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PLRÜ DG AYÜTLA
GUILLERMO PRIETO.
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SeGUnOA PARTS:
FLAn Oe AYUTLA, L0« eOD«TITUY60T6$, GUeRRA DG ReFOROlA,
eon VARIO? ReTRATO? Y VI$TA9.
mexiíío.
TIPOGRAFÍA Oe LA OFI^IHA imPRe^ORA 06 €$TAmPILLA$.
PALACIO DXeiODXt.
1897
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(1)
¿Qué cosa es un prólogo? ¿Es la carta de presentación con
el público? es la recomendación, es el padrinazgo del autor
para sacar á la luz pública un recién nacido á quien nadie co-
noce? El prólogo en algunas circunstancias, es un estorbo, que
no nos deja llegar á la [obra y que examinamos impacientes,
como quien quiere sacudirse del alcabalero ó del impertinente
que nos cobra el peaje. El autor me ha pedido este prólogo y
yo me siento perplejo porque no hallo por. donde comenzar ni
qué decir. Voy á presentarles á ustedes, queridos patriotas y
N liberales lectores, á Guillermo Prieto; y vengo con mi rorro de
^ ochenta años en los brazos y les digo á ustedes: ecce /tomo? ¿y
á usted quién lo presenta, que era lo natural? ¿Quién no cono-
V ce á Guillermo Prieto, al amado autor de mis días; y más aún,
< quién puede no quererle? Tirios y troyanos, liberales y conser-
vadores, militares y políticos, y hasta entre los frailes y las
viejas, es muy general su simpatía, reconociendo todos sus vir-
tudes y entre ellas su firmeza de principios, que no deja de
motivar en las últimas, una que otra calurosa plegaria, por la
salvación in extremis de su alma. Y yo qué diré; soy muy im-
parcial ¿no es verdad? se trasluce á leguas el amor filial, co-
mo por los claros que dejan entre sí las nubes, se deja ver co-
queta la luz resplandeciente de las estrellas.
Soy parcial: ¿y qué, miento acaso? ¿Hago una halagadora
calumnia? ¿No atestiguan mis dichos cerca de ochenta años
de trabajo, de estudio y de sacrificio?
Incorrecto, desbaratado, es verdad; ¿y cuándo el genio ha de •
( I ) Por disculiwble afecto y parcialidad del señor mi padre y á vivas ins-
tancias suyas escribí este prólogo antes de su sentida muerte, sin más pre-
tensión que complacerlo y darle un testimonio de mi inmenso cariño, obede-
ciéndolo.
IV PRÓLOGO
jado de serlo? ¿qué ave vuela en rieles, ni qué llama sigue re-
glas, ni qué pasión se confecciona en molde.? ¿Pierden su ser
las pepitas de oro que encuentra el salvaje porque las halla
siguiendo las revueltas arenas de los ríos? Guillermo Prieto,
ni escribe en falsa ni copia muestras; es como es, como se le
antoja ó como su naturaleza le manda que sea. Un antiguo
maestro de ambos, anciano sabio y venerable, decía: «Prieto es
como los pintores que pintan jaspes, no se ciñe á reglas ni á
programas, su belleza está en su espontaneidad, en que es su-
yo propio, se parece á sí mismo, como esos lindos jaspes del
tecali, como esas hermosuras de las nubes del cielo.^> Este era
D, Joaquín Cardoso. Pero no es enteramente cierto ésto, Prie-
to sí se parece á alguien, se parece á su patria, y toda su vida
ha estado identificado con ella; ha sentido hondamente sus
males; ha exhalado sus quejas; ha amado á sus hijos; ha refle-
jado en su alma su cielo azul y sus bosques intactos; ha senti-
do en su pecho palpitar el corazón de sus vírgenes puras, amo-
rosas y fieles, y se ha entusiasmado con sus héroes constantes,
generosos y valientes. Prieto ha llorado con las desgracias de
la Patria, en su alma ha sentido sus heridas, y sus venturas
han arrancado de su lira acentos épicos que le han formado
una aureola de gloria. Pero no es esto todo; hay que ver en
Prieto, al obrero dedicado á colaborar en la regeneración de la
Patria, en la transformación de nuestro pueblo, empuñan-
do ahora la barreta que destroza y aniquila, ó bien transfor-
mando el espíritu, por la moral que purifica, el amor que en-
noblece, el patriotismo que levanta, y la reforma que hace sur-
gir de su seno un pueblo grande y libre, siempre bajo el mo-
desto disfraz popular. Joyas son ciertamente las imágenes be-
llísimas con que Prieto engalana sus obras; joyas son las frases
sentimentales >* tiernas que naturalmente desbordan de su plu-
ma; pero la que es más grande todavía, las intenciones abor-
dadas, henchidas de los grandes fines que se propone, los tras-
cendentales programas que se traza, impregnados del deseo de
ser útil á sus semejantes, de buscar el engrandecimiento de la
Patria á quien tanto nos ha enseñado á amar. Queden los de-
talles de la prosodia, que no son en defectos tan numerosos
como se cree, para los pobres de espíritu que es preciso que
tengan algo de que ocuparse. Queden también para estos mis-
mos las horripilaciones aristocráticas de los que critican á Prie-
to que canta al lépero y hace lucir en la china las selectas vir-
GUILI.BRMO PRIETO
tudes que forman el sublime tesoro de amartelamiento, gene-
rosidad, abnegación y delicadeza que dan á la mujer mexicana
uno de los primeros lugares en el escalafón de su sexo. ¿En
qué otra clase social se pueden sorprender estos cuadros; en
qué otro lienzo se pueden diseñar los rasgos de nuestro carácter
nacional? Por otra parte, y en último resultado, de dónde han
salido y en qué otra atmósfera se han formado nuestras gran-
des matronas y nuestros grandes hombres? ¿No es el pueblo
el tronco común de donde hemos salido todos? Pues ahí, en
ese pueblo, están las virtudes y la grandeza, de que más ó me-
nos pulidos hacemos un alarde después. Las sociedades se trans-
forman incesantemente subiendo lo de abajo y cayendo lo de
arriba, elevado lo primero por las virtudes, carcomido lo segun-
do por los vicios; pero el fondo, el carácter, está en el recep-
táculo común de donde salen unos y á donde caen los otros.
Los rasgos típicos y generales ahí se deben estudiar. Insensa-
ta satisfacción es ésta para los detractores, siempre tendrán pa-
ra ellos mucha importancia esos decantados defectos. ¿Quién
se fija en las manchas de una estatua de Pidias, ni quién se fija
en un cuadro de Rembrandt en seguir las huellas de la brocha?
El conjunto, la vida, el ser, el alma, eso es lo que hace inmor-
tales las grandes obras del Ingenio: nadie critica la naturale-
za por que tenemos jaqueca ó porque existe un tonto.
Un hombre que consagra su vida al bien de sus semejantes,
con eso sólo tiene hecho su panegírico. Así es que Prieto nos
parece salir de la meta común, por su dicción, por sus imáge-
nes, por su sentimiento, por su ternura; pero sobre todo, cuan-
do Prieto se eleva á toda su altura; cuando alcanza el zenit de
su estro, es cuando piensa 6 canta á la libertad 6 á la Patria, y
á esta última cuando se convierte en adalid de su derecho, ó
cuando estudia á su pueblo para moralizarlo y engrandecerlo,
para defender su autonomía ó independencia, ó para defender
su libertad ó crear y estimular sus virtudes; entonces estudia
sus costumbres y sus sentimientos; entonces hace resaltar en
cuadros llenos de color y de vida, de poesía y de ternura, la fi-
delidad de la mujer, el amor de la madre, la generosidad en
el hombre, la lealtad y el valor, y en todos el sacrificio y el
amor á la Patria. Esta es una escuela ideal y levantada, y la
Afusa Callejera y los Romanceros son unos libros preciosos pa-
ra la educación popular.
La intención del autor es manifiesta; combate nuestros vi-
VI PRÓLOGO
cios sociales, se introduce en las cárceles, ya á los saraos, sor-
prende las escenas en las encrucijadas ensalzando la virtud en
todas partes y flagelando cruelmente los vicios, y todo en me-
dio de mil verdades y bellezas y aun enmascarándose con el
caW popular para introducirse fácilmente entre el pueblo y que
sea más prolífica su semilla. No estamos haciendo una crítica,
ni somos competentes ni imparciales para ello. Esta es una
simple relación, un juicio á la ligera y al calor de muy tiernos
afectos. Con esos elementos ha incubado el amor á la Patria.
Prieto ha querido que tengamos Patria y la ha idealizado, co-
mo el que ama á una mujer, le coloca una diadema de estre-
llas y las alas de un ángel.
La libertad es la atmósfera única en que la Patria se forma
y se robustece, y Prieto ha cantado y defendido la libertad. El
derecho se ha convertido en musa bajo su inspiración, y no co-
mo quiera, sino al calor de los combates. La lira de nuestro
hombre se ha trocado en guerrero clarín que nos ha llamado
á la Guerra. Nos ha deleitado en las victorias y nos ha alen-
tado en las derrotas; siempre nos ha hecho ver entre torrentes
de consuelo que tras de las más desastrosas tormentas ha}' un
sol risueño que nos espera. Prieto es gran orador, siempre
poeta, y la virilidad y la energía han sido preciosas cuerdas que
han hecho resonar sus cantos, (i) Nuestras revoluciones, tan
poco conocidas y mal juíigadas por los extraños, pero tan ine-
vitables y aun necesarias, no han sido el efecto de un espíritu
inquieto y turbulento, sino la necesidad fisiológica de nuestro
organismo para desembarazarse de los elementos patogénicos
que tenían y aun tienen á nuestra Patria en la destrucción y
en la muerte. ¿Cómo conseguir que el boa ó el tigre suelten
su presa, sino por la resistencia y la lucha? ¿Cómo lograr que
las clases privilegiadas, vampiros que se nutren con la sangre
del pueblo, abandonen sus privilegios, sino por medio de la
fuerza, elemento que ellos mismos habían puesto en juego pa-
ra su dominio? Nuestras revoluciones han sido, no sólo por
motivos sociológicos, sino biológicos, condiciones sine qua rtoft
para la existencia. La Independencia Nacional fué el sublime
alumbramiento de un niño enfermo, pero no era más que una.
( I ) Coiiüiscü que todo ésto puede creerse parcial y desautoHzado eii mis
labios; creo que también el señor mi padre puede tener grandes defectos; pe-
ro nadie podrá culparme de que no sea el denunciante de ellos ni de perdo-
narme el que me exceda en la apología de persona á quien tanto amo.
GUILLERMO PRIETO VU
condición de vida, la primera; pero nua sin las demás, sin la
la respiración, no es viable el niño. La conquista de las demás
condiciones de vida, esa fué la causa de nuestras posteriores
revoluciones, es decir, necesidades no satisfechas. Los privi-
legios, los gremios, el clero corrompido, el ejército igualmen-
te viciado, los restos de la encomienda y el repartimiento, la
justicia prostituida, el criollo que sólo había nacido para obe-
decer y callar, en fin, mil elementos que pesaron sobre noso-
tros, fueron la causa de nuestras constantes inquietudes. Por
supuesto que estos intereses se cubrían con distintas máscaras,
Fernando séptimo, religión, fueros, república central, imperio,
eran los pretextos, apoyados en una educación pésima y una
supina ignorancia. De todos estos males era preciso libertar-
nos, esta fué la causa de tantas guerras y de que se haya de-
rramado tanta sangre.
Cuando un individuo contrae, por ejemplo, un pakidismo,
es importantísimo retirarlo del campo enfermizo, esta fué
la Independencia; pero no es esto todo, falta lo principal, sa-
car el vinis de la circulación de la sangre, esto fué la Reforma,
la consumación de la Indepencia y la vuelta á la vida. En to-
da esta epopeya, Prieto tomó parte esencialísima con trabajos
y sacrificios, y utilizó sus cualidades como orador y como poeta.
Más de una vez la elocuencia de su palabra llevó voluntarios
á los cuarteles, al par que arrancaba de las garras de sus ase-
sinos al Benemérito de América con su palabra, ó corría de
uno á otro extremo de la República, llenando oficiales é im-
portantísimas comisiones. En medio de tantas fatigas y peli-
gros, su pluma no descansaba un momento y se consagraba á
la propagación de sus ideas. La poesía, sus versos, ora satíricos,
ora festivos y ligeros, eran el constante medio de su propagan-
da popular, aparte de artículos serios y discursos con los cua-
les conquistaba prosélitas; y como un verdadero apóstol, pre-
dicaba la buena nueva de la libertad y del progreso. Esta épo-
ca de la Reforma no es suficientemente conocida y admirada,
todos aquellos hombres que tomaron parte en su triunfo, ge-
neración excepcional de admirable temple y energía, compe-
tían entre sí por su valor y su constancia, por su desprendi-
miento y abnegación; nobles y desinteresados, buscaban la
realización de un ideal y lo perseguían sin descanso y á toda
costa, sin pensar siquiera un momento en sus intereses persona-
les. ¡Qué época! ¡Qué hombres! ¡parece que ni somos sus hijos!
VIII pr6ix>go
¡ Qué distancia tan grande hay de ellos á nosotros ! Y lo más singu-
lar, es que las dos principales columnas en que se apoyaban
sus contrarios, eran el clero y el ejército: y respecto al prime-
ro, la mayor parte de los reformistas eran creyentes y católi-
cos; yo los he visto, los he conocido, los he tratado y los he
admirado. No era, pues, la guerra á la creencia religiosa la
que animaba á los constituyentes y Reformistas, sino el ho-
rror á los abusos, la convicción de que era imposible que uiía
sociedad marchara con un poder sobre el poder, y poder que
a la par que enerv^aba las inteligencias con la superstición,
aniquilaba á la sociedad con su influencia bastarda inspirada
por la codicia y por los vicios. Aquellos insignes varones, los
refonnistas, tu\ñeron que luchar contra su educación, despren-
derse de sus preocupaciones primero, las más veces en lucha
hasta con sus familias, por combatir los abusos del clero y de-
jar libre á la República de aquel pulpo ávido que chupaba to-
da su sangre. Las costumbres, las ideas, todo era preciso cam-
biar y todo lo cambiaron, el trabajo forzado, las faenas, los
tribunales especiales, la censura previa, los malos tratamien-
tos, crímenes de lesa dignidad httmana, en una palabra, la
esclavitud, la explotación inicua del hombre por el hombre,
con distintos nombres y disfraces, el encomendero hecho ha-
cendado, la idolatría en cambio de ídolos, ese era nuestro ser,
y no estaba sostenido por el clero y por ejército, por algo más,
por los ricos, ó como irónicamente se le llama, la aristocra-
cia, compuesta de los niños mimados del privilegio, de la en-
comienda y de todo género de fraudes, desde el robo de jor-
nal del peón hasta el contrabando, la casa de empeño y la
falsificación de pesas y medidas en la tienda. Esta era nues-
tra nobleza: no el amor al pueblo, ni los servicios á la huma-
nidad ó á la patria. La Independencia fué el primer principio
de la Refonna, fué el principio de la desespañolización de Mé-
xico, pero la guerra de tres años fué el período crítico de su
consumación, el momento en que Sansón derribó los pilares
del falso templo, por eso esa guerra fué terrible; pero fué
alegre y bella, como que estaba preñada de esperanzas de las
cuales se han realizado y son imperecederas la mayor parte.
La separación de la Iglesia y el Estado, la desamortización,
lasecularización, la abolición de las mazmorras que>e titulaban
conventos, el Registro civil, la restitución al Estado de lo
que al Estado corresponde; todas esas, son conquistas que no
GUILLERMO PRIETO IX
se perderán jamás y á cuya sombra México se desarrollará
y será grande; y aun otras como el sufragio libre, la libertad
de imprenta y otras que, por situaciones especiales hemos vis-
to enturbiarse, no se perderán; las nubecillas se disiparán y
lucirá grandioso el progreso, y no morirán nunca. Los princi-
pales enemigos fueron vencidos, la masa de la Reforma los
aplastó para siempre y ya el pensamiento libre no se dejará
encadenar; el clero será más ó menos rico, más 6 menos vir-
tuoso; pero quedará sometido al Estado y será obediente á la
ley, en su conveniencia está serlo. ¿Acaso el clero actual, es
el mismo clero de los entredichos y las excomuniones, es el
mismo clero de la traición y la simonía? No, el clero actual, es
muclio más moralizado y tiene muchos ministros .sumisos d
la ley y patriotas. La Reforma ha vencido.
En esta epopeya, en esta serie de combates y de acontecí*
mientos, se encuentra casi siempre mezcjado el nombre de
nuestro autor y siempre auxiliando sus trabajos como político
con sus producciones literarias. Sus versos han vulgarizado
las ideas, han enseñado, y en los versos de la China, de los
Cangrejos y otras poesías, convertidas en canciones popula-
res, ha ido la enseñanza patriótico-liberal de boca en boca,
de oído en oído.
Grande ha sido la trascendencia de esta poesía, que como
se ve, no es la insubstancial frivolidad de hacer frases recorta-
das y versos cadenciosos, sino que Prieto ha perseguido un
fin educativo y grande. Ha tendido á formar la Patria hacién-
dola amar, y para hacerla amar la ha dado á conocer, estu-
diando á su pueblo y á sus hombres, sus sentimientos y sus
costnmbres, y de ahí deducimos que puede llegar á ser un
pueblo grande el que ha tenido esos hombres y realizado esas
hazañas. Cuando vemos esas agrupaciones de indígenas, que
solo lucen harapos y miseria, perdemos hasta la idea de la
humanidad y nos queda la del basurero y el reptil; pero si sa-
bemos que de esos grupos salieron Netzahualcóyotl y Net-
zahualpilli, Cuauhtemoc, Cuitlahuatzin, Morelos, Juárez, Al-
tamirano, etc., etc., cambiamas de opinión y creemos que ese
malestar es transitorio, y que de esa raza de que salieron esos
hombres pueden salir otros muchos; pero esto es necearlo que
alguno nos lo haga ver y mueva nuestros sentimientos. Lo
propio sucede con las razas mestizas, y más ó menos puras to-
das ellas, y más la cruzada, han dado hombres grandes y en su
X PRÓI^OGO
seno se han verificado grandes evoluciones. El estudio, cono-
cimientos y vulgarización de esto ha sido el afán y la tarea de
la musa de Prieto; De los hombres de México y de sus hechos
se sacan, y él los ha hecho lucir, grandes y nobles ejemplos
para la educación de la juventud y orgullo nacional. ¿No la fi-
gura de un Bossuet, deunMasillón, de un Voltaire, de un Napo-
león, de un Luis XIV forman la trama del patriotismo fran-
cés? Pues, Cuauhtemoc, Cuitlahuac, Hidalgo, Morelos, Galea-
na, Matamoros, Guerrero, Victoria, Gómez Parías, Juárez,
Ignacio Ramírez, Miguel Fernández IJzardi, González Orte-
ga, Juan Alvarez, etc., etc., sin entrar en comparaciones, ¿por
qué no han de rebullir con sus ejemplos en la imaginación de
nuestros compatriotas para que los imiten? ¿Quedaríamos mal
si todos los mexicanos procuraran ser un Morelos? Prieto canta
y enaltece á estos hombres, narra sus hechos, verdaderos y pa-
tentes, y nadie negará que nutrida la juventud con estas imá-
genes no sientan orgullo de ser hijos de México. Pues, esta ha
sido y no de ahora, la obra del Romancero. ¿No es una obra
que ceñirá su frente con los lauros de la inmortalidad? ¿Hay
en estas apreciaciones los desvíos del amor filial? En la gue-
rra con los Estados Unidos, no vemos tipos como Arista, Bal-
deras, León, Echeagaray, etc., etc., que cubrieron á México
de gloria?
La fortuna fuénos adversa en esa guerra; pero la Patria
perdió heroica y grande, víctima de las circunstancias ó del
destino, pero en medio de la derrota fué sublime. Esto canta
el bardo, esto aprende el niño, esto reflexiona el adulto, y es-
to engendra y robustece el patriotismo, sentimiento noble y
necesario del que no puede hacernos prescindir aun la civili-
cación moderna.
Ya se ve cuál ha sido pues la tendencia de la poesía de
Guillermo Prieto: crear la Patria, haciendo que sus hijos la
amen, defender la libertad, el derecho y la moral, y derramar
esta semilla en el pueblo, como poderoso medio educador
para que México se regenere y sea feliz. El pueblo ha pre-
miado con largueza los trabajos de mi anciano padre, desen-
tendiéndose de su talento y de su mérito literario y llamándo-
le, como el sabio eminente D. José María Vigil, el poeta na-
cional.
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PLAN DE AYTTTLA.
TCiuFuo T raoTOAL Komxnee oet PLxn dc atutlx
I
De cincuenta y tres el año
Marcaba en el mundo el tiempo
Y Santa Anna dominaba
Creyéndose rey por dentro;
Forjando á su gusto nobles,
A los /»r(£?j persiguiendo,
Sembrando ¿>u férrea mano
El terror y el descontento.
Dueño de hacienda y de vidas,
Entre sirvientes abyectos,
No tuvo Santa Anna obstáculos
Para sus planes perversos,
Ni barrera su codicia,
Ni su vil lujuria freno,
Ni medida sus crueldades.
Ni límite sus excesos.
La leva brutal los campos
Dejaba casi desiertos,
Y el fisco con férrea garra
Atormentaba el comercio:
Liberales eminentes
Gemían en los destierros,
Mientras ridicula pompa
Como de rango europeo,
Al manto de Guadalupe
Le daba atractivos nuevos
Y regio brillo á los nombres
De agiotistas y de clérigos.
De tahúres y canalla.
Que por sus indignos hechos
Los reclamaba el presidio
Imparcial y justiciero.
PLAN DE AYÜTLA.
En manos de Sierra y Roso
La Hacienda era engaño y cieno
Que todo lo emponzoñaba
Con destructores impuestos:
Se vendía la Mesilla
Con escarnio del derecho.
Y en Guaymas desembarcaban
Audaces aventureros
A la nación ultrajando
Al invadir nuestro suelo.
Yucatán desesperado
Clamó: jqué muera el gobierno!
Y llovieron extorsiones
Sobre el desdichado pueblo.
En fin, á punto se estaba
De volver cena de negros
Los nobles y el peladaje,
Este desdichado México.
Entre tanto el Sur estaba
Como apartado, durmiendo,
Obediente de Su Alteza
A los designios siniestros;
Pero era que su caudillo
Soldado del gran Morelos,
Apelaba al disimulo
Para cubrir sus intentos
Deslumhrando á su enemigo,
Preparando su terreno.
Robusteciendo su fuerza
Con el común descontento,
Como cazador astuto
Que con las ramas cubierto.
Hace de troncos y peñas
Su seguro parapeto
Para que caiga la presa
Bajo sus tiros certeros.
En tanto por Acapulco
Arribó Eligió Romero
Hombre de fibra tirante,
Liberal de pelo en pecho
A quien Tus Tus le llamaban
Sus amigos de colegio,
Distinguiéndose entre todos
Por su saber y talento;
Ftanco, alegre, calavera,
PIAN DB AYüTLA.
Chico de rumbo y de trueno
Y entre gente de polendas
Visto con odio y con miedo.
Este llegó disfrazado
Porque era el fiel mensajero
De la gente que en el Norte
Trabajaba con empeño
Por derrocar al tirano.
Haciendo heroicos esfuerzos
Allá se encontraba Ocampo,
Juárez, Mata, Monteneg^,
Allí Sabás Iturbide
La flor de los caballeros,
Arriaga (Ponciano) y Maza
Y otros que ya no recuerdo.
Con Alvarez Don Eligió
Habló muy largo en secreto
De parte de sus enviados
Afirmando sus proyectos;
Y fué de *Xa Providencia"
La hacienda donde asistieron
Los que después afrontaron
El terrible movimiento;
Y compusieron la Junta
Que Alvarez reunió el primero,
Villareal á quien Santa Anna
Humillaba cruel y pérfido;
Comonfort por sospechoso
Separado de su empleo,
Y otro militar de nota
Llamado Tomás Moreno.
Después de graves discursos
Y considerandos serios
En que brilló el patriotismo
Y el noble desprendimiento,
El decoro de la Patria
Y el amor sublime al pueblo.
Extendióse el plan, y todos
Con su firma le cubrieron.
A Villareal encargaron
Le proclamase resuelto,
En Ayutla, pueblecillo
Tan humilde como ameno:
Ni ese plan tuvo caudillo
Ni personales afectos
PLAN DE AYUTUl.
Ni soldados por padrinos
Ni como sostén los clérigos,
Ni ambiciosos para el mando
Ni farsantes patrioteros:
Era un plan que proclamaba
Al pueblo Señor y duefio
De sus futuros destinos,
Sin disfraces ni embelecos.
Un plan en que los principios
Sin nubes se distinguieron
Y encerraba las semillas
De la ley y del progreso;
Pero Comonfort le puso
Una gota de veneno
Dándole á los moderados
En una reforma, acceso.
n
KL PLAN DE ATUTLA.
Villareal la voz levanta
En Ayutla, y repentino
El Sur acude á las armas
Entusiasta y decidido,
Como se lanzan los peces
En la noche á do está el brillo
Que pone bajo las aguas
El buen pescí*dor con tino.
¡Vivan D. Juan, nuestro Tata,
Que viva D. Diego su hijo!
Y el rumor se propagaba
Por aldeas y cortijos
Haciendo veloz recluta
Con los grandes y los chicos;
¡Guerra! gritaba la gente
Por veredas y caminos,
¡Guerra! en lo alto de la sierra,
¡Guerra! en los hondos abismos;
El rumor llega á Santa Anua
Que en su alma soberbia herido
Lanzando rayos y truenos
Enmedio de sus esbirros
Jura del Sur detestado
Implacable el extermimo:
PtAN DE AYUTtA.
Apronta fuerzas potentes
A que cumplan sus designios
Arrasando cuanto encuentren
Y condenando á cuchillo
Además de los que luchan
A las mujeres y niños.
La fuerza se pone en marcha»
Corre sangre en el Coquío
Y el caudaloso Mexcala
Se miró de sangre tinto.
Entre tanto el plan de Ayutla
Cobra potente prestigio:
En Michoacán es hoguera,
Es incendio en el Bajío,
Y en Tamaulipas estalla
Con Garza á su frente invicto;
Vidaurri por la frontera
Amaga lleno de brío,
Y de México los pueblos
Incontenibles, bravios,
A las huestes del tirano
Dan derrotas y castigos.
Santa Anna observaba todo
Furioso, pero aturdido,
Como quien oye á lo lejos
Del torrente los rugidos,
La inundación presintiendo
Que le ha tragar de fijo
A pesar de las barreras
Que su ira le imponga altivo;
Así vio á Pérez Palacios
Llegar hasta Chilpancingo,
Enviándole diligente,
Sus poderosos auxilios,
Pero el ardor no entibiaba
De los maldecidos pintos
Que contaban como aliados
Más que ]as plagas de Egipto,
La disenteria tremenda,
Las sabandijas, \o^ fríos,
Y el hambre que sujetaba
A las tropas al martirio.
Furioso al ver lo que pasa,
Declara á Pérez indigno
Por no exterminar los pueblos
PLAN DE AYÜTLA.
Como feroz basilisco
Y por no colgar rebeldes
De las ceibas y los pinos.
En su frenesí sangriento,
Con el mando inviste á su hijo
Y le ordena que aniquile
Y que no deje resquicio
De la insurrección nefanda,
De su poder desafío.
Y su mandato ejecuta
Con entrañas de asesino:
Incendia, mata, y do pasa
Se forman de sangre nos.
Pero en la nación entera
Brotan por puntos distintos
Con la bandera de Ayutla
Jefes del pueblo caudillos,
Por fin decide Santa Anna
Ir á la campaña él mismo
Con el aparato regio
Que todos le conocimos.
Le brinda efímero triunfo
La cuesta del Peregrino
Y auguran los cortesanos
En México mil prodigios
Para cubrir con laureles
Al Aquiles de Tampico.
Pero se acerca á Acapulco
Por Comonfort defendido
Con fuerza corta, resuelta
Y llena de orgullo y brío;
Acomete temerario,
Mas lo rechazan altivos
Los soldados defensores
Del legendario castillo;
Vuelven y vuelven los mochos
A embestir, pero abatidos
Retroceden á su campo
Para otra embestida tibios.
Ruge en tomo de Santa Anna
Amagando su recinto,
El odio de los surianos
Que se alzan embravecidos.
Asustado el Presidente
Ac^ese al artificio
PLAN DB AYirrUL.
Y á Céspedes comisiona
Para que en hondo sigflo
Brinde á Comonfort dineros
Y el fuerte le entregue indigno.
Que la corrapdón es arma
Para gobiernos malditos
Que dejan de la justicia
Viles, el amplio camino.
Comonfort al emisario
Rechaza noble y altivo
Y con burla los soldados
Le ven salir del castillo.
III.
CANGREJOS PAIIA ATRÁS.
Bn las tropas del tirano
Pronto el descontento cunde
Y síntomas de revuelta
Embozados se descubren.
Que si la moral se abate
En la Aierza, aunque la azucen,
En vano son los fusiles,
En vano son los obuses,
Enmedio de las bravatas
De degradación sucumbe.
Santa Auna todo lo observa,
Sus temores se traslucen,
Y al fin lleno de zozobra
Para México se escurre.
I4OS viles aduladores,
Para que todo se oculte,
Le prepararon cortinas.
Plores, músicas y luces,
Y un arco triunfal soberbio
Que á la victoria le usurpe
Las galas y que la pompa
De los romanos ofusque.
Bn su cima está una estatua
Y unos versos en su cúspide
Que conservo en la memoria
Y citarlos se me ocurre:
«Mientras derrame el sol su lumbre ardiente
No faltEuA la vida á la Natura,
PLAN DE AYUTLA,
Así también mientras Santa Anna aliente
México gozará paz y ventura»
Mas no duró mucho tiempo
Del ruin coplero el embuste,
Porque un huracán tremendo
Hizo el arco se derrumbe
Y tomó trizas la estatua,
De cuyos escombros surgen
Otros versos que así dicen,
Salidos de mi chirumen:
«Cayó presa de su arrojo
Esta contrahecha ñgura,
¿Pero quién le mete á un cojo
Elevarse á tanta altura?»
Santa Anna entró desairado,
Quiere vengarse, se aturde,
Y sus proyectos de fuga
Que en su alma cobarde nutre,
Manda con penas severas
Que se disfracen y oculten.
Como ebrio desatinado
Que siente el suelo se le hunde
Y vuelve la recta curva
Y cede á un oculto empuje
Que le trastorna el sentido
Y hace que todo le asuste.
Hasta que al fin desgoznado
Se echa en el suelo de bruces;
Así sucumbió Santa Anna,
Mientras á los cielos sube
Espléndido el sol de Ayutla,
Aunque entre siniestras nubes
Que disipó el patriotismo
Con su poderoso empuje.
1858.
PLAN DE AYtrrLA>
muY "veRiFii^o"
Y muY eniRADOR RomAn^e
DeL P£JID DG JIYQTLA.
Como refrescante lluvia
Después de porfiada seca
La sangre de D. Gordiano
Cayó fecunda en Morelia,
La de los hombres heroicos,
La de las mujeres bellas,
La de Lagos cristalinos
Y valiosas sementeras.
Allí gritó iViva Ayutla!
El brioso Epitacio Huerta,
Rancherito consentido
Y macollo de la tierra:
Montaba lindos caballos,
Era ensueño de las hembras,
Tiraba garboso un peso
En caridades y fiestas
Y le amaban sus sirvientes
Siguiéndolo en donde quiera.
A esos les dijo: ¡muchachos!
Ayutla quiere pelea
Contra el cojo maldecido.
Alcemos nuestra bandera,
Que los tiranos dominan
Sólo rebatios de ovejas.
Aliéntanse los rancheros,
A D. Pitacio se agregan
Y relinchan los caballos
De purísima impaciencia,
Y en esto amigos del alma
£n un pueblo que está cetca,
tO PLAN DE AYUTLA.
Un cuitado pintorcillo
De paredes y de puertas
A.1 que llamaban Pueblita
Pues nació su padre en Puebla,
Trocó la brocha en espada
Y sin saberse la regla
Resultó que el pintorcillo
Es un valiente de cuenta
Que proclama el plan de Ayutla
Con los que á su paso encuentra.
Huerta y Pueblita se buscan
Pueblita y Huerta se estrechan
Y con Salgado reunidos
En venturosa carrera,
Hasta el valle de Santiago
Briosos y triunfantes llegan;
Y como ronco estampido
Que reventando en las sierras
Repetente como trueno
Sus ecos en las cavernas,
O como airado torrente
Que bramando se despeña
Y que corre y es más bravo
Cuando un obstáculo encuentra,
Así en Tamaulipas, Garza
El mimado de la ciencia,
El petimetre, el garrido,
El de las pulcras maneras,
El que en sus formas exhibe
Perfiles de estatua griega,
De Ayutla en su fuerte brazo
Alza la hermosa bandera;
Convierte á Ciudad Victoria
En terrible fortaleza
En que de Güitián las tropas
Con impotencia se estrellan.
El viento grita venganza,
Venganza llanos y selvas
Y doquiera se alborota
La espantosa jicotera;
Chinaca brotan los campos,
Chinaca salta en las piedras,
Es un alerta un silbido.
Un relance es contraseña
Y sefial en lo s^ el humo • •
PI^AN DE AYDTLA. JCl
Que convoca á la pelea;
Miguel Negrete en Zamora
Se pronuncia y arma gresca
Que al fin el pueblo le estira
Y el pueblo le valentea.
¿Pero y quién es ese chico
Que aparece junto á Huerta?
¿Bs cuitado monacillo
Que se escapó de la Iglesia?
¿Es de charro disfrazado
Una modesta doncella
Según su voz es meliflua
Y su cutis es de seda?
Ya tendréis el desengaño,
Ya admiraréis su braveza
Cuando al retumbar el trueno
Ponga á un lado su modestia
Y su espada incontrastable
Espanto imponga á las fieras;
Ya le veréis incansable
Con indomable firmeza,
Esperanza en los reveses
Placer en las mismas penas:
Ese es Santos Degollado
De la Reforma presea
El que al infortunio vence
Y las derrotas renuevan;
Le acompaña Luis Ghilardy
Que tiene sangre en las venas
De Garibaldi el Romano,
Gloría de la Italia excelsa;
Todos por Ayutla luchan
Desde el centro á las fronteras
Donde otra falange de héroes
Con orgullo se desplega;
Allí Vidaurrí Santiago
De Monterrey se apodera
Y Escobedo é Hinojosa
Con Zaragoza le cercan;
Allí Juan Zuázua descubre
De gran guerrero las prendas
Y otros mil que mi memoria
Recordar bien no me deja.
A un guerrillero en Oaxaca
Se une Porfirio que aun era
12 PLAN DE AYUTT.A.
Un estudiantino obscuro
Cursando Jurisprudencia,
Pero liberal ardiente
De buena ley y alma entera;
Y Llave, el insigne Llave,
Su hogar y sus libros deja
Y secunda el Plan de Ayutla
En Orízaba su tierra;
En san Luis levanta tropa
Con ardor Vicente Vega
Y por fin hay hervidero
De chinacas donde quiera
Cual si de ignoradas minas
Sembrado el suelo estuviera,
Y por doquier reventaron
Causando miedo y sorpresa.
Como fiera acorralada
Santa Anna se desespera,
A unos sigue, á otros embiste,
De otros, cobarde, se aleja;
Y al fin triste y asustado
De su humillante impotencia,
En escaparse con vida
De la chamusquina piensa.
Aunque deje á sus secuaces
A la luna de Valencia. .
Junio lo de 1896.
PtAN D« AYtnXA. 13
ALGGRG Y BIGD PGRJfifiADO
KOmADiíG DGL TÍO MCBO.
I.
REJUEGO.
Acapulco está de gorja,
La gente alegre se agita,
En el castillo hsy banderas,
Retumba la artillería,
En las calles hay adornos,
En las Iglesias repican
Y en la dilatada playa
El pueblo ansioso se agita;
Con sus peinetas las hembras
Y con sus blancas camisas,
Los hombres con sombrerazos
Su machete y su cachimba.
Todos saludan la nave
Que está anclada en la bahía
Y que botes y cayucos
En medio á entusiastas vivas
A Comonfort ver anhelan;
Y ¡viva tío Nacho! gritan,
Y es que Comonfort regresa
Tras de la ausencia brevísima
Que reforzó el plan de Ayutla
Del Norte do con activa
Diligencia el armamento
Compró que se necesita,
Y halló colaboradores
14 FI^AN DB AVUTI^A.
Que le honraron á porfía:
Ahí se encontró con Juárez
Que inalterable en la chilla.
Fabricando sus tabacos
Austero se mantenía;
Allí trató con Arriaga
Ponciano, de bolsa exigua
Que de humilde zapatero
En hambre y penas vivía;
Allí estaba Montenegro,
Allí Mata que ejercía
Pobre comercio de velas
De la frontera en la orilla;
Allí Sabás Iturbide,
Gran corazón y alma limpia,
A los más menesterosos
Cumplido y noble servía.
Allí por fin Pepe Maza
Con actividad solícita
A industriales, á ricachos,
A cirqueros,"áJarbitristas.
Y á todo bicho viviente
Que pagaba, complacía.
Comonfort para su empresa
A sus amigos alista
Volviendo con sus recursos
A dar á sus planes vida;
Allí de pronto sus marchas
Con Alvaréz organiza
Y se interna por Jalisco
Con escasa comitiva,
Pero en Zapotlán el Grande
I Viva el plan de Ayutla! grita:
Y aquel Estado gigante,
De pie, con|la frente {altiva.
Se alza amenazando esbirros
Y arrollando tiranías.
Allí deja á Degollado
A que la empresa prosiga
Y él se marcha para Lagos
A donde Haro, con malicia,
El plan firmado en Ayutla
Quiere embrollar con perfidia.
A Comonfort proclamando
Para la suprema silla.
PLAN DE ATUTLA. X5
Tras de Haro busca á Doblado;
Desbarata sus intrigas,
Y leal y caballero
Vence; su ambición domina
Y por doquier triunfa Ayutla
Y Comonfort se prestigia.
i Oh Comonfort! Y cuan grande
Y con honra aparecías
Como centro de esperanzas,
Como estrella matutina
Que en los cielos reverbera
Anunciando hermoso día
Al fin vinieron las sombras
Y en su sepultiu-a fría
Vierte lágrimas la gloría
Sobre unas flores marchitas.
l6 PI,AN Dfi AYUTLA.
ROmAD^G A LA CAKQGADA,
OQG $G PUGDG LLAIHAR DGL "DO me OGJO
¡ Arriba bravo, Mnaca:
Valiente chinaca arriba!
Que la hora del 7io me dejo
Cantan campanas y esquilas;
Ya á Morelia el plan de Ayutla
Hace su primer visita;
Rancheros desengañados.
Calzón blanco y gente fina,
¡Arriba! que es lindo un pueblo
Luego que se eraberrinchina
Y celoso sus cadenas
En un repente hace trizas;
Nos espera Don Pitacio
Huerta que su hacienda rica,
Deja para ir á los mates
Contra la atroz tiranía.
Hagan ganas que ya es hora
Y va á llegar Don Pueblita
Que como pintor famoso
Naiden borra donde el pinta.
Y que unido con Don Huerta
Armaron la rejolina.
Qué hermoso estará Coheneo
Cuando reviente la mina
Y mandones y verdugos
Miremos patas arriba;
Y así diciendo y haciendo
Asociáronse los vivas,
Y todos fueron contentos
Al proclamar la alegría.
PI^AN DB AYUTI^. IJ
«Que muera el cojo Santa Anua
«Y su soberbia milicia
«y que viva el plan de Ayutla
«Que^del poder lo rediva\
En menos que canta un gallo
Formaron en retajilas
Artesanos, labradores,
Rancheros con sus cuchillas,
Y á la cabeza muy tiesos
Pitacio, Ramos, Pueblita
Güero con su nariz ancha
Y ojos llenos de malicia.
Para Uruápam marchan todos,
Allí dieron la embestida,
Y allí el mocho por los suelo6
Miró su jactancia altiva.
Que nada importan las armas.
Por mejores y más finas.
Cuando no son para el caso
Las manos que las manijan.
Abril 17 de 1896.
— S
1 8 PLAN DE AYUTLA.
RouiAme FAinoso
De
LAJTimAS Y $0RPRe$A5.
I
ENTRABA.
Era la hermosa alborada
Del pujante plan de Ayutla;
Cuando antes de picar naipe,
Los más cautos se consultan,
Si se van á la cargada
O están quietos por las dudas
Pero ¿qué? si donde quiera
Reventaba la boruca, •
Y Morelia espada en mano
Ensangrenta])a la lucha.
Tovar y sus permanentes,
Entraban á la trifulca
Persiguiendo encarnizados
A Degollado y sus chusmas,
Y era Tovar un valiente
De mucho empaque y enjundia,
Siempre tieso y de uniforme,
Mirada fiera, voz dura,
Siempre pegado á ordenanza
Sin que consintiera nunca
Faltas á la disciplina
Ni para el servicio excusas.
Pepe Alvarez su segundo
A quien pintará mi pluma,
Era garrido, elegante,
PI^N DB AYUTLA. I9
Liberal en su conducta
Aunque á su deber sujeto,
Y fiel bajo la coyunda.
El run run de los soldados
A quienes gustaba Ayutla
Con cierto tacto y con arte
Indulgente disimula.
Al fin las tropas se encuentran
En el famoso Cocula
Y hay una de dos mil diablos,
Que recordarla espeluzna.
II
A nuestras tropas mandaban
Juntos Degollado y Huerta
Que dando á Ayutla laureles
Hasta Cocula penetran.
A donde Jalisco libre
Hace de heroísmo sus siembras;
Allá Tovar los persigue
Con su nudaerosa fuerza
Y allí la chinaca brava
Prepara su resistencia.
Érase un cerro escarpado
Al que un lago le rodea
Y al viento opuesto un camino
Y un puente en cuya defensa,
Confiaban los liberales
Con valiente suficiencia;
Mas los de Tovar audaces
El ancho lago vadean,
Y á los chinacos embisten
Casi como de sorpresa,
Y aquellos fueron plomazos:
Y aquella bronca pelea
Hasta que al tocar el puente:
Se encarniza la refriega
Y se devoran los hombres
Lo mismísimo que fieras.
Viendo entonces D. Pitacio
Que los nuestros se blandean,
Prende espuelas á su cuaco.
Los cuatro cuartos arriesga
Y era el rayo, era el tonente,
ao PLAN DB AYin%A.
Según con su ejemplo alienta
A la tropa que se luce,
Según la muerte desprecia;
Pero una bala traidora
Un brazo á Huerta le lleva,
El quiere seguir luchando
Mas cae doliente en tierra
Y con espanto su gente
Se le aparta y se dispersa.
III
MÜKRTOS QÜB OO&RSN.
La derrota de Cocula
Describe imparcial la Historia,
Y los chinacos la cuentan.
Que no es el perder deshonra
Cuando se pierde luchando
Y limpia se salva la honra.
Los prisioneros esperan
Impasibles su última hora,
Que así lo ordena Santa Anna
Tirano y con furia loca;
Pero enmedio de las dianas
Y el contento de la tropa
De Tovar órdenes llegan
De marcha que á toda costa
Se verifique al instante
Que' se redba la nota,
Y Tovar que era cumplido,
Rápido la marcha apronta;
Antes de partir dispone
Que en una cercana loma
Fusilen los prisioneros
Porque en la marcha le i^torban,
Y aquí no acierta mi musa
A descubrir la maniobra
O si partió de algún jefe
O la treta se hizo sola.
Es el caso que nombraron
Para que pusiera en obra
La muerte de prisioneros
A un encubierto patriota
Ckinacaie hasta los huesos
PLAN DB ÁYDTLA. 31
Sin apariencia notoria.
Este que á Tovar contempla
Ocnpado en graves cosas
Habla astuto á sus soldados,
Les amonesta y exhorta
A que sus órdenes cumplan
Con sumisión silenciosa»
Y antes de que en el Oriente
Se esperezase la aurora
Soldados y prisioneros
Bn lo alto están de la loma
A cuyo pie Tovar debe
Marchar con su fuerza toda.
Iba á pasar y de pronto
Bn la altura atención tocan
Y una cerrada descarga
Muerte terrible pregona,
Y fué que á los prisioneros
Las balas las vidas cortan,
Pero el oficial chinaco
Manda que balas no pongan
A los tremendos fusiles,
Y filé la descarga broma.
Los que cayeron del susto
Repentino aliento cobran,
Y los cadáveres listos
Ponen pies en polvorosa.
Bl oficial con Don Santos
La causa del pueblo adopta
Y Tovar cuando esto supo
Se quedó abriendo la boca.
22 PLAN DB AYUTLA.
GHADDG T FOmPOSO ROOlAnee
DG LA $ALIDA DG ^ADTA AnnA.
Por caminos y veredas,
Entre peñas, entre milpas,
Por lo hondo de las barrancas
Y por las más altas cimas,
A los surianos -valientes
Se ven correr como hormigas,
Que reventó el plan de Ayutla,
Que suena cual mil esquilas,
Y que el hasta aquí pronuncia
De la feroz tiranía.
Entre tanto está Santa Anna
Bañándose en mil delicias,
Le dan los ricos, banquetes,
Las hermosas sus sonrisas
Y algo más según y como
Nos refiere la malicia.
De su capricho pendientes.
Están fortunas y vidas
Y el astro de sus contentos
Ni una nube oscurecía;
Pero en el Sur cantó el gallo,
Y aunque parezca una chispa
Hay chispas que meten miedo
Cuanda hay pólvora en la mina.
Y en medio de su desprecio
Y de su calma fingida
PLAN DE AYUTLA. 23
Ordenes crueles el cojo
Contra los alzados dicta
Que á los rebeldes fusilen :
Que las comarcas se extingan :
Que se incendien las ciudades:
Que arrasen las rancherías
Y la insurrección su llama
Por donde quiera extendía;
Que la opinión no se mata
Cuando las almas domina.
Gordiano Guzmán resuelto
Alza en Morelia la insignia
Y alumbra al morir los pueblos
Que entusiastas le seguían.
Garza, el garrido mancebo,
El sabio, libertad grita,
Y de su Ciudad Victoria
Hace cindadela invicta.
Vidaurri el pendón levanta
E irguiendo la frente altiva
A su Alteza y sus esbirros
Decidido desafía.
Con la insurrección el suelo
De honda conmoción palpita;
Y Santa Anna temeroso
Tomó cualquier causa frivola,
Y al Sur dispuso pomposo
Su cuasi regia salida.
¡Qué ricos preparativos!
¡Qué contratos! ¡Qué expresivas
Finezas con que la prensa
Al Czar anunciaba dichas!
Sale Santa Anna á campaña
Con vistosa comitiva,
La de arrogantes corceles,
La de espadas que al sol brillan.
La de músicas que esparcen
Polvo de oro de alegría.
Así llega á Chilpancingo
Entre lauros y entre vivas,
Allí busca al noble Bravo
Y le hace cordial visita;
Allí el singular prodigio
Súbito se verifica
De que una Águila viniera
24 PLAN DB AYUTLA.
Dd ejército á las filas
Y en su centro se posara
Mansa, quieta, inofensiva;
La adulación con asombro
Diluvio anuncia de dichas,
lyos fanáticos la acatan
Cual mensajera divina,
Y en México saludaron
Al águila las esquilas.
Alvarez, del Peregrino
Sus cortas fuerzas retira,
Y por triunfo tan tremendo
En México se repica.
Entonces al Coquío embiste
La tropa alegre y altiva
Y los pintos se escabullen
Como quien se va dejuida.
En la capital los hijos
De su Alteza Serenísima
Se derriten en lisonjas,
Bailan, se desporrondingan,
Y auguran que de los pintos
No quedaron ni cenizas.
Y mientras, las calenturas
A las tropas acuchillan,
Y hay alacranes que matan,
Y aires ardientes que asfixian,
Y disenterias que diezman
Las tropas de tierra fiía.
Ni dando en cambio un tesoro
Se consigue una tortilla,
Y el hambre seca las carnes
Que atormenta la fatiga.
En esto muy soto voce
Corre la fatal noticia
Que Alvarez la retaguardia
Ocupa de la Conquista.
Y aquellos fueron vapores,
Y semblantes de ictericia
De los que horrible naufirtgio
De su Jefe presentían;
Y aquellos fueron contentos
De aquellos cuya codicia
Enmedio á la seca sueñan,
Con los dones de la pizca.
PLAR DE AYüTLA. S5
II.
A AGAPULOO.
Campos de la Providencia^
Montaña del Veladero,
Caminos do se estamparon
Las huellas del gran Moreloa.
Hoy que atrevidas invaden
Vuestro venerado suelo
Las legiones de un tirano
Que la tradición rompiendo
De infamia y baldón el 3rugo
Quiere ponemos al cuello,
Pero el castillo defiende
Tranquilo, erguido, sereno,
Comonfort el valeroso.
De honra y de valor modelo.
Hace Santa Anna un empuje,
Y otro y otro más sin éxito,
Y va á ocultar su vergüenza
Entre despojos y muertos.
Que al castillo vivifica
Y da más vigor el fuego,
Como da la lefia seca
Vida al furor del incendio,
O como la piel irrita
Con sus besos el cauterio,
Entonce^, rastrero acude
Del oro al poder inmenso,
Y Comonfort lo rechaza
De lo alto de su desprecio.
in.
RSORS80.
Cual miércoles de ceniza
Tras de nocturna borrasca
Expone los adefesios
De algún desairado máscara,
Así, al fuerte de Acapulco
Volvió el tirano la espalda,
Y dio á México disculpas
Cual la zorra de la fábula.
26 PLAN DK AYüTLA.
En la capital reviste
La palaciega canalla,
Con las riquezas del triunfo
La vuelta desesperada;
Diéronse al aire cortinas,
Repicaron las campanas,
Y á la plebe de los barrios
Se abasteció de tlamapa
Para que ardiente gritase:
¡¡Viva el General Santa Annaü
IV.
Llegó el héroe, los cañones
Retumbaron con las salvas,
Y un arco triunfal gigante,
Coronado con la estatua
Del dictador, alzó altivo
Su efigie en la Plaza de Armas.
El clero en el homenaje
De gratitud tomó cartas,
Y el te deutn de costumbre
Cantóse en acción de gracias.
En tanto en una accesoria
Que está por San Sebastián,
Cantaba como inorante
Del ruido de la ciudad
Con su rajada guitarra
Un ebrio desarrapado
Con picante indinidad
Y con su voz catarral:
Ya se va toda la gente
A mirar la novedan
Y un contlapache pregunta
¿También tu suegra^se va?
PI,AN DB AYUTLA. 7^
DGLeicoso RomAn<íe
DGL ÁGUILA imPGHIAL
«fVais á ver pintos infames,
'fEl esfuerzo de mi brazo
«Y el empuje poderoso
«De mis valientes soldados:
Dijo soberbio Santa Anna
A Chilpancingo marchando,
Entre miisicas marciales,
Cortinas, flores y aplausos,
Al vSur donde Alvarez fiero
Pretende arrancarle el mando.
¡Qué galanas van las tropas,!
¡Qué armamento! ¡qué caballos!
¡Qué bagajes tan lucidos!
La gente riendo en los carros,
^galletas y asistentes
¡Qué festejosos y guapos!
En Cuerna vaca á su Alteza
Reciben los hncendados
Con opíparos banquetes
Y rendimiento extremado.
Las palmas su> abanicos
Agitan con gentil garbo.
Y los plátano? sonantes
Alzan sus hojas en alto,
Como Víctor entusiasta
De regocijos fantásticos.
Cbilpancingo está de gresca,
Los del pueblo alborotados,
Hay trajín en los mandones,
Corren perros y caballos;
28 PLAN DE ATÜTLA.
Los unos por aquí riegan,
Otros en lo alto trepados,
Gallardetes y cortinas
Cuelgan en muros y palos,
Y la multitud se agolpa
En grupos desordenados,
Por ver á los precursores
Del augusto sobei:ano.
GcUUtas descuadernadas
De chaqueta y sombrero ancho,
Con su quimil á la espalda,
Su perico y su muchacho.
Arriscadas vivanderas
Sobre pacíficos asnos,
Y queridas de oficiales
Con los rebozos terciados,
Y paños de sol cubriendo
La espalda y los rostros blancos;
La plaza está despejada,
£n lo que forma su cuadro
Hierven cabezas humanas
Y sombras de ramas de árbol;
Se hacen rajas las campanas.
Las salvas truenan cimbrando
La tierra y los edificios
Con las bombas dando saltos,
De tambores y clarines
£n el tumultuoso escándalo.
La tropa en tanto se forma
De la plaza en lo más ancho.
Rompen el aire los vivas
Y aparecen deslumhrando
Batidores, ayudantes,
Galones, plumas y el fausto •
Del dictador prepotente
Que esperan con entusiasmo.
£1 prefecto, los alcaldes
Reverentes y humillados
Con los sorbetes de á vara
Y levitones de antaño,
Y ya formada la tropa
¡Oh portentoso milagro!
Águila imperial se lanza
De la región de los astros,
Llama la atención, se mira
PLAN DB AYUTLA. S9
Del sol vivo" entre los rayos,
Y se mece complacida
Con regia pompa bajando,
Hasta posarse arrogante
Bn medio de los soldados,
¡Victoria! anuncia la reina
De los vientos y el espacio,
¡Victoria! y al ave excelsa
Hacen grandes agasajos.
n.
M» MARCHA. — EL OOQUf O. — SL PSaXORIlf O.
¡Oh qué tremendo contraste
Formaban aquellas farsas
Con los campos asolados
Por el furor de las armas,
Por los terribles incendios,
Por la sangre derramada
De mujeres y de niños
Bn las humildes cabanas.
Al empuje del tirano
Las piedras brotaban lágrimas;
Bn el Coqufo escarpado
Triunfó soberbio Santa Auna
Y en el bronco Peregrino
Le dio laureles ia fama.
Corrieron en sangre tintas
Las espumas del Mexcala,
Y en la capital los triunfos
Del tirano se ensalzaban;
Pero los del Sur nacidos
De la roca y de la llama,
De los raudales de sangre,
Más vigorosos brotaban.
Sin armas, medio desnudos,
Bspinos de las montañas,
Les daba el rencor aliento
Y la justicia pujanza.
Bn las grietas de los montes,
Bn lo hondo de las barrancas,
Al borde de los abismos.
Del torrente entre las aguas,
Bttallaban los clamores
30 PtAN DE AYüTI^A.
De libertad y esperanza.
En tanto implacable el clima
Protege la santa causa,
El hambre seca las carnes
De la tropa aniquilada,
Y en camino la fatiga,
Y al descansar muerte y rabia,
Del dictador orgulloso
La jactancia anonadaban;
Al fin toca en Acapulco
Su fanfarrona arrogancia,
Acapulco le detiene,
Y Acapulco le rechaza,
Y contra sus fuertes muros
Su regio poder aplasta,
Decidiendo al fin cuitado
Una retrógrada marcha.
III.
BEGRESO.
Dejando en la retirada
Filas de insepultos muertos,
Desairado y con rechifla
De sus partidarios mesmos.
Volvió á México Santa Anna,
Y aunque sus villanos sierv'os
Paliaron el triste fia.sco,
Al último no pudieron,
Que á la fruta más sabrosa
Nunca se le come el hueso.
Los leperillos cantaban
Con un picaresco acento:
¿Y el Águila, valedores?
La Águila salió borrego.
Junio 7 de 1896.
PI,AN DE AYUTI.A. 3 1
GRAn Romance
QDe en^^inx eL cuepFO y no gxaggfa di pizca.
En los extendidos campos,
Y en las empinadas sierras
El plan de Ayutla tronaba
Estremeciendo la tierra.
Y aunque á Guzmáu D. Gordiano
Le dieran muerte violenta,
Y aunque los viles sicarios
Por adular á su alteza,
Derramaran el espauto
En las comarcas enteras,
La sangre engendra rencores,
La crueldad odios engendra,
Y la libertad florece
Bajo de la mano férrea.
En medio de mil amagos
La capital está quieta,
Y el suspicaz espionaje
Agitábase sin tregua.
Ni el conato más remoto.
Ni un suspiro, ni una seña,
Ni el pasquín inesperado.
Ni la clandestina imprenta;
Nada, en fin, le daba aliento
A la empeñada revuelta,
Y hablaban de esto cuitados
Y con espía á la puerta
El coplero que esto escribe
Y el noble Pancho Cendejas;
Liberal hasta las cachas,
Honor y prez de Morelia,
$2 Pl^AN DB AYüTLA.
Ambos de entusiasmo llenos,
Ambos sin una peseta.
— El aislamiento nos pierde.
— Yo bien lo miro, y los deja
Sin una luz que á sus planes
Extensión amplia les diera;
Mas ya ves, domina el miedo,
Y cuando el miedo campea
El cielo brota amenazas;
Son como esbirros las piedras,
Y los susurros del viento
Son voces que nos aterran.
— Pues estaremos ociosos
Lamentándonos como hembras?
— ¿Y tú qué opinas? — Opino
Que acometamos la empresa,
Que nos finjamos gran junta
Que como foco aparezca
De poderosos trabajos.
En cautelosa reserva
Imprimiremos proclamas
En una escondida imprenta,
Indicaremos los hombres
A quien dirigirse puedan
Los del Sur, y les daremos
De acción y de vida muestras.
— Mira bien que el caso es grave;
— Yo me arriesgo. ¿Tú te arriesga»?
Y juró ser inflexible
La delirante pareja.
II.
¡Qué de espinas halló al paso
La temeraria tarea!
Ni un liberal se encontraba
En la capital inmensa.
Los indiferentes huyen,
Los más amigos se niegan,
Y aquí salen al encuentro
De las instancias sospechas,
Y Lagarde y sus esbirros
De los dos no se despegan.
En una humilde accesoria
Situada junto á tma acequia
PI^N DB AYüTI^A. 33
Y detrás de un parapeto
De verdura y de cazuelas.
Con sigilo impenetrable
Logró ponerse la imprenta;
Y aquellas fueron proclamas
De esas terribles que empiezan:
('Mexicanos! Llegó la hora
De romper nuestras cadenas;
El robo, el asesinato,
Que hoy nos hiere y que nos veja,
A la voz de los caudillos
Al fin cruje y bambolea.
Mucho pueblo y mucha sangre,
Mucha libertad, etcétera.
A la vez confeccionaron
Los de la Junta suprema,
Que eran dos como notamos
Al comenzar la leyenda,
Listas de pueblos amigos,
De cilidades y de haciendas,
Para dar á las maniobras
Mucho vuelo y consistencia.
Y se buscó un pendolista
Que barajaba las letras
Como el más hábil suertero
Con milagrosa destreza,
Para que copiara todo
En leve papel de seda.
Mas faltaba un emisario
Astuto que condujera
Planes, papeles y cartas
Con delicada cautela,
A Don Juan y á su morada
Llamada «La Providencia».
En vano fueron pesquisas:
Era la miseria extrema,
Y los más dicen gestudos:
Hombres, no me comprometan.
Al fin un payo aparece,
Alto cuerpo, carnes secas,
Taimado, y según informes,
Hombre de maña y de tretas.
« Se le compró con trabajos
Una comercial ancheta
De rebozos y pañuelos
34 PI^N DB ÁYUTI^.
Y de chacharas diversas;
Se le dio cabalgadura
Triste, perezosa y tuerta .
Y en el puño de una almohaza
Los documentos encierran,
Y que eran como el tesoro
Que acopiaron mil tareas.
Alanís, que así era el nombre
Del que los mensajes lleva,
Va provisto de una carta
Para un comerciante, Cuenca
Que debe darle recursos,
Luz, conocimiento, señas
Y avisos para que cumpla
Su delicada encomienda;
Parte Alanís, y atenciones
Y mil cuidados le cercan,
Quedando los conjurados
En atormentada espera.
ni
DELACIÓN.
Tras de penosas &tigas,
Hambres y accidentes varios,
Terribles para sabidos,
Increíbles para contados,
Llegó Alanís á la casa
A que fué recomendado,
Sin seguirlo la sospecha
Ni su facha delatarlo;
Mas fiero con su mensaje
Y ya creyéndose en salvo
Entre gentes de confianza
Y entre ardientes partidarios,
Con desenfado valiente
Y con insolente garbo
A Cuenca le dio las cartas,
Pidióle plata y caballos,
Y para darse importancia
Y darle vuelo á su rango.
Abrió á la almohíuut la treta
Que encerraba, acomodados,
Los peligrosos papeles
PXiAN DS atutía. 35
De los que eia fiel resguardo;
Y después pidió, arrogante,
Algún despejado cuarto
Donde su hambre se aplacara
Y olvidase su cansando;
Cuenca le prestó su auxilio
Sobrecogido de espanto,
Porque Santa Anna se hallaba,
Bn Chilpandngo alojado
Delirando de despecho,
Brotando muertes sus labios;
Como la rabia, implacable,
Feroz cual tigre acosado
Por jauría insosegable
De pertinaces asaltos,
Y alguien de los circunstantes
Testigo de lo insensato
De Alanís, fuese por miedo
O por tener pingiie hallazgo.
Con certero disimulo,
Marchó de Santa Anna al campo,
Pidió audiencia, misterioso,
Y en minucioso rdato
De Alanis punto por punto
Dio á conocer el encargo.
Santa Anna todo temores
Y zozobra y sobresalto
Oyó al delator atento
Y le pagó su relato;
Luego y sin perder instante
A sus esbirros dio encargo
Que á Alanís aprisionaran,
Y sin ruido y sin escándalo
Lleváranle á su presencia
Con rigor asegurado.
IV.
DBSOUBaiMIBNTOH .
Llega Alanís á Santa Anna
Descolorido v convulso,
Respondiendo á sus preguntas
Inconexo y tartamudo;
Se abrió la tremenda ai^^niii^*^
36 PLAN DB AYUTI^A.
Y al ver de datos el cúmulo
Que la insurrección pintaba.
Con poderosos recursos,
Ardientes corresponsales,
Dineros, poder, influjo
De la República entera
En los más salientes puntos;
Vióse al frente de un abismo
Y loco y sin disimulo
A Alanís puso en tortiu-a;
Ocurrió á lo más astuto
Para que indagara fieles
Quiénes en México ocultos
Remitían los papeles
Para Alvarez y los suyos.
En vano á Alanís al frente
Del cadalso se le puso
Y aunque el miedo le azuzaba
Nada en regla decir supo;
Volaban las conjeturas
Y los más vivos é' intrusos
Dejaban á la malicia
Sin pasadizo ni rumbo.
En fin, atando sospechas
Pudo adivinar alguno
Que Cendejas se encontraba
Como alma de estos asuntos;
Manda Santa Anna le busquen
De México en un suburbio
Y á Chilpancingo le lleven
Sin pérdida de un minuto.
Entre inicuos tratamientos,
Entre groseros insultos,
Entre villanos ultrajes
Ante Santa Anna se puso,
Quien le miró refrenando
Su arrebato furibundo;
Mas Cendejas de antemano
Fingirse loco propuso.
Cual médico aprovechando
De sus estudios el fruto,
Haciendo gestos extraños,
Estallando en exabruptos,
Respondiéndole al tirano
Con dichos necios ó chuscos,
PLAN DM AYUTLA. 37
Mas al mandar le fusilen
Con viveza expuso alguno
Que era cuerdo le dejasen
Y con tratamientos duros
A delatar le obligasen
A sus cómplices ocultos.
El médico Vanderlinden
A la ejecución se opuso,
Jurando que estaba loco
Cendejas, y que era injusto
Que la imprevisión y el miedo
Le lanzasen al sepulcro;
Entonces á unos caribes
Le entregaron, y los brutos
Se encargaron de su guarda,
Para que con vil abuso
Sin cesar le atormentasen.
Le circundaran de apuros
Y no le dejasen quieto
Ni un suspiro, ni un segundo.
V.
EL DEMENTE.
En^ tanto el pobre demente
En su prisión solitaria,
Espiado por todas partes
Y rodeado de asechanzas,
Se entregaba al desempeño
Del papel que le salvaba,
Y ya danza entretenido.
Ya se acaricia ya canta
Y ya entre arranques de furia
Se retuerce ó se desmaya.
Sus guardianes implacables
De panteras con entrañas
Le azotan, le martirizan.
Del sueño crueles le arrancan
Y su comida indecente
Con mil menjurges le aniíirgan.
Ya astutos le comunican
Que se ha fugado Santa Auna,
Para observar si en su rostro
Miran de contento trazas
PLAN DB AYXJTUL.
Y por dondequiera hay ojos
Atentos á sus pisadas,
Y por donde quiera orejas
Que recogen sus palabras;
Y viendo que ningún fruto
Les dan sus traidoras mafias
Le ponen ante su esposa,
Que al conocer su desgracia,
Corrió al punto en que Cendejas
Con la muerte batanaba,
Y la que creyendo cierta
Su locura, vierte lágrimas
Y le dice tiernas frases
Que el corazón despedazan
— Conóceme, esposo amado,
Vé á tus hijas adoradas,
Una gota de consuelo.
Vierte, amor mío, en sus ansias.
Y él con semblante de hielo
Empuja y brusco rechaza
A la madre de sus hijas
Desconociendo su cara.
I Oh! y quién describir pudiera
Ese tremebundo drama
Que obscureció la locura
Con su impenetrable máscara!
En lo exterior lo grotesco,
Lo indigno, lo que degrada,
En lo íntimo la ternura,
La pasión sin esperanza,
El beso que se transforma
En dolorosa mirada;
Al fin cansada la ftiria
De los esbirros que le aislan
Acuden á la tortura,
Al azote con instancia.
Para que á sus compañeros
£1 demente delatara;
Y él ni un soplo, ni un indicio
Dejó que fuese la causa
De comprometer á nadie
Ni envolverlo en su desgracia.
A San Hipólito, entonces,
Al loco Cendqas mandan
PI^ DB AYDIXA. 39
De donde le sacó el pueblo
Cuando se fugó Santa Anna.
VI
OONOLU8ION.
Pasó el tiempo, negras nubes
Van agrupando los años
Bn las lejanas montañas
De las sombras que pasaron;
Pero cuando yo recuerdo
A los varones preclaros
De las luchas de gigantes,
Que de Reforma llamaron,
Siempre recuerdo á Cendejas
De honra y virtudes dechado,
Ardiente como patriota,
A la par modesto y sabio.
Yo me llamaba su amigo.
Mi alma le llamó su hermano,
Y cuando le miro heroico
Del poder la ira arrostrando
Bn su silencio sublime,
A su locura entregado,
Su lealtad, y en su martirio
A sus hijos adorados
Y á su esposa apasionada
Con furor atropellando.
Con silencio reverente
Preparo palmas y lauros
Para decorar la losa
De su sepulcro ignorado.
Agosto 5 ^ i395«
40 PMN DB AYUTIíA.
RomAn(íe:FAmo$o
Y "YGHIFliíO"
De mi PROPIA (íO$e(H5A
PARA TEMPLAR.
i Oh! qué tiempazos aquellos
De Su A ¡lesa Serenísima:
Muncho arrastraje de sables,
Muncha copa en las cantinas,
Muncha facha en los cuarteles,
Munchos nobles de mentiras,
Muncho ruido de trompetas,
Muncho repicar de esquilas,
Muncha araña ponzoñosa,
Muncha jarochada rica,
De paquete y en privanza,
Los barberos y agiotistas,
Jugadores y galleros,
Y de frailes retajilas.
Entretanto, aquí la leva;
Allá garra á periodistas.
Contribuciones á chorros^
Y roncando la Justicia.
Alma de esa maquinaria
Era un hombre como espina,
Cuerpo sin sangre, el pellejo
Dejaba ver sus canillas;
PLAN DB AYUTLA.
De lejos cual cerbatana,
De cerca como una tripa:
Astuto como una zorra,
Ligero como la avispa;
Era un cañuto relleno
De tretas y de malicia;
Jefe temido y valiente,
Señor de la Policía;
Como el viento más delgado
Se entraba por las rendijas,
O de las piedras brotaba
Como vapor con llovizna;
Su aguda mirada pasa
Lo mismo muros que minas,
Y con farsas y con suertes
Que en su ccLCumen hervían,
Rellenaba las prisiones
Con la gente levantisca,
Y no planto aquí su nombre,
Porque es cosa muy sabida
De los chicos de la Bscuela
Y las niñas de la Amiga.
II
PLAN DK AYFTLA Y LOCURA.
En tanto, del Plan de Ayutla
Se escuchaban los ruiidos
Y Tata Tiemples andaba
En el Palacio muy listo.
En el Sur Su Alteza estaba
Llevando cada mordisco
Que le arrancaba el pedazo
De carne, no del vestido.
Y en México trabajaban
En el más hondo sigilo,
Con el ¡Jesús! en la boca
Y rodeados de peligros,
Pancho Cendejas heroico
Y el inquieto FideliUo,
Para en clandestina prensa
Y en venenosos escritos
PLAN DE AYUTlA.
Enviados á los surianos,
Annar la de Dios es Cristo.
Cayó el pez en la remanga:
Fué un correo sorprendido
Por el mismo Don Antonio
Ese filé el Día del Juicio
Llévanse preso á Cendejas,
Atrapan al infrascrito,
Y en obscuro calabozo
Poblado de malos bichos,
Custodiado por Lagarde,
Que ya es nuestro conocido.
Esperaba en las tinieblas
El furibundo castigo.
¿Quién pensará de Cendejas
Los horrorosos martirios?
Arrastrado por los suelos,
De las soldados ludibrio,
Lo descoyunta el tormento,
Le escupieron, los esbirros
Se cebaron como fieras
En su mujer y en sus hijos.
Y enconaban sus ultrajes,
Y aplazaban su suplicio,
Para arrancarle á los que eran
Cómplices de sus delitos;
Y él, hundido en su silencio
No dio jamás ni un indicio
Que delatara imprudente
A sus amados amigos.
Era Cendejas un hábil
Y experto facultativo,
Y pidiendo á la locura
Sus síntomas en auxilio,
Fingió también su trastorno,
Que hasta Vanderlinden mismo,
Médico fiel de Su Alteza,
Y su predilecto amigo,
Afirmó que su demencia
Era de salvarle arbitrio.
Se agotaron las promesas
De riqueza y de destinos,
Llovieron crueles rigores
Contra la esposa y los niños.
Y U sed, la hambre y el sueño
PIAK DE AYÜTLÁ. 43
Dieron á la fuerza auxilio
Y á la astucia recurrieron
Para romper su sigilo;
Y el loco, ya indiferente.
Ya con un gesto 6 un brinco,
Desbarataba los planes
De sus verdugos inicuos.
— ¡A San Hipólito marche!—
Santa Anna indignado dijo;
Y allí el látigo, el encierro.
El forzado baño frío
Y la camisa de fuerza
Y el calabozo continuo;
Y allí, ya le presentaban
De la esposa el tierno mimo,
Ya la noticia impensada
Del triunfo de su partido;
. Y él, con constancia sublime,
En su interior grande y digno,
Salvaba heroico su causa
Con su horrendo sacrificio.
Y el proceso solamente
Daba remotos indicios
Del notario José Ajteaga
Y el coplero susodicho.
III
ÜN BABBEBILLO.
La dudad de los palacios
Llamaron á nuestro México,
Por sus muchos edificios
Tan suntuosos como bellos,
Entre esos, regia se alzaba
La gran Casa de Azulejos,
De los Marqueses del Valle
Y de sus fiímosos hechos
Monumento poderoso
y perdurable recuerdo.
Pero corrieron los afios,
Pero vedaron los tiempos,
Pasó el nivel de los librai
44 PLAN DB AYUTLÁ.
Sobre nobles y plebeyos.
Y la casa de los Condes,
Por dentro, ni más ni menos.
Era una casa de ricos
Con olor de queso añejo,
Admitiendo sin empacho,
Vecinos en su entresuelo,
Y teniendo de inquilino
De la accesoria, un barbero,
Que es tema de mi romance
Y es el héroe de mi cuento.
No era el Fígaro mentado
Mi pacífico bosquejo,
Aquel del guitarro alegre,
De los dulces cuchicheos.
De corretajes de amores
Y de los planes traviesos.
Era un quídam, un pacato
Al parecer, por modesto,
Un comodín de los frailes
Del franciscano convento:
Ojo bajo, caído de hombros,
Cayendo á la frente el pelo,
Redondo el rostro y boludo
Como de tosco labriego,
Andar de gato que acecha;
Pero en su oficio muy diestro:
Suave pulso, limpia mano.
Rápido el descafíoneo,
Y en esto de sacar muelas,
¡Un pasmo, un milagro, un genio!
Mas Don Antonio tenía
Muncha música por dentro:
Era liberal cerrado.
No es mentira, hasta los tué tanas:
Era cauto cual la sierpe.
Como el puerco-espin intrépido,
Era león formidable
Bajo su piel de cordero,
Caballero de nacencia.
Despreciador del dinero.
Del buen amigo, dechado
Y de caridad modelo;
Sin igual para una empresa
Arriesgada y de secreto.
PLAN DB AYÜTLA. 45
Chaquetón á la rodilla,
Sortete de medio metro,
Paliacate en el bolsillo,
Musgo pantalón de lienzo,
La bacía bajo el brazo,
Con el mandil y el espejo,
Y colgándole el estuche
Con sus tirantes de cuero.
Y así frecuentaba Antonio
Desde el procer al plebeyo.
Cosechando mil ventajas
Para la causa del pueblo.
Cual corriente subterránea
Que benéfica, en silencio,
Hace fecundos los campos
Con desconocido riego.
IV,
LOH VBAILSH.
Pero Don Antonio López
Donde era triunfo y potencia.
Era con los frailecitos
Que se encontraban en la época
Acosados por Munguía.
Y era la ansia, la revuelta,
Y Don Antonio explotaba
Sus planes y peripecias,
Haciéndose de un prestigio
Que lo alzaba á las estrellas.
Entretanto, cierto gallo
Que es de vuestra conocencia
Estaba en su calabozo
Sufriendo la pena negra,
Y con orden que cuanto ante»
Lo condujeran á Puebla,
Y en el camino camino
Darle de la vida eterna.
Don Antonio era aparcero
De la terrible caterva
De buscones y de espías
n«AN DB ATirrLA.
Y vaUs de la Secreta.
Y él era mi noble amigo,
Sin que yo jamás le hiciera
Un &vor ni un agasajo,
Ni le di de afecto prueba;
Y él á todos les contaba
Que me amaba de de veras.
Yo no sé que intrigas hizo,
Pero me habló y en reserva,
Ira víspera de mi marcha,
Me dijo de esta manera:
— Diga Ud. que arreglar debe '
Ciertos casos de conciencia,
Y quiere que lo confiese
Bsta noche el Padre Iglesias. —
Insté, pedí, le otorgaron
A mi pretensión audiencia.
Y en la noche vi en mi cuarto
Bien custodiado en la puerta,
A un franciscano y un lego
Resignados, en mi espera.
Bntii, y el lego me dyo:
— ¡Pronto, señor, interesa;
Póngase mi hábito al punto;
Salga con Su Reverencia;
Yo, al cabo, no valgo nada,
Y me estaré á lo que venga! —
Sorprendido, anonadado
Por la inaudita propuesta,
Rechacé porfió obstinado.
Rogaba con insistencia:
— i Mire que eso es suicidarse!
¡Mire que la vida juega! —
Y cuando al cabo, resuelto
— ¡No! — contesté á sus ofertas,
— ¡Está bien, de nada sirvo! —
Me dijo con honda pena,
— Bsta, de mi amor al pueblo
Miraba cual recompensa. —
Y el lego salió del cuarto
Haciendo á los centinelas
Junto al Reverendo Padre,
MU humildes reverencias
¡Oh! gran Don Antonio Lopes!
¡Barl^ro humilde, alma ezoabal
PLAN DB AYUTI«A. 47
UN MI7BRT0.
Bl tiempo pasó, el barbero
Dejó accesoria y clientela,
Triunfaron los liberales,
üubo de empleos cosecha,
Y Don Antonio bregaba
Con la pertinaz miseria,
Administrando unos coches
Bnfrente de la Alameda-
Yo le ofrec| conseguirle
De los nuestros recompensa,
Y él contestaba sencillo,
Sin orgullo ni tristeza:
— Yo servía solamente.
Porque era la causa buena;
Yo, al cabo, vivo con poco,
Bstoy contento en mi esfera
Y asi estoy bien, del Brario
No quiero ser sanguijuela. —
Y as( se extinguió ignorado
Bl buen Don Antonio López,
Sin un elogio de nadie.
Sin un laurel á su nombre;
Pero yo, que le recuerdo
Y recuerdo sus acciones;
Yo, que rehusé, agradecido.
Su acto generoso, entonces,
Le consagro esta memoria
Que quisiera fuera en bronce,
Cual modelo y como lauro
Ds sus sentimientos nobles.
ICézioo, Marzo 31 de 1894.
PI«AN DE AYUTI^A.
06 ALOIA
POR LA mueRCG D€ D0$ '*VAL6:D0R€$'
QUEJIDO DE DOLOR.
Como voces de mi llanto
Son las dolorosas quejas
Que en este papel derramo
Y las cubro con mis letras,
Porque parecen el duelo
A parte de mi existencia
Que quiso poner la muerte
Por debajo de la tierra
Para que estando yo vivo
Medio muerto me sintiera.
¡Oh- 56 terrible
Prólogo de la contienda
Que conserva la Reforma
En sus páginas sangrientas,
En la encarnizada lucha
Del poder contra la ideaj
Enmedio de esa corriente
Que en sus borbotones lleva
Los despojos del incendio
Que toma á sus aguas negras.
Cual se ven flotar los robles
Arrancados de la tierra,
Dos cadáveres se miran
Que son galas y preseas
Del partido de los libres
Por sus virtudes excelsas;
Uno era Guanajuatense
Que con altiva entereza
PI^AN DB AYUTLA. 49
Frente á frente de Santa Anna
Fué del derecho defensa,
Y cnando quiso el tirano
Ponerle freno á su lengua
Le respondió decidido:
Yo siempre os haré la guerra,
Cuatro velas y un petate
No me detienen ni aterran;
Y cuando alumbró su frente
La luz de su hora suprema,
Al querer se retractase
Un fraile de mucha cuenta,
Le dijo: idos Reverendo,
Idos pronto á vuestra Iglesia
Mi Dios es Dios de verdades
Y el vuestro es un Dios de tretas;
Sabio, bondadoso, noble
Murió en proftmda pobreza
Con el amor de los pueblos
Y la paz en la conciencia.
Era cual cortante espada
Su irresistible elocuencia,
Y era su pluma festiva
Atrevida y fandanguera
Un alfolí de epigramas
Contra la servil caterva;
Y de Gallo Pitagórico
Tuvo nombre en la pelea
Don Juan Bautista Morales
De la libertad atleta.
La otra víctima querida
Del 56 funesto
Fué el grande Luis de la Rosa
£1 inspirado y el recto,
La balanza de lo justo
Y el escudo del derecho; .
Manso como la paloma
Era sorprendente verlo
Aterrando, valeroso,
A los soldados soberbios
Que de vidas y haciendas
Se creen absolutos dueños.
Como esctitor, de principios
Era elocuente y correcto
aaMANcws.— 7»
50 PIAN DB AYüTLA.
Pino y pulcro en la polémica
Veraz y exacto en los hechos;
De gobernantes sin mancha
Y demócratas modelo;
Pero donde desplegaba
Las galas de su talento,
Era en lo ideal, sublime
Sentimental y poético.
¡Oh qué arrullos de paloma
En sus artículos bellos F
¡Oh qué perfume divino
Del cáliz de sus afectos!
I Oh cuan dulce enamoraba
El alma su mágico acento!
Asi al asomar las sombras
De sus días postrimeros
Tornó su salón de Puebla
En vergel de flores lleno,
Con sus pájaros cantores
En doradas rejas presos;
Y alK la oración alzaba
Silenciosa de su pecho,
Al murmurar una cítara
Los deliciosos requiebros;
Y así lo encontró la muerte
Y así eternizó su sueño.
¡Oh qué tristes con su luto
Vienen á mi esos muertos!
Porque viví con su vida,
Porque respiré su aliento,
Porque en sus grandes virtudes
Vi y admiré los reflejos
Del sublime patriotismo
Del amor sagrado al pueblo.
Julio de 1896.
PLAN DB AYÜTXA. 51
BGLLO nOTñRTKlE
I.
EN IL PARTIDKRO.
Pega el salto musa amada,
No traviesa y retozona
Como yendo entre las chinas
Que mis sentidos trastornan.
Ora se trata á lo serio
De mexicanos patriotas,
De aquellos de la Frontera
lances y piedras preciosas,
Que con el cuaca cenceño
Y en los tientos unas gordas.
Con su charpa de diez tiros
Y cecina que se antoja,
Ni les asustan soldados,
Ni les inquietan las bombas,
Ni se sesgan porque viene
Comiendo gente la tropa,
Y el pleito les regocija.
Les curte la piel y engordan.
Pero ¿quién es el mancebo
Que grita en Ciudad Victoria:
Pueblos, viva el Plan de Ayutla,
Muera el cojo y su pacota?
— Es un gaÜardo estudiante
Al que ni el bozo le asoma.
Que apenas dejó el col^o
52 PIAN DE AVÜTLA.
Ya como sabio de nota,
Cuando \^jirbi6 la sangre
Viendo á su pueblo en congojas;
Porque es noble hasta las cachas
Y tiene bienes de sobra.
Mfralo que bien plantado
Su hermoso mqjino monta,
Qué galana es su postura
Y su estampa cuan hermosa
Sus ojos azul de cielo,
Sus cabellos el sol dora,
Y hechas á cincel parecen
Sus facciones y sus formas.
Es en la tierra prodigio,
Y en el agua nos asombra
Porque repente parece
Que anda sobre de las olas.
— Bien, quién es ese mancebo?
Diga cómo se le nombra.
— Es Juan José de la Garza
Que va á comenzar su historia
Desafiando á los tiranos
Sin miedo de la derrota.
Es el arranque tremendo,
Pero la gente muy poca
Con fusiles boquituertos,
Lanzas y cuchillas rotas
Y tísicos rocinantes
Que más bien parecen sombras.
II.
EL PLEITO.
A la noticia ruidosa
Del alzamiento de Garza,
Tres mil hombres de sus fuerzas
Manda el general Santa Anna
Con abundantes pertrechos
Y con escogidas armas;
Güitián, que es muy entendido
Y muy valiente, los manda«
Grandes triunfos anunciaban
Sus regocijadas marchas
Y á su Alteza envanecido
PLAN DK AYUTLA. 53
Mil venturas presagiaban.
Entre tanto, de doscientos
Los tagarnos no pasaban,
Aunque de Güemes lá pila
Y de Horcasitas llegaban
Rancheros con buenos rifles
Y de atinadoras reatas.
Y aquella Ciudad Victoria
Bs ciudad desparramada
Con cercas largas de adobe,
Cortas calles, anchas plazas,
Y de fuerte calicanto
Casas bellas pero raras;
Las fértiles sementeras
Como á una madre le abrazan
Y corren á flor de tierra
Y cristalinas las aguas
Bajo de la fresca sombra
De árboles y de enramadas,
Y alternan los edificios
Con jacalones de paja
Y sus corrales cercados
De bien afirmadas trancas.
Valladar de los caballos
Y defensa de las vacas.
Mas para plaza de guerra,
Ni bastiones, ni murallas,
Mi más punto dominante
Que la parroquia en la plaza,
Con su fachada modesta
Y sus torrecillas blancas;
Pero la ciudad defienden,
Intrépidos y entusiastas,
De Juan José los parientes.
De los Fernández la espada.
De Cáceres y otros bravos,
De Bravos la" flor y nata:
Y Darío Balandrano
Que apenas dejando el aula,
De Garza los pensamientos
Hábil defiende y proclama,
Y en la frontera los lauros
De insigne patriota alcanza.
Pero que se empeña el pleito,
Que el viento las balas rasgan,
54 PLAN DK AYUTLA.
Que retumban los cañones,
Que alzan humo las descargas,
Que sangre, horrores y muerte
El alma hieren y espantan.
Tres veces la obscura noche
Recogió tantas desgracias
Y sus sombras del tirano,
De las impotentes armas
Miró el esfuerzo frustrado
Y burlada la esperanza.
Al fin el jefe decide,
De las fuerzas de Santa Anna,
Que la población se entregue
Sin compasión á la llama.
i Cuánto horror! ¡cuánto tormento!
¡Cuántos gemidos y lágrimas!
Pero de Ciudad Victoria
El claro nombre se alzaba
Enmedio á los esplendores
Puros de la heroica fama.
Aprovechando el tumulto
Garza abandona la plaza
Sin que un hombre se rezague
Ni un fusil pierda ni nada,
Dejando sólo cenizas.
Burla y afrenta á Santa Anna.
III.
MARCHA.
De Juan José los tagarnos
A Monterrey se encaminan
Donde atrevido á Cardona
Vidaurri lo precipita,
Y que ¡viva el plan de Ajrutla!
A Zayas unido grita.
Abril 19 de 1896.
PLAN DE AYUTLA. 55
RXRoe iD$piRADO RomxDee
DG un (^no€ FHAnee$.
ORAN NEOOCIO.
Relátase que en Sonora
Hay con el nombre de minas
Abismos de plata y oro,
Que son de la tierra envidia;
Y como muchos carculan
De fácil esa conquista,
Y á todos los mexicanos
Creen de taparrabo y tilmas,
No faltaron hombres serios
Mezclados con buscavidas,
Que al gobierno propusieran
Opulentas compañías
Con colonos laboriosos,
Con industrias productivas,
Tomando al desierto Estado
En octava maravilla.
Entre la gente de rumbo
A quien Jeker patrocina,
Descuella un Conde de Francia
Que los negocios agita.
Fantástico aventurero
Que se impone, que domina,
Y á quien acompaña tropa
Que de custodia le sirvan.
56 FJJÚX DB AYUTLA.
II.
■L CONDE FRANCÉS.
Raouset de Boulbon, el Conde
Era garrido, valiente,
Seductor en las palabras,
Y sus maneras corteses.
Cuello erguido,ürubio pelo.
Semblante en que resplandecen
Ojos que halagan sagaces,
O que con enojo hieren.
Filibustero en el fondo
Disfraza sus intereses,
Y con capa de comercio
Busca lo que le conviene.
Los soldados que le siguen
Son veteranos franceses
Que desde África vinieron
Siguiendo á su ilustre jefe,
Y con los que piensa síyankt€,
Si le perturba vencerle.
A su negocio entregado.
Digamos en lo aparente,
A Levasseur su ministro
En su favor' compromete,
Y con Arista al principio
Grandes ventajas adquiere,
Pero Femando Ramírez,
El Jefe del Gabinete,
Ponelcoto'á'sus avances
Y se apercibe prudente
Que Raouset hacerse dueño
De la Arizona pretende;
Y ya audaz y ya sumiso,
A la sombra de las leyes.
