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Full text of "Colección de poesías escogidas, publicadas e inéditas"

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PLRÜ  DG  AYÜTLA 


GUILLERMO   PRIETO. 


ÍOLGWIOn 


D6 


POG^m^  G5(Í0GIDA$ 


De 

GOILLGHmO  ♦  li^HIGTO, 


SeGUnOA  PARTS: 

FLAn  Oe  AYUTLA,  L0«  eOD«TITUY60T6$,  GUeRRA  DG  ReFOROlA, 
eon  VARIO?  ReTRATO?  Y  VI$TA9. 


mexiíío. 


TIPOGRAFÍA  Oe  LA  OFI^IHA  imPRe^ORA  06  €$TAmPILLA$. 
PALACIO  DXeiODXt. 

1897 


fy  654240 


< 


I=>I^OXjOQ-0 


(1) 


¿Qué  cosa  es  un  prólogo?  ¿Es  la  carta  de  presentación  con 
el  público?  es  la  recomendación,  es  el  padrinazgo  del  autor 
para  sacar  á  la  luz  pública  un  recién  nacido  á  quien  nadie  co- 
noce? El  prólogo  en  algunas  circunstancias,  es  un  estorbo,  que 
no  nos  deja  llegar  á  la  [obra  y  que  examinamos  impacientes, 
como  quien  quiere  sacudirse  del  alcabalero  ó  del  impertinente 
que  nos  cobra  el  peaje.  El  autor  me  ha  pedido  este  prólogo  y 
yo  me  siento  perplejo  porque  no  hallo  por.  donde  comenzar  ni 
qué  decir.  Voy  á  presentarles  á  ustedes,  queridos  patriotas  y 
N  liberales  lectores,  á  Guillermo  Prieto;  y  vengo  con  mi  rorro  de 

^  ochenta  años  en  los  brazos  y  les  digo  á  ustedes:  ecce  /tomo?  ¿y 

á  usted  quién  lo  presenta,  que  era  lo  natural?  ¿Quién  no  cono- 
V  ce  á  Guillermo  Prieto,  al  amado  autor  de  mis  días;  y  más  aún, 

<  quién  puede  no  quererle?  Tirios  y  troyanos,  liberales  y  conser- 

vadores, militares  y  políticos,  y  hasta  entre  los  frailes  y  las 
viejas,  es  muy  general  su  simpatía,  reconociendo  todos  sus  vir- 
tudes y  entre  ellas  su  firmeza  de  principios,  que  no  deja  de 
motivar  en  las  últimas,  una  que  otra  calurosa  plegaria,  por  la 
salvación  in  extremis  de  su  alma.  Y  yo  qué  diré;  soy  muy  im- 
parcial ¿no  es  verdad?  se  trasluce  á  leguas  el  amor  filial,  co- 
mo por  los  claros  que  dejan  entre  sí  las  nubes,  se  deja  ver  co- 
queta la  luz  resplandeciente  de  las  estrellas. 

Soy  parcial:  ¿y  qué,  miento  acaso?  ¿Hago  una  halagadora 
calumnia?  ¿No  atestiguan  mis  dichos  cerca  de  ochenta  años 
de  trabajo,  de  estudio  y  de  sacrificio? 

Incorrecto,  desbaratado,  es  verdad;  ¿y  cuándo  el  genio  ha  de  • 

( I )  Por  disculiwble  afecto  y  parcialidad  del  señor  mi  padre  y  á  vivas  ins- 
tancias suyas  escribí  este  prólogo  antes  de  su  sentida  muerte,  sin  más  pre- 
tensión que  complacerlo  y  darle  un  testimonio  de  mi  inmenso  cariño,  obede- 
ciéndolo. 


IV  PRÓLOGO 

jado  de  serlo?  ¿qué  ave  vuela  en  rieles,  ni  qué  llama  sigue  re- 
glas, ni  qué  pasión  se  confecciona  en  molde.?  ¿Pierden  su  ser 
las  pepitas  de  oro  que  encuentra  el  salvaje  porque  las  halla 
siguiendo  las  revueltas  arenas  de  los  ríos?  Guillermo  Prieto, 
ni  escribe  en  falsa  ni  copia  muestras;  es  como  es,  como  se  le 
antoja  ó  como  su  naturaleza  le  manda  que  sea.  Un  antiguo 
maestro  de  ambos,  anciano  sabio  y  venerable,  decía:  «Prieto  es 
como  los  pintores  que  pintan  jaspes,  no  se  ciñe  á  reglas  ni  á 
programas,  su  belleza  está  en  su  espontaneidad,  en  que  es  su- 
yo propio,  se  parece  á  sí  mismo,  como  esos  lindos  jaspes  del 
tecali,  como  esas  hermosuras  de  las  nubes  del  cielo.^>  Este  era 
D,  Joaquín  Cardoso.  Pero  no  es  enteramente  cierto  ésto,  Prie- 
to sí  se  parece  á  alguien,  se  parece  á  su  patria,  y  toda  su  vida 
ha  estado  identificado  con  ella;  ha  sentido  hondamente  sus 
males;  ha  exhalado  sus  quejas;  ha  amado  á  sus  hijos;  ha  refle- 
jado en  su  alma  su  cielo  azul  y  sus  bosques  intactos;  ha  senti- 
do en  su  pecho  palpitar  el  corazón  de  sus  vírgenes  puras,  amo- 
rosas y  fieles,  y  se  ha  entusiasmado  con  sus  héroes  constantes, 
generosos  y  valientes.  Prieto  ha  llorado  con  las  desgracias  de 
la  Patria,  en  su  alma  ha  sentido  sus  heridas,  y  sus  venturas 
han  arrancado  de  su  lira  acentos  épicos  que  le  han  formado 
una  aureola  de  gloria.  Pero  no  es  esto  todo;  hay  que  ver  en 
Prieto,  al  obrero  dedicado  á  colaborar  en  la  regeneración  de  la 
Patria,  en  la  transformación  de  nuestro  pueblo,  empuñan- 
do ahora  la  barreta  que  destroza  y  aniquila,  ó  bien  transfor- 
mando el  espíritu,  por  la  moral  que  purifica,  el  amor  que  en- 
noblece, el  patriotismo  que  levanta,  y  la  reforma  que  hace  sur- 
gir de  su  seno  un  pueblo  grande  y  libre,  siempre  bajo  el  mo- 
desto disfraz  popular.  Joyas  son  ciertamente  las  imágenes  be- 
llísimas con  que  Prieto  engalana  sus  obras;  joyas  son  las  frases 
sentimentales  >*  tiernas  que  naturalmente  desbordan  de  su  plu- 
ma; pero  la  que  es  más  grande  todavía,  las  intenciones  abor- 
dadas, henchidas  de  los  grandes  fines  que  se  propone,  los  tras- 
cendentales programas  que  se  traza,  impregnados  del  deseo  de 
ser  útil  á  sus  semejantes,  de  buscar  el  engrandecimiento  de  la 
Patria  á  quien  tanto  nos  ha  enseñado  á  amar.  Queden  los  de- 
talles de  la  prosodia,  que  no  son  en  defectos  tan  numerosos 
como  se  cree,  para  los  pobres  de  espíritu  que  es  preciso  que 
tengan  algo  de  que  ocuparse.  Queden  también  para  estos  mis- 
mos las  horripilaciones  aristocráticas  de  los  que  critican  á  Prie- 
to que  canta  al  lépero  y  hace  lucir  en  la  china  las  selectas  vir- 


GUILI.BRMO  PRIETO 


tudes  que  forman  el  sublime  tesoro  de  amartelamiento,  gene- 
rosidad, abnegación  y  delicadeza  que  dan  á  la  mujer  mexicana 
uno  de  los  primeros  lugares  en  el  escalafón  de  su  sexo.  ¿En 
qué  otra  clase  social  se  pueden  sorprender  estos  cuadros;  en 
qué  otro  lienzo  se  pueden  diseñar  los  rasgos  de  nuestro  carácter 
nacional?  Por  otra  parte,  y  en  último  resultado,  de  dónde  han 
salido  y  en  qué  otra  atmósfera  se  han  formado  nuestras  gran- 
des matronas  y  nuestros  grandes  hombres?  ¿No  es  el  pueblo 
el  tronco  común  de  donde  hemos  salido  todos?  Pues  ahí,  en 
ese  pueblo,  están  las  virtudes  y  la  grandeza,  de  que  más  ó  me- 
nos pulidos  hacemos  un  alarde  después.  Las  sociedades  se  trans- 
forman incesantemente  subiendo  lo  de  abajo  y  cayendo  lo  de 
arriba,  elevado  lo  primero  por  las  virtudes,  carcomido  lo  segun- 
do por  los  vicios;  pero  el  fondo,  el  carácter,  está  en  el  recep- 
táculo común  de  donde  salen  unos  y  á  donde  caen  los  otros. 
Los  rasgos  típicos  y  generales  ahí  se  deben  estudiar.  Insensa- 
ta satisfacción  es  ésta  para  los  detractores,  siempre  tendrán  pa- 
ra ellos  mucha  importancia  esos  decantados  defectos.  ¿Quién 
se  fija  en  las  manchas  de  una  estatua  de  Pidias,  ni  quién  se  fija 
en  un  cuadro  de  Rembrandt  en  seguir  las  huellas  de  la  brocha? 
El  conjunto,  la  vida,  el  ser,  el  alma,  eso  es  lo  que  hace  inmor- 
tales las  grandes  obras  del  Ingenio:  nadie  critica  la  naturale- 
za por  que  tenemos  jaqueca  ó  porque  existe  un  tonto. 

Un  hombre  que  consagra  su  vida  al  bien  de  sus  semejantes, 
con  eso  sólo  tiene  hecho  su  panegírico.  Así  es  que  Prieto  nos 
parece  salir  de  la  meta  común,  por  su  dicción,  por  sus  imáge- 
nes, por  su  sentimiento,  por  su  ternura;  pero  sobre  todo,  cuan- 
do Prieto  se  eleva  á  toda  su  altura;  cuando  alcanza  el  zenit  de 
su  estro,  es  cuando  piensa  6  canta  á  la  libertad  6  á  la  Patria,  y 
á  esta  última  cuando  se  convierte  en  adalid  de  su  derecho,  ó 
cuando  estudia  á  su  pueblo  para  moralizarlo  y  engrandecerlo, 
para  defender  su  autonomía  ó  independencia,  ó  para  defender 
su  libertad  ó  crear  y  estimular  sus  virtudes;  entonces  estudia 
sus  costumbres  y  sus  sentimientos;  entonces  hace  resaltar  en 
cuadros  llenos  de  color  y  de  vida,  de  poesía  y  de  ternura,  la  fi- 
delidad de  la  mujer,  el  amor  de  la  madre,  la  generosidad  en 
el  hombre,  la  lealtad  y  el  valor,  y  en  todos  el  sacrificio  y  el 
amor  á  la  Patria.  Esta  es  una  escuela  ideal  y  levantada,  y  la 
Afusa  Callejera  y  los  Romanceros  son  unos  libros  preciosos  pa- 
ra la  educación  popular. 

La  intención  del  autor  es  manifiesta;  combate  nuestros  vi- 


VI  PRÓLOGO 

cios  sociales,  se  introduce  en  las  cárceles,  ya  á  los  saraos,  sor- 
prende las  escenas  en  las  encrucijadas  ensalzando  la  virtud  en 
todas  partes  y  flagelando  cruelmente  los  vicios,  y  todo  en  me- 
dio de  mil  verdades  y  bellezas  y  aun  enmascarándose  con  el 
caW  popular  para  introducirse  fácilmente  entre  el  pueblo  y  que 
sea  más  prolífica  su  semilla.  No  estamos  haciendo  una  crítica, 
ni  somos  competentes  ni  imparciales  para  ello.  Esta  es  una 
simple  relación,  un  juicio  á  la  ligera  y  al  calor  de  muy  tiernos 
afectos.  Con  esos  elementos  ha  incubado  el  amor  á  la  Patria. 
Prieto  ha  querido  que  tengamos  Patria  y  la  ha  idealizado,  co- 
mo el  que  ama  á  una  mujer,  le  coloca  una  diadema  de  estre- 
llas y  las  alas  de  un  ángel. 

La  libertad  es  la  atmósfera  única  en  que  la  Patria  se  forma 
y  se  robustece,  y  Prieto  ha  cantado  y  defendido  la  libertad.  El 
derecho  se  ha  convertido  en  musa  bajo  su  inspiración,  y  no  co- 
mo quiera,  sino  al  calor  de  los  combates.  La  lira  de  nuestro 
hombre  se  ha  trocado  en  guerrero  clarín  que  nos  ha  llamado 
á  la  Guerra.  Nos  ha  deleitado  en  las  victorias  y  nos  ha  alen- 
tado en  las  derrotas;  siempre  nos  ha  hecho  ver  entre  torrentes 
de  consuelo  que  tras  de  las  más  desastrosas  tormentas  ha}'  un 
sol  risueño  que  nos  espera.  Prieto  es  gran  orador,  siempre 
poeta,  y  la  virilidad  y  la  energía  han  sido  preciosas  cuerdas  que 
han  hecho  resonar  sus  cantos,  (i)  Nuestras  revoluciones,  tan 
poco  conocidas  y  mal  juíigadas  por  los  extraños,  pero  tan  ine- 
vitables y  aun  necesarias,  no  han  sido  el  efecto  de  un  espíritu 
inquieto  y  turbulento,  sino  la  necesidad  fisiológica  de  nuestro 
organismo  para  desembarazarse  de  los  elementos  patogénicos 
que  tenían  y  aun  tienen  á  nuestra  Patria  en  la  destrucción  y 
en  la  muerte.  ¿Cómo  conseguir  que  el  boa  ó  el  tigre  suelten 
su  presa,  sino  por  la  resistencia  y  la  lucha?  ¿Cómo  lograr  que 
las  clases  privilegiadas,  vampiros  que  se  nutren  con  la  sangre 
del  pueblo,  abandonen  sus  privilegios,  sino  por  medio  de  la 
fuerza,  elemento  que  ellos  mismos  habían  puesto  en  juego  pa- 
ra su  dominio?  Nuestras  revoluciones  han  sido,  no  sólo  por 
motivos  sociológicos,  sino  biológicos,  condiciones  sine  qua  rtoft 
para  la  existencia.  La  Independencia  Nacional  fué  el  sublime 
alumbramiento  de  un  niño  enfermo,  pero  no  era  más  que  una. 

( I )  Coiiüiscü  que  todo  ésto  puede  creerse  parcial  y  desautoHzado  eii  mis 
labios;  creo  que  también  el  señor  mi  padre  puede  tener  grandes  defectos;  pe- 
ro nadie  podrá  culparme  de  que  no  sea  el  denunciante  de  ellos  ni  de  perdo- 
narme el  que  me  exceda  en  la  apología  de  persona  á  quien  tanto  amo. 


GUILLERMO  PRIETO  VU 


condición  de  vida,  la  primera;  pero  nua  sin  las  demás,  sin  la 
la  respiración,  no  es  viable  el  niño.  La  conquista  de  las  demás 
condiciones  de  vida,  esa  fué  la  causa  de  nuestras  posteriores 
revoluciones,  es  decir,  necesidades  no  satisfechas.  Los  privi- 
legios, los  gremios,  el  clero  corrompido,  el  ejército  igualmen- 
te viciado,  los  restos  de  la  encomienda  y  el  repartimiento,  la 
justicia  prostituida,  el  criollo  que  sólo  había  nacido  para  obe- 
decer y  callar,  en  fin,  mil  elementos  que  pesaron  sobre  noso- 
tros, fueron  la  causa  de  nuestras  constantes  inquietudes.  Por 
supuesto  que  estos  intereses  se  cubrían  con  distintas  máscaras, 
Fernando  séptimo,  religión,  fueros,  república  central,  imperio, 
eran  los  pretextos,  apoyados  en  una  educación  pésima  y  una 
supina  ignorancia.  De  todos  estos  males  era  preciso  libertar- 
nos, esta  fué  la  causa  de  tantas  guerras  y  de  que  se  haya  de- 
rramado tanta  sangre. 

Cuando  un  individuo  contrae,  por  ejemplo,  un  pakidismo, 
es  importantísimo  retirarlo  del  campo  enfermizo,  esta  fué 
la  Independencia;  pero  no  es  esto  todo,  falta  lo  principal,  sa- 
car el  vinis  de  la  circulación  de  la  sangre,  esto  fué  la  Reforma, 
la  consumación  de  la  Indepencia  y  la  vuelta  á  la  vida.  En  to- 
da esta  epopeya,  Prieto  tomó  parte  esencialísima  con  trabajos 
y  sacrificios,  y  utilizó  sus  cualidades  como  orador  y  como  poeta. 
Más  de  una  vez  la  elocuencia  de  su  palabra  llevó  voluntarios 
á  los  cuarteles,  al  par  que  arrancaba  de  las  garras  de  sus  ase- 
sinos al  Benemérito  de  América  con  su  palabra,  ó  corría  de 
uno  á  otro  extremo  de  la  República,  llenando  oficiales  é  im- 
portantísimas comisiones.  En  medio  de  tantas  fatigas  y  peli- 
gros, su  pluma  no  descansaba  un  momento  y  se  consagraba  á 
la  propagación  de  sus  ideas.  La  poesía,  sus  versos,  ora  satíricos, 
ora  festivos  y  ligeros,  eran  el  constante  medio  de  su  propagan- 
da popular,  aparte  de  artículos  serios  y  discursos  con  los  cua- 
les conquistaba  prosélitas;  y  como  un  verdadero  apóstol,  pre- 
dicaba la  buena  nueva  de  la  libertad  y  del  progreso.  Esta  épo- 
ca de  la  Reforma  no  es  suficientemente  conocida  y  admirada, 
todos  aquellos  hombres  que  tomaron  parte  en  su  triunfo,  ge- 
neración excepcional  de  admirable  temple  y  energía,  compe- 
tían entre  sí  por  su  valor  y  su  constancia,  por  su  desprendi- 
miento y  abnegación;  nobles  y  desinteresados,  buscaban  la 
realización  de  un  ideal  y  lo  perseguían  sin  descanso  y  á  toda 
costa,  sin  pensar  siquiera  un  momento  en  sus  intereses  persona- 
les. ¡Qué época!  ¡Qué  hombres!  ¡parece que  ni  somos  sus  hijos! 


VIII  pr6ix>go 


¡  Qué  distancia  tan  grande  hay  de  ellos  á  nosotros !  Y  lo  más  singu- 
lar, es  que  las  dos  principales  columnas  en  que  se  apoyaban 
sus  contrarios,  eran  el  clero  y  el  ejército:  y  respecto  al  prime- 
ro, la  mayor  parte  de  los  reformistas  eran  creyentes  y  católi- 
cos; yo  los  he  visto,  los  he  conocido,  los  he  tratado  y  los  he 
admirado.  No  era,  pues,  la  guerra  á  la  creencia  religiosa  la 
que  animaba  á  los  constituyentes  y  Reformistas,  sino  el  ho- 
rror á  los  abusos,  la  convicción  de  que  era  imposible  que  uiía 
sociedad  marchara  con  un  poder  sobre  el  poder,  y  poder  que 
a  la  par  que  enerv^aba  las  inteligencias  con  la  superstición, 
aniquilaba  á  la  sociedad  con  su  influencia  bastarda  inspirada 
por  la  codicia  y  por  los  vicios.  Aquellos  insignes  varones,  los 
refonnistas,  tu\ñeron  que  luchar  contra  su  educación,  despren- 
derse de  sus  preocupaciones  primero,  las  más  veces  en  lucha 
hasta  con  sus  familias,  por  combatir  los  abusos  del  clero  y  de- 
jar libre  á  la  República  de  aquel  pulpo  ávido  que  chupaba  to- 
da su  sangre.  Las  costumbres,  las  ideas,  todo  era  preciso  cam- 
biar y  todo  lo  cambiaron,  el  trabajo  forzado,  las  faenas,  los 
tribunales  especiales,  la  censura  previa,  los  malos  tratamien- 
tos, crímenes  de  lesa  dignidad  httmana,  en  una  palabra,  la 
esclavitud,  la  explotación  inicua  del  hombre  por  el  hombre, 
con  distintos  nombres  y  disfraces,  el  encomendero  hecho  ha- 
cendado, la  idolatría  en  cambio  de  ídolos,  ese  era  nuestro  ser, 
y  no  estaba  sostenido  por  el  clero  y  por  ejército,  por  algo  más, 
por  los  ricos,  ó  como  irónicamente  se  le  llama,  la  aristocra- 
cia, compuesta  de  los  niños  mimados  del  privilegio,  de  la  en- 
comienda y  de  todo  género  de  fraudes,  desde  el  robo  de  jor- 
nal del  peón  hasta  el  contrabando,  la  casa  de  empeño  y  la 
falsificación  de  pesas  y  medidas  en  la  tienda.  Esta  era  nues- 
tra nobleza:  no  el  amor  al  pueblo,  ni  los  servicios  á  la  huma- 
nidad ó  á  la  patria.  La  Independencia  fué  el  primer  principio 
de  la  Refonna,  fué  el  principio  de  la  desespañolización  de  Mé- 
xico, pero  la  guerra  de  tres  años  fué  el  período  crítico  de  su 
consumación,  el  momento  en  que  Sansón  derribó  los  pilares 
del  falso  templo,  por  eso  esa  guerra  fué  terrible;  pero  fué 
alegre  y  bella,  como  que  estaba  preñada  de  esperanzas  de  las 
cuales  se  han  realizado  y  son  imperecederas  la  mayor  parte. 
La  separación  de  la  Iglesia  y  el  Estado,  la  desamortización, 
lasecularización,  la  abolición  de  las  mazmorras  que>e  titulaban 
conventos,  el  Registro  civil,  la  restitución  al  Estado  de  lo 
que  al  Estado  corresponde;  todas  esas,  son  conquistas  que  no 


GUILLERMO  PRIETO  IX 


se  perderán  jamás  y  á  cuya  sombra  México  se  desarrollará 
y  será  grande;  y  aun  otras  como  el  sufragio  libre,  la  libertad 
de  imprenta  y  otras  que,  por  situaciones  especiales  hemos  vis- 
to enturbiarse,  no  se  perderán;  las  nubecillas  se  disiparán  y 
lucirá  grandioso  el  progreso,  y  no  morirán  nunca.  Los  princi- 
pales enemigos  fueron  vencidos,  la  masa  de  la  Reforma  los 
aplastó  para  siempre  y  ya  el  pensamiento  libre  no  se  dejará 
encadenar;  el  clero  será  más  ó  menos  rico,  más  6  menos  vir- 
tuoso; pero  quedará  sometido  al  Estado  y  será  obediente  á  la 
ley,  en  su  conveniencia  está  serlo.  ¿Acaso  el  clero  actual,  es 
el  mismo  clero  de  los  entredichos  y  las  excomuniones,  es  el 
mismo  clero  de  la  traición  y  la  simonía?  No,  el  clero  actual,  es 
muclio  más  moralizado  y  tiene  muchos  ministros  .sumisos  d 
la  ley  y  patriotas.  La  Reforma  ha  vencido. 

En  esta  epopeya,  en  esta  serie  de  combates  y  de  acontecí* 
mientos,  se  encuentra  casi  siempre  mezcjado  el  nombre  de 
nuestro  autor  y  siempre  auxiliando  sus  trabajos  como  político 
con  sus  producciones  literarias.  Sus  versos  han  vulgarizado 
las  ideas,  han  enseñado,  y  en  los  versos  de  la  China,  de  los 
Cangrejos  y  otras  poesías,  convertidas  en  canciones  popula- 
res, ha  ido  la  enseñanza  patriótico-liberal  de  boca  en  boca, 
de  oído  en  oído. 

Grande  ha  sido  la  trascendencia  de  esta  poesía,  que  como 
se  ve,  no  es  la  insubstancial  frivolidad  de  hacer  frases  recorta- 
das y  versos  cadenciosos,  sino  que  Prieto  ha  perseguido  un 
fin  educativo  y  grande.  Ha  tendido  á  formar  la  Patria  hacién- 
dola amar,  y  para  hacerla  amar  la  ha  dado  á  conocer,  estu- 
diando á  su  pueblo  y  á  sus  hombres,  sus  sentimientos  y  sus 
costnmbres,  y  de  ahí  deducimos  que  puede  llegar  á  ser  un 
pueblo  grande  el  que  ha  tenido  esos  hombres  y  realizado  esas 
hazañas.  Cuando  vemos  esas  agrupaciones  de  indígenas,  que 
solo  lucen  harapos  y  miseria,  perdemos  hasta  la  idea  de  la 
humanidad  y  nos  queda  la  del  basurero  y  el  reptil;  pero  si  sa- 
bemos que  de  esos  grupos  salieron  Netzahualcóyotl  y  Net- 
zahualpilli,  Cuauhtemoc,  Cuitlahuatzin,  Morelos,  Juárez,  Al- 
tamirano,  etc.,  etc.,  cambiamas  de  opinión  y  creemos  que  ese 
malestar  es  transitorio,  y  que  de  esa  raza  de  que  salieron  esos 
hombres  pueden  salir  otros  muchos;  pero  esto  es  necearlo  que 
alguno  nos  lo  haga  ver  y  mueva  nuestros  sentimientos.  Lo 
propio  sucede  con  las  razas  mestizas,  y  más  ó  menos  puras  to- 
das ellas,  y  más  la  cruzada,  han  dado  hombres  grandes  y  en  su 


X  PRÓI^OGO 

seno  se  han  verificado  grandes  evoluciones.  El  estudio,  cono- 
cimientos y  vulgarización  de  esto  ha  sido  el  afán  y  la  tarea  de 
la  musa  de  Prieto;  De  los  hombres  de  México  y  de  sus  hechos 
se  sacan,  y  él  los  ha  hecho  lucir,  grandes  y  nobles  ejemplos 
para  la  educación  de  la  juventud  y  orgullo  nacional.  ¿No  la  fi- 
gura de  un  Bossuet,  deunMasillón,  de  un  Voltaire,  de  un  Napo- 
león, de  un  Luis  XIV  forman  la  trama  del  patriotismo  fran- 
cés? Pues,  Cuauhtemoc,  Cuitlahuac,  Hidalgo,  Morelos,  Galea- 
na,  Matamoros,  Guerrero,  Victoria,  Gómez  Parías,  Juárez, 
Ignacio  Ramírez,  Miguel  Fernández  IJzardi,  González  Orte- 
ga, Juan  Alvarez,  etc.,  etc.,  sin  entrar  en  comparaciones,  ¿por 
qué  no  han  de  rebullir  con  sus  ejemplos  en  la  imaginación  de 
nuestros  compatriotas  para  que  los  imiten?  ¿Quedaríamos  mal 
si  todos  los  mexicanos  procuraran  ser  un  Morelos?  Prieto  canta 
y  enaltece  á  estos  hombres,  narra  sus  hechos,  verdaderos  y  pa- 
tentes, y  nadie  negará  que  nutrida  la  juventud  con  estas  imá- 
genes no  sientan  orgullo  de  ser  hijos  de  México.  Pues,  esta  ha 
sido  y  no  de  ahora,  la  obra  del  Romancero.  ¿No  es  una  obra 
que  ceñirá  su  frente  con  los  lauros  de  la  inmortalidad?  ¿Hay 
en  estas  apreciaciones  los  desvíos  del  amor  filial?  En  la  gue- 
rra con  los  Estados  Unidos,  no  vemos  tipos  como  Arista,  Bal- 
deras,  León,  Echeagaray,  etc.,  etc.,  que  cubrieron  á  México 
de  gloria? 

La  fortuna  fuénos  adversa  en  esa  guerra;  pero  la  Patria 
perdió  heroica  y  grande,  víctima  de  las  circunstancias  ó  del 
destino,  pero  en  medio  de  la  derrota  fué  sublime.  Esto  canta 
el  bardo,  esto  aprende  el  niño,  esto  reflexiona  el  adulto,  y  es- 
to engendra  y  robustece  el  patriotismo,  sentimiento  noble  y 
necesario  del  que  no  puede  hacernos  prescindir  aun  la  civili- 
cación  moderna. 

Ya  se  ve  cuál  ha  sido  pues  la  tendencia  de  la  poesía  de 
Guillermo  Prieto:  crear  la  Patria,  haciendo  que  sus  hijos  la 
amen,  defender  la  libertad,  el  derecho  y  la  moral,  y  derramar 
esta  semilla  en  el  pueblo,  como  poderoso  medio  educador 
para  que  México  se  regenere  y  sea  feliz.  El  pueblo  ha  pre- 
miado con  largueza  los  trabajos  de  mi  anciano  padre,  desen- 
tendiéndose de  su  talento  y  de  su  mérito  literario  y  llamándo- 
le, como  el  sabio  eminente  D.  José  María  Vigil,  el  poeta  na- 
cional. 


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PLAN  DE  AYTTTLA. 


TCiuFuo  T  raoTOAL  Komxnee  oet  PLxn  dc  atutlx 
I 

De  cincuenta  y  tres  el  año 
Marcaba  en  el  mundo  el  tiempo 

Y  Santa  Anna  dominaba 
Creyéndose  rey  por  dentro; 
Forjando  á  su  gusto  nobles, 
A  los /»r(£?j  persiguiendo, 
Sembrando  ¿>u  férrea  mano 
El  terror  y  el  descontento. 
Dueño  de  hacienda  y  de  vidas, 
Entre  sirvientes  abyectos, 

No  tuvo  Santa  Anna  obstáculos 
Para  sus  planes  perversos, 
Ni  barrera  su  codicia, 
Ni  su  vil  lujuria  freno, 
Ni  medida  sus  crueldades. 
Ni  límite  sus  excesos. 
La  leva  brutal  los  campos 
Dejaba  casi  desiertos, 

Y  el  fisco  con  férrea  garra 
Atormentaba  el  comercio: 
Liberales  eminentes 
Gemían  en  los  destierros, 
Mientras  ridicula  pompa 
Como  de  rango  europeo, 
Al  manto  de  Guadalupe 
Le  daba  atractivos  nuevos 

Y  regio  brillo  á  los  nombres 
De  agiotistas  y  de  clérigos. 
De  tahúres  y  canalla. 

Que  por  sus  indignos  hechos 
Los  reclamaba  el  presidio 
Imparcial  y  justiciero. 


PLAN  DE  AYÜTLA. 


En  manos  de  Sierra  y  Roso 
La  Hacienda  era  engaño  y  cieno 
Que  todo  lo  emponzoñaba 
Con  destructores  impuestos: 
Se  vendía  la  Mesilla 
Con  escarnio  del  derecho. 

Y  en  Guaymas  desembarcaban 
Audaces  aventureros 

A  la  nación  ultrajando 
Al  invadir  nuestro  suelo. 
Yucatán  desesperado 
Clamó:  jqué  muera  el  gobierno! 

Y  llovieron  extorsiones 
Sobre  el  desdichado  pueblo. 
En  fin,  á  punto  se  estaba 
De  volver  cena  de  negros 
Los  nobles  y  el  peladaje, 
Este  desdichado  México. 
Entre  tanto  el  Sur  estaba 
Como  apartado,  durmiendo, 
Obediente  de  Su  Alteza 

A  los  designios  siniestros; 
Pero  era  que  su  caudillo 
Soldado  del  gran  Morelos, 
Apelaba  al  disimulo 
Para  cubrir  sus  intentos 
Deslumhrando  á  su  enemigo, 
Preparando  su  terreno. 
Robusteciendo  su  fuerza 
Con  el  común  descontento, 
Como  cazador  astuto 
Que  con  las  ramas  cubierto. 
Hace  de  troncos  y  peñas 
Su  seguro  parapeto 
Para  que  caiga  la  presa 
Bajo  sus  tiros  certeros. 
En  tanto  por  Acapulco 
Arribó  Eligió  Romero 
Hombre  de  fibra  tirante, 
Liberal  de  pelo  en  pecho 
A  quien  Tus  Tus  le  llamaban 
Sus  amigos  de  colegio, 
Distinguiéndose  entre  todos 
Por  su  saber  y  talento; 
Ftanco,  alegre,  calavera, 


PIAN  DB  AYüTLA. 


Chico  de  rumbo  y  de  trueno 

Y  entre  gente  de  polendas 
Visto  con  odio  y  con  miedo. 
Este  llegó  disfrazado 
Porque  era  el  fiel  mensajero 
De  la  gente  que  en  el  Norte 
Trabajaba  con  empeño 

Por  derrocar  al  tirano. 
Haciendo  heroicos  esfuerzos 
Allá  se  encontraba  Ocampo, 
Juárez,  Mata,  Monteneg^, 
Allí  Sabás  Iturbide 
La  flor  de  los  caballeros, 
Arriaga  (Ponciano)  y  Maza 

Y  otros  que  ya  no  recuerdo. 
Con  Alvarez  Don  Eligió 
Habló  muy  largo  en  secreto 
De  parte  de  sus  enviados 
Afirmando  sus  proyectos; 

Y  fué  de  *Xa  Providencia" 
La  hacienda  donde  asistieron 
Los  que  después  afrontaron 
El  terrible  movimiento; 

Y  compusieron  la  Junta 

Que  Alvarez  reunió  el  primero, 
Villareal  á  quien  Santa  Anna 
Humillaba  cruel  y  pérfido; 
Comonfort  por  sospechoso 
Separado  de  su  empleo, 

Y  otro  militar  de  nota 
Llamado  Tomás  Moreno. 
Después  de  graves  discursos 

Y  considerandos  serios 

En  que  brilló  el  patriotismo 

Y  el  noble  desprendimiento, 
El  decoro  de  la  Patria 

Y  el  amor  sublime  al  pueblo. 
Extendióse  el  plan,  y  todos 
Con  su  firma  le  cubrieron. 

A  Villareal  encargaron 
Le  proclamase  resuelto, 
En  Ayutla,  pueblecillo 
Tan  humilde  como  ameno: 
Ni  ese  plan  tuvo  caudillo 
Ni  personales  afectos 


PLAN  DE  AYUTUl. 


Ni  soldados  por  padrinos 
Ni  como  sostén  los  clérigos, 
Ni  ambiciosos  para  el  mando 
Ni  farsantes  patrioteros: 
Era  un  plan  que  proclamaba 
Al  pueblo  Señor  y  duefio 
De  sus  futuros  destinos, 
Sin  disfraces  ni  embelecos. 
Un  plan  en  que  los  principios 
Sin  nubes  se  distinguieron 

Y  encerraba  las  semillas 
De  la  ley  y  del  progreso; 
Pero  Comonfort  le  puso 
Una  gota  de  veneno 
Dándole  á  los  moderados 
En  una  reforma,  acceso. 

n 

KL  PLAN  DE  ATUTLA. 

Villareal  la  voz  levanta 
En  Ayutla,  y  repentino 
El  Sur  acude  á  las  armas 
Entusiasta  y  decidido, 
Como  se  lanzan  los  peces 
En  la  noche  á  do  está  el  brillo 
Que  pone  bajo  las  aguas 
El  buen  pescí*dor  con  tino. 
¡Vivan  D.  Juan,  nuestro  Tata, 
Que  viva  D.  Diego  su  hijo! 

Y  el  rumor  se  propagaba 
Por  aldeas  y  cortijos 
Haciendo  veloz  recluta 

Con  los  grandes  y  los  chicos; 
¡Guerra!  gritaba  la  gente 
Por  veredas  y  caminos, 
¡Guerra!  en  lo  alto  de  la  sierra, 
¡Guerra!  en  los  hondos  abismos; 
El  rumor  llega  á  Santa  Anua 
Que  en  su  alma  soberbia  herido 
Lanzando  rayos  y  truenos 
Enmedio  de  sus  esbirros 
Jura  del  Sur  detestado 
Implacable  el  extermimo: 


PtAN  DE  AYUTtA. 


Apronta  fuerzas  potentes 
A  que  cumplan  sus  designios 
Arrasando  cuanto  encuentren 

Y  condenando  á  cuchillo 
Además  de  los  que  luchan 
A  las  mujeres  y  niños. 

La  fuerza  se  pone  en  marcha» 
Corre  sangre  en  el  Coquío 

Y  el  caudaloso  Mexcala 
Se  miró  de  sangre  tinto. 
Entre  tanto  el  plan  de  Ayutla 
Cobra  potente  prestigio: 

En  Michoacán  es  hoguera, 
Es  incendio  en  el  Bajío, 

Y  en  Tamaulipas  estalla 
Con  Garza  á  su  frente  invicto; 
Vidaurri  por  la  frontera 
Amaga  lleno  de  brío, 

Y  de  México  los  pueblos 
Incontenibles,  bravios, 
A  las  huestes  del  tirano 
Dan  derrotas  y  castigos. 
Santa  Anna  observaba  todo 
Furioso,  pero  aturdido, 
Como  quien  oye  á  lo  lejos 
Del  torrente  los  rugidos, 
La  inundación  presintiendo 
Que  le  ha  tragar  de  fijo 

A  pesar  de  las  barreras 
Que  su  ira  le  imponga  altivo; 
Así  vio  á  Pérez  Palacios 
Llegar  hasta  Chilpancingo, 
Enviándole  diligente, 
Sus  poderosos  auxilios, 
Pero  el  ardor  no  entibiaba 
De  los  maldecidos  pintos 
Que  contaban  como  aliados 
Más  que  ]as  plagas  de  Egipto, 
La  disenteria  tremenda, 
Las  sabandijas,  \o^  fríos, 

Y  el  hambre  que  sujetaba 
A  las  tropas  al  martirio. 
Furioso  al  ver  lo  que  pasa, 
Declara  á  Pérez  indigno 

Por  no  exterminar  los  pueblos 


PLAN  DE  AYÜTLA. 


Como  feroz  basilisco 

Y  por  no  colgar  rebeldes 
De  las  ceibas  y  los  pinos. 
En  su  frenesí  sangriento, 

Con  el  mando  inviste  á  su  hijo 

Y  le  ordena  que  aniquile 

Y  que  no  deje  resquicio 
De  la  insurrección  nefanda, 
De  su  poder  desafío. 

Y  su  mandato  ejecuta 
Con  entrañas  de  asesino: 
Incendia,  mata,  y  do  pasa 
Se  forman  de  sangre  nos. 
Pero  en  la  nación  entera 
Brotan  por  puntos  distintos 
Con  la  bandera  de  Ayutla 
Jefes  del  pueblo  caudillos, 
Por  fin  decide  Santa  Anna 
Ir  á  la  campaña  él  mismo 
Con  el  aparato  regio 

Que  todos  le  conocimos. 
Le  brinda  efímero  triunfo 
La  cuesta  del  Peregrino 

Y  auguran  los  cortesanos 
En  México  mil  prodigios 
Para  cubrir  con  laureles 
Al  Aquiles  de  Tampico. 
Pero  se  acerca  á  Acapulco 
Por  Comonfort  defendido 
Con  fuerza  corta,  resuelta 

Y  llena  de  orgullo  y  brío; 
Acomete  temerario, 

Mas  lo  rechazan  altivos 
Los  soldados  defensores 
Del  legendario  castillo; 
Vuelven  y  vuelven  los  mochos 
A  embestir,  pero  abatidos 
Retroceden  á  su  campo 
Para  otra  embestida  tibios. 
Ruge  en  tomo  de  Santa  Anna 
Amagando  su  recinto, 
El  odio  de  los  surianos 
Que  se  alzan  embravecidos. 
Asustado  el  Presidente 
Ac^ese  al  artificio 


PLAN  DB  AYirrUL. 


Y  á  Céspedes  comisiona 
Para  que  en  hondo  sigflo 
Brinde  á  Comonfort  dineros 

Y  el  fuerte  le  entregue  indigno. 
Que  la  corrapdón  es  arma 
Para  gobiernos  malditos 

Que  dejan  de  la  justicia 
Viles,  el  amplio  camino. 
Comonfort  al  emisario 
Rechaza  noble  y  altivo 

Y  con  burla  los  soldados 
Le  ven  salir  del  castillo. 

III. 

CANGREJOS  PAIIA  ATRÁS. 

Bn  las  tropas  del  tirano 
Pronto  el  descontento  cunde 

Y  síntomas  de  revuelta 
Embozados  se  descubren. 
Que  si  la  moral  se  abate 

En  la  Aierza,  aunque  la  azucen, 
En  vano  son  los  fusiles, 
En  vano  son  los  obuses, 
Enmedio  de  las  bravatas 
De  degradación  sucumbe. 
Santa  Auna  todo  lo  observa, 
Sus  temores  se  traslucen, 

Y  al  fin  lleno  de  zozobra 
Para  México  se  escurre. 
I4OS  viles  aduladores, 
Para  que  todo  se  oculte, 
Le  prepararon  cortinas. 
Plores,  músicas  y  luces, 

Y  un  arco  triunfal  soberbio 
Que  á  la  victoria  le  usurpe 
Las  galas  y  que  la  pompa 
De  los  romanos  ofusque. 
Bn  su  cima  está  una  estatua 

Y  unos  versos  en  su  cúspide 
Que  conservo  en  la  memoria 

Y  citarlos  se  me  ocurre: 

«Mientras  derrame  el  sol  su  lumbre  ardiente 
No  faltEuA  la  vida  á  la  Natura, 


PLAN  DE  AYUTLA, 


Así  también  mientras  Santa  Anna  aliente 

México  gozará  paz  y  ventura» 

Mas  no  duró  mucho  tiempo 

Del  ruin  coplero  el  embuste, 

Porque  un  huracán  tremendo 

Hizo  el  arco  se  derrumbe 

Y  tomó  trizas  la  estatua, 
De  cuyos  escombros  surgen 
Otros  versos  que  así  dicen, 
Salidos  de  mi  chirumen: 
«Cayó  presa  de  su  arrojo 
Esta  contrahecha  ñgura, 
¿Pero  quién  le  mete  á  un  cojo 
Elevarse  á  tanta  altura?» 
Santa  Anna  entró  desairado, 
Quiere  vengarse,  se  aturde, 

Y  sus  proyectos  de  fuga 

Que  en  su  alma  cobarde  nutre, 
Manda  con  penas  severas 
Que  se  disfracen  y  oculten. 
Como  ebrio  desatinado 
Que  siente  el  suelo  se  le  hunde 

Y  vuelve  la  recta  curva 

Y  cede  á  un  oculto  empuje 
Que  le  trastorna  el  sentido 

Y  hace  que  todo  le  asuste. 
Hasta  que  al  fin  desgoznado 
Se  echa  en  el  suelo  de  bruces; 
Así  sucumbió  Santa  Anna, 
Mientras  á  los  cielos  sube 
Espléndido  el  sol  de  Ayutla, 
Aunque  entre  siniestras  nubes 
Que  disipó  el  patriotismo 
Con  su  poderoso  empuje. 


1858. 


PLAN  DE  AYtrrLA> 


muY  "veRiFii^o" 

Y  muY  eniRADOR  RomAn^e 

DeL  P£JID  DG  JIYQTLA. 


Como  refrescante  lluvia 
Después  de  porfiada  seca 
La  sangre  de  D.  Gordiano 
Cayó  fecunda  en  Morelia, 
La  de  los  hombres  heroicos, 
La  de  las  mujeres  bellas, 
La  de  Lagos  cristalinos 

Y  valiosas  sementeras. 
Allí  gritó  iViva  Ayutla! 
El  brioso  Epitacio  Huerta, 
Rancherito  consentido 

Y  macollo  de  la  tierra: 
Montaba  lindos  caballos, 
Era  ensueño  de  las  hembras, 
Tiraba  garboso  un  peso 

En  caridades  y  fiestas 

Y  le  amaban  sus  sirvientes 
Siguiéndolo  en  donde  quiera. 
A  esos  les  dijo:  ¡muchachos! 
Ayutla  quiere  pelea 
Contra  el  cojo  maldecido. 
Alcemos  nuestra  bandera, 
Que  los  tiranos  dominan 
Sólo  rebatios  de  ovejas. 
Aliéntanse  los  rancheros, 

A  D.  Pitacio  se  agregan 

Y  relinchan  los  caballos 
De  purísima  impaciencia, 

Y  en  esto  amigos  del  alma 
£n  un  pueblo  que  está  cetca, 


tO  PLAN  DE  AYUTLA. 


Un  cuitado  pintorcillo 
De  paredes  y  de  puertas 
A.1  que  llamaban  Pueblita 
Pues  nació  su  padre  en  Puebla, 
Trocó  la  brocha  en  espada 

Y  sin  saberse  la  regla 
Resultó  que  el  pintorcillo 
Es  un  valiente  de  cuenta 

Que  proclama  el  plan  de  Ayutla 
Con  los  que  á  su  paso  encuentra. 
Huerta  y  Pueblita  se  buscan 
Pueblita  y  Huerta  se  estrechan 

Y  con  Salgado  reunidos 
En  venturosa  carrera, 
Hasta  el  valle  de  Santiago 
Briosos  y  triunfantes  llegan; 

Y  como  ronco  estampido 
Que  reventando  en  las  sierras 
Repetente  como  trueno 

Sus  ecos  en  las  cavernas, 
O  como  airado  torrente 
Que  bramando  se  despeña 

Y  que  corre  y  es  más  bravo 
Cuando  un  obstáculo  encuentra, 
Así  en  Tamaulipas,  Garza 

El  mimado  de  la  ciencia, 
El  petimetre,  el  garrido, 
El  de  las  pulcras  maneras, 
El  que  en  sus  formas  exhibe 
Perfiles  de  estatua  griega, 
De  Ayutla  en  su  fuerte  brazo 
Alza  la  hermosa  bandera; 
Convierte  á  Ciudad  Victoria 
En  terrible  fortaleza 
En  que  de  Güitián  las  tropas 
Con  impotencia  se  estrellan. 
El  viento  grita  venganza, 
Venganza  llanos  y  selvas 

Y  doquiera  se  alborota 
La  espantosa  jicotera; 
Chinaca  brotan  los  campos, 
Chinaca  salta  en  las  piedras, 
Es  un  alerta  un  silbido. 

Un  relance  es  contraseña 

Y  sefial  en  lo  s^  el  humo     •  • 


PI^AN  DE  AYDTLA.  JCl 


Que  convoca  á  la  pelea; 
Miguel  Negrete  en  Zamora 
Se  pronuncia  y  arma  gresca 
Que  al  fin  el  pueblo  le  estira 

Y  el  pueblo  le  valentea. 
¿Pero  y  quién  es  ese  chico 
Que  aparece  junto  á  Huerta? 
¿Bs  cuitado  monacillo 

Que  se  escapó  de  la  Iglesia? 
¿Es  de  charro  disfrazado 
Una  modesta  doncella 
Según  su  voz  es  meliflua 

Y  su  cutis  es  de  seda? 
Ya  tendréis  el  desengaño, 
Ya  admiraréis  su  braveza 
Cuando  al  retumbar  el  trueno 
Ponga  á  un  lado  su  modestia 

Y  su  espada  incontrastable 
Espanto  imponga  á  las  fieras; 
Ya  le  veréis  incansable 

Con  indomable  firmeza, 
Esperanza  en  los  reveses 
Placer  en  las  mismas  penas: 
Ese  es  Santos  Degollado 
De  la  Reforma  presea 
El  que  al  infortunio  vence 

Y  las  derrotas  renuevan; 
Le  acompaña  Luis  Ghilardy 
Que  tiene  sangre  en  las  venas 
De  Garibaldi  el  Romano, 
Gloría  de  la  Italia  excelsa; 
Todos  por  Ayutla  luchan 
Desde  el  centro  á  las  fronteras 
Donde  otra  falange  de  héroes 
Con  orgullo  se  desplega; 
Allí  Vidaurrí  Santiago 

De  Monterrey  se  apodera 

Y  Escobedo  é  Hinojosa 
Con  Zaragoza  le  cercan; 
Allí  Juan  Zuázua  descubre 
De  gran  guerrero  las  prendas 

Y  otros  mil  que  mi  memoria 
Recordar  bien  no  me  deja. 
A  un  guerrillero  en  Oaxaca 
Se  une  Porfirio  que  aun  era 


12  PLAN  DE  AYUTT.A. 


Un  estudiantino  obscuro 
Cursando  Jurisprudencia, 
Pero  liberal  ardiente 
De  buena  ley  y  alma  entera; 

Y  Llave,  el  insigne  Llave, 
Su  hogar  y  sus  libros  deja 

Y  secunda  el  Plan  de  Ayutla 
En  Orízaba  su  tierra; 

En  san  Luis  levanta  tropa 
Con  ardor  Vicente  Vega 

Y  por  fin  hay  hervidero 
De  chinacas  donde  quiera 
Cual  si  de  ignoradas  minas 
Sembrado  el  suelo  estuviera, 

Y  por  doquier  reventaron 
Causando  miedo  y  sorpresa. 
Como  fiera  acorralada 
Santa  Anna  se  desespera, 

A  unos  sigue,  á  otros  embiste, 
De  otros,  cobarde,  se  aleja; 

Y  al  fin  triste  y  asustado 

De  su  humillante  impotencia, 
En  escaparse  con  vida 
De  la  chamusquina  piensa. 
Aunque  deje  á  sus  secuaces 
A  la  luna  de  Valencia. . 

Junio  lo  de  1896. 


PtAN  D«  AYtnXA.  13 


ALGGRG  Y  BIGD  PGRJfifiADO 

KOmADiíG  DGL  TÍO  MCBO. 


I. 

REJUEGO. 


Acapulco  está  de  gorja, 
La  gente  alegre  se  agita, 
En  el  castillo  hsy  banderas, 
Retumba  la  artillería, 
En  las  calles  hay  adornos, 
En  las  Iglesias  repican 

Y  en  la  dilatada  playa 

El  pueblo  ansioso  se  agita; 
Con  sus  peinetas  las  hembras 

Y  con  sus  blancas  camisas, 
Los  hombres  con  sombrerazos 
Su  machete  y  su  cachimba. 
Todos  saludan  la  nave 

Que  está  anclada  en  la  bahía 

Y  que  botes  y  cayucos 

En  medio  á  entusiastas  vivas 
A  Comonfort  ver  anhelan; 

Y  ¡viva  tío  Nacho!  gritan, 

Y  es  que  Comonfort  regresa 
Tras  de  la  ausencia  brevísima 
Que  reforzó  el  plan  de  Ayutla 
Del  Norte  do  con  activa 
Diligencia  el  armamento 
Compró  que  se  necesita, 

Y  halló  colaboradores 


14  FI^AN  DB  AVUTI^A. 


Que  le  honraron  á  porfía: 
Ahí  se  encontró  con  Juárez 
Que  inalterable  en  la  chilla. 
Fabricando  sus  tabacos 
Austero  se  mantenía; 
Allí  trató  con  Arriaga 
Ponciano,  de  bolsa  exigua 
Que  de  humilde  zapatero 
En  hambre  y  penas  vivía; 
Allí  estaba  Montenegro, 
Allí  Mata  que  ejercía 
Pobre  comercio  de  velas 
De  la  frontera  en  la  orilla; 
Allí  Sabás  Iturbide, 
Gran  corazón  y  alma  limpia, 
A  los  más  menesterosos 
Cumplido  y  noble  servía. 
Allí  por  fin  Pepe  Maza 
Con  actividad  solícita 
A  industriales,  á  ricachos, 
A  cirqueros,"áJarbitristas. 

Y  á  todo  bicho  viviente 
Que  pagaba,  complacía. 
Comonfort  para  su  empresa 
A  sus  amigos  alista 
Volviendo  con  sus  recursos 
A  dar  á  sus  planes  vida; 
Allí  de  pronto  sus  marchas 
Con  Alvaréz  organiza 

Y  se  interna  por  Jalisco 
Con  escasa  comitiva, 

Pero  en  Zapotlán  el  Grande 
I  Viva  el  plan  de  Ayutla!  grita: 

Y  aquel  Estado  gigante, 
De  pie,  con|la  frente  {altiva. 
Se  alza  amenazando  esbirros 

Y  arrollando  tiranías. 
Allí  deja  á  Degollado 

A  que  la  empresa  prosiga 

Y  él  se  marcha  para  Lagos 
A  donde  Haro,  con  malicia, 
El  plan  firmado  en  Ayutla 
Quiere  embrollar  con  perfidia. 
A  Comonfort  proclamando 
Para  la  suprema  silla. 


PLAN  DE  ATUTLA.  X5 


Tras  de  Haro  busca  á  Doblado; 
Desbarata  sus  intrigas, 

Y  leal  y  caballero 

Vence;  su  ambición  domina 

Y  por  doquier  triunfa  Ayutla 

Y  Comonfort  se  prestigia. 

i  Oh  Comonfort!  Y  cuan  grande 

Y  con  honra  aparecías 
Como  centro  de  esperanzas, 
Como  estrella  matutina 
Que  en  los  cielos  reverbera 

Anunciando  hermoso  día 

Al  fin vinieron  las  sombras 

Y  en  su  sepultiu-a  fría 

Vierte  lágrimas  la  gloría 

Sobre  unas  flores  marchitas. 


l6  PI,AN  Dfi  AYUTLA. 


ROmAD^G  A  LA  CAKQGADA, 
OQG  $G  PUGDG  LLAIHAR  DGL  "DO  me  OGJO 


¡  Arriba  bravo,  Mnaca: 
Valiente  chinaca  arriba! 
Que  la  hora  del  7io  me  dejo 
Cantan  campanas  y  esquilas; 
Ya  á  Morelia  el  plan  de  Ayutla 
Hace  su  primer  visita; 
Rancheros  desengañados. 
Calzón  blanco  y  gente  fina, 
¡Arriba!  que  es  lindo  un  pueblo 
Luego  que  se  eraberrinchina 

Y  celoso  sus  cadenas 

En  un  repente  hace  trizas; 
Nos  espera  Don  Pitacio 
Huerta  que  su  hacienda  rica, 
Deja  para  ir  á  los  mates 
Contra  la  atroz  tiranía. 
Hagan  ganas  que  ya  es  hora 

Y  va  á  llegar  Don  Pueblita 
Que  como  pintor  famoso 
Naiden  borra  donde  el  pinta. 

Y  que  unido  con  Don  Huerta 
Armaron  la  rejolina. 

Qué  hermoso  estará  Coheneo 
Cuando  reviente  la  mina 

Y  mandones  y  verdugos 
Miremos  patas  arriba; 

Y  así  diciendo  y  haciendo 
Asociáronse  los  vivas, 

Y  todos  fueron  contentos 
Al  proclamar  la  alegría. 


PI^AN  DB  AYUTI^.  IJ 


«Que  muera  el  cojo  Santa  Anua 
«Y  su  soberbia  milicia 
«y  que  viva  el  plan  de  Ayutla 
«Que^del  poder  lo  rediva\ 
En  menos  que  canta  un  gallo 
Formaron  en  retajilas 
Artesanos,  labradores, 
Rancheros  con  sus  cuchillas, 

Y  á  la  cabeza  muy  tiesos 
Pitacio,  Ramos,  Pueblita 
Güero  con  su  nariz  ancha 

Y  ojos  llenos  de  malicia. 
Para  Uruápam  marchan  todos, 
Allí  dieron  la  embestida, 

Y  allí  el  mocho  por  los  suelo6 
Miró  su  jactancia  altiva. 
Que  nada  importan  las  armas. 
Por  mejores  y  más  finas. 
Cuando  no  son  para  el  caso 
Las  manos  que  las  manijan. 

Abril  17  de  1896. 


— S 


1 8  PLAN  DE  AYUTLA. 


RouiAme  FAinoso 

De 
LAJTimAS  Y  $0RPRe$A5. 

I 

ENTRABA. 


Era  la  hermosa  alborada 
Del  pujante  plan  de  Ayutla; 
Cuando  antes  de  picar  naipe, 
Los  más  cautos  se  consultan, 
Si  se  van  á  la  cargada 
O  están  quietos  por  las  dudas 
Pero  ¿qué?  si  donde  quiera 
Reventaba  la  boruca,    • 

Y  Morelia  espada  en  mano 
Ensangrenta])a  la  lucha. 
Tovar  y  sus  permanentes, 
Entraban  á  la  trifulca 
Persiguiendo  encarnizados 
A  Degollado  y  sus  chusmas, 

Y  era  Tovar  un  valiente 

De  mucho  empaque  y  enjundia, 
Siempre  tieso  y  de  uniforme, 
Mirada  fiera,  voz  dura, 
Siempre  pegado  á  ordenanza 
Sin  que  consintiera  nunca 
Faltas  á  la  disciplina 
Ni  para  el  servicio  excusas. 
Pepe  Alvarez  su  segundo 
A  quien  pintará  mi  pluma, 
Era  garrido,  elegante, 


PI^N  DB  AYUTLA.  I9 


Liberal  en  su  conducta 
Aunque  á  su  deber  sujeto, 

Y  fiel  bajo  la  coyunda. 

El  run  run  de  los  soldados 
A  quienes  gustaba  Ayutla 
Con  cierto  tacto  y  con  arte 
Indulgente  disimula. 
Al  fin  las  tropas  se  encuentran 
En  el  famoso  Cocula 

Y  hay  una  de  dos  mil  diablos, 
Que  recordarla  espeluzna. 

II 

A  nuestras  tropas  mandaban 
Juntos  Degollado  y  Huerta 
Que  dando  á  Ayutla  laureles 
Hasta  Cocula  penetran. 
A  donde  Jalisco  libre 
Hace  de  heroísmo  sus  siembras; 
Allá  Tovar  los  persigue 
Con  su  nudaerosa  fuerza 

Y  allí  la  chinaca  brava 
Prepara  su  resistencia. 
Érase  un  cerro  escarpado 
Al  que  un  lago  le  rodea 

Y  al  viento  opuesto  un  camino 

Y  un  puente  en  cuya  defensa, 
Confiaban  los  liberales 

Con  valiente  suficiencia; 
Mas  los  de  Tovar  audaces 
El  ancho  lago  vadean, 

Y  á  los  chinacos  embisten 
Casi  como  de  sorpresa, 

Y  aquellos  fueron  plomazos: 

Y  aquella  bronca  pelea 
Hasta  que  al  tocar  el  puente: 
Se  encarniza  la  refriega 

Y  se  devoran  los  hombres 
Lo  mismísimo  que  fieras. 
Viendo  entonces  D.  Pitacio 
Que  los  nuestros  se  blandean, 
Prende  espuelas  á  su  cuaco. 
Los  cuatro  cuartos  arriesga 

Y  era  el  rayo,  era  el  tonente, 


ao  PLAN  DB  AYin%A. 


Según  con  su  ejemplo  alienta 
A  la  tropa  que  se  luce, 
Según  la  muerte  desprecia; 
Pero  una  bala  traidora 
Un  brazo  á  Huerta  le  lleva, 
El  quiere  seguir  luchando 
Mas  cae  doliente  en  tierra 

Y  con  espanto  su  gente 
Se  le  aparta  y  se  dispersa. 

III 

MÜKRTOS  QÜB  OO&RSN. 

La  derrota  de  Cocula 
Describe  imparcial  la  Historia, 

Y  los  chinacos  la  cuentan. 
Que  no  es  el  perder  deshonra 
Cuando  se  pierde  luchando 

Y  limpia  se  salva  la  honra. 
Los  prisioneros  esperan 
Impasibles  su  última  hora, 
Que  así  lo  ordena  Santa  Anna 
Tirano  y  con  furia  loca; 
Pero  enmedio  de  las  dianas 

Y  el  contento  de  la  tropa 
De  Tovar  órdenes  llegan 
De  marcha  que  á  toda  costa 
Se  verifique  al  instante 
Que' se  redba  la  nota, 

Y  Tovar  que  era  cumplido, 
Rápido  la  marcha  apronta; 
Antes  de  partir  dispone 
Que  en  una  cercana  loma 
Fusilen  los  prisioneros 
Porque  en  la  marcha  le  i^torban, 

Y  aquí  no  acierta  mi  musa 
A  descubrir  la  maniobra 
O  si  partió  de  algún  jefe 
O  la  treta  se  hizo  sola. 

Es  el  caso  que  nombraron 
Para  que  pusiera  en  obra 
La  muerte  de  prisioneros 
A  un  encubierto  patriota 
Ckinacaie  hasta  los  huesos 


PLAN  DB  ÁYDTLA.  31 


Sin  apariencia  notoria. 
Este  que  á  Tovar  contempla 
Ocnpado  en  graves  cosas 
Habla  astuto  á  sus  soldados, 
Les  amonesta  y  exhorta 
A  que  sus  órdenes  cumplan 
Con  sumisión  silenciosa» 

Y  antes  de  que  en  el  Oriente 
Se  esperezase  la  aurora 
Soldados  y  prisioneros 

Bn  lo  alto  están  de  la  loma 
A  cuyo  pie  Tovar  debe 
Marchar  con  su  fuerza  toda. 
Iba  á  pasar  y  de  pronto 
Bn  la  altura  atención  tocan 

Y  una  cerrada  descarga 
Muerte  terrible  pregona, 

Y  fué  que  á  los  prisioneros 
Las  balas  las  vidas  cortan, 
Pero  el  oficial  chinaco 
Manda  que  balas  no  pongan 
A  los  tremendos  fusiles, 

Y  filé  la  descarga  broma. 
Los  que  cayeron  del  susto 
Repentino  aliento  cobran, 

Y  los  cadáveres  listos 
Ponen  pies  en  polvorosa. 
Bl  oficial  con  Don  Santos 
La  causa  del  pueblo  adopta 

Y  Tovar  cuando  esto  supo 
Se  quedó  abriendo  la  boca. 


22  PLAN  DB  AYUTLA. 


GHADDG  T  FOmPOSO  ROOlAnee 

DG  LA  $ALIDA  DG  ^ADTA  AnnA. 


Por  caminos  y  veredas, 
Entre  peñas,  entre  milpas, 
Por  lo  hondo  de  las  barrancas 

Y  por  las  más  altas  cimas, 
A  los  surianos -valientes 

Se  ven  correr  como  hormigas, 
Que  reventó  el  plan  de  Ayutla, 
Que  suena  cual  mil  esquilas, 

Y  que  el  hasta  aquí  pronuncia 
De  la  feroz  tiranía. 

Entre  tanto  está  Santa  Anna 
Bañándose  en  mil  delicias, 
Le  dan  los  ricos,  banquetes, 
Las  hermosas  sus  sonrisas 

Y  algo  más según  y  como 

Nos  refiere  la  malicia. 

De  su  capricho  pendientes. 
Están  fortunas  y  vidas 

Y  el  astro  de  sus  contentos 
Ni  una  nube  oscurecía; 
Pero  en  el  Sur  cantó  el  gallo, 

Y  aunque  parezca  una  chispa 
Hay  chispas  que  meten  miedo 
Cuanda  hay  pólvora  en  la  mina. 

Y  en  medio  de  su  desprecio 

Y  de  su  calma  fingida 


PLAN  DE  AYUTLA.  23 


Ordenes  crueles  el  cojo 

Contra  los  alzados  dicta 

Que  á  los  rebeldes  fusilen : 
Que  las  comarcas  se  extingan : 
Que  se  incendien  las  ciudades: 
Que  arrasen  las  rancherías 

Y  la  insurrección  su  llama 
Por  donde  quiera  extendía; 
Que  la  opinión  no  se  mata 
Cuando  las  almas  domina. 
Gordiano  Guzmán  resuelto 
Alza  en  Morelia  la  insignia 

Y  alumbra  al  morir  los  pueblos 
Que  entusiastas  le  seguían. 
Garza,  el  garrido  mancebo, 

El  sabio,  libertad  grita, 

Y  de  su  Ciudad  Victoria 
Hace  cindadela  invicta. 
Vidaurri  el  pendón  levanta 
E  irguiendo  la  frente  altiva 
A  su  Alteza  y  sus  esbirros 
Decidido  desafía. 

Con  la  insurrección  el  suelo 
De  honda  conmoción  palpita; 

Y  Santa  Anna  temeroso 
Tomó  cualquier  causa  frivola, 

Y  al  Sur  dispuso  pomposo 
Su  cuasi  regia  salida. 
¡Qué  ricos  preparativos! 

¡Qué  contratos!  ¡Qué  expresivas 
Finezas  con  que  la  prensa 
Al  Czar  anunciaba  dichas! 
Sale  Santa  Anna  á  campaña 
Con  vistosa  comitiva, 
La  de  arrogantes  corceles, 
La  de  espadas  que  al  sol  brillan. 
La  de  músicas  que  esparcen 
Polvo  de  oro  de  alegría. 
Así  llega  á  Chilpancingo 
Entre  lauros  y  entre  vivas, 
Allí  busca  al  noble  Bravo 

Y  le  hace  cordial  visita; 
Allí  el  singular  prodigio 
Súbito  se  verifica 

De  que  una  Águila  viniera 


24  PLAN  DB  AYUTLA. 


Dd  ejército  á  las  filas 

Y  en  su  centro  se  posara 
Mansa,  quieta,  inofensiva; 
La  adulación  con  asombro 
Diluvio  anuncia  de  dichas, 
lyos  fanáticos  la  acatan 
Cual  mensajera  divina, 

Y  en  México  saludaron 
Al  águila  las  esquilas. 
Alvarez,  del  Peregrino 
Sus  cortas  fuerzas  retira, 

Y  por  triunfo  tan  tremendo 
En  México  se  repica. 
Entonces  al  Coquío  embiste 
La  tropa  alegre  y  altiva 

Y  los  pintos  se  escabullen 
Como  quien  se  va  dejuida. 
En  la  capital  los  hijos 

De  su  Alteza  Serenísima 
Se  derriten  en  lisonjas, 
Bailan,  se  desporrondingan, 

Y  auguran  que  de  los  pintos 
No  quedaron  ni  cenizas. 

Y  mientras,  las  calenturas 
A  las  tropas  acuchillan, 

Y  hay  alacranes  que  matan, 

Y  aires  ardientes  que  asfixian, 

Y  disenterias  que  diezman 
Las  tropas  de  tierra  fiía. 

Ni  dando  en  cambio  un  tesoro 
Se  consigue  una  tortilla, 

Y  el  hambre  seca  las  carnes 
Que  atormenta  la  fatiga. 
En  esto  muy  soto  voce 
Corre  la  fatal  noticia 

Que  Alvarez  la  retaguardia 
Ocupa  de  la  Conquista. 

Y  aquellos  fueron  vapores, 

Y  semblantes  de  ictericia 

De  los  que  horrible  naufirtgio 
De  su  Jefe  presentían; 

Y  aquellos  fueron  contentos 
De  aquellos  cuya  codicia 
Enmedio  á  la  seca  sueñan, 
Con  los  dones  de  la  pizca. 


PLAR  DE  AYüTLA.  S5 


II. 
A  AGAPULOO. 

Campos  de  la  Providencia^ 
Montaña  del  Veladero, 
Caminos  do  se  estamparon 
Las  huellas  del  gran  Moreloa. 
Hoy  que  atrevidas  invaden 
Vuestro  venerado  suelo 
Las  legiones  de  un  tirano 
Que  la  tradición  rompiendo 
De  infamia  y  baldón  el  3rugo 
Quiere  ponemos  al  cuello, 
Pero  el  castillo  defiende 
Tranquilo,  erguido,  sereno, 
Comonfort  el  valeroso. 
De  honra  y  de  valor  modelo. 
Hace  Santa  Anna  un  empuje, 

Y  otro  y  otro  más  sin  éxito, 

Y  va  á  ocultar  su  vergüenza 
Entre  despojos  y  muertos. 
Que  al  castillo  vivifica 

Y  da  más  vigor  el  fuego, 
Como  da  la  lefia  seca 
Vida  al  furor  del  incendio, 
O  como  la  piel  irrita 

Con  sus  besos  el  cauterio, 
Entonce^,  rastrero  acude 
Del  oro  al  poder  inmenso, 

Y  Comonfort  lo  rechaza 
De  lo  alto  de  su  desprecio. 

in. 

RSORS80. 

Cual  miércoles  de  ceniza 
Tras  de  nocturna  borrasca 
Expone  los  adefesios 
De  algún  desairado  máscara, 
Así,  al  fuerte  de  Acapulco 
Volvió  el  tirano  la  espalda, 

Y  dio  á  México  disculpas 
Cual  la  zorra  de  la  fábula. 


26  PLAN  DK  AYüTLA. 


En  la  capital  reviste 
La  palaciega  canalla, 
Con  las  riquezas  del  triunfo 
La  vuelta  desesperada; 
Diéronse  al  aire  cortinas, 
Repicaron  las  campanas, 

Y  á  la  plebe  de  los  barrios 
Se  abasteció  de  tlamapa 
Para  que  ardiente  gritase: 
¡¡Viva  el  General  Santa  Annaü 

IV. 

Llegó  el  héroe,  los  cañones 
Retumbaron  con  las  salvas, 

Y  un  arco  triunfal  gigante, 
Coronado  con  la  estatua 
Del  dictador,  alzó  altivo 

Su  efigie  en  la  Plaza  de  Armas. 
El  clero  en  el  homenaje 
De  gratitud  tomó  cartas, 

Y  el  te  deutn  de  costumbre 
Cantóse  en  acción  de  gracias. 


En  tanto  en  una  accesoria 
Que  está  por  San  Sebastián, 
Cantaba  como  inorante 
Del  ruido  de  la  ciudad 
Con  su  rajada  guitarra 
Un  ebrio  desarrapado 
Con  picante  indinidad 

Y  con  su  voz  catarral: 
Ya  se  va  toda  la  gente 
A  mirar  la  novedan 

Y  un  contlapache  pregunta 
¿También  tu  suegra^se  va? 


PI,AN  DB  AYUTLA.  7^ 


DGLeicoso  RomAn<íe 
DGL  ÁGUILA  imPGHIAL 


«fVais  á  ver  pintos  infames, 
'fEl  esfuerzo  de  mi  brazo 
«Y  el  empuje  poderoso 
«De  mis  valientes  soldados: 
Dijo  soberbio  Santa  Anna 
A  Chilpancingo  marchando, 
Entre  miisicas  marciales, 
Cortinas,  flores  y  aplausos, 
Al  vSur  donde  Alvarez  fiero 
Pretende  arrancarle  el  mando. 
¡Qué  galanas  van  las  tropas,! 
¡Qué  armamento!  ¡qué  caballos! 
¡Qué  bagajes  tan  lucidos! 
La  gente  riendo  en  los  carros, 
^galletas  y  asistentes 
¡Qué  festejosos  y  guapos! 
En  Cuerna  vaca  á  su  Alteza 
Reciben  los  hncendados 
Con  opíparos  banquetes 

Y  rendimiento  extremado. 
Las  palmas  su>  abanicos 
Agitan  con  gentil  garbo. 

Y  los  plátano?  sonantes 
Alzan  sus  hojas  en  alto, 
Como  Víctor  entusiasta 
De  regocijos  fantásticos. 
Cbilpancingo  está  de  gresca, 
Los  del  pueblo  alborotados, 
Hay  trajín  en  los  mandones, 
Corren  perros  y  caballos; 


28  PLAN  DE  ATÜTLA. 


Los  unos  por  aquí  riegan, 
Otros  en  lo  alto  trepados, 
Gallardetes  y  cortinas 
Cuelgan  en  muros  y  palos, 

Y  la  multitud  se  agolpa 
En  grupos  desordenados, 
Por  ver  á  los  precursores 
Del  augusto  sobei:ano. 
GcUUtas  descuadernadas 

De  chaqueta  y  sombrero  ancho, 
Con  su  quimil  á  la  espalda, 
Su  perico  y  su  muchacho. 
Arriscadas  vivanderas 
Sobre  pacíficos  asnos, 

Y  queridas  de  oficiales 
Con  los  rebozos  terciados, 

Y  paños  de  sol  cubriendo 

La  espalda  y  los  rostros  blancos; 
La  plaza  está  despejada, 
£n  lo  que  forma  su  cuadro 
Hierven  cabezas  humanas 

Y  sombras  de  ramas  de  árbol; 
Se  hacen  rajas  las  campanas. 
Las  salvas  truenan  cimbrando 
La  tierra  y  los  edificios 

Con  las  bombas  dando  saltos, 
De  tambores  y  clarines 
£n  el  tumultuoso  escándalo. 
La  tropa  en  tanto  se  forma 
De  la  plaza  en  lo  más  ancho. 
Rompen  el  aire  los  vivas 

Y  aparecen  deslumhrando 
Batidores,  ayudantes, 
Galones,  plumas  y  el  fausto  • 
Del  dictador  prepotente 
Que  esperan  con  entusiasmo. 
£1  prefecto,  los  alcaldes 
Reverentes  y  humillados 
Con  los  sorbetes  de  á  vara 

Y  levitones  de  antaño, 

Y  ya  formada  la  tropa 
¡Oh  portentoso  milagro! 
Águila  imperial  se  lanza 
De  la  región  de  los  astros, 
Llama  la  atención,  se  mira 


PLAN  DB  AYUTLA.  S9 


Del  sol  vivo"  entre  los  rayos, 

Y  se  mece  complacida 
Con  regia  pompa  bajando, 
Hasta  posarse  arrogante 
Bn  medio  de  los  soldados, 
¡Victoria!  anuncia  la  reina 
De  los  vientos  y  el  espacio, 
¡Victoria!  y  al  ave  excelsa 
Hacen  grandes  agasajos. 

n. 

M»  MARCHA. — EL  OOQUf O. — SL  PSaXORIlf O. 

¡Oh  qué  tremendo  contraste 
Formaban  aquellas  farsas 
Con  los  campos  asolados 
Por  el  furor  de  las  armas, 
Por  los  terribles  incendios, 
Por  la  sangre  derramada 
De  mujeres  y  de  niños 
Bn  las  humildes  cabanas. 
Al  empuje  del  tirano 
Las  piedras  brotaban  lágrimas; 
Bn  el  Coqufo  escarpado 
Triunfó  soberbio  Santa  Auna 

Y  en  el  bronco  Peregrino 
Le  dio  laureles  ia  fama. 
Corrieron  en  sangre  tintas 
Las  espumas  del  Mexcala, 

Y  en  la  capital  los  triunfos 
Del  tirano  se  ensalzaban; 
Pero  los  del  Sur  nacidos 
De  la  roca  y  de  la  llama, 
De  los  raudales  de  sangre, 
Más  vigorosos  brotaban. 
Sin  armas,  medio  desnudos, 
Bspinos  de  las  montañas, 
Les  daba  el  rencor  aliento 

Y  la  justicia  pujanza. 

Bn  las  grietas  de  los  montes, 
Bn  lo  hondo  de  las  barrancas, 
Al  borde  de  los  abismos. 
Del  torrente  entre  las  aguas, 
Bttallaban  los  clamores 


30  PtAN  DE  AYüTI^A. 


De  libertad  y  esperanza. 
En  tanto  implacable  el  clima 
Protege  la  santa  causa, 
El  hambre  seca  las  carnes 
De  la  tropa  aniquilada, 

Y  en  camino  la  fatiga, 

Y  al  descansar  muerte  y  rabia, 
Del  dictador  orgulloso 

La  jactancia  anonadaban; 
Al  fin  toca  en  Acapulco 
Su  fanfarrona  arrogancia, 
Acapulco  le  detiene, 

Y  Acapulco  le  rechaza, 

Y  contra  sus  fuertes  muros 
Su  regio  poder  aplasta, 
Decidiendo  al  fin  cuitado 
Una  retrógrada  marcha. 

III. 

BEGRESO. 

Dejando  en  la  retirada 
Filas  de  insepultos  muertos, 
Desairado  y  con  rechifla 
De  sus  partidarios  mesmos. 
Volvió  á  México  Santa  Anna, 

Y  aunque  sus  villanos  sierv'os 
Paliaron  el  triste  fia.sco, 

Al  último  no  pudieron, 
Que  á  la  fruta  más  sabrosa 
Nunca  se  le  come  el  hueso. 

Los  leperillos  cantaban 
Con  un  picaresco  acento: 
¿Y  el  Águila,  valedores? 
La  Águila  salió  borrego. 


Junio  7  de  1896. 


PI,AN  DE  AYUTI.A.  3 1 


GRAn  Romance 

QDe  en^^inx  eL  cuepFO  y  no  gxaggfa  di  pizca. 


En  los  extendidos  campos, 

Y  en  las  empinadas  sierras 
El  plan  de  Ayutla  tronaba 
Estremeciendo  la  tierra. 

Y  aunque  á  Guzmáu  D.  Gordiano 
Le  dieran  muerte  violenta, 

Y  aunque  los  viles  sicarios 
Por  adular  á  su  alteza, 
Derramaran  el  espauto 
En  las  comarcas  enteras, 

La  sangre  engendra  rencores, 
La  crueldad  odios  engendra, 

Y  la  libertad  florece 
Bajo  de  la  mano  férrea. 
En  medio  de  mil  amagos 
La  capital  está  quieta, 

Y  el  suspicaz  espionaje 
Agitábase  sin  tregua. 

Ni  el  conato  más  remoto. 
Ni  un  suspiro,  ni  una  seña, 
Ni  el  pasquín  inesperado. 
Ni  la  clandestina  imprenta; 
Nada,  en  fin,  le  daba  aliento 
A  la  empeñada  revuelta, 

Y  hablaban  de  esto  cuitados 

Y  con  espía  á  la  puerta 

El  coplero  que  esto  escribe 

Y  el  noble  Pancho  Cendejas; 
Liberal  hasta  las  cachas, 
Honor  y  prez  de  Morelia, 


$2  Pl^AN  DB  AYüTLA. 


Ambos  de  entusiasmo  llenos, 
Ambos  sin  una  peseta. 
— El  aislamiento  nos  pierde. 
— Yo  bien  lo  miro,  y  los  deja 
Sin  una  luz  que  á  sus  planes 
Extensión  amplia  les  diera; 
Mas  ya  ves,  domina  el  miedo, 

Y  cuando  el  miedo  campea 
El  cielo  brota  amenazas; 
Son  como  esbirros  las  piedras, 

Y  los  susurros  del  viento 
Son  voces  que  nos  aterran. 
— Pues  estaremos  ociosos 
Lamentándonos  como  hembras? 
— ¿Y  tú  qué  opinas? — Opino 
Que  acometamos  la  empresa, 
Que  nos  finjamos  gran  junta 
Que  como  foco  aparezca 

De  poderosos  trabajos. 
En  cautelosa  reserva 
Imprimiremos  proclamas 
En  una  escondida  imprenta, 
Indicaremos  los  hombres 
A  quien  dirigirse  puedan 
Los  del  Sur,  y  les  daremos 
De  acción  y  de  vida  muestras. 
— Mira  bien  que  el  caso  es  grave; 
— Yo  me  arriesgo.  ¿Tú  te  arriesga»? 

Y  juró  ser  inflexible 
La  delirante  pareja. 

II. 

¡Qué  de  espinas  halló  al  paso 
La  temeraria  tarea! 
Ni  un  liberal  se  encontraba 
En  la  capital  inmensa. 
Los  indiferentes  huyen, 
Los  más  amigos  se  niegan, 

Y  aquí  salen  al  encuentro 
De  las  instancias  sospechas, 

Y  Lagarde  y  sus  esbirros 
De  los  dos  no  se  despegan. 
En  una  humilde  accesoria 
Situada  junto  á  tma  acequia 


PI^N  DB  AYüTI^A.  33 


Y  detrás  de  un  parapeto 
De  verdura  y  de  cazuelas. 
Con  sigilo  impenetrable 
Logró  ponerse  la  imprenta; 

Y  aquellas  fueron  proclamas 
De  esas  terribles  que  empiezan: 
('Mexicanos!  Llegó  la  hora 

De  romper  nuestras  cadenas; 
El  robo,  el  asesinato, 
Que  hoy  nos  hiere  y  que  nos  veja, 
A  la  voz  de  los  caudillos 
Al  fin  cruje  y  bambolea. 
Mucho  pueblo  y  mucha  sangre, 
Mucha  libertad,  etcétera. 
A  la  vez  confeccionaron 
Los  de  la  Junta  suprema, 
Que  eran  dos  como  notamos 
Al  comenzar  la  leyenda, 
Listas  de  pueblos  amigos, 
De  cilidades  y  de  haciendas, 
Para  dar  á  las  maniobras 
Mucho  vuelo  y  consistencia. 

Y  se  buscó  un  pendolista 
Que  barajaba  las  letras 
Como  el  más  hábil  suertero 
Con  milagrosa  destreza, 
Para  que  copiara  todo 

En  leve  papel  de  seda. 
Mas  faltaba  un  emisario 
Astuto  que  condujera 
Planes,  papeles  y  cartas 
Con  delicada  cautela, 
A  Don  Juan  y  á  su  morada 
Llamada  «La  Providencia». 
En  vano  fueron  pesquisas: 
Era  la  miseria  extrema, 

Y  los  más  dicen  gestudos: 
Hombres,  no  me  comprometan. 
Al  fin  un  payo  aparece, 

Alto  cuerpo,  carnes  secas, 
Taimado,  y  según  informes, 
Hombre  de  maña  y  de  tretas. 
«  Se  le  compró  con  trabajos 

Una  comercial  ancheta 
De  rebozos  y  pañuelos 


34  PI^N  DB  ÁYUTI^. 


Y  de  chacharas  diversas; 
Se  le  dio  cabalgadura 
Triste,  perezosa  y  tuerta . 

Y  en  el  puño  de  una  almohaza 
Los  documentos  encierran, 

Y  que  eran  como  el  tesoro 
Que  acopiaron  mil  tareas. 
Alanís,  que  así  era  el  nombre 
Del  que  los  mensajes  lleva, 
Va  provisto  de  una  carta 
Para  un  comerciante,  Cuenca 
Que  debe  darle  recursos, 
Luz,  conocimiento,  señas 

Y  avisos  para  que  cumpla 
Su  delicada  encomienda; 
Parte  Alanís,  y  atenciones 

Y  mil  cuidados  le  cercan, 
Quedando  los  conjurados 
En  atormentada  espera. 

ni 

DELACIÓN. 

Tras  de  penosas  &tigas, 
Hambres  y  accidentes  varios, 
Terribles  para  sabidos, 
Increíbles  para  contados, 
Llegó  Alanís  á  la  casa 
A  que  fué  recomendado, 
Sin  seguirlo  la  sospecha 
Ni  su  facha  delatarlo; 
Mas  fiero  con  su  mensaje 

Y  ya  creyéndose  en  salvo 
Entre  gentes  de  confianza 

Y  entre  ardientes  partidarios, 
Con  desenfado  valiente 

Y  con  insolente  garbo 

A  Cuenca  le  dio  las  cartas, 
Pidióle  plata  y  caballos, 

Y  para  darse  importancia 

Y  darle  vuelo  á  su  rango. 
Abrió  á  la  almohíuut  la  treta 
Que  encerraba,  acomodados, 
Los  peligrosos  papeles 


PXiAN  DS  atutía.  35 


De  los  que  eia  fiel  resguardo; 

Y  después  pidió,  arrogante, 
Algún  despejado  cuarto 
Donde  su  hambre  se  aplacara 

Y  olvidase  su  cansando; 
Cuenca  le  prestó  su  auxilio 
Sobrecogido  de  espanto, 
Porque  Santa  Anna  se  hallaba, 
Bn  Chilpandngo  alojado 
Delirando  de  despecho, 
Brotando  muertes  sus  labios; 
Como  la  rabia,  implacable, 
Feroz  cual  tigre  acosado 

Por  jauría  insosegable 
De  pertinaces  asaltos, 

Y  alguien  de  los  circunstantes 
Testigo  de  lo  insensato 

De  Alanís,  fuese  por  miedo 
O  por  tener  pingiie  hallazgo. 
Con  certero  disimulo, 
Marchó  de  Santa  Anna  al  campo, 
Pidió  audiencia,  misterioso, 

Y  en  minucioso  rdato 

De  Alanis  punto  por  punto 
Dio  á  conocer  el  encargo. 
Santa  Anna  todo  temores 

Y  zozobra  y  sobresalto 
Oyó  al  delator  atento 

Y  le  pagó  su  relato; 
Luego  y  sin  perder  instante 
A  sus  esbirros  dio  encargo 
Que  á  Alanís  aprisionaran, 

Y  sin  ruido  y  sin  escándalo 
Lleváranle  á  su  presencia 
Con  rigor  asegurado. 

IV. 

DBSOUBaiMIBNTOH . 

Llega  Alanís  á  Santa  Anna 
Descolorido  v  convulso, 
Respondiendo  á  sus  preguntas 
Inconexo  y  tartamudo; 
Se  abrió  la  tremenda  ai^^niii^*^ 


36  PLAN  DB  AYUTI^A. 


Y  al  ver  de  datos  el  cúmulo 
Que  la  insurrección  pintaba. 
Con  poderosos  recursos, 
Ardientes  corresponsales, 
Dineros,  poder,  influjo 

De  la  República  entera 
En  los  más  salientes  puntos; 
Vióse  al  frente  de  un  abismo 

Y  loco  y  sin  disimulo 

A  Alanís  puso  en  tortiu-a; 
Ocurrió  á  lo  más  astuto 
Para  que  indagara  fieles 
Quiénes  en  México  ocultos 
Remitían  los  papeles 
Para  Alvarez  y  los  suyos. 
En  vano  á  Alanís  al  frente 
Del  cadalso  se  le  puso 

Y  aunque  el  miedo  le  azuzaba 
Nada  en  regla  decir  supo; 
Volaban  las  conjeturas 

Y  los  más  vivos  é' intrusos 
Dejaban  á  la  malicia 

Sin  pasadizo  ni  rumbo. 

En  fin,  atando  sospechas 

Pudo  adivinar  alguno 

Que  Cendejas  se  encontraba 

Como  alma  de  estos  asuntos; 

Manda  Santa  Anna  le  busquen 

De  México  en  un  suburbio 

Y  á  Chilpancingo  le  lleven 
Sin  pérdida  de  un  minuto. 
Entre  inicuos  tratamientos, 
Entre  groseros  insultos, 
Entre  villanos  ultrajes 
Ante  Santa  Anna  se  puso, 
Quien  le  miró  refrenando 
Su  arrebato  furibundo; 
Mas  Cendejas  de  antemano 
Fingirse  loco  propuso. 
Cual  médico  aprovechando 
De  sus  estudios  el  fruto, 
Haciendo  gestos  extraños, 
Estallando  en  exabruptos, 
Respondiéndole  al  tirano 
Con  dichos  necios  ó  chuscos, 


PLAN  DM  AYUTLA.  37 


Mas  al  mandar  le  fusilen 
Con  viveza  expuso  alguno 
Que  era  cuerdo  le  dejasen 

Y  con  tratamientos  duros 
A  delatar  le  obligasen 

A  sus  cómplices  ocultos. 
El  médico  Vanderlinden 
A  la  ejecución  se  opuso, 
Jurando  que  estaba  loco 
Cendejas,  y  que  era  injusto 
Que  la  imprevisión  y  el  miedo 
Le  lanzasen  al  sepulcro; 
Entonces  á  unos  caribes 
Le  entregaron,  y  los  brutos 
Se  encargaron  de  su  guarda, 
Para  que  con  vil  abuso 
Sin  cesar  le  atormentasen. 
Le  circundaran  de  apuros 

Y  no  le  dejasen  quieto 

Ni  un  suspiro,  ni  un  segundo. 

V. 

EL  DEMENTE. 

En^ tanto  el  pobre  demente 
En  su  prisión  solitaria, 
Espiado  por  todas  partes 

Y  rodeado  de  asechanzas, 
Se  entregaba  al  desempeño 
Del  papel  que  le  salvaba, 

Y  ya  danza  entretenido. 
Ya  se  acaricia  ya  canta 

Y  ya  entre  arranques  de  furia 
Se  retuerce  ó  se  desmaya. 
Sus  guardianes  implacables 
De  panteras  con  entrañas 

Le  azotan,  le  martirizan. 
Del  sueño  crueles  le  arrancan 

Y  su  comida  indecente 

Con  mil  menjurges  le  aniíirgan. 
Ya  astutos  le  comunican 
Que  se  ha  fugado  Santa  Auna, 
Para  observar  si  en  su  rostro 
Miran  de  contento  trazas 


PLAN  DB  AYXJTUL. 


Y  por  dondequiera  hay  ojos 
Atentos  á  sus  pisadas, 

Y  por  donde  quiera  orejas 
Que  recogen  sus  palabras; 

Y  viendo  que  ningún  fruto 
Les  dan  sus  traidoras  mafias 
Le  ponen  ante  su  esposa, 
Que  al  conocer  su  desgracia, 
Corrió  al  punto  en  que  Cendejas 
Con  la  muerte  batanaba, 

Y  la  que  creyendo  cierta 
Su  locura,  vierte  lágrimas 

Y  le  dice  tiernas  frases 
Que  el  corazón  despedazan 
— Conóceme,  esposo  amado, 
Vé  á  tus  hijas  adoradas, 
Una  gota  de  consuelo. 
Vierte,  amor  mío,  en  sus  ansias. 

Y  él  con  semblante  de  hielo 
Empuja  y  brusco  rechaza 
A  la  madre  de  sus  hijas 
Desconociendo  su  cara. 

I  Oh!  y  quién  describir  pudiera 
Ese  tremebundo  drama 
Que  obscureció  la  locura 
Con  su  impenetrable  máscara! 
En  lo  exterior  lo  grotesco, 
Lo  indigno,  lo  que  degrada, 
En  lo  íntimo  la  ternura, 
La  pasión  sin  esperanza, 
El  beso  que  se  transforma 
En  dolorosa  mirada; 
Al  fin  cansada  la  ftiria 
De  los  esbirros  que  le  aislan 
Acuden  á  la  tortura, 
Al  azote  con  instancia. 
Para  que  á  sus  compañeros 
£1  demente  delatara; 

Y  él  ni  un  soplo,  ni  un  indicio 
Dejó  que  fuese  la  causa 

De  comprometer  á  nadie 

Ni  envolverlo  en  su  desgracia. 

A  San  Hipólito,  entonces, 
Al  loco  Cendqas  mandan 


PI^  DB  AYDIXA.  39 


De  donde  le  sacó  el  pueblo 
Cuando  se  fugó  Santa  Anna. 

VI 

OONOLU8ION. 

Pasó  el  tiempo,  negras  nubes 
Van  agrupando  los  años 
Bn  las  lejanas  montañas 
De  las  sombras  que  pasaron; 
Pero  cuando  yo  recuerdo 
A  los  varones  preclaros 
De  las  luchas  de  gigantes, 
Que  de  Reforma  llamaron, 
Siempre  recuerdo  á  Cendejas 
De  honra  y  virtudes  dechado, 
Ardiente  como  patriota, 
A  la  par  modesto  y  sabio. 
Yo  me  llamaba  su  amigo. 
Mi  alma  le  llamó  su  hermano, 

Y  cuando  le  miro  heroico 
Del  poder  la  ira  arrostrando 
Bn  su  silencio  sublime, 

A  su  locura  entregado, 

Su  lealtad,  y  en  su  martirio 

A  sus  hijos  adorados 

Y  á  su  esposa  apasionada 
Con  furor  atropellando. 
Con  silencio  reverente 
Preparo  palmas  y  lauros 
Para  decorar  la  losa 

De  su  sepulcro  ignorado. 


Agosto  5  ^  i395« 


40  PMN  DB  AYUTIíA. 


RomAn(íe:FAmo$o 

Y  "YGHIFliíO" 

De  mi  PROPIA  (íO$e(H5A 


PARA    TEMPLAR. 

i  Oh!  qué  tiempazos  aquellos 
De  Su  A  ¡lesa  Serenísima: 
Muncho  arrastraje  de  sables, 
Muncha  copa  en  las  cantinas, 
Muncha  facha  en  los  cuarteles, 
Munchos  nobles  de  mentiras, 
Muncho  ruido  de  trompetas, 
Muncho  repicar  de  esquilas, 
Muncha  araña  ponzoñosa, 
Muncha  jarochada  rica, 
De  paquete  y  en  privanza, 
Los  barberos  y  agiotistas, 
Jugadores  y  galleros, 

Y  de  frailes  retajilas. 
Entretanto,  aquí  la  leva; 
Allá  garra  á  periodistas. 
Contribuciones  á  chorros^ 

Y  roncando  la  Justicia. 
Alma  de  esa  maquinaria 
Era  un  hombre  como  espina, 
Cuerpo  sin  sangre,  el  pellejo 
Dejaba  ver  sus  canillas; 


PLAN  DB  AYUTLA. 


De  lejos  cual  cerbatana, 
De  cerca  como  una  tripa: 
Astuto  como  una  zorra, 
Ligero  como  la  avispa; 
Era  un  cañuto  relleno 
De  tretas  y  de  malicia; 
Jefe  temido  y  valiente, 
Señor  de  la  Policía; 
Como  el  viento  más  delgado 
Se  entraba  por  las  rendijas, 
O  de  las  piedras  brotaba 
Como  vapor  con  llovizna; 
Su  aguda  mirada  pasa 
Lo  mismo  muros  que  minas, 

Y  con  farsas  y  con  suertes 
Que  en  su  ccLCumen  hervían, 
Rellenaba  las  prisiones 
Con  la  gente  levantisca, 

Y  no  planto  aquí  su  nombre, 
Porque  es  cosa  muy  sabida 
De  los  chicos  de  la  Bscuela 

Y  las  niñas  de  la  Amiga. 


II 


PLAN  DK  AYFTLA  Y  LOCURA. 

En  tanto,  del  Plan  de  Ayutla 
Se  escuchaban  los  ruiidos 

Y  Tata  Tiemples  andaba 
En  el  Palacio  muy  listo. 
En  el  Sur  Su  Alteza  estaba 
Llevando  cada  mordisco 
Que  le  arrancaba  el  pedazo 
De  carne,  no  del  vestido. 

Y  en  México  trabajaban 
En  el  más  hondo  sigilo, 
Con  el  ¡Jesús!  en  la  boca 

Y  rodeados  de  peligros, 
Pancho  Cendejas  heroico 

Y  el  inquieto  FideliUo, 
Para  en  clandestina  prensa 

Y  en  venenosos  escritos 


PLAN  DE  AYUTlA. 


Enviados  á  los  surianos, 
Annar  la  de  Dios  es  Cristo. 
Cayó  el  pez  en  la  remanga: 
Fué  un  correo  sorprendido 

Por  el  mismo  Don  Antonio 

Ese  filé  el  Día  del  Juicio 

Llévanse  preso  á  Cendejas, 
Atrapan  al  infrascrito, 

Y  en  obscuro  calabozo 
Poblado  de  malos  bichos, 
Custodiado  por  Lagarde, 
Que  ya  es  nuestro  conocido. 
Esperaba  en  las  tinieblas 
El  furibundo  castigo. 
¿Quién  pensará  de  Cendejas 
Los  horrorosos  martirios? 
Arrastrado  por  los  suelos, 
De  las  soldados  ludibrio, 

Lo  descoyunta  el  tormento, 
Le  escupieron,  los  esbirros 
Se  cebaron  como  fieras 
En  su  mujer  y  en  sus  hijos. 

Y  enconaban  sus  ultrajes, 

Y  aplazaban  su  suplicio, 
Para  arrancarle  á  los  que  eran 
Cómplices  de  sus  delitos; 

Y  él,  hundido  en  su  silencio 
No  dio  jamás  ni  un  indicio 
Que  delatara  imprudente 

A  sus  amados  amigos. 
Era  Cendejas  un  hábil 

Y  experto  facultativo, 

Y  pidiendo  á  la  locura 
Sus  síntomas  en  auxilio, 
Fingió  también  su  trastorno, 
Que  hasta  Vanderlinden  mismo, 
Médico  fiel  de  Su  Alteza, 

Y  su  predilecto  amigo, 
Afirmó  que  su  demencia 
Era  de  salvarle  arbitrio. 
Se  agotaron  las  promesas 
De  riqueza  y  de  destinos, 
Llovieron  crueles  rigores 
Contra  la  esposa  y  los  niños. 

Y  U  sed,  la  hambre  y  el  sueño 


PIAK  DE  AYÜTLÁ.  43 


Dieron  á  la  fuerza  auxilio 

Y  á  la  astucia  recurrieron 
Para  romper  su  sigilo; 

Y  el  loco,  ya  indiferente. 
Ya  con  un  gesto  6  un  brinco, 
Desbarataba  los  planes 

De  sus  verdugos  inicuos. 

— ¡A  San  Hipólito  marche!— 

Santa  Anna  indignado  dijo; 

Y  allí  el  látigo,  el  encierro. 
El  forzado  baño  frío 

Y  la  camisa  de  fuerza 

Y  el  calabozo  continuo; 

Y  allí,  ya  le  presentaban 

De  la  esposa  el  tierno  mimo, 
Ya  la  noticia  impensada 
Del  triunfo  de  su  partido; 
.  Y  él,  con  constancia  sublime, 
En  su  interior  grande  y  digno, 
Salvaba  heroico  su  causa 
Con  su  horrendo  sacrificio. 

Y  el  proceso  solamente 
Daba  remotos  indicios 
Del  notario  José  Ajteaga 

Y  el  coplero  susodicho. 


III 


ÜN  BABBEBILLO. 

La  dudad  de  los  palacios 
Llamaron  á  nuestro  México, 
Por  sus  muchos  edificios 
Tan  suntuosos  como  bellos, 
Entre  esos,  regia  se  alzaba 
La  gran  Casa  de  Azulejos, 
De  los  Marqueses  del  Valle 
Y  de  sus  fiímosos  hechos 
Monumento  poderoso 
y  perdurable  recuerdo. 
Pero  corrieron  los  afios, 
Pero  vedaron  los  tiempos, 
Pasó  el  nivel  de  los  librai 


44  PLAN  DB  AYUTLÁ. 


Sobre  nobles  y  plebeyos. 

Y  la  casa  de  los  Condes, 
Por  dentro,  ni  más  ni  menos. 
Era  una  casa  de  ricos 

Con  olor  de  queso  añejo, 
Admitiendo  sin  empacho, 
Vecinos  en  su  entresuelo, 

Y  teniendo  de  inquilino 

De  la  accesoria,  un  barbero, 
Que  es  tema  de  mi  romance 

Y  es  el  héroe  de  mi  cuento. 
No  era  el  Fígaro  mentado 
Mi  pacífico  bosquejo, 
Aquel  del  guitarro  alegre, 
De  los  dulces  cuchicheos. 
De  corretajes  de  amores 

Y  de  los  planes  traviesos. 
Era  un  quídam,  un  pacato 
Al  parecer,  por  modesto, 
Un  comodín  de  los  frailes 
Del  franciscano  convento: 
Ojo  bajo,  caído  de  hombros, 
Cayendo  á  la  frente  el  pelo, 
Redondo  el  rostro  y  boludo 
Como  de  tosco  labriego, 
Andar  de  gato  que  acecha; 
Pero  en  su  oficio  muy  diestro: 
Suave  pulso,  limpia  mano. 
Rápido  el  descafíoneo, 

Y  en  esto  de  sacar  muelas, 

¡Un  pasmo,  un  milagro,  un  genio! 
Mas  Don  Antonio  tenía 
Muncha  música  por  dentro: 
Era  liberal  cerrado. 
No  es  mentira,  hasta  los  tué tanas: 
Era  cauto  cual  la  sierpe. 
Como  el  puerco-espin  intrépido, 
Era  león  formidable 
Bajo  su  piel  de  cordero, 
Caballero  de  nacencia. 
Despreciador  del  dinero. 
Del  buen  amigo,  dechado 

Y  de  caridad  modelo; 

Sin  igual  para  una  empresa 
Arriesgada  y  de  secreto. 


PLAN  DB  AYÜTLA.  45 


Chaquetón  á  la  rodilla, 
Sortete  de  medio  metro, 
Paliacate  en  el  bolsillo, 
Musgo  pantalón  de  lienzo, 
La  bacía  bajo  el  brazo, 
Con  el  mandil  y  el  espejo, 

Y  colgándole  el  estuche 
Con  sus  tirantes  de  cuero. 

Y  así  frecuentaba  Antonio 
Desde  el  procer  al  plebeyo. 
Cosechando  mil  ventajas 
Para  la  causa  del  pueblo. 
Cual  corriente  subterránea 
Que  benéfica,  en  silencio, 
Hace  fecundos  los  campos 
Con  desconocido  riego. 


IV, 


LOH  VBAILSH. 


Pero  Don  Antonio  López 
Donde  era  triunfo  y  potencia. 
Era  con  los  frailecitos 
Que  se  encontraban  en  la  época 
Acosados  por  Munguía. 

Y  era  la  ansia,  la  revuelta, 

Y  Don  Antonio  explotaba 
Sus  planes  y  peripecias, 
Haciéndose  de  un  prestigio 
Que  lo  alzaba  á  las  estrellas. 
Entretanto,  cierto  gallo 
Que  es  de  vuestra  conocencia 
Estaba  en  su  calabozo 
Sufriendo  la  pena  negra, 

Y  con  orden  que  cuanto  ante» 
Lo  condujeran  á  Puebla, 

Y  en  el  camino camino 

Darle  de  la  vida  eterna. 
Don  Antonio  era  aparcero 
De  la  terrible  caterva 

De  buscones  y  de  espías 


n«AN  DB  ATirrLA. 


Y  vaUs  de  la  Secreta. 

Y  él  era  mi  noble  amigo, 
Sin  que  yo  jamás  le  hiciera 
Un  &vor  ni  un  agasajo, 

Ni  le  di  de  afecto  prueba; 

Y  él  á  todos  les  contaba 
Que  me  amaba  de  de  veras. 
Yo  no  sé  que  intrigas  hizo, 
Pero  me  habló  y  en  reserva, 
Ira  víspera  de  mi  marcha, 
Me  dijo  de  esta  manera: 

— Diga  Ud.  que  arreglar  debe ' 
Ciertos  casos  de  conciencia, 

Y  quiere  que  lo  confiese 

Bsta  noche  el  Padre  Iglesias. — 
Insté,  pedí,  le  otorgaron 
A  mi  pretensión  audiencia. 

Y  en  la  noche  vi  en  mi  cuarto 
Bien  custodiado  en  la  puerta, 
A  un  franciscano  y  un  lego 
Resignados,  en  mi  espera. 
Bntii,  y  el  lego  me  dyo: 

— ¡Pronto,  señor,  interesa; 
Póngase  mi  hábito  al  punto; 
Salga  con  Su  Reverencia; 
Yo,  al  cabo,  no  valgo  nada, 

Y  me  estaré  á  lo  que  venga! — 
Sorprendido,  anonadado 

Por  la  inaudita  propuesta, 

Rechacé porfió  obstinado. 

Rogaba  con  insistencia: 

— i  Mire  que  eso  es  suicidarse! 

¡Mire  que  la  vida  juega! — 

Y  cuando  al  cabo,  resuelto 

— ¡No! — contesté  á  sus  ofertas, 
— ¡Está  bien,  de  nada  sirvo! — 
Me  dijo  con  honda  pena, 
— Bsta,  de  mi  amor  al  pueblo 
Miraba  cual  recompensa. — 

Y  el  lego  salió  del  cuarto 
Haciendo  á  los  centinelas 
Junto  al  Reverendo  Padre, 

MU  humildes  reverencias 

¡Oh!  gran  Don  Antonio  Lopes! 
¡Barl^ro  humilde,  alma  ezoabal 


PLAN  DB  AYUTI«A.  47 


UN  MI7BRT0. 

Bl  tiempo  pasó,  el  barbero 
Dejó  accesoria  y  clientela, 
Triunfaron  los  liberales, 
üubo  de  empleos  cosecha, 

Y  Don  Antonio  bregaba 
Con  la  pertinaz  miseria, 
Administrando  unos  coches 
Bnfrente  de  la  Alameda- 
Yo  le  ofrec|  conseguirle 

De  los  nuestros  recompensa, 

Y  él  contestaba  sencillo, 
Sin  orgullo  ni  tristeza: 
— Yo  servía  solamente. 
Porque  era  la  causa  buena; 
Yo,  al  cabo,  vivo  con  poco, 
Bstoy  contento  en  mi  esfera 

Y  asi  estoy  bien,  del  Brario 
No  quiero  ser  sanguijuela. — 

Y  as(  se  extinguió  ignorado 
Bl  buen  Don  Antonio  López, 
Sin  un  elogio  de  nadie. 
Sin  un  laurel  á  su  nombre; 
Pero  yo,  que  le  recuerdo 

Y  recuerdo  sus  acciones; 
Yo,  que  rehusé,  agradecido. 
Su  acto  generoso,  entonces, 
Le  consagro  esta  memoria 
Que  quisiera  fuera  en  bronce, 
Cual  modelo  y  como  lauro 
Ds  sus  sentimientos  nobles. 


ICézioo,  Marzo  31  de  1894. 


PI«AN  DE  AYUTI^A. 


06  ALOIA 
POR  LA  mueRCG  D€  D0$  '*VAL6:D0R€$' 


QUEJIDO  DE  DOLOR. 

Como  voces  de  mi  llanto 
Son  las  dolorosas  quejas 
Que  en  este  papel  derramo 
Y  las  cubro  con  mis  letras, 
Porque  parecen  el  duelo 
A  parte  de  mi  existencia 
Que  quiso  poner  la  muerte 
Por  debajo  de  la  tierra 
Para  que  estando  yo  vivo 
Medio  muerto  me  sintiera. 
¡Oh- 56  terrible 
Prólogo  de  la  contienda 
Que  conserva  la  Reforma 
En  sus  páginas  sangrientas, 
En  la  encarnizada  lucha 
Del  poder  contra  la  ideaj 
Enmedio  de  esa  corriente 
Que  en  sus  borbotones  lleva 
Los  despojos  del  incendio 
Que  toma  á  sus  aguas  negras. 
Cual  se  ven  flotar  los  robles 
Arrancados  de  la  tierra, 
Dos  cadáveres  se  miran 
Que  son  galas  y  preseas 
Del  partido  de  los  libres 
Por  sus  virtudes  excelsas; 
Uno  era  Guanajuatense 
Que  con  altiva  entereza 


PI^AN  DB  AYUTLA.  49 


Frente  á  frente  de  Santa  Anna 
Fué  del  derecho  defensa, 

Y  cnando  quiso  el  tirano 
Ponerle  freno  á  su  lengua 
Le  respondió  decidido: 

Yo  siempre  os  haré  la  guerra, 
Cuatro  velas  y  un  petate 
No  me  detienen  ni  aterran; 

Y  cuando  alumbró  su  frente 
La  luz  de  su  hora  suprema, 
Al  querer  se  retractase 

Un  fraile  de  mucha  cuenta, 
Le  dijo:  idos  Reverendo, 
Idos  pronto  á  vuestra  Iglesia 
Mi  Dios  es  Dios  de  verdades 

Y  el  vuestro  es  un  Dios  de  tretas; 
Sabio,  bondadoso,  noble 

Murió  en  proftmda  pobreza 
Con  el  amor  de  los  pueblos 

Y  la  paz  en  la  conciencia. 
Era  cual  cortante  espada 
Su  irresistible  elocuencia, 

Y  era  su  pluma  festiva 
Atrevida  y  fandanguera 
Un  alfolí  de  epigramas 
Contra  la  servil  caterva; 

Y  de  Gallo  Pitagórico 
Tuvo  nombre  en  la  pelea 
Don  Juan  Bautista  Morales 
De  la  libertad  atleta. 

La  otra  víctima  querida 
Del  56  funesto 

Fué  el  grande  Luis  de  la  Rosa 
£1  inspirado  y  el  recto, 
La  balanza  de  lo  justo 

Y  el  escudo  del  derecho;        . 
Manso  como  la  paloma 

Era  sorprendente  verlo 
Aterrando,  valeroso, 
A  los  soldados  soberbios 
Que  de  vidas  y  haciendas 
Se  creen  absolutos  dueños. 
Como  esctitor,  de  principios 
Era  elocuente  y  correcto 

aaMANcws.— 7» 


50  PIAN  DB  AYüTLA. 


Pino  y  pulcro  en  la  polémica 
Veraz  y  exacto  en  los  hechos; 
De  gobernantes  sin  mancha 

Y  demócratas  modelo; 
Pero  donde  desplegaba 
Las  galas  de  su  talento, 
Era  en  lo  ideal,  sublime 
Sentimental  y  poético. 
¡Oh  qué  arrullos  de  paloma 
En  sus  artículos  bellos  F 
¡Oh  qué  perfume  divino 
Del  cáliz  de  sus  afectos! 

I  Oh  cuan  dulce  enamoraba 
El  alma  su  mágico  acento! 
Asi  al  asomar  las  sombras 
De  sus  días  postrimeros 
Tornó  su  salón  de  Puebla 
En  vergel  de  flores  lleno, 
Con  sus  pájaros  cantores 
En  doradas  rejas  presos; 

Y  alK  la  oración  alzaba 
Silenciosa  de  su  pecho, 
Al  murmurar  una  cítara 
Los  deliciosos  requiebros; 

Y  así  lo  encontró  la  muerte 

Y  así  eternizó  su  sueño. 


¡Oh  qué  tristes  con  su  luto 
Vienen  á  mi  esos  muertos! 
Porque  viví  con  su  vida, 
Porque  respiré  su  aliento, 
Porque  en  sus  grandes  virtudes 
Vi  y  admiré  los  reflejos 
Del  sublime  patriotismo 
Del  amor  sagrado  al  pueblo. 


Julio  de  1896. 


PLAN  DB  AYÜTXA.  51 


BGLLO  nOTñRTKlE 


I. 

EN  IL  PARTIDKRO. 

Pega  el  salto  musa  amada, 
No  traviesa  y  retozona 
Como  yendo  entre  las  chinas 
Que  mis  sentidos  trastornan. 
Ora  se  trata  á  lo  serio 
De  mexicanos  patriotas, 
De  aquellos  de  la  Frontera 
lances  y  piedras  preciosas, 
Que  con  el  cuaca  cenceño 

Y  en  los  tientos  unas  gordas. 
Con  su  charpa  de  diez  tiros 

Y  cecina  que  se  antoja, 
Ni  les  asustan  soldados, 

Ni  les  inquietan  las  bombas, 
Ni  se  sesgan  porque  viene 
Comiendo  gente  la  tropa, 

Y  el  pleito  les  regocija. 

Les  curte  la  piel  y  engordan. 
Pero  ¿quién  es  el  mancebo 
Que  grita  en  Ciudad  Victoria: 
Pueblos,  viva  el  Plan  de  Ayutla, 
Muera  el  cojo  y  su  pacota? 
— Es  un  gaÜardo  estudiante 
Al  que  ni  el  bozo  le  asoma. 
Que  apenas  dejó  el  col^o 


52  PIAN  DE  AVÜTLA. 


Ya  como  sabio  de  nota, 
Cuando  \^jirbi6  la  sangre 
Viendo  á  su  pueblo  en  congojas; 
Porque  es  noble  hasta  las  cachas 

Y  tiene  bienes  de  sobra. 
Mfralo  que  bien  plantado 
Su  hermoso  mqjino  monta, 
Qué  galana  es  su  postura 

Y  su  estampa  cuan  hermosa 
Sus  ojos  azul  de  cielo, 

Sus  cabellos  el  sol  dora, 

Y  hechas  á  cincel  parecen 
Sus  facciones  y  sus  formas. 
Es  en  la  tierra  prodigio, 

Y  en  el  agua  nos  asombra 
Porque  repente  parece 
Que  anda  sobre  de  las  olas. 

— Bien,  quién  es  ese  mancebo? 
Diga  cómo  se  le  nombra. 
— Es  Juan  José  de  la  Garza 
Que  va  á  comenzar  su  historia 
Desafiando  á  los  tiranos 
Sin  miedo  de  la  derrota. 
Es  el  arranque  tremendo, 
Pero  la  gente  muy  poca 
Con  fusiles  boquituertos, 
Lanzas  y  cuchillas  rotas 

Y  tísicos  rocinantes 

Que  más  bien  parecen  sombras. 

II. 

EL  PLEITO. 

A  la  noticia  ruidosa 
Del  alzamiento  de  Garza, 
Tres  mil  hombres  de  sus  fuerzas 
Manda  el  general  Santa  Anna 
Con  abundantes  pertrechos 

Y  con  escogidas  armas; 
Güitián,  que  es  muy  entendido 

Y  muy  valiente,  los  manda« 
Grandes  triunfos  anunciaban 
Sus  regocijadas  marchas 

Y  á  su  Alteza  envanecido 


PLAN  DK  AYUTLA.  53 


Mil  venturas  presagiaban. 
Entre  tanto,  de  doscientos 
Los  tagarnos  no  pasaban, 
Aunque  de  Güemes  lá  pila 

Y  de  Horcasitas  llegaban 
Rancheros  con  buenos  rifles 

Y  de  atinadoras  reatas. 

Y  aquella  Ciudad  Victoria 
Bs  ciudad  desparramada 
Con  cercas  largas  de  adobe, 
Cortas  calles,  anchas  plazas, 

Y  de  fuerte  calicanto 
Casas  bellas  pero  raras; 
Las  fértiles  sementeras 
Como  á  una  madre  le  abrazan 

Y  corren  á  flor  de  tierra 

Y  cristalinas  las  aguas 
Bajo  de  la  fresca  sombra 
De  árboles  y  de  enramadas, 

Y  alternan  los  edificios 
Con  jacalones  de  paja 

Y  sus  corrales  cercados 
De  bien  afirmadas  trancas. 
Valladar  de  los  caballos 

Y  defensa  de  las  vacas. 
Mas  para  plaza  de  guerra, 
Ni  bastiones,  ni  murallas, 
Mi  más  punto  dominante 
Que  la  parroquia  en  la  plaza, 
Con  su  fachada  modesta 

Y  sus  torrecillas  blancas; 
Pero  la  ciudad  defienden, 
Intrépidos  y  entusiastas, 
De  Juan  José  los  parientes. 
De  los  Fernández  la  espada. 
De  Cáceres  y  otros  bravos, 
De  Bravos  la"  flor  y  nata: 

Y  Darío  Balandrano 

Que  apenas  dejando  el  aula, 
De  Garza  los  pensamientos 
Hábil  defiende  y  proclama, 

Y  en  la  frontera  los  lauros 
De  insigne  patriota  alcanza. 
Pero  que  se  empeña  el  pleito, 
Que  el  viento  las  balas  rasgan, 


54  PLAN  DK  AYUTLA. 


Que  retumban  los  cañones, 
Que  alzan  humo  las  descargas, 
Que  sangre,  horrores  y  muerte 
El  alma  hieren  y  espantan. 
Tres  veces  la  obscura  noche 
Recogió  tantas  desgracias 

Y  sus  sombras  del  tirano, 
De  las  impotentes  armas 
Miró  el  esfuerzo  frustrado 

Y  burlada  la  esperanza. 
Al  fin  el  jefe  decide, 

De  las  fuerzas  de  Santa  Anna, 

Que  la  población  se  entregue 

Sin  compasión  á  la  llama. 

i  Cuánto  horror!  ¡cuánto  tormento! 

¡Cuántos  gemidos  y  lágrimas! 

Pero  de  Ciudad  Victoria 

El  claro  nombre  se  alzaba 

Enmedio  á  los  esplendores 

Puros  de  la  heroica  fama. 

Aprovechando  el  tumulto 

Garza  abandona  la  plaza 

Sin  que  un  hombre  se  rezague 

Ni  un  fusil  pierda  ni  nada, 

Dejando  sólo  cenizas. 

Burla  y  afrenta  á  Santa  Anna. 

III. 

MARCHA. 

De  Juan  José  los  tagarnos 
A  Monterrey  se  encaminan 
Donde  atrevido  á  Cardona 
Vidaurri  lo  precipita, 

Y  que  ¡viva  el  plan  de  Ajrutla! 
A  Zayas  unido  grita. 

Abril  19  de  1896. 


PLAN  DE  AYUTLA.  55 


RXRoe  iD$piRADO  RomxDee 

DG  un  (^no€  FHAnee$. 


ORAN  NEOOCIO. 

Relátase  que  en  Sonora 
Hay  con  el  nombre  de  minas 
Abismos  de  plata  y  oro, 
Que  son  de  la  tierra  envidia; 

Y  como  muchos  carculan 
De  fácil  esa  conquista, 

Y  á  todos  los  mexicanos 
Creen  de  taparrabo  y  tilmas, 
No  faltaron  hombres  serios 
Mezclados  con  buscavidas, 
Que  al  gobierno  propusieran 
Opulentas  compañías 

Con  colonos  laboriosos, 
Con  industrias  productivas, 
Tomando  al  desierto  Estado 
En  octava  maravilla. 
Entre  la  gente  de  rumbo 
A  quien  Jeker  patrocina, 
Descuella  un  Conde  de  Francia 
Que  los  negocios  agita. 
Fantástico  aventurero 
Que  se  impone,  que  domina, 

Y  á  quien  acompaña  tropa 
Que  de  custodia  le  sirvan. 


