza,  y  sin  valor,  desti- 
nados a  sufrir  mañana,  todo  el  valor  de  la 
fuerza; 

ellos,  llaman  habilidad  su  debilidad;  pa- 
triotismo, su  egoísmo,  y  a  caballo  sobre  un 


CLEPSIDRA     ROJA  207 

sofisma,  hacen  ejercicios  de  retórica,  en  las 
arenas   del  miedo; 

ellos  fingen  ignorar,  que  frente  al  Crimen, 
no  hay  Neutralidad,  sino  Complicidad; 

que   abstenerse  es    envilecerse; 

que  el  cómplice,  no  es  sino  un  asesino  sin 
valo  r ; 

que  la  Neutralidad,  frente  al  asesinato  de 
la  Libertad,  no  es  una  doctrina,  es  un  delito.; 

que  la  política  enervante  y  ruinosa  de  ía 
espectación,  no  es  sino  la  política  degra- 
dante  y  miedosa   de    claudicación; 

que  combatir  por  la  Libertad,  es  la  única 
manera  de  vivir  con   dignidad; 

que  el  refinamiento  de  la  cobardía,  no 
lleva  siempre,  sino  al  refinamiento  de  la 
esclavitud; 

tal  vez  esos  pueblos,  antes  de  morir  tengan 
tiempo   de   reflexionar; 

a  muchos  de  esos  pueblos,  no  les  falta 
hombres:   les   falta  un    Hombre; 

Italia,  lo  halló  en  Salandra; 

¿sabrán  hallarlo  los  otros? 

nada  de  eso  importa  ya  a  la  Europa,  que 
tiene  asegurada  la  victoria  de  la  Civiliza- 
ción»; 

dejemos  a  esos  pueblos  en  decadencia,  bus- 
car un  pretexto  a  su  actitud; 

el   ruido   del  cañón,   que  los   barrerá  ma- 


208  VARGAS  \1LA 

ñaña  de  sobre  la  faz  de  la  Tierra,  los  des- 
pertará... 

el  veredicto  de  la  Victoria,  será  inexorable, 
para  aquellos  que  no  ayudaron  a  obtenerla, 
aún  mucho  más  que  pai-a  aquellos  que  su- 
pieron   combatirla; 

ellos,  sucumbirán  sin  gloria,  porque  en 
la  hora  del  peligro,  le  volvieron  la  espvalda... 

no  será  la  espada  de  Brenus,  la  que  ha 
de  decaptiarlos,  será  otra  más  cortante  to- 
davía; 

el  grito  de  la  \^ictoria,  no  será  el  del 
bárbaro  vencedor; 

¡ay!  de  los  vencidos... 

la  Europa  vencedora,  no  gritará  desde  las 
murallas  del  despojo,  sino  este  grito  arra- 
sado r... 

layl   de  los  neutrales... 

ellos    serán   los   rehenes    de  la    Victoria... 

¡ay   de  los  neutrales!... 


Q^Mi4MM4-«4»->4«-ii^4«»4-<«4>— 4w>i>M*4Q 


Bajo  los  cielos  dé  oro  de  Venecia 


París  Junio  i.i  1915. 

La  rosa  de  oro  inerte  en  el  crepúsculo; 

la  estela  de  oro  espléndida  en  el  niar; 

la  playa  de  oro  limitando  el  beso  del 
Adriático    verde ; 

y,  el  laurel  de  los  cielos  ^coronando  la  frente 
te  de  oro  del  paisaje  acuático; 

¡oh!  gloria  de  Venecia; 

sobre  tus  lomos  de  oro,  \'uela  el  Mal; 

sus  alas  de  aluminium  se  proyectan  sobre 
tu  casta  desnudez  de  mármol,  auroleada  de 
vaga   idolatría ; 

y,  no  turba  la  gravedad  rítmica  de  tu 
rostro,  que  mira  reflejarse  en  las  aguas  si- 
lenciosas el  oro  virginal  de  tu  diadema; 

¿a  dónde  están  las   águilas  antiguas,  que 

Clepsidra  Roja . 1 4 


210  VARGAS  VILA 

no  vienen  a  proteger  con  su  sombra,  pesada, 
tu  cuei-po  de  andrógino  adolecente,  coronado 
de  rosas  siderales? 

como  un  desnudo  lis,  como  un  pétalo  ¡muer- 
to, tu  belleza,  coronada  de  corimbos  fúne- 
bres, sufre  la  violación  de  las  alas,  que  quie- 
ren ajar  la  flor   de  tu   Inmortalidad; 

¿  cuántos  siglos  de  Historia  se  han  borrado 
de  tu  divino  cielo  de  amaranto,  para  que 
veas  de  nuevo  resurgir  aquellas  horas  pali- 
decientes de  tu  gloria,  en  que  el  fantasma 
del  Huno,  reflejó  su  sombra  odiosa,  sobre  el 
azul  ultrajado  de  tus  aguas? 

díganlo  los  ibis  pensativos,  que  en  el  aca- 
nalado de  sus  torres,  han  visto  la  marcha 
efímera  de  los  siglos,  desvanecerse  ante  sus 
ojos  de  piedra:  díganlo; 

gritan    tus    piedras    doloridas :    gritan ; 

i  pictóricas  de  Gloria  y,   de  Misterio!... 

piafa  la  cuadriga  de  San  Marcos :  piafa 
violenta ; 

las    crinejas    de    bronce;    erízanse; 

tiemblan   los   belfos   de   bronce; 

los   cascos   de  bronce  tiemblan; 

tiemblan  en  el  aire; 

el  espacio  desmantelado  falta  a  su  caiTera; 

sobre  ella,  como  un  pájaro  de  basalto,  con 
las  alas  de  púrpura,  el  Duomo,  decora  la 
limpidez   del   horizonte; 


CLEPSIDRA     ROJA  211 

bajo  el  despotismo  de  la  Noche,  brilla  la 
gema    solitaria,    brilla; 

¿  qué  vuelo  siniestro,  viola  el  aire,  y  vibra 
sobre  tí? 