Mutilar i^el territorio
A título de más fuerte
III.
DXSEMBABOO. — MABOHAS. — DESOBEDIENCIAS.— GOMBATS.
Ya' valido del engaño,
Ya confiáQdose á los hechos,
FLAN DB ATüTLA. 57
Hizo de Raouset el Coiide
Su desembarco soberbio,
Con hombres á su servicio,
Que eran menos de doscientos.
El General Miguel Blanco
Consintió con desacuerdo
En el desembarque extraño,
Pero insistió firme y recto
En sujetar á las leyes
Obedeciendo al gobierno,
A la tropa que llegaba
A guisa de aventureros,
Invocando de negocios
Unos firmados convenios.
Quejóse Raouset del clima,
Protestó acatar sincero
Las órdenes que le diesen
Y seguir los derroteros
Que Blanco le prescribiese.
A su salida del puerto
Ures, Arispe, el camino
De Santa Cruz prescribieron
A los soldados intrusos,
Pero ellos mordiendo freno
Vieron órdenes de mando
Y amenazas con desprecio.
Alto, les marcaba Blanco,
Ellos sordos prosiguieron
Hasta estar en la Arizona,
Como de la tierra dueños.
Entonces á combatirlas
Blanco, se apresta violento*
Ellos marchan arrogantes
Y furiosos á su encuentro.
Cual teniendo de su parte
La conciencia del derecho.
Avístanse en Hermosillo
Mexicanos y extranjeros
Y en sus plazas y en sus calles
Se opera el choque sangriento.
Si eran 'valientes los galos,
Eran valientes los nuestros,
Y la victoria indecisa
Vadlo por algún tiempo
58 PtAK DB AYÜTI.A.
A'quien dejar sus laureles.
Entre heridos y entre muertos
Aislado quedóse un grupo
Al vencedor resistiendo
En una humilde casuca
Casi arruinada y sin techo,
AUf el teniente Borunda
De heroico valor modelo,
Herido pero matando,
Hizo el postrimer esfuerzo.
Matadle, gritan algunos,
En ira y rencor ardiendo.
Eso no! Raouset exclama:
A los valientes respeto,
Ese hombre me pertenece,
A ese hombre yo le protejo.
Sigue la marcha muy pronto
Se organizan los dispersos.
La venganza los anima, .
La rabia les presta aliento,
Y triunfo brillante anuncian
Su actitud y su denuedo:
En la llanura de Avispas
Se hallan para la lid prestos
Los que á Raouset acompañan
Con su brazo y con su aliento.
A la lucha se preparan
Blanco y los .soldados nuestros:
Ellos la hacienda del Tigre
Tienen cual fuerte y cual centro,
Nosotros en la llanura
Pusimos el campamento.
Ya tocaron generala,
Comienza terrible el fuego
Y el ímpetu de las tropas
Y al grito de ¡Viva México!
I.^os filibusteros tiemblan.
Hace Raou.set vano esfuerzo
Y rugiendo de coraje
Y aterrado de despecho,
Sobre el muro de la hacienda
Enarbola blanco lienzo
Y capitula rendido,
Y ofrece salir del puerto.
PI^AK DB ATtTTLA. 59
IV.
CONCLUSIÓN.
Era el 4 de Noviembre
Del afío cincuenta y dos,
El que presenció el reembarque
Del buen Raouset de Boulbon,
Después que ante un Santo Cristo
Juro con grande emoción
Dejar en paz esta tierra
Que tan audaz invadió.
SEGUNDA PARTE DB LAB AVENTURAS EN SONORA,
DEL CONDE RAOCSET DE BOÜLBON.
1853.
Gobernaba nuestra tierra,
Santa Anna el incorregible,
Deidad de los matasietes,
Y la canalla belitre,
De tahúres y galleros
Amparo y varón insigne
Y á los que á la vida airada
Se entregan en vuelo libi'e.
Refrescaba su gobierno,
Goces les daba y tomines,
Contradicción era el alma
De su dictadura triste,
En que mezclaba el destino
Lo trágico con los chistes
Del manto de Guadalupe,
De proceres y de mites.
En que su Alteza ostentaba
Sus pretensiones risibles;
Los clérigos lo adoraban,
Y ricos hubo felices
6o PI,AH DB AYUTLA.
Con servirle de lacayos,
En saraos y con\átes,
Y viento en popa giraban
Los desaforados buitres
Que con traje de n^odos
Infiunes votos revisten.
Entre ellos aparecióse
Como Señor de altos timbres
El Raouset Boulbon famoso
Que otro Romance describe;
Quiere ver al Gran Santa Auna,
Quien afable le recibe
Y expone que su conducta
Fue contra Arista en desquite
Y en partir para Sonora
Según su convenio insiste.
Era el noble conde, zorro.
El dictador era lince,
Y nunca acontece el hecho
De que dos lezncLs se piquen.
El Conde trazaba planes,
Santa Anna colonos pide,
Y el mapa de la Sonora,
Con muy acertados tintes.
Formado por García Cubas,
Es el primero que existe.
Examinando intereses
Sagaz Santa Anna percibe
Que era el Conde ave de presa,
Y con halago indecible
De coronel las divisas
Le oft;ece para servirse
De sus brillantes talentos
En sus elevados fines.
El Conde grato y meloso,
Siente en su amor propio el quite
Y despareció en silencio
Sin dejar rastro visible.
II.
LA INVASIÓN.
Alumbraba el sol de Julio
Por trece veces la tierra,
PLAN DB AYUTLA. 6 1
El año cincuenta y cuatro,
Según dice la leyenda.
Cuando en el puerto de Guaymas
Se oyen voces y carreras,
En el fortín dan al viento
Alaridos las trompetas
Y en el aire se respira
Terrible pasión de guerra
Es que nave de piratas
Sin fórmula ni bandera
Vomitando aventureros
Toca atrevida la tierra.
Mandaba el General Yáñez
Nuestras mexicanas fuerzas
Y dictó disposiciones
Con acierto y entereza.
Quiere ver al que acaudilla
Aquella chusma extranjera»
Y era de Boulbón el conde
Que reunido á la caterva
Que se quedó con engaños
Desde la invasión primera.
Más que rogarle le intima
Que á sus designios acceda
Y que Yáñez con enojo
Le reprende y le desecha;
Entonces Boulbon, furioso»
Actitud cobra resuelta
Y plaza y calles se tornan
En un campo de pelea.
Eran las dos de la tarde
Cuando la tropa soberbia -
De piratas desalmados
Alzó en alto sus banderas,
Las unas eran de cuadros
Y liscas blancas y negras,
Otras, rayas amarillas
Sobre centro negro asteutau,
Y otras centro azul de cielo
Al agitarse despliegan;
Todo era raro, grotesco,
Pero la tropa era experta
Y formidable se lanza
En grupos con furia intensa
Donde Yáñez combinaba
62 PLAN DB AYUTI.A.
Su ataque y su resistencia.
El mudle, el fortín famoso,
Las cercanas azoteas,
El alto hotel de Sonora,
I^ cárcel que se ve cerca
Como la casa de D(az,
Están al combate prestas.
A la vez, como por magia,
Todos los fuertes se incendian
Y cada casa es teatro
De tremebundas escenas;
En el fortfn corre sangre,
Y Alvarez muriendo aterra
A sus mismos vencedores
Que ardiendo á su jefe vengan;
En la calle lucha Espino
Que heridos y muertos riega
Y alienta á los que en la altura
Su heroico porte celebran,
Palomares en la cárcel
Presos y tropas congrega,
Mata, devora, destroza
La falange que le cerca,
Le celebra de su triunfo
Anticipando las señas;
Raouset para mejor causa
Debió reservar su diestra,
Era un genio, era un Aquiles
Y al levantar su cabeza
Entre el humo y la metralla
Y al fragor de la contienda
Algunos, menos valientes
Que los nuestros, con sorpresa
Le llamaron invencible.
Por inmortal le tuvieran;
Mas Yáñez era más grande
Porque con frente serena
Allí do el peligro estaba
Su espada fiel centellea
Comunicando atractivo
Su heroismo á la muerte mespía.
Los franceses, furibundos,
En el hotel se repliegan,
Los mexicanos asaltan
Y puerta y muros aterran,
PLAN DE AYÜTtA. 63
Se ve que el fortín vacila,
Allí con ímpetu llegan,
Mas Ramírez Arellauo
Con arranque de pantera
Se abre paso con su espada,
Lo perdido recupera,
Y la fortuna le ofrece
Lauros que la Historia muestra
En el templo de la gloría
Que reverente conserva.
Antes de expirar el día
Sonó al fin la hora suprema
Que digno castigo impuso
A la invasión extranjera.
m
CONCLUSIÓN.
El cuartel de los piratas,
Postrer atrincheramiento
Do centuplicaba el conde
Con su presencia el esfuerzo,
Sucumt>e al fin y resuenan
Con entusiasmo supremo
Entre repiques y dianas
Los gritos de ¡Viva lAéxicol
I Oh, quién pudiera este instante
Consagrar renombre eterno
A los que están á la sombra
Del olvido y el silencio;
Pesqueira que en el asalto
Hizo prodigios con Prieto,
Y los héroes ignorados
De que se perdió el recuerdo!
Tras el cuartel se percibe
A Bonlbon que va sereno
Con la espada ensangrentada,
En desorden el cabeUo,
Sus ojos brotando llamas,
El paso grave é incierto,
Como en espera de un choque
Para morir combatiendo.
64^ PLAN DE AYUTLA,
Se lanza á él Miguel Gutiérrez
Y le persigue violento
Por Martínou apoyado
Que era de niños maestro
Y de repente se trueca
En formidable guerrero;
Al fin á Boulbon aprehenden,
Al fin le conducen preso,
Y con digna compostura
Marcha reposado y quieto.
A Raouset se forma causa,
Lo propio á sus compañeros
A quienes con vida deja
Yáñez, compasivo y bueno;
Su defensor nombra el conde
A Borunda, aquel mancebo
De quien defendió la vida
En la lid en otro tiempo;
El proceso se prosigue,
Se acerca el fatal momento,
Un padre pide á sus guardias
Con instancia el noble reo,
Y'le asiste diligente
Y afectuoso el padre Oviedo.
Erase el doce de Agosto
Está silencioso el puerto,
Semejante al camposanto
En que reposan los muertos.
En la plaza cual de estatuas
Se miran grupos diversos
Y hay un cuadro de soldados
Que predice algo funesto.
De pronto se abren las filas
Y á Raouset se ve en el centro
Sin jactancia pero erguido,
Dulce el mirar, alto el cuello,
Un hermoso crucifijo
Contra su pecho oprimiendo;
La cometa atención clama,
Estalla terrible el trueno,
Y al alzarse lentamente
Al éter el humo negro,
Servio tendido en la tierra
Al famoso aventurero.
PLAN DB AYUTLA. 65
Ni á Yáñez, ni á sus valientes
Otorgó Santa Anna premio;
Pero nuestra patria historia
Guardó sus heroicos hechos
Para dar en lo ñituro
A nuestros hijos ejemplo.
Junio 14 de 96.
66 PLAK DE ATtTTLA..
' GKAD HOmAIK^ De eURUDRU)
90D LA
Por todas partes tronaban
Las amenazas de Ayutla,
Y los bravos partidarios
De la brutal dictadura,
O se ausentan 6 se enferman
O se pierden 6 se anublan,
Y dejan al gran Santa Anna
Solitario y cx>mo á oscuras.
I<as mil aves de rapiña
Que siempre el poder circundan,
Neutrales desaparecen
Llevando algo entre las uñas;
Y los diestros saltimbanquis
Cambiando la vestidura,
Se postran arrodillados
Del lado que el Sol alumbra.
Sordo rumor de la plebe
Próxima tormenta anuncia,
Y los de largos bigotes,
Los de sombrero de pluma,
Los de al cañón cartucheras
Con los de letras se juntan
Y aclaman la/ederacha
Entusiasmando las chusmas.
Por fin, que vuela Santa Anna;
Por fin, que no deja duda,
Que se escurrió, y que á sus anchas
Brava estalla la trifulca.
Rómulo Vega, el primero,
Bs quien grita ¡viva A3rutla!
PI«AN DB AYÜTLA. 67
Y la tropa y los paisanos
Bn la calle, en las alturas,
Como si el mtindo se hundiera,
Arman tremenda boruca.
Se desgastaban los bronces,
Corren los perros sin zumba^
Y traquidos y carreras
Conmueven la turbamulta,
Cual si de pronto alumbraran
Mil antorchas las profundas
Cavernas, donde sus nidos
Tienen las aves nocturnas.
Los subditos del tirano
Despavoridos se fugan,
Y los odios reprimidos,
Los robos y las diabluras
De que hizo alarde Santa Anna
Con su soldadesca inmunda,
Se tomaron en venganzas
Que desordenes azuzan,
Para cebarse en los cómplices
De la odiada dictadura.
Los rajos aparecieron
Acaudillando las turbas,
Y á la casa de Bonilla
Furibundos se atumultan.
Sus pianos y sus espejos
Por los balcones derrumban,
Y vuelan sillas y cuadros,
Porcelanas y esculturas,
Enmedio de las palmadas,
Las insultos y las burlas.
Las encontradas corrientes
Que desenfrenadas cruzan
Gritando ¡muera el tirano!
Con ansia rabiosa buscan
A los serviles ministros
Del detestado quince uñas.
El grueso de la corriente
Ruge, se apiña, se agrupa
Frente á la imprenta de El Diario,
Que universal se titula.
Allí invade, alU descarga
La plebe airada su furia,
Porque aquel sucio periódico,
68 PLAN DB ATUTLA.
Era un almacén de injurias
Y eran padrón de ignominia
De la patria sus columnas,
Allí se destrozan prensas,
Las letras el aire surcan,
Y peines y cuadratines
Se vuelve nada y basura •
Se acrece el destrozo en tanto,
Y alguien grita: que se luzca
£1 peladaje en la casa
De la detestada bruja
Que cual suegra de su Alteza
Era del poder la espuma.
A la calle de Vergara
La multitud se apeñuzca,
Y allí muebles, cortinajes
Y roperos y pinturas,
Se entregaron á las llamas
Con estrépito y locura.
Salen ardiendo los coches,
Y furibundos figuran
Como unos monstruos de llama
Que á la multitud asustan
Y son hogueras triunfales
Para la entusiasta turba.
Carrera se halla en Palacio;
Pero al pueblo no le gusta,
Y por fin, Rómulo Vega
Empuña fiel la batuta.
Parus, Cardoso, Prieto
Y o\xo& puros se le juntan,
Y así en México triun&nte
Vióse al fin el plan de A3rutla.
PX.AN DB ATUTI*^.
HOnUtOfC BI9C0III90 De «OeROATAgA.
I.
Cruzan los aires los cantos
Como en alegres parvadas;
Bn los cielos hay fandango
Y sobre la tierra frasca.
Bn corrientes de luz viva,
Hervidero de montañas
Parece que se columpian
Que, se mueven y que danzan,
Aquí las flores se agrupan
Bmbalsamando las auras.
Allá tumultuosos plátanos,
Con las hojas desplegadas,
Revolean cual banderas
Sus riquezas de esmeralda.
Cimbran los altos plumeros,
Bn las alturas, las palmas,
Y al través de cortinajes
De yedras y de guayabas,
Se distinguen los cafetos
Con sus collares de nácar;
Los campos de verde claro
De las dulcísimas cañas,
Y á su pie desparpajados
Rayos de sol en las aguas.
¿Y por qué tanto contento
Hechicera Cuemavaca?
^*Por qué las músicas bélicas
Resuenan en tus barrancas,
Y darines y tambores
Ruidosos acentos alzan?
70 PLAN DÜ AYüTUL.
— Porque han triunfado los fueros
De la libertad amada,
Porque el sol que brotó A3rutla
Visita nuestras montañas,
Porque ensalzado el derecho,
Honrando la raza humana,
Dice que valen muy poco
Los cañones y la farsa
Cuando los pueblos recobran
Su existencia soberana.
Así el déspota soldado,
As{ el dictador Santa Auna,
Que holló tirano las leyes,
Que encadenó la palabra,
Que enriqueció, maniroto,
Su corrompida comparsa,
Y que con hierro y con sangre
Su pedestal amasaba;
Cayó al soplar el enojo.
Del pueblo en nuestras comarcas,
Cayó al alzarse las sombras
De Guerrero y de Galeana;
Se borró como el paisaje ,
Que en lago se retrata
Si toca el pérfido espejo
El huracán con sus alas:
Y no cascos ni penachas,
Y no pcxlerosas lanzas,
Y no tremendos cañones.
Ni cortadoras espadas,
Ni bridones arrogantes,
Ni guerreadores de fama
Con entorchados brillantes
Ni con primorosas galas
Triunfó, lo que los decentes
Llaman siempre la canalla;
El sombrero de petate.
El tosco calzón de manta;
Pero con ella la fuerza
De la Justicia sagrada;
Con ella la ley eterna
De la Igualdad sacrosanta;
Y con ella la grandeza
Que augusta al mortal ensalza
Cuando su ser ilumina,
PI^AN DB AYUTI^. 7 1
Con la dignidad humana
Los bronces gritan victoria,
Los clarines tocan dianas,
Las músicas regocijan
A los de Alvarez en marcha,
Y es un festín de contento
El que anima á Cuemavaca.
II.
Como saliendo del antro
La sierpe á la altura trepa,
Y destraba sus anillos
Tendiéndose en la eminencia.
Asi la tropa suriana
A lo lejos se presenta;
Y entre las gigantes cañas
Los fusiles reverberan.
Una parte recordaba
A los hijos de la guerra,
Sus arreos y estandartes,
Sus tambores y trompetas;
Los jefes en sus caballos,
Los oficiales pie á tierra;
Otra parte era la tribu
Descubriendo su pobreza
Con gorros y con sombreros
En las crespudas cabezas,
Uniformados de manta,
Con*salvaje negligencia;
Pero en aquellos semblantes
Que el sol beben y el sol quema.
En los ojos de azabache
Y en las negras cabelleras,
En las dentaduras blancas
Que ornan los labios con perlas.
Cierta mezcla se percibe
De bondad y de fiereza
Que repulsión y atractivo
Impone al que los contempla.
A los lados de las filas,
Corren» gritan y arman gresca,
En torrente las mujeres,
Con la enagua á media pierna
Y el descote de su seno
Dejando ver su piel negrs,^
72 * PLAN DB atutía.
Al frente de aquella tropa
D. Juan Alvarez impera,
No cual jefe, cual patriarca.
De faz apacible y sería;
Con sus hijos que le adoran
Y con ternura le cercan.
Era del Sur el caudillo,
De una estatura correcta.
Ancha espalda, ojo pequeño,
Que intenso relampaguea;
La piel obscura y rugosa,
Hoyada por la viruela,
Su ensortijado cabello,
Bajo su negra montera,
Y de su busto fornido,
Ostentación del atleta.
Brotaba una voz tan dulce,
Tan límpida, tan serena,
Cual hilo de. cristal puro
Del corazón de la peña.
A Villarreal se distingue,
Flaco, seco, &z morena,
De bigote retorcido
Y de mirada severa;
A Moreno se percibe
De cara blanca y risueña,
Colorado, mofletudo,
Con su gran calva cubierta
Anudándose el cabellqr,
Adorno de su testera,
Y que semeja al casquete
De un anciano de comedia.
D. Diego Alvarez al lado
Alza la cabeza crespa,
Revelando su mirada
Perspicaz inteligencia.
Denunciando al estudiante
Sus palabras y maneras.
A distancia y sin mezclarse,
Con los que las armas llevan,
Se ve al Licenciado Juárez,
Con su figura plebeya,
Sombrerazo de anchas alas,
Raída y grosera chaqueta.
Pantalones azul claro
PLAN DB ATUTLA. 73
Que al empeine no le llegan,
Con una faja de lana,
Que los detiene y sujeta,
Y que valuando con garbo
No valdrían dos pesetas.
Confundidos en la turba.
Van en alegre contesta,
Pancho Zarco y Cerecero
Que tomaron delantera,
Para frustrar las intrigas
Que de Comonfort se cuentan
Así marchan los surianos
En son de contento y fiesta,
Mientras que hierve la gente
En las calles y azoteas.
Mientras repican las torres,
Los cohetes en lo alto truenan.
Y flotando las cortinas
Saludan desde las puertas.
III.
En la humilde plaza espera.
En grupos, la gente culta,
De México procedente.
De novedades en busca.
Y devotos de la pesca
En que ejercitan su industria
Agiotistas complacientes'.
Militares de faz brusca,
De esos que Birján alienta
Y que de Marte se ocultan.
Famélicos periodistas.
De hablar grave y ciencia infusa.
Que vuelven lo blanco negro
Si provecho les resulta.
Y anónima y en manojos
Suelta la gente menuda,
De patrioteros ardientes.
De caudillos sin fortunas,
De parientes olvidados
De la majestad que triunfa,
Y vagos incorregibles
Que persiguen aventuras;
Mas la vista ejercitada
X0ICAHCS8.— xa
74 PLAN DB AYUTLA.
En las políticas luchas
Los que entienden de esperanzas,
Y conocen bien la brújula,
A Comonfort ven de un lado.
Fino y de sagaz conducta.
Tranquilizando á la iglesia.
Unido á la gente pulcra,
Y la gloriosa carrera
Ofreciendo mil venturas:
Allí maquina Lafragua
Y Harp Antonio le secunda,
Allí se oye á García Conde,
Y Manuel Payno figura.
Siliceo intransigente
Con la vil canalla pugna.
Y de la gente que tiene
Parten acerbas censuras
Que en ridículo convierten,
O vuelan como calumnias.
De D. Juan anonadando
La presidencia futura.
Ya inventan que el noble anciano
Con sangre se desayuna,
Ya, que un cráneo es candelero
Con que su estancia se alumbra,
Y que á troche moche mata
Cuando le ataca la murria.
Ya le pintan asustado
Si un espejo lo dibuja
Y que socorro ha pedido
Al descansar sobre plumas.
Y los de Alvarez clamaban
Con una verba más ruda
Que á Comonfort ataranta
La gente de la casulla,
Con su odio á todo progreso,
Sus traiciones y diabluras,
Que ama ladrones de coche,
La bambolla y la alta alcurnia,
En vez de enV^iar esos tunos
A la Acordada 6 Ulúa.
Y en ese coro Ramírez,
Cano y Cardoso hacen punta
Ocampo, Juárez y Prieto,
García Torres y la chusma.
PLAN DB AYUTLA. 75
IV.
Ya está la tropa en la plaza
Que corral debió llamarse,
Y ya se tomó Palacio
La llamada casa grande,
Que fué de Pérez Palacios
Y de su ilustre linaje;
Allí se entró con los suyos
Como en tropel, D. Juan Alvares.
Y rodeado de sus gentes
Desarrapadas y audaces, *
Cumplidos y enhorabuenas
Recibe de los magnates;
Bntre tanto que su tropa
Deja fusil y correaje,
Y toma en alegre feria
Sus ejercicios marciales.
Músicas, cantos, vendimias
Y fandango y carcamanes,
Mientras soldados rendidos
Boca arriba y panza al aire
Duermen por el sol bañados.
Con su mujer y sus canes.
V.
De la población alegre
La grande plaza de gallos.
Se habilita de Congreso
Para¡nombrar, según pacto.
Al que gobierne interino
Como primer magistrado,
Libremente decidiendo
Entre muchos candidatos
La junta que anteriormente
Fué nombrada por Estados.
£n las puertas de la entrada.
En corredores y palcos.
Rincones y pasadizos,
Y vericuetos y patio
Se aprensa la ansiosa gente
Con sus perros y sus vastagos.
Y es el compuesto im tumtüto,
Una boruca y un tráfago
Como motín, como incendio.
7^ PI*A1Í DB AYDTI^.
Como insurrección de diablos.
En el centro del palenque
Hay un dosel levantado,
La mesa y el Santo Cristo,
Y sillas de secretarios;
Viéndose del Presidente
El sillón en el respaldo;
En sillería lujosa
Y filas de los dos lados,
Se ven los representantes
Muy circunspectos y guapos.
AHÍ señalan las gentes
Al grande Melchor Ocampo
Con su cabello á la nuca
Y sus ojos de relámpago;
Joaquin Cardoso el chistoso.
Pero mejor dicho el sabio,
Luce sus anteojos verdes
Y su talento preclaro;
Valentín Gómez Parías
Seco, nervioso, encorvado,
Mete en cintura á los viejos
Y regaña á los muchachos;
Sátiras agudas lanza
Contra todos Juan Navarro,
Y se aisla meditabundo
Alcaraz mal encarado.
Se^abre la sesión, silencio
Domina por todos lados.
Ya se va á votar; del Río
Que es de los más exaltados,
Puro, ardiente, infatigable.
Hijo del pueblo, adiestrado
En manejos de elecciones
Y conocedor de engaños,
Propone en alto se vote,
Cada cual diciendo claro:
Fulano de tal, yo voto
Por N y tal es mi Estado.
La brava moción se aprueba
Y por lista van llamando
En espectativa ansiosa
A todos los diputados;
Cuando por Alvares votan,
PIAN DB AYJJTUL. 77
Hay palmadas, hay aplausos,
Besos lanzados al viento,
Alabanzas y agasajos;
Mas cuando un representante
Proclama otro candidato
Se hunde el techo con silbidos.
Chocan en alto los palos,
Y hay insultos y amenazas
Y tremolina y escándalos.
Votó á Comonfi3rt Cardoso;
A Vidaurri, Juan Navarro;
Dos ó tres votaron á otros,
Y Prieto, á Melchor Ocampo.
Se hace el escrutinio, aclaman
A Alvarez los Secretarios,
Y hay músicas y repiques,
Vítores y cañonazos;
Los de Comonfort devoran
Bn silencio su fracaso,
Y los puras vencedores
De la victoria abusando,
Una comisión eligen
De los que en contra votaron,
Que á D. Juan le participen
Su ascenso al supremo mando.
VI.
De esa comisión lucida
Bra presidente Prieto;
Para unos, coplero insulso,
Para otros, un poco menos.
Insubstancial para muchos,
Desbaratado y trapiento.
La comisión va á Palacio,
Hace olas concurso inmenso,
Y de pie D. Juan escucha
La nueva del nombramiento.
Y así dijo al Presidente
Descuidando su dialecto:
— "La comisión se complace
"De veros en ese puesto
''Reivindicando las leyes
"Y representando al pueblo;
"Dios, foente de luz y bienes,
' 'Conceda á vuestro gobierno
78 PI^AN DE AYUTLA .
'Tor distintivo: justicia,
**Por mira noble, el progreso,
* ' 'Pureza en las intenciones,
'*Y en vuestros actos, acierto"
D. Juan dijo dos palabras
Y luego guardó silencio.
— Y de pronto — la voz alza,
Diciéndome: D. Guillermo,
. Tero vd. votó en mi contra,
**!/> que me dice no es cierto."
— "Señor Presidente^ yo hablo
' *En comisión del Congreso,
'*Voté en contra. ¡Mi conciencia
"Me dijo que era lo bueno!
— *Tues se turbó buen amigo,
'*Se hará bien en mi gobierno,
'*Se premiarán los patriotas,
''Se cuidarán los dineros.
'*¿Y sabe vd. la esperanza
**De mi proceder derecho?
''Bs que seguiré de firme
'*De honor los buenos consejos,
''Es que mirándome rudo,
"Sin estudio y sin talento,
"Serán mi talento amigos
"De la Patria y sus derechos;
"Y para que no cavile
"Ni dude de mis conceptos,
* * Va á tener en este instante
"Presente mi Ministerio:
"Señor D. Melchor Ocampo
' *Se pondrá como primero,
"Luego el Licenciado Juárez
"Que me gusta por lo recto,
"Mi hijo, Comonfort, en Guerra,
"Y usted, D. Guillermo Prieto.
"Que con Don Mariano Arista
"Le cuidaba el pan al pueblo,
' 'Será el que limpie el tesoro
* *De sombras y mamotretos. * *
El concurso entusiasmado
Aplaudió su hablar sincero,
Y de Comonfort la gente
Se marchó con descontento.
Enero 9 de 1,893.
PLAN DB AYUTLA.. 79
HomAnee baihoso
DGL e^TlKA Y AFLOJA 06 eüG^nAVA^A Y m6¡XI90.
Esa Cuemavaca hermosa
Que baja de las montañas
Por doquier regando flores»
Doquiera encontrando palmas
Y vertientes brílladoras
De dulces y alegres aguas,
Agita sus platanares
Que extienden sus hojas anchas
Como flotantes banderas
Que hacen fandango en las auras.
Y ese sonar de tambores,
Y el repicar de campanas
Anuncian de aquella tierra
Bl entusiasmo y la frasca;
Hierve en gente, cuacos y asnos
Y en contento, la ancha plaza,
Do paisanos y soldados
En festiva mescolanza
Hacen fondas y cantinas
Y salas de baile y cama;
lyos trajes de los surianos
De lienzo 6 de ropa blanca,
Y sus mujeres de puro,
Y frescas, por descotadas.
Erase como una feria
Tumultuosa, alborotada,
8o FI^K DB atutía.
Con sus variadas vendimias,
Sus juegos y sus guitarras;
Todo porque esos vergeles
De la linda Cuemavaca
Están celebrando el triunfo
De Ayutla y de la chintica.
Tata Juan está en Palacio
Y á nadie niega la entrada,
Pues más que jefe parece
Dulce y amante patriarca
Los catrines y buscones
De negocios á la mala,
Se fingen los campesinos
Y como surianos hablan;
Que sabemos son sutiles
Para hacerse de confianza.
Ocam^x), Juárez y Prieto
Con asiduo a£ln trabajan
Por dar tono de Reforma
A la empresa comenzada,
Dici^do: abajo el abuso
Y él que cayere que caiga;
Que hartos estamos de pillos
Y arriba está la canalla
Opresora de los pueblos
Y vergüenza de la patria;
Vamos á seguir las huellas
Que Degollado proclama
Extendiendo su prestigio
Por Colima y Gualajara;
Entró en Cocula triunfante
Y en su valiente proclama
Extinguió la leva inicua.
Destruyó las alcabalas.
Y el poder civil impuso
A la Iglesia y á las armas;
Ocampo á los potentados
De inútiles embajadas
Que á la Nación representan
Con chismes y caravanas,
Les mermó los altos puestos
Y les apretó la calza,
Haciendo entrar los negocios
Con una firmeza honrada
Al cauce de la justicia,
PLAN DB AYtTTLA. Si
A la política franca.
Juárez con el Arzobispo
Emprende plática llana
Y con firmeza destruye
Los trabajos de Lafragua.
A la vez que silencioso
Con tenaz afán prepara
Su famosa ley de fueros
Que lo inicuo desbarata,
Y á la dignidad del hombre
Le presta aliento y la exalta;
Que sin igualdad no hay base
Que dar á la democracia;
Y Prieto con los ejemplos
De Ocampo y Juárez, batalla ""
Persiguiendo á los ladrones
De la falsa aristocracia,
Y barriendo^ los abusos
Y preocupaciones rancias.
Ya los fondos especiales
Aniquila y anonada,
Ya á parásitos inútiles.
Que al Erario tanto dafían,
Destruye y les dice brusco:
En Palacio no hacéis falta.
Arancel libre-cambista
Firme y resuelto prepara,
Y dispone los trabajos
Para que cuanto antes se haga
La reforma del franqueo
?ue fué de la posta el alma,
odo gira viento en popa,
Mas los cortesanos braman
Y acuden los descontentos
De Comonfort á la casa
En donde se les consuela,
Donde se les da esperanzas.
Donde se ven como ensueños
Las reformas acordadas,
Porque Comonfort domina,
Y porque manda en las armas.
Y asi comotigre astuto.
En cautelosa acechanza
Deja dormir los corderos
Y deja saltar las cabras,
— II.
82 PLAN DE AYUTLA.
Seguro de destrozarlos
Cuando á su capricho plazca,
Asf Comonfort tolera
Las cosas de Cuernavaca
Muy seguro de destruirlas
Como visiones fantásticas.
Por cientos los moderados.
A Nacho á la ciudad llaman.
Que de la gente decente
Era ídolo y esperanza,
Designando á Manuel Payno.
A Si liceo y comparsa
Que arbitro de los destinas
De nuestra Patria le aclama.
Regia, en México, opulenta
Fué de Comonfort la entrada:
Pero antes hablóle Ocampo
Con resolución y calma,
Percibiendo en sus manejos
Ciertas reservas y máculas.
— «A Usted le gustan las curvas
ííY á mí lo recto me* agrada:
<f A Usted paso y contrapaso,
«Y á mí la resuelta marcha.
«Usted cree que el buen gobierno
<r£s el que mejor engaña,
«Y yo quiero para el pueblo
«Siempre la verdad peluda,
«Yo quiero lo positivo,
ȒY Usted quiere la hojarasca
«De bandidos disfrazados
«Con casacas y sotanas;
«Y así, ó seguimos de frente
<cO tomo rumbo á mi casa.»
Comonfort oyó enojado,
Y dijo algunas palabras
Que la renuncia de Ocampo
Contestó digna y alzada.
De Comonfort los amigos
Urdieron indignas tramas,
Llovieron contra el gobierno
De Alvarez sangrientas sátiras.
Como invasión de salvajes
A sus tropas se miraban,
Asqueando á los cortesanos
PIyAN DE AYUTLA. 83
Y horrorizando á las damas.
Al fin en la presidencia
D. Ignacio se encarama
Y apareció en las alturas
Como Jano» con dos caras.
84 P1«AN DE AYUTLA.
RomAnee dg d. juad alyargz.
I
Los vampiros del Erario
Esos de caudal y lujo
Que en la baba de ana araña
Hacen gimnasia y columpio.
Esos que ayer la pasaban
De ejercer con disimulo,
A título de levita,
Bien la estafa, bien el hurto;
De esos que con los que mandan
Son cual reptiles inmundos
Y con los pobres ostentan
De grandes hombres los humos,
De esos que son en las casas
De los que han el poder sumo.
Mandaderos y sirvientes
Y que manifiestan gusto
En cuidar á la perrita,
Llevar al niño condumio,
Y sirven á los que mandan
De barberos y otros usos;
Esos estaban bufando
En contra de Alvarez, brusco,
Que ni aceptaba banquetes.
Ni era cortesano pulcro,
Ni mimaba á los valientes.
Ni galardonaba chuscos,
Ni improvisaba fortunas
PLAN DE AYUTLA. * 85
De saltimbanquis intrusos
Cuya ausencia lamentaban
En Ulóa y Acapulco,
Esos á una voz decían :
No ganamos para sustos;
Levantándole calumnias
Que lo graduasen de bruto,
Encubriendo con la chanza
La perfidia y el insulto;
Esos, para hallar cabida.
Discurrieron en conjunto
Dar á D. Juan un obsequio
Soberbio, de todo rumbo.
Como de amistad recuerdo,
Y de su poder tributo.
Dádivas quebrantan peñas.
Contentos dicen los unos;
;,A quihi le dan pan que llore f
Repitieron los astutos;
y todos tienen su precio ^
Afirmaron los más tunos.
II
En una espléndida sala
De el ex-virreinal palacio
En que los espejos brillan
Y -las consolas de mármol,
En que cuelgan los candiles,
•Y elevan los candelabros,
Sobre figuras de bronce,
De portaluces los brazos;
Donde lujosos sillones
Brindan solaz y descanso,
Y el vellón de las alfombras
Silencio impone á los pasas,
Alvarez, el Presidente,
En su poltrona sentado
Abre modesto la audiencia,
Dulce, tranquilo y sin fausto,
A la vieja temblorosa,
Al militar mutilado,
Al ajriero confianzudo
De pechera y calzón blanco,
A todos escucha atento,
86 PLAN DB AYUTLA.
No siendo en el acto extraño
Que se escurriese un labriego,
Desparpajado suriano,
Que á Tata Juan abrazara
De contento rebozando,
Y Don Juan correspondiese,
Alegre, como en su rancho.
Cuando en éstas se le anuncia
Con estruendoso aparato
Una comisión, que quiere
Hn su puesto saludarlo.
Por ser del Sur el cometa.
Por ser del Sur el Hidalgo,
Porque es hijo de Guerrero,
Por ser pariente de Bravo
Y porque esos negociantes
Son de sangre de surianos.
Don Tuan les dijo: que pasen,
Y quieto quedó esperando
A que entrasen los magnates
Con tanta pompa anunciados.
III.
Ayudantes y lacayos
Levantan una cortina,
Y se aparece imponente
La elegante comitiva;
Trajes negros, guantes blancos,
Diamantes en las camisas,
Y en el centro de aquel grupo
En alto, soberbia brilla
Puente preciosa de plata,
Con sus figuras artísticas
Y columnas coronadas
De diamantes y amatistas;
Y debajo de un templete
Embelesando la vista.
Retratado el Presidente,
Y á su espalda hermosa nin&
Ciñéndole los laureles.
Todo de plata maciza.
Y así le dice el que lleva
La palabra en voz sumisa:
f'Grande héroe; los que os ámame
PI^AN DK AYUTI^A. 87
«^Y admiramos con delicia
«Kn vos un don que nos hizo
víLa providencia divina;
«Los que vemos que otros pueblos
«Nos contemplan con envidia
wAl saber que nuestra suerte
«En vuestra grandeza estriba,
«Porque sois en el talento
«Thiers, Bismarck y Ruis Zorrilla,
«Bonaparte en la campaña;
«Un Trajano en la justicia,
«En el hogar Ciucinato,
«Y en el todo maravilla
«Os tributamos respetos,
«Y en súplica encarecida
«Que aceptéis os suplicamos
«La expresión pobre y mezquina
'De nuestro afecto en la Fuente,
«Que nuestro cariño os brinda,
«Y quede como memoria
«Del grupo que os la dedica
IV.
Don Juan escuchó la arenga,
Apacible, pero serio,
Y diciendo que tomaran
Asiento los caballeros,
Así habló, pausado y claro,
Bnmedio al hondo silencio:
«Con el alma y con la vida
«Tanta fineza agradezco,
«Tanto más cuanto, señores,
«Que apenas nos conocemos;
«Y que si tenéis negocios
«Que versan mucho dinero,
«Bien sabéis que si son justos
«Caros los hace el obsequio,
«Y si no. ni con tomillos
«De oro torceré recto.
«Así aceptando el cariño
«De vosotros en mi pecho
«Os pido que me deis gusto
«Y que cumpláis con mi ruego.
«Y es, que os llevéis vuestra joya:
«Guardadla bajo un capelo,
88 PLAN DB AYXnXA.
«Que conmigo está de sobra
«Y me asusta y no la quiero.
«Pero señor ¿es posible?
*Pero señor — ¿no hay remedio,
«Pues qué tiene?— Tiene cola,
«Y eso no entra en mi gobierno;
«¿Qué cola es esa señores?
«Dios me entiende, y yo me entiendo.
Y después de caravanas
Y de fríqs cumplimientos,
Furiosos los cortesanos
De aquella estancia salieron,
Con el disgusto en el alma
Y llevándose el obsequio,
Diciendo todos: salvaje,
Ordinario, vil labriego;
Este no merece joyas,
Que merece un aparejo.
Pero los que el lance vimos
Recordamos con respeto
Al gobernante sencillo
Pero grande y justiciero
Que dio lección tan preciosa
Desde su elevado asiento.
Marzo 2 de 1893.
PLAK DB AYtrTLA. 89
"Y6RÍFW0 • Y Bien
peiDADO RomAnee oe eomooFORT.
aSOISTRO.
I.
Comonfort está en Palacio
Y va á empezar su gobierno.
Con aplauso de los frailes,
De las viejas con contento,
Y de los audaces /f<ro5
. Con desconfianza y recelo;
Sin zumba se van los pintos
A sus barrancos y cerros
Dejando por todas partes
De su brusquedad recuerdos;
Mas no todo está tranquilo
Que no á muy lejanos trechos
Se ven negros nubarrones,
Se siente temblar el suelo,
Y en Puebla traidoras llamas
Se elevan de descontentos.
Cada casa es un baluarte.
Una mina cada templo
Y un grito de sangre y muerte
£1 nombre del Ser Supremo;
Las teas de la venganza
Llevan por doquier los clérigos
Azuzando los rencores
Y ofreciéndoles un cielo
A asesinos, á traidores,
Y á fanáticos perversos.
Al fin Zacapoaxtla estalla
Gritando: ¡muera el Gobiemoi
90 PLAN DK AYU'fLA.
Con sus serranos valientes
Que son guapos para el pleito;
A Llave se manda entonces
A apagar el movimiento,
Pero á Llave dejan solo
Todos sus soldados pérfidos.
Güitián también, veleidoso.
Fué á servirles de refuerzo
Secundado por Ulloqui
Y Osollo que llega á tiempo
De dar vigor á las fuerzas
Del formidable alzamiento.
Comonfort acude entonces
A Castillo Don Severo
De honrosos antecedentes
Flor y nata del ejército,
Mas Castillo le traiciona
Y afiliándose resuelto
A la reacción sanguinaria
Dando prestigio y aliento.
Por último Haro acaudilla
Con furor el retroceso,
Lo ramifica, lo afirma,
Se hace de esperanza centro
Y avanza, arrostra, destruye
Cuanto se opone á su intento.
II
TRASTORNOS Y T)KKA8TRKA.
De Comonfort la templanza
Como temor se interpreta,
Y los desmanes renacen
Y las traiciones se alientan;
Pero el caudillo se yergue
Y, cumpliendo sus promesas,
Bnmedio á las tempestades
Alza la frente serena.
Mas como estalla el incendio
En casamata repleta
De parque y de proyectiles,
¡Tal la insurrección revienta!
La pólvora rompe techos,
Bombas y granadas truenan
PLAN DE AYUTLA. 91
Aquí y allá desplomando
Las paredes y las cercas
Con espanto de los hombres
Y con terror de las fieras.
Así de Apam las llanuras
Levanta, hiere sangriento,
Y la reacción en Oaxaca
Agítase como hiena;
Zacatecas amenaza,
Celaya proclama guerra,
En San Luis, Calvo las huestes
De los libres atropella,
Uraga muerte y espanto
Anuncia desde las Sierras:
Tal parece que entregados
A una espantosa demencia
Se encuentran los elementos
Y los hombres y la tierra.
Comonfort se centuplica,
A su paso brotan fuerzas,
Y lo secunda esforzado
Payno, Ministro de Hacienda.
Que hace brotar los recursos
De los mil planes que inventa.
Pero donde el fanatismo
Con cínica desvergüenza
De su poder hace alarde
Es en la cristiana Puebla:
Allí, la cruz sacrosanta
En estandarte se trueca
Que guía contra los puros
Y sus matanzas aprueba
Sin más que mostrar su sangre
Para optar la gloria eterna:
Medidas y escapularios
Pechos y sombreros pueblan
Y tienen cruces de palma.
Fusiles y bayonetas.
Los clérigos desbocadas
A lo más remoto llevan
Ceras de agnus y reliquias,
Gracias, cintas é indulgencias,
En el templo, fervorosos
Cánticos santos resuenan
Para animar á los mochos
92 PLAN DE AYUTI^A.
£n la fraternal pelea;
Y esa sacrilega farsa,
Y esa brutal insolencia
Calumnia del Ser Supremo,
Vil irrisión de la creencia.
Fué recurso poderoso
De esa asquerosa caterva
Que no tiene Dios ni leyes
Sino odio á la independencia
Y apego á los intereses
Que crecen y se alimentan
Con los sudores del pueblo
O á la sombra de la Iglesia.
III.
MAHímA Y COMBATE
Tras de horribles peripecias
Vencedor Don Antonio Haro
Desde Puebla arroja el guante
A Comonfort con escándalo;
Este, al reto corresponde
Con sus jefes denodados,
Invencibles por lo fieles
Y como diestros soldados.
Con majestad y tranquilo
Comonfort asume el mando
Tan hábil como valiente,
Tan audaz pero tan cauto
A San Martín fortifica;
Sagaz refuerza sus flancos
Y á sus jefes distribuye,
Conocedor y avisado,
A Zuloaga como viejo,
A Ghilardy como bravo,
A Parrodi como firme,
A Traconis como osado;
Pero antes de tocar Puebla.
Con ímpetus desusados
Presentan acción terrible
Rabiosas las fuerzas de Haro,
Y de Ocotlán la batalla
Se empeña sangre regando:
i Horrible lid ! como tigres
Los de Puebla comenzaron
PLAN DE AYUTLA. 93
Porque el impávido Osollo
Era al combatir un rayo,
Y era de huracán tremendo
El arranque de Antonio Haro.
El humo, el trueno, la llama,
Tiniebla y horror sembraron,
Moribundos en el suelo
Expirando sin amparo;
Gritos, sollozos, lamentos,
Sin ginetes los caballos,
Y rodando los cañones
Sobre entrañas de soldados,
Todo de horror y desastre
Formaba el tremendo cuadro.
La victoria al fin proclama
Que Comonfort ha triunfado,
Que la causa de los libres
Lleva la bandera en alto,
Y el aire esparce las dianas
Y vivas regocijados.
Entre tanto se replegan
Mal paradas, á su campo,
Las tropas alucinadas
Que mandan Osollo y Haro,
De Puebla amagada el sitio
Intrépidos esperando.
IV
Cuadro de horror es el sitio
De Puebla que infunde miedo,
Cuadro de horror que emulando
A las ñirias del infierno,
Borra, aniquila, hace nada
Los humanos sentimientos.
El monstruoso fanatismo
Como en cataclismo intenso
Corre por plazas y calles
ígneas antorchas blandiendo,
Y de mujeres y ancianos
Hace soldados del cielo.
Aullan sacrilegos cantos
Los sacerdotes del templo,
Y al asesino prometen
Eterna gloria por premio.
94 PLAN DE AYUTLA.
En alto está la matanza,
Voraz se agita el incendio,
Y al derrumbarse los muros,
Iribres de heridos y muertos,
Irritante olor de sangre
Exhala iracundo el viento,
A las murallas revisten
Las estampas y amuletos,
Y á cubierto de las balas
Grupos se apiñan del pueblo.
Para del que sucumbiera
Llenar valeroso el puesto.
Y yo he visto sacerdote
Entre escombros, entre el fuego.
De hinojos clamar: «benditas
Almas que voláis al cíelo,
A las armas, bravos fieles,
Os espera el Ser Supremo.»
Y al expirar los creyentes
Mostraban gozo y contento;
Entretanto resplandecen
Los campeones del derecho;
Parrodi avanza y subyuga
A cuanto encuentra sereno,
Ghilardy, el sin par Ghilardy,
Hace de su limpio acero
Un anuncio de victoria
Y el triunfo del buen derecho;
Y Traconis arrollando
Los contrarios parapetos.
Aterra á sus enemigos
Al grito de I viva el pueblo!
¡Catorce del mes de Marzo,
Para Puebla mes siniestro,
Cómo con huellas de sangre
Estampaste tus recuerdos,
Cómo al furor del destrozo
Miraste entregarse ciegos
A padres contra sus hijos,
A hermanos contra sus deudos!
Azoteas y balcones.
Puertas, ventanas, aleros.
Lanzan diluvios de piedras.
Estallan en roncos truenos.
Haro, agotadas las fuerzas,
PLAN DE AYTJTI^. 95
A Oronoz le deja el puesto,
Y la rebelión rendida
Se revuelca con despecho
Como la fiera rabiosa
Que tiene un dogal al cuello,
Y que al reluchar la aprieta
Y hace imposible su aliento.
Puebla al fin rindió su espada,
A Comonfort clama el pueblo,
Y sus vencedoras tropas
Dan generosos ejemplos.
LA CORONA, liOH HRBIDOS.
Puebla que al fin reconoce
Que la justicia triunfante
De Comonfort en las manos
Quizo poner su estandarte,
Con júbilo le agasaja,
Riega con flores sus calles,
Y flotan en sus balcones
Bandillas y cortinajes.
Por fin, en regio banquete
Sn que reinan las beldades,
Las aromáticas flores
Los vinos y los manjares,
A Comonfort se presenta
Una corona brillante
En que ostentan sus primores
Las piedras finas y el arte,
Y Comonfort la recibe,
Diciendo con voz afable:
«A Dávalos pertenece
«Obsequio tan estimable,
«Que conquistó en la batalla
«Comprándola con su sangre. »
Entonces entusiasmado
Emilio Rey, fácil vate.
Pide para los heridos
Compasión, en el lenguaje
Que aprendió el divino Homero
DeMos dioses inmortales;
Y Comonfort conmovido
PLAH DB ATUTI«A.
Pero majestuoso y grande
Dijo: la voz levantando
Sin vacilar un instante:
«Al herido la desdicha»
«Hace para mí inviolables. >*
«Dad orden de que están libres;»
«Dios los castigue 6 los guarde.»
La concurrencia un momento
Vacila después aplaude,
Y se inclinaron algunos
Las lágrimas á enjugarse.
Abril 29 de 1896.
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5 00
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L0$ Wn$TITUYGnTG^.
LOS CONSTITUYENTES. 99
GHAD HomAoeG
De L0$ eonjciaiYGncGj.
Como llamas invisibles,
Como comentes fantásticas,
Con inquietud misteriosa
Sin apariencia y sin causa,
Bn los aires se sentía
La agitación de las almas;
Se alzaban cual torbellino
Ya temores, ya esperanzas,
En ciudades populosas
Y en solitarias cabanas.
I/>s unos en son de guerra
De destrucción y matanza;
Los otros himnos cantando
De ardiente amor á la patria.
Y era que el sabio congreso
Que Ayutla engendró, se alzaba
Rompiendo con el pasado
De oscurantismo y de infamia.
Los derechos de los hombres
Valientes reivindicaban ;
Y los abusos heridos,
Se abalanzaban con rabia
Donde los constituyentes
Con elocuentes palabras
Los ámbitos del Progreso
En luz divina inundaban.
Era como si en un pozo
De emanaciones malsanas,
La putrefacción matando
Y aniquilando los miasmas,
lOO 1X)S CONSTITUYENTES.
Con ímpetu sus comentes
Los ríos precipitaran.
Era en la fecunda tierra
Que sus jugos agotaban,
O las ponzoñosas yerbas,
O las ruines alimañas
Y que de pronto el incendio
Batiendo airado sus alas
Barría con la maleza
, Y entre sus restos dejaba
Para la mies abundante
I^ heredad aparejada.
Eran de las libertades
Del hombre las vivas ráfagas,
Alas dando á la conciencia:
Al trabajo prez y gala:
Al comercio curso franco:
A la ciencia honor y palmas,
Y del altar colocando
En las consagradas aras,
Con sincero acatamiento
En lugar de un Dios de &rsa,
Al dios del bien: á Dios santo
Que nos alienta y nos ama.
Y ese grupo de titanes
A los qu^ el pueblo confiaba
La nave de sus destinos
En la deshecha borrasca;
No eran del saber lumbreras
Ni la riqueza ensalzaba.
Ni entre sus altas potencias
Colocó la aristocracia.
Eran letrados oscuros
Sin altos nombres, ni &ma
O ya estudiantes que apenas
Abandonaban las aulas
O que célebres se hicieron
En las recientes batallas,
Llevando de los talleres
O el escritorio, las marcas,
Sin ostentar gran bigote,
Ni ceñir terrible espada;
Pero ese grupo, abogado
Del bien y de la canalla
Tuvo el pensamiento excelso
LOS CONSTITUYBNTKS. I Oí
De hacer pueblo y de dar patria
A los colonos abyectos
Que gemían en las garras
De avaros conquistadores
Y clases privilegiadas.
Y tú, Arriaga, concordaste
De sus derechos la pauta
De nuestros males intensos
En las destructoras llagas;
Viendo estoy tu frente erguida,
Oigo tu viril palabra,
Tu noble actitud de Apóstol,
Tu mirar que avasallaba;
Admirando estoy á ese hombre
Modelo de la constancia,
Imperturbable, impasible
Como el destino, era Mata;
Siempre de pie y en la brecha
Sin que la vista apartara
Un punto de la grande obra
A su celo encomendada.
Moreno tersa la frente
Sin arrugas y sin mancha.s,
El ojo negro y hundido
Que á veces relampagueaba;
Era su voz como acero
Que la roca triturara,
Tenaz como una corriente
Que choca, carcome, arranca
Las peñas envejecidas
Que la corriente embarazan.
Ni los insultos le hieren.
Ni los elogios le halagan :
Era diligente abeja
Que su panal fabricaba
Sin que su vuelo torciera
Ni el vivo sol ni la escarcha.
Allí de Ignacio Ramírez
Cada palabra cruzaba
Cual proyectil luminoso
Derribando con su audacia
Los ídolos y columnas
A la iniquidad alzadas,
Y de famosos bandidos
De casaca y de sotana
102 LOS CONSTITUYBÑTKS.
Haciendo desprecio y polvo
Las fementidas estatuas.
¿Y quién es ese encorvado
Que audaz la tribuna asalta,
Frente exigua, ojo pequeño,
Débil cuello, nariz larga
Y voz que corriendo fácil
Cobraba el tono de charla
De do brillante elocuencia
De pronto se levantaba?
Al proclamar los principios
Con que los pueblos se salvan
Familia, fortuna, afectos
A su deber inmolaba.
Ese enclenque es Pancho Zarco,
Ese mozuelo sin barba
Pero atleta poderoso
Con su verba y con su sátira;
En el decir, volteriano,
Escribiendo, Fuente 6 Larra.
¿Cómo pintar de los otros
Las virtudes extremadas?
¿Ni de los mismos contrarios
El saber y dotes altas?
¿Quién del taciturno Olvera
Pintar la honda perspicacia,
De Fernández la firmeza
O de Mariscal la gracia?
¿Quién, cuando mi torpe pluma
A enumerarlos no alcanza?
Las galerías rugientes
En explosiones volcánicas
Donde tronaba la injuria
Entre aplausos y palmadas.
Los de Comonfort retraídos,
Los mochos con furia y ansias,
Y el presente y el pasado
En descomunal batalla
Aniquilando maldades
Y prometiendo esperanzas;
Porque el conjunto adorable
Por su amor por nuestra patria
Ni uno sólo de esos hombres
Abrigó miras bastardas
Ni especuló ni hizo esñierzos
L08 CONSTITÜTIINTBS. lOJ
Que no fueran por la patria.
¡Gloria á los Constituyentes,
¡Gloria á México reclama
A los ínclitos varones
Que con su fe sacrosanta
Consagraron los derechos
De la Nación Mexicana!
Junio 9 de 1S96.
104 LOS CONSTlTÜY«NTKS.
GHAD HOinAnee
oeKwosTOKTones
enTFc «'mo«i>o$" y enDemoniADOS.
tt xirricaLo i$ d€ tJi eonsTim^ion.
Como en los recios encuentros
Que en las edades pasadas
Efectuaban los guerreros
Cubiertos de todas armas
Combatiendo enfurecidos
Por su dios y por su dama;
Con la armadura de hierro,
La visera levantada,
El mote dándose al viento
En la ponderosa lanza;
Así en la liza se vieron
En furibunda batalla
Los dos bandos que el imperio
Disputaban de la Patria,
Unos tras el parapeto
De la religión sagrada
Para recoger tomines
Cloroformando las almas,
Los otros reivindicando
A Dios del lucro y la &rsa,
Derribando las barreras
De la intriga y la cabala
Para restituir al hombre
La libertad proclamada
En la dma del Calvario
Sobre la cruz sacrosanta.
Así se miró al Congreso
LOS CONSTITUYBNTBS. I05
En la conspicua mañana
Del 29 de Jnlio
Bn la Historia registrada;
Y era el siguiente problema
La causa de la batalla:
^Se puede imponer al hombre
Para la conciencia trabas?
¿Pueden obligarlas leyes
A la sociedad humana
A que sólo á Dios contemple
Según les viniere en ganas
A los bravos de tres picos
Yá los de mitra 6 de tiara?
Y allí filé Troya; estallaron
Las pasiones enconadas,
Y desde el hogar saltando
A las calles y tas plazas,
Eran aljabas los ojos,
Proyectiles las palabras,
Templos, palacios y chozan
Cercaba la intolerancia,
Y en la atmósfera volaron
De odio y de venganza miasmas.
Iniciaron el combate
Bravos, Castañeda y Mata,
El uno, anciano apacible,
Grueso' cuerpo, larga talla.
De cierto candor campestre
Su simpática palabra;
El otro, austero, incisivo,
Como quien blande una maza
Los golpes que se le asestan
Con intrepidez repara.
Llega en su auxilio Gamboa,
Castillo Vdasco llega,
Y Zarco arrojando llamas
Enardece la contienda;
El concurso dividido
En bandos, grita, blasfema.
Se retuerce en sus asientos,
De pie ruge 6 palmotea,
Ya aparece la victoria
I06 LOS CONSTITUYBKTES .
Con la liberal bandera;
Pero se alza formidable
El letrado Arizcorreta,
Blanco, de noble semblante
Y de potente elocuenda.
De marfil la dentadura
Y con sus cultas maneras:
"Dios combate con nosotros,
"Dios nuestras fuerzas sustenta,
"Es al Dios de nuestros padres
"El Dios á quien se hace guerra."
Y de serviles rabiosos
Los alaridos retruenan,
Poblando entonces el aire
Como granizada recia,
Mil listones de colores
Que dicen con grandes letras:
i Guerra y fniurU á los heredes ^
Que malditos de Dios sean.
No queremos tolerancia!
Y otros: ¡triunfe la conciencia,
Que tiemblen los sacristanes
Y la canalla frailesca!
Y surge Díaz González,
Moreno, de talla esbelta,
De ojos grandes y expresivos,
De voz ronca, barba negra,
Y los mochos abatidos
Con él sus fuerzas renuevan.
En lo redo del tumulto
De la empeñada refriega,
Pondano Arriaga aparece
Como formidable atleta,
Grande frente, ojos pequeños.
Tez con rastros de viruelas,
Largo cabello su calva
Cubriendo mezquino apenas,
Era lábarum, fe viva.
Era el formidable atleta
Que á los tiranos abate
Y los monstruos encadena;
Y como sol refulgente
Que arrolla la débil niebla,
Y como viento potente
Que avienta las hojas secas,
LOS CONSTITUYBNTES. 107
Aparece irresistible
En la disputada brecha.
De Comonfort los ministros
Dan lisonjeras promesas,
Y algo ocultan que las almas
Desencaminan é inquietan.
Laíragua su bulto esconde
Detrás de las conveniencias,
Rosa lacónico lanza
Evasivas circunspectas.
Y Montes, que era gigante
Al saltar á la palestra,
Elude, emplaza, y los tiempos
De las Reformas aleja;
Brotan do quier desconfianzas,
Aparecen sombras negras
Que de traición tienen formas,
Y odios y celos engendran,
Y al fin la lucha se emplaza
Sin que se viese resuelta,
Quedando los adalides
En sus puestos con firmeza.
Esperando decididos
A renovar la pelea;
Pero la luz del Progreso
Reverberaba suprema
Y como un sol alumbraba
La libertad de conciencia
Entxe las ruinas odiosas
De esa hipócrita caterva,
Que tras de la cruz se escuda
Haciendo diablura y media.
I08 LOS COtlSTITDYBNTBS.
LiDDo Y HecoeiJADO noxüAme
DCL 5 DG PGBHeRO 06 1857
SINFí>NÍA.
Era el 5 de Febrero
Del año cincuenta y siete,
Para los mochos, de Into,
Para la chinaca, al^^.
Aquéllos pidiendo al cielo
Que nuestra tierra se hundiese,
Y que tragara el infierno
A los infames herejes.
Éstos como unas sonajas
Esperaban inpacientes
Que el ronco cañón clamara,
Que el ronco cañón dijese:
Serviles, vuestro dominio
Está condenado á muerte.
En las plazas y en las calles
Se agolpa riendo la gente.
Los templos muestran espanto,
Fingen goaso los cuarteles,
Y viejas y sacristanes
Con los de estola y acetre
Se arrastran embravecidos
A nuestro Señor diciéndole:
¿Para cuando son tus iras
Si á la canalla consientes?
Y como enmedio á las aguas
Gigante roca se yergue,
Y á su pie se despedazan
Las encontradas corrientes,
IPS CONSTITUYENTES. IO9
Que ya embisten impetuosas
O bramando retroceden,
Así las gentes acorren
En tomo del Presidente.
Que ni los choques asustan
Ni su furor le estremece;
Pero escondidos y astutos
Los amigos moderetes
De Comonfort se apoderan,
Y en mil dudas le mantienen
Que á veces por intervalos
Le toman tímido y débil.
En su hogar do está la madre
Que idolatra, reverente,
Se escurren conspiradores
Con máscaras de creyentes.
Y la azuzan, la envenenan
Contra hijo que tanto quiere,
Y la alejan lastimando
Al que filé su apoyo siempre.
Y aquel hondo descontento
Que en público no aparece.
Fué á su vez terrible mina
Que filé invisible extendiéndose
D€^e el hogar al palacio
Con sigilo delincuente,
Hasta lograr al caudillo
Precipitarle y perderle.
II
EL JUBAMENTO.
Espléndido el sol brillaba
Con encanto de los cielos
Y en raudales la luz pura
Iluminaba el Congreso
Con sus columnas gigantes,
Con sus balcones de hierro,
Balaustradas y sillones
De valioso terciopelo.
Pero todo era viviente.
Todo como oon aliento
Era de rostros mortales,
Muro compacto y extenso,
I lO tos CONSTITUYENTES.
Bn que mil ojos brillaban '
De curiosidad sedientos.
Era un amplio semicírculo:
Majestuosos en su asiento
Los adalides amados,
Los apóstoles del pueblo.
Los que valientes en triunfo
Levantaban sus derechos;
Del salón en el respaldo
Y bajo dosel soberbio,
El sillón del Presidente
Se destacaba supremo.
Cordones y franjas de oro
Y con elegantes flecos,
El docel apareda
Sus anchas alas abriendo
De carmesí revestido,
Y con alamares regios.
Al fiente la extensa mesa
Con un crucifijo enmedio,
Y á su diestra el grande libro
Con los santos evangelios.
Bn espera silenciosa
Se aguarda con gran respeto
Cuando súbito aparece,
Cual de la sombra saliendo,
Un anciano venerable
Apoyado en dos mancebos;
Encorvado, débil paso,
Doliente, extenuado, trémulo,
Pero la mirada ardiente,
El rostro digno y severo
Como haciendo triunfar su alma
De las ruinas de su cuerpo.
De un golpe, en un sólo instante
Todos de pie se pusieron,
Y al contemplar al apóstol
De lo justo y de lo bueno,
Circundado por la aureola
De sus heroicos recuerdos,
A quien permitióla muerte
Sellar con su juramento
El arca santa que encierra
Los tesoros del progreso,
Estallaron los aplausos
LOS CONSTlTüY«NT«S. III
Con el retumbar del trueno,
Y como en el alba nube
Derrama el sol sus reflejos,
Se vieron rayos de gloria
Sobre los blancos cabellos
De Parías el augusto,
De demócratas modelo.
Después de ligera pausa
Se procedió al juramento,
Ocupa la Presidencia,
Bajo el dosel con sosiego
El anciano venerable,
Y se presenta el primero
León Guzmán, que era el Vice
Por los conscriptos electo.
Era Guzmán, alto, joven,
Pálido, los ojos negros,
En el mirar atrevido,
En los modales modesto.
Elocuente en las palabras,
En la borrasca impertérrito;
Arrodillóse sumiso
Frente del supremo asiento;
De píe están los diputados,
El concurso en pie y atento
Y con voz en que vibraban
Los sublimes sentimientos
De entusiasmo, de ternura
Y de amor profundo al pueblo,
¿Juráis?, Parías, le dijo,
' Y su sí sonó resuelto,
Del salón en las alturas
Sonando potente el eco.
Levantóse el Presidente,
Guzmán ocupó su puesto.
Está el anciano de hinojos,
La mano en los evangelios,
Viéndose los pies del Cristo
Al través de sus cabellos.
¿Juráis?, Guzmán interroga,
Sí juro; respondió el viejo,
Y sus miradas brillantes
Con llanto se obscurecieron.
Aquel adalid valiente,
El escodo del derecho,
112 LOS CONSTITUYBNTBS.
£1 que filé purificado
Con la prisión y el destierro,
De la humanidad al triunfo
Conducía su esqueleto,
Como exigiendo á la muerte
Ovaciones y respetos.
Después de rumor confuso
De cierto conato excéntrico
De un diputado Arellano
Que con raro atrevimiento
Formulaba una protesta
Llena de detalles necios,
Que se contuvo al instante
Y sólo duró momentos,
Erguidos los diputados,
El brazo diestro extendiendo
En actitud imponente
Al acto dando im aspecto
De majestad indecible
Y de imponderable ejemplo,
¿Jiu-ais? exclamó Parías
Con un enérgico acento,
Sí juramos: los conscriptos
Entusiastas repitieron.
El concurso se dispersa
Sus vivas lanzando al viento.
Los liberales llevaban
A donde quiera el contento,
Y rabiaban rencorosos
Los hijos del retroceso.
WJS CONSTlTüY«NTKS. H3
nomATKíG
en Qué 9€ CRXcx oe qd $ujeco PGOPÍQae
^fiQD LA G«DC« De $A9RI$CI A.
I
sinfonía.
Allá lo veréis ladrones
De la Santa Madre /¿esta,
Allá lo veréis malditos
Que audaces ponéis en venta
Lo que Jesucristo al Clero
Ha dejado por herencia;
Que el sol os tueste las carnes,
Que hiél en el agua beban,
Maldito el que os saludase,
Maldita la parentela
Que del convento sagrado
Vaya á habitar en las celdas.
Y por aquí llueven rezos,
/ Y venenosas protestas,
Por allá, conspiradores,
Se agrupan en las tinieblas.
Era un tigre cada puro,
Cada cristiano una fiera,
Y era un abismo de intrigas
Cada mocAo y cada vieja.
Pero enmedio de la zambra,
Del rencor y la revuelta
. Privaba el Protagonista
De esta tiunultuosa escena:
&OMANCBS.~I5.
114 I^OS CONSTITUYENTES.
Juan José Baz el hereje
De más fibra y de más cuenta,
Al que el fuego del infierno
En vez de quemar refresca.
Era Juan, esbelto joven
De rubia y luenga melena,
Ancha y despejada firente,
Erguida y gentil cabeza,
Cutis como de alabastro,
Ojo azul, mirada inquieta
Que como llama se agita
Si la cólera le incendia;
De rápidos movimientos,
De actitud viva y resuelta,
Ni le detienen peligros
Ni el tumulto le amedrenta;
Y donde quiera sofoca
Y donde quiera refrena
Los ímpetus de la plebe
Que repetidos revientan.
Y ni la luz de la aurora.
Ni la obscuridad intensa,
Ni las lluvias, ni los rayos,
A su afán le dieron tregua;
En el alegre fandango.
En la alborotada fiesta,
En la reunión sospechosa,
En la cantina, en la tienda
Y en las casas del Pecado
Asomaba su presencia.
Valiente como el Cid mismo.
Bilioso pero alma buena
Al niño tiende la mano
Le presta apoyo á una vieja
Y socorre generoso
Al que atormentan las penas.
Cuando la razón le dice
Que hizo abuso de su fuerza
Corrige sin miramiento
Sus bruscas inconveniencias.
Esto sin dejar un punto
Su patriótica tarea
De que se cumplan las leyes
Sin que ninguno las tuerza.
W)s coNsrrnjYKNTKs. 115
II
UNA 0ONFE8ION.
Iba emnedio á>^su camino
De cincuenta y siete el año
Sin ver el rostro al sosiego
Ni mirar paz en los ánimos,
Cuando enmedio de una noche
Que dominaba el espanto,
De un convento ya desierto
Do la barreta hizo estragos
Convertida en patrimonio
De hábil adjudicatario,
Medio derribado á trechos
O habitado por profanos,
Con paso para la calle,
Con escalera de palo,
Salieron dolientes gritos
Que clamaban con quebranto:
«Un sacerdote, ¡socorro!
Que está el enfermo expirando*
Con las voces alarmantes
Se despierta el vecindario,
Accesorias y balcones
Kn gente están rebosando,
Y la multitud se agolpa
A la calle en son de asalto.
Desde el exterior se mira
A exigua luz, triste cuadro ;
Amarillas las paredes.
Escombros, muebles escasos,
Y en entelerido catre
Varios bultos agrm)ados
De niños y de mujeres
Al moribundo rodeando.
Por fin llega un sacerdote
Varonil, medio mundano,
Con la soberbia en el rostro
Y con aspecto de gpiapo.
Sube la humilde escalera
Donde le están esperando
Pero de pronto iracundo
Grita: yo no doy un paso,
Bse cuarto es el infierno
1 16 IOS CON8TlTUYBÑT«S.
Donde habitan condenados;
Mi maldición caiga en ellos
Bn el nombre de Dios santo
— Perdón, repiten á un tiempo
Los deudos acongojados.
— No hay perdón — ^no lo confieso
Si no sale de ese cuarto.
— Que lo saquen grita el pueblo
Alzando inquieto sus brazos;
Y á poco el cuasi cadáver
Fué resbalando de lo alto
Sostenido por los suyos
Por multiplicados lazos;
Cae el enfermo en la tierra;
El padre con desenSeido
Despejó pronto el gentío
Y esta del enfermo al lado:
La Constitución abjuras?
Vuelves á la Iglesia el claustro
Y lo más que los herejes
Contigo se hayan robado?
Padre dejadme que explique.
— ^Yo no escucho á los malvados
— Una palabra, — No hay pero,
Ve que te llevan los diablos.
¡Muera el gobierno de herejes
Bxdama el pueblo bramando!
— Creo en Dios — ^perdón os pido
Tanto cual vos soy cristiano.
— Nada escucho, á nada atiendo
Restituid ó condenaos,
Muérete y que te achicharren
Los demonios mas osados.
—Pues padre m€ voy en pelo, -
Y se murió el desdichado.
Silbidos, zambra, palmadas
Su expirar acompañaron,
Y el padredto en sus glorias
Por ser el rey del escándalo;
Mas Juan J<¿é se aparece
Con unos cuantos soldados:
Hay aguacero de piedras.
Hay en las sombras estragos,
Y alaridos de mujeres
Y desahogos de borrachos;
U)S CONSTITUYENTES. . 1 1 7
Pero aislado y entre filas
Fué el padredto marchando
A la cárcel donde quiso
D. Ju<m José asegurarlo.
Cuando en la ciudad absorta
Se supo el horrible caso
Los recalcitrantes mochos
Llenos de rabia extrañaron
Que á Juan José y sus esbirros
Al hacer tal desacato
La tierra no se rajase
Y los hubiera tragado.
Al tenor de esta leyenda
Hubo casos estupendos
Que por respeto á las creencias,
Dejó' la historia en silencio.
1 18 LOS COÑSTITUYBNTM.
TieHDO T DOLOmDO KOSDAD^
QQC LIMA XL IILIXUI mx$ QOe DO $8 QUKI^ll
I
SL HIJO QUS ALSQA.
«Te engañan madre adorada»
«Los que con fines inicuos^»
«Dicen que los liberales»
«Son enemigos de Cristo»
«Y que con furia rabiosa»
«Persiguen á sus ministros,»
ííQue los templos sacrosantos»
«Quieren profanar sacrilegos»
«Y á las vírgenes del claustro»
«Entregar á libertinos.»
«Te engañan, madre de mi alma,»
«Los hipócritas, malignos»
«Que con la cruz resguardados,»
«En tenebrosos concilios»
«Conspiran contra la Patria;»
«Son su amor y su delirio»
«Los dineros del creyente»
«Con su mundanal dominio;»
«Ellos han emponzoñado»
«El aire del domicilio,»
«Ellos destrozan los lazos»
«Bienhechores y divinos»
«Del hermano y del-hermano,»
«De los padres y los hijos.»
«¿Son religión los dineros»
«Que les dan á sus políticos»
«Para tener un gobierno»
«Que se plegué á sus caprichos,»
«Que proteja las traiciones»
IX5S CONSTITÜYENIMCS. II9
•rY santifique sus vicios?»
«¿Es religión la que manda»
«Haste espía del marido?»
«¿Y la que dice á la esposa:»
«Odiar á tu esposo es lícito»
«Si no sigue los mandatos»
«Del intruso frailecito?»
«Está bien el sacerdote»
«En su iglesia y con su rito,»
«Pero atizando discordias,»
«Convirtiendo en subversivos»
«Los rezos y los sermones»
«Y los santos ejercicios,»
«Ofreciéndole la gloria»
«Al ladrón y al asesino»
«Con tal que á los liberales»
«Den congojas y suplicios;»
«No puede ser, y es forzoso»
«Del abuso el exterminio.»
«¿Pero no me hablas? ¿Ocultas,»
«Madre, tu rostro querido»
«Para ni escuchar mis quejas»
«Ni que te acaricie tu hijo?
«Aquí tienes á tu Ignacio,»
«Ve de hinojos á tu niño.»
Y era cual mármol la madre,
Y en el rebozo escondido
Estuvo su airado rostro
Sin mostrar de vida indicio.
Alegóse el Presidente
Lo mismo que ciervo herido,
Que sediento en una fuente
Busca con ansia el alivio
Y encuentra un montón de arena
En vez del precioso líquido.
Y la señora piadosa
Ya sola rompió en gemidos
Al ver á su hijo mimado
Por siempre de Dios maldito.
Y juró, como cristiana
Que trastorna el fanatismo,
Por la salvación de su alma
A los padres dar auxilio,
A mayordomos de monjas,
Beatas y monaguillos
1 20 LOS CONSTlTUYBfíTM.
Hasta lograr que volviera
Comonfort al buen camino
Sostenido y apoyado
Bn canónigos y obispos
Julio 21 de 1896
LOS CONSTITÜYBNTBS. 121
BKAVO KORiAnee
en et oii€ De x ciko ee^AKon PoiiiaD YOLAoeRC
10$ mow>% A Diie$cf») paors
I.
NOCHE BS LUNA.
Tras de torrentes de lluvia
Que descargaron los cielos
Y á la ciudad presentaron
Como sobre de un espejo,
Vestida de luz de luna
Y por suelo el firmamento,
Como tma diosa dormida
Acariciada en su suefío
Por los besos de la brisa
Y el majestuoso^silendo,
A un costado de la Iglesia
Del firandscano convento
Al cuerpo de Independencia
Se le designó su puesto;
Que era el cuerpo de confianza
Por sus inmortales hechos
Que peleando en Churubusco
Renombre y lauros le dieron.
Un D. Vicente Pagaza
De cgercicio relojero,
Dejaba el cuerpo de guardia
Después de los aguaceros
Cuando al llegar á la esquina
Junto á la puerta de hierro
-16.
122 W)S CONSTITUYBNTKS.
Del edificio, notaron
Algunos bultos siniestros
Pegados á la capilla
De los Servitas Austeros.
El bravo Miguel Gutiérrez
Trepó á la reja violento
Y se dirigió á los grupos
El sólo pero resuelto;
Pagaza y Abraham Olvera
Al cuartel retrocedieron,
Pero un oficial Carranco
Había minado el cuerpo,
Y al verse junto á los jefes
Estalló en viles denuestos
Diciendo: * 'guerra al hereje"
Muera el maldito gobierno!
Y aquello fué un alboroto
De gritos, de furia y truenos
Y de reñidos embates
Furibundos y sangrientos.
A Juan José le avisaron;
Juan José llegó muy presto.
Se aplacaron los de guardia
Al orden por fin volvieron;
Pero en los claustros contiguos
Se oyen voces y atropellos;
Entonces por una puerta
A donde adobes pusieron
Para dividir, sesudos,
Ya al cuartel y ya al convento,
Mandó que se derribasen
Juan José y saltó violento
Al corazón del tumulto
Y al seno del claustro estrecho.
Allí oficiales furiosos
Y sacristanes y clérigos «
I^a religión invocaban
Con rabioso desenfireno,
Allí un fraile Malagresi
Con un Cristo y con su acero
Que esgrimía entusiasmado
Como un veterano viejo,
Alentaba á sus secuaces
Que su santo celo viendo
Acometían furiosos
IX)S CONSIMTUYKN'rBS. 12¡
Acribillando á los nuestros,
Gritos, lamentos de heridos,
lyO trágico, lo estupendo
Con espanto de las gentes
En el claustro se reunieron;
Por fin, Juan José valiente,
Pagaza y sus compañeros
Valdés y Pancho Mejia,
Que acudió fiel al suceso,
La insurrección sujetaron,
En orden todo pusieron,
Y con los amotinados
Formaron de filas presos
Que al municipal Palacio
Custodiados condujeron.
II.
D08 DECRETOS Y ÜN OASTIOO.
Comonfort se impuso en calma
Con continente tranquilo
De le asonada sangrienta
Reprimida en San Francisco,
Pero con fiera entereza
A Montes y á Iglesias dijo.
Que eran en ese momento
Los diligentes ministros:
*Toned cada uno un decreto
*Tara esto que ha sucedido,
'Tara suprimir, el uno,
**A1 convento San Francisco
** Dejando el templo tan sólo
**A cargo del Arzobispo;
*Tara derribar, el otro,
'*E1 conventual edificio
"Con plazo de dos semanas
**Y que despejado el sitio
' 'Se forme una hermosa calle
•*Con Letrán que esté continuo;
"Y en honra de los valientes
* 'Que el motín han reprimido
"Y del día de la Patria
"Que celebran sus hijos
"Se llamará "Independencia"
'*Como un homenaje digno
124 I-OS CONSTI'fUYBNTKS.
**A1 esfuerzo del progreso
**Que triunfó del fanatismo"
Los decretos se expidieron
Y se miraron cumplidos
El mismo mes de Septiembre
Con arreglo á lo prescrito.
III.
AL GRILLETE.
Comonfort temblando de ira
Y queriendo hundir en fango
A los servitas indignos
Autores de tal escándalo,
Mandó fuesen al grillete
Sin respeto de su rango
Y con todo y uniformes
Y arreos aristocráticos;
Arrastrando gruesos grillos
A las calles los sacaron
A limpiar las atarjeas
Entre aspavientos y llantos
De los humildes creyentes
Cuyas miras se frustraron.
Julio 30 de 1896.
I,OS CONSTITUYENTES. 1 25
De me^o (colorado o í&aü
PKim^KAS Fe^^ORIAS D6 LA ReBOKlDA.
I.
MALAS MANA8 DE LOS MOCHOS.
Como subterráneos truenos,
Que anuncian los terremotos
Y los ánimos alarman
Como con rugidos sordos,
Así los ruidos anuncian
El cataclismo, el trastorno,
Que rugiente se aproxima
Desde horizontes remotos;
Es que cruje el fuerte muro
Que ha siglos sirve de estorbo
A la marcha del progreso,
Que el pueblo codicia ansioso.
Ya no es el botín del mando
Que soldados ambiciosos
Y clérigos prostituidos
Saquean como tesoro,
Es de Ayutla el recio empuje
Que alza valiente en sus hombros
Los derechos ultrajados
Y los principios preciosos,
Del servil odio y vergüenza,
De la fuerza timbre odioso.
Era el grito contra el yugo
De hacendados codiciosos,
Era inflexible picota
Para los impunes robos
Ya vestidos con sotana
Ya en son de clarín los otros,
126 IX» CONSTITXJYBNTKS.
Era dar á Dios su templo
Limpio, fulgente, grandioso,
Sin mostradores de altares,
Sin antros de los facciosos
Mintiendo sagrados nombres
Y con saínetes devotos,
Llevaban á los hogares
Contra el liberal los odios.
Y cual corre la jauría
A los antros de los lobos
Así la chinaca husmea
Adonde fraguan los mochos
Conspiraciones sangrientas
Que organizaba el encono.
Comonfort, ardiente, activo,
Sin momento de reposo
Por aquí, extingue una llama,
Por allí, corre al socorro
De una fuerza sorprendida
En algún lugar ignoto,
Y ya enérgico persigue,
Ya perdona bondadoso,
Porque era clemente y noble
Y el corazón como de oro.
II.
' OONSPIEACION.
Con profundo disimulo
Cauto, resignado y quieto
La rebelión preparaba
El franciscano convento,
De la trama criminosa
£1 acaso rompe el velo,
Acude la gente armada
Se arrostra el horrible riesgo ,
Y en un momento precioso
Cuando iba á estallar sangriento
El motín con los horrores
De matanzas y de incendios,
Invade la tropa el claustro,
Hay alborotos y encuentros,
Sorpresas, sustos, desmayos,
Carreras, gritos y truenos,
Pero al fin de todo impera
\
hOS CONSTITUYBNTSS. 1 27
Torvo y horrible silencio;
Y la multitud sus olas
Con espanto mudo abriendo
Miró atravesar curiosa
Entre soldados los presos.
III.
EL DERRUMBE.
De cincuenta y siete inviernos
Pisaba la nieve el siglo
Cuando de lo que relato
Fui contingente testigo:
Como encarnizadas fieras
Reluchaban los partidos
Unos su causa dañando
Con furibundos delirios;
Otros haciendo un mampuesto
Del nombre de Jesucristo
Para defender malvados,
Para alentar á bandidos,
Abriendo la gloria eterna
A ladrones y asesinos,
Y prostituyendo, infames,
La corona del martirio.
El gobierno castigando
El complot de San Francisco
Orden dictó á Siliceo,
Que era entonces el Ministro,
Se derribaran los muros
De parte del edificio
Para que quedase abierta
Una calle como abismo
Que aislara el templo sagrado
De los huéspedes sacrilegos.
El escándalo sus teas
Agitaba enfurecido,
Sobre la pólvora negra
Que regaba el fanatismo.
Corre la gente en las calles;
En las plazas se oyen gritos;
Vense figuras siniestras
De secuaces del patíbulo
Ya pendientes del Palado,
128 LOS CONSTITÜYBNTBS.
Y ya en apartados sitios,
Cual cuervos que desde lo alto
La matanza han presentido. ^
En tanto invadió la noche
De la ciudad el recinto
Con sus tinieblas de bronce,
Y con terror infinito
Surcan rompiendo la sombra
Lastimeros alaridos
Y la injuria y la blasfemia
Cruzan sus agudos gritos.
En ese mar de aire negro
Vense á trechos esparcidos
Como fragmentos de llama
Cómo vuelan encendidos
Pedazos de la techumbre
De un incendiado edificio,
Y á la luz de las antorchas.
En inquieto remolino,
Vense grupos agitados
Con vigas, hachas y picos,
Con palas y con barretas
Y destructores artículos.
¡Qué arrebatos de entusiasmo!
¡Qué discordantes chillidos!
Y la música de viento
Aturdiendo con su ruido
Lanzaba de los cangrejos
El irónico estribillo;
Personajes de altos puestos,
Pelados sucios y cínicos,
Y esa multitud con ojos
Ese misterioso río,
Luz, tiniebla, masa bruta,
Huracán, brisa, y prodigio,
Menos que enano si duerme.
Titán al alzarse erguido.
El derrumbe se comienza,
Crujen los muros heridos
Como al sentir el azote
Gime el reo en el suplicio;
Una pared se derriba.
Música, marciales himnos,
Y se oyen inprecaciones
Contra los turos malditos.
LOS COÑSTITUY^NTKS. 1 29
Sus ojos despiden llamas,
Los labios lanzan gemidos
Que se mezclan con blasfemias
Y vivas de regocijo;
Y como feroz bandada
De buitres que con ahinco
Se lanzan sobre su presa
De ansiedad y sed urgidos,
Asi se lanzan ñiriosos
Con barras y zapapicos
A los sólidos bastiones
Que despiden polvo heridos
Como si fuera la sangre
Que atestiguan el martirio;
Muros medio deribados,
Montones de tierra, asidos
A una reja los obreros
Rompiendo techos y quicios,
Las ventanas sin sus puertas,
Con hierros en equilibrio,
Maderas desencajadas.
Los corredores sin piso,
Y de pie tristes columnas
Que respetó el exterminio;
El resplandor de las hachas
Las ruinas, los mil residuos
De hierro, piedra y madera
Sobre la tierra esparcidos;
Unos sepulcros se abrieron
Del barreno al estampido,
Y se alzaron esqueletos
Del desastre á ser testigos,
Y la multitud rugiente
Con los cabellos erizos
Y saliendo poderosos
Del horrible cataclismo
Gritaban ¡ viva el progreso ! /
I Odio y muerte á los impíos! (
A fin aparece aislado
Trozo gigante y macizo
Donde hoy la calle de Gante
•Parece tener principio.
Trozo que á las ciegas masas
Miraba con desafio,
Monstruo de piedra remedo
I30 LOS CONSTITÚTBNTBS.
De estupendo monolito
Que con desprecio al concurso
Dominaba grave y frío
A despecho de la plebe,
De soldados y de esbirros.
Sobre montones de escombros
O en la tierra medio hundidos
Ya surgiendo de ía sombra,
Ya de la antorcha á los brillos
Se destacaban los grupos
De hombres, mujeres y niños;
Encontrándose en los aires
Vibrantes repercutidos
El ahuUar de las devotas,
Los vivas de los impíos.
Al resplandor de las teas
Que formaba como círculo
De esplendores en lo negro
Del pavoroso vacío;
En girones de techumbre,
En paredones unidos
A destrozadas comisas
O como en vuelo imprevisto,
Mirábase en las alturas
De luz de llama vestidos.
Con los brazos levantados
Y como en feroz delirio
En sus manos las barretas
Lanzando siniestros brillos,
A los fieros destructores
Del opulento edificio.
Mientras rodaban las piedras
Como gimiendo á un abismo;
Y gigante, augusto, inmóvil
Aquel de piedra vestiglo
Protestaba de los hombres
Como implacable enemigo.
De pronto se le acomete.
De pronto él parece invicto,
Y ya era un ser animado
Mudo, imponente y altivo.
Como al cuello le echan cables,
Las barras cavan su piso
Y hay un punto en que vacila
Entre la llama, los gritos, ^
LOS CONSTITÜYBNTKS. 131
Y de músicas marciales
Al estruendoso sonido.
Tiembla el monstruo, ya se inclina,
Ya se recupera erguido
Entre estruendosas palmadas,
Entre burlones silbidos
Revientan los gruesos cables;
Toca á su fin el martirio,
Como un ebrio bambolea
£1 inmenso monolito
Que al fin brusco se derrumba
Con espantoso crujido
Que á la ciudad estremece
Como terremoto horrísono;
Y queda un crestón del monstruo
Destronado, no rendido;
Como en redondel inquieto
El toro de muerte herido
Con la cerviz levantada
Ya sin vida y sin sentido
Alza soberbio la frente
Hasta su último suspiro.
I Viva I grita éípeladaje^
Los mochos gritan ¡malditos!
Y la voz del grande Arriaga
Clama con tono sentido:
I Viva el pueblo, liberales!
iViva el progreso del siglo!
Y que esas ruinas pregonen
La muerte del fanatismo.
132 W)S CONSTlTUY«NTBS.
De D0$ <ÍOP€COnG$
OOG G$TüVIGROD GD QD TI{I$.
I.
OVACIÓN.