56  FJJÚX  DB  AYUTLA. 

II. 
■L  CONDE  FRANCÉS. 

Raouset  de  Boulbon,  el  Conde 
Era  garrido,  valiente, 
Seductor  en  las  palabras, 

Y  sus  maneras  corteses. 
Cuello  erguido,ürubio  pelo. 
Semblante  en  que  resplandecen 
Ojos  que  halagan  sagaces, 

O  que  con  enojo  hieren. 
Filibustero  en  el  fondo 
Disfraza  sus  intereses, 

Y  con  capa  de  comercio 
Busca  lo  que  le  conviene. 
Los  soldados  que  le  siguen 
Son  veteranos  franceses 
Que  desde  África  vinieron 
Siguiendo  á  su  ilustre  jefe, 

Y  con  los  que  piensa  síyankt€, 
Si  le  perturba  vencerle. 

A  su  negocio  entregado. 
Digamos  en  lo  aparente, 
A  Levasseur  su  ministro 
En  su  favor' compromete, 

Y  con  Arista  al  principio 
Grandes  ventajas  adquiere, 
Pero  Femando  Ramírez, 
El  Jefe  del  Gabinete, 
Ponelcoto'á'sus  avances 

Y  se  apercibe  prudente 
Que  Raouset  hacerse  dueño 
De  la  Arizona  pretende; 

Y  ya  audaz  y  ya  sumiso, 
A  la  sombra  de  las  leyes. 
Mutilar i^el  territorio 

A  título  de  más  fuerte 

III. 

DXSEMBABOO. — MABOHAS. — DESOBEDIENCIAS.— GOMBATS. 

Ya' valido  del  engaño, 
Ya  confiáQdose  á  los  hechos, 


FLAN  DB  ATüTLA.  57 


Hizo  de  Raouset  el  Coiide 
Su  desembarco  soberbio, 
Con  hombres  á  su  servicio, 
Que  eran  menos  de  doscientos. 
El  General  Miguel  Blanco 
Consintió  con  desacuerdo 
En  el  desembarque  extraño, 
Pero  insistió  firme  y  recto 
En  sujetar  á  las  leyes 
Obedeciendo  al  gobierno, 
A  la  tropa  que  llegaba 
A  guisa  de  aventureros, 
Invocando  de  negocios 
Unos  firmados  convenios. 
Quejóse  Raouset  del  clima, 
Protestó  acatar  sincero 
Las  órdenes  que  le  diesen 

Y  seguir  los  derroteros 
Que  Blanco  le  prescribiese. 

A  su  salida  del  puerto 
Ures,  Arispe,  el  camino 
De  Santa  Cruz  prescribieron 
A  los  soldados  intrusos, 
Pero  ellos  mordiendo  freno 
Vieron  órdenes  de  mando 

Y  amenazas  con  desprecio. 
Alto,  les  marcaba  Blanco, 
Ellos  sordos  prosiguieron 
Hasta  estar  en  la  Arizona, 
Como  de  la  tierra  dueños. 
Entonces  á  combatirlas 
Blanco,  se  apresta  violento* 
Ellos  marchan  arrogantes 

Y  furiosos  á  su  encuentro. 
Cual  teniendo  de  su  parte 
La  conciencia  del  derecho. 
Avístanse  en  Hermosillo 
Mexicanos  y  extranjeros 

Y  en  sus  plazas  y  en  sus  calles 
Se  opera  el  choque  sangriento. 
Si  eran 'valientes  los  galos, 
Eran  valientes  los  nuestros, 

Y  la  victoria  indecisa 
Vadlo  por  algún  tiempo 


58  PtAK  DB  AYÜTI.A. 


A'quien  dejar  sus  laureles. 
Entre  heridos  y  entre  muertos 
Aislado  quedóse  un  grupo 
Al  vencedor  resistiendo 
En  una  humilde  casuca 
Casi  arruinada  y  sin  techo, 
AUf  el  teniente  Borunda 
De  heroico  valor  modelo, 
Herido  pero  matando, 
Hizo  el  postrimer  esfuerzo. 
Matadle,  gritan  algunos, 
En  ira  y  rencor  ardiendo. 
Eso  no!  Raouset  exclama: 
A  los  valientes  respeto, 
Ese  hombre  me  pertenece, 
A  ese  hombre  yo  le  protejo. 
Sigue  la  marcha  muy  pronto 
Se  organizan  los  dispersos. 
La  venganza  los  anima, . 
La  rabia  les  presta  aliento, 

Y  triunfo  brillante  anuncian 
Su  actitud  y  su  denuedo: 
En  la  llanura  de  Avispas 
Se  hallan  para  la  lid  prestos 
Los  que  á  Raouset  acompañan 
Con  su  brazo  y  con  su  aliento. 
A  la  lucha  se  preparan 
Blanco  y  los  .soldados  nuestros: 
Ellos  la  hacienda  del  Tigre 
Tienen  cual  fuerte  y  cual  centro, 
Nosotros  en  la  llanura 
Pusimos  el  campamento. 

Ya  tocaron  generala, 
Comienza  terrible  el  fuego 

Y  el  ímpetu  de  las  tropas 

Y  al  grito  de  ¡Viva  México! 
I.^os  filibusteros  tiemblan. 
Hace  Raou.set  vano  esfuerzo 

Y  rugiendo  de  coraje 

Y  aterrado  de  despecho, 
Sobre  el  muro  de  la  hacienda 
Enarbola  blanco  lienzo 

Y  capitula  rendido, 

Y  ofrece  salir  del  puerto. 


PI^AK  DB  ATtTTLA.  59 


IV. 
CONCLUSIÓN. 

Era  el  4  de  Noviembre 
Del  afío  cincuenta  y  dos, 
El  que  presenció  el  reembarque 
Del  buen  Raouset  de  Boulbon, 
Después  que  ante  un  Santo  Cristo 
Juro  con  grande  emoción 
Dejar  en  paz  esta  tierra 
Que  tan  audaz  invadió. 


SEGUNDA  PARTE  DB  LAB  AVENTURAS  EN  SONORA, 
DEL  CONDE  RAOCSET  DE  BOÜLBON. 


1853. 

Gobernaba  nuestra  tierra, 
Santa  Anna  el  incorregible, 
Deidad  de  los  matasietes, 

Y  la  canalla  belitre, 
De  tahúres  y  galleros 
Amparo  y  varón  insigne 

Y  á  los  que  á  la  vida  airada 
Se  entregan  en  vuelo  libi'e. 
Refrescaba  su  gobierno, 
Goces  les  daba  y  tomines, 
Contradicción  era  el  alma 
De  su  dictadura  triste, 

En  que  mezclaba  el  destino 
Lo  trágico  con  los  chistes 
Del  manto  de  Guadalupe, 
De  proceres  y  de  mites. 
En  que  su  Alteza  ostentaba 
Sus  pretensiones  risibles; 
Los  clérigos  lo  adoraban, 

Y  ricos  hubo  felices 


6o  PI,AH  DB  AYUTLA. 


Con  servirle  de  lacayos, 
En  saraos  y  con\átes, 

Y  viento  en  popa  giraban 
Los  desaforados  buitres 
Que  con  traje  de  n^odos 
Infiunes  votos  revisten. 
Entre  ellos  aparecióse 
Como  Señor  de  altos  timbres 
El  Raouset  Boulbon  famoso 
Que  otro  Romance  describe; 
Quiere  ver  al  Gran  Santa  Auna, 
Quien  afable  le  recibe 

Y  expone  que  su  conducta 
Fue  contra  Arista  en  desquite 

Y  en  partir  para  Sonora 
Según  su  convenio  insiste. 
Era  el  noble  conde,  zorro. 
El  dictador  era  lince, 

Y  nunca  acontece  el  hecho 
De  que  dos  lezncLs  se  piquen. 
El  Conde  trazaba  planes, 
Santa  Anna  colonos  pide, 

Y  el  mapa  de  la  Sonora, 
Con  muy  acertados  tintes. 
Formado  por  García  Cubas, 
Es  el  primero  que  existe. 
Examinando  intereses 
Sagaz  Santa  Anna  percibe 
Que  era  el  Conde  ave  de  presa, 

Y  con  halago  indecible 
De  coronel  las  divisas 
Le  oft;ece  para  servirse 
De  sus  brillantes  talentos 
En  sus  elevados  fines. 

El  Conde  grato  y  meloso, 
Siente  en  su  amor  propio  el  quite 

Y  despareció  en  silencio 
Sin  dejar  rastro  visible. 

II. 

LA  INVASIÓN. 

Alumbraba  el  sol  de  Julio 
Por  trece  veces  la  tierra, 


PLAN  DB  AYUTLA.  6 1 


El  año  cincuenta  y  cuatro, 
Según  dice  la  leyenda. 
Cuando  en  el  puerto  de  Guaymas 
Se  oyen  voces  y  carreras, 
En  el  fortín  dan  al  viento 
Alaridos  las  trompetas 

Y  en  el  aire  se  respira 

Terrible  pasión  de  guerra 

Es  que  nave  de  piratas 

Sin  fórmula  ni  bandera 
Vomitando  aventureros 
Toca  atrevida  la  tierra. 
Mandaba  el  General  Yáñez 
Nuestras  mexicanas  fuerzas 

Y  dictó  disposiciones 
Con  acierto  y  entereza. 
Quiere  ver  al  que  acaudilla 
Aquella  chusma  extranjera» 

Y  era  de  Boulbón  el  conde 
Que  reunido  á  la  caterva 
Que  se  quedó  con  engaños 
Desde  la  invasión  primera. 
Más  que  rogarle  le  intima 
Que  á  sus  designios  acceda 

Y  que  Yáñez  con  enojo 
Le  reprende  y  le  desecha; 
Entonces  Boulbon,  furioso» 
Actitud  cobra  resuelta 

Y  plaza  y  calles  se  tornan 
En  un  campo  de  pelea. 
Eran  las  dos  de  la  tarde 
Cuando  la  tropa  soberbia  - 
De  piratas  desalmados 
Alzó  en  alto  sus  banderas, 
Las  unas  eran  de  cuadros 

Y  liscas  blancas  y  negras, 
Otras,  rayas  amarillas 
Sobre  centro  negro  asteutau, 

Y  otras  centro  azul  de  cielo 
Al  agitarse  despliegan; 
Todo  era  raro,  grotesco, 
Pero  la  tropa  era  experta 

Y  formidable  se  lanza 

En  grupos  con  furia  intensa 
Donde  Yáñez  combinaba 


62  PLAN  DB  AYUTI.A. 


Su  ataque  y  su  resistencia. 
El  mudle,  el  fortín  famoso, 
Las  cercanas  azoteas, 
El  alto  hotel  de  Sonora, 
I^  cárcel  que  se  ve  cerca 
Como  la  casa  de  D(az, 
Están  al  combate  prestas. 
A  la  vez,  como  por  magia, 
Todos  los  fuertes  se  incendian 

Y  cada  casa  es  teatro 
De  tremebundas  escenas; 
En  el  fortfn  corre  sangre, 

Y  Alvarez  muriendo  aterra 
A  sus  mismos  vencedores 
Que  ardiendo  á  su  jefe  vengan; 
En  la  calle  lucha  Espino 

Que  heridos  y  muertos  riega 

Y  alienta  á  los  que  en  la  altura 
Su  heroico  porte  celebran, 
Palomares  en  la  cárcel 
Presos  y  tropas  congrega, 
Mata,  devora,  destroza 

La  falange  que  le  cerca, 
Le  celebra  de  su  triunfo 
Anticipando  las  señas; 
Raouset  para  mejor  causa 
Debió  reservar  su  diestra, 
Era  un  genio,  era  un  Aquiles 

Y  al  levantar  su  cabeza 
Entre  el  humo  y  la  metralla 

Y  al  fragor  de  la  contienda 
Algunos,  menos  valientes 
Que  los  nuestros,  con  sorpresa 
Le  llamaron  invencible. 

Por  inmortal  le  tuvieran; 
Mas  Yáñez  era  más  grande 
Porque  con  frente  serena 
Allí  do  el  peligro  estaba 
Su  espada  fiel  centellea 
Comunicando  atractivo 
Su  heroismo  á  la  muerte  mespía. 
Los  franceses,  furibundos, 
En  el  hotel  se  repliegan, 
Los  mexicanos  asaltan 

Y  puerta  y  muros  aterran, 


PLAN  DE  AYÜTtA.        63 


Se  ve  que  el  fortín  vacila, 
Allí  con  ímpetu  llegan, 
Mas  Ramírez  Arellauo 
Con  arranque  de  pantera 
Se  abre  paso  con  su  espada, 
Lo  perdido  recupera, 
Y  la  fortuna  le  ofrece 
Lauros  que  la  Historia  muestra 
En  el  templo  de  la  gloría 
Que  reverente  conserva. 
Antes  de  expirar  el  día 
Sonó  al  fin  la  hora  suprema 
Que  digno  castigo  impuso 
A  la  invasión  extranjera. 


m 


CONCLUSIÓN. 

El  cuartel  de  los  piratas, 
Postrer  atrincheramiento 
Do  centuplicaba  el  conde 
Con  su  presencia  el  esfuerzo, 
Sucumt>e  al  fin  y  resuenan 
Con  entusiasmo  supremo 
Entre  repiques  y  dianas 
Los  gritos  de  ¡Viva  lAéxicol 
I  Oh,  quién  pudiera  este  instante 
Consagrar  renombre  eterno 
A  los  que  están  á  la  sombra 
Del  olvido  y  el  silencio; 
Pesqueira  que  en  el  asalto 
Hizo  prodigios  con  Prieto, 
Y  los  héroes  ignorados 
De  que  se  perdió  el  recuerdo! 
Tras  el  cuartel  se  percibe 
A  Bonlbon  que  va  sereno 
Con  la  espada  ensangrentada, 
En  desorden  el  cabeUo, 
Sus  ojos  brotando  llamas, 
El  paso  grave  é  incierto, 
Como  en  espera  de  un  choque 
Para  morir  combatiendo. 


64^  PLAN  DE  AYUTLA, 


Se  lanza  á  él  Miguel  Gutiérrez 

Y  le  persigue  violento 
Por  Martínou  apoyado 
Que  era  de  niños  maestro 

Y  de  repente  se  trueca 
En  formidable  guerrero; 

Al  fin  á  Boulbon  aprehenden, 
Al  fin  le  conducen  preso, 

Y  con  digna  compostura 
Marcha  reposado  y  quieto. 
A  Raouset  se  forma  causa, 
Lo  propio  á  sus  compañeros 
A  quienes  con  vida  deja 
Yáñez,  compasivo  y  bueno; 
Su  defensor  nombra  el  conde 
A  Borunda,  aquel  mancebo 
De  quien  defendió  la  vida 
En  la  lid  en  otro  tiempo; 

El  proceso  se  prosigue, 
Se  acerca  el  fatal  momento, 
Un  padre  pide  á  sus  guardias 
Con  instancia  el  noble  reo, 
Y'le  asiste  diligente 

Y  afectuoso  el  padre  Oviedo. 

Erase  el  doce  de  Agosto 
Está  silencioso  el  puerto, 
Semejante  al  camposanto 
En  que  reposan  los  muertos. 
En  la  plaza  cual  de  estatuas 
Se  miran  grupos  diversos 

Y  hay  un  cuadro  de  soldados 
Que  predice  algo  funesto. 

De  pronto  se  abren  las  filas 

Y  á  Raouset  se  ve  en  el  centro 
Sin  jactancia  pero  erguido, 
Dulce  el  mirar,  alto  el  cuello, 
Un  hermoso  crucifijo 
Contra  su  pecho  oprimiendo; 
La  cometa  atención  clama, 
Estalla  terrible  el  trueno, 

Y  al  alzarse  lentamente 
Al  éter  el  humo  negro, 
Servio  tendido  en  la  tierra 
Al  famoso  aventurero. 


PLAN  DB  AYUTLA.  65 


Ni  á  Yáñez,  ni  á  sus  valientes 
Otorgó  Santa  Anna  premio; 
Pero  nuestra  patria  historia 
Guardó  sus  heroicos  hechos 
Para  dar  en  lo  ñituro 
A  nuestros  hijos  ejemplo. 


Junio  14  de  96. 


66  PLAK  DE  ATtTTLA.. 


'    GKAD  HOmAIK^  De  eURUDRU) 

90D  LA 


Por  todas  partes  tronaban 
Las  amenazas  de  Ayutla, 

Y  los  bravos  partidarios 
De  la  brutal  dictadura, 

O  se  ausentan  6  se  enferman 
O  se  pierden  6  se  anublan, 

Y  dejan  al  gran  Santa  Anna 
Solitario  y  cx>mo  á  oscuras. 
I<as  mil  aves  de  rapiña 

Que  siempre  el  poder  circundan, 
Neutrales  desaparecen 
Llevando  algo  entre  las  uñas; 

Y  los  diestros  saltimbanquis 
Cambiando  la  vestidura, 

Se  postran  arrodillados 
Del  lado  que  el  Sol  alumbra. 
Sordo  rumor  de  la  plebe 
Próxima  tormenta  anuncia, 

Y  los  de  largos  bigotes, 
Los  de  sombrero  de  pluma, 
Los  de  al  cañón  cartucheras 
Con  los  de  letras  se  juntan 

Y  aclaman  la/ederacha 
Entusiasmando  las  chusmas. 
Por  fin,  que  vuela  Santa  Anna; 
Por  fin,  que  no  deja  duda, 

Que  se  escurrió,  y  que  á  sus  anchas 
Brava  estalla  la  trifulca. 
Rómulo  Vega,  el  primero, 
Bs  quien  grita  ¡viva  A3rutla! 


PI«AN  DB  AYÜTLA.  67 


Y  la  tropa  y  los  paisanos 
Bn  la  calle,  en  las  alturas, 
Como  si  el  mtindo  se  hundiera, 
Arman  tremenda  boruca. 

Se  desgastaban  los  bronces, 
Corren  los  perros  sin  zumba^ 

Y  traquidos  y  carreras 
Conmueven  la  turbamulta, 
Cual  si  de  pronto  alumbraran 
Mil  antorchas  las  profundas 
Cavernas,  donde  sus  nidos 
Tienen  las  aves  nocturnas. 
Los  subditos  del  tirano 
Despavoridos  se  fugan, 

Y  los  odios  reprimidos, 
Los  robos  y  las  diabluras 

De  que  hizo  alarde  Santa  Anna 
Con  su  soldadesca  inmunda, 
Se  tomaron  en  venganzas 
Que  desordenes  azuzan, 
Para  cebarse  en  los  cómplices 
De  la  odiada  dictadura. 
Los  rajos  aparecieron 
Acaudillando  las  turbas, 

Y  á  la  casa  de  Bonilla 
Furibundos  se  atumultan. 
Sus  pianos  y  sus  espejos 
Por  los  balcones  derrumban, 

Y  vuelan  sillas  y  cuadros, 
Porcelanas  y  esculturas, 
Enmedio  de  las  palmadas, 
Las  insultos  y  las  burlas. 
Las  encontradas  corrientes 
Que  desenfrenadas  cruzan 
Gritando  ¡muera  el  tirano! 
Con  ansia  rabiosa  buscan 
A  los  serviles  ministros 
Del  detestado  quince  uñas. 
El  grueso  de  la  corriente 
Ruge,  se  apiña,  se  agrupa 
Frente  á  la  imprenta  de  El  Diario, 
Que  universal  se  titula. 

Allí  invade,  alU  descarga 
La  plebe  airada  su  furia, 
Porque  aquel  sucio  periódico, 


68  PLAN  DB  ATUTLA. 


Era  un  almacén  de  injurias 

Y  eran  padrón  de  ignominia 
De  la  patria  sus  columnas, 
Allí  se  destrozan  prensas, 
Las  letras  el  aire  surcan, 

Y  peines  y  cuadratines 

Se  vuelve  nada  y  basura   • 
Se  acrece  el  destrozo  en  tanto, 

Y  alguien  grita:  que  se  luzca 
£1  peladaje  en  la  casa 

De  la  detestada  bruja 
Que  cual  suegra  de  su  Alteza 
Era  del  poder  la  espuma. 
A  la  calle  de  Vergara 
La  multitud  se  apeñuzca, 

Y  allí  muebles,  cortinajes 

Y  roperos  y  pinturas, 

Se  entregaron  á  las  llamas 
Con  estrépito  y  locura. 
Salen  ardiendo  los  coches, 

Y  furibundos  figuran 

Como  unos  monstruos  de  llama 
Que  á  la  multitud  asustan 

Y  son  hogueras  triunfales 
Para  la  entusiasta  turba. 
Carrera  se  halla  en  Palacio; 
Pero  al  pueblo  no  le  gusta, 

Y  por  fin,  Rómulo  Vega 
Empuña  fiel  la  batuta. 
Parus,  Cardoso,  Prieto 

Y  o\xo&  puros  se  le  juntan, 

Y  así  en  México  triun&nte 
Vióse  al  fin  el  plan  de  A3rutla. 


PX.AN  DB  ATUTI*^. 


HOnUtOfC  BI9C0III90  De  «OeROATAgA. 


I. 

Cruzan  los  aires  los  cantos 
Como  en  alegres  parvadas; 
Bn  los  cielos  hay  fandango 

Y  sobre  la  tierra  frasca. 
Bn  corrientes  de  luz  viva, 
Hervidero  de  montañas 
Parece  que  se  columpian 
Que,  se  mueven  y  que  danzan, 
Aquí  las  flores  se  agrupan 
Bmbalsamando  las  auras. 
Allá  tumultuosos  plátanos, 
Con  las  hojas  desplegadas, 
Revolean  cual  banderas 

Sus  riquezas  de  esmeralda. 
Cimbran  los  altos  plumeros, 
Bn  las  alturas,  las  palmas, 

Y  al  través  de  cortinajes 
De  yedras  y  de  guayabas, 
Se  distinguen  los  cafetos 
Con  sus  collares  de  nácar; 
Los  campos  de  verde  claro 
De  las  dulcísimas  cañas, 

Y  á  su  pie  desparpajados 
Rayos  de  sol  en  las  aguas. 
¿Y  por  qué  tanto  contento 
Hechicera  Cuemavaca? 
^*Por  qué  las  músicas  bélicas 
Resuenan  en  tus  barrancas, 

Y  darines  y  tambores 
Ruidosos  acentos  alzan? 


70  PLAN  DÜ  AYüTUL. 


— Porque  han  triunfado  los  fueros 
De  la  libertad  amada, 
Porque  el  sol  que  brotó  A3rutla 
Visita  nuestras  montañas, 
Porque  ensalzado  el  derecho, 
Honrando  la  raza  humana, 
Dice  que  valen  muy  poco 
Los  cañones  y  la  farsa 
Cuando  los  pueblos  recobran 
Su  existencia  soberana. 
Así  el  déspota  soldado, 
As{  el  dictador  Santa  Auna, 
Que  holló  tirano  las  leyes, 
Que  encadenó  la  palabra, 
Que  enriqueció,  maniroto, 
Su  corrompida  comparsa, 

Y  que  con  hierro  y  con  sangre 
Su  pedestal  amasaba; 

Cayó  al  soplar  el  enojo. 
Del  pueblo  en  nuestras  comarcas, 
Cayó  al  alzarse  las  sombras 
De  Guerrero  y  de  Galeana; 
Se  borró  como  el  paisaje , 
Que  en  lago  se  retrata 
Si  toca  el  pérfido  espejo 
El  huracán  con  sus  alas: 

Y  no  cascos  ni  penachas, 

Y  no  pcxlerosas  lanzas, 

Y  no  tremendos  cañones. 
Ni  cortadoras  espadas, 
Ni  bridones  arrogantes, 
Ni  guerreadores  de  fama 
Con  entorchados  brillantes 

Ni  con  primorosas  galas 

Triunfó,  lo  que  los  decentes 
Llaman  siempre  la  canalla; 
El  sombrero  de  petate. 

El  tosco  calzón  de  manta; 
Pero  con  ella  la  fuerza 
De  la  Justicia  sagrada; 
Con  ella  la  ley  eterna 
De  la  Igualdad  sacrosanta; 

Y  con  ella  la  grandeza 

Que  augusta  al  mortal  ensalza 
Cuando  su  ser  ilumina, 


PI^AN  DB  AYUTI^.  7 1 


Con  la  dignidad  humana 

Los  bronces  gritan  victoria, 
Los  clarines  tocan  dianas, 
Las  músicas  regocijan 
A  los  de  Alvarez  en  marcha, 

Y  es  un  festín  de  contento 
El  que  anima  á  Cuemavaca. 

II. 

Como  saliendo  del  antro 
La  sierpe  á  la  altura  trepa, 

Y  destraba  sus  anillos 
Tendiéndose  en  la  eminencia. 
Asi  la  tropa  suriana 

A  lo  lejos  se  presenta; 

Y  entre  las  gigantes  cañas 
Los  fusiles  reverberan. 
Una  parte  recordaba 

A  los  hijos  de  la  guerra, 
Sus  arreos  y  estandartes, 
Sus  tambores  y  trompetas; 
Los  jefes  en  sus  caballos, 
Los  oficiales  pie  á  tierra; 
Otra  parte  era  la  tribu 
Descubriendo  su  pobreza 
Con  gorros  y  con  sombreros 
En  las  crespudas  cabezas, 
Uniformados  de  manta, 
Con*salvaje  negligencia; 
Pero  en  aquellos  semblantes 
Que  el  sol  beben  y  el  sol  quema. 
En  los  ojos  de  azabache 

Y  en  las  negras  cabelleras, 
En  las  dentaduras  blancas 
Que  ornan  los  labios  con  perlas. 
Cierta  mezcla  se  percibe 

De  bondad  y  de  fiereza 
Que  repulsión  y  atractivo 
Impone  al  que  los  contempla. 
A  los  lados  de  las  filas, 
Corren»  gritan  y  arman  gresca, 
En  torrente  las  mujeres, 
Con  la  enagua  á  media  pierna 

Y  el  descote  de  su  seno 
Dejando  ver  su  piel  negrs,^ 


72  *  PLAN  DB  atutía. 


Al  frente  de  aquella  tropa 
D.  Juan  Alvarez  impera, 
No  cual  jefe,  cual  patriarca. 
De  faz  apacible  y  sería; 
Con  sus  hijos  que  le  adoran 

Y  con  ternura  le  cercan. 
Era  del  Sur  el  caudillo, 
De  una  estatura  correcta. 
Ancha  espalda,  ojo  pequeño, 
Que  intenso  relampaguea; 
La  piel  obscura  y  rugosa, 
Hoyada  por  la  viruela, 

Su  ensortijado  cabello, 
Bajo  su  negra  montera, 

Y  de  su  busto  fornido, 
Ostentación  del  atleta. 
Brotaba  una  voz  tan  dulce, 
Tan  límpida,  tan  serena, 
Cual  hilo  de.  cristal  puro 
Del  corazón  de  la  peña. 

A  Villarreal  se  distingue, 
Flaco,  seco,  &z  morena, 
De  bigote  retorcido 

Y  de  mirada  severa; 
A  Moreno  se  percibe 

De  cara  blanca  y  risueña, 
Colorado,  mofletudo, 
Con  su  gran  calva  cubierta 
Anudándose  el  cabellqr, 
Adorno  de  su  testera, 

Y  que  semeja  al  casquete 
De  un  anciano  de  comedia. 
D.  Diego  Alvarez  al  lado 
Alza  la  cabeza  crespa, 
Revelando  su  mirada 
Perspicaz  inteligencia. 
Denunciando  al  estudiante 
Sus  palabras  y  maneras. 

A  distancia  y  sin  mezclarse, 
Con  los  que  las  armas  llevan, 
Se  ve  al  Licenciado  Juárez, 
Con  su  figura  plebeya, 
Sombrerazo  de  anchas  alas, 
Raída  y  grosera  chaqueta. 
Pantalones  azul  claro 


PLAN  DB  ATUTLA.  73 


Que  al  empeine  no  le  llegan, 
Con  una  faja  de  lana, 
Que  los  detiene  y  sujeta, 

Y  que  valuando  con  garbo 
No  valdrían  dos  pesetas. 
Confundidos  en  la  turba. 
Van  en  alegre  contesta, 
Pancho  Zarco  y  Cerecero 
Que  tomaron  delantera, 
Para  frustrar  las  intrigas 
Que  de  Comonfort  se  cuentan 
Así  marchan  los  surianos 

En  son  de  contento  y  fiesta, 
Mientras  que  hierve  la  gente 
En  las  calles  y  azoteas. 
Mientras  repican  las  torres, 
Los  cohetes  en  lo  alto  truenan. 

Y  flotando  las  cortinas 
Saludan  desde  las  puertas. 

III. 

En  la  humilde  plaza  espera. 
En  grupos,  la  gente  culta, 
De  México  procedente. 
De  novedades  en  busca. 

Y  devotos  de  la  pesca 

En  que  ejercitan  su  industria 
Agiotistas  complacientes'. 
Militares  de  faz  brusca, 
De  esos  que  Birján  alienta 

Y  que  de  Marte  se  ocultan. 
Famélicos  periodistas. 

De  hablar  grave  y  ciencia  infusa. 
Que  vuelven  lo  blanco  negro 
Si  provecho  les  resulta. 

Y  anónima  y  en  manojos 
Suelta  la  gente  menuda, 
De  patrioteros  ardientes. 
De  caudillos  sin  fortunas, 
De  parientes  olvidados 

De  la  majestad  que  triunfa, 

Y  vagos  incorregibles 
Que  persiguen  aventuras; 
Mas  la  vista  ejercitada 

X0ICAHCS8.— xa 


74  PLAN  DB  AYUTLA. 


En  las  políticas  luchas 

Los  que  entienden  de  esperanzas, 

Y  conocen  bien  la  brújula, 
A  Comonfort  ven  de  un  lado. 
Fino  y  de  sagaz  conducta. 
Tranquilizando  á  la  iglesia. 
Unido  á  la  gente  pulcra, 

Y  la  gloriosa  carrera 
Ofreciendo  mil  venturas: 
Allí  maquina  Lafragua 

Y  Harp  Antonio  le  secunda, 
Allí  se  oye  á  García  Conde, 

Y  Manuel  Payno  figura. 
Siliceo  intransigente 
Con  la  vil  canalla  pugna. 

Y  de  la  gente  que  tiene 
Parten  acerbas  censuras 
Que  en  ridículo  convierten, 
O  vuelan  como  calumnias. 
De  D.  Juan  anonadando 
La  presidencia  futura. 

Ya  inventan  que  el  noble  anciano 
Con  sangre  se  desayuna, 
Ya,  que  un  cráneo  es  candelero 
Con  que  su  estancia  se  alumbra, 

Y  que  á  troche  moche  mata 
Cuando  le  ataca  la  murria. 
Ya  le  pintan  asustado 

Si  un  espejo  lo  dibuja 

Y  que  socorro  ha  pedido 
Al  descansar  sobre  plumas. 

Y  los  de  Alvarez  clamaban 
Con  una  verba  más  ruda 
Que  á  Comonfort  ataranta 
La  gente  de  la  casulla, 

Con  su  odio  á  todo  progreso, 
Sus  traiciones  y  diabluras, 
Que  ama  ladrones  de  coche, 
La  bambolla  y  la  alta  alcurnia, 
En  vez  de  enV^iar  esos  tunos 
A  la  Acordada  6  Ulúa. 

Y  en  ese  coro  Ramírez, 
Cano  y  Cardoso  hacen  punta 
Ocampo,  Juárez  y  Prieto, 
García  Torres  y  la  chusma. 


PLAN  DB  AYUTLA.  75 


IV. 

Ya  está  la  tropa  en  la  plaza 
Que  corral  debió  llamarse, 

Y  ya  se  tomó  Palacio 
La  llamada  casa  grande, 
Que  fué  de  Pérez  Palacios 

Y  de  su  ilustre  linaje; 
Allí  se  entró  con  los  suyos 
Como  en  tropel,  D.  Juan  Alvares. 

Y  rodeado  de  sus  gentes 
Desarrapadas  y  audaces,  * 
Cumplidos  y  enhorabuenas 
Recibe  de  los  magnates; 
Bntre  tanto  que  su  tropa 
Deja  fusil  y  correaje, 

Y  toma  en  alegre  feria 
Sus  ejercicios  marciales. 
Músicas,  cantos,  vendimias 

Y  fandango  y  carcamanes, 
Mientras  soldados  rendidos 
Boca  arriba  y  panza  al  aire 
Duermen  por  el  sol  bañados. 
Con  su  mujer  y  sus  canes. 

V. 

De  la  población  alegre 
La  grande  plaza  de  gallos. 
Se  habilita  de  Congreso 
Para¡nombrar,  según  pacto. 
Al  que  gobierne  interino 
Como  primer  magistrado, 
Libremente  decidiendo 
Entre  muchos  candidatos 
La  junta  que  anteriormente 
Fué  nombrada  por  Estados. 
£n  las  puertas  de  la  entrada. 
En  corredores  y  palcos. 
Rincones  y  pasadizos, 

Y  vericuetos  y  patio 

Se  aprensa  la  ansiosa  gente 
Con  sus  perros  y  sus  vastagos. 

Y  es  el  compuesto  im  tumtüto, 
Una  boruca  y  un  tráfago 
Como  motín,  como  incendio. 


7^  PI*A1Í  DB  AYDTI^. 


Como  insurrección  de  diablos. 
En  el  centro  del  palenque 
Hay  un  dosel  levantado, 
La  mesa  y  el  Santo  Cristo, 

Y  sillas  de  secretarios; 
Viéndose  del  Presidente 
El  sillón  en  el  respaldo; 
En  sillería  lujosa 

Y  filas  de  los  dos  lados, 
Se  ven  los  representantes 
Muy  circunspectos  y  guapos. 
AHÍ  señalan  las  gentes 

Al  grande  Melchor  Ocampo 
Con  su  cabello  á  la  nuca 

Y  sus  ojos  de  relámpago; 
Joaquin  Cardoso  el  chistoso. 
Pero  mejor  dicho  el  sabio, 
Luce  sus  anteojos  verdes 

Y  su  talento  preclaro; 
Valentín  Gómez  Parías 
Seco,  nervioso,  encorvado, 
Mete  en  cintura  á  los  viejos 

Y  regaña  á  los  muchachos; 
Sátiras  agudas  lanza 
Contra  todos  Juan  Navarro, 

Y  se  aisla  meditabundo 
Alcaraz  mal  encarado. 

Se^abre  la  sesión,  silencio 
Domina  por  todos  lados. 
Ya  se  va  á  votar;  del  Río 
Que  es  de  los  más  exaltados, 
Puro,  ardiente,  infatigable. 
Hijo  del  pueblo,  adiestrado 
En  manejos  de  elecciones 

Y  conocedor  de  engaños, 
Propone  en  alto  se  vote, 
Cada  cual  diciendo  claro: 
Fulano  de  tal,  yo  voto 

Por  N y  tal  es  mi  Estado. 

La  brava  moción  se  aprueba 

Y  por  lista  van  llamando 
En  espectativa  ansiosa 

A  todos  los  diputados; 
Cuando  por  Alvares  votan, 


PIAN  DB  AYJJTUL.  77 


Hay  palmadas,  hay  aplausos, 

Besos  lanzados  al  viento, 

Alabanzas  y  agasajos; 

Mas  cuando  un  representante 

Proclama  otro  candidato 

Se  hunde  el  techo  con  silbidos. 

Chocan  en  alto  los  palos, 

Y  hay  insultos  y  amenazas 

Y  tremolina  y  escándalos. 
Votó  á  Comonfi3rt  Cardoso; 
A  Vidaurri,  Juan  Navarro; 
Dos  ó  tres  votaron  á  otros, 

Y  Prieto,  á  Melchor  Ocampo. 
Se  hace  el  escrutinio,  aclaman 
A  Alvarez  los  Secretarios, 

Y  hay  músicas  y  repiques, 
Vítores  y  cañonazos; 

Los  de  Comonfort  devoran 
Bn  silencio  su  fracaso, 

Y  los  puras  vencedores 
De  la  victoria  abusando, 
Una  comisión  eligen 

De  los  que  en  contra  votaron, 
Que  á  D.  Juan  le  participen 
Su  ascenso  al  supremo  mando. 

VI. 

De  esa  comisión  lucida 
Bra  presidente  Prieto; 
Para  unos,  coplero  insulso, 
Para  otros,  un  poco  menos. 
Insubstancial  para  muchos, 
Desbaratado  y  trapiento. 
La  comisión  va  á  Palacio, 
Hace  olas  concurso  inmenso, 

Y  de  pie  D.  Juan  escucha 
La  nueva  del  nombramiento. 

Y  así  dijo  al  Presidente 
Descuidando  su  dialecto: 

— "La  comisión  se  complace 
"De  veros  en  ese  puesto 
''Reivindicando  las  leyes 
"Y  representando  al  pueblo; 
"Dios,  foente  de  luz  y  bienes, 
'  'Conceda  á  vuestro  gobierno 


78  PI^AN  DE  AYUTLA . 


'Tor  distintivo:  justicia, 
**Por  mira  noble,  el  progreso, 
* '  'Pureza  en  las  intenciones, 
'*Y  en  vuestros  actos,  acierto" 
D.  Juan  dijo  dos  palabras 

Y  luego  guardó  silencio. 

— Y  de  pronto — la  voz  alza, 
Diciéndome:  D.  Guillermo, 
.  Tero  vd.  votó  en  mi  contra, 
**!/>  que  me  dice  no  es  cierto." 
— "Señor  Presidente^  yo  hablo 
'  *En  comisión  del  Congreso, 
'*Voté  en  contra.  ¡Mi  conciencia 
"Me  dijo  que  era  lo  bueno! 
— *Tues  se  turbó  buen  amigo, 
'*Se  hará  bien  en  mi  gobierno, 
'*Se  premiarán  los  patriotas, 
''Se  cuidarán  los  dineros. 
'*¿Y  sabe  vd.  la  esperanza 
**De  mi  proceder  derecho? 
''Bs  que  seguiré  de  firme 
'*De  honor  los  buenos  consejos, 
''Es  que  mirándome  rudo, 
"Sin  estudio  y  sin  talento, 
"Serán  mi  talento  amigos 
"De  la  Patria  y  sus  derechos; 
"Y  para  que  no  cavile 
"Ni  dude  de  mis  conceptos, 

*  *  Va  á  tener  en  este  instante 
"Presente  mi  Ministerio: 
"Señor  D.  Melchor  Ocampo 
'  *Se  pondrá  como  primero, 
"Luego  el  Licenciado  Juárez 
"Que  me  gusta  por  lo  recto, 
"Mi  hijo,  Comonfort,  en  Guerra, 
"Y  usted,  D.  Guillermo  Prieto. 
"Que  con  Don  Mariano  Arista 
"Le  cuidaba  el  pan  al  pueblo, 

'  'Será  el  que  limpie  el  tesoro 

*  *De  sombras  y  mamotretos.  *  * 
El  concurso  entusiasmado 
Aplaudió  su  hablar  sincero, 

Y  de  Comonfort  la  gente 
Se  marchó  con  descontento. 

Enero  9  de  1,893. 


PLAN  DB  AYUTLA..  79 


HomAnee  baihoso 

DGL  e^TlKA  Y  AFLOJA  06  eüG^nAVA^A  Y  m6¡XI90. 


Esa  Cuemavaca  hermosa 
Que  baja  de  las  montañas 
Por  doquier  regando  flores» 
Doquiera  encontrando  palmas 

Y  vertientes  brílladoras 
De  dulces  y  alegres  aguas, 
Agita  sus  platanares 

Que  extienden  sus  hojas  anchas 

Como  flotantes  banderas 

Que  hacen  fandango  en  las  auras. 

Y  ese  sonar  de  tambores, 

Y  el  repicar  de  campanas 
Anuncian  de  aquella  tierra 
Bl  entusiasmo  y  la  frasca; 
Hierve  en  gente,  cuacos  y  asnos 

Y  en  contento,  la  ancha  plaza, 
Do  paisanos  y  soldados 

En  festiva  mescolanza 
Hacen  fondas  y  cantinas 

Y  salas  de  baile  y  cama; 
lyos  trajes  de  los  surianos 
De  lienzo  6  de  ropa  blanca, 

Y  sus  mujeres  de  puro, 

Y  frescas,  por  descotadas. 
Erase  como  una  feria 
Tumultuosa,  alborotada, 


8o  FI^K  DB  atutía. 


Con  sus  variadas  vendimias, 
Sus  juegos  y  sus  guitarras; 
Todo  porque  esos  vergeles 
De  la  linda  Cuemavaca 
Están  celebrando  el  triunfo 
De  Ayutla  y  de  la  chintica. 
Tata  Juan  está  en  Palacio 

Y  á  nadie  niega  la  entrada, 
Pues  más  que  jefe  parece 
Dulce  y  amante  patriarca 
Los  catrines  y  buscones 
De  negocios  á  la  mala, 

Se  fingen  los  campesinos 

Y  como  surianos  hablan; 
Que  sabemos  son  sutiles 
Para  hacerse  de  confianza. 
Ocam^x),  Juárez  y  Prieto 
Con  asiduo  a£ln  trabajan 
Por  dar  tono  de  Reforma 
A  la  empresa  comenzada, 
Dici^do:  abajo  el  abuso 

Y  él  que  cayere  que  caiga; 
Que  hartos  estamos  de  pillos 

Y  arriba  está  la  canalla 
Opresora  de  los  pueblos 

Y  vergüenza  de  la  patria; 
Vamos  á  seguir  las  huellas 
Que  Degollado  proclama 
Extendiendo  su  prestigio 
Por  Colima  y  Gualajara; 
Entró  en  Cocula  triunfante 

Y  en  su  valiente  proclama 
Extinguió  la  leva  inicua. 
Destruyó  las  alcabalas. 

Y  el  poder  civil  impuso 

A  la  Iglesia  y  á  las  armas; 
Ocampo  á  los  potentados 
De  inútiles  embajadas 
Que  á  la  Nación  representan 
Con  chismes  y  caravanas, 
Les  mermó  los  altos  puestos 

Y  les  apretó  la  calza, 
Haciendo  entrar  los  negocios 
Con  una  firmeza  honrada 

Al  cauce  de  la  justicia, 


PLAN  DB  AYtTTLA.  Si 


A  la  política  franca. 
Juárez  con  el  Arzobispo 
Emprende  plática  llana 

Y  con  firmeza  destruye 
Los  trabajos  de  Lafragua. 
A  la  vez  que  silencioso 
Con  tenaz  afán  prepara 
Su  famosa  ley  de  fueros 
Que  lo  inicuo  desbarata, 

Y  á  la  dignidad  del  hombre 
Le  presta  aliento  y  la  exalta; 
Que  sin  igualdad  no  hay  base 
Que  dar  á  la  democracia; 

Y  Prieto  con  los  ejemplos 

De  Ocampo  y  Juárez,  batalla "" 
Persiguiendo  á  los  ladrones 
De  la  falsa  aristocracia, 

Y  barriendo^  los  abusos 

Y  preocupaciones  rancias. 
Ya  los  fondos  especiales 
Aniquila  y  anonada, 

Ya  á  parásitos  inútiles. 
Que  al  Erario  tanto  dafían, 
Destruye  y  les  dice  brusco: 
En  Palacio  no  hacéis  falta. 
Arancel  libre-cambista 
Firme  y  resuelto  prepara, 

Y  dispone  los  trabajos 

Para  que  cuanto  antes  se  haga 
La  reforma  del  franqueo 

?ue  fué  de  la  posta  el  alma, 
odo  gira  viento  en  popa, 
Mas  los  cortesanos  braman 

Y  acuden  los  descontentos 
De  Comonfort  á  la  casa 
En  donde  se  les  consuela, 
Donde  se  les  da  esperanzas. 
Donde  se  ven  como  ensueños 
Las  reformas  acordadas, 
Porque  Comonfort  domina, 

Y  porque  manda  en  las  armas. 

Y  asi  comotigre  astuto. 
En  cautelosa  acechanza 
Deja  dormir  los  corderos 

Y  deja  saltar  las  cabras, 


— II. 


82  PLAN  DE  AYUTLA. 


Seguro  de  destrozarlos 
Cuando  á  su  capricho  plazca, 
Asf  Comonfort  tolera 
Las  cosas  de  Cuernavaca 
Muy  seguro  de  destruirlas 
Como  visiones  fantásticas. 
Por  cientos  los  moderados. 
A  Nacho  á  la  ciudad  llaman. 
Que  de  la  gente  decente 
Era  ídolo  y  esperanza, 
Designando  á  Manuel  Payno. 
A  Si  liceo  y  comparsa 
Que  arbitro  de  los  destinas 
De  nuestra  Patria  le  aclama. 
Regia,  en  México,  opulenta 
Fué  de  Comonfort  la  entrada: 
Pero  antes  hablóle  Ocampo 
Con  resolución  y  calma, 
Percibiendo  en  sus  manejos 
Ciertas  reservas  y  máculas. 
— «A  Usted  le  gustan  las  curvas 
ííY  á  mí  lo  recto  me* agrada: 
<f  A  Usted  paso  y  contrapaso, 
«Y  á  mí  la  resuelta  marcha. 
«Usted  cree  que  el  buen  gobierno 
<r£s  el  que  mejor  engaña, 
«Y  yo  quiero  para  el  pueblo 
«Siempre  la  verdad  peluda, 
«Yo  quiero  lo  positivo, 
ȒY  Usted  quiere  la  hojarasca 
«De  bandidos  disfrazados 
«Con  casacas  y  sotanas; 
«Y  así,  ó  seguimos  de  frente 
<cO  tomo  rumbo  á  mi  casa.» 
Comonfort  oyó  enojado, 
Y  dijo  algunas  palabras 
Que  la  renuncia  de  Ocampo 
Contestó  digna  y  alzada. 
De  Comonfort  los  amigos 
Urdieron  indignas  tramas, 
Llovieron  contra  el  gobierno 
De  Alvarez  sangrientas  sátiras. 
Como  invasión  de  salvajes 
A  sus  tropas  se  miraban, 
Asqueando  á  los  cortesanos 


PIyAN  DE   AYUTLA.  83 


Y  horrorizando  á  las  damas. 
Al  fin  en  la  presidencia 

D.  Ignacio  se  encarama 

Y  apareció  en  las  alturas 
Como  Jano»  con  dos  caras. 


84  P1«AN  DE  AYUTLA. 


RomAnee  dg  d.  juad  alyargz. 


I 


Los  vampiros  del  Erario 
Esos  de  caudal  y  lujo 
Que  en  la  baba  de  ana  araña 
Hacen  gimnasia  y  columpio. 
Esos  que  ayer  la  pasaban 
De  ejercer  con  disimulo, 
A  título  de  levita, 
Bien  la  estafa,  bien  el  hurto; 
De  esos  que  con  los  que  mandan 
Son  cual  reptiles  inmundos 

Y  con  los  pobres  ostentan 

De  grandes  hombres  los  humos, 
De  esos  que  son  en  las  casas 
De  los  que  han  el  poder  sumo. 
Mandaderos  y  sirvientes 

Y  que  manifiestan  gusto 
En  cuidar  á  la  perrita, 
Llevar  al  niño  condumio, 

Y  sirven  á  los  que  mandan 
De  barberos  y  otros  usos; 
Esos  estaban  bufando 

En  contra  de  Alvarez,  brusco, 
Que  ni  aceptaba  banquetes. 
Ni  era  cortesano  pulcro, 
Ni  mimaba  á  los  valientes. 
Ni  galardonaba  chuscos, 
Ni  improvisaba  fortunas 


PLAN  DE  AYUTLA.  *   85 


De  saltimbanquis  intrusos 

Cuya  ausencia  lamentaban 
En  Ulóa  y  Acapulco, 
Esos  á  una  voz  decían : 
No  ganamos  para  sustos; 
Levantándole  calumnias 
Que  lo  graduasen  de  bruto, 
Encubriendo  con  la  chanza 
La  perfidia  y  el  insulto; 
Esos,  para  hallar  cabida. 
Discurrieron  en  conjunto 
Dar  á  D.  Juan  un  obsequio 
Soberbio,  de  todo  rumbo. 
Como  de  amistad  recuerdo, 

Y  de  su  poder  tributo. 
Dádivas  quebrantan  peñas. 
Contentos  dicen  los  unos; 

;,A  quihi  le  dan  pan  que  llore  f 
Repitieron  los  astutos; 
y  todos  tienen  su  precio ^ 
Afirmaron  los  más  tunos. 

II 

En  una  espléndida  sala 
De  el  ex-virreinal  palacio 
En  que  los  espejos  brillan 

Y  -las  consolas  de  mármol, 
En  que  cuelgan  los  candiles, 

•Y  elevan  los  candelabros, 
Sobre  figuras  de  bronce, 
De  portaluces  los  brazos; 
Donde  lujosos  sillones 
Brindan  solaz  y  descanso, 

Y  el  vellón  de  las  alfombras 
Silencio  impone  á  los  pasas, 
Alvarez,  el  Presidente, 

En  su  poltrona  sentado 
Abre  modesto  la  audiencia, 
Dulce,  tranquilo  y  sin  fausto, 
A  la  vieja  temblorosa, 
Al  militar  mutilado, 
Al  ajriero  confianzudo 
De  pechera  y  calzón  blanco, 
A  todos  escucha  atento, 


86  PLAN  DB  AYUTLA. 


No  siendo  en  el  acto  extraño 
Que  se  escurriese  un  labriego, 
Desparpajado  suriano, 
Que  á  Tata  Juan  abrazara 
De  contento  rebozando, 

Y  Don  Juan  correspondiese, 
Alegre,  como  en  su  rancho. 
Cuando  en  éstas  se  le  anuncia 
Con  estruendoso  aparato 
Una  comisión,  que  quiere 

Hn  su  puesto  saludarlo. 
Por  ser  del  Sur  el  cometa. 
Por  ser  del  Sur  el  Hidalgo, 
Porque  es  hijo  de  Guerrero, 
Por  ser  pariente  de  Bravo 

Y  porque  esos  negociantes 
Son  de  sangre  de  surianos. 
Don  Tuan  les  dijo:  que  pasen, 

Y  quieto  quedó  esperando 

A  que  entrasen  los  magnates 
Con  tanta  pompa  anunciados. 

III. 

Ayudantes  y  lacayos 
Levantan  una  cortina, 

Y  se  aparece  imponente 
La  elegante  comitiva; 

Trajes  negros,  guantes  blancos, 
Diamantes  en  las  camisas, 

Y  en  el  centro  de  aquel  grupo 
En  alto,  soberbia  brilla 
Puente  preciosa  de  plata, 
Con  sus  figuras  artísticas 

Y  columnas  coronadas 
De  diamantes  y  amatistas; 

Y  debajo  de  un  templete 
Embelesando  la  vista. 
Retratado  el  Presidente, 

Y  á  su  espalda  hermosa  nin& 
Ciñéndole  los  laureles. 
Todo  de  plata  maciza. 

Y  así  le  dice  el  que  lleva 
La  palabra  en  voz  sumisa: 
f'Grande  héroe;  los  que  os  ámame 


PI^AN  DK  AYUTI^A.  87 


«^Y  admiramos  con  delicia 
«Kn  vos  un  don  que  nos  hizo 
víLa  providencia  divina; 
«Los  que  vemos  que  otros  pueblos 
«Nos  contemplan  con  envidia 
wAl  saber  que  nuestra  suerte 
«En  vuestra  grandeza  estriba, 
«Porque  sois  en  el  talento 
«Thiers,  Bismarck  y  Ruis  Zorrilla, 
«Bonaparte  en  la  campaña; 
«Un  Trajano  en  la  justicia, 
«En  el  hogar  Ciucinato, 

«Y  en  el  todo  maravilla 

«Os  tributamos  respetos, 
«Y  en  súplica  encarecida 
«Que  aceptéis  os  suplicamos 
«La  expresión  pobre  y  mezquina 
'De  nuestro  afecto  en  la  Fuente, 
«Que  nuestro  cariño  os  brinda, 
«Y  quede  como  memoria 
«Del  grupo  que  os  la  dedica 

IV. 

Don  Juan  escuchó  la  arenga, 
Apacible,  pero  serio, 
Y  diciendo  que  tomaran 
Asiento  los  caballeros, 
Así  habló,  pausado  y  claro, 
Bnmedio  al  hondo  silencio: 
«Con  el  alma  y  con  la  vida 
«Tanta  fineza  agradezco, 
«Tanto  más  cuanto,  señores, 
«Que  apenas  nos  conocemos; 
«Y  que  si  tenéis  negocios 
«Que  versan  mucho  dinero, 
«Bien  sabéis  que  si  son  justos 
«Caros  los  hace  el  obsequio, 
«Y  si  no.  ni  con  tomillos 
«De  oro  torceré  recto. 
«Así  aceptando  el  cariño 

«De  vosotros en  mi  pecho 

«Os  pido  que  me  deis  gusto 
«Y  que  cumpláis  con  mi  ruego. 
«Y  es,  que  os  llevéis  vuestra  joya: 
«Guardadla  bajo  un  capelo, 


88  PLAN  DB  AYXnXA. 


«Que  conmigo  está  de  sobra 

«Y  me  asusta  y  no  la  quiero. 

«Pero  señor  ¿es  posible? 

*Pero  señor — ¿no  hay  remedio, 

«Pues  qué  tiene?—  Tiene  cola, 

«Y  eso  no  entra  en  mi  gobierno; 

«¿Qué  cola  es  esa  señores? 

«Dios  me  entiende,  y  yo  me  entiendo. 

Y  después  de  caravanas 

Y  de  fríqs  cumplimientos, 
Furiosos  los  cortesanos 

De  aquella  estancia  salieron, 
Con  el  disgusto  en  el  alma 

Y  llevándose  el  obsequio, 
Diciendo  todos:  salvaje, 
Ordinario,  vil  labriego; 
Este  no  merece  joyas, 
Que  merece  un  aparejo. 
Pero  los  que  el  lance  vimos 
Recordamos  con  respeto 
Al  gobernante  sencillo 
Pero  grande  y  justiciero 
Que  dio  lección  tan  preciosa 
Desde  su  elevado  asiento. 


Marzo  2  de  1893. 


PLAK  DB  AYtrTLA.  89 


"Y6RÍFW0  •  Y  Bien 
peiDADO  RomAnee  oe  eomooFORT. 

aSOISTRO. 

I. 

Comonfort  está  en  Palacio 

Y  va  á  empezar  su  gobierno. 
Con  aplauso  de  los  frailes, 
De  las  viejas  con  contento, 

Y  de  los  audaces /f<ro5 

.    Con  desconfianza  y  recelo; 
Sin  zumba  se  van  los  pintos 
A  sus  barrancos  y  cerros 
Dejando  por  todas  partes 
De  su  brusquedad  recuerdos; 
Mas  no  todo  está  tranquilo 
Que  no  á  muy  lejanos  trechos 
Se  ven  negros  nubarrones, 
Se  siente  temblar  el  suelo, 

Y  en  Puebla  traidoras  llamas 
Se  elevan  de  descontentos. 
Cada  casa  es  un  baluarte. 
Una  mina  cada  templo 

Y  un  grito  de  sangre  y  muerte 
£1  nombre  del  Ser  Supremo; 
Las  teas  de  la  venganza 
Llevan  por  doquier  los  clérigos 
Azuzando  los  rencores 

Y  ofreciéndoles  un  cielo 
A  asesinos,  á  traidores, 

Y  á  fanáticos  perversos. 
Al  fin  Zacapoaxtla  estalla 
Gritando:  ¡muera  el  Gobiemoi 


90  PLAN  DK  AYU'fLA. 


Con  sus  serranos  valientes 
Que  son  guapos  para  el  pleito; 
A  Llave  se  manda  entonces 
A  apagar  el  movimiento, 
Pero  á  Llave  dejan  solo 
Todos  sus  soldados  pérfidos. 
Güitián  también,  veleidoso. 
Fué  á  servirles  de  refuerzo 
Secundado  por  Ulloqui 

Y  Osollo  que  llega  á  tiempo 
De  dar  vigor  á  las  fuerzas 
Del  formidable  alzamiento. 
Comonfort  acude  entonces 
A  Castillo  Don  Severo 

De  honrosos  antecedentes 
Flor  y  nata  del  ejército, 
Mas  Castillo  le  traiciona 

Y  afiliándose  resuelto 

A  la  reacción  sanguinaria 
Dando  prestigio  y  aliento. 
Por  último  Haro  acaudilla 
Con  furor  el  retroceso, 
Lo  ramifica,  lo  afirma, 
Se  hace  de  esperanza  centro 

Y  avanza,  arrostra,  destruye 
Cuanto  se  opone  á  su  intento. 

II 

TRASTORNOS  Y  T)KKA8TRKA. 

De  Comonfort  la  templanza 
Como  temor  se  interpreta, 

Y  los  desmanes  renacen 

Y  las  traiciones  se  alientan; 
Pero  el  caudillo  se  yergue 

Y,  cumpliendo  sus  promesas, 
Bnmedio  á  las  tempestades 
Alza  la  frente  serena. 
Mas  como  estalla  el  incendio 
En  casamata  repleta 
De  parque  y  de  proyectiles, 
¡Tal  la  insurrección  revienta! 
La  pólvora  rompe  techos, 
Bombas  y  granadas  truenan 


PLAN  DE  AYUTLA.  91 


Aquí  y  allá  desplomando 
Las  paredes  y  las  cercas 
Con  espanto  de  los  hombres 

Y  con  terror  de  las  fieras. 
Así  de  Apam  las  llanuras 
Levanta,  hiere  sangriento, 

Y  la  reacción  en  Oaxaca 
Agítase  como  hiena; 
Zacatecas  amenaza, 
Celaya  proclama  guerra, 

En  San  Luis,  Calvo  las  huestes 
De  los  libres  atropella, 
Uraga  muerte  y  espanto 
Anuncia  desde  las  Sierras: 
Tal  parece  que  entregados 
A  una  espantosa  demencia 
Se  encuentran  los  elementos 

Y  los  hombres  y  la  tierra. 
Comonfort  se  centuplica, 
A  su  paso  brotan  fuerzas, 

Y  lo  secunda  esforzado 
Payno,  Ministro  de  Hacienda. 
Que  hace  brotar  los  recursos 
De  los  mil  planes  que  inventa. 
Pero  donde  el  fanatismo 

Con  cínica  desvergüenza 
De  su  poder  hace  alarde 
Es  en  la  cristiana  Puebla: 
Allí,  la  cruz  sacrosanta 
En  estandarte  se  trueca 
Que  guía  contra  los  puros 

Y  sus  matanzas  aprueba 

Sin  más  que  mostrar  su  sangre 
Para  optar  la  gloria  eterna: 
Medidas  y  escapularios 
Pechos  y  sombreros  pueblan 

Y  tienen  cruces  de  palma. 
Fusiles  y  bayonetas. 

Los  clérigos  desbocadas 
A  lo  más  remoto  llevan 
Ceras  de  agnus  y  reliquias, 
Gracias,  cintas  é  indulgencias, 
En  el  templo,  fervorosos 
Cánticos  santos  resuenan 
Para  animar  á  los  mochos 


92  PLAN  DE  AYUTI^A. 

£n  la  fraternal  pelea; 

Y  esa  sacrilega  farsa, 

Y  esa  brutal  insolencia 
Calumnia  del  Ser  Supremo, 
Vil  irrisión  de  la  creencia. 
Fué  recurso  poderoso 

De  esa  asquerosa  caterva 
Que  no  tiene  Dios  ni  leyes 
Sino  odio  á  la  independencia 

Y  apego  á  los  intereses 
Que  crecen  y  se  alimentan 
Con  los  sudores  del  pueblo 
O  á  la  sombra  de  la  Iglesia. 

III. 

MAHímA  Y  COMBATE 

Tras  de  horribles  peripecias 
Vencedor  Don  Antonio  Haro 
Desde  Puebla  arroja  el  guante 
A  Comonfort  con  escándalo; 
Este,  al  reto  corresponde 
Con  sus  jefes  denodados, 
Invencibles  por  lo  fieles 

Y  como  diestros  soldados. 
Con  majestad  y  tranquilo 
Comonfort  asume  el  mando 
Tan  hábil  como  valiente, 
Tan  audaz  pero  tan  cauto 
A  San  Martín  fortifica; 
Sagaz  refuerza  sus  flancos 

Y  á  sus  jefes  distribuye, 
Conocedor  y  avisado, 

A  Zuloaga  como  viejo, 
A  Ghilardy  como  bravo, 
A  Parrodi  como  firme, 
A  Traconis  como  osado; 
Pero  antes  de  tocar  Puebla. 
Con  ímpetus  desusados 
Presentan  acción  terrible 
Rabiosas  las  fuerzas  de  Haro, 

Y  de  Ocotlán  la  batalla 

Se  empeña  sangre  regando: 
i  Horrible  lid !  como  tigres 
Los  de  Puebla  comenzaron 


PLAN  DE  AYUTLA.  93 


Porque  el  impávido  Osollo 
Era  al  combatir  un  rayo, 

Y  era  de  huracán  tremendo 
El  arranque  de  Antonio  Haro. 
El  humo,  el  trueno,  la  llama, 
Tiniebla  y  horror  sembraron, 
Moribundos  en  el  suelo 
Expirando  sin  amparo; 
Gritos,  sollozos,  lamentos, 
Sin  ginetes  los  caballos, 

Y  rodando  los  cañones 
Sobre  entrañas  de  soldados, 
Todo  de  horror  y  desastre 
Formaba  el  tremendo  cuadro. 
La  victoria  al  fin  proclama 
Que  Comonfort  ha  triunfado, 
Que  la  causa  de  los  libres 
Lleva  la  bandera  en  alto, 

Y  el  aire  esparce  las  dianas 

Y  vivas  regocijados. 
Entre  tanto  se  replegan 
Mal  paradas,  á  su  campo, 
Las  tropas  alucinadas 

Que  mandan  Osollo  y  Haro, 
De  Puebla  amagada  el  sitio 
Intrépidos  esperando. 

IV 

Cuadro  de  horror  es  el  sitio 
De  Puebla  que  infunde  miedo, 
Cuadro  de  horror  que  emulando 
A  las  ñirias  del  infierno, 
Borra,  aniquila,  hace  nada 
Los  humanos  sentimientos. 
El  monstruoso  fanatismo 
Como  en  cataclismo  intenso 
Corre  por  plazas  y  calles 
ígneas  antorchas  blandiendo, 

Y  de  mujeres  y  ancianos 
Hace  soldados  del  cielo. 
Aullan  sacrilegos  cantos 
Los  sacerdotes  del  templo, 

Y  al  asesino  prometen 
Eterna  gloria  por  premio. 


94  PLAN  DE  AYUTLA. 


En  alto  está  la  matanza, 
Voraz  se  agita  el  incendio, 

Y  al  derrumbarse  los  muros, 
Iribres  de  heridos  y  muertos, 
Irritante  olor  de  sangre 
Exhala  iracundo  el  viento, 
A  las  murallas  revisten 
Las  estampas  y  amuletos, 

Y  á  cubierto  de  las  balas 
Grupos  se  apiñan  del  pueblo. 
Para  del  que  sucumbiera 
Llenar  valeroso  el  puesto. 

Y  yo  he  visto  sacerdote 

Entre  escombros,  entre  el  fuego. 
De  hinojos  clamar:  «benditas 
Almas  que  voláis  al  cíelo, 
A  las  armas,  bravos  fieles, 
Os  espera  el  Ser  Supremo.» 

Y  al  expirar  los  creyentes 
Mostraban  gozo  y  contento; 
Entretanto  resplandecen 
Los  campeones  del  derecho; 
Parrodi  avanza  y  subyuga 
A  cuanto  encuentra  sereno, 
Ghilardy,  el  sin  par  Ghilardy, 
Hace  de  su  limpio  acero 

Un  anuncio  de  victoria 

Y  el  triunfo  del  buen  derecho; 

Y  Traconis  arrollando 
Los  contrarios  parapetos. 
Aterra  á  sus  enemigos 

Al  grito  de  I  viva  el  pueblo! 
¡Catorce  del  mes  de  Marzo, 
Para  Puebla  mes  siniestro, 
Cómo  con  huellas  de  sangre 
Estampaste  tus  recuerdos, 
Cómo  al  furor  del  destrozo 
Miraste  entregarse  ciegos 
A  padres  contra  sus  hijos, 
A  hermanos  contra  sus  deudos! 
Azoteas  y  balcones. 
Puertas,  ventanas,  aleros. 
Lanzan  diluvios  de  piedras. 
Estallan  en  roncos  truenos. 
Haro,  agotadas  las  fuerzas, 


PLAN  DE  AYTJTI^.  95 


A  Oronoz  le  deja  el  puesto, 

Y  la  rebelión  rendida 

Se  revuelca  con  despecho 

Como  la  fiera  rabiosa 

Que  tiene  un  dogal  al  cuello, 

Y  que  al  reluchar  la  aprieta 

Y  hace  imposible  su  aliento. 
Puebla  al  fin  rindió  su  espada, 
A  Comonfort  clama  el  pueblo, 

Y  sus  vencedoras  tropas 
Dan  generosos  ejemplos. 


LA  CORONA,  liOH  HRBIDOS. 

Puebla  que  al  fin  reconoce 
Que  la  justicia  triunfante 
De  Comonfort  en  las  manos 
Quizo  poner  su  estandarte, 
Con  júbilo  le  agasaja, 
Riega  con  flores  sus  calles, 

Y  flotan  en  sus  balcones 
Bandillas  y  cortinajes. 
Por  fin,  en  regio  banquete 
Sn  que  reinan  las  beldades, 
Las  aromáticas  flores 

Los  vinos  y  los  manjares, 
A  Comonfort  se  presenta 
Una  corona  brillante 
En  que  ostentan  sus  primores 
Las  piedras  finas  y  el  arte, 

Y  Comonfort  la  recibe, 
Diciendo  con  voz  afable: 
«A  Dávalos  pertenece 
«Obsequio  tan  estimable, 
«Que  conquistó  en  la  batalla 
«Comprándola  con  su  sangre. » 
Entonces  entusiasmado 
Emilio  Rey,  fácil  vate. 

Pide  para  los  heridos 
Compasión,  en  el  lenguaje 
Que  aprendió  el  divino  Homero 
DeMos  dioses  inmortales; 

Y  Comonfort  conmovido 


PLAH  DB  ATUTI«A. 


Pero  majestuoso  y  grande 
Dijo:  la  voz  levantando 
Sin  vacilar  un  instante: 
«Al  herido  la  desdicha» 
«Hace  para  mí  inviolables.  >* 
«Dad  orden  de  que  están  libres;» 
«Dios  los  castigue  6  los  guarde.» 
La  concurrencia  un  momento 

Vacila después  aplaude, 

Y  se  inclinaron  algunos 
Las  lágrimas  á  enjugarse. 


Abril  29  de  1896. 


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L0$  Wn$TITUYGnTG^. 


LOS  CONSTITUYENTES.  99 


GHAD  HomAoeG 

De  L0$  eonjciaiYGncGj. 


Como  llamas  invisibles, 
Como  comentes  fantásticas, 
Con  inquietud  misteriosa 
Sin  apariencia  y  sin  causa, 
Bn  los  aires  se  sentía 
La  agitación  de  las  almas; 
Se  alzaban  cual  torbellino 
Ya  temores,  ya  esperanzas, 
En  ciudades  populosas 

Y  en  solitarias  cabanas. 
I/>s  unos  en  son  de  guerra 
De  destrucción  y  matanza; 
Los  otros  himnos  cantando 
De  ardiente  amor  á  la  patria. 

Y  era  que  el  sabio  congreso 
Que  Ayutla  engendró,  se  alzaba 
Rompiendo  con  el  pasado 

De  oscurantismo  y  de  infamia. 
Los  derechos  de  los  hombres 
Valientes  reivindicaban ; 

Y  los  abusos  heridos, 

Se  abalanzaban  con  rabia 
Donde  los  constituyentes 
Con  elocuentes  palabras 
Los  ámbitos  del  Progreso 
En  luz  divina  inundaban. 
Era  como  si  en  un  pozo 
De  emanaciones  malsanas, 
La  putrefacción  matando 

Y  aniquilando  los  miasmas, 


lOO  1X)S  CONSTITUYENTES. 


Con  ímpetu  sus  comentes 
Los  ríos  precipitaran. 
Era  en  la  fecunda  tierra 
Que  sus  jugos  agotaban, 
O  las  ponzoñosas  yerbas, 
O  las  ruines  alimañas 

Y  que  de  pronto  el  incendio 
Batiendo  airado  sus  alas 
Barría  con  la  maleza 

,  Y  entre  sus  restos  dejaba 
Para  la  mies  abundante 
I^  heredad  aparejada. 
Eran  de  las  libertades 
Del  hombre  las  vivas  ráfagas, 
Alas  dando  á  la  conciencia: 
Al  trabajo  prez  y  gala: 
Al  comercio  curso  franco: 
A  la  ciencia  honor  y  palmas, 

Y  del  altar  colocando 
En  las  consagradas  aras, 
Con  sincero  acatamiento 

En  lugar  de  un  Dios  de  &rsa, 
Al  dios  del  bien:  á  Dios  santo 
Que  nos  alienta  y  nos  ama. 

Y  ese  grupo  de  titanes 

A  los  qu^  el  pueblo  confiaba 
La  nave  de  sus  destinos 
En  la  deshecha  borrasca; 
No  eran  del  saber  lumbreras 
Ni  la  riqueza  ensalzaba. 
Ni  entre  sus  altas  potencias 
Colocó  la  aristocracia. 
Eran  letrados  oscuros 
Sin  altos  nombres,  ni  &ma 
O  ya  estudiantes  que  apenas 
Abandonaban  las  aulas 
O  que  célebres  se  hicieron 
En  las  recientes  batallas, 
Llevando  de  los  talleres 
O  el  escritorio,  las  marcas, 
Sin  ostentar  gran  bigote, 
Ni  ceñir  terrible  espada; 
Pero  ese  grupo,  abogado 
Del  bien  y  de  la  canalla 
Tuvo  el  pensamiento  excelso 


LOS  CONSTITUYBNTKS.  I  Oí 


De  hacer  pueblo  y  de  dar  patria 
A  los  colonos  abyectos 
Que  gemían  en  las  garras 
De  avaros  conquistadores 

Y  clases  privilegiadas. 

Y  tú,  Arriaga,  concordaste 
De  sus  derechos  la  pauta 
De  nuestros  males  intensos 
En  las  destructoras  llagas; 
Viendo  estoy  tu  frente  erguida, 
Oigo  tu  viril  palabra, 

Tu  noble  actitud  de  Apóstol, 
Tu  mirar  que  avasallaba; 
Admirando  estoy  á  ese  hombre 
Modelo  de  la  constancia, 
Imperturbable,  impasible 
Como  el  destino,  era  Mata; 
Siempre  de  pie  y  en  la  brecha 
Sin  que  la  vista  apartara 
Un  punto  de  la  grande  obra 
A  su  celo  encomendada. 
Moreno  tersa  la  frente 
Sin  arrugas  y  sin  mancha.s, 
El  ojo  negro  y  hundido 
Que  á  veces  relampagueaba; 
Era  su  voz  como  acero 
Que  la  roca  triturara, 
Tenaz  como  una  corriente 
Que  choca,  carcome,  arranca 
Las  peñas  envejecidas 
Que  la  corriente  embarazan. 
Ni  los  insultos  le  hieren. 
Ni  los  elogios  le  halagan : 
Era  diligente  abeja 
Que  su  panal  fabricaba 
Sin  que  su  vuelo  torciera 
Ni  el  vivo  sol  ni  la  escarcha. 
Allí  de  Ignacio  Ramírez 
Cada  palabra  cruzaba 
Cual  proyectil  luminoso 
Derribando  con  su  audacia 
Los  ídolos  y  columnas 
A  la  iniquidad  alzadas, 

Y  de  famosos  bandidos 
De  casaca  y  de  sotana 


102  LOS  CONSTITUYBÑTKS. 


Haciendo  desprecio  y  polvo 
Las  fementidas  estatuas. 
¿Y  quién  es  ese  encorvado 
Que  audaz  la  tribuna  asalta, 
Frente  exigua,  ojo  pequeño, 
Débil  cuello,  nariz  larga 

Y  voz  que  corriendo  fácil 
Cobraba  el  tono  de  charla 
De  do  brillante  elocuencia 
De  pronto  se  levantaba? 
Al  proclamar  los  principios 
Con  que  los  pueblos  se  salvan 
Familia,  fortuna,  afectos 

A  su  deber  inmolaba. 
Ese  enclenque  es  Pancho  Zarco, 
Ese  mozuelo  sin  barba 
Pero  atleta  poderoso 
Con  su  verba  y  con  su  sátira; 
En  el  decir,  volteriano, 
Escribiendo,  Fuente  6  Larra. 
¿Cómo  pintar  de  los  otros 
Las  virtudes  extremadas? 
¿Ni  de  los  mismos  contrarios 
El  saber  y  dotes  altas? 
¿Quién  del  taciturno  Olvera 
Pintar  la  honda  perspicacia, 
De  Fernández  la  firmeza 
O  de  Mariscal  la  gracia? 
¿Quién,  cuando  mi  torpe  pluma 
A  enumerarlos  no  alcanza? 
Las  galerías  rugientes 
En  explosiones  volcánicas 
Donde  tronaba  la  injuria 
Entre  aplausos  y  palmadas. 
Los  de  Comonfort  retraídos, 
Los  mochos  con  furia  y  ansias, 

Y  el  presente  y  el  pasado 
En  descomunal  batalla 
Aniquilando  maldades 

Y  prometiendo  esperanzas; 
Porque  el  conjunto  adorable 
Por  su  amor  por  nuestra  patria 
Ni  uno  sólo  de  esos  hombres 
Abrigó  miras  bastardas 

Ni  especuló  ni  hizo  esñierzos 


L08  CONSTITÜTIINTBS.  lOJ 


Que  no  fueran  por  la  patria. 
¡Gloria  á  los  Constituyentes, 
¡Gloria  á  México  reclama 
A  los  ínclitos  varones 
Que  con  su  fe  sacrosanta 
Consagraron  los  derechos 
De  la  Nación  Mexicana! 


Junio  9  de  1S96. 


104  LOS  CONSTlTÜY«NTKS. 


GHAD  HOinAnee 

oeKwosTOKTones 
enTFc  «'mo«i>o$"  y  enDemoniADOS. 

tt  xirricaLo  i$  d€  tJi  eonsTim^ion. 


Como  en  los  recios  encuentros 
Que  en  las  edades  pasadas 
Efectuaban  los  guerreros 
Cubiertos  de  todas  armas 
Combatiendo  enfurecidos 
Por  su  dios  y  por  su  dama; 
Con  la  armadura  de  hierro, 
La  visera  levantada, 
El  mote  dándose  al  viento 
En  la  ponderosa  lanza; 
Así  en  la  liza  se  vieron 
En  furibunda  batalla 
Los  dos  bandos  que  el  imperio 
Disputaban  de  la  Patria, 
Unos  tras  el  parapeto 
De  la  religión  sagrada 
Para  recoger  tomines 
Cloroformando  las  almas, 
Los  otros  reivindicando 
A  Dios  del  lucro  y  la  &rsa, 
Derribando  las  barreras 
De  la  intriga  y  la  cabala 
Para  restituir  al  hombre 
La  libertad  proclamada 
En  la  dma  del  Calvario 
Sobre  la  cruz  sacrosanta. 
Así  se  miró  al  Congreso 


LOS  CONSTITUYBNTBS.  I05 


En  la  conspicua  mañana 

Del  29  de  Jnlio 

Bn  la  Historia  registrada; 

Y  era  el  siguiente  problema 
La  causa  de  la  batalla: 

^Se  puede  imponer  al  hombre 
Para  la  conciencia  trabas? 
¿Pueden  obligarlas  leyes 
A  la  sociedad  humana 
A  que  sólo  á  Dios  contemple 
Según  les  viniere  en  ganas 
A  los  bravos  de  tres  picos 
Yá  los  de  mitra  6  de  tiara? 

Y  allí  filé  Troya;  estallaron 
Las  pasiones  enconadas, 

Y  desde  el  hogar  saltando 
A  las  calles  y  tas  plazas, 
Eran  aljabas  los  ojos, 
Proyectiles  las  palabras, 
Templos,  palacios  y  chozan 
Cercaba  la  intolerancia, 

Y  en  la  atmósfera  volaron 

De  odio  y  de  venganza  miasmas. 
Iniciaron  el  combate 
Bravos,  Castañeda  y  Mata, 
El  uno,  anciano  apacible, 
Grueso' cuerpo,  larga  talla. 
De  cierto  candor  campestre 
Su  simpática  palabra; 
El  otro,  austero,  incisivo, 
Como  quien  blande  una  maza 
Los  golpes  que  se  le  asestan 
Con  intrepidez  repara. 


Llega  en  su  auxilio  Gamboa, 
Castillo  Vdasco  llega, 
Y  Zarco  arrojando  llamas 
Enardece  la  contienda; 
El  concurso  dividido 
En  bandos,  grita,  blasfema. 
Se  retuerce  en  sus  asientos, 
De  pie  ruge  6  palmotea, 
Ya  aparece  la  victoria 


I06  LOS  CONSTITUYBKTES . 


Con  la  liberal  bandera; 
Pero  se  alza  formidable 
El  letrado  Arizcorreta, 
Blanco,  de  noble  semblante 

Y  de  potente  elocuenda. 
De  marfil  la  dentadura 

Y  con  sus  cultas  maneras: 
"Dios  combate  con  nosotros, 
"Dios  nuestras  fuerzas  sustenta, 
"Es  al  Dios  de  nuestros  padres 
"El  Dios  á  quien  se  hace  guerra." 

Y  de  serviles  rabiosos 
Los  alaridos  retruenan, 
Poblando  entonces  el  aire 
Como  granizada  recia, 
Mil  listones  de  colores 

Que  dicen  con  grandes  letras: 
i  Guerra  y  fniurU  á  los  heredes ^ 
Que  malditos  de  Dios  sean. 
No  queremos  tolerancia! 

Y  otros:  ¡triunfe  la  conciencia, 
Que  tiemblen  los  sacristanes 

Y  la  canalla  frailesca! 

Y  surge  Díaz  González, 
Moreno,  de  talla  esbelta, 

De  ojos  grandes  y  expresivos, 
De  voz  ronca,  barba  negra, 

Y  los  mochos  abatidos 

Con  él  sus  fuerzas  renuevan. 
En  lo  redo  del  tumulto 
De  la  empeñada  refriega, 
Pondano  Arriaga  aparece 
Como  formidable  atleta, 
Grande  frente,  ojos  pequeños. 
Tez  con  rastros  de  viruelas, 
Largo  cabello  su  calva 
Cubriendo  mezquino  apenas, 
Era  lábarum,  fe  viva. 
Era  el  formidable  atleta 
Que  á  los  tiranos  abate 

Y  los  monstruos  encadena; 

Y  como  sol  refulgente 
Que  arrolla  la  débil  niebla, 

Y  como  viento  potente 
Que  avienta  las  hojas  secas, 


LOS  CONSTITUYBNTES.  107 


Aparece  irresistible 
En  la  disputada  brecha. 
De  Comonfort  los  ministros 
Dan  lisonjeras  promesas, 

Y  algo  ocultan  que  las  almas 
Desencaminan  é  inquietan. 
Laíragua  su  bulto  esconde 
Detrás  de  las  conveniencias, 
Rosa  lacónico  lanza 
Evasivas  circunspectas. 

Y  Montes,  que  era  gigante 
Al  saltar  á  la  palestra, 
Elude,  emplaza,  y  los  tiempos 
De  las  Reformas  aleja; 
Brotan  do  quier  desconfianzas, 
Aparecen  sombras  negras 
Que  de  traición  tienen  formas, 

Y  odios  y  celos  engendran, 

Y  al  fin  la  lucha  se  emplaza 
Sin  que  se  viese  resuelta, 
Quedando  los  adalides 

En  sus  puestos  con  firmeza. 
Esperando  decididos 
A  renovar  la  pelea; 
Pero  la  luz  del  Progreso 
Reverberaba  suprema 

Y  como  un  sol  alumbraba 
La  libertad  de  conciencia 
Entxe  las  ruinas  odiosas 
De  esa  hipócrita  caterva, 
Que  tras  de  la  cruz  se  escuda 
Haciendo  diablura  y  media. 


I08  LOS  COtlSTITDYBNTBS. 


LiDDo  Y  HecoeiJADO  noxüAme 
DCL  5  DG  PGBHeRO  06  1857 

SINFí>NÍA. 

Era  el  5  de  Febrero 
Del  año  cincuenta  y  siete, 
Para  los  mochos,  de  Into, 
Para  la  chinaca,  al^^. 
Aquéllos  pidiendo  al  cielo 
Que  nuestra  tierra  se  hundiese, 

Y  que  tragara  el  infierno 
A  los  infames  herejes. 
Éstos  como  unas  sonajas 
Esperaban  inpacientes 

Que  el  ronco  cañón  clamara, 
Que  el  ronco  cañón  dijese: 
Serviles,  vuestro  dominio 
Está  condenado  á  muerte. 
En  las  plazas  y  en  las  calles 
Se  agolpa  riendo  la  gente. 
Los  templos  muestran  espanto, 
Fingen  goaso  los  cuarteles, 

Y  viejas  y  sacristanes 
Con  los  de  estola  y  acetre 
Se  arrastran  embravecidos 
A  nuestro  Señor  diciéndole: 
¿Para  cuando  son  tus  iras 
Si  á  la  canalla  consientes? 

Y  como  enmedio  á  las  aguas 
Gigante  roca  se  yergue, 

Y  á  su  pie  se  despedazan 
Las  encontradas  corrientes, 


IPS  CONSTITUYENTES.  IO9 


Que  ya  embisten  impetuosas 
O  bramando  retroceden, 
Así  las  gentes  acorren 
En  tomo  del  Presidente. 
Que  ni  los  choques  asustan 
Ni  su  furor  le  estremece; 
Pero  escondidos  y  astutos 
Los  amigos  moderetes 
De  Comonfort  se  apoderan, 

Y  en  mil  dudas  le  mantienen 
Que  á  veces  por  intervalos 
Le  toman  tímido  y  débil. 

En  su  hogar  do  está  la  madre 
Que  idolatra,  reverente, 
Se  escurren  conspiradores 
Con  máscaras  de  creyentes. 

Y  la  azuzan,  la  envenenan 
Contra  hijo  que  tanto  quiere, 

Y  la  alejan  lastimando 

Al  que  filé  su  apoyo  siempre. 

Y  aquel  hondo  descontento 
Que  en  público  no  aparece. 
Fué  á  su  vez  terrible  mina 
Que  filé  invisible  extendiéndose 
D€^e  el  hogar  al  palacio 

Con  sigilo  delincuente, 
Hasta  lograr  al  caudillo 
Precipitarle  y  perderle. 

II 

EL  JUBAMENTO. 

Espléndido  el  sol  brillaba 
Con  encanto  de  los  cielos 

Y  en  raudales  la  luz  pura 
Iluminaba  el  Congreso 
Con  sus  columnas  gigantes, 
Con  sus  balcones  de  hierro, 
Balaustradas  y  sillones 

De  valioso  terciopelo. 
Pero  todo  era  viviente. 
Todo  como  oon  aliento 
Era  de  rostros  mortales, 
Muro  compacto  y  extenso, 


I  lO  tos  CONSTITUYENTES. 


Bn  que  mil  ojos  brillaban   ' 
De  curiosidad  sedientos. 
Era  un  amplio  semicírculo: 
Majestuosos  en  su  asiento 
Los  adalides  amados, 
Los  apóstoles  del  pueblo. 
Los  que  valientes  en  triunfo 
Levantaban  sus  derechos; 
Del  salón  en  el  respaldo 

Y  bajo  dosel  soberbio, 
El  sillón  del  Presidente 
Se  destacaba  supremo. 
Cordones  y  franjas  de  oro 

Y  con  elegantes  flecos, 
El  docel  apareda 

Sus  anchas  alas  abriendo 
De  carmesí  revestido, 

Y  con  alamares  regios. 
Al  fiente  la  extensa  mesa 
Con  un  crucifijo  enmedio, 

Y  á  su  diestra  el  grande  libro 
Con  los  santos  evangelios. 
Bn  espera  silenciosa 

Se  aguarda  con  gran  respeto 
Cuando  súbito  aparece, 
Cual  de  la  sombra  saliendo, 
Un  anciano  venerable 
Apoyado  en  dos  mancebos; 
Encorvado,  débil  paso, 
Doliente,  extenuado,  trémulo, 
Pero  la  mirada  ardiente, 
El  rostro  digno  y  severo 
Como  haciendo  triunfar  su  alma 
De  las  ruinas  de  su  cuerpo. 
De  un  golpe,  en  un  sólo  instante 
Todos  de  pie  se  pusieron, 

Y  al  contemplar  al  apóstol 
De  lo  justo  y  de  lo  bueno, 
Circundado  por  la  aureola 
De  sus  heroicos  recuerdos, 
A  quien  permitióla  muerte 
Sellar  con  su  juramento 

El  arca  santa  que  encierra 
Los  tesoros  del  progreso, 
Estallaron  los  aplausos 


LOS  CONSTlTüY«NT«S.  III 


Con  el  retumbar  del  trueno, 

Y  como  en  el  alba  nube 
Derrama  el  sol  sus  reflejos, 
Se  vieron  rayos  de  gloria 
Sobre  los  blancos  cabellos 
De  Parías  el  augusto, 

De  demócratas  modelo. 
Después  de  ligera  pausa 
Se  procedió  al  juramento, 
Ocupa  la  Presidencia, 
Bajo  el  dosel  con  sosiego 
El  anciano  venerable, 

Y  se  presenta  el  primero 
León  Guzmán,  que  era  el  Vice 
Por  los  conscriptos  electo. 
Era  Guzmán,  alto,  joven, 
Pálido,  los  ojos  negros, 

En  el  mirar  atrevido, 
En  los  modales  modesto. 
Elocuente  en  las  palabras, 
En  la  borrasca  impertérrito; 
Arrodillóse  sumiso 
Frente  del  supremo  asiento; 
De  píe  están  los  diputados, 
El  concurso  en  pie  y  atento 

Y  con  voz  en  que  vibraban 
Los  sublimes  sentimientos 
De  entusiasmo,  de  ternura 

Y  de  amor  profundo  al  pueblo, 
¿Juráis?,  Parías,  le  dijo, 

'  Y  su  sí  sonó  resuelto, 
Del  salón  en  las  alturas 
Sonando  potente  el  eco. 
Levantóse  el  Presidente, 
Guzmán  ocupó  su  puesto. 
Está  el  anciano  de  hinojos, 
La  mano  en  los  evangelios, 
Viéndose  los  pies  del  Cristo 
Al  través  de  sus  cabellos. 
¿Juráis?,  Guzmán  interroga, 
Sí  juro;  respondió  el  viejo, 

Y  sus  miradas  brillantes 
Con  llanto  se  obscurecieron. 
Aquel  adalid  valiente, 

El  escodo  del  derecho, 


112  LOS  CONSTITUYBNTBS. 


£1  que  filé  purificado 
Con  la  prisión  y  el  destierro, 
De  la  humanidad  al  triunfo 
Conducía  su  esqueleto, 
Como  exigiendo  á  la  muerte 
Ovaciones  y  respetos. 
Después  de  rumor  confuso 
De  cierto  conato  excéntrico 
De  un  diputado  Arellano 
Que  con  raro  atrevimiento 
Formulaba  una  protesta 
Llena  de  detalles  necios, 
Que  se  contuvo  al  instante 

Y  sólo  duró  momentos, 
Erguidos  los  diputados, 

El  brazo  diestro  extendiendo 
En  actitud  imponente 
Al  acto  dando  im  aspecto 
De  majestad  indecible 

Y  de  imponderable  ejemplo, 
¿Jiu-ais?  exclamó  Parías 
Con  un  enérgico  acento, 

Sí  juramos:  los  conscriptos 
Entusiastas  repitieron. 


El  concurso  se  dispersa 

Sus  vivas  lanzando  al  viento. 

Los  liberales  llevaban 

A  donde  quiera  el  contento, 

Y  rabiaban  rencorosos 

Los  hijos  del  retroceso. 


WJS  CONSTlTüY«NTKS.  H3 


nomATKíG 

en  Qué  9€  CRXcx  oe  qd  $ujeco  PGOPÍQae 

^fiQD  LA  G«DC«  De  $A9RI$CI  A. 
I 

sinfonía. 


Allá  lo  veréis  ladrones 
De  la  Santa  Madre  /¿esta, 
Allá  lo  veréis  malditos 
Que  audaces  ponéis  en  venta 
Lo  que  Jesucristo  al  Clero 
Ha  dejado  por  herencia; 
Que  el  sol  os  tueste  las  carnes, 
Que  hiél  en  el  agua  beban, 
Maldito  el  que  os  saludase, 
Maldita  la  parentela 
Que  del  convento  sagrado 
Vaya  á  habitar  en  las  celdas. 

Y  por  aquí  llueven  rezos, 
/      Y  venenosas  protestas, 

Por  allá,  conspiradores, 
Se  agrupan  en  las  tinieblas. 
Era  un  tigre  cada  puro, 
Cada  cristiano  una  fiera, 

Y  era  un  abismo  de  intrigas 
Cada  mocAo  y  cada  vieja. 
Pero  enmedio  de  la  zambra, 
Del  rencor  y  la  revuelta 

.    Privaba  el  Protagonista 
De  esta  tiunultuosa  escena: 

&OMANCBS.~I5. 


114  I^OS  CONSTITUYENTES. 


Juan  José  Baz  el  hereje 
De  más  fibra  y  de  más  cuenta, 
Al  que  el  fuego  del  infierno 
En  vez  de  quemar  refresca. 
Era  Juan,  esbelto  joven 
De  rubia  y  luenga  melena, 
Ancha  y  despejada  firente, 
Erguida  y  gentil  cabeza, 
Cutis  como  de  alabastro, 
Ojo  azul,  mirada  inquieta 
Que  como  llama  se  agita 
Si  la  cólera  le  incendia; 
De  rápidos  movimientos, 
De  actitud  viva  y  resuelta, 
Ni  le  detienen  peligros 
Ni  el  tumulto  le  amedrenta; 

Y  donde  quiera  sofoca 

Y  donde  quiera  refrena 
Los  ímpetus  de  la  plebe 
Que  repetidos  revientan. 

Y  ni  la  luz  de  la  aurora. 
Ni  la  obscuridad  intensa, 
Ni  las  lluvias,  ni  los  rayos, 
A  su  afán  le  dieron  tregua; 
En  el  alegre  fandango. 

En  la  alborotada  fiesta, 
En  la  reunión  sospechosa, 
En  la  cantina,  en  la  tienda 

Y  en  las  casas  del  Pecado 
Asomaba  su  presencia. 
Valiente  como  el  Cid  mismo. 
Bilioso  pero  alma  buena 

Al  niño  tiende  la  mano 
Le  presta  apoyo  á  una  vieja 

Y  socorre  generoso 

Al  que  atormentan  las  penas. 
Cuando  la  razón  le  dice 
Que  hizo  abuso  de  su  fuerza 
Corrige  sin  miramiento 
Sus  bruscas  inconveniencias. 
Esto  sin  dejar  un  punto 
Su  patriótica  tarea 
De  que  se  cumplan  las  leyes 
Sin  que  ninguno  las  tuerza. 


W)s  coNsrrnjYKNTKs.  115 


II 

UNA  0ONFE8ION. 

Iba  emnedio  á>^su  camino 
De  cincuenta  y  siete  el  año 
Sin  ver  el  rostro  al  sosiego 
Ni  mirar  paz  en  los  ánimos, 
Cuando  enmedio  de  una  noche 
Que  dominaba  el  espanto, 
De  un  convento  ya  desierto 
Do  la  barreta  hizo  estragos 
Convertida  en  patrimonio 
De  hábil  adjudicatario, 
Medio  derribado  á  trechos 
O  habitado  por  profanos, 
Con  paso  para  la  calle, 
Con  escalera  de  palo, 
Salieron  dolientes  gritos 
Que  clamaban  con  quebranto: 
«Un  sacerdote,  ¡socorro! 
Que  está  el  enfermo  expirando* 
Con  las  voces  alarmantes 
Se  despierta  el  vecindario, 
Accesorias  y  balcones 
Kn  gente  están  rebosando, 

Y  la  multitud  se  agolpa 

A  la  calle  en  son  de  asalto. 
Desde  el  exterior  se  mira 
A  exigua  luz,  triste  cuadro  ; 
Amarillas  las  paredes. 
Escombros,  muebles  escasos, 

Y  en  entelerido  catre 
Varios  bultos  agrm)ados 
De  niños  y  de  mujeres 
Al  moribundo  rodeando. 
Por  fin  llega  un  sacerdote 
Varonil,  medio  mundano, 
Con  la  soberbia  en  el  rostro 

Y  con  aspecto  de  gpiapo. 
Sube  la  humilde  escalera 
Donde  le  están  esperando 
Pero  de  pronto  iracundo 
Grita:  yo  no  doy  un  paso, 
Bse  cuarto  es  el  infierno 


1 16  IOS  CON8TlTUYBÑT«S. 


Donde  habitan  condenados; 

Mi  maldición  caiga  en  ellos 

Bn  el  nombre  de  Dios  santo 

— Perdón,  repiten  á  un  tiempo 

Los  deudos  acongojados. 

— No  hay  perdón — ^no  lo  confieso 

Si  no  sale  de  ese  cuarto. 

— Que  lo  saquen  grita  el  pueblo 

Alzando  inquieto  sus  brazos; 

Y  á  poco  el  cuasi  cadáver 
Fué  resbalando  de  lo  alto 
Sostenido  por  los  suyos 
Por  multiplicados  lazos; 
Cae  el  enfermo  en  la  tierra; 
El  padre  con  desenSeido 
Despejó  pronto  el  gentío 

Y  esta  del  enfermo  al  lado: 
La  Constitución  abjuras? 
Vuelves  á  la  Iglesia  el  claustro 

Y  lo  más  que  los  herejes 
Contigo  se  hayan  robado? 
Padre  dejadme  que  explique. 
— ^Yo  no  escucho  á  los  malvados 
— Una  palabra, — No  hay  pero, 
Ve  que  te  llevan  los  diablos. 
¡Muera  el  gobierno  de  herejes 
Bxdama  el  pueblo  bramando! 
— Creo  en  Dios — ^perdón  os  pido 
Tanto  cual  vos  soy  cristiano. 

— Nada  escucho,  á  nada  atiendo 
Restituid  ó  condenaos, 
Muérete  y  que  te  achicharren 
Los  demonios  mas  osados. 
—Pues  padre  m€  voy  en  pelo,  - 

Y  se  murió  el  desdichado. 
Silbidos,  zambra,  palmadas 
Su  expirar  acompañaron, 

Y  el  padredto  en  sus  glorias 
Por  ser  el  rey  del  escándalo; 
Mas  Juan  J<¿é  se  aparece 
Con  unos  cuantos  soldados: 
Hay  aguacero  de  piedras. 
Hay  en  las  sombras  estragos, 

Y  alaridos  de  mujeres 

Y  desahogos  de  borrachos; 


U)S  CONSTITUYENTES. .  1 1 7 

Pero  aislado  y  entre  filas 
Fué  el  padredto  marchando 
A  la  cárcel  donde  quiso 
D.  Ju<m  José  asegurarlo. 
Cuando  en  la  ciudad  absorta 
Se  supo  el  horrible  caso 
Los  recalcitrantes  mochos 
Llenos  de  rabia  extrañaron 
Que  á  Juan  José  y  sus  esbirros 
Al  hacer  tal  desacato 
La  tierra  no  se  rajase 
Y  los  hubiera  tragado. 
Al  tenor  de  esta  leyenda 
Hubo  casos  estupendos 
Que  por  respeto  á  las  creencias, 
Dejó'  la  historia  en  silencio. 


1 18  LOS  COÑSTITUYBNTM. 


TieHDO  T  DOLOmDO  KOSDAD^ 
QQC  LIMA  XL IILIXUI  mx$  QOe  DO  $8  QUKI^ll 

I 

SL  HIJO  QUS  ALSQA. 

«Te  engañan  madre  adorada» 
«Los  que  con  fines  inicuos^» 
«Dicen  que  los  liberales» 
«Son  enemigos  de  Cristo» 
«Y  que  con  furia  rabiosa» 
«Persiguen  á  sus  ministros,» 
ííQue  los  templos  sacrosantos» 
«Quieren  profanar  sacrilegos» 
«Y  á  las  vírgenes  del  claustro» 
«Entregar  á  libertinos.» 
«Te  engañan,  madre  de  mi  alma,» 
«Los  hipócritas,  malignos» 
«Que  con  la  cruz  resguardados,» 
«En  tenebrosos  concilios» 
«Conspiran  contra  la  Patria;» 
«Son  su  amor  y  su  delirio» 
«Los  dineros  del  creyente» 
«Con  su  mundanal  dominio;» 
«Ellos  han  emponzoñado» 
«El  aire  del  domicilio,» 
«Ellos  destrozan  los  lazos» 
«Bienhechores  y  divinos» 
«Del  hermano  y  del-hermano,» 
«De  los  padres  y  los  hijos.» 
«¿Son  religión  los  dineros» 
«Que  les  dan  á  sus  políticos» 
«Para  tener  un  gobierno» 
«Que  se  plegué  á  sus  caprichos,» 
«Que  proteja  las  traiciones» 


IX5S  CONSTITÜYENIMCS.  II9 


•rY  santifique  sus  vicios?» 
«¿Es  religión  la  que  manda» 
«Haste  espía  del  marido?» 
«¿Y  la  que  dice  á  la  esposa:» 
«Odiar  á  tu  esposo  es  lícito» 
«Si  no  sigue  los  mandatos» 
«Del  intruso  frailecito?» 
«Está  bien  el  sacerdote» 
«En  su  iglesia  y  con  su  rito,» 
«Pero  atizando  discordias,» 
«Convirtiendo  en  subversivos» 
«Los  rezos  y  los  sermones» 
«Y  los  santos  ejercicios,» 
«Ofreciéndole  la  gloria» 
«Al  ladrón  y  al  asesino» 
«Con  tal  que  á  los  liberales» 
«Den  congojas  y  suplicios;» 
«No  puede  ser,  y  es  forzoso» 
«Del  abuso  el  exterminio.» 
«¿Pero  no  me  hablas?  ¿Ocultas,» 
«Madre,  tu  rostro  querido» 
«Para  ni  escuchar  mis  quejas» 
«Ni  que  te  acaricie  tu  hijo? 
«Aquí  tienes  á  tu  Ignacio,» 
«Ve  de  hinojos  á  tu  niño.» 

Y  era  cual  mármol  la  madre, 

Y  en  el  rebozo  escondido 
Estuvo  su  airado  rostro 
Sin  mostrar  de  vida  indicio. 
Alegóse  el  Presidente 

Lo  mismo  que  ciervo  herido, 
Que  sediento  en  una  fuente 
Busca  con  ansia  el  alivio 

Y  encuentra  un  montón  de  arena 
En  vez  del  precioso  líquido. 

Y  la  señora  piadosa 

Ya  sola  rompió  en  gemidos 
Al  ver  á  su  hijo  mimado 
Por  siempre  de  Dios  maldito. 

Y  juró,  como  cristiana 
Que  trastorna  el  fanatismo, 
Por  la  salvación  de  su  alma 
A  los  padres  dar  auxilio, 

A  mayordomos  de  monjas, 
Beatas  y  monaguillos 


1 20  LOS  CONSTlTUYBfíTM. 


Hasta  lograr  que  volviera 
Comonfort  al  buen  camino 
Sostenido  y  apoyado 
Bn  canónigos  y  obispos 


Julio  21  de  1896 


LOS  CONSTITÜYBNTBS.  121 


BKAVO  KORiAnee 

en  et  oii€  De  x  ciko  ee^AKon  PoiiiaD  YOLAoeRC 
10$  mow>%  A  Diie$cf»)  paors 

I. 
NOCHE  BS  LUNA. 

Tras  de  torrentes  de  lluvia 
Que  descargaron  los  cielos 

Y  á  la  ciudad  presentaron 
Como  sobre  de  un  espejo, 
Vestida  de  luz  de  luna 

Y  por  suelo  el  firmamento, 
Como  tma  diosa  dormida 
Acariciada  en  su  suefío 
Por  los  besos  de  la  brisa 

Y  el  majestuoso^silendo, 
A  un  costado  de  la  Iglesia 
Del  firandscano  convento 
Al  cuerpo  de  Independencia 
Se  le  designó  su  puesto; 

Que  era  el  cuerpo  de  confianza 
Por  sus  inmortales  hechos 
Que  peleando  en  Churubusco 
Renombre  y  lauros  le  dieron. 
Un  D.  Vicente  Pagaza 
De  cgercicio  relojero, 
Dejaba  el  cuerpo  de  guardia 
Después  de  los  aguaceros 
Cuando  al  llegar  á  la  esquina 
Junto  á  la  puerta  de  hierro 

-16. 


122  W)S  CONSTITUYBNTKS. 


Del  edificio,  notaron 
Algunos  bultos  siniestros 
Pegados  á  la  capilla 
De  los  Servitas  Austeros. 
El  bravo  Miguel  Gutiérrez 
Trepó  á  la  reja  violento 

Y  se  dirigió  á  los  grupos 
El  sólo  pero  resuelto; 
Pagaza  y  Abraham  Olvera 
Al  cuartel  retrocedieron, 
Pero  un  oficial  Carranco 
Había  minado  el  cuerpo, 

Y  al  verse  junto  á  los  jefes 
Estalló  en  viles  denuestos 
Diciendo:   * 'guerra  al  hereje" 
Muera  el  maldito  gobierno! 

Y  aquello  fué  un  alboroto 
De  gritos,  de  furia  y  truenos 

Y  de  reñidos  embates 
Furibundos  y  sangrientos. 
A  Juan  José  le  avisaron; 
Juan  José  llegó  muy  presto. 
Se  aplacaron  los  de  guardia 
Al  orden  por  fin  volvieron; 
Pero  en  los  claustros  contiguos 
Se  oyen  voces  y  atropellos; 
Entonces  por  una  puerta 

A  donde  adobes  pusieron 
Para  dividir,  sesudos, 
Ya  al  cuartel  y  ya  al  convento, 
Mandó  que  se  derribasen 
Juan  José  y  saltó  violento 
Al  corazón  del  tumulto 

Y  al  seno  del  claustro  estrecho. 
Allí  oficiales  furiosos 

Y  sacristanes  y  clérigos  « 
I^a  religión  invocaban 
Con  rabioso  desenfireno, 
Allí  un  fraile  Malagresi 
Con  un  Cristo  y  con  su  acero 
Que  esgrimía  entusiasmado 
Como  un  veterano  viejo, 
Alentaba  á  sus  secuaces 
Que  su  santo  celo  viendo 
Acometían  furiosos 


IX)S  CONSIMTUYKN'rBS.  12¡ 


Acribillando  á  los  nuestros, 
Gritos,  lamentos  de  heridos, 
lyO  trágico,  lo  estupendo 
Con  espanto  de  las  gentes 
En  el  claustro  se  reunieron; 
Por  fin,  Juan  José  valiente, 
Pagaza  y  sus  compañeros 
Valdés  y  Pancho  Mejia, 
Que  acudió  fiel  al  suceso, 
La  insurrección  sujetaron, 
En  orden  todo  pusieron, 
Y  con  los  amotinados 
Formaron  de  filas  presos 
Que  al  municipal  Palacio 
Custodiados  condujeron. 

II. 

D08  DECRETOS  Y  ÜN  OASTIOO. 

Comonfort  se  impuso  en  calma 
Con  continente  tranquilo 
De  le  asonada  sangrienta 
Reprimida  en  San  Francisco, 
Pero  con  fiera  entereza 
A  Montes  y  á  Iglesias  dijo. 
Que  eran  en  ese  momento 
Los  diligentes  ministros: 
*Toned  cada  uno  un  decreto 
*Tara  esto  que  ha  sucedido, 
'Tara  suprimir,  el  uno, 
**A1  convento  San  Francisco 
** Dejando  el  templo  tan  sólo 
**A  cargo  del  Arzobispo; 
*Tara  derribar,  el  otro, 
'*E1  conventual  edificio 
"Con  plazo  de  dos  semanas 
**Y  que  despejado  el  sitio 
'  'Se  forme  una  hermosa  calle 
•*Con  Letrán  que  esté  continuo; 
"Y  en  honra  de  los  valientes 
*  'Que  el  motín  han  reprimido 
"Y  del  día  de  la  Patria 
"Que  celebran  sus  hijos 
"Se  llamará  "Independencia" 
'*Como  un  homenaje  digno 


124  I-OS  CONSTI'fUYBNTKS. 


**A1  esfuerzo  del  progreso 
**Que  triunfó  del  fanatismo" 
Los  decretos  se  expidieron 

Y  se  miraron  cumplidos 

El  mismo  mes  de  Septiembre 
Con  arreglo  á  lo  prescrito. 

III. 

AL  GRILLETE. 

Comonfort  temblando  de  ira 

Y  queriendo  hundir  en  fango 
A  los  servitas  indignos 
Autores  de  tal  escándalo, 
Mandó  fuesen  al  grillete 
Sin  respeto  de  su  rango 

Y  con  todo  y  uniformes 

Y  arreos  aristocráticos; 
Arrastrando  gruesos  grillos 
A  las  calles  los  sacaron 

A  limpiar  las  atarjeas 
Entre  aspavientos  y  llantos 
De  los  humildes  creyentes 
Cuyas  miras  se  frustraron. 

Julio  30  de  1896. 


I,OS  CONSTITUYENTES.  1 25 


De  me^o  (colorado  o  í&aü 

PKim^KAS  Fe^^ORIAS  D6  LA  ReBOKlDA. 

I. 

MALAS  MANA8  DE  LOS  MOCHOS. 

Como  subterráneos  truenos, 
Que  anuncian  los  terremotos 

Y  los  ánimos  alarman 
Como  con  rugidos  sordos, 
Así  los  ruidos  anuncian 
El  cataclismo,  el  trastorno, 
Que  rugiente  se  aproxima 
Desde  horizontes  remotos; 
Es  que  cruje  el  fuerte  muro 
Que  ha  siglos  sirve  de  estorbo 
A  la  marcha  del  progreso, 
Que  el  pueblo  codicia  ansioso. 
Ya  no  es  el  botín  del  mando 
Que  soldados  ambiciosos 

Y  clérigos  prostituidos 
Saquean  como  tesoro, 

Es  de  Ayutla  el  recio  empuje 
Que  alza  valiente  en  sus  hombros 
Los  derechos  ultrajados 

Y  los  principios  preciosos, 
Del  servil  odio  y  vergüenza, 
De  la  fuerza  timbre  odioso. 
Era  el  grito  contra  el  yugo 
De  hacendados  codiciosos, 
Era  inflexible  picota 

Para  los  impunes  robos 
Ya  vestidos  con  sotana 
Ya  en  son  de  clarín  los  otros, 


126  IX»  CONSTITXJYBNTKS. 


Era  dar  á  Dios  su  templo 
Limpio,  fulgente,  grandioso, 
Sin  mostradores  de  altares, 
Sin  antros  de  los  facciosos 
Mintiendo  sagrados  nombres 

Y  con  saínetes  devotos, 
Llevaban  á  los  hogares 
Contra  el  liberal  los  odios. 

Y  cual  corre  la  jauría 

A  los  antros  de  los  lobos 
Así  la  chinaca  husmea 
Adonde  fraguan  los  mochos 
Conspiraciones  sangrientas 
Que  organizaba  el  encono. 
Comonfort,  ardiente,  activo, 
Sin  momento  de  reposo 
Por  aquí,  extingue  una  llama, 
Por  allí,  corre  al  socorro 
De  una  fuerza  sorprendida 
En  algún  lugar  ignoto, 

Y  ya  enérgico  persigue, 
Ya  perdona  bondadoso, 
Porque  era  clemente  y  noble 

Y  el  corazón  como  de  oro. 

II. 

'     OONSPIEACION. 

Con  profundo  disimulo 
Cauto,  resignado  y  quieto 
La  rebelión  preparaba 
El  franciscano  convento, 
De  la  trama  criminosa 
£1  acaso  rompe  el  velo, 
Acude  la  gente  armada 
Se  arrostra  el  horrible  riesgo     , 

Y  en  un  momento  precioso 
Cuando  iba  á  estallar  sangriento 
El  motín  con  los  horrores 

De  matanzas  y  de  incendios, 
Invade  la  tropa  el  claustro, 
Hay  alborotos  y  encuentros, 
Sorpresas,  sustos,  desmayos, 
Carreras,  gritos  y  truenos, 
Pero  al  fin  de  todo  impera 


\ 


hOS   CONSTITUYBNTSS.  1 27 


Torvo  y  horrible  silencio; 

Y  la  multitud  sus  olas 

Con  espanto  mudo  abriendo 
Miró  atravesar  curiosa 
Entre  soldados  los  presos. 

III. 

EL  DERRUMBE. 

De  cincuenta  y  siete  inviernos 
Pisaba  la  nieve  el  siglo 
Cuando  de  lo  que  relato 
Fui  contingente  testigo: 
Como  encarnizadas  fieras 
Reluchaban  los  partidos 
Unos  su  causa  dañando 
Con  furibundos  delirios; 
Otros  haciendo  un  mampuesto 
Del  nombre  de  Jesucristo 
Para  defender  malvados, 
Para  alentar  á  bandidos, 
Abriendo  la  gloria  eterna 
A  ladrones  y  asesinos, 

Y  prostituyendo,  infames, 
La  corona  del  martirio. 
El  gobierno  castigando 

El  complot  de  San  Francisco 
Orden  dictó  á  Siliceo, 
Que  era  entonces  el  Ministro, 
Se  derribaran  los  muros 
De  parte  del  edificio 
Para  que  quedase  abierta 
Una  calle  como  abismo 
Que  aislara  el  templo  sagrado 
De  los  huéspedes  sacrilegos. 
El  escándalo  sus  teas 
Agitaba  enfurecido, 
Sobre  la  pólvora  negra 
Que  regaba  el  fanatismo. 
Corre  la  gente  en  las  calles; 
En  las  plazas  se  oyen  gritos; 
Vense  figuras  siniestras 
De  secuaces  del  patíbulo 
Ya  pendientes  del  Palado, 


128  LOS  CONSTITÜYBNTBS. 


Y  ya  en  apartados  sitios, 
Cual  cuervos  que  desde  lo  alto 
La  matanza  han  presentido.    ^ 
En  tanto  invadió  la  noche 

De  la  ciudad  el  recinto 
Con  sus  tinieblas  de  bronce, 

Y  con  terror  infinito 
Surcan  rompiendo  la  sombra 
Lastimeros  alaridos 

Y  la  injuria  y  la  blasfemia 
Cruzan  sus  agudos  gritos. 
En  ese  mar  de  aire  negro 
Vense  á  trechos  esparcidos 
Como  fragmentos  de  llama 
Cómo  vuelan  encendidos 
Pedazos  de  la  techumbre 
De  un  incendiado  edificio, 

Y  á  la  luz  de  las  antorchas. 
En  inquieto  remolino, 
Vense  grupos  agitados 
Con  vigas,  hachas  y  picos, 
Con  palas  y  con  barretas 

Y  destructores  artículos. 
¡Qué  arrebatos  de  entusiasmo! 
¡Qué  discordantes  chillidos! 

Y  la  música  de  viento 
Aturdiendo  con  su  ruido 
Lanzaba  de  los  cangrejos 
El  irónico  estribillo; 
Personajes  de  altos  puestos, 
Pelados  sucios  y  cínicos, 

Y  esa  multitud  con  ojos 
Ese  misterioso  río, 

Luz,  tiniebla,  masa  bruta, 
Huracán,  brisa,  y  prodigio, 
Menos  que  enano  si  duerme. 
Titán  al  alzarse  erguido. 
El  derrumbe  se  comienza, 
Crujen  los  muros  heridos 
Como  al  sentir  el  azote 
Gime  el  reo  en  el  suplicio; 
Una  pared  se  derriba. 
Música,  marciales  himnos, 

Y  se  oyen  inprecaciones 
Contra  los  turos  malditos. 


LOS  COÑSTITUY^NTKS.  1 29 


Sus  ojos  despiden  llamas, 
Los  labios  lanzan  gemidos 
Que  se  mezclan  con  blasfemias 

Y  vivas  de  regocijo; 

Y  como  feroz  bandada 
De  buitres  que  con  ahinco 
Se  lanzan  sobre  su  presa 
De  ansiedad  y  sed  urgidos, 
Asi  se  lanzan  ñiriosos 
Con  barras  y  zapapicos 

A  los  sólidos  bastiones 
Que  despiden  polvo  heridos 
Como  si  fuera  la  sangre 
Que  atestiguan  el  martirio; 
Muros  medio  deribados, 
Montones  de  tierra,  asidos 
A  una  reja  los  obreros 
Rompiendo  techos  y  quicios, 
Las  ventanas  sin  sus  puertas, 
Con  hierros  en  equilibrio, 
Maderas  desencajadas. 
Los  corredores  sin  piso, 

Y  de  pie  tristes  columnas 
Que  respetó  el  exterminio; 
El  resplandor  de  las  hachas 
Las  ruinas,  los  mil  residuos 
De  hierro,  piedra  y  madera 
Sobre  la  tierra  esparcidos; 
Unos  sepulcros  se  abrieron 
Del  barreno  al  estampido, 

Y  se  alzaron  esqueletos 
Del  desastre  á  ser  testigos, 

Y  la  multitud  rugiente 
Con  los  cabellos  erizos 

Y  saliendo  poderosos 
Del  horrible  cataclismo 
Gritaban  ¡  viva  el  progreso !      / 
I  Odio  y  muerte  á  los  impíos!  ( 
A  fin  aparece  aislado 

Trozo  gigante  y  macizo 
Donde  hoy  la  calle  de  Gante 
•Parece  tener  principio. 
Trozo  que  á  las  ciegas  masas 
Miraba  con  desafio, 
Monstruo  de  piedra  remedo 


I30  LOS  CONSTITÚTBNTBS. 


De  estupendo  monolito 
Que  con  desprecio  al  concurso 
Dominaba  grave  y  frío 
A  despecho  de  la  plebe, 
De  soldados  y  de  esbirros. 
Sobre  montones  de  escombros 
O  en  la  tierra  medio  hundidos 
Ya  surgiendo  de  ía  sombra, 
Ya  de  la  antorcha  á  los  brillos 
Se  destacaban  los  grupos 
De  hombres,  mujeres  y  niños; 
Encontrándose  en  los  aires 
Vibrantes  repercutidos 
El  ahuUar  de  las  devotas, 
Los  vivas  de  los  impíos. 
Al  resplandor  de  las  teas 
Que  formaba  como  círculo 
De  esplendores  en  lo  negro 
Del  pavoroso  vacío; 
En  girones  de  techumbre, 
En  paredones  unidos 
A  destrozadas  comisas 
O  como  en  vuelo  imprevisto, 
Mirábase  en  las  alturas 
De  luz  de  llama  vestidos. 
Con  los  brazos  levantados 

Y  como  en  feroz  delirio 
En  sus  manos  las  barretas 
Lanzando  siniestros  brillos, 
A  los  fieros  destructores 
Del  opulento  edificio. 
Mientras  rodaban  las  piedras 
Como  gimiendo  á  un  abismo; 

Y  gigante,  augusto,  inmóvil 
Aquel  de  piedra  vestiglo 
Protestaba  de  los  hombres 
Como  implacable  enemigo. 
De  pronto  se  le  acomete. 

De  pronto  él  parece  invicto, 

Y  ya  era  un  ser  animado 
Mudo,  imponente  y  altivo. 
Como  al  cuello  le  echan  cables, 
Las  barras  cavan  su  piso 

Y  hay  un  punto  en  que  vacila 
Entre  la  llama,  los  gritos,        ^ 


LOS  CONSTITÜYBNTKS.  131 


Y  de  músicas  marciales 
Al  estruendoso  sonido. 