¿es  un  buitre  de  argento  en  el  azul  purí- 
simo, en  la  calma  durmiente  de  luz  pleni- 
lunar? 

calla  la  Mar,  fanatizada  de  un  siniestro 
Presagio... 

coiTe  la  sangre  de  tus  venas,  corre  por 
los  canales  túrbidos,  que  duermen  sueños 
de  un  lejano   Amor; 

en  la  selva  inánime  de  tus  mármoles,  pasa 
un    claror    de   luna:    disolviéndose; 

y,  el  Honor  esplende  en  el  siniestro  azul : 
siniestramente ; 

siniestramente  el  pájaro  de  metal  vuela 
ahora,  lleno  de  una  embriaguez  amarga  de 
Desastre; 

traza    espirales:    vibra; 

¿una    serpiente   alada? 

no; 

es  un  Aeroplano; 

señorea  en  el  Espacio; 

numen  feroz;  último  hijo   de  Marte; 

estrofa  alada,  estrofa  palpitante  de  la 
Muerte,  sobre  los  labios  \-engativos  de  la 
Ménade; 

en   espirales   volubles   canta   su  canto; 


212  VARGAS  VILA 

y,  se  extremece  el  Mar  bajo  cielos  difusos; 

se  abren  los  senos  negros  del  extraño  Cor- 
morán, hecho  un  globo  de  fuego; 

de  sus  extrañas  flameantes,  parte  \m  rayo; 

se    queja    el   aire    en   disonancia    horrible; 

tiembla   la   selva   quiméiica   de  mármoles; 

aullan   las  olas   humilladas:    aullan; 

y,  el  meteoro  apuñalea  el   mar; 

se  hunde  en  el  corazón  de  las  lagunas... 

y,  la  Noche,  lo  devora,  en  su  designio 
brutal ; 

un  grito,  semejante  al  rugido  de  una  sel- 
va de  leones,  en  la  agonía  de  la  tarde :  suena ; 

surge   tu   pueblo   colérico   de  estatuas; 

de  la   \iolada   sombra   emerge; 

hasta  el  Gohho  del  Rialfo,  se  hace  erecto 
ante  el  cobarde  ultraje:  vengativo; 

cada  pedestal  se  hace  una  cima,  envuel- 
ta por  una  tempestad; 

surge  Henri  Da^idolo :  atrahillados  los  gal- 
gos  de  la  Co]iquista,   síguenlo; 

Marco  Falieri  entre  una  selva  de  mástiles 
de  las  viejas  galeras,   álzase; 

soplo  de  triunfos  pretéritos  hinchan  las 
velas  inennes;  surge  detrás  la  flota  de  Le- 
pan to  ; 

Francisco  Morosini,  desnuda  su  espada, 
tinta  en  sangre  hasta  la  empuñadura;  san- 
gre  de   Morea ; 


CLEPSIDRA     ROJA  213 

sxx  corona  rota,  en  las  manos,  surge  Luigi 
Marin,   tu  último   Dogg; 

el  soplo  de  lo.s  siglos  caducados,  pasa  so- 
bre tus   bronces   integérrimos ; 

soplo    de   vida  insúflales; 

surgen  de  la  Tierra,  lacerada  por  su  es- 
fuerzo ; 

surgen   con  su  gesto   habitual; 

las  manos  extendidas  para  asir  en  su  vuelo 
las   alas  de  la   \^ictoria; 

sobre  la  mar,  tremante  y  solitaria,  ellos 
reflejan  tu  grandeza  impoluta  en  los  leja- 
nos  mares    de   la    Historia;... 

callado  han  los  pulmones  de  metal  del 
Monstruo   aéreo; 

vacila  sobre  el  abismo  verdáseo,  con  sus 
hélices  cuasi  inertes,  como  alas  rompidas 
por   el   viento; 

inmantado  hacia  el  Mar,  trepida; 

los  cañones  de  tus  fuertes,  hiriéndolo  en  el 
corazón,   dieron   cuenta  de   él; 

los  hipocentauros  de  Saboya  lo  persiguen; 

se  va  en  un  vuelo  loco  de  vértigo; 

lo  devora  la  mar  rugiente  y  sibilante; 
¡Salvada    (^tás   Venecia! 

Anadiomena    Vencedora ! 
j  Salve ! 


^^wmm^mm^mmm^mm^mm^^mm'^mm^mm^mm^^mm^^ 


Surge  et  ambula 


París  Julio    I. o   191 5. 

¥A  Rey  de  Grecia,  como  un  Lázaro  rcsu- 
rrecto,  se  incorpora  en  su  lecho,  azorado  y 
confuso,  como  si  escapara  a  las  caricias  de 
un  sudario ;  lleno  del  espanto,  del  que  ha 
visto  frente  a  frente,  el  rostro  de  la  Muerte; 

este  enemigo  de  la  civilización,  abre  los 
ojos  sobre  un  campo  de  desastres,  y  no 
escapa  de  la  tumba,  sino  para  despertar  en 
la  derrota; 

¿vencido  por  quién? 

vencido  por  su  pueblo; 

las  alas  volíveras  de  la  Victoria,  no  se 
desplegaron  contra  él,  en  los  campos  de 
batalla;  se  abrieron  ruidosas  y  triunfadoras 
en  los  campos  electorales; 


216  VARGAS  VfLA 

la  Victoria  salió  armada  de  la  Urna,  como 
Minerva    de  la   cabeza    de  Júpiter; 

y,  voló  vengadora,  sobre  el  lecho  del  Rey, 
enfermo  y  testarudo,  rodeado  de  una  corte 
de   asclépidas    tudescos; 

pero  jay!  la  Victoria  llega  tarde,  para 
restaurar  la  pompa  del  Sueño  Heleno,  he- 
cho pedazos,  por  la  mano  torpe  de  un  Mo- 
narca, inferior  a  toda  inferioridad; 

La  herida  que  ese  Rey,  hizo  al  corazón  de 
su  pueblo,  no   sanará    jamás; 