Aquellos conspiradores
De Alvarado y San Francisco
Tomaron en apoteosis
De Baz el duro castigo;
Los groseros instrumentos
De que se hallaron provistos
Los coronaron de flores
Damas y amigos solícitos;
Y fueron los prisioneros
Con sus mejores vestidos,
Con diamantes en los dedos
Y cadenas de oro fino.
Al aspecto de la tropa,
Al resonar de los gritos,
Al escucharse los nombres
De sujetos distinguidos
El concurso fué creciendo,
Se alzó clamor, creció el ruido,
Y balcones y zaguanes
Se cubrieron de improviso
De gente que el escarmiento
Juzgó villano é indigno,
Frustrándole el entusiasmo
De los pechos compasivos
Y explotándole los mochos
Con sus perversos designios.
IX)8 CONSTiTTrraNTES. 133
11.
HONBA T GLORIA.
De las casas opulentas
Y de las humildes chozas
Salieron ricos regalos,
Ramos, palmas y coronas
Para los que padecían
Por Jesucristo y su gloria.
La tropa obliga^al trabajo
Con respecto á las personas
Que al desazolvar la zanja
Se humilla y brama de <¿lera;
Entonces^se da un descanso
A la tarea enojosa
Y rápido cual por magia
La calle sucia se toma
En espléndido banquete
Que disponen anhelosas
Las mujeres infelices:
Las opulentas señoras.
Se tienden en las banquetas
Y sobre las sucias losas
Los manteles elegantes
Con regio decoro^ y pompa,
Y llovieron los manjares
Con*profusi6n generosa
Para obsequiar á los presos;
Entre laureles y rosas
Los raudales de Champaña,
Los torrentes de Borgoña,
Halagaban á los reos
Que el castigo vuelven honra.
El tumulto y los aplausos.
El entusiasmo, la broma
Hacen de Baz y el Gobierno
Caricaturas y mofa
Y los guardianes del orden
En situación tan penosa
Ni pueden tirar sus armas
Ni estar con ellas de sobra.
Comonfort dispone entonces
Que á los presos se recojan
Dejando á Baz en ridiculo
Y su poder en derrota.
134 IX>S CONSTITÜYBNTB8.
III.
EN ÜN TBIB.
Comonfort está esperando
Sobre su sillón, inquieto
De Juan José la presencia,
Sus arrebatos extremos
Por la orden que reprobaba
Su conducta con los presos.
Yo por acaso me ¿aliaba
En el de^acho al momento
Que entro Juan José bramando
Y de la ira casi ciego.
Cerró la puerta con furia
Atropellando respetos
Al Presidente le dijo,
Con voz y tono soberbio:
"A Usted débil gobernante,
'*A Usted el mal caballero, ^
"Le digo que se equivoca
"Creyéndome su estafermo.
**Usted á las vívoras pisa
'Xa cola como con miedo,
"Yo machaco sus cabezas,
"Así no nos entendemos,
**E1 paso y el contrapaso
"Sientan bien á un maromero
"No á un gobernante que cuida
"Los intereses del pueblo
"Y quiere andarse con curvas
"Dejando el camino recto.
Comonfort aunque sufrido
Rompió de prudencia el freno
Y ftiribundo interrumpe:
"Alto Juan José, silencio,
* 'Usted para mí no es hombro
"Usted largúese al momento.
Y se encendieron los ojos
Y se acercaron los cuerpos.
Entonces acongojado
El desenlace previendo
Al ver relucir las armas
Me interpuse de por medio,
Y luchando con ahinco
LOS CONSTITUYBNTES. I35
Empujándolos del pecho,
**Mirad que os hacéis indignos'*
"I^es dije de vuestros puestos."
**Ved que el deber os impone"
**Lo nob^e y lo circunspecto."
Tienes razón replicóme
El Presidente, repuesto;
Y Juan José la melena
De cabello sacudiendo •
Salió del cuarto en que estaba
Cual se aleja el lobo hambriento
Al desaparecer la presa
De sus instintos sangrientos.
RENCTNCIA.
A Comonfort su renuncia
Mandó Juan José aquel día,
Los liberales rugieron
Brotaron mil anarquistas,
Y aplaudió el caso gozosa
La gente de sacñstia.
136 LOS CONSTITUYENTES
GRADDG Y G$TRUGnDO$0 ROmADiíG
006 empiezA 9012 rcbalufia
T MABA (ÍOD OHA RAJADA QUe 009 DGJA FKIO$.
PROVOOAOIONSS.
Como aguacero de bombas
Lanzadas sobre la tierra,
Asonadas y motines
Por todas partes revientan.
Deja el labrador su arado,
Cierra el mercader su tienda,
De los caminos desiertos
Se apartan carros y recuas.
Los amigos más sinceros
O se espían ó se acechan,
Y no bien el horizonte
Eclipsa una polvareda,
Cuando tocan las campanas,
Cierran ventanas y puertas,
Y el terror de los vecinos
Dominante se apodera.
En la tendida llanura,
En la inaccesible sierra,
En la altura de los montes,
En sus abruptas laderas.
Alevosa, repentina,
Se alza implacable la guerra
tos CONSTITUYBNTBS
137
mofMJjHCSS^^A
En todas partes dejando
Ruinas y huellas sangrientas;
Que cuando el rencor político
Toma el traje de la creencia,
I^a inquietud y la matanza,
La misma muerte fomenta;
Todo vínculo se rompe,
Todo afecto se desecha,
Y horroriza ver los cuadros
Do la barbarie campea.
Comonfort infatigable
Lucha con brava entereza,
Pero con el alma herida
Porque esa alma noble y buena
A sus bondades llamaban
Los exaltados flaqueza,
Y de Baz con la renuncia
Como contrarios se muestran.
Serviles y moderados,
Le urgen, le azuzan, le cercan
Para que al código santo
Que juró, la espalda vuelva,
Y vera entonces á su Patria
Libre, feliz y contenta.
Payno que ve del Tesoro
La incorregible miseria.
Quejándose de la vista
Renunciando la cartera
A su habitación de campo
Se retira, y se interpreta
Como de hondo descontento
Del Ministerio su ausencia.
El ejército sin fueros
Y que humillado pelea.
Dentro los mismos cuarteles
Da de descontento muestras.
II
OONFXBENOIA.
De la hermosa Tacubaya
En las empinadas lomas
Se mira el tosco edificio
Que Arzobispado se nombra
138 LOS CONSTITUYEÑTBS
Y que ocupaba Zuloaga
En el tiempo de esta historia
Con su brillante brigada
De la capital custodia.
En un apartado cuarto
Que de cristales se forma
Y que era el grande oratorio
De aquella mansión famosa,
A la luz amortiguada
De lámpara dortrilona
Que toleraba indolente
Que la cercaran las sombras,
En el peso de la noche
Más obscura y silenciosa,
Lúgubres y taciturnas
Se hallaban cuatro personas
Que convocaba el conflicto
En la época tormentosa
En que imperó enloquecida
Entre horrores la discordia:
Erase una el Presidente,
Todo dudas y zozobras,
Y Payno, Baz y Zuloaga
Eran las perdonas otras;
Después de ciertos preludios,
De pueriles ceremonias
Que por fiívolas desprecia,
Con justicia, la memoria;
Rompiendo el hondo silencio
Comonfort, en frase pronta
Dijo á Baz manifestase
Sin reticencias ni sombras
¿Qué pensaba de la Carta
Que tiene de ser su norma?
— Opino que es imposible
Marchar con ella, que acorta
Al Poder las facultades
Cuando todo se trastorna.
Que si en liberal sentido
Se dictaran las reformas.
Respondo que mi partido
Sin vacilación las opta.
La aristocracia, señores,
Nos enerva y nos estorba
Y es foizoso, ó derrocarla
IX)S CONSTITUYBNTBS 1 39 ^
O declararse en derrota.
Zuloaga, cuyas creencias
Con la Carta Magna chocan,
Fué el eco del retroceso,
Pintó su acción poderosa,
Y al desbordarse terrible
Tal vez dentro pocas horas,
Porque á la puerta tocaba
La revuelta desastrosa.
Después de un largo silencio
En que las almas absortas
Parece que se volaron
Dejando allí cuatro momias:
— Estamos conformes, dijo
Comonfort, manos á la obra.
— ^Vamos, los tres respondien>n
Con voces agrias y sordas.
— ^Vaya á Parrodi García
A preparar la maniobra,
Dijo uno.— A Moret yo escribo
Y Huerta que son personas
Que seguirán nuestras huellas
En empresa tan riesgosa.
A Siliceo encomiendan
Que á Doblado predisponga
Y con su grande talento
Fáciles haga las cosas.
Baz y Payno se encargaron
De seducir á Zamora,
Y amigos Veracruzanos
Que los dos tienen de sobra.
De los demás pormenores
Se exigió mayor demora,
Y cerró la conferencia
Despareciendo en las sombras
El carruaje en que un perjuro,
Con su conducta alevosa,
Manchó con fango y con sangre
Sus esclarecidas glorias.
I40 UOS CONSTITÜYBNTES
III
PRONUNOIAMIENTO .
Al relumbrar de la aurora
Por los valles y montañas,
Al cantar los pajaritos,
La luz corriendo en las aguas;
A la ciudad se dirigen
Las tropas de Tacubaya
Cou los tambores batientes
Y banderas desplegadas.
A su frente, espada en mano,
Se mira al general Parra,
Llegan á la Cindadela
Entre repiques y dianas
Y hay sus vergonzantes gritos
De «¡Muera la vil canalla!»
Y «¡Que rabien los herejes,
Que al cabo la Virgen gana!»
La Constitución maldita.
Por la Iglesia excomulgada,
Al fin se hizo mil girones
En las manos de Zuloaga.
Asi á Comonfort aplauden.
Así á Comonfort acatan;
Sólo los niños de teta
No saben que es p\iTa.g-uania.
Como al inundarse el suelo
A luz, espantados saltan
Reptiles desconocidos.
Ignoradas alimañas.
Asi de mochos y mochas
Se vieron extrañas caras.
Hay lluvia de charreteras
Y fandango de sotanas.
La capital entretanto
Se miró descuadernada.
En la Cindadela impera
Con grande pompa Zuloaga,
Miguel Miramón y OsoUo
En Santo Domingo mandan*
Y sin reserva ni ambajes
£1 retroceso proclaman.
UOS CONSTITÜYKNTM I4I
Gual, San Agustín ocupa
Y le toma en atalaya
Donde sereno y pacífico
La neutralidad declara;
La coalición representan
Prieto, Justo Alvarez, Salas,
Con las tropas de Picazo
Que en la Merced hacen guardia;
Y de San Pedro y San Pablo
Con intrepidez se encargan
Nacho Zaragoza, intrépido,
Miguel Blanco, rica alhaja
De la valiente fi-ontera,
De que eran honor y gala.
El todo era la locura,
£1 descontento, la zambra,
Y Comonfort entre dudas
Sin remedio naufragaba,
Arrojando en un abismo
A nuestra infelice Patria.
IV
leSa al rüSQo.
A ciegas, descaminado,
El verdugo de sí mismo
Pretendió borrar su crimen
Aislado y arrepentido.
Pero Miramón y Osollo
Están en Santo Domingo,
Y el triunfo del retroceso
Proclamaron decididos.
Ocuparon la Acordada
Luchando á brazo partido
Con Comonfort, que valiente
Resistencia oponer quiso;
Al fin se adhiere á Zuloaga
Que apareció de improviso
Jefe de aquel movimiento
De desventuras henchido.
143 LOS CONSTITÜYBNTBS
OTRO PBONTTNCIAMIKirTO.
Peinaba canas Diciembre
En sus diecisiete auroras,
Cuando contempló á Palacio
Hecho de trastorno bola:
Desvelados oficiales
Que ostentan bufandas toscas,
Baladrones con divisas,
Con espadas y pistolas,
Con el cabello á la frente,
Gruesos puros en las bocas,
De alcohol despidiendo el tufo,
Andar sesgo y vista fosca.
En el comedor bebiendo
Grupos de intrusos se agolpan
Entre el humo de los puros,
Tapones, botellas, copas,
Y trajín de los sirvientes
En desenvuelta chacota:
Este es Palacio, Zuloaga
Manda y nadie se lo estorba.
VI
LIBERTAD.
En un obscuro cuartucho
A Juárez se le aprisiona,
Y allí fui á darle la mano
Con decisión respetuosa.
Porque él era el Presidente
Y él representaba la honra,
Juárez estaba tranquilo
Esperando sin zozobra
A do el destino llevaba
De su existencia la proa.
Después sabe que está libte
Y sosegado el plan forma
De partir á tierra adentro
Con prudencia sigilosa.
A Don Sabás Iturbide
LOS CONSTITUYENTES I43
Por SU compañero nombra,
Que era valiente, discreto
Y alma noble y generosa.
Nicolás Pizarro Suárez
Y Ruiz le forman escolta,
Y marcha la comitiva
En una humilde canoa
Que la deja en tierra firme
Al cabo de algunas horas.
En la capital, Zuloaga
El mando supremo toma
Mientras que en el alma eí luto
Y en la frente la deshonra,
Sin poder y sin amigos,
Seguido de escasa tropa,
Comonfort urgido busca,
Por la pena que le agobia.
De Veracruz el camino
Para esconderse en Europa.
Agosto <te i8g&
C. Senitojutírez.
GUBR&A DB &BM&MA. t4S
M LX GIOHI A DG £0$ *'m0960$" T KtZKVX 06 COtlLtX
Del iDDio munez.
FRBNTB A FRBNTB.
Aclarándose las ai^as
Que en su revuelta corriente
Arrastraba el Plan de Ayutla,
De pasiones é intereses;
Vi6se en la Ciudad tríuníante
Al fin la geftíe decente
Con el General Zuloaga
Honrado y como heeho adrede
Para blandas impresiones,
Condescendencias y mieles.
Sencillo, dócil, mcidesto,
Con viva fe de creyente,
Así es que en la rebaiufia
De sotanas y machetes,
De proceres de abarrote,
De Condes y de Marqueses
Tronados y de agiotistas
Como venenosas sierpes
Que do tocan hacen llagas
Y que donde besan muerden,
Aparecía Zuloaga
Un santo hombre, un inocente,
Maniquí de los serviles
Que le aclamaban por jefe.
Hubo Junta, hubo Consejo,
Y hubo un Ministerio célebre
aoacAircBs.— 19.
146 GUB&BA DB RBFORMA.
Que no hubiera desdeñado
Ninguno de los Virreyes.
Don Luis Cuevas, caballero
Que trascendió á incienso siempre,
Don Juan Hierro Maldonado
Predilecto del bonete,
Don Hilario Elguero, joven
De modales muy corteses,
Cicerón en la tribuna,
Lumbrera en su gabinete;
Y el General Parra obscuro,
Subordinado y valiente.
Pero todos el partido
Del retroceso defienden
Y es para ellos una gloria
Acabar con los herejes,
Del fanatismo insensato
Acosados por la fiebre;
De un pasado irrevocable
Los abusos restablecen.
Y esos goces de la iglesia
Y esas músicas alegres
Que embriagan de regocijo
A los que odian á la plebe
Bran en lo más profundo
Tristes anuncios de muerte.
%
II
I>ON BENITO JBN OUANAJUATO.
En esa ciudad fantástica
Pe vueltas y de revueltas
Que comienza con barrancas
Y acaba en abruptas peñas,
En que el sol se vuelve loco
Corriendo de seca en meca
Para desterrar las sombras
Que le asaltan donde quiera,
Y más claio: en Guanajuato
Para que todos me entiendan,
Está Don Benito Juárez
Con la autoridad excelsa
Que le conceden las leyes
Y que rigoroso observa;
GÜE&&A DB REFORMA. I47
No recuerda sus trabajos
Ni sus peligros recuerda,
Porque era un hombre de bronce
Que siempre tuvo por regla:
Vo cumplo con mis deberes
Suceda lo que suceda.
Y así levantó golilla,
Así saltó á la palestra
' 'Conmigo Dios y el derecho"
Clamando con entereza.
Guanajuato le recibe
Con esplendor y con fiestas,
En el palacio le aloja,
Y el pueblo le ofrece muestras
De acatar con entusiasmo
A la autoridad suprema.
El Gobernador Rodríguez
Diligente desempeña
Su deber de hacerle honores
Y cuidar de su asistencia.
La instalación del gobierno
Activo Juárez ordena
Y forma su ministerio
De la siguiente manera:
Melchor Ocampo, el insigne,
Grande alma, bondad inmensa
Y un corazón de la Patria
Honor, encanto y presea;
Manuel Ruiz jurisconsulto
Que al consagrarse á la Iglesia
Por la libertad sagrada
Sintió la inspiración bélica
Y de Juárez su paisano
Quiso seguir las banderas:
Era rubio, era adamado,
Pálido como la cera,
Mas de bilis explosiva
Y de enérgica firmeza.
León Guzmán, jurisconsulto
Recto, de suma modestia,
Tipo fino y bien calcado
Bn molde de dase media:
I4B GUERRA DB REFORMA.
Triste el mirar, taciturno,
Extraño á reunión y fiestas,
Infatigable en trabajo,
Indiferente en las penas,
Ansiando por dejar libros
Y lanzarse á la pelea
Como lo hizo en cuanto pudo
Dar á sus instintos rienda;
Y Prieto del que tenemos
Atrasada conocencia
ANTES T DB8PUB8 DBL PLEITO.
Como en tiempo en que lucharon
La cruz y la media luna,
Los cristianos comediantes
Se lanzaron á la lucha
Con sus tropas aguerridas,
Con jefes de instrucción mucha
Y la salvación por premio
De la muerte en la trifulca;
OsoUo, el valiente OsoUo
Salió á pelear con premura,
Y con su forzosa ausencia
Dejó la ciudad á obscuras,
Ambicioso de los lauros
De una próspera fortuna.
Sembraban ramos y flores
En su camino las chusmas.
Campanas ^ arcos triunfales
En los pueblos le saludan,
En Celaya los caballos
De su carruaje remudan
Los amadores fervientes
De la Religión augusta
Creyendo que de indulgencias
Acopiaban gruesas sumas.
Llegó Miramón, simpático,
A OsoUo cordial se aduna
¿Y quién á los dos resiste
Si la santa causa empujan?
Parrodi según sus planes
Bn Salamanca resulta;
GXmRRA DA RBFORMA. I49
Y allí se fijó el terreno
De la lucha furibunda.
Miramón y Casanova
Solícitos le secundan,
Liceaga y Tomás Mejía
Bn la batalla figuran;
Y Feliciano Rodríguez
Es héroe en las horas últimas
EL COMBATE.
¿A qué pintar del combate
Las terribles peripecias:
De si avanzaron al centro
O envolvieron la derecha?
A qué ensalzar en el hombre '
Las cualidades de fiera
Cuando á lo justo y lo noble
No le consagra sus fuerzas?
¿A qué, si al fin se enaltece
En la estruendosa pelea
De la humanidad el duelo
Y de la razón la ausencia?
La rota de Salamanca
Dio á la fama vocinglera
Motivo de augurar triunfos
Al Zuloaga y su caterva.
Pero las balas no matan
Ni aminoran las ideas;
Y Juárez estaba quieto
Y en la diestra su bandera.
Cuando supo la derrota
Dijo con marcada flema:
Sólo perdió nuestro gcUlo
Una pluma. Hora se empieza.
Al fin la honra y la victoria
Tengo fe que serán nuestras.
Agosto 13 de 1896.
I50 GUSRRA DB REFORMA.
i?e^eKD03 De isss.
no oaeLO seRinoso.
Son lomas y son sembrados,
Y es noche de más á más,
La que envuelve un campamento,
En el que se ven brillar
De trecho en trecho, lumbradas
De inconstante claridad;
Y en tomo alumbran caballos
Con la silla sin quitar,
Fusiles en pabellones,
Grupos de tropa rural,
Que comen, cantan y juegan,
O que amigos de la paz
Bn un zarape se eclipsan
Con su ambulante mitad,
Que es más que en los campos Ceres.
Y es Venus en el vivac.
En círculo no distante
Los oficiales están,
Y sumisos asistentes
Con trastos se ven pasar,
Que el mantel está extendido,
Las bocas listas están,
Y las botellas á punto
De las mentes calentar.
Unos hacen sus poltronas
GUBRRA DB RE90RBCA. I5I
Con las sillas de montar,
Otros, pintando en el suelo
La extendida humanidad,
A nado se les figura
Que van su plato á alcanzar;
Otros de pie, levantando
En lo alto plato y manjar, /^
Comen y andan y disputan
Con un desgaire marcial.
Junto á oficial petimetre
No extranjero al Macasar
Ni al pachulí en el pañuelo
Ni al pantalón de colar,
Está el robusto chinaco
Con bota de cordobán,
Calzoneras de gamuza
Y un machete colosal.
Con la amenaza en los ojos
Y en el labio el rezongar,
Pero dragón de los hombres
De San Luis y del Jaral.
— Es la batalla mañana.
— Sí señor, ¿y qué más da?
No hemos de morir de parto.
— ¿Tu tropa qué tal está?
- Balazos habrá hasta tanto
Que baje el dedo San Juan.
Y hay bravatas á millares
Y cada uno es Fierabrás
Que se traga los gigantes
Lo mismo que un mazapán.
Se carga, se saltan fosos,
Y corren como raudal
Los gritos y desvergüenzas
En diablino guirigay.
Y no habrá carbón de entriegof
Dice taimado un jayán,
Que al fin los mochos se entienden
Y no nos pueden tragar.
Esc Don Parrodi tieso
Estaca de Guayacán
Hablándoles por lo daro
Muy mala espina me da.
usté que habla pespunteado • ^
Respóndame, capitán.
I5t GüBRBA DB RBPOR3CA.
II
Y dirige la pregunta
Que curiosidad despierta
A un mozuelo que sentado
En una caja de guerra,
El alón de una gallina
Devora con apetencia.
Y entre tanto les responde,
Pues tiene la boca llena»
Voy á dar conocimiento
De su facha picaresca.
Pelón, lo mismo que bocha,
Tez pálida, frente abierta,
Los ojos verdes y audaces
Menos ven que travesean;
El bigote pretencioso,
Por piocha unas cuantas hebras,
Como sus cabellos rubios,
Dentad^^ra dispareja
Y un diente central quebrado
Los que le miran, observan.
Por lo demás, en su facha,
Es un chico de la escuela,
Vivo, decidor, versista,.
Pero de alma tan resuelta.
Que los jóvenes le acatan,
Que los viejos le respetan,
Y si entre las filas pasa
Siempre con aire de fiesta,
Con su vista los soldados
Se enorgullecen y alegran.
— Nada de carbón de entriego
Hay, amigo (y le remeda;,
Hay que Miramón es bravo
Y lo conozco de cerca.
— Yo no lo digo por nada,
Sino porque todo arregla
Ese tuno de ingeniero
Que es de donde era Calleja.
— ¡Bravo! repitieron todos,
Tomando parte en la escena.
—Bravo el intruso, '*dice uno."
^ElOachupín.
—El postema
GUSmRA DB RBMRHA. I53
Pariente de Don Quijote,
Nos marea con sus zetas.
— Me choca, dijo el mozuelo
Pelón, y aplausos resuenan.
Bs de la gente decente,
Y esa gótica nobleza
Se irrita con el ilachique.
Con IsíSgofdas se indigesta, /
Yo le ot^rvo ¡ay del coyote!
Si son verdad mis sospechas.
Y mil chistes contra Bravo
Zumbando punzantes vuelan.
En tanto, el gachupincillo
£n su polvorienta rueda
Cancioncillas amorosas
Punteaba en su vihuela
Con voz meliflua de dama
Y con postura coqueta.
Ojo negro, rostro enjuto,
Nariz larga, tez morena,
Cuello de garza en que ondulan
Rizos de luenga melena.
Tal es Bravo; está cantando
En una llorosa queja
Ese ¡adiós! á quien le llaman:
El adiós de la morena;
Canción empapada en llanto
Dolorida y lastimera;
Cuando una voz le interrumpe
Para decirle á la oreja
Que es del vecino concurso
El origen de la gresca;
Lo perciben sus amigos.
Breve las almas se icendian;
Y él se arrellana en su asiento
Y otra copla pespuntea; ,
Mas por su pálida frente
Nub¿ tempestuosas vuelan
Que revelan de su pecho
La comprimida tormenta;
Concluyó, y dejando el sable
La vista y la üaiz compuestas
En el concurso se par^
Donde con su iniamia ju^;au
Todo «lleudo se toma;
«oiCAjrcss.— «.
154 GUBRRA DB REFORMA.
'*E1 Pelón" de pie le espera
Y de estatuas aparece
lya juvenil concurrencia.
—No pensara compañero,
Porque hasta pensarlo es mengua,
Que tuviera mala lengua
Quien tiene tan noble acero.
-^Callad que la ira contengo,
Que lo que dije es bien dicho,
Y yo hasta un pueril capricho
Con la espada lo sostengo.
Iba á estallar el concurso,
Pero **el Pelón" le contiene;
Bravo dice que hablar tiene
Y así anuda su discurso:
Si aquí mi planta llegó,
Mi ambición nada pretende;
Que allí donde se defiende
La libertad estoy yo.
Prender fiíera desvarío
A la discordia la mecha
Y matar una sospecha
Con un vulgar desaño.
— Miedo... susurra el murmullo
Ve entrometerse impaciente,
Bravo alza entonces la frente
Con un indecible orgullo
Y exclama, si muy vulgar
Y en momentos de combate
Un solemne disparate
Que nos pueda avergonzar.
Allí el enemigo está
Frente á él junto á mi os espero
El que á él llegare primero
Del otro honor obtendrá.
Esto es muy digno de vos
Y también digno de mí:
—¿Está bueno el duelo?— ¡¡Sí!!
--Pues que nos ayude Dios!!
Sus manos los dos tendieron
Y poniendo por testigos
A los inquietos amigos
La reyerta concluyeron. - • .
, Vivas! se elevan sin fin ; • ^
Y aquel pacto parecía
GUBRRA DH KBPOKM A. 1 55
Que era un pacto de alegría
Y el arreglo de un festín
PBPE CALDERÓN.
El que los tiempos heroicos
Recordara en más de un lance
Vastago de héroes remedo
De los buenos capitanes.
El, entre los bravos, bravo
Y con las damas galante;
Ese, en el cuartel severo,
Ese, festivo en los bailes
Ese, garrido mancebo,
Mimado de Bustamante,
Del pundonor castellano
Nunca desmentida imagen.
Frente i escuadrones ardientes
Está pronto á dispararse
Entre brilladoras lanzas
De banderolas flotantes;
Y al relinchar los corceles
Impacientes del combate
Y al eco de cien clarines
Que hacen retemblar los aires
Pepe Calderón, tu nombre
Será una estrella brillante
Que honrará de nuestra Patria
Sus más gloriosos anales
Ya se alza la nube negra
De humo y de vapor de sangre,
Ya se requieren las lanzas,
Ya la metralla desátase,
Ya al ribombar de las bombas
Hombres y bestias se barren;
Cuando de pronto, tremenda.
Envuelta en polvo, destácase
Furiosa caballería
Que en polvo obscurece el aire;
Brillan las lanzas y espadas
En relámpagos fugaces,
Y el rumor cruzando atruena
Cual ruido de tempestades
i Qué horror! ¡Oh tu Salamanca
Que esta lucha presenciaste
156 OUBRRA DE RBVORXA.
Como de sal no has sembrado
Ese desdichado valle
En que las flores silvestres
Sobre los sepulcros nacen!
i Qué horror! El torrente bravo
De los corceles invade
Cuanto encuentra; al enemigo
Se le observa vacilante.
Una cerca le defiende
De piedra suelta, en que caen
Ginetes, y en que caballos
Se estrellan despedazándose.
AHÍ el enemigo astuto
Encarnizado se rehace,
Allí se traba de nuevo
Lo más recio del combate;
Allí Calderón vertiendo
A borbotones su sangre,
Grita: ¡nuestra es la victoria!
Sublime con su coraje,
Y al caer muerto en la tierra
Se oyó su voz de ¡adelante!
Allí aislado dando tajos,
Cercado, en supremo trance,
Herido el corcel soberbio,
El rostro goteando sangre;
Pero cual rayo la espacUi
Y la apostura arrogante
Está Bravo, y pereciera
Si no volando en su alcance
Y prodigando su vida
Raudo, incotenible, audace,
Hubiera llegado el joven
Su contrario á libertarlo.
Derribando cuanto el paso
Le contuviera al instante.
Llega, destroza, le salva,
Se lo coloca delante
En la silla '*Sois valiente;
Sólo os £éilta perdonarme"
Le dijo con voz sentida
Del peligro al alejarse.
Fué donde sus compafieros
Se pararon esperándole
Atónitos del ar^o
GÜBltttA DB BBMftMA. 1 57
De aquellos dos capitanes,
Valle dijo: fui vencido
Y le resta perdonarme.
Y Bravo muy conmovido •
Y con llanto en el semblante
Dijo: yo os debo la vida;
Abrázame, Leandro Valle,
Y deja al gachupincillo
Que siempre hermano te llame.
tSS GÜBftRADK &BK>itltA.
ROmBOSO Ü^L GRAL. (ABALLGRO mADOei 0$OLLO
I.
No con los clarines de oro
De que se sirve la Historia,
Ni con su cauda de estrellas,
Ni con su ruidosa pompa,
Sino como la leyenda,
Pedestre y de pobre esto£i.
Voy á soltarles un cuento
Tal cual gira entre la tropa,
Sin poner pico ni rabo,
Sin quitar punto ni coma.
n.
De la Guerra de ires.años
Era el partir y el principio;
Los mochos aran la tierra,
La ckiTiaca lanza gritos,
Por aquí se forman juntas,
Por allá se cantan triduos,
Cual con resorte se mueven
Clérigos y frailecitos.
Y la chinaca un gendarme
Piensa ver tras cada Cristo;
Cuando en éstas que se suelta
Un repique de lo lindo,
Que refocila á los beatos
Y que arruga á los judíos;
Y en esto, Señor de mi alma,
Con furibundos chillidos
GUBRRA D£ RBFORMA. 159
Esos chicos papeleros»
Se desparraman solícitos.
Gritando á todo gaznate
Con voces como ladridos:
"Redota de Salamanca»
Detall de muertos y heridos.
Y era lo cierto: la nata
Del conservador partido,
Vio á su bandera triunfante,
K á Parrodi gs^bjuido.
Allí la brilló, cual siempre,
Miguel Miramón invicto,
Casanova, el adamado,
Don Tomás Mejía, el indio,
Como /ara arremetiendo,
Como bronce en los peligros;
Pero los lauros del triunfo
Otorgó justo el destino,
A Manuel Osollo el noble,
A Manuel Osollo el digno,
Al General caballero
Para amigos y enemigos.
III,
Brase un garzón Osollo,
Flor de juventud y vida,
Ancho rostro, pelo rubio,
Mirada serena y limpia,
La voz imperiosa y ronca,
Postura firme y tranquila;
En calma, lago sereno,
Y mar hirviente en las iras;
Así, sin loca jactancia,
Entre dianas y entre vivas,
Le saludó Salamanca
De su victoria en el día,
Y más triste que soberbio.
Fijó en silencio la vista
Entre despojos y muertos,
Rotos carros y mochilas.
Papelada de cartuchos,
Ropas en sangre teñidas
Y heridos que se arrastraban
Con sus girones de vida,
t60 GÜ:BftKA t>B ftIt4>ftMA.
Cuando de repente, un grupo
Vio que se le dirigía,
Trayendo en peso un cadáver,
Con reverencia exquisita.
Era un grupo de soldados
Con la faz ennegrecida
Por la pólvora y la rabia,
Por el encono y por la ira.
Se acerca el grupo Al cadáver
Osollo se precipita.
Y le abraza, y su cabeza
Pone sobre su rodilla:
¡Calderón! ¡hermano! ¡amigo!
Y proseguir no podía,
Y los soldados lloraban
Por que el corazón partía
Bl cuadro en que la desgracia
Y grandeza se unían.
Osollo al fin se repone,
Pregunta ¿qué acontecía?
Y un sargento que del uno
Llevaba en la chaca cifra
Y á Calderón adoraba,
Dejante de la milicia
Por generoso, por noble,
Por valiente y alma linda.
— Acontece, que ese Cura,
Sacristán bpoleda.
No quiere dar sepultura
A mi jefe, y bufa y g^ta.
Que le dejen como á hereje
Donde las bestias lo trillan
Pasó una nube de sangre
Del bravo Osollo á la vista;
Grita: venga un ayudante,
Seis zapadores, de prisa,
Y digan al Smor Cuta,
Sacristán bpoleda^
Que allá van mis zapadores
Con diligencia prolija,
A cavar la sepultura
Del jefe á quien mi alma envía,
Y que la abrirán muy pronto
Dentro de la Iglesa misma;
Y si exequias no dispone
OXTBRRil DE REFORMA. x6l
Con una pompa magnífica,
Juro que le eniieno vivo
Si desprecia mi consigna;
Que asisto á los funerales;
Hora, á las doce del día,
Por que honrar á los valientes
És mi deber y divisa;
Que cuidado con lo que hace,
Por que á la falta más mínima,
Por Dios que le entierro vivo
Defitro de la Iglesia misma,
rv.
Las órdenes oye el cura
Medip vivo y medio muerto,
Y aquellas fueron carreras,
Ansias, gritos y atropellos
Buscan por todas las casas
Lienzos y listones negros;
Habilitan de sotanas
Los vestidos y los lienzos;
Unos cuelgan las bandillas,
Otros preparan el féretro;
Tusan chicos y los lavan
Para el acompañamiento,
Y tras los músicos andan
Como urgidos por el fuego.
En alto va el contrabajo
Entre dos rancheros preso
Las trompas, los oñcleides,
Llegan casi sin resuello,
Mientra en lo alto de la torre
El cura 6 su compañero,
Alienta un doble terrible
Que hasta escarapela el cuerpo.
Los honores militares
Entre tanto, se han dispuesto;
De sordina los tambores.
Los jefes con lazos negros,
Una val)a poderosa
De soldados muy apuestos
Va desde el campo de Osollo
Y llega hasta el presbiterio.
Í62 GUERRA ÜE REFORMA.
V.
Bs el templo un cielo negro
Con astros de viva llama«
De dolor símbolos vivos,
Y clamores de desgracia;
Vuelan al viento tendidas,
Pendientes de las pilastras,
Pajas negras que flotando
Remedan mortales ansias;
De luto están los altares
Y de luto están las gradas,
Y de luto están los cirios
Que el centro negro engalanan;
Bn el medio de la iglesia
Alta pira se levanta
Do el féretro se distingue
Entre coronas y palmas.
Bl órgano hace prodigios,
A su clamor retemblaban
Las bóvedas del santuario.
Pavor infundiendo al alma;
A los jefes vencedores
Se les vieron en las bancas
Bn el brazo lazos negros
Y moños en las espadas.
Con noble recogimiento,
Con reverencia extremada,
Y lo que íué más notado
Y más atención llamaba.
Fué á los principales Jefes
Haciendo al féretro guardia,
Puestos los chacos con plumas
Y desnudas las espadas.
VI.
Terminó la ceremonia,
Y terminaron las honras,
Y el Cura fué é presentarse
A Osollo, quien con voz ronca:
'*Bstoy satisfecho, padre;
Pero cuidado con otra.
Que la Iglesia es madre santa
Y madre que ama y perdona;''
GüBR&A DB RBPO&MA . I63
Y por este propio estilo
Bran de Osollo las obras,
Y al General, caballero,
Le llamó justa la Historia.
Enero de 1872.
1^4 GUERRA DB REFORMA.
BCLLO T Sin PftR ROmAOf^G
DGL 13 De mAHZO
Oe 1868 GO GUADALAJAKA.
I.
Abre tos alas ¡oh musa!
¡Oh musa agita tus alas
Y dile á tus valedores
Que no se envejece el alma,
Que si el huracán sacude
Con furor la vieja palma
Entonces es cuando goza.
Entonces es cuando canta,
Mientras se doblan lastreras
Y temerosas las plantas»
Como desastroso incendio ,
Crece con la lluvia escasa
Aunque de pronto parece
Que le merma 6 que la apaga,
O como débil barrera
Que un punto enfrena las aguas
Y logra sólo reunirías
Y que reunidas se disparan
Sobre el muro que sucumbe
Y rendido se anonada;
Lo mismo contempló Juárez
La rota de Salamanca;
Y voy á contar el cuento
Porque contarlo me agrada.
Prieto, con su elocuencia, salva á Juárez y sus compañeros.
GXmSRA DB SBFORXA. Z65 .'-
II.
EL PALACIO.
En la capitarfamosa
Del Estado de Jalisco.
Mansión del poder supremo,
Hay un extenso edificio
Vulgar, cuadrado, de piedra.
Ni elegante ni conspicuo,
La Catedral le domina,
Hay soportales vecinos
Y una plaza ancha y alegre
Bien poblada de continuo.
El interior del palacio
Es cual caserón antiguo
Con sus amplios corredores,
Pavimento de ladrillo.
Arcos ya en alto, y los bajos
Deshabitados y limpios.
Allí se ofreció al gran Juárez
Noble y generoso asilo;
Puso allí sus oficinas.
Vivía con sus ministros
Como en familia, modesto,
Teniendo trabajo asiduo.
En el fondo del Palacio
Se hallaba sin distintivo
Largo salón con tres naves
Por columnas dividido,
Y al frente una plataforma
Con dosel y muebles finos,
Que es el tribunal Supremo
Aquel venerado sitio.
La plataforma á sus lados
Deja ver dos cuartos chicos
Donde están las oficinas
Del tribunal ya descrito.
m.
Son las diez de la mañana,
La guardia estaba tranquila;
La servidumbre.se ocupa. . .^%**
Su hacer la policía» * - . *
l66 GUSRRÁ DB RBPORM A.
"i '
Los unos barren y riegan,
Otros los caballos limpian,
Algunos soldados bruñen
I^ pieza de artillería,
Que como que cierra el paso
Del gran patio*á la salida,
Y que como una ascua de oro
Con el sol de Marzo brilla.
En largo y angosto cuarto
Que daba á las oficinas
Por un lado y por el otro
A la habitación contíg^ua,
El prólogo del gran drama
Que voy á narrar principia.
IV.
NOTICIA, motín, prisión.
Delante de una ventana
Cubierta de toscos vidrios
Que alumbraba un mal bufete
Y unos sillones antiguos,
Presidiendo está el gran Juárez
. Su Consejo de Ministros;
Y los aires que llevaban
De la derrota los ruidos
Los escuchaba confiado
Sin dar de inquietud indicios.
Ocampo leía en calma
Un voluminoso escrito;
León Guzmán meditaba
Muy flaco y muy enfermizo
Y Prieto junto á Cendejas
Parecía estar dormido.
De pronto cual si del muro
Le saliera de improviso
El letrado Camarena
Gobernador de Jalisco,
Se puso en medio á la sala
Firme, mas descolorido,
Y con voz sorda y terrible
AI Sr. Juárez le dijo:
—Alerta! señores todos
Que se ha pronunciado el 59. .
GUERRA DB RBPORMA. léj
Un cuerpo al mando de Landa
Y por Núíiez garantido
De leal é incorruptible.
De Juárez sostén y amigo.
— Vaya Núñez, dijo Juárez,
Al cuartel, y el manuscrito
Continuó leyendo Ocampo
Como el propio Juárez frío.
En tanto llega un correo
Que lleva oficial aviso
Del revés de Salamanca
Con detalles aflictivos.
Hay algunos de los cuerpas
Que á la defensa están listas,
Juan Díaz el esforzado,
Contreras Medellín vivo,
Antonio Alvarez y muchos
Que con sentimiento omito,
Con las guardias nacionales
Está Cruz Ahedo, caudillo
Del pueblo que nunca pierde
Al gritar ¡viva Jalisco!
EL MOTÍN.
Núñez con semblante airado
Lanzando sus ojos llamas
A la presencia de Juárez
Vuelve del cuartel de Landa
Informando que>ha encontrado
Amotinada la guardia,
Que rabioso y decidido
Al oficial se abalanza
Que grita [muera el Gobierno!
Con insolente arrogancia,
Y que entonces siente el golpe
De una inesperada bala
Que en su reloj se encasquilla
Y por eso no le mata,
— Dice Núñez, desparece
Y á combatir se prepara,
Juárez sin dejar su aplomo,
A Melchor Ocampo manda
Que dé lectura de nuevo
Al parte de Salamanca
XM CTTRRKA DB RBFOSMA.
■*■■■ .1 j i_ ■■ ,., I I ... .. -,.. ■ I
Entonces con voz tranquila
Dijo impasible. Esto es nada.
Han quitado d nuestro gallo (*)
Una pluma: Prieto, marcha
A escribir un manifiesto
Que diga que esta desgracia
Robustece nuestro esfuerzo.
Vigoriza nuestras almas,
y adelante, 3' adelante
Sin que nada nos retraiga
De arrancar á la vicloria
Sus laureles y sus palmas:
Vamos á almorzar, señores,
Que la mesa nos aguarda.
Entre tanto del Palacio
Se relevaban las guardias
Cuando retronante gjito
Clamó vibrante iá las armas!
¡Mueran los ^2¿ra5 malditos!
¡Viva la Religión Santa!
Y la sangre tiñe el suelo
Al retronar las descargas;
Combates de cuerpo á cuerpo,
Cuerpos caídos, cuchilladas,
Embestidas furibundas,
El delirio, la matanza
Se agolpan en erestrecho
Que le da al Palacio entrada.
Del motín á la noticia.
La cárcel desamparada
Que del Palacio, un tabique
Insuficiente separa.
Deja escapar á los presos
Que se descuelgan con reatas,
Y que el motín encrudecen
Con sus furias y su saña;
Se oye el romperse de muebles
Con estrepitosa zambra,
Los ayes de los heridos,
Los gritos de los que mandan,
Y es remedo del infierno
Aquella gresca satánica.
Prieto que estaba á la puerta
Del Palacio cuando estalla
£1 motín, retroeedieudo
GÜBRSA DB RBFOftMA. tt^
Detrás un pilar escapa.
Mas serenado el tumulto
Y á pesar de que encontraba
Fácil salida, fué á un cuadro
Do los rebeldes estaban,
Y dijo: Soy el Ministro
De Juárez, pido por gracia
Seguir su suerte, y la suerte
De aquellos que le acompañan.
Apenas oyen su nombre,
Los rebeldes le maltratan,
Le hieren y por los stielos
Enfurecidos le arrastran
Hasta llevarlo con Juárez,
Que prisionero se hallaba
En el salón espacioso
Que estaba frente á la entrada,
Y que Corte de Justicia
Los del pueblo le llamaban. '
En la ciudad populosa
Cunde rápida la alarma,
Como torrente de fuego
De pólvora entre montañas
Cual si sobre el heno seco
Cayera lluvia de brasas,
Corre apartada la gente,
Claman guerra las campanas,
Y Cruz Ahedo furioso
Corre impávido á la plaza;
Un estudiante Molina,
Acreedor á eterna fama.
De un cañón apoderado
En su empresa le acompaña; *
Los mochos al ver la fuerza
Se trastornan y se espantan,
Y que fusilen los presos
Con furia y resueltos mandan;
Pronto se alistan las tropas
' Qu« donde está Juárez marchan
Con un Filomeno Bravo,
Con un Moret y un Pagaza
En calidad de verdugos
De aquella sentencia bárbara.
Eran ochenta los presos
Qoe en carrera atropellada
!](»• GUERRA DB REFORMA.
En un cuarto se guarecen,
Del fondo de aquella estancia.
Se oye el marchar de la tropa.
Ya se acercan las pisadas,
Los prisioneros tras muebles
Y tras puertas se resguardan,
Quedando sólo en el quicio
De la puerta entrecerrada,
Juárez de pie y sin moverse
Como de mármol estatua,
Y Prieto también inmóvil.
Sobresaliendo á su espalda.
La tropa detiene el curso
Y frente á Juárez se para,
i Alto! ronco grita el jefe,
Y hay un silencio que espanta;
En semicírculo entonces
La tropa forma una valla
Y quedaron los tres jefes/
Cuidando la retaguardia.
—Presenten, preparen ar
Apunten y al decir fuego
Prieto á Juárez se adelanta
Cubriéndole con su cuerpo
Y ciego de horror exclama:
¡¡Los valientes no asesinan!!
¡¡Ehü levantad esas armas
Y habló. . . . .y habló con vehemencia
Sin recordar las palabras,
Que son tan sólo pretextos
Si deveras habla el alma.
Atónitos oyen todos.
La tropa las armas alza,
Y de los nobles soldados
Se vieron correr las lágrimas,
La formación destruyendo
En marcha desordenada.
Juárez, Ocampo y los presos
En tropel á Prieto abrazan,
Que se sentía gigante,
Y de cierto no era nada
Sino un obscuro instrumento
'Con que Dios salvó á la Patria.
Agosto 17 de 1896.
GUSRRA DE R8PORMA. I7t
RomAnee oe l. vall€
Y LA PAmiLIA enF€RmA.
Más que mediado está Marzo,
Y tras lances horrorosos,
Que pintaré en un romance
Y que merecen un tomo,
Sal^n de Guadalajara,
Que Landa ocupa sañoso,
Juárez con algunos suyos
Y con un piquete corto,
Residuo de Salamanca,
Que manda Iniestra orgulloso
Y á quien Ignacio Escudero,
Secunda del mejor modo.
Son apenas setenta hombres,
Y de México son todos;
Allí va Melchor Ocampo
Chata nariz, ancho rostro,
Pelo para atrás tendido.
Boca grande, ardientes ojos.
Estudiando si unas yerbas
Son mimosas ó heliotropos;
Y va allí Santos Degollado
De casi femenil rostro,
Muy menudas las facciones,
Y tras azules anteojos
Hundidos los ojos negros
Pequeños y recelosos:
Va bien montado gínete
Lo mismo fuera en un potro.
Pues aquella blanca mano,
179 GUERRA DB HKVORMA.
Recuerdo del sacerdocio,
Lo mismo empuña la espada
Que doma al valiente toro.
Allí van gnipos de empleados
De Tenoxtitlán despojos
Que en caballos cual violines
Andan en todos los tonos,
A colegiales alegres
Remedando con su holgorio.
El guapo Manuel Mateos
Es quien dirige los coros.
Allí marcha el que esto escribe.
En un rocín gravidoso,
Con más resabios que suegra,
Con más caprichos que un tonto,
Y al fin, entre todos g^ita
Y quiere organizar todo,
Vaileciio, encaramado
En un caballo estrambótico;
Cabriolas haciendo á cientos
Y un ruido de los demonios,
Hemos llegado á Santa Ana
Acatlán, y presurosos
Corren á buscar posada,
Y en un mesón se entran todos ..
Está el pueblo de Santa Ana
De su fealdad vergonzoso,
Como un mastín acostado
Tras de correr por el lodo.
A la sombra de unos montes
Que en semicírculo tosco,
Son lobanillo y berruga,
Sobre del valle espacioso
Disparatados jacales
De la loma á trechos cortos
Asoman como unos changos
De árbol caído sobre el tronco,
Y blanquean unas casas
Entre los peñascos toscos.
Como cabras esparcidas
Sobre terrenos montuosos;
La capilla con su torre
Y con su exiguo cimborrio,, . .
Está del-mesón al .fbeñte •. . ;: .* ,
Que del'd¿dive*en el íbndp ^ '- ^
GtTltSRA DS REFORMA. I73
Parece que está escocdido,
Y saluda con mal modo
Al viajero desdichado
Que pasa por los contornos;
O parece que colinas
Y casas y pueblos todos
Están viendo desde lo alto
A un bicho dentro de un pozo,
Pues le domina lo mismo,
A burlones 6 curiosos.
Apenas llegado hubimos
Cuando una nube de polvo
Obscureció el horizonte,
Y al grito de ¡son los mocliosl
Se prepara la defensa
Con menos temor que encono.
Es Landa, que arrepentido
Vuelve á nosotros furioso
De Guadalajara el pacto
Allí declarado roto,
Que en cinco tantos su fuerza
Es superior á nosotros
II
Era el mesón maldecido
Una trampa sin salida,
Con más parches y remiendos
Que de cesante levita.
El soportal, de una abuela
Recordaba las encías
Según los solos pilares
Y las carcomidas vigas.
Era de sucios adobes
Una indecente parrilla
Y en su cuadra obscuros cuartos
Y negras caballerizas,
Coronan nuestros valientes
Las tapias y citarillas
La puerta junto de Inicstra,
Sanios Degollado cuida,
Bravo desafiando el fuego
Que en esa puerta llovía;
Bajo el portal está Juáiez,
Cual siempre, con ¿z tranqtdla;
174 GUBRRA X>H RBFORMA.
Gtízmán^ Ruis, Ocampo, Prieto
En serena compañía;
Y linos empleados inertes
Porque de armas carecían;
En tm ángulo del patío
Que atravesaba una viga
Que en la azotea descansa
Cabalga, lleno de risa,
Con los pies colgando al aire,
V^alle que al combate activa.
Hay granizada de balas.
Hay horrorosa porfía»
Hay intentonas burladas,
\^ Forman huracán las iras,
Hay para nuestros valientes
Muerte 6 terribles heridas,
Y hay acciones temerarias
De Degollado, que afirman
A los que también defienden
Con su heroismo nuestras vidas.
Y en lo alto del edificio
Valle, alienta, manda, tira,
Cura heridos, baja al patío,
Suelta donaires y risas
Y ardiente, confiado y grande,
Doquiera se multiplica.
Mirad 9I pelón airoso.
Pálido de fi-ente altiva,
Ojos verdes y expresivos,
Y al reirse descubría
Un diente trunco entre perlas
Que adornaban sus encías:
De su puntíaguda barba
Cuelgan de oro unas hebriUas;
^ Hace de su fieltro dócil
Una chistosa gorríta.
Que allí donde se miraba
Fuego de infierno encendía
Lucha, canta, y la campaña
Más horrorosa se agita;
La noche se acerca á verla,
El sol la vio á su salida;
Está el mesón como fiera
Cercada por la jauría....
Al fin la sombra da tregua
aVMKRA DE HBPOAMA. 1^5
A la lucha fratricida
Y hacen las tinieblas corte
Al silencio que domina.
III
El mesón está cercado
De fusil á medio tiro;
Son nuestros muertos bastantes
Y muchos nuestros heridos
« ¡No hay parque! » gritan los unos;
Los otros ¡somos perdidos!
Cuando con pasos de gato
Y cual sombra, á Vallecito
Se le vi6 extinguiendo luces
Sin dejar ningún resquicio.
Y cumpliendo lo mandado
Caut«:> y en hondo sigilo
Ordena nuestra salida
Por un callejón conspicuo
Donde á cada paso un riesgo
Y cada aliento un peligro
Le forman muralla á Juárez .
Con los jefes y ministros,
Deja insepultos los muertos
Y sin curar los heridos,
Poniendo al dolor un fireno
Y mordaza á los quejidos.
De la guerrilla de pluma
Hacen vanguardia prolijo,
Y la corriente de sombras
Se embebe en ñinebre giro,
Sn las espesas tinieblas
Que envuelve el bosque vecino
Asi pasamos cual naves
Los puestos del enemigo
Que se hallaba sin aliento
Por la batalla rendido
Qué obscuridad! la tiniebla
Formaba muro macizo.
No andaba, se deslizaba
Ahogando á su paso el ruido
Aquel grupo de fantasmas
Que escapaba del abismo.
176 GUBRRA DE REFORMA.
Adelante con sus guias,
Valle caminaba listo
Dirigiendo nuestros pasos
Con un extraño silbido
§ue de lejos remedaba,
1 riiof tullo del grillo,
De pronto creen percibirse
Llamas en cercano sitio,
Hace alto la comitiva
Oyense confusos gritos
Bra la luz de la aurora
gue derramaba sus visos
n el lago de Eiipaque
Que es como los cielos lindo.
Los caballos relinchaban,
Los soldados daban brincos
Sólo inmutable miramos
A nuestro jefe, nuestro indio,
Imagen de la esperanza
Y vencedor del peligro
Vamos á la Hacienda presto,
Vamos al fandango, chicos,
Repetía Leandro Valle
Radiante de regocijo,
Y bebamos y gocemos
Que es día de San Benito.
GUSItSA DB RSFORMA. 177
GHAnoe
Y GnTKGTGniDO WmATKlE
I
Bn desairados rocines
De esos de silla constante,
Porque cuando están en pelo
Temen se los lleve el aire;
Sin mido ni servidumbre,
Ni maletas, ni equipaje,
Salió de Guadalajara,
Rumbo del Sur el g^an Juárez;
Y la comitiva escasa
Kn tal tono de desastre,
Con caras tan espantadas,
Con tintes de penas graves,
Que más parecían tropa
De cómicos ambulantes,
De los que unen á la farsa
Las seriedades del hambre.
Y el pueblo que es muy indino
Pretendió que se llamase,
Y Warnó/arntita enferma^
A los patriotas leales
Que siguieron su caudillo
Sin vacilar ni arredrarse.
Bntre tanto quedó Landa
En la ciudad imperante
Con ínfulas de gobierno,
Con barberos y edecanes;
178 "guerra db reforma
Mas la pompa inesperada
Y su auge duró un instante,
•Que en San Pedro está Parrodi,
Al frente de mil in&nteS|
Y con imponente calma
Se alista para el combate.
OsoUo sigue sus pasos,
A Parrodi le da alcance,
Y después de unos convenios
Que Parrodi firma al calce,
Osollo en Guadalajara
Recibe honores triunfales
En que entusiastas se lucen
Los clérigos y los frailes.
Deja Osollo á Casanova
^ Para que en Jalisco mande,
Y Casanova reviste
Los fueros de Gobernante.
II
LOK GALLOS DE LA CHINACA.
Ogazón, que de Jalisco
Representaba el Gobierno
Legítimo, Y que era de honra
Y de virtudes modelo.
Aparecióse en Sayula
La Reforma defendiendo,
Y le sigue denodado
Intrépido Cruz Ahedo,
Con Núñez y con Juan Rocha,
Apellidado el purera.
A la voz de sus valientes
Se levantaron los pueblos,
Y en breve nuestra bandera
Alegre se alzó en el viento.
Mas al pasar por Colima,
Juárez con feliz acierto,
Dejó á Degollado el mando
Dd Reformador ejército,
De omnímodas facultades
Su carácter invistiendo.
Bntonces de los patriotas
St renuevan los esfuerzos,
GUBR&A DE REFORMA. 179
La sed de gloría y la audacia
Generosas compitiendo.
Llegan á engrosar las filas
En sus cuacos los rancheros,
Las hembras hacen cartuchos,
Son infantes los labriegos,
Y la esperanza derrama
Sus rayos de oro en los cielos.
Logra por fin Degollado
Con su eficacia y su celo,
Formar armado y valiente
Un disciplinado ejército,
Y con él á Gualajara,
Cerca, atrevido y resuelto.
Casanova le esperaba
Con cuantiosos elementos,
Pero entorpecen su saña
La insuficiencia y el miedo.
Miramón que á Casanova
Ve disgustado en aprieto,
Vuela rápido en su auxilio.
Con sus tropas de refresco
Porque era esforzado, activo,
Y en sus maniobras certero.
Alza Degollado el campo,
Miramón le sigue, ardiendo
En ansia de derrotarle
Con inquebrantable anhelo.
En Atenquique se chocan
Los enemigos ejércitos,
Entre barrancas y peñas
Y entre eruptos voladeros.
Allí entre lluvia de balas
Y tempestades de fuego
De lo recio del combate
Fueron testigos los muertos:
Al fin cesó la batalla,
Y al cesar quedó perplejo
£1 destino, no sabiendo
Vencedores quiénes fueron,
Al quedar desierto el campo
Lleno de rastros sangrientos.
Agosto ao de 1896.
l8o GUBIt&A DB RBFORM A.
'D€ LO inORADO Gfí TIGRRA» 06 POR A9A'
0€L GRAn JUAn ZUAZUA
I
Libre, indomable, imperando
El salvaje en el desierto,
Es la soledad su madre,
Son sus hermanos los vientos,
Y cuando trepa á una altura
Para tener cerca el cielo
La vida con sus encantos
Hace palpitar su pecho.
En lo valiente compite
Con el león carnicero,
Y en lo ligero y airoso
Es el émulo del ciervo,
Es el robo su delicia.
Su gozo el luchar sangriento
Y desgarrar las entrañas
Al blanco que con empeño
Persiguiéndole rabioso
Da pábulo á su odio intenso;
La sorpresa, el arrebato,
Lo inesperado, lo pérfido
Le auxilian; el alarido
Es su cántico guerrero,
GÜSRRA DB RBFORMA. l8l
Y al cambiar vida por vida
Ve el peligro con desprecio.
Y la fuerza que combate
Enemigos tan tremendos
Y que en la guerra se educan
Tan valientes como expertos,
Son presidíales cual bronces
Que burlan al sol y al hielo,
O jóvenes vigorosos
De fincas de campo dueños,
Observativos, astutos,
Temeiaríos á su tiempo,
Al rastro, al humo, á la huella
Y al rumor más leve atentos.
Ocupa en estos combates
Constante el lugar primero
Un garzón alto, garrido,
Tez blanca, rubio cabello.
Como ginete extremado,
En los peligros sereno.
Perspicaz, para sus planes
A ejecutar resuelto:
Tal es Juan Zuázua; Lampazos
Le vio nacer en su seno
Cuando el siglo atrás dejaba
La nieve de veinte inviernos;
Y aunque al aula y al estudio
Sus padres le condujeron.
Su respiración cortaban
Las paredes del colegio,
Y se regresó á los campos
A trabajar con empeño,
Y á combatir á los indios
En furibundos encuentros.
II
INVASIÓN AMERICANA.
Apenas el ronco bronce
Le anunció á los fironterízos
La injusta invasión áslyank€€
Y de la patria el conflicto,
Cuando acudieron fervientes
A donde estaba el peligro,
l82 GUBRRA t>B REFORMA.
Y Zuázua veloz dejando
Sus intereses perdidos,
Se presentó al noble Arista
Ofreciendo sus servicios;
£n Palo Alto y la Resaca
No se ensayaron sus bríos;
Pero en Monterrey le vieron
Como de valor prodigio
Y al saber de los tratados
Üe paz el término inicuo
Con el pesar en el alma
Buscó en su hogar el olvido.
Pasó el tiempo, la Reforma
Con su rugir inaudito
Eficaz despertó al pueblo:
Y con arrojo imprevisto
Desde Mpnterrey Vidaurri
De Ayutla repitió el grito
Al derribar á Corona.
A Zuázua llamó en su auxilio
Que le conoce valiente
E inmaculado patricio;
Dióle el mando de las fuerzas;
Y éste enérgico y activo,
Armamento, municiones,
Sin tasar los sacrificios
Tuvo, y guardias nacionales
Organizó de improviso;
Formó núcleo su talento
Con patriotas distinguidos,
Y el descollaba potente
Como poderoso encino
Que forma hermoso conjunto
Con sus gigantescos hijos.
Junto á él brillaba Escobedo
Liberal, cauto, expedito,
Al cumplir con sus deberes
Pundonoroso y estricto.
Allí de Pedro Hinojosa
Se desplegaban los bríos,
Arrebatado, entusiasta
Y con corazón de nifio.
Allí Ignacio Zaragoza
GüSRRA DB RKPORMA. l6S
Dio de su aptitud indicios,
En el triunfo 6 la derrota
Siempre modesto y tranquilo.
Y el ejército naciente
Con el salvaje aguerrido
Bn sefialados encuentros
Trazó de gloria el camino.
Los jefes del reaccionario
Ocuparían el Saltillo
Disponiéndose soberbios
A dar á Zuázua castigo;
Pero Zuázua se adelanta,
Dispone su plan solícito
Y á los tres valientes jefes
Que son nuestros conocidos
Les da orden de que se arrojen
Sobre el audaz enemigo.
A Escobedo le encomienda
Tome el punto más conspicuo,
Y á sus compañeros lanza
Por otros puntos distintos;
Y antes que la luz alumbre
De la aurora el primer brillo
Cayeron como torrentes
Al pueblo los fronterizos
Bntre el zumbar de las balas,
Los choques de armas y gritos.
Parrodi y Güitiám resisten,
Zuázua acude bravo y listo
Donde el combate estupendo
Se baila más comprometido
Hasta ver á la victoria
Que con su ine&ble brillo
Bn su fuga denunciaba
Al macho feroz vencido.
III
¡adklantb!
A los de calzón de cuero
Y de blusas encamadas,
A los de cuacos ligeros
Y los de certeras charpas
XS4 GUBRRA DB RBFOBM A-
Saludaron con repiques
Kl Cedral y Matehuala
Mirando que los tagarnos
Para San Luis se adelantan.
Mas Haro que entonces era
Bl jefe de aquella plaza
Ordena que ataje el paso
Del provocativo Zuázua;
Y con Parrodi una fuerza
Bscogida al campo salga.
Bl fronterizo caudillo
Un plan atrevido traza
Y los medios es^pedita
Antes de ponerle en planta.
Sigiloso y avisado
Y con reserva extremada,
A solas y sin testigos
Al jefe Bsoobedo llama
Y le dice: ¿Os creéis sujeto
Con la fuerza ó con la maña,
De detener á Parrodi
Menos de media semana,
Sin dejar un sólo instante
Que sosiegue de su alarma
Ni deje de estar atento
A la tenaz amenaza?
Os lo prometo- -Mariano,
Mira que la cosa es ardua.
— Lo prometo — Pues ya sabes
Que confío en tu palabra.
Y con una corta fuerza
Mal provista y bien armada
A avistarse con Parrodi
Mariano Escobedo marcha.
Ni un minuto, ni un instante
Logró la fuerza contraría
De sosiego en que un punto
Las blusas no la inquietaran.
Ya en riesgosas correrías.
Descaminados le arrastran.
Ya se fingen derrotados
Y parece que se escapan,
Ya es de noche el tiroteo,
Ya retruena al tocar diana,
Ya en un punto inaccesible
aUSRRA DB REPORMA. 1 85
Disponen una emboscada,
Y siempre Escobedo activo,
De sitio fugaz mudaba
Una, dos, y hasta tres veces^
La luz halló á su chinctca
Contenta con sus fatigas
Y en la victoria confiada.
IV
SORPRKSA.
Zuázua después que á Escobedo
Dio aquella orden terminante
De detener á Parrodi,
En acción puso sus planes;
Despareció ¿dónde estaba?
¿Dónde? Se lo llevó el aire,
Sin el grueso de sus fuerzas
Sin saber el rumbo nadie.
Reinó silencio terrible
Que hacía que se contasen
Como siglos los minutos
Presintiendo mil desastres,
Cuando de pronto alumbrando
Los espacios palpitante
Llega la fausta noticia
De que Zuázua, sin ambajes,
A Haro intima que se rinda
En el Potosí pujante;
Hay tremendas resistencias,
Hay furibundos embates,
Pero como bravo toro
Al que logra sujetarse
Con una soga en el cuello
Que con tirantez constante
Más le aprieta, le sofoca
Al luchar por libertarse,
Así Haro y sus compañeros
Al fin tienen que entregarse
Al jefe de la fi-ontera
Que poderoso y triunfante
Atento al bien de la patria
Y sin mezquinas ruindades
ROAIAKCICS— 34.
IS6 GUERRA DB REFORMA-
Integró del plan de AyutU
Los principios inmortales
Qpe Haro adulterar querüi
Como sutil intrigante.
Bn San Luis entre festejos
Su bandera plantó Zuázua
Con encanto de los libres,
Con orgullo de la Patria.
Agosto 31 de 1896.
Y^"ÍS^
GUBRRA DE REFORMA. 187
peieQKino RomAne€
De uno$ $aBen y otRO$ bajad
<K>mo iJO$ eoBo» d6 dorix.
XUAZUA, MIKAMON, MANKKO.
Vanse á la sombra, cuitados,
Los de la fiunilia enferma»
Mientras el sol de los mochos
Bn los cielos reverbera;
Dispone baile» 3' fandango,
Nuestra Santa Madre Iglesia,
Y que la gente más grave
Dance y toque panderetas.
Landa el garrido mancebo
Bn Guadalajara impera,
Bnvidia de los garzones,
San Antonio de las viejas
Pero no hay gusto cumplido,
Parrodi toca á la puerta,
Y estáticos se quedaron
Los que celebraban fiestas.
Mas el liberal su gozo
Vi6 trocado en honda pena
Porque triunfador OsoUo
Bn pos de Parrodi llega,
Y después de unos convenios
Parrodi el campo despeja;
Y entonces se dieron gusto
Sin temores ni reservas
Los defensores de Cristo,
Con casaca y charreteras.
OsoUo sin un instante
Que pueda llamarse pérdida,
Al pomposo Pérez Gómez
l88 GUSRRA DB RBFORMA.
Manda que vaya á Morelia,
Donde la inquietud mantienen
Unidos Pueblita y Huerta;
Destina á Antonio Mañero
A que tome á Zacatecas;
Y á Miramón le señala
Con sus poderosas fuerzas
A que de San Luis apoye
La interesante defensa,
Y que castigue de Zuázua
La amenazante insolencia.
II
LA ACí'IüN DE CARRETAS.
Zuázua que la marcha sabe
De Miramón el valiente
Con sus aguerridas tropas,
Con sus numerosos trenes,
Con la merecida fama
De sus entendidos jefes,
Dispone su plan de ataque,
Ve el sitio que le conviene
Y enmedio de dos laderas
Y en alto pone á su gente
En el puerto de Carretas
Que hasta hoy el nombre mantiene.
Hinqjosa, Zayas, Blanco,
Escobedo y Aramberri
Secundan al bravo Zuázua
Bizarros é inteligentes.
Se empeña la acción tremenda
Y no se sabe quien vence;
Si Zayas asalta en un flanco
Zuázua á la vez retrocede,
Y si á Escobedo se corta
Irresistible Aramberri
Entra en el campo enemigo
Sembrando terror y muerte
Unido con Miguel Blanco
Que triunfa donde aparece.
Por fin piadosa la noche
Sus negras sombras extiende,
E indecisos y sangrando
GÜKRRA D£ RBK>RHA. 189
Los terribles combatientes
Del palenque*en que luchaban
A la vez desaparecen.
Miramón huyó del campo
Dejando heridos y trenes
Y con pérdidas enormes
Dentro San Luis se guarece,
Proclamando una victoria
Que con su actitud desmiente;
Por disimular entonces
O por creerlo conveniente
A Zacatecas se marcha,
A Mañero deja fuerte
Y para San Luis regresa
Listo, activo y diligente,
Brotar haciendo esperanzas
Por el rumbo en que aparece.
III
ZACATECAS.
El propio á quien los serviles
Creyeron despedazado
Por Miramón el invicto
Y el empuje de su brazo,
Aparece en Zacatecas
A Mañero amenazando,
Preponderante y resuelto
Desmintiendo su fracaso
Y dando brillo á las blusas
De sus valientes tagarnos
Que en .la llanura y las peñas
De púrpura engalanaron.
Y Mañero que era jefe
ídolo de sus soldados.
Prepara la resistencia
Como inteligente táctico.
Es la rica Zacatecas
Un prolongado barranco
Donde a} parecer estaban
Edificios encerrados
Y que á un grito repentino
De libertad se animaron.
Unos saltando entre rocas.
IQO GUB&&A DB &BPORMA.
Otros las cuestas bajando,
Otros simétricas filas
En laderas alineados;
Aquellas esbeltas torres
En las plazas dominando»
Y al borde de la barranca
Con timidez asomados
Miserables j acalones
Y de adobe humildes cuartos;
Y que de pronto terrible
Reventó traquido mágico
Clavando entre las montañas
Un pueblo raro y fiemtástico.
Pero el combate se empeña,
Hay embestidas, rech&sos
Y escenas de horror y sangre
En los dos bandos contrarios.
Hay un punto dominante
De Zacatecas á un lado,
Es la Bufa, alta montaña
Con coraza de peñasco,
Defisndida por abismos
En que se aloja el espanto.
Es de Zacatecas llave
I^ Bufa, y su cima en alto
Proclamándose invencible
Vida y fuerza de los ánimos.
£1 combate se encarniza
A cada vez más porfiado,
Y Zuázua manda á Hinqjosa
Que á la Bufa tome bravo
Ya perezca en la demanda
Oh que triunfe afortunado.
Y cual león Hinqjosa
Marcha ardiente, aviva el paso
Viendo muertos á los suyos
Por los declives rodando,
Hasta tocar en la cima
De su fuerte amurallado.
Allí pecho contra pecho
AIK en lucha brazo á brazo,
Se declararon vencidos
Los de Mañero esforzados
Y allí apareció Hinqjosa
Circuido de heroicos lauros.
GUBRItA D8 REFOBUA. 191
IV.
¡mükrtk! i
I
Impasible miró Zuázua
De los suyos la victoria, ¡
Se muestra bueno y clemente
Con la prisionera tropa,
Y á Mañero, Landa y otros
Al patílubo abandona.
SepticmbR 5 de 1896.
192 GUBR&A DE RKFORMA.
CinieBLA$ Y eLARlDADG».
CRXDDe Y miLxcKosoRomxoee dg la voirraDx
VOLTXIRA.
RA801 £0 CON PAPAS.
Cuellos y rostros se lavan
Los clérigos y los frailes;
Se peinan y se rasuran
Los curas y sacristanes:
Las monjas regocijadas
Limpian sus tocas y trajes;
Y atusándose el bigote
Los antiguos militares
Van á sacar del empeño
En que guardaron, cobardes,
Sus kepis y sus casacas,
Sus espadas y sus sables.
La opulenta Zacatecas
Viste dé gala sus calles,
Y la Bufa dominando
Da sus banderas al aire.
¿ Por qué tanto regocijo?
¿Por qué de contento alarde
Si la tierra viste duelo
Y el viento suspira sangre?
Es que huyó, cual can rabioso,
Del lugar el gobernante.
Valedor de la frontera.
Jefe de los chinacates.
GXmítRA DS KSPORMA. I93
II.
Entre Víctores y flores
Han entrado los caudillos
A la rica Zacatecas
Que brilla de regocijo.
A Mañero le precede
Miguel Miramón invicto,
Que va en pos de los laureles
Que no le otorgó el destino
fin Carretas, tras esfuerzos
De eterno renombre dignos.
Mañero es el imperante.
Mañero es el elegido
Para jefe del Estado
Por su valor y prestigio.
¡Los proceres qué finchados!
¡Los jóvenes qué garridos!
¡La plebe que alborozada
Saludan al bien venido!
Monta en su corcel soberbio,
Alto, movimientos listos,
Ancho cuello, anca redonda,
Crin profusa y ojos vivos;
Y era el ginete gallardo,
Joven, elegante, altivo,
Ojos de negro azabache,
El color alabastrino.
En la paz, dulce y afable,
Mas por la guerra impelido,
Era asombro de la muerte
y era el terror del peligro.
En las puertas y balcones
Al retronar el bullicio,
Sonrisas vierten las damas,
Plores arrojan los niños,
Y la iglesia complaciente
Prorrumpe en .sublimes himnos.
Viendo estuvo el sol festejos
En su dilatado giro;
Y en las quiebras del barranco
Y en los tortuosos caminos
Las músicas resonaban
Entre cánticos y gritos:
En la noche la barranca
ROMANCES.- 25.
194 GUBULÉL Vn RMVOÍJUL
£ra de llama un abismo,
Que enviaba sus resplandores
Hasta los montes vecinos,
Arrollando las tinieblas
De la noche con su brillo.
Cabanas, casas, alturas
De los grandes edificios.
Torres vestidas de fuego,
Cúpulas que en el vacío
Fantásticos remedaban,
Alcázares suspendidos
En el aire cual mansiones
De algunos seres divinos;
Cintas de llama, perfiles
De luz bordando el vado
Que aérea mansión revelaban
Fingían á los espíritus
Apariciones, ensueños
Y quimeras del hechizo.
III.
Entre tanto, en una casa
Singular por su riqueza,
Exposición esplendente
De la vanidad minera,
Para el apuesto Mañero
Regio banquete se apresta:
Candiles y cortinajes
De los artesones cuelgan,
El cristal estalla en iris
En los vasos y botellas,
Los licores deliciosos
Piedras preciosas remedan,
Y en los manteles de nieve
Inconstantes centellean;
Ix>s bustos de las mujeres
Irradiando de belleza
Algo de incorpóreo cobran,
Que los ángeles semejan,
Como al naufi^gar las almas
En mares de dicha extrema.
Las recíprocas miradas
Se cruzan de hombres y de hembras,
Mas lo que mucho se admira
Es que do Mañero impera
GUBRRA DB RBFORMA. I95
Se ve sobre los tablones
Descubiertos de la mesa
Grande pedestal de plata
Y en pie la figura esbelta |
Del guerrero afortunado j
A quien consagran la fiesta.
Hubo exquisitos manjares;
Hubo músicas selectas,
Y entusiasmo estrepitoso,
Hubo lisonjas rastreras;
Hasta que llegó la aurora
Desde el toque de retreta.
IV. I
i
ZVÁSÜA.
Abril diez y siete veces
Vio reclinado entre flores, i
A la luna silenciosa {
Dulce en brazos de la noche;
Y á Mañero agasajado,
Lleno de pompa y honores;
De nuevos triunfos soñando ^ j
Los risueños horizontes. !
De la rota de Carretas |
(Que así se le llamó entonces)
Dieron noticias las dianas
Redoblando los tambores.
Fué la batalla tremenda;
Pero en sus propios horrores
De Arramberi valeroso
Brotaba de gloria el nombre.
A Blanco se le ensalzaba
Por lo intrépido y lo noble;
Y de Hinojosa la espada
Lanzó vivos resplandores,
Haciéndose honra y orgullo
De la chinaca del Norte.
¿Mas por qué Zuázua el temido
Que doquier su fuerza impone
No aparece tras de hazañas
Dignas de inmortales bronces?
£1 león de la fi-ontera,
El que más sagaz conoce
t96 GURkRA DK RBFO&MA.
Por donde \-a la victoria.
Y tras de sus lauros corre;
Miradlo sobre la Bufa
Roncos truenan sus cañones,
Y sorprendido Mañero
Ardiendo en furor los oye.
Empeñóse la batalla.
De la Bufa en las alturas:
Los de Mañero escalaban
La eminencia con bravura,
Y con torrentes de plomo
Zuázua apagaba sus furias;
El humo envuelve en tinieblas
Aquella tremenda lucha.
Y relámpagos de acero
La espesa tiniebla cruzan ;
Se oyen gritos y gemidos.
Del monte las quiebras rudas
A cien caudillos valientes
Dan ingrata sepultura.
Rompe con las resistencias
La chinaca^ y la fortuna
La declara vencedora,
Y la proclama y adula;
Que es la fortuna voltaira,
Un leve soplo la muda
Y en el cáliz de la dicha
Traidora vierte amargura.
Presos están, y esperando
Del vencedor la sentencia.
Los tristes que desterrados
Ven al obispo Berea.
Está tranquilo Mañero
Sin jactancia y sin bajeza:
Landa, de Guadalajara
Los atentados recuerda,
Perp su semblante inmóvil
Se le ve y como de piedra;
Reche y Aduna la estancia
En giro inquieto pasean;
Y Gallardo silencioso,
GimRRÁ DK RSFORMA. 1 97
Sentado junto á una reja,
Oculta la hermosa frente
Entre sus manos abiertas.
La plebe está confundida,
Todo comercio se cierra,
Se ven muertos insepultos.
Se ven despojos de guerra.
A Zuázua se le pregunta
Lo que á los presos espera,
Y sin vacilar un punto,
Sin dar á la vida tregua,
Con un acento terrible
Zuázua responde ^que mueran.
La sentencia ejecutóse
I3e la ciudad con escándalo,
Entre algazara salvaje
Y entre comprimidos llantos;
Y cuando á los cinco muertos
Llevaron al camposanto,
(Porque aquí no es oportuno
Ocupamos de Gallardo,
Que fue resultando vivo
A pesar de sus balazos)
Algunos de los curiosos
Que el suplicio presenciaron
Miraron con extrafíeza,
Con hondo asombro miraron
Que las mismas cuatro tablas
Que en el banquete brillaron
Frente al valiente Mañero
Con flores y con regalos,
Las tomó el oculto afecto,
O el capricho, ó el acaso,
£n eh ataúd humilde
En que su cuerpo encerraron,
Como una lección terrible,
Como un aviso de lo alto,
Que á la vanidad confunde,
Que predica desengaños
A los necios que desprecian
La inconstancia de los hados.
Noviembre de 1894.
xqS guerra db reforma.
FIFA DG VIDAS A LO I>OmBF€
o sex
KeFKieGA ^AnGKicncA De Acenouioae
Grande volcán de Colima,
Dominador del vacío»
Tú que fuiste del combate
Imperturbable testigo
Que el furor tuvo por móvil
Y por palenque el abismo.
Ayuda con tus recuerdos
El aliento de mi espíritu
Que aunque lo siento potente,
Vivaz, penetrante, activo,
El trascurrir de los años
Puede apagarle su brillo
Como el cielo con la niebla
O con el vapor el vidrio.
Era de cincuenta y ocho
El año de sangre tinto
Cuando el grupo de chinacos
En el desprecio perdidos,
Y que al Sur se refugiaron
Del opulento Jalisco
Con Pedro Ogazón, dechado
De virtud y patriotismo,
Al parecer taciturno,
Muchas veces brusco y frío;
Pero corazón de arcángel
Y de abnegación prodigio.
Con el insigne Cruz Ahedo
Prez del nombre tapatío;
Con aquél Núñez, encanto
GUBRRA D1S REFORMA. I99
Por lo intrépido y lo fino;
Y con Juan Rocha valiente
Tocando á lo nunca visto,
Al mando de Degollado
Fuertes, llenos de prestigio,
Pisando están las goteras
De Gualajara atrevidos;
Y le amagan esforzados
Con los horrores del sitio^
Que ponen 4 Casanova
Casi fuera de sentidos.
Pero Miramón acude
Como él era, audaz y activo,
Con sus expertos secuaces,
Con sus fecundos arbitrios,
Con soldados orgullosos
De seguir á su caudillo,
En número formidable,
Y de todo bien provistos;
Degollado cuando supo
De Miramón el auxilio
Alzó el campo y replegóse
A Zapotlán previsivo.
Cuando estaba á dos jornadas
Escasas el enemigo
Para Beltrán se dirige
Donde era su lugar fijo
O base de operaciones
Por su táctica elegido.
Propicio para su campo
Zapotlán le abre camino,
Y atraviesa de Atenquique
Los furibundos peligros;
Pero en Atenquique deja
Cuidando dos jefes dignos
Y á más Núfiez y Bsa>bedo
Para vigilar solícitos.
II
ATENQUIQUE.
Enmedio á revueltas lomas
Y fragosos pedregales,
Dcode las aguas no corren,
300 GUBRRA DE RSPORMA.
Donde las yerbas no nacen,
Se extiende un extenso borde
Que en dos el camino parte
Y corona una abra inmensa,
Espantosa y formidable:
£s una huudición abrupta
Que baja inconmensurable
Y que dejó una cornisa
Saliente al precipitarse,
Unida al gigante muro
Y como d'el agarrándose,
Por un lado y por el otro,
Como pronta á descolgarse
Por entre quiebras y honduras
Al abismo inevitable.
Pero el descenso es tan rápido,
Tan sin descanso y colgante
Que hasta su fin se detiene
Y á su término se abate
A tocar una llanura
Pequeña, llegar no es fácil
Al fondo en que humilde arroyo
De corriente de cristales
Y donde humildes chocillas
Esconden sus mezquindades.
Al borde opuesto se mira
Una como rampa alzase
Con mil vueltas y revueltas
Entre peñascos gigantes,
Al que Caracol le llaman
Y á Beltrán estrecho sale.
A todos vientos se observati
Bosques de espesos ramajes
Y al fondo los horizontes
Tanto llegan á estrecharse
Que se duda que es un cielo
O es un tragaluz, que el arte
Abrió encima de los montes
De los hombres apiadándose.
III
LA BATALLA,
Junio ardoroso marcaba
Con dos auroras su vida
GUBR&A DB RBPORMA. .001
Cuando reuovó el destino
De la discordia las iras
Sembrando muerte y horrores
La contienda fratricida.
La Barranca de Atenquique
Corona la artillería
De Miramón y sus tropas
Ocupaban la alta cima,
Mientras al opuesto lado
Del barranco aparecían
Las tropas de Degollado
Bn trabajosa subida.
La mitad de su carrera
Tocaba brillante el día
Cuando anuncia el ronco bronce
Que la batalla principia.
En lo hondo de la barranca
Están á la defensiva
Miguel Blanco y sus rifleros
Que de Monclova venían,
Y rifleros de Galeana
De los más bravos envidia.
De la altura sé desprende
Una columna atrevida
Bajo los fuegos nutridos
De la horrenda artillería
Que en lluvia de proyectiles
El lado opuesto barrían;
Mas los valientes rifleros
Con certera puntería
Destrozan á sus contrarios
Y desbaratan sus filas,
Miramón entonces hace
Una segunda embestida
Y en el abismo espantoso
Es la lucha más reñida;
La fuerza de Degollado
Su columna precipita,
Se esfuerzan los fronterizos,
Llegan las caballerías,
Y en la pequeña llanura
Que en el fondo se extendía,
La rabia, el furor, la muerte
En horrores competían,
lyos fnochos al fin sucumben
ftOlCANCBtt.— 36.
302 GUBRRÁ DB RB^ORMA.
Aunque agonizantes lidian
Mas horrenda, irresistible
Tercera columna envía
Miramón, y va á su frente
De Vélez la espada invicta.
Las fuerzas de Blanco y Rocha
Se desmenbran y vacilan
Cuando en la tendida rampa
De la descubierta orilla
Aparece el bravo Núñez,
De Escobedo en compañía,
Y ambos combaten, y alientan;
A los suyos organizan
Entre torrentes de balas,
Entre montones de víctimas;
Vélez entonces avanza
Bizarro, la frente erguida,
Como corriente impetuosa
Que los diques aniquila.
El humo convierte en noche
La espléndida luz del día;
Y con el trueno las rocas
Tal pareció que gemían.
Núñez y el bravo Escobedo
A los suyos acudían.
Mas sus caballos detrozan
Las contrarias baterías,
Y Escobedo se levanta
Mal trecho, la frente herida,
Y á Núñez órdenes pide
Que acata con fe cumplida.
¡Oh Núñez, heroico Núñez!
Cuál te descubre mi vista
Sangrando, entero, soberbio,
Teniendo en nada lia vida,
Combatiendo por la causa
Del Derecho y la Justicia.
Un paso más y victoria
Por Vélez es obtenida,
Pero se esfuerzan los nuestras,
La victoria está indecisa,
La noche tiende sus sombras.
Silencio hacen los que lidian,
Y cada cual en su puesto
Triunfo feliz presentía.
GTTSRRA I>S REFORMA. 303
Los muertos cubren el suelo,
Hondo terror esparcían.
Los grupos de los heridos
Y sus quejas doloridas
La aurora dice á los nuestros
Que en dispersión inaudita
Miramón levanta el campo
Y en Ciudad Guzmán se abriga,
Llamándose victorioso
Con desvergüenza inaudita,
Cuando sus carros de heridos
Y su fuga intempestiva,
Sus alardes de triunfante
Ante el mundo desmentían.
Queda en Beltrán Degollado,
Sus tropas se reorganizan
Y á poco en Guadalajara
A los mochos desafian.
Septiembre 13 de 1896.
>04 GUSRRA. DB RaPOKMA.
BRiLLAHTe RomAn^e
De miHAmón en (^aripaüa
Arrebatando las almas
Y presagiando victorias,.
Galano como el dios Marte,
Como un Cid con su tizona,
Asombro de los valientes,
Sueño de amor de las mochas,
Miramón sale á campaña
Con su irresistible tropa
Enmedio á estruendosos vivas
Y ovaciones calurosas;
Sale como hermosa nube
Cuyos bordes el sol dora
Y ofrece á las sementeras
Lluvia rica y abundosa;
A Jalisco se dirige,
Do Degollado y sus tropas
Aparecen denodadas
Proclamando la Reforma.
En Guadalajara el mocho
Sus elementos agota;
Mas Miramón aparece
Como una marina tromba
§ue se levanta soberbia
impera sobre las olas.
Entre tanto las facciones
De odio bramando se chocan ;
Y si los triunfos sangrientos
Cantos de júbilo entonan,
A la vez se oyen aullidos
De desastres y derrotas.
GUBRRA DB REFORMA. 205
Blanco en Michoacán domina
Y al clero rebelde doma;
Mas en TÍampico Mejía
Entra, y Garza lo abandona.
En Oriente está el gran Llave
Y hace inaccesible la Hoya;
Mas Echagaray Jalapa
Con su crueldad extorsiona,
Y hace rutina las muertes
De esclarecidos patriotas.
Márquez desde Zacatecas
A San Luis violento torna,
Y en Tepatitlán espera
Que Miramón le socorra.
Y la prensa de los mochos
Del poder aduladora,
Pinta á los nobles triunfando
Y espirando la Reforma.
Enmedio de ese tumulto
La oreja hipócrita a.soma
La venida de un monarca
De la nación española
Que ponga en paz nuestra tierra
Con sa cetro y su corona.
Pero todo sé obscurece,
Todo se achica y se borra
De Miramón con la marcha,
Anuncio de triunfo y glorias.
Degollado que al combate
Siente que se le provoca.
Se apresta á la resistencia.
Valor infunde á sus tropas.
Coronado, Blanco y Valle
Dan á sus fuerzas prez y honra:
De Miramón al encuentro
Los liberales se afrontan
Y en Tololotlán el centro
Convierten de sus maniobran:.
Formóse en extenso campo
De la batalla horrorosa
Las márgenes del Santiago,
Río de aguas caudalosas
Que corre chocando en peñas
, Y que en Ponzitlán se azotan,
Cercana al campo la selva
206 GUKRilA DB RKFOKMA.
Y hondas barrancas y lomas
Y la hacienda de Ateqoiza
Cercada de humildes chebas.
II.
KMBE8TIDA8.
Seis soles frente por frente
Enardecidos disputan
Ya los vados de los ríos,
Ya sus caprichosas curvas.
Los bronces con sus rugidos
Difundían la pavura;
Y sangre, terror y muertes
Bn la selva y las llanuras
Vieron con terrible espanto
Los azares de la lucha.
Miramón se multiplica
Con pericia y con bravura;
Se le opone Coronado,
Blanco su plan ejecuta,
Y si por unos instantes
Del clero el caudillo triunfa,
Bn las ondas sus contrarío^
A los que vencen sepultan;
Pasa Miramón el rfo
Y se hace la lid más cruda,
De la selva se apoderan,
Pero una emboscada oculta
Les detiene, les derriba,
Y entablan en la llanura
Inesperado combate
Que con la espada desnuda
Alienta impávido Blanco,
De Juan Rocha con ayuda.