Tiembla  el  monstruo,  ya  se  inclina, 
Ya  se  recupera  erguido 
Entre  estruendosas  palmadas, 
Entre  burlones  silbidos 
Revientan  los  gruesos  cables; 
Toca  á  su  fin  el  martirio, 
Como  un  ebrio  bambolea 

£1  inmenso  monolito 

Que  al  fin  brusco  se  derrumba 
Con  espantoso  crujido 
Que  á  la  ciudad  estremece 
Como  terremoto  horrísono; 

Y  queda  un  crestón  del  monstruo 
Destronado,  no  rendido; 

Como  en  redondel  inquieto 
El  toro  de  muerte  herido 
Con  la  cerviz  levantada 
Ya  sin  vida  y  sin  sentido 
Alza  soberbio  la  frente 
Hasta  su  último  suspiro. 
I  Viva  I  grita  éípeladaje^ 
Los  mochos  gritan  ¡malditos! 

Y  la  voz  del  grande  Arriaga 
Clama  con  tono  sentido: 

I  Viva  el  pueblo,  liberales! 
iViva  el  progreso  del  siglo! 

Y  que  esas  ruinas  pregonen 
La  muerte  del  fanatismo. 


132  W)S  CONSTlTUY«NTBS. 


De  D0$  <ÍOP€COnG$ 

OOG  G$TüVIGROD  GD  QD  TI{I$. 
I. 

OVACIÓN. 

Aquellos  conspiradores 
De  Alvarado  y  San  Francisco 
Tomaron  en  apoteosis 
De  Baz  el  duro  castigo; 
Los  groseros  instrumentos 
De  que  se  hallaron  provistos 
Los  coronaron  de  flores 
Damas  y  amigos  solícitos; 

Y  fueron  los  prisioneros 
Con  sus  mejores  vestidos, 
Con  diamantes  en  los  dedos 

Y  cadenas  de  oro  fino. 
Al  aspecto  de  la  tropa, 
Al  resonar  de  los  gritos, 
Al  escucharse  los  nombres 
De  sujetos  distinguidos 
El  concurso  fué  creciendo, 

Se  alzó  clamor,  creció  el  ruido, 

Y  balcones  y  zaguanes 
Se  cubrieron  de  improviso 
De  gente  que  el  escarmiento 
Juzgó  villano  é  indigno, 
Frustrándole  el  entusiasmo 
De  los  pechos  compasivos 

Y  explotándole  los  mochos 
Con  sus  perversos  designios. 


IX)8  CONSTiTTrraNTES.  133 


11. 
HONBA  T  GLORIA. 

De  las  casas  opulentas 

Y  de  las  humildes  chozas 
Salieron  ricos  regalos, 
Ramos,  palmas  y  coronas 
Para  los  que  padecían 
Por  Jesucristo  y  su  gloria. 
La  tropa  obliga^al  trabajo 
Con  respecto  á  las  personas 
Que  al  desazolvar  la  zanja 
Se  humilla  y  brama  de  <¿lera; 
Entonces^se  da  un  descanso 
A  la  tarea  enojosa 

Y  rápido  cual  por  magia 
La  calle  sucia  se  toma 
En  espléndido  banquete 
Que  disponen  anhelosas 
Las  mujeres  infelices: 
Las  opulentas  señoras. 

Se  tienden  en  las  banquetas 

Y  sobre  las  sucias  losas 
Los  manteles  elegantes 
Con  regio  decoro^  y  pompa, 

Y  llovieron  los  manjares 
Con*profusi6n  generosa 
Para  obsequiar  á  los  presos; 
Entre  laureles  y  rosas 

Los  raudales  de  Champaña, 
Los  torrentes  de  Borgoña, 
Halagaban  á  los  reos 
Que  el  castigo  vuelven  honra. 
El  tumulto  y  los  aplausos. 
El  entusiasmo,  la  broma 
Hacen  de  Baz  y  el  Gobierno 
Caricaturas  y  mofa 

Y  los  guardianes  del  orden 
En  situación  tan  penosa 
Ni  pueden  tirar  sus  armas 
Ni  estar  con  ellas  de  sobra. 
Comonfort  dispone  entonces 
Que  á  los  presos  se  recojan 
Dejando  á  Baz  en  ridiculo 

Y  su  poder  en  derrota. 


134  IX>S  CONSTITÜYBNTB8. 


III. 
EN  ÜN  TBIB. 

Comonfort  está  esperando 
Sobre  su  sillón,  inquieto 
De  Juan  José  la  presencia, 
Sus  arrebatos  extremos 
Por  la  orden  que  reprobaba 
Su  conducta  con  los  presos. 
Yo  por  acaso  me  ¿aliaba 
En  el  de^acho  al  momento 
Que  entro  Juan  José  bramando 

Y  de  la  ira  casi  ciego. 
Cerró  la  puerta  con  furia 
Atropellando  respetos 
Al  Presidente  le  dijo, 
Con  voz  y  tono  soberbio: 
"A  Usted  débil  gobernante, 
'*A  Usted  el  mal  caballero,  ^ 
"Le  digo  que  se  equivoca 
"Creyéndome  su  estafermo. 
**Usted  á  las  vívoras  pisa 
'Xa  cola  como  con  miedo, 
"Yo  machaco  sus  cabezas, 
"Así  no  nos  entendemos, 
**E1  paso  y  el  contrapaso 
"Sientan  bien  á  un  maromero 
"No  á  un  gobernante  que  cuida 
"Los  intereses  del  pueblo 

"Y  quiere  andarse  con  curvas 
"Dejando  el  camino  recto. 
Comonfort  aunque  sufrido 
Rompió  de  prudencia  el  freno 

Y  ftiribundo  interrumpe: 
"Alto  Juan  José,  silencio, 

*  'Usted  para  mí  no  es  hombro 
"Usted  largúese  al  momento. 

Y  se  encendieron  los  ojos 

Y  se  acercaron  los  cuerpos. 
Entonces  acongojado 

El  desenlace  previendo 
Al  ver  relucir  las  armas 
Me  interpuse  de  por  medio, 

Y  luchando  con  ahinco 


LOS  CONSTITUYBNTES.  I35 


Empujándolos  del  pecho, 
**Mirad  que  os  hacéis  indignos'* 
"I^es  dije  de  vuestros  puestos." 
**Ved  que  el  deber  os  impone" 
**Lo  nob^e  y  lo  circunspecto." 
Tienes  razón  replicóme 
El  Presidente,  repuesto; 

Y  Juan  José  la  melena 
De  cabello  sacudiendo  • 
Salió  del  cuarto  en  que  estaba 
Cual  se  aleja  el  lobo  hambriento 
Al  desaparecer  la  presa 

De  sus  instintos  sangrientos. 

RENCTNCIA. 

A  Comonfort  su  renuncia 
Mandó  Juan  José  aquel  día, 
Los  liberales  rugieron 
Brotaron  mil  anarquistas, 

Y  aplaudió  el  caso  gozosa 
La  gente  de  sacñstia. 


136  LOS  CONSTITUYENTES 


GRADDG  Y  G$TRUGnDO$0  ROmADiíG 

006  empiezA  9012  rcbalufia 

T  MABA  (ÍOD  OHA  RAJADA  QUe  009  DGJA  FKIO$. 


PROVOOAOIONSS. 

Como  aguacero  de  bombas 
Lanzadas  sobre  la  tierra, 
Asonadas  y  motines 
Por  todas  partes  revientan. 
Deja  el  labrador  su  arado, 
Cierra  el  mercader  su  tienda, 
De  los  caminos  desiertos 
Se  apartan  carros  y  recuas. 
Los  amigos  más  sinceros 
O  se  espían  ó  se  acechan, 

Y  no  bien  el  horizonte 
Eclipsa  una  polvareda, 
Cuando  tocan  las  campanas, 
Cierran  ventanas  y  puertas, 

Y  el  terror  de  los  vecinos 
Dominante  se  apodera. 
En  la  tendida  llanura, 
En  la  inaccesible  sierra, 
En  la  altura  de  los  montes, 
En  sus  abruptas  laderas. 
Alevosa,  repentina, 

Se  alza  implacable  la  guerra 


tos  CONSTITUYBNTBS 


137 


mofMJjHCSS^^A 


En  todas  partes  dejando 
Ruinas  y  huellas  sangrientas; 
Que  cuando  el  rencor  político 
Toma  el  traje  de  la  creencia, 
I^a  inquietud  y  la  matanza, 
La  misma  muerte  fomenta; 
Todo  vínculo  se  rompe, 
Todo  afecto  se  desecha, 

Y  horroriza  ver  los  cuadros 
Do  la  barbarie  campea. 
Comonfort  infatigable 
Lucha  con  brava  entereza, 
Pero  con  el  alma  herida 
Porque  esa  alma  noble  y  buena 
A  sus  bondades  llamaban 

Los  exaltados  flaqueza, 

Y  de  Baz  con  la  renuncia 
Como  contrarios  se  muestran. 
Serviles  y  moderados, 

Le  urgen,  le  azuzan,  le  cercan 
Para  que  al  código  santo 
Que  juró,  la  espalda  vuelva, 

Y  vera  entonces  á  su  Patria 
Libre,  feliz  y  contenta. 
Payno  que  ve  del  Tesoro 
La  incorregible  miseria. 
Quejándose  de  la  vista 
Renunciando  la  cartera 

A  su  habitación  de  campo 
Se  retira,  y  se  interpreta 
Como  de  hondo  descontento 
Del  Ministerio  su  ausencia. 
El  ejército  sin  fueros 

Y  que  humillado  pelea. 
Dentro  los  mismos  cuarteles 
Da  de  descontento  muestras. 

II 

OONFXBENOIA. 

De  la  hermosa  Tacubaya 
En  las  empinadas  lomas 
Se  mira  el  tosco  edificio 
Que  Arzobispado  se  nombra 


138  LOS  CONSTITUYEÑTBS 


Y  que  ocupaba  Zuloaga 

En  el  tiempo  de  esta  historia 
Con  su  brillante  brigada 
De  la  capital  custodia. 
En  un  apartado  cuarto 
Que  de  cristales  se  forma 

Y  que  era  el  grande  oratorio 
De  aquella  mansión  famosa, 
A  la  luz  amortiguada 

De  lámpara  dortrilona 
Que  toleraba  indolente 
Que  la  cercaran  las  sombras, 
En  el  peso  de  la  noche 
Más  obscura  y  silenciosa, 
Lúgubres  y  taciturnas 
Se  hallaban  cuatro  personas 
Que  convocaba  el  conflicto 
En  la  época  tormentosa 
En  que  imperó  enloquecida 
Entre  horrores  la  discordia: 
Erase  una  el  Presidente, 
Todo  dudas  y  zozobras, 

Y  Payno,  Baz  y  Zuloaga 
Eran  las  perdonas  otras; 
Después  de  ciertos  preludios, 
De  pueriles  ceremonias 
Que  por  fiívolas  desprecia, 
Con  justicia,  la  memoria; 
Rompiendo  el  hondo  silencio 
Comonfort,  en  frase  pronta 
Dijo  á  Baz  manifestase 

Sin  reticencias  ni  sombras 
¿Qué  pensaba  de  la  Carta 
Que  tiene  de  ser  su  norma? 
— Opino  que  es  imposible 
Marchar  con  ella,  que  acorta 
Al  Poder  las  facultades 
Cuando  todo  se  trastorna. 
Que  si  en  liberal  sentido 
Se  dictaran  las  reformas. 
Respondo  que  mi  partido 
Sin  vacilación  las  opta. 
La  aristocracia,  señores, 
Nos  enerva  y  nos  estorba 

Y  es  foizoso,  ó  derrocarla 


IX)S  CONSTITUYBNTBS  1 39  ^ 


O  declararse  en  derrota. 
Zuloaga,  cuyas  creencias 
Con  la  Carta  Magna  chocan, 
Fué  el  eco  del  retroceso, 
Pintó  su  acción  poderosa, 

Y  al  desbordarse  terrible 
Tal  vez  dentro  pocas  horas, 
Porque  á  la  puerta  tocaba 
La  revuelta  desastrosa. 
Después  de  un  largo  silencio 
En  que  las  almas  absortas 
Parece  que  se  volaron 
Dejando  allí  cuatro  momias: 
— Estamos  conformes,  dijo 
Comonfort,  manos  á  la  obra. 
— ^Vamos,  los  tres  respondien>n 
Con  voces  agrias  y  sordas. 

— ^Vaya  á  Parrodi  García 

A  preparar  la  maniobra, 

Dijo  uno.— A  Moret  yo  escribo 

Y  Huerta  que  son  personas 
Que  seguirán  nuestras  huellas 
En  empresa  tan  riesgosa. 

A  Siliceo  encomiendan 
Que  á  Doblado  predisponga 

Y  con  su  grande  talento 
Fáciles  haga  las  cosas. 
Baz  y  Payno  se  encargaron 
De  seducir  á  Zamora, 

Y  amigos  Veracruzanos 
Que  los  dos  tienen  de  sobra. 
De  los  demás  pormenores 
Se  exigió  mayor  demora, 

Y  cerró  la  conferencia 
Despareciendo  en  las  sombras 
El  carruaje  en  que  un  perjuro, 
Con  su  conducta  alevosa, 
Manchó  con  fango  y  con  sangre 
Sus  esclarecidas  glorias. 


I40  UOS  CONSTITÜYBNTES 


III 
PRONUNOIAMIENTO . 

Al  relumbrar  de  la  aurora 
Por  los  valles  y  montañas, 
Al  cantar  los  pajaritos, 
La  luz  corriendo  en  las  aguas; 
A  la  ciudad  se  dirigen 
Las  tropas  de  Tacubaya 
Cou  los  tambores  batientes 

Y  banderas  desplegadas. 

A  su  frente,  espada  en  mano, 
Se  mira  al  general  Parra, 
Llegan  á  la  Cindadela 
Entre  repiques  y  dianas 

Y  hay  sus  vergonzantes  gritos 
De  «¡Muera  la  vil  canalla!» 

Y  «¡Que  rabien  los  herejes, 
Que  al  cabo  la  Virgen  gana!» 
La  Constitución  maldita. 
Por  la  Iglesia  excomulgada, 
Al  fin  se  hizo  mil  girones 
En  las  manos  de  Zuloaga. 
Asi  á  Comonfort  aplauden. 
Así  á  Comonfort  acatan; 
Sólo  los  niños  de  teta 

No  saben  que  es  p\iTa.g-uania. 
Como  al  inundarse  el  suelo 
A  luz,  espantados  saltan 
Reptiles  desconocidos. 
Ignoradas  alimañas. 
Asi  de  mochos  y  mochas 
Se  vieron  extrañas  caras. 
Hay  lluvia  de  charreteras 

Y  fandango  de  sotanas. 
La  capital  entretanto 
Se  miró  descuadernada. 
En  la  Cindadela  impera 
Con  grande  pompa  Zuloaga, 
Miguel  Miramón  y  OsoUo 
En  Santo  Domingo  mandan* 

Y  sin  reserva  ni  ambajes 
£1  retroceso  proclaman. 


UOS  CONSTITÜYKNTM  I4I 


Gual,  San  Agustín  ocupa 

Y  le  toma  en  atalaya 
Donde  sereno  y  pacífico 
La  neutralidad  declara; 
La  coalición  representan 
Prieto,  Justo  Alvarez,  Salas, 
Con  las  tropas  de  Picazo 

Que  en  la  Merced  hacen  guardia; 

Y  de  San  Pedro  y  San  Pablo 
Con  intrepidez  se  encargan 
Nacho  Zaragoza,  intrépido, 
Miguel  Blanco,  rica  alhaja 
De  la  valiente  fi-ontera, 

De  que  eran  honor  y  gala. 

El  todo  era  la  locura, 

£1  descontento,  la  zambra, 

Y  Comonfort  entre  dudas 
Sin  remedio  naufragaba, 
Arrojando  en  un  abismo 
A  nuestra  infelice  Patria. 

IV 

leSa  al  rüSQo. 

A  ciegas,  descaminado, 
El  verdugo  de  sí  mismo 
Pretendió  borrar  su  crimen 
Aislado  y  arrepentido. 
Pero  Miramón  y  Osollo 
Están  en  Santo  Domingo, 

Y  el  triunfo  del  retroceso 
Proclamaron  decididos. 
Ocuparon  la  Acordada 
Luchando  á  brazo  partido 
Con  Comonfort,  que  valiente 
Resistencia  oponer  quiso; 

Al  fin  se  adhiere  á  Zuloaga 
Que  apareció  de  improviso 
Jefe  de  aquel  movimiento 
De  desventuras  henchido. 


143  LOS  CONSTITÜYBNTBS 


OTRO  PBONTTNCIAMIKirTO. 

Peinaba  canas  Diciembre 
En  sus  diecisiete  auroras, 
Cuando  contempló  á  Palacio 
Hecho  de  trastorno  bola: 
Desvelados  oficiales 
Que  ostentan  bufandas  toscas, 
Baladrones  con  divisas, 
Con  espadas  y  pistolas, 
Con  el  cabello  á  la  frente, 
Gruesos  puros  en  las  bocas, 
De  alcohol  despidiendo  el  tufo, 
Andar  sesgo  y  vista  fosca. 
En  el  comedor  bebiendo 
Grupos  de  intrusos  se  agolpan 
Entre  el  humo  de  los  puros, 
Tapones,  botellas,  copas, 

Y  trajín  de  los  sirvientes 
En  desenvuelta  chacota: 
Este  es  Palacio,  Zuloaga 
Manda  y  nadie  se  lo  estorba. 

VI 

LIBERTAD. 

En  un  obscuro  cuartucho 
A  Juárez  se  le  aprisiona, 

Y  allí  fui  á  darle  la  mano 
Con  decisión  respetuosa. 
Porque  él  era  el  Presidente 

Y  él  representaba  la  honra, 
Juárez  estaba  tranquilo 
Esperando  sin  zozobra 

A  do  el  destino  llevaba 
De  su  existencia  la  proa. 
Después  sabe  que  está  libte 

Y  sosegado  el  plan  forma 
De  partir  á  tierra  adentro 
Con  prudencia  sigilosa. 
A  Don  Sabás  Iturbide 


LOS  CONSTITUYENTES  I43 


Por  SU  compañero  nombra, 
Que  era  valiente,  discreto 

Y  alma  noble  y  generosa. 
Nicolás  Pizarro  Suárez 

Y  Ruiz  le  forman  escolta, 

Y  marcha  la  comitiva 
En  una  humilde  canoa 
Que  la  deja  en  tierra  firme 
Al  cabo  de  algunas  horas. 
En  la  capital,  Zuloaga 

El  mando  supremo  toma 
Mientras  que  en  el  alma  eí  luto 

Y  en  la  frente  la  deshonra, 
Sin  poder  y  sin  amigos, 
Seguido  de  escasa  tropa, 
Comonfort  urgido  busca, 
Por  la  pena  que  le  agobia. 
De  Veracruz  el  camino 
Para  esconderse  en  Europa. 


Agosto   <te  i8g& 


C.  Senitojutírez. 


GUBR&A  DB  &BM&MA.  t4S 


M  LX  GIOHI A  DG  £0$  *'m0960$"  T KtZKVX  06  COtlLtX 

Del  iDDio  munez. 


FRBNTB  A  FRBNTB. 

Aclarándose  las  ai^as 
Que  en  su  revuelta  corriente 
Arrastraba  el  Plan  de  Ayutla, 
De  pasiones  é  intereses; 
Vi6se  en  la  Ciudad  tríuníante 
Al  fin  la  geftíe  decente 
Con  el  General  Zuloaga 
Honrado  y  como  heeho  adrede 
Para  blandas  impresiones, 
Condescendencias  y  mieles. 
Sencillo,  dócil,  mcidesto, 
Con  viva  fe  de  creyente, 
Así  es  que  en  la  rebaiufia 
De  sotanas  y  machetes, 
De  proceres  de  abarrote, 
De  Condes  y  de  Marqueses 
Tronados  y  de  agiotistas 
Como  venenosas  sierpes 
Que  do  tocan  hacen  llagas 

Y  que  donde  besan  muerden, 
Aparecía  Zuloaga 

Un  santo  hombre,  un  inocente, 
Maniquí  de  los  serviles 
Que  le  aclamaban  por  jefe. 
Hubo  Junta,  hubo  Consejo, 

Y  hubo  un  Ministerio  célebre 
aoacAircBs.— 19. 


146  GUB&BA  DB  RBFORMA. 


Que  no  hubiera  desdeñado 

Ninguno  de  los  Virreyes. 

Don  Luis  Cuevas,  caballero 

Que  trascendió  á  incienso  siempre, 

Don  Juan  Hierro  Maldonado 

Predilecto  del  bonete, 

Don  Hilario  Elguero,  joven 

De  modales  muy  corteses, 

Cicerón  en  la  tribuna, 

Lumbrera  en  su  gabinete; 

Y  el  General  Parra  obscuro, 
Subordinado  y  valiente. 
Pero  todos  el  partido 

Del  retroceso  defienden 

Y  es  para  ellos  una  gloria 
Acabar  con  los  herejes, 
Del  fanatismo  insensato 
Acosados  por  la  fiebre; 
De  un  pasado  irrevocable 
Los  abusos  restablecen. 

Y  esos  goces  de  la  iglesia 

Y  esas  músicas  alegres 
Que  embriagan  de  regocijo 
A  los  que  odian  á  la  plebe 

Bran en  lo  más  profundo 

Tristes  anuncios  de  muerte. 

% 

II 

I>ON   BENITO  JBN   OUANAJUATO. 

En  esa  ciudad  fantástica 
Pe  vueltas  y  de  revueltas 
Que  comienza  con  barrancas 

Y  acaba  en  abruptas  peñas, 
En  que  el  sol  se  vuelve  loco 
Corriendo  de  seca  en  meca 
Para  desterrar  las  sombras 
Que  le  asaltan  donde  quiera, 

Y  más  claio:  en  Guanajuato 
Para  que  todos  me  entiendan, 
Está  Don  Benito  Juárez 

Con  la  autoridad  excelsa 
Que  le  conceden  las  leyes 

Y  que  rigoroso  observa; 


GÜE&&A    DB  REFORMA.  I47 


No  recuerda  sus  trabajos 
Ni  sus  peligros  recuerda, 
Porque  era  un  hombre  de  bronce 
Que  siempre  tuvo  por  regla: 
Vo  cumplo  con  mis  deberes 
Suceda  lo  que  suceda. 

Y  así  levantó  golilla, 
Así  saltó  á  la  palestra 

' 'Conmigo  Dios  y  el  derecho" 
Clamando  con  entereza. 
Guanajuato  le  recibe 
Con  esplendor  y  con  fiestas, 
En  el  palacio  le  aloja, 

Y  el  pueblo  le  ofrece  muestras 
De  acatar  con  entusiasmo 

A  la  autoridad  suprema. 
El  Gobernador  Rodríguez 
Diligente  desempeña 
Su  deber  de  hacerle  honores 

Y  cuidar  de  su  asistencia. 


La  instalación  del  gobierno 
Activo  Juárez  ordena 

Y  forma  su  ministerio 
De  la  siguiente  manera: 
Melchor  Ocampo,  el  insigne, 
Grande  alma,  bondad  inmensa 

Y  un  corazón  de  la  Patria 
Honor,  encanto  y  presea; 
Manuel  Ruiz  jurisconsulto 
Que  al  consagrarse  á  la  Iglesia 
Por  la  libertad  sagrada 
Sintió  la  inspiración  bélica 

Y  de  Juárez  su  paisano 
Quiso  seguir  las  banderas: 
Era  rubio,  era  adamado, 
Pálido  como  la  cera, 
Mas  de  bilis  explosiva 

Y  de  enérgica  firmeza. 
León  Guzmán,  jurisconsulto 
Recto,  de  suma  modestia, 
Tipo  fino  y  bien  calcado 
Bn  molde  de  dase  media: 


I4B  GUERRA  DB  REFORMA. 

Triste  el  mirar,  taciturno, 
Extraño  á  reunión  y  fiestas, 
Infatigable  en  trabajo, 
Indiferente  en  las  penas, 
Ansiando  por  dejar  libros 

Y  lanzarse  á  la  pelea 
Como  lo  hizo  en  cuanto  pudo 
Dar  á  sus  instintos  rienda; 

Y  Prieto  del  que  tenemos 
Atrasada  conocencia 


ANTES  T  DB8PUB8  DBL  PLEITO. 

Como  en  tiempo  en  que  lucharon 
La  cruz  y  la  media  luna, 
Los  cristianos  comediantes 
Se  lanzaron  á  la  lucha 
Con  sus  tropas  aguerridas, 
Con  jefes  de  instrucción  mucha 

Y  la  salvación  por  premio 
De  la  muerte  en  la  trifulca; 
OsoUo,  el  valiente  OsoUo 
Salió  á  pelear  con  premura, 

Y  con  su  forzosa  ausencia 
Dejó  la  ciudad  á  obscuras, 
Ambicioso  de  los  lauros 
De  una  próspera  fortuna. 
Sembraban  ramos  y  flores 
En  su  camino  las  chusmas. 
Campanas  ^  arcos  triunfales 
En  los  pueblos  le  saludan, 
En  Celaya  los  caballos 

De  su  carruaje  remudan 
Los  amadores  fervientes 
De  la  Religión  augusta 
Creyendo  que  de  indulgencias 
Acopiaban  gruesas  sumas. 
Llegó  Miramón,  simpático, 
A  OsoUo  cordial  se  aduna 
¿Y  quién  á  los  dos  resiste 
Si  la  santa  causa  empujan? 
Parrodi  según  sus  planes 
Bn  Salamanca  resulta; 


GXmRRA  DA  RBFORMA.  I49 


Y  allí  se  fijó  el  terreno 
De  la  lucha  furibunda. 
Miramón  y  Casanova 
Solícitos  le  secundan, 
Liceaga  y  Tomás  Mejía 
Bn  la  batalla  figuran; 

Y  Feliciano  Rodríguez 

Es  héroe  en  las  horas  últimas 


EL  COMBATE. 

¿A  qué  pintar  del  combate 
Las  terribles  peripecias: 
De  si  avanzaron  al  centro 
O  envolvieron  la  derecha? 
A  qué  ensalzar  en  el  hombre    ' 
Las  cualidades  de  fiera 
Cuando  á  lo  justo  y  lo  noble 
No  le  consagra  sus  fuerzas? 
¿A  qué,  si  al  fin  se  enaltece 
En  la  estruendosa  pelea 
De  la  humanidad  el  duelo 

Y  de  la  razón  la  ausencia? 
La  rota  de  Salamanca 
Dio  á  la  fama  vocinglera 
Motivo  de  augurar  triunfos 
Al  Zuloaga  y  su  caterva. 
Pero  las  balas  no  matan 
Ni  aminoran  las  ideas; 

Y  Juárez  estaba  quieto 

Y  en  la  diestra  su  bandera. 
Cuando  supo  la  derrota 
Dijo  con  marcada  flema: 
Sólo  perdió  nuestro  gcUlo 

Una  pluma.  Hora  se  empieza. 
Al  fin  la  honra  y  la  victoria 
Tengo  fe  que  serán  nuestras. 


Agosto  13  de  1896. 


I50  GUSRRA  DB  REFORMA. 


i?e^eKD03  De  isss. 

no  oaeLO  seRinoso. 


Son  lomas  y  son  sembrados, 

Y  es  noche  de  más  á  más, 

La  que  envuelve  un  campamento, 
En  el  que  se  ven  brillar 
De  trecho  en  trecho,  lumbradas 
De  inconstante  claridad; 

Y  en  tomo  alumbran  caballos 
Con  la  silla  sin  quitar, 
Fusiles  en  pabellones, 
Grupos  de  tropa  rural, 

Que  comen,  cantan  y  juegan, 

O  que  amigos  de  la  paz 

Bn  un  zarape  se  eclipsan 

Con  su  ambulante  mitad, 

Que  es  más  que  en  los  campos  Ceres. 

Y  es  Venus  en  el  vivac. 
En  círculo  no  distante 
Los  oficiales  están, 

Y  sumisos  asistentes 
Con  trastos  se  ven  pasar, 
Que  el  mantel  está  extendido, 
Las  bocas  listas  están, 

Y  las  botellas  á  punto 
De  las  mentes  calentar. 
Unos  hacen  sus  poltronas 


GUBRRA  DB  RE90RBCA.  I5I 


Con  las  sillas  de  montar, 

Otros,  pintando  en  el  suelo 

La  extendida  humanidad, 

A  nado  se  les  figura 

Que  van  su  plato  á  alcanzar; 

Otros  de  pie,  levantando 

En  lo  alto  plato  y  manjar,  /^ 

Comen  y  andan  y  disputan 

Con  un  desgaire  marcial. 

Junto  á  oficial  petimetre 

No  extranjero  al  Macasar 

Ni  al  pachulí  en  el  pañuelo 

Ni  al  pantalón  de  colar, 

Está  el  robusto  chinaco 

Con  bota  de  cordobán, 

Calzoneras  de  gamuza 

Y  un  machete  colosal. 
Con  la  amenaza  en  los  ojos 

Y  en  el  labio  el  rezongar, 
Pero  dragón  de  los  hombres 
De  San  Luis  y  del  Jaral. 

— Es  la  batalla  mañana. 
— Sí  señor,  ¿y  qué  más  da? 
No  hemos  de  morir  de  parto. 
— ¿Tu  tropa  qué  tal  está? 
-  Balazos  habrá  hasta  tanto 
Que  baje  el  dedo  San  Juan. 

Y  hay  bravatas  á  millares 

Y  cada  uno  es  Fierabrás 
Que  se  traga  los  gigantes 
Lo  mismo  que  un  mazapán. 
Se  carga,  se  saltan  fosos, 

Y  corren  como  raudal 

Los  gritos  y  desvergüenzas 
En  diablino  guirigay. 

Y  no  habrá  carbón  de  entriegof 
Dice  taimado  un  jayán, 

Que  al  fin  los  mochos  se  entienden 

Y  no  nos  pueden  tragar. 
Esc  Don  Parrodi  tieso 
Estaca  de  Guayacán 
Hablándoles  por  lo  daro 
Muy  mala  espina  me  da. 

usté  que  habla  pespunteado  •  ^ 
Respóndame,  capitán. 


I5t  GüBRBA  DB  RBPOR3CA. 


II 

Y  dirige  la  pregunta 
Que  curiosidad  despierta 
A  un  mozuelo  que  sentado 
En  una  caja  de  guerra, 

El  alón  de  una  gallina 
Devora  con  apetencia. 

Y  entre  tanto  les  responde, 
Pues  tiene  la  boca  llena» 
Voy  á  dar  conocimiento 
De  su  facha  picaresca. 
Pelón,  lo  mismo  que  bocha, 
Tez  pálida,  frente  abierta, 
Los  ojos  verdes  y  audaces 
Menos  ven  que  travesean; 
El  bigote  pretencioso, 

Por  piocha  unas  cuantas  hebras, 
Como  sus  cabellos  rubios, 
Dentad^^ra  dispareja 

Y  un  diente  central  quebrado 
Los  que  le  miran,  observan. 
Por  lo  demás,  en  su  facha, 
Es  un  chico  de  la  escuela, 
Vivo,  decidor,  versista,. 
Pero  de  alma  tan  resuelta. 
Que  los  jóvenes  le  acatan, 
Que  los  viejos  le  respetan, 

Y  si  entre  las  filas  pasa 
Siempre  con  aire  de  fiesta, 
Con  su  vista  los  soldados 
Se  enorgullecen  y  alegran. 
— Nada  de  carbón  de  entriego 
Hay,  amigo  (y  le  remeda;, 
Hay  que  Miramón  es  bravo 

Y  lo  conozco  de  cerca. 

— Yo  no  lo  digo  por  nada, 
Sino  porque  todo  arregla 
Ese  tuno  de  ingeniero 
Que  es  de  donde  era  Calleja. 
— ¡Bravo!  repitieron  todos, 
Tomando  parte  en  la  escena. 
—Bravo  el  intruso,  '*dice  uno." 
^ElOachupín. 

—El  postema 


GUSmRA  DB  RBMRHA.  I53 

Pariente  de  Don  Quijote, 
Nos  marea  con  sus  zetas. 
— Me  choca,  dijo  el  mozuelo 
Pelón,  y  aplausos  resuenan. 
Bs  de  la  gente  decente, 

Y  esa  gótica  nobleza 

Se  irrita  con  el  ilachique. 

Con  IsíSgofdas  se  indigesta,  / 

Yo  le  ot^rvo  ¡ay  del  coyote! 

Si  son  verdad  mis  sospechas. 

Y  mil  chistes  contra  Bravo 
Zumbando  punzantes  vuelan. 

En  tanto,  el  gachupincillo 
£n  su  polvorienta  rueda 
Cancioncillas  amorosas 
Punteaba  en  su  vihuela 
Con  voz  meliflua  de  dama 

Y  con  postura  coqueta. 
Ojo  negro,  rostro  enjuto, 
Nariz  larga,  tez  morena, 
Cuello  de  garza  en  que  ondulan 
Rizos  de  luenga  melena. 

Tal  es  Bravo;  está  cantando 
En  una  llorosa  queja 
Ese  ¡adiós!  á  quien  le  llaman: 
El  adiós  de  la  morena; 
Canción  empapada  en  llanto 
Dolorida  y  lastimera; 
Cuando  una  voz  le  interrumpe 
Para  decirle  á  la  oreja 
Que  es  del  vecino  concurso 
El  origen  de  la  gresca; 
Lo  perciben  sus  amigos. 
Breve  las  almas  se  icendian; 

Y  él  se  arrellana  en  su  asiento 

Y  otra  copla  pespuntea;    , 
Mas  por  su  pálida  frente 
Nub¿  tempestuosas  vuelan 
Que  revelan  de  su  pecho 
La  comprimida  tormenta; 
Concluyó,  y  dejando  el  sable 
La  vista  y  la  üaiz  compuestas 
En  el  concurso  se  par^ 

Donde  con  su  iniamia  ju^;au 

Todo  «lleudo  se  toma; 
«oiCAjrcss.— «. 


154  GUBRRA  DB  REFORMA. 


'*E1  Pelón"  de  pie  le  espera 

Y  de  estatuas  aparece 
lya  juvenil  concurrencia. 
—No  pensara  compañero, 
Porque  hasta  pensarlo  es  mengua, 
Que  tuviera  mala  lengua 

Quien  tiene  tan  noble  acero. 
-^Callad  que  la  ira  contengo, 
Que  lo  que  dije  es  bien  dicho, 

Y  yo hasta  un  pueril  capricho 

Con  la  espada  lo  sostengo. 

Iba  á  estallar  el  concurso, 
Pero  **el  Pelón"  le  contiene; 
Bravo  dice  que  hablar  tiene 

Y  así  anuda  su  discurso: 
Si  aquí  mi  planta  llegó, 

Mi  ambición  nada  pretende; 
Que  allí  donde  se  defiende 
La  libertad  estoy  yo. 
Prender  fiíera  desvarío 
A  la  discordia  la  mecha 

Y  matar  una  sospecha 
Con  un  vulgar  desaño. 

— Miedo... susurra  el  murmullo 
Ve  entrometerse  impaciente, 
Bravo  alza  entonces  la  frente 
Con  un  indecible  orgullo 

Y  exclama,  si  muy  vulgar 

Y  en  momentos  de  combate 
Un  solemne  disparate 

Que  nos  pueda  avergonzar. 
Allí  el  enemigo  está 
Frente  á  él  junto  á  mi  os  espero 
El  que  á  él  llegare  primero 
Del  otro  honor  obtendrá. 
Esto  es  muy  digno  de  vos 

Y  también  digno  de  mí: 
—¿Está  bueno  el  duelo?— ¡¡Sí!! 
--Pues  que  nos  ayude  Dios!! 
Sus  manos  los  dos  tendieron 

Y  poniendo  por  testigos 
A  los  inquietos  amigos 

La  reyerta  concluyeron.  -        •       . 
,  Vivas!  se  elevan  sin  fin ;     •        ^ 

Y  aquel  pacto  parecía 


GUBRRA  DH  KBPOKM  A.  1 55 


Que  era  un  pacto  de  alegría 
Y  el  arreglo  de  un  festín 


PBPE  CALDERÓN. 

El  que  los  tiempos  heroicos 
Recordara  en  más  de  un  lance 
Vastago  de  héroes  remedo 
De  los  buenos  capitanes. 
El,  entre  los  bravos,  bravo 

Y  con  las  damas  galante; 
Ese,  en  el  cuartel  severo, 
Ese,  festivo  en  los  bailes 
Ese,  garrido  mancebo, 
Mimado  de  Bustamante, 
Del  pundonor  castellano 
Nunca  desmentida  imagen. 
Frente  i  escuadrones  ardientes 
Está  pronto  á  dispararse 
Entre  brilladoras  lanzas 

De  banderolas  flotantes; 

Y  al  relinchar  los  corceles 
Impacientes  del  combate 

Y  al  eco  de  cien  clarines 
Que  hacen  retemblar  los  aires 
Pepe  Calderón,  tu  nombre 
Será  una  estrella  brillante 
Que  honrará  de  nuestra  Patria 

Sus  más  gloriosos  anales 

Ya  se  alza  la  nube  negra 

De  humo  y  de  vapor  de  sangre, 

Ya  se  requieren  las  lanzas, 

Ya  la  metralla  desátase, 

Ya  al  ribombar  de  las  bombas 

Hombres  y  bestias  se  barren; 

Cuando  de  pronto,  tremenda. 

Envuelta  en  polvo,  destácase 

Furiosa  caballería 

Que  en  polvo  obscurece  el  aire; 

Brillan  las  lanzas  y  espadas 

En  relámpagos  fugaces, 

Y  el  rumor  cruzando  atruena 
Cual  ruido  de  tempestades 

i  Qué  horror!  ¡Oh  tu  Salamanca 
Que  esta  lucha  presenciaste 


156  OUBRRA  DE  RBVORXA. 


Como  de  sal  no  has  sembrado 
Ese  desdichado  valle 
En  que  las  flores  silvestres 
Sobre  los  sepulcros  nacen! 
i  Qué  horror!  El  torrente  bravo 
De  los  corceles  invade 
Cuanto  encuentra;  al  enemigo 
Se  le  observa  vacilante. 
Una  cerca  le  defiende 
De  piedra  suelta,  en  que  caen 
Ginetes,  y  en  que  caballos 
Se  estrellan  despedazándose. 
AHÍ  el  enemigo  astuto 
Encarnizado  se  rehace, 
Allí  se  traba  de  nuevo 
Lo  más  recio  del  combate; 
Allí  Calderón  vertiendo 
A  borbotones  su  sangre, 
Grita:  ¡nuestra  es  la  victoria! 
Sublime  con  su  coraje, 

Y  al  caer  muerto  en  la  tierra 

Se  oyó  su  voz  de  ¡adelante! 

Allí  aislado  dando  tajos, 
Cercado,  en  supremo  trance, 
Herido  el  corcel  soberbio, 

El  rostro  goteando  sangre; 
Pero  cual  rayo  la  espacUi 

Y  la  apostura  arrogante 
Está  Bravo,  y  pereciera 

Si  no  volando  en  su  alcance 

Y  prodigando  su  vida 
Raudo,  incotenible,  audace, 
Hubiera  llegado  el  joven 
Su  contrario  á  libertarlo. 
Derribando  cuanto  el  paso 
Le  contuviera  al  instante. 
Llega,  destroza,  le  salva, 
Se  lo  coloca  delante 

En  la  silla '*Sois  valiente; 

Sólo  os  £éilta  perdonarme" 
Le  dijo  con  voz  sentida 
Del  peligro  al  alejarse. 
Fué  donde  sus  compafieros 
Se  pararon  esperándole 
Atónitos  del  ar^o 


GÜBltttA  DB  BBMftMA.  1 57 


De  aquellos  dos  capitanes, 
Valle  dijo:  fui  vencido 

Y  le  resta  perdonarme. 

Y  Bravo  muy  conmovido    • 

Y  con  llanto  en  el  semblante 
Dijo:  yo  os  debo  la  vida; 
Abrázame,  Leandro  Valle, 

Y  deja  al  gachupincillo 

Que  siempre  hermano  te  llame. 


tSS  GÜBftRADK  &BK>itltA. 


ROmBOSO  Ü^L  GRAL.  (ABALLGRO  mADOei  0$OLLO 


I. 


No  con  los  clarines  de  oro 
De  que  se  sirve  la  Historia, 
Ni  con  su  cauda  de  estrellas, 
Ni  con  su  ruidosa  pompa, 
Sino  como  la  leyenda, 
Pedestre  y  de  pobre  esto£i. 
Voy  á  soltarles  un  cuento 
Tal  cual  gira  entre  la  tropa, 
Sin  poner  pico  ni  rabo, 
Sin  quitar  punto  ni  coma. 

n. 

De  la  Guerra  de  ires.años 
Era  el  partir  y  el  principio; 
Los  mochos  aran  la  tierra, 
La  ckiTiaca  lanza  gritos, 
Por  aquí  se  forman  juntas, 
Por  allá  se  cantan  triduos, 
Cual  con  resorte  se  mueven 
Clérigos  y  frailecitos. 

Y  la  chinaca  un  gendarme 
Piensa  ver  tras  cada  Cristo; 
Cuando  en  éstas  que  se  suelta 
Un  repique  de  lo  lindo, 

Que  refocila  á  los  beatos 

Y  que  arruga  á  los  judíos; 

Y  en  esto,  Señor  de  mi  alma, 
Con  furibundos  chillidos 


GUBRRA  D£  RBFORMA.  159 


Esos  chicos  papeleros» 
Se  desparraman  solícitos. 
Gritando  á  todo  gaznate 
Con  voces  como  ladridos: 
"Redota  de  Salamanca» 
Detall  de  muertos  y  heridos. 

Y  era  lo  cierto:  la  nata 
Del  conservador  partido, 
Vio  á  su  bandera  triunfante, 
K  á  Parrodi  gs^bjuido. 
Allí  la  brilló,  cual  siempre, 
Miguel  Miramón  invicto, 
Casanova,  el  adamado, 
Don  Tomás  Mejía,  el  indio, 
Como /ara  arremetiendo, 
Como  bronce  en  los  peligros; 
Pero  los  lauros  del  triunfo 
Otorgó  justo  el  destino, 

A  Manuel  Osollo  el  noble, 
A  Manuel  Osollo  el  digno, 
Al  General  caballero 
Para  amigos  y  enemigos. 

III, 

Brase  un  garzón  Osollo, 
Flor  de  juventud  y  vida, 
Ancho  rostro,  pelo  rubio, 
Mirada  serena  y  limpia, 
La  voz  imperiosa  y  ronca, 
Postura  firme  y  tranquila; 
En  calma,  lago  sereno, 

Y  mar  hirviente  en  las  iras; 
Así,  sin  loca  jactancia, 
Entre  dianas  y  entre  vivas, 
Le  saludó  Salamanca 

De  su  victoria  en  el  día, 

Y  más  triste  que  soberbio. 
Fijó  en  silencio  la  vista 
Entre  despojos  y  muertos, 
Rotos  carros  y  mochilas. 
Papelada  de  cartuchos, 
Ropas  en  sangre  teñidas 

Y  heridos  que  se  arrastraban 
Con  sus  girones  de  vida, 


t60  GÜ:BftKA  t>B  ftIt4>ftMA. 


Cuando  de  repente,  un  grupo 
Vio  que  se  le  dirigía, 
Trayendo  en  peso  un  cadáver, 
Con  reverencia  exquisita. 
Era  un  grupo  de  soldados 
Con  la  faz  ennegrecida 
Por  la  pólvora  y  la  rabia, 
Por  el  encono  y  por  la  ira. 

Se  acerca  el  grupo Al  cadáver 

Osollo  se  precipita. 

Y  le  abraza,  y  su  cabeza 
Pone  sobre  su  rodilla: 
¡Calderón!  ¡hermano!  ¡amigo! 

Y  proseguir  no  podía, 

Y  los  soldados  lloraban 

Por  que  el  corazón  partía 

Bl  cuadro  en  que  la  desgracia 

Y  grandeza  se  unían. 
Osollo  al  fin  se  repone, 
Pregunta  ¿qué  acontecía? 

Y  un  sargento  que  del  uno 
Llevaba  en  la  chaca  cifra 

Y  á  Calderón  adoraba, 
Dejante  de  la  milicia 
Por  generoso,  por  noble, 
Por  valiente  y  alma  linda. 
— Acontece,  que  ese  Cura, 
Sacristán  bpoleda. 

No  quiere  dar  sepultura 
A  mi  jefe,  y  bufa  y  g^ta. 
Que  le  dejen  como  á  hereje 

Donde  las  bestias  lo  trillan 

Pasó  una  nube  de  sangre 
Del  bravo  Osollo  á  la  vista; 
Grita:  venga  un  ayudante, 
Seis  zapadores,  de  prisa, 

Y  digan  al  Smor  Cuta, 
Sacristán  bpoleda^ 

Que  allá  van  mis  zapadores 

Con  diligencia  prolija, 

A  cavar  la  sepultura 

Del  jefe  á  quien  mi  alma  envía, 

Y  que  la  abrirán  muy  pronto 
Dentro  de  la  Iglesa  misma; 

Y  si  exequias  no  dispone 


OXTBRRil  DE  REFORMA.  x6l 


Con  una  pompa  magnífica, 

Juro  que  le  eniieno  vivo 

Si  desprecia  mi  consigna; 

Que  asisto  á  los  funerales; 

Hora,  á  las  doce  del  día, 

Por  que  honrar  á  los  valientes 

És  mi  deber  y  divisa; 

Que  cuidado  con  lo  que  hace, 

Por  que  á  la  falta  más  mínima, 

Por  Dios  que  le  entierro  vivo 

Defitro  de  la  Iglesia  misma, 

rv. 

Las  órdenes  oye  el  cura 
Medip  vivo  y  medio  muerto, 

Y  aquellas  fueron  carreras, 

Ansias,  gritos  y  atropellos 

Buscan  por  todas  las  casas 
Lienzos  y  listones  negros; 
Habilitan  de  sotanas 

Los  vestidos  y  los  lienzos; 
Unos  cuelgan  las  bandillas, 
Otros  preparan  el  féretro; 
Tusan  chicos  y  los  lavan 
Para  el  acompañamiento, 

Y  tras  los  músicos  andan 
Como  urgidos  por  el  fuego. 
En  alto  va  el  contrabajo 

Entre  dos  rancheros  preso 

Las  trompas,  los  oñcleides, 
Llegan  casi  sin  resuello, 
Mientra  en  lo  alto  de  la  torre 
El  cura  6  su  compañero, 
Alienta  un  doble  terrible 

Que  hasta  escarapela  el  cuerpo. 
Los  honores  militares 
Entre  tanto,  se  han  dispuesto; 
De  sordina  los  tambores. 
Los  jefes  con  lazos  negros, 
Una  val)a  poderosa 
De  soldados  muy  apuestos 
Va  desde  el  campo  de  Osollo 

Y  llega  hasta  el  presbiterio. 


Í62  GUERRA  ÜE  REFORMA. 


V. 

Bs  el  templo  un  cielo  negro 
Con  astros  de  viva  llama« 
De  dolor  símbolos  vivos, 

Y  clamores  de  desgracia; 
Vuelan  al  viento  tendidas, 
Pendientes  de  las  pilastras, 
Pajas  negras  que  flotando 
Remedan  mortales  ansias; 
De  luto  están  los  altares 

Y  de  luto  están  las  gradas, 

Y  de  luto  están  los  cirios 

Que  el  centro  negro  engalanan; 
Bn  el  medio  de  la  iglesia 
Alta  pira  se  levanta 
Do  el  féretro  se  distingue 
Entre  coronas  y  palmas. 
Bl  órgano  hace  prodigios, 
A  su  clamor  retemblaban 
Las  bóvedas  del  santuario. 
Pavor  infundiendo  al  alma; 
A  los  jefes  vencedores 
Se  les  vieron  en  las  bancas 
Bn  el  brazo  lazos  negros 

Y  moños  en  las  espadas. 
Con  noble  recogimiento, 
Con  reverencia  extremada, 

Y  lo  que  íué  más  notado 

Y  más  atención  llamaba. 
Fué  á  los  principales  Jefes 
Haciendo  al  féretro  guardia, 
Puestos  los  chacos  con  plumas 

Y  desnudas  las  espadas. 

VI. 

Terminó  la  ceremonia, 

Y  terminaron  las  honras, 

Y  el  Cura  fué  é  presentarse 

A  Osollo,  quien  con  voz  ronca: 
'*Bstoy  satisfecho,  padre; 
Pero  cuidado  con  otra. 
Que  la  Iglesia  es  madre  santa 

Y  madre  que  ama  y  perdona;'' 


GüBR&A  DB  RBPO&MA .  I63 


Y  por  este  propio  estilo 
Bran  de  Osollo  las  obras, 

Y  al  General,  caballero, 
Le  llamó  justa  la  Historia. 


Enero  de  1872. 


1^4  GUERRA  DB  REFORMA. 


BCLLO  T  Sin  PftR  ROmAOf^G 

DGL 13  De  mAHZO 
Oe  1868  GO  GUADALAJAKA. 

I. 

Abre  tos  alas  ¡oh  musa! 
¡Oh  musa  agita  tus  alas 

Y  dile  á  tus  valedores 

Que  no  se  envejece  el  alma, 
Que  si  el  huracán  sacude 
Con  furor  la  vieja  palma 
Entonces  es  cuando  goza. 
Entonces  es  cuando  canta, 
Mientras  se  doblan  lastreras 

Y  temerosas  las  plantas» 

Como  desastroso  incendio , 
Crece  con  la  lluvia  escasa 
Aunque  de  pronto  parece 
Que  le  merma  6  que  la  apaga, 
O  como  débil  barrera 
Que  un  punto  enfrena  las  aguas 

Y  logra  sólo  reunirías 

Y  que  reunidas  se  disparan 
Sobre  el  muro  que  sucumbe 

Y  rendido  se  anonada; 

Lo  mismo  contempló  Juárez 
La  rota  de  Salamanca; 

Y  voy  á  contar  el  cuento 
Porque  contarlo  me  agrada. 


Prieto,  con  su  elocuencia,  salva  á  Juárez  y  sus  compañeros. 


GXmSRA  DB  SBFORXA.  Z65  .'- 

II. 
EL  PALACIO. 

En  la  capitarfamosa 
Del  Estado  de  Jalisco. 
Mansión  del  poder  supremo, 
Hay  un  extenso  edificio 
Vulgar,  cuadrado,  de  piedra. 
Ni  elegante  ni  conspicuo, 
La  Catedral  le  domina, 
Hay  soportales  vecinos 

Y  una  plaza  ancha  y  alegre 
Bien  poblada  de  continuo. 
El  interior  del  palacio 

Es  cual  caserón  antiguo 
Con  sus  amplios  corredores, 
Pavimento  de  ladrillo. 
Arcos  ya  en  alto,  y  los  bajos 
Deshabitados  y  limpios. 
Allí  se  ofreció  al  gran  Juárez 
Noble  y  generoso  asilo; 
Puso  allí  sus  oficinas. 
Vivía  con  sus  ministros 
Como  en  familia,  modesto, 
Teniendo  trabajo  asiduo. 
En  el  fondo  del  Palacio 
Se  hallaba  sin  distintivo 
Largo  salón  con  tres  naves 
Por  columnas  dividido, 

Y  al  frente  una  plataforma 
Con  dosel  y  muebles  finos, 
Que  es  el  tribunal  Supremo 
Aquel  venerado  sitio. 

La  plataforma  á  sus  lados 
Deja  ver  dos  cuartos  chicos 
Donde  están  las  oficinas 
Del  tribunal  ya  descrito. 

m. 

Son  las  diez  de  la  mañana, 
La  guardia  estaba  tranquila; 
La  servidumbre.se  ocupa.  .  .^%** 

Su  hacer  la  policía»  *      -   .  * 


l66  GUSRRÁ  DB  RBPORM A. 

"i  ' 


Los  unos  barren  y  riegan, 
Otros  los  caballos  limpian, 
Algunos  soldados  bruñen 
I^  pieza  de  artillería, 
Que  como  que  cierra  el  paso 
Del  gran  patio*á  la  salida, 

Y  que  como  una  ascua  de  oro 
Con  el  sol  de  Marzo  brilla. 
En  largo  y  angosto  cuarto 
Que  daba  á  las  oficinas 

Por  un  lado  y  por  el  otro 
A  la  habitación  contíg^ua, 
El  prólogo  del  gran  drama 
Que  voy  á  narrar  principia. 

IV. 

NOTICIA,  motín,  prisión. 

Delante  de  una  ventana 
Cubierta  de  toscos  vidrios 
Que  alumbraba  un  mal  bufete 

Y  unos  sillones  antiguos, 
Presidiendo  está  el  gran  Juárez 

.  Su  Consejo  de  Ministros; 

Y  los  aires  que  llevaban 
De  la  derrota  los  ruidos 
Los  escuchaba  confiado 

Sin  dar  de  inquietud  indicios. 
Ocampo  leía  en  calma 
Un  voluminoso  escrito; 
León  Guzmán  meditaba 
Muy  flaco  y  muy  enfermizo 

Y  Prieto  junto  á  Cendejas 
Parecía  estar  dormido. 

De  pronto  cual  si  del  muro 
Le  saliera  de  improviso 
El  letrado  Camarena 
Gobernador  de  Jalisco, 
Se  puso  en  medio  á  la  sala 
Firme,  mas  descolorido, 

Y  con  voz  sorda  y  terrible 
AI  Sr.  Juárez  le  dijo: 
—Alerta!  señores  todos 

Que  se  ha  pronunciado  el  59.  . 


GUERRA  DB  RBPORMA.  léj 


Un  cuerpo  al  mando  de  Landa 
Y  por  Núíiez  garantido 
De  leal  é  incorruptible. 
De  Juárez  sostén  y  amigo. 
— Vaya  Núñez,  dijo  Juárez, 
Al  cuartel,  y  el  manuscrito 
Continuó  leyendo  Ocampo 
Como  el  propio  Juárez  frío. 
En  tanto  llega  un  correo 
Que  lleva  oficial  aviso 
Del  revés  de  Salamanca 
Con  detalles  aflictivos. 
Hay  algunos  de  los  cuerpas 
Que  á  la  defensa  están  listas, 
Juan  Díaz  el  esforzado, 
Contreras  Medellín  vivo, 
Antonio  Alvarez  y  muchos 
Que  con  sentimiento  omito, 
Con  las  guardias  nacionales 
Está  Cruz  Ahedo,  caudillo 
Del  pueblo  que  nunca  pierde 
Al  gritar  ¡viva  Jalisco! 


EL  MOTÍN. 

Núñez  con  semblante  airado 
Lanzando  sus  ojos  llamas 
A  la  presencia  de  Juárez 
Vuelve  del  cuartel  de  Landa 
Informando  que>ha  encontrado 
Amotinada  la  guardia, 
Que  rabioso  y  decidido 
Al  oficial  se  abalanza 
Que  grita  [muera  el  Gobierno! 
Con  insolente  arrogancia, 

Y  que  entonces  siente  el  golpe 
De  una  inesperada  bala 

Que  en  su  reloj  se  encasquilla 

Y  por  eso  no  le  mata, 

— Dice  Núñez,  desparece 

Y  á  combatir  se  prepara, 
Juárez  sin  dejar  su  aplomo, 
A  Melchor  Ocampo  manda 
Que  dé  lectura  de  nuevo 
Al  parte  de  Salamanca 


XM  CTTRRKA  DB  RBFOSMA. 

■*■■■  .1  j i_ ■■  ,.,    I   I  ... ..  -,..  ■  I 

Entonces  con  voz  tranquila 
Dijo  impasible.  Esto  es  nada. 
Han  quitado  d  nuestro  gallo  (*) 
Una  pluma:  Prieto,  marcha 
A  escribir  un  manifiesto 
Que  diga  que  esta  desgracia 
Robustece  nuestro  esfuerzo. 
Vigoriza  nuestras  almas, 
y  adelante,  3'  adelante 
Sin  que  nada  nos  retraiga 
De  arrancar  á  la  vicloria 
Sus  laureles  y  sus  palmas: 
Vamos  á  almorzar,  señores, 
Que  la  mesa  nos  aguarda. 
Entre  tanto  del  Palacio 
Se  relevaban  las  guardias 
Cuando  retronante  gjito 
Clamó  vibrante  iá  las  armas! 
¡Mueran  los ^2¿ra5 malditos! 
¡Viva  la  Religión  Santa! 

Y  la  sangre  tiñe  el  suelo 
Al  retronar  las  descargas; 
Combates  de  cuerpo  á  cuerpo, 
Cuerpos  caídos,  cuchilladas, 
Embestidas  furibundas, 

El  delirio,  la  matanza 
Se  agolpan  en  erestrecho 
Que  le  da  al  Palacio  entrada. 
Del  motín  á  la  noticia. 
La  cárcel  desamparada 
Que  del  Palacio,  un  tabique 
Insuficiente  separa. 
Deja  escapar  á  los  presos 
Que  se  descuelgan  con  reatas, 

Y  que  el  motín  encrudecen 
Con  sus  furias  y  su  saña; 

Se  oye  el  romperse  de  muebles 
Con  estrepitosa  zambra, 
Los  ayes  de  los  heridos, 
Los  gritos  de  los  que  mandan, 

Y  es  remedo  del  infierno 
Aquella  gresca  satánica. 
Prieto  que  estaba  á  la  puerta 
Del  Palacio  cuando  estalla 
£1  motín,  retroeedieudo 


GÜBRSA  DB  RBFOftMA.  tt^ 


Detrás  un  pilar  escapa. 
Mas  serenado  el  tumulto 

Y  á  pesar  de  que  encontraba 
Fácil  salida,  fué  á  un  cuadro 
Do  los  rebeldes  estaban, 

Y  dijo:  Soy  el  Ministro 
De  Juárez,  pido  por  gracia 
Seguir  su  suerte,  y  la  suerte 
De  aquellos  que  le  acompañan. 
Apenas  oyen  su  nombre, 

Los  rebeldes  le  maltratan, 
Le  hieren  y  por  los  stielos 
Enfurecidos  le  arrastran 
Hasta  llevarlo  con  Juárez, 
Que  prisionero  se  hallaba 
En  el  salón  espacioso 
Que  estaba  frente  á  la  entrada, 

Y  que  Corte  de  Justicia 
Los  del  pueblo  le  llamaban. ' 
En  la  ciudad  populosa 
Cunde  rápida  la  alarma, 
Como  torrente  de  fuego 

De  pólvora  entre  montañas 
Cual  si  sobre  el  heno  seco 
Cayera  lluvia  de  brasas, 
Corre  apartada  la  gente, 
Claman  guerra  las  campanas, 

Y  Cruz  Ahedo  furioso 
Corre  impávido  á  la  plaza; 
Un  estudiante  Molina, 
Acreedor  á  eterna  fama. 
De  un  cañón  apoderado 

En  su  empresa  le  acompaña;  * 
Los  mochos  al  ver  la  fuerza 
Se  trastornan  y  se  espantan, 

Y  que  fusilen  los  presos 

Con  furia  y  resueltos  mandan; 
Pronto  se  alistan  las  tropas 
'  Qu«  donde  está  Juárez  marchan 
Con  un  Filomeno  Bravo, 
Con  un  Moret  y  un  Pagaza 
En  calidad  de  verdugos 
De  aquella  sentencia  bárbara. 
Eran  ochenta  los  presos 
Qoe  en  carrera  atropellada 


!](»•  GUERRA  DB  REFORMA. 


En  un  cuarto  se  guarecen, 
Del  fondo  de  aquella  estancia. 
Se  oye  el  marchar  de  la  tropa. 
Ya  se  acercan  las  pisadas, 
Los  prisioneros  tras  muebles 

Y  tras  puertas  se  resguardan, 
Quedando  sólo  en  el  quicio 
De  la  puerta  entrecerrada, 
Juárez  de  pie  y  sin  moverse 
Como  de  mármol  estatua, 

Y  Prieto  también  inmóvil. 
Sobresaliendo  á  su  espalda. 
La  tropa  detiene  el  curso 

Y  frente  á  Juárez  se  para, 
i  Alto!  ronco  grita  el  jefe, 

Y  hay  un  silencio  que  espanta; 
En  semicírculo  entonces 

La  tropa  forma  una  valla 

Y  quedaron  los  tres  jefes/ 
Cuidando  la  retaguardia. 

—Presenten,  preparen ar 

Apunten y  al  decir  fuego 

Prieto  á  Juárez  se  adelanta 
Cubriéndole  con  su  cuerpo 

Y  ciego  de  horror  exclama: 
¡¡Los  valientes  no  asesinan!! 
¡¡Ehü levantad  esas  armas 

Y  habló. . . . .y  habló con  vehemencia 

Sin  recordar  las  palabras, 

Que  son  tan  sólo  pretextos 
Si  deveras  habla  el  alma. 
Atónitos  oyen  todos. 
La  tropa  las  armas  alza, 

Y  de  los  nobles  soldados 

Se  vieron  correr  las  lágrimas, 
La  formación  destruyendo 
En  marcha  desordenada. 
Juárez,  Ocampo  y  los  presos 
En  tropel  á  Prieto  abrazan, 
Que  se  sentía  gigante, 

Y  de  cierto  no  era  nada 

Sino  un obscuro  instrumento 

'Con  que  Dios  salvó  á  la  Patria. 


Agosto  17  de  1896. 


GUSRRA  DE  R8PORMA.  I7t 


RomAnee  oe  l.  vall€ 
Y  LA  PAmiLIA  enF€RmA. 


Más  que  mediado  está  Marzo, 

Y  tras  lances  horrorosos, 
Que  pintaré  en  un  romance 

Y  que  merecen  un  tomo, 
Sal^n  de  Guadalajara, 
Que  Landa  ocupa  sañoso, 
Juárez  con  algunos  suyos 

Y  con  un  piquete  corto, 
Residuo  de  Salamanca, 

Que  manda  Iniestra  orgulloso 

Y  á  quien  Ignacio  Escudero, 
Secunda  del  mejor  modo. 
Son  apenas  setenta  hombres, 

Y  de  México  son  todos; 
Allí  va  Melchor  Ocampo 
Chata  nariz,  ancho  rostro, 
Pelo  para  atrás  tendido. 
Boca  grande,  ardientes  ojos. 
Estudiando  si  unas  yerbas 
Son  mimosas  ó  heliotropos; 

Y  va  allí  Santos  Degollado 
De  casi  femenil  rostro, 
Muy  menudas  las  facciones, 

Y  tras  azules  anteojos 
Hundidos  los  ojos  negros 
Pequeños  y  recelosos: 
Va  bien  montado  gínete 

Lo  mismo  fuera  en  un  potro. 
Pues  aquella  blanca  mano, 


179  GUERRA  DB  HKVORMA. 


Recuerdo  del  sacerdocio, 

Lo  mismo  empuña  la  espada 

Que  doma  al  valiente  toro. 

Allí  van  gnipos  de  empleados 

De  Tenoxtitlán  despojos 

Que  en  caballos  cual  violines 

Andan  en  todos  los  tonos, 

A  colegiales  alegres 

Remedando  con  su  holgorio. 

El  guapo  Manuel  Mateos 

Es  quien  dirige  los  coros. 

Allí  marcha  el  que  esto  escribe. 

En  un  rocín  gravidoso, 

Con  más  resabios  que  suegra, 

Con  más  caprichos  que  un  tonto, 

Y  al  fin,  entre  todos  g^ita 

Y  quiere  organizar  todo, 
Vaileciio,  encaramado 

En  un  caballo  estrambótico; 
Cabriolas  haciendo  á  cientos 

Y  un  ruido  de  los  demonios, 
Hemos  llegado  á  Santa  Ana 
Acatlán,  y  presurosos 
Corren  á  buscar  posada, 

Y  en  un  mesón  se  entran  todos  .. 
Está  el  pueblo  de  Santa  Ana 

De  su  fealdad  vergonzoso, 
Como  un  mastín  acostado 
Tras  de  correr  por  el  lodo. 
A  la  sombra  de  unos  montes 
Que  en  semicírculo  tosco, 
Son  lobanillo  y  berruga, 
Sobre  del  valle  espacioso 
Disparatados  jacales 
De  la  loma  á  trechos  cortos 
Asoman  como  unos  changos 
De  árbol  caído  sobre  el  tronco, 

Y  blanquean  unas  casas 
Entre  los  peñascos  toscos. 
Como  cabras  esparcidas 
Sobre  terrenos  montuosos; 
La  capilla  con  su  torre 

Y  con  su  exiguo  cimborrio,, .    . 
Está  del-mesón  al .fbeñte  •.   . ;:  .* , 
Que  del'd¿dive*en  el  íbndp  ^  '-  ^ 


GtTltSRA  DS  REFORMA.  I73 


Parece  que  está  escocdido, 

Y  saluda  con  mal  modo 
Al  viajero  desdichado 
Que  pasa  por  los  contornos; 
O  parece  que  colinas 

Y  casas  y  pueblos  todos 
Están  viendo  desde  lo  alto 

A  un  bicho  dentro  de  un  pozo, 
Pues  le  domina  lo  mismo, 
A  burlones  6  curiosos. 
Apenas  llegado  hubimos 
Cuando  una  nube  de  polvo 
Obscureció  el  horizonte, 

Y  al  grito  de  ¡son  los  mocliosl 
Se  prepara  la  defensa 

Con  menos  temor  que  encono. 
Es  Landa,  que  arrepentido 
Vuelve  á  nosotros  furioso 
De  Guadalajara  el  pacto 
Allí  declarado  roto, 
Que  en  cinco  tantos  su  fuerza 
Es  superior  á  nosotros 

II 

Era  el  mesón  maldecido 

Una  trampa  sin  salida, 

Con  más  parches  y  remiendos 

Que  de  cesante  levita. 

El  soportal,  de  una  abuela 

Recordaba  las  encías 

Según  los  solos  pilares 

Y  las  carcomidas  vigas. 
Era  de  sucios  adobes 
Una  indecente  parrilla 

Y  en  su  cuadra  obscuros  cuartos 

Y  negras  caballerizas, 
Coronan  nuestros  valientes 
Las  tapias  y  citarillas 

La  puerta  junto  de  Inicstra, 
Sanios  Degollado  cuida, 
Bravo  desafiando  el  fuego 
Que  en  esa  puerta  llovía; 
Bajo  el  portal  está  Juáiez, 
Cual  siempre,  con  ¿z  tranqtdla; 


174  GUBRRA  X>H  RBFORMA. 


Gtízmán^  Ruis,  Ocampo,  Prieto 
En  serena  compañía; 

Y  linos  empleados  inertes 
Porque  de  armas  carecían; 
En  tm  ángulo  del  patío 
Que  atravesaba  una  viga 
Que  en  la  azotea  descansa 
Cabalga,  lleno  de  risa, 

Con  los  pies  colgando  al  aire, 
V^alle  que  al  combate  activa. 
Hay  granizada  de  balas. 
Hay  horrorosa  porfía» 
Hay  intentonas  burladas, 
\^  Forman  huracán  las  iras, 

Hay  para  nuestros  valientes 
Muerte  6  terribles  heridas, 

Y  hay  acciones  temerarias 
De  Degollado,  que  afirman 
A  los  que  también  defienden 
Con  su  heroismo  nuestras  vidas. 

Y  en  lo  alto  del  edificio 
Valle,  alienta,  manda,  tira, 
Cura  heridos,  baja  al  patío, 
Suelta  donaires  y  risas 

Y  ardiente,  confiado  y  grande, 
Doquiera  se  multiplica. 
Mirad  9I  pelón  airoso. 
Pálido  de  fi-ente  altiva, 

Ojos  verdes  y  expresivos, 

Y  al  reirse  descubría 

Un  diente  trunco  entre  perlas 
Que  adornaban  sus  encías: 
De  su  puntíaguda  barba 
Cuelgan  de  oro  unas  hebriUas; 
^  Hace  de  su  fieltro  dócil 

Una  chistosa  gorríta. 
Que  allí  donde  se  miraba 

Fuego  de  infierno  encendía 

Lucha,  canta,  y  la  campaña 
Más  horrorosa  se  agita; 
La  noche  se  acerca  á  verla, 
El  sol  la  vio  á  su  salida; 
Está  el  mesón  como  fiera 

Cercada  por  la  jauría.... 

Al  fin  la  sombra  da  tregua 


aVMKRA  DE  HBPOAMA.  1^5 


A  la  lucha  fratricida 

Y  hacen  las  tinieblas  corte 
Al  silencio  que  domina. 

III 

El  mesón  está  cercado 

De  fusil  á  medio  tiro; 

Son  nuestros  muertos  bastantes 

Y  muchos  nuestros  heridos 

« ¡No  hay  parque!  »  gritan  los  unos; 
Los  otros  ¡somos  perdidos! 
Cuando  con  pasos  de  gato 

Y  cual  sombra,  á  Vallecito 
Se  le  vi6  extinguiendo  luces 
Sin  dejar  ningún  resquicio. 

Y  cumpliendo  lo  mandado 
Caut«:>  y  en  hondo  sigilo 
Ordena  nuestra  salida 
Por  un  callejón  conspicuo 
Donde  á  cada  paso  un  riesgo 

Y  cada  aliento  un  peligro 

Le  forman  muralla  á  Juárez     . 
Con  los  jefes  y  ministros, 
Deja  insepultos  los  muertos 

Y  sin  curar  los  heridos, 
Poniendo  al  dolor  un  fireno 

Y  mordaza  á  los  quejidos. 
De  la  guerrilla  de  pluma 
Hacen  vanguardia  prolijo, 

Y  la  corriente  de  sombras 
Se  embebe  en  ñinebre  giro, 
Sn  las  espesas  tinieblas 

Que  envuelve  el  bosque  vecino 

Asi  pasamos cual  naves 

Los  puestos  del  enemigo 
Que  se  hallaba  sin  aliento 
Por  la  batalla  rendido 

Qué  obscuridad!  la  tiniebla 
Formaba  muro  macizo. 
No  andaba,  se  deslizaba 
Ahogando  á  su  paso  el  ruido 
Aquel  grupo  de  fantasmas 
Que  escapaba  del  abismo. 


176  GUBRRA  DE  REFORMA. 


Adelante  con  sus  guias, 

Valle  caminaba  listo 

Dirigiendo  nuestros  pasos 

Con  un  extraño  silbido 

§ue  de  lejos  remedaba, 
1  riiof  tullo  del  grillo, 

De  pronto creen  percibirse 

Llamas  en  cercano  sitio, 

Hace  alto la  comitiva 

Oyense confusos  gritos 

Bra  la  luz  de  la  aurora 

gue  derramaba  sus  visos 
n  el  lago  de  Eiipaque 
Que  es  como  los  cielos  lindo. 
Los  caballos  relinchaban, 
Los  soldados  daban  brincos 

Sólo  inmutable miramos 

A  nuestro  jefe,  nuestro  indio, 
Imagen  de  la  esperanza 

Y  vencedor  del  peligro 

Vamos  á  la  Hacienda  presto, 
Vamos  al  fandango,  chicos, 
Repetía  Leandro  Valle 
Radiante  de  regocijo, 

Y  bebamos  y  gocemos 
Que  es  día  de  San  Benito. 


GUSItSA  DB  RSFORMA.  177 


GHAnoe 
Y  GnTKGTGniDO  WmATKlE 


I 


Bn  desairados  rocines 
De  esos  de  silla  constante, 
Porque  cuando  están  en  pelo 
Temen  se  los  lleve  el  aire; 
Sin  mido  ni  servidumbre, 
Ni  maletas,  ni  equipaje, 
Salió  de  Guadalajara, 
Rumbo  del  Sur  el  g^an  Juárez; 

Y  la  comitiva  escasa 
Kn  tal  tono  de  desastre, 
Con  caras  tan  espantadas, 
Con  tintes  de  penas  graves, 
Que  más  parecían  tropa 
De  cómicos  ambulantes, 
De  los  que  unen  á  la  farsa 
Las  seriedades  del  hambre. 

Y  el  pueblo  que  es  muy  indino 
Pretendió  que  se  llamase, 

Y  Warnó/arntita  enferma^ 
A  los  patriotas  leales 
Que  siguieron  su  caudillo 
Sin  vacilar  ni  arredrarse. 
Bntre  tanto  quedó  Landa 
En  la  ciudad  imperante 
Con  ínfulas  de  gobierno, 
Con  barberos  y  edecanes; 


178  "guerra  db  reforma 

Mas  la  pompa  inesperada 

Y  su  auge  duró  un  instante, 
•Que  en  San  Pedro  está  Parrodi, 
Al  frente  de  mil  in&nteS| 

Y  con  imponente  calma 
Se  alista  para  el  combate. 
OsoUo  sigue  sus  pasos, 

A  Parrodi  le  da  alcance, 

Y  después  de  unos  convenios 
Que  Parrodi  firma  al  calce, 
Osollo  en  Guadalajara 
Recibe  honores  triunfales 
En  que  entusiastas  se  lucen 
Los  clérigos  y  los  frailes. 
Deja  Osollo  á  Casanova 

^    Para  que  en  Jalisco  mande, 

Y  Casanova  reviste 

Los  fueros  de  Gobernante. 

II 

LOK  GALLOS  DE  LA  CHINACA. 

Ogazón,  que  de  Jalisco 
Representaba  el  Gobierno 
Legítimo,  Y  que  era  de  honra 

Y  de  virtudes  modelo. 
Aparecióse  en  Sayula 
La  Reforma  defendiendo, 

Y  le  sigue  denodado 
Intrépido  Cruz  Ahedo, 

Con  Núñez  y  con  Juan  Rocha, 
Apellidado  el  purera. 
A  la  voz  de  sus  valientes 
Se  levantaron  los  pueblos, 

Y  en  breve  nuestra  bandera 
Alegre  se  alzó  en  el  viento. 
Mas  al  pasar  por  Colima, 
Juárez  con  feliz  acierto, 
Dejó  á  Degollado  el  mando 
Dd  Reformador  ejército, 
De  omnímodas  facultades 
Su  carácter  invistiendo. 
Bntonces  de  los  patriotas 
St  renuevan  los  esfuerzos, 


GUBR&A  DE  REFORMA.  179 


La  sed  de  gloría  y  la  audacia 
Generosas  compitiendo. 
Llegan  á  engrosar  las  filas 
En  sus  cuacos  los  rancheros, 
Las  hembras  hacen  cartuchos, 
Son  infantes  los  labriegos, 

Y  la  esperanza  derrama 

Sus  rayos  de  oro  en  los  cielos. 
Logra  por  fin  Degollado 
Con  su  eficacia  y  su  celo, 
Formar  armado  y  valiente 
Un  disciplinado  ejército, 

Y  con  él  á  Gualajara, 
Cerca,  atrevido  y  resuelto. 
Casanova  le  esperaba 
Con  cuantiosos  elementos, 
Pero  entorpecen  su  saña 
La  insuficiencia  y  el  miedo. 
Miramón  que  á  Casanova 
Ve  disgustado  en  aprieto, 
Vuela  rápido  en  su  auxilio. 
Con  sus  tropas  de  refresco 
Porque  era  esforzado,  activo, 

Y  en  sus  maniobras  certero. 
Alza  Degollado  el  campo, 
Miramón  le  sigue,  ardiendo 
En  ansia  de  derrotarle 
Con  inquebrantable  anhelo. 
En  Atenquique  se  chocan 
Los  enemigos  ejércitos, 
Entre  barrancas  y  peñas 

Y  entre  eruptos  voladeros. 
Allí  entre  lluvia  de  balas 

Y  tempestades  de  fuego 
De  lo  recio  del  combate 
Fueron  testigos  los  muertos: 
Al  fin  cesó  la  batalla, 

Y  al  cesar  quedó  perplejo 
£1  destino,  no  sabiendo 
Vencedores  quiénes  fueron, 
Al  quedar  desierto  el  campo 
Lleno  de  rastros  sangrientos. 


Agosto  ao  de  1896. 


l8o  GUBIt&A  DB  RBFORM A. 


'D€  LO  inORADO  Gfí  TIGRRA»  06  POR  A9A' 
0€L  GRAn   JUAn   ZUAZUA 


I 


Libre,  indomable,  imperando 
El  salvaje  en  el  desierto, 
Es  la  soledad  su  madre, 
Son  sus  hermanos  los  vientos, 

Y  cuando  trepa  á  una  altura 
Para  tener  cerca  el  cielo 

La  vida  con  sus  encantos 
Hace  palpitar  su  pecho. 
En  lo  valiente  compite 
Con  el  león  carnicero, 

Y  en  lo  ligero  y  airoso 
Es  el  émulo  del  ciervo, 
Es  el  robo  su  delicia. 

Su  gozo  el  luchar  sangriento 

Y  desgarrar  las  entrañas 
Al  blanco  que  con  empeño 
Persiguiéndole  rabioso 

Da  pábulo  á  su  odio  intenso; 
La  sorpresa,  el  arrebato, 
Lo  inesperado,  lo  pérfido 
Le  auxilian;  el  alarido 
Es  su  cántico  guerrero, 


GÜSRRA  DB  RBFORMA.  l8l 


Y  al  cambiar  vida  por  vida 
Ve  el  peligro  con  desprecio. 

Y  la  fuerza  que  combate 
Enemigos  tan  tremendos 

Y  que  en  la  guerra  se  educan 
Tan  valientes  como  expertos, 
Son  presidíales  cual  bronces 
Que  burlan  al  sol  y  al  hielo, 
O  jóvenes  vigorosos 

De  fincas  de  campo  dueños, 
Observativos,  astutos, 
Temeiaríos  á  su  tiempo, 
Al  rastro,  al  humo,  á  la  huella 

Y  al  rumor  más  leve  atentos. 
Ocupa  en  estos  combates 
Constante  el  lugar  primero 
Un  garzón  alto,  garrido, 
Tez  blanca,  rubio  cabello. 
Como  ginete  extremado, 

En  los  peligros  sereno. 
Perspicaz,  para  sus  planes 
A  ejecutar  resuelto: 
Tal  es  Juan  Zuázua;  Lampazos 
Le  vio  nacer  en  su  seno 
Cuando  el  siglo  atrás  dejaba 
La  nieve  de  veinte  inviernos; 

Y  aunque  al  aula  y  al  estudio 
Sus  padres  le  condujeron. 

Su  respiración  cortaban 
Las  paredes  del  colegio, 

Y  se  regresó  á  los  campos 
A  trabajar  con  empeño, 

Y  á  combatir  á  los  indios 
En  furibundos  encuentros. 

II 

INVASIÓN  AMERICANA. 

Apenas  el  ronco  bronce 
Le  anunció  á  los  fironterízos 
La  injusta  invasión  áslyank€€ 

Y  de  la  patria  el  conflicto, 
Cuando  acudieron  fervientes 
A  donde  estaba  el  peligro, 


l82  GUBRRA  t>B  REFORMA. 


Y  Zuázua  veloz  dejando 
Sus  intereses  perdidos, 

Se  presentó  al  noble  Arista 
Ofreciendo  sus  servicios; 
£n  Palo  Alto  y  la  Resaca 
No  se  ensayaron  sus  bríos; 
Pero  en  Monterrey  le  vieron 
Como  de  valor  prodigio 

Y  al  saber  de  los  tratados 
Üe  paz  el  término  inicuo 
Con  el  pesar  en  el  alma 
Buscó  en  su  hogar  el  olvido. 


Pasó  el  tiempo,  la  Reforma 
Con  su  rugir  inaudito 
Eficaz  despertó  al  pueblo: 

Y  con  arrojo  imprevisto 
Desde  Mpnterrey  Vidaurri 
De  Ayutla  repitió  el  grito 
Al  derribar  á  Corona. 

A  Zuázua  llamó  en  su  auxilio 
Que  le  conoce  valiente 
E  inmaculado  patricio; 
Dióle  el  mando  de  las  fuerzas; 

Y  éste  enérgico  y  activo, 
Armamento,  municiones, 
Sin  tasar  los  sacrificios 
Tuvo,  y  guardias  nacionales 
Organizó  de  improviso; 
Formó  núcleo  su  talento 
Con  patriotas  distinguidos, 

Y  el  descollaba  potente 
Como  poderoso  encino 

Que  forma  hermoso  conjunto 
Con  sus  gigantescos  hijos. 
Junto  á  él  brillaba  Escobedo 
Liberal,  cauto,  expedito, 
Al  cumplir  con  sus  deberes 
Pundonoroso  y  estricto. 
Allí  de  Pedro  Hinojosa 
Se  desplegaban  los  bríos, 
Arrebatado,  entusiasta 

Y  con  corazón  de  nifio. 
Allí  Ignacio  Zaragoza 


GüSRRA  DB  RKPORMA.  l6S 


Dio  de  su  aptitud  indicios, 
En  el  triunfo  6  la  derrota 
Siempre  modesto  y  tranquilo. 

Y  el  ejército  naciente 
Con  el  salvaje  aguerrido 
Bn  sefialados  encuentros 
Trazó  de  gloria  el  camino. 
Los  jefes  del  reaccionario 
Ocuparían  el  Saltillo 
Disponiéndose  soberbios 
A  dar  á  Zuázua  castigo; 
Pero  Zuázua  se  adelanta, 
Dispone  su  plan  solícito 

Y  á  los  tres  valientes  jefes 
Que  son  nuestros  conocidos 
Les  da  orden  de  que  se  arrojen 
Sobre  el  audaz  enemigo. 

A  Escobedo  le  encomienda 
Tome  el  punto  más  conspicuo, 

Y  á  sus  compañeros  lanza 
Por  otros  puntos  distintos; 

Y  antes  que  la  luz  alumbre 
De  la  aurora  el  primer  brillo 
Cayeron  como  torrentes 

Al  pueblo  los  fronterizos 
Bntre  el  zumbar  de  las  balas, 
Los  choques  de  armas  y  gritos. 
Parrodi  y  Güitiám  resisten, 
Zuázua  acude  bravo  y  listo 
Donde  el  combate  estupendo 
Se  baila  más  comprometido 
Hasta  ver  á  la  victoria 
Que  con  su  ine&ble  brillo 
Bn  su  fuga  denunciaba 
Al  macho  feroz  vencido. 

III 

¡adklantb! 

A  los  de  calzón  de  cuero 

Y  de  blusas  encamadas, 
A  los  de  cuacos  ligeros 

Y  los  de  certeras  charpas 


XS4  GUBRRA  DB  RBFOBM A- 


Saludaron  con  repiques 
Kl  Cedral  y  Matehuala 
Mirando  que  los  tagarnos 
Para  San  Luis  se  adelantan. 
Mas  Haro  que  entonces  era 
Bl  jefe  de  aquella  plaza 
Ordena  que  ataje  el  paso 
Del  provocativo  Zuázua; 

Y  con  Parrodi  una  fuerza 
Bscogida  al  campo  salga. 
Bl  fronterizo  caudillo 
Un  plan  atrevido  traza 

Y  los  medios  es^pedita 
Antes  de  ponerle  en  planta. 
Sigiloso  y  avisado 

Y  con  reserva  extremada, 
A  solas  y  sin  testigos 

Al  jefe  Bsoobedo  llama 

Y  le  dice:  ¿Os  creéis  sujeto 
Con  la  fuerza  ó  con  la  maña, 
De  detener  á  Parrodi 
Menos  de  media  semana, 
Sin  dejar  un  sólo  instante 
Que  sosiegue  de  su  alarma 
Ni  deje  de  estar  atento 

A  la  tenaz  amenaza? 

Os  lo  prometo-  -Mariano, 
Mira  que  la  cosa  es  ardua. 
— Lo  prometo — Pues  ya  sabes 
Que  confío  en  tu  palabra. 

Y  con  una  corta  fuerza 
Mal  provista  y  bien  armada 
A  avistarse  con  Parrodi 
Mariano  Escobedo  marcha. 
Ni  un  minuto,  ni  un  instante 
Logró  la  fuerza  contraría 

De  sosiego  en  que  un  punto 
Las  blusas  no  la  inquietaran. 
Ya  en  riesgosas  correrías. 
Descaminados  le  arrastran. 
Ya  se  fingen  derrotados 

Y  parece  que  se  escapan, 
Ya  es  de  noche  el  tiroteo, 
Ya  retruena  al  tocar  diana, 
Ya  en  un  punto  inaccesible 


aUSRRA  DB  REPORMA.  1 85 


Disponen  una  emboscada, 

Y  siempre  Escobedo  activo, 
De  sitio  fugaz  mudaba 
Una,  dos,  y  hasta  tres  veces^ 
La  luz  halló  á  su  chinctca 
Contenta  con  sus  fatigas 

Y  en  la  victoria  confiada. 

IV 

SORPRKSA. 

Zuázua  después  que  á  Escobedo 
Dio  aquella  orden  terminante 
De  detener  á  Parrodi, 
En  acción  puso  sus  planes; 
Despareció  ¿dónde  estaba? 
¿Dónde?  Se  lo  llevó  el  aire, 
Sin  el  grueso  de  sus  fuerzas 
Sin  saber  el  rumbo  nadie. 
Reinó  silencio  terrible 
Que  hacía  que  se  contasen 
Como  siglos  los  minutos 
Presintiendo  mil  desastres, 
Cuando  de  pronto  alumbrando 
Los  espacios  palpitante 
Llega  la  fausta  noticia 
De  que  Zuázua,  sin  ambajes, 
A  Haro  intima  que  se  rinda 
En  el  Potosí  pujante; 
Hay  tremendas  resistencias, 
Hay  furibundos  embates, 
Pero  como  bravo  toro 
Al  que  logra  sujetarse 
Con  una  soga  en  el  cuello 
Que  con  tirantez  constante 
Más  le  aprieta,  le  sofoca 
Al  luchar  por  libertarse, 
Así  Haro  y  sus  compañeros 
Al  fin  tienen  que  entregarse 
Al  jefe  de  la  fi-ontera 
Que  poderoso  y  triunfante 
Atento  al  bien  de  la  patria 

Y  sin  mezquinas  ruindades 


ROAIAKCICS— 34. 


IS6  GUERRA  DB  REFORMA- 


Integró  del  plan  de  AyutU 
Los  principios  inmortales 
Qpe  Haro  adulterar  querüi 
Como  sutil  intrigante. 


Bn  San  Luis  entre  festejos 
Su  bandera  plantó  Zuázua 
Con  encanto  de  los  libres, 
Con  orgullo  de  la  Patria. 


Agosto  31  de  1896. 


Y^"ÍS^ 


GUBRRA  DE  REFORMA.  187 


peieQKino  RomAne€ 
De  uno$  $aBen  y  otRO$  bajad 

<K>mo  iJO$  eoBo»  d6  dorix. 


XUAZUA,    MIKAMON,  MANKKO. 

Vanse  á  la  sombra,  cuitados, 
Los  de  la  fiunilia  enferma» 
Mientras  el  sol  de  los  mochos 
Bn  los  cielos  reverbera; 
Dispone  baile»  3'  fandango, 
Nuestra  Santa  Madre  Iglesia, 

Y  que  la  gente  más  grave 
Dance  y  toque  panderetas. 
Landa  el  garrido  mancebo 
Bn  Guadalajara  impera, 
Bnvidia  de  los  garzones, 

San  Antonio  de  las  viejas 

Pero  no  hay  gusto  cumplido, 
Parrodi  toca  á  la  puerta, 

Y  estáticos  se  quedaron 
Los  que  celebraban  fiestas. 
Mas  el  liberal  su  gozo 
Vi6  trocado  en  honda  pena 
Porque  triunfador  OsoUo 
Bn  pos  de  Parrodi  llega, 

Y  después  de  unos  convenios 
Parrodi  el  campo  despeja; 

Y  entonces  se  dieron  gusto 
Sin  temores  ni  reservas 
Los  defensores  de  Cristo, 
Con  casaca  y  charreteras. 
OsoUo  sin  un  instante 

Que  pueda  llamarse  pérdida, 
Al  pomposo  Pérez  Gómez 


l88  GUSRRA   DB  RBFORMA. 


Manda  que  vaya  á  Morelia, 
Donde  la  inquietud  mantienen 
Unidos  Pueblita  y  Huerta; 
Destina  á  Antonio  Mañero 
A  que  tome  á  Zacatecas; 

Y  á  Miramón  le  señala 
Con  sus  poderosas  fuerzas 
A  que  de  San  Luis  apoye 
La  interesante  defensa, 

Y  que  castigue  de  Zuázua 
La  amenazante  insolencia. 

II 

LA  ACí'IüN  DE  CARRETAS. 

Zuázua  que  la  marcha  sabe 
De  Miramón  el  valiente 
Con  sus  aguerridas  tropas, 
Con  sus  numerosos  trenes, 
Con  la  merecida  fama 
De  sus  entendidos  jefes, 
Dispone  su  plan  de  ataque, 
Ve  el  sitio  que  le  conviene 

Y  enmedio  de  dos  laderas 

Y  en  alto  pone  á  su  gente 
En  el  puerto  de  Carretas 

Que  hasta  hoy  el  nombre  mantiene. 
Hinqjosa,  Zayas,  Blanco, 
Escobedo  y  Aramberri 
Secundan  al  bravo  Zuázua 
Bizarros  é  inteligentes. 
Se  empeña  la  acción  tremenda 

Y  no  se  sabe  quien  vence; 
Si  Zayas  asalta  en  un  flanco 
Zuázua  á  la  vez  retrocede, 

Y  si  á  Escobedo  se  corta 
Irresistible  Aramberri 
Entra  en  el  campo  enemigo 
Sembrando  terror  y  muerte 
Unido  con  Miguel  Blanco 
Que  triunfa  donde  aparece. 
Por  fin  piadosa  la  noche 
Sus  negras  sombras  extiende, 
E  indecisos  y  sangrando 


GÜKRRA  D£  RBK>RHA.  189 


Los  terribles  combatientes 
Del  palenque*en  que  luchaban 
A  la  vez  desaparecen. 
Miramón  huyó  del  campo 
Dejando  heridos  y  trenes 

Y  con  pérdidas  enormes 
Dentro  San  Luis  se  guarece, 
Proclamando  una  victoria 
Que  con  su  actitud  desmiente; 
Por  disimular  entonces 

O  por  creerlo  conveniente 
A  Zacatecas  se  marcha, 
A  Mañero  deja  fuerte 

Y  para  San  Luis  regresa 
Listo,  activo  y  diligente, 
Brotar  haciendo  esperanzas 
Por  el  rumbo  en  que  aparece. 

III 

ZACATECAS. 

El  propio  á  quien  los  serviles 
Creyeron  despedazado 
Por  Miramón  el  invicto 

Y  el  empuje  de  su  brazo, 
Aparece  en  Zacatecas 

A  Mañero  amenazando, 
Preponderante  y  resuelto 
Desmintiendo  su  fracaso 

Y  dando  brillo  á  las  blusas 
De  sus  valientes  tagarnos 
Que  en  .la  llanura  y  las  peñas 
De  púrpura  engalanaron. 

Y  Mañero  que  era  jefe 
ídolo  de  sus  soldados. 
Prepara  la  resistencia 
Como  inteligente  táctico. 
Es  la  rica  Zacatecas 

Un  prolongado  barranco 
Donde  a}  parecer  estaban 
Edificios  encerrados 

Y  que  á  un  grito  repentino 
De  libertad  se  animaron. 
Unos  saltando  entre  rocas. 


IQO  GUB&&A  DB  &BPORMA. 


Otros  las  cuestas  bajando, 
Otros  simétricas  filas 
En  laderas  alineados; 
Aquellas  esbeltas  torres 
En  las  plazas  dominando» 

Y  al  borde  de  la  barranca 
Con  timidez  asomados 
Miserables  j  acalones 

Y  de  adobe  humildes  cuartos; 

Y  que  de  pronto  terrible 
Reventó  traquido  mágico 
Clavando  entre  las  montañas 
Un  pueblo  raro  y  fiemtástico. 
Pero  el  combate  se  empeña, 
Hay  embestidas,  rech&sos 

Y  escenas  de  horror  y  sangre 
En  los  dos  bandos  contrarios. 
Hay  un  punto  dominante 
De  Zacatecas  á  un  lado, 

Es  la  Bufa,  alta  montaña 
Con  coraza  de  peñasco, 
Defisndida  por  abismos 
En  que  se  aloja  el  espanto. 
Es  de  Zacatecas  llave 
I^  Bufa,  y  su  cima  en  alto 
Proclamándose  invencible 
Vida  y  fuerza  de  los  ánimos. 
£1  combate  se  encarniza 
A  cada  vez  más  porfiado, 

Y  Zuázua  manda  á  Hinqjosa 
Que  á  la  Bufa  tome  bravo 
Ya  perezca  en  la  demanda 
Oh  que  triunfe  afortunado. 

Y  cual  león  Hinqjosa 
Marcha  ardiente,  aviva  el  paso 
Viendo  muertos  á  los  suyos 
Por  los  declives  rodando, 
Hasta  tocar  en  la  cima 

De  su  fuerte  amurallado. 
Allí  pecho  contra  pecho 
AIK  en  lucha  brazo  á  brazo, 
Se  declararon  vencidos 
Los  de  Mañero  esforzados 

Y  allí  apareció  Hinqjosa 
Circuido  de  heroicos  lauros. 


GUBRItA  D8  REFOBUA.  191 


IV. 

¡mükrtk!  i 

I 
Impasible  miró  Zuázua 
De  los  suyos  la  victoria,  ¡ 

Se  muestra  bueno  y  clemente 
Con  la  prisionera  tropa, 
Y  á  Mañero,  Landa  y  otros 
Al  patílubo  abandona. 

SepticmbR  5  de  1896. 


192  GUBR&A  DE  RKFORMA. 


CinieBLA$  Y  eLARlDADG». 

CRXDDe  Y  miLxcKosoRomxoee  dg  la  voirraDx 

VOLTXIRA. 


RA801  £0  CON  PAPAS. 

Cuellos  y  rostros  se  lavan 
Los  clérigos  y  los  frailes; 
Se  peinan  y  se  rasuran 
Los  curas  y  sacristanes: 
Las  monjas  regocijadas 
Limpian  sus  tocas  y  trajes; 

Y  atusándose  el  bigote 
Los  antiguos  militares 
Van  á  sacar  del  empeño 

En  que  guardaron,  cobardes, 
Sus  kepis  y  sus  casacas, 
Sus  espadas  y  sus  sables. 
La  opulenta  Zacatecas 
Viste  dé  gala  sus  calles, 

Y  la  Bufa  dominando 
Da  sus  banderas  al  aire. 
¿  Por  qué  tanto  regocijo? 
¿Por  qué  de  contento  alarde 
Si  la  tierra  viste  duelo 

Y  el  viento  suspira  sangre? 

Es  que  huyó,  cual  can  rabioso, 
Del  lugar  el  gobernante. 
Valedor  de  la  frontera. 
Jefe  de  los  chinacates. 


GXmítRA  DS  KSPORMA.  I93 


II. 


Entre  Víctores  y  flores 
Han  entrado  los  caudillos 
A  la  rica  Zacatecas 
Que  brilla  de  regocijo. 
A  Mañero  le  precede 
Miguel  Miramón  invicto, 
Que  va  en  pos  de  los  laureles 
Que  no  le  otorgó  el  destino 
fin  Carretas,  tras  esfuerzos 
De  eterno  renombre  dignos. 
Mañero  es  el  imperante. 
Mañero  es  el  elegido 
Para  jefe  del  Estado 
Por  su  valor  y  prestigio. 
¡Los  proceres  qué  finchados! 
¡Los  jóvenes  qué  garridos! 
¡La  plebe  que  alborozada 
Saludan  al  bien  venido! 
Monta  en  su  corcel  soberbio, 
Alto,  movimientos  listos, 
Ancho  cuello,  anca  redonda, 
Crin  profusa  y  ojos  vivos; 

Y  era  el  ginete  gallardo, 
Joven,  elegante,  altivo, 
Ojos  de  negro  azabache, 
El  color  alabastrino. 

En  la  paz,  dulce  y  afable, 
Mas  por  la  guerra  impelido, 
Era  asombro  de  la  muerte 
y  era  el  terror  del  peligro. 
En  las  puertas  y  balcones 
Al  retronar  el  bullicio, 
Sonrisas  vierten  las  damas, 
Plores  arrojan  los  niños, 

Y  la  iglesia  complaciente 
Prorrumpe  en  .sublimes  himnos. 
Viendo  estuvo  el  sol  festejos 
En  su  dilatado  giro; 

Y  en  las  quiebras  del  barranco 

Y  en  los  tortuosos  caminos 
Las  músicas  resonaban 
Entre  cánticos  y  gritos: 
En  la  noche  la  barranca 


ROMANCES.-  25. 


194  GUBULÉL  Vn  RMVOÍJUL 

£ra  de  llama  un  abismo, 
Que  enviaba  sus  resplandores 
Hasta  los  montes  vecinos, 
Arrollando  las  tinieblas 
De  la  noche  con  su  brillo. 
Cabanas,  casas,  alturas 
De  los  grandes  edificios. 
Torres  vestidas  de  fuego, 
Cúpulas  que  en  el  vacío 
Fantásticos  remedaban, 
Alcázares  suspendidos 
En  el  aire  cual  mansiones 
De  algunos  seres  divinos; 
Cintas  de  llama,  perfiles 
De  luz  bordando  el  vado 
Que  aérea  mansión  revelaban 
Fingían  á  los  espíritus 
Apariciones,  ensueños 

Y  quimeras  del  hechizo. 

III. 

Entre  tanto,  en  una  casa 
Singular  por  su  riqueza, 
Exposición  esplendente 
De  la  vanidad  minera, 
Para  el  apuesto  Mañero 
Regio  banquete  se  apresta: 
Candiles  y  cortinajes 
De  los  artesones  cuelgan, 
El  cristal  estalla  en  iris 
En  los  vasos  y  botellas, 
Los  licores  deliciosos 
Piedras  preciosas  remedan, 

Y  en  los  manteles  de  nieve 
Inconstantes  centellean; 
Ix>s  bustos  de  las  mujeres 
Irradiando  de  belleza 
Algo  de  incorpóreo  cobran, 
Que  los  ángeles  semejan, 
Como  al  naufi^gar  las  almas 
En  mares  de  dicha  extrema. 
Las  recíprocas  miradas 

Se  cruzan  de  hombres  y  de  hembras, 
Mas  lo  que  mucho  se  admira 
Es  que  do  Mañero  impera 


GUBRRA  DB  RBFORMA.  I95 


Se  ve  sobre  los  tablones 
Descubiertos  de  la  mesa 
Grande  pedestal  de  plata 

Y  en  pie  la  figura  esbelta  | 
Del  guerrero  afortunado  j 
A  quien  consagran  la  fiesta. 

Hubo  exquisitos  manjares; 
Hubo  músicas  selectas, 

Y  entusiasmo  estrepitoso, 
Hubo  lisonjas  rastreras; 
Hasta  que  llegó  la  aurora 
Desde  el  toque  de  retreta. 

IV.  I 

i 

ZVÁSÜA. 

Abril  diez  y  siete  veces 
Vio  reclinado  entre  flores,  i 

A  la  luna  silenciosa  { 

Dulce  en  brazos  de  la  noche; 

Y  á  Mañero  agasajado, 
Lleno  de  pompa  y  honores; 

De  nuevos  triunfos  soñando  ^         j 

Los  risueños  horizontes.  ! 

De  la  rota  de  Carretas  | 

(Que  así  se  le  llamó  entonces) 

Dieron  noticias  las  dianas 

Redoblando  los  tambores. 

Fué  la  batalla  tremenda; 

Pero  en  sus  propios  horrores 

De  Arramberi  valeroso 

Brotaba  de  gloria  el  nombre. 

A  Blanco  se  le  ensalzaba 

Por  lo  intrépido  y  lo  noble; 

Y  de  Hinojosa  la  espada 
Lanzó  vivos  resplandores, 
Haciéndose  honra  y  orgullo 
De  la  chinaca  del  Norte. 

¿Mas  por  qué  Zuázua  el  temido 
Que  doquier  su  fuerza  impone 
No  aparece  tras  de  hazañas 
Dignas  de  inmortales  bronces? 
£1  león  de  la  fi-ontera, 
El  que  más  sagaz  conoce 


t96  GURkRA  DK  RBFO&MA. 


Por  donde  \-a  la  victoria. 

Y  tras  de  sus  lauros  corre; 
Miradlo  sobre  la  Bufa 
Roncos  truenan  sus  cañones, 

Y  sorprendido  Mañero 
Ardiendo  en  furor  los  oye. 


Empeñóse  la  batalla. 
De  la  Bufa  en  las  alturas: 
Los  de  Mañero  escalaban 
La  eminencia  con  bravura, 

Y  con  torrentes  de  plomo 
Zuázua  apagaba  sus  furias; 

El  humo  envuelve  en  tinieblas 
Aquella  tremenda  lucha. 

Y  relámpagos  de  acero 
La  espesa  tiniebla  cruzan ; 
Se  oyen  gritos  y  gemidos. 
Del  monte  las  quiebras  rudas 
A  cien  caudillos  valientes 
Dan  ingrata  sepultura. 
Rompe  con  las  resistencias 
La  chinaca^  y  la  fortuna 

La  declara  vencedora, 

Y  la  proclama  y  adula; 
Que  es  la  fortuna  voltaira, 
Un  leve  soplo  la  muda 

Y  en  el  cáliz  de  la  dicha 
Traidora  vierte  amargura. 


Presos  están,  y  esperando 
Del  vencedor  la  sentencia. 
Los  tristes  que  desterrados 
Ven  al  obispo  Berea. 
Está  tranquilo  Mañero 
Sin  jactancia  y  sin  bajeza: 
Landa,  de  Guadalajara 
Los  atentados  recuerda, 
Perp  su  semblante  inmóvil 
Se  le  ve  y  como  de  piedra; 
Reche  y  Aduna  la  estancia 
En  giro  inquieto  pasean; 
Y  Gallardo  silencioso, 


GimRRÁ  DK  RSFORMA.  1 97 


Sentado  junto  á  una  reja, 
Oculta  la  hermosa  frente 
Entre  sus  manos  abiertas. 
La  plebe  está  confundida, 
Todo  comercio  se  cierra, 
Se  ven  muertos  insepultos. 
Se  ven  despojos  de  guerra. 
A  Zuázua  se  le  pregunta 
Lo  que  á  los  presos  espera, 

Y  sin  vacilar  un  punto, 
Sin  dar  á  la  vida  tregua, 
Con  un  acento  terrible 
Zuázua  responde  ^que  mueran. 

La  sentencia  ejecutóse 
I3e  la  ciudad  con  escándalo, 
Entre  algazara  salvaje 

Y  entre  comprimidos  llantos; 

Y  cuando  á  los  cinco  muertos 
Llevaron  al  camposanto, 
(Porque  aquí  no  es  oportuno 
Ocupamos  de  Gallardo, 

Que  fue  resultando  vivo 
A  pesar  de  sus  balazos) 
Algunos  de  los  curiosos 
Que  el  suplicio  presenciaron 
Miraron  con  extrafíeza, 
Con  hondo  asombro  miraron 
Que  las  mismas  cuatro  tablas 
Que  en  el  banquete  brillaron 
Frente  al  valiente  Mañero 
Con  flores  y  con  regalos, 
Las  tomó  el  oculto  afecto, 
O  el  capricho,  ó  el  acaso, 
£n  eh ataúd  humilde 
En  que  su  cuerpo  encerraron, 
Como  una  lección  terrible, 
Como  un  aviso  de  lo  alto, 
Que  á  la  vanidad  confunde, 
Que  predica  desengaños 
A  los  necios  que  desprecian 
La  inconstancia  de  los  hados. 


Noviembre  de  1894. 


xqS  guerra  db  reforma. 


FIFA  DG  VIDAS  A  LO  I>OmBF€ 

o  sex 

KeFKieGA  ^AnGKicncA  De  Acenouioae 


Grande  volcán  de  Colima, 
Dominador  del  vacío» 
Tú  que  fuiste  del  combate 
Imperturbable  testigo 
Que  el  furor  tuvo  por  móvil 
Y  por  palenque  el  abismo. 
Ayuda  con  tus  recuerdos 
El  aliento  de  mi  espíritu 
Que  aunque  lo  siento  potente, 
Vivaz,  penetrante,  activo, 
El  trascurrir  de  los  años 
Puede  apagarle  su  brillo 
Como  el  cielo  con  la  niebla 
O  con  el  vapor  el  vidrio. 


Era  de  cincuenta  y  ocho 
El  año  de  sangre  tinto 
Cuando  el  grupo  de  chinacos 
En  el  desprecio  perdidos, 

Y  que  al  Sur  se  refugiaron 
Del  opulento  Jalisco 

Con  Pedro  Ogazón,  dechado 
De  virtud  y  patriotismo, 
Al  parecer  taciturno, 
Muchas  veces  brusco  y  frío; 
Pero  corazón  de  arcángel 

Y  de  abnegación  prodigio. 
Con  el  insigne  Cruz  Ahedo 
Prez  del  nombre  tapatío; 
Con  aquél  Núñez,  encanto 


GUBRRA  D1S  REFORMA.  I99 


Por  lo  intrépido  y  lo  fino; 

Y  con  Juan  Rocha  valiente 
Tocando  á  lo  nunca  visto, 
Al  mando  de  Degollado 
Fuertes,  llenos  de  prestigio, 
Pisando  están  las  goteras 
De  Gualajara  atrevidos; 

Y  le  amagan  esforzados 
Con  los  horrores  del  sitio^ 
Que  ponen  4  Casanova 
Casi  fuera  de  sentidos. 

Pero  Miramón  acude 
Como  él  era,  audaz  y  activo, 
Con  sus  expertos  secuaces, 
Con  sus  fecundos  arbitrios, 
Con  soldados  orgullosos 
De  seguir  á  su  caudillo, 
En  número  formidable, 

Y  de  todo  bien  provistos; 
Degollado  cuando  supo 
De  Miramón  el  auxilio 
Alzó  el  campo  y  replegóse 
A  Zapotlán  previsivo. 

Cuando  estaba  á  dos  jornadas 
Escasas  el  enemigo 
Para  Beltrán  se  dirige 
Donde  era  su  lugar  fijo 
O  base  de  operaciones 
Por  su  táctica  elegido. 
Propicio  para  su  campo 
Zapotlán  le  abre  camino, 

Y  atraviesa  de  Atenquique 
Los  furibundos  peligros; 
Pero  en  Atenquique  deja 
Cuidando  dos  jefes  dignos 

Y  á  más  Núfiez  y  Bsa>bedo 
Para  vigilar  solícitos. 

II 

ATENQUIQUE. 

Enmedio  á  revueltas  lomas 

Y  fragosos  pedregales, 
Dcode  las  aguas  no  corren, 


300  GUBRRA  DE  RSPORMA. 


Donde  las  yerbas  no  nacen, 
Se  extiende  un  extenso  borde 
Que  en  dos  el  camino  parte 

Y  corona  una  abra  inmensa, 
Espantosa  y  formidable: 

£s  una  huudición  abrupta 
Que  baja  inconmensurable 

Y  que  dejó  una  cornisa 
Saliente  al  precipitarse, 
Unida  al  gigante  muro 

Y  como  d'el  agarrándose, 
Por  un  lado  y  por  el  otro, 
Como  pronta  á  descolgarse 
Por  entre  quiebras  y  honduras 
Al  abismo  inevitable. 

Pero  el  descenso  es  tan  rápido, 
Tan  sin  descanso  y  colgante 
Que  hasta  su  fin  se  detiene 

Y  á  su  término  se  abate 
A  tocar  una  llanura 
Pequeña,  llegar  no  es  fácil 

Al  fondo  en  que  humilde  arroyo 
De  corriente  de  cristales 

Y  donde  humildes  chocillas 
Esconden  sus  mezquindades. 
Al  borde  opuesto  se  mira 
Una  como  rampa  alzase 
Con  mil  vueltas  y  revueltas 
Entre  peñascos  gigantes, 

Al  que  Caracol  le  llaman 

Y  á  Beltrán  estrecho  sale. 

A  todos  vientos  se  observati 
Bosques  de  espesos  ramajes 

Y  al  fondo  los  horizontes 
Tanto  llegan  á  estrecharse 
Que  se  duda  que  es  un  cielo 
O  es  un  tragaluz,  que  el  arte 
Abrió  encima  de  los  montes 
De  los  hombres  apiadándose. 

III 

LA  BATALLA, 

Junio  ardoroso  marcaba 
Con  dos  auroras  su  vida 


GUBR&A  DB  RBPORMA.  .001 


Cuando  reuovó  el  destino 
De  la  discordia  las  iras 
Sembrando  muerte  y  horrores 
La  contienda  fratricida. 

La  Barranca  de  Atenquique 
Corona  la  artillería 
De  Miramón  y  sus  tropas 
Ocupaban  la  alta  cima, 
Mientras  al  opuesto  lado 
Del  barranco  aparecían 
Las  tropas  de  Degollado 
Bn  trabajosa  subida. 
La  mitad  de  su  carrera 
Tocaba  brillante  el  día 
Cuando  anuncia  el  ronco  bronce 
Que  la  batalla  principia. 
En  lo  hondo  de  la  barranca 
Están  á  la  defensiva 
Miguel  Blanco  y  sus  rifleros 
Que  de  Monclova  venían, 

Y  rifleros  de  Galeana 

De  los  más  bravos  envidia. 
De  la  altura  sé  desprende 
Una  columna  atrevida 
Bajo  los  fuegos  nutridos 
De  la  horrenda  artillería 
Que  en  lluvia  de  proyectiles 
El  lado  opuesto  barrían; 
Mas  los  valientes  rifleros 
Con  certera  puntería 
Destrozan  á  sus  contrarios 

Y  desbaratan  sus  filas, 
Miramón  entonces  hace 
Una  segunda  embestida 

Y  en  el  abismo  espantoso 
Es  la  lucha  más  reñida; 
La  fuerza  de  Degollado 
Su  columna  precipita, 

Se  esfuerzan  los  fronterizos, 
Llegan  las  caballerías, 

Y  en  la  pequeña  llanura 
Que  en  el  fondo  se  extendía, 
La  rabia,  el  furor,  la  muerte 
En  horrores  competían, 
lyos  fnochos  al  fin  sucumben 

ftOlCANCBtt.— 36. 


302  GUBRRÁ  DB  RB^ORMA. 


Aunque  agonizantes  lidian 
Mas  horrenda,  irresistible 
Tercera  columna  envía 
Miramón,  y  va  á  su  frente 
De  Vélez  la  espada  invicta. 
Las  fuerzas  de  Blanco  y  Rocha 
Se  desmenbran  y  vacilan 
Cuando  en  la  tendida  rampa 
De  la  descubierta  orilla 
Aparece  el  bravo  Núñez, 
De  Escobedo  en  compañía, 

Y  ambos  combaten,  y  alientan; 
A  los  suyos  organizan 

Entre  torrentes  de  balas, 
Entre  montones  de  víctimas; 
Vélez  entonces  avanza 
Bizarro,  la  frente  erguida, 
Como  corriente  impetuosa 
Que  los  diques  aniquila. 
El  humo  convierte  en  noche 
La  espléndida  luz  del  día; 

Y  con  el  trueno  las  rocas 
Tal  pareció  que  gemían. 
Núñez  y  el  bravo  Escobedo 
A  los  suyos  acudían. 

Mas  sus  caballos  detrozan 
Las  contrarias  baterías, 

Y  Escobedo  se  levanta 

Mal  trecho,  la  frente  herida, 

Y  á  Núñez  órdenes  pide 
Que  acata  con  fe  cumplida. 
¡Oh  Núñez,  heroico  Núñez! 
Cuál  te  descubre  mi  vista 
Sangrando,  entero,  soberbio, 
Teniendo  en  nada  lia  vida, 
Combatiendo  por  la  causa 
Del  Derecho  y  la  Justicia. 
Un  paso  más  y  victoria 

Por  Vélez  es  obtenida, 
Pero  se  esfuerzan  los  nuestras, 
La  victoria  está  indecisa, 
La  noche  tiende  sus  sombras. 
Silencio  hacen  los  que  lidian, 

Y  cada  cual  en  su  puesto 
Triunfo  feliz  presentía. 


GTTSRRA  I>S  REFORMA.  303 


Los  muertos  cubren  el  suelo, 
Hondo  terror  esparcían. 
Los  grupos  de  los  heridos 

Y  sus  quejas  doloridas 

La  aurora  dice  á  los  nuestros 
Que  en  dispersión  inaudita 
Miramón  levanta  el  campo 

Y  en  Ciudad  Guzmán  se  abriga, 
Llamándose  victorioso 

Con  desvergüenza  inaudita, 
Cuando  sus  carros  de  heridos 

Y  su  fuga  intempestiva, 
Sus  alardes  de  triunfante 
Ante  el  mundo  desmentían. 

Queda  en  Beltrán  Degollado, 
Sus  tropas  se  reorganizan 

Y  á  poco  en  Guadalajara 
A  los  mochos  desafian. 


Septiembre  13  de  1896. 


>04  GUSRRA.  DB  RaPOKMA. 


BRiLLAHTe  RomAn^e 

De  miHAmón  en  (^aripaüa 


Arrebatando  las  almas 

Y  presagiando  victorias,. 
Galano  como  el  dios  Marte, 
Como  un  Cid  con  su  tizona, 
Asombro  de  los  valientes, 
Sueño  de  amor  de  las  mochas, 
Miramón  sale  á  campaña 
Con  su  irresistible  tropa 
Enmedio  á  estruendosos  vivas 

Y  ovaciones  calurosas; 
Sale  como  hermosa  nube 
Cuyos  bordes  el  sol  dora 

Y  ofrece  á  las  sementeras 
Lluvia  rica  y  abundosa; 
A  Jalisco  se  dirige, 

Do  Degollado  y  sus  tropas 
Aparecen  denodadas 
Proclamando  la  Reforma. 
En  Guadalajara  el  mocho 
Sus  elementos  agota; 
Mas  Miramón  aparece 
Como  una  marina  tromba 

§ue  se  levanta  soberbia 
impera  sobre  las  olas. 
Entre  tanto  las  facciones 
De  odio  bramando  se  chocan ; 

Y  si  los  triunfos  sangrientos 
Cantos  de  júbilo  entonan, 
A  la  vez  se  oyen  aullidos 
De  desastres  y  derrotas. 


GUBRRA  DB  REFORMA.  205 


Blanco  en  Michoacán  domina 

Y  al  clero  rebelde  doma; 
Mas  en  TÍampico  Mejía 
Entra,  y  Garza  lo  abandona. 
En  Oriente  está  el  gran  Llave 

Y  hace  inaccesible  la  Hoya; 
Mas  Echagaray  Jalapa 
Con  su  crueldad  extorsiona, 

Y  hace  rutina  las  muertes 
De  esclarecidos  patriotas. 
Márquez  desde  Zacatecas 
A  San  Luis  violento  torna, 

Y  en  Tepatitlán  espera 
Que  Miramón  le  socorra. 

Y  la  prensa  de  los  mochos 
Del  poder  aduladora, 

Pinta  á  los  nobles  triunfando 

Y  espirando  la  Reforma. 
Enmedio  de  ese  tumulto 
La  oreja  hipócrita  a.soma 
La  venida  de  un  monarca 
De  la  nación  española 

Que  ponga  en  paz  nuestra  tierra 
Con  sa  cetro  y  su  corona. 
Pero  todo  sé  obscurece, 
Todo  se  achica  y  se  borra 
De  Miramón  con  la  marcha, 
Anuncio  de  triunfo  y  glorias. 
Degollado  que  al  combate 
Siente  que  se  le  provoca. 
Se  apresta  á  la  resistencia. 
Valor  infunde  á  sus  tropas. 
Coronado,  Blanco  y  Valle 
Dan  á  sus  fuerzas  prez  y  honra: 
De  Miramón  al  encuentro 
Los  liberales  se  afrontan 

Y  en  Tololotlán  el  centro 
Convierten  de  sus  maniobran:. 
Formóse  en  extenso  campo 
De  la  batalla  horrorosa 

Las  márgenes  del  Santiago, 
Río  de  aguas  caudalosas 
Que  corre  chocando  en  peñas 
,  Y  que  en  Ponzitlán  se  azotan, 
Cercana  al  campo  la  selva 


206  GUKRilA  DB  RKFOKMA. 


Y  hondas  barrancas  y  lomas 

Y  la  hacienda  de  Ateqoiza 
Cercada  de  humildes  chebas. 

II. 

KMBE8TIDA8. 