él,  detuvo  el  carro  victorioso  de  los  des- 
tinos de  Grecia,  y  lo  vendió  miserablemente 
al   enemigo ; 

su  pueblo,  \enció  tarde  a  ese  Rey  falaz, 
nutrido  de  odio  a  la  latinidad,  alimentado 
con  la  hiél  extraída  a  los  hígados  de  las 
águilas  sajonas; 

ese  rey,  que  no  es  sino  una  espuela  del 
Emperador  de  Alemania,  reinando  en  Ate- 
nas, y  que  recuerda  la  bota  de  Carlos  X, 
enviada  al  Senado  de  Estocolmo,  no  ha  sa- 
bido clavarse  sino  en  los  hijares  de  la  De- 
rrota, único  campo  de  acción  a  su  tcutonismo 
\^rgonzante ; 

el  esplendor  del  sueño  de  \'enizelos,  fué 
definitivamente  vencido,  por  la  voluntad  fe- 
menil que  domina  al  Rey,  empeñada  en  ha- 
cer   detener    un    momento,    la    fuga    de    las 


CLEPSIDRA     ROJA  217 

águilas  de  Bran deburgo,  sobre  la  roca  do- 
minatriz,  del  .Acrópolis,  teñida  de  un  azul 
purísimo ; 

por  ese  gesto,  la  Victoria  Áptera,  perma- 
nece con  las  alas  cerradas,  entre  sus  arqui- 
trabes cincelados,  bajo  los  cuales,  todo  soplo 
de  Heroísmo  parece  extinto;  esas  alas  re- 
cogidas parecen  negarse  a  proteger  la  gloria 
de   Hélade... 

como  en  las  leyendas  homéricas,  esta  lu- 
cha se  ha  lidiado,  entre  dos  ciudades:  entre 
Berlín  y  Atenas; 

entre  el  Emperador  de  Alemania,  y  el 
Pueblo   Heleno; 

entre  ellos,  el  Rey  Constantino,  no  ha  sido 
sino  un  juguete  miserable,  del  capricho  de 
su  mujer,  encarnación  vi\'a  de  la  voluntad 
de  su  hermano,  el  huno  formidable  que  rei- 
na a   orillas   del  Rhin; 

fué  Guillermo  II,  quien  venció  en  Marzo 
a  Venizelos; 

y,  es  ahora  Venizelos,  quien  vence  a  Gui- 
llermo   II; 

es  el  cadáver  de  la  dominación  tudesca, 
el  que  ha  sido  arrastrado,  por  eJ  pueblo  he- 
leno, bajo  los  pórticos  blancos,  y  las  colum- 
natas dóricas  de  las  Propileas; 

aguiluchos  desplumados  y  vencidos,  hacen 
cortejo  al  cadáver  de  este  último  pisistrátidaj 


218  VARGAS  VILA 

la  sombra  de  Pericles,  parece  alzarse  en 
lo  alto  del  Hccatomperon,  para  expulsar  al 
invasor  germano,  con  gesto  imperativo,  ex- 
tendido el  brazo  victorioso,  desde  los  bas- 
tiones  deiTuidos  del  Erechthé; 

¡ay!,  pero  todo  eso  es  tardío... 

el  hacha  de  Anninius,  cortó  bien  la  ca- 
beza de  Apolo  soñador... 

el  sueño  heleno,  no   se  realizará  ya; 

el  Rey  Constantino,  decapitó  ese  ensuv-ño ; 
inmovilizando  la  marcha  de  su  Pueblo,  ha- 
cia sus  destinos  glonosos; 

fué   una   hora... 

una  hora,  no  más... 

una  hora,  en  que  el  Imperio  de  Oriente, 
fué  ofrecido  a  Grecia; 

y,    esa    hora    pasó... 

no  se  repetirá  ya  en  el  cuadrante  de  la 
Historia... 

Venizelos   lo    dijo,   al   caer:   LA    FALTA    ES 

IRREPARABLE... 

la  palabra  del  vencido,  fué  como  el  tiro 
del   partho; 

aún  volviendo  al  Poder,  Venizelos  no  po- 
drá remediar  ya  el  mal  hecho  a  Grecia,  por 
la  fidelidad  del  Rey,  a  los  ideales  tudescos, 
>  en  contra  de  los  ideales  helenos; 

hoy,   todo  ha   cambiado... 

Grecia,   llegará  tarde; 


CLEPSIDRA     ROJA  219 

Servia,   ocupa   a   Durazzo... 

Montenegra,    está  en   Scutari... 

Bulgaria,  ensancha  sus  fronteras; 

Italia,  extiende  su  dominio,  sobre  islas  y 
mares    codiciados; 

¡ay!  es  tarde  para  todo...  tarde,  hasta  para 
llorar; 

nada  hay  igual,  a  la  esterilidad  de  las 
lágrimas... 

¿qué  podrían  remediar  las  de  este  Boabdil 
danés,  que  ha  visto  desplomarse  tras  de  sus 
espaldas,  toda  una  Alhambra  de  sueños  cjue 
no   eran   suyos? 

;  este  Rey,  decapitando  el  Destino  de  su 
Pueblo,  no  habrá  sentido  en  sus  noches  de 
fiebre,  las  alas  coléricas  de  Minerva,  abier- 
tas  sobre  su  cabeza? 

estamos  lejos  de  las  turbulencias  de  Clyon, 
y  de  las  discordias  del  Anfictionado,  para 
evocarlas   ahora... 

Eliménides,  es  arcaico,  y  Solón,  resulta 
bárbaro; 

la  salud,  no  está  en  el  Pasado; 

la  salud,  está  en  el  Porvenir;  y  en  la 
actitud    del    Presente; 

¿  cuál  será  ahora  la  actitud  del  pueblo 
heleno,  vencedor  de  su   Rey? 

¿qué   hará   de   su   Victoria? 