Aquella lucha porfiada,
Aquella lid furibunda,
Bntre despojos y horrores
La suerte mantiene en duda;
Mas á mandar un refuerzo
Degollado se apresura,
Y Miramón organiza
Sus impetuosas columnas.
Surge entonces Bsoobedo,
GUBJUIA DB REFORMA. 20J
Valle activo se le junta,
Y la Hacienda de Atequiza
Los dos blmdos se disputan.
Por fin piadosa la noche
Bnvolvió en tiniebla cruda
El campo donde á ninguno
Dio sus lauros la fortuna.
Degollado que conserva
Más entusiastas que nunca
Sus tropas, pero sin parque,
Hambrientas, medio desnudas,
Ordena su retirada
Sin zozobra y sin premura,
Sin dejar al enemigo
Al partir señal alguna
Que indicase la victoria
Que audaz Miramón anuncia.
El Jefe de la Reforma
Por Guadalajara cruza,
Y para Beltran dirige
Sus fuerzas do con presura
Piensa renovar su esfuerzo
Para volver á la lucha.
Pues Degollado es cual oro
Al que las llamas depuran;
Y adquiere mayor estima
Mientras la prueba es más dura
III,
UOLOORIO.
Miramón en son de triunfo
Penetra en Guadalajara;
Las flores cubren las calles,
Atarantan las campanas;
Con sus caras de fandango
Sacristanes y beatas
Al templo acuden gozosos
Do el órgano se hace rajas
De júbilo porque barre
San Miguel á la canalla:
Que asi la gente de Iglesia
A su Miramón le llama.
Pero Miramón no atiende
208 GUERRA DE lÍBFORMA.
A cristianos ni á cristianas,
Y sale tras Degollado
Con su genial arrogancia,
Bajo llu\Ha de laureles
Y entre ensueños de esperanzas.
Pero cauto Degollado
A Beltrán rápido avanza
Con fe viva en sus valientes
Que á combatir se preparan.
Miramón que de Atenquique
Los recuerdos conservaba
Tuerce á Colima su paso;
Pero en San Joaquín le aguardan
Las fuerzas de Degollado
Dispuestas á la batalla.
Ruge de rabia el caudillo
Destroza, acuchilla, mata;
Invencibles posesiones
Toma su mente acertada;
Y tras de porfiada pugna
Y á pesar de la extremada
Resistencia furibunda
Y las heroicas hazañas
Que entre los libres abundan,
Miramón y sus soldados
De los liberales triunfa.
El pueblo ensalza su nombre,
La Iglesia canta aleluyas,
Y las ciudades brillando
De contento y compostura
La efigie del héroe ponen
De los cielos en la altura,
Dejando absortos los pueblos,
Y al Papa dejando á oscuras.
Mal parado y en derrota,
Sin trenes y sin soldados,
El camino de Morelia
Va siguiendo Degollado
Con unos pocos amigos
De fidelidad dechados.
Va tranquilo y sonriendo
En su destino confiando
GUERRA DB RBFORMA. 209
Y les dice á sus amigos
Sn Morelia haremos alto»
Y á combatir; que os esperan
Nuevos y brillantes lauros.
Septiembre 20 de 1896.
SIO GtTBKRA DB RBFORKA.
R LA PAR DG eiGLO Y TIGRRA.
BNTRADA.
La guerra de los tres afios
En que reinó el alboroto»
Era €X>mo aquellas guerras
De cristianos y de moros,
En la que santos y diablos ,
Atizaban el trastorno;
Guerra en que estaba al servicio
Del encarnizado fnacho
La delación, el milagro,
£1 chisme en lo más recóndito
Que en el hogar estallaba,
En duelo, en tormento y lloro,
Y en que el chinaca atrevido
Arrostrando todo estorbo
Quiso la corte del cielo
Entregar á los demonios,
Con la blasfemia en los labios,
Con el insulto en los ojos.
Con el servil compitiendo
En crueldades y en encono.
¡Como en el nombre de Cristo!
Se hizo meritorio el robo,
I Como espionaje ejercieron
Los sacristanes y acólitosl
Sirviendo á graves prelados
De instrumentos desastrosos,
Cual suponiendo ayudarles
La Virgen y San Antonio,
Dd hipócrita alentaban
GÜBRRA DB RSPORMJL 211
Proyectos de muerte y odio
Para derramar la sangre
Y convertir en glorioso
El villano asesinato
Y el fatrícidio horroroso.
Las beatas se gloriaban
Al ver los vinculas rotos
Del Padre á Dios consagrado
Y del hijo demagogo;
Ellas pedían limosnas
Clamando al Divino Rostro,
Y en recursos se tomaban
Para Miramón y OsoUo.
Mas donde despilfarraron
Sus instintos asquerosos
De vileza, de rastreros,
Y sacrilegos propósitos,
Fué en Guadalajara bello,
Cuando tomó victorioso
De San Joaquín el caudillo
Adorado de los mochos.
La Iglesia se volvió loca.
Era un fandango su coro,
El cabildo le esperaba
Como á Guerrero y Apóstol,
Bajo palio le recibe,
Puso en su mano tesoros
Y le envuelve en el incienso
Entre los cantos del órgano;
Mientras al guerrero ponen
Frente del altar de hinojos;
Y le entonaron los padres
Tanto divino piropo.
Que sorprendidos los cielos
Los escucharon absortos.
A tí, Miguel adorado.
Vengador de Dios dichoso;
A tí, el mancebo garrido,
Prez de la Iglesia y decoro.
Y un «oremos» acentuaba
Los disparates monstruosos
De la religión ludibrio,
Del buen sentido sonrojo,
Cierto fraile carmelita
Que por compasión no nombro;
^IJ GtmRiLá. ÜB RBfOftKÁ.
Fué modelo de bajeza,
Sin rival en lo meloso
Hasta tocar en risible,
Por lo pedante y lo cómico,
Y —callo, qne me lo ruqfaa
Ciertos amigos canónigos. —
Septiembre 19 de 1896.
OOMtXA DS KBVORICA 91^
Echaba el resto en desasnes
Bl afio cincnenta y ocho
Con las ropas desgarradas
Y como de tigre el rostro.
Los campos y las ciudades
Acongojaba el trastorao;
Y la patria se encontraba
Como i la merced de locos.
Oguón y Degollado
Al Sor de Jalisco heroicos
Reaparecían armados
Y se preparaban briosos
A recobrar Gualajara
Cindadela de los machos.
En Morelia Pérez Gómez,
B^Mifiol tenaz y bronco,
Daba tajos y reveses
Y embestía como toro.
En tanto, Huerta y Puebüta
Sojuzgan con fiero enojo
hos pueblos de Guanajuato
Qtte entre sí luchan rabiosos;
Como tempestad tremenda
Se escudian los ecos roncos
De la derrota de Garza
En Tampico poderosa.
Tras enfurecida lucha
Y entre sangrientos despojos
Uave relucha incansable;
Mas Echeagaray dichoso
Triunfa en Jalapa, y cual hiena
Produce horroroso asombro
Con saa matanzas horribles,
Con sus «ctcbatos de odio,
»I4 GimitltA DB RBFOItXA.
Do el Hacedor bondadoso
Dotó á la naturaleza
Con sus más ricos tesoros.
Morales en Occidente
Desafiaba el vivo encono
De los crueles mandarines
Hijos villanos del odio.
En Durango, Coronado
Es de patriotismo foco,
Y aparece en Occidente
Como invencible coloso.
Y no queda un sólo pueblo
Ni cercano ni remoto,
Donde no estallen las iras,
Donde no surjan enconos.
En el Potosí se gime
Junto al cadáver de OsoUo,
Cuya espléndida existencia,
Mató de la muerte el soplo.
Miguel Blanco planta en Lagos
Su estandarte victorioso;
Y la Santa Madre Iglesia
Le da á sus tropas socorros.
Todo era horror, cual si el mundo
Tuviera sus ejes rotos;
O cual si los elementos,
En remolino es] cantoso
Abortaran imposibles
De aterradores fenómenos ^^
En que fueran familiares
Los fantasmas y los monstruos.
De repente se esperaba
Como con airoso asombro,
Que se macizase el aire.
Seco del Océano el iondo,
Y las llamas congeladas
Como las olas del Polo.
Para que nada faltase
A este caos espantoso.
En México estalla un cisma
En el seno de los mochos
Para quitarle el Gobierno
A Zuloaga con buen modo.
Echeagaray lanza el grito.
Robles Pezuela da el tono.
Y como era Noche Buena
Tiempo de gresca y holgorio,
A Miramón que era el niño,
La Iglesia le canta el rorro.
Pero Miramón rechaza
Las intrigas con enojo
Y restituye i Zuloaga
A so puesto» generoso.
Septiembre S de 1896.
9t6 ÓtmXtltA DJt REFORMA
CRJIDOe T PeSPQDTeJUX) RomAM»
De
lA3i CORITO!
(A mi henaano miiT amado
BmeterioRoblMOU.)
I.
RA5GUBO.
Alégrense los planetas
Y las rosas de Castilla,
Qne corran riendo las aguas,
Que aleteen las gallinas,
Y que se cimbren los pavos
Cual generales de línea,
Que voy á echar un romance
De otros de que tengo mina,
Que hasta se encogen los huesos
De admiración y de dicha.
Y no es un cuento de batallas,
Ni de amor y sus porfías;
Bs un párrafo corriente
Y de urdidura sencilla:
Bs de un valedor el triunfo
Que fué de muchos envidia;
Unos dicen que fué cierto.
Otros dicen que mentiras,
Pero á mí me lo han contado
Gentes que de serias privan,
Y acaso del propio tronco
He sacado tal astilla
Conque, {atención! ¡quieto €Lpej€\
Que la leyenda principia:
GÜBRRA DB RBPORMA tlj
II.
DON SANTITOS.
Era Santos Degollado
Una miniatura, un dije,
Menos que mediano el cuerpo,
Las &cciones femeniles,
Cutis blanco y cual de seda,
Carnes flacas, rostro humilde,
Como de ébano el cabello,
Y el mirar no se distingue
Porque unos lentes azules
Seguir sus ojos impiden,
Dando á su faz de doncella
Aire misterioso y triste
No era su facha modelo
De payos ni de catrinas:
Un sombrerillo de fieltro
De ala pequeña y flexible.
La chaquetilla de indiana,
Charolados los botines,
Sin más adornos ni señas
Que lo volvieran visible-
Unos le creen escribano.
Otros sacristán le dicen,
Y otras, santo'^sacerdote
Que aficionado á los libres
Como santo les da ejemplo
Y que sus banderas sigue.
Pero al mirar el respeto
Con que sumisos le sirven
Los soldados de Morelia;
Al mirar cuál le distingue
Comonfort en su Consejo
Y en todo lo que decide.
Hace que muchos le observen.
Hace que muchos le espién,
Y se disputen su fama,
Ya la admiración, ya el chiste.
IIÍ.
LO INTIMO.
Don Santitos se alejaba
Del aparato y la bulla,
POS8U&— A
ilt GXmSLRA DB RBVOKXA
Buscando para alojarse
La más lejana casaca,
Sin asistentes mañosos,
Sin patrañeras /¿TK^Ar,
Sin entrantes y salientes,
Sin arrieros y sin molas.
Allí solitario estaba
Como escopeta en su funda,
O como en su losca concha
En la playa la tortuga.
Don Santitos se levanta
Cuando el lucero se ofusca
Al amanecer la aurora,
Y á veces alta la Luna.
A su cabecera un Cristo
De bronce, devoto busca,
Que el Cristo se lo dio un Padre
Misionero de Pachuca,
Y siempre lleva en el cuello
Al entrar en la in/uka;
Reza contrito, le pide
El perdón para sus culpas,
Y se cdevanta contento
Y feliz, porque madruga;
Se baña con agua helada,
Se compone, se rasura,
Limpia, barre, pone al fuego
El te 'que se desayuna.
Cuando se sienta á la mesa
Le ve Con desdén la gula,
Y sólo besa sus labios
Cuando bebe el agua pura.
Su escritorio es un modelo
De orden y limpieza suma;
Breve tintero de viaje,
En municiones las plumas,
Por tamaños los papeles
Y las cubiertas agrupa,
Y ni una mancha, ni polvcr
Sutil la carpeta ensucia;
A su lado, en sus estacas,
Están, la espada y la blusa.
El sombrero de anchas alas.
Las chaparreras peludas,
Y una bolsa con cordones
GüBItRÁ DB RSPOUMA VT)
Tan tosca como profunda:
Almacén, despensa, encierro,
Zurrón 6 petaca burda,
Donde totum revolutum
Miles de cosas ocupan.
Porque tiene por sistema,
Que no ha quebrantado nunca,
No ocupar de su persona
Para nada en cosa alguna.
Tiene en el bolsón, botones,
Hilo, tijeras, agujas,
Tafetán para una herida,
Pinzas de delgadas puntas,
Termómetro, microscopio,
Medicinas, dulces, puchas,
Papelt mapas de cartera,
Y etcétera, por las dudas.
Era sombrío de aspecto,
Su palabra breve y pulcra,
La voz apacible y dulce,
Todo él reposo y finura;
Con los hombres respetuoso.
Con las damas faz adusta
Que si no cerrril y bronca
Jamás tocaba en dulzura.
Y en eso de los tomines
Y de su íntima conducta,
Era asombro, era dechado
De virtudes que mi musa
En vano ensalzar quisiera,
Porque su luz la deslumhra.
Era más bien un apóstol
En la fervorosa lucha,
Que desdeñando la muerte
Fija la vista en la altura,
Caminaba sobre abismos
Y entre tempestades crudas,
Sin cuidarse del halago
O el rigor de la fortuna.
Y cuando la atroz derrota
Las esperanzas derrumba,
El se levanta orgulloso
Más animado que nunca,
Y á combatir indomable
Esforzado se apresura.
«•o GUBRRA DB RBVORMA.
''El B&BiOn DB LAS DBR&OTA8"
Le llamó la fiuna injusta,
Y el pueblo tomó en laureles
Bsa corona de burla.
IV
1855-
Era séptima vegada
De los tiempos de Sn Alteam,
Del favor de los Bumiunes
Y de "al cañón cartucheras."
Vegada de los festejos,
Banquetes, cruces, ríqueauís,
Que entraban sin saber cómo
Por ignoradas goteras,
Y lucían meretrices
En garitos y tabernas;
Pero tronaba en Ayutla
La tempestad de la guerra,
Y aunque el refínar cruekhtdes,
Y aunque perseguir la prensa.
Y aunque castigos horribles,
Y aunque venganzas tremendas
Son las caretas del miedo
En ocasiones como éstas,
Santa Anna al pueblo aclamaba.
Falaz le hacía protestas,
Por más que lo desmintieran
Los préstamos y la leva.
El Plan de Ayutla cual lava
Que subterránea serpea
Por desconocidos senos
Y que la tierra revienta
Por donde se cree más firme,
Por donde nadie sospecha,
Asomaba en Guanajuato,
Palpitaba en Zacatecas,
En Monterrey desataba
Las furias de la frontera,
E hirviente, desparramada,
Asoladora en Morelia,
Con Degollado, con Arias,
Ghilardi, Pueblita y Huerta,
GÜBK&A 1>B ftBI^RMA. tít
Llevaban hasta Zamora
Victorioeas sus banderas.
Pero nada comparable
De Guerrero á la fiereza :
Son campamentos sus montes,
Son sus peñascos trincheras,
Son sus árboles patíbulos
Y son sepulcros sus quiebras:
Vuela en los aires la muerte,
El suelo las plantas quema,
Y el agua mezquina esconde
Sus tesoros en la tierra,
Y al hombre tales aliados
Toman de bronce y de piedra.
Los esbirros y lacayos,
Como siempre ha sucedido,
Gritan:
—¡Pronto se aniquilan
Bsos feroces bandidos!
¡No hay cuartel; de la canalla
Bs remedio el exterminio!—
Y así alentado Santa Anua,
Marcha al fin con su Ministro
Blanco, al Sur, y empapa en sangre
Su desastroso camino . . .
¡Cadáveres insepultos,
Matanzas, crueles suplicios;
Salid un instante sólo
De vuestro tremendo olvido,
Y referid espantosos
Los horrores del "Coquío,"
**Lo8 Cajones," ••Acapulco,"
••La Cuesta del Peregrino"
Y "el rechazo de San Diego,"
Bn que Comonfort altivo
Formó horizonte de gloria
Al tomar en humo el sitio! . . .
Volvió á México SantaJAnna,
Y aunque un triunfo fementido
La adulación le fingiera,
Bl desastre estaba visto . . .
La persecución selensafia,
Se prohibe hablar, es delito
Anunciar que el Czar se marrha
aaa gubkra db reforma.
Y á Veracruz va en camino;
Pero al son de su bandola
Cantaban los leperillos:
'*Ya se va toda la gente
'*A mirar la navedá;
•*Y mi suegra me pregunta:
'•¿Qué, también . . . «j/Zseva?"
ZAPOTLAN BL GRANDB.
— ¡Entren y vayan entrando!
A lo regado de flores,
Que está Zapotlán el Grande
Sabroso como el rompope . • .
Entren, bravos federales,
Que aquí les haremos Corte,
Que crece pasto hasta el cincho
Y hay de mezcal los bodoques^
Y Zapotlán es tan lindo
Y tan soberbios sus montes,
Que es para alabar al Cielo
Cuando de gala se pone.
Forman circo glande, grande
Sus tendidos horizontes,
Y á la cuesta abajo tiende.
Como bordados y en orden.
De oro ricas sementeras,
Grupos de tupidos bosques,
Milpas de verde esmeralda.
Plores bellas en montones
Que esmaltan el suelo alegre
O junto al agua se esconden . .
Cerro de la Media Luna,
Volcán de Colima enorme,
Pilas de arreglados pinos
Y de aguzado recorte,
Y esparcidas las haciendas
Con sus bardas y sus torres
Cercadas de sus ganados
Que 6 pastan quietos, 6 corren .
¡Oh Huexcalapa preciosa!
Nido de apacibles goces;
Tecamilpa afortunada,
GUERRA DB RSPORMX. 22^
Platanar que en ocasiones
Se toma en salón de fiesta,
Se vuelve nido de amores . . .
Venid todos, porque llegan
Por aquí los meros hombres
Con los derechos del pueblo
Que relucen como soles.
Y al acento poderoso
De gozo las piedras saltan,
Por doquier vuelan cortinas,
Las campanas se hacen rajas
Y los cohetes llevan ¡vivas!
A las regiones más altas.
I Entren y vayan entrando!
Que los espera la plaza
Y las torres y terrados
De gente se desparraman.
Bnmedio i la polvareda
Se mira la triunfal mareha
Y relumbran los fusiles,
Haciendo inquietas oleadas
Huaraches^ kepí ó sombrero
Y tosco calzón de manta.
Los oficiales y jefes
Bn píseles de poca alzada,
Con chaparreras de chivo,
Pero con buenas espadas.
\íSAgaUetas á manojos
Cerrando la retaguardia.
Y las músicas de viento
Sonando de banda á banda,
Tocándoles "Los Cangrejos'*
Y acrecentando \^ frasca.
Don Comonfort, muy aquello,
Orándote, con tanta cara,
Tan sereno como un lago
Donde no se mueve el agua;
Como de león el pecho
Y como de ángel el alma.
Llegan, que retiembla el piso
Con los bieules y las danzas,
Óue va en triunfo el Plan de Ayutla
Y es obra de La Chinaca;
Y dmos rienda al contento
324 gukrrX db reforma.
Mientras los bravos descansan.
Que tienen para Colima
Pronto que emprender la marcha.
VI
"¡trépale! que e8 mansito".
Como después de la lluvia
Que destierra la sequía,
Parece más lindo el cielo
Con cara lavada y limpia,
Lloran de placer las ramas,
Los sembrados resucitan,
Las flores alzan el rostro
Saludando al Sol que brilla,
Y las corrientes dd suelo
Se juntan, se arrepiolinan
Y parece que retozan
Pereciéndose de risa,
Así en Zapotlán pasaba
Tras la negra tiranía,
Con la lluvia de chinacos
Que hizo su poder cenizas
Horita van ¡A los toros!
Y la plaza se improvisa
Con carretas y tablones,
Y está dialHro maciza.
Forman inmenso cuadrado
De las carretas las filas,
Y dejan al medio un campo
De primor para la lidia.
Engalanan las carretas
Arcos de ramas, cortinas,
Y un celemín de rancheros
Y de muchachas bonitas.
Ellos bota de campana
Y botonadura rica,
Con la camisa bordada
Y toquillas de chaquira;
Y ellas de enagua encamada
Y lentejuelas que brillan,
Rebozo de seda y seda.
Redibada la camisa,
Y. como frescas manzanas
Las abultadas mejillas.
GXTBltRA DB HBMltMA. ^Tg
Pero hay debajo los toldos
Mil canfines y caMnas,
CoD tápalos de burato,
Con sus mascadas de la India,
Con sus peinetas de gajos
Y sogas de perlas finas;
Y más arriba del coso
Hecho de robustas vigas,
Están señores y jefes,
Que son de primera fila.
AUi estaba el Don Santitos
Asomando la carita;
Pero á la verdad pelada,
Que ninguno en* él se fija;
Que unos le conocen mucho»
Y otros no le conodan.
Y que comienzan los toros
Y empieza la gritería,
Que es la salsa de esa fiesta
De peligro y fechorías:
Hay sus saltos de garrocha,
Capeo de muletilla,
Y sus flores dedicadas,
Y vistosas banderillas;
Y hay también sus revolcados
Entre palmadas y trisca,
Que se alzan atarantados
Y que corren sin salida
En esto, que sale un toro
Que el redondel ilumina
Comicorto, grueso el cuello,
Soberbio, ligero, altivo,
Eran llamas sus dos ojos,
Y era su conjunto lindo,
Y era marrajo de genio,
Y era muy matrero el bicho;
Para la capa, mafioso.
Para la garrocha, esquivo.
Para el lazo, inconsecuente.
Para la cola, tardío
— ¡Que lo monten! — grita él ptieblo;
Y entre zambras y silbidos
Dan con el toro en la tierra
Y le trepan los más listos
«oMAHcn.— 99
996 GT7BRRA DB RBFORMA.
Pero uno y otro sucumben
Y pierden el equilibrio,
Quedando el toro triunfante
Y los toreros corridos
— ¡Apriétenle ese braguero! —
Gritó en lo alto Don Santitos
Todos al caMn burlaron.
De su audacia sorprendidos
— ¡Túmbenlo por aquí enfrente! —
Con tono imperioso dijo
Y comenzó la maniobra
JM. pretal, como previno.-
— ¡Triple vuelta!
— ¡Más forzado!
- ¡Así le hiere el codillo!
— ¡Menos abierto ese nudo!
— ¡Ora bueno!
—¡Está bien fijo!—
Dijo entonces satisfecho
Bl caírin desde su sitio
— iQvlin lo monta? — dijo entonces»
Y estallaron encendidos
Un "¡¡móntalo tú!!*' en mil voces
• Y entre golpes inauditos
Entonces, con grande calma,
Don Santos desciende al circo,
Sin ambajes, sin espuelas,
Muy modesto y expedito
Se afianza bien, salta al toro,
Repite terribles brincos,
Y el jinete sube y baja,
Pegado cual con tornillos
Se alza, se sienta la bestia.
Culebrea el cuero liso,
Y él, en el lomo clavado.
Fuerte como con martillo
— ^¿Quién es ese hombre? — ^preguntan
Los rancheros más peritos,
Y responden orgullosos
Los de Morelia aguerridos:
— ¡Ese es Santos Degollado,
Ese es nuestro Jefe invicto!
— ¡Viva el héroe de Zamora!....
—¡Viva, viva Don "Santitos!
I«as damas le arrojan flores»
OUBRRA DB RBPORMA. glj
Los jefes le hacen cumplidos,
Y suenan dianas alegres
En el aire conmovido.
El ejército y el pueblo
Ensalzan á su caudillo,
Mientras Comonfort le abraza
Con sincero regocijo.
Don Santos marchó á Colima
Con mando reconocido;
Y Comonfort, justiciero,
Le dio el mando de Jalisco,
Para bien de nuestra causa
Y en premio de sus servicios.
México, Manso 7 de z894.
ffi OÜBRRA DB RBMRICA.
VienCO DG RCFORBIS.
tlCKQO Y DOtOKlDO KQBKXlIfC ML 90«CMt
BGKReHA 7 CAIRO.
El Doctor Herrera y Cairo
Era de virtud modelo,
En el cielo de la ciencia
Resplandeciente lucero,
Para los pobres, tesoro
Y sin par para el Gobierno,
Por su honradez sin mancilla,
Por su prudencia y su acierto;
Era liberal dialHro^
De cristalino manejo;
Y cuando sin una tilde
Sosegado dejó el puesto
Sin una sombra en el alma
Y en la bolsa sin un peso,
Los unos le llaman grande,
Los otros Je aman por tierno,
Jalisco, de su honra timbre,
Y la justicia su espejo.
El tras de cumplir su encargo
Como gobernante recto,
Se marchó para su hacienda
Del Ahualulco no lejos,
Y la caridad bendita
Y la ciencia á un tiempo mesmc
Su inteligencia halagaban
Y eran su dicha y recreo.
Desataba la reforma
Sus tempestades de infierno
Cubriendo de luto y sangre
OüBKJlA DB RBFOItMA. «19
Todo el mexicano suelo:
Sin valladar las matanzas.
El Bjército sin freno,
La razón eloquecida,
Sin Dios y sin honra el clero,
Lo salvaje con lo heroico
En ftiribundos encuentros,
La libertad calumniada.
Dios sirviendo de mampuesto
Para asquerosas intrigas
Y crímenes estupendos;
Zuázua ufitno en Zacatecas
Con la expiación de Mañero.
Juárez y familia enferma
Para el Manzanillo huyendo,
Y Miramón anunciando
Con rdimpagos y truenos
La rota de la chinaca
De Carretas en el puerto;
En Guadalajara impera
Vano, finchado, soberbio
El General Casanoava,
Hombre de arrogante aspecto,
Blanco como el alabastro,
Frente calva, de ojos negros,
Del tiempo de los Vireyes
Residuo y recuerdo bélico;
Y está dándose barnices
De muy celoso y experto;
Pero en d fondo escuchando
Las sugestiones del miedo
Ordena que se persiga
Sin razón y sin criterio
A todos los que sospecha
Que evitaran el encuentro
De cierto jefe Monayo,
De cierto Coronel Piélago,
Entre los mochos mirados
Como asesinos sangrientos.
Bstos ardiendo en venganza,
Y de ira y de encono ciegos
Atropellan á los hombres
Yak» labradores quietos,
Llevandb terror y e^ninto
Al oodHite de irá pcíébloQ»
»30 GüBKRA DB RSPOKMA.
Y de trn modo imtetnpestivo,
O por mandato secreto,
Van á donde Herrera y Cairo
Tranquilo estaba viviendo,
Y suponiendo asechanzas
Y rencores suponiendo,
Armas, municiones, tramas
Y calumniosos enredos.
Dentro de su hogar penetran
Insultando al sabio médico,
Y sus cómicas pesquisas
Señalan con atropellos.
En vano de su inocencia
Dan testimonio los hechos;
En vano á Piélago cercan
Los clamores y los ruegos;
En vano á Monayo acuden
Con la rodilla en el suelo;
A Cairo ponen en filas
Entre ultrajes y denuestos,
Le atan, le cercan, le empujan,
Y rendido y el aliento
Ya en estertor convertido
Parece lanzar sus restos.
A Ahualulco llega Cairo
Como el más monstruoso reo,
Circundado del espanto
Y de las iras del pueblo
Que á su bienhechor contempla
En tan horrible tormento.
Sarcástico entonces pide
Que dé Cairo diez mil pesos:
Ya se juntan los vecinos
Y van á reunir dinero;
Que la ejecución suspenda
A gritos piden á Piélago;
Y les responde disfraces
Y moratorios pretextos:
Yo siempre mato á este pillo
Porque en mi alma lo aborrezco.
Por liberal, por hereje,
Y basta, que así lo quiero.
Sangrando y de pie está Cairo
£1 generoso, y el bueno;
La tropa forma su cuadso».
GXTBItItA DB-RBPO&MA. t$l
Bl pueblo guarda silencio,
Una voz como alando
Grita entre las filas ¡fuego!
Queda tendido en la tierra
Y en un mar de sangre el muerto;
Y se disipa sin ruido
Ueno de terror el pueblo.
A Guadalajara llega
La noticia del suceso
Y en un paraje escondido,
De dolor y de ira ardiendo
Los de medicina alumnos
Se empeñan con jto-amento
Tal hecho vengar con sangre
Del vil Monayo y de Piélago.
1895.
,^^2 GVBRRA DB REFORMA.
YienTODGRGFORmA.
ROmAO^G D€L BUGOmOZO «X^AOOYA O 9GA DG GIDBGSTIR DG TORO
T wmzK como vcordo.
PARA TSMPLAB LA CUERDA.
Tronaba en los anchos cielos
Tempestuosa la Reforma
Yá presintiendo el desastre,
Ya coronada d^ gloria.
[Sangrel clamaba el ambiente,
¡Sangre manchaba las rocas!
Y la sangre trascendía
En los templos y las chozas
Cual tremendo terremoto
Que raja el suelo do brota
£1 gemido de la tierra
Y la llama asoladora.
Así por distintas rumbos
Los choques y las derrotas
Difundían el espanto,
Como en la mar tempestuosa
Rugen y se despedazan
Encontrándose las olas.
En Guadalajara impera
El General Casanova,
Ufano con los laureles
De las recientes victorias
De San Luis y Salamanca,
Que lo alzan y envalentonan,
Y de la prisión de Juárez
Que huye á las playas remotas;
GUERRA. DS RRVORMA. 'USÍ
Pero en el Sur de Jalisco
Santos Degollado asoma,
K impávido la bandera
De los libres enarbola.
Cunde el bélico entusiasmo;
¡Venganza! gritan las tropas,
Y así como en la hondonada
Hirvientes aguas se agolpan
Que bajan entre las quiebras
De las empinadas lomas,
Así á Degollado acuden
Entusiastas los patriotas,
Donde Ogazón les recibe,
Cruz Ahedo los alecciona,
Y les ofrece modelos
De valor, grandeza y honra
El sin par Silverio Núfíes
Y el invencible Juan Rocha.
Allí la chinaca priva
Del temido Antonio Rojas,
Más que todos conocido
Por sus diabólicas obras,
Más que el tipo de dañoso,
Más malo que la langosta;
Mas en ciertas ocasiones
Sólo se miran las obras,
Y esas obras valen mucho
Si quitan á los que estorban:
Y esa chinaca recorre
Furibunda, asoladora,
Techolula y sus contomos,
En escursiones rabiosas.
II.
16 DB 8BPTIBMBRS DB I8ft8.
Érase el mes de Septiembre,
Érase el mes de la patria.
En que los cañones truenan,
Pero en vez de matar cantan;
En que en lo alto de las torres
Se hacen rajas las campanas,
Y el sol de la independencia
Alza 7 alienta las almae;
BftiffAwcBa.— y
S34 GXmítRA DB REFORMA.
Y en que conociendo el mocho
Que manda en Guadalajara
La ley del Bagre valiente
Lo que halagándolo gana,
Prepara fiestas rumbosas,
Apresta juegos y galas,
Y finge que quiere se eche
La casa por la ventana;
Deja al pueblo la costumbre
De su patriótica frasca:
Y atención noble auditorio,
Que adrede quiero pintarla.
De la ciudad deliciosa
En la simpática plaza
Do la catedral domina
Y el palacio se destaca,
Alzándose San Francisco
Como celosa avanzada,
Al Norte los soportales
Forman preciosa manzana.
Do el comercio sus riquezas
Ostenta en lienzos y alhajas.
Y éste es el punto de cita
De la hermosa aristocracia
Que ilustran á competencia
Sus galanes y sus damas.
El cuadrado se transforma,
Como por arte de magia.
En cuatro regios salones
Con espejos, con estatuas.
Con pabellones de cintas
Verdes, blancas y encamadas,
Con candelabros gigantes
De centuplicadas llamas
Que en la noche de la sombra
Los tupidos velos rasgan;
En los huecos de las puertas,
Entre flores y entre ramas.
Se ven de héroes las efigies.
Cuadros con bellas estampas,
Farolillos de colores.
De zúchü y rosas sartas.
En los aires los candiles,
Los reverberos y lámpara»
6ÜB1t1t A DB RBVOKMA. 93S
Se mecen, de Itus reflejos "* "^
Despidiendo en vivas ráfagas;^
Y en los ángulos vistosos
En que rematan las salas»
Las músicas estruendosas
Se regocijan y cantan,
Entregando entre perftimes
Sus acentos á las auras;
Y cuando en ese tumulto
De luz, de flores y gasas,
Aparecían las bellas
Risueñas, enamoradas,
Como sin tocar la tierra,
Tiernas, espléndidas, aéreas,
Siguiendo de la corriente
Las olas que deslumbraban
Con la rica pedrería
De las valiosas alhajas,
Al lado de los guerreros
Que arrastraban sus espadas
Y de imberbes amadores
Que siguen como en bandadas
A las naves voladoras
Las aves desde las playas;
Se figurara la mente
Lo que con la luz escasa
Puede distinguir apenas
Confundidas y borradas
Del verjel que lindas flores
Y claras fuentes esmaltan.
Entre tanto el pueblo alegre
Inunda la extensa plaza
Al clamor de las vendimias,
Al sonar de las guitarras,
Al lanzar de los cohetes
Que ardiendo los vientos rasgan;
Pero la gente de guerra
Es la que forma algazara,
Porque dentro de dos soles
Sale á esperar la canalla
Que dirige Degollado
Y á la ciudad amenaza.
III.
LA BATALLA DBOOWITAS.
Degollado con sus fnertes
Gobierna desde Colima;
A Iniestra manda que marche
A Tepic, y su consigna
Es que se capte del pueblo
Las sinceras simpatías;
A Juan Rocha con sus tropas
Para la ciudad envía.
Para que cauto 6 terrible
Contra el enemigo embista;
A Rojas deja. que vag^e
Como el tiempo lo permita,
Con su enjambre de ckinacH,
De Zacoalco á Santa Anita;
Y éstos ya como de lobos
En manada ardiente giran,
Ya son venados ligeros,
Ya inaquietables ardillas,
Y ya atrevidos guerreros
Que tocan en las garitas.
Casanova con la pompa
Que le era genial se flJIsta,
Y entre músicas marcíalea,
Al tronar la artillería,
Al resonar los fusiles.
Entre atronadores vivas
Orgulloso y prediciendo
La victoria más cumplida,
Toma triunfal la ancha mta
Que al Sur su curso encamisa.
Y en esa ancha carretera
De Tapachula vecina,
Hay un punto que le llaman
Por ciertos signos Cuevüus;
Porque es torciendo la senda.
Un estrecho que limita
Por un lado altas montafias
Que al cielo se alzan altivas
Con malezas, con espinos,
Y con rocas esparcidas;
Por otro, escalón alzando
QÜSBBA SB SKFOBICA. t^Jt
Hasta formar honda sima;
Llanuras y más llanuras
Hasia cansarse la vista. ,
Y aquel grupo de montafias
Donde parecen más lisas
Se ven unas oquedades
Entre camas escondidas
En do se emboscan los hombres,
Donde las fieras se abrigan
Y do de Rojas las chusmas
Escogieron sus guaridas.
Allá toca Casanova,
AUf á los de Rocha avistan,
AHÍ se empieza el combate
Con impetuosa energía.
Los de Rojas que emboscados
Los pasos del mocho espían,
De improviso se abalanzan
Sobre las contrarias filas.
Matan, destrozan, incendian
Con insaciable sevicia,
Y queda por donde pasan
La tiena con sangre tinta;
El humo la luz apaga,
Se alza horrenda gritería,
Los cafiones retumbando
Metralla y terror vomitan,
Y embriaga el olor que exhala
La feroz camiceria.
Entonces Núñez y Rocha,
De Chesman en ^mpañfa,
Avanzan con paso firme.
Los peligros desafían,
Y cuanto su paso estorba
Lo abaten y lo aniquilan.
¡Victoria! gritan los nuestros,
Los de Rojas lanzan vivas,
Y Casanova y los suyos
Se aturden y arremolinan.
Mas Herrán no cede un punto
Y relucha con porfía
Hasta que cayo rendido.
Lleno de honrosas heridas.
Huyen en tropel los mochos,
Casanova los imita,
9 j8 OUBKSA DB RHFORHA.
Y se entra en Guadalajara
Con la faz despavorida
Porque veinticinco leguas
Fué corriendo á toda chilla.
En las manos de Blancarte»
Que es su segundo, resigna
Un mando que fué en las suyas
Desgracia, si no ignominia.
Blancarte, entero, valiente
Y de condición altiva,
A resistir se prepara,
Las alturas fortifica,
Y al vencedor orgulloso
Impávido desafia.
Fdbccio 9 de 1895.
OÜSRRA DSRSPORHA. 339
TRI$Te Y 9AnGRI€DT0 ROmAfl^e
0€L sicio
MCQXOXIXJXKX T 0601219 QUe TeHJI <t
PÍO LCeCOK.
aquí empieza.
La fuerza de Casanova
Disminuida y con espanto,
Se volvió á Guadalajara
El desastre proclamando;
Pero allí manda Blancarte
Qpe valiente y denodado,
Impera dando esperanzas,
Sereno y la frente en alto
Como«enmedio de un torrente
Vese un cedro levantado
En que se estrellan las olas,
En que chocan \ps peñascos,
Y se alza en raices de bronce
Imponente y sosegado.
Fortifica las alturas.
De los templos fosos anchos
Abre formando murallas
Con diligencia y con cálculo;
Y astuto y sagaz alienta
La moral de sus soldados,
Haciéndolos sueñen triunfos
Y venguen á sus hermanos.
Mientras, en tomo á la traza
Del centro fortificado
Vaga la ardiente chinaca^
Y va entrando Degollado
340 GUERRA DB REFORMA.
Entre vivas, entre flores,
Entre músicas y cantos,
Con apostura modesta,
De valientes rodeado,
A quienes aplaude el pueblo
Conforme que van pasando.
Desde Belem se dirige,
A Blancarte cortesano,
Brindándole paz amiga,
Los rencores ahuyentando;
Y Blancarte le recibe
Colérico y á balazos,
Confiándole la contienda
A la fuerza y á los hados.
Blancarte ocupa la plaza.
En Belem está Don Santos,
Corre la gente aturdida.
Rechinan los fuertes carros
Henchidos de municiones;
En.las calles los caballos
Parece que gritan; ¡guerra I
Al golpear el empedrado;
Santo Domingo potente,
Lá Catedral, el Calvario,
Y San Francisco y el Carmen
Se ostentan amenazando
Con formidables cañones,
Con entusiastas soldados,
Mientras la chinan brava,
Y á su cabeza Don Santos,
Ven al mocho con desprecio
Ambicionando el asalto.
II.
EL SITIO.
Se empeñó el sitio terrible
Y hay furibundos encuentros.
Gime doliente el herido.
Sin sepulcro están los muertos,
Las mtyeres atraviesan
Plazas y calles gimiendo;
Cuando la luz aparece
El humo obscurece el cielo*
GUERRA DB RBFORMA. 24!
En la noche la tiniebla
Lanza penetrantes truenos;
Y el clarín con alaridos
Agudos, rasga los vientos.
Blancarte con ansia espera
De Miramón un refuerzo,
Mientra á Degollado escribe,
Coronado, el durangueño:
«No te apresures, resiste
«Esforzado unos momentos,
«Allá voy con mis tagamQS'.
«Fe en la patria, el triunfo es nuestro. *
Entretanto cien combates
Se sucedían sin éxito,
Haciendo vulgar lo heroico
Y rutina lo sangriento:
La matanza indiferente;
Despreciables los incendios;
Asi fué Santo Domingo,
Que con empuje violento
Los de Degollado atacan,
Y defienden impertérritos
Los de Blancarte valientes
Muerte y terror esparciendo;
Pero les embiste Rocha,
A quien llaman el purera^
Chesman, furioso entre escombros
Avanza con Cruz Ahedo,
Y Núñez, como un Aquiles,
La espada en alto blandiendo.
Arrolla, derriba, ahuyenta
Cuanto le sale al encuentro,
Hasta que en la lucha herido
Exhala el último aliento.
Con el laurel de los héroes
Su hermosa frente ciñendo.
El sol de Octubre aparece
En la indecisión envuelto
Y la ciudad convertida
En lúgubre cementerio;
El hambre recorre escuálida
Los contrarios campamentos;
Y en los hogares tranquilos
Reinan el dolor y el miedo.
Pero hondo rencor agita
242 GtTBRRA DE REFORMA.
Los encarnizados pechos;
Y la indecisión aumenta
De la ciudad el tormento.
Las campanas enmudecen,
£1 ruido mata el silencio,
Las balas y no las aves,
Vuelan en el éter negro;
Y la fetidez denuncia
A los insepultos cuerpos;
Están las puertas cerradas
Y los balcones desiertos.'
Cuando hay momentos que cesa
La lucha tenaz y el fuego,
En grupo sale la gente
Con tumulto y atropello
A los puntos, que aunque escaso,
Pueda adquirir alimento.
Es un volcán formidable
De San Francisco el convento;
El Carmen vomita llamas;
Está la Merced ardiendo;
En la banqueta y las piedras
Se miran rostros sangrientos,
Entre cajones de parque
Y despojos y pertrechos.
Los de Degollado forman,
Como en círculo, el incendio,
Que se estrecha, que se aleja,
Y que en altos parapetos
Lanzan torrentes de plomo
Y estalla el cañón rugiendo.
Miramón, en tanto, escribe
A Blancarte: allá voy luego.
Al fin llega Coronado
Impetuoso, audaz, soberbio;
Y el chinaco le saluda
Con repiques y contento;
Y el mocho lanzando injurias
De furor y de despecho.
Los combates se suceden.
El sitio estrecha su cerco,
Y el asalto se prepara
Decisivo y estupendo;
Chesman dispone unas minas
En el más hondo secreto.
\
GUBRRA DB RBFORMA. I43
III.
KL ASALTO.
A SU fin tocaba Octubre,
Y una noche en que el espanto
Dominaba entre las sombras,
De hondo terror palpitando,
Da sus órdenes terribles
El inmortal Degollado:
Varios ataques dispone
Con inesperado engaño,
Mientras se cuida del túnel
Tremebundo del Santuario;
Y á una señal convenida
Horrísona, con escándalo,
Desgarrando las entrañas
Del horrible subterráneo.
Revienta la horrenda mina
Puesta bajo del Santuario,
Volando en trozos los muros,
Muertos y escombros regando;
Humo, polvo, armas y piedras
Forman remolino en lo ^Ito;
Arrancados á sus dueños
Giran cabezas y brazos;
Y la locura espantosa
La ciudad recorre aullando;
Retiembla crugiendo el suelo;
La ruina detiene el paso,
Mas por allí se abalanzan
La chinaca y los soldados,
Y sangre, terror y muerte
Y desastres proclamando
Entre indecibles horrores
Dan el triunfo á Degollado.
Se han firmado los convenios
En que Blancarte esforzado
Queda en San Francisco preso
Y á Ogazón se entrega el mando.
Fébrexode 1895.
J44 GX7KRRA DE REFOHMA.
HOmAm^ (RUDO T AmAHGO
DG PIGLAGO Y DG mOIíAYO.
1.
Aquellos dos bandoleros,
Secuaces de Casanova,
Verdugos de Herrera y Cairo
Y de Jalisco deshonra;
Aquel par de tigres fieros
Terror de pueblos y chozas
Que al robo y á la matanza
Les dieron vuelo y congojas,
Vertiendo á torrentes sangre
En odio de la Reforma,
El sitio escandalizaban
Con sus acciones diabólicas,
Recrudeciendo los odios
Con crueldades desastrosas;
Y en el día en que las furias
De la plebe vengadoras
Celebró de la chinaca
La ensangrentada victoria,
De Piélago y de Monayo
Se buscaban las personas,
Sedientos del escarmiento
Que pide la chusma loca.
II.
EL ENCUENTRO .
La estudiantina arrojada
Que en doloroso delirio
De Herrera y Cairo jurara
OüBRRA DB REFORMA. . 245
Vengar afrenta y suplicio,
Buscó con rabia implacable
A los viles asesinos,
E impulsados por su enojo
Y de la plebe seguidos
Entre feroces tumultos.
Lanzando espantosos gritos
Con sus miradas de infierno,
De prófugos de patíbulo,
Rondan, husmean, escarban
Asoladores, malditos,
Dónde están de Herrera y Cairo
Los inicuos asesinos.
De pronto de brutal gozo
Se oyen horrendos rugidos:
Piélago se encuentra entero,
Monayo se encuentra herido.
Ambos se hallaban ocultos,
Desgarrados los vestidos,
Las miradas de pantera.
Broncos, groseros, indignos,
Y como acrece la llama
Petróleo en ella vertido
Así el tumulto acrecienta
Viendo á los dos foragidos.
Quiere lanzarse iracundo
Sobre de ellos el gentío
Mas hay quien sus cuerpos guarde
Para patente castigo.
Y así como que flotaban
En el tonente bravio.
Cual despojos de una nf^e
En mar hirviente esparcidos,
Así entre injurias atroces
Y maldiciones y g^tos.
Llegaron hasta la plaza
Plebeyos* y foragidos.
Entre aullidos de venganza
Y arranques de ira inauditos
¡Que los cuelguen ! dijo el pueblo,
Bajo el balcón del Obispo.
Y al pronto se ve á Monayo
De aquel balcón suspendido
Entre palmadas de gozo
Y entre salvajes silbidos.
S46 GUBRRA DB RBFORMA.
Sus heridas vierten sangre
Y agoniza convulsivo;
Y la plebe bate palmas
Con infernal regocijo.
De Piélago, en los balcones
De Palacio es el martirio;
Y al apretarle la soga
Y entregar su cuerpo lívido
A los vaivenes del lazo
▲ su tosco cuello asido,
¡Herrera y Cairo! gritaban
I/>s acentos vengativos.
La noche ahuyenta la plebe,
Quedan desiertos los sitios
Y los cadáveres quedan
Bn el aire suspendidos,
Los cabellos á la frente,
Casi desnudos y rígidos,
Horror de los vencedores,
Bspanto de los vencidos.
GüBRRA D9 RBPORMA. 247
HomAn(?G en qog oacLe gl alim
PORQU6 96 TRATA DG QD
''eaiOA^ pioK QQc eL me$mo oemooio/'
BMTRADA A LA PERO GRULLO.
Guerra es barbarie, matanza,
Bs ceguedad, es desastre,
Y no hay que pedir al cuervo
Del chupamirto el plumaje,
Ni que entre gritos de muerte
No se pierdan los compases.
Muchos héroes de la historia,
Muchos bravos capitanes
No pasan, hablando en plata,
De aborrecibles salvajes.
Y no importa que la guerra
Tenga puros manantiales.
Porque atraviesan el foxfgo,
Se hieren entre zarzales;
Y después de la batalla
Queda pestilente el aire,
Lleno el campo de despojos
Y de insepultos cadáveres.
Robo, asesinato, incendio,
Son de la guerra auxiliares,
Mientras ella grita erguida
Vale más el que más mate.
Así cobró su importancia
£1 hombre que va á ocuparme,
Bl terrible Antonio Rojas
Que es alma de mi romance.
84^ GUERRA DB RHPORHA.
II
ROJAS PELEANDO T EN CALMA.
Como entre bosques de pelos
En frente, boca y carrillos
Que á trecho á trecho dejaban
Manchones de color lívido,
Asomaban las narices
Como de una águila el pico,
Y bajo cerdosas cejas
Dos ojuelos escondidos
Como troneras exiguas
De calabozo sombrío,
Y entre el bigote asomaban
Dos puntiagudos colmillos.
Como huérfanos pilares
De monumento destruido;
Negro vello salpicaba
Su piel tras de sus vestidos,
Como disfraces de un oso
Al asalto apercibido;
Sesgo, torvo, desconfiado,
Suspicaz, astuto, arisco;
Chaquetón de negro paño.
Sin dar de soldado indicios.
La calzonera ajustada,
El ceñidor mal ceñido.
En el andar perniabierto.
El conjunto repulsivo.
Y este monstruo de fiereza.
Este fatal basilisco
Cuando horrendos imperaban
El fuego y el exterminio,
Era el soldado valiente,
Era guerreador invicto;
Ejemplo de ardiente arrojo.
Terror de sus enemigos.
Pero al contemplarle airado
Con sus horribles instintos
Como escorpión venenoso,
Voluble como el capricho.
Como tigre carnicero
Con las mujeres y niños;
O á veces inconsecuente
GimRRA DB REFORMA. 249
En el furor de sus ímpetus,
Protegiendo y perdonando
Y al débil prestando auxilios
Al ordenar el incendio
De los pueblos más pacíficos . . .
¿Y por qué le soportaban
Los liberales más dignos? . . .
— Porque la guerra es barbarie,
Porque es la fuerza delirio,
Porque el desorden domina
En donde sucumbe el juicio;
Y porque amando á su patria
Con ardiente fanatismo,
Infatigable, abnegado,
Le prestaba sus servicios
Despreciando conveniencias
Y olvidado de sí mismo.
III
Blancarte, el bravo artesano
De los serviles el jefe
Que al desastre de Cuevitas
Supo esforzado oponerse.
Haciendo á Guadalajara
Dique del bravo torrente
Que formaba Degollado
Con sus soldados valientes,
Estaba preso en su estancia,
Tranquilo por atenerse
A los convenios firmados
Por personas competentes.
Repentino una mañana
Entró do Blancarte duerme,
Rojas rebosando en ira
Como azotada serpiente.
Se azoran, corren, le gritan
A Blancarte sus sirvientes;
Este despierta buscando
Una arma que á mano tiene;
Pero de Rojas la espada
Herido su pecho siente;
Se le injuria, se le arrastra
Medio desnudo é inerme,
Sangrando y descoyuntado;
BOMAVCSS.— ¿a.
2S0 GT7ERRA D9 REFORMA.
Luego le pone al frente
De siniestros foragidos,
Que con mofa le dan muerte
Y se van como si fueran
Coronados de laureles.
IV
Cuando Degollado supo
£1 cobarde asesinato
De Rojas, en ira ardi^do
Manda aprehender al malvado,
Le busquen y le persigan
Y le maten en el acto.
Pero Rojas con los suyos
Se escapa ligero y cauto,
No dejando ni señales
Ni resquicio de su paso . . .
Entonces lanza un decreto,
Lleno de furor, Don Santos,
Y de la ley pone fuera
Al de los monstruos espanto,
Baldón del infierno mismo,
Deshonra de nuestro bando.
Rojas supo, indiferente,
El furibundo decreto,
Y dijo torciendo el labio
Con infinito desprecio:
'*Fuera de la ley me ponen,
' * Yo jamás estuve dentro. ' '
Marzo lo de 1895.
GUERRA DB REFORMA. 35I
VienTO DG HGFORmA.
RomAn(^ De penA oe la vida.
PARA LQ9 QUe LA PHATÍ 06 60mBKe9.
(De la colección dedicada
á mi hermano José Matfa Vigil)
PARA HACER BOCA.
£1 progreso iluminaba
Nuestro espacioso horizonte,
Como se ve al Sol naciente
En las crestas de los montes,
Mientras envuelven las sombras
Las llanuras y los bosques.
La Reforma atravesaba
Entre glorías y entre horrores,
Linda, suelto su cabello,
Sus ojos como dos soles,
Herida pero orgullosa,
Y entre hermosos resplandores
Que le formaban los rayos
De los derechos del hombre.
En una mano una antorcha
Lleva, que ahuyenta la noche,
Y en la diestra una barreta
Con que valerosa rompe
Las guaridas misteriosas
De venerados ladrones,
De encumbrados mandarines,
De ¿Osificados nobles,
Y en el cuartel y el palacio
L06 verdugos de los pobres.
853 6X7KRRA DB REFORMA.
La arca de cincuenta y siete
Los sicarios desconocen, •
Y al Sol de Ayutla encapotan
Los sangrientos nubarrones.
Sopla el huracán del odio,
De nuevo las iras surgen,
Y los valientes chinacos
Ya triunfan 6 ya sucumben;
Mas cada vez más ardientes
Cuando renuevan su f^lpuje.
En Veracruz el gran Juárez
Como estrella fija luce,
Dándole rumbo á los **libres"
Y modelos de virtudes,
Promesa de la victoria
A los que incesantes luchen;
Pero entre todos los pueblos
Que á la lid bravos acuden,
De Morelia y de Jalisco
Los estandartes relucen,
"¡Que Jalisco nunca pierde
Por más que lo reborujenP '
II
RETRATO.
Entre los gallos más giros
Del chinastle de Jalisco,
Hay uno que está presente
Y que al natural lo pinto:
Es cerbatana, es cañuto
A la redepente visto;
Como cabeza de gente.
Coronando tubo exiguo,
Cual en tabla recortado
Era aquel cuerpo de tísico;
Era la tez de su rostro
De estirado pergamino,
Encallejonado, seco,
Y de remate lampiño;
Cabello cual de azabache.
Los ojos negros y lindos,
GtTBRRA DB REFORMA. ¿53
Enamorando, amorosos,
Terribles, cuando agresivos;
Su existir no tiene medio:
Ya es tremendo remolino,
Ya tienen que despertarlo
Porque quieto está dormido...
¿Quién es ese Don Fantasma?
¿Quien es ese aparecido
Que recuerda al otro mundo
En la tierra advenedizo?
Ese es Miouel Cruz Ahedo.
¿No recordáis aquel chico
Que en la reunión * 'Esperanza"
Presentaba sus escritos
De colegial estudioso,
El año cuarenta y cinco,
Con Robles Gil elocuente,
Con Vallarta el erudito,
Con Lancaster estudiante
De los caballeros tipo.
Con Vigil sabio entre sabios
Y los Camarenas finos?
Es aquel que en ''La Falange'*
Leyó con modesto estilo
Sus versos á la Reforma,
Llenos de entusiasmo y brío,
Y sus novelas sentidas
Y de un tono tan sencillo
Que parece que encerraban
Secretos de dolor íntimo.
Villaseñor le alentaba
Con elogios merecidos;
Pérez Verdía, oficioso.
Le estimuló con ahinco;
Y él, soñoliento, indolente,
Permanecía retraído;
Mas al lanzar la Reforma
Sus penetrantes vagidos,
Conspiró, corrió á los campos,
Congregó aliados y amigos,
Y á la milicia pidiendo
Los marciales atavíos,
Apareció cuando Juárez
Tuvo la vida en peligro.
Audaz, temerario, ardiente,
254 GX7BRRA D9 REFORMA.
Lleno de justo prestigio,
Luchó por la santa causa
Defendiendo á su caudillo.
Junto á él, Molina, galano,
Kl sublime, el atrevido.
Que hecha una pierna pedazos
Y de una cureña asido,
Alentaba á sus soldados
Haciendo mortales tiros.
Cruz Ahedo aparecía
En el sangriento conflicto,
Como huracán, como uama.
Como arcángel de exterminio,
Y cuando tras la campaña
Iban en su pos solícitos,
Lo hallaban sobre una manta
En el sueño sumergido.
Degollado le miraba
Como á un hermano ó á un hijo,
Y en las peripecias varias
Que ocurrieron en Jalisco,
Le dio asiento, justiciero,
Entre los jefes más dignos*
Era su labio elocuente.
Intolerante, incisivo.
Con recuerdo de los griegos,
Con rasgos de los latinos,
Y con el ímpetu ardiente
De exaltado jacobino;
Pero al encerrarse á veces
De sus afectos en lo íntimo,
Era franco y generoso
Con sus propios enemigos;
Fomentaba los contentos.
Amaba sus regocijos»
Aunque sin tomar, severo,
En los juegos participio;
Y anómalo su carácter.
Tras el vuelo enfurecido
De tempestuosas pasiones
Y de febriles delirios.
Hallaban en él los suyos.
En sus cambios sorprendidos.
La ternura de la virgen
Y los candores del mño.
GX7BRRA Dn REFORMA. 355
III
**8ANFEUNCIA.*' (*)
£1 suelo de nuestra Patria
En sangre y muertes hervía,
En la sierra, en la llanura,
En los mares y su orilla,
Y en las cuevas y barrancos
Se espiaban, se acometían,
Y vergüenza de las fieras
Y de las furias malditas,
El rencor se disparaba
Del seno de las familias,
Y los vínculos más santos
Se laxaban 6 rompían.
El Norte, el Sur, el Oriente
Y sus feraces campiñas,
El Occidente opulento.
Los sembrados y las minas.
Todo respiraba sangre.
Todo, todo estremecían
Las violentas convulsiones
De la herida tiranía.
Se hizo á Dios g^to de guerra
De la religión divina,
Puñal, afrenta, veneno,
E instrumento de las iras,
De la libertad licencia;
Y su pureza divina
Se manchó con fango impuro
De robos y de sevicia.
Era terror, era espanto
La prolongada porfía,
Y era causa sacrosanta
La que el pueblo defendía.
Porque estaba trunca la obra
Del gran Hidalgo y Costilla.
IV -
UN POLIZONTS.
Era la voz de los odios
256 GtJBRRA DB REFORMA.
De la facción de sotana,
Frente á Parrodi y las fuerzas
Que en el Interior mandaba,
Un bruto con forma de hombre,
Un mal aborto de España,
Uno de esos non descritos
Que pelones y sin blanca
Ruedan entre el abarrote
B ignorados á la playa.
Este aborto de los frailes,
Grosero y de mala estampa,
Publicaba atroz libelo,
Titulado **Za Tarántula,''
Venenoso cual su nombre
Y rebosando en infamias.
La mentira, la calumnia,
Honor y vida privada.
Escupía de los * libres**
Contra personas y causa.
Ese, como grazna el cuervo
Al olor de la matanza,
Sonaba su pandereta
De do la sangre goteaba;
Y azotó el rostro á los nuestros
Con sus calientes entrañas.
Por fin, viendo á los serviles
Tratarlo con repugnancia,
Emprendió el odiado, vuelo,
Veloz á Guadalajara,
Donde Piélago y Monayo
El suelo en sangre empapaban,
Y donde en poii&ada lucha
Ya se pierden, ya se ganan
De Degollado combates
Llenos de heroicas hazañas.
Y Ruiseco, que el gackuzo
Periodista se llamaba,
**SOLDADO DE Di OS*' le puso
Al órgano de su rabia,
Y no fueron ya sus tiros
Contra la Reforma magna,
Fueron contra los caudillos
Que en Jalisco dominaban,
Contra Degollado y Ahedo,
Que eran primeras espadas.
GUBRRA DB RBFORMA. 257
Lo inicuo, lo inconcebible,
Contra de ellos agotaba,
Hasta emponzoñar el aire,
Hasta humillar á la cloaca.
ises.
El año cincuenta y ocho
Fué el año de los combates,
En el que dejó sus huellas
Por donde quiera el desastre;
En el que se miró el suelo
Como al través de la sangre,
Anunciando cada aurora
La matanza y la catástrofe;
En que el Sol palidecía
Alumbrando los cadáveres,
Y en el viento se escuchaban
Como lastimeros ayes.
Padeció Guadalajara
Mil furibundos embates,
Y frustrado el primer sitio
En que lucharon tenaces
Degollado y sus valientes,
Casanova y sus 'secuaces;
Sitio en que el fnirero Rocha,
Con arrojo incontrastable
Asaltó á Santo Domingo
Con Ahedo y Chesman audaces,
Coronándolos la gloria
Con sus lauros inmortales.
Planta de nuevo otro sitio,
Degollado, formidable.
Siguiendo del noble Núfíez
Dócil los seguros planes;
Empéñase la contienda.
Se multiplican los lances.
Cubre los muertos el su^lo,
El terror vaga en los aires
— ¡Avancen!- Cruz Ahedo grita.
Rocha le contesta:
— i Avancen I
Y al reventar de las minas,
&OMANCBS.— ^3.
¿58 GUERRA DE REFORMA.
Los muros al desplomarse,
Y entre el humo y entre llamas.
Bayonetas y estandartes
Que hacen olas, se refugia
En San Francisco, Blancarte,
Y estallaron como bombas
Las iras del peladaje.
Entonce enmedio á la plebe
Que bramaba de coraje,
A un hombre llevan, y gritan
En su torno:
— ¡Que le arrastren!
— i No; que le corten la lengua
Por villano y por infame! —
El vestido desgarrado.
Los ojos al eclipsarse,
Como de tiapo los brazos,
Y los pasos vacilantes,
Marcha el hombre cual seguido
Por enfurecidos canes;
De repente ve á Cruz Ahedo,
Y en alarido salvaje
Le grita:
— Señor! ¡socorro!..
¡ Tened piedad ! ¡ amparadme ! . . .
' Miguel al preso se arroja,
Le acoge, su escudo se hace,
Le da clemente su brazo,
Dispersa al pueblo en instantes
Y llega ante Degollado
Conmovido y anhelante
— ¡Que le fusilen! — exclama
El jefe, sin que hable nadie.
Entre alaridos de gozo
Que la orden terrible aplauden.
— i Silencio ! Cruz Ahedo grita
¡Señor, ¡por piedad! salvadle;
Contra los dos sólo han sido
De su pluma los ultrajes,
No contra la Patria amada,
No á la bandera de Juárez;
El está dadOy vos fuerte.
Yo os lo ruego, perdonadle,
Os lo ruego encarecido
Por vuestro triunfo brillante,
OüBRRA DB RBFORMA. 259
Por vuestro nombre glorioso
No hagáis á mi voz desaire,
Por vuestro pueblo os lo pido,
Y por vuestra santa madre! —
Se concentra Degollado,
Piensa, duda unos instantes,
Al fin dice:
—¡Le perdono!
¡Libre está, podéis soltarle,
lo quiere así vuestro jefe
Pará vengarse y vengarme!—
' Y al disponerse Cruz Ahedo
Generoso á custodiarle,
Del preso, atónito, mudo,
Enmedio á los circunstantes,
Dos lágrimas elocuentes
Rodaron en su semblante
México, Marzo 15 de 1894.
26o GUERRA DB REFORMA
RUGIDO DG RGFORmA
CRXD HOmXDee IDE9P6KAD0 DG DO} mc€i^09 eeKHeKO$.
«Nada valen las victorias,
«Esos triunfos nada valen
«Si queda en pie la canalla,
«Si no fusilan á Juárez
«Después de darle tormento,
«De arrastrarle por las calles,
«Por enemigo de Cristo,
«Por causa de nuestros males,
«Sin dejar que se ejecuten
«Con él sus viles secuaces»
Así exclamó furibundo
Yendo de una á la otra parte
En su cuartel de Celaya
El feroz General Márquez
Cuando supo la noticia
De que presos y á su alcance
Por las traiciones de Landa
Estaban los liberales;
Y llamando al Secretario,
Que no quiero aquí nombrarle,
Le dictó con voz terrible
«La siguiente orden tronante:
^Cuando recibáis esta orden,
« Y sin perder un instante,
«Os mando que se fusile
«Al expresidente Juárez;
«Id á ver que se ejecute,
«Al punto me daréis parte».
Esta fué la orden á Landa,
GXTBRRA Dl$ REFORMA. 261
La firma, y después añade:
Escriba usted una misiva
Para que por mí se encargue
El canónigo Fulano
(El nombre quiero callarme)
De que se atropelle todo
Para que mi orden se acate, .
Puesto que con esas muertes
Se evitarán graves males,
Que al fin es mi partidario
Y es tiempo de acreditarse,
II
En tanto en Guadalajara
Se amontonaban sucesos
Raros para imaginados
E imposible de preveerlos,
De Landa, Moret y Bravo
Estalla el pronunciamiento, •
La Ciudad arde en alarma,
Núfiez corre á contenerlo;
Una bala se encasquilla
En su reloj y salva el pecho;
En Palacio hay sublevados,
Juárez y Ministros presos,
Amotínase la plebe,
La g^ían Molina y Ahedo,
Con el exterior amago
Rebraman los insurrectos,
Al aposento de Juárez
Penetran con furor ciego,
Se aprestan á fusilarle,
Se forma el terrible cerco.
Se han preparado las armas
Y al tronar la voz de ¡fuego!
Escuda abriendo sus brazos
A Juárez Guillermo Prieto.
¡Alto! ¡levanten las armas!
Gritó con vibrante acento,
Los valientes no asesinan;
Y habló sentido y enérgico
Hasta que alzaron las armas
Y á la conmoción cediendo
Hecharon fusil al hombro
Y dejaron aquel puesto
262 GUERRA DB REFORMA.
El efecto que produjo
De la plebe el ardimiento
Obligan por fin á Landa
A firmar unos convenios
En que queda libre Juárez
y salvado su Gobierno.
III.
Como explosión subterránea
De algún ignorado abismo
Así en el alma de Márquez
Hizo su efecto el aviso
De la libertad de Juárez
Y sus odiados Ministros;
Y que \^ familia enferma
Va rumbo del Manzanillo,
Azotaba su impotencia
Contra sus crueles instintos
Cual forcejea en sus lazos
El tigre que brama herido,
Pero guarda sus rencores
'Para soltarlos, inicuo,
Contra aquellos que cedieron
A la fuerza del destino.
Esperó por que imperando
Miramón corrió á Jalisco
Hasta que llegó su tumo
De tener allí dominio,
Y desatando á su entrada
Sus infernales instintos,
Después de los cumplimientos,
Con acritud recibidos,
Plegada la espesa ceja,
Tardo el paso, el ojo hundido,
Embozado de la noche
En el ropaje sombrío,
Fuese en casa del canónigo
A quien envió con sigilo
Que entregara diligente
El mandato en que el suplicio
Se ejecutara al instante
Del que llama indio maldito.
El canónigo rezaba
Quieto el oficio divino,
Holgándose en su poltrona
GUERRA DE REFORMA. 263
Entre devoto y dormido,
Alzó el rostro, pues su puerta
Abriéndose de improviso
Dio paso y se entró violento
Un hombre desconocido
Con el sombrero en la frente
Y con la espada en el cinto,
Que encarándosele brusco
De esta manera le dijo:
«Mal hombre, mal caballero,
«Torpe agente, mal amigo
«¿Qué hicisteis mi orden urgente
«De acabar con los bandidos
«Que ahora nos burlan infames
«E impunes en su camino;
«No veis que abristeis el cauce
«De sus sangrientos delitos?
« — ^Yo represento al Dios Santo
«Que clavado en el patíbulo
«Clamó con sublime acento:
«Perdono á mis enemigos;
«Yo, detesto las doctrinas
«Que propala Don Benito,
«Pero entre eso y ser el pábulo
«Del rencor de los partidos,
«El que azuce las venganzas,
«El que olvidándome, indigno,
«De mi misión, á la guerra
«Y al odio ofreciera estímulo;
«Eso no; y por tanto la orden
«Que tirano habéis escrito
«La sepulté en mi desprecio
«Para cubrirla de olvido.
«Y á vos que me pedís cuente
«De vuestro mensaje inicuo
«Os perdono y os ordeno
«Que abandonéis este sitio.
— «No veis que habéis traicionado
«Villano, á nuestro partido,
«Dándole tal vez el triunfo
«A la chusma de sacrilegos?
Y el padre se incorporaba
Severo, resuelto, digno,
Y dejando su breviario
Y cerrando reflexivo
264 GUKRRA DB RfiFORHA
Con llave el austero estudio
De esta manera le dijo:
— «¿Y vos por quién me tomasteis;
«Por quién me tomasteis digo
(tA m( de paz sacerdote,
«Ministro de Jesucristo?
«¿Agente yo del verdugo,
«Yo su corredor, su esbirro,
«Yo mensajero de sangre,
«Yo proveedor del patíbulo?
— Iba á interrumpir — ¡silencio!
«jSilencio mando, asesino!
«Ya que ni quiero ni puedo
«Aplicaros un castigo.
Abrió en silencio la puerta
£1 canónigo bendito;
Y salió arrojando llamas
De los mochos el caudillo.
Y el nombre del sacerdote
De esta leyenda no estampo
Por que me quita la pluma
La prudencia de la mano.
Marzo 8 de 1895.
NOTA.— De la autenticidad de este romance no tengo prueba, pexo el hecho lo oí repedr
á penmaa muy re^petablM de Guadalajara.
GüBRRA DE REFORMA. 265
GRAD KOmAD^e DG $ALC09
T piRoecx) o ^A meDUDeo D6 muDJiiizx$.
Son tales las peripecias
De la maroma política
Que á veces el triste llanto
Se torna en alegre risa;
Y á veces la luz más pura
Se vuelve noche sombría
Convirtiendo en un axioma:
Con las que doblan repican.
Es la magia, la tramoya,
Es una rampa tan lisa,
Tan colgada y resbalosa
Que los que incautos la pisan
Aunque se sientan muy fuertes
Al fin se rompen la crisma:
Y atención, noble auditorio,
Que aquí mi cuento principia.
LAS MUDANZAS.
Titiritaba Diciembre
Del fatal cincuenta y ocho,
Y Miramón en Jalisco
Se alzaba como en un trono
En los brazos de la Iglesia
Y adorado de los mochos-.
Mas la gresca continuaba
Sin sosegarse en el fondo,
Y el Gobierno de Zuloaga
Vacilaba temeroso.
Entre ímpetus atrevidos
O insensible como tronco
Juárez Veracruz ocupa
Con imperturbable aplomo
SOMAlfCX8.34.—
266 GüBRRA DB REFORMA.
Aunque el agua se revuelva,
Porque Juárez es de corcho
Y flota cuando hay tormenta,
Y avanza cuando es forzoso.
De repente se oye un grito
Que espanta y produce asombro
Porque Echagaray saltando
En Ayotla empuja, loco,
A Zuloaga de su asiento,
Plantándose sin embozo
En el lugar prominente
Que se construyó ambicioso;
Allí fragua una ensalada
De santos y de demonios,
Que rechazan obstinados
Aun los mas fuertes estómagos.
Del brazo de un clerizonte
Muy testarudo y muy tonto
Puso á Don Sabino Flores,
A Arango junto á Cardoso,
Como quien concordar íjuiere
El jarabe y el responso.
¡Alto! grita Manuel Robles
Que rehusa tocar el bombo;
Y otro plan y otra maroma
Deja á Echagaray absorto.
Que se encuentra aislado en tierra
Con los huesos medio rotos.
Entre tanto con malicia
Miramón lo sabe todo
Y que para Presidente
Le aclamaban fervoroso;
Pero desdenes fingiendo,
Astuto oculta su gozo
Y del Plan de Tacnbaya
Se hace el paladín heroico.
Vuela á México, á Zuloaga
Repone en su puesto honroso,
Pero Zuloaga le llama,
Se instan, resiste de pronto.
Lo pide (entusiasta el pueblo,
Llueven ruegos y piropos;
Y al fin al poder asciende
Cantando hosanna los mochos,
Y se vio que si los Padres
GUERRA DB REFORMA. #67
En polftica son topos
Y que con todo y sus rezos
Se dan á dos mil demonios,
Los soldados cuando quieren
Hacer el mundo á su modo,
A pesar de sus cañones
Y sus torpedos famosos,
Y á. pesar de ser algunos
De sangre y horrores monstruos,
Hacen torpes unos fiascos
Irrisión de los más tontos.
ÍM GtTBRRA DB &BPORMA.
HomAD^e De ma^co vqglo
T DC GKXnDe RADTASIX.
I.
EL ESTUDIANTE.
£s un tipo tan versátil
El que le pido á mi pluma
Que fije aquí sus mudanzas
Y retrate su figura,
gue por más que mi caletre
t hace flexible y se aguza,
Al fin y al postre el retrato,
Boceto, caricatura,
Bs tipo de todas partes
Y no se fija en ninguna,
Fugaz como vuelo de ave,
m£ efimero que espuma,
Y es el colegial alegre.
Manirroto, sin fortuna.
De lengua fácil, valiente,
Del menesteroso ayuda.
Que une el contento á la chilla,
Al estudio la boruca,
Que á su alcance va el corrillo.
Que tiene salidas chuscas,
Que lo prestado es su erario,
Qne á expensas ajenas fuma,
Y que si en amores sufre
Tan descomunales tundas,
El las convierte en leyendas
Que le prestigian é ilustran.
Sin pico ni más ni menos
GtrnULA DB RVPORMA. 269
Ni exagerada calumnia,
Era el chico que privaba
En Guadalajara chtda^
Donde á su vez le acosaban
Latín y literatura.
Con ingenio despejado,
Con intachable conducta
Entrando en el curso de artes
Sin intrigas ni chapuzas,
Le arranca del Instituto
La orfandad mísera y brusca,
Y regresó á su morada
A ser de la madre ayuda.
El noble coronel Méndez,
Liberal bravo en la lucha,
Su mérito adivinando
Le acoge con bondad suma
Y le nombra secretario
De su misma prefectura.
Su esfuerzo y 5u inteligencia
Le auxilian en arduas dudas:
La Reforma retronaba
Sembrando horroi; y pavura;
Y él que liberal ardiente
Su amor al pueblo no oculta.
Publica un periodiquillo
Que á los serviles abruma,
Y hacen que sobre él descarguen
Como dardas las injurias.
La elección de Diputados
Para la Legislatura
De Zacatecas heroica
Con diligencia consulta
El pueblo de Tlaltenango,
Sus votos poniendo en la urna.
Jesús González Ortega
Con vivo contento anuncian.
Que con tales candidatos
Siempre es el pueblo quien triunfa,
Y una curul del Estado
Mi alegre estudiante ocupa
Con aplauso de la plebe
Que le adora y que le adula
Por bueno, por generoso
Y por su alma grande y pura.
270 GUERRA DB REFORMA.
II.
REFORMA Y CAMBIOS.
Tras de terribles encuentros,
Tras de batallas sangrientas,
Márquez el vil asesino,
De los chacales vergüenza,
Desde ^ centro del Bajío
Tomó rumbo á Zacatecas.
Un señor Parra, modesto,
De muy estimables prendas,
Mas con cierta repugnancia
A la bulla y á la guerra^
En un repente y de ocultis
Despareció de la escena,
Y quedó el patriota Estado
A la luna de Valencia.
I/)s mochos se congregaron
Y alegres, en son de fiesta,
Hombres, armas y contentos
Preparaban sin reseiva,
Y un préstamo se impusieron
Hasta reunir diez talegas
Para recibir á Márquez
Y darle de su amor pruebas;
Pero inesperado salta
Jesús González Ortega
Y les dice: «caballeros,
No estáis tan libres de penas.
Porque yo soy el que mando
Y mandar la ley me ordena;
Que de esta Legislatura
Yo ejerzo la presidencia».
Y al punto ordena sus tropas
Que eran de dos, tres y vuela;
Armas recoge afanoso,
Hace sonar las trompetas.
Acude confiado el pueblo.
Le encanta con sus arengas
Sin ambajes, sin piropos,
Pero de entusiasmo llenas;
Y á los ricos que acopiaban
Para el Leopardo pesetas
OUSRRA DB RBPORMA. 27 1
Dice: «os doblo la parada
Y entregadme con presteza
Veinte mil que necesito
Para mis gastos de guerras.
—¿Que no? Seréis mis soldados;
Y sin gastar aitretengas.
Como á corderos los junta,
En un cuartel los encierra,
Diciendo: irán con nosotros,
Verán lo que es cosa buena.
Y aquel humilde escribiente,
Jovial, que no daba muestra
De belicosas pasiones
Ni cualidades guerreras.
Del corazón de los pueblos
Toma el prestigio y la fuerza,
Y en sus manos la Reforma
Alza su heroica bandera.
Entretanto el feroz Márquez
Entra brioso en Zacatecas,
Y sus instintos de tigre
Pávulo eficaz no encuentran.
Dura poco, que sus jefes
Pronto le ordenan la vuelta,
Y entra en la ciudad radiante
Jesús González Ortega.
Antes y en su retirada
A Degollado recuerda,
Y cañones y soldados
Y dinero y cuanto encuentra
Le manda á Guadalajara,
Que es donde más se pelea.
I Oh! qué hermosa fué la entrada
De Don Jesús á su tierra;
Cubre la gente los montes.
Brotan chinacos las piedras,
Las mujeres y los niños
Al bravo caudillo cercan.
El á todos agasaja.
Todos los grupos alegra;
Manirroto, enamorado.
Manda serio ó se chancea,
Y se hace pueblo en las oías
Do el patriotismo campea
Como sol que en los hervores
2J2 GUBRKA DB RBPORMA.
De las ondas reverbera.
A los ricos que prestaron
Ordena se les devuelvan
Sus dineros, y de honrado
Y caballero da pruebas.
Instala al fin su gobierno:
Secretario Jesús Loera,
Jesús Lalanne ayudante
Y otro Jesús se le acerca
Y le llama á su Gobierno,
Este nombre se me niega
A pesar de que lo tengo
£n la punta de la lengua.
Al Gobierno de ¿os Chtichos
La plebe lo vitorea;
Y del héroe mal forjado
A quien vil la indiferencia
Las dotes de una grande alma
Y de heroísmo le niega,
Aquí las hazañas (nclitas
Con paso triunfal comienzan.
Agosto 26 de 1896.
OüERitA DB RBFORMA 2J$
HG(?UGRDO.
ji mi mQT xmxoo aidigo, et di^tioguido joven dod loi» conzAtcz oBReoon.
I
TIEMPO PASADO.
Pasa la tierna memoría
Que en el papel fijar quiero,
Como ramo de camelias
' Marchitas en mar revuelto;
Como arrullo de paloma
Que lleva quejoso el viento,
Y que apaga silenciosa
La soledad del desierto.
Y es coqio charco escondido
La claridad de mis versos,
Donde como en un sepulcro
Duermen del lirio los pétalos.
Es una escena sencilla, «
Sólo para mí de precio;
Es á la luz de la Luna
El lago y el cementerio;
Pero cuando el Sol alumbra
Dándoles matices bellos,
Se engalana del paisaje
Coh atractivos supremos,
Pero le roba su pompa
Los hechizos del misterio.
II
LA SIERRA.
Adorando en la Reforma
Seguí las huellas de Juárez,
R01IANCBa.«*35.
274 GXmkíLA DB REFORMA.
Al Sur de ese Estado hermoso
Por lo heroico y por lo grande,
Cuna del noble Moreno
Y de Prisciliano Sánchez
Y de otros mil que la Patria
Mira cual astros brillantes.
Y no sé si por capricho,
Me entré á los bosques errante,
Soñando y oyendo trovas
En el susurro del aire;
Así intérneme en la Sierra
Cuando en brazos de la tarde
Reclinaba la cabeza
El astro rey expirante.
Era la Sierra espaciosa,
Con su grandeza salvaje,
Hasta aquf poniendo al cielo
Con sus árboles gigantes.
Aquí la luz extinguiendo,
Allá formando galanes
Al bello prado y florido
Caprichosos cortinajes.
En las quiebras los arroyos
Derramando sus cristales,
Y surcos de luz haciendo
En sus giros deleitables,
Entre las hojas filtrando
Cual rubies y diamantes,
Rayos de luz que temblaban
Luminosos en el aire,
Descubriendo y encubriendo
De luz y sombra en contraste,
Cuadros no para descritos,
Tan sólo para mirarse.
A lo lejos el torrente;
Mugiendo el toro distante.
Escuchándose el graznido,
De las carniceras aves;
Eran primero colinas
Y yerba entre peñascales.
Después cerros y montañas,
Al fin lo inmenso, lo grande.
El muro, los altos pinos,
£1 todo inconmensurable.
Ángulo formaba el grupo
6UBRRA DB RHK)RMX . ^ 375
De cerros adelantándose,
Y á primorosas cañadas
Adorno. formaba y cauces.
Allí flotando en los vientos
Enredaderas colgantes
Del encino y de los robles,
En los brazos seculares;
Allí el oyametl gracioso,
Allí corpulento el sauce,
Y el madroño con borlones
De sus ramas al remate
Vese por entre sus troncos
El humo de los jacaks
De los serranos alegres
Que allí habitan ignorantes
De los placeres del mundo,
Su pompa y sus veleidades.
Como al frente de este cuadro,
Mírase entre los ramajes
Un lago cual limpio espejo,
De aguas claras y brillantes;
Y al centro como una garza
Que animara sus crist^es,
Una blanca capillita,
Puerta remedo del arte.
Con su torrecilla enana
Y su cruz de tosco alambre;
En sus contornos la arena,
Y flores en sus arriates,
Sospechándose sepulcros
A trechos por las señales.
III
ENTRADA POE LA NOCHX.
Arrastrando van las sombras
Negras caudas por el suelo,
Y van siguiendo sus pasos
La soledad y el silencio
Cuando de entre las cañadas
Brotan y giran luciendo
Llamas vivas por hileras.
Ya en remolinos espléndidos
Y ya en manos de mujeres,
r «76 GUBiRftA DB RB90BMA
Círculos formando á trechos.
Se acercan son los serranos
Que enlprocesión van al templo,
Con ramos de flores ellas,
Y antorchas de ocotes ellos.
Pero no es festín, impone
Por lo grave y por lo serio!
Enmedio á la comitiva
Camina con paso lento
Una serrana cubierta
Con toca de blanco velo,
Con un niño entre sus brazos
De hermosas flores cubierto,
Y su rostro de la madre
Casi pegado en el seno.
La procesión llega al lago,
Se postra frente del templo,
Y las hachas en las aguas
Producen sus reverbwos.
El concurso se encamina
A un sitio apartado y bello,
Donde se encuentra formado
Un sepulcro cuyo aspecto
Tiene figura de cuna,
Y de jazmines es hecho;
Allí se acerca la madre
A dar á su niño entierro;
Hacen círculos las luces.
La madre queda en el centro,
Y entonces con voz doliente,
Sus acentos lastimeros
Le arrullan cual cuando vivo
Para conciliar su sueño.
Y era la voz tan sentida,
Era el llanto tan acerbo.
Era en el idioma extraño
Aquel dolor tan intenso,
Que yo supuse que dijo:
Adiós, mi niño, mi délo,
Sangre de mi propia sangre,
Aire de mi propio aliento!
¿Cómo siendo tíy mi vida,
Te tengo en los brazos muerto?
Y yo sentí dentro mi alma
, Muerto cuanto ama mi pecho.
GUBRKA DB RB90RMA. 2'ff '
Acompañando de la india
El llanto con mis lamentos.
Blla hablaba en otro idioma;
Yo adiviné suponiendo
La elocuencia del sollozo,
Lo sentido del requiebro,
Y aquel rostro dolorido.
Aquel mirar, aquel gesto,
Era presagio y augurio
De un amenazante duelo.
£1 canto cesa, la madre
Fué el sepulcro disponiendo
Con algodones de armiños
Y con delicados lienzos.
Para que siguiese el niño
Con el Eterno durmiendo.
Y cual si de cristal fuese
Aquel su pimpollo tierno,
Colocó su cabecita,
Tendió entre flores *el cuerpo,
Con amoroso cuidado
Mezclando ayes lastimeros,
Plores, lágrimas y besos.
La tierra al fin veló al niño,
Ella se postró en el suelo,
Las antorchas se apagaron,
Se oyeron confusos ecos,
Y quedó sólo en las sombras,
Y enmedio de hondo silencio,
Junto al sepulcro reciente,
Inmóvil un bulto negro.
IV
LA VUBTiTA
Borróse el cuadro; mas vivo
Ha quedado en mi memoria
Con su sencillez sublime.
Con su dolorida pompa,
Y cuando vuelvo al pasado
La mirada entre las sombras,
Se me aparece sentida,
Indecisa, vagarosa.
Aquella escena en mi vida,
Inesperada y exótiq^.
ICaiao a6 de 1894.
378 GUBRRA DB REFORMA.
PÁRRAFO AL BILO
O $€A Romsnee 3Sbho$o.
En un pueblecito corto
Del corazón de la sierra,
Y situado en un barranco
Que le hace como talega,
Donde se ve desde lejos
El remate de la iglesia,
Con un ojo de la torre
Como expiando á flor de tierra;
Donde se ven esparcidas
Cual colgadas de las peñas
Las chocitas de zacate
Entre milpas y entre yerbas;
Donde andar no se conoce,
Porque 6 se brinca 6 se trepa;
Donde el nopal malmodiento
Y el cardo cara de suegra.
Apartado de las flores,
Escuchan con extrañeza
La agua que canta en el fondo
Entre amontonadas piedras,
Cortejada de las aves
Y alegrando la arboleda, •
Y el platanar de anchas hojas
Que en alto se revolean;
Allí un grupo reaccionario
Con precauciones se alberga.
Con un mexicano indino
Y el vicario de otra sierra,
Bebedor desaforado.
Sanguinario como fiera,
Cristiano como un demonio
GX7BRRA DB RBFORMA.. Tff
Y enamorado de cuenta.
Y la guerrilla maldita
De la religión defensa,
Del Pueblito se dispara
Quema, roba, mata, asuela,
Y en la chinaca hace estragos
Sin que nadie la contenga.
Mas lo sabe el indio Juárez
Y á un chinaco de cajeta
Brioso, amiésgado, valiente,
Y de crianza muy pareja.
Para el pobre que le adora
Y ensalza sus buenas prendas,
A ese chinaco destina
Para que les dé una pela
A los mochos ponzoñosos
Que ya reventaban la hebra.
Y apenas lo sabe el pueblo.
El pueblo lo sabe apenas
Cuando hay un run run que gruñe
Y á los mochos alebresta-
Y aquellas fueron crueldades
Y ejecuciones sangrientas
Entre los que simpatizan
Con la chinaca guerrera,
Se distingue por su arrojo
Una preciosa ranchera,
Blanca, rubia, colorada.
Fortachona, audaz y fresca
Su padre con Degollado
Se la luce por Morelia,
Y ella como cualquier hombre
Cuidando la casa queda,
Con la honra como un espejo
Y para el trabajo mesira.
Era Mariquita el oro
Y eran sus acciones perlas;
Mas se acerca la chinaca,
Y el charrito la gobierna.
Dedo chiquito de Juárez,
Co"^. o dijo mi contesta;
Marica era libérala
Desde el zapato á la trenza,
Y al ver venir á los suyos
Y que la barranca cercan,
aSO"^ ' GUAftRA DE RBPORXA.
Les da avisos oficiosa.
Los víveres les agencia,
Les procura mil auxilios
Y les evita sorpresas;
Pero el barranco era fuerte
Y sus entradas troneras
Que tragaban á la gente
Matándola sin defensa;
Se repetían los choques,
El chatrito se impacienta
Y Mariquita se torna
De la chiruua la reina.
Por fin se ordena el asalto,
Truena el viento, hórridos ruedan
A los abismos peñascos
Saltando y rompiendo breñas,
Y á Marica entre las balas
Se percibe que ligera
Por aquí, socorre heridos,
Por allá, caidos alienta;
Por fin la chinaca triunfa
Tras la horrorosa refriega,
Y á las banderas saludan
Los repiques de la iglesia,
Al redoblar de las diahas
Y al gritar de las trompetas;
Pero al volver á su casa
Marica asustada encuentra
Mal herido y moribundo,
Medio oculto tras la puerta,
A un mocho que de los suyos
^a espada predilecta,
Contra quien el charro ha dado
De fusilarlo sentencia,
A quien el Rayo nombraban
Por su empuje y su fiereza.