Seis  soles  frente  por  frente 
Enardecidos  disputan 
Ya  los  vados  de  los  ríos, 
Ya  sus  caprichosas  curvas. 
Los  bronces  con  sus  rugidos 
Difundían  la  pavura; 

Y  sangre,  terror  y  muertes 
Bn  la  selva  y  las  llanuras 
Vieron  con  terrible  espanto 
Los  azares  de  la  lucha. 
Miramón  se  multiplica 
Con  pericia  y  con  bravura; 
Se  le  opone  Coronado, 
Blanco  su  plan  ejecuta, 

Y  si  por  unos  instantes 
Del  clero  el  caudillo  triunfa, 
Bn  las  ondas  sus  contrarío^ 
A  los  que  vencen  sepultan; 
Pasa  Miramón  el  rfo 

Y  se  hace  la  lid  más  cruda, 
De  la  selva  se  apoderan, 
Pero  una  emboscada  oculta 
Les  detiene,  les  derriba, 

Y  entablan  en  la  llanura 
Inesperado  combate 

Que  con  la  espada  desnuda 
Alienta  impávido  Blanco, 
De  Juan  Rocha  con  ayuda. 
Aquella  lucha  porfiada, 
Aquella  lid  furibunda, 
Bntre  despojos  y  horrores 
La  suerte  mantiene  en  duda; 
Mas  á  mandar  un  refuerzo 
Degollado  se  apresura, 

Y  Miramón  organiza 
Sus  impetuosas  columnas. 
Surge  entonces  Bsoobedo, 


GUBJUIA  DB  REFORMA.  20J 


Valle  activo  se  le  junta, 

Y  la  Hacienda  de  Atequiza 
Los  dos  blmdos  se  disputan. 
Por  fin  piadosa  la  noche 
Bnvolvió  en  tiniebla  cruda 
El  campo  donde  á  ninguno 
Dio  sus  lauros  la  fortuna. 
Degollado  que  conserva 
Más  entusiastas  que  nunca 
Sus  tropas,  pero  sin  parque, 
Hambrientas,  medio  desnudas, 
Ordena  su  retirada 

Sin  zozobra  y  sin  premura, 
Sin  dejar  al  enemigo 
Al  partir  señal  alguna 
Que  indicase  la  victoria 
Que  audaz  Miramón  anuncia. 
El  Jefe  de  la  Reforma 
Por  Guadalajara  cruza, 

Y  para  Beltran  dirige 
Sus  fuerzas  do  con  presura 
Piensa  renovar  su  esfuerzo 
Para  volver  á  la  lucha. 
Pues  Degollado  es  cual  oro 
Al  que  las  llamas  depuran; 

Y  adquiere  mayor  estima 
Mientras  la  prueba  es  más  dura 

III, 

UOLOORIO. 

Miramón  en  son  de  triunfo 
Penetra  en  Guadalajara; 
Las  flores  cubren  las  calles, 
Atarantan  las  campanas; 
Con  sus  caras  de  fandango 
Sacristanes  y  beatas 
Al  templo  acuden  gozosos 
Do  el  órgano  se  hace  rajas 
De  júbilo  porque  barre 
San  Miguel  á  la  canalla: 
Que  asi  la  gente  de  Iglesia 
A  su  Miramón  le  llama. 
Pero  Miramón  no  atiende 


208  GUERRA  DE  lÍBFORMA. 


A  cristianos  ni  á  cristianas, 

Y  sale  tras  Degollado 
Con  su  genial  arrogancia, 
Bajo  llu\Ha  de  laureles 

Y  entre  ensueños  de  esperanzas. 
Pero  cauto  Degollado 

A  Beltrán  rápido  avanza 
Con  fe  viva  en  sus  valientes 
Que  á  combatir  se  preparan. 
Miramón  que  de  Atenquique 
Los  recuerdos  conservaba 
Tuerce  á  Colima  su  paso; 
Pero  en  San  Joaquín  le  aguardan 
Las  fuerzas  de  Degollado 
Dispuestas  á  la  batalla. 
Ruge  de  rabia  el  caudillo 
Destroza,  acuchilla,  mata; 
Invencibles  posesiones 
Toma  su  mente  acertada; 

Y  tras  de  porfiada  pugna 

Y  á  pesar  de  la  extremada 
Resistencia  furibunda 

Y  las  heroicas  hazañas 

Que  entre  los  libres  abundan, 
Miramón  y  sus  soldados 
De  los  liberales  triunfa. 
El  pueblo  ensalza  su  nombre, 
La  Iglesia  canta  aleluyas, 

Y  las  ciudades  brillando 
De  contento  y  compostura 
La  efigie  del  héroe  ponen 
De  los  cielos  en  la  altura, 
Dejando  absortos  los  pueblos, 

Y  al  Papa  dejando  á  oscuras. 


Mal  parado  y  en  derrota, 
Sin  trenes  y  sin  soldados, 
El  camino  de  Morelia 
Va  siguiendo  Degollado 
Con  unos  pocos  amigos 
De  fidelidad  dechados. 
Va  tranquilo  y  sonriendo 
En  su  destino  confiando 


GUERRA  DB  RBFORMA.  209 


Y  les  dice  á  sus  amigos 
Sn  Morelia  haremos  alto» 

Y  á  combatir;  que  os  esperan 
Nuevos  y  brillantes  lauros. 


Septiembre  20  de  1896. 


SIO  GtTBKRA  DB  RBFORKA. 


R  LA  PAR  DG  eiGLO  Y  TIGRRA. 


BNTRADA. 

La  guerra  de  los  tres  afios 
En  que  reinó  el  alboroto» 
Era  €X>mo  aquellas  guerras 
De  cristianos  y  de  moros, 
En  la  que  santos  y  diablos    , 
Atizaban  el  trastorno; 
Guerra  en  que  estaba  al  servicio 
Del  encarnizado  fnacho 
La  delación,  el  milagro, 
£1  chisme  en  lo  más  recóndito 
Que  en  el  hogar  estallaba, 
En  duelo,  en  tormento  y  lloro, 
Y  en  que  el  chinaca  atrevido 
Arrostrando  todo  estorbo 
Quiso  la  corte  del  cielo 
Entregar  á  los  demonios, 
Con  la  blasfemia  en  los  labios, 
Con  el  insulto  en  los  ojos. 
Con  el  servil  compitiendo 
En  crueldades  y  en  encono. 
¡Como  en  el  nombre  de  Cristo! 
Se  hizo  meritorio  el  robo, 
I  Como  espionaje  ejercieron 
Los  sacristanes  y  acólitosl 
Sirviendo  á  graves  prelados 
De  instrumentos  desastrosos, 
Cual  suponiendo  ayudarles 
La  Virgen  y  San  Antonio, 
Dd  hipócrita  alentaban 


GÜBRRA  DB  RSPORMJL  211 


Proyectos  de  muerte  y  odio 
Para  derramar  la  sangre 

Y  convertir  en  glorioso 
El  villano  asesinato 

Y  el  fatrícidio  horroroso. 
Las  beatas  se  gloriaban 
Al  ver  los  vinculas  rotos 
Del  Padre  á  Dios  consagrado 

Y  del  hijo  demagogo; 
Ellas  pedían  limosnas 
Clamando  al  Divino  Rostro, 

Y  en  recursos  se  tomaban 
Para  Miramón  y  OsoUo. 
Mas  donde  despilfarraron 
Sus  instintos  asquerosos 
De  vileza,  de  rastreros, 

Y  sacrilegos  propósitos, 
Fué  en  Guadalajara  bello, 
Cuando  tomó  victorioso 
De  San  Joaquín  el  caudillo 
Adorado  de  los  mochos. 
La  Iglesia  se  volvió  loca. 
Era  un  fandango  su  coro, 
El  cabildo  le  esperaba 
Como  á  Guerrero  y  Apóstol, 
Bajo  palio  le  recibe, 

Puso  en  su  mano  tesoros 

Y  le  envuelve  en  el  incienso 
Entre  los  cantos  del  órgano; 
Mientras  al  guerrero  ponen 
Frente  del  altar  de  hinojos; 

Y  le  entonaron  los  padres 
Tanto  divino  piropo. 

Que  sorprendidos  los  cielos 
Los  escucharon  absortos. 
A  tí,  Miguel  adorado. 
Vengador  de  Dios  dichoso; 
A  tí,  el  mancebo  garrido, 
Prez  de  la  Iglesia  y  decoro. 

Y  un  «oremos»  acentuaba 
Los  disparates  monstruosos 
De  la  religión  ludibrio, 
Del  buen  sentido  sonrojo, 
Cierto  fraile  carmelita 

Que  por  compasión  no  nombro; 


^IJ  GtmRiLá.  ÜB  RBfOftKÁ. 


Fué  modelo  de  bajeza, 
Sin  rival  en  lo  meloso 
Hasta  tocar  en  risible, 
Por  lo  pedante  y  lo  cómico, 
Y  —callo,  qne  me  lo  ruqfaa 
Ciertos  amigos  canónigos. — 


Septiembre  19  de  1896. 


OOMtXA  DS  KBVORICA  91^ 


Echaba  el  resto  en  desasnes 
Bl  afio  cincnenta  y  ocho 
Con  las  ropas  desgarradas 

Y  como  de  tigre  el  rostro. 
Los  campos  y  las  ciudades 
Acongojaba  el  trastorao; 

Y  la  patria  se  encontraba 
Como  i  la  merced  de  locos. 
Oguón  y  Degollado 

Al  Sor  de  Jalisco  heroicos 
Reaparecían  armados 

Y  se  preparaban  briosos 
A  recobrar  Gualajara 
Cindadela  de  los  machos. 
En  Morelia  Pérez  Gómez, 
B^Mifiol  tenaz  y  bronco, 
Daba  tajos  y  reveses 

Y  embestía  como  toro. 

En  tanto,  Huerta  y  Puebüta 
Sojuzgan  con  fiero  enojo 
hos  pueblos  de  Guanajuato 
Qtte  entre  sí  luchan  rabiosos; 
Como  tempestad  tremenda 
Se  escudian  los  ecos  roncos 
De  la  derrota  de  Garza 
En  Tampico  poderosa. 
Tras  enfurecida  lucha 

Y  entre  sangrientos  despojos 
Uave  relucha  incansable; 
Mas  Echeagaray  dichoso 
Triunfa  en  Jalapa,  y  cual  hiena 
Produce  horroroso  asombro 
Con  saa  matanzas  horribles, 
Con  sus  «ctcbatos  de  odio, 


»I4  GimitltA  DB  RBFOItXA. 


Do  el  Hacedor  bondadoso 
Dotó  á  la  naturaleza 
Con  sus  más  ricos  tesoros. 
Morales  en  Occidente 
Desafiaba  el  vivo  encono 
De  los  crueles  mandarines 
Hijos  villanos  del  odio. 
En  Durango,  Coronado 
Es  de  patriotismo  foco, 

Y  aparece  en  Occidente 
Como  invencible  coloso. 

Y  no  queda  un  sólo  pueblo 
Ni  cercano  ni  remoto, 
Donde  no  estallen  las  iras, 
Donde  no  surjan  enconos. 
En  el  Potosí  se  gime 
Junto  al  cadáver  de  OsoUo, 
Cuya  espléndida  existencia, 
Mató  de  la  muerte  el  soplo. 
Miguel  Blanco  planta  en  Lagos 
Su  estandarte  victorioso; 

Y  la  Santa  Madre  Iglesia 
Le  da  á  sus  tropas  socorros. 
Todo  era  horror,  cual  si  el  mundo 
Tuviera  sus  ejes  rotos; 

O  cual  si  los  elementos, 

En  remolino  es]  cantoso 

Abortaran  imposibles 

De  aterradores  fenómenos         ^^ 

En  que  fueran  familiares 

Los  fantasmas  y  los  monstruos. 

De  repente  se  esperaba 

Como  con  airoso  asombro, 

Que  se  macizase  el  aire. 

Seco  del  Océano  el  iondo, 

Y  las  llamas  congeladas 
Como  las  olas  del  Polo. 
Para  que  nada  faltase 
A  este  caos  espantoso. 

En  México  estalla  un  cisma 
En  el  seno  de  los  mochos 
Para  quitarle  el  Gobierno 
A  Zuloaga  con  buen  modo. 
Echeagaray  lanza  el  grito. 
Robles  Pezuela  da  el  tono. 


Y  como  era  Noche  Buena 
Tiempo  de  gresca  y  holgorio, 
A  Miramón  que  era  el  niño, 
La  Iglesia  le  canta  el  rorro. 
Pero  Miramón  rechaza 

Las  intrigas  con  enojo 

Y  restituye  i  Zuloaga 
A  so  puesto»  generoso. 


Septiembre  S  de  1896. 


9t6  ÓtmXtltA  DJt  REFORMA 


CRJIDOe  T  PeSPQDTeJUX)  RomAM» 
De 

lA3i  CORITO! 


(A  mi  henaano  miiT  amado 
BmeterioRoblMOU.) 


I. 
RA5GUBO. 


Alégrense  los  planetas 

Y  las  rosas  de  Castilla, 
Qne  corran  riendo  las  aguas, 
Que  aleteen  las  gallinas, 

Y  que  se  cimbren  los  pavos 
Cual  generales  de  línea, 
Que  voy  á  echar  un  romance 
De  otros  de  que  tengo  mina, 
Que  hasta  se  encogen  los  huesos 
De  admiración  y  de  dicha. 

Y  no  es  un  cuento  de  batallas, 
Ni  de  amor  y  sus  porfías; 

Bs  un  párrafo  corriente 

Y  de  urdidura  sencilla: 

Bs  de  un  valedor  el  triunfo 
Que  fué  de  muchos  envidia; 
Unos  dicen  que  fué  cierto. 
Otros  dicen  que  mentiras, 
Pero  á  mí  me  lo  han  contado 
Gentes  que  de  serias  privan, 

Y  acaso  del  propio  tronco 

He  sacado  tal  astilla 

Conque,  {atención!  ¡quieto  €Lpej€\ 
Que  la  leyenda  principia: 


GÜBRRA  DB  RBPORMA  tlj 


II. 

DON  SANTITOS. 

Era  Santos  Degollado 
Una  miniatura,  un  dije, 
Menos  que  mediano  el  cuerpo, 
Las  &cciones  femeniles, 
Cutis  blanco  y  cual  de  seda, 
Carnes  flacas,  rostro  humilde, 
Como  de  ébano  el  cabello, 

Y  el  mirar  no  se  distingue 
Porque  unos  lentes  azules 
Seguir  sus  ojos  impiden, 
Dando  á  su  faz  de  doncella 
Aire  misterioso  y  triste 
No  era  su  facha  modelo 
De  payos  ni  de  catrinas: 
Un  sombrerillo  de  fieltro 
De  ala  pequeña  y  flexible. 
La  chaquetilla  de  indiana, 
Charolados  los  botines, 
Sin  más  adornos  ni  señas 
Que  lo  volvieran  visible- 
Unos  le  creen  escribano. 
Otros  sacristán  le  dicen, 

Y  otras,  santo'^sacerdote 
Que  aficionado  á  los  libres 
Como  santo  les  da  ejemplo 

Y  que  sus  banderas  sigue. 
Pero  al  mirar  el  respeto 
Con  que  sumisos  le  sirven 
Los  soldados  de  Morelia; 
Al  mirar  cuál  le  distingue 
Comonfort  en  su  Consejo 

Y  en  todo  lo  que  decide. 
Hace  que  muchos  le  observen. 
Hace  que  muchos  le  espién, 

Y  se  disputen  su  fama, 

Ya  la  admiración,  ya  el  chiste. 

IIÍ. 

LO  INTIMO. 

Don  Santitos  se  alejaba 
Del  aparato  y  la  bulla, 

POS8U&— A 


ilt  GXmSLRA  DB  RBVOKXA 


Buscando  para  alojarse 
La  más  lejana  casaca, 
Sin  asistentes  mañosos, 
Sin  patrañeras /¿TK^Ar, 
Sin  entrantes  y  salientes, 
Sin  arrieros  y  sin  molas. 
Allí  solitario  estaba 
Como  escopeta  en  su  funda, 
O  como  en  su  losca  concha 
En  la  playa  la  tortuga. 
Don  Santitos  se  levanta 
Cuando  el  lucero  se  ofusca 
Al  amanecer  la  aurora, 

Y  á  veces  alta  la  Luna. 
A  su  cabecera  un  Cristo 
De  bronce,  devoto  busca, 

Que  el  Cristo  se  lo  dio  un  Padre 
Misionero  de  Pachuca, 

Y  siempre  lleva  en  el  cuello 
Al  entrar  en  la  in/uka; 
Reza  contrito,  le  pide 

El  perdón  para  sus  culpas, 

Y  se  cdevanta  contento 

Y  feliz,  porque  madruga; 
Se  baña  con  agua  helada, 
Se  compone,  se  rasura, 
Limpia,  barre,  pone  al  fuego 
El  te 'que  se  desayuna. 
Cuando  se  sienta  á  la  mesa 
Le  ve  Con  desdén  la  gula, 

Y  sólo  besa  sus  labios 
Cuando  bebe  el  agua  pura. 
Su  escritorio  es  un  modelo 
De  orden  y  limpieza  suma; 
Breve  tintero  de  viaje, 

En  municiones  las  plumas, 
Por  tamaños  los  papeles 

Y  las  cubiertas  agrupa, 

Y  ni  una  mancha,  ni  polvcr 
Sutil  la  carpeta  ensucia; 

A  su  lado,  en  sus  estacas, 
Están,  la  espada  y  la  blusa. 
El  sombrero  de  anchas  alas. 
Las  chaparreras  peludas, 

Y  una  bolsa  con  cordones 


GüBItRÁ  DB  RSPOUMA  VT) 


Tan  tosca  como  profunda: 
Almacén,  despensa,  encierro, 
Zurrón  6  petaca  burda, 
Donde  totum  revolutum 
Miles  de  cosas  ocupan. 
Porque  tiene  por  sistema, 
Que  no  ha  quebrantado  nunca, 
No  ocupar  de  su  persona 
Para  nada  en  cosa  alguna. 
Tiene  en  el  bolsón,  botones, 
Hilo,  tijeras,  agujas, 
Tafetán  para  una  herida, 
Pinzas  de  delgadas  puntas, 
Termómetro,  microscopio, 
Medicinas,  dulces,  puchas, 
Papelt  mapas  de  cartera, 

Y etcétera,  por  las  dudas. 

Era  sombrío  de  aspecto, 
Su  palabra  breve  y  pulcra, 
La  voz  apacible  y  dulce, 
Todo  él  reposo  y  finura; 
Con  los  hombres  respetuoso. 
Con  las  damas  faz  adusta 
Que  si  no  cerrril  y  bronca 
Jamás  tocaba  en  dulzura. 

Y  en  eso  de  los  tomines 

Y  de  su  íntima  conducta, 
Era  asombro,  era  dechado 
De  virtudes  que  mi  musa 
En  vano  ensalzar  quisiera, 
Porque  su  luz  la  deslumhra. 
Era  más  bien  un  apóstol 
En  la  fervorosa  lucha, 
Que  desdeñando  la  muerte 
Fija  la  vista  en  la  altura, 
Caminaba  sobre  abismos 

Y  entre  tempestades  crudas, 
Sin  cuidarse  del  halago 

O  el  rigor  de  la  fortuna. 

Y  cuando  la  atroz  derrota 
Las  esperanzas  derrumba, 
El  se  levanta  orgulloso 
Más  animado  que  nunca, 

Y  á  combatir  indomable 
Esforzado  se  apresura. 


«•o  GUBRRA  DB  RBVORMA. 


''El  B&BiOn  DB  LAS  DBR&OTA8" 

Le  llamó  la  fiuna  injusta, 

Y  el  pueblo  tomó  en  laureles 
Bsa  corona  de  burla. 

IV 

1855- 

Era  séptima  vegada 
De  los  tiempos  de  Sn  Alteam, 
Del  favor  de  los  Bumiunes 

Y  de  "al  cañón  cartucheras." 
Vegada  de  los  festejos, 
Banquetes,  cruces,  ríqueauís, 
Que  entraban  sin  saber  cómo 
Por  ignoradas  goteras, 

Y  lucían  meretrices 
En  garitos  y  tabernas; 
Pero  tronaba  en  Ayutla 
La  tempestad  de  la  guerra, 

Y  aunque  el  refínar  cruekhtdes, 

Y  aunque  perseguir  la  prensa. 

Y  aunque  castigos  horribles, 

Y  aunque  venganzas  tremendas 
Son  las  caretas  del  miedo 

En  ocasiones  como  éstas, 
Santa  Anna  al  pueblo  aclamaba. 
Falaz  le  hacía  protestas, 
Por  más  que  lo  desmintieran 
Los  préstamos  y  la  leva. 
El  Plan  de  Ayutla  cual  lava 
Que  subterránea  serpea 
Por  desconocidos  senos 

Y  que  la  tierra  revienta 
Por  donde  se  cree  más  firme, 
Por  donde  nadie  sospecha, 
Asomaba  en  Guanajuato, 
Palpitaba  en  Zacatecas, 

En  Monterrey  desataba 
Las  furias  de  la  frontera, 
E  hirviente,  desparramada, 
Asoladora  en  Morelia, 
Con  Degollado,  con  Arias, 
Ghilardi,  Pueblita  y  Huerta, 


GÜBK&A  1>B  ftBI^RMA.  tít 


Llevaban  hasta  Zamora 
Victorioeas  sus  banderas. 
Pero  nada  comparable 
De  Guerrero  á  la  fiereza  : 
Son  campamentos  sus  montes, 
Son  sus  peñascos  trincheras, 
Son  sus  árboles  patíbulos 

Y  son  sepulcros  sus  quiebras: 
Vuela  en  los  aires  la  muerte, 
El  suelo  las  plantas  quema, 

Y  el  agua  mezquina  esconde 
Sus  tesoros  en  la  tierra, 

Y  al  hombre  tales  aliados 
Toman  de  bronce  y  de  piedra. 

Los  esbirros  y  lacayos, 
Como  siempre  ha  sucedido, 
Gritan: 

—¡Pronto  se  aniquilan 
Bsos  feroces  bandidos! 
¡No  hay  cuartel;  de  la  canalla 
Bs  remedio  el  exterminio!— 

Y  así  alentado  Santa  Anua, 
Marcha  al  fin  con  su  Ministro 
Blanco,  al  Sur,  y  empapa  en  sangre 
Su  desastroso  camino  .   .   . 
¡Cadáveres  insepultos, 
Matanzas,  crueles  suplicios; 

Salid  un  instante  sólo 

De  vuestro  tremendo  olvido, 

Y  referid  espantosos 

Los  horrores  del  "Coquío," 
**Lo8  Cajones,"  ••Acapulco," 
••La  Cuesta  del  Peregrino" 

Y  "el  rechazo  de  San  Diego," 
Bn  que  Comonfort  altivo 
Formó  horizonte  de  gloria 

Al  tomar  en  humo  el  sitio!  .   .   . 
Volvió  á  México  SantaJAnna, 

Y  aunque  un  triunfo  fementido 
La  adulación  le  fingiera, 

Bl  desastre  estaba  visto  .   .   . 
La  persecución  selensafia, 
Se  prohibe  hablar,  es  delito 
Anunciar  que  el  Czar  se  marrha 


aaa  gubkra  db  reforma. 


Y  á  Veracruz  va  en  camino; 
Pero  al  son  de  su  bandola 
Cantaban  los  leperillos: 

'*Ya  se  va  toda  la  gente 
'*A  mirar  la  navedá; 
•*Y  mi  suegra  me  pregunta: 
'•¿Qué,  también  .   .   .   «j/Zseva?" 


ZAPOTLAN  BL  GRANDB. 

— ¡Entren  y  vayan  entrando! 
A  lo  regado  de  flores, 
Que  está  Zapotlán  el  Grande 
Sabroso  como  el  rompope  .  •   . 
Entren,  bravos  federales, 
Que  aquí  les  haremos  Corte, 
Que  crece  pasto  hasta  el  cincho 

Y  hay  de  mezcal  los  bodoques^ 

Y  Zapotlán  es  tan  lindo 

Y  tan  soberbios  sus  montes, 
Que  es  para  alabar  al  Cielo 
Cuando  de  gala  se  pone. 
Forman  circo  glande,  grande 
Sus  tendidos  horizontes, 

Y  á  la  cuesta  abajo  tiende. 
Como  bordados  y  en  orden. 
De  oro  ricas  sementeras, 
Grupos  de  tupidos  bosques, 
Milpas  de  verde  esmeralda. 
Plores  bellas  en  montones 
Que  esmaltan  el  suelo  alegre 

O  junto  al  agua  se  esconden  .   . 
Cerro  de  la  Media  Luna, 
Volcán  de  Colima  enorme, 
Pilas  de  arreglados  pinos 

Y  de  aguzado  recorte, 

Y  esparcidas  las  haciendas 
Con  sus  bardas  y  sus  torres 
Cercadas  de  sus  ganados 

Que  6  pastan  quietos,  6  corren  . 
¡Oh  Huexcalapa  preciosa! 
Nido  de  apacibles  goces; 
Tecamilpa  afortunada, 


GUERRA  DB  RSPORMX.  22^ 


Platanar  que  en  ocasiones 
Se  toma  en  salón  de  fiesta, 
Se  vuelve  nido  de  amores  .    .   . 
Venid  todos,  porque  llegan 
Por  aquí  los  meros  hombres 
Con  los  derechos  del  pueblo 
Que  relucen  como  soles. 

Y  al  acento  poderoso 
De  gozo  las  piedras  saltan, 
Por  doquier  vuelan  cortinas, 
Las  campanas  se  hacen  rajas 

Y  los  cohetes  llevan  ¡vivas! 
A  las  regiones  más  altas. 

I  Entren  y  vayan  entrando! 
Que  los  espera  la  plaza 

Y  las  torres  y  terrados 
De  gente  se  desparraman. 
Bnmedio  i  la  polvareda 
Se  mira  la  triunfal  mareha 

Y  relumbran  los  fusiles, 
Haciendo  inquietas  oleadas 
Huaraches^  kepí  ó  sombrero 

Y  tosco  calzón  de  manta. 
Los  oficiales  y  jefes 

Bn  píseles  de  poca  alzada, 
Con  chaparreras  de  chivo, 
Pero  con  buenas  espadas. 
\íSAgaUetas  á  manojos 
Cerrando  la  retaguardia. 

Y  las  músicas  de  viento 
Sonando  de  banda  á  banda, 
Tocándoles  "Los  Cangrejos'* 

Y  acrecentando  \^  frasca. 
Don  Comonfort,  muy  aquello, 
Orándote,  con  tanta  cara, 
Tan  sereno  como  un  lago 
Donde  no  se  mueve  el  agua; 
Como  de  león  el  pecho 

Y  como  de  ángel  el  alma. 
Llegan,  que  retiembla  el  piso 
Con  los  bieules  y  las  danzas, 

Óue  va  en  triunfo  el  Plan  de  Ayutla 

Y  es  obra  de  La  Chinaca; 

Y  dmos  rienda  al  contento 


324  gukrrX  db  reforma. 

Mientras  los  bravos  descansan. 

Que  tienen  para  Colima 

Pronto  que  emprender  la  marcha. 

VI 

"¡trépale!  que  e8  mansito". 

Como  después  de  la  lluvia 
Que  destierra  la  sequía, 
Parece  más  lindo  el  cielo 
Con  cara  lavada  y  limpia, 
Lloran  de  placer  las  ramas, 
Los  sembrados  resucitan, 
Las  flores  alzan  el  rostro 
Saludando  al  Sol  que  brilla, 

Y  las  corrientes  dd  suelo 
Se  juntan,  se  arrepiolinan 

Y  parece  que  retozan 
Pereciéndose  de  risa, 
Así  en  Zapotlán  pasaba 
Tras  la  negra  tiranía, 
Con  la  lluvia  de  chinacos 

Que  hizo  su  poder  cenizas 

Horita  van  ¡A  los  toros! 

Y  la  plaza  se  improvisa 
Con  carretas  y  tablones, 

Y  está  dialHro  maciza. 
Forman  inmenso  cuadrado 
De  las  carretas  las  filas, 

Y  dejan  al  medio  un  campo 
De  primor  para  la  lidia. 
Engalanan  las  carretas 
Arcos  de  ramas,  cortinas, 

Y  un  celemín  de  rancheros 

Y  de  muchachas  bonitas. 
Ellos  bota  de  campana 

Y  botonadura  rica, 
Con  la  camisa  bordada 

Y  toquillas  de  chaquira; 

Y  ellas  de  enagua  encamada 

Y  lentejuelas  que  brillan, 
Rebozo  de  seda  y  seda. 
Redibada  la  camisa, 

Y.  como  frescas  manzanas 
Las  abultadas  mejillas. 


GXTBltRA  DB  HBMltMA.  ^Tg 


Pero  hay  debajo  los  toldos 
Mil  canfines  y  caMnas, 
CoD  tápalos  de  burato, 
Con  sus  mascadas  de  la  India, 
Con  sus  peinetas  de  gajos 

Y  sogas  de  perlas  finas; 

Y  más  arriba  del  coso 
Hecho  de  robustas  vigas, 
Están  señores  y  jefes, 
Que  son  de  primera  fila. 
AUi  estaba  el  Don  Santitos 
Asomando  la  carita; 

Pero  á  la  verdad  pelada, 
Que  ninguno  en* él  se  fija; 
Que  unos  le  conocen  mucho» 

Y  otros  no  le  conodan. 

Y  que  comienzan  los  toros 

Y  empieza  la  gritería, 
Que  es  la  salsa  de  esa  fiesta 
De  peligro  y  fechorías: 
Hay  sus  saltos  de  garrocha, 
Capeo  de  muletilla, 

Y  sus  flores  dedicadas, 

Y  vistosas  banderillas; 

Y  hay  también  sus  revolcados 
Entre  palmadas  y  trisca, 
Que  se  alzan  atarantados 

Y  que  corren  sin  salida 

En  esto,  que  sale  un  toro 
Que  el  redondel  ilumina 

Comicorto,  grueso  el  cuello, 
Soberbio,  ligero,  altivo, 
Eran  llamas  sus  dos  ojos, 

Y  era  su  conjunto  lindo, 

Y  era  marrajo  de  genio, 

Y  era  muy  matrero  el  bicho; 
Para  la  capa,  mafioso. 
Para  la  garrocha,  esquivo. 
Para  el  lazo,  inconsecuente. 
Para  la  cola,  tardío 

— ¡Que  lo  monten! — grita  él  ptieblo; 

Y  entre  zambras  y  silbidos 
Dan  con  el  toro  en  la  tierra 

Y  le  trepan  los  más  listos 


«oMAHcn.— 99 


996  GT7BRRA  DB  RBFORMA. 


Pero  uno  y  otro  sucumben 

Y  pierden  el  equilibrio, 
Quedando  el  toro  triunfante 

Y  los  toreros  corridos 

— ¡Apriétenle  ese  braguero! — 

Gritó  en  lo  alto  Don  Santitos 

Todos  al  caMn  burlaron. 

De  su  audacia  sorprendidos 

— ¡Túmbenlo  por  aquí  enfrente! — 
Con  tono  imperioso  dijo 

Y  comenzó  la  maniobra 

JM.  pretal,  como  previno.- 

— ¡Triple  vuelta! 

— ¡Más  forzado! 

-  ¡Así  le  hiere  el  codillo! 

— ¡Menos  abierto  ese  nudo! 

— ¡Ora  bueno! 

—¡Está  bien  fijo!— 
Dijo  entonces  satisfecho 

Bl  caírin  desde  su  sitio 

— iQvlin  lo  monta? — dijo  entonces» 

Y  estallaron  encendidos 

Un  "¡¡móntalo  tú!!*'  en  mil  voces 

•  Y  entre  golpes  inauditos 

Entonces,  con  grande  calma, 
Don  Santos  desciende  al  circo, 
Sin  ambajes,  sin  espuelas, 

Muy  modesto  y  expedito 

Se  afianza  bien,  salta  al  toro, 
Repite  terribles  brincos, 

Y  el  jinete  sube  y  baja, 

Pegado  cual  con  tornillos 

Se  alza,  se  sienta  la  bestia. 
Culebrea  el  cuero  liso, 

Y  él,  en  el  lomo  clavado. 
Fuerte  como  con  martillo 

— ^¿Quién  es  ese  hombre? — ^preguntan 
Los  rancheros  más  peritos, 

Y  responden  orgullosos 
Los  de  Morelia  aguerridos: 
— ¡Ese  es  Santos  Degollado, 

Ese  es  nuestro  Jefe  invicto! 

— ¡Viva  el  héroe  de  Zamora!.... 

—¡Viva,  viva  Don  "Santitos! 

I«as  damas  le  arrojan  flores» 


OUBRRA  DB  RBPORMA. glj 

Los  jefes  le  hacen  cumplidos, 

Y  suenan  dianas  alegres 
En  el  aire  conmovido. 
El  ejército  y  el  pueblo 
Ensalzan  á  su  caudillo, 
Mientras  Comonfort  le  abraza 
Con  sincero  regocijo. 

Don  Santos  marchó  á  Colima 
Con  mando  reconocido; 

Y  Comonfort,  justiciero, 
Le  dio  el  mando  de  Jalisco, 
Para  bien  de  nuestra  causa 

Y  en  premio  de  sus  servicios. 

México,  Manso  7  de  z894. 


ffi  OÜBRRA  DB  RBMRICA. 


VienCO  DG  RCFORBIS. 

tlCKQO  Y  DOtOKlDO  KQBKXlIfC  ML  90«CMt 

BGKReHA  7  CAIRO. 


El  Doctor  Herrera  y  Cairo 
Era  de  virtud  modelo, 
En  el  cielo  de  la  ciencia 
Resplandeciente  lucero, 
Para  los  pobres,  tesoro 

Y  sin  par  para  el  Gobierno, 
Por  su  honradez  sin  mancilla, 
Por  su  prudencia  y  su  acierto; 
Era  liberal  dialHro^ 

De  cristalino  manejo; 

Y  cuando  sin  una  tilde 
Sosegado  dejó  el  puesto 
Sin  una  sombra  en  el  alma 

Y  en  la  bolsa  sin  un  peso, 
Los  unos  le  llaman  grande, 
Los  otros  Je  aman  por  tierno, 
Jalisco,  de  su  honra  timbre, 

Y  la  justicia  su  espejo. 

El  tras  de  cumplir  su  encargo 
Como  gobernante  recto, 
Se  marchó  para  su  hacienda 
Del  Ahualulco  no  lejos, 

Y  la  caridad  bendita 

Y  la  ciencia  á  un  tiempo  mesmc 
Su  inteligencia  halagaban 

Y  eran  su  dicha  y  recreo. 

Desataba  la  reforma 

Sus  tempestades  de  infierno 

Cubriendo  de  luto  y  sangre 


OüBKJlA  DB  RBFOItMA.  «19 


Todo  el  mexicano  suelo: 
Sin  valladar  las  matanzas. 
El  Bjército  sin  freno, 
La  razón  eloquecida, 
Sin  Dios  y  sin  honra  el  clero, 
Lo  salvaje  con  lo  heroico 
En  ftiribundos  encuentros, 
La  libertad  calumniada. 
Dios  sirviendo  de  mampuesto 
Para  asquerosas  intrigas 

Y  crímenes  estupendos; 
Zuázua  ufitno  en  Zacatecas 
Con  la  expiación  de  Mañero. 
Juárez  y  familia  enferma 
Para  el  Manzanillo  huyendo, 

Y  Miramón  anunciando 
Con  rdimpagos  y  truenos 
La  rota  de  la  chinaca 

De  Carretas  en  el  puerto; 
En  Guadalajara  impera 
Vano,  finchado,  soberbio 
El  General  Casanoava, 
Hombre  de  arrogante  aspecto, 
Blanco  como  el  alabastro, 
Frente  calva,  de  ojos  negros, 
Del  tiempo  de  los  Vireyes 
Residuo  y  recuerdo  bélico; 

Y  está  dándose  barnices 
De  muy  celoso  y  experto; 
Pero  en  d  fondo  escuchando 
Las  sugestiones  del  miedo 
Ordena  que  se  persiga 

Sin  razón  y  sin  criterio 
A  todos  los  que  sospecha 
Que  evitaran  el  encuentro 
De  cierto  jefe  Monayo, 
De  cierto  Coronel  Piélago, 
Entre  los  mochos  mirados 
Como  asesinos  sangrientos. 
Bstos  ardiendo  en  venganza, 

Y  de  ira  y  de  encono  ciegos 
Atropellan  á  los  hombres 
Yak»  labradores  quietos, 
Llevandb  terror  y  e^ninto 
Al  oodHite  de  irá  pcíébloQ» 


»30  GüBKRA  DB  RSPOKMA. 

Y  de  trn  modo  imtetnpestivo, 
O  por  mandato  secreto, 

Van  á  donde  Herrera  y  Cairo 
Tranquilo  estaba  viviendo, 

Y  suponiendo  asechanzas 

Y  rencores  suponiendo, 
Armas,  municiones,  tramas 

Y  calumniosos  enredos. 
Dentro  de  su  hogar  penetran 
Insultando  al  sabio  médico, 

Y  sus  cómicas  pesquisas 
Señalan  con  atropellos. 
En  vano  de  su  inocencia 
Dan  testimonio  los  hechos; 
En  vano  á  Piélago  cercan 
Los  clamores  y  los  ruegos; 
En  vano  á  Monayo  acuden 
Con  la  rodilla  en  el  suelo; 
A  Cairo  ponen  en  filas 
Entre  ultrajes  y  denuestos, 

Le  atan,  le  cercan,  le  empujan, 

Y  rendido  y  el  aliento 
Ya  en  estertor  convertido 
Parece  lanzar  sus  restos. 
A  Ahualulco  llega  Cairo 
Como  el  más  monstruoso  reo, 
Circundado  del  espanto 

Y  de  las  iras  del  pueblo 

Que  á  su  bienhechor  contempla 
En  tan  horrible  tormento. 
Sarcástico  entonces  pide 
Que  dé  Cairo  diez  mil  pesos: 
Ya  se  juntan  los  vecinos 

Y  van  á  reunir  dinero; 
Que  la  ejecución  suspenda 
A  gritos  piden  á  Piélago; 

Y  les  responde  disfraces 

Y  moratorios  pretextos: 

Yo  siempre  mato  á  este  pillo 
Porque  en  mi  alma  lo  aborrezco. 
Por  liberal,  por  hereje, 

Y  basta,  que  así  lo  quiero. 
Sangrando  y  de  pie  está  Cairo 
£1  generoso,  y  el  bueno; 

La  tropa  forma  su  cuadso». 


GXTBItItA  DB-RBPO&MA.  t$l 


Bl  pueblo  guarda  silencio, 
Una  voz  como  alando 
Grita  entre  las  filas  ¡fuego! 
Queda  tendido  en  la  tierra 

Y  en  un  mar  de  sangre  el  muerto; 

Y  se  disipa  sin  ruido 
Ueno  de  terror  el  pueblo. 

A  Guadalajara  llega 
La  noticia  del  suceso 

Y  en  un  paraje  escondido, 
De  dolor  y  de  ira  ardiendo 
Los  de  medicina  alumnos 
Se  empeñan  con  jto-amento 
Tal  hecho  vengar  con  sangre 
Del  vil  Monayo  y  de  Piélago. 


1895. 


,^^2  GVBRRA  DB  REFORMA. 


YienTODGRGFORmA. 


ROmAO^G  D€L  BUGOmOZO  «X^AOOYA  O  9GA  DG  GIDBGSTIR  DG  TORO 
T  wmzK  como  vcordo. 


PARA  TSMPLAB  LA  CUERDA. 


Tronaba  en  los  anchos  cielos 
Tempestuosa  la  Reforma 
Yá  presintiendo  el  desastre, 
Ya  coronada  d^  gloria. 
[Sangrel  clamaba  el  ambiente, 
¡Sangre  manchaba  las  rocas! 

Y  la  sangre  trascendía 

En  los  templos  y  las  chozas 
Cual  tremendo  terremoto 
Que  raja  el  suelo  do  brota 
£1  gemido  de  la  tierra 

Y  la  llama  asoladora. 
Así  por  distintas  rumbos 
Los  choques  y  las  derrotas 
Difundían  el  espanto, 
Como  en  la  mar  tempestuosa 
Rugen  y  se  despedazan 
Encontrándose  las  olas. 

En  Guadalajara  impera 
El  General  Casanova, 
Ufano  con  los  laureles 
De  las  recientes  victorias 
De  San  Luis  y  Salamanca, 
Que  lo  alzan  y  envalentonan, 

Y  de  la  prisión  de  Juárez 

Que  huye  á  las  playas  remotas; 


GUERRA.  DS  RRVORMA.  'USÍ 


Pero  en  el  Sur  de  Jalisco 
Santos  Degollado  asoma, 
K  impávido  la  bandera 
De  los  libres  enarbola. 
Cunde  el  bélico  entusiasmo; 
¡Venganza!  gritan  las  tropas, 

Y  así  como  en  la  hondonada 
Hirvientes  aguas  se  agolpan 
Que  bajan  entre  las  quiebras 
De  las  empinadas  lomas, 
Así  á  Degollado  acuden 
Entusiastas  los  patriotas, 
Donde  Ogazón  les  recibe, 
Cruz  Ahedo  los  alecciona, 

Y  les  ofrece  modelos 

De  valor,  grandeza  y  honra 
El  sin  par  Silverio  Núfíes 

Y  el  invencible  Juan  Rocha. 
Allí  la  chinaca  priva 

Del  temido  Antonio  Rojas, 
Más  que  todos  conocido 
Por  sus  diabólicas  obras, 
Más  que  el  tipo  de  dañoso, 
Más  malo  que  la  langosta; 
Mas  en  ciertas  ocasiones 
Sólo  se  miran  las  obras, 

Y  esas  obras  valen  mucho 
Si  quitan  á  los  que  estorban: 

Y  esa  chinaca  recorre 
Furibunda,  asoladora, 
Techolula  y  sus  contomos, 
En  escursiones  rabiosas. 

II. 

16  DB  8BPTIBMBRS  DB  I8ft8. 

Érase  el  mes  de  Septiembre, 
Érase  el  mes  de  la  patria. 
En  que  los  cañones  truenan, 
Pero  en  vez  de  matar  cantan; 
En  que  en  lo  alto  de  las  torres 
Se  hacen  rajas  las  campanas, 

Y  el  sol  de  la  independencia 
Alza  7  alienta  las  almae; 


BftiffAwcBa.— y 


S34  GXmítRA  DB  REFORMA. 

Y  en  que  conociendo  el  mocho 
Que  manda  en  Guadalajara 
La  ley  del  Bagre  valiente 

Lo  que  halagándolo  gana, 
Prepara  fiestas  rumbosas, 
Apresta  juegos  y  galas, 

Y  finge  que  quiere  se  eche 
La  casa  por  la  ventana; 
Deja  al  pueblo  la  costumbre 
De  su  patriótica  frasca: 

Y  atención  noble  auditorio, 
Que  adrede  quiero  pintarla. 

De  la  ciudad  deliciosa 
En  la  simpática  plaza 
Do  la  catedral  domina 

Y  el  palacio  se  destaca, 
Alzándose  San  Francisco 
Como  celosa  avanzada, 
Al  Norte  los  soportales 
Forman  preciosa  manzana. 
Do  el  comercio  sus  riquezas 
Ostenta  en  lienzos  y  alhajas. 

Y  éste  es  el  punto  de  cita 
De  la  hermosa  aristocracia 
Que  ilustran  á  competencia 
Sus  galanes  y  sus  damas. 
El  cuadrado  se  transforma, 
Como  por  arte  de  magia. 
En  cuatro  regios  salones 
Con  espejos,  con  estatuas. 
Con  pabellones  de  cintas 
Verdes,  blancas  y  encamadas, 
Con  candelabros  gigantes 

De  centuplicadas  llamas 
Que  en  la  noche  de  la  sombra 
Los  tupidos  velos  rasgan; 
En  los  huecos  de  las  puertas, 
Entre  flores  y  entre  ramas. 
Se  ven  de  héroes  las  efigies. 
Cuadros  con  bellas  estampas, 
Farolillos  de  colores. 
De  zúchü  y  rosas  sartas. 
En  los  aires  los  candiles, 
Los  reverberos  y  lámpara» 


6ÜB1t1t A  DB  RBVOKMA.  93S 


Se  mecen,  de  Itus  reflejos  "*  "^ 
Despidiendo  en  vivas  ráfagas;^ 

Y  en  los  ángulos  vistosos 
En  que  rematan  las  salas» 
Las  músicas  estruendosas 
Se  regocijan  y  cantan, 
Entregando  entre  perftimes 
Sus  acentos  á  las  auras; 

Y  cuando  en  ese  tumulto 
De  luz,  de  flores  y  gasas, 
Aparecían  las  bellas 
Risueñas,  enamoradas, 
Como  sin  tocar  la  tierra, 
Tiernas,  espléndidas,  aéreas, 
Siguiendo  de  la  corriente 
Las  olas  que  deslumbraban 
Con  la  rica  pedrería 

De  las  valiosas  alhajas, 
Al  lado  de  los  guerreros 
Que  arrastraban  sus  espadas 

Y  de  imberbes  amadores 
Que  siguen  como  en  bandadas 
A  las  naves  voladoras 

Las  aves  desde  las  playas; 
Se  figurara  la  mente 
Lo  que  con  la  luz  escasa 
Puede  distinguir  apenas 
Confundidas  y  borradas 
Del  verjel  que  lindas  flores 

Y  claras  fuentes  esmaltan. 
Entre  tanto  el  pueblo  alegre 
Inunda  la  extensa  plaza 
Al  clamor  de  las  vendimias, 
Al  sonar  de  las  guitarras, 
Al  lanzar  de  los  cohetes 

Que  ardiendo  los  vientos  rasgan; 
Pero  la  gente  de  guerra 
Es  la  que  forma  algazara, 
Porque  dentro  de  dos  soles 
Sale  á  esperar  la  canalla 
Que  dirige  Degollado 

Y  á  la  ciudad  amenaza. 


III. 

LA  BATALLA  DBOOWITAS. 

Degollado  con  sus  fnertes 
Gobierna  desde  Colima; 
A  Iniestra  manda  que  marche 
A  Tepic,  y  su  consigna 
Es  que  se  capte  del  pueblo 
Las  sinceras  simpatías; 
A  Juan  Rocha  con  sus  tropas 
Para  la  ciudad  envía. 
Para  que  cauto  6  terrible 
Contra  el  enemigo  embista; 
A  Rojas  deja. que  vag^e 
Como  el  tiempo  lo  permita, 
Con  su  enjambre  de  ckinacH, 
De  Zacoalco  á  Santa  Anita; 

Y  éstos  ya  como  de  lobos 
En  manada  ardiente  giran, 
Ya  son  venados  ligeros, 
Ya  inaquietables  ardillas, 

Y  ya  atrevidos  guerreros 
Que  tocan  en  las  garitas. 
Casanova  con  la  pompa 
Que  le  era  genial  se  flJIsta, 

Y  entre  músicas  marcíalea, 
Al  tronar  la  artillería, 

Al  resonar  los  fusiles. 
Entre  atronadores  vivas 
Orgulloso  y  prediciendo 
La  victoria  más  cumplida, 
Toma  triunfal  la  ancha  mta 
Que  al  Sur  su  curso  encamisa. 

Y  en  esa  ancha  carretera 
De  Tapachula  vecina, 

Hay  un  punto  que  le  llaman 
Por  ciertos  signos  Cuevüus; 
Porque  es  torciendo  la  senda. 
Un  estrecho  que  limita 
Por  un  lado  altas  montafias 
Que  al  cielo  se  alzan  altivas 
Con  malezas,  con  espinos, 

Y  con  rocas  esparcidas; 
Por  otro,  escalón  alzando 


QÜSBBA  SB  SKFOBICA.  t^Jt 


Hasta  formar  honda  sima; 
Llanuras  y  más  llanuras 
Hasia  cansarse  la  vista.  , 

Y  aquel  grupo  de  montafias 
Donde  parecen  más  lisas 
Se  ven  unas  oquedades 
Entre  camas  escondidas 

En  do  se  emboscan  los  hombres, 
Donde  las  fieras  se  abrigan 

Y  do  de  Rojas  las  chusmas 
Escogieron  sus  guaridas. 
Allá  toca  Casanova, 

AUf  á  los  de  Rocha  avistan, 
AHÍ  se  empieza  el  combate 
Con  impetuosa  energía. 
Los  de  Rojas  que  emboscados 
Los  pasos  del  mocho  espían, 
De  improviso  se  abalanzan 
Sobre  las  contrarias  filas. 
Matan,  destrozan,  incendian 
Con  insaciable  sevicia, 

Y  queda  por  donde  pasan 
La  tiena  con  sangre  tinta; 
El  humo  la  luz  apaga, 

Se  alza  horrenda  gritería, 
Los  cafiones  retumbando 
Metralla  y  terror  vomitan, 

Y  embriaga  el  olor  que  exhala 
La  feroz  camiceria. 
Entonces  Núñez  y  Rocha, 

De  Chesman  en  ^mpañfa, 
Avanzan  con  paso  firme. 
Los  peligros  desafían, 

Y  cuanto  su  paso  estorba 
Lo  abaten  y  lo  aniquilan. 
¡Victoria!  gritan  los  nuestros, 
Los  de  Rojas  lanzan  vivas, 

Y  Casanova  y  los  suyos 
Se  aturden  y  arremolinan. 
Mas  Herrán  no  cede  un  punto 

Y  relucha  con  porfía 
Hasta  que  cayo  rendido. 
Lleno  de  honrosas  heridas. 
Huyen  en  tropel  los  mochos, 
Casanova  los  imita, 


9  j8  OUBKSA  DB  RHFORHA. 


Y  se  entra  en  Guadalajara 
Con  la  faz  despavorida 
Porque  veinticinco  leguas 
Fué  corriendo  á  toda  chilla. 
En  las  manos  de  Blancarte» 
Que  es  su  segundo,  resigna 
Un  mando  que  fué  en  las  suyas 
Desgracia,  si  no  ignominia. 
Blancarte,  entero,  valiente 

Y  de  condición  altiva, 
A  resistir  se  prepara, 
Las  alturas  fortifica, 

Y  al  vencedor  orgulloso 
Impávido  desafia. 


Fdbccio  9  de  1895. 


OÜSRRA   DSRSPORHA.  339 


TRI$Te  Y  9AnGRI€DT0  ROmAfl^e 

0€L  sicio 

MCQXOXIXJXKX  T  0601219  QUe  TeHJI  <t 

PÍO  LCeCOK. 


aquí  empieza. 

La  fuerza  de  Casanova 
Disminuida  y  con  espanto, 
Se  volvió  á  Guadalajara 
El  desastre  proclamando; 
Pero  allí  manda  Blancarte 
Qpe  valiente  y  denodado, 
Impera  dando  esperanzas, 
Sereno  y  la  frente  en  alto 
Como«enmedio  de  un  torrente 
Vese  un  cedro  levantado 
En  que  se  estrellan  las  olas, 
En  que  chocan  \ps  peñascos, 

Y  se  alza  en  raices  de  bronce 
Imponente  y  sosegado. 
Fortifica  las  alturas. 

De  los  templos  fosos  anchos 
Abre  formando  murallas 
Con  diligencia  y  con  cálculo; 

Y  astuto  y  sagaz  alienta 
La  moral  de  sus  soldados, 
Haciéndolos  sueñen  triunfos 

Y  venguen  á  sus  hermanos. 
Mientras,  en  tomo  á  la  traza 
Del  centro  fortificado 
Vaga  la  ardiente  chinaca^ 

Y  va  entrando  Degollado 


340  GUERRA  DB  REFORMA. 


Entre  vivas,  entre  flores, 
Entre  músicas  y  cantos, 
Con  apostura  modesta, 
De  valientes  rodeado, 
A  quienes  aplaude  el  pueblo 
Conforme  que  van  pasando. 
Desde  Belem  se  dirige, 
A  Blancarte  cortesano, 
Brindándole  paz  amiga, 
Los  rencores  ahuyentando; 

Y  Blancarte  le  recibe 
Colérico  y  á  balazos, 
Confiándole  la  contienda 
A  la  fuerza  y  á  los  hados. 
Blancarte  ocupa  la  plaza. 
En  Belem  está  Don  Santos, 
Corre  la  gente  aturdida. 
Rechinan  los  fuertes  carros 
Henchidos  de  municiones; 
En.las  calles  los  caballos 
Parece  que  gritan;  ¡guerra I 
Al  golpear  el  empedrado; 
Santo  Domingo  potente, 
Lá  Catedral,  el  Calvario, 

Y  San  Francisco  y  el  Carmen 
Se  ostentan  amenazando 
Con  formidables  cañones, 
Con  entusiastas  soldados, 
Mientras  la  chinan  brava, 

Y  á  su  cabeza  Don  Santos, 
Ven  al  mocho  con  desprecio 
Ambicionando  el  asalto. 

II. 

EL  SITIO. 

Se  empeñó  el  sitio  terrible 

Y  hay  furibundos  encuentros. 
Gime  doliente  el  herido. 

Sin  sepulcro  están  los  muertos, 
Las  mtyeres  atraviesan 
Plazas  y  calles  gimiendo; 
Cuando  la  luz  aparece 
El  humo  obscurece  el  cielo* 


GUERRA  DB  RBFORMA.  24! 


En  la  noche  la  tiniebla 
Lanza  penetrantes  truenos; 

Y  el  clarín  con  alaridos 
Agudos,  rasga  los  vientos. 
Blancarte  con  ansia  espera 
De  Miramón  un  refuerzo, 
Mientra  á  Degollado  escribe, 
Coronado,  el  durangueño: 
«No  te  apresures,  resiste 
«Esforzado  unos  momentos, 
«Allá  voy  con  mis  tagamQS'. 

«Fe  en  la  patria,  el  triunfo  es  nuestro.  * 
Entretanto  cien  combates 
Se  sucedían  sin  éxito, 
Haciendo  vulgar  lo  heroico 

Y  rutina  lo  sangriento: 
La  matanza  indiferente; 
Despreciables  los  incendios; 
Asi  fué  Santo  Domingo, 
Que  con  empuje  violento 
Los  de  Degollado  atacan, 

Y  defienden  impertérritos 
Los  de  Blancarte  valientes 
Muerte  y  terror  esparciendo; 
Pero  les  embiste  Rocha, 

A  quien  llaman  el  purera^ 
Chesman,  furioso  entre  escombros 
Avanza  con  Cruz  Ahedo, 

Y  Núñez,  como  un  Aquiles, 
La  espada  en  alto  blandiendo. 
Arrolla,  derriba,  ahuyenta 
Cuanto  le  sale  al  encuentro, 
Hasta  que  en  la  lucha  herido 
Exhala  el  último  aliento. 
Con  el  laurel  de  los  héroes 
Su  hermosa  frente  ciñendo. 
El  sol  de  Octubre  aparece 
En  la  indecisión  envuelto 

Y  la  ciudad  convertida 
En  lúgubre  cementerio; 

El  hambre  recorre  escuálida 
Los  contrarios  campamentos; 

Y  en  los  hogares  tranquilos 
Reinan  el  dolor  y  el  miedo. 
Pero  hondo  rencor  agita 


242  GtTBRRA  DE  REFORMA. 


Los  encarnizados  pechos; 

Y  la  indecisión  aumenta 
De  la  ciudad  el  tormento. 
Las  campanas  enmudecen, 
£1  ruido  mata  el  silencio, 
Las  balas  y  no  las  aves, 
Vuelan  en  el  éter  negro; 

Y  la  fetidez  denuncia 

A  los  insepultos  cuerpos; 
Están  las  puertas  cerradas 

Y  los  balcones  desiertos.' 
Cuando  hay  momentos  que  cesa 
La  lucha  tenaz  y  el  fuego, 

En  grupo  sale  la  gente 

Con  tumulto  y  atropello 

A  los  puntos,  que  aunque  escaso, 

Pueda  adquirir  alimento. 

Es  un  volcán  formidable 

De  San  Francisco  el  convento; 

El  Carmen  vomita  llamas; 

Está  la  Merced  ardiendo; 

En  la  banqueta  y  las  piedras 

Se  miran  rostros  sangrientos, 

Entre  cajones  de  parque 

Y  despojos  y  pertrechos. 
Los  de  Degollado  forman, 
Como  en  círculo,  el  incendio, 
Que  se  estrecha,  que  se  aleja, 

Y  que  en  altos  parapetos 
Lanzan  torrentes  de  plomo 

Y  estalla  el  cañón  rugiendo. 
Miramón,  en  tanto,  escribe 
A  Blancarte:  allá  voy  luego. 
Al  fin  llega  Coronado 
Impetuoso,  audaz,  soberbio; 

Y  el  chinaco  le  saluda 
Con  repiques  y  contento; 

Y  el  mocho  lanzando  injurias 
De  furor  y  de  despecho. 
Los  combates  se  suceden. 
El  sitio  estrecha  su  cerco, 

Y  el  asalto  se  prepara 
Decisivo  y  estupendo; 
Chesman  dispone  unas  minas 
En  el  más  hondo  secreto. 


\ 


GUBRRA  DB  RBFORMA.  I43 


III. 
KL  ASALTO. 

A  SU  fin  tocaba  Octubre, 

Y  una  noche  en  que  el  espanto 
Dominaba  entre  las  sombras, 
De  hondo  terror  palpitando, 
Da  sus  órdenes  terribles 

El  inmortal  Degollado: 
Varios  ataques  dispone 
Con  inesperado  engaño, 
Mientras  se  cuida  del  túnel 
Tremebundo  del  Santuario; 

Y  á  una  señal  convenida 
Horrísona,  con  escándalo, 
Desgarrando  las  entrañas 
Del  horrible  subterráneo. 
Revienta  la  horrenda  mina 
Puesta  bajo  del  Santuario, 
Volando  en  trozos  los  muros, 
Muertos  y  escombros  regando; 
Humo,  polvo,  armas  y  piedras 
Forman  remolino  en  lo  ^Ito; 
Arrancados  á  sus  dueños 
Giran  cabezas  y  brazos; 

Y  la  locura  espantosa 

La  ciudad  recorre  aullando; 
Retiembla  crugiendo  el  suelo; 
La  ruina  detiene  el  paso, 
Mas  por  allí  se  abalanzan 
La  chinaca  y  los  soldados, 

Y  sangre,  terror  y  muerte 

Y  desastres  proclamando 
Entre  indecibles  horrores 
Dan  el  triunfo  á  Degollado. 


Se  han  firmado  los  convenios 
En  que  Blancarte  esforzado 
Queda  en  San  Francisco  preso 
Y  á  Ogazón  se  entrega  el  mando. 


Fébrexode  1895. 


J44  GX7KRRA  DE  REFOHMA. 


HOmAm^  (RUDO  T  AmAHGO 

DG  PIGLAGO  Y  DG  mOIíAYO. 

1. 

Aquellos  dos  bandoleros, 
Secuaces  de  Casanova, 
Verdugos  de  Herrera  y  Cairo 

Y  de  Jalisco  deshonra; 
Aquel  par  de  tigres  fieros 
Terror  de  pueblos  y  chozas 
Que  al  robo  y  á  la  matanza 
Les  dieron  vuelo  y  congojas, 
Vertiendo  á  torrentes  sangre 
En  odio  de  la  Reforma, 

El  sitio  escandalizaban 
Con  sus  acciones  diabólicas, 
Recrudeciendo  los  odios 
Con  crueldades  desastrosas; 

Y  en  el  día  en  que  las  furias 
De  la  plebe  vengadoras 
Celebró  de  la  chinaca 

La  ensangrentada  victoria, 
De  Piélago  y  de  Monayo 
Se  buscaban  las  personas, 
Sedientos  del  escarmiento 
Que  pide  la  chusma  loca. 

II. 

EL  ENCUENTRO . 

La  estudiantina  arrojada 
Que  en  doloroso  delirio 
De  Herrera  y  Cairo  jurara 


OüBRRA  DB  REFORMA.  .  245 


Vengar  afrenta  y  suplicio, 
Buscó  con  rabia  implacable 
A  los  viles  asesinos, 
E  impulsados  por  su  enojo 

Y  de  la  plebe  seguidos 
Entre  feroces  tumultos. 
Lanzando  espantosos  gritos 
Con  sus  miradas  de  infierno, 
De  prófugos  de  patíbulo, 
Rondan,  husmean,  escarban 
Asoladores,  malditos, 

Dónde  están  de  Herrera  y  Cairo 
Los  inicuos  asesinos. 
De  pronto  de  brutal  gozo 
Se  oyen  horrendos  rugidos: 
Piélago  se  encuentra  entero, 
Monayo  se  encuentra  herido. 
Ambos  se  hallaban  ocultos, 
Desgarrados  los  vestidos, 
Las  miradas  de  pantera. 
Broncos,  groseros,  indignos, 

Y  como  acrece  la  llama 
Petróleo  en  ella  vertido 
Así  el  tumulto  acrecienta 
Viendo  á  los  dos  foragidos. 
Quiere  lanzarse  iracundo 

Sobre  de  ellos  el  gentío 

Mas  hay  quien  sus  cuerpos  guarde 
Para  patente  castigo. 

Y  así  como  que  flotaban 
En  el  tonente  bravio. 
Cual  despojos  de  una  nf^e 
En  mar  hirviente  esparcidos, 
Así  entre  injurias  atroces 

Y  maldiciones  y  g^tos. 
Llegaron  hasta  la  plaza 
Plebeyos*  y  foragidos. 
Entre  aullidos  de  venganza 

Y  arranques  de  ira  inauditos 
¡Que  los  cuelguen !  dijo  el  pueblo, 
Bajo  el  balcón  del  Obispo. 

Y  al  pronto  se  ve  á  Monayo 
De  aquel  balcón  suspendido 
Entre  palmadas  de  gozo 

Y  entre  salvajes  silbidos. 


S46  GUBRRA  DB  RBFORMA. 


Sus  heridas  vierten  sangre 

Y  agoniza  convulsivo; 

Y  la  plebe  bate  palmas 
Con  infernal  regocijo. 

De  Piélago,  en  los  balcones 
De  Palacio  es  el  martirio; 

Y  al  apretarle  la  soga 

Y  entregar  su  cuerpo  lívido 
A  los  vaivenes  del  lazo 

▲  su  tosco  cuello  asido, 
¡Herrera  y  Cairo!  gritaban 
I/>s  acentos  vengativos. 
La  noche  ahuyenta  la  plebe, 
Quedan  desiertos  los  sitios 

Y  los  cadáveres  quedan 
Bn  el  aire  suspendidos, 
Los  cabellos  á  la  frente, 
Casi  desnudos  y  rígidos, 
Horror  de  los  vencedores, 
Bspanto  de  los  vencidos. 


GüBRRA  D9  RBPORMA.  247 


HomAn(?G  en  qog  oacLe  gl  alim 

PORQU6  96  TRATA  DG  QD 

''eaiOA^  pioK  QQc  eL  me$mo  oemooio/' 


BMTRADA  A  LA  PERO  GRULLO. 

Guerra  es  barbarie,  matanza, 
Bs  ceguedad,  es  desastre, 

Y  no  hay  que  pedir  al  cuervo 
Del  chupamirto  el  plumaje, 
Ni  que  entre  gritos  de  muerte 
No  se  pierdan  los  compases. 
Muchos  héroes  de  la  historia, 
Muchos  bravos  capitanes 

No  pasan,  hablando  en  plata, 
De  aborrecibles  salvajes. 

Y  no  importa  que  la  guerra 
Tenga  puros  manantiales. 
Porque  atraviesan  el  foxfgo, 
Se  hieren  entre  zarzales; 

Y  después  de  la  batalla 
Queda  pestilente  el  aire, 
Lleno  el  campo  de  despojos 

Y  de  insepultos  cadáveres. 
Robo,  asesinato,  incendio, 
Son  de  la  guerra  auxiliares, 
Mientras  ella  grita  erguida 
Vale  más  el  que  más  mate. 
Así  cobró  su  importancia 

£1  hombre  que  va  á  ocuparme, 
Bl  terrible  Antonio  Rojas 
Que  es  alma  de  mi  romance. 


84^  GUERRA  DB  RHPORHA. 

II 
ROJAS  PELEANDO  T  EN  CALMA. 

Como  entre  bosques  de  pelos 
En  frente,  boca  y  carrillos 
Que  á  trecho  á  trecho  dejaban 
Manchones  de  color  lívido, 
Asomaban  las  narices 
Como  de  una  águila  el  pico, 

Y  bajo  cerdosas  cejas 
Dos  ojuelos  escondidos 
Como  troneras  exiguas 
De  calabozo  sombrío, 

Y  entre  el  bigote  asomaban 
Dos  puntiagudos  colmillos. 
Como  huérfanos  pilares 
De  monumento  destruido; 
Negro  vello  salpicaba 

Su  piel  tras  de  sus  vestidos, 
Como  disfraces  de  un  oso 
Al  asalto  apercibido; 
Sesgo,  torvo,  desconfiado, 
Suspicaz,  astuto,  arisco; 
Chaquetón  de  negro  paño. 
Sin  dar  de  soldado  indicios. 
La  calzonera  ajustada, 
El  ceñidor  mal  ceñido. 
En  el  andar  perniabierto. 
El  conjunto  repulsivo. 

Y  este  monstruo  de  fiereza. 
Este  fatal  basilisco 
Cuando  horrendos  imperaban 
El  fuego  y  el  exterminio, 
Era  el  soldado  valiente, 

Era  guerreador  invicto; 
Ejemplo  de  ardiente  arrojo. 
Terror  de  sus  enemigos. 
Pero  al  contemplarle  airado 
Con  sus  horribles  instintos 
Como  escorpión  venenoso, 
Voluble  como  el  capricho. 
Como  tigre  carnicero 
Con  las  mujeres  y  niños; 
O  á  veces  inconsecuente 


GimRRA  DB  REFORMA.  249 

En  el  furor  de  sus  ímpetus, 
Protegiendo  y  perdonando 

Y  al  débil  prestando  auxilios 
Al  ordenar  el  incendio 

De  los  pueblos  más  pacíficos  .    .   . 
¿Y  por  qué  le  soportaban 
Los  liberales  más  dignos?  .    .    . 
— Porque  la  guerra  es  barbarie, 
Porque  es  la  fuerza  delirio, 
Porque  el  desorden  domina 
En  donde  sucumbe  el  juicio; 

Y  porque  amando  á  su  patria 
Con  ardiente  fanatismo, 
Infatigable,  abnegado, 

Le  prestaba  sus  servicios 
Despreciando  conveniencias 

Y  olvidado  de  sí  mismo. 

III 

Blancarte,  el  bravo  artesano 
De  los  serviles  el  jefe 
Que  al  desastre  de  Cuevitas 
Supo  esforzado  oponerse. 
Haciendo  á  Guadalajara 
Dique  del  bravo  torrente 
Que  formaba  Degollado 
Con  sus  soldados  valientes, 
Estaba  preso  en  su  estancia, 
Tranquilo  por  atenerse 
A  los  convenios  firmados 
Por  personas  competentes. 
Repentino  una  mañana 
Entró  do  Blancarte  duerme, 
Rojas  rebosando  en  ira 
Como  azotada  serpiente. 
Se  azoran,  corren,  le  gritan 
A  Blancarte  sus  sirvientes; 
Este  despierta  buscando 
Una  arma  que  á  mano  tiene; 
Pero  de  Rojas  la  espada 
Herido  su  pecho  siente; 
Se  le  injuria,  se  le  arrastra 
Medio  desnudo  é  inerme, 
Sangrando  y  descoyuntado; 

BOMAVCSS.— ¿a. 


2S0  GT7ERRA  D9  REFORMA. 


Luego  le  pone  al  frente 
De  siniestros  foragidos, 
Que  con  mofa  le  dan  muerte 

Y  se  van  como  si  fueran 
Coronados  de  laureles. 

IV 

Cuando  Degollado  supo 
£1  cobarde  asesinato 
De  Rojas,  en  ira  ardi^do 
Manda  aprehender  al  malvado, 
Le  busquen  y  le  persigan 

Y  le  maten  en  el  acto. 
Pero  Rojas  con  los  suyos 
Se  escapa  ligero  y  cauto, 
No  dejando  ni  señales 

Ni  resquicio  de  su  paso  .   .   . 
Entonces  lanza  un  decreto, 
Lleno  de  furor,  Don  Santos, 

Y  de  la  ley  pone  fuera 

Al  de  los  monstruos  espanto, 
Baldón  del  infierno  mismo, 
Deshonra  de  nuestro  bando. 

Rojas  supo,  indiferente, 
El  furibundo  decreto, 

Y  dijo  torciendo  el  labio 
Con  infinito  desprecio: 
'*Fuera  de  la  ley  me  ponen, 
'  *  Yo  jamás  estuve  dentro. ' ' 


Marzo  lo  de  1895. 


GUERRA    DB  REFORMA.  35I 


VienTO  DG  HGFORmA. 

RomAn(^  De  penA  oe  la  vida. 

PARA  LQ9  QUe  LA  PHATÍ  06  60mBKe9. 


(De  la  colección  dedicada 
á  mi  hermano  José  Matfa  Vigil) 


PARA   HACER   BOCA. 

£1  progreso  iluminaba 
Nuestro  espacioso  horizonte, 
Como  se  ve  al  Sol  naciente 
En  las  crestas  de  los  montes, 
Mientras  envuelven  las  sombras 
Las  llanuras  y  los  bosques. 
La  Reforma  atravesaba 
Entre  glorías  y  entre  horrores, 
Linda,  suelto  su  cabello, 
Sus  ojos  como  dos  soles, 
Herida  pero  orgullosa, 

Y  entre  hermosos  resplandores 
Que  le  formaban  los  rayos 

De  los  derechos  del  hombre. 
En  una  mano  una  antorcha 
Lleva,  que  ahuyenta  la  noche, 

Y  en  la  diestra  una  barreta 
Con  que  valerosa  rompe 
Las  guaridas  misteriosas 
De  venerados  ladrones, 

De  encumbrados  mandarines, 
De  ¿Osificados  nobles, 

Y  en  el  cuartel  y  el  palacio 
L06  verdugos  de  los  pobres. 


853  6X7KRRA  DB  REFORMA. 

La  arca  de  cincuenta  y  siete 
Los  sicarios  desconocen,  • 

Y  al  Sol  de  Ayutla  encapotan 
Los  sangrientos  nubarrones. 

Sopla  el  huracán  del  odio, 
De  nuevo  las  iras  surgen, 

Y  los  valientes  chinacos 

Ya  triunfan  6  ya  sucumben; 
Mas  cada  vez  más  ardientes 
Cuando  renuevan  su  f^lpuje. 
En  Veracruz  el  gran  Juárez 
Como  estrella  fija  luce, 
Dándole  rumbo  á  los  **libres" 

Y  modelos  de  virtudes, 
Promesa  de  la  victoria 

A  los  que  incesantes  luchen; 
Pero  entre  todos  los  pueblos 
Que  á  la  lid  bravos  acuden, 
De  Morelia  y  de  Jalisco 
Los  estandartes  relucen, 
"¡Que  Jalisco  nunca  pierde 
Por  más  que  lo  reborujenP ' 


II 

RETRATO. 

Entre  los  gallos  más  giros 
Del  chinastle  de  Jalisco, 
Hay  uno  que  está  presente 

Y  que  al  natural  lo  pinto: 
Es  cerbatana,  es  cañuto 
A  la  redepente  visto; 
Como  cabeza  de  gente. 
Coronando  tubo  exiguo, 
Cual  en  tabla  recortado 
Era  aquel  cuerpo  de  tísico; 
Era  la  tez  de  su  rostro 

De  estirado  pergamino, 
Encallejonado,  seco, 

Y  de  remate  lampiño; 
Cabello  cual  de  azabache. 
Los  ojos  negros  y  lindos, 


GtTBRRA  DB  REFORMA.  ¿53 

Enamorando,  amorosos, 
Terribles,  cuando  agresivos; 
Su  existir  no  tiene  medio: 
Ya  es  tremendo  remolino, 
Ya  tienen  que  despertarlo 
Porque  quieto  está  dormido... 
¿Quién  es  ese  Don  Fantasma? 
¿Quien  es  ese  aparecido 
Que  recuerda  al  otro  mundo 
En  la  tierra  advenedizo? 
Ese  es  Miouel  Cruz  Ahedo. 
¿No  recordáis  aquel  chico 
Que  en  la  reunión  * 'Esperanza" 
Presentaba  sus  escritos 
De  colegial  estudioso, 
El  año  cuarenta  y  cinco, 
Con  Robles  Gil  elocuente, 
Con  Vallarta  el  erudito, 
Con  Lancaster  estudiante 
De  los  caballeros  tipo. 
Con  Vigil  sabio  entre  sabios 

Y  los  Camarenas  finos? 

Es  aquel  que  en  ''La  Falange'* 
Leyó  con  modesto  estilo 
Sus  versos  á  la  Reforma, 
Llenos  de  entusiasmo  y  brío, 

Y  sus  novelas  sentidas 

Y  de  un  tono  tan  sencillo 
Que  parece  que  encerraban 
Secretos  de  dolor  íntimo. 
Villaseñor  le  alentaba 
Con  elogios  merecidos; 
Pérez  Verdía,  oficioso. 

Le  estimuló  con  ahinco; 

Y  él,  soñoliento,  indolente, 
Permanecía  retraído; 

Mas  al  lanzar  la  Reforma 
Sus  penetrantes  vagidos, 
Conspiró,  corrió  á  los  campos, 
Congregó  aliados  y  amigos, 

Y  á  la  milicia  pidiendo 
Los  marciales  atavíos, 
Apareció  cuando  Juárez 
Tuvo  la  vida  en  peligro. 
Audaz,  temerario,  ardiente, 


254  GX7BRRA  D9  REFORMA. 


Lleno  de  justo  prestigio, 
Luchó  por  la  santa  causa 
Defendiendo  á  su  caudillo. 
Junto  á  él,  Molina,  galano, 
Kl  sublime,  el  atrevido. 
Que  hecha  una  pierna  pedazos 

Y  de  una  cureña  asido, 
Alentaba  á  sus  soldados 
Haciendo  mortales  tiros. 
Cruz  Ahedo  aparecía 

En  el  sangriento  conflicto, 
Como  huracán,  como  uama. 
Como  arcángel  de  exterminio, 

Y  cuando  tras  la  campaña 
Iban  en  su  pos  solícitos, 

Lo  hallaban  sobre  una  manta 
En  el  sueño  sumergido. 
Degollado  le  miraba 
Como  á  un  hermano  ó  á  un  hijo, 

Y  en  las  peripecias  varias 
Que  ocurrieron  en  Jalisco, 
Le  dio  asiento,  justiciero, 
Entre  los  jefes  más  dignos* 
Era  su  labio  elocuente. 
Intolerante,  incisivo. 

Con  recuerdo  de  los  griegos, 
Con  rasgos  de  los  latinos, 

Y  con  el  ímpetu  ardiente 
De  exaltado  jacobino; 
Pero  al  encerrarse  á  veces 
De  sus  afectos  en  lo  íntimo, 
Era  franco  y  generoso 
Con  sus  propios  enemigos; 
Fomentaba  los  contentos. 
Amaba  sus  regocijos» 
Aunque  sin  tomar,  severo, 
En  los  juegos  participio; 

Y  anómalo  su  carácter. 
Tras  el  vuelo  enfurecido 
De  tempestuosas  pasiones 

Y  de  febriles  delirios. 
Hallaban  en  él  los  suyos. 

En  sus  cambios  sorprendidos. 
La  ternura  de  la  virgen 

Y  los  candores  del  mño. 


GX7BRRA  Dn  REFORMA.  355 

III 
**8ANFEUNCIA.*'    (*) 

£1  suelo  de  nuestra  Patria 
En  sangre  y  muertes  hervía, 
En  la  sierra,  en  la  llanura, 
En  los  mares  y  su  orilla, 

Y  en  las  cuevas  y  barrancos 
Se  espiaban,  se  acometían, 

Y  vergüenza  de  las  fieras 

Y  de  las  furias  malditas, 
El  rencor  se  disparaba 
Del  seno  de  las  familias, 

Y  los  vínculos  más  santos 
Se  laxaban  6  rompían. 

El  Norte,  el  Sur,  el  Oriente 

Y  sus  feraces  campiñas, 
El  Occidente  opulento. 
Los  sembrados  y  las  minas. 
Todo  respiraba  sangre. 
Todo,  todo  estremecían 
Las  violentas  convulsiones 
De  la  herida  tiranía. 

Se  hizo  á  Dios  g^to  de  guerra 
De  la  religión  divina, 
Puñal,  afrenta,  veneno, 
E  instrumento  de  las  iras, 
De  la  libertad  licencia; 

Y  su  pureza  divina 

Se  manchó  con  fango  impuro 
De  robos  y  de  sevicia. 
Era  terror,  era  espanto 
La  prolongada  porfía, 

Y  era  causa  sacrosanta 

La  que  el  pueblo  defendía. 
Porque  estaba  trunca  la  obra 
Del  gran  Hidalgo  y  Costilla. 

IV  - 

UN  POLIZONTS. 

Era  la  voz  de  los  odios 


256  GtJBRRA  DB  REFORMA. 

De  la  facción  de  sotana, 
Frente  á  Parrodi  y  las  fuerzas 
Que  en  el  Interior  mandaba, 
Un  bruto  con  forma  de  hombre, 
Un  mal  aborto  de  España, 
Uno  de  esos  non  descritos 
Que  pelones  y  sin  blanca 
Ruedan  entre  el  abarrote 
B  ignorados  á  la  playa. 
Este  aborto  de  los  frailes, 
Grosero  y  de  mala  estampa, 
Publicaba  atroz  libelo, 
Titulado  **Za  Tarántula,'' 
Venenoso  cual  su  nombre 

Y  rebosando  en  infamias. 
La  mentira,  la  calumnia, 
Honor  y  vida  privada. 
Escupía  de  los  *  libres** 
Contra  personas  y  causa. 
Ese,  como  grazna  el  cuervo 
Al  olor  de  la  matanza, 
Sonaba  su  pandereta 

De  do  la  sangre  goteaba; 

Y  azotó  el  rostro  á  los  nuestros 
Con  sus  calientes  entrañas. 
Por  fin,  viendo  á  los  serviles 
Tratarlo  con  repugnancia, 
Emprendió  el  odiado,  vuelo, 
Veloz  á  Guadalajara, 

Donde  Piélago  y  Monayo 

El  suelo  en  sangre  empapaban, 

Y  donde  en  poii&ada  lucha 
Ya  se  pierden,  ya  se  ganan 
De  Degollado  combates 
Llenos  de  heroicas  hazañas. 

Y  Ruiseco,  que  el  gackuzo 
Periodista  se  llamaba, 
**SOLDADO  DE  Di  OS*'  le  puso 
Al  órgano  de  su  rabia, 

Y  no  fueron  ya  sus  tiros 
Contra  la  Reforma  magna, 
Fueron  contra  los  caudillos 
Que  en  Jalisco  dominaban, 
Contra  Degollado  y  Ahedo, 
Que  eran  primeras  espadas. 


GUBRRA  DB  RBFORMA.  257 


Lo  inicuo,  lo  inconcebible, 
Contra  de  ellos  agotaba, 
Hasta  emponzoñar  el  aire, 
Hasta  humillar  á  la  cloaca. 


ises. 


El  año  cincuenta  y  ocho 
Fué  el  año  de  los  combates, 
En  el  que  dejó  sus  huellas 
Por  donde  quiera  el  desastre; 
En  el  que  se  miró  el  suelo 
Como  al  través  de  la  sangre, 
Anunciando  cada  aurora 
La  matanza  y  la  catástrofe; 
En  que  el  Sol  palidecía 
Alumbrando  los  cadáveres, 

Y  en  el  viento  se  escuchaban 
Como  lastimeros  ayes. 
Padeció  Guadalajara 

Mil  furibundos  embates, 

Y  frustrado  el  primer  sitio 
En  que  lucharon  tenaces 
Degollado  y  sus  valientes, 
Casanova  y  sus  'secuaces; 
Sitio  en  que  el  fnirero  Rocha, 
Con  arrojo  incontrastable 
Asaltó  á  Santo  Domingo 

Con  Ahedo  y  Chesman  audaces, 
Coronándolos  la  gloria 
Con  sus  lauros  inmortales. 
Planta  de  nuevo  otro  sitio, 
Degollado,  formidable. 
Siguiendo  del  noble  Núfíez 
Dócil  los  seguros  planes; 
Empéñase  la  contienda. 
Se  multiplican  los  lances. 
Cubre  los  muertos  el  su^lo, 

El  terror  vaga  en  los  aires 

— ¡Avancen!-  Cruz  Ahedo  grita. 
Rocha  le  contesta: 

— i  Avancen  I 

Y  al  reventar  de  las  minas, 

&OMANCBS.— ^3. 


¿58  GUERRA  DE  REFORMA. 

Los  muros  al  desplomarse, 

Y  entre  el  humo  y  entre  llamas. 
Bayonetas  y  estandartes 

Que  hacen  olas,  se  refugia 
En  San  Francisco,  Blancarte, 

Y  estallaron  como  bombas 
Las  iras  del  peladaje. 
Entonce  enmedio  á  la  plebe 
Que  bramaba  de  coraje, 

A  un  hombre  llevan,  y  gritan 
En  su  torno: 

— ¡Que  le  arrastren! 
— i  No;  que  le  corten  la  lengua 
Por  villano  y  por  infame! — 
El  vestido  desgarrado. 
Los  ojos  al  eclipsarse, 
Como  de  tiapo  los  brazos, 

Y  los  pasos  vacilantes, 
Marcha  el  hombre  cual  seguido 
Por  enfurecidos  canes; 

De  repente  ve  á  Cruz  Ahedo, 

Y  en  alarido  salvaje 
Le  grita: 

— Señor! ¡socorro!.. 

¡  Tened  piedad ! ¡  amparadme ! . . . 

'       Miguel  al  preso  se  arroja, 
Le  acoge,  su  escudo  se  hace, 
Le  da  clemente  su  brazo, 
Dispersa  al  pueblo  en  instantes 

Y  llega  ante  Degollado 
Conmovido  y  anhelante 

— ¡Que  le  fusilen! — exclama 
El  jefe,  sin  que  hable  nadie. 
Entre  alaridos  de  gozo 
Que  la  orden  terrible  aplauden. 

— i  Silencio !  Cruz  Ahedo  grita 

¡Señor,  ¡por  piedad!  salvadle; 
Contra  los  dos  sólo  han  sido 
De  su  pluma  los  ultrajes, 
No  contra  la  Patria  amada, 
No  á  la  bandera  de  Juárez; 
El  está  dadOy  vos  fuerte. 
Yo  os  lo  ruego,  perdonadle, 
Os  lo  ruego  encarecido 
Por  vuestro  triunfo  brillante, 


OüBRRA  DB  RBFORMA.  259 

Por  vuestro  nombre  glorioso 
No  hagáis  á  mi  voz  desaire, 
Por  vuestro  pueblo  os  lo  pido, 
Y  por  vuestra  santa  madre! — 
Se  concentra  Degollado, 
Piensa,  duda  unos  instantes, 
Al  fin  dice: 

—¡Le  perdono! 
¡Libre  está,  podéis  soltarle, 
lo  quiere  así  vuestro  jefe 
Pará  vengarse  y  vengarme!— 
'  Y  al  disponerse  Cruz  Ahedo 
Generoso  á  custodiarle, 
Del  preso,  atónito,  mudo, 
Enmedio  á  los  circunstantes, 
Dos  lágrimas  elocuentes 
Rodaron  en  su  semblante 


México,  Marzo  15  de  1894. 


26o  GUERRA  DB  REFORMA 


RUGIDO  DG  RGFORmA 

CRXD  HOmXDee  IDE9P6KAD0  DG  DO}  mc€i^09  eeKHeKO$. 


«Nada  valen  las  victorias, 
«Esos  triunfos  nada  valen 
«Si  queda  en  pie  la  canalla, 
«Si  no  fusilan  á  Juárez 
«Después  de  darle  tormento, 
«De  arrastrarle  por  las  calles, 
«Por  enemigo  de  Cristo, 
«Por  causa  de  nuestros  males, 
«Sin  dejar  que  se  ejecuten 
«Con  él  sus  viles  secuaces» 
Así  exclamó  furibundo 
Yendo  de  una  á  la  otra  parte 
En  su  cuartel  de  Celaya 
El  feroz  General  Márquez 
Cuando  supo  la  noticia 
De  que  presos  y  á  su  alcance 
Por  las  traiciones  de  Landa 
Estaban  los  liberales; 
Y  llamando  al  Secretario, 
Que  no  quiero  aquí  nombrarle, 
Le  dictó  con  voz  terrible 
«La  siguiente  orden  tronante: 
^Cuando  recibáis  esta  orden, 
«  Y  sin  perder  un  instante, 
«Os  mando  que  se  fusile 
«Al  expresidente  Juárez; 
«Id  á  ver  que  se  ejecute, 
«Al  punto  me  daréis  parte». 
Esta  fué  la  orden  á  Landa, 


GXTBRRA  Dl$  REFORMA.  261 


La  firma,  y  después  añade: 
Escriba  usted  una  misiva 
Para  que  por  mí  se  encargue 
El  canónigo  Fulano 
(El  nombre  quiero  callarme) 
De  que  se  atropelle  todo 
Para  que  mi  orden  se  acate, . 
Puesto  que  con  esas  muertes 
Se  evitarán  graves  males, 
Que  al  fin  es  mi  partidario 

Y  es  tiempo  de  acreditarse, 

II 
En  tanto  en  Guadalajara 
Se  amontonaban  sucesos 
Raros  para  imaginados 
E  imposible  de  preveerlos, 
De  Landa,  Moret  y  Bravo 
Estalla  el  pronunciamiento,  • 
La  Ciudad  arde  en  alarma, 
Núfiez  corre  á  contenerlo; 
Una  bala  se  encasquilla 
En  su  reloj  y  salva  el  pecho; 
En  Palacio  hay  sublevados, 
Juárez  y  Ministros  presos, 
Amotínase  la  plebe, 
La  g^ían  Molina  y  Ahedo, 
Con  el  exterior  amago 
Rebraman  los  insurrectos, 
Al  aposento  de  Juárez 
Penetran  con  furor  ciego, 
Se  aprestan  á  fusilarle, 
Se  forma  el  terrible  cerco. 
Se  han  preparado  las  armas 

Y  al  tronar  la  voz  de  ¡fuego! 
Escuda  abriendo  sus  brazos 
A  Juárez  Guillermo  Prieto. 
¡Alto!  ¡levanten  las  armas! 
Gritó  con  vibrante  acento, 
Los  valientes  no  asesinan; 

Y  habló  sentido  y  enérgico 
Hasta  que  alzaron  las  armas 

Y  á  la  conmoción  cediendo 
Hecharon  fusil  al  hombro 

Y  dejaron  aquel  puesto 


262  GUERRA  DB  REFORMA. 


El  efecto  que  produjo 
De  la  plebe  el  ardimiento 
Obligan  por  fin  á  Landa 
A  firmar  unos  convenios 
En  que  queda  libre  Juárez 
y  salvado  su  Gobierno. 

III. 
Como  explosión  subterránea 
De  algún  ignorado  abismo 
Así  en  el  alma  de  Márquez 
Hizo  su  efecto  el  aviso 
De  la  libertad  de  Juárez 

Y  sus  odiados  Ministros; 

Y  que  \^  familia  enferma 
Va  rumbo  del  Manzanillo, 
Azotaba  su  impotencia 
Contra  sus  crueles  instintos 
Cual  forcejea  en  sus  lazos 
El  tigre  que  brama  herido, 
Pero  guarda  sus  rencores 

'Para  soltarlos,  inicuo, 
Contra  aquellos  que  cedieron 
A  la  fuerza  del  destino. 
Esperó  por  que  imperando 
Miramón  corrió  á  Jalisco 
Hasta  que  llegó  su  tumo 
De  tener  allí  dominio, 

Y  desatando  á  su  entrada 
Sus  infernales  instintos, 
Después  de  los  cumplimientos, 
Con  acritud  recibidos, 
Plegada  la  espesa  ceja, 
Tardo  el  paso,  el  ojo  hundido, 
Embozado  de  la  noche 

En  el  ropaje  sombrío, 
Fuese  en  casa  del  canónigo 
A  quien  envió  con  sigilo 
Que  entregara  diligente 
El  mandato  en  que  el  suplicio 
Se  ejecutara  al  instante 
Del  que  llama  indio  maldito. 
El  canónigo  rezaba 
Quieto  el  oficio  divino, 
Holgándose  en  su  poltrona 


GUERRA  DE  REFORMA.  263 


Entre  devoto  y  dormido, 
Alzó  el  rostro,  pues  su  puerta 
Abriéndose  de  improviso 
Dio  paso  y  se  entró  violento 
Un  hombre  desconocido 
Con  el  sombrero  en  la  frente 

Y  con  la  espada  en  el  cinto, 
Que  encarándosele  brusco 
De  esta  manera  le  dijo: 
«Mal  hombre,  mal  caballero, 
«Torpe  agente,  mal  amigo 
«¿Qué  hicisteis  mi  orden  urgente 
«De  acabar  con  los  bandidos 
«Que  ahora  nos  burlan  infames 
«E  impunes  en  su  camino; 

«No  veis  que  abristeis  el  cauce 
«De  sus  sangrientos  delitos? 
« — ^Yo  represento  al  Dios  Santo 
«Que  clavado  en  el  patíbulo 
«Clamó  con  sublime  acento: 
«Perdono  á  mis  enemigos; 
«Yo,  detesto  las  doctrinas 
«Que  propala  Don  Benito, 
«Pero  entre  eso  y  ser  el  pábulo 
«Del  rencor  de  los  partidos, 
«El  que  azuce  las  venganzas, 
«El  que  olvidándome,  indigno, 
«De  mi  misión,  á  la  guerra 
«Y  al  odio  ofreciera  estímulo; 
«Eso  no;  y  por  tanto  la  orden 
«Que  tirano  habéis  escrito 
«La  sepulté  en  mi  desprecio 
«Para  cubrirla  de  olvido. 
«Y  á  vos  que  me  pedís  cuente 
«De  vuestro  mensaje  inicuo 
«Os  perdono  y  os  ordeno 
«Que  abandonéis  este  sitio. 
— «No  veis  que  habéis  traicionado 
«Villano,  á  nuestro  partido, 
«Dándole  tal  vez  el  triunfo 
«A  la  chusma  de  sacrilegos? 

Y  el  padre  se  incorporaba 
Severo,  resuelto,  digno, 

Y  dejando  su  breviario 

Y  cerrando  reflexivo 


264  GUKRRA  DB  RfiFORHA 

Con  llave  el  austero  estudio 
De  esta  manera  le  dijo: 
— «¿Y  vos  por  quién  me  tomasteis; 
«Por  quién  me  tomasteis  digo 
(tA  m(  de  paz  sacerdote, 
«Ministro  de  Jesucristo? 
«¿Agente  yo  del  verdugo, 
«Yo  su  corredor,  su  esbirro, 
«Yo  mensajero  de  sangre, 
«Yo  proveedor  del  patíbulo? 
— Iba  á  interrumpir — ¡silencio! 
«jSilencio  mando,  asesino! 
«Ya  que  ni  quiero  ni  puedo 
«Aplicaros  un  castigo. 
Abrió  en  silencio  la  puerta 
£1  canónigo  bendito; 

Y  salió  arrojando  llamas 
De  los  mochos  el  caudillo. 

Y  el  nombre  del  sacerdote 
De  esta  leyenda  no  estampo 
Por  que  me  quita  la  pluma 
La  prudencia  de  la  mano. 

Marzo  8  de  1895. 


NOTA.— De  la  autenticidad  de  este  romance  no  tengo  prueba,  pexo  el  hecho  lo  oí  repedr 
á  penmaa  muy  re^petablM  de  Guadalajara. 


GüBRRA  DE  REFORMA.  265 


GRAD  KOmAD^e  DG  $ALC09 
T  piRoecx)  o  ^A  meDUDeo  D6  muDJiiizx$. 


Son  tales  las  peripecias 
De  la  maroma  política 
Que  á  veces  el  triste  llanto 
Se  torna  en  alegre  risa; 

Y  á  veces  la  luz  más  pura 
Se  vuelve  noche  sombría 
Convirtiendo  en  un  axioma: 
Con  las  que  doblan  repican. 
Es  la  magia,  la  tramoya, 
Es  una  rampa  tan  lisa, 
Tan  colgada  y  resbalosa 
Que  los  que  incautos  la  pisan 
Aunque  se  sientan  muy  fuertes 
Al  fin  se  rompen  la  crisma: 

Y  atención,  noble  auditorio, 
Que  aquí  mi  cuento  principia. 


LAS  MUDANZAS. 

Titiritaba  Diciembre 

Del  fatal  cincuenta  y  ocho, 

Y  Miramón  en  Jalisco 

Se  alzaba  como  en  un  trono 
En  los  brazos  de  la  Iglesia 

Y  adorado  de  los  mochos-. 
Mas  la  gresca  continuaba 
Sin  sosegarse  en  el  fondo, 

Y  el  Gobierno  de  Zuloaga 
Vacilaba  temeroso. 
Entre  ímpetus  atrevidos 
O  insensible  como  tronco 
Juárez  Veracruz  ocupa 
Con  imperturbable  aplomo 

SOMAlfCX8.34.— 


266  GüBRRA  DB  REFORMA. 


Aunque  el  agua  se  revuelva, 
Porque  Juárez  es  de  corcho 

Y  flota  cuando  hay  tormenta, 

Y  avanza  cuando  es  forzoso. 
De  repente  se  oye  un  grito 
Que  espanta  y  produce  asombro 
Porque  Echagaray  saltando 
En  Ayotla  empuja,  loco, 

A  Zuloaga  de  su  asiento, 
Plantándose  sin  embozo 
En  el  lugar  prominente 
Que  se  construyó  ambicioso; 
Allí  fragua  una  ensalada 
De  santos  y  de  demonios, 
Que  rechazan  obstinados 
Aun  los  mas  fuertes  estómagos. 
Del  brazo  de  un  clerizonte 
Muy  testarudo  y  muy  tonto 
Puso  á  Don  Sabino  Flores, 
A  Arango  junto  á  Cardoso, 
Como  quien  concordar  íjuiere 
El  jarabe  y  el  responso. 
¡Alto!  grita  Manuel  Robles 
Que  rehusa  tocar  el  bombo; 

Y  otro  plan  y  otra  maroma 
Deja  á  Echagaray  absorto. 

Que  se  encuentra  aislado  en  tierra 
Con  los  huesos  medio  rotos. 
Entre  tanto  con  malicia 
Miramón  lo  sabe  todo 

Y  que  para  Presidente 
Le  aclamaban  fervoroso; 
Pero  desdenes  fingiendo, 
Astuto  oculta  su  gozo 

Y  del  Plan  de  Tacnbaya 
Se  hace  el  paladín  heroico. 
Vuela  á  México,  á  Zuloaga 
Repone  en  su  puesto  honroso, 
Pero  Zuloaga  le  llama, 

Se  instan,  resiste  de  pronto. 
Lo  pide  (entusiasta  el  pueblo, 
Llueven  ruegos  y  piropos; 

Y  al  fin  al  poder  asciende 
Cantando  hosanna  los  mochos, 

Y  se  vio  que  si  los  Padres 


GUERRA  DB  REFORMA.  #67 


En  polftica  son  topos 

Y  que  con  todo  y  sus  rezos 
Se  dan  á  dos  mil  demonios, 
Los  soldados  cuando  quieren 
Hacer  el  mundo  á  su  modo, 
A  pesar  de  sus  cañones 

Y  sus  torpedos  famosos, 

Y  á. pesar  de  ser  algunos 

De  sangre  y  horrores  monstruos, 
Hacen  torpes  unos  fiascos 
Irrisión  de  los  más  tontos. 


ÍM  GtTBRRA  DB  &BPORMA. 


HomAD^e  De  ma^co  vqglo 

T  DC  GKXnDe  RADTASIX. 

I. 

EL  ESTUDIANTE. 

£s  un  tipo  tan  versátil 
El  que  le  pido  á  mi  pluma 
Que  fije  aquí  sus  mudanzas 

Y  retrate  su  figura, 

gue  por  más  que  mi  caletre 
t  hace  flexible  y  se  aguza, 
Al  fin  y  al  postre  el  retrato, 
Boceto,  caricatura, 
Bs  tipo  de  todas  partes 

Y  no  se  fija  en  ninguna, 
Fugaz  como  vuelo  de  ave, 
m£  efimero  que  espuma, 

Y  es  el  colegial  alegre. 
Manirroto,  sin  fortuna. 
De  lengua  fácil,  valiente, 
Del  menesteroso  ayuda. 

Que  une  el  contento  á  la  chilla, 
Al  estudio  la  boruca, 
Que  á  su  alcance  va  el  corrillo. 
Que  tiene  salidas  chuscas, 
Que  lo  prestado  es  su  erario, 
Qne  á  expensas  ajenas  fuma, 

Y  que  si  en  amores  sufre 
Tan  descomunales  tundas, 
El  las  convierte  en  leyendas 
Que  le  prestigian  é  ilustran. 
Sin  pico  ni  más  ni  menos 


GtrnULA  DB  RVPORMA.  269 


Ni  exagerada  calumnia, 
Era  el  chico  que  privaba 
En  Guadalajara  chtda^ 
Donde  á  su  vez  le  acosaban 
Latín  y  literatura. 
Con  ingenio  despejado, 
Con  intachable  conducta 
Entrando  en  el  curso  de  artes 
Sin  intrigas  ni  chapuzas, 
Le  arranca  del  Instituto 
La  orfandad  mísera  y  brusca, 

Y  regresó  á  su  morada 
A  ser  de  la  madre  ayuda. 
El  noble  coronel  Méndez, 
Liberal  bravo  en  la  lucha, 
Su  mérito  adivinando 

Le  acoge  con  bondad  suma 

Y  le  nombra  secretario 
De  su  misma  prefectura. 

Su  esfuerzo  y  5u  inteligencia 
Le  auxilian  en  arduas  dudas: 
La  Reforma  retronaba 
Sembrando  horroi;  y  pavura; 

Y  él  que  liberal  ardiente 

Su  amor  al  pueblo  no  oculta. 
Publica  un  periodiquillo 
Que  á  los  serviles  abruma, 

Y  hacen  que  sobre  él  descarguen 
Como  dardas  las  injurias. 

La  elección  de  Diputados 

Para  la  Legislatura 

De  Zacatecas  heroica 

Con  diligencia  consulta 

El  pueblo  de  Tlaltenango, 

Sus  votos  poniendo  en  la  urna. 

Jesús  González  Ortega 

Con  vivo  contento  anuncian. 

Que  con  tales  candidatos 

Siempre  es  el  pueblo  quien  triunfa, 

Y  una  curul  del  Estado 
Mi  alegre  estudiante  ocupa 
Con  aplauso  de  la  plebe 
Que  le  adora  y  que  le  adula 
Por  bueno,  por  generoso 

Y  por  su  alma  grande  y  pura. 


270  GUERRA  DB  REFORMA. 


II. 

REFORMA  Y  CAMBIOS. 

Tras  de  terribles  encuentros, 
Tras  de  batallas  sangrientas, 
Márquez  el  vil  asesino, 
De  los  chacales  vergüenza, 
Desde  ^  centro  del  Bajío 
Tomó  rumbo  á  Zacatecas. 
Un  señor  Parra,  modesto, 
De  muy  estimables  prendas, 
Mas  con  cierta  repugnancia 
A  la  bulla  y  á  la  guerra^ 
En  un  repente  y  de  ocultis 
Despareció  de  la  escena, 

Y  quedó  el  patriota  Estado 
A  la  luna  de  Valencia. 
I/)s  mochos  se  congregaron 

Y  alegres,  en  son  de  fiesta, 
Hombres,  armas  y  contentos 
Preparaban  sin  reseiva, 

Y  un  préstamo  se  impusieron 
Hasta  reunir  diez  talegas 
Para  recibir  á  Márquez 

Y  darle  de  su  amor  pruebas; 
Pero  inesperado  salta 
Jesús  González  Ortega 

Y  les  dice:  «caballeros, 

No  estáis  tan  libres  de  penas. 
Porque  yo  soy  el  que  mando 

Y  mandar  la  ley  me  ordena; 
Que  de  esta  Legislatura 

Yo  ejerzo  la  presidencia». 

Y  al  punto  ordena  sus  tropas 
Que  eran  de  dos,  tres  y  vuela; 
Armas  recoge  afanoso, 
Hace  sonar  las  trompetas. 
Acude  confiado  el  pueblo. 

Le  encanta  con  sus  arengas 
Sin  ambajes,  sin  piropos, 
Pero  de  entusiasmo  llenas; 

Y  á  los  ricos  que  acopiaban 
Para  el  Leopardo  pesetas 


OUSRRA  DB  RBPORMA.  27 1 


Dice:  «os  doblo  la  parada 

Y  entregadme  con  presteza 
Veinte  mil  que  necesito 
Para  mis  gastos  de  guerras. 
—¿Que  no?  Seréis  mis  soldados; 

Y  sin  gastar  aitretengas. 
Como  á  corderos  los  junta, 
En  un  cuartel  los  encierra, 
Diciendo:  irán  con  nosotros, 
Verán  lo  que  es  cosa  buena. 

Y  aquel  humilde  escribiente, 
Jovial,  que  no  daba  muestra 
De  belicosas  pasiones 

Ni  cualidades  guerreras. 
Del  corazón  de  los  pueblos 
Toma  el  prestigio  y  la  fuerza, 

Y  en  sus  manos  la  Reforma 
Alza  su  heroica  bandera. 
Entretanto  el  feroz  Márquez 
Entra  brioso  en  Zacatecas, 

Y  sus  instintos  de  tigre 
Pávulo  eficaz  no  encuentran. 
Dura  poco,  que  sus  jefes 
Pronto  le  ordenan  la  vuelta, 

Y  entra  en  la  ciudad  radiante 
Jesús  González  Ortega. 
Antes  y  en  su  retirada 

A  Degollado  recuerda, 

Y  cañones  y  soldados 

Y  dinero  y  cuanto  encuentra 
Le  manda  á  Guadalajara, 
Que  es  donde  más  se  pelea. 

I  Oh!  qué  hermosa  fué  la  entrada 
De  Don  Jesús  á  su  tierra; 
Cubre  la  gente  los  montes. 
Brotan  chinacos  las  piedras, 
Las  mujeres  y  los  niños 
Al  bravo  caudillo  cercan. 
El  á  todos  agasaja. 
Todos  los  grupos  alegra; 
Manirroto,  enamorado. 
Manda  serio  ó  se  chancea, 

Y  se  hace  pueblo  en  las  oías 
Do  el  patriotismo  campea 
Como  sol  que  en  los  hervores 


2J2  GUBRKA  DB  RBPORMA. 


De  las  ondas  reverbera. 
A  los  ricos  que  prestaron 
Ordena  se  les  devuelvan 
Sus  dineros,  y  de  honrado 

Y  caballero  da  pruebas. 
Instala  al  fin  su  gobierno: 
Secretario  Jesús  Loera, 
Jesús  Lalanne  ayudante 

Y  otro  Jesús  se  le  acerca 

Y  le  llama  á  su  Gobierno, 
Este  nombre  se  me  niega 
A  pesar  de  que  lo  tengo 
£n  la  punta  de  la  lengua. 
Al  Gobierno  de  ¿os  Chtichos 
La  plebe  lo  vitorea; 

Y  del  héroe  mal  forjado 

A  quien  vil  la  indiferencia 
Las  dotes  de  una  grande  alma 

Y  de  heroísmo  le  niega, 
Aquí  las  hazañas  (nclitas 
Con  paso  triunfal  comienzan. 


Agosto  26  de  1896. 


OüERitA  DB  RBFORMA  2J$ 


HG(?UGRDO. 

ji  mi  mQT  xmxoo  aidigo,  et  di^tioguido  joven  dod  loi» conzAtcz  oBReoon. 

I 

TIEMPO   PASADO. 

Pasa  la  tierna  memoría 
Que  en  el  papel  fijar  quiero, 
Como  ramo  de  camelias 
'  Marchitas  en  mar  revuelto; 

Como  arrullo  de  paloma 
Que  lleva  quejoso  el  viento, 

Y  que  apaga  silenciosa 
La  soledad  del  desierto. 

Y  es  coqio  charco  escondido 
La  claridad  de  mis  versos, 
Donde  como  en  un  sepulcro 
Duermen  del  lirio  los  pétalos. 
Es  una  escena  sencilla,    « 
Sólo  para  mí  de  precio; 

Es  á  la  luz  de  la  Luna 
El  lago  y  el  cementerio; 
Pero  cuando  el  Sol  alumbra 
Dándoles  matices  bellos, 
Se  engalana  del  paisaje 
Coh  atractivos  supremos, 
Pero  le  roba  su  pompa 
Los  hechizos  del  misterio. 

II 

LA    SIERRA. 

Adorando  en  la  Reforma 
Seguí  las  huellas  de  Juárez, 

R01IANCBa.«*35. 


274  GXmkíLA  DB  REFORMA. 


Al  Sur  de  ese  Estado  hermoso 
Por  lo  heroico  y  por  lo  grande, 
Cuna  del  noble  Moreno 

Y  de  Prisciliano  Sánchez 

Y  de  otros  mil  que  la  Patria 
Mira  cual  astros  brillantes. 

Y  no  sé  si  por  capricho, 

Me  entré  á  los  bosques  errante, 
Soñando  y  oyendo  trovas 
En  el  susurro  del  aire; 
Así  intérneme  en  la  Sierra 
Cuando  en  brazos  de  la  tarde 
Reclinaba  la  cabeza 
El  astro  rey  expirante. 
Era  la  Sierra  espaciosa, 
Con  su  grandeza  salvaje, 
Hasta  aquf  poniendo  al  cielo 
Con  sus  árboles  gigantes. 
Aquí  la  luz  extinguiendo, 
Allá  formando  galanes 
Al  bello  prado  y  florido 
Caprichosos  cortinajes. 
En  las  quiebras  los  arroyos 
Derramando  sus  cristales, 

Y  surcos  de  luz  haciendo 
En  sus  giros  deleitables, 
Entre  las  hojas  filtrando 
Cual  rubies  y  diamantes, 
Rayos  de  luz  que  temblaban 
Luminosos  en  el  aire, 
Descubriendo  y  encubriendo 
De  luz  y  sombra  en  contraste, 
Cuadros  no  para  descritos, 
Tan  sólo  para  mirarse. 

A  lo  lejos  el  torrente; 
Mugiendo  el  toro  distante. 
Escuchándose  el  graznido, 
De  las  carniceras  aves; 
Eran  primero  colinas 

Y  yerba  entre  peñascales. 
Después  cerros  y  montañas, 
Al  fin  lo  inmenso,  lo  grande. 
El  muro,  los  altos  pinos, 

£1  todo  inconmensurable. 
Ángulo  formaba  el  grupo 


6UBRRA  DB  RHK)RMX  .  ^  375 


De  cerros  adelantándose, 

Y  á  primorosas  cañadas 
Adorno. formaba  y  cauces. 

Allí  flotando  en  los  vientos 
Enredaderas  colgantes 
Del  encino  y  de  los  robles, 
En  los  brazos  seculares; 
Allí  el  oyametl  gracioso, 
Allí  corpulento  el  sauce, 

Y  el  madroño  con  borlones 

De  sus  ramas  al  remate 

Vese  por  entre  sus  troncos 
El  humo  de  los  jacaks 

De  los  serranos  alegres 
Que  allí  habitan  ignorantes 
De  los  placeres  del  mundo, 
Su  pompa  y  sus  veleidades. 
Como  al  frente  de  este  cuadro, 
Mírase  entre  los  ramajes 
Un  lago  cual  limpio  espejo, 
De  aguas  claras  y  brillantes; 

Y  al  centro  como  una  garza 
Que  animara  sus  crist^es, 
Una  blanca  capillita, 
Puerta  remedo  del  arte. 
Con  su  torrecilla  enana 

Y  su  cruz  de  tosco  alambre; 
En  sus  contornos  la  arena, 

Y  flores  en  sus  arriates, 
Sospechándose  sepulcros 
A  trechos  por  las  señales. 

III 

ENTRADA  POE  LA  NOCHX. 

Arrastrando  van  las  sombras 
Negras  caudas  por  el  suelo, 

Y  van  siguiendo  sus  pasos 

La  soledad  y  el  silencio 

Cuando  de  entre  las  cañadas 
Brotan  y  giran  luciendo 
Llamas  vivas  por  hileras. 
Ya  en  remolinos  espléndidos 

Y  ya  en  manos  de  mujeres, 


r  «76  GUBiRftA  DB  RB90BMA 

Círculos  formando  á  trechos. 

Se  acercan son  los  serranos 

Que  enlprocesión  van  al  templo, 
Con  ramos  de  flores  ellas, 

Y  antorchas  de  ocotes  ellos. 
Pero  no  es  festín,  impone 
Por  lo  grave  y  por  lo  serio! 
Enmedio  á  la  comitiva 
Camina  con  paso  lento 
Una  serrana  cubierta 

Con  toca  de  blanco  velo, 
Con  un  niño  entre  sus  brazos 
De  hermosas  flores  cubierto, 

Y  su  rostro  de  la  madre 
Casi  pegado  en  el  seno. 
La  procesión  llega  al  lago, 
Se  postra  frente  del  templo, 

Y  las  hachas  en  las  aguas 
Producen  sus  reverbwos. 
El  concurso  se  encamina 

A  un  sitio  apartado  y  bello, 
Donde  se  encuentra  formado 
Un  sepulcro  cuyo  aspecto 
Tiene  figura  de  cuna, 

Y  de  jazmines  es  hecho; 
Allí  se  acerca  la  madre 
A  dar  á  su  niño  entierro; 
Hacen  círculos  las  luces. 

La  madre  queda  en  el  centro, 

Y  entonces  con  voz  doliente, 
Sus  acentos  lastimeros 

Le  arrullan  cual  cuando  vivo 
Para  conciliar  su  sueño. 

Y  era  la  voz  tan  sentida, 
Era  el  llanto  tan  acerbo. 
Era  en  el  idioma  extraño 
Aquel  dolor  tan  intenso, 
Que  yo  supuse  que  dijo: 
Adiós,  mi  niño,  mi  délo, 
Sangre  de  mi  propia  sangre, 
Aire  de  mi  propio  aliento! 
¿Cómo  siendo  tíy  mi  vida, 

Te  tengo  en  los  brazos  muerto? 

Y  yo  sentí  dentro  mi  alma 

,  Muerto  cuanto  ama  mi  pecho. 


GUBRKA  DB  RB90RMA.  2'ff ' 


Acompañando  de  la  india 
El  llanto  con  mis  lamentos. 
Blla  hablaba  en  otro  idioma; 
Yo  adiviné  suponiendo 
La  elocuencia  del  sollozo, 
Lo  sentido  del  requiebro, 

Y  aquel  rostro  dolorido. 
Aquel  mirar,  aquel  gesto, 
Era  presagio  y  augurio 
De  un  amenazante  duelo. 
£1  canto  cesa,  la  madre 
Fué  el  sepulcro  disponiendo 
Con  algodones  de  armiños 

Y  con  delicados  lienzos. 
Para  que  siguiese  el  niño 
Con  el  Eterno  durmiendo. 

Y  cual  si  de  cristal  fuese 
Aquel  su  pimpollo  tierno, 
Colocó  su  cabecita, 
Tendió  entre  flores  *el  cuerpo, 
Con  amoroso  cuidado 
Mezclando  ayes  lastimeros, 
Plores,  lágrimas  y  besos. 

La  tierra  al  fin  veló  al  niño, 
Ella  se  postró  en  el  suelo, 
Las  antorchas  se  apagaron, 
Se  oyeron  confusos  ecos, 

Y  quedó  sólo  en  las  sombras, 

Y  enmedio  de  hondo  silencio, 
Junto  al  sepulcro  reciente, 
Inmóvil  un  bulto  negro. 

IV 

LA  VUBTiTA 

Borróse  el  cuadro;  mas  vivo 
Ha  quedado  en  mi  memoria 
Con  su  sencillez  sublime. 
Con  su  dolorida  pompa, 

Y  cuando  vuelvo  al  pasado 
La  mirada  entre  las  sombras, 
Se  me  aparece  sentida, 
Indecisa,  vagarosa. 
Aquella  escena  en  mi  vida, 
Inesperada  y  exótiq^. 

ICaiao  a6  de  1894. 


378  GUBRRA  DB  REFORMA. 


PÁRRAFO  AL  BILO 

O  $€A  Romsnee  3Sbho$o. 

En  un  pueblecito  corto 
Del  corazón  de  la  sierra, 

Y  situado  en  un  barranco 
Que  le  hace  como  talega, 
Donde  se  ve  desde  lejos 
El  remate  de  la  iglesia, 
Con  un  ojo  de  la  torre 

Como  expiando  á  flor  de  tierra; 
Donde  se  ven  esparcidas 
Cual  colgadas  de  las  peñas 
Las  chocitas  de  zacate 
Entre  milpas  y  entre  yerbas; 
Donde  andar  no  se  conoce, 
Porque  6  se  brinca  6  se  trepa; 
Donde  el  nopal  malmodiento 

Y  el  cardo  cara  de  suegra. 
Apartado  de  las  flores, 
Escuchan  con  extrañeza 

La  agua  que  canta  en  el  fondo 
Entre  amontonadas  piedras, 
Cortejada  de  las  aves 

Y  alegrando  la  arboleda,  • 

Y  el  platanar  de  anchas  hojas 
Que  en  alto  se  revolean; 
Allí  un  grupo  reaccionario 
Con  precauciones  se  alberga. 
Con  un  mexicano  indino 

Y  el  vicario  de  otra  sierra, 
Bebedor  desaforado. 
Sanguinario  como  fiera, 
Cristiano  como  un  demonio 


GX7BRRA  DB  RBFORMA..  Tff 


Y  enamorado  de  cuenta. 

Y  la  guerrilla  maldita 
De  la  religión  defensa, 
Del  Pueblito  se  dispara 
Quema,  roba,  mata,  asuela, 

Y  en  la  chinaca  hace  estragos 
Sin  que  nadie  la  contenga. 
Mas  lo  sabe  el  indio  Juárez 

Y  á  un  chinaco  de  cajeta 
Brioso,  amiésgado,  valiente, 

Y  de  crianza  muy  pareja. 
Para  el  pobre  que  le  adora 

Y  ensalza  sus  buenas  prendas, 
A  ese  chinaco  destina 

Para  que  les  dé  una  pela 
A  los  mochos  ponzoñosos 
Que  ya  reventaban  la  hebra. 

Y  apenas  lo  sabe  el  pueblo. 

El  pueblo  lo  sabe  apenas 

Cuando  hay  un  run  run  que  gruñe 

Y  á  los  mochos  alebresta- 

Y  aquellas  fueron  crueldades 

Y  ejecuciones  sangrientas 

Entre  los  que  simpatizan 
Con  la  chinaca  guerrera, 

Se  distingue  por  su  arrojo 
Una  preciosa  ranchera, 
Blanca,  rubia,  colorada. 

Fortachona,  audaz  y  fresca 

Su  padre  con  Degollado 
Se  la  luce  por  Morelia, 

Y  ella  como  cualquier  hombre 
Cuidando  la  casa  queda, 

Con  la  honra  como  un  espejo 

Y  para  el  trabajo  mesira. 
Era  Mariquita  el  oro 

Y  eran  sus  acciones  perlas; 
Mas  se  acerca  la  chinaca, 

Y  el  charrito  la  gobierna. 
Dedo  chiquito  de  Juárez, 
Co"^.  o  dijo  mi  contesta; 
Marica  era  libérala 

Desde  el  zapato  á  la  trenza, 

Y  al  ver  venir  á  los  suyos 

Y  que  la  barranca  cercan, 


aSO"^ '  GUAftRA  DE  RBPORXA. 