¿no  la  empleará,  para  romperle  la  corona, 


220  VARGAS  VILA 

sobre  la  dura  cerviz,  doblada  bajo  el  yugo 
marital? 

en  la  actualidad,  Grecia  se  llama :  Ve- 
nizelos... 

pero,  no  culpéis  a  ese  Grande  Hombre  de 
Estado,  si  llegado  de  nuevo  al  Poder,  no 
puede,  de  las  ruinas  de  su  sueño,  fabricar 
un  sueño  nuevo;   (*) 

Constantino  el  Grande,  estrando  en  Cons- 
tantinopla,   fundó  un   Imperio; 


(*)     El    gran    Cretense,    volvió    al    Poder; 

y,   el   gran   Cretino,   volvió  a   volcarlo  :..- 

esta  vez  con  la  Constitución,  atravesada  de  parte  a  parte, 
pur  la  espada  dictatorial,  de  aquel  Rey,  hecho  absoluto,  en 
nombre   de   su   absoluta   incapacidad ; 

Venizelos,  no  estuvo  en  el  Poder  sino  el  tiempo  suficiente, 
para  hacer  señas  a  la  Libertad,  llamándola  en  auxilio  de 
la  Civiliza<:ión  amenazada  en  Oriente  y,  del  heroísmo  sa- 
crificado en  Servia,  vilmente  traicionada  por  el  Rey  Constan- 
tino, que  hacía  señas  a  los  bárbaros,  llamándolos  al  Acrópolis; 

y.  los  bárbaros  han  llegado,  y,  se  preparan  a  vomitar  sué 
hordas  sobre  la  Grecia,  que  temblorosa  y,  fugitiva,  no  en- 
cuentra ya,  traiciones  que  inventar,  cansada  de  practicarlas 
todas ; 

su  rey,  prisionero  de  las  mallas  que  ha  urdido  su  per- 
fidia sin  talento,  se  ve  amenazado  por  todos  lados,  y,  declara 
su  reino,  un  campo  abierto  a  las  incursiones  de  los  bárbaros, 
de  los  cuales  hace  tiempo,  es  el  zapador  estipendiado ; 

inferior  aún  a  su  propia  ineptitud  todo,  hasta  su  violen- 
cia, tiene  en  él,  la  talla  de  su  mediocridad ; 

hecho  palafrenero  del  Emperador  de  Alemania,  servirá  aca- 
so, como  Valeriano  encadenado,  para  poner  su  cuello,  como 
estribo  a  -u  nuevo  Amo,  cuyo  corcel  enjaezado,  se  pregun- 
tará tal  vez,  n©  lómo  aquel  hombre  pudo  alzarse  hasta  una 
corona,  sinu,  (  ónio  una  corona,  pudo  bajar  haíta  aquel  hom- 
bre. 


CLEPSIDRA     ROJA  221 

Constantino  el  Pequeño,  apartando  sus 
ojos,  de  Constantinopla,  desti*uyó  otro;  un 
Imperio  en  perspectiva... 

apartemos  los  ojos  de  este  Emperador, 
y  de  este  Imperio  fracasados...  y  miremos 
lo  que  les  rodea,  en  esa  península  turbulenta, 
madre  de  todas  las  convulsiones; 

el  Hohenzollern  de  Rumania,  ergotiza  so- 
bre la  neutralidad,  y  espera  una  gran  vic- 
toria tudesca,  para  lanzarse  con  Alemania, 
en  contra  de  la  Rusia; 

el  de  Bulgaria,  sofista  coronado,  calcu- 
lador frío,  tartarizado  al  contacto  con  su 
pueblo,  hace  una  política  de  duplicidad  orien- 
tal, sin  olvidar  que  es  un  austriaco,  recuerda 
que  tiene  en  sus  venas,  sangre  de  Orleans, 
y  sin  descontentar  a  \'iena,  sonríe  plácida- 
mente a  París,  mientras  tiende  su  mano  ha- 
cia Turquía; 

¿viéndolo,  no  pensáis  en  la  águila  bites- 
tácea  que  adorna  el  escudo  de  la  duple  Mo- 
narquía? (*) 


(*)  Feraando  de  Bulgaria,  salió  de  su  Duplicidad,  para 
entrar  francamente'  en  el  Crimen; 

el  Rev  Ff.lox,  parece  ser  el  título,  con  el  cual  pasará  a 
la  Historia,  ese  hábil  pastor  de  todas  las  traiciones ; 

el  disgusto  del  mundo  civilizado,  bajando  hasta  él,  ha 
hecho  de  su  nombre,  un  grito  de  desprecio,  un  gonfalón  de 
Infamia; 

yo,  encuentro,  que  hay  mucho  de  romanticismo,  en  esa 
sentencia   contra   Judas   coronado; 


222  VARfiAS  VILA 

la  vacilación  de  esos  reinos,  que  es  una 
traición  a  la  Civilización  que  los  fundó,  a 
más  de  ser  una  lección  dolorosa,  añade  un 
deber  ineludible,  para  aquellos  que  lo  crea- 
ron :  el  deber  de  desgermanizar  esos  reinos ; 

los   aliados,   no   deben    olvidarlo; 

hay  que  decapitar  el  teutonismo  en  los 
balkanes ; 

la  ola  de  la  victoria  al  retirarse,  debe  de- 


o,  al  menos,  hay  una  falta  de  preparación  histórica,  para 
juzgar  al  nauseabundo  Príncipe,  del  cual,  el  nombre  se  ha 
hecho  un  ultraje,  un  poste  de  Oprobio,  puesto  lejos,  muy 
lejos,   de  las   fronteras   del  Honor; 

en  la  soledad  a  que  se  condena  este  Lázaro  miserando, 
no  hay  exceso  de  crueldad,  pero,  hay  falta  de  serenidad,  al 
estudiar  los  móviles  de  su  Crimen; 

ha    faltado    criterio    cientíifco-históric  o,    para    ju/garlo; 

en  aquellos  que  han  juzgado  como  historiadores  esa  trai- 
ción, ultrajándola  sin  explicarla,  hay  un  candor  histórico, 
digno  de  Hesiodo ; 

¿por  que  no  buscar  las  causas  etno-palológicas  del  De- 
lito, que  en  el  Tribunal  de  la  Historia,  como  en  cualquier 
otro  Tribunal,   han   de  ser  decisivas  para  la   Sentencia? 

si  se  buscaran,  se  vería  que  ese  hombre,  no  ha  sido 
traidor  con  voluntad;  no  ha  sido  traidor  con  libertad; 

era  el  prisionero   de  lo  Inevitable; 

ese  hombre  ha  sido  traidor  por  temperamento,  por  cons- 
titución  f  ísica,   por  una   ley  fisiológica   inviolable ; 

ha  sido   traidor   por  temperamento ; 

porque  llevaba  la  Traición  en  la  sangre ; 

porque  la  fatalidad  de  la  ley  de  herencia  ha  sido  inexo- 
rable en  él; 

porque  el  atavismo,  tenía,  que  dominarlo  y,  lo  dominó; 

porque  no  podía  librarse  de  la  herencia  de  su  raza,  y, 
nació  traidor,  por  la  misma  ley  física,  que  un  zorro,  nace 
astuto,  o  un   tigre,   nace  cruel ; 