II.
Era el joven tan hermoso,
Estaba tan mal herido,
Que desgarraban el alma
Sus penetrantes quejidos.
Como de marfil el rostro,
Loe grandes ojos hundidos,'
GUBKRA DS RBFORMA. 28T-
Secos los delgados labios,
Bl cuello blanco, abatido;
Ella, primero iracunda,
Quiso lanzarlo del sitio
Por mocho recalcitrante
Y por mortal enemigo:
«¿Pero entregarlo á la muerte
«Pidiendo á mi casa asilo?
tf¿Venderlo.como canalla
«A él, moribundo y vencido?
«¿Y mi soledad notoria?
«¿Y mi padre y sus amigos ?»
El hombre en tanto exhalaba
Casi el postrimer suspiro,
Tirado contra la tierra,
Desangrándose y perdido.
Lo contempla la doncella,
Y dócil cediendo á un ímpetu
De su carácter ardiente,
De su corazón divino,
Dice: — Tope en lo que tope,
Yo te amparo y yo te auxilio. —
Hábil venda sus heridas,
Le forma lecho mullido.
Limpia el polvo de su frente,
Refresca el labio marchito
Y se toma madre tierna
Por el cuidado y el mimo.
En la noche pavorosa
Ella vela de contíno,
Le da del agua más pura,
Le ciñe el lienzo más fino,
Y pendiente de su aliento
Y dulce á cada quejido,
Hace cabezal su brazo
De su doliente enemigo.
Por fin á tantos cuidados
El campo dejó el martirio,
Y lentamente recobra ^
El enfermo los sentidos;
Ella afanosa le cura
Compasiva por instinto,
Pero luego siente en su alma
Como luz de placer vivo,
Cual penetran por uaárbol
RoacANOts.— 36.
aSs • GUBRRA DB RBFORXA.
Del sol naciente los visos,
Y se filtran en sus hojas
Cual de oro brillantes hilos,
O como despierta un ave
Que dormida lanzó trinos
Y á darse cuenta no acietta
Del melódico sonido.
La niña se enamoraba
De sus propios sacrificios
Y le miraba extasiada
Cuando quedaba dormido,
Como se mira un lucero
Dentro de un lago tranquilo;
Pero ni acción, ni mirada,
Ni palabra, ni suspiro,
Revelaban que adoraba
Al joven basta el delirio.
Y él al recibir la lluvia
De sus cuidados solícitos
La contemplaba tan tierno,
Tan reverente y sumiso,
Que cualesquiera dudara
Si era presa de un hechizo,
Y la pasión le embargaba
O amaba reconocido;
Porque mejor parecía
De Maruca el rorro, el niño,
La ciervecilla inocente.
El humilde corderillo;
El que en los lances de guerra
Era rayo y torbellino.
En tanto se le buscaba
Con un enconoso ahinco,
Con orden que do le hallaren
Le aplicaran cinco tiros.
Maruca casi demente
Con tan horrible suplicio,
Le oculta, se excusa, miente,
Cercada de los esbirros,
Hasta que al cabo, resuelta.
Llorando y fuera de juicio.
Corrió piedad implorando
A las plantas del charriio,
Y así le habló balbuciente
Entre llantos y gemidos:
GüBRKA DS BRFORMA. 283
III.
«Vengo á pedirte perdón,
«Yo débil, yo delincuente,
«Llena de sombras mi firente,
«Desgarrado el corazón,
«Pero no es la vil traición
«La que me hace aparecer
«Dando mi brazo á torcer,
«Porque era el brazo muy fuerte,
«Fué mi sino, fué la suerte,
«Fué que al cabo soy mujer.
«En mi casa hallé escondido,
«Cuando nuestra lucha brava,
«A un mocho que se quejaba
«Moribundo y mal herido.
«Lanzar quise al atrevido
«Que mi morada escogió
«Como asilo me cegó
«La rabia, quise matarlo,
«Mas villana delatarlo
«O entregártelo ¡Eso no!
«Le curé, le socorrí
«Diligente y empeñosa,
«Y atendiéndole piadosa
«Como grande me sentf.
«£n mi afán desconocí
«Los rencores de partido,
«Y uü poder desconocido
«Le decía á mi conciencia
«Que yo era la Providencia
«Del desamparado herido.
«Aliviaba su tormento
«Con delicadeza suma,
«Como con dedos de pluma
«Y de azucena el aliento.
«Y cuando por un momento
«Los lindos ojos abría,
«Yo dentro de mí sentía
«Satisfecha, embelesada,
«Como un aura embalsamada,
«Como luz de claro día.
«Redoblaba mi asistencia
«Cual si dentro de su herida
«Sangrara mi propia vida.
2^4 GTm&RA DB ftAFOXltA.
«Mía siendo su dolencia.
ff£l volvía á la existencia,
«Y cuando fiel le curaba
cMe miraba, me miraba
«Con un respetuoso anhelo,
«Abriendo á mi vista un cielo
«Por el bien que le otorgaba.
«Aliviaba sus dolores
«Con un diligente empeño,
«Celosa cuidé sus sueños;
«Mas para tantos favores
«Ni una palabra de amores,
«Ni un suspiro, ni un desliz;
«De santidad el matiz
«Quitó el puesto á cada cual,
«Yo fui el amor maternal
«Y él el herido infeliz.
«Mas le asedian, le peisiguen,
«Y si acaso le sorprenden,
«O si mi secreto venden,
«Darle la muerte consiguen,
«i Por Dios! que los que le siguen
«Tengan tu orden de piedad;
«¡Piedad, buen señor, piedad!
«Aunque á tus plantas me muera,
«Ha¿me á mí tu prisionera
«Y dale la libertad.
«Recuerda la buena esposa
«Que te espera con sus besos,
«A tus muchachos traviesos,
«A tu madre cariñosa,
«A tu comarca gozosa,
«A tus perros saltadores,
«Y entre los arcos de flores
«Distingue en tus alegrías
«A las bendiciones mías
«Proclamando tus favores.)»
— Muchacha, dijo el charriio
Su emoción disimulando:
Mira que soy perro viejo,
Y por viejo sabe el diablo;
Tú estás muy enamorada
Y te envidio y te lo alabo.
Es cierto que ese belitre»
Bse Miguáv «ae Títfy^
GÜSftRA DB RBBOKMA. 26$
Merece que lo aftísüen.
Cual vela de cera un santo;
Pero es cierto, Mariquita,
Que conmigo te has portado
Como se porta la gente.
Como cien mil de á caballo.
Anda á hacer lo que te digo:
Que venga acá ese muchacho,
Veremos lo que Dios dice,
Bien dispuesto y bien tramao,
Viene bajo mi palabra
Y está como con candado.
IV.
Brente á frente del charríto
Bstá la pareja linda,
Kl, doliente pero erguido,
Blla vivaz é indecisa
Dirigiendo á todos lados
Bscudrifíadora vista.
Bl charro^ grave y sereno,
Con socarrona sonrisa,
El sombrero levantado.
Arrellanado en su silla,
I^abanda caída al desgaire,
Medio abierta la camisa
Y sobre la piel la Virgen
De Guadalupe se mira;
Encarándose al muchacho,
Tíiyfít con palabra digna:
—«Mucho pudiera decirte
«Si me aconsejara la ira,
«Mas tú mirarás tus manos
«Con nuestra sangre teñidas
«Y mirarás tu conciencia
«Como con manchas de tinta.
«Pero recordar rencores
«Empañan al alma limpia,
«Y los liberales puros
«No hacen aicianes mezquinas;
«Estás libre como el viento,
«Vuelve á la lucha, porfía,
«Y la libertad que otorgo
«A nada, Miguel, te obliga,
2S6 GUBRRA DB REFORMA.
«Lo poco que el perdón vale
«Se lo debes á esta chica,
«Como yo de libérala
«Y como un cielo de linda.
«Ven, chico, ampara á tu madre,
«Y ella á mi par te bendiga.
¿Estás contenta, muchacha?
¿Me he portado bien, Marica?
Casi llorando el muchacho
Dijo con voz conmovida:
—«Yo no me voy, me quedo
«De soldado en vuestras filas
«Para como hijo servirle
«Y dar por usted la vida;
«Porque al cabo se la debo
«Por grandeza y en justicia.*
— «Quédate, y para que mires
«Que nadie me supedita,
«Req>óndeme formalote
«Porque hablamos chiva á chiva:
«Quieres mucho á la muchacha?
— Es el alma de mi vida.
Sangre de mi alma, mi diosa,
Aroma, luz y delicia.
— Y tú ¿qué dices, Maruca?
— ^Yo charrito^ ni se diga. —
Y al decirlo era tan bella,
Y al decirlo su faz brilla
Con divinos resplandores
Que encantan y maravillan.
— Pues bien, los caso, muchachos,
Y serán de mi familia
Y punto, porque el romance
Si más se alarga, se enfría.
Agosto 13 de 1893.
OUSKSA OS RBFOSMA. 387
miGoeL rniKAmon y lgadokc yallc.
DOS CAMARADAS.
Franco, listo, enamorado,
Asombro de los valientes,
Servicial con los amigos,
Buen soldado, buen ginete;
Bn la ciudad, caballero
Y calavera decente;
En el campo de batalla
Siempre confiado y alegre;
Del conservador partido
La adarga y el brazo fuerte
Aunque en su interior burlaba
A la legión del bonete,
Que hace política infame
Entre el cirial y el acetre!
Miguel Miramón, en suma.
De quien trazo el perfil breve,
£¡jerce el mando augusto
Como electo Presidente;
Después que plagió á Zuloaga
Y que lo hizo su juguete,
Con espanto de los beatos
Y gorja de los cuarteles!
Estaba en su regia estancia
Solitario, en su bufete,
Pensando en el manifiesto
Que á la prensa se dio breve;
Doquier provocando dudas
Y lastimando intereses,
288 GÜBRKA DB RBFOKICA
Del implacable partido
Que hace del rencor sus leyes;
Su airoso busto retrata
El espejo que está al frente,
Brindando ocasión propicia
Al cincel y á los pinceles.
Morena tez, alta frente,
Liso y alzado cabello,
Dócil cual copo de espuma.
Como el azabache, negro,
Sus ojos reverberaban
En la ira, como un incendio,
E irradiaban festejosos
Cuando expresaban contento;
Carnes enjutas, armadas
Sobre tendones de acero;
Altivo su continente.
De rápidos movimientos,
Gran corazón, alma grande
Y grandísimos defectos
Así á Miramón miraba
Piel su magnífico espejo,
Y al que di de comedido,
Oficioso complemento
Oye de pronto, á su espalda.
Mover resorte secreto,
Y se abre excusada puerta.
Presentándose al momento,
A su frente, Leandro Valle,
Su hermano, su compañero,
Su Pílades en la vida
Y su otro yo en el colegio;
Mas ésta vez, con reserva
Espera saber su objeto,
Pues supo que estaba oculto
^ Ese enemigo del clero,
' Y conoce sus creencias
De Reforma y de Progreso,
Y que las defiende ardiente,
Sin odio pero sin miedo.
Después de una grave pausa
Y de aterrador silencio,
GUERRA DB REFORMA^ «89
Habla Leandro: — Miguel dice,
Alzándose del asiento,
Y Valle la voz sacando
De su conmovido pecho,
Así le dijo á su hermano,
Con calma, pero resuelto:
— vMiguel, miro que es villano
«Robar al poder su sombra,
«Para herirle por la espalda
«Con alevosas maniobras.
«Miguel, pequeño me siento
«Cuando tu clemencia me honra,
«Y yo, sin querer, soy centro
«De cabalas engañosas
«Que doquier te tienden redes,
«O cobardes ó traidoras.
«Hermano, me siento indigno
«De tener mi espada ociosa,
«Cuando en los campos se lucha
«Por Libertad y Reforma.
«Y como jefe me esperan
«Esclarecidos patriotas
«Que tienen mis propias creencias
«Y al retroceso destrozan.
«Y como te di palabra
«De hablarte la verdad toda,
«He dejado mi escondite:
«Vengo, no sin gran congoja,
«A decirte que al gran Juárez
«Voy á ofrecer mi persona.»
— «¡Calla! Miramón le grita,
«Que mi paciencia se agota;
«Mal soldado, mal amigo,
«Belitre, insensato, apóstata;
«Ve á fusilar tu casaca
«Con la infame demagogia.
«Vete y engruesa la chusma,
«A hundir en fango las glorías,
«Porque me estoy conteniendo,
«Porque me embriaga la cólera
«Y te estoy viendo pequeño,
«Y quisiera que fuera otra
RoacAircsa.^37*
99^ GtTHRRA D:^ reforma
«Mi posición, para darte
«Una lección espantosa.»
Leandro Valle le vio fijo,
Con firmeza y sin zozobra,
Y entre aquellos dos valientes
Cruzó el aura temerosa,
Como trascendiendo á sangre
La ira impotente y diabólica.
Valle se caló el sombrero,
Volvió la espalda, y la alfombra
Marcó la marcha pausada
Con que la estancia abandona.
Pero apenas da unos pasos
Valle, fuera de la estancia,
Cuando Miramón le grita
Con la voz entrecortada:
—«Leandro, recoge esa llave,
«£s llave de mi petaca;
«Toma dinero, que quedan
•Tus padres en la desgracia.
«Coge una de mis pistolas,
«Las que tienen en la cacha
«Las águilas sobrepuestas,
«En medio la concha nácar,
«Y manda por mi mojino^
«Que era el que siempre montabas,
«Y pide á Dios qiie no te halle
«En el campo de batalla »
Valle recogió la llave
Y sin proferir palabra
Sintió correr de sus ojos
Sin contenerse, las lágrimas
Diciembre, 19 de 1891.
GimRRA DB RKPORlfA. 29I
YienCO DG RGFORmA.
GRAO KomAQ^e
'DDUXIKO FIQO 90mO $1 JUCHA ^AmBRAT'
I
PABA T£MPLAB LAS CLAVIJAS.
Es bravo un toro salvaje
Y un tiguere si está hambriento,
Y hasta un gusano és valiente
Cuando le tocan al cuero;
Pero el hombre no es un monstruo
Matando á diestro y siniestro,
Ni sacando la cuchilla
Porque vi6 en el aire un pelo;
Es valiente el que defiende
La justicia á cualquier riesgo;
Valiente cuando reprime
Firme sus instintos fieros,
Para acatar lo que mandan
La razón y el buen derecho.
Y es valiente el que por su honra.
Dejando á un lado el provecho,
Sabe conquistar la nota
De honrado y de caballero.
Aunque yi(yí> es muy lindo,
A mi no me arruga el miedo,
Y x^adie cuando se ofrece
Logra atorarme el resuello;
Y así verán los dos gallos
De que se ocupa mi cuento.
i Chiten! que á un gallo se escucha;
Punto en boca y estad quietos:
J9^ GtptftRA DB ftBPOSMA*
II
FBENTS A rBXNTB.
£1 dedo sobre los labios
Tiene puesta mi memotia,
Y no quiere revelarme
£1 pueblo en que la famosa
£scena que voy narrando
Presenció imparcial la Historia;
Pero entre sombras percibo
Que entre Cotija y Zamora,
£n ese £stado en que irradian
Recuerdos de honor y gloria,
Y en competencia iluminan
Sus hazañas de patriotas
Los dones de la Natura
Y las virtudes heroicas;
Fué Michoacán ese entonces
£1 titán de la Reforma,
Y entre sus fértiles campos,
£n sus montes, en sus lomas,
Se cultivaron con sangre
De sus lauros la corona.
Persiguiendo y perseguidos,
£ntre triunfos y derrotas,
Los bandos de los serviles
Y la Chinaca entradora,
Se acechan, huyen, se embisten,
Y con instancia rabiosa
Toman los pueblos desierto.
Vuelven cenizas las chozas,
Y hambre, llantos y desdichas
£ntre mil horrores brotan.
De repente, extraño aspecto
Los de Degollado toman:
£1 enemigo está al frente,
Los clarines lo pregonan,
Flamean los estandartes,
La tropa lista se forma.
Las bocas de los cañones
Reluciendo el cuello, asoman,
Y entre vivas entusiastas
La música alegre toca
La marcha de los Cangrejos,
Arriesgada y retozona.
GüBKltA DB KBYOltMA. f9S
III
LOS CAMPOS EKR]aGO&
Era el pueblo numeroso
Del que dije olvidé el nombre,
Con su iglesia pretenciosa •
De alta y de delgada torre.
Jacales en las orillas,
Casas de piedra ó de adobe,
Y bajo un grupo de fresnos,
Riachuelo que manso corre,
Refrigerando á las bestias,
Dando contento á los hombres.
Y ese pueblo en los momentos
En que hablo, no se conoce,
Porque era una fortaleza
Con soldados y cañones,
Por donde quiera fusiles.
Y tropeles y redobles.
Con hembras y con soldados
En tomo de los fogones;
Y en una casa espaciosa
De amplísimos corredores.
Está el General en Jefe
Listo, incansable, dando órdenes
A sumisos subalternos,
Que las acatan veloces,
Soberbios de estar al mando
Del caudillo, que aunque joven
Es orgullo y esperanza
Del clero y ricos y nobles
Que El Macabeo le llnman
Propagando su renombre.
Y en verdad, porque dejando
A un lado sus opiniones,
Se trata de un tipo hermoso
En quien todos reconocen
Sano el corazón, valiente
Y de esclarecidas dotes.
IV
MIQUSL UntAXOH.
Delgado, expedito, erguido.
Como de ébano el cabello,
\jk ¿ente proporcionada,
294 GüBRRA DB RBPORMA.
Roma nariz, ojos negros
En que cruzaban ardientes
Los relámpagos del genio;
En la guerra temerario,
Entre las balas y el fuego
Impasible, sosegado,
Si no contento y chancero;
En lo íntimo y entre amigos,
De la confianza en el seno,
fíra el colegial festivo,
Era el muchacho travieso,
Franco, liberal sin sombra
De rencores ni de celos.
Y éste mandaba aquel trozo
De disciplinado ejército.
Que iba en pos de Degollado
Sin descansar un momento.
Hasta aniquilar sus fuerzas
Encarnizado y resuelto.
Y se hallaba frente á frente
De su fuerte campamento
En que estaba la Chinaca^
Con su grita y desperjenios^
Pero en que mandaban tropa»
Caudillos de excelso mérito.
Al tronar estaba el bronce.
Aceptado estaba el reto,
E iba á ser la aurora bella
Señal del choque sangriento.
V
DCGOLLADO.
— ¿Decid quién es el belitre
Que no admire á Degollado
Por constante, por valiente.
Por ser la virtud andando,
Y porque era Don Santitos
Como esos sublimes astros,
A la simple vista estrellas,
Mas si se penetra en lo alto.
Son soles resplandecientes
De luz y grandeza pasmo.
Del combate los aprestos
Dispuso prolijo y cauto,
GUSRRA DB RBFORMA. ^95
Y cuando quedó en su choza
En silencio y solitario,
Siguió como era su tema,
En su interior lamentando
De aquella porfiada lucha
En los horribles estragos,
En que saliendo de madre
Instintos desesperados»
Daban aspecto salvaje
A la contienda de hermanos, .
Incendiadas sementeras»
Saqueos, asesinatos,
Violaciones de mujeres.
Inmolaciones de párvtdos,
Ultrajes á los heridos,
Y como en tiempos pasados.
Remedos de las violencias
De moros y de cristianos.
Y tanto se oprimió el pecho
De este adalid, de este santo,
Que tomando un capotillo
Y un fieltro despachurrado,
Cauto, sin decir palabra,
Sin aviso ni aparato.
Escurriéndose en las sombras
Fué enderezando sus pasos
Donde Miramón estaba
Heno de pompa y boato.
VI
LA SKTBXVIBTA.
Bn una sala contigua
A la dd joven caudillo '
Que la religión y fueros
Creyó proclamar invicto.
Se notaba gran barullo,
Se notaba gran^ullicio
De correos, de oficiales,
Y arrieros comedidos,
Que en vísperas de un combate
Brotan de entre los ladrillos;
Y entre algunos que esperaban
Se notó, medio dormido.
Un cuitado concurrente»
296 GUERRA DB RBPORMA.
Especie de monaguillo,
Con su capote sotana,
Con un fieltro indefinido,
Una Madre Celestina,
Una rata muerta, un bicho
Que á Miramón le llevaba
Un asunto importantísimo;
Al General anunciaron
La aparición del vestiglo.
— :Que entre. — Y hallándose sólo,
Con el Jefe y sin testigos
Se despojó del capote
Y firme, resuelto, digno,
Mirando frente por frente,
— Soy Degollado.- -le dijo, —
Y quiero que departamos
Como leales enemigos.
Sorpresa, respeto, asombro,
Embargaron repentino
A Miramón; mas repuesto
Le replicó comedido,
—Tomad asiento; ya escucho:
- -Pues, General, he venido
En nombre del buen derecho
Y de los santos principios
Que la humanidad reclama
Y se ven como divinos.
Lo que pasa en nuestras luchas
Es brutal, horrible, indigno.
Se ultraja á los prisioneros.
Se atormenta á los heridos.
Se asesina á las mujeres,
Los ancianos y los niños,
Se confisca al inocente
Que nosotros invadimos,
Y en nombre de la Reforma,
De la Iglesia, de Dios mismo.
Se miran iniquidades
Que hacen el nombre maldito
De México, nuestra patria
Y donde los dos nacimos. —
Primero escuchó curioso
Miguel, después reflexivo.
Luego, con marcadas muestras
De que estaba convencido,
GÜBRRA DS RlSPOItMA. 997
Y oyendo al último á Santos
Con ternura, con cariño,
Cual si escuchara de un padre
Los preceptos el buen hijo,
— Señor, os doy mi palabra
Que por mí serán cumplidos
Los decretos que requieren
De cuanto sabio habéis dicho.
Mas si no fuere posible
Poner rienda al torbellino,
No echaré vuestras palabras
Bn el pozo del olvido.
— Me marcho; la buena causa
Protejan Dios y el destino.
— Esperad.
El Jefe entonces
Tomó su espada y su abrigo.
— ^¿Do vais?
—A servir de escolta
Al liberal distinguido,
A quien tengo como una honra
Considerarlo y servirlo.
Y salieron de la estancia
Como dos buenos amigos
Hasta que tocó D. Santos
De los suyos el recinto.
Y al borrarse en las tinieblas
Los bultos de los caudillos,
Cada cual iba diciendo
Recorriendo su camino:
— Ese D. Santos es héroe,
Yo le venero y le admiro,
—Este Miramón sin duda
Es caballero cumplido;
Es un dolor que milite
En partido tan inicuo.
Mayo 6 de 1894.
BOMAircna>— 38.
2^ GITBRRA DE REFORMA.
7IGnC0 De HSBOHinA.
!
DIGAO LO QUe DIJGKGO.
HABLA JUA&EZ.
— ííEn ti fío, Feliciano,
Junta tu chinaca brava,
Tú mandarás en Ajusco
Y sus extensas comarcas,
En las intrincadas sierras
Y en los llanos de Milpa Alta.
Inquieta á los enemigos,
Haz que no te den palmada,
Y ten, cual siempre has tenido.
Fuerte el brazo y buena el alma.'
Y el que escuchaba esta arenga,
Sin soltar una palabra,
Tomó las manos de Juárez
Con sus dos gruesas manazas,
Y las estrechó en su pecho,
Resplandeciendo en su cara
El ardiente patriotismo,
La fe en Juárez y su causa.
11.
Y érase ese Feliciano
En su aspecto casi un tronco,
Ancha y refomida espalda.
Frente angosta, cuello corto»
GUBRRA DE REPORMA. 2^9
Grueso y carnudo semblante,
Nariz chata» alegres ojos,
Como acechando escondidos
Y curiosos aquel rostro.
La chaparrera de chivo,
Colgado el sarape al hombro,
En el cinto luenga espada,
Y ni divisas ni adornos.
Y así quedó Feliciano
De la entrevista orgulloso,
Al partir á la frontera
Juárez, con firme propósito
De salvar la Independencia
Con sus esfuerzos gloriosos,
Dando su fe ser al pueblo
Y haciendo vulgar lo heroico.
III
«CHAVOTA.»
En ese vergel de ingenios
Rico en recuerdos de gloria
Que guarda en sus alhajeros
Las ciencias y la oratoria,
En el que erigió un templo
A Echeverría patriota;
En ese que dejó amante
Rodríguez Puebla memorias;
En ese que arrasó el tiempo
Con sus alas destructoras
Y hoy vive sólo entre el polvo
De las olvidadas crónicas;
Un tiempo fué el gran colegio
De San Gregorio, y sus glorias
Pregonaban de la fama
Las vibraciones sonoras. ^
Entre los dignos alumnos
Que siempre le dieron honra
Y eran chicos juguetones,
O fungían de personas
Se distinguió el «Nigromante,»
Lozano, Iglesias, Acosta,
Fernández. Romero Rubio,
Flores Saavedra, Mendoza,
JOO GtmitR A DB RSFOKM A .
Eminencias que al Gobierno
Dieron luz y acierto doctas,
Y entre la turba traviesa
Del orden subvertidora
Se hallaban Riva Palacio,
De su talento en la aurora;
Joaquín Alcalde, el que hablando
Baila y truena cuando acciona;
. Y cómplice de aventuras,
Y apoyo en las intentonas .
De refinadas trifulcas
Y de arriesgadas maromas.
Era el indio Feliciano,
A quien llamaban Chaveta^
Porque el gordo Chavarría
Era un poste y una bola,
Un montón de duras /^//oj
Mal conformadas y toscas;
Pero era este compañero
Ágil como una gaviota,
Correoso cual giita perca
Y firme como una roca;
Daba al diablo los latines,
Los idiomas y la lógica;
Pero era asombro en la esgrima,
En la gimnasia riesgosa
Hércules, pájaro, mono,
Y yo no sé cuántas cosas;
Y en la música prodigio
Por las deliciosas notas
Que sxxjlageolet lanzaba
Al darle vida su boca.
Siempre era el alma de Chava
Como manantial que brota
Del corazón de la peña,
Y sigue el curso entre rocas.
Valiente, humilde, sufrido,
Sin ambición pretenciosa,
Abiertos para el amigo
El corazón y la bolsa,
Y trompeta de la fama,
De esos á quienes adornan
Los talentos y virtudes
Dignos de prez y corona.
Vivía contento Chava
OUB&&A DB KBFO&HA« JOI
Cuando éiyankee fiero asoma
Injusto, audaz, alevoso,
Nuestro territorio viola;
Deja el colegial los libros,
A los combates se apronta
Y señala con su sangre
Su ingreso con los patriotas.
Desde entonces incansable
Liberal por todo arrostra
Uevado por su partido
A los triunfos y derrotas.
Bn la dicha cuasi procer
Que á los suyos da valona^
En la de malas al pito
Le pide que le socorra,
Que él abatirse no sabe
Ni sus principios traiciona;
Y ya se le ve en la orquesta,
Músico de capa rota
Compaginando compases
De conciertos con la viola,
O ya en Palacio los suyos
Le llaman y comisionan
Para dificiles cargos
Que desempeña con honra.
IV.
DJBRROTA.
Por llanuras y montañas,
Va la Reforma rugiente
Dándole vida al derecho,
Dando á la conciencia creces,
Aplastando las cabezas
De las venenosas sierpes
Que en el templo y en Palacio
Dominaban insolentes
Haciendo la independencia
Como frivolo juguete.
De la libertad un mito
Y un rebaño de la plebe.
Es empeñada la lucha,
Corre la sangre á torrentes,
Y era que en el torbellino
302 GTJBRRA DE!R«F0RMA.
Cabalga feroz la muerte;
La capital abandona
Juárez; pero al desprenderse
Organizó las guerrillas
Que fueron su apoyo siempre
Y que Aureliano mandaba
Como infatigable jefe,
Y Chavafría y Iqs suyos
Se distinguieron valientes;
Pero, hembra al fin la fortuna
Sin causa quiere y no quiere;
Y son de perro mañoso
De la guerra los vaivenes,
Que cuando agita la cola
Entonces traidor nos muerde.
Así tras una refriega
En la que todo se pierde,
Feliciano cayó preso;
Le maltratan y le hieren
Y á pie, arreado á culatazos,
Amarrado cual cohete,
A México le conducen,
En calabozo le tienen,
Y esperó en la Cindadela
Vilipendiado y doliente
Que cuanto antes le aplicaran
La pena horrible de muerte,
Que implacables prodigaban
Entrambos partidos crueles.
V.
CAMINO DEL PATÍBULO.
Deshecho, roto, sufriendo
Las injurias de la tropa.
Manchando su piel la sangre
Que de sus heridas brota,
Entre la agolpada gente
Que sigue ansiosa la escolta,
Al suplicio inevitable
Marcha sereno Chavota,
Por el camino polvoso
Que en Tacubaya reposa,
Y frente de Cartagena
GUERRA DB RKPOSHA. 3O3
Forma cuadro su custodia,
Mientras se avisa á quien debe
Y el patíbulo se apronta.
Entre tanto, generoso,
Carlos Miramón, persona
Amiga del sentenciado
Su indulto pide, y agota
Sus ruegos ante su hermano
Con instancia generosa;
Y Miramón, Presidente,
Con sus vínculos arrostra.
Estalla en ira á su ruego,
De su presencia le arroja,
Y hasta desconoce brusco
Al querido Antonio Sola,
Que trémulo y suplicante
Piedad por Chaveta implora.
Entretanto, en Cartagena
Y de su vecina fonda.
Salen unos oficiales
Y uno bojo que en mala hora,
Azuzaba á los soldados
Que se desatan en mofas,
Y á Chavarría escarnecen
Y quieren su muerte pronta.
— ¡En marcha!— grita el que manda
Con una voz pavorosa.
Agolpábase la gente
Consternada y como sombra;
Era el duelo de las almas,
Era el silencio la pompa;
Y las lágrimas furtivas
Miedo infunden por lo exóticas.
Chavarría va impasible.
Nada en su rostro se nota.
Ya se divisan los pinos,
Ya se ve á distancia corta
£1 sitio ya los soldados
El horrible cuadro forman
Mas se nota movimiento
La multitud se alborota.
Llega corriendo un caballo
Sudoroso que se azota
Contra el suelo de fatiga
Cuando el jinete desmonta.
¿04 güb&bX db rbfo&m a.
Este rompiendo la valla
De soldados, se apersona
Con el Jefe y le da un pliego
£n que sin ambajes consta
Un indulto para Chava
Escrito con letras gordas,
Y el joven que lo conduce
Era el bravo Antonio Sola,
Que estaba resplandeciente
Como con una victoria.
VI
ENTREVISTA.
El General Presidente
Era de Chavota amigo,
Desde los primeros años
Que la pasaron unidos.
Confidencias de pesetas,
De amor goces y peligros,
Compartieron consecuentes
Amándose en lo más intimo
Con entusiasmo de jóvenes,
Con la ingenuidad de niños.
Al conceder el indulto,
Mandó fuese conducido
El indultado á su .vista,
Y el mandato fué cumplido.
Está el imperante airado,
El reo triste, mas digno;
Y de pie lanzando rayos,
De esta manera le dijo:
« — Mira el rostro, mal soldado,
«Mírame con ojos fijos
«Basura de la canalla,
«Dime de lo que eres digno;
«Haces la guerra á tu patria,
«Vil traicionas al amigo,
«Borras con hechos infames
«De nuestra amistad los títulos;
«¡Que miraras mi semblante
«Quise darte por castigo,
«Y lárgate á expiar en tanto
«Tus repugnantes delitos I
GX7BRRA DB REFORMA. 3O5
•riQue te pudra el calabozo,
tQue te triture el martirio,
«Que con hiél tu pan se amase,
«Y fuera de aquí, maldito I»
¿Qué quieres? Por qué no marchas?
¿Qué dices?
— Pues lo que digo
Es que te debo la vida
Y que yo estoy á tu arbitrio-
— Muérete pero me dicen
Que te encuentras mal herido.
— Es cierto.
— Pues que te pongan
Donde recibas auxilios
— Auxilios sólo en mi casa
Con mi mujer y mis hijos. —
Miramón miró un momento
A Chava desfallecido,
Y sucumbiendo un instante
A su generoso instinto,
Dijo fingiendo voz hueca:
— Llevadle á su domicilio,
Y cuidado le vigilen
Hasta aplicarle el castigo.
VII
VISITA.
Era una noche horrorosa,
Era una noche de perros,
Y una calle sin banqueta,
Sin faroles ni serenos;
Negro estaba el horizonte,
Como una alma de usurero,
En el fango los pies se hunden
Y en el aire se oyen truenos,
A la luz de los relámpagos
Un hombre se ve á lo lejos,
Envuelto en profusa capa
Y el embozo hasta el sombrero.
Toca una humilde casuca.
Sordo rumor se oye dentro,
Empuja abren le introducen
Hasta donde se ve el lecho
ROMAKCKS—- 39.
306 GüBRRA DB RBFORMA.
Miserable en que Chaveta
Descansa el herido cuerpo,
Y sin proferir palabra
Abraza su tosco cuello.
— ¡Chavola!
— Miguel.
— ¡Hermano I
¿Sufres? recobra el aliento.
Señora, que nada falte,
Ropa, médicos dinero.
Reponte (porque Chavola
Pegando su rostro al pecho.
De su amigo contestaba
Tendiendo sus brazos trémulos).
Perdóname que en Palacio
Fuese contigo severo;
Pero tú ya me conoces
Y de hacer mal me arrepiento,
— Quédate conmigo, Chava.
—No, con Juárez largo el cuero.
Pues reponte, y cuando sanes,
Que quedas libre te advierto.
Para seguir tus banderas
Y tu causa defendiendo.
Miramón dejó la estancia
Do estaba el amigo enfermo,
Y la historia guarda grata
Este precioso recuerdo,
Porque el valor vale mucho.
Porque mucho vale el genio;
Pero más que todo vale
Un corazón noble¡y^bueno.
-•♦♦-
GüBRRA DB RBPOItMA. 307
GKADDG HomAneG
l T1UIQQ«0 M F816JI DGL f ICIO D6 GUXDALKJXRA T eOOOieíOO 081 B JIGRe.
Se están rifando como hombres.
Corren en pelo y sin rienda
Los que atacan y defienden
En ochocientos sesenta
A la reina de Occidente,
A Guadalajara bella.
Las galas de la chinaca
Valientes jefes ostentan,
Y la tropa de los mochos
Hace alarde de su fuerza.
Doblado está por Analco
Y cubre su línea extensa '
Poderosos edificios,
Quintas, calzadas y cercas.
Con Doblado militaban
Antonio Rojas y Huerta,
El uno, miedo y espanto
De poblaciones y haciendas,
Flaco, barbudo, retraido
Y con instintos de fiera.
£1 otro, faz apacible,
Mirada dulce y serena,
A los que mandan, sumiso»
Pero bravo en la refriega;
Y ambos en grata concordia
Como en familia se albergan
En la quinta de Velarde,
Mansión cómoda y espléndida.
En tropel nuestros soldados
Al fin á la plaza llegan
308 GÜ&ftRA ÜE RBlibftMA.
Y la invaden procelosos
Cual caballada cerrera.
Asnos, carros, militares
Hundidos en sus maletas,
Arrieros desaforados,
Intrépidas soldaderas,
Vendimias, muchachos, vagos,
Indios bobos, chimoleras.
Gritos, silbidos, retozos,
Cautos, rejuegos, reyertas
Y payos cabalgadores
Que acuden á la pepena,
Kn tanto se disparaba
A las puertas de la iglesia
Una indómita partida,
Que sin sujeción ni rienda,
Kl saqueo proclamaba
Con cínica desvergüenza.
Hizo horrores en el templo,
Villana y de excesos ebria,
Y se desarmó en la plaza
Furibunda, turbulenta,
Atropellando á los hombres,
Abusando de las hembras,
Dejando de horror y muerte
Por donde quiera sus huellas.
Aviso le dan á un jefe
Que era el coronel Pantera,
(Compinche de Cantaritos
Que la brillaba en la Sierra)
De los horribles desmanes
De aquella chusma perversa.
Y montando en su caballo
Y con actitud resuelta,
A la plaza se dirige,
A donde un bandido encuentra
Que llevaba entre sus manos^
De su rapiña la presa.
¡Infame/ le grita el jefe.
Ese bulto al punto suelta;
Pero le miró altanero
Con desdeñosa soberbia;
Iba á seguir su camino
Dando de desprecio muestras,
— ¡Quítese usted el sombrero I
GUKRRA DH REFORMA. 309
(Y él quedó como de piedra)
— ¡Ese sombrero, salvaje!
(Y él sonrió con insolencia).
— Que vengan aquí unos cabos;
Y furioso les ordena
Que le descarguen «zotes
Hasta que el bagre obedezca.
Y los cabos furibundos
Esgrimen sus varas fieras,
Rajando sus duras carnes,
Rompiendo las gruesas venas
Del bagre que las soporta
Con arrogancia altanera.
El jefe estaba aturdido
Al mirar la resistencia,
Y los circunstantes todos
Ven espantados la escena.
Sigue la lluvia de azotes,
La sangre el espacio riega,
Y conmovido y nervioso
El que manda se le acerca.
— ¿No te quitas el sombrero?
Pero obtiene por respuesta
Mirar que el sombrero se hunde
Silencioso hasta las cejas;
Entonces enfurecido
Aquel soldado pantera,
Le ase al cuello, le sacude
Hasta derribarle en tierra
Gritando con voz rugiente
A los verdugos sin tregua:
Si no se quita el sombrero
Dadle recio hasta que muera.
Y silbaron de los cabos
Las varas como culebras;
El concurso consternado
Mirando el martirio tiembla;
Y pavoroso silencio
En la extensa plaza reina:
Era una criba aquel cuerpo
Que en su sangre se revuelca.
El jefe, ciego, demente.
Exclama con voz siniestra:
— ¿No te quitas el sombrero?
Enmedio de su üa extrema ;
3IO GUBRRÁ DE ItBPORMA.
Y el bagre, ya moríbando.
Alza la convulsa diestra,
Del sombrero agarra el ala»
Lo sepulta en su cabeza,
Y en el rígido cadáver
El sombrero puesto queda.
Al dispersarse la gente
De hondo terror dando maestras,
Oyóse una voz potente
Que clamó con entereza:
«¡Que viva Jalisco libre!
«Y sepan los de otras tierras
«Que un bagre de ley, como éste
«Muere, pero no se sesga!»
GXmRRA DB REFORMA. 3I X
CGHHIBLG Y GSCRQGnDOSO HOmADee
oeL meeoDio
0€L PALA(:iO DG GUADALAJARA.
LA VUELTA DEL SUR.
Entre vivas y festejos
Va entrando en Guadalajara
Miramón que del Sur vuelve
Tras de sangrientas batallas;
Del plan de la Noche buena
Supo la fuidosa zambra
Con la elevación de Robles
Y el porrazo de Zuloaga.
A la capital violento
Dispone ponerse en marcha,
Y de préstamos forzosos
I^nzó nutridas descargas.
A los prestamistas rehacios
Con el destierro amenaza
Y á Somellera y Mijares
Porque retardan la plata
Hasta Tepic los confina
Con severidad marcada;
Casi al partir, el Gobierno
A Márquez confiado encarga:
Y éste de ínfulas se llena
Porque al fin quien manda, manda.
Como es de rigor expide
Una rumbosa proclama
En que dice es una oveja,
Pero que no admite chanzas.
3T2 GUBRRA DB RBPORMA.
Miramón sin perder tiempo
Ordena, organiza, abarca,
Cuantro encuentra de recursos,
De municiones y de armas.
Palacio hierve en soldados
Que se agolpan y se afanan
Por alistarse cumpliendo
Las órdenes reiteradas.
Asistentes, ayudantes,
Caballos, muías de carga
Y arrieros semisalvajes
Y galletas desastradas.
ANTES DE LA CATÁSTROFE.
Diez soles contaba Enero,
Medio nublada la frente,
Absorto con las mudanzas
Que Miramón acomete
Con delicia de los frailes,
Con gozo de los decentes
Que idolatraban á Márquez
Qne era de Dios el Teniente.
En un salón de Palacio
Estaba el Supremo Jefe
Con Márquez el tenebroso
Que se la da de obediente,
Con sus íntimos amigos
Que le adoran y enaltecen.
Afable le ordenó á Márquez
Que el Gobierno recibiese.
En un rincón de Palacio
Hay entrantes y salientes
Que allí está la Comandancia
A que Cortázar atiende
Activo, expedito, brioso
Y en el trabajo perenne.
Del Palacio en plaza y calles
Sordos rumores trascienden
Que atizan la desconfianza
Y que cual traidoras sierpes
Se arrastran y en los hogares
Pe los n;4s qautos se meten;
GUBRRA DB RBFORMA. 313
Y encontradas las pasiones
En fervorosas corrientes
Esperaban un pretexto
Para tornarse en torrente.
II
LA EXPLOSIÓN Y EL INCENDIO.
De pronto, súbito, horrible,
Sobre la convulsa tierra,
En estruendoso estampido
Horrible trueno resuena,
Que hace temblar las paredes
Y que anonada y aterra.
De Palacio se levantan
De humo columnas espesas
Que surcan las vivas llamas
Elevándose violentas
Mientras luidosos derrumbes
Espanto y horrores siembra.
Gritos, gemidos, lamentos.
La locura y la blasfemia
£1 pánico difundiendo
Poblando los aires vuelan.
Miranión al estallido
Se guarece en una puerta,
Y Márquez y Valdez salen
En busca de la escalera;
Mas Miramón ni un instante
Se aturde; se ase á una cuerda
Y por un balcón desciende
Con indecible presteza
Hasta tocar en la calle
Con su maña y con su fuerza:
¿Qué fué? que acarreando parque
Con indolente imprudencia
Los obreros produjeron
Aquella espantosa escena.
Mas las pasiones no duermen
Ellas todo lo envenenan
Y en armas viles convierten
Lo que piensan que aprovechan.
De los liberales dicen
Ser la maldad estupenda
ROICAVCBS.— 40
3X4 GXmRItA. DB RBFORMA.
Y hablan de pozos y minas
Dándolas por causas ciertas;
Mil venganzas agitaban
Por donde quiera sus teas,
Mas Miramón aparece
Con valor y con nobleza,
Amparando al indefenso,
Dando al enemigo pruebas
De que en medio del peligro
Le protege y le respeta.
Por fin su voz y su espada
A la multitud aquietan,
Y luego toma á Palacio
Do se ve con honda pena
Muerto al Licenciado Bscoto
Del saber clara lumbrera,
Dechado de altas virtudes
Y de Jalisco presea.
Que se hallaba en él Palacio
Por hacer una obra buena
Y que selló del desastre
La recordación funesta.
GT7ERKA DB REFORMA. 3x5
GRADOe
Y DOLORIDO ROmaniíG
en Que no$ to(ío la dg pgrdgr
QUG DO9 I)IZO CKIZAS.
AHÜALÜLOO.
Lanzando febril su mente
Al éter de los ensueños
Donde vio con alas de oro
Sus ambiciosos proyectos,
Ansiando de la frontera
Hacerse señor y dueño
El Gobernador Vidaurri,
A quien tanto conocemos,
Envidioso de los triunfos
De Zuázua y sus compañeros,
Vuela á tomar de sus tropas
Con pompa el mando supremo,
Sin pensar en que su orgullo
Le amengua y le deja ciego
Al poner en evidencia
Para las armas lo inepto.
Entra en San Luis arrogante.
Quita á Zuázua de su puesto
Y lo da á Jordán, un brusco
Y mal querido extranjero
Que con su tosca presencia
Propagaba el descontento;
Pero ninguno murmura,
La patria era lo primero.
3X6 GITBRRA DB RBPORMA.
II
EL LUGAR DEL COMBATE.
Es un cerco de montañas
En dos sentidos abiertas,
Una á Zacatecas corre,
La otra vecina á Carretas
Teniendo el río de Bocas
Por Ifmite y por frontera;
Y es una verde llanura
Ancha en su centro y extensa
Cuyas márgenes adornan
Ivos declives de las sierras.
Miramón que á tiempo supo
Que á San Luis Vidaurri llega
Con formidables designios
Y con numerosas fuerzas,
Un ejército organiza
En que brillantes campean
Las armas irresistibles,
Los elementos de guerra
Y jefes que á su caudillo
Con entusiasmo rodean.
Se vieron en Guanajuato
Con júbilo las banderas
Del ejército decoro.
Del Gobierno y de la Iglesia.
Para San Luis se dirige;
Mas en Ahualulco espera
Vidaurri con sus tagarnos
Provocando á la pelea.
Por fin en el Ahualulco
Frente á frente se tantean
Y fortifican sus campos
Conforme á todas las reglas.
A Miramón acompañan
Y ejecutan lo que ordena,
Márquez, Cobos, Pérez Gómez,
Mejía, Vélez, y etcétera;
Y los jefes de Vidaurri,
Como la historia no mienta,
Eran Zuázua é Hinojosa,
Lalane y también se cuenta
Aramberrí y Zaragoza,
CtmKRA T>n REl^ORMA. ¡tj
Que donde aparece impera.
De Bocas se miran cautos
En las márgenes opuestas
Los soldados enemigos
£n afanosas tareas.
Vidaurfí y su comitiva
Se halla en la cercana hacienda
Prediciendo la victoria,
Dando de confianza muestras.
Zuázua y jefes entendidos,
A Vidaurri se presentan,
Y censuran las medidas
Que ejecuta con torpeza
El Jordán desatinado
Que como segundo emplea,
Y audaces le propusieron
Que en la noche y con reserva
Tomasen del Zapatero
La poderosa eminencia,'
Que el Zapatero era llave
De la llanura y las sierras.
Que con maña el enemigo
Ocupó con atingencia.
Vidaurri el plan rechazando
Con irritante aspereza
Les mandó á los bravos jefes
Que á sus puestos se volvieran.
III
EL .COMHATB.
El combate fué tremendo.
Los choques fueron terribles,
De la humanidad espanto.
Digno de lobos y tigres;
La rabia, la sangre, el trueno.
Tocaron en lo imposible.
Si Mejía fué gigante.
Fué Zaragoza un Aquiles,
Y si Cobos demostrara
Ser poderoso en las lides,
Lalane con sus hazañas
Se hizo guerreador insigne;
Humo, confusión, descargas
3X8 GUERRA DB RHPORMA.
En la matanza sin límites,
Monstruos de furia de inñemo
Y eso que llaman sublime
Kn la guerra: que es el triunfo
Porque lo brutal decide.
Cuando más encarnizados
Kn el reluchar insisten
Y más grandes en la lucha
Heroicidades compiten,
Del cerro del Zapatero
Millares de proyectiles
Se lanzan á los tagarnos
Que el embate no resisten;
Y consuman la derrota
De las fuerzas de los libres.
Soldados que huyen dispersos,
Heridos que el dolor rinde,
Mujeres abandonadas
Que alzados los brazos g^men:
Todo en fuga y atropello.
Todo el espanto reviste
Cediendo sin resistencia
Al hado que los persigue.
IV.
RETIRADA.
Don Santiago á la frontera
Desairado emprendió el vuelo
Sin cuidarse de los vivos
Y sin sentir á los muertos.
Pero á Monterrey llegando
Escribió en tono soberbio:
¡Pueblos! todo se ha perdido,
Todo se ha perdido, menos
La mulada y muchos carros^
Que se hallan sanos y buenos.
Octubre 13 de 1896.
GUKRRA BB RBFORMA. 3I9
GHAD HQmADCe $m BALCO
D€L «ABALLGHO 0$OLLO.
I.
PRÓLOGO.
Cuando se encarniza el pleito
£n las civiles contiendas»
Unos van á la matanza
Y otros van á la pepena;
Y si se encuentran las armas
£n los campos con ñereza.
En secreto se deslizan
Las palabras y las letras,
Y brotan comisionados
Por donde menos esperan,
Cual brotan los chapulines
Entre espinas y entre yerbas;
Ya lleva importantes pliegos
En el refajo una vieja
Que va pidiendo limosna
Y entre la tropa se mezcla;
Ya es correo el demandero
Con su nicho y su lentema,
Con un santo milagroso
A quien las devotas besan;
Ya es un arriero ordinario
Que del zapato en la zuela
Conduce graves noticias
320 GUSRRA DB RlíK)RMA
Que en graves hechos revientan;
Ya entre lechugas caminan
Municiones por docenas
Y chochos en lacre envueltos,
Porque en la boca se encierra
Orden de grave importancia
Que decide una pelea;
Pero entre esos sacrificantes
Que por doquier atraviesan
Hay perspicaces agentes
Que audaces la vida arriesgan,
Hombres de honor y confianza
Que una causa representan
Y que sin premio y sin ruido
Altos servicios le prestan,
Y de estos era el amigo
Objeto de mi leyenda,
Y para que le conozcan
Voy á darles nombre y señas.
II.
RETRATO Y COMISIÓN
Es Mejía D. Francisco
Hombre común y corriente,
De hablar dulce, de modales
Muy correctos y corteses;
Faz pálida, negros ojos,
Flaco, modesto y que á veces
Arrojado y decidido
Se porta como conviene.
A éste encomendó el gran Juárez
Un negocio, del que pende
De hombres muy comprometidos,
O la existencia ó la suerte;
Yendo á México el enviado
Cual si enfadado quisiese
Buscar la vida privada
Con el trabajo y sus gentes;
Juárez en Pancho confiaba
Porqué mucho lo merece.
También porque por sus hechos
GTTKSHA DB'RBFORMA. ¡21
Le considera y le quiere;
A más de las instrucciones
Le da importantes papeles,
De esos que llaman de seda
Para ocultarlos adrede.
IIL
LA MARCHA.
En tm vehículo caduco
Pregonero del maltrato
Que llamaban diligencia
Debiendo llamarle atraso^
Se colocó nuestro amigo
Como cuchillo de canto,
Con un capotillo corto,
Con un sombrerillo extraño,
Y en suma, con una facha
De barbero 6 de notario,
Llevando por equipaje
Una bolsa, cuyo abasto
Caber hubiera podido
En el hueco de la mano,
Con excepción de un cepillo,
Jabón, magnesia y tabacos;
Mas el cepillo llevaba
De su misión el arcano;
Porque bajo de su tapa
Iban muy disimulados
Los papeles y libranzas
Para cumplir con su encargo.
A cada brusco registro
A cada encuentro era un trago
Que extraño dejó con vida
Al intrépido Don Pancho.
Pasados mil contratiempos
El viajero llegó á Lagos
Mirando como prodigio
Encontrarse sano y salvo.
Al hotel de diligencias
Pidió rendido descanso,
Pero cuál fué su sorpresa
32á GUERRA DE REFORMA*
Cuál sü angustia y sobresalto,
Cuando supo le ocupaban
Osollo y subordinados,
Sus valientes compañeros
Sus ayudantes y criados.
No tuvo escape el viajero,
Bebió con valor el trago:
Que digan lo que dijeren
Esos tragos son amargos;
Cada transeúnte que espiaba,
Era para él un petardo,
Cada grito una denuncia,
Y un llamado cada paso
Para que hiciese rendido
Confesión de sus pecados.
IV.
ESTÁ PUESTA LA MESA.
La hora sonó puntualmente
Para la mesa redonda.
Tras el trajín de los criados
Y sonar pintos y copas.
Oyendo del que mandaba
Las órdenes con voz ronca;
Señores, un criado dice:
Está eti la mesa la sopa;
Y de pasos y de sables
Confuso el ruido se nota;
Nuestro modesto emisario
Acude, pues reflexiona
í¿ue es apocamiento y miedo
Quedar aislado en la sombra.
Al comedor escurrióse
Donde vio no sin zozobra,
Jefes, ayudantes y otras
Para D. Pancho del todo
Desconocidas personas.
Imperaba el noble Osollo
Sin fausto ni ceremonia
En la mesa, y murmuraba
Familiar y respetuosa
GUKRRA DE REFORMA. 323
La charla que los manjares
De los amigos sazona.
Nuestro Pancho en una esquina
Distante y con parsimonia
£1 alimento llevaba
Desde el plato hasta la boca;
Algunos le conocieron.
Y luego se alzó la broma
Entre chifletas agudas
Sin veneno ni ponzoña;
Mas luego se levantaron
Provocativas y broncas,
Es ese el de la chinaca,
¿La espada? ¿será tal momia
«Espía que nos observe
«Mientras nos limpia las botas?;
«Que quede aquí, necesita
«Cocineros nuestra tropa;
« — Esa lombriz la guardamos
«Para que en cualquier victoria
«La colguemos en el cuello
«Del más finchado patriota.
Y tronaban las injurias
Sin ver que Osollo se amosca;
Y apagando los murmullos
Con estallido de bomba,
Grita: «silencio cobardes
«Que nos humilla y deshonra
«Injuriar á un hombre inerme
«En indecente chacota, .
«Que la militar espada
«Si un caballero la porta,
«Es el amparo del débil,
«Es la defensa de la honra,
«Es eficaz instrumento
«Para acciones generosas;
«Si ese hombre es un enemigo,
«Basta con que reconozca
«Que le amparó la decencia
«Que debe ser nuestra norma.
«—Comed en paz caballero,
«Después tiempo habrá de sobra
«Para ver lo que conviene
«Hacer de vuestra persona;
«Y vosotros, bi burlones
3^4 GUBRBA DB RBFOBHA.
«Hacéis lo que me incomoda,
«Os haré dejar el puesto
«Porque mucho me abochorna
«Ver entre tantos valientes
«A la bondad en derrota.
— «Brindo por Ud., mi amigo.
«Porque beba y porque coma.»
Y nuestro Pancho elevando
Su diestra mano y la copa,
Brindó por el caballero
De su bando prez y joya.
Después de mil peripecias
Que fueron de grave monta,
La misión cumplió D. Pancho
Como excelente patriota,
Dando vigor á su causa
Y á Juárez contento y gloría.
Octubre 17 de 1896.
OimRRA DB RBFORMA. 325
THI$T6 Y DOLORIDO ROmAH^
DGL AHTILLGRO GnAmORSDO-
Es la duda luz incierta
Para el que á ciegas camina,
Que con fulgor de relámpago
Nos muestra una cosa misma,
Ya como abismo insondable,
Ya como elevada cima,
Ya verjel que nos encanta.
Ya mar de tremendas iras,
Sin ofrecer rumbo cierto,
A nuestra marcha indecisa.
Así fué en el Ahualulco
De la batalla la víspera,
Y así la noche terrible
Precursora de aquel día.
Las tropas beligerantes
A la lid estaban listas;
Pero en silencioso acecho
Parece no se movían.
£1 campo era cual desierto.
La noche clara y tranquila.
Obscuro el extenso llano,
Y de las sierras arriba,
Arboles como fantasmas
Entre fajas blanquecinas.
Unos bravos aguardaban
En ansiosa espectativa
Ya presintiendo desastres,
O ya prediciendo dichas;
Y ya el péndulo oscilante
De la fortuna imprevista,
Se inclinaba caprichoso
De Miramón á las filas,
326 GUBRItA DB RKPORMA.
O á Vidaurri le brindaba
Laureles y siemprevivas.
II.
AMOB.
En las tropas de los libres,
Triste y desapercibido,
Un valeroso artillero
Vigilante y en su sitio,
Reclinado en la cureña
De su cañón, con ahinco
Evocaba sus ensueños
Sin pensar en los peligros,
Porque la vida de su alma.
Su placer, su encanto, su ídolo,
Ocupaba su existencia
Y embargaba sus sentidos.
¿Qué es amor? — Que desparezca
Ardiente nuestro ser misjio
En el ser que idolatramos
Y que sin él no vivimos,
Como dos rayos de luna
Se unen en un manso río,
Y que los dos se confunden
Sobre del diáfano líquido,
Formando faja luciente
En el raudal cristalino,
Y si un estorbo los rompe,
Todo se torna sombrío.
Hablaba con su adorada
Ausente el soldado niño,
Y le decía requiebros
Tan tiernos y tan sentidos,
Que en lágrimas se empapaban
Y estallaban en suspiros.
Para no turbar el orden
Con esfuerzo comprimido.
Ya columbraba á su Emilia
Enmedio de su delirio,
Juntando sus blancas manos
Y en acento dolorido
Diciéudole: «Ven, mi amado,
«Todo mi ser, todo uiíO|
GUBRRA. DE REFORMA. 32?
«Ven, que te esperan mis brazos,
«Ven, porque sin tí no vivo.»
A veces se figuraba
Triunfante, orgulloso, erguido,
Pasar frente á su adorada
Y entre el marcial regocijo,
Coronado con laureles
Por su valor adquiridos,
Recibiendo, en cambio, besos,
Dulces sonrisas y mimos;
Mas creyó escuchar distante
De ave nocturna el chillido
Despareciendo el ensueño
Y viendo en sus puntos fijos
A sus pobres artilleros
Sentados, medio dormidos.
El volvió á unir en su mente,
De su demencia los hilos,
Y sacando su cartera
Relicario peregrino.
Que guardaba las reliquias
De su amor, palpó solícito,
Ocultándose á la vista
Como en éxtasis divino,
El billete perfumado.
El de oro adorable rizo.
El tímido no me olvides^
Por sus manos recogido.
Esas efímeras joyas,
Sombras, recuerdos, indicios
De contentos que pasaron
Y de sentimientos íntimos.
Y eran para ellos los besos,
Para ellos eran los mimos
Invocando tierno el nombre
Del ser ausente, que hundido
En un mar de desventura
Maldecía su destino.
III.
EL COMBATE.
Anunció el cañón la aurora,
La muerte se alzó siuiestrai
33S GUBRRA DK REFORMA.
Matando á la luz el humo,
Bebiendo sangre la tierra;
Prodigios hizo el arrojo,
Milagros obró la fuerza,
Y la matanza terrible
Consiguió dejar sus huellas
En fango de carne y sangre,
Kn el césped y en las peñas;
Al fin rugió la derrota,
Pero invencible se ostenta
El artillero Viteri
Con sus destructoras fuerzas;
£1 enemigo lo siente
Y manda que sin reserva,
Formidable lo destroce
Y á toda costa le venza.
Viteri miró el apresto
Y se empeñó en la defensa
Y al presentir que la muerte
Era inevitable y cierta.
Mandó que al cañón más grande
Otro bote le pusieran
Y entre los dos. colocando
Su idolatrada cartera,
Exclamó con entusiasmo:
¡Ahora que la muerte venga!
Y disparó al ver que cargan
Sobre él con atroz fiereza
Escuadrones que lo matan,
Y que su cuerpo atrepellan.
Desparramando sus miembros
En la ensangrentada tierra;
Pero conserva el registro
De las acciones excelsa.
Su nombre lleno de gloria;
Pues tal nombre nos enseña
Que el honor es lo primero
Y que el que tal alma muestra
Merece le rinda honores
La Patria y la fama eterna.
Octubre i8 de 1896,
GUSRRA DB REFORMA. 329
GRAn HomAnQ:6
000 J€9a$ GODZXLfiZ OKTeGX.
Aquel González Ortega
A quien el mocho beliació
Sólo le vi6 lo ruidoso»
Lo alegte y lo enamoj-ado;
Aquel que de lo ambicioso
No se le vi6 un sólo rasgo,
Como pudieron decirlo
Zaragoza y Degollado;
Aquel en quien la calumnia
Clavó sus agudos dardos
Sin mirarle lo valiente,
1/* generoso y lo honrado,
Y sin mirar sus servicios
Que cual liberal preclaro
Le dispensó á la Reforma
Sin sombras y sin descanso;
Ese supo en Zacatecas
De Ahualulco el descalabro
Y se preparó animoso
Para proseguir luchando
Con Chucho Lalanne y Loera
Y con Valdés y otros cuantos,
A la verdad para el pleito
Dialtiro desengañados
Cuenta menos de cien hombres,
Pero artero y esforzado
Sabe que le ayuda el pueblo
Que da poder á su brazo,
Y que el pueblo sin cuarteles
Improvisa los soldados,
Aunque esto lo llamen cuentos
Los Bismarkes atontados,
BOICANCVI.— 43.
330 GUERRA DE REFORMA.
II
INVASIÓN.
Miramón aprovechando
De Aliualulco la victoria,
Mandó con Joaquín su hermano
Y con Patrón una tropa
Que tomase Zacatecas
Sin la más leve demora.
Más de mil hombres marchaban
A la ocupación famosa,
Jurando que el Chucho Ortega,
Mirando que no era broma
El empuje, se limpiara
Dejándole rail memorias.
Mas á Oitega dan aviso
De la terrible intentona
Y que están en el Refugio,
Que es una distancia corta;
Ortega no se perturba,
A sus tocayos convoca
Y los rumbos les señala
Para que todos conozcan
Que está cerca el enemigo
Y que es del pueblo deshonra
Que no acudan los valientes
A defender la Reforma.
Mediaba la obscura noche
Cuando el pueblo se alborota
Y en tropeles y en corrientes
Frente á Palacio se agolpa;
Piedras, palos, carabinas.
Machetes, dagas, pistolas
Se miran como llovidos
En multitud tempestuosa;
En las calles, en las plazas
Como de las piedras brotan
Defensores de la Patria
Que guerra y muerte pregonan.
Revestían las montañas
Al despertar de la aurora
Gentes que los animaban
Y en corrientes caudalosas
Ameuazabau lanzarse
GX7HRHA DE REFORMA. '331
Sobre Miramón rabiosas.
Envolviéndole en instantes
En sus irritadas olas.
Ortega, galano, entero,
A su pueblo se abandona
Y le infunde tantas fuerzas,
Y le dice tales cosas.
Que sin luchar celebraban
Como suya la victoria.
Conforme á sus enemigos,
Sus arengas eran broncas,
Empedradas de dislates,
Sin conexión y sin forma;
Pero para sus pelados
Eran centellas y bombas,
Ardientes, desordenadas,
Entusiastas, amorosas,
En que su alma hablaba á el alma,
En que sincera y radiosa
La palabra era la espada
Siempre en alto y vencedora.
Este Miramón el chico
No puso manos á la obra
Y vio formidables fuerzas
En la tremebunda bola,
A pesar que la chinaca
El campo en festejo torna
Y hay músicas por docenas,
Fandangos y comilonas,
Y que sólo se aperciben
Para dar batalla en forma
Alatorre y sus soldados,
Loera y Lalanne con sus tropas;
Miramón á nada atiende,
Pone pies en polvorosa
Y de Jerez el camino
Sin cuidar de nada toma.
III
Idolatraba en Ortega
La gente zacatecana.
Era su repique á vuelo
Y su fandango y su frasca;
Asi que aquella victoria
33^ GUBI^RA DE REFORMA.
Sin cañones y sin balas
Lo levantó al quinto cielo
En su pujanza estremada.
Entretanto, Coronado
Llega tras penosa marcha
Con sus soldados valientes
Que lucen en las batallas.
Llega también Zaragoza,
Ya Jefe de grande fama,
Y á los dos ordena Ortega
Que con Degollado vayan
Al mando de Zaragoza
A quien formó una brigada
Dotada de sus cañones.
Municiones y vituallas;
Porque González Ortega
Para si nada guardaba,
Todo era para el servicio
Y para el bien de su causa.
El, sin perder un instante,
Para marchar se prepara,
A Miramón persiguiendo
Con sus bravos camaradas.
Con unos cuantos soldados
Y muy escasa chinaca.
Miramón á Jerez llega,
Lo fortifica y resguarda,
Fortalece sus alturas
Y pone sus avanzadas.
Ortega ordena su campo
Cuando está la noche entrada,
Y al mirar su escasa gente
Sin escuchar las instancias
De que cauto entre las sombras
Emprenda la retirada,
No vacila, y á los jefes
Con resolución les manda
Que cornetas y clarines
A su presencia le traigan;
Y llegan en mayor número
Que el que todos esperaban.
A estos ordena severo
Que estén donde los repartan
Y penetren invadiendo
De la ciudad las entradas.
GtTBKKA DE REFORMA. 333
Dando los diversos toques
Que previene la Ordenanza,
Todos por distintos rumbos
Armando recia algazara,
Mientras de que algunos jefes
Dan el tono á la batalla,
Y que todo se ejecute
A una señal combinada.
Todo reposa en silencio,
Y á las dos de la mañana
Se hace la señal sabida
Y furibundos estallan
Alaridos de clarines
Que al aire incesante rasgan
Clamando ¡fuego! ¡degüello!
{Avancen! ¡cargas! ¡matanzas!
Con estrépito y de pronto
Se abren puertas y ventanas;
Medio vestidas las gentes
De los hogares se lanzan
Como al sentir un incendio
Y librarse de sus llamas.
El escándalo tremendo
Recorre calles y plazas,
Brotan de entre las tinieblas
Reverberando las hachas;
Al sonar de las trompetas
Los canes furiosos aullan,
Y como espontáneas suenan
En las torres las campanas.
La plebe, que en su Don Chucho
Apasionada idolatra
Lo creen triunfante y potente
Y ya dueño de la plaza;
Y con sus ardientes vivas
Hacen que vibren las auras.
Miramón, que era prudente,
Dicen no asomó la cara;
Sus soldados se dispersan,
Otros deponen las armas,
Que lo que es á \2LJuyenda
No suelen servir de nada.
334 GÜSK&A DK KEFORMA.
Los soldados de la torre
Como unas ovejas bajan
Y quedan de prisioneros,
En tanto que se barajan
Con los pelados de Ortega,
Que al fin todos son chinaca^
Y para todos un hueco
Ortega tiene en el alma.
IV
Toma Ortega victorioso
De Jerez á Zacatecas,
Y los mochos satirizan
Los obsequios y las fiestas;
A Ortega llaman el loco,
Pero los mochos que piensan
Dicen: que Dios nos ampare
De otras locuras como ésta.
Octubre 26 de 1896.
GUERRA t)S REB'ORMA. 335
HomAniíG DeiGRAnoG ocflmpo.
(5I$T0RI(0.)
A mi Quemoo AmiGO a. Genio.
I.
Aquel español heroico,
Émulo de Leandro Valle,
Honra de los caballeros,
Blasón de los militares,
£1 orgullo de los sabios
Y la flor de los galanes;
Aquel intrépido Bravo,
Distinguido en más de un trance,
En que su honor empeñaron
Las banderas liberales;
Como el más vulgar viajero,
Sin que lo notase nadie,
En Veracruz, impaciente,
Espera órdenes de Juárez,
Quien luchando con los hados,
Allí defiende constante
La causa de la Reforma,
Tan redentora y tan grande.
Juárez que conoce á Bravo,
Quiso en sigilo confiarle,
Knviándole al extranjero,
Una misión importante,
Proveyéndole, confiado,
De poderes eficaces
Para contratar, sin trabas.
Armas, vestuarios y parque.
Lo que ordenó el Presidente,
Sus secretarios aplaudeu,
33^ GUERRA DE REFORMA.
Menos Ocampo,[que calla
Y finge que se distrae.
Cuando los otros Ministros
En elogios^se deshacen
Y pintan, seguido á Bravo
Por el éxito brillante.
II.
LA MARCHA.
En el peso de la noche
Y cuando en hondo silencio
Reposa la extensa casa
Donde Juárez tiene asiento
Y vive sin aparato,
Con Ruiz, con Ocampo y Prieto,
Penetra Bravo de viaje,
Ágil, gentil y contento,
A despedirse de Juárez
Y á dar á sus compañeros
Su adiós, como hombre cumplido,
Y el abrazo más estrecho.
Juárez le hace sus encargos
Moderado y circunspecto;
Ruiz, cual si fuera marino,
Le da sesudos consejos
Y le regala unos polvos
Que le libren del mareo;
Y con juvenil arranque
Prieto se lanza á su cuello,
Pidiéndole vuelva pronto
De su misión satisfecho.
Sólo Ocampo no aparece
Y se encierra en su aposento;
Pero después que ha marchado
Dice con adusto gesto:
«Yo no quise despedirme,
Que ese es un aventurero,
Y tendrá que arrepentirse
De su confianza el Gobierno;
Mi voto .e fué contrario,
Pero los demás quisieron.
Porque deslumhra su charla
GXTBltRA DS RBPORMA. 337
Y seduce su despejo,'
Porque doquier le acompafia
Del Presidente el afecto »
Y cada vez que se hablaba
De Bravo, Ocampo, molesto,
O se ausentaba enojado,
O como enjambres del pecho,
Brotaban sus desconfianzas
Y volaban los denuestos.
IIL
LAXSPERA.
Huyeron como parvadas
De aves viajeras las horas,
Sin dejar de Bravo ausente,
Ni' noticia ni memoria;
El que sembraba esperanzas,
El que con su faz gozosa
Disipaba los temores
Y ahuyentó sus negras sombras;
Y el tiempo dejaba un rastro.
Tras su nombre de zozobra,
En el que vagas regaba
La sospecha sus ponzoñas
Si el armamento faltaba
A la descidida tropa
Esperemos lo de Bravo,
Clamaba alguno con soma
Si los soldados desnudos,
Por la carencia de ropa,
Enfermaban, invadidos
Por las plagas de la costa.
Clamaban los descontentos
Con cierta risa sardónica:
«No hay que apurarse... ya viene
El vestuario, viento en popa.»
Y de la vuelta de Bravo,
Se hace una frase de broma
Que ahuyenta las esperanzas
Y en desengaños las toma.
Así cruzaron los meses
Cual las aves temerosas
&OMAKCtt_— 43.
338 CtJERRA BK KEFORMA.
Vuelan, al llegar la noche,
Al árbol que las aloja.
Alguna vez, por acaso.
Al guapo Bravo se nombra.
Juárez frunce el entrecejo;
De Ocampo vese la cólera,
Y los amigos de Bravo,
En silencio se abochornan..
IV.
VELA Y LLEGA.
Vela, toca inesperada,
La campana del Castillo,
Su bote el práctico alista,
Se oye en el muelle bullicio,
Y cien anteojos se fijan
En el valiente navio *
Que luchando con el Norte,
Por las gaviotas seguido,
Cruza junto de arrecifes,
Se burla de los bajíos
En esto, el acento se oye
De un veterano marino.
Que grita: «Quietos lospefe;
Ese es el gachupincillo
Aquel es nuestra bandera
La que levanta el indino;
El, no me engaño la pinta,
La cachucha el bigotito;
Vamos al bote muchachos.
Corramos á recibirlo »
Ya suelta el ancla ya atraca.
Ya baja la escala el chico,
Y á poco desciende Bravo,
Que llega como en un vítor.
Gritando: «¡México viva!»
Radiante de regocijo. ,
V
¡LA misión!
De su misión espinosa,
Al Ministro de la Guerra
GTTBRSA DB SRFORHA. 339
Le da Bravo, escrupuloso,
Con despejo exacta cuenta,
Y en todo filé tan cumplida,
Tan patriótica, tan diestra
Su conducta, que dejando
Aparte toda etiqueta,
Elogiábftle el Ministro
Con la cara satisfecha,
Y le alargaba la mano
De su aprobación en prueba,
Dando al punto cuenta á Juárez,
Que está en las vecinas piezas,
Y quien demuestra contento
Y á su Ministro le ordena
Que á Bravo se le reciba
De Palacio en sesión plena,
Para darle allí las gracias
Indemnizando sus penas,
Ya que renuncia obstinado
Honores y recompensas
Se fija el siguiente día.
Para ello tc^o se apresta,
Y para obsequiar la cita.
Fué grande la concurrencia.
VI
LA RICIPOION.— EL GRANDE OOAJCPO.
Limpia y fi-esca está la estancia
En donde Juárez habita
Y que funge de Palacio,
De mansión y de oficinas.
Blanco mármol en los suelos,
En los balcones cortinas,
Y en los amplios corredores
Sombra y agua cristalina.
Van y vienen los sirvientes,
Barren, sacuden y alistan
hsL sala donde se espera
Numerosa comitiva
De empleados y militares
Y de la plebe ladina,
Que en casa de Don Benito
Es como su casa misma.
En el fondo de la sala,
340 GtmS&A DB RBFORKA.
Que ardiente luz ilumina,
Y que en sus blancas paredes
Se embellece y se duplica,
Se ven de pie seis figuras
Que aquel noble pueblo estima,
Y que, aunque ya conocemos,
Les quiero pasar revista!-
Juárez, de cuerpo mediano,
De contextura maciza,
Ancha y serena la frente,
Dulce y humilde la vista,
Robusta espalda, pie breve,
Amplio pecho, mano chica,
El rostro de bronce claro,
Y en la boca recogida.
Una cicatriz do muere i
Su imperceptible sonrisa.
Ocampo estaba á su lado:
Moreno, de frente altiva,
La cabellera á la nuca,
Su mirada aguda y fija.
Nariz roma, boca grande,
Cuerpo que expedito gira,
Y tan abierto y tan franoo
Y tan noble le veían,
Que los mismos que no le aman.
Le respetan y le admiran.
. Ruiz, Guzmán, I^a Llave, Prieto
Están en aislada fila,
Y en el fondo y en la puerta,
En conjunto se divisan
Los uniformes y espadas,
\,os fraques y las levitas,
Unos, con Ramón Iglesias,
Jefe de tropa y milicia;
Otros, con Manuel Zamora,
Del pueblo heroico delicia;
Carirredondo, fogoso,
Ojo azul, rala patilla,
Con el cabello entrecano.
Con la papada nutrida.
La voz recia; pero una alma
Franca, generosa, limpia.
Que sus ímpetus convierte
En bendiciones y en dicha.
GTTK&ItA DB RKPOItHA. 34!
Al salón penetró Bravo
Recogiendo simpatías,
Con la modestia en la frente,
En los labios la sonrisa,
Y en su gracia y apostura,
ItSi franqueza y gallardía.
De su misión habla Juárez,
Y de su conducta digna,
Así como se dispuso
Con pompa se le reciba
Para que le dé las gracias,
Haciéndole honra debida.
En nombre de la Reforma
Y de su patria adoptiva,
Alegres dianas estallan,
Cruzan el aire los | vivas!
Y Juárez estrecha' á Bravo
Con paternal alegria
Pero al acercarse á Ocampo,
Este, brusco, se retira
Por doquier cunde el asombro,
La inquietud llega en seguida,
Y al fin se hunde en el silencio
La brillante comitiva.
Ocampo se avanza entonces,
Y con la voz en que vibra
La lucha de los afectos.
Dice así, cuasi con ira:
«Señor, no puedo abrazaros .
«Ni tender mi mano indigna
«A quien infamé cobarde
«Con mi lengua viperina.
«Mis brazos en vuestro cuello
«Fueran sierpes de perfidia
«Si no borrara mi lengua
«Las detracciones malignas
«Con que manché vuestro nombre
«Y amengüé vuestras fatigas;
«Así es que no os doy la mano,
«Ni os abrazo, ni á su vista
«Volveré si en el momento
«No dice vuestra hidalguía:
•Ocampo, yo te perdono,
«Y al frente me lo repita.»
«HíPero, señor j» — «No hay remedio;
349 GUSRRA DB RSPORK A.
«Quiero tetra á letra diga:
nOcampo^yo te perdono;
cY en esto mi calma estriba.»
-«Abrazadme satisfecho,
«Señor, sin quedar reliquia
«De encono.» — «No haya evasí'(ru^
^Ocampo^ yo te perdono,
«Decid y lucha concluida.»
El concurso sigue atento
La caprichosa porfía,
Y de Ocampo la nobleza
Le entusiasma y regocija.
Al fin, Bravo se decide,
Y con la voz conmovida.
Dice: ^Ocampo, te perdono.^
Se oyen palmadas y ¡vivas!
Ocampo se lanza al cuello
Del que el perdón profería,
Y un resplandor de grandeza
La alegre estancia ilumina.
Melchor, mi pluma brgullosa
Mi recuerdo te dedica,
Porque fuiste de mi Patria,
El alma más grande y limpia
Que engrandeció la Reforma,
De mi amado Juárez hija.
Afaril 5 de 1892.
JUAN JOSÉ DE
GARZA.
GüBURA DE REFORMA. 343
ROmADi^G DG HGCUGRDOSL
(VGKA9RUZ).
Amanecen mis recuerdos
Hoy, en cuanto abro los ojos.
Como cuando negras nubes
Vuelan de la aurora en torno,
Y en ellas resbalan rayos
De ardiente púrpura y oro.
Era el caluroso Marzo
De cincuenta y nueve heroico,
En Veracruz la Reforma
Ostentaba hechos grandiosos
Y con cada luz se alzaba
Su prestigio poderoso.
A Juárez viera gigante,
Cual limpio faro entre escollos,
Popocatepetl sublime,
Alto, helado, majestuoso,
Caldeando su alma la llama,
Tranquilo y severo el rostro.
{Oh, qué pueblo de patriotas!
¡Oh, qué ÓA^mos jarochos!
¡Cuan pródigos de su sangre!
¡Qué abiertos y generosos!
Era su fiesta el peligro,
Era la guerra su holgorio,
Y al aguacero de bombas
Que disparaban los mochos
Y sembraban donde quiera
Muertos y sangre y escombros»
Kespondía el pueblo alegre
344 GUHItPA DE RBFORMA.
CoD acentos victoriosos.
Míramón el temerario,
Su presa amagaba ansioso,
Con sus bravos que llegaron
Como carniceros lobos,
Husmeando el olor de sangre,
Retrocediendo furiosos
Al empuje de los libres
Y al retumbar de su enojo.
Cuando el médano vecino
Le contemplaba rabioso
Las olas tocaban dianas,
Saltaba el muelle de gozo,
Y al reventar cada bomba
Se elevaba clamor ronco,
Vítores alzando á Juárez
Entre epigramas chistosos.
Allí estoy mirando á Llave,
Barl^ escasa, enjuto el rostro,
Al inclinarse difícil,
Al moverse perezoso;
Largos dientes, ojos garzos
Ni soberbios ni medrosos,
Pero que tomaban llamas
Los peligros y el enojo.
Allí Enrique Ampudia ardiente.
Allí Pancho Azpe nervioso,
Esclarecido artillero
Y valiente como toro.
Con él estaba un sargento
De tez tostada, ancho de hombros,
Que al sentirse moribundo
Se hizo conducir de pronto
Frente del balcón de Juárez,
Y allí en acento estruendoso.
Gritó: «¡Viva la Reforma!
«Xo hay que aflojarse, yan?^*^^,
«Firme, y vencerás, gran Juárez,
«Que así morimos nosotros.»
Y espiró, cual si muriera
En un festín delicioso.
Por doquiera andaba Ocampo,
Erguido, de ardientes ojos;
Hacia aürás puesto el cabello,
GXmRJLA DB REPOUMA. 54S
Ancha nariz, franco el rostro
Iluminado por su alma,
Que era delicia y tesoro
De la humanidad entera
Por su temple poderoso.
Allí estaba Miguel Lerdo,
Más que el patriota, el apóstol,
Con fe ciega en la Reforma,
Dulce, de hablar sentencioso,
Su peluquín esmerado.
Curva nariz, negros ojos.
Boca grande y unos dientes
Como de matíil lustrosos,
Miraban á Degollado
Con sus azules anteojos,
Blanco, pequeño, adamado
En su decir y en sus modos,
Al embestir furibundo
En arrebatos furiosos,
El último al retirarse
Para volver impetuoso;
En las trincheras Arriaga
Arengaba á \os jarochos.
La calvicie descubierta.
En el hablar fervoroso
Y en el desprecio al peligro
Haciendo vulgar lo heroico.
En un grupo está Ramírez,
El Nip^romante famoso.
Con el cabello crespudo,
Amarillentos los ojos;
La admiración exigiendo;
Como mandando al asombro
Con su decir no esperado
Y con su talento monstruo;
Como un Voltaire en lo agudo.
En la invectiva un Ariosto,
Un Pascal en lo profundo,
Un Quevedo en lo gracioso;
Y esa pléyade viviente
De héroes, sabios y jarochos
Distinguíase divina
En los cielos tempestuasos,
Como anunciando á la patria
Un futuro venturoso,
EOHAVCKS.-^
34^ GT7HRRA DE RBFORMA.
Con gloría de progresistas
Y á despecho de los modios.
Mas el veintiuno de Marzo,
En vez de que el cañón bronco
A Veracruz despertara
Con sus ecos pavorosos,
Gritan: «se levanta el sitio,
Y van de huida los mochos »
Y repican las campanas,
Y hay regocijo y holgorio.
Cuantía de Mótelos, Enero 21 de 1885.
GTTSRRA DE RBPORMA. 347
GRAD nOUlRm^
De enVODTRODAZOS Y PACALGOS ܣL AfiO
flUAL AV6RIGUAD0 0G]1858.
£1 año cincuenta y ocho»
Casi al pisar el sepulcro,
Pudo decir con certeza:
"No ganamos para sustos,"
Porque era una arrebatinga
De derrotas y de triunfos,
Que atarantaba á los tontos
Y extraviaba á los más duchos.
Daba saltos repentinos
Chispas echando el barullo,
De Mazatlán á Oaxaca,
De Veracruz á Acapulco;
En Durango Coronado
Con la victoria se impuso;
Aramberri en Guanajuato,
Aunque no gobernó mucho;
Garza, activo y empeñoso,
Caballos, armas, recursos,
Acopiando diligente
Formidable se mantuvo.
En el gobierno Zuloaga
Daba soberanos tumbos,
Y cambió de'ministerio,
A sus adeptos propuso,
Y siempre era el mismo fraile
Montado en distinto mulo;
En Colima conspiraban,
Pero se les siguió el bulto
Y loB fusiló el gobierno»
343 GtmHRA DR RSPOSMA.
Porque así lo creyó justo;
Retumbó el cañón en Túxpam,
Y Fuertes con recio impulso
Lo tomó dando á los mochos
Grande motivo de gusto;
Pero á la vez liberales
Quemaron muchos cartuchos
En el puerto de Tampico
Contra Marín y los suyos;
Carbajal llegó en auxilio,
Don Tomás Marín se opuso
Y se escapó sobre el campo
Que cubrían los difuntos;
A Pinzón sorprende Márquez
Que se porta como un bruto
Condenando el vil á muerte
Niños, mujeres y* adultos;
Pero entró en Maravatío
Pueblita bravo y astuto,
Exagerando escarmientos
Para vengar los insultos;
. El Sur no se quedó quieto.
Contra Vicario, tumulto
Inesperado y furioso
Alzo desplegando lujo
De atropellos y crueldades
Ya los otros, ya los unos;
Y todo era como á un tiempo,
Como á la vez, como junto.
Como si aquellos encuentros,
Cual si el totum revolutum
Quisieran de un manicomio
Hacer el vivo trasunto.
Y este fué nomás el prólogo.
El principio tremebundo
De la rota desastrosa
De Vidaurri en Ahualulco;
Y que para otro romance
Me reservo como asunto.
Octubre ai de 1896.
QtrSKKA DB RBFOSMA. 349
taoTñAmG BAmo^o.
ODA amioiui De c9P€rxiizx$ t noe^eiDc «juwi» t mocKict.
I
DBGOLI^ADO Y MIRAMON.
Las clases privilegiadas
Defendían su dominio
Y se obstinaban gritando:
•*Este pueblo es mi borrico."
Al fin de cincuenta y nueve
Las favoreció el destino,
Y sembró laurel y rosas
En sus tortuosos caminos,
Creyendo que coronaba
La victoria sus designios.
El pueblo que ya venciendo
O ya sangrado y vencido,
Reluchaba valeroso
Y renovaba sus bríos
Con la muerte de sus héroes»
La prisión y los suplicios,
Por todas partes lanzaba
De guerra y venganza el grito,
Y resucitaba ardiente
Cual combustible escondido
Entre cenizas y chispas
Sin ser notado ni visto.
Y era del pueblo la fuerza,
Porque la verdad ha escrito.
Que el derecho impera siempre
Si sabe un pueblo ser digno;
35Q OVKRUA DB REFOSVA
Y que al fin y al cabo es débil
Un ejército de esbirros;
Y la falta de recursos
Le empujaba á lances críticos,
Afrontando inconvenientes,
Yendo á luchar atrevido
Contra el bravo Degollado,
Que inesperado, en un brinco.
Le desafiaba potente
En el centro del Bajío.
Así Miramón pensaba
En medio de los delirios
De sus ciegos partidarios
Y sus triunfos repetidos;
Y el constante Degollado
Aunque entero y decidido,
Vio que la lucha costaba
De sangre de hermanos, ríos,
Y le pidió una entrevista
De los mochos al caudillo,
£1 que cortés aceptando
Señala la hora y el sitio.
II
LA ENTREVISTA.
En la reducida Hacienda
Que llaman de la Calera,
De Querétaro distante
Según el vulgo dos leguas,
Se fijó punto de cita
Para que allí decidieran
Los dos ilustres caudillos
De que tengo dada cuenta;
Para que ambos eligiendo
Conforme á sus conveniencia
O con la paz se enlazaran,
O dieran sudta á la guerra;
Y en manos de esos dos hombres,
De la República entera.
Se jugaban los destinos
Teniendo al frente la fuerza.
Fueron cuatro los actores
En esta solemne escena:
Miramón, Isidro Díaz,
GXmtitiA DE REFORMA. 35 ^
Su ministro y su colega;
Degollado y D. Benito
Parías, que entonces era
Coronel é íntimo amigo
Y de su confianza ciega;
Se hablaron caballerosos,
La conferencia comienza,
Y Degollado gozoso
Ve á Miramón que aprovecha
Sus instintos liberales
De el Gobierno la experiencia,
Y que el amor á la patria
Le transforma y aconseja.
Más el punto de partida
Santos sostiene con fuerza:
Que es nuestra adorada carta
Símbolo de nuestras creencias.
JNo se acerca la disputa,
Si la discusión se empeña,
No se rompe del respeto
La conveniente barrera,
Pero el uno al despotismo
Obligado representa,
Y el otro personifica
A la libertad excelsa.
Y es un delirio el enlace
De la luz con la tiniebla.
En un momento inspirado
De soberana franqueza
Dijo Miramón, hablando
Con una expresión ingenua:
**Ustedes de vencer tienen,
Lo miro cual cosa cierta,
¿Pero yo traidor? ¡oh¡ nunca.
Nunca, que siga la guerra.
Y sabe Dios que en el alma
La resolución me pesa."
Siguióse largo silencio.
Se hicieron la reverencia
Sombríos los personajes
Antes de tomar la puerta.
Referir se me olvidaba,
Que durante la entrevista
Un oficial la interrumpe
Apesar de la consigna,
3S3 GUBKRA DB RSPORMA.
A Miramón llama aparte
Y en voz muy queda le avisa
Que dentro de pocas horas
Llegará la artillería,
A México con instancia
Para sus planes pedida.
Cuando en público se supo
La reunión de la Calera,
De los mochos furibundos
La maldecida caterva
Contra Miramón sincero,
Traidora, lanzó sus flechas,
Haciendo su ídolo á Márquez
Con hipócrita reserva,
E infundiendo desconfianzas
Contra Miramón artera.
III
LA BSTANCIA DB LAS VACAS.