Les  da  avisos  oficiosa. 
Los  víveres  les  agencia, 
Les  procura  mil  auxilios 

Y  les  evita  sorpresas; 
Pero  el  barranco  era  fuerte 

Y  sus  entradas  troneras 
Que  tragaban  á  la  gente 
Matándola  sin  defensa; 
Se  repetían  los  choques, 
El  chatrito  se  impacienta 

Y  Mariquita  se  torna 
De  la  chiruua  la  reina. 
Por  fin  se  ordena  el  asalto, 
Truena  el  viento,  hórridos  ruedan 
A  los  abismos  peñascos 
Saltando  y  rompiendo  breñas, 

Y  á  Marica  entre  las  balas 
Se  percibe  que  ligera 

Por  aquí,  socorre  heridos, 
Por  allá,  caidos  alienta; 
Por  fin  la  chinaca  triunfa 
Tras  la  horrorosa  refriega, 

Y  á  las  banderas  saludan 
Los  repiques  de  la  iglesia, 
Al  redoblar  de  las  diahas 

Y  al  gritar  de  las  trompetas; 
Pero  al  volver  á  su  casa 
Marica  asustada  encuentra 
Mal  herido  y  moribundo, 
Medio  oculto  tras  la  puerta, 
A  un  mocho  que  de  los  suyos 
^a  espada  predilecta, 
Contra  quien  el  charro  ha  dado 
De  fusilarlo  sentencia, 

A  quien  el  Rayo  nombraban 
Por  su  empuje  y  su  fiereza. 

II. 

Era  el  joven  tan  hermoso, 
Estaba  tan  mal  herido, 
Que  desgarraban  el  alma 
Sus  penetrantes  quejidos. 
Como  de  marfil  el  rostro, 
Loe  grandes  ojos  hundidos,' 


GUBKRA  DS  RBFORMA.  28T- 

Secos  los  delgados  labios, 
Bl  cuello  blanco,  abatido; 
Ella,  primero  iracunda, 
Quiso  lanzarlo  del  sitio 
Por  mocho  recalcitrante 

Y  por  mortal  enemigo: 
«¿Pero  entregarlo  á  la  muerte 
«Pidiendo  á  mi  casa  asilo? 
tf¿Venderlo.como  canalla 

«A  él,  moribundo  y  vencido? 
«¿Y  mi  soledad  notoria? 

«¿Y  mi  padre  y  sus  amigos ?» 

El  hombre  en  tanto  exhalaba 
Casi  el  postrimer  suspiro, 
Tirado  contra  la  tierra, 
Desangrándose  y  perdido. 
Lo  contempla  la  doncella, 

Y  dócil  cediendo  á  un  ímpetu 
De  su  carácter  ardiente, 

De  su  corazón  divino, 
Dice: — Tope  en  lo  que  tope, 
Yo  te  amparo  y  yo  te  auxilio. — 
Hábil  venda  sus  heridas, 
Le  forma  lecho  mullido. 
Limpia  el  polvo  de  su  frente, 
Refresca  el  labio  marchito 

Y  se  toma  madre  tierna 
Por  el  cuidado  y  el  mimo. 
En  la  noche  pavorosa 
Ella  vela  de  contíno, 

Le  da  del  agua  más  pura, 
Le  ciñe  el  lienzo  más  fino, 

Y  pendiente  de  su  aliento 

Y  dulce  á  cada  quejido, 
Hace  cabezal  su  brazo 
De  su  doliente  enemigo. 
Por  fin  á  tantos  cuidados 
El  campo  dejó  el  martirio, 

Y  lentamente  recobra  ^ 
El  enfermo  los  sentidos; 
Ella  afanosa  le  cura 
Compasiva  por  instinto, 
Pero  luego  siente  en  su  alma 
Como  luz  de  placer  vivo, 
Cual  penetran  por  uaárbol 

RoacANOts.— 36. 


aSs  •  GUBRRA  DB  RBFORXA. 


Del  sol  naciente  los  visos, 

Y  se  filtran  en  sus  hojas 
Cual  de  oro  brillantes  hilos, 
O  como  despierta  un  ave 
Que  dormida  lanzó  trinos 

Y  á  darse  cuenta  no  acietta 
Del  melódico  sonido. 

La  niña  se  enamoraba 
De  sus  propios  sacrificios 

Y  le  miraba  extasiada 
Cuando  quedaba  dormido, 
Como  se  mira  un  lucero 
Dentro  de  un  lago  tranquilo; 
Pero  ni  acción,  ni  mirada, 
Ni  palabra,  ni  suspiro, 
Revelaban  que  adoraba 

Al  joven  basta  el  delirio. 

Y  él  al  recibir  la  lluvia 
De  sus  cuidados  solícitos 
La  contemplaba  tan  tierno, 
Tan  reverente  y  sumiso, 
Que  cualesquiera  dudara 
Si  era  presa  de  un  hechizo, 

Y  la  pasión  le  embargaba 
O  amaba  reconocido; 
Porque  mejor  parecía 

De  Maruca  el  rorro,  el  niño, 
La  ciervecilla  inocente. 
El  humilde  corderillo; 
El  que  en  los  lances  de  guerra 
Era  rayo  y  torbellino. 
En  tanto  se  le  buscaba 
Con  un  enconoso  ahinco, 
Con  orden  que  do  le  hallaren 
Le  aplicaran  cinco  tiros. 
Maruca  casi  demente 
Con  tan  horrible  suplicio, 
Le  oculta,  se  excusa,  miente, 
Cercada  de  los  esbirros, 
Hasta  que  al  cabo,  resuelta. 
Llorando  y  fuera  de  juicio. 
Corrió  piedad  implorando 
A  las  plantas  del  charriio, 

Y  así  le  habló  balbuciente 
Entre  llantos  y  gemidos: 


GüBRKA  DS  BRFORMA.  283 


III. 

«Vengo  á  pedirte  perdón, 
«Yo  débil,  yo  delincuente, 
«Llena  de  sombras  mi  firente, 
«Desgarrado  el  corazón, 
«Pero  no  es  la  vil  traición 
«La  que  me  hace  aparecer 
«Dando  mi  brazo  á  torcer, 
«Porque  era  el  brazo  muy  fuerte, 
«Fué  mi  sino,  fué  la  suerte, 
«Fué  que  al  cabo  soy  mujer. 
«En  mi  casa  hallé  escondido, 
«Cuando  nuestra  lucha  brava, 
«A  un  mocho  que  se  quejaba 
«Moribundo  y  mal  herido. 
«Lanzar  quise  al  atrevido 
«Que  mi  morada  escogió 

«Como  asilo me  cegó 

«La  rabia,  quise  matarlo, 
«Mas  villana  delatarlo 

«O  entregártelo ¡Eso  no! 

«Le  curé,  le  socorrí 
«Diligente  y  empeñosa, 
«Y  atendiéndole  piadosa 
«Como  grande  me  sentf. 
«£n  mi  afán  desconocí 
«Los  rencores  de  partido, 
«Y  uü  poder  desconocido 
«Le  decía  á  mi  conciencia 
«Que  yo  era  la  Providencia 
«Del  desamparado  herido. 
«Aliviaba  su  tormento 
«Con  delicadeza  suma, 
«Como  con  dedos  de  pluma 
«Y  de  azucena  el  aliento. 
«Y  cuando  por  un  momento 
«Los  lindos  ojos  abría, 
«Yo  dentro  de  mí  sentía 
«Satisfecha,  embelesada, 
«Como  un  aura  embalsamada, 
«Como  luz  de  claro  día. 
«Redoblaba  mi  asistencia 
«Cual  si  dentro  de  su  herida 
«Sangrara  mi  propia  vida. 


2^4  GTm&RA  DB  ftAFOXltA. 

«Mía  siendo  su  dolencia. 
ff£l  volvía  á  la  existencia, 
«Y  cuando  fiel  le  curaba 
cMe  miraba,  me  miraba 
«Con  un  respetuoso  anhelo, 
«Abriendo  á  mi  vista  un  cielo 
«Por  el  bien  que  le  otorgaba. 
«Aliviaba  sus  dolores 
«Con  un  diligente  empeño, 
«Celosa  cuidé  sus  sueños; 
«Mas  para  tantos  favores 
«Ni  una  palabra  de  amores, 
«Ni  un  suspiro,  ni  un  desliz; 
«De  santidad  el  matiz 
«Quitó  el  puesto  á  cada  cual, 
«Yo  fui  el  amor  maternal 
«Y  él  el  herido  infeliz. 
«Mas  le  asedian,  le  peisiguen, 
«Y  si  acaso  le  sorprenden, 
«O  si  mi  secreto  venden, 
«Darle  la  muerte  consiguen, 
«i Por  Dios!  que  los  que  le  siguen 
«Tengan  tu  orden  de  piedad; 
«¡Piedad,  buen  señor,  piedad! 
«Aunque  á  tus  plantas  me  muera, 
«Ha¿me  á  mí  tu  prisionera 
«Y  dale  la  libertad. 
«Recuerda  la  buena  esposa 
«Que  te  espera  con  sus  besos, 
«A  tus  muchachos  traviesos, 
«A  tu  madre  cariñosa, 
«A  tu  comarca  gozosa, 
«A  tus  perros  saltadores, 
«Y  entre  los  arcos  de  flores 
«Distingue  en  tus  alegrías 
«A  las  bendiciones  mías 
«Proclamando  tus  favores.)» 

— Muchacha,  dijo  el  charriio 
Su  emoción  disimulando: 
Mira  que  soy  perro  viejo, 

Y  por  viejo  sabe  el  diablo; 
Tú  estás  muy  enamorada 

Y  te  envidio  y  te  lo  alabo. 
Es  cierto  que  ese  belitre» 
Bse  Miguáv  «ae  Títfy^ 


GÜSftRA  DB  RBBOKMA.  26$ 


Merece  que  lo  aftísüen. 
Cual  vela  de  cera  un  santo; 
Pero  es  cierto,  Mariquita, 
Que  conmigo  te  has  portado 
Como  se  porta  la  gente. 
Como  cien  mil  de  á  caballo. 
Anda  á  hacer  lo  que  te  digo: 
Que  venga  acá  ese  muchacho, 
Veremos  lo  que  Dios  dice, 
Bien  dispuesto  y  bien  tramao, 
Viene  bajo  mi  palabra 

Y  está  como  con  candado. 

IV. 

Brente  á  frente  del  charríto 
Bstá  la  pareja  linda, 
Kl,  doliente  pero  erguido, 
Blla  vivaz  é  indecisa 
Dirigiendo  á  todos  lados 
Bscudrifíadora  vista. 
Bl  charro^  grave  y  sereno, 
Con  socarrona  sonrisa, 
El  sombrero  levantado. 
Arrellanado  en  su  silla, 
I^abanda  caída  al  desgaire, 
Medio  abierta  la  camisa 

Y  sobre  la  piel  la  Virgen 
De  Guadalupe  se  mira; 
Encarándose  al  muchacho, 
Tíiyfít  con  palabra  digna: 
—«Mucho  pudiera  decirte 
«Si  me  aconsejara  la  ira, 
«Mas  tú  mirarás  tus  manos 
«Con  nuestra  sangre  teñidas 
«Y  mirarás  tu  conciencia 
«Como  con  manchas  de  tinta. 
«Pero  recordar  rencores 
«Empañan  al  alma  limpia, 
«Y  los  liberales  puros 

«No  hacen  aicianes  mezquinas; 
«Estás  libre  como  el  viento, 
«Vuelve  á  la  lucha,  porfía, 
«Y  la  libertad  que  otorgo 
«A  nada,  Miguel,  te  obliga, 


2S6  GUBRRA  DB  REFORMA. 


«Lo  poco  que  el  perdón  vale 
«Se  lo  debes  á  esta  chica, 
«Como  yo  de  libérala 
«Y  como  un  cielo  de  linda. 
«Ven,  chico,  ampara  á  tu  madre, 
«Y  ella  á  mi  par  te  bendiga. 
¿Estás  contenta,  muchacha? 
¿Me  he  portado  bien,  Marica? 
Casi  llorando  el  muchacho 
Dijo  con  voz  conmovida: 
—«Yo  no  me  voy,  me  quedo 
«De  soldado  en  vuestras  filas 
«Para  como  hijo  servirle 
«Y  dar  por  usted  la  vida; 
«Porque  al  cabo  se  la  debo 
«Por  grandeza  y  en  justicia.* 

— «Quédate,  y  para  que  mires 
«Que  nadie  me  supedita, 
«Req>óndeme  formalote 
«Porque  hablamos  chiva  á  chiva: 
«Quieres  mucho  á  la  muchacha? 
— Es  el  alma  de  mi  vida. 
Sangre  de  mi  alma,  mi  diosa, 
Aroma,  luz  y  delicia. 

— Y  tú  ¿qué  dices,  Maruca? 
— ^Yo charrito^  ni  se  diga. — 

Y  al  decirlo  era  tan  bella, 

Y  al  decirlo  su  faz  brilla 
Con  divinos  resplandores 
Que  encantan  y  maravillan. 

— Pues  bien,  los  caso,  muchachos, 

Y  serán  de  mi  familia 

Y  punto,  porque  el  romance 
Si  más  se  alarga,  se  enfría. 


Agosto  13  de  1893. 


OUSKSA  OS  RBFOSMA.  387 


miGoeL  rniKAmon  y  lgadokc  yallc. 

DOS  CAMARADAS. 


Franco,  listo,  enamorado, 
Asombro  de  los  valientes, 
Servicial  con  los  amigos, 
Buen  soldado,  buen  ginete; 
Bn  la  ciudad,  caballero 

Y  calavera  decente; 
En  el  campo  de  batalla 
Siempre  confiado  y  alegre; 
Del  conservador  partido 

La  adarga  y  el  brazo  fuerte 

Aunque  en  su  interior  burlaba 
A  la  legión  del  bonete, 
Que  hace  política  infame 
Entre  el  cirial  y  el  acetre! 
Miguel  Miramón,  en  suma. 
De  quien  trazo  el  perfil  breve, 
£¡jerce  el  mando  augusto 
Como  electo  Presidente; 
Después  que  plagió  á  Zuloaga 

Y  que  lo  hizo  su  juguete, 
Con  espanto  de  los  beatos 

Y  gorja  de  los  cuarteles! 
Estaba  en  su  regia  estancia 
Solitario,  en  su  bufete, 
Pensando  en  el  manifiesto 
Que  á  la  prensa  se  dio  breve; 
Doquier  provocando  dudas 

Y  lastimando  intereses, 


288  GÜBRKA  DB  RBFOKICA 


Del  implacable  partido 

Que  hace  del  rencor  sus  leyes; 

Su  airoso  busto  retrata 

El  espejo  que  está  al  frente, 

Brindando  ocasión  propicia 

Al  cincel  y  á  los  pinceles. 


Morena  tez,  alta  frente, 
Liso  y  alzado  cabello, 
Dócil  cual  copo  de  espuma. 
Como  el  azabache,  negro, 
Sus  ojos  reverberaban 
En  la  ira,  como  un  incendio, 
E  irradiaban  festejosos 
Cuando  expresaban  contento; 
Carnes  enjutas,  armadas 
Sobre  tendones  de  acero; 
Altivo  su  continente. 
De  rápidos  movimientos, 
Gran  corazón,  alma  grande 

Y  grandísimos  defectos 

Así  á  Miramón  miraba 
Piel  su  magnífico  espejo, 

Y  al  que  di  de  comedido, 

Oficioso  complemento 

Oye  de  pronto,  á  su  espalda. 
Mover  resorte  secreto, 

Y  se  abre  excusada  puerta. 
Presentándose  al  momento, 
A  su  frente,  Leandro  Valle, 
Su  hermano,  su  compañero, 
Su  Pílades  en  la  vida 

Y  su  otro  yo  en  el  colegio; 
Mas  ésta  vez,  con  reserva 
Espera  saber  su  objeto, 
Pues  supo  que  estaba  oculto 

^  Ese  enemigo  del  clero, 
'  Y  conoce  sus  creencias 
De  Reforma  y  de  Progreso, 

Y  que  las  defiende  ardiente, 

Sin  odio pero  sin  miedo. 

Después  de  una  grave  pausa 

Y  de  aterrador  silencio, 


GUERRA  DB  REFORMA^  «89 


Habla  Leandro: — Miguel  dice, 
Alzándose  del  asiento, 
Y  Valle  la  voz  sacando 
De  su  conmovido  pecho, 
Así  le  dijo  á  su  hermano, 
Con  calma,  pero  resuelto: 


— vMiguel,  miro  que  es  villano 
«Robar  al  poder  su  sombra, 
«Para  herirle  por  la  espalda 
«Con  alevosas  maniobras. 
«Miguel,  pequeño  me  siento 
«Cuando  tu  clemencia  me  honra, 
«Y  yo,  sin  querer,  soy  centro 
«De  cabalas  engañosas 
«Que  doquier  te  tienden  redes, 
«O  cobardes  ó  traidoras. 
«Hermano,  me  siento  indigno 
«De  tener  mi  espada  ociosa, 
«Cuando  en  los  campos  se  lucha 
«Por  Libertad  y  Reforma. 
«Y  como  jefe  me  esperan 
«Esclarecidos  patriotas 
«Que  tienen  mis  propias  creencias 
«Y  al  retroceso  destrozan. 
«Y  como  te  di  palabra 
«De  hablarte  la  verdad  toda, 
«He  dejado  mi  escondite: 
«Vengo,  no  sin  gran  congoja, 
«A  decirte  que  al  gran  Juárez 
«Voy  á  ofrecer  mi  persona.» 
— «¡Calla!  Miramón  le  grita, 
«Que  mi  paciencia  se  agota; 
«Mal  soldado,  mal  amigo, 
«Belitre,  insensato,  apóstata; 
«Ve  á  fusilar  tu  casaca 
«Con  la  infame  demagogia. 
«Vete  y  engruesa  la  chusma, 
«A  hundir  en  fango  las  glorías, 
«Porque  me  estoy  conteniendo, 
«Porque  me  embriaga  la  cólera 
«Y  te  estoy  viendo  pequeño, 
«Y  quisiera  que  fuera  otra 


RoacAircsa.^37* 


99^  GtTHRRA  D:^  reforma 


«Mi  posición,  para  darte 
«Una  lección  espantosa.» 
Leandro  Valle  le  vio  fijo, 
Con  firmeza  y  sin  zozobra, 
Y  entre  aquellos  dos  valientes 
Cruzó  el  aura  temerosa, 
Como  trascendiendo  á  sangre 
La  ira  impotente  y  diabólica. 
Valle  se  caló  el  sombrero, 
Volvió  la  espalda,  y  la  alfombra 
Marcó  la  marcha  pausada 
Con  que  la  estancia  abandona. 


Pero  apenas  da  unos  pasos 
Valle,  fuera  de  la  estancia, 
Cuando  Miramón  le  grita 
Con  la  voz  entrecortada: 
—«Leandro,  recoge  esa  llave, 
«£s  llave  de  mi  petaca; 
«Toma  dinero,  que  quedan 
•Tus  padres  en  la  desgracia. 
«Coge  una  de  mis  pistolas, 
«Las  que  tienen  en  la  cacha 
«Las  águilas  sobrepuestas, 
«En  medio  la  concha  nácar, 
«Y  manda  por  mi  mojino^ 
«Que  era  el  que  siempre  montabas, 
«Y  pide  á  Dios  qiie  no  te  halle 

«En  el  campo  de  batalla » 

Valle  recogió  la  llave 

Y  sin  proferir  palabra 

Sintió  correr  de  sus  ojos 

Sin  contenerse,  las  lágrimas 


Diciembre,  19  de  1891. 


GimRRA  DB  RKPORlfA.  29I 


YienCO  DG  RGFORmA. 

GRAO  KomAQ^e 

'DDUXIKO  FIQO  90mO  $1  JUCHA  ^AmBRAT' 

I 

PABA  T£MPLAB  LAS  CLAVIJAS. 

Es  bravo  un  toro  salvaje 

Y  un  tiguere  si  está  hambriento, 

Y  hasta  un  gusano  és  valiente 
Cuando  le  tocan  al  cuero; 

Pero  el  hombre  no  es  un  monstruo 
Matando  á  diestro  y  siniestro, 
Ni  sacando  la  cuchilla 
Porque  vi6  en  el  aire  un  pelo; 
Es  valiente  el  que  defiende 
La  justicia  á  cualquier  riesgo; 
Valiente  cuando  reprime 
Firme  sus  instintos  fieros, 
Para  acatar  lo  que  mandan 
La  razón  y  el  buen  derecho. 

Y  es  valiente  el  que  por  su  honra. 
Dejando  á  un  lado  el  provecho, 
Sabe  conquistar  la  nota 

De  honrado  y  de  caballero. 
Aunque yi(yí>  es  muy  lindo, 
A  mi  no  me  arruga  el  miedo, 

Y  x^adie  cuando  se  ofrece 
Logra  atorarme  el  resuello; 

Y  así  verán  los  dos  gallos 
De  que  se  ocupa  mi  cuento. 

i  Chiten!  que  á  un  gallo  se  escucha; 
Punto  en  boca  y  estad  quietos: 


J9^  GtptftRA  DB  ftBPOSMA* 


II 
FBENTS  A  rBXNTB. 

£1  dedo  sobre  los  labios 
Tiene  puesta  mi  memotia, 

Y  no  quiere  revelarme 

£1  pueblo  en  que  la  famosa 
£scena  que  voy  narrando 
Presenció  imparcial  la  Historia; 
Pero  entre  sombras  percibo 
Que  entre  Cotija  y  Zamora, 
£n  ese  £stado  en  que  irradian 
Recuerdos  de  honor  y  gloria, 

Y  en  competencia  iluminan 
Sus  hazañas  de  patriotas 
Los  dones  de  la  Natura 

Y  las  virtudes  heroicas; 
Fué  Michoacán  ese  entonces 
£1  titán  de  la  Reforma, 

Y  entre  sus  fértiles  campos, 
£n  sus  montes,  en  sus  lomas, 
Se  cultivaron  con  sangre 

De  sus  lauros  la  corona. 
Persiguiendo  y  perseguidos, 
£ntre  triunfos  y  derrotas, 
Los  bandos  de  los  serviles 

Y  la  Chinaca  entradora, 

Se  acechan,  huyen,  se  embisten, 

Y  con  instancia  rabiosa 
Toman  los  pueblos  desierto. 
Vuelven  cenizas  las  chozas, 

Y  hambre,  llantos  y  desdichas 
£ntre  mil  horrores  brotan. 
De  repente,  extraño  aspecto 
Los  de  Degollado  toman: 

£1  enemigo  está  al  frente, 
Los  clarines  lo  pregonan, 
Flamean  los  estandartes, 
La  tropa  lista  se  forma. 
Las  bocas  de  los  cañones 
Reluciendo  el  cuello,  asoman, 

Y  entre  vivas  entusiastas 
La  música  alegre  toca 

La  marcha  de  los  Cangrejos, 
Arriesgada  y  retozona. 


GüBKltA  DB  KBYOltMA.  f9S 

III 

LOS  CAMPOS  EKR]aGO& 

Era  el  pueblo  numeroso 
Del  que  dije  olvidé  el  nombre, 
Con  su  iglesia  pretenciosa  • 
De  alta  y  de  delgada  torre. 
Jacales  en  las  orillas, 
Casas  de  piedra  ó  de  adobe, 

Y  bajo  un  grupo  de  fresnos, 
Riachuelo  que  manso  corre, 
Refrigerando  á  las  bestias, 
Dando  contento  á  los  hombres. 

Y  ese  pueblo  en  los  momentos 
En  que  hablo,  no  se  conoce, 
Porque  era  una  fortaleza 

Con  soldados  y  cañones, 
Por  donde  quiera  fusiles. 

Y  tropeles  y  redobles. 

Con  hembras  y  con  soldados 
En  tomo  de  los  fogones; 

Y  en  una  casa  espaciosa 
De  amplísimos  corredores. 
Está  el  General  en  Jefe 

Listo,  incansable,  dando  órdenes 
A  sumisos  subalternos, 
Que  las  acatan  veloces, 
Soberbios  de  estar  al  mando 
Del  caudillo,  que  aunque  joven 
Es  orgullo  y  esperanza 
Del  clero  y  ricos  y  nobles 
Que  El  Macabeo  le  llnman 
Propagando  su  renombre. 

Y  en  verdad,  porque  dejando 
A  un  lado  sus  opiniones, 

Se  trata  de  un  tipo  hermoso 
En  quien  todos  reconocen 
Sano  el  corazón,  valiente 

Y  de  esclarecidas  dotes. 

IV 

MIQUSL  UntAXOH. 

Delgado,  expedito,  erguido. 
Como  de  ébano  el  cabello, 
\jk  ¿ente  proporcionada, 


294  GüBRRA  DB  RBPORMA. 


Roma  nariz,  ojos  negros 
En  que  cruzaban  ardientes 
Los  relámpagos  del  genio; 
En  la  guerra  temerario, 
Entre  las  balas  y  el  fuego 
Impasible,  sosegado, 
Si  no  contento  y  chancero; 
En  lo  íntimo  y  entre  amigos, 
De  la  confianza  en  el  seno, 
fíra  el  colegial  festivo, 
Era  el  muchacho  travieso, 
Franco,  liberal  sin  sombra 
De  rencores  ni  de  celos. 

Y  éste  mandaba  aquel  trozo 
De  disciplinado  ejército. 
Que  iba  en  pos  de  Degollado 
Sin  descansar  un  momento. 
Hasta  aniquilar  sus  fuerzas 
Encarnizado  y  resuelto. 

Y  se  hallaba  frente  á  frente 
De  su  fuerte  campamento 
En  que  estaba  la  Chinaca^ 
Con  su  grita  y  desperjenios^ 
Pero  en  que  mandaban  tropa» 
Caudillos  de  excelso  mérito. 
Al  tronar  estaba  el  bronce. 
Aceptado  estaba  el  reto, 

E  iba  á  ser  la  aurora  bella 
Señal  del  choque  sangriento. 

V 

DCGOLLADO. 

— ¿Decid  quién  es  el  belitre 
Que  no  admire  á  Degollado 
Por  constante,  por  valiente. 
Por  ser  la  virtud  andando, 

Y  porque  era  Don  Santitos 
Como  esos  sublimes  astros, 
A  la  simple  vista  estrellas, 
Mas  si  se  penetra  en  lo  alto. 
Son  soles  resplandecientes 
De  luz  y  grandeza  pasmo. 
Del  combate  los  aprestos 
Dispuso  prolijo  y  cauto, 


GUSRRA  DB  RBFORMA.  ^95 

Y  cuando  quedó  en  su  choza 
En  silencio  y  solitario, 
Siguió  como  era  su  tema, 
En  su  interior  lamentando 
De  aquella  porfiada  lucha 
En  los  horribles  estragos, 
En  que  saliendo  de  madre 
Instintos  desesperados» 
Daban  aspecto  salvaje 

A  la  contienda  de  hermanos,    . 
Incendiadas  sementeras» 
Saqueos,  asesinatos, 
Violaciones  de  mujeres. 
Inmolaciones  de  párvtdos, 
Ultrajes  á  los  heridos, 

Y  como  en  tiempos  pasados. 
Remedos  de  las  violencias 
De  moros  y  de  cristianos. 

Y  tanto  se  oprimió  el  pecho 
De  este  adalid,  de  este  santo, 
Que  tomando  un  capotillo 

Y  un  fieltro  despachurrado, 
Cauto,  sin  decir  palabra, 
Sin  aviso  ni  aparato. 
Escurriéndose  en  las  sombras 
Fué  enderezando  sus  pasos 
Donde  Miramón  estaba 
Heno  de  pompa  y  boato. 

VI 

LA  SKTBXVIBTA. 

Bn  una  sala  contigua 
A  la  dd  joven  caudillo  ' 
Que  la  religión  y  fueros 
Creyó  proclamar  invicto. 
Se  notaba  gran  barullo, 
Se  notaba  gran^ullicio 
De  correos,  de  oficiales, 

Y  arrieros  comedidos, 

Que  en  vísperas  de  un  combate 
Brotan  de  entre  los  ladrillos; 

Y  entre  algunos  que  esperaban 
Se  notó,  medio  dormido. 

Un  cuitado  concurrente» 


296  GUERRA  DB  RBPORMA. 

Especie  de  monaguillo, 

Con  su  capote  sotana, 

Con  un  fieltro  indefinido, 

Una  Madre  Celestina, 

Una  rata  muerta,  un  bicho 

Que  á  Miramón  le  llevaba 

Un  asunto  importantísimo; 

Al  General  anunciaron 

La  aparición  del  vestiglo. 

— :Que  entre. — Y  hallándose  sólo, 

Con  el  Jefe  y  sin  testigos 

Se  despojó  del  capote 

Y  firme,  resuelto,  digno, 
Mirando  frente  por  frente, 
— Soy  Degollado.-  -le  dijo, — 

Y  quiero  que  departamos 
Como  leales  enemigos. 
Sorpresa,  respeto,  asombro, 
Embargaron  repentino 

A  Miramón;  mas  repuesto 
Le  replicó  comedido, 
—Tomad  asiento;  ya  escucho: 
-  -Pues,  General,  he  venido 
En  nombre  del  buen  derecho 

Y  de  los  santos  principios 
Que  la  humanidad  reclama 

Y  se  ven  como  divinos. 

Lo  que  pasa  en  nuestras  luchas 
Es  brutal,  horrible,  indigno. 
Se  ultraja  á  los  prisioneros. 
Se  atormenta  á  los  heridos. 
Se  asesina  á  las  mujeres, 
Los  ancianos  y  los  niños, 
Se  confisca  al  inocente 
Que  nosotros  invadimos, 

Y  en  nombre  de  la  Reforma, 
De  la  Iglesia,  de  Dios  mismo. 
Se  miran  iniquidades 

Que  hacen  el  nombre  maldito 
De  México,  nuestra  patria 

Y  donde  los  dos  nacimos. — 
Primero  escuchó  curioso 
Miguel,  después  reflexivo. 
Luego,  con  marcadas  muestras 
De  que  estaba  convencido, 


GÜBRRA  DS  RlSPOItMA.  997 


Y  oyendo  al  último  á  Santos 
Con  ternura,  con  cariño, 
Cual  si  escuchara  de  un  padre 
Los  preceptos  el  buen  hijo, 

— Señor,  os  doy  mi  palabra 
Que  por  mí  serán  cumplidos 
Los  decretos  que  requieren 
De  cuanto  sabio  habéis  dicho. 
Mas  si  no  fuere  posible 
Poner  rienda  al  torbellino, 
No  echaré  vuestras  palabras 
Bn  el  pozo  del  olvido. 
— Me  marcho;  la  buena  causa 
Protejan  Dios  y  el  destino. 
— Esperad. 

El  Jefe  entonces 
Tomó  su  espada  y  su  abrigo. 
— ^¿Do  vais? 

—A  servir  de  escolta 
Al  liberal  distinguido, 
A  quien  tengo  como  una  honra 
Considerarlo  y  servirlo. 

Y  salieron  de  la  estancia 
Como  dos  buenos  amigos 
Hasta  que  tocó  D.  Santos 
De  los  suyos  el  recinto. 

Y  al  borrarse  en  las  tinieblas 
Los  bultos  de  los  caudillos, 
Cada  cual  iba  diciendo 
Recorriendo  su  camino: 

— Ese  D.  Santos  es  héroe, 
Yo  le  venero  y  le  admiro, 
—Este  Miramón  sin  duda 
Es  caballero  cumplido; 
Es  un  dolor  que  milite 
En  partido  tan  inicuo. 


Mayo  6  de  1894. 


BOMAircna>— 38. 


2^  GITBRRA  DE  REFORMA. 


7IGnC0  De  HSBOHinA. 


! 
DIGAO  LO  QUe  DIJGKGO. 

HABLA  JUA&EZ. 


— ííEn  ti  fío,  Feliciano, 
Junta  tu  chinaca  brava, 
Tú  mandarás  en  Ajusco 

Y  sus  extensas  comarcas, 
En  las  intrincadas  sierras 

Y  en  los  llanos  de  Milpa  Alta. 
Inquieta  á  los  enemigos, 
Haz  que  no  te  den  palmada, 

Y  ten,  cual  siempre  has  tenido. 
Fuerte  el  brazo  y  buena  el  alma.' 

Y  el  que  escuchaba  esta  arenga, 
Sin  soltar  una  palabra, 
Tomó  las  manos  de  Juárez 
Con  sus  dos  gruesas  manazas, 

Y  las  estrechó  en  su  pecho, 
Resplandeciendo  en  su  cara 
El  ardiente  patriotismo, 
La  fe  en  Juárez  y  su  causa. 

11. 

Y  érase  ese  Feliciano 
En  su  aspecto  casi  un  tronco, 
Ancha  y  refomida  espalda. 
Frente  angosta,  cuello  corto» 


GUBRRA  DE  REPORMA.  2^9 

Grueso  y  carnudo  semblante, 
Nariz  chata»  alegres  ojos, 
Como  acechando  escondidos 

Y  curiosos  aquel  rostro. 
La  chaparrera  de  chivo, 
Colgado  el  sarape  al  hombro, 
En  el  cinto  luenga  espada, 

Y  ni  divisas  ni  adornos. 

Y  así  quedó  Feliciano 

De  la  entrevista  orgulloso, 
Al  partir  á  la  frontera 
Juárez,  con  firme  propósito 
De  salvar  la  Independencia 
Con  sus  esfuerzos  gloriosos, 
Dando  su  fe  ser  al  pueblo 

Y  haciendo  vulgar  lo  heroico. 

III 

«CHAVOTA.» 

En  ese  vergel  de  ingenios 
Rico  en  recuerdos  de  gloria 
Que  guarda  en  sus  alhajeros 
Las  ciencias  y  la  oratoria, 
En  el  que  erigió  un  templo 
A  Echeverría  patriota; 
En  ese  que  dejó  amante 
Rodríguez  Puebla  memorias; 
En  ese  que  arrasó  el  tiempo 
Con  sus  alas  destructoras 

Y  hoy  vive  sólo  entre  el  polvo 
De  las  olvidadas  crónicas; 

Un  tiempo  fué  el  gran  colegio 

De  San  Gregorio,  y  sus  glorias 

Pregonaban  de  la  fama 

Las  vibraciones  sonoras.  ^ 

Entre  los  dignos  alumnos 

Que  siempre  le  dieron  honra 

Y  eran  chicos  juguetones, 
O  fungían  de  personas 

Se  distinguió  el  «Nigromante,» 
Lozano,  Iglesias,  Acosta, 
Fernández.  Romero  Rubio, 
Flores  Saavedra,  Mendoza, 


JOO  GtmitR A  DB  RSFOKM A . 


Eminencias  que  al  Gobierno 
Dieron  luz  y  acierto  doctas, 

Y  entre  la  turba  traviesa 
Del  orden  subvertidora 
Se  hallaban  Riva  Palacio, 
De  su  talento  en  la  aurora; 
Joaquín  Alcalde,  el  que  hablando 
Baila  y  truena  cuando  acciona; 

.  Y  cómplice  de  aventuras, 

Y  apoyo  en  las  intentonas   . 
De  refinadas  trifulcas 

Y  de  arriesgadas  maromas. 
Era  el  indio  Feliciano, 

A  quien  llamaban  Chaveta^ 
Porque  el  gordo  Chavarría 
Era  un  poste  y  una  bola, 
Un  montón  de  duras /^//oj 
Mal  conformadas  y  toscas; 
Pero  era  este  compañero 
Ágil  como  una  gaviota, 
Correoso  cual  giita  perca 

Y  firme  como  una  roca; 
Daba  al  diablo  los  latines, 
Los  idiomas  y  la  lógica; 

Pero  era  asombro  en  la  esgrima, 
En  la  gimnasia  riesgosa 
Hércules,  pájaro,  mono, 

Y  yo  no  sé  cuántas  cosas; 

Y  en  la  música  prodigio 
Por  las  deliciosas  notas 
Que  sxxjlageolet  lanzaba 
Al  darle  vida  su  boca. 
Siempre  era  el  alma  de  Chava 
Como  manantial  que  brota 
Del  corazón  de  la  peña, 

Y  sigue  el  curso  entre  rocas. 
Valiente,  humilde,  sufrido, 
Sin  ambición  pretenciosa, 
Abiertos  para  el  amigo 

El  corazón  y  la  bolsa, 

Y  trompeta  de  la  fama, 
De  esos  á  quienes  adornan 
Los  talentos  y  virtudes 
Dignos  de  prez  y  corona. 
Vivía  contento  Chava 


OUB&&A  DB  KBFO&HA«  JOI 


Cuando  éiyankee  fiero  asoma 
Injusto,  audaz,  alevoso, 
Nuestro  territorio  viola; 
Deja  el  colegial  los  libros, 
A  los  combates  se  apronta 

Y  señala  con  su  sangre 

Su  ingreso  con  los  patriotas. 
Desde  entonces  incansable 
Liberal  por  todo  arrostra 
Uevado  por  su  partido 
A  los  triunfos  y  derrotas. 
Bn  la  dicha  cuasi  procer 
Que  á  los  suyos  da  valona^ 
En  la  de  malas  al  pito 
Le  pide  que  le  socorra, 
Que  él  abatirse  no  sabe 
Ni  sus  principios  traiciona; 

Y  ya  se  le  ve  en  la  orquesta, 
Músico  de  capa  rota 
Compaginando  compases 
De  conciertos  con  la  viola, 
O  ya  en  Palacio  los  suyos 
Le  llaman  y  comisionan 
Para  dificiles  cargos 

Que  desempeña  con  honra. 

IV. 

DJBRROTA. 

Por  llanuras  y  montañas, 
Va  la  Reforma  rugiente 
Dándole  vida  al  derecho, 
Dando  á  la  conciencia  creces, 
Aplastando  las  cabezas 
De  las  venenosas  sierpes 
Que  en  el  templo  y  en  Palacio 
Dominaban  insolentes 
Haciendo  la  independencia 
Como  frivolo  juguete. 
De  la  libertad  un  mito 

Y  un  rebaño  de  la  plebe. 
Es  empeñada  la  lucha, 
Corre  la  sangre  á  torrentes, 

Y  era  que  en  el  torbellino 


302  GTJBRRA  DE!R«F0RMA. 


Cabalga  feroz  la  muerte; 
La  capital  abandona 
Juárez;  pero  al  desprenderse 
Organizó  las  guerrillas 
Que  fueron  su  apoyo  siempre 

Y  que  Aureliano  mandaba 
Como  infatigable  jefe, 

Y  Chavafría  y  Iqs  suyos 
Se  distinguieron  valientes; 
Pero,  hembra  al  fin  la  fortuna 
Sin  causa  quiere  y  no  quiere; 

Y  son  de  perro  mañoso 
De  la  guerra  los  vaivenes, 
Que  cuando  agita  la  cola 
Entonces  traidor  nos  muerde. 
Así  tras  una  refriega 

En  la  que  todo  se  pierde, 
Feliciano  cayó  preso; 
Le  maltratan  y  le  hieren 

Y  á  pie,  arreado  á  culatazos, 
Amarrado  cual  cohete, 

A  México  le  conducen, 
En  calabozo  le  tienen, 

Y  esperó  en  la  Cindadela 
Vilipendiado  y  doliente 
Que  cuanto  antes  le  aplicaran 
La  pena  horrible  de  muerte, 
Que  implacables  prodigaban 
Entrambos  partidos  crueles. 

V. 

CAMINO  DEL  PATÍBULO. 

Deshecho,  roto,  sufriendo 
Las  injurias  de  la  tropa. 
Manchando  su  piel  la  sangre 
Que  de  sus  heridas  brota, 
Entre  la  agolpada  gente 
Que  sigue  ansiosa  la  escolta, 
Al  suplicio  inevitable 
Marcha  sereno  Chavota, 
Por  el  camino  polvoso 
Que  en  Tacubaya  reposa, 

Y  frente  de  Cartagena 


GUERRA  DB  RKPOSHA.  3O3 


Forma  cuadro  su  custodia, 
Mientras  se  avisa  á  quien  debe 

Y  el  patíbulo  se  apronta. 
Entre  tanto,  generoso, 
Carlos  Miramón,  persona 
Amiga  del  sentenciado 
Su  indulto  pide,  y  agota 
Sus  ruegos  ante  su  hermano 
Con  instancia  generosa; 

Y  Miramón,  Presidente, 
Con  sus  vínculos  arrostra. 
Estalla  en  ira  á  su  ruego, 
De  su  presencia  le  arroja, 

Y  hasta  desconoce  brusco 
Al  querido  Antonio  Sola, 
Que  trémulo  y  suplicante 
Piedad  por  Chaveta  implora. 
Entretanto,  en  Cartagena 

Y  de  su  vecina  fonda. 
Salen  unos  oficiales 

Y  uno  bojo  que  en  mala  hora, 
Azuzaba  á  los  soldados 

Que  se  desatan  en  mofas, 

Y  á  Chavarría  escarnecen 

Y  quieren  su  muerte  pronta. 

— ¡En  marcha!— grita  el  que  manda 
Con  una  voz  pavorosa. 
Agolpábase  la  gente 
Consternada  y  como  sombra; 
Era  el  duelo  de  las  almas, 
Era  el  silencio  la  pompa; 

Y  las  lágrimas  furtivas 
Miedo  infunden  por  lo  exóticas. 
Chavarría  va  impasible. 
Nada  en  su  rostro  se  nota. 

Ya  se  divisan  los  pinos, 
Ya  se  ve  á  distancia  corta 

£1  sitio ya  los  soldados 

El  horrible  cuadro  forman 

Mas  se  nota  movimiento 
La  multitud  se  alborota. 
Llega  corriendo  un  caballo 
Sudoroso  que  se  azota 
Contra  el  suelo  de  fatiga 
Cuando  el  jinete  desmonta. 


¿04  güb&bX  db  rbfo&m a. 


Este  rompiendo  la  valla 
De  soldados,  se  apersona 
Con  el  Jefe  y  le  da  un  pliego 
£n  que  sin  ambajes  consta 
Un  indulto  para  Chava 
Escrito  con  letras  gordas, 

Y  el  joven  que  lo  conduce 
Era  el  bravo  Antonio  Sola, 
Que  estaba  resplandeciente 
Como  con  una  victoria. 

VI 

ENTREVISTA. 

El  General  Presidente 
Era  de  Chavota  amigo, 
Desde  los  primeros  años 
Que  la  pasaron  unidos. 
Confidencias  de  pesetas, 
De  amor  goces  y  peligros, 
Compartieron  consecuentes 
Amándose  en  lo  más  intimo 
Con  entusiasmo  de  jóvenes, 
Con  la  ingenuidad  de  niños. 
Al  conceder  el  indulto, 
Mandó  fuese  conducido 
El  indultado  á  su  .vista, 

Y  el  mandato  fué  cumplido. 
Está  el  imperante  airado, 
El  reo  triste,  mas  digno; 

Y  de  pie  lanzando  rayos, 
De  esta  manera  le  dijo: 

« — Mira  el  rostro,  mal  soldado, 
«Mírame  con  ojos  fijos 
«Basura  de  la  canalla, 
«Dime  de  lo  que  eres  digno; 
«Haces  la  guerra  á  tu  patria, 
«Vil  traicionas  al  amigo, 
«Borras  con  hechos  infames 
«De  nuestra  amistad  los  títulos; 
«¡Que  miraras  mi  semblante 
«Quise  darte  por  castigo, 
«Y  lárgate  á  expiar  en  tanto 
«Tus  repugnantes  delitos  I 


GX7BRRA  DB  REFORMA.  3O5 


•riQue  te  pudra  el  calabozo, 
tQue  te  triture  el  martirio, 
«Que  con  hiél  tu  pan  se  amase, 

«Y  fuera  de  aquí,  maldito I» 

¿Qué  quieres?  Por  qué  no  marchas? 
¿Qué  dices? 

— Pues  lo  que  digo 
Es  que  te  debo  la  vida 

Y  que  yo  estoy  á  tu  arbitrio- 

— Muérete pero  me  dicen 

Que  te  encuentras  mal  herido. 
— Es  cierto. 

— Pues  que  te  pongan 

Donde  recibas  auxilios 

— Auxilios  sólo  en  mi  casa 
Con  mi  mujer  y  mis  hijos. — 
Miramón  miró  un  momento 
A  Chava  desfallecido, 

Y  sucumbiendo  un  instante 
A  su  generoso  instinto, 
Dijo  fingiendo  voz  hueca: 
— Llevadle  á  su  domicilio, 

Y  cuidado  le  vigilen 
Hasta  aplicarle  el  castigo. 

VII 

VISITA. 

Era  una  noche  horrorosa, 
Era  una  noche  de  perros, 

Y  una  calle  sin  banqueta, 
Sin  faroles  ni  serenos; 
Negro  estaba  el  horizonte, 
Como  una  alma  de  usurero, 
En  el  fango  los  pies  se  hunden 

Y  en  el  aire  se  oyen  truenos, 
A  la  luz  de  los  relámpagos 
Un  hombre  se  ve  á  lo  lejos, 
Envuelto  en  profusa  capa 

Y  el  embozo  hasta  el  sombrero. 
Toca  una  humilde  casuca. 
Sordo  rumor  se  oye  dentro, 

Empuja abren le  introducen 

Hasta  donde  se  ve  el  lecho 

ROMAKCKS—- 39. 


306  GüBRRA  DB  RBFORMA. 


Miserable  en  que  Chaveta 
Descansa  el  herido  cuerpo, 

Y  sin  proferir  palabra 
Abraza  su  tosco  cuello. 
— ¡Chavola! 

— Miguel. 

— ¡Hermano  I 

¿Sufres? recobra  el  aliento. 

Señora,  que  nada  falte, 

Ropa,  médicos dinero. 

Reponte (porque  Chavola 

Pegando  su  rostro  al  pecho. 
De  su  amigo  contestaba 
Tendiendo  sus  brazos  trémulos). 
Perdóname  que  en  Palacio 
Fuese  contigo  severo; 
Pero  tú  ya  me  conoces 

Y  de  hacer  mal  me  arrepiento, 
— Quédate  conmigo,  Chava. 
—No,  con  Juárez  largo  el  cuero. 
Pues  reponte,  y  cuando  sanes, 
Que  quedas  libre  te  advierto. 
Para  seguir  tus  banderas 

Y  tu  causa  defendiendo. 


Miramón  dejó  la  estancia 
Do  estaba  el  amigo  enfermo, 
Y  la  historia  guarda  grata 
Este  precioso  recuerdo, 
Porque  el  valor  vale  mucho. 
Porque  mucho  vale  el  genio; 
Pero  más  que  todo  vale 
Un  corazón  noble¡y^bueno. 


-•♦♦- 


GüBRRA  DB  RBPOItMA.  307 


GKADDG  HomAneG 

l  T1UIQQ«0  M  F816JI DGL  f  ICIO  D6  GUXDALKJXRA  T  eOOOieíOO  081  B  JIGRe. 


Se  están  rifando  como  hombres. 
Corren  en  pelo  y  sin  rienda 
Los  que  atacan  y  defienden 
En  ochocientos  sesenta 
A  la  reina  de  Occidente, 
A  Guadalajara  bella. 
Las  galas  de  la  chinaca 
Valientes  jefes  ostentan, 

Y  la  tropa  de  los  mochos 
Hace  alarde  de  su  fuerza. 
Doblado  está  por  Analco 

Y  cubre  su  línea  extensa  ' 
Poderosos  edificios, 
Quintas,  calzadas  y  cercas. 
Con  Doblado  militaban 
Antonio  Rojas  y  Huerta, 
El  uno,  miedo  y  espanto 
De  poblaciones  y  haciendas, 
Flaco,  barbudo,  retraido 

Y  con  instintos  de  fiera. 
£1  otro,  faz  apacible, 
Mirada  dulce  y  serena, 

A  los  que  mandan,  sumiso» 
Pero  bravo  en  la  refriega; 

Y  ambos  en  grata  concordia 
Como  en  familia  se  albergan 
En  la  quinta  de  Velarde, 
Mansión  cómoda  y  espléndida. 
En  tropel  nuestros  soldados 
Al  fin  á  la  plaza  llegan 


308  GÜ&ftRA  ÜE  RBlibftMA. 

Y  la  invaden  procelosos 
Cual  caballada  cerrera. 
Asnos,  carros,  militares 
Hundidos  en  sus  maletas, 
Arrieros  desaforados, 
Intrépidas  soldaderas, 
Vendimias,  muchachos,  vagos, 
Indios  bobos,  chimoleras. 
Gritos,  silbidos,  retozos, 
Cautos,  rejuegos,  reyertas 

Y  payos  cabalgadores 
Que  acuden  á  la  pepena, 
Kn  tanto  se  disparaba 

A  las  puertas  de  la  iglesia 
Una  indómita  partida, 
Que  sin  sujeción  ni  rienda, 
Kl  saqueo  proclamaba 
Con  cínica  desvergüenza. 
Hizo  horrores  en  el  templo, 
Villana  y  de  excesos  ebria, 

Y  se  desarmó  en  la  plaza 
Furibunda,  turbulenta, 
Atropellando  á  los  hombres, 
Abusando  de  las  hembras, 
Dejando  de  horror  y  muerte 
Por  donde  quiera  sus  huellas. 
Aviso  le  dan  á  un  jefe 

Que  era  el  coronel  Pantera, 
(Compinche  de  Cantaritos 
Que  la  brillaba  en  la  Sierra) 
De  los  horribles  desmanes 
De  aquella  chusma  perversa. 

Y  montando  en  su  caballo 

Y  con  actitud  resuelta, 
A  la  plaza  se  dirige, 

A  donde  un  bandido  encuentra 
Que  llevaba  entre  sus  manos^ 
De  su  rapiña  la  presa. 
¡Infame/  le  grita  el  jefe. 
Ese  bulto  al  punto  suelta; 
Pero  le  miró  altanero 
Con  desdeñosa  soberbia; 
Iba  á  seguir  su  camino 
Dando  de  desprecio  muestras, 
— ¡Quítese  usted  el  sombrero  I 


GUKRRA  DH  REFORMA.  309 


(Y  él  quedó  como  de  piedra) 
— ¡Ese  sombrero,  salvaje! 
(Y  él  sonrió  con  insolencia). 
— Que  vengan  aquí  unos  cabos; 

Y  furioso  les  ordena 
Que  le  descarguen  «zotes 
Hasta  que  el  bagre  obedezca. 

Y  los  cabos  furibundos 
Esgrimen  sus  varas  fieras, 
Rajando  sus  duras  carnes, 
Rompiendo  las  gruesas  venas 
Del  bagre  que  las  soporta 
Con  arrogancia  altanera. 

El  jefe  estaba  aturdido 
Al  mirar  la  resistencia, 

Y  los  circunstantes  todos 
Ven  espantados  la  escena. 
Sigue  la  lluvia  de  azotes, 
La  sangre  el  espacio  riega, 

Y  conmovido  y  nervioso 
El  que  manda  se  le  acerca. 
— ¿No  te  quitas  el  sombrero? 
Pero  obtiene  por  respuesta 
Mirar  que  el  sombrero  se  hunde 
Silencioso  hasta  las  cejas; 
Entonces  enfurecido 

Aquel  soldado  pantera, 
Le  ase  al  cuello,  le  sacude 
Hasta  derribarle  en  tierra 
Gritando  con  voz  rugiente 
A  los  verdugos  sin  tregua: 
Si  no  se  quita  el  sombrero 
Dadle  recio  hasta  que  muera. 

Y  silbaron  de  los  cabos 
Las  varas  como  culebras; 
El  concurso  consternado 
Mirando  el  martirio  tiembla; 

Y  pavoroso  silencio 

En  la  extensa  plaza  reina: 
Era  una  criba  aquel  cuerpo 
Que  en  su  sangre  se  revuelca. 
El  jefe,  ciego,  demente. 
Exclama  con  voz  siniestra: 
— ¿No  te  quitas  el  sombrero? 
Enmedio  de  su  üa  extrema ; 


3IO  GUBRRÁ  DE  ItBPORMA. 

Y  el  bagre,  ya  moríbando. 
Alza  la  convulsa  diestra, 
Del  sombrero  agarra  el  ala» 
Lo  sepulta  en  su  cabeza, 

Y  en  el  rígido  cadáver 

El  sombrero  puesto  queda. 
Al  dispersarse  la  gente 
De  hondo  terror  dando  maestras, 
Oyóse  una  voz  potente 
Que  clamó  con  entereza: 
«¡Que  viva  Jalisco  libre! 
«Y  sepan  los  de  otras  tierras 
«Que  un  bagre  de  ley,  como  éste 
«Muere,  pero  no  se  sesga!» 


GXmRRA  DB  REFORMA.  3I X 


CGHHIBLG  Y  GSCRQGnDOSO  HOmADee 

oeL  meeoDio 

0€L  PALA(:iO  DG  GUADALAJARA. 


LA  VUELTA  DEL  SUR. 

Entre  vivas  y  festejos 
Va  entrando  en  Guadalajara 
Miramón  que  del  Sur  vuelve 
Tras  de  sangrientas  batallas; 
Del  plan  de  la  Noche  buena 
Supo  la  fuidosa  zambra 
Con  la  elevación  de  Robles 

Y  el  porrazo  de  Zuloaga. 
A  la  capital  violento 
Dispone  ponerse  en  marcha, 

Y  de  préstamos  forzosos 
I^nzó  nutridas  descargas. 
A  los  prestamistas  rehacios 
Con  el  destierro  amenaza 

Y  á  Somellera  y  Mijares 
Porque  retardan  la  plata 
Hasta  Tepic  los  confina 
Con  severidad  marcada; 
Casi  al  partir,  el  Gobierno 

A  Márquez  confiado  encarga: 

Y  éste  de  ínfulas  se  llena 
Porque  al  fin  quien  manda,  manda. 
Como  es  de  rigor  expide 

Una  rumbosa  proclama 
En  que  dice  es  una  oveja, 
Pero  que  no  admite  chanzas. 


3T2  GUBRRA  DB  RBPORMA. 


Miramón  sin  perder  tiempo 
Ordena,  organiza,  abarca, 
Cuantro  encuentra  de  recursos, 
De  municiones  y  de  armas. 
Palacio  hierve  en  soldados 
Que  se  agolpan  y  se  afanan 
Por  alistarse  cumpliendo 
Las  órdenes  reiteradas. 
Asistentes,  ayudantes, 
Caballos,  muías  de  carga 

Y  arrieros  semisalvajes 

Y  galletas  desastradas. 


ANTES  DE  LA  CATÁSTROFE. 

Diez  soles  contaba  Enero, 
Medio  nublada  la  frente, 
Absorto  con  las  mudanzas 
Que  Miramón  acomete 
Con  delicia  de  los  frailes, 
Con  gozo  de  los  decentes 
Que  idolatraban  á  Márquez 
Qne  era  de  Dios  el  Teniente. 
En  un  salón  de  Palacio 
Estaba  el  Supremo  Jefe 
Con  Márquez  el  tenebroso 
Que  se  la  da  de  obediente, 
Con  sus  íntimos  amigos 
Que  le  adoran  y  enaltecen. 
Afable  le  ordenó  á  Márquez 
Que  el  Gobierno  recibiese. 
En  un  rincón  de  Palacio 
Hay  entrantes  y  salientes 
Que  allí  está  la  Comandancia 
A  que  Cortázar  atiende 
Activo,  expedito,  brioso 

Y  en  el  trabajo  perenne. 
Del  Palacio  en  plaza  y  calles 
Sordos  rumores  trascienden 
Que  atizan  la  desconfianza 

Y  que  cual  traidoras  sierpes 
Se  arrastran  y  en  los  hogares 
Pe  los  n;4s  qautos  se  meten; 


GUBRRA  DB  RBFORMA.  313 


Y  encontradas  las  pasiones 
En  fervorosas  corrientes 
Esperaban  un  pretexto 
Para  tornarse  en  torrente. 

II 

LA  EXPLOSIÓN  Y  EL  INCENDIO. 

De  pronto,  súbito,  horrible, 
Sobre  la  convulsa  tierra, 
En  estruendoso  estampido 
Horrible  trueno  resuena, 
Que  hace  temblar  las  paredes 

Y  que  anonada  y  aterra. 
De  Palacio  se  levantan 

De  humo  columnas  espesas 
Que  surcan  las  vivas  llamas 
Elevándose  violentas 
Mientras  luidosos  derrumbes 
Espanto  y  horrores  siembra. 
Gritos,  gemidos,  lamentos. 
La  locura  y  la  blasfemia 
£1  pánico  difundiendo 
Poblando  los  aires  vuelan. 
Miranión  al  estallido 
Se  guarece  en  una  puerta, 

Y  Márquez  y  Valdez  salen 
En  busca  de  la  escalera; 
Mas  Miramón  ni  un  instante 
Se  aturde;  se  ase  á  una  cuerda 

Y  por  un  balcón  desciende 
Con  indecible  presteza 
Hasta  tocar  en  la  calle 

Con  su  maña  y  con  su  fuerza: 
¿Qué  fué?  que  acarreando  parque 
Con  indolente  imprudencia 
Los  obreros  produjeron 
Aquella  espantosa  escena. 
Mas  las  pasiones  no  duermen 
Ellas  todo  lo  envenenan 

Y  en  armas  viles  convierten 

Lo  que  piensan  que  aprovechan. 
De  los  liberales  dicen 
Ser  la  maldad  estupenda 

ROICAVCBS.— 40 


3X4  GXmRItA.  DB  RBFORMA. 

Y  hablan  de  pozos  y  minas 
Dándolas  por  causas  ciertas; 
Mil  venganzas  agitaban 
Por  donde  quiera  sus  teas, 
Mas  Miramón  aparece 
Con  valor  y  con  nobleza, 
Amparando  al  indefenso, 
Dando  al  enemigo  pruebas 
De  que  en  medio  del  peligro 
Le  protege  y  le  respeta. 
Por  fin  su  voz  y  su  espada 
A  la  multitud  aquietan, 

Y  luego  toma  á  Palacio 
Do  se  ve  con  honda  pena 
Muerto  al  Licenciado  Bscoto 
Del  saber  clara  lumbrera, 
Dechado  de  altas  virtudes 

Y  de  Jalisco  presea. 

Que  se  hallaba  en  él  Palacio 
Por  hacer  una  obra  buena 

Y  que  selló  del  desastre 
La  recordación  funesta. 


GT7ERKA  DB  REFORMA.  3x5 


GRADOe 

Y   DOLORIDO   ROmaniíG 

en  Que  no$  to(ío  la  dg  pgrdgr 

QUG  DO9  I)IZO   CKIZAS. 


AHÜALÜLOO. 

Lanzando  febril  su  mente 
Al  éter  de  los  ensueños 
Donde  vio  con  alas  de  oro 
Sus  ambiciosos  proyectos, 
Ansiando  de  la  frontera 
Hacerse  señor  y  dueño 
El  Gobernador  Vidaurri, 
A  quien  tanto  conocemos, 
Envidioso  de  los  triunfos 
De  Zuázua  y  sus  compañeros, 
Vuela  á  tomar  de  sus  tropas 
Con  pompa  el  mando  supremo, 
Sin  pensar  en  que  su  orgullo 
Le  amengua  y  le  deja  ciego 
Al  poner  en  evidencia 
Para  las  armas  lo  inepto. 
Entra  en  San  Luis  arrogante. 
Quita  á  Zuázua  de  su  puesto 

Y  lo  da  á  Jordán,  un  brusco 

Y  mal  querido  extranjero 
Que  con  su  tosca  presencia 
Propagaba  el  descontento; 
Pero  ninguno  murmura, 
La  patria  era  lo  primero. 


3X6  GITBRRA  DB  RBPORMA. 

II 
EL  LUGAR  DEL  COMBATE. 

Es  un  cerco  de  montañas 
En  dos  sentidos  abiertas, 
Una  á  Zacatecas  corre, 
La  otra  vecina  á  Carretas 
Teniendo  el  río  de  Bocas 
Por  Ifmite  y  por  frontera; 

Y  es  una  verde  llanura 
Ancha  en  su  centro  y  extensa 
Cuyas  márgenes  adornan 
Ivos  declives  de  las  sierras. 
Miramón  que  á  tiempo  supo 
Que  á  San  Luis  Vidaurri  llega 
Con  formidables  designios 

Y  con  numerosas  fuerzas, 
Un  ejército  organiza 

En  que  brillantes  campean 
Las  armas  irresistibles, 
Los  elementos  de  guerra 

Y  jefes  que  á  su  caudillo 
Con  entusiasmo  rodean. 
Se  vieron  en  Guanajuato 
Con  júbilo  las  banderas 
Del  ejército  decoro. 

Del  Gobierno  y  de  la  Iglesia. 
Para  San  Luis  se  dirige; 
Mas  en  Ahualulco  espera 
Vidaurri  con  sus  tagarnos 
Provocando  á  la  pelea. 
Por  fin  en  el  Ahualulco 
Frente  á  frente  se  tantean 

Y  fortifican  sus  campos 
Conforme  á  todas  las  reglas. 
A  Miramón  acompañan 

Y  ejecutan  lo  que  ordena, 
Márquez,  Cobos,  Pérez  Gómez, 
Mejía,  Vélez,  y  etcétera; 

Y  los  jefes  de  Vidaurri, 
Como  la  historia  no  mienta, 
Eran  Zuázua  é  Hinojosa, 
Lalane  y  también  se  cuenta 
Aramberrí  y  Zaragoza, 


CtmKRA  T>n  REl^ORMA.  ¡tj 

Que  donde  aparece  impera. 
De  Bocas  se  miran  cautos 
En  las  márgenes  opuestas 
Los  soldados  enemigos 
£n  afanosas  tareas. 
Vidaurfí  y  su  comitiva 
Se  halla  en  la  cercana  hacienda 
Prediciendo  la  victoria, 
Dando  de  confianza  muestras. 
Zuázua  y  jefes  entendidos, 
A  Vidaurri  se  presentan, 

Y  censuran  las  medidas 
Que  ejecuta  con  torpeza 
El  Jordán  desatinado 
Que  como  segundo  emplea, 

Y  audaces  le  propusieron 
Que  en  la  noche  y  con  reserva 
Tomasen  del  Zapatero 

La  poderosa  eminencia,' 
Que  el  Zapatero  era  llave 
De  la  llanura  y  las  sierras. 
Que  con  maña  el  enemigo 
Ocupó  con  atingencia. 
Vidaurri  el  plan  rechazando 
Con  irritante  aspereza 
Les  mandó  á  los  bravos  jefes 
Que  á  sus  puestos  se  volvieran. 

III 

EL  .COMHATB. 

El  combate  fué  tremendo. 
Los  choques  fueron  terribles, 
De  la  humanidad  espanto. 
Digno  de  lobos  y  tigres; 
La  rabia,  la  sangre,  el  trueno. 
Tocaron  en  lo  imposible. 
Si  Mejía  fué  gigante. 
Fué  Zaragoza  un  Aquiles, 

Y  si  Cobos  demostrara 
Ser  poderoso  en  las  lides, 
Lalane  con  sus  hazañas 
Se  hizo  guerreador  insigne; 
Humo,  confusión,  descargas 


3X8  GUERRA  DB  RHPORMA. 


En  la  matanza  sin  límites, 
Monstruos  de  furia  de  inñemo 

Y  eso  que  llaman  sublime 

Kn  la  guerra:  que  es  el  triunfo 
Porque  lo  brutal  decide. 
Cuando  más  encarnizados 
Kn  el  reluchar  insisten 

Y  más  grandes  en  la  lucha 
Heroicidades  compiten, 
Del  cerro  del  Zapatero 
Millares  de  proyectiles 

Se  lanzan  á  los  tagarnos 
Que  el  embate  no  resisten; 

Y  consuman  la  derrota 

De  las  fuerzas  de  los  libres. 
Soldados  que  huyen  dispersos, 
Heridos  que  el  dolor  rinde, 
Mujeres  abandonadas 
Que  alzados  los  brazos  g^men: 
Todo  en  fuga  y  atropello. 
Todo  el  espanto  reviste 
Cediendo  sin  resistencia 
Al  hado  que  los  persigue. 

IV. 

RETIRADA. 

Don  Santiago  á  la  frontera 
Desairado  emprendió  el  vuelo 
Sin  cuidarse  de  los  vivos 

Y  sin  sentir  á  los  muertos. 
Pero  á  Monterrey  llegando 
Escribió  en  tono  soberbio: 
¡Pueblos!  todo  se  ha  perdido, 
Todo  se  ha  perdido,  menos 
La  mulada  y  muchos  carros^ 
Que  se  hallan  sanos  y  buenos. 


Octubre  13  de  1896. 


GUKRRA  BB  RBFORMA.  3I9 


GHAD  HQmADCe  $m  BALCO 

D€L  «ABALLGHO  0$OLLO. 
I. 

PRÓLOGO. 


Cuando  se  encarniza  el  pleito 
£n  las  civiles  contiendas» 
Unos  van  á  la  matanza 

Y  otros  van  á  la  pepena; 

Y  si  se  encuentran  las  armas 
£n  los  campos  con  ñereza. 
En  secreto  se  deslizan 

Las  palabras  y  las  letras, 

Y  brotan  comisionados 
Por  donde  menos  esperan, 
Cual  brotan  los  chapulines 
Entre  espinas  y  entre  yerbas; 
Ya  lleva  importantes  pliegos 
En  el  refajo  una  vieja 

Que  va  pidiendo  limosna 

Y  entre  la  tropa  se  mezcla; 
Ya  es  correo  el  demandero 
Con  su  nicho  y  su  lentema, 
Con  un  santo  milagroso 

A  quien  las  devotas  besan; 
Ya  es  un  arriero  ordinario 
Que  del  zapato  en  la  zuela 
Conduce  graves  noticias 


320  GUSRRA  DB  RlíK)RMA 

Que  en  graves  hechos  revientan; 
Ya  entre  lechugas  caminan 
Municiones  por  docenas 

Y  chochos  en  lacre  envueltos, 
Porque  en  la  boca  se  encierra 
Orden  de  grave  importancia 
Que  decide  una  pelea; 

Pero  entre   esos  sacrificantes 
Que  por  doquier  atraviesan 
Hay  perspicaces  agentes 
Que  audaces  la  vida  arriesgan, 
Hombres  de  honor  y  confianza 
Que  una  causa  representan 

Y  que  sin  premio  y  sin  ruido 
Altos  servicios  le  prestan, 

Y  de  estos  era  el  amigo 
Objeto  de  mi  leyenda, 

Y  para  que  le  conozcan 
Voy  á  darles  nombre  y  señas. 

II. 

RETRATO  Y   COMISIÓN 


Es  Mejía  D.  Francisco 
Hombre  común  y  corriente, 
De  hablar  dulce,  de  modales 
Muy  correctos  y  corteses; 
Faz  pálida,  negros  ojos, 
Flaco,  modesto  y  que  á  veces 
Arrojado  y  decidido 
Se  porta  como  conviene. 
A  éste  encomendó  el  gran  Juárez 
Un  negocio,  del  que  pende 
De  hombres  muy  comprometidos, 
O  la  existencia  ó  la  suerte; 
Yendo  á  México  el  enviado 
Cual  si  enfadado  quisiese 
Buscar  la  vida  privada 
Con  el  trabajo  y  sus  gentes; 
Juárez  en  Pancho  confiaba 
Porqué  mucho  lo  merece. 
También  porque  por  sus  hechos 


GTTKSHA  DB'RBFORMA.  ¡21 


Le  considera  y  le  quiere; 
A  más  de  las  instrucciones 
Le  da  importantes  papeles, 
De  esos  que  llaman  de  seda 
Para  ocultarlos  adrede. 

IIL 

LA  MARCHA. 


En  tm  vehículo  caduco 
Pregonero  del  maltrato 
Que  llamaban  diligencia 
Debiendo  llamarle  atraso^ 
Se  colocó  nuestro  amigo 
Como  cuchillo  de  canto, 
Con  un  capotillo  corto, 
Con  un  sombrerillo  extraño, 
Y  en  suma,  con  una  facha 
De  barbero  6  de  notario, 
Llevando  por  equipaje 
Una  bolsa,  cuyo  abasto 
Caber  hubiera  podido 
En  el  hueco  de  la  mano, 
Con  excepción  de  un  cepillo, 
Jabón,  magnesia  y  tabacos; 
Mas  el  cepillo  llevaba 
De  su  misión  el  arcano; 
Porque  bajo  de  su  tapa 
Iban  muy  disimulados 
Los  papeles  y  libranzas 
Para  cumplir  con  su  encargo. 
A  cada  brusco  registro 
A  cada  encuentro  era  un  trago 
Que  extraño  dejó  con  vida 
Al  intrépido  Don  Pancho. 
Pasados  mil  contratiempos 
El  viajero  llegó  á  Lagos 
Mirando  como  prodigio 
Encontrarse  sano  y  salvo. 
Al  hotel  de  diligencias 
Pidió  rendido  descanso, 
Pero  cuál  fué  su  sorpresa 


32á  GUERRA  DE  REFORMA* 

Cuál  sü  angustia  y  sobresalto, 
Cuando  supo  le  ocupaban 
Osollo  y  subordinados, 
Sus  valientes  compañeros 
Sus  ayudantes  y  criados. 
No  tuvo  escape  el  viajero, 
Bebió  con  valor  el  trago: 
Que  digan  lo  que  dijeren 
Esos  tragos  son  amargos; 
Cada  transeúnte  que  espiaba, 
Era  para  él  un  petardo, 
Cada  grito  una  denuncia, 
Y  un  llamado  cada  paso 
Para  que  hiciese  rendido 
Confesión  de  sus  pecados. 

IV. 

ESTÁ  PUESTA    LA    MESA. 


La  hora  sonó  puntualmente 
Para  la  mesa  redonda. 
Tras  el  trajín  de  los  criados 

Y  sonar  pintos  y  copas. 
Oyendo  del  que  mandaba 
Las  órdenes  con  voz  ronca; 
Señores,  un  criado  dice: 
Está  eti  la  mesa  la  sopa; 

Y  de  pasos  y  de  sables 
Confuso  el  ruido  se  nota; 
Nuestro  modesto  emisario 
Acude,  pues  reflexiona 

í¿ue  es  apocamiento  y  miedo 
Quedar  aislado  en  la  sombra. 
Al  comedor  escurrióse 
Donde  vio  no  sin  zozobra, 
Jefes,  ayudantes  y  otras 
Para  D.  Pancho  del  todo 
Desconocidas  personas. 
Imperaba  el  noble  Osollo 
Sin  fausto  ni  ceremonia 
En  la  mesa,  y  murmuraba 
Familiar  y  respetuosa 


GUKRRA  DE  REFORMA.  323 


La  charla  que  los  manjares 
De  los  amigos  sazona. 
Nuestro  Pancho  en  una  esquina 
Distante  y  con  parsimonia 
£1  alimento  llevaba 
Desde  el  plato  hasta  la  boca; 
Algunos  le  conocieron. 

Y  luego  se  alzó  la  broma 
Entre  chifletas  agudas 
Sin  veneno  ni  ponzoña; 
Mas  luego  se  levantaron 
Provocativas  y  broncas, 
Es  ese  el  de  la  chinaca, 

¿La  espada?  ¿será  tal  momia 
«Espía  que  nos  observe 
«Mientras  nos  limpia  las  botas?; 
«Que  quede  aquí,  necesita 
«Cocineros  nuestra  tropa; 
« — Esa  lombriz  la  guardamos 
«Para  que  en  cualquier  victoria 
«La  colguemos  en  el  cuello 
«Del  más  finchado  patriota. 

Y  tronaban  las  injurias 

Sin  ver  que  Osollo  se  amosca; 

Y  apagando  los  murmullos 
Con  estallido  de  bomba, 
Grita:  «silencio  cobardes 
«Que  nos  humilla  y  deshonra 
«Injuriar  á  un  hombre  inerme 
«En  indecente  chacota,  . 
«Que  la  militar  espada 

«Si  un  caballero  la  porta, 
«Es  el  amparo  del  débil, 
«Es  la  defensa  de  la  honra, 
«Es  eficaz  instrumento 
«Para  acciones  generosas; 
«Si  ese  hombre  es  un  enemigo, 
«Basta  con  que  reconozca 
«Que  le  amparó  la  decencia 
«Que  debe  ser  nuestra  norma. 
«—Comed  en  paz  caballero, 
«Después  tiempo  habrá  de  sobra 
«Para  ver  lo  que  conviene 
«Hacer  de  vuestra  persona; 
«Y  vosotros,  bi  burlones 


3^4  GUBRBA  DB  RBFOBHA. 


«Hacéis  lo  que  me  incomoda, 
«Os  haré  dejar  el  puesto 
«Porque  mucho  me  abochorna 
«Ver  entre  tantos  valientes 
«A  la  bondad  en  derrota. 
— «Brindo  por  Ud.,  mi  amigo. 
«Porque  beba  y  porque  coma.» 
Y  nuestro  Pancho  elevando 
Su  diestra  mano  y  la  copa, 
Brindó  por  el  caballero 
De  su  bando  prez  y  joya. 


Después  de  mil  peripecias 
Que  fueron  de  grave  monta, 
La  misión  cumplió  D.  Pancho 
Como  excelente  patriota, 
Dando  vigor  á  su  causa 
Y  á  Juárez  contento  y  gloría. 


Octubre  17  de  1896. 


OimRRA  DB  RBFORMA.  325 


THI$T6  Y  DOLORIDO  ROmAH^ 

DGL  AHTILLGRO  GnAmORSDO- 

Es  la  duda  luz  incierta 
Para  el  que  á  ciegas  camina, 
Que  con  fulgor  de  relámpago 
Nos  muestra  una  cosa  misma, 
Ya  como  abismo  insondable, 
Ya  como  elevada  cima, 
Ya  verjel  que  nos  encanta. 
Ya  mar  de  tremendas  iras, 
Sin  ofrecer  rumbo  cierto, 
A  nuestra  marcha  indecisa. 
Así  fué  en  el  Ahualulco 
De  la  batalla  la  víspera, 

Y  así  la  noche  terrible 
Precursora  de  aquel  día. 
Las  tropas  beligerantes 
A  la  lid  estaban  listas; 
Pero  en  silencioso  acecho 
Parece  no  se  movían. 

£1  campo  era  cual  desierto. 
La  noche  clara  y  tranquila. 
Obscuro  el  extenso  llano, 

Y  de  las  sierras  arriba, 
Arboles  como  fantasmas 
Entre  fajas  blanquecinas. 
Unos  bravos  aguardaban 
En  ansiosa  espectativa 
Ya  presintiendo  desastres, 
O  ya  prediciendo  dichas; 

Y  ya  el  péndulo  oscilante 
De  la  fortuna  imprevista, 
Se  inclinaba  caprichoso 
De  Miramón  á  las  filas, 


326  GUBRItA  DB  RKPORMA. 


O  á  Vidaurri  le  brindaba 
Laureles  y  siemprevivas. 

II. 

AMOB. 

En  las  tropas  de  los  libres, 
Triste  y  desapercibido, 
Un  valeroso  artillero 
Vigilante  y  en  su  sitio, 
Reclinado  en  la  cureña 
De  su  cañón,  con  ahinco 
Evocaba  sus  ensueños 
Sin  pensar  en  los  peligros, 
Porque  la  vida  de  su  alma. 
Su  placer,  su  encanto,  su  ídolo, 
Ocupaba  su  existencia 

Y  embargaba  sus  sentidos. 
¿Qué  es  amor? — Que  desparezca 
Ardiente  nuestro  ser  misjio 
En  el  ser  que  idolatramos 

Y  que  sin  él  no  vivimos, 
Como  dos  rayos  de  luna 
Se  unen  en  un  manso  río, 

Y  que  los  dos  se  confunden 
Sobre  del  diáfano  líquido, 
Formando  faja  luciente 
En  el  raudal  cristalino, 

Y  si  un  estorbo  los  rompe, 
Todo  se  torna  sombrío. 
Hablaba  con  su  adorada 
Ausente  el  soldado  niño, 

Y  le  decía  requiebros 
Tan  tiernos  y  tan  sentidos, 
Que  en  lágrimas  se  empapaban 

Y  estallaban  en  suspiros. 
Para  no  turbar  el  orden 
Con  esfuerzo  comprimido. 
Ya  columbraba  á  su  Emilia 
Enmedio  de  su  delirio, 
Juntando  sus  blancas  manos 

Y  en  acento  dolorido 
Diciéudole:  «Ven,  mi  amado, 
«Todo  mi  ser,  todo  uiíO| 


GUBRRA.  DE  REFORMA.  32? 


«Ven,  que  te  esperan  mis  brazos, 
«Ven,  porque  sin  tí  no  vivo.» 
A  veces  se  figuraba 
Triunfante,  orgulloso,  erguido, 
Pasar  frente  á  su  adorada 

Y  entre  el  marcial  regocijo, 
Coronado  con  laureles 

Por  su  valor  adquiridos, 
Recibiendo,  en  cambio,  besos, 
Dulces  sonrisas  y  mimos; 
Mas  creyó  escuchar  distante 
De  ave  nocturna  el  chillido 
Despareciendo  el  ensueño 

Y  viendo  en  sus  puntos  fijos 
A  sus  pobres  artilleros 
Sentados,  medio  dormidos. 
El  volvió  á  unir  en  su  mente, 
De  su  demencia  los  hilos, 

Y  sacando  su  cartera 
Relicario  peregrino. 

Que  guardaba  las  reliquias 
De  su  amor,  palpó  solícito, 
Ocultándose  á  la  vista 
Como  en  éxtasis  divino, 
El  billete  perfumado. 
El  de  oro  adorable  rizo. 
El  tímido  no  me  olvides^ 
Por  sus  manos  recogido. 
Esas  efímeras  joyas, 
Sombras,  recuerdos,  indicios 
De  contentos  que  pasaron 

Y  de  sentimientos  íntimos. 

Y  eran  para  ellos  los  besos, 
Para  ellos  eran  los  mimos 
Invocando  tierno  el  nombre 
Del  ser  ausente,  que  hundido 
En  un  mar  de  desventura 
Maldecía  su  destino. 

III. 

EL  COMBATE. 

Anunció  el  cañón  la  aurora, 
La  muerte  se  alzó  siuiestrai 


33S  GUBRRA  DK  REFORMA. 

Matando  á  la  luz  el  humo, 
Bebiendo  sangre  la  tierra; 
Prodigios  hizo  el  arrojo, 
Milagros  obró  la  fuerza, 

Y  la  matanza  terrible 
Consiguió  dejar  sus  huellas 
En  fango  de  carne  y  sangre, 
Kn  el  césped  y  en  las  peñas; 
Al  fin  rugió  la  derrota, 
Pero  invencible  se  ostenta 
El  artillero  Viteri 

Con  sus  destructoras  fuerzas; 
£1  enemigo  lo  siente 

Y  manda  que  sin  reserva, 
Formidable  lo  destroce 

Y  á  toda  costa  le  venza. 
Viteri  miró  el  apresto 

Y  se  empeñó  en  la  defensa 

Y  al  presentir  que  la  muerte 
Era  inevitable  y  cierta. 
Mandó  que  al  cañón  más  grande 
Otro  bote  le  pusieran 

Y  entre  los  dos.  colocando 
Su  idolatrada  cartera, 
Exclamó  con  entusiasmo: 
¡Ahora  que  la  muerte  venga! 

Y  disparó  al  ver  que  cargan 
Sobre  él  con  atroz  fiereza 
Escuadrones  que  lo  matan, 

Y  que  su  cuerpo  atrepellan. 
Desparramando  sus  miembros 
En  la  ensangrentada  tierra; 
Pero  conserva  el  registro 

De  las  acciones  excelsa. 
Su  nombre  lleno  de  gloria; 
Pues  tal  nombre  nos  enseña 
Que  el  honor  es  lo  primero 

Y  que  el  que  tal  alma  muestra 
Merece  le  rinda  honores 

La  Patria  y  la  fama  eterna. 

Octubre  i8  de  1896, 


GUSRRA  DB  REFORMA.  329 


GRAn  HomAnQ:6 

000  J€9a$  GODZXLfiZ  OKTeGX. 


Aquel  González  Ortega 
A  quien  el  mocho  beliació 
Sólo  le  vi6  lo  ruidoso» 
Lo  alegte  y  lo  enamoj-ado; 
Aquel  que  de  lo  ambicioso 
No  se  le  vi6  un  sólo  rasgo, 
Como  pudieron  decirlo 
Zaragoza  y  Degollado; 
Aquel  en  quien  la  calumnia 
Clavó  sus  agudos  dardos 
Sin  mirarle  lo  valiente, 
1/*  generoso  y  lo  honrado, 

Y  sin  mirar  sus  servicios 
Que  cual  liberal  preclaro 
Le  dispensó  á  la  Reforma 
Sin  sombras  y  sin  descanso; 
Ese  supo  en  Zacatecas 

De  Ahualulco  el  descalabro 

Y  se  preparó  animoso 
Para  proseguir  luchando 
Con  Chucho  Lalanne  y  Loera 

Y  con  Valdés  y  otros  cuantos, 
A  la  verdad  para  el  pleito 
Dialtiro  desengañados 
Cuenta  menos  de  cien  hombres, 
Pero  artero  y  esforzado 

Sabe  que  le  ayuda  el  pueblo 
Que  da  poder  á  su  brazo, 

Y  que  el  pueblo  sin  cuarteles 
Improvisa  los  soldados, 
Aunque  esto  lo  llamen  cuentos 
Los  Bismarkes  atontados, 

BOICANCVI.— 43. 


330  GUERRA  DE  REFORMA. 


II 

INVASIÓN. 

Miramón  aprovechando 
De  Aliualulco  la  victoria, 
Mandó  con  Joaquín  su  hermano 

Y  con  Patrón  una  tropa 
Que  tomase  Zacatecas 
Sin  la  más  leve  demora. 

Más  de  mil  hombres  marchaban 
A  la  ocupación  famosa, 
Jurando  que  el  Chucho  Ortega, 
Mirando  que  no  era  broma 
El  empuje,  se  limpiara 
Dejándole  rail  memorias. 
Mas  á  Oitega  dan  aviso 
De  la  terrible  intentona 

Y  que  están  en  el  Refugio, 
Que  es  una  distancia  corta; 
Ortega  no  se  perturba, 

A  sus  tocayos  convoca 

Y  los  rumbos  les  señala 
Para  que  todos  conozcan 
Que  está  cerca  el  enemigo 

Y  que  es  del  pueblo  deshonra 
Que  no  acudan  los  valientes 
A  defender  la  Reforma. 
Mediaba  la  obscura  noche 
Cuando  el  pueblo  se  alborota 

Y  en  tropeles  y  en  corrientes 
Frente  á  Palacio  se  agolpa; 
Piedras,  palos,  carabinas. 
Machetes,  dagas,  pistolas 
Se  miran  como  llovidos 

En  multitud  tempestuosa; 
En  las  calles,  en  las  plazas 
Como  de  las  piedras  brotan 
Defensores  de  la  Patria 
Que  guerra  y  muerte  pregonan. 
Revestían  las  montañas 
Al  despertar  de  la  aurora 
Gentes  que  los  animaban 

Y  en  corrientes  caudalosas 
Ameuazabau  lanzarse 


GX7HRHA  DE  REFORMA.  '331 


Sobre  Miramón  rabiosas. 
Envolviéndole  en  instantes 
En  sus  irritadas  olas. 
Ortega,  galano,  entero, 
A  su  pueblo  se  abandona 

Y  le  infunde  tantas  fuerzas, 

Y  le  dice  tales  cosas. 
Que  sin  luchar  celebraban 
Como  suya  la  victoria. 
Conforme  á  sus  enemigos, 
Sus  arengas  eran  broncas, 
Empedradas  de  dislates, 
Sin  conexión  y  sin  forma; 
Pero  para  sus  pelados 
Eran  centellas  y  bombas, 
Ardientes,  desordenadas, 
Entusiastas,  amorosas, 

En  que  su  alma  hablaba  á  el  alma, 
En  que  sincera  y  radiosa 
La  palabra  era  la  espada 
Siempre  en  alto  y  vencedora. 
Este  Miramón  el  chico 
No  puso  manos  á  la  obra 

Y  vio  formidables  fuerzas 
En  la  tremebunda  bola, 
A  pesar  que  la  chinaca 

El  campo  en  festejo  torna 

Y  hay  músicas  por  docenas, 
Fandangos  y  comilonas, 

Y  que  sólo  se  aperciben 
Para  dar  batalla  en  forma 
Alatorre  y  sus  soldados, 
Loera  y  Lalanne  con  sus  tropas; 
Miramón  á  nada  atiende, 
Pone  pies  en  polvorosa 

Y  de  Jerez  el  camino 
Sin  cuidar  de  nada  toma. 


III 

Idolatraba  en  Ortega 
La  gente  zacatecana. 
Era  su  repique  á  vuelo 
Y  su  fandango  y  su  frasca; 
Asi  que  aquella  victoria 


33^  GUBI^RA  DE  REFORMA. 


Sin  cañones  y  sin  balas 
Lo  levantó  al  quinto  cielo 
En  su  pujanza  estremada. 
Entretanto,  Coronado 
Llega  tras  penosa  marcha 
Con  sus  soldados  valientes 
Que  lucen  en  las  batallas. 
Llega  también  Zaragoza, 
Ya  Jefe  de  grande  fama, 

Y  á  los  dos  ordena  Ortega 
Que  con  Degollado  vayan 
Al  mando  de  Zaragoza 

A  quien  formó  una  brigada 
Dotada  de  sus  cañones. 
Municiones  y  vituallas; 
Porque  González  Ortega 
Para  si  nada  guardaba, 
Todo  era  para  el  servicio 

Y  para  el  bien  de  su  causa. 
El,  sin  perder  un  instante, 
Para  marchar  se  prepara, 
A  Miramón  persiguiendo 
Con  sus  bravos  camaradas. 
Con  unos  cuantos  soldados 

Y  muy  escasa  chinaca. 
Miramón  á  Jerez  llega, 
Lo  fortifica  y  resguarda, 
Fortalece  sus  alturas 

Y  pone  sus  avanzadas. 
Ortega  ordena  su  campo 
Cuando  está  la  noche  entrada, 

Y  al  mirar  su  escasa  gente 
Sin  escuchar  las  instancias 

De  que  cauto  entre  las  sombras 
Emprenda  la  retirada, 
No  vacila,  y  á  los  jefes 
Con  resolución  les  manda 
Que  cornetas  y  clarines 
A  su  presencia  le  traigan; 

Y  llegan  en  mayor  número 
Que  el  que  todos  esperaban. 
A  estos  ordena  severo 

Que  estén  donde  los  repartan 

Y  penetren  invadiendo 
De  la  ciudad  las  entradas. 


GtTBKKA  DE   REFORMA.  333 

Dando  los  diversos  toques 
Que  previene  la  Ordenanza, 
Todos  por  distintos  rumbos 
Armando  recia  algazara, 
Mientras  de  que  algunos  jefes 
Dan  el  tono  á  la  batalla, 
Y  que  todo  se  ejecute 
A  una  señal  combinada. 


Todo  reposa  en  silencio, 

Y  á  las  dos  de  la  mañana 
Se  hace  la  señal  sabida 

Y  furibundos  estallan 
Alaridos  de  clarines 

Que  al  aire  incesante  rasgan 
Clamando  ¡fuego!  ¡degüello! 
{Avancen!  ¡cargas!  ¡matanzas! 
Con  estrépito  y  de  pronto 
Se  abren  puertas  y  ventanas; 
Medio  vestidas  las  gentes 
De  los  hogares  se  lanzan 
Como  al  sentir  un  incendio 

Y  librarse  de  sus  llamas. 
El  escándalo  tremendo 
Recorre  calles  y  plazas, 
Brotan  de  entre  las  tinieblas 
Reverberando  las  hachas; 
Al  sonar  de  las  trompetas 
Los  canes  furiosos  aullan, 

Y  como  espontáneas  suenan 
En  las  torres  las  campanas. 

La  plebe,  que  en  su  Don  Chucho 

Apasionada  idolatra 

Lo  creen  triunfante  y  potente 

Y  ya  dueño  de  la  plaza; 

Y  con  sus  ardientes  vivas 
Hacen  que  vibren  las  auras. 
Miramón,  que  era  prudente, 
Dicen  no  asomó  la  cara; 
Sus  soldados  se  dispersan, 
Otros  deponen  las  armas, 
Que  lo  que  es  á  \2LJuyenda 
No  suelen  servir  de  nada. 


334  GÜSK&A  DK  KEFORMA. 


Los  soldados  de  la  torre 
Como  unas  ovejas  bajan 

Y  quedan  de  prisioneros, 
En  tanto  que  se  barajan 
Con  los  pelados  de  Ortega, 
Que  al  fin  todos  son  chinaca^ 

Y  para  todos  un  hueco 
Ortega  tiene  en  el  alma. 

IV 

Toma  Ortega  victorioso 
De  Jerez  á  Zacatecas, 

Y  los  mochos  satirizan 
Los  obsequios  y  las  fiestas; 
A  Ortega  llaman  el  loco, 
Pero  los  mochos  que  piensan 
Dicen:  que  Dios  nos  ampare 
De  otras  locuras  como  ésta. 


Octubre  26  de  1896. 


GUERRA  t)S  REB'ORMA.  335 


HomAniíG  DeiGRAnoG  ocflmpo. 

(5I$T0RI(0.) 

A  mi  Quemoo  AmiGO  a.  Genio. 
I. 

Aquel  español  heroico, 
Émulo  de  Leandro  Valle, 
Honra  de  los  caballeros, 
Blasón  de  los  militares, 
£1  orgullo  de  los  sabios 
Y  la  flor  de  los  galanes; 
Aquel  intrépido  Bravo, 
Distinguido  en  más  de  un  trance, 
En  que  su  honor  empeñaron 
Las  banderas  liberales; 
Como  el  más  vulgar  viajero, 
Sin  que  lo  notase  nadie, 
En  Veracruz,  impaciente, 
Espera  órdenes  de  Juárez, 
Quien  luchando  con  los  hados, 
Allí  defiende  constante 
La  causa  de  la  Reforma, 
Tan  redentora  y  tan  grande. 
Juárez  que  conoce  á  Bravo, 
Quiso  en  sigilo  confiarle, 
Knviándole  al  extranjero, 
Una  misión  importante, 
Proveyéndole,  confiado, 
De  poderes  eficaces 
Para  contratar,  sin  trabas. 
Armas,  vestuarios  y  parque. 
Lo  que  ordenó  el  Presidente, 
Sus  secretarios  aplaudeu, 


33^  GUERRA  DE  REFORMA. 


Menos  Ocampo,[que  calla 

Y  finge  que  se  distrae. 
Cuando  los  otros  Ministros 
En  elogios^se  deshacen 

Y  pintan,  seguido  á  Bravo 
Por  el  éxito  brillante. 


II. 

LA   MARCHA. 

En  el  peso  de  la  noche 

Y  cuando  en  hondo  silencio 
Reposa  la  extensa  casa 
Donde  Juárez  tiene  asiento 

Y  vive  sin  aparato, 

Con  Ruiz,  con  Ocampo  y  Prieto, 
Penetra  Bravo  de  viaje, 
Ágil,  gentil  y  contento, 
A  despedirse  de  Juárez 

Y  á  dar  á  sus  compañeros 

Su  adiós,  como  hombre  cumplido, 

Y  el  abrazo  más  estrecho. 
Juárez  le  hace  sus  encargos 
Moderado  y  circunspecto; 
Ruiz,  cual  si  fuera  marino, 
Le  da  sesudos  consejos 

Y  le  regala  unos  polvos 
Que  le  libren  del  mareo; 

Y  con  juvenil  arranque 
Prieto  se  lanza  á  su  cuello, 
Pidiéndole  vuelva  pronto 
De  su  misión  satisfecho. 
Sólo  Ocampo  no  aparece 

Y  se  encierra  en  su  aposento; 
Pero  después  que  ha  marchado 
Dice  con  adusto  gesto: 

«Yo  no  quise  despedirme, 
Que  ese  es  un  aventurero, 

Y  tendrá  que  arrepentirse 
De  su  confianza  el  Gobierno; 
Mi  voto  .e  fué  contrario, 
Pero  los  demás  quisieron. 
Porque  deslumhra  su  charla 


GXTBltRA  DS  RBPORMA.  337 


Y  seduce  su  despejo,' 
Porque  doquier  le  acompafia 
Del  Presidente  el  afecto » 

Y  cada  vez  que  se  hablaba 
De  Bravo,  Ocampo,  molesto, 
O  se  ausentaba  enojado, 

O  como  enjambres  del  pecho, 
Brotaban  sus  desconfianzas 

Y  volaban  los  denuestos. 


IIL 

LAXSPERA. 

Huyeron  como  parvadas 
De  aves  viajeras  las  horas, 
Sin  dejar  de  Bravo  ausente, 
Ni' noticia  ni  memoria; 
El  que  sembraba  esperanzas, 
El  que  con  su  faz  gozosa 
Disipaba  los  temores 

Y  ahuyentó  sus  negras  sombras; 

Y  el  tiempo  dejaba  un  rastro. 
Tras  su  nombre  de  zozobra, 
En  el  que  vagas  regaba 

La  sospecha  sus  ponzoñas 

Si  el  armamento  faltaba 

A  la  descidida  tropa 

Esperemos  lo  de  Bravo, 

Clamaba  alguno  con  soma 

Si  los  soldados  desnudos, 
Por  la  carencia  de  ropa, 
Enfermaban,  invadidos 
Por  las  plagas  de  la  costa. 
Clamaban  los  descontentos 
Con  cierta  risa  sardónica: 
«No  hay  que  apurarse...  ya  viene 
El  vestuario,  viento  en  popa.» 

Y  de  la  vuelta  de  Bravo, 
Se  hace  una  frase  de  broma 
Que  ahuyenta  las  esperanzas 

Y  en  desengaños  las  toma. 
Así  cruzaron  los  meses 
Cual  las  aves  temerosas 

&OMAKCtt_— 43. 


338  CtJERRA  BK  KEFORMA. 


Vuelan,  al  llegar  la  noche, 
Al  árbol  que  las  aloja. 
Alguna  vez,  por  acaso. 
Al  guapo  Bravo  se  nombra. 
Juárez  frunce  el  entrecejo; 
De  Ocampo  vese  la  cólera, 
Y  los  amigos  de  Bravo, 
En  silencio  se  abochornan.. 


IV. 

VELA Y  LLEGA. 

Vela,  toca  inesperada, 
La  campana  del  Castillo, 
Su  bote  el  práctico  alista, 
Se  oye  en  el  muelle  bullicio, 
Y  cien  anteojos  se  fijan 

En  el  valiente  navio * 

Que  luchando  con  el  Norte, 
Por  las  gaviotas  seguido, 
Cruza  junto  de  arrecifes, 

Se  burla  de  los  bajíos 

En  esto,  el  acento  se  oye 
De  un  veterano  marino. 
Que  grita:  «Quietos  lospefe; 
Ese  es  el  gachupincillo 

Aquel es  nuestra  bandera 

La  que levanta  el  indino; 

El,  no  me  engaño la  pinta, 

La  cachucha el  bigotito; 

Vamos  al  bote  muchachos. 

Corramos  á  recibirlo » 

Ya  suelta  el  ancla ya  atraca. 

Ya  baja  la  escala  el  chico, 
Y  á  poco  desciende  Bravo, 
Que  llega  como  en  un  vítor. 
Gritando:  «¡México  viva!» 
Radiante  de  regocijo.         , 

V 

¡LA  misión! 

De  su  misión  espinosa, 
Al  Ministro  de  la  Guerra 


GTTBRSA  DB  SRFORHA.  339 


Le  da  Bravo,  escrupuloso, 
Con  despejo  exacta  cuenta, 

Y  en  todo  filé  tan  cumplida, 
Tan  patriótica,  tan  diestra 
Su  conducta,  que  dejando 
Aparte  toda  etiqueta, 
Elogiábftle  el  Ministro 
Con  la  cara  satisfecha, 

Y  le  alargaba  la  mano 

De  su  aprobación  en  prueba, 
Dando  al  punto  cuenta  á  Juárez, 
Que  está  en  las  vecinas  piezas, 

Y  quien  demuestra  contento 

Y  á  su  Ministro  le  ordena 
Que  á  Bravo  se  le  reciba 
De  Palacio  en  sesión  plena, 
Para  darle  allí  las  gracias 
Indemnizando  sus  penas, 
Ya  que  renuncia  obstinado 

Honores  y  recompensas 

Se  fija  el  siguiente  día. 

Para  ello  tc^o  se  apresta, 

Y  para  obsequiar  la  cita. 
Fué  grande  la  concurrencia. 

VI 

LA  RICIPOION.— EL  GRANDE  OOAJCPO. 

Limpia  y  fi-esca  está  la  estancia 
En  donde  Juárez  habita 

Y  que  funge  de  Palacio, 
De  mansión  y  de  oficinas. 
Blanco  mármol  en  los  suelos, 
En  los  balcones  cortinas, 

Y  en  los  amplios  corredores 
Sombra  y  agua  cristalina. 
Van  y  vienen  los  sirvientes, 
Barren,  sacuden  y  alistan 
hsL  sala  donde  se  espera 
Numerosa  comitiva 

De  empleados  y  militares 

Y  de  la  plebe  ladina, 

Que  en  casa  de  Don  Benito 
Es  como  su  casa  misma. 
En  el  fondo  de  la  sala, 


340  GtmS&A  DB  RBFORKA. 

Que  ardiente  luz  ilumina, 

Y  que  en  sus  blancas  paredes 
Se  embellece  y  se  duplica, 
Se  ven  de  pie  seis  figuras 

Que  aquel  noble  pueblo  estima, 

Y  que,  aunque  ya  conocemos, 
Les  quiero  pasar  revista!- 
Juárez,  de  cuerpo  mediano, 
De  contextura  maciza, 
Ancha  y  serena  la  frente, 
Dulce  y  humilde  la  vista, 
Robusta  espalda,  pie  breve, 
Amplio  pecho,  mano  chica, 
El  rostro  de  bronce  claro, 

Y  en  la  boca  recogida. 
Una  cicatriz  do  muere  i 
Su  imperceptible  sonrisa. 
Ocampo  estaba  á  su  lado: 
Moreno,  de  frente  altiva, 
La  cabellera  á  la  nuca, 
Su  mirada  aguda  y  fija. 
Nariz  roma,  boca  grande, 
Cuerpo  que  expedito  gira, 

Y  tan  abierto  y  tan  franoo 

Y  tan  noble  le  veían, 

Que  los  mismos  que  no  le  aman. 
Le  respetan  y  le  admiran. 
.    Ruiz,  Guzmán,  I^a  Llave,  Prieto 
Están  en  aislada  fila, 

Y  en  el  fondo  y  en  la  puerta, 
En  conjunto  se  divisan 

Los  uniformes  y  espadas, 
\,os  fraques  y  las  levitas, 
Unos,  con  Ramón  Iglesias, 
Jefe  de  tropa  y  milicia; 
Otros,  con  Manuel  Zamora, 
Del  pueblo  heroico  delicia; 
Carirredondo,  fogoso, 
Ojo  azul,  rala  patilla, 
Con  el  cabello  entrecano. 
Con  la  papada  nutrida. 
La  voz  recia;  pero  una  alma 
Franca,  generosa,  limpia. 
Que  sus  ímpetus  convierte 
En  bendiciones  y  en  dicha. 


GTTK&ItA  DB  RKPOItHA.  34! 


Al  salón  penetró  Bravo 
Recogiendo  simpatías, 
Con  la  modestia  en  la  frente, 
En  los  labios  la  sonrisa, 

Y  en  su  gracia  y  apostura, 
ItSi  franqueza  y  gallardía. 
De  su  misión  habla  Juárez, 

Y  de  su  conducta  digna, 
Así  como  se  dispuso 
Con  pompa  se  le  reciba 
Para  que  le  dé  las  gracias, 
Haciéndole  honra  debida. 
En  nombre  de  la  Reforma 

Y  de  su  patria  adoptiva, 
Alegres  dianas  estallan, 
Cruzan  el  aire  los  | vivas! 

Y  Juárez  estrecha' á  Bravo 

Con  paternal  alegria 

Pero  al  acercarse  á  Ocampo, 

Este,  brusco,  se  retira 

Por  doquier  cunde  el  asombro, 
La  inquietud  llega  en  seguida, 

Y  al  fin  se  hunde  en  el  silencio 
La  brillante  comitiva. 
Ocampo  se  avanza  entonces, 

Y  con  la  voz  en  que  vibra 
La  lucha  de  los  afectos. 
Dice  así,  cuasi  con  ira: 
«Señor,  no  puedo  abrazaros  . 
«Ni  tender  mi  mano  indigna 
«A  quien  infamé  cobarde 
«Con  mi  lengua  viperina. 
«Mis  brazos  en  vuestro  cuello 
«Fueran  sierpes  de  perfidia 
«Si  no  borrara  mi  lengua 
«Las  detracciones  malignas 
«Con  que  manché  vuestro  nombre 
«Y  amengüé  vuestras  fatigas; 
«Así  es  que  no  os  doy  la  mano, 
«Ni  os  abrazo,  ni  á  su  vista 
«Volveré  si  en  el  momento 

«No  dice  vuestra  hidalguía: 
•Ocampo,  yo  te  perdono, 
«Y  al  frente  me  lo  repita.» 
«HíPero,  señor j»  — «No  hay  remedio; 


349  GUSRRA  DB  RSPORK A. 

«Quiero  tetra  á  letra  diga: 

nOcampo^yo  te  perdono; 

cY  en  esto  mi  calma  estriba.» 

-«Abrazadme  satisfecho, 
«Señor,  sin  quedar  reliquia 
«De  encono.»  — «No  haya  evasí'(ru^ 
^Ocampo^  yo  te  perdono, 

«Decid y  lucha  concluida.» 

El  concurso  sigue  atento 
La  caprichosa  porfía, 

Y  de  Ocampo  la  nobleza 
Le  entusiasma  y  regocija. 
Al  fin,  Bravo  se  decide, 

Y  con  la  voz  conmovida. 
Dice:  ^Ocampo,  te  perdono.^ 
Se  oyen  palmadas  y  ¡vivas! 
Ocampo  se  lanza  al  cuello 
Del  que  el  perdón  profería, 

Y  un  resplandor  de  grandeza 
La  alegre  estancia  ilumina. 

Melchor,  mi  pluma  brgullosa 
Mi  recuerdo  te  dedica, 
Porque  fuiste  de  mi  Patria, 
El  alma  más  grande  y  limpia 
Que  engrandeció  la  Reforma, 
De  mi  amado  Juárez  hija. 

Afaril  5  de  1892. 


JUAN  JOSÉ  DE 


GARZA. 


GüBURA  DE  REFORMA.  343 


ROmADi^G  DG  HGCUGRDOSL 

(VGKA9RUZ). 


Amanecen  mis  recuerdos 
Hoy,  en  cuanto  abro  los  ojos. 
Como  cuando  negras  nubes 
Vuelan  de  la  aurora  en  torno, 

Y  en  ellas  resbalan  rayos 
De  ardiente  púrpura  y  oro. 

Era  el  caluroso  Marzo 
De  cincuenta  y  nueve  heroico, 
En  Veracruz  la  Reforma 
Ostentaba  hechos  grandiosos 

Y  con  cada  luz  se  alzaba 
Su  prestigio  poderoso. 

A  Juárez  viera  gigante, 
Cual  limpio  faro  entre  escollos, 
Popocatepetl  sublime, 
Alto,  helado,  majestuoso, 
Caldeando  su  alma  la  llama, 
Tranquilo  y  severo  el  rostro. 
{Oh,  qué  pueblo  de  patriotas! 
¡Oh,  qué  ÓA^mos  jarochos! 
¡Cuan  pródigos  de  su  sangre! 
¡Qué  abiertos  y  generosos! 
Era  su  fiesta  el  peligro, 
Era  la  guerra  su  holgorio, 

Y  al  aguacero  de  bombas 
Que  disparaban  los  mochos 

Y  sembraban  donde  quiera 
Muertos  y  sangre  y  escombros» 
Kespondía  el  pueblo  alegre 


344  GUHItPA  DE  RBFORMA. 


CoD  acentos  victoriosos. 
Míramón  el  temerario, 
Su  presa  amagaba  ansioso, 
Con  sus  bravos  que  llegaron 
Como  carniceros  lobos, 
Husmeando  el  olor  de  sangre, 
Retrocediendo  furiosos 
Al  empuje  de  los  libres 

Y  al  retumbar  de  su  enojo. 
Cuando  el  médano  vecino 
Le  contemplaba  rabioso 
Las  olas  tocaban  dianas, 
Saltaba  el  muelle  de  gozo, 

Y  al  reventar  cada  bomba 
Se  elevaba  clamor  ronco, 
Vítores  alzando  á  Juárez 
Entre  epigramas  chistosos. 
Allí  estoy  mirando  á  Llave, 
Barl^  escasa,  enjuto  el  rostro, 
Al  inclinarse  difícil, 

Al  moverse  perezoso; 
Largos  dientes,  ojos  garzos 
Ni  soberbios  ni  medrosos, 
Pero  que  tomaban  llamas 
Los  peligros  y  el  enojo. 
Allí  Enrique  Ampudia  ardiente. 
Allí  Pancho  Azpe  nervioso, 
Esclarecido  artillero 

Y  valiente  como  toro. 
Con  él  estaba  un  sargento 

De  tez  tostada,  ancho  de  hombros, 
Que  al  sentirse  moribundo 
Se  hizo  conducir  de  pronto 
Frente  del  balcón  de  Juárez, 

Y  allí  en  acento  estruendoso. 
Gritó:  «¡Viva  la  Reforma! 
«Xo  hay  que  aflojarse,  yan?^*^^, 
«Firme,  y  vencerás,  gran  Juárez, 
«Que  así  morimos  nosotros.» 

Y  espiró,  cual  si  muriera 
En  un  festín  delicioso. 

Por  doquiera  andaba  Ocampo, 
Erguido,  de  ardientes  ojos; 
Hacia  aürás  puesto  el  cabello, 


GXmRJLA  DB  REPOUMA.  54S 


Ancha  nariz,  franco  el  rostro 
Iluminado  por  su  alma, 
Que  era  delicia  y  tesoro 
De  la  humanidad  entera 
Por  su  temple  poderoso. 
Allí  estaba  Miguel  Lerdo, 
Más  que  el  patriota,  el  apóstol, 
Con  fe  ciega  en  la  Reforma, 
Dulce,  de  hablar  sentencioso, 
Su  peluquín  esmerado. 
Curva  nariz,  negros  ojos. 
Boca  grande  y  unos  dientes 
Como  de  matíil  lustrosos, 
Miraban  á  Degollado 
Con  sus  azules  anteojos, 
Blanco,  pequeño,  adamado 
En  su  decir  y  en  sus  modos, 
Al  embestir  furibundo 
En  arrebatos  furiosos, 
El  último  al  retirarse 
Para  volver  impetuoso; 
En  las  trincheras  Arriaga 
Arengaba  á  \os  jarochos. 
La  calvicie  descubierta. 
En  el  hablar  fervoroso 

Y  en  el  desprecio  al  peligro 
Haciendo  vulgar  lo  heroico. 
En  un  grupo  está  Ramírez, 
El  Nip^romante  famoso. 
Con  el  cabello  crespudo, 
Amarillentos  los  ojos; 

La  admiración  exigiendo; 
Como  mandando  al  asombro 
Con  su  decir  no  esperado 

Y  con  su  talento  monstruo; 
Como  un  Voltaire  en  lo  agudo. 
En  la  invectiva  un  Ariosto, 
Un  Pascal  en  lo  profundo, 

Un  Quevedo  en  lo  gracioso; 

Y  esa  pléyade  viviente 

De  héroes,  sabios  y  jarochos 
Distinguíase  divina 
En  los  cielos  tempestuasos, 
Como  anunciando  á  la  patria 
Un  futuro  venturoso, 

EOHAVCKS.-^ 


34^  GT7HRRA  DE  RBFORMA. 


Con  gloría  de  progresistas 

Y  á  despecho  de  los  modios. 
Mas  el  veintiuno  de  Marzo, 
En  vez  de  que  el  cañón  bronco 
A  Veracruz  despertara 

Con  sus  ecos  pavorosos, 
Gritan:  «se  levanta  el  sitio, 

Y  van  de  huida  los  mochos » 

Y  repican  las  campanas, 

Y  hay  regocijo  y  holgorio. 

Cuantía  de  Mótelos,  Enero  21  de  1885. 


GTTSRRA  DE  RBPORMA.  347 


GRAD  nOUlRm^ 

De  enVODTRODAZOS  Y  PACALGOS  ܣL  AfiO 
flUAL  AV6RIGUAD0  0G]1858. 


£1  año  cincuenta  y  ocho» 
Casi  al  pisar  el  sepulcro, 
Pudo  decir  con  certeza: 
"No  ganamos  para  sustos," 
Porque  era  una  arrebatinga 
De  derrotas  y  de  triunfos, 
Que  atarantaba  á  los  tontos 

Y  extraviaba  á  los  más  duchos. 
Daba  saltos  repentinos 
Chispas  echando  el  barullo, 

De  Mazatlán  á  Oaxaca, 
De  Veracruz  á  Acapulco; 
En  Durango  Coronado 
Con  la  victoria  se  impuso; 
Aramberri  en  Guanajuato, 
Aunque  no  gobernó  mucho; 
Garza,  activo  y  empeñoso, 
Caballos,  armas,  recursos, 
Acopiando  diligente 
Formidable  se  mantuvo. 
En  el  gobierno  Zuloaga 
Daba  soberanos  tumbos, 

Y  cambió  de'ministerio, 
A  sus  adeptos  propuso, 

Y  siempre  era  el  mismo  fraile 
Montado  en  distinto  mulo; 
En  Colima  conspiraban, 
Pero  se  les  siguió  el  bulto 

Y  loB  fusiló  el  gobierno» 


343  GtmHRA  DR  RSPOSMA. 

Porque  así  lo  creyó  justo; 
Retumbó  el  cañón  en  Túxpam, 

Y  Fuertes  con  recio  impulso 
Lo  tomó  dando  á  los  mochos 
Grande  motivo  de  gusto; 
Pero  á  la  vez  liberales 
Quemaron  muchos  cartuchos 
En  el  puerto  de  Tampico 
Contra  Marín  y  los  suyos; 
Carbajal  llegó  en  auxilio, 
Don  Tomás  Marín  se  opuso 

Y  se  escapó  sobre  el  campo 
Que  cubrían  los  difuntos; 

A  Pinzón  sorprende  Márquez 
Que  se  porta  como  un  bruto 
Condenando  el  vil  á  muerte 
Niños,  mujeres  y*  adultos; 
Pero  entró  en  Maravatío 
Pueblita  bravo  y  astuto, 
Exagerando  escarmientos 
Para  vengar  los  insultos; 
.    El  Sur  no  se  quedó  quieto. 
Contra  Vicario,  tumulto 
Inesperado  y  furioso 
Alzo  desplegando  lujo 
De  atropellos  y  crueldades 
Ya  los  otros,  ya  los  unos; 

Y  todo  era  como  á  un  tiempo, 
Como  á  la  vez,  como  junto. 
Como  si  aquellos  encuentros, 
Cual  si  el  totum  revolutum 
Quisieran  de  un  manicomio 
Hacer  el  vivo  trasunto. 

Y  este  fué  nomás  el  prólogo. 
El  principio  tremebundo 
De  la  rota  desastrosa 

De  Vidaurri  en  Ahualulco; 

Y  que  para  otro  romance 
Me  reservo  como  asunto. 

Octubre  ai  de  1896. 


QtrSKKA  DB  RBFOSMA.  349 


taoTñAmG  BAmo^o. 

ODA  amioiui  De  c9P€rxiizx$  t  noe^eiDc  «juwi»  t  mocKict. 

I 

DBGOLI^ADO  Y  MIRAMON. 


Las  clases  privilegiadas 
Defendían  su  dominio 

Y  se  obstinaban  gritando: 
•*Este  pueblo  es  mi  borrico." 
Al  fin  de  cincuenta  y  nueve 
Las  favoreció  el  destino, 

Y  sembró  laurel  y  rosas 
En  sus  tortuosos  caminos, 
Creyendo  que  coronaba 
La  victoria  sus  designios. 
El  pueblo  que  ya  venciendo 
O  ya  sangrado  y  vencido, 
Reluchaba  valeroso 

Y  renovaba  sus  bríos 

Con  la  muerte  de  sus  héroes» 
La  prisión  y  los  suplicios, 
Por  todas  partes  lanzaba 
De  guerra  y  venganza  el  grito, 

Y  resucitaba  ardiente 
Cual  combustible  escondido 
Entre  cenizas  y  chispas 
Sin  ser  notado  ni  visto. 

Y  era  del  pueblo  la  fuerza, 
Porque  la  verdad  ha  escrito. 
Que  el  derecho  impera  siempre 
Si  sabe  un  pueblo  ser  digno; 


35Q  OVKRUA  DB  REFOSVA 

Y  que  al  fin  y  al  cabo  es  débil 
Un  ejército  de  esbirros; 

Y  la  falta  de  recursos 

Le  empujaba  á  lances  críticos, 
Afrontando  inconvenientes, 
Yendo  á  luchar  atrevido 
Contra  el  bravo  Degollado, 
Que  inesperado,  en  un  brinco. 
Le  desafiaba  potente 
En  el  centro  del  Bajío. 
Así  Miramón  pensaba 
En  medio  de  los  delirios 
De  sus  ciegos  partidarios 

Y  sus  triunfos  repetidos; 

Y  el  constante  Degollado 
Aunque  entero  y  decidido, 
Vio  que  la  lucha  costaba 

De  sangre  de  hermanos,  ríos, 

Y  le  pidió  una  entrevista 
De  los  mochos  al  caudillo, 
£1  que  cortés  aceptando 
Señala  la  hora  y  el  sitio. 

II 

LA  ENTREVISTA. 

En  la  reducida  Hacienda 
Que  llaman  de  la  Calera, 
De  Querétaro  distante 
Según  el  vulgo  dos  leguas, 
Se  fijó  punto  de  cita 
Para  que  allí  decidieran 
Los  dos  ilustres  caudillos 
De  que  tengo  dada  cuenta; 
Para  que  ambos  eligiendo 
Conforme  á  sus  conveniencia 
O  con  la  paz  se  enlazaran, 
O  dieran  sudta  á  la  guerra; 

Y  en  manos  de  esos  dos  hombres, 
De  la  República  entera. 

Se  jugaban  los  destinos 
Teniendo  al  frente  la  fuerza. 
Fueron  cuatro  los  actores 
En  esta  solemne  escena: 
Miramón,  Isidro  Díaz, 


GXmtitiA  DE  REFORMA.  35  ^ 


Su  ministro  y  su  colega; 
Degollado  y  D.  Benito 
Parías,  que  entonces  era 
Coronel  é  íntimo  amigo 

Y  de  su  confianza  ciega; 
Se  hablaron  caballerosos, 
La  conferencia  comienza, 

Y  Degollado  gozoso 

Ve  á  Miramón  que  aprovecha 

Sus  instintos  liberales 

De  el  Gobierno  la  experiencia, 

Y  que  el  amor  á  la  patria 
Le  transforma  y  aconseja. 
Más  el  punto  de  partida 
Santos  sostiene  con  fuerza: 
Que  es  nuestra  adorada  carta 
Símbolo  de  nuestras  creencias. 
JNo  se  acerca  la  disputa, 

Si  la  discusión  se  empeña, 
No  se  rompe  del  respeto 
La  conveniente  barrera, 
Pero  el  uno  al  despotismo 
Obligado  representa, 

Y  el  otro  personifica 
A  la  libertad  excelsa. 

Y  es  un  delirio  el  enlace 
De  la  luz  con  la  tiniebla. 
En  un  momento  inspirado 
De  soberana  franqueza 
Dijo  Miramón,  hablando 
Con  una  expresión  ingenua: 
**Ustedes  de  vencer  tienen, 
Lo  miro  cual  cosa  cierta, 
¿Pero  yo  traidor?  ¡oh¡  nunca. 
Nunca,  que  siga  la  guerra. 

Y  sabe  Dios  que  en  el  alma 
La  resolución  me  pesa." 
Siguióse  largo  silencio. 

Se  hicieron  la  reverencia 
Sombríos  los  personajes 
Antes  de  tomar  la  puerta. 
Referir  se  me  olvidaba, 
Que  durante  la  entrevista 
Un  oficial  la  interrumpe 
Apesar  de  la  consigna, 


3S3  GUBKRA  DB  RSPORMA. 


A  Miramón  llama  aparte 

Y  en  voz  muy  queda  le  avisa 
Que  dentro  de  pocas  horas 
Llegará  la  artillería, 

A  México  con  instancia 
Para  sus  planes  pedida. 

Cuando  en  público  se  supo 
La  reunión  de  la  Calera, 
De  los  mochos  furibundos 
La  maldecida  caterva 
Contra  Miramón  sincero, 
Traidora,  lanzó  sus  flechas, 
Haciendo  su  ídolo  á  Márquez 
Con  hipócrita  reserva, 
E  infundiendo  desconfianzas 
Contra  Miramón  artera. 