¿no  es  Fernando  de  Bulgaria,  el  biznieto  de  Felipe  Igual- 


CÍ.ÉrSIDRA     ROJA  223 

jar:  el  anfictionado  griego,  con  V>nizelos 
por  Jefe; 

Rumania,   con  un  Príncipe  latino; 

Bulgaria,   con  un  Príncipe  ruso; 

Constantinopla,  con  un  Emperador  lati- 
no, alimentado  con  leche  de  la  loba  romana; 

todo;  menos  un  teutón,  sobre  un  trono 
en  Oriente; 

mi  sueño,  y  el  gran  sueño  de  los  hombres 


dad,  aquel  Orleans,  que  en  la  Convención  Francesa,  traicionó 
su  Raza  y  la  Monarquía,  condenando  a  muerce  a  Luis  XVI, 
su  primo  y,  su  rey,  para  halagar  con  ese  fratricidio  a  la  Re- 
volución   que    cortejaba  ? 

no  acierto  a  ver,  en  qué,  la  traición  de  este  jefe  de  bár- 
baros orientales  de  hoy,  pueda  ser  superior,  a  la  de  aquel 
Príncipe  desleal,  en  cuya  cabeza,  el  gorro  frigio,  tuvo  siem- 
pre el  aspecto  del  capuchón  de  un  ahorcado,  al  cual,  el 
verdugo,    tarda    mucho    en    ejecutar; 

I  no  es  Fernando  de  Bulgaria,  el  nieto  de  Luis  Felipe  de 
Orleans,    Rey    de    los    franceses  ? 

y,  ¿no  fué  Luis  Felipe,  aquel  tutor  infiel,  a  quien  el  ob- 
tuso y,  caduco  Carlos  X,  dejó  el  trono  para  que  lo  cuidara, 
y,  al  rey  niño  para  que  lo  protegiera,  y,  traicionando  su 
Raza,  y  su  Rey,  se  apropió  el  trono  y  la  corona,  mandando 
a  morir  en  el  destierro  al  niño  infonunado  ? 

me  esfuerzo  en  ver,  y,  no  veo,  en  qué,  la  traición  del 
hijo  de  CJementina  de  Orleans,  pueda  superar,  a  las  de 
aquellos  dos  dignos  antecesores  suyos,  de  los  cuales,  el  uno, 
entregó  al  verdugo  la  cabeza  de  su  Rey,  y,  el  otro  despo- 
jando a  su   Rey,   lo  envió  al   destierro; 

el  atavismo,  se  ha  cumplido  inexorable  en  Fernando  de 
Bulgaria ; 

nieto  y  biznieto  de  traidores,  no  ha  podido  resistir  a  la 
voz  de  la  Raza,  y,  ha  traicionado,  para  mostrarse  digno  de 
ella ; 

él,  será  capaz,  tal  vez,  un  día,  de  permanecer  fiel  al  Ho- 
nor, para  hacer  así  traición,  a  su  Raza  y  a  la  Historia. 


224  VARGAS  VII. A 

libres,  serLi,  la  República  Balkánica,  bajo 
el   protectorado   de  la    Italia; 

pero,   ¿  sería   eso  posible  ? 

la  hora,  no  es  de  soñar,  sino  de  obrar; 

la  voz,  es  del  cañón ; 

la   V^ictoria,   avanza; 

que  ella  humille,  decapite,  y  entierre,  todo 
lo  que  se  oponga  a  la  marcha  triunfal  de 
la    Civilización ; 

sobre  esas  ruinas,  ella  alzará  mañana  el 
Templo   de  la   Libertad. 


Q4«-4M-4>w>>H4>->4^-"4— ♦■-^■■♦■«♦Q 


Panlatinismo 


París  Agosto  i.a  1915. 

En  verdad,  os  digo,  que  todo  lo  que  se 
vé  sobre  la  Tierra,  no  es  sino  la  primavera 
del    Desastre... 

su  follaje  purpúreo  hecho  para  sudario 
de  héroes,  empieza  apenas  a  caer  bajo  el 
soplo  asolador  del  Simún   desconocido... 

todo  el  horror^  aglomerado  bajo  los  altos 
cielos,  y  en  la  tiniebla  inconmensurable  de 
los  horizontes  cárdenos,  no  es  sino  el  pesta- 
ñeo de  esta  aurora  de  espanto  que  ha  de 
asolar   la   tierra; 

el  prólogo  de  esta  gran  Tragedia,  que  pre- 
senciamos, no  es  aun  finido... 

CUpsidrá.   Roja, 13 


22G  VARGAS  VILA 

el  clamor  de  los  coros  épicos,  que  lidian 
sobre  la  escena,  tiene  un  rumor  de  lamenta- 
ción, que  pasa  como  la  caricia  de  la  ^Muerte, 
por  sobre  las  cenizas  de  las  Urbes  ardidas, 
haciendo  estremecerse  de  angustia,  el  cora- 
zón de  las  ruinas  calcinadas; 

el  polílogo  a  golpes  de  hacha,  que  los 
actores  trágicos,  sostienen,  sobre  la  arena 
enrojecida  por  los  torrentes  de  sangre,  que 
bajan  de  las  cimas  altísimas  de  la  Humana 
Demencia,  no  ha  llegado  aún  al  grado  de 
intensidad  bastante,  para  arrasar  el  último 
árbol  de  las  selvas,  que  vieron  caer  como 
abono  de  su  fecundidad,  cinco  millones  de 
hombres ; 

las  trompetas  de  Jericó,  aún  no  han  sona- 
do, frente  al  estrépito  de  la  última  muralla 
venida  a  tierra... 

el  grito  de  Hecuba,  permanece  inarticu- 
Lado,  en  las  entrañas  desgarradas  de  horror, 
mudas   del  próximo  espanto... 

el  grito  de  esos  millones  de  madres,  que 
llaman  sus  hijos  muertos,  y  al  cual  podría 
aplicársele  el  epíteto  homérico,  porque  es 
como  un  aullido  en  la  Noche  Impenetrable, 
no  ha  llegado  al  paroxismo  convulsivo  en 
que  romperá  el  corazón  mismo  de  la  obscura 
fuerza  que  creó  el  mundo,  y  que  temblará 
acaso,  an'cpentida   de  haberlo   creado; 


CLEPSIDRA     ROJA  -  227 

.  he   ahí    que    un    año    de    guerra    ha   tras- 
currido ; 

y,  después  de  un  año  de  exterminio,  la 
gueiTa    continúa; 

¿  continúa  ? 

tal  vez,  he  dicho  mal;  la  guerra  empieza... 

el  pulpo  tudesco,  tiene  aún  clavados  sus 
tentáculos  en  el  flanco  generoso  de  Francia, 
y  por  ahí  aplica,  sus  mil  bocas  neumáticas, 
al  corazón   de   la    Humanidad... 