En las escabrosas lomas
De la Estancia de las Vacas,
Que descienden caprichosas
Formando tendidas fajas,
Hasta tocar el camino
Donde la tierra se aplana,
Los ejércitos contrarios
Están puestos en batalla.
En las filas de los libres
Se oyen voces entusiastas,
Y los mochos veteranos
Atentos al mando callan.
Es tremenda la refriega,
Ya retroceden, ya avanzan
Los que luchan, y en la sangre
De los heridos resbalan;
Sangre bebe sin saciarse
De Vélez la fuerte espada,
Y de Miramón se esfuerzan
Las columnas combinadas
Que con poder indecible
A los libres arrollaban.
Degollado por su parte
Calculó mal la batalla,
Según con datos demuestran
GUSRRA DK KBPORMA 353
Los que son sabios en armas;
Pues en el mundo es sabido
Que yo no entiendo palabra.
Puso á Lambert y á Quiroga
Detrás de insalvables tapias,
Entre peñas y nopales
Quedando inutilizadas
Sus fuertes caballerías
Y sus oportunas cargas.
Al frente del enemigo
Puso su gente en batalla
Y á Lalanne con sus cañones
Di6 posición acertada;
Y aunque Lalanne es valiente
Como el primero, era escasa
La artillería que sirve
Y que la ocasión demanda.
La censura á Degollado
La disciplina relaja,
Y brama y se insubordina
La turbulenta chinaca;
Así es que el saber se impone,
Así que triunfa la táctica,
Así es que no se resiste
A las concertadas cargas;
Y Miramón y Mejía
Todo arrollándolo avanzan,
A pesar de Montesinos
Que allí cobra noble fama,
Y á pesar de otros valientes
Que ingrata la historia calla.
¡Que horror! ruedan de las lomas
Las tropas despedazadas.
Caballos, carros, heridos
Forman espantable masa.
Que entristece á los más bravos
Y calcina las entrañas,
Imponente, formidable
Combate el valiente Tapia,
Que es en su actitud hermosa
Emblema de la esperanza;
Más le hiere de improviso
Una penetrante bala,
Y cayó á plomo luchando,
Poniendo en alto su espada.
354 GUKRKA DB RBFORMA.
Antes Albino Espinosa
Rindió en el combate el alma»
Y su valerosa fuerza
Que en su jefe idolatraba
Al contemplarle cadáver
Se desordena y desgrana.
La derrota furibunda
Descubre su horrible cara
Con sus ojos como loca,
Temblorosa y desgreñada,
Entonces la masa que huye
Se arroja cual disparada,
Cayendo de las alturas
Como horrenda catarata
Que heridos, carros, mujeres
Ahuyando el camino arrastra.
IV
El insigne Degollado
tomó el nunbo de Celaya
Para reparar activo
Su inesperada desgracia;
Mas cuando llega á ese pueblo
Su fuerza desordenada,
Le encontró un motín de tnochos
Muy mas cristianos que el Papa.
De azoteas y cercados,
De puertas y de ventanas,
Tiestos, muebles y macetas
A los nuestros arrojaban;
Y no era sólo la plebe,
Eran proceres y damas
En tumulto fervoroso.
Entre gritos y pedradas
Haciendo á los liberales.
Asesinos sus descargas.
Con las piezas que á su paso
Dejaron abandonadas.
Miramón, cortés y humano.
Se fué donde estaba Tapia,
Su valioso prisionero,
Quien le dijo estas palabras:
"Ya yo se lo que me espera,
Para mi no pido nada.
GUBKRA DH R8FORICA 355
Porque para mí es un premio
Morir sirviendo á mi causa.
Pido para mi ayudante
Piedad pues me acompañaba
Por amor á mi persona
Dejando familia y casa."
— Vuestro ayudante está libre,
Dijo Miramón con calma,
Lo que importa es vuestra vida
Tan cara para la patria,
Alentaos compañero
Que mi persona os resguarda.
Que derrotas 6 victorias
El corazón me desgarran,
Y quisiera poderoso
Que consiguieran mis armas
Ver en paz á la íSamilia
De la Nación Mexicana,
Rigiéndose por las leyes
Y del mundo respetada.
Y prodigando al herido
Atenciones estremadas
Partió como conducido
De los vientos, por las alas,
A Jalisco, donde recto.
Dar una lección pensaba
A Márquez por su insolencia
Y su manera arbitraría
De asaltar una conducta
Que estaba en Guadalajara,
Y á la República toda
Puso en inquietud y alarma.
Con escándalo los machos
Celebraron la victoria
De la Estancia de las Vacas,
Y á la ilusión se abandonan
De acribillar á los libres,
De aniquilar la Reforma
Y triunfar omnipotentes
Para ad majarem Deigloriam»
356 GTXBSRA DB SBPORWA
ROmAD^e DE GOSOALAJARA
LGADORO YALLG
La de los campos amenos,
La de las alegres aguas,
La de ricas sementeras
De topacios y esmeraldas,
De la libertad querida
Asiento, nido y muralla,
¿Por qué en duelo y en espanto
Te miro, Guadalajara?
¿Por qué la guerra implacable
Con su fratricida saña,
Te da, en vez de dulces cantos
Y de tiernas serenatas,
El ronco tronar del bronce
Y el zumbido de las balas?
¿Por qué tras de tus trincheras
No ostentas divinas gracias,
Y se oye al bramar del trueno,
Los ecos de tus guitarras?
¿Por qué al cruzar los heridos
Aullando tras de tus tapias,
Con los soldados que deja
El combate ociosos, bailas?
Es cierto; en vivo contraste
Está presenciando el alma:
Fandango y gresca en los barrios;
Sobre los muros, matanza.
Las tropas de la Reforma
La fuerte ciudad atacan,
Y la defiende Castillo
GUBRRA DB RBPORMJI. 357
Con sus bravos camaradas.
Las fuerzas de la Reforma
Son más bien de pueblo masas.
Son caudillos que parecen
Más que caudillos patriarcas,
Con hombres que más atienden,
Que á la Ley 3' á la Ordenanza,
A los lazos de familia,
La tradición y las canas.
Así, vense en esos grupos
Trajes y costumbres varias,
Y el todo, son el apresto
De parque y cañones y armas,
Tiene animado carácter
De romería cristiana,
O más bien, de una gran feria
£n que de largas di&tancias
Se agrupan junto á un mercado
Diferentes caravanas.
A los de Morelia vense
Con Huerta, que es quien los manda
Y que ha dejado una mano,
No la mano de la espada,
Con sas cuerudos ginetes,
Los de ponderosas lanzas;
Belem, los de Zacatecas,
Con Ortega briosos guardan.
Su entusiasmo recordando
Las de su valor hazañas.
Fronterizos fandangueros,
Cual leones con sus charpas
Con pretensión de jinetes,
Pero valiendo la plata
Como infantes en el campo
Y en sus expeditas marchas;
Opulencia demostrando,
Derramando la abundancia,
Fieros y caballerosos
Como hijos de la montaña,
Están los de Guanajuato,
Y donde están nadie charla;
Bebedores, manirotos,
Gran corazón, francas almas;
Para el amigo, la vida.
Para el contrario, la espada;
358 GtTSRRA DB R9FORMA.
La voluntad á Doblado
Y á las muchachas el alma.
¿De dónde son esos hombres
Que en San Felipe hacen guardia
Y que se vuelven ansiosos
A aquella estrecha ventana?
Mirad, y qué anchos sombren»,
Y qué blusas encamadas,
Pantalón como marinos
Y pistola en vez de espada;
Medio endinos del costeño
Remedando las monadas,
Lacios y luengos cabellos,
Ojos negros, poca barba,
Delgados, pero nervudos,
Largo cuello y largas zancas*
¿Y en la ventana qué buscan
Las anhelantes miradas?
Buscan su modesto jefe,
Al que les alegra el alma;
Miradlo, que el sol le hiere
Asomado á la ventana,
Moreno, pálido el tinte,
Ojos negros, frente plana.
Liso, pero lleno el rostro,
Y dentadura tan blanca,
Que en luz al nacer, se envuelven
Sus sonrisas y palabras,
Luz que mandando persuade
Y une al valor con la gracia.
— Bueno, pero deje aparte
Pinturas, ¿cómo se llama?
Es Ignacio Zaragoza.
Y si al nombrarlo hay tardanza,
Fué que esperé para verlo.
Que el sombrero se quitara,
Porque es entre nuestras glorias
i La gloría de nuestra patría!
A todos estos guerreros
Que confunde la batalla,
Que alzan entre nubes de humo
Mil tempestades de llama.
Que en el centro de la tierra
Queman tremendas granadas,
Llenando sus intestinos
GUBRRA DB REFORMA. 359
Las minas de carne humana,
Al frente de esas trincheras
Que nuestras fuerzas rechazan,
Como una presa de roca
El empuje de las aguas;
Al rededor de ese monte
Levantado por la audacia,
Y en que amasó poderoso
Verjas y vigas y casas,
Dejando raso un cuadrado
Por do los carros pasaban,
Y en que de Güíchoni el nombre
Se levantó y cobró fama,
Enmedio de aquel conjunto,
Va, viene, ordena, regaña.
Azuza, anima, conduce,
Y ni un instante descansa
Aquel mismo Vallecito
Que vimos en Salamanca.
El alegre muchachuelo
Que nos sacó de Santa Ana,
M \9l guerrilla de pluma.
Como él llamaba con gracia
A los pollos de oficina
En la salida ordenaba.
¿Quién seguirlo en aquel sitio?
¿Quién numerar sus hazañas?
Viéndolo estoy cuando el Carmen
Con los de Rojas asalta.
Los de Rojas, que al demonio
De furia lecciones daban,
Con sus pieles como bronce,
Cual de acero las entrañas.
Cual de ébano lo cabellos,
Los ojos como con rabia.
Apenas el gran simborrio
Fieros los dé Valle alcanzan
Cuando la torre despide
Como diluvios de balas.
Valle cruza en una viga
Que atraviesa la fachada
En milagroso equilibrio
Aunque en la pared se embarra. '
La viga era tan angosta
Que apenas caben las plantas
^fe GimitBA DB RBFOKUA.
Una tras otra de puntas
Y sin poder afirmarlas.
Y así, en el aire y en fila
Esas figuras humanas
Que en el vacío aparecen
Con fijeza recortadas,
Elevan una escalera
De madera, y la descansan
Al pie de la excelsa torre;
Y comienzan á treparla,
Valle el primero, entre piedras
Que de lo alto le arrojaban,
Suspendido en un abismo.
Alta y alegre la cara.
Y cimbraba la madera,
Y se arrecian las descargas,
Y se teme se columpie
Aquella insegura escala,
Y la ansia, el terror, la muerte.
En los rostros se pintaban
De los hombres que el peligro
Instante á instante burlaban.
Los de Castillo, aturdidos
De la ascensión por la audacia.
Descienden de la alta torre.
El héroe impera y exclama
Con acento victorioso:
Muchachos ¡viva la Patria!
Satisfecho, y los de Rojas
Repicaban las campanas.
¿Pero para qué prolijo
Narrar glorias y desgracias
Si la tinta es sangre negra
De los hijos de la patria?
¿Si entre los mismos contrarios
Se admiran las nobles almas,
Por el ciego fanatismo
Y el falso honor extraviadas?....
¿Quién de Doblado y los suyos
Podrá recordar la Iliada?
¿Quién describir á Rosado,
El de atingencia extremada,
Que derribó de los frailes.
Sereno, la Santa Casa,
Oon 8U modestia exquisita,
GüSKRA DB RBFORMA, 361
Con su fineza de dama?
¿Quién á Severo Castillo
Cuya bravura contrasta
Con su raquíticx) cuerpo
Y con su apacible cara,
A quien la bondad seduce,
Y el que indignado rechaza
Los miles que á él y Cadena
Prieto ofrece por la Plaza?
¿Y quién sobre todo pinta
La humanidad y la gracia
Con que consuela las penas,
Con que al enemigo trata
Leandro Valle que va entrando
Con Zaragoza á la plaza?
362 GüBRRA DB REFORMA.
ODA.
A$G$mATO$ en caqubsta.
¿Soñaba yo? no sé, ¿no me dijeron
Ven á arrullar con tierna melodía
La noche de dolor de los que fueron?
¿Soñaba yo? no sé ¿no me invitaron
A llorar cantos, y á regar con flores
Los lechos en que duermen los que un día
De la gloría y del bien los paladines,
De juventud hollaban los jardines
Y eran tu amor, tu fé, mi patria mía?
Música! flores! pompa! sacrilegio!
¡El silencio de ayer era más grande!.
¿Qué nos queréis? preguntan esos muertos.
¿Qué corona ofrecéis á nuestras frentes?
¿Qué copa viene á nuestros labios yertos?
¡Música! ¡flores! ¡pompa! no ha limpiado
Sus labios esta tierra de la sangre
Con que ha dos años se embriagó demente.
¿Lo recordáis? en ansiedad y en duelo
La ciudad se asomaba en las alturas;
Y de humo negro entre el espeso velo,
Duplicando la mente los horrores.
Temblando por su suerte los tiranos,
Retumbando los bronces vengadores,
Vibrantes en el aire los clamores
Gimió el espacio con la lid de hermanos!!
¡Música! ¡flores! ¡pompa! ¿quién olvida
Los últimos acentos del combate?
Como últimos llamados
De la nave que se hunde en lontananza,
Y que lleva en sus senos adorados
La fortuna y el bien y la esperanza;
Los últimos acentos cual quejidos
De la amante que expira
GüBRRA DB RBPORMA. 363
Y nos mira con ojos doloridos
Y nuestro nombre al expirar^suspira
¿Qué no lo recordáis ? el estampido
Del cañón vencedor sonó en concierto
Del júbilo procaz, y el alboroto
Cual la risa galvánica de un muerto!
¡¡Sarcasmo!! ¡excecración! ¡música y [flores!
Manos abyectas por doquier regaban
Los pasos de los viles asesinos
Que en procesión triunfal nos insultaban!!!
Y remedando cánticos sagrados,
Cantos de sacrilegio y de impostura,
Malhechores con oro engalanados,
Con túnica levítica vestidos,
Y de odio y de sangre y maldición henchidos
Al Dios de amor, al Dios de la concordia
Sobre su altar en roncos alaridos
Enzalzaban la rabia y la discordia!
La sangre trascendió giró en los aires
Maldición invisible que apagaba
El mentido perfume del incienso.
El impostor aroma de las flores
Y horrible cuadro de dolor inmenso,
A esta gran tumba que se siente y oye,
Mi horrenda narración volvió el sentido
Como al pasar enfrente al matadero
De reses un tropel huele su sangre
Y escarba y vuelve y se cerciora y toma ^
Y pegando sus labios á la tierra
Rompe en desgarradorres alaridos
¡Qué horror! ¡qué horror! Los que seguir no osaron
Al que volvió la espalda la fortuna
Sobre inocentes víctimas cayeron,
Con su sangre cobarde se embriagaron.
Irrisorio placer. ¿Mas, quién siguiendo
▲ los viles verdugos se extravía.
Si allí miro familias desoladas
Que rasgan de congoja el alma mía....:.?
Viuda infeliz de Jáuregui ¿no me oyes?
Ese cuerpo desnudo que la arpía
Inmunda del cuartel llamó su presa
¡Es tu amor, tu tesoro de cariño;
Cúbrelo con tus brazos, no lo miren
Y desfallezcan de dolor tus niños !
Jóvenes: ¿que queréis? respira sai^gre
364 GUERRA DB RBPORMA.
Este horrible lugar ¡sois tan hermosas!
Yo os quiero contemplar en los festines
Vertiendo dichas y pisando rosas.
¡Ay que no me escucháis hondo delirio
Os embarga Llorad era tan bello;
Era tan joven! su temprana frente
Llevaba de la gloria los laureles.
¡ Ay! ¿Por qué la corona del martirio
Sobre esa sien en que tan pura ardía
La santa inspiración ? iPiedad, verdugos!
Es casi un niño; su sentido acento
Es casi un canto, casi una armonía.
¿Qué mal os pudo hacer? ¿por qué defraudan
Esos encantos á la patria mía ?
Y tu, madre infeliz, tú que cubierta
Con la frente pegada á las rodillas,
Del hijo de tu auior: * 'Manuel, le dices;
Óyeme mi Manuel Te habla tu madre,
Deja que ponga el lienzo con que enjugo
Mis ojos, en tu cuerpo, que hiela
Adorado hijo mío
De este cuartel el enlosado frío'*
Hombres sin corazón ¿quién no se inclina
Ante la Diosa del hogar querido?
¿Quién ño recuerda el astro de la infancia
Sobre su tierna cuna suspendido?
— i Madre infeliz !-Plegaria de la aurora de la vida,
Faro santo en los mares 4e la suerte
Y lámpara de amor siempre encendida
De la cuna á la muerte.
Llora madre infeliz Recuerdo á tu hijo
Como un atleta con sus lindos cantos
Haciendo estremecer los cocoteros
De los mares del Sur la erguida palma
Su abanico en las auras agitaba
Al resonar sus cánticos guerreros
Mirando estoy el drama tremebundo:
Los verdugos allí frente el suplicio;
Mateos y su amigo le fprmaban;
Tan hermosos los dos...... llega la muerte,
Se miran y se estrechan, y así asidos.
Los brazos á los brazos enlazados,
Los corazones con ternura unidos.
No disparéis soldados
No me escucháis ¡que horror! ¡Ah mexicanos!
GüHRRA DH'*RBP0RMA. 365
Juremos extenninio á los tiranos!!!
Como dos ecos de la misma lira
Tienden al éter el sublime vuelo;
Como dos aves que del mismo nido
Las blancas alas Uevánlas al cielo;
Como dos olas que del mismo escollo
Sollozando se aduermen en la playa
Así absorbió sus deliciosas vidas
Este suelo de sangre i Oh Tacubaya !
¿Quién olvidar heroicos extranjeros
Hombres de ciencia, vuestras tristes tumbas ?
¡Ah, no es México así ! Mi patria amante
Abre risueña el amoroso seno
Y hace comunes los queridos lares
A los que vieron á la luz del cielo
Allende de los mares.
Ojos habrá que vuestra suerte lloren,
Almas habrá que vuestra muerte sientan,
Flores habrá que vuestras tumbas rieguen,
Que en mi patria espontáneas se sustentan.
Ni una madre, ni un deudo» ni un amigo,
Barbarie, excecración ¡ qué dirá el mundo ! !
A hombres de caridad y de templanza,
Al hombre consagrado por la ciencia,
Al hombre que dispensa los consuelos,
Al confidente en fin de los dolores
Disparar esos rayos vengadores
Cebarse con barbarie de panteras...-
¡Maldito, sí, maldito el asesino!
De sed se abrasen y su sangre beban
Los que esas marcas en la frente llevan !!l
¡Muertos, en pie sacudan vuestras frentes
El sueño eterno de la eterna sombra, .
Y en medio de estas luchas de gusanos
Y apagando el hervor de estas pasiones
Que explotan con astucia los tiranos,
Moved vuestros helados corazones
Y que arda en ellos el amor de hermanos 1
¡Víctimas revivid en un acento
Que engendre el rayo y que confunda el trueno:
«Nuestra patria perece ! dadnos cuenta
«Del precio de esta sangre que gotea
«Nuestra frente sangrienta;
«Sangre de redención, la habéis tomado
«fin torpe mercancía,
366 GUBRRA DB REFORMA.
«Y el suelo se desmembra aniquilado,
«Y su vida semeja á la agonía.
«Muertos, en pie, los que con vil careta
«Aguzan el puñal, y en lontananza
«Fingen consuelos y denuncian males;
«Hsos quieren la vida del pasado
«De odios, de asesinato, de venganza!!
«¡ Muertos, en pie; llamad á nuestros hijos,
«No á que os tributen cánticos ni flores,
«Pedid á nuestros hijos otra gala
«Bajo el hermoso pabellón de Iguala
«Alumbrando la estrella de Dolores
«Pedidlo por la sangre que redime;
«Pedidlo por el llanto que aquí brilla,
«Por la Patria pedidlo, porque gime
«Debajo de despótica cuchilla
Pueblo cuyo sudor fecunda el campo.
Pueblo que das tu sangre en la batalla.
Pueblo que entonas cánticos de gozo
Si á la Reforma sirves de muralla,
Tú no quieres venganza: con delicia
Insepultos verás tus mismos huesos
Si los alumbra el sol de la justicia!!!
¡Muertos! en pie: de vuestrosc raneos huecos
Un hossana se eleva por la Patria,
Y en la tumba repítanse sus ecos.
¡Patria de Hidalgo, oh patria, patria mía!
Al pie de este calvario
Que libertad al mundo le promete,
En tu nombre y en nombre de ese osario
Que han de agitar resurrección y vida;
Yo conjuro y maldigo la matanza;
Yo á la discordia y al rencor maldigo;
Yo poniendo á la muerte por testigo
Clamo en nombre de Dios: Fe y i^peíanzai
GT7BRRA DB KBFORMA. 367
GKftDDe T HecamBALGADO HOniAD^G
o itx £x (ORODAeíoo Dc mAKoacz eo 60JLSJU.UJUUU
¿Di por qué Guadalajara,
Por qué la gentil matrona,
£1 milagro de la gracia,
La cuna de los patriotas.
Finges placer y contento
Si sé que en silencio lloras?
— Porque soy la humilde esclava
De la canalla traidora
Que me tiene atada al cuello
De duro bronce la argolla,
y mi tortura le encanta,
Y su maniquí me toma
Aliándome al fanatismo
Y á la falange ominosa
Que quiere obsequiar á Márquez
Con resplandeciente pompa,
Al regresar de su triunfo
Donde obtuvo de la historia
De Tigte de Tacubaya
Pama sangrienta y odiosa.
II
PBBPABATIVO8.
El diligente Salcedo
y su secretario Vértiz,
Dieron vuelo á sus ingenios,^
Afilaron sus caletres
Para que la regia entrada
Fuera euvidia de los reyes.
368 GUERRA DE REFORMA.
El barrido de las calles,
Faroles y perindengues
Ordenaron afanosos
Tocando en lo sorprendente,
No olvidando su cariño,
Como al descuido inocente
Que á los que se vieran tibios
Y con aires negligentes,
En lista se les pusiera
Para tenerlos presentes;
Y este "presentes** es mucho
Para todo el que lo entiende.
Grandes músicas de viento,
Cortinas y gallardetes,
Con disparos de escopetas,
Víctores, vivas y cohetes
A la ciudad conmovieron
Desde Oriente hasta Poniente.
La garita de San Pedro
Era con asombro verse,
Y Medrano y la carrera
A la Catedral parece.
Como un salón transformado,
Suntuoso, resplandeciente,
Para alojar vsemidioses
Como un edén hecho adrede.
Un arco triunfal que rico
A todo lo humano excede,
Se preparó en el camino
Para que bajo él esperen
Los que le dan á la fiesta
Su carácter eminente.
Márquez y su comitiva
Llegaron, y reverentes
Los proceres le reciben
Muy humildes y corteses,
A la vez que cuatro niñas.
Que cuatro ángeles parecen.
Le ofrecen una corona
Que colocan en sus sienes.
La corona de oro puro
Remedando los laureles,
Pregón de su ilustre fama.
Digno adorno de su frente;
Y no hay uno que censure,
GÜBRRA DB RBPORmI. 369
Y no hay uno que sospeche,
Que bajar á la inocencia
A que haga tales papeles
Es tocar en lo villano
Y arrastrarse en lo indecente.
Antes de llegar al templo
El municipio aparece,
Y un bastón con puño de oro
Y brillantes se le ofrecen,
Como homenaje de gloria
Que su grandeza merece.
III
LA IGLESIA T LOS TOBOS.
En la iglesia hubo fandango,
Lo temporal y lo eterno
En santa unión confundidos
De gozo echaron el resto.
¡Qué injurias á la chinaca!
Al darse golpes de pecho,
I Qué pedir maten á todos
Los incrédulos perversos!
Al desgranar fervorosos
Abultados Padres nuestros.
Márquez se portaba grave
Como un enviado del cielo;
Pero algunos liberales
Percibieron en su ceño.
Del Tigre de Tacubaya
Los horrorosos recuerdos
Que pasaban como sombras
Entre los viles festejos.
I Qué parabienes, qué elogios,
Y que discursos aquellos!
Que no copio por vergüenza
Por lo infames y rastreros.
Por fin para dar remate
Al estupendo suceso,
De la división primera
Salieron unos toreros.
Que una corrida formaron
370 GT7KRRÁ DB SSFORMA
Con arte y lujo supremos;
y para darle la pompa
De nunca visto torneo,
Nombraron á siete reinas
Que con vistosos arreos
A los adalides nobles
Dieran recompensa y premio.
El redondel era Olimpo
De todo lo grande y bello,
Y las reinas de hermosura
Y de gracias un portento.
Márquez como el padre Júpiter
Ocupa el lugar excelso,
Teniendo en su torno diosas,
Teniendo á sus pies el pueblo.
Henchida estaba la plaza
De caballeros y léperos
Luciendo trajes variados.
Calzoneras y sombreros
Con chapetones de plata
y con toquillas con fleco.
Los vestidos elegantes
De los galanes toreros.
Eran el pantalón blanco
Y el dormán de terciopelo
Con galones de oro y plata
Enlazados con esmero.
Las músicas atronaban
Con sus sonatas los vientos;
La plebe estaba en sus glorias,
Enamorando y comiendo;
Y para que no faltase
A aquel festín lo poético,
Un Jefe de alto copete
En lira trocó el acero.
Entregándole á la Fama
Entre otros estos, perversos
Que dizque con broche de oro
Dieron fin á los festejos:
"Y si del bruto en las agudas astas
Exhalamos el último suspiro.
No os olvidéis que fué por agradaros
Y moriremos de placer henchidos." -^Ajüla.
OXmRRA DS RKFORMA. 37 1
GRSD HOmADCG DC BUCD TABACO
D€ LA
LCT 06 0AXA9A T DGL BAÜDOLGHO 90B09.
Es el héroe de mi cuento
Polizón, grosero y hosc(^,
Indomable como zebra,
Cual macho cerrero bronco,
Con aspecto de marrano
Y un genio de los demonios,
De esos que vomita España
Como en recuas y á manojos;
Porque dignos españoles
Suelen venir y no pocos,
Y benéficos y pulcros
Florecen entre nosotros;
Mas el puerco espín humano,
De la Cataluña aborto.
Quitándole lo valiente
Era de maldad fenómeno;
Pero se la dio de noble,
Diéronle entrada los mochos,
Y general le tenemos
El año cincuenta y ocho,
Gobernador en Oaxaca
Ejecutando destrozos.
Díaz Ordaz, que de los libres
Era la honra y el decoro,
A Juárez representaba,
De sus deberes celoso,
Y cuando asaltó la plaza
y¡2 GrmRRA^PB sbforma.
El aventurero Cobos,
Que era el nombre del malvado
De que tracé los contomos
Al empezar mi romance,
Y en que me quedé muy corto,
Quedéise en Santo Domingo
Díaz Ordaz que valeroso
Esperaba algún auxilio
De los libres, que en contomo
La ciudad amenazaban
Resueltos y cautelosos.
II
LA CIUDAD.
La ciudad estaba urgida
Por dos fuerzas encontradas
Como entre los férreos dientes
De poderosas tenazas:
En unos cuánta dureza,
Cuánta arrogante jactancia.
Cuánto bregar de los clérigos
En la iglesia y en las casas;
En los otros qué inquietudes,
Qué risueñas esperanzas
Y qué ilusiones tan pronto
Nacidas como frustradas.
Con Cobos fuerzas de línea
Pegadas á la Ordenanza;
Con los libres revoltura
De soldados y chinaca;
Y para el pueblo infelice
Hambres y peligros y ansias.
Las calles están desiertas.
Por tres trincheras cortadas.
Que puestas de trecho en trecho
Al Palacio resguardaban.
Residencia del gran Cobos
Con sus cañones y guardias.
A la vez en las afueras
De la ciudad, la chmaca
Se congrega, se organiza
Y al asalto se prepara
Contando como elemento
GUERRA DB RBPORMX. 373
De su embestida la audacia;
Cobos estaba confiado s"^ fífij^S
En su gente y en sus armas,
Y los aprestos de asalto .v./W Ü^
Contemplaba con cachaza; jU7,U
Entre tanto tres columnas Q(^
Forman las fuerzas que asaltan,
Y voy á hacer un bosquejo
De los jefes que las mandan.
A la primera, Mejía,
A quien ct^erito llamaban
Por su firme resistencia
Y su indomable constancia.
Fiel liberal, hombre de orden,
Sumiso, brillante espada.
Aunque á veces por cautela
Los movimientos retarda;
La otra, manda un licenciado
Alegre, de corta talla.
Ligero de movimientos,
Mirada audaz, carnes flacas,
Como Cid en lo valiente.
Sin rival en las hazañas,
A quien le cantaban chistes
Los zumbidos de las balas,
Y que si mal no recuerdo
Ballesteros se llamaba.
Al fi-ente de la tercera
Tiburcio Montiel estaba
Ardiente, entusiasta, activo,
Huracán, tempestad, llama
Que al columbrar el peligro
A su frente se dispara
Obligando á la victoria
De los lauros á sus armas.
Cada trinchera es motivo
De formidable batalla.
En que sangre á borbotones
£1 suelo convulso encharca,
En tanto que las alturas
Los proyectiles cruzaban
El espanto difundiendo
Y acongojando las almas.
En la segunda trinchera
Fué la lid más empeñada,
374 GUHRRA DE REFORMA.
Los batallones de Cobos
Vacilan, se desbaratan
Y en los arrimados muros
Flamean regocijadas
Las triunfadoras banderas
De Juárez y su chinaca.
Mas se opone resistencia
En la tercera jornada;
Pero Montiel aparece
Como en nube que amenaza
Relámpago refulgente
Que su negro manto rasga
Y que es precursor del rayo
Que aniquila por do pasa.
Cuando esto presenció Cobos
Que ensillen su corcel manda
Y con todo lo valiente
Y con todas sus jactancias,
Dijo: pies para qué os quiero;
Veloz emprendió la marcha
Dejando á los vencedores
Desocupada la plaza.
Salió de Santo Domingo
Entre repiques y dianas,
Díaz Ordaz. que con sus hechos
Dignos de brillante fama
Tomó en triunfante y gloriosa
A la eminente Oaxaca.
GUBRRA DB REFORMA. 375
WmRMG RGTOBADO
T DG mJHH Z€TX
POR U eDTHÁDA 06 90B09 GD OJUU^JL
sinfonía.
El opulento Oaxaca
Mandaba Don Miguel Castro,
Liberal firme y discreto,
Y como el que más, honrado,
Y estaba entre dos corrientes
A la inquietud condenado:
Era una la de los padres
Con sus cruces y milagros,
Su pulpito subversivo,
Y para cerrar el cuadro.
Las viejas supersticiosas.
El purgatorio y el diablo
Con su ejército de moc/ios
Hipócritas y embozados.
Y era la otra la parvada,
De los libres exaltados,
Díscolos, incomprensibles,
Cada cual metiendo mano
En los planes más difíciles
Y en los negocios más arduos.
Con Castro, en esas corrientes,
Era Dublán secretario.
Astuto como la zorra,
Sutil como aire colado,
Y en las tretas de política
376 GUERRA DB REFORMA.
Asombro de los maestros.
Era fácil su palabra,
Era muy dulce su trato,
Y á todos les daba gusto,
Como deferente y manso,
Llevando en el fondo avante
Sus planes biei^ concertados.
En fin, alma de Gobierno
Era el simpático Chato.
II.
T7N ENVIADO.
Don Benito, que adoraba
En sus bravos oaxaqueños,
Y que en la paz y en la guerra
Fueran siempre los primeros,
Le mandó un guapo soldado,
En organizar experto,
Y fecundar los recursos
De su Estado predilecto;
Y ese soldado era Iniestra,
La flor de los caballeros.
Valiente entre los valientes,
pn sus costumbres austero
Y enemigo de las farsas.
Fuerte de los patrioteros.
El necio provincialismo
Le conceptuó de extranjero,
Y fueron tales las críticas.
Tales los chismes y enredos,
Que á pesar que organizaba
Y formó brillantes cuerpos,
A Juárez le compulsaron,
Y á las instancias cediendo
Mandó salir del Estado
A Iniestra, y en su defecto
Nombró á Don Nacho Mejía
A que ocupase su puesto,
Caso de que resistiera
Sin acatar sus preceptos;
Mas cuando llegó Mejía
A Oaxaca, Iniestra experto
Se encontraba á tres jomadas
GÜBRRA DB REFORMA. 377
El mandato obedeciendo.
Nada contuvo á Don Nacho,
Tras Iniestra fué violento
Y se invistió con el mando
De aquel reducido ejército.
III.
LA MARCHA RESUELTA.
A Tehuacán tiene Cobos
Como quien dice en un pufío,
Preparándole á Oaxaca
Sagaz un golpe contuso,
Pero con escasa gente
Y con escasos recursos.
Tío Nacho que le ve débil
Sus aprestos hace ocultos
Y contra Cobos camina
Para darle de exabrupto,
Un golpe en la mera nuca.
Que le dejase difunto.
Mas Cobos lo sabe á tiempo
Y como no era tan bruto.
Pidió auxilio sigiloso,
Y auxilio recibió al punto.
Ya tiene encima á Tío Nacho
Que activo su plan dispuso;
Pero Miñón se aparece
Y le persigue de súbito.
Entonces ¿qué hacer? se vuelve
Sin pérdida de minutos
Y en Teotitlán del Camino
Pretende escapar el bulto
Y allí resistir valiente
Hasta el último cartucho.
A Teotitlán llega Cobos.
Emprende el ataque rudo
Y los oaxacos resisten
Merecedores del triunfo.
Y Dios protegió á los malos,
Esta vez que no eran muchos
Contra de;lo que sucede
Constantemente en el mundo:
Cobos obtuvo la palma
B0ICANCS8 -*4&
SJ$ GXniRRi DK REFORMA.
Y los honores del triunfo;
A los nuestros la derrota
Cara de demonio puso,
Y la derrota es desorden
Bs confusión y tumulto.
Cobos ocupó Oaxaca,
I4O8 libres están de luto,
Y los mochos resucitan
Después de terribles sustos,
Con el orgullo en la frente
Y en los labios el insulto.
Nuestra Santa Madre Iglesia
Bl cancán bailó de gusto;
Pero en la tierra quedaban
Mil elementos fecundos,
§ue la victoria de Cobos
ornaron en ruido y humo.
Noviembre 10 de 1896.
GX7BRRA DB RBFORMA. 379
0€ LH LOmX XLCX
SO 006 S€ L0«€ GL P610D QRXCJI.
JUABSZ T ÜBAGA.
Aquel oficial valiente,
Hijo digno del Dios Marte,
Que en la guerra Americana
Grabó con rasgos brillantes
Su nombre como recuerdo
De sus hechos inmortales,
Llegó á ofrecerle su espada
En la Reforma al gran Juárez;
Y era simpático Uraga
Y de mérito innegable,
Mas tanto como valiente
Impetuoso é inconstante.
Juárez su mérito estima,
Juárez sus servicios sabe,
Pero motivos que ignoro,
O adrede quiero callarme.
Le hicieron decir, acepto,
Y os ocuparé más tarde.
Pero Doblado le llama
Con recursos abundantes;
£1 vuela, organiza fuerzas,
Y con increíbles afanes
Se empeña en moralizarlas;
Bscoge á sus oficiales,
Les decciona é instruye
Y los hace respetables;
¡fio GUSRRA DB RBFOSMA.
Porque el barullo en las armas
Sólo produce desastres.
Uraga se siente fuerte,
Se alista para el combate
Y es una entidad que surge
Grande y en los vivos aires.
II
LAS TRES P0TEN0IA8.
En San Luis se encuentra Vele*
A los mochos dominando,
Y á las fuerzas imperantes
Pide embestidas y asaltos.
Bstá Garza en Matehuala
La Reforma proclamando,
Con sus bravos fronterizos
Que son dicUtiro planchados-,
Y Ortega está en Zacatecas
Viendo al uno y otro lado
A donde lleva su auxilio
En los lances apurados.
Vélez que le creyó débil
Contra él dirige sus pasos;
Mas Garza á San Luis amaga
Con ímpetu desusado.
Retrocede entonces Vélez,
Miramón le quita el mando,
Y Garza sin saber cómo
Deja trenes y soldados
A Uraga que los acoge
Con tftulo acreditado.
A Vélez se le destina
A que mande en Guanajuato,
Y le da á Rómulo Vega
Miramón, sesudo y cauto.
Poder en Aguascalientes,
En San Luis y en todo el cuadro
Que enlazan las conexiones
De esos floridos Estados.
Uraga que todo sabe
A San Luis avanza rápido.
Mas se le interpone Vega
Y en Loma Alta se avistaron.
aUBRltA t)n RHFOftMA. jftl
III
LA BATALLA.
Es Loma Alta una Uantua
Sinuosa, sin cerca ni árboles,
Con pequeñas eminencias
Y una eminencia más grande,
Vega, soldado á la antigua.
Trazó estudioso sus planes
Y distribuyó su fuerza
Pensador para el ataque;
Y á su vez resuelto Uraga
Entero, alegre, radiante,
Dice: vamos á vencerlos.
Subordinación y avancen.
Ya se miran frente á frente
Las fuerzas beligerantes.
Ya numerosos cañones
Se aprestan amenazantes,
Y los de Uraga se agru{>an
En el extremo distantes.
Disciplinados, en orden
Y atentos á lo que manden;
Mas de pronto unos dragones
A ellos llegan dispersándose,
Y fué que les sorprendieron
En inesperado instante;
Uraga les amonesta
A que su moral reparen.
Repitiéndoles soberbio:
Nada ha sido ese percance,
Mañana les venceremos,
Pero entre tanto descansen.
IV
SL OHOQÜX.
Vega, como es de rutina.
Comenzó su cañoneo.
Disponiendo su defensa
Al hacer terrible fuego,
Y Uraga que á los soldados
Conoce, y que estarse quietos
383 GTTBRKA [dB REFORMA.
Unos soldados bisónos
Se exponen á muchos riesgos,
Audaz emprende el asalto
Del campo y los parapetos
De Vega que sorprendido
Hace inauditos esfuerzos;
La embestida fué terrible,
El empuje fué tremendo;
Todo lo arrollaba Uraga
Dejando el suelo sangriento
Cañones, trenes, caballos.
Incontables prisioneros
Coronaron de los libres
Triunfo tan grande y completo.
CONCLUSIÓN.
Vega partió no se donde,
Y el impertérrito Uraga,
Con su fuerza decidida.
Valiente y disciplinada,
Cobrando el debido rango
En la liberal campaña
Marchó ardiente y formidable
A atacar Guadalajara.
Noviembre 15 de 1896.
GX7BRRA PB KSFOSUA. 383
BeLLO T D€9PABILAD0 ROmAD^
DGL PGDRGGAL DG PGñUGLA!}.
MIRAMOH Y SII.VEiaO RAMTRM,
Triunfante marchaba Uraga
Desde Loma Alta á Jalisco,
La dicha regando flores
Y alegrando su camino,
Pero Miramón lo supo
Y diligente y activo
Y0I6 á estorbar del contrario
Los avanzados designios.
Él sabe de Pepe Uraga
Los incontenibles bríos
Y sabe que si se duerme
O vacila ó no anda listo,
Se pierde Guadalajara
Como tres y dos son cinco.
Y antes de marchar ordena
Con talento previsivo,
?ue Don Silverio Ramírez
uviera en Durango aviso,
Y formando una brigada
Con varios cuerpos reunidos.
Se le incorporara pronto
Para dar á Wol auxilio.
Ortega que en Zacatecas
Con número reducido
D^ tropas de su Gobierno
Conservaba el equilibrio,
Gscuchando á su alma grande
)94 OüSRRA DB RHPO&UA.
Y á SU grande patriotismo,
Dijo: «tope en lo que tope,
«Al Don Silverio le brinco;
«Al arma toquen, muchachos,
«A rifamos, hijos míos».
Cuando cruzaba Ramírez
Del Estado los dominios,
¡Oh! qué dragones tan guapos,
¡Oh! qué trenes tan lucidos,
jOh! qué infantes tan expertos,
Y qué todo tan cumplido.
Pero la chinaca brava
Ni nevando siente el frío,
Ni quitándole las plumas
Se logra que clave el pico.
Pronto le embiste á Ramírez,
Y aunque el jefe sorprendido
Combate y se siente fuerte.
No se detiene en su giro.
Porque el superior mandato
Lo ordena así con ahinco.
Sigue rápido su marcha.
Ortega le acosa asiduo,
Apesar que Degollado
Le manda vuelva á su sitio,
Porque es pequeña su fuerza,
Sus soldados son novicios,
Y así el Gobierno se expone
A un eminente peligro.
Pero Ortega á nada atiende,
Va tras Ramírez con brfo
Y á sol y á sombra le hostiga
Con un empeño continuo.
Ramírez ya se detiene,
Ya revuelve enfurecido,
Y trabando lid sangrienta
Huye de sus enemigos,
. Tal como león terrible
Por jauría perseguido;
Ya avanza, ya acorta el paso,
Entre encontrones reñidos,
Y ya cauto se adelanta
Para tener un respiro
Y proseguir libremente
Hasta el fin de su destino.
GX7BRRA DB RBPORMA. 3^5
II.
LA BATALLA.
Cuatro veces de la noche
Ocultó el oscuro manto
De Ramírez y de Ortega
Los campamentos contrarios,
Hasta que de Aguascalientes,
Si no miento, á leguas cuatro
Se decidió la batalla
Motivo de mi relato.
Era el ardoroso Junio
Y era de sesenta el año,
Ramírez hace en Peñuelas
Un pasajero retardo,
Y Ortega en Aguascalientes
Entra cierto de alcanzarlos
Con sus buenos oficiales
Y sus soberbios chinacos,
Pero antes de aquel encuentro
Preciso es trazar el cuadro:
Es el llano de Pefíuelas
Nombre infiel, nombre usurpado,
Muy triste por lo desierto,
Muy repelente por lo árido;
No se conoce la tierra,
No se ve ni yerba, ni árbol,
Es un depósito extenso
De pedregales volcánicos,
Que dejó la ardiente lava
En su fervoroso tránsito,
En rúbricas, en montones
Ya dispersos, ya apiñados,
Ya en quiebras inaccesibles,
Ya en exabruptos barrancos,
Y salvable en todo tiempo
Solamente por los pájaros;
Por un singular capricho
En el centro de este espacio
Se hallaba un carril estrecho.
Tortuoso y accidentado
Que apellidaban camino
Los viajeros y los asnos,
Y en el que dando mil tumbos
xoMAHata.— 49
386 GUERRA DE REFORMA.
La diligencia y los carros
A saltos, con detenciones,
Pasaban con mil trabajos.
Ortega á todo se arriesga,
Traza su plan con buen cálculo,
Y antes que la hermosa aurora
Lance sus primeros rayos,
A Ramírez acomete
Con sus terribles disparos;
Sólo cuenta con tres piezas,
Con un parque limitado,
Una toma el enemigo
En un choque desgraciado.
Otra entre los pedregales
Se hace al funcionar pedazos,
Y queda una sola pieza
Para aquel trance empeñado;
Pero la sirve Lalanne
El indomable chinaco^
El jefe caballeroso.
El de sentimientos altos.
El que popular y lejos
De la fama y aparato
No ocupa el lugar que debe
En nuestros anales patrios.
Este jefe con buen tino
Inutiliza los carros,
Y quedan los enemigos
Entre peñas encerrados.
Empeñóse la batalla
Furibunda, como á saltos,
Los infantes se tropiezan.
Se derrengan los caballos,
Y el terreno es imposible
De avance por ambos lados.
Pero Ortega decidido,
Con planes bien concertados,
Embiste, destroza, arrolla
A los valientes soldados
De Ramírez, que impotente
Luchaba desesperado;
Mas la chinaca y Ortega
Fué cayendo y levantando
Entre torrentes de sangre,
Entre alaridos de espanto,
GüKRKA DB RBFOSMA.
3«7
Hasta arrancar á la suerte
Los laiireles de las manos.
III.
CONCLUSIÓN.
Más de mil mochos quedaron
De Ortega de prisioneros
Con sus carros y cañones,
Con su brillante armamento,
Sus orgullosas banderas
Que nos sirven de trofeos
Y reakaron el prestigio
De aquel triunfo tan espléndido.
¡Gloria á González Ortega!
¡Gloria al soldado del pueblo!
Noviembre 31 de 1896.
9B8 GUBRSA DB R8FOSMA.
«XBMnoo en senio oe lx maettrs
oeLBenemeRiTO ?BinA?ATe
GÍTGBAn COHODADO.
ENSATADA PARA EMPEZAR.
Suele en la invisible chispa
Que quedó tras el incendio
Refugiarse poderosa
La gran potencia del fuego,
Y volar do no se espera
Y el combustible embistiendo
Anunciarse destructora
Y hacer cundir con estrépito
Las enfurecidas llamas
Cuanto encuentran destruyendo*
Así aparece el conjunto
De los inmortales hechos
Del blasón de la chinaca^
Prez del suelo chihuahueño.
Era un héroe, Coronado
Que de entre su mismo pecho,
Los gérmenes abrigaba
De lo grande y de lo bueno.
Era en los campos luchando
Legión y hueste y ejército,
Adalid incontrastable
Del pueblo y de sus derechos;
Así cuando las derrotas
GUBRRA DB REFORMA. 389
Crueles, la Reforma hiriendo
A los mochos halagaban
Con mando y creces sin cnento,
Con empuje desusa4o
Y por sus propios esfuerzos
Con rancheros desarmados,
Con infelices labriegos
Aparecióse en Durango,
La Reforma defendiendo
Con el pueblo que es valiente
Y que sabe entrar al pleito,
Y Heredia, aquel Cid terrible
Que inspiraba tanto miedo,
Sin esperar las resultas.
Del amago, dejó el puesto,
Como una dulce paloma
Y como un manso cordero.
II.
PARA DONDE SIRVA DE ALGO.
Como al derribar los muros
De una morada opulenta.
El tremendo terremoto
Con incontenible fuerza,
Surgen entre los escombros,
Sin lesión, con faz serena,
Aquellos seres que amamos
Y causaron nuestras penas,
Así el pueblo de Durango
A la libertad despierta,
Y sus bienes y su sangre
A Coronado presenta,
Se alista, se arma, está pronto
Para entrar en la pelea,
Y se lanza á dar auxilio
A los bravos que guerrean;
Y audaz en Guadalajara
A Degollado se agrega,
Y en el furibundo asalto
El con sus fuerzas campea.
Ya en el interior acude
Donde sus jefes lo llevan.
Ya incansable se dirige
390 GURRRA DB RBPQKMA.
A luchar en Zacatecas,
Donde acata los mandatqs
Que dicta Jesús Ortega;
Y nunca reclamando honores,
Nunca exhalando una queja
Cuando impone sufrimientos
La fortuna más adversa.
Sabe enmedio de la lucha
Los esfuerzos de Pesqueira ,
Que en Occidente combate
Con sin igual entereza;
Allá acorre Coronado,
Devora cientos de leguas
Y de Lozada las iras
Y los ímpetus enfrena.
En Tepic la lid horrible
Resuelto afronta Pesqueira;
La ciudad gime de espanto,
El suelo la sangre riega,
Y en un momento supremo
Coronado como fiera
Salta y mortífera bala
Le hace pedazos la pierna;
Así sigue combatiendo,
Así de luchar no cesa
Hasta que exangüe muriendo
El héroe cayó ^ la tierra.
Noviembre 13 de 1896.
GUERRA DB RBPORMA. 39I
GRADOe Y TRIJCe ROmADíe
OG OCK?L ce PGGO
POK QOJI DeSCAOCeAOA De jaAO PQ^eKO.
I.
OGAZÓN EL FUERTE.
Cruzaban turbias las aguas
De la sangrienta Reforma,
Aniquilando esperanzas
Y desbaratando glorias.
Cada soplido del viento
Pregonaba una derrota,
Y era un amago de muerte
El brillar de cada aurora.
Va camino de Morelia
Degollado, sin escolta,
Pero entero y presintiendo
Impertérrito victorias.
Queda Ogazón con el mando
Como levantada roca
Que ni conmueven los vientos
Ni las aguas deterioran.
Reúne tras de las barrancas
De Beltrán, restos de tropas
Que el amor patrio sostienen,
Que el entusiasmo convoca
Para los que son la vida
Las fatigas tempestuosas.
Con Ogazón está Valle,
Siempre alegre y en chacota,
Con unos cuantos piquetes
Que su escasa sección forman.
39? 6T7BRRA DB REPORHA.
De Pueblita, marcha brava
La gente alborotadora,
Y la terrible brigada
Del intrépido Juan Rocha,
Sufrida, moralizada,
De los liberales honra,
Para el pleito sin segunda,
Pero altiva y quisquillosa,
Y sin más Dios ni más leyes
Que su jefe en quien adoran.
Ogazón era planchado,
Era hasta el hueso patriota
Y de las altas virtudes
Daba ejemplo su persona.
En Tonila se refugia
Entre peñascos y lomas;
Y es Tonila más que pueblo,
Conjunto de humildes chozas
Esparcidas al acaso
En las quiebras montañosas;
Cercano el Volcán de fuego.
Lejos selvas majestuosas
Y á su lado una llanura
Que la Albarrada se nombra,
Por tener como muralla
Cerco de empinadas rocas.
Miramón ve como chispa,
Más chispa amenazadora
De Ogazón las actitudes
Y las certeras maniobras,
Y quiere afirmar sus planes,
Y quiere dar cima á su obra
De Ogazón en aquel rumbo
No dejando ni memoria.
Marcha él resuelto á Tonila
Con fuerzas frescas y briosas,
A donde Ogazón decide
Defenderse á toda costa.
II.
JUNTA DB GUERRA.
En un jacal desastrado
De carcomidas paredes,
OUBRRA DB RBPORMA. 393
Cqix su techo de zacate
Sin adornos y sin muebles,
Para la junta de guerra
Ogazón llamó á sus jefes
Para ordenar la batalla
Según mejor conviniere;
Pero en momentos suprema?
Cuando un revés se presiente
Y cuando al que tiene el mando
Se cree 6 presume débil,
Los más sumisos soldados
Sé. tornan en insolentes
Y rota la disciplina
Es imposible entenderse.
Pero enmedio del desorden
El patriotismo aparece,
Y piensan los liberales
Portarse como valientes;
Ogazón dispone entonces
Como las leyes previenen,
Que Pueblita, el más antiguo
La batalla mande en jefe;
Pero Rocha, al escucharlo,
Sus ímpetus no contiene,
Y esclama: ¿yo á ese bandido
Obedecer como á jefe,
Yo encomendar á ese bruto
De mis soldados la suerte?
Silencio! — No he de callarme.
Orden!! -Naiden me detiene;
Y pasó rugiendo de ira
Y el concurso se estremece,
Y cual corriente impetuosa
Rompe el estribo del puente,
A quien apoya soberbio
Y levantado sostiene.
Que vacila, que retiembla,
Y por momentos se teme
Le precipiten las aguas
Entre sus ondas perdiéndose;
Así produjo de Rocha
Aquel arrebato increíble.
Que crimen debió llamarse
En momento tan solemne;
Más Ogazón se levanta
RoiuiiOBa^-^o.
394 GT7BRRA DK REFORMA.
Ya enérgico, ya prudente,
y se ordena la batalla
En terrenos convenientes;
Pero está el mal descubierto,
Como venenosa sierpe,
Que cuando en el disimulo
Llega rastrero á esconderse
Es cuando más indefensos
Y más terrible nos hiere.
III.
LA BATALLA.
Las dos fuerzas enemigas
De Ogazón y el Macabeo,
Se encuentran frente por frente
En ira y rencor ardiendo.
A Miramón acompañan
Pérez Gómez, Montenegro
Y el feroz Leonardo Márquez,
Siempre de sangre sediento.
De Miramón los soldados
Llegan como de refresco
Con sus cañones potentes
Y sus dragones soberbios.
En las tropas liberales
Hay valor, más no concierto,
Como una nave sin brújula.
Cual globo entregado al viento,
Como corcel ardoroso
Baja en un despeñadero
Encontrando descarriado
A cada paso un tropiezo,
hrase el mes de Diciembre,
Cubre á los campos un velo
Y se ven tras la neblina
Los árboles y los cerros.
Se empeña recio el combate,
Despide cada guerrero
Cual fruto de sus entrañas
El relámpago y el trueno.
Ya no pelean soldados.
Ya son tigres carniceros,
El que más mata más vale,
GUBRRA DB REFORMA. 595
El más bárbaro es primero,
Triunfa la brutal demencia,
Triunfa el inicuo atropello,
Y es un vil el que respeta
De la humanidad los fueros.
Desgarrando á la justicia
Y estrangulando el derecho.
Hace prodigios Pueblita,
Rocha con tremendo empeño
A Márquez arrolla airado,
Relucha con Montenegro,
Y Valle, que la reserva
Al combate lanzó á tiempo,
Se hizo digno de su nombre
En sus tenibles encuentros.
Más de la discordia horrible
Hizo su efecto el veneno
Y de Miramón la frente
Coronó con lauros nuevos.
Al Sur, Ogazón camina
De sus fuerzas con los restos;
Huyen soldados de Rocha
Mal heridos ó dispersos,
Temblando de en su camino
Hallar á su jefe muerto.
Miramón levantó el campo
A San Marcos fué violento,
Donde cogió diligente
Depósitos y armamento,
Puso en custodia en sus filas
Numerosos prisioneros
Y tornó á Guadalajara
Lleno de orgullo y contento.
El campo de la Albarrada
Quedó sombrío y desierto,
Haciendo á los combatientes
Augusto y solemne duelo
Entre las desiertas rocas
La magestad del silencio.
Diciembre de 1896.
306 GUERRA DB RBFORBCA.
PCFO mar THi$ce HomAn(^ ogl j€fg eBinxeo luiudo !
aUAO R09BA, eL PURGKO. I
I.
EL VIBJO SOLDADO.
Bs una luenga calzada
Que parece estoy- mirando»
Con grandes sauces llorones,
Alamos y fresnos altos,
Que columnas, cortinajes
Y bóveda con sus ramos
Forman al carril extenso,
En cuyo centro el sol claro
Como una corriente de oro
Hace alarmé de sus rayos.
Entre árbol y árbol se cruzan
En caprichoso enrrejado
Los mirasoles gigantes
Y los nopales uraños,
Y la enredadera inquieta
Sus columpios agitando;
Zumba el insecto en la yerba,
Surcan el aire los pájaros
O en una rama se mecen
Embebecidos cantando.
Se ven tras el verde muro
La llanura y el ganado
Y algunas casitas blancas
Entre risueños sembrados.
¿Dónde es el lugar? no acierto
GXmRRA D9 REFORMA. 397
Ni me importa recordarlo.
Mirándose en un extremo
Este delicioso cuadro,
Se forma lá perspectiva
Con todo su hermoso encanto:
Al principio la arboleda
Sobre suelo extenso y ancho,
Después se estrecha, se estrecha
Hasta mirarse á lo largo,
Como apiñados y juntos
A unos árboles enanos,
Y una luz nos descubre
Las montañas y los campos.
En medio de esa calzada
En un árbol recargado.
Sentado sobre una piedra
Con su bordón en las manos,
Se hallaba como dormido
Vigoroso y noble anciano,
Estribando en una pierna
Porque la otra era de palo.
Ancha frente, luenga barba,
Dulce aspecto, mirar franco,
Y una actitud respetuosa
Cuando á él dirgí mis pasos.
Tras de corteses cumplidos
Me dijo el viejo simpático:
—Pase señor extranjero.
Que no está lejos mi rancho;
Encontrará refrigerio.
Le daré sombra y descanso,
Tendrá pienso el rocinante,
Le obsequiaré con un taco
Porque el sol está que se arde,
Y lleváis camino largo.
Y el viejo era un chinacate.
Un valeroso soldado
De las fuerzas de Juan Rocha,
Honra y modelo acabado.
Yo supe, que era su jefe.
La contesta encaminando.
Saqué en limpio lo que sigue
Que escuché con gran cuidado
Y que va sin los matices
Que le prestaban sus labios.
398 GÜHRRA Vn REFORMA.
II.
HABLA EL SOLDADO RANCHERO.
«Eran los padres de Rocha,
tLa pelada, re te buenos,
«Ni alto como los pantasmas^
«Ni bajos como los mecos\
«Sí deveras, decentes,
«No decentes de estos tiempos,
«Por afuera como dioses,
«Como diablos por adentro;
«Por encima personajes
«Que forran unos muñecos,
«Fanfarrones, petulantes,
«Sin Dios, sin patria y sin seso.
«Salido Juan de la escuela
«Le zamparon al colegio,
«Y se quemó las pestañas
«Como cualesquiera clérigo;
«Laboreaba sus latines
«Con aplausos de sus mestros,
«Y le amaban como hermano
«Sus jóvenes aparceros;
«Y en estas que la Reforma
«Nos dispierta con sus truenos.
«Rocha que era tanta lanza
«Y muchacho de talento,
«Avienta patas arriba
«Los libros y decumentos;
«Y arresgando la pelleja
«Dijo: pies para qué os quiero?
«Valiente, como un Bernardo,
«Considerado, modesto,
«Juntó gente, gente honrada,
«Y repente se entró al pleito;
«Se emparejó á los más bravos,
«Se acreditó en mil encuentros
«Y sin pedir nada á naiden,
«Sin enconarse en un peso,
«Fué subiendo á la canilla
«Hasta que ganó su puesto.
«Antes, en una de malas,
«Puso un pequeño comercio
cDe puros y de cigarros.
GXmUtA DB REFORMA. 399
«Y se le llamó el Purero.
«Le distinguió Degollado,
«Fué de Núñez compañero,
«Fué de Ogazón y de Valle
«Brazo fuerte y desempeño
«Hasta topar con la muerte,
«Que es como á modo de cuento.»
Anublándose el semblante
Y tras de largo silencio
En que evocaba sin duda
Sus dolorosos recuerdos,
Con una tos por principio
Para dejar limpio el pecho,
Continúo de esta manera
Con estudiado sosiego:
En el platanar famoso
De Beltrán, moraba un viejo,
Que era encapotado mocho
Al disimulo y con tiento.
Tenía el viejo dos hijos
Medio lupias y rejiegos
Que águila 6 gorro jugaban
Conforme les daba el juego.
En una kroz juyenda
Que por aquellos terrenos
Pudo Juan Rocha, acogerse
Con su pecho sano al viejo,
Este dándole por guías
A sus dos hijos perversos,
Por engañosos caminos
Vil los condujo al entriego
Dejando por las traiciones
Montón de heridos y muertos.
Volvió al platanar mi jefe
Muy floreciente y repuesto
Y á los dos hijos malvados
Del anciano traicionero
Les puso el fusil al hombro,
No sin castigar severo
A un anciano, que es horriSle
Que tenga el corazón negro,
El que se halla de la muerte
Pisando el resbaladero.
Días y días pasaron,
fOO GtTBRRA DE REFORMA.
Rocha tuvo mil encuentros,
Unos con feliz destino,
Otros con destino adverso,
Hasta que un número cuatro
Sus contrarios le pusieron
Cuando él sólo y su ayudante
Escapaban encubiertos.
Era un profundo barranco
Entre las rocas abierto,
Que estaban como al rodarse
Como de un hilo en suspenso,
Y estaba como cerrado
Aquel cañuto siniestro
Como adrede preparado
Para encerrar á los nuestros.
Del traidor los ruines hijos
Por acaso esto supieron,
Dieron á su padre aviso,
Diligentes acudieron
A lo alto de la abra hondísima;
Y sobre lo más estrecho.
Pasan Rocha y su ayudante,
Corren ruines y mañeros,
Y al cruzar los fugitivos
Un mocho el fusil blandiendo
I/> lanza con raro tino
Sobre el infeliz purero
Despedazando su cráneo,
Desparramando sus sesos.
Vivas, palmadas y salvas
Dieron los mochos al viento
En tanto que destrozaban
Al ayudante indefenso.
Calló, el anciano temblaba,
Quiso hablar y no pudiendo.
Brusco me volvió la espalda
Para ocultar el ranchero
Las lágrimas que inundaban
Su rostro noble y abierto.
Didembre lo de 1896.
GüBRRA BB RKFORMA. 40X
GRADDG Y DOLORIDO ROIHADíG
De IX mnetrre
DG JUAD ZUAZUA.
I.
EN XL PAETIDZRO.
¡Oh recuerdos! ¡Oh recuerdos
De la sangrienta Reforma,
Que, cual girones de nube
Atravesáis mi memoria!
Unos de luto vestidos,
Otros con rasgos de gloria,
Venid, formad á mi lira
Una valiosa corona,
Para dar aliento y vida
A mis desmayadas notas,
Que salen como llorando
De mi mano temblorosa.
II.
DON SANTIAGO VIDAURRl.
Amanecía en el Norte:
La luz de Ayutla divina
Kl castigo de Santa Anna
Proclamando esclarecida,
Y en Monterrey el gigante
De la frontera extensísima,
£1 de las altas montañas,
SI de sementeras deas,
403 GUERRA DB BBPORMA.
Gobernaba un Don Carmona
Sobre aquella gente digna,
De nacencia independiente
Y de condición altiva,
Teniendo por secretario
A un Don Santiago que envidia
Era de los alacranes
Y era ejemplo de las vflx)ras.
Y éste le hizo un mamotreto
Que le echó patas arriba,
Proclamando el Plan de Ayutla
Para romperle la crisma.
Se hizo él jefe; el Plan de Ayutla
Levantó como divisa,
Y dio el mando de las armas
A Juan Zuazua que vivía
En Linares sosegado
En medio de su familia.
Resultó genio Juan Zuazua,
De talento é inventiva
Y de valor sin segundo
En la lucha fratricida.
Don Santiago al ver su nombre
Y su influjo tan arriba
Quiso hacerse un reyezuelo,
Despedazó toda liga
Con el gobierno, y villano
Fomentaba la anarquía.
Al ver el vil atentado
Los que sus pasos seguían
Fieles se le separaron,
Y del gobierno en las filas
Ingresaron con aplauso
De la gente que valía.
Blanco, el insigne caudillo.
Noble y de conducta limpia;
£1 humilde Zaragoza,
£1 de la espada temida;
Garza, el insigne guerrero,
£1 de nombre sin mancilla;
Pedro Hinojosa, el valiente,
Arramberri, que la priva
Donde están los meros hombres
Que las balas desafian;
Y para colmo, Escobedo
6X7BRKA DB RBPORMA. 4O3
De los mochos pesadilla;
Y sólo se quedó Zuazúa
De Don Santíago en la liza,
A escrúpulos sucumbiendo
Que ante el honor se aniquilan.
Entonces fueron contrarios
Los que juntos ayer iban
Y en el seno de la gloria
Sus laureles compartían.
Aramberri fué tras Zuazúa;
Éste tenaz resistía,
Y en un desdichado encuentro
O asechanza repentina,
Encontró Zuazúa la muerte
Con sospechas de perfidia,
Obscura, sin aparato.
Sin ruido, y no se averigua
Qué mano ni en qué momento
Le privaron de la vida.
De Monterrey al Saltillo
En la agreste medianía
Fué el lugar de aquel suceso,
Que recordarlo horroriza.
Y así terminó aquel Zuazúa
Que ganó con su cuchilla
Tantos títulos de gloria
En tantas hazañas ínclitas.
Como táctico inspirado,
Como héroe en acciones críticas
Y como timbre de orguUo
De la gente fronteriza.
Diciemfare 4 de 1896.
404 GUERRA DH REFORMA.
De DejenFflDO y noBLezA dgl iddio juargz.
LLEGADA.
Pisó la familia enferma
La tierra veracruzana,
Y entre vivas de contento,
Y entre estrepitosas salvas,
\,2& jarochitas nerviosas
De cachirulo y mascadas;
Y sus gruesos tabaquillos,
Las negras más descocadas;
De la nacional milicia
No se diga ni palabra,
Que era una hoguera brillante
Por lo valiente y lo guapa.
Como en procesión entramos
Al relumbrar de las hachas,
Redoblando los tambores,
Repicando las campanas,
Y agolpándose la gente
A mirar á los que pasan.
Iba el primero, el gran Juárez
A quien Zamora acompaña,
Y á quien adoraba el pueblo
Porque era muy grande su alma.
Manuel Ruiz, Ministro enclenque,
Detrás de Juárez marchaba.
Con León Guzmán, que uíáno
GUERRA DE REFORMA. 405
En su brazo se apoyaba;
Seguía la comitiva
De la gente más granada;
Agitaban sus pañuelos
En los balcones las damas,
Y nos arrojaban flores
Por puertas y por ventanas.
Así los recibió alegre
La bien preparada casa
En Puerta Merced famosa
Con esmero preparada.
II.
IJÍTIMIDADES.
Instaláronse en la casa
Que fungía de Palacio,
Ocampo y Prieto reunidos,
Y Juárez en otro cuarto
Que por su facha modesta
Y su ausencia de aparato
Era para el camarista
Sin duda predestinado.
Estaba la azotehuela
Vecina, vecino el baño
Con otros departamentos,
Que mentarlos no es del caso,
Juárez sólo se servía
Por no molestar al criado.
Al despertar con el alba
Tomaba frío su baño,
Lo mismo en Paso del Norte
Que en Veracruz abrasado.
Levántase con la aurora
Juárez y la agua sobrante
De la cara y de las manos
Sacaba en una bandeja
Con el mayor desenfado,
Cuando topó con la criada
Que tenía encomendado
El gobierno de la casa,
Que era negra de alto rango.
Con la malicia en los ojos,
Los retobos en los labios,
406 GUSRRA DB RBFORMA.
La ligereza en el cuerpo,
Y lo manóla en el garbo.
Y ésta del desconocido
Oyendo la voz de mando,
Le dijo casi con ira
«¡Habrá indio más igualado!
«El agua lleve si quiere,
«Yo no sirvo á los lacayos.»
Juárez, humilde, en silencio,
Tiró el agua y volvió al baño,
£1 arranque de la negra
Con sonrisa celebrando.
III.
EL almuerzo!
A la hora del almuerzo,
Y de Juárez en espera,
Ministros y convidados
Se formaron en la puerta,
Y detrás de aquella valla
Está esperando la negra
Quién sería el Presidente
Para darle preferencia;
Ya se fijaba en Ocampo
Y le hacía horrenda mueca,
Ya en Guzmán, mostrando dudas.
Por su traje y cara enferma;
Ya en mí, á quien todos trataban
Con confianza y con llaneza.
Oyóse ruido de pasos,
Sale un hombre de las piezas,
Todos con gran compostura
Le hacemos la reverencia;
Y la negra soltó un grito
Emprendiendo la carrera.
Este, le grita, Petrona
(Nombre de la heroína nuestra)
No me detenga crijtiano.
Déjeme usted que me muera.
Porque no hay mujer más bruta
En toditita la tierra.
Juárez serenó á Petrona
JSLefiríéndonos su anécdota,
GüBRRA DB REFORMA. 407
Y de cariño y confianza
Le dio repetidas muestras.
Aquello mostró, de Juárez,
La bondad y la modestia,
Que eran entre sus virtudes
Sin disputa las primeras
Columnas en que estribaba
Su indisputable grandeza.
Diciembre de 1896.
408 GUERRA DB REFORMA.
GKADDe Y con TODA VeHDAD
DOLOROSO ROmAD^G D« TeHAeRQZ.
I.
ALLÁ VOY.
Era Gutiérrez Zamora,
De gobernantes dechado,
Hermosos y azules ojos,
Pelo rubio y entrecano,
Llenos, carnudos carrillos,
Papada, gruesos los labios,
El conjunto tan abierto,
Tan sin sombras y tan franco,
Que en él confiaban los hombres.
Le adoraban los muchachos,
Y al verlo \^s jarochitas
Decían: ¡Ay qué regalo!
En la Caleta, en el muelle,
DCvSpertaba el entusiasmo
Su vista, y los cargadores
Erguidos y levantados:
Don Manuel — le apellidaban,
Don Manuel — venga esa mano;
Don Manuel nos derretimos
Si no nos manda Ud. un trago.
Y Zamora complaciente
Los llenaba de agasajos,
Se mezclaba á sus contentos*
Aliviaba sus cuidados
Sin tocar en la llaneza,
GUERRA DB REFORMA. 4O9
Su autoridad conservando.
Y esos hombres tan altivos
Eran nervio del Estado;
Eran guardias nacionales,
Orgullosos voluntarios,
Tornándose al son de alarma
En invencibles soldados.
Muchas veces en la Aduana
Estaban enfardelando
Y al escuchar la llamada,
Tercios y empaques dejando,
Corrían á la muralla
A rifarse en los plomazos;
Como quien corre á una fiesta,
Como quien corre á un fandango,
Diciendo á los artilleros
Con mucho desembarazo
Ese obús hajta el pejcuezo
Atájquelo señor amo,
Para que sientan los mochos
Los bríos veracruzanos.
De los guardias nacionales
Zamora era jefe nato
Y por lo tanto entradores
Como una legión de diablos.
II.
JUÁREZ EN VKRACRUZ.
Zamora acogió al gobierno
Y le dio la primacía,
En él resignando el mando.
Sin coto ni cortapizas.
Sin reserva, sin embozos,
Sin restricción ni malicia.
Hizo más, puso su caja
De comercio, que era rica,
A discreción del gobierno
Y todo lo que valía.
Pepe Zamora llevaba
De ese comercio la firma,
Rígido como un guarismo.
Puntual como inglesa cita,
De su crédito celoso
R0MANCBS.»52.
4tO GüBRRA DE RBFORUA.
Como lobo con su cría.
Su caja era nuestro Erario
Y aunque fuerte, no podía
Resistir de nuestros vales
A las recias envestidas.
Don Pepe préstamos busca,
Varios recursos arbitra,
Y á los más desesperados
Medios acude á porfía,
Llegando al colmo sus penas
Y á lo imposible sus cuitas.
III.
EL SITIO.
La Heroica sitiaba ardiente
El invicto Macabeo,
Y los médanos famosos
Eran médanos de acero.
A la ciudad espantaba
Horroroso bombardeo,
Estremeciendo los aires
Con sus espantosos truenos,
Derribando las paredes,
Hundiendo los altos techos.
Propagando incontenibles
Los horrores del incendio.
Las familias espantadas,
Entre lloros y lamentos,
Vagaban sin saber donde
Librar del horrible riesgo.
Los hospitales dejaban
Vacilantes los enfermos.
Envueltos en los sudarios
Como procesión de muertos.
En tanto, Ramón Iglesias,
Con tropa de noble ejército,
Y Manuel Zamora, listo
Con su brazo y con su pueblo,
Rechazaban los embates
Con poderoso denuedo,
Y cada señal de triunfo
Era un mundo de contento.
Enrique Ampudia, Pancho Aspe,
GUERRA DB REFORMA. 4I I
¡Que valientes artilleros!
¡Zarate qué decidido!
Y qué patriota era el viejo!
Zamora siempre presente
Do estaba más vivo el fuego;
Ya dando voces de mando,
Ya cual soldado sirviendo.
Era un Cid Alberto López;
Llave, un asombro, un portento;
Y otros muchos campeones
Que por mi mal no recuerdo.
Juárez, Ulúa ocupaba
Con la gente de Gobierno,
Y Fidel el coplerillo,
A quien tanto conocemos.
Redactaba un Tío Cualaiidas,
Periódico bullanguero,
Regocijo en los cuarteles,
Guitarra del bajo pueblo,
Pero para el mocho indigno
Inagotable en veneno.
Y atención, noble auditorio,
Que vá lo mejor del cuento.
IV.
CONCLUSIÓN.
Miramón, desesperado
De la tenaz resistencia
Y sabedor de que Márquez,
Se hallaba en angustia extrema
Por fuerzas de Degollado
Procedentes de Morelia.
Se decidió á un recio embate
Por no recuerdo qué puerta,
Y al frente puso cañones
Y allí su fuerza se apresta,
A aniquilar los contrarios
Decidiendo la pelea.
Aquel sitio es un infierno;
La sangre empapa la tierra.
Los muertos y los heridos
Rebalzaban la trinchera.
En tanto Pepe Zamora
4t2 GUERRA DB REFORMA..
Por no se qué peripecia
Cree su honor comprometido
Con no pagar unas letras;
Decirlo fuera á su hermano
El deshonor y vergüenza,
Callarlo era sepultarse
De la deshonra en la quiebra;
Decir su cuita al Gobierno,
Recordándole sus deudas,
Era inútil, que el Gobierno
Se encontraba en la miseria;
E invadiendo la locura
Su atormentada cabeza,
Recurriendo á una pistola
Puso fin á su existencia.
Encontrábase Zamora
En lo cruel de la refriega,
Cuando la horrenda noticia
Vino á punzarle la oreja;
Pero él sin decir palabra,
Ni de su dolor dar muestra.
Siguió luchando en su puesto,
Alzada la faz serena,
Victoriando á nuestra patria,
Brillante con su entereza
Hasta ver á su enemigo
Retroceder en la arena.
Entonces, en medio á las dianas,
Al regocijo y la gresca,
Se retiró á su aposento
Donde su hermano se encuentra,
Y abrazado á su cadáver
Soltó á su dolor la rienda.
Diciembre 7 de 1896.
GX7KRRA D£ REFORMA. 4T3
GHAfiDG Y FUnGBKG
RomAnce
oeL EiD T KemAce ocl ghad packioca «itaz abcdo.
I.
Gobernador de Durango,
Era Miguel Cruz Ahedo,
Gloria de los liberales,
Odio y espanto del clero,
Al que sujetaba cauto
Con un vigoroso freno.
Apoyaba con su tropa
Francisco Arce, aquel Gobierno,
Su fuerza moralizada
Desde Chihuahua trayendo,
Dejando por do pasaba
Gratos y dulces recuerdos.
Jesús González Ortega
Llegó á Durango á ese tiempo
Y se adunó con Patoni
Que fungía, sin saberlo,
Como instrumento inconsciente
De los mochos traicioneros,
Que con astucia y con maña
Vertían sutil ^veneno
En los círculos más íntimos
De amigos y compañeros,
Propagando subterráneos
Los más fútiles pretextos,
Y todo, todo en el fondo
Era cuestión de dinero.
Que con Patoni y Ortega
Soñaban tener provecho.
414 GT7ERRA DB RBFORMA.
Después cautos y sagaces,
Con previsión y silencio,
Los agudos padrecitos
Red invisible tendieron
A los bravos oficiales
Y hasta los bruscos sargentos,
Organizando atrevidos
Un formal pronunciamiento
Para cambiar mandarines
Con un cambio de Gobierno;
Y para efectuar sus planes
Fijaron día y momento.
II.
EL ALMUERZO.
Como buenos camaradas
En charla franca y amiga,
En el Hotel Guadalupe
Hay tres personas reunidas
AI rededor de una mesa,
En que almuerzos se servían:
Era uno, Jesús Ortega,
Lengua fácil y expresiva;
El otro, Miguel Ahedo,
De económicas sonrisas,
Flaco, pálido y con ojos
Que como hogueras ardían;
El último, Francisco Arce,
Alto cuerpo, gran barriga
Y del honrado ranchero
La imagen exacta y viva.
De pronto se acerca un criado,
Y al Gobernador avisan
Que se oye en el Cuartel de Arce
Una extraña gritería.
Cruz Ahedo deja el asiento,
Francisco Arce va en seguida,
Arrollan los centinelas
Que su paso detenían,
Y soldados en la altura
De San Francisco divisan
Con de la O, sargento
Que en los soldados influía.
GimRRA DB RBPORMA 415
Pero Miguel y Francisco
No dudan y no vacilan,
Al Cuartel entraron bravos
Donde hallaron prevenida
La tropa en son de batalla
Insurrecta y agresiva.
Pancho Arce cierra la puerta,
La llave resuelto tira;
Y ambos amigos deciden
Vender muy caras sus vidas.
Un Urangaray perverso,
Soeces injurias vomita,
Atizando de Cruz Ahedo
El vivo fuego de la ira.
Solos, frente á los fusiles,
Ahedo y Arce detenían
Los ímpetus furibundos
De la tropa decidida.
Al fin los jefes avanzan
Intrépidos á las filas,
Los recibe una descarga
De la que ilesos se miran,
Y se hacen de unos marrazos
Que á unos soldados les quitan,
Entonces encarnizada
Sigue la sangrienta riña.
Los jefes derraman sangre
Por numerosas heridas,
Y así luchan y así avanzan
Y destrozan y aniquilan;
Entonces otra descarga
A quema ropa les tiran;
Y en medio de un mar de sangre
Dejó Cruz Ahedo la vida.
Pancho Arce cayó á su lado
Hecho su cuerpo una criba,
Y caído, agonizante,
Su noble acero esgrimía.
Hasta que invandió el desmayo
Su poderosa energía.
IIL
L08 oficiales tuvieron
Bu premio de su vileza»
41 6 GüBRRA DB REFORMA.
Muchos grados y favores,
Honores y recompensas;
Ocultos otros gozaron
De los dones de la Iglesia,
Además de bendiciones,
De gracias y de indulgencias.
Sobre de Ortega y Patoni
Se extendió una sombra negra,
Que aunque disipó pujante
El viento de su inocencia,
Provocó por aquel tiempo
Graves cargos y anatemas.
En el hondo subterráneo
De tenebroso misterio
Que la tiniebla resguarda
Y que custodia el silencio.
Dicen que unos jaliscienses
Hicieron el juramento
Con resolución terrible.
De vengar á Cruz Ahedo,
Como ardientes liberales,
Y que Canto estaba entre ellos.
Yo no se lo que pasaba;
Y no atino con lo cierto:
Se que al regresar Patoni
De honra y de gloria cubierto
A su hogar y su familia,
Y de su tierra en el seno,
Por el mandato de Canto,
Que de Durango, el Gobierno,
Ocupaba con disgusto,
Sin motivo ni pretexto.
Sin fórmula, unos soldados
Le asesinaron siniestros;
Y que Canto quedó impune
Con escájidalo del pueblo
Diciembre 9 de 1896
GXmítltA DB REFORMA. 417
GKAnoe YempGñaoo RomAnce
oe £X9 iLJLnut(K% Det mAK.
O 9€A DeL LLAmADO ADTOD LIZAHDO.
I.
PARA PRESAR EL aüISAO.
Para cantar el romance
Que aparece en mi memoria
Alas quisiera de brisa;
Que el mar me diera su pompa,
Y que corriera mi musa
Gentil sobre de las olas,
Derramando como ñores
De mis cantares las notas.
Más mucho hace quien del cuervo
Tiene infeliz la voz bronca
Y se esfuerza del jilguero
Fingir la tonada armónica:
Y aquí empieza mi leyenda;
Atención y punto en boca.
II.
EL BtTIO DE VERAORUZ.
Progresaba la Reforma,
Y Miramón aburrido
Dijo: perdemos el tiempo
Si no desparece el indio;
Aplastemos la cabeza
Del monstruo; rómpase el ídolo,
ROMANCRS.— 53-
4X8 GUBRRA DB REFORMA.
Y hagamos con sus fragmtiitos
De la paz el edificio.
Los mochos á ñenda suelta
Mostraron su regocijo
Y entusiastas concertaron
Con dinero y en sigilo
La contrata de dos buques
Que en lo más fuerte del sitio
Por la mar al Macabeo,
Ayudaran de improviso
Con Marín á la cabeza
Que era excelente marino:
Y así Juárez á dos fuegos
No puede decir ni pío.
Los dos buques eran nuevos,
Los dos buques eran lindos,
Tripulados de españoles
Muy expertos y aguerridos.
De la Habana el Marqués, tuvo
Nombre el más bello por título;
A otro, Miramón llamaron,
Bnzalsando su bautismo;
Y ambos salieron de Cuba
Alegres, fuertes y listos
Con augurios de victorias
Y la presunción de invictos.
III.
BOMBAZOS Y TIROTEOS.
Llegó Miramón al puerto
Bntre truenos y amenazas,
Y la Veracruz heroica
Le esperaba sin alarma
Con cierto dengue jarocho
Que era burla de las balas.
Y era de ver los inditos
De la valiente Oaxaca
Ir corriendo tras las bombas
Que al caer no reventaban,
Para bañarlas prolijos
Y que sus furias enfriaran.
Bntre tanto en el Gobierno
Se duplicaron las ansias
Por no tener en los mares
GUERRA DB REFORMA. 419
Para defensa, ni blanca;
Y faltar entre otras cosas,
Como quien no dice nada,
Relaciones eficaces
Tiempo oportuno y la plata.
En estas que se aparece
Un buquecillo en las aguas,
Era el Wif, enano barco,
Mucho cuento para rana,
Mal engendro del cayuco.
Hijo mayor de la lancha;
Al dueño se compromete,
Se le compra, en guerra se arma
Y le cubre la bandera
De la Nación mexicana.
A otra embarcación se pesca
Que se encontraba á la carga
De Goycoyria y hermanos,
De Santacilia y comparsa.
Goycoyria y Santacilia
Eran patriotas de marca;
Y apenas de Partearroyo
Escuchan media palabra
Cuando sin tener ajuste,
Sin procurarse ventaja,
Cedieron el buque al puerto
Y con ardiente eficacia
Se alistaron en las filas
De nuestra querida patria.
Más que nadie, Santacilia
Con acciones tan preclaras,
Con tan brillante talento
Y con nobleza tan rara.
Que con razón le contamos
De la familia Chinaca.
Para que sirviera el buque,
Para que se transformara
En un bergantín de guerra,
Brotó gente la playa;
Herreros y carpinteros
El trabajo vuelven fi-asca,
Y beben como demonios
Y sin descanso trabajan.
En fin, tuvimos soberbios
Nuestra poderosa armada,
420 GUKRRA DB REFORMA.
Con el Wif, el Indianola
Y con raquíticas lanchas
Que con su cañón cada una
Sobre las olas saltaban,
Y á las que llamaron gallos
Por lo ligeras y bravas.
También estaba en el puerto
Indiferente y en calma
Cierto buque americano
Con diez cañones por banda,
Con su capitán, un Jarvis,
Anciano de barba blanca,
Muy amigo del Gobierno,
Que en Lascurain adoraba
Y veía como suya
Del comerciante la casa.
IV.
BUQUES A LA VISTA.
Bran últimos de Marzo
Del año cincuenta y nueve
Cuando anunció la campana
De Ulúa con voz solemne.
Que en el lejano horizonte
Buques sospechosos vense
Y que se acercan y avanzan
Y por nada se detienen.
La Ciudad se mueve inquieta,
La gente se agolpa al muelle,
A los buques se les pide
La bandera conveniente.
La rehusan y cual piratas
A Antón Lizardo la emprenden
Donde la plaza constantes
Amenazan insolentes.
Con Miramón entre tanto
Desvergonzados se entienden
Sin dejar duda sus planes
De destrucción y de muerte.
Entonces el grande Llave,
El gigante de los héroes,
Al Gobierno sus servicios
Con su espada fiel ofrece,
GUSRRA DB REFORMA. 4^1
Y de nuestros buquecillos
Le hacen Comandante y Jefe
La noche está silenciosa,
Sobre las olas se extiende
Tupido su negro velo,
Y dudosos y en vaivenes
Los buques de Antón Lizardo
Sobre las aguas se mecen.
Hubieron preliminares
En combates de esta suerte,
Que no me importa saberlos
Y que muy pocos entienden.
La ciudad en las alturas
A la población sostiene
Preguntando á las tinieblas
Quién ha vencido y quien vence,
Rómpese por fin el fuego:
La Zaratoga estremece
Con su tremendo estampido
Las casas, la Aduana, el Muelle.
De Marín los fuertes barcos
Contra nosotros se atreven;
Llave entonces zafarrancho
Cuando el combate se enciende
Proclama y lanza á Indianola
Sobre el Marqués, se desprende
De su barco y sangre y llama
Esparce sin contenerse.
Goycoyría le seguía,
Que era insurrecto valiente
De la familia Maceo,
Legítimo hijo de Céspedes,
Y la española bandera
Viendo en el aire extenderse
«Bandera de pus y sangre,»
Dijo: «me toca romperte.»
Horroroso fué el combate
En la lid á Llave hieren,
Y los buques enemigos
Se rinden tristes y débiles.
No hubieron salvas ni vivas.
No hubieron dianas alegres,
432 GXTBSItA DB REFORMA.
A los dos campos contrarios
Negras tinieblas envuelven,
de Miramón los soldados
Derrota y muerte presienten,
Y los Jarochos alzados
Dicen con soberbio dengue:
Crijto es valedor del indio
Y d la Heroica naiden vence.
Cnemavaca, Diciembre 9 de 1896
OÜBRRA DB RBFORMA. 4^3
6RAnD€¡ T eSPAnTABLG KOIDAnt^e
ML 0e«CK020 ^UnCRieOTO DG BaeD09:UBeKAL8S.
I
LAS VISPSBA8.
De la guerra de"tres'afios
En la borrascosa riña
Mucho hubo de^cuesta abajo,
Mucho hubo de cuesta arriba;
Y en la felona baraja
De guerra, es cosa sabida
Que no es digno de ganancia
El que al perder se marchita.
Y ya es tiempo que soltemos
A mi relación las pitas:
Conque silencio, aparceros.
Cuidado con el que chista.
II
LAS MARCHAS.
Marcha la tropa de Uraga
Como ramo de amapolas,
Ufanos de que en Loma Alta
Besos le dio la victoria.
Llevan al desgaire el arma,
El tambor no los acosa.
Y las galletas amadas
Casi, casi que retozan,
Pelando la caña dulce
4^4 GIJBRRA DB REFORMA.
Y la naranja jugosa;
¡Que alegre la luz alumbra,
Como un alto se ambiciona
Y que duerma y que descanse
De una arboleda á la sombra!
£1 conjunto fatigado
De la resistente tropa,
Oye el alto y en buen orden
Sosegada se coloca.
Fórmanse los pabellones,
Están las galletas briosas.
Hacen lumbre, y al descuido
Atizban lo que se roban.
Los más listos oficiales
En un bodegón se alojan
Donde los cercan los canes.
Abrazan á la patrona
Y á las hijas avergüenzan
Con miradas maliciosas.
A San Luis marcha la gente
Cantando alegre y gozosa,
Ques con el pelón Uraga
La tristeza está de sobra.
En San Luis discute el punto
Con sus jefes de más nota,
Y se emprende para Lagos
La marcha ordenada y pronta,
Dándole á Ogazón aviso
Que se mueva sin demora
Y vaya á Guadalajara
Como quien va por la posta.
III
Erase Ogazón gestudo,
Roma la nariz, voz ronca,
Pero una alma á la pelada
Limpia, pura generosa;
Y era al servir como el oro,
Con perdón de los que me oigan.
Después de vencer Colima
Do Calatayud estorba,
Activo busca recursos.
Una división apronta
Que para los mochos era
GUSRRA DB RBFORMA. 435
Amenaza de derrotas.