III 

LA  BSTANCIA  DB  LAS  VACAS. 

En  las  escabrosas  lomas 
De  la  Estancia  de  las  Vacas, 
Que  descienden  caprichosas 
Formando  tendidas  fajas, 
Hasta  tocar  el  camino 
Donde  la  tierra  se  aplana, 
Los  ejércitos  contrarios 
Están  puestos  en  batalla. 
En  las  filas  de  los  libres 
Se  oyen  voces  entusiastas, 

Y  los  mochos  veteranos 
Atentos  al  mando  callan. 
Es  tremenda  la  refriega, 
Ya  retroceden,  ya  avanzan 
Los  que  luchan,  y  en  la  sangre 
De  los  heridos  resbalan; 
Sangre  bebe  sin  saciarse 

De  Vélez  la  fuerte  espada, 

Y  de  Miramón  se  esfuerzan 
Las  columnas  combinadas 
Que  con  poder  indecible 

A  los  libres  arrollaban. 
Degollado  por  su  parte 
Calculó  mal  la  batalla, 
Según  con  datos  demuestran 


GUSRRA  DK  KBPORMA  353 


Los  que  son  sabios  en  armas; 
Pues  en  el  mundo  es  sabido 
Que  yo  no  entiendo  palabra. 
Puso  á  Lambert  y  á  Quiroga 
Detrás  de  insalvables  tapias, 
Entre  peñas  y  nopales 
Quedando  inutilizadas 
Sus  fuertes  caballerías 

Y  sus  oportunas  cargas. 
Al  frente  del  enemigo 
Puso  su  gente  en  batalla 

Y  á  Lalanne  con  sus  cañones 
Di6  posición  acertada; 

Y  aunque  Lalanne  es  valiente 
Como  el  primero,  era  escasa 
La  artillería  que  sirve 

Y  que  la  ocasión  demanda. 
La  censura  á  Degollado 
La  disciplina  relaja, 

Y  brama  y  se  insubordina 
La  turbulenta  chinaca; 

Así  es  que  el  saber  se  impone, 
Así  que  triunfa  la  táctica, 
Así  es  que  no  se  resiste 
A  las  concertadas  cargas; 

Y  Miramón  y  Mejía 
Todo  arrollándolo  avanzan, 
A  pesar  de  Montesinos 
Que  allí  cobra  noble  fama, 

Y  á  pesar  de  otros  valientes 
Que  ingrata  la  historia  calla. 
¡Que  horror!  ruedan  de  las  lomas 
Las  tropas  despedazadas. 
Caballos,  carros,  heridos 
Forman  espantable  masa. 

Que  entristece  á  los  más  bravos 

Y  calcina  las  entrañas, 
Imponente,  formidable 
Combate  el  valiente  Tapia, 
Que  es  en  su  actitud  hermosa 
Emblema  de  la  esperanza; 
Más  le  hiere  de  improviso 
Una  penetrante  bala, 

Y  cayó  á  plomo  luchando, 
Poniendo  en  alto  su  espada. 


354  GUKRKA  DB  RBFORMA. 


Antes  Albino  Espinosa 
Rindió  en  el  combate  el  alma» 

Y  su  valerosa  fuerza 
Que  en  su  jefe  idolatraba 
Al  contemplarle  cadáver 
Se  desordena  y  desgrana. 
La  derrota  furibunda 
Descubre  su  horrible  cara 
Con  sus  ojos  como  loca, 
Temblorosa  y  desgreñada, 
Entonces  la  masa  que  huye 
Se  arroja  cual  disparada, 
Cayendo  de  las  alturas 
Como  horrenda  catarata 
Que  heridos,  carros,  mujeres 
Ahuyando  el  camino  arrastra. 

IV 

El  insigne  Degollado 
tomó  el  nunbo  de  Celaya 
Para  reparar  activo 
Su  inesperada  desgracia; 
Mas  cuando  llega  á  ese  pueblo 
Su  fuerza  desordenada, 
Le  encontró  un  motín  de  tnochos 
Muy  mas  cristianos  que  el  Papa. 
De  azoteas  y  cercados, 
De  puertas  y  de  ventanas, 
Tiestos,  muebles  y  macetas 
A  los  nuestros  arrojaban; 

Y  no  era  sólo  la  plebe, 
Eran  proceres  y  damas 
En  tumulto  fervoroso. 
Entre  gritos  y  pedradas 
Haciendo  á  los  liberales. 
Asesinos  sus  descargas. 
Con  las  piezas  que  á  su  paso 
Dejaron  abandonadas. 

Miramón,  cortés  y  humano. 
Se  fué  donde  estaba  Tapia, 
Su  valioso  prisionero, 
Quien  le  dijo  estas  palabras: 
"Ya  yo  se  lo  que  me  espera, 
Para  mi  no  pido  nada. 


GUBKRA  DH  R8FORICA  355 


Porque  para  mí  es  un  premio 

Morir  sirviendo  á  mi  causa. 

Pido  para  mi  ayudante 

Piedad  pues  me  acompañaba 

Por  amor  á  mi  persona 

Dejando  familia  y  casa." 

— Vuestro  ayudante  está  libre, 

Dijo  Miramón  con  calma, 

Lo  que  importa  es  vuestra  vida 

Tan  cara  para  la  patria, 

Alentaos  compañero 

Que  mi  persona  os  resguarda. 

Que  derrotas  6  victorias 

El  corazón  me  desgarran, 

Y  quisiera  poderoso 

Que  consiguieran  mis  armas 
Ver  en  paz  á  la  íSamilia 
De  la  Nación  Mexicana, 
Rigiéndose  por  las  leyes 

Y  del  mundo  respetada. 

Y  prodigando  al  herido 
Atenciones  estremadas 
Partió  como  conducido 

De  los  vientos,  por  las  alas, 
A  Jalisco,  donde  recto. 
Dar  una  lección  pensaba 
A  Márquez  por  su  insolencia 

Y  su  manera  arbitraría 
De  asaltar  una  conducta 
Que  estaba  en  Guadalajara, 

Y  á  la  República  toda 
Puso  en  inquietud  y  alarma. 

Con  escándalo  los  machos 
Celebraron  la  victoria 
De  la  Estancia  de  las  Vacas, 

Y  á  la  ilusión  se  abandonan 
De  acribillar  á  los  libres, 
De  aniquilar  la  Reforma 

Y  triunfar  omnipotentes 
Para  ad  majarem  Deigloriam» 


356  GTXBSRA  DB  SBPORWA 


ROmAD^e  DE  GOSOALAJARA 

LGADORO  YALLG 


La  de  los  campos  amenos, 
La  de  las  alegres  aguas, 
La  de  ricas  sementeras 
De  topacios  y  esmeraldas, 
De  la  libertad  querida 
Asiento,  nido  y  muralla, 
¿Por  qué  en  duelo  y  en  espanto 
Te  miro,  Guadalajara? 
¿Por  qué  la  guerra  implacable 
Con  su  fratricida  saña, 
Te  da,  en  vez  de  dulces  cantos 

Y  de  tiernas  serenatas, 

El  ronco  tronar  del  bronce 

Y  el  zumbido  de  las  balas? 
¿Por  qué  tras  de  tus  trincheras 
No  ostentas  divinas  gracias, 

Y  se  oye  al  bramar  del  trueno, 
Los  ecos  de  tus  guitarras? 
¿Por  qué  al  cruzar  los  heridos 
Aullando  tras  de  tus  tapias, 
Con  los  soldados  que  deja 

El  combate  ociosos,  bailas? 
Es  cierto;  en  vivo  contraste 
Está  presenciando  el  alma: 
Fandango  y  gresca  en  los  barrios; 
Sobre  los  muros,  matanza. 
Las  tropas  de  la  Reforma 
La  fuerte  ciudad  atacan, 

Y  la  defiende  Castillo 


GUBRRA  DB  RBPORMJI.  357 


Con  sus  bravos  camaradas. 
Las  fuerzas  de  la  Reforma 
Son  más  bien  de  pueblo  masas. 
Son  caudillos  que  parecen 
Más  que  caudillos  patriarcas, 
Con  hombres  que  más  atienden, 
Que  á  la  Ley  3'  á  la  Ordenanza, 
A  los  lazos  de  familia, 
La  tradición  y  las  canas. 
Así,  vense  en  esos  grupos 
Trajes  y  costumbres  varias, 

Y  el  todo,  son  el  apresto 

De  parque  y  cañones  y  armas, 

Tiene  animado  carácter 

De  romería  cristiana, 

O  más  bien,  de  una  gran  feria 

£n  que  de  largas  di&tancias 

Se  agrupan  junto  á  un  mercado 

Diferentes  caravanas. 

A  los  de  Morelia  vense 

Con  Huerta,  que  es  quien  los  manda 

Y  que  ha  dejado  una  mano, 
No  la  mano  de  la  espada, 
Con  sas  cuerudos  ginetes, 
Los  de  ponderosas  lanzas; 
Belem,  los  de  Zacatecas, 
Con  Ortega  briosos  guardan. 
Su  entusiasmo  recordando 
Las  de  su  valor  hazañas. 
Fronterizos  fandangueros, 
Cual  leones  con  sus  charpas 
Con  pretensión  de  jinetes, 
Pero  valiendo  la  plata 
Como  infantes  en  el  campo 

Y  en  sus  expeditas  marchas; 
Opulencia  demostrando, 
Derramando  la  abundancia, 
Fieros  y  caballerosos 
Como  hijos  de  la  montaña, 
Están  los  de  Guanajuato, 

Y  donde  están  nadie  charla; 
Bebedores,  manirotos, 
Gran  corazón,  francas  almas; 
Para  el  amigo,  la  vida. 
Para  el  contrario,  la  espada; 


358  GtTSRRA  DB  R9FORMA. 


La  voluntad  á  Doblado 

Y  á  las  muchachas  el  alma. 
¿De  dónde  son  esos  hombres 
Que  en  San  Felipe  hacen  guardia 

Y  que  se  vuelven  ansiosos 
A  aquella  estrecha  ventana? 
Mirad,  y  qué  anchos  sombren», 

Y  qué  blusas  encamadas, 
Pantalón  como  marinos 

Y  pistola  en  vez  de  espada; 
Medio  endinos  del  costeño 
Remedando  las  monadas, 
Lacios  y  luengos  cabellos, 
Ojos  negros,  poca  barba, 
Delgados,  pero  nervudos, 
Largo  cuello  y  largas  zancas* 
¿Y  en  la  ventana  qué  buscan 
Las  anhelantes  miradas? 
Buscan  su  modesto  jefe, 

Al  que  les  alegra  el  alma; 
Miradlo,  que  el  sol  le  hiere 
Asomado  á  la  ventana, 
Moreno,  pálido  el  tinte, 
Ojos  negros,  frente  plana. 
Liso,  pero  lleno  el  rostro, 

Y  dentadura  tan  blanca, 

Que  en  luz  al  nacer,  se  envuelven 
Sus  sonrisas  y  palabras, 
Luz  que  mandando  persuade 

Y  une  al  valor  con  la  gracia. 
— Bueno,  pero  deje  aparte 
Pinturas,  ¿cómo  se  llama? 
Es  Ignacio  Zaragoza. 

Y  si  al  nombrarlo  hay  tardanza, 
Fué  que  esperé  para  verlo. 
Que  el  sombrero  se  quitara, 
Porque  es  entre  nuestras  glorias 
i  La  gloría  de  nuestra  patría! 

A  todos  estos  guerreros 
Que  confunde  la  batalla, 
Que  alzan  entre  nubes  de  humo 
Mil  tempestades  de  llama. 
Que  en  el  centro  de  la  tierra 
Queman  tremendas  granadas, 
Llenando  sus  intestinos 


GUBRRA  DB  REFORMA.  359 


Las  minas  de  carne  humana, 
Al  frente  de  esas  trincheras 
Que  nuestras  fuerzas  rechazan, 
Como  una  presa  de  roca 
El  empuje  de  las  aguas; 
Al  rededor  de  ese  monte 
Levantado  por  la  audacia, 

Y  en  que  amasó  poderoso 
Verjas  y  vigas  y  casas, 
Dejando  raso  un  cuadrado 
Por  do  los  carros  pasaban, 

Y  en  que  de  Güíchoni  el  nombre 
Se  levantó  y  cobró  fama, 
Enmedio  de  aquel  conjunto, 
Va,  viene,  ordena,  regaña. 
Azuza,  anima,  conduce, 

Y  ni  un  instante  descansa 
Aquel  mismo  Vallecito 
Que  vimos  en  Salamanca. 
El  alegre  muchachuelo 
Que  nos  sacó  de  Santa  Ana, 
M  \9l  guerrilla  de  pluma. 
Como  él  llamaba  con  gracia 
A  los  pollos  de  oficina 

En  la  salida  ordenaba. 
¿Quién  seguirlo  en  aquel  sitio? 
¿Quién  numerar  sus  hazañas? 
Viéndolo  estoy  cuando  el  Carmen 
Con  los  de  Rojas  asalta. 
Los  de  Rojas,  que  al  demonio 
De  furia  lecciones  daban, 
Con  sus  pieles  como  bronce, 
Cual  de  acero  las  entrañas. 
Cual  de  ébano  lo  cabellos, 
Los  ojos  como  con  rabia. 
Apenas  el  gran  simborrio 
Fieros  los  dé  Valle  alcanzan 
Cuando  la  torre  despide 
Como  diluvios  de  balas. 
Valle  cruza  en  una  viga 
Que  atraviesa  la  fachada 
En  milagroso  equilibrio 
Aunque  en  la  pared  se  embarra. ' 
La  viga  era  tan  angosta 
Que  apenas  caben  las  plantas 


^fe  GimitBA  DB  RBFOKUA. 

Una  tras  otra  de  puntas 

Y  sin  poder  afirmarlas. 

Y  así,  en  el  aire  y  en  fila 
Esas  figuras  humanas 
Que  en  el  vacío  aparecen 
Con  fijeza  recortadas, 
Elevan  una  escalera 

De  madera,  y  la  descansan 
Al  pie  de  la  excelsa  torre; 

Y  comienzan  á  treparla, 
Valle  el  primero,  entre  piedras 
Que  de  lo  alto  le  arrojaban, 
Suspendido  en  un  abismo. 
Alta  y  alegre  la  cara. 

Y  cimbraba  la  madera, 

Y  se  arrecian  las  descargas, 

Y  se  teme  se  columpie 
Aquella  insegura  escala, 

Y  la  ansia,  el  terror,  la  muerte. 
En  los  rostros  se  pintaban 

De  los  hombres  que  el  peligro 
Instante  á  instante  burlaban. 
Los  de  Castillo,  aturdidos 
De  la  ascensión  por  la  audacia. 
Descienden  de  la  alta  torre. 
El  héroe  impera  y  exclama 
Con  acento  victorioso: 
Muchachos  ¡viva  la  Patria! 
Satisfecho,  y  los  de  Rojas 
Repicaban  las  campanas. 
¿Pero  para  qué  prolijo 
Narrar  glorias  y  desgracias 
Si  la  tinta  es  sangre  negra 

De  los  hijos  de  la  patria? 

¿Si  entre  los  mismos  contrarios 
Se  admiran  las  nobles  almas, 
Por  el  ciego  fanatismo 

Y  el  falso  honor  extraviadas?.... 
¿Quién  de  Doblado  y  los  suyos 
Podrá  recordar  la  Iliada? 
¿Quién  describir  á  Rosado, 

El  de  atingencia  extremada, 
Que  derribó  de  los  frailes. 
Sereno,  la  Santa  Casa, 
Oon  8U  modestia  exquisita, 


GüSKRA  DB  RBFORMA,  361 


Con  su  fineza  de  dama? 
¿Quién  á  Severo  Castillo 
Cuya  bravura  contrasta 
Con  su  raquíticx)  cuerpo 

Y  con  su  apacible  cara, 

A  quien  la  bondad  seduce, 

Y  el  que  indignado  rechaza 
Los  miles  que  á  él  y  Cadena 
Prieto  ofrece  por  la  Plaza? 
¿Y  quién  sobre  todo  pinta 
La  humanidad  y  la  gracia 
Con  que  consuela  las  penas, 
Con  que  al  enemigo  trata 
Leandro  Valle  que  va  entrando 
Con  Zaragoza  á  la  plaza? 


362  GüBRRA  DB  REFORMA. 


ODA. 

A$G$mATO$  en  caqubsta. 

¿Soñaba  yo?  no  sé,  ¿no  me  dijeron 
Ven  á  arrullar  con  tierna  melodía 
La  noche  de  dolor  de  los  que  fueron? 
¿Soñaba  yo?  no  sé  ¿no  me  invitaron 
A  llorar  cantos,  y  á  regar  con  flores 
Los  lechos  en  que  duermen  los  que  un  día 
De  la  gloría  y  del  bien  los  paladines, 
De  juventud  hollaban  los  jardines 

Y  eran  tu  amor,  tu  fé,  mi  patria  mía? 
Música!  flores!  pompa!  sacrilegio! 
¡El  silencio  de  ayer  era  más  grande!. 
¿Qué  nos  queréis?  preguntan  esos  muertos. 
¿Qué  corona  ofrecéis  á  nuestras  frentes? 
¿Qué  copa  viene  á  nuestros  labios  yertos? 
¡Música!  ¡flores!  ¡pompa!  no  ha  limpiado 
Sus  labios  esta  tierra  de  la  sangre 

Con  que  ha  dos  años  se  embriagó  demente. 
¿Lo  recordáis?  en  ansiedad  y  en  duelo 
La  ciudad  se  asomaba  en  las  alturas; 

Y  de  humo  negro  entre  el  espeso  velo, 
Duplicando  la  mente  los  horrores. 
Temblando  por  su  suerte  los  tiranos, 
Retumbando  los  bronces  vengadores, 
Vibrantes  en  el  aire  los  clamores 
Gimió  el  espacio  con  la  lid  de  hermanos!! 

¡Música!  ¡flores!  ¡pompa!  ¿quién  olvida 
Los  últimos  acentos  del  combate? 
Como  últimos  llamados 
De  la  nave  que  se  hunde  en  lontananza, 

Y  que  lleva  en  sus  senos  adorados 
La  fortuna  y  el  bien  y  la  esperanza; 
Los  últimos  acentos  cual  quejidos 
De  la  amante  que  expira 


GüBRRA  DB  RBPORMA.  363 

Y  nos  mira  con  ojos  doloridos 

Y  nuestro  nombre  al  expirar^suspira 

¿Qué  no  lo  recordáis ?  el  estampido 

Del  cañón  vencedor sonó  en  concierto 

Del  júbilo  procaz,  y  el  alboroto 

Cual  la  risa  galvánica  de  un  muerto! 
¡¡Sarcasmo!!  ¡excecración!  ¡música  y  [flores! 
Manos  abyectas  por  doquier  regaban 
Los  pasos  de  los  viles  asesinos 
Que  en  procesión  triunfal  nos  insultaban!!! 

Y  remedando  cánticos  sagrados, 
Cantos  de  sacrilegio  y  de  impostura, 
Malhechores  con  oro  engalanados, 
Con  túnica  levítica  vestidos, 

Y  de  odio  y  de  sangre  y  maldición  henchidos 
Al  Dios  de  amor,  al  Dios  de  la  concordia 
Sobre  su  altar  en  roncos  alaridos 
Enzalzaban  la  rabia  y  la  discordia! 

La  sangre  trascendió giró  en  los  aires 

Maldición  invisible  que  apagaba 
El  mentido  perfume  del  incienso. 
El  impostor  aroma  de  las  flores 

Y  horrible  cuadro  de  dolor  inmenso, 

A  esta  gran  tumba  que  se  siente  y  oye, 
Mi  horrenda  narración  volvió  el  sentido 
Como  al  pasar  enfrente  al  matadero 
De  reses  un  tropel  huele  su  sangre 

Y  escarba  y  vuelve  y  se  cerciora  y  toma  ^ 

Y  pegando  sus  labios  á  la  tierra 
Rompe  en  desgarradorres  alaridos 

¡Qué  horror!  ¡qué  horror!  Los  que  seguir  no  osaron 
Al  que  volvió  la  espalda  la  fortuna 
Sobre  inocentes  víctimas  cayeron, 
Con  su  sangre  cobarde  se  embriagaron. 

Irrisorio  placer.  ¿Mas,  quién  siguiendo 
▲  los  viles  verdugos  se  extravía. 
Si  allí  miro  familias  desoladas 
Que  rasgan  de  congoja  el  alma  mía....:.? 

Viuda  infeliz  de  Jáuregui  ¿no  me  oyes? 
Ese  cuerpo  desnudo  que  la  arpía 

Inmunda  del  cuartel  llamó  su  presa 

¡Es  tu  amor,  tu  tesoro  de  cariño; 
Cúbrelo  con  tus  brazos,  no  lo  miren 

Y  desfallezcan  de  dolor  tus  niños ! 

Jóvenes:  ¿que  queréis? respira  sai^gre 


364  GUERRA  DB  RBPORMA. 

Este  horrible  lugar ¡sois  tan  hermosas! 

Yo  os  quiero  contemplar  en  los  festines 
Vertiendo  dichas  y  pisando  rosas. 

¡Ay  que  no  me  escucháis hondo  delirio 

Os  embarga Llorad era  tan  bello; 

Era  tan  joven! su  temprana  frente 

Llevaba  de  la  gloria  los  laureles. 
¡  Ay!  ¿Por  qué  la  corona  del  martirio 
Sobre  esa  sien  en  que  tan  pura  ardía 

La  santa  inspiración ?  iPiedad,  verdugos! 

Es  casi  un  niño;  su  sentido  acento 
Es  casi  un  canto,  casi  una  armonía. 
¿Qué  mal  os  pudo  hacer?  ¿por  qué  defraudan 
Esos  encantos  á  la  patria  mía ? 

Y  tu,  madre  infeliz,  tú  que  cubierta 
Con  la  frente  pegada  á  las  rodillas, 
Del  hijo  de  tu  auior:  * 'Manuel,  le  dices; 

Óyeme  mi  Manuel Te  habla  tu  madre, 

Deja  que  ponga  el  lienzo  con  que  enjugo 
Mis  ojos,  en  tu  cuerpo,  que  hiela 
Adorado  hijo  mío 
De  este  cuartel  el  enlosado  frío'* 

Hombres  sin  corazón  ¿quién  no  se  inclina 
Ante  la  Diosa  del  hogar  querido? 
¿Quién  ño  recuerda  el  astro  de  la  infancia 
Sobre  su  tierna  cuna  suspendido? 
— i  Madre  infeliz  !-Plegaria  de  la  aurora  de  la  vida, 
Faro  santo  en  los  mares  4e  la  suerte 
Y  lámpara  de  amor  siempre  encendida 
De  la  cuna  á  la  muerte. 

Llora  madre  infeliz Recuerdo  á  tu  hijo 

Como  un  atleta con  sus  lindos  cantos 

Haciendo  estremecer  los  cocoteros 

De  los  mares  del  Sur la  erguida  palma 

Su  abanico  en  las  auras  agitaba 

Al  resonar  sus  cánticos  guerreros 

Mirando  estoy  el  drama  tremebundo: 

Los  verdugos  allí frente  el  suplicio; 

Mateos  y  su  amigo  le  fprmaban; 

Tan  hermosos  los  dos...... llega  la  muerte, 

Se  miran  y  se  estrechan,  y  así  asidos. 
Los  brazos  á  los  brazos  enlazados, 
Los  corazones  con  ternura  unidos. 

No  disparéis  soldados 

No  me  escucháis  ¡que  horror! ¡Ah  mexicanos! 


GüHRRA  DH'*RBP0RMA.  365 

Juremos  extenninio  á  los  tiranos!!! 
Como  dos  ecos  de  la  misma  lira 
Tienden  al  éter  el  sublime  vuelo; 
Como  dos  aves  que  del  mismo  nido 
Las  blancas  alas  Uevánlas  al  cielo; 
Como  dos  olas  que  del  mismo  escollo 

Sollozando  se  aduermen  en  la  playa 

Así  absorbió  sus  deliciosas  vidas 

Este  suelo  de  sangre  i  Oh  Tacubaya ! 

¿Quién  olvidar  heroicos  extranjeros 

Hombres  de  ciencia,  vuestras  tristes  tumbas ? 

¡Ah,  no  es  México  así !  Mi  patria  amante 

Abre  risueña  el  amoroso  seno 

Y  hace  comunes  los  queridos  lares 
A  los  que  vieron  á  la  luz  del  cielo 
Allende  de  los  mares. 

Ojos  habrá  que  vuestra  suerte  lloren, 
Almas  habrá  que  vuestra  muerte  sientan, 
Flores  habrá  que  vuestras  tumbas  rieguen, 
Que  en  mi  patria  espontáneas  se  sustentan. 

Ni  una  madre,  ni  un  deudo»  ni  un  amigo, 

Barbarie,  excecración ¡  qué  dirá  el  mundo ! ! 

A  hombres  de  caridad  y  de  templanza, 
Al  hombre  consagrado  por  la  ciencia, 
Al  hombre  que  dispensa  los  consuelos, 

Al  confidente  en  fin  de  los  dolores 

Disparar  esos  rayos  vengadores 

Cebarse  con  barbarie  de  panteras...- 

¡Maldito,  sí,  maldito  el  asesino! 

De  sed  se  abrasen  y  su  sangre  beban 

Los  que  esas  marcas  en  la  frente  llevan !!l 

¡Muertos,  en  pie sacudan  vuestras  frentes 

El  sueño  eterno  de  la  eterna  sombra,    . 

Y  en  medio  de  estas  luchas  de  gusanos 

Y  apagando  el  hervor  de  estas  pasiones 
Que  explotan  con  astucia  los  tiranos, 
Moved  vuestros  helados  corazones 

Y  que  arda  en  ellos  el  amor  de  hermanos  1 
¡Víctimas  revivid  en  un  acento 

Que  engendre  el  rayo  y  que  confunda  el  trueno: 

«Nuestra  patria  perece !  dadnos  cuenta 

«Del  precio  de  esta  sangre  que  gotea 
«Nuestra  frente  sangrienta; 
«Sangre  de  redención,  la  habéis  tomado 
«fin  torpe  mercancía, 


366  GUBRRA  DB  REFORMA. 

«Y  el  suelo  se  desmembra  aniquilado, 
«Y  su  vida  semeja  á  la  agonía. 
«Muertos,  en  pie,  los  que  con  vil  careta 
«Aguzan  el  puñal,  y  en  lontananza 
«Fingen  consuelos  y  denuncian  males; 
«Hsos  quieren  la  vida  del  pasado 
«De  odios,  de  asesinato,  de  venganza!! 
«¡  Muertos,  en  pie;  llamad  á  nuestros  hijos, 
«No  á  que  os  tributen  cánticos  ni  flores, 
«Pedid  á  nuestros  hijos  otra  gala 
«Bajo  el  hermoso  pabellón  de  Iguala 

«Alumbrando  la  estrella  de  Dolores 

«Pedidlo  por  la  sangre  que  redime; 
«Pedidlo  por  el  llanto  que  aquí  brilla, 
«Por  la  Patria  pedidlo,  porque  gime 
«Debajo  de  despótica  cuchilla 

Pueblo  cuyo  sudor  fecunda  el  campo. 
Pueblo  que  das  tu  sangre  en  la  batalla. 
Pueblo  que  entonas  cánticos  de  gozo 
Si  á  la  Reforma  sirves  de  muralla, 
Tú  no  quieres  venganza:  con  delicia 
Insepultos  verás  tus  mismos  huesos 
Si  los  alumbra  el  sol  de  la  justicia!!! 

¡Muertos!  en  pie:  de  vuestrosc raneos  huecos 
Un  hossana  se  eleva  por  la  Patria, 
Y  en  la  tumba  repítanse  sus  ecos. 

¡Patria  de  Hidalgo,  oh  patria,  patria  mía! 
Al  pie  de  este  calvario 
Que  libertad  al  mundo  le  promete, 
En  tu  nombre  y  en  nombre  de  ese  osario 
Que  han  de  agitar  resurrección  y  vida; 
Yo  conjuro  y  maldigo  la  matanza; 
Yo  á  la  discordia  y  al  rencor  maldigo; 
Yo  poniendo  á  la  muerte  por  testigo 
Clamo  en  nombre  de  Dios:  Fe  y  i^peíanzai 


GT7BRRA  DB  KBFORMA.  367 


GKftDDe  T  HecamBALGADO  HOniAD^G 
o  itx  £x  (ORODAeíoo  Dc  mAKoacz  eo  60JLSJU.UJUUU 


¿Di  por  qué  Guadalajara, 
Por  qué  la  gentil  matrona, 
£1  milagro  de  la  gracia, 
La  cuna  de  los  patriotas. 
Finges  placer  y  contento 
Si  sé  que  en  silencio  lloras? 
— Porque  soy  la  humilde  esclava 
De  la  canalla  traidora 
Que  me  tiene  atada  al  cuello 
De  duro  bronce  la  argolla, 
y  mi  tortura  le  encanta, 

Y  su  maniquí  me  toma 
Aliándome  al  fanatismo 

Y  á  la  falange  ominosa 

Que  quiere  obsequiar  á  Márquez 
Con  resplandeciente  pompa, 
Al  regresar  de  su  triunfo 
Donde  obtuvo  de  la  historia 
De  Tigte  de  Tacubaya 
Pama  sangrienta  y  odiosa. 

II 
PBBPABATIVO8. 

El  diligente  Salcedo 
y  su  secretario  Vértiz, 
Dieron  vuelo  á  sus  ingenios,^ 
Afilaron  sus  caletres 
Para  que  la  regia  entrada 
Fuera  euvidia  de  los  reyes. 


368  GUERRA  DE  REFORMA. 

El  barrido  de  las  calles, 
Faroles  y  perindengues 
Ordenaron  afanosos 
Tocando  en  lo  sorprendente, 
No  olvidando  su  cariño, 
Como  al  descuido  inocente 
Que  á  los  que  se  vieran  tibios 

Y  con  aires  negligentes, 
En  lista  se  les  pusiera 
Para  tenerlos  presentes; 

Y  este  "presentes**  es  mucho 
Para  todo  el  que  lo  entiende. 
Grandes  músicas  de  viento, 
Cortinas  y  gallardetes, 

Con  disparos  de  escopetas, 
Víctores,  vivas  y  cohetes 
A  la  ciudad  conmovieron 
Desde  Oriente  hasta  Poniente. 
La  garita  de  San  Pedro 
Era  con  asombro  verse, 

Y  Medrano  y  la  carrera 
A  la  Catedral  parece. 
Como  un  salón  transformado, 
Suntuoso,  resplandeciente, 
Para  alojar  vsemidioses 
Como  un  edén  hecho  adrede. 
Un  arco  triunfal  que  rico 

A  todo  lo  humano  excede, 
Se  preparó  en  el  camino 
Para  que  bajo  él  esperen 
Los  que  le  dan  á  la  fiesta 
Su  carácter  eminente. 
Márquez  y  su  comitiva 
Llegaron,  y  reverentes 
Los  proceres  le  reciben 
Muy  humildes  y  corteses, 
A  la  vez  que  cuatro  niñas. 
Que  cuatro  ángeles  parecen. 
Le  ofrecen  una  corona 
Que  colocan  en  sus  sienes. 
La  corona  de  oro  puro 
Remedando  los  laureles, 
Pregón  de  su  ilustre  fama. 
Digno  adorno  de  su  frente; 

Y  no  hay  uno  que  censure, 


GÜBRRA  DB  RBPORmI.  369 

Y  no  hay  uno  que  sospeche, 
Que  bajar  á  la  inocencia 

A  que  haga  tales  papeles 
Es  tocar  en  lo  villano 

Y  arrastrarse  en  lo  indecente. 
Antes  de  llegar  al  templo 

El  municipio  aparece, 

Y  un  bastón  con  puño  de  oro 

Y  brillantes  se  le  ofrecen, 
Como  homenaje  de  gloria 
Que  su  grandeza  merece. 

III 

LA  IGLESIA  T  LOS  TOBOS. 


En  la  iglesia  hubo  fandango, 
Lo  temporal  y  lo  eterno 
En  santa  unión  confundidos 
De  gozo  echaron  el  resto. 
¡Qué  injurias  á  la  chinaca! 
Al  darse  golpes  de  pecho, 
I  Qué  pedir  maten  á  todos 
Los  incrédulos  perversos! 
Al  desgranar  fervorosos 
Abultados  Padres  nuestros. 
Márquez  se  portaba  grave 
Como  un  enviado  del  cielo; 
Pero  algunos  liberales 
Percibieron  en  su  ceño. 
Del  Tigre  de  Tacubaya 
Los  horrorosos  recuerdos 
Que  pasaban  como  sombras 
Entre  los  viles  festejos. 
I  Qué  parabienes,  qué  elogios, 
Y  que  discursos  aquellos! 
Que  no  copio  por  vergüenza 
Por  lo  infames  y  rastreros. 
Por  fin  para  dar  remate 
Al  estupendo  suceso, 
De  la  división  primera 
Salieron  unos  toreros. 
Que  una  corrida  formaron 


370  GT7KRRÁ  DB  SSFORMA 


Con  arte  y  lujo  supremos; 
y  para  darle  la  pompa 
De  nunca  visto  torneo, 
Nombraron  á  siete  reinas 
Que  con  vistosos  arreos 
A  los  adalides  nobles 
Dieran  recompensa  y  premio. 
El  redondel  era  Olimpo 
De  todo  lo  grande  y  bello, 

Y  las  reinas  de  hermosura 

Y  de  gracias  un  portento. 
Márquez  como  el  padre  Júpiter 
Ocupa  el  lugar  excelso, 
Teniendo  en  su  torno  diosas, 
Teniendo  á  sus  pies  el  pueblo. 
Henchida  estaba  la  plaza 

De  caballeros  y  léperos 
Luciendo  trajes  variados. 
Calzoneras  y  sombreros 
Con  chapetones  de  plata 
y  con  toquillas  con  fleco. 
Los  vestidos  elegantes 
De  los  galanes  toreros. 
Eran  el  pantalón  blanco 

Y  el  dormán  de  terciopelo 
Con  galones  de  oro  y  plata 
Enlazados  con  esmero. 
Las  músicas  atronaban 
Con  sus  sonatas  los  vientos; 
La  plebe  estaba  en  sus  glorias, 
Enamorando  y  comiendo; 

Y  para  que  no  faltase 

A  aquel  festín  lo  poético, 
Un  Jefe  de  alto  copete 
En  lira  trocó  el  acero. 
Entregándole  á  la  Fama 
Entre  otros  estos,  perversos 
Que  dizque  con  broche  de  oro 
Dieron  fin  á  los  festejos: 


"Y  si  del  bruto  en  las  agudas  astas 
Exhalamos  el  último  suspiro. 
No  os  olvidéis  que  fué  por  agradaros 
Y  moriremos  de  placer  henchidos."  -^Ajüla. 


OXmRRA  DS  RKFORMA.  37 1 


GRSD  HOmADCG  DC  BUCD  TABACO 

D€  LA 

LCT  06  0AXA9A  T  DGL  BAÜDOLGHO  90B09. 


Es  el  héroe  de  mi  cuento 
Polizón,  grosero  y  hosc(^, 
Indomable  como  zebra, 
Cual  macho  cerrero  bronco, 
Con  aspecto  de  marrano 

Y  un  genio  de  los  demonios, 
De  esos  que  vomita  España 
Como  en  recuas  y  á  manojos; 
Porque  dignos  españoles 
Suelen  venir  y  no  pocos, 

Y  benéficos  y  pulcros 
Florecen  entre  nosotros; 
Mas  el  puerco  espín  humano, 
De  la  Cataluña  aborto. 
Quitándole  lo  valiente 

Era  de  maldad  fenómeno; 
Pero  se  la  dio  de  noble, 
Diéronle  entrada  los  mochos, 

Y  general  le  tenemos 

El  año  cincuenta  y  ocho, 
Gobernador  en  Oaxaca 
Ejecutando  destrozos. 
Díaz  Ordaz,  que  de  los  libres 
Era  la  honra  y  el  decoro, 
A  Juárez  representaba, 
De  sus  deberes  celoso, 

Y  cuando  asaltó  la  plaza 


y¡2  GrmRRA^PB  sbforma. 

El  aventurero  Cobos, 
Que  era  el  nombre  del  malvado 
De  que  tracé  los  contomos 
Al  empezar  mi  romance, 

Y  en  que  me  quedé  muy  corto, 
Quedéise  en  Santo  Domingo 
Díaz  Ordaz  que  valeroso 
Esperaba  algún  auxilio 

De  los  libres,  que  en  contomo 
La  ciudad  amenazaban 
Resueltos  y  cautelosos. 

II 

LA  CIUDAD. 

La  ciudad  estaba  urgida 
Por  dos  fuerzas  encontradas 
Como  entre  los  férreos  dientes 
De  poderosas  tenazas: 
En  unos  cuánta  dureza, 
Cuánta  arrogante  jactancia. 
Cuánto  bregar  de  los  clérigos 
En  la  iglesia  y  en  las  casas; 
En  los  otros  qué  inquietudes, 
Qué  risueñas  esperanzas 

Y  qué  ilusiones  tan  pronto 
Nacidas  como  frustradas. 
Con  Cobos  fuerzas  de  línea 
Pegadas  á  la  Ordenanza; 
Con  los  libres  revoltura 
De  soldados  y  chinaca; 

Y  para  el  pueblo  infelice 
Hambres  y  peligros  y  ansias. 
Las  calles  están  desiertas. 
Por  tres  trincheras  cortadas. 
Que  puestas  de  trecho  en  trecho 
Al  Palacio  resguardaban. 
Residencia  del  gran  Cobos 
Con  sus  cañones  y  guardias. 

A  la  vez  en  las  afueras 
De  la  ciudad,  la  chmaca 
Se  congrega,  se  organiza 

Y  al  asalto  se  prepara 
Contando  como  elemento 


GUERRA  DB  RBPORMX.  373 

De  su  embestida  la  audacia; 
Cobos  estaba  confiado  s"^  fífij^S 
En  su  gente  y  en  sus  armas, 

Y  los  aprestos  de  asalto     .v./W  Ü^ 
Contemplaba  con  cachaza;  jU7,U 
Entre  tanto  tres  columnas    Q(^ 
Forman  las  fuerzas  que  asaltan, 

Y  voy  á  hacer  un  bosquejo 
De  los  jefes  que  las  mandan. 
A  la  primera,  Mejía, 

A  quien  ct^erito  llamaban 
Por  su  firme  resistencia 

Y  su  indomable  constancia. 
Fiel  liberal,  hombre  de  orden, 
Sumiso,  brillante  espada. 
Aunque  á  veces  por  cautela 
Los  movimientos  retarda; 

La  otra,  manda  un  licenciado 
Alegre,  de  corta  talla. 
Ligero  de  movimientos, 
Mirada  audaz,  carnes  flacas, 
Como  Cid  en  lo  valiente. 
Sin  rival  en  las  hazañas, 
A  quien  le  cantaban  chistes 
Los  zumbidos  de  las  balas, 

Y  que  si  mal  no  recuerdo 
Ballesteros  se  llamaba. 
Al  fi-ente  de  la  tercera 
Tiburcio  Montiel  estaba 
Ardiente,  entusiasta,  activo, 
Huracán,  tempestad,  llama 
Que  al  columbrar  el  peligro 
A  su  frente  se  dispara 
Obligando  á  la  victoria 

De  los  lauros  á  sus  armas. 
Cada  trinchera  es  motivo 
De  formidable  batalla. 
En  que  sangre  á  borbotones 
£1  suelo  convulso  encharca, 
En  tanto  que  las  alturas 
Los  proyectiles  cruzaban 
El  espanto  difundiendo 

Y  acongojando  las  almas. 
En  la  segunda  trinchera 
Fué  la  lid  más  empeñada, 


374 GUHRRA  DE  REFORMA. 

Los  batallones  de  Cobos 
Vacilan,  se  desbaratan 

Y  en  los  arrimados  muros 
Flamean  regocijadas 

Las  triunfadoras  banderas 
De  Juárez  y  su  chinaca. 
Mas  se  opone  resistencia 
En  la  tercera  jornada; 
Pero  Montiel  aparece 
Como  en  nube  que  amenaza 
Relámpago  refulgente 
Que  su  negro  manto  rasga 

Y  que  es  precursor  del  rayo 
Que  aniquila  por  do  pasa. 
Cuando  esto  presenció  Cobos 
Que  ensillen  su  corcel  manda 

Y  con  todo  lo  valiente 

Y  con  todas  sus  jactancias, 
Dijo:  pies  para  qué  os  quiero; 
Veloz  emprendió  la  marcha 
Dejando  á  los  vencedores 
Desocupada  la  plaza. 

Salió  de  Santo  Domingo 
Entre  repiques  y  dianas, 
Díaz  Ordaz.  que  con  sus  hechos 
Dignos  de  brillante  fama 
Tomó  en  triunfante  y  gloriosa 
A  la  eminente  Oaxaca. 


GUBRRA  DB  REFORMA.  375 


WmRMG  RGTOBADO 

T  DG  mJHH  Z€TX 
POR  U  eDTHÁDA  06  90B09  GD  OJUU^JL 


sinfonía. 

El  opulento  Oaxaca 
Mandaba  Don  Miguel  Castro, 
Liberal  firme  y  discreto, 

Y  como  el  que  más,  honrado, 

Y  estaba  entre  dos  corrientes 
A  la  inquietud  condenado: 
Era  una  la  de  los  padres 
Con  sus  cruces  y  milagros, 
Su  pulpito  subversivo, 

Y  para  cerrar  el  cuadro. 
Las  viejas  supersticiosas. 
El  purgatorio  y  el  diablo 
Con  su  ejército  de  moc/ios 
Hipócritas  y  embozados. 

Y  era  la  otra  la  parvada, 
De  los  libres  exaltados, 
Díscolos,  incomprensibles, 
Cada  cual  metiendo  mano 
En  los  planes  más  difíciles 

Y  en  los  negocios  más  arduos. 
Con  Castro,  en  esas  corrientes, 
Era  Dublán  secretario. 
Astuto  como  la  zorra, 

Sutil  como  aire  colado, 

Y  en  las  tretas  de  política 


376  GUERRA  DB  REFORMA. 


Asombro  de  los  maestros. 
Era  fácil  su  palabra, 
Era  muy  dulce  su  trato, 

Y  á  todos  les  daba  gusto, 
Como  deferente  y  manso, 
Llevando  en  el  fondo  avante 
Sus  planes  biei^  concertados. 
En  fin,  alma  de  Gobierno 
Era  el  simpático  Chato. 

II. 

T7N  ENVIADO. 

Don  Benito,  que  adoraba 
En  sus  bravos  oaxaqueños, 

Y  que  en  la  paz  y  en  la  guerra 
Fueran  siempre  los  primeros, 
Le  mandó  un  guapo  soldado, 
En  organizar  experto, 

Y  fecundar  los  recursos 
De  su  Estado  predilecto; 

Y  ese  soldado  era  Iniestra, 
La  flor  de  los  caballeros. 
Valiente  entre  los  valientes, 
pn  sus  costumbres  austero 

Y  enemigo  de  las  farsas. 
Fuerte  de  los  patrioteros. 
El  necio  provincialismo 

Le  conceptuó  de  extranjero, 

Y  fueron  tales  las  críticas. 
Tales  los  chismes  y  enredos, 
Que  á  pesar  que  organizaba 

Y  formó  brillantes  cuerpos, 
A  Juárez  le  compulsaron, 

Y  á  las  instancias  cediendo 
Mandó  salir  del  Estado 

A  Iniestra,  y  en  su  defecto 
Nombró  á  Don  Nacho  Mejía 
A  que  ocupase  su  puesto, 
Caso  de  que  resistiera 
Sin  acatar  sus  preceptos; 
Mas  cuando  llegó  Mejía 
A  Oaxaca,  Iniestra  experto 
Se  encontraba  á  tres  jomadas 


GÜBRRA  DB  REFORMA.  377 


El  mandato  obedeciendo. 
Nada  contuvo  á  Don  Nacho, 
Tras  Iniestra  fué  violento 

Y  se  invistió  con  el  mando 
De  aquel  reducido  ejército. 

III. 

LA  MARCHA  RESUELTA. 

A  Tehuacán  tiene  Cobos 
Como  quien  dice  en  un  pufío, 
Preparándole  á  Oaxaca 
Sagaz  un  golpe  contuso, 
Pero  con  escasa  gente 

Y  con  escasos  recursos. 
Tío  Nacho  que  le  ve  débil 
Sus  aprestos  hace  ocultos 

Y  contra  Cobos  camina 
Para  darle  de  exabrupto, 
Un  golpe  en  la  mera  nuca. 
Que  le  dejase  difunto. 
Mas  Cobos  lo  sabe  á  tiempo 

Y  como  no  era  tan  bruto. 
Pidió  auxilio  sigiloso, 

Y  auxilio  recibió  al  punto. 
Ya  tiene  encima  á  Tío  Nacho 
Que  activo  su  plan  dispuso; 
Pero  Miñón  se  aparece 

Y  le  persigue  de  súbito. 
Entonces  ¿qué  hacer?  se  vuelve 
Sin  pérdida  de  minutos 

Y  en  Teotitlán  del  Camino 
Pretende  escapar  el  bulto 

Y  allí  resistir  valiente 
Hasta  el  último  cartucho. 
A  Teotitlán  llega  Cobos. 
Emprende  el  ataque  rudo 

Y  los  oaxacos  resisten 
Merecedores  del  triunfo. 

Y  Dios  protegió  á  los  malos, 
Esta  vez  que  no  eran  muchos 
Contra  de;lo  que  sucede 
Constantemente  en  el  mundo: 
Cobos  obtuvo  la  palma 

B0ICANCS8 -*4& 


SJ$  GXniRRi  DK  REFORMA. 


Y  los  honores  del  triunfo; 
A  los  nuestros  la  derrota 
Cara  de  demonio  puso, 

Y  la  derrota  es  desorden 
Bs  confusión  y  tumulto. 
Cobos  ocupó  Oaxaca, 
I4O8  libres  están  de  luto, 

Y  los  mochos  resucitan 
Después  de  terribles  sustos, 
Con  el  orgullo  en  la  frente 

Y  en  los  labios  el  insulto. 
Nuestra  Santa  Madre  Iglesia 
Bl  cancán  bailó  de  gusto; 
Pero  en  la  tierra  quedaban 
Mil  elementos  fecundos, 

§ue  la  victoria  de  Cobos 
ornaron  en  ruido  y  humo. 


Noviembre  10  de  1896. 


GX7BRRA  DB  RBFORMA.  379 


0€  LH  LOmX  XLCX 
SO  006  S€  L0«€  GL  P610D  QRXCJI. 


JUABSZ  T  ÜBAGA. 

Aquel  oficial  valiente, 
Hijo  digno  del  Dios  Marte, 
Que  en  la  guerra  Americana 
Grabó  con  rasgos  brillantes 
Su  nombre  como  recuerdo 
De  sus  hechos  inmortales, 
Llegó  á  ofrecerle  su  espada 
En  la  Reforma  al  gran  Juárez; 

Y  era  simpático  Uraga 

Y  de  mérito  innegable, 
Mas  tanto  como  valiente 
Impetuoso  é  inconstante. 
Juárez  su  mérito  estima, 
Juárez  sus  servicios  sabe, 
Pero  motivos  que  ignoro, 
O  adrede  quiero  callarme. 
Le  hicieron  decir,  acepto, 

Y  os  ocuparé  más  tarde. 
Pero  Doblado  le  llama 
Con  recursos  abundantes; 
£1  vuela,  organiza  fuerzas, 

Y  con  increíbles  afanes 

Se  empeña  en  moralizarlas; 
Bscoge  á  sus  oficiales, 
Les  decciona  é  instruye 

Y  los  hace  respetables; 


¡fio  GUSRRA  DB  RBFOSMA. 

Porque  el  barullo  en  las  armas 
Sólo  produce  desastres. 
Uraga  se  siente  fuerte, 
Se  alista  para  el  combate 

Y  es  una  entidad  que  surge 
Grande  y  en  los  vivos  aires. 

II 

LAS  TRES  P0TEN0IA8. 

En  San  Luis  se  encuentra  Vele* 
A  los  mochos  dominando, 

Y  á  las  fuerzas  imperantes 
Pide  embestidas  y  asaltos. 
Bstá  Garza  en  Matehuala 
La  Reforma  proclamando, 
Con  sus  bravos  fronterizos 
Que  son  dicUtiro  planchados-, 

Y  Ortega  está  en  Zacatecas 
Viendo  al  uno  y  otro  lado 
A  donde  lleva  su  auxilio 
En  los  lances  apurados. 
Vélez  que  le  creyó  débil 
Contra  él  dirige  sus  pasos; 
Mas  Garza  á  San  Luis  amaga 
Con  ímpetu  desusado. 
Retrocede  entonces  Vélez, 
Miramón  le  quita  el  mando, 

Y  Garza  sin  saber  cómo 
Deja  trenes  y  soldados 
A  Uraga  que  los  acoge 
Con  tftulo  acreditado. 
A  Vélez  se  le  destina 

A  que  mande  en  Guanajuato, 

Y  le  da  á  Rómulo  Vega 
Miramón,  sesudo  y  cauto. 
Poder  en  Aguascalientes, 

En  San  Luis  y  en  todo  el  cuadro 
Que  enlazan  las  conexiones 
De  esos  floridos  Estados. 
Uraga  que  todo  sabe 
A  San  Luis  avanza  rápido. 
Mas  se  le  interpone  Vega 

Y  en  Loma  Alta  se  avistaron. 


aUBRltA  t)n  RHFOftMA.  jftl 


III 
LA  BATALLA. 

Es  Loma  Alta  una  Uantua 
Sinuosa,  sin  cerca  ni  árboles, 
Con  pequeñas  eminencias 

Y  una  eminencia  más  grande, 
Vega,  soldado  á  la  antigua. 
Trazó  estudioso  sus  planes 

Y  distribuyó  su  fuerza 
Pensador  para  el  ataque; 

Y  á  su  vez  resuelto  Uraga 
Entero,  alegre,  radiante, 
Dice:  vamos  á  vencerlos. 
Subordinación  y  avancen. 
Ya  se  miran  frente  á  frente 
Las  fuerzas  beligerantes. 
Ya  numerosos  cañones 

Se  aprestan  amenazantes, 

Y  los  de  Uraga  se  agru{>an 
En  el  extremo  distantes. 
Disciplinados,  en  orden 

Y  atentos  á  lo  que  manden; 
Mas  de  pronto  unos  dragones 
A  ellos  llegan  dispersándose, 

Y  fué  que  les  sorprendieron 
En  inesperado  instante; 
Uraga  les  amonesta 

A  que  su  moral  reparen. 
Repitiéndoles  soberbio: 
Nada  ha  sido  ese  percance, 
Mañana  les  venceremos, 
Pero  entre  tanto  descansen. 

IV 

SL  OHOQÜX. 

Vega,  como  es  de  rutina. 
Comenzó  su  cañoneo. 
Disponiendo  su  defensa 
Al  hacer  terrible  fuego, 

Y  Uraga  que  á  los  soldados 
Conoce,  y  que  estarse  quietos 


383  GTTBRKA  [dB  REFORMA. 

Unos  soldados  bisónos 
Se  exponen  á  muchos  riesgos, 
Audaz  emprende  el  asalto 
Del  campo  y  los  parapetos 
De  Vega  que  sorprendido 
Hace  inauditos  esfuerzos; 
La  embestida  fué  terrible, 
El  empuje  fué  tremendo; 
Todo  lo  arrollaba  Uraga 
Dejando  el  suelo  sangriento 
Cañones,  trenes,  caballos. 
Incontables  prisioneros 
Coronaron  de  los  libres 
Triunfo  tan  grande  y  completo. 


CONCLUSIÓN. 

Vega  partió  no  se  donde, 
Y  el  impertérrito  Uraga, 
Con  su  fuerza  decidida. 
Valiente  y  disciplinada, 
Cobrando  el  debido  rango 
En  la  liberal  campaña 
Marchó  ardiente  y  formidable 
A  atacar  Guadalajara. 


Noviembre  15  de  1896. 


GX7BRRA  PB  KSFOSUA.  383 


BeLLO  T  D€9PABILAD0  ROmAD^ 

DGL  PGDRGGAL  DG  PGñUGLA!}. 


MIRAMOH  Y  SII.VEiaO  RAMTRM, 

Triunfante  marchaba  Uraga 
Desde  Loma  Alta  á  Jalisco, 
La  dicha  regando  flores 

Y  alegrando  su  camino, 
Pero  Miramón  lo  supo 

Y  diligente  y  activo 

Y0I6  á  estorbar  del  contrario 
Los  avanzados  designios. 
Él  sabe  de  Pepe  Uraga 
Los  incontenibles  bríos 

Y  sabe  que  si  se  duerme 
O  vacila  ó  no  anda  listo, 
Se  pierde  Guadalajara 
Como  tres  y  dos  son  cinco. 

Y  antes  de  marchar  ordena 
Con  talento  previsivo, 

?ue  Don  Silverio  Ramírez 
uviera  en  Durango  aviso, 

Y  formando  una  brigada 
Con  varios  cuerpos  reunidos. 
Se  le  incorporara  pronto 
Para  dar  á  Wol  auxilio. 
Ortega  que  en  Zacatecas 
Con  número  reducido 

D^  tropas  de  su  Gobierno 
Conservaba  el  equilibrio, 
Gscuchando  á  su  alma  grande 


)94  OüSRRA  DB  RHPO&UA. 


Y  á  SU  grande  patriotismo, 
Dijo:  «tope  en  lo  que  tope, 
«Al  Don  Silverio  le  brinco; 
«Al  arma  toquen,  muchachos, 
«A  rifamos,  hijos  míos». 
Cuando  cruzaba  Ramírez 
Del  Estado  los  dominios, 
¡Oh!  qué  dragones  tan  guapos, 
¡Oh!  qué  trenes  tan  lucidos, 
jOh!  qué  infantes  tan  expertos, 

Y  qué  todo  tan  cumplido. 
Pero  la  chinaca  brava 

Ni  nevando  siente  el  frío, 
Ni  quitándole  las  plumas 
Se  logra  que  clave  el  pico. 
Pronto  le  embiste  á  Ramírez, 

Y  aunque  el  jefe  sorprendido 
Combate  y  se  siente  fuerte. 
No  se  detiene  en  su  giro. 
Porque  el  superior  mandato 
Lo  ordena  así  con  ahinco. 
Sigue  rápido  su  marcha. 
Ortega  le  acosa  asiduo, 
Apesar  que  Degollado 

Le  manda  vuelva  á  su  sitio, 
Porque  es  pequeña  su  fuerza, 
Sus  soldados  son  novicios, 

Y  así  el  Gobierno  se  expone 
A  un  eminente  peligro. 
Pero  Ortega  á  nada  atiende, 
Va  tras  Ramírez  con  brfo 

Y  á  sol  y  á  sombra  le  hostiga 
Con  un  empeño  continuo. 
Ramírez  ya  se  detiene, 

Ya  revuelve  enfurecido, 

Y  trabando  lid  sangrienta 
Huye  de  sus  enemigos, 

.  Tal  como  león  terrible 
Por  jauría  perseguido; 
Ya  avanza,  ya  acorta  el  paso, 
Entre  encontrones  reñidos, 

Y  ya  cauto  se  adelanta 
Para  tener  un  respiro 

Y  proseguir  libremente 
Hasta  el  fin  de  su  destino. 


GX7BRRA  DB  RBPORMA.  3^5 


II. 
LA  BATALLA. 

Cuatro  veces  de  la  noche 
Ocultó  el  oscuro  manto 
De  Ramírez  y  de  Ortega 
Los  campamentos  contrarios, 
Hasta  que  de  Aguascalientes, 
Si  no  miento,  á  leguas  cuatro 
Se  decidió  la  batalla 
Motivo  de  mi  relato. 
Era  el  ardoroso  Junio 

Y  era  de  sesenta  el  año, 
Ramírez  hace  en  Peñuelas 
Un  pasajero  retardo, 

Y  Ortega  en  Aguascalientes 
Entra  cierto  de  alcanzarlos 
Con  sus  buenos  oficiales 

Y  sus  soberbios  chinacos, 
Pero  antes  de  aquel  encuentro 
Preciso  es  trazar  el  cuadro: 
Es  el  llano  de  Pefíuelas 
Nombre  infiel,  nombre  usurpado, 
Muy  triste  por  lo  desierto, 
Muy  repelente  por  lo  árido; 

No  se  conoce  la  tierra, 
No  se  ve  ni  yerba,  ni  árbol, 
Es  un  depósito  extenso 
De  pedregales  volcánicos, 
Que  dejó  la  ardiente  lava 
En  su  fervoroso  tránsito, 
En  rúbricas,  en  montones 
Ya  dispersos,  ya  apiñados, 
Ya  en  quiebras  inaccesibles, 
Ya  en  exabruptos  barrancos, 

Y  salvable  en  todo  tiempo 
Solamente  por  los  pájaros; 
Por  un  singular  capricho 
En  el  centro  de  este  espacio 
Se  hallaba  un  carril  estrecho. 
Tortuoso  y  accidentado 
Que  apellidaban  camino 
Los  viajeros  y  los  asnos, 

Y  en  el  que  dando  mil  tumbos 

xoMAHata.— 49 


386  GUERRA  DE  REFORMA. 


La  diligencia  y  los  carros 
A  saltos,  con  detenciones, 
Pasaban  con  mil  trabajos. 
Ortega  á  todo  se  arriesga, 
Traza  su  plan  con  buen  cálculo, 

Y  antes  que  la  hermosa  aurora 
Lance  sus  primeros  rayos, 

A  Ramírez  acomete 

Con  sus  terribles  disparos; 

Sólo  cuenta  con  tres  piezas, 

Con  un  parque  limitado, 

Una  toma  el  enemigo 

En  un  choque  desgraciado. 

Otra  entre  los  pedregales 

Se  hace  al  funcionar  pedazos, 

Y  queda  una  sola  pieza 
Para  aquel  trance  empeñado; 
Pero  la  sirve  Lalanne 

El  indomable  chinaco^ 
El  jefe  caballeroso. 
El  de  sentimientos  altos. 
El  que  popular  y  lejos 
De  la  fama  y  aparato 
No  ocupa  el  lugar  que  debe 
En  nuestros  anales  patrios. 
Este  jefe  con  buen  tino 
Inutiliza  los  carros, 

Y  quedan  los  enemigos 
Entre  peñas  encerrados. 
Empeñóse  la  batalla 
Furibunda,  como  á  saltos, 
Los  infantes  se  tropiezan. 
Se  derrengan  los  caballos, 

Y  el  terreno  es  imposible 
De  avance  por  ambos  lados. 
Pero  Ortega  decidido, 

Con  planes  bien  concertados, 
Embiste,  destroza,  arrolla 
A  los  valientes  soldados 
De  Ramírez,  que  impotente 
Luchaba  desesperado; 
Mas  la  chinaca  y  Ortega 
Fué  cayendo  y  levantando 
Entre  torrentes  de  sangre, 
Entre  alaridos  de  espanto, 


GüKRKA  DB  RBFOSMA. 


3«7 


Hasta  arrancar  á  la  suerte 
Los  laiireles  de  las  manos. 

III. 


CONCLUSIÓN. 

Más  de  mil  mochos  quedaron 
De  Ortega  de  prisioneros 
Con  sus  carros  y  cañones, 
Con  su  brillante  armamento, 
Sus  orgullosas  banderas 
Que  nos  sirven  de  trofeos 
Y  reakaron  el  prestigio 
De  aquel  triunfo  tan  espléndido. 
¡Gloria  á  González  Ortega! 
¡Gloria  al  soldado  del  pueblo! 


Noviembre  31  de  1896. 


9B8  GUBRSA  DB  R8FOSMA. 


«XBMnoo  en  senio  oe  lx  maettrs 

oeLBenemeRiTO  ?BinA?ATe 
GÍTGBAn  COHODADO. 


ENSATADA  PARA    EMPEZAR. 

Suele  en  la  invisible  chispa 
Que  quedó  tras  el  incendio 
Refugiarse  poderosa 
La  gran  potencia  del  fuego, 

Y  volar  do  no  se  espera 

Y  el  combustible  embistiendo 
Anunciarse  destructora 

Y  hacer  cundir  con  estrépito 
Las  enfurecidas  llamas 
Cuanto  encuentran  destruyendo* 
Así  aparece  el  conjunto 

De  los  inmortales  hechos 
Del  blasón  de  la  chinaca^ 
Prez  del  suelo  chihuahueño. 
Era  un  héroe,  Coronado 
Que  de  entre  su  mismo  pecho, 
Los  gérmenes  abrigaba 
De  lo  grande  y  de  lo  bueno. 
Era  en  los  campos  luchando 
Legión  y  hueste  y  ejército, 
Adalid  incontrastable 
Del  pueblo  y  de  sus  derechos; 
Así  cuando  las  derrotas 


GUBRRA  DB  REFORMA.  389 

Crueles,  la  Reforma  hiriendo 
A  los  mochos  halagaban 
Con  mando  y  creces  sin  cnento, 
Con  empuje  desusa4o 

Y  por  sus  propios  esfuerzos 
Con  rancheros  desarmados, 
Con  infelices  labriegos 
Aparecióse  en  Durango, 
La  Reforma  defendiendo 
Con  el  pueblo  que  es  valiente 

Y  que  sabe  entrar  al  pleito, 

Y  Heredia,  aquel  Cid  terrible 
Que  inspiraba  tanto  miedo, 
Sin  esperar  las  resultas. 

Del  amago,  dejó  el  puesto, 
Como  una  dulce  paloma 

Y  como  un  manso  cordero. 

II. 

PARA   DONDE  SIRVA  DE  ALGO. 

Como  al  derribar  los  muros 
De  una  morada  opulenta. 
El  tremendo  terremoto 
Con  incontenible  fuerza, 
Surgen  entre  los  escombros, 
Sin  lesión,  con  faz  serena, 
Aquellos  seres  que  amamos 

Y  causaron  nuestras  penas, 
Así  el  pueblo  de  Durango 
A  la  libertad  despierta, 

Y  sus  bienes  y  su  sangre 
A  Coronado  presenta, 

Se  alista,  se  arma,  está  pronto 
Para  entrar  en  la  pelea, 

Y  se  lanza  á  dar  auxilio 

A  los  bravos  que  guerrean; 

Y  audaz  en  Guadalajara 
A  Degollado  se  agrega, 

Y  en  el  furibundo  asalto 
El  con  sus  fuerzas  campea. 
Ya  en  el  interior  acude 
Donde  sus  jefes  lo  llevan. 
Ya  incansable  se  dirige 


390  GURRRA  DB  RBPQKMA. 

A  luchar  en  Zacatecas, 
Donde  acata  los  mandatqs 
Que  dicta  Jesús  Ortega; 

Y  nunca  reclamando  honores, 
Nunca  exhalando  una  queja 
Cuando  impone  sufrimientos 
La  fortuna  más  adversa. 
Sabe  enmedio  de  la  lucha 
Los  esfuerzos  de  Pesqueira  , 
Que  en  Occidente  combate 
Con  sin  igual  entereza; 
Allá  acorre  Coronado, 
Devora  cientos  de  leguas 

Y  de  Lozada  las  iras 

Y  los  ímpetus  enfrena. 
En  Tepic  la  lid  horrible 
Resuelto  afronta  Pesqueira; 
La  ciudad  gime  de  espanto, 
El  suelo  la  sangre  riega, 

Y  en  un  momento  supremo 
Coronado  como  fiera 
Salta  y  mortífera  bala 

Le  hace  pedazos  la  pierna; 
Así  sigue  combatiendo, 
Así  de  luchar  no  cesa 
Hasta  que  exangüe  muriendo 
El  héroe  cayó  ^  la  tierra. 
Noviembre  13  de  1896. 


GUERRA  DB  RBPORMA.  39I 


GRADOe  Y  TRIJCe  ROmADíe 

OG  OCK?L  ce  PGGO 
POK  QOJI  DeSCAOCeAOA  De  jaAO  PQ^eKO. 


I. 

OGAZÓN  EL  FUERTE. 

Cruzaban  turbias  las  aguas 
De  la  sangrienta  Reforma, 
Aniquilando  esperanzas 

Y  desbaratando  glorias. 
Cada  soplido  del  viento 
Pregonaba  una  derrota, 

Y  era  un  amago  de  muerte 
El  brillar  de  cada  aurora. 
Va  camino  de  Morelia 
Degollado,  sin  escolta, 
Pero  entero  y  presintiendo 
Impertérrito  victorias. 
Queda  Ogazón  con  el  mando 
Como  levantada  roca 

Que  ni  conmueven  los  vientos 
Ni  las  aguas  deterioran. 
Reúne  tras  de  las  barrancas 
De  Beltrán,  restos  de  tropas 
Que  el  amor  patrio  sostienen, 
Que  el  entusiasmo  convoca 
Para  los  que  son  la  vida 
Las  fatigas  tempestuosas. 
Con  Ogazón  está  Valle, 
Siempre  alegre  y  en  chacota, 
Con  unos  cuantos  piquetes 
Que  su  escasa  sección  forman. 


39?  6T7BRRA  DB  REPORHA. 


De  Pueblita,  marcha  brava 
La  gente  alborotadora, 

Y  la  terrible  brigada 

Del  intrépido  Juan  Rocha, 
Sufrida,  moralizada, 
De  los  liberales  honra, 
Para  el  pleito  sin  segunda, 
Pero  altiva  y  quisquillosa, 

Y  sin  más  Dios  ni  más  leyes 
Que  su  jefe  en  quien  adoran. 
Ogazón  era  planchado, 

Era  hasta  el  hueso  patriota 

Y  de  las  altas  virtudes 
Daba  ejemplo  su  persona. 
En  Tonila  se  refugia 
Entre  peñascos  y  lomas; 

Y  es  Tonila  más  que  pueblo, 
Conjunto  de  humildes  chozas 
Esparcidas  al  acaso 

En  las  quiebras  montañosas; 
Cercano  el  Volcán  de  fuego. 
Lejos  selvas  majestuosas 

Y  á  su  lado  una  llanura 
Que  la  Albarrada  se  nombra, 
Por  tener  como  muralla 
Cerco  de  empinadas  rocas. 
Miramón  ve  como  chispa, 
Más  chispa  amenazadora 

De  Ogazón  las  actitudes 

Y  las  certeras  maniobras, 

Y  quiere  afirmar  sus  planes, 

Y  quiere  dar  cima  á  su  obra 
De  Ogazón  en  aquel  rumbo 
No  dejando  ni  memoria. 
Marcha  él  resuelto  á  Tonila 
Con  fuerzas  frescas  y  briosas, 
A  donde  Ogazón  decide 
Defenderse  á  toda  costa. 

II. 

JUNTA  DB  GUERRA. 

En  un  jacal  desastrado 
De  carcomidas  paredes, 


OUBRRA  DB  RBPORMA.  393 


Cqix  su  techo  de  zacate 
Sin  adornos  y  sin  muebles, 
Para  la  junta  de  guerra 
Ogazón  llamó  á  sus  jefes 
Para  ordenar  la  batalla 
Según  mejor  conviniere; 
Pero  en  momentos  suprema? 
Cuando  un  revés  se  presiente 

Y  cuando  al  que  tiene  el  mando 
Se  cree  6  presume  débil, 

Los  más  sumisos  soldados 
Sé.  tornan  en  insolentes 

Y  rota  la  disciplina 

Es  imposible  entenderse. 
Pero  enmedio  del  desorden 
El  patriotismo  aparece, 

Y  piensan  los  liberales 
Portarse  como  valientes; 
Ogazón  dispone  entonces 
Como  las  leyes  previenen, 
Que  Pueblita,  el  más  antiguo 
La  batalla  mande  en  jefe; 
Pero  Rocha,  al  escucharlo, 
Sus  ímpetus  no  contiene, 

Y  esclama:  ¿yo  á  ese  bandido 
Obedecer  como  á  jefe, 

Yo  encomendar  á  ese  bruto 
De  mis  soldados  la  suerte? 
Silencio! — No  he  de  callarme. 
Orden!!  -Naiden  me  detiene; 

Y  pasó  rugiendo  de  ira 

Y  el  concurso  se  estremece, 

Y  cual  corriente  impetuosa 
Rompe  el  estribo  del  puente, 
A  quien  apoya  soberbio 

Y  levantado  sostiene. 
Que  vacila,  que  retiembla, 

Y  por  momentos  se  teme 
Le  precipiten  las  aguas 
Entre  sus  ondas  perdiéndose; 
Así  produjo  de  Rocha 
Aquel  arrebato  increíble. 
Que  crimen  debió  llamarse 
En  momento  tan  solemne; 
Más  Ogazón  se  levanta 


RoiuiiOBa^-^o. 


394  GT7BRRA  DK  REFORMA. 

Ya  enérgico,  ya  prudente, 
y  se  ordena  la  batalla 
En  terrenos  convenientes; 
Pero  está  el  mal  descubierto, 
Como  venenosa  sierpe, 
Que  cuando  en  el  disimulo 
Llega  rastrero  á  esconderse 
Es  cuando  más  indefensos 

Y  más  terrible  nos  hiere. 

III. 

LA  BATALLA. 

Las  dos  fuerzas  enemigas 
De  Ogazón  y  el  Macabeo, 
Se  encuentran  frente  por  frente 
En  ira  y  rencor  ardiendo. 
A  Miramón  acompañan 
Pérez  Gómez,  Montenegro 

Y  el  feroz  Leonardo  Márquez, 
Siempre  de  sangre  sediento. 
De  Miramón  los  soldados 
Llegan  como  de  refresco 

Con  sus  cañones  potentes 

Y  sus  dragones  soberbios. 
En  las  tropas  liberales 

Hay  valor,  más  no  concierto, 
Como  una  nave  sin  brújula. 
Cual  globo  entregado  al  viento, 
Como  corcel  ardoroso 
Baja  en  un  despeñadero 
Encontrando  descarriado 
A  cada  paso  un  tropiezo, 
hrase  el  mes  de  Diciembre, 
Cubre  á  los  campos  un  velo 

Y  se  ven  tras  la  neblina 
Los  árboles  y  los  cerros. 

Se  empeña  recio  el  combate, 
Despide  cada  guerrero 
Cual  fruto  de  sus  entrañas 
El  relámpago  y  el  trueno. 
Ya  no  pelean  soldados. 
Ya  son  tigres  carniceros, 
El  que  más  mata  más  vale, 


GUBRRA  DB  REFORMA.  595 

El  más  bárbaro  es  primero, 
Triunfa  la  brutal  demencia, 
Triunfa  el  inicuo  atropello, 

Y  es  un  vil  el  que  respeta 
De  la  humanidad  los  fueros. 
Desgarrando  á  la  justicia 

Y  estrangulando  el  derecho. 
Hace  prodigios  Pueblita, 
Rocha  con  tremendo  empeño 
A  Márquez  arrolla  airado, 
Relucha  con  Montenegro, 

Y  Valle,  que  la  reserva 

Al  combate  lanzó  á  tiempo, 
Se  hizo  digno  de  su  nombre 
En  sus  tenibles  encuentros. 
Más  de  la  discordia  horrible 
Hizo  su  efecto  el  veneno 

Y  de  Miramón  la  frente 
Coronó  con  lauros  nuevos. 
Al  Sur,  Ogazón  camina 

De  sus  fuerzas  con  los  restos; 
Huyen  soldados  de  Rocha 
Mal  heridos  ó  dispersos, 
Temblando  de  en  su  camino 
Hallar  á  su  jefe  muerto. 
Miramón  levantó  el  campo 
A  San  Marcos  fué  violento, 
Donde  cogió  diligente 
Depósitos  y  armamento, 
Puso  en  custodia  en  sus  filas 
Numerosos  prisioneros 

Y  tornó  á  Guadalajara 
Lleno  de  orgullo  y  contento. 
El  campo  de  la  Albarrada 
Quedó  sombrío  y  desierto, 
Haciendo  á  los  combatientes 
Augusto  y  solemne  duelo 
Entre  las  desiertas  rocas 

La  magestad  del  silencio. 


Diciembre  de  1896. 


306  GUERRA  DB  RBFORBCA. 


PCFO  mar  THi$ce  HomAn(^  ogl  j€fg  eBinxeo  luiudo  ! 

aUAO  R09BA,  eL  PURGKO.  I 

I. 

EL  VIBJO  SOLDADO. 


Bs  una  luenga  calzada 
Que  parece  estoy-  mirando» 
Con  grandes  sauces  llorones, 
Alamos  y  fresnos  altos, 
Que  columnas,  cortinajes 

Y  bóveda  con  sus  ramos 
Forman  al  carril  extenso, 
En  cuyo  centro  el  sol  claro 
Como  una  corriente  de  oro 
Hace  alarmé  de  sus  rayos. 
Entre  árbol  y  árbol  se  cruzan 
En  caprichoso  enrrejado 
Los  mirasoles  gigantes 

Y  los  nopales  uraños, 

Y  la  enredadera  inquieta 
Sus  columpios  agitando; 
Zumba  el  insecto  en  la  yerba, 
Surcan  el  aire  los  pájaros 

O  en  una  rama  se  mecen 
Embebecidos  cantando. 
Se  ven  tras  el  verde  muro 
La  llanura  y  el  ganado 

Y  algunas  casitas  blancas 
Entre  risueños  sembrados. 
¿Dónde  es  el  lugar?  no  acierto 


GXmRRA  D9  REFORMA.  397 


Ni  me  importa  recordarlo. 
Mirándose  en  un  extremo 
Este  delicioso  cuadro, 
Se  forma  lá  perspectiva 
Con  todo  su  hermoso  encanto: 
Al  principio  la  arboleda 
Sobre  suelo  extenso  y  ancho, 
Después  se  estrecha,  se  estrecha 
Hasta  mirarse  á  lo  largo, 
Como  apiñados  y  juntos 
A  unos  árboles  enanos, 

Y  una  luz  nos  descubre 
Las  montañas  y  los  campos. 
En  medio  de  esa  calzada 
En  un  árbol  recargado. 
Sentado  sobre  una  piedra 
Con  su  bordón  en  las  manos, 
Se  hallaba  como  dormido 
Vigoroso  y  noble  anciano, 
Estribando  en  una  pierna 
Porque  la  otra  era  de  palo. 
Ancha  frente,  luenga  barba, 
Dulce  aspecto,  mirar  franco, 

Y  una  actitud  respetuosa 
Cuando  á  él  dirgí  mis  pasos. 
Tras  de  corteses  cumplidos 
Me  dijo  el  viejo  simpático: 
—Pase  señor  extranjero. 
Que  no  está  lejos  mi  rancho; 
Encontrará  refrigerio. 

Le  daré  sombra  y  descanso, 
Tendrá  pienso  el  rocinante, 
Le  obsequiaré  con  un  taco 
Porque  el  sol  está  que  se  arde, 

Y  lleváis  camino  largo. 

Y  el  viejo  era  un  chinacate. 
Un  valeroso  soldado 

De  las  fuerzas  de  Juan  Rocha, 
Honra  y  modelo  acabado. 
Yo  supe,  que  era  su  jefe. 
La  contesta  encaminando. 
Saqué  en  limpio  lo  que  sigue 
Que  escuché  con  gran  cuidado 

Y  que  va  sin  los  matices 
Que  le  prestaban  sus  labios. 


398  GÜHRRA  Vn  REFORMA. 


II. 
HABLA  EL  SOLDADO  RANCHERO. 

«Eran  los  padres  de  Rocha, 
tLa  pelada,  re  te  buenos, 
«Ni  alto  como  los  pantasmas^ 
«Ni  bajos  como  los  mecos\ 
«Sí  deveras,  decentes, 
«No  decentes  de  estos  tiempos, 
«Por  afuera  como  dioses, 
«Como  diablos  por  adentro; 
«Por  encima  personajes 
«Que  forran  unos  muñecos, 
«Fanfarrones,  petulantes, 
«Sin  Dios,  sin  patria  y  sin  seso. 
«Salido  Juan  de  la  escuela 
«Le  zamparon  al  colegio, 
«Y  se  quemó  las  pestañas 
«Como  cualesquiera  clérigo; 
«Laboreaba  sus  latines 
«Con  aplausos  de  sus  mestros, 
«Y  le  amaban  como  hermano 
«Sus  jóvenes  aparceros; 
«Y  en  estas  que  la  Reforma 
«Nos  dispierta  con  sus  truenos. 
«Rocha  que  era  tanta  lanza 
«Y  muchacho  de  talento, 
«Avienta  patas  arriba 
«Los  libros  y  decumentos; 
«Y  arresgando  la  pelleja 
«Dijo:  pies  para  qué  os  quiero? 
«Valiente,  como  un  Bernardo, 
«Considerado,  modesto, 
«Juntó  gente,  gente  honrada, 
«Y  repente  se  entró  al  pleito; 
«Se  emparejó  á  los  más  bravos, 
«Se  acreditó  en  mil  encuentros 
«Y  sin  pedir  nada  á  naiden, 
«Sin  enconarse  en  un  peso, 
«Fué  subiendo  á  la  canilla 
«Hasta  que  ganó  su  puesto. 
«Antes,  en  una  de  malas, 
«Puso  un  pequeño  comercio 
cDe  puros  y  de  cigarros. 


GXmUtA  DB  REFORMA.  399 

«Y  se  le  llamó  el  Purero. 
«Le  distinguió  Degollado, 
«Fué  de  Núñez  compañero, 
«Fué  de  Ogazón  y  de  Valle 
«Brazo  fuerte  y  desempeño 
«Hasta  topar  con  la  muerte, 
«Que  es  como  á  modo  de  cuento.» 


Anublándose  el  semblante 

Y  tras  de  largo  silencio 
En  que  evocaba  sin  duda 
Sus  dolorosos  recuerdos, 
Con  una  tos  por  principio 
Para  dejar  limpio  el  pecho, 
Continúo  de  esta  manera 
Con  estudiado  sosiego: 
En  el  platanar  famoso 

De  Beltrán,  moraba  un  viejo, 
Que  era  encapotado  mocho 
Al  disimulo  y  con  tiento. 
Tenía  el  viejo  dos  hijos 
Medio  lupias  y  rejiegos 
Que  águila  6  gorro  jugaban 
Conforme  les  daba  el  juego. 
En  una  kroz  juyenda 
Que  por  aquellos  terrenos 
Pudo  Juan  Rocha,  acogerse 
Con  su  pecho  sano  al  viejo, 
Este  dándole  por  guías 
A  sus  dos  hijos  perversos, 
Por  engañosos  caminos 
Vil  los  condujo  al  entriego 
Dejando  por  las  traiciones 
Montón  de  heridos  y  muertos. 
Volvió  al  platanar  mi  jefe 
Muy  floreciente  y  repuesto 

Y  á  los  dos  hijos  malvados 
Del  anciano  traicionero 
Les  puso  el  fusil  al  hombro, 
No  sin  castigar  severo 

A  un  anciano,  que  es  horriSle 
Que  tenga  el  corazón  negro, 
El  que  se  halla  de  la  muerte 
Pisando  el  resbaladero. 
Días  y  días  pasaron, 


fOO  GtTBRRA   DE  REFORMA. 


Rocha  tuvo  mil  encuentros, 
Unos  con  feliz  destino, 
Otros  con  destino  adverso, 
Hasta  que  un  número  cuatro 
Sus  contrarios  le  pusieron 
Cuando  él  sólo  y  su  ayudante 
Escapaban  encubiertos. 
Era  un  profundo  barranco 
Entre  las  rocas  abierto, 
Que  estaban  como  al  rodarse 
Como  de  un  hilo  en  suspenso, 

Y  estaba  como  cerrado 
Aquel  cañuto  siniestro 
Como  adrede  preparado 
Para  encerrar  á  los  nuestros. 
Del  traidor  los  ruines  hijos 
Por  acaso  esto  supieron, 
Dieron  á  su  padre  aviso, 
Diligentes  acudieron 

A  lo  alto  de  la  abra  hondísima; 

Y  sobre  lo  más  estrecho. 
Pasan  Rocha  y  su  ayudante, 
Corren  ruines  y  mañeros, 

Y  al  cruzar  los  fugitivos 

Un  mocho  el  fusil  blandiendo 
I/>  lanza  con  raro  tino 
Sobre  el  infeliz  purero 
Despedazando  su  cráneo, 
Desparramando  sus  sesos. 
Vivas,  palmadas  y  salvas 
Dieron  los  mochos  al  viento 
En  tanto  que  destrozaban 
Al  ayudante  indefenso. 


Calló,  el  anciano  temblaba, 
Quiso  hablar  y  no  pudiendo. 
Brusco  me  volvió  la  espalda 
Para  ocultar  el  ranchero 
Las  lágrimas  que  inundaban 
Su  rostro  noble  y  abierto. 


Didembre  lo  de  1896. 


GüBRRA  BB  RKFORMA.  40X 


GRADDG  Y  DOLORIDO  ROIHADíG 

De  IX  mnetrre 

DG  JUAD  ZUAZUA. 

I. 

EN  XL  PAETIDZRO. 

¡Oh  recuerdos!  ¡Oh  recuerdos 
De  la  sangrienta  Reforma, 
Que,  cual  girones  de  nube 
Atravesáis  mi  memoria! 
Unos  de  luto  vestidos, 
Otros  con  rasgos  de  gloria, 
Venid,  formad  á  mi  lira 
Una  valiosa  corona, 
Para  dar  aliento  y  vida 
A  mis  desmayadas  notas, 
Que  salen  como  llorando 
De  mi  mano  temblorosa. 

II. 

DON  SANTIAGO  VIDAURRl. 

Amanecía  en  el  Norte: 
La  luz  de  Ayutla  divina 
Kl  castigo  de  Santa  Anna 
Proclamando  esclarecida, 
Y  en  Monterrey  el  gigante 
De  la  frontera  extensísima, 
£1  de  las  altas  montañas, 
SI  de  sementeras  deas, 


403  GUERRA  DB  BBPORMA. 


Gobernaba  un  Don  Carmona 
Sobre  aquella  gente  digna, 
De  nacencia  independiente 

Y  de  condición  altiva, 
Teniendo  por  secretario 

A  un  Don  Santiago  que  envidia 
Era  de  los  alacranes 

Y  era  ejemplo  de  las  vflx)ras. 

Y  éste  le  hizo  un  mamotreto 
Que  le  echó  patas  arriba, 
Proclamando  el  Plan  de  Ayutla 
Para  romperle  la  crisma. 

Se  hizo  él  jefe;  el  Plan  de  Ayutla 
Levantó  como  divisa, 

Y  dio  el  mando  de  las  armas 
A  Juan  Zuazua  que  vivía 
En  Linares  sosegado 

En  medio  de  su  familia. 
Resultó  genio  Juan  Zuazua, 
De  talento  é  inventiva 

Y  de  valor  sin  segundo 
En  la  lucha  fratricida. 

Don  Santiago  al  ver  su  nombre 

Y  su  influjo  tan  arriba 
Quiso  hacerse  un  reyezuelo, 
Despedazó  toda  liga 

Con  el  gobierno,  y  villano 
Fomentaba  la  anarquía. 
Al  ver  el  vil  atentado 
Los  que  sus  pasos  seguían 
Fieles  se  le  separaron, 

Y  del  gobierno  en  las  filas 
Ingresaron  con  aplauso 
De  la  gente  que  valía. 
Blanco,  el  insigne  caudillo. 
Noble  y  de  conducta  limpia; 
£1  humilde  Zaragoza, 

£1  de  la  espada  temida; 
Garza,  el  insigne  guerrero, 
£1  de  nombre  sin  mancilla; 
Pedro  Hinojosa,  el  valiente, 
Arramberri,  que  la  priva 
Donde  están  los  meros  hombres 
Que  las  balas  desafian; 

Y  para  colmo,  Escobedo 


6X7BRKA  DB  RBPORMA.  4O3 

De  los  mochos  pesadilla; 

Y  sólo  se  quedó  Zuazúa 
De  Don  Santíago  en  la  liza, 
A  escrúpulos  sucumbiendo 
Que  ante  el  honor  se  aniquilan. 
Entonces  fueron  contrarios 
Los  que  juntos  ayer  iban 

Y  en  el  seno  de  la  gloria 
Sus  laureles  compartían. 
Aramberri  fué  tras  Zuazúa; 
Éste  tenaz  resistía, 

Y  en  un  desdichado  encuentro 
O  asechanza  repentina, 
Encontró  Zuazúa  la  muerte 
Con  sospechas  de  perfidia, 
Obscura,  sin  aparato. 

Sin  ruido,  y  no  se  averigua 
Qué  mano  ni  en  qué  momento 
Le  privaron  de  la  vida. 
De  Monterrey  al  Saltillo 
En  la  agreste  medianía 
Fué  el  lugar  de  aquel  suceso, 
Que  recordarlo  horroriza. 

Y  así  terminó  aquel  Zuazúa 
Que  ganó  con  su  cuchilla 
Tantos  títulos  de  gloria 

En  tantas  hazañas  ínclitas. 

Como  táctico  inspirado, 

Como  héroe  en  acciones  críticas 

Y  como  timbre  de  orguUo 
De  la  gente  fronteriza. 


Diciemfare  4  de  1896. 


404  GUERRA   DH  REFORMA. 


De  DejenFflDO  y  noBLezA  dgl  iddio  juargz. 


LLEGADA. 

Pisó  la  familia  enferma 
La  tierra  veracruzana, 

Y  entre  vivas  de  contento, 

Y  entre  estrepitosas  salvas, 
\,2&  jarochitas  nerviosas 
De  cachirulo  y  mascadas; 

Y  sus  gruesos  tabaquillos, 
Las  negras  más  descocadas; 
De  la  nacional  milicia 

No  se  diga  ni  palabra, 
Que  era  una  hoguera  brillante 
Por  lo  valiente  y  lo  guapa. 
Como  en  procesión  entramos 
Al  relumbrar  de  las  hachas, 
Redoblando  los  tambores, 
Repicando  las  campanas, 

Y  agolpándose  la  gente 
A  mirar  á  los  que  pasan. 

Iba  el  primero,  el  gran  Juárez 
A  quien  Zamora  acompaña, 

Y  á  quien  adoraba  el  pueblo 
Porque  era  muy  grande  su  alma. 
Manuel  Ruiz,  Ministro  enclenque, 
Detrás  de  Juárez  marchaba. 

Con  León  Guzmán,  que  uíáno 


GUERRA  DE  REFORMA.  405 


En  su  brazo  se  apoyaba; 
Seguía  la  comitiva 
De  la  gente  más  granada; 
Agitaban  sus  pañuelos 
En  los  balcones  las  damas, 

Y  nos  arrojaban  flores 

Por  puertas  y  por  ventanas. 
Así  los  recibió  alegre 
La  bien  preparada  casa 
En  Puerta  Merced  famosa 
Con  esmero  preparada. 

II. 

IJÍTIMIDADES. 

Instaláronse  en  la  casa 
Que  fungía  de  Palacio, 
Ocampo  y  Prieto  reunidos, 

Y  Juárez  en  otro  cuarto 
Que  por  su  facha  modesta 

Y  su  ausencia  de  aparato 
Era  para  el  camarista 
Sin  duda  predestinado. 
Estaba  la  azotehuela 
Vecina,  vecino  el  baño 
Con  otros  departamentos, 
Que  mentarlos  no  es  del  caso, 
Juárez  sólo  se  servía 

Por  no  molestar  al  criado. 
Al  despertar  con  el  alba 
Tomaba  frío  su  baño, 
Lo  mismo  en  Paso  del  Norte 
Que  en  Veracruz  abrasado. 
Levántase  con  la  aurora 
Juárez  y  la  agua  sobrante 
De  la  cara  y  de  las  manos 
Sacaba  en  una  bandeja 
Con  el  mayor  desenfado, 
Cuando  topó  con  la  criada 
Que  tenía  encomendado 
El  gobierno  de  la  casa, 
Que  era  negra  de  alto  rango. 
Con  la  malicia  en  los  ojos, 
Los  retobos  en  los  labios, 


406  GUSRRA  DB  RBFORMA. 


La  ligereza  en  el  cuerpo, 

Y  lo  manóla  en  el  garbo. 

Y  ésta  del  desconocido 
Oyendo  la  voz  de  mando, 
Le  dijo  casi  con  ira 
«¡Habrá  indio  más  igualado! 
«El  agua  lleve  si  quiere, 
«Yo  no  sirvo  á  los  lacayos.» 
Juárez,  humilde,  en  silencio, 
Tiró  el  agua  y  volvió  al  baño, 
£1  arranque  de  la  negra 

Con  sonrisa  celebrando. 

III. 

EL  almuerzo! 

A  la  hora  del  almuerzo, 

Y  de  Juárez  en  espera, 
Ministros  y  convidados 
Se  formaron  en  la  puerta, 

Y  detrás  de  aquella  valla 
Está  esperando  la  negra 
Quién  sería  el  Presidente 
Para  darle  preferencia; 
Ya  se  fijaba  en  Ocampo 

Y  le  hacía  horrenda  mueca, 

Ya  en  Guzmán,  mostrando  dudas. 
Por  su  traje  y  cara  enferma; 
Ya  en  mí,  á  quien  todos  trataban 
Con  confianza  y  con  llaneza. 
Oyóse  ruido  de  pasos, 
Sale  un  hombre  de  las  piezas, 
Todos  con  gran  compostura 
Le  hacemos  la  reverencia; 

Y  la  negra  soltó  un  grito 
Emprendiendo  la  carrera. 
Este,  le  grita,  Petrona 
(Nombre  de  la  heroína  nuestra) 
No  me  detenga  crijtiano. 
Déjeme  usted  que  me  muera. 
Porque  no  hay  mujer  más  bruta 
En  toditita  la  tierra. 

Juárez  serenó  á  Petrona 
JSLefiríéndonos  su  anécdota, 


GüBRRA  DB  REFORMA.  407 


Y  de  cariño  y  confianza 
Le  dio  repetidas  muestras. 
Aquello  mostró,  de  Juárez, 
La  bondad  y  la  modestia, 
Que  eran  entre  sus  virtudes 
Sin  disputa  las  primeras 
Columnas  en  que  estribaba 
Su  indisputable  grandeza. 


Diciembre  de  1896. 


408  GUERRA  DB  REFORMA. 


GKADDe  Y  con  TODA  VeHDAD 

DOLOROSO  ROmAD^G  D«  TeHAeRQZ. 


I. 

ALLÁ  VOY. 


Era  Gutiérrez  Zamora, 
De  gobernantes  dechado, 
Hermosos  y  azules  ojos, 
Pelo  rubio  y  entrecano, 
Llenos,  carnudos  carrillos, 
Papada,  gruesos  los  labios, 
El  conjunto  tan  abierto, 
Tan  sin  sombras  y  tan  franco, 
Que  en  él  confiaban  los  hombres. 
Le  adoraban  los  muchachos, 

Y  al  verlo  \^s  jarochitas 
Decían:  ¡Ay  qué  regalo! 
En  la  Caleta,  en  el  muelle, 
DCvSpertaba  el  entusiasmo 
Su  vista,  y  los  cargadores 
Erguidos  y  levantados: 

Don  Manuel — le  apellidaban, 
Don  Manuel — venga  esa  mano; 
Don  Manuel  nos  derretimos 
Si  no  nos  manda  Ud.  un  trago. 

Y  Zamora  complaciente 
Los  llenaba  de  agasajos, 

Se  mezclaba  á  sus  contentos* 
Aliviaba  sus  cuidados 
Sin  tocar  en  la  llaneza, 


GUERRA  DB  REFORMA.  4O9 


Su  autoridad  conservando. 

Y  esos  hombres  tan  altivos 
Eran  nervio  del  Estado; 
Eran  guardias  nacionales, 
Orgullosos  voluntarios, 
Tornándose  al  son  de  alarma 
En  invencibles  soldados. 
Muchas  veces  en  la  Aduana 
Estaban  enfardelando 

Y  al  escuchar  la  llamada, 
Tercios  y  empaques  dejando, 
Corrían  á  la  muralla 

A  rifarse  en  los  plomazos; 

Como  quien  corre  á  una  fiesta, 

Como  quien  corre  á  un  fandango, 

Diciendo  á  los  artilleros 

Con  mucho  desembarazo 

Ese  obús  hajta  el  pejcuezo 

Atájquelo  señor  amo, 

Para  que  sientan  los  mochos 

Los  bríos  veracruzanos. 

De  los  guardias  nacionales 

Zamora  era  jefe  nato 

Y  por  lo  tanto  entradores 
Como  una  legión  de  diablos. 

II. 

JUÁREZ  EN    VKRACRUZ. 

Zamora  acogió  al  gobierno 

Y  le  dio  la  primacía, 

En  él  resignando  el  mando. 
Sin  coto  ni  cortapizas. 
Sin  reserva,  sin  embozos, 
Sin  restricción  ni  malicia. 
Hizo  más,  puso  su  caja 
De  comercio,  que  era  rica, 
A  discreción  del  gobierno 

Y  todo  lo  que  valía. 
Pepe  Zamora  llevaba 
De  ese  comercio  la  firma, 
Rígido  como  un  guarismo. 
Puntual  como  inglesa  cita, 
De  su  crédito  celoso 

R0MANCBS.»52. 


4tO  GüBRRA  DE  RBFORUA. 


Como  lobo  con  su  cría. 
Su  caja  era  nuestro  Erario 

Y  aunque  fuerte,  no  podía 
Resistir  de  nuestros  vales 
A  las  recias  envestidas. 
Don  Pepe  préstamos  busca, 
Varios  recursos  arbitra, 

Y  á  los  más  desesperados 
Medios  acude  á  porfía, 
Llegando  al  colmo  sus  penas 

Y  á  lo  imposible  sus  cuitas. 

III. 

EL  SITIO. 

La  Heroica  sitiaba  ardiente 
El  invicto  Macabeo, 

Y  los  médanos  famosos 
Eran  médanos  de  acero. 
A  la  ciudad  espantaba 
Horroroso  bombardeo, 
Estremeciendo  los  aires 
Con  sus  espantosos  truenos, 
Derribando  las  paredes, 
Hundiendo  los  altos  techos. 
Propagando  incontenibles 
Los  horrores  del  incendio. 
Las  familias  espantadas, 
Entre  lloros  y  lamentos, 
Vagaban  sin  saber  donde 
Librar  del  horrible  riesgo. 
Los  hospitales  dejaban 
Vacilantes  los  enfermos. 
Envueltos  en  los  sudarios 
Como  procesión  de  muertos. 
En  tanto,  Ramón  Iglesias, 
Con  tropa  de  noble  ejército, 

Y  Manuel  Zamora,  listo 

Con  su  brazo  y  con  su  pueblo, 
Rechazaban  los  embates 
Con  poderoso  denuedo, 

Y  cada  señal  de  triunfo 
Era  un  mundo  de  contento. 
Enrique  Ampudia,  Pancho  Aspe, 


GUERRA  DB  REFORMA.  4I I 


¡Que  valientes  artilleros! 
¡Zarate  qué  decidido! 

Y  qué  patriota  era  el  viejo! 
Zamora  siempre  presente 
Do  estaba  más  vivo  el  fuego; 
Ya  dando  voces  de  mando, 
Ya  cual  soldado  sirviendo. 
Era  un  Cid  Alberto  López; 
Llave,  un  asombro,  un  portento; 

Y  otros  muchos  campeones 
Que  por  mi  mal  no  recuerdo. 
Juárez,  Ulúa  ocupaba 

Con  la  gente  de  Gobierno, 

Y  Fidel  el  coplerillo, 

A  quien  tanto  conocemos. 
Redactaba  un  Tío  Cualaiidas, 
Periódico  bullanguero, 
Regocijo  en  los  cuarteles, 
Guitarra  del  bajo  pueblo, 
Pero  para  el  mocho  indigno 
Inagotable  en  veneno. 

Y  atención,  noble  auditorio, 
Que  vá  lo  mejor  del  cuento. 

IV. 

CONCLUSIÓN. 

Miramón,  desesperado 
De  la  tenaz  resistencia 

Y  sabedor  de  que  Márquez, 

Se  hallaba  en  angustia  extrema 
Por  fuerzas  de  Degollado 
Procedentes  de  Morelia. 
Se  decidió  á  un  recio  embate 
Por  no  recuerdo  qué  puerta, 

Y  al  frente  puso  cañones 

Y  allí  su  fuerza  se  apresta, 
A  aniquilar  los  contrarios 
Decidiendo  la  pelea. 
Aquel  sitio  es  un  infierno; 
La  sangre  empapa  la  tierra. 
Los  muertos  y  los  heridos 
Rebalzaban  la  trinchera. 
En  tanto  Pepe  Zamora 


4t2  GUERRA  DB  REFORMA.. 


Por  no  se  qué  peripecia 
Cree  su  honor  comprometido 
Con  no  pagar  unas  letras; 
Decirlo  fuera  á  su  hermano 
El  deshonor  y  vergüenza, 
Callarlo  era  sepultarse 
De  la  deshonra  en  la  quiebra; 
Decir  su  cuita  al  Gobierno, 
Recordándole  sus  deudas, 
Era  inútil,  que  el  Gobierno 
Se  encontraba  en  la  miseria; 
E  invadiendo  la  locura 
Su  atormentada  cabeza, 
Recurriendo  á  una  pistola 
Puso  fin  á  su  existencia. 


Encontrábase  Zamora 
En  lo  cruel  de  la  refriega, 
Cuando  la  horrenda  noticia 
Vino  á  punzarle  la  oreja; 
Pero  él  sin  decir  palabra, 
Ni  de  su  dolor  dar  muestra. 
Siguió  luchando  en  su  puesto, 
Alzada  la  faz  serena, 
Victoriando  á  nuestra  patria, 
Brillante  con  su  entereza 
Hasta  ver  á  su  enemigo 
Retroceder  en  la  arena. 


Entonces,  en  medio  á  las  dianas, 
Al  regocijo  y  la  gresca, 
Se  retiró  á  su  aposento 
Donde  su  hermano  se  encuentra, 
Y  abrazado  á  su  cadáver 
Soltó  á  su  dolor  la  rienda. 


Diciembre  7  de  1896. 


GX7KRRA  D£  REFORMA.  4T3 


GHAfiDG  Y  FUnGBKG 

RomAnce 

oeL  EiD  T  KemAce  ocl  ghad  packioca  «itaz  abcdo. 
I. 

Gobernador  de  Durango, 
Era  Miguel  Cruz  Ahedo, 
Gloria  de  los  liberales, 
Odio  y  espanto  del  clero, 
Al  que  sujetaba  cauto 
Con  un  vigoroso  freno. 
Apoyaba  con  su  tropa 
Francisco  Arce,  aquel  Gobierno, 
Su  fuerza  moralizada 
Desde  Chihuahua  trayendo, 
Dejando  por  do  pasaba 
Gratos  y  dulces  recuerdos. 
Jesús  González  Ortega 
Llegó  á  Durango  á  ese  tiempo 

Y  se  adunó  con  Patoni 
Que  fungía,  sin  saberlo, 
Como  instrumento  inconsciente 
De  los  mochos  traicioneros, 
Que  con  astucia  y  con  maña 
Vertían  sutil  ^veneno 

En  los  círculos  más  íntimos 
De  amigos  y  compañeros, 
Propagando  subterráneos 
Los  más  fútiles  pretextos, 

Y  todo,  todo  en  el  fondo 
Era  cuestión  de  dinero. 
Que  con  Patoni  y  Ortega 
Soñaban  tener  provecho. 


414  GT7ERRA  DB  RBFORMA. 


Después  cautos  y  sagaces, 
Con  previsión  y  silencio, 
Los  agudos  padrecitos 
Red  invisible  tendieron 
A  los  bravos  oficiales 

Y  hasta  los  bruscos  sargentos, 
Organizando  atrevidos 

Un  formal  pronunciamiento 
Para  cambiar  mandarines 
Con  un  cambio  de  Gobierno; 

Y  para  efectuar  sus  planes 
Fijaron  día  y  momento. 

II. 

EL  ALMUERZO. 

Como  buenos  camaradas 
En  charla  franca  y  amiga, 
En  el  Hotel  Guadalupe 
Hay  tres  personas  reunidas 
AI  rededor  de  una  mesa, 
En  que  almuerzos  se  servían: 
Era  uno,  Jesús  Ortega, 
Lengua  fácil  y  expresiva; 
El  otro,  Miguel  Ahedo, 
De  económicas  sonrisas, 
Flaco,  pálido  y  con  ojos 
Que  como  hogueras  ardían; 
El  último,  Francisco  Arce, 
Alto  cuerpo,  gran  barriga 

Y  del  honrado  ranchero 
La  imagen  exacta  y  viva. 

De  pronto  se  acerca  un  criado, 

Y  al  Gobernador  avisan 

Que  se  oye  en  el  Cuartel  de  Arce 
Una  extraña  gritería. 
Cruz  Ahedo  deja  el  asiento, 
Francisco  Arce  va  en  seguida, 
Arrollan  los  centinelas 
Que  su  paso  detenían, 

Y  soldados  en  la  altura 
De  San  Francisco  divisan 
Con  de  la  O,  sargento 
Que  en  los  soldados  influía. 


GimRRA  DB  RBPORMA  415 


Pero  Miguel  y  Francisco 
No  dudan  y  no  vacilan, 
Al  Cuartel  entraron  bravos 
Donde  hallaron  prevenida 
La  tropa  en  son  de  batalla 
Insurrecta  y  agresiva. 
Pancho  Arce  cierra  la  puerta, 
La  llave  resuelto  tira; 

Y  ambos  amigos  deciden 
Vender  muy  caras  sus  vidas. 
Un  Urangaray  perverso, 
Soeces  injurias  vomita, 
Atizando  de  Cruz  Ahedo 
El  vivo  fuego  de  la  ira. 
Solos,  frente  á  los  fusiles, 
Ahedo  y  Arce  detenían 
Los  ímpetus  furibundos 

De  la  tropa  decidida. 
Al  fin  los  jefes  avanzan 
Intrépidos  á  las  filas, 
Los  recibe  una  descarga 
De  la  que  ilesos  se  miran, 

Y  se  hacen  de  unos  marrazos 
Que  á  unos  soldados  les  quitan, 
Entonces  encarnizada 

Sigue  la  sangrienta  riña. 
Los  jefes  derraman  sangre 
Por  numerosas  heridas, 

Y  así  luchan  y  así  avanzan 

Y  destrozan  y  aniquilan; 
Entonces  otra  descarga 
A  quema  ropa  les  tiran; 

Y  en  medio  de  un  mar  de  sangre 
Dejó  Cruz  Ahedo  la  vida. 
Pancho  Arce  cayó  á  su  lado 
Hecho  su  cuerpo  una  criba, 

Y  caído,  agonizante, 

Su  noble  acero  esgrimía. 
Hasta  que  invandió  el  desmayo 
Su  poderosa  energía. 

IIL 

L08  oficiales  tuvieron 
Bu  premio  de  su  vileza» 


41 6  GüBRRA  DB  REFORMA. 

Muchos  grados  y  favores, 
Honores  y  recompensas; 
Ocultos  otros  gozaron 
De  los  dones  de  la  Iglesia, 
Además  de  bendiciones, 
De  gracias  y  de  indulgencias. 
Sobre  de  Ortega  y  Patoni 
Se  extendió  una  sombra  negra, 
Que  aunque  disipó  pujante 
El  viento  de  su  inocencia, 
Provocó  por  aquel  tiempo 
Graves  cargos  y  anatemas. 
En  el  hondo  subterráneo 
De  tenebroso  misterio 
Que  la  tiniebla  resguarda 

Y  que  custodia  el  silencio. 
Dicen  que  unos  jaliscienses 
Hicieron  el  juramento 
Con  resolución  terrible. 
De  vengar  á  Cruz  Ahedo, 
Como  ardientes  liberales, 

Y  que  Canto  estaba  entre  ellos. 
Yo  no  se  lo  que  pasaba; 

Y  no  atino  con  lo  cierto: 
Se  que  al  regresar  Patoni 

De  honra  y  de  gloria  cubierto 
A  su  hogar  y  su  familia, 

Y  de  su  tierra  en  el  seno, 
Por  el  mandato  de  Canto, 
Que  de  Durango,  el  Gobierno, 
Ocupaba  con  disgusto, 

Sin  motivo  ni  pretexto. 
Sin  fórmula,  unos  soldados 
Le  asesinaron  siniestros; 

Y  que  Canto  quedó  impune 
Con  escájidalo  del  pueblo 

Diciembre  9  de  1896 


GXmítltA  DB  REFORMA.  417 


GKAnoe  YempGñaoo  RomAnce 

oe  £X9  iLJLnut(K%  Det  mAK. 
O  9€A  DeL  LLAmADO  ADTOD  LIZAHDO. 


I. 


PARA  PRESAR  EL  aüISAO. 

Para  cantar  el  romance 
Que  aparece  en  mi  memoria 
Alas  quisiera  de  brisa; 
Que  el  mar  me  diera  su  pompa, 

Y  que  corriera  mi  musa 
Gentil  sobre  de  las  olas, 
Derramando  como  ñores 
De  mis  cantares  las  notas. 

Más  mucho  hace  quien  del  cuervo 
Tiene  infeliz  la  voz  bronca 

Y  se  esfuerza  del  jilguero 
Fingir  la  tonada  armónica: 

Y  aquí  empieza  mi  leyenda; 
Atención  y  punto  en  boca. 

II. 

EL  BtTIO  DE  VERAORUZ. 

Progresaba  la  Reforma, 

Y  Miramón  aburrido 
Dijo:  perdemos  el  tiempo 
Si  no  desparece  el  indio; 
Aplastemos  la  cabeza 

Del  monstruo;  rómpase  el  ídolo, 

ROMANCRS.— 53- 


4X8  GUBRRA  DB  REFORMA. 


Y  hagamos  con  sus  fragmtiitos 
De  la  paz  el  edificio. 

Los  mochos  á  ñenda  suelta 
Mostraron  su  regocijo 

Y  entusiastas  concertaron 
Con  dinero  y  en  sigilo 

La  contrata  de  dos  buques 
Que  en  lo  más  fuerte  del  sitio 
Por  la  mar  al  Macabeo, 
Ayudaran  de  improviso 
Con  Marín  á  la  cabeza 
Que  era  excelente  marino: 

Y  así  Juárez  á  dos  fuegos 
No  puede  decir  ni  pío. 

Los  dos  buques  eran  nuevos, 
Los  dos  buques  eran  lindos, 
Tripulados  de  españoles 
Muy  expertos  y  aguerridos. 
De  la  Habana  el  Marqués,  tuvo 
Nombre  el  más  bello  por  título; 
A  otro,  Miramón  llamaron, 
Bnzalsando  su  bautismo; 

Y  ambos  salieron  de  Cuba 
Alegres,  fuertes  y  listos 
Con  augurios  de  victorias 

Y  la  presunción  de  invictos. 

III. 

BOMBAZOS  Y  TIROTEOS. 

Llegó  Miramón  al  puerto 
Bntre  truenos  y  amenazas, 

Y  la  Veracruz  heroica 
Le  esperaba  sin  alarma 
Con  cierto  dengue  jarocho 
Que  era  burla  de  las  balas. 

Y  era  de  ver  los  inditos 
De  la  valiente  Oaxaca 

Ir  corriendo  tras  las  bombas 
Que  al  caer  no  reventaban, 
Para  bañarlas  prolijos 

Y  que  sus  furias  enfriaran. 
Bntre  tanto  en  el  Gobierno 
Se  duplicaron  las  ansias 
Por  no  tener  en  los  mares 


GUERRA  DB  REFORMA.  419 

Para  defensa,  ni  blanca; 

Y  faltar  entre  otras  cosas, 
Como  quien  no  dice  nada, 
Relaciones  eficaces 
Tiempo  oportuno  y  la  plata. 
En  estas  que  se  aparece 

Un  buquecillo  en  las  aguas, 
Era  el  Wif,  enano  barco, 
Mucho  cuento  para  rana, 
Mal  engendro  del  cayuco. 
Hijo  mayor  de  la  lancha; 
Al  dueño  se  compromete, 
Se  le  compra,  en  guerra  se  arma 

Y  le  cubre  la  bandera 
De  la  Nación  mexicana. 

A  otra  embarcación  se  pesca 
Que  se  encontraba  á  la  carga 
De  Goycoyria  y  hermanos, 
De  Santacilia  y  comparsa. 
Goycoyria  y  Santacilia 
Eran  patriotas  de  marca; 

Y  apenas  de  Partearroyo 
Escuchan  media  palabra 
Cuando  sin  tener  ajuste, 
Sin  procurarse  ventaja, 
Cedieron  el  buque  al  puerto 

Y  con  ardiente  eficacia 
Se  alistaron  en  las  filas 
De  nuestra  querida  patria. 
Más  que  nadie,  Santacilia 
Con  acciones  tan  preclaras, 
Con  tan  brillante  talento 

Y  con  nobleza  tan  rara. 
Que  con  razón  le  contamos 
De  la  familia  Chinaca. 
Para  que  sirviera  el  buque, 
Para  que  se  transformara 
En  un  bergantín  de  guerra, 
Brotó  gente  la  playa; 
Herreros  y  carpinteros 

El  trabajo  vuelven  fi-asca, 

Y  beben  como  demonios 

Y  sin  descanso  trabajan. 
En  fin,  tuvimos  soberbios 
Nuestra  poderosa  armada, 


420  GUKRRA  DB  REFORMA. 


Con  el  Wif,  el  Indianola 

Y  con  raquíticas  lanchas 
Que  con  su  cañón  cada  una 
Sobre  las  olas  saltaban, 

Y  á  las  que  llamaron  gallos 
Por  lo  ligeras  y  bravas. 
También  estaba  en  el  puerto 
Indiferente  y  en  calma 
Cierto  buque  americano 
Con  diez  cañones  por  banda, 
Con  su  capitán,  un  Jarvis, 
Anciano  de  barba  blanca, 
Muy  amigo  del  Gobierno, 
Que  en  Lascurain  adoraba 

Y  veía  como  suya 

Del  comerciante  la  casa. 

IV. 

BUQUES  A  LA  VISTA. 

Bran  últimos  de  Marzo 
Del  año  cincuenta  y  nueve 
Cuando  anunció  la  campana 
De  Ulúa  con  voz  solemne. 
Que  en  el  lejano  horizonte 
Buques  sospechosos  vense 

Y  que  se  acercan  y  avanzan 

Y  por  nada  se  detienen. 

La  Ciudad  se  mueve  inquieta, 
La  gente  se  agolpa  al  muelle, 
A  los  buques  se  les  pide 
La  bandera  conveniente. 
La  rehusan  y  cual  piratas 
A  Antón  Lizardo  la  emprenden 
Donde  la  plaza  constantes 
Amenazan  insolentes. 
Con  Miramón  entre  tanto 
Desvergonzados  se  entienden 
Sin  dejar  duda  sus  planes 
De  destrucción  y  de  muerte. 
Entonces  el  grande  Llave, 
El  gigante  de  los  héroes, 
Al  Gobierno  sus  servicios 
Con  su  espada  fiel  ofrece, 


GUSRRA  DB  REFORMA.  4^1 


Y  de  nuestros  buquecillos 
Le  hacen  Comandante  y  Jefe 


La  noche  está  silenciosa, 
Sobre  las  olas  se  extiende 
Tupido  su  negro  velo, 

Y  dudosos  y  en  vaivenes 
Los  buques  de  Antón  Lizardo 
Sobre  las  aguas  se  mecen. 
Hubieron  preliminares 

En  combates  de  esta  suerte, 
Que  no  me  importa  saberlos 

Y  que  muy  pocos  entienden. 
La  ciudad  en  las  alturas 

A  la  población  sostiene 
Preguntando  á  las  tinieblas 
Quién  ha  vencido  y  quien  vence, 
Rómpese  por  fin  el  fuego: 
La  Zaratoga  estremece 
Con  su  tremendo  estampido 
Las  casas,  la  Aduana,  el  Muelle. 
De  Marín  los  fuertes  barcos 
Contra  nosotros  se  atreven; 
Llave  entonces  zafarrancho 
Cuando  el  combate  se  enciende 
Proclama  y  lanza  á  Indianola 
Sobre  el  Marqués,  se  desprende 
De  su  barco  y  sangre  y  llama 
Esparce  sin  contenerse. 
Goycoyría  le  seguía, 
Que  era  insurrecto  valiente 
De  la  familia  Maceo, 
Legítimo  hijo  de  Céspedes, 

Y  la  española  bandera 
Viendo  en  el  aire  extenderse 
«Bandera  de  pus  y  sangre,» 
Dijo:  «me  toca  romperte.» 
Horroroso  fué  el  combate 
En  la  lid  á  Llave  hieren, 

Y  los  buques  enemigos 

Se  rinden  tristes  y  débiles. 
No  hubieron  salvas  ni  vivas. 
No  hubieron  dianas  alegres, 


432  GXTBSItA  DB  REFORMA. 


A  los  dos  campos  contrarios 
Negras  tinieblas  envuelven, 
de  Miramón  los  soldados 
Derrota  y  muerte  presienten, 

Y  los  Jarochos  alzados 
Dicen  con  soberbio  dengue: 
Crijto  es  valedor  del  indio 

Y  d  la  Heroica  naiden  vence. 

Cnemavaca,  Diciembre  9  de  1896 


OÜBRRA  DB  RBFORMA.  4^3 


6RAnD€¡  T  eSPAnTABLG  KOIDAnt^e 
ML  0e«CK020  ^UnCRieOTO  DG  BaeD09:UBeKAL8S. 

I 

LAS  VISPSBA8. 

De  la  guerra  de"tres'afios 
En  la  borrascosa  riña 
Mucho  hubo  de^cuesta  abajo, 
Mucho  hubo  de  cuesta  arriba; 

Y  en  la  felona  baraja 

De  guerra,  es  cosa  sabida 
Que  no  es  digno  de  ganancia 
El  que  al  perder  se  marchita. 

Y  ya  es  tiempo  que  soltemos 
A  mi  relación  las  pitas: 
Conque  silencio,  aparceros. 
Cuidado  con  el  que  chista. 

II 

LAS  MARCHAS. 

Marcha  la  tropa  de  Uraga 
Como  ramo  de  amapolas, 
Ufanos  de  que  en  Loma  Alta 
Besos  le  dio  la  victoria. 
Llevan  al  desgaire  el  arma, 
El  tambor  no  los  acosa. 

Y  las  galletas  amadas 
Casi,  casi  que  retozan, 
Pelando  la  caña  dulce 


4^4  GIJBRRA  DB  REFORMA. 


Y  la  naranja  jugosa; 
¡Que  alegre  la  luz  alumbra, 
Como  un  alto  se  ambiciona 

Y  que  duerma  y  que  descanse 
De  una  arboleda  á  la  sombra! 
£1  conjunto  fatigado 

De  la  resistente  tropa, 
Oye  el  alto  y  en  buen  orden 
Sosegada  se  coloca. 
Fórmanse  los  pabellones, 
Están  las  galletas  briosas. 
Hacen  lumbre,  y  al  descuido 
Atizban  lo  que  se  roban. 
Los  más  listos  oficiales 
En  un  bodegón  se  alojan 
Donde  los  cercan  los  canes. 
Abrazan  á  la  patrona 

Y  á  las  hijas  avergüenzan 
Con  miradas  maliciosas. 

A  San  Luis  marcha  la  gente 
Cantando  alegre  y  gozosa, 
Ques  con  el  pelón  Uraga 
La  tristeza  está  de  sobra. 
En  San  Luis  discute  el  punto 
Con  sus  jefes  de  más  nota, 

Y  se  emprende  para  Lagos 
La  marcha  ordenada  y  pronta, 
Dándole  á  Ogazón  aviso 
Que  se  mueva  sin  demora 

Y  vaya  á  Guadalajara 
Como  quien  va  por  la  posta. 

III 

Erase  Ogazón  gestudo, 
Roma  la  nariz,  voz  ronca, 
Pero  una  alma  á  la  pelada 
Limpia,  pura  generosa; 

Y  era  al  servir  como  el  oro, 
Con  perdón  de  los  que  me  oigan. 
Después  de  vencer  Colima 

Do  Calatayud  estorba, 
Activo  busca  recursos. 
Una  división  apronta 
Que  para  los  mochos  era 


GUSRRA  DB  RBFORMA.  435 


Amenaza  de  derrotas. 
Allí  la  brilla  Vallarta 
Cuya  inteligencia  asombra, 

Y  cuyos  bellos  escritos 
Acredita  con  sus  obras. 
Allí  viene  Leandro  Valle 

De  los  hombres  grandes,  norma, 
A  quien  le  debe  una  estatua 
Justiciera  la  Reforma; 
Allí  un  Langlois  y  un  Aranda 
Alzan  sus  nobles  personas, 

Y  un  Bravo,  flor  y  decoro 
De  la  Nación  española. 