Bélgica,  está  aún  llena  del  espanto  que 
siembran  en  su  corazón,  las  hordas  redivivas 
de  Atila; 

la  muralla  rusa,  se  mueve  como  una  mon- 
taña en  marcha,  se  diría  atacada  de  la  in- 
quietante movilidad  de  las  arenas  del  de- 
sierto, que  a  cada  aurora  presentan  un  nuevo 
anfiteatro   de  colinas  movedizas; 

las  hordas  austro-teutonas,  se  fatigan  ante 
aquella  inquietud  de  olas  que  los  acechan, 
y  a  (veces  avanzan  sobre  ellas  y  las  devoran... 

el  botón  de  oro  de  un  Sol  naciente,  des- 
punta ya  en  cielos  muy  remotos; 

la  hora  transparente  de  las  auroras  futu- 
ras, se  precipita  sobre  los  cielos  de  ayer, 
catalépticos  de  espanto... 

y  la  hora  llega,  la  hora  imprevista  y  tur- 
badora, en  que  el  signo  zodiacal,  anuncia 
un  amanecer  de  Vida  Ideal,  al  mundo,  lar- 


228  VARGAS  VILA 

go  tiempo  prisionero  de  la  brutalidad,  y  pron- 
to a  caer  de  nuevo  bajo  sus  garras  vence- 
doras ; 

la  aurora  profética,  irradia,  y  por  la  mi- 
lésima vez  en  los  cielos  de  la  Historia,  el 
alba  de  la  A^ictoria,  despunta,  sobre  los 
cielos  de  Roma... 

esos  canipos  del  Lasio,  que  vieron  huir  a 
Pirro,  que  era  como  el  fantasma  de  Ale- 
jandro; escapar  en  desbandada,  los  auda- 
ces sueños  de  Aníbal  Barca,  y  estrellarse 
contra  sus  rocas,  los  caballeros  númidas;  ha; 
visto  de  nuevo,  las  alas  de  sus  feroces  águi- 
las, romper  la  serenidad  del  cielo,  con  aquel 
vuelo  augural,  que  fué  el  predecesor  de  to- 
dos los  prodigios; 

y  Roma,  viene  trayendo  la  Victoria  al 
mundo;  la  Victoria,  alada  y  fecunda,  esca^ 
pada  al  corazón  de  la  Ciudad  Eterna... 

y   cuando    dije    Roma,    dije   Italia; 

las  legiones  pretéritas  de  César,  han  in- 
vadido al  Austria,  caduca  y  feroz,  han  con- 
quistado la  Italia  Irredenta,  y  han  puesto  la 
espada  de  Garibaldi,  sobre  el  cuello  octo- 
genario, del  último  Habsburgo,  que  reinó 
en  tierras   de   Italia; 

urrah!  por  esas  victorias  de  la  Raza... 

la  entrada  decisiva  de  Italia,  en  la  acción 
guerrera,  sus  triunfos  diarios  sobre  los  ger- 


CLEPSIDRA     ROJA  229 

manos,  tienen  para  nosotros,  los  latinos,  o 
latinizados,  un  doble  valor,  porque  ellos  afir- 
man el  predominio  de  la  raza,  en  los  consejos 
de  la  paz  futura,  y  en  los  destinos  venide- 
ros  de  la  Tierra; 

hasta  hoy,  todo  el  latinismo  de  la  guerra, 
estaba  radicado   en  el   ejército  francés... 

los  belgas,  son  walones; 

sajones,    los   británicos; 

eslavos,   los    rusos... 

eslavos,   los    servios ; 

eslavo,   el    Montenegro; 

nipones,  los  del  Japón: 

limitados  estaban  a  Francia,  y  radicados 
en  ella,  los  derechos  del  latinismo,  el  día,  de 
la  Victoria; 

I  qué  suerte  habrían  corrido,  esos  derechos, 
representados  únicamente  por  la  Francia  he- 
roica, rodeada  de  rivalidades,  y  de  voracida- 
des? 

la  entrada  de  Italia  en  la  guerra,  amplía 
enormemente,  el  campo  de  acción  de  la  raza, 
en  lo?  destinos  del  mundo... 

ya  el  mar  Mediterráneo,  será  mare  nos- 
ir  um  ;  mar  latino; 

eí  Oriente,  sentirá  el  influjo  de  la  Raza,  y 
la  civilización  latina,  penetrará  en  Bizancio, 
pisando  los  talones  de  los  turcos  fugi- 
tivos ; 


230  VARGAS  VÍLA 

ella,  imperará  en  Marruecos;  imperará  en 
Libia ; 

el  Asia  menor,  será  un  campo  abierto  a 
sus    conquistas ; 

ella,  será  Arbitro  Supremo,  en  los  des- 
tinos   de   Albania... 

el  dominio  del  Mediterráneo  y  del  Adriá- 
tico, suyos  serán... 

y,  ¿por  qué  no  esperar  que  Constantino- 
pla  sea  un  día  latinizada,  y  Roma  absorva 
a  Bizancio,  sirviendo  de  dique,  al  pansla- 
vismo  ruso,  y  al  imperialismo  británico,  que 
hoy  cierran  momentáneamente  los  ojos,  so- 
bre   este    campo    de    sus    querellas    futuras  ? 