Allí la brilla Vallarta
Cuya inteligencia asombra,
Y cuyos bellos escritos
Acredita con sus obras.
Allí viene Leandro Valle
De los hombres grandes, norma,
A quien le debe una estatua
Justiciera la Reforma;
Allí un Langlois y un Aranda
Alzan sus nobles personas,
Y un Bravo, flor y decoro
De la Nación española.
Que por su heroico ardimiento
Se hizo nuestro compatriota.
De acuerdo Ogazón y Uraga
Con sus fuerzas poderosas,
Llegan por fin á San Pedro
Con serenidad notoria
Y hasta el frente de los fuertes
Que formidables asoman.
Y Woll manda, aquél soldado
Que en época no remota
Se defendió en la frontera
Con su firmeza de roca.
Miramón que vé de Uraga
Las decisivas maniobras,
A Woll dice: «estáte fuerte,
«Defiéndete á toda costa
«Que de Uraga me dividen
«Sólo dos jomadas cortas:
«Si tu tienes resistencia
«Cantaremos la victoria.
IV
LA INTIMACIÓN T EL ASALTO.
Erase el florido Mayo,
El Mayo claro y risueño,
Plores esmaltan la tierra.
Aromas respira el viento,
Todo al parecer aleja
Lo terrible y lo funesto
Cuando Woll se preparaba
ROMAVCXs«— 54.
436 GUERRA DB REFORMA.
Como militar experto
A fortificar un triangulo
Muy seguro aunque pequeño.
La mutulla comprendía,
Teniendo á WoU en el centro,
La Merced, todo su cerco,
Santa María de Gracia,
De San Francisco el convento,
Calle de la Compañía
Hasta tocar en Loreto.
Cuenta como tres mil hombres
De su parte el mocho fiero
Con soldados aguerridos
Y con brillante armamento,
Cuando recibió de Uraga
WoU un papel que le intima
Rendición en estos términos:
He asegurado á mis tropas
Que pernoctarán de cierto
En la plaza, y lo harán digo;
Y antes de obrar, os prevengo
Que evitéis de nuestra sangre
El atroz derramamiento.
Que al fin no sois Mexicano,
Y como soldado viejo
Sabéis bien que vuestra causa
Ataca nuestros derechos.
Y WoU responde impasible:
Me portaré como debo^
Consecuente á mi consigna
Hasta el postrimer extremo.
¡Oh veinticuatro de Mayo!
i Oh sol aborto del cielo!
¿Por qué no apagas tu lumbre
Si la has de ostentar siniestro
Para que inútiles besen
Los párpados de los muertos?
Uraga erguido, valiente
Dispone el asalto luego
Ordenando en dos columnas
De su división el grueso.
La una, Medellín la manda,
A la otra Bravo da aliento
Como Jefe; y á una seña
Que hace él cañón con estrépito,
GX7BRRA DB REFORMA. 437
Se lanzan como torrentes
De plomo, de ira y de fuego.
Responden sesenta piezas
Al arranque de los nuestros
Que entre ríos de metrallas
Siguen marchando sin miedo.
Herido se mira á Valle
Que grita caído en el suelo:
¡Animo, avancen muchachos,
Avancen el triunfo es nuestro!
Expira Aranda impetuoso
Entre montones de muertos;
Y sin titubear avanza
Bravo hasta los parapetos
Donde millares de balas
Despedazaron su pecho,
Y donde al morir exclama:
í Viva Juárez!, ¡Viva México!
!Cuánto merece tu nombre
De gratitud y de afecto
Noble Bravo, de la gloría
Y del honor predilecto!
Peja que con tierno llanto
Te consagre mi recuerdo.
Rechazada nuestra fuerza,
Se hace un empuje supremo,
Y Uraga dispone osado
Que á un punto más de concierto
Acuda la mayor fuerza
Pasando sobre los muertos.
Se arrastraban los heridos
Sangre al moverse vertiendo,
Los cadáveres tenían
Terrible y airado el gesto,
Los miembros despedazados
Cual lodo cubren el suelo,
Parecían desplomarse
Con el retronar los cielos,
Y las ráfagas de llama
Que habrían el humo negro
Parece que descubrían
Los abismos del infierno.
De Langlois aun resonaba
£1 entusiasmado acento;
Hermoso constituyente
428 GUBRRA DB RBPORMA.
De honra y de valor¡modelo.
A Uraga se le miraba
Por doquier firme, impertérrito,
Matanza tan espantosa
Viendo á su pie con desprecio.
Pero una bala le hiere
En un aciago momento;
Y la orden de retirada
Para el pueblo de San Pedro
Dictada por Zaragoza
Que asumió el mando supremo
Después de que en el asalto
Fué de intrepidez portento.
Uraga, el valiente Uraga
Quedó de Woll prisionero;
Y Ogazón á nuestras fuerzas
Habló á nombre del Gobierno:
«ijaliscienses, no os arredré
«Este combate funesto;
«Que quede la fe en las almas,
«El valor en nuestros pechos;
«rA nuestra causa defienden
«La justicia y el derecho!
Y respondieron con vivas
Y renovando su aliento
Los soldados que á los mochos
A poco tiempo volvieron
Y vengaron á los suyos
Con el triunfo más espléndido.
Diciembre, ii de 1896.
GUBUtA J>n RBFORHA. 439
GRAO RoniAnee aoeo-iemo
T
Era un Presidente tn partibus
Zuloaga y como de estuco;
Y era Miramón activo
Presidente sustituto.
Y uno como más cristiano
Era el apoyo robusto
Del muy venerable clero,
El de crímenes mayúsculos.
Que hace diabluras diciendo:
Mi reino no es de este mundo.
Y á esos aunque le halagaran
Del Macabeo los triunfos,
Celasos los celebraban,
Los celebraban con susto
Porque sus pechos herían
Amenazantes los triunfos:
De que á Miramón ligaban
Simpatías con los puros,
Y que á la mejor de espadas
Falaz les zafara el bulto.
Y así pensando, pensando,
Sus cacúmenes obtusos,
Discurrieron que Zuloaga
En un momento oportuno,
Del mando se apoderara
430 GimRRA DB REFORMA
Repentino y exabrupto
Dejando á los liberales
Poniendo caras de brutos.
II.
LA MARCHA.
La refriega estaba ardiente,
Como un infierno el Bajío,
Uraga fuerte y triunfante
Marchaba sobre Jalisco,
Y sólo se divisaba
Un sangriento remolino
En que victorias, derrotas,
Arcos de triunfo y suplicios
Se mezclaban espantosos
En alboroto continuo.
Miramón que de su causa
Vio el inminente peligro
Dispuso brillantes cuerpos
Bien armados y provistos
De pertrechos abundantes
Y jefes esclarecidos.
Cuando al partir animoso
Se le dio certero aviso
Que el Presidente Zuloaga
Publicaba al tiempo mismo
Bando, firman ó decreto
Que ordenaba de improviso
Que ya Miramón suplente
Era por él destituido,
Y él quedaba de la Patria
Dirigiendo los destinos.
Cauto asomaba del mocho
El inmenso regocijo,
Y del cambio se mostraban
Ufanos los padrecitos.
Pero Miramón en marcha
De la treta apercibido.
Antes de que el tercer toque
Sonara, marchó tranquilo
A la casa de Zuloaga;
De allí lo llevó consigo
Y colocándole al frente
GUKRRA DB RBFORMA. 431
De su Ejército florido:
Vais á ver como se gana
La Presidencia, le dijo,
Y cargó con él Utívándole
Como á un tercio y como á un lío.
Quedó atónito Zuloaga,
Obedeció como un niño
Dejando á sus partidarios
Con medio metro de hocico.
El rapto del gran Zuloaga
Cantan Troyanos y Tirios;
La Elena con pantalones
Está en medio á los peligros;
Y la chanza celebraban
En palacios y corrillos.
Zuloaga logró fugarse
En un punto del Bajío,
Y cuando volvió á su albergue
Tiu-bado y descolorido.
Con una ziinga marcada
Publicaban sus amigos:
Vuelve á la vida privada
Porque no aprendió el oficio.
Cuemavaca, Diciembre 13 de 1896.
432 GUERRA DB RKFORMA.
GRADDG Y ei)I$PGAnCG KOmADííG
(ROJAí Y LOZADA-)
LA VERDAD PILADA.
Cual del fango pestilente
Brotan mjasmas venenosos,
O como cerebro enfermo
Engendra espantables monstruos
Que tienen por ascendencia
La locura y el trastorno,
Así brotaron á un tiempo
De la discordia y los odios
Antonio Rojas, el uno,
El indio Lozada, el otro:
Y se odiaban cordialmente
Persiguiéndose animosos,
El uno con la Reforma,
El indio vil con los mochos.
Lozada en Tepic privaba
Y era el Todopoderoso,
Sin sombras y sin rivales
En Alica y sus contomos;
Le escoltaban la matanza,
Embriaguez, lujuria y robo,
Y cercaban su persona
Indios salvajes, tan broncos
Que con susto los miraban
Las panteras y los osos.
GUERRA DB REFORMA. 433
A Rojas le conocemos,
Y su retrato no formo
Porque una vez conocido
Malgasto el tiempo que es corto.
Ogazón despachó á Rojas
Contra el Lozada rabioso,
Que es eficaz una cuña
Sacada del mismo tronco;
Rojas acoge contento
Aquella misión, y pronto
A la Sierra se encamina
Arrostrando los estorbos.
I/Ozada marcha á su encuentro
Con su legión de demonios
Pasando entre hondos abismos
Y terrenos pedregosos,
Donde parece que el diablo
Tuvo un arranque de loco.
II.
BARRANCA BLANCA.
En mera Barranca Blanca
Se avistaron las dos turbas:
Rojas con sus chiyiacates
Y Lozada con sus chusmas.
Y voy á trazar del sitio
Del combate la pintura,
Contando lo que me cuentan
Sin ponerle añadiduras;
Porque ¿para qué negarlo?
Estoy en verdad á obscuras.
Entre las gigantes peñas
Ancha y profunda abertura,
Que en un rápido descenso
Precipitándose brusca,
Termina teniendo al fondo
Una risueña llanura
Con sus árboles frondosos
Y una pequeña laguna;
A los lados del barranco
Retratando sus alturas
Véase filas de peñascos,
Cactus de puntas agudas,
ROMAaroa«.-^5.
434 GUERRA DB REFORMA.
Y maleza, cuyas redes
No alcanza á pintar mi pluma.
III.
LA BATALLA.
A los lados del barranco
En direcciones contrarias
Están los de Antonio Rojas,
Le encuentran los de Lozada,
Ambos sedientos de sangre,
Ambos poseídos de rabia.
Empeñáronse los fuegos
Entre terrible algazara
De aullidos cual de chacales
Y de silbadoras balas,
Luchando los contendientes
Chocáronse á la bajada
Que hasta la verde llanura
Llenan las piedras y lajas,
Dejando sangre en torrentes,
Muchos regueros de entrañas
Y despojos numerosos
Que el camino embarazaban
Haciendo rodar jinetes,
Arciones, caballos y armas;
De pronto se abre la gente,
De repente forma plaza
Y se oyen cesar los fuegos
En un silencio que espanta:
Era que los dos caudillos
En la tremenda batalla
Se encontraban frente á frente
Del llano en la parte plana.
En actitud de combate,
Y con soberbia arrogancia
Montaba un caballo prieto,
Censeño, de hermosa estampa.
Rojas, ágil como el viento,
Y ojo de terrible llama.
Un overo poderoso
Era el bridón de Lozada,
Ancho y bien formado el pecho,
Cuello corto, curva el anca,
GUERRA. DB REFORMA. 435
Dosalbo, corta la oreja,
Vivo el ojo, la crin larga.
Los dos jefes se envistieron
Sin decir una palabra,
A la nuca los sombreros
Y en la derecha las lanzas.
Ya se buscan, ya veloces
Se acometen ó se.apartan,
Ya el uno quiebra el caballo,
Ya el otro casi se arrastra,
Ya en sangre se ve teñida
La arma que esgrime Lozada,
Y Víctores sus soldados
Entusiasmados levantan;
Hasta que hastigado Rojas,
A largo trecho se aparta,
Y se vuelve como rayo.
Con su enemigo se encara
Y de un bote le derriba
Con su terrible pujanza,
Azotándolo en la tierra
Casi al exhalar el alma.
Sus indios horrorizados,
Y sin atender á nada
Descienden á la llanura,
A su caudillo levantan
Y desparecen, dejando
Botín de pertrechos y armas;
Rojas con indiferencia
Ordena que toquen dianas
Y que maten los que quedan
Del bandolero Lozada- -
«Porque á mí, dijo sonriendo.
No me hacen ninguna £siltaj».
Diciembre 19 de 1896.
436 GUBKRA DB REFORMA.
GRAnoe Y PO$itivo FomAO^e
oe tnscAOGA y
TRaYG$aRA DGL GHAL D. mADüGL DOBLADO.
PAPAS.
Venid recuerdos hermosos
Cual mariposas doradas,
A revolar fugitivos
Sobre mis heladas canas,
Y á fingirme primaveras
Donde hay sombras y desgracias;
Presentad á mi memoria
Con imágenes exactas
Aquellos hombres valientes
Burla de riesgos y balas;
Aquellas chinas hermosas
Que son manantial de gracias;
Aquellos raros contrastes
De festín y de matanza
En que al par de los gemidos
Se escuchaban las guitarras;
Y aquel fraternal comercio
Cuando los fuegos cesaban
En que desde sus trincheras
Los soldados entablaban
Compartiendo su alimento,
Haciendo volar las chanzas,
A despecho de los Jefes
GUERRA DB RBFORMA. 437
Escupiendo la Ordenanza
Hasta que el toque de fuego
Penetrante resonaba,
Y entonces los valedores
Impetuosos, se mataban
Haciendo tremendo el sitio
Postrer de Guadalajara.
Pero donde esas escenas
Más frecuentes se acentuaban.
Era á los lados del río
De San Francisco á la espalda,
Casi al frente de la Quinta
En que Doblado se hallaba
Con sus guapos ayudantes.
Con su consentida guardia,
Con aquel lujo y grandeza
Que constantes le rodeaban.
II.
HACIÉNDOSE EL ZONZO.
Sólo, como un cualesquiera
Y vestido de paisano
En lo más recio del fuego
Cruzaba Manuel Doblado
Por las filas de Olivares
Y sus valientes soldados,
A Huerta fiel y cumplido
Con placer subordinado;
Y yo no sé de que ardides,
Ni alcanzó como ni cuando
Doblado sedujo á un lego
Entendido y avisado,
De esos que con la mortaja
Dan anca y vueltas al diablo:
Pelón, risueño, humildoso,
Mirar sesgo, cabizbajo,
Con denuncias de lujuria
Y del sexto del decálogo.
El lego bajo el influjo
Y dirección de Doblado,
Con uo fraile de polendas
Logró ponerlo en contacto,
Y mediante contraseñas
438 OUKRRA DB REFORMA.
Y recursos reservados
En un bajo del convento
Fraile y Jefe se encontraron.
Sin apercibirse nadie
De tan peligroso pacto.
III.
ENTREVISTA.
Era un desaseado cuarto
De la huerta del Convento
Con aperos de labranza,
Costales, lazos y cueros,
Maciza mesa de encino.
Tosco banco y el llavero;
Cuando después de rail señas
Y de alejados los perros,
A Doblado y mi persona
Con sigilo introdujeron,
En el peso de la noche,
Y dominando el silencio.
Empañado farolillo
Nos mostró de cuerpo entero
A un muy reverendo fraile,
Gran papada, tosco cuello,
El abdomen levantado,
Copete alto y ojos negros.
El Lego y yo nos quedamos
Al fondo del aposento;
Doblado y el sacerdote
Después de mil cumplimientos.
De promesas y protestas
Y de expresiones de afecto.
Asentáronse en el banco
Con señales de respeto;
Se oyó la voz de Doblado
Que así dijo con sosiego:
«A usted, padre, me he acercado
«f Porque sois cristiano viejo
ffY porque el mundo publica
. «Vuestros nobles sentimientos.
«Se que ésta lucha sangrienta
«Despedaza vuestro pecho,
«Y es santa fama la vuestra,
GUBRRA DB RBFORMA. 439
«E influye vuestro consejo
«En los más potentes Jefes
«Y el General Don Severo.
«Inclinadlo á un armisticio,
«El punto discutiremos,
«Y á usted tal vez deberase
«Que reaparezca el sosiego,
«Y que tenga un desenlace
«Esta lucha, santo y bueno.»
El fraile puso objeciones
Muy sesudo y circunspecto.
Mientras que Doblado cauto
Registraba el aposento,
Las entradas y salidas
Con suma cautela viendo,
De pronto como inspirado
Le dijo al fraile: «en un pleito
«Al relumbrar los puñales
«Y al retronar los denuestos,
«Cuando la rabia domina
«Y anubla el entendimiento,
«Se oye una voz levantarse
«Diciendo: estémonos quietos,
«Veremos por qué luchamos
«Que no somos tigres fieros,
«Se apaciguan las pasiones
«Aunque á la lid queden prestos;
«Se escuchan los contendientes,
«La razón cobra sus fueros;
«Los vínculos de familia
«Hacen benigno su efecto.
«Y se acercan y se estrechan,
«Y en medio de abrazos tiernos
«Humo se tornan los odios
«Y brilla puro el contento.»
Y esto expresaba Doblado
En un tono tan ingenuo.
Que al llegar á los abrazos
La cerviz del Reverendo
Enlazó con entusiasmo
En un arrebato extremo
Con sorpresa del que narra,
Con regocijo del Lego.
El fraile ofreció portarse
Conforme á su ministerio
440 GXTBRR A DB REFORMA .
Y Doblado y yo dejamos
El sitio que llaman, creo,
No se por qué circunstancia,
La puerta de los cameros.
IV.
CONCLUSK^N.
De buena hemos escapado;
Dije á Doblado al regreso,
A la puerta de la casa,
A la aventura aludiendo.
— ¡Hola! ¿te parece poco
Reconocer el convento,
Y además á todo un fraile
Tener como aliado nuestro?
— Bien, pero aquella embaucada
De la razón y del pleito
A qué vino? — A lo que vino
Te dejará patitieso.
«rAl hablar, vi de una llave
«rDe puerta falsa el letrero,
«íY dije: esa llave importa,
«La llave vale dinero;
«Y emprendí forjar al punto.
«Como escuchaste, mi cuento,
«Y al dar el abrazo al fraile
«Recogí la llave al vuelo,
«Por lo que importar pudiere,
«Y ya ves, aquí la tengo,»
Dejándome como á obscuras
Y con tanta boca abriendo;
Porque á más de ser Doblado
Bravo, de inmenso talento,
Era su ñierte la astucia,
Y la audacia su elemento.
Diciembre 15 de 1896.
GUBRRA DE REFORMA. 44I
BGLLO Y Bien WZOnADO RomADce
DGL iniRePiDO
AÜRGLIADO RIYGRA.
I.
ABRAN LA PUERTA
Era Aureliano Rivera
El guerrillero sin cuate;
Bravo cual toro de Ateneo,
Pero cortés y galante»
Con el sombrero en la mano
Y á la izquierda listo el sable.
Audaz formó la chinaca
Sin pedirle nada á nadie,
Y le aclamaron sus hechos
«El Rey de los chinacates. »
Era su fuerza pequeña
De moscones un enjambre
Que á la ciudad inquietaba,
Que penetraba en sus calles
Espantando monigotes,
Dando á los mochos calambres.
Atarantando al Gobierno
Con sus atrevidos lances,
Haciéndose ídolo amado
Del ardiente peladaje.
Expansivo, franco, alegre.
Refino con las comadres,
Cariñoso con los pobres,
Soberbio con los magnates,
aOMAJVCBS — s^
442 GUERRA DB REFORMA.
Y en esto de la uña larga
Limpio mostrando sus naipes.
Mas para los mochos fieros
Y Gobierno de farsantes,
Era pertinaz mosquito
Que les zumbaba constante,
Y que con rápido vuelo
Le amenazaba en los aires;
Del poder, en las narices
bra comezón constante,
Cual garbanzo en el zapato,
Gomo el chillar de un infante,
Que no admite ocupaciones
Ni que se piense ni se hable.
Aparécese en Ajusco
Si le buscan en el Valle;
Creen atacarlo en un cerro
Y Aureliano está en un baile.
Se proponen atraparlo
En una huerta en San Ángel,
Y él sorprende una partida
De tropa que al acercarse.
Hace suyos los soldados
Con armamento y con parque.
Y así aumentaba su fuerza
Con catrines y con sastres,
Bravos pelados y grupos
De músicos y danzantes.
¡Qué divino chaparrito.
Qué valor, qué alma tan grande;
Qué chinaco tan rebueno
Y qué parejo en los mates!
Disparan contra él á Vélez
Y Vélez es un Don nadie
Que vuelve rabo entre piernas
A México con desaire.
Le urden traiciones y redes
Los Jefes más principales,
Y él les toca una manóla
Con tan garboso donaire,
Que hace al Gobierno la burla
Hasta de los mismos frailes.
Por fin con brillante tropa
De México sale Márquez
Y en Tlálpam sin que se evada
GUERRA DB REFORMA. 443
Feliz consigue cercarle»
Diciéndole á su Gobierno
Con un fanfarrón empaque:
«Les mandaré la cabeza
«De ese Aureliano cobarde,
«Sin hacer esfuerzo alguno
«En tres días lo más tarde,
«Porque al cabo á estos bandidos
«Cualquier sargento los barre;
«Y siento que se me ocupe
«Bn machacar alacranes, a
II.
EN LA RATONERA.
Urgido estaba Aureliano
Por los horrores del sitio
Que el vil Márquez le estrechaba
Con rigores inauditos.
Pero lejos de arredrarle
El número reducido
De sus bravos chinacates,
Les alentaba al peligro,
Dando al contrario seriales
De contento y regocijo.
Es Tlálpam, un pueblo abierto
Que tiene jardines lindos,
Y como alcázares, quintas
De proceres y de ricos:
Pero para la defen.sa
Del perseguidor maldito,
Muy deficiente en recursos
Y con mucho desabrigo.
Más y más estrecha el cerco
El Genetal asesino,
Y más tirante se muestra
El valiente chaparrito.
Tocaba el sol en Ocaso.
Y Márquez creyó ver visos
De flaqueza, meditando
Un asalto decisivo
Cuando asomara la aurora
En las puertas del Olimpo.
¿Pero» dónde está Aureliano?
444 GUERRA DB REFORMA.
Dónde que ni oído ni visto?
¿Por qué deja á sus muchachos
En esos momentos críticos?
No importa: que siga el fuego
Y no hay que pandearse, chicos;
En la noche el fuego cesa,
Permanecen en sus sitios
Sitiadores y sitiados
En rigoroso sigilo.
Y en un lugar apartado,
Que es más bien un escondrijo,
A sus Jefes de confianza
Manda llamar el caudillo,
Y se les muestra al reflejo
De empañado farolillo.
Rivera está .sin sombrero,
Agua escurren sus vestidos,
Y huellan sus pies desnudos
La floja tierra del piso.
«Muchachos, nada pregunten
Y ejecutad lo que digo;
Ordenad á vuestra gente
Con el silencio más rígido,
Con sus armas y sus trenes
Para ponerse en camino,
Y en tal parte, un acueducto
Hallaréis, entrad con brío
Llevad hachas prevenidas;
El agua dá en el tobillo
Y saldréis á gran distancia
Sanos y del todo limpios.
Yo me quedo entreteniendo
Y haciendo burla á estos picaros,
Y después nos juntaremos
Para cantar el torito,
Diciendo: «ni entra ni nada,
jAy qué penco salió el bicho!
IV.
La salida concertada
Se ejecutó de manera,
Que no la supo ni el viento,
Que ni la sintió la tierra;
No quedando de chinaca
GÜBRRA DB REFORMA. 445
Dentro la plaza, ni una hebra,
Permaneciendo Aureliano
Con sus vales y un cometa
Para hacer la pitiforma
De fuerza y de resistencia.
Márquez tiene sus columnas
Listas y listas las piezas;
Se dá la señal de asalto,
Se armaron las bayonetas;
En la plaza sonecitos
En vez de toques de guerra,
Suenan como haciendo mofa
Los toques de la trompeta.
Ya corrieron los de Márquez,
Ya tomaron las trincheras,
En el centro de la plaza
Disparos varios resuenan
Mientras toca los cangrejos
Fatigosa la cometa.
Márquez con espada en mano
Hasta la Parroquia llega
Y no hay nadie de enemigos
Porque tomaron soleta.
Y está bailando el dormido,
Lelo el General Pantera.
Aureliano y sus valientes
Al salir del joyo encuentran
A unos soldados al paso
Que fungían de reserva,
Con fusiles, municiones
Y numerosas acémilas.
Que aprovechó la chinaca,
Que declaró buena presa,
Que hizo que dijera el vulgo.
Que al ñn tiene mala lengua,
«A ese fanfarrón soldado
Tragábalas, mata-fieras.
Le salió por la culata
El tiro de su escopeta. *
Diciembre 19 de 1896.
44<^ GUBRRA DB RBFORMA
GRAn ROmADiíG
DG£ BOKRORO«0 «OmBATG D€ LA COOIA DG IXTLAD
POR LOS
moceos RABIOSOS.
1.
Siguiendo de la leyenda
Los torcidos vericuetos,
En que confundidos corren
Las historias y los cuentos
Dándose de bofetadas
O acariciándose tiernos,
Me topé con Manuel Cambre
Que es hombre de pelo en pecho»
A quien le dieron los hados,
Unido al claro talento,
La imparcialidad del juicio
Y lo cierto de los hechos;
Y suplicando á mi amigo
Me expusiera los sucesos
De Ixtlán, que fueron espanto
De aquel borrascoso tiempo,
Que marcó á cincuenta y ocho
Con sombra y terror sangriento;
Y así empezó Manuel Cambre,
Grave, el relato funesto:
II.
HABLA CAMB&S.
En Tepic y sus comarcas
Era Lozada imperante,
GUBRRA DB RBPORMA. 447
Y con él asesinatos
Y desenfrenos salvajes
Del Gobierno de los mochos
Ostentaba el estandarte;
Y grandes capitalistas
Y personas principales
Le acataban como jefe,
Cómplices de sus maldades;
Mas un Don Pedro Martinez
Honra de los liberales,
De Pedro Ogazón tenía
Ordenes y facultades
Para aniquilar resuelto
Aquel conjunto de cafres,
Las leyes reivindicando
Y al orden fijando base.
Martínez levantó el grito;
Se le unieron en instantes
De Ixtlán los buenos vecinos;
Cambiáronse autoridades,
A Ixtlán se pasó el Gobierno
Que en Ahuacatlán fué en antes;
A Magaña encomendóse
De las armas se encargase,
Que era Magaña valiente
Y propio para esos lances.
A la noticia del cambio
Ocupan plazas y calles
Los unos con sus fusiles,
Los otros con sus puñales,
Otros con hondas y palos
Y con piedras los restantes.
Unos ocupan la torre
Otros, puntos dominantes,
Y otros quedan en la plaza
Listos para lo que manden.
Con la esperanza del triunfo
El fuego en las venas arde
Y estalla cuando se mira
Al enemigo delante
Con Manuel Lozada al frente,
Con Rivas y otros patanes,
Criieles como las panteras.
Feroces como chacales.
Son algo más de quinientos
44^ GUBRRA DB REFORMA.
Contra de sesenta infantes,
Niños, mujeres armados
Al principiar el combate
Se refugian en la torre
En desorden agrupándose.
Se hace tremenda la lucha
Más feroz de cada parte;
Los nuestros en las alturas
Hacen disparos constantes
Impidiendo que Lozada
Ni un palmo en la tierra avance.
Las horas así pasaron
Presenciando mil desastres
Hasta que llegó la noche
Y vio tremendo elevarse
Entre humo negro el incendio
En llamaradas voraces:
Y era el punto defendido
Por nuestras fuerzas leales.
En éste, sin un cartucho,
Sin dormir, con sed, con hambre,
Con la ilusión de un refuerzo
Que despareció en los aires;
Tocando en el imposible
Toda defensa probable,
Se puso bandera blanca,
Se hizo que el fuego cesase,
Se buscó para entenderse
Algún jefe razonable,
Y no hallándole Martínez
Fué á Lozada á presentarse
Para ajustar un convenio
Que á la población salvase.
Entre tanto, los soldados
Furibundos desbordándose,
Se entregaban al saquefo,
Ebrios de mezcal y sangre
Abusos con las mujeres
Hasta lo no imaginable;
No hubo forma de convenio
Ninguno logró escaparse
De los bravos defensores
Más visibles ó notables;
Todos fueron fusilados
Hasta heridos miserables.
GUBRRA DE REFORMA. 449
Resistiéndose mi pluma
A dejar aquí constantes
Los nombres de vencedores
Tan crueles y tan infames.
Hecho montón de cenizas
Quedó Ixtlán; y mas que pasen
Años y años por sus calles,
Pasarán sin que se logre
Aquel asalto borrarse,
Quedando como un ejemplo
De indescriptible barbarie.
Diciembre 21 de 1896.
ROMANCRS.— 57
450 GUERRA DB REFORMA.
G9xn RomAn^e De por allá oquy ímo^
YD€L
YSLienTG PG^ÜGIRA.
No tiene vuelos mi pluma,
Ni colores mi paleta
Para alcanzar las hazañas
Y para pintar las guerras
En que revueltos los hombres,
Los salvajes y las fieras,
No se sabe á quien le toca
Lo mejor de la leyenda,
Y en que se escribe al acaso
Salga pato ó gallareta.
Mas no hay duda, se destaca
Entre tan espesas nieblas,
La figura luminosa
De Don Ignacio Pesqueira:
Sonora le dio el aliento,
El cielo bondad extrema,
Y el panino y la fortuna,
Noble el alma y muncha Juersa
De carácter, necesario
Para arriesgadas empresas.
Don Nacho debió á Sevilla
La educación y las letras,
Y mocetón despejado
Le mimaron las grisetas
De aquel París tan fecundo
En placer, artes y ciencias.
Pero apenas supo el chico
Que el yankee nos miró chuela
Cuando empuñando las armas
Guerra de reforma. 451
Vino á defender su tierra;
Y se portó cual valiente
En los campos y las sierras.
Modelo de patriotismo,
Sin igual en la pelea,
Y honrado como los santos
Que están dentro de la Iglesia.
Ya la emprende con el Mayo,
Ya á los apaches sujeta;
Y ya las furias del Yaqui
Con fino tacto sosiega.
A legislador sesudo
La ley imparcial le lleva,
Y allí discute juicioso.
Allí estudia y aconseja
Hasta confiarle Sonora
De su Gobierno las riendas.
Allí con esfuerzo noble,
Auxilia á Plácido Vega,
Y en Sinaloa se luce
Con su talento y sus fiíerzas.
Cuando estalló la Reforma
El empuñó su bandera
Y proclamó al grande Juárez
Con enérgica entereza.
Entonces indios y mochos
En turbulenta caterva,
Le acometen y le acosan,
Le combaten y le cercan;
Y llevan sus exclusiones
Del Estado á las frontera:^.
Constante fué con los[mochos
La desesperada brega,
Hasta en medio de las calles
En que el Gobierno se asienta.
Audaces aventureros
A su Territorio llegan,
Atropellando los fueros
De la santa Independencia.
El enojo le sacude,-
La ira en sus venas revienta,
Y más veloz que los vientos.
Ardiente como centella,
Con un puñado de bravos
Al filibustero encuentra,
452 OVBRBA DB REFORMA.
Y le embiste denodado,
Le despedaza y aterra,
Y la bandera de Iguala
Triunfante en el campo ondea.
En el interior, en tanto,
Se encarniza la contienda,
Y el oleaje de la ludia
Hasta sus Estados llega;
Con Coronado se aduna,
Certeros planes concierta,
Y d« Mazatlán se lanza
A las tremendas trincheras,
En que victoria proclaman
Tras la batalla sangrienta,
En que si fué Coronado
Glorioso y potente atleta,
Fué un Aquiles y un Bayardo
Por sus hazañas Pesqueira;
Y mi pluma aquí me obliga
A que su curso detenga
Hasta ostentar refulgentes
Su valor y sus grandezas,
Y á su frente con los latiros
De la invasión extranjera.
Diciembre 27 de 1896.
GUBRRA DE RBPORHA. 45$
GFflnoG Y BoniTO Romanee
0€ KeT0ft09 De
esp«RMZX9 Y oeFcn^ivos ue. xcienro.
RELANCES.
Cual caballada mesteña,
Que en la exabrupta montaña
De repente es sorprendida
Por tormenta inesperada,
En que retumbando el trueno
Los altos cedros desgaja,
Y gimen en los torrentes
Las precipitadas aguas,
Y que tenebrosas nubes
La luz de súbito apagan,
Los brutos la crin tendida.
Con espanto en la mirada
Los unos corren inquietos
Tropezándose y no avanzan ;
Los otros enfurecidos
Huyen y se desbarrancati,
Y los más, en los abismos
Se precipitan con ansia
Imaginando planicie
El tramo que se los traga:
Así el año de sesenta
Apareció la Chinaca
Por todas partes vencida,
Por doquier aniquilada.
Sus triunfos á los serviles
Tenían como á unas pascuas;
454 GUERRA DE REFORMA.
Vélez cosechaba lauros,
Negrete ganaba palmas,
Márquez, flores y coronas,
Y Miramón todo y nada.
Hosanna, cantan los templos;
Fandango, bailan las casas:
Las sobrinas de los frailes
Lucen soberbias alhajas;
Desparecen los trigueños.
Las más cursis se hacen damas,
Y hasta los más pelantrines
De fortuna más escasa
Se dan de nobles los humos
Maldiciendo á la Chinaca,
Sólo dos puntos alumbra
La Reforma con luz clara.
Alentando á los vencidos,
Y difundiendo esperanzas:
Uno en Veracruz heroica
Que á Juárez cuida y ampara,
Muy más que con sus cañones
Su castillo y sus murallas,
Con los pechos de sus hijos
Y con sus ardientes almas.
La otra luz está en Jalisco,
Pedro Ogazón la resguarda,
Y en las frentes de los libres
Su vivo esplendor derrama:
Y aquí es donde me propongo
Hecharle un nudo á mi riafa,
II
Ogazón está en Tequilpan
Recogiendo sus dispersos,
Agrupando municiones.
De constancia dando ejemplo
Hasta reunir una fuerza
En número de seiscientos.
Alegres y decididos
Y con hambre y sed de pleito.
Así penetró á Jalisco;
Rojas se le unío contento,
Guerra de reforma. 455
Que era útil como ninguno;
Ya que por algunos hechos,
Por sus tremendas diabluras
Fué una mancha en el Ejército:
Que á los hombres en la guerra
No se cuentan cual dineros;
Y el que presta más servicios
Pasa al fin como muy bueno.
Don Adrián Woll las rodillas
Siente le roza el cabestro,
Aunque la Chinaca brava
Quiere apretarle el pescuezo.
A Ciudad Guzmán ordena 1
le sin perder un momento
as Ogazón se dirija
Le dé repentino encuentro
Y le anuncie su derrota
Sin que pase mucho tiempo.
El viejo Woll desconfiado
La emprendió en su seguimiento;
Pero Rojas se interpone
Audaz, le corta los vuelos,
Y toma á Guadalajara
Deplorando su mal éxito.
Entonces á Valdez encarga
Persiga á los bandoleros:
Que era jefe ya fogueado
Y famoso como intrépido.
Y érase Valdez un hombre
Delgado, bajo de cuerpo.
Pálido como la cera,
Y como un gallo soberbio;
Airoso al romper la marcha
Dijo: victorioso vuelvo,
Y la emprendió valeroso
Entre barrancas y cerros,
A humillar á un licenciado
Al encuentro de Don Pedro.
Este, con calma, el amago,
Sintió, y dispuso sereno
Que Medellín colocara
En cierto punto un refuerzo,
Y que el intrépido Rojas
No abandonara su puesto;
A Leandro Valle le dijo
45^ GUBRRA DE REFORMA.
Será usted mi desempeño,
Ocupe la Coronilla
Del enemigo en acecho,
Y obre como le sugiera
Su patriotismo y su ingenio.
Al fin se anuncia el combate,
Medellín rompe los fuegos,
Rojas se lanza cual furia
De terrible y de sangriento;
Los cadáveres parece
Que rompían su silencio
Para gritar guerra y muerte
A los mochos del Gobierno.
Al fin en la Coronilla,
Que es campo plano y abierto,
Coiúo á tres millas de Ameca,
Y no recuerdo á que viento,
Se emprende la recia lucha.
Es decisivo el encuentro;
Valdez obtiene ventajas,
Y al retroceder los nuestros
Medellín unido á Valle
Esgrimiendo sus aceros,
Destrozan, abren las filas:
Los soldados á su ejemplo
Se abren paso enfurecidos
Como un torrente de ftiego;
Se hace indecisa la lucha;
Mas Valle se alza impertérrito.
Al frente de los dragones
Corre en su bridón ligero
Y con ímpetu de rayo
Se precipita en el centro
De la batalla, y destruye
Cuanto le sale al encuentro.
La derrota fué completa,
Ogazón noble y modesto
Dice: Medellín y Valle
Y Rojas merecen premio:
Y era el primero en los lauros
El jefe constante y recto,
De patriotismo dechado
Y de virtudes modelo.
Y la Chinaca cantaba
Con algazara y contento,
GUERRA DE REFORMA 457
Cou música endemoniada
Estos desastrados versos.
Es la libertad del pueblo
i Hay Chinacaies!
Como cierta culebrita
Que si un pedazo le queda.
Del pedazo resucita.
Hay Chinacaies.
Valle es la flor de canela,
Es un clavel Medellín,
Y nuestro jefe Don Pedro
Vale de oro un celemín.
Diciembre 18 de 1896.
BiOifANCSS.^58
458 9UBRRA DE REFORMA.
oe me pcqa la gada, del Tiempo oe la ReFOi^mA
en veRacRuz.
NARANJAS Y LIMAS,
Dejad la sombra, recuerdos,
Y empuñad las panderetas,
Que el corazón pide broma
Y el clima me pide fiesta.
Era, no recuerdo el ano,
Cincuenta y nueve 6 sesenta,
Que yo no escribo la historia,
Ni viene al caso la fecha.
Es en Veracruz la Heroica
El teatro de la escena,
Está la Pescadería
Que de marchantes revienta.
Cuando apenas las narices
Iva aurora asoma risueña.
jQué trajín 3- qué alboroto!
¡Qué algazara, Santa Tecla!
;Qué ir y venir de jarochas.
De damas y de polluélas.
Con los señores decentes
En franca y en cordial gresca!
Se proclama el huachmango\
La mojarra es de primera,
Y los ostiones sabrosos
Hacen ruda competencia
A los frutas deliciosos
GUERRA DE REFORMA. 459
Que da la Camarouera.
Eran lumbre las Jarochas,
Y yo, que no soy de yesca.
Las miraba embebecido
Con tamaña boca abierta;
Cabizbajas y encogidas,
¡Pero qué mirada aquélla,
Tan indina y maliciosa,
Tan de ai/iro retrechera !
Con el zapato de raso.
Con las enaguas de seda,
Con el rebozo terciado,
Mas puesto con cierta treta.
Que las malas tentaciones
Ni haciendo la cruz se ahuyentan.
Sobre todo el cachirulo,
Que el vulgo llama peineta,
Y que es como una corona
De las más brillantes piedras,
Y dan á Izsjarochiias
El empaque de virreinas.
Mas, ¿por qué tanta boruca.
Tanto acopio de botellas,
Tanta alegría en las casas,
Tanto tumulto en las tiendas?
jAh. bruto! ¿pues qué no sabes
Que es día de Noche Buena,
Y hasta dentro el mismo cielo
Hay trinquis Joriis y hay cena?
Está como gloria el muelle,
Yízy fandango en la Caleta.
Y en el portal espacioso
Del hotel de Diligencias,
Se hacen olas los catrines,
Y se hacen rajas las lenguas.
Allí la verba seduce
De Jorgito de la Serna,
Chiquitín, audaz, picante
Como la misma pimienta.
Allí es do charla Ángel Vélez,
Allí los cuentos de Esteva.
Y allí el emporio del chiste
Y de la noble franqueza.
Allá en el café del Alba
Zumba ardiente la verbena,
46o GUERRA DE REFORMA.
Se habla eu todos los idiomas,
Se convidan y se obsequian:
lyos bulliciosos marinos
A la borrasca remedan,
El patriotismo ardoroso
El veracrus^ano ostenta,
Expansivo, manirroto,
Genio vivo y alma ingenua-
Mas ha llegado la noche,
Las procesiones comienzan,
Y se escuchan las canciones
De la población entera
Que acompañadas de pitos
Y de sonajas etcétera,
Entre millares de luces
Entonan las cantinelas,
ff Naranjas y limas,
Limas y limones,
Que parió la virgen
Por dos ocasiones.»
Creo que en' algo me equivoco,
No recuerdo bien la letra,
Pero ni mte paro en pintas,
Ni el verso v^ale la pena.
II.
TON Ano UAMIREZ.
Aquel varón eminente.
De talento peregrino,
De nuestra patria lumbrera.
De inteligencia prodigio.
De ciudadanos modelo,
De proceder siempre limpiíj.
El apóstol del progreso.
El terror del fanatismo,
Que conquistó más terreno
Con su voz y sus escritos,
Que más de cuatro farsantes
Que llevan espada al cinto;
Ese que de Nigromante
Lleva nombre esclarecido,
GUERRA DE REFORMA 46 1
En la Heroica muy contento
Oscuro vivió conmigo,
Que le amé con toda el alma
Y era mi orgullo ser\'irlo.
Ramírez indiferente
A los cambios del destino,
No le pidió nada á nadie,
Ni quiso ganarse amigos,
Disipaba sus pobrezas
Con una flor, con un libro,
Huraño, burlón, excéntrico,
Con su careta de cínico,
Y de una inmensa terneza
Que ocultaba cual delito.
Yo tenía una tertulia
De alemanes distinguidos.
Que adoraba de Ramírez
El ingenio casi olímpico.
Y éstos constantes me instaban
A que llevase solícito
A Ignacio á casa de Berendt
Do asistían de continuo,
Todos sedientos de su habla
Y su fama seducidos,
ivl 6 conoció el intento,
O danios gusto no quiso,
Que era cosa muy frecuente
Que se entregara al capricho.
Una vez habló de amores,
Otra de juegos y guisos.
Otras semejaba el sabio
A un tronco ó un aereolito,
Los tudescos rezongaban
Diciendo: ese es un lx)rrico.
En casa del Doctor Berendt
Hay fábrica de fastidio,
Porque allí está un Nigromante
Que lo forja de lo lindo.
Mas llega la Noche Buena,
Por raudales corre el vino.
El árbol esplendoroso
De la fiesta distintivo,
Reverbera con juguetes,
Ricas flores, dulces finos
En cxicuruchos dorados*
462 GUERRA DE REFORMA.
En arlequines festivos,
En boruquientas sonajas
Y tambores y cilindros
Encanto de los muchachos,
Su ambición y su delirio.
Allí la música estaba
C(m las mamas y los niños,
Y en un cuarto, no distante,
P( 10 muy más reducido,
Están los señores grandes
Con su ambigú, con sus vinos
Y con sus sendos tabacos,
O á sus pipas adheridos.
El Nigromante charlaba
Con un mustio viejecito,
Que en un rincón de la sala
Se hallaba como escondido:
El viejo que le escuchaba
Dio de su entusiasmo indicio,
Y curiosos se arrimaron
A escuchar unos vecinos.
Con pasos lentos y cautos,
Y sin despertar el ruido.
Ignacio estaba sublime.
De original, de erudito,
pintando de nuestra patria
El hermoso aspecto físico:
Con sus tesoros geológicos,
Con sus brillantes hechizos,
Llamando en las narraciones
A las ciencias por auxilio.
Al alcance del labriego.
De los grandes y los chicos:
Poco á poco se agregaban
Los amigos al corrillo.
La mesa quedó desierta
Y desairados los vinos;
Y Ramírez continuaba
Sobre de temas distintas
Ya embriagador como el canto
De ruiseñores melifluos;
Ya ardiente cual luz de llama
Que se refleja en el río;
Ya tierno cual ritornelo
De ave huérfana en su nido,
GUERRA DB REFORMA. 463
Que da sus quejas al viento
Sin hallar ningún alivio;
Ya estallaba en explosiones
De ferviente regocijo,
Y dejaban los juguetes
Por escucharlo los chicos,
Sonando sus manecitas
Para aplaudir á mi amigo,
Que llevaba á su concurso
Al éxtasis y al delirio,
¡Qué triunfo! i Qué grande triunfo!
¡Qué triunfo tan noble y digno!
Cuando calló el Nigromante
Cayó en brazos del prestigio,
Le cercaban entusiastas
Los más pobres y los ricos:
Y no hubo ovasión más pura
Ni hubo expresión de cariño
Que no se le tributara
Al mexicano conspicuo,
Que casi se anonadaba
Con aplausos y cumplidos,
Porque era de la modestia
Ramírez hijo legítimo.
III.
CONCLUSIÓN.
A tíiiUo de las Pascuas
Enviaron los alemanes
Mil regalos exquisitos
Al ilustre Nigromante:
Que él repartió festejoso
Diciéndonos con donaire:
«Se acordaron mis paisanos
Y les estiró la sangre»».
Diciembre 27 de 1896.
464 GUERRA DE REFORMA.
HomAni^G sin mmw Bomeo
OeL GRXn PXTKIOCX
ADGGL ALBinO ^ORZO.
I.
KNTRADA
La erupción de la Reforma
Ivlevó su lava candente
A las tierras más distantes
Donde apagarse parecen
Las pasiones de la Corte
Y los patrios intereses.
Así las sangrientas luchas
De odio, de terror y muerte
Eran para las fronteras
Vagas sombras y ecos leves.
Al decir de los partidos
Y los públicos papeles
La revolución tronaba
En el centro, horrenda y fuerte,
Y en Yucatán y Tabasco
Los mochos efervescentes
Al parecer extendían
Con grande astucia sus redes.
En Chiapas fue donde unidos
Se alzaron más insolentes
Y á la Reforma atacaron
Con mas furia y más de frente;
Con un ObisjK) Colina
Que acaudillaba á los fieles.
GUERRA DE REFORMA. 465
Y hacía de cada fraile
Un tigre y una serpiente,
De cada templo un baluarte.
De cada devoto imbécil
Un instrumento de intrigas
Y de traiciones aleves.
Desempeñaba el Gobierno
De Chiapas, Albino Corzo,
Liberal de grandes prendas,
Discreto, valiente, próvido,
De los buenos, esperanza,
De los frailes, blanco de odios.
Su padre que al fanatismo
Se abandonaba sin coto,
Después de enviarlo á la Corte,
Do hizo estudios provechosos,
Quiso con tenaz empeño
Dedicarlo al sacerdocio;
Tenaz se resistió el chico,
Púsose el padre furioso,
Y al fin del hijo y el padre
Se verificó el divorcio.
Entonces el guapo Albino
Pidió al trabajo socorro,
Y fué tan inteligente,
Tan recto y tan empeñoso,
Que de una pingüe fortuna
Consiguió mirar el rostro;
vSobresaliendo en sus actos
Más ocultos y recónditos
Tal firmeza de carácter,
Principios tan vigorosos
De rectitud, de progreso
Y sentimientos patrióticos,
Que al Gobierno le llevaron,
Donde le miraba el mocho
Como un castigo del cielo,
Como del infierno aborto.
Las leyes de la Reforma
Proclamó; se alzó alboroto,
Se armaron mochos y frailes,
Y el Obispo belicoso
En el pulpito, en las calles,
Entre los rancheros broncos
KOMANCfcs.— 59
466 GUERRA DB REFORMA.
Hacía su propaganda
Renovando los destrozos
Que la historia nos refiere,
Entre cristianos y moros.
Prohibióse la entrada al templo
A los adictos á Corzo;
Al enfermo se obligaba
Al darle los Santos Óleos,
A retractarse en el centro
De un concurso numeroso,
Devolviéndole á la Iglesia
Con creces, fincas y todo
I/) obtenido por Jas leyes
Sin malas tretas ni estorbos;
Y por fin y coronando
Hl escándalo espantoso
Al cadáver del hereje
Se abalanzaban rabiosos,
Le arrancaban á sus deudos,
Y excediendo á los demonios
Le azotaban implacables
Entre alaridos de gozo.
Puso á tanta infamia freno
Con mano de hierro Corzo,
Infatigable á los frailes
Fué expulsando uno tras otro
Desarmándolos valiente,
Cercado por el asombro
De los fanáticos viles
Y sus planes alevosos,
Hasta lograr con su esfuerzo
Ver triunfante y luminoso
El astro de la Reforma
Sin nubes en sus contomas.
Yucatán del retroceso
Era baluarte y apoyo,
A Zuloaga da Tabasco
De obediencia testimonio;
Y en Chiapas resplandeciente
Se mira el fuego patriótico
Como faro que se eleva
Sobre terribles escollos
Dominando las tinieblas
Benéfico y poderoso.
|Oh espectáculo sublime!
GUBRRA DE RBPORMA. 467
i Oh venerando coloso!
Que ya prudente combate,
Ya relucha con enojo,
Conquista para el progreso
Los pueblos más numerosos,
Ya á Sarlat medroso obliga
A que á Juárez sirva pronto;
Y ya á Yucatán enfrena
Con su irresistible modo;
Y ni un punto, ni un instante
Corzo cejó en sus propósitos,
Ni dio tregua á sus afanes
Ni dio á su cuerpo reposo.
Se le espía en su conducta
Por enemigos celosos :
Y era la virtud su norma,
Su ideal vivir para otros,
I<a caridad su querida,
Su aliento, el amor patriótico.
Es hermoso ver á Aytitla
En el éter tempestuoso
Extender sus grandes alas
Confiada en su valor propio.
Hermoso el robusto atleta
Que dominando á los monstruos
Les fuerza á que le abran paso
A seres menesterosos,
Y así en su asiento de bronce
Se le miró siempre á Corzo
De la guerra de tres años
En el sangriento período.
II.
CONCLUSIÓN.
En la intervención francesa
Heroico fué como siempre,
Pero reservo á sus hechos
Inmarcesibles laureles;
Que serán adorno digno
De sus inmortales sienes.
Diciembre 31 de 1896.
468 GUERRA DS REFORMA.
mUY AmSF60$0
KomAnee d6 puhos ARHempajone:$
c %EX El Tiene oe xlica iLAmxDo
mAnuei lozada.
BTTFIDO DE ENTRADA.
Hiél de víbora, ponzoña
De tarántulas voraces,
Quisiera en lugar de tinta
Para escribir mi Romance,
Extendiendo sus renglones
Como colas de alacranes;
Acentuando sus conceptos
Con un tósigo punzante
Que al que congestión no diera
Le produjera calambres
Porque se trata de un mocho
Más feo que un pinacate,
Mucho más malo que el cólera,
Más que llaga repugnante;
Y ese es el Manuel Lozada
Que tenemos por delante.
n.
NACENCIA Y PEIMEBOB HKCHuS DEL
MONSTRUO.
Nació Lozada ignorado
En un pueblecillo corto,
GUERRA DB REFORMA. 469
Patria del cardo salvaje
Y sepulcro del rastrojo:
San Luis se apellida el pueblo,
Tan despreciable y tan hosco
Que no llega á cien jacales
El pueblo menesteroso.
Su niñez no se averigua
Si fué de lombriz ó de hongo,
Y dudan si fué su padre
Ingerto de tigre 6 mono;
Mas los veinticuatro abriles
Apenas contaba el monstruo
Cuando se anunció matando,
Cuando sufrieron sus robos
Los pacíficos vecinos
Del pueblo y de sus contornos.
Nueve bandidos formaron
Con él estrecho consorcio
Que fueron terror y espanto
Por do pasaban rabiosos.
Lozada tendió sus redes.
Hizo acopio de demonios.
A Lozada le anunciaban
Desastres y a.sesinatos:
La destrucción fué su dicha,
Siguió el incendio vSus pasos
Y el terror le cortejaba
Con arranques desastrados
En hostilidad perpetua
Y en honda lucha bregando.
En Tepic dos ricas casas
De comercio .se encontraron
Y ya por las conveniencias
De su poderoso tráfico
O porque sus opiniones
La resolución dictaron,
Cada uno tomó el partido
De los políticos bandos
Que mochos y liberales
Hace tiempo le han llamado.
Las casas que se señalan
Fueron Barrón y Castaños;
De noble aclama el primero,
Y los otros, mexicanos.
470 GUERRA DE REFORMA.
A los mochos tremebundos ,
Les llamaba el populacho: I
Macuaces, y á los del pueblo ,
El vulgo llamaba: changos. '
Armóse la rcjolina.
Contra el Gobierno hubo escándalo.
Y Barren, sagaz, queriendo
Poner de su lado el mando
Comisionó á Don Luis Rivas
Para que, sesudo y cauto,
Del forajido temible
Fuese su amigo y su aliado.
Rivas compartió valiente
Con el tigre fiero el mando
Y mezcló su claro nombre
A lances tan inhumanos, I
Que mucho diera á la historia
Porque lograse callarlos. '
Mas Lozada, de la sierra I
Siempre fué el terror y espanto.
Se encerró en su madriguera, |
Con nadie tuvo contacto,
Y aun se hizo invisible el indio ¡
A sus parientes cercanos.
Se hizo llamar Excelencia,
Siempre se vistió de blanco,
Y era en sus viles pasiones
La putrefacción y el asco.
Y, ¡oh vergüenza de los tiempos!
¡Oh baldón de los villanos
Que con anhelante empeño
Su apoyo solicitaron!
Miramón le llamó amigo,
Le envió el rey Maximiliano
Una espada en homenaje
De sus hechos renombrados.
Y Napoleón el tercero,
Con acatamiento raro,
Con la Cruz de honor dio lustre
Al pecho de aquel malvado:
i Ay qué lindos son los nobles
De la familia del diablo!
Enero 15 de 1897.
GUERRA DB REFORMA. 47 1
De 9AB0R OQLee Y De e^emPLARes múrices dcl valcdor
DOn IGDAeiO De LA LLAVe.
PRINCIPIO DE PESPUNTEO.
En lo más inaccesible
De nuestras fragosas sierras
Donde los pinos gigantes
Se apiñan y se aglomeran,
Donde la luz por resquicios
Y como á excusas penetra,
Bn donde la masa enorme
De peñascos hace quiebras
Que se levantan al cielo.
Que precipitan sus piedras
A las simas insondables,
A las profundas cavernas,
Y do prohibe el imposible
Dar paso á la humana huella,
El viajero infatigable
Observa, busca, rastrea,
Y marca el tortuoso giro
De salvadora vereda,
Señalando su camino
Con bene&ctoras señas:
472 dUKRRA DK RBPORMA.
Ya es el colosal peñasco.
Ya la encina corpulenta.
Ya catarata impetuosa
Que se lanza con violencia
Y hermosas flores silvestres
En su tránsito alimenta,
O la empinada montaña
Que alza entre nieves sus crestas
Como en espera del sueño,
Del rayo y de las tormentas.
En tan varios accidentes
Sigue el rumbo la vereda
De la planicie tendida,
De las campiñas risueñas
En que vierte sus tesoros
La fecunda primavera.
Así presenta sus faces
La Reforma en nuestra tierra :
Ya entre encarnizadas luchas.
Ya entre batallas sangrientas,
Ya en aparición de monstruos
Que son terror de las fieras,
O ya recreando la vista
Espléndidas eminencias
Que son cual ricos presentes
Que hace el cielo con largueza,
Y que son esplendorosas
De su salvación promesas,
Señalando el derrotero
Que á la ventura nos lleva.
Y tal era Ignacio Llave
A quien mi. pluma sincera
Le consagra reverente
Esta modesta levenda.
IL
.HRISCONSILTO Y SOLDADO.
Se arrastraba agonizante
El período de su Alteza
El año cincuenta y cinco
De estupendas peripecias:
GUERRA DE REFORMA. 473
Pero en lo exterior mostraba
Su fínchazón y grandezas
Con espléndidos banquetes,
Con deslumbradoras fiestas.
Disputábanse el terreno
El sainete y la tragedia.
El uno con sus rufianes
Y con sus nobles de pega.
Sus cides de camelote
Y barberos por docenas.
La otra con viles prisiones
Amordazando la prensa.
Entre cínicos galleros
Y encopetadas rameras;
Relumbrones en Palacio,
En los Estados miseria,
Y las leyes al capricho
De la voluntad de un bestia,
De un tirano que miraba
El pueblo y sus conveniencias
Como patrimonio suyo,
Como un rebaño de ovejas.
Mas en Veracruz Heroica
El patriotismo fermenta,
Y unos guardias nacionales
Se reúnen y reglamentan
Para apoyar á Santa Anna,
Según toda la apariencia,
De los embates de Ayutla
Y sus horribles banderas.
Pero entre los nacionales,
Y cuando menos se espera,
Se escucha enérgico grito
Que dice: uSania Amia muera;
Pueblos libres á las armas,
Rompamos nuestras cadenas,
Al tirano combatamos.
La victoria será nuestra. j>
¿Y quién es el mozalvete
Que apenas deja la escuela,
Pretende hacerse caudillo
Y se lanza á la palestra? /-
Es un reciente abogado
Que de una familia honesta
Bs orgullo de sus padres
ROMANCBS.--60
474 GUBRRA DB RBPORMA.
Y un mimado de las ciencias.
Como un obscuro Teniente
£n la milicia se muestra
Para encubrir sus designios
Y para alejar sospechas;
Pero el amor á la patria
Con entereza alimenta,
Y siente en su pecho el germen
De las heroicas empresas.
Se une Altagracia Domínguez
Que por donde pasa incendia,
E infunde vigor y aliento
A los troncos y á las peñas,
Le sigue el noble Colombres
De patriotismo presea,
En la lucha temerario,
Piadoso tras la pelea,
Y alma limpia como lampo
De nube en la cima excelsa.
El eco de Llave cunde
De los llanos á las sierras;
Jalapa armado aparece,
Y al caudillo se presenta;
En la Hoya se fortifican,
En Huatusco se pertrechan.
Y da Coscomatepec
De su voluntad mil pruebas.
Haciendo que sobresalga
Por su empuje y entereza.
Por fin, en el Chiquihuite
Se hace centro de la fuerza,
Y el ala tendiendo al viento,
Patria, claman sus banderas.
Los esbirros del tirano
Rumbo seguro no encuentran:
Como ratas aturdidas
Cuando una bomba revienta-
Y de súbito destruye
Sus ocultas madrigueras.
Pero se empeña la lucha,
Llave y Colombres no cesan
De ocurrir con sus espadas
Donde el peligro se encuentra.
Ya la derrota le hiere,
Ya el triunfo de lauros riega
GT7BRRA DE RBFORMA. 475
El peligroso camino
De su pertinaz tarea;
Y en el triunfo 6 la derrota
Se vi6 su frente serena
Como pasan por los montes
Sin dejar rastro las nieblas,
Ni del sol los vivos rayos
Su majestad acrecientan.
En ese millar de días
¡Qué bravo Llave se ostenta!
Ya acomete ó se retira,
Ya cauteloso se aleja
Para lanzarse atrevido
Como halcón sobre su presa,
Sin que un punto ni un instante
La veracruzana tierra
Sintiera el dominio pleno
Del sable ni de la Iglesia.
Sus méritos intachables
Hasta el Gobierno le elevan;
Y allí sabio gobernante
Sus grandes dotes desplega;
De la Reforma enarbola
La benefactora enseña:
Doma del clero insolente
La incorregible soberbia;
Quita al comercio los grillos
Y su barbarie á la leva;
Al pueblo merma el impuesto
Y dice á la prensa: vuela,
Que á un Gobierno caviloso
Al que la prensa le arredra
Es que su valor efímero
Con sus bravatas confiesa.
Adoraba Llave al pueblo,
Aliviaba sus miserias,
A su palacio se entraba
Como á la casa paterna,
Wl jarocho con su puro,
Con su peinetón la negra,
Y el comerciante rasgao
Con su pipa y su chinela-
Y Llave haciendo justicia
Y ejecutando obras buenas
Sin que nadie sospechase,
476 GUBRRA DK REFORMA.
Sin que ninguno le viera
Un rasgo de interés propio,
Un pelo de conveniencias,
Un algo que fuera sombra
Del decoro y la decencia.
Así le llamó el gran Juárez
A que le diera asistencia;
Y cumplió como hombre honrado
La obra grandiosa y suprema
Que redimió nuestra patria
Abriéndole ima era nueva.
Enero 4 de 1897.
GUERRA DB RBFORMA. 477
Que empiezA
i^on muef)0 FueGO y Que pAReee miLAGRo.
CON KL PERUON DK LA GENTE.
La putrefacción engendra
A los deformes gusanos,
Que son horror de la vista,
En su vivir horror y asco,
Y en la espuma y las entrañas
Del pestilente' pantano,
Su sdimento es el veneno,
La destrucción su regalo,
Y lo indigno y lo rastrero,
Lo monstruoso y desastrado,
Son su atmósfera constante
Como nacidos del fango.
Tal en las revoluciones
La de principios más santos,
La sangre deja residuos
Que se van aglomerando
Y que los pudre el desorden
En cavernas ó collados;
Y engendra monstruos horribles,
Feroces monstruos humanos
Conjunto como de fieras
Y de seres degradados
Que amamanta el negro crimen,
Miman los asesinatos,
Que de la embriaguez y el robo
47^ GUBRRA DE REFORMA.
Hacen su placer y encanto,
Y su ocupación perpetua
La matanza y el asalto.
Tales fueron los bandidos
Que llaman \os plateados,
Y en el Sur y sus comarcas
Difundieron el espanto
Tocando en lo inverosímil
Y lo imposible tocando
De horrores que causan miedo
Solamente al recordarlos.
Ni la inocencia del niño,
Ni las canas del anciano,
Ni el lecho del moribundo,
Ni lo humilde, ni lo santo,
Bstas falanges de furias
Un instante respetaron.
Bntre aquellos forajidos
Ninguno frizó más alto
Que un tal Salomé Placencis
Que supeditaba al Diablo.
Por donde el vil transitaba,
Marcaba la muerte rastros;
La mujer abandonada,
Los hogares incendiados,
Cadáveres insepultos.
Sin habitantes los ranchos.
II
LAS GUERRILLAS.
Contra aquellos malhechores,
Baldón de la raza htunana,
Brotaron unas guerrillas
Que Reforma proclamaban:
Y eran azote implacable
De las fieras alimañas.
En lo hondo de los barrancos.
En lo alto de las montañas,
Junto á las grandes haciendas,
Entre dispersas cabanas
Se encarnizaban reniegas,
Se desolaban comarcas.
Vagaban enloquecidas
GüBRRA DB RBFORHA. 479
Las poblaciones diezmadas.
Las huestes perseguidoras
Como ardiendo en odio y rabia,
Y á veces en competencia
Atrocidades sembraban,
Que era la legal guerrilla
Una rara mescolanza
De patriotas sin mancilla,
Entusiastas por su causa,
De aventureros osados
Y vagabunda canalla
Que á los soldados se junta,
Y los sigue con constancia
Cual gaviotas tras las naves
Por sus despojos atraidas.
III
LOS PLATEADOS.
Fué Yautepec la cuna
De los fieros plateados.
Los de chapetas de plata,
Los de los briosos caballos.
Los de almas que al propio infierno
Daban envidia y espanto.
Y era Salomé Placencia
El arbitro, el soberano
De aquel conjunto de tigres.
De aquella legión de diablos;
De Atlihuayán en la hacienda,
En los apartados campos,
Do las cañas forman bosques
Que hacen imposible el tránsito,
Sus reales plantó Placencia
O su refugio y amparo;
Porque en la hacienda tenía
Un pariente no lejano,
Que aunque valerle no pudo,
Que era bueno y que era honrado,
Pudiera por compasivo
Tenderle noble la mano.
Emprendía correrías
De desórdenes y asaltos,
Le empalagaba el estupro,
48o GUBRRA DB RBFORMA.
Le hastiaba el asesinato,
El robo y las extorsiones
Le producían empacho.
Entonces les daba suelta
A sus malditos muchachos,
Y muy cauto en escondite
De todo el mundo ignorado,
De vicio y crimen repleto,
Se abandonaba al descanso:
Como describen al boa
De sangre y matanzas harto,
Pedía al pesado sueño
Nuevo vigor para el daiío.
No sé cómo conocieron
La guarida del malvado,
Los sagaces guerrilleros
Que le seguían los pasos.
Como el gavilán al pollo,
Y como al ratón el gato.
Y una tenebrosa noche
Su madriguera cercaron,
Rodeándola cual de acero
Hombres, armas y caballos.
Placencia estaba despierto.
Sin salida, sin un rayo
De luz, que le condujera
En lance tan extremado;
Pero se vistió tranquilo
Y ni un punto perdió el ánimo.
— Abre la puerta, Placencia.
— Allá voy, me están peinando.
— Abre la puerta, te digo,
O la vas á ver abajo.
El jefe de la guerrilla
Repite en acento airado:
— Abre, Placencia, la puerta- -
Con pistola en cada mano.
Aplauden los enemigos,
Y él se coloca de un salto
En el centro de la fuerza
Embistiendo, destrozando,
Amontonando los muertos
Con sus certeros disparos.
La guerrilla se dispersa.
GUBRKA DS REFORMA. 4^1
Se hace confusión y escándalo,
£n la obscuridad se escuchan
Gritos, tiros, y azorados
Corren transidos de miedo
Los jinetes y caballos.
¿Pero dónde está Placencia?
Placencia había escapado,
Con un palmo de narices
A la guerrilla dejando.
COiíCI^USIÓN.
Atlihuayán la noticia
£1 caso supo temblando,
Cuando el horrendo pariente
Vio tranquilo, inesperado,
A Placencia en su aposento
Que le dijo con agrado:
— Hombre, dame irnos puritos,
Que los míos he dejado.
Porque me salí con prisa,
Bn la mesa de mi cuarto;
£ iré mal en mi camino
Si no lo paso fumando.
Le dio el pariente los puros,
Y él se salió paso á paso
Por veredas excusadas
A unirse con sus muchachos.
Enero 6 de 1897.
ROMANCBS— 61.
482 GUERRA DB REFORMA.
e^senLe: gallo v al oae nincano lg goipata.
I.
QUEJAS AL VIENTO.
¿Por qué mi musa entusiasta
Que tanto en lo bello adora,
Y que quisiera entre bosques
De laureles y de rosas
Seguir los pasos gloriosos
De la adorada Reforma,
Bn vez de melifluos cantos
Se desata en mustias trovas,
Y hasta los himnos triunfales
Interrumpe porque llora?
— Porque sangre mexicana
Sin secarse el suelo brota;
Porque el dolor toma espinas
La más brillante corona;
Y porque, en la civil guerra
Del sentimiento en la copa
Siempre tienen dejo amargo
Los triunfos 6 las derrotas.
Y atención, noble auditorio,
Que va ó comenzar mi historia
Con el disfraz de leyenda.
Sin mucho ruido y sin pompa,
Y que si le gusta al pueblo
Lo demás nada me importa.
GUBRRA DE¿RBFORMA 483
II.
MIRAFLORHS.
En un terreno escabroso
De Tlalmanalco llamado,
Como huyendo temeroso
De la laguna de Cbalco,
Trepándose sobre lomas
O aplastándose en barrancos,
En callejones estrechos
Y con esmero alineados,
Se miran blancas casitas
De afanosos operarios,
Con sus flores á la puerta,
Sus gallinas y sus pájaros,
Y sus mujeres muy guapas
Y sus traviesos muchachos,
Y al frente un grande edificio
Que es de la industria palacio,
Y que ocupa inmenso trecho
Su simétrico cuadrado,
Teniendo al pie sus casitas,
Grandes ventanas en lo alto
Proclamando gigantescas
El imperio de los amos.
¡Qué virtud en los sirvientes
Y qué bondad en los amos,
Qué mansión de la ventura
Es la fábrica de hilados.
En lo interior los salones,
En viva luz inundados,
Con peones diligentes
Sostén y honra del trabajo;
Enmedio de la algazara
Que hacen máquinas en lo alto
Y del rodar de los tercios
Y de acémilas y carros;
Hay fuentes por donde quiera,
Hay sus flores en los patios;
Pero verdaderas joyas
De este paraíso encantado.
Son los dueños poseedores
De este tesoro de encantos.
Es un inglés circunspecto,
484 GUERRA DE REFORMA.
Anciano, derecho, flaco,
Con gravedad en el ceño,
Mas de virtudes dechado,
Con amor paterno al pobre,
Tierno con los desgraciados,
Y con los trabajadores
Que sus hijos les llamaron
Generoso como nadie
Y como ninguno humano.
Le ayudaba en sus tareas
Su hijo, garzón muy planchado,
Alegre, valiente, activo,
Que á su padre secundando
Era ejemplo de obediencia
Y de la fábrica el arbitro.
No recuerdo bien el nombre
De Robertson el anciano,
Pero sí el de Don Felipe
El más joven y simpático;
Y ambos aunque su conciencia
Los tenía sosegados,
Presenciando los horrores
De la guerra de tres años,
De las guerrillas la furia,
La devastación y escándalos
Que seguían incesantes
Las marchas de los plateados.
Fortificaron su finca,
Armaron sus operarios
Y se dieron importancia
Con un cañoncito enano
Para sostener violencias,
Para castigar asaltos.
Los obreros se tomaban
En invencibles soldados,
Y en terrible fortaleza
La negociación de hilados.
III.
LA GUERRII^tA DE Vlt^ALVA.
En el Sur, en los contomos
De Cuantía y de Cuemavaca,
GUBRRA DE RBPORMA. 485
Se hizo un azote del diablo
La guerrilla de Villalva,
Compuesta de gentes buenas
Y también de gentes malas;
Mas sin morderse la lengua,
Según pregona la fama,
Era el general suriano
Más dañino que la plaga
De langosta destructora,
Y más malo que la rabia.
Más incurable que el cáncer
Cuando invade las entrañas.
Y esta tremenda guerrilla
Que al Gobierno proclamaba
Con exacciones feroces,
Con ejecuciones bárbaras,
A los grandes y á los chicos
Con crueldades agobiaba;
Su erario era el merodeo.
Sus leyes las malas mañas,
Llamando empréstito al robo.
Y á veces á la matanza
Azafías de la Reforma,
Amor á la santa causa.
Así el feroz guerrillero
Asaltó la hermosa fábrica
Exigiendo plata y hombres
Por la fuerza de las armas.
^ Lanzando sus proyectiles
Por puertas y por ventanas.
Mas los bravos operarios
A sus contrarios rechazan,
Que agotando sus esfuerzos
Ni un solo palmo adelantan.
La entrada del edificio,
Que es levantada y es amplia.
Sembrada está de cadáveres
En la tierra ensangrentada;
El jefe medio vencido
Eleva bandera blanca
Y solicita entrar solo
Para conseguir por gracia
Lo que no pudo la ftierza
Ni han de conseguir las balas.
486 GUERRA DE REFORMA.
Mister Robertson concede
Al feroz Villalva entrada
Con todas las precauciones
Que la situación demanda;
El noble inglés lleva al jefe,
]> cumplimenta y acata
Y al fin se les deja solos
En una pequeña sala
Que corredor dilatado
Lleno de flores señala.
Allí se ocultó Felipe
Con suspicaz desconfianza
A custodiar con su rifle
Al padre que idolatraba.
La entrevista de Villalva
Y el anciano, no fué larga:
El uno, hipócrita, expresa
Su compromiso, sus ansias
Y las duras exigencias
Que tiene la gente armada.
El anciano da recursos,
Afable al agresor calma,
Le obsequia, le satisface;
Y el jefe, humilde le abraza
Al pararse, como amigos,
Cuando terminó la plática. .
La chusma del guerrillero
Al exterior forma zambra,
Y se pegaba á la puerta
Del zaguán con cierta instancia
Propia para crear sospechas
Y tener viva la alarma.
Felipe ni un punto pierde
De su padre las pisadas,
Y más cuando el guerrillero
Ciñe con robustas garras
A su padre sin soltarle
Que á la salida llegaba.
A su vez sintió el anciano
Una fuerza desusada,
Y aunque desasirse quiso
Tremenda presión le ahogaba .
Entonces pidió socorro
GX7BKRA DB REFORMA. 487
Su dolorosa mirada;
Entonces Felipe, amante,
Al ver que se consumaba
Un crimen contra su padre
Que al plagio la fiera arrastra,
A pesar de que su fi'ente
A la cabeza pegada
Estaba del bandolero,
Se decide, apunta su anua,
Y el cráneo del guerrillero
Intrépido despedaza.
Después se acerca á la puerta.
Anunció lo que pasaba:
Y se dispersó la turba
Alejándose espantada.
Enero 8 de 1897.
488 GUERRA DB RBFORMA.
eA9I $A«XDO
De L0$ pozos; dgl olvido.
CUADRO TRISTE.
Va el auciano, va el anciano.
Arrastrando sus pisadas
Por el camino desierto,
Y en su trabajosa marcha
Ni una mirada le observa,
Ningún rumor le acompaña;
Tan solo su sombra negra
Que le hace duelo á su espalda;
El cuerpo lleva encorvado
Por el tiempo ó las desgracias,
Y coronan su cabeza
Unas venerables canas
Como sobre triste ruina
De seco encino las ramas.
¿Quién será? ¿Será un mendigo?
No lo denuncia su traza.
¿Será un enfermo que pide
Que piadoso el sol le valga?
Va el anciano, va el anciano.
De Coyoacán á la plaza;
Y la plaza que parece
De los hombres olvidada.
Y es imperfecto cuadrado
De árboles de verdes ramas;
En el centro se alza un kiosko
Ceñido con férreas bancas.
GüBRRA DB RBPORHA. 489
Con pavimento de. mármol,
Donde se canta y se baila.
Las casas Consistoriales
Le adornan con su fachada:
Y el costado del gran templo
Con su torre y sus campanas '
Indica á las pobres indios
Del purgatorio la Aduana.
Simétricas y apacibles
Están á corta distancia
Casitas con sus arriates
Y con sus verdes persianas,
Ya de vecinos del pueblo,
Ya familias mexicanas
Que piden salud al campo
De firme 6 por temporadas.
En esa plaza espaciosa
Hay un d{a en la semana,
En que se agolpan las frutas,
Do la lucen las vituallas,
Las indias forman sus puestos.
Las vendimias se proclaman;
Las polluelas y polluelos,
Las señoras de las casas
Buscan, compran, regatean.
En medio de la algazara,
Mientras música de viento
En el kiosko toca danzas,
Y entusiastas los galanes
Y complacientes muchachas
Se entregan al remolino
Del baile que les encanta.
Mas cuando se pasa el tianguis,
Queda desierta la plaza,
Sin que del hondo silencio
El sueño perturbe nada:
Solo el infeliz anciano
Que va con incierta planta
Y que en un banco de piedra
De un fresno bajo las ramas
En su bordón apoyado,
De la fatiga descansa.
En el semblante del viejo
La honda pena se retrata:
Sus ojos eran azules,
ROMANCES.— 63.
490 GUERRA DB REFORMA.
Rubia y escasa la barba,
Y quedaban de grandeza
Nobles rastros en su cara.
Con sosiego y cabizbajos
Los dos párpados cerraba;
¿Era porque á las tinieblas
Su espíritu interrogara?
¿Era para darle vida
A memorias olvidadas,
De todos desconocidas
Y dulces al recordarlas?
¿O era que desengañado
De las grandezas htunanas
En sueño de indiferencia
Quiso sepultar el alma?
Yo no sé; pero el anciano
Estaba como una estatua,
Venerable en su aislamiento;
La soledad le resguarda,
Y una majestad augusta
Le reviste con la calma.
II.
KL PAPÁ V LOS CHICOS.
En tanto, del lado opuesto
En que se hallaba el anciano,
Iba un padre de familia
Rodeado de sus muchachos,
Que dispersos por do quiera
Daban furibundos saltos,
El bienestar y el contento
Venturosos derramando.
El padre va satisfecho
Con su paraguas en mano,
Sombrero de jipijapa
Y de dril el blanco saco,
Uniforme riguroso
De temporada de campo.
En medio del alborozo
El papá mandó hacer alto,
Y se quedaron los chicos
Como en un lienzo pintados,
Pues conoció el caballero
GUBRRA DE RBPORMA 491
Quién era aquel solitario,
Y volviéndose á sus hijos
Díjoles, sombrero en mano:
«Vais á pasar junto á un hombre
De honra y de virtud dechado;
Gloría y prez de nuestra patria,
Entre sus hombres preclaros;
Ese que veis, era un joven
Rico, valeroso, guapo,
De la fortuna querido,
Y de las letras mimado;
Pero más que todo ardiente
Su corazón de amor patrio;
Así que, cuando Vidaurri
Alzó su bandera en alto
Contra el tirano Santa- Anna,
Repitió: {muera el tirano!
Dejando sus intereses
Entregados al acaso:
Y yéndose á la frontera
A servir como soldado,
Ya en el Potosí aparece,
Y se distingue esforzado:
Ya en Carretas es asombro
Y abre á la victoria paso:
Ya en Atequiza da ejemplo
Contra el mocho temerario;
Ya le procura recursos
Al Ejército: entra en Lagos,
Y él y Escobedo los miles
Entregan, sin un centavo
Que reservara ambicioso,
Porque era puro y honrado.
En Atenquique sangriento,
Con sus heroicos tagarnos,
Le disputó á la fortuna
De la victoria los lauros;
En San Joaquín la derrota
Le miró salir impávido;
E hizo de Morelia luego
De sus proezas el teatro.
Rubio, ardiente, buen giaete,
Sin aspiración al mando.
De los pobres el escudo,
De los suyos el encanto.
492 GüBRRA DE RBPORMA.
Y como un cristal su vida
Que vista por todos lados.
Ni la oscurece una mancha
Ni enturbia del sol los rayos.
Si fué en los triunfos brillante,
En los reveces más arduos
Se le vio formando fuerzas,
Revivir el entusiasmo
Y hasta las calles de México
Penetrar ine^)erado
Con terror de los secuaces
Del insolente tirano.
Y esos hombres como ejemplo
Tened, queridos muchachos;
Id á rodearle amorosos,
Id á besarle las manos,
Id gritando en el camino
Que viva el General Blanco.
Al paso llevadle flores,
Y formadle hermosos ramos.»
Así lo hicieron los niños;
Al noble anciano cercaron.
Que les acogió amoroso
Mirando sus agasajos:
Y que cuando aquellos niños
£1 sitio fueron dejando,
Él secó triste las lágrimas
Que sus ojos inundaron.
Enero 12 de 1896.
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IGNACIO ZARAGOZA
GUERRA DB REFORMA. 493
moY GMnoG Y moY ReFRie€RAnTe
ROmflDiíG DG LA BATALLA DG $ILAO-
ZARAGOZA.
Viene del sur de Jalisco
El General Zaragoza
Con su espada relumbrante
Que despide luz de gloria;
£1 tropel de sus valientes
Que era de chinaca y tropa
Parece que con perñunes
De flores puebla la m6sfara\
A México se dirige,
Mas le hace \íí guantimora
A Don Severo Castillo
Que espantado se alborota
Y cree que la luna es queso
Y que son toros las zorras.
Pero si es vergel Jalisco,
Guanajuato plata brota;
Y hay jefes que Xo^ pelada
Como unos héroes se portan,
Y hacen su centro Silao
De tesoros de patriotas.
AHÍ á González Ortega
Berríozábal fiel apoya
Con su división modelo
Por su pericia notoria.
Allí se luce Doblado
£1 del talento que asombra,
494 GUERRA DB REFORMA .
El de la espada potente
Como la fama pregona,
Aunque se quedó la fama
Muy abajo de sus obras;
Por un Antillón gallardo
Campeón de la Reforma
Que cumplió con sus deberes
Sin tener ninguna nota.
II.
MIRAMÓN.
Desapareció Zuloaga
Como fantasma ó vestiglo,
O como aparece el diablo
En los cuentos de los niños,
Que huye de la cruz y queda
A azufre apestando el sitio.
La retrógrada canalla
Siente que se le hunde el piso;
Y los clérigos taimados
Se acogen á Jesucristo,
• Que como señor desnudo
No puede dar ni un comino.
¿Adonde están los valientes;
Dónde huyeron los científicos
Que presagiaron un trono
Hijo mayor del prodigio?
Ni hay resquicio de esperanza,
Ni tecolines exiguos,
Ni agiotistas que saqaran
Al pobre Gobierno el quilo.
Miramón, que amenazantes
Vio fuerzas en el Bajío,
Conociendo que socorro
No puede darle Castillo,
Porque Ogazón poderoso
Tiene su vida en un hilo,
En Lagos cálculos hace
Y al fin decide con brío
Con una fuerza no escasa
De soldados aguerridos
Ir á dar á los chituicos
Su merecido castigo,
GUBRRA D£ REFORMA. 495
O al fin dejar á la suerte
Que fijara su destino.
La emprendió para Silao
Con sus jefes escogidos,
Y á la vista de aquel pueblo
Anuncia su desafío.
III.
SILAO.
Es Silao una llanura
De risueñas sementeras
Con sus aguas abundantes,
Con su respaldo de peñas.
Y es la ciudad como un ramo
De nevadas azucenas,
Encanto de los sentidos
Y en que placeres se sueñan.
A Silao se le mira
Como esperando una fiesta,
Con sus zaguanes regados,
Con sus ventanas abiertas,
Contemplándose en su fondo
Arboles y enredaderas.
Pero hoy todo lo obscurece
El aparato de guerra,
Porque tienen duelo á muerte,
De la Reforma las fuerzas
Con fuerzas del Retroceso
Que Miramón encabeza.
IV.
LA BATALLA.
Era del ardiente Agosto
En su principiar la fecha,
Y á su paso escribe el tiempo
Mil ochocientos sesenta.
Retumbando los cañones
Azuzan á la pelea,
Los tambores tocan diana.
Los clarines gritan guerra;
Rayos de sol iluminan
49^ GUERRA DE REFORMA.
Los rifles y las banderas,
Y hacen olas en las filas
De las reservas inquietas.
£1 combate se encarniza,
El fuego cunde sin tregua;
Miramón, su menor gente,
La suple con su destreza
Que destruye cuanto toca,
Que aniquila cuanto encuentra.
Y hay momentos que vacila
La victoria como incierta;
Hay un punto en que compite
Zaragoza con Ortega;
Ambos avanzan al frente
De las enemigas fuerzas,
Con sus espadas en lo alto
Como soberbias banderas.
Intrépidos los dos jefes
Sus soldados encabezan
Y avanzan los dos, avanzan
Sin que nada los contenga,
Sobre muertos, sobre escombros,
Entre bombaá que revientan
Dejando charcos de sangre
Donde estampaban la huella
Hasta ganar los cañones
Con sus columnas intrépidas.
A la vez es admirable
Cómo los jefes pelean,
Que eligen lado oportuno,
Que á Doblado se emparejan,
Que se lanzan con arrojo
Adonde Antillón se encuentra
Y atacan con Berriozabal
A los mochos que dispersan.
La derrota se consuma,
Y Miramón, sin reserva,
Pierde todo su armamento,
Sus cañones y banderas.
Cantan alegres las dianas.
Claman vivas las trompetas,
Y el aire acentos de gozo
En sus raudas alas lleva.
Por el robledal desierto
Pasan como rotas nieblas
GUERRA DE REFORMA. 497
Que del viento arrebatadas
Se hunden en las asperezas:
Y eran los pobres dispersos
Que de la campaña quedan
~Y que van pidiendo asilo
A la noche y la miseria.
Para coronar Ortega
Dignamente la victoria,
A más de mil prisioneros,
Según en la historia consta,
Da libertad absoluta
£n nombre de la Reforma.
Y éste fué el timbre brillante
De las fuerzas vencedoras:
Porque el vencedor si es grande
Más grande es cuando perdona.
CONCLUSIÓN.
Miramón se volvió solo
Como abandonado huérfano;
Y cuando sin ser sentido
Se anuncia que estaba en México,
Ciertos presagios volaron
Bn el aire como cuervos
Que acechan desde la altura
Un cadáver descompuesto.
Enero lo de 1897.
ROMA.NCBS* -6>
498 GUBRRA DB RBPORMA.
Gi^Anoe Y GIITRADOR ROUIADCC
De
OffXACA Y $U$ SIGRHA*.
«Adiós, papá Justiniano,
Adiós, señoras Pandectas,
Que ^ me gusta el derecho,
Que si me encantan las ciencias,
Aunque me tienden los brazos
Casi al concluir mi carrera,
Entre los renglones miro
Del Salita y sus lindezas
Atravesando soldados,
Reluciendo bayonetas;
Y me arrebata y seduce
El estruendo de la guerra
Que reventando en Ayutla
Contra el tirano congrega;
Y allí está el bien de la patria,
Y allí brillan mis ideas. «
Esto dijo un estudiante
De la Ciudad de Antequera,
Afiliado en el estudio,
Notable por su modestia,
Pero que empuñó la espada
En la americana guerra,
De bélicas aptitudes
Y de valor dando pruebas.
Y ese era Porfirio Díaz,
Que saltando á la palestra,
De Ayutla contra Santa Anna
Enarboló la bandera.
PORFIRIO DÍAZ.
GUERRA DB REFORMA. 499
Le tenemos de Prefecto
En Ixtlán, donde sin tregua
Venciendo dificultades
Instruye, organiza, crea
Soldados, con sus afanes
Destruyendo la torpeza;
Y así formó laborioso
Una reducida fuerza
De indios, que al primer disparo
Emprendían la carrera
Como parvada de tordos
Al fragor de la escopeta;
Pero el ejemplo, la calma,
La dulzura, la paciencia
Los tomaron en guerreros
Aptos para la pelea,
Que adoraban en Porfirio
Siguiendo fieles sus huellas.
En Oaxaca dominaba
Como autoridad suprema
Cierto general García
Representando á su Alteza
Con aparato terrible
De extorsiones y violencias.
Pero en Ixcapa aparece
Porfirio, y hay resistencia
Que arrolla, que desbarata
Con su personal braveza,
Y á la luz de la victoria
El plan de Ayutla campea,
Y la muerte de Salado
Es de su fama trompeta.
Invaden el rico Estado
Dos formidables panteras.
Vómito de los infiernos,
De Satanás descendencia,
Y eran los hermanos Cotx>s
Con su endiablada caterva:
Eran polizones bruscos,
Sin Dios, sin fe, sin conciencia,
Que odiaban á los chinacos,
Que su plan, la matanza era;
El robo, su rico erario;
La destrucción, su sistema;
Su aliado, el asesinato:
500 GUERRA DB REFORMA.
£1 terror, guardia y defensa;
Y del mocho eran espadas
Y acatadas eminencias.
El Estado en contra de ellos
Sus empujes endereza,
Y Díaz Ordaz de decoro
Y patriotismo presea,
A quien injusta la historia
Su excelso valor no aprecia,
Manda una sección brillante.