Que  por  su  heroico  ardimiento 
Se  hizo  nuestro  compatriota. 
De  acuerdo  Ogazón  y  Uraga 
Con  sus  fuerzas  poderosas, 
Llegan  por  fin  á  San  Pedro 
Con  serenidad  notoria 

Y  hasta  el  frente  de  los  fuertes 
Que  formidables  asoman. 

Y  Woll  manda,  aquél  soldado 
Que  en  época  no  remota 

Se  defendió  en  la  frontera 
Con  su  firmeza  de  roca. 
Miramón  que  vé  de  Uraga 
Las  decisivas  maniobras, 
A  Woll  dice:  «estáte  fuerte, 
«Defiéndete  á  toda  costa 
«Que  de  Uraga  me  dividen 
«Sólo  dos  jomadas  cortas: 
«Si  tu  tienes  resistencia 
«Cantaremos  la  victoria. 

IV 

LA  INTIMACIÓN  T  EL  ASALTO. 

Erase  el  florido  Mayo, 
El  Mayo  claro  y  risueño, 
Plores  esmaltan  la  tierra. 
Aromas  respira  el  viento, 
Todo  al  parecer  aleja 
Lo  terrible  y  lo  funesto 
Cuando  Woll  se  preparaba 

ROMAVCXs«— 54. 


436  GUERRA  DB  REFORMA. 


Como  militar  experto 
A  fortificar  un  triangulo 
Muy  seguro  aunque  pequeño. 
La  mutulla  comprendía, 
Teniendo  á  WoU  en  el  centro, 
La  Merced,  todo  su  cerco, 
Santa  María  de  Gracia, 
De  San  Francisco  el  convento, 
Calle  de  la  Compañía 
Hasta  tocar  en  Loreto. 
Cuenta  como  tres  mil  hombres 
De  su  parte  el  mocho  fiero 
Con  soldados  aguerridos 

Y  con  brillante  armamento, 
Cuando  recibió  de  Uraga 
WoU  un  papel  que  le  intima 
Rendición  en  estos  términos: 
He  asegurado  á  mis  tropas 
Que  pernoctarán  de  cierto 
En  la  plaza,  y  lo  harán  digo; 

Y  antes  de  obrar,  os  prevengo 
Que  evitéis  de  nuestra  sangre 
El  atroz  derramamiento. 
Que  al  fin  no  sois  Mexicano, 

Y  como  soldado  viejo 
Sabéis  bien  que  vuestra  causa 
Ataca  nuestros  derechos. 

Y  WoU  responde  impasible: 
Me  portaré  como  debo^ 
Consecuente  á  mi  consigna 
Hasta  el  postrimer  extremo. 
¡Oh  veinticuatro  de  Mayo! 

i  Oh  sol  aborto  del  cielo! 
¿Por  qué  no  apagas  tu  lumbre 
Si  la  has  de  ostentar  siniestro 
Para  que  inútiles  besen 
Los  párpados  de  los  muertos? 
Uraga  erguido,  valiente 
Dispone  el  asalto  luego 
Ordenando  en  dos  columnas 
De  su  división  el  grueso. 
La  una,  Medellín  la  manda, 
A  la  otra  Bravo  da  aliento 
Como  Jefe;  y  á  una  seña 
Que  hace  él  cañón  con  estrépito, 


GX7BRRA  DB  REFORMA.  437 


Se  lanzan  como  torrentes 
De  plomo,  de  ira  y  de  fuego. 
Responden  sesenta  piezas 
Al  arranque  de  los  nuestros 
Que  entre  ríos  de  metrallas 
Siguen  marchando  sin  miedo. 
Herido  se  mira  á  Valle 
Que  grita  caído  en  el  suelo: 
¡Animo,  avancen  muchachos, 
Avancen  el  triunfo  es  nuestro! 
Expira  Aranda  impetuoso 
Entre  montones  de  muertos; 

Y  sin  titubear  avanza 
Bravo  hasta  los  parapetos 
Donde  millares  de  balas 
Despedazaron  su  pecho, 

Y  donde  al  morir  exclama: 

í Viva  Juárez!,  ¡Viva  México! 
!Cuánto  merece  tu  nombre 
De  gratitud  y  de  afecto 
Noble  Bravo,  de  la  gloría 

Y  del  honor  predilecto! 
Peja  que  con  tierno  llanto 
Te  consagre  mi  recuerdo. 
Rechazada  nuestra  fuerza, 
Se  hace  un  empuje  supremo, 

Y  Uraga  dispone  osado 

Que  á  un  punto  más  de  concierto 
Acuda  la  mayor  fuerza 
Pasando  sobre  los  muertos. 
Se  arrastraban  los  heridos 
Sangre  al  moverse  vertiendo, 
Los  cadáveres  tenían 
Terrible  y  airado  el  gesto, 
Los  miembros  despedazados 
Cual  lodo  cubren  el  suelo, 
Parecían  desplomarse 
Con  el  retronar  los  cielos, 

Y  las  ráfagas  de  llama 
Que  habrían  el  humo  negro 
Parece  que  descubrían 

Los  abismos  del  infierno. 
De  Langlois  aun  resonaba 
£1  entusiasmado  acento; 
Hermoso  constituyente 


428  GUBRRA  DB  RBPORMA. 


De  honra  y  de  valor¡modelo. 

A  Uraga  se  le  miraba 

Por  doquier  firme,  impertérrito, 

Matanza  tan  espantosa 

Viendo  á  su  pie  con  desprecio. 

Pero  una  bala  le  hiere 

En  un  aciago  momento; 

Y  la  orden  de  retirada 

Para  el  pueblo  de  San  Pedro 

Dictada  por  Zaragoza 

Que  asumió  el  mando  supremo 

Después  de  que  en  el  asalto 

Fué  de  intrepidez  portento. 


Uraga,  el  valiente  Uraga 
Quedó  de  Woll  prisionero; 

Y  Ogazón  á  nuestras  fuerzas 
Habló  á  nombre  del  Gobierno: 
«ijaliscienses,  no  os  arredré 
«Este  combate  funesto; 

«Que  quede  la  fe  en  las  almas, 
«El  valor  en  nuestros  pechos; 
«rA  nuestra  causa  defienden 
«La  justicia  y  el  derecho! 

Y  respondieron  con  vivas 

Y  renovando  su  aliento 

Los  soldados  que  á  los  mochos 
A  poco  tiempo  volvieron 

Y  vengaron  á  los  suyos 

Con  el  triunfo  más  espléndido. 


Diciembre,  ii  de  1896. 


GUBUtA  J>n  RBFORHA.  439 


GRAO  RoniAnee  aoeo-iemo 

T 


Era  un  Presidente  tn  partibus 
Zuloaga  y  como  de  estuco; 

Y  era  Miramón  activo 
Presidente  sustituto. 

Y  uno  como  más  cristiano 
Era  el  apoyo  robusto 

Del  muy  venerable  clero, 
El  de  crímenes  mayúsculos. 
Que  hace  diabluras  diciendo: 
Mi  reino  no  es  de  este  mundo. 

Y  á  esos  aunque  le  halagaran 
Del  Macabeo  los  triunfos, 
Celasos  los  celebraban, 

Los  celebraban  con  susto 
Porque  sus  pechos  herían 
Amenazantes  los  triunfos: 
De  que  á  Miramón  ligaban 
Simpatías  con  los  puros, 

Y  que  á  la  mejor  de  espadas 
Falaz  les  zafara  el  bulto. 

Y  así  pensando,  pensando, 
Sus  cacúmenes  obtusos, 
Discurrieron  que  Zuloaga 
En  un  momento  oportuno, 
Del  mando  se  apoderara 


430  GimRRA  DB  REFORMA 


Repentino  y  exabrupto 
Dejando  á  los  liberales 
Poniendo  caras  de  brutos. 

II. 

LA    MARCHA. 

La  refriega  estaba  ardiente, 
Como  un  infierno  el  Bajío, 
Uraga  fuerte  y  triunfante 
Marchaba  sobre  Jalisco, 

Y  sólo  se  divisaba 

Un  sangriento  remolino 
En  que  victorias,  derrotas, 
Arcos  de  triunfo  y  suplicios 
Se  mezclaban  espantosos 
En  alboroto  continuo. 
Miramón  que  de  su  causa 
Vio  el  inminente  peligro 
Dispuso  brillantes  cuerpos 
Bien  armados  y  provistos 
De  pertrechos  abundantes 

Y  jefes  esclarecidos. 
Cuando  al  partir  animoso 
Se  le  dio  certero  aviso 
Que  el  Presidente  Zuloaga 
Publicaba  al  tiempo  mismo 
Bando,  firman  ó  decreto 
Que  ordenaba  de  improviso 
Que  ya  Miramón  suplente 
Era  por  él  destituido, 

Y  él  quedaba  de  la  Patria 
Dirigiendo  los  destinos. 
Cauto  asomaba  del  mocho 
El  inmenso  regocijo, 

Y  del  cambio  se  mostraban 
Ufanos  los  padrecitos. 
Pero  Miramón  en  marcha 
De  la  treta  apercibido. 
Antes  de  que  el  tercer  toque 
Sonara,  marchó  tranquilo 
A  la  casa  de  Zuloaga; 

De  allí  lo  llevó  consigo 

Y  colocándole  al  frente 


GUKRRA  DB  RBFORMA.  431 


De  su  Ejército  florido: 
Vais  á  ver  como  se  gana 
La  Presidencia,  le  dijo, 

Y  cargó  con  él  Utívándole 

Como  á  un  tercio  y  como  á  un  lío. 
Quedó  atónito  Zuloaga, 
Obedeció  como  un  niño 
Dejando  á  sus  partidarios 
Con  medio  metro  de  hocico. 
El  rapto  del  gran  Zuloaga 
Cantan  Troyanos  y  Tirios; 
La  Elena  con  pantalones 
Está  en  medio  á  los  peligros; 

Y  la  chanza  celebraban 
En  palacios  y  corrillos. 
Zuloaga  logró  fugarse 
En  un  punto  del  Bajío, 

Y  cuando  volvió  á  su  albergue 
Tiu-bado  y  descolorido. 

Con  una  ziinga  marcada 
Publicaban  sus  amigos: 
Vuelve  á  la  vida  privada 
Porque  no  aprendió  el  oficio. 


Cuemavaca,  Diciembre  13  de  1896. 


432  GUERRA  DB  RKFORMA. 


GRADDG  Y  ei)I$PGAnCG  KOmADííG 

(ROJAí  Y  LOZADA-) 


LA  VERDAD  PILADA. 

Cual  del  fango  pestilente 
Brotan  mjasmas  venenosos, 
O  como  cerebro  enfermo 
Engendra  espantables  monstruos 
Que  tienen  por  ascendencia 
La  locura  y  el  trastorno, 
Así  brotaron  á  un  tiempo 
De  la  discordia  y  los  odios 
Antonio  Rojas,  el  uno, 
El  indio  Lozada,  el  otro: 

Y  se  odiaban  cordialmente 
Persiguiéndose  animosos, 
El  uno  con  la  Reforma, 

El  indio  vil  con  los  mochos. 
Lozada  en  Tepic  privaba 

Y  era  el  Todopoderoso, 
Sin  sombras  y  sin  rivales 
En  Alica  y  sus  contomos; 
Le  escoltaban  la  matanza, 
Embriaguez,  lujuria  y  robo, 

Y  cercaban  su  persona 
Indios  salvajes,  tan  broncos 
Que  con  susto  los  miraban 
Las  panteras  y  los  osos. 


GUERRA  DB  REFORMA.  433 


A  Rojas  le  conocemos, 

Y  su  retrato  no  formo 
Porque  una  vez  conocido 
Malgasto  el  tiempo  que  es  corto. 
Ogazón  despachó  á  Rojas 
Contra  el  Lozada  rabioso, 

Que  es  eficaz  una  cuña 
Sacada  del  mismo  tronco; 
Rojas  acoge  contento 
Aquella  misión,  y  pronto 
A  la  Sierra  se  encamina 
Arrostrando  los  estorbos. 
I/Ozada  marcha  á  su  encuentro 
Con  su  legión  de  demonios 
Pasando  entre  hondos  abismos 

Y  terrenos  pedregosos, 
Donde  parece  que  el  diablo 
Tuvo  un  arranque  de  loco. 

II. 

BARRANCA  BLANCA. 

En  mera  Barranca  Blanca 
Se  avistaron  las  dos  turbas: 
Rojas  con  sus  chiyiacates 

Y  Lozada  con  sus  chusmas. 

Y  voy  á  trazar  del  sitio 
Del  combate  la  pintura, 
Contando  lo  que  me  cuentan 
Sin  ponerle  añadiduras; 
Porque  ¿para  qué  negarlo? 
Estoy  en  verdad  á  obscuras. 
Entre  las  gigantes  peñas 
Ancha  y  profunda  abertura, 
Que  en  un  rápido  descenso 
Precipitándose  brusca, 
Termina  teniendo  al  fondo 
Una  risueña  llanura 

Con  sus  árboles  frondosos 

Y  una  pequeña  laguna; 
A  los  lados  del  barranco 
Retratando  sus  alturas 
Véase  filas  de  peñascos, 
Cactus  de  puntas  agudas, 

ROMAaroa«.-^5. 


434  GUERRA  DB  REFORMA. 


Y  maleza,  cuyas  redes 

No  alcanza  á  pintar  mi  pluma. 

III. 

LA  BATALLA. 

A  los  lados  del  barranco 
En  direcciones  contrarias 
Están  los  de  Antonio  Rojas, 
Le  encuentran  los  de  Lozada, 
Ambos  sedientos  de  sangre, 
Ambos  poseídos  de  rabia. 
Empeñáronse  los  fuegos 
Entre  terrible  algazara 
De  aullidos  cual  de  chacales 

Y  de  silbadoras  balas, 
Luchando  los  contendientes 
Chocáronse  á  la  bajada 
Que  hasta  la  verde  llanura 
Llenan  las  piedras  y  lajas, 
Dejando  sangre  en  torrentes, 
Muchos  regueros  de  entrañas 

Y  despojos  numerosos 

Que  el  camino  embarazaban 
Haciendo  rodar  jinetes, 
Arciones,  caballos  y  armas; 
De  pronto  se  abre  la  gente, 
De  repente  forma  plaza 

Y  se  oyen  cesar  los  fuegos 
En  un  silencio  que  espanta: 
Era  que  los  dos  caudillos 
En  la  tremenda  batalla 

Se  encontraban  frente  á  frente 
Del  llano  en  la  parte  plana. 
En  actitud  de  combate, 

Y  con  soberbia  arrogancia 
Montaba  un  caballo  prieto, 
Censeño,  de  hermosa  estampa. 
Rojas,  ágil  como  el  viento, 

Y  ojo  de  terrible  llama. 
Un  overo  poderoso 

Era  el  bridón  de  Lozada, 
Ancho  y  bien  formado  el  pecho, 
Cuello  corto,  curva  el  anca, 


GUERRA.  DB  REFORMA.  435 


Dosalbo,  corta  la  oreja, 
Vivo  el  ojo,  la  crin  larga. 
Los  dos  jefes  se  envistieron 
Sin  decir  una  palabra, 
A  la  nuca  los  sombreros 

Y  en  la  derecha  las  lanzas. 
Ya  se  buscan,  ya  veloces 
Se  acometen  ó  se.apartan, 
Ya  el  uno  quiebra  el  caballo, 
Ya  el  otro  casi  se  arrastra, 
Ya  en  sangre  se  ve  teñida 
La  arma  que  esgrime  Lozada, 

Y  Víctores  sus  soldados 
Entusiasmados  levantan; 
Hasta  que  hastigado  Rojas, 
A  largo  trecho  se  aparta, 

Y  se  vuelve  como  rayo. 
Con  su  enemigo  se  encara 

Y  de  un  bote  le  derriba 
Con  su  terrible  pujanza, 
Azotándolo  en  la  tierra 
Casi  al  exhalar  el  alma. 
Sus  indios  horrorizados, 

Y  sin  atender  á  nada 
Descienden  á  la  llanura, 
A  su  caudillo  levantan 

Y  desparecen,  dejando 
Botín  de  pertrechos  y  armas; 
Rojas  con  indiferencia 
Ordena  que  toquen  dianas 

Y  que  maten  los  que  quedan 
Del  bandolero  Lozada- - 
«Porque  á  mí,  dijo  sonriendo. 
No  me  hacen  ninguna  £siltaj». 


Diciembre  19  de  1896. 


436  GUBKRA  DB  REFORMA. 


GRAnoe  Y  PO$itivo  FomAO^e 
oe  tnscAOGA  y 

TRaYG$aRA  DGL  GHAL  D.  mADüGL  DOBLADO. 


PAPAS. 

Venid  recuerdos  hermosos 
Cual  mariposas  doradas, 
A  revolar  fugitivos 
Sobre  mis  heladas  canas, 

Y  á  fingirme  primaveras 
Donde  hay  sombras  y  desgracias; 
Presentad  á  mi  memoria 

Con  imágenes  exactas 
Aquellos  hombres  valientes 
Burla  de  riesgos  y  balas; 
Aquellas  chinas  hermosas 
Que  son  manantial  de  gracias; 
Aquellos  raros  contrastes 
De  festín  y  de  matanza 
En  que  al  par  de  los  gemidos 
Se  escuchaban  las  guitarras; 

Y  aquel  fraternal  comercio 
Cuando  los  fuegos  cesaban 
En  que  desde  sus  trincheras 
Los  soldados  entablaban 
Compartiendo  su  alimento, 
Haciendo  volar  las  chanzas, 
A  despecho  de  los  Jefes 


GUERRA  DB  RBFORMA.  437 


Escupiendo  la  Ordenanza 
Hasta  que  el  toque  de  fuego 
Penetrante  resonaba, 

Y  entonces  los  valedores 
Impetuosos,  se  mataban 
Haciendo  tremendo  el  sitio 
Postrer  de  Guadalajara. 
Pero  donde  esas  escenas 

Más  frecuentes  se  acentuaban. 
Era  á  los  lados  del  río 
De  San  Francisco  á  la  espalda, 
Casi  al  frente  de  la  Quinta 
En  que  Doblado  se  hallaba 
Con  sus  guapos  ayudantes. 
Con  su  consentida  guardia, 
Con  aquel  lujo  y  grandeza 
Que  constantes  le  rodeaban. 

II. 

HACIÉNDOSE  EL  ZONZO. 

Sólo,  como  un  cualesquiera 

Y  vestido  de  paisano 

En  lo  más  recio  del  fuego 
Cruzaba  Manuel  Doblado 
Por  las  filas  de  Olivares 

Y  sus  valientes  soldados, 
A  Huerta  fiel  y  cumplido 
Con  placer  subordinado; 

Y  yo  no  sé  de  que  ardides, 
Ni  alcanzó  como  ni  cuando 
Doblado  sedujo  á  un  lego 
Entendido  y  avisado, 

De  esos  que  con  la  mortaja 
Dan  anca  y  vueltas  al  diablo: 
Pelón,  risueño,  humildoso, 
Mirar  sesgo,  cabizbajo, 
Con  denuncias  de  lujuria 

Y  del  sexto  del  decálogo. 
El  lego  bajo  el  influjo 

Y  dirección  de  Doblado, 
Con  uo  fraile  de  polendas 
Logró  ponerlo  en  contacto, 

Y  mediante  contraseñas 


438  OUKRRA  DB  REFORMA. 


Y  recursos  reservados 
En  un  bajo  del  convento 
Fraile  y  Jefe  se  encontraron. 
Sin  apercibirse  nadie 

De  tan  peligroso  pacto. 

III. 

ENTREVISTA. 

Era  un  desaseado  cuarto 
De  la  huerta  del  Convento 
Con  aperos  de  labranza, 
Costales,  lazos  y  cueros, 
Maciza  mesa  de  encino. 
Tosco  banco  y  el  llavero; 
Cuando  después  de  rail  señas 

Y  de  alejados  los  perros, 
A  Doblado  y  mi  persona 
Con  sigilo  introdujeron, 
En  el  peso  de  la  noche, 

Y  dominando  el  silencio. 
Empañado  farolillo 

Nos  mostró  de  cuerpo  entero 
A  un  muy  reverendo  fraile, 
Gran  papada,  tosco  cuello, 
El  abdomen  levantado, 
Copete  alto  y  ojos  negros. 

El  Lego  y  yo  nos  quedamos 
Al  fondo  del  aposento; 
Doblado  y  el  sacerdote 
Después  de  mil  cumplimientos. 
De  promesas  y  protestas 

Y  de  expresiones  de  afecto. 
Asentáronse  en  el  banco 
Con  señales  de  respeto; 

Se  oyó  la  voz  de  Doblado 
Que  así  dijo  con  sosiego: 
«A  usted,  padre,  me  he  acercado 
«f Porque  sois  cristiano  viejo 
ffY  porque  el  mundo  publica 
.  «Vuestros  nobles  sentimientos. 
«Se  que  ésta  lucha  sangrienta 
«Despedaza  vuestro  pecho, 
«Y  es  santa  fama  la  vuestra, 


GUBRRA  DB  RBFORMA.  439 


«E  influye  vuestro  consejo 
«En  los  más  potentes  Jefes 
«Y  el  General  Don  Severo. 
«Inclinadlo  á  un  armisticio, 
«El  punto  discutiremos, 
«Y  á  usted  tal  vez  deberase 
«Que  reaparezca  el  sosiego, 
«Y  que  tenga  un  desenlace 
«Esta  lucha,  santo  y  bueno.» 
El  fraile  puso  objeciones 
Muy  sesudo  y  circunspecto. 
Mientras  que  Doblado  cauto 
Registraba  el  aposento, 
Las  entradas  y  salidas 
Con  suma  cautela  viendo, 
De  pronto  como  inspirado 
Le  dijo  al  fraile:  «en  un  pleito 
«Al  relumbrar  los  puñales 
«Y  al  retronar  los  denuestos, 
«Cuando  la  rabia  domina 
«Y  anubla  el  entendimiento, 
«Se  oye  una  voz  levantarse 
«Diciendo:  estémonos  quietos, 
«Veremos  por  qué  luchamos 
«Que  no  somos  tigres  fieros, 
«Se  apaciguan  las  pasiones 
«Aunque  á  la  lid  queden  prestos; 
«Se  escuchan  los  contendientes, 
«La  razón  cobra  sus  fueros; 
«Los  vínculos  de  familia 
«Hacen  benigno  su  efecto. 
«Y  se  acercan  y  se  estrechan, 
«Y  en  medio  de  abrazos  tiernos 
«Humo  se  tornan  los  odios 
«Y  brilla  puro  el  contento.» 
Y  esto  expresaba  Doblado 
En  un  tono  tan  ingenuo. 
Que  al  llegar  á  los  abrazos 
La  cerviz  del  Reverendo 
Enlazó  con  entusiasmo 
En  un  arrebato  extremo 
Con  sorpresa  del  que  narra, 
Con  regocijo  del  Lego. 
El  fraile  ofreció  portarse 
Conforme  á  su  ministerio 


440  GXTBRR A  DB  REFORMA . 


Y  Doblado  y  yo  dejamos 
El  sitio  que  llaman,  creo, 
No  se  por  qué  circunstancia, 
La  puerta  de  los  cameros. 

IV. 

CONCLUSK^N. 

De  buena  hemos  escapado; 
Dije  á  Doblado  al  regreso, 
A  la  puerta  de  la  casa, 
A  la  aventura  aludiendo. 
— ¡Hola!  ¿te  parece  poco 
Reconocer  el  convento, 

Y  además  á  todo  un  fraile 
Tener  como  aliado  nuestro? 

— Bien,  pero  aquella  embaucada 

De  la  razón  y  del  pleito 

A  qué  vino? — A  lo  que  vino 

Te  dejará  patitieso. 

«rAl  hablar,  vi  de  una  llave 

«rDe  puerta  falsa  el  letrero, 

«íY  dije:  esa  llave  importa, 

«La  llave  vale  dinero; 

«Y  emprendí  forjar  al  punto. 

«Como  escuchaste,  mi  cuento, 

«Y  al  dar  el  abrazo  al  fraile 

«Recogí  la  llave  al  vuelo, 

«Por  lo  que  importar  pudiere, 

«Y  ya  ves,  aquí  la  tengo,» 

Dejándome  como  á  obscuras 

Y  con  tanta  boca  abriendo; 
Porque  á  más  de  ser  Doblado 
Bravo,  de  inmenso  talento, 
Era  su  ñierte  la  astucia, 

Y  la  audacia  su  elemento. 


Diciembre  15  de  1896. 


GUBRRA  DE  REFORMA.  44I 


BGLLO  Y  Bien  WZOnADO  RomADce 
DGL iniRePiDO 

AÜRGLIADO  RIYGRA. 


I. 

ABRAN  LA  PUERTA 

Era  Aureliano  Rivera 
El  guerrillero  sin  cuate; 
Bravo  cual  toro  de  Ateneo, 
Pero  cortés  y  galante» 
Con  el  sombrero  en  la  mano 

Y  á  la  izquierda  listo  el  sable. 
Audaz  formó  la  chinaca 

Sin  pedirle  nada  á  nadie, 

Y  le  aclamaron  sus  hechos 
«El  Rey  de  los  chinacates. » 
Era  su  fuerza  pequeña 

De  moscones  un  enjambre 
Que  á  la  ciudad  inquietaba, 
Que  penetraba  en  sus  calles 
Espantando  monigotes, 
Dando  á  los  mochos  calambres. 
Atarantando  al  Gobierno 
Con  sus  atrevidos  lances, 
Haciéndose  ídolo  amado 
Del  ardiente  peladaje. 
Expansivo,  franco,  alegre. 
Refino  con  las  comadres, 
Cariñoso  con  los  pobres, 
Soberbio  con  los  magnates, 

aOMAJVCBS — s^ 


442  GUERRA  DB  REFORMA. 


Y  en  esto  de  la  uña  larga 
Limpio  mostrando  sus  naipes. 
Mas  para  los  mochos  fieros 

Y  Gobierno  de  farsantes, 
Era  pertinaz  mosquito 
Que  les  zumbaba  constante, 

Y  que  con  rápido  vuelo 
Le  amenazaba  en  los  aires; 
Del  poder,  en  las  narices 
bra  comezón  constante, 
Cual  garbanzo  en  el  zapato, 
Gomo  el  chillar  de  un  infante, 
Que  no  admite  ocupaciones 
Ni  que  se  piense  ni  se  hable. 
Aparécese  en  Ajusco 

Si  le  buscan  en  el  Valle; 
Creen  atacarlo  en  un  cerro 

Y  Aureliano  está  en  un  baile. 
Se  proponen  atraparlo 

En  una  huerta  en  San  Ángel, 

Y  él  sorprende  una  partida 
De  tropa  que  al  acercarse. 
Hace  suyos  los  soldados 

Con  armamento  y  con  parque. 

Y  así  aumentaba  su  fuerza 
Con  catrines  y  con  sastres, 
Bravos  pelados  y  grupos 
De  músicos  y  danzantes. 
¡Qué  divino  chaparrito. 

Qué  valor,  qué  alma  tan  grande; 
Qué  chinaco  tan  rebueno 

Y  qué  parejo  en  los  mates! 
Disparan  contra  él  á  Vélez 

Y  Vélez  es  un  Don  nadie 
Que  vuelve  rabo  entre  piernas 
A  México  con  desaire. 

Le  urden  traiciones  y  redes 
Los  Jefes  más  principales, 

Y  él  les  toca  una  manóla 
Con  tan  garboso  donaire, 
Que  hace  al  Gobierno  la  burla 
Hasta  de  los  mismos  frailes. 
Por  fin  con  brillante  tropa 

De  México  sale  Márquez 

Y  en  Tlálpam  sin  que  se  evada 


GUERRA  DB  REFORMA.  443 


Feliz  consigue  cercarle» 
Diciéndole  á  su  Gobierno 
Con  un  fanfarrón  empaque: 
«Les  mandaré  la  cabeza 
«De  ese  Aureliano  cobarde, 
«Sin  hacer  esfuerzo  alguno 
«En  tres  días  lo  más  tarde, 
«Porque  al  cabo  á  estos  bandidos 
«Cualquier  sargento  los  barre; 
«Y  siento  que  se  me  ocupe 
«Bn  machacar  alacranes,  a 

II. 

EN   LA  RATONERA. 

Urgido  estaba  Aureliano 
Por  los  horrores  del  sitio 
Que  el  vil  Márquez  le  estrechaba 
Con  rigores  inauditos. 
Pero  lejos  de  arredrarle 
El  número  reducido 
De  sus  bravos  chinacates, 
Les  alentaba  al  peligro, 
Dando  al  contrario  seriales 
De  contento  y  regocijo. 
Es  Tlálpam,  un  pueblo  abierto 
Que  tiene  jardines  lindos, 

Y  como  alcázares,  quintas 
De  proceres  y  de  ricos: 
Pero  para  la  defen.sa 

Del  perseguidor  maldito, 
Muy  deficiente  en  recursos 

Y  con  mucho  desabrigo. 
Más  y  más  estrecha  el  cerco 
El  Genetal  asesino, 

Y  más  tirante  se  muestra 
El  valiente  chaparrito. 
Tocaba  el  sol  en  Ocaso. 

Y  Márquez  creyó  ver  visos 
De  flaqueza,  meditando 
Un  asalto  decisivo 
Cuando  asomara  la  aurora 
En  las  puertas  del  Olimpo. 
¿Pero»  dónde  está  Aureliano? 


444  GUERRA  DB  REFORMA. 


Dónde  que  ni  oído  ni  visto? 
¿Por  qué  deja  á  sus  muchachos 
En  esos  momentos  críticos? 
No  importa:  que  siga  el  fuego 

Y  no  hay  que  pandearse,  chicos; 
En  la  noche  el  fuego  cesa, 
Permanecen  en  sus  sitios 
Sitiadores  y  sitiados 

En  rigoroso  sigilo. 

Y  en  un  lugar  apartado, 

Que  es  más  bien  un  escondrijo, 
A  sus  Jefes  de  confianza 
Manda  llamar  el  caudillo, 

Y  se  les  muestra  al  reflejo 
De  empañado  farolillo. 
Rivera  está  .sin  sombrero, 
Agua  escurren  sus  vestidos, 

Y  huellan  sus  pies  desnudos 
La  floja  tierra  del  piso. 
«Muchachos,  nada  pregunten 

Y  ejecutad  lo  que  digo; 
Ordenad  á  vuestra  gente 
Con  el  silencio  más  rígido, 
Con  sus  armas  y  sus  trenes 
Para  ponerse  en  camino, 

Y  en  tal  parte,  un  acueducto 
Hallaréis,  entrad  con  brío 
Llevad  hachas  prevenidas; 
El  agua  dá  en  el  tobillo 

Y  saldréis  á  gran  distancia 
Sanos  y  del  todo  limpios. 
Yo  me  quedo  entreteniendo 

Y  haciendo  burla  á  estos  picaros, 

Y  después  nos  juntaremos 
Para  cantar  el  torito, 
Diciendo:  «ni  entra  ni  nada, 
jAy  qué  penco  salió  el  bicho! 

IV. 

La  salida  concertada 
Se  ejecutó  de  manera, 
Que  no  la  supo  ni  el  viento, 
Que  ni  la  sintió  la  tierra; 
No  quedando  de  chinaca 


GÜBRRA  DB  REFORMA.  445 


Dentro  la  plaza,  ni  una  hebra, 
Permaneciendo  Aureliano 
Con  sus  vales  y  un  cometa 
Para  hacer  la  pitiforma 
De  fuerza  y  de  resistencia. 
Márquez  tiene  sus  columnas 
Listas  y  listas  las  piezas; 
Se  dá  la  señal  de  asalto, 
Se  armaron  las  bayonetas; 
En  la  plaza  sonecitos 
En  vez  de  toques  de  guerra, 
Suenan  como  haciendo  mofa 
Los  toques  de  la  trompeta. 
Ya  corrieron  los  de  Márquez, 
Ya  tomaron  las  trincheras, 
En  el  centro  de  la  plaza 
Disparos  varios  resuenan 
Mientras  toca  los  cangrejos 
Fatigosa  la  cometa. 
Márquez  con  espada  en  mano 
Hasta  la  Parroquia  llega 

Y  no  hay  nadie  de  enemigos 
Porque  tomaron  soleta. 

Y  está  bailando  el  dormido, 
Lelo  el  General  Pantera. 
Aureliano  y  sus  valientes 
Al  salir  del  joyo  encuentran 
A  unos  soldados  al  paso 
Que  fungían  de  reserva, 
Con  fusiles,  municiones 

Y  numerosas  acémilas. 
Que  aprovechó  la  chinaca, 
Que  declaró  buena  presa, 
Que  hizo  que  dijera  el  vulgo. 
Que  al  ñn  tiene  mala  lengua, 
«A  ese  fanfarrón  soldado 
Tragábalas,  mata-fieras. 

Le  salió  por  la  culata 
El  tiro  de  su  escopeta.  * 


Diciembre  19  de  1896. 


44<^  GUBRRA  DB  RBFORMA 


GRAn  ROmADiíG 

DG£  BOKRORO«0  «OmBATG  D€  LA  COOIA  DG  IXTLAD 

POR  LOS 
moceos  RABIOSOS. 


1. 


Siguiendo  de  la  leyenda 
Los  torcidos  vericuetos, 
En  que  confundidos  corren 
Las  historias  y  los  cuentos 
Dándose  de  bofetadas 
O  acariciándose  tiernos, 
Me  topé  con  Manuel  Cambre 
Que  es  hombre  de  pelo  en  pecho» 
A  quien  le  dieron  los  hados, 
Unido  al  claro  talento, 
La  imparcialidad  del  juicio 

Y  lo  cierto  de  los  hechos; 

Y  suplicando  á  mi  amigo 
Me  expusiera  los  sucesos 

De  Ixtlán,  que  fueron  espanto 
De  aquel  borrascoso  tiempo, 
Que  marcó  á  cincuenta  y  ocho 
Con  sombra  y  terror  sangriento; 

Y  así  empezó  Manuel  Cambre, 
Grave,  el  relato  funesto: 

II. 

HABLA  CAMB&S. 


En  Tepic  y  sus  comarcas 
Era  Lozada  imperante, 


GUBRRA  DB  RBPORMA.  447 


Y  con  él  asesinatos 

Y  desenfrenos  salvajes 
Del  Gobierno  de  los  mochos 
Ostentaba  el  estandarte; 

Y  grandes  capitalistas 

Y  personas  principales 
Le  acataban  como  jefe, 
Cómplices  de  sus  maldades; 
Mas  un  Don  Pedro  Martinez 
Honra  de  los  liberales, 

De  Pedro  Ogazón  tenía 
Ordenes  y  facultades 
Para  aniquilar  resuelto 
Aquel  conjunto  de  cafres, 
Las  leyes  reivindicando 

Y  al  orden  fijando  base. 
Martínez  levantó  el  grito; 
Se  le  unieron  en  instantes 
De  Ixtlán  los  buenos  vecinos; 
Cambiáronse  autoridades, 

A  Ixtlán  se  pasó  el  Gobierno 
Que  en  Ahuacatlán  fué  en  antes; 
A  Magaña  encomendóse 
De  las  armas  se  encargase, 
Que  era  Magaña  valiente 

Y  propio  para  esos  lances. 
A  la  noticia  del  cambio 
Ocupan  plazas  y  calles 
Los  unos  con  sus  fusiles, 
Los  otros  con  sus  puñales, 
Otros  con  hondas  y  palos 

Y  con  piedras  los  restantes. 
Unos  ocupan  la  torre 
Otros,  puntos  dominantes, 

Y  otros  quedan  en  la  plaza 
Listos  para  lo  que  manden. 
Con  la  esperanza  del  triunfo 
El  fuego  en  las  venas  arde 

Y  estalla  cuando  se  mira 
Al  enemigo  delante 

Con  Manuel  Lozada  al  frente, 
Con  Rivas  y  otros  patanes, 
Criieles  como  las  panteras. 
Feroces  como  chacales. 
Son  algo  más  de  quinientos 


44^  GUBRRA  DB  REFORMA. 


Contra  de  sesenta  infantes, 
Niños,  mujeres  armados 
Al  principiar  el  combate 
Se  refugian  en  la  torre 
En  desorden  agrupándose. 
Se  hace  tremenda  la  lucha 
Más  feroz  de  cada  parte; 
Los  nuestros  en  las  alturas 
Hacen  disparos  constantes 
Impidiendo  que  Lozada 
Ni  un  palmo  en  la  tierra  avance. 
Las  horas  así  pasaron 
Presenciando  mil  desastres 
Hasta  que  llegó  la  noche 

Y  vio  tremendo  elevarse 
Entre  humo  negro  el  incendio 
En  llamaradas  voraces: 

Y  era  el  punto  defendido 
Por  nuestras  fuerzas  leales. 
En  éste,  sin  un  cartucho, 

Sin  dormir,  con  sed,  con  hambre, 
Con  la  ilusión  de  un  refuerzo 
Que  despareció  en  los  aires; 
Tocando  en  el  imposible 
Toda  defensa  probable, 
Se  puso  bandera  blanca, 
Se  hizo  que  el  fuego  cesase, 
Se  buscó  para  entenderse 
Algún  jefe  razonable, 

Y  no  hallándole  Martínez 
Fué  á  Lozada  á  presentarse 
Para  ajustar  un  convenio 
Que  á  la  población  salvase. 
Entre  tanto,  los  soldados 
Furibundos  desbordándose, 
Se  entregaban  al  saquefo, 

Ebrios  de  mezcal  y  sangre 

Abusos  con  las  mujeres 
Hasta  lo  no  imaginable; 

No  hubo  forma  de  convenio 
Ninguno  logró  escaparse 
De  los  bravos  defensores 
Más  visibles  ó  notables; 
Todos  fueron  fusilados 
Hasta  heridos  miserables. 


GUBRRA  DE  REFORMA.  449 


Resistiéndose  mi  pluma 
A  dejar  aquí  constantes 
Los  nombres  de  vencedores 
Tan  crueles  y  tan  infames. 
Hecho  montón  de  cenizas 
Quedó  Ixtlán;  y  mas  que  pasen 
Años  y  años  por  sus  calles, 
Pasarán  sin  que  se  logre 
Aquel  asalto  borrarse, 
Quedando  como  un  ejemplo 
De  indescriptible  barbarie. 


Diciembre  21  de  1896. 


ROMANCRS.— 57 


450  GUERRA  DB  REFORMA. 


G9xn  RomAn^e  De  por  allá  oquy  ímo^ 

YD€L 

YSLienTG  PG^ÜGIRA. 


No  tiene  vuelos  mi  pluma, 
Ni  colores  mi  paleta 
Para  alcanzar  las  hazañas 

Y  para  pintar  las  guerras 

En  que  revueltos  los  hombres, 
Los  salvajes  y  las  fieras, 
No  se  sabe  á  quien  le  toca 
Lo  mejor  de  la  leyenda, 

Y  en  que  se  escribe  al  acaso 
Salga  pato  ó  gallareta. 

Mas  no  hay  duda,  se  destaca 
Entre  tan  espesas  nieblas, 
La  figura  luminosa 
De  Don  Ignacio  Pesqueira: 
Sonora  le  dio  el  aliento, 
El  cielo  bondad  extrema, 

Y  el  panino  y  la  fortuna, 
Noble  el  alma  y  muncha  Juersa 
De  carácter,  necesario 

Para  arriesgadas  empresas. 
Don  Nacho  debió  á  Sevilla 
La  educación  y  las  letras, 

Y  mocetón  despejado 
Le  mimaron  las  grisetas 
De  aquel  París  tan  fecundo 
En  placer,  artes  y  ciencias. 
Pero  apenas  supo  el  chico 
Que  el  yankee  nos  miró  chuela 
Cuando  empuñando  las  armas 


Guerra  de  reforma.  451 


Vino  á  defender  su  tierra; 

Y  se  portó  cual  valiente 
En  los  campos  y  las  sierras. 
Modelo  de  patriotismo, 

Sin  igual  en  la  pelea, 

Y  honrado  como  los  santos 
Que  están  dentro  de  la  Iglesia. 
Ya  la  emprende  con  el  Mayo, 
Ya  á  los  apaches  sujeta; 

Y  ya  las  furias  del  Yaqui 
Con  fino  tacto  sosiega. 

A  legislador  sesudo 

La  ley  imparcial  le  lleva, 

Y  allí  discute  juicioso. 
Allí  estudia  y  aconseja 
Hasta  confiarle  Sonora 

De  su  Gobierno  las  riendas. 
Allí  con  esfuerzo  noble, 
Auxilia  á  Plácido  Vega, 

Y  en  Sinaloa  se  luce 

Con  su  talento  y  sus  fiíerzas. 
Cuando  estalló  la  Reforma 
El  empuñó  su  bandera 

Y  proclamó  al  grande  Juárez 
Con  enérgica  entereza. 
Entonces  indios  y  mochos 
En  turbulenta  caterva, 

Le  acometen  y  le  acosan, 
Le  combaten  y  le  cercan; 

Y  llevan  sus  exclusiones 
Del  Estado  á  las  frontera:^. 
Constante  fué  con  los[mochos 
La  desesperada  brega, 
Hasta  en  medio  de  las  calles 
En  que  el  Gobierno  se  asienta. 
Audaces  aventureros 

A  su  Territorio  llegan, 
Atropellando  los  fueros 
De  la  santa  Independencia. 
El  enojo  le  sacude,- 
La  ira  en  sus  venas  revienta, 

Y  más  veloz  que  los  vientos. 
Ardiente  como  centella, 
Con  un  puñado  de  bravos 
Al  filibustero  encuentra, 


452  OVBRBA  DB  REFORMA. 


Y  le  embiste  denodado, 
Le  despedaza  y  aterra, 

Y  la  bandera  de  Iguala 
Triunfante  en  el  campo  ondea. 
En  el  interior,  en  tanto, 

Se  encarniza  la  contienda, 

Y  el  oleaje  de  la  ludia 
Hasta  sus  Estados  llega; 
Con  Coronado  se  aduna, 
Certeros  planes  concierta, 

Y  d«  Mazatlán  se  lanza 

A  las  tremendas  trincheras, 
En  que  victoria  proclaman 
Tras  la  batalla  sangrienta, 
En  que  si  fué  Coronado 
Glorioso  y  potente  atleta, 
Fué  un  Aquiles  y  un  Bayardo 
Por  sus  hazañas  Pesqueira; 

Y  mi  pluma  aquí  me  obliga 
A  que  su  curso  detenga 
Hasta  ostentar  refulgentes 
Su  valor  y  sus  grandezas, 

Y  á  su  frente  con  los  latiros 
De  la  invasión  extranjera. 


Diciembre  27  de  1896. 


GUBRRA  DE  RBPORHA.  45$ 


GFflnoG  Y  BoniTO  Romanee 

0€  KeT0ft09  De 

esp«RMZX9  Y  oeFcn^ivos  ue.  xcienro. 


RELANCES. 

Cual  caballada  mesteña, 
Que  en  la  exabrupta  montaña 
De  repente  es  sorprendida 
Por  tormenta  inesperada, 
En  que  retumbando  el  trueno 
Los  altos  cedros  desgaja, 

Y  gimen  en  los  torrentes 
Las  precipitadas  aguas, 

Y  que  tenebrosas  nubes 
La  luz  de  súbito  apagan, 
Los  brutos  la  crin  tendida. 
Con  espanto  en  la  mirada 
Los  unos  corren  inquietos 
Tropezándose  y  no  avanzan ; 
Los  otros  enfurecidos 
Huyen  y  se  desbarrancati, 

Y  los  más,  en  los  abismos 
Se  precipitan  con  ansia 
Imaginando  planicie 

El  tramo  que  se  los  traga: 
Así  el  año  de  sesenta 
Apareció  la  Chinaca 
Por  todas  partes  vencida, 
Por  doquier  aniquilada. 
Sus  triunfos  á  los  serviles 
Tenían  como  á  unas  pascuas; 


454  GUERRA    DE  REFORMA. 


Vélez  cosechaba  lauros, 
Negrete  ganaba  palmas, 
Márquez,  flores  y  coronas, 

Y  Miramón  todo  y  nada. 
Hosanna,  cantan  los  templos; 
Fandango,  bailan  las  casas: 
Las  sobrinas  de  los  frailes 
Lucen  soberbias  alhajas; 
Desparecen  los  trigueños. 

Las  más  cursis  se  hacen  damas, 

Y  hasta  los  más  pelantrines 
De  fortuna  más  escasa 

Se  dan  de  nobles  los  humos 
Maldiciendo  á  la  Chinaca, 
Sólo  dos  puntos  alumbra 
La  Reforma  con  luz  clara. 
Alentando  á  los  vencidos, 

Y  difundiendo  esperanzas: 
Uno  en  Veracruz  heroica 
Que  á  Juárez  cuida  y  ampara, 
Muy  más  que  con  sus  cañones 
Su  castillo  y  sus  murallas, 
Con  los  pechos  de  sus  hijos 

Y  con  sus  ardientes  almas. 
La  otra  luz  está  en  Jalisco, 
Pedro  Ogazón  la  resguarda, 

Y  en  las  frentes  de  los  libres 
Su  vivo  esplendor  derrama: 

Y  aquí  es  donde  me  propongo 
Hecharle  un  nudo  á  mi  riafa, 

II 

Ogazón  está  en  Tequilpan 
Recogiendo  sus  dispersos, 
Agrupando  municiones. 
De  constancia  dando  ejemplo 
Hasta  reunir  una  fuerza 
En  número  de  seiscientos. 
Alegres  y  decididos 

Y  con  hambre  y  sed  de  pleito. 
Así  penetró  á  Jalisco; 

Rojas  se  le  unío  contento, 


Guerra  de  reforma.  455 


Que  era  útil  como  ninguno; 
Ya  que  por  algunos  hechos, 
Por  sus  tremendas  diabluras 
Fué  una  mancha  en  el  Ejército: 
Que  á  los  hombres  en  la  guerra 
No  se  cuentan  cual  dineros; 

Y  el  que  presta  más  servicios 
Pasa  al  fin  como  muy  bueno. 
Don  Adrián  Woll  las  rodillas 
Siente  le  roza  el  cabestro, 
Aunque  la  Chinaca  brava 
Quiere  apretarle  el  pescuezo. 
A  Ciudad  Guzmán  ordena  1 

le  sin  perder  un  momento 
as  Ogazón  se  dirija 
Le  dé  repentino  encuentro 

Y  le  anuncie  su  derrota 
Sin  que  pase  mucho  tiempo. 
El  viejo  Woll  desconfiado 

La  emprendió  en  su  seguimiento; 
Pero  Rojas  se  interpone 
Audaz,  le  corta  los  vuelos, 

Y  toma  á  Guadalajara 
Deplorando  su  mal  éxito. 
Entonces  á  Valdez  encarga 
Persiga  á  los  bandoleros: 
Que  era  jefe  ya  fogueado 

Y  famoso  como  intrépido. 

Y  érase  Valdez  un  hombre 
Delgado,  bajo  de  cuerpo. 
Pálido  como  la  cera, 

Y  como  un  gallo  soberbio; 
Airoso  al  romper  la  marcha 
Dijo:  victorioso  vuelvo, 

Y  la  emprendió  valeroso 
Entre  barrancas  y  cerros, 
A  humillar  á  un  licenciado 
Al  encuentro  de  Don  Pedro. 
Este,  con  calma,  el  amago, 
Sintió,  y  dispuso  sereno 
Que  Medellín  colocara 

En  cierto  punto  un  refuerzo, 

Y  que  el  intrépido  Rojas 
No  abandonara  su  puesto; 
A  Leandro  Valle  le  dijo 


45^  GUBRRA  DE  REFORMA. 


Será  usted  mi  desempeño, 
Ocupe  la  Coronilla 
Del  enemigo  en  acecho, 

Y  obre  como  le  sugiera 

Su  patriotismo  y  su  ingenio. 
Al  fin  se  anuncia  el  combate, 
Medellín  rompe  los  fuegos, 
Rojas  se  lanza  cual  furia 
De  terrible  y  de  sangriento; 
Los  cadáveres  parece 
Que  rompían  su  silencio 
Para  gritar  guerra  y  muerte 
A  los  mochos  del  Gobierno. 
Al  fin  en  la  Coronilla, 
Que  es  campo  plano  y  abierto, 
Coiúo  á  tres  millas  de  Ameca, 

Y  no  recuerdo  á  que  viento, 
Se  emprende  la  recia  lucha. 
Es  decisivo  el  encuentro; 
Valdez  obtiene  ventajas, 

Y  al  retroceder  los  nuestros 
Medellín  unido  á  Valle 
Esgrimiendo  sus  aceros, 
Destrozan,  abren  las  filas: 
Los  soldados  á  su  ejemplo 
Se  abren  paso  enfurecidos 
Como  un  torrente  de  ftiego; 
Se  hace  indecisa  la  lucha; 
Mas  Valle  se  alza  impertérrito. 
Al  frente  de  los  dragones 
Corre  en  su  bridón  ligero 

Y  con  ímpetu  de  rayo 
Se  precipita  en  el  centro 
De  la  batalla,  y  destruye 
Cuanto  le  sale  al  encuentro. 
La  derrota  fué  completa, 
Ogazón  noble  y  modesto 
Dice:  Medellín  y  Valle 

Y  Rojas  merecen  premio: 

Y  era  el  primero  en  los  lauros 
El  jefe  constante  y  recto, 

De  patriotismo  dechado 

Y  de  virtudes  modelo. 

Y  la  Chinaca  cantaba 
Con  algazara  y  contento, 


GUERRA  DE  REFORMA  457 


Cou  música  endemoniada 
Estos  desastrados  versos. 


Es  la  libertad  del  pueblo 

i  Hay  Chinacaies! 

Como  cierta  culebrita 

Que  si  un  pedazo  le  queda. 

Del  pedazo  resucita. 

Hay  Chinacaies. 

Valle  es  la  flor  de  canela, 
Es  un  clavel  Medellín, 
Y  nuestro  jefe  Don  Pedro 
Vale  de  oro  un  celemín. 


Diciembre  18  de  1896. 


BiOifANCSS.^58 


458  9UBRRA  DE  REFORMA. 


oe  me  pcqa  la  gada,  del  Tiempo  oe  la  ReFOi^mA 

en  veRacRuz. 


NARANJAS  Y   LIMAS, 

Dejad  la  sombra,  recuerdos, 

Y  empuñad  las  panderetas, 
Que  el  corazón  pide  broma 

Y  el  clima  me  pide  fiesta. 
Era,  no  recuerdo  el  ano, 
Cincuenta  y  nueve  6  sesenta, 
Que  yo  no  escribo  la  historia, 
Ni  viene  al  caso  la  fecha. 

Es  en  Veracruz  la  Heroica 
El  teatro  de  la  escena, 
Está  la  Pescadería 
Que  de  marchantes  revienta. 
Cuando  apenas  las  narices 
Iva  aurora  asoma  risueña. 
jQué  trajín  3-  qué  alboroto! 
¡Qué  algazara,  Santa  Tecla! 
;Qué  ir  y  venir  de  jarochas. 
De  damas  y  de  polluélas. 
Con  los  señores  decentes 
En  franca  y  en  cordial  gresca! 
Se  proclama  el  huachmango\ 
La  mojarra  es  de  primera, 

Y  los  ostiones  sabrosos 
Hacen  ruda  competencia 
A  los  frutas  deliciosos 


GUERRA  DE  REFORMA.  459 


Que  da  la  Camarouera. 
Eran  lumbre  las  Jarochas, 

Y  yo,  que  no  soy  de  yesca. 
Las  miraba  embebecido 
Con  tamaña  boca  abierta; 
Cabizbajas  y  encogidas, 
¡Pero  qué  mirada  aquélla, 
Tan  indina  y  maliciosa, 
Tan  de  ai/iro  retrechera ! 
Con  el  zapato  de  raso. 
Con  las  enaguas  de  seda, 
Con  el  rebozo  terciado, 
Mas  puesto  con  cierta  treta. 
Que  las  malas  tentaciones 

Ni  haciendo  la  cruz  se  ahuyentan. 
Sobre  todo  el  cachirulo, 
Que  el  vulgo  llama  peineta, 

Y  que  es  como  una  corona 
De  las  más  brillantes  piedras, 

Y  dan  á  Izsjarochiias 
El  empaque  de  virreinas. 
Mas,  ¿por  qué  tanta  boruca. 
Tanto  acopio  de  botellas, 
Tanta  alegría  en  las  casas, 
Tanto  tumulto  en  las  tiendas? 
jAh.  bruto!  ¿pues  qué  no  sabes 
Que  es  día  de  Noche  Buena, 

Y  hasta  dentro  el  mismo  cielo 
Hay  trinquis  Joriis  y  hay  cena? 
Está  como  gloria  el  muelle, 
Yízy  fandango  en  la  Caleta. 

Y  en  el  portal  espacioso 
Del  hotel  de  Diligencias, 
Se  hacen  olas  los  catrines, 

Y  se  hacen  rajas  las  lenguas. 
Allí  la  verba  seduce 

De  Jorgito  de  la  Serna, 
Chiquitín,  audaz,  picante 
Como  la  misma  pimienta. 
Allí  es  do  charla  Ángel  Vélez, 
Allí  los  cuentos  de  Esteva. 

Y  allí  el  emporio  del  chiste 

Y  de  la  noble  franqueza. 
Allá  en  el  café  del  Alba 
Zumba  ardiente  la  verbena, 


46o  GUERRA  DE  REFORMA. 


Se  habla  eu  todos  los  idiomas, 
Se  convidan  y  se  obsequian: 
lyos  bulliciosos  marinos 
A  la  borrasca  remedan, 
El  patriotismo  ardoroso 
El  veracrus^ano  ostenta, 
Expansivo,  manirroto, 
Genio  vivo  y  alma  ingenua- 
Mas  ha  llegado  la  noche, 
Las  procesiones  comienzan, 

Y  se  escuchan  las  canciones 
De  la  población  entera 
Que  acompañadas  de  pitos 

Y  de  sonajas  etcétera, 
Entre  millares  de  luces 
Entonan  las  cantinelas, 
ff Naranjas  y  limas, 
Limas  y  limones, 
Que  parió  la  virgen 
Por  dos  ocasiones.» 


Creo  que  en' algo  me  equivoco, 
No  recuerdo  bien  la  letra, 
Pero  ni  mte  paro  en  pintas, 
Ni  el  verso  v^ale  la  pena. 


II. 

TON  Ano  UAMIREZ. 

Aquel  varón  eminente. 
De  talento  peregrino, 
De  nuestra  patria  lumbrera. 
De  inteligencia  prodigio. 
De  ciudadanos  modelo, 
De  proceder  siempre  limpiíj. 
El  apóstol  del  progreso. 
El  terror  del  fanatismo, 
Que  conquistó  más  terreno 
Con  su  voz  y  sus  escritos, 
Que  más  de  cuatro  farsantes 
Que  llevan  espada  al  cinto; 
Ese  que  de  Nigromante 
Lleva  nombre  esclarecido, 


GUERRA  DE  REFORMA  46 1 


En  la  Heroica  muy  contento 

Oscuro  vivió  conmigo, 

Que  le  amé  con  toda  el  alma 

Y  era  mi  orgullo  ser\'irlo. 
Ramírez  indiferente 

A  los  cambios  del  destino, 
No  le  pidió  nada  á  nadie, 
Ni  quiso  ganarse  amigos, 
Disipaba  sus  pobrezas 
Con  una  flor,  con  un  libro, 
Huraño,  burlón,  excéntrico, 
Con  su  careta  de  cínico, 

Y  de  una  inmensa  terneza 
Que  ocultaba  cual  delito. 
Yo  tenía  una  tertulia 

De  alemanes  distinguidos. 
Que  adoraba  de  Ramírez 
El  ingenio  casi  olímpico. 

Y  éstos  constantes  me  instaban 
A  que  llevase  solícito 

A  Ignacio  á  casa  de  Berendt 
Do  asistían  de  continuo, 
Todos  sedientos  de  su  habla 

Y  su  fama  seducidos, 
ivl  6  conoció  el  intento, 
O  danios  gusto  no  quiso, 
Que  era  cosa  muy  frecuente 
Que  se  entregara  al  capricho. 
Una  vez  habló  de  amores, 
Otra  de  juegos  y  guisos. 
Otras  semejaba  el  sabio 

A  un  tronco  ó  un  aereolito, 
Los  tudescos  rezongaban 
Diciendo:  ese  es  un  lx)rrico. 
En  casa  del  Doctor  Berendt 
Hay  fábrica  de  fastidio, 
Porque  allí  está  un  Nigromante 
Que  lo  forja  de  lo  lindo. 
Mas  llega  la  Noche  Buena, 
Por  raudales  corre  el  vino. 
El  árbol  esplendoroso 
De  la  fiesta  distintivo, 
Reverbera  con  juguetes, 
Ricas  flores,  dulces  finos 
En  cxicuruchos  dorados* 


462  GUERRA  DE  REFORMA. 


En  arlequines  festivos, 
En  boruquientas  sonajas 

Y  tambores  y  cilindros 
Encanto  de  los  muchachos, 
Su  ambición  y  su  delirio. 
Allí  la  música  estaba 

C(m  las  mamas  y  los  niños, 

Y  en  un  cuarto,  no  distante, 
P(  10  muy  más  reducido, 
Están  los  señores  grandes 
Con  su  ambigú,  con  sus  vinos 

Y  con  sus  sendos  tabacos, 
O  á  sus  pipas  adheridos. 
El  Nigromante  charlaba 
Con  un  mustio  viejecito, 
Que  en  un  rincón  de  la  sala 
Se  hallaba  como  escondido: 
El  viejo  que  le  escuchaba 
Dio  de  su  entusiasmo  indicio, 

Y  curiosos  se  arrimaron 
A  escuchar  unos  vecinos. 
Con  pasos  lentos  y  cautos, 

Y  sin  despertar  el  ruido. 
Ignacio  estaba  sublime. 
De  original,  de  erudito, 
pintando  de  nuestra  patria 
El  hermoso  aspecto  físico: 
Con  sus  tesoros  geológicos, 
Con  sus  brillantes  hechizos, 
Llamando  en  las  narraciones 
A  las  ciencias  por  auxilio. 
Al  alcance  del  labriego. 

De  los  grandes  y  los  chicos: 
Poco  á  poco  se  agregaban 
Los  amigos  al  corrillo. 
La  mesa  quedó  desierta 

Y  desairados  los  vinos; 

Y  Ramírez  continuaba 
Sobre  de  temas  distintas 

Ya  embriagador  como  el  canto 
De  ruiseñores  melifluos; 
Ya  ardiente  cual  luz  de  llama 
Que  se  refleja  en  el  río; 
Ya  tierno  cual  ritornelo 
De  ave  huérfana  en  su  nido, 


GUERRA  DB  REFORMA.  463 


Que  da  sus  quejas  al  viento 
Sin  hallar  ningún  alivio; 
Ya  estallaba  en  explosiones 
De  ferviente  regocijo, 

Y  dejaban  los  juguetes 
Por  escucharlo  los  chicos, 
Sonando  sus  manecitas 
Para  aplaudir  á  mi  amigo, 
Que  llevaba  á  su  concurso 
Al  éxtasis  y  al  delirio, 

¡Qué  triunfo!  i  Qué  grande  triunfo! 
¡Qué  triunfo  tan  noble  y  digno! 
Cuando  calló  el  Nigromante 
Cayó  en  brazos  del  prestigio, 
Le  cercaban  entusiastas 
Los  más  pobres  y  los  ricos: 

Y  no  hubo  ovasión  más  pura 
Ni  hubo  expresión  de  cariño 
Que  no  se  le  tributara 

Al  mexicano  conspicuo, 
Que  casi  se  anonadaba 
Con  aplausos  y  cumplidos, 
Porque  era  de  la  modestia 
Ramírez  hijo  legítimo. 

III. 

CONCLUSIÓN. 

A  tíiiUo  de  las  Pascuas 
Enviaron  los  alemanes 
Mil  regalos  exquisitos 
Al  ilustre  Nigromante: 
Que  él  repartió  festejoso 
Diciéndonos  con  donaire: 
«Se  acordaron  mis  paisanos 

Y  les  estiró  la  sangre»». 


Diciembre  27  de  1896. 


464  GUERRA  DE  REFORMA. 


HomAni^G  sin  mmw  Bomeo 

OeL  GRXn  PXTKIOCX 

ADGGL  ALBinO  ^ORZO. 


I. 

KNTRADA 

La  erupción  de  la  Reforma 
Ivlevó  su  lava  candente 
A  las  tierras  más  distantes 
Donde  apagarse  parecen 
Las  pasiones  de  la  Corte 

Y  los  patrios  intereses. 
Así  las  sangrientas  luchas 
De  odio,  de  terror  y  muerte 
Eran  para  las  fronteras 
Vagas  sombras  y  ecos  leves. 
Al  decir  de  los  partidos 

Y  los  públicos  papeles 
La  revolución  tronaba 

En  el  centro,  horrenda  y  fuerte, 

Y  en  Yucatán  y  Tabasco 
Los  mochos  efervescentes 
Al  parecer  extendían 

Con  grande  astucia  sus  redes. 
En  Chiapas  fue  donde  unidos 
Se  alzaron  más  insolentes 

Y  á  la  Reforma  atacaron 

Con  mas  furia  y  más  de  frente; 
Con  un  ObisjK)  Colina 
Que  acaudillaba  á  los  fieles. 


GUERRA  DE  REFORMA.  465 


Y  hacía  de  cada  fraile 
Un  tigre  y  una  serpiente, 
De  cada  templo  un  baluarte. 
De  cada  devoto  imbécil 

Un  instrumento  de  intrigas 

Y  de  traiciones  aleves. 


Desempeñaba  el  Gobierno 
De  Chiapas,  Albino  Corzo, 
Liberal  de  grandes  prendas, 
Discreto,  valiente,  próvido, 
De  los  buenos,  esperanza, 
De  los  frailes,  blanco  de  odios. 
Su  padre  que  al  fanatismo 
Se  abandonaba  sin  coto, 
Después  de  enviarlo  á  la  Corte, 
Do  hizo  estudios  provechosos, 
Quiso  con  tenaz  empeño 
Dedicarlo  al  sacerdocio; 
Tenaz  se  resistió  el  chico, 
Púsose  el  padre  furioso, 

Y  al  fin  del  hijo  y  el  padre 
Se  verificó  el  divorcio. 
Entonces  el  guapo  Albino 
Pidió  al  trabajo  socorro, 

Y  fué  tan  inteligente, 
Tan  recto  y  tan  empeñoso, 
Que  de  una  pingüe  fortuna 
Consiguió  mirar  el  rostro; 
vSobresaliendo  en  sus  actos 
Más  ocultos  y  recónditos 
Tal  firmeza  de  carácter, 
Principios  tan  vigorosos 
De  rectitud,  de  progreso 

Y  sentimientos  patrióticos, 
Que  al  Gobierno  le  llevaron, 
Donde  le  miraba  el  mocho 
Como  un  castigo  del  cielo, 
Como  del  infierno  aborto. 
Las  leyes  de  la  Reforma 
Proclamó;  se  alzó  alboroto, 
Se  armaron  mochos  y  frailes, 

Y  el  Obispo  belicoso 

En  el  pulpito,  en  las  calles, 
Entre  los  rancheros  broncos 


KOMANCfcs.— 59 


466  GUERRA  DB  REFORMA. 

Hacía  su  propaganda 
Renovando  los  destrozos 
Que  la  historia  nos  refiere, 
Entre  cristianos  y  moros. 
Prohibióse  la  entrada  al  templo 
A  los  adictos  á  Corzo; 
Al  enfermo  se  obligaba 
Al  darle  los  Santos  Óleos, 
A  retractarse  en  el  centro 
De  un  concurso  numeroso, 
Devolviéndole  á  la  Iglesia 
Con  creces,  fincas  y  todo 
I/)  obtenido  por  Jas  leyes 
Sin  malas  tretas  ni  estorbos; 

Y  por  fin  y  coronando 
Hl  escándalo  espantoso 
Al  cadáver  del  hereje 
Se  abalanzaban  rabiosos, 
Le  arrancaban  á  sus  deudos, 

Y  excediendo  á  los  demonios 
Le  azotaban  implacables 
Entre  alaridos  de  gozo. 
Puso  á  tanta  infamia  freno 
Con  mano  de  hierro  Corzo, 
Infatigable  á  los  frailes 

Fué  expulsando  uno  tras  otro 
Desarmándolos  valiente, 
Cercado  por  el  asombro 
De  los  fanáticos  viles 

Y  sus  planes  alevosos, 
Hasta  lograr  con  su  esfuerzo 
Ver  triunfante  y  luminoso 
El  astro  de  la  Reforma 

Sin  nubes  en  sus  contomas. 
Yucatán  del  retroceso 
Era  baluarte  y  apoyo, 
A  Zuloaga  da  Tabasco 
De  obediencia  testimonio; 

Y  en  Chiapas  resplandeciente 
Se  mira  el  fuego  patriótico 
Como  faro  que  se  eleva 
Sobre  terribles  escollos 
Dominando  las  tinieblas 
Benéfico  y  poderoso. 

|Oh  espectáculo  sublime! 


GUBRRA  DE  RBPORMA.  467 


i  Oh  venerando  coloso! 
Que  ya  prudente  combate, 
Ya  relucha  con  enojo, 
Conquista  para  el  progreso 
Los  pueblos  más  numerosos, 
Ya  á  Sarlat  medroso  obliga 
A  que  á  Juárez  sirva  pronto; 

Y  ya  á  Yucatán  enfrena 
Con  su  irresistible  modo; 

Y  ni  un  punto,  ni  un  instante 
Corzo  cejó  en  sus  propósitos, 
Ni  dio  tregua  á  sus  afanes 
Ni  dio  á  su  cuerpo  reposo. 

Se  le  espía  en  su  conducta 
Por  enemigos  celosos  : 

Y  era  la  virtud  su  norma, 
Su  ideal  vivir  para  otros, 
I<a  caridad  su  querida, 

Su  aliento,  el  amor  patriótico. 
Es  hermoso  ver  á  Aytitla 
En  el  éter  tempestuoso 
Extender  sus  grandes  alas 
Confiada  en  su  valor  propio. 
Hermoso  el  robusto  atleta 
Que  dominando  á  los  monstruos 
Les  fuerza  á  que  le  abran  paso 
A  seres  menesterosos, 

Y  así  en  su  asiento  de  bronce 
Se  le  miró  siempre  á  Corzo 
De  la  guerra  de  tres  años 
En  el  sangriento  período. 

II. 

CONCLUSIÓN. 

En  la  intervención  francesa 
Heroico  fué  como  siempre, 
Pero  reservo  á  sus  hechos 
Inmarcesibles  laureles; 
Que  serán  adorno  digno 
De  sus  inmortales  sienes. 


Diciembre  31  de  1896. 


468  GUERRA  DS  REFORMA. 


mUY  AmSF60$0 

KomAnee  d6  puhos  ARHempajone:$ 

c  %EX  El  Tiene  oe  xlica  iLAmxDo 

mAnuei  lozada. 


BTTFIDO  DE  ENTRADA. 

Hiél  de  víbora,  ponzoña 
De  tarántulas  voraces, 
Quisiera  en  lugar  de  tinta 
Para  escribir  mi  Romance, 
Extendiendo  sus  renglones 
Como  colas  de  alacranes; 
Acentuando  sus  conceptos 
Con  un  tósigo  punzante 
Que  al  que  congestión  no  diera 
Le  produjera  calambres 
Porque  se  trata  de  un  mocho 
Más  feo  que  un  pinacate, 
Mucho  más  malo  que  el  cólera, 
Más  que  llaga  repugnante; 
Y  ese  es  el  Manuel  Lozada 
Que  tenemos  por  delante. 

n. 

NACENCIA  Y  PEIMEBOB  HKCHuS  DEL 
MONSTRUO. 

Nació  Lozada  ignorado 
En  un  pueblecillo  corto, 


GUERRA  DB  REFORMA.  469 


Patria  del  cardo  salvaje 

Y  sepulcro  del  rastrojo: 

San  Luis  se  apellida  el  pueblo, 

Tan  despreciable  y  tan  hosco 

Que  no  llega  á  cien  jacales 

El  pueblo  menesteroso. 

Su  niñez  no  se  averigua 

Si  fué  de  lombriz  ó  de  hongo, 

Y  dudan  si  fué  su  padre 
Ingerto  de  tigre  6  mono; 
Mas  los  veinticuatro  abriles 
Apenas  contaba  el  monstruo 
Cuando  se  anunció  matando, 
Cuando  sufrieron  sus  robos 
Los  pacíficos  vecinos 

Del  pueblo  y  de  sus  contornos. 
Nueve  bandidos  formaron 
Con  él  estrecho  consorcio 
Que  fueron  terror  y  espanto 
Por  do  pasaban  rabiosos. 
Lozada  tendió  sus  redes. 
Hizo  acopio  de  demonios. 


A  Lozada  le  anunciaban 
Desastres  y  a.sesinatos: 
La  destrucción  fué  su  dicha, 
Siguió  el  incendio  vSus  pasos 

Y  el  terror  le  cortejaba 
Con  arranques  desastrados 
En  hostilidad  perpetua 

Y  en  honda  lucha  bregando. 
En  Tepic  dos  ricas  casas 

De  comercio  .se  encontraron 

Y  ya  por  las  conveniencias 
De  su  poderoso  tráfico 

O  porque  sus  opiniones 
La  resolución  dictaron, 
Cada  uno  tomó  el  partido 
De  los  políticos  bandos 
Que  mochos  y  liberales 
Hace  tiempo  le  han  llamado. 
Las  casas  que  se  señalan 
Fueron  Barrón  y  Castaños; 
De  noble  aclama  el  primero, 

Y  los  otros,  mexicanos. 


470  GUERRA   DE   REFORMA. 


A  los  mochos  tremebundos  , 

Les  llamaba  el  populacho:  I 

Macuaces,  y  á  los  del  pueblo  , 

El  vulgo  llamaba:  changos.  ' 

Armóse  la  rcjolina. 
Contra  el  Gobierno  hubo  escándalo. 

Y  Barren,  sagaz,  queriendo 
Poner  de  su  lado  el  mando 
Comisionó  á  Don  Luis  Rivas 
Para  que,  sesudo  y  cauto, 
Del  forajido  temible 

Fuese  su  amigo  y  su  aliado. 
Rivas  compartió  valiente 
Con  el  tigre  fiero  el  mando 

Y  mezcló  su  claro  nombre 

A  lances  tan  inhumanos,  I 

Que  mucho  diera  á  la  historia 

Porque  lograse  callarlos.  ' 


Mas  Lozada,  de  la  sierra  I 

Siempre  fué  el  terror  y  espanto. 

Se  encerró  en  su  madriguera,  | 

Con  nadie  tuvo  contacto, 

Y  aun  se  hizo  invisible  el  indio  ¡ 
A  sus  parientes  cercanos. 

Se  hizo  llamar  Excelencia, 
Siempre  se  vistió  de  blanco, 

Y  era  en  sus  viles  pasiones 
La  putrefacción  y  el  asco. 

Y,  ¡oh  vergüenza  de  los  tiempos! 
¡Oh  baldón  de  los  villanos 
Que  con  anhelante  empeño 
Su  apoyo  solicitaron! 
Miramón  le  llamó  amigo, 
Le  envió  el  rey  Maximiliano 
Una  espada  en  homenaje 
De  sus  hechos  renombrados. 

Y  Napoleón  el  tercero, 
Con  acatamiento  raro, 

Con  la  Cruz  de  honor  dio  lustre 
Al  pecho  de  aquel  malvado: 
i  Ay  qué  lindos  son  los  nobles 
De  la  familia  del  diablo! 


Enero  15  de  1897. 


GUERRA  DB  REFORMA.  47 1 


De  9AB0R  OQLee  Y  De  e^emPLARes  múrices  dcl  valcdor 
DOn  IGDAeiO  De   LA  LLAVe. 


PRINCIPIO  DE  PESPUNTEO. 

En  lo  más  inaccesible 
De  nuestras  fragosas  sierras 
Donde  los  pinos  gigantes 
Se  apiñan  y  se  aglomeran, 
Donde  la  luz  por  resquicios 

Y  como  á  excusas  penetra, 
Bn  donde  la  masa  enorme 
De  peñascos  hace  quiebras 
Que  se  levantan  al  cielo. 
Que  precipitan  sus  piedras 
A  las  simas  insondables, 
A  las  profundas  cavernas, 

Y  do  prohibe  el  imposible 
Dar  paso  á  la  humana  huella, 
El  viajero  infatigable 
Observa,  busca,  rastrea, 

Y  marca  el  tortuoso  giro 
De  salvadora  vereda, 
Señalando  su  camino 
Con  bene&ctoras  señas: 


472  dUKRRA  DK  RBPORMA. 


Ya  es  el  colosal  peñasco. 
Ya  la  encina  corpulenta. 
Ya  catarata  impetuosa 
Que  se  lanza  con  violencia 

Y  hermosas  flores  silvestres 
En  su  tránsito  alimenta, 

O  la  empinada  montaña 

Que  alza  entre  nieves  sus  crestas 

Como  en  espera  del  sueño, 

Del  rayo  y  de  las  tormentas. 

En  tan  varios  accidentes 

Sigue  el  rumbo  la  vereda 

De  la  planicie  tendida, 

De  las  campiñas  risueñas 

En  que  vierte  sus  tesoros 

La  fecunda  primavera. 

Así  presenta  sus  faces 

La  Reforma  en  nuestra  tierra : 

Ya  entre  encarnizadas  luchas. 

Ya  entre  batallas  sangrientas, 

Ya  en  aparición  de  monstruos 

Que  son  terror  de  las  fieras, 

O  ya  recreando  la  vista 

Espléndidas  eminencias 

Que  son  cual  ricos  presentes 

Que  hace  el  cielo  con  largueza, 

Y  que  son  esplendorosas 
De  su  salvación  promesas, 
Señalando  el  derrotero 
Que  á  la  ventura  nos  lleva. 

Y  tal  era  Ignacio  Llave 

A  quien  mi. pluma  sincera 
Le  consagra  reverente 
Esta  modesta  levenda. 


IL 

.HRISCONSILTO  Y  SOLDADO. 

Se  arrastraba  agonizante 
El  período  de  su  Alteza 
El  año  cincuenta  y  cinco 
De  estupendas  peripecias: 


GUERRA  DE  REFORMA.  473 


Pero  en  lo  exterior  mostraba 
Su  fínchazón  y  grandezas 
Con  espléndidos  banquetes, 
Con  deslumbradoras  fiestas. 
Disputábanse  el  terreno 
El  sainete  y  la  tragedia. 
El  uno  con  sus  rufianes 

Y  con  sus  nobles  de  pega. 
Sus  cides  de  camelote 

Y  barberos  por  docenas. 
La  otra  con  viles  prisiones 
Amordazando  la  prensa. 
Entre  cínicos  galleros 

Y  encopetadas  rameras; 
Relumbrones  en  Palacio, 
En  los  Estados  miseria, 

Y  las  leyes  al  capricho 

De  la  voluntad  de  un  bestia, 
De  un  tirano  que  miraba 
El  pueblo  y  sus  conveniencias 
Como  patrimonio  suyo, 
Como  un  rebaño  de  ovejas. 
Mas  en  Veracruz  Heroica 
El  patriotismo  fermenta, 

Y  unos  guardias  nacionales 
Se  reúnen  y  reglamentan 
Para  apoyar  á  Santa  Anna, 
Según  toda  la  apariencia, 
De  los  embates  de  Ayutla 

Y  sus  horribles  banderas. 
Pero  entre  los  nacionales, 

Y  cuando  menos  se  espera, 
Se  escucha  enérgico  grito 
Que  dice:  uSania  Amia  muera; 
Pueblos  libres  á  las  armas, 
Rompamos  nuestras  cadenas, 
Al  tirano  combatamos. 

La  victoria  será  nuestra.  j> 
¿Y  quién  es  el  mozalvete 
Que  apenas  deja  la  escuela, 
Pretende  hacerse  caudillo 

Y  se  lanza  á  la  palestra?  /- 
Es  un  reciente  abogado 
Que  de  una  familia  honesta 
Bs  orgullo  de  sus  padres 

ROMANCBS.--60 


474  GUBRRA    DB  RBPORMA. 


Y  un  mimado  de  las  ciencias. 
Como  un  obscuro  Teniente 
£n  la  milicia  se  muestra 
Para  encubrir  sus  designios 

Y  para  alejar  sospechas; 
Pero  el  amor  á  la  patria 
Con  entereza  alimenta, 

Y  siente  en  su  pecho  el  germen 
De  las  heroicas  empresas. 

Se  une  Altagracia  Domínguez 
Que  por  donde  pasa  incendia, 
E  infunde  vigor  y  aliento 
A  los  troncos  y  á  las  peñas, 
Le  sigue  el  noble  Colombres 
De  patriotismo  presea, 
En  la  lucha  temerario, 
Piadoso  tras  la  pelea, 

Y  alma  limpia  como  lampo 
De  nube  en  la  cima  excelsa. 
El  eco  de  Llave  cunde 

De  los  llanos  á  las  sierras; 
Jalapa  armado  aparece, 

Y  al  caudillo  se  presenta; 
En  la  Hoya  se  fortifican, 
En  Huatusco  se  pertrechan. 

Y  da  Coscomatepec 

De  su  voluntad  mil  pruebas. 
Haciendo  que  sobresalga 
Por  su  empuje  y  entereza. 
Por  fin,  en  el  Chiquihuite 
Se  hace  centro  de  la  fuerza, 

Y  el  ala  tendiendo  al  viento, 
Patria,  claman  sus  banderas. 
Los  esbirros  del  tirano 
Rumbo  seguro  no  encuentran: 
Como  ratas  aturdidas 
Cuando  una  bomba  revienta- 

Y  de  súbito  destruye 
Sus  ocultas  madrigueras. 
Pero  se  empeña  la  lucha, 
Llave  y  Colombres  no  cesan 
De  ocurrir  con  sus  espadas 
Donde  el  peligro  se  encuentra. 
Ya  la  derrota  le  hiere, 

Ya  el  triunfo  de  lauros  riega 


GT7BRRA  DE  RBFORMA.  475 


El  peligroso  camino 
De  su  pertinaz  tarea; 

Y  en  el  triunfo  6  la  derrota 
Se  vi6  su  frente  serena 
Como  pasan  por  los  montes 
Sin  dejar  rastro  las  nieblas, 
Ni  del  sol  los  vivos  rayos 
Su  majestad  acrecientan. 
En  ese  millar  de  días 

¡Qué  bravo  Llave  se  ostenta! 
Ya  acomete  ó  se  retira, 
Ya  cauteloso  se  aleja 
Para  lanzarse  atrevido 
Como  halcón  sobre  su  presa, 
Sin  que  un  punto  ni  un  instante 
La  veracruzana  tierra 
Sintiera  el  dominio  pleno 
Del  sable  ni  de  la  Iglesia. 
Sus  méritos  intachables 
Hasta  el  Gobierno  le  elevan; 

Y  allí  sabio  gobernante 
Sus  grandes  dotes  desplega; 
De  la  Reforma  enarbola 
La  benefactora  enseña: 
Doma  del  clero  insolente 
La  incorregible  soberbia; 
Quita  al  comercio  los  grillos 

Y  su  barbarie  á  la  leva; 

Al  pueblo  merma  el  impuesto 

Y  dice  á  la  prensa:  vuela, 
Que  á  un  Gobierno  caviloso 
Al  que  la  prensa  le  arredra 
Es  que  su  valor  efímero 
Con  sus  bravatas  confiesa. 
Adoraba  Llave  al  pueblo, 
Aliviaba  sus  miserias, 

A  su  palacio  se  entraba 
Como  á  la  casa  paterna, 
Wl  jarocho  con  su  puro, 
Con  su  peinetón  la  negra, 

Y  el  comerciante  rasgao 
Con  su  pipa  y  su  chinela- 

Y  Llave  haciendo  justicia 

Y  ejecutando  obras  buenas 
Sin  que  nadie  sospechase, 


476  GUBRRA  DK  REFORMA. 


Sin  que  ninguno  le  viera 

Un  rasgo  de  interés  propio, 

Un  pelo  de  conveniencias, 

Un  algo  que  fuera  sombra 

Del  decoro  y  la  decencia. 

Así  le  llamó  el  gran  Juárez 

A  que  le  diera  asistencia; 

Y  cumplió  como  hombre  honrado 

La  obra  grandiosa  y  suprema 

Que  redimió  nuestra  patria 

Abriéndole  ima  era  nueva. 


Enero  4  de  1897. 


GUERRA  DB  RBFORMA.  477 


Que  empiezA 

i^on  muef)0  FueGO  y  Que  pAReee  miLAGRo. 


CON  KL  PERUON  DK  LA  GENTE. 

La  putrefacción  engendra 
A  los  deformes  gusanos, 
Que  son  horror  de  la  vista, 
En  su  vivir  horror  y  asco, 

Y  en  la  espuma  y  las  entrañas 
Del  pestilente' pantano, 

Su  sdimento  es  el  veneno, 
La  destrucción  su  regalo, 

Y  lo  indigno  y  lo  rastrero, 
Lo  monstruoso  y  desastrado, 
Son  su  atmósfera  constante 
Como  nacidos  del  fango. 
Tal  en  las  revoluciones 

La  de  principios  más  santos, 
La  sangre  deja  residuos 
Que  se  van  aglomerando 

Y  que  los  pudre  el  desorden 
En  cavernas  ó  collados; 

Y  engendra  monstruos  horribles, 
Feroces  monstruos  humanos 
Conjunto  como  de  fieras 

Y  de  seres  degradados 

Que  amamanta  el  negro  crimen, 

Miman  los  asesinatos, 

Que  de  la  embriaguez  y  el  robo 


47^  GUBRRA  DE  REFORMA. 


Hacen  su  placer  y  encanto, 

Y  su  ocupación  perpetua 
La  matanza  y  el  asalto. 
Tales  fueron  los  bandidos 
Que  llaman  \os  plateados, 

Y  en  el  Sur  y  sus  comarcas 
Difundieron  el  espanto 
Tocando  en  lo  inverosímil 

Y  lo  imposible  tocando 

De  horrores  que  causan  miedo 
Solamente  al  recordarlos. 
Ni  la  inocencia  del  niño, 
Ni  las  canas  del  anciano, 
Ni  el  lecho  del  moribundo, 
Ni  lo  humilde,  ni  lo  santo, 
Bstas  falanges  de  furias 
Un  instante  respetaron. 
Bntre  aquellos  forajidos 
Ninguno  frizó  más  alto 
Que  un  tal  Salomé  Placencis 
Que  supeditaba  al  Diablo. 
Por  donde  el  vil  transitaba, 
Marcaba  la  muerte  rastros; 
La  mujer  abandonada, 
Los  hogares  incendiados, 
Cadáveres  insepultos. 
Sin  habitantes  los  ranchos. 

II 

LAS    GUERRILLAS. 

Contra  aquellos  malhechores, 
Baldón  de  la  raza  htunana, 
Brotaron  unas  guerrillas 
Que  Reforma  proclamaban: 

Y  eran  azote  implacable 
De  las  fieras  alimañas. 

En  lo  hondo  de  los  barrancos. 
En  lo  alto  de  las  montañas, 
Junto  á  las  grandes  haciendas, 
Entre  dispersas  cabanas 
Se  encarnizaban  reniegas, 
Se  desolaban  comarcas. 
Vagaban  enloquecidas 


GüBRRA  DB  RBFORHA.  479 


Las  poblaciones  diezmadas. 
Las  huestes  perseguidoras 
Como  ardiendo  en  odio  y  rabia, 

Y  á  veces  en  competencia 
Atrocidades  sembraban, 
Que  era  la  legal  guerrilla 
Una  rara  mescolanza 

De  patriotas  sin  mancilla, 
Entusiastas  por  su  causa, 
De  aventureros  osados 

Y  vagabunda  canalla 

Que  á  los  soldados  se  junta, 

Y  los  sigue  con  constancia 
Cual  gaviotas  tras  las  naves 
Por  sus  despojos  atraidas. 

III 

LOS  PLATEADOS. 

Fué  Yautepec  la  cuna 
De  los  fieros  plateados. 
Los  de  chapetas  de  plata, 
Los  de  los  briosos  caballos. 
Los  de  almas  que  al  propio  infierno 
Daban  envidia  y  espanto. 

Y  era  Salomé  Placencia 
El  arbitro,  el  soberano 

De  aquel  conjunto  de  tigres. 
De  aquella  legión  de  diablos; 
De  Atlihuayán  en  la  hacienda, 
En  los  apartados  campos, 
Do  las  cañas  forman  bosques 
Que  hacen  imposible  el  tránsito, 
Sus  reales  plantó  Placencia 
O  su  refugio  y  amparo; 
Porque  en  la  hacienda  tenía 
Un  pariente  no  lejano, 
Que  aunque  valerle  no  pudo, 
Que  era  bueno  y  que  era  honrado, 
Pudiera  por  compasivo 
Tenderle  noble  la  mano. 
Emprendía  correrías 
De  desórdenes  y  asaltos, 
Le  empalagaba  el  estupro, 


48o  GUBRRA  DB  RBFORMA. 


Le  hastiaba  el  asesinato, 
El  robo  y  las  extorsiones 
Le  producían  empacho. 
Entonces  les  daba  suelta 
A  sus  malditos  muchachos, 

Y  muy  cauto  en  escondite 
De  todo  el  mundo  ignorado, 
De  vicio  y  crimen  repleto, 
Se  abandonaba  al  descanso: 
Como  describen  al  boa 

De  sangre  y  matanzas  harto, 
Pedía  al  pesado  sueño 
Nuevo  vigor  para  el  daiío. 

No  sé  cómo  conocieron 
La  guarida  del  malvado, 
Los  sagaces  guerrilleros 
Que  le  seguían  los  pasos. 
Como  el  gavilán  al  pollo, 

Y  como  al  ratón  el  gato. 

Y  una  tenebrosa  noche 
Su  madriguera  cercaron, 
Rodeándola  cual  de  acero 
Hombres,  armas  y  caballos. 
Placencia  estaba  despierto. 
Sin  salida,  sin  un  rayo 

De  luz,  que  le  condujera 
En  lance  tan  extremado; 
Pero  se  vistió  tranquilo 

Y  ni  un  punto  perdió  el  ánimo. 
— Abre  la  puerta,  Placencia. 
— Allá  voy,  me  están  peinando. 
— Abre  la  puerta,  te  digo, 

O  la  vas  á  ver  abajo. 

El  jefe  de  la  guerrilla 

Repite  en  acento  airado: 

— Abre,  Placencia,  la  puerta- - 

Con  pistola  en  cada  mano. 

Aplauden  los  enemigos, 

Y  él  se  coloca  de  un  salto 
En  el  centro  de  la  fuerza 
Embistiendo,  destrozando, 
Amontonando  los  muertos 
Con  sus  certeros  disparos. 
La  guerrilla  se  dispersa. 


GUBRKA  DS  REFORMA.  4^1 


Se  hace  confusión  y  escándalo, 
£n  la  obscuridad  se  escuchan 
Gritos,  tiros,  y  azorados 
Corren  transidos  de  miedo 
Los  jinetes  y  caballos. 
¿Pero  dónde  está  Placencia? 
Placencia  había  escapado, 
Con  un  palmo  de  narices 
A  la  guerrilla  dejando. 

COiíCI^USIÓN. 

Atlihuayán  la  noticia 
£1  caso  supo  temblando, 
Cuando  el  horrendo  pariente 
Vio  tranquilo,  inesperado, 
A  Placencia  en  su  aposento 
Que  le  dijo  con  agrado: 
—  Hombre,  dame  irnos  puritos, 
Que  los  míos  he  dejado. 
Porque  me  salí  con  prisa, 
Bn  la  mesa  de  mi  cuarto; 
£  iré  mal  en  mi  camino 
Si  no  lo  paso  fumando. 
Le  dio  el  pariente  los  puros, 
Y  él  se  salió  paso  á  paso 
Por  veredas  excusadas 
A  unirse  con  sus  muchachos. 


Enero  6  de  1897. 


ROMANCBS— 61. 


482  GUERRA  DB  REFORMA. 


e^senLe:  gallo  v  al  oae  nincano  lg  goipata. 


I. 

QUEJAS  AL  VIENTO. 

¿Por  qué  mi  musa  entusiasta 
Que  tanto  en  lo  bello  adora, 

Y  que  quisiera  entre  bosques 
De  laureles  y  de  rosas 
Seguir  los  pasos  gloriosos 
De  la  adorada  Reforma, 

Bn  vez  de  melifluos  cantos 
Se  desata  en  mustias  trovas, 

Y  hasta  los  himnos  triunfales 
Interrumpe  porque  llora? 

— Porque  sangre  mexicana 
Sin  secarse  el  suelo  brota; 
Porque  el  dolor  toma  espinas 
La  más  brillante  corona; 

Y  porque,  en  la  civil  guerra 
Del  sentimiento  en  la  copa 
Siempre  tienen  dejo  amargo 
Los  triunfos  6  las  derrotas. 

Y  atención,  noble  auditorio, 
Que  va  ó  comenzar  mi  historia 
Con  el  disfraz  de  leyenda. 

Sin  mucho  ruido  y  sin  pompa, 

Y  que  si  le  gusta  al  pueblo 
Lo  demás  nada  me  importa. 


GUBRRA  DE¿RBFORMA  483 


II. 
MIRAFLORHS. 

En  un  terreno  escabroso 
De  Tlalmanalco  llamado, 
Como  huyendo  temeroso 
De  la  laguna  de  Cbalco, 
Trepándose  sobre  lomas 
O  aplastándose  en  barrancos, 
En  callejones  estrechos 

Y  con  esmero  alineados, 
Se  miran  blancas  casitas 
De  afanosos  operarios, 
Con  sus  flores  á  la  puerta, 
Sus  gallinas  y  sus  pájaros, 

Y  sus  mujeres  muy  guapas 

Y  sus  traviesos  muchachos, 

Y  al  frente  un  grande  edificio 
Que  es  de  la  industria  palacio, 

Y  que  ocupa  inmenso  trecho 
Su  simétrico  cuadrado, 
Teniendo  al  pie  sus  casitas, 
Grandes  ventanas  en  lo  alto 
Proclamando  gigantescas 
El  imperio  de  los  amos. 
¡Qué  virtud  en  los  sirvientes 

Y  qué  bondad  en  los  amos, 
Qué  mansión  de  la  ventura 
Es  la  fábrica  de  hilados. 
En  lo  interior  los  salones, 
En  viva  luz  inundados, 
Con  peones  diligentes 
Sostén  y  honra  del  trabajo; 
Enmedio  de  la  algazara 

Que  hacen  máquinas  en  lo  alto 

Y  del  rodar  de  los  tercios 

Y  de  acémilas  y  carros; 

Hay  fuentes  por  donde  quiera, 
Hay  sus  flores  en  los  patios; 
Pero  verdaderas  joyas 
De  este  paraíso  encantado. 
Son  los  dueños  poseedores 
De  este  tesoro  de  encantos. 
Es  un  inglés  circunspecto, 


484  GUERRA  DE  REFORMA. 


Anciano,  derecho,  flaco, 
Con  gravedad  en  el  ceño, 
Mas  de  virtudes  dechado, 
Con  amor  paterno  al  pobre, 
Tierno  con  los  desgraciados, 

Y  con  los  trabajadores 
Que  sus  hijos  les  llamaron 
Generoso  como  nadie 

Y  como  ninguno  humano. 
Le  ayudaba  en  sus  tareas 

Su  hijo,  garzón  muy  planchado, 
Alegre,  valiente,  activo, 
Que  á  su  padre  secundando 
Era  ejemplo  de  obediencia 

Y  de  la  fábrica  el  arbitro. 
No  recuerdo  bien  el  nombre 
De  Robertson  el  anciano, 
Pero  sí  el  de  Don  Felipe 
El  más  joven  y  simpático; 

Y  ambos  aunque  su  conciencia 
Los  tenía  sosegados, 
Presenciando  los  horrores 

De  la  guerra  de  tres  años, 
De  las  guerrillas  la  furia, 
La  devastación  y  escándalos 
Que  seguían  incesantes 
Las  marchas  de  los  plateados. 
Fortificaron  su  finca, 
Armaron  sus  operarios 

Y  se  dieron  importancia 
Con  un  cañoncito  enano 
Para  sostener  violencias, 
Para  castigar  asaltos. 
Los  obreros  se  tomaban 
En  invencibles  soldados, 

Y  en  terrible  fortaleza 

La  negociación  de  hilados. 

III. 

LA  GUERRII^tA  DE  Vlt^ALVA. 

En  el  Sur,  en  los  contomos 
De  Cuantía  y  de  Cuemavaca, 


GUBRRA  DE  RBPORMA.  485 


Se  hizo  un  azote  del  diablo 
La  guerrilla  de  Villalva, 
Compuesta  de  gentes  buenas 

Y  también  de  gentes  malas; 
Mas  sin  morderse  la  lengua, 
Según  pregona  la  fama, 
Era  el  general  suriano 
Más  dañino  que  la  plaga 
De  langosta  destructora, 

Y  más  malo  que  la  rabia. 
Más  incurable  que  el  cáncer 
Cuando  invade  las  entrañas. 

Y  esta  tremenda  guerrilla 
Que  al  Gobierno  proclamaba 
Con  exacciones  feroces, 
Con  ejecuciones  bárbaras, 

A  los  grandes  y  á  los  chicos 
Con  crueldades  agobiaba; 
Su  erario  era  el  merodeo. 
Sus  leyes  las  malas  mañas, 
Llamando  empréstito  al  robo. 

Y  á  veces  á  la  matanza 
Azafías  de  la  Reforma, 
Amor  á  la  santa  causa. 
Así  el  feroz  guerrillero 
Asaltó  la  hermosa  fábrica 
Exigiendo  plata  y  hombres 
Por  la  fuerza  de  las  armas. 

^  Lanzando  sus  proyectiles 
Por  puertas  y  por  ventanas. 
Mas  los  bravos  operarios 
A  sus  contrarios  rechazan, 
Que  agotando  sus  esfuerzos 
Ni  un  solo  palmo  adelantan. 
La  entrada  del  edificio, 
Que  es  levantada  y  es  amplia. 
Sembrada  está  de  cadáveres 
En  la  tierra  ensangrentada; 
El  jefe  medio  vencido 
Eleva  bandera  blanca 

Y  solicita  entrar  solo 
Para  conseguir  por  gracia 
Lo  que  no  pudo  la  ftierza 

Ni  han  de  conseguir  las  balas. 


486  GUERRA  DE  REFORMA. 


Mister  Robertson  concede 
Al  feroz  Villalva  entrada 
Con  todas  las  precauciones 
Que  la  situación  demanda; 
El  noble  inglés  lleva  al  jefe, 
]>  cumplimenta  y  acata 
Y  al  fin  se  les  deja  solos 
En  una  pequeña  sala 
Que  corredor  dilatado 
Lleno  de  flores  señala. 
Allí  se  ocultó  Felipe 
Con  suspicaz  desconfianza 
A  custodiar  con  su  rifle 
Al  padre  que  idolatraba. 


La  entrevista  de  Villalva 

Y  el  anciano,  no  fué  larga: 
El  uno,  hipócrita,  expresa 
Su  compromiso,  sus  ansias 

Y  las  duras  exigencias 
Que  tiene  la  gente  armada. 
El  anciano  da  recursos, 
Afable  al  agresor  calma, 
Le  obsequia,  le  satisface; 

Y  el  jefe,  humilde  le  abraza 
Al  pararse,  como  amigos, 
Cuando  terminó  la  plática.  . 
La  chusma  del  guerrillero 
Al  exterior  forma  zambra, 

Y  se  pegaba  á  la  puerta 

Del  zaguán  con  cierta  instancia 
Propia  para  crear  sospechas 

Y  tener  viva  la  alarma. 
Felipe  ni  un  punto  pierde 
De  su  padre  las  pisadas, 

Y  más  cuando  el  guerrillero 
Ciñe  con  robustas  garras 

A  su  padre  sin  soltarle 
Que  á  la  salida  llegaba. 
A  su  vez  sintió  el  anciano 
Una  fuerza  desusada, 

Y  aunque  desasirse  quiso 
Tremenda  presión  le  ahogaba . 
Entonces  pidió  socorro 


GX7BKRA  DB  REFORMA.  487 


Su  dolorosa  mirada; 
Entonces  Felipe,  amante, 
Al  ver  que  se  consumaba 
Un  crimen  contra  su  padre 
Que  al  plagio  la  fiera  arrastra, 
A  pesar  de  que  su  fi'ente 
A  la  cabeza  pegada 
Estaba  del  bandolero, 
Se  decide,  apunta  su  anua, 

Y  el  cráneo  del  guerrillero 
Intrépido  despedaza. 

Después  se  acerca  á  la  puerta. 
Anunció  lo  que  pasaba: 

Y  se  dispersó  la  turba 
Alejándose  espantada. 


Enero  8  de  1897. 


488  GUERRA  DB  RBFORMA. 


eA9I  $A«XDO 

De  L0$  pozos;  dgl  olvido. 


CUADRO  TRISTE. 

Va  el  auciano,  va  el  anciano. 
Arrastrando  sus  pisadas 
Por  el  camino  desierto, 

Y  en  su  trabajosa  marcha 
Ni  una  mirada  le  observa, 
Ningún  rumor  le  acompaña; 
Tan  solo  su  sombra  negra 
Que  le  hace  duelo  á  su  espalda; 
El  cuerpo  lleva  encorvado 

Por  el  tiempo  ó  las  desgracias, 

Y  coronan  su  cabeza 
Unas  venerables  canas 
Como  sobre  triste  ruina 
De  seco  encino  las  ramas. 
¿Quién  será?  ¿Será  un  mendigo? 
No  lo  denuncia  su  traza. 
¿Será  un  enfermo  que  pide 
Que  piadoso  el  sol  le  valga? 

Va  el  anciano,  va  el  anciano. 
De  Coyoacán  á  la  plaza; 

Y  la  plaza  que  parece 
De  los  hombres  olvidada. 

Y  es  imperfecto  cuadrado 
De  árboles  de  verdes  ramas; 
En  el  centro  se  alza  un  kiosko 
Ceñido  con  férreas  bancas. 


GüBRRA  DB  RBPORHA.  489 


Con  pavimento  de.  mármol, 
Donde  se  canta  y  se  baila. 
Las  casas  Consistoriales 
Le  adornan  con  su  fachada: 

Y  el  costado  del  gran  templo 
Con  su  torre  y  sus  campanas ' 
Indica  á  las  pobres  indios 
Del  purgatorio  la  Aduana. 
Simétricas  y  apacibles 
Están  á  corta  distancia 
Casitas  con  sus  arriates 

Y  con  sus  verdes  persianas, 
Ya  de  vecinos  del  pueblo, 
Ya  familias  mexicanas 
Que  piden  salud  al  campo 
De  firme  6  por  temporadas. 
En  esa  plaza  espaciosa 
Hay  un  d{a  en  la  semana, 
En  que  se  agolpan  las  frutas, 
Do  la  lucen  las  vituallas, 

Las  indias  forman  sus  puestos. 
Las  vendimias  se  proclaman; 
Las  polluelas  y  polluelos, 
Las  señoras  de  las  casas 
Buscan,  compran,  regatean. 
En  medio  de  la  algazara, 
Mientras  música  de  viento 
En  el  kiosko  toca  danzas, 

Y  entusiastas  los  galanes 

Y  complacientes  muchachas 
Se  entregan  al  remolino 
Del  baile  que  les  encanta. 

Mas  cuando  se  pasa  el  tianguis, 
Queda  desierta  la  plaza, 
Sin  que  del  hondo  silencio 
El  sueño  perturbe  nada: 
Solo  el  infeliz  anciano 
Que  va  con  incierta  planta 

Y  que  en  un  banco  de  piedra 
De  un  fresno  bajo  las  ramas 
En  su  bordón  apoyado, 

De  la  fatiga  descansa. 
En  el  semblante  del  viejo 
La  honda  pena  se  retrata: 
Sus  ojos  eran  azules, 

ROMANCES.— 63. 


490  GUERRA  DB  REFORMA. 


Rubia  y  escasa  la  barba, 

Y  quedaban  de  grandeza 
Nobles  rastros  en  su  cara. 
Con  sosiego  y  cabizbajos 
Los  dos  párpados  cerraba; 
¿Era  porque  á  las  tinieblas 
Su  espíritu  interrogara? 
¿Era  para  darle  vida 

A  memorias  olvidadas, 
De  todos  desconocidas 

Y  dulces  al  recordarlas? 
¿O  era  que  desengañado 
De  las  grandezas  htunanas 
En  sueño  de  indiferencia 
Quiso  sepultar  el  alma? 
Yo  no  sé;  pero  el  anciano 
Estaba  como  una  estatua, 
Venerable  en  su  aislamiento; 
La  soledad  le  resguarda, 

Y  una  majestad  augusta 
Le  reviste  con  la  calma. 

II. 

KL  PAPÁ  V  LOS  CHICOS. 

En  tanto,  del  lado  opuesto 
En  que  se  hallaba  el  anciano, 
Iba  un  padre  de  familia 
Rodeado  de  sus  muchachos, 
Que  dispersos  por  do  quiera 
Daban  furibundos  saltos, 
El  bienestar  y  el  contento 
Venturosos  derramando. 
El  padre  va  satisfecho 
Con  su  paraguas  en  mano, 
Sombrero  de  jipijapa 

Y  de  dril  el  blanco  saco, 
Uniforme  riguroso 

De  temporada  de  campo. 
En  medio  del  alborozo 
El  papá  mandó  hacer  alto, 

Y  se  quedaron  los  chicos 
Como  en  un  lienzo  pintados, 
Pues  conoció  el  caballero 


GUBRRA  DE  RBPORMA  491 


Quién  era  aquel  solitario, 

Y  volviéndose  á  sus  hijos 
Díjoles,  sombrero  en  mano: 
«Vais  á  pasar  junto  á  un  hombre 
De  honra  y  de  virtud  dechado; 
Gloría  y  prez  de  nuestra  patria, 
Entre  sus  hombres  preclaros; 
Ese  que  veis,  era  un  joven 
Rico,  valeroso,  guapo, 

De  la  fortuna  querido, 

Y  de  las  letras  mimado; 
Pero  más  que  todo  ardiente 
Su  corazón  de  amor  patrio; 
Así  que,  cuando  Vidaurri 
Alzó  su  bandera  en  alto 
Contra  el  tirano  Santa- Anna, 
Repitió:  {muera  el  tirano! 
Dejando  sus  intereses 
Entregados  al  acaso: 

Y  yéndose  á  la  frontera 
A  servir  como  soldado, 
Ya  en  el  Potosí  aparece, 

Y  se  distingue  esforzado: 
Ya  en  Carretas  es  asombro 

Y  abre  á  la  victoria  paso: 
Ya  en  Atequiza  da  ejemplo 
Contra  el  mocho  temerario; 
Ya  le  procura  recursos 

Al  Ejército:  entra  en  Lagos, 

Y  él  y  Escobedo  los  miles 
Entregan,  sin  un  centavo 
Que  reservara  ambicioso, 
Porque  era  puro  y  honrado. 
En  Atenquique  sangriento, 
Con  sus  heroicos  tagarnos, 
Le  disputó  á  la  fortuna 

De  la  victoria  los  lauros; 
En  San  Joaquín  la  derrota 
Le  miró  salir  impávido; 
E  hizo  de  Morelia  luego 
De  sus  proezas  el  teatro. 
Rubio,  ardiente,  buen  giaete, 
Sin  aspiración  al  mando. 
De  los  pobres  el  escudo, 
De  los  suyos  el  encanto. 


492  GüBRRA  DE  RBPORMA. 


Y  como  un  cristal  su  vida 
Que  vista  por  todos  lados. 
Ni  la  oscurece  una  mancha 
Ni  enturbia  del  sol  los  rayos. 
Si  fué  en  los  triunfos  brillante, 
En  los  reveces  más  arduos 

Se  le  vio  formando  fuerzas, 
Revivir  el  entusiasmo 

Y  hasta  las  calles  de  México 
Penetrar  ine^)erado 

Con  terror  de  los  secuaces 
Del  insolente  tirano. 

Y  esos  hombres  como  ejemplo 
Tened,  queridos  muchachos; 
Id  á  rodearle  amorosos, 

Id  á  besarle  las  manos, 
Id  gritando  en  el  camino 
Que  viva  el  General  Blanco. 
Al  paso  llevadle  flores, 

Y  formadle  hermosos  ramos.» 

Así  lo  hicieron  los  niños; 
Al  noble  anciano  cercaron. 
Que  les  acogió  amoroso 
Mirando  sus  agasajos: 

Y  que  cuando  aquellos  niños 
£1  sitio  fueron  dejando, 

Él  secó  triste  las  lágrimas 
Que  sus  ojos  inundaron. 


Enero  12  de  1896. 


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IGNACIO   ZARAGOZA 


GUERRA  DB  REFORMA.  493 


moY  GMnoG  Y  moY  ReFRie€RAnTe 
ROmflDiíG  DG  LA  BATALLA  DG  $ILAO- 


ZARAGOZA. 

Viene  del  sur  de  Jalisco 
El  General  Zaragoza 
Con  su  espada  relumbrante 
Que  despide  luz  de  gloria; 
£1  tropel  de  sus  valientes 
Que  era  de  chinaca  y  tropa 
Parece  que  con  perñunes 
De  flores  puebla  la  m6sfara\ 
A  México  se  dirige, 
Mas  le  hace  \íí  guantimora 
A  Don  Severo  Castillo 
Que  espantado  se  alborota 

Y  cree  que  la  luna  es  queso 

Y  que  son  toros  las  zorras. 
Pero  si  es  vergel  Jalisco, 
Guanajuato  plata  brota; 

Y  hay  jefes  que  Xo^  pelada 
Como  unos  héroes  se  portan, 

Y  hacen  su  centro  Silao 
De  tesoros  de  patriotas. 
AHÍ  á  González  Ortega 
Berríozábal  fiel  apoya 
Con  su  división  modelo 
Por  su  pericia  notoria. 
Allí  se  luce  Doblado 

£1  del  talento  que  asombra, 


494  GUERRA  DB  REFORMA . 


El  de  la  espada  potente 
Como  la  fama  pregona, 
Aunque  se  quedó  la  fama 
Muy  abajo  de  sus  obras; 
Por  un  Antillón  gallardo 
Campeón  de  la  Reforma 
Que  cumplió  con  sus  deberes 
Sin  tener  ninguna  nota. 

II. 

MIRAMÓN. 

Desapareció  Zuloaga 
Como  fantasma  ó  vestiglo, 
O  como  aparece  el  diablo 
En  los  cuentos  de  los  niños, 
Que  huye  de  la  cruz  y  queda 
A  azufre  apestando  el  sitio. 
La  retrógrada  canalla 
Siente  que  se  le  hunde  el  piso; 

Y  los  clérigos  taimados 
Se  acogen  á  Jesucristo, 

•  Que  como  señor  desnudo 
No  puede  dar  ni  un  comino. 
¿Adonde  están  los  valientes; 
Dónde  huyeron  los  científicos 
Que  presagiaron  un  trono 
Hijo  mayor  del  prodigio? 
Ni  hay  resquicio  de  esperanza, 
Ni  tecolines  exiguos, 
Ni  agiotistas  que  saqaran 
Al  pobre  Gobierno  el  quilo. 
Miramón,  que  amenazantes 
Vio  fuerzas  en  el  Bajío, 
Conociendo  que  socorro 
No  puede  darle  Castillo, 
Porque  Ogazón  poderoso 
Tiene  su  vida  en  un  hilo, 
En  Lagos  cálculos  hace 

Y  al  fin  decide  con  brío 
Con  una  fuerza  no  escasa 
De  soldados  aguerridos 
Ir  á  dar  á  los  chituicos 
Su  merecido  castigo, 


GUBRRA  D£  REFORMA.  495 


O  al  fin  dejar  á  la  suerte 
Que  fijara  su  destino. 
La  emprendió  para  Silao 
Con  sus  jefes  escogidos, 

Y  á  la  vista  de  aquel  pueblo 
Anuncia  su  desafío. 

III. 

SILAO. 

Es  Silao  una  llanura 
De  risueñas  sementeras 
Con  sus  aguas  abundantes, 
Con  su  respaldo  de  peñas. 

Y  es  la  ciudad  como  un  ramo 
De  nevadas  azucenas, 
Encanto  de  los  sentidos 

Y  en  que  placeres  se  sueñan. 
A  Silao  se  le  mira 

Como  esperando  una  fiesta, 
Con  sus  zaguanes  regados, 
Con  sus  ventanas  abiertas, 
Contemplándose  en  su  fondo 
Arboles  y  enredaderas. 
Pero  hoy  todo  lo  obscurece 
El  aparato  de  guerra, 
Porque  tienen  duelo  á  muerte, 
De  la  Reforma  las  fuerzas 
Con  fuerzas  del  Retroceso 
Que  Miramón  encabeza. 

IV. 

LA  BATALLA. 

Era  del  ardiente  Agosto 
En  su  principiar  la  fecha, 

Y  á  su  paso  escribe  el  tiempo 
Mil  ochocientos  sesenta. 
Retumbando  los  cañones 
Azuzan  á  la  pelea, 

Los  tambores  tocan  diana. 
Los  clarines  gritan  guerra; 
Rayos  de  sol  iluminan 


49^  GUERRA  DE  REFORMA. 


Los  rifles  y  las  banderas, 

Y  hacen  olas  en  las  filas 
De  las  reservas  inquietas. 
£1  combate  se  encarniza, 
El  fuego  cunde  sin  tregua; 
Miramón,  su  menor  gente, 
La  suple  con  su  destreza 
Que  destruye  cuanto  toca, 
Que  aniquila  cuanto  encuentra. 

Y  hay  momentos  que  vacila 
La  victoria  como  incierta; 
Hay  un  punto  en  que  compite 
Zaragoza  con  Ortega; 
Ambos  avanzan  al  frente 

De  las  enemigas  fuerzas, 
Con  sus  espadas  en  lo  alto 
Como  soberbias  banderas. 
Intrépidos  los  dos  jefes 
Sus  soldados  encabezan 

Y  avanzan  los  dos,  avanzan 
Sin  que  nada  los  contenga, 
Sobre  muertos,  sobre  escombros, 
Entre  bombaá  que  revientan 
Dejando  charcos  de  sangre 
Donde  estampaban  la  huella 
Hasta  ganar  los  cañones 

Con  sus  columnas  intrépidas. 
A  la  vez  es  admirable 
Cómo  los  jefes  pelean, 
Que  eligen  lado  oportuno, 
Que  á  Doblado  se  emparejan, 
Que  se  lanzan  con  arrojo 
Adonde  Antillón  se  encuentra 

Y  atacan  con  Berriozabal 
A  los  mochos  que  dispersan. 
La  derrota  se  consuma, 

Y  Miramón,  sin  reserva, 
Pierde  todo  su  armamento, 
Sus  cañones  y  banderas. 
Cantan  alegres  las  dianas. 
Claman  vivas  las  trompetas, 

Y  el  aire  acentos  de  gozo 
En  sus  raudas  alas  lleva. 
Por  el  robledal  desierto 
Pasan  como  rotas  nieblas 


GUERRA  DE  REFORMA.  497 


Que  del  viento  arrebatadas 
Se  hunden  en  las  asperezas: 
Y  eran  los  pobres  dispersos 
Que  de  la  campaña  quedan 
~Y  que  van  pidiendo  asilo 
A  la  noche  y  la  miseria. 


Para  coronar  Ortega 
Dignamente  la  victoria, 
A  más  de  mil  prisioneros, 
Según  en  la  historia  consta, 
Da  libertad  absoluta 
£n  nombre  de  la  Reforma. 
Y  éste  fué  el  timbre  brillante 
De  las  fuerzas  vencedoras: 
Porque  el  vencedor  si  es  grande 
Más  grande  es  cuando  perdona. 


CONCLUSIÓN. 

Miramón  se  volvió  solo 
Como  abandonado  huérfano; 
Y  cuando  sin  ser  sentido 
Se  anuncia  que  estaba  en  México, 
Ciertos  presagios  volaron 
Bn  el  aire  como  cuervos 
Que  acechan  desde  la  altura 
Un  cadáver  descompuesto. 


Enero  lo  de  1897. 


ROMA.NCBS*  -6> 


498  GUBRRA  DB  RBPORMA. 


Gi^Anoe  Y  GIITRADOR  ROUIADCC 

De 

OffXACA  Y  $U$  SIGRHA*. 


«Adiós,  papá  Justiniano, 
Adiós,  señoras  Pandectas, 
Que  ^  me  gusta  el  derecho, 
Que  si  me  encantan  las  ciencias, 
Aunque  me  tienden  los  brazos 
Casi  al  concluir  mi  carrera, 
Entre  los  renglones  miro 
Del  Salita  y  sus  lindezas 
Atravesando  soldados, 
Reluciendo  bayonetas; 

Y  me  arrebata  y  seduce 
El  estruendo  de  la  guerra 
Que  reventando  en  Ayutla 
Contra  el  tirano  congrega; 

Y  allí  está  el  bien  de  la  patria, 

Y  allí  brillan  mis  ideas. « 
Esto  dijo  un  estudiante 

De  la  Ciudad  de  Antequera, 
Afiliado  en  el  estudio, 
Notable  por  su  modestia, 
Pero  que  empuñó  la  espada 
En  la  americana  guerra, 
De  bélicas  aptitudes 

Y  de  valor  dando  pruebas. 

Y  ese  era  Porfirio  Díaz, 
Que  saltando  á  la  palestra, 
De  Ayutla  contra  Santa  Anna 
Enarboló  la  bandera. 


PORFIRIO  DÍAZ. 


GUERRA  DB  REFORMA.  499 


Le  tenemos  de  Prefecto 
En  Ixtlán,  donde  sin  tregua 
Venciendo  dificultades 
Instruye,  organiza,  crea 
Soldados,  con  sus  afanes 
Destruyendo  la  torpeza; 

Y  así  formó  laborioso 
Una  reducida  fuerza 

De  indios,  que  al  primer  disparo 
Emprendían  la  carrera 
Como  parvada  de  tordos 
Al  fragor  de  la  escopeta; 
Pero  el  ejemplo,  la  calma, 
La  dulzura,  la  paciencia 
Los  tomaron  en  guerreros 
Aptos  para  la  pelea, 
Que  adoraban  en  Porfirio 
Siguiendo  fieles  sus  huellas. 
En  Oaxaca  dominaba 
Como  autoridad  suprema 
Cierto  general  García 
Representando  á  su  Alteza 
Con  aparato  terrible 
De  extorsiones  y  violencias. 
Pero  en  Ixcapa  aparece 
Porfirio,  y  hay  resistencia 
Que  arrolla,  que  desbarata 
Con  su  personal  braveza, 

Y  á  la  luz  de  la  victoria 
El  plan  de  Ayutla  campea, 

Y  la  muerte  de  Salado 
Es  de  su  fama  trompeta. 
Invaden  el  rico  Estado 
Dos  formidables  panteras. 
Vómito  de  los  infiernos, 
De  Satanás  descendencia, 

Y  eran  los  hermanos  Cotx>s 
Con  su  endiablada  caterva: 
Eran  polizones  bruscos, 

Sin  Dios,  sin  fe,  sin  conciencia, 
Que  odiaban  á  los  chinacos, 
Que  su  plan,  la  matanza  era; 
El  robo,  su  rico  erario; 
La  destrucción,  su  sistema; 
Su  aliado,  el  asesinato: 


500  GUERRA  DB  REFORMA. 


£1  terror,  guardia  y  defensa; 

Y  del  mocho  eran  espadas 

Y  acatadas  eminencias. 