¿cuál  el  deber  de  nuestra  América  latina, 
frente  al  esfuerzo  heroico  de  la  latinidad  en 
Europa  ? 

ayudar  por  todos  los  medios  a  la  victoria 
üe  la  Raza,  que  es  la  victoria  de  la  Libertad, 
que  no  hemos  podido  establecer,  y  de  la 
Civilización,  que  aún  no  hemos  acabado  de 
fundar; 

entrar  en  el  concierto  de  la  raza  latina,  y 
de  los  pueblos  latinos,  unimos  a  ellos,  y 
formar  un  solo  grupo  latino; 

¿para  qué? 

para  ser  protegidos  mañana,  por  los  gran- 
des pueblos  latinos... 


CLEPSIDRA     ROJA  231 

¿  contra  quién  ? 

contra  la  raza  enemiga^  que  nos  acecha: 
Contra  el  Yanki... 

la  América  latina,  no  tiene  otro  enemigo, 
que  el  Yanki... 

unimos  a  los  países  latinos  de  Europa, 
para  escapar  a  ese  yugo  amenazante,  que 
es  la   Doctrina  Monroe... 

la  Doctrina  Monroe,  no  es  sino  una  En- 
mienda  Platt,   continental ; 

no  creáis  que  el  Imperialismo  Étnico,  exis- 
te solo,  en  el  cerebro  enfermo  de  Guiller- 
mo II,  y  de  su  coite  de  genízaros,  empeñados 
en  imponer  al  mundo,  el  determinismo  de  la 
Fuerza,  y  el  predominio  de  la  ideología  fis- 
scheana,  que  es  algo  así,  como  la  dogmática 
de  un   cafre ; 

esa  teoría  de  penetración  telúrica,  predi- 
cada por  Lamprecht,  ,para  los  germanos,  -exis- 
te en  los  yankis,  como  aspiración,  y  como 
designio,  sobre  nosotros,  y  contra  nosotros; 

los  dictados  de  la  etnología  conquistadora, 
son  violentos; 

el  choque  del  panslavismo,  con  el  pan- 
germanismo,  en  Servia,  produjo  esta  guerra 
atroz... 

no  olvidéis,  que  una  teoría  semejante,  exis- 
te en  América:  el  j)an americanismo^  es  decir: 


232  VARGAS  VILA 

el  panyanlisiíio,  que  es  el  vocablo  verdadero, 
de    esa    doctrina    enmascarada; 

¿  que  esa  doctrina  tiene  apóstoles  entre  nos- 
otros? 

el  Oro  del  Rhin,  el  oro  efectivo, — no  las 
brutales  sinfonías  de  Wagner — cayendo  en 
lluvia  benéfica,  sobre  las  prensas,  conquista 
diariamente    adeptos   para    Germania... 

;por  qué  el  oro  de  Washington,  no  habría 
de  tener  igual  virtud? 

indígenas  colonizables  y  colonizados  por 
el  cohecho,  pueden  poner  sus  lenguas  y  sus 
plumas  al  servicio  de  esta  causa... 

pero,  las  legiones  del  saborno,  no  triun- 
farán... 

nada  podrá  ese  bizantinismo  indígena,  sin 
portada  y  sin  grandeza,  hecho  de  bajas  on- 
dulaciones, y  de  adulaciones  más  rastreras 
todavía... 

nada  podrán  esas  gentes,  que  cuando  se 
fatigan  de  adular  con  los  labios,  adulan  con 
la  espina  dorsal,  y  no  pudiendo  deshonrar 
la  elocuencia  de  la  palabra,  apelan  a  la 
elocuencia  vil  de  las  rodillas,  que  es  la  úl- 
tima elocuencia  del  esclavo; 

entretanto  debemos  unirnos  y  combatir, 
aunque  sea  espiritualmente,  al  lado  de  la 
Francia,    y    de    la    Italia,    que    son    toda   la 


CLEPSIDRA     ROJA  233 

latinidad  de  Europa,  en  armas  contra  la 
barbarie; 

asistimos  a  la  crisis  definitiva  de  una  ci- 
vilización, a  la  transformación  completa  de 
un  mundo,  que  creía  haber  lleg^ido  al 
apogeo  de  la  Historia,  y  fué  sorprendido 
por  una  catástrofe,  que  ha  volcado  des- 
de sus  cimientos,  todo  el  trabajo  de  los 
siglos ; 

nada  efectivo  podemos  dar  en  nuestra  de- 
bilidad, y  en  nuestra  lejanía,  a  esta  cruza- 
da del  Derecho;  nada,  sino  nuestro  corazón; 
démoslo  a  la  Libertad; 

y,  preparémonos  para  defender  mañana, 
la  herencia  latina  en  América,  contra  la  raza 
de  presa,  la  raza  yanki,  que  tiene  del  teutón, 
el  místico  salvajie,  el  místico  de  la  Violencia, 
que  hace  de  la  brutalidad,  una  religión,  y 
del   despojo  una  dogma; 

no  olvidemos  que  esa  raza,  tiene  el  dog- 
matismo de  la  dominación,  como  único  impe- 
rativo categórico,  en  sus  relaciones  con  nos- 
otros ; 

hay  que  vivir  alerta,  prevenidos  contra  el 
darwinismo  social  de  aquellos  usufructuarios 
traidores  de  la  idea  democrática; 

es  necesario  alzar  la  bandera  del  Fanlati- 
nísmoy  frente  a  la  del  Panyankismo; 


234  \ARGAS  VILA 

entremos  en  el  concierto  del  mundo  latino; 
en  la   Confederación  Latina; 

no  hagamos  de  nuestro  aislamiento,  un 
dogma,  porque  habremos  hecho  de  él,  una 
cuchilla ; 

para  los  pueblos,  más  que  para  los  indi- 
viduos, fué  hecha  la  terrible  sentencia : 

T'«  Solis... 


FIN 


i4aH4««4»^BHi44aa^BB#an^BH^an^Q 


índice 


Pági. 