Otra á Porfirio le queda,
Y ambos Jefes se enaltecen
Con inmortales proezas.
Díaz Ordaz deja la vida,
Pero á un Cobos escarmienta;
Los soldados de Porfirio
Instantáneos se dispersan;
El se retira incansable.
Su ardiente vigor reserva.
Cual ave que plega el ala
En la altura, y así, artera.
Con su esfuerzo y con su peso
Lanzarse sobre su presa.
En uno de esos vaivenes
Don Marcos Pérez gobierna,
El profesor de Porfirio
Al cursar Jurisprudencia,
Que su ingenio reconoce.
Que sabe apreciar sus prendas,
Y á él, el mando de las armas
Sin vacilar encomienda.
Este, distinción tan grata
Renuncia cob insistencia
Y la declina en Salinas,
Anciano á quien reverencia,
Dando una prueba patente
De discreción y modestia.
El funge de su segundo,
Y en realidad él impera;
Se le ve en Tehuantepec
Con su astucia y con su verba
Levantando batallones
Que arma, viste y alimenta.
Siempre, siempre escrupuloso
De los fondos dando cuentas.
GtTHRRA DB RBPORHA. 5OI
Atravesar se le mira
Por las empinadas sierras,
Haciendo brotar soldados
Briosos para la pelea.
Al paso derrota á Trejo
Que le estorba en su carrera;
Y es Díaz alma del pueblo
Que con su prestigio alienta.
Juárez, que ocupa el gobierno,
A Don Porfirio se entrega,
Mientras Cobos de Oaxaca
Terrible se enseñorea
Fortificando sus torres,
Levantando sus trincheras,
Acopiando cuanto pudo
Para la fuerte defensa.
Mas Díaz una brigada
Forma con inteligencia,
Y ante la ciudad rebelde
Intrépido se presenta.
El fuego incendia los aires,
Bl cañón cimbra la tierra,
Y unas tremendas columnas,
Con Porfirio á la cabeza,
Asaltan fosos y muros,
A sus contrarios aterran
Dqando do quier despojos
Y muertos tras sus banderas;
Y al fin de gloria cubiertos
La libertad vitorean.
Cobos se fuga espantado,
Trenes, armas, todo deja;
Y el héroe su triunfo esconde
Tras su probada modestia,
Cediendo palmas y lauros
A sus hermanos de guerra.
La paz se afirma en Oaxaca,
Las leyes sin sombras reinan;
Entonce el Coronel Díaz
Hasta México penetra
Para dar valiente auxilio
En la empeñada refriega
502 GUERRA D£ REFORMA.
A los buenos liberales
Que con suerte v^ria bregan.
Cual generosa corriente
Que el suelo nativo riega
Y que sus aguas fecundaos
Para otras regiones lleva
Como para darles jugo
Y hacer pingües las cosechas.
Así fué el Coronel Díaz,
Sus bravos así se muestran,
Los pueblos su vista aplauden
Y su llegada festejan;
Los tambores tocan dianas,
Claman diana las trompetas,
Y en medio de los soldados
Que se yerg^en y se alegran,
Abraza á Porfirio Díaz
Jesús González Ortega.
Bnero 2X de 1897.
GUHRKA DB RKFORMA. 503
GRADoe Y RGVOLOTeAoo RomAnee
De
GmBG$TIDA3 Y DG FUGA?.
PREPAREN, ¡armas!
La derrota de Silao
Dejó á los nobles á obscuras,
Y cual quién sigue veredas
Llenas de nidos de tuzas,
Como el que en la nopalera
El obeso cuerpo oculta
Y no emprende movimiento
Sin que le piquen las púas.
Los augustos dignatarios,
Del retroceso columnas,
Tienen peste de resfriados
Si solícitos se buscan;
O en lugar de dar recursos,
Dan sustos y dan trifulcas;
Se requieren municiones
Y santos triduos se anuncian;
Se necesitan fusiles,
Y velas el templo alumbra;
Y para infundir aliento,
Los valientes de casulla
A Miramón mandan palmas,
Le obsequian con aleluyas,
Miramón firme y entero,
Del peligro no se asusta:
Ordena que venga Robles
De Oriente, con fuerza suya;
504 GÜBRRA DB RBFORHA.
Severo á Chacón compulsa
A que deje Cuernavaca
Y que apreste sus soldados
Sin demora y sin excusa;
Reuniendo hasta tres mil hombres
Para renovar la lucha.
£n tanto en el horizonte
Luz de contento relumbra,
Que el Embajador Pacheco
Con regia pompa se anuncia,
Y le miran como suyo
Los de sotana y de turca,
Los sacristanes y viejas,
Todos rosarios y arrugstó.
De esas hijas de la noche
Hermanas de las lechuzas.
El Pacheco que en España
Honró la literatura,
Estimado por su ciencia
Y por sus maneras pulcras,
En México fué otra cosa;
Con los más mochos se aduna;
Hace falsa diplomacia;
Explotó chismes y astucias,
Y con villana perfidia
Su nombre preclaro ofusca.
El Gobierno le recibe
Como á Cortés, Moctezuma,
Menas los ricos presentes,
Menos las danzas de plumas.
De la embajada á Palacio
Los homenajes se agrupan,
Tres carrozas le preparan
Valiosas una fortuna;
De dos trenes seis corceles
Que por su lujo deslumhran,
El otro con sólo cuatro,
Lugar secundario ocupa.
Escoltan jefes lucidos
El convoy con compostura:
Gobernador de Palacio,
El del Distrito, y figuran
Personajes levantados
Que en mi memoria se anublan;
Los Oficiales mayores
GÜBRRA DB RBPORMA. 505
Bn la escalera saludan,
Y le hacen la reverencia
Con humillación profunda;
Y á poco andar los ministros
Y proceres, los remudan.
El Salón de Embajadores
Hierve con crema y espuma
De dignidades del clero.
De eminencias de la curia
Y tenderos ordinarios
A quienes la plata encumbra;
Pacheco suelta un discurso
En que á México dibuja,
Cual pudiera hacerlo im ciego.
Sin forma y sin atadura,
Y Miramón le contesta
Lacónico y sin dulzuras:
Que no estaba para &rsas
Y otras cosas le preocupan.
II.
LA GUERRA.
De Guadalajara el sitio
Con cada luz se encarniza,
Y los bandos que se empeñan
En la lucha fratricida,
Por darle término pronto
Desesperados ansian.
Miramón, entre mil dudas
Con viva inquietud vacila.
Si en la Capital espera
O bien si á Castillo auxilia.
Y Zaragoza apremiado
Al ver á Márquez encima,
Concentra sus elementos,
Su empuje resuelto aviva
Para dejar en el campo
Antes que la honra, la vida.
Berriozábal, entre tanto,
Consecuente á la consigna,
Aprovecha de sus tropas -
aoKAjrcas«-i64
506 GUBRRA DB RBPORMA.
La brillante disciplina,
Y cauto, severo, experto.
Al enemigo vigila.
Sin dar un paso imprudente
A Tololotlán camina
La fuerza enerva de Márquez,
Y es dd orden garantía;
Con él se reúne Quijano,
Con él Carbajal milita.
Huerta á su manto se acoge,
Regules y Ortega imitan
A sus bravos compañeros
Que para el pleito se alistan.
Bn tanto en Guadalajara
La lucha se finiquita,
Y para Tepic, Castillo,
En dispersión se encamina.
De Berríozábal despierto
Márquez se encuentra á la vista;
Zapotlanejo es el pueblo
Que se elige como liza;
Pero Márquez que conoce,
Pero Márquez que sabía
Los hechos de Gualajara,
Hacen de todo desista.
Que es la resistencia inútil;
Y asido á tretas malignas
Buscaba cualquier resquicio
Para pegar la estampida;
A Llamas y á Sánchez Fado
A Berriozábal envía,
Y éste, que con sabios planes
La retirada le quita.
Se cierra á todo tratado
Y le manda que se rinda.
Y así las contestaciones
Estuvieron indecisas;
Pero Carbajal y Rojas
De la chinaca bravia.
Sus briosos cuacos disparan,
Sus fuertes lanzas enristran
Y hacen con furia en los mochos
Horrible carnicería.
«Esto no habla con nosotros,»
A una voz resueltos gritan,
GUBRRA DB REFORMA. 507
Ausentándoise del campo
Vélez, Márquez y Mejía;
Y no nos dice la historia
Hasta dónde pararían.
Dejan en el campo trenes,
Obuses, artillería,
Con rico botín de guerra,
De vestuarios y mochilas
Y plata en sonantes pesos,
Que, dijeren lo que digan,
No sé por qué da contento
Y produce la alegría.
González Ortega manda
Y órdenes tronantes dicta
Para situar á la fuerza
Según su plan y sus miras.
Bnero 23 de 1897.
508 GUERRA DE REFORMA.
müY GRanoG
Y Bien GuisAo HomAiK^e oe io$ eonvenios.
I.
NOCHE DE l^UNA.
Ciudad de Guadalajara,
Emperatriz de Occidente,
Delante cuya hermosura
Sus pasos el sol detiene,
Para darte el postrer beso
Cuando entre esplendores muere,
¿Por qué gimes moribunda?
¿Por qué te quejas doliente?
¿No sabes que con tus penas
Mi alma se aflige y padece?
£n vez de tus amplias calles
Y de tus casas alegres,
Por todas partes escombros
Se miran, y sangre y muerte.
]> luz de la blanca luna
Como un sudario se extiende
Sobre la ciudad que llora,
Pero que finge que duerme.
II.
TREGUA A hA I.UCHA.
Es la noche aterradora
Del veintinueve de Octubre
GT7KRRA DB RBPORMA. 5O9
En que sucedió á la lucha
Pavor y silencio lúgubres.
Yo subido en una altura,
En mi mente hice el resumen
De aquel horrendo desastre
Con que Zaragoza ilustre
Quiso hacer triunfar su causa
Con su talento y su empuje.
Ciento veinticinco piezas
En nuestra bandera rugen,
Y la ruina y los horrores
De sus entrañas escupen.
£1 campo de los sitiados
Con las murallas se cubre;
Que era como un blok de piedra
Por donde no entraban luces,
Porque por las aspilleras
Como con trabajo escurren;
Pero tiene en sus entrañas
Fuerzas que al peligro acuden,
Y los osados avances,
Incontrastables destruyen.
Se hace general el fuego,
Las horadaciones crujen,
Y en las alturas la Hama
Terror y muerte diñinde.
Antillón con Guanajuato
A San Francisco reduce,
Mientras Gtiichoni esforzado
Y Valle avanzan, inñinden
Valor á la brava tropa
Que ya triunfe, ya sucumbe;
Y los grandes edificios
Con horrible estruendo se hunden.
Lamadrid, Santo Domingo
Casi á cenizas reduce.
Mientras la huerta del Carmen
Y los mochos que la cubren
Cadáveres amontonan
Y el paso al contrarío obstruyen.
Castillo mismo en persona
En la lucha se introduce
Y al arte y á los horrores
Desesperado recurre.
La carga á la bayoneta
5IO GUBRRA DB RKFORMA.
Los enloquece y aturde;
En los hondos subterráneos
JLos truenos rabiosos rugen,
Y fuera en charcos de sangre
El sol empañado luce.
Mas hay un punto que erguido
Aparece estar incólume
Que como estrella fulgente
En la tiniebla reluce
Y que anunciando victoria
Hace la batalla dure.
La defensa es formidable,
Y de los escombros surgen
Intrépidos combatientes
Que no se amedrentan ni huyen
Y que torrentes de sangre
De sus fusiles afluyen.
Allí Lamadrid y VaUe
Y Alatorre reproducen
Las mil heroicas hazañas
Con que sus nombres se cubren.
Pero más que todos grande,
Sereno, tranquilo, dulce,
El inmortal Zaragoza.
Cual rayo de sol sin nubes,
A sus valientes alienta,
Orgulloso de que triunfen.
¡Oh! y quién pudiera los nombres
Que aquí á mi mente no acuden
Recordar, para sus proezas
Ensalzar y sus virtudes.
¿Y no tendrá mi romance
Ni flores de mis recuerdos
Para los héroes sin nombre,
Para los ilustres muertos
Que con la mano en la espada
Por nuestra causa murieron?
Noble Pedro Echeverría,
Talancón, Salazar fiero,
Gaytán, Martínez, Anguiano
Dignos de lauros eternos;
Ortega y Campo reciban
GUERRA DB REFORMA . 5 1 1
Este mi homenaje tierno,
Que si desnudo de encantos,
De amor ardiente está lleno.
III.
PARLAMENTO.
Entró Doblado en mi cuarto
Paso á paso y pensativo,
Y después de unos instantes
De hondo silencio, me dijo:
«Han tocado parlamento
«Y tu eres el elegido
«Para arreglar pormenores
«Que dejó en duda Castillo.»
Y órdenes me dio secretas,
Que aquí revelar no es lícito,
«Aquí te entrego libranzas
«Cuantiosas que te confío,
«Tienes amplias facultades,
«Sé sagaz, prudente, digno,
«Y que queden los convenios
«En tu entrevista expeditos.
«Y como eres medio ciego,
«Y como es sordo Castillo,
«Toma esta punta de lápiz
«Y escríbele sin ser visto
«Aquello que consideres
«Solamente de él sabido.)»
Con fórmulas ignoradas.
Con ceremoniosos ritos,
Penetré dentro la plaza
Donde esperaban cumplidos
Un General Montenegro
Y Cadena, hombre científico
A quien miré como á hermano
En el Colegio, de chico.
Ambos fueron mi custodia,
Mas los soldados inicuos
Con descargas de balazos
Se graduaban de asesinos.
5 1 2 GÜ9REA DB REFORMA.
Entonces los generales
Me abrazaron como á un niño,
En sus brazos me llevaron
A donde estaba Castillo,
A quien desde luego expuse,
Aunque cauteloso y tímido.
Brindándole cien mil pesos,
Cuáles eran mis designios:
Lo mismo ofrecí á Cadena
Y sus cercanos amigos.
Castillo rehusó orgulloso
Y ardiendo en ira me dijo:
«Yo por el bien de mi patria
Quiero hacer mi sacrificio,
Y si equivoqué, insensato,
De su ventura el camino.
No quiero que la deshonra
Se encargue de mi castigo.»
José Cadena, decente,
Sin esfuerzo, hizo lo mismo;
Y yo quedé de tal trance
Abismado, sorprendido
De encontrar tanta nobleza
Entre aquellos enemigos.
Y es que si bien tienen sombras
Los políticos partidos.
En cuanto la verdad pura
Muestra el criterio tranquilo,
Hay encomios á lo bueno
Y anatemas á lo indigno.
Regresé por donde vine,
De mi misión satisfecho;
Y al rayar la nueva aurora
Se firmaron los convenios
Que á Zaragoza dejaron
De Guadalaj ara dueño.
Enero i6 de 1897.
GUERRA DB REFORMA. 513
De
DOLORe? Y GOZO? Y ü DA De «LAYAR GL PIÍO
BERRIOZABAL Y DEGOttADO
El nevado de Toluca
Parece que canta y ríe,
Porque le halagan y alegran
Los entusiastas festines,
Porque mira que á Toluca
Llegan guapos y felices
Los bravos de Berriozábal
Con trompetas y clarines.
Viene desde Paredones
Sin que ninguno le chiste;
Y hablando en plata, esa tropa
Desde á leguas se distingue
Por su tiesa disciplina,
Por su decencia al vestirse,
Porque el que manda es honrado
Y hay pureza en los tomines.
Llegaba con Degollado
El incansable en las lides •
A quien no asustan derrotas
Ni envanecen los repiques.
Al que González Ortega
Envió á que se determine
De la capital la toma
Y el movimiento combine.
Mas Miramon sabe todo,
El plan de Ortega percibe,
Y con ímpetu de rayo
ROMANCES.— 65
514 GUERRA DE REFORMA.
Y su mirada de lince,
Rápido á embestir se apresta,
Su fuerza activo divide,
Manda que una sección pronto
Para Toluca camine
Con Cobos, tres mil soldados
Y cañones de calibre,
Y Miramón, rodeando
Con presteza indescribible.
Con cuatro mil de los suyos
A Toluca se dirige
Tomando la retaguardia,
Y ninguno le resiste.
Entre tanto, los valientes
En Celaya vencedores,
Y que en Silao se -j^rtaron
Como se portan los hombres,
Dando al jefe Berriozábal
Justos lauros y renombre,
O se solazan contentos
O con calma se disponen
A que González Ortega
Diera de nuevo sus órdenes;
Cuando el cinco de Diciembre
Repentinos y feroces
Con Negrete á la cabeza
Que desempeño era entonces
De Miramón y de Márquez,
A quienes todos conocen,
Por la calle real penetran
Introduciendo el desorden.
Atacando irresistibles
Y dominando veloces.
Los sorprendidos en vano
Con ansia á sus puestos corren;
Son vencidos; Berriozábal
A San Francisco se acoge,
Y otros suyos se hacen fuertes
En el Carmen y sus torres.
El combate fué reñido,
Y entre sus lances atroces,
A Berriozábal se admira
Por su bravura y su porte.
Sus enemigos le cercan.
GUBRRA DB RBFORMA. 5X5
Él orgulloso se impone,
Hasta que cede á la fuerza
Y prisionero le cogen;
Y así inerme, y así herido,
A Miramón desconoce;
Y Degollado y Govantes
A sus Isidos se le ponen
Con Parías Don Benito
Que la misma suerte corre.
En la Capital se sabe
De Toluca la derrota,
Y beben coñac los frailes
Y bailan cancán las monjas,
Atrepellan su decoro
Las distinguidas matronas,
Que por ser buenas cristianas
Se olvidan de ser señoras.
A los tristes prisioneros
De dos en fondo se forman,
Y pie á tierra caminando
Rumbo de México toman.
De los jefes principales
Que en Toluca se aprisionan.
Hasta decidir su suerte
El suplicio se pregona;
De unos irritando el odio.
De los libres la congoja;
Influencias mil se desatan
Que enardecen la zozobra,
Y temores y esperanzas
Como que en el aire notan.
Unos dicen, que de Márquez
No se apacigua la cólera,
Y quiere que se fusilen
lyos presos á toda costa.
Aunque después ha vestido
Saco de misericordia.
De Miramón dicen otros
Que fué la zana rabiosa.
Mas en nuestra mente dudas
Dejó indecisa la historia.
Pero el reloj de la muerte
Señala supremas horas,
Que de la prisión terrible
5l6 GUBRRA DB RBPORMA.
Al cadalso el trecho acortan.
En los bravos prisioneros
Ninguna emoción se nota,
Ni fanfarrones se muestran,
Ni manifiestan congojas,
Esperando resignados
Lo que la suerte disponga.
Por fin, al formarse el cuadro
Y estando lista la tropa,
La ejecución se suspende;
Los mochos se insurreccionan
Y prorrumpen en injurias
En contra los que perdonan
Aquel triduo de bandidos
De la humanidad deshonra.
Berriozábal, Degollado
Y Parías con escolta
Bien presos se les conduce
A la capital famosa;
Miramón es quien los cuida,
Quien atento los coloca
En coches, con miramientos
Como á decentes personas;
Y notando que la plebe
En México se alborota,
Y que insolente al vencido
Injuria, con previsora
Decencia, por excusadas
Calles que los dos ignoran
Se les conduce sin ruido
Y en Palacio los aloja.
Donde permanecen presos
En una quietud notoria,
Y do fáciles se ocultan
A las miradas curiosas.
De Calpulalpan la rota
De México abrió las puertas
A la chinaca triunfante
Y á sus heroicas banderas,
Sellando el triunfo del pueblo
Kl gran González Ortega.
Miramón, al escaparse.
El mando en la ciudad deja
I
GüBRRA DB REFORMA. 517
Al ilustre Degollado,
Y á Berriozábal entrega
Sus omnímodos poderes
Sin humildad ni soberbia.
Entonces los prisioneros
Knmedio al contento imperan;
Porque esta plebe es la misma
Que lleva palmas y perlas
Para todos los que vencen,
Y la fortuna camelan;
Y que grita tole, tole,
Cuando la fortuna adversa
Vuelve la espalda al vencido
Aunque laureles merezca.
Al fin venció la Reforma
Señalando una nueva era.
Y con ella la victoria
Del derecho y la conciencia,
Que aunque tenga sus eclipses,
Y tenga sus nubes negras,
Y amenazas de sotanas
Y de sables resistencias,
Al fin brillará en los cielos
Como sol, con pompa excelsa,
Dejando que los retrógrados
En el vil fango se pierdan.
Octubre 31 de 1896,
5^8 GUERRA DE REFORMA.
BRGve Y CRemeBunDO RomAnee
De
LA BATALLA DG (^ALPULALPAD.
Inundando los caminos
Y alegrando las ciudades,
Poderosa la Reforma
Lleva sus tropas triunfantes
A la Capital, postrero
Refugio de los magnates,
Productos del matrimonio
De la sotana y el sable,
¡Oh, qué bello es cuando un pueblo
Se yergue y se siente grande!
Infúndele la luz, vida,
Valor respira en el aire,
Y enanos ve á los tiranos
Porque se siente gigante.
A su paso coge flores
Y de los tristes jacales
Salen mujeres á puños,
Ancianos y niños salen
A ofrecer agua y tortillas
A los soldados galantes
Que entre músicas y vivas
Y banderas y estandartes,
Pasan regando contentos
Y derramando donaires.
Entre todos se alza Ortega
Fogoso, activo y amable,
Adoración del soldado,
Encanto de las comadres,
Y en los momentos supremos,
Sublime por sus arranques.
GUERRA DB REFORMA. 519
Lleva diez y seis mil hombres
De tropa y de chinacates^
£1 todo formando pueblo,
Que es forzoso que se empaten
Los de la misma madera
Sin distinciones ni clases;
Porque aunque valgan las reglas
De los libros melitareSy
Quien con la opinión no cuenta,
Castillos hace en el aire.
La fuerza llega contenta
Y se le mira situarse
En unas lomas tendidas
Que descienden en ramales,
Y termina una llanura
Con la maleza cerrándose.
II
LA SALIDA.
ffNo cedas un solo punto,
Hazte fuerte, Macabeo,'»
A una vez gritan con furia
La aristocracia y el clero.
De esos que á la lid azuzan,
Pero que zafan el cuerpo
Y se esconden humildosos
A darse golpes de pecho
Diciendo: «no hay que irritarse,
Que así lo dispone el cielo.»
Miramón, firme y altivo,
Audaz, vigoroso, entero.
Se exalta con el peligro,
Se engrandece con el riesgo;
Reúne hasta ocho mil soldados
Con sus piezas y armamento,
Y resuelto, al enemigo,
Sale arrojado al encuentro
Para batirle en detalle
Y obtener triunfo completo.
Llama á los mejores jefes
Y les señala sus puestos
A Márquez, Vélez, Negrete,
Que serán su desempeño.
520 GUBRRA DB RBPORMA.
Veinte auroras de Diciembre
Coutaba severo el tiempo,
Cuando los bandos contrarios
Iracundos se embistieron.
Hay fuertes arremetidas,
Se traban choques sangrientos,
Manda á la caballería
Que cargue, Miramón fiero.
Cargan, y Ortega rechaza
Sus ímpetus con esfuerzo;
Los dragones vuelven caras,
Otros se acogen huyendo
A las banderas de Ortega
y otros se pierden dispersos.
La derrota se consuma,
Se mira regado el suelo
De correajes, de mochilas
Y de parque y armamento.
Músicas» baile, comidas.
Se ven en los campamentos,
y parece que los llama
Coqueta la hermosa México.
III
I.A VUELTA.
Torna á la ciudad desierta
Miramón y compañeros,
A ver si logra la pluma
Lo que no pudo el acero,
y ayuda pide confiado
A Ministros extranjeros,
Entre quienes mucho influye
Aquel barrigón Pacheco
Que decía con reserva
A su sesudo Gobierno:
«La Intervención extranjera
Para éstos es el remedio,
Que tratarlos como á gentes
Es todo perder el tiempo;
Con estos indios rebeldes
Garrotazo y tente tieso.
Enero de 1897.
GÜBRRA DE REFORMA. 52 1
YienTO De HeFOHma.
RomBoso Y pLAmmDO KomAncG
TRAÍDA I)I$T0RI9A.
I
INTRODUCCIÓN.
Se hacen rajas los tambores,
Gritan roncas las cometas,
Y basta los pinos del monte,
Y hasta las formales bestias
Parece que se reaniman
Y parece que se alegran
Con las retozonas dianas
Que por todas partes suenan.
Y era el campo de batalla
Regado por donde quiera
De cadáveres, despojos,
Despedazadas cureñas
Y heridos que se arrastraban
Sobre la tierra sangrienta.
¡Oh campo de Calpulalpan,
Si hablaras, cómo dijeras
Hazañas que por lo grandes,
Hazañas que por lo excelsas.
Parecerían forjadas
Por el sueño 6 la quimera!
La Reforma victoriosa
levantaba la cabe?4
ROMAKCSS.— 66.
S22 GUSRSÁ DB RBFORMA.
Coronada de laureles,
Con una antorcha en la diestra
Que ahuyentaba del pasado
Las maléficas tinieblas.
Y el fanatismo tirano
Y la pervertida Iglesia,
Refugio de los traidores
Y su asquerosa caterva,
Por siempre se desplomaban
En la maldecida huesa
Que abrieron, viles al pueblo,
A su honra y su independencia.
A pesar de la victoria
Y sus grandes consecuencias,
Los proceres de los fueros
No quieren soltar la presa,
B impulsan negociaciones
Con astucia y sutileza
Para formular convenios
Con las ya vencidas fuerzas,
Comprometiendo Ministros
De naciones extranjeras,
Que á Berriozábal llevaban
De garantía cual prenda,
Y que se encontraba preso
En México, do la fuerza
Le trajo desde Toluca
Lleno de honra y de decencia.
II
BIOGRAFÍA.
Fué el héroe de Calpulalpan
Jesús González Ortega,
El rábula en Juchipila,
Según la maledicencia:
Y con él se hicieron á una
En la batalla postrera,
Justo Alvarez, Zaragoza
Y Leandro Valle, presea
De la juventud hermosa,
De la militar carrera.
Y Alvarez, el que el plan hizo
De campaña, con conciencia.
GUKRRA DB REFORMA. 523
Y que Zaragoza y Valle
Nobles elogian y aprueban,
Y esforzados oficiales,
Que mi mente no recuerda,
Con Chucho Lalanne intrépido
Las palmas del triunfo llevan.
Mas presto está el caballete
Y en mis manos la paleta;
Dejad que en el tosco lienzo
De mi grosera leyenda
Pinte las breves bocetos,
Trace las líneas ligeras
De aquellos hombres que exhuma
Del polvo mi reverencia;
De los que, si algunos viven
Es como si no existieran,
Pues los cubren desengaños,
O el desprecio y la miseria.
III
gonzílez ortega.
Alto, bien formado, airoso,
Pelo negro, frente estrecha.
Ojos pequeños, vivaces,
En el pelo, raya abierta,
Con los pómulos salientes,
Con la risa franca y fresca;
Manirroto para todos,
Nunca por su conveniencia;
Era su alma limpio lago
En cuyas ondas serenas
Reflejaban los luceros
Y brillaban las estrellas,
Pero que al más leve soplo
De las pasiones intensas
Repentinas se levantan
Sus aguas, braman, se crespan
Y producen tempestades
Que hacen retemblar la tierra;
O risueñas y amorosas
Con las yerbecillas juegan,
Y con sentidos arrullos
524 GUBRRA DB RBFORMA.
Por el aire inciertas vuelan.
Jamás empañó la envidia
El cristal de su conciencia;
Nunca rencores villanos
Tendieron sobre él sus nieblas;
Y nunca ambición dañada
Fué brújula de sus proezas;
Era pueblo, así, inexperto,
Así de heroicas grandezas,
Así ardiente, apasionado,
Así de bondad extrema,
Dejando cual libres aves
Recorrer la inmensa esfera
A sus ensueños de gloria
Y su pasión por las bellas.
A Justo Alvarez no pinto,
Porque tengo por sistema
Guardar para los que viven
Una estudiada reserva,
Y porque tengo en tal precio
De ese mi amigo las prendas,
?ue pudieran mis escritos
ornarlas en lisonjeras.
Pero allí está Zaragoza
De mi pincel en espera;
Aquel de cabello lacio,
Aquel de cutis de seda;
Puro indio, de dientes blancos.
Siempre en actitud modesta,
Ni se escuchan sus palabras
Ni ruido alguno le inquieta;
Es vulgar su continente,
Mira con indiferencia
Lo que en su tomo acontece,
Y cuando menos se espera
Estalla firme y tronante
Lo que quiere y lo que piensa.
GUHÍRRA DB RBFORMA. 525
Espérate, Leandro Valle,
Un solo momento espera,
Que no me dejas postura,
Que sosiego no me dejas
Para trazar el fieltrillo
Que te cubre la cabeza,
Ni pintar tus ojos verdes,
Ni tu pelona chancera,
Ni esa boca en que los chistes
Por escapar se atrepellan.
Burlando ese diente roto
Que dentro tu boca impera.
Esa alma sobre tu rostro
De par en par está abierta,
Es como un salón tu frente
De la honra y de la decencia.
¡Oh, muchacho! Tu bogabas
En la sublime grandeza,
Como un ánade en las aguas
Que inmensas olas despliegan.
Hijo de lo temerario,
Arrojabas tu existencia
Al torbellino revuelto
De la desastroza guerra.
Como ninguno, valiente;
Cual nadie, en horas supremas,
Siguiendo de la experiencia
Las casi borradas huellas.
Y aquel muchacho travieso,
Aquel prófugo de escuela
En el consejo apelaba
A la calma y la prudencia,
Viendo sólo por la patria
Y de su honor en defensa.
IV
ENTREVISTA.
Tras la empeñada contienda
Vino el alegre descanso;
González Ortega estaba
Sin pompa y sin aparato
En el pueblo de Tepeji,
De Calpulalpan cercano,
5^6 GUERRA DB REFORMA.
Con los jefes principales
Que compartieron su mando
Y que cerca de su estancia
Se hallaban como alojados.
Pero su mismo aposento
Era almacén de embarazos,
Por todas partes fusiles
Y monturas y galápagos;
Está en mangas de camisa
Con una mesilla al lado
Con avíos de escritura,
Lacre, sellos, papel blanco,
Cuando se oye brusco ruido
Y tres carruajes pararon
Al frente de su aposento
Cual si fuera por asalto;
Los gritos de los cocheros.
El estallar de los látigos
Difundieron cierta alarma
Entre Jefes y soldados.
De aquellas tres diligencias
Con cierta pompa bajaron
El Embajador de Francia,
Inquieto, grueso, chaparro,
Con el color encendido,
Caricatura del briago.
Tuerto, con un lente puesto
Sobre el caballete chato,
— Es el Ministro de Francia,
Monsieur Saligny — exclamaron;
Y se miraban las caras
Con disgusto y desconfiados.
Desciende otro personaje:
Es de vientre exagerado,
Pinta en el suelo su sombra
La fiel silueta del sapo;
Cojo, la derecha mano
En su bastón apoyando;
Era el célebre Pacheco,
En España renombrado
Por sus libros excelentes
Y por su talento claro;
Y era astuto como zorra,
Y era feo como el diablo;
Ministro para los mochos,
GUBRRA DB RBFORMA. 527
De habilidades dechado.
Ayestarán bajó el último,
Medido, decente, cauto,
De Miramón noble amigo
Y honra de sus partidarios.
No atino si Berriozábal
Era completo del cuadro
E iba como garantía
Que pidieron los contrarios;
Pero lo cierto del cuento,
Lo verídico del caso.
Es que los Ministros iban
Por un convenio 6 contrato
Para hacer el juego tablas
Entre tirios y troyanos,
Por un pastel que comieran
Los de arriba y los de abajo,
Declarando la Reforma
Cuerva coja y peso falso.
Los viajeros con Ortega
Presurosos se encerraron,
Y se levantaron nubes
Tempestades presagiando.
AMAGO DB TORMBNTA.
Era jefe de Ingenieros
El ya mentado Pepe Alvarez;
A él sus pasos dirigieron
Los queridos generales
Don Ignacio Zaragoza
Y el famoso Leandro Valle;
Y este chiquitín le dijo
Al General sin ambajes:
— <c Volcanes son los cuarteles
En que rebrama el coraje.
Pues se habla de transacciones
Y de juegos de compadres
En contra de lo mandado
Expresamente por Juárez,
Traicionando sus principios,
Haciendo á la causa fraude,
Y dejando á nuestra patria
528 GUBRRA DB REFORMA.
En peor estado que en antes;
Y si para estas comedias
Se ha vertido tanta sangre,
Y esta guerra ha sido un juego
De histriones y de farsantes,
Antes que engañar al mundo
Y hacer al honor ultrajes,
La rebelión está pronta
Con nosotros á vengarse. j>
José Justo oyó con calma
Del joven héroe el arranque,
Y ajustándose la horqueta
Al muslo, marchó al instante
Al punto de los convenios
Que debían ajustarse;
Entró al cuarto, comedido,
Y con resuelto talante
Dijo á todos: «yo protesto
Contra lo que se pactare.»
cfjSilencio!» — replicó Ortega, —
«Que vengan mis ayudantes,»
— La tropa está enfurecida,
Está pronta á sublevarse. —
Grita, confusión, trastorno
Se levanta, los magnates
Ni quieren soltar su presa
Ni encuentran en qué apoyarse.
Saligny se mueve inquieto
Al tronar cual triquitraque;
Pacheco, con más astucia.
Le dice á José Justo Alvarez:
— «Señor, las luchas de hermanos
Así deben acabarse;
Para abrazos de Vergara
Siempre hay oportunidades. —
La transacción no es posible.
Pueden ustedes marcharse.»—
Dijo Ortega conmovido
Viendo un abismo delante,
Y dijo hablando consigo.
Cual si no lo oyera nadie:
«Lo primero, es lo primero:
Que la Reforma se salve.»
— «¿Qué decís?»
- «Lo que yo digo
GUERRA DB REFORMA. 529
Es el que obedezco á Juárez.» — !
Se recogen los papeles, ¡
Se alista rápido el viaje,
Y los proceres salieron
Como ratas por tirante.
La tropa, que furibunda
Esperaba el desenlace,
Mira á González Ortega
Con Zaragoza y con Valle,
Y formándose espontánea
Con beneplácito de Alvarez,
A Ortega le tributaron
Los honores militares,
Salvando de la Reforma
Intactas sus libertades
Después del de Calpulalpau
Definitivo combate.
ROMAMCSS.— 67.
530 GüXRRA DS SBPOSMA .
GKAnoe Y BIGn sazodado
KomAnee: dg "no i>ay mA$ alla'
6n oae $€ ox 9Q6qta
M LA eOTKADA TRIUOBAL 60 mCXICO ML €J€KeiTO ])€ LA RCBORDIA.
€1 1? DG Gn€HO DGL AfiO D« 1861.
I
PARA PRINCIPIAR.
Hay en el campo canudos.
Donde quiera suenan dianas,
Corriendo al cielo los cohetes,
Arman en el aire frasca.
El suelo riegan las flores
Por donde la gente pasa,
Hacen en las altas torres
Machincuepas las campanas,
Y como caras de gentes
Muestran paredes y casas,
Según ríen sus balcones,
Según miran sus ventanas,
Al revolar sus cortinas,
Sus gallardetes y fajas.
Trasciende el de guajolote,
Corre á ríos el tlamapa,
Y las músicas de tropa,
De peladaje cercadas, '
Van por calles y plazuelas
Armando ruidosa zambra,
¿Saben por qué, valedores?
GüKRRA'dB RBFORMA 531
Es que boy entre la chinaca,
I^a brilla el tacón de bueso.
Zumba contento la bilacha,
Y entra González Ortega
Gritando con voz mujr alta:
— **También el ahuautle es gente,
Y bay ley para la canalla!" —
Por de contado los mochos
Están que les arde el alma
Mas que vistan de morado
Y mas que arrastren espadas;
Porque era de ellos la fruta,
Y eran del pueblo las cascaras,
i Oh, tú, de Cbapultepeque
Grande y hermosa calzada!
Casi has desaparecido
Bajo las tropas formadas
Con sus arreos muy limpios,
Con vestimenta variada,
Y^L probé, á lo que dá el naipe,
Ya de uniforme de gala.
Al sol brillan los fusiles,
Al aire van desplegadas
Las tricolores banderas
Que tanto alegran las almas;
Los guiones, los estandartes,
Banderolas de las lanzas
Que á lo alto forman tumulto
De seda, de oro y de plata.
Desde Belén, mar inmenso
De gente ardorosa, arranca.
Donde flotan de los coches
Los pescantes y las cajas,
Y donde guapos jinetes
Se detienen y se atrancan.
Los niños sobre los hombros
De sus autores cabalgan,
Y los ágiles muchachos
Se montan sobre las ramas .
De los sauces, que limitan
De Bucareli las zanjas.
532 GUERRA DB RBFORHA.
II
BN MARCHA.
Esas opulentas calles
Llenas de pompa y encantos,
Que corren de la Alameda
A la plaza y al Palacio,
Se tornaron en salones
Y en ostentación de boato;
Vése en los altos candiles
El iris reverberando,
Se dan vuelo las cortinas,
Y arman de contento escándalo
Los espejos, las macetas,
Los floreros y naranjos
Que en verjeles los balcones
Como por magia tomaron.
Ya ruge la marejada
De la multitud, ya cautos
Se arriman á las paredes
Las viejas y los ancianos;
Ya corren tras de la valla
Que forma el pueblo agitado,
Los portadores de nuevas,
Los perros desaforados;
Ya cruzan los ayudantes
Fachosos, pantomimiando,
Empujando á los curiosos
Y sofrenando el caballo;
Se oye el clarín á lo lejos,
Y por Belén van entrando,
Al retronar de los vivas
Y al estallar los aplausos,
González Ortega afable,
En medio á un grupo extremado
Por sus bridones hermosos,
Por sus jinetes bizarros.
— ¿Ese quién es?
— Alatorre. —
Chiquitín, trigueño, flaco,
Y son los de Zacatecas
GUBRRA D£ REFORMA. 533
Los que vienen á su mando,
— ¿Veis ese guerrero erguido,
Como en bronce modelado,
Con los ojos de azabache,
Talle esbelto, gentil garbo.
Esmerado pn el vestirse,
De modales cortesanos?
Ese es Antillón famoso,
Jefe de los guanajuatos.
—¿Y aquel General enjuto.
Pálido, como de flato,
Por qué se viene exhibiendo
O por qué se marcha espacio?
— Ese es Regules intrépido,
En la batalla un Bernardo,
El que cuando el bronce truena
Entre centellas y rayos,
Se yergue anunciando triunfos
A sus valientes soldados;
Y su tropa es de Morelia
Que renombre ha conquistado
En la lid por la Reforma
Que hora miramos triunfando.
Toro Manuel al fin viene
De Leandro Valle ocupando
El puesto, pues Zaragoza
Le dio difícil encargo.
La brigada es de Jalisco,
De esos del ganado bravo,
De esos que dicen resueltos
Y echándosela de lado,
Que * Jalisco nunca pierde.
Y si no cojo, arrebato."
Después llega la chinaca,
Los giros de sombrero ancho,
Los de blusas coloradas
Y los de regiegos cuacos;
Los de bu&nda de estambre
Endinos y retobados,
De esos que rifan el cuero
Y ni conocen Palacio.
Al frente de la chinaca
Vése al altivo Aureliano;
Aquel dealtiro hombrecito,
Aquel iealHro planchado,
534 GUBRRA DB REFORMA.
Con SU copete de curro,
Sus ojos relampagueando,
Medio avispado, chatillo
Y con la risa en los labios.
Viene Chavota parejo
Y chanceándose, de un lado;
Del otro Cosío Pontones,
Entonces de veras guapo,
Decente de nacimiento
Y con pesos en el saco.
Que llegó desde Colima
Dejando de hazañas rastro;
Tirante con los de arriba,
Parejo con los de abajo;
En la marcha el regocijo
Lanza dichos á puñados:
¡Viva González Ortega!,
¡Viva el chinaco Aureliano!,
Y charangas y trompetas,
Y entusiasmado el fandango,
Parece que abren la tierra,
Los muertos resucitando,
Alegrando la otra vida
Y haciendo feliz al' diablo,
III
' ¡avancen!
Esa famosa garita
Que todos de Belén nombran,
La pisaron insurgentes
Cuando reinó la Colonia;
Esa garita fecunda
En tradiciones hermosas
Por do entró la independencia
Con Iturbide, gloriosa,
Levanta su arco de triunfo
Con palmas y con coronas
Para que pasen del pueblo
Las esclarecidas tropas,
Las de sombreros de palma
Y las de las blusas rojas.
Mirábase su corriente
Como un río de amapolas,
GUB&RA DK REFORMA 535
Y como tapiz de púrpura
Que tiende sagaz la gloria
Sobre de la regia espalda
De la Capital hermosa,
Para que celebre augusta
Del derecho la victoria.
Parecíase al incendio
Que las nubes caprichosas
Fingen en el Occidente
Cuando al sol purpureo flotan,
Y en el azul de los cielos
Se derraman luminosas.
De Bucareli en el centro,
Junto á la fuente famosa,
Hace alto Ortega, y silencio
Guardan músicas y tropas.
£ra Baz Maximiliano,
A quien el bozo no asoma,
Liberal de sangre pura
Y de gallarda persona:
Con su cabellera rubia,
Con su palabra fogosa,
Quien saludaba á los héroes
En unas brillantes trovas
Que caldeaba el entusiasmo
Brotando en ardientes notas.
Avanza entre aclamaciones
El ejército, y las rosas
llovían de las alturas
Con laureles y coronas.
Ya no circula la gente;
Ya se empuja y amontona,
Ya se extiende rebramando.
Ya ruge en hirvientes olas.
Que es león terrible el pueblo
Que estremece cuando goza,
Que espanta aunque esté dormido,
Y es feroz cuando se enoja.
Al Puente de San Francisco
Bellos tapices adornan,
Y banderas tricolores
Sobre estatuas alegóricas,
O los retratos queridos
Que viven en la memoria
De los héroes de Dolores,
53^ GüBRRA DB RBPORMA.
ídolos de los patriotas.
Allí está el Ayuntamiento,
Que con dignidad notoria
Recibió al caudillo ilustre
Que encarnaba la Reforma.
Al pasar los concejales,
El pueblo gozoso nombra
A Miguel López, obrero
Lleno de valor y de honra,
Que más tarde en San Lorenzo
Conquistó una muerte heroica.
Junto de él, garboso avanza
El diligente Ibarrola,
Querido por sus virtudes
Y fecundo en buenas obras.
Pelón, lampiño, ojos negros,
Gabino Barreda forma,
A quien miraban los sabios
Como de la ciencia antorcha.
El guapo Agustín del Río,
Camina como de broma,
De la juventud orgullo,
Y de la gente de moda
Querer, por sus aventuras
Arriesgadas y graciosas.
Y va Justino Fernández,
El de gallarda persona,
Modelo de caballeros,
Y de sus amigos joya.
Van otros que mi romance
Diminuto no menciona,
Porque los recuerdos faltan
Do la voluntad me sobra.
Allí, al medio de la calle.
Sin aparato ni pompa,
De Florencio del Castillo
Se destaca la persona:
Era Lencho, 6 bien el «Genio,»
Un periodista de nota,
De personal desgarbado.
Casi al fugarse la ropa
De su perezoso cuerpo
Que descansa en largas botas.
Ni ancha frente, ni ojos vivos.
En el exterior ni sombra
GUKRRA DB RBFORMA. 537
De su inteligencia clara»
Ni de su alma generosa.
Siempre durmiendo los ojos,
Y siempre abierta la boca;
De los suyos era encanto,
Nadie le desprecia ni odia;
Al Monitor los fulgores
De su talento dan boga,
Y la novela le rinde
Sus palmas deslumbradoras.
Que dan realce á sus laureles
De esclarecido patriota.
Al v«r á la comitiva,
Ortega la mapha acorta
En medio al mar de cabezas
Que le circundan ansiosas:
Desciende de su caballo
Y modesto el puesto toma
Que frente á los concejales
Le marca la ceremonia.
Habló Florencio elocuente,
Con ideas tan grandiosas.
Con tan intensa ternura,
De la patria y su victoria,
Que desataba corrientes
Eléctricas y asombrosas.
Hay lágrimas en los ojos,
Gritos de gozo en las bocas,
Y hay en la luz y en el aire
Delicias embriagadoras.
IV
JOAQUÍN VILLALOBOS
Entre tanto, en la garita
Peroraba á la chinaca
Aquel Joaquín Villalobos
De tan extendida fama,
Delgado como un alambre,
Ojos negros, frente pálida,
Paz de pájaro asustado,
De esos que no valen nada;
Mas eran como unos ¿ardos
Sus entusiastas palabras,
RaMANCX8.^-68.
53S GUERRA DB REFORMA.
Pero con las tempestades
Como gaviota bogaba,
Arrostrando los peligros,
Encabezando á las masas,
Pues hablaba siempre al pueblo
Sin ambajes ni monadas;
Y el pueblo le comprendía
Y con amor le escuchaba.
Era inquieto, turbulento,
La pasión lo dominaba,
Y entre sus mismos delirios
Y sus quimeras extrañas,
Se miraban refulgentes
Las ambiciones de su alma,
Todas para el bien del pueblo
Y proclamando á la patria.
EL GENIO.
Cuando terminó Castillo,
El Ayuntamiento en ala
En manos puso de Ortega
De nuestra ciudad las armas.
En un lujoso estandarte
Con ricos hilos bordadas,
Diciendo su Presidente:
"Merecéis bien de la patria.'"
En un lado de la calle
Ya le estaba preparada
A Ortega, regia carroza
Con lujo y pompas y galas,
Que quiso arrastrar la plebe
En esa triunfal entrada;
Ortega, obstinado, rehusa,
Y á pie prosigue su marcha,
A pesar de los millares
De gentes que se agolpaban
A su paso, reluchando
Para mirarle la cara.
La multitud se acrecienta,
Acrece la marejada,
Los chicos de las escuelas
Arman terrible algazara.
GUERRA DE REFORMA. 539
De cien clubs los estandartes
Oscilantes se levantan,
El piso desaparece
Del tropel bajo las plantas;
Las paredes son mosaicos
De piedra y formas humanas,
Son los balcones Olimpos
Con los bustos de las damas:
Brillan las piedras preciosas
En los senos y gargantas,
Y en la altura las sombrillas
Forman caprichosas fajas,
De mil colores variados
Que como en los vientos nadan.
VI
I alto!
Frente al Hotel de Iturbide
Tocan los clarines i alto!
¿Qué fué? ¿Por qué se interrumpe
De la comitiva el tránsito?
Fué que en aquellos balcones
Y entre la gente, emboscados,
Ortega vi6 á Berriozábal
Y distinguió á Degollado.
i Alto! ordena á los clarines
Y Ortega, de pie, esperando,
Manda por sus compañeros:
Ellos rehusan obstinados.
Hasta que logró su ruego
Lo que no pudiera el mando.
Descienden lo* dos caudillos;
Los tiene Ortega en sus brazos;
En los ojos de los héroes
Se vé que se asoma el llanto,
Y la multitud prorrumpe
En tempestuosos aplausos.
Hace Ortega que silencio
Guarden todos, y tomando
De la Ciudad el escudo,
Que sustentaban sus manos.
Gritó con voz como trueno:
— **[ Escuchadme, mexicanos:
540 GUERRA DB REFORMA.
Este emblema victorioso,
Solo es digno de llevarlo
El intrépido, el constante,
El inmortal Degollado.
A él se le deben los triunfos,
A él merecen ensalzarlo;
Este es premio de sus timbres
De patriota y de hombre honrado;
Yo? bastante me envanezco
De estar entre sus soldados!"
Y puso aquel estandarte
De Degollado en las manos,
Dejando de su modestia
Y abnegación, un dechado,
Que conservará la historia
En sus inmortales fastos.
Hay estampidos de gozo.
Huracanes de entusiasmo;
Arrojaban los sombreros
Los circunstantes á lo alto,
Y á lo lejos resonaba
Dé la Marsellesa el canto,
Sublime grito de guerra
Contra los viles tiranos;
Consigna de honra y victoria
Para el pueblo soberano.
Y empuñando el estandarte
Con viva emoción Don Santos,
Marchó seguido de Ortega .
Hasta llegar á Palacio.
GUBRRA Día REFORMA. 54 1
ROmflíKíe DG LUTO Y LLaílTO
DGt
GRADOe AffllGO DeL PUGBLO
Don mGLííROK oeAinpo.
ENTRADA PARA DESAHOGO.
No la pasión ardorosa
Que á la rectitud burlando
Reviste vulgares hechos
Con las galas del milagro ;
No la admiración que ciega
Adorna de pompa el átomo
Para pintarle cometa
Por entre brillantes astros,
No; que la verdad severa
Pone la pluma en mi mano
Y á su luz, quiero que admiren
Al grande Melchor Ocampo,
Alma en alas del sublime
Bebiendo de amor los rayos
Para darle vida al pueblo
Y acatarle soberano;
lyUz de bien, fuente fecunda
De virtudes y amor patrio,
De lo justo y de lo bueno
Encantador receptáculo,
De la caridad ejemplo,
Eminente como sabio.
Después de tremendas luchas
En la prensa y el Gobierno,
54^ GÜKRRA DB RBFORMA.
Al ver triunfante su causa,
Se retiró con sosiego
A su rancho de Pomoca,
Que alzó desde los cimientos,
A vivir de su trabajo
En medio de sus labriegos,
Que le amaban como á padre,
Y era la delicia de ellos.
LA PRISIÓN.
Está sentado á la mesa
Ocampo con Josefina
Su hija, á quien idolatraba
Porque ella lo merecía,
Cuando en tropel invadiendo
Aquella estancia tranquila,
Con turba de bandoleros
Un Don Lindoro Cajiga,
Vil escoria de la España,
De los mochos sabandija,
Cerca á Ocampo: «dése preso. >»
Con voz airada le intima,
De su familia le arranca
Grosero y con tiranía,
Sin permitir que un instante
Dijese palabra á su hija.
El bandido guerrillero
Hacia Tepeji camina
Llevando consigo á Ocampo
A quien, feroz, martiriza,
nn Tepeji está Zuloaga
Con su canalla maldita,
En donde Andrade se luce,
En donde Márquez domina,
Do dá la ley el despecho.
Donde se desfoga la ira,
Y do la rabia enconosa
Siembra despojos y ruinas.
Presentan al prisionero
A Zuloaga, á quien instigan
A que se mate en el acto
Sin demoras ni evasivas.
Estupefacto Zuloaga,
GüBRRA DB RBFORMA. 543
Lleno de dudas, vacila,
Y que se le forme causa
Con imperio determina.
Entre rugidos de enojo
De aquella hambrienta jauría
De verdugos que furiosos
Quieren destrozar la víctima,
Estaba Ocampo cual suele,
Entre lobos, cierva herida 5l(??ira
Que la embisten, que la ultrajan,
Que rugiendo se le arriman
Causándoles su tortura
Contentamiento y delicia.
A una pocilga asquerosa
Al preso se le confína,
Sin luz, húmeda, malsana.
Pestilente, inmunda y fría.
El preso no abrió sus labios
Ni dejó su actitud digna.
A la vez un ayudante
Corriendo á Zuloaga avisa
Que han cogido prisionero
A Ugalde, á quien conocía
Por su valor indomable
Como jefe de guerrilla.
** Fusilen al prisionero,"
Zuloaga iracundo grita;
Y á Márquez la orden tremenda
Sus esbirros comunican.
Zuloaga siguió entre tanto
Sus trabajos de rutina,
Cuando tras de largo tiempo
Llega Andrade, se aproxima
Y le dice respetuoso
Que su orden está cumplida,
— ¿Qué orden? — La que al prisionero
Se le quitase la vida.
— ¿A qué prisionero? — A Ocampo
— ¿A Ocampo? — Dios os maldiga.
Mandé fusilar á Ugalde.
— Se equivocó la consigna.
Y así á la traidora farsa,
Tan villana como inicua,
£1 alma negra de Márquez
Al grande hombre sacrifica.
544 GUERRA DB REFORMA.
I.A MUERTE.
Del horrendo calabozo
Sacaron al grande Ocampo
Al lugar dd sacrificio
Sin ruido y sin aparato.
Don Melchor marcha sereno
Y con sosegado paso
Por una extensa calzada,
Y en vez de pedir descanso
A sus terribles custodios,
Pide tinta y papel blanco
Para hacer su testamento,
Que escribe correcto y claro,
Que contiene dos plieguillos
Y que tiene un solo tacho,
Probando con elocuencia
La tranquilidad de su ánimo.
Prosigue entonces su marcha,
Hacen los soldados alto,
Manda dar unos dineros
Melchor á los que más aptos
Atravesaran su cuerpo,
Y esperó sin sobresalto.
Que se hinque, le manda el jefe
«Así estoy bien» dice Ocampo;
A lo alto de los fusiles,
Los tiros son acertados.
Reina profundo silencio,
Se escucha la voz de mando:
Un cadáver se vé inerte
Sobre el suelo ensangrentada),
Y la patria dolorida
Sin consuelo vierte llanto.
Enero 30 1897.
GUBRRA DX RSVOKlf A. 545
GRAD HomADee
PAKX
10$ PO$TRe$ QOG Tienen moY alto €L Punio.
I.
PASA TBNTkR VAXX>.
Suele, apagado el incendio
Que amenazó furibundo
Y que despide extinguido
Negros nubarrones de humo,
Quedar entre la ceniza
Ardiendo tizón oculto,
Que como que quiere fiero
Levantarse con impulso
Y revivir los horrores
Que entre la hoguera no pudo:
Así rencoroso Márquez
Quedó en pie, buscó lo obscuro
Después que de la Reforma
Feliz se consumó el triunfo;
Pero saltó de repente
£1 tigre testarudo
Confiado en su suficiencia,
Impulsado por los suyos,
Y en México, hasta San Cosme,
Osado las plantas puso,
Aguardando con confianza
La cooperación de algunos,
Acometiendo al Gobierno
546 GUERRA OK REFORMA.
Y poniéndole en un puño:
Y esto pasaba en principios
Del año sesenta y uno.
II,
SORPRESA.
La calma reina en Palacio,
Está tranquilo el Congreso,
Disertan los Diputados
Sobre si lo blanco es negro,
Cuando el sillón que sustenta
A un insigne oaxaqueño,
De pronto se desocupa
Porque se ausentó su due£o.
Se sabe entonces que Márquez
A San Cosme está batiendo,
Y llama al Coronel Díaz
Precipitado el Gobierno,
Para que al infame Márquez
Dé merecido escarmiento.
Díaz corre á la batalla
De bastón y alto sombrero,
Y en refriega encarnizada.
Que deja el suelo sangriento.
Despedaza al forajido.
Que el campo abandona huyendo.
III.
JAI^TI,ACO.
No es animal de escarmiento
El incorregible mocho.
Que si hace daño en el mundo,
Premio le espera en el otro;
Y contando con un fraile
Que le diga ego te absolvo,
Bien puede al asesinato
Bxltregarse y á los robos;
GX7KRRA DK RBPORMA. 547
Que la religión defiende
Y tiene un Dios á propósito
Para urdir con él sus tramas
Y fomentar el trastorno.
Así es que lo de San Cosme
No sosegó el alboroto;
Zuloaga, Márquez y Vélez
Y Taboada eran demonios
Que aniquilaban los pueblos,
Que con incansable encono
Fusilaban liberales
Y se agitaban rabiosos,
De México esperanzados
En la ayuda y el socorro.
Ortega á Márquez persigue,
Y le secunda animoso
El mismo Porfirio Díaz
Que fué el azote de Cobos.
Márquez provoca, se escapa
Y tras giros engañosos
Se hace en Jalatlaco fuerte,
Que es pueblecillo corto
Con su parroquia chaparra»
Como ampolla su cimborrio
Y su alzado campanario
Para la defensa propio.
Parapetóse allí Márquez
Con sus jefes de más tono,
Zuloaga, Vélez, Taboada
Y ya no recuerdo qué otros.
Ortega á corta distancia
Se aprestó á embestir furioso,
Cuando desciende la noche
Y en la tiniebla hunde todo.
En su seno se refugian
Los cristianos y los moros;
Todo sepulta el silencio
De su seno en lo más hondo,
Mas de súbito hay descargas.
Fuga, gritos dolorosos.
Combates encarnizados,
Inconcebibles destrozos;
La luz apresura el paso
Y descubre con asombro
La derrota furibunda
548 GX7BRRA DB RBFORHA.
De los obstinados mochos.
Y en medio de los heridos,
Y rodeado de despojos,
Se mira al General Díaz
Que se yergue victorioso,
Y fué quien el duro asalto
Organizó motu propio.
Ortega, de su segundo
Viendo el proceder heroico,
Pidió al Gobierno su ascenao
Por su mérito notorio,
Y así se elevó Porfirio
Acompañado del voto
De la opinión poderosa
Que justa le otorgó lauros.
Pero Mejía aparece
Por la Sierra de Querétaro,
Terrible y amenazante
Porque era caudillo intrépido.
Entonces á Tapia y Díaz
Nombró acertado el Gobierno;
Y en Pachuca se encontraron
Los de Mejía y los nuestros,
Desbaratando los jefes
Aquel amago siniestro;
Volviendo á sus madrigueras
Mal parados y dispersos
Los indomables serranos
Que victorias predijeron.
IV.
VANGUARDIA.
De la invasión tripartita
Se anunciaron las escuadras,
Y en Veracruz aparece
El Español Rubalcaba
Pidiendo prenda pretoria
GUBRRA DB RBFORHA. 549
y no sé cuantas patrañas.
A Porfirio se designa,
A Porfirio se señala
Para que mande celoso
De las fuerzas de vanguardia.
Para que del enemigo
Esté en constante atalaya
Como defensa y escudo
De los fueros de la Patria,
Honor que le dio el Gobierno
y él ganó con sus hazañas:
y aquí viene la Reforma
A cortarme la palabra,
Porque la invasión francesa
Su tumo impaciente aguarda.
Btier»37de 1897.
S50 GUBRRA DB RBFORMA.
1853.
^OTñAUm D€ LGAnOHO YALLG.
INTRODUCCIÓN.
Ira brotando los ojos,
Fuego encendiendo el semblante,
y mordiéndose los labios
Hasta exprimirles la sangre,
Va por las calles de Puebla
, Furioso el Capitán Va//e,
Valiente joven que cuenta
Veintiúil inviernos cabales,
Y á quien el renombre llama
La flor de los militares.
Pero en esta vez no atiende
Ni á su porvenir, ni al auge
Que su posición le ofrece,
Que le brinda el imperante.
Ni al castigo que le aguarda
Si á desmandarse llegare.
Ha tenido la noticia
De que está preso su padre,
A quien adora rendido,
A quien venera constante,
De su corazón encanto,
Joya de su santa madre.
Y Don Rómulo, un patriota
Fué del excelso linaje
A que dio Morelos vida
Con hazañas inmortales,
Que al dictador caprichoso
Nunca quiso doblegarse.
GUERRA DS RBPORMA. 55 1
Leandro Valle se dirige
A casa del gobernante,
Y poniéndose de frente,
Altivo, sin saludarle,
Le dijo: «Señor, yo vengo
A deciros que al instante
Me deis de baja en mi cuerpo
Y en el Ejército, y manden
Se me expida la absoluta
Sin que un punto la dilaten:
No puedo ser buen soldado
Cuando me siento hijo infame:
No puedo servir Gobierno
Que iief te preso á mi padre;
No puedo en campo ni en plazas
Llevar á mi lado un sable
Que no sabe darle muerte
A quien á mi padre ultraje »
Y arrancando de sus hombros
Las divisas militares,
Y dejándole á un soldado
A que guardara su sable,
Soberbio dejó Palacio,
Cual paisano, Ivcandro Valle.
1861.
I.
Al cesar de la tormenta
Suelen verse en el zenit.
Girones de negras nubes,
Trechos de limpio zafir,
Grupos de blancas estrellas
Y en el distante confín,
Bntre el velo de la lluvia
El relámpago lucir.
Sesenta y uno, tú el suelo
De mi patria viste así:
La Reforma se elevaba
Triunfante, hermosa, feliz,
Y volaban en su tomo
Nubes de guerra civil
Que con sangre salpicaron
552 GUERRA DB REFORMA.
De SU ventura el jardín.
A reprimir los rebeldes.
Valle tiene que partir;
Valle, que entre los caudillos
£s la flor y el Benjamín.
I Oh, y más que nunca contento
Esta vez marchó á la lid,
Pues sueña tomar gozoso
Sus laureles á rendir
A las plantas de la hermosa
Que con su divino «sí»
Acaba de abrir las puertas
De amor á su porvenir!
Es la excursión tan ligera,
Que diez soles ven su fin;
Más ¿qué causa no aprovecha
El corazón juvenil
Para exhalar los torrentes
De un amante frenesí?
<r|SÍ, que parta á la campaña
Del corazón de un festín!»
Dicen todos, y á la novia
Alguien la ve sonreír
De su estancia presenciando
El animado trajín.
II.
La noche á México envuelve.
y en un apartado sitio.
Tabernáculo de amores,
De beldades concha y nido,
Abren sus pétalos de oro
Las flores del regocijo.
Es una estancia pequeña
Por do lanza el gas su brillo,
Columpia en limpios cristales
Formando de iris los visos,
O cayendo en los espejos
Que reproducen al vivo
La estancia y sus concurrentes,
Entre el nácar y el armiño
De los amplios cortinajes;
Se oyen concentos divinos
Qtie se den:axnan y e^paroeq
GUBKRA DB RKFORMA. 553
£n palpitantes sonidos;
Gigantescos candelabros
En que el arte peregrino
Follaje remeda en bronce
Que al aire se cree sumiso.
Dejan caer sobre tazones
De rosas y de jacintos.
Como cascadas de oro
De sus reflejos los hilos.
Si es la embriaguez, el perfume.
La música es el deliquio;
Si es la juventud paraíso,
Las mujeres de ojos lindos
Son de ese Edén, serafines,
Que, avaros, no han consentido
De los encantos del cielo
Abandonar los hechizos;
y cuando acentos y aromas'
En ardiente remolino
Alzan oleajes de gasa
En compases convulsivos;
Cuando en el valse girando
Cruzan, describiendo círculos,
Ojos y senos y flores.
Plumas, diamantes y rizos.
Se trasponen delirantes
Nuestros humanos sentidos;
La música lleva aromas.
Las luces vibran suspiros.
En el éter nos halagan
Invisibles los espíritus,
y el oro, el mármol, las flores.
Como animados sentidos,
Nos miran y nos halagan
y dan pábulo al delirio.
En ese mar de deidades
y de jóvenes garridos.
Valle conduce á su novia;
¿Qué le hablaba? ¿6 qué le dijo.
Danzando, sílfide hermosa,
Entre el altar y el abismo?
¿Qué dicen esas dos almas
De dos que bailan unidos
Y se aislan en un concurso,
Por 8u pasión protegidos?
aoMUiCM— 70.
554 GUBRRA DE RBPORMA.
¿Qué dicen las melodías
Que llegan á sus oídos
A aprender de sus requiebros
Los tonos más expresivos?
¿Qué dicen esos aromas
Que empapan en sus suspiros
Sus alas que luego plegan
En la frente de los lirios?
Y el alma de él, del misterio
En el sublime prestigio:
— Deja traer nuevos laureles
Junto al tálamo, bien mío,
Que la esposa de un soldado,
Es su estrella en los peligros;
No temas, que para escudo
Robé á tu cabello un rizo.
Que si no me hace invencible.
Siempre de tí me hace dig^o. —
Y el alma de ella responde
Con la dulzura de un niño:
— ¿Qué me* importan los laureles
Ni el poder, ni su atractivo?
Yo no te quiero soldado,
Ni héroe; yo te quiero mío;
Obscuro, y señor hacerte
De mi alma y de mi albedrío;
Pobre, para de caricias
Y ventura hacerte rico;
Y no llorara al dejarte
Ni temblara del peligro
Si yo sola recibiera
Los reveses del destino.
Y te creyera dichoso
Yendo por tí al sacrificio. —
Y en la frente del guerrero
Tocan temblando los rizos
Que se mecen sobre el cuello
De la novia del caudillo,
Cual las ramas de la acacia
Sobre las ondas del río
De vez en cuando interrumpe
Valle, el baile: es un aviso
De que en el cuartel se aprestan.
De que ya el parque está listo,
O en la calle, de la escolta
GT7BRRA DK REFORMA. 555
Se escucha el confuso ruido,
Al estallar de los brindis
Las palmadas y los gritos.
Así, en un mar sosegado
Bebe contento el marino.
y cantan los compañeros.
Alistando precavidos
Los útiles que les sirven
Del naufragio en el conflicto.
De pronto el silencio pasa
Por el recinto sombrío,
Y se ven los concurrentes
Y se oyen lejanos gritos, i
¿Qué fué? El silencio responde
Que Leandro Valle ha partido;
¡Vuelve pronto y victorioso!
Dicen valientes los chicos
«Danza habanera, contento,
Que la luz nos halle unidos. >»
La luz, de la amante novia
Abrevia el hondo martirio,
Y su llegada refleja
Del balcón sobre los vidrios;
Y en los ojos de la hermosa
Que llora ausente al querido.
¡Pobre niña! apenas parte
Aquel concurso lucido,
Cuando se dirige al templo.
Del tormento en el delirio,
Y allí al frente de la Virgen.
Al pie del pálido cirio
Que arde á su frente, da rienda
A su dolor infinito.
55^ GtmitsX DE REFORMA.
1861.
enARTo HomAnee dg LGAnoHO yallg
Y sa maGRie,
Alegres van á batirse
Los bravos que manda Valle.
Tacubaya y Cuajimalpa
Los miraron ocultarse
Dentro el monte de las Cruces,
Que los facciosos invaden.
Al monte cubren las nieblas
Que con el sol se deshacen,
Y, 6 en las cañadas se tienden,
O se envuelven en los árboles,
Como entre espesa humareda
Presentando los paisajes,
Iba el guerrero impaciente
Y nada importa que le hablen
De acechanzas y emboscadas.
Ni que no siga adelante,
Pues las fuerzas enemigas
Son, más que las suyas, grandes,
Y pueden en los barrancos
Y en las quiebras emboscarse.
El ardor á su alma ciega,
Y del monte, al internarse.
En la pérfida emboscada,
Con tolas sus fuerzas cae.
El valor hace prodigios,
Y el enemigo se evade,
A mansalva disparando,
Vertiendo á mansalva sangre.
Zacatecas, Moctezuma,
|0h, y con cuánto ardor luchasteis!
GUKRKA DB RBPORMA. 557
I Oh, y qué esfuerzos poderosos
Sublime prodiga Val/ef
Como á la soga sujeto
Pugna corcel arrogante,
Y que á cada momento
Más se le vé lastimarse.
Es un torrente que envuelve
La fuerza por todas partes, .
Y peñas como llovidas
Y que las filas deshacen,
Combatiendo, destrozados,
Sin solo un grano de parque.
La chusma, que entero mira
Y erguido y resuelto á Vaile,
Deja todo en abandono
Y sobre el caudillo cae;
Tal las aguas de un torrente
Soberbio tronco combaten,
Y le envuelven hervidoras
Hasta estremecer sus bases,
Y le arrancan y derriban.
Arrastrándole triunfantes.
—«Ríndete,» le gritan unos.
— «N6,» responde con coraje:
«Yo nunca le pedí gracia
«A mexicanos desleales
«Que fueron del fanatismo
«Por siempre esbirros cobardes,
«Decid si me veis sereno,
«Decid si veis inmutarme,
«Que yo sigo una bandera
«En que hay glorias nacionales. «
/-«Matadle,» gritaron unos,
Otros exclaman, «matadle,»
«Matémosle como á un perro»
¿Quién ha dado la voz? ¡i Márquez I!
I Oh hiena infernal! ¡oh nombre
Que se exprime y suda sangre,
Nombre de exterminio y luto
De mi patria en los anales;
Sinónimo de verdugo,
Que un tiempo más distante
Siempre encontrará la historia
Como sin fosa, cadáver,
Vomitándolo la tierra
553 GUBRRA DE REFORMA.
Para corrupción del aire!
Valle dijo: <íNo hay remedio»
Aquí estoy; podéis matarme. i»
Y le cercan y le llevan,
Como jauría de canes,
Hasta una verde hondonada
En que un tronco sobresale
Bntre descarnadas peñas
Y bajo los altos árboles
Cuyo pie riegan, saltando,
Cristalinos manantiales.
Está serena la frente,
Erguido el rostro de Valle,
Tanto que aquellos verdugos
Comienzan á respetarle.
— «Alístese,» uno le dice,
—«Permitidme unos instantes.»
Y sacando su cartera,
Y firme, tomando el lápiz
Su adiós escribe, sentido;
Primero, á su anciano padre,
También de digno renombre
En los fastos militares:
«Yo beso, escribe, esas canas,
Al morir; vos me enseñasteis
A luchar por esta causa.
Tan combatida y tan grande.
Bendecidme, porque muero
Siendo digno de mi padre.»
Y sus lágrimas enjuga,
Que va lo escrito á torrarse,
En círculo le contemplan
Aquellas fieras voraces;
Pero nadie le interrumpe
Y escribe en papel aparte:
«Oh mi Luisa de mi vida,
No llores, muero adorándote.»
Iba á seguir y las voces
De ejecución le distraen.
«Dejad que yo de mi muerte
«La breve maniobra mande,
«Que yo lo haré con voz recia
«Como lo hice en los combates;
«Dejad que yo dé las voces
«Para que no culpe nadie
GUBRRA DB REFORMA. 559
«Que necesito de auxilios,
«Y que vieron triste á Valle.*»
Sin escucharle, le cercan,
Los ojos van á vendarle
«Poned la espalda, le dicen,
«Por traidor van á matarte.»
Entonces la sangre toda
Del joven se vé inflamarse:
¡Yo traidor! ¿Y á quién traiciono?
¡La religión! ¿Y los padres
Le dicen religión santa
Vista al través de esta sangre?
¿Qué queda de tu grandeza?
¿Quién no mira transformarse
En verdugos y cadalsos
Los sacerdotes y altares?
Y erguido siempre, el acento
Con orgullo y sin coraje,
Grita nuestro héroe: ¡presenten!
Luego, ¡apunten y disparen!
Y al alzarse la humareda
Blanca y leve por el aire,
Queda un cadáver convulso
Entre torrentes de sangre.
Suenan entonces los vivas
A la religión y á Márquez
Después del hermoso joven,
Atan los restos mortales,
Y de un árbol le suspenden
Entre gritos infernales,
Para pasto de los buitres
Y terror de caminantes.
En tus anales ¡Reforma!
Escribe con sangre /unto,
Y representa el mes triste
Con tres adorados túmulos,
Y bajo un sauce á la Patria
Llena de llanto y de luto.
Degollado, Ocampo, Valle,
Que cayeron uno á uno
En esos tiempos fatales
Bajo el hacha del verdugo,
56o GÜBRSA DB RJIFORMA.
Dormid! dormid! los laureles
Crecen en vuestros sepulcros,
Regados con nuestro llanto;
No porque el destino justo
Vertiera en ellos la sangre
De asesinos, que hoy en triunfo,
Dan lustre al altar y al trono.
De la patria, para insulto.
Aquella hermosa doncella
Toda amor y brillo y lujo,
Que á rogar fué por su amante
En medio del dolor sumo,
Toma á su casa del templo
En todos ve espanto y susto;
No pregunta la &milia
Se aisla en doloroso grupo,
Todo adivina en delirio
Y con los ojos enjutos,
Estalla en hondos gemidos
Y cae su cuerpo convulso
En el salón que contento
El amor feliz dispuso.
Mayo 20 de 1865.
GUSRItA DB RBFOKliA. 561
KA9GA0 Y mUY A««ID6nTA0
RomADiíe DG penAs; y gloriad
o mu
i AHÍ va!
Como en intrincada selva
Y en la noche tenebiosa
De descarriados viajeros
Vénse enantes las antorchas,
O como en las turbias aguas
De la torrente impetuosa,
Se miran tronchadas ramas,
Tallos de jazmín y rosa
Que fueron de los jardines
Kl ornamento y la pompa;
O bien cual estrellas fatuas
Cruzan violentas las sombras,
Luces que hermosas deslumhran
Y no bien brillan se borran,
Así pasan por mi mente
Las adoradas memorias
Cuando en la alba de mi vida
Mi corazón de patriota,
Se endiosaba con los triunfos,
Lloraba con las derrotas,
Y era mi pecho una lira
En cuyas cuerdas sonoras
Encontró el contento acentos
Y sollozos las congojas;
Y hoy que las espesas nubes
De mi ancianidad monótona
Dejan como hilos de plata
Descolgarse mis memorias
De entre espinosos zarzales
ROMANCES — 71.
562 GUBSRA DB^SBFORMA.
Y de entre desnudas rocas;
Hoy que inconsciente percibo
Al través de vagas sombras
Incompletos los recuerdos
O con mutiladas formas,
Como las ruinas de un templo
En que el acaso amontona
£1 resto de una columna,
£1 cuello de una madona,
£1 florón que fué ornamento
De la levantada bóveda,
Y relieves y molduras
Oe la arquitectura pompa;
Hoy suelen aparecerse
£n mi mente hechos y cosas
Que la corriente del tiempo
Ya casi consume y borra.
Como en mágica linterna
Percibo en variadas formas,
Ya las risueñas escenas
De mi niñez deliciosa
£ntre los trigales de oro
Y entre las agrestes lomas,
Con mis padres adorados,
Con mi familia amorosa,
Cantando al son de un guitarro»
Coronados de amapolas;
Ya bajo los ahuehuetes
Que á Chapultepec adornan
Miro danzar las poUuelas
Y los saltos y cabriolas
De los chicos turbulentos
Que juegan á la pelota;
Ya en un mar de ondas obscuras
Se levantan gemidoras
Las furias de la miseria,
Persiguiéndome espantosas
Hasta el seno de mi madre
Que en el desamparo llora;
Ya como entre sueños miro
£n ráfaga luminosa
Atravesar la fortuna
Sembrando lauros y rosas
Para regarme el camino
Del poder y de la gloria.
GUERRA DK REFORMA. 563
Y trocarme mis placeres ' i\\¿í/M
Y mis lauros y mi pompa
Bn cárcel húmeda y frfa
Cual mansión aislada y lóbrega:
Ya en medio al macizo muro
Una luz pequeña brota
Que se extiende repentina.
Que se destaca radiosa,
Y al ensancharse la cárcel
Crujiendo se desmorona
Y se aparece un paisaje
De hermosura encantadora.
En donde entre nube negra
Percibo terribles tropas
Que empapan de sangre el suelo
Con intrepidez heroica,
Buscando frente del yankee
0 la muerte ó lá victoria:
Y al confín del horizonte
Medio hundidos en la sombra.
Arcángeles descarriados
Con nuestras banderas rotas;
Y entre montones de muerte,
De pie y erguida nuestra honra.
Y ese voraz torbellino
Que el hondo abismo abandona
Y que remueve la tierra
Y se estrella entre las rocas
Y revive y reluchando
Embiste, rompe, destroza
E)el fanatismo terrible
Las mtu'allas poderosas:
1 Mirad! es la hija del pueblo.
La redentora Reforma,
La que purifica el templo
Que los pueblos emponzoña.
La que arranca Ms caretas
A los bandidos hipócritas,
Que calumniando al Dios Santo
Al pueblo inocente roban,
j Miradla! al brutal soldado
Arranca en lucha gloriosa
Los fueros y los derechos
Que tan^^sólo al pueblo tocan^
Y aqttf^oampos inoeoidiados.
564 6UBRRA DB RBFOKMA.
Acullá matanzas broncas,
Y cantos de ardientes triunfos,
Que ó bien las chusmas entonan
Y los hossanas apagan
De la gente de corona;
Pero en medio á las tinieblas
Y el rebramar de las ondas
¿Qué ruido de armas se escucha
Que me sorprende y asombra?
De tiempo en tiempo hacen surcos
Kn lo alto ráfagas rojas,
Y en el aire ígneos volcanes
Revientan hórridas bombas.
£1 relámpago aletea,
Y á su luz como que brotan
Unos gigantescos monstruos
Que luchan, que se devoran,
Y horrores y sangre y muerte
Siembran con furia espantosa:
Y eras tú, Guadalajara^
De Occidente la matrona,
Del hada con los hechizos,
Con tus encantos de diosa,
Brguida al verter tu sangre,
De tu patria redentora.
Dentro Veracruz me miro
Sobre la playa arenosa,
Y las distantes montañas
Espantadas y medrosas
Como de seres humanos
Actitud y aspecto toman,
Y es la lid de Antón Lizardo
Que ñel conserva la historia
Y que presencian los mares
Palpitantes de congoja.
Mas ¿qué miro? el cuadro extingue
Una senda lumit&osa,
Una vía láctea divina
Con figuras prodigiosas,
Arcos de diamante y oro, .
Muros de piedras preciosas.
Verjeles como nadando
En la celestial atmósfera,
Y del pórtico de un templo
Que por su siaiideaa «mabra,
GUBRRA DB REFORMA. 5^5
En procesión ir saliendo
Reverberando de gloria
Entre músicas que al alma
Embriagadoras arroban,
A los héroes de mi patria
Que entusiasta el alma adora.
Mas al tocar un descenso .
Que nuestro globo eslabona
Con ¡as excelsas regiones
Para los hombres ignotas,
Se disipan cual celajes
Que la tempestad arrolla,
Dejando á mi vista un campo
De esqueletos y de momias;
Unas, poniendo en mi frente
Lauros y jazmín y rosas;
Otros, llevando á mis labios
De hiél henchidas sus copas:
Unas al baile y al gozo
Invitándome espantosas;
Otras sarcásticas viendo
Tristes mis tranquilas horas.
Pero de repente surge
Torrente entre abruptas rocas
Que conduce enfurecido
Ensueños, contento, glorias.
Lágrimas, gozo, esperanzas,
Que mi sentido trastornan:
Y despierto anonadado
Con la vejez que me agobia,
Desafiando del destino
Las mudanzas caprichosas.
Noviembre 20 de 1895.
índice
PAOS.
Prólogo in
Verifico y puntual romance del Plan de Ayutla i
Muy verifico y muy entrador romance del Plan de Ayutla 9
Alegre y \nsxi perjeñcido romance delUo Nacho 13
Romance á la tartígada, que se puede llamar del «no me dejo» 16
Romance famoso de lástimas y sorpresas 18
Grande y pomposo romance de la salida de Santa Anua 32
Deleitoso romance del Águila Imperial » 27
Gran romance que enchina el cuerpo y no exagera ni pizca 31
Romance famoso y verifico de mi propia cosecha. 40
Romance de dolencias de alma por la muerte de dos valedores. 48
BeUo romance de téngase jtterte que tiene coraje el rio 51
Raro é inspirado romance de un conde francés. 55
Gran romance de escándalo con la chamuchina tremebunda del 13 de
Agosto. 66
Romance histórico de Cuemavaca 69
Romance fumoso del esHra y afloja de Cuemavaca y México 79
Romance de Don Juan Alvarez 84
Verifico y bien peinado romance de Comonfort 89
LOS CONSTITUYENTeS.
Gran romance de los Constituyentes 99
•Gran romance de rectos topetones entre mochos y endemoniados, con
causa y motivo del artículo 15 de la Constitución 104
Lindo y regocijado romance del 5 de Febrero de 1857 108
Romance en que se trata de un sujeto peor que satanás, según la gen-
te de sacristía. 113
Tierno y dolorido romance que llega al alma, mas que no se quiera 118
Bravo romance en el que de á tiro echaron por un voladero los mochos
á nuestro padre San Francisco 121
Gran romance de hueso colorado 6 sean primeras fechorías de la Re-
forma 125
5^8 INDICB
PAOS.
Gran romance de dos copetones que estuvieron en un tris 132
Grande y estruendoso romance que empieza con rebalufia y acaba con
una rajada que nos deja fríos 136
GUEfiRA DC REFORMA. ^
Romance de deveras jueric de la gloría de los mochos y alzada de goli-
lla del indio Juárez 145
Recuerdos de 1858. Un duelo hermoso 150
Romance rumboso del general caballero Manuel Osollo 158
Bello y sin par romance del 13 de Marzo de 1858 en Gnadalajara 164
Romance de Leandro Valle y la familia e&fenna 172
Grande y entretenido romance de bonitas mudanzas y pespmiteoa. ... 177
Romance de lo inorado en tierras dep&racA ó sea primer rolnance del
gran Juan Zuazua z8o
Pelegrino romance de «unos suben y otros bajan, como k» cabos de
noria» 187
Tinieblas y claridades. Grande y milagroso romance de la fortuna val-
taira 192
Rifa de vidas á lo hombre ó sea refriega sangrienta de Atenqmciiie. ... 198
Brillante romance de Mimmón en campaña 2G4
Romance de los prodigios á la par de cielo y tierra. sxo
Caos 213
Grande y pespunteado romance de ¡ah, torito! 216
Viento de Reforma. Tierno y dolorido romance del Dr. Herrera y Cairo. 228
Viento de Reforma. Romance del buenmozo Casanova ó sea de embes-
tir de toro y correr como venado 232
Triste y sangrento romance del sitio de Guadalajara y demás que ve-
rá el pío lector 239
Romance crudo y amargo de Piélago y de Monayo 244
Romance en qtie duele el alma porque se trata de un chinaco pior que
el mesmo demonio 247
Viento de Reforma. Romance de pena de la vida, para los que la pi-
can de hombres 251
Rugido de Reforma. Gran romance inesperado de dos mochos cerreros. 260
Gran romance de saltos y piruetas ó sea menudeo de mudanzas 265
Romance de mucho vuelo y de grande fantasía 268
Recuerdo. A mi muy amado amigo el distinguido joven D. Luis Gon*
zález Obregón 273
Párrafo al hilo ó sea romance sabroso 278
Miguel Miramón y Leandro Valle 287
INDICB 569
PAOS.
Viento de Reforma. Gran romance dialtirofino como si juera cambray. 291
Viento de Reforma. Gran romance para nobles y tiernos pechos, di-
gan lo que dijeren 298
Grande romance de traqueo de pelea del sitio de Guadalajara y condi-
ción del «Bagre» 307
Terrible y estruendoso romance del incendio del Palacio en Guadalajara. 311
Grande y dolorido romance en que nos tocÓ la de perder y llevamos
una zuaca que nos hizo trizas. 315
Gran romance sin baleo del caballero OsoUo 319
Triste y dolorido romance del artillero enamorado 325
Gran romance de muchos cascabeles del chinaco generoso Don Jesús
González Ortega 329
Romance del grande Ocampo ( histórico ). A mi querido amigo A. Genin. 335
Romance de recuerdos. (Veracruz) 343
Gran romance de encontronazos y pataleos del año mal averiguado de
1858 347
Romance famoso . Una aurora de esperanzas y noche de sangre y muertes 349
Romance de Guadalajara. I^andro Valle 356
Oda. Asesinatos en Tacubaya 362
Grande y retumbaleado romance de la fiesta del tíguerg ó sea la coro-
nación de Márquez en Guadalajara 367
Gran romance de buen tabaco, de la ley de Oaxaca y del bandolero
Cobos 371
Romance retobado y de mala zeta, por la entrada de Cobos en Oaxaca. 375
Grande y picante romance de la Loma Alta, en que se luce el pelón
Uraga 379
Bello y despabilado romance del pedregal de Peñuelas 383
Gran romance, hablando en serio, de la muerte del benemérito chinar
cate Esteban Coronado 388
Grande y triste romance de otra te pego, por una destanteada de Juan
Purero 391
Muy grande, pero muy triste romance del jefe chinaco llamado Juan
Rocha, el purero 396
Grande y dolorido romance de la muerte de Juan Zuazua 401
Gran romance de desenfado y nobleza del indio Juárez 404
Grande y con toda verdad doloroso romance de Veracruz. 408
Grande y fúnebre romance del fin y remate del gran patriota Cruz
Ahedo 413
Grande y empeñado romance de las llanuras del mar, ó sea del llama-
do Antón Ltzardo 417
ROMANCES.— 72.
570 índice
PÁGS.
Grande y espantable romance del destrozo sangriento de buenos libe-
rales. 423
Gran romance joco-serio y vivezas de los mochos 429
Grande y chispeante romance de las dos furias. (Rojas y Lozada) 432
Grande y positivo romance de matunga y travesura del Gral. D. Ma-
nuel Doblado 436
Bello y bien sazonado romance del intrépido Aureliano Rivera 441
Gran romance del horroroso combate de la toma de Ixtlán por los mo-
chos rabiosos 446
Gran romance de por allá muy lejos y del valiente Pesqueira 450
Grande y bonito romance de retoños de esperanzas y defensivos de
aliento 453
Gran romance de me pega la gana, del tiempo de la Reforma en Ve- '
racruz 458 |
Romance sin mucho bombo, del gran patriota Ángel Albino Corzo 464
Muy amargoso romance de puros arrempujoneSy 6 sea el tigre de Alica,
llamado Manuel lazada 4^ I
Gran romance de sabor dulce y de ejemplares matices del valedor Don i
Ignacio de la Llave 47'
Grande y tremebundo romance, que empieza con mucho fuego y que
parece milagro 477
Gran romance de «échenle gallo y al que ninguno le empata» 482
Gran romance casi sacado de los pozos del olvido 488
Muy grande y muy refrigerante romance de la batalla de Silao 493 1
Grande y entrador romance de Oaxaca y sus sierras 498 |
Grande y revoloteado romance de embestidas y de fugas 503 ;
Muy grande y bien guisao romance de los Convenios 508 ¡
Gran romance de dolores y gozos y una de clavar el pico 513
Breve y tremebundo romance de la batalla de Calpulalpan 518
Viento de Reforma. Rumboso y planchado romance con trama histórica. 52 1
Grande y bien sazonado romance de «no hay más allá,» en que se da
cuenta de la entrada triunfal en México del ejército de la Reforma,
el 1? de Enero del año de 1861 530
Romance de luto y llanto, del grande amigo del pueblo Don Melchor
Ocampo 54^^
Gran romance para los postres que tienen muy alto el punto 545
1853. — Romance de Leandro Valle 55o
1861.— Cuarto romance de Leandro Valle y su muerte 556
Rasgao y muy accideniao romance de penas y glorias, 6 sea revoltura
de recuerdos 561
índice
PARA LA COLOCACIÓN DE LAS ESTAMPAS
PÁ6S.
Guillermo Prieto (portada).
Juan Alvarez i
Batalla de Ocotlán 89
•Batalla del cerro de San Juan 96
Juárez 145
Prieto salva á Juárez 164
Degollado 216
Ocampo 329
Ghilardi 343
Ramírez 458
Zaragoza 493
Porfirio Díaz. 498
A*1Q*12557AbO
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