El  Estado  en  contra  de  ellos 
Sus  empujes  endereza, 

Y  Díaz  Ordaz  de  decoro 

Y  patriotismo  presea, 

A  quien  injusta  la  historia 
Su  excelso  valor  no  aprecia, 
Manda  una  sección  brillante. 
Otra  á  Porfirio  le  queda, 

Y  ambos  Jefes  se  enaltecen 
Con  inmortales  proezas. 
Díaz  Ordaz  deja  la  vida, 
Pero  á  un  Cobos  escarmienta; 
Los  soldados  de  Porfirio 
Instantáneos  se  dispersan; 

El  se  retira  incansable. 
Su  ardiente  vigor  reserva. 
Cual  ave  que  plega  el  ala 
En  la  altura,  y  así,  artera. 
Con  su  esfuerzo  y  con  su  peso 
Lanzarse  sobre  su  presa. 
En  uno  de  esos  vaivenes 
Don  Marcos  Pérez  gobierna, 
El  profesor  de  Porfirio 
Al  cursar  Jurisprudencia, 
Que  su  ingenio  reconoce. 
Que  sabe  apreciar  sus  prendas, 

Y  á  él,  el  mando  de  las  armas 
Sin  vacilar  encomienda. 
Este,  distinción  tan  grata 
Renuncia  cob  insistencia 

Y  la  declina  en  Salinas, 
Anciano  á  quien  reverencia, 
Dando  una  prueba  patente 
De  discreción  y  modestia. 
El  funge  de  su  segundo, 

Y  en  realidad  él  impera; 
Se  le  ve  en  Tehuantepec 
Con  su  astucia  y  con  su  verba 
Levantando  batallones 

Que  arma,  viste  y  alimenta. 
Siempre,  siempre  escrupuloso 
De  los  fondos  dando  cuentas. 


GtTHRRA  DB  RBPORHA.  5OI 


Atravesar  se  le  mira 
Por  las  empinadas  sierras, 
Haciendo  brotar  soldados 
Briosos  para  la  pelea. 
Al  paso  derrota  á  Trejo 
Que  le  estorba  en  su  carrera; 

Y  es  Díaz  alma  del  pueblo 
Que  con  su  prestigio  alienta. 
Juárez,  que  ocupa  el  gobierno, 
A  Don  Porfirio  se  entrega, 
Mientras  Cobos  de  Oaxaca 
Terrible  se  enseñorea 
Fortificando  sus  torres, 
Levantando  sus  trincheras, 
Acopiando  cuanto  pudo 
Para  la  fuerte  defensa. 

Mas  Díaz  una  brigada 
Forma  con  inteligencia, 

Y  ante  la  ciudad  rebelde 
Intrépido  se  presenta. 

El  fuego  incendia  los  aires, 
Bl  cañón  cimbra  la  tierra, 

Y  unas  tremendas  columnas, 
Con  Porfirio  á  la  cabeza, 
Asaltan  fosos  y  muros, 

A  sus  contrarios  aterran 
Dqando  do  quier  despojos 

Y  muertos  tras  sus  banderas; 

Y  al  fin  de  gloria  cubiertos 
La  libertad  vitorean. 
Cobos  se  fuga  espantado, 
Trenes,  armas,  todo  deja; 

Y  el  héroe  su  triunfo  esconde 
Tras  su  probada  modestia, 
Cediendo  palmas  y  lauros 

A  sus  hermanos  de  guerra. 


La  paz  se  afirma  en  Oaxaca, 
Las  leyes  sin  sombras  reinan; 
Entonce  el  Coronel  Díaz 
Hasta  México  penetra 
Para  dar  valiente  auxilio 
En  la  empeñada  refriega 


502  GUERRA  D£  REFORMA. 


A  los  buenos  liberales 
Que  con  suerte  v^ria  bregan. 
Cual  generosa  corriente 
Que  el  suelo  nativo  riega 

Y  que  sus  aguas  fecundaos 
Para  otras  regiones  lleva 
Como  para  darles  jugo 

Y  hacer  pingües  las  cosechas. 
Así  fué  el  Coronel  Díaz, 

Sus  bravos  así  se  muestran, 
Los  pueblos  su  vista  aplauden 

Y  su  llegada  festejan; 

Los  tambores  tocan  dianas, 
Claman  diana  las  trompetas, 

Y  en  medio  de  los  soldados 
Que  se  yerg^en  y  se  alegran, 
Abraza  á  Porfirio  Díaz 
Jesús  González  Ortega. 


Bnero  2X  de  1897. 


GUHRKA  DB  RKFORMA.  503 


GRADoe  Y  RGVOLOTeAoo  RomAnee 

De 

GmBG$TIDA3  Y  DG  FUGA?. 


PREPAREN,  ¡armas! 

La  derrota  de  Silao 

Dejó  á  los  nobles  á  obscuras, 

Y  cual  quién  sigue  veredas 
Llenas  de  nidos  de  tuzas, 
Como  el  que  en  la  nopalera 
El  obeso  cuerpo  oculta 

Y  no  emprende  movimiento 
Sin  que  le  piquen  las  púas. 
Los  augustos  dignatarios, 
Del  retroceso  columnas, 
Tienen  peste  de  resfriados 
Si  solícitos  se  buscan; 

O  en  lugar  de  dar  recursos, 
Dan  sustos  y  dan  trifulcas; 
Se  requieren  municiones 

Y  santos  triduos  se  anuncian; 
Se  necesitan  fusiles, 

Y  velas  el  templo  alumbra; 

Y  para  infundir  aliento, 
Los  valientes  de  casulla 

A  Miramón  mandan  palmas, 
Le  obsequian  con  aleluyas, 
Miramón  firme  y  entero, 
Del  peligro  no  se  asusta: 
Ordena  que  venga  Robles 
De  Oriente,  con  fuerza  suya; 


504  GÜBRRA  DB  RBFORHA. 


Severo  á  Chacón  compulsa 
A  que  deje  Cuernavaca 

Y  que  apreste  sus  soldados 
Sin  demora  y  sin  excusa; 
Reuniendo  hasta  tres  mil  hombres 
Para  renovar  la  lucha. 

£n  tanto  en  el  horizonte 
Luz  de  contento  relumbra, 
Que  el  Embajador  Pacheco 
Con  regia  pompa  se  anuncia, 

Y  le  miran  como  suyo 
Los  de  sotana  y  de  turca, 
Los  sacristanes  y  viejas, 
Todos  rosarios  y  arrugstó. 
De  esas  hijas  de  la  noche 
Hermanas  de  las  lechuzas. 
El  Pacheco  que  en  España 
Honró  la  literatura, 
Estimado  por  su  ciencia 

Y  por  sus  maneras  pulcras, 
En  México  fué  otra  cosa; 
Con  los  más  mochos  se  aduna; 
Hace  falsa  diplomacia; 
Explotó  chismes  y  astucias, 

Y  con  villana  perfidia 

Su  nombre  preclaro  ofusca. 
El  Gobierno  le  recibe 
Como  á  Cortés,  Moctezuma, 
Menas  los  ricos  presentes, 
Menos  las  danzas  de  plumas. 
De  la  embajada  á  Palacio 
Los  homenajes  se  agrupan, 
Tres  carrozas  le  preparan 
Valiosas  una  fortuna; 
De  dos  trenes  seis  corceles 
Que  por  su  lujo  deslumhran, 
El  otro  con  sólo  cuatro, 
Lugar  secundario  ocupa. 
Escoltan  jefes  lucidos 
El  convoy  con  compostura: 
Gobernador  de  Palacio, 
El  del  Distrito,  y  figuran 
Personajes  levantados 
Que  en  mi  memoria  se  anublan; 
Los  Oficiales  mayores 


GÜBRRA  DB  RBPORMA.  505 


Bn  la  escalera  saludan, 

Y  le  hacen  la  reverencia 
Con  humillación  profunda; 

Y  á  poco  andar  los  ministros 

Y  proceres,  los  remudan. 
El  Salón  de  Embajadores 
Hierve  con  crema  y  espuma 
De  dignidades  del  clero. 

De  eminencias  de  la  curia 

Y  tenderos  ordinarios 

A  quienes  la  plata  encumbra; 
Pacheco  suelta  un  discurso 
En  que  á  México  dibuja, 
Cual  pudiera  hacerlo  im  ciego. 
Sin  forma  y  sin  atadura, 

Y  Miramón  le  contesta 
Lacónico  y  sin  dulzuras: 
Que  no  estaba  para  &rsas 

Y  otras  cosas  le  preocupan. 


II. 

LA   GUERRA. 

De  Guadalajara  el  sitio 
Con  cada  luz  se  encarniza, 

Y  los  bandos  que  se  empeñan 
En  la  lucha  fratricida, 

Por  darle  término  pronto 
Desesperados  ansian. 
Miramón,  entre  mil  dudas 
Con  viva  inquietud  vacila. 
Si  en  la  Capital  espera 
O  bien  si  á  Castillo  auxilia. 

Y  Zaragoza  apremiado 
Al  ver  á  Márquez  encima, 
Concentra  sus  elementos, 
Su  empuje  resuelto  aviva 
Para  dejar  en  el  campo 
Antes  que  la  honra,  la  vida. 
Berriozábal,  entre  tanto, 
Consecuente  á  la  consigna, 
Aprovecha  de  sus  tropas  - 

aoKAjrcas«-i64 


506  GUBRRA  DB  RBPORMA. 

La  brillante  disciplina, 

Y  cauto,  severo,  experto. 
Al  enemigo  vigila. 

Sin  dar  un  paso  imprudente 

A  Tololotlán  camina 

La  fuerza  enerva  de  Márquez, 

Y  es  dd  orden  garantía; 
Con  él  se  reúne  Quijano, 
Con  él  Carbajal  milita. 
Huerta  á  su  manto  se  acoge, 
Regules  y  Ortega  imitan 

A  sus  bravos  compañeros 
Que  para  el  pleito  se  alistan. 
Bn  tanto  en  Guadalajara 
La  lucha  se  finiquita, 

Y  para  Tepic,  Castillo, 
En  dispersión  se  encamina. 
De  Berríozábal  despierto 
Márquez  se  encuentra  á  la  vista; 
Zapotlanejo  es  el  pueblo 

Que  se  elige  como  liza; 
Pero  Márquez  que  conoce, 
Pero  Márquez  que  sabía 
Los  hechos  de  Gualajara, 
Hacen  de  todo  desista. 
Que  es  la  resistencia  inútil; 

Y  asido  á  tretas  malignas 
Buscaba  cualquier  resquicio 
Para  pegar  la  estampida; 

A  Llamas  y  á  Sánchez  Fado 
A  Berriozábal  envía, 

Y  éste,  que  con  sabios  planes 
La  retirada  le  quita. 

Se  cierra  á  todo  tratado 

Y  le  manda  que  se  rinda. 

Y  así  las  contestaciones 
Estuvieron  indecisas; 
Pero  Carbajal  y  Rojas 
De  la  chinaca  bravia. 

Sus  briosos  cuacos  disparan, 
Sus  fuertes  lanzas  enristran 

Y  hacen  con  furia  en  los  mochos 
Horrible  carnicería. 

«Esto  no  habla  con  nosotros,» 
A  una  voz  resueltos  gritan, 


GUBRRA  DB  REFORMA.  507 


Ausentándoise  del  campo 
Vélez,  Márquez  y  Mejía; 

Y  no  nos  dice  la  historia 
Hasta  dónde  pararían. 
Dejan  en  el  campo  trenes, 
Obuses,  artillería, 

Con  rico  botín  de  guerra, 
De  vestuarios  y  mochilas 

Y  plata  en  sonantes  pesos, 
Que,  dijeren  lo  que  digan, 
No  sé  por  qué  da  contento 

Y  produce  la  alegría. 
González  Ortega  manda 

Y  órdenes  tronantes  dicta 
Para  situar  á  la  fuerza 
Según  su  plan  y  sus  miras. 


Bnero  23  de  1897. 


508  GUERRA  DE  REFORMA. 


müY  GRanoG 

Y  Bien  GuisAo  HomAiK^e  oe  io$  eonvenios. 


I. 

NOCHE  DE  l^UNA. 

Ciudad  de  Guadalajara, 
Emperatriz  de  Occidente, 
Delante  cuya  hermosura 
Sus  pasos  el  sol  detiene, 
Para  darte  el  postrer  beso 
Cuando  entre  esplendores  muere, 
¿Por  qué  gimes  moribunda? 
¿Por  qué  te  quejas  doliente? 
¿No  sabes  que  con  tus  penas 
Mi  alma  se  aflige  y  padece? 
£n  vez  de  tus  amplias  calles 
Y  de  tus  casas  alegres, 
Por  todas  partes  escombros 
Se  miran,  y  sangre  y  muerte. 
]>  luz  de  la  blanca  luna 
Como  un  sudario  se  extiende 
Sobre  la  ciudad  que  llora, 
Pero  que  finge  que  duerme. 

II. 

TREGUA  A  hA  I.UCHA. 

Es  la  noche  aterradora 
Del  veintinueve  de  Octubre 


GT7KRRA  DB   RBPORMA.  5O9 


En  que  sucedió  á  la  lucha 
Pavor  y  silencio  lúgubres. 
Yo  subido  en  una  altura, 
En  mi  mente  hice  el  resumen 
De  aquel  horrendo  desastre 
Con  que  Zaragoza  ilustre 
Quiso  hacer  triunfar  su  causa 
Con  su  talento  y  su  empuje. 
Ciento  veinticinco  piezas 
En  nuestra  bandera  rugen, 

Y  la  ruina  y  los  horrores 
De  sus  entrañas  escupen. 
£1  campo  de  los  sitiados 
Con  las  murallas  se  cubre; 
Que  era  como  un  blok  de  piedra 
Por  donde  no  entraban  luces, 
Porque  por  las  aspilleras 
Como  con  trabajo  escurren; 
Pero  tiene  en  sus  entrañas 
Fuerzas  que  al  peligro  acuden, 

Y  los  osados  avances, 
Incontrastables  destruyen. 
Se  hace  general  el  fuego, 
Las  horadaciones  crujen, 

Y  en  las  alturas  la  Hama 
Terror  y  muerte  diñinde. 
Antillón  con  Guanajuato 
A  San  Francisco  reduce, 
Mientras  Gtiichoni  esforzado 

Y  Valle  avanzan,  inñinden 
Valor  á  la  brava  tropa 

Que  ya  triunfe,  ya  sucumbe; 

Y  los  grandes  edificios 

Con  horrible  estruendo  se  hunden. 
Lamadrid,  Santo  Domingo 
Casi  á  cenizas  reduce. 
Mientras  la  huerta  del  Carmen 

Y  los  mochos  que  la  cubren 
Cadáveres  amontonan 

Y  el  paso  al  contrarío  obstruyen. 
Castillo  mismo  en  persona 

En  la  lucha  se  introduce 

Y  al  arte  y  á  los  horrores 
Desesperado  recurre. 

La  carga  á  la  bayoneta 


5IO  GUBRRA    DB  RKFORMA. 


Los  enloquece  y  aturde; 
En  los  hondos  subterráneos 
JLos  truenos  rabiosos  rugen, 

Y  fuera  en  charcos  de  sangre 
El  sol  empañado  luce. 

Mas  hay  un  punto  que  erguido 
Aparece  estar  incólume 
Que  como  estrella  fulgente 
En  la  tiniebla  reluce 

Y  que  anunciando  victoria 
Hace  la  batalla  dure. 

La  defensa  es  formidable, 

Y  de  los  escombros  surgen 
Intrépidos  combatientes 

Que  no  se  amedrentan  ni  huyen 

Y  que  torrentes  de  sangre 
De  sus  fusiles  afluyen. 
Allí  Lamadrid  y  VaUe 

Y  Alatorre  reproducen 
Las  mil  heroicas  hazañas 

Con  que  sus  nombres  se  cubren. 
Pero  más  que  todos  grande, 
Sereno,  tranquilo,  dulce, 
El  inmortal  Zaragoza. 
Cual  rayo  de  sol  sin  nubes, 
A  sus  valientes  alienta, 
Orgulloso  de  que  triunfen. 
¡Oh!  y  quién  pudiera  los  nombres 
Que  aquí  á  mi  mente  no  acuden 
Recordar,  para  sus  proezas 
Ensalzar  y  sus  virtudes. 


¿Y  no  tendrá  mi  romance 
Ni  flores  de  mis  recuerdos 
Para  los  héroes  sin  nombre, 
Para  los  ilustres  muertos 
Que  con  la  mano  en  la  espada 
Por  nuestra  causa  murieron? 
Noble  Pedro  Echeverría, 
Talancón,  Salazar  fiero, 
Gaytán,  Martínez,  Anguiano 
Dignos  de  lauros  eternos; 
Ortega  y  Campo  reciban 


GUERRA  DB  REFORMA .  5 1 1 


Este  mi  homenaje  tierno, 
Que  si  desnudo  de  encantos, 
De  amor  ardiente  está  lleno. 

III. 

PARLAMENTO. 

Entró  Doblado  en  mi  cuarto 
Paso  á  paso  y  pensativo, 

Y  después  de  unos  instantes 
De  hondo  silencio,  me  dijo: 
«Han  tocado  parlamento 

«Y  tu  eres  el  elegido 
«Para  arreglar  pormenores 
«Que  dejó  en  duda  Castillo.» 

Y  órdenes  me  dio  secretas, 
Que  aquí  revelar  no  es  lícito, 
«Aquí  te  entrego  libranzas 
«Cuantiosas  que  te  confío, 
«Tienes  amplias  facultades, 
«Sé  sagaz,  prudente,  digno, 
«Y  que  queden  los  convenios 
«En  tu  entrevista  expeditos. 
«Y  como  eres  medio  ciego, 
«Y  como  es  sordo  Castillo, 
«Toma  esta  punta  de  lápiz 
«Y  escríbele  sin  ser  visto 
«Aquello  que  consideres 
«Solamente  de  él  sabido.)» 


Con  fórmulas  ignoradas. 
Con  ceremoniosos  ritos, 
Penetré  dentro  la  plaza 
Donde  esperaban  cumplidos 
Un  General  Montenegro 
Y  Cadena,  hombre  científico 
A  quien  miré  como  á  hermano 
En  el  Colegio,  de  chico. 
Ambos  fueron  mi  custodia, 
Mas  los  soldados  inicuos 
Con  descargas  de  balazos 
Se  graduaban  de  asesinos. 


5 1 2  GÜ9REA  DB  REFORMA. 


Entonces  los  generales 
Me  abrazaron  como  á  un  niño, 
En  sus  brazos  me  llevaron 
A  donde  estaba  Castillo, 
A  quien  desde  luego  expuse, 
Aunque  cauteloso  y  tímido. 
Brindándole  cien  mil  pesos, 
Cuáles  eran  mis  designios: 
Lo  mismo  ofrecí  á  Cadena 

Y  sus  cercanos  amigos. 
Castillo  rehusó  orgulloso 

Y  ardiendo  en  ira  me  dijo: 
«Yo  por  el  bien  de  mi  patria 
Quiero  hacer  mi  sacrificio, 

Y  si  equivoqué,  insensato, 
De  su  ventura  el  camino. 
No  quiero  que  la  deshonra 
Se  encargue  de  mi  castigo.» 
José  Cadena,  decente, 

Sin  esfuerzo,  hizo  lo  mismo; 

Y  yo  quedé  de  tal  trance 
Abismado,  sorprendido 
De  encontrar  tanta  nobleza 
Entre  aquellos  enemigos. 

Y  es  que  si  bien  tienen  sombras 
Los  políticos  partidos. 

En  cuanto  la  verdad  pura 
Muestra  el  criterio  tranquilo, 
Hay  encomios  á  lo  bueno 

Y  anatemas  á  lo  indigno. 


Regresé  por  donde  vine, 
De  mi  misión  satisfecho; 
Y  al  rayar  la  nueva  aurora 
Se  firmaron  los  convenios 
Que  á  Zaragoza  dejaron 
De  Guadalaj  ara  dueño. 


Enero  i6  de  1897. 


GUERRA  DB  REFORMA.  513 


De 
DOLORe?  Y  GOZO?  Y  ü  DA  De  «LAYAR  GL  PIÍO 

BERRIOZABAL  Y  DEGOttADO 

El  nevado  de  Toluca 
Parece  que  canta  y  ríe, 
Porque  le  halagan  y  alegran 
Los  entusiastas  festines, 
Porque  mira  que  á  Toluca 
Llegan  guapos  y  felices 
Los  bravos  de  Berriozábal 
Con  trompetas  y  clarines. 
Viene  desde  Paredones 
Sin  que  ninguno  le  chiste; 

Y  hablando  en  plata,  esa  tropa 
Desde  á  leguas  se  distingue 
Por  su  tiesa  disciplina, 

Por  su  decencia  al  vestirse, 
Porque  el  que  manda  es  honrado 

Y  hay  pureza  en  los  tomines. 
Llegaba  con  Degollado 

El  incansable  en  las  lides  • 

A  quien  no  asustan  derrotas 

Ni  envanecen  los  repiques. 

Al  que  González  Ortega 

Envió  á  que  se  determine 

De  la  capital  la  toma 

Y  el  movimiento  combine. 
Mas  Miramon  sabe  todo, 
El  plan  de  Ortega  percibe, 

Y  con  ímpetu  de  rayo 

ROMANCES.— 65 


514  GUERRA  DE  REFORMA. 


Y  su  mirada  de  lince, 
Rápido  á  embestir  se  apresta, 
Su  fuerza  activo  divide, 
Manda  que  una  sección  pronto 
Para  Toluca  camine 

Con  Cobos,  tres  mil  soldados 

Y  cañones  de  calibre, 

Y  Miramón,  rodeando 
Con  presteza  indescribible. 
Con  cuatro  mil  de  los  suyos 
A  Toluca  se  dirige 
Tomando  la  retaguardia, 

Y  ninguno  le  resiste. 

Entre  tanto,  los  valientes 
En  Celaya  vencedores, 

Y  que  en  Silao  se  -j^rtaron 
Como  se  portan  los  hombres, 
Dando  al  jefe  Berriozábal 
Justos  lauros  y  renombre, 

O  se  solazan  contentos 
O  con  calma  se  disponen 
A  que  González  Ortega 
Diera  de  nuevo  sus  órdenes; 
Cuando  el  cinco  de  Diciembre 
Repentinos  y  feroces 
Con  Negrete  á  la  cabeza 
Que  desempeño  era  entonces 
De  Miramón  y  de  Márquez, 
A  quienes  todos  conocen, 
Por  la  calle  real  penetran 
Introduciendo  el  desorden. 
Atacando  irresistibles 

Y  dominando  veloces. 
Los  sorprendidos  en  vano 

Con  ansia  á  sus  puestos  corren; 
Son  vencidos;  Berriozábal 
A  San  Francisco  se  acoge, 

Y  otros  suyos  se  hacen  fuertes 
En  el  Carmen  y  sus  torres. 
El  combate  fué  reñido, 

Y  entre  sus  lances  atroces, 
A  Berriozábal  se  admira 
Por  su  bravura  y  su  porte. 
Sus  enemigos  le  cercan. 


GUBRRA  DB  RBFORMA.  5X5 


Él  orgulloso  se  impone, 
Hasta  que  cede  á  la  fuerza 

Y  prisionero  le  cogen; 

Y  así  inerme,  y  así  herido, 
A  Miramón  desconoce; 

Y  Degollado  y  Govantes 
A  sus  Isidos  se  le  ponen 
Con  Parías  Don  Benito 
Que  la  misma  suerte  corre. 

En  la  Capital  se  sabe 
De  Toluca  la  derrota, 

Y  beben  coñac  los  frailes 

Y  bailan  cancán  las  monjas, 
Atrepellan  su  decoro 

Las  distinguidas  matronas, 
Que  por  ser  buenas  cristianas 
Se  olvidan  de  ser  señoras. 
A  los  tristes  prisioneros 
De  dos  en  fondo  se  forman, 

Y  pie  á  tierra  caminando 
Rumbo  de  México  toman. 
De  los  jefes  principales 

Que  en  Toluca  se  aprisionan. 
Hasta  decidir  su  suerte 
El  suplicio  se  pregona; 
De  unos  irritando  el  odio. 
De  los  libres  la  congoja; 
Influencias  mil  se  desatan 
Que  enardecen  la  zozobra, 

Y  temores  y  esperanzas 
Como  que  en  el  aire  notan. 
Unos  dicen,  que  de  Márquez 
No  se  apacigua  la  cólera, 

Y  quiere  que  se  fusilen 
lyos  presos  á  toda  costa. 
Aunque  después  ha  vestido 
Saco  de  misericordia. 

De  Miramón  dicen  otros 
Que  fué  la  zana  rabiosa. 
Mas  en  nuestra  mente  dudas 
Dejó  indecisa  la  historia. 
Pero  el  reloj  de  la  muerte 
Señala  supremas  horas, 
Que  de  la  prisión  terrible 


5l6  GUBRRA  DB  RBPORMA. 


Al  cadalso  el  trecho  acortan. 
En  los  bravos  prisioneros 
Ninguna  emoción  se  nota, 
Ni  fanfarrones  se  muestran, 
Ni  manifiestan  congojas, 
Esperando  resignados 
Lo  que  la  suerte  disponga. 
Por  fin,  al  formarse  el  cuadro 

Y  estando  lista  la  tropa, 
La  ejecución  se  suspende; 
Los  mochos  se  insurreccionan 

Y  prorrumpen  en  injurias 
En  contra  los  que  perdonan 
Aquel  triduo  de  bandidos 
De  la  humanidad  deshonra. 

Berriozábal,  Degollado 

Y  Parías  con  escolta 
Bien  presos  se  les  conduce 
A  la  capital  famosa; 
Miramón  es  quien  los  cuida, 
Quien  atento  los  coloca 

En  coches,  con  miramientos 
Como  á  decentes  personas; 

Y  notando  que  la  plebe 
En  México  se  alborota, 

Y  que  insolente  al  vencido 
Injuria,  con  previsora 
Decencia,  por  excusadas 
Calles  que  los  dos  ignoran 
Se  les  conduce  sin  ruido 

Y  en  Palacio  los  aloja. 
Donde  permanecen  presos 
En  una  quietud  notoria, 

Y  do  fáciles  se  ocultan 
A  las  miradas  curiosas. 

De  Calpulalpan  la  rota 

De  México  abrió  las  puertas 

A  la  chinaca  triunfante 

Y  á  sus  heroicas  banderas, 
Sellando  el  triunfo  del  pueblo 
Kl  gran  González  Ortega. 
Miramón,  al  escaparse. 

El  mando  en  la  ciudad  deja 


I 
GüBRRA  DB  REFORMA.  517 


Al  ilustre  Degollado, 

Y  á  Berriozábal  entrega 
Sus  omnímodos  poderes 
Sin  humildad  ni  soberbia. 
Entonces  los  prisioneros 
Knmedio  al  contento  imperan; 
Porque  esta  plebe  es  la  misma 
Que  lleva  palmas  y  perlas 
Para  todos  los  que  vencen, 

Y  la  fortuna  camelan; 

Y  que  grita  tole,  tole, 
Cuando  la  fortuna  adversa 
Vuelve  la  espalda  al  vencido 
Aunque  laureles  merezca. 
Al  fin  venció  la  Reforma 
Señalando  una  nueva  era. 

Y  con  ella  la  victoria 

Del  derecho  y  la  conciencia, 
Que  aunque  tenga  sus  eclipses, 

Y  tenga  sus  nubes  negras, 

Y  amenazas  de  sotanas 

Y  de  sables  resistencias, 
Al  fin  brillará  en  los  cielos 
Como  sol,  con  pompa  excelsa, 
Dejando  que  los  retrógrados 
En  el  vil  fango  se  pierdan. 


Octubre  31  de  1896, 


5^8  GUERRA  DE  REFORMA. 


BRGve  Y  CRemeBunDO  RomAnee 

De 

LA  BATALLA  DG  (^ALPULALPAD. 


Inundando  los  caminos 

Y  alegrando  las  ciudades, 
Poderosa  la  Reforma 
Lleva  sus  tropas  triunfantes 
A  la  Capital,  postrero 
Refugio  de  los  magnates, 
Productos  del  matrimonio 
De  la  sotana  y  el  sable, 

¡Oh,  qué  bello  es  cuando  un  pueblo 
Se  yergue  y  se  siente  grande! 
Infúndele  la  luz,  vida, 
Valor  respira  en  el  aire, 

Y  enanos  ve  á  los  tiranos 
Porque  se  siente  gigante. 
A  su  paso  coge  flores 

Y  de  los  tristes  jacales 
Salen  mujeres  á  puños, 
Ancianos  y  niños  salen 
A  ofrecer  agua  y  tortillas 
A  los  soldados  galantes 
Que  entre  músicas  y  vivas 

Y  banderas  y  estandartes, 
Pasan  regando  contentos 

Y  derramando  donaires. 
Entre  todos  se  alza  Ortega 
Fogoso,  activo  y  amable, 
Adoración  del  soldado, 
Encanto  de  las  comadres, 

Y  en  los  momentos  supremos, 
Sublime  por  sus  arranques. 


GUERRA  DB  REFORMA.  519 

Lleva  diez  y  seis  mil  hombres 
De  tropa  y  de  chinacates^ 
£1  todo  formando  pueblo, 
Que  es  forzoso  que  se  empaten 
Los  de  la  misma  madera 
Sin  distinciones  ni  clases; 
Porque  aunque  valgan  las  reglas 
De  los  libros  melitareSy 
Quien  con  la  opinión  no  cuenta, 
Castillos  hace  en  el  aire. 
La  fuerza  llega  contenta 

Y  se  le  mira  situarse 
En  unas  lomas  tendidas 
Que  descienden  en  ramales, 

Y  termina  una  llanura 
Con  la  maleza  cerrándose. 

II 

LA  SALIDA. 

ffNo  cedas  un  solo  punto, 
Hazte  fuerte,  Macabeo,'» 
A  una  vez  gritan  con  furia 
La  aristocracia  y  el  clero. 
De  esos  que  á  la  lid  azuzan, 
Pero  que  zafan  el  cuerpo 

Y  se  esconden  humildosos 
A  darse  golpes  de  pecho 
Diciendo:  «no  hay  que  irritarse, 
Que  así  lo  dispone  el  cielo.» 
Miramón,  firme  y  altivo, 
Audaz,  vigoroso,  entero. 

Se  exalta  con  el  peligro, 
Se  engrandece  con  el  riesgo; 
Reúne  hasta  ocho  mil  soldados 
Con  sus  piezas  y  armamento, 

Y  resuelto,  al  enemigo, 
Sale  arrojado  al  encuentro 
Para  batirle  en  detalle 

Y  obtener  triunfo  completo. 
Llama  á  los  mejores  jefes 

Y  les  señala  sus  puestos 

A  Márquez,  Vélez,  Negrete, 
Que  serán  su  desempeño. 


520  GUBRRA  DB  RBPORMA. 

Veinte  auroras  de  Diciembre 
Coutaba  severo  el  tiempo, 
Cuando  los  bandos  contrarios 
Iracundos  se  embistieron. 
Hay  fuertes  arremetidas, 
Se  traban  choques  sangrientos, 
Manda  á  la  caballería 
Que  cargue,  Miramón  fiero. 
Cargan,  y  Ortega  rechaza 
Sus  ímpetus  con  esfuerzo; 
Los  dragones  vuelven  caras, 
Otros  se  acogen  huyendo 
A  las  banderas  de  Ortega 
y  otros  se  pierden  dispersos. 
La  derrota  se  consuma, 
Se  mira  regado  el  suelo 
De  correajes,  de  mochilas 
Y  de  parque  y  armamento. 
Músicas»  baile,  comidas. 
Se  ven  en  los  campamentos, 
y  parece  que  los  llama 
Coqueta  la  hermosa  México. 

III 

I.A  VUELTA. 

Torna  á  la  ciudad  desierta 
Miramón  y  compañeros, 
A  ver  si  logra  la  pluma 
Lo  que  no  pudo  el  acero, 
y  ayuda  pide  confiado 
A  Ministros  extranjeros, 
Entre  quienes  mucho  influye 
Aquel  barrigón  Pacheco 
Que  decía  con  reserva 
A  su  sesudo  Gobierno: 
«La  Intervención  extranjera 
Para  éstos  es  el  remedio, 
Que  tratarlos  como  á  gentes 
Es  todo  perder  el  tiempo; 
Con  estos  indios  rebeldes 
Garrotazo  y  tente  tieso. 

Enero  de  1897. 


GÜBRRA  DE  REFORMA.  52 1 


YienTO  De  HeFOHma. 

RomBoso  Y  pLAmmDO  KomAncG 

TRAÍDA  I)I$T0RI9A. 
I 

INTRODUCCIÓN. 

Se  hacen  rajas  los  tambores, 
Gritan  roncas  las  cometas, 

Y  basta  los  pinos  del  monte, 

Y  hasta  las  formales  bestias 
Parece  que  se  reaniman 

Y  parece  que  se  alegran 
Con  las  retozonas  dianas 
Que  por  todas  partes  suenan. 

Y  era  el  campo  de  batalla 
Regado  por  donde  quiera 
De  cadáveres,  despojos, 
Despedazadas  cureñas 

Y  heridos  que  se  arrastraban 
Sobre  la  tierra  sangrienta. 
¡Oh  campo  de  Calpulalpan, 
Si  hablaras,  cómo  dijeras 
Hazañas  que  por  lo  grandes, 
Hazañas  que  por  lo  excelsas. 
Parecerían  forjadas 

Por  el  sueño  6  la  quimera! 
La  Reforma  victoriosa 
levantaba  la  cabe?4 


ROMAKCSS.— 66. 


S22  GUSRSÁ  DB  RBFORMA. 


Coronada  de  laureles, 
Con  una  antorcha  en  la  diestra 
Que  ahuyentaba  del  pasado 
Las  maléficas  tinieblas. 

Y  el  fanatismo  tirano 

Y  la  pervertida  Iglesia, 
Refugio  de  los  traidores 

Y  su  asquerosa  caterva, 
Por  siempre  se  desplomaban 
En  la  maldecida  huesa 

Que  abrieron,  viles  al  pueblo, 
A  su  honra  y  su  independencia. 
A  pesar  de  la  victoria 

Y  sus  grandes  consecuencias, 
Los  proceres  de  los  fueros 
No  quieren  soltar  la  presa, 

B  impulsan  negociaciones 
Con  astucia  y  sutileza 
Para  formular  convenios 
Con  las  ya  vencidas  fuerzas, 
Comprometiendo  Ministros 
De  naciones  extranjeras, 
Que  á  Berriozábal  llevaban 
De  garantía  cual  prenda, 

Y  que  se  encontraba  preso 
En  México,  do  la  fuerza 
Le  trajo  desde  Toluca 
Lleno  de  honra  y  de  decencia. 

II 

BIOGRAFÍA. 

Fué  el  héroe  de  Calpulalpan 
Jesús  González  Ortega, 
El  rábula  en  Juchipila, 
Según  la  maledicencia: 

Y  con  él  se  hicieron  á  una 
En  la  batalla  postrera, 
Justo  Alvarez,  Zaragoza 

Y  Leandro  Valle,  presea 
De  la  juventud  hermosa, 
De  la  militar  carrera. 

Y  Alvarez,  el  que  el  plan  hizo 
De  campaña,  con  conciencia. 


GUKRRA  DB  REFORMA.  523 


Y  que  Zaragoza  y  Valle 
Nobles  elogian  y  aprueban, 

Y  esforzados  oficiales, 
Que  mi  mente  no  recuerda, 
Con  Chucho  Lalanne  intrépido 
Las  palmas  del  triunfo  llevan. 
Mas  presto  está  el  caballete 

Y  en  mis  manos  la  paleta; 
Dejad  que  en  el  tosco  lienzo 
De  mi  grosera  leyenda 
Pinte  las  breves  bocetos, 
Trace  las  líneas  ligeras 

De  aquellos  hombres  que  exhuma 
Del  polvo  mi  reverencia; 
De  los  que,  si  algunos  viven 
Es  como  si  no  existieran, 
Pues  los  cubren  desengaños, 
O  el  desprecio  y  la  miseria. 

III 
gonzílez  ortega. 

Alto,  bien  formado,  airoso, 
Pelo  negro,  frente  estrecha. 
Ojos  pequeños,  vivaces, 
En  el  pelo,  raya  abierta, 
Con  los  pómulos  salientes, 
Con  la  risa  franca  y  fresca; 
Manirroto  para  todos, 
Nunca  por  su  conveniencia; 
Era  su  alma  limpio  lago 
En  cuyas  ondas  serenas 
Reflejaban  los  luceros 

Y  brillaban  las  estrellas, 
Pero  que  al  más  leve  soplo 
De  las  pasiones  intensas 
Repentinas  se  levantan 

Sus  aguas,  braman,  se  crespan 

Y  producen  tempestades 
Que  hacen  retemblar  la  tierra; 
O  risueñas  y  amorosas 

Con  las  yerbecillas  juegan, 

Y  con  sentidos  arrullos 


524  GUBRRA  DB  RBFORMA. 


Por  el  aire  inciertas  vuelan. 
Jamás  empañó  la  envidia 
El  cristal  de  su  conciencia; 
Nunca  rencores  villanos 
Tendieron  sobre  él  sus  nieblas; 

Y  nunca  ambición  dañada 
Fué  brújula  de  sus  proezas; 
Era  pueblo,  así,  inexperto, 
Así  de  heroicas  grandezas, 
Así  ardiente,  apasionado, 
Así  de  bondad  extrema, 
Dejando  cual  libres  aves 
Recorrer  la  inmensa  esfera 
A  sus  ensueños  de  gloria 

Y  su  pasión  por  las  bellas. 


A  Justo  Alvarez  no  pinto, 
Porque  tengo  por  sistema 
Guardar  para  los  que  viven 
Una  estudiada  reserva, 
Y  porque  tengo  en  tal  precio 
De  ese  mi  amigo  las  prendas, 

?ue  pudieran  mis  escritos 
ornarlas  en  lisonjeras. 


Pero  allí  está  Zaragoza 

De  mi  pincel  en  espera; 

Aquel  de  cabello  lacio, 

Aquel  de  cutis  de  seda; 

Puro  indio,  de  dientes  blancos. 

Siempre  en  actitud  modesta, 

Ni  se  escuchan  sus  palabras 

Ni  ruido  alguno  le  inquieta; 

Es  vulgar  su  continente, 

Mira  con  indiferencia 

Lo  que  en  su  tomo  acontece, 

Y  cuando  menos  se  espera 

Estalla  firme  y  tronante 

Lo  que  quiere  y  lo  que  piensa. 


GUHÍRRA  DB  RBFORMA.  525 


Espérate,  Leandro  Valle, 
Un  solo  momento  espera, 
Que  no  me  dejas  postura, 
Que  sosiego  no  me  dejas 
Para  trazar  el  fieltrillo 
Que  te  cubre  la  cabeza, 
Ni  pintar  tus  ojos  verdes, 
Ni  tu  pelona  chancera, 
Ni  esa  boca  en  que  los  chistes 
Por  escapar  se  atrepellan. 
Burlando  ese  diente  roto 
Que  dentro  tu  boca  impera. 
Esa  alma  sobre  tu  rostro 
De  par  en  par  está  abierta, 
Es  como  un  salón  tu  frente 
De  la  honra  y  de  la  decencia. 
¡Oh,  muchacho!  Tu  bogabas 
En  la  sublime  grandeza, 
Como  un  ánade  en  las  aguas 
Que  inmensas  olas  despliegan. 
Hijo  de  lo  temerario, 
Arrojabas  tu  existencia 
Al  torbellino  revuelto 
De  la  desastroza  guerra. 
Como  ninguno,  valiente; 
Cual  nadie,  en  horas  supremas, 
Siguiendo  de  la  experiencia 
Las  casi  borradas  huellas. 

Y  aquel  muchacho  travieso, 
Aquel  prófugo  de  escuela 
En  el  consejo  apelaba 

A  la  calma  y  la  prudencia, 
Viendo  sólo  por  la  patria 

Y  de  su  honor  en  defensa. 

IV 

ENTREVISTA. 

Tras  la  empeñada  contienda 
Vino  el  alegre  descanso; 
González  Ortega  estaba 
Sin  pompa  y  sin  aparato 
En  el  pueblo  de  Tepeji, 
De  Calpulalpan  cercano, 


5^6  GUERRA  DB  REFORMA. 


Con  los  jefes  principales 
Que  compartieron  su  mando 

Y  que  cerca  de  su  estancia 
Se  hallaban  como  alojados. 
Pero  su  mismo  aposento 
Era  almacén  de  embarazos, 
Por  todas  partes  fusiles 

Y  monturas  y  galápagos; 
Está  en  mangas  de  camisa 
Con  una  mesilla  al  lado 
Con  avíos  de  escritura, 
Lacre,  sellos,  papel  blanco, 
Cuando  se  oye  brusco  ruido 

Y  tres  carruajes  pararon 
Al  frente  de  su  aposento 
Cual  si  fuera  por  asalto; 
Los  gritos  de  los  cocheros. 
El  estallar  de  los  látigos 
Difundieron  cierta  alarma 
Entre  Jefes  y  soldados. 

De  aquellas  tres  diligencias 
Con  cierta  pompa  bajaron 
El  Embajador  de  Francia, 
Inquieto,  grueso,  chaparro, 
Con  el  color  encendido, 
Caricatura  del  briago. 
Tuerto,  con  un  lente  puesto 
Sobre  el  caballete  chato, 
— Es  el  Ministro  de  Francia, 
Monsieur  Saligny — exclamaron; 

Y  se  miraban  las  caras 

Con  disgusto  y  desconfiados. 
Desciende  otro  personaje: 
Es  de  vientre  exagerado, 
Pinta  en  el  suelo  su  sombra 
La  fiel  silueta  del  sapo; 
Cojo,  la  derecha  mano 
En  su  bastón  apoyando; 
Era  el  célebre  Pacheco, 
En  España  renombrado 
Por  sus  libros  excelentes 

Y  por  su  talento  claro; 

Y  era  astuto  como  zorra, 

Y  era  feo  como  el  diablo; 
Ministro  para  los  mochos, 


GUBRRA  DB  RBFORMA.  527 


De  habilidades  dechado. 
Ayestarán  bajó  el  último, 
Medido,  decente,  cauto, 
De  Miramón  noble  amigo 

Y  honra  de  sus  partidarios. 
No  atino  si  Berriozábal 
Era  completo  del  cuadro 

E  iba  como  garantía 
Que  pidieron  los  contrarios; 
Pero  lo  cierto  del  cuento, 
Lo  verídico  del  caso. 
Es  que  los  Ministros  iban 
Por  un  convenio  6  contrato 
Para  hacer  el  juego  tablas 
Entre  tirios  y  troyanos, 
Por  un  pastel  que  comieran 
Los  de  arriba  y  los  de  abajo, 
Declarando  la  Reforma 
Cuerva  coja  y  peso  falso. 
Los  viajeros  con  Ortega 
Presurosos  se  encerraron, 

Y  se  levantaron  nubes 
Tempestades  presagiando. 


AMAGO  DB  TORMBNTA. 

Era  jefe  de  Ingenieros 
El  ya  mentado  Pepe  Alvarez; 
A  él  sus  pasos  dirigieron 
Los  queridos  generales 
Don  Ignacio  Zaragoza 

Y  el  famoso  Leandro  Valle; 

Y  este  chiquitín  le  dijo 
Al  General  sin  ambajes: 

— <c Volcanes  son  los  cuarteles 
En  que  rebrama  el  coraje. 
Pues  se  habla  de  transacciones 

Y  de  juegos  de  compadres 
En  contra  de  lo  mandado 
Expresamente  por  Juárez, 
Traicionando  sus  principios, 
Haciendo  á  la  causa  fraude, 

Y  dejando  á  nuestra  patria 


528  GUBRRA  DB  REFORMA. 


En  peor  estado  que  en  antes; 

Y  si  para  estas  comedias 
Se  ha  vertido  tanta  sangre, 

Y  esta  guerra  ha  sido  un  juego 
De  histriones  y  de  farsantes, 
Antes  que  engañar  al  mundo 

Y  hacer  al  honor  ultrajes, 
La  rebelión  está  pronta 
Con  nosotros  á  vengarse.  j> 
José  Justo  oyó  con  calma 
Del  joven  héroe  el  arranque, 

Y  ajustándose  la  horqueta 
Al  muslo,  marchó  al  instante 
Al  punto  de  los  convenios 
Que  debían  ajustarse; 
Entró  al  cuarto,  comedido, 

Y  con  resuelto  talante 
Dijo  á  todos:  «yo  protesto 
Contra  lo  que  se  pactare.» 
cfjSilencio!» — replicó  Ortega, — 
«Que  vengan  mis  ayudantes,» 
— La  tropa  está  enfurecida, 
Está  pronta  á  sublevarse. — 
Grita,  confusión,  trastorno 

Se  levanta,  los  magnates 

Ni  quieren  soltar  su  presa 

Ni  encuentran  en  qué  apoyarse. 

Saligny  se  mueve  inquieto 

Al  tronar  cual  triquitraque; 

Pacheco,  con  más  astucia. 

Le  dice  á  José  Justo  Alvarez: 

— «Señor,  las  luchas  de  hermanos 

Así  deben  acabarse; 

Para  abrazos  de  Vergara 

Siempre  hay  oportunidades. — 

La  transacción  no  es  posible. 

Pueden  ustedes  marcharse.»— 

Dijo  Ortega  conmovido 

Viendo  un  abismo  delante, 

Y  dijo  hablando  consigo. 
Cual  si  no  lo  oyera  nadie: 
«Lo  primero,  es  lo  primero: 
Que  la  Reforma  se  salve.» 
— «¿Qué  decís?» 

-  «Lo  que  yo  digo 


GUERRA  DB  REFORMA.  529 


Es  el  que  obedezco  á  Juárez.» —  ! 

Se  recogen  los  papeles,  ¡ 

Se  alista  rápido  el  viaje, 

Y  los  proceres  salieron 
Como  ratas  por  tirante. 
La  tropa,  que  furibunda 
Esperaba  el  desenlace, 
Mira  á  González  Ortega 
Con  Zaragoza  y  con  Valle, 

Y  formándose  espontánea 
Con  beneplácito  de  Alvarez, 
A  Ortega  le  tributaron 

Los  honores  militares, 
Salvando  de  la  Reforma 
Intactas  sus  libertades 
Después  del  de  Calpulalpau 
Definitivo  combate. 


ROMAMCSS.— 67. 


530  GüXRRA  DS  SBPOSMA . 


GKAnoe  Y  BIGn  sazodado 

KomAnee:  dg  "no  i>ay  mA$  alla' 


6n  oae  $€  ox  9Q6qta 

M  LA  eOTKADA  TRIUOBAL  60  mCXICO  ML  €J€KeiTO  ])€  LA  RCBORDIA. 
€1  1?  DG  Gn€HO  DGL  AfiO  D«  1861. 


I 
PARA  PRINCIPIAR. 

Hay  en  el  campo  canudos. 
Donde  quiera  suenan  dianas, 
Corriendo  al  cielo  los  cohetes, 
Arman  en  el  aire  frasca. 
El  suelo  riegan  las  flores 
Por  donde  la  gente  pasa, 
Hacen  en  las  altas  torres 
Machincuepas  las  campanas, 

Y  como  caras  de  gentes 
Muestran  paredes  y  casas, 
Según  ríen  sus  balcones, 
Según  miran  sus  ventanas, 
Al  revolar  sus  cortinas, 
Sus  gallardetes  y  fajas. 
Trasciende  el  de  guajolote, 
Corre  á  ríos  el  tlamapa, 

Y  las  músicas  de  tropa, 
De  peladaje  cercadas,  ' 
Van  por  calles  y  plazuelas 
Armando  ruidosa  zambra, 
¿Saben  por  qué,  valedores? 


GüKRRA'dB  RBFORMA  531 


Es  que  boy  entre  la  chinaca, 
I^a  brilla  el  tacón  de  bueso. 
Zumba  contento  la  bilacha, 

Y  entra  González  Ortega 
Gritando  con  voz  mujr  alta: 

— **También  el  ahuautle  es  gente, 

Y  bay  ley  para  la  canalla!" — 
Por  de  contado  los  mochos 
Están  que  les  arde  el  alma 
Mas  que  vistan  de  morado 

Y  mas  que  arrastren  espadas; 
Porque  era  de  ellos  la  fruta, 

Y  eran  del  pueblo  las  cascaras, 
i  Oh,  tú,  de  Cbapultepeque 
Grande  y  hermosa  calzada! 
Casi  has  desaparecido 

Bajo  las  tropas  formadas 
Con  sus  arreos  muy  limpios, 
Con  vestimenta  variada, 
Y^L  probé,  á  lo  que  dá  el  naipe, 
Ya  de  uniforme  de  gala. 


Al  sol  brillan  los  fusiles, 
Al  aire  van  desplegadas 
Las  tricolores  banderas 
Que  tanto  alegran  las  almas; 
Los  guiones,  los  estandartes, 
Banderolas  de  las  lanzas 
Que  á  lo  alto  forman  tumulto 
De  seda,  de  oro  y  de  plata. 
Desde  Belén,  mar  inmenso 
De  gente  ardorosa,  arranca. 
Donde  flotan  de  los  coches 
Los  pescantes  y  las  cajas, 

Y  donde  guapos  jinetes 
Se  detienen  y  se  atrancan. 
Los  niños  sobre  los  hombros 
De  sus  autores  cabalgan, 

Y  los  ágiles  muchachos 

Se  montan  sobre  las  ramas     . 
De  los  sauces,  que  limitan 
De  Bucareli  las  zanjas. 


532  GUERRA  DB  RBFORHA. 


II 
BN  MARCHA. 

Esas  opulentas  calles 
Llenas  de  pompa  y  encantos, 
Que  corren  de  la  Alameda 
A  la  plaza  y  al  Palacio, 
Se  tornaron  en  salones 

Y  en  ostentación  de  boato; 
Vése  en  los  altos  candiles 
El  iris  reverberando, 

Se  dan  vuelo  las  cortinas, 

Y  arman  de  contento  escándalo 
Los  espejos,  las  macetas, 

Los  floreros  y  naranjos 
Que  en  verjeles  los  balcones 
Como  por  magia  tomaron. 


Ya  ruge  la  marejada 
De  la  multitud,  ya  cautos 
Se  arriman  á  las  paredes 
Las  viejas  y  los  ancianos; 
Ya  corren  tras  de  la  valla 
Que  forma  el  pueblo  agitado, 
Los  portadores  de  nuevas, 
Los  perros  desaforados; 
Ya  cruzan  los  ayudantes 
Fachosos,  pantomimiando, 
Empujando  á  los  curiosos 

Y  sofrenando  el  caballo; 
Se  oye  el  clarín  á  lo  lejos, 

Y  por  Belén  van  entrando, 
Al  retronar  de  los  vivas 

Y  al  estallar  los  aplausos, 
González  Ortega  afable, 

En  medio  á  un  grupo  extremado 
Por  sus  bridones  hermosos, 
Por  sus  jinetes  bizarros. 
— ¿Ese  quién  es? 

— Alatorre. — 
Chiquitín,  trigueño,  flaco, 

Y  son  los  de  Zacatecas 


GUBRRA  D£  REFORMA.  533 


Los  que  vienen  á  su  mando, 

—  ¿Veis  ese  guerrero  erguido, 

Como  en  bronce  modelado, 

Con  los  ojos  de  azabache, 

Talle  esbelto,  gentil  garbo. 

Esmerado  pn  el  vestirse, 

De  modales  cortesanos? 

Ese  es  Antillón  famoso, 

Jefe  de  los  guanajuatos. 

—¿Y  aquel  General  enjuto. 

Pálido,  como  de  flato, 

Por  qué  se  viene  exhibiendo 

O  por  qué  se  marcha  espacio? 

— Ese  es  Regules  intrépido, 

En  la  batalla  un  Bernardo, 

El  que  cuando  el  bronce  truena 

Entre  centellas  y  rayos, 

Se  yergue  anunciando  triunfos 

A  sus  valientes  soldados; 

Y  su  tropa  es  de  Morelia 
Que  renombre  ha  conquistado 
En  la  lid  por  la  Reforma 
Que  hora  miramos  triunfando. 
Toro  Manuel  al  fin  viene 

De  Leandro  Valle  ocupando 
El  puesto,  pues  Zaragoza 
Le  dio  difícil  encargo. 
La  brigada  es  de  Jalisco, 
De  esos  del  ganado  bravo, 
De  esos  que  dicen  resueltos 

Y  echándosela  de  lado, 
Que  *  Jalisco  nunca  pierde. 

Y  si  no  cojo,  arrebato." 
Después  llega  la  chinaca, 
Los  giros  de  sombrero  ancho, 
Los  de  blusas  coloradas 

Y  los  de  regiegos  cuacos; 
Los  de  bu&nda  de  estambre 
Endinos  y  retobados, 

De  esos  que  rifan  el  cuero 

Y  ni  conocen  Palacio. 
Al  frente  de  la  chinaca 
Vése  al  altivo  Aureliano; 
Aquel  dealtiro  hombrecito, 
Aquel  iealHro  planchado, 


534  GUBRRA  DB  REFORMA. 


Con  SU  copete  de  curro, 
Sus  ojos  relampagueando, 
Medio  avispado,  chatillo 

Y  con  la  risa  en  los  labios. 
Viene  Chavota  parejo 

Y  chanceándose,  de  un  lado; 
Del  otro  Cosío  Pontones, 
Entonces  de  veras  guapo, 
Decente  de  nacimiento 

Y  con  pesos  en  el  saco. 
Que  llegó  desde  Colima 
Dejando  de  hazañas  rastro; 
Tirante  con  los  de  arriba, 
Parejo  con  los  de  abajo; 
En  la  marcha  el  regocijo 
Lanza  dichos  á  puñados: 
¡Viva  González  Ortega!, 
¡Viva  el  chinaco  Aureliano!, 

Y  charangas  y  trompetas, 

Y  entusiasmado  el  fandango, 
Parece  que  abren  la  tierra, 
Los  muertos  resucitando, 
Alegrando  la  otra  vida 

Y  haciendo  feliz  al' diablo, 

III 

'      ¡avancen! 

Esa  famosa  garita 
Que  todos  de  Belén  nombran, 
La  pisaron  insurgentes 
Cuando  reinó  la  Colonia; 
Esa  garita  fecunda 
En  tradiciones  hermosas 
Por  do  entró  la  independencia 
Con  Iturbide,  gloriosa, 
Levanta  su  arco  de  triunfo 
Con  palmas  y  con  coronas 
Para  que  pasen  del  pueblo 
Las  esclarecidas  tropas, 
Las  de  sombreros  de  palma 

Y  las  de  las  blusas  rojas. 
Mirábase  su  corriente 
Como  un  río  de  amapolas, 


GUB&RA  DK  REFORMA  535 


Y  como  tapiz  de  púrpura 
Que  tiende  sagaz  la  gloria 
Sobre  de  la  regia  espalda 
De  la  Capital  hermosa, 
Para  que  celebre  augusta 
Del  derecho  la  victoria. 
Parecíase  al  incendio 
Que  las  nubes  caprichosas 
Fingen  en  el  Occidente 
Cuando  al  sol  purpureo  flotan, 

Y  en  el  azul  de  los  cielos 
Se  derraman  luminosas. 
De  Bucareli  en  el  centro, 
Junto  á  la  fuente  famosa, 
Hace  alto  Ortega,  y  silencio 
Guardan  músicas  y  tropas. 
£ra  Baz  Maximiliano, 

A  quien  el  bozo  no  asoma, 
Liberal  de  sangre  pura 

Y  de  gallarda  persona: 
Con  su  cabellera  rubia, 
Con  su  palabra  fogosa, 
Quien  saludaba  á  los  héroes 
En  unas  brillantes  trovas 
Que  caldeaba  el  entusiasmo 
Brotando  en  ardientes  notas. 
Avanza  entre  aclamaciones 
El  ejército,  y  las  rosas 
llovían  de  las  alturas 

Con  laureles  y  coronas. 
Ya  no  circula  la  gente; 
Ya  se  empuja  y  amontona, 
Ya  se  extiende  rebramando. 
Ya  ruge  en  hirvientes  olas. 
Que  es  león  terrible  el  pueblo 
Que  estremece  cuando  goza, 
Que  espanta  aunque  esté  dormido, 

Y  es  feroz  cuando  se  enoja. 
Al  Puente  de  San  Francisco 
Bellos  tapices  adornan, 

Y  banderas  tricolores 
Sobre  estatuas  alegóricas, 
O  los  retratos  queridos 
Que  viven  en  la  memoria 
De  los  héroes  de  Dolores, 


53^  GüBRRA  DB  RBPORMA. 


ídolos  de  los  patriotas. 
Allí  está  el  Ayuntamiento, 
Que  con  dignidad  notoria 
Recibió  al  caudillo  ilustre 
Que  encarnaba  la  Reforma. 
Al  pasar  los  concejales, 
El  pueblo  gozoso  nombra 
A  Miguel  López,  obrero 
Lleno  de  valor  y  de  honra, 
Que  más  tarde  en  San  Lorenzo 
Conquistó  una  muerte  heroica. 
Junto  de  él,  garboso  avanza 
El  diligente  Ibarrola, 
Querido  por  sus  virtudes 

Y  fecundo  en  buenas  obras. 
Pelón,  lampiño,  ojos  negros, 
Gabino  Barreda  forma, 

A  quien  miraban  los  sabios 
Como  de  la  ciencia  antorcha. 
El  guapo  Agustín  del  Río, 
Camina  como  de  broma, 
De  la  juventud  orgullo, 

Y  de  la  gente  de  moda 
Querer,  por  sus  aventuras 
Arriesgadas  y  graciosas. 

Y  va  Justino  Fernández, 
El  de  gallarda  persona, 
Modelo  de  caballeros, 

Y  de  sus  amigos  joya. 
Van  otros  que  mi  romance 
Diminuto  no  menciona, 
Porque  los  recuerdos  faltan 
Do  la  voluntad  me  sobra. 
Allí,  al  medio  de  la  calle. 
Sin  aparato  ni  pompa, 

De  Florencio  del  Castillo 

Se  destaca  la  persona: 

Era  Lencho,  6  bien  el  «Genio,» 

Un  periodista  de  nota, 

De  personal  desgarbado. 

Casi  al  fugarse  la  ropa 

De  su  perezoso  cuerpo 

Que  descansa  en  largas  botas. 

Ni  ancha  frente,  ni  ojos  vivos. 

En  el  exterior  ni  sombra 


GUKRRA  DB  RBFORMA.  537 


De  su  inteligencia  clara» 
Ni  de  su  alma  generosa. 
Siempre  durmiendo  los  ojos, 

Y  siempre  abierta  la  boca; 
De  los  suyos  era  encanto, 
Nadie  le  desprecia  ni  odia; 
Al  Monitor  los  fulgores 
De  su  talento  dan  boga, 

Y  la  novela  le  rinde 

Sus  palmas  deslumbradoras. 
Que  dan  realce  á  sus  laureles 
De  esclarecido  patriota. 
Al  v«r  á  la  comitiva, 
Ortega  la  mapha  acorta 
En  medio  al  mar  de  cabezas 
Que  le  circundan  ansiosas: 
Desciende  de  su  caballo 

Y  modesto  el  puesto  toma 
Que  frente  á  los  concejales 
Le  marca  la  ceremonia. 
Habló  Florencio  elocuente, 
Con  ideas  tan  grandiosas. 
Con  tan  intensa  ternura, 
De  la  patria  y  su  victoria, 
Que  desataba  corrientes 
Eléctricas  y  asombrosas. 
Hay  lágrimas  en  los  ojos, 
Gritos  de  gozo  en  las  bocas, 

Y  hay  en  la  luz  y  en  el  aire 
Delicias  embriagadoras. 

IV 

JOAQUÍN  VILLALOBOS 

Entre  tanto,  en  la  garita 
Peroraba  á  la  chinaca 
Aquel  Joaquín  Villalobos 
De  tan  extendida  fama, 
Delgado  como  un  alambre, 
Ojos  negros,  frente  pálida, 
Paz  de  pájaro  asustado, 
De  esos  que  no  valen  nada; 
Mas  eran  como  unos  ¿ardos 
Sus  entusiastas  palabras, 


RaMANCX8.^-68. 


53S  GUERRA  DB  REFORMA. 


Pero  con  las  tempestades 
Como  gaviota  bogaba, 
Arrostrando  los  peligros, 
Encabezando  á  las  masas, 
Pues  hablaba  siempre  al  pueblo 
Sin  ambajes  ni  monadas; 

Y  el  pueblo  le  comprendía 

Y  con  amor  le  escuchaba. 
Era  inquieto,  turbulento, 
La  pasión  lo  dominaba, 

Y  entre  sus  mismos  delirios 

Y  sus  quimeras  extrañas, 
Se  miraban  refulgentes 
Las  ambiciones  de  su  alma, 
Todas  para  el  bien  del  pueblo 

Y  proclamando  á  la  patria. 


EL  GENIO. 

Cuando  terminó  Castillo, 
El  Ayuntamiento  en  ala 
En  manos  puso  de  Ortega 
De  nuestra  ciudad  las  armas. 
En  un  lujoso  estandarte 
Con  ricos  hilos  bordadas, 
Diciendo  su  Presidente: 
"Merecéis  bien  de  la  patria.'" 
En  un  lado  de  la  calle 
Ya  le  estaba  preparada 
A  Ortega,  regia  carroza 
Con  lujo  y  pompas  y  galas, 
Que  quiso  arrastrar  la  plebe 
En  esa  triunfal  entrada; 
Ortega,  obstinado,  rehusa, 
Y  á  pie  prosigue  su  marcha, 
A  pesar  de  los  millares 
De  gentes  que  se  agolpaban 
A  su  paso,  reluchando 
Para  mirarle  la  cara. 
La  multitud  se  acrecienta, 
Acrece  la  marejada, 
Los  chicos  de  las  escuelas 
Arman  terrible  algazara. 


GUERRA  DE  REFORMA.  539 


De  cien  clubs  los  estandartes 
Oscilantes  se  levantan, 
El  piso  desaparece 
Del  tropel  bajo  las  plantas; 
Las  paredes  son  mosaicos 
De  piedra  y  formas  humanas, 
Son  los  balcones  Olimpos 
Con  los  bustos  de  las  damas: 
Brillan  las  piedras  preciosas 
En  los  senos  y  gargantas, 

Y  en  la  altura  las  sombrillas 
Forman  caprichosas  fajas, 
De  mil  colores  variados 

Que  como  en  los  vientos  nadan. 

VI 
I  alto! 

Frente  al  Hotel  de  Iturbide 
Tocan  los  clarines  i  alto! 
¿Qué  fué?  ¿Por  qué  se  interrumpe 
De  la  comitiva  el  tránsito? 
Fué  que  en  aquellos  balcones 

Y  entre  la  gente,  emboscados, 
Ortega  vi6  á  Berriozábal 

Y  distinguió  á  Degollado. 

i  Alto!  ordena  á  los  clarines 

Y  Ortega,  de  pie,  esperando, 
Manda  por  sus  compañeros: 
Ellos  rehusan  obstinados. 
Hasta  que  logró  su  ruego 
Lo  que  no  pudiera  el  mando. 
Descienden  lo*  dos  caudillos; 
Los  tiene  Ortega  en  sus  brazos; 
En  los  ojos  de  los  héroes 

Se  vé  que  se  asoma  el  llanto, 

Y  la  multitud  prorrumpe 
En  tempestuosos  aplausos. 
Hace  Ortega  que  silencio 
Guarden  todos,  y  tomando 
De  la  Ciudad  el  escudo, 
Que  sustentaban  sus  manos. 
Gritó  con  voz  como  trueno: 
—  **[ Escuchadme,  mexicanos: 


540  GUERRA  DB  REFORMA. 


Este  emblema  victorioso, 

Solo  es  digno  de  llevarlo 

El  intrépido,  el  constante, 

El  inmortal  Degollado. 

A  él  se  le  deben  los  triunfos, 

A  él  merecen  ensalzarlo; 

Este  es  premio  de  sus  timbres 

De  patriota  y  de  hombre  honrado; 

Yo?  bastante  me  envanezco 

De  estar  entre  sus  soldados!" 

Y  puso  aquel  estandarte 
De  Degollado  en  las  manos, 
Dejando  de  su  modestia 

Y  abnegación,  un  dechado, 
Que  conservará  la  historia 
En  sus  inmortales  fastos. 
Hay  estampidos  de  gozo. 
Huracanes  de  entusiasmo; 
Arrojaban  los  sombreros 
Los  circunstantes  á  lo  alto, 

Y  á  lo  lejos  resonaba 

Dé  la  Marsellesa  el  canto, 
Sublime  grito  de  guerra 
Contra  los  viles  tiranos; 
Consigna  de  honra  y  victoria 
Para  el  pueblo  soberano. 

Y  empuñando  el  estandarte 
Con  viva  emoción  Don  Santos, 
Marchó  seguido  de  Ortega  . 
Hasta  llegar  á  Palacio. 


GUBRRA  Día  REFORMA.  54 1 


ROmflíKíe  DG  LUTO  Y  LLaílTO 

DGt 
GRADOe  AffllGO  DeL  PUGBLO 

Don  mGLííROK  oeAinpo. 


ENTRADA  PARA  DESAHOGO. 

No  la  pasión  ardorosa 
Que  á  la  rectitud  burlando 
Reviste  vulgares  hechos 
Con  las  galas  del  milagro  ; 
No  la  admiración  que  ciega 
Adorna  de  pompa  el  átomo 
Para  pintarle  cometa 
Por  entre  brillantes  astros, 
No;  que  la  verdad  severa 
Pone  la  pluma  en  mi  mano 

Y  á  su  luz,  quiero  que  admiren 
Al  grande  Melchor  Ocampo, 
Alma  en  alas  del  sublime 
Bebiendo  de  amor  los  rayos 
Para  darle  vida  al  pueblo 

Y  acatarle  soberano; 

lyUz  de  bien,  fuente  fecunda 
De  virtudes  y  amor  patrio, 
De  lo  justo  y  de  lo  bueno 
Encantador  receptáculo, 
De  la  caridad  ejemplo, 
Eminente  como  sabio. 

Después  de  tremendas  luchas 
En  la  prensa  y  el  Gobierno, 


54^  GÜKRRA  DB  RBFORMA. 


Al  ver  triunfante  su  causa, 
Se  retiró  con  sosiego 
A  su  rancho  de  Pomoca, 
Que  alzó  desde  los  cimientos, 
A  vivir  de  su  trabajo 
En  medio  de  sus  labriegos, 
Que  le  amaban  como  á  padre, 
Y  era  la  delicia  de  ellos. 


LA    PRISIÓN. 

Está  sentado  á  la  mesa 
Ocampo  con  Josefina 
Su  hija,  á  quien  idolatraba 
Porque  ella  lo  merecía, 
Cuando  en  tropel  invadiendo 
Aquella  estancia  tranquila, 
Con  turba  de  bandoleros 
Un  Don  Lindoro  Cajiga, 
Vil  escoria  de  la  España, 
De  los  mochos  sabandija, 
Cerca  á  Ocampo:  «dése  preso. >» 
Con  voz  airada  le  intima, 
De  su  familia  le  arranca 
Grosero  y  con  tiranía, 
Sin  permitir  que  un  instante 
Dijese  palabra  á  su  hija. 
El  bandido  guerrillero 
Hacia  Tepeji  camina 
Llevando  consigo  á  Ocampo 
A  quien,  feroz,  martiriza, 
nn  Tepeji  está  Zuloaga 
Con  su  canalla  maldita, 
En  donde  Andrade  se  luce, 
En  donde  Márquez  domina, 
Do  dá  la  ley  el  despecho. 
Donde  se  desfoga  la  ira, 
Y  do  la  rabia  enconosa 
Siembra  despojos  y  ruinas. 
Presentan  al  prisionero 
A  Zuloaga,  á  quien  instigan 
A  que  se  mate  en  el  acto 
Sin  demoras  ni  evasivas. 
Estupefacto  Zuloaga, 


GüBRRA  DB  RBFORMA.  543 


Lleno  de  dudas,   vacila, 

Y  que  se  le  forme  causa 
Con  imperio  determina. 
Entre  rugidos  de  enojo 

De  aquella  hambrienta  jauría 
De  verdugos  que  furiosos 
Quieren  destrozar  la  víctima, 
Estaba  Ocampo  cual  suele, 
Entre  lobos,  cierva  herida  5l(??ira 
Que  la  embisten,  que  la  ultrajan, 
Que  rugiendo  se  le  arriman 
Causándoles  su  tortura 
Contentamiento  y  delicia. 
A  una  pocilga  asquerosa 
Al  preso  se  le  confína, 
Sin  luz,  húmeda,  malsana. 
Pestilente,  inmunda  y  fría. 
El  preso  no  abrió  sus  labios 
Ni  dejó  su  actitud  digna. 
A  la  vez  un  ayudante 
Corriendo  á  Zuloaga  avisa 
Que  han  cogido  prisionero 
A  Ugalde,  á  quien  conocía 
Por  su  valor  indomable 
Como  jefe  de  guerrilla. 
** Fusilen  al  prisionero," 
Zuloaga  iracundo  grita; 

Y  á  Márquez  la  orden  tremenda 
Sus  esbirros  comunican. 
Zuloaga  siguió  entre  tanto 

Sus  trabajos  de  rutina, 
Cuando  tras  de  largo  tiempo 
Llega  Andrade,  se  aproxima 

Y  le  dice  respetuoso 

Que  su  orden  está  cumplida, 

— ¿Qué  orden? — La  que  al  prisionero 

Se  le  quitase  la  vida. 

— ¿A  qué  prisionero? — A  Ocampo 

— ¿A  Ocampo? — Dios  os  maldiga. 

Mandé  fusilar  á  Ugalde. 

— Se  equivocó  la  consigna. 

Y  así  á  la  traidora  farsa, 
Tan  villana  como  inicua, 
£1  alma  negra  de  Márquez 
Al  grande  hombre  sacrifica. 


544  GUERRA  DB  REFORMA. 


I.A  MUERTE. 

Del  horrendo  calabozo 
Sacaron  al  grande  Ocampo 
Al  lugar  dd  sacrificio 
Sin  ruido  y  sin  aparato. 
Don  Melchor  marcha  sereno 

Y  con  sosegado  paso 
Por  una  extensa  calzada, 

Y  en  vez  de  pedir  descanso 
A  sus  terribles  custodios, 
Pide  tinta  y  papel  blanco 
Para  hacer  su  testamento, 
Que  escribe  correcto  y  claro, 
Que  contiene  dos  plieguillos 

Y  que  tiene  un  solo  tacho, 
Probando  con  elocuencia 

La  tranquilidad  de  su  ánimo. 
Prosigue  entonces  su  marcha, 
Hacen  los  soldados  alto, 
Manda  dar  unos  dineros 
Melchor  á  los  que  más  aptos 
Atravesaran  su  cuerpo, 

Y  esperó  sin  sobresalto. 

Que  se  hinque,  le  manda  el  jefe 
«Así  estoy  bien»  dice  Ocampo; 
A  lo  alto  de  los  fusiles, 
Los  tiros  son  acertados. 
Reina  profundo  silencio, 
Se  escucha  la  voz  de  mando: 
Un  cadáver  se  vé  inerte 
Sobre  el  suelo  ensangrentada), 

Y  la  patria  dolorida 

Sin  consuelo  vierte  llanto. 


Enero  30  1897. 


GUBRRA  DX  RSVOKlf  A.  545 


GRAD  HomADee 

PAKX 

10$  PO$TRe$  QOG  Tienen  moY  alto  €L  Punio. 

I. 

PASA  TBNTkR  VAXX>. 

Suele,  apagado  el  incendio 
Que  amenazó  furibundo 

Y  que  despide  extinguido 
Negros  nubarrones  de  humo, 
Quedar  entre  la  ceniza 
Ardiendo  tizón  oculto, 

Que  como  que  quiere  fiero 
Levantarse  con  impulso 

Y  revivir  los  horrores 

Que  entre  la  hoguera  no  pudo: 
Así  rencoroso  Márquez 
Quedó  en  pie,  buscó  lo  obscuro 
Después  que  de  la  Reforma 
Feliz  se  consumó  el  triunfo; 
Pero  saltó  de  repente 
£1  tigre  testarudo 
Confiado  en  su  suficiencia, 
Impulsado  por  los  suyos, 

Y  en  México,  hasta  San  Cosme, 
Osado  las  plantas  puso, 
Aguardando  con  confianza 

La  cooperación  de  algunos, 
Acometiendo  al  Gobierno 


546  GUERRA   OK  REFORMA. 


Y  poniéndole  en  un  puño: 

Y  esto  pasaba  en  principios 
Del  año  sesenta  y  uno. 


II, 

SORPRESA. 

La  calma  reina  en  Palacio, 
Está  tranquilo  el  Congreso, 
Disertan  los  Diputados 
Sobre  si  lo  blanco  es  negro, 
Cuando  el  sillón  que  sustenta 
A  un  insigne  oaxaqueño, 
De  pronto  se  desocupa 
Porque  se  ausentó  su  due£o. 
Se  sabe  entonces  que  Márquez 
A  San  Cosme  está  batiendo, 

Y  llama  al  Coronel  Díaz 
Precipitado  el  Gobierno, 
Para  que  al  infame  Márquez 
Dé  merecido  escarmiento. 
Díaz  corre  á  la  batalla 

De  bastón  y  alto  sombrero, 

Y  en  refriega  encarnizada. 
Que  deja  el  suelo  sangriento. 
Despedaza  al  forajido. 

Que  el  campo  abandona  huyendo. 

III. 

JAI^TI,ACO. 

No  es  animal  de  escarmiento 
El  incorregible  mocho. 
Que  si  hace  daño  en  el  mundo, 
Premio  le  espera  en  el  otro; 

Y  contando  con  un  fraile 
Que  le  diga  ego  te  absolvo, 
Bien  puede  al  asesinato 
Bxltregarse  y  á  los  robos; 


GX7KRRA  DK  RBPORMA.  547 


Que  la  religión  defiende 

Y  tiene  un  Dios  á  propósito 
Para  urdir  con  él  sus  tramas 

Y  fomentar  el  trastorno. 
Así  es  que  lo  de  San  Cosme 
No  sosegó  el  alboroto; 
Zuloaga,  Márquez  y  Vélez 

Y  Taboada  eran  demonios 
Que  aniquilaban  los  pueblos, 
Que  con  incansable  encono 
Fusilaban  liberales 

Y  se  agitaban  rabiosos, 
De  México  esperanzados 
En  la  ayuda  y  el  socorro. 
Ortega  á  Márquez  persigue, 

Y  le  secunda  animoso 
El  mismo  Porfirio  Díaz 
Que  fué  el  azote  de  Cobos. 
Márquez  provoca,  se  escapa 

Y  tras  giros  engañosos 

Se  hace  en  Jalatlaco  fuerte, 
Que  es  pueblecillo  corto 
Con  su  parroquia  chaparra» 
Como  ampolla  su  cimborrio 

Y  su  alzado  campanario 
Para  la  defensa  propio. 
Parapetóse  allí  Márquez 
Con  sus  jefes  de  más  tono, 
Zuloaga,  Vélez,  Taboada 

Y  ya  no  recuerdo  qué  otros. 
Ortega  á  corta  distancia 

Se  aprestó  á  embestir  furioso, 
Cuando  desciende  la  noche 

Y  en  la  tiniebla  hunde  todo. 
En  su  seno  se  refugian 

Los  cristianos  y  los  moros; 
Todo  sepulta  el  silencio 
De  su  seno  en  lo  más  hondo, 
Mas  de  súbito  hay  descargas. 
Fuga,  gritos  dolorosos. 
Combates  encarnizados, 
Inconcebibles  destrozos; 
La  luz  apresura  el  paso 

Y  descubre  con  asombro 
La  derrota  furibunda 


548  GX7BRRA  DB  RBFORHA. 


De  los  obstinados  mochos. 

Y  en  medio  de  los  heridos, 

Y  rodeado  de  despojos, 
Se  mira  al  General  Díaz 
Que  se  yergue  victorioso, 

Y  fué  quien  el  duro  asalto 
Organizó  motu  propio. 
Ortega,  de  su  segundo 
Viendo  el  proceder  heroico, 
Pidió  al  Gobierno  su  ascenao 
Por  su  mérito  notorio, 

Y  así  se  elevó  Porfirio 
Acompañado  del  voto 
De  la  opinión  poderosa 
Que  justa  le  otorgó  lauros. 


Pero  Mejía  aparece 
Por  la  Sierra  de  Querétaro, 
Terrible  y  amenazante 
Porque  era  caudillo  intrépido. 
Entonces  á  Tapia  y  Díaz 
Nombró  acertado  el  Gobierno; 
Y  en  Pachuca  se  encontraron 
Los  de  Mejía  y  los  nuestros, 
Desbaratando  los  jefes 
Aquel  amago  siniestro; 
Volviendo  á  sus  madrigueras 
Mal  parados  y  dispersos 
Los  indomables  serranos 
Que  victorias  predijeron. 


IV. 

VANGUARDIA. 

De  la  invasión  tripartita 
Se  anunciaron  las  escuadras, 
Y  en  Veracruz  aparece 
El  Español  Rubalcaba 
Pidiendo  prenda  pretoria 


GUBRRA  DB  RBFORHA.  549 


y  no  sé  cuantas  patrañas. 
A  Porfirio  se  designa, 
A  Porfirio  se  señala 
Para  que  mande  celoso 
De  las  fuerzas  de  vanguardia. 
Para  que  del  enemigo 
Esté  en  constante  atalaya 
Como  defensa  y  escudo 
De  los  fueros  de  la  Patria, 
Honor  que  le  dio  el  Gobierno 
y  él  ganó  con  sus  hazañas: 
y  aquí  viene  la  Reforma 
A  cortarme  la  palabra, 
Porque  la  invasión  francesa 
Su  tumo  impaciente  aguarda. 


Btier»37de  1897. 


S50  GUBRRA  DB  RBFORMA. 


1853. 

^OTñAUm  D€  LGAnOHO  YALLG. 


INTRODUCCIÓN. 

Ira  brotando  los  ojos, 
Fuego  encendiendo  el  semblante, 
y  mordiéndose  los  labios 
Hasta  exprimirles  la  sangre, 
Va  por  las  calles  de  Puebla 
,  Furioso  el  Capitán  Va//e, 
Valiente  joven  que  cuenta 
Veintiúil  inviernos  cabales, 

Y  á  quien  el  renombre  llama 
La  flor  de  los  militares. 
Pero  en  esta  vez  no  atiende 
Ni  á  su  porvenir,  ni  al  auge 
Que  su  posición  le  ofrece, 
Que  le  brinda  el  imperante. 
Ni  al  castigo  que  le  aguarda 
Si  á  desmandarse  llegare. 
Ha  tenido  la  noticia 

De  que  está  preso  su  padre, 
A  quien  adora  rendido, 
A  quien  venera  constante, 
De  su  corazón  encanto, 
Joya  de  su  santa  madre. 

Y  Don  Rómulo,  un  patriota 
Fué  del  excelso  linaje 

A  que  dio  Morelos  vida 
Con  hazañas  inmortales, 
Que  al  dictador  caprichoso 
Nunca  quiso  doblegarse. 


GUERRA  DS  RBPORMA.  55 1 


Leandro  Valle  se  dirige 
A  casa  del  gobernante, 

Y  poniéndose  de  frente, 
Altivo,  sin  saludarle, 

Le  dijo:  «Señor,  yo  vengo 
A  deciros  que  al  instante 
Me  deis  de  baja  en  mi  cuerpo 

Y  en  el  Ejército,  y  manden 
Se  me  expida  la  absoluta 
Sin  que  un  punto  la  dilaten: 
No  puedo  ser  buen  soldado 
Cuando  me  siento  hijo  infame: 
No  puedo  servir  Gobierno 
Que  iief te  preso  á  mi  padre; 

No  puedo  en  campo  ni  en  plazas 
Llevar  á  mi  lado  un  sable 
Que  no  sabe  darle  muerte 
A  quien  á  mi  padre  ultraje » 

Y  arrancando  de  sus  hombros 
Las  divisas  militares, 

Y  dejándole  á  un  soldado 
A  que  guardara  su  sable, 
Soberbio  dejó  Palacio, 

Cual  paisano,  Ivcandro  Valle. 


1861. 

I. 

Al  cesar  de  la  tormenta 
Suelen  verse  en  el  zenit. 
Girones  de  negras  nubes, 
Trechos  de  limpio  zafir, 
Grupos  de  blancas  estrellas 

Y  en  el  distante  confín, 
Bntre  el  velo  de  la  lluvia 
El  relámpago  lucir. 
Sesenta  y  uno,  tú  el  suelo 
De  mi  patria  viste  así: 
La  Reforma  se  elevaba 
Triunfante,  hermosa,  feliz, 

Y  volaban  en  su  tomo 
Nubes  de  guerra  civil 
Que  con  sangre  salpicaron 


552  GUERRA  DB  REFORMA. 


De  SU  ventura  el  jardín. 

A  reprimir  los  rebeldes. 

Valle  tiene  que  partir; 

Valle,  que  entre  los  caudillos 

£s  la  flor  y  el  Benjamín. 

I  Oh,  y  más  que  nunca  contento 

Esta  vez  marchó  á  la  lid, 

Pues  sueña  tomar  gozoso 

Sus  laureles  á  rendir 

A  las  plantas  de  la  hermosa 

Que  con  su  divino  «sí» 

Acaba  de  abrir  las  puertas 

De  amor  á  su  porvenir! 

Es  la  excursión  tan  ligera, 

Que  diez  soles  ven  su  fin; 

Más  ¿qué  causa  no  aprovecha 

El  corazón  juvenil 

Para  exhalar  los  torrentes 

De  un  amante  frenesí? 

<r|SÍ,  que  parta  á  la  campaña 

Del  corazón  de  un  festín!» 

Dicen  todos,  y  á  la  novia 

Alguien  la  ve  sonreír 

De  su  estancia  presenciando 

El  animado  trajín. 

II. 

La  noche  á  México  envuelve. 
y  en  un  apartado  sitio. 
Tabernáculo  de  amores, 
De  beldades  concha  y  nido, 
Abren  sus  pétalos  de  oro 
Las  flores  del  regocijo. 
Es  una  estancia  pequeña 
Por  do  lanza  el  gas  su  brillo, 
Columpia  en  limpios  cristales 
Formando  de  iris  los  visos, 
O  cayendo  en  los  espejos 
Que  reproducen  al  vivo 
La  estancia  y  sus  concurrentes, 
Entre  el  nácar  y  el  armiño 
De  los  amplios  cortinajes; 
Se  oyen  concentos  divinos 
Qtie  se  den:axnan  y  e^paroeq 


GUBKRA  DB  RKFORMA.  553 


£n  palpitantes  sonidos; 
Gigantescos  candelabros 
En  que  el  arte  peregrino 
Follaje  remeda  en  bronce 
Que  al  aire  se  cree  sumiso. 
Dejan  caer  sobre  tazones 
De  rosas  y  de  jacintos. 
Como  cascadas  de  oro 
De  sus  reflejos  los  hilos. 
Si  es  la  embriaguez,  el  perfume. 
La  música  es  el  deliquio; 
Si  es  la  juventud  paraíso, 
Las  mujeres  de  ojos  lindos 
Son  de  ese  Edén,  serafines, 
Que,  avaros,  no  han  consentido 
De  los  encantos  del  cielo 
Abandonar  los  hechizos; 
y  cuando  acentos  y  aromas' 
En  ardiente  remolino 
Alzan  oleajes  de  gasa 
En  compases  convulsivos; 
Cuando  en  el  valse  girando 
Cruzan,  describiendo  círculos, 
Ojos  y  senos  y  flores. 
Plumas,  diamantes  y  rizos. 
Se  trasponen  delirantes 
Nuestros  humanos  sentidos; 
La  música  lleva  aromas. 
Las  luces  vibran  suspiros. 
En  el  éter  nos  halagan 
Invisibles  los  espíritus, 
y  el  oro,  el  mármol,  las  flores. 
Como  animados  sentidos, 
Nos  miran  y  nos  halagan 
y  dan  pábulo  al  delirio. 
En  ese  mar  de  deidades 
y  de  jóvenes  garridos. 
Valle  conduce  á  su  novia; 
¿Qué  le  hablaba?  ¿6  qué  le  dijo. 
Danzando,  sílfide  hermosa, 
Entre  el  altar  y  el  abismo? 
¿Qué  dicen  esas  dos  almas 
De  dos  que  bailan  unidos 
Y  se  aislan  en  un  concurso, 
Por  8u  pasión  protegidos? 

aoMUiCM— 70. 


554  GUBRRA  DE  RBPORMA. 


¿Qué  dicen  las  melodías 
Que  llegan  á  sus  oídos 
A  aprender  de  sus  requiebros 
Los  tonos  más  expresivos? 
¿Qué  dicen  esos  aromas 
Que  empapan  en  sus  suspiros 
Sus  alas  que  luego  plegan 
En  la  frente  de  los  lirios? 

Y  el  alma  de  él,  del  misterio 
En  el  sublime  prestigio: 

— Deja  traer  nuevos  laureles 
Junto  al  tálamo,  bien  mío, 
Que  la  esposa  de  un  soldado, 
Es  su  estrella  en  los  peligros; 
No  temas,  que  para  escudo 
Robé  á  tu  cabello  un  rizo. 
Que  si  no  me  hace  invencible. 
Siempre  de  tí  me  hace  dig^o. — 

Y  el  alma  de  ella  responde 
Con  la  dulzura  de  un  niño: 

— ¿Qué  me*  importan  los  laureles 
Ni  el  poder,  ni  su  atractivo? 
Yo  no  te  quiero  soldado, 
Ni  héroe;  yo  te  quiero  mío; 
Obscuro,  y  señor  hacerte 
De  mi  alma  y  de  mi  albedrío; 
Pobre,  para  de  caricias 

Y  ventura  hacerte  rico; 

Y  no  llorara  al  dejarte 
Ni  temblara  del  peligro 
Si  yo  sola  recibiera 
Los  reveses  del  destino. 

Y  te  creyera  dichoso 
Yendo  por  tí  al  sacrificio. — 

Y  en  la  frente  del  guerrero 
Tocan  temblando  los  rizos 
Que  se  mecen  sobre  el  cuello 
De  la  novia  del  caudillo, 
Cual  las  ramas  de  la  acacia 

Sobre  las  ondas  del  río 

De  vez  en  cuando  interrumpe 
Valle,  el  baile:  es  un  aviso 

De  que  en  el  cuartel  se  aprestan. 
De  que  ya  el  parque  está  listo, 
O  en  la  calle,  de  la  escolta 


GT7BRRA  DK  REFORMA.  555 


Se  escucha  el  confuso  ruido, 
Al  estallar  de  los  brindis 
Las  palmadas  y  los  gritos. 
Así,  en  un  mar  sosegado 
Bebe  contento  el  marino. 
y  cantan  los  compañeros. 
Alistando  precavidos 
Los  útiles  que  les  sirven 
Del  naufragio  en  el  conflicto. 
De  pronto  el  silencio  pasa 
Por  el  recinto  sombrío, 

Y  se  ven  los  concurrentes 

Y  se  oyen  lejanos  gritos,  i 
¿Qué  fué?  El  silencio  responde 
Que  Leandro  Valle  ha  partido; 
¡Vuelve  pronto  y  victorioso! 

Dicen  valientes  los  chicos 

«Danza  habanera,  contento, 
Que  la  luz  nos  halle  unidos.  >» 
La  luz,  de  la  amante  novia 
Abrevia  el  hondo  martirio, 

Y  su  llegada  refleja 

Del  balcón  sobre  los  vidrios; 

Y  en  los  ojos  de  la  hermosa 
Que  llora  ausente  al  querido. 


¡Pobre  niña!  apenas  parte 
Aquel  concurso  lucido, 
Cuando  se  dirige  al  templo. 
Del  tormento  en  el  delirio, 
Y  allí  al  frente  de  la  Virgen. 
Al  pie  del  pálido  cirio 
Que  arde  á  su  frente,  da  rienda 
A  su  dolor  infinito. 


55^  GtmitsX  DE  REFORMA. 


1861. 

enARTo  HomAnee  dg  LGAnoHO  yallg 

Y  sa  maGRie, 


Alegres  van  á  batirse 
Los  bravos  que  manda  Valle. 
Tacubaya  y  Cuajimalpa 
Los  miraron  ocultarse 
Dentro  el  monte  de  las  Cruces, 
Que  los  facciosos  invaden. 
Al  monte  cubren  las  nieblas 
Que  con  el  sol  se  deshacen, 
Y,  6  en  las  cañadas  se  tienden, 
O  se  envuelven  en  los  árboles, 
Como  entre  espesa  humareda 
Presentando  los  paisajes, 
Iba  el  guerrero  impaciente 

Y  nada  importa  que  le  hablen 
De  acechanzas  y  emboscadas. 
Ni  que  no  siga  adelante, 
Pues  las  fuerzas  enemigas 

Son,  más  que  las  suyas,  grandes, 

Y  pueden  en  los  barrancos 

Y  en  las  quiebras  emboscarse. 
El  ardor  á  su  alma  ciega, 

Y  del  monte,  al  internarse. 
En  la  pérfida  emboscada, 
Con  tolas  sus  fuerzas  cae. 
El  valor  hace  prodigios, 

Y  el  enemigo  se  evade, 
A  mansalva  disparando, 
Vertiendo  á  mansalva  sangre. 
Zacatecas,  Moctezuma, 

|0h,  y  con  cuánto  ardor  luchasteis! 


GUKRKA  DB  RBPORMA.  557 

I  Oh,  y  qué  esfuerzos  poderosos 
Sublime  prodiga  Val/ef 
Como  á  la  soga  sujeto 
Pugna  corcel  arrogante, 

Y  que  á  cada  momento 
Más  se  le  vé  lastimarse. 

Es  un  torrente  que  envuelve 
La  fuerza  por  todas  partes,   . 

Y  peñas  como  llovidas 

Y  que  las  filas  deshacen, 
Combatiendo,  destrozados, 
Sin  solo  un  grano  de  parque. 
La  chusma,  que  entero  mira 

Y  erguido  y  resuelto  á  Vaile, 
Deja  todo  en  abandono 

Y  sobre  el  caudillo  cae; 
Tal  las  aguas  de  un  torrente 
Soberbio  tronco  combaten, 

Y  le  envuelven  hervidoras 
Hasta  estremecer  sus  bases, 

Y  le  arrancan  y  derriban. 
Arrastrándole  triunfantes. 
—«Ríndete,»  le  gritan  unos. 
— «N6,»  responde  con  coraje: 
«Yo  nunca  le  pedí  gracia 

«A  mexicanos  desleales 
«Que  fueron  del  fanatismo 
«Por  siempre  esbirros  cobardes, 
«Decid  si  me  veis  sereno, 
«Decid  si  veis  inmutarme, 
«Que  yo  sigo  una  bandera 
«En  que  hay  glorias  nacionales. « 
/-«Matadle,»  gritaron  unos, 
Otros  exclaman,  «matadle,» 
«Matémosle  como  á  un  perro» 
¿Quién  ha  dado  la  voz?  ¡i  Márquez  I! 
I  Oh  hiena  infernal!  ¡oh  nombre 
Que  se  exprime  y  suda  sangre, 
Nombre  de  exterminio  y  luto 
De  mi  patria  en  los  anales; 
Sinónimo  de  verdugo, 
Que  un  tiempo  más  distante 
Siempre  encontrará  la  historia 
Como  sin  fosa,  cadáver, 
Vomitándolo  la  tierra 


553  GUBRRA  DE  REFORMA. 


Para  corrupción  del  aire! 
Valle  dijo:  <íNo  hay  remedio» 
Aquí  estoy;  podéis  matarme. i» 

Y  le  cercan  y  le  llevan, 
Como  jauría  de  canes, 
Hasta  una  verde  hondonada 
En  que  un  tronco  sobresale 
Bntre  descarnadas  peñas 

Y  bajo  los  altos  árboles 
Cuyo  pie  riegan,  saltando, 
Cristalinos  manantiales. 
Está  serena  la  frente, 
Erguido  el  rostro  de  Valle, 
Tanto  que  aquellos  verdugos 
Comienzan  á  respetarle. 

— «Alístese,»  uno  le  dice, 
—«Permitidme  unos  instantes.» 

Y  sacando  su  cartera, 

Y  firme,  tomando  el  lápiz 
Su  adiós  escribe,  sentido; 
Primero,  á  su  anciano  padre, 
También  de  digno  renombre 
En  los  fastos  militares: 

«Yo  beso,  escribe,  esas  canas, 
Al  morir;  vos  me  enseñasteis 
A  luchar  por  esta  causa. 
Tan  combatida  y  tan  grande. 
Bendecidme,  porque  muero 
Siendo  digno  de  mi  padre.» 

Y  sus  lágrimas  enjuga, 
Que  va  lo  escrito  á  torrarse, 
En  círculo  le  contemplan 
Aquellas  fieras  voraces; 
Pero  nadie  le  interrumpe 

Y  escribe  en  papel  aparte: 
«Oh  mi  Luisa  de  mi  vida, 

No  llores,  muero  adorándote.» 
Iba  á  seguir  y  las  voces 
De  ejecución  le  distraen. 
«Dejad  que  yo  de  mi  muerte 
«La  breve  maniobra  mande, 
«Que  yo  lo  haré  con  voz  recia 
«Como  lo  hice  en  los  combates; 
«Dejad  que  yo  dé  las  voces 
«Para  que  no  culpe  nadie 


GUBRRA  DB  REFORMA.  559 


«Que  necesito  de  auxilios, 
«Y  que  vieron  triste  á  Valle.*» 
Sin  escucharle,  le  cercan, 
Los  ojos  van  á  vendarle 
«Poned  la  espalda,  le  dicen, 
«Por  traidor  van  á  matarte.» 
Entonces  la  sangre  toda 
Del  joven  se  vé  inflamarse: 
¡Yo  traidor!  ¿Y  á  quién  traiciono? 
¡La  religión!  ¿Y  los  padres 
Le  dicen  religión  santa 
Vista  al  través  de  esta  sangre? 
¿Qué  queda  de  tu  grandeza? 
¿Quién  no  mira  transformarse 
En  verdugos  y  cadalsos 
Los  sacerdotes  y  altares? 

Y  erguido  siempre,  el  acento 
Con  orgullo  y  sin  coraje, 
Grita  nuestro  héroe:  ¡presenten! 
Luego,  ¡apunten  y  disparen! 

Y  al  alzarse  la  humareda 
Blanca  y  leve  por  el  aire, 
Queda  un  cadáver  convulso 
Entre  torrentes  de  sangre. 
Suenan  entonces  los  vivas 

A  la  religión  y  á  Márquez 

Después  del  hermoso  joven, 
Atan  los  restos  mortales, 

Y  de  un  árbol  le  suspenden 
Entre  gritos  infernales, 
Para  pasto  de  los  buitres 

Y  terror  de  caminantes. 


En  tus  anales  ¡Reforma! 
Escribe  con  sangre /unto, 

Y  representa  el  mes  triste 
Con  tres  adorados  túmulos, 

Y  bajo  un  sauce  á  la  Patria 
Llena  de  llanto  y  de  luto. 

Degollado,  Ocampo,  Valle, 
Que  cayeron  uno  á  uno 
En  esos  tiempos  fatales 
Bajo  el  hacha  del  verdugo, 


56o  GÜBRSA  DB  RJIFORMA. 


Dormid!  dormid!  los  laureles 
Crecen  en  vuestros  sepulcros, 
Regados  con  nuestro  llanto; 
No  porque  el  destino  justo 
Vertiera  en  ellos  la  sangre 
De  asesinos,  que  hoy  en  triunfo, 
Dan  lustre  al  altar  y  al  trono. 
De  la  patria,  para  insulto. 


Aquella  hermosa  doncella 
Toda  amor  y  brillo  y  lujo, 
Que  á  rogar  fué  por  su  amante 
En  medio  del  dolor  sumo, 

Toma  á  su  casa  del  templo 

En  todos  ve  espanto  y  susto; 

No  pregunta la  &milia 

Se  aisla  en  doloroso  grupo, 
Todo  adivina en  delirio 

Y  con  los  ojos  enjutos, 
Estalla  en  hondos  gemidos 

Y  cae  su  cuerpo  convulso 
En  el  salón  que  contento 
El  amor  feliz  dispuso. 


Mayo  20  de  1865. 


GUSRItA  DB  RBFOKliA.  561 


KA9GA0  Y  mUY  A««ID6nTA0 

RomADiíe  DG  penAs;  y  gloriad 


o  mu 

i  AHÍ  va! 

Como  en  intrincada  selva 

Y  en  la  noche  tenebiosa 
De  descarriados  viajeros 
Vénse  enantes  las  antorchas, 
O  como  en  las  turbias  aguas 
De  la  torrente  impetuosa, 

Se  miran  tronchadas  ramas, 
Tallos  de  jazmín  y  rosa 
Que  fueron  de  los  jardines 
Kl  ornamento  y  la  pompa; 
O  bien  cual  estrellas  fatuas 
Cruzan  violentas  las  sombras, 
Luces  que  hermosas  deslumhran 

Y  no  bien  brillan  se  borran, 
Así  pasan  por  mi  mente 
Las  adoradas  memorias 
Cuando  en  la  alba  de  mi  vida 
Mi  corazón  de  patriota, 

Se  endiosaba  con  los  triunfos, 
Lloraba  con  las  derrotas, 

Y  era  mi  pecho  una  lira 
En  cuyas  cuerdas  sonoras 
Encontró  el  contento  acentos 

Y  sollozos  las  congojas; 

Y  hoy  que  las  espesas  nubes 
De  mi  ancianidad  monótona 
Dejan  como  hilos  de  plata 
Descolgarse  mis  memorias 
De  entre  espinosos  zarzales 


ROMANCES — 71. 


562  GUBSRA  DB^SBFORMA. 


Y  de  entre  desnudas  rocas; 
Hoy  que  inconsciente  percibo 
Al  través  de  vagas  sombras 
Incompletos  los  recuerdos 

O  con  mutiladas  formas, 
Como  las  ruinas  de  un  templo 
En  que  el  acaso  amontona 
£1  resto  de  una  columna, 
£1  cuello  de  una  madona, 
£1  florón  que  fué  ornamento 
De  la  levantada  bóveda, 

Y  relieves  y  molduras 

Oe  la  arquitectura  pompa; 
Hoy  suelen  aparecerse 
£n  mi  mente  hechos  y  cosas 
Que  la  corriente  del  tiempo 
Ya  casi  consume  y  borra. 
Como  en  mágica  linterna 
Percibo  en  variadas  formas, 
Ya  las  risueñas  escenas 
De  mi  niñez  deliciosa 
£ntre  los  trigales  de  oro 

Y  entre  las  agrestes  lomas, 
Con  mis  padres  adorados, 
Con  mi  familia  amorosa, 
Cantando  al  son  de  un  guitarro» 
Coronados  de  amapolas; 

Ya  bajo  los  ahuehuetes 
Que  á  Chapultepec  adornan 
Miro  danzar  las  poUuelas 

Y  los  saltos  y  cabriolas 
De  los  chicos  turbulentos 
Que  juegan  á  la  pelota; 

Ya  en  un  mar  de  ondas  obscuras 
Se  levantan  gemidoras 
Las  furias  de  la  miseria, 
Persiguiéndome  espantosas 
Hasta  el  seno  de  mi  madre 
Que  en  el  desamparo  llora; 
Ya  como  entre  sueños  miro 
£n  ráfaga  luminosa 
Atravesar  la  fortuna 
Sembrando  lauros  y  rosas 
Para  regarme  el  camino 
Del  poder  y  de  la  gloria. 


GUERRA  DK  REFORMA.  563 


Y  trocarme  mis  placeres  '  i\\¿í/M 

Y  mis  lauros  y  mi  pompa 
Bn  cárcel  húmeda  y  frfa 

Cual  mansión  aislada  y  lóbrega: 
Ya  en  medio  al  macizo  muro 
Una  luz  pequeña  brota 
Que  se  extiende  repentina. 
Que  se  destaca  radiosa, 

Y  al  ensancharse  la  cárcel 
Crujiendo  se  desmorona 

Y  se  aparece  un  paisaje 
De  hermosura  encantadora. 
En  donde  entre  nube  negra 
Percibo  terribles  tropas 

Que  empapan  de  sangre  el  suelo 
Con  intrepidez  heroica, 
Buscando  frente  del  yankee 

0  la  muerte  ó  lá  victoria: 

Y  al  confín  del  horizonte 
Medio  hundidos  en  la  sombra. 
Arcángeles  descarriados 

Con  nuestras  banderas  rotas; 

Y  entre  montones  de  muerte, 
De  pie  y  erguida  nuestra  honra. 

Y  ese  voraz  torbellino 

Que  el  hondo  abismo  abandona 

Y  que  remueve  la  tierra 

Y  se  estrella  entre  las  rocas 

Y  revive  y  reluchando 
Embiste,  rompe,  destroza 
E)el  fanatismo  terrible 
Las  mtu'allas  poderosas: 

1  Mirad!  es  la  hija  del  pueblo. 
La  redentora  Reforma, 

La  que  purifica  el  templo 
Que  los  pueblos  emponzoña. 
La  que  arranca  Ms  caretas 
A  los  bandidos  hipócritas, 
Que  calumniando  al  Dios  Santo 
Al  pueblo  inocente  roban, 
j Miradla!  al  brutal  soldado 
Arranca  en  lucha  gloriosa 
Los  fueros  y  los  derechos 
Que  tan^^sólo  al  pueblo  tocan^ 

Y  aqttf^oampos  inoeoidiados. 


564  6UBRRA  DB  RBFOKMA. 


Acullá  matanzas  broncas, 

Y  cantos  de  ardientes  triunfos, 
Que  ó  bien  las  chusmas  entonan 

Y  los  hossanas  apagan 
De  la  gente  de  corona; 
Pero  en  medio  á  las  tinieblas 

Y  el  rebramar  de  las  ondas 
¿Qué  ruido  de  armas  se  escucha 
Que  me  sorprende  y  asombra? 
De  tiempo  en  tiempo  hacen  surcos 
Kn  lo  alto  ráfagas  rojas, 

Y  en  el  aire  ígneos  volcanes 
Revientan  hórridas  bombas. 
£1  relámpago  aletea, 

Y  á  su  luz  como  que  brotan 
Unos  gigantescos  monstruos 
Que  luchan,  que  se  devoran, 

Y  horrores  y  sangre  y  muerte 
Siembran  con  furia  espantosa: 

Y  eras  tú,  Guadalajara^ 
De  Occidente  la  matrona, 
Del  hada  con  los  hechizos, 
Con  tus  encantos  de  diosa, 
Brguida  al  verter  tu  sangre, 
De  tu  patria  redentora. 
Dentro  Veracruz  me  miro 
Sobre  la  playa  arenosa, 

Y  las  distantes  montañas 
Espantadas  y  medrosas 
Como  de  seres  humanos 
Actitud  y  aspecto  toman, 

Y  es  la  lid  de  Antón  Lizardo 
Que  ñel  conserva  la  historia 

Y  que  presencian  los  mares 
Palpitantes  de  congoja. 

Mas  ¿qué  miro?  el  cuadro  extingue 
Una  senda  lumit&osa, 
Una  vía  láctea  divina 
Con  figuras  prodigiosas, 
Arcos  de  diamante  y  oro,  . 
Muros  de  piedras  preciosas. 
Verjeles  como  nadando 
En  la  celestial  atmósfera, 

Y  del  pórtico  de  un  templo 
Que  por  su  siaiideaa  «mabra, 


GUBRRA  DB  REFORMA.  5^5 


En  procesión  ir  saliendo 
Reverberando  de  gloria 
Entre  músicas  que  al  alma 
Embriagadoras  arroban, 
A  los  héroes  de  mi  patria 
Que  entusiasta  el  alma  adora. 
Mas  al  tocar  un  descenso  . 
Que  nuestro  globo  eslabona 
Con  ¡as  excelsas  regiones 
Para  los  hombres  ignotas, 
Se  disipan  cual  celajes 
Que  la  tempestad  arrolla, 
Dejando  á  mi  vista  un  campo 
De  esqueletos  y  de  momias; 
Unas,  poniendo  en  mi  frente 
Lauros  y  jazmín  y  rosas; 
Otros,  llevando  á  mis  labios 
De  hiél  henchidas  sus  copas: 
Unas  al  baile  y  al  gozo 
Invitándome  espantosas; 
Otras  sarcásticas  viendo 
Tristes  mis  tranquilas  horas. 
Pero  de  repente  surge 
Torrente  entre  abruptas  rocas 
Que  conduce  enfurecido 
Ensueños,  contento,  glorias. 
Lágrimas,  gozo,  esperanzas, 
Que  mi  sentido  trastornan: 
Y  despierto  anonadado 
Con  la  vejez  que  me  agobia, 
Desafiando  del  destino 
Las  mudanzas  caprichosas. 


Noviembre  20  de  1895. 


índice 


PAOS. 

Prólogo in 

Verifico  y  puntual  romance  del  Plan  de  Ayutla i 

Muy  verifico  y  muy  entrador  romance  del  Plan  de  Ayutla 9 

Alegre  y  \nsxi  perjeñcido  romance  delUo  Nacho 13 

Romance  á  la  tartígada,  que  se  puede  llamar  del  «no  me  dejo» 16 

Romance  famoso  de  lástimas  y  sorpresas 18 

Grande  y  pomposo  romance  de  la  salida  de  Santa  Anua 32 

Deleitoso  romance  del  Águila  Imperial » 27 

Gran  romance  que  enchina  el  cuerpo  y  no  exagera  ni  pizca 31 

Romance  famoso  y  verifico  de  mi  propia  cosecha. 40 

Romance  de  dolencias  de  alma  por  la  muerte  de  dos  valedores. 48 

BeUo  romance  de  téngase  jtterte  que  tiene  coraje  el  rio 51 

Raro  é  inspirado  romance  de  un  conde  francés. 55 

Gran  romance  de  escándalo  con  la  chamuchina  tremebunda  del  13  de 

Agosto. 66 

Romance  histórico  de  Cuemavaca 69 

Romance  fumoso  del  esHra  y  afloja  de  Cuemavaca  y  México 79 

Romance  de  Don  Juan  Alvarez 84 

Verifico  y  bien  peinado  romance  de  Comonfort 89 

LOS  CONSTITUYENTeS. 

Gran  romance  de  los  Constituyentes 99 

•Gran  romance  de  rectos  topetones  entre  mochos  y  endemoniados,  con 

causa  y  motivo  del  artículo  15  de  la  Constitución 104 

Lindo  y  regocijado  romance  del  5  de  Febrero  de  1857 108 

Romance  en  que  se  trata  de   un  sujeto  peor  que  satanás,  según  la  gen- 
te de  sacristía. 113 

Tierno  y  dolorido  romance  que  llega  al  alma,  mas  que  no  se  quiera 118 

Bravo  romance  en  el  que  de  á  tiro  echaron  por  un  voladero  los  mochos 

á  nuestro  padre  San  Francisco 121 

Gran  romance  de  hueso  colorado  6  sean  primeras  fechorías  de  la  Re- 
forma   125 


5^8  INDICB 

PAOS. 

Gran  romance  de  dos  copetones  que  estuvieron  en  un  tris 132 

Grande  y  estruendoso  romance  que  empieza  con  rebalufia  y  acaba  con 

una  rajada  que  nos  deja  fríos 136 

GUEfiRA  DC  REFORMA.  ^ 

Romance  de  deveras  jueric  de  la  gloría  de  los  mochos  y  alzada  de  goli- 
lla del  indio  Juárez 145 

Recuerdos  de  1858.    Un  duelo  hermoso 150 

Romance  rumboso  del  general  caballero  Manuel  Osollo 158 

Bello  y  sin  par  romance  del  13  de  Marzo  de  1858  en  Gnadalajara 164 

Romance  de  Leandro  Valle  y  la  familia  e&fenna 172 

Grande  y  entretenido  romance  de  bonitas  mudanzas  y  pespmiteoa. ...  177 
Romance  de  lo  inorado  en  tierras  dep&racA  ó  sea  primer  rolnance  del 

gran  Juan  Zuazua z8o 

Pelegrino  romance  de  «unos  suben  y  otros  bajan,  como  k»  cabos  de 

noria» 187 

Tinieblas  y  claridades.  Grande  y  milagroso  romance  de  la  fortuna  val- 

taira 192 

Rifa  de  vidas  á  lo  hombre  ó  sea  refriega  sangrienta  de  Atenqmciiie. ...  198 

Brillante  romance  de  Mimmón  en  campaña 2G4 

Romance  de  los  prodigios  á  la  par  de  cielo  y  tierra. sxo 

Caos 213 

Grande  y  pespunteado  romance  de  ¡ah,  torito! 216 

Viento  de  Reforma.  Tierno  y  dolorido  romance  del  Dr.  Herrera  y  Cairo.  228 
Viento  de  Reforma.  Romance  del  buenmozo  Casanova  ó  sea  de  embes- 
tir de  toro  y  correr  como  venado 232 

Triste  y  sangrento  romance  del  sitio  de  Guadalajara  y  demás  que  ve- 
rá el  pío  lector 239 

Romance  crudo  y  amargo  de  Piélago  y  de  Monayo 244 

Romance  en  qtie  duele  el  alma  porque  se  trata  de  un  chinaco  pior  que 

el  mesmo  demonio 247 

Viento  de  Reforma.  Romance  de  pena  de  la  vida,  para  los  que  la  pi- 
can de  hombres 251 

Rugido  de  Reforma.  Gran  romance  inesperado  de  dos  mochos  cerreros.  260 

Gran  romance  de  saltos  y  piruetas  ó  sea  menudeo  de  mudanzas 265 

Romance  de  mucho  vuelo  y  de  grande  fantasía 268 

Recuerdo.    A  mi  muy  amado  amigo  el  distinguido  joven  D.  Luis  Gon* 

zález  Obregón 273 

Párrafo  al  hilo  ó  sea  romance  sabroso 278 

Miguel  Miramón  y  Leandro  Valle 287 


INDICB  569 

PAOS. 

Viento  de  Reforma.  Gran  romance  dialtirofino  como  si  juera  cambray.  291 
Viento  de  Reforma.  Gran  romance  para  nobles  y  tiernos  pechos,  di- 
gan lo  que  dijeren 298 

Grande  romance  de  traqueo  de  pelea  del  sitio  de  Guadalajara  y  condi- 
ción del  «Bagre» 307 

Terrible  y  estruendoso  romance  del  incendio  del  Palacio  en  Guadalajara.  311 
Grande  y  dolorido  romance  en  que  nos  tocÓ  la  de  perder  y  llevamos 

una  zuaca  que  nos  hizo  trizas. 315 

Gran  romance  sin  baleo  del  caballero  OsoUo 319 

Triste  y  dolorido  romance  del  artillero  enamorado 325 

Gran  romance  de  muchos  cascabeles  del  chinaco  generoso  Don  Jesús 

González  Ortega 329 

Romance  del  grande  Ocampo  ( histórico ).  A  mi  querido  amigo  A.  Genin.  335 

Romance  de  recuerdos.  (Veracruz) 343 

Gran  romance  de  encontronazos  y  pataleos  del  año  mal  averiguado  de 

1858 347 

Romance  famoso .  Una  aurora  de  esperanzas  y  noche  de  sangre  y  muertes  349 

Romance  de  Guadalajara.  I^andro  Valle 356 

Oda.  Asesinatos  en  Tacubaya 362 

Grande  y  retumbaleado  romance  de  la  fiesta  del  tíguerg  ó  sea  la  coro- 
nación de  Márquez  en  Guadalajara 367 

Gran  romance  de  buen  tabaco,  de  la  ley  de  Oaxaca  y  del  bandolero 

Cobos 371 

Romance  retobado  y  de  mala  zeta,  por  la  entrada  de  Cobos  en  Oaxaca.  375 
Grande  y  picante  romance  de  la  Loma  Alta,  en  que  se  luce  el  pelón 

Uraga 379 

Bello  y  despabilado  romance  del  pedregal  de  Peñuelas 383 

Gran  romance,  hablando  en  serio,  de  la  muerte  del  benemérito  chinar 

cate  Esteban  Coronado 388 

Grande  y  triste  romance  de  otra  te  pego,  por  una  destanteada  de  Juan 

Purero 391 

Muy  grande,  pero  muy  triste  romance  del  jefe  chinaco  llamado  Juan 

Rocha,  el  purero 396 

Grande  y  dolorido  romance  de  la  muerte  de  Juan  Zuazua 401 

Gran  romance  de  desenfado  y  nobleza  del  indio  Juárez 404 

Grande  y  con  toda  verdad  doloroso  romance  de  Veracruz. 408 

Grande  y  fúnebre  romance  del  fin  y  remate  del  gran  patriota  Cruz 

Ahedo 413 

Grande  y  empeñado  romance  de  las  llanuras  del  mar,  ó  sea  del  llama- 
do Antón  Ltzardo 417 

ROMANCES.— 72. 


570  índice 

PÁGS. 

Grande  y  espantable  romance  del  destrozo  sangriento  de  buenos  libe- 
rales.    423 

Gran  romance  joco-serio  y  vivezas  de  los  mochos 429 

Grande  y  chispeante  romance  de  las  dos  furias.  (Rojas  y  Lozada) 432 

Grande  y  positivo  romance  de  matunga  y  travesura  del  Gral.  D.  Ma- 
nuel Doblado 436 

Bello  y  bien  sazonado  romance  del  intrépido  Aureliano  Rivera 441 

Gran  romance  del  horroroso  combate  de  la  toma  de  Ixtlán  por  los  mo- 
chos rabiosos 446 

Gran  romance  de  por  allá  muy  lejos  y  del  valiente  Pesqueira 450 

Grande  y  bonito  romance  de  retoños  de  esperanzas  y  defensivos  de 

aliento 453 

Gran  romance  de  me  pega  la  gana,  del  tiempo  de  la  Reforma  en  Ve-  ' 

racruz 458  | 

Romance  sin  mucho  bombo,  del  gran  patriota  Ángel  Albino  Corzo 464 

Muy  amargoso  romance  de  puros  arrempujoneSy  6  sea  el  tigre  de  Alica, 

llamado  Manuel  lazada 4^  I 

Gran  romance  de  sabor  dulce  y  de  ejemplares  matices  del  valedor  Don  i 

Ignacio  de  la  Llave 47' 

Grande  y  tremebundo  romance,  que  empieza  con  mucho  fuego  y  que 

parece  milagro 477 

Gran  romance  de  «échenle  gallo  y  al  que  ninguno  le  empata» 482 

Gran  romance  casi  sacado  de  los  pozos  del  olvido 488 

Muy  grande  y  muy  refrigerante  romance  de  la  batalla  de  Silao 493  1 

Grande  y  entrador  romance  de  Oaxaca  y  sus  sierras 498  | 

Grande  y  revoloteado  romance  de  embestidas  y  de  fugas 503  ; 

Muy  grande  y  bien  guisao  romance  de  los  Convenios 508  ¡ 

Gran  romance  de  dolores  y  gozos  y  una  de  clavar  el  pico 513 

Breve  y  tremebundo  romance  de  la  batalla  de  Calpulalpan 518 

Viento  de  Reforma.  Rumboso  y  planchado  romance  con  trama  histórica.  52 1 
Grande  y  bien  sazonado  romance  de  «no  hay  más  allá,»  en  que  se  da 
cuenta  de  la  entrada  triunfal  en  México  del  ejército  de  la  Reforma, 

el  1?  de  Enero  del  año  de  1861 530 

Romance  de  luto  y  llanto,  del  grande  amigo  del  pueblo  Don  Melchor 

Ocampo 54^^ 

Gran  romance  para  los  postres  que  tienen  muy  alto  el  punto 545 

1853. — Romance  de  Leandro  Valle 55o 

1861.— Cuarto  romance  de  Leandro  Valle  y  su  muerte 556 

Rasgao  y  muy  accideniao  romance  de  penas  y  glorias,  6  sea  revoltura 

de  recuerdos 561 


índice 


PARA  LA  COLOCACIÓN  DE  LAS  ESTAMPAS 


PÁ6S. 

Guillermo  Prieto  (portada). 

Juan  Alvarez i 

Batalla  de  Ocotlán 89 

•Batalla  del  cerro  de  San  Juan 96 

Juárez 145 

Prieto  salva  á  Juárez 164 

Degollado 216 

Ocampo 329 

Ghilardi 343 

Ramírez 458 

Zaragoza 493 

Porfirio  Díaz. 498 


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