Prólogo 7 

Profética    1.»   de   Junio   de    1914.     ......  23 

Jabalí     Imperial    28    de    Junio    de    1914      ...  35 

La  Voz  del  Rayo  4  de  Agosto  de  1914.     .     .     .     .  53 

Beiona   Dea   Urbis   5  de  Agosto   de    1914.     ...  61 

Rule    Britania    15   de   Agosto  de    1914 73 

Ante   las   ft'ágües   victorias    l.e  de   Septiembre   de 

1914.  . 89 

Las  Águilas  de  Dios  15  de  Se.ptiembre  de  1914.     .  97 

Ilusión    Étnica    l.«    de    Octubre    de    1914.     ...  105 

Pro  Alma  Mater   1.°  de  Noviembre  de   1914.     .     .  113 

Fuga   de    Vándalos    1.a   de   Diciembre   de    1914.     .  125 

Cesarión    l.o   de   Enero  de   1915 131 

La  palabra  de  la  Esfinge  l.o  de  Febrero  de  191f).  157 

Boi'gia  Lulero  I.2  de  Marzo  de  1915.     .....  175 

Diplomacia    Arcaica    l.s    de    Abril    de    1915.     .     .  185 

¡Vencidos!    ¡Humillados!    7  de   Mayo  de   1915.     .  195 

Libera    Italia    Gloriosa    20   de   Mayo   de    1915.     .  203 
Bajo  los  CiiClos  d«  oro  de  V^enecia  l.o  de  Junio  de 

1915.  .     .      .............  209 

Surge   et    Ambula    l.o   de   Julio   de    1915.     .     .     ,  215 

Pa.fllatiJiisino    I.2    de    Agosto   de    1915.     ....  225 


Obras  de  venta  en  esta  Casa  Editorial 


La  Voz  de  las  Horas 


POR 


VARGAS  VILA 

Coji  el  presente  libro,  como  se  dice  muy  Lien  en  f?l 
prólogo,  se  publica  por  primera  vez  en  España  una 
ota-a  de  este  raro  y  exquisito  pensador  que  goza  en 
América,  de  la  más  alta  nombradía,  y  disfruta  en 
Francia,   Italia  y   Alemania,  de  justo  renombre. 

Su^  obras  editadas  kasta  ahora  en  París  no  han  sido 
en  España  lo  bastante  propagadas,  ni  han  estado, 
por  su  precio,  al  alcance  del  gran  público  que  sólo 
conoce  por  referencias,  a  este  insigne  escritor,  uno 
de  los  más  vigorosos  y  atrevidos  pensadores  de  nuestra 
raza. 

Vargas  Vüa,  es  un  solitario,  un  contemplativo,  no 
admite  dogmas,  ni  trabas,  ni  limitaciones;  sus  reflexio- 
nes so€i  hijas  de  la  observación  de  la  realidad  y  len 
esto  puede   afirmarse   que   es   un  verdadero  positivista. 

Este  notable  libro  forma  un  bien  presentado  volumen 
de  256  páginas,  impreso  en  buen  papel  y  claros 
caracteres,  y  se  vende  al  precio  de  2  pesetas  ei\ 
rústica    y    3    pesetas    en    tela. 


LA  MUERTE  DEL  CÓNDOR 


(Dd  pueüja.  de  la  tragedia  r  dt;  la  liistoria) 


POR 


VARGAS  VILA 


¿Recordáis  aquel  rey  Midas,  que  tenía  el  privilegio 
de  convertir  en  oro  cuanto  con  sus  manos  tocaba? 
Tal  así  ciertos  escri lores  fastuosos  y  grandilocuentes 
que  tienen  el  privilegio  de  embellecer,  con  el  pres- 
tigio de  su  pro>a  y  de  >u  fantasía,  todo  aquello  que 
tocan  con  su  pluma,  y  hallan  manera  de  magnificar 
y  de  hacer  sonoros  e  impresionantes  aun  los  más 
uimios  acontecimientos  por  la  sola  orquestación  mara- 
villosa de  su  estilo.  Uno  de  aíjuellos  tanmalurgos 
áe  la  palabra  es  Var<!AS  Vila.  Tribuno  iluminado  y 
prcKÜgioso,  arlista  lleno  de  pasión  y  colorido,  se  em- 
peña en  dar  consistencias  de  mármol  a  las  figuras 
d«  cera  de  La  política,  americana,  y  en  hacer  grandes 
¡liadas  en  dramas  de  política  local,  iligaos  del  más 
piadoso   olvido 

Esta  ohra,  forma  un  elegante  volumen  de  272  páginas 
in^preso  con  gran  esmero,  y  véndese  al  precio  de 
2   pesetas   en  rústica,   y  3  pesetas   en   tek. 


OBRAS  :  EN  :  PRENSA 
DEL  :  MISMO  :  AUTOR 


El  Huerto   del   Silencio 

:    :  Horario  Reflexivo  :    ; 

Sobre  las  Viñas  Muertas 

En  las  Cimas 

^  — ■ —  ,  ^ 


•        » 


■        • 


•         % 


RARE  BOOK 
COLLECTION 


C53> 


SI  OBfvA   DE    VENTA    EN    ESTA    CA.^  ^   Ut^itoHIAL 

I  LA  GUERRA  EUhOP*:A  | 

§  t}9l4'í915)  § 

\^  Reconstitución  iri'orraa.tiva  d'»  la.campr  ..*       ae  stis  ^ 

j^  derivaciones    2>olí*ic  'S    ^   socia   i^  ^ 

í^  GONZALO  CALVO  M 

4jf  Teniente  Coronel  de  EsrAi;^   Mayor  t^t 

^  JOSÉ  BRISSA 

>4^  Esta  obra,  cuyos  tres  primeío.-.    -^racs  acaban  de  ;j^ 

^í  aparecer,  se  pvbJica   en  extensos  \j.    ncnes  del  ^  ; 

l¿  fomiaio    ivx-'s,  ^^'^    Mb  pájíi^i.L*',   c    excelent-  y^ 

í^  papel  satinado  de         '       '  ''ajar      c^.u  profusión  1*1 

^  de  grabados  fotográfica. ¿  7  detallados  mapas  en  i% 

j2  colores.                                                            _  ?3 

Y^  Prev.10  :  7  -^'^  '^esetas  cao     lumo  en  rustica  y  i^ 

^  10  encuadernan                                     *  Ó 

S  •  n 

13  FRANCO  i>E  POjv-^E  tk 

3  ^ 

J^  España.— 8  pesetas  en   rustica  ^    10   encuó  -  5^ 

^  de  r nade .  i2 

i3  ExTRANjER'  .—10  pesetas- en        tica  y  IZ^St  5^ 

^  encuadernado .  